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Joseph Fielding McConkie

Robert L. Millet
Editado en 1991 por Bookcraft, Inc.

Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este


libro puede ser reproducida en alguna forma o por cualquier
medio sin permiso escrito del editor.

Ia Edición, 1991

Editado en la República Argentina


por Deseret Sudamérica
Bonpland 2206
Gráfica Torres
ISBN 0-88494-707-6
Dedicado a nuestros abuelos,
Oscar W. McConkie, Sr., y Anatole J. Millet,
dos poderosos predicadores de la justicia
de quienes hemos
aprendido mucho, acerca de la manera
en que opera el Espíritu Santo

Nuestro agradecimiento a BOOKCRAFT


por su confianza en llevar a cabo esta obra de traducción
y edición en Sudamérica
Sin la ayuda del Espíritu Santo ningún hombre puede conocer la
voluntad de Dios, ó saber que Jesús es el Cristo.
- Joseph F. Smith
Contenido
Prefacio xi

1. El Ministerio del Espíritu Santo 1

2. El Espíritu de Revelación Restaurada 15

3. Falsos Espíritus 29

4. Discerniendo los Espíritus 45

5. Instintos Espirituales 57

6. Los Dones del Espíritu 70

7. Símbolos del Espíritu Santo 88

8. El Consolador 101

9. Nuevo Nacimiento 118

10. Santificado por el Espíritu 137

11. Enseñando y Aprendiendo pór el


Espíritu - 147

¡
12. La Aprobación del Señor:
El Santo Espíritu de la Promesa 161

13. Ofendiendo al Espíritu 181

14. El Espíritu a través del tiempo 197


El Espíritu Santo
Joseph Fielding McConkie
Robert L. Millet

Dado el plan del Padre y el trascendente sacrificio del


Salvador, ¿qué podría ser más importante para nuestras
vidas fue el Espíritu Santo, a cuya influencia está
expuesto cada fiel santo de los últimos días?
Reconociendo esta importancia los dos bien conocidos
autores poseen escrituras antiguas, revelaciones
modernas, y comentarios esclarecedores justamente
para determinar la misión y el ministerio del 3e
miembro de la Deidad. Los santos de los últimos días
coinciden con los antiguos santos en ésto, como en
todos los principios del evangelio. El libro nos recuerda
que el don del Espíritu Santo abre, tanto para ellos
como para nosotros, posibilidades de crecimiento
espiritual, aprendizaje inspirado y guia personal. Los
autores no solamente explican con el rigor característico
los aspectos mejor conocidos de la obra del Espíritu
Santo sino que trae a nuestra misión otras bendiciones a
las que frecuentemente dejamos de aspirar: dones
espirituales, el renacimiento del Espíritu, santi­
ficaciones, enseñar y aprender por el Espíritu, el espíritu
de revelación, y el Santo Espíritu de la Promesa, por
ejemplo. En tanto establece sencillamente principios y
doctrinas, el libro está lejos de ser un tratado teológico;
preferentemente, muestra en términos prácticos lo que
aportan o no, las operaciones del Espíritu en nuestras
Prólogo

vidas, en sus variadas manifestaciones ¿cómo podemos


requerir y obtener las bendiciones que ofrece el Espíritu.
Este libro, de dos académicos del evangelio, es una obra
importante sobre un tema importante. Leyéndolo
cuidadosamente y aplicando sus principios lograremos
expandir el entendimiento sobre el tema y haremos que
el precioso don del Espíritu Santo sea más significativo
en sus vidas.
Prefacio

En respuesta a una pregunta del entonces presidente


de los Estados Unidos, Martin Van Burén, acerca de qué
era lo qué ■ diferenciaba al Mormonismo de otras
propuestas religiosas de la época, el Presidente José
Smith dijo:l "Diferimos en la forma del bautismo y el
don del Espíritu Santo por la imposición de manos.
Todas las demás consideraciones están contenidas en el
don del Espíritu Santo" (Historia de la Iglesia, 4:42). La
declaración del Profeta sugiere que la característica
distintiva del pueblo del Señor -y así sería por todo
tiempo y generación- ha sido la compañía del Espíritu
Santo y la manifestación de los dones del Espíritu. Allí
donde podemos hallar los dones y sus frutos, allí
hallaremos la verdad y la autoridad para la salvación;
allí donde no se encuentren estos frutos, allí no habrá
sido establecido la Iglesia y el Reino de Dios.
Una persona que posee el don del Espíritu Santo
tendrá nuevamente la posibilidad de acceder al
sacerdocio mayor o Santo Sacerdocio, la autoridad de
administrar el evangelio, la llave para develar los
misterios del reino de Dios y el poder de compartir y
disfrutar la presencia de Dios y sus ángeles, (ver D&C
84:19; 107:18-19). En efecto, "ningún hombre puede
recibir el Espíritu Santo sin recibir revelaciones"
(Enseñanzas del Profeta José Smith). Quien posee el
Espíritu Santo posee necesariamente el espíritu de
profecía y revelación. Profesará no solo el derecho sino
la responsabilidad de ceñirse a los cánones de las
escrituras y sostendrá que recibir revelación personal no
Xií Prefacio

es solo privilegio sino responsabilidad de todos aquellos


a quienes ha sido concedido este sagrado don.
El Espíritu Santo es como el aliento de vida de la
Iglesia. Es la fuente de todo conocimiento espiritual y
de toda vida. En el Reino de Dios no existen doctrinas
que no lleven el sello de la revelación divina y por lo
tanto, del Espíritu Santo. Apartados del Espíritu Santo
nos hallamos sin el derecho de enseñar el evangelio y
sin la capacidad para aprenderlo. Así como el espíritu
sustenta a quienes enseñan el evangelio, la revelación
declara que ellos "Hablarán conforme los inspire el
Espíritu Santo. Y lo que hablen cuando sean inspirados
por el Espíritu Santo, será Escritura, será la voluntad del
Señor, será la intención del Señor, será la palabra del
Señor, será la voz del Señor y el poder de Dios para la
Salvación" (D&C 84:3-4). No existen palabras adecuadas
para poder describir la gratitud que deberíamos sentir
hacia el Dios que nos dió vida. El mismo Señor proveyó
los medios por los cuales nos es posible ser redimidos de
los efectos de la caída de Adán, y nos otorga el derecho a
la compañía del Espíritu Santo. Brigham Young
observa: "No hay duda. Si una persona vive de acuerdo
a las revelaciones dadas al pueblo de Dios, tendrá el
espíritu del Señor para poder conocer Su Voluntad, para
guiarlo y dirigirlo en el desempeño de sus tareas, tanto
temporales como espirituales. Me siento feliz de vivir
con estos privilegios" (Journal of Discourses, 12:104).
"Porque, en qué se beneficia un hombre a quien se
confiere un don si no lo recibe? He aquí, ni se regocija
con lo que le es dado, ni se regocija con aquel que es el
donador” (D&C 88:33). Para los Santos de los Ultimos
Días, ser negligentes en el cumplimiento del
mandamiento de buscar y recibir el Espíritu Santo,
Prefacio xiii

significa haber fallado en la reverencia a Dios, por quien


es dado el supremo don, y es negarnos a nosotros
mismos el acceso a los poderes iluminadores y
santificadores del Espíritu que alimenta el alma. El pan
de la vida y las aguas vivientes están al alcance del
hambriento y el sediento;hallarnos desnudos frente al
mundo cuando podríamos haber estado vestidos con
dignidad y justicia, el poder y la luz de lo alto; sufrir
tentaciones y ser vapuleados cuando podríamos
habernos regocijado en la paz consumada de la pureza
personal! Hemos escrito este libro con la esperanza de
estimular la fe, de despertar el interés en la materia y
acrecentar el valor para que la confianza de los Santos
de los Ultimos Días en el cumplimiento de las cosas
espirituales permanezca inalterable. Tal ha sido el efecto
sobre nuestras propias almas al preparar esta obra, por la
cual asumimos absoluta responsabilidad.
El Espíritu Santo nos invita a cruzar más allá de las
fronteras conocidas, para guardar la santidad del Sinaí; a
unificar criterios y ascender a la montaña sagrada para
permanecer en la presencia divina. De cierto, ningún
ojo ha visto, ni oído ha escuchado acerca de las
maravillas que Dios ha preparado para aquellos que
guardan la fe, " ni tampoco es el hombre capaz de darlos
a conocer, porque sólo se ven y se comprenden por el
poder del Espíritu Santo que Dios confiere a los que lo
aman y se purifican ante él; a quienes concede este
privilegio de ver y conocer por sí mismos, para que por
el poder y la manifestación del Espíritu, mientras estén
en la carne, puedan aguantar su presencia en el mundo
de gloria"( D&C 76:116-118).
1
El Ministerio del Espíritu Santo
Pero cuando venga el Espíritu de Verdad, él os guiará a
toda la verdad.
-Juan 16:13

La primavera de 1820 anunció el amanecer de un día


más brillante que los demás. En tanto que el temor, la
duda y la superstición habían oscurecido por gene­
raciones la mente de los hombres; mientras el engaño,
el error, el misterio y los malos entendidos
caracterizaron las enseñanzas religiosas por siglos;
ahora, el amor y la luz, la religión pura, saldría a la luz
entre aquellos cuyo deseo era aceptar y recibir la
moderna revelación, ésta nueva "religión". En donde
reinara la oscuridad, ahora se levantaba el sol del
Evangelio, cuyos rayos harían posible que penetrara la
luz. Dios había hablado nuevamente.
El y su Hijo amado habían aparecido personalmente a
un joven en una arboleda, sagrada por ese acon­
tecimiento, y habían sido abiertas de par en par las
ventanas de los cielos. Con el tiempo, Dios dió a conocer
a los hombres aquellas verdades fundamentales con­
cernientes a Si mismo y a la Deidad, las cuales otorgaban
propósito, perspectiva y pautas a toda doctrina.
2 El Espíritu Santo

La restauración de los poderes celestiales

En el siglo que siguió a la muerte de Cristo, la luz del


Evangelio que El había traído comenzó a desvanecerse.
Con la muerte de aquellos poseedores del poder
apostólico, con la incorporación de la filosofía griega a la
teología cristiana y el florecimiento de herejías híbridas,
llegó la apostasía. Es cierto que siglos más tarde hombres
y mujeres buenos y nobles se levantaron como
"estrellas de la mañana, más brillantes que las demás,
los cuales surgieron en toda nación", personas de visión
y coraje, cansadas de los pecados y la iniquidad. Estas
grandes almas rompieron las pesadas cadenas que los
ataban. Procuraron hacer el bien, ayudar a sus
semejantes en la medida de su luz y conocimiento. Estas
personas prepararon el camino para la Restauración,
posibilitando la Reforma, y, siglos más tarde, otros, de
igual valor y espiritualidad siguieron la inspiración y
guía de la Providencia en la búsqueda de sus libertades
personales y religiosas, lo cual los condujo al esta­
blecimiento de la nación Americana, la nación pre­
ordenada como aquella en la cual acontecería la obra
maravillosa y un prodigio.
En medio de todo, el Don del Espíritu Santo -la gracia
sagrada que privilegia a todos los santos de todas las
épocas con la compañía de un miembro de la Deidad, y,
en consecuencia, en recibir la luz celestial- no se hallaba
sobre la tierra. José Smith vino a un mundo en el cual
los hombres de todas las latitudes estaban buscando
afanosamente la luz y la verdad, clamando por la
inspiración que había animado a los antiguos.
Abundaba la sinceridad, pero la ignorancia y los malos
El Ministerio del Espíritu Santo 3

entendidos estaban a la orden del día. Tal como


observara posteriormente el Profeta de la Restauración,
"variadas y conflictivas son las opiniones de los
hombres respecto del Don del Espíritu Santo... No
debemos asombrarnos de la ignorancia de esos hombres
en cuanto a los principios de salvación, y, más
específicamente, de la naturaleza, el oficio, el poder, la
influencia, los dones y las bendiciones del Don del
Espíritu Santo; consideramos que la familia humana ha
vivido en las tinieblas por siglos, puesto que en ese
tiempo no hubo revelación, ni el criterio justo para
llegar al conocimiento de las cosas de Dios, las cuales
solo pueden ser conocidas por medio del Espíritu de
Dios. Antes que el Dios del Cielo pudiese llevar a cabo
completamente la obra de la Restauración -una obra
destinada a continuar en los días del esplendor
milenial- era necesario que restaurase aquellos poderes
y potestades ejercidos por los antiguos, a fin de que
pudiese haber una Iglesia. Antes que el Evangelio
Sempiterno pudiese esparcir sus gloriosos rayos de luz
sobre un pueblo que había estado caminando en
tinieblas por siglos, debía ser establecido primeramente
el sacerdocio para administrar tal Evangelio.
Y así fue al principio. Muy temprano en el periodo
formativo de la historia de la Iglesia, Dios restauró tanto
el sacerdocio, como las llaves por las cuales los hombres
pudiesen servir como agentes -pudieran actuar y hablar
en nombre del Señor Jesucristo, su eterno regente. El 15
de marzo de 1829, un ángel de Dios descendió de las
cortes de gloria, puso sus manos sobre las cabezas de José
Smith y Oliverio Cowdery, los ordenó sacerdotes, según
el antiguo rito del orden de Aarón y les concedió el
poder de oficiar en "administrar las ordenanzas
exteriores, la letra del evangelio, el bautismo del
4 El Espíritu Santo

arrepentimiento para la remisión de los pecados" (D&C


107:20 y Enseñanzas del Profeta José Smith). Juan el
Bautista, un descendiente literal de Aarón ordenado al
oficio del sacerdocio conocido en nuestros días como
Obispo Presidente, confirió los derechos presidenciales
pertenecientes al Sacerdocio Aarónico, mediante los
cuales autorizó nuevamente a los hombres a
ejercerlos... "la llave del ministerio de ángeles y el
evangelio preparatorio" (D&C 84:26), incluyendo el
poder de efectuar bautismos por agua.
En cuestión de semanas, Pedro, Santiago y Juan, -la
primera Presidencia de la dispensación del Meridiano
de los Tiempos- restauraron aquellos poderes del
sacerdocio cuyas llaves otorgan a los hombres fieles la
facultad de mantener comunicación con los cielos; un
sacerdocio, el cual "administra el Evangelio y posee la
llave de los Misterios del Reino, sí, la llave del
conocimiento de Dios" (D&C 84:19). El poder de este
sacerdocio Mayor o Sacerdocio de Melquisedec "consiste
en poseer las llaves de todas las bendiciones espirituales
de la Iglesia, en tener el privilegio de recibir los
misterios del Reino de los Cielos" .. (D&C 107:18-19).
Con la restauración de este sacerdocio volvió el poder
de conferir el Don del Espíritu Santo, el poder de
confirmar a los individuos, miembros de la Iglesia del
Señor; el poder de consumar el bautismo por agua y así
poder pasar por aquel segundo bautismo, llamado en las
escrituras bautismo de fuego; la inmersión en los
elementos espirituales, que purifican y limpian el alma
y prepara a los iniciados para recibir el conocimiento de
realidades trascendentes.
El Ministerio del Espíritu Santo 5

El Don del Espíritu Santo

La vida eterna es el mayor de los dones de Dios (D&C


6:13-14; I Nefi 15:36). Pero éste es un don que solo se
consuma plenamente en la eternidad. En esta vida hay
un Don, más preciado que el honor, que las riquezas y
los aplausos a que un hombre puede aspirar; un don,
cuyos efectos son mayores y más profundos que todo el
conocimiento al que puede acceder el más ilustrado. Es
el Don del Espíritu Santo. Un Don que no puede ser
comprado con dinero, ni comerciado como un bien
terrenal. Está garantizado por un amoroso Padre en los
Cielos, para quienes aceptan y ejercitan la Fe en Cristo el
Señor, se arrepienten de sus pecados, y son bautizados
por inmersión por un administrador autorizado. Un
párrafo del Nuevo Testamento ilustra acerca de este
tema:

"Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén


oyeron que Samaría había recibido la palabra de Dios,
enviaron allá a Pedro y a Juan; los cuales, habiendo
venido, oraron por ellos para que recibiesen el
Espíritu Santo; porque aún no había descendido sobre
ninguno de ellos, sino que solamente habían sido
bautizados en el nombre de Jesús. Entonces les
imponían las manos y recibían el Espíritu Santo.
Cuando vió Simón que por la imposición de manos
de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció
dinero, diciendo: Dadme también a mí ese poder,
para que a cualquiera que impusiere las manos, reciba
el Espíritu Santo. Entonces Pedro le dijo: Tu dinero
perezca contigo. Porque has pensado que el don de
6 El Espíritu Santo

Dios se obtiene con dinero. No tienes tú ni parte ni


suerte en este asunto, porque tu corazón no es recto
delante de Dios". (Hechos 8:14-20)

Este relato de la Primitiva Iglesia Cristiana nos


enseña claramente que recibir los dones de Dios
especialmente el Don del Espíritu Santo- es un acto que
debe ser efectuado en la forma prescripta y ordenada, o
carecerá de validez. J. M. Grant habló sobre la estricta
necesidad para los Santos de Dios y para cualquier otra
persona, de alcanzar un experiencia personal con el
Espíritu, y no conformarse con los relatos de
experiencias ajenas. "Cuando leemos acerca de los
dones que fueron otorgados y se manifestaron entre el
pueblo de Dios", -nos recuerda- "ciertamente no
podemos suponer que la simple lectura sobre ellos nos
pone en posesión de la misma bendición". Y continúa
así:
"Pero muchos en el mundo supondrán que
cuando predican y citan la Biblia, están, de hecho,
poniendo en posesión a las personas de ese poder, esa
vida y esos dones... los mismos que los antiguos
apóstoles y profetas, y los Santos de Dios gozaron y
gozan actualmente. Hermanos y hermanas: todos
entendemos la diferencia entre gozar y leer acerca del
gozo; entre el relato de una fiesta y la fiesta
propiamente dicha; inclusive entre la historia de la
Ley de Dios y la Ley de Dios misma".
Cuando el profeta José andaba entre la gente, no les
ofrecía venderles la palabra de Dios, sino que, luego
de haber sembrado la verdad en su mente y así
llegasen a ser bautizados, él entonces pondría sus
manos sobre ellos para que recibieran el Don del
Espíritu Santo, porque así se los había prometido.
El Ministerio del Espíritu Santo 7

Recibirían entonces el Santo Consolador, la Viva Luz,


el mismo Espíritu, el mismo poder de Dios y los
mismos principios de vida eterna; aquel Don
verdadero, el más grande Don de Dios, para darles el
mismo voto y la misma gran bendición. Este Espíritu
les mostraría la voluntad de Dios" (Journal of
Discourses, 4:18)

Cada hombre o mujer de este mundo han nacido con


lo que las escrituras llaman la Ley de Cristo o el Espíritu
de Jesucristo. (D&C 84:46; Moroni 7:16; Juan 1:9). La Luz
de Cristo es el medio por el cual se ha ordenado el
cosmos; el poder y la fuerza por los cuales existen las
leyes de la naturaleza y se rige el universo (ver D&C
88:6-13). Esta misma luz está inserta en el espíritu del
hombre, dada por un Dios benévolo, y sirve como
fuente de la razón, la conciencia y el discernimiento. Es
un monitor de la moral; una influencia que dirije y guía
a los hombres hacia el bien y hacia las justas elecciones,
siempre y cuando sus deseos sean realmente conocer y
responder a la queda voz interior.
De acuerdo con el eider Bruce McConkie, la Luz de
Cristo "desafía cualquier descripción, y está más allá de
la comprensión mortal... No posee figura, ni forma, ni
personalidad. No es una entidad, ni una persona, ni un
personaje. No posee agente, ni actúa independien­
temente y existe no para operar sino para ser operada...
Se describe con frecuencia como luz, vida, ley, verdad,
poder... Es el poder de Dios sentado en Su trono. Puede
ser además, sacerdocio, fe y omnipotencia, porque estos
también son el poder de Dios" (Un Nuevo Testigo de
los Artículos de Fe, p.257)
Las revelaciones atestiguan que "el Espíritu da Luz a
todo hombre que viene al mundo e ilumina a todo
8 El Espíritu Santo

hombre en el mundo que escucha la voz del Espíritu. Y


todo aquel que escucha la voz del Espíritu viene a Dios,
sí, el Padre. Y el Padre le enseña concerniente al
convenio que El ha renovado y confirmado sobre
vosotros..." (D&C 84:46-48) Esto significa que si los
hombres y mujeres en el mundo, se sienten deseosos de
responder al llamado interior del Espíritu de Jesucristo
que mora en ellos, serán llevados en esta vida o en la
próxima, a la luz más brillante del Espíritu Santo, por
medio de la membresía en la Iglesia del Señor. El
Presidente José Smith explicó que esta luz mora en los
hijos de los hombres y seguirá morando en ellos hasta
que alcancen el conocimiento de la verdad y lleguen a
poseer la luz mayor y el testimonio del Espíritu Santo.
(Doctrina del Evangelio, p.67-68). Más aún, el Eider
McConkie ha descripto la relación de la Luz de Cristo
con el Espíritu Santo de la siguiente manera:

"La luz de Cristo -también llamada el Espíritu de


Cristo y el Espíritu del Señor- es una luz, un poder y
una influencia, los cuales están presentes en todo
lugar y así dan testimonio de la omnipresencia de
Dios. Es la mediación del poder de Dios y la Ley por la
cual todas las cosas son gobernadas. Es asimismo el
medio utilizado por el Espíritu Santo para manifestar
la verdad y dispensar Dones Espirituales a muchas
personas al mismo tiempo. Por ejemplo, es a través
del Espíritu Santo, que es un personaje de espíritu,
que fue transmitida toda verdad a través del
Universo entero permanentemente, utilizando la
Luz de Cristo como el medio por el cual el mensaje es
transmitido. Pero solo aquellos que sintonizan sus
almas con el Espíritu Santo reciben la revelación
correcta. Es en este sentido, que la persona del
El Ministerio del Espíritu Santo 9

Espíritu Santo hace sentir su influencia en el corazón


de cada persona justa al mismo tiempo. (Un Nuevo
Testigo de los Artículos de Fe, p.70).

Contrastando con la Luz de Cristo -la cual es innata,


congénita, intuitiva en su naturaleza y al alcance de
todos-, el Don del Espíritu Santo sólo está al alcance de
los miembros de la Iglesia del Señor, por medio de la
ordenación por imposición de manos. No obstante el
hecho de que la influencia del Espíritu Santo puede ser
sentida por alguno que no ha sido bautizado, tal
influencia es temporaria y pasajera. Por ejemplo, Pedro
recibió un destello de visión interior bajo la forma de
un testimonio cuando testificó de Su Mesías a Felipe de
Cesárea (Mateo 16:16-19). Sin embargo, no fue sino hasta
después del día de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo
y sus dones fueron derramados sobre el pueblo de una
manera maravillosa y milagrosa, que Pedro y los otros
discípulos se conviertieron en infatigables y valerosos
testigos de su Maestro, lo cual caracterizó a las personas
que nacieron verdaderamente del Espíritu. José Smith
enseñó: "Existe una diferencia entre [la influencia de] el
Espíritu Santo y el Don del Espíritu Santo. Cornelio (ver
Hechos 10) recibió [la influencia de] el Espíritu Santo
antes de ser bautizado, poder otorgado por Dios para que
obtuviera un convencimiento de la verdad del
Evangelio, pero no pudo recibir el Don del Espíritu
Santo hasta después de haber sido bautizado. Cumplido
el propósito, el Espíritu Santo que había descendido
sobre él, lo abandonaría. A menos que obedeciera las
ordenanzas y recibiera el Don del Espíritu Santo, por
imposición de manos, de acuerdo a la orden de Dios, él
no podría curar a los enfermos u ordenar a un espíritu
10 El Espíritu Santo

maligno que saliese de adentro de un hombre, y ser


obedecido" (Enseñanzas del Profeta José Smith)

Personalidad y Poderes del Espíritu Santo

El testigo y testador, conocido como el Espíritu Santo,


es un personaje espiritual masculino. Es el tercer
miembro de la Deidad, el Ministro del Padre y del Hijo,
el medio por el cual los hijos de Dios son instruidos en
Sus caminos; por el cual ganan "la mente de Cristo" (I
Corintios 2:16). El posee la mente de Dios y los atributos
del Todopoderoso. Como personaje diferenciado del
Padre y del Hijo, el Espíritu Santo puede estar sólo en
un lugar a un tiempo, y siempre será en la forma de un
hombre; no puede tomar ninguna otra forma (ver
Enseñanzas del Profeta José Smith). Por medio de la Luz
de Cristo su sagrada influencia es capaz de ser sentida en
un infinito número de lugares al mismo tiempo.
En 1843, el Profeta José Smith explicó que "el Padre
tiene un cuerpo de carne y huesos, tangible como el del
hombre; así también el Hijo, pero el Espíritu Santo no
tiene cuerpo de carne y huesos sino que es un personaje
espiritual. De no ser así, el Espíritu Santo no podría
morar en nosotros. Un hombre puede recibir el Espí­
ritu Santo, y éste puede descender sobre él, pero no
permanecer con él" (D&C 130:22-23). ¿Qué significa que
el Espíritu Santo puede "morar en nosotros"? Cómo
puede una persona morar dentro de otra aún cuando
una de ellas sea una Persona Espiritual? Eider Bruce
McConkie ha dicho sobre este tema: "De acuerdo con las
leyes eternas ordenadas por el Padre, existen ciertas
tareas específicas sólo plausibles de ser realizadas por un
El Ministerio del Espíritu Santo 11

miembro espiritual de la Deidad. El va a morar,


figuradamente, en los fieles, y hablará a sus espíritus de
una forma especial y particular, debido a que El mismo
es un Espíritu.
Por otra parte, sabemos que el Espíritu Santo es el
Ministro del Padre y del Hijo, convocado por Ellos
por su condición de espíritu, para llevar a cabo un
servicio muy especial para con los hombres. El
significado de estos pasajes es claro. Ningún
miembro de la Deidad mora en nosotros en el
sentido literal de la palabra, sino que todos ellos
moran en nosotros figuradamente, hasta el límite en
que seamos como ellos. Si tenemos la "mente de
Cristo" (I Corintios 2:16), la cual recibimos por el
poder del Espíritu Santo, entonces, Cristo mora en
nosotros. Si el amor de Dios habita en nuestras
almas -amor que es un don de Dios, obtenido por
poder del Espíritu Santo, entonces Dios mora en
nosotros. De alguna manera que supera nuestro
entendimiento, todo esto es posible por el poder del
Espíritu Santo (Un Nuevo Testigo de los Artículos de
Fe pp.70,271,272).

En esta dispensación se ha revelado muy poco acerca


de la identidad personal del Espíritu Santo. De acuerdo
con un discurso dado por José Smith el 27 de Agosto
1843, "el Espíritu Santo está actualmente en estado de
probación. Si persevera en rectitud y justicia, llegará a
pasar por iguales o similares acontecimientos que el
Hijo" (Palabras de José Smith p. 245) En un mensaje
dado solamente dos días antes de morir, el Profeta
enseñó que "el Espíritu Santo es aún un cuerpo
espiritual esperando tomar un cuerpo material para sí,
12 El Espíritu Santo

tal como lo hizo el Salvador, o Dios hizo, o los Dioses


antes de ellos hicieron" (Palabras de José Smith p.382).
Más allá de estas breves y fragmentarias declaraciones,
las discusiones concernientes a este hombre de
condición espiritual son especulativas e improductivas.
Nefi escribió que su padre vió cosas sagradas en una
visión y habló muchas verdades eternas "por el poder
del Espíritu Santo, poder recibido por Fe en el Hijo de
Dios" (I Nefi 10: 17-19). El poder de conferir el Espíritu
Santo [y el Don del Espíritu Santo] -recibido en el
principio por el padre Adán; conferido sobre sus nobles
descendientes; perdido durante los períodos de apostasía
y recobrado nuevamente en las épocas de restauración-
ha sido restaurado por manifestaciones angélicas en el
meridiano de los tiempos.
La tarea del Espíritu Santo es vital. Su vinculación
con el hombre es multifacética; sus tareas son
incontables. En las palabras de un profeta moderno, el
Presidente Spencer W. Kimball "el Espíritu Santo es un
revelador... un rememorador que trae a nuestra
memoria las cosas que hemos aprendido, y que
necesitamos, en el momento preciso. Es un inspirador, y
pondrá palabras en nuestras bocas, iluminando nuestro
entendimiento y dirigiendo nuestros pensamientos. Es
un testigo, un maestro, un compañero que anda junto a
nosotros a lo largo del camino, guiando nuestros pasos y
sosteniéndonos en nuestras debilidades; dando fuerza a
nuestras resoluciones y revelándonos propósitos y
metas justas" (Enseñanzas de Spencer W. Kimball p.23).
En este libro sólo hablaremos de algunos de los roles
del Espíritu Santo. Nos referiremos a El como reve­
lador, consolador, maestro, discernidor de espíritus,
santificador, agente del nuevo nacimiento y sellador.
El Ministerio del Espíritu Santo 13

Sabremos como es que los poderes del Espíritu Santo


constituyen un principio organizado, un medio divino
por el cual existen el orden y la organización entre los
hombres. Luego de su muerte, José Smith se apareció a
Brigham Young, su sucesor, para instruirlo acerca de
estos y otros asuntos. De esta oportunidad extraemos
estas bellísimas palabras:
"Exhorta a todos a ser fieles y humildes, y
asegúrate de guardar el Espíritu del Señor, que te
guiará en justicia y rectitud. Sé cuidadoso, y no
desoigas la queda voz interior. Ella te indicará qué
hacer y adonde ir. Ella hará rendir los frutos del
Reino. Exhorta a tus hermanos a mantener sus
convicciones, para que cuando venga el Espíritu
Santo, sus corazones estén listos para recibirlo.
Podrán distinguir el Espíritu del Señor de todos los
otros espíritus; El les infundirá paz y amor; quitará la
malicia, el odio, la contención y el mal de sus
corazones, y su único deseo (el de los hermanos y
hermanas) será hacer el bien, cultivar la rectitud y
edificar el Reino de Dios. Exhorta a los hermanos a
seguir el Espíritu del Señor para andar por sendas
correctas. Asegúrate de aconsejar al pueblo de guardar
el Espíritu del Señor, y si ellos sienten el deseo en su
corazón, llegarán a ser tal como fueron organizados
por nuestro Padre Celestial antes de venir al mundo.
Nuestro Padre Celestial organizó la familia humana,
pero ahora se encuentra (la familia humana) en caos
y gran confusión. (Journal of Discourses 23-2-1847)

Verdaderamente, por la mediación del Espíritu


Santo, hombres y mujeres se cimentan en la verdad, se
establecen en la fe de sus ancestros, y planifican y siguen
u El Espíritu Santo

la senda que conduce a la paz y a la felicidad en esta


vida, y a la plenitud del gozo y la recompensa eterna
después de ella.

Conclusión

Una de las maravillosas verdades restauradas por


medio del Profeta José Smith, es el conocimiento que
nos enseña que los dones de Dios, -específicamente el
Don del Espíritu Santo- no tuvieron su origen en el
meridiano de los tiempos, sino que privilegiaron a los
fieles de todas las épocas. Pero testificó que "la profecía
no fue dada en los tiempos antiguos por voluntad de los
hombres; los hombres santos de Dios hablaron movidos
por el Espíritu Santo" (2 Pedro 1:21). Ciertamente, el
Espíritu "es el mismo ayer, hoy y siempre" (2 Nefi 2:4).
Es correcto entonces, que el Dios de los Cielos revele
nuevamente aquellos principios por los cuales los
Santos pueden desarrollar sus dones espirituales, y, en
adición, relacionen estos misterios con la persona, los
poderes y las acciones del Espíritu Santo. Las llaves del
Sacerdocio de Melquisedec -enviadas a los profetas
modernos por medio de ángeles ministrantes- abren las
puertas al conocimiento de Dios, y, más específi­
camente, transforman a los débiles y a los simples en
administradores legales, y los faculta para conferir el
Don del Espíritu Santo sobre los fieles. El Don del
Espíritu Santo es una posesión inapreciable que no
puede ser comprada con dinero. Es una perla de gran
precio, que solamente puede ser hallada por medio de
las vías establecidas por el Señor.
2
El Espíritu de Revelación Restaurada
Y sucederá que derramaré mi Espíritu sobre toda carne
y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán, vuestros
ancianos tendrán sueños, vuestros jóvenes verán
visiones y también sobre vuestros siervos y vuestras
siervos en aquellos días derramaré mi espíritu.
-Joel 2:28-29

Cuando el espíritu de revelación se pierde, el


conocimiento de cómo llega a nosotros también se
pierde.
Así hemos sido bendecidos en la apertura de esta
dispensación con una serie de revelaciones destinadas a
reunir nuevamente a los hijos de los hombres con el
Espíritu por el cual llegarían a conocer a Dios y a través
del cual buscarían la sabiduría de los cielos. Un profeta
es primeramente y ante todo un maestro y hasta donde
nuestro conocimiento alcanza, ningún profeta ha hecho
más para enseñar a los hombres cómo deben obtener el
espíritu de revelación que José Smith. Su obra en este
sentido lo erige como perfecta evidencia de que ha sido
un siervo fiel del Señor Jesucristo y el gran Profeta de la
Restauración.
16 El Espíritu Santo

Revelaciones bajo el Espíritu de Revelación

Para el profeta José Smith, los cielos eran un libro


abierto. Dio a nuestro mundo presente más escrituras
que ningún otro profeta de ninguna época; preservó
más de la mente, voluntad y voz del Señor que el total
de los Doce más grandes proféticos autores del pasado. A
través del don y poder de Dios nos dio el Libro de
Mormón, publicó muchas visiones y revelaciones de su
propia autoría en una compilación conocida como
Doctrina y Convenios. Revisó y agregó a la versión del
rey Santiago de la Biblia, por el espíritu de inspiración,
haciendo más perfecto el volumen de las escrituras
sagradas y volviéndolo a su estado de prístina
perfección. (Bruce McConkie, Conference Report, Abril
1976, p. 142). José Smith no era un novicio cuando
recibió la compañía del Espíritu Santo, la visita de
ángeles o tuvo visiones.
En una reunión llevada a cabo en octubre de 1831,
Hyrum Smith llevó a su hermano para que explicara
cómo había sido traducido el Libro de Mormón. José
respondió: "que no era intención suya contar al mundo
las particularidades de la aparición del Libro de
Mormón". Observó que no era necesario para él relatar
tales cosas (Far West Record, p.23). El Señor había
brevemente dicho a José que si la gente no creía en el
Libro de Mormón por sí mismo, no se . convertirían por
un conocimiento de los detalles del proceso de
traducción(D y C 5:7).
La conversión vendría por el testimonio del Espíritu.
Hay un sentimiento, un poder asociado con las
doctrinas del cielo que no se encuentra en las
musitaciones filosóficas de los hombres. Un pasaje
El Espíritu de Revelación Restaurada 17

común a las revelaciones anunciando la venida del


Libro de Mormón, atestigua que la palabra dé Dios es
"viva y eficaz, más filosa que una espada de dos filos" (D
y C 6:12; 11:2; 12:2; 14:2). La palabra de Dios es "viva"
significando "con vida y activa"(ver nueva Biblia
Inglesa. Hebreos 4:12). La idea que se sugiere es que no
viene como un vagabundeo casual del rayo sino con la
rapidez y certeza de una flecha: Tiene el poder de
expander la mente, iluminar el entendimiento y dar
nacimiento a la fe. Tal es el poder que penetra en las
profundidades del alma y eleva a los hombres por sobre
los pantanos de lo carnal y mundano, a las alturas de las
sagradas montañas, donde puedan tener visiones de la
eternidad.
Aún antes de que la Iglesia fuera organizada, el Señor
estableció el hecho de que el espíritu de convicción,
aquél espíritu que confirma la verdad, se centra en el
mensaje preferentemente que en el mensajero, en la
palabra, preferentemente que en el medio por el cual la
palabra es transmitida. Esto no quiere decir que el Señor
retiene para sí todo el conocimiento de cómo el Libro de
Mormón fue traducido. Por el contrario, hemos
aprendido mucho de la experiencia de Oliverio
Cowdery cuando intentó traducir.
Verdaderamente Oliverio llegó a ser un clásico caso
de estudio de cómo funciona el Espíritu de Revelación.
Una serie de revelaciones develan la historia de cómo él
creció en el conocimiento del Espíritu Santo.
Comienzan cuando él preguntó al Profeta que pidiera al
Señor en su beneficio a través del Urim y Tumim que le
permitiera traducir el Libro de Mormón. Oliverio quería
una revelación. Quería hacer contacto con los cielos.
La revelación que José Smith recibió debe haber sido
algo sorpresiva para Oliverio: "Tan rápido como tú
18 El Espíritu Santo

preguntaste" dijo el Señor "recibiste instrucción de mi


Espíritu". Esto significa: "Oliverio, cada vez que tú
preguntaste, yo te respondí". Por este hecho el Señor
dijo: "Si no hubiera sido así, no estarías en el lugar que
estás en este momento. De cierto, tú sabes que me has
preguntado y yo iluminé tu mente, y ahora te digo que
estas cosas debes saberlas para que seas iluminado por el
Espíritu de la Verdad" (D y C 6:14-15).
Así Oliverio recibió una revelación que le decía que
había estado recibiendo revelación. Obviamente, él no
sabía que las contestaciones a sus oraciones habían llega­
do; presumiblemente esperaba alguna clase de expe­
riencia eufórica o de éxtasis.
Aún hallamos al Señor recordándole acerca de "la
noche que me imploraste en tu corazón, a fin de poder
saber tocante a la verdad de estas cosas. ¿No hablé paz a
tu mente, en cuanto al asunto? ¿Qué mayor testimonio
puedes tener de Dios? (D y C 6:22-23). No es necesario
que Dios eleve su voz para contestar las oraciones, la
"callada y pequeña voz", es justamente eso: "callada" y
"pequeña". El lenguaje de paz, tal como es expresado
por el Señor, incluye un sentimiento de callada
confianza, de confort, de calor. Es gentil y calmado,
amable y dulce; es moderado y bueno; frecuentemente
se puede identificar con la felicidad, la alegría y los
sentimientos de amor. Aquél había sido el espíritu que
había causado que Oliverio saboreara las verdades
reveladas a él, y que había provocado que quisiera
formar parte de la gran tarea de la traducción del Libro
de Mormón. Describiendo este deseo de estar
involucrado en la traducción del Libro de Mormón,
Oliverio observó que aquellos sentimientos eran tan
fuertes que parecían "estar tocando en sus propios
El Espíritu de Revelación Restaurada 19

huesos" (Lucy Mack Smith, History oí Joseph Smith, p.


139).
Oliverio Cowdery había buscado y había obtenido la
promesa a la manera del Señor, de que podría actuar
como traductor del Libro de Mormón.
Así que era esencial que estuviera familiarizado con
el Espíritu de Revelación. Preparando a Oliverio para
esta experiencia el Señor explicó: Sí, he aquí, hablaré a
tu mente y a tu corazón por medio del Espíritu Santo
que vendrá sobre tí y morará en tu corazón. "Esto, dijo
el Señor, es el Espíritu de Revelación" (D y C 8:2-3).
Oliverio comenzó a traducir y entonces falló. El no
había reconocido plenamente el requerimiento del
Señor acerca de la parte que él debía poner para obtener
y retener el Espíritu de Revelación. Nuevamente pidió
dirección y ayuda para comprender su inhabilidad de
recibir revelación.
"No has entendido" dijo el Señor; "has supuesto que
yo te lo concedería cuando no pensaste sino en pedirme.
Pero he aquí, te digo que debes estudiarlo en tu mente;
entonces has de preguntarme si está bien; y si así fuere,
haré que tu pecho arda dentro de tí; por tanto, sentirás
que está bien" (D y C 9:7-8).

El Libro de Mormón abre los cielos

El Salmista, mirando el futuro profetizó que "la


verdad brotará de la tierra y la justicia mirará de los
cielos" (Salmos 85:11).
Esto significa que el Libro de Mormón saldría de la
tierra y aquéllos que aceptaren su testimonio serían
bendecidos con las revelaciones del cielo. Esto, explicó
José Smith, fue la interpretación de la parábola de la
20 El Espíritu Santo

semilla de mostaza. Recordemos que Cristo comparaba


el reino de los cielos a una semilla de mostaza, que el
hombre había plantado en su campo (la cual
verdaderamente es la más pequeña de todas las
semillas, pero cuando crece es la mayor de las hierbas y
llega a ser un árbol sobre el cual los pájaros del aire
vienen y anidan en sus ramas)(Mateo 13:31-32).
Comentando esta parábola José Smith dijo: "Tomemos
el Libro de Mormón, el cual un hombre tomó y
escondió en su campo y lo aseguró por su fe, para que
sea dado en los últimos días, en su debido tiempo.
Veámoslo salir de la tierra, como la menor de las
semillas, pero creciendo fuerte, retoñando, como una
torre, con ramas majestuosas, así como la semilla de
mostaza llega a ser la más grande de las hierbas. Y es la
verdad y ha sido recibido nuevamente de la tierra, y la
justicia comienza a mirar desde los cielos, y Dios envía
sus poderes, dones y ángeles para que aniden en sus
ramas. (Enseñanzas del Profeta José Smith).
La aceptación del Libro de Mormón y la obtención del
espíritu de profecía y revelación, son inseparables.
Como dijo el Profeta, los dones y los poderes de Dios
anidan en sus ramas. Brigham Young aseguró: "No hay
hombre o mujer que ame la verdad, que haya escuchado
acerca del Libro de Mormón, al cual el Espíritu del
Todopoderoso no haya testificado acerca de sus
verdades." (Journal of Discourses, 1:93). No podemos
rechazar las escrituras dadas para enseñar el evangelio
de salvación en esta dispensación (las revelaciones
canónicas o institucionales) y al mismo tiempo aspirar a
la compañía del Espíritu Santo (el medio de la
revelación individual). Por el contrario, no podemos
estudiar las escrituras canónicas sin recibir revelación
personal, si lo hacemos bajo la influencia del Espíritu.
El Espíritu de Revelación Restaurada 21

Si nosotros dijéramos a los restantes miembros del


mundo cristiano que es imposible rechazar la Biblia, su
testimonio y sus enseñanzas y al mismo tiempo tener la
compañía del Espíritu Santo estarían de acuerdo; si por
el contrario les decimos que es imposible rechazar
nuestro testimonio de José Smith y del Libro de
Mormón y tener al mismo tiempo el espíritu de
profecía y revelación, rápidamente estarían en
desacuerdo (Ver 2 Nefi 33:10; Mormón 7:8-9).
Aún cuando el principio es el mismo, no obstante el
hecho de que las iglesias del mundo cristiano estén sin
el espíritu de profecía y revelación es evidente. Por eso
parece más natural para nosotros leer que el Señor
prometió a aquellos que creen las doctrinas del Libro de
Mormón, que tendrán la oportunidad de gozar las
manifes-taciones de su Espíritu (D y C 5:16).

