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ACADEMIA NA NAL

DE LA HIST 1A

HISÏQRIA
NACION
ARGENTINA
2- PERÍODO ESPAÑOL (1600-1810)

PLANETA
L a Academia Nacional
junta de Historia de la Historia
y Numismática —sucesora
Americana de la
que funda­
ron en 1893 Bartolomé Mitre y otros destacados estudiosos­
decidida a emprender en los años finales del siglo XX un
amplio esfuerzo de renovación historiográfica que conti­
nuase los realizados en la Historia de la Nación Argentina
(14 volúmenes publicados entre 1936 y 1942) y en la Histo­
ria Argentina Contemporánea (7 volúmenes, entre 1965 y
i967). dispuso en 1997 editar una obra orgánica y colectiva,
de alta divulgación: la Nueva Historia de la Nación Argentina.
Una comisión de académicos, encabezada por el presidente
de la entidad, elaboró el plan general que abarca, en diez
tomos, el proceso histórico desde los tiempos prehispánicos
hasta nuestros días.
En ellos tienen cabida relevantes especialistas, procedentes
de distintos ámbitos y corrientes historiográficas, con el
propósito de realizar una obra integral, no sólo en el sentido
temático sino también con la idea de alcanzar un conjunto
coherente que supere la simple reunión de monografías sobre
diversas áreas. En cada parte se estudian el territorio y la
población, la dinámica de las sociedades, las instituciones, la
economía, la vida cotidiana y la cultura en sus más diversas
vertientes. Un tomo final, de gran valor instrumental y
didáctico, contendrá los índices generales.
Con el prestigio que le otorga su trayectoria de institución
señera en su disciplina, la Academia ofrece al lector este
nuevo y notable aporte que se diferencia de los dos ante­
riores por los enfoques y aspectos que sugiere el actual
movimiento historiográfico, circunstancia que sin embargo
no les resta vigencia como referentes en cuestiones que no
se tratan aquí desde la misma óptica.

¡Lusnucion DE CUBIERTA: VISTA DE BUENOS AIRES pesos EL CAMINO DE us CARRETAS


(AGUADA mz BRAMBILA. i794). COLECCIÓN BONIFACIO DEL cuan.
FE DE ERRATAS

DICE: DEBE DECIR:


2 línea 12 13 de noviembre de 1813 lO de noviembre de 1812
8 línea 29 22 de febrero de marzo
9 línea 16 9 de agosto 29 de agosto
ll línea 26 lO de diciembre de 1815 9 de enero de 1815
23 línea 9
29 línea 2l
29 nota 66
autor auditor
intimacíón de Alvear intimacíón a Alvear
Alejo Villegas Miguel Villegas
41 línea 13 Chiquisaca Chuquisaca
52 nota línea 9
63 nota línea 4
hermano pariente
traspiés traspié
63 línea 3
64 línea 2
repuesto a repuesto en .
Estatuto Provincial Estatuto Provisional
83 línea 10 prebíteroadvierto
abierto presbítero
. 120 línea 24
. 259 penúlt. línea
. 269 línea 23
firma forma
de pro en pro
. 282 linea 9 Francisco Antonio de Francisco Antonio de
Anchorena Escalada
pág. 291 nota 23
pág- _ lO
312 línea voto veto
lo reemplazará un año Suprimirlo
más tarde etc.
Molinari Ravignani
págs. 328-329 (ilustra­
ción entre)
Pás­ 335 nota 80 Los Estudios Estudios
Pág­ 335 nota 80 viernes 3 de abril-mayo viernes 30 de abril
pág. 340 última línea Oscar R. Carbone Oscar E. Carbone
pág. 416 línea 15 reestructuración restauración
pág. 418 nota 9 Mario Belgrano Molinari
pág. 419 nota 12 La Bisbada La Bisbal
. 421 nota 15
. 428 línea 16
. 491 línea 18
de que que
Stranford, Castelereag Strangford, Castlereagh
interpretado interceptado
. 496 línea 30 sucesores antecesores
NUEVA HISTORIA
DE LA NACIÓN ARGENTINA
NUEVA HISTORIA DE LA
NACIÓN ARGENTINA

ToMo II

PLANETA
Editorial Planeta Argentina S.A.I.C.
DIRECCION EDITORIAL: Leandro de Sagastizábal
COORDINACION: Alejandro Ulloa
EDICION DE TEXTOS: Diego Arguindeguy
DISEÑO Y MAQUETA DE INTERIORES: Osvaldo Gallese
COMPAGINACIÓN Y ARMADO: Adriana Martínez

CARTOGRAFIA: Susana Mingolo


IMAGENES Y FOTOGRAFIA: Marisel Flores/ Beatriz Cabot

Derechos exclusivos de edición en castellano


reservados para todo el mundo: u _
© 1999, Academia Nacional de la Historia
Balcarce 139, Buenos Aires
© 1999, Editorial Planeta Argentina S.A.I.C.
Independencia 1668 (1100) Buenos Aires
Grupo Editorial Planeta

ISBN de la Obra Completa: 950-49-0214-6


ISBN del Tomo II: 950-49-0266-9

Hecho el depósito que prevé la ley 11.723


Impreso en la Argentina
Los originales de las ilustraciones son de la
Ninguna parte de esta publicación. incluido el diseño de la
colección de la Academia Nacional de Ia cubierta. puede ser reproducida. almacenada o transmitida en
Historia o reproducciones de las manera alguna ni por ningún medio. ya sea eléctrico, químico.
mecánico. óptico. de grabación o de fotocopia. sin permiso
publicaciones que se indican. previo del editor.
SEGUNDA PARTE

LA ARGENTINA
EN LOS SIGLOS XVII Y XVIII
INTRODUCCIÓN

Víctor Tau Anzoátegui

Los siglos XVII y XVIII constituyen la eta­ siguiente. En todo caso, la historiografía ame­
pa nuclear de la colonización española, una ricanista le ha dado un lugar como etapa de
vez superada la intensa época de los descubri­ consolidación de las provincias indianas. Aun­
mientos, conquistas y primeros asentamien­ que fuese en tono menor, ésta parece ser tam­
tos. Es entonces posible atender a la estructu­ bién la característica que puede destacarse en
ra de aquella sociedad nueva y observarla en nuestro ámbito.
su desenvolvimiento, a través de este largo seg­ La iniciación del período que aquí se con­
mento histórico. Ta] es el objetivo de los vein­ sidera puede aproximadamente datarse con
tisiete capítulos que integran esta Segunda el cambio de siglo, pues ya ha concluido la vi­
Parte de la obra. gorosa etapa fundacional de ciudades y ha
quedado consolidada la ordenación política
del territorio. Aunque la estabilidad es aún
DOS SIGLOS: RUPTURAS Y CONTINUIDADES muy relativa y el crecimiento tardará en lle­
gar, hay signos de afianzamiento, como las
Los historiadores practican cortes tempo­ creaciones universitarias de Córdoba y Char­
rales en sus estudios para centrar mejor sus en­ cas o la afirmación del eje comercial Potosí­
foques, captar la sensibilidad de determinada Buenos Aires; pero también hay señales in­
época y poder explicarla, sin dejar de recono­ versas, como una caída de la población abori­
cer que se trata de un artificio. La utilización gen, una aparente ruralización de la vida en
de unidades seculares para medir el tiempo algunos centros urbanos y, en el mejor de los
persigue ese objetivo, a la vez carece de exacti­ casos, un muy lento crecimiento de la pobla­
tud, si se la aplica con un criterio absoluto. ción hispano-criolla.
El siglo XVII se presenta con cierta opaci­ Sólo a mediados del siglo XVIII se observa
dad. En buena parte por la escasa información un importante crecimiento de la sociedad to­
disponible, que ha sido en algunas áreas supe­ da, con un vuelco significativo hacia el Litoral,
rada por meticulosas indagaciones históricas. que se plasma en la integración política y te­
Pero también por tratarse de un período de rritorial con el Virreinato del Río de la Plata.
sucesos menos espectaculares que la centuria Esa expansión general estaba aún en marcha,
anterior y menos transformadores que el siglo no sin algún decaimiento coyuntura], cuando
LA ARGENTINA EN LOS SIGLOS XVII Y XVlll

se cierra el período en 1810. La continuidad. régimen político y de otras transformaciones


atravesada por nuevos problemas, será estu­ —que lleva a un largo período de inestabilidad
diada en la Tercera Parte de la obra. e incertidumbre—, da pie para fundamentar
El año 1810 constituyó durante mucho una separación de los tiempos históricos.
tiempo una frontera entre dos mundos y el 25
de mayo fue fecha liminar de la historia nacio­
nal en construcción. Los primeros historiado­ LOS NOMBRES DE UN TERRITORIO

res argentinos buscaron dar fundamentos a la


nueva nacionalidad, creando sus hombres y Una visión histórica de la “Nación Argen­
simbolos. El corte en 1810 para explicar nues­ tina” durante estos siglos tropieza con la difi­
tra historia adquirió un gran peso historiogra­ cultad inicial de fijar el territorio objeto de
fico, que se reflejó en la especialidad de los es­ nuestra atención. Resulta insuficiente en tal
tudiosos, en la enseñanza escolar y universita­ sentido atender sólo al territorio que en la or­
ria y en las obras de conjunto. ganización definitiva del siglo XIX quedó
Cuando la época hispana empezó a ser ob­ constituido como República Argentina. Para
jeto de atención por los historiadores, la preo­ la comprensión de la historia argentina es pre­
cupación apuntó más al conocimiento de ese ciso a veces exceder los límites estrictos de ese
largo período que a buscar las continuidades. territorio y, sobre todo, ubicarlo dentro de una
De hecho, esa fractura fue aceptada. entidad política abarcadora, como fue la Mo­
La decisión de mantener en esta obra el narquía española.
corte tradicional en 1810 responde a razones Asimismo resulta necesario atender al de­
de orden práctico, oportunamente evaluadas sarrollo de las distintas regiones que, con el
por la Comisión Académica. Sin embargo, se tiempo, dieron entidad a la “Nación Argenti­
reconoce la existencia de un sector historiogra­ na”. No se hace un estudio separado de cada
fico interesado en indagar en un período apro­ una de ellas, sino que se pretende mostrarlas
ximadamente comprendido entre 1750 y 1830 en su articulación con las restantes regiones y
o 1850, que para algunos temas aparece como en su prolongación hacia lo que hoy son paí­
una unidad temporal de comprensión supe­ ses vecinos, a través de diversas y cambiantes
rior a la que proviene de la clásica división modalidades. Se puede considerar que este en­
mencionada. Por ejemplo, detener el movi­ foque, aun con evidentes vacíos, constituye un
miento dela Ilustración en 1810 resulta forza­ paso de progreso historiográfico con relación
do, pues precisamente es con posterioridad a a anteriores obras de conjunto, donde lo re­
esa fecha cuando se observan las efectivas pro­ gional y provincial aparecían parcelados en es­
yecciones de aquellas ideas en diversos órdenes tudios aislados.
de la vida social y aun en materia política. Sin El nombre de “Nación Argentina” no es
embargo, no cabe desconocer el significado pues enteramente aplicable al territorio que
que representa aquel año como iniciación de aquí se estudia. Tampoco era denominación
una nueva etapa de la vida argentina. El solo corriente en la época. Si bien el gentilicio “ar­
hecho de que sea el comienzo del proceso de gentino” es antiguo y se registra ya entonces,
10 emancipación, con la búsqueda de un nuevo su uso generalizado se produjo en el siglo XIX.
INTRODUCCIÓN

Con los nombres de Río de la Plata, Tucumán fine con el vocablo provincia y en menor me­
y Cuyo se designaban las jurisdicciones políti­ dida con el de reino. Este último fue raramen­
cas y eclesiásticas que integraban el actual te­ te usado en el Río de la Plata. A su vez, colonia
rritorio. El primero de ellos fue adquiriendo tiene algún interesante empleo político en el
un sentido más abarcador hasta culminar con siglo XVIII. Sin embargo, importantes secto­
la creación del Virreinato del Río de la Plata en res de la actual historiografía americanista uti­
1776, que comprendía las actuales repúblicas lizan el vocablo y sus derivados de modo más
de Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia. extendido para designar globalmente al perío­
Después de 1810, la primera denominación do de la dominación española. Distintos crite­
aceptada es la de “Provincias Unidas del Río de rios, poco explicitados y no siempre conver­
la Plata”, la cual pese a ir cayendo en desuso, gentes, han llevado a cultivadores de distintas
fue reconocida oficialmente como tal en la áreas —como la economía, la sociedad, el arte,
Constitución Nacional reformada en 1860 la cultura, la política o el derecho- a usar di­
(art. 35). No es pues extraño que “Río de la cho vo'cablo. Muchas veces colonial sirve para
Plata” y voces derivadas sean usadas por los adjetivar la justicia, la sociedad o la economía,
historiadores tanto en sentido amplio, com­ o también a la pampa o a los Andes y colonia
prensivo de todo el territorio, como en sentido para localizar algún punto del territorio. Estas
restringido, para denominar a la gobernación modalidades se podrán observar en los distin­
respectiva. Pese a cierto anacronismo, la deno­ tos capítulos.
minación de “Nación Argentina” puede ser
considerada, a falta de otra más conveniente,
como apropiada para englobar a las diversas SOCIEDAD, PRODUCCIÓN Y COMERCIO
épocas que son objeto de estudio en esta obra.
Una trayectoria también digna de aten­ Nos hemos propuesto como objetivo pri­
ción tiene el nombre “Buenos Aires”, que em­ mario alcanzar una visión integral del pasado
pezó designando al puerto de la ciudad de la argentino. La lectura de los capítulos de esta
Trinidad, para luego extenderse a la propia Parte aproxima a esta meta, ya que convergen
ciudad. Adquirió mayor resonancia como ca­ autores de distintas áreas de conocimiento
pital de la gobernación y luego del Virreinato. que procuran no sólo dar cuenta de la materia
Llegó, en fin, a usarse como denominación al­ especializada, sino que dejan traslucir el hilo
ternativa del conjunto territorial y en la última conductor que permite realizar las conexiones
época hasta se observa, en ocasiones, el em­ y ensambles necesarios para obtener aquella
pleo de la expresión “Virreinato de Buenos Ai­ pretendida visión.
res”. Este avance terminológico refleja el creci­ Después de la intensa empresa de conquis­
miento material generalizado de esta parte del ta y primeros asentamientos del siglo XVI, se
territorio, que tuvo importantes consecuen­ entra en un período de lenta consolidación
cias en la siguiente centuria. que no excluye ciertos retrocesos en el po­
Los usos terminológicos se manifiestan blamiento español. La ocupación del territo­
también en la voz colonia. Está comprobado rio se articula a través de una vía de comuni­
que la constitución política de las Indias se de­ cación troncal, el camino real que une Lima
LA ARGENTINA EN LOS SIGLOS XVII y xvm

con Buenos Aires, pasando por Potosí. Una Es en general difícil determinar el número
red de caminos secundarios y sendas comple­ de gente que habitaba en los ámbitos urbano y
menta aquella vía principal. Las ciudades se rural, percibir sus movimientos y verificar la
mantienen en un tono de pobreza en edifica­ trabazón de los distintos componentes socia­
ción y pobladores. Algunas en el Tucumán les. Sólo los padrones de la segunda mitad del
fueron parcialmente abandonadas porque los XVIII ofrecen una información más precisa.
vecinos, para subsistir, optaron por dedicarse Sobre la base de una paciente labor de los es­
a las tareas rurales, como en La Rioja y Cata­ tudiosos de la historia de la población se está
marca. Otras se afirman como ciudades clave hoy en condiciones de ofrecer los números re­
en la ruta comercial, tales como Córdoba, Sal­ lativos de ésta, distinguir sus tres componen­
ta y Tucumán. En el Litoral, resalta el creci­ tes principales —blancos, indios y negros- y es­
miento de Buenos Aires. tablecer la manera en que se produce su inser­
La ciudad, como núcleo de la coloniza­ ción en la sociedad hispano-criolla. Particular
ción, se consolida pausadamente a través de atención merece la situación social del mesti­
estos siglos. Estaban ya resueltos la traza y los zo, el papel de la mujer y la participación de
espacios de plazas y calles. Las construcciones los portugueses en Córdoba y Buenos Aires.
de los edificios públicos demandaron tiempo Resulta, en cambio, difícil señalar el nú­
y esfuerzo, y su precariedad obligó muchas ve­ mero de indígenas que habitaban el territorio
ces a reconstruirlos. Así, la edificación defini­ al momento del asentamiento español. De los
tiva de los cabildos se produjo a fines del siglo 300.000 estimados hace unas décadas, se ha
XVIII o comienzos del XIX. El de Buenos Ai­ ido avanzando hasta triplicar esa cifra y mos­
res ya tuvo características destacadas en la pri­ trar su rápida disminución en el siglo XVII. El
mera mitad del Setecientos. Mucho más im­ asentamiento se hizo sobre áreas aborígenes
portante era la arquitectura religiosa, sobre to­ de disímiles características y la respuesta de los
do la emprendida por los jesuitas. Se destaca la naturales fue distinta. Esto se refleja, por
calidad de los templos cordobeses. En cambio, ejemplo, en el régimen de las encomiendas,
la arquitectura doméstica era modesta y sólo a que se establecieron en el Interior, pero no en
fines del XVIII, Buenos Aires, Córdoba y Salta Buenos Aires y en el Litoral, donde los aborí­
mostraban algunas casas de altos. genes eran escasos y belicosos.
Más allá del núcleo central de la ciudad, Por último, es dato importante que a fines
que se desplegaba en torno de la plaza mayor, de la época hispana el antiguo Tucumán alber­
la iglesia y el cabildo, se extendía otra zona gaba la mitad de la población (51,3 por cien­
formada por conventos y monasterios que to), mientras el Litoral, pese a encontrarse en
configuraban los barrios y un suburbio que franco crecimiento, sólo alcanzaba el 35 por
vinculaba la ciudad con la zona rural, en tra­ ciento. Cabe también consignar, con propósi­
ma abierta. La arquitectura rural tiene intere­ to comparativo, que el total de la población en
santes expresiones en las capillas, y también en el actual territorio argentino era para entonces
las fincas, estas últimas más valiosas en el nor­ sólo la mitad de la que tenía el Alto Perú.
te. Lugar destacado alcanza la desarrollada por Con el apoyo de la demografía se penetra
los jesuitas en las misiones. en el estudio de la sociedad, que ofrece una
INTRODUCCIÓN

creciente complejidad, sobre todo si se la con­ su propio capítulo en el libro. Ha sido estudia­
cibe articulada a través de relaciones de pode­ da en parte por la historia de la población, en
res —económico, político, religioso, cultural­ parte por la historia social, y también hay
dentro del marco general de la Monarquía. Se aportes de la historia jurídica. Aun así hay
destaca la pluríetnicidad como elemento pro­ grandes vacíos en su conocimiento que resul­
pio de la sociedad americana. En el estrato su­ ta necesario colmar, dada la importancia de la
perior estaban los. hijosdalgo que considera­ institución en sí misma y también como eje de
ban indigno el trabajo manual y necesitaban la estructura y dinámica sociales, exterioriza­
para subsistir de quienes desempeñaran las do a través del régimen sucesorio practicado.
actividades productivas y los servicios. Espa­ Más allá de la intimidad de los afectos, la fami­
ñoles pobres, mestizos, indios, negros y mula­ lia aparece asociada al mundo de los negocios,
tos cumplían ese papel social. Estas ideas, em­ de la política y del prestigio social, que permi­
pero, se presentan a veces con mayor flexibili­ te observar una suerte de endogamia entre las
dad sobre todo al avanzar el siglo XVIII. familias de mayor nivel y otra también como
Es precisamente para este momento cuan­ resultado de las relaciones de vecindad.
do pueden señalarse unos rasgos de la socie­ El matrimonio se fue imponiendo lenta­
dad, que reconocen cierta generalidad: extin­ mente entre los indios asimilados a la socie­
ción de las encomiendas; valorización de la dad hispano-criolla. Hubo, sin embargo, una
tierra; crecimiento del papel de los comer­ actitud más laxa respecto de indios, mestizos y
ciantes y de los artesanos; disminución de la castas, a quienes se les toleraban las relaciones
mano de obra indígena y reemplazo por es­ irregulares que no fuesen escandalosas.
clavos y libertos; permanente ingreso de espa­ El cuadro de la sociedad adquiere nueva
ñoles peninsulares; vigoroso surgimiento de animación cuando se penetra en la actividad
una nueva burocracia y aparición más limita­ cotidiana y se observa cómo vivían esos pue­
da de nuevos profesionales. Es cuestión aún blos. Una paciente y cuidada labor de recons­
no profundamente estudiada la relación trucción histórica, basada en una infinidad de
mantenida entre criollos y peninsulares a lo pequeñas huellas, permite saber cómo vivía el
largo de estos siglos. Parece asentado que los hombre urbano, dentro de sus casas y en las
momentos más conflictívos se dan a partir del calles, y también cuál era la vida diaria en las
ministerio de Iosé de Gálvez, bajo el reinado áreas rurales. Cómo se regulaba el tiempo; có­
de Carlos III. mo eran las calles; cuál era la disposición de
El autor del respectivo capítulo concluye las tiendas y talleres y demás actividades del
que el Virreinato ofrece “la imagen de un pue­ mundillo mercantil; cómo andaban y vestían
blo regionalmente diverso”, con una organiza­ los hombres y mujeres, según los estratos so­
ción en varios niveles que no eran impermea­ ciales; cuáles eran sus devociones y recreacio­
bles y que permitían cierta movilidad entre es­ nes; cómo se utilizaban los espacios que pro­
tratos próximos en una o dos generaciones. porcionaban las plazas y alamedas.
La familia se presenta como institución Las celebraciones religiosas y regias, unas
nuclear de la sociedad. El matrimonio, regula­ con periodicidad conocida, otras inciertas,
do por el derecho Canónico, era su base. Tiene eran sin duda las exteriorizaciones colectivas
LA ARGENTINA EN LOS SIGLOS xvu v XVIII

más destacadas, en donde se mostraban en un Las faenas rurales atraían a un variopinto con­
vasto escenario desde los más encumbrados a junto humano, cuyas imágenes desfilan en el
los más modestos actores sociales. Allí se po­ respectivo capítulo: peones, esclavos, gauchos,
nían de relieve jerarquías y poderes corporati­ mujeres. No deja de atenderse a la vida, el tra­
vos sin excluir el conflicto que asomaba ape­ bajo, la comida y los esparcimientos en ese es­
nas se considerasen vulneradas sus preemi­ pacio rural estratificado.
nencias en esas ceremonias públicas. Conver­ La producción de bienes era dependiente
gían, junto a la vana ostentación, el fervor co­ del eje comercial Potosí-Buenos Aires. Las
lectivo y la creación artística y literaria. economías comarcales del Tucumán y del Río
La labor de indagación en preciosas fuen­ de la Plata producían vacunos, mulas, varie­
tes históricas nos permite también entrar en dad de alimentos, tejidos y artesanías que se
las casas coloniales, observar sus paredes y te­ enviaban hacia los centros urbanos y mineros
chos, echar una mirada sobre el mobiliario y del Alto Perú, a cambio de los metales precio­
hasta conocer los animalitos que compartían sos, con los cuales se participaba en el comer­
la vida de sus moradores. También podemos cio atlántico. Esto permitía al Litoral exportar
visualizar el estrado, centro de conversaciones, complementariamente cueros y otros produc­
noticias y recuerdos. tos menores. Ese tráfico naval aseguraba, en
Asistiremos a los entretenimientos y devo­ retorno, la llegada de esclavos y mercaderías
ciones y acaso participemos de las enfermeda­ europeas.
des que aquejaban a sus moradores. Podre­ Este esquema, en cierto modo primitivo,
mos, asimismo, conocer la variedad de las co­ tenía su complejidad y se fue construyendo a
midas y la amplia y exquisita repostería. Algu­ contrapelo de los criterios peninsulares y de
- nos otros datos nos introducirán en el atuen­ las normas legales imperantes. No obstante,
do, que se modificaba al ritmo de la moda, y esta ilegalidad en su ejecución fue tolerada co­
que servía para distinguir a los ricos de la gen­ mo solución conveniente para atender las ne­
te común. cesidades de estas regiones periféricas de la
El mundo rural ofrecía también su varie­ Monarquía. Su desarrollo se asentó sobre re­
dad, según fuesen la explotación, la región y des de relaciones personales y familiares, con
las épocas. Tampoco aquí cabe la uniformi­ la participación de autoridades locales y el
dad. Sólo pueden darse ejemplos, dentro de acuerdo a veces, la tolerancia otras veces, de la
una infinidad de matices. Por el carácter de las propia Corona.
explotaciones, se destacan las estancias de los A su vez, el régimen monetario estaba ca­
jesuitas. Algunas del Tucumán llegaron a ser racterizado por su fragmentación. Circulaban
verdaderos complejos artesanales, agrícolo­ monedas metálicas buenas y malas, junto a la
ganaderos y frutícolas. denominada moneda de la tierra, pero los cir­
En el siglo XVIII, la vida de los estancieros cuitos donde se utilizaban eran diferentes, ya
ofrece variantes. Mientras la de los bonaeren­ fuesen regiones, grupos sociales o tipo de
ses era modesta y a veces próxima a la miseria, transacción. Las monedas metálicas -espe­
en cambio, los propietarios de haciendas en cialmente las buenas- eran las únicas acepta­
l4 Salta gozaban de desahogo, con alto consumo. bles en el comercio internacional. Los comer­
INTRODUCCIÓN

ciantes realizaban la articulación entre los NORMAS E INSTITUCIONES


distintos niveles.
La conquista del territorio por parte de La sociedad era regida por tres órdenes
los españoles dejó enormes vacíos, que sólo normativos: la religión, la moral y el derecho.
fueron paulatinamente ocupados siglos des­ Frente a una visión reduccionista de nuestro
pués. Durante mucho tiempo continuó sien­ tiempo, se alzan aquellos ordenamientos co­
do un espacio habitado por los aborígenes no mo un entramado complejo y variado, inte­
integrados a la sociedad hispano-criolla. Es grado por normas de distintas procedencias
difícil establecer el número de esa población que actuaban sobre la conducta de los hom­
y menos precisar las variantes que tuvo, pero bres en el marco social. Los distintos estratos
se estima que disminuyó durante el siglo tenían un acceso diferenciado a ese mundo
XVIII. Asimismo, se percibe la paulatina fu­ normativo. Se percibe una comunicación es­
sión de distintos grupos étnicos. El agua do­ calonada entre el saber doctoral y la práctica
minaba la circulación y asentamiento de los social. No era un Derecho rígido, ni prove­
grupos que buscaban dentro de ese espacio niente exclusivamente del poder central, re­
las condiciones ecológicas necesarias para su presentado por la Corona. Aunque la jurispru­
subsistencia, lo cual los llevaba a avanzar dencia de los autores era entonces fuente jurí­
temporariamente sobre el territorio ocupado dica directiva, tampoco reducía su contenido a
por los españoles. preceptos de factura letrada. El tejido jurídico
La separación entre ambos espacios no era admitía la formación de reglas consuetudina­
absoluta. Si a veces se producían enfrenta­ rias y dejaba intersticios, por donde se intro­
mientos, también hubo períodos de paz, con ducían prácticas, dispensas, disimulaciones y
constantes intercambios. hasta incumplimientos legales. Hasta puede
Los espacios habitados por los naturales sugerirse un cauce que lleva a establecer un
reciben el fuerte influjo de la nueva civilización conjunto de preceptos de alcance y conoci­
material con la introducción de la vaca, la ove­ miento populares. El Derecho aparece así co­
ja y el caballo, que cambian modos de alimen­ mo un elemento relativamente maleable den­
tación, transporte e industria, o al menos los tro de la trama social.
combinan con los propios. De igual modo, La colonización española fue dirigida por
muchos aborígenes concurren a las ciudades a la Corona, con una activa participación de la
vender mercaderías o a trabajar en el campo. Iglesia. Ambas aparecen en la cúspide de la or­
En la época de la Ilustración, se proyecta el ganización política. La labor de la historiogra­
avance de las fronteras y la incorporación de fía clásica en este punto mantiene vigencia en
los aborígenes a las tareas rurales que se desa­ cuanto ha contribuido a presentar de modo
rrollan en las estancias establecidas sobre es­ ordenado el cuadro institucional y el desarro­
pacios ganados al dominio indígena. Este llo de la burocracia, pero necesita ser enrique­
avance fue sólo parcial debido a la crisis eco­ cida con el examen de otros poderes socio-po­
nómica de la primera década del siglo XIX y, líticos, pequeños y vigorosos, que jugaban pa­
luego, a la crisis política subsiguiente a la gue­ pel significativo en aquellos planos. Se desdi­
rra de la independencia. buja así la imagen ‘de un monarca, poseedor
LA ARGENTINA EN LOS SIGLOS XVII Y XVIII

de un poder legislativo absoluto y exclusivo, suscitarse tensiones y conflictos entre los re­
para abrir paso al estudio de una constelación presentantes de ambas instituciones a propó­
de poderes, donde la Corona ocupa un lugar sito de los intentos de unos y otros de inmis­
eminente, pero no único. Así, las ciudades, las cuirse en campo ajeno.
corporaciones y la misma burocracia se desta­ La religiosidad es atributo de la sociedad
can como instancias jurisdiccionales y norma­ hispana, que se transplanta en las nuevas so­
tivas de distinta naturaleza. ciedades creadas en el Nuevo Mundo. Se in­
Lo dicho no significa minimizar Ia impor­ tenta incluso crear formas más puras de esa
tancia que tiene por entonces la formación de religiosidad. Esta aspiración se encuentra en la
un moderno aparato estatal, que se percibe en empresa de evangelización y, sobre todo, en al­
la burocracia administrativa, en los tribunales gunos de sus intentos. El modelo más destaca­
y jueces, en el sistema impositivo y en la orga­ do -producto de experiencias anteriores— fue
nización militar, según se puede constatar en el de las misiones jesuíticas de guaraníes, que
el extenso tratamiento que de estos temas se alcanzaron a constituir una organización sóli­
hace en los respectivos capítulos. Son todos da y probada, sustentada en una economía au­
ellos elementos que conducirán lentamente a tosuficiente, dentro de un régimen que com­
la configuración del Estado contemporáneo. binaba la propiedad privada y la comunidad
En este universo se inserta la política interna­ de bienes y tierras. En estas misiones se esta­
cional. Su influjo en el área rioplatense se ob­ bleció la primera imprenta rioplatense en el
serva especialmente en los conflictos con Por­ año 1700, que, utilizando artesanos indígenas,
tugal e Inglaterra, que exigen el diseño de una publicó diversas obras, entre ellas la de Juan
estrategia diplomática y de una política de de­ Eusebio Nieremberg, De la diferencia entre lo
fensa. Esta última ocasionó altos costos. Las temporal y lo eterno, en 1704, que luce no sólo
erogaciones militares rioplatenses fueron por su magnífica tipografía sino por la calidad
cuantiosas y representan generalmente la mi­ de sus grabados.
tad de todos los gastos reales. La acción de las órdenes religiosas y del
La Iglesia, firmemente arraigada en los rei­ clero secular se extendió más allá de la aten­
nos peninsulares, se une a la Monarquía en el ción del culto, al campo de la educación públi­
transplante de la cultura hispana al Nuevo ca y de la cultura en general, y al socorro de
Mundo y especialmente en la empresa de enfermos, pobres y otros necesitados.
evangelización. Es, sin duda, poder espiritual,
pero poseía una sólida organización burocrá­
tica compuesta por distintos órganos y niveles IDEAS, CREENCIAS Y VIDA INTELECTUAL
de autoridad. El entramado institucional entre
la Corona y la Iglesia tiene su principal expre­ ¿Cuáles eran las “ideas encarnadas” en el
sión en la figura del Real Patronato —delega­ hombre rioplatense? Algunos temas clave per­
ción expresa del Romano Pontífice- que se de­ miten aproximarse a la mentalidad colectiva
senvuelve en el Nuevo Mundo con particulari­ de aquella sociedad, y observar las modifica­
dades características. En el ejercicio de las fun­ ciones que se producen en ese sentimiento en­
16 ciones de gobierno y de justicia no dejan de tre dos épocas bien caracterizadas: el Barroco
INTRODUCCIÓN

y la Ilustración. La influencia de los jesuitas lectos ámbitos intelectuales: se adquieren a ve­


fue importante en cuanto a estas ideas y creen­ ces fuera del territorio, se prestan y se disper­
cias, y su expulsión en 1767 marca el comien­ san con la muerte de sus dueños. Durante es­
zo de una nueva etapa. Las nociones de cuer­ ta época, la generosidad de algunos donantes
po y alma, de muerte, de patria y parentesco, impulsa la idea de formar una biblioteca pú­
así como también la manera en que se consi­ blica, a la que se suman cuasi públicas —en al­
dera a las mujeres y a los indios, o los puntos gunos conventos y colegios- que admiten lec­
de vista sobre la economía y el poder real, son tores ajenos a la comunidad religiosa.
algunos de esos asuntos mostrados en el capí­ La creación literaria aparece ya en los pri­
tulo respectivo. meros tiempos de la conquista, a través de cro­
Aunque el Río de la Plata, el Tucumán y nistas, poetas y otros escritores. Del mismo
Cuyo son regiones periféricas de la gran Mo­ modo, la labor de los pintores, escultores y ar­
narquía hispana hasta promediar el siglo tesanos se destaca en la confección de telas y
XVIII, se percibe un refinamiento espiritual e tallas y en la elaboración de objetos de plata.
intelectual que lleva al cultivo propio -aunque Como señala el autor del capítulo, la corriente
modesto- de las ciencias, artes y letras, y a re­ artística más antigua proviene del norte y su
cibir los influjos provenientes de áreas vecinas. intensidad fue disminuyendo a medida que
La enseñanza elemental se suministra a llegaba al sur; en Córdoba es donde se conser­
través de escuelas, a cargo de religiosos o de van las piezas más sobresalientes, y en Buenos
maestros laicos. La Universidad de Córdoba, Aires es donde recién en la segunda mitad del
desde 1613, es el foco educativo superior más XVIII se aprecia un interesante surgimiento
antiguo en nuestro actual territorio. Hasta fi­ de estas actividades. Se considera que, ubicada
nes del siglo XVIII se enseñaba filosofía y teo­ fuera de este engarce geográfico, la labor artís­
logia. A partir de 1791 se incorporan los estu­ tica más original y creativa tuvo lugar en las
dios de derecho civil. Muchos estudiantes de misiones jesuitas guaraníes.
estas provincias concurrían a las universidades
de Charcas y a la de San Felipe en Santiago de
Chile. En las últimas décadas del siglo, Buenos LA ÉPOCA DEL VIRREINATO

Aires pugna por poseer la propia, que sólo al­


canzará después de la Revolución. La creación del Virreinato y la implanta­
Ya en los siglos XVI y XVII se detectan bi­ ción de las intendencias fue consecuencia de
bliotecas en Córdoba y en otras ciudades del un gradual desarrollo local en todos los órde­
Interior, especialmente en conventos de órde­ nes y de la importancia estratégica adquirida
nes religiosas, monasterios de monjas y cole­ por el Atlántico sur en la esfera de las relacio­
gios de los jesuitas. Entre ellas, se destaca la del nes internacionales. Ello motivó el estableci­
Colegio Máximo de Córdoba que, en 1767 miento de un costoso aparato administrativo
—año de la expulsión de los jesuitas-, superaba y militar para proteger tan extenso territorio.
los doce mil volúmenes. En la segunda mitad Pero, al mismo tiempo, constituyó un podero­
del XVIII surgen tiendas de libreros en Buenos so estímulo para incrementar las actividades
Aires. Los libros circulan intensamente en se­ productivas y la vida intelectual.
LA ARGENTINA EN LOS SIGLOS XVll Y XVIII

A lo largo del medio siglo anterior a 1810, También se expresa confianza en la educa­
nuevas ideas penetran lentamente en el senti­ ción para elevar la condición humana y se pro­
miento colectivo y se proyectan sobre la etapa clama la necesidad de que los libros puedan es­
siguiente. En diversos órdenes se manifiesta tar al alcance de un mayor número de lectores.
una inclinación a favor de la libertad. De ma­ Paralelamente, se presta mayor atención a la la­
nera concreta aparece en la libertad de comer­ bor científica, que tiene por entonces modestas
cio y, de modo incipiente, en un liberalismo expresiones en las tareas cartográficas y en la
político que reacciona frente a las doctrinas indagación de la naturaleza. No son ajenos a
que habían divinizado a los reyes. Se registran esta nueva sensibilidad, el mayor protagonismo
avances en favor del individualismo y del igua­ asignado a la mujer y el interés por mostrar las
litarismo. Parece ahondarse el sentimiento de bondades de la agricultura. Este manojo de
patria, y se rechaza la postergación que sufren ideas de distinta índole constituyó el germen de
los criollos. un cambio que no tardó en producirse.
I. TERRITORIO Y POBLACIÓN.
ESTRUCTURA Y DINÁMICA
DE LAS SOCIEDADES
1. DISTRIBUCIÓN TERRITORIAL
DE LA CONQUISTA. RED DE URBANIZACIÓN
Y VÍAS DE COMUNICACIÓN

Hugo Humberto Beck

En el estudio de la constitución de núcleos da misión y el propio Estado español no pre­


urbanos en el territorio argentino desde prin­ sentaba el esplendor de épocas pasadas.
cipios del siglo XVII hasta finales del período En las primeras décadas del siglo XVII no
colonial, pueden establecerse tres momentos se crearon poblados; en las distancias existen­
diferentes. La primera etapa, que abarcó todo tes entre una y otra de las ciudades, apenas si
el siglo XVII, fue de crisis y de retrocesos en el se hallaban en medio de los campos desier­
poblamiento español; el segundo período, tos, chozas habitadas por diez o doce perso­
comprendido entre los primeros cincuenta nas, y uno que otro rancho aislado de algún
años de la centuria siguiente, registró una leve campesino.
recuperación en la ocupación del espacio te­ A pesar de ello, la cohesión política y espi­
rritorial y, finalmente, el tercer momento, en­ ritual fue de tal solidez que con pocos hom­
tre 1750 y 1810, se caracterizó por la expan­ bres y escaso control estatal, lograron los espa­
sión del poblamiento y la formación de nume­ ñoles mantener intacto ese vasto y complejo
rosos centros urbanos. edificio colonial y superar las difíciles contin­
gencias durante todo el siglo XVII y buena
parte del siguiente.
LA CRISIS DEL POBLAMIENTO DURANTE El actual territorio argentino se encontra­
EL SIGLO XVII ba por entonces dividido en tres jurisdiccio­
nes: la gobernación del Tucumán y la gober­
LA SITUACIÓN A COMIENZOS DEL SIGLO nación del Río de la Plata (separada del Para­
guay en 1617) dependientes del Virreinato del
Al terminar el siglo XVI quedó concluida Perú y de la Audiencia de Charcas, y la región
en esta parte de América la colosal acción fun­ de Cuyo, dependiente de Chile.
dadora de ciudades que constituyeron el ci­ A lo largo y ancho de los 700.000 lcilóme­
miento del Imperio español. tros cuadrados de la gobernación del Tucumán
Los primeros años de la centuria siguiente la población española se reunía en ocho pau­
mostraron rasgos de agotamiento en la referi­ pérrimas ciudades, con su correspondiente
da empresa. Ya no existían los mismos incen­ campaña comarcana. La extensión realmente
tivos, escaseaban los hombres para la arriesga­ ocupada y poseída era mínima. Esta se reducía 2]
TERRITORIO Y POBLACION

a los oasis de las ciudades con los poblados de cinos, y ninguna alcanzaba a reunir cuarenta
indios que las circundaban, sus encomiendas, casas. La fundación de estos poblados en los
las parcelas cultivadas y las tierras de pastoreo. mejores valles de la comarca y la falta de ele­
Las ciudades no eran sino pequeñas aldeas he­ mento humano para tan vasta extensión de
chas de casitas humildes. Fuera de ellas y su ju­ tierra, impusieron la concentración de los po­
risdicción, lo único español eran algunas sen­ bladores en esos sitios antes de pensar en ga­
das y las cintas de sus caminos reales. nar más tierra a los indios. Bajo el peso deci­
Entre “estantes" y “habitantes” la pobla­ sivo de las circunstancias, la empresa pobla­
ción de la provincia era sólo de 700 españoles dora en la región cuyana hizo un alto de un si­
y algo más de 24.000 indios encomendados. glo y medio.
La distribución de los vecinos encomenderos Estos datos precisos que descubren la esca­
era la siguiente: en Santiago del Estero, cabeza sa población española en estas ciudades cen­
de la provincia y sede de las autoridades, 100 trales y pequeños poblados, que frecuente­
encomenderos; en Córdoba, 60; en La Rioja, mente decrecían por las guerras, pestes y mi­
62; en San Miguel de Tucumán, 32; en Talave­ serias; acosados por la falta de medios de de­
ra o Esteco, 33; en Salta, 30; en San Salvador de fensa, por el abandono de los criollos y mesti­
Iujuy, 8, y en Madrid de las Juntas, 10. Córdo­ zos que salían fuera, y por la irreductibilidad
ba, que era el mayor pueblo de todo el Tucu­ de los indios, que si hoy sometidos, huían ma­
mán, no tenía cien casas de españoles. ñana o se diezmaban entre si, o los destruían
Por su parte, sólo cuatro ciudades formaban las pestes y los excesivos trabajos, dan una ca­
la gobemación de Buenos Aires: Buenos Aires, bal idea de cuán mísera sería esa vida.
Santa Fe, Corrientes y Concepción del Bermejo, Por eso el siglo XVII se desarrolló entre las
todas ellas con pocos pobladores y una estruc­ luchas por defender lo conquistado, por fre­
tura urbana escasamente desarrollada. cuentes retrocesos y por agónicos avances so­
En 1608 Santa Fe tenía 500 vecinos en to­ bre nuevas tierras.
da su jurisdicción, en 1609 Concepción reunía
70 vecinos, con 75 encomenderos, Corrientes, GOBERNACIÓN DEL TUCUMAN

60 españoles y Buenos Aires, 91 vecinos. Cada


ciudad española -especialmente las rioplaten­ En la región del Tucumán, más que en
ses— estaba rodeada por fajas sucesivas de otras áreas, al elegir sitios para fundar ciuda­
quintas, chacras, estancias y, más lejos, las des los gobernadores tuvieron en cuenta prin­
pampas donde retozaban los ganados cima­ cipalmente la abundancia de pueblos indíge­
rrones, dentro del extenso marco regional que nas vecinos para servicio de encomiendas. Só­
constituía su jurisdicción. De este modo, por lo así se explica la fundación de Nuestra Seño­
ejemplo, al terminar el siglo XVI Buenos Ai­ ra de Talavera y de La Rioja, tan apartadas de
res, a pesar de sus escasos habitantes, se había las vías de comunicación con el Perú.
extendido hasta la ensenada de Samborom­ Nuestra Señora de Talavera no sólo estaba
bón, donde terminaban sus estancias. retirada, sino puesta sobre el río Salado en un
En Cuyo, las tres pequeñas ciudades, Men­ lugar casi inhabitable por lo caluroso y árido. La
22 doza, San Iuan y San Luis sumaban sólo 80 ve­ ciudad de Madrid de las Juntas, por su parte, se
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DISTRIBUCIÓN TERRITORIAL DE LA CONQUISTA...

