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02 DE ENERO
EL CONSOLADOR
Base Bíblica: Juan 16:13.
CONOCIENDO
AL ESPÍRITU SANTO
¿Cómo podremos permanecer fieles si en el día de la prueba no entendemos las palabras de
Cristo? El dijo: “Os he dicho estas cosas estando con vosotros. Mas el Consolador, el Espíritu Santo,
a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo
os he dicho”. Juan 14:25, 26.
Es el Espíritu Santo quien nos recuerda las palabras de Cristo. En su último discurso, el tema
que escogió para presentar ante sus discípulos fue el ministerio del Espíritu Santo. Abrió frente a ellos
una gama muy amplia de verdades. Debían recibir sus palabras por fe, y el Consolador les haría
recordar todas las cosas.
El consuelo que Cristo les impartió mediante esta promesa tiene su funda- mento en que la
divina influencia estaría con sus seguidores hasta el fin. Pero su ofrecimiento no es aceptado ni creído
por la gente en nuestros días, y la iglesia tampoco lo aprecia ni espera su cumplimiento. La promesa
del don del Espíritu de Dios se considera como un asunto de poca importancia para “algunos
miembros de Iglesia”. No ha dejado sus huellas en los feligreses y, en consecuencia, los resultados
no pueden ser diferentes: sequía espiritual, oscuridad espiritual, decadencia y, por ende, muerte
espiritual. Asuntos triviales ocupan la mente de los creyentes.
Sin embargo, la posesión de este poder divino necesario para el crecimiento y la prosperidad
de la iglesia, traería todas las otras bendiciones de las cuales carece, y que se nos promete en su
infinita plenitud. Mientras la iglesia se conforme con asuntos de poca importancia, continuará
descalificándose para recibir los dones mayores que Dios ofrece.
¿Por qué será que no tenemos hambre y sed de recibir este regalo del Espíritu Santo, siendo
éste una virtud que puede mantener puro el corazón?
En los designios del Señor, el poder divino debe cooperar con el esfuerzo humano. Es
fundamental que el creyente comprenda el significado de la promesa del Espíritu Santo antes que
Jesús venga por segunda vez. Hablen acerca de esto, oren por él, prediquen acerca de él; porque el
Señor está más deseoso de conceder el Espíritu Santo que los padres a dar buenas dádivas a sus hijos.
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que
en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Juan 3:16. The Review and Herald, 15 de noviembre
de 1892.
CONOCIENDO
AL ESPÍRITU SANTO
No es esencial para nosotros ser capaces de definir con precisión qué es el Espíritu Santo.
Cristo nos dice que el Espíritu es el Consolador, “el Espíritu de verdad el cual procede del Padre”. Se
asevera claramente tocante al Espíritu Santo, que en su obra de guiar a los hombres a toda verdad
“no hablará por su propia cuenta” Juan 15:26; 16:13.
La naturaleza del Espíritu Santo es un misterio. Los hombres no pueden explicarla, porque el
Señor no se la ha revelado. Los hombres que albergan opiniones fantásticas pueden reunir pasajes
de las Escrituras y darles interpretación humana; pero la aceptación de esos conceptos no fortalecerá
a la iglesia. En cuanto a estos misterios, demasiado profundos para el entendimiento humano, el
silencio es oro.
Se especifica claramente el oficio del Espíritu Santo en las palabras de Cristo: “Cuando él
venga, convencerá de pecado, y de justicia, y de juicio”. Juan 16:8. Es el Espíritu Santo el que
convence de pecado. Si el pecador responde a la influencia vivificadora del Espíritu, será inducido a
arrepentirse y a comprender la importancia de obedecer los requerimientos divinos.
Al pecador arrepentido, que tiene hambre y sed de justicia, el Espíritu Santo le revela el
Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. “Tomará de lo mío, y os lo hará saber ”, dijo Cristo.
“El os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho” Juan 16:14; 14:26.
El Espíritu Santo se otorga como agente regenerador para proporcionarle eficacia a la
salvación obrada por la muerte de nuestro Redentor. El Espíritu Santo constantemente está tratando
de llamar la atención de los hombres a la gran ofrenda hecha en la cruz del calvario, de exponer al
mundo el amor de Dios, y de abrir al alma arrepentida las cosas preciosas de las Escrituras. Los
Hechos de los Apóstoles, 42, 43.
EL ESPÍRITU: UN TESTIGO
Texto Base: Romanos 8:16.