El Espíritu de Revelación

Describiendo con qué podemos comparar el espíritu


de revelación, José Smith dijo que "el Espíritu Santo no
tiene otro efecto más que la pura inteligencia", expande
la mente, ilumina el entendimiento y ayuda a formar
nuestro intelecto con conocimiento. Es, dijo José Smith,
"calmo y sereno".
"Una persona podrá beneficiarse si percibe la primera
impresión del espíritu de revelación; por ejemplo,
cuando sentís que la inteligencia pura fluye en vosotros,
podrá repentinamente despertar en vosotros una
corriente de ideas, de manera que por atenderlo, veréis
que se cumplen el mismo día o poco después; (es decir)
se verivicarán las cosas que el Espíritu de Dios ha
divulgado a vuestras mentes; y así, por conocer y
22 El Espíritu Santo

entender el Espíritu de Dios, podréis crecer en el


principo de la revelación hasta que lleguéis a ser
perfectos en Cristo Jesús.
El mismo espíritu es el que hace que comprendamos
una revelación así como que la obtengamos. Si la
pureza de corazón y la fe son esenciales para solicitar
revelaciones del cielo, la pureza de corazón y la fe son
igualmente esenciales para comprenderlas. El sistema
por el cual la revelación es dispensada fue y será
eternamente el mismo. Un hombre no puede adquirirla
"más barato" que otro. Si vamos a entender lo mismo
que entiende el profeta, debemos obtener ese
entendimento de la misma forma que la obtuvo el
profeta. El Libro de Mormón testifica que muchas cosas
sencillas y preciosas han sido tomadas de la Biblia, las
cuales en su momento han causado que muchos
tambalearan. ¿Por qué, preguntamos, el Señor
permitiría que sucediera esto? ¿Por que permitiría que
ciertas verdades de salvación fueran retiradas del
mundo? En respuesta, debemos observar que solamente
aquellas personas que obtuvieron estas verdades en la
antigüedad eran aquellas que aceptaban a los profetas y
las revelaciones dadas en sus días; todos los demás no
las tenían; como fue entonces, es ahora: el aceptar a los
profetas vivientes es abrir las puertas de la salvación y
las ventanas de la revelación. Aquellos que rehúsan
escuchar a los profetas vivientes también han cerrado
los ojos del entendimiento a las palabras de los profetas
muertos.
En la última Cena, Cristo enseñó a los Doce, que El
había enseñado por proverbios (parábolas) pero que
vendría el tiempo en que serían comprendidos (Juan 16:
25). También les dió la promesa de otro Consolador, aún
el Espíritu Santo que les enseñaría todas las cosas y les
El Espíritu de Revelación Restaurada 23

traería todas las cosas a su memoria (Juan 14:26; 16:13-


14). Pero pocos en los días de Jesús comprendieron su
mensaje. El conocimiento viene sólo por el espíritu de
revelación. (Ver Mateo 16:17). Ahora, si pocos pudieron
comprender el Evangelio, aún cuando venía de los
propios labios del Salvador, debería maravillarme como
muchos en nuestros tiempos lo comprenden cómo está
representado en la Biblia, la cual es, en la mejor de las
concepciones, un pequeño fragmento de todo lo que fue
enseñado y hecho. Verdaderamente, los Evangelios
cuentan sólo algunos de los eventos de la vida de Jesús
de Nazaret; el total de números de días identificados en
los registros es un poco mayor que un mes y las palabras
registradas son cerca de media hora. Si el entendimiento
veniese de la Biblia, vendría de la misma manera que a
aquellos que estaban directamente enseñados por el
Salvador, y esto es por el espíritu de revelación.
Sencillamente sin el Espíritu Santo no hay com­
prensión significativa en la esfera de las cosas
espirituales.

Todos estamos invitados a permanecer en la luz

Cuando José Smith partió las nubes de la obscuridad


teológica que en ese entonces cubrían toda la tierra, lo
hizo para que todos pudiéramos permanecer bajo la luz
del cielo. "Dios no ha revelado nada a José", dijo "que
no hiciera conocer a los Doce y aún al último Santo en
la medida que sea capaz de soportarlas (Enseñanzas del
Profeta José Smith). Sólo hay un plan de salvación, sólo
hay una senda a su divina presencia. Todo lo que los
profetas han comprobado por sí mismos, todo aquello
24 El Espíritu Santo

deberemos comprobar por nosotros mismos. A la


declaración de Pedro de que "ninguna de las profecías de
las escrituras es de interpretación privada" (2 Pedro
1:20), debemos agregar que no hay "doctrinas privadas
de salvación". Dado que las bendiciones del templo
están disponibles para todos aquellos que se preparan
para entrar por sus sagrados portales, así los misterios
del reino de los Cielos están disponibles para todos
aquellos cuyos ojos están dispuestos a ver y sus oídos a
oír.
La compañía del Espíritu Santo, ó el espíritu de
inspiración y revelación, no está confinado a aquellos
que tienen determinada posición o cargo en el Reino de
Dios. Tal como observó el Eider Bruce R. Me Conkie:
"Las visiones de la eternidad no están reservadas a los
Apóstoles, ni siquiera a las Autoridades Generales. Las
revelación es algo que debe recibir cada individuo. Dios
no hace acepción de personas y cada alma, en el último
de los sentidos, es tan preciosa a su vista, como las
almas de aquellos que están llamados a posiciones de
liderazgo."
Debido a que Dios opera sobre "principios de leyes
eternas, universales, inmutables", cualquiera que
permanece en la ley, está autorizado para obtener
revelaciones y saber exáctamente lo mismo que sabe el
Presidente de la Iglesia; "puede recibir visitas de ángeles,
de la misma manera que José Smith las recibió, y puede
estar en sintonía completa con todas las cosas del
Espíritu" ("How to get Personal Revelation", pp. 46,48).
Es fundamental para el plan del evangelio que cada
alma tenga la capacidad y la oportunidad de conocer las
verdades de salvación por revelación personal.
Verdaderamente, no puede haber revelaciones im­
personales en cuanto concierne a la salvación. Todas las
El Espíritu de Revelación Restaurada 25

cosas deben ser aprendidas por manifestación o por


confirmación del Espíritu. Enseñando este principio,
José Smith observó: "Leyendo acerca de las experiencias
de otros o de las revelaciones dadas a ellos no obten­
dremos una visión comprensible de nuestra condición y
de nuestra verdadera relación con Dios. El cono­
cimiento de estas cosas sólo puede ser obtenido por la
experiencia a través de las ordenanzas de Dios, las cuales
han sido establecidas para ese propósito. Si pudiéramos
ver dentro de los cielos por cinco minutos, sabríamos
más de lo que pudiéramos haber aprendido por leer
acerca de la materia". (Enseñanzas del Profeta José
Smith).
Debemos conocer las verdades de salvación por
nosotros mismos. Así como estaremos solos en el día
del juicio, así nuestro conocimiento de las verdades del
evangelio son independientes.

Críticas de la revelación moderna

La crítica de la revelación moderna nace de la


ignorancia de cómo llega esta revelación. Dicho
sencillamente, los críticos de José Smith y del Libro de
Mormón, no reconocerían la revelación aunque la
tuviesen. Por esta causa las personas que basan sus
creencias en la Biblia y sólo aceptan ese libro de
escrituras no pueden estar nunca de acuerdo entre ellos
acerca de qué pertenece a la Biblia y de qué no. Lutero
hizo poco uso de los Evangelios y aún menos de los
libros de Hebreos, Santiago, Judas y Apocalipsis, el cual
él inclusive excluyó de escrituras canónicas. (E.J.
Goodspeed, How Carne the Bible? p. 89). También halló
necesario en su biblia de lenguaje alemán, agregar la
26 El Espíritu Santo

palabra "solamente" a la declaración de Pablo, para que


el antiguo profeta pudiera ser citado como una
autoridad en la doctrina de la salvación por gracia
"solamente" (R.L. anderson, Comprendiendo a Pablo, p.
178).
Eusebio de Cesárea, conocido como el padre de la
historia de la iglesia, escribiendo tempranamente en el
siglo IV, dividió los libros canónicos en tres categorías:
escritos reconocidos, escritos discutidos y apócrifos.
Judas, Santiago, 2 Pedro y 2 y 3 Juan, fueron
considerados generalmente discutidos, mientras
muchos consideraron el Apocalipsis de Juan o Libro de
las Revelaciones como apócrifo. (Eusebio, Historia
Eclesiástica, iii 25.1-4, p. 87).
José Smith consideró el Cantar de los Cantares como
un escrito no inspirado (R.J. Matheus, "A Plainer
Traslation", p. 87), mientras que el famoso Rabit Akiba
dijo que si las escrituras eran sagradas, el Cantar de los
Cantares era la más sagrada de todas (R.K. Harrison,
Introducción al Antiguo Testamento, p. 1051).
El mundo no solamente está incapacitado para
ponerse de acuerdo acerca de lo que debe ser
considerado escritura, sino que está también igualmente
incapacitado para ponerse de acuerdo acerca de su
interpretación, y esto lo ha dividido virtualmente en
incontables denominaciones. No termina aquí el abuso
sobre la materia de escrituras; históricamente las
pruebas bíblicas para discernir los profetas han sido
constantemente usadas para rechazar a los profetas, y los
argumentos escritúrales han sido constantemente
usados para rechazar las escrituras. Por todo esto,
sacamos la conclusión de que ningún test de
discernimiento puede superar la integridad y la
sabiduría de aquéllos que lo usan. Como testimonio de
El Espíritu de Revelación Restaurada 27

nuestro Profeta José Smith, estamos completamente


satisfechos de dejarle hablar por sí mismo, lo cual hizo
de la siguiente manera:
"Por el poder de Dios, traduje el Libro de Mormón de
jeroglíficos, conocimiento que estaba perdido para el
mundo, en cuyo evento maravilloso permanecí solo,
un joven sin instrucción, para combatir la sabiduría del
mundo y la ignorancia multiplicada de dieciocho siglos,
con una nueva revelación, la cual (si es que recibís el
Evangelio sempiterno) abrirá los ojos de más de
ochocientos millones de personas y hará "sencillas las
viejas sendas" en las cuales si un hombre camina bajo
las ordenanzas de Dios, sin culpa, sin mancha, será
heredero de la vida eterna; y Jesucristo, quien fué, es y
será, me ha mantenido salvo sobre cada trampa, sobre
cada plan secreto o abierto en mi contra a través de la
hipocresía sacerdotal, los prejuicios sectarios, la filosofía
popular, el poder ejecutivo y la chusma contraria a la
ley, para destruirme. Si entonces la mano de Dios en
todas estas cosas que he cumplido hacia la salvación de
una generación sin sacerdocio, en el corto espacio de dos
años a través de la tarea del plan de predicar el
Evangelio y la tarea de declarar el arrepentimiento y el
bautismo para la remisión de los pecados, y la recepción
del Espíritu Santo por la imposición de manos, de
acuerdo a la autoridad del sacerdocio y la aún más
maravillosa tarea de recibir revelación directa de Dios a
través del Consolador como fue prometido y por cuyo
medio todos los hombres santos de la antigüedad hasta
ahora han escrito y revelado su voluntad a los hombres
con el consecuente "éxito" de la congregación de los
santos, si todo esto derrama algún "encanto" sobre mi
persona y "me señala como el más extraordinario
hombre de la época" demuestra el hecho de que la
28 El Espíritu Santo

verdad es poderosa y prevalecerá y que un hombre, con


el poder de Jehová tiene más influencia sobre los hijos
del Reino que ochocientos millones llevados de
preceptos de hombres. Dios exalta al humilde, y
destruye al soberbio (Historia de la Iglesia, 6:74).

Conclusión

La aceptación fiel de los profetas y sus revelaciones en


nuestra dispensación, más específicamente en nuestros
propios días es la llave para obtener revelación
personal. Sería en contra de los designios de Dios,
responder a los requerimientos personales de todos los
individuos acerca de obtener conocimientos revelados,
si esas personas no están deseosas de aceptar para su
dirección y salvación a aquellos que el Señor ha elegido
como sus voceros y las revelaciones que han venido a
través de ellos. Si Dios otorgara revelación a aquellos
que han ignorado o negado su testimonio o el de sus
siervos escogidos estaría recompensando al obstinado y
al rebelde, haciéndolos independientes de la disciplina
de la veradera membresía. Aquellos contemporáneos
con Cristo, que escucharon y rechazaron la profesión de
su divino linaje, difícilmente puedan clamar por el
espíritu de revelación; así es con quienes rechazan a los
siervos que vienen hoy en nombre del Maestro. Por
otro lado, aquellos que aceptan a Cristo o quienes
acepten el mensaje que él ha dejado siempre serán
bendecidos con el poder de abrir los cielos y obtener
revelación personal.
3
Falsos Espíritus
He aquí, de cierto os digo, que hay muchos
espíritus que son falsos los cuales se han
esparcido por la tierra, engañando al mundo. Y
también Satanás ha intentado engañaros para
poderos vencer.
-D&C 50:2-3

Así como las sombras son quebradas por el brillo de la


luz, así las oscuras formas de los falsos espíritus son
compañeras inseparables de todas las verdades
celestiales. José Smith declaró que, en cualquier lugar
que Dios haya establecido su reino sobre la tierra, el
demonio también establecería su reino en oposición
(Enseñanzas del Profeta José Smith) Una vez que el
Reino de Dios está sobre la tierra, explicó J. Grant,
podemos esperar una manifestación o demostración
especial, de aquel evangelio, sacerdocio y reino, que se
levanta en oposición a la luz del cielo (Journal of
Discourses 2:11) Orson Pratt declaró que "nuestro
mundo está infestado de aquellos espíritus de tinieblas
que fueron, en el principio, expulsados de la presencia
del Todopoderoso, como consecuencia de su rebeldía
contra El; en cada época del mundo, estos espíritus
malvados se han manifestado, especialmente cuando el
sacerdocio se halla establecido sobre la tierra, y ha
comenzado una dispensación; entonces todo el infierno
30 El Espíritu Santo

parece surgir, y el poder de todos los ángeles caídos se


hace manifiesto" (Journal of Discourses 13:62).

La Oposición de los Demonios

La referencia a la Arboleda Sagrada, inmediatamente


trae a nuestras mentes aquel momento cuando el Padre
y el Hijo se aparecieron al joven José Smith, y abrieron
ésta, la más grande de todas las dispensaciones del
evangelio. También recordamos que éste lugar sagrado
fue el sitio donde el Príncipe de las Tinieblas abrió su
contradispensación, procurando la destrucción de José.
El profeta observaría posteriormente que "el adversario
sabía que yo estaba destinado a perturbar y molestar su
reino."
Quizás era de esperar que el primer milagro en una
Iglesia reorganizada hubiese sido la expulsión de un
demonio. Esto sucedió en Collesville, Broome County,
New York, cuando José Smith, actuando en el nombre
de Cristo, expulsó un demonio de Newel Knight, quien
había sido poseído, bajo las miradas aterrorizadas de
parientes y vecinos (Historia de la Iglesia 1:82-83). El
príncipe de las tinieblas tuvo más éxito sin embargo,
confundiendo a los Santos con revelaciones de su
autoría. Ejemplos memorables incluyen a Hiram Page y
su "piedra visionaria", por medio de la cual obtenía
revelaciones concernientes a la edificación de Sión y a la
organización de la Iglesia -revelaciones diferentes a las
recibidas por el Profeta (ver D&C 28)- y también una
mujer de nombre Hubble, quien aseguraba ser profetiza
y quien también reveló mandamientos y leyes para el
supuesto beneficio de la Iglesia (D&C 43).
Falsos Espíritus 31

Concomitantemente con estas revelaciones, la Iglesia


atestiguó acerca de la forma inequívoca de discernir
experiencias espirituales. El Profeta fue advertido acerca
de que "hay muchos espíritus, los cuales son falsos
espíritus, que han venido a la tierra, a engañar al
mundo". Se le advirtió que estos espíritus procurarían
dominarlo para lograr la destrucción de la Iglesia. Sin
embargo, el Señor afirmó que, la doctrina verdadera y
todo testimonio genuino, deben estar basados en la
revelación, o "no es de Dios". Así José aprendió que no
era suficiente tener Escrituras, porque los demonios
también portan Biblias; debía tener las Escrituras y el
Espíritu de Revelación, entendiendo que significa la
compañía del Espíritu Santo. Sin el Espíritu Santo,
aquello que fue dicho y hecho no podría ser aceptado.
Esto colocaba al padre de todas las mentiras ante dos
alternativas en su lucha contra la verdad revelada:
oponerse implacablemente al principio de revelación y
negar el poder de la Deidad, o hacer proliferar todas las
formas de falsas revelaciones para mantener a los
Santos permanentemente confundidos. La gran rebe­
lión de los cielos eligió dividir sus fuerzas y atacar por
ambos flancos. De esa manera, en . tanto que la astucia
sacerdotal estaba al frente de los ataques en contra de los
principios de revelación, la Iglesia recién nacida fue
engañada con falsos espíritus. Describiendo esta
tormenta de fraudes, José Smith escribió:

Muy pronto después que el evangelio fue


establecido en Kirtland, y durante la ausencia de las
autoridades de la Iglesia, muchos falsos espíritus se
presentaron, muchas extrañas visiones fueron vistas,
y fueron sostenidas muchas opiniones salvajes y
airadas; los hombres salían a las calles bajo la
32 El Espíritu Santo

influencia de este espíritu, y algunos trepaban a los


árboles gritando toda clase de extravagancias. Un
hombre persiguió una pelota, que según él flotaba en
el aire, hasta el borde de un precipicio, al cual saltó,
cayendo en la copa de un árbol, lo cual salvó su vida;
y muchas cosas ridiculas acontecieron, provocadas
para traer la desgracia sobre la Iglesia de Dios, hacer
que el Espíritu de Dios fuera alejado, y para
desarraigar y destruir aquellos gloriosos principios
que habían sido desarrollados para la salvación de la
familia humana. Cuando volvieron las autoridades,
el Espíritu se manifestó; aquellos miembros que
habían estado involucrados en tales episodios fueron
juzgados y aquellos que no se arrepintieron y
abandonaron tales prácticas fueron separados de la
congregación. (Enseñanzas del Profeta José Smith)

Es importante la observación del Profeta en cuanto a


que estos espíritus falsos eran una ofensa al verdadero
Espíritu del Señor, causando su alejamiento, y que su
propósito y finalidad eran destruir la confianza en el
espíritu de revelación y, por ende, lograr la ruptura de la
Iglesia. Describiendo los mismos acontecimientos, el
Eider Parley P. Pratt dijo: "Mientras visitaba diferentes
ramas, se manifestaron algunos eventos muy extraños,
los que resultaban desagradables en lugar de edificantes.
Algunas personas parecían sin sentido, hacían gestos
indecorosos, y sus rostros estaban desfigurados. Otros
caían en éxtasis, sufriendo contorsiones, calambres y
ataques, etc. Otros parecían tener visiones y
revelaciones, que no eran edificantes y que no
congeniaban con la doctrina y el espíritu del Evangelio.
En pocas palabras, un espíritu falso y desviado parecía
estar arrastrándose por la Iglesia" (Autobiografía de
Falsos Espíritus 33

Parley P. Pratt p.61). Estos acontecimientos nos


recuerdan la experiencia del apóstol Pablo. Una joven,
mujer poseída por un espíritu de adivinación lo siguió
a él y a sus compañeros, testificando que ellos eran
"siervos del Dios Altísimo" y que mostrarían a la gente
"el camino de la salvación".
Luego de un tiempo, Pablo llegó a comprobar que, no
obstante el hecho de que el testimonio era verdadero,
provenía de la fuente equivocada, por lo cual expulsó
un demonio de ella (Hechos 16:16-18). ¿Por qué, nos
preguntamos, un demonio testificaría de esa manera?
Ciertamente, su proceder era sumamente astuto. Por
medio de esa muchacha poseída por un demonio,
ganaría la confianza de los miembros de la Iglesia,
colocándola en una posición desde la que podría hacer
mucho mal. Por ejemplo, debido a las lisonjeras
expresiones de la joven, proceder que estaba
estrictamente prohibido por la Ley de Moisés, las
puertas de los judíos se cerrarían a los misioneros
proselitistas y finalmente implantaría la idea entre los
Gentiles, de que la Cristiandad no difería ni en
principios ni en poder de su propio sistema de
adoración.
Existen dos conductas que hacen a las personas
particularmente susceptibles de ser víctimas de falsos
espíritus: desobediencia intencionada y, contrariamente,
excesivo celo en guardar los mandamientos. Extraña­
mente, lo segundo es tan peligroso como lo primero, si
no lo es más aún. Consideremos cada uno por separado.
34 El Espíritu Santo

La transgresión abre las puertas a la


Falsa Revelación

En una revelación llamando misioneros para trabajar


con los Shakers, (United Society of Belivers in Christ
Second Appearing) una secta entre cuyos miembros se
daban experiencias sobrenaturales, el Señor dijo: "Ellos
desean conocer la verdad sólo en parte, pero no
totalmente, porque no son justos delante mío y deben
arrepentirse" (D&C 49:2) Esta es una definición
adecuada y breve de muchos que han sido presa de
falsos espíritus y "los reciben como si fueran de Dios"
(D&C 50:15). Por medio de la transgresión y la
ignorancia, muchos han sido "seducidos por espíritus
malignos, o doctrinas de demonios, o mandamientos de
hombres” (D&C 46:7).
Las almas oprimidas por el pecado son fácilmente
llevadas fuera de la verdad, escribió el Eider Bruce
McConkie. "En su estado carnal encuentran más fácil
creer en sus pecados que simplemente quitarlos de sus
vidas confesándolos al Señor Jesucristo con sus propios
labios, o por medio de algún acto de penitencia, antes
qué emprender el duro y penoso camino en la búsqueda
del arrepentimiento, mediante las lágrimas y la
angustia" (Doctrinal New Testament Commentary,
3:111)
Pablo, por ejemplo, escribió acerca de aquellos que "se
arrastran en las casas, tomando cautivas a mujeres
necias oprimidas por el pecado, y sometidas por
diversos vicios", y agregó que tales estarían siempre
aprendiendo, y nunca capacitadas para llegar al
conocimiento de la verdad" (2 Timoteo 3:6-7). Las
verdades espirituales les son veladas, dado que han
Falsos Espíritus 35

contaminado el tabernáculo de sus almas y el Espíritu


no puede morar en ellas.
Comentando acerca de las exigencias de los miembros
de la Iglesia de recibir grandes manifestaciones espi­
rituales, Brigham Young dijo: "Digo a tales personas, id
y obtened las revelaciones que podáis. Si el hermano
José os visita cada noche, adelante, pedidle que os traiga
a su hermano Hyrum, Smith padre, Don Carlos Smith,
San Pablo, Pedro, Santiago y Juan, y a Jesucristo, si es
que podéis persuadirlo a que lo haga. Pero, casi podría
poner mi mano sobre la Biblia y jurar que el hombre o
mujer que tiene tales revelaciones ha sido culpable de
adulterio o robo, o rebeldía, o habría apostatado en
sentimiento y regresado, y ahora profesaría tener tales
revelaciones. El infierno está lleno de tales revelaciones.
Y casi podría testificar que el hombre o mujer que las
recibe es culpable de algún crimen infamante. Hubo
hombres que vinieron a mí a contarme acerca de los
grandes sueños y visiones que habían tenido, hombres y
mujeres que anteriormente habían apostatado y negado
a su Dios y a su religión; y yo lo supe. Muchos vinieron
a contarme cuán maravillosas visiones habían tenido-
que sus mentes se habían abierto a las verdades eternas-
y que podían tener visiones de la eternidad"

Los Excesos Espirituales conducen a las Falsas


Revelaciones

Cada virtud exagerada se transforma en un vicio. Esto


es válido tanto para las cosas espirituales como para las
temporales. Cristo mandó explícitamente no agregar ni
quitar a la ley del evangelio. "Quienes declaran más o
36 El Espíritu Santo

menos que esto”, advirtió, "y lo establecen como mi


doctrina, los tales provienen del mal y no están
edificados en mi roca; sino que están fundamentado en
la arena y las puertas del infierno permanecen abiertas
. para recibirlos, cuando vengan las inundaciones y los
azoten los vientos" (3 Nefi 11:40) Así, aquellos que son
más verdaderos que la verdad, que se vuelven celosos,
sintiendo orgullo por la forma en que guardan los
mandamientos, también son más susceptibles a las
falsas revelaciones y a las falsas manifestaciones.
"No me gusta ver a los hombres y mujeres querer
estar un poco adelante de cualquier otro -un poco
adelante del Profeta de Dios”, decía el Patriarca John
Young.
Generalmente, el Espíritu del Señor puede ser gozado
por los Santos con libertad; y, si perseveran, podrán
mantener conversaciones con los siervos de Dios que
están detrás del velo. Pero ese tiempo no ha llegado
aún. Algunos de los hermanos y hermanas cuentan que
reciben visitas de José, Hyrum, el hermano Grant y
otros. Tales personas deben vigilar sus naves; porque si
no lo hacen, seguro como que han nacido, que se
hundirán y perecerán. Cuando un hombre o una mujer
viene y me cuenta que es visitado por los Profetas y los
Apóstoles que han pasado el velo, y que tiene
comunicaciones día y noche permanentemente, -que ha
tenido la oportunidad de conversar con los espíritus de
los hombres que han llegado a la perfección- solo diré
que el Demonio está en ellos, y no el Señor. Me
pregunto si el Señor los ama más que a los profetas para
enviarles sus invitados celestiales! (Journal of
Discourses 5: 373)
Falsos Espíritus 37

Pablo habló de 'celo sin conocimiento', refiriéndose a


aquellos Judíos que se ufanaban por cumplir con la ley,
y sin embargo, rechazaban al Mesías. "Siendo ignorantes
de la justicia de Dios", dijo, "y tratando de establecer su
propia justicia", se equivocan al entender que "Cristo es
el fin de la ley" (Romanos 10:1-4). En tanto que los
fariseos se enorgullecían de la magnificencia en la
observancia de la ley y el ritual, estaban ciegos a sus
propósitos. De la misma manera, sus pares modernos
pierden su equilibrio espiritual a medida que se
ensoberbecen con su propia santidad. Estos están listos
para ser blanco de astutos demonios que esperan para
manifestarles todos los misterios de los cielos.
"Haríamos bien en tener una aproximación al
Evangelio que sea sana, completa y equilibrada".
El Eider Bruce McConkie observó: "Cuando nos
fanatizamos en un sentido es muy probable que nos
fanaticemos en otro. Todas las doctrinas y prácticas de la
Iglesia se enseñan públicamente. No hay doctrinas
secretas, ni prácticas privadas, ni pautas de conducta
aprobadas por unos pocos. Las bendiciones del Evan­
gelio son para todos los hombres. No seamos engañados
en la creencia de que las Autoridades Generales creen en
alguna doctrina secreta,( o tiene pautas privadas de
conducta. Todo lo que es enseñado y practicado en la
Iglesia está abierto a la pública inspección, o al menos,
en lo que concierne a las ordenanzas del templo, a la
inspección y conocimiento de todos los que estén
calificados por su cumplimiento personal, para entrar
en la casa del Señor (The Honest Truth Seekers, pp.4-5)
William E. Berrett observó sabiamente que "aquellos
que oran para que el Espíritu les brinde inmediatamente
la guía en cada pequeña cuestión se están entregando
abiertamente a los falsos espíritus, que parecen estar
L. L L C C C L. C C U C U U U C U C U U U

38 El Espíritu Santo

listos para contestar nuestras plegarias, y confundirnos...


Las personas más confundidas que he encontrado en la
Iglesia son aquellas que buscan revelación personal en
cada cosa. Desean tener la anuencia personal del
Espíritu, de la mañana a la noche, en todo lo que hacen.
Digo que esta es la gente más confundida que conozco
porque parece que la respuesta algunas veces llega de la
fuente equivocada".
Ilustrando este principio, el hermano Barrett contó la
historia de una pareja de misioneros en los bosques de
Arkansas:

Vieron algunos cerdos salvajes muy grandes pero


extremadamente delgados, que no cesaban de
moverse ni por un momento. Iban apurados hasta el
límite del corral y elevaban sus hocicos al aire como
tratando de escuchar y luego corrían hasta el otro
extremo y volvían a husmear el aire. A un costado
del corral se levantaba una cabaña y al frente se
hallaba un anciano tallando una vara. La curiosidad
de los misioneros fue tan grande como para acercarse
al viejo y hablarle.
Ellos dijeron: "Lindo campo tiene Ud. aquí."
-"Es para quien le guste"
-"Ha vivido aquí toda la vida?"
-"No aún..."
-"Oiga, puede decirnos qué pasa con aquellos cerdos
de allí? Corren de
aquí para allá, y parece como si estuvieran
escuchando algo..."
-"Bueno... les diré como sucedió", dijo en una voz
ronca y apenas audible. "Esos son mis cerdos. Los
estaba engordando para el mercado para lo cual les
daba de comer maíz. Ellos venían por el maíz cuando
Ealsos Espíritus 39

me oían llamarlos. Entonces, me pesqué este resfrío y


no pude gritarles más; así que fui adentro y golpeé la
olla, y ahora estoy en un verdadero problema. Los
pájaros carpinteros los están llevando a la muerte".

He visto a los pájaros carpinteros llevar personas a la


muerte, mientras ellos piensan que se trata de
revelaciones; escuchando constantemente esas adver­
tencias del Espíritu, sin poder diferenciar qué viene de
Dios y qué de la fuente equivocada, y sumiéndolos en la
confusión" (Enseñando por el Espíritu, pp.102-103)
El verdadero propósito de la mortalidad se vería
frustrado, si fuera posible recibir revelación en todas las
cosas. Por cierto, las escrituras nos previenen de la
excesiva dependencia de los poderes celestiales para
asegurarnos la salvación. "No es conveniente que yo
mande en todas las cosas" declaró el Señor, "porque el
que es compelido en todas las cosas es un siervo
negligente y no sabio; por lo tanto, no recibe galardón
alguno". Seguramente, es un siervo ignorante quien,
habiendo sido instruido en los principios correctos, no
puede utilizarlos para gobernarse a sí mismo. El poder
está en nosotros, afirma la revelación, por lo que somos
nuestros propios agentes. "Y en tanto los hombres
hagan lo bueno de ninguna manera perderán su
recompensa". Por vía de amonestación, el Todopo­
deroso estableció que: "Más el que no hace nada hasta
que se le manda, y recibe un mandamiento con corazón
dudoso, y lo cumple desidiosamente, ya es condenado"
(D&C 58:26-29)
"Un hombre puede recibir el Espíritu Santo
(refiriéndose a una persona justa) y éste puede
descender sobre él y no permanecer con él" (D&C 13:20-
23). En concordancia con esta declaración, el Eider Boyd
40 El Espíritu Santo

Packer dijo: "He aprendido que esa experiencia


espiritual, tan fuerte e impresionante, no llega a
nosotros con frecuencia. Más bien", observó, "no es
sabio demandar revelaciones con tal insistencia, como si
fuesen respuestas o bendiciones para complacernos".
No podemos forzar las cosas espirituales. Palabras tales
como compelir, obligar, constreñir, presionar o
demandar, no describen nuestros privilegios con el
Espíritu. No podemos forzar al Espíritu a responder en
mayor grado del que podemos forzar a una semilla a
germinar, o a un huevo a romper su cascarón antes de
tiempo. Podemos crear el clima para un crecimiento
rápido; podemos alimentar y proteger; pero no podemos
forzar ni compelir; debemos esperar su tiempo" (That
All May Be Efified, pp.337-338)
Existen grandes peligros asociados con aquellos que
profesan una constante exhibición del espíritu de
revelación. Con frecuencia, los que pretenden estar por
encima de la necesidad de escuchar el consejo y la
dirección de sus líderes en el sacerdocio, se sienten
también al margen de toda corrección. Es natural que
aquellos que pretenden tener conversaciones regulares
con los ángeles y diversos seres exaltados, se sientan
algo ofendidos ante el consejo de obispos y presidentes
de estaca. Con sólo un poco de pulimento, tal actitud
deviene en una mentalidad cultista, que los hace sentir
por encima de las leyes de la Iglesia y del Estado. Tales
personas no conocen disciplina, excepto que les haya
sido revelada personalmente, para poder imponerla a
otros. Sus revelaciones se transforman en una cobertura
para sus pecados cometidos, y una justificación para los
pecados por cometer.
Falsos Espíritus 41

Hasta donde puede engañarnos Satanás

La pregunta es frecuente. ¿Hasta dónde puede


engañarnos Satanás? Generalmente, la respuesta es:
Hasta donde nosotros se lo permitamos. Le abrimos las
puertas por medio de nuestra desobediencia, o mediante
el rechazo intencionado de las verdades celestiales.
Cualquier pauta de conducta que es ofensiva para el
Espíritu del Señor, es atractiva para el adversario.
Ofender a uno es invitar al otro. Pablo ilustró este
principio cuando dijo que Dios enviaría un "gran
fraude" a aquellos que sintiesen "placer en la injusticia"
(2 Tesalonicenses 2:11-12).
Jacob aplicó este principio a los de exagerado celo
religioso. Para éstos Dios quitó la sencillez del evangelio
y la sustituyó por cosas que no podían entender.
"Porque ellos lo desean", dijo Jacob, "Dios lo ha hecho;
para que tambaleen" (Jacob 4:14). "No podemos
descuidarnos para ser capaces de resistir los embates de
Satanás", escribió el Profeta José Smith. "El aparecerá
ante nosotros en la persona de un amigo o un pariente
en el cual confiamos. Tiene el poder de poner
pensamientos en nuestra mente y dejar deslizar
insinuaciones, para alentarnos a satisfacer nuestros
apetitos o deseos, y en muchas otras formas, debido a
nuestra debilidad" (Answer to Gospel Questios 3:18).
Satanás puede aparecerse como un ángel de luz. Por
revelación, hemos recibido las llaves para determinar si
un mensajero es verdadero o falso (D&C 129). La tierra
está llena de falsos Cristos y falsos profetas; falsos planes
de salvación; falsas doctrinas, y falsas nociones acerca de
lo que es, o ha escrito un profeta, de tal manera, que "si
es posible, engañarán a los elegidos... de acuerdo al
42 El Espíritu Santo

convenio". Y asimismo, el Señor ha prometido que


"aquellos que atesoren mi palabra, no serán engañados"
(J.S. Mateo 1:22-37). Aquellos cuyos lomos están
"ceñidos con la verdad", que visten "el escudo de la
justicia", y cuyos pies están calzados "con la preparación
del evangelio", serán preservados (D&C 27:16).

Conclusión

Desde los días de Adán, la tierra no ha conocido una


era en la cual hubiese mayor manifestación de verdades
celestiales eternas que en ésta, la dispensación del
cumplimiento de los tiempos. Nuestra dispensación se
inició con la aparición del Padre y del Hijo, y fue seguida
por la aparición de profetas que estuvieron a la cabecera
de cada dispensación pasada; cada uno de ellos
"declarando su dispensación, sus derechos, sus llaves,
sus honores, su majestad y gloria, y el poder de su
sacerdocio" (D&C 128:21). Cada don espiritual y cada
poder conocido por los antiguos, fue o será restaurado
para nosotros.
La compañía del Espíritu Santo, garantizada a cada
Santo fiel miembro de la Iglesia, no es precisamente el
menor de estos dones. Esperamos ansiosamente que tal
manifestación de luz no sea el anuncio o la respuesta
del príncipe de las tinieblas; siempre ha sucedido que
una dispensación trae una contradispensación. Aquellos
demonios que no están dedicados a negar los principios
de revelación, están dedicados a tergiversarlos. Las
personas más susceptibles a los espíritus demoníacos
son los desobedientes y los excesivamente celosos,
aquellos que han dejado de lado su armadura, y tratan
de llevar un escudo y una espada demasiado pesados
Falsos Espíritus 43

para ellos. Por lo tanto, el reino restaurado será


constantemente asediado, como siempre lo fue, por
aquellos que dicen ver ángeles, cuando eso no es
verdad.
"Nada", dijo José Smith, "causa tanto daño a los hijos
de los hombres como estar bajo la influencia de un falso
espíritu, mientras están convencidos que tienen el
Espíritu de Dios" (Enseñanzas del Profeta José Smith).
Nuestra protección, simplemente descansa sobre el
conocimiento y la práctica vital del evangelio.
4
Discerniendo los Espíritus
Pon tu confianza en el Espíritu que te lleva al bien, sí, a
actuar correctamente, a caminar en la humildad, a
juzgar con justicia; ése es mi Espíritu
D&C 11:12

Los miembros de la Iglesia no tienen el derecho de


vivir sin el Espíritu de revelación. En las sagradas escri­
turas se nos "manda" consultar a Dios "en todas las
cosas", y asegurarnos que pueda responder "libre­
mente". Habiendo realizado estas cosas estamos obli­
gados a lograr que "el Espíritu testifique", hallándonos
en completa santidad de corazón, caminando en justicia
delante de Dios, considerando como fin nuestra
salvación. Nuestro espíritu debe estar en oración y
gratitud para que no "seamos seducidos por espíritus
malignos o doctrinas de demonios, o mandamientos de
hombres; porque algunos son de hombres y otros de
demonios" (D&C 46:7).
El Dios del cielo ha elegido a "los débiles y sencillos
(simples)" para llevar adelante el mensaje de salvación
a los confines de la tierra (D&C 1:23). Esto asegura que el
mensaje no sea confundido con el mensajero. En
contraste, el príncipe de las tinieblas prefiere a los
astutos y complicados para ser sus mensajeros. Los sin
instrucción pueden declarar la verdad, en tanto que la
46 El Espírtu Santo

sofisticación y la erudición frecuentemente caracterizan


mensajes falsos. Dado que ambos, hombres y demonios,
imitan las formas de la Deidad, es absolutamente nece­
sario que los Santos tengan el espíritu de discer­
nimiento. Para tal fin, reveamos los siete principios
básicos mediante los cuales podemos lograrlo.

¿A Qué Proposito Sirven?

Una de las pruebas de discernimiento más


directas y efectivas es preguntarse lo anterior. ¿Cuál es el
propósito de esta manifestación o experiencia religiosa?
Cada misionero, por ejemplo, se ha encontrado con
cantidad de personas que los rechazan, a ellos o a su
mensaje, obstinadamente, porque ya están "salvos",
debido a que fueron protagonistas de alguna clase de
experiencia sobrenatural, o han efectuado algún tipo de
confesión verbal; se sienten por lo tanto excluidos de la
necesidad de escuchar el mensaje de la Restauración. La
experiencia es tan frecuente y estas personas parecen
algunas veces tan sinceras, que los misioneros llegan a
preguntarse si en algunos casos, no habrá veracidad en
sus relatos.
Cuando sometemos tales declaraciones a la pregunta
¿Cuál es el propósito?, estas declaraciones muestran su
angustiante falencia. Lo que fue dicho a los misioneros
podría haber sido reemplazado en nuestro ejemplo
como "Dios me dio una experiencia espiritual", o, "hice
una confesión de fe", por lo tanto, "no tengo necesidad
de las ordenanzas del bautismo para la remisión de mis
pecados. Mis pecados no deben ser remitidos, ni necesito
la compañía del Espíritu Santo. Por último, no necesito
el consejo de los profetas vivientes, las bendiciones y la
Discerniendo los Espíritus 47

autoridad del sacerdocio, y cosas tales como las inves­


tiduras del templo y el matrimonio por la eternidad. Mi
experiencia espiritual me libera de tales cosas". Y así,
ellos cierran las puertas a la oportunidad de llegar a ser
ciudadanos en la Iglesia y el Reino de Dios y de recibir la
plenitud de las bendiciones del evangelio.
No es necesaria ninguna percepción especial para ver
la completa inconsistencia de tal declaración. Cierra las
puertas a todo privilegio y bendición asociados con la
ciudadanía en el Reino de Dios y, más aún, a cada
obligación y sacrificio asociados con tal ciudadanía. En
contraste con ésto, innumerables historias pueden ser
relatadas por Santos de los Ultimos Días acerca de como
ellos o algún otro miembro de su familia tuvieron
alguna clase de experiencia espiritual que los preparó
para aceptar el mensaje del evangelio. La diferencia
entre las experiencias verdaderas o falsas es justamente
la que abre las puertas a las bendiciones y obligaciones, o
las cierra para ambas.
"Aquello que no edifica", declaran las Escrituras, "no
es de Dios y es oscuridad" (D&C 50:23). Edificar es
construir o mejorar, es abrir nuestra visión a la luz del
cielo. Aquello que edifica abre las puertas de la fe, del
arrepentimiento y el bautismo. Abre las puertas de la
obediencia y el sacrificio, y cierra las del pecado y la
oscuridad. Lo que edifica nunca es egoísta ni sirve como
justificativo propio, características propias de una falsa
revelación.

Canales

"Es contrario a los planes de Dios", declaró José


Smith, "que cualquier miembro de la Iglesia, o cualquier
48 El Espírtu Santo

otra persona, reciba instrucciones concernientes a


aquellos mayores que ellos en autoridad, " (Enseñanzas
del Profeta José Smith) Sería un error para cualquiera
dar crédito a tal manifestación. "Recibirás una visión o
revelación del Todopoderoso", escribió Brigham Young
"una concerniente a tí mismo, o a estas personas, la cual
no debe ser revelada si no es a la per-sona correcta,
porque no debe ser conocida por el pue-blo en este
momento; debes guardarla y sellarla de la manera más
completa, tan apretadamente como lo está el cielo
contigo, y guárdala en secreto hasta la tumba". Entonces
agregó: "El Señor no confía en quienes revelan secretos,
pues El no puede revelarse a sí mismo sin peligro, a
tales personas" (Journal of Discourses 4:288).
El hombre que permanece a la cabecera de la Iglesia y
el Reino de Dios es el vocero adecuado. Lo sostenemos
como profeta, vidente y revelador. "Su palabra", dijo el
Señor, "será recibida por vosotros, como si fuera de mi
propia boca, en toda paciencia y fe". Cuando obramos de
tal manera, tenemos la promesa que las "puertas del
infierno" no prevalecerán contra nosotros y que "el
Señor dispersará los poderes de las tinieblas" de delante
nuestro y "causará que los cielos tiemblen" para nuestro
beneficio "y la gloria de Su nombre" (D&C 21:5-6).
Paradójicamente, si nos atenemos a los canales auto­
rizados por Dios, aún cuando estén errados en algún
punto, seremos bendecidos; mientras que aquellos que
elijan escuchar otras voces se perderán en un laberinto
de tinieblas. Aquellos que ignoren la orden sagrada de
Dios de buscar revelación no la recibirán, en tanto que
aquellos que confían en los voceros del Señor serán
bendecidos con el conocimiento del camino seguro [las
"puertas del infierno" no prevalecerán contra ellos] y
serán posteriormente recompensados con el espíritu de
Discerniendo los Espíritus 49.

la revelación, mientras los "poderes de las tinieblas" se


dispersan de delante de ellos.
Dado que el profeta es el vocero del Señor para la
Iglesia, de la misma manera un Presidente de Estaca es
el vocero adecuado para su estaca, un obispo para su
barrio, un presidente de quorum para su quorum y un
padre para su familia.-Esto nos sugiere una doctrina de
infalibilidad de parte de los líderes del sacerdocio y
padres de familia. Es en cambio, una declaración de que
tenemos la divina obligación de sostener a aquellos a
quienes Dios ha elegido para estar a la cabeza y ser sus
voceros. Es aceptado por cada Santo de los Ultimos Días
que no sostendremos a un hombre en la injusticia más
de lo que sostendríamos al Demonio mismo.
Una ilustración interesante de la naturaleza
inequívoca del principio que dice que solo un hombre
puede recibir revelaciones para la Iglesia y que nadie
puede recibir revelaciones para alguien de mayor
autoridad que él mismo, es la medida tomada para el
gobierno de la Iglesia, para designar un sucesor de José
Smith, necesaria antes de la organización del quorum
de los Doce. Dado que la Iglesia fue organizada en Abril
de 1830, los primeros apóstoles no fueron llamados
hasta febrero de 1835. Así, en el caso de que José probara
ser indigno de su posición a la cabecera de la Iglesia, el
Señor instruyó a los Santos acerca de que en aquellas
circunstancias él "no tendría poder" excepto para
designar a su sucesor (D&C 43:4). Dado que José Smith
fue llamado por Dios, si perdía Su favor, Dios debería
revelarlo. Dado que Dios estableció la regla que dice que
nadie, excepto el hombre a la cabecera, puede recibir
revelación para la Iglesia, Dios también proveería, a
través de este profeta, la revelación para corregir la
situación. Debemos observar que si esto hubiese
50 El Espírtu Santo

sucedido no hubiese sido la única vez que un profeta


era vocero de una revelación contraria a su voluntad.
El Señor simplemente no violará los canales que ha
elegido. Que lo haga aunque sea en una sola
oportunidad, sería introducir una serie interminable de
confusiones en los asuntos de su reino. Nunca más la
casa del Señor sería una casa de orden. Solo un hombre
por vez puede permanecer al mando de la nave de
Sión, y ningún marinero, por mejor intencionado, tiene
el derecho de relevar a su oficial de mando y cambiar el
curso y el destino de la nave, tan solo porque se sienta
motivado a hacerlo. Ni está en la mira de los miembros
de la Iglesia agregar o quitar algo de las escrituras, lo cual
sería, de una u otra manera, negar el Espíritu Santo.
No es prerrogativa de los miembros de la Iglesia
agregar o quitar escrituras, cosa que hacemos cuando
leemos con ojos ciegos, o cuando practicamos la
selectividad, rehusándonos a ver lo que no queremos
ver, o declarando ver lo que no está allí.

