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INSTITUTO BÍBLICO ORIENTE

Devocionales del Espíritu Santo.

Materia: Evidencia Bíblica de la obra del Espíritu Santo

Profesora: Dina Hernández

Módulo: Teología
Devocionales del Espíritu Santo presenta de manera general y sucinta una
panorámica general de la pneumatología desde la perspectiva pentecostal en quince
devocionales que servirán de ayudas sencillas para recién convertidos y creyentes en
general. A través de cada tema puede apreciarse que la obra del Espíritu Santo ha estado
presente desde el comienzo hasta el final de los tiempos, puesto que él es una persona del
Dios Trino y también hace su obra visible. Todas las citas bíblicas aquí consignadas han
sido tomadas de la Biblia Reina-Valera 1960.

Se recomienda que los creyentes estudien un tema cada semana y contesten las
preguntas y luego de esto, mantengan un tiempo de adoración personal, ya que los
devocionales mantienen un enfoque de retrospectiva y análisis personales en cuanto a los
que como pentecostales creemos de la Tercera Persona de la Trinidad. Será útil además que
los creyentes compartan sus experiencias personales con los temas con otros creyentes y
pongan en práctica los conocimientos aprendidos.

Que cada uno de los temas sea de bendición para los lectores y que Dios en la
persona del Espíritu Santo pueda traer renovación, paz y crecimiento espiritual a las vidas
de los creyentes que se adentren en el contenido que aquí se muestra, que puedan conocer
al Espíritu Santo y que, por medio de la intimidad con su persona puedan ser acercados a la
presencia del Dios Trino. Sin más, que Dios les bendiga.

Dina Hernández Bermúdez


Ciudad de México 10 de noviembre de 2022.
Semana 1:
¿Quién es el Espíritu Santo?

Génesis 1:1-2

1 En el principio creó Dios los cielos y la tierra. 2 Y la tierra estaba desordenada y


vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se

movía sobre la faz de las aguas.

Desde el comienzo del relato bíblico, justo en el inicio de todo, aparece en escena el
Espíritu Santo en la obra de la creación. El relato del Génesis describe como el ruakj de
Dios da vida y cuida la creación con esmero y ternura. Mucho se ha dicho en contra de la
persona del Espíritu Santo, puesto que, en el idioma hebreo, el vocablo usado para describir
al Espíritu tiene muchas acepciones, tales como viento o aliento. A partir de estos usos
algunos grupos han interpretado que no es una persona sino una fuerza activa o un viento
que sale de Dios, que es impersonal y carente de raciocinio. Sin embargo, en este versículo,
la Biblia le otorga personalidad propia cuando le describe en su obra de cuidado en la
creación con sumo esmero. Un viento impersonal o una fuerza activa no podría preservar la
delicadeza de la creación, al contrario, la destruiría.

Génesis 6:3

Y dijo Jehová: No contenderá mi Espíritu con el hombre para siempre, porque


ciertamente él es carne; mas serán sus días ciento veinte años.

En esta porción de la Escritura, el ruakj de Dios realiza una actividad característica de una
persona racional y con intelecto. En el contexto de la maldad humana, cuando los hijos de
Dios, aquellos que descendían del linaje de Set, el tercer hijo de Adán, se mezclaron con las
hijas de Caín, para rebelarse contra Dios y cometer toda clase de abominaciones, el Espíritu
ya no haría más juicio entre ellos. En esta porción específica, su obra está enfocada en
llevar a los hombres de regreso a Dios y estorbarles de su mal camino. Sin embargo, los
seres humanos no quisieron escucharle. Por tal razón Dios determinó que su Espíritu ya no
estaría guiándoles o gobernando entre ellos porque no le iban a escuchar. Claramente esta
porción describe la personalidad distinguible del Espíritu Santo de las otras personas de la
Trinidad.

En el Nuevo Testamento, en el idioma griego el vocablo que se usa para designar a la


Tercera Persona de Dios Trino es pneuma, y al igual que el idioma hebreo tiene disímiles
acepciones. Sin embargo, claramente se puede determinar su personalidad propia dentro de
Dios. En el bautismo de Jesús, Mateo 3:16; Marcos 1:10; Lucas 3:22, Juan 1:32, el Espíritu
Santo desciende en forma corporal sobre Jesús en forma de Paloma y le empodera para
cumplir su ministerio terrenal.

Juan 14.26

Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os


enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.

Jesús el Dios encarnado reconoce la personalidad del Espíritu Santo y le describe como
igual en esencia y naturaleza con Dios y con él, cuando usa el vocablo griego allos para
referirse al Espíritu Santo como otro en igualdad y esencia, pero encargado de guiar,
consolar y hablar a los creyentes las palabras que ha escuchado de Jesús y enseñárselas. El
Espíritu Santo es la persona de Dios a quien el Padre ha enviado en nombre de Cristo para
continuar su obra entre los salvos.

Conclusión:

1. El Espíritu Santo no es una fuerza impersonal, sino una Persona de Dios.


2. Cristo reconoce su obra y le describe como igual en esencia y naturaleza.
3. Su obra se encuentra presente en toda la Biblia desde el comienzo de la creación.

Momento para meditar y orar:

A. ¿Entiendo quién es el Espíritu Santo en mi relación con Dios?


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B. ¿Reconozco que el Espíritu Santo es una persona distinguible del Padre y del Hijo?
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Semana 2:
Mi amigo el Espíritu Santo
Juan 14:16-17.

Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para

siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le


conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.

Los seres humanos tienen la capacidad de sociabilizar, unos con otros, sin embargo, a la
mayoría les es difícil entablar una amistad duradera. En muchos casos, las relaciones de
amistad quedarán rotas por las acciones de ellos mismos. Es en este sentido que durante
todos sus días buscarán con anhelo la posibilidad de hacer relaciones verdaderas. En
cambio, Dios en la Persona del Espíritu Santo ha provisto un amigo fiel e inigualable que
camina con nosotros y nos conforma a la imagen de Cristo.

El propio Jesús, antes de ir al cielo habló a sus discípulos del advenimiento de este amigo
inigualable: el Parakeletos, que además es presentado como el Pneuma tes Aleteía, o
Espíritu de Verdad. Esta es la característica principal que distingue a un verdadero amigo
de los falsos: que es verdadero en su trato y que las cosas que habla son verdad
incuestionable.

El significado del vocablo Parakletos, con el que Jesús describe al Espíritu Santo, indica
una serie de características de su persona y obrar poderoso, las cuales complementa el
apóstol Pablo.

Romanos 8:26-27

Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de

pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros

con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención
del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.
En primer lugar, el Espíritu Santo es el Consolador que nos ayuda en nuestras tristezas por
causa del nombre de Cristo. En segundo lugar, es Ayudador en nuestras debilidades y nos
perfecciona para llegar a ser como Jesús. En tercer lugar, es Abogado e intercede por
nosotros ante el Padre con gemidos indecibles. Por último, el Espíritu es el Maestro que no
habla de suyo, sino que declara en nuestros corazones lo que ha escuchado de Cristo.

El Espíritu Santo es la Persona de la Trinidad que no se apartará de nosotros hasta el día en


que Jesús venga por su iglesia. En el versículo 17 del capítulo 14 del libro de Juan, el Hijo
garantiza la realidad de que la Persona del Espíritu Santo estará con los creyentes si ellos
desean ser transformados por el Poder de Dios. Ahora bien, el pasaje relaciona la compañía
del Espíritu con el conocimiento que tienen los cristianos de quien es y de su obrar.
Aquellos que le conocen tienen plena certeza de su calidez, compañía y dirección. Los que
no le conocen se encuentran perdidos entre los pecados.

Es así como se establece el contraste entre los que no le pueden recibir porque no le
conocen, estos no tienen la dicha de disfrutar de su amistad. En cambio, cada creyente, que
ha nacido de nuevo puede interactuar con Él porque mora en cada uno. Esta garantía se
desprende de la adopción que ha sido operada en nosotros por medio de la obra del amigo
que nunca nos abandona.

Conclusión:

1. El Espíritu Santo es el mejor amigo con el cual puede contar el creyente.


2. El Espíritu Santo consuela, guía, intercede y enseña la verdad de Dios a nuestros
corazones.
3. El Espíritu Santo estará conmigo para siempre, él es Dios fiel.

Momento para meditar y orar:


A. ¿Veo al Espíritu Santo como mi amigo fiel en medio de mi caminar cristiano?
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B. ¿Escucho su voz hablando la verdad de Dios a mi vida?
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Semana 3:
¿Puedo orar al Espíritu Santo?

Filipenses 2:1-2

Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna
comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia, completad

mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma
cosa.

En los últimos años, dentro del evangelicalismo, mucho se ha dicho con respecto a la
oración dirigida al Espíritu Santo. Algunos grupos cristianos intentan presentar una
metodología para ayudar a los creyentes en la formulación de oraciones teológicas. Sin
embargo, en estas fórmulas en ocasiones se tiende a limitar el ministerio del Espíritu Santo
dejándolo de lado en la comunión que el creyente debe tener con el Dios Trino.

Ahora bien, analicemos algunos pasajes que pueden arrojarnos luz sobre este tema que se
pone en la mesa de debate. Lo primero que debemos ver se centra en que la persona que ha
nacido de nuevo participa de la comunión del Espíritu Santo, tal y como explica el apóstol
Pablo en Filipenses 2:1. La Tercera Persona de la Trinidad es quien da la comunión de los
creyentes dentro del cuerpo de Cristo, pero ¿qué es la comunión de los creyentes? El
vocablo griego que el apóstol usa es koinonía e indica sociedad, participación e interacción.
A lo que cabe concluir que si el Espíritu Santo es quien provee la comunión entre los
creyentes, él también participa en ella porque es una persona que desea comunicarse.