TUCUMAN, CUYO Y RÍO DE LA PLATA A FINES DEL SIGLO XVII

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LOS TREINTA PUEBLOS

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REFERENCIAS
o Ciudad ó Reducción lesuítica
Z Ciudad desaparecida Ü Reducción Franciscana
o Pueblo-ViIla-Paraje = Camino
Ó Pueblos de indios m-n Límite internacional actual
Ó Fortín ---- -- Límite interprovincial actual
TERRITORIO Y POBLACIÓN

fimdó para’ servir de baluarte contra las depre­ lbatín a La Toma -su sitio actual-, debido so­
daciones de los indios belicosos. Cuando se es­ bre todo a las inundaciones y por haber que­
taban acabando los indios de Talavera y empe­ dado a trasmano del único camino que ya se
zó a transitarse un camino directo de Santiago a transitaba para ir de Santiago al Perú.
Madrid de las Juntas, aquella ciudad quedó En la región de Catamarca, donde ya no
arrinconada y decayó tanto que el gobernador existía ninguna ciudad desde la destrucción de
Alonso de Ribera decidió trasladarla. Con ese Londres en el siglo XVI, se hizo necesaria la
objeto, en 1609, reunió a los habitantes de am­ organización de un centro urbano para utili­
bos pueblos y con ellos fundó una nueva ciudad zar a sus diaguitas mansos y vigilar a los cal­
que llamó Nuestra Señora de Talavera de Ma­ chaquíes guerreros. Por ello, el gobernador
drid, pero que se conoció comúnmente con el fundó en 1607 la ciudad de San Juan Bautista
nombre de Esteco. de la Rivera en el valle de Londres. Sin embar­
Fue una fundación estéril. Los 110 vecinos go, esta ciudad estaba también destinada a de­
que se registraron en 1610 habían disminuido, saparecer. Despoblada primero cuando su ase­
veinte años después, a menos de la mitad. Ni dio por los indios, fue reedificada en 1633 por
su situación a orillas del camino real pudo sal­ don Ierónirno Luis de Cabrera en Pomán, en
varla. Hacia 1671 no llegaban a 20 sus vecinos otro punto de ese valle. Pero esta nueva funda­
y moradores, los que estaban muy pobres y ción fue teórica, porque casi nadie vivió en
faltos de servicio por haberse acabado los in­ ella: todos los vecinos marcharon a poblar el
dios. A raíz de las incursiones de los aboríge­ valle de Catamarca. Lo cual era lógico porque,
nes del Chaco, el gobernador Mercado esta­ casi extinguidos los indios de sus encomien­
bleció un fuerte llamado Real Presidio de das, la vida en Pomán se tornó imposible: el
Nuestra Señora de Esteco con guarnición per­ suelo era árido, malas sus aguas y toda la juris­
manente. Y así, al último, casi no era más que dicción era un rincón apartado y despoblado.
el presidio, hasta que el 13 de septiembre de En cambio, Catamarca era un valle fértil y
1692 un poderoso temblor destruyó totalmen­ no estaba tan lejos del camino real. Surgió
te la ciudad y el presidio. entonces la necesidad de trasladar oficial­
En un intento por ocupar el territorio cha­ mente la ciudad a este valle. Después de va­
queño, en 1626 un vecino de Jujuy, Martín de rias dilaciones, autorizado por el rey, el go­
Ledesma Valderrama, quien obtuvo previa­ bernador Mendoza Mate de Luna —entre 1683
mente el título de gobernador de la provincia y 1684- realizó el acto formal del traslado y
del Chaco, fundó en la confluencia del Zenta y llamó a la nueva ciudad San Fernando del Va­
el Bermejo, la ciudad de Santiago de Guadal­ lle de Catamarca.
cázar. Igual que la otra ciudad chaqueña El 20 de diciembre de 1681 se fundó el
—Concepción del Bermejo- ésta tampoco lo­ pueblo de Nuestra Señora de Belén, en juris­
gró subsistir y fue prontamente abandonada dicción de San Iuan Bautista de la Rivera de
hacia 1632. Londres, y se distribuyeron terrenos para sus
En este marco de inestabilidad debe ano­ primeros treinta pobladores.
tarse también el forzoso traslado, en 1685, de A fines del siglo XVII, Córdoba era la ciu­
24 la ciudad de San Miguel de Tucumán, desde dad más próspera de la gobernación, por su
DISTRIBUCIÓN TERRITORIAL DE LA CONQUISTA...

ubicación alejada de las invasiones indígenas tubre de 1614, que confió a los jesuitas. Las re­
calchaquíes y del Chaco y por sus grandes y ducciones creadas por entonces en el territo­
fértiles llanuras. Porque dicha ciudad signifi­ rio argentino estaban formadas por “pueblos”
caba la riqueza material y la seguridad, fueron de indios, en los que no había más españoles
a establecerse allí quienes deseaban prosperar que el doctrinero.
y vivir tranquilos. Desde la conquista hasta el último tercio
En el transcurso de la centuria alcanzó la del siglo XIX el río Salado fue la frontera. Allí se
colonización española del Río Tercero el apo­ levantaron los fuertes o fortines, la creación
geo de su progreso. Se multiplicaron los esta­ más precaria del esfuerzo humano. Se erigían
blecimientos agropecuarios a todo lo largo del con la premura que dicta el miedo y el peligro,
río, desde El Salto, y más al oeste aún, hasta la improvisadamente. Luego, a su sombra, bajo su
Cruz Alta, en cuyas inmediaciones terminaba protección, se refugiaban la esperanza, la ha­
la jurisdicción de la provincia de Córdoba, y la cienda y la vida de las poblaciones inermes. Las
del primitivo curato del Río Tercero, erigido fronteras fueron durante tres siglos la obsesión
después de 1587. de los gobiernos. Allí iban a parar buena parte
Numerosas estancias con millares de cabe­ de los impuestos, y allí se dirigían los contin­
zas de ganado se escalonaban, sin solución de gentes de reclutas y tropas, de enganchados y
continuidad desde uno al otro confin. El tráfi­ confinados, de los que amaban el peligro y acu­
co era cuantioso y se mantenía en constante dían voluntariamente al servicio de los fortines
actividad. Ello trajo aparejado que la comarca o de los que eran convocados en levas incesan­
contara con relativamente abundante pobla­ tes para el socorro de las poblaciones amenaza­
ción, pero sin formar centros urbanos. Apenas das por el peligro de la invasión de los indios.
si algunas viviendas se agrupaban alrededor A esta época corresponde la instalación del
de las numerosas ermitas o capillas edificadas Real Presidio de Nuestra Señora de Esteco y los
en su mayoría por los dueños de las estancias. fortines San Bernardo (1665), Pongo (1676) y
Así nació la histórica capilla del Paso de Fe­ el fuerte de Cobos, en Salta; mientras que pro­
rreira (luego Villa María), obra del dueño del tegían la frontera santafesina los fortines La
establecimiento, don Francisco Ferreira Abad. Pelada y Saladillo.
En su avance hacia los territorios de domi­ Numerosos fueron los pueblos indios de la
nio indígena los españoles fueron establecien­ región tucumana —como puede verse en la
do doctrinas o reducciones en pueblos de in­ cartografía-, aunque con población escasa e
dios e instalando fortines para defender lo inestable.
conquistado.
Se crearon la doctrina de Matará, en juris­ GOBERNACION DEL R10 DE LA PLATA

dicción de Santiago del Estero, la reducción de


indios de las Sierras de Guayamba (Catamar­ También esta jurisdicción sufrió un retro­
ca) y la reducción de indios pampas de San Es­ ceso poblacional acosada desde un frente ex­
teban de Bolón (Córdoba). En los Valles Cal­ terno paulista y un frente interno aborigen,
chaquíes, incluso el obispo Trejo y Sanabria cuyas consecuencias negativas se sintieron
erigió un curato o parroquia rural el 9 de oc­ mayormente en el área guaranítica, con el 25
TERRITORIO Y POBLACION

traslado de las misiones, y en el Chaco, con la La reducción de Santa Cruz de los Quilmes
destrucción de la ciudad de Concepción del fue fundada en 1666 con el arribo de cerca de
Bermejo. 200 familias, o sea más de 1.000 indios quilmes
Esta ciudad, con sus encomiendas de Gua­ del valle Calchaquí, y subsistió como tal hasta
cará y Matará, había permitido acortar camino 1802, para luego convertirse en pueblo.
y vincular las ciudades de Asunción y Tucu­ A poco de iniciarse el siglo XVII comenzó
mán. En 1632, frente a los reiterados ataques de en ambas bandas del Pago de la Matanza un
los indios guaycurúes y a un aislamiento cada proceso de concentración de la propiedad que
vez mayor, los pobladores abandonaron el lu­ dio origen a grandes estancias rurales: en las
gar y se refugiaron en Corrientes. Junto a ellos chacras de Flores, en la zona de Ezeiza, en el
marcharon los indios encomendados, quienes actual partido de Lanús. Las tierras repartidas
probablemente se instalaron en las cercanías de llegaban hasta las cercanías de Llavallol y
la ciudad y dieron origen a la reducción de Monte Grande, y hasta las inmediaciones de la
Santa Ana de los Guácaras. También la ciudad _ Laguna del Ojo (hoy San Vicente).
de Santa Fe sufrió los ataques indígenas, por lo Desde mediados del siglo XVII algunos
cual entre 1652 y 1662 debió ser trasladada de pobladores fueron afincándose en la costa del
Cayastá al sitio que hoy ocupa. Paraná y a todo lo largo del Arroyo del Medio,
En el área rioplatense, salvo contadas ex­ en estancias y en viviendas rurales. En 1630 se
cepciones, no existieron pueblos de indios. Las levantó una pequeña capilla en Luján, rodea­
reducciones generalmente desaparecían a po­ da por estancias, y en 1680 se formó un pue­
co de fundadas o se mantenían breve tiempo. blo, punto de descanso para las caravanas de
Esto ocurrió con la reducción de San Iosé del carretas. En el sitio de Las Conchas se constru­
cacique Bagual, instalada sobre el río Areco, y yó provisoriamente un fuerte, y en 1676 un
con la reducción del cacique Tubichaminí, a pueblo, que desde esa época fue puerto de de­
orillas del actual arroyo Espinillo. tención de embarcaciones y viajeros.
Más permanencia tuvieron la doctrina de Así, la conquista de la tierra en jurisdic­
Baradero y la reducción de Quilmes. La pri­ ción de Buenos Aires fue lenta, imperceptible,
mera reducción indígena fue fundada en 1580 durante todo el siglo XVII. La riqueza ganade­
por Iuan de Garay a una legua del Baradero ra era la única fuente de recursos, y habiéndo­
actual y puesta a cargo de los padres francisca­ se convertido la misma en ganados cimarro­
nos. En 1616 el padre Bolaños reorganizó la nes, era inútil poblar estancias, internarse en
reducción y la dotó de una pequeña capilla, y los desiertos, exponerse a suscitar las hostili­
desde entonces Baradero se convirtió en el lu­ dades de los indios con establecimientos per­
gar de descanso intermedio en la navegación manentes. Se iba a la pampa a recoger gana­
del Paraná, y en 1628 fue erigida en curato. En dos, a hacer corambre, pero sin apartarse mu­
1651 fue creada en la margen derecha del río cho de Buenos Aires. Recién al filo de la centu­
Uruguay la reducción de Santo Domingo So­ ria el movimiento poblador y estanciero co­
riano, que se separó de la de Baradero. Una menzó a afirmarse.
epidemia de fiebre amarilla motivó su poste­ De Santa Fe dependían las reducciones de
26 rior traslado a la otra banda del río. San Lorenzo de Mocoretaes, San Miguel de
DISTRIBUCIÓN TERRITORIAL DE LA CONQUISTA...

los Calchines y San Bartolomé de los Cha­ LA LENTA OCUPACION DE NUEvAs TIERRAS
naes, las que hacia 1621 reunían un total de DURANTE LA PRIMERA MITAD
733 indios. En Corrientes, los indios se con­ DEL SIGLO XVIII
gregaron en los pueblos de Santa Lucía de los
Astos, Santiago Sánchez, Candelaria de Oho­ GOBERNACION DEL TUCUMAN
ma e Itatí.
Por su parte, las misiones fundadas por los Una nota característica de la región tucu­
jesuitas entre los guaraníes entre los años 1610 mana -y también de Cuyo- en esta época fue
y 1640 se localizaron en regiones muy distantes el acentuado ruralismo de la población. Los
entre sí: en el Guayrá, en el Itatín y en el Uru­ vecinos preferían vivir en el campo, por lo
guay. Pertenecieron al actual territorio argenti­ cual las ciudades presentaban un aspecto de
no los pueblos del Uruguay occidental: Corpus abandono y descuido. Esta situación -más
Christi, San Francisco Iavier, Concepción y Ya­ pronunciada en Catamarca y La Rioja— se de­
peyú. La fundación del pueblo de Los Santos bía a que el campo les permitía al menos sub­
Reyes de Yapeyú en 1626, en un área entonces sistir, ya que por su incomunicación no po­
marginal respecto del hábitat de los guaraníes, dían vivir del comercio.
respondió a un verdadero acierto político. Esta ocupación de los espacios vacíos en
Las malocas o bandeiras paulistas realiza­ los cinturones de las ciudades dejó a los pobla­
das en la primera mitad del siglo XVII pro­ dores fuera del alcance de los servicios educa­
vocaron la destrucción de las reducciones tivos y, sobre todo, espirituales. Vivieron en ese
del Guayrá, Itatín y Uruguay oriental y su ambiente, que para muchos fue de aislamien­
reubicación entre el Tebicuary y el Paraná y to, pues las rancherías, postas y fuertes ha.llá­
entre el Paraná y el Uruguay. En dicha región banse alejados unos de otros varias leguas,
existió entre 1641 y 1685, un total de veinti­ donde la vida era triste y mísera, desenvolvién­
dós pueblos. A partir de 1685 las misiones se dose entre recogidas de ganado para corambre,
expandieron, y se fundaron ocho nuevos en guerra contra los indios y los matreros,
pueblos. cuando no mezclados con ellos; con casi nin­
Los “treinta pueblos”, como se los llamó, gún aliciente de mejoramiento y escasos, si no
constituían centros urbanos consolidados, nulos en conocimientos y moralidad, e igno­
con una población de considerable magnitud rantes en todo. Muchos vecinos no sentían
para su tiempo y ambiente. Ocho de estos gran arraigo a la tierra que ocupaban, pues no
pueblos han quedado en territorio de Para­ era de su propiedad; eran peones de estancias
guay, siete en Brasil y quince en Argentina: que vivían lejos de ellas. Las costumbres eran
Corpus, San Ignacio Miní, Loreto, Santa Ana, viciosas, las relaciones de familia poco estre­
Candelaria, Mártires, San Iavier, Apóstoles, chas, y un abandono y despreocupación gene­
Santa María la Mayor, Concepción, San Car­ ral eran ley común en todas las campañas.
los, San Iosé, Santo Tomé, La Cruz y Yapeyú. Sin embargo, estas personas conservaban
Hacia mediados del siglo siguiente alcanzaron sus sentimientos religiosos. La palabra elevada
un alto grado de desarrollo y estabilidad den­ y sincera de algunos simples y buenos curas,
tro del ámbito colonial rioplatense. llegados de tarde en tarde, los alentaba en sus 27
TERRITORIO Y POBLACIÓN

desgracias personales y atemperaba la rigurosi­ los pobladores a raíz de los conflictos con los
dad de sus vidas. El influjo de estos religiosos indios, pero el obispo estimaba que el número
era inmenso en los pobladores. quienes por sus de habitantes en el campo y en las montañas
propios medios levantaban oratorios y capillas cordobesas superaba los seis mil.
sobre terrenos cedidos por sus propietarios. La jurisdicción de Santiago del Estero reu­
Cuando los vecinos de algún paraje agrupa­ nía seis curatos: Tuama, con dos capillas; So­
dos en torno de la capilla del lugar alcanzaban concho, con una; Salavina, con dos; Sumam­
un número considerable, las autoridades civiles pa, con tres; Río Salado, con dos, y Sañogasta,
(gobernador o cabildo) y eclesiásticas (obispo), de la que dependía una capilla.
actuando de común acuerdo, determinaban la Cinco parroquias cubrían la campaña en
creación de un curato o parroquia rural, y con­ la jurisdicción de La Rioja: Los Sauces, con dos
tribuían con ello a afianzar y promover el po­ capillas; Famatina, con cuatro; Guandacol y
blamiento y la concentración urbana. Vinchina, con cuatro; Los Llanos, con una; y
Las parroquias o curatos fueron las prime­ Belén (en la actual provincia de Catamarca),
ras jurisdicciones establecidas en tierras ar­ ‘con tres capillas.
gentinas, precediendo en la mayoría de los ca­ La jurisdicción de San Miguel de Tucumán
sos a los distritos civiles, conocidos como par­ poseía tres parroquias rurales: Choromoros,
tidos o pagos, asignados a un comisionado o con una capilla; Marapa, con tres, y Chiquili­
juez de paz, y cuya jurisdicción coincidió, ge­ gasta, con dos capillas.
neralmente, con la de la parroquia. Catamarca, Salta y Iujuy tenían dos cura­
Los periódicos informes de los obispos de tos en sus respectivas jurisdicciones. Los de
cada diócesis, en los que describen el estado Catamarca eran de la Sierra de Ancasti, con
general de las parroquias de su jurisdicción, seis capillas, y de la Sierra de Concepción, con
constituyen, por ello, fuentes de inapreciable cinco. Las parroquias de Salta eran Chicoana y
valor para conocer la urbanización existente. Guachipas, con cuatro y dos capillas, respecti­
Exactamente hacia mediados del siglo vamente; y las de Iujuy, Humahuaca y Cochi­
XVIII dependían de la jurisdicción de Córdo­ noca, con cinco capillas cada una.
ba ocho parroquias rurales, algunas de antigua
data. Ellas eran, la del Río Segundo, con tres GOBERNACIÓN DEL R10 DE IA PIATA

capillas; la del Río Tercero, con dos; del Río


Cuarto, con tres; de Calamuchita, con cuatro; En el área rioplatense el proceso de ocupa­
de Tulumba o del Totoral, con dos; de Ischilín, ción del espacio y la formación de nuevos nú­
con tres; de Traslasierra, con sede en Pocho y cleos urbanos estuvieron promovidos por el
con catorce capillas, y la de la Punilla, con se­ avance de la actividad económica predomi­
de en el actual Cosquín y diecisiete capillas. nante: la ganadería. Al comenzar el siglo XVIII,
Las parroquias de Tulumba e Ischilín surgie­ en el área bonaerense la tierra efectivamente
ron en 1749 por división de la del Totoral, dis­ conquistada se reducía a una estrecha franja
puesta por el obispo Argandoña. paralela al Plata y al Paraná. Allí fueron sur­
El número de fieles no se podía registrar giendo nuclearnientos urbanos en Merlo, Lu­
28 con certeza por los permanentes traslados de ján, San Antonio de Areco (1732), Las Herma­
DISTRIBUCIÓN TERRITORIAL DE LA CONQUISTA...

nas o San Nicolás de los Arroyos (1749), Arre­ nó alcalde de hermandad para el pago de los
cifes y Pergamino. Arroyos, pero no pudo asignarle sitio fijo por­
Hasta 1778, Pergamino fue la última po­ que aún no existía pueblo alguno. Sin embar­
blación cristiana sobre la pradera aborigen, y el go, cuando en 1730 se creó el curato de los
fuerte allí establecido protegió todo el nordes­ Arroyos —Parroquia de San Nicolás de Bari-,
te bonaerense y la villa del Rosario de Santa Fe. se le asignó por sede la capilla ya existente. Di­
Por el sur, las estancias bonaerenses alcan­ cha creación dio origen a la agrupación de
zaron el paraje de. la Magdalena, y sobre la edificios y a la actual ciudad de Rosario.
costa atlántica y más al sur aún fueron estable­ La villa del Rosario fue fundada en 1725 y
cidas las reducciones de Nuestra Señora del se convirtió en punto donde se detenían las
Pilar (1746), en las cercanías de la actual Mar embarcaciones de Buenos Aires o para ella. El
del Plata, y Nuestra Señora de los Desampara­ censo de 1744 determinó para todo el pago de
dos (1750), próxima a la localidad actual de los Arroyos un total de 248 habitantes, sin es­
Miramar. tablecer cuántos de ellos vivían próximos a la
Respondiendo a este poblamiento, en 1730 capilla.
se crearon los seis primeros vicecuratos en la La ocupación del suelo entrerriano se rea­
campaña de Buenos Aires: Luján, que ya tenía lizó con lentitud por las dificultades que ofre­
capilla y sacerdote con congrua desde 1630 y cía la naturaleza y por la porfiada resistencia
era pueblo desde 1680; Areco y Arrecifes, que de los aborígenes. Las primeras estancias de la
comprendía la iglesia de Santiago de Barade­ margen izquierda del Paraná —promovidas
ro; Las Hermanas y Arroyos; La Costa y San desde Santa Fe- se localizaron en la zona de La
Isidro; La Matanza y Santa María Magdalena. Bajada (actual Paraná), y desde este lugar
A este último quedó incorporado el antiguo avanzaron hacia el norte hasta el río Feliciano
curato de Quilmes. La creación de estas vice­ y hacia el sur hasta Punta Gorda (actual Dia­
parroquias estaba muy sabiamente distribui­ mante). Para principios del siglo XVIII, la po­
da, pues abarcaban regiones con un número blación había cobrado cierta importancia. En
proporcional de habitantes. 1730 fue creada la parroquia de La Bajada del
En la expansión santafesina hacia el sur, Paraná, y en los alrededores de su capilla se fue
fue construida en 1720 la capilla de Coronda, nucleando un pequeño caserío, que en 1745
bajo la advocación de la Virgen de la Concep­ reunía a 130 personas mayores de edad.
ción. A su alrededor se congregó la población En Corrientes, la expansión ganadera po­
flotante, el pueblo se creó al año siguiente. sibilitó la ocupación de las tierras ubicadas en
Al sur de Carcarañá, o sea en el pago de la otra banda del río. Así surgieron los pagos
los Arroyos, erraban a fines del siglo XVII d_e Santiago Sánchez (hoy Empedrado) y el de
por decenas de miles los ganados sin dueño San Lorenzo (1707), San Ambrosio (1708),
conocido. Muchas Islas (171 l), Saladas (1705), Zapallos
En 1721 se dispuso que el Arroyo del Me­ y Caacatí (1713). Si bien no llegaron a consti­
dio fuera el límite entre Buenos Aires y Santa tuirse pueblos, la población concentrada en
Fe, y desde entonces hubo dos pagos de los esos pagos adquirió volumen y las tierras co­
Arroyos. En 1725 el cabildo santafesino desig­ menzaron a producir. Como resultado de este 29
TERRITORIO Y POBLACIÓN

proceso, en 1731, a pedido del cabildo, el obis­ LA EXPANSIÓN DEL POBLAMIENTO

po de Buenos Aires, fray Iuan de Arregui, eri­ Y EL AUGE DE LA URBANIZACION

gió dos parroquias rurales en Empedrado y EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIII
Saladas. En San Iosé de las Saladas ya existía
capilla, en tanto que la de Empedrado funcio­ El período comprendido entre 1750 y el
nó en la capilla de Candelaria de Ohoma. fin de la etapa colonial se caracterizó en todo
En territorio bonaerense una primera lí­ el territorio argentino por una “fiebre pobla­
nea de fortines quedó establecida en 1744 e dora”, resultado de la acción de gobernadores,
iba desde Magdalena hasta San Nicolás pasan­ militares y frailes que con empeño buscaron
do por Merlo, Luján y San Antonio de Areco. formar nuevos pueblos como sinónimo de
En 1745 se sumó la Guardia del Zanjón. Todos progreso y quizá de ascenso en el escalafón
tuvieron guarnición permanente, aunque po­ administrativo.
cos años después quedaron en total abandono. La orden de congregar a los pobladores en
La frontera con los indios del Chaco estaba núcleos urbanos fue impartida en reiteradas
protegida por entonces con los fortines Culu­ "reales cédulas desde principios de siglo. La
lú, La Pelada, Saladillo, San Iosé de la Esquina, medida fue sugerida por los pastores de la
Fraile Muerto y El Tío. Iglesia, que veían en la concentración de per­
En la evangelización de los aborígenes sonas la única forma de acometer una labor
chaqueños cumplieron un papel de significa­ catequística eficaz entre los indios y el modo
tiva importancia los padres de la Compañía de vigilar la conducta de los españoles en lo
de Iesús. Tras los primeros pactos con los ca­ referente al cumplimiento de las leyes de enco­
ciques indios, se fueron instalando misiones a miendas y de los deberes religiosos.
orillas del río Paraná, desde Santa Fe hacia el Dos factores contribuyeron en gran medi­
norte: San Javier (1743), San Jerónimo del da al avance del poblamiento. Uno, económico:
Rey (1748), Purísima Concepción (1749), San el reemplazo de las vaquerías por las estancias
Fernando del Río Negro (1750), San Carlos de cría organizada; otro, político: la creación
del Timbó (1763) y San Pedro de Espín del Virreinato del Río de la Plata y las intenden­
(1765). Frente a esta línea vertical, se desarro­ cias, que favorecieron la instrumentación de
lló otra oblicua sobre el río Salado: San Iosé una política clara, decidida y coordinada res­
de Petacas (1735), San Iuan Bautista de Bal­ pecto del aborigen, en todas las jurisdicciones.
buena (1751), San Esteban de Miraflores
(1752), San Ignacio de Ledesma (1756), TUCUMAN Y CUYO

Nuestra Señora del Buen Consejo de Ortega


(1738) y Nuestra Señora del Pilar de Macapi­ Al crearse el Virreinato y dividirse el mis­
llo. Estas reducciones subsistieron con enor­ mo en intendencias, los territorios de la anti­
me dificultad, hasta que la expulsión de los je­ gua gobernación del Tucumán pasaron a for­
suitas en 1767 determinó la desaparición de mar parte de las intendencias de Salta y de
varias de ellas. Córdoba del Tucumán. A esta última se unió
la región cuyana, que de este modo se separó
30 de Chile.
DISTRIBUCIÓN TERRITORIAL DE LA CONQUISTA...

En este período el poblamiento avanzó ha­ Carlota (en homenaje al rey Carlos IV), al
cia el sur de Córdoba y de Cuyo; se densificó el abrigo del fuerte del Sauce, también con ran­
área central y se establecieron misiones y for­ go de villa; y dependiente de ésta, se fundó La
tines entre los indios del Chaco y de la pampa. Luisiana (en memoria de la reina), junto al
Antes de la llegada del marqués de Sobre fortín San Carlos. Los otros pueblos del sur
Monte a la intendencia de Córdoba, el sur de cordobés fueron San Bernardo y Santa Catali­
la región estaba defendido —en una extensión na, en el mismo sitio de los fortines, y el de Re­
de más de setenta leguas— con tres fuertes ducción, ya mencionado.
principales: el de las Tunas, inmediato a la Más al norte, sobre el río Segundo, los po­
frontera de Buenos Aires; el del Sauce, al cen­ bladores se agruparon en el paraje Los Ran­
tro, y el de Santa Catalina, a la derecha, con só­ chos, en la Villa del Rosario, y sobre el río Pri­
lo doce o catorce vecinos en cada uno, a los mero nació Santa Rosa de Lima, erigida en pa­
que se tenía impagos desde hacía años. rroquia por el obispo Moscoso, en 1799.
En esa línea, fue fundada, el 16 de marzo La línea defensiva implantada por Sobre
de 1751, la reducción de San Francisco de Asís Monte se extendió por el sur de Cuyo. En San
de los Pampas de Río Cuarto, también llama­ Luis se reconstruyeron los fuertes de San Iosé
da del Espinillo, a cargo de los franciscanos, del Bebedero y San Lorenzo del Chañar (1799),
quienes estuvieron hasta 1783. Doce años des­ en cada uno se emplazó una guarnición de cin­
pués, el capitán Francisco Domingo Zarco cuenta hombres. Su objetivo principal fue pro­
echó los cimientos del pueblo y fortín que lla­ teger la ruta a Chile. Tranquilizada la zona, se
mó Jesús María, pero predominó el nombre establecieron estancias e invernadas en el Tala,
del paraje Reducción, que es el que hoy tiene Chalanta, Lince y Paso del Río Quinto.
la villa. Al norte de San Luis fueron descubiertas
De acuerdo con el plan que aplicó el virrey las minas de San Antonio de las Invernadas.
Vértiz en Buenos Aires, Sobre Monte ordenó Afluyeron entonces mineros y especuladores
la instalación de nuevos fortines entre los exis­ de Córdoba, Chile y hasta de Potosí; se inició
tentes y la formación de pueblos al abrigo de un período de actividad comercial que trajo
los mismos. Los pobladores respondieron importantes beneficios al territorio puntano.
atraídos por las fértiles tierras y por hallarse la La explotación minera se extendió también a
zona sobre la ruta a Perú y a Chile. Los nuevos los lavaderos de Cerrillos Grandes y Cañada
fortines edificados fueron Loreto, San Rafael, Honda. Entonces Sobre Monte tomó varias
San Carlos y San Fernando (actual Zampa­ providencias para determinar el arreglo de la
cho), destinados a la protección de los pobla­ población que empezaba a nuclearse. Nombró
dores y del camino real. un juez comisionado, estableció un destaca­
Entre los pueblos, destácase Concepción mento de milicias encargado de la policía y fi­
del Río Cuarto, fundado en 1786, y erigido en ' nalmente dispuso la apertura de caminos. En
villa principal y cabeza del partido en 1787. El 1792 se realizó la traza de una población con
primer censo del pueblo de Río Cuarto, levan­ el nombre de La Carolina (en homenaje al
tado en 1794, arrojó 78 familias, con un total rey), se repartieron solares entre los mineros y
de 436 habitantes. En 1789 fue establecida La se pusieron los cimientos de la iglesia. 31
TERRITORIO Y POBLACION

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TUCUMAN Y CUYO A MEDIADOS DEL SIGLO xvm .

LOS TREINTA PUEBLOS

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REFERENCIAS
O Ciudad ó Reducción Iesuítjca
B’ Ciudad desaparecida Ó Reducción Franciscana
o Pueblo-Villa-Paraje — Camino
Ó Pueblos de indios Límite intemacional actual
0 Fortín ---- -- Límite interprovincial actual
32
DISTRIBUCIÓN TERRITORIAL DE LA CONQUISTA...

El 6 de octubre de 1796, Sobre Monte au­ Distribuyó tierras, repartió ganados y facilitó
torizó la fundación de la Villa de Melo, en el útiles de labranza y pudo ver en poco tiempo
lugar de Piedra Blanca, falda occidental de la su obra en completo florecimiento, con una
sierra de Córdoba. La traza del pueblo se rea­ promisoria villa y el valle salpicado de innu­
lizó sobre terrenos cedidos por los vecinos del merables chacras y estancias.
lugar. El nombre -impuesto en homenaje al La expansión hacia el sur alcanzó su pun­
virrey Melo de Portugal- fue trastrocado en to extremo cuando en 1805 se dispuso la cons­
Merlo por una corrupción del vocablo, y es el trucción de un fortín en la región del río Dia­
que hoy tiene el pueblo. mante, que se llamó San Rafael (en homenaje
Incentivado por la acción pobladora que al virrey) y fue defendido por cien hombres.
se iniciaba y conducido por el celo pastoral, el Antes de haber dado fin a su construcción, la
obispo de Santiago de Chile, Iuan González tierra se dividió en solares para dar nacimien­
Melgarejo, en su carácter de miembro de la to aI pueblo de San Rafael.
Junta de Poblaciones -organizada en Chile Un dato relevante del crecimiento pobla­
con el objeto de promover núcleos urbanos­ cional y de la densificación urbana en el cen­
erigió hacia mediados del siglo XVIII en ca­ tro de la gobernación de Córdoba y en todo el
rácter de permanentes las doctrinas de Valle ámbito de la de Salta lo constituye el notable
Fértil, San Iosé de Iáchal, Lagunas de Guana­ aumento del número de parroquias ocurrido
cache y Corocorto (actual La Paz). La medida, entre 1750 y 1801.
aunque concretada a lo eclesiástico, puso en Las ocho parroquias que poblaban el dis­
movimiento el segundo tiempo poblador en trito de Córdoba en tiempos del obispo Ar­
Cuyo. gandoña se habían elevado a trece. Por el sur,
La villa de San Iosé de Iáchal fue fundada las parroquias se escalonaban con los ríos de
por el maestre de campo Iuan de Echegaray, el Córdoba: curato de Río Cuarto, con sede en
25 de junio de 1751, y la villa de San Agustín Concepción; Río Tercero abajo (hoy Villa
de Villa Fértil fue instalada el 4 de abril de Nueva); Río Tercero arriba (hoy Villa Ascasu­
1788 por Pablo de Quiroga, en carácter de co­ bi); Río Segundo o Los Ranchos, erigida en
misionado del gobernador intendente Sobre Villa del Rosario por el marqués de Sobre
Monte, quien aprobó la fundación el 10 de di­ Monte, el 27 de diciembre de 1795; Santa Ro­
ciembre del mismo año. sa del Río Primero, desmembrada de la del Río
En 1770 un ataque de indios obligó a po­ Segundo y erigida en parroquia por el obispo
ner en Mendoza un fortín a la entrada del Va­ Moscoso el 29 de agosto de 1799. Al sur de Al­
lle de Uco, denominado Real de San Carlos, ta Gracia existía el curato de Calamuchita, con
guardado por cincuenta hombres. Más tarde, sede parroquial en la iglesia de Nuestra Seño­
Sobre Monte hizo formar una villa al abrigo ra del Rosario de Soconcho y de la cual figura­
del mismo y mandó repoblar el fértil valle. Tal ban como capillas o viceparroquias, las de San
empresa se llevó a cabo con vecinos de las ciu­ Agustín, San Ignacio, Santa Rosa y la Cruz.
dades de Mendoza y San Iuan, y con habitan­ En Traslasierra, estaban los curatos de
tes que, hallándose dispersos por los valles y Pocho con los villorrios de Salsacate, La Ta­
quebradas, vivían en permanente inseguridad. blada, Palmas, Sancala (hoy San Carlos) y 33
TERRITORIO Y POBLACION

Guasapampa, y de San Javier (hoy Villa Dolo­ cificar a los indios del Chaco promovió la fun­
res) con los pueblos de San Iuan de los Talas dación de reducciones a orillas del río Berme­
(hoy La Paz), Luyaba, Nono y Panaholma. En jo. De este modo, los franciscanos instalaron
los alrededores de la ciudad capital, el curato de las reducciones de Nuestra Señora de los Do­
Los Anejos, con sede en Nuestra Señora de la lores y Santiago de La Cangayé (1780) y San
Candelaria de la Lagunilla (desde 1823, Alta Bernardo el Vértiz (1781), las que después de
Gracia); y en las sierras, la parroquia de Puni­ subsistir en penosas circunstancias, tfueron
lla, en la actual ciudad de Cosquín, que por el abandonadas en 1793.
oeste alcanzaba hasta la Candelaria, hasta que En La Rioja las parroquias rurales tuvieron
en 1809 se disgregó y tuvo su propia parroquia bajo su jurisdicción numerosas capillas ubica­
con sede en Soto. das en los pueblos de Olta y Atiles, al sur; Sau­
AJ norte existían las parroquias de Tulum­ ces, Aimogasta y Machigasta, al norte; y Fama­
ba, Ischilín y Río Seco. Tulumba recibió el tí­ tina, Vichigasta, Sañogasta, Malligasta, Pituil,
tulo de villa por real cédula de 1803. De la pa­ Guandacol, Vinchina y Valle Hermoso, al oeste.
rroquia de Ischilín dependían la iglesia de Catamarca aumentó en dos el número de
Santa Catalina, con la estancia jesuítica homó­ sus parroquias: la de Belén, que pasó a su ju­
nima y las capillas de Copacabana y Quilino. risdicción, y Santa María, instituida en 1783
Río Seco fue erigido formalmente en Villa por el obispo San Alberto. Santa María tuvo
Real de María por haber rescatado sus pobla­ como viceparroquia la capilla de San Iosé,
dores en 1751 la imagen de Nuestra Señora del inaugurada el año 1787 en el paraje San Iuan
Rosario, sustraída por los mocovíes tres años de Ingarama.
antes, llamada desde entonces “la Cautiva” o En Salta, la población de Rosario de la
“la Cautivita”. Frontera, nacida junto al fuerte de Zamudio,
En Santiago del Estero los seis curatos fue sede parroquial desde 1783. En los valles
mencionados en 1750 se mantenían con algu­ Calchaquíes existió el curato de San Pedro No­
na pequeña variante. En septiembre de 1793 lasco de los Molinos de Calchaquí, o simple­
Moscoso erigió el curato de Nuestra Señora de mente curato de Calchaquí (hoy Molinos).
Loreto del Río Dulce, que fue el origen de la Más al norte, se fundó en 1801 el curato de San
estación Loreto o Villa San Martín. Iosé de Cachi, desmembrándolo de Molinos, y
En Tucumán el curato de Marapa fue des­ a él pertenecieron las capillas de Santa Bárba­
membrado en 1780 por el obispo San Alberto; ra, La Poma y San Antonio de los Cobres.
dio origen al de Nuestra Señora del Rosario de Al sur de la ciudad capital de la goberna­
Monteros, que tuvo como viceparroquia a Si­ ción, funcionaron los curatos de San Pablo de
moca, Famaillá y Lules. Los pueblos de Grane­ Chicoana, con el anejo santuario del señor de
ros y de Marapa fueron viceparroquias del cu­ Sumalao, y el de Rosario de Cerrillos, llamado
rato del Beneficio del Río Chico. A1 nordeste actualmente Rosario de Lerma. Hacia el oeste,
se erigió el curato de Nuestra Señora de Rosa­ el paraje Río del Valle o de Anta fue erigido en
rio de Burruyacú. parroquia con sede en Piquete de Anta. Por el
El celo evangelizador alcanzó al propio go­ norte, pertenecían a la jurisdicción de Salta los
34 bernador Matorras, quien con el objeto de pa­ curatos de Perico y Del Carmen, actualmente
DISTRIBUCIÓN TERRITORIAL DE LA CONQUISTA...

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TUCUMAN Y CUYO A FINES DEL SIGLO XVIII

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35
TERRITORIO Y POBLACIÓN

Entrevista del gobernador Matorras con el cacique Paykin. detalle. Oleo de Tomás Cabrera, Museo Histórico Nacional,
Buenos Aires.

en la provincia de Iujuy. Erigida la parroquia San Francisco de Yavi con los anejos de Acoite y
el año 1773 en San Iuan de Perico, por de­ Cerrillos. Los fieles de Yavi y su zona de influen­
rrumbe de la capilla se trasladó la gente a Pe­ cia pasaban de 800 a.l iniciarse el siglo XIX.
rico de San Antonio o Perico Chico. Por el oeste, a la parroquia de Cochinoca
Un importante hito en el avance sobre tie­ pertenecían las capillas de Casabindo y de
rras chaqueñas constituyó el establecimiento Nuestra Señora de Nieva, edificada por el in­
en 1794 de la ciudad de San Ramón de la Nue­ dio Pablo Molina, en el paraje del Moreno. La
va Orán a orillas del río Bermejo, última fun­ expansión hacia el este motivó la creación en
dación española en territorio argentino hecha 1733 del curato de Nuestra Señora de los Do­
a la antigua usanza hispánica, que fue aproba­ lores del Río Negro, con jurisdicción en todo
da después por real cédula del 4 de diciembre el Chaco jujeño, excepto la reducción de San
de 1796, que le fijó como jurisdicción todo el Ignacio de indios tobas.
oeste del Chaco Gualamba.
De Iujuy al norte se escalonaban las parro­ R10 DE LA PLATA

quias rurales de Nuestra Señora de los Dolores


de Tumbaya, con los anejos de I-Iuacalera, Til­ La segunda mitad del siglo XVIII marcó
cara, Purmamarca y Volcán; Nuestra Señora de una verdadera eclosión en el Litoral. El único
la Candelaria de Humahuaca; Santa Catalina, impacto serio sufrido por la región fue la ex­
36 de la cua] se desmembró en 1773 el curato de pulsión de la Compañía de Iesús (1767).
DISTRIBUCIÓN TERRITORIAL DE LA CONQUISTA...

Corrientes se expandió hacia el norte y en­ 1770, desde La Ensenada se avanzó hasta No­
tró en conflicto con Paraguay, cuyo avance lle­ goyá; se originaron poblados en Gualeguay,
gó hasta las riberas del Paraná, con la funda­ Gualeguaychú y Arroyo de la China (hoy Con­
ción de los pueblos de Pilar, Humaitá y Herra­ cepción del Uruguay). En Gualeguaychú exis­
dura. El cabildo correntino ordenó en 1778 la tía capilla desde 1764 y fue consagrada parro­
edificación del fuerte de Curupaití y en res­ quia en 1780; en Gualeguay la capilla fue edi­
puesta, las autoridades paraguayas fundaron ficada en 1775 y el curato se creó en 1781; la
presidios y agruparon pobladores en Tacuaras capilla de Arroyo de la China se construyó en
o Yacaré (1782) y Laureles (1790). 1779 y el pueblo fue fundado en 1783.
I-Iacia el sur, la plena ocupación del terri­ La concentración de pobladores en estos lu­
torio correspondiente al Iberá, encerrado en­ gares fue ordenada por decreto del virrey Vértiz
tre los ríos Santa Lucía y Corrientes, se produ­ el 2 de noviembre de 1781. Los objetivos de la
jo entre 1760 y 1773. Los centros principales medida eran, entre otros, regularizar a normas
desde donde se afianzó esta corriente pobla­ civiles la vida que llevaban los pobladores y or­
dora fueron Saladas, Caacatí (1764), San Ro­ ganizar convenientemente las milicias y demás
que (1773), Yaguareté Corá (hoy Concepción) medidas de defensa en esos territorios contra
y Mburucuyá, algo más tarde. Más al sur, en la una posible invasión lusitana. Se ocupó de esta
década de 1790 surgieron Goya y Esquina co­ difícil tarea el comisionado Tomás de Rocamora.
mo embarcaderos de cueros en creciente au­ Santa Fe continuaba constreñida a la estre­
mento de importancia en el Litoral. La capilla cha franja que controlaba al oeste del Paraná,
de Esquina fue construida en 1797. y sólo pudo afirmar su poblamiento en el sur.
Entre 1770 y 1777 se produjo la ocupación Hacia el norte, los franciscanos retomaron las
del Paiubre en la otra banda del río Corrientes. estropeadas reducciones de San Javier, San Pe­
En 1799 se levantó la capilla de Curuzú Cuatiá y dro y San Ierónimo del Rey, y fundaron al nor­
el virrey autorizó la fundación de un pueblo con te del Bermejo, Remolinos (1770), sobre el Pil­
el nombre de Avilés y Nuestra Señora del Pilar comayo, Naranjay (1782) y Melodía (1787) y
de Curuzú Cuatiá, y se repartieron tierras a en territorio santafesino, Iesús Nazareno de
sesenta y cuatro pobladores. Esta medida fue to­ Espín (1795). La frontera con los indios cha­
mada en el marco del pleito jurisdiccional entre queños estaba, a fines del siglo XVIII, defendi­
Corrientes y el pueblo de guaraníes de Yapeyú, da por una línea de fuertes cómodos y costo­
cuyas estancias y capillas, que bordean el Uru­ sos, desde San Ierónimo al norte hasta el Arro­
guay, se habían expandido hasta San Antonio yo Pavón al sur. La línea defensiva comprendía
del Salto Chico (Concordia actual) y probable­ los fuertes de Cululú, Sunchales, Soledad, Me­
mente hasta Iesús del Yeruá. El conflicto fue re­ lo y Monigotes, en Santa Fe; Quebracho He­
suelto en 1810 por el vocal Belgrano, quien creó rrado y El Tío, en Córdoba; y Avipones, El
el pueblo de Nuestra Señora del Pilar de Curu­ Bracho y Salavina, en Santiago del Estero.
zú Cuatiá y le señaló una extensa jurisdicción, La frontera de Buenos Aires en una ex­
que alcanzaba por el este las costas del Miriñay. traordinaria expansión alcanzó las riberas del
En Entre Ríos se ocuparon nuevas tierras río Salado. Incluso un grupo de hacendados
desde La Bajada hacia el interior. A partir de apoyados por el cabildo pretendieron llevar 37
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TERRITORIO Y POBLACIÓN

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EL RÍO DE LA PLATA A FINES DEL SIGLO XVIII

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sus dominios más al sur hasta las sierras de las ron que los fuertes debían establecerse en la
Salinas, pero predominó el criterio sostenido proximidad de los caminos.
por los comerciantes, quienes con el objeto de Hasta mediados del siglo XVIII el pro­
38 proteger la ruta a Cuyo y al Alto Perú, opina­ blema indígena no había sido encarado con
DISTRIBUCIÓN TERRITORIAL DE LA CONQUISTA...

criterio que respondiera a un plan orgánico de y constituían una carga permanente, mientras
conquista y colonización, ni siquiera de defen­ que los pueblos, después de un período en que
sa de las poblaciones esparcidas en la campaña. debían subsistir con arbitrio del ramo de gue­
Fue a partir de 1779, durante el gobierno de rra, podían cumplir el mismo objetivo que
Vértiz y a través del plan del teniente coronel aquéllos, sin que fuera necesario mantener en
Betbezé, cuando se tendió una segura y perma­ ellos compañías pagas.
nente línea de fortines desde Santa Fe hasta el Por ello, al abrigo de cada reducto, el virrey
sur de Buenos Aires, que continuaba por el sur Vértiz promovió la formación de un centro
de Córdoba y Cuyo. poblado, que iniciaron los blandengues con
En 1773 fue levantada la Guardia de Luján sus familias, a los que siguieron los campesinos
(hoy Mercedes) y diez años más tarde consti­ que vivían lejos de las defensas y los vagabun­
tuía un núcleo de población con numerosas dos que infestaban los campos. Tras ellos si­
chacras a su alrededor. En 1786 tuvo parroquia guieron familias de colonos recién llegados de
separada de la de Luján. En 1770 se construye­ España (asturianos y castellanos, principal­
ron los fuertes de San Miguel del Monte y San mente) que no pudieron ir a los establecimien­
Antonio de Salto; al año siguiente los de Nues­ tos de la costa patagónica y que el gobierno hi­
tra Señora del Pilar de los Ranchos y de Iuncal zo distribuir en los distintos puestos.
(Matanzas). En 1775 el fortín de San Lorenzo Nacieron así florecientes núcleos de pobla­
de Navarro, y dos años más tarde el virrey Ce­ ción, tomaron mayor incremento las labores
vallos mandó construir los fuertes de San agrícola y ganadera y las tierras fueron pobla­
Francisco de Rojas y Nuestra Señora del Rosa­ das rápidamente. En 1796 el ilustre geógrafo
rio de Melincué. Este último, junto con los español Azara afirmaba que cada fuerte tenía
fuertes India Muerta y Pavón, protegió la fron­ una multitud de casas que lo rodeaban por de­
tera santafesina, y aunque los tres dependían trás y los costados, habitadas por 800 o 1.000
de la comandancia de fronteras de Buenos Ai­ almas, que vivían tranquilamente. Al comen­
res, estaban guarnecidos por vecinos de Santa zar el siglo XIX la Guardia de Luján (Merce­
Fe y pagados por su erario. En 1781 el fortín des) tenía 2.000 habitantes; Chascomús, 1.000;
India Muerta fue deshecho y con sus materia­ Ranchos, 800; Monte y Salto, 750 cada uno;
les se construyó más al sur el fortín Nuestra Se­ Rojas, 740 y otros 400 vivían en Melincué.
ñora de las Mercedes (actual Colón). Sin embargo, a estos pueblos no se les dio
A estos sucediéronles el Fuerte San Iuan la organización civil ni administrativa que
Bautista de Chascomús (1799), el fortín San Pe­ prescribían las leyes, pues continuaron bajo la
dro de Lobos (1799) y el fortín San Claudio de jurisdicción del cabildo de Buenos Aires o del
Areco (actual Carmen de Areco). Con la línea de Luján. Entre las razones por las que no se
de fuertes y fortines del Salado, desde Chasco­ establecieron cabildos, pueden mencionarse el
mús hasta Melincué, se ganaron más de predominio del carácter militar de las guar­
3.000.000 de hectáreas de estancias productivas. dias, la condición de pobladores forzosos de
El monarca español reiteró la necesidad de algunos de sus vecinos, la instalación interi­
fundar pueblos en los lugares donde se habían naria de los que estaban destinados a los esta­
instalado fortines, porque éstos eran costosos blecimientos de la Patagonia, las reiteradas 39
TERRITORIO Y POBLACION

tentativas de adelantamiento de las poblacio­ vos en 1767. Los españoles ocuparon Puerto
nes y, fundamentalmente, el celo con que el Luis, al que denominaron Soledad.
cabildo de Buenos Aires cuidaba que no se re­
taceara su jurisdicción.
Hasta 1810 la línea de fortines no fue mo­ VIAs DE COMUNICACIÓN

dificada, aunque el área poblada desbordaba Y MEDIOS DE TRANSPORTE

la cintura trazada por los reductos. Contra la


acción oficial negativa, los pobladores siguie­ A principios del siglo XVII existía el conoci­
ron su avance más allá del Salado, y conquis­ do camino real que unía Lima con Buenos Ai­
taron y colonizaron nuevas tierras. res, pasando por Potosí y por las principales ciu­
dades argentinas fundadas en el siglo anterior:
PATAGONIA y MALVINAS Jujuy, Salta, Tucumán, Santiago del Estero, Cór­
doba y Santa Fe. Esta red primaria se comple­
A fin de afianzar la soberanía española e mentaba con un camino de Valparaíso a Buenos
impedir los desembarcos de piratas y corsarios, Aires, que pasaba por Santiago de Chile, Men­
el monarca Carlos III decidió establecer una doza, San Luis, Córdoba y Santa Fe; y con otro
serie de fundaciones en las costas patagónicas. camino que unía Buenos Aires con Asunción.
Cumpliendo esas directivas, el virrey Vértiz Sin dudas, fue la ganadería la actividad
dispuso que se hicieran a la vela seis naves en que otorgó importancia a la ruta terrestre que
las que embarcaron, entre otros, Iuan de la Pie­ comunicaba las provincias orientales del Río
dra, Francisco de Viedma y Basilio Villarino. de la Plata con los lejanos mercados del Alto
La flota zarpó de Montevideo en diciembre de Perú. Dentro de ella, la ciudad de Salta fue nú­
1778 y luego de anclar en la bahía de San Iosé cleo redistribuidor de productos -mayorita­
(Chubut), los españoles levantaron en ese lu­ riamente mulas- merced a su estratégica si­
gar la primera población patagónica. tuación en este circuito comercial, que la hizo
Francisco de Viedma se trasladó hasta el conocer como la “garganta” del altiplano pe­
río Negro, en cuyas proximidades fundó Mer­ ruano. Los rebaños provenían de Santiago,
cedes de Patagones. A causa de una inunda­ Córdoba, Tucumán y, en mayor medida, de
ción los pobladores se trasladaron a la margen Santa Fe y Buenos Aires.
opuesta del río y se establecieron en Carmen En el Litoral, a pesar de contar con una vía
de Patagones. La primitiva población subsistió fluvial de la importancia del Paraná, las comu­
y más tarde fue llamada Viedma. nicaciones fueron durante mucho tiempo es­
En 1764 el francés Luis Antonio de Bou­ casas y limitadas a una escala para las balsas y
gainville fundó Puerto Luis (en homenaje al las barcas que navegaban aguas abajo desde
rey Luis XV) en la isla Soledad. Al año siguien­ Asunción o Candelaria. Durante el siglo XVIII
te el inglés Iuan Byron fundó en la isla occi­ se registraron avances respecto de las modali­
dental (Gran Malvina) la población de Puerto dades del tráfico fluvial, pero que no fueron
Egmont y llamó Falkland al archipiélago. An­ más allá de un aumento de la frecuencia de los
te las reclamaciones diplomáticas españolas, la viajes y de la capacidad de la carga, de la que
40 Corona francesa accedió al retiro de sus efecti­ se abusaba hasta el límite de la seguridad. La
DISTRIBUCIÓN TERRITORIAL DE LA CONQUISTA...

para la percepción de diversas rentas postales.


