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TRABAJO
DE
EVALUACIÓN
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pueden prestar al movimiento ecuménico. Esto sucede en
particular cuando ambos esposos son fieles a su
compromiso religioso. El bautismo común y el dinamismo
de la gracia proporcionan a los esposos en estos
matrimonios el fundamento y la motivación que les llevan a
expresar su unidad en la esfera de los valores morales y
espirituales (145).
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3. DEL LIBRO DE JOSÉ
SÁNCHEZ VAQUERO, “LA UNIDAD DE LOS
CRISTIANOS (1950-2000), LEE EL PUNTO TITULADO
“ECUMENIZACIÓN DE LAS DISCIPLINAS TEOLÓGICAS” (PP. 175
SS.) Y COMÉNTALO.
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En definitiva, podemos concluir este breve comentario
subrayando la necesidad de conversión que nace de la
llamada a la unidad, sin la cual, nunca será posible avanzar
en el camino. Tanto católicos, como ortodoxos y
protestantes han de mirar hacia dentro, planteándose
seriamente la posibilidad de una renovación interior, sobre
todo en sus formas de expresión, para abrir paso a una
fructífera unificación.
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4. DESCRIBE QUÉ SE ENTIENDE POR JERARQUÍA DE VERDADES Y
COMO AFECTA ESTE CONCEPTO A LA TEOLOGÍA ECUMÉNICA.
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Santo. Dicha comunidad de iglesias va en camino hacia la
unidad visible en una sola fe y una sola comunión
eucarística, expresada en el culto y la vida común en
Cristo. Trata de avanzar hacia esa unidad, que Jesús
imploró por sus seguidores, "para que el mundo crea" (Jn
17:21).El CMI es la mayor y más representativa de las
muchas expresiones organizadas del moderno Movimiento
Ecuménico, cuyo objetivo es la unidad de los cristianos.”
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Fe y Constitución, es un “movimiento («Faith and
Order») nacido a raíz de la celebración de la Conferencia
misionera mundial de Edimburgo (1910) que intenta servir
a las Iglesias cristianas, desde el dialogo doctrinal, en
orden a superar los difíciles obstáculos teológicos que
todavía las separan. El obispo episcopaliano Charles H.
Brent (18621929) fue una de las figuras clave para la
formación de este movimiento. El movimiento Fe y
Constitución se gesta en varias reuniones celebradas en
Ginebra, en 1920”. Muchos cristianos estaban de acuerdo
en que la acción conjunta no bastaba para superar las
divisiones, era necesario abordar los problemas de fe y de
doctrina de forma conjunta. Luego de realizar dos
conferencias, une sus fuerzas a “Vida y Acción”, dando
origen al “Consejo ecuménico de las Iglesias”.
Vida y Acción («Life and Work»): es un movimiento
que a raíz de la asamblea misionera mundial de Edimburgo
(1910) pretende traducir el deseo de unidad de todos los
cristianos en una acción común en todas las áreas de la
vida con el fin de establecer el reino de Dios. Este
movimiento inicia su andadura gracias a la intuición del
arzobispo luterano sueco de Upsala, Nathan Soderblom. El
movimiento Vida y Acción se integrará perfectamente en el
Consejo Ecuménico de las Iglesias en 1948.
6. DESCRIBE EL PRIMADO PEDRO EN TEOLOGÍA ECUMÉNICA
DE
DESDE LA PERSPECTIVA CATÓLICA (VATICANO Y UT UNUM SINT)
Y DE LAS OTRAS RELIGIONES.
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obispos. Así es como se define la suprema autoridad de la
Iglesia.
Además de lo dicho, el Concilio afirma que la potestad del
Romano Pontífice es suprema, plena, inmediata, y
universal sobre todas las Iglesias (CD 2) también sobre las
Iglesias Orientales, que como las demás, están
encomendadas al gobierno pastoral del papa (OE 3)
El papa Juan Pablo II, en la encíclica Ut unun sint, al tratar
el tema del primado, cita la célebre frase de Gregorio
Magno, en la que se define el primado del obispo de Roma,
como el de servus servorum Dei, evitando así, separar la
potestad del primado, del ministerio (UUS 88). De esta
manera, se plantea el primado como un ministerio al
servicio de la unidad, de forma que ha llevado al conjunto
de movimiento ecuménico a plantearse con una mirada la
nueva, la posibilidad del ministerio universal de la unidad
cristiana.