Aunado a lo anterior debemos ahondar en cuanto al significado de la oración, puesto que


muchas veces se ha malinterpretado su uso y significado a lo largo de la historia. En Mateo
6:9, Jesús presenta la oración modelo que deja para sus discípulos en la enseñanza del
Sermón del Monte y esta va dirigida al Padre y toca algunos puntos en los cuales debe
hacerse hincapié durante el tiempo de comunión de cada creyente. El vocablo usado por el
evangelista Mateo en el relato es proseúxomai que significa orar, suplicar o adorar a Dios.
A partir de aquí, algunos teólogos de carácter reformado han postulado que las oraciones
solo pueden ir dirigidas al Padre, en nombre del Hijo y en el poder del Espíritu Santo, pero
nunca ni al Hijo, ni al Espíritu.

Sin embargo, en el Nuevo Testamento encontramos algunas peticiones a Jesús que solo
pueden ser hechas a Dios, tal es el caso del ladrón en la cruz junto a Cristo en Lucas 23:42-
44, o Esteban antes de morir apedreado en Hechos 4:59. En cambio no encontramos
ninguna oración al Espíritu Santo registrada en las Escrituras, pero analicemos lo que el
apóstol Juan nos dice en su primera carta:

1 Juan 5:7

Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu

Santo; y estos tres son uno.

Claramente el apóstol se refiere a las Tres Personas del único Dios Verdadero con igualdad
en esencia y naturaleza. Explica además que ellos dan testimonio de su obra y de quienes
son y que a la vez, trabajan en perfecta unidad. En tal sentido, si el Espíritu Santo también
es Dios, puede afirmarse con total certeza que, al igual que el Padre y el Hijo, recibe
adoración, gloria y honra porque también él es Dios. Cabe decir que ninguno de ellos se
enoja porque dirijamos a otro la oración. Sin embargo, como creyentes debemos estar
conscientes de quien es Dios y el ministerio que realiza cada una de las tres personas.

Por tanto, si el Espíritu Santo es Dios, aunque no se registre ningún ejemplo de oración en
las Escrituras, debemos tomar un tiempo para honrar y exaltarle. Dando gracias por su obra
de santificación, empoderamiento e intercesión. Si la acción de orar es adorar entablando
un diálogo de conversación sincera con el Dios Trino, podemos dirigirnos a Él en
cualquiera de sus Personas, y esto es lo que se espera de cada creyente. Debemos también
estar atentos para que el Espíritu de Dios traiga la respuesta confirmando las palabras que
ha escuchado de Cristo.

Conclusión:

1. El Espíritu Santo es una Persona de Dios y por lo tanto debe ser honrado en nuestra
oración.
2. Dios espera que oremos conscientes de la obra que realiza cada una de las Personas
y que demos gracias por su obra en nuestras vidas.
3. Aunque las oraciones son dirigidas al Padre, invalidamos el obrar y la divinidad del
Espíritu Santo si no tomamos un tiempo para adorarle junto a las demás personas de
Dios.
4. La oración es un diálogo sincero que entablamos con Dios y debemos dejar que el
Espíritu Santo nos responda con las palabras que ha escuchado de Cristo.

Momento para meditar y orar:


A. ¿Estoy consciente del ministerio del Espíritu Santo en mi vida o me cuesta
distinguir su obra de las demás cosas que hacen el Padre y el Hijo?
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B. ¿Tomo tiempo para exaltar la divinidad del Espíritu Santo en mi tiempo de oración?
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C. ¿Agradezco al Espíritu Santo por su obra en mi vida?
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Semana 4:
El Espíritu Santo y la regeneración.

Tito 3:5

Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con
los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino

por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el


Espíritu Santo,

Una de las áreas del ministerio del Espíritu Santo es la regeneración, también llamada el
nuevo nacimiento y esta consiste en un segundo nacimiento que tiene lugar cuando el
pecador recibe a Cristo como su Señor y Salvador y se arrepiente además de sus pecados.
En contraste con el nacimiento físico, a través del cual heredamos nuestra naturaleza
pecaminosa, en el segundo nacimiento de naturaleza espiritual, Dios nos da por medio de su
Espíritu una naturaleza espiritual y santa que vivifica todo nuestro ser.

En correlación con lo anteriormente expresado el apóstol Pablo enfatiza la acción del


Espíritu en la persona que ha recibido la salvación de Dios como regalo. El vocablo usado
para regeneración en Tito 3:5 es palingenesia e indica renacimiento o restauración, que solo
puede ser realizado por Dios. Ahora bien, debemos señalar que resulta imposible que el
hombre pueda hacer algo para regenerarse a sí mismo, puesto que antes de que la salvación
ocurra, el pecador se encuentra totalmente muerto en delitos y pecados, tal y como expresa
el apóstol Pablo en Efesios 2:1. Entonces debe entenderse que alguien muerto no puede
hacer nada para volver a la vida, sino que permanece inerte. Resulta necesario entonces
reconocer que, a través del nuevo nacimiento, Dios en la persona de su Espíritu da vida a la
persona, levanta a quien estaba caído y hace de lo que no sirve un instrumento de honra que
glorifica su Nombre.

Para que la persona pueda ser salva es imprescindible que ocurra el nuevo nacimiento.
Veamos lo que Jesús le dijo a Nicodemo durante su conversación en la noche:
Juan 3:3-6

Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de


nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre

nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y
nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua

y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne,


carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.

En este pasaje Jesús confronta a Nicodemo quien era uno de los líderes religiosos
principales, el cual pertenecía a la sinagoga de Jerusalén, y este como buen judío,
conservaba el pensamiento en cuanto a que las obras de la ley podrían salvarlo porque era
un hijo de Abraham. Sin embargo, Cristo lo confronta y le lleva a reconocer la necesidad
que tienen todos los hombres de ser resucitados por el Espíritu de Dios. Es a partir de aquí
que ocurre el mayor milagro divino: la nueva vida. En este pasaje se mencionan dos
elementos: el agua que hace referencia a la señal de arrepentimiento que conllevaba el
bautismo de Juan y la acción del Espíritu Santo como consecuencia del arrepentimiento de
la persona.

2 Corintios 5:17.

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron;

he aquí todas son hechas nuevas.

El apóstol Pablo anima a los creyentes corintios, quienes en el pasado habían mantenido
ciertas conductas de la vieja naturaleza, las cuales no glorificaban a Dios, para que
comprendan la magnitud del nuevo nacimiento. Es así que debe decirse que como criaturas
nuevas debemos caminar en las obras que Dios ya preparó para nosotros. Todo vestigio de
la vida pasada ha quedado atrás y nuestras conciencias han sido llevadas a la obediencia de
Cristo.

El nuevo nacimiento es de vital importancia para el pecador, ya que es a partir de este


momento que la persona pasa de ser solamente criatura de Dios a ser hijo por medio de la
adopción, a lo cual hace referencia el apóstol Pablo en Efesios 1:5. Entonces pueden
disfrutarse todos los beneficios que se desprenden de la gracia que Dios pone a disposición
del creyente. Solo un renacido puede tener una relación personal con Dios. En este instante
queda restaurada la relación que fue quebrantada por el pecado de Adán en el huerto del
Edén. Quien no haya nacido de nuevo no podrá ser parte del reino de Dios bajo ningún
concepto. Por tanto, el nuevo nacimiento que hemos experimentado nos lleva a testificar a
otros de la obra que Dios en su Espíritu Santo ha hecho en nuestras vidas.

Conclusión:

1. El Espíritu Santo es quien da vida al pecador que se encuentra muerto en sus delitos
y pecados.
2. Las obras o buenas acciones no pueden hacer nada para que yo gane el favor de
Dios, esta es una obra de misericordia.
3. A través del nuevo nacimiento el creyente pasa de ser criatura de Dios a ser también
hijo y tiene lugar una relación de paternidad con él.
4. Resulta imprescindible que ocurra el nuevo nacimiento en la persona para que
pueda disfrutar del reino de Dios.
5. El creyente que ha nacido de nuevo es una criatura nueva por lo que no debe
contentarse con las cosas mundanas que le llevan al pecado.
6. El cristiano ahora es un testigo que comparte con otros lo que Dios ha hecho en su
vida.

Momento para meditar y orar:


A. ¿Tengo seguridad de mi salvación porque he nacido de nuevo?
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B. ¿Me comporto como una nueva criatura que ha nacido del Espíritu Santo por el
arrepentimiento y la fe en Cristo?
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C. ¿Comparto con otros el testimonio del renacimiento que Dios ha hecho en mi vida?
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Semana 5:
Santos como Cristo, pero no por nosotros mismos.

2 Tesalonicenses 2:13-14

Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos
amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para

salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad, a lo cual os


llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor

Jesucristo.

La santidad es un requisito indispensable para que podamos tener relación con Dios puesto
que es un atributo del carácter trascendente y eterno de Dios, pero a la vez compartido con
sus hijos. En la Escritura encontramos que Dios se presenta al hombre como Santo e indica
al pueblo de Israel que se santifiquen para que puedan relacionarse con él. El libro de
Levítico expresa lo siguiente:

Levítico 20:7

Santificaos, pues, y sed santos, porque yo Jehová soy vuestro Dios.

El vocablo usado en el idioma hebreo para indicar la Santidad de Dios es qadósh, el cual
hacía referencia a la separación o consagración que debía tener su pueblo delante de su
Presencia. Recordemos que en el huerto del Edén el hombre rompió la relación con su
Creador por causa del pecado, y ahora bajo los términos de Dios resulta imprescindible la
acción de santificación si la nación de Israel quería adorar al único Dios Verdadero.

El autor del libro de Hebreos retoma esta afirmación que Dios le hizo a Israel por medio del
profeta Moisés y agrega que sin Santidad nadie verá al Señor en Hebreos 12:14, por lo cual
la trae a colación como imperativo para la iglesia como el pueblo de Dios. Sin embargo, el
vocablo equivalente para qadósh en el idioma griego es jagiasmós, del adjetivo jagios, el
cual indica pureza o santidad. Por tanto, podemos concluir que la santidad se manifiesta en
que el hombre se separe del pecado que no le agrada a Dios y se consagre para traer honor
y gloria a Su Nombre.