En 1769 el correo quedó incorporado a la Co­
rona, y en 1771 se establecieron en la ruta a
Córdoba las primeras postas.
Estas postas fueron, entre otras, las de San
Antonio de Areco, Arrecifes, Pergamino, Arro­
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quina de la Guardia (hoy San Iosé de la Esqui­
na), Cabeza del Tigre, Saladillo, Fraile Muerto
(Bell Ville), Paso de Ferreira (Villa María), Tío
Pugio, Río Segundo y ciudad de Córdoba.
Desde aquí la ruta al norte hasta Potosí seguía
por Sinsacate (estancias Caroya y Hacienda
del Rey, nombrada Iesús María), Villa María
del Río Seco, Cachi, Ambargasta, Simbolar,
Santiago del Estero, Vinará, San Miguel de Tu­
cumán, Río de Tapia, Choromoros, San Ioa­
quín de Trancas, Paso del Río Tala, Rosario de
Transport en balsa por el río Paraná. Detalle de un dibujo la Frontera, Río del Pasaje (Juramento), Fuer­
acuarelado de Florián Paucke.
te de Cobos, Salta, Caldera, Iujuy, Río Yala,
Volcán, Huacalera, Humahuaca, Cangrejos
vida a bordo en los viajes río arriba era peno­ Grandes, La Quiaca, Mojos, Suipacha, Caiza,
sa por la marcha lenta, por los precarios cama­ Potosí.
rotes y por los insectos de la región. El itinerario de Buenos Aires a Chile se­
Si esto sucedía en el Paraná, no deben sor­ guía la misma ruta anterior hasta la posta del
prender entonces los fracasos de las reiteradas Saladillo y desde allí desviaba hacia Río Cuar­
tentativas por establecer una línea fluvial a to, Las Achiras o Las Lajas, San Iosé del Morro,
través del Bermejo, con la que se pretendió co­ San Luis, Cienaguita de Corocorto (La Paz),
municar al Alto Perú con el Litoral. Rodeo del Medio, Mendoza, Uspallata, Punta
Frente a esta situación, los viajeros y des­ de las Vacas, Paramillo de la Cueva, Santiago
pués el correo prefirieron los rudimentarios de Chile. Después de trazada la línea de forti­
caminos del Litoral, huellas abiertas desde nes según el plan de Betbezé, el camino a
tiempo antes por los arreos de animales y por Mendoza se acortó, pasando por Arrecifes,
el tránsito de las carretas. Pergamino, fortín Mercedes (Colón), Melin­
Iunto a1 comercio nacieron las comunica­ cué, Loreto, La Carlota, Río Cuarto.
ciones postales; primero en forma irregular El servicio de correos entre Buenos Aires y
(chasquis) y luego, hacia 1750, se creó el pri­ Asunción se inauguró en 1775 y tocaba las si­
mer Correo Regular del Río de la Plata, cuan­ guientes postas: Las Conchas, Pilar, Areco, San
do Domingo Basavilbaso obtuvo facultades Pedro, Arroyo del Medio, Arroyo Seco, Capilla 41
TERRITORIO Y POBLACION

del Rosario, Carcarañá, Barrancas, Coronda, rongos (como se denominaba entonces el


Río Santo Tomé, Santa Fe. De aquí se atravesa­ complejo integrado por las lagunas Mar Chi­
ba a la margen izquierda del Paraná y el cami­ quita, de los Porongos y del Salado), llegaba
no se transitaba por territorio entrerriano, con directamente a Santiago, y desde allí a Salta.
postas en La Bajada (Paraná), río Feliciano, Fue usada para conducir tropas de mulas. Es­
Estacas, Arroyo Hondo, Yacaré, Guayquiraró, te camino costeaba el occidente del río Dulce,
Sarandí, río Corrientes, Batel, Maruchas, Mo­ cruzaba a la orilla opuesta a la altura del fortín
jones, Santa Lucía (en 1802 se trazó una exten­ Abipones. La construcción del fortín Suncha­
sión a San Roque), Algarrobos, Isla Pelada, Las les en 1796 favoreció el tránsito por esta ruta.
Garzas, Ambrosio, San Lorenzo, Tabaco, Em­ También hubo un camino secundario
pedrado, Pehuajó, Sombrero Grande, Ria­ que cubría la travesía de Tucumán a Mendo­
chuelo, Corrientes. za, pasando por Catamarca, La Rioja y San
Desde Corrientes, la ruta a Misiones bor­ Iuan. Algunas de sus postas inauguradas en el
deaba el Paraná con postas en Ensenadita, En­ último cuarto del siglo XVIII eran Famaillá,
senada Grande, San Isidro, La Cruz, La Limos­ Río Chiquitos, Graneros, La Viña, Miraflores,
na, Iribicúa, Concepción, Yahapé, San Anto­ Capoyán, Chumbicha, Usno o Valle Fértil y
nio, Santo Domingo, Tranqueras de Loreto Guanacache.
(ltaibaté) y por territorio misionero hasta El área peruana de los Andes centrales
Candelaria e Itapúa. constituyó el único espacio indiano anexiona­
El camino del Paraguay dependía de los do por los españoles en el que existía la tradi­
pasos del Paraná. Los primeros estuvieron ción autóctona en el uso de la fuerza animal
ubicados en Itatí, Itapúa y Candelaria. En 1782 como elemento de carga. Entre las cuatro es­
los correntinos establecieron el Paso del Rey pecies de camélidos: llama, alpaca, guanaco y
(Paso de la Patria) cerca de la desembocadura Vicuña, destacóse la primera como animal de
del río Paraguay. carga, merced a su mayor corpulencia y facili­
En 1801 se creó la carrera de postas a lo dad para la domesticación. Su uso —se expandió
largo del río Uruguay, que cubría el servicio por el Alto Perú y por el norte de la Argentina.
desde Montevideo hasta Paisandú. Allí se atra­ Sin embargo, fueron los grandes cuadrú­
vesaba el río y en dirección sur se llegaba a la pedos de carga y tiro traídos por los españoles
villa de Concepción del Uruguay, Sauce, Chu­ (el caballo, el asno, la mula y el buey) los que
palén, Gualeguaychú y Gualeguay, y por el hicieron posible un sistema detransportes y
norte, las postas de Salvatella, Barrancas del comunicaciones hasta entonces desconocido
Uruguay, Paso de Carballo, Palmar, Yeruá, Yu­ en América.
querí, Mandisoví, Mocoretá, San Gregorio, Con el caballo llegó a tierras americanas la
Durazno, San Pedro, Santa Ana, San Joaquín, montura, con la yunta de bueyes, la carreta y
San Iorge, San Felipe y Yapc yú. Posteriormen­ el arado, y con la recua de mulas, un nuevo sis­
te se empalmó con una carrera hasta Curuzú tema de transporte terrestre, la arriería, con
Cuatiá. mayores posibilidades de acarreo.
Desde el Litoral se conoció una huella que, En un principio el uso del caballo fue pri­
42 sin tocar Córdoba, por el camino de los Po­ vativo del sector español como elemento defi­
DISTRIBUCIÓN TERRITORIAL DE LA CONQUISTA...

Indios a caballo. Detalle de un dibujo acuarelado de Florian Paucke.

nidor de sus ideales caballerescos y de su pri­ do, los climas cálidos y los cambios de tempe­
vilegiada condición social, pero con el tiempo ratura, precisa poco alimento, suele tener po­
su empleo como cabalgadura se difundió pau­ cos accidentes y padece pocas enfermedades,
latinamente a todos los niveles étnicos y socia­ se adapta fácilmente a los cambios de altitud,
les. A fines del período colonial, la discrimina­ sirve como bestia de carga, de tiro y de mon­
ción en el uso del caballo sólo existía en el tura, no requiere descansos frecuentes como
marco teórico de las leyes españolas. Este ani­ el caballo, y no interrumpe su período de uti­
mal, a.l amparo de concesiones virreinales, o lidad por gestación dada su esterilidad. Es, en
bien, sencillamente, a espaldas de la legisla­ suma, un animal duro, noble, resistente y
ción oficial, ya había pasado a ser un elemen­ adaptable.
to indispensable en la vida diaria del gaucho y A pesar de las continuas prohibiciones por
del indio. parte de la Corona encaminadas a evitar la
No obstante, correspondióle al ganado proliferación de su cría, y a pesar también de
mular el hegemónico protagonismo en el trá­ que la costumbre hizo relegar su empleo a
fico terrestre y en el sistema de comunicacio­ unos estratos étnicos económicamente más
nes durante todo el período colonial. El gana­ humildes, la mula se fue convirtiendo en uno
do mular combina la longevidad, la sagaci­ de LOS objetos más imprescindibles y caros. El
dad, la paciencia y la temeridad del asno con es) ‘añol, el mestizo, el indio, el minero, el agri­
la mayor alzada y velocidad del caballo. La cultor, el traficante, el arriero, todos los niveles
mula resiste mejor el trabajo duro y prolonga­ sc ¡ciales necesitaban los servicios de la acémila 43
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TERRITORIO Y POBLACION

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l Carreta con la picana adornada con plumas de avestruz. Dibujo acuarelado de Florian Paucke.

para sus actividades domésticas o para sus mismo siglo XVI, se generalizó en las centu­
operaciones de intercambio. rias siguientes. La carreta se convirtió por
Desde Buenos Aires hasta los Andes, todos ello en el carruaje-símbolo de la zona, punto
los caminos eran frecuentados y transitados obligado de referencia de viajeros, etnólogos
por las recuas de acémilas cargadas con pesa­ y folcloristas, y vehículo que más frecuente­
dos fardos. La mula determinó en gran medi­ mente ha sido representado por pintores y
da la cohesión territorial argentina y la inte­ artistas.
gración de sus mercados interiores. Los dos centros de construcción de exce­
Con los españoles pasaron a América tam­ lentes carretas se localizaron en San Miguel de
bién los primeros bueyes, y con ellos, las pri­ Tucumán y en Mendoza. Las construidas en
meras carretas para el transporte terrestre. Fue esta última ciudad eran algo más anchas que
éste uno de los vehículos que más se difundie­ las de Tucumán, pues transitaban por las
ron por todo el territorio indiano, pero en pampas, mientras que las otras iban a Iujuy
ningún otro ámbito de la América española se por angostos caminos, bordeados de espesos
extendió tanto su uso —casi exclusivo- para el montes.
tráfico terrestre, como entre la capital, Buenos Su característica figura de enormes ruedas
Aires, y las provincias del Litoral y del Interior de madera sin herrajes y el considerable espa­
que hoy componen la República Argentina. La cio interior de su caja protegida por cueros no
geografía llana de gran parte del país favoreció se alteraron sustancialmente a lo largo del
la difusión de la carreta. tiempo, permanecieron como un modelo casi
El uso sistemático de la carreta en el Río invariable desde el siglo XVI hasta el XIX. Así
44 de la Plata, que está documentado desde el lo atestiguan dos completas descripciones de
DISTRIBUCIÓN TERRITORIAL DE LA CONQUISTA...

este vehículo y de la forma de viajar en él, que El mal estado generalizado de los cami­
fueron realizadas por Alonso Carrió de la Van­ nos durante los siglos XVI al XVIII no per­
dera en su Lazarillo de ciegos caminantes mitieron la difusión de las diligencias. Las
(1775) y por el viajero francés Alcides D'Or­ primeras líneas —muy escasas en número- se
bigny en su Viaje a la América Meridional rea­ inauguraron cuando terminaba el período
lizado en 1826 a 1833. colonial.

ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA m“

Un completo panorama del Tucumán du­ de la ocupación del territorio entrerriano. La


rante el período colonial puede verse en MA­ creación de curatos puede verse en IUAN JOSE
NUEL LIZONDO BORDA, El Tucumán de los siglos A. SEGURA, Historia eclesiástica de Entre Ríos,
XVII y XVIII, en IUNTA DE HISTORIA Y NUM[S­ Nogoyá, 1964. La tesis doctoral de ERNESTO I.
MATICA AMERICANA, Historia de la nación Ar­ A. MAEDER, Historia económica de Corrientes
gentina (desde los orígenes hasta la organiza­ en el período virreinal. 1776-1810, Buenos Ai­
ción definitiva en 1862), vol. III, Buenos Aires, res, 1981, constituye una obra fundamental
1938. La evolución de los curatos o parroquias que supera el marco económico y explica el
rurales y la descripción de pueblos y ciudades proceso de poblamiento y la organización civil
de todo el país, en la monumental obra del pa­ y religiosa, desde la fundación de Corrientes
dre CAYETANO BRUNO, Historia de la Iglesia en hasta la Revolución de Mayo.
la Argentina, 12 vols., Buenos Aires, 1966­ En 1995, el Instituto de Investigaciones
1970. Geohistóricas del Conicet y la Universidad
En el trabajo de SANTIAGO BARBERO, ESTELA Nacional del Nordeste han publicado el Atlas
M. AsTRADA y JULIETA CONSIGLI, Relaciones “ad histórico del Nordeste argentino, de ERNESTO I.
limina” de los obispos de la diócesis del Tucu­ A. MAEDER y RAMON GUTIERREZ, que recoge
mán (siglos XVII al XIX), Córdoba, 1995, se una detallada visión cartográfica de los princi­
han transcripto y traducido al castellano los pales momentos en la conformación del Nor­
documentos correspondientes a las visitas ad deste argentino, e incorpora también otras
limina de la diócesis, que ofrecen interesantes áreas que estuvieron vinculadas con ésta por
datos para conocer el grado de urbanización y su proximidad, tales como Paraguay, sur del
el estado de los pueblos del Tucumán. Brasil, sudeste de Bolivia, Uruguay y norte de
Para el área litoral, continúa siendo útil Santa Fe. La historia de los pueblos de la pro­
por su riqueza informativa la obra de MANUEL vincia de Buenos Aires ha sido estudiada a raíz
CERVERA, Poblaciones y curatos. Estudio históri­ de una feliz iniciativa del Archivo Histórico de
co, Santa Fe, 1939, y del mismo autor, la clási­ la Provincia de Buenos Aires, que desde la dé­
ca Historia de la ciudad y provincia de Santa cada de 1930 solicitó a prestigiosos investiga­
Fe, 1906, 2 vols. CESAR PEREZ COLMAN, Historia dores la realización de estos trabajos y organi­
de Entre Ríos. Epoca Colonial, Paraná, 1936­ zó también varios concursos a tal efecto. El_re­
1937, 3 vols., brinda un completo panorama sultado fue la publicación de numerosos estu­ 45
T ERRITORJO Y POBLACIÓN

dios de notable calidad. Una excelente síntesis LA VANDERA. El libro no fue impreso en Gijón
del origen de los pueblos del sur bonaerense y en 1773, tal como aparece en su primitiva por­
del sur de Córdoba y de Cuyo, en la obra de tadilla, sino en la capital limeña entre fines de
ROBERTO H. MARFANY, Frontera con los indios 1774 y principios de 1776. Más datos sobre es_­
en el sud y fundación de pueblos, en ACADEMIA te aspecto pueden leerse en la novedosa obra
NACIONAL DE LA HISTORIA, Historia de la Na­ de RAMON MARIA SERRERA, Tráfico terrestre y
ción Argentina, vol. IV, Buenos Aires, 1940. red vial en las Indias Españolas, Barcelona,
Entre las fuentes para el estudio de las vías 1992. En este libro pueden hallarse también
de comunicación, se destaca por ser muy com­ interesantes descripciones de los medios de
pleta, detallista y atractiva la conocida obra transporte.
Lazarillo de ciegos caminantes desde Buenos Ai­ Los caminos de la región litoral, en ERNES­
res hasta Lima, que circulaba bajo el nombre TO I. A. MAEDER, op. cit., y las rutas secundarias
de CoNcoLoRcoRvo, se atribuía a don Calixto de Tucumán y Cuyo, en PEDRO SANTOS MARTI­
Bustamante Carlos Inca, y que actualmente se NEZ, Historia económica de Mendoza durante el
sabe es de autoría de don ALONSO CARRIÓ DE Virreinato 1776-1810, Madrid, 1961.

46
2. LAS CIUDADES Y EL MEDIO RURAL

Alberto de Paula
Ramón Gutiérrez

La ciudad argentina ingresa al siglo XVII Desde el centro hasta el norte del país, la
con su traza y espacios vitales como plaza y ca­ modalidad de formación de las haciendas y es­
lles definidos; pero el proceso de consolidación tancias constituyó una compleja realidad pro­
era lento y dificultoso. Al tardarse muchos ductiva que abarcaba casi todos los elementos
años en concretar los principales edificios pú­ imprescindibles para la vida cotidiana y, por
blicos, iglesia y cabildo, se usaban sedes provi­ ende, relegaban las necesidades de servicio ur­
sorias, precarias, que pronto necesitaban ser bano a aquellas que congregaban habitual­
reconstruidas. Obras de largo aliento como la mente a los pobladores: las funciones religio­
catedral de Córdoba requirieron para comple­ sas y las ferias o mercados locales y regionales.
tarse alrededor de cien años; la de Buenos Ai­ En Buenos Aires, donde a mediados del
res estuvo, tras su derrumbe en el siglo XVIII, XVII había unas cuatrocientas casas, según el
como fachada sin templo y en otra etapa, co­ viajero Acarette du Biscay, la vivienda urbana
mo templo sin fachada... Las viviendas de los respondía a los requerimientos productivos
pobladores sufrían igual precariedad. Además básicos, con un amplio patio y “grandes huer­
solían verse demasiados huecos o baldíos, y los tas llenas de limones, naranjos e higueras,
cabildos debieron exigir muchas veces el cerca­ manzanos, peros y otros árboles frutales, con
do de predios para dar imagen urbana al case­ legumbres en abundancia como coles, cebo­
río, y recordar con frecuencia durante el siglo llas, lechugas, ajos, arvejas y habas, sus melones
XVII la norma de desposeer de sus inmuebles especialmente son excelentes, pues la tierra es
a quienes los mantuvieran vacantes. muy fértil y buena”, de lo cual deducía que,
Esas ciudades se sustentaron durante el si­ aunque el vino era caro, los vecinos porteños
glo XVII como centros de servicio para pobla­ vivían cómodos, con abundancia de alimentos
ciones dispersas o rurales, que obtenían en sus como carnes de vaca, ternero, carnero y vena­
estancias o sus encomiendas los recursos pro­ do, liebres, gallinas y patos, entre otros, y había
ductivos esenciales. Testimonios del siglo un equilibrio entre el abastecimiento urbano y
XVIII refieren que ciudades como La Rioja te­ rural, con diversas modalidades residenciales.
nían pocos vecinos con residencia urbana per­ El abasto cotidiano de carne a la futura capital
manente, en tanto otros pobladores se radica­ virreinal llamaba la atención de los viajeros
ban con preferencia en fincas campestres. por su abundancia al ser llevada “en cuartos a 47
Tl-ÏRRITORIO Y POBLACIÓN

carretadas a la plaza” donde se vendía, y al atar­ Los conventos, más o menos equidistantes
decer se daba muchas veces carne de balde, co­ de la plaza, servían a los “barrios” de la ciudad,
mo en los mataderos, porque todos los días se porque en ellos se localizaban los primeros
faenaban más reses que las necesarias al consu­ centros educativos y de atención de salud, con
mo “sólo por el interés del cuero”. las boticas, y sus feligreses acudían al conven­
No todas las ciudades lograron esta conso­ to para resolver problemas espirituales y tam­
lidación, pues se sabe de los traslados de Tucu­ bién de apoyo material mediante préstamos,
mán y Santa Fe en busca de asentamientos garantizados por censos o hipotecas sobre in­
mejores que los de Ibatín y Cayastá, de las des­ muebles urbanos o rurales.
trucciones de Concepción del Bermejo por los Se formaba así una estructura interna de
indios, y Esteco asolada por los tigres e insec­ la ciudad, con su núcleo central definido por
tos venenosos además de los sismos. la plaza mayor y edificios relevantes (iglesia y
Los factores naturales eran problemas ha­ cabildo). A veces el segundo cinturón perirne­
bituales en los asentamientos del siglo XVII. tral de conventos y monasterios configuraba
Las inundaciones padecidas por Santiago del ' barrios, y una periferia o suburbio articulaba
Estero, Salta o la propia Córdoba y los desbor­ la ciudad y el medio rural, en una zona de ca­
des de arroyos que obligaron a construir dre­ rácter ambiguo pues, aunque continuaba la
najes, Cañadas, tagaretes y acequias, marcaron traza que cuadriculaba el territorio y las quin­
el signo de las actividades colectivas de la po­ tas de labor definían su apropiación urbana,
blación y la preocupación de sus cabildos. En por otra parte, la imagen de ocupación en tra­
el siglo XVIII, ciudades como Corrientes y ma abierta y poco consolidada la integraba al
Santa Fe estaban alerta ante incursiones beli­ campo sin discontinuidad. Esos límites desdi­
cosas de los indígenas, y al final del siglo re­ bujados llamaban la atención de los visitan­
querían estrategias de consolidación, median­ tes, acostumbrados a ver ciudades amuralla­
te poblamientos de frontera. das o fortificadas, con divisiones precisas en­
El abastecimiento de agua extraída de ríos tre ciudad y medio rural, y mostraban esta
o arroyos próximos se hacía con carros o por ambivalente relación vital entre ciudad y
aljibes y cistemas que recogían agua de lluvia, campo.
hasta la instalación de pilas de agua durante el A medida que en el siglo XVIII se ocupa­
siglo XVIII en algunas ciudades. El barro y la ban los solares y se generaba un poblamiento
suciedad predomínaban en ciudades sin servi­ más pleno de la ciudad, por el crecimiento
cios de salubridad adecuados y donde era fre­ poblacional y la consolidación de la economía
cuente volcar las aguas servidas a la calle. urbana y artesanal, se generaba una imagen
Otros servicios como alumbrado o pavimen­ más “urbana”; aunque hasta el último tercio
tación de calles recién comenzarán en la capi­ de ese siglo, sólo Buenos Aires, Córdoba o Sal­
tal del nuevo Virreinato a fines de ese siglo, y ta podían mostrar un puñado de casas de al­
aún entonces se anotaba que las calles porte­ tos que superaran la tradicional vivienda de
ñas eran intransitables en tiempos de lluvia planta baja.
por las huellas que dejaban en el barro los
48 grandes carretones.
LAS CIUDADES Y EL MEDIO RURAL

Dibujo de la fuente de la Calle Ancha de Santo Domingo de Córdoba. Archivo General de Indias, Sevilla.

DESARROLLO DE LOS ESPACIOS PÚBLICOS gradualmente, el cabildo; pero tardó en con­


solidarse y fue habitual que los cabildos se
Los espacios públicos se configuraban tan­ reunieran en casas de vecinos mientras se ha­
to por las obras edilicias como por los usos que cían sus sedes precarias como en Corrientes,
se ejercían en ellos. La plaza, expresión de la Mendoza, Catamarca o Santiago del Estero. En
centralidad definida en el origen de la traza ur­ algunas ciudades, más tardíamente se estruc­
bana, adquirió renovada vida en las manifesta­ turan recovas para ventas comerciales fijas.
ciones más convocantes de la vida ciudadana: Mientras tanto, las casas de los habitantes de
las festividades religiosas y cívicas, desde roga­ mayores recursos ocuparon el área central y
tivas y conmemoraciones de los santos patro­ definieron el proceso de renovación edilicia de
nos de la ciudad, gremios y cofradías, hasta na­ los solares originales de la fundación; muchas
cimientos, bodas, y decesos de la Casa Real, vi­ de ellas incorporaban una tienda en el frente
sitas de autoridades y acontecimientos ex­ de la vivienda; otras modalidades de comercio
traordinarios. La combinación de solemnida­ se abrieron en los “huecos” o baldíos urbanos
des y regocijos era típica de las plazas mayores donde se instalaban ferias que, en el siglo XIX,
hispanoamericanas, y el uso lúdico se manifes­ darán lugar a nuevas plazas fomentadas por el
taba con fiestas de toros y novilladas, juegos de vecindario.
caña, construcción de “castillos” de fuegos ar­ Otros sitios de paseo urbano, a veces pe­
tificiales y diversos tipos de entretenimientos, riféricos, eran las “alarnedas”, que cobraron
torneos y desfiles que constituían el punto más importancia en el siglo XVIII para aprovechar
expresivo de la participación ciudadana. un paisaje costero, o generar un ámbito fores­
La escenografía urbana de la plaza mayor tado como lugar específico para el encuentro
se componía con la iglesia matriz o catedral y, en la vida urbana. Su apertura pudo, como en 49
TIÉRRYFORlO Y POBLACIÓN

Buenos Aires, causar pleitos con los vecinos era considerado como una defensa adicional
que debían ceder espacios para esas activida­ de la ciudad frente a eventuales ataques de
des. En ciertos casos, esos “paseos" se forma­ corsarios, ya que ello impediría una acción bé­
ron aprovechando cañadas o acequias que lica sostenida, máxime, como apuntaba un
atravesaban las ciudades, recuperando un va­ viajero francés, si a los porteños se les ocurría
lor paisajístico destacado. echar el ganado a la costa impidiendo llegar a
Los atrios de conventos y monasterios tierra firme.
eran también pequeñas plazas barriales. En al­ Las fortificaciones, ideadas desde fines del
gunos casos, como en Córdoba, eran un recor­ siglo XVI como base de la defensa territorial,
te en la manzana adyacente, en otros, los más, mostraban la misma precariedad que el proce­
estaban en la propia manzana del convento. so constructivo de la ciudad. Los distorsiona­
Las instituciones educativas y sanitarias inte­ dos planos de Buenos Aires hechos a comien­
gradas a algunos conventos o colegios culmi­ zos del XVIII por el ingeniero militar José Ber­
narán en casos excepcionales en otras estruc­ múdez muestran la privilegiada imagen que
turas como beateríos, noviciados, seminarios, ‘este profesional atribuía al fuerte dentro de la
universidades, ermitas y capillas de órdenes ciudad. En la práctica, el Fuerte de Buenos Ai­
terceras que contribuían a sacralizar la vida res servía también de residencia del goberna­
urbana en el siglo XVIII. dor y su capacidad defensiva resultaba insufi­
La escasa extensión de las áreas urbanas ciente frente a ataques externos, como se evi­
permitía recorrerlas a pie sin dificultad y mu­ denció enla primera invasión inglesa (1806) y,
las y caballos las circulaban habitualmente. en realidad, como estaba previsto casi desde
Los carruajes de transporte eran escasos, pues un siglo y medio antes.
en el último tercio del siglo XVIII se veían só­ Las ciudades del norte contaron con even­
lo en Buenos Aires y un viajero decía que no tuales fortificaciones estables o pasajeras para
pasaban de dieciséis los coches que había en la consolidar la frontera interna con el indígena.
ciudad. En Corrientes, los propios accidentes topográ­
Las zonas portuarias eran puntos de gran ficos permitían el control directo; en Santa Fe,
dinamismo y aunque la economía de algunas hubo que construir destacamentos avanzados;
ciudades, como Buenos Aires, estaba estrecha­ y en la frontera chaco-tucumánica, casas fuer­
mente vinculada a su uso, las restricciones de tes, como la de Cobos en Salta, muestran la
orden político para favorecer a la capital del modalidad de estas construcciones defensivas
Perú y los condicionantes del emplazamiento a escala territorial. Desde la constitución del
en un estuario de agua poco profunda que en­ Virreinato del Río de la Plata en 1776, el tema
torpecía el acceso de buques de calado mayor, defensivo a escala regional será potenciado
limitaron su utilización intensiva en una pri­ muy especialmente.
mera fase. La articulación entre la ciudad y el territo­
El hecho de que los barcos debieran, con rio se hacía por caminos reales y senderos se­
frecuencia, anclar en balizas exteriores y los cundarios. Todos reconocerán hitos de aproxi­
pasajeros y carga desembarcasen en carretones mación y la imagen del suburbio de la ciudad
50 y llegaran empapados a la costa de la ciudad se perfilaba por la localización de actividades
LAS CIUDADES Y EL MEDIO RURAL

contaminantes, como las Carnicerías, matade­ logías americanas sin que éstas respondan ca­
ros y curtiembres o, posteriormente, por la lo­ balmente a alguna en particular. También las
calización de áreas de hornos de ladrillo y te­ viviendas de Canarias difieren de las solucio­
ias, hospitales y cementerios. nes estructuradas en América, aunque poten­
cian rasgos indicadores del proceso de integra­
ción cultural y configuran una incorporación
LA ARQUITECTURA ‘DOMÉSTICA de aportes peninsulares regionales.
Quizás el hecho más relevante sea la dis­
Las características arquitectónicas de la vi­ tinta disponibilidad de tierra urbana, ya que
vienda colonial difieren de los tipos tradicio­ el lote fundacional (como se ha señalado al
nales de las diversas regiones ibéricas. Baste tratar de la fundación de la ciudad en el siglo
analizar la barraca valenciana, la masia catala­ XVI) permite una propuesta extensiva y
na, el caserío vasco o las viviendas tradiciona­ prescinde de la edificación en altura, tradi­
les extremeñas, andaluzas y castellanas, para cional en la ciudad española por su estrechez
comprender que se pueden identificar elemen­ de parcelas. Esto posibilitó desarrollar un
tos o fragmentos de ellas, asumidos en las tipo­ tipo de vivienda vinculado a la tradicional

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Plano de la ciudad de Buenos Aires con su "castillo” (1708). por el sargento mayor de la plaza. ingeniero militar José
Bermúdez. Archivo General de lndias. 51
TERRITORIO v POBLACIÓN

casa de patio mediterránea, que recuerda las islámico, el “chiflón” o conexión entre los pa­
ínsulas romanas con su secuencia de patios. tios se ubicaba en un lateral de éstos sin co­
Además, esta tipología adquiere signos es­ rresponderse al eje del zaguán de entrada. Así
pecíficos en diversas regiones, como las ga­ se aseguraba la autonomía espacial del segun­
lerías frontales en Corrientes, y testimonia la do patio que no podía ser visto desde el pri­
variedad de gran parte de la producción mero y viceversa. Recién en el siglo XIX con el
habitacional. uso de la puerta cancel y el sentido más exhi­
La casa de tres patios con un área princi­ bicionista hacia el exterior, las aberturas se co­
pal articulada, a través del comedor paralelo a locaron en eje continuo para ordenar la suce­
la fachada, a un segundo patio de servicio y de sión de estos espacios.
éste a un tercero para huerto o caballerizas, Las habitaciones, comunicadas muchas
configura el punto culminante de la tipología veces por dentro, además de la puerta que da­
que para Buenos Aires describe Concolorcor­ ba a la galería o al patio, también mantenían
vo (1773) cuando dice: “Hay pocas casas altas, este desplazamiento de ubicación. La lenta
pero unas y otras bastante desahogadas y mu­ sucesión de espacios reales y simbólicos ex­
chas bien edificadas, con buenos muebles que presaba la graduación de ámbitos de carácter
hacen traer de la rica madera del Ianeiro por público o privado, y si bien la casa permane­
la Colonia del Sacramento. Algunas tienen cía abierta durante el día, los zaguanes, gale­
grandes y coposas parras en sus patios y tras­ rías, patios y el chiflón marcaban escalas de
patios, que aseguran los habitantes, así euro­ intimidad conocidas y respetadas por propios
peos como criollos, que producen muchas y y extraños.
buenas uvas”. Según que los usos de las habitaciones
El patio principal solía tener al frente el es­ frontales de la casa fuesen públicos o privados,
critorio y sala o eventualmente el comercio, al­ se ubicaba la zona residencial en el primer pa­
bergaba las habitaciones principales y se cons­ tio o en el segundo. Si estaba en el primero, la
tituía en el espacio de vida y sociabilidad de la casa solía tener pocas aberturas al exterior y se
familia. Su equipamiento incluía el aljibe o la iluminaba y ventilaba por el patio. Se definía
cisterna para recoger el agua de lluvia, los tina­ así una imagen externa de muros macizos y
jeros para filtrar el agua, las bancas de madera encalados con pequeñas aberturas, y resultaba
y una nutrida vegetación de parrales, enreda­ un predominio de llenos sobre vacíos, propio
deras y otras plantas que creaban el microcli­ de la arquitectura popular de raíz hispánica.
ma de luz tamizada que le daba especial en­ En este caso, el segundo patio se destinaba al
canto al espacio del patio y sus eventuales ga­ servicio con las cocinas, almacenes, despensas
lerías circundantes. Estas galerías, espacios de y habitaciones para la servidumbre; allí se so­
transición entre las habitaciones y el patio, lían ubicar los sanitarios o “comunes" para la
eran el sitio adecuado para la tertulia y las la­ atención de la casa. El último patio contenía el
bores domésticas. huerto, horno de pan, corral de aves domésti­
Manteniendo rasgos de la tipología origi­ cas e inclusive caballeriza y cobertizo de los
nal, y atendiendo a las preceptivas de la inti­ carruajes y, en algunos casos, tenía entrada au­
52 midad, heredada por los españoles del mundo tónoma desde la calle lateral.
LAS CIUDADES Y El. MEDIO RURAL

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Plano y alzada de la casa de Pedro Millán. Archivo General de la Nación, Buenos Aires.

En Salta, las casas de dos pisos permitieron doba muestran un grado de refinamiento que
desarrollar la vivienda en la planta alta, y faci­ no aparece en otros ejemplos del país. El pei­
litaron la privacidad de las habitaciones y la netón que tenía la casa de los Allende y el
distribución de locales comerciales a la calle. frontis de la casa de Basavilbaso, conocida co­
Se han demolido ejemplos valiosos, pero aún mo “Aduana vieja” en Buenos Aires, mostra­
pueden apreciarse la calidad de esta arquitec­ ban la importancia de estas viviendas y la di­
tura residencial en obras como las casas de fusión de modelos de tratadistas, como el je­
Uriburu y Arias Rengel en la ciudad. suita Pozzo.
Las casas de dos plantas se difunden recién En el siglo XVIII, la casa urbana fue co­
en el siglo XVIII, en Buenos Aires y escasa­ locada claramente sobre la línea municipal,
mente en Córdoba (Casa del Virrey). La mo­ mientras los procesos sucesorios que causa­
dernización técnica que significó la “casa de ban la división de la propiedad incidían en la
azotea” a fines de ese siglo se difundió por el demarcación de un nuevo loteo de poco
Litoral, sin originar la construcción de casas frente y mucho fondo, que modificó el plan
de altos en Corrientes hasta el siglo XIX, y en fundacional de cuatro solares por manzana.
Santa Fe sólo se contabiliza algún ejemplo ais­ Esta manera de desarrollar la vivienda, man­
lado, como la casa de Aldao. teniendo su estructura en lotes estrechos,
El trabajo ornamental y las soluciones téc­ daría origen a la casa de “medio patio” o “ca­
nicas alcanzadas en obras como la Casa del Vi­ sa chorizo” que alcanzaría amplia difusión
rrey o la demolida Casa de los Allende en Cór­ en el siglo XIX. 53
TERRITORIO Y I’()BLA(ÏI(R‘)N

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i Construccion dc paredes de tierra apisonada. dibujo acuarclado de Florián Paucke.

El uso intensivo de la construcción con tie­ La perdurabilidad de esas construcciones


rra —adobe, tapia o bajareque (estanteo o “pared depende del adecuado mantenimiento y la re­
francesa” como lo llaman los documentos del posición de partes dañadas por sismos u otros
XVIII) o las “tortas" para cubiertas— prevaleció condicionantes naturales (como la lluvia que
en etapas iniciales y se prolongó en zonas del suele “robar” los muros de tierra). En su gran
norte argentino hasta el siglo XX. Son técnicas mayoría han sido objeto de reemplazos en el
diversas: el adobe es un bloque de barro cocido tiempo por materiales más perdurables. En al­
al sol, la tapia es tierra apisonada en un encofra­ gunas ciudades comenzaron en el siglo XVII a
do de madera y se utilizaba en la región litoral cocer ladrillos y tejas cerámicas, que rápida­
según relata el padre Paucke, en su misión de mente reemplazaron las paredes de tierra y los
mocobíes o las gruesas paredes del convento de techos de ramas, paja y palmas que se usaban
San Francisco en Santa Fe. El estanteo, nombre en casi todas las regiones. Las “olerías” ubica­
con que se lo conoce en el Litoral, es un sistema das en la periferia de las ciudades, con sus hor­
compuesto de madera o caña con barro y paja nos y “cavas” en la tierra, fueron un elemento
que se coloca en “estantes” horizontales o por de singularidad en el suburbio.
pellones entre los elementos verticales que lue­ Las tejas que se fabricaban son conocidas
54 go se alisan y revocan con capas de barro fino. como coloniales o musleras porque se les daba
LAS CIUDADES Y EL MEDIO RURAL

forma en el muslo de un hombre. Después se o Luján y los lamentablemente demolidos de


usaron moldes de madera, que pueden aún Santa Fe, Tucumán, Humahuaca y Corrientes
observarse en el convento de San Carlos en se realizaron en los últimos años del siglo
San Lorenzo (Santa Fe) tanto para hacer ladri­ XVIII o comienzos del XIX.
llos cocidos (de variadas dimensiones) como La arquitectura militar en Buenos Aires
para baldosas de piso. tuvo importancia desde el siglo XVII y más
Las puertas y _ventanas permitieron los aún al instalarse la Colonia del Sacramento
alardes de los artesanos en sus propias expre­ por los portugueses; pero con la fundación de
siones decorativas y ornamentales, fuese en Montevideo (1726) se invierten allí ingentes
ciertos dinteles que recuerdan la finalización recursos para fortificar la ciudad y defender la
de las obras en las capillas rurales, cn los “pies banda oriental del río Uruguay. Tales obras
derechos" de madera de las galerías, en las za­ fueron atendidas por militares hasta que llega­
patas y capiteles y en las robustas rejas de hie­ ron, a comienzos del XVIII, el ingeniero Iosé
rro, habitualmente importado de Vizcaya. Bermúdez de Castro y luego Domingo Petrar­
ca; desde entonces hubo ingenieros militares
permanentes a cargo de las fortificaciones de
LA ARQUITECTURA PÚBLICA la región.
Mayor fortuna tuvo la arquitectura reli­
No hubo muchos temas predominantes en giosa en sus jerarquías de catedrales, iglesias
la arquitectura pública civil durante el siglo matrices, parroquias y capillas, que encontra­
XVII y primeras décadas del XVIII. Los cabil­ ron siempre recursos procedentes de donacio­
dos abarcaron la demanda permanente de nes y de apoyos reales para contribuir con el
fondos para simbolizar la presencia efectiva de tercio que le correspondía a la Corona en tales
la ciudad, en tanto otras obras más complejas obras. Los edificios conventuales, fruto en ge­
como casas de gobernadores, Renta de Tabaco, neral de donaciones de generosos vecinos, so­
recovas comerciales, teatros, plazas de toros y lían demorar más en completarse y por eso
elementos de ornato urbano recién alcanza­ aparecen vinculados con sucesivos arquitectos
ron cierta vigencia con la creación del Virrei­ y benefactores.
nato del Río de la Plata. En algunos casos, los edificios religiosos
Solamente el edificio del cabildo de Bue­ no condecían con las categorías que portaban.
nos Aires adquirió en la primera mitad del si­ La catedral de Buenos Aires fue hasta fines del
glo XVIII las características que llamaban la siglo XVII un galpón sin mayores lucimientos,
atención de los viajeros que identificaban en él como señalaba, quejoso, el obispo al pedir
las únicas recovas de la plaza mayor. Su tipolo­ fondos para renovarla. Otro tanto puede de­
gía respondía a los ayuntamientos de España y cirse de la catedral de Santiago del Estero
la torre central y el balcón concejil conforma­ construida por el maestro Melchor Suárez de
ban los elementos de prestigio de esta arqui­ la Concha a mediados del XVII (antes de ser
tectura que integraba también espacios desti­ trasladada la sede episcopal a Córdoba en
nados a cárcel y justicia. Los otros cabildos 1699) que según un dibujo existente en el
que aún perduran como los de Salta, Córdoba Archivo General de Indias era de tierra, con 55
TIÉRRI'I'()RI() Y POBLACIÓN

Dibujo de las fachadas principal y lateral izquierda de la iglesia catedral de Santiago del Estero, por Melchor Suárez de la
Concha (l678). Archivo General de lndias, Sevilla.