Desde la Iglesia católica, el primado se entiende como un
servicio a favor de la unidad y la comunión entre las
iglesias. Por eso se habla de un servicio ejercido en
diversos niveles: trasmisión de la Palabra, celebración
sacramental y litúrgica, misión, disciplina y vida cristiana
(UUS 94). Esto lo entendió perfectamente san Juan Pablo
II, y así lo vivió durante su pontificado: estaba convencido
de tener al respecto una responsabilidad particular, sobre
todo al constatar la aspiración ecuménica de la mayor
parte de las Comunidades cristianas y al escuchar la
petición que se le dirigió de encontrar una forma de
ejercicio del primado que, sin renunciar de ningún modo a
lo esencial de su misión, se abra a una situación nueva
(UUS 95).
Respecto a las iglesias separadas, hay que decir que en los
diálogos ecuménicos se está estudiando el tema del
primado en contextos no polémicos.
“Los ortodoxos aceptan la Sede romana, en general, como
la primera Sede apostólica a la que compete una «primacía
de amor» (San Ignacio de Antioquía), pero insisten en que
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los dos dogmas del Vaticano I sobre la jurisdicción
universal y la infalibilidad no coinciden con su
comprensión de la communio”. Por eso, cabe destacar que
“con respecto al estado de la cuestión entre Roma y el
Oriente, aunque todavía no hay ningún documento oficial,
parece que los cristianos ortodoxos estarían dispuestos a
aceptar al Papa como el primus inter pares (el primero
entre iguales). Sin embargo, advierten que Roma no
debería exigir del Oriente una doctrina distinta de la
formulada y vivida en el primer milenio: el Papa como
sucesor de Pedro sería el primero en honor en el
episcopado universal y presidente en la caridad”.
Con respecto a los anglicanos, cabe mencionar, que según
el Informe Final de la comisión católico-anglicana (ARCIC,
1981), se acepta la necesidad de una primacía universal
ejercida por el obispo de Roma como signo y salvaguarda
de la unidad de una Iglesia reunida. En este caso, el papa
tendría que ejercer su ministerio en asociación colegiada
con otros obispos.
En el caso de las iglesias luteranas y reformadas, el
problema es más profundo, ya que la cuestión no abarca
sólo el Primado del obispo de Roma, sino también la
comprensión de los ministerios en la Iglesia, la distinción
entre sacerdocio común y ministerial, y la sucesión
apostólica de los obispos. En este caso, la tendencia se
orienta a aceptar la primacía espiritual y hasta casi moral
del papa, pero sin que esto signifique una subordinación
real a los mandatos papales. Para eso, falta mucho camino
por recorrer.
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7. DEL LIBRO TEOLOGÍA ECUMÉNICA DE VERCRUYSSE, CAPITULO
IX (TEOLOGÍA DEL ECUMENISMO) LEE EL PUNTO TITULADO
“SACRAMENTO Y BAUTISMO, EUCARISTÍA, MINISTERIO Y
MATRIMONIO” Y HAZ UN RESUMEN EXPLICANDO LA DIFERENCIA
ENTRE LA TEOLOGÍA CATÓLICA Y LA PROTESTANTE.
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admitidos, normalmente, a la comunión en la Iglesia
católica, aunque hay algunas excepciones en determinados
casos con la Iglesia ortodoxa.
Ministerio, es decir del sacramento del orden, de la
estructura ministerial de la Iglesia; cabe destacar que las
Iglesias protestantes carecen del sacramento del orden.
Este es, de hecho, uno de los obstáculos mayores la
participación común en la Cena del Señor. En este sentido
el dialogo sobre el ministerio es difícil, ya que la estructura
ministerial no es un hecho indiferente, ni mucho menos,
sino que es una dimensión esencial de la fe basada en la
propia constitución de la fe. Las distintas forma de ver,
comprender, y definir el ministerio determinan la identidad
confesional hasta en sus últimas consecuencias
sociológicas, históricas, jurídicas y socio-psicológicas.