De lo anterior surgen las siguientes preguntas, ¿cómo podemos santificarnos? ¿será que el
creyente puede ser santo? ¿la santidad es un acto externo visible en la forma de vestir o va
más allá de lo que se puede ver? ¿es posible alcanzar algún día una santificación perfecta?
Ahora bien, la Biblia nos ofrece respuesta a cada una de estas preguntas, las cuales
analizaremos por separado para una mayor comprensión de la doctrina.

Somos santificados a través de la obra del Espíritu Santo, él es el Santificador por


excelencia. Sin embargo, cuando en el pasado recibimos a Cristo en nuestros corazones,
Dios en la persona del Espíritu impartió santidad para hacernos justos delante de Dios
puesto que el sacrificio de Cristo de una vez y por todas pagó el precio por nuestros
pecados. En Hebreos 10:10 el escritor nos muestra la realidad en cuanto a la santidad, ya
que el vocablo se encuentra en voz pasiva, lo cual indica que el creyente es el objeto de la
acción directa del Espíritu. No pertenece a nosotros el accionar para alcanzar santidad, sino
solo el deseo de serlo porque la obra pertenece a nuestro Dios.

Ahora bien, una vez que el creyente ha recibido a Cristo como su Señor y Salvador y ha
sido santificado para tener comunión con Dios. Este no ha alcanzado completamente la
santificación, sino que sigue batallando con la naturaleza pecaminosa que ahora se enfrenta
a los deseos del Espíritu. En cuanto a esto, la Escritura dice lo siguiente en Filipenses 1:6:

Filipenses 1:6

Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la

perfeccionará hasta el día de Jesucristo;

En este pasaje el apóstol Pablo inspirado por el Espíritu Santo consigna la promesa de la
santificación paulatina en nosotros. Puesto que Dios no deja ninguna obra inconclusa él
completará la obra de santificación en nosotros hasta la segunda venida de nuestro Señor
Jesucristo. Por tanto, puede afirmarse que el proceso de santificación se realizará a medida
que caminemos con Dios y le permitamos al Espíritu Santo trabajar en las áreas de nuestras
vidas que deben ser llevadas a la obediencia de Cristo.
Ahora bien, la santidad no es un acto externo, aunque se refleja en todos los aspectos de
nuestro ser, y esta va más allá y comienza en la parte espiritual. La santidad va a afectar
todas las áreas de nuestras vidas. La manera en que nos relacionamos, cómo actuamos ante
las crisis o las cuestiones que parecen injustas, el pudor y el decoro aun en la manera de
vestir, todos estos elementos serán afectados por la santidad que opera en nosotros el
Espíritu Santo. En cambio, sería superficial que la limitemos solo al elemento externo de la
persona o la imagen que proyecta, aunque ella se reflejará en su imagen, pero irá más allá.

Ahora bien, algún día alzaremos la santificación total y esto tendrá lugar en la consumación
de la obra de salvación, cuando Cristo Jesús regrese por su iglesia y juzgue la maldad de la
humanidad rebelde. A partir de este momento seremos completamente santificados y ya no
pecaremos, y tendremos comunión eterna con Dios porque le veremos cara a cara. En
Efesios 4:13, el apóstol Pablo nos recuerda que Cristo es la medida de nuestra fe y que
seremos como él. Ahora bien, mientras permanecemos en esta tierra el Espíritu nos prepara
para el futuro cierto que será gozar de la plenitud de su Presencia.

Conclusión:

1. La Santidad es un atributo del Carácter de Dios que comparte con sus hijos y ésta
constituye un requisito indispensable para tener relación con él.
2. El Espíritu Santo es el Santificador por excelencia.
3. Somos santificados una vez aceptamos a Cristo y nuestra relación con Dios es
restaurada, pero también somos conformados a la imagen de Cristo a través de la
santificación paulatina que el Espíritu Santo obra en nosotros.
4. Seremos enteramente santificados cuando Cristo vuelva en su segunda venida y ya
no podremos pecar jamás.
5. La santificación no constituye un elemento externo, aunque se refleja en todos los
aspectos de nuestras vidas, comienza en el interior.
6. Tanto más intimemos en la Presencia de Dios, tanto más dejaremos que el Espíritu
Santo transforme las áreas de nuestras vidas que necesitan ser llevadas a la
obediencia de Cristo.

Momento para meditar y orar:


A. ¿Entiendo que el Espíritu Santo es quien me santifica o aun batallo para comprender
que la santificación no es un acto que depende de mí sino de su gracia?
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B. ¿Cuáles son las áreas de mi vida en las que el Espíritu Santo debe trabajar para
conformarme a la estatura de Cristo?
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Semana 6:
Pero recibiréis Poder.

Hechos 1:4-8

Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la
promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó

con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos
días. Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor,

¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? Y les dijo: No os toca a vosotros


saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; pero

recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis

testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.

Jesús antes de ascender al cielo, en su última predicación en la tierra encargó a sus


discípulos que esperasen en Jerusalén la promesa del Padre, puesto que enviaría al
Consolador en Juan 14:18-31. La plenitud del Espíritu Santo no abarca solamente la
santificación del creyente en cuanto al carácter de Cristo, sino también que le empodera
para ser testigo de las buenas nuevas del Evangelio de Jesús. En muchos sectores del
evangelicalismo se pasa por alto la segunda obra del Espíritu, la de empoderamiento para la
Gran Comisión.

En este pasaje encontramos dos palabras clave en las cuales vale la pena reflexionar puesto
que nos permitirán entender las razones por las cuales necesitamos recibir el poder del
Espíritu Santo para ser sus fieles testigos. El primero de los vocablos es dúnamis, el cual
enfatiza la impartición de poder o dinámica milagrosa del parte de Dios en la persona de su
Espíritu Santo y hace referencia a la eficacia del testimonio. La segunda es martur, que
presenta al creyente como testigo de primera mano de las maravillas del Evangelio. Un
testigo en términos jurídicos es aquel al cual le constan los hechos ciertos que ha vivido.
Cuando este pasaje se escribió, los testigos ante los magistrados romanos debían sellar su
testimonio bajo juramento de su vida, lo cual les costó la muerte a muchos creyentes a lo
largo de la historia.

Es así cómo puede entenderse que el testimonio del Evangelio no constituye tarea fácil,
puesto que los argumentos que le componen atentarán contra las fuerzas del enemigo que
dominan en este mundo, por tanto, resulta evidente la oposición que se levantará ante
nosotros. Muchos enemigos tratarán de intimidarnos para hacernos callar el mensaje. Por
tanto, es de vital importancia que cada creyente experimente el poder del Espíritu para
hacer la obra de Dios. Lucas en el libro de los Hechos, en el sermón de Jesús, compara la
embestidura del Espíritu Santo a los discípulos con la inmersión del bautismo de Juan, lo
que hace referencia a estar sumergido dentro del Espíritu Santo.

Pueden delimitarse tres razones fundamentales para que cada creyente sea lleno del Espíritu
Santo. La primera razón es porque necesita poder vivir, puesto que el testimonio se
manifiesta a través de la vida del creyente, y aunque el poder del Espíritu Santo no incide
directamente en la santificación, este proceso se acelera cuando ha sido bautizado en el
Espíritu. La segunda razón es porque necesita poder para ver las cosas que Dios está
haciendo a su alrededor, puesto que las obras que él hace son sobrenaturales. La tercera
razón es porque necesita poder para servir, puesto que las dimensiones de la Gran Comisión
reflejadas en Mateo 28:18-20 requieren del empoderamiento del creyente por medio del
Espíritu Santo.

Joel 2:28-32

Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros


hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán

visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en

aquellos días. Y daré prodigios en el cielo y en la tierra, sangre, y fuego, y columnas


de humo. El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día

grande y espantoso de Jehová. Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová será
salvo; porque en el monte de Sion y en Jerusalén habrá salvación, como ha dicho
Jehová, y entre el remanente al cual él habrá llamado.
Varios siglos antes de que Lucas registrara el empoderamiento de los creyentes, el profeta
Joel había declarado el derramamiento del Espíritu Santo sin medida para todos los
creyentes que invocaran el Nombre del Señor y cuando llegara este avivamiento las señales
y milagros sobrenaturales reforzarían la proclamación profética de las buenas noticias del
evangelio. Esto indicaba que no existirían distinciones entre judíos y los que no lo eran, o
entre esclavos y libres. El enfoque del profeta refleja el revestimiento del poder divino de
los creyentes para hacer la obra de Dios en la tierra hasta que Cristo regrese por segunda
vez.

Conclusión:

1. El bautismo del Espíritu Santo constituye una dimensión de la obrar del Espíritu
paralela a la santificación.
2. Se necesita el poder del Espíritu Santo para hacer la obra de Dios en la tierra puesto
que las dimensiones de su obra requieren de recursos espirituales.
3. El profeta Joel describió el derramamiento del Espíritu sin medidas siglos antes de
Pentecostés y esta era una señal de que la salvación estaría cercana a todos los que
invocaran el Nombre del Señor.
4. Tres razones para ser llenos del poder: poder para vivir el testimonio de fe; poder
para ver lo que Dios está hablando y haciendo, y poder para servir.

Momento para meditar y orar:


A. ¿Entiendo la necesidad de ser un testigo del Evangelio empoderado por el Espíritu
Santo?
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B. ¿Pido a Dios que me haga un testigo lleno del poder del Espíritu Santo para traer
honra al Evangelio?
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Semana 7:
Una evidencia irrefutable.
Hechos 2:1-4

Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente

vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la
casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego,

asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y
comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.

La promesa del Padre de empoderar a los creyentes con su Espíritu Santo se cumplió el día
de Pentecostés cuando los creyentes recibieron lenguas como repartidas de fuego y
glorificaron a Dios en otros idiomas, y las personas de alrededor los escuchaban. Esto
sucedió de forma milagrosa. En el pasaje el vocablo usado para describir las lenguas es
glossa que se traduce como lengua o idioma no aprendido de forma natural, sino que es
impartido de forma milagrosa y está acompañado del sustantivo purós que se traduce como
fuego, que en caso genitivo señala hacia la procedencia divina de los lenguajes.