galería lateral de postes de madera. También seños. Los templos jesuíticos nos remiten a la
los obispos del Paraguay solían afirmar hasta diagramación habitual de nave central y dos
fines del XVIII que los templos de las misiones laterales con capillas sucesivas. En general, sal­
eran muy superiores a su propia catedral y, al vo las catedrales o los templos conventuales
ser expulsados los jesuitas, trasladaron su sede muy importantes como Santo Domingo de
a la iglesia de la Compañía en Asunción. Buenos Aires, eran templos de una sola nave, y
Esto sucedió en la mayoría de las ciudades cuando tienen tres, la solución es con crucero
ya que las obras de los jesuitas solían tener y cúpula.
mayor calidad que las de las otras órdenes, por El más antiguo de estos templos conven­
ello los mercedarios ocuparon el templo de la tuales es el de San Francisco en Santa Fe, de
Compañía en Santa Fe, los franciscanos en Tu­ nave única y anchos muros de tapia, que so­
cumán y en Mendoza, en Salta se lo adaptó co­ portan una interesantísima cubierta de made­
mo catedral, y en Corrientes el colegio de los ra labrada, con falsa bóveda, y nudillos con ca­
jesuitas sirvió de casas de cabildo y correo. necillos finamente labrados. El claustro de es­
Las iglesias realizadas en la Argentina no te convento, al igual que el franciscano de Co­
56 presentan singularidades tipológicas en sus di­ rrientes, está realizado con postes de madera
LAS CIUDADES Y EL MEDIO RURAL

que forman amplias galerías junto a patios y sensibles diferencias entre sí y ratifican la re­
huertos. lación de itinerancia que se encuentra en mu­
En contraste con esa arquitectura liviana, chos artesanos que migraban a medida que se
algunos templos de Córdoba, como el de San les encomendaban trabajos de mayor enver­
Roque, muestran la fuerza expresiva de los gadura. El paso de Ioaquín Marín por Luján,
muros de ladrillo y piedra bola o canto roda­ Buenos Aires, Salta y su trayecto hacia Bolivia
do, que también aparece en la fachada de la donde diseña la iglesia de San Iuan de Pocoa­
Compañía de Iesús en la misma ciudad. La ca­ ta habla de este fenómeno de circulación de
lidad de los templos cordobeses, aun en obras los profesionales.
tardías como San Francisco, marca un punto De la misma manera se puede resaltar la
culminante de la arquitectura hispánica en circulación de las obras de arte, sobre todo
nuestro país. pinturas e imágenes de talleres artesanales de
La catedral de Córdoba reúne el talento Cuzco y Potosí, o mobiliario y platería luso­
del jesuita Blanqui y el franciscano Muñoz, en brasileños, transferidos a casas y templos del
un excepcional conjunto con su cúpula domi­ norte, centro y litoral argentino. Esta movili­
nante en el paisaje urbano de la ciudad; a su dad de los productos culturales adquiere irn­
vera el ingeniero voluntario López erigirá el portancia a la hora de perfilar los nuevos gus­
edificio del cabildo en un sobrio neoclasicis­ tos y demandas, sobre todo cuando la región
mo que marca el contraste de dos momentos del Río de la Plata ocupa un papel protagónico
de la arquitectura cordobesa. al instalarse la sede virreinal en Buenos Aires.
Pero los maestros de obras no fueron los
únicos autores de arquitectura, aunque ellos
LOS PROFESIONALES DE LA ARQUITECTURA hayan hecho la mayor producción. Se debe
contabilizar otra serie de profesionales y de
Los autores de esta producción arquitectó­ “inteligentes en arquitectura” que se arroga­
nica eran principalmente maestros de obras, ban conocimientos matemáticos y técnicos
capacitados en su oficio de construir por un que les permitían abordar construcciones a
aprendizaje hecho en el núcleo familiar o en el veces de notable importancia. También los es­
sistema gremial. Pero como los gremios recién cultores y retablistas eran llamados “profeso­
funcionaron en nuestro territorio tardíamente res de arquitectura” por su dominio del dibu­
y sólo en las grandes ciudades, predominó la jo, del cual solían carecer los maestros de
formación empírica desarrollada en la propia obras. En Córdoba, Hermenegildo de Eguivar,
tarea constructiva. Esta mano de obra, aun sin “maestro de escultura de madera cuya habili­
ser calificada, reunía conocimientos adecuados dad dibujó la estampa con pluma de escribir”
de las posibilidades de los materiales, entendía nos legó el dibujo de la fachada de la Catedral
la economía de las obras y era creativa para re­ en 1758.
solver problemas derivados de programas ar­ A medida que avanza el siglo XVIII y se
quitectónicos no demasiado complejos. imponen las ideas de la Ilustración, la arqui­
La arquitectura rural y la urbana en ciu­ tectura deja de ser un oficio vinculado al
dades intermedias y pequeñas no muestran mundo de la construcción, para inclinarse 57
TERRITORIO Y POBLACION

paulatinamente al de las “bellas artes”. La cas y estancias de la Compañía de Iesús en


creación en 1752 de la Real Academia de Be­ Córdoba.
llas Artes de San Fernando en Madrid marcó En todas ellas podemos verificar la trans­
el punto de inflexión donde la arquitectura ferencia directa de una manera de hacer arqui­
debía quedar en manos de artistas y no de ar­ tectura coincidente con las prirnicias europeas
tesanos. Los estatutos obligaban a los maes­ del momento. Puede llamar la atención que el
tros de obras a examinarse para ejercer su ofi­ hermano Kraus utilice el llamado “orden obli­
cio y les exigían conocimientos culturales de cuo” en las pilastras de la iglesia de San Igna­
teorías de la arquitectura (Vignola) y destre­ cio de Buenos Aires a fines del siglo XVII, jus­
zas de dibujo de los cuales la mayoría de ellos tamente cuando el padre Caramuel acaba de
carecía. editar en Vegeven su tratado de arquitectura
Fruto de este proceso será la exigencia, a fi­ que hace referencia a tal solución, o que Blan­
nes del siglo XVIII, que se presenta en las qui insista en una modulación de pilastras
grandes ciudades de que los interesados en apareadas y nicho (que usa en diversas obras
construir una obra deban presentar sus pla­ de Córdoba y Buenos Aires) que, conocida co­
nos. La crisis profesional apuntaba a la vez a mo “serliana”, tuvo peculiar fortuna en la fase
destruir los gremios, considerados como ré­ manierista.
moras para el libre ejercicio de las profesiones. También es cierto que algunas dificultades
El reemplazo de los maestros de obras por ar­ tuvieron, sobre todo por la carencia de la cal
quitectos académicos fue traumático para los adecuada para resolver sistemas complejos en
americanos y significó un evidente retroceso. bóvedas y cúpulas. Tales fueron los problemas
Al Río de la Plata llegará solamente un arqui­ que tuvo el hermano Prímoli en la misión je­
tecto académico de San Fernando, Tomás To­ suítica de Trinidad y los que padeció el “arqui­
ribio, como se referirá más adelante. tecto” turinés Masella en la catedral de Buenos
Entre los profesionales de mayor nivel ac­ Aires.
tuantes en territorio argentino, cabe citar los Otro sector de creciente importancia en el
pertenecientes a órdenes religiosas, particu­ ejercicio de la arquitectura será, en el siglo
larmente los coadjutores jesuitas y ciertos XVIII, el de los ingenieros militares. Formados
franciscanos que habían ejercido su oficio en la Academia de Matemáticas de Barcelona
antes de entrar en la Orden y que eran traí­ en las técnicas constructivas, instruidos con
dos con sentido explícito de actuar en las ciertos principios de los postulados de Vigno­
obras de sus iglesias y conventos. Los jesuitas la y con un destacado dominio del dibujo y el
alemanes Kraus, Harls, Weger o los italianos acuarelado, estos ingenieros desarrollarán con
Bresanelli, Prímoli y Blanqui serán los refe­ mayor precisión los postulados desornamen­
rentes más notorios, junto con el franciscano tados del neoclasicismo en la fase final del ba­
sevillano Muñoz, de obras emblemáticas de rroco popular.
la arquitectura colonial argentina: Catedral y De resultas de los conflictos entre España y
las Teresas de Córdoba; el cabildo, el Pilar, Portugal llegan a esta región profesionales y
San Francisco y San Ignacio en Buenos Aires, técnicos, generalmente ingenieros, cartógrafos
58 así como los templos de las misiones jesuíti­ o marinos que integraban las partidas demar­
LAS (ZIUDADES Y El. MEDIO RURAL

cadoras de límites formadas de acuerdo con el Uno de los ejemplos más interesantes de la
Tratado de San Ildefonso en 1777. Muchos de arquitectura hispánica en nuestro país, la igle­
esos ingenieros colaboraron en la realización sia de la Compañía de Jesús de Córdoba, fue
de nuevas obras o reparación de las antiguas realizada en el siglo XVII por el hermano Le­
en las ciudades fronterizas del interior de la maire, un jesuita belga que recurre a un texto
Argentina, tal el caso de Iulio Ramón de César, de Philibert Delorme para construir una bó­
Félix de Azara y Iosé_ María Cabrer. veda de madera con el sistema de cuadernas
Entre los ingenieros militares, Domingo de un barco. Esta solución, hecha con notable
Petrarca intervino en la fundación de Monte­ calidad artesanal y a un costo menor que si
video; Iean-Barthélémi Havelle, Bernardo Le­ hubiese sido realizada en piedra o ladrillo, fue
cocq, José Pérez Brito y Iosé del Pozo y Mar­ repetida en templos jesuíticos de Santa Fe y de
quy actuaron en la región bonaerense y pata­ Paraguay, donde la madera está fácilmente
gónica; Joaquín Mosquera y Iosé Custodio de disponible, e incluso en Salta.
Sá y Faría colaboraron en la modernización En el Litoral, sobre todo en Corrientes, se
urbana de Buenos Aires a fines del XVIII y en construyó en madera con un sistema que se
diversas obras públicas pendientes; Joaquín expande desde Paraguay a Santa Cruz de la
del Pino llegó al rango de virrey del Río de la Sierra y el oriente boliviano. Se trata de obras
Plata. Los ingenieros navales y algunos mari­ con estructura de madera autoportante, cuyos
nos como Miguel Rubin de Celis, Antonio Al­ muros son simples cerramientos. Resulta una
varez de Sotomayor y Eustaquio Gianinni se economía pues los muros pueden ser de tierra.
destacaron en las diversas obras públicas y el La estructura de madera permite hacer la obra
último de ellos ‘fue autor del trazado del pue­ en dos etapas: primero elevar el conjunto es­
blo bonaerense de San Fernando, además de tructural y el techado y luego cerrarlo, traba­
gobernador del Paraguay. jando a cubierto.
Esta manera de construir genera a la vez
un criterio modular, donde el largo de las pie­
ARQUITECTURA REGIONAL zas de madera define las longitudes de los es­
pacios. De esta manera los módulos que se de­
La arquitectura hispánica argentina se ca­ nominan “lances” definen las características
racterizó, en una visión comparativa con re­ de la casa o templo que tendrá tal número de
giones adyacentes como las de Bolivia o el Pe­ “lances” con independencia de los metros rea­
rú, por la limitada influencia del mundo in­ les que tenga. De la misma forma se determi­
dígena que solamente se alcanza a manifestar na la posibilidad de crecimiento por “lances”,
con claridad en la región del noroeste. A la lo que muestra adicionalmente la flexibilidad
vez, por una creativa apertura a propuestas del sistema constructivo.
de arquitectura tanto regionales como a Como en Paraguay, en varios pueblos de
transferencias externas. El sistema de “ensa­ Corrientes los templos se ubicaron al centro
yo-error-corrección” parece haberse aplicado de la plaza y tuvieron las galerías perimetrales
con eficacia en esta arquitectura esencial­ exteriores, contribuyendo a la sacralización
mente empírica. del espacio público. La solución de galerías de 59
Tl-ÍRRllOlllO Y POBLACIÓN

madera externas se prolonga en algunas otras MODELOS ALTERNATIVOS A LA TRAZA

regiones como en las capillas de La Caldera y CONVENCIONAL HISPANOAMERICANA


Santa Ana de Cobos en Salta o en las estancias
de la Viña o el Ingenio San Isidro en la misma Las misiones jesuíticas de guaraníes, chi­
provincia. quitos y moxos, presentan como rasgo rele­
El paisaje urbano de las ciudades hispano­ vante la carencia de un mercado interno por
criollas se caracteriza por su homogeneidad e unidad poblacional y, a la vez, un sistema de
integración. Su clara relación con el paisaje múltiples asentamientos, donde una fuerte
circundante, que suele constituir la base de la planificación centralizada integra las econo­
elección del sitio, se potencia en la utilización mías regionales y delimita los alcances y for­
de los recursos que el mismo medio provee mas de producción de cada pueblo. Estos
para la realización de su arquitectura. circuitos de producción y distribución testi­
En una trama abierta, la ciudad crece sin monian una economía centralizada y sociali­
rupturas sobre el medio rural que se interpene­ zada en algunos aspectos, que interactúa con
tra en ella con huertos y quintas integradas a las un sistema colonial más amplio y complejo, lo
viviendas. El perfil de esta trama abierta era que obligará a los propios jesuitas a montar
achaparrado, bajo y sin estridencias y allí sobre­ sus redes comerciales externas y sus bocas de
salían los hitos de referencia urbana: las torres y expendio en las ciudades de españoles.
cúpulas de los templos, el segundo piso del ca­ Uno de los rasgos de la urbanidad misione­
bildo y eventualmente algtma casa jerarquizada ra es la concentración demográfica que, alcan­
que no desentona pretenciosamente con una zando los valores más altos de la región, supera
arquitectura que busca acompañar aquellos a núcleos de población española como Corrien­
mojones que reconoce como propios. tes o Asunción. El hecho de que las actividades
En la región litoraleña, nuevamente la pre­ centrales de los pobladores fueran agrícolas y
sencia de la galería frontal en las casas define ganaderas, aunque en las misiones las tareas ar­
un paisaje urbano singular, el de la “calle cu­ tesanales eran también importantes, no difería
bierta”. Las galerías protegen los muros de tie­ de cuanto sucedía en los poblados de españoles
rra, proyectan las aguas de lluvia hacia el exte­ y muestran la misma inclinación a la transfor­
rior, tamizan las rigurosas condiciones clirná­ mación de la producción agrícola y forestal.
ticas del sol y de las lluvias torrenciales, y per­ Una primera aproximación indicaría en
miten la circulación a cubierto. La calle-gale­ ambos sistemas la conciencia de una necesaria
ría es lugar de reunión del vecindario, el sitio planificación. En este sentido son elocuentes
donde se cuelgan las hamacas o se sacan las si­ las instrucciones del superior padre Diego de
llas desde el interior de la casa, el lugar de so­ Torres a los jesuitas Cataldino y Mazeta que
cialización por antonomasia. Y a la vez, es un irían a misionar a los guaraníes en 1609, al in­
espacio privado de uso público, el punto de dicar que los pueblos se formasen “al modo de
compromiso del habitante con su ciudad, de los del Perú o como más gustasen los indios”,
lo que cada uno cede para que el todo sea más y que cuando se hicieren las calles, se diese a
amable y armonioso. Es, en síntesis, la imagen cada familia un solar de un cuarto de manza­
60 de la ciudad integrada. na y que cada casa tuviera su huerta.
LAS CIUDADES Y EL MEDIO RURAL

sus relatos, al indicar que hasta fines del siglo


XVII las trazas de los pueblos eran confusas y,
al demarcar en 1697 la nueva misión de San
Iuan Bautista, experimentó un plan ordenado
dando a cada grupo de casas iguales dimen­
siones entre sí. “En el centro debí alinear la
8,43;?

plaza dominada por la Iglesia y la casa del pá­


rroco. De aquí deben salir todas las calles,
siempre equidistantes unas de otras.” En esa
red de calles amplias se jerarquizaba la plaza,
con una gran superficie, y se destacaba la igle­
sia, como foco visual de la avenida mayor o
eje del trazado. Esa presencia dominante del
Pueblo dc San luan Bautista del rio Uruguay. Dibujo templo acentuaba la trascendencia del pro­
coloreado. Archivo General de Simancas. Valladolid. yecto misionero y era complementada por
otra serie de hitos urbanos, cruces, capillas,
El ordenamiento previsto se comenzó a ermitas o columnas que potenciaban las refe­
concretar en las primeras fundaciones misio­ rencias religiosas.
neras pero, tras los éxodos y reubícacíones de Esa tipología urbana, potenciada por una
pueblos, se llega en la segunda mitad del siglo visión barroca que tiende a sacralizar todas
XVII a un estado de desorden, producto del las actividades, concebía a la misión como
manejo espontáneo de los espacios interiores parte del “Teatro del Mundo” y a la plaza co­
de los pueblos. La desarticulación de la man­ mo escenario, donde se manifestaban las for­
zana hispanoamericana tendía a mantener la mas de relación colectivas. El telón de fondo
usanza de la casa colectiva guaraní, y hubo de era el núcleo constituido por el templo, el co­
ser admitida en el marco de una premisa bási­ legio y el cementerio, que daba realce al espa­
ca de las misiones guaraníticas, consistente en cio abierto donde actuaba la comunidad an­
preservar los valores culturales de los natura­ te un espectador privilegiado y único: Dios.
les y evitar rupturas con el medio natural. Las ideas troncales barrocas de la participa­
Los mundos culturales de indígenas y je­ ción y de la persuasión eran así llevadas a su
suitas se integraban y complementaban en la culminación.
sacralización del conjunto urbano, donde los La plaza era el núcleo vital de la misión, si­
usos para danzas, cantos, trabajos comunita­ tuando en su contorno al templo, el cabildo, el
rios, actividades lúdicas, catequesis y meneste­ colegio, los talleres, las viviendas de los caciques,
res laborales, religiosos o civiles se articulaban las capillas, el cementerio. Allí se ubicaron ele­
con naturalidad en un nuevo modo de vida mentos estables: capillas que flanqueaban su en­
que llegó a quedar expresado en el esquema ti­ trada y podían usarse para velatorios, cruceros
pológico de la misión. de esquina que podían servir de capillas posas, o
En tal contexto, será decisiva la interven­ como en Candelaria, una columna con su escul­
ción que el padre Antonio Sepp recuerda en tura en lo alto; era un equipamiento arquitectó­ 6]
TlïRlll'l'()|{|() Y POBLACION

nico para funciones precisas, dentro de los va­ están fuera del poblado, muestran la versatili­
riados usos del espacio. dad de este urbanismo alternativo que testi­
En la plaza se celebraban juegos, cantos moniaba un sistema social, religioso y cultural
corales, danzas, procesiones y otras ceremo­ de alta calidad.
nias rituales, así como catequesis y comidas La arquitectura de las misiones jesuíticas
colectivas, o aprestos para salir al trabajo coti­ reconoce tres etapas que coinciden con los ci­
diano. La participación popular se organiza clos de la experiencia reduccional. La primera
con la planificación del tiempo, y la plaza se se identifica cronológicamente con los mis­
viste y decora en ciertas ocasiones: catequesis, mos procesos constructivos de la región: tem­
regocijos, comidas y recepción de autoridades, plos provisorios de muros de tierra y cubierta
que se celebran allí con escenografías efímeras de paja que van paulatinamente siendo reem­
de arcos triunfales, altares portátiles, capillas plazados por estructuras de madera. En la se­
posas, castillos de fuegos artificiales y otros gunda fase se usan estructuras autoportantes
mecanismos de persuasión y deslumbramien­ de madera, cubiertas de tejas, y muros de sim­
to que eran parte de la modalidad de comuni­ ple cerramiento pero hechos en piedra con un
cación del barroco. mortero de baja cohesión (San Ignacio Mini).
A diferencia de la ciudad indiana, los pue­ La tercera fase corresponde al descubrimiento
blos guaraníes sólo podían crecer en tres direc­ de yacimientos de cal que posibilita avanzar
ciones, pues el núcleo colegio-templo-cemen­ en muros y bóvedas de piedra y ladrillo, utili­
terio era un límite preciso tras el cual estaba la zando cubiertas de madera (San Miguel), o
huerta y, por ese rumbo, no se podía prolongar bóvedas y cúpula (Trinidad).
el trazado. Este límite es físico pero también vi­ Al tiempo que se avanzaba en las posibili­
sual y funcional; califica las principales edifica­ dades técnicas, por influjo del hermano Iuan
ciones y valora la imagen central de la misión, Bautista Prímoli se adoptaban partidos arqui­
y a la vez marca la delimitación del área públi­ tectónicos más europeístas, en contradicción
ca con la semipública y finalmente la privada con la tesitura cultural de potenciamiento de
(residencia, huerta de los padres). las condiciones locales que presidía el marco
Una de las características más particulares general de la propuesta jesuítica de las misio­
de la traza misionera respecto de la ciudad es­ nes. Esta circunstancia trajo cambios de opi­
pañola radica en la inexistencia de manzanas nión sobre los recursos que debían invertirse en
con solares de propiedad individual. La mi­ las obras y los modos adecuados para hacerlas.
sión jesuítica tiene su propio módulo de
amanzanamiento conformado por la casa co­
lectiva inicialmente y por la secuencia de casas OTROS POBLADOS DE ORIGEN FUNCIONAL
familiares luego. Eficiencia y pragmatismo
son, pues, elementos centrales en las decisio­ El modo de relación entre encomenderos y
nes de diseño de las misiones jesuíticas. Otros misioneros es una clave ineludible para ana­
elementos como las posadas o tambos para lizar la formación de pueblos de indios, espe­
albergar a los visitantes, o el cotiguazú para cialmente en el Litoral. La Compañía de Iesús,
62 alojar a las viudas y a mujeres cuyos maridos tras una breve y conflictiva experiencia en
LAS CIUDADES Y EL MEDIO RURAL

Paraguay, optó por ejercer su labor evangeliza­ so Tello en 1754, definirán la modalidad habi­
dora en el hábitat propio de los indígenas, le­ tual, donde el nuevo propietario construye la
jos de las ciudades indianas, sus estancias y sus capilla de la Concepción en su finca de Chepes
encomenderos, quejosos porque los jesuitas y da origen a un incipiente núcleo urbano.
les restaban mano de obra, pese a las normas Otra forma de concentración de la tierra y
de Hernandarias y las ordenanzas de Alfaro. paulatina estructuración de poblados eran los
La conducción d_e reducciones comarcales mayorazgos, que mantenían la propiedad de la
fue asumida por franciscanos, que atendieron tierra en los hijos mayores. Sobre esta base, Pe­
alrededor de doce en jurisdicciones de Buenos dro Nicolás de Brizuela formó en el siglo XVII
Aires, Santa Fe, Corrientes y Concepción del el núcleo de Sañogasta en La Rioja.
Bermejo. Entre las actuales localidades bonae­ Aun en el análisis de poblados formados
renses, Santiago de Baradero remonta su his­ sobre la misma base de origen se ve que no hay
toria hasta comienzos del siglo XVII como co­ patrones de asentamiento común. Hay casos
munidad guaraní, e igual origen reconocen las en que la finca está próxima al oratorio, en
localidades correntinas de Santa Lucía e Itatí. otros está separada; en algunos, el caserío está
Las otras tuvieron suertes dispares: falta de articulado, en otros, disperso. El poblado de
clero, difícil relación con encomenderos e in­ encomienda responde a las propias coyuntu­
dios, epidemias que diezmaron a éstos y dis­ ras de estructuración y no a un criterio homo­
persión de sobrevivientes. Los pueblos fran­ géneo de organización del espacio. Entre este
ciscanos del Litoral parecen haber seguido la tipo de núcleos urbanos suele prevalecer la
tipología que puede verse entre los que han traza más bien orgánica, como respondiendo
subsistido en Paraguay: traza cuadricular, pla­ a modalidades de agrupamiento no planifica­
za central, iglesia al centro de la plaza; pero no das y que solamente cuando adquieren cierta
se sabe lo bastante como para generalizar esa entidad serán sujetas a normativas de control
apreciación, por ejemplo, en las antiguas re­ edilicio y urbano.
ducciones bonaerenses y santafesinas. Algunos de estos pueblos se vinculan con
En el centro y noroeste del país, el carác­ la extinción de las encomiendas y la organiza­
ter errático de los antiguos núcleos de enco­ ción de las haciendas, cuyos elementos de
mienda causó despoblamientos y formacio­ equipamiento y la concentración poblacional
nes de nuevos poblados. En el siglo XVII mu­ favorecen la institucionalización del grupo ur­
chos repartos habían vacado por incumpli­ bano. Un ejemplo interesante en este sentido
miento de los encomenderos en los requisitos podría ser el de la hacienda de San Pedro No­
de vivir en la zona y construir la capilla que le lasco de los Molinos en Salta, cuya capilla se
exigían sus títulos; esto llevará a nuevos otor­ convierte en iglesia parroquial y cuyas tierras
gamientos de los núcleos desestimados, en un próximas a la finca patronal son distribuidas
contexto convulsionado por los levantamien­ entre el personal de la hacienda y otros pobla­
tos de los calchaquíes. dores cercanos. El caso del marquesado de To­
Las encomiendas tendieron a decrecer pe­ jo en Yavi (Iujuy) puede marcar un ejemplo de
ro los nuevos poblamientos por mercedes de similar entidad y alberga uno de los templos
tierras, como el realizado por Antonio Reyno­ más antiguos de la región. 63
Tl-IRRl'l'()Rl() Y POBLACIÓN

Entre los poblados de indios generados La evolución de estos poblados se consoli­


en el siglo XVIII como avance de las fronte­ da en la medida de sus respuestas a una condi­
ras internas, se puede constatar en el ejemplo ción de autosustentabilidad. Muchos tuvieron
del pueblo de Dolores de indios malbalaes corta vida, y otros alcanzaron una fuerte ex­
(Córdoba) cómo se mantiene la idea de la pansión, en la nueva demarcación de fronteras
cuadrícula hispana, formando un pueblo de tras la Emancipación.
ocho manzanas en torno de la plaza y ubi­
cando en ella el rollo o picota, la iglesia y el
cabildo indígena. En este diseño de 1750, la ASENTAMIENTOS DEL MEDIO RURAL
distribución de las viviendas se realiza dentro
de las manzanas pero con solares más peque­ Durante los siglos XVII y XVIII, en buena
ños, a razón de ocho casas por manzana y el parte de las regiones del Interior la vida eco­
conjunto del pueblo aparece definido por nómica permaneció sustentada en la produc­
una cerca. ción rural que, en el Noroeste, se articulaba
Los cruces de camino configuraron pun­ con los grandes centros de consumo como
tos de referencia territorial precisos. En mu­ Cuzco y Potosí. El tráfico de mulas desde Bue­
chos de ellos se erigieron ermitas u oratorios nos Aires hacia el norte marcaba formas de
para el servicio de los vecinos de la región. Es­ sustento desde el área central cordobesa hasta
ta iniciativa, ya fuese de las autoridades ecle­ las comarcas salteña y jujeña. Las estancias de
siásticas como del propio vecindario, significó invernada y engorde de ganado consolidaron
la erección de numerosos poblados surgidos las antiguas fincas rurales que, con la integra­
espontáneamente en torno de las capillas que, ción de artesanías y pequeñas industrias, au­
en gran parte de la antigua Argentina, fueron mentaron su rentabilidad.
casi los únicos puntos con capacidad de con­ La arquitectura de las antiguas fincas
vocatoria para el vecindario rural, pues a las mantuvo las características sustanciales de va­
celebraciones dominicales que congregaban a loración del entorno paisajístico donde se in­
esos feligreses dispersos se sumaban las fiestas sertaban. Este reconocimiento de la irnportan­
patronales y las ferias. cia del medio natural deviene no sólo de la
Otro caso singular fueron los poblados comprensión de sus aptitudes productivas si­
mineros, cuya traza suele acomodarse a la to­ no también de la capacidad de dominio visual
pografía y a las formas de producción de las del territorio de producción. La casa patronal
minas. En general, no eran centros mineros de o “sala”, como se la conoce en el Noroeste, es
alta complejidad que hubieran requerido cos­ un núcleo compacto que en los niveles de su
tosos ingenios, lagunas y concentración de mayor desarrollo alcanza dos plantas extensas
instalaciones. Algunos de estos poblados, co­ y un balcón-galería que domina el horizonte
mo los de la Puna jujeña, responden a una tra­ posible de los valles.
za organicista lejos de toda sistematización, Es pues una arquitectura en directa rela­
como la propia praxis regional de las ciudades ción con un medio que no sólo plantea reque­
hispano-criollas, o la establecida por las Orde­ rimientos funcionales, sino también facilita
64 nanzas de Poblamiento. materiales de recolección para la construcción
LAS CIUDADES Y EL MEDIO RURAL

del hábitat. En las haciendas salteñas la dispo­ frontera, que se mantuvo en otros ejemplos
nibilidad de maderas duras de los valles cáli­ salteños como los del Bordo, la Obra, el inge­
dos permitió realizar estructuras indepen­ nio San Isidro y Buena Vista en Castañares. Un
dientes, aunque siempre se recurría al sistema ejemplo peculiar de esta tipología es la finca
de muros portantes de gran espesor, para opo­ “La Población” en el centro urbano de Campo
ner una fuerte masa rígida a los potenciales Santo, de dos plantas con arquerías. La dispo­
movimientos sísmicos. sición abierta, con amplias galerías de madera,
En la Puna y los valles jujeños donde sólo puede encontrarse en áreas como La Ramada
hay madera de cardón, la arquitectura es un (Nuestra Señora de la Candelaria), El Prado,
continuo de tierra de piso a techo, con maci­ La Lagunilla, Molino de Dávalos en La Merced
zos muros de adobe trabados, eventuales, con­ y la finca del Alto del Molino, en las afueras de
trafuertes y techo de “torta” de barro soporta­ Salta. La finca de Isasmendi en Molinos tenía
do por cañas y maderos de geometría despare­ una especie de altillo sobre la puerta de acce­
ja. Lo mismo ocurría en las bodegas riojanas so, ubicado frente al balcón-capilla abierto de
donde la grácil liviandad de los pies derechos la iglesia de San Pedro Nolasco.
de sus galerías de madera contrasta con los re­ En el centro del país, los establecimientos
torcidos maderos de algarrobo de la cubierta y más importantes fueron montados en el siglo
los espesos muros de adobe. XVII por los jesuitas, en la provincia de Cór­
Iunto a la casa patronal, las “fincas” del doba, para generar rentas a fin de mantener
norte suelen presentar un oratorio importan­ sus colegios, noviciados, seminario y universi­
te, casa de los puesteros y una ranchería o ca­ dad. Los núcleos de Caroya, Iesús María, San­
sa de los peones. A ello se agregaban otros ele­ ta Catalina, Alta Gracia y Candelaria son
mentos funcionales, molinos, tahonas, caba­ ejemplos notables de arquitectura rural, con­
llerizas, depósitos de aperos y almacenes de cebida en sus templos con una visión urbana y
productos o galpones de labor para la cera, europea: enormes iglesias para la reducida po­
manteca, grasa o jabón. Además, claro está, de blación de un religioso con pocos obreros y
zonas de producción textil si las hubiese. En esclavos, que muestran la convicción del papel
general la distribución de esas áreas no tendía simbólico de sacralización territorial, implíci­
a la segregación social, pues muchas veces el ta en esta visión religiosa. No se trata de las pe­
“patio de labor” era compartido por los pro­ queñas capillas rurales existentes en diversos
pietarios y empleados de la finca, y las mujeres parajes de la provincia de Córdoba, algunas
de la familia del propietario actuaban cotidia­ sin vestigio de poblamiento próximo como
namente en la fabricación de productos ali­ Olaen, San Iosé y Candonga, sino de iglesias
menticios caseros o en faenas de bordados, en­ que superan en monumentalidad a las de mu­
cajes o tejidos. chas ciudades de la región, con excepción de la
Las fincas con patio o sin patio fueron res­ propia Córdoba.
puestas tipológicas a necesidades diversas. Iunto a las estancias, este complejo econó­
Núcleos antiguos como el llamado Fuerte de mico montado por los jesuitas abarcaba otros
Cobos o La Viña de Siancas muestran el senti­ elementos como la llamada “posta” de Sinsa­
do compacto y casi defensivo de fincas de cate y La Calera, que sin duda posibilitaron la 65
TERRITORIO Y POBLACION

realización de estas obras. La principal activi­ punto donde comenzó a desarrollarse la in­
dad económica de las estancias fue la cría y en­ dustria azucarera que configuró la base del de­
gorde de mulas para el abasto del altiplano bo­ sarrollo económico de la provincia.
liviano y peruano donde se participaba activa­ Hacia el sur son escasos los ejemplos de
mente en las ferias de Pucara y Vilque. estancias coloniales que perduran. En la Es­
Esos conjuntos están diagramados con tanzuela de Echagüe en Santa Fe, el plan de la
una lógica de distribución análoga a sus cole­ finca es compacto, circundado por una galería
gios urbanos, aunque la amplitud de su im­ sustentada en pies derechos de madera. En la
plantación es propia del medio rural. Un irn­ comarca bonaerense, la finca Santa Coloma
portante templo y a su lado una estructura presenta una galería similar de pilares de ma­
claustral en torno de un patio, desde donde se dera con extenso desarrollo frontal realizada
manejaba la actividad fabril y administrativa en los primeros años del siglo XIX, mientras
de la estancia y se localizaban almacenes, laga­ que la quinta Pueyrredón, en San Isidro, pre­
res, trapiches, oficinas y talleres artesanales. senta también galería aunque en mamposte­
Alguna estancia, como Jesús María, tenía, ría y realizada posteriormente a la construc­
al ser adquirida por los jesuitas, una gran ción del núcleo central que data del siglo
plantación de viñedos, pero en el siglo XVIII XVIII. Con un esquema más compacto y mi­
contaba con 2.200 cabezas de vacunos, dos rador se puede recordar la Chacra de los Ta­
molinos, un batán, dos telares de cordellate y piales y la Estancia del Pino, ambas del siglo
la viña que había duplicado sus cepas, además XVIII aunque con importantes transforma­
de la extensa producción de frutales y legum­ ciones posteriores.
bres. En las obras de las estancias de Córdoba Dentro de esta arquitectura rural se debe
trabajaron sus mejores arquitectos, desde integrar ejemplos que conforman una parte
Blanqui y Prímoli, que estuvieron vinculados importante del patrimonio arquitectónico de
sucesivamente a Iesús María y Alta Gracia, los argentinos, las capillas rurales que, jalo­
hasta Antonio Harls, que construyó Santa Ca­ nando los caminos y atendiendo a una feligre­
talina. La calidad de estas obras las califica co­ sía dispersa en el campo, fueron dando en mu­
mo ejemplos emblemáticos de la arquitectura chos casos forma a pequeños poblados.
hispano-criolla y, junto con las misiones jesuí­ Algunas, sobre todo en las provincias del
ticas, demuestra el valor del patrimonio arqui­ Noroeste, tienen origen en antiguos poblados
tectónico argentino materializado fuera de las de indios o en encomiendas repartidas en el
grandes ciudades. siglo XVI, que han evolucionado hacia asenta­
Ejemplos similares serían el templo de San mientos urbanos estables. Tal el caso de la ma­
Iosé de Lules en Tucumán, aunque al parecer yoría de los templos de la quebrada de Huma­
fue completado por los dominicos tras la ex­ huaca en la provincia de Jujuy. Desde el límite
pulsión de los jesuitas. En Tucumán, la casa con Bolivia, donde, en las tierras de la familia
del obispo Colombres, realizada a comienzos Campero, cuya finca principal estaba en Yavi
del XIX con una doble planta con galería de hacia el sur, se desarrollaba un conjunto irn­
arcos frontales que daban a un extenso huerto portante de caseríos en torno de estas capillas.
66 de naranjos e higueras. Su presencia señala el Tafna, Antiguyoc, Cobres, Casabindo, "Cochi­
LAS CIUDADES Y EL MEDIO RURAL

noca, Rinconada, Coranzulí, Susques, mues­ en Catamarca (Fiambalá, l-Iualfin, Capilla del
tran en la zona del altiplano de la Puna jujeña Rosario), La Rioja (Los Sarmientos, San Blas
la marca de los asentamientos indígenas o pe­ de los Sauces, Nonogasta) y la región cordobe­
queños poblados mineros. sa, con obras más elaboradas técnica y formal­
Poblados como Susques manifiestan la mente, como la capilla de Candonga, según se
persistencia de tipologías del medio altope­ ha comentado.
ruano, estando el templo rodeado de una bar­ En la región cuyana predominaba la cons­
da perimetral y capillas posas en los ángulos trucción de tierra; las “bóvedas de Uspallata”
del atrio. En el caso de Casabindo, las capillas (rehechas con el método original) tienen las
posas se encuentran en la propia plaza y mar­ mismas soluciones cupuliformes usadas en el
can la tendencia hacia la sacralización del es­ templo de Lagunas de Guanacache, valiosa
pacio externo. Estas capillas están decoradas obra de arquitectura hispánica mendocina. La
en la mayoría de los casos con retablos de ado­ articulación con el paisaje natural y el sentido
be encalados y pinturas murales. Los ejemplos mimético califican a esta arquitectura popular
de estas pinturas que se encuentran en Sus­ en su compromiso con el sitio donde se erige.
ques, Coranzulí, Santo Domingo de Oro y Ca­
sabindo, se prolongan hacia el sur en ejemplos
como Hualfin en Catamarca o San Isidro de la LA CULTURA URBANA Y ARQUITECTÓNICA
Sierra de Minas en La Rioja. En Yavi, los reta­ EN EL Río DE LA PLATA AL CREARSE

blos son de madera dorada y lo mismo se pue­ EL VIRREINATO

de encontrar en los ejemplos ubicados sobre el


camino de la quebrada de Humahuaca, donde El actual territorio argentino tenía, al pro­
abundan también los lienzos de pintura cuz­ mediar el siglo XVIII, varias redes de centros
queña que señalan la dinámica del comercio urbanos. Predominaban las trece ciudades li­
con el Perú. gadas por la trama viaria troncal, doce funda­
Las capillas de Huacalera, Purmamarca y das en el siglo XVI, y Catamarca en el XVII pe­
Tumbaya marcan la presencia de una tipolo­ ro con antecedentes previos; todas eran cabe­
gía habitual en la región, donde el avance de la ceras de comarcas administradas por cabildos,
cubierta de madera y tejas genera una especie y Córdoba y Buenos Aires eran, además, capi­
de atrio cubierto, usado generalmente para tales provinciales del Tucumán y del Río de la
ubicar a los caciques al comenzar el ritual fes­ Plata.
tivo o resguardar a los viajantes de los fre­ En cada comarca había poblados peque­
cuentes temporales. Algunos de estos atrios ños y medianos en cantidades diversas y con
presentan “poyos” o bancos de adobe a los la­ variadas dimensiones, funciones y caracterís­
dos de la puerta. En la capilla de Uquía la to­ ticas. Las rutas troncales de Buenos Aires a
rre está separada del templo y ubicada en la Santiago de Chile, al Alto Perú y al Paraguay, y
esquina de la barda del atrio, en una solución las zonas limítrofes con el Gran Chaco y con la
que también se halla en capillas rurales del Pe­ pampa exterior y el norte de la Patagonia,
rú y Bolivia. Hay capillas similares en Tucu­ tuvieron los mayores procesos de formación
mán (Chicligasta, San Ignacio de La Cocha), espontánea o instalación planificada de esos 67
TERRÏÏORIO Y POBLACION

poblados, que eran cabeceras y centros de ser­ líticas del sur del continente en favor de Bue­
vicios entre grandes extensiones rurales. nos Aires que, a su papel político de cabecera
En el Nordeste, en la actual provincia de virreinal, sumaba su jerarquización comercial;
Misiones y áreas de Paraguay, Corrientes, y la por eso la ciudad creció y tuvo transformacio­
Banda Oriental del Uruguay (ahora corres­ nes rápidas en su panorama edilicio.
pondiente a Brasil), estaban los treinta pue­ La cultura urbana lograda por la hispani­
blos guaraníes cuyo orden en la sistematiza­ zación de América estaba consolidada al fina­
ción barroca de sus trazados, y la jerarquía ar­ lizar el siglo XVIII. Las trece ciudades ejercían
quitectónica alcanzada por sus edificios mo­ su liderazgo histórico en la organización del
numentales y particulares, hacían de ellos un territorio, en tanto las políticas de la Corona y
conjunto de alto valor, no apreciado debida­ la lógica de los acontecimientos daban tam­
mente en la época posjesuítica tratada aquí. bién a los pequeños poblados formados en sus
En esas vísperas del Virreinato, comenzaba comarcas papeles de análoga naturaleza con
a extinguirse el predominio de los recursos, menor alcance.
tradiciones y características ambientales de
cada región, en el aspecto de ciudades y pobla­
dos: la simbiosis entre herencias estéticas his­ LA PLANIFICACIÓN DEL TERRITORIO

panas y autóctonas, indígenas o derivadas del Y LOS PEQUEÑOS POBLADOS


medio local, desarrollada en el contexto de
una pluralidad acorde a las diversidades loca­ Las ciudades y los pequeños pueblos te­
les y a la creatividad intuitiva y empírica del nían, entre otras analogías, las funciones ter­
mundo barroco era desplazada por nuevas in­ ciarias de unas y otros como sedes de autori­
fluencias académicas, racionalistas e histori­ dades políticas y eclesiásticas de mayor o me­
cistas del neoclasicismo europeo, que habrían nor jerarquía, y centros de servicios diversos y
de caracterizar la época del Virreinato, la Re­ del comercio regional, comarcal o zonal, se­
volución de Mayo y los años inmediatamente gún los casos. Eran redes urbanas. nacientes, y
posteriores. por eso su relación con el sistema de caminos
Buenos Aires, “puerta de la tierra” y cabe­ resultaba vital para que los poblados pudiesen
cera de todos los caminos troncales, se afianzó formarse, prosperar e incluso subsistir.
en su papel por decisiones del virrey Pedro de El objetivo de consolidar poblando, logra­
Cevallos: el bando del 8 de julio de 1777, pro­ do en el siglo XVI con la fundación de las ciu­
hibiendo exportar metales sin amonedar, sal­ dades, se completó en el XVIII con la forma­
vo por su propio puerto, liquidó la subordina­ ción de aldeas, poblados y villas nuevas, don­
ción de Potosí a la ceca de Lima, y el auto del de se procuró agrupar a la población rural dis­
6 de noviembre de 1777 de “libre internación" persa para su mayor seguridad y mejor calidad
abrió el puerto bonaerense al tráfico con Espa­ de vida. También se acudió a la inmigración
ña, hasta que el Reglamento y Aranceles para externa regulada por la Corona, adecuando al
el Comercio Libre de España a Indias (12 de caso el Fuero de Nuevas Poblaciones de Anda­
octubre de 1778) ratificó esa política. Se mo­ lucía, establecido en 1767 para impulsar con
68 dificaban así las estructuras económicas y po­ pobladores alemanes el desarrollo urbano de
LAS CIUDADES Y EL MEDIO RURAL

algunas zonas andaluzas, y aplicado también urbanizaciones mínimas en puertos y a lo lar­


en la crítica región de Alta California, aunque go de caminos desde comienzos del siglo
con la variante de combinar fuertes y guarni­ XVIII, y el Obispado la respaldó en 1730 al eri­
ciones con núcleos de familias españolas y mi­ gir parroquias con sedes en varias poblaciones
siones franciscanas de indígenas locales. nacientes. Tales los casos de Bajada del Paraná
No deja de ser oportuno acotar —en una (hoy Paraná) y Capilla del Rosario (hoy Rosa­
visión de conjunto—_ que así como la red de rio) en puertos del río Paraná; la capilla santa­
trece ciudades ejercerá, luego de la emancipa­ fesina de Coronda; Luján en un camino bo­
ción, un papel fundamental en la organización naerense, junto al santuario y a una guardia
federal del Estado argentino, los poblados pe­ fiscal; San Antonio de Areco casco de estancia
queños del período hispano complementan la y capilla, en un cruce de caminos.
estructuración física del territorio, y ejercen Alexander Gillespie, ex combatiente britá­
con el tiempo funciones importantes. La for­ nico en la primera invasión inglesa a Buenos
mación y desenvolvimiento de esos pueblos y Aires (1806), debió ser alejado de la capital, y
aldeas, espontáneos o planificados, han de­ reunió sus recuerdos sobre rutas y poblaciones
pendido de circunstancias y problemáticas en un libro editado en español con el simple
propias de cada región, por lo cual se configu­ título de Buenos Aires y el Interior. Anota que
ran procesos de urbanización disímiles. vio la torre de Luján cinco horas antes de lle­
gar, ya de noche, y a la mañana siguiente reco­
rrió la villa con trazado cuadricular, calles rec­
LA REGIÓN DEL LITORAL tas y angostas, más de doscientas casas de ba­
rro, sólo tres con planta alta, un cabildo, y una
La intendencia de Buenos Aires abarcaba iglesia hermosa con cúpula y “por fuera seme­
el litoral fluvial argentino, con las comarcas de jante a las capillas de nuestro país”.
Corrientes, Santa Fe y Buenos Aires, parte de Gillespie pasó después a San Antonio de
las Misiones y el Gran Chaco al norte y la Areco: bien situado sobre una loma, entre cer­
pampa exterior al sur; en estas dos últimas se cos cuadrados de frutales, y agrega que: “Entre
producían conflictos analizados en otros capí­ otras mejoras introducidas por los jesuitas, la
tulos de esta obra. También la sociedad hispa­ quema de ladrillos ha contribuido mucho al
no-criolla tenía intereses dispares y enfrenta­ aspecto de los pueblos del Interior. Aquí no
mientos internos cuyos resultados eran, entre son quemados, pero las casas están todas blan­
otros: la ausencia de centros urbanos en casi queadas...”, y describe el método para cocer la­
todo Entre Ríos, la estrechez territorial de la drillos al sol y con fuego central.
zona de estancias de cría al norte del Salado La comarca bonaerense fue fecunda en la
bonaerense, la formación espontánea de po­ generación de pueblos espontáneos durante
blados en las comarcas de Buenos Aires y San­ el siglo XVIII, y el resumen expuesto en el
ta Fe, y la negativa de sus cabildos a admitir su Cuadro l de este capítulo exime de un co­
existencia. mentario más descriptivo. En cuanto a mor­
La acción espontánea de propietarios ru­ fologías de trazas, era común la cuadrícula,
rales o de grupos de vecinos gestó aldeas y con fallas en la delineación debidas a la torpe­ 69
TERRFFÜRIO Y POBLACJÓN

CUADRO l
FORMACION DE PUEBLOS EN LA COMARCA BONAERENSE

En reducciones 2
PUEBLOS BONAERENSES FORMADOS PREVIAMENTE AL VIRREINATO

Baradero, 1616 - Quilmes, 1666 ­


abiertos a españoles y criollos en el siglo XIX
Sobre caminos y junto a capillas 6 San Isidro, aprox. 1706 - Luján, aprox. 1730 ­
Pilar, aprox. 1740 - Capilla del Señor, aprox. 1740
Merlo, aprox. 1749 - Arrecifes, aprox. 1749
Sobre puerros y junto a capillas 2 San Nicolás de los Arroyos, 1748 - Ensenada de

Sobre puertos 2 Barragán, aprox. 1750


San Pedro, aprox. 1730 - Tigre, aprox. 1750
En cruces de caminos, junto a pastas 3 San Antonio de Areco, aprox. 1740 - Pergamino,
aprox. 1745 - Morón, 1764
15

PUEBLOS BONAERENSES FORMADOS EN EL PERÍODO VlRRElNAL

Nuevas poblaciones 9 Guardia de Luján, hoy Mercedes, 1753 y 1779 ­


Salto, aprox. 1759 y 1779 - Chascomús, 1779 ­
San Miguel del Monte, 1779 - Carmen
de Patagones, 1779 - Carmen de Areco, 1780 ­
Rojas, 1783 - Navarro, 1797
Junto a capillas 4 Magdalena, 1776 - San Vicente, 1780 ­
Lobos, 1802 - San Andrés de Giles, 1806
En un puerto, junto a capilla l Zárate, aprox. 1780
En un cruce del Riachuelo l Barracas al Sur, hoy Avellaneda, aprox. 1790
Fundación del virrey l San Fernando, 1805
16

za de agrimensores, no pocas veces improvi­ comarca bonaerense, como la real cédula del
sados; pero algunos puertos como Las Con­ 10 de julio de 1753 y posteriores. Un proyecto
chas (hoy Tigre) y San Pedro tenían tramas de del gobernador Vértiz para poblar y fortificar
calles bastante irregulares, que se cuadrícula­ la sierra del Volcán (1774), y otro del cabildo
rían en el siglo XIX. mismo para fundar tres pueblos entre el Vol­
Los cabildos de Buenos Aires y de Santa Fe cán y las Salinas Grandes, quedaron sin ejecu­
fueron mezquinos con los pequeños poblados, ción al agravarse el conflicto brasileño.
al desconocerles la entidad jurídica prevista Al margen de los planes y proyectos oficia­
por las leyes y cumplir sólo en pequeña parte les para formar pueblos al norte del Salado,
70 las directivas regias para formar pueblos en la durante el siglo XVIII nacieron otros centros
LAs CIUDADES Y EL MEDIO RURAL

que prosperaron pese a la reticencia del cabil­ EL PLAN PARA PATAGONIA,


do y a la poca firmeza de los gobernadores en OBJETIVOS Y PROYECCIONES
aplicar lo dispuesto en las Ordenanzas de des­
cubrimiento, nueva población y pacificación de El Atlántico sudoccidental era para las pro­
las Indias de 1573, donde se disponía que al vincias del Río de la Plata, en la segimda mitad
asentarse una nueva población, el gobernador del siglo XVIII, un área de riesgo por las an­
debía declarar si habría de ser “ciudad, villa o danzas de pesqueros británicos, que ocuparon
lugar”, y conforme a ello dar autoridades y ju­ durante varios años una base en Malvinas, y
risdicción al poblado y distribuir tierras a sus también porque se temía una invasión al litoral
vecinos, normas cumplidas en general en las patagónico, fuese en busca de abrigos para sus
nuevas poblaciones de la Banda Oriental y en naves, o de una compensación territorial por la
algunas de Entre Ríos, pero no en el caso bo­ pérdida de sus colonias norteamericanas.
naerense donde tampoco se respetaban con La boca del río Negro era el punto crítico
anterioridad. de nuestra costa austral, y en esto coincidían el
Los pueblos bonaerenses de origen espontá­ marino español Francisco Millau y Miraval y
neo en la etapa virreinal (1776-1810) compo­ los jesuitas José Cardiel y Tomás Falkner,
nen situaciones diversas; San Vicente se forma quien además creía que ese sitio era mejor que
por decisión de su párroco y terrateniente a la Malvinas, Deseado o San Julián para formar
vez; San Andrés de Giles fue fundado por el pá­ un pueblo “porque hay cantidad de leña y
rroco de San Antonio de Areco; Magdalena na­ agua, y campo bueno para la agricultura, ca­
ce por acuerdo de vecinos para establecer allí la paz de sostener bien a sus pobladores”. Ade­
sede del curato; Zárate evoluciona como un ca­ más, por nacer en la cordillera, ese río era una
serío que recién en 1827 se amanzana y lotea ruta natural para sorprender a la plaza fuerte
con regularidad; Lobos es fundado por su terra­ de Valdivia por sus espaldas (flanco menos de­
teniente en forma legal; en cambio Barracas al fendido), conquistar Valparaíso y someter a
Sur nace por la realidad de los acontecimientos Chile.
locales, como una aldea espontánea en tomo del Los ministros Iosé Moñino conde de Flo­
camino, el puente, las barracas y las postas. ridablanca, y Iosé de Gálvez, experto por su
Los núcleos de origen más espontáneo co­ gestión en el noroeste mexicano, prepararon
mo Tigre, Pergamino o Barracas al Sur, refle­ el plan aprobado por real cédula del 23 de
jan en la irregular diagramación de sus calles marzo de 1778, completado con el decreto
ciertos pormenores de su propia historia. La del 7 de mayo, otros documentos de la Coro­
preponderancia que en los dos últimos han te­ na, y las Instrucciones del virrey Iuan Iosé de
nido los caminos se reflejaba (según los planos Vértiz. Se asignó un subsidio de la Corona
más antiguos pues mucho se ha modificado) consistente en dar herramientas de trabajo,
en una axialidad alargada que disponía lineal­ bueyes, enseres, semillas, tierras, casas y esti­
mente la retícula de sus calles. En las tramas pendio temporario a los pobladores, que se
actuales suelen subsistir algunas de esas irre­ inscribirían libremente y tendrían costeado el
gularidades, como testimonios aislados de sus viaje con su grupo familiar, sus muebles y
orígenes singulares. equipajes. 71
TERRITORIO Y POBLACIÓN