CONOCIENDO
AL ESPÍRITU SANTO
Si el Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios, ¿cuáles serán
los resultados? El creyente someterá todo su ser a la voluntad divina. Entonces, en su maravillosa
condescendencia, la Majestad de los cielos establece una santa relación familiar con los que lo buscan
de todo corazón.
Como consecuencia, mediante una abundante manifestación de la gracia de Dios, el hijo del
Altísimo el creyente, es llevado a mantener con su Padre una dependencia semejante a la de los niños
con los suyos. Consagre a Dios todo su ser cuerpo y espíritu con entera confianza en su poder y en su
voluntad de bendecirlo, no importa cuán desvalido e indigno sea usted. “Más a todos los que le
recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. San Juan
1:12.
No caiga en la actividad impaciente, sino sea celoso en la fe, con un sólo propósito definido:
atraer creyentes a Cristo, el Redentor crucificado. Esta obra no se realiza como resultado de un
sermón lógico que logra convencer al intelecto. El corazón necesita ser persuadido y ablandado por
la ternura. La voluntad tiene que ser sometida al arbitrio de Dios, y todas las aspiraciones deben tener
una orientación celestial. Aliméntese de la Palabra del Dios viviente. El efecto debe verse en la vida
práctica.
Cuando confiemos plenamente en Cristo, nos daremos a nosotros mismos en ofrenda a Dios.
Nuestra dependencia estará centrada en la virtud y en la intercesión de Cristo como nuestra única
esperanza. No hay confusión, ni sospecha, puesto que por la fe vemos a Jesús, el enviado de Dios,
cuya misión es lograr la reconciliación con los pecadores. Si deseamos creer solamente en Cristo, él
está comprometido con un pacto solemne de mediar en favor de los que, por su intermedio, se
acercan al Padre, con el propósito de garantizar su salvación. Este privilegio está garantizado si nos
acercamos confiadamente el trono de la gracia para alcanzar misericordia y hallar gracia para el
oportuno socorro. Manuscript Releases, 276, 277.
EL REPRESENTANTE DE CRISTO
Base Bíblica: San Juan 16:7.
CONOCIENDO
AL ESPÍRITU SANTO
“Espíritu de verdad” es el nombre que se da al Consolador. Su obra consiste en definir y
mantener la verdad. Primero habita en el corazón como el Espíritu de verdad; de este modo, llega a
ser el Consolador. En la verdad hay tranquilidad y paz, lo cual no se puede hallar en el error. Satanás
conquista el poder sobre la mente a través de falsas teorías y tradiciones. El enemigo logra desfigurar
el carácter e imponer la adopción de falsas normas. Mediante las Escrituras el Espíritu Santo habla a
la mente, e imprime la verdad en el corazón. De este modo expone el error y lo expulsa del creyente.
Por el Espíritu de verdad, obrando por intermedio de la Palabra de Dios, Cristo une a los suyos a sí
mismo.
Al describir a sus discípulos la obra del Espíritu Santo, Jesús quiso inspirarlos para que
alcanzaran el mismo gozo y la alegría que llenaba su propio corazón. Se regocijó con la ayuda
abundante que había provisto para su iglesia. El Consolador era el más excelso de los dones que
podría solicitar al Padre con el propósito de exaltar a su pueblo. Fue dado como el agente
regenerador, y sin este don el sacrificio de Cristo hubiera sido en vano. Por siglos el poder maligno se
había fortalecido hasta el punto que era asombrosa la sumisión del hombre a la cautividad satánica.
El pecado puede ser resistido y vencido únicamente por la intervención poderosa de la tercera
persona de la Deidad, que no vendría con una energía modificada, sino en la plenitud del poder
divino. El Espíritu es el que hace efectivo lo que logró el Redentor del mundo. Mediante el Consolador
el corazón se purifica. Gracias a su obra el creyente llega a ser participante de la naturaleza divina.
Cristo nos dio el divino poder de su Espíritu para que podamos vencer las tendencias al mal, sean
heredades o cultivadas, y para imprimir en la iglesia su propio carácter. The Review and Herald, 19
de noviembre de 1908.
LA PALOMA CELESTIAL
Base Bíblica: San Juan 1:32.
CONOCIENDO
AL ESPÍRITU SANTO
Cristo es nuestro ejemplo en todo. En respuesta a la oración que elevó a su Padre, el cielo se
abrió, y el Espíritu, semejante a una paloma, descendió sobre él. Por el Espíritu Santo es como Dios,
además de establecer comunicación con el hombre, también mora en el corazón de los que son fieles
y obedientes. Los que lo busquen en forma sincera, con el fin de recibir sabiduría para resistir a
Satanás, recibirán luz y fortaleza en la hora de la tentación. Debemos vencer del mismo modo como
Cristo triunfó.