Obediencia: La Gran Llave

Debido a los falsos espíritus que perturbaron a la


Iglesia en sus comienzos, el Señor le dió a José Smith
"un modelo para todas las cosas", para que él y los
miembros de la Iglesia no fuesen engañados. Dicha
revelación dice lo siguiente:

Por consiguiente el que ora y su espíritu es


contrito, es aceptado por mí, si es que obedece mis
ordenanzas.
El que habla, cuyo espíritu es contrito, cuyo
Discerniendo los Espíritus 51

lenguaje es humilde e instruye, tal es de Dios, si


obedece mis ordenanzas.
Y además, el que tiemble bajo mi poder será
fortalecido y dará frutos de alabanza y sabiduría de
acuerdo con las revelaciones y verdades que os he
dado.
Y además, el que es vencido y no da buenos
frutos, conforme a esta norma, no es de mí.
Por tanto, mediante esta norma discerniréis los
espíritus en todos los casos bajo el cielo. (D&C
52:15-19).

Esta divina regla para el discernimiento de espíritus


debe ser cuidadosamente estudiada. Comienza con el
anuncio que nos dice que la oración del contrito es
aceptable "si" es obediente a las ordenanzas. La palabra
'contrito' "primeramente significó gastado, frotado,
roto; pero luego fue aplicado a aquellos quebrados o
rotos por el pecado y posteriormente arrepentidos"
(Joseph T. Shipley, Dictionary of Word Origins p.355). La
palabra ordenanza no se refiere en un principio a ritos o
rituales, sino que abarca un significado mucho más
extenso que incluye todas las leyes y los estatutos del
Señor. Así, el significado de los versículos anteriores es
lal que la oración y el arrepentimiento verdadero es
aceptable para Dios si hemos abrazado la ley del
evangelio y hemos comenzado a vivirla. También vale
para todas las manifestaciones profesadas del Espíritu;
una prueba válida de legitimidad es la conformidad con
el Reino de Dios.
La norma es la misma para los que hablan, predican o
enseñan el evangelio. Sus esfuerzos son aceptables sólo
hasta el límite de la contrición de su espíritu y su deseo
de vivir los principios que intenta enseñar. Aquí no
52 El Espírtu Santo

puede haber hipocresía. Su lenguaje será manso -sin


querer significar falto de valor o seguridad, sino más
bien no rebuscado ni contencioso- y edificante, que da
valor y construye, antes que condenar o agredir.
Ha sido dicho que aquellos quienes abracen el espíritu
de verdad serán "hechos fuertes" o, en las palabras de
otra revelación, "su confianza [será] fortalecida en la
presencia de Dios" (D&C 121:45). Teniendo un tes­
timonio nacido del Espíritu, albergarán un sentimiento
de independencia espiritual. Sus vidas serán ricas en los
frutos del evangelio, incluyendo el espíritu de acción de
gracias y de sabiduría, desconocido para los de
mentalidad carnal. También se ha asegurado que sus
vidas estén en armonía con lo que enseñan y ambas
cosas en armonía con las revelaciones y verdades
otorgadas a los Santos.
Cualquiera que esté poseído por el poder de un
espíritu que no tenga estas carcterísticas (verdadera
humildad, espíritu de arrepentimiento, mansedumbre
de lenguaje, bondad de doctrina, y obediencia general al
evangelio, pureza de vida y propósitos), no es de Dios.
Tal es el modelo "en todos los casos bajo el cielo".

Sujeción a los Profetas

Todo aquel a quien ha sido dado el don del Espíritu


Santo está investido del espíritu de profecía y reve­
lación. Por lo tanto, no tenemos ministros profesionales
sino que, preferentemente, somos llamados para
instruirnos unos a otros, para que "todos podamos ser
edificados en todo" (D&C 88:122). Pablo enseñó este
principio a los Santos Corintios, diciendo "he aquí las
profecías una por una, para que todos puedan aprender
Discerniendo los Espíritus 53

y para que todos sean confortados". También estableció


límites1 correctos para tales expresiones diciendo, "los
espíritus de los profetas están sujetos a los profetas.
Dado que Dios no es autor de confusión, sino de paz,
como en todas las Iglesias de los Santos" (I Corintios
14:31-33). Esto simplemente significa que el espíritu de
profecía no será hallado en cosas ajenas al testimonio y
las enseñanzas de los profetas, cuyas palabras están
registradas en las escrituras; ni en las declaraciones que
no sean de nuestros oráculos vivientes. La verdad no
puede ser extraña a si misma.

Un Tabernáculo Adecuado

"¿Sabéis que sois el Templo de Dios, y que el Espíritu


de Dios mora en vosotros"?, Pablo preguntó a los
Corintios. Esta escritura se relaciona frecuentemente
con el cuerpo material como templo, pero tiene también
otra acepción. Pablo estaba indicando que en tiempos
pasados la congregación de Israel en su totalidad era
considerada el 'templo', o lugar donde Dios habitaba,
porque El moraba entre ellos. Por lo tanto, Pablo
comparó a los Santos Corintios con el Templo de Dios
porque tenían el mismo privilegio de la divina
presencia, que sus antiguos pares. El Apóstol agregó
entonces esta advertencia: "si algún hombre profana el
templo de Dios [o sea, enseña falsas doctrinas o
introduce prácticas impropias en la Iglesia], él será
destruido por Dios; pues el templo de Dios es sagrado, el
cual sois vosotros" (I Corintios 3:16-17). Así como este
principio es válido para la congregación de los Santos,
también lo es para cada individuo. Hablando de los
pecados personales, Pablo preguntó nuevamente: "No
54 El Espírtu Santo

sabéis que vuestro cuerpo es el templo del Espíritu


Santo que está en vosotros, el cual viene de Dios, y no
es vuestro? Porque habéis sido comprados por un
precio; glorificad pues a Dios en vuestro cuerpo y en
vuestro espíritu, los cuales son de Dios" (I Corintios
6:16-19). Nuevamente el mensaje es que ni Dios ni Su
Espíritu pueden morar en un tabernáculo impuro. Las
aguas puras de la vida eterna no pueden verterse en un
vaso impuro.
La pureza es el requisito previo para el espíritu de
revelación. El bautismo en el agua precede al bautismo
del Espíritu. "La sabiduría que es de lo alto es
primeramente pura; después pacífica, amable, benigna,
llena de misericordia y de buenos frutos, sin incer­
tidumbre ni hipocresía" (Santiago 3:17). La palabra de
Dios es una manifestación de la naturaleza y el carácter
de Dios. Tal como Dios no puede ser falto de sabiduría,
así las revelaciones del cielo no pueden ser sin
sabiduría; así como Dios no puede carecer de virtud,
pureza, o cualquier otro atributo divino, así las
revelaciones del cielo no pueden carecer de esos
atributos. El espíritu de revelación afecta el corazón y el
alma del hombre, no solo creando la necesidad de
aborrecer el pecado, sino dando nacimiento a una
"disposición... de hacer el bien continuamente" (Mosiah
5:2; Alma 13:12). (Joseph F. McConkie, Profetas y
Profecías, p.166).
A aquellos que cuestionaban la forma de expresar las
revelaciones dadas a José Smith, el Señor dijo: "Sabéis
que no hay injusticia en ellos, y lo que es justo
desciende de lo alto, el Padre de las luces" (D&C 67:9).
Del acuerdo a esto, el Señor prometió: "si sois
purificados y limpios de todo pecado, podréis pedir todo
lo que quisieréis en el nombre de Jesucristo y será
Discerniendo los Espíritus 55

cumplido. Pero sabed esto, os será indicado aquello que


debeís pedir" (D&C 50:29-30; ver también 3 Nefi 8:1).
Aquellos que reciban la promesa del Señor de que
recibirán cuanto sea pedido, son aquellos que han
probado al Señor que no pedirán lo que no deben (ver
Helamán 10:5).

La Verdad Divina Siempre


esta Sujeta a la Confirmación

"Si veis manifestado un espíritu que no podéis


comprender", el Señor le dijo a José Smith, "y no recibís
a ese espíritu, pediréis al Padre, en el nombre de Jesús, y
si el no os da ese espíritu, entonces sabréis que no es de
Dios" (D&C 50:31). Aquello que es de Dios está sujeto a
confirmación. No hay peligro de que se agote la luz de
los cielos, no necesita ser racionada. No es precisamente
por la limitación de las manifestaciones espirituales que
José Smith es un profeta o que Jesús es el Cristo. Tales
testimonios o confirmaciones son permanentes, y así es
en el caso del testimonio de José Smith y de Jesucristo, y
así es con todas las verdades del cielo. La constancia en
vivir un principio asegura una permanente cosecha de
sus frutos.
Nuestro testimonio de Cristo debe ser más que un
eco de los montes de Palestina y Judea. En tanto que
saboreamos el recuerdo de excepcionales experiencias
espirituales y asociaciones de la misma naturaleza, se
requiere más que eso para sostener un espíritu sano y
vibrante. A medida que busquemos avanzar en en­
tendimiento, nos confrontaremos con espíritus des­
conocidos. Tales espíritus son fácilmente discernidos, en
cuanto mantengan la armonía con otros principios de la
56 El Espírtu Santo

verdad y estén adecuadamente confirmados por el Dios


del cual pretenden venir.

Aquello Que Provoca al Adversario

No hay término medio en cuanto a lo que concierne


a la doctrina de salvación. Así como los rayos del sol de
la mañana son incompatibles con la oscuridad de la
noche, así las revelaciones de los cielos están en
disonancia con las voces del infierno. Una doctrina a la
cual no se ofrece oposición no merece atención; un
espíritu que no los ofenda, no es celestial en su
naturaleza. Una prueba segura de toda buena doctrina es
preguntar a quién complace y a quién no. De manera
similar, un espíritu que no provoque la ira del
adversario no es un Espíritu del Señor (ver Joseph F.
McConkie y R. Millet (Sustaining and Defending the
Faith chapter 1).

Conclusión

Si la habilidad para discernir espíritus no estuviera


entre las posibilidades del más humilde de los Santos,
por cierto no hubiera sido enviada por Dios. Así como
todos los hombres tienen la capacidad de reconocer,
aceptar y vivir los principios del evangelio, también
están capacitados para discernir el mal espíritu, aún
cuando aparezca como un ángel de luz. El cometer
errores en nuestro crecimiento hacia la madurez
espiritual, no es una cuestión de un momento en
particular. Es importante que vivamos de tal manera
que seamos la adecuada compañía para el Espíritu Santo
y no ignoremos los principios mediante los cuales los
espíritus son discernidos.
5
Instintos Espirituales
Y el Espíritu da luz a todo hombre que viene al mundo;
y el Espíritu ilumina a todo hombre en el mundo que
oye la voz del espíritu.
-D&C 84:46

"Nuestros espíritus eran puros y santos cuando


entraron en nuestros tabernáculos", enseñó Brigham
Young (Journal of Discourses 8:128). De tal manera, el
recién nacido percibe instantáneamente lo que es bueno
o malo. Ciertamente, la palabra revelada atestigua que
"Todos los espíritus de los hombres fueron inocentes en
el principio; y habiéndolo redimido Dios de la caída, el
hombre llegó a quedar de nuevo en su estado de
infancia, inocente delante de Dios. Y aquel inicuo viene
y lo despoja de la luz y la verdad por medio de la
desobediencia y a causa de las tradiciones de sus padres"
(D&C 93: 38-39). Dado que el demonio no puede tomar
aquello que no tenemos, sacamos la conclusión de que
un niño nace con la herencia divina de la luz y la
verdad (heredades que pueden ser dadas o quitadas). Ya
que la desobediencia y el apego a las falsas tradiciones
traen como consecuencia la pérdida de esta investidura
celestial, concluimos que la obediencia y la devoción a la
verdad la otorga.
58 El Espíritu Santo

La Luz de Cristo

A pesar que un velo es puesto sobre nuestra mente


en el momento en que venimos al mundo, retenemos
un cierto sentido y sentimiento de lo que alguna vez
tuvimos. Pablo dijo que aún aquellos nacidos bajo el
linaje gentil llevaban "la ley escrita en sus corazones" y
que ellos "hacían por naturaleza las cosas contenidas en
la ley" (Romanos 2:14-15). El Espíritu, nos fue dicho, dio
la luz a cada hombre que vino al mundo; y el Espíritu
iluminó a cada hombre por todo el mundo que oyó la
voz del Espíritu. Y todo aquel que oyó la voz del
Espíritu viene a Dios, aún el Padre" (D&C 84:46-47). Una
vez más, el Salvador testificó: "Yo soy la verdadera luz
que ilumina a cada hombre que viene al mundo" (D&C
93:2). Mormón explicó que "el Espíritu de Cristo es dado
a cada hombre, para que distinga el bien del mal"
(Moroni 7:16)

Nacidos con un Testimonio

Dentro de la casa de fe, entre aquellos que poseen lo


que nosotros llamamos "sangre creyente", esperamos
encontrar personas naturalmente inclinadas a creer en
los principios de salvación. "Dado que gran parte del
pueblo de Israel fue dispersado entre las naciones
gentiles, deducimos que millones de personas tienen
sangres mezcladas, sangre de Israel, y sangre gentil.
Cuanta mayor sea la proporción de sangre de Israel que
posea un individuo, mayor será la probabilidad de que
crea en el mensaje de salvación tal como lo enseñan los
Instintos Espirituales 59

agentes autorizados del Señor. Este principio es el que


Dios tenía en mente cuando le dijo a ciertos judíos: "Yo
soy el buen pastor y conozco mis ovejas, 'y ellas me
conocen'... pero vosotros no creéis porque no sois de
mis ovejas, como he dicho. "Mis ovejas oyen mi voz' y
yo las conozco, 'y ellas me siguen' (Juan 10:14; 26-27) y
(Bruce McConkie, Mormon Doctrine, p.81).
Por lo tanto, algunos nacen con una capacidad
especial para saber y reconocer la verdad. Nos referimos
a ellos como poseedores de sangre creyente, suponiendo
que en la vida premortal desarrollaron una inclinación
hacia la verdad, o el talento para reconocer las verdades
del cielo y el deseo de vivir en justicia. Tales son los
"elegidos" de los cuales el Salvador dijo que "escuchan
mi voz y no endurecen su corazón" (D&C 29:7). Estos
son los que oyen la voz del testimonio, la voz dé la
buena doctrina, la voz de la justicia, la voz de la
salvación.

Despertando a las Cosas del Espíritu

Tradicionalmente describimos a aquellos nacidos


fuera de la Iglesia que subsecuentemente se unen a ella,
como 'conversos', implicando que han abandonado
otras creencias para abrazar el testimonio de la
Restauración. De hecho, este no es el caso común. En la
mayoría de los casos, aquellos que se han unido a la
Iglesia, nos dicen: "No hubo conversión. Todo lo que
los misioneros me enseñaron, ya lo creía". Lo que
nosotros llamamos conversión puede ser más
acabadamente descripto como un despertar, un recuerdo
lejano o un eco del pasado. "La gente me pregunta
porqué dejé mi vieja Iglesia, dijo el llamado converso,
60 El Espíritu Santo

"Yo les digo que no dejé mi vieja Iglesia, sino que volví
a casa".
Generalmente, los credos religiosos definen a Dios
como una esencia espiritual; un ser sin cuerpo, partes ni
pasiones. Cuando los misioneros dicen a sus
investigadores que Dios es un ser personal, que tiene
cuerpo, partes y pasiones, y que cuando oran deben
dirigirse a un padre amoroso, frecuentemente no surge
ninguna objeción. La respuesta más común es, "Bien,
eso es lo que siempre he hecho". De la misma forma,
cuando anunciamos a nuestros amigos no-miembros
que el matrimonio debe ser eterno y que el cielo
difícilmente sería el cielo si no fuésemos a reunirnos
con nuestros familiares y esposos, la respuesta típica es:
"Bien, eso es lo que siempre he pensado".
Las personas que no están atadas por las tradiciones
de sus padres tienen un innato sentido de la verdad. No
es raro para los maestros del evangelio pasarse muchas
horas en estudio y oración, buscando respuestas á
preguntas difíciles, sólo para que sus alumnos acepten
casualmente esas respuestas como si siempre las
hubieran conocido. "Eso es lo que siempre entendí",
puede decir el alumno. Y el maestro estará en la
absoluta certeza de que lo dicho nunca fue expuesto
hasta ese momento. Esto es simplemente una
manifestación de la veracidad acerca de que no estamos
aprendiendo estas cosas por la primera vez; las verdades
de salvación tienen un espíritu familiar, un espíritu
fácilmente reconocible por aquellos que ya lo
conocieron.
¿Y qué hay de aquellos nacidos en la fe? Ellos
nacieron con un testimonio; es su justa herencia. Pedro
prometió a todos aquellos que se arrepintiesen y fuesen
bautizados que recibirían la remisión de sus pecados
Instintos Espirituales 61

juntamente con el Espíritu Santo, cuya promesa, dijo,


"es sobre tí y tus hijos, y todos (haciendo referencia a su
posteridad) los que les sigan" (Hechos 2:38-39). Haciendo
el comentario de este texto, José Smith dijo: "La
promesa permanecerá por medio del linaje; porque
Pedro dice, no solo sobre tí, sino sobre tus hijos y sobre
todos los que sigan". De aquí inferimos que la promesa
se mantendrá para los hijos de los hijos y aún para
tantos como el Señor Su Dios llamaría, como de
generación en generación. (Enseñanzas del Profeta José
Smith).
Nuestros hijos están 'investidos del Espíritu del
evangelio desde el vientre de sus madres; lo tienen con
ellos todo el tiempo; nacen con él. Brigham Young
enseñó: "No saben que poseen la luz del Espíritu Santo
hasta que dejan el hogar y salen al mundo y ven el
contraste. Ellos oyen orar a sus padres y oyen a sus
apóstoles y profetas predicar, pero ellos no sabrán que el
Mormonismo es cierto hasta que no tengan la
oportunidad de ser colocados en circunstancias de
ejercitar la fe por si mismos y de orar a Dios por un
testimonio y conocimiento propios. Entonces obtienen
el poder del Espíritu Santo, el cual despierta sus
sentidos, y sabrán por sí mismos que Dios vive, porque
escucha y contesta sus oraciones" (Journal of Discourses
11:215).

Reconociendo la Verdad

Moroni selló el Libro de Mormón con la promesa de


que el buscador honesto de la verdad llegaría a
conocerla por el poder del Espíritu Santo. "Y por el
poder del Espíritu Santo conocerás la verdad de todas
62 El Espíritu Santo

las cosas", aseguró. (Moroni 10:5). Esto no significa que


los que han recibido el Espíritu Santo conocen toda la
verdad, ni tampoco que la pueden obtener por el
espíritu de revelación. Tener un pleno conocimiento de
todas las cosas obstaculizaría el propósito de la
mortalidad. Es preciso que en esta esfera algunas
preguntas queden sin respuesta y algunas cosas
permanezcan sin explicación. En cambio, significa que
todos aquellos que reciban el don del Espíritu Santo
tendrán, por ese poder, la capacidad de merecer la
dirección divina, en toda instancia, para discernir la
verdad y el error. El principio se halla expuesto en una
revelación dada a Hyrum Smith. El Señor le dijo:
"Impartiré sobre tí mi Espíritu, el cual iluminará tu
mente, el cual llenará tu alma de gozo; y entonces
sabrás, o mediante esto sabrás, que todas las cosas que
demandes de mí, que pertenezcan a la justicia, las
recibirás" (D&C 11:13-14).
Es notable que en nuestros días, cuando la iniquidad
es tan notoria, frecuentemente aquellos que sostienen la
causa del error y el pecado son extremadamente
complicados. Ellos abogan con gran sofisticación por la
causa, que para los Santos de los Ultimos Días es sin
duda la causa del adversario, haciendo que el bien
parezca el mal y viceversa (ver 2 Nefi 28:16-20). Ellos
persistentemente fijan su mira en la pretensión
simulada o equivocada de lealtad a una norma
reconocida -en los EEUU, la Primera Reforma, los
derechos de la mujer o las libertades individuales-
habiendo aprendido tiempo atrás el valor de marchar
junto a una buena causa. Podemos ser incapaces de
igualar la fascinación de sus palabras; podemos ser
incapaces de refutar su retorcida lógica o ver cómo han
sido distorsionadas las fuentes de información. No es
Instintos Espirituales 63

necesario tampoco, para saber que lo que dicen o lo que


hacen no es correcto. Tenemos un sentido y un
sentimiento ante la verdad. Sabemos qué espíritu es
apostólico y cual no lo es.
José Smith dijo que la verdad sabe bien. "Puedo
saborear los principios de vida eterna", dijo, "y también
vosotros". "Son dados a mí mediante revelaciones de
Jesucristo; y sé que cuando les digo estas palabras de vida
eterna tal como me fueron dadas, vosotros las saboreáis,
se que las creéis. Vosotros decís que la miel es dulce y yo
también. Puedo saborear también el espíritu de vida
eterna. Sé que es bueno; y cuando os digo estas cosas que
me han sido dadas por inspiración del Espíritu Santo,
estáis obligados a recibirlas como dulces y regocijaros
más y más" (Enseñanzas del Profeta José Smith). No
necesitamos conocer todas las cosas. Si podemos
discernir lo dulce de lo amargo, podemos sortear todas
las propagandas astutas y confiadamente hacer lo justo.
Existe una confianza callada que viene de aquellos en
armonía con las cosas del Espíritu. Esto se nota
especialmente en los concilios de la Iglesia. Los
Hermanos no tienen ni el tiempo ni la energía ni tal
vez la experiencia necesarias para resolver todos los
problemas o contestar todas las preguntas. Ellos delegan
libremente el hallar la solución a otros. Lo que retienen
para sí es la confirmación de que esas decisiones son
correctas. Lo que efectivamente dicen es: "Denle forma,
no es necesario que conozcan todas las cosas, ni les es
requerido que hagan todas las cosas, sino que disciernan
correctamente todas las cosas de importancia para la
Iglesia y el bienestar de los Santos.
El mismo poder de discernimiento debería ser
compartido por cada miembro de la Iglesia. Cuando la
mala doctrina es enseñada y tomada como verdad
64 El Espíritu Santo

eterna, por ejemplo, los miembros de la Iglesia tienen la


misma capacidad de discernimiento que sus líderes. El
Presidente José Smith explicó que esto sucede porque los
miembros de la Iglesia conocen la verdad por sí
mismos. Son independientes. "Han aprendido en la
escuela de la experiencia, así como por el don y el poder
del Espíritu Santo". El Presidente Smith concluye
diciendo que no hay hombre, ni grupo de hombres, que
pueda llevar a estas personas fuera de las sendas de
justicia y fe en el evangelio restaurado. "No pueden
hacerlo. ¿Porqué?. Porque los miembros de la Iglesia
conocen los principios del evangelio tan bien como sus
líderes" (Conference Report, octubre 1910, pp 127-128)
Han entrado en los mismos convenios y han recibido
las mismas promesas que sus líderes. Los Santos tienen
las mismas prerrogativas que los líderes sobre cualquier
manifestación del espíritu.

Impulsos Espirituales

Ser responsables del Espíritu de revelación es ser


responsables de nuestros sentimientos. José Smith dijo:
"Todas las cosas que Dios, en su infinita sabiduría ha
preparado y ha encontrado adecuado revelarnos,
mientras moramos en la mortalidad, en nuestros
cuerpos mortales, también son reveladas a nosotros en
el abstracto, "reveladas" como si no tuviésemos cuerpos
mortales" (Enseñanzas del Profeta José Smith).
Describiendo este proceso, Spencer W. Kimball dijo:
"Aprender el lenguaje de la oración es una experiencia
gozosa en nuestras vidas. Algunas veces las ideas fluyen
en nuestra mente cuando escuchamos después de orar.
Algunas veces nos oprimen emociones. Un espíritu de
Instintos Espirituales 65

calma nos asegura que todo irá bien. Pero siempre, si


hemos sido honestos y merecedores, experimentaremos
un buen sentimiento (sentimiento cálido por nuestro
Padre Celestial y un sentido de su amor por nosotros)".
(Pray Always p.5) George Q. Cannon dijo:" Les daré una
regla por la cual podrán discernir el Espíritu de Dios del
espíritu del mal. El Espíritu de Dios siempre produce
gozo y satisfacción en nuestra mente. Cuando tenéis ese
Espíritu sois felices; cuando es otro el espíritu no hay
felicidad. El espíritu de duda es el espíritu maligno;
produce inquietud y otros sentimientos que interfieren
con la felicidad y la paz" (Journal of Discourses 15:375)
"El Espíritu no llama nuestra atención gritando o
sacudiéndonos con mano pesada", dijo Boyd K. Packer.
Preferentemente nos susurra. Nos acaricia tan
gentilmente que si estamos preocupados podemos no
sentirlo" (That All May Be Edified, p.336). "La obra de la
justicia debe ser la paz", dijo Isaías, "y el efecto de la
justicia, calma y seguridad para siempre" (Isaías 32:17).
Santiago lo dice así: "La sabiduría que es de lo alto
primeramente es pura, después pacífica, benigna,
amable, llena de misericordia y de buenos frutos, sin
incertidumbre ni hipocresía. Y el fruto de la justicia es
siembra en paz para aquellos que hacen la paz"
(Santiago 3:17-18).

La Susceptibilidad de las Mujeres al Espíritu

Debido a que el espíritu de revelación está tan


estrechamente asociado con los sentimientos del
corazón, debido a que la voz del espíritu es la voz de la
gentileza, y que se ve naturalmente atraído por la
pureza, y porque Dios se deleita en honrar a quienes le
66 El Espíritu Santo

sirven -especialmente a quienes ha confiado el cuidado


de los niños inocentes y los recién nacidos- podemos
deducir que las mujeres son, por propia naturaleza, más
susceptibles al espíritu de revelación que los hombres.
Es natural para el hombre adquirir -doblegar,
confrontar, combatir, obtener- dominio sobre las cosas.
Es natural para la mujer dar, ser gentil y compasiva (a
pesar de que las enseñanzas y los ejemplos dejados por
el Maestro muestran que estas cualidades también son
correctas en los hombres). Obviamente, estas últimas
características son más atractivas a la voz celestial.
Llaves, autoridad, sacerdocio, éstos han sido dados a los
hombres. El milagro de coparticipar con Dios en revestir
sus hijos espirituales con cuerpos físicos ha sido
conferido a las mujeres. Es tarea de los hombres
proteger la vida; es tarea de las mujeres darla. Así como
el cuerpo de un niño en gestación se nutre y se
fortalece por medio de cuerpo de su madre, así el
espíritu de ese niño debe ser también alimentado por
su madre terrenal, si es que desea que crezca sano y
fuerte. Su fe (la fe de la madre) tenderá a ser la suya
propia, y la fuerza de ella, su fuerza. El padre presidirá la
oración familiar, pero será la madre quien enseñe a sus
hijos a orar.
"Los niños pequeños" dicen las escrituras, "son
santos" (D&C 74:7). Somos santificados por su presencia.
Cuando los discípulos procuraron prevenir a las madres
de llevar a sus niños pequeños ante el Salvador, él
respondió: "Dejad a los niños y no les impidáis venir a
mí; porque de tales es el reino de los cielos" (Mateo
19:14). ¿Podría haber sido que Cristo no hubiese querido
significar, tal como usualmente se cita, que todos los que
habitan el mundo celestial deben tener la inocencia,
sumisión, y pureza de los niños, sino que el mundo
Instintos Espirituales 67

celestial no lo sería si no fuese por los niños pequeños?


¿No sé centra acaso la deidad en la doctrina de la
paternidad y la maternidad? No es tal una doctrina de
eterno aumento? (ver D&C 131:4). Y si tal es la
naturaleza del cielo, quizás no haya más perfecto
momento para la manifestación del Espíritu que aquel
en el que una madre amante toma a su hijo en brazos
para acunarlo y hablarle del futuro. Y nuevamente,
cuando ese niño llegue a la madurez, ¿quién mejor que
su madre para recibir los susurros del Espíritu -sus
llamados e impulsos- para bendecir y proteger al hijo?
Seguramente la luz de los cielos brilla más sobre las
madres.

El Espíritu Santo y el Sacerdocio

El Sacerdocio de Melquisedec es "el canal a través del


cual todo conocimiento, doctrina, el plan de salvación y
todo asunto importante es revelado desde los cielos",
enseñó José Smith. Es, dijo, "el canal por medio del cual
el Todopoderoso comenzó a revelar su gloria al
comienzo de la creación de esta tierra, y a través del cual
El continúa revelándose a Sí Mismo a los hijos de los
hombres en el presente, y por medio del cual El hará
saber Sus propósitos hasta el fin" (Enseñanzas del
Profeta José Smith). La revelación afirma que "este
sacerdocio mayor administra el evangelio y posee las
llaves de los misterios del reino, aún la llave del
conocimiento de Dios" (D&C 84:19).
De esta forma, el Sacerdocio Aarónico puede bautizar
con agua, pero sólo el Sacerdocio de Melquisedec puede
conferir "el bautismo de fuego y el Espíritu Santo" (D&C
20:41,43,46). Necesariamente, la profesión del Sacerdocio
68 El Espíritu StHfff- |

trae consigo la profesión de la revelación. Oliverio :í


Cowdery razonaba así: "La pregunta es: ¿Tiene el
hombre que niega las revelaciones autoridad para ,
administrar en el nombre de Cristo, cuyo testimonio no
está a la altura del espíritu de profecía y su religión
basada, construida y sostenida por revelación inmediata ~
a través de las edades en que ha habido gente sobre la ;
tierra? (Messenger and Advocte 1:14-16 -oct. 1834-). Si ■
entenedemos el sacerdocio como el poder y autoridad J
por el cual el hombre actúa en el nombre de Dios, i
entonces ejercer el sacerdocio significa ejercer ¿
comunión con Dios; ¿de qué otra manera se podría j
actuar apropiadamente en su nombre? Un sacerdocio '
que niega la revelación -un sacerdocio que declara que :
los cielos están sellados- es como un fuego sin llamas o
un fuego sin calor.

Conclusión

La compañía del Espíritu Santo y el consecuente :


espíritu de revelación son la justa herencia de la familia
de la fe. Aquel Espíritu es tan natural para aquellos que
nacieron y crecieron en un ambiente de fe y justicia que í
pasa casi inadvertido. •
•Es más poderoso en expandir la mente, iluminar el .
entendimiento y alimentar el intelecto con ¿
conocimientos actuales sobre un hombre que es i
descendiente literal de Abraham, que sobre un |
Gentil, a pesar de que no puede tener efectos ni la
mitad de visibles sobre el cuerpo; porque cuando el j
Espíritu Santo desciende sobre uno que es simiente
literal de Abraham, es calmo y sereno; y toda su alma -|
y su cuerpo son solamente utilizados mediante el
^íHtihw Espirituales 69

puro espíritu de inteligencia, mientras que los efectos


del Espíritu Santo sobre un Gentil son los de purgar
la vieja sangre, y hacerlo realmente simiente de
Abraham.
Ese hombre que no tiene naturalmente sangre de
Abraham debe sufrir una nueva creación por medio
del Espíritu Santo. En tal caso, podrá notarse un
efecto más poderoso sobre el cuerpo, visible a los que
sobre un israelita, mientras que el israelita puede
aventajar en el principio a un gentil en inteligencia
pura (Enseñanzas del Profeta José Smith).
Los Dones del Espíritu
Cada hombre tiene su propio don de Dios, uno de un
modo, y otro de otro modo.
-1 Corintios 7:17

La sabiduría de Dios se manifiesta en los dones que da


a sus Hijos, y en la manera en que estos dones son da­
dos. Los dones celestiales, no obstante dados libremente,
solo están garantizados a aquellos que los merecen, y
que están preparados para recibirlos. Cualquier otro sis­
tema sería profano e inclusive una burla a los poderes
del cielo. Sólo aquellos que han sido limpiados del
pecado en las aguas del bautismo, y quienes han recibido
la promesa de la compañía del Espíritu Santo por la
imposición de manos, son los herederos de estos dones
sagrados. No están destinados para los mundanos; ni
para los infantes o los espiritualmente inmaduros; no
están garantizados sobre la base del mero hecho de
pertenecer a la Iglesia, ni debido al hecho de haber sido
llamado a determinado oficio o posición (no obstante,
estos llamamientos pueden hacer que sus efectos sean
mayores sobre ellos). En cambio, son dispensados por el
cielo eligiendo a los que guardan los mandamientos y a
los que buscan diligentemente (D&C 46:9). Ciertamente,
cada ciudadano fiel del reino de Dios tiene la seguridad
li>¡ Dones del Espíritu 71

de la promesa acerca de una investidura espiritual,


aunque permanezca latente dentro de su alma, hasta el
momento justo en que pueda expresarse.

La Comunidad de los Santos

Es una Verdad eterna, que en la esfera de las cosas


espirituales, cosechamos lo que sembramos. Aquellos
gue tienen ricas cosechas de los frutos del Espíritu son
los que han pasado largas horas trabajando en la viña
del Señor. La fortaleza espiritual viene del trabajo
espiritual; los frutos del Espíritu de la planta bien
cuidada. La viña y sus frutos son del Señor, y nosotros
no somos sino sus mayordomos y sus siervos. Nuestras
revelaciones declaran que los frutos del Espíritu "se dan
en la Iglesia" (D&C 46:10). Entendemos que esto significa
que, si bien toda investidura espiritual es personal o
individual, procuraremos que sea utilizada para
iluminación, edificación y bendición de la congregación
de los Santos.
"Estos dones son infinitos en número e in­
terminables en manifestaciones, porque Dios mismo es
infinito e interminable, y porque las necesidades de
quienes los reciben son tan numerosas, variadas y
diferentes como personas en el reino" (Eider Bruce
McConkie, A New Witness of The Articles of Faith,
p.270). "A unos les es dado uno, y a otros les es dado
otro, para que sean de provecho". Lo genial de este
sistema de distribución divina de dones, es que todos
estamos en posición de ser instruidos, bendecidos y
edificados por otros. Ninguno de nosotros puede gozar
la plenitud de las manifestaciones del Espíritu
aisladamente del cuerpo de los Santos. Debemos
72 El Espíritu Santo

encontrarnos juntos, simplemente porque "no a todos


se da cada uno de los dones" (D&C 46:11-12; I Corintios
12:4). Cada uno de nosotros está en posición de ser
instruido y bendecido por los demás. E igualmente
importante, cada uno de nosotros -del primero al
último- tiene algo con lo cual contribuir, algo que los
demás no pueden realizar tan bien como él. Para
ilustrar este punto y darnos una idea de la naturaleza de
los dones otorgados por el Espíritu, volvamos a
Doctrina y Convenios, sección 46.
"A algunos el Espíritu Santo da a saber que Jesucristo
es el Hijo de Dios, y que fue crucificado por los pecados
del mundo. A otros les es dado creer en las palabras de
aquellos, para que también tengan vida eterna, si
continúan fieles" (D&C 46:13-14). Esto no significa que
solo unos pocos tendrán el testimonio de que Jesús es el
Cristo, y el resto deberá creer en su testimonio. Todos
debemos saber por testimonio del Espíritu que Jesús es
el Cristo, si es que vamos a sostener un testimonio; y
por cierto todos los que nos proclamamos ciudadanos
del reino de los cielos debemos tener este testimonio
personal del Espíritu. Lo que quiere significar es, que
algunos tienen un testimonio de esta verdad salvadora,
que sobrepasa lo experimentado por la generalidad de
los Santos fieles. Ciertamente, el testimonio en su
estado de formación, toma la fuerza y se edifica sobre el
testimonio más maduro de otros.
En cada dispensación, están aquellos a quienes el
Señor se ha manifestado personalmente, aquellos a
quienes ha llamado y elegido para ser sus testigos
especiales. Estos tienen el don de testificar sobre El; la
investidura espiritual especial para dar testimonio de El,
con un poder que eleva el nivel espiritual en una
reunión o una conferencia. Otros tienen la capacidad
Los Dones del Espíritu 73

especial de escuchar y sentir tal testimonio, y mediante


este don, pueden conocer con la misma seguridad de los
agradados con el privilegio de ser testigos especiales, la
realidad de la divina primogenitura de Cristo. Todos
Seremos testigos de Cristo, pero algunos han sido
bendecidos para serlo de una manera especial.
Continuando con la revelación, se nos ha dicho que
"a algunos les es dado por el Espíritu Santo el conocer
las diferencias de administración", o sea, comprender
las diferentes clases de servicios o tareas pastorales
necesarias para una congregación en particular. Esto nos
da la seguridad de que aquellos que lo necesiten, reciban
ayuda en el momento adecuado y en el lugar apropiado,
o, como establecen las escrituras, "otorgando sus
dádivas de acuerdo a las condiciones de los hijos de los
hombres" (D&C 46:15). "Nuevamente", dijo el Señor,
"es dado a algunos conocer la diversidad de las tareas, si
son de Dios, para que las manifestaciones del Espíritu
sean dadas a todo hombre para su provecho" (D&C
46:16; I Corintios 12:7). "Aquí se hace referencia al
espíritu de discernimiento. Los líderes deben estar
capacitados para separar la doctrina verdadera de la
falsa; reconocer los profetas verdaderos y los falsos;
discernir entre los espíritus verdaderos y los falsos"
(Eider Bruce McConkie, A New Witness of The Articles
of Faith,p.278). De esa forma, estamos seguros que el
Espíritu se manifestará en diversos caminos, para la
edificación y bendición de todos los que los transiten.
Entre los dones específicos prometidos están aquellos
de sabiduría y conocimiento. No el conocimiento del
mundo, o el del hombre, sino "sabiduría escondida, la
cual fue ordenada por Dios antes de que el mundo
fuese, para nuestra gloria" (I Corintios 2:7) y "grandes
tesoros de conocimiento, sí, tesoros escondidos" (D&C
74 El Espíritu Santo

89:19). De esa manera llegamos a poseer la sabiduría y el


conocimiento del Espíritu; la "luz que brilla en las
tinieblas, y las tinieblas no la comprenden" (D&C 6:21).
Tal fue la sabiduría que José Smith obtuvo en la
Arboleda Sagrada y el conocimiento que obtuvo por
medio de la restauración del Santo Sacerdocio, el cual
"administra el evangelio y posee la llave de los
misterios del reino, sí, la llave del conocimiento de
Dios" (D&C 84:19). El Sacerdocio de Melquisedec, dijo,
fue el "canal por el cual todo el conocimiento, la
doctrina, el plan de salvación, y todo asunto importante
es revelado desde los cielos" (Enseñanzas del Profeta
José Smith).
"Y además, a unos les es dado tener fe para ser
sanados, y a otros, fe para sanar." (D&C 46:19-20). Así
como les ha sido dado a los Santos el poder de bendecir
a otros espiritualmente, también les ha sido dado el
poder de bendecirlos físicamente. De aquellos que han
recibido el don del Espíritu Santo por medio de las
aguas del bautismo, y que magnifican su sacerdocio
mediante sus llamamientos, el Señor dijo: "En mi
nombre harán muchas obras maravillosas; en mi
nombre echarán fuera demonios; en mi nombre
sanarán enfermos; en mi nombre abrirán los ojos de los
ciegos y destaparán los oídos de los sordos y la lengua
del mudo hablará; y si alguien les administra veneno,
no los dañará; y la ponzoña de la serpiente no tendrá
poder para hacerles daño" (D&C 84:66-72).
"Y además, a algunos les es dado obrar milagros"
(D&C 46:21). En el sentido espiritual, los milagros son
acontecimientos que están más allá de las posibilidades
humanas de realización. Literalmente, la palabra
'milagro' significa 'maravilla' u 'obra maravillosa'. Las
profecías concernientes a la restauración del evangelio
Los Dones del Espíritu 75

en los últimos días, se refieren a "una obra maravillosa


y un prodigio". Verdaderamente, la restauración del
evangelio y la aparición del Libro de Mormón son
milagros, porque ambos están más allá de la capacidad
de realización de los hombres. El mayor milagro que
precederá a la Segunda Venida será la forma en que el
evangelio será llevado a toda nación, tribu, lengua, y
pueblo. Hay y habrá virtualmente en toda congregación
de Santos, aquellos que serán bendecidos con el don de
los milagros. A ellos les está garantizado el poder
espiritual para realizarlos, desafiando las limitaciones
de los hombres mortales.
"Y a otros les es dado profetizar” (D&C 46:22).
Profetizar es declarar los propósitos de Dios; es enseñar
los principios salvadores de Cristo por el poder del
Espíritu Santo. El papel de un profeta es llegar a ser el
vocero autorizado, rol que cumple declarando la fe, el
arrepentimiento y el bautismo; y dando a otros la
necesaria admonición para la salvación de los hijos de
los hombres. La profecía abarca la predicción de eventos
futuros, pero ciertamente no se limita a ésto. No hubo,
por ejemplo, "más grande profeta nacido de mujer" que
Juan el Bautista, (Enseñanzas del Profeta José Smith) y
sin embargo no profetizó, excepto la venida de Cristo.
Afortunadamente, están aquellos que son imbuidos del
espíritu de profecía y aquellos que pueden enseñar y
predicar los principios del evangelio por el poder del
Espíritu. Y además, están aquellos quienes, al igual que
nuestros patriarcas, pueden predecir los
acontecimientos por venir que nos es conveniente
conocer para estar preparados en todas las cosas.
"Y a otros el discernimiento de espíritus" (D&C
46:23). El don de discernimiento está frecuentemente
asociado con el oficio de obispo, pues el obispo debe
76 El Espíritu Santo

cumplir las funciones de un juez en Israel (D&C


46:27).Este don también está asociado con el oficio de
Presidente de la Iglesia, porque debe proteger a los
Santos de los falsos Cristos, los falsos profetas y las falsas
doctrinas (D&C 107:91'92). Es un don que garantiza
además, a los padres y maestros, inspiración para
proteger a las nuevas generaciones y ayudarlas a crecer
en el espíritu. Satanás es el gran engañador, la falsedad
consumada, el gran impostor y el vendedor de baratas
imitaciones de cada cosa justa y buena. Aquellos que
poseen el don de discernimiento son como los vigías
sobre la torre, que guardan la seguridad de la
comunidad.
"Y además, a algunos les es dado hablar en lenguas; y
a otros es dado interpretarlas" (D&C 46:24-25). "Existen
tres manifestaciones del don de la 'interpretación de
lenguas1, evidenciadas en las relaciones de Dios con sus
hijos: 1) Hablar el lenguaje Adámico puro (Moisés
6:6,46) (2) Hablar un idioma extranjero, pero conocido
(Hechos 2:2, 4:6); y (3) Hablar por el poder del Espíritu
Santo" (Joseph Fielding McConkie y Robert Millet,
Doctrinal Commentary of the Book of Mormon 1:369-
370). El don de lenguas, que fue dispensado en el día de
Pentecostés con el propósito de que los hombres devotos
de todas las naciones pudiesen oir el evangelio
predicado de acuerdo a su propio entendimiento, sigue
cumpliendo la misma función hoy en día. Su
manifestación no es extraña en templos donde las
dificultades del idioma pueden provocar que algunas
personas queden sin una acabada comprensión de las
promesas del Señor; en la obra misionera alrededor del
mundo; y en la protección y preservación de los Santos,
cuando las circunstancias lo requieran, como ser viajes a
tierras extrañas. El don también se manifiesta en la
Los Dones del Espíritu 17

extraordinaria facilidad con que los jóvenes misioneros


aprenden idiomas extranjeros, y la forma en la cual el
Espíritu habla a través de ellos. La más frecuente
manifestación de la interpretación de lenguas, es la
capacidad para oír y entender un mensaje, con mayor
claridad de la que fue dado.
"Y todos estos dones vienen de Dios para beneficio de
los Hijos de Dios" (D&C 46:26). Tales son los dones del
Espíritu, y tales las propuestas en la dispensación a cada
uno de los integrantes de la familia de fe, de un rol para
cumplir en la tarea de edificar, bendecir y fortificar a
otros Santos. Pablo lo cita como un argumento para
sostener la necesidad de la unidad de los Santos.

Porque por un solo Espíritu fuimos todos


bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean
esclavos o libres, y a todos se nos dió de beber de un
mismo Espíritu.
Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino
muchos.
Si dijere el pie: porque no soy mano no soy del
cuerpo, ¿Por eso no será del cuerpo?
Y si dijere la oreja, Porque no soy ojo, no soy del
cuerpo, ¿dónde estaría el oído?
Si todo fuese oído, ¿Dónde estaría el olfato?
Más ahora Dios ha colocado los miembros cada
uno en el cuerpo, como él quiso.
Porque si todos fueran un solo miembro, ¿Dónde
estaría el cuerpo?
Pero ahora son muchos los miembros pero el
cuerpo es uno solo.
Ni el ojo puede decir a la mano: no te necesito, ni
tampoco la cabeza a los pies: no tengo necesidad de
vosotros.
78 El Espíritu Santo

Antes bien, los miembros del cuerpo que parecen


más débiles son los más necesarios; y aquellos del
cuerpo que nos parecen menos dignos, a éstos
vestimos más dignamente; y los que en nosotros son
menos decorosos, se tratan con más decoro.
Porque los que en nosotros son más decorosos, no
tienen necesidad; pero Dios ordenó el cuerpo, dando
más abundante honor al que le faltaba, para que no
haya desavenencia en el cuerpo, sino que los
miembros se preocupen los unos por los otros.
De manera que si un miembro padece, todos los
miembros se duelen en él, y si un miembro recibe
honra, todos los miembros con él se gozan.
Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miem­
bros cada uno en particular. (I Corintios 12:13-27).