De aquí se desprende la doctrina que caracteriza al pentecostalismo dentro del


evangelicalismo: la doctrina de la Glosolalia. El bautismo del Espíritu Santo se manifiesta a
través de la evidencia inicial del hablar en otras lenguas las maravillas de Dios, tal y como
sucedió el día de Pentecostés. La experiencia pentecostal es perfectamente separable y
distinguible de la salvación.

Existen pruebas dentro del libro de los Hechos en cuanto a que la experiencia de glosolalia
pentecostal no constituyo una experiencia aislada para los apóstoles o solo los discípulos,
sino que encontramos relatos similares en diferentes contextos. En Hechos 8:5-24 el
evangelista Lucas describe los sucesos que se suscitaron con motivo del ministerio de
Felipe en Samaria y luego de la Ministración de los apóstoles Pedro y Juan. En esta porción
se nos dice que los samaritanos recibieron al Espíritu Santo y aunque no se menciona la
glosolalia, tuvo que haber sido una experiencia similar a la de Pentecostés para que los
judíos aceptaran a los samaritanos dentro de la comunidad de fe. Otro elemento curioso en
favor de las lenguas radica en la actitud de Simón el brujo de ofrecer dinero para tener la
autoridad de impartir el don que ministraban los apóstoles. Una simple experiencia de
percepción no hubiera causado el alboroto que se suscitó.

Hechos 9:1-17 describe la conversión de Saulo un hombre con gran celo por las cosas
espirituales, pero equivocado en sus postulados. En el versículo 17 Lucas describe que
Ananías impuso manos sobre él y fue lleno del Espíritu y aunque no se declara
expresamente en el versículo que habló en otras lenguas, el apóstol Saulo que después
pasaría a llamarse Pablo, testifica que practicaba la llenura constante del Espíritu en 1
Corintios 14:18.

Otro pasaje que nos describe de forma expresa el empoderamiento del Espíritu a través de
la glosolalia está en Hechos 10:1-48. Cornelio y su familia fueron los primeros gentiles que
se sumaron a la familia de la fe sin haber sido previamente prosélitos del judaísmo y en este
pasaje se describe que ellos hablaron en otros idiomas, quedando así cerrada la brecha
racial y cultural entre judíos y gentiles. De esta forma el Espíritu Santo los integró dentro
de la familia de la fe.

En el Hechos 19:1-7 se describe el empoderamiento de doce discípulos que habían creído


en Jesús e incluso habían sido bautizados en aguas, pero no habían tenido la experiencia
pentecostal, y se especifica claramente que experimentaron la señal de glosolalia, aunque
ellos no habían conocido sobre el Don del Espíritu Santo. A partir de este momento
comenzaron a profetizar de manera milagrosa.

Entonces ante las certezas escriturales anteriores puede sustentarse que la glosolalia es la
evidencia inicial de que el creyente ha sido empoderado por el Espíritu Santo para el
cumplimiento de la obra de Dios aquí en la tierra, aunque no es la única señal, sino que
posterior a la glosolalia aparecerán otras señales que acompañarán su testimonio de fe.
Puede entenderse que la glosolalia será una experiencia normativa y habitual para todos
aquellos que busquen la promesa del Padre.

Sin embargo, debemos señalar que existe un bautismo con muchas llenuras, puesto que la
experiencia de glosolalia no constituye un episodio aislado, sino que los cristianos podemos
experimentarlas continuamente si así lo pedimos al Padre. El apóstol Pablo refuerza esta
idea cuando le aconseja a Timote que avive el fuego del Don de Dios que mora en su vida
en 2 Timoteo 1:6. Otro pasaje que indica la llenura continua del Espíritu es Hechos 4:31,
cuando los creyentes pidieron confianza para predicar la Palabra sin temor, fueron
empoderados con la llenura del Espíritu, la cual es una realidad de la cual puede disfrutar
cada creyente incluso en la actualidad.

Por tanto, podemos afirmar que la señal de glosolalia del bautismo y sus llenuras no
constituye un elemento de satisfacción emocional, aunque edifica la vida de los creyentes
que la practican, sino que prepara a los discípulos para la predicación poderosa de la
Palabra y para ser testigos fieles de las maravillas de Cristo aun en medio de los ambientes
hostiles de persecución. Entonces sí hemos sido bautizados con la evidencia de glosolalia
involucrémonos activamente en la obra de proclamación del evangelio y compartamos con
otros las maravillas que Dios ha hecho en nuestras vidas.

Conclusión:

1. La evidencia inicial de que hemos sido empoderados con el Don del Espíritu Santo
radica en hablar otras lenguas de manera milagrosa.
2. El bautismo en el Espíritu Santo es perfectamente separable y distinguible de la
salvación.
3. La doctrina de la glosolalia es lo que caracteriza al pentecostalismo de las demás
denominaciones dentro del evangelicalismo.
4. La glosolalia constituye una experiencia normativa para todos los creyentes que han
sido empoderados con el Espíritu Santo.
5. Existe un bautismo en el Espíritu Santo con muchas llenuras que serán experiencias
de renovación con señales de glosolalia que edificarán a los creyentes que las
reciben.
6. El bautismo en el Espíritu Santo no constituye una experiencia emocional
solamente, sino que prepara a los creyentes para cumplir la Gran Comisión.

Momento para meditar y orar:


A. ¿He sido bautizado con el Espíritu Santo? De ser afirmativa la respuesta ¿Cuál fue
la señal? Si no ha recibido el bautismo dedique tiempo para orar por este motivo
puesto que Dios quiere bautizarle.
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B. ¿Busco habitualmente la renovación del Espíritu Santo a través de las llenuras?
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C. ¿Entiendo que, si he sido empoderado por el Espíritu Santo con la evidencia inicial,
debo ser un testigo activo en mi comunidad?
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D. Explique cómo fue su experiencia de bautismo en el Espíritu Santo en caso de
haberlo recibido. Si aun no lo ha recibido escriba un plan de oración para este
motivo.
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Semana 8:
Un recurso de gran valor: la oración en el Espíritu.

Romanos 8:26-27.

Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de
pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros

con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención
del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.

Un gran recurso espiritual tenemos en nuestras manos: la ayuda del Espíritu Santo en la
intercesión ante el Padre y en este sentido, la Biblia declara que El Parakletos está con
nosotros y en nosotros. Es precisamente parte del ministerio del Espíritu Santo ser nuestro
Intercesor ante Dios Padre. Él procede del Padre y del Hijo, también es Dios por lo que
conoce el lenguaje de Dios. Muchas veces no sabemos cómo pedir en situaciones
complejas, sin embargo, el Espíritu Santo declara las palabras correctas y nos ayuda en
nuestras debilidades. Entonces somos fortalecidos y podemos glorificar a Dios trayendo
olor grato a su presencia a través del sacrificio vivo de nuestras vidas santas.

En este pasaje encontramos dos vocablos en griego que nos ayudan a entender la magnitud
de la obra del Espíritu Santo en la oración. El primero es stenagmós que se traduce como
suspiro o gemido y segundo es el adjetivo aláletos que se traduce como indecibles o que no
pueden pronunciarse. En este sentido el autor de Romanos nos declara que los gemidos del
Espíritu Santo a favor de los santos son demasiado profundos para ser transmitidos en
Palabras, sin embargo, el Padre entiende la intención del Espíritu.

Debido a que aun cargamos con una naturaleza imperfecta que el Espíritu moldea a la
imagen de Cristo, la mayoría de las ocasiones seremos tentados a pedir de manera egoísta.
En cambio, el Parakletos nos lleva a una correcta comunión con el Padre, transforma
nuestros deseos en obediencia a su Nombre y nos da las palabras con las que podemos
honrar al Creador. ¿Cómo sabemos cuándo oramos en el Espíritu y que garantía tenemos de
ello? Analicemos lo que el apóstol Pablo expresa a los Corintios en su primera carta:
1 Corintios 14:2

Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios; pues nadie le
entiende, aunque por el Espíritu habla misterios.

Tal parece que el apóstol Pablo establece una correlación entre la oración en el Espíritu y la
glosolalia. Esta también constituye una señal evidente para el creyente en torno a su
intercesión en el Espíritu. Puesto que la glossa o idioma en el que fluye ha sido otorgado de
manera milagrosa, se convierte en señal inequívoca de que está siendo guiado por el
Espíritu Santo en su oración.

1 Corintios 14:4

El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica; pero el que profetiza, edifica a
la iglesia.

La oración en lenguas es también consecuencia de haber sido bautizado en el Espíritu Santo


con la evidencia inicial. Si el creyente así lo desea, en cada devocional puede tomar un
tiempo para orar en lenguas e interceder en el Espíritu, lo cual tiene un gran beneficio. En
este sentido el apóstol Pablo declara que a través de esta forma de intercesión somos
edificados y llenados.

1 Corintios 14:12-15.

Así también vosotros; pues que anheláis dones espirituales, procurad abundar en
ellos para edificación de la iglesia. Por lo cual, el que habla en lengua extraña, pida

en oración poder interpretarla. Porque si yo oro en lengua desconocida, mi espíritu


ora, pero mi entendimiento queda sin fruto. ¿Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero

oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el

entendimiento.

Aunque Pablo establece un paralelismo entre el don de lenguas y la oración en el Espíritu,


puede entenderse con claridad que la oración personal en idiomas desconocidos por el
cristiano, le edifica. De ninguna manera el apóstol limita la oración en lenguas, al contrario,
la estimula, pero ofrece una metodología para que pueda ser efectiva y la ubica en el tiempo
devocional personal de los creyentes. Cabe aclarar que la oración en lenguas se diferencia
del don en cuanto a que la primera se realiza en el devocional personal, y el segundo en la
adoración colectiva; en la primera no se requiere interpretación, pero en el segundo si
porque trae un mensaje, por lo que puede afirmarse que el don de lenguas constituye un
canal de expresión para la profecía, la palabra de ciencia y la de sabiduría.