Jesús comenzó su ministerio público con una súplica ferviente. Con ello nos dejó un ejemplo
acerca de la importancia que tiene la oración para adquirir una experiencia cristiana victoriosa. Su
constante comunión con el Padre constituye un modelo que haríamos bien en imitar. Apreció el
privilegio de orar, y la obra mostró los resultados de su comunión con Dios. Examinando la historia
de su vida, descubrimos que ante cada circunstancia importante buscaba un retiro en el bosque, o la
soledad de las montañas, con el propósito de elevar a Dios sus plegarias fervientes y perseverantes.
Con frecuencia dedicó noches enteras a la oración antes de realizar algún milagro poderoso. Después
de un día de labor y antes de una noche de comunión, compasivamente despedía a sus dis cípulos
para que pudieran volver a sus hogares a descansar, mientras él, con clamor y lágrimas, intercedería
ante Dios en favor de la humanidad.
En respuesta a la oración, y en virtud de la gracia de Dios, Jesús fue vigorizado para llevar las
cargas y fortalecido para resistir las pruebas. Si queremos ser vencedores, debemos depender de
Dios para experimentar una vida cristiana victoriosa, siguiendo el ejemplo que Cristo legó al abrir un
camino que nos conduce a la fuente de fortaleza que nunca falla, y de la cual podemos obtener gracia
y poder para resistir al enemigo. En las márgenes del Jordán, Jesús oró como representante de la
humanidad, y la apertura de los cielos y la voz de aprobación nos aseguran que Dios acepta a la
humanidad a través de los méritos de Cristo. The Signs of the Times, 24 de julio de 1893.
CONOCIENDO
AL ESPÍRITU SANTO
La parábola ilustra el poder de penetración y asimilación que tiene el evangelio, cuando obra
en el corazón de los feligreses, para darle a la iglesia un carácter a la semejanza divina. Como la
levadura actúa en la harina, así el Espíritu de Dios obra en la vida del creyente que absorbe todas sus
capacitaciones y poder, conformando su espíritu, mente y cuerpo a la semejanza de Cristo.
En la parábola, la mujer mezcló la levadura con la harina. Era necesario suplir una necesidad.
De este modo, Dios desea enseñarnos que, fuera de él, no existe ningún otro medio de salvación.
Mediante el ejercicio de la voluntad nadie puede transformarse por sí mismo. La verdad tiene que
ser recibida en el corazón. Así opera la levadura celestial. Gracias a su poder vitalizante y
transformador cambia el corazón. Despierta nuevos pensamientos, nuevos sentimientos, nuevos
deseos y propósitos. Se produce un cambio de la mente, y se ponen en acción todas sus capacidades.
No es que al hombre se le impartan nuevas facultades, sino que éstas son santificadas. La conciencia
que había estado muerta, ahora despierta. Pero el hombre solo no puede hacer esta obra por sí
mismo. La realiza únicamente el Espíritu Santo. Todos los que desean ser salvos, encumbrados o
inferiores, ricos o pobres, deben someterse a la acción de ese poder.
A Nicodemo, Cristo le presentó la verdad de este modo en San Juan 3:3, 6-8.
Cuando nuestras mentes estén controladas por el Espíritu de Dios, podremos entender las
lecciones que nos enseña la parábola de la levadura. Los que abren su corazón para recibir la verdad,
podrán experimentar el gran poder transformador que tiene la Palabra de Dios. The Review and
Herald, 25 de julio de 1899.
CONOCIENDO
AL ESPÍRITU SANTO
Siendo que el plan de redención comienza y termina con un don, así también debemos
compartirlo. El mismo espíritu de sacrificio que compró la salvación para nosotros, habitará en el
corazón de los que llegan a ser partícipes del don celestial. El apóstol Pedro recomienda: “Cada uno
según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme
gracia de Dios”. 1 Pedro 4:10.
El creyente que tiene el Espíritu de Cristo es como un manantial refrescante que pone esta
agua al alcance de los que están a punto de perecer en el desierto.
El mismo espíritu de amor y sacrificio personal que hubo en Cristo fue el que impulsó a Pablo
en su amplio ministerio. Dijo: “A griegos y a no griegos, a sabios y a no sabios soy deudor ”. Romanos
1:14. “A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada la gracia de
anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo”. Efesios 3:8.