No Hay Limites en los Dones de Dios

Así como no hay límites para los regalos que los


padres amorosos desean dar a sus hijos, tampoco hay
límites para los dones que nuestro Padre Eterno puede
otorgar a aquellos de sus hijos que lo aman y lo honran,
(ver Lucas 11:13). No podríamos poner límite al
número de dones espirituales, de la misma forma que
tampoco podríamos sellar los cielos, y decirle a Dios que
nunca más podrá manifestarse o hablar con aquellos
que son dignos de su presencia. Los dones espirituales
son tan diversos como incontables son las
manifestaciones de fe, y tan ricos como los frutos de la
tierra. Aquellos mencionados en las escrituras no son
sino ilustraciones o ejemplos. Mientras Doctrina y
Convenios habla del don de la sabiduría y el don del
conocimiento, Moroni habla del don de la sabia
Los Dones del Espíritu 79

enseñanza y del sabio conocimiento (Moroni 10:9-10).


Moroni nos presenta la enseñanza como un don
espiritual y sugiere que algunos tienen un talento
especial en el área de la enseñanza, en tanto que otros
tienen talento en otras áreas. Por ejemplo, algunos,
particularmente las hermanas, tienen un talento
especial para enseñar a los niños pequeños, entre los
cuales realizan verdaderos milagros de fe, mientras
otros tienen talento para enseñar a los adultos. Cada
uno tiene éxito en el área de su don de una manera
maravillosa. Pero si intentamos cambiar los roles,
pueden resultar completamente inadecuados.
A la lista enumerada de Doctrina y Convenios,
Moroni agregó "una fe sumamente grande” (Moroni
10:11), sugiriendo de esta manera que no obstante el
hecho que la fe es una bendición del Espíritu para ser
compartida por todos los Santos de los Ultimos Días,
algunos la tienen en mayor grado que otros. Podemos
comparar éste y otros dones con la adoración a Dios por
medio de la música. Todos nos unimos al cantar en una
congregación, en tanto que sólo uno puede ser invitado
a cantar un solo debido a su especial talento. Con ese
especial talento que le ha sido concedido a él o ella
aumenta la posibilidad de elevar el nivel espiritual de
nuestras reuniones. Así con la fe y otros dones. Todos
los tenemos en alguna medida, mientras que unos
pocos tienen dones particulares en mayor medida que la
generalidad de los Santos, y por lo tanto, una capacidad
especial para hacer una única contribución de la cual
disfrutan todos.
Moroni también declaró que algunos tienen la
capacidad de "obrar poderosos milagros", en tanto que
otros tienen el don de la profecía, por el cual pueden
"profetizar sobre todas las cosas". A otros, declaró, es
80 El Espíritu Santo

dado el don de "ver ángeles y espíritus ministrantes".


Por cierto, esta es una experiencia que muchos procuran
y no llegan a recibir. Moroni simplemente sugiere que
es un don espiritual, como enseñar, predicar, sanar, que
ha sido particularmente otorgado a algunos. Hablando
del don de lenguas destaca que algunos tienen el don de
interpretar muchos diferentes idiomas y otros se
regocijan en "diversos tipos de lenguas" (Moroni 10:11-
16).
La gran diversidad de dones significa que la ausencia
de cualquiera de los miembros de la congregación es
una pérdida para todos. Como dijo Pablo, cuando un
miembro sufre, todos los miembros sufren; y cuando un
miembro es honrado, todos los miembros son
honrados. Para un miembro de la Iglesia, el rehusar la
comunidad con el cuerpo de la Iglesia significa privarla
de la bendición de un don particular. Los dones del
Espíritu están dados para ser compartidos, y el que
fallara en esta pauta, estaría negándose a compartir una
herencia perteneciente con justicia a la completa familia
de la fe. "El cuerpo tiene necesidad de cada miembro,
para que todos puedan ser edificados juntamente; para
que el sistema pueda ser guardado perfecto" (D&C
84:110).

Buscad Diligentemente los Mejores Dones

La admonición de la escritura nos exhorta a buscar


diligentemente para poder obtener los mejores dones
(D&C 46:8). Una expresión más pintoresca nos llega a
través de Pablo, quien nos aconseja "procurar los
mejores dones" (I Corintios 12:31). Esto trae como
consecuencia la pregunta acerca de cuáles son los
Los Dones de! Espíritu 31

mejores dones y porqué Dios que no hace acepción de


personas, daría a algunos mejores dones que a otros. La
respuesta correcta, pareciera ser, nos dice que los
mejores dones son aquellos "mejores" para nosotros
individualmente, aquellos que nos ayuden a magnificar
nuestros oficios y llamamientos, o los "mejores" para
responder a necesidades y circunstancias particulares de
nuestra situación actual. Aparte de nuestras necesidades
individuales, sin embargo, podemos determinar que
algunos dones son mayores que otros. José Smith
sugirió que los dones silenciosos, los que no pueden ser
observados, eran por lo general más grandes que los
exteriormente visibles. Supongamos que, por
ejemplo, en una reunión de ayuno y testimonios,
alguien se pone de pie y habla en lenguas y otro se pone
de pie y las interpreta. Sus manifestaciones causarían
probablemente gran excitación entre la congregación, y
tal acontecimiento se comentaría años y años. En
contraste, imaginemos a los mismos hombres
enseñando los principos salvadores del Evangelio por el
poder del Espíritu. Se darían las mismas reacciones?
Recordaría la gente aquel acontecimiento con tanta
nitidez como el anterior, por años y años? O seguiría
cada uno su camino sin ninguna sensación de que algo
muy especial había sucedido? Respondiendo a estas
preguntas, José Smith observó:

La palabra de sabiduría, y la palabra de


conocimiento, son también dones como cualquier
otro; pero si una persona posee ambos dones, o los
recibe por imposición de manos, ¿quién lo sabría?
Otro puede recibir el don de la fe y ser ignorado por
todos. O supongamos que un hombre puede tener el
don de sanidad, o el poder de efectuar milagros, pero
82 El Espíritu Santo

que esto no es sabido de nadie. Van a ser necesarios


tiempo y circunstancias para que estos dones sean
percibidos en su accionar. Supongamos que un
hombre tiene el don del discernimiento de espíritus...
¿Quién podrá advertirlo? O, si tiene el don de
interpretación de lenguas, a menos que alguien hable
en un idioma desconocido, deberá permanecer en
silencio. Hay solamente dos dones que pueden ser
realmente percibidos: el don de lenguas y el don de
profecía.
Estas son las cosas de las que más se habla, y sin
embargo, si una persona hablara en un idioma
desconocido, los presentes pensarían que se trata de
una jerga o una broma; y si profetizara dirían que es
locura. El don de lenguas es quizás el más pequeño de
los dones, y sin embargo, el que logra mayor atención.
Así también con el testimonio de las Escrituras y
las manifestaciones del Espíritu en los días antiguos.
Muy pocos fueron presenciados por el pueblo, excepto
en la ocasión de Pentecostés.
Los mayores, los mejores y más útiles dones no
son generalmente percibidos por los observadores. Es
cierto que un hombre puede profetizar, lo cual es un
gran don, aquel del cual Pablo habló al pueblo (la
Iglesia) exhortándolos a buscarlo y codiciarlo con más
fuerza que el don de lenguas; pero...¿Qué sabe el
mundo acerca de la profecía? Pablo dice que "sirve
solo a los que creen". ¿Pero no dicen las escrituras que
ellos hablaban en lenguas y profetizaban? Sí. Pero
¿quiénes son los que escribieron estas Escrituras? No
meros observadores, ni hombres del mundo, sino los
Apóstoles, hombres que conocieron don tras don, y
por lo tanto, capaces de escribir sobre ellos. Si
tuviéramos el testimonio de los Escribas y Fariseos en
Los Dones del Espíritu 33

cuanto a las manifestaciones del Espíritu en el día de


Pentecostés, ellos nos hubieran dicho que no hubo tal
don, sino que la gente estaba "borracha con vino
nuevo"; y finalmente hubiéramos llegado a la misma
conclusión que llegó Pablo:
"Ningún hombre conoce las cosas de Dios sino por
el Espíritu de Dios", pues la gran revelación que tuvo
cuando fue arrebatado al tercer cielo y vió cosas que
no era lícito revelar, no se dió a conocer a ningún
hombre hasta que él mismo lo mencionara catorce
años después. Y cuando Juan descorrió las cortinas de
los cielos, y mediante una visión tuvo la
manifestación de las oscuras épocas por venir, y le fue
dado contemplar acontecimientos que se
desarrollarían a través de los subsecuentes períodos
hasta la escena final, (mientras él se asomaba a las
glorias del mundo eterno, vió una innumerable
multitud de ángeles y escuchó la voz de Dios) fue en
el Espíritu, en el día del Señor, desapercibido para el
mundo. (Enseñanzas del Profeta José Smith).

Es importante hacer una distinción entre buscadores


de señales y buscadores de verdad, entre aquellos que
piden pruebas y aquellos que diligentemente buscan los
dones espirituales. La diferencia es clara: uno nace de la
impureza y el otro de la pureza; uno es anuncio de la
duda, en tanto que el otro es expresión de la fe; uno
evidencia al licencioso haragán, el otro al siervo
productivo. El buscador de señales promete fe si logra
suficiente evidencia de que la fe no es necesaria. Los que
buscan correctamente la verdad, plantan la semilla de la
fe y la protegen con la paciencia, esperando el día de la
maduración y por ende de la cosecha. Estos comprenden
que los frutos del Espíritu están dados para el beneficio
84 El Espíritu Santo

de aquellos que aman al Señor y hacen un esfuerzo real


y honesto para cumplir sus mandamientos.
Los dones espirituales no se dan como señal a los que
persiguen "satisfacer sus concupiscencias" (D&C 46:9),
queriendo significar que no son dados para satisfacer la
curiosidad en la esfera de las cosas sagradas. En cuanto a
cuales son los dones que debemos buscar, éstos están
directamente relacionados con nuestras necesidades.
Aquellos que son llamados a misiones en el extranjero,
deben buscar el don de lenguas, un obispo debe buscar el
don del discernimiento; los enfermos o afligidos deben
buscar el don de ser sanados y así sucesivamente. Los
dones del Espíritu son correctamente buscados cuando
nuestro propósito es bendecir a otros con ellos.

Como Identificamos los Dones


que no nos son Propios

Cuando estudiamos las revelaciones acerca de los


dones espirituales, surge con frecuencia la pregunta:
¿Cómo puedo saber cuál es mi don particular? Dado que
el propósito principal de los dones espirituales es
bendecir y edificar a otros, la conclusión lógica es, que si
cumplimos con los llamamientos y trabajamos en los
oficios para los cuales hemos sido apartados, tendremos
la oportunidad de familiarizarnos con nuestros talentos
espirituales.Circunstancias particulares desarrollan o
ponen en evidencia dones particulares. Si alguno tiene
el don de sanidad, no se manifestará hasta que alguno
esté enfermo; si alguno tiene el don de interpretación de
lenguas, tal como lo hiciera notar el profeta,
permanecerá oculto hasta que alguien necesite ser
interpretado. En algunos casos, algunos dones
Los Dones del Espíritu 85

personales especiales pueden ser identificados en las


bendiciones patriarcales, las bendiciones paternas, las
ordenaciones o al ser apartados para oficios y
llamamientos.
También debemos observar que, así como somos
privilegiados con los dones del Espíritu de Dios, no
estamos excusados de la responsabilidad de nutrirlos y
desarrollarlos. El don de la enseñanza sirve como
ejemplo. Una cosa es que el don nos sea otorgado; pero
desarrollarlo y usarlo es una cosa muy diferente. Los
Dones, al igual que los talentos, no se gastan por el uso
sino que se fortalecen. Como un músculo, el don se
fortalece con el ejercicio.

Dones Relacionados con


Mayordomias Especiales

Algunos dones están obviamente relacionados con


los oficios. El testimonio de que Jesús es el Cristo está
asociado con el llamamiento de Apóstol; el don del
entendimiento de las diferencias de administración está
asociado con un puesto de presidencia; el don de
discernimiento está asociado con el oficio de obispo y así
sucesivamente. Dichos dones pueden cesar cuando se
produce un relevo. Un obispo, por ejemplo, puede tener
la capacidad de leer en un corazón atribulado, algo que
puede volverse casi imposible para él luego de su
relevo. Ciertamente, nos fue dicho que algunos están
capacitados para discernir todos los dones "no sea que
haya entre vosotros alguno que profesara tenerlos y sin
embargo no sea de Dios" (D&C 46:27).
Está prometido al hombre que está a la cabeza de la
Iglesia poseer todos los dones "para que haya una
86 El Espíritu Santo

cabeza, a fin de que todo miembro se beneficie con ello"


(D&C 46:29). Al decir ésto, no debemos entender que el
Presidente de la Iglesia posee todos los dones en su
perfección, o que los posee en mayor grado que
cualquier otro miembro de la Iglesia, o que el Presidente
de la Iglesia posee cada don en la misma proporción que
todo hombre que anteriormente presidió la Iglesia. Cada
uno de nuestros profetas ha contribuido al oficio de
profeta con talentos particulares que respondieron a
necesidades particulares en tiempos particulares.
Además, ellos fueron bendecidos con la fuerza
espiritual de buenos consejeros, y por la rica abundancia
de dones que siempre existe entre los miembros de los
quorumes directivos de la Iglesia.

Conclusión

Los dones espirituales son una señal de la Iglesia


Verdadera y así ha sido en cada dispensación del
evangelio. Cada persona que ha sido correctamente
bautizada y que ha pasado por la imposición de manos
sobre su cabeza para otorgarle el don del Espíritu Santo,
es recipiente de los dones espirituales. Dado que los
dones espirituales son señales de la Iglesia verdadera,
también son las señales por las cuales podemos saber
quienes son fieles a la Iglesia. Si los dones del Espíritu
no son visibles en nuestras vidas, no pueden actuar en
nuestras familias, por lo cual tendremos que efectuar los
cambios necesarios para lograr que el Espíritu Santo
vuelva a ser nuevamente nuestro compañero (Moroni
7:35-39).
Los dones espirituales son el sistema perfecto por el
cual el Señor ha elegido enlazar a los fieles en una
Los Dones del Espíritu 87

comunidad interdependiente, en la cual cada uno


contribuye a la fuerza y belleza de su trama.No hay
ninguna persona que posea la compañía del Espíritu
Santo que carezca de la habilidad y el poder de hacer una
significativa contribución al Reino de Dios. Ninguno de
ellos puede negarse a alabar a Dios y reconocer sus
dones especiales como evidencia de su Divinidad y un
testimonio de la realidad de su Evangelio (D&C 88:33).
7
Símbolos del Espíritu Santo
La señal de la paloma fue instituida antes de la creación del
mundo, un testigo para el Espíritu Santo, y el demonio no
puede venir en la señal de una paloma.
-José Smith.

Debido a que el lenguaje de los hombres no hace


justicia a las glorias del cielo, las escrituras fre­
cuentemente utilizan el más rico y expresivo lenguaje
de los simbolismos, para describir verdades eternas. Es
al mismo tiempo natural y apropiado, que el lenguaje
de los simbolismos sea utilizado para enseñarnos acerca
de los miembros de la Deidad así como acerca de los
varios roles que cumplen en cuanto a la salvación de los
hombres. Consideremos los símbolos comunmente
usados en las escrituras, para representar y enseñar
acerca del Espíritu Santo.

La Señal de la Paloma

Cuando Jesús de Nazareth salió de las aguas del


bautismo, Juan vió los cielos abiertos "y vió el Espíritu
de Dios que descendía como paloma, y venía sobre el"
(Mateo 3:16). En esta instancia, dice la versión del Rey
Símbolos del Espíritu Santo 89

Santiago, "el Espíritu Santo descendió en la forma


corporal de una paloma" (Lucas 3:22), o sea, que el
Espíritu Santo, quien "no tiene un cuerpo de carne y
huesos, sino que es un personaje de espíritu" (D&C
130:22), se hizo presente manifestándose en la señal de
una paloma. "La señal de la paloma [y ciertamente una
paloma estuvo presente en el bautismo de Jesús], fue
instituida desde antes de la creación del mundo; un
testigo del Espíritu Santo; y el demonio no puede venir
en la señal de una paloma. El Espíritu Santo es un
personaje. No está confinado a la 'forma' de una
paloma, sino a la 'señal' de la paloma. El Espíritu Santo
no fue transformado en una paloma, sino que la señal
de la paloma fue dada a Juan para dar cuenta de la
veracidad de los hechos, por cuanto la paloma es un
emblema o un símbolo de la verdad e inocencia"
(Enseñanzas del Profeta José Smith).
La paloma, que es el símbolo universal de la paz, ha
sido una señal de la presencia del Espíritu Santo entre
los profetas y entre las personas justas de todas las
épocas (Abraham, facsímile 2, figura 7). Cuando Noé
quizo saber si las aguas se habían retirado de la
superficie de la tierra [pues fue designio del Señor
limpiarla de todo lo sucio e indigno de su presencia]
envió una paloma, y la paloma "vino a él al atardecer; y
en su pico traía una rama de oliva. Así supo Noé que las
aguas habían sido retiradas de la tierra" (Génesis 8:11) y
que nuevamente la tierra sería un lugar adecuado para
ser habitado por los puros y los inocentes.

Fuego

Desde los comienzos de la historia, el fuego ha


estado asociado con calor y luz. En las teofaníaS
90 El Espíritu Santo

registradas en las escrituras, el fuego con frecuencia


representa la gloria y la santidad de Dios. Comenzando
por los días de Adán, el fuego consumaba las ofrendas
del sacrificio como símbolo de aprobación divina
(Moisés 5:5). El fuego eterno en el altar del Tabernáculo
en el desierto (Levítico 6:12-13) fue primeramente
encendido desde el cielo, y posteriormente re-encendido
en la dedicación del Templo de Salomón (Levítico
9:13,24:2 Crónicas 7: 1-3). El fuego fue el símbolo de la
presencia de Jehová y el instrumento de su poder,
mediante el cual manifestó su aprobación, o trajo la
destrucción sobre los rebeldes (Exodo 3:2-5 Números
11:1-3). Describiendo el rol del fuego como símbolo de la
divina presencia, Orson Pratt observó:

Moisés fue bautizado con el Espíritu Santo y con


fuego, pues cuando volvió del monte Sinaí, después
de haber estado con el Señor muchos días, su rostro
brillaba con tal fulgor, que los hijos de Israel no
podían soportar su brillantez y la intensidad de la luz,
sino que se apartaron de él. Moisés fue obligado a
velar su rostro para ocultar a Israel la gloria de su faz.
Es el mismo fuego que ha sido frecuentemente
exhibido por los santos ángeles, cuando aparecieron
en la gloria de los mortales. Fue el mismo fuego que
ardía en el Tabernáculo de Israel, durante cuarenta
años en el desierto. El mismo que cayó sobre los
rebeldes y los consumió por miles. El mismo que
consumó el sacrificio ofrecido por Elias y también las
piedras del altar y grandes cantidades de agua,
derramada sobre las mismas. Fue el mismo fuego que
llenó el Templo de Salomón, al tiempo de la
dedicación. Es el mismo que rodea al Santo de Israel.
... Pablo lo llama "fuego consumidor". Es el mismo por
Símbolos del Espíritu Santo 91

el cual todos los que sinceramente reciben el


bautismo de Juan, serán bautizados. Es el mismo
fuego y el mismo Espíritu Santo que descendió del
cielo como un viento poderoso y arrasador en el día
de Pentecostés, que fue visto en forma de lenguas
separadas y que controló las lenguas de los discípulos
para que pudiesen hablar en muchas lenguas
desconocidas para ellos (Discourses on the Holy
Ghost, pp.37-38).

Brigham Young declara:

Si pudiésemos ver a nuestro Padre Celestial,


veríamos un ser similar a nuestro padre terrenal, con
la diferencia que nuestro Padre en los Cielos está
exaltado y glorificado. El ha recibido sus tronos, sus
principados y poderes y El se sienta como gobernador
y monarca, y rige reinos, tronos y dominios que le
han sido conferidos, los cuales recibió por anticipado,
tal como nosotros. Mientras El estaba en la carne,
Como nosotros estamos, El era tal como nosotros
. somos ahora. Pero está escrito, que nuestro Dios es un
fuego consumidor y que El mora entre llamas
eternas, y ésta es la razón por la cual no podemos
estar con El. Hay principios que permanecen por toda
la eternidad/ y no hay fuego capaz de quitarles su
existencia. Son los principios puros, y el fuego es el
medio típico por el cual se prueba la gloria y la pureza
de los dioses y de los seres perfectos (Journal of
Discourses, 4:54).

El fuego también sirve como purificador y por lo


tanto fue un. símbolo natural del Espíritu Santo, el
santificados Juan el Bautista le dijo a los que bautizaba
92 El Espíritu Santo

en el río Jordán, que los bautizaba en el


arrepentimiento, pero uno que vendría detrás suyo, que
sería mayor que él, "cuyo calzado", dijo, "no soy digno
de llevar, El os bautizará en el Espíritu Santo y fuego"
(Mateo 3:11; Lucas 3:16). En el Libro de Mormón y en
Doctrina y Convenios, se refieren repetidamente a los
que han sido bautizados y que han recibido la compañía
del Espíritu, como aquellos que han recibido "el
bautismo del Espíritu Santo y de fuego" (2 Nefi 3t:13,14;
3 Nefi 9:20; D&C 19:31, 20:41). O sea, que han sido
purgados del pecado -la escoria espiritual há sido
limpiada de sus almas por el fuego- y han sido
purificados, y por lo tanto hechos merecedores de la
compañía del Espíritu Santo. A éstos Dios otorga los
dones inapreciables del Espíritu, cuya utilización está
inseparablemente unida a la justicia.
El simbolismo del Espíritu Santo es el de encender
una llama perpetua dentro del alma, que nos da luz y
calor, mientras purga constantemente lo que no es
limpio. Este concepto es muy diferente de la forma
sectaria de suponer que una pretendida experiencia
espiritual, brinda la seguridad de la salvación. Esto está
más relacionado con la iluminación, que con la imagen
que nos dan las escrituras, de una llama ardiendo
perpetuamente dentro del templo, alimentada con las
obras de la justicia. (Joseph Fielding McConkie, Gospel
Symbolism, p.197).
Dentro de las escrituras, el fuego es el símbolo del
poder espiritual, la iluminación, la inspiración y el
entendimiento; también está asociado con el acto de
testificar. Escribiendo a los Corintios, Pablo dijo: "Cada
obra de los hombres será manifiesta: porque el día
llegará en que será revelado por fuego; y el fuego
probará a cada hombre cuál es la clase de sus obras. Si la
Símbolos del Espíritu Santo 93

obra que edificó permaneciere, habrá recompensa. Si la


obra de alguno se quemare, él sufrirá la pérdida, si bien
el mismo será salvo" (I Corintios 3:13-15). Pablo está
diciendo, que en efecto, cada hombre será juzgado por
su doctrina. Si su doctrina ha sido enseñada para bien,
será ricamente recompensado. Sí, por otra parte, su
doctrina no ha sido verdadera, a pesar de su sinceridad y
buena intención, sus resultados serán quemados. Pero
puede arrepentirse de sus errores y construir una
nueva. El no tendrá recompensa pero sí la oportunidad
de corregir lo que nació de la ignorancia.
La promesa de Pablo no se extiende a aquellos que,
con malicia y amargura, se oponen a la verdad.
Aquellos que luchan y combaten contra la luz del
evangelio para proteger las malas acciones ocultas en las
tinieblas, no deben suponer que en el día del Juicio
serán merecedores de tan misericordioso tratamiento.
En cambio, debe entenderse que el fuego aquí
mencionado es el que juzga las obras de los hombres, no
el que purifica su alma. La doctrina aquí expuesta por
Pablo se ilustra con el rol del Espíritu Santo, como el
Santo Espíritu de la Promesa. Como hemos visto, solo
aquellas doctrinas y aquellas obras que son buenas
llevarán ese sello que asegura que son "eficaces,
virtuosas y fuertes en la resurrección de los muertos y
después"(D&C 132:7). La sinceridad de propósito no
exaltará una falsa doctrina.
Es en este contexto que Pablo pregunta: "¿No sabéis
que sois el Templo de Dios, y que el Espíritu de Dios
mora en vosotros?" Entonces sigue: "Si alguno
destruyera el templo de Dios, Dios le destruirá a él;
porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es"
(I Corintios 3:17). Diciendo esto, Pablo afirma que, así
como la tierra fue bautizada por agua en los tiempos de
94 El Espíritu Santo

Noé, será bautizada por fuego el día de la Segunda


Venida, porque ninguna cosa impura puede
permanecer en la presencia de Dios (2 Tesalonicenses
1:7-9). "Cada cosa corruptible, sea del hombre o de las
bestias del campo, o de las aves del cielo, o los peces del
mar, que esté sobre la faz de la tierra, será consumida; y
también se fundirán los elementos en ardiente calor; y
todas las cosas serán renovadas, para que mi
conocimiento y mi gloria puedan morar sobre la tierra"
(D&C 101:24-25). Así como el alma del hombre debe ser
santificada, o purificada, para poder asociarse con
aquello que es santo, de la misma forma, la tierra debe
ser santificada, y todo lo que en ella habita.

Aceite Puro de Oliva

"Y entonces, en ese día, antes que el Hijo del hombre


venga, el reino de los cielos será comparado con diez
vírgenes, quienes tomaron sus lámparas y salieron a
encontrar al esposo. Y cinco de ellas eran sabias, y cinco
eran necias. Las necias tomaron sus lámparas pero no
pusieron aceite en ellas; más las prudentes tomaron
aceite para sus lámparas" (Mateo 25:1-6). Así comienza
una de las más conocidas parábolas de Jesucristo. Para
que no nos hallemos entre las cinco vírgenes necias, el
Salvador en persona, dió en nuestros días una
interpretación de esta parábola. "Porque aquellos que
son prudentes y han recibido la verdad y han tomado al
Espíritu Santo por guía, y no han sido engañados,
ciertamente éstos no serán talados ni echados al fuego
sino que soportarán el día" (D&C 45:57). De esta forma
aprendemos que el Espíritu Santo, es el óleo que debe
guiar a los puros a la fiesta de esponsales, o más
Símbolos del Espíritu Santo 95

particularmente, a los convenios sagrados con el


Maestro.
Es difícil imaginar una mejor metáfora del Espíritu
Santo que la del aceite puro de oliva. Entre los antiguos
del Cercano Oriente, el aceite de oliva era la fuente de
calor, luz, alimento y curación. "El aceite de oliva",
escribió Truman Madsen, "era utilizado tanto externa
como internamente. Era aceite para cocinar, y era
condimento para hortalizas, panes y carnes. El aceite
puro de oliva tenía otros usos vitales; era un antídoto
casi universal, revirtiendo los efectos de una cantidad
de venenos. Se usaba frecuentemente en cataplasmas
para evitar infecciones y enfermedades. Como
ungüento, el aceite de oliva mezclado con otras
sustancias, suavizaba escoriaciones, heridas y úlceras
abiertas. Además, "la imagen de derramar aceite en las
aguas turbulentas, y la asociación de la rama de oliva
con la paz, [tal como fue ofrecida a Noé después del
diluvio] eran comunes en la Biblia. En otros contextos
espirituales, el óleo [aceite] fué el símbolo del perdón"
(The Olive Press, Ensign, Diciembre 1982 pp .58-59)

Unción Con Aceite

Las escrituras declaran acerca del Salvador, que Dios


"lo exaltó hasta lo sumo, y le dió un nombre sobre todo
nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda
rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra y
debajo de la tierra" (Filipenses 2:9-11). El nombre de
Jesús significa "Jehová salva", y connota con la idea de
que la salvación está en él. Cristo es un título que
significa "ungido" o "el ungido". En el Antiguo
Testamento la unción era la ceremonia principal en la
96 El Espíritu Santo

ordenación de profetas, sacerdotes y reyes. La unción era


la consagración ritual, o apartamiento para propósitos
sagrados. El ritual consistía en el derramamiento de
aceite puro de oliva sobre la cabeza del ungido, como
representación del Espíritu del Señor que debía ser
derramado sobre él y, por su intermedio, sobre toda la
nación de Israel. Bajo la dirección de sus profetas,
sacerdotes y reyes, Israel caminaría en sendas de justicia,
siendo cada profeta, sacerdote y rey, la representación
simbólica de Cristo, quien sería el Gran Profeta,
Sacerdote y Rey.
Todo lo que hacemos por la salvación de los
hombres debe ser hecho en el nombre de Jesucristo.
Como consecuencia natural, todo aquello que está
correctamente efectuado en el nombre de Cristo, será
acompañado por un derramamiento del Espíritu. La
acción de ungir la cabeza con aceite puro de oliva no es
sino la manifestación simbólica de ese derramamiento
espiritual. Juan escribe: "Pero vosotros tenéis la unción
del Santo y conocéis todas las cosas" (Juan 2:20), o, en la
expresión más perfecta de Moroni, "Por el poder, del
Espíritu Santo conocerás la verdad de todas las cosas"
(Moroni 10:5).
"Pero la unción que vosotros recibisteis de El,
permanece en vosotros y no tenéis necesidad de que
nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña
todas las cosas, y es verdad, y no mentira, según ella os
ha enseñado, permanecerá en él" (I Juan 2:27).
Ilustrando este principio, aprendemos que, mientras
Cristo esperaba que llegara el día de su ministerio
"servía a su Padre y no hablaba como los otros hombres,
ni podía ser enseñado; porque no necesitaba que nadie
le enseñara" (Juan 3:25). No debemos suponer que
Cristo no fue enseñado por sus guardianes terrenales o
Símbolos del Espíritu Santo 97

por maestros, como cualquier otro jovencito; en cambio,


debemos entender que El aprendió los principios del
evangelio bajo la tutela del Espíritu Santo.
Tal condición se cumple en todo aquel que declare su
evangelio en Su nombre; el Espíritu Santo debe ser la
fuente de los que están comisionados para enseñar.
"Escuchad élderes de mi Iglesia, a quienes he nombrado:
no sois enviados para que se os instruya, sino para
enseñar a los hijos de los hombres las cosas que yo he
puesto en vuestras manos por el poder de mi Espíritu;
santificaos y seréis investidos con poder, para que podáis
impartir como yo he hablado" (D&C 43:15-16).
La ordenanza a la cual se refiere el versículo citado,
abarca exactamente un lavamiento ritual y la unción
con aceite, significando que el participante desea
consagrar conjuntamente alma y cuerpo al servicio del
Señor. En la dedicación del Templo de Kirtland, José
Smith oró así: "Dejad que la unción de Tus ministros
sea sellada sobre ellos con poder de lo alto. Deja que se
cumpla sobre ellos, tal como sobre aquellos en el día de
Pentecostés; deja que el don de lenguas sea derramado
sobre tu pueblo, aún lenguas partidas de fuego y por lo
tanto de interpretación... Pon sobre mis siervos el
testimonio del convenio, para que cuando salgan y
proclamen tu palabra puedan cumplir la ley" (D&C
109:35-38).
La ordenanza de administrar a los enfermos también
está asociada con la unción con aceite, Aprendemos en
el Nuevo Testamento que los misioneros en los días de
Cristo "ungieron con aceite a muchos que
estabanenfermos, y los sanaban" (Marcos 6:13). La
persona enferma ha sido aconsejada de llamar a "los
élderes de la Iglesia, y dejarles orar sobre él, ungiéndolo
con aceite en el nombre del Señor". Entonces viene la
98 El Espíritu Santo

promesa de que "la oración de fe sanará a los enfermos,


y el Señor los levantará; y si han pecado, serán
perdonados" (Santiago 5:14-15). Tal ha sido siempre el
orden en la casa de fe (ver D&C 42:44). Así como en
otros rituales que involucran el derramamiento de
aceite consagrado y dedicado para la bendición de los
Santos, el ritual de administrar a los enfermos también
representa el derramamiento del Espíritu.
Antiguamente, la unción era un símbolo de pros­
peridad, y traía como consecuencia, un sentimiento de
gozo (Salmos 104:15). En este caso la unción es descripta
figuradamente como la unción "con el óleo del gozo"
(Salmos 45:7; Hebreos 1:9) u "óleo de la alegría" (Isaías
61:3). Es una perfecta expresión simbólica para esta ma­
nifestación del Espíritu, el derramamiento del Espíritu
Santo.

Un Viento Anasador y Poderoso

¿De dónde viene el testimonio del Espíritu? En


respuesta a tal pregunta, el Salvador dijo: "El viento
sopla por doquier y oyes su sonido; más ni sabes de
donde viene ni adonde va; así con todo aquel nacido del
Espíritu" (Juan 3:8). No podemos ver el viento, solo sus
efectos. Sopla en variadas direcciones, -oímos su sonido,
percibimos su presencia en el movimiento de los
árboles, lo sentimos empujar nuestras espaldas o azotar
nuestras mejillas- pero no podemos verlo. Lo mismo
sucede con las operaciones del Espíritu. No podemos
verlas. No podemos decir de donde vienen, y no
sabemos a donde nos llevarán; aunque sus efectos son
obvios. Por cierto, en hebreo, la palabra espíritu y la
palabra viento son idénticas.
Símbolos del Espíritu Santo 99

En el día de Pentecostés, los Doce se hallaban


reunidos en el cuarto superior "y repentinamente, vino
un sonido desde el cielo, como un viento arrasador y
poderoso, y llenó el lugar en donde estaban sentados y
entonces aparecieron ante ellos lenguas separadas como
de fuego, que se posaron sobre ellos. Y fueron llenos del
Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en lenguas, pues
el Espíritu les daba que hablasen" (Hechos 2:2-4). En la
oración dedicatoria del Templo de Kirtland, el Profeta
José Smith oró al mismo Espíritu que se presentó el día
de Pentecostés. "Hinchese tu casa con tu gloria, como un
viento fuerte e impetuoso" pidió a los cielos (D&C
109:37).' Su oración no fue ignorada. Leemos: "El
Hermano George A. Smith se levantó y comenzó a
profetizar, cuando se oyó un ruido, como el sonido de
un viento fuerte e impetuoso, que llenó el Templo, y
toda la congregación se levantó simultáneamente,
siendo movida por un poder invisible; muchos
comenzaron a hablar en lenguas y a profetizar; otros
tuvieron gloriosas visiones, y yo percibí que el Templo
se llenaba de ángeles, lo cual declaré a la congregación.
La gente de los alrededores vino corriendo, al escuchar
un inusual ruido adentro del Templo y al ver una luz
brillante como una columna de fuego posada sobre el
mismo, asombrada de lo que sucedía. Estas ma­
nifestaciones continuaron hasta que la reunión finalizó,
a las 11 pm (Historia de la Iglesia, 2:428).

Conclusión

Los símbolos ayudan a compensar la imperfección de


las palabras. Nos ayudan a ampliar la percepción y sentir
la naturaleza, propósito y forma en la cual el tercer
100 El Espíritu Santo

miembro de la Deidad enseña y testifica de las verdades


del cielo. Por eso la gracia, la paz y la gentileza del
Espíritu lo hace similar a una paloma; y los susurros del
Espíritu Santo son como el soplido del viento, que
oímos pero no vemos, y su ardiente presencia puede dar
calor a nuestras almas y aún arder como el fuego dentro
nuestro. Para los antiguos, el "Espíritu Santo" era el
"óleo de alegría" de los atribulados, "investidura de
alabanzas para el espíritu angustiado" (Isaías 61:3), y
"óleo de gozo" para los que han' amado la justicia y
odiado la iniquidad (Salmos 45:7). És el santo aceite de la
unción, el derramamiento del Espíritu, por el cual
tomamos sobre nosotros el nombre de Cristo. "Y
nuevamente les digo, todas las cosas deben ser hechas
en el nombre de Cristo; cualquier cosa que hagáis en el
Espíritu" (D&C 46:31).
8
El Consolador
Más el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre
enviará en mi nombre, os enseñará todas las cosas y os
recordará todo lo que yo he dicho.
-fuan 14:26

Mientras el Salvador ministraba entre los mortales,


los Santos tuvieron la oportunidad de regocijarse en su
amor y entibiarse en su luz. Seguramente no hubo
sentimiento más estable y seguro que el poder gozar de
la compañía del Creador del cielo y de la tierra, mientras
moraba en la carne. Por eso, cuando su ministerio
galileo llegaba al final, prometió a sus devotos
discípulos que enviaría a otro en su lugar para
ayudarlos durante su ausencia. "Si me amáis", dijo,
"guardad mis mandamientos. Y yo oraré al Padre, y El
os dará otro Consolador, que permanecerá con vosotros
para siempre; aún el espíritu de la verdad" (Juan 14:15-
16).
Este fue un don conocido por los antiguos y gozado
por los Santos primeros. Ciertamente no hay palabra
que pueda ser utilizada en forma más significativa de la
obra del Espíritu Santo que Consolador. Este miembro
de la Deidad es enviado por el Padre y por el Hijo para
102 El Espíritu Santo

dar consuelo, aliviar cargas, mitigar dolores, dar fuerzas


en los tiempos difíciles y enseñar cosas gloriosas e
inmortales. Es el ayudante, el sanador, el abogado y
mensajero del Padre y del Hijo. Y debido a que "el
Consolador conoce todas las cosas" (D&C 42:17; 35:19),
"nos guiará a la verdad... y nos mostrará las cosas por
venir" (Juan 16:13)

El Consuelo de la Pureza Personal

La mayor carga que un hombre o una mujer pueden


llevar en esta vida es la del pecado. El pecado enajena. El
pecado aliena. Si permitimos que permanezca y no nos
arrepentimos, nos conduce a la desesperación y a la
dispersión (Moroni 10:22). Efectivamente, uno de los
mayores consuelos de esta vida es la seguridad de que
nuestros pecados han sido perdonados, que nosotros
hemos sido perdonados. El Presidente Harold B. Lee
declaró: "Los más grandes milagros que veo hoy en día
no son necesariamente las curaciones de cuerpos
enfermos, sino la curación de almas enfermas, de
aquellos que están enfermos en alma y espíritu, y están
angustiados y atribulados" (Conference Report, Abril
1973, p.178)
Oscar McConkie escribió: "Los hombres están
preparados para la salvación, por la remisión de los
pecados. Y ellos serán consolados cuando no estén más
bajo la atadura del pecado. El Espíritu Santo consuela a
todos los que aman a Dios y son limpiados del pecado.
Todos los otros son inconsolables". Continuando,
observó:
El Consolador 103

Los poderes sumados del Padre, el Hijo y el


Espíritu Santo consuelan indefectiblemente a quien
los recibe. Pero el Espíritu Santo está especialmente
ordenado para consolar a los fieles y darles la
seguridad del perdón de sus transgresiones. Debido a
Cristo, el Padre absuelve a los que se arrepienten de
sus pecados, y este conocimiento es el que brinda más
consuelo que todo otro conocimiento. Y el Espíritu
Santo ensancha sus mentes, las llena de verdad y
preserva sus propósitos dignos. El Hijo ve cada pena
en el justo y lo sana, pero no enviará el Espíritu
Santo a cualquiera que gangrene su carne con
iniquidad, o que promueva cualquier mortificación
de su fuerza, por Cristo los arrepentidos son lavados
por el Espíritu Santo, el cual destruye todos sus
temores, lava toda iniquidad de ellos y les da
seguridad de salvación, lo cual constituye el mayor
consuelo que Dios puede brindarles. (The Holy Ghost
Pp.61-63).