Algún tiempo de mi vida me hice estas preguntas: ¿Cómo puedo orar en el Espíritu en cada
tiempo devocional en la presencia del Señor, será posible esta bendición para todos los
cristianos?, y después de tanto meditar en ello encontré la respuesta en la propia Escritura,
el versículo 5 del capítulo 14 de la Carta a los Corintios. El deseo del apóstol Pablo de que
todos los creyentes hablen en lenguas puede constituir una realidad si decidiéramos
profundizar nuestras raíces en el río del Espíritu de Dios. Si tomamos tiempo para conocer
al Verdadero Dios, Aquel que está cercano, podríamos tener mayores experiencias
hermosas en su Presencia.

Me gustaría ofrecer algunas recomendaciones para orar y fluir en lenguas, las cuales puedes
tener en cuenta. En primer lugar, ten presente que fluir en el Espíritu es una promesa que
Dios quiere dar a todos los creyentes. En segundo lugar, desecha los prejuicios que puedas
haberte creado con respecto a la manifestación de la glosolalia, en la Biblia está respuesta.
En tercer lugar, toma tiempo para estar solo en la presencia de Dios alejado de todo lo que
pueda entorpecer tu oración sincera. Por último, en un momento de la oración, toma tiempo
para invitar al Espíritu de Dios para que te ayude a interceder en el Espíritu, sé sincero, y
platícale sobre los asuntos en los cuales no sabes orar y sé receptivo para fluir en lenguas y
serás edificado en Su Presencia.

Conclusión:

1. La oración en el Espíritu es una promesa que Dios ha entregado a los creyentes.


2. Una señal inequívoca de que intercedemos en el Espíritu constituye la glosolalia.
3. La oración en el Espíritu se diferencia del donde lenguas en cuanto a que la primera
no requiere interpretación y es ejercida en la adoración personal, pero el segundo
constituye el canal de expresión de la profecía, la palabra de ciencia y la palabra de
sabiduría; se ejercita en la adoración colectiva y requiere siempre interpretación.
4. Nosotros no sabemos pedir de acuerdo con los deseos de Dios, sin embargo, el
Espíritu nos lleva a hacerlo conforme a su Voluntad.
5. Podemos tomar un tiempo en nuestra adoración personal para invitar al Espíritu
Santo para interceda con nosotros.

Momento para meditar y orar:


A. ¿Son mis tiempos devocionales objetivos, sincero y centrados en la Escritura?
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B. ¿Invito al Espíritu Santo para que me lleve a la intercesión en lenguas?
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C. ¿Entiendo la diferencia entre el don de lenguas y la oración en el Espíritu?
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Semana 9:
La excelencia de su obra: el carácter de Cristo en mí.

Filipenses 1:6

Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la


perfeccionará hasta el día de Jesucristo;

Una gran garantía tenemos en Dios, la cual consiste en la consumación de la obra de


redención que ya fue comenzada cuando recibimos a Cristo como Señor y Salvador en
nuestras vidas. Cuando escribió la carta a los filipenses, el apóstol Pablo estaba plenamente
convencido de esta obra y por tanto, lo expresó a través del participio pepoithós, el cual
implica convencimiento o certeza interna por medio de una evidencia irrefutable: la
salvación.

En correlación con lo anterior, el apóstol también declara en su Carta a los Gálatas la


necesidad de caminar en el Espíritu Santo como un estilo de vida, puesto que a través de él
podemos ser perfeccionados al carácter de Cristo. En este sentido, establece además una
comparación entre lo que procede del Espíritu Santo y lo que proviene de la carne, o
manera antigua de vivir.

Gálatas 5:16-17

Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque

el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos


se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.

El verbo griego mediante el cual el apóstol impela a sus lectores en cuanto a la vida en el
Espíritu es peripateite que indica la acción de caminar tras los pasos de Cristo como un
estilo de vida y lo usa de forma imperativa, lo cual indica que la vida en el Espíritu Santo
resulta una necesidad imperante en la vida del cristiano, para que pueda ser conformado en
el carácter de Cristo. De lo contrario, sería imposible llegar a la estatura de Cristo.
Gálatas 5:22-25

Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo

han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu,
andemos también por el Espíritu.

Entonces, a partir del versículo 22 del capítulo 5 de Gálatas, se describe la consecuencia de


la obra del Espíritu Santo. El vocablo griego que el apóstol emplea es karpós y se traduce
como fruto, y por cuanto aparece en singular, indica que dentro del fruto del Espíritu se
encuentran presentes todas las características de Cristo de manera multiforme, y es el
Espíritu Santo quien las hace florecer en nuestras vidas.

La primera de las características a las que se refiere el apóstol es el amor y procede de Dios
mismo, la que es confirmada por el apóstol Juan en 1 Juan 4:8. Todas estas características
del fruto tienen interrelación entre sí, puesto que el amor de Dios que fluye a través de
nuestras vidas produce gozo, pero a la vez también paz. Aunado a lo anterior, la paciencia
es forjada porque el amor de Dios lleva al creyente a la obediencia de sus mandamientos y
a partir de esta resolución quien ha nacido de nuevo adquirirá paciencia, resultado de la
esperanza depositada en Aquel que es Poderoso. También la benignidad, la bondad y la fe
son la consecuencia del amor de Dios en nuestras vidas. Por último, el dominio propio o el
autocontrol del creyente señala hacia el amor de Dios, puesto que, si nosotros le amamos a
Él y le obedecemos, someteremos nuestros deseos a la obediencia de Cristo.

El Espíritu de Dios nos conforma paulatinamente a la Estatura de Cristo, puesto que en él


somos completos y ésta es la única forma de trascendencia del hombre. El apóstol Pablo
declara en Colosenses 1:17 que Cristo es la esperanza de honra en nuestras vidas. Él es
Dios encarnado y se encuentra cercano a nosotros, por lo que es nuestro paradigma para
seguir. En él somos completo y tenemos la esperanza de completa santificación. Es aquí
donde el ministerio del Espíritu Santo se hace visible, puesto que nos lleva a esa esperanza.
Conclusión:

1. El Espíritu Santo nos conforma a la Estatura de Cristo, y tenemos la esperanza de


que esta obra será completada el día de Cristo.
2. Caminar en el Espíritu constituye un estilo de vida que resulta imperativo para que
los creyentes puedan ser como Cristo.
3. Todas las características de Gálatas 5:22-23 conforma el fruto multiforme del
Espíritu Santo en el creyente.

Momento para meditar y orar:


A. ¿Camino conforme al Espíritu Santo en mi vida cotidiana?
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B. ¿Qué características del fruto del Espíritu Dios ha conformado en mi vida?
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C. ¿En cuáles de las características del Fruto, el Espíritu Santo necesita trabajar en mi
vida?
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Semana 10:
El testimonio de salvación en el creyente.

Romanos 8:15-17.

Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino
que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El

Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si


hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que

padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.

Una de las razones que genera mayor incertidumbre en los cristianos dentro de los sectores
evangélicos consiste en certeza de su salvación, y la realidad es que en ocasiones el
enemigo genera algunas dudas en dentro de nuestros pensamientos que nos impiden
disfrutar del mayor regalo que Dios ha puesto en nuestras manos: nuestra adopción de
hijos.

En muchas ocasiones he encontrado creyentes que no tienen garantías de su salvación y


continuamente realizan esfuerzos en pros de obtener favores de Dios, para así garantizar su
vida eterna. Sin embargo, ya hemos analizado que la salvación es un regalo de Dios otorga
por gracia y que el hombre no merece, sino que corresponde a su Divina Soberanía el
otorgarla. El vocablo jaris enfatiza lo inmerecido del don y la buena voluntad de Dios al
otorgarlo.

Ahora bien, el Espíritu Santo nos da la evidencia irrefutable de que somo salvos y no solo
esto, sino que hemos sido adoptados en calidad de hijos de Dios. Precisamente en este
pasaje el apóstol Pablo declara este hecho. En este sentido encontraremos algunos vocablos
en los cuales vale la pena reflexionar. El primero de ellos es el verbo sunmarturei que
implica la acción en tiempo presente de entregar un testimonio que constituye una
evidencia irrefutable de lo que se declara. En este sentido puede decirse que el Espíritu
Santo entrega un testimonio que constituye prueba plena de la adopción que hemos recibido
de parte de Dios.
Otro vocablo en el pasaje es el sustantivo tekna que se traduce como hijo, a través del cual
la Escritura nos coloca en una relación de filiación en grado parientes directos con Dios
nuestro Creador, pero también nuestro Padre. Ahora bien, el apóstol Pablo recurre a una
figura jurídica bien conocida para sus lectores romanos: la adopción. Sin embargo,
contrasta las dos opciones que los niños no deseados podrían tener en el antiguo derecho
romanos. Puesto que los nacidos no deseados eran abandonados, en el imperio era
costumbre tomar a estos niños como esclavos para el servicio de la persona que los recogía,
o en algunos casos en calidad de hijo, con los mismos derechos legales que los biológicos si
la persona no tenía hijos varones que mantuvieran vivo su nombre.

En correlación con lo anteriormente expresado, el apóstol establece que los creyentes


hemos sido adoptados en calidad de hijos de Dios y no como sus esclavos o sirvientes, sino
que en Cristo tenemos la garantía de parentesco por filiación. En este sentido puede
afirmarse que el testimonio del Espíritu Santo en nuestros corazones constituye el
certificado legal de que pertenecemos a Dios y llevamos su apellido en nosotros.

Por tanto, resulta válido señalar que en calidad de hijos podemos referirnos a Dios como
nuestro Padre Amado, con la cercanía que pueden tener un padre y un niño pequeño. Esto
lo pone de manifiesto el apóstol Pablo cuando declara que por medio del Espíritu Santo
clamamos ¡Abba! Esta expresión de origen arameo se usaba para referirse en forma cercana
y cariñosa al padre, y es la forma en la cual Dios desea que nos relacionemos con Él. En
este sentido, través del vocablo krázomen que significa clamar a gritos, el escritor de
Romanos nos muestra la figura de un niño pequeño cansado, hambriento o en peligro que
implora por su papá, para lo tome en sus brazos y lo acaricie.