El Señor dispuso que su iglesia refleje al mundo la plenitud y la eficacia que hallamos en él.
Constantemente estamos recibiendo los dones de la liberalidad divina, y, al impartirlos,
representamos al mundo el amor y la beneficencia de Cristo. Mientras todo el cielo está en actividad,
enviando mensajeros a todas partes de la tierra con el propósito de promover la obra de la redención,
la iglesia del Dios viviente debería actuar como colaboradora de Jesús.
Somos parte de su cuerpo místico, y él es la cabeza que controla todos sus miembros. En su
infinita misericordia, Jesús mismo está obrando en el corazón humano, en el que realiza
transformaciones tan sorprendentes que los ángeles lo observan con asombro y alegría. The Review
and Herald, 24 de diciembre de 1908.
SAVIA VIVIFICANTE
Base Bíblica: Hechos 19:1, 2.
CONOCIENDO
AL ESPÍRITU SANTO
Hay muchos que hoy ignoran, tanto como aquellos creyentes de Efeso, la obra del Espíritu
Santo en el corazón. Sin embargo, ninguna verdad se enseña más claramente en la Palabra de Dios.
Los profetas y apóstoles se han explayado sobre este tema. Cristo mismo nos llama la atención al
desarrollo del mundo vegetal como una ilustración de cómo obra su Espíritu para sostener la vida
espiritual. La savia de la vid, al ascender desde la raíz, se difunde por las ramas, y contribuye al
crecimiento y a la producción de flores y frutos. Del mismo modo, el poder vivificador del Espíritu
Santo, que procede del Salvador, llena el alma, renueva los motivos y afectos, somete hasta los
pensamientos para que obedezcan la voluntad de Dios, y capacita al que lo recibe para produci r los
preciosos frutos de las acciones santas.
El autor de esta vida espiritual es invisible, y el método exacto mediante el cual esa vida se
imparte y sostiene, excede las posibilidades de explicación por parte de la filosofía humana. Sin
embargo, la actividad del Espíritu está siempre en armonía con la Palabra escrita. Lo que sucede en
el mundo natural ocurre también en el espiritual. Un poder divino preserva continuamente la vida
natural; sin embargo, eso no ocurre por un milagro directo, sino gracias al empleo de las bendiciones
puestas a nuestro alcance. Del mismo modo, la vida espiritual se sostiene debido al uso de los medios
que la Providencia ha provisto. Para que el seguidor de Jesús crezca hasta convertirse en “un varón
perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo (Efesios 4:13), debe comer del pan de
vida y beber del agua de la salvación. Debe velar, orar y trabajar, y prestar atención en todas las
cosas, sujetándose a las instrucciones de Dios consignadas en su Palabra. Los Hechos de los
Apóstoles, 233, 234.
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13 DE ENERO
FUEGO ARDIENTE
Base Bíblica: Jeremías 20:9.
CONOCIENDO
AL ESPÍRITU SANTO
Dios impulsará a personas que ocupan posiciones modestas para que den a conocer el
mensaje de la verdad presente. Constreñidos por el Espíritu de Dios, acelerando el paso, muchos
avanzarán cada vez más lejos y más alto, para compartir la luz con los que están en tinieblas. La
verdad es como fuego en sus huesos, que los inflama con un deseo ardiente de iluminar a los que
están en la obscuridad. Incluso entre los educados habrá muchos que proclamarán la Palabra de Dios.
Habrá niños que serán impelidos por el Espíritu Santo a presentar el mensaje de lo alto. El Espíritu
será derramado sobre los que ceden a sus impulsos. Desligados de las reglas que atan a los hombres,
y de las movimientos cautelosos, se unirán al ejército del Señor.
En el futuro, el Espíritu del Señor inspirará a personas que realizan actividades comunes a
dejar sus tareas habituales para ir a proclamar el último mensaje de gracia. Tan rápido como sea
posible, serán preparados para una labor que será coronada con el éxito. Cooperarán con las agencias
celestiales, por cuanto están dispuestos a gastar y ser consumidos en el servicio al Maestro. Nadie
está autorizado a estorbar a estos obreros. Serán bienvenidos cuando vayan a cumpl ir el gran
cometido. No deberán ser vituperados cuando siembren la semilla del evangelio en los lugares
escabrosos de la tierra.