Matrimonio: con respecto a este sacramento nos
afrontamos a una dificultad delicada, debido a los
matrimonios mixtos, en cuyo caso, la Iglesia católica invita
a la parte católica a no descuidar su propia fe, y a intentar
educar a sus hijos en su misma fe.
El punto clave está la divergencia teológica que hay en la
valoración de la naturaleza sacramental del matrimonio
entre católicos y protestantes. Para los católicos, el
matrimonio entre cristianos es esencialmente un
acontecimiento que pertenece al plano de la redención, ya
que por Cristo, el matrimonio, y las relaciones entre los
esposos han sido redimidos, constituyendo una realidad
sacramental y eclesial. Por otro lado, para la teología
protestante, el matrimonio es fundamentalmente un hecho
secular, que pertenece al plano de la creación, controlado
jurídicamente por quien tiene autoridad. La iglesia solo
interviene, según los protestantes, para pedir la bendición
del Señor, a fin de que los cónyuges vivan su matrimonio
en el Espíritu de Cristo. De estas diferencias derivan las
diferentes valoraciones respecto a la indisolubilidad, el
divorcio, y las segundas nupcias.
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8. DEL DIRECTORIO PARA LA APLICACIÓN Y NORMAS DEL
ECUMENISMO LEE EL CAPÍTULO IV, MENOS EL PUNTO SOBRE
MATRIMONIOS MIXTOS, Y HAZ UN COMENTARIO AL MISMO. ¿QUÉ
TE PARECE NOVEDOSO DE ÉL?
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explícitamente, se puede apreciar que el pensamiento de
que la única Iglesia de Cristo subsiste en la Iglesia católica,
de alguna manera, subyace en este planteamiento.
9. ¿QUÉ APORTA EL CONCILIO VATICANO A LA TEOLOGÍA
ECUMÉNICA Y AL ECUMENISMO? ¿CÓMO LO DEFINE (LEE PARA
ELLO EL PUNTO CONCILIO VATICANO II DEL LIBRO DE SÁNCHEZ
VAQUERO, PP. 134 SS.
Ya desde el discurso inaugural, el Concilio se proponía
trabajar seriamente en búsqueda de restaurar la unidad en
la Iglesia. En el decreto de ecumenismo, se reconoce, al
comenzar, que el movimiento ecuménico es “obra del
Espíritu Santo”, no sólo en la Iglesia católica, sino también
en las demás comuniones cristianas. La unidad y la
unicidad son presentadas con gran riqueza bíblica,
tendiendo a iluminar sus aspectos más profundos. Se
desarrolla además, la relación existente entre los
elementos teológicos que constituyen o engendran la
unidad en la Iglesia: El amor de Dios al hombre, que lo
mueve a tomar la iniciativa; la encarnación y crucifixión del
hijo de Dios, cabeza del Cuerpo de la Iglesia, la Plegaria de
Cristo por la unidad, la Eucaristía, signo visible y causa
eficiente de la unidad, el Precepto de la Caridad,
mandamiento nuevo, La promesa del Espíritu Santo, su
efusión y acción de congregar y formar un solo cuerpo.
Además se señalan en el Decreto los principios
estructurales de unidad, como por ejemplo el Colegio los
Doce, y su triple mandato de enseñar, regir, santificar; la
elección de Pedro entre los doce y su responsabilidad
propia en cuanto a la unidad. Los sucesores de los
apóstoles también han heredado esta responsabilidad de
hacer crecer a la Iglesia manteniéndola en plena
comunión. Este crecimiento se obra en virtud del mismo
Jesucristo, y de la acción de su Espíritu Santo que actúa a
través del ministerio de sus apóstoles mediante la
predicación fiel del Evangelio, la fiel administración de los
sacramentos, y el gobierno ejercido en la caridad. El
concilio además encuentra en la Trinidad el supremo
modelo y principio de unidad.