Si el Espíritu Santo nos da la evidencia incuestionable que somos hijos de Dios y herederos
con Cristo, entonces no debemos sentir temor de acercarnos al Padre. Ahora bien, a medida
que nos aproximemos más a su presencia le conoceremos más y clamaremos en tiempos de
necesidad como niños indefensos por su protección y socorro: ¡Abba! Dios está dispuesto a
socorrernos.
Conclusión:

1. Cuando no tenemos certeza de nuestra salvación delante de Dios, desconocemos sus


promesas consignadas en la Escritura con respecto a su Paternidad hacia nosotros.
2. El Espíritu Santo nos entrega la evidencia irrefutable en cuanto a la Paternidad de
Dios, y su testimonio constituye el certificado de adopción espiritual por el cual
adquirimos los derechos de hijos.
3. Dios espera que nos relacionemos con él como hijos pequeños que claman por su
papá en momentos de necesidad y ha enviado a su Espíritu Santo para que tengamos
la certeza de ello.

Momento para meditar y orar:


A. ¿Tengo dudas en cuanto a mi salvación o escucho la voz del Espíritu Santo que me
confirma que soy un hijo de Dios?
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B. ¿Veo a Dios como Padre Amado o me cuesta entender la relación de Paternidad que
el Espíritu Santo me declara?
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C. Si aun no ve a Dios como Padre, haga una lista de las razones por las que le es
imposible disfrutar de la Paternidad de Dios y pida al Espíritu Santo que vaya
revirtiendo cada una de ellas.
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Semana 11:
Los dones espirituales, regalos de gracia.

1 Corintios 12:1-12.

No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales. Sabéis que
cuando erais gentiles, se os extraviaba llevándoos, como se os llevaba, a los ídolos

mudos. Por tanto, os hago saber que nadie que hable por el Espíritu de Dios llama
anatema a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo.

Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad
de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero

Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo, Pero a cada uno le es dada la

manifestación del Espíritu para provecho. Porque a éste es dada por el Espíritu
palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe

por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. A otro,
el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos

géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas. Pero todas estas cosas las

hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere.
Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros
del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo.

En este pasaje el apóstol Pablo describe a los dones del Espíritu Santo y su función dentro
de la iglesia, puesto que la comunidad de creyentes corintia afrontaba una crisis en cuanto a
la correcta utilidad de los dones espirituales. En este sentido, el apóstol en el versículo
primero utiliza el vocablo pneumatikos que se traduce como “cosas del Espíritu” para hacer
referencia a los dones, y debe entenderse que los tales pertenecen al Espíritu Santo y
proceden de él. El apóstol deseaba que los fieles no estuvieran ajenos al verdadero
funcionamiento de los dones espirituales, ya que el desconocimiento de ellos conduce a dos
extremos que deben evitarse: el rechazo total de las manifestaciones del Espíritu, y el mal
uso de ellos que conduciría a la exageración desordenada.
Ahora bien, en la Escritura se presenta una serie de dones y deben analizarse algunos
elementos que el apóstol presenta en su explicación. En primer lugar, el mismo Espíritu da
diversos dones, y en segundo lugar, estos se interrelacionan con los ministerios que el
Señor Jesucristo entrega y con las operaciones que realiza el Padre a través de la iglesia. El
vocablo diaíresis es usado para enfatizar la variedad que tendrán lugar y el vocablo
járisma, el cual es usado para los dones, resalta lo inmerecido del regalo.

Las manifestaciones del Espíritu Santo tienen una razón específica: el provecho o la
edificación de los creyentes. El hecho de que se utilice el vocablo jékastos implica que
todos aquellos que pertenecen al cuerpo de Cristo son útiles para cumplir los propósitos de
Dios y serán tenidos en cuenta por el Espíritu Santo en el empoderamiento para la obra que
realiza la iglesia sobre esta tierra.

Antes realizar el análisis de los dones debe hacerse énfasis en dos vocablos que el apóstol
Pablo utiliza en este pasaje que nos permiten hacer una relación teológica entre los grupos
de dones de acuerdo con sus características y usos. El primer vocablo utilizado es allos que
hace distinción entre dos cosas, pero de la misma naturaleza, y el segundo vocablo es
jéteros que hace distinción entre dos cosas de diferente naturaleza. A partir de estas dos
palabras puede establecerse una metodología para agrupar los dones en grupos afines, que
harán comprensible su estudio.

Estableceremos entonces tres grupos de tres dones que nos permitirán una mayor
comprensión didáctica. En el primer grupo nombraremos a los dones de inspiración, que
son aquellos que permiten a los creyentes conocer situaciones sobrenaturalmente. En este
grupo se encuentra el don de conocimiento que es aquel por el que los creyentes pueden
conocer sucesos ocultos que no serían conocidos si no fueran revelados por el Espíritu
Santo. Encontramos ejemplos claros en 2 Samuel 12:1-9 cuando el profeta Natán confrontó
al rey David con su pecado. También otra forma manifestación del don la encontramos en 1
Corintios 15:51-53, cuando el apóstol Pablo declara un misterio consignado en la Escritura,
pero esta forma solo tuvo lugar en la inspiración de las Escrituras.

Otro don dentro de los de inspiración es el de palabra de sabiduría por el cual el Espíritu
Santo permite establecer por medio del creyente la palabra precisa que determinará la
resolución del conflicto dentro de la iglesia. Un ejemplo claro lo encontramos en Hechos
15:28-29. El último en este grupo es el don de discernimiento y se diferencia del
discernimiento que deben tener los cristianos en general, en que a través del primero los
creyentes por medio del Espíritu pueden conocer el origen y las intenciones de los espíritus:
Dios, las intenciones humanas y los demonios, 1 Juan 4:1-6.

En el segundo grupo se encuentran los dones de inspiración y son aquellos que permiten al
creyente declarar el mensaje de Dios para la iglesia. Dentro de este grupo se encuentra el
don de lenguas. Se diferencia de la evidencia inicial de Pentecostés en Hechos 2:1-4 y de la
oración en lenguas, en que se ejercita en forma pública y va acompañada del don de
interpretación de lenguas porque trae un mensaje que debe ser escuchado por los presentes,
1 Corintios 14:5-11. El don de interpretación de lenguas debe ir en correlación con el de
lenguas y ambos son el canal de expresión para una profecía, y a través de este último don
el Dios en la persona del Espíritu Santo muestra su voluntad para la iglesia, Hechos 11:27-
28.

En el último grupo se encuentran los dones de acción, los cuales permiten al creyente actuar
sobrenaturalmente para cumplir los propósitos de Dios. El primero en este grupo es el don
de fe, que estará íntimamente relacionado con los otros dos de esta lista. Por medio del don
de fe el cristiano será dotado sobrenaturalmente de fe para obrar milagros y sanidades que
glorificarán a Dios. Un ejemplo lo encontramos en la actitud del apóstol Pedro al querer ir a
Jesús caminando en las aguas en Mateo 14:28. El segundo don de este grupo es el de
milagros y tiene lugar cuando las señales afectan las leyes naturales de la física para los
propósitos de Dios, Lucas 8:24. El último don es el de sanidades por el cual el creyente
lleno del Espíritu Santo obra sanidades en los enfermos, Marcos 16:18.

Todos estos dones tienen estrecha relación con el bautismo en el Espíritu Santo con la
evidencia inicial de hablar en otras lenguas, puesto que el empoderamiento para ser testigos
conlleva otras señales que serán la manifestación de los dones espirituales para edificación
de los creyentes y el avance de la proclamación del evangelio, tal como establece el profeta
Joel en su libro homónimo en el capítulo segundo, versículos 28-32. Tales manifestaciones
del Espíritu Santo continúan vigentes en el Cuerpo de Cristo y aun no han cesado porque la
obra encomendada por Cristo en Mateo 28:1-20 no ha concluido. Esto lo corrobora el
apóstol Pablo en 1 Corintios 13.8-10 cuando se refiere a lo perfecto como la segunda
venida de Cristo que traerá la consumación de la redención de los creyentes y el ministerio
de la iglesia habrá llegado a su fin, por lo que no habrá necesidad de los dones espirituales.

Ante lo anteriormente expuesto surge una pregunta, ¿cuáles son los dones más importantes?
Esta es una pregunta recurrente dentro de las iglesias pentecostales y carismáticas, y que ha
conducido a algunos grupos hacia algunos errores doctrinales o excesos. Sin embargo, en 1
Corintios 12:11-12 el apóstol Pablo nos explica que la diversidad no constituye asunto de
división o de jerarquía sino una posibilidad mucho más amplia de ministrar a las
necesidades de la iglesia en general. Entonces en este sentido puede afirmarse que el don
más importante será el que se adecue a las necesidades de la iglesia en ese momento.

Otro asunto en el cual vale la pena reflexionar es en cuanto que los dones no les pertenecen
a los cristianos, sino que el Espíritu los da a la iglesia, pero seguirán siendo de él. En este
sentido vale señalar que un creyente lleno de dones no siempre será un discípulo maduro o
santo, puesto que la santidad no se genera a partir del dunamys, sino que es una obra
paralela. Por tanto, podremos encontrar cristianos llenos de dones pero que aún no han
madurado en carácter cristiano, o también creyentes maduros pero que no abundan en
dones espirituales. Entonces la recomendación para la iglesia debe ser la búsqueda de los
dones y la disponibilidad para que el Espírito Santo le santifique, ambas obras a la par, sin
prescindir de ninguna de ellas.