No obstante que es cierto que los pecados y la


iniquidad se remiten por la sangre de Cristo, a través de
la preciosa sangre del "Cordero sacrificado desde la
fundación del mundo" (Apocalipsis 13:8; Moisés 7:47), el
Espíritu Santo es el medio por el cual nos llega la
remisión de los pecados y el consuelo. Nefi exhortó a la
humanidad a seguir el ejemplo del Señor y Maestro y
entrar en las aguas del bautismo para cumplir con el
mandamiento del Padre. "En todo lugar", aconsejó,
"haced las cosas que os he dicho que he visto hacer a
vuestro Señor y Redentor; porque por esta causa me
han sido mostradas, para que puedan ser la puerta por
donde podéis entrar. Porque la puerta por la cual
deberéis entrar es el arrepentimiento y el bautismo por
104 El Espíritu Santo

agua; y entonces viene la remisión de vuestros pecados


por fuego y por el Espíritu Santo" (2 Nefi 31:17). Moroni
explicó que en la Iglesia de Cristo "ninguno sería
recibido en el bautismo salvo que hubiese tomado sobre
sí el nombre de Cristo, tomando la determinación de
servirlo hasta el fin. Y después de haber sido recibido en
el bautismo, y haber sido limpiados por el poder del
Espíritu Santo, será contado entre los miembros de la
Iglesia del Señor -de Cristo-" (Moroni 6:3-4. Comparar
con 3 Nefi 12:2).
Hay dos bautismos, el bautismo del agua y el
bautismo de fuego o del Espíritu Santo. Ambos son
requeridos para la remisión de los pecados; ambos son
esenciales para la salvación (Ver D&C 76:52). El
bautismo de agua solamente, no limpiará al penitente,
pues es absolutamente necesario que la escoria y la
inmundicia sean quemadas por el fuego del Espíritu.
"Podéis bautizar tanto una bolsa de arena, como un
hombre", explicó José Smith, "si no lo hacéis teniendo
en cuenta la remisión de los pecados y la obtención del
Espíritu Santo. El bautismo por agua es solo la mitad del
bautismo, y no sirve de nada sin la otra mitad -o sea el
bautismo del Espíritu Santo." (Enseñanzas del Profeta
José Smith). "Los pecados son remitidos", ha escrito
Eider Bruce McConkie, "no en las aguas del bautismo,
hablando figurativamente, sino cuando recibimos el
Espíritu Santo. Es el Espíritu Santo de Dios que borra la
carnalidad y nos lleva a un estado de justicia. Nos
volvemos limpios cuando efectivamente recibimos la
compañía y camaradería del Espíritu Santo. Es entonces
cuando el pecado, la inmundicia y la iniquidad son
quemados de nuestras almas como por fuego. El
bautismo del Espíritu Santo es el bautismo de fuego" (A
El Consolador 105

New Witness for The Articles of Faith, p.290; ver


también p.239).
Mormón escribió acerca de una experiencia del Rey
Benjamín, que provee una pauta por la cual los Santos
de todas las épocas pueden saber si sus pecados han sido
perdonados. Después que Benjamín hace un relato de
su reino y ministerio, convoca a su pueblo al noble
servicio de sus semejantes; luego que hubo hablado las
palabras que le indicara un ángel, testificó de la venida
del Señor Omnipotente para mediar por los pecados del
mundo; luego de haber enseñado con fervor y
convicción que el hombre natural es enemigo de Dios y
debe ser apartado por medio del luto piadoso y el
sincero arrepentimiento, el pueblo entonces,
sobrecogido por el poder y la significancia del mensaje,
cayó al suelo, "porque el temor del Señor había caído
sobre ellos" y se habían visto a si mismos en su estado
carnal, aún menos que el polvo de la tierra".
Posteriormente, "gritaron fuertemente con una voz
diciendo: Oh, ten piedad, y aplica la sangre expiatoria de
Cristo" (Mosiah 4:1-3).
Cuando los pecados de una persona han sido
perdonados, el recuerdo doloroso de la ofensa comienza
a desaparecer, y también la espantosa soledad que sigue
al despertar al pecado. El Espíritu Santo no puede morar
en un tabernáculo impuro (I Corintios 3:16-17; ver
también Alma 11:37; 3 Nefi 27:19). Una persona que
comience nuevamente a disfrutar la influencia y los
dones del Espíritu -una influencia que los Santos
atesoran y cuya pérdida es dolorosa y amarga- puede
estar segura de que ha dejado de ser impura. El
Consolador reprueba el pecado. Tal proceso lleva al
gozo, a aquella "paz de la conciencia" asociada con el
106 El Espíritu Santo

conocimiento de que el Señor no tiene más presente el


pecado (D&C 58:42)

El Consuelo de la Perspectiva

El Espíritu Santo, como tercer miembro de la Deidad,


posee los atributos de Dios, y como tal habla y actúa en
nombre del Padre y del Hijo. Recibir la palabra del
Espíritu es recibir la palabra del Padre. Ganar la guía del
Espíritu es ganar la mente de Cristo. "Este Espíritu es
perfecto. Por lo tanto, todo lo que hace es perfecto, y sus
enseñanzas son perfectas... (El) está junto a los hombres
en lugar de Dios, instruyéndolos de acuerdo a los deseos
del Padre" (Oscar McConkie, The Holy Ghost, p.76). Uno
de los roles del Espíritu Santo es proveer a los hombres
de la perspectiva de Dios, la visión de las cosas tal como
realmente son, la visión de la vida y la muerte desde
más alto.
"La realidad más inflexible de la vida es la muerte. La
muerte es un asunto que paraliza y aterroriza los
corazones de muchos hombres. Es algo que tememos,
que nos atemoriza verdaderamente, y de lo que muchos
escaparíamos si pudiésemos... Los más fríos inviernos
de la vida pueden hallarnos caminando solos. Durante
estas oscuras y frías estaciones de soledad, nos
arropamos con la protectora vestidura de la fe, y su
perspectiva, y nos calentamos con recuerdos preciosos.
Así nos movemos, buscando siempre ver las cosas de la
misma manera que Dios las ve" (Robert Millet & J.
McConkie, The Life Beyond, pp.14-15). Quizás no hay
otro tiempo en el cual necesitemos y busquemos el
consuelo del Espíritu más intensamente, que en el
tiempo de perder un ser querido. Mediante el poder del
El Consolador 107

Espíritu, con el tiempo, el dolor de la pérdida personal


comienza a desvanecerse, con el descubrimiento de que
el ser amado continúa viviendo en otra esfera de
existencia más allá del velo; que la vida, el trabajo y el
amor son eternos; y que esa reunión es una realidad,
aunque postergada, definitiva. "Es precioso a la vista del
Señor", declara el salmista, "es la muerte de los Santos"
(Salmos 116:15). La "paz... que supera todo
entendimiento" (Filipenses 4:7) está más allá de la
comprensión limitada del hombre, una paz que
trasciende la capacidad mortal para comprender o
consentir. Es de Dios.
Vivir en tiempos problemáticos y corruptos puede
llevar a algunos a la dispersión. Otros podrán concluir
que no se puede hacer mucho para reformar un mundo
corrupto, y por consiguiente sentirán amargura y enojo
hacia aquellos que traen hedor y manchas sobre la
humanidad. Aquellos Santos que buscan la influencia
del Espíritu Santo tomarán, sin embargo, diferente
curso. Ellos llegarán a ver el mundo tal como Dios lo
ve. Una experiencia en la vida de Alma hijo ilustrará lo
que generalmente sucede a aquellos que se abren a las
sugerencias del Espíritu.
Habiendo sido testigo de la vergüenza, la hipocresía y
el egoísmo de los Zoroamitas, mientras se dirigían a la
cumbre del Rameumpton y cumplían con sus
oraciones, Alma y sus compañeros de misión esta-
ban"asombrados más allá de toda medida". Cuando
Alma presenció estas cosas, "su corazón estaba apenado;
porque vió que ellos eran personas inicuas y perversas".
El entonces clama a Dios en poderosa oración: "¿Oh,
cuanto más, oh Señor, soportarás que tus siervos moren
aqúí en la carne, para realizar tan grandes iniquidades
entre los hijos de los hombres?... Oh, Señor", Alma
108 El Espíritu Santo

suplicó, "dame fuerzas para que pueda soportar mis


debilidades. Porque... tal iniquidad entre esta gente
acongoja mi corazón. Oh, Señor", continuó, -y
prestemos atención ahora a su petición a Dios- "mi
corazón está excesivamente apenado; consuela mi alma
en Cristo". Alma entonces oró fervientemente por el
mismo consuelo para sus compañeros: "Oh, Señor",
pidió, "consuela sus almas en Cristo".
No obstante, el deseo de Alma por el bienestar de los
Zoroamitas sobrepasaba su aborrecimiento por sus
pecados. El solicitaba que el Señor le concediera a él y a
sus compañeros éxito en convertir a los Zoroamitas. En
este punto observamos una maravillosa transformación
en su oración, transformación nacida del Espíritu: "Oh,
Señor, sus almas son preciosas, y muchos de ellos son
nuestros hermanos; por lo tanto daños, oh Señor, poder
y sabiduría para que pueda traer a éstos, nuestros
hermanos, nuevamente ante Tí" (Alma 31:19-35). "Qué
diferencia", enseñó el Presidente Harold B. Lee, "si
nosotros realmente sintiéramos nuestra relación con
Dios, nuestro Padre Celestial; nuestra relación con
Jesucristo, nuestro Salvador y Hermano Mayor; y
nuestra relación con cada uno de nuestros semejantes"
(Conference Report Octubre 1973, p.9). Tal es el
entendimiento que nos llega por el poder, y a través del
don del Espíritu Santo.
Como Santos de los Ultimos Días, en un momento u
otro, todos somos desafiados por preguntas acerca de
asuntos pertenecientes a nuestra historia o a nuestra
teología. En tales casos haremos bien en usar los poderes
del Consolador -ganar la seguridad cuando las preguntas
no sean contestadas a nuestra satisfacción, cuando las
dudas permanecen, y cuando las dificultades necesitan
ser superadas por un tiempo-. El testigo de esta obra -la
El Consolador 109

vitalidad y la veracidad de la restauración- es


fundamental y básica para nuestra paz. Tal testimonio
puede llegar a todo miembro de la Iglesia y servirle de
ancla en aguas borrascosas. Nadie sugiere seguir
ciegamente la dirección de los Apóstoles y de los
Profetas. Todos son alentados a buscar una fe
inquebrantable; haciéndolo se tornan mejores abogados
en la causa de la fe.
Pero, generalmente, adquirir tal testimonio lleva
tiempo. Los Santos que aprenden a convivir sabiamente
con sus dudas, se mueven hacia adelante 'en paciencia y
fe" (D&C 21:5), buscando siempre el silencioso descanso
del Espíritu, el cual deviene eventualmente en una
firme convicción de la verdad (ver José Smith, Gospel
Doctrine, pp.58, 126). A su debido tiempo el pueblo de
Dios llega a saber, por el poder del Espíritu Santo,
quienes son, de donde vienen y porqué están aquí. El
Presidente Brigham Young enseñó:

El Espíritu Santo toma del Padre y del Hijo y lo


muestra a sus discípulos (ver Juan 16:13-15). Les
muestra las cosas pasadas, presentes y por venir.
Abre la visión de sus mentes, les descubre tesoros
de sabiduría y ellos comienzan a comprender las
cosas de Dios... Se comprenden a sí mismos y
comprenden el grandioso objetivo de su existencia.
También comprenden los designios de los inicuos
y los designios de aquellos que los sirven;
comprenden los propósitos del Todopoderoso al
formar la tierra y poner a la humanidad sobre ella,
y el propósito final de Sus creaciones. Los conduce
a beber de la fuente de sabiduría eterna, justicia y
verdad; crecen en gracia, y en el conocimiento de la
verdad tal como es en Jesucristo, hasta que ven tal
110 El Espíritu Santo

como son vistos y conocen tal como son conocidos


(Journal of Discourses 1:241)

El Consuelo de Conocer lo que Pacifica

En una revelación dada a Edward Partridge luego de


su bautismo, el Señor dijo: "Pondré mi mano sobre tí
por la mano de mi siervo Sidney Rigdon, y recibirás mi
espíritu, el Espíritu Santo, aún el Consolador, quien te
enseñará las cosas apacibles del reino" (D&C 36:2).
También llegó la voz de Jehová a James Covill: "De
cierto te digo, que el que no recibe mi evangelio,
tampoco me recibe. Y este es mi evangelio.
Arrepentimiento y bautismo en el agua, tras lo cual
viene el bautismo del Consolador, el cual manifiesta
todas las cosas y enseña las cosas apacibles del reino
(D&C 39:5-6).
Las cosas apacibles del reino son cosas pertenecientes
al reino espiritual. Cosas que solo pueden ser conocidas
y comprendidas por revelación. Son los misterios de
Dios, aquellas verdades sagradas desconocidas e
incomprensibles para el descarriado y el mundano. Ellas
traen paz a los fieles y confusión a los escépticos. Las
cosas apacibles del reino son percepciones e impresiones
que destilan alegría sobre las almas de los justos,
percepciones sagradas que, por otra parte, están
relegadas por la sabiduría del mundo o no reconocidas
en el ámbito de la necedad... "Si pides", se nos ha
prometido, "recibirás revelación tras revelación,
conocimiento tras conocimiento, para que puedas
conocer los misterios y las cosas apacibles -aquellas que
traen gozo, que traen vida eterna" (D&C 42:16). Recibir
las cosas apacibles del reino es recibir el testimonio del
El Consolador 111

"registro de los cielos; el Consolador; las cosas apacibles


de la gloria inmortal; la verdad de todas las cosas;
aquello que aviva todas las cosas; que les da vida; que
conoce todas las cosas y tiene todo poder, de acuerdo con
la sabiduría, la misericordia, la verdad, la justicia y el
juicio" (Moisés 6:61). Conocer las cosas apacibles es
conocer las cosas de Dios.
Poseer la mente de Dios es particularmente
importante cuando oramos. La oración correcta es
dirigida al Padre, en el nombre de Jesucristo, por el
poder del Espíritu Santo. "Detengámonos y
considerémoslo. Vamos a orar en el nombre de
Jesucristo. ¿Qué significa? ¿No es lo mismo que con los
milagros, las ordenanzas, las profecías y la predicación?
Todo está hecho en su nombre. Cuando oramos en el
nombre de Cristo, entre otras cosas, nos ponemos en su
lugar y condición. Decimos las palabras que El diría,
debido a que nuestras oraciones, cuando siguen las
pautas divinas, son dichas por el poder del Espíritu
Santo. Y debido a que son dichas en el nombre del
Bendito Jesús, nuestras palabras se vuelven Sus
palabras; ellas son las que El diría en la misma ocasión"
(Robert L. Millet y Joseph Fielding McConkie, In His
Holy Ñame, p.56).
Aquellos que buscan purificar sus corazones delante
de Dios; los que evitan la mera apariencia del mal; que
buscan con todas sus fuerzas elevarse por sobre lo carnal
y lo sensual; quienes se entregan en oración ferviente y
devotamente, tales personas hallan que, en ocasiones,
sus palabras superan sus pensamientos; descubren que
las palabras de sus peticiones les han sido dictadas desde
lo alto. "El que pide en el Espíritu, pide de acuerdo a la
voluntad de Dios; por lo tanto, es hecho conforme a lo
que pide" (D&C 46:30). "Y si sois purificados y limpiados
112 El Espíritu Santo

de todo pecado", dijo el Señor, "pediréis cuanto


quisiereis en el nombre de Jesús y se cumplirá. Más
sabed ésto, que os será indicado lo que debéis pedir"
(D&C 5:29-30). Pablo también enseñó que "el Espíritu
también nos asiste en nuestras debilidades; porque no
sabemos por qué debemos orar, sino que debemos orar;
pero el Espíritu intercede por nosotros de manera que
no puede ser expresada; y aquel que busca los corazones
-o sea Cristo, quien envía el Consolador- sabe que es la
mente del Espíritu, porque intercede por los Santos, de
acuerdo a la voluntad de Dios" (Romanos 8:26-27;
Enseñanzas del Profeta José Smith). Ciertamente, el
Espíritu Santo nos enseña no sólo que debemos orar,
sino cómo orar y para qué.(ver 2 Nefi 32:8-9).
Esta, por supuesto, es la llave para que nuestras
oraciones sean contestadas. Así Cristo puede
concedernos la trascendente promesa hecha a Nefi, hijo
de Helamán: "Y porque has hecho esto tan
incansablemente, he aquí, te bendeciré para siempre; y
te haré poderoso en palabra y en acción, en fe y en obras;
sí, al grado de que todas las cosas te serán hechas según
tus palabras, porque tú no pedirás lo que sea contrario a
mi voluntad" (Helamán 10:5). Cuando Jesús estaba
entre los Nefitas en América, ordenó a sus Apóstoles
orar "Y aconteció que ...no multiplicaban muchas
palabras porque les era manifestado lo qüe debían pedir,
y estaban llenos de anhelo" (3 Nefi 19-24). Tal oración
resulta más que peticionaria; se vuelve instructiva y
revelatoria en su área; aprendemos de lo que
expresamos. "Cuando hemos trabajado arduamente por
años", explicó Brigham Young, "aprendemos este hecho
simple: Si nuestros corazones están en lo justo, y
continuamos siendo obedientes, sirviendo a Dios y
orando, el espíritu de revelación vendrá sobre nosotros
El Consolador 113

como una lluvia de agua de vida eterna” (Journal of


Discourses, 12:103). Además, el Presidente Young
aconsejó: "Dejad a todas las personas que sean
fervientes en sus oraciones, hasta que sepan las cosas de
Dios por sí mismos" (Journal of Discourses 9:150)

El Consuelo de la Esperanza y el Amor Perfecto

La esperanza arde brillantemente en los corazones de


los fieles. Es una virtud y un atributo divino. Aquellos
que no conocen a Dios, o sus caminos, y les es
presentada la verdad por un siervo del Señor,
comienzan su jornada de fe con esperanza. Esperan que
lo que les ha sido presentado sea cierto; que haya un
Redentor y un Señor; un plan divino creado para la
salvación de los hijos de Dios. Ellos -los investigadores-
reciben el bautismo en el agua y en el Espíritu, y crecen
en dones espirituales desde un nivel al siguiente
superior. Su esperanza inicial en un Salvador y por
poder apartarse de la alienación en que habían vivido
queda en el pasado, y es reemplazada por una nueva
esperanza, la bendita esperanza de llegar a la vida eterna
por medio de Cristo. "El hombre debe esperar", nos
recuerda Moroni, "o no recibirá la herencia en el sitio
que el Señor ha preparado para los obedientes" (Eter
12:32). "¿Y qué debemos esperar?" Moroni preguntó
más. tarde, "Debéis tener esperanza en que, por medio
de la expiación de Cristo y el poder de su resurrección,
. seréis resucitados a la vida eterna" (Moroni 7:41). Tal
esperanza es acunada en los corazones y las mentes de
los fieles, y es nacida del Espíritu, el Consolador.
"El primer fruto del arrepentimiento es el bautismo",
Moroni enseñó, "y el bautismo viene por la fe en el
114 El Espíritu Santo

cumplimiento de los mandamientos; y el


cumplimiento de los mandamientos trae la remisión de
los pecados; y la remisión de los pecados trae
misericordia y sencillez de corazón; y por causa de la
misericordia y la sencillez de corazón viene la
visitación del Espíritu Santo, el Consolador lleno de
esperanza y amor perfecto, el cual perdura por la
diligencia en la oración, hasta que venga el fin, cuando
todos los Santos morarán con Dios" (Moroni 8:25-26). El
amor perfecto, la caridad, el puro amor de Cristo,
(Moroni 7:47), viene a los hombres y mujeres como un
don de Dios por el Consolador. Poseer caridad es estar
motivado por un poder celestial, es ser llevado por un
espíritu sublime que no tiene contraparte en la tierra.
Estar lleno de caridad, -don que nos llega del Espíritu
por medio de la oración diligente y perseverancia en la
rectitud (Moroni 7:48)- es amar puramente, como lo
hace Cristo, así como amar a Cristo puramente. Es un
don que provee propósito, profundidad y perpetuidad a
las relaciones, enriqueciendo el significado de la vida.
Aquellos llenos de caridad sirven con su mira puesta
en la gloria de Dios; trabajan para el bienestar de Sión (2
Nefi 26:30-31); son desinteresados en su servicio y están
listos para soportar, creer y perseverar en todas las cosas
por la causa de la verdad y él bienestar de sus
semejantes (ver Moroni 7:45; I Corintios 13:4-7).
Aquellos sobre los cuales el Consolador derrama el don
de la caridad están cimentados en esa esperanza, y esa
convicción es la que los ayuda a enfrentar las tormentas
de la adversidad y la tentación. Enfrentan las aflicciones
con madurez y con la trascendente visión que les
permite servir a Dios en todas las dificultades. "Muchos
de nosotros”, explicó José Smith, "hemos ido a
enfrentar el mal por mandato del Señor, y hemos
El Consolador 115

obtenido bendiciones indescriptibles, por las cuales


nuestros nombres están sellados en el Libro de la Vida
del Cordero, pues así lo ha dicho el Señor". Por lo tanto,
destacando la importancia de sentir durante nuestra
vida aquella calidad de amor otorgada por el
Consolador, el Profeta enseñó que "hasta que tengamos
perfecto amor estamos en peligro de caer, y cuando
tenemos un testimonio de que nuestros nombres están
sellados en el Libro de la Vida del Cordero, tendremos
el perfecto amor, y los falsos Cristos no podrán
engañarnos" (Enseñanzas del Profeta José Smith). Los
Santos de todas las épocas fueron instruidos para
cubrirse con el vínculo de la caridad "como un manto,
que es el vínculo de la perfección y de la paz" (D&C
88:125; Colosenses 3:14).
Abreviando lo expuesto, el Consolador, quien es el
Espíritu Santo, conduce a los hombres hacia la verdad y
brinda aquella calidad de vida -aquella felicidad- que es
el objetivo y el destino de nuestra existencia
(Enseñanzas del Profeta José Smith). Un joven élder
habló elocuentemente acerca de las ministraciones del
Espíritu, y del consuelo, la paz y el poder que pueden
llegar a ser nuestros por medio de este don celestial. "En
determinado momento de la vida de este élder", cuenta,
"cuando estaba realizando un verdadero esfuerzo por
sobreponerse a sus debilidades y cumplir con ciertos
deberes que le eran requeridos, en un estado de
preocupación y pena, tuvo una experiencia que quizás
podría clasificarse como una visión, o un sueño, y
ocurrió durante su descanso en la quietud de la noche."

"Se veía a sí mismo de rodillas con el rostro


vuelto hacia los cielos como si estuviese orando.
Gradualmente lo envolvió un sentimiento de calmo
116 El Espíritu Santo

contentamiento, un olvido de las preocupaciones y el


desapercibimiento de su entorno mortal. Este
sentimiento de satisfacción comenzó a aumentar
hasta llegar a ser de felicidad, hasta que su alma fue
envuelta por una felicidad exquisita, como la que
nunca había experimentado, aún en sus momentos
más favorables.
Había surgido dentro de su mente, poseyendo y
avivando su corazón, un sentido de suprema
plenitud. Era como si cada deseo justo le fuese
concedido; cada cosa buena pretendida en la vida le
fuese otorgada; era la plenitud de realización
superando su naturaleza.
Parecía que un calor, a través de todo su cuerpo, lo
llenaba de una tibieza celestial..."
En callada meditación sobre lo que le había
ocurrido, llegó a la lógica conclusión de que, por un
breve lapso, le fue permitido probar -mediante el
poder del Espíritu Santo- la felicidad celestial. Y una
explicación un poco más amplia halló en la escritura
que dice que un hombre no puede ver ni oir, ni
entender, todo lo que abarcan las bendiciones de Dios.
(Improvement Era, Junio 1905, pp.623-624)

Conclusión

Un padre amoroso no nos exige atravesar solos las


sendas de la mortalidad. El ha provisto un don
invaluable -la compañía del Espíritu Santo- el
Consolador. Es el Consolador el que es "derramado
sobre los hombres para dar revelación de Jesucristo"
(D&C 90:11); más específicamente, es "el Consolador,
quien manifiesta que Jesús fue crucificado por los
El Consolador 117

pecadores, por los pecados del mundo" (D&C 21:9). Es el


Consolador quien "conoce todas las cosas y da
testimonio del Padre y del Hijo" (D&C 42:17). Es el
Consolador quien brinda paz a los acongojados, provee
sostén y ayuda a los desconsolados y a los tambaleantes.
Es el consolador quien provee una visión más elevada,
esperanza en tiempos de prueba, revelación y guía
divinas en los momentos críticos de nuestra vida. Dios
está agradecido por la obra y el ministerio del Espíritu
Santo, nuestro Consolador.
9
Nuevo Nacimiento
Toda la humanidad... debe nacer otra vez, sí, nacer de
Dios, ser cambiados de su estado carnal y caído a un
estado de rectitud, siendo redimidos de Dios,
convirtiéndose en sus hijos e hijas; y así llegan a ser
nuevas criaturas
-Mosiah 27:25-26

Ser miembro del reino de Dios no es suficiente. Tener


nuestros nombres en los registros de la Iglesia verdadera
no nos asegura un lugar en las mansiones preparadas
por el Salvador. Ni la aceptación por sí sola de las
ordenanzas de salvación nos garantiza un trono junto a
Abrahm, Isaac y Jacob. El evangelio de Jesucristo -aquel
convenio del evangelio que es nuevo por cuanto ha
sido revelado nuevamente en nuestros días, pero que es
eterno por cuanto ha formado parte de la vida de los
fieles desde los tiempos Edénicos- es el "poder de Dios
para la Salvación" (Romanos 1:16); es el poder
renovador por medio del cual hombres y mujeres son
transformados, por el cual se elevan por sobre el estado
carnal y caído, y entran en la esfera de las experiencias
divinas. El evangelio ha sido restaurado para cambiar a
las personas -para hacer de ellas nuevas criaturas,
nuevas criaturas en Cristo.
Nuevo Nacimiento 119

Ver el Reino y Entrar en el Reino

Uno de los episodios más significativos sobre este


asunto que hallamos en las escrituras, se relaciona con
una conversación entre Jesús y Nicodemo. Juan lo narra
de la siguiente manera:

"Había un hombre de los fariseos que se llamaba


Nicodemo, un principal entre los judíos. Este vino a
Jesús de noche y le dijo: Rabí, sabemos que has venido
de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas
señales que tú haces, si no está Dios con él. Respondió
Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no
naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.
Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer de
nuevo siendo viejo? Puede acaso entrar de nuevo en el
vientre de su madre y nacer?
Respondió Jesús y le dijo: De cierto te digo, que el que
no naciere del agua y del Espíritu, no puede entrar en el
reino de Dios" (Juan 3:1-5)

Es difícil establecer el significado exacto (y por lo tanto


su motivación precedente) de algunos de los conceptos
vertidos por Nicodemo. Como un "maestro que enseña
en Israel" (otra acepción del versículo 10), Nicodemo
estaba familiarizado con la doctrina del nuevo
nacimiento. Tal concepto no se originó con Jesucristo en
el primer siglo sino que, tal como lo sabemos hoy, fue
enseñado a Adán en las más tempranas épocas de la
historia del mundo (ver Moisés 6: 59-61), y habría sido
una parte vital del mensaje profético de cada
dispensación del evangelio, desde Adán hasta Cristo.
Nicodemo conocía las escrituras; como Fariseo
120 El Espíritu Santo

entrenado, debía ser un experto en el Viejo Testamento


y conocedor de muchos pasajes que atestiguan esta
verdad. ¿Acaso no había hablado el Señor a través de
Ezequiel acerca de una renovación espiritual asociada
con el recogimiento final de Israel? "Os tomaré de las
naciones", declaró Jehová, "y os recogeré de todas las
tierras y os traeré a vuestro país". Y posteriormente la
alusión a los dos bautismos, "entonces esparciré sobre
vosotros agua limpia y seréis limpiados de todas
vuestras inmundicias, y de todos vuestros ídolos os
limpiaré. También os daré un corazón nuevo y un
nuevo espíritu pondré dentro de vosotros; y quitaré de
vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón
de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu y
haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis
preceptos y los pongáis por obra" (Ezequiel 36:24-27,
comparar con Jeremías 31: 31-34). "Nicodemo, sin
proponérselo, claramente reveló el hecho de que no
sabía quien era Jesús", nos explica el Presidente Marión
Romney. "Todo lo que pudo ver en el Hijo de Dios fue
un gran maestro. Era sin embargo, todo lo que podía
ver, porque basaba su conocimiento de Jesús en lo que
había visto y oído acerca de los milagros del Maestro.
Percibiéndolo, Jesús le aclaró que el conocimiento de las
cosas divinas no llegaba a través de los sentidos
normales" (Conference Report, Octubre 1981, pp.18-19).
Jesús estaba invitando a Nicodemo a un plano más
elevado; una invitación para recibir aquellas
ordenanzas y el Espíritu para poder ver con los ojos
espirituales. "Una cosa es", enseñó José Smith, "ver el
reino de Dios, y otra entrar en él. Debemos sufrir una
transformación en nuestro corazón para poder ver el
reino de Dios, y adoptar sus estatutos para entrar en él"
(Enseñanzas del Profeta J. Smith). Cambiar el corazón es
Nuevo Nacimiento 121

cambiar nuestra mente, nuestra visión, nuestra


perspectiva. Es tomar conciencia de cosas que no
obstante, estar siempre presentes, muy pocos perciben.
Es despertar de la modorra de la mediocridad, es
sacudirse de los efectos adormecedores de la
insensibilidad -vivenciar realidades invisibles. Para
Nicodemo, como para cualquier otra persona, ver el
reino de Dios es comenzar un proceso de verdadera
conversión. Ciertamente, "uno se convierte cuando ve
con sus ojos lo que debe ver y cuando oye con sus oídos
lo que debe oir; y cuando comprende en su corazón lo
que debe comprender. Y lo que debe ver, oir y
comprender es la Verdad -la verdad eterna- y entonces
ponerla en práctica. Eso es conversión" (Harold B. Lee,
Permaneced en Lugares Santos, p.92). El Presidente
David O. McKay puntualizó que Jesús le dijo a
Nicodemo, que antes de que pudiera contestar la
pregunta que lo estaba perturbando en su mente, su
visión espiritual debería ser transformada por un
cambio completo de su "hombre interior". Su forma de
pensar, de sentir y actuar con referencia a las cosas
espirituales, debería sufrir un cambio fundamental y
permanente. Es fácil ver las cosas temporales. Es fácil
caer en la lascivia. Requiere poco o ningún esfuerzo ser
indulgente con la carne. Pero ser nacido de ese mundo,
al mundo espiritual es un paso que el Señor demanda
de cada uno de nosotros (Conference Report, Abril 1960,
p.26)
Daniel Tyler, un allegado al Profeta José Smith,
describe las enseñanzas acerca de "ver" y "entrar" en el
reino, de la siguiente manera: El nacimiento del que se
habla aquí (Juan 3)... no fue el don del Espíritu Santo, el
cual había sido prometido después del bautismo, sino
una parte del Espíritu, la que se relaciona con la
122 El Espíritu Santo

predicación del evangelio por los élderes de la Iglesia. La


gente se preguntaba porqué no habían entendido las
escrituras al leerlas directamente, tal como habían sido
explicadas por los élderes, no obstante haberlas leído
anteriormente cientos de veces. Cuando ellos leyeron la
Biblia (ahora), descubrieron un libro nuevo. Esto es
haber nacido de nuevo para ver el reino de Dios. Ellos
no estaban en el Reino, pero podían verlo desde afuera,
lo cual no podían haber hecho antes de que el Espíritu
del Señor quitara el velo de sus ojos, fue un cambio del
corazón, no de estado. Ellos habían sido convertidos,
pero aún permanecían en sus pecados. A pesar de que
Cornelio (Hechos 10) había visto un ángel santo, y
además, durante la predicación de Pedro, el Espíritu
Santo fue derramado sobre él y su casa, sólo nació de
nuevo para ver el reino de Dios. No habiendo sido
bautizado no podía llegar a ser salvo. (Citado en
Instructor Juvenil 27, Feb 1982 93-94)
Para parafrasear al Profeta, nacer de nuevo para "ver"
es ganar una nueva visión, reconocer y aceptar el reino
de Dios y escuchar las palabras de los siervos del Señor,
quienes hablan por El. Por ejemplo, uno es nacido de
nuevo cuando "ve el poder de Dios descansar sobre los
líderes de su Iglesia, y (ese testimonio) entra en el
corazón como fuego" (Harold B. Lee. Permaneced en
Lugares Santos p.63). Para entrar a ese reino uno debe
ajustarse a las normas y estatutos de adopción, los
primeros principios y ordenanzas del evangelio, los
cuales nos permiten ser adoptados en la familia de
Cristo.
"La mera formalidad en cuanto a la ordenanza del
bautismo", escribió el Eider McConkie, "no significa que
una persona nació de nuevo". Nadie puede nacer de
nuevo sin el bautismo, pero la inmersión en agua y la
Nuevo Nacimiento 123

imposición de manos para conferir el Espíritu Santo no


son por sí solas, en cuanto a forma, garantía de que una
persona ha nacido o nacerá nuevamente. El nuevo
nacimiento se producirá solo para aquellos que
efectivamente gozan del don de la compañía del
Espíritu Santo" (Mormon Doctrine p.101). Por otra
parte, tal como lo explicó el Profeta, una experiencia
espiritual personal no es suficiente para producir un
nuevo nacimiento; igualmente esenciales son aquellos
ritos y ordenanzas del sacerdocio que han probado ser
los canales del poder de la divinidad (D&C 84:20). Por lo
tanto, "ser nacido de nuevo, es algo que sólo se produce
por medio del Espíritu de Dios, a través de sus
ordenanzas" (Enseñanzas del Profeta José Smith).
La instrucción de Jesús a Nicodemo continúa: "Lo
que es nacido de la carne, es carne", dijo, "y lo que es
nacido del Espíritu, espíritu es". No te maravilles de lo
que te he dicho. Debes nacer de nuevo. El viento sopla
allí donde es escuchado, y tú oíste el sonido, pero no
puedes decir de donde viene ni adonde va: así con el
que es nacido del Espíritu" (Juan 3:6-8). Nicodemo fue
ordenado nacer de nuevo. La palabra griega "anatema"
puede ser interpretada como "nuevamente" o como
"desde lo alto". El Fariseo fue invitado a nacer
"nuevamente", a respirar el aliento de vida espiritual,
tal como había respirado el aliento de la vida cuando era
un bebé años atrás. Fue invitado a nacer "desde lo alto",
para producir los frutos del cielo, para llevar a cabo las
obras que caracterizan a un hijo de Dios -"amor, gozo,
paz, templanza, bondad, gentileza y misericordia"
(Galatas 5:22). Aquella persona nacida del espíritu es
espiritual -ahora vive en rectitud, pues ha muerto para
lo mundano. Ha crucificado al viejo hombre pecador y
ha surgido a una vida nueva (Romanos 6:3-6). A pesar
124 El Espíritu Santo

de no ser perfecto, ha cesado en el pecado (ver JST, I


Juan 3:6-9). Aquella persona que es "nacida en la carne"
-se ha unido a la familia de los infieles y por lo tanto
está engendrado desde lo inferior- es carnal, se da a las
obras de la carne: "adulterio, fornicaciones, inmundicia,
lascivia, idolatría, brujería, odio... cólera, rivalidad,
sedición, herejías, envidias, crímenes, borracheras,
juergas y otras por el estilo" (Gálatas 5:19-21)
El Salvador eligió palabras para sus instrucciones, que
fueron pertinentes y apropiadas: "El viento sopla
cuando lo oís, dijo, "y escucháis el sonido, pero no
podéis decir de donde viene ni adonde va; así con todo
el que nace del Espíritu" (Juan 3:8) La palabra "ruah" en
hebreo, y la palabra "pneuma" en griego, traducidas
ambas como "viento", pueden ser interpretadas
también como "aliento" o "espíritu". La palabra sonido
también puede ser interpretada como "voz".
El hombre no puede predecir ni programar al Espíritu
Santo. Sugerir que una secuencia de hechos o
acontecimientos siempre deviene en una manifestación
espiritual especial, o enseñar que los dones espirituales
pueden obtenerse siguiendo una lista de pasos
cuidadosamente construida puede ser falso. El Señor
conoce más que nadie aquellas variables o
circunstancias que están más allá de nuestro alcance, y
está por lo tanto capacitado para decidir perfectamente
en qué medida debemos recibir una manifestación
espiritual. A pesar de que El otorga a los hombres de
acuerdo a sus peticiones y a sus obras, lo hace "en su
propio tiempo, y en su propia manera y de acuerdo a su
propia voluntad" (D&C 88:68>. Simplemente no
podemos forzar las cuestiones espirituales. Más aún, no
podemos evitar que el Espíritu determine los tiempos
de sus operaciones. "La influencia o don del Espíritu
Nuevo Nacimiento 125

Santo", explicó el Presidente J. Smith, "simplemente


confiere a un hombre el derecho de recibir en cualquier
momento, cuando lo desea y lo merece, el poder y la luz
de la verdad del Espíritu Santo, a pesar de que
generalmente deba ser dejado a su propio juicio". Esto
significa que el Espíritu Santo "puede ser conferido a los
hombres y puede llegar a morar en ellos por un tiempo,
o puede permanecer en la medida de su merecimiento y
puede asimismo, partir de ellos a su propia voluntad"
(Gospel Doctrine pp.60-61,466; ver también 130:23)

La Vivificación del Hombre Interior

Describiendo la renovación espiritual del padre Adan


en la primera dispensación de la historia de este
mundo, Moisés escribió: "Y sucedió cuando el Señor
habló con Adan, nuestro padre,, sucedió que Adan
clamó al Señor, y fue llevado del Señor, y fue llevado al
agua y fue puesto sobre el agua, y fue hundido en el
agua y fue sacado del agua. Y entonces fue bautizado, y
el Espíritu de Dios descendió sobre él, y entonces fue
nacido del Espíritu, y fue vivificado en el hombre
interior. Y escuchó una voz del cielo, diciendo: Eres
bautizado con fuego, y con el Espíritu Santo. Este es el
registro del Padre y del Hijo, por ahora y por siempre"
(Moisés 6:64-66). Vivificar es dar vida, animar,
energizar.Nacer de nuevo es ser vivificado dentro de las
cosas espirituales.
Nacer de nuevo es ganar sensibilidad para las cosas
trascendentes. Por ejemplo, dado que el Espíritu Santo
obra muchas de las veces a través de las conciencias de
los Santos fieles, nacer de nuevo es ganar una mayor
sensibilidad para discernir el bien del mal, para gozar
126 El Espíritu Santo

mayores manifestaciones del don de discernimiento/


para desarrollar deseos más refinados y educados. Dado
que, nacer de nuevo consiste en ser adoptado como
miembro de la Real Familia, y por lo tanto, ganar en
atributos divinos, experimentar un nuevo nacimiento
conlleva sentir una más profunda compasión y
simpatía por todos aquellos que lloran, sufren y claman
por ayuda. La vivificación del hombre interior
descascara la fachada del pecado, hace innecesarias la
ostentación y la superficialidad; aquellos que son
nacidos de nuevo ven las cosas claras y agudamente y
son capaces de evitar o sortear lo sórdido, lo tangencial y
lo intrascendente. Sienten menor inclinación a trabajar
por causas secundarias y una ardiente pero paciente
pasión por ocuparse de todo aquello que brinda luz,
vida y amor. Buscan los placeres sencillos de la vida y se
regocijan en la benevolencia de Su Dios. José Smith
enseñó "Dios ha creado al hombre con una mente capaz
de recibir instrucción y esta facultad puede ser
aumentada en proporción a la diligencia puesta en la
luz que comunica los cielos con el intelecto. Cuanto más
se acerca el hombre a la perfección, más clara es su
visión y mayores sus alegrías, hasta que llega a superar
el mal y perder todo deseo de pecado, y como los
antiguos, llega al punto de fe en que es envuelto en el
poder y la gloria de su Hacedor y es arrebatado para
morar con El" (Enseñanzas del Profeta José Smith).
Una persona que ha sido purificada por el poder del
Espíritu Santo tiene sus ojos abiertos,[sus ojos
espirituales], para ver y entender cosas que no son
aparentes ni están al alcance del hombre natural. Dado
que "el hombre natural es enemigo de Dios" (Mosiah
3:19) y dado que "todo hombre que está en estado
natural" es "sin Dios en el mundo" y por lo tanto
Nuevo Nacimiento 127

"contrario a la naturaleza de la felicidad" (Alma 41:11),


deducimos que "cosas que el ojo [carnal] no vió, ni oído
[corrupto] escuchó, ni han entrado en el corazón del
hombre [no iluminado], son las que Dios ha preparado
para aquellos que lo aman" (I Corintios 2:9)
Estaba Amón regocijándose con sus hermanos por las
tiernas dádivas de Dios, cuando les recordó sus nefastas
obras como perseguidores de la Iglesia. ¿Porqué no nos
consignó [el Señor] a una terrible destrucción? Sí,
¿porqué no dejó caer la espada de su justicia sobre
nosotros y no nos consignó a la desesperación eterna?"
Sin embargo, Amón hace notar que el gran Jehová no
los condenó ni los destruyó sino que contrariamente,
"en su gran misericordia nos ha hecho salvar ese
sempiterno abismo de muerte y miseria, para la
salvación de nuestras almas". Y entonces Amón hace
una maravillosa observación: "Y he aquí, hermanos
míos, qué hombre natural conoce estas cosas? Os digo
que no hay quien conozca estas cosas sino el contrito. Sí,
el que se arrepiente y ejerce la fe y produce buenas obras
y ora continuamente sin cesar, a éste le es permitido
conocer los misterios de Dios; sí, a éste le será concedido
llevar a miles de almas al arrepentimiento" [Alma
26:19-22 comparar con Alma 36:4-5]. Hablando del poder
del Espíritu Santo para vivificar el hombre interior, el
Pte. John Taylor explicó que la función del Espíritu
Santo "no es algo que afecta sólo el oir externamente; ni
es algo que afecte su juicio, sino al hombre interior;
afecta al espíritu que mora en él; en otras palabras, es
una parte de Dios impartida a los hombres dándoles la
seguridad de que Dios vive" [Journal of Discourses
11:23]
El Pte. Harold B. Lee citaba con frecuencia a Cipriano,
el gran defensor de la fe luego del período apostólico,
128 El Espíritu Santo

en cuanto a la manera en que llega el conocimiento de


las realidades espirituales. "Dentro de mi corazón", se
dice que declaró Cipriano, "purificado de todo pecado,
entró una luz que vino de lo alto, y, súbitamente, y de
una forma maravillosa, vi que la certeza venció a la
duda" [Citado en Permaneced en Lugares Santos p.57;
ver también pp.109, 354]. Aquellos que son nacidos de
nuevo llegan a ganar una convicción de Su Señor y de
Su Obra en los últimos días, que demuestra ser un ancla
para sus almas. En este sentido, pueden llegar a conocer
cosas que ningún hombre puede enseñarles (ver Mateo
16:17; I Juan 2:27). El Pte. Marión Romney contó que su
esposa...
"había sido criada en un hogar en donde se oraba
día y noche; donde, al menos una vez al día se
discutían los principios del evangelio en reunión
familiar... En su lucha por obtener una educación
superior, desarrolló una actitud de temor hacia las
personas que habían cursado ciertos estudios. Como
miembro de la Escuela Dominical de la estaca de
Idaho Falls, estaba al frente de una clase. En esa clase
había una mujer no-miembro de la Iglesia esposa de
uno de los hermanos de la presidencia. Esta mujer
había recibido su certificado de graduación en la
Universidad de Idaho. Mi esposa, que aún no había
logrado ese certificado, se sentía algo cohibida en
presencia de esta mujer.
Una de las lecciones del curso tenía que ver con la
Primera Visión del Profeta José Smith. Cuando
preparó la lección, vino a su mente la idea de que esta
no-miembro estaría presente en la clase. Esta idea fue
seguida de esta pregunta: "¿Qué va a pensar de mí,
una joven ignorante, diciendo que el Padre y el Hijo
realmente vinieron del cielo y se aparecieron a un
Nuevo Nacimiento 129

niño de 14 años?" El pensamiento la aterrorizó y


tuvo la certeza de que no podría hacerlo. Llorando,
fue a consultar a su madre y dijo: "Madre, no puedo
enseñar esta lección. Yo no sé si José Smith vió al
Padre y al Hijo. Sé que eso es lo que me ha sido
enseñado durante toda mi-vida por tí y por mi padre.
Les he creído, pero personalmente, no lo sé. Esta
mujer va a ridiculizarme. No podré pararme frente a
la clase estando ella presente y enseñar esta lección".
La madre no tenía mucha preparación escolar. No era
una persona educada según las normas del mundo,
pero tenía fe en Dios, el Padre Eterno y en Jesucristo,
Su Hijo, y dijo a su hija: "Que hizo José Smith para
obtener esa visión?" -"Bueno", dijo ella, "él oró". -
"Porque no haces lo mismo?", le dijo la madre. Esta
jovencita volvió a su cuarto y allí, por primera vez
en su vida, se dirigió al Todopoderoso con un sincero
deseo de saber si El vivía y si El y Su Hijo realmente
habían aparecido al Profeta José. Al salir de aquel
cuarto fue a la Escuela Dominical y enseñó su clase
con alegría, con conocimiento, con convicción. Ella
había nacido del Espíritu. Ella sabía. (Conference
Report, Octubre 1981 pp.19-21).

El Presidente Lorenzo Snow nos ha dejado una


descripción de lo que seguramente es una de las más
hermosas experiencias de esta dispensación con relación
al nuevo nacimiento.

Unas dos o tres semanas después de haber sido


bautizado, un día en que estaba concentrado en mis
estudios, comencé a reflexionar sobre el hecho de
que no había obtenido un conocimiento de la
veracidad de la obra, que no tenía un clara noción del
130 El Espíritu Santo

cumplimiento de la promesa que dice [que] "el que


hace mi voluntad, conocerá mi doctrina", y comencé
a sentirme muy inquieto. Dejé mis libros a un
costado, salí de la casa y anduve por el campo bajo la
influencia opresiva de un espíritu de tristeza,
desconsolado, mientras una indescriptible nube de
oscuridad parecía envolverme. Me había
acostumbrado, al finalizar el día, a recogerme para
orar en secreto, en una arboleda a corta distancia de
mi casa, pero esta vez no sentí la inclinación de
hacerlo. El espíritu de oración me había abandonado
y los cielos parecían de bronce sobre mi cabeza.
Después de un rato, dándome cuenta que había
llegado la hora acostumbrada de mi oración secreta,
decidí no olvidar mi servicio de cada anochecer, y
sólo como una formalidad, me arrodillé por
costumbre en el lugar de siempre, pero sin sentir lo
que deseaba. No había abierto aún mis labios en un
esfuerzo por orar, cuando escuché un sonido, justo
arriba de mi cabeza, como el susurro de ropajes de
seda, e inmediatamente el Espíritu de Dios descendió
sobre mí, envolviéndome completamente, de la
cabeza a los pies, y ¡oh!, la alegría y felicidad que sentí.
No hay palabras que puedan describir la casi
instantánea transición desde una densa oscuridad
mental y espiritual, a la refulgente luz y al
conocimiento... de que Dios vive, que Jesucristo es el
Hijo de Dios y que el Santo Sacerdocio y la plenitud
del evangelio han sido restaurados. Fue un bautismo
completo, una tangible inmersión en el principio
celestial o elemento celestial, el Espíritu Santo; y aún
más real y físico en sus efectos sobre cada una de las
partes de mi ser, que la inmersión por agua;
despejando para siempre, tanto como me lo permiten
Nuevo Nacimiento 131

mis recuerdos, toda posibilidad de duda y temor... No


puedo decir por cuanto tiempo permanecí en
completo estado de gozo y divina iluminación, pero
pasaron algunos minutos antes que el elemento
celestial que me llenó y rodeó comenzara a retirarse
gradualmente. Al incorporarme, mi corazón
desbordaba de gratitud hacia Dios, más allá de lo
expresable. Sentí, lo sé, que El me había conferido lo
que solo un ser omnipotente puede conferir, aquello
que es de mayor valor que todas las riquezas y los
honores que el mundo puede otorgar. Esa noche,
cuando me retiré a descansar, se repitieron las
mismas maravillosas manifestaciones, y así sucedió a
lo largo de varias noches más. El dulce recuerdo de
estas gloriosas experiencias, desde entonces hasta el
presente, están presentes en mí, confiriéndome una
influencia inspiradora que prevalece en todo
momento, y que espero me acompañe hasta el final
de mi vida terrenal. (Eliza Snow, Biografía y
Registros Familiares de Lorenzo Snow, pp. 7-9)
Esta experiencia del joven Lorenzo Snow, tal como
aquella del joven Alma, es más dramática que las
experiencias usuales de los Santos fieles, no obstante las
pautas son las mismas. Ciertamente, "el Espíritu da
vida" (2 Corintios 3:6). Hablando del poder renovador
de Cristo para hacer de los hombres y mujeres nuevas
criaturas, el Presidente Ezra Taft Benson recordó a los
santos que "el Señor trabaja desde el interior hacia
afuera; y el mundo obra de afuera hacia adentro. El
mundo toma a los hombres desde lo marginal; Cristo
echa lo marginal fuera de los hombres, y ellos
abandonan la sordidez por sí mismos. El mundo
moldea a los hombres cambiando su ambiente. Cristo
los cambia a ellos, y ellos cambian su ambiente. El
132 El Espíritu Santo

mundo estereotipa la conducta humana. Cristo la


transforma". El Presidente Benson puntualiza entonces
que "Cristo cambia a los hombres, y los nuevos hombres
cambian el mundo. Los hombres cambiados por Cristo
serán capitaneados por Cristo... Los hombres
capitaneados por Cristo serán consumados en Cristo".
(Conference Report Octubre 1985, pp-. 5-6). Ser nacido de
nuevo no es el simple resultado de una nueva forma de
pensar; es mayormente un cambio de nuestros modelos
de pensamiento. Es posible por la sangre de Cristo, a
través del instrumento transformador del Espíritu
Santo. Es un cambio más allá de la capacidad humana
para llevarlo a cabo, aún de los hombres más
capacitados y carismáticos; es un cambio que es de Dios,
no del hombre.
El Presidente David O. McKay compartió una
experiencia sagrada, una historia que ilustra la seria
responsabilidad que tenemos de nacer de nuevo.Fue
durante una gira alrededor del mundo, aproximándose
a Apia, Samoa:

Me quedé dormido, y tuve una visión


infinitamente sublime. A la distancia, vislumbré una
blanca y hermosa ciudad. No obstante la lejanía, me
pareció distinguir árboles cargados con frutos
apetitosos, con magnífico follaje, y flores en todo su
esplendor por doquiera. El límpido cielo parecía
reflejar todos aquellos matices. Una gran
muchedumbre se acercaba a la ciudad. Vestían
blancos y livianos ropajes, y un sombrero blanco.
Instantáneamente mi atención fue atraída por su
Líder, y aunque sólo podía distinguir el perfil de su
rostro y su cuerpo, lo reconocí como mi Salvador! El
Nuevo Nacimiento 133

color y el brillo de su figura eran una visión gloriosa!