Las mejores cosas de la vida: la simplicidad, la honestidad, la veracidad, la pureza, la inusual
integridad; no pueden ser compradas ni vendidas; gratuitamente están al alcance de todos. Sus
oraciones perseverantes atraerán creyentes a la cruz. Al cooperar con su esfuerzo y renunciamiento
propio, Jesús impulsará los corazones y producirá milagrosas conversiones. Hombres y mujeres se
unirán a la confraternidad de la iglesia. Se construirán lugares de reunión y se fundarán escuelas. El
corazón de los obreros se henchirá de gozo al ver la salvación de Dios. Testimonies for the Church
7:26, 27.
LENGUAS DE FUEGO
Base Bíblica: Hechos 2:3, 4.
CONOCIENDO
AL ESPÍRITU SANTO
Si investiga las Escrituras con espíritu dócil y deseoso de aprender, sus es - fuerzos serán bien
recompensados. “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque
para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente”. 1 Corintios
2:14.
La Biblia debe estudiarse con oración. Haríamos bien en imitar a David, que imploró: “Abre
mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley”. Salmos 119:18. Ningún hombre puede comprender las
Escrituras sin la iluminación del Espíritu Santo. Si deseamos estar en la debida posición delante de
Dios, su luz nos alumbrará con rayos claros y potentes.
Esta fue la experiencia de los primeros discípulos: “Cuando llegó el día de Pen- tecostés,
estaban todos unánimes juntos. (Lea y medite Hechos 2:1-4). Dios también está dispuesto a darnos
la misma bendición, siempre que tengamos real interés en ella.
El Señor no cerró los depósitos celestiales después de haber derramado su Espíritu sobre los
primeros discípulos. También nosotros podemos recibir la plenitud de su bendición. El cielo está lleno
de los tesoros de su gracia, y los que con fe se acercan a Dios pueden reclamar todo lo que él ha
prometido. Si no contamos con su poder es por la indiferencia, el letargo espiritual y nuestra
indolencia. Abandonemos la mortal formalidad.
Hay una gran tarea que debe realizarse en nuestros días, y no hemos hecho ni siquiera la
mitad de la obra que el Maestro espera que hagamos. Hablamos acerca del mensaje del primero y
del segundo ángel, y ya creemos comprender algo referente al mensaje del tercero. Sin embargo, no
deberíamos sentirnos satisfechos con el conocimiento que tenemos actualmente. Nuestras
peticiones deberían ascender a Dios mezcladas con fe y contrición, para que podamos comprender
los misterios que el Señor desea dar a conocer a sus santos. The Review and Herald, 4 de junio de
1889.
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17 DE ENERO
LLUVIAS DE GRACIA
Base Bíblica: Zacarías 10:1.
CONOCIENDO
AL ESPÍRITU SANTO
En el Oriente, la lluvia temprana cae al tiempo de la siembra. Es necesaria para que la semilla
pueda germinar. Por efecto de la fertilizante lluvia, los tiernos brotes se desarrollan. La última
precipitación, que ocurre al fin de la temporada, madura el grano y lo prepara para la cosecha. El
Señor utilizó este proceso natural con el fin de representar la obra del Espíritu Santo. Como el rocío
y la lluvia primero producen la germinación de la semilla y después la maduración del grano para la
cosecha, del mismo modo el Espíritu Santo tiene la misión de producir, de una etapa a otra, el
crecimiento espiritual. La maduración del grano representa la culminación de la obra de la gracia de
Dios en el creyente. En virtud de la acción del Espíritu Santo la imagen moral de Dios se perfecciona
en el carácter. Hemos de ser totalmente transformados a la semejanza de Cristo.
Muchos han errado en gran manera al no recibir la lluvia temprana. No han obtenido todos
los beneficios que Dios ha provisto para ellos. Esperan que su falta será suplida por la lluvia tardía.
Tienen la intención de abrir el corazón para recibirla cuando sea concedida la generosa abundancia
de la gracia. Pero incurren en un terrible error. La obra de Dios, que comienza en el corazón al
momento de conceder su luz y conocimiento, debe crecer continuamente. Cada persona necesita
descubrir su propia carencia. Para que pueda habitar el Espíritu en el corazón, éste debe ser vaciado
y purificado de toda contaminación.
Sólo mediante la confesión y el abandono del pecado, la oración ferviente y la consagración
a Dios, los discípulos pudieron estar preparados para el derramamiento del Espíritu Santo en el día
de Pentecostés. Una obra semejante, pero en un grado superlativo, debe hacerse ahora. Luego, lo
único que necesita realizar el agente humano es solicitar la bendición, y esperar que el Señor lo
perfeccione. Es Dios quien comienza y termina la obra que hace al creyente completo en Cristo Jesús.
The Review and Herald, 2 de marzo de 1897.