Conclusión:

1. Los dones espirituales son producto del regalo de gracia de Dios que fluye de la
salvación.
2. Los dones espirituales no pertenecen a los creyentes, sino que son del Espíritu
Santo, puesto a disposición de la iglesia para su obra encomendada.
3. Las manifestaciones del Espíritu Santo son tan diversas como las necesidades de
ministración que surjan en la iglesia.
4. Los vocablos allos y jéteros permiten establecer similitudes y diferencias entre los
dones espirituales, por lo cual teológicamente podremos agruparlos en tres grupos
de tres.
5. Dentro del grupo de dones de revelación se encuentran la palara de conocimiento, la
palabra de sabiduría y el don de discernimiento.
6. Dentro del grupo de dones de inspiración se encuentran el don de lenguas, el de
interpretación de lenguas y la profecía y los tres se relacionan entre sí.
7. Dentro del grupo de dones de acción se encuentran el don de fe, el de milagros y el
de sanidades.
8. Todos los dones son importantes, ninguno es mejor que otros, sino que los nueve
son necesarios para la edificación de la iglesia.
9. La abundancia de dones en un creyente no constituye sinónimo de santidad, sino
que ambas obras fluyen de manera paralela.
10. Los dones espirituales no han cesado, puesto que el ministerio de la iglesia en la
tierra no ha concluido.

Momento para meditar y orar:


A. ¿Son vigentes los dones espirituales para este tiempo?
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B. ¿Si ya he sido bautizado en el Espíritu Santo con la evidencia inicial del hablar en
lenguas, identifico cuáles son los dones espirituales que fluyen en mi vida por el
poder del Espíritu Santo?
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C. ¿hago un ejercicio arbitrario de los dones espirituales, o soy obediente al Espíritu y
hago uso sabio de ellos y me sujeto a mi autoridad en la iglesia?
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Semana 12:
El Espíritu Santo y la Escritura.

2 Pedro 1:19-21

Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar
atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca

y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que


ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía

fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron
siendo inspirados por el Espíritu Santo.

Existe estrecha relación entre la Escritura y el Espíritu Santo, puesto que él es quien
intervino en la inspiración de ella. El apóstol Pedro refiriéndose a este hecho declara que es
la profecía más segura porque fue inspirada por el Espíritu Santo y los vocablos que emplea
para distinguirla demuestran esta realidad. La primera expresión es profetikón lógon que
indica la procedencia del mensaje, puesto que su mensaje sería imposible de conocer si no
hubiera sido entregado proféticamente por medio de Dios en la persona del Espíritu Santo.
Otro vocablo que califica al mensaje divino en la Escritura es bebaióteron, el cual se
traduce como más establecido o seguro. Por tanto, puede decirse que la Escritura es la más
segura o establecida porque fue inspirada por el Espíritu Santo.

En este sentido puede entenderse que el mensaje más exacto y exacto está en los sesenta y
seis libros que conforman la Biblia. El creyente puede permanecer confiado del futuro
puesto que la Biblia declara su pasado, presente y futuro. Entonces no han necesidad de
buscar en otras fuentes dirección o conocimiento del futuro puesto en ella hay abundancia
de Palabra. Profecías ajenas a ella correrán el riesgo de ser falsas o inexactas, sin embargo,
la Escritura se cumplirá a cabalidad hasta el final de los tiempos.

Sin embargo, ¿cómo fue este proceso? El apóstol Pedro arroja luz con respecto a este
proceso. En el versículo 21 de este mismo capítulo, el apóstol emplea el vocablo
pheromenoi que se traduce como siendo llevados. Entonces puede concluirse que los santos
escritores fueron impulsados por el Espíritu Santo de manera sobrenatural, cual barco
velero que es impulsado por viento tempestuoso para escribir el mensaje divino, sin mezcla
de error. En este sentido, cabe destacar que el Espíritu Santo preservó de manera milagrosa
el mensaje que fue entregado a los escritores.

También declara que el mensaje divino no es similar a los oráculos o predicciones paganas
muy comunes en el mundo grecorromano, sino que la Escritura tiene respaldo divino
porque fue inspirada por el Espíritu de Dios, por lo cual se cumplirá a cabalidad y tendrá
poder transformador en la vida de quienes la hagan suya. En correlación con lo que declara
el apóstol Pedro, el apóstol Pablo completa la enseñanza del ministerio del Espíritu Santo
en la inspiración de las Escrituras, cuando declara lo siguiente:

2 Timoteo 3:16-17.

Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para
corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto,

enteramente preparado para toda buena obra.

Toda la Escritura fue inspirada por Dios en la persona del Espíritu Santo de forma verbal,
dinámica y plenaria. El apóstol usa el vocablo theopneustos que se traduce como insuflada
o divinamente soplada. Lo cual indicaría que la Biblia fue divinamente soplada en el
intelecto de los escritores bíblicos y que el Espíritu Santo fue el agente supervisor de su
conformación.

Al establecer una correlación entre los dos pasajes anteriormente citados puede entenderse
que la Escritura fue inspirada por Dios y que el Espíritu Santo no usó autómatas para
hacerlo, sino que usó las características personales y condiciones que cada uno de los
escritores, pero los preservó de manera milagrosa para que escribieran sin errores, siendo
insuflados o llevados de manera violenta como viento huracanado.

Ahora bien, puesto que la revelación especial que es la Escritura ha sido finalizada, hay
otro proceso que lleva a cabo el Espíritu Santo en el creyente que lee y escudriña las
Escrituras. A este proceso denominaremos iluminación porque, por medio del Espíritu
Santo, el creyente es iluminado para comprender las verdades divinas escritas. Por medio
de la acción del Espíritu Santo, la Palabra es entendible para todas las personas: sean niños
pequeños o ancianos. Siempre que la leemos, el Espíritu de Dios trae un mensaje espiritual
que transforma y santifica nuestros corazones. En este sentido el apóstol Pablo declara que
toda la Palabra es útil para corregir, redargüir e instruir en justicia y nada de ella puede ser
desechada.

Conclusión:

1. El Espíritu Santo es la fuente de inspiración de la Santa Escritura y llevó a los


santos hombres a escribir sin mezcla de error.
2. La Escritura es la profecía más segura, las otras predicciones externas a ella serán
falsas, inexactas y generarán inseguridad en la vida de sus adeptos, pero la Escritura
trae paz porque habla al hombre de su pasado, presente y futuro.
3. La Escritura fue insuflada divinamente en el intelecto de los escritores bíblicos que
fueron llevados por el Espíritu Santo a escribir el mensaje, y no fueron autómatas.
4. Cuando el creyente escudriña las Escritura el Espíritu Santo trae iluminación
poderosa para comprender las verdades bíblicas, y ellas serán comprensibles tanto
para niños pequeños como para ancianos.

Momento para meditar y orar:


A. ¿Creo que la Biblia es inspirada por Dios en la persona del Espíritu Santo o me
parece un libro de fábulas antiguas común?
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B. ¿Cuál es mi reacción espiritual cada vez que Dios me habla por medio de su
Palabra?
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Semana 13:
El Espíritu Santo y los ministerios.

Efesios 4:11-13.

Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas;


a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del

ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a
la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la

medida de la estatura de la plenitud de Cristo;

El ejercicio del ministerio en la iglesia tiene contenido carismático puesto que la obra de
Dios por medio de la iglesia requiere el poder del Espíritu Santo para ser completada.
En este sentido debemos establecer una correlación entre el ministerio de Jesús y el de
los creyentes, puesto que Cristo constituye nuestro modelo a seguir. A partir de esta
acotación podremos analizar las particularidades de su bautismo en aguas, puesto que
fue empoderado por el Espíritu Santo como paradigma de la iglesia.

Lucas 3:21-22.

Aconteció que cuando todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fue bautizado;
y orando, el cielo se abrió, y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma

corporal, como paloma, y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado;

en ti tengo complacencia.

El evangelista Lucas describe la forma en la que el Espíritu Santo descendió sobre Jesús
y le empoderó públicamente para comenzar su ministerio terreno. Aunque el Salvador
es Dios y tiene todos los atributos constitutivos de Dios, tales como la omnipotencia y la
omnisciencia, aquí en la tierra se autolimitó en el ejercicio de ellos y fluyó en los dones
espirituales. La presencia del Espíritu Santo no fue una percepción sensorial sino una
realidad objetiva. Esto queda totalmente confirmado con el vocablo somatikós que
Lucas emplea para afirmar la corporeidad del Espíritu Santo.

Por tanto, si Jesús fluyó en los dones espirituales para ejercitar su ministerio terreno, sus
discípulos también serían empoderados cuando viniera el Espíritu Santo. Ahora Bien, en
Efesios 4:11-13 el apóstol Pablo declara que los ministerios son regalos de gracia de
Cristo a su iglesia, sin embargo, las tres personas de Dios no trabajan de forma
separada, sino que todos colaboran en unidad. En este sentido, en Romanos 12:6-8 se
establece la interrelación entre los dones y los ministerios que sirven para la edificación
y crecimiento de los creyentes dentro del cuerpo de Cristo. Jesús ascendió a los cielos,
pero expresó que los creyentes no estaríamos solos, sino que anunció la llegada del
Consolador que estaría con nosotros para siempre.

Juan 14.16-17.

Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros
para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le

ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en
vosotros.

El apóstol Juan declara que el Espíritu Santo estaría en nosotros porque ha hecho su
morada permanente en nuestras vidas. Para arrojar claridad emplea el verbo meno que
indica permanencia. En este sentido, puede entenderse que la garantía de la habitación
del Espíritu Santo será continua, por lo cual no debe resulta extraño que la obra del
Espíritu Santo sea visible en todas las áreas de la vida de un creyente.

Ahora bien, desde la perspectiva pentecostal es inconcebible que los ministerios se


ejerzan sin la llenura del Espíritu Santo, puesto que las personas ministros que son los
regalos de Cristo a la iglesia serán potenciados con los recursos espirituales. Por tanto,
un evangelista lleno del Espíritu Santo podrá abundar en sanidades y milagros y su
mensaje será más poderos; un pastor guiará mejor a la congregación si tiene don de
discernimiento de espíritus y la unción de Dios se refleja en su vida. Un maestro, un
apóstol o un profeta serían mucho más efectivos si dependieran del poder del Espíritu
para realizar el ministerio para el cual fueron llamados.