Debian erigirse dos fuertes con pueblos en la margen norte, sobre la meseta, se erigió
autosuficientes, uno en la boca del río Negro, la fortaleza cuya construcción dirigió el inge­
y otro en bahía San Julián o más al sur y más niero militar José Pérez Brito. Subsistió cien
cerca del estrecho de Magallanes, con bases de años, aún existen su torre y algunos muros in­
pesca y extracción de sal para los saladeros bo­ teriores, y su solar lo comparten ahora la igle­
naerenses, pudiendo servir también de escala sia parroquial, la escuela provincial, el colegio
o apoyo para otros más alejados. Ambos de­ salesiano y el palacio municipal de la ciudad
bían emplazarse en sitios con aire puro y salu­ bonaerense de Carmen de Patagones.
dable, altos pero no mucho, por las molestias Un asentamiento provisorio se situó en
de los vientos, con manantiales o pozos de Puerto Deseado (abril de 1780); el 5 de di­
agua potable, disponibilidad de leña y suelo ciembre se fundó en puerto San Julián la Nue­
fértil para sementeras y frutales; y por su ubi­ va Colonia de Floridablanca, y en su periferia
cación debían favorecer la defensa del puerto. varios grupos de tehuelches súbditos del caci­
Los pobladores, cuya selección, con la que Julián Gordo, reunieron sus toldos y ayu­
puesta en práctica del plan, se encomendaba al daron a los fundadores. Hubo problemas con
intendente de Galicia, Jorge Astraudi, serían el agua, el clima y la salubridad, pero comen­
familias de León, Galicia y Asturias, pobres pe­ zaba a prosperar cuando fue desmantelada el
ro laboriosas, instruidas en la agricultura o en 18 de enero de 1784, por gestión de Vértiz an­
“oficios útiles”; se preferirían los casados sobre te la Corona, basado en que requería subsidio
los solteros, aunque algunos podrían serlo si constante.
su habilidad lo justificaba. Los contingentes migratorios totalizaron
Tras varios cambios, se designó comisario algo menos de dos mil personas; procedían ca­
superintendente en puerto San Julián a Anto­ si todos de Castilla la Vieja, León, Asturias, y
nio de Viedma, y, con igual cargo en Bahía sin Galicia (en ese orden). Llegaron al Río de la
Fondo (río Negro) a su hermano Francisco de Plata en once embarques entre 1778 y 1784;
Viedma, experto en técnicas agrícolas, que en pero sólo 225 (11,6%) fueron al litoral patagó­
sus posesiones de Iaén había participado en el nico. Regresaron a Montevideo algunas desti­
Plan de las Nuevas Poblaciones de Andalucía. nadas a Patagones y casi todas las que habían
El 7 de enero de 1779 se fundó el primer asen­ poblado la Nueva Colonia de Floridablanca.
tamiento en puerto San Iosé, península Val­ Los retornos a España fueron mínimos.
dés, con un fuerte que subsistió hasta el 7 de Hubo pocas deserciones y casi todos cumplie­
agosto de 1810, cuando el gobierno de Buenos ron su contrato, aunque en destinos diversos.
Aires decidió desmantelarlo pero a la vez, ese Algunos en las nuevas poblaciones del Salado
mismo día, quedó destruido por un ataque de bonaerense: Chascomús (26 personas), Ran­
indios. chos (91), San Miguel del Monte (22), Guar­
Para identificar la boca del río Negro hubo dia de Luján (32), Salto (20) y Rojas (32).
exploraciones especificas, y el 22 de abril de Otros pasaron a “castellanizar” la Colonia del
1779 emplazó Francisco de Viedma en la ban­ Sacramento, de donde se habían retirado mu­
da sur un fuerte provisional que destruyó chos portugueses; la mayoría se distribuyó en­
72 pronto la creciente. El 19 de junio de ese año, tre las nuevas poblaciones de la Banda Orien­
LAs CIUDADES Y EL MEDIO RURAL

tal: San José (211), Minas (168), Santa Lucía 1779, cerró por un tiempo el debate sobre am­
(148), Canelones (45), Pando (27), Rocha pliar o no la zona de estancias, y fue base de un
(23), Solís (23), y también Maldonado (191), plan territorial y urbano a la vez, pues se dis­
San Carlos (185) y la ciudad de Montevideo puso emplazar fuertes en Chascomús, Monte,
(254), con lo cual se compensaron en algo las el confín de Luján (hoy Mercedes) donde se
bajísimas densidades demográficas, caracte­ estableció la comandancia de la línea, y las na­
rísticas del país oriental durante largo tiempo. cientes del río de los Arrecifes (hoy Salto); for­
Carmen de Patagones es el único centro tines en Ranchos, Lobos, Navarro, confín de
subsistente del plan patagónico y su ámbito fí­ Areco (hoy Carmen de Areco), una guardia en
sico manifiesta su singular historia: el casco Rojas, y fortines en Mercedes (hoy Colón) y
fundacional tiene origen planificado pero es Melincué.
irregular, porque al llegar sus pobladores en Félix de Azara, en un reconocimiento he­
1779, adaptaron como viviendas las cuevas ex­ cho en 1796, juzgó excesivo el costo y el dise­
cavadas en el talud de la barranca, donde se ño de estos reductos, abaluartados según las
protegían de los vientos y los fríos. Entre 1800 tipologías de Vauban, y rodeados de foso y es­
y 1802, se hizo la población de Nueva Murcia tacada, para enfrentarse con “indios de a caba­
con casas de mampostería, a unos trescientos llo, armados de bolas y lanza” contra quienes
metros al este del fuerte, sobre la meseta. Pero bastarían cuadrilongos de simple estacada,
el sitio era desprotegido y muchos pobladores equipados con armas de fuego.
volvieron a sus cuevas que ampliaron con ha­ Para consolidar los centros urbanos que se
bitaciones de ladrillo, en tanto las calles se debían formar sobre esa línea, se publicó un
configuraron según las líneas de igual nivel y bando el 3 de octubre de 1780, ordenando que
las de menor pendiente. la población rural dispersa se reuniese a dis­
Fue así como en el confín rioplatense más tancia de un tiro de cañón de los fuertes, con
remoto, a casi mil kilómetros al sur de Buenos pena de vida para los renuentes; y el 11 de
Aires, surgió una pequeña ciudad planificada marzo de 1781 se circuló una orden general a
y espontánea a la vez (según la escala de análi­ los sargentos mayores para continuar esa ac­
sis que se aplique) cuya traza geomórfica es ción, que habría de complementarse con el
común en Europa y muy rara entre nosotros, aporte de algunas familias llegadas desde Es­
y que sobrevivió subsidiada por la Corona, pe­ paña, para el plan de poblamiento patagónico.
ro sostenida con el sacrificio de sus vecinos. La misma línea se prolongaba en la co­
marca cordobesa al norte o al sur del río
Cuarto, según los tramos, pero cercana a éste.
LA LINEA VÉRTIZ-BETBEZÉ-SOBRE MONTE El gobernador Iuan Victorino Martínez de Ti­
Y su EFECTO URBANIZADOR neo (1749 a 1754) promovió la erección a pa­
rroquia de una capilla rural, en cuyo alrede­
La línea de fuertes y fortines al norte del dor había un pequeño caserío que fue origen
Salado bonaerense, proyectada por el teniente de la actual ciudad de Río Cuarto, y constru­
coronel Francisco Betbezé de Ducós, y apro­ yó un fuerte allí y otro en la Punta del Sauce
bada por el virrey Vértiz el 1° de junio de (hoy La Carlota) para guarnecer la región. 73
Tl-ÏRRITORIO Y l’()Bl.A(Íl(')N

Otra fundación de 1751 fue la reducción fran­ el caserío y contribuir así a consolidarlo, por­
ciscana del Espinillo, o San Francisco del Río que ese sitio se reconocía como uno de los me­
Cuarto, actual Villa Reducción, departamento jores para población formal, “por la propor­
Juárez Celman. ción en que se halla el agua, leña y pastos”.
El virrey Cevallos dejó en proyecto dos re­ Diez años después solicitará a la metrópoli las
ductos nuevos en Asunción de las Tunas y declaratorias de villas en favor de La Carlota y
Punta del Sauce, construidos hacia 1779 por el Concepción del Río Cuarto, concretadas por
gobernador Andrés de Mestre, pero insufi­ reales cédulas del 12 de abril de 1797.
cientes para proteger esas extensas llanuras si­ Los trazados de estos pueblos del Salado y
tuadas a unos 200 kilómetros al sur de la capi­ el río Cuarto respondían a una tipología muy
tal cordobesa, y cuyas estancias se despobla­ específica. Se había previsto aplicar las leyes
ban de manera incesante. sobre “población de las ciudades, villas y pue­
El marqués Rafael de Sobre Monte, que blos” de la Recopilación de Indias, y pueden re­
asumió el 7 de noviembre de 1784 la goberna­ conocerse algunos rasgos del diseño previsto
ción intendencia de Córdoba, estructuró una allí; pero el detalle tipológico más general es
línea estable de fuertes, fortines, villas y aldeas, emplazar el fuerte en el eje de simetría de la
y afianzó la población permanente, urbana y traza, hacia afuera de su perímetro, pero fren­
rural, al sur de las antiguas comarcas de Cór­ te a la plaza mayor; de modo que el núcleo or­
doba, San Luis y Mendoza, dio mejor protec­ denador forma la secuencia iglesia-plaza-fuer­
ción al camino de Buenos Aires a Santiago de te, el caserío se ordena en tres lados de la pla­
Chile, y consolidó el control fiscal sobre el trá­ za y el fuerte sobresale de la cuadrícula, por el
fico de mercaderías, cuyo producido compen­ cuarto lado, como clave del conjunto.
só en gran parte el costo de esas obras. La composición descripta se reconoce en
El tramo cordobés de la línea de Sobre los planos de La Carlota y Luisiana, existentes
Monte tenía, hacia 1786, este desarrollo: guar­ en el Archivo General de Indias; también se
dias de Loreto en el Zapallar, Asunción de las distingue en el de Río Cuarto pero, en este ca­
Tunas, San Rafael de Loboy, Punta del Sauce so, con la variante de no haber secuencia entre
(después La Carlota), San Carlos en el paso de la plaza y el fuerte, por tratarse del plano de
las Terneras (después La Luisiana), reducción ensanche diagramado según directivas del
franciscana, Santa Catalina (avanzada hacia el marqués de Sobre Monte, ante el crecimiento
sur), San Bernardo, Concepción del Río Cuar­ demográfico de la nueva villa.
to (hoy Río Cuarto), San Fernando en Sampa­ La falta de planimetría original impide co­
cho (avanzada casi S0 kilómetros al sudoeste nocer los diseños urbanos primigenios de
de Río Cuarto). Chascomús, Ranchos, Monte, Mercedes, Salto,
A la iniciativa del marqués de Sobre Mon­ Rojas y otros pueblos de la frontera interior
te deben su fundación varios pueblos del sur bonaerense; pero el análisis de piezas carto­
cordobés: La Carlota, La Luisiana, Santa Cata­ gráficas del segundo y tercer cuarto del siglo
lina, San Bernardo y San Fernando; y entusias­ XIX permite inferir que también en éstos exis­
mó a los vecinos dispersos en cercanías de tió esa combinación de elementos de la teoría
74 Concepción del Río Cuarto para radicarse en urbanística indiana y el desfasaje de la plaza
LAS CIUDADES Y EL MEDIO RURAL

mayor hacia uno de los lados de la traza, para río Quinto; otro fortín se emplazó en el Morro
formar la secuencia antedicha. Al menos pare­ en 1735, después el de San Iosé del Bebedero al
ce que así estuvieron diagramados en su inicio sur de la laguna de ese nombre (45 kilómetros
los cascos fundacionales de Chascomús y al sudoeste de San Luis) y en 1779 el de San
Mercedes, y también el de Tandil, aun cuando Lorenzo del Chañar sobre el mismo río Quin­
éste data del año 1823 y está, por lo tanto, fue­ to (25 kilómetros al sudeste de Las Pulgas).
ra de nuestra época de estudio. La comarca de Mendoza no tuvo conflic­
En estas poblaciones de frontera, el edifi­ tos graves con las comunidades indígenas de
cio emblemático era la guardia o fuerte. Según sus territorios más australes hasta 1769, cuan­
Gillespie, el fortín de Areco (Carmen de Are­ do hubo malones sobre el valle del Diamante,
co) era de adobe “con planta en estrella; el de ante lo cual se decidió emplazar el fortín San
Salto era más grande con dos de sus frentes Carlos, en la confluencia de los arroyos Yaucha
construidos con tierra endurecida sacada del y Aguanda, a unos cien kilómetros al sur de la
río y los otros protegidos por un foso y paliza­ ciudad. En diciembre de 1770, hubo en la zo­
das”, los cuarteles estaban ruinosos pero las na nuevos malones que se reiteraron, a pesar
casas blanqueadas, dispuestas en cuadras, con de la resistencia opuesta por las milicias. En
jardincitos por delante, y en lados opuestos de 1780 se celebró un parlamento con los pe­
la plaza estaban la iglesia y el fuerte. Más chi­ huenches y se acordó la paz, pero otros grupos
co que Salto era el pueblo de Rojas, pero “con continuaron la violencia.
casas en mejor condición” y huertas más lin­ El marqués de Sobre Monte visitó el sur
das, y el fortín Melincué, que carecía de pobla­ mendocino en 1786 y lo halló destruido y des­
do, estaba casi por completo en ruinas. poblado; celebró con los pehuenches un nuevo
La atención de la línea del Salado decayó parlamento y se acordó una alianza para enfren­
tras la primera invasión inglesa, y su defensa se tar a las tribus huiliches que eran el enemigo co­
descuidó al disolverse el Cuerpo de Blanden­ mún; reorganizó las milicias, les compensó
gues, y destinarse las guarniciones y equipo de sueldos atrasados, reconoció a los estancieros
la frontera a las campañas por la Revolución de los daños sufridos; les distribuyó tierras y gana­
Mayo. Por eso el coronel Pedro Andrés García, do, y fundó una población junto al fortín San
al visitar en 1810 la Guardia de Luján, tuvo una Carlos (la actual cabecera del departamento
mala impresión por el estado del fuerte, la ca­ mendocino de Nueve de Julio). El diálogo con
pilla y las viviendas de los vecinos. los ranqueles permitió incluirlos en el acuerdo
La frontera de San Luis estaba, al asumir el de paz, y se reinició una etapa de prosperidad.
marqués de Sobre Monte, menos protegida
que la del sur cordobés. El conflicto con las tri­
bus ranqueles era latente con algunos enfren­ LAS NUEVAS POBLACIONES DE ENTRE Ríos

tamientos graves; ya en 1723 había ocurrido


un choque violento en la zona del Morro (a La actual provincia de Entre Ríos fue rural
media distancia entre la actual ciudad de Río hasta muy entrado el siglo XVIII. Integraba la
Cuarto y San Luis); se estableció entonces el jurisdicción de Santa Fe cuyo cabildo, escaso
fortín Las Pulgas (hoy Villa Mercedes) sobre el de recursos, sólo la ejercía en la práctica entre 75
Tlckkrroiuo Y POBLACION

Nogoyá y la Bajada Grande (hoy Paraná). El virrey, designó a Rocamora para ejercerlo y,
cabildo bonaerense asumió atribuciones sobre entre otras funciones, lo facultó para organi­
las vaquerías entrerrianas (real cédula de zar la fundación de cinco villas: Paraná, Nogo­
1672), sobre las cuales también incursionaban yá, Concepción del Uruguay, San Antonio de
accíoneros de Santa Fe y hasta de Corrientes; Gualeguay, y Gualeguaychú, así como para
mientras grandes extensiones de tierra perma­ nombrar agrimensores y delinear las trazas
necían ociosas. En la Bajada se construyó en urbanas respectivas.
1715 la capilla de la Inmaculada Concepción, El proyecto de traza para estas villas se ba­
hacia 1720 se inició el asentamiento espontá­ só en interpretaciones muy peculiares del ur­
neo, y en 1731 se erigió la parroquia con sede banismo indiano, y entre sus características
en ese vecindario. explicaba que su orientación sería a medio
La estructura territorial amorfa, sin una rumbo y “la plaza deberá ubicarse de suerte
red funcional de centros urbanos, y el aumen­ que sus cuatro ángulos se fijen en los cuatro
to de una población rural espontánea, consti­ puntos cardinales; que tenga en ella solares la
tuían un caso atípico en el espacio hispanoa­ iglesia, la casa del concejo con cárcel, y tiendas
mericano. Tras erigirse el Virreinato, lograrse destinadas a propios, y que de la misma sal­
el relativo equilibrio pacífico en la frontera gan, con la correspondiente anchura, las cua­
con Brasil, por el tratado de San Ildefonso tro calles principales y las ocho angulares...”.
(1777), concretarse en la llanura bonaerense la Se configuraba así un cuadrilátero central
línea Betbezé y fundarse las nuevas poblacio­ de cuatro manzanas con la plaza de 120 varas
nes en la Banda Oriental (con recursos huma­ por lado, rodeada por ocho pabellones alarga­
nos de la costa patagónica), el virrey Vértiz en­ dos de nueve varas y media de ancho para ser­
caró la situación entrerriana y encomendó su vir de recovas o centro comercial, y un paseo
diagnóstico al mayor Tomás de Rocamora, ni­ exterior perimetral de veintisiete varas y me­
caragüense, que habría sido colaborador de dia de ancho; con la iglesia y la escuela situa­
Pablo de Olavide en el plan de Nuevas Pobla­ das en las dos cuadras del ladosudoeste, y el
ciones de Andalucía. cabildo y demás edificios públicos en el costa­
Rocamora envió al virrey, entre agosto de do opuesto. Los ejes del trazado serían dos
1782 y enero de 1783, sus análisis de la situa­ avenidas de catorce varas, y el proyecto en su
ción territorial, urbana y demográfica de En­ conjunto constaba de ocho manzanas por la­
tre Ríos, y un proyecto de fundación de pue­ do, con cuadras de ochenta varas (69,28 me­
blos. En sus cinco distritos registró estas can­ tros) de largo, a diferencia de las 140 (l21,24
tidades de habitantes: 170 en la Bajada, 400 en metros) que miden en la ciudad de Buenos Ai­
Nogoyá, 220 en Gualeguay, 200 en Arroyo de res, y calles en general de diez varas.
la China (hoy Concepción del Uruguay), y 43 La primera de las villas entrerrianas es
en Gualeguaychú, a los que habría que sumar Gualeguay, fundada el 19 de marzo de 1783;
cantidades no calculadas de población rural luego Concepción del Uruguay, el 25 de junio,
muy dispersa. y Gualeguaychú, el 18 de octubre; en el mismo
Vértiz creó el cargo de comandante gene­ año, el virrey Vértiz aprueba por decreto las
76 ral de Entre Ríos bajo dependencia directa del tres fundaciones, así como la distribución de
LAS CIUDADES Y EL MEDIO RURAL

solares y la erección de sus cabildos. Rocamo­ componían la fachada chaco-tucumánica u


ra no procedió a una distribución de propie­ occidental. El curso inferior del Salado era el
dades rurales. límite entre la comarca de Santa Fe y el Chaco
Lo mismo debía hacerse en Nogoyá, don­ santafesino o austral. Por el este, el Paraná es­
de había una capilla desde 1782, y también en tablecía una clara separación con la comarca
Paraná, donde el caserío ya existía y era sede correntina.
parroquial; pero el cabildo de Santa Fe (imi­ Las comunidades indígenas del Gran Cha­
tando a su similar de Buenos Aires) logró im­ co eran varias y sus realidades humanas, com­
pedir lo que consideraba un cercenamiento de plejas en aspectos étnicos y culturales, pues di­
su jurisdicción, de modo que recién en 1801 se ferían en costumbres, modos de asentamiento
otorgó a Paraná la declaratoria de villa, en y localizaciones: por ejemplo, matacos en la
1813 se autorizó la erección de su cabildo, y a1 zona chaqueña occidental, mocovíes y guay­
año siguiente se concretó la creación de la pro­ curúes en cercanías del Paraná y el Paraguay;
vincia de Entre Ríos sobre la base de este terri­ los tobas eran nómadas. La Compañía de Jesús
torio atípico que, a diferencia de las restantes formó reducciones, y aplicó en ellas sus expe­
trece provincias históricas de la Confedera­ riencias de las cercanas misiones de guaraníes,
ción, no se gestó a partir de la comarca de una pero no sus modelos de organización y de tra­
capital, su denominación distrital tampoco zado urbano; las descripciones de los jesuitas
coincide con la de ciudad alguna, y su propia Paucke y Dobrizhofer sobre los pueblos de
capital provincial varió en el siglo XIX entre mocovíes (como San Javier, en Santa Fe) y abi­
Paraná y Concepción del Uruguay. pones, permiten reconocer las diversidades de
El plan de Rocamora para las nuevas po­ diseños.
blaciones entrerrianas ha tenido suma tras­ Los conflictos internos entre las parciali­
cendencia para la definitiva estructura espa­ dades chaqueñas y sus enfrentamientos con
cial de la República Argentina, en tanto las las poblaciones hispano-criollas de su perife­
pautas de diseño que caracterizaron sus traza­ ria determinaron a éstas a proteger sus límites
dos fundacionales configuraron un paso im­ con fuertes que generaron asentamientos ur­
portante hacia la modernidad en la historia banos como San Cosme en Corrientes; Santa
urbana de nuestro país. Bárbara en Jujuy; Pitos, San Fernando del Río
del Valle, y El Piquete en Salta. Y los proyectos
del siglo XVIII con el fuerte y el poblado en un
PUEBLOS EN LA REGIÓN CHAQUEÑA plan urbano común, como en la región cha­
Y SUS CONFINES queña y la frontera cordobesa (proyecto Del
Castillo, 1774).
La extensa línea irregular formada por el En el área chaco-tucumánica regía un tra­
río Lavayen - Grande de Jujuy - San Francisco tado de paz entre el cacique Paiquín y el go­
(tributario del Bermejo) y el Pasaje o Jura­ bernador Gregorio Matorras, aprobado por
mento, continuado en el Salado y afluente del real cédula del 6 de septiembre de 1777. Su su­
Paraná, deslindaban el Gran Chaco de las co­ cesor, Andrés de Mestre, marchó en 1778 al río
marcas de Jujuy, Salta y Santiago del Estero, y Zenta, a 40 kilómetros de Humahuaca, donde 77
Tl-ÏRRFFORIO Y POBLACIÓN

mataguayos y vejoses le pidieron formar la re­ Caraparí y Pizarro, para afianzar ante chiri­
ducción que denominó Nuestra Señora de las guanos y chaneses la seguridad de la nueva
Angustias del Valle de Zenta y, previo acuerdo villa, cuya población civil la constituyó por
del virrey Vértiz y un parlamento con 400 in­ presencia, en un antemural del dominio acti­
dios, se fundó en septiembre de 1779 a cargo vo del Estado.
de los franciscanos de Tarija, y se delinearon
calles rectas y plaza, el fuerte de San Andrés y
la capilla. También se erigieron en el Chaco las LAS FUNDACIONES DE SOBRE MONTE
reducciones de Nuestra Señora de los Dolores
y Santiago de la Cangayé (mocovíes) y San Si junto al río de la Plata no hubo avance
Bernardo de Vértíz (tobas). _ planificado de la frontera, fue otra la situa­
El frente chaco-santafesino fue afectado, ción en el extremo andino de la línea. Se ha
a fines del siglo XVIII, por luchas entre mo­ reseñado ya la labor del marqués de Sobre
covíes y abipones, que llevaron a fortificar Monte en el frente sur de Córdoba, San Luis
Malabrigo (1783) y Sunchales o Virreina ‘ y Mendoza, fundando poblaciones y empla­
(1790), cuidar la línea de fuertes de Cayastá, zando guardias, la última de las cuales era
Almagro, Esquina o Feliú, y Soledad, y las San Carlos al sur mendocino, donde se tuvo
guarniciones de los pueblos de San Geróni­ con las comunidades indígenas una relación
mo del Rey (hoy Reconquista), San Iavier y fluida y cordial, que posibilitó al comandan­
San Pedro, y formar tres líneas de defensa en­ te Miguel Teles Meneses celebrar, en 1805, un
tre 1793 y 1796: una de San Gerónimo al acuerdo con caciques pehuenches para “el
puesto cordobés de los Porongos, para conec­ adelantamiento de la frontera de Mendoza,
tarla con Río Seco y la línea chaco-santiague­ con admisión de la fe, y de la formación de
ña; otra interior, en la ruta de Pergamino a un pueblo y fuerte”, según el entonces virrey
Córdoba, y la tercera, junto al Paraná, entre Rafael de Sobre Monte comunicó al rey el 25
Santa Fe y San Gerónimo. de junio de 1805.
La villa de San Ramón de la Nueva Orán, La fundación comenzó con el parlamento
sobre el valle del Zenta, fue fundada el 4 de del 1° de abril de 1805, el día 2 quedó acorda­
agosto de 1794 por el gobernador intendente da su celebración, el 4 se reconoció la zona y
de Salta, ingeniero militar Ramón García de se eligió el punto más alto de la loma para el
León y Pizarro, quien la diseñó con cinco fuerte y el pueblecillo, se situó al oeste las tie­
cuadras por lado, desfasando la plaza mayor rras de pan llevar y las tomas o acequias del
hacia la base de la traza, con su iglesia enfren­ río “para regar todos los terrenos de los nue­
te, tres conventos casi equidistantes, una ave­ vos pobladores". En honor al virrey Sobre
nida perimetral de circunvalación, y en uno Monte, el cacique Caripán pidió ser bautizado
de sus ángulos el hospital y, algo más afuera, con su mismo nombre de pila, y el fuerte y la
el cementerio. Esta fundación fue un avance reducción recibieron la denominación de San
en la población estable del territorio chaque­ Rafael.
ño; dejó obsoletos a varios fortines en su re­ Sobre Monte preveía que aunque la funda­
78 taguardia, y sólo se emplazaron los fuertes de ción de San Rafael se iniciaba “en calidad de
LAS CIUDADES Y EL MEDIO RURAL

reducción”, convenía poblarla, “al modo que lo LAS MEIORAS EDILICIAS EN LAS PRINCIPALES
está la de San Carlos”. Setenta años después, el CIUDADES
Manual de las Repúblicas del Plata (edición
1876) indicaba que la localidad estaba rodea­ La nueva estructura territorial —política,
da “de chacras bien cultivadas” y los pehuen­ administrativa y económica- del sur de Amé­
ches y aucas llegaban a ella para “vender qui­ rica y el desarrollo alcanzado por las regiones
llangos, conservando relaciones amistosas con argentinas se reflejaron en varias de ellas con
los cristianos”. la formación de buen número de poblaciones
La villa de San Fernando de la Buena Vis­ pequeñas y medianas, y repercutieron en la
ta, en las lomas de Punta Gorda, al norte de capital del nuevo Virreinato que creció, se en­
Buenos Aires, fue fundada el 3 de febrero de sanchó, transformó su escenografía urbana
1806 por Sobre Monte, quien el día anterior con edificios públicos más monumentales, y
puso la piedra fundamental del templo de mejoró su calidad de vida.
Nuestra Señora de Aránzazu, frente a la plaza. La población de la ciudad de Buenos Aires
Con traza cuadricular y ordenada, su objeto era de poco más de diez mil habitantes en 1744,
era reubicar a los vecinos del puerto de Las casi el doble en 1778, y pasó a más de cuarenta
Conchas (hoy Tigre), cuya edificación había y dos mil en 1810: esto significa que se cuadru­
destruido un violento temporal e inundación plicó a lo largo de sesenta y seis años. Su área
el 5 y 6 de junio del año anterior. También se urbana se densificó en el casco central y se en­
mandó abrir el canal San Fernando para tras­ sanchó a expensas del ejido fundacional con los
ladar la faena portuaria a mejor sitio, y se barrios del Alto de San Pedro (San Telmo) al
prohibió en general hacer poblaciones en los sur, el Retiro al norte, y los hoy llamados Con­
bañados. greso y Almagro, hacia el oeste. En el centro his­
Las decisiones del virrey Sobre Monte de tórico, la edificación privada alcanzó mayores
fundar San Fernando y prohibir la urbaniza­ índices de ocupación y alturas, y acentuó allí la
ción de los bañados eran de un claro sentido necesidad de mejoras como el arreglo y nivela­
ecológico y tendían a mejorar la calidad del ción de calles para el buen drenaje de la zona y
hábitat. La fundación de San Fernando resul­ la pavimentación de las calzadas con más trán­
tó próspera, pero los intereses que se sintieron sito o de mayor representatividad institucional.
perjudicados por la restricción insistieron en Iuan Francisco de Aguirre, marino y cien­
regresar al pueblo del Tigre pese a las adversi­ tífico, opinaba que en un territorio llano como
dades naturales. el de Buenos Aires, convenía canalizar el dre­
Otras fundaciones de la misma época, co­ naje por conductos subterráneos tal cual se
mo Lobos y San José de Flores, formadas por hacía entonces en España, con la ventaja técni­
iniciativas privadas, se caracterizan también por ca de no causar modificaciones bruscas de la
trazados cuadriculares, con la plaza principal en nivelación parcelaria. Pero en vista del costo
ubicación nuclear y la iglesia frente a ella, como de la obra, se optó por reformar las pendien­
referencia arquitectónica de monumentalidad. tes de las calles, aunque no debe descartarse la
hipótesis de que en el casco céntrico se haya
excavado, antes o entonces, la red de túneles 79
TERRYFORIO Y POBLACIÓN

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Proyecto de fachada dc la catedral de Buenos Aires (1727). Archivo General de Indias.

que tanto da que hablar a falta de explicacio­ puertas de calle, y el zaguán de acceso al patio
nes categóricas y a la cual, en referencias de central, alrededor del cual se disponía la vi­
época, parece aludirse como trabajos hechos vienda del propietario. Los cuartos a la calle se
por particulares sin permisos previos. alquilaban por tres o cuatro pesos cada uno, y
El mismo autor relacionaba el crecimiento en algunos casos se los diagramaba como de­
de la población con el aumento en la ciudad partamentos de dos habitaciones, con un pa­
de la cantidad de “casas de cuartos”, caracteri­ tio pequeño y dependencias.
zadas por ubicar al frente una o más habita­ A] par que la ciudad se compactaba en el
80 ciones independientes, con sus respectivas centro fundacional y se ensanchaba en la peri­
LAS CIUDADES Y EL MEDIO RURAL

feria, se concretaban obras de uso general pa­ “que corridas en los frentes, establezcan la se­
ra la creciente población, como el paseo de la rie de los pisos...” y también de “puertas y ven­
costa o Alameda, que incluyó el arreglo de las tanas a las calles con aquel aspecto de igualdad
barrancas laterales al fuerte, para hacer en que, por punto general, debe seguirse en todos
ellas bajadas transitables hacia el río, la demo­ los edificios nuevos...”.
lición de casas que obstruían las visuales blo­ Al crearse el cargo de intendente de Policía
queando el fuego de la artillería, el terraplena­ (esto es: de la “polis”, o sea de urbanismo) fue
do del segmento norte de la costa (actual ave­ designado Mosquera, el 27 de marzo de 1785
nida Leandro N. Alem) y su forestación para y, como bien ha recordado el padre Guillermo
formar el paseo. Furlong 8.1., su labor silenciosa y prudente le
El gobernador intendente Francisco de ganó generalizadas simpatías de la población,
Paula Sanz, cuya gestión coincidió con el vi­ que eliminó los viejos cercos de tunas, unifor­
rreinato de Vértiz, tuvo al ingeniero militar mó las veredas, cooperó en nivelar las calles y
Ioaquín Mosquera como hombre de consulta costeó las placas de nomenclatura, entre otras
y entre ambos produjeron las once ordenanzas iniciativas.
del 18 de febrero de 1784 para el buen uso de Las obras públicas y monumentales supe­
los espacios urbanos y vías públicas. El 23 de raron en jerarquía y cantidad lo conocido has­
noviembre de ese año se aprobó un régimen ta entonces. Se construyó en el Fuerte el pala­
de obras particulares, que exigía presentar los cio de los Virreyes (1796), con el novedoso te­
proyectos para su previa aprobación e impo­ cho de azotea y un balcón cerrado al estilo li­
nía pautas, como las de respetar el ancho de meño. Se terminó el interior de la actual cate­
calle de once varas y alturas máximas de cinco dral (1754-1791), aunque la fachada barroca
varas para la planta baja, otras cinco para el proyectada por el arquitecto Iosé Custodio de
piso alto, más lo correspondiente a cornisas, y Sa y Faría en 1778, e iniciada en 1806, quedó
construir veredas con postes en sus bordes inconclusa y fue reemplazada por la columna­
“para que las gentes transiten con comodidad, ta que ahora existe (1822-27).
y que las puertas y ventanas guarden su orden, El primer salón teatral se inauguró en
sin que salgan de la pared más de media cuar­ 1778; era una construcción de mampostería y
ta” (casi once centímetros). techo de paja, de seis o siete metros de ancho,
Resultado colateral de esas disposiciones con media platea para espectadores de pie, seis
es el importante cuerpo documental y plani­ filas de bancos y tres de butacas, éstas frente al
métrico, conservado en el Archivo General de escenario; a los costados había cuatro palcos
la Nación, que revela no sólo el procedimien­ laterales y las cazuelas para hombres y para
to administrativo, sino también características mujeres. Por estar en medio de la antigua ran­
de la arquitectura doméstica burguesa en Bue­ chería del Colegio de San Ignacio se lo llamó
nos Aires y el tránsito del barroco popular al Teatro de la Ranchería, y subsistió hasta agos­
neoclasicismo incipiente. Al dictaminar acerca to de 1792, cuando quedó destruido por un
de la obra de los Altos de Escalada frente a la incendio accidental.
plaza de armas (Yrigoyen y Balcarce), el inge­ Para las corridas de toros se usaba la plaza
niero Mosquera anota el requisito de cornisas mayor de Buenos Aires; algunas fueron me­ 8]
TERRITORIO Y POBLACION

morables, como la celebrada en 1760 durante Córdoba la renovación urbana que la distin­
la jura por la coronación del rey Carlos III. guió desde las últimas décadas del siglo XVIII.
Entre 1790 y 1791, el maestro mayor de car­ La hábil transformación como centro comer­
pintería Raymundo Mariño construyó la pri­ cial de un soportal poco usado en la plaza ma­
mera plaza de toros, en la plaza Monserrat yor generalizó su renombre profesional y se le
(hoy Moreno) donde funcionó hasta habili­ confió la obra de la catedral, incluidos el reta­
tarse en Retiro la segunda, notable edificio de blo nuevo y la reforma de las bóvedas para dar
planta octogonal y estilo mudéjar, proyectado luz natural a las naves laterales; la capilla y
por el maestro alarife Francisco Cañete y hospital de San Roque; la remodelación y me­
construido bajo la dirección de Martín Boneo, jora de la cárcel; los campanarios del templo
cuya primera corrida se hizo el 25 de enero de de San Francisco que son neoclásicos, y la por­
1801 y la última, el lO del mismo mes de 1819. tada nueva del colegio de Monserrat, “que es
La casa del cabildo de Buenos Aires se con­ de bella arquitectura jónica”.
cluyó en 1765, y veinte años después se agregó El ingeniero López intervino en fuertes,
el segundo patio para dependencias carcela­ fortines, poblados y villas en el sur de las co­
rias. La construcción de cabildos continuaba marcas cordobesa, puntana y mendocina; en
en ciudades del Interior como Luján (iniciado normas para regularizar dimensiones, formas
en 1772, concretado entre 1788 y 1797), Santa y calidades de materiales de construcción; y en
Fe (1787-1813), San Miguel de Tucumán 1784 los estudios para situar el cementerio
(1793-1806), Salta (iniciado en 1676 y, a par­ fuera del área urbana de Córdoba y suminis­
tir de 1780, ampliado por Antonio de Figueroa trar agua a esa capital por una acequia y fuen­
y Ramón García de León y Pizarro); además tes utilitarias que, a la vez, eran objetos de or­
de proyectos en San Luis, La Rioja y otras ciu­ nato público.
dades. En general, el balcón concejil y la torre Mendoza sufrió el 22 de enero de 1782 un
para campanario son los rasgos tradicionales sismo que dañó la edificación, pero la ciudad
que los caracterizan. renació pronto. En una descripción de 1802 se
El cabildo de Córdoba debió, en 1775, de­ decía que “consta de buenos edificios e iglesias
moler su ruinosa sede e iniciar otra, que no que en el día se van cada vez mejorando, con
avanzó por falta de recursos. En 1784, asumió ocasión de residir en ella cuatro buenos arqui­
Sobre Monte la gobernación y encargó al inge­ tectos, a saber: los dos hermanos catalanes
niero voluntario Iuan Manuel López un pro­ don Jaime y don Ramón Roquer, y los dos ro­
yecto nuevo y la dirección de la obra, conclui­ manos don Santiago y don Cayetano Ayroldi,
da hacia 1813. El arquitecto Mario I. Buschiaz­ bajo cuya dirección se han construido y se
zo destacó lo atípíco de este cabildo sin torre, continúan formando de nuevo otros edificios
revestido de mármol (detalle muy raro para y templos al estilo moderno, de la más bella
esa época) e influido por el neoclasicismo cre­ arquitectura, con preciosas portadas, cornisas
ciente, en cuya fachada se distribuyen las pi­ y antepechos, que presenta al público un deli­
lastras con ritmo armónico. cioso aspecto”.
Al marqués de Sobre Monte y al ingeniero La historia urbana de Salta tiene un jalón
82 Iuan Manuel López ha debido la ciudad de memorable en el Auto de buen gobierno, dado
LAS (IIUDADES Y El. MEDIO RURAL

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Palcos de la plaza de toros porteña de Monserrat, fines del siglo XVlll. Archivo General de la Nación. Buenos Aires.

el 9 de diciembre de 1806 por el gobernador bras que hacen las arquerías de los soportales
intendente Rafael de la Luz, que estatuye pau­ y balcones concejiles y, como en Córdoba, la
tas para la vida laboral, lealtad comercial y omisión de la característica torre-campanario.
otros temas de interés social y público. Hay La gran recova de Buenos Aires entre las
normas edilicias como la orden de cercar hue­ plazas mayor y de armas (demolida en 1883
cos o baldíos en la ciudad, con las opciones de para unificarlas) debía hacerse al fundarse la
que sus propietarios edificasen en ellos o los ciudad (cláusula 116 de las Reales Ordenanzas
vendiesen a quienes pudiesen hacerlo; tam­ de 1573) pero se pospuso por los cabildos has­
bién debían construir aceras de lajas, cuidar la ta el Virreinato del ingeniero militar Joaquín
correcta nivelación de las calles, mantener fa­ del Pino, que encargó sus planos al maestro
roles en las fachadas y velar por la pulcritud alarife Agustín Conde, modificó los alzados,
general de la urbe, entre otros asuntos como para igualar su arquería con la del cabildo, y se
drenaje urbano, paso de vehículos y caballos constituyó en autor real de su diseño con los
por las vías públicas y velocidades tolerables. maestros Iuan Bautista Segismundo y Iuan
La modernidad “posbarroca” o neoclásica Antonio Zelaya, proyectistas del gran arco
triunfante en Córdoba, Mendoza y otras ciu­ central y constructores de toda la obra entre
dades se imponía también a orillas del Plata: 1302 y 1804.
desde 1799 Montevideo y Buenos Aires tenían La actual esquina nordeste de Rivadavia y
al español Tomás Toribio (1756-1810) como Reconquista se destinó en 1803 para el teatro
arquitecto adscripto al Real Cuerpo de Inge­ Gran Coliseum, cuyos planos iniciales hicie­
nieros, graduado en la Real Academia de Be­ ron Tomás Toribio y Francisco Cañete, y el
llas Artes de San Fernando y discípulo de Juan proyecto final lo preparó en Madrid el afama­
de Villanueva. La obra civil más representativa do arquitecto Antonio López de Aguado; pero
de Toribio será el cabildo de Montevideo al ser derrocado el marqués de Sobre Monte,
( 1804- 1810) cuya fachada plana, discretamen­ la obra quedó paralizada por medio siglo. Los
te ornamentada según pautas académicas, lo alarifes Zelaya y Segismundo construyeron,
diferencia de sus similares en algo notorio: la entretanto, el Coliseo Provisional, doscientos
ausencia del efectista juego de claros y som­ metros más al norte; allí había una platea con 83
TPÏRRYIURK) Y POBLACIÓN

bancos de madera, dos órdenes de palcos, ca­ Cerca de la sede consular, en el bajo de la
zuela y paraiso; se inauguró el 16 de julio de Merced, se emprendió en 1802 la última obra
1804 y, con varias denominaciones, subsistió portuaria virreinal: el muelle de desembarco,
hasta ser demolido en 1873. dirigida por el ingeniero naval Martín Boneo.
El maestro Agustín Conde reformó por Gran parte de la actividad portuaria comenzó a
esos años la mansión de los Olazábal para el mudarse desde la boca del Riachuelo, cuyo ca­
Real Consulado (hoy San Martín 137) y al re­ nal natural (el puerto de Buenos Aires por más
hacer el frente (1805) delineó una trama orna­ de dos siglos) resultaba inoperable a causa del
mental académica, formada por pilastras rít­ cegamiento de su lecho. También el alto comer­
micamente distribuidas, y zócalo, cornisas, y cio, atraído por el “muelle de Boneo", se nucleó
remate de azotea, expresando la imagen edili­ en el barrio de Catedral al Norte. Así la ciudad
cia que se imponía en la ciudad, como signo comenzó a experimentar una modificación de
de los nuevos tiempos. En 1808, el templo su orden espacial que, más allá de los cambios
porteño de San Francisco requirió la recons­ estilísticos, habrá de disociar la Buenos Aires
trucción de sus campanarios y el frente origi­ decirnonónica y la “colonial”, retenida en archi­
nal que era barroco y con frontis mixtilíneo, vos y recuerdos, y asociada más bien al barrio
obra que el arquitecto Toribio realizó con lí­ de Catedral al Sur y a su calle Defensa, que fue
neas clásicas. la calle Real de los primeros tiempos.

ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA

Para ampliar información sobre aspectos JAVIER AGUILERA Roms y LUIS I. MORENO
heurísticos, interpretativos o críticos, se acom­ REXACH, Urbanismo español en América (con
paña un detalle de algunos libros cuya consul­ prólogo de Rafael Manzano e introducción de
ta ha sido fundamental en la preparación del Iavier Aguilera Rojas, Joaquín Ibáñez Monto­
presente capítulo. ya, y Luis I. Moreno Rexach), Madrid, 1973.
Recopilación y estudio de planos urbanísticos
FUENTES BASICAS DE CARÁCTER GENERAL conservados en el Archivo General de Indias
de Sevilla y en el Servicio Histórico Militar de
Existen muy buenos catálogos y compila­ Madrid.
ciones de planos, mapas y documentos escri­ DIEGO ANGULO IÑIGUEZ, Planos de Monu­
tos, conservados en archivos americanos y eu­ mentos arquitectónicos de América y Filipinas,
ropeos, especialmente españoles, que aportan existentes en el Archivo de Indias, Sevilla, dos
datos y referencias descriptivas y también ma­ tomos de catálogo y tres carpetas de láminas,
terial gráfico de alto valor para avanzar en in­ 1933-34; dos tomos de estudio de los planos y
vestigaciones y profundizar el conocimiento de su documentación, 1939. Información ar­
sobre la historia de la arquitectura y el urba­ chivística general básica. Valiosos comentarios.
nismo en el Río de la Plata durante el período GUILLERMO FURLONG, S. 1., Cartografia His­
84 hispano. tórica Argentina, Mapas, planos y diseños que se
LAS CIUDADES Y EL MEDIO RURAL

conservan en el Archivo General de la Nación, portancia, varias de las cuales son valiosas pa­
Buenos Aires, 1963. Los comentarios del autor ra el presente capítulo.
que acompañan las descripciones de las piezas Autores varios, MEMORIAS DE LOS VIRREYES
hacen de este trabajo un instrumento muy útil DEL Rio DE LA PLATA (con noticia preliminar de
para su conocimiento y manejo, aunque la in­ Sigfrido A. Radaelli), Buenos Aires, 1945.
formación archivística resulte incompleta ante Compilación documental básica, con infor­
los hallazgos posteriores y la incorporación de mación ineludible para el conocimiento e in­
nuevos fondos documentales a este repositorio. terpretación del ciclo virreínal.
ENRIQUE GALLEGO GREDILLA y otros, Carto­ INSTITUTO DE ESTUDIOS DE ADMINISTRACION

grafía y relaciones históricas de Ultramar, tomo LOCAL, Planos de ciudades iberoamericanas y fi­


VII, “Río de la Plata”, Madrid, 1992. Informa­ lipinas existentes en el Archivo de Indias (con
ción correspondiente a los Archivos del Servi­ introducción por Fernando Chueca Goitía y
cio Histórico Militar y del Servicio Geográfico Leopoldo Torres Balbas, tomo I, láminas, to­
del Ejército de España; abarca mapas y planos mo II, reseña, por Julio González y González),
en escalas urbana y arquitectónica. Madrid, 1951. Es una de las obras generales
IORGE E. HARDOY, Cartografía urbana colo­ básicas para estudiar el urbanismo hispanoa­
nial de América Latina y el Caribe, Buenos Aires, mericano, en conjunto y en particular.
199 l. Recopila y comenta la planimetría funda­
mental para el estudio del período indicado. OBRAS CRÍTICAS GENERALES

GRACIELA SwIDERsKI, Bandas de los Virreyes


y Gobernadores del Río de la Plata (1741­ La historia de la arquitectura y el urbanis­
1809), Catálogo cronológico y temático, Buenos mo en la Argentina durante el período hispá­
Aires, 1997. Información archivística básica. nico aparece tratada en obras que abarcan el
IosE TORRE REVELLO, Archivo General de área cultural iberoamericana, y también en lí­
Indias, Catálogo de Mapas y Planos, Buenos Ai­ bros específicos sobre el tema argentino de la
res, tomo II, Madrid, 1988. Se trata de una época hispana o en su totalidad; se presentan
reimpresión, con signatura actualizada, de la a continuación los títulos principales por su
Adición... editada en 1927 por la Facultad de alcance u originalidad de enfoques.
Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos DIEGO ANGULO IÑÍGUEZ y otros, Historia
Aires, dándose por reproducido el comentario del Arte Hispanoamericano, Barcelona, tomo I,
referente al tomo anterior. 1945; tomo II, 1950; tomo III, 1956. De espe­
PEDRO ToRREs LANzAs, Archivo General de cial interés para el tema aquí tratado son los
Indias, Catálogo de Mapas y Planos, Buenos Ai­ capítulos XIV a XVII del tercer tomo, cuyo au­
res, tomo I, Madrid, 1988. Se trata de una tor es el arquitecto Mario I. Buschiazzo.
reimpresión, con signaturas actualizadas, del MARIO I. BUSCHIAZZO, Historia de la arqui­
catálogo editado en 1921 por la Facultad de tectura colonial en Iberoamérica, Buenos Aires,
Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos 1961. Reúne información general valiosa so­
Aires; contiene información sobre la cartogra­ bre el tema.
fía conservada en aquel archivo, con repro­ MARIO BUSCHIAZZO, Argentina, monu­
ducción de algunas piezas de excepcional im­ mentos históricos y arqueológicos, México, 85
TERRITORIO Y POBLACIÓN

1959. Analiza el patrimonio cultural en gene­ 1959. Importante obra de carácter general so­
ral, y el arquitectónico en particular, agrupán­ bre el tema.
dolo por regiones geográficas, y con un doble AMILCAR RAZORI, Historia de Ia ciudad ar­
enfoque: histórico en cuanto a su valor, y con gentina, tres tomos, Buenos Aires, 1945. Ex­
relación a técnicas y políticas de conservación, traordinaria compilación y análisis de infor­
en cuanto a su estado presente. mación sobre la historia urbana argentina,
MARIO I. BUSCHIAZZO, Cabildos del Virrei­ desde sus orígenes, abarca en forma minucio­
nato del Río de la Plata, Buenos Aires, Impren­ sa los procesos generales de urbanización y la
ta de la Universidad, 1946. Describe con inte­ formación y desarrollo de centros urbanos en
resantes comentarios un conjunto de obras particular; aunque superada en parte por las
que, en su mayor parte, corresponden por su investigaciones posteriores, en algunos aspec­
construcción al período virreinal. tos interpretativos e informativos es siempre
MARIO l. BUSCHIAZZO, La arquitectura colo­ una obra básica de referencia y consulta.
niaL Buenos Aires, s/fecha [1983]. Importante FERNANDO DE TERAN y otros, La ciudad his­
obra póstuma de este distinguido arquitecto, panoamericana, el sueño de un orden, Madrid,
crítico e historiador. 1989. Muy buenas reproducciones de planos
MARIA ANGELICA CORREA (dir.), Arquitec­ de ciudades hispanoamericanas, desde sus tra­
tura en la Argentina, Buenos Aires, 1981. zados fundacionales hasta el crecimiento en el
Consta de diez capítulos, cinco de los cuales siglo XX inclusive.
cubren el período hispánico. MARINA WAISMAN (coord.), Arquitectura
GUILLERMO FURLONG, S. I., Arquitectos ar­ colonial argentina, Buenos Aires, 1987. Exce­
gentinos durante la dominación hispánica, Bue­ lente planimetría y textos analíticos y críticos,
nos Aires, 1946. Constituye una de las obras en general, muy bien preparados.
básicas de consulta para la historia de la arqui­ Autores varios, Estudios sobre urbanismo
tectura argentina del período hispánico. iberoamericano, siglos XVI al XVIII, Sevilla,
RAMON GUTIÉRREZ, Arquitectura y urbanis­ 1990. Muy buena cobertura de esta temática
mo en Iberoamérica, Madrid, 1984. Se amplían en aspectos teóricos, generales y particulares.
el enfoque y la información y se actualizan los Autores varios, La ciudad iberoamericana,
análisis críticos sobre el tema. Actas del Seminario Buenos Aires 1985, Ma­
IUAN KRONFUSS, Arquitectura colonial en la drid, 1987. Se han compilado veintiún ponen­
Argentina, Córdoba, sin fecha (aprox. 1920). cias de autores representativos de la mayor
Uno de los primeros trabajos sobre la arqui­ parte de los países ibéricos e iberoamericanos.
tectura argentina del período hispánico, bella­ Aportes de importancia.
mente ilustrado. Contiene errores, como con­ Autores varios, Puertos y Fortificaciones en
fundir las estancias jesuíticas de Córdoba con América y Filipinas, Actas del Seminario 1984,
pueblos de indios, pero siempre es obra de Madrid, 1985. Valioso conjunto de diecisiete
consulta. ponencias a este seminario internacional del
GEORGE KUBLER y MARTIN SORIA, Art and Centro de Estudios Históricos de Obras Públi­
Architecture in Spain and Portugal and their cas y Urbanismo (CEHOPU).
86 American Dominions, 1500 to 1800, Londres,
LAS CIUDADES Y EL MEDIO RURAL

HISTORIA URBANA REGIONAL bajo de gran utilidad para el conocimiento de


la evolución de la ciudad, en forma analítica y
Hay una gama muy amplia y cuantiosa de bien documentada. Muy buen material gráfi­
trabajos sobre la historia de áreas del actual co. El Capítulo I, “Las ciudades indianas”, de la
territorio argentino que, en algunos casos, doctora DAISY RIPoDAs ARDANAZ, excede el
incluyen en su análisis a los pequeños pobla­ marco específico de Buenos Aires, y constitu­
dos, como también los que tratan a éstos en ye un aporte significativo al tema en escala
forma particularizada y cuya enumeración se continental.
hace demasiado extensa; puede citarse la se­ TOMAS FALKNER, Descripción de la Patago­
rie Contribución a la Historia de los Pueblos de nia, La Plata, 191 l. Versión de la edición ingle­
la Provincia de Buenos Aires editada por el Ar­ sa de 1774 que fue determinante en la estrate­
chivo Histórico de la misma provincia, y las gia española para poblar la costa patagónica.
Reseñas del desaparecido Instituto Agrario ALEXANDER GILLESPIE, Buenos Aires y el In­
Argentino, como grandes aportes, entre terior, Buenos Aires, 1986. Descripciones de
otros. Por su especial interés para el tema, es­ ciudades, caminos y localidades varias, entre
tán detallados en esta bibliografía algunos tí­ 1806 y 1807.
tulos de estas series, y se incluyen asimismo RICARDO LEVENE (director general), Histo­
algunos libros de viajeros. ria de la Provincia de Buenos Aires y formación
SERGIO ARIAs FIGUEROA, Desarrollo urba­ de sus pueblos, tomos I y II, La Plata, 1940­
nístico de la ciudad de Salta, Salta, 1982. 1941. Es una obra monumental por el volu­
CoNcoLoRcoRvo [ALoNso cARRIo], El La­ men de la información recopilada, pero con­
zarillo de ciegos caminantes, desde Buenos Aires viene manejarla con ciertas precauciones,
hasta Lima, (con nota preliminar de Antonio pues tiene errores fácticos y también de con­
Portnoy), Buenos Aires, 1946. Interesantísi­ cepto, al manejarse la historia urbana con cri­
mas descripciones y comentarios sobre el área terios formalmente institucionales, políticos y
entre el Río de la Plata y el Perú; sobre pobla­ económicos, sin analizar el fondo de los pro­
ciones, rutas, etc. -:esos de génesis urbana.
JUAN JORGE CABODI, Historia de la ciudad ERNESTO MAEDI-:R y RAMON GUTIÉRREZ,
de Rojas hasta 1784, el fuerte de la Horqueta de Atlas histórico y urbano del Nordeste Argentino,
Rojas (1777-79), la Guardia de Rojas (1779), La pueblos de indios y misiones jesuíticas, Resisten­
Plata, 1950. Buena información y muy buen cia, 1994.
análisis interpretativo del proceso de pobla­ PEDRO SANTos MARTÍNEZ, Mapas, planos,
miento de la comarca bonaerense. croquis y dibujos sobre Cuyo durante el período
IUAN IORGE CABODI, “El reconocimiento de hispánica (1561-1810), Mendoza, 1994.
fronteras de Francisco Betbezé”, Primer Con­ PEDRO SANTOS MARTÍNEZ, Historia econó­
greso de Historia de los Pueblos de la Provincia mica de Mendoza durante el Virreinato, Ma­
de Buenos Aires, tomo II, La Plata, 1952, págs. drid, 1961.
25- 101. ALBERTO DE PAULA, Planes de poblamiento
HORACIO A. DIFRIERI y otros, Atlas de Bue­ patagónico (dominio español), Buenos Aires,
nos Aires, dos tomos, Buenos Aires, 1981. Tra­ 1987. 87
TERRITORIO Y POBLACIÓN

JUAN ]OsE ANTONIO SEGURA, Historia ecle­ HERNAN BUSANICHE, La arquitectura en


siástica de Entre Rios, Nogoyá, 1964. las Misiones Iesuíticas Guaraníes, Santa Fe,
VICTOR TAU ANZOATEGUI, La ley en Améri­ 1955.
ca hispana, del descubrimiento a Ia emancipa­ HERNAN BUSANICHE, Arquitectura de Ia Co­
ción, Buenos Aires, 1992. Obra de carácter bá­ lonia en el Litoral (Santa Fe), Santa Fe, 1941.
sico. Para nuestro tema y época son de especial JORGE M. FURT, Arquitectura de Santa Fe,
interés los capítulos dedicados a estudiar los Buenos Aires, 1939.
bandos de buen gobierno de Buenos Aires, y el RODOLFO GALLARDO, Las iglesias antiguas
auto de buen gobierno de 1806 del goberna­ de Córdoba, Buenos Aires, 1990.
dor intendente de Salta, Rafael de la Luz. RAMON GUTIERREZ, Buenos Aires, evolución
AUGUsTO TAULLARD, Los planos más anti­ histórica, Bogotá, 1992.
guos de Buenos Aires (1580-1880), Buenos Ai­ RAMON GUTIÉRREZ, GRACIELA MARIA VI­
res, 1940. Obra de consulta permanente. ÑUALES e IGNACIO GUTIERREZ ZALDIvAR, La Rio­

JOSE TORRE REVELLO, Esteco y Concepción ja, su patrimonio artístico, Buenos Aires, 1998.
del Bermejo, dos ciudades desaparecidas, Bue­ ANTONIO LAscANO GONzALEz, Monumen­
nos Aires, 1943. tos religiosos de Córdoba colonial, Buenos Ai­
ALFREDO C. VITULO, Reseña histórica de Río res, 194l. Excelentes ilustraciones sobre el ba­
Cuarto (provincia de Córdoba), Buenos Aires, rroco cordobés, y comentarios del autor.
1947. VICENTE NADAL MORA, La arquitectura tra­
dicional de Buenos Aires, 1536-1870, Buenos
ARQUITECTURA REGIONAL ARGENTINA Aires, 1947. Valioso material gráfico.
[ENRIQUE PEÑA], Documentos y planos re­
Existe una serie investigativa que se refiere lativos al período edilicia colonial de la ciudad
a los aspectos específicos de las expresiones ar­ de Buenos Aires, cinco tomos, Buenos Aires,
quitectónicas de las regiones culturales argen­ 1910. Valiosa recopilación de referencias escri­
tinas, durante la época hispánica, en la cual al­ tas y gráficas obrantes en el Archivo General
canzaron una importancia muy particular; se de Indias, en Sevilla, de importancia para la
citan a continuación algunos títulos que per­ historia de la arquitectura monumental y em­
miten ampliar el conocimiento del tema. blemática de la ciudad.
JORGE AUGsPURG y MIGUEL SOLA, Arquitectu­ LUIs MARÍA TORRES (dir.), Documentos pa­
ra colonial de Salta, Buenos Aires, 1926. Se ana­ ra la historia argentina, tomo IX, “Administra­
liza la arquitectura salteña oficial y privada, con ción Edilicia de la Ciudad de Buenos Aires
un buen estudio crítico y minuciosas ilustracio­ (1776-1805)”, Buenos Aires, 1918.
nes que facilitan la comprensión del tema. MANRIQUE ZAGO (dir. editorial), y IORGE O.
ARTURO BERENGUER CARIsOMo,Cuando GAZANEO (dir. científico), Las Misiones Iesuíti­
Buenos Aires era colonia, Buenos Aires, 1960. cas del Guayrá, Verona, 1993. Aunque el título
MANUEL BILBAO, Buenos Aires, desde su puede generar algún equivoco desde el punto
fundación hasta nuestros días, Buenos Aires, de vista geográfico, los trabajos recopilados
1902. Es una de las obras básicas para la histo­ configuran un buen aporte al tema. Excelentes
88 ria local de la ciudad. ilustraciones.
3 . LA EXPANSIÓN DE LA POBLACIÓN

Susana R. Frías

Hacia 1570 existían en América unas dos­ el crecimiento vegetativo de América en un


cientas ciudades españolas con un total esti­ uno por ciento anual, y, entre las posibles cau­
mado de treinta y dos mil vecinos; para esa fe­ sas de este fenómeno, se anota la elevada fe­
cha sólo había tres en el actual territorio ar­ cundidad mestiza, superior a la de indios, ne­
gentino y su población no llegaba al uno por gros y mulatos.
ciento del total; según calculaba el cosmógra­ El escaso incremento de población de los
fo López de Velasco sumaban alrededor de 350 siglos XVI y XVII hace más patente el gran cre­
vecinos. cimiento de fines del XVIII, especialmente evi­
El poblamiento de este territorio fue lento, di­ dente en algunas áreas; el cambio está precedi­
fícil y sujeto a marchas y contramarchas en sus do y acompañado por la expansión de los cen­
comienzos; se sustentó en tres corrientes de tros urbanos hacia las zonas aledañas, conser­
población, cada una de las cuales dio origen a vando las ciudades su papel de centros de deci­
un grupo de ciudades, las cuales eran catorce sión y tejiendo con las áreas nuevas y las zonas
al fin del período colonial, rodeadas para en­ rurales un entramado de relaciones; esta ocu­
tonces de un pequeño número de centros se­ pación de nuevos espacios conlleva un proceso
cundarios. Se trata de un asentamiento tardío de blanqueamiento de la población que ha si­
en comparación con el resto del continente, lo do objeto de diferentes explicaciones, aunque
cual lo ubica como área marginal, al decir de no está todavía suficientemente esclarecido. Al
Lockhart, y por ello en vías de consolidación respecto, son de gran interés los elementos que
todavía en las postrimerías del siglo XV III. El aporta Lockhart al hablar sobre los patrones de
poblamiento se produjo, en sus comienzos, comportamiento urbano-rural.
con personas provenientes del área central El asentamiento se produce sobre áreas in­
-Perú, a través de las vías del norte y del oes­ dígenas de disímiles características cuyo efec­
te—, de inmigrantes nuevos -casi con exclusi­ tivo, al momento del encuentro, ha sido moti­
vidad para el área rioplatense, al menos hasta vo de diferentes estimaciones. En 1945 Ro­
mediados del siglo XV III-, extranjeros euro­ semblat lo calculó en 300.000 habitantes; cua­
peos, cuya incidencia es leve, y un alto grado tro años más tarde, Steward estimó que había
de mestizaje inicial, debido a la escasez de mu­ 424.325 indígenas y en 1961, Difrieri fijó el
jeres españolas. Magnus Mórner ha calculado número en 343.000; recientemente Jane Pyle 89
Tl-IRRl'l'()lll() Y POBLACKAW

ha discutido estas estimaciones, la forma en medades, enfrentamientos, ernigraciones es­


que fueron realizadas y las fuentes utilizadas y pontáneas o forzosas, obligatoriedad del traba­
ha establecido que el número de indígenas de jo. Los españoles sufrieron otras; la belicosidad
todo el territorio habría estado entre un míni­ de algunos grupos indios obligó al traslado de
mo de 793.800 y un máximo de 981.500. Las poblaciones, o las hizo desaparecer —Concep­
cifras del Cuadro l se refieren casi exclusiva­ ción del Bermejo o San Juan Bautista-, dio lu­
mente a varones adultos. Este número dismi­ gar a guerras que repercutieron negativamente
nuyó rápidamente en el curso del siglo XVII. en el poblamiento -las del valle Calchaquí y las
Los efectos del asentamiento blanco sobre que se originan en la rebeldía de los indios
un territorio ya ocupado produjeron impacto chaqueños—, obligaron a los vecinos a un esta­
sobre ambos grupos. Entre los indios, enfer­ do de alerta permanente. Hubo también mo­

CUADRO l
POBLACIÓN ABORIGEN DE LA ARGENTINA EN EL SIGLO XVI

Región . Subtotales Totales regionales


Noroeste 6 l .000
lujuy 3.000
Salta, V. Calchaquíes 8.000
S. M. de Tucumán 3.000
Catamarca-La Rioja 7.000

Pampa 5.700
Cuyo Esteco-Sgo. del Estero 25.000
Córdoba 15.000
Chaco 55.000
56.000
ribereño 34.000
interior 22.000
Mesopotamia 10.000
Guaraní 33,000
Patagonia
Paraná Delta 10.000
10,000
Total 187.700 + 43.000
FUENTE: Pyle.
NOTA: las cifras corresponden a varones adultos, excepto las que están en bastardilla
que comprenden, además, mujeres y niños. Los mínimos y máximos del total de po­
blación aborigen fueron obtenidos calculando el tamaño de la familia en cuatro y en
90 cinco respectivamente, y se les sumó los totales del área guaranítica y patagónica.
LA EXPANSIÓN DE LA POBLACIÓN

Indios serranos tributarios civilizados. Oleo de la serie de mestizaje peruana (1770). Museo Etnológico. Madrid.

delos de poblamiento, como es el caso del área introducir esclavos—, y con la forma en que se
guaranítica. En el siglo XVIII la relación con el realizaba su introducción —por piezas y no por
mundo indígena cambió, se volvieron inesta­ lotes, a excepción de alguna concesión esporá­
bles la frontera sur y la nordeste chaqueña; de­ dica-, lo que determinó que su número fuera
bido a una nueva concepción política se levan­ reducido hasta 1701; a partir de esa fecha la
taron fortines y se crearon cuerpos militares de instalación del Asiento -primero francés y
frontera; en torno de muchos de ellos se fun­ luego inglés- modificó el panorama, especial­
daron centros secundarios con las familias de mente en el Tucumán; esta región fue la que
los soldados y una población que no hallaba incorporó los mayores contingentes de este
lugar en las ciudades. origen, tanto por la falta de mano de obra in­
El tercer componente de esta población dígena como por poseer características climá­
colonial fue el negro. En un breve lapso del si­ ticas adecuadas a su adaptación.
glo XVI entró un número relativamente im­ Una de las facetas más complejas del pobla­
portante de este grupo; su incorporación pos­ miento es la referida a la miscegenación y sobre
terior, hasta los comienzos del XVIII, estuvo ella existen concepciones diferentes; ¿debe ser
relacionada con el sistema económico impe­ encarada como un problema étnico o se trata
rante —puerto semicerrado y prohibición de de un tema con importantes connotaciones 9]
TERRYFORlO Y POBLACIÓN

culturales?, ¿los términos raza y casta reflejan trataba de mujeres, provocaban la preocupa­
una realidad biológica o social?, ¿hubo una ción de tal o cual gobernador por casarlas o la
única concepción del tema a lo largo de la geo­ benevolencia de algún vecino por dotarlas.
grafía americana y para todo el período aquí Fueron los descendientes de estos dos últimos
tratado? El tema merece ser matizado, como grupos, sucesivamente miscegenados con in­
parecen demostrarlo recientes estudios -Iack­ dios y también con negros, los que dieron ori­
son, Lockhart, Olaechea- según épocas y luga­ gen a las denominadas castas, y los que sufrie­
res. Puede aplicarse al actual territorio argenti­ ron más intensamente las consecuencias de las
no la distinción que hace Olaechea entre las di­ medidas que la sociedad estabilizada fue dic­
ferentes categorías de mestizos; un primer gru­ tando para cerrar los resquicios de acceso a los
po quedó totalmente inserto en el mundo indí­ grupos intermedios y superiores.
gena materno y fue considerado social y cultu­ El estudio de la población argentina colo­
ralmente como indígena; en el extremo contra­ nial resulta complejo debido a la escasez de
rio, los nacidos ¡legítimos —pero de filiación re­ fuentes y a la imprecisión de las existentes; son
conocida— y los descendientes de matrimonio muy pocos los empadronamientos de pobla­
canónico, totalmente integrados a la sociedad ción blanca para el siglo XVII y aun para el
hispana; en este grupo figuran importantes XVIII en parte del área estudiada; se puede su­
descendientes de conquistadores que llegaron a plir este defecto con el empleo de otro tipo de
ocupar cargos en la administración civil y ecle­ fuentes, pero el historiador se enfrenta con el
siástica. En el medio, dos subgrupos que si bien problema de resolver qué se ha querido decir
D) (C
formaron parte del mundo español, tuvieron con “tantas almas , tantas casas”, o simple­
suerte diversa; dentro del primero —conforma­ mente, tantos vecinos feudatarios o vecinos y
do por aquellos que no tuvieron reconoci­ moradores; más grave es aun dilucidar los
miento paterno- una parte se integró a la so­ componentes étnicos de la población; recién
ciedad desempeñando tareas subordinadas, los padrones de la segunda mitad del XVIII
mientras otra, irnposibilitada de hacerlo, que­ ofrecen una información más precisa.
dó en condiciones más adversas y muchas ve­
ces marginales; serán los “desocupados”, los
“sueltos y holgazanes”, o los francamente rebel­ EL NOROESTE

des de las fuentes del siglo XVII y los “vagos y


malentretenidos” a que se refieren las del XVIII EL POBLAMIENTO EN LOS SIGLOS XVI—XVH

y que preocupaban, por ejemplo, al cabildo de


Santiago del Estero por “el desfuero y descaro” Esta región comenzó a poblarse en forma
de su comportamiento; en fin, son los que en efectiva con la fundación de Santiago del Este­
este último período aparecen como agregados ro y treinta años más tarde las cinco ciudades
en los pueblos de indios. existentes no superaban los 700 habitantes.
El último subgrupo estará conformado Esta época se caracteriza también por funda­
por gentes de un mayor nivel cultural y ascen­ ciones efímeras —las tres Nievas, Córdoba del
dencia meritoria pero desprotegidos por pre­ Calchaquí—, conflictos entre pobladores y
92 matura muerte paterna; especialmente si se cambios en el reparto de las encomiendas.
LA EXPANSIÓN DE LA POBLACIÓN

A falta de padrones de población, los in­ moradores y mercaderes-, es decir, alrededor


vestigadores han recurrido a los datos disper­ de 2400 personas, la población se triplicó lar­
sos en informes civiles y eclesiásticos y a las gamente.
apreciaciones de los viajeros, cuyas cifras no Entre la apreciación de Sotelo y los re­
siempre resultan coherentes entre sí; los tota­ cuentos de Ribera, se habían fundado Salta, La
les de población se han obtenido calculando el Rioja, Nueva Madrid y Iujuy; Cabrera, Her­
tamaño de la familia como formada por cua­ nando de Lerma y Ramírez de Velasco habían
tro o cinco miembros -como hizo Pyle para la llegado al Tucumán acompañados de grupos
indígena- y multiplicando el número de veci­ reclutados en los Charcas y consta que al se­
nos por uno de esos dos índices. gundo lo acompañaban su mujer, hijos —se sa­
En 1608 el gobernador Alonso de Ribera be que algunos de ellos fundaron familia y se
realizó un relevamiento de toda su goberna­ establecieron en el Tucumán- y treinta y dos
ción; de él sólo han llegado hasta nosotros los personas “de su casa”, aunque las ciudades
parciales correspondientes a Santiago del Es­ existentes, especialmente Santiago del Estero,
tero y Esteco. Ribera envió varios informes a la contribuyeron con población propia a estos
Corte, en los que estimaba que Santiago po­ grupos iniciales. En 1579, algunos hombres
seía noventa jefes de familia; el padrón de la llegados con la expedición de Ortiz de Zárate
ciudad arroja un total de 257 personas —hom­ huyeron al Tucumán y engrosaron la incipien­
bres, mujeres y niños-. El gobernador apreció te población de la zona. Si consideramos que
sesenta y tres cabezas de familia en Esteco, las cifras de indios reducidos del gobernador
mientras el recuento de la población totaliza Ribera son veraces, la población española
176 individuos. constituía apenas el diez por ciento del total.
El análisis de ambos padrones ha permiti­ Resultan poco verosírniles las apreciacio­
do establecer que la familia era más pequeña nes del padre Tiruel —quien subestima el total
de lo que se pensaba hasta hoy y que el núme­ de población- y las del viajero anónimo, de la
ro de sus integrantes estaría alrededor de los misma época, quien lo sobrevalora.
3,5 miembros. Este nuevo dato permite eva­ Al cerrar su primer lustro de vida, el Tucu­
luar las apreciaciones existentes —desechando mán inició un período más estable; las ciuda­
tanto aquellas que resultan exageradas como des que lograron subsistir —siete, después de la
las que subestirnan la cantidad de población­ refundición de Talavera de Esteco con Nueva
y posibilita, a la vez, un cálculo del crecirnien­ Madrid en 1610- atravesaron un período de
to vegetativo. paz; se establecieron las diferentes órdenes re­
Pedro Sotelo Narváez -primer poblador ligiosas y la población dejó de ser requerida
del Tucumán, quien llegó a teniente de gober­ para nuevas fundaciones, excepción hecha de
nador— estimó, aproximadamente en 1582, la de San Iuan Bautista de la Rivera de Lon­
que las cinco ciudades existentes contaban con dres. Esta situación fue bien reflejada por An­
unos doscientos vecinos, alrededor de sete­ tonio Vázquez de Espinosa en su Compendio y
cientas personas; entre esa fecha y el momen­ Descripción de las Indias Occidentales, una de
to en que Ribera, en carta al rey, calcula la las primeras obras que mencionan la existen­
existencia de setecientos hombres -vecinos, cía de mestizos y negros en la gobernación. 93
TERRrroIun Y POBLACION

En el Cuadro 2 puede observarse el creci­ Tampoco La Rioja creció mucho en el pe­


miento total de la gobernación en el curso del ríodo; alejada del camino real, le cupo salvar la
siglo, como los diferentes ritmos de cada ciu­ cuarta Londres del ataque calchaquí y contri­
dad entre la época del gobernador Ribera y buir a la fundación de la quinta, San Iuan Bau­
1680, año de la última estimación que se co­ tista de la Ribera de Londres, de Pomán, pero
noce; el crecimiento de Salta y el de Córdoba sus pobladores se negaban a enviar tropas
se destacan nítidamente. cuando eran requeridos.
Algunas fuentes cualitativas -informes Algo más importante fue el crecimiento
oficiales, cartas al rey- confirman el decreci­ de Tucumán y Jujuy, ambas, al igual que Sal­
miento de población de Santiago del Estero y ta, las más perjudicadas por las guerras del
de Esteco a lo largo del siglo. Los esfuerzos por valle Calchaquí. Cuando Altamirano estimó
salvar esta última ciudad -a la que se le reco­ la población, en Tucumán se enfrentaban los
nocía gran valor estratégico- motivaron la partidarios de trasladarla a La Toma -que la
fundación del fuerte de San Carlos, pero fue ubicaría nuevamente en la ruta comercial- y
en vano; después del terremoto de 1692, sus los que se empecinaban en la antigua funda­
últimos habitantes se refugiaron en el lugar de ción. Sin embargo, la ciudad contó —desde
Metán donde luego se construyó el fuerte del comienzos del siglo- con un fuerte grupo de
Rosario, más tarde Rosario de Esteco, actual artesanos, muchos de ellos “indios entre es­
Rosario de la Frontera. pañoles” originarios del Perú o del Alto Perú,

CUADRO 2
CRECIMIENTO DE CIUDADES. GOBERNACION DEL TUCUMAN
SIGLO XVII

Ciudad 1608 1610 1622 1633 1671 1680 Crec. veget. anual
Santiago
Tucumán del Estero
l 12 315
525350 0,14%
1,80%
Salta 105 700 2,00%
Esteco/Nueva Madrid 385 70 -2,00°/o
Córdoba 210 5000 3,00%
La Rioja
Jujuy 2 l 7 350
175 350 1,40%0,64°/o
Totales l 134 7345 1,90%
FUENTES: 1608: informes y padrón de A. Ribera; 1610: informe de Ribera sobre refundición de ambas
ciudades; 1622: informe del vicario de Predicadores al Cabildo; 1633: visita del obispo Maldonado;
1671: informe del gobernador Peredo al Rey; 1680: informe del padre Altamirano.
NOTA: los totales de la población de cada ciudad han sido calculados con el indicador 3,5; para los to­
tales generales se han sumado a las cifras de 1608 las de 1610, y a las de 1680, las de 1671.
94
LA EXPANSIÓN DE LA POBLACIÓN

que seguramente para 1680 estarían mestiza­ rrollo cordobés reconoce la existencia de un
dos. Lizondo Borda sostiene que la ciudad alto componente mestizo, al que debe agre­
prosperó en el transcurso del siglo y mencio­ garse la presencia de extranjeros y un impor­
na que, al morir en 1630, Diego Graneros de tante grupo vasco, que fue nucleándose alre­
Alarcón dejó ciento veinte esclavos. En cuan­ dedor de Domingo de Villamonte; esto sugie­
to a Iujuy, era paso al Alto Perú, poseía tam­ re que el incremento de población de este pe­
bién un grupo de indios forasteros y era lugar ríodo no se debería exclusivamente al creci­
de invernada de las tropas de mulas que pasa­ miento vegetativo.
ban al Potosí. Su progreso, en el curso de la centuria, se
Salta tuvo, en sus comienzos, escasa pobla­ constata también por la erección de la Univer­
ción, estimada por el obispo Maldonado, en sidad y dos conventos femeninos, que se agre­
1634, en setenta casas. Hacia 1671 “se ve reedi­ gan a los ya existentes de las órdenes masculi­
ficada y con algunas conveniencias por la fer­ nas. La expansión de la población provoca la
tilidad de sus frutos y seguridad con que los creación de nuevos curatos para su atención
gozan”. Su crecimiento derivaba del activo co­ espiritual: Río Segundo, Río Tercero, Traslasie­
mercio de mulas, constatado por numerosos rra, Salsacate, Punilla y Totoral; hacia fines del
documentos, algunos de los cuales muestran siglo habitaban en ellos alrededor de 1.330 ve­
las vinculaciones de sus mercaderes con por­ cinos varones adultos.
teños, como, por ejemplo, la relación entre La última Londres no tuvo mejor suerte
Martín de Castañares y Iosé de Arregui o la de que sus antecesoras; parte de sus fundadores
Martín de Segura con Martínez Sáenz, de volvió al solar riojano mientras otros se afin­
quien fue testigo de casamiento en uno de sus caron en el valle de Catamarca, “mediante ha­
viajes comerciales. berlos congregado la milagrosa imagen que
Tanto Vázquez de Espinosa como el viaje­ tienen”, según expresaba el gobernador Peredo
ro Acarette du Biscay recorrieron estas ciuda­ hacia 1673; este agrupamiento humano es­
des y dejaron valiosas descripciones de ellas; pontáneo —ya en 1630 poseía una capilla, cuyo
sus apreciaciones sobre el total de vecinos sacristán era el vasco Manuel de Salazar- fue
—muy utilizadas hasta hoy- parecen haber so­ erigido en ciudad en 1683, bajo la jurisdicción
bredimensionado la población; baste como de la ciudad de Tucumán. Los 150 vecinos que
ejemplo que, según la estimación de Acarette, mencionaba Peredo se habían duplicado vein­
Salta habría crecido entre 1608 y 1657 a un rit­ te años después.
mo del 3,5 por ciento anual. En esos años nacía Belén -en jurisdic­
Queda por examinar el gran crecimiento ción de San Iuan Bautista de la Ribera- por
cordobés que incide fuertemente en el total iniciativa del sacerdote Olmos y Aguilera,
regional; la fundación de Buenos Aires la ha­ quien repartió sus tierras de merced entre
bía convertido en ciudad de paso, lo que con­ “muchos pobres”. También alrededor de una
tribuía al gran aumento de su vecindario; en imagen de la Virgen se nucleaba población
1622 -momento en que se establece la aduana en Sumampa -sur de Santiago del Estero-,
seca- había en ella sesenta vecinos según in­ que al menos desde 1692 contaba con cura
forme del vicario de los Predicadores. El desa­ propietario. 95
TERRITORIO Y POBLACIÓN

LA ESTRUCTURA DE lA POBLACIÓN do una estructura totalmente distinta de la de


los primeros años. Indios forasteros trabajan­
La escasa población blanca de los comien­ do como artesanos en Jujuy, indios vestidos a
zos de la conquista recibió en encomienda in­ la usanza española en Gastona, hábiles carpin­
dios que, según estimaba en 1596 Ramírez de teros en la doctrina de Marapa, son todos in­
Velasco, llegaban a 56.500; en pocos años las dicios sobre el fenómeno de los “indios entre
cifras bajaron abruptamente, pero resulta difí­ españoles”. El mundo indígena en contacto
cil determinar fehacientemente las cantidades. con los españoles no fue estático y decadente,
Según estimaciones de Boleda y Mercado, pa­ sino móvil y cambiante y sometido a un pro­
ra 1570 la población originaria había descen­ ceso de atracción que fue en aumento a medi­
dido al 98 por ciento del efectivo al momento da que el mundo español crecía.
del encuentro, y a mediados del siglo siguien­ La unión de los primeros españoles con in­
te al 73 por ciento, porcentajes que parecen dias dio origen a un importante grupo de mes­
muy optimistas frente a otras estimaciones tizos. Se hará referencia aquí sólo a los dos gru­
—Lattes y Lattes y Maeder— cuyas cifras acusan pos intermedios de la clasificación de Olaechea
una reducción mucho más drástica. ya mencionada, con la realización de algunas
Parte de este descenso se relaciona con los inferencias sobre la base de los padrones de Es­
abusos de encomenderos y pobleros que obli­ teco y Santiago del Estero de 1608. En ellos, el
gaban a los indios a trabajos personales, pero número de los que se declaran mestizos es
hay que prestar atención a otros factores como asombrosamente bajo: sólo tres hombres y tres
las migraciones —forzosas o voluntarias- y a la mujeres de Esteco, más algunos niños. El
utilización de indios para el transporte de car­ veinte por ciento de los cabezas de familia son
gas a otras regiones. Estos fenómenos han si­ criollos, a los que deben agregarse esposas que
do analizados en forma parcial; falta aún una también lo son; aunque no se tratase necesa­
visión de conjunto. riamente de mestizos, puede suponerse que
A mediados del siglo XVII las guerras cal­ muchos de ellos lo eran en efecto, pero total­
chaquíes contribuyeron a una nueva transfor­ mente insertos en el mundo paterno, no se
mación del panorama indígena: asentamientos consideraban a sí mismos como tales.
bajo la vigilancia de fuertes, como el caso del A partir de esta información puede supo­
Pantano, desnaturalizaciones, como la realizada nerse que un número semejante vivía asentado
por Acosta y Padilla con calchaquíes enviados a en las demás ciudades, mientras otra parte de
Córdoba e instalados en Cavindo o las de Mer­ esta fracción mestiza tendía a un proceso de
cado y Villacorta con parte de los seguidores de marginalización. Tales serían los “mozos suel­
Bohórquez, y luego con los quilmes y acalianes. tos y las personas que menos falta harán a esta
I-Iacia el fin de la centuria, la guerra con los in­ república”, reclutados para enviar a Buenos Ai­
dios del Chaco produjo nuevos repartos en las res en 1645; serían los “desocupados” que Mer­
ciudades de la gobemación; fueron las más fa­ cado y Villacorta convocó para sofocar el le­
vorecidas Catamarca, Iujuy y Córdoba. vantamiento de Bohórquez, a fin de no moles­
A] tiempo de la declinación de las enco­ tar a los encomenderos; lo era, con certeza, el
96 miendas, esta población debe haber presenta­ lugarteniente del falso Inca, Luis Enríquez.
LA EXPANSIÓN DE LA POBLACIÓN

“Español con india serrana o civilizada, produce mestizo". Oleo de la serie de mestizaje peruana (1770). Museo Etnológico, Madrid.

El segundo grupo de mestizos definido de la época. Lo habrían sido también las “reco­
por Olaechea es más fácilmente definible a gidas” de Leonor de Tejada. Se trataba de des­
través de las mujeres; seguramente pertenecen cendencia bastarda con lustre paterno, aunque
a él las “más de sesenta doncellas pobres, hijas su inserción por matrimonio se hacía en un
de conquistadores” sobre las que Ramírez de escalón menor debido a su orfandad.
Velasco informaba al rey; le decía que había Tanto o más difícil resulta establecer con
casado a diez y que llevaría a Salta el doble pa­ certeza la contribución del elemento negro en
ra unirlas con soldados. Lo sería, asimismo, la este período. En algunas expediciones funda­
mujer del conquistador Iuanes de Artaza, doras entraron negros en calidad de gente de
quien era una de las nueve doncellas huérfa­ servicio; de hecho, al convocarse en Santiago
nas traídas desde Chile por el capitán Gaspar del Estero a la fundación de Salta, se lo hizo
de Medina. Podrían también considerarse las mediante “Rodrigo, negro pregonero públi­
dos niñas que Miguel de Lazcano encomienda co”; esto permite afirmar que su presencia en
a su mujer por haberlas criado, ejemplo seme­ el Tucumán fue temprana y que no sólo deriva
jante a otros muchos insertos en testamentos de los que se introdujeron por Buenos Aires. 97
TERRFYORIO Y POBLACIÓN

Desde entonces las menciones a esclavos o a XVI, había mujeres españolas en el Tucumán.
negros se reiteran en testamentos, contratos, Nuevamente son los testamentos los que per­
ventas, procesos criminales. Vázquez de Espi­ miten intuir que, además de las mestizas huér­
nosa alude a “negros de servicio” a su paso por fanas, hubo hacia el fin del siglo otras que, co­
Santiago del Estero, y se ha hecho referencia ya mo las hijas legítimas de Mexía de Mirabal o
a los 120 esclavos del tucumano Graneros de de Ramírez de Velasco, tomaron estado en es­
Alarcón. Trece años más tarde, un informe al tos difíciles primeros años. Olaechea estima
cabildo cordobés hablaba de 2000 negros en la que en Chile, hacia 1583, no había más de cin­
jurisdicción, y Acarette señalaba la existencia cuenta españolas sobre un total de 1100 varo­
de un número de esclavos tres veces superior nes; este cuatro por ciento puede servir de in­
al de la población española. Hacia 1667, había dicador para suponer una proporción seme­
negros trabajando en las chacras riojanas y, en jante en el Tucumán.
la ciudad, los jesuitas poseían cuarenta escla­ Según los padrones de 1608, de 90 cabezas
vos, lo que no descarta la existencia de otros. de familia santiagueñas, 34 eran hombres ca­
Estos datos dispersos pero significativos per­ sados y 7 eran viudos, mientras que de las 63
miten comprender la preocupación del obispo de Esteco, 32 eran casados y 5 eran viudos;
Cortázar, quien cerca de 1620 dictaba una ins­ más llamativo es aún que, sobre el total de 37
trucción sobre el bautismo de negros en su ju­ mujeres mencionadas por sus nombres en es­
risdicción; si el número de éstos hubiese sido te último padrón, 23 usaban el doña, es decir
insignificante no habría merecido la minucio­ que deben ser consideradas españolas. La pre­
sa reglamentación del Obispo. Por la misma sencia femenina debe haber sido numerosa en
época, el jesuita Pedro de Espinosa se preocu­ Córdoba para que con las descontentas de las
paba, en Córdoba, por su evangelización, en Teresas se haya podido fundar otro convento;
fecha coincidente con el establecimiento de las existen también constancias de que profesa­
estancias de Caroya y Iesús María. ban en ellos mujeres de las dos gobernaciones,
Esta temprana contribución al poblarnien­ mientras otras buscaban allí su refugio.
to y al mestizaje se ve reflejada en la cuota de No parece haber sido relevante el aporte
soldados de las ciudades enviados a la guerra extranjero al poblamiento del Tucumán en
del gobernador Urízar de comienzos del siglo esta primera centuria; los datos del padrón de
siguiente: Catamarca, Salta y Jujuy enviaron extranjeros del gobernador Ribera no difie­
pardos libres entre sus tropas; este dato permi­ ren demasiado de los obtenidos de los dos
te afirmar que parte de los esclavos del siglo padrones de 1608. Había en el Tucumán 109
anterior habían logrado su libertad o la de sus portugueses en 1607 —la mayor parte de ellos
hijos y se habían insertado en la vida de las ciu­ sin licencia-, número que debe haberse in­
dades mezclándose con la población española. crementado después de la separación de las
¿Qué papel tuvo la mujer en el Tucumán Coronas en 1640. Del resto, seis eran flamen­
de esta centuria y media? Ninguno al comien­ cos y los demás pertenecían a diferentes na­
zo, pues las expediciones fundadoras estuvie­ ciones europeas; muchos poseían oficio, lo
ron conformadas casi con exclusividad por que fue factor importante para suspender su
98 hombres. Sin embargo, ya desde fines del siglo expulsión.
LNEXPANSIÓN DE LA POBLACIÓN

Córdoba fue, como ya se ha dicho, la que EXPANSIÓN DE POBLACIÓN y RURALIZACION.

mayor cantidad de extranjeros atrajo, espe­ SIGLO XVIII


cialmente portugueses; las décadas de 1640 y
las finales del siglo resultan particularmente La campaña del gobernador Urízar llevó
importantes en este proceso de asentamiento. al Tucumán a un período de paz al que con­
Quedan por mencionar otros dos aspec­ tribuyeron tanto la desnaturalización de al­
tos de la estructura de la población. Respecto gunas parcialidades como la fundación de
de la edad, la estimación se basa en muy po­ varios fortines; simultáneamente, como se ha
cos datos, y éstos referidos sólo al grupo mas­ visto en el caso de Córdoba, los primeros cu­
culino. Los hombres del Tucumán a fines del ratos de campaña fueron consolidándose y
XVI eran jóvenes, si nos atenemos a los 31 para 1758 el obispo Argandoña podía infor­
años del gobernador Iuan Alonso de Vera y mar que en toda la gobernación había treinta
Zárate o a los 35 de Mercado y Villacorta. Es­ y ocho,parroquias.
tas y otras referencias semejantes son confir­ Las autoridades eclesiásticas y civiles, sin
madas por los datos de los padrones de 1608: embargo, llamaban la atención sobre la pobre­
los grupos de edades 21-30 y 31-40 concen­ za reinante, así como la ruralización y emigra­
tran el cincuenta por ciento de la población, ción de los pobladores. El obispo Sarricolea y
mientras que los que superan los 60 años no Olea se quejaba, en 1729, de la falta de vecinos
llegan al diez por ciento; una estructura de es­ en las ciudades; por su parte el gobernador
ta índole, donde no hay un aporte migratorio Anglés solicitaba a su par porteño que presta­
relevante, supone un crecimiento vegetativo ra atención a la presencia de tucumanos en el
sostenido. puerto, ya que “muchísimas personas han he­
El segundo aspecto que parece importante cho fuga de ésta”.
mencionar es el de la movilidad de la socie­ La ruralización habría comenzado ya a fi­
dad. Movilidad inicial de las huestes fundado­ nes del siglo XVII; un rápido examen de testa­
ras, las que, pasado un tiempo, regresaban a su mentos muestra que un gran número de pro­
lugar de origen, pero también movilidad den­ pietarios dicta sus últimas voluntades en sus
tro del área y hacia afuera de ella, especial­ establecimientos rurales. El abandono de la vi­
mente hacia las zonas aledañas. Los padrones da urbana no habría sido exclusivo del Tucu­
de 1608 permiten un muestreo: en cada una mán, si nos atenemos a los datos que Góngo­
de las dos ciudades residía población proce­ ra ofrece para Chile y a la política de la Iunta
dente de Chile, Perú, Alto Perú y Paraguay. Los de Poblaciones de esa gobernación, que tendía
testamentos del período ofrecen enorme can­ a nuclear la población dispersa en las zonas
tidad de testimonios sobre los cambios de re­ rurales. Puede resultar de interés contrastar
sidencia y las relocalizaciones de hijos y nietos; estos datos con el cuadro general sobre lugares
para mencionar un solo caso, de los hijos de de residencia que, para toda América españo­
Juanes de Artaza, algunos residieron en Tucu­ la, estudia Morse. Acevedo ha mostrado la re­
mán, otro se avecindó en el valle de Catamar­ versión de ese proceso a comienzos del siglo
ca; uno de sus nietos vivió en Jujuy y su hijo XIX, a eiicepción de las ciudades de San Mi­
casó en La Paz. guel y Catamarca. 99
TERRITORIO Y POBLACIÓN