CONOCIENDO
AL ESPÍRITU SANTO
El Espíritu Santo formula toda oración sincera. Descubrí que en todas mis intercesiones,
interviene por mí y por cada uno de los santos. Su mediación siempre estará fundamentada en la
voluntad de Dios, y nunca tendrá el propósito de avalar lo que está en contra de sus designios. “El
Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad”. Romanos 8:26. Siendo Dios, el Espíritu conoce la mente del
Altísimo. Por lo tanto, en cada oración, ya sea en favor de los enfermos u otras necesidades, la
voluntad de Dios ha de ser respetada. “¿Quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el
espíritu del hombre que está en él? Así también nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de
Dios”. 1 Corintios 2:11.
Si deseamos ser enseñados por Dios, deberemos orar conforme a s u voluntad revelada, y
estar dispuestos a someternos a sus designios, porque los desconoce- mos. Cada súplica debe estar
de acuerdo con los deseos de Dios, confiando en su preciosa Palabra, y creyendo que Cristo se dio a
sí mismo por sus discípulos. El registro dice: “Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el
Espíritu Santo”. Juan 20:22.
Jesús está esperando soplar sobre todos sus discípulos con el propósito de darles la
inspiración santificada de su Espíritu y transmitir a su pueblo su propia influencia vitalizadora.
También desea que entendamos la imposibilidad de servir a dos señores. Nuestros intereses no
pueden estar divididos. Cristo quiere vivir y actuar por intermedio de las facultades y habilidades de
sus agentes humanos. La voluntad debe cooperar con la suya y actuar con su Espíritu, puesto que ya
no son ellos los que viven, sino Cristo en los suyos. Jesús desea grabar en sus hijos la idea de que, al
darles el Espíritu Santo, les concede la misma gloria que el Padre le había dado, para que él y su
pueblo sean uno en Dios. Nuestros deseos y nuestra voluntad deben estar sujetos a la suya, puesto
que él es justo, santo y bueno. The Signs of the Times, 3 de octubre de 1892.
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20 DE ENERO
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21 DE ENERO
CONOCIENDO
AL ESPÍRITU SANTO
Aunque no podamos ver al Espíritu de Dios, sabemos que bajo su acción el hombre, que
estaba muerto en transgresiones y pecados, es convencido y con- vertido. El descuidado y díscolo
llega a ser serio. El endurecido se arrepiente de sus pecados, y el que no tiene fe se hace creyente. El
jugador, el borrachín y el licencioso se vuelve firme, sobrio y puro. El rebelde y obstinado llega a ser
dócil y semejante a Cristo. Cuando observamos estos cambios, podemos estar seguros de que el
poder transformador de Dios ha convertido a esa persona. No vemos al Espíritu, pero sí es posible
captar las evidencias de su obra que cambia el carácter del más endurecido y obstinado de los
pecadores. Así como el viento mueve con su fuerza al más elevado de los árboles y los derriba, del
mismo modo el Espíritu Santo puede actuar en el corazón humano, sin que ningún hombre finito
pueda circunscribir la obra de Dios.
Su Espíritu se manifiesta en cada persona de maneras diferentes. Aunque algunos tiemblen
ante el poder de Dios y el de su Palabra, sus convicciones llegan a ser tan profundas que, aun cuando
estalle en su corazón un huracán o una agitación de sentimientos, su ser entero se postra
inconmovible ante el poder convincente de la verdad. Cuando el Señor perdona al pecador
arrepentido, éste se llena del amor de Dios, de fervor y de energía. Al ser recibido, el Espíritu que da
vida no puede ser reprimido. Cristo en él es una fuente de agua que brota para vida eterna. Sus
sentimientos de amor son tan hondos y ardientes como lo fue su angustia y agonía. Se asemeja a una
fuente profunda que se rompe y se derrama en acción de gracia y alabanza, en agradecimiento y
felicidad; hasta las arpas celestiales sintonizan con sus notas de regocijo. La historia que tiene para
relatar no la cuenta de un modo conciso, común y metódico. Es un creyente rescatado por los méritos
de Cristo Jesús, y su ser entero se conmueve con la realización de la salvación de Dios.—The Review
and Herald, 5 de mayo de 1896.