Conclusión:

1. Jesús fue empoderado por el Espíritu Santo para hacer su obra aquí en la tierra.
Aunque era Dios, se autolimitó en sus atributos constitutivos y fluyó en los
dones espirituales. Por tanto, se espera que los creyentes, tomando el ejemplo de
Cristo, dependan de la obra del Espíritu Santo para el ejercicio de la obra a la
cual Dio les ha llamado.
2. Puesto que el Espíritu Santo mora permanentemente en nosotros, también nos
capacita para el ejercicio de los ministerios a los cuales nos ha llamado Cristo.
Ellos serán mucho más efectivos si son potenciados por la obra del Espíritu
Santo.
3. Resulta inconcebible desde el punto de vista pentecostal que los ministros no
dependan de la llenura del Espíritu Santo para el ejercicio del ministerio.

Momento para meditar y orar:


A. ¿Depende de la unción del Espíritu Santo para la realización del ministerio al
que Cristo me ha llamado, o confío en mis capacidades intelectuales?
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B. Haga una lista de las similitudes entre el ministerio de Jesús y el de sus
discípulos.
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Semana 14:
El Espíritu Santo y la unidad de la Iglesia.

1 Corintios 12:13

Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o
griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo

Espíritu.

El Espíritu Santo incorpora a los creyentes al cuerpo de Cristo y los santifica. En este
sentido el apóstol Pablo declara la expresión: “por un mismo Espíritu fuimos todos
bautizados”, la cual en sentido figurado indica la incorporación de los creyentes a la
comunidad de fe. Por tanto, la obra del Espíritu Santo está presente en la iglesia de
manera palpable y es él quien le da efusión y vitalidad para que conserve su salud. En la
porción del texto en cuestión se presentan dos verbos aoristos pasivos que nos indican
lo que anteriormente se ha expuesto y ellos guardan estrecha relación uno con el otro:
ebaptisthemen que hace alusión al bautismo y epotisthemen que indica la acción de
beber del caudal del Espíritu Santo.

Efesios 2:19-22.

Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos,

y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los


apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en

quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el
Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de

Dios en el Espíritu.

También el apóstol Pablo indica la igualdad de todos los creyentes ante Dios y la unidad
de ellos la compara con la construcción de un edificio en el cual resude Dios Trino y el
encargado de realizar la obra de edificación y ensamble de todos los creyentes es el
Espíritu Santo. El apóstol emplea una expresión singular que señala el parentesco que
tienen los creyentes con Dios y este es el sustantivo oikeíos que se traduce como casa,
familia o parentesco y esta adquisición de familiaridad la aporta el Espíritu Santo en la
comunidad de creyentes. en este sentido se espera que una iglesia saludable y
efusionada por el Espíritu Santo tenga una unidad orgánica.

Efesios 4:1-4.

Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con

que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con


paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu

en el vínculo de la paz; un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados

en una misma esperanza de vuestra vocación;

También el apóstol Pablo complementa la afirmación anterior y declara la labor de los


creyentes dentro de la iglesia, puesto que ya el Espíritu Santo ha otorgado unidad a los
creyentes como la familia de Dios. Entonces corresponde a los creyentes integrar sus
esfuerzos para conservar la unidad otorgada. La unidad del Espíritu no constituye
uniformidad en cuanto a que todos piensen de la misma manera y dejen sus
individualidades que los hacen únicos, sino que con cada una de las características y
capacidades individuales dadas por Dios precisan del amor, la humildad y la
mansedumbre para conservar la unidad soportando unos a otros. Esto también incluye la
restauración de los creyentes débiles o caídos.

Conclusión:

1. El Espíritu Santo incorpora a los creyentes a la utilidad del cuerpo de Cristo y


los hace parte de la familia de Dios creando el vínculo perfecto que debe ser
preservado por todos los que han nacido de nuevo.
2. La unidad corporativa de la iglesia no significa uniformidad, sino unidad
orgánica dentro de la diversidad, puesto que todas las capacidades que Dios nos
ha dado serán usadas para la gloria de Dios dentro de esta unidad que hace el
Espíritu Santo.

Momento para meditar y orar:


A. ¿Me interesa conservar la unidad de la iglesia como creyente nacido de nuevo?
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B. ¿Sobrellevo las cargas de mis hermanos en el vínculo de la paz proporcionado
por el Espíritu Santo?
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Semana 15:
El Espíritu Santo y la escatología.

Apocalipsis 22:17.

Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene
sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.

La escatología es la rama de la teología que estudia la relación de las últimas cosas que
han de suceder a partir de la segunda venida de Cristo y hasta la consumación de su
juicio al final de los tiempos. En dichos acontecimientos también podrá verse la obra del
Espíritu Santo imperante en el cumplimiento de todos los acontecimientos mundiales.
En esta porción de la Escritura el apóstol Juan declara que el Espíritu Santo prepara y
acompaña a la iglesia para la llegada gloriosa del Ungido de Dios: Jesucristo.

Analizaremos entonces algunos acontecimientos puntuales en los que el Espíritu Santo


será agente en la consumación del plan de Dios para el final de los tiempos. El primero
de los hechos en los cuales participará el Espíritu Santo incluye la resurrección de los
muertos en Cristo para vida eterna. Acerca de esto el apóstol Pablo declara lo siguiente
en su carta a los Romanos.

Romanos 8:11

Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros,

el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros


cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.

El poder del Espíritu Santo levantó a Cristo de los muertos como primicia de lo que
sucederá con los creyentes que hayan muerto. Ellos no quedarán en el olvido, sino que
serán levantados por el poder del Espíritu de Dios en cuerpos glorificados semejantes a
Cristo, enteramente santificados para su gloria. En correlación con esta porción, también
el apóstol Pablo declara en 1 Tesalonicenses 4:13-18 que los muertos en Cristo serán
devueltos a la vida, y los creyentes que estén vivos serán también transformados para
recibir a Cristo en las nubes. El vocablo jarpázo indica la acción de Dios de tomar,
arrebatar o quitar violentamente del mundo a los que le pertenecen, quienes previamente
han sido resucitados y transformados por el poder del Espíritu de Cristo.
Sin embargo, una vez arrebatada la iglesia, comenzará tribulación que será el periodo de
juicios de Dios para las naciones y el levantamiento de un sistema contrario a Dios,
aunque habrá una amplificación de la actividad satánica, el Espíritu Santo obrará con
gracia para atraer a personas que serán salvas durante este periodo de tiempo en medio
de una gran persecución. Contrario a lo que muchos creen, el Espíritu Santo no será
quitado puesto que él es Dios omnipotente y quien convence a los hombres de pecado y
de juicio.

Pruebas de esta afirmación anterior las encontramos en el capítulo 11:3-14 del libro del
Apocalipsis con el testimonio de los dos testigos, que serán dos profetas empoderados
por el Espíritu Santo para brindar una declaración poderosa del juicio de Dios ante la
nación de Israel y el trono del anticristo. Tales profetas son comparados con Elías y
Moisés y con Zorobabel y el sacerdote Josué en la profecía de Zacarías 4:3,11-14.

Apocalipsis 11:3-6.

Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días,
vestidos de cilicio. Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que

están en pie delante del Dios de la tierra. Si alguno quiere dañarlos, sale fuego

de la boca de ellos, y devora a sus enemigos; y si alguno quiere hacerles daño,


debe morir él de la misma manera. Estos tienen poder para cerrar el cielo, a fin de

que no llueva en los días de su profecía; y tienen poder sobre las aguas para
convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda plaga, cuantas veces quieran.

Zacarías 4:11-14.

Hablé más, y le dije: ¿Qué significan estos dos olivos a la derecha del candelabro
y a su izquierda? Hablé aún de nuevo, y le dije: ¿Qué significan las dos ramas de

olivo que por medio de dos tubos de oro vierten de sí aceite como oro? Y me

respondió diciendo: ¿No sabes qué es esto? Y dije: Señor mío, no. Y él dijo:
Estos son los dos ungidos que están delante del Señor de toda la tierra.

Dos vocablos griegos usados en el texto del libro del Apocalipsis guardan estrecha
relación con otros pasajes de la Escritura en los que el Espíritu fue agente de obra. El
primer vocablo es mártur que se traduce como testigo y aparece en Hechos 1:8 asociado
con el poder del Espíritu Santo. De la misma manera el verbo profeteo que señala la
acción de profetizar o hablar como vocero y esta acción corresponde al Espíritu Santo.

Apocalipsis 5:6.

Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de
los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y

siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.

En este versículo también se muestra la acción del Espíritu Santo enviado a la tierra.
Precisamente la figura de los siete ojos del Cordero de Dios representa la plenitud del
Espíritu Santo enviados a la tierra para ejecutar los planes de Dios en intensa actividad
sobre la tierra. Puede verse claramente que el Espíritu Santo no será quitado, sino que
estará bien activo en los tiempos finales. A diferencia de la imitación satánica: el falso
profeta en Apocalipsis 13:11-14, el Espíritu Santo hará las señales de Dios ante los
moradores rebeldes.

Conclusión:

1. El Espíritu Santo estará activo en los tiempos finales del cumplimiento de la


profecía de Dios.
2. Por medio de la obra del Espíritu Santo, los muertos en Cristo resucitarán en
cuerpo glorificados y los que estén vivos serán transformados enteramente
santificados para ser arrebatados de este mundo para morar con Dios.
3. Aunque habrá una amplificación de la actividad satánica durante la gran
tribulación, el Espíritu Santo no será quitado, sino que obrará intensamente en la
tierra como ejecutor del Plan de Dios.
4. El Espíritu Santo acompaña a la iglesia en su espera de la Segunda Venida de
Jesús y la prepara para este gran encuentro.

Momento para meditar y orar:


A. ¿Espero con gozo la Segunda Venida de Cristo y dejo que el Espíritu Santo me
prepare para este encuentro?
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B. ¿Tengo la certeza de que si muero en Cristo seré resucitado por el Espíritu Santo
en la Segunda Venida, con un cuerpo glorificado semejante al de Cristo?
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