Se conocen recuentos parciales y estima­ rededor de 13.000 habitantes, número que se


ciones de población para diferentes áreas a elevaba en 1809 a 26.000.
partir de 1771, información que se acrecienta Sobre el final del siglo XVIII, existían re­
una vez organizadas las Intendencias y que da ducciones de indios chaqueños, algunas de las
por resultado el padrón general de 1778. En el cuales, como la de Miraflores, estaban bastan­
Cuadro 3 se han reagrupado los datos de las te arruinadas; en cambio, se mantenían varios
dos intendencias en las cuales se dividió la an­ fuertes sobre la zona de frontera y, en 1794, se
tigua Gobernación, separando los de Cuyo, fundó Nueva Orán, la cual, en 1800, contaba
para que la síntesis no pierda unidad. con 181 pobladores.
Tal como puede observarse, en el curso del El cuadro permite observar también la im­
siglo la población total del área creció enor­ portancia de la población urbana —una de las
memente en números absolutos; sin embargo, más significativas de la región- con un neto
la medida de crecimiento anual no alcanzó el predominio de blancos. Los cinco curatos de
2%. El gráfico muestra también que, en el au­ campaña -El Rosario, Chicuana, Calchaquí,
mento bruto, Córdoba es la ciudad de mayor Perico y Río del Valle- concentraban la mayor
peso; sin embargo, las ciudades de mayor cre­ parte de la indígena; en tanto, la población
cimiento fueron Salta y La Rioja; a un ritmo mezclada se reparte en ambas áreas con leve
mucho más lento lo hicieron las restantes. predominio de residencia urbana.
Las estimaciones de Filiberto de Mena y de Recién a fines del siglo, aproximadamente
Concolorcorvo confirman el ritmo de creci­ hacia 1785, se eleva la tasa anual de creci­
miento salteño, el que se duplicará en los pri­ miento de Córdoba, que se mantendrá por
meros años del siglo XIX. Según el informe del sobre el dos por ciento en los inicios del si­
obispo Moscoso, en 1801 el territorio tenía al­ guiente. La población se concentraba sobre

CUADRO 3
POBLACION TOTAL EN 1778 Y PORCENTAIES DE POBLACION URBANA Y RURAL

Ciudad Urbana en % Rural en % Poblac. total


Santiago
Tucumán del Estero
20,3 11,5
79,788,5 15.456
20.104
Salta 37,2
Córdoba 62,8
18,1 81,91 43.511
1.565
La Rioja
Jujuy 22,387,5
12,5 62,813.619
11.565
Catamarca 42,0 58,0 15.315
Total 131.135

FUENTES: Comadrán Ruiz, Celton, Bascary, López de Albornoz, Guzmán. Según Acevedo, Catamarca
100 tenía en 1771, 15.183 habitantes.
LA EXPANSIÓN DE LA POBLACIÓN

"Mulala con español, producen cuarterón de mulato”. Oleo dc la serie de mestizaje peruana (i770). Museo Etnológico. Madrid.

todo en la capital y los departamentos del cambio de siglo, con un paralelo crecimiento
norte; existían, hacia 1778, once curatos de del grupo blanco; este proceso, coincidente con
campaña. el de otras áreas, estaría evidenciando un paula­
Las castas representaban el 53, 8 por cien­ tino blanqueamiento de la población.
to de la población, con una fuerte incidencia El grupo indígena representa en 1778 el
del grupo esclavo, mayoritariamente criollo, 11,4 por ciento del total, su principal caracte­
según Concolorcorvo. Dentro de este subgru­ rística fue la dispersión; en efecto, los indios
po, los mayores propietarios eran las órdenes abandonan sus pueblos y se contratan libre­
religiosas, cuyos esclavos se agrupaban en “las mente como peones y arrieros en las áreas ru­
rancherías”; las ventas de los pertenecientes a rales o como sirvientes en la ciudad; paralela­
la Compañía después de la expulsión son un mente, grupos de blancos, mestizos y mulatos
dato ilustrativo del peso del sector religioso se introducen en estos pueblos, tal como se
como poseedor de esclavos. desprende del porcentaje de castas en las áreas
Las castas libres tenían más peso en las áreas rurales.
rurales, especialmente en las de antiguo asenta­ Parte de la población mestiza -incluyendo
miento indígena. Sin embargo, este sector dis­ mulatos- era tenida como jugadora y vaga. La
minuye sus componentes en el transcurso del formación de las milicias provinciales dio a 101
TERRITORIO Y POBLACIÓN

“Negro con india producen zambo de indio". Oleo de la serie de mestizaje peruana (1770). Museo Etnológico, Madrid.

algtmos la oportunidad de inserción, pero la Si el crecimiento de Tucumán no puede


protección legal no impidió los desórdenes; es el equipararse al de Salta en el curso del siglo,
caso de los llamados “malévolos”, que arnpara­ entre 1778 y 1801, su población se incrementa
dos por sus propios capitanes, hacían peligrosos una vez y media y en la misma medida entre
los caminos o se refugiaban en los montes. So­ esa fecha y 1809. El peso de las áreas rurales
bre Monte instauró la papeleta de conchavo en —Chiquiligasta, Choromoros y Marapa- es tan
procura de resolver el problema y también tras­ significativo que las necesidades de esta pobla­
ladó a los revoltosos que se habían agrupado en ción ocasionan, en 1796, la subdivisión de los
la quebrada de Ochoa a la zona de La Carlota. curatos, estructura que subsiste hasta entrado
Llevó a cabo una política de poblamiento el siglo XIX.
tendiente a asegurar la frontera; fruto de ella El área rural concentraba un alto porcentaje
son las fundaciones de las villas de Concepción de población mezclada, dedicada a tareas agro­
del Río Cuarto y La Carlota, sobre fuertes ya pecuarias y artesanales alrededor de los cascos de
existentes, y la nueva línea de fortines —que da­ estancia, pueblos de indios y parroquias. La po­
rá lugar a otras tantas poblaciones—, situados blación indígena constituía alrededor del veinte
en Zapallar, San Rafael, San Carlos, San Fer­ por ciento del total —ya para 1726 quedaban só­
102 nando, San Bernardo y Santa Catalina. lo doce encomiendas—, con una alta radicación
LA EXPANSIÓN DE LA POBLACIÓN

urbana —23,8 por ciento—; en las zonas rurales ciudades. Su crecimiento en el curso del siglo
compartían las actividades de las castas y era fre­ XVIII presenta semejanzas con los de Tucu­
cuente que se contrataran libremente como peo­ mán y Santiago; su crecimiento se acentúa en­
nes, caso que repite el fenómeno cordobés. tre 1778 y 1795, pero a partir de ese momento
Alrededor de 1754, las tierras que habían tiende a estancarse, según se desprende de los
pertenecido al capitán Antonio González fue­ empadronamientos de 1801 y 1809.
ron vendidas por su yerno Baltasar de Lego­ Entre 1778 y 1795, cambian algunos com­
rraga a un grupo de pobladores previamente ponentes de la población; se mantiene estable
asentado en ellas; esa venta fue el origen del el grupo blanco, pero el indígena se reduce a la
pueblo -hoy ciudad- de Monteros. mitad —de cincuenta y cuatro por ciento a
El ritmo de crecimiento de Santiago del veintisiete por ciento—. En 1786, el tesorero de
Estero a lo largo del siglo XVIII es muy simi­ la Real Hacienda registraba diez comunidades
lar al tucumano; sin embargo, el cambio entre indígenas con sólo 195 tributarios, depen­
1778 y 1809 es vertiginoso, cuadruplicándose dientes directamente del gobierno por haber
su población. vacado todas las encomiendas.
Dos características la distinguen; la prime­ En 1783, se funda la villa de Guandacol,
ra, la escasez de población blanca —“habrá 20 con más de ochenta familias. La población
vecinos sobresalientes” constataba Concolor­ miscegenada ha aumentado entre los dos re­
corvo en 1775- agrupada principalmente en el cuentos tres veces su tamaño, localizada espe­
área urbana; este grupo, lejos de aumentar pa­ cialmente en el área rural, y sobre todo en Los
ralelamente al total de población, habría dis­ Llanos; sin embargo, entre 1795 y 1814, se
minuido, a juzgar por la imposibilidad de con­ comprueba un proceso de blanqueamiento,
tribuir al empréstito de 1808, época para la especialmente evidente en la zona rural. Este
cual -según el cabildo- habían “fallecido los setenta por ciento de la población tiene gru­
dos únicos vecinos más pudientes”. pos díscolos: “la gente agregada tan presto es­
El segundo rasgo distintivo es la significati­ tá en un lugar como en otro, y cuando hacen
va ruralización de la población —la más alta de la algún delito o adeudan con el cura se mudan”.
región- con un importante componente mesti­ Marginalídad de cierto sector de la población
zo y una población indígena que representa más mezclada, pero también movilidad.
del treinta por ciento del total; esta última no es En cuanto al grupo negro, su número era
población originaria, sino que se halla reagru­ menor que en otras ciudades de la región; su
pada y mezclada con otros grupos étnicos, pro­ componente esclavo —mayoritariamente com­
ceso que se hace más patente al comenzar el si­ puesto por criollos- estaba predominante­
glo XIX. Al igual que en el caso de Córdoba, se mente asentado en la ciudad, pertenecía ma­
comprueba en Santiago, para la misma época yoritariamente a las órdenes religiosas, aun­
pero en la ciudad, la presencia de población que luego de la expulsión de los jesuitas mu­
mestiza alborotadora, tanto que las rondas eran chos pasaron a manos de particulares.
acompañadas por cabos militares y tropa. El lento crecimiento de Iujuy durante el si­
Al efectuarse el padrón general, la pobla­ glo XVIII se revierte entre 1778 y 1801, alcan­
ción de La Rioja es la más pequeña de las siete zando una tasa anual intercensal de 6,6 por 103
TICRRYFORIO Y POBLACIÓN

ciento; a partir de esa fecha, y hasta 1809, se formaban parte de la población marginal, pe­
frena y produce una tasa negativa. ro no se refieren sólo a cruzas de blanco e in­
La estructura poblacional difiere sustan­ dia sino a los diferentes subgrupos derivados
cialmente de las del resto de las ciudades que de la mezcla racial. La sociedad, mucho más
se están analizando. Iujuy posee un compo­ estructurada, ha ido trazando los límites en
nente predominantemente indígena, que al­ forma más clara, dejando a todos los miscege­
canza en 1778 al ochenta y dos por ciento con­ nados en el grupo de las castas y sometiendo­
centrado especialmente en los curatos de la los a progresiva exclusión.
Puna; decrece en el curato central de Tumba­ Esta sociedad parece haber alcanzado el
ya y en el sur, en Perico, se da ya un neto pre­ equilibrio entre los sexos, aunque los pocos
dominio del sector mestizo; en cambio, la ciu­ indicadores que tenemos otorgan una cierta
dad es ámbito del grupo blanco acompañado superioridad al ingrediente femenino en todas
por los mulato-negros. El Cuadro 3 permite las razas. Sólo a modo de ejemplo, el total de
observar la escasa incidencia de la población mujeres de la población cordobesa de 1778 re­
urbana. presenta el 51,4 por ciento; en La Rioja, el pa­
Catamarca tuvo un crecimiento irnpor­ drón de 1795 arroja el 51,6 por ciento para las
tante a lo largo del siglo; el Cuadro 3 muestra mujeres.
el equilibrio entre la población ciudadana y la En las últimas décadas del siglo, se incor­
campesina, agrupada ésta en los curatos de poraron contingentes de inmigrantes; galle­
Belén, Ancaste y Concepción del Alto. En la gos, montañeses y vascos se insertaron en la
zona urbana, una escasa población blanca vida urbana en un número que se desconoce,
convivía con una mayoría de sangre mezclada, pero de cuya rápida asimilación dan cuenta
caracterizada por ser gente libre, con oficio y los expedientes matrimoniales y testamentos.
estructuras familiares estables. En la zona ru­ El aporte inmigratorio habría incidido so­
ral, el número de indígenas era más elevado bre la estructura de edades de esta población.
que en el área urbana y representaba el vein­ Estudios sobre Jujuy, La Rioja, Tucumán y
ticuatro por ciento del total de la población. Córdoba parecen confirmarlo; esta última te­
Los datos existentes para 1785 y 1789, nía una edad media ponderada de 21 años pa­
muestran que el crecimiento bruto del área ra los varones y de 22 para las mujeres, con un
rondó las 36.000 personas. Una nueva y pe­ cincuenta y cinco por ciento de población me­
queña ciudad —que en 1800 contaba alrededor nor de 20 años.
de 180 habitantes- fue fundada en esta época: La población de este período no fue inmó­
Nueva Orán. vil sino todo lo contrario, con la peculiaridad
de qu_e la movilidad existía en todos los gru­
LA ESTRUCTURA DE m POBLACIÓN pos. Sólo como ejemplos, puede decirse que
en Jujuy algo más del treinta y cinco por cien­
Se ha visto en las páginas anteriores que la to de los jefes de familia españoles no era ori­
categoría mestizo no aparece en los padrones ginario de la ciudad, y que una tercera parte de
de finales del siglo; otras fuentes documenta­ ellos provenían del Litoral. A mediados del si­
104 les mencionan como tales sólo a aquellos que glo, una familia esclava del colegio jesuítico de
LA EXPANSIÓN DE LA POBLACIÓN

Salta llegaba a Iujuy para pedir permanecer en Mendoza fue fundada en 1561 por cuaren­
el colegio de esa ciudad; y, entre los que pro­ ta y ocho personas, entre las que se repartieron
vocaban la preocupación del cabildo santia­ treinta encomiendas de aproximadamente
gueño por esa misma época, dos eran cordo­ 2500 indios. Al año siguiente, Iuan Iufré modi­
beses, uno pardo esclavo y el otro un mestizo. ficó su emplazamiento y con vecinos de ella
Los ejemplos —dentro del grupo español- de fundó San Iuan; aunque se desconoce su núme­
relocalización por matrimonio podrían mos­ ro, Verdaguer lo fijó en veintitrés personas —en­
trar, como ya se dijo para el siglo XVII, que la tre las que se habrían repartido 1500 indios­
movilidad era mucho mayor que lo que hasta pero coincide con otros historiadores en que
ahora se ha supuesto. muchos de ellos no se establecieron en el lugar.
Durante los primeros veinte años de su existen­
LA REGIÓN CUYANA cia, Mendoza y San Iuan sólo tuvieron comuni­
cación con Chile; recién en 1580 comenzó a
PERÍODO CHILENO transitarse la ruta a Córdoba , en los primeros
años del siglo XVII se descubrió el camino di­
Cuyo estuvo bajo jurisdicción chilena recto a Buenos Aires. A fin del siglo, se fundó
hasta la creación del Virreinato del Río de la San Luis pero se desconoce su población inicial.
Plata, momento en que fue incorporado a la Aunque Comadrán ha demostrado la falta
intendencia de Córdoba del Tucumán. Las de coherencia de los primeros datos de pobla­
autoridades de la gobernación de Chile hicie­ ción, conviene analizarlos (Cuadro 4).
ron efectivos sus derechos en la región a par­ Zuluaga calculó que vivían en Mendoza,
tir de 1561, aprovechando que la población hacia 1610, unos 150 españoles, entre los que
indígena huarpe era pacífica y capaz por tan­ contaba unas cincuenta mujeres. De acuerdo
to de proveer una mano de obra que era esca­ con la estimación de Celada vivían en Mendo­
sa del otro lado de la cordillera debido a las za unas 112 personas; su apreciación parece la
guerras del Arauco; otro motivo no menos más ajustada a la realidad, mientras Vázquez
importante para mantener el poblamiento de de Espinosa tiende a sobreestirnarla.
la región era la preocupación por obtener rá­ La escasez de población se agravaba con la
pidamente refuerzos para la guerra; los mis­ ausencia de los encomenderos que sólo cruza­
mos entraban por Buenos Aires e invernaban ban la cordillera para llevarse a los huarpes.
en Mendoza; existen constancias de que entre Las autoridades intentaron remediar la situa­
1583 y 1604 pasaron no menos de tres expe­ ción; el obispo Pérez de Espinosa intentó crear
diciones por ella. doctrinas, en tanto que el gobierno chileno
No se conocen padrones para la mayor fundó en territorio sanjuanino la Villa de San
parte del período aquí tratado —se sabe que se Ramón, con el fin de asegurar las comunica­
realizó uno en 1720 en Mendoza, otro de toda ciones con el Tucumán, y evitar, a la vez, la ex­
la campaña en 1753 y luego el general de tracción de indios hacia aquella jurisdicción,
1778-, por lo cual la mayor parte de la infor­ pero el proyecto fracasó.
mación sobre población proviene de infor­ Pero si los encomenderos no residían en
mes, visitas y cartas. forma permanente en la jurisdicción, otros 105
TERRITORIO Y POBLACIÓN

CUADRO 4
ESTIMACIONES Y CALCULO DE POBLACIÓN TOTAL
SIGLO XVII

Ciudad ‘ i602 l” M1620 l 1617


Mendoza 100 casas 32 casas 40 vecinos
San [uan 23 casas 24 vecinos
San Luis 50 casas 10 casas 20 vecinos
Roblación total SZSAp-ersonas 227 personas 294 personas

Fuente: Comadrán Ruiz (1602: informe de González de Nájera; 1610: informe del oidor Gabriel
de Celada); 1617: Vázquez de Espinosa. Los totales de población han sido calculados sobre el in­
dicador 3,5.

pobladores, que sí. lo hicieron, fueron los en­ dígena frenó en parte la expansión, que se
cargados de organizar la vida en la zona. De concentró en zonas alejadas de estos malones
ello quedan constancias en las solicitudes de sureños. En esta época se repartieron nuevas
mercedes de tierras, o en los indicios sobre su encomiendas aunque la cantidad de indios re­
actividad agrícola o comercial. Así, Francisco ducidos fue pequeña.
Ortiz de Urbina -casado en primeras nupcias Hacia el fin del siglo, el décimo obispo de
con una mestiza peruana y luego con Mariana Chile informaba al rey que los cuyanos le ha­
Calderón- tenía una sociedad ganadera en el bían causado compasión dada la escasez de
valle de Uco y exportaba vinos. En San Iuan medios, la reducción de los repartirnientos de
quedó radicado el segtmdo jefe de la expedi­ indios y la corta cantidad de población de las
ción fundadora, Iuan Eugenio de Mallea, tres ciudades.
quien casó con la hija del cacique Angaco; Sin embargo, en 1712, el jesuita Covarru­
consta que compró molino y fragua y que sus bias escribía al Rey que Mendoza albergaba
hijos donaron el solar en el que los jesuitas es­ unas 3000 personas -dato corroborado por el
tablecieron su residencia. padrón de 1720 mencionado por Verdaguer-,
En 1641, el cabildo mendocino informaba mientras en San Juan había alrededor de 2000;
sobre la existencia de sesenta familias y 180 es­ la población de San Luis era escasa; el informe
clavos; en 1657 el oidor Solórzano y Velasco habla también de algunos pueblos de indios
estimaba que en Cuyo residían 150 hombres y donde vivía poca población y hacía alusión a
330 mujeres, cálculo que resulta curioso te­ que muchos indios libres se contrataban para
niendo en cuenta que ya por esos años habían trabajar en las viñas o como carreteros y que
comenzado los primeros levantamientos en la “muchos de ellos interpolados se desfiguran en
zona sur del Corregimiento y que, en 1658, se mestizos"; las referencias se repiten para las
produjo la primera gran sublevación de puel­ tres ciudades, y al hablar de San Iuan agrega
106 ches, araucanos y pehuelches. Este avance in­ que “entre los zambos y pardos libres envueltos
LA EXPANSIÓN DE LA POBLACIÓN

y desfigurados no se conocen”. El extenso in­ —a la que se han sumado los no especificados­


forme enumera antiguos pueblos de indios co­ representa un escaso diez por ciento del total;
mo Calingasta, Pismanta y Iáchal donde viven en el caso puntano figuran tan sólo cinco mes­
mestizos; el alcance del término parece ser am­ tizos y cuarenta y un personas entre mulatos y
plio y englobar diferentes cruzas raciales. zambos.
Al comenzar el siglo XVIII, han nacido ca­ Fruto de la labor de la Iunta es la construc­
pillas alrededor de pueblos de indios, entre ellas, ción del fuerte de San Carlos —cerca de la doc­
la de Nuestra Señora del Socorro, en la Arbole­ trina de Uco, convertida en curato- y más al
da —Tupungato—, la" de Angaco o Iáchal en San sur el de San Iuan Nepomuceno, ambos en te­
Juan y en San Luis las del Santo Cristo de Ren­ rritorio mendocino. En San Juan, la capilla de
ca, Santa Bárbara y San Felipe de la Carpintería. San Iosé logra estabilizar la población de Iá­
Un importante informe destinado a la chal y, al filo del cambio de jurisdicción de Cu­
Iunta de Poblaciones chilena -escrito alrede­ yo, se funda San Agustín del Valle Fértil.
dor de 1745- se refería expresamente a los ha­
bitantes de Calingasta, Pismanta y Iáchal, a PERÍODO VIRREINAL

quienes habia que apremiar para que residie­


sen en las ciudades, para que “estén formal­ El padrón de 1778 para la zona cuyana
mente pobladas”, y ponía como ejemplo de permite establecer el importante crecimiento
“gentes viciosas y de depravadas propiedades” puntano y la importancia de los centros urba­
a los habitantes de Punilla —en los límites en­ nos -con un cuadro bien diferente del corres­
tre San Luis y Córdoba- que “son desertores pondiente al área tucumana-; se analizará asi­
de una y otra jurisdicción”. mismo la distribución racial de la población.
Lamentablemente, la matrícula de la cam­ En el Cuadro 5 se han calculado los por­
paña cuyana realizada en 1753 por orden de la centajes de población urbana respecto del to­
Iunta de Poblaciones no tiene distinción de et­ tal y el crecimiento anual intercensal entre
nias, excepto para el valle de Uco y para San 1778 y 1812, para mejor visualizar las caracte­
Luis; en el primer caso, la población mestiza rísticas de la región.

CUADRO 5
PORCENTAIES DE POBLACIÓN URBANA Y TOTALES DE POBLACIÓN

Ciudad 1773 Total 1735 013013 Eraiáí ‘A tag, ¿E5421 Í 753.01% 31}
Mendoza 85,3% 8.765 91% 41,0% 13.272 1,3%
San Iuan 80,0% 7.690 91% 28,0% 12.613 1,5%
San Luis 53,0% 6.956 49% 9,3% 16.967 2,4%
Totales 23.411 _ 42.842 1,7% U
Fuente: Comadrán Ruiz (1778: padrón general; 1785: informe de Sobre Monte; 1812: padrón).
TÍ-ÏRRYFORIO Y POBLACIÓN

Cuyo tiene, pues, un predominio de po­ meno éste que tiene altísima incidencia en San
blación urbana, y en ella es preponderante el Luis y algo menos en San Iuan.
grupo “español”, que en Mendoza y San Luis
supera el cincuenta por ciento del total. Si en LA ESTRUCTURA DE POBIACION

la primera este grupo se concentra sobre todo


en la ciudad, en el área puntana es también El alto porcentaje de población blanca que
muy importante en la zona rural, probable­ reflejan los recuentos contrasta con las refe­
mente por el peso que tiene la población de rencias constantes a mestizos en otro tipo de
Renca. Es diferente el panorama sanjuaníno, documentación. Las mismas se van haciendo
donde el predominio corresponde al sector más negativas a medida que avanza el siglo:
mestizo, que se concentra en la ciudad, donde agregados a pueblos de indios, desertores re­
convive con un sector español mucho menos fugiados en la campaña —“gentes viciosas y de
significativo que el de las otras dos. depravadas propiedades”-, aunque también
La población indígena de toda la región insertos en las ciudades, como en el caso de
constituye entre el quince y el veinte por cien­ San Iuan, o como los “malévolos” y los “ocio­
to de la población total, asentada predomi­ sos y jugadores de todas clases y esferas” de
nantemente en la campaña, junto con un nu­ Mendoza. A esta población deben agregarse
meroso grupo de población negra. Los empa­ los forasteros que pasan -y a veces quedan­
dronadores cuyanos de 1778 no distinguieron relacionados con el comercio de toda el área,
la población libre de la esclava, aunque en tér­ los portugueses extrañados después de la to­
minos globales, Mendoza era la que poseía el ma de Colonia y, ya en el siglo XIX, los ingle­
mayor número de éstos —con un muy reduci­ ses internados después de las invasiones.
do grupo mestizo- y San Luis la que concen­ Los únicos datos sobre mujeres los da el
traba menor cantidad. padrón de 1753, el cual muestra equilibrio en­
La política de poblamiento de Sobre Mon­ tre los sexos, lo que es llamativo tratándose de
te -continuadora de la iniciada por las autori­ un padrón de área rural y de frontera. La es­
dades chilenas- comienza a vislumbrase hacia tructura de edades permite afirmar que es una
el final del siglo; en Mendoza se reúne pobla­ población relativamente joven.
ción dispersa en San Iosé de Corocorto -alre­ Un estudio de las familias que vivieron en
dedor de 1792-, y ya iniciado el nuevo siglo en Mendoza entre la fundación y 1739, muestra
el fuerte que dio origen a San Rafael; en terri­ que en el cuarenta y cuatro por ciento de los
torio puntano, se juntan en el poblado La Ca­ casos los apellidos son localizables también en
rolina grupos de mineros dispersos, y otros Chile, mientras que en otro veinticuatro por
pobladores fundan la villa de Melo —actual ciento coexistieron de ambos lados de la cor­
Merlo-; en San Iuan, se congregan mineros en dillera; este dato hace referencia a una gran
San Bartolomé de Guachi y se intenta poblar movilidad; poderes y testamentos hablan de
la región de Mogna; en 1788, se asignaban tie­ que esa movilidad era mayor y abarcaba un
rras en Valle Fértil. Al finalizar el período vi­ área más amplia.
rreinal la población cuyana ha pasado a resi­ En cuanto a los extranjeros, si ya en el si­
108 dir, mayoritariamente, en zonas rurales, fenó­ glo XVII pueden encontrarse algunos, su nú­
LA EXPANSIÓN DE LA POBLACIÓN

mero se vio fuertemente incrementado por los Las permisiones y las arribadas forzosas
portugueses enviados como prisioneros des­ favorecieron la entrada de esclavos negros,
pués de 1776; aunque años más tarde, parte de muchos de los cuales fueron trasladados al Al­
ellos partieron, otros quedaron asentados; a to Perú para ser vendidos; los que quedaron
ellos deben sumarse los prisioneros ingleses en la región dieron origen al tercer compo­
internados después de las invasiones. nente de población.
En los últimos años del siglo XVI cada una
de las cuatro ciudades debe haber tenido entre
EL LITORAL sesenta y noventa vecinos. El tamaño de la po­
blación había sido estimado hasta ahora sobre
EL POBIAMIENTO EN LOS SIGLOS X VI-X VII una familia de entre cuatro y seis miembros;
recientes estudios para el área bonaerense per­
La estructura de la población de esta zona miten afirmar que, al menos en esta zona, el
difiere bastante de las del Tucumán y Cuyo en tamaño de la familia no superó —como en las
estos primeros tiempos. Despoblada la prime­ otras dos áreas- los 3,5 miembros. Al aplicar
ra Buenos Aires, sus habitantes se concentra­ este indicador puede estimarse que la pobla­
ron en Asunción, desde donde fundaron —en ción de cada ciudad debe haber estado entre
un lapso de quince años entre 1573 y 1588- las las 200 y las 300 personas. Cuando hacia 1590
cuatro ciudades litorales, con predominio de se calculaba que en Corrientes y Santa Fe ha­
elemento criollo. Hasta 1621-22 —fecha de la bía alrededor de 129 vecinos, seguramente se
visita del gobernador Góngora- sólo se cono­ hablaba de cantidad total, y cuando en 1602 se
cen estimaciones que son bastante heterogé­ llevaba a cabo en Buenos Aires una revista de
neas y que presentan problemas para su inter­ los hombres de armas, los ochenta y un que se
pretación; con todo, la información sobre Co­ presentan estarían indicando una población
rrientes y Buenos Aires es más sólida que la de alrededor de 284 personas. Las fuentes cua­
existente para Santa Fe; muy poco es lo que sa­ litativas confirman estos datos con referencias
bemos sobre Concepción del Bermejo. a despoblación y todo tipo de padecimientos y
Las encomiendas repartidas entre los pri­ necesidades.
meros vecinos eran de pocos indios, resultaba Basados en las apreciaciones existentes pa­
difícil mantenerlos reunidos y por tanto falta­ ra Corrientes y Buenos Aires, podría aventu­
ba mano de obra. Otra característica de esta rarse que la población creció lentamente has­
zona es el aporte de hombres, especialmente a ta 1615, pero que a partir de esa fecha el au­
Buenos Aires, que Konetzke señaló al estudiar mento fue acelerándose. En el crecimiento ha­
las expediciones llegadas con socorros de Es­ brían incidido la reagrupación de las ciudades
paña y Molina cuando analiza las naves de en la nueva gobernación del Río de la Plata
permiso arribadas con tropas y religiosos. Al -separándolas de Asunción- y condiciones de
menos desde los primeros años del siglo XVII, vida más estables derivadas tanto de las rela­
entraron portugueses, con o sin licencia, atraí­ ciones comerciales con el resto del territorio
dos por las permisiones de navegación y el co­ como de ¡las primeras permisiones; actuó en
mercio semilegal e ilegal. contra de élla separación de las dos Coronas, 109
TFÏRRITÜRIO Y POBLACIÓN

el extrañamiento de portugueses y el cierre del sus productos; su crecimiento —a la luz de los


puerto durante casi veinte años (Cuadro 6). datos existentes- habría estado en alrededor
Los datos existentes desde 1622 en adelan­ de 1,3 por ciento entre 1622 y 1684. Una esti­
te permiten calcular totales de población y de mación realizada para 1698 muestra que el to­
crecimiento anual. El crecimiento de Corrien­ tal de habitantes ascendía a 1300, cifra seme­
tes -aun agregando la población de Bermejo, jante al dato ofrecido por Altamirano. Calvo
abandonada en 1632- habría superado, entre ha estudiado al grupo vasco de esta ciudad y
1622 y 1676, el dos por ciento. El informe del llama la atención sobre la “dinamización del
cabildo —sobre el cual se hizo esta estirnación­ intercambio mercantil” y el aporte de este gru­
difiere poco del que dos años más tarde hizo po a la población del período.
González Alderete, el cual es coincidente con Buenos Aires recibió aportes inmigrato­
la cifra que ofrece Altamirano. Resulta llama­ rios sistemáticamente desde 1631, cuando co­
tivo el crecimiento, pues la ciudad estaba menzó a constituirse el presidio; si se estima la
constantemente expuesta a ataques indígenas población entre 1622 -año de la visita del go­
y el cabildo se mostró reticente al envío de tro­ bernador Góngora- y 1664 —padrón militar
pas para las guerras calchaquíes primero, y pa­ realizado por Martínez de Salazar- sólo habría
ra la toma de Colonia, después. Sin embargo, crecido el 0,68 por ciento, en cuarenta y dos
el número de soldados solicitados da indicios años.
ciertos de dicha expansión: 30 hombres en Poco antes del relevamiento, había visita­
1664, 50 en 1667, 150 en 1671. do Buenos Aires Acarette du Biscay, quien
Santa Fe debió haber incrementado sus calculó que había unas 400 casas, lo que lleva­
habitantes desde su traslado al actual empla­ ría la población a unas 1400 personas, entre
zarniento y la designación como puerto preci­ las que estarían incluidos clérigos, soldados y
so, pues a ella llegaban mercaderes y comer­ gente de servicio. Por la misma época, llegó el
ciantes de distintos puntos para intercambiar francés Massiac, para quien el total de la

CUADRO 6
NÚMERO DE VECINOS 1603-1684
Y TOTALES DE POBLACIÓN

Ciudad 1603 1609 1611 1615 1622 1663-4 1675-6 1684 1698
Buenos
San taAires 84 l l 1270
Fe 162 212 267
400500
380
Corrientes 60 91 185 350 400
Total de vecinos 465 1.300
1.628 4.550
40/ 50

Población total

FUENTES: Maeder, Cervera, Lux-Wurm, Calvo.


110 NOTA: no se mencionan los vecinos de Bermejo, ciudad que desaparece en 1632.
LA EXPANSIÓN DE LA POBLACIÓN

población, incluida la campaña, llegaba a 6360 Conchas y otra de caballería en Matanza y


“almas”, sin contar la guarnición; este total, Magdalena- cuyo efectivo estaba constituido
que parece sumamente exagerado, podría re­ por sus vecinos.
lacionarse con los objetivos de su informe al
monarca francés. Por su parte, Besio Moreno LA ESTRUCTURA DE LA POBLACIÓN
determinó matemáticamente la existencia de
3359 habitantes -incluidos indios, negros, Los hispano-criollos que se asentaron en
etc.— corroborándolo con una información le­ esta región lo hicieron en medio de una po­
vantada por el cabildo, según la cua.l había blación indígena que no fue fácil de pacificar;
2500 personas blancas en la ciudad. por ello la situación es tan diferente de la del
Francisco Hernández de Cifuentes y Iuan Tucumán, y hay que ser precavido cuando se
Muñoz Gadea -quienes habían vivido en la habla de vecinos encomenderos, pues las más
ciudad- insistían, en 1670, sobre los totales del de las veces éste era un título honorífico sin
padrón de 1664, agregando la gente de guarni­ efectividad.
ción; ésta, según informaba pocos años des­ Los primeros años fueron difíciles y las
pués el gobernador Garro, ascendía a 850 ciudades vivieron en constante alerta; como
hombres. ejemplos de la resistencia indígena baste men­
Había en la ciudad, además, una pobla­ cionar la primera despoblación de Buenos Ai­
ción flotante compuesta por las tripulaciones res y, ya entrado el siglo XVII, la de Bermejo.
de las naves de registro —que permanecían en­ En 1609, Hernandarias, en su Memoria de
tre ocho meses y un año y medio- y por mer­ poblaciones, estimaba que los indios someti­
caderes y comerciantes del Interior. En 1689, dos serían alrededor de 1500 en Santa Fe,
el cabildo proponía incrementar la traza de la unos 650 en Bermejo y cerca de 500 yanaco­
ciudad, lo cual evidencia un crecimiento del ‘nas de servicio en Buenos Aires; no daba da­
contingente urbano. tos para Corrientes, que “no tienen muchos
Desde las primeras reparticiones de tie­ indios”.
rras hubo en las ciudades una parte destina­ La visita de Góngora a la gobernación
da a la agricultura —la harina era uno de los arrojó 857 indios en las cuatro ciudades y al­
productos que cargaban los barcos de permi­ rededor de 4000 en las once reducciones exis­
so— y otras en las que se desarrolló la ganade­ tentes; éstas sufrieron diversos avatares y par­
ría; lo que importa señalar aquí es que las te de ellas desapareció en el curso del siglo, a
ciudades se extendieron -aunque fuese en pesar de los ingentes esfuerzos de franciscanos
forma muy limitada- sobre las campañas cir­ y jesuitas. Las más estables fueron las de Itatí y
cundantes, expulsando parte de su población Santa Lucía en Corrientes, a las cuales se agre­
hacia ellas. Sólo para Buenos Aires se cono­ garon durante el siglo, las de Santiago Sánchez
cen constancias, en los libros parroquiales, de y Candelaria de Ohoma. Una orden de reclu­
bautismos de niños blancos, especialmente tamiento de 1671 puede dar una idea de la en­
en la zona de la reducción del Baradero; a mi­ vergadura de las mismas; se ordenaba reclutar
tad de siglo, existían compañías en los pagos veinte indios en Santiago Sánchez y Ohoma,
—una de infantería en Monte Grande y Las ochenta en Itatí y ocho en Santa Lucía; las en­ lll
TlÉRRl'l'()lll() Y POBLACIÓN

comiendas debían aportar 150 indios en pro­ laborar en las cosechas, pero también se los
porción al tamaño de cada una. autorizaba a contratarse libremente para ir en
Las reducciones organizadas en el área bo­ balsas y otras embarcaciones hasta Santa Fe o
naerense no subsistieron; fue la primera la de Buenos Aires; algunos no regresaban, lo que
San Iosé en Areco, a la que siguieron la de Tu­ motivó que, en 1665, se les prohibiese salir de
bichaminí en las cabezadas del Luján y la de la ciudad y se ordenase a los que estuviesen en
San Bartolomé en la zona de Arrecifes; hacia Santa Fe volver a su lugar de residencia.
1670, se proponía reubicarlas, proyecto que Entre 1595 y 1602, hubo autorización pa­
sólo habría prosperado en parte. Lograron ra introducir anualmente, por el puerto de
perdurar la de Baradero y la organizada con Buenos Aires, 600 negros; a partir de esa fecha
los indios quilmes -desnaturalizados de la este tráfico estuvo prohibido pero se aprove­
guerra calchaquí— en tierras del vecino Iuan chaban las cargas de los navíos de arribada
del Pozo; esta reducción fue perdiendo paula­ que eran rematadas en almoneda pública y los
tinamente su población hasta fines de siglo; entrados de contrabando, la mayoría para ser
los indios de Tubichaminí -mudados al sur de vendidos en Potosí. Aun así, quedaron en Bue­
Buenos Aires- colaboraron en 1665 en las nos Aires negros que trabajaban en las chacras
obras de defensa de Buenos Aires junto con los y en las casas de familia; también las órdenes
del Baradero, mientras en la reducción de religiosas fueron propietarias: el obispo Azco­
Quilmes se hacía la cal necesaria. na poseía trece esclavos hacia 1699, y Pedro
En territorio santafesino, existieron las re­ “de la Iglesia” fue testigo en numerosos bautis­
ducciones de San Lorenzo de los mocoretaes, mos. En 1664, el Presidio contaba con una
la de San Miguel de los calchines y la de San compañía de caballería negra que tenía 47 pla­
Bartolme’ de los chanaes, todas de muy corta zas, pero también con una de 30 plazas forma­
vida. da por mulatos. La presencia del negro en mu­
Puede constatarse la presencia individual chas casas porteñas ha sido constatada por un
de indígenas en las áreas urbanas y rurales reciente estudio sobre el grupo navarro de la
desde fecha muy temprana; muchos eran in­ ciudad y también puede ser verificada en el li­
dios de encomienda —de Buenos Aires o del bro de Colecturía de la Catedral, en el cual
Tucumán- alquilados por los propietarios; pe­ aparecen -al menos desde mitad del siglo­
ro en los protocolos notariales porteños apa­ gran cantidad de mulatos. La presencia de es­
recen, al menos desde 1604, conciertos en que clavos -negros y mulatos- también ha sido ve­
los indios se contrataban libremente como rificada por Calvo en un trabajo sobre los vas­
aprendices de artesano; los testamentos, los cos en Santa Fe. Por esta época aparecen las
casos de nulidad matrimonial y los casamien­ primeras menciones sobre pardos, negros y
tos con indias o con esclavas, hablan de resi­ mulatos libres: manumisión y mestizaje que­
dencia urbana y de libertad de movimiento. dan así patentizados.
En 1664, la ciudad contaba con un cuerpo de Los primeros pobladores de las ciudades
caballería indígena que tenía 42 integrantes. litoraleñas fueron en gran parte criollos, “hijos
Los indios de las reducciones correntinas de la tierra”, cuya filiación mestiza está proba­
112 eran repartidos entre viudas y pobres para co­ da en muchos casos; sin embargo, se trata de
LA EXPANSIÓN DE LA POBLACIÓN

aquellos que por su reconocida ascendencia siguiendo los pasos de Juana de Saavedra co­
—hijos de conquistadores— o por ser primeros mo propulsora de una casa de recogidas. En
pobladores, quedaron asimilados al grupo es­ Buenos Aires, las hubo poderosas, como Ana
pañol. En cambio, habrían pertenecido a los de Matos quien durante varios años fue la
grupos mestizos intermedios “los mozos suel­ abastecedora de carne de la ciudad, o como
tos y libres” -de Santa Fe y Corrientes- que in­ Ana de Paz Serrano y Teresa y Mariana Gamiz,
tegraron los distintos contingentes para la capaces de pleitear, organizar vaquerías o ven­
guerra calchaquí o la recuperación de la Colo­ der sus bienes en España; de otras sabemos
nia. Serían también los ocupantes de tierras menos, pero aparecen como “la castellana”, “la
ajenas —con o sin autorización de los propieta­ flamenca”, como tutoras y curadoras de sus hi­
rios— así como los partícipes de vaquerías, los jos o pleiteando con sus yernos. Sólo puede
vecinos pobres del pago de La Magdalena que agregarse que el número de esposas identifica­
en 1657 litigaban contra los “hombres pode­ do en el padrón de 1664 asciende a 221 muje­
rosos, adinerados, validos de la justicia” que res. Faltan datos para Corrientes y para Santa
hacían recogidas en tierras que ellos ocupaban Fe; sólo se cuenta con el estudio sobre vascos,
de antiguo. Formarían parte de este grupo al­ que aporta algunos indicios sobre mujeres.
gunos de los casos registrados a partir de 1655 El número de extranjeros en el Litoral de­
como “una criatura huérfana de casa de...”, be ser estimado como mayor que el residente
bien diferenciados de los negros y mulatos; lo en las otras dos regiones. Según Konetzke, los
son de cierto los pocos que figuran como “un primeros habrían entrado con Mendoza, y lue­
mesticito” o la mestiza Malis; han de serlo go, la fracasada expedición de Pancaldo habría
también parte de los registrados en los libros agregado algunos otros, especialmente italia­
de bautismos como hijos de “madre descono­ nos. Una real orden de 1602 dispuso por pri­
cida”, en los que figura sólo el nombre del pa­ mera vez la expulsión de portugueses, la cual se
d.re. El segundo grupo de mestizos puede nue­ reiteró varias veces hasta que, a raíz de la sepa­
vamente ser mejor identificado a través de las ración de las Coronas en 1640, se hizo un re­
mujeres: legados para dotar una huérfana -de cuento y extrañamiento en las ciudades de la
la que no se da el nombrea o niñas criadas en gobernación, que sumó alrededor de trescien­
una casa desde pequeñas, las albergadas por tas setenta personas, algunas de las cuales, co­
las beatas porteñas, y algunas mujeres dedica­ mo se ha visto, se refugiaron en el Tucumán. El
das “al antiguo oficio”, sobre las que hablan los padrón de 1664 arroja para Buenos Aires un
acuerdos del cabildo porteño, definen a un total de 24 portugueses —no están contados
sector desprotegido. aquí los que eran ya segunda o tercera genera­
La participación de la mujer, a diferencia ción-, a los que deben agregarse dos flamen­
del Tucumán, puede ser constatada desde los cos, un italiano y un irlandés. El libro de Colec­
inicios; aunque su número haya sido escaso en turía deja traslucir, a lo largo de la centuria, la
los finales del siglo XVI, su presencia en el presencia de otros —algunos de los cuales pue­
XVII es más significativa y de mayor peso. Al­ den haber pertenecido a las tripulaciones de
go puede intuirse a través de los juicios de nu­ naves de registro- como Roberto “francés de
lidad matrimonial analizados por Molina, o los robados”, dos holandeses “que se ahogaron 113
Tl'Ïl{lll'l'0Rl() Y POBLACIÓN

en la boca del río” o el “griego Jorge”. No debe rrientes a defender su frontera al tiempo que
descartarse la presencia de algunos otros, no auxiliaban a los santafesinos. No resultaba
sólo en la ciudad puerto sino en las otras dos; menos peligrosa la frontera sur, debido a los
el apodo de una de las mujeres mencionadas constantes ataques de las tribus pampas arau­
más arriba permite suponer que también algu­ canizadas. A los peligros y la necesidad de de­
na extranjera haya recalado en estas playas. fenderse debe agregarse la rivalidad entre las
El ya citado estudio sobre los navarros ciudades; alejados los ganados cirnarrones de
afincados en Buenos Aires y las listas de solda­ las cercanías de éstas, sus habitantes volvieron
dos arribados para el Presidio permiten inferir sus ojos hacia las campañas entrerrianas y de
que aquellos que se asentaron en esta ciudad o la Banda Oriental donde quedaba aún mucho
en alguna de las otras dos lo hicieron siendo ganado. La pugna de intereses perduró varias
muy jóvenes. Sobre el total de navarros llega­ décadas, hasta que finalmente lograron esta­
dos como soldados en esta centuria, el 58,15% blecer sus límites; paralelamente se sellaron
contaba entre 14 y 25 años de edad; una some­ paces con las tribus más belicosas. La situa­
ra revisión de las listas de tropas confirma es­ ción de guerra y una nueva mentalidad lleva­
te aserto. ron al establecimiento de fortines y de los pri­
El último aspecto que queda por destacar meros cuerpos armados para la defensa de las
es la movilidad de esta población; luego de va­ campañas, todo lo cual contribuyó a la expan­
rios trabajos eruditos ya no se pone en duda sión de la población y, en parte, provocó un
que el espacio altoperuano-rioplatense era proceso de ruralización semejante al ya visto
una unidad de circulación mercantil; queda en las otras regiones, aunque algo más atenua­
aún por determinar fehacientemente el movi­ do. La inmigración —que en el siglo anterior
miento que los hombres tenían en ese circui­ engrosaba la población con contingentes mili­
to, el que por ahora sólo se percibe a través de tares— comienza a nutrirse con comerciantes
casos aislados. Los estudios sobre vascos en que se instalan predominantemente en Bue­
Santa Fe y sobre navarros porteños muestran nos Aires, convertida en una ciudad netamen­
que el movimiento incluía no sólo la ruta Bue­ te mercantil.
nos Aires-Alto Perú sino también Paraguay y Santa Fe fue tal vez la más perjudicada de
Chile; para la última parte del siglo, deberían las tres; a la constante zozobra por los ataques
considerarse también los vínculos existentes charrúas se sumó luego el peligro de los abi­
con Sevilla y Cádiz. pones; a principios del XVIII, se erigieron los
fuertes del Salado y el Saladillo y se instalaron
EL POBLAMIENTO DEL [nom EN EL SIGLO X VIH otros, como el Rincón hacia 1713, que iban
modificando su emplazamiento según las ne­
Al comenzar el siglo, la situación del Lito­ cesidades; para entonces había un pequeño
ral se torna crítica en sus áreas de frontera. núcleo de pobladores en esta zona que fueron
Mientras los indios chaqueños asolaban Santa compelidos por el cabildo a no abandonarla;
Fe llegando a poner en peligro la ciudad, los también parte de la población de la ciudad,
charrúas —expandidos sobre el área mesopotá­ frente a la amenaza, se diseminó por las cam­
114 mica— atacaban las misiones y obligaban a Co­ pañas del sur y de la zona entrerriana —la que
LA EXPANSIÓN DE LA POBLACIÓN

por entonces pertenecía a la jurisdicción san­ El análisis de la dispersión de la población


tafesina- que dio origen, unos años más tarde, santafesina no puede dejar de lado la expan­
al curato de los Arroyos y a un núcleo de po­ sión sobre el territorio entrerriano. Estableci­
blación en La Bajada. A raíz de los pedidos de da la parroquia de la Bajada en 1730, fue a
socorro para luchar con la indiada, se estable­ partir de 1750 cuando su población comenzó
ció que la jurisdicción estaba ocupando alre­ a crecer. La ocupación del territorio se hizo de
dedor de 400 hombres en las recogidas de ga­ manera espontánea, lo cual suscitó conflictos
nado que, sumados a los de la ciudad, alcanza­ entre quienes poblaban y los que se creían con
rían para enfrentar al indígena. derechos sobre las tierras. Se debe a Tomás de
Para 1760, se conoce una información so­ Rocamora la primera planificación para agru­
bre la población total, según la cual había en la parla población dispersa alrededor de pueblos
ciudad 1.500 habitantes, lo cual frente a los y capillas; en 1783, fundó San Antonio de
datos existentes para el final del siglo anterior, Gualeguay; meses más tarde nucleó a un gru­
supondría una importante pérdida de habi­ po de alrededor de 23 familias en Concepción
tantes; para entonces, la Bajada y Arroyos su­ del Uruguay, villa que en pocos años pasó a ser
maban 2.860 pobladores. La población de la la más importante con asiento del comandan­
ciudad habría crecido hacia el fin de siglo se­ te general; ese mismo año, Rocamora reunió a
gún las estimaciones del procurador Larra­ los habitantes cercanos a la capilla de San Iosé
mendi y las de Azara, para llegar a un total en­ y fundó la villa de San Iosé de Gualeguaychú
tre 4.000 y 5.000 habitantes, cálculos que no cuya población en 1787 ascendía a 284 perso­
difieren de la observación realizada por Ro­ nas. A partir de 1760, hubo población en las
bertson en 1812. Esta situación de Santa Fe es­ riberas del río Nogoyá, la que se organizó co­
tuvo condicionada por la pérdida del puerto mo pueblo cerca de 1782. En 1799, el virrey
preciso en 1780 y por brotes epidémicos de Avilés autorizó la fundación de la viceparro­
cierta magnitud. quia de Nuestra Señora del Rosario del Tala,
La zona de los Arroyos tuvo alcalde de con el fin de dar asistencia espiritual a los po­
hermandad desde 1725, para un territorio bladores dispersos en la zona. Salto Chico
que abarcaba aproximadamente desde la ac­ -Concordia- nace como puerto, después de la
tual Coronda hasta Las Hermanas en el sur; expulsión de los jesuitas, para dar salida a las
en 1730 se erigió en curato, cuya población producciones, y como consecuencia de la ex­
fue asentándose lentamente alrededor de la pansión de Yapeyú, por tanto su población es­
capilla. tuvo conformada en un principio con familias
Estudios sobre la evolución de la zona per­ guaraníes.
miten afirmar que hubo un lento crecimiento En 1760, un informe del teniente de gober­
que se acelera a partir de 1737, se acentúa a nador de Corrientes arroja un total de 9.215 ha­
partir de 1741 y llega en 1744 a los 1.240 po­ bitantes para la ciudad y la campaña; Maeder ha
bladores. Alrededor de 1749 Coronda se des­ recopilado la información sobre la segunda
prende para formar un pueblo de pocos habi­ mitad del siglo llamando la atención sobre su
tantes. Casi al final del siglo comienza a nu­ heterogeneidad; de acuerdo con sus cálculos y
clearse población en San Lorenzo. los datos existentes, la población correntina se 115
TERRHïHlK) Y POBLACIÓN

habría triplicado entre 1760 y 1802, pero a la vez ral en seis curatos cuyos límites coincidían apro­
se habría expandido -ocupando un territorio ximadarnente con el de los pagos. Pocos años
tres veces mayor- y, al igual que en otras áreas, antes se hizo un empadronamiento con el obje­
habría sufrido un proceso de ruralización. to de afincar población rural en Montevideo, del
En las primeras décadas del siglo, hubo po­ cual han sido estudiados algunos pagos; el Cua­
blación en Saladas que contó con parroquia dro 7 permite la comparación del total de sus
desde 1731; su crecimiento fue tan lento que habitantes con los existentes en 1744, al levan­
en 1820 sumaba sólo 727 habitantes. Otros dos tarse el padrón de ciudad y campaña.
grupos de pobladores se instalaron en Caacatí Estos estudios, a pesar de la deficiencia
y Mburucuyá. En 1773, se señaló lugar para ca­ que presentan los padrones, permite apreciar
pilla y pueblo en San Roque, el cual, al solicitar un notable crecimiento en un radio estimado
el rango de villa en 1825, contaba alrededor de de 90 kilómetros; llama la atención el total de
100 casas. Sobre el final del siglo se erigió la ca­ población de Magdalena tratándose de un
pilla de Curuzú-Cuatiá, cuyo pueblo fue deli­ área de frontera. En comparación con la zona
neado por Belgrano a su paso por el área. Los urbana, la población rural representaba en
puertos de Goya y Esquina reunieron escasa 1744 un escaso 28%; la de la ciudad era de
población durante el período virreinal. 12.044 habitantes.
Al momento de erigirse el Virreinato, la Conviene señalar que, entre 1622 y 1744,
población total del área litoral ascendía a unos hubo un crecimiento global de 22.000 habitan­
63.000 habitantes, el 60% de los cuales estaba tes con una tasa anual intercensal de 9,49 por
asentado en el puerto y su área circundante. mil. Entre esta fecha y el padrón de 1778, la ciu­
El poblamiento de Buenos Aires y su carnpa­ dad duplicó su población y volvió a incremen­
ña es algo más conocido gracias a la eidstencia de tarla significativamente hacia 1810; la campaña
varios padrones; los primeros pagos de campa­ triplicó su población entre 1744 y 1778 y au­
ña fueron extensiones amplias con límites irn­ mentó cuatro veces el total de habitantes entre
precisos, hasta que en 1730, se dividió el área ru­ esta fecha y 1815. Resulta interesante comparar