Irradiaba una paz sublime, era divino!
Comprendí que la ciudad era la suya. Era la Ciudad
Eterna; y la gente que lo seguía moraría allí en paz y
eterna felicidad.
¿Pero quienes eran ellos?
Como si el Salvador hubiese leído mis
pensamientos, me contestó señalándome un
semicírculo que apareció sobre ellos, sobre el cual con
letras de oro, se podía leer: ESTOS SON LOS QUE
HAN VENCIDO AL MUNDO - LOS QUE
VERDADERAMENTE HAN NACIDO DE NUEVO!
Cuando desperté, estaba amaneciendo sobre el
puerto de Apia.
(Cherised Experiences, p.6)

Ciertamente, "cuando despertemos y seamos nacidos


de Dios, un nuevo día comenzará y Sión será redimido"
(Ezra Taft Benson, Conference Report, Octubre 1985, p.6)

El Proceso del Tiempo

El Apóstol Pablo escribió a sus amados Santos en


Roma, "nuestra salvación está más cerca de lo que
creemos" (Romanos 13:11). Ganar la salvación es un
proceso: ganar la seguridad de que poseeremos,
recibiremos y heredaremos la plenitud de la gloria del
Padre es un proceso de toda la vida. Y así como lo es
para ganar la salvación, lo es para procurar nacer de
nuevo. A pesar de que el nuevo nacimiento es el
resultado de un tiempo definido de decisión -deseo de
las cosas justas- es usualmente un proceso silencioso
pero firme. Máa aún, aunque el cambio de naturaleza
puede, en el proceso del tiempo, aparecer como definido
134 El Espíritu Santo

y dramático, no necesariamente debe ser instantáneo


para ser de Dios.
"¿Siempre debe existir una manifestación espiritual
visible antes de poder decir que nacimos del Espíritu?"
El Presidente Harold B. Lee contestó esta pregunta
acotando pasajes del Libro de Mormón, que hablan de la
conversión de Alma (Mosiah 27:24-26; Alma 36:20-24) y
también versículos que sugieren la naturaleza cierta
inherente al nuevo nacimiento (Alma 5:14, 21), y
agregó: "Algunos de nosotros pensamos que todos
debemos tener la misma clase de experiencia, o no
podremos ser salvos. Cierta vez me encontré en una
muy seria situación, cuando uno de nuestros maestros
había enardecido a unas mujeres que participaban de la
clase que él enseñaba, hasta el punto de que ellas sentían
que debían tener alguna demostración especial que les
confirmara que habían nacido del Espíritu". Y entonces,
después de haber leído una parte de la experiencia de
Lorenzo Snow [mencionada anteriormente en este
capítulo], el Presidente Lee agregó: "Ahora les repito,
que es debido a estas dramáticas experiencias que
algunos de nuestros maestros llegan a la conclusión que
una persona es nacida del Espíritu sólo cuando ha
tenido este tipo de experiencia" (Permaneced en Lugares
Santos, pp. 58-60; ver también Times and Seasons,
3:823).
Dirigiéndose a un grupo de estudiantes de la
Universidad de Brigham Young, el Eider Bruce
McConkie explicó que "una persona puede ser
convertida en un momento, milagrosamente. Eso fue lo
que sucedió con Alma el Joven. El había sido bautizado
en su juventud, y se le había prometido el Espíritu
Santo, pero nunca lo había recibido. El era muy sabio a
la manera del mundo... En su caso la conversión fue
Nuevo Nacimiento 135

milagrosa, en un chasqueo de dedos, casi... Pero no es así


como le sucede a la mayoría de las personas. Con la
mayoría, la conversión es un proceso". (Discurso
pronunciado en la Conferencia de la Primera Estaca de
la BYU, el 11 defebrero de 1968). En otra ocasión agregó:

Decimos que un hombre debe nacer de nuevo,


significando que debe morir para aquello que no es
justo ni recto en el mundo. Pablo dijo: "Crucifica al
viejo hombre pecador y surge a una vida nueva"
(Romanos 6:6). Nacemos de nuevo cuando morimos
para aquello que no es digno y cuando vivimos para
las cosas del Espíritu. Pero 'no sucede en un instante,
repentinamente'. Es un proceso. 'Nacer de nuevo es
algo gradual, excepto en casos aislados, que por ser tan
milagrosos han quedado registrados en las escrituras'.
En lo que concierne a la generalidad de los miembros
de la Iglesia, nacemos de nuevo en sucesivos pasos, y
nacemos de nuevo a mayor luz, mayor conocimiento
y mayores deseos de justicia en la medida en que
cumplimos con los mandamientos. (Jesús Christ and
Him Crucified, 1976 Devotional Speeches of the Year,
p.399).

De esta manera, los Santos van hacia adelante con


madurez, paciencia y firmeza, guardando los
mandamientos, orando todo el tiempo por la guía del
Espíritu, pero confiando en el Señor y Sus tiempos.

Conclusión

El Espíritu Santo es la partera de la salvación. Es el


agente del nuevo nacimiento, el canal sagrado y el
136 El Espíritu Santo

poder por medio del cual los- hombres y las mujeres son
transformados y renovados, hechos nuevas criaturas.
Este nuevo nacimiento, que cumple un proceso en el
tiempo, otorga la membrecía en la familia de Dios; tales
personas son redimidas de la Caída, reconciliadas con el
Padre a través del Hijo, y se hacen merecedoras del
título de hijos e hijas de Jesucristo, (ver Mosiah 5:1-7;
27:24-26; ver también In His Holy Ñame, de Robert L.
Millet y Joseph Fielding McConkie, pp. 16-22) Verán,
sentirán y entenderán cosas que no podrán conocer los
que no viven espiritualmente. Tales personas llegarán a
ser participantes en la esfera de las experiencias divinas.
10
Santificado por el Espíritu
Y este es el mandamiento: arrepentios, todos vosotros,
extremos de la tierra, y venid a mí y sed bautizados en
mi nombre, para que seáis santificados por la recepción
del Espíritu Santo, a fin de que en el postrer día podáis
presentaros ante mi sin mancha.
-3 Nefi 27:20

Ninguna cosa inmunda puede morar en la presencia


divina. El propósito principal del plan de salvación es
preparar a los hombres y las mujeres para estar con
Dios. Para esto, es que Dios ha preparado un medio, un
poder purificador que limpie los efectos del pecado, un
proceso por el cual los hijos del Padre se renueven,
condicionen y preparen para estar en su presencia.
Mediante la sangre de Cristo y el poder del Espíritu
Santo, los miembros de la Iglesia del Señor son
purificados del pecado y liberados de sus efectos
condenatorios. Este proceso se conoce como
santificación.

Perdonando los Pecados y Apartando la Iniquidad

En el tiempo de la organización de la Iglesia


restaurada, el Profeta José Smith dejó registrado lo
138 El Espíritu Santo

siguiente: "Y sabemos que la justificación por la gracia


de nuestro Señor y Salvador Jesucristo es justa y
verdadera; y también sabemos que la santificación por la
gracia de nuestro Señor y Salvador Jesucristo es justa y
verdadera, para con todos los que aman y sirven a Dios
con toda su alma, mente y fuerza" (D&C 20:30-31). Ser
justificado es ser absuelto, es ser hecho inocente, es ser
exonerado. En el sentido espiritual, ser justificado es ser
declarado limpio y libre del pecado.
Las personas fuera de la Iglesia quienes reciban el
mensaje de la Restauración, se arrepientan de sus
pecados, y sean bautizados por el agua y el fuego y por el
Espíritu Santo, serán justificadas. Aquellos que están
dentro del convenio del evangelio se arrepienten de sus
pecados, participan del sacramento de la Cena del Señor,
y procuran caminar por sendas de justicia. Los primeros
habrán obtenido una remisión de los pecados y serán
por lo tanto, justificados. Los últimos -ciudadanos del
reino- están capacitados para retener esa remisión de los
pecados día tras día mediante el reconocimiento de la
benevolencia y las gracias de Dios; magnificando sus
llamamientos y ofreciendo su tiempo y sus energías en
el servicio desinteresado a sus semejantes, (ver D&C
84:33; Mosiah 4:12,26; Alma 4:13-14).
Finalmente, existe un sentido fundamental en el cual
uno es justificado, para que su vida sea sellada,
ratificada y aprobada por el Santo Espíritu de la
Promesa, el Espíritu Santo. Nuestras revelaciones nos
hablan de los candidatos para la gloria celestial como de
aquellos "quienes vencen por la fe y son sellados por el
Santo Espíritu de la promesa, que el Padre derrama
sobre todos los que son justos y fieles" Tales personas
son "hombres justos hechos perfectos mediante Jesús, el
mediador del nuevo convenio, que obró esta perfecta
Santificado por el Espíritu 139

expiación derramando su propia sangre" (D&C 76:53,69)


Hablaremos más sobre el rol sellador del Espíritu Santo
en el capítulo 11.
Por lo tanto, "ser justificado es ser liberado del
pecado, ser legalmente sin mancha delante de Dios. Ser
santificado es ser liberado de los efectos del pecado, es
haber arrancado de nuestros corazones y de nuestros
deseos toda iniquidad y toda tentación y temblar ante su
apariencia, sentir repugnancia por cualquier tentación
capaz de desviar o detener el corazón humano" (Robert
L. Millet, By Grace Are We Saved, pp.54-55). El Eider
Orson Hyde explicó que santificación "significa una
purificación de, o un apartarse de, [nosotros, como
individuos y como comunidad] todo lo que es inicuo, o
de todo lo que no está de acuerdo con la intención o la
voluntad de nuestro Padre celestial". Además, el Eider
Hyde observó que la santificación es esencial para
nuestro trabajo en el reino; tal proceso se cumple "para
nuestra propia capacidad de utilización, para ejecutar,
llevar adelante y perpetuar la obra del Dios Altísimo"
(Journal of Discourses, 1:71)
El Espíritu Santo es el santificador. El es el medio por
el cual los corazones humanos se vuelven puros
delante de Dios, y la escoria y la iniquidad que hay en
ellos es quemada como por fuego. Dirigiéndose a un
grupo de Santos, quienes habían recibido el santo
sacerdocio y habían sido purificados por la sangre de
Cristo y los poderes santificadores del Espíritu, Alma
dijo:
"Pues como decía respecto al santo orden de este
sumo sacerdocio, hubo muchos que fueron
ordenados y llegaron a ser sumos sacerdotes de Dios;
y fue por motivo de su gran fe y arrepentimiento, y
su rectitud ante Dios, porque prefirieron arrepentirse
140- El Espíritu Santo

y obrar rectamente más bien que perecer; por tanto,


fueron llamados según este santo orden y fueron
santificados, y sus vestidos fueron blanqueados
mediante la sangre del Cordero. Luego ellos, después
de haber sido santificados por el Espíritu Santo,
habiendo sido blanqueados sus vestidos,
encontrándose puros y sin mancha ante Dios, no
podían ver el pecado sino con repugnancia; y hubo
muchos, muchísimos que fueron purificados y
entraron en el reposo del Señor su Dios"(Alma 13:10-
12; ver también Alma 5:54)

El Señor resucitado habló en forma similar acerca del


rol central del Espíritu Santo como santificador en el
plan del evangelio:

"Y nada impuro puede entrar en su reino; por lo


tanto, nada entra en su reposo, sino aquellos que han
lavado sus vestidos en mi sangre, mediante su fe, el
arrepentimiento de todos sus pecados y su fidelidad
hasta el fin. -
Y éste es el mandamiento: Arrepentios, todos
vosotros extremos de la tierra, y venid a mí, y sed
bautizados en mi nombre para que seáis santificados
por la recepción del Espíritu Santo, a fin de que en el
postrer día podáis presentaros sin mancha delante dé
mí.
En verdad, en verdad os digo que este es mi
evangelio; y vosotros sabéis las cosas que debéis hacer
en mi Iglesia, pues las obras que me habéis visto
hacer, esas también las haréis; porque aquello que me
habéis visto hacer, eso haréis vosotros" (3 Nefi 27:19-
21)
Santificado por el Espíritu 141

"Luego de haber sido inmersos... en el agua", enseñó


el Eider Orson Pratt, "y haber sido limpios y haber
recibido la remisión de vuestros pecados, tenéis la
promesa del bautismo de fuego y del Espíritu Santo, por
el cual seréis... santificados de todas vuestras
inclinaciones al mal, y os inclinaréis a amar a Dios y a
todo lo que es justo y verdadero, y odiaréis aquello que
es inicuo y malvado. ¿Porqué? Debido al principio
santificador,purificador que obra sobre vosotros, por el
bautismo de fuego y el Espíritu Santo" (Journal of
Discourses, 16:319).
El Eider B. H. Roberts observó inspiradamente:

Mediante el bautismo de agua obtenemos la


remisión de los pecados pasados; pero, aún cuando
los pecados pasados sean perdonados, el así
perdonado sentirá sin dudas la fuerza de sus hábitos
pecaminosos, como una pesada carga sobre él. Aquel
que ha sido culpable de mentir habitualmente, se
sentirá inclinado, en algún momento, a caer en tal
hábito. Aquel que ha robado puede llegar a ser
tentado, cuando surja una oportunidad, a robar
nuevamente. Aquel que ha sido indulgente en
cuanto a prácticas licenciosas, puede encontrarse
dispuesto a dejarse llevar por el seductor llamado de
las sirenas. De la misma forma con el alcohol, la
maledicencia, la envidia, la codicia, el odio, la cólera,
y todas las disposiciones al mal a las que está
sometida la carne.
Hay una necesidad absoluta de alguna gracia
santificadora adicional que refuerce la pobre
naturaleza humana, no sólo para poder resistir la
tentación, sino para arrancar del corazón la
concupiscencia, -la ciega tendencia o inclinación al
142 El Espíritu Santo

mal. El corazón debe ser purificado, cada pasión, cada


predisposición debe ser sometida a la voluntad, y la
voluntad del hombre debe estar sujeta a la voluntad
de Dios.
Los poderes naturales del hombre son inadecuados
para esta tarea. De esto pueden dar testimonio todos
los que lo han experimentado. La humanidad tiene
necesidad de una fuerza superior a aquella que posee
cada uno personalmente, para llevar a cabo la tarea
de purificarnos de nuestra naturaleza caída. Tal
fuerza, tal poder, tal gracia santificadora es conferida
al hombre que nace de nuevo del Espíritu,
recibiendo el Espíritu Santo. Tal es su oficio, tal su
tarea. (El Evangelio y la Relación del Hombre con la
Deidad, pp. 169-70).

Ser santificado es ser limpiado del vilipendio del


pecado, es ser puro internamente y recto por fuera. Es
"desear y gozar de la "verdad en lo interior". Es estar
poseído por la sabiduría de la santidad.
Aquellos que pertenecen a la casa de la fe, quienes
cumplen devotamente con sus obligaciones, quienes
llevan a cabo con fidelidad y devoción sus asignaciones
y magnifican sus llamamientos, son "santificados por el
Espíritu hasta la renovación de sus cuerpos" (D&C
84:33). El Espíritu Santo...

...incrementa las facultades intelectuales, aumenta,


agranda, expande y purifica todas las pasiones
naturales y todos los afectos, y los adapta, mediante el
don de la sabiduría, a su correcto uso. Inspira,
desarrolla, cultiva, y madura todas las buenas
inclinaciones, alegrías gustos, buenos sentimientos y
afectos de nuestra naturaleza. Inspira virtud, bondad,
Santificado por el Espíritu 143

benevolencia, ternura, gentileza y caridad. Desarrolla


la belleza personal en todos los aspectos. Conduce a la
salud, el vigor, el dinamismo y el sentido social.
Revigoriza las facultades físicas e intelectuales del
hombre. Fortalece y tonifica los nervios. En resumen,
es, como si fuera, médula para los huesos, alegría
para el corazón, luz para los ojos, música para los
oídos y vida para todo el ser. (Parley P. Pratt, Key to
the Science of Theology, p. 61)

Cuando los hombres y las mujeres- deciden poner su


esfuerzo en la construcción del reino de Dios y el
establecimiento de su justicia, el Espíritu: Santo
permanece con ellos; mora con ellos y comienza el
proceso de la santificación de sus almas.
Cuando los Santos del Altísimo trabajan, no para su
beneficio personal sino para Sión (2 Nefi 26:30-31),
gozan la ratificada aprobación del santificador. Al
describir un grupo de perseverantes Nefitas que
vivieron unos cuarenta años antes de Cristo, Mormón
escribió que ellos "ayunaron y oraron frecuentemente, y
se volvieron más y más fuertes en su humildad y más y
más firmes en la ley de Cristo, hasta henchir sus almas
de alegría y de consolación; sí, hasta la purificación y
santificación de sus corazones, santificación que viene
de entregar el corazón a Dios." (Helamán 3:35).
"Entregar [nuestros] corazones a Dios" es procurar
diligentemente conocer el pensamiento y la voluntad
del Todopoderoso. Dar paso y seguir las impresiones del
Espíritu; no tener voluntad, sino la voluntad de Dios;
tener nuestra mira puesta en la gloria de Dios. Una
revelación dada a los Santos en Diciembre de 1832
declara: "Y si vuestra mira de glorificarme es sincera,
vuestro cuerpo entero será lleno de luz y no habrá
144 El Espíritu Santo

tinieblas en vosotros y el cuerpo lleno de luz


comprende todas las cosas. Por tanto, santificaos para
que vuestras mentes sean sinceras para con Dios y
vendrán los días en que lo veréis, porque os descubrirá
su faz; y será en su propio tiempo y en su propia
manera, y de acuerdo con su propia voluntad/' (D&C
88:67-68) La verdadera santificación... "es justa y
verdadera, para todos aquellos que aman y sirven a Dios
con toda su alma, mente y fuerza" (D&C 20:31)

Santidad

Para Israel la palabra de Jehová era clara y directa: "Yo


soy el Señor tu Dios: por lo tanto, santificaos y seréis
santos; porque Yo soy santo" (Levitico 11:44). El Señor
Dios desea que nos volvamos como El es, y para lograrlo
nos ha provisto dé una ayuda especial.Tal como lo
hemos discutido, nos ha designado un miembro de la
Deidad, enviado para preparar hombres y mujeres para
la más grande revelación del Padre y dél Hijo. Por otra
parte, la organización y las enseñanzas de la Iglesia nos
da permanentemente la oportunidad de rendir servicios
santificadores. Los miembros del reino terrenal deben
"practicar virtud y santidad" (D&C 38:24; 46:33), para
"manifestar ante la Iglesia, y también ante los élderes,
por su comportamiento y conversación según Dios, que
son dignos de ello, andando en santidad delante del
Señor, para que pueda haber obras y fe, de acuerdo a las
santas Escrituras" (D&C 20:69). Nos congregamos como
pueblo para reprobarnos, corregirnos, instruirnos e
inspirarnos. De hecho, el Señor ha ordenado que "al
estar reunidos os instruiréis y os edificaréis unos a otros,
para que sepáis como conduciros y como dirigir mi
Santificado por el Espíritu 145

K Iglesia, y como obrar en los puntos de mi ley y en los


¿ mandamientos que os he dado. Y así seréis instruidos
c en la ley de mi Iglesia y seréis santificados por lo que
>■ habéis recibido, y os obligaréis a actuar en toda santidad"
H (D&C 43:8-9).
K Ser santo es ser íntegro, completo, entero. El Espíritu
íj Santo trabaja para hacer de nosotros productos
¿ terminados, seres de luz y verdad que han alcanzado la
medida de su creación. La santificación es una condición
ü y también un proceso. En un tiempo futuro, los fieles
estarán ante Dios en completa confianza, total y
) permanentemente absueltos de los aguijones de la
mortalidad, absolutamente libres de pecado e iniquidad.
Serán santificados. Pero este último grado de
Isantificación no puede ser alcanzado plenamente en
asta vida. "Algunos suponen", dijo el Presidente
Brigham Young, que pueden, en la carne, ser
santificados en cuerpo y espíritu y llegar a ser tan puros
que no volverán a sentir el poder del adversario de la
verdad. Si fuera posible para una persona alcanzar tal
grado de perfección en la carne, no podría permanecer
en el mundo sin problemas. El pecado ha entrado al
mundo, y con el pecado, la muerte. Pienso que en
mayor o menor medida todos sufriremos los efectos del
pecado mientras vivamos, hasta que pasemos la prueba
de la muerte" (Journal of Discourses, 10:173). El
Presidente Young enseñó posteriormente que "el poder
de Dios es más grande que el poder del malvado; y a
menos que los Santos pequen contra la luz y el
conocimiento, y voluntariamente no cumplan con sus
sencillos deberes,... el Espíritu seguramente prevalecerá
sobre la carne, y finalmente triunfará santificando
nuestro tabernáculo para poder permanecer en la
146 El Espíritu Santo

presenda de Dios" (Journal of Discourses, 11:237). Este es


un mensaje de esperanza, un mensaje de gozo.

Conclusión

El Espíritu Santo es un santificador. Uno de sus roles


es limpiar y purificar a los hijos e hijas de Dios para
prepararlos y capacitarlos para estar donde Dios y los
ángeles están. Ser santificado es participar del espíritu y
los atributos de la santidad, en la esfera de lo sagrado. Es
"por la sangre" (Moisés 6:60) -la sangre de Jesús el
Salvador- que somos santificados. Pero es por el medio
purificador del Espíritu Santo que los poderes
regeneradores de esa infinita expiación, alcanzan a los
hombres mortales. Mientras José Smith y Sidney
Rigdon trabajaban en su traducción inspirada de la
Biblia, examinando la doctrina de la resurrección que se
encuentra en Juan 5, "el Señor tocó los ojos de su [de
ellos] entendimiento, y fueron abiertos, y la gloria de
Dios brilló a su alrededor", el Profeta registró lo
siguiente: "Y mientras meditábamos estas cosas el Señor
tocó los ojos de nuestros entendimientos y fueron
abiertos, y la gloria del Señor brilló alrededor" "Y vimos
la gloria del Hijo, a la diestra del Padre, y recibimos de
su plenitud, y vimos a los santos ángeles y a los que son
santificados delante de su trono, adorando a Dios y al
Cordero, y lo adoran para siempre jamás" (D&C 76:19-
21). Tal es el glorioso destino de los puros; tal la
recompensa y la oportunidad disponible para quienes
hayan sido santificados por el Espíritu.
11
Enseñando y Aprendiendo
por el Espíritu
7 se os dará el Espíritu por oración de fe; y si no recibís ese
Espíritu no enseñaréis
D&C 42:14

Debido a que las cosas de Dios sólo pueden ser vistas y


entendidas por el poder del Espíritu de Dios (I Corintios
2:11), es vital que cada mensaje del evangelio sea
presentado y recibido por ese poder, a fin de que se aloje
en el corazón y produzca los frutos de la fe. La
conversión, y todo lo que trae aparejado, sigue las
pautas de estímulos espirituales, y tales estímulos llegan
solamente cuando el mensajero está en sintonía con el
Espíritu Santo, cuando su mensaje coincide con la
sagrada influencia. "La fe viene por el oir", explicó
Pablo, "y el oir por la palabra de Dios" (Romanos 10:17).
José Smith amplió las palabras de Pablo y observó que
"la fe viene por oir la palabra de Dios a través de los
testimonios de los siervos de Dios; dicho testimonio
está siempre acompañado por el Espíritu de profecía y
revelación" (Enseñanzas del Profeta José Smith).
148 El Espíritu Santo

No Enseñaréis

Verdaderamente, no hay mayor llamamiento en la


Iglesia y el Reino de Dios que el de maestro. Pablo
escribió: "Y a unos puso Dios en la Iglesia,
primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero
maestros, luego los que hacen milagros, después los que
sanan, los que ayudan, los que administran, los que
tienen don de lenguas" (I Corintios 12:28}. Nótese la
prioridad de la lista: los maestros se mencionan
seguidamente a aquellos llamados para guiar los
destinos de la Iglesia. Hablando en el contexto del
comentario de Pablo y la declaración del ángel a Juan
acerca de que "el testimonio de Jesús es el espíritu de
profecía" (Apocalipsis 19:10) el Eider Bruce McConkie
dijo: "Después de los apóstoles y profetas vienen los
maestros. Cada maestro sea un profeta y sepa por sí
mismo acerca de la verdad y divinidad de la obra. En
efecto, en el verdadero sentido, un maestro es más
grande que un profeta, porque un maestro no sólo tiene
el testimonio de Jesús en sí mismo (ver Apocalipsis
19:10) sino que sostiene ese testimonio enseñando el
evangelio" (Bruce McConkie The Doctrinal Restau-
ration, p.2)
Tan seria asignación -la de maestro del evangelio- no
llega sin limitaciones lógicas e instrucciones sagradas;
En una revelación moderna, el Salvador explicó que "el
Espíritu se os dará por oración de fe, y si no, no
enseñaréis" (D&C 42:14). "Todos debemos enseñar el
evangelio", dijo José Smith, "bajo la influencia del
Espíritu Santo; y ningún hombre puede enseñar el
Evangelio sin el Espíritu Santo" (Enseñanzas del Profeta
José Smith). Este principio parece involucrar el poder y
la profecía conjuntamente. Los Santos están
Enseñando y Aprendiendo por el Espíritu 149

específicamente instruidos para que sus enseñanzas


sean preparadas y presentadas por el poder del Espíritu
Santo, dado que su mensaje no es suyo (de ellos) sino de
su Principal. La palabra profética es segura y el resultado
es verdadero y edificante; si el maestro del evangelio no
presenta su mensaje por el poder del Espíritu Santo,
entonces "no enseñará". Esto significa que no enseñará
en el puro sentido del evangelio,no enseñará en la
forma que Dios ha prescripto, no habrá comunicación
de espíritu a espíritu, no edificará no iluminará.
El Señor pregunta a los Santos, pregunta cuya
respuesta es vital para enseñar el evangelio, "Yo, el
Señor os hago esta pregunta: ¿a qué se os ordenó?" Y
entonces declara:

A predicar mi evangelio por el Espíritu, si, el


Consolador que fue enviado para enseñar la verdad.
De cierto os digo, el que es ordenado por mi y
enviado a predicar la palabra de verdad por el
Consolador, en el Espíritu de verdad, ¿la predica por
el espíritu de verdad o de alguna otra manera?
Y si es de alguna otra manera no es de Dios. Por lo
tanto,¿cómo es que no podéis comprender y saber que
el que recibe la palabra por el espíritu de verdad, la
recibe como la predica el espíritu de verdad?
De manera que el que la predica y el que la recibe se
comprenden uno a otro, y ambos son edificados y se
regocijan juntamente. (D&C 50:13-14; 17-22)

Parece obvio que si una persona enseña por el poder


del Espíritu, la experiencia -recepción y presentación del
mensaje- es de Dios y conducirá a la mutua edificación e
iluminación. Pero ¿qué otra clave de experiencia de
aprendizaje puede tener lugar en la Iglesia? ¿Cuál es "la
150 El Espíritu Santo

otra forma" que está definitivamente designada por la


Deidad como "no de Dios"?
Ofreciendo un comentario sobre los versículos de la
sección 50, particularmente sobre la manera en la cual
alguien puede buscar la interpretación'de la palabra de
verdad de "alguna otra forma", el Eider Bruce
McConkie observó:

Si enseñamos la palabra de verdad, [notemos que


estamos diciendo que es verdad, que todo lo que
digamos es cierto y justo] por algún otro medio que
no sea del Espíritu, no es de Dios. Ahora bien: ¿cuál
es la otra manera de enseñar, si no es por el Espíritu?
Bien, obviamente por el poder del intelecto.
Supongamos que hoy vine a dejar un gran mensaje,
y lo hiciera por el poder del intelecto, sin la asistencia
del Espíritu de Dios. Supongamos que cada palabra
que digo es cierta, sin error, pero bajo una
presentación intelectual. La revelación dice: "Si es
por cualquier otro medio no es de Dios" (D&C 50:18)
Esto es, Dios no presenta el mensaje por mi
intermedio porque uso el poder de mi intelecto en
lugar del poder del Espíritu. Las cosas intelectuales -
razón y lógica- pueden ser buenas, y pueden preparar
el camino y la mente para recibir el Espíritu bajo
ciertas circunstancias. Pero la conversión llega y la
verdad llega al fondo de los corazones cuando es
enseñada por el poder del Espíritu (The Foolishness
of Teaching p.9).

Como una ilustración del principio expuesto, es


posible que uno de los Santos lea un pasaje de los libros
canónicos en una de nuestra reuniones y aún así su
Enseñando y Aprendiendo por el Espíritu 151

ofrenda puede no ser de Dios si su corazón no es


correcto.
La mutua edificación -edificación espiritual y divino
refinamiento- es un proceso que se cumple através de
maestros inspirados y oyentes inspirados. Es de Dios
"gozar de la luz y el poder del Espíritu Santo". El
Presidente Brigham Young enseñó que "el predicador
necesita algo más que sus oyentes. Necesita el poder del
Espíritu Santo para que cada palabra llegue al corazón
en el momento justo, y los oyentes necesitan el poder
del Espíritu Santo para dar los frutos de la palabra de
Dios predicada para su gloria" (Journal of Discourses
8:167).

Obteniendo la Palabra

Uno no puede enseñar lo que no conoce. No se puede


predicar el evangelio con poder si no se conoce el
evangelio. Y en los primeros tiempos de la restauración
Hyrum Smith recibió dirección divina en cuanto a los
pre requisitos para obtener poder espiritual: "No
intentes declarar mi palabra, sino primero procura
obtenerla, y entonces será desatada tu lengua; luego, si
lo deseas, tendrás mi Espíritu y mi palabra, sí, el poder
de Dios para convencer a los hombres. Mas por ahora
calla; estudia mi palabra que ha salido entre los hijos de
los hombres (la Biblia), y también estudia mi palabra
que saldrá entre ellos, o lo que ahora se está traduciendo
(Libro de Mormón) (D&C 11:21-22).
Este mandato está en armonía con lo que nosotros
encontramos en el Libro de Mormón. Sobre los hijos de
Mosíah, los registros nefitas testifican que "se habían
fortalecido en el conocimiento de la verdad; porque
eran hombres de sana inteligencia, y habían
152 El Espíritu Santo

escudriñado diligentemente las Escrituras para poder


conocer la palabra de Dios. Mas esto .no es todo; se
habían dedicado a mucha oración y ayuno; por tanto,
tenían el espíritu de profecía y el espíritu de revelación,
y cuando enseñaban, lo hacían con poder y autoridad de
Dios"(Alma 17: 2-3). El testimonio nace del
conocimiento. De este modo, "la santidad de un ver­
dadera testimonio debería inspirar a ser cuidadoso para
usarlo. Ese testimonio no es... para decirlo solo "para
llenar el tiempo" en una reunión pública; mucho
menos para justificar o encubrir la pobreza de
pensamiento del que testifica o la ignorancia de la
verdad a la que es llamado a exponer... a aquellos que
hablan en su nombre, el Señor requiere humildad, no
ignorancia" (Joseph F.Smith, Doctrina del Evangelio,
pp. 205-6).

Para asegurarse que las enseñanzas reciban el sello


aprobador, el maestro del evangelio debe también ver
que su mensaje sea puro y sin mancha -así es el
evangelio-, "...enseñarán los principios de mi evangelio
que se encuentran en la Biblia y en el Libro de Mormón,
en el cual se halla la plenitud de mi evangelio. Y
observarán los convenios y reglamentos de la Iglesia
para cumplirlos, y esto es lo que enseñarán, conforme el
Espíritu los dirija" (D&C 42:12-13). En nuestros libros
canónicos -que ahora incluyen Doctrina y Convenios y
la Perla de Gran Precio- suplementados por las palabras
de los modernos profetas y apóstoles, hallamos las
normas que determinan todo lo que enseñamos en la
Iglesia. Estos libros de sagradas escrituras constituyen el
cánon de la escritura, la pauta de la fe y lá doctrina con
que deben ser medidos la verdad y el error. Aquellos
que enseñan el mensaje de la Restauración deben
Enseñando y Aprendiendo por el Espíritu 153

enseñar "lo escrito por los profetas y apóstoles, y lo que


el Consolador les enseñe mediante la oración de fe"
(D&C 52:9)
En este aspecto tenemos una advertencia y una
promesa dejadas por nuestros líderes profetas. En 1938
el Presidente Rubén J. Clark, Jr. exhortó a los educadores
de la Iglesia en esta forma:"... vuestro interés principal,
vuestro único y esencial deber, es enseñar el evangelio
del Señor Jesucristo tal como ha sido revelado en los
últimos días. Debéis enseñar el evangelio, usando como
fuentes y autoridades las obras canónicas de la Iglesia y
las palabras de aquellos a quienes Dios ha llamado para
conducir a su pueblo en estos últimos días". El advirtió:
De ninguna manera introduciréis en vuestra tarea
vuestra filosofía particular, no importa su procedencia o
cuan agradable y racional parezca ser. Esto significaría
tener tantas Iglesias como seminarios hay, y eso es el
caos. (The Chrted Course of the Church in Education
p.253)
El Eider Bruce McConkie escribió una maravillosa
recomendación para que los maestros del evangelio
vean si están enseñando sobre las escrituras: Aquellos
que predican por el poder del Espíritu Santo usan las
escrituras como la fuente básica de conocimiento y
doctrina. Ellos comienzan con lo que Dios ha revelado a
otros hombres inspirados. Pero es costumbre del Señor
dar conocimiento adicional a aquellos cuyos corazones
han sido impresionados por el verdadero significado y
la verdadera intención de las escrituras. Cuando están
en afinidad con el Infinito, el Señor los deja saber,
primero, el completo significado de las escrituras que
están exponiendo y a veces, abre su visión de tal forma
que descubren nuevas verdades y aprenden cosas ma­
ravillosas, nuevas verdades, las que no podrán alcanzar
154 El Espíritu Santo

nunca aquellos que no sigan estas pautas (The


Promissed Messiah pp.515-516).

Una Porción de la Palabra

A cada hombre le es dada la parte necesaria. Es la


voluntad del cielo que todo hombre y mujer reciba de
acuerdo a su habilidad para descifrar y asimilar las
verdades eternas. Este principio es ilustrativo de la
sabiduría y la misericordia divinas conjuntamente. Una
persona no puede recibir más de lo que está capacitada
para recibir; el Señor nunca haría que sus hijos se
ahogaran en las aguas vivientes! El maestro del
evangelio que es inspirado, no enseña todo lo que sabe.
No pretende sobrecargar a sus oyentes ni impresionar a
la congregación con el material que maneja. Hacerlo,
sería contrario al orden del cielo y contrario a los
propósitos de Dios.
Tal como vimos, el Espíritu Santo es un tutor
personal. El conoce "todas las cosas" (D&C 42:17); conoce
los corazones y la mente de todos los hombres, y
mujeres y la preparación de los individuos y de la
congregación para ser enseñados acerca de las cosas de
Dios. Nadie irrumpe en la presencia del Señor;
igualmente, nadie puede ser llevado prematuramente
al ámbito de la experiencia divina. Alma lo explicó así:
"A muchos les es concedido conocer los misterios de
Dios; sin embargo se les impone un mandamiento
estricto de que no han de impartir sino de acuerdo con
la porción de su palabra que él concede a los hijos de los
hombres, conforme al cuidado y la diligencia que le
rinden". (Alma 12:9). Todos los que cargan con la
responsabilidad de proclamar el mensaje deben ser
Enseñando y Aprendiendo por el Espíritu 155

sensibles al Espíritu, discernido suficientemente como


para reconocer la "porción de la palabra" destinada para
aquellos que deben ser enseñados.
Los que trabajan como misioneros en la Iglesia, por
ejemplo, han sido específicamente comisionados para
enseñar aquella parte de la palabra necesaria para ser
presentada a los investigadores sinceros sobre el
mensaje de la Restauración. No están comisionados
para enseñar doctrinas que pueden ser mas fácilmente
comprendidas después del bautismo y de recibir el
Espíritu Santo. Su asignación especifica es proclamar
buenas noticias, las nuevas que el Señor ha declarado
nuevamente en estos días por medio de los profetas
modernos, y proclamar que la veracidad del mensaje
puede ser probada mediante el Libro de Mormón. "Y tú
declararás gozosas nuevas; sí, publícalo sobre las
montañas y en todo lugar alto y entre todo pueblo que te
sea permitido ver. Y lo harás con toda humildad,
confiando en mi" (D&C 19:29-31). Debemos enseñar a
los que están afuera de la Iglesia cómo entrar en la
Iglesia. Por lo tanto, una vez que han recibido el Espí­
ritu Santo, crecerán en la plenitud del conocimiento
(ver D&C 39:6).
El Señor explicó a José Smith y a Sidney Rigdon que
"el tiempo en que me parece necesario y oportuno que
abráis vuestra boca para proclamar mi evangelio, las
cosas del reino, declarando sus misterios por medio de
las escrituras, de acuerdo con la porción del Espíritu y de
poder que se os dará según mi voluntad" (D&C 71:1).
Esto apunta hacia el sistema y los pre requisitos del
Señor,el principio de que las cosas de Dios deben ser
presentadas y recibidas en cierto orden, en su correcta
secuencia, si procuramos la edificación y la conversión
por el poder del Espíritu Santo. Una conversación
156 El Espíritu Santo

mantenida entre Pedro y Clemente es particularmente


ilustrativa en este sentido. Pedro había sido consignado
para instruir a su joven compañero acerca de que "la
enseñanza de toda doctrina tiene un orden: algunas
cosas deben ser presentadas primero, otras en segundo
lugar y otras en tercero, etc., todo en su sitio. Si estas
cosas son presentadas en este orden, se tornan sencillas,
pero si alteramos el orden, será como hablar en contra
de la razón. (Citado en Hugh W. Nibley, Since
Cumorah, p.110; ver también JST Mateo 7:9-11)
Además, tal como lo advirtió el Profeta José Smith
"no siempre es sabio contar toda la verdad. Aún Jesús,
el Hijo de Dios, tuvo que refrenarse de hacerlo y tuvo
que contener sus sentimientos muchas veces por su
seguridad y la de sus seguidores; y debió esconder los
propósitos justos de los corazones relacionados con
muchas cosas pertenecientes al Reino de Su Padre"
(Enseñanzas del Profeta José Smith). "Recuerda", el
Señor advierte a los Santos en nuestros días, "que lo que
viene de arriba es sagrado y debe expresarse con cuidado
y por constreñimiento del Espíritu; y en esto no hay
condenación, y mediante la oración recibís el espíritu;
por tanto, si no hay esto, permanece en la condenación"
(D&C 63:64). El deber del maestro del evangelio es
buscar el Espíritu del Señor; escuchar los llamados y la
dirección de este Espíritu en relación a los que van a ser
enseñados, y presentar el mensaje bajo la misma
influencia sagrada. El Señor ha declarado que luego del
estudio y la oración, llegaremos a "atesorar la porción
que le será medida a cada hombre". (D&C 84:85)
Enseñando y Aprendiendo por el Espíritu 157

Compartiendo un Testimonio Puro

La divina comisión del maestro ha sido claramente


descripta en las escrituras y por los profetas vivientes.
Los que deben enseñar el evangelio de Jesucristo, deben
hacerlo de las escrituras y de las palabras de los oráculos
vivientes. Lo que enseñan debe ser enseñado por el
poder del Espíritu Santo. Debe ser aplicado a las
situaciones reales de la vida de los que escuchan,
"adaptando las escrituras a los Santos". Finalmente y
como fundamento en la empresa de la enseñanza, el
maestro debe tener un testimonio, por el poder del
Espíritu Santo, de que lo que enseña es verdad. La fe se
desarrolla y se completa como resultado de un testi­
monio puro y sólido. Alma hijo dejó su sitial en los
tribunales, para dedicarse completamente a predicar el
evangelio, "porque no vio otra forma de rescatarlos sino
con el peso de un testimonio puro en contra de ellos"
(Alma 4:19). El maestro del Evangelio debe declarar "la
palabra con verdad y circunspección" (Alma 42:31), o
sea, debe ser fiel al mensaje que presenta.
El Espíritu Santo es el conversor. El maestro del
evangelio tiene mucho que hacer en la preparación de
la lección, la búsqueda de las escrituras y la declaración
de la verdad; pero el Espíritu Santo es el conversor, y el
maestro del evangelio nunca debe olvidarlo. El o ella
nunca deben procurar usurpar el rol del Espíritu ni estar
por encima de aquel cuya influencia trae renacimiento y
justicia. La persona que posee un testimonio puro
nunca busca sustitutos baratos para el Espíritu. Nunca se
basa en metodología que puedan confundir sentimen­
talismo con espiritualidad; emoción con edificación. Ser
testigo es más que protagonizar una anécdota, y el
testimonio más que una expresión de gratitud. Prueba la
158 El Espíritu Santo

virtud de la palabra de Dios (Alma 31:5), confía en el


poder de las escrituras y las palabras de los profetas para
penetrar en el corazón de sus oyentes, y da testimonio
de su mensaje con sinceridad y cordura.
Seremos capaces de perfeccionar nuestro testimonio y
desarrollar y nutrir los de otros cuando podamos ser
testigos específicos, cuando podamos dar testimonio no
solamente de que la obra en la cual estamos compro­
metidos es verdadera, sino también que el mensaje que
hemos presentado y las doctrinas expuestas son
verdaderas. Alma sirve como modelo para todos
aquellos que enseñan el Evangelio. Después de hablar
largamente al pueblo de Zarahemla, después de haber
contestado sobre cuarenta preguntas que le hicieron,
dándoles pautas para lograr volver a estar en la
presencia de su Hacedor, Alma agregó:

"porque soy llamado para hablar dé este modo,


según el santo orden de Dios, que está en Cristo Jesús;
sí, se me manda que me levante y testifique a este
pueblo las cosas que hablaron nuestros padres,
concernientes a lo que está por venir. Y esto no es
. todo. ¿No suponéis que yo sé de estas cosas por mí
mismo?
He aquí, os testifico que yo sé que estas cosas de que
he hablado son verdaderas. ¿Y cómo suponéis que yo
sé de su certeza? He aquí, os digo que el Santo
Espíritu de Dios me las hace saber. He aquí, he
ayunado y orado muchos días para poder saber estas
cosas por mí mismo. Y ahora sé por mí mismo que
son verdaderas; porque Dios el Señor me las ha
manifestado por su santo espíritu; y este es el Espíritu
de revelación que está en mí." (Alma 5:44-46)
Enseñando y Aprendiendo por el Espíritu 159

"El poder coronador, convincente, conversor de la


enseñanza del evangelio" escribió el Eider Bruce
McConkie, "se manifiesta cuando un maestro inspirado
dice: "Sé, por el poder del Espíritu Santo, por la
revelación del Santo Espíritu a mi alma, que las
doctrinas que he enseñado son verdaderas". Este divino
sello de aprobación hace que las palabras expresadas
toquen a los oyentes...Debería agregar que cuando los
siervos del Señor predican con poder, bajo la influencia
del Espíritu Santo, el Señor agrega su propio testimonio
a la veracidad de sus palabras.Dicho testimonio llega en
la forma de señales, dones y milagros. Tales siempre se
dan cuando la palabra predicada en poder es aceptada
por los que la oyen con corazones abiertos. (The
Promissed Messiah pp. 516-517)
El Presidente Brigham Young nos ha dejado las
siguientes palabras relativas al impacto del testimonio
puro en la conversión:
Sólo viajé un corto tiempo para dar mi testimonio
a la gente, antes de aprender este hecho: que, a pesar
de poder probar la doctrina de la Biblia hasta el
máximo, solo conseguiremos convencer pero no
convertir. Podéis leer desde el Génesis hasta el
Apocalipsis, y probar hasta el último tilde, y eso no
conseguirá convertir a las personas. Nada puede
superar al testimonio por el poder del Espíritu Santo
para traer luz y conocimiento, llamándolos al arre­
pentimiento dentro de sus corazones. Me han oído
decir con frecuencia que, dnco palabras dichas por un
Eider aquí o en cualquier parte, por el poder del
Espíritu Santo, son más efectivas que cualquier
sermón sin el Espíritu. Esto es verdad y nosotros lo
sabemos. (Journal of Discourses 5:327)
160 El Espíritu Santo

Conclusión

La enseñanza es el arte del Maestro. Es lo que Jesús


hizo. No sería apropiado hablar de El como de un
ejecutivo del evangelio. Con preferencia fue un
maestro. Y en Su Iglesia, enseñar es lo que hacemos. Lo
hacemos bien cuando hacemos lo que El hizo; y
hacemos lo que El hizo cuando lo hacemos bajo la
dirección y la guía del poder del Espíritu Sarito.
Aquellos que enseñan por el poder del Espíritu Santo se
hacen eco y reflejan la palabra y la voluntad de aquel
que es eterno; son agentes del Señor, quien es su
superior. No tienen doctrina propia para proclamar; su
doctrina es de quien representan. No puede haber
dudas; si aquellos llamados y autorizados para enseñar
el evangelio en la Iglesia del Señor,a pesar de parecer
débiles y simples a los ojos de la sabiduría del mundo
(ver D&C 1:19,23), siempre lo hacen por el poder del
Espíritu Santo, edificación e iluminación, además de
comunión con el infinito, se acrecentarán día tras día
entre los Santos de los Ultimos Días.
12
La Aprobación del Señor:
El Santo Espíritu de la Promesa

Pues esto ha sucedido, por su fe y sus obras, siendo probado en


su vida, como oro puro, Y sellado por el espíritu de la promesa,
por vida, por hombres llamados de Dios, como lo fue Aarón.
-fosé Smith

La historia es un juez veleidoso: un hombre


considerado un héroe en nuestros días, puede llegar a
ser visto como un cobarde por nuestros hijos, mientras
que aquel que ha sido despreciado, como Lázaro, quien
pedía en las puertas de los hombres ricos, puede
encontrar, que los mismos que lo despreciaron, ahora
piden su favor. Un compositor o un artista puede no ser
reconocido en su propio tiempo, para ser aclamado
como un genio en los años por venir, mientras que
otros que gozan los máximos galardones de sus
contemporáneos pueden ser rápidamente olvidados en
cuanto sus obras pasen de moda. Buscar la aprobación
de nuestros semejantes puede convertirse en la labor
más improductiva de todas. Aquellos que desean bailar
al compás de la música del demonio, y escuchar los
halagos y los aplausos de las multitudes han sido
advertidos de que ellos serán "odiados de quienes los
lisonjeaban" (D&C 121:20). Tal como Korihor, cuando
caigan serán hollados por los pies de aquellos cuyos
162 El Espíritu Santo

favores neciamente piden. Es la aprobación de Dios la


que buscan las buenas personas, y sólo Suya. No hay
mejor medida de la sanción celestial sobre los hechos
terrenales que la quieta paz que evidencia la compañía
del Espíritu Santo. El Espíritu Santo es un aristócrata
espiritual que no se rodea de lo impuro. Su sello
aprobador ratifica todo lo que es merecedor de su divina
presencia y es rápidamente quitado de todo lo que
significa una ofensa o una afrenta a Dios. Es hacia esta
doctrina del santo sello de la promesa, esta doctrina por
la cual sabemos que somos aprobados por Dios, que
dirigimos nuestra atención.