CONOCIENDO
AL ESPÍRITU SANTO
El Señor ha condescendido en darle a usted la efusión de su Santo Espíritu. En las reuniones
campestres, y en varias de nuestras instituciones, se le ha dado una gran bendición. Ha recibido la
visita de mensajeros celestiales, portadores de luz, verdad y poder. No fue por medios extraños como
Dios lo bendijo. ¿Cómo puede Cristo subyugar a su pueblo escogido? Por el poder de su Santo
Espíritu. A través de las Escrituras es que Dios habla a la mente e imprime la verdad en los corazones
de los hombres.
Antes de la crucifixión, Cristo prometió a sus discípulos que les enviaría al Consolador. Dijo:
“Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuese, el Consolador no
vendría a vosotros; más si me fuere, os lo enviaré. Y cuando él venga, convencerá al mundo de
pecado, de justicia y de juicio”. Juan 16:7, 8.
Al haberse minimizado la promesa de Cristo, y a causa de la escasez del Espíritu Santo, la
espiritualidad de la ley y sus eternas obligaciones no han sido comprendidas. Los que profesan amar
a Cristo no han captado la relación que existe entre ellos y Dios, y su comprensión aún permanece
en la oscuridad. Vagamente entienden la admirable gracia de Dios, quien dio a su Hijo unigénito para
salvar al mundo. Tampoco captan lo distante que están de las exigencias de la santa ley, y cuan
íntimamente deben ser asimilados sus preceptos para que se manifiesten en la vida práctica. No han
visto cuán grande es la necesidad y el privilegio de orar, de arrepentirse y de aceptar las palabra de
Cristo.
Es responsabilidad del Espíritu Santo dar a conocer el modelo de consagración que Dios
acepta. Mediante el Espíritu Santo, la persona es iluminada, y el carácter es renovado, elevado y
santificado. The Review and Herald, 30 de enero de 1894.
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24 DE ENERO
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27 DE ENERO
CONOCIENDO
AL ESPÍRITU SANTO
Escribo este mensaje a quienes anduvieron en la luz, tuvieron privilegios, reci - bieron
advertencias y súplicas, y no hicieron ningún esfuerzo definido para darse a sí mismos en completa
rendición a Dios. Esta aviso es para que ninguno, por temor de haber pecado contra el Espíritu Santo,
quede a la deriva y sumergido en un letargo mortal, sin recibir perdón jamás. ¿Por qué permanecer
en la escuela de Satanás siguiendo una dirección que imposibilita el arrepentimiento y la reforma?
¿Tiene sentido resistir las propuestas de su gracia? ¿Por qué dice: “Déjenme solo”, hasta que Dios
sea forzado a darle lo que usted desea?
Los que resisten al Espíritu de Dios piensan que algún día se van a arrepentir y dar el paso
para una reforma; pero el arrepentimiento está más allá de su poder. Según la luz y los privilegios
concedidos, así será la oscuridad en la que se sumirán los que rechacen andar en la luz mientras
tienen luz.
Nadie necesita considerar el pecado contra el Espíritu Santo como un asunto misterioso e
indefinible. Es el continuo rechazo de las invitaciones de arrepen- timiento. Si uno se niega a creer
en Cristo como su salvador personal, tendrá oscuridad en lugar de luz, y gustará de la atmósfera que
rodeó al primer gran após- tata. Si escoge ese ambiente en vez del medio que rodea al Padre y al
Hijo, Dios respeta su decisión. Al considerar este tema, ninguno necesita desanimarse. No deje caer
a los que se esfuerzan por hacer la voluntad del Maestro. Su esperanza es Dios. El Señor Jesús ha
manifestado infinita consideración y aprecio por usted. Dejó la corte real y su trono para vestir su
divinidad con la humanidad, y morir la vergonzosa muerte de cruz a fin de que usted pueda ser salvo.
The Review and Herald, 29 de junio de 1897.
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28 DE ENERO
CONOCIENDO
AL ESPÍRITU SANTO
Hermano “P”, usted pregunta si ha cometido el pecado que no tiene perdón en esta vida o en
la venidera. Contesto que no veo la menor evidencia de que éste sea el caso. ¿En qué consiste el
pecado contra el Espíritu Santo? En atribuir volunta- riamente a Satanás la obra del Espíritu Santo.
Supongamos, por ejemplo, que uno presencia la obra especial del Espíritu de Dios. Tiene evidencia
convincente de que la obra está en armonía con las Escrituras, y el Espíritu testifica a su espíritu que
es de Dios. Pero más tarde, cae bajo la tentación lo domina el orgullo, la suficiente propia, o alguna
otra característica mala y, rechazando toda la evidencia de su carácter divino, declara que lo que
antes conoció como ser del Espíritu Santo era poder de Satanás.