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Es de notable consideración la reiterada mención del
principio ecuménico de “unidad en la variedad”, como una
exigencia propia de la multiforme gracia del único Espíritu.
También cabe mencionar la terminología ecuménica
utilizada en el concilio, caracterizada por empleo de
fórmulas predilectas a los hermanos protestantes, como a
los ortodoxos.
Un claro avance supuso el haber recurrido a la idea de la
“culpabilidad recíproca”, mediante la cual, lo católicos
también se incluyen como responsables. Similar a esta
frase es aquella otra que exculpa a los hombres que han
nacido ya dentro de las Iglesias separadas, sin culpabilidad
alguna, por haber heredado dicha situación. Esta positiva
consideración, abre las puertas a nuevos horizontes
ecuménicos, ya que supone la buena fe de los hermanos
separados, y no sólo eso, sino que también, reconoce cierta
comunión entre estos hermanos y la Iglesia Católica, por el
hecho de haber sido “justificados también en el bautismo
por la fe”. Además esta comunión aumenta en intensidad y
extensión en el caso de las Iglesias y Comunidades que
tienen mayor número de elementos o bienes en común
como por ejemplo: la palabra de Dios escrita, la vida de la
gracia, la esperanza, la caridad.
Sin embargo, el Decreto concluye afirmando que a pesar
de esa “cierta comunión”, las Iglesias separadas no
disfrutan de la unidad querida por Jesucristo. De esta
forma se evita el peligro del indiferentismo, y se invita a
encontrar la plenificación mediante la unidad con aquella
Iglesia que es continuación del Colegio Apostólico. En una
palabra, la parte de comunión existente, real pero
incompleta, entre la Iglesia Católica y las demás Iglesias
no es suficiente para adecuarse a la voluntad de Cristo.
Finalmente, podemos añadir que el Concilio Vaticano II
entiende por ecumenismo todo el conjunto de actividades e
iniciativas que, según las necesidades de la Iglesia, y las
características de la época, se suscitan en busca de
favorecer la unidad de los cristianos.
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10. HAZ UNA REFLEXIÓN PERSONAL SOBRE LO QUE
CREES TÚ QUE APORTA EL ECUMENISMO A LA IGLESIA
CATÓLICA Y CUÁLES SERÍAN LOS RETOS QUE EN EL
SIGLO XXI DEBERÍA PLANTEARSE EL MOVIMIENTO
ECUMÉNICO.
Gracias al impulso nuevo del movimiento ecuménico es
posible ver en el desarrollo teológico un decisivo empeño,
una necesidad de recorrer el camino hacia la unidad visible
de la única Iglesia de Cristo.
El avance hacia este fin es ciertamente alentador por las
vías abiertas a través del desarrollo teológico ecuménico. Y
al mismo tiempo, es claramente necesario que se prosiga el
estudio de puntos importantes, pues aunque es una alegría
la convergencia a la que se ha llegado y esperando que se
desarrolle cada vez más el avance hacia la unidad, es
verdad que también debemos ser conscientes de las
divergencias entre nosotros. Por lo cual merece especial
mención el esfuerzo realizado por la Iglesia católica, al
promulgar los conocidos documentos que apuntan a
fortalecer los vínculos ecuménicos.
Para la Iglesia Católica, las verdades de la fe no están
separadas unas de otras. Constituyen un todo único y
orgánico. No se pueden alcanzar la meta de la unidad de
los cristianos separados sin acuerdo sobre la naturaleza de
la Iglesia.
Ante la diversidad de personas, de pensamientos, de
culturas, de razas, surge la pregunta de si será posible
algún día la perfecta unidad de la única Iglesia de Cristo. Y
la esperanza no defrauda, porque en la Iglesia existe uno
que es el Hacedor de la unidad, de la comunión, de la
reconciliación y en definitiva, de la Iglesia misma. Éste es
el Espíritu Santo, que ha sido quien ha movido, mueve, y
seguirá moviendo el corazón del hombre hacia la única
voluntad expresa de Cristo sobre su Iglesia: que sean uno,
que sean perfectamente uno.
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