Dios no será Engañado

Es un vicio de la buena gente juzgar demasiado


benignamente y confiar demasiado rápido. La mayoría
de los hombres han sido traicionados. El Señor advirtió
a José Smith que no siempre sería capaz de "distinguir
el justo del injusto" (D&C 10:37). Con Dios no es así; El
conoce los corazones y los pensamientos de todos los
hombres (D&C 6:16), y lo que es conocido por Dios, es
conocido también por el Espíritu Santo, pues "el
Consolador conoce todas las cosas" (D&C 42:17). "El
convenio sempiterno fue hecho", explicó José Smith,
"entre tres personas antes de que la tierra fuera
organizada, y se relaciona con la dispensación de cosas a
los hombres de la tierra; estos personajes, de acuerdo
con los registros de Abraham son llamados Dios el
primero, el creador; Dios el segundo, el Redentor; y Dios
el tercero, el testigo o Probador" (Enseñanzas del Profeta
José Smith). El Espíritu Santo no solamente hace arder
el testimonio de la verdad dentro del corazón de los
La Aprobación del Señor: El Santo Espíritu de la Promesa 163

hombres como por fuego, sino que también es llamado


a atestiguar de la verdadera condición de sus almas.Es el
Espíritu Santo quien ratifica o aprueba todo lo que tiene
peso y medida en los cielos. Los hombres pueden
engañarse unos a otros, pero no pueden engañar al
Espíritu Santo.
Es absolutamente cierto que ninguna cosa impura
puede entrar en el reino de Dios. "Por lo tanto, nada
entra en su reposo", declaró el Salvador, "sino aquellos
que han lavado sus vestidos en mi sangre, mediante su
fe, arrepentimiento de todos sus pecados y su fidelidad
hasta el fin" (3 Nefi 27:19). Esa misma pureza de alma es
pre-requisito para gozar y ejercitar el poder del
sacerdocio correctamente designado como el Santo
Sacerdocio, del Orden del Hijo de Dios"(D&C 107:3),
pues su nombre afirma la necesidad de santidad y orden
en todas sus funciones. Nuevamente, es absolutamente
cierto que los poderes del cielo no pueden ser
controlados ni manejados excepto sobre los principios
de justicia (D&C 121:36). De la misma forma, el Espíritu
Santo o Santo Espíritu está designado para permanecer
como un rememorador constante de que su espíritu, sus
bendiciones e influencia no pueden ser gozadas o
retenidas fuera de la santidad. Donde no hay santidad
no está el Santo Espíritu. "El don del Espíritu Santo por
la imposición de manos no puede ser recibido por
medio de ningún otro principio que el principio de
Justicia", explicó José Smith (Palabras de José Smith,
p.3). Todo lo que es santo es más sagrado que secular; es
todo lo que ha sido "apartado", "consagrado", o
"dedicado" a Dios. Aquellos que gozan de la compañía
del Espíritu Santo son los que han experimentado la
unión de dos santos espíritus. El Espíritu Santo no es
contencioso y no "disputa" con los hombres. Tal es la
164 El Espíritu Santo

labor de la Luz de Cristo o el Espíritu de Cristo. Cuando


la batalla ha terminado, entonces el Espíritu Santo -tan
bellamente simbolizado en la paloma- entra, trayendo la
paz con su aparición. Tal espíritu no puede ser
engañado. Cuando abrimos las puertas al pecado y a la
discordia, este Santo Espíritu nos deja tan silenciosa y
rápidamente como llegó.

El Santo Espíritu de la Promesa

Cualquier cosa que deseemos reclamar o


pretendamos en el mundo venidero debe ser sellado
por el Santo Espíritu de la Promesa. O sea, el Espíritu
Santo debe colocar su ratificante sello de aprobación
sobre ello; un sello que atestigua que las condiciones del
convenio, cualquiera sea su naturaleza, han sido
cumplidas con exactitud y honor. La regla es sin
excepción. Todos los convenios, contratos, vínculos,
compromisos, juramentos, votos, efectuaciones,
uniones, asociaciones o aspiraciones que no son hechos,
ni concertados, ni sellados por el Santo Espíritu de la
Promesa...no es eficaz, ni tiene virtud o fuerza en la
resurrección de los muertos, ni después; porque todo
contrato que no se hace con ese fin, termina cuando
mueren los hombres" (D&C 132:7)
La ordenanza del bautismo nos ilustra
apropiadamente sobre este principio. Las escrituras
comparan al bautismo con las puertas que se abren al
reino celestial (D&C 76:51). Tal como se necesita la llave
correcta para abrir una puerta, se necesita el bautismo
correcto para ser admitido en el reino celestial. Para qué
un bautismo resulte en "eficacia, virtud o fuerza" en el
mundo venidero debe estar de acuerdo a las pautas
La Aprobación del Señor: El Santo Espíritu de la Promesa 165

reveladas. Las pautas divinas requieren que el bautismo


sea por inmersión para que simbolice el entierro de
Cristo y su resurrección a una nueva vida. Un bautismo
válido debe ser efectuado por la autoridad competente
del sacerdocio bajó la dirección de uno que posea la
llave -la autoridad que dirije o supervisa esta
ordenanza-. Si estas condiciones fueron cumplidas y el
que es bautizado tiene fe en Cristo y su sacrificio
redentor, y se ha arrepentido completamente de sus
pecados, su bautismo constituye una puerta por la cual
puede entrar al reino celestial. Tal bautismo es aprobado
por el Señor y lleva el sello del Santo Espíritu de la
Promesa para atestiguar su validez.
Es el Espíritu Santo en su rol de Santo Espíritu de la
Promesa que atestigua la legitimidad de cada bautismo
válido. Debido a que los hombres pueden engañarse
unos a otros, la responsabilidad de ratificar la legi­
timidad de un bautismo -o cualquier otra ordenanza del
evangelio, para el caso- descansa en Dios. Queda en
manos del Espíritu Santo, el tercer miembro de la
Deidad, aprobar cada reclamo de la validez de un
bautismo. No hay excepciones. Sólo el puede atestiguar
que la fe es auténtica, el arrepentimiento real, y las
condiciones del convenio se han cumplido. En todas las
instancias en que este sea el caso, el Espíritu Santo
garantiza la promesa que las ordenanzas llevarán su
peso y medida en el mundo venidero -o sea, pone su
sello ratificador sobre ello-. Por eso el título, "Santo
Espíritu de la Promesa".
Así como el bautismo, así con el matrimonio. Si una
pareja se arrodilla en dignidad, tomados de las manos a
través de un altar en la casa del Señor para ser
"sellados" por tiempo y eternidad, la ordenanza es de
efecto inmediato. Suya -de ellos- es la promesa de un
166 El Espíritu Santo

matrimonio eterno. Pero si en los años futuros se alejan


de los sagrados convenios hechos en el templo, su
promesa de unión eterna también puede alejarse.
Indignidad o negligencia romperán el sello. Nue­
vamente, el principio es que ninguna cosa impura
puede entrar en el reino de Dios. El arrepentimiento
puede, por supuesto, reparar ese sello, y si una pareja se
casa sin haber tenido la necesaria preparación espiritual,
también ellos, por medio del arrepentimiento completo,
pueden llegar a merecer el sello. Pero deben entender
que Dios no puede ser burlado: no hay indignidad en el
cielo.
El principio tratado aquí es una manifestación de la
ley de justificación. La ley requiere que no haya
bendiciones no ganadas, que el cielo no tenga favoritos,
que nadie sea excusado de cumplir con las normas del
evangelio, que ningún pecado sea obviado. David
atentó contra la vida de Úrias y robó su esposa, y por
esto perderá su exaltación (D&C 132:39), no obstante el
hecho de que cada lector de la Biblia ha llegado a
amarlo. Ninguno tiene licencia para pecar; ninguna
iniquidad es aprobada por el Señor. Ser justificado en el
sentido del evangelio es ser digno de pretender las
bendiciones celestiales. Pero: todo convenio, contrato,
vínculo, obligación, votos, efectuaciones, conecciones,
asociaciones, o expectativas" deben ser sellados por el
Santo Espíritu de la Promesa (D&C 132:7). Vivir un
mandamiento 'por encima' es reclamar 'por encima' las
bendiciones que vienen por cumplirlo. El Espíritu Santo
está justificado para poner su sello ratificador o
aprobador sobre aquellas expectativas o acciones dignas
de un lugar en el cielo, y sin ese sello, la persona no
tendrá un lugar en el cielo.
La Aprobación del Señor: El Santo Espíritu de la Promesa 167

Mucho es lo que concierne a cada uno de nosotros en


cuanto a la cancelación de los sellamientos, en cuanto al
sentimiento de haber"dejado algo de lado". Esto puede
darse en el caso de la mortalidad por un tiempo o una
época, pero no para los mundos venideros. Una graciosa
historia de los días de Brigham Young nos relata que
una mujer disgustada pidió que su nombre fuera
quitado de los registros de la Iglesia, a lo cual un
empleado respondió con la siguiente nota: "He
examinado los registros de bautismos para la remisión
de los pecados... y no habiendo encontrado su nombre
escrito allí, me he ahorrado la necesidad de borrar su
nombre de tales registros. Puede considerar que sus
pecados no han sido remitidos" (Ronald K. Esplín,
"Hitorical Vignettes", Church News, 24 de enero de
1976)

Ninguno está Exento de Cumplir con


las Leyes del Evangelio

Una de las grandes herejías impuestas sobre el


mensaje del evangelio es la idea de que la salvación
llega por gracia solamente. Tal doctrina proclama a Jesús
como el Salvador mientras lo niega como Señor, Juez, y
como Solo y único Santo. Promete la salvación del
infierno sin liberación del pecado, fe sin fidelidad, y
sugiere que el intelecto suplante la obediencia sincera.
Es una doctrina por la-cual pedimos servicios sin pagar
los impuestos. Otra herejía paralela se ha filtrado en la
Iglesia y el reino de Dios, dando la idea de que una
pareja que ha sido casada en el templo tiene licencia
para cometer cierto tipo de faltas impunemente.
168 El Espíritu Santo

Una mala interpretación de D&C 132:26 ha alentado a


cometer estas faltas a aquellos obviamente inestables
espiritualmente. El pasaje dice:

De cierto, de cierto te digo, que si un hombre


contrae matrimonio con una mujer conforme a mi
palabra, y son sellados por el Santo Espíritu de la
promesa, de acuerdo con mi precepto, y él o ella
cometen algún pecado o transgresión del nuevo y
sempiterno convenio, cualquiera que sea, y toda clase
de blasfemias, y si no cometen homicidio en el que
viertan sangre inocente, todavía saldrán en la
primera resurrección y entrarán en su exaltación;
pero serán destruidos en la carne y entregados a los
bofetones de Satanás hasta el día de la Redención,
dice Dios el Señor.

Contextualmente, este pasaje hace exclusiva refe­


rencia a aquellas parejas que han recibido la plenitud de
las ordenanzas del templo y han conseguido
"exaltación... sellada sobre sus cabezas". Estos son
aquellos a los cuales el Señor ha prometido, por medio
de sus siervos autorizados: "Saldrán en la primera
resurrección... y heredarán tronos, reinos, principados,
potestades y dominios, toda altura y toda
profundidad..." (D&C 132:19) La promesa aquí
mencionada está dada a ellos, y solo a ellos. Pero ni
siquiera ésto sugiere que puedan pecar impunemente.
Simplemente afirma que aquellos que han recibido la
plenitud de las ordenanzas del evangelio y que con
seguridad hicieron su elección, aún tienen la capacidad
de pecar y el privilegio y el derecho de arrepentirse. En
cambio, parecería que los sagrados convenios que han
efectuado y la especial condición espiritual que les ha
La Aprobación del Señor: El Santo Espíritu de la Promesa 169

sido conferida, y a pesar de que el arrepentimiento es


posible siempre y cuando las faltas no sean muy graves,
los coloca al alcance de sufrimientos que van más allá
de los conocidos por la generalidad de la humanidad,
(ver Enseñanzas del Profeta José Smith; Bruce
McConkie, Doctrinal New Testament Commentary,
3:342-47; A New Witness for the Articles of Faith, p.232)
Ahora bien, este pasaje, del cual ha dicho el
Presidente Joseph Fielding Smith es "el pasaje del cual
más se ha abusado en las escrituras" (Doctrinas de
Salvación, 2:95), muy difícilmente quiera significar que
cualquiera puede "dejar de lado" cualquier cosa. La
santidad es siempre la norma del cielo y la idea del
pecado es aborrecible a sus ciudadanos. Tal como la
mortalidad, este es un estado probatorio y todos
debemos ejercer la máxima precaución, porque "hay
una posibilidad de que el hombre pueda perder la gracia
y sea apartado del Dios viviente; por lo tanto seguid los
consejos de la iglesia y orad siempre para no caer en
tentación; sí, y seguidlos también aquellos que están
santificados" (D&C 20:32-34)

El Segundo Consolador

Escribiendo acerca de Helaman, nieto de Alma,


Mormón observó que "él tuvo dos hijos. Le dió al
mayor el nombre de Nefi y al menor, el nombre de
Lehi". Y Mormón agregó esta nota fascinante: "Y
comenzaron a crecer en el Señor" (Helaman 3:21). En la
oración dedicatoria del templo de Kirtland, José Smith,
de manera similar, oró al Señor para que los Santos
pudieran "crecer en Ti, y recibir la plenitud del Santo
170 El Espíritu Santo

preparados para obtener cada cosa necesaria" (D&C


109:14-15). El rol del Espíritu Santo es guiar a los
hombres y mujeres al punto de inspiración e
iluminación en los cuales estén preparados para ser
conducidos a la presencia del Padre y del Hijo. José
Smith, parafraseando las palabras del Salvador
concernientes al ministerio del Espíritu, dijo: El
"brindará todas las cosas que deban ser recordadas, cosas
que os ha dicho; El os las enseñará hasta que vengáis a
Mi y a mi Padre" (Palabras de José Smith, pp.14-15) El
Profeta enseñó a los hermanos en la Escuela de los
Profetas que "cualquier grupo de la clase humana está
de acuerdo con que hay un Dios, que ha creado todas las
cosas, y el conocimiento que puedan, llegar a adquirir
acerca de El, de su carácter y de su gloria, depende de la
diligencia y fidelidad con que lo busquen, hasta que,
como Enoc, el hermano de Jared, y Moisés, obtengan la
fe y el poder de verlo cara a cara" (Lecturas of Faith 2:55)
Jesús habló de dos Consoladores. El primero, el
Espíritu Santo, al cual llamó "el otro Consolador"
siendo El mismo el primero. Hablando de si mismo, el
Señor dijo, "No os dejare sin consuelo: Yo vendré a
vosotros" (Juan 14:15-18) "Aquel que tiene mis
mandamientos", explicó, "y los guarda, ese es el que me
ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo
amaré, y me manifestaré a él" (Juan 14:21). Más aún, "si
un hombre me ama, guardará mi palabra: y mi Padre lo
amará, y vendremos a él, y permaneceremos con él"
(Juan 14:23). "La aparición del Padre y del Hijo en ese
versículo (Juan 14:23)", explicó el Profeta, "es personal; y
la idea de que el Padre y el Hijo moren en el corazón del
hombre y otras acepciones sectarias son falsas" (D&C
130:3). Ofreciendo comentarios adicionales sobre estos
versículos, el Profeta José enseñó:
La Aprobación del Señor: El Santo Espíritu de la Promesa 171

Cuando el Señor ha probado a un hombre, y halla


que el hombre está decidido a servirle incon­
dicionalmente, entonces el hombre hallará seguro su
llamamiento y elección, y será su privilegio recibir el
otro Consolador, que el Señor ha prometido a los
Santos... Ahora bien, ¿Qué es el otro Consolador? No
es ni más ni menos que el Señor Jesucristo en Si
Mismo; y esta es la suma y la substancia de todo el
tema; que cuando un hombre obtiene este último
Consolador, tendrá la persona de Jesucristo escu­
chándolo y apareciéndosele de tiempo en tiempo, y
aún manifestándolo al Padre, y permaneciendo con
él, y le serán abiertas las visiones de los cielos, y el
Señor le enseñará cara a cara y podrá tener la perfecta
visión de los misterios del Reino de Dios; y este es el
estado al cual los antiguos Santos llegaban cuando
tenían sus gloriosas visiones. (Enseñanzas del
Profeta José Smith)

De manera similar, el Eider Bruce McConkie ha


escrito sobre esta trascendente realidad:

Es privilegio de todos aquellos que han hecho


seguros su llamamiento y elección ver a Dios; hablar
con El cara a cara; tener comunión con El sobre bases
personales de tiempo en tiempo. Estos son aquellos a
los cuales el Señor enviará el segundo Consolador.
Su herencia de exaltación y Vida Eterna está
asegurada, y así llega a ser con ellos en esta vida y será
con los seres exaltados en la vida venidera. Llegan a
ser amigos de Dios y conversarán con El tal como un
hombre conversa con otro. (El Mesías Prometido,
p.584)
172 El Espíritu Santo

Recibir el Segundo Consolador es una bendición


adicional, una investidura espiritual especial para
aquellos que han hecho seguros su llamamiento y
elección. Esto significa que uno puede hacer seguros su
llamamiento y elección -puede recibir la confirmación
de Dios de que su salvación está asegurada- pero no
necesariamente recibir el Segundo Consolador. Están
aquellos "cuyos llamamientos y elecciones han sido
hechas seguras y que nunca han ejercido una fe
adicional ni han exhibido la justicia que los habilita para
hacer comunión con el Señor sobre las bases
prometidas" (Bruce Me Conkie, El Mesías Prometido
p.586). Por otra parte, si uno califica para estar en la
presencia del Hijo, o como expresó el Presidente Joseph
Fielding Smith, "si un hombre obtiene conocimiento
suficiente para merecer la compañía del Hijo de Dios,
con certeza que su llamamiento y elección han sido
hechos seguros." (Doctrines of Salvation, 1:55)
En el presente, estos dones y bendiciones
extraordinarias están reservados para unos pocos
habitantes de la tierra. Escribiendo sobre los días por
venir, Jeremías declaró con profética precisión:

En los días por venir, dijo el Señor, haré nuevo


convenio con la casa de Israel, y con la casa de Judá.
No como el convenio que hice con sus padres en el
día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra
de Egipto; el cual han quebrado, a pesar de que fui
como un esposo para ellos, dijo el Señor:
Pero este es el convenio que haré con la casa de
Israel: Luego de aquellos días, dijo el Señor, pondré
mi ley en sus mentes y la escribiré en sus corazones, y
seré su Dios y ellos serán mi pueblo.
La Aprobación del Señor: El Santo Espíritu de la Promesa 173

Y ya no enseñarán a cada hombre que sea su


vecino, ni a cada hombre que sea su hermano,
diciendo: Conoced al Señor; porque ellos todos me
conocerán, porque desde el más grande al más
pequeño, dijo el Señor, olvidaré su iniquidad y no
tendré más en cuenta sus pecados. (Jeremías 31:31-34)

En este texto, José Smith dijo: "Vendrá el día en que


ningún hombre deba decir a su vecino: Conoce al Señor;
porque todos lo conocerán, (los que permanezcan) del
más pequeño al mayor". Entonces preguntó: ¿Cómo
será hecho? Será hecho por este poder sellador, y el otro
Consolador del cual he hablado, quien se manifestará
por revelación". (Enseñanzas del Profeta José Smith)
En nuestros días hemos recibido instrucciones de
"buscar siempre el rostro del Señor" (D&C 101:38), con
la promesa que "si os despojáis de todo celo y temor, os
humilláis delante de mí, porque no sois
suficientemente humildes, el velo se hendirá y me
veréis y sabréis quien soy" (D&C 67:10) De cierto la
promesa de la recompensa es para aquellos que esperan
en paciente madurez y callada dignidad: "De cierto, así
dijo el Señor; acontecerá que toda alma que deseche sus
pecados y venga a mi, invoque mi nombre, obedezca mi
voz y guarde mis mandamientos verá mi faz y sabrá que
yo soy" (D&C 93:1 comparar con D&C 88:67-68)

Ejemplos Hallados en las Escrituras de Aquellos


Aprobados por el Señor
La palabra de Jehová llegó a Alma, pacífica pero
firmemente: "Tu eres mi siervo; y yo he pactado contigo
que tendrás vida eterna" (Mosiah 26:20), Alma por lo
tanto hizo seguros su llamamiento y elección; recibió la
174 El Espíritu Santo

más segura palabra de profecía; su vida fue aprobada por


Dios y fue sellado por el Santo Espíritu de la Promesa en
la exaltación. En el meridiano de los tiempos, Pedro,
Santiago y Juan gozaron de privilegios similares.
Hablando de su experiencia en el Monte de la
Transfiguración y además de las bases de su
permanencia en la fe, Pedro observó: "Porque no os
hemos dado a conocer el poder y la venida de Jesucristo
siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto
con nuestros propios ojos su majestad. Pues cuando él
recibió de Dios Padre, honra y gloria, le fue enviada
desde la magnífica gloria una voz que decía: Este es mi
hijo amado, en el cual tengo complacencia. Y nosotros
oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con
él en el monte santo, (ver Mateo 17:l-5).Tenemos
también la palabra profética más segura, a la cual hacéis
bien en estar atentos como una antorcha que alumbra
un lugar oscuro, hasta que el día aclare y el lucero de la
mañana salga en vuestros corazones" (2 Pedro 1:16-19).
Ahora bien: ¿En qué podrían hallar más seguridad
en la palabra de profecía que en la voz de Dios diciendo:
Este es mi Hijo Amado?

Y ahora el secreto y la gran llave. A menos que


escucharan la voz de Dios y supiesen que Jesús era el
Hijo de Dios, no habría evidencia de que su elección y
llamamiento fueron hechos seguros, que tenían parte
con Cristo, y juntado sus heredades con El. Ellos
entonces desearían la más segura palabra de profecía,
para que fuesen sellados en los cielos y tuviesen la
promesa de la vida eterna en el reino de Dios.
Entonces, habiendo tenido esta promesa sellada a
ellos, sería como un ancla para el alma, segura y
permanente. Aunque los truenos rodaran y los rayos
La Aprobación del Señor: El Santo Espíritu de la Promesa 175

enceguecieran, los terremotos sacudieran y las aguas


los rodearan, esta esperanza y este conocimiento
sostendría el alma cada hora de prueba, problemas y
tribulaciones. Por lo tanto, el conocimiento por
medio de nuestro Señor y Salvador Jesucristo es la
gran llave que devela las glorias y los misterios del
reino de los cielos. (Enseñanzas del Profeta José
Smith)

Moroni nos dejó una de las más conmovedoras


plegarias a Cristo, en todas las escrituras. Al hacerlo,
sostuvo el poderoso y persuasivo testimonio de su
Señor y habló de la relación con su Señor.

Y ahora yo, Moroni, me despido de los gentiles, sí,


y también de mis hermanos a quienes amo, hasta que
nos encontremos ante el tribunal de Cristo, donde
todos los hombres sabrán que mis vestidos no se han
manchado con vuestra sangre. Y entonces sabréis que
he visto a Jesús y que él ha hablado conmigo cara a
cara, y que me dijo con sencilla humildad, en mi
propio idioma, así como un hombre le dice a otro,
concerniente a estas cosas... Y ahora quisiera
exhortaros a buscar a este Jesús de quien han escrito
los profetas y apóstoles, a fin de que la gracia de Dios,
el Padre y también Jesucristo, y el Espíritu Santo, que
da testimonio de ellos, pueda estar y permanecer en
vosotros para siempre jamás, Amén." (Eter 12:38-39,
41)

El Eider Heber C. Kimball uno de los más devotos


discípulos de esta dispensación, escribió acerca de una
experiencia en su vida tal como sigue:
176 El Espíritu Santo

Mi familia se había ido por dos meses, durante los


cuales no supe nada de ellos; nuestros hermanos en
prisión; muerte y destrucción por doquier me hacían
sentir triste y solo. Vinieron a mi mente estas
palabras, y el Espíritu me dijo: "escribe," lo cual hice
tomando un pedazo de papel y escribiendo sobre mi
rodilla de esta manera:... De cierto digo a mi siervo
Heber, tú eres mi hijo, en quien me complazco
porque eres prudente al escuchar mis palabras, y no
transgredir mi ley, ni rebelarte en contra de mi siervo
José Smith, porque sientes respeto por las palabras
que he dicho, desde la más pequeña a la más grande;
por lo cual tu nombre está escrito en los cielos, para
no ser borrado jamás. (Orson F. Whitney, Vida de
Heber C. Kimball, p.241)

José el Profeta dijo a su secretario William Clayton:


Tu vida está guardada con Cristo en Dios, y así con
muchos otros. Nada sino el pecado imperdonable
puede prohibirte heredar la vida eterna pues estás
sellado por el poder del Sacerdocio en la vida eterna,
habiendo dado los pasos necesarios para tal propósito"
(Historia de la Iglesia, 5:391). Y es de José Smith mismo
de quien podemos tomar el modelo de como un
hombre es sellado a la vida eterna, y de quien
aprendemos acerca de la naturaleza vital de la
obediencia y el sacrificio. "Yo soy el Señor, tu Dios", dijo
el Maestro al vidente, "y estaré contigo hasta el fin del
mundo, y por toda la eternidad; pues de cierto yo sello
tu exaltación sobre tí, y preparo un trono para tí en el
reino de mi Padre, con Abraham, tu padre. He visto tus
sacrificios y perdonaré tus pecados;he visto tus
sacrificios en obediencia a lo que he dicho" (D&C 132:49-
50)
La Aprobación del Señor: El Santo Espíritu de la Promesa 177

Ei pronunciamiento de las escrituras a los Santos es


consistente: Aquellos que acepten los convenios del
evangelio, reciban las ordenanzas de salvación y
permanezcan en justicia hasta el fin de sus días, tendrán
vida eterna. "Si guardas mis mandamientos y
perseveras hasta el fin", el Señor le aseguró a David
Whitmer, "tendrás vida eterna, que es el más grande de
todos los dones de Dios" (D&C 14:7). "Benditos los que
son fieles y permanecen, en vida o muerte, pues
heredarán la vida eterna" (D&C 50:5). Nos esforzamos
diariamente por guardar los mandamientos, por vivir
dignos de la guía e influencia santificadora del Espíritu
Santo. Esperamos y trabajamos por esa paz que nos
certifica que el Señor está complacido con nosotros y que
ha aceptado nuestras ofrendas. Tratamos de conver­
tirnos en discípulos de una manera sana y equilibrada,
nunca apurados por sobrepasar a nuestros líderes ni con
excesivo celo en las cosas del Espíritu. Nuestra justa
obsesión es calificarnos para la más alta de las
posibilidades eternas. Ciertamente, suplicamos por la
certeza de que la plenitud de la salvación sea nuestra.
Pero si no recibimos formalmente la más segura palabra
de profecía antes de que enfrentemos la muerte y
entremos en la próxima esfera, nos queda la seguridad
de la promesa de aquel que desea que seamos suyos para
siempre. Por eso:

Si morimos en la fe, es lo mismo que decir que


nuestro llamamiento y elección han sido hechos
seguros y por lo tanto tendremos la recompensa
eterna. En cuanto nos concierne como miembros de
la Iglesia, se nos ha trazado un camino que nos lleva
a la vida eterna. Esta vida es el tiempo designado
como un estado probatorio para los hombres para que
178 El Espíritu Santo

estén listos para encontrarse con Dios, y en cuanto


concierne a las personas fieles, si están en el
cumplimiento de sus obligaciones, si están haciendo
lo que deben hacer aunque no sean perfectos en esta
esfera, su probación ha terminado. Ahora vendrá la
probación para otras personas. Pero para los fieles
Santos de Dios, ahora es el tiempo y el día, y su
probación termina con la muerte, y no se apartarán
del camino. Es verdad lo que dijo el Profeta José
Smith, que hay muchas cosas que deben ser hechas
"aún después de la tumba" para obrar por nuestra
salvación, pero permaneceremos en el camino y no
nos alejaremos de él si es que hemos sido fieles y
verídicos en esta vida. (Bruce McConkie, palabras en
el funeral de S. Dilworth Young, 13 de julio de 1981)

Conclusión

La perfección de las verdades celestiales atestiguan de


su origen divino. Tal es seguramente el caso con el
decreto eterno que todo pacto, convenio y promesa debe
ser sellado por el Santo Espíritu de la Promesa. Es así
que los impuros, los no-santos, nunca hallarán lugar en
los mundos celestiales. Está dicho que los hombres
serán juzgados por sus obras y sus deseos (D&C 137:9) y
tenemos la seguridad de que aquellos que obran lo justo
por las razones justas serán ampliamente
recompensados, en tanto que aquellos que no lo hacen
debido a las circunstancias más allá de su control serán
recompensados en medida similar. A aquellos que
reverencian la forma de la deidad mientras niegan el
propósito y el poder que entrañan, no podemos sino
observar que la gloria del cielo es mayor por su
La Aprobación del Señor: El Santo Espíritu de la Promesa 179

ausencia. Los hombres pueden engañar a los hombres,


pero nadie puede engañar a Dios.
En este capítulo el bautismo y el matrimonio han
sido elegidos como los ejemplos primarios de los
principios tratados. Esto sigue el modelo de las
escrituras. En la descripción profética de José Smith de
los grados de gloria, declara que el bautismo es la puerta
a la gloria celestial. Lo compara con el entierro de Cristo
y declara que "guardando los mandamientos" seremos
limpios del pecado. Así vemos que es la obra de justicia
la que le da aliento de vida a las ordenanzas salvadoras.
A aquellos que guardan los mandamientos, viene la
promesa de que ellos tendrán el don del Espíritu Santo
"por la imposición de manos de quien fue ordenado y
sellado bajo este poder"; aquellos exaltados son los que
han "vencido" al mundo por fe, y "están sellados por el
Santo Espíritu de la Promesa, que el Padre derrama
sobre todos los que son justos y verdaderos" (D&C 76:51-
53)
La gran revelación del matrimonio eterno sigue las
mismas pautas. Primeramente enseña que la totalidad
de todos los convenios del evangelio constituyen el
nuevo y sempiterno convenio o el camino de salvación.
Luego toma el matrimonio como ejemplo de "un"
nuevo y "un" sempiterno convenio para enseñar el
principio. Nuevamente hemos aprendido que deben
efectuarse las ordenanzas correctas, que deben ser
efectuadas por el que tiene la autoridad y bajo la
dirección del que posee las llaves y que los candidatos al
matrimonio celestial deben ser y deben continuar
siendo dignos del Espíritu Santo. Cuando ese es el caso,
su matrimonio, y los convenios eternos, serán sellados
por el Santo Espíritu de la Promesa de acuerdo con el
180
El Espíritu Santo

santo orden del cielo (D&C 132:5-8) Tal es el sistema de


salvación.
13
Ofendiendo
al Espíritu
¿No sabéis que sois el templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en
vosotros? Si algún hombre profana el templo de Dios, será destruido por
Dios; porque el templo de Dios es santo, el cual sois vosotros.
I Corintios 3:16-17

Así como hay orden en la creación física de todas las


cosas, hay orden en su nacimiento y desarrollo
espiritual. Tal como el sol de la mañana se levanta
gradualmente hasta su gloria refulgente, así la luz del
evangelio debe primeramente quebrar la noche de la
incredulidad, para poder elevarse sobre las almas de los
hombres.Es la luz de Cristo la que llama la atención de
aquéllos que caminan en las tinieblas. Es por la luz de
Cristo que aquéllos que se ciegan en el pecado puedan
estar bajo sus cálidos rayos. Que el Espíritu Santo se
"oponga" a los que están cargados con el pecado sería
comparado a que los curiosos y espiritualmente
disipados fueran invitados a los lugares santos para
conocer los "secretos escondidos" de la eternidad.
El bautismo de agua precede al bautismo de fuego. Tal
como el ritual del lavamiento precede al de la unción, el
proceso de la limpieza o purificación precede al
derramamiento del Espíritu. Compite a la Luz de Cristo
invitar a los hombres a hacer el bien, mientras que
182 El Espíritu Santo

compite al Espíritu Santo investir con poder de lo alto a


los que hacen el bien. Es la Luz de Cristo la que prepara a
los hombres y mujeres para recibir el Espíritu Santo. La
transgresión provoca que el Espíritu Santo se retire
dejando a la Luz de Cristo como guía del alma
transgresora. La continua y consistente reiteración de la
iniquidad también puede provocar que la Luz de Cristo
se retire. "El que no se arrepienta, de él será quitada aún
la luz que ha recibido; porque mi espíritu no se opondrá
para siempre al hombre, dijo el Señor de las Huestes"
(D&C 1:33)

Santidad Delante del Señor

"Yo soy el Señor tu Dios; por lo tanto os santificaréis,


y seréis santos porque Yo soy Santo" (Levitico 11:44) Esa
fue la gran admonición en el Sinaí, una orden que ha
estado y estará siempre en el corazón del convenio de
salvación. Nuestro Dios es santo y nuestros convenios
deben ser como El. Su sacerdocio era conocido por los
antiguos como "el Santo Sacerdocio, según el Orden del
Hijo de Dios" (D&C 107:3). En el Libro de Mormón se lo
nombra simplemente el "orden santo" (2 Nefi 6:2 ,
Alma 6:8; 13:1, 8, 10, 11), mientras que las revelaciones
modernas se refieren a él como "el más santo orden de
Dios" (D&C 84:18).
A muchos les es conferido esta sagrada autoridad,
pero pocos son los escogidos. "¿Y porqué no son
escogidos? Porque a tal grado han puesto su corazón en
las cosas de este mundo, y aspiran tanto a los honores de
los hombres, que no aprenden esta lección única, que
los poderes del sacerdocio están inseparablemente
unidos a los poderes del cielo, y que éstos no pueden ser
Ofendiendo al Espíritu 183

gobernados ni manejados sino conforme a los


principios de justicia. Es cierto que se nos pueden
conferir; pero cuando intentamos encubrir nuestros
pecados, o satisfacer nuestro orgullo, nuestra vana
ambición, o ejercer mando, dominio o compulsión
sobre las almas de los hijos de los hombres en cualquier
grado de injusticia, he aquí, los cielos se retiran, el
Espíritu del Señor es ofendido y cuando se aparta, se
acabó el sacerdocio o autoridad de tal hombre." (D&C
121:34-37). Dicho de manera sencilla, donde no hay
santidad no hay sacerdocio, ni Santo Espíritu de la
Promesa ni seguridad de aprobación, ni llamados del
Espíritu Santo, ni derecho a reclamar los poderes
asociados con su santo nombre.
La palabra 'santo' está constantemente utilizada
como adjetivo o como sustantivo para describir
virtualmente todos los aspectos del reino de Dios.
Nuestro Dios es Hombre de Santidad (Moisés 6:57), y los
otros miembros de la Deidad son Cristo el Unico Santo y
el Espíritu Santo o Santo Espíritu. La presencia de Dios
debe ser buscada en la santa casa, sus agentes son ángeles
santos, santos Apóstoles, santos profetas, santos
oráculos y hombres santos. Tales individuos funcionan
por el poder y la autoridad de su santo sacerdocio.
Nosotros adoramos en su día santo, abrazamos la más
santa fe, nos congregamos en tierra santa y nos
juntamos para permanecer en lugares santos. Por
mandamiento, cada miembro de la Iglesia debe "estimar
a su hermano como a sí mismo, practicando virtud y
santidad" delante de Dios (D&C 38:24). Ciertamente, lo
que no es santo no es de Dios, y hasta que no lo sea no
podrá aspirar a la máxima recompensa del plan eterno.
Todo lo que no es santo (lo carnal, sensual y
diabólico) es expulsado de la presencia de Dios. Es por
184 El Espíritu Santo

eso que todos los que pertenecemos al reino terrenal


cargamos con la responsabilidad de enseñar a nuestros i
hijos la doctrina del arrepentimiento, pues sin
arrepentimiento "no puede de ninguna forma heredar
el reino de Dios, porque ninguna cosa inmunda puede
morar allí" (Moisés 6:49, 57) "Yo, el Señor, estoy enojado
con los inicuos; les estoy negando mi Espíritu de los
habitantes a los tierra" (D&C 63:32}.

Ofendiendo al Espíritu

Todo lo que es inmundo o lo que no es santo es


ofensivo para el Espíritu. La metáfora utilizada en las
escrituras compara el cuerpo con un templo, el cual si
está contaminado no solamente está sujeto a la pérdida
del Espíritu sino a la destrucción. El Espíritu Santo se
asocia libremente con aquéllos Santos merecedores o
dignos de entrar en el templo, en tanto que la Luz de
Cristo asume la responsabilidad de obrar en cuanto a
llevar a las personas a tal estado de santidad. El Salmista
expuso esta idea cuando pregunto: "¿Quien subirá al
monte de Jehova?" Por respuesta agregó: "El limpio de
manos y puro de corazón; el que no ha elevado su alma
a las cosas vanas; ni jurado con engaño. El recibirá la
bendición del Señor, y justicia del Dios de salvación"
(Salmos 24:3-5).
El Espíritu Santo, cuya compañía gozan aquellos que
han purificado sus tabernáculos para recibirla, es más
fácilmente ofendido que la Luz de Cristo, Sin embargo,
la Luz de Cristo (que ilumina a todo hombre que nace y
designada para batallar con aquellos en la oscuridad para
traerlos a la luz) puede resultar suficientemente
ofendida como para retirarse. La pérdida de cualquiera
Ofendiendo al Espíritu 185

de los dos Espíritus es una de las experiencias más


dolorosas y difíciles para aquellos que están
acostumbrados a su luz, calor e inteligencia. Tal, por
ejemplo, fue la experiencia de José Smith, Martin
Harris, y otros asociados con la perdida de 116 paginas del
manuscrito del Libro de Mormon. En una revelación
subsecuente el Señor le ordena a Martin Harris que se
arrepienta "no sea que te humille con mi omnipotencia;
y que confieses tus pecados para que no sufras estos
castigos de los que he hablado (en referencia a los
sufrimientos de Jesucristo en Getsemaní y en el
Calvario), los cuales en muy pequeño, si, en grado
mínimo probaste en la ocasión en que te retiré mi
Espíritu"(D&C 19:20) Al describir sus sentimientos
cuando el Espíritu le fue retirado, la madre del profeta,
Lucy Mack Smith dijo: "Recordaré aquél día de
oscuridad, por dentro y por fuera. Al menos para
nosotros, los cielos parecían vestidos de negro, y la tierra
amortajada con tristeza. Me había dicho a mi misma
frecuentemente, que si un castigo tan severo como el
que experimentara en esa ocasión, se extendiera
continuamente sobre los individuos más inicuos que
jamas hubieran estado bajo los pies del Todopoderoso
(aún si no fuera mayor que ese), me apiadaría de su
condición” (Lucy Mack Smith, History of Joseph Smith,
p. 132)
Verdaderamente los frutos de la desobediencia
pueden ser los mas amargos. Quizas, sin embargo, el
modo mas común en que el Espíritu es ofendido es
cuando el sagrado tabernáculo del cuerpo de una
persona es contaminado por transgredir la ley de
castidad. El Señor ha advertido que el simple hecho de
mirar a una mujer con lujuria hace que el Espíritu se
retire, dejando en tal estado de oscuridad al ofensor que
186 El Espíritu Santo

perderá inclusive aquella luz y aquel testimonio que


tenía, y se encontrará negando la fe (ver D&C 42:23).
Nuevamente, en una subsecuente revelación el Señor
dijo, "Y de cierto os digo, como ya he dicho,el que mira
una mujer para codiciarla, o si alguien comete adulterio
en su corazón, no tendrá el Espíritu, sino que negará la
fe y temerá." (D&C 63:16).