Por medio de su Espíritu es como Dios obra en el corazón humano; y cuando los hombres
rechazan voluntariamente al Espíritu y declaran que es de Satanás, cortan el conducto por medio del
cual Dios puede comunicarse con ellos. Al negar la evidencia que a Dios le agradó darles, apagan la
luz que había resplandecido en sus corazones, y como resultado son dejados en tinieblas. Así se
cumplen las palabras de Cristo: “Mira pues, si la lumbre que en ti hay, es tinieblas ”. Lucas 11:35. Por
un tiempo, las personas que han cometido este pecado pueden aparentar ser hijos de Dios; pero
cuando se presentan circunstancias que han de desarrollar el carácter, y manifestar qué clase de
espíritu las posee, se descubrirá que están en el terreno del enemigo, bajo su negro estandarte.
Hermano mío, el Espíritu le invita hoy. Acuda de todo corazón a Jesús. Arre- piéntase de sus
pecados, haga su confesión a Dios, abandone toda iniquidad y podrá acogerse a sus promesas. “Mirad
a mí, y sed salvos” (Isaías 45:22), es su misericordiosa invitación.—Joyas de los Testimonios 2:265,
266.
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30 DE ENERO
CONOCIENDO
AL ESPÍRITU SANTO
Todos, desde el mayor hasta el menor, deben ser enseñados por Dios. Podemos ser instruidos
por el hombre para ver claramente la verdad, pero sólo Dios puede enseñar para recibir la verdad
salvadora, y para que las palabras de vida eterna sean atesoradas en corazones honestos y buenos.
Pacientemente el Señor está esperando instruir a cada creyente sincero que desea ser enseñado. La
dificultad no reside en el instructor, el mayor de todos los Maestros, sino en el aprendiz que,
aferrándose a sus propias impresiones e ideas, no renuncia a las teorías humanas y tampoco está
dispuesto a aprender con humildad. No permiten que su conciencias y sus corazones sean educados,
disciplinados y adiestrados: como el granjero para labrar la tierra y el arquitecto para construir un
edificio. “Somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios”. 1 Corintios
3:9.
Cada uno debe ser labrado, moldeado y adaptado a la semejanza divina. Mi querido amigo,
joven o anciano, Cristo dice en San Juan 6:53-56. Cristo dijo: “El espíritu es el que da vida; la carne
para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida”. v. 63.
Gracias al Espíritu, y al obrar por amor, los que investigan las Escrituras y con fervor buscan
entenderla y aceptarla, además de experimentar la santificación que conduce al corazón de la verdad,
también serán ayudados a tener la fe que purifica al creyente. Al alimentarse del Pan de la vida
nutrirán todos los nervios y músculos espirituales. Manuscript Releases 8:162, 163.
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31 DE ENERO
CONOCIENDO
AL ESPÍRITU SANTO
El Espíritu Santo siempre espera la oportunidad para hacer su obra en el corazón del creyente.
Los que desean aprender pueden establecer una estrecha relación con Dios. Esto los hace acreedores
de la promesa de que el Consolador les enseñará y hará recordar todas las cosas, y que Jesús va a
cumplir lo que prometió a sus discípulos cuando estuvo en la tierra. Pero si dejamos de relacionarnos
con Dios, no podremos seguir siendo alumnos en la escuela de Cristo. Como consecuencia,
perderemos interés en las otras personas por las cuales él también murió.
Resultó muy difícil para los discípulos establecer la diferencia entre las leccio- nes de Cristo y
las enseñanzas de los rabinos, escribas y fariseos. La formación que recibieron para respetarlas como
la voz de Dios, fue un poder sobre su mente que moldeó su manera de pensar. Los discípulos no
podrían vivir y hacer brillar la luz para que actuara sobre ellos, a menos que se liberaran de la
influencia que ejercían los dichos y mandamientos humanos, y que las palabras de Cristo, con un
mensaje diferente, fueran atesoradas en sus mentes y corazones como joyas preciosas, apreciadas y
amadas.
Jesús vino al mundo, vivió una vida santa y murió para entregarle a su iglesia su legado
precioso e invalorable. Hizo a sus discípulos depositarios de las doctrinas más preciosas para ponerlas
en las manos de su iglesia, sin la mezcla de los errores y las tradiciones humanas. Se dio a conocer a
sí mismo como la luz del mundo y el Sol de justicia. A ella le prometió el Consolador, el Espíritu Santo,
que el Padre enviaría en su nombre. “No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros”. Juan 14:18. The
Signs of the Times, 16 de noviembre de 1891.
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