No Extingáis el Espíritu

Dado que la intención es que el Espíritu de Dios arda


dentro de cada persona que asi lo desee como un fuego
santo; debido a que es nuestra fuente de luz y calor;
debido a que el Espíritu del Señor da vida a nuestros
Espíritus, Pablo advirtió a los Santos, en el meridiano de
los tiempos "no apaguéis el Espíritu" (I Tesalonicenses
5:19). En cambio debian "avivar (avivar la llama, en la
Nueva Biblia Inglesa) el don de Dios" que les había sido
dado (2 Timoteo 1:6). "Que la paz de Dios gobierne en
vuestros corazones”, dijo. "La palabra de Cristo more en
abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos
unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en
vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y
cánticos Espirituales" (Colosenses 3:15-16) Habiendo
hablado por el Espíritu de profecía, Jacob dejó la misma
advertencia al pueblo del Libro de Mormon. "¿He aqui,
rechazáis estas palabras? ¿Rechazaréis las palabras de los
profetas y rechazaréis todas las palabras que se han
hablado en cuanto a Cristo, después que tantos han
hablado acerca de él? ¿Negaréis la buena palabra de
Cristo y el poder de Dios y el don del Espíritu Santo, y
apagaréis el Santo Espíritu, y haréis irrisión del gran
plan de redención que se ha puesto para vosotros? No
Ofendiendo al Espíritu 187

sabéis que si hacéis estas cosas, el poder de la redención y


de la resurrección que está en Cristo os llevará a
presentaros con vergüenza y terrible culpa ante el
tribunal de Dios?" (Jacob 6:8-9). En nuestra propia
dispensación hemos sido instruidos mediante la voz del
Señor para "construir sobre mi roca, que es mi
evangelio; no neguéis el Espíritu de revelación, ni el
Espíritu de profecía porque ¡ay de aquél que niega estas
cosas!" (D&C 11:24-25).
Si nosotros, a quienes ha sido otorgado el don del
Espíritu Santo, ignoramos los llamados de ese Espíritu y
nos volvemos insensibles e impermeables a sus
súplicas, seremos como aquellos de quienes dijo el
Salvador "Ellos con sus labios me honran, pero su
corazón lejos está de mí, enseñan como doctrina
mandamientos de hombres, teniendo apariencia de
piedad pero negando la eficacia de ella” (José Smith-
Historia 1:19). Debemos ser verídicos y confiables en
cuanto a lo que el Señor nos ha dado. Como lo declarara
en su mensaje, observamos que "existe un Espíritu
asociado con el mensaje que no puede ser
experimentado cuando nos hemos apartado del
mensaje. La palabra del Señor,se nos ha dicho, es
'verdadera y fiel' (D&C 66:11); (Apocalipsis 21:5),
significando que es digna de confianza y confiable. El
mensajero verídico debe también ser igualmente leal y
digno de confianza. Cualquier licencia con respecto al
mensaje es ofender a aquel Espíritu por medio del cual
el mensaje es revelado, y perder el poder por el cual
debe ser proclamado. El corazón de la verdadera religión
siempre debe ser la sumisión del mensajero al mensaje.
Debe hablar como movido por el Espíritu Santo. No es
un asunto sobre lo que la gente desea oir, pues el
188 El Espíritu Santo

mensaje no es de hombres sino de Dios" (Joseph


Fielding McConkie, Profetas y Profecía, pp.162-63).
"Cuando un hombre se rebela contra la obra de Dios y
contra el consejo de sus siervos, y no está sujeto al
Espíritu Santo que mora en él, comete traición a Dios, y
a su autoridad en la tierra", declaró Eider Heber C.
Kimball, "y ni el Padre, ni el Hijo, ni el Espíritu Santo
permanecerán con tal hombre, y el puede despedirse de
la guía de los ángeles buenos" (Journal of Discourses,
11:145)

El Pecado Contra el Espíritu Santo

El Señor explicó que muchas pruebas en la vida se


superan con paciencia, y los siervos de Dios " recibirán
más excelente y eterno peso de gloria, o de lo contrario,
mayor condenación " (D&C 63:66). Ciertamente, los
Santos del Altísimo han recibido el poder de elevarse a
las alturas celestiales, a donde Dios y los ángeles están.
También tienen la capacidad (debido a quienes son, lo
que saben y lo que han sentido) de caer mas lejos, de
descender a mayores profundidades Espirituales que
aquellos que no conocieron nunca las cosas del Espíritu,
"porque a quien mucho es dado, mucho es requerido; y
el que peque contramayor luz, mayor condenación
recibirá" (D&C 82:3). Mormon nos extrajo una lección
de las experiencias de los descendientes de Lehi que es
intemporal y eterna. "Y así podemos discernir
claramente que después que un pueblo ha sido
iluminado por el Espíritu de Dios, y ha poseído un gran
conocimiento de las cosas pertenecientes a la rectitud, y
entonces cae en el pecado y la transgresión, llega a ser
mas obstinado y asi su condición es peor que si nunca
Ofendiendo al Espíritu 189

hubiera conocido estas cosas" (Alma 24:30; comparar 2


Pedro 2:20-21).
Enseñando a los fariseos, el Maestro advirtió que
"toda forma de pecado y blasfemia será perdonada a los
hombres que me reciban y se arrepientan; pero la
blasfemia en contra del Espíritu Santo, no será
perdonada a los hombres. Y cualquiera que hablara una
palabra contra el Hijo del Hombre, le sera perdonado;
pero cualquiera que hablare en contra del Espíritu
Santo, no le sera perdonado; ni en este mundo; ni en el
mundo venidero" (Mateo 12:26-27). Uno naturalmente
piensa que la presencia personal de Dios o la
ministración de seres angélicos produciría un efecto
mas profundo en el alma que el testimonio del
Espíritu. Y fue Jesús mismo quien instruyó a los
suyos: "Os digo la verdad; es necesario para vosotros que
me vaya; porque si no me voy, el Consolador no vendrá
a vosotros" (Juan 16:7). Un profeta moderno explicó:

El Espíritu de Dios hablando al Espíritu del


hombre tiene poder para impartir la verdad con
mayor efecto y entendimiento que la verdad
impartida aún por contacto personal con seres
celestiales. Por medio del Espíritu Santo la verdad es
sentida en cada fibra y cada nervio de nuestro cuerpo
de forma que no puede ser olvidada. Tan positivas y
poderosas son las enseñanzas del Espíritu que cuando
un hombre recibe este conocimiento y participa de
este poder de Dios, el cual sólo puede ser recibido
después de efectuar los convenios y ordenanzas
pertenecientes al nuevo y sempiterno convenio, y
entonces se aparta de su conocimiento y de aquellos
convenios, él peca a conciencia. (Joseph Fielding
Smith, Doctrinas de Salvación 1:47-48)
190 El Espíritu Santo

Satanás es llamado Perdición, significando que es el


autor de la destrucción y el padre de las mentiras. Todos
aquellos que se hallan bajo la luz del cielo y conocen a
Dios, y que luego pecan en contra de esa luz y batallan
contra la fe de sus padres con ensañamiento y venganza,
estos llegan a ser los "hijos de perdición" Su pecado es la
blasfemia, contención y desafío contra el Espíritu Santo
y su testimonio, (ver Robert L. Millet and Joseph
Fielding McConkie, In His Holy Ñame, pp.70,84)
Una de las descripciones mas vividas de los hijos de
perdición en toda la escritura sagrada (la naturaleza de
su pecado y su destino) está contenida en la visión de las
glorias. José Smith y Sidney Rigdon registraron su
visión de los hijos de perdición de la siguiente manera:

"Y vimos una visión de los sufrimientos de


aquellos a quienes hizo la guerra y venció, porque la
voz del Señor vino a nosotros con estas palabras: Así
dice el Señor concerniente a todos los que conocen
mi poder, y del cual han participado, y a causa del
poder del diablo se dejaron vencer y niegan la verdad
y desafian mi poder.
Estos son los hijos de perdición, de quienes digo
que mejor hubiera sido para ellos no haber nacido;
porque son vasos de ira, condenados a padecer la ira
de Dios con el diablo y sus ángeles en la eternidad;
concerniente a los cuales he dicho que no hay perdón
en este mundo ni en el venidero, habiendo negado al
Espíritu Santo después de haberlo recibido, y
habiendo negado al unigénito del Padre,
crucificándolo para sí mismos y exponiéndolo a
vituperio.
Ofendiendo al Espíritu 191

Estos son los que irán al lago de fuego y azufre, con


el diablo y sus ángeles, y los únicos sobre los que
tendrá poder alguno la segunda muerte; sí, en
verdad, los únicos que no serán redimidos en el
debido tiempo del Señor, después de padecer su ira.
(D&C 76:30-38)

"¿Qué lleva a un hombre a cometer el pecado imper­


donable? preguntó el profeta José Smith. "El debe recibir
el Espíritu Santo, debe tener los cielos abiertos ante él, y
conocer a Dios y luego pecar contra El. Después que un
hombre ha pecado contra el Espíritu Santo, no hay
arrepentimiento para él. El ha dicho que el sol no brilla
mientras lo esta viendo; ha negado a Jesucristo cuando
los cielos se han abierto para él. Ha negado el plan de
salvación con los ojos abiertos a la verdad." Pero el
pecado es más que negar; es más que inactividad en la
Iglesia; es más que perder el propio testimonio. Tal
como atestiguan las revelaciones, esa persona "desafia"
la verdad, en una guerra contra el Señor. El Profeta
enseñó que el tal llega a convertirse en enemigo de la
Iglesia del Cordero, "uno que me persigue, (quien) me
busca para matarme, y nunca cesa en su sed por mi san­
gre. El tal tiene el Espíritu del demonio" (Enseñanzas
del Profeta José Smith). Es acerca de este Espíritu (una
vil y viciosa disposición por la cual uno crucificaría
nuevamente al Hijo del Hombre si pudiese) que el
Señor habla en una moderna revelación: "La blasfemia
contra el Espíritu Santo, que no será perdonada en el
mundo ni fuera de el, consiste en cometer homicidio en
el que vertéis sangre inocente y asentís a mi muerte des­
pués de haber recibido el nuevo y sempiterno convenio,
dice el Señor Dios; y el que no obedezca esta ley, de
ninguna manera podrá entrar en mi gloria, antes será
192 El Espíritu Santo

condenado, dice el Señor" (D&C 132:27). El apóstol Pablo


de la misma forma escribe a los Santos de sus días, acer­
ca de este terrible crimen: "Es imposible", declara, "para
aquéllos que una vez fueron iluminados, y probaron el
don celestial, y fueron partícipes del Espíritu Santo; y
probaron la buena palabra de Dios, y los poderes del
siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados
para arrepentimiento; crucificando nuevamente para sí
mismos al Hijo de Dios y exponiéndolo a vituperio"
(Hebreos 6:4-6). Posteriormente, en la misma epístola
Pablo escribió acerca de los hijos de perdición como
individuos que han "pisoteado al Hijo de Dios y tuviere
por inmunda la sangre del pacto en la cual fue
santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia"
(Hebreos 10:29). Su plan y su empeño son irónicos: ellos
condenan y destruyen aquello que puede salvarlos y
asegurarlos. "Una vez que la luz que estuvo en ellos es
quitada de ellos, se encuentran en una oscuridad mucho
mayor que la luz que los iluminaba previamente, y
entonces, no nos maravillemos, si todo su poder fue
usado en contra de la verdad, que ellos, tal como Judas,
busquen la destrucción de quienes fueron sus más
grandes benefactores" (Enseñanzas del Profeta José
Smith).
Aconsejando a su hijo errante, Corianton, Alma
enfatizó la seriedad del pecado sexual y habló del pecado
de homicidio y del pecado contra el Espíritu Santo.
"Porque he aquí, si niegas al Espíritu Santo, una vez
que haya morado en ti y sabes que lo niegas, he aquí, es
un pecado que es imperdonable; sí, y al que asesina
contra la luz y el conocimiento de Dios, no le es fácil
obtener perdón; sí, hijo mió, te digo que no es fácil que
obtenga perdón." (Alma 39:5-6). El asesinato es un
crimen que es llamado 'imperdonable'; es un atroz
Ofendiendo al Espíritu 193

crimen contra la humanidad, una ofensa no cubierta


por la sangre expiatoria de Cristo y por el cual sólo
después de mucho sufrimiento personal, será posible
evitar el infierno en el mundo de los Espíritus (ver
D&C 42:18, 79; Enseñanzas del Profeta José Smith). "Hay
pecados de muerte", escribió Eider Bruce McConkie,
"que significan muerte Espiritual". Hay pecados para los
cuales no hay perdón, ni en este mundo ni en el mundo
venidero. Pecados que definitivamente imposibilitan al
pecador de ganar la vida eterna. Existen pecados para los
cuales no es efectivo el arrepentimiento, pecados que la
sangre expiatoria de Cristo no quitará, pecados por los
cuales el pecador debe sufrir y pagar la pena
personalmente" (A New Witness of the Articles of
Faith, p.231). El pecado contra el Espíritu Santo se
califica como "imperdonable" ya que no es cubierto por
la sangre expiatoria de Cristo y ninguna medida de
sufrimiento personal puede expiar o perdonar la
perniciosa acción y relevar al individuo de la miseria y
sufrimiento que inevitablemente sigue a este hecho.
El último estado de los hijos de perdición no ha sido
revelado. Ciertamente, acerca de la naturaleza y alcance
de sus sufrimientos, las revelaciones afirman que "el
fin, la anchura, la altura, la profundidad o miseria del
mismo, (nosotros) no comprendemos, ni ningún
hombre, excepto aquéllos que son ordenados bajo esta
condenación" (D&C 76:44-48) Lo que José Smith enseñó
fue que "el Señor nunca autorizó (a alguno) a decir que
el demonio, sus ángeles o los hijos de perdición, serian
restaurados; porque su estado final no fue revelado... ni
será revelado; salvo a aquéllos que sean partícipes;
consecuentemente aquéllos que enseñan esta doctrina
(que los hijos de perdición serán eventualmente
relevados de su castigo) no han recibido el Espíritu del
194 El Espíritu Santo

Señor. En verdad, el Hermano Oliver declara que esto es


doctrina de demonios. Nosotros, por lo tanto,
ordenamos que esta doctrina no se enseñe más en Sion"
(Enseñanzas del Profeta José Smith).
Los profetas han enseñado repetidamente que el
precio de evitar al demonio, la muerte y el infierno es la
vigilancia. Dado que nuestro estado mental y el nivel de
gozo están directamente relacionados con sus directivas
y deseos, se deduce que "ningún hombre puede cometer
el pecado imperdonable después de la disolución del
cuerpo" (Enseñanzas del Profeta José Smith). Y de esta
forma, el mandamiento siempre está ante nosotros:
"¡Vigilad y estad prestos! ¡Escuchaos! ¡Perdurad en la fe
hasta el fin!" En nuestros días la directiva del Señor de
recibir las palabras de sus elegidos como si fueran de Su
propia boca es particularmente relevante al asegurarnos
que las puertas del infierno no prevalecerán contra
nosotros (D&C 1:38; 21:4-6). El Profeta José advirtió y
rogó:

¡Oh, vosotros Doce! y ¡todos los Santos!


beneficíense con esta importante clave (que en todas
sus pruebas, problemas, tentaciones, aflicciones,
vínculos, prisión y muerte, ved que no traicionen al
cielo; que no traicionen a Cristo; que no traicionen a
los hermanos; que no traicionen las revelaciones de
Dios... Si, en todas vuestras quejas y tropiezos, ved de
no hacer esto, para que en vuestros vestidos no sea
encontrada sangre inocente, y vayáis al infierno.
Ningún otro pecado puede ser comparado al pecado
contra el Espíritu Santo, y traicionar a los hermanos.
(Enseñanzas del Profeta José Smith).
Ofendiendo al Espíritu 195

Conclusión

Es un privilegio consumado recibir el don del


Espíritu Santo. Es asimismo una sagrada obligación, que
no debe tomarse ligeramente. Todos los que han
recibido este trascendente don deben trabajar dili­
gentemente para conservarlo, refrenarse de aquéllos
pensamientos o prácticas que no son apropiadas ni
propias de los Santos, aquéllas cosas que son repulsivas
para Dios y ofensivas para el Espíritu Santo. La santidad
es un estado frágil y delicado; alcanzado, conseguido y
mantenido por la obediencia y cumplimiento a los
principios y ordenanzas del evangelio, de aquel que
presume y requiere la influencia santificadora y
edificadora del Espíritu Santo. Requiere decisión y
determinación, permaneciendo del lado del Señor y
gozando de los beneficios espirituales que devienen a
los que lo siguen. El Presidente George Albert Smith
explicó:

Existen dos influencias en el mundo hoy día, y así


ha sido desde el principio. Una, es la influencia
constructiva, que irradia felicidad y construye el
carácter. La otra influencia es la que déstruye, vuelve
demonio a los hombres, deprime y acobarda. Todos
somos susceptibles a ambas. Una viene de nuestro
Padre Celestial, y la otra de la fuente del mal que ha
estado en el mundo desde el comienzo, buscando
traer la destrucción a la familia humana...Mi abuelo
solía decir a su familia. "Hay una linea marcada, bien
definida, entre el territorio del Señor y el del
demonio. Si váis estar del lado de la línea del Señor
estaréis bajo su influencia y no tendréis deseo del
196 El Espíritu Santo

mal; pero si cruzáis esa línea al lado del demonio


aunque sea una pulgada, estaréis en poder del
tentador, y, si tiene éxito, no tendréis oportunidad de
razonar o pensar correctamente porque habréis
perdido el Espíritu del Señor". Cuando he sido
tentado a ciertas cosas, me pregunto a mi mismo,
"¿En qué lado de la linea estoy? " Si determino estar
en el lado seguro, el del Señor, haré lo correcto todas
las oportunidades. Asi que, cuando llegue la
tentación, orad acerca del problema, y la influencia
del Espíritu del Señor os capacitara para decidir
sabiamente. Solo hay salvación para nosotros del
lado del Señor. Si deseáis ser felices, recordad, que
toda felicidad digna está del lado del Señor y la pena y
la insastifacción del lado del demonio. (George Albert
Smith, Sharing the Gospel with Others, pp.42-43)

La advertencia y el consejo de Benjamín es adecuada:


"Si no os cuidáis a vosotros mismos, y vuestros
pensamientos, y vuestras palabras y vuestras obras, y no
observáis los mandamientos de Dios ni perseveráis en
la fe de lo que habéis oído concerniente a la venida de
nuestro Señor, aun hasta el fin de vuestras vidas, debéis
perecer. Y ahora, oh, hombre! recuerda, y no perezcas.
(Mosiah 4:30)
14
El Espíritu a través del Tiempo
Porque el Espíritu es el mismo; ayer, hoy y mañana.
-2Nefi 2:4

Así como hay solo un Salvador, sólo hay un


evangelio, un plan de salvación, un plan por el cual los
hombres pueden ser salvos. El plan del evangelio es el
mismo eternamente. Si una persona que llega a la edad
de reponsabilidad debe ser bautizada para entrar en el
reino de los cielos, toda persona responsable debe ser
bautizada para poder entrar en ese reino. Si la fe en
Cristo es requerida a un solo hombre, es requerida a
todos. Si el arrepentimiento es requisito para la
salvación en una época para un pueblo, lo es en todas
las épocas y para todos los pueblos.
Todos los principios del evangelio son eternamente
los mismos. Si el Espíritu Santo está al alcance de
aquellos en una época, debe estar al alcance de todos en
todas las épocas. Si la revelación es dada a un hombre,
entonces debe, en iguales términos, ser dada a todos los
hombres. "Y asi se comenzó a predicar el evangelio
desde el principio, siendo declarado por santos angeles
enviados de la presencia de Dios y por su propia voz y
por el don del Espíritu Santo. Y asi todas las cosas le
198 El Espíritu Santo

fueron confirmadas a Adán mediante una santa


ordenanza, y se predicó el evangelio, y se proclamó el
decreto de que debería estar en el mundo hasta su fin; y
asi fue"

El Linaje Divino de Cristo y El Espíritu Santo

El Libro de Mormón nos provee de la perfecta


ilustración de cómo las operaciones y las
manifestaciones del Espíritu son eternamente las
mismas. Lehi, un hombre de considerable experiencia
en la esfera de las cosas espirituales, tuvo un sueño que
compartió al tiempo con su familia. Sus hijos mayores,
Laman y Lemuel, habían endurecido sus corazones y
por lo tanto no creían en el testimonio de su padre. Sin
embargo, otro hijo más joven, Nefi, creyó las palabras
de su padre y procuró obtener el mismo conocimiento
que habia sido dado a su padre. Fiel al tema central del
Libro de Mormón, Nefi explicó que Lehi obtuvo su
entendimiento debido a su "fe en el Hijo de Dios", el
Mesías que habría de venir (1 Nefi 10:17). De ésta forma
Nefi vincula inseparablemente el principio de
revelación y la compañía del Espíritu Santo con la
doctrina del linaje divino. Esta es la razón por la cual la
primera revelación que debe recibir todo aquel que goza
del espíritu de revelación y la compañía del Espíritu
Santo es que Cristo, nuestro Salvador, es literalmente el
Hijo de Dios. Tal es el testimonio con el cual se ha
abierto cada dispensación que ha sido registrada.
En la dispensación de Adán, la primera referencia que
tenemos de que los cielos ce abrieron y naciera el
testimonio es aquella del ángel instruyendo a Adán y
Eva. El ángel preguntó porque ofrecían sacrificios a lo
El Espíritu a través del Tiempo 199

cual respondió Adán, "No sé, excepto que el Señor me


lo ha ordenado". En respuesta, el ángel explico: "Esta es
una semejanza del sacrificio del Unigénito del Padre, el
cual es lleno de gracia y de verdad. Por consiguiente,
harás todo cuanto hicieres en el nombre del Hijo y te
arrepentirás e invocarás a Dios en el nombre del Hijo
para siempre jamás. Y ese día bendijo Dios a Adán y
empezó a profetizar concerniente a todas las familias de
la tierra" y a testificar acerca de los principios del
evangelio (Moisés 5:7-10).
Dios le enseñó a Adán la ley del sacrificio. Por
obediencia a la ley del sacrificio Adán obtuvo un
entendimiento de ella. Ese entendimiento vino, como
todo entendimiento de los principios de salvación, por
revelación. La revelación, que en esa oportunidad llegó
por boca de un ángel, anunció la doctrina del linaje
divino. Las ofrendas del sacrificio de Adán eran
simplemente una representación del sacrificio del Hijo
de Dios que haría por todos los que se arrepintieran de
sus pecados y buscaran salvación, en su nombre. Los que
lo hicieren serían bendecidos con el testimonio y la
compañía del Espíritu Santo. Por lo tanto, la primera
gran revelación registrada en la dispensación de Adán
fue que los hombres podrían ser redimidos de los
efectos de la Caída mediante el sacrificio expiatorio del
Hijo de Dios, revelación que llego por el poder del
Espíritu Santo.
La dispensación meridiana, la dispensación de Cristo,
se inició de la misma forma. Primeramente llegó la
anunciación angélica diciendo a María que ella iba a ser
la madre del "Hijo del Altísimo". Respondiendo su
pregunta (de ella) acerca de cómo podría ser tal cosa, le
fué dicho: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder
del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual el
200 El Espíritu Santo

santo ser qué nacerá, será también llamado Hijo de


Dios" (Lucas 1:32-35). Tal como fue profetizado a las
personas del Libro de Mormón, "El Hijo de Dios viene
sobre la faz de la tierra. Y he aquí, que nacerá de María...
siendo ella virgen, un vaso precioso y escogido, quien
sera cubierta con su sombra y concebida por el poder del
Espíritu Santo, y dara a luz un niño, si, aún el Hijo de
Dios" (Alma 7:9-10).
Marcamos el comienzo del ministerio de Cristo y la
iniciación de su dispensación al momento de su
bautismo por las manos de Juan en las aguas del Jordán.
Fué en esa ocasión que los cielos fueron abiertos y y se
oyo la voz del Padre, diciendo: "Este es mi hijo amado,
en el cual me complazco" (Mateo 3:17). Tal fué el
modelo seguido en las Americas cuando aquellos
reunidos en el templo de Bountiful oyeron la voz del
Padre diciendo: "He aquí mi Hijo Bien amado, en quien
me complazco, en el cual he glorificado mi nombre,
oídle" (3 Nefi 11:7). Y nuevamente el Padre y el Hijo
aparecieron al joven José Smith en el estado de New
York en lo que llamaríamos posteriormente la Arboleda
Sagrada, diciendo: "Este es mi Hijo Bien amado. Oídle!"
(José Smith - Historia 1:17).
Pareciera que la doctrina del linaje divino es la
doctrina fundamental de todas las dispensaciones del
evangelio. Es la primera y gran doctrina de la cual da
testimonio el Espíritu Santo. Esto explica porque el
Revelador dijo que "el testimonio de Jesús es el espíritu
de profecía" (Apocalipsis 19:10). En ninguna parte esta
doctrina es expuesta con mayor claridad que en el Libro
de Mormón, el libro ordenado para ser el fundamento
doctrinal de nuestra dispensación, el libro ordenado
para congregar a Israel desde su estado perdido y caído.
Parece natural entonces que el fundamento doctrinario
El Espíritu a través del Tiempo 201

de la dispensación sea el fundamento doctrinario de


cada persona que viva en esa dispensación.
El testimonio de que el Mesías es el Hijo de Dios es la
doctrina con la que se inicia el Libro de Mormón.
Volvamos al testimonio de Nefi.

"Y aconteció que después que yo, Nefi, hube oído


todas las palabras de mi padre concerniente a las cosas
que había visto en su visión, y también las cosas que
habló por el poder del Espíritu Santo, poder que
recibió por la fe que tenía en el Hijo de Dios -y el Hijo
de Dios era el Mesías que habría de venir- yo, Nefi,
sentí deseos de que yo también pudiera ver y oir y
saber de estas cosas, por el poder del Espíritu Santo
que es el don de Dios para todos aquellos que lo
buscan diligentemente, tanto en tiempos pasados
como en el tiempo en que él se manifieste a sí
mismo a los hijos de los hombres. Porque El es
siempre el mismo, ayer, hoy y mañana; y la via ha
sido preparada para todos los hombres desde la
fundación del mundo, si es que se arrepienten y
vienen a El. Porque el que con diligencia busca,
hallará; y los misterios de Dios le serán descubiertos
por el poder del Espíritu Santo, lo mismo en estos
días como en tiempos pasados, y lo mismo en
tiempos pasados como en los venideros; por tanto, la
vía del Señor es un giro eterno" (1 Nefi 10: 17-19).

Nefi entonces relata que tan pronto como aceptó las


palabras de su padre, fue arrebatado por el Espíritu del
Señor "hasta una montaña excesivamente alta", en
dónde "vió" y "oyó" y "conoció" las cosas que habían
sido reveladas a Lehi. Significativamente, la
maravillosa manifestación comenzó con una visión del
202 El Espíritu Santo

árbol del sueño de su padre, seguida de otra visión de la


ciudad de Nazareth y de la virgen, María. Nefi fue
testigo de que ella también fue arrebatada por el Espíritu
y luego que ella fue arrebatada en el Espíritu por el
espacio de un tiempo”, dijo, "el ángel me hablo
diciendo: Mira! Y miré y vi nuevamente a la virgen,
llevando un niño en los brazos. Y el ángel me dijo: He
aqui el Cordero de Dios, sí, aún el Hijo del Padre Eterno!
¿Sabes tú el significado del árbol que tu padre vió?" (1
Nefi 11:1-21)
Prestamos profunda importancia a la doctrina del
linaje divino. No hay salvación en la adoración de
falsos dioses, no hay bendiciones en la adoración de
falsos Cristos, ni efectos santificadores en la profesión de
falsas doctrinas. El Espíritu Santo halla compañía solo
en la verdad, y entonces, sólo cuando está acompañada
de justicia. Existen grandes huestes en nuestro mundo
moderno que profesan que Cristo es el Salvador en
tanto lo rechazan como Señor. Ellos profesan salvación
en su nombre rehusando todas las obligaciones de su
herencia. Ellos desechan la membresía, sumisión,
cumplimiento y obediencia. Profesan la fe sin la
fidelidad. La suya es una falsa esperanza y un falso
Cristo. Tales individuos desean justificación sin
santificación; buscan sentarse con Abraham, Isaac, Jacob
y han venido a los esponsales con vestidos sucios.La
promesa para ellos es que serán echados a la oscuridad
para el llorar y crujir de dientes (Mateo 22:11-13). Han
ignorado el testimonio de los profetas en cuanto a que el
Espíritu del Señor no puede morar en tabernáculos
impuros. El Espíritu Santo es el santificador, y sin su
compañía es imposible un conocimiento salvador de
Cristo (ver Corintios 12:3). Suponer que puede haber fe
en Cristo sin fidelidad a Cristo es una contradicción.
El Espíritu a través del Tiempo 203

Otros, en sus credos profesados unifica las personas


del Padre y del Hijo. De tales tradiciones, el Señor dijo
que eran erróneas y "todos sus credos (son) una
abominación a su vista" (José Smith-Historia 1:19). Ellos
declaran que Dios no tiene cuerpo, ni partes ni pasiones
y haciendo esto niegan su naturaleza personal y su rol
como Padre de nuestros espíritus. A su vez, niegan
nuestro reclamo a heredar con el Padre y de esta forma
invalidan tanto el plan como el propósito de la
salvación.
Pablo dijo "ningún hombre que hable por el Espíritu
de Dios puede llamar a Jesús maldito" (1 Corintios 12:3).
Ciertamente, ningún hombre que habla mentiras puede
gozar de la compañía del Espíritu Santo. Debemos creer
en el Dios de los Santos que nos han precedido si
queremos ejercer la fe que ellos mostraron, y debemos
compartir aquí el Espíritu conocido por aquellos Santos
si algún día vamos a compartir la gloria y el honor que
ahora ellos conocen.

Llaves para Entender las Cosas Espirituales

Entender las cosas del Espíritu en una época es


comprender al Espíritu en todas las épocas. Lehi
estableció el principio cuando dijo: "El Espíritu es el
mismo ayer, hoy y mañana" (2 Nefi 2:4). Ciertamente, si
no somos absolutos no puede haber salvación. El
sistema ordenado en los concilios celestiales, por el cual
los hombres serán salvos, está predicado en las
siguientes verdades eternas:
Dios no cambia. Moroni testificó que Dios era el
mismo ayer, hoy y mañana, sin sombra de variablidad, y
que si cambiase cesaría de ser Dios (Mormón 9:9-19). El
204 El Espíritu Santo

razonamiento es perfecto. Por definición Dios posee los


atributos de la deidad en su perfección. Si cambiase en el
mínimo grado, dejaría de ser perfecto.
José Smith dijo que sin el conocimiento de la
naturaleza invariable de Dios no podríamos ejercer la fe
en El "para vida y salvación". El Profeta razonó, "Sin
ésto (el hombre) no sabría en qué momento la
misericordia de Dios puede trocarse en crueldad, su
larga paciencia en arrebato, su amor en odio, en
consecuencia de lo cual, el hombre dudoso sería incapaz
de ejercer la fe en El; más teniendo la convicción de que
es inmutable, el hombre puede ejercer su fe
continuamente, creyendo que lo que fue ayer, es hoy, y
será siempre" (Lectures of Faith, 3:21)
El evangelio es eternamente el mismo. Pablo lo
describió bien: "Un Señor, una fe, un bautismo" (Efesios
4:5). El Señor no tiene un diferente evangelio para las
diferentes naciones. El evangelio fue dado a los
discípulos en Jerusalén y Galilea, siendo comisionados a
predicarlo en toda nación, tribu, lengua y pueblo. Es el
mismo evangelio que ha sido restaurado estos días para
nosotros, y es el mismo evangelio por medio del cual
Adán, Enoch, Noe, Abraham, Moisés y el pueblo del
Libro de Mormón obraron su salvación.
Las señales que siguen a los creyentes son las mismas
en todas las épocas del hombre. Hablando a José Smith,
el Señor dijo: "Toda alma que crea en vuestras palabras
y se bautice en el agua para la remisión de los pecados
recibirá el Espíritu Santo. Y estas señales seguirán a los
que creen: En mi nombre harán muchas obras
maravillosas; en mi nombre echarán fuera demonios;
en mi nombre sanarán a los enfermos; en mi nombre
abrirán los ojos de los ciegos y destaparán los oídos de
los sordos; y la lengua del mudo hablará; y si alguien les
El Espíritu a través del Tiempo 205

administrase veneno, no los dañará; y la ponzoña de la


serpiente no tendrá poder para hacerle daño." (D&C
84:64-72)
Dado que Dios, el evangelio, y los frutos del
evangelio son los mismos entre los hombres en todas
las dispensaciones, podemos razonar que las
operaciones del Espíritu también son las mismas. Por lo
tanto, entender las cosas del Espíritu en una época,
significa entenderlas en todas.
La revelación institucional (la revelación que tiene
un lugar en los libros sagrados) y la revelación personal
son recibidas y comprendidas de acuerdo con los
mismos principios. Tomemos, para nuestra ilustración,
Doctrina y Convenios. Esta compilación de revelaciones
muestra que dichas revelaciones han llegado por
diferentes vías, incluyendo la ministración de ángeles,
la aparición del Padre y del Hijo, visiones, la voz del
Señor, escritos inspirados, e "inteligencia pura"
surgiendo de la mente del Profeta. Así sucede son las
revelaciones personales, pueden llegarnos en formas
diferentes. Las revelaciones contenidas en Doctrinas y
Convenios no fueron dadas todas al mismo tiempo;
algunas fueron recibidas fragmentadamente. La mayor
parte de las revelaciones de Doctrina y Convenios no
vinieron en forma dramática (ángeles, la-voz audible de
Dios, etc.) sino preferentemente en forma callada y
clara, mientras el Espíritu Santo ponía pensamientos en
la mente del Profeta. Así es con las revelaciones
personales: la mayoría serán dadas calladamente, hasta
el punto de que podremos ignorarlas si no tenemos
oídos para oir y ojos para ver.
Así como son dos cosas diferentes tener el libro de
Isaías y entenderlo, así son cosas diferentes tener una
bendición patriarcal y entenderla. Los requisitos para
206 El Espíritu Santo

entender una bendición patriarcal, o una revelación


personal, son los mismos que para entender una
revelación oficial. Ciertamente, cuanto mejor
entendamos una, mejor entenderemos la otra,
simplemente porque los principios por los cuales las
entenderemos son los mismos. En ambos casos, la
pureza y la obediencia a las leyes y ordenanzas del
evangelio son necesarias. Sin ésto no tenemos derecho
al Espíritu Santo como tutor. Ambas requieren
meditación y estudio. Todos estamos familiarizados con
la exhortación divina a estudiar las escrituras pero
quizás fallemos en aplicarla a nuestras revelaciones
personales tanto como a las canónicas.
Las escrituras son nuestro texto para entender la
revelación personal. Es mediante las escrituras que nos
familiarizamos con el espíritu y las doctrinas del cielo.
Es allí que aprendemos a escuchar la voz del Buen
Pastor. Las más grandes revelaciones de nuestra
dispensación tuvieron su comienzo en el estudio de las
escrituras. Fue por estudiar el libro de Santiago que José
Smith llegó a la Arboleda Sagrada; el trabajo de traducir
el Libro de Mormón, el que lo llevó junto con Oliverio
Cowdery a las márgenes del Susquehanna en donde fue
restaurado el Sacerdocio Aarónico; y el estudio del libro
de Juan que trajo como resultado la visión de los grados
de gloria. José Smith recibió muchas revelaciones como
resultado del estudio de las escrituras. Tal como fue con
José, tal debe ser con nosotros, simplemente porque el
principio es el mismo.
Todas las personas de todas las épocas tienen la
misma necesidad y el mismo derecho a las bendiciones
de salvación. Dado que no hay salvación sin revelación,
deducimos que todas las personas que siguen los
mismos principios, reciben el mismo testimonio
El Espíritu a través del Tiempo 207

revelado. "No sólo los que creyeron después que El vino


en la carne, en el meridiano de los tiempos, sino que
tuvieron la vida eterna todos los que fueron desde el
principio, sí, todos cuantos existieron antes que El
viniese, quienes creyeron en las palabras de los santos
profetas, que hablaron conforme fueron inspirados por
el Don del Espíritu Santo y testificaron verdaderamente
de El en todas las cosas, así como los que vinieran
después y creyeran en los dones y llamamientos de Dios
por el Espíritu Santo, el cual da testimonio del Padre y
del Hijo; los cuales Padre, Hijo y Espíritu Santo son un
Dios infinito y eterno, sin fin. Amén." (D&C 20:26-28)
Significativamente, los principios de revelación y el
rol del Espíritu Santo en esta vida no difieren de los del
otro lado del velo. Aquellos que reciban el evangelio en
el mundo de los espíritus deben, tal como declaró Pedro,
"Obrar de acuerdo a los hombres en la carne" (1 Pedro
4:6) Deben buscar y obtener la misma confirmación
espiritual que hubiese sido requerida de ellos si el
evangelio lo hubiesen recibido en este estado. Acerca de
la manera en la cual es enseñado el evangelio en el
mundo de los espíritus, Nefi nos dice que "ángeles
hablan por el poder del Espíritu Santo; en lo cual,
hablan las palabras de Cristo" (2 Nefi 32:3)
El conocimiento de que Dios, el evangelio y las
operaciones del Espíritu son eternamente las mismas
abre nuestro entendimiento de las cosas que sucedieron
antiguamente, aún en cuestiones en las cuales el texto
escritural no es expreso. Por ejemplo, dado que Juan el
Bautista, quien confirió sus llaves y autoridad a Aarón,
restauró la autoridad para bautizar, sabemos que había
bautismo en los tiempos del Viejo Testamento (D&C
84:27). Dado que Elias restauró el poder de sellar, por el
cual permitió a aquellos de nuestra dispensación unir
208 El Espíritu Santo

todas las ordenanzas del evangelio en la tierra y en el


cielo, sabemos que antiguamente se ejercía la misma
autoridad. Cuando el Señor nos dice que ordenó a los
Santos de otras épocas construir templos para efectuar
las ordenanzas sagradas, sabemos el significado de lo
que estaban haciendo. (D&C 124:39). No tenemos llaves,
poderes, autoridad, o doctrinas de los fieles Santos de
dispensaciones pasadas, que no hayan sido restauradas
para nosotros.

El Testimonio del Espíritu a través de las Épocas

El sistema por el cual el evangelio de Jesucristo ha


sido enseñado a través del tiempo tuvo su comienzo
con Adán y Eva. Por cuanto gozaban de una íntima
asociación con Dios previamente a su Caída,
comunicaron aquella experiencia a sus hijos. Así sus
hijos fueron inicialmente dependientes del testimonio
de sus padres para su conocimiento de Dios. Aquellos
hijos de Adán que ejercieron la fe en el testimonio de
sus padres y obedientemente observaron las ordenanzas
del evangelio obtuvieron el Espíritu y vieron los cielos
abiertos ante sí. Ellos llegaron a ser testigos competentes
por su propio derecho, y eventualmente los mentores
espirituales de las generaciones venideras.
Tal ha sido siempre el sistema por el cual el mensaje
de salvación fue declarado. Cada dispensación tuvo a su
cabecera un testigo escogido, uno a quien fueron
reveladas las glorias del cielo. Aquellos susceptibles a los
susurros del Espíritu, escuchan y confian en las palabras
de los testigos iniciales. Por medio de la fe y la
obediencia estos creyentes obtienen un testimonio
independiente de las verdades enseñadas en su
El Espíritu a través del Tiempo 209

dispensación y se convierten en.. los mentores


espirituales de la próxima generación de creyentes. Tal
como lo explicó el Profeta: "Fue la credibilidad que
dieron al testimonio de sus padres, el cual los llevó a
procurar el conocimiento de Dios; la búsqueda
terminaba frecuentemente,(en verdad, si era buscada
correctamente, siempre terminaba) en el más glorioso
descubrimiento y certeza eterna." (Lectures of Faith,
2:56).
Cada generación tiene sus buscadores de señales,
aquellos que aguijonean el orden espiritual, pidiendo
evidencia sin fe y sin obediencia. La suya parece, al
menos por el momento, una posición segura. Si Dios
mostrara señales a los que dudan, estaría
recompensando su duda y su indolencia, haciendo que
la falta de fe y la desobediencia se conviertan en los
medios legítimos por los cuales uno puede obtener la
atención y los favores del cielo.

Conclusión

La naturaleza de Dios y la naturaleza del evangelio


nos asegura que las operaciones del Espíritu son
siempre las mismas. No existen días de regateo, ni
absoluciones dispensativas de las leyes eternas, ni
excepciones en cuanto a los pecados de unos pocos
selectos o elegidos. Dado que Dios no puede ser Dios sin
todos los atributos divinos en su perfección, de la
misma manera el cielo no puede ser el cielo si sus
moradores son admitidos con normas variables. Todos
los que van a ser salvos deben llegar a serlo ejerciendo
la fe en el mismo Dios y rindiendo obediencia a las
mismas leyes y ordenanzas. En su momento,
210 El Espíritu Santo

cosecharán los mismos frutos del Espíritu, incluyendo


la compañía del Espíritu Santo, cuyas operaciones han
sido las mismas en todos los tiempos.
Es y ha sido el rol del Espíritu Santo en todas las
épocas dar testimonio del Padre y del Hijo. "Esta es mi
doctrina", el Cristo resucitado anunció a los Nefitas: "Y
esta es mi doctrina, y es la doctrina que el Padre me ha
dado; y yo doy testimonio del Padre, y el Padre da
testimonio de mí, y el Espíritu Santo da testimonio del
Padre y de mí; y yo testifico que el Padre manda a todos
los hombres en todo lugar, que se arrepientan y crean en
mí. Y cualquiera que crea en mí, y sea bautizado, será
salvo y son ellos los que heredarán el reino de Dios. Y
quien no crea en mí, ni sea bautizado, será condenado.
De cierto, de cierto os digo que esta es mi doctrina y del
Padre, yo doy testimonio de ella; y también quien en mí
cree, también cree en el Padre; y el Padre le testificará a
él de mí porque lo visitará con fuego y con el Espíritu
Santo." (3 Nefi 11:32-35)
El texto continúa apropiadamente con la afirmación
de que el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo son uno. Así
como hay un solo bautismo o un camino que conduce
al reino de los cielos, sólo puede haber un testimonio
que viene de los cielos. El Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo son uno, y nosotros, al aceptar su testimonio, nos
hacemos uno con El. Ciertamente, la doctrina de la
unidad puede expresarse correctamente para involucrar
el sistema completo de salvación. Somos salvos en la
medida en que somos uno con ellos. Así, encontramos a
Cristo diciendo, "Si no sois uno, no sois míos" (D&C
38:27)
Debido a que las operaciones del Espíritu son
eternamente las mismas, las escrituras se convierten en
textos intemporales de las cosas espirituales. Todos y
cada uno de los principios que extraemos de las
escrituras acerca de las operaciones del Espíritu del
Señor son tan verdaderos con respecto a las
revelaciones personales como con respecto a las
revelaciones oficiales o canónicas. Por medio de las
escrituras nos familiarizamos con el Espíritu, lo que nos
permite reconocerlo cuando se manifiesta en nuestros
asuntos personales.
Dado que la doctrina que inició nuestra dispensación
fue el testimonio de que Cristo era el Hijo Bienamado, y
dado que cada dispensación que se ha registrado se
inició con el mismo testimonio, concluimos que ésta
debe ser la doctrina fundamental de nuestros propios
testimonios. Este testimonio del linaje divino de Cristo
es inseparable de la compañía del Espíritu Santo. El
sistema por el cual el evangelio ha sido enseñado en
todos los tiempos es "por boca de testigos", vasos
escogidos que mediante el poder del Espíritu Santo
testifican con autoridad acerca de las verdades del cielo
(ver Moroni 7:31). Aquellos que confian en su
testimonio; que plantan su semilla de fe y obediencia en
sus corazones, son recompensados con la misma
cosecha de aquellos de los cuales recibieron la semilla.
Llegan a ser testigos competentes por propio derecho y
fuente de luz para otros. De esta manera el poder del
don del Espíritu Santo pasa de una generación a otra.
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