CUADRO 7
POBLACIÓN DE SAN ISIDRO, LUIÁN , MATANZA Y MAGDALENA
1726- l 744

San Isidro Luján Matanza Magdalena


1726 127 687
1744 753
210 572
1058 547 677
FUENTES: Olivero, Silvano y Tuis, Salas, García Belsunce.
NOTA: debe tenerse en cuenta que el recuento de población de San Isidro de 1726 no incluyó
a las mujeres, excepto a las viudas cabeza de família, y que el de Matanza de la misma fecha
excluyó a la gente de servicio. Marquiegui eleva las cifras de Luján a 689 y 1.837 individuos,
116 respectivamente.
LA EXPANSION DE LA POBLACIÓN

porcentualmente el peso de ambas áreas en la línea de fortines. Al fin del siglo, Azara po­
el lapso comprendido entre 1744 y 1815 día decir que “cada fuerte tiene hoy una mul­
(Cuadro 8). titud de casas que lo rodean por detrás y los
Aunque Buenos Aires se viera afectada en costados, habitadas por 800 á 1000 almas”;
su frontera sur, la gravitación de la ciudad co­ destacaba en esta expansión Luján, erigida en
mo capital virreinal atenuaba los efectos del villa en 1755, y por tanto poseedora de cabil­
peligro, cosa que no ocurría en las otras dos. do. La expansión se produjo a lo largo de una
El cuadro muestra que el área bonaerense línea que seguía el curso del Salado, traspasa­
no escapó al proceso de ruralización, aunque da formalmente después de 1800 especial­
éste es mucho más atenuado que en las otras mente en toda la franja costera.
regiones. El crecimiento de la población rural El panorama no sería completo si no se
fue espectacular en las últimas décadas del si­ hiciera referencia al plan de poblamiento pa­
glo XVIII; la comparación del padrón de 1744 tagónico que suponía la creación de tres fuer­
con la estimación de Azara demuestra que el tes con súbditos reclutados tanto en el Virrei­
crecimiento bruto entre ambas fechas ascen­ nato como en España; del proyecto primitivo
dió a 433 %, lo que ha sido explicado por la sólo subsistió el enclave de Carmen de Patago­
reactivación económica que produjo la expan­ nes que, en 1788, contaba con 128 personas; el
sión demográfica de la pampa anterior. resto de los llegados desde España pasaron a
La propagación del asentamiento hispano engrosar la población de la Banda Oriental,
se enfrentó a dificultades ya señaladas; esta si­ aunque una parte de ellos permanecía en la
tuación, unida a cambios de política, llevó a la frontera del Salado en esa misma fecha.
erección de los primeros fuertes: Guardia de
Luján, San Antonio del Salto y Zanjón, a los LA ESTRUCTURA DE LA POBLACIÓN

que se agregaron Navarro y Areco en 1775 y


1779, respectivamente; pocos años más tarde Las reducciones tienden a disminuir a lo
se erigieron los partidos a cuyo frente se colo­ largo del siglo, e incluso algunas desaparecen o
có a los alcaldes de hermandad; el crecimiento deben ser reubicadas; las de mayor perdu­
de la población originó nuevas subdivisiones ración en el tiempo fueron Itatí en Corrientes,
de éstos y la acción decidida de Vértiz reforzó San Jerónimo, San Javier y San Pedro en Santa

CUADRO 8
PORCENTAIES DE POBLACIÓN URBANO-RURAL Y TOTALES DE POBLACIÓN

1744 1738 A E1815


Ciudad 72% 64% 55,2%
Campaña 28% 36% 44,8%
Población total 16.650 personas 37.ó80 personas 93.852 personas

FUENTES: Iohnson-Socolow, Moreno, García Belsunce y otros. 117


TERRITORIO Y POBLACIÓN

Fe y Quilmes y Baradero en Buenos Aires; las y, en forma parcial, a sectores rurales; algunos
intentadas por los jesuitas en el área bonae­ autores opinan que, en números absolutos, este
rense tuvieron escasa vida. En 1744, subsistía sector de la población creció, pero fue declinan­
en La Matanza una encomienda de indios de do porcentualmente hacia el fin del período.
origen mocovi-malbalae. En las ciudades y A partir de 1778 se acentúa el proceso de
campañas se incrementa la población indíge­ manumisión, el cual resulta comparativamen­
na que se contrata libremente; en Corrientes, te más alto respecto de Bahía, Paraty, Lima y
Entre Ríos y el pago de Arroyos se disemina, México; este proceso se acentúa en el lapso
luego de la expulsión, gran parte de la pobla­ 1810-1827.
ción de las misiones, que se dedica a tareas Hacia el fin del período, existía un relativo
agrícolas y artesanales. Lo más significativo de equilibrio entre los sexos, manifiesto en el pa­
esta época parecen ser las migraciones de indí­ drón de 1810 que arroja un escaso 4% a favor
genas desde otras zonas del Virreinato; la acti­ de los varones; más llamativo resulta ese equi­
vidad fluvial fue pretexto para la deserción de librio al analizar los datos anteriores sobre la
indios, como se evidencia en un caso ocurrido campaña; en el padrón de 1744 de San Isidro
en 1798 con un barco que había zarpado de la población masculina representa el 53%,
Asunción con treinta y dos peones, que sólo mientras en Matanza asciende a 62%, guaris­
eran quince al arribar a Buenos Aires. mo semejante al de Magdalena. Al analizar la
Las investigaciones realizadas para este pe­ totalidad del padrón, Moreno concluye que
ríodo muestran que en toda la región litoral se este equilibrio es especialmente evidente en la
produjo un afianzamiento de la población población blanca, lo que estaría indicando que
blanca, particularmente evidente en Buenos el proceso colonizador estuvo en manos de fa­
Aires; en este fenómeno incidió la inmigración, milias; en cambio, el desequilibrio se acentúa
pero también una tendencia al blanqueamien­ en la población de color, que más allá de los
to de la población; el rubro mestizos no apare­ subregistros estaría señalando la incorpora­
ce, o lo hace con valores irrelevantes, aun en las ción de mano de obra masculina.
áreas rurales. En la zona de frontera de Magda­ Los estudios parciales que han encarado el
lena, donde se había percibido su presencia en análisis de la estructura por edades de la po­
el siglo anterior, sólo alcanza en el padrón de blación -sólo para Buenos Aires- concuerdan
1726 a 1,4% y el indicador no aparece en el pa­ con los resultados obtenidos para Córdoba, en
drón siguiente; algo semejante ocurre en La el sentido de que se trataba de una población
Matanza y San Isidro y ha sido constatado tam­ joven, la que hacia el final del período muestra
bién para la población de Corrientes. una alta incidencia del aporte inmigratorio y
En cuanto a negros y mulatos, sólo es posi­ un estado de crecimiento.
ble medir su incidencia en Buenos Aires, fenó­ El análisis de la población porteña presen­
meno que debe relacionarse con la apertura del ta un alto número de personas proveniente
tráfico a partir de 1701, sin descartar que a los principalmente de Córdoba; dentro del terri­
guarismos del Asiento deban agregarse los en­ torio americano se destaca el número de chi­
trados ilegalmente. Existen estudios sobre esta lenos, y, fuera de él, el de españoles —principal­
118 población, especialmente dedicados a la ciudad mente gallegos, andaluces y vascos- y portu­
LA EXPANSIÓN DE LA POBLACIÓN

gueses —el cual disminuye ostensíblemente en­ influyeron en esta caída tanto el envío de mili­
tre 1744 y 1810-; la mayor parte de este grupo cias para sofocar el movimiento comunero pa­
está formado por varones y su localización es raguayo como un período de hambre y pestes.
predominantemente urbana. Para que el cua­ Sin embargo, en un lapso de quince años
dro de la movilidad de la población sea com­ se nota la recuperación de la población, debi­
pleto debe tenerse en cuenta el área rural; los da fundamentalmente al crecimiento vegetati­
datos con que se cuenta hasta el presente per­ vo y al cese de las migraciones.
miten inferir que el movimiento no sólo era El cuarto momento, entre 1756 y 1767, se
interregional sino también intrarregional. caracteriza por caídas bruscas y períodos de re­
cuperación; la mayor causa de caída de la po­
blación fue la emigración; el principal factor de
LAS MISIONES GUARANÍTICAS desorden fue el traslado de pueblos originado
por el tratado de Permuta. El último período
El panorama de población del litoral no comienza en el momento de la expulsión de la
puede excluir las misiones jesuíticas. Ya se ha Compañía y está caracterizado por una irnpor­
adelantado que éstas constituyeron un mode­ tante pérdida de población, causada tanto por
lo de poblamiento. Pueden distinguirse tres el elevado índice de mortalidad como por las
etapas en su desarrollo que se ven reflejadas en deserciones; el cuadro refleja esa merma to­
el Cuadro 9, junto al total de 1778. mando el año 1778. La población más joven del
La primera, que comienza en 1641, culmi­ área guaranítica abandonó el territorio de su
na en 1732; su sostenido aumento demográfi­ asentamiento, diseminándose, como ya se ha
co, debido especialmente al crecimiento natu­ hecho notar, en las áreas aledañas en las cuales
ral, llega al final del período con un total que fue mezclándose con la población existente.
supera al del Tucumán en 1778; este fenóme­
no resulta más notable si se considera que de­
bieron participar en tareas de fortificación y LAS CARACTERÍSTICAS MAS DESTACADAS
actividades bélicas.
El segundo momento -1733-1740- está Las páginas precedentes han procurado
signado por una grave crisis demográfica; co­ correlacionar la información existente para las
mo se observa en el Cuadro 9, al final de la eta­ distintas áreas, aunque muchos aspectos
pa la población ha disminuido a casi la mitad; parciales debieron ser excluidos o tratados en

CUADRO 9
POBLACIÓN DE LAS MISIONES IESUÍTICAS

Año 1732 1755 1778i

Total población 141.182 104.483 43.000

FUENTE: Maeder y Bolsi. 119


TERRITORIO Y POBLACION

CUADRO 10
POBLACION POR REGIONES DEL TERRITORIO ARGENTINO: 1778-1812

1 1812 prop.pirSp.

Tucumán 129.293 50% 230.000 51,3%


Cuyo 23.41 l 9% 43.000 9,6%
Litoral 63.000 24,9% 160.000 35,7%
Misiones 43.000 16,6% 15.000 3,4%
¿{a Argentina 253.704 100% 443.000 100%
FUENTES: Maeder, datos del texto precedente.

forma asaz somera. Merecen destacarse algu­ el proceso de la Independencia, pero a la vez
nos aspectos de esta evolución. A excepción confirma que el Potosí había constituido des­
del período de auge de las Misiones, la región de el inicio del poblamiento un gran centro
que alberga mayor población es el antiguo Tu­ que regulaba el comercio del área e influencia­
cumán; hacia la época del padrón general, al­ ba simultáneamente sobre la población de las
bergaba la mitad de la población del territorio áreas circundantes.
ocupado. Este peso poblacional es mantenido Los elementos demográficos de análisis no
hasta los comienzos de la época independien­ serían completos si no se tomaran las ciudades
te y ayuda a comprender las rivalidades y la más representativas (Cuadro 12).
conformación de los centros de poder en la Al crearse el Virreinato, Córdoba era el
época posterior (Cuadro 10). área de mayor población, predominio que
Aún más significativo resulta comparar es­ conserva hasta las postrirnerías del régimen
ta población con la de las otras regiones del hispano; el proceso de ruralización es uno de
Virreinato (Cuadro ll). los más acentuados de todo el actual territo­
El desequilibrio existente permite vislum­ rio. El crecimiento de Salta es el mayor, calcu­
brar las fracturas territoriales una vez iniciado lado en términos de crecimiento intercensal,

CUADRO ll
POBLACION DEL VIRREINATO HACIA 1800

Región total de población proporc.


Alto Perú 800.000
Paraguay 100.000 63,3%
8,0%
Argentina 362.500 28,7%
Total 1.262.500 l00,0%
120 FUENTES: Maeder, Acevedo, datos del texto.
LA EXPANSIÓN DE LA POBLACIÓN

CUADRO 12
CRECIMIENTO DE CIUDADES: 1600-1778

Ciudad 1603/10 Cfecimsinterc. u interc.


Córdoba 210 5000 2,0% 40.000 1,5%
Salta 105 700 3,0% 8.500 ‘2,0%
Buenos Aires 290 2000 1,9% 37.600 1,8%
Mendoza 115 3000 2,0% 8.700 1,9%
NOTA: las cifras han sido redondeadas para facilitar la lectura.

pero es una de las regiones con menor porcen­ desde los comienzos del asentamiento español
taje de población española hacia fines del pe­ en el territorio hasta el fin del régimen hispá­
ríodo; el proceso de ruralización de la pobla­ nico; sin embargo, pone a la vez en descubier­
ción es menos acentuado que en otras ciuda­ to la necesidad de profundizar los estudios re­
des del Noroeste, a excepción de Catamarca. feridos a la población ya que hay épocas y re­
El grupo blanco es predominante en el giones para las que se carece de información;
área porteña, que al comenzar el Virreinato es pone también el acento en la importancia de
la segunda ciudad en cantidad de población; los datos demográficos, no sólo para los análi­
su crecimiento entre esta fecha y la Revolución sis económicos sino también para los procesos
es sumamente veloz, superando el 2% anual. políticos.
Mendoza es, de las cuatro elegidas, la que La historia de la población no se nutre só­
concentra mayor población en sus áreas urba­ lo de cifras; existe la posibilidad de recurrir a
nas, y es también, excepción hecha de Buenos fuentes alternativas que, al menos parcialmen­
Aires, la que posee el mayor porcentaje de po­ te, ayuden a comprender mejor la evolución
blación blanca. Es, junto con Salta, una de las demográfica del país. Esto es válido no sólo en
de mayor crecimiento medido en valores in­ cuanto al crecimiento de la población, sino
tercensales. que lo es mucho más respecto de su estructu­
Esta síntesis apretada permite una visión ra en diferentes épocas.
de conjunto de la expansión de la población

ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA

Los caracteres generales de la población en análisis y su bibliografía orienta sobre lecturas


un encuadre general para América pueden con­ actualizadas. Sobre la emigración a América
sultarse en LESLIE BETHELL (dir.), Historia de puede verse el capítulo 1 de MAGNUS MORNER,
América Latina, tomo IV, Barcelona, 1991, así Aventureros y proletarios, Madrid, 1992.
como los ensayos del mismo proporcionan Un panorama general sobre la evolución
puntos de comparación y elementos teóricos de de la población argentina en ALFREDO LATTES y 121
TERRl'l‘()Rl() Y POBLACIÓN

ZULMA R. DE LATTES, La población argentina, 1992; ROBERT H. IAcI<soN, “Race, caste and the
Buenos Aires, 1976 y en ERNEsTo I. A. MAEDER, creation and meaning of identity in Colonial
“La población argentina: evolución demográ­ Spanish America”, Revista de Indias, N° 203,
fica desde el siglo XVI hasta el primer censo Sevilla, 1995; sus características en diferentes
nacional de 1869”, 1 ras. Jornadas de Estudios de regiones en KENNETH MILLs y WILLIAM B.TAY­
Ia Población, Córdoba, 1991; el mismo autor LOR, Colonial Spanish America. A Documentary
preparó un estado de la cuestión, “La historia History, Delaware, 1998; CHANTAL CAILLAvET y
demográfica referida a los tiempos anteriores MARTIN MINCHUM, “Le Métis imaginaire:
a 1869”, Historiografía argentina, 1958-1988, ideaux clasificatoires et strategies socio-racia­
Buenos Aires, 1990. Aunque algunas cifras ha­ les en Amerique Latine (XVIe-XXe siecle)”,
yan sido rectificadas por estudios posteriores, L 'Homme, N° 122-124, París, 1992 y IOSE AN­
los trabajos más completos sobre la época co­ DREs-GALLEGO, Quince revoluciones y algunas
lonial son de IoRGE CoMADRAN RUIz, Evolución cosas más, Madrid, 1992, dan ejemplos y mati­
demográfica argentina durante el período his­ zan la cuestión. No puede omitirse el clásico
pánica (1535-1810), Buenos Aires, 1964; y “La libro de ANGEL RosEMBLAT, La población indí­
población de la ciudad de Catamarca y su ju­ gena y eI mestizaje en América, Buenos Aires,
risdicción al crearse el Virreinato” en Revista 1954.
de Historia Americana yArgentina, N° 2, Men­ El enfoque de la población desde la histo­
doza, 1958-1959, trasciende el objeto de su tí­ ria social y la genealogía —aunque parcial- en
tulo al realizar comparaciones de toda la po­ FUNDACION IUAN DE GARAY, Investigación sobre
blación del territorio al momento del padrón asentamientos vascos en el territorio argentino.
general de 1778. En las IV Jornadas del Comité Siglos XVI a XIX, Buenos Aires, 1993-96.
Argentino de Ciencias Históricas, publicado en Constituyen estudios de fuentes, SUSANA R.
Clío, N° 2, Buenos Aires, 1994, pueden hallar­ FRIAS y LILIANA B. MENDEZ, “Censos y padro­
se investigaciones en curso respecto de demo­ nes existentes en el Archivo General de la Na­
grafía histórica, para diferentes regiones y ción, 1776- 1852”, Buenos Aires, 1974 y más re­
épocas. Por la importancia de las fuentes con­ cientemente DORA E. CELTON (coord.), Puentes
sultadas, reveladoras de aspectos no siempre útiles para los estudios de Ia población america­
numéricos, CAYETANO BRUNO, Historia de la na, Quito, 1997.
Iglesia en la Argentina, Buenos Aires, 1980. La El panorama general del Tucumán en MA­
visión más actualizada del mundo indígena en NUEL LIZONDO BORDA, Breve historia del Tucu­
JANE PYLE, “Una revisión de las estimaciones mán. Del siglo XVI al siglo XX, Tucumán, 1965,
sobre la población aborigen de la Argentina”, y el capítulo “El Tucumán de los siglos XVII y
Folia Histórica del Nordeste, N° 12, Resistencia, XVIII”, en IUNTA DE HIsToRIA Y NUMIsMATIcA
1996. Muy recientemente sus conclusiones AMERICANA, Historia de la Nación Argentina,
han sido puestas en duda por MARIO BOLEDA, vol. 3, Buenos Aires, 1938. MARIO BOLEDA y
La población del noroeste argentino. Historia y MARIA CECILIA MERCADO, “Introducción a la
actualidad, Salta, 1998. demografía histórica del Noroeste Argentino”,
El mestizaje en América en IUAN BAUTISTA Cuadernos del Gredes, N° ll, Salta, 1991, ofre­
122 OLAECHEA, El mestizaje como gesta, Madrid, cen una información no siempre coincidente
LA EXPANSIÓN DE LA POBLACIÓN

con la de otros autores; el capítulo l del ya ci­ CARMEN FERREYRA, “Nupcialidad y fecundidad
tado libro de BOLEDA expone en apretada sín­ en una ciudad americana durante el siglo XVII.
tesis el período colonial en el Noroeste. Para el El caso de Córdoba, Argentina”, Congreso sobre
siglo XVII, y a falta de estudios de población, historia de los pueblos, Belo Horizonte, 1989; y
es imprescindible la consulta de los documen­ “La mortalidad en Córdoba durante el siglo
tos publicados por ANTONIO LARROUY, Docu­ XVII”, 2do.Congreso de AEPA, Buenos Aires,
mentos del Archivo de Indias para Ia historia del 1995; CARLOS A. SEGRETI, “El afianzamiento de
Tucumán (1595-1700), Buenos Aires, 1923 y la ciudad de Córdoba (1573-1620)”, VI Congre­
Documentos relativos a Nuestra Señora del Va­ so Internacional de Historia de América, tomo 2,
lle y a Catamarca, Buenos Aires, 1915 y los de Buenos Aires, 1982; HECTOR R. LOBOS y EDUAR­
la COMISIÓN OFICIAL DEL IV CENTENARIO DE LA DO G. S. GOULD, El trasiego humano del Viejo al
PRIMERA FUNDACION DE BuENos AIRES. 1536­ Nuevo Mundo: la inmigración a Córdoba del Tu­
1936, Documentos históricos y geográficos rela­ cumán durante los siglos XVI yXVII, Buenos Ai­
tivos a Ia conquista y colonización rioplatense, res, 1998; IUAN PABLO FERREIRO, “Elites urbanas
Buenos Aires, 1941. El mestizaje en ANA MA­ en la temprana colonia. La configuración de Iu­
RIA LORANDI, “El mestizajeinterétnico en el juy a principios del siglo XVII”, Itinerario, vol.
noroeste argentino”, en 500 Años de mestizaje 21-1, Leiden, 1997; JUDITH FARBERMAN/ïndíge­
en los Andes; Senri Ethnological Studies, Osaka, nas, encomenderos y mercedes: los pueblos de
1992; EMILIANO ENDREK, El mestizaje en el Tu­ indios santiagueños durante la visita de Luján
cumán, siglo XVIII, demografia comparada, de Vargas”, Anuario del Instituto de Estudios de
Córdoba, 1967, en el cual se comparan los da­ Historia Social, N° 6,Tandil, 1992. Para el siglo
tos de Jujuy y Córdoba del Padrón general de XVIII, existen trabajos que cubren distintos as­
1778; ARMANDO R. BAZÁN, “El mestizaje ame­ pectos de la problemática poblacional; para
ricano y la formación de la sociedad criolla. El Santiago del Estero, NORMA VALLEJO, “Estructu­
caso especial del Tucumán”, Investigaciones y ras familiares: Santiago del Estero en 1786”,
Ensayos, N° 42, Buenos Aires, 1992. Un ángu­ 2das. Jornadas de Estudios de Población, Buenos
lo diferente en GUILLERMO B. MADRAZO, “His­ Aires, 1995, algunos aspectos del estudio sobre
toria de un despojo: el indigenado del noroes­ la familia indígena en JUDITH FARBERMAN en el
te argentino y su transformación campesina”, trabajo presentado a las IV Jornadas de Estudios
Andes, N° 3, Salta, 1991. El padrón de Esteco de Población, que se cita en el capítulo sobre fa­
de 1608 en IORGE F. LIMA GoNzALEz BoNoRI­ milia; para Tucumán EDBERTO OscAR ACEVEDO,
NO, “La primitiva sociedad colonial en la pro­ La Intendencia de Salta del Tucumán, Mendoza,
vincia de Salta”, Sociedad de Estudios Histórico­ 1965; recientemente han reexaminado los datos
Genealógicos de Buenos Aires, N° l, Buenos Ai­ ANA MARIA BASCARY, “Matrimonios en la ciu­
res, 1994, quien también transcribe el padrón dad de Tucumán (fines del período colonial)”, y
de extranjeros trabajado por NARCISO BINAYAN CRIsTINA LÓPEZ DE ALBORNOZ, “Las familias en

CARMONA, “El padrón de extranjeros del Tucu­ la campaña tucumana entre fines del siglo
mán en 1607”, Investigaciones y Ensayos, N° 15, XVIII y principios del XIX (Los Juárez 1799­
1973. 1812)”, ambos en IV Jornadas de Estudios de Po­
Hacen referencia al siglo XVII MARIA DEL blación, Resistencia, 1997. Para Salta son pocos 123
TERRFFÜIIIO Y POBLACIÓN

los trabajos existentes, el más útil el de GABRIE­ Catamarca en 1771”, Revista de Historia Ame­
LA C. DE GAUFFIN y MARCELO MARCHIONNI, “Es­ ricana y Agentina, N° 3-4, Mendoza, 1958-9;
tructura social de Salta a fines del período colo­ COMADRAN RUIz, “La población de la ciudad
nial”, Andes, N° 7, Salta, 1995-96 y algunos as­ de Catamarca ...” cit. y BEATRIZ RAsINI, “El cen­
pectos de los de SARA M. DE LÓPEZ. Para Córdo­ so de 1771”, Anuario de Investigaciones Histó­
ba, los numerosos trabajos existentes están ricas, N° 6, Rosario, 1962-3.
mencionados en DORA E. CELTON, La población Para la historia demográfica de la región
de la provincia de Córdoba afines del siglo XVIII, cuyana hay menos trabajos, tal Vez por la falta
Buenos Aires, 1993, al que se remite tanto por de padrones; son de consulta imprescindible,
su estudio de la población como por sus refe­ IOSE A. VERDAGUER, Historia eclesiástica de Cu­
rencias bibliográficas. Muy rico en información yo, Milán, 1932; IOsE TORRE REvELLO, “La po­
sobre la historia social el trabajo erudito de blación de Cuyo a comienzos del Virreinato y a
CARLOS LUQUE COLOMBRES sobre “Vascos en principios de la iniciación del período inde­
Córdoba; siglos XVII-XV III” en el ya citado In­ pendiente, 1777 y 1812”, Boletín del Instituto de
vestigaciones sobre asentamientos... Investigaciones Históricas, serie l, tomo 23,
Respecto de Jujuy, BEATRIZ RAsINI, “Estruc­ Buenos Aires, 1938-9; E. O. ACEVEDO, “Noticias
tura demográfica de Jujuy: siglo XVIII”, Anua­ sobre Cuyo en el siglo XVIII”, Revista de Histo­
rio del Instituto de Investigaciones Historias, N° ria Americana y Argentina, N° 7-8, Mendoza,
8, Rosario, 1965; JUAN PABLO FERREIRO, “Tie­ 1962-3 es una interesante transcripción docu­
rras, encomiendas y elites. El caso de Iujuy a fi­ mental; I. COMADRAN RUIz, “Nacimiento de los
nes del siglo XVIII”, Anuario de Estudios Ame­ núcleos urbanos del país de Cuyo durante la
ricanos de Sevilla, tomo 52-1, Sevilla, 1995; en­ época hispánica (1551-1810)”, Anuario de Es­
cuadres parciales ofrecen Boleda y también tudios H ispanoamericanos de Sevilla, N° 19, Se­
Mercado en trabajos publicados en Cuadernos villa, 1962 y ROsA M. ZULUAGA, “El cabildo de
del Gredes, así como RAQUEL GIL MONTERO, en la ciudad de Mendoza. Su primer medio siglo
su trabajo para el Congreso de Quito, 1997. de existencia”, 2do.Congreso de Historia de Cu­
Sobre La Rioja, los clásicos trabajos de ENDREK yo, Mendoza, 1961. El trabajo de Cecilia Mari­
y de EDBERTO O. ACEVEDO así como ARMANDO gliano en el ya citado Asentamientos vascos...
R. BAZAN, “La Rioja en la época del goberna­ permite complementar los datos de población
dor Sobre Monte (1783-1797)”, Investigaciones con información sobre la sociedad.
y Ensayos, N° 14, Buenos Aires, 1973; MARIA La historia de la población del Litoral en el
FLORENCIA GUZMAN, “Una aproximación al es­ siglo XVII puede reconstruirse utilizando la ya
tudio del matrimonio en el medio urbano: el citada COLECCION OFICIAL"; la obra de MA­
caso de la ciudad de La Rioja (1760-1810)”, NUEL M. CERVERA, Poblaciones y curatos, Santa
Cuadernos de Historia Regional, N° 17- 18, Lu­ Fe, 1939, y el libro de MIGUEL F. MANTILLA,
ján, 1995; un enfoque más parcial ofrece al es­ Crónica histórica de Ia provincia de Corrientes,
tudiar el caso de Los Llanos, en Temas de Afri­ Buenos Aires, 1929, así como la de MAEDER,
ca yAsia, N° 2, Buenos Aires, 1993. Historia económica de Corrientes en el período
Para Catamarca los trabajos principales virreinal, 1776-1810, Buenos Aires, 1981, que
124 son: ACEVEDO, “Situación social y religiosa de exime de citar otros trabajos del autor sobre la
LA EXPANSIÓN DE LA POBLACIÓN

demografía del litoral; OSCAR URQUIzA AL­ CERVERA y MABEL GALLARDO, “Santa Fe 1765­
MANDOZ, Historia económica y social de Entre 1830. Historia y demografía", Anuario del Ins­
Ríos (1600-1854), Buenos Aires, 1978, ANA M. tituto de Investigaciones Históricas, N° 9, Rosa­
F. DELL’ ORTO, “Esudios sobre la población del rio, 1966-7; para el poblamiento de Corrientes
Nordeste Argentino”, Cuadernos del Gredes, N° el exhaustivo estudio ya citado de MAEDER y la
17, Salta, 1993. Es imprescindible consultar consulta de su bibliografía; para el de Entre
NICOLAS BESIO MORENO, Buenos Aires, puerto Ríos son útiles los trabajos de ALFREDO I. E.
del Río de la Plata, capital de la Argentina, Bue­ POENITZ, así como los de FACUNDO ARCE. IOSE
nos Aires, 1939; y también “Rosario de Santa L. MORENO ha analizado los padrones de 1744
Fe. Cartografía y población (1744-1942), Re­ en GARAvAcLIA y MORENO (Comp.), Población,
vista del Museo de La Plata, tomo l, 1943. El sociedad, familia y migraciones en el espacio
padrón de 1664 fue transcripto por MANUEL rioplatense, siglos XVIII y XIX, Buenos Aires,
RICARDO TRELLES, Registro Estadístico del Esta­ 1993, y de 1778 en Anuario de Investigaciones
do de Buenos Aires, Buenos Aires, 1861 —en cu­ Históricas, N° 8, Rosario, 1965, el primero de
yos tomos pueden encontrarse otras informa­ los cuales también fue estudiado por LYMAN
ciones valiosas respecto de la población porte­ JOHNSON y SUSAN SOcOLOw, “Población y es­
ña— y luego por RICARDO DE LAFUENTE MA­ pacio en el Buenos Aires del Siglo XVIII”, De­
CHAIN, Buenos Aires en el siglo XVII, Buenos sarrollo Económico, N° 79, Buenos Aires, 1980,
Aires, 1980; recientemente HERNAN LUX­ mientras el de 1810 puede consultarse en CE­
WURM ha publicado la versión original exis­ SAR A. GARCIA BELSUNCE (dir) Buenos Aires. Su
tente en el Archivo General de Indias en “El gente. 1810-1830, Buenos Aires, 1976, donde
padrón de Buenos Aires de 1664”, Boletín del LILIANA MENDEZ estudia el padrón de campa­
Instituto Argentino de Ciencias Genealógicas, ña de 1815.
mayo-junio 1995, Buenos Aires, N° 189. As­ El estudio de la población del área rural
pectos de la sociedad en RAUL A. MOLINA, La bonaerense no puede prescindir de la Histo­
familia porteña en los siglos XVII y XVIII. His­ ria de los pueblos de la provincia de Buenos Ai­
toria de los divorcios en el período hispánica, res, La Plata, Archivo Histórico de la provin­
Buenos Aires, 1991; en SUSANA R. FRIAS y CE­ cia de Buenos Aires, 1940, algunos de cuyos
SAR A. GARCIA BELSUNCE, De Navarra a Buenos trabajos ofrecen datos de población; una
Aires, Buenos Aires, 1996, así como en el tra­ puesta al día sobre los estudios referidos a es­
bajo de LUIS M. CALVO incluido en el ya citado ta área en IUAN CARLOS GARAVAGLIA y JORGE D.
Investigación sobre asentamientos... En la GELMAN, “Rural History of the Rio de la Pla­
revista Genealogía y en la Revista del Centro de ta, 1600-1850”, Latin American Research Re­
Estudios Genealógicos de Buenos Aires, se pub­ view, 30:3, Austin, 1995, aunque el enfoque es
lican numerosos artículos de importancia de historia rural y no de la población. El es­
referentes al tema de la población. Para el siglo _ tudio sobre Luján en MARIA T. T. DE SILVANO
XVIII santafesino los trabajos de HEBE VIGLIO­ y CLAUDIO TUIS, Aportes demográficos para la
NE DE ARRASTIA, que estudian el poblamiento Historia Lujanense, Luján, 1993, aunque sus
del área sur, así como los de LIA GARCIA sobre cifras difieren de las de DIDIER MARQUIEGUI,
el pago de Los Arroyos y el estudio de FELIPE “Estancia y poder político en un partido de la 125
Tl-IllRl'l'()RlO Y POBLACIÓN

campaña bonaerense (Luján, 1750-1821)", en Buenos Aires, 1810-1840”, Desarrollo Econó­


DANIEL SANTAMARIA (Dir.), Estructuras socia­ mico, vol. 16, N° 61, Buenos Aires, 1976;
les y menralidades en América Latina, siglos MARTA GOLDERG y SILVIA MALLO, “La pobla­
XVII y XVIII, Buenos Aires, 1990; trabajos ción africana en Buenos Aires y su campaña:
sobre población de Los Arroyos y Matanza formas de vida y de subsistencia (1750­
presentados al 9no. Congreso Nacional y Re­ 1859)”, Temas de Africa y Asia, N° 2, Buenos
gional de Historia Argentina, Rosario, 1996 Aires, 1994; SILVIA C. MALLO, “La libertad en
por LIA GARCIA y ADELA SALAS respectiva­ el discurso del Estado, de amos y esclavos:
mente; el pago de Los Arroyos también ha si­ 1780-1830” (inédito); LUIS ANGEL RosAL,
do estudiado por MARIANA CANEDO, quien ha “Diversos aspectos relacionados con la escla­
escrito varios artículos; entre los de mayor vitud en el Río de la Plata a través del estudio
utilidad para esta síntesis, el incluido en el ya de testamentos de afroporteños, 1750-1810”,
citado Población, sociedad, familia...; el pago Revista de Indias, N° 206, Sevill, 1996; LYMAN
de Magdalena en CESAR A. GARCIA BELSUNCE, L. JOHNSON, “La manumisión de esclavos en
“La población del partido de Magdalena de Buenos Aires durante el Virreinato” y la “La
1726 a 1744", Revista del Vto. Centenario del manumisión en el Buenos Aires colonial: un
Descubrimiento y de la Evangelización de análisis ampliado”, ambos en Desarrollo Eco­
América, N° l, Buenos Aires, 1991. Por su nómico, vol. 16, N° 63 y 17, N° 68, Buenos
parte SALAS ha estudiado la encomienda de Aires, 1978.
mocovíes-malbalaes en “Una encomienda de En cuanto a las Misiones, a la bibliogra­
indios chaqueños en el pago de La Matanza”, fía de la ya citada obra de MAEDER, Historia
Folia Histórica del Nordeste, N° 13, Resisten­ económica..., pueden agregarse del mismo
cia, 1997. Respecto de los intentos poblacio­ autor “Las encomiendas en las Misiones Ie­
nales en la Patagonia, PASCUAL PAESA, “Aspec­ suíticas”, Falia Histórica del Nordeste, N° 6,
tos de la población de las costas patagónicas Resistencia, 1984, y, en forma conjunta con
hacia 1779”, Investigaciones y Ensayos, N° 10, ALFREDO S. C. BOLSi, “La población guaraní
Buenos Aires, 1971 y ALBERTO S. I. DE PAULA, de la provincia de Misiones en la época post­
“Planeamiento territorial y fortificaciones jesuítica (1768-1810)", Folia Histórica del
portuarias errPatagonia y Malvinas durante Nordeste, N° 5, Resistencia, 1982; “Las misio­
el dominio español”, Actas del primer semina­ nes de guaraníes. Historia demográfica y
rio sobre Puertos y Fortificaciones en América conflictos con la sociedad colonial (1641­
y Filipinas, Madrid, 1984. La población negra l807)”, Congreso sobre Historia de los Pue­
ha sido exhaustivamente estudiada por CEFE­ blos, Belo Horizonte, 1989. El panorama ge­
RINO GARZON MAcEDA y JOSE WALTER DOR­ neral de los estudios sobre las misiones en
FLINGER, Esclavos y mulatos en un dominio ru­ MAEDER, “Historiografía sobre las Misiones
ral del siglo XVIII en Córdoba, Córdoba, Uni­ jesuíticas de guaraníes. Evolución del último
versidad Nacional de Córdoba, 1961; MARTA quinquenio”, Páginas sobre Hispanoamérica
GOLDERG, “La población negra y mulata de colonial, 2, Buenos Aires, 1995.

126
4. LA FAMILIA

César A. García Belsunce

En la época en que comienza la ocupación nómicos, eran frecuentes los matrimonios a


del hoy territorio argentino, la familia española edades más tempranas que las indicadas.
respondía a características similares a las del Para mejor comprender estas cifras debe
resto de Europa occidental, las que se consoli­ tenerse presente que los hábitos matrimoniales
daron en el siglo XVII. En un tiempo se creyó no eran comunes a todas las regiones de Espa­
que la familia española y la del sur de Italia pre­ ña, aunque estuvieran insertados, sin excep­
sentaban un retardo en el “proceso de moder­ ción, en el único matrimonio aceptado y reco­
nización” con relación a los países del noroeste nocido, el sacramental y canónico de la Iglesia
europeo, vale decir que en ambas penínsulas católica romana. La edad para contraer nup­
continuaba primando un modelo llamado cias parece haber sido mayor al norte de una lí­
“medieval”, en el que la mujer contraía matri­ nea imaginaria que va desde Lisboa hasta el sur
monio a una edad muy temprana, próxima a la de Cataluña que a.l sur de ella. Esta tónica ma­
pubertad. No hay pruebas -por falta de fuen­ trimonial se consolidó en el decurso del siglo
tes— de la vigencia real de tal “modelo medie­ XVII, acompañada de una expansión del celi­
val”, pero las que existen sobre la edad en que se bato definitivo de la mujer y de un bajo nivel
casaban las doncellas españolas en el siglo XVI, de nacimientos ilegítimos, que confirma la ex­
aunque son harto escasas para sacar conclusio­ presión de Chaunu de que el matrimonio es el
nes generales, desmienten aquella presunción. más cultural de los fenómenos demográficos.
La edad promedio de casamiento oscilaba en­ Pero a mediados de la siguiente centuria, estos
tonces entre los 18,6 y los 21,6 años de edad pa­ caracteres comienzan a modificarse, la edad de
ra las mujeres y entre 22,2 y 23,8 para los varo­ las nupcias se eleva, la ascética social se relaja y
nes, como bien lo ha demostrado Rowland. En aumentan sensiblemente los nacimientos ilegí­
el siglo XVII estos promedios se modifican po­ tirnos. En la segunda mitad del siglo XVIII, la
co en el caso de las mujeres, oscilando la media edad media del matrimonio oscila, según las
entre 20,6 y 22,9 años, pero aumentan aprecia­ regiones, entre 22,2 y 25,2 años en las mujeres
blemente en el de los hombres que va de los y entre 23,4 y 26,5 años entre los varones. Es
23,6 a 27,8 años. No debe olvidarse que en las decir que la edad al tiempo del casamiento se
familias del orden mobiliario, por razones de la ha mantenido entre los hombres y ha aumen­
conservación de los linajes y por intereses eco­ tado entre las mujeres. 127
Tl-ÏRRFFORIO Y POBLACIÓN

EL TRANSPLANTE m: LA FAMILIA ESPAÑOLA Es bien sabido que en el principio de la


A AMÉRICA conquista de América, la presencia de la mujer
española fue muy escasa. Cuando los pueblos
Cuando comienza la ocupación española conquistados eran sedentarios y su nivel cul­
del territorio argentino, los conquistadores y tural era relativamente alto, como ocurrió en
colonizadores trajeron consigo los hábitos ma­ México y en el Perú, los casamientos entre es­
trimoniales entonces irnperantes en la Penínsu­ pañoles e indias no fueron objeto de una polí­
la, pero su transplante a las Indias encontró tica concreta de fomento, pero fueron acepta­
otras realidades culturales que repercutieron dos como una forma de hispanización de la
marcadamente en la conformación de la fami­ sociedad aborigen o una manera de captar ca­
lia hispanoamericana. En lo referente a la edad cicazgos, como afirma Rípodas Ardanaz. Al­
de matrimonio en esta región de América, se gunos religiosos los propiciaron como modo
carece de constancias suficientes para hacer de evangelización, y el virrey Toledo los reco­
afirmaciones contundentes. Parece lícito supo­ mendó, pero en rigor las uniones legales entre
ner que en un principio, cuando fueron más ambas etnias representaron una notable mi­
frecuentes los casamientos con indias, la edad noría que, en general, correspondía a los nú­
de éstas fuese menor que la de las españolas, cleos dirigentes indígenas que, por otra parte,
por la costumbre entre aquéllas de casarse poco fueron los que se aculturaron más rápidamen­
después de la pubertad. Con el correr del tiem­ te. Pese a esto, ya desde fines del siglo XVI es­
po, la edad de matrimonio se empareja con la tos matrimonios comenzaron a ser desalenta­
practicada en España. Ferreyra ha establecido dos, aunque nunca prohibidos, por las autori­
que en los primeros tiempos de la ciudad de dades civiles.
Córdoba, 1573-1649, la edad media de matri­ El matrimonio sacramental de los cristia­
monio de la mujer fue de 21,1 años; entre 1650 nos hubo de codearse en América con las
y 1725, la edad de casamiento de las mujeres su­ prácticas indígenas de la poligamia y de los
bió a 22,6 y la de los varones a 28,6. Según los concubinatos simultáneos o sucesivos. Los es­
cálculos de Celton, en el último tercio del siglo pañoles, carentes de mujeres de su raza y de­
XVIII, la edad media de las mujeres cordobesas tentadores del poder de conquistadores, no
al casarse era de 22 años y la de los varones de vacilaron, poniendo de lado la ética cristiana,
27. En los casamientos entre indios, en la mis­ en aceptar las hijas y hermanas que les ofre­
ma fecha, las edades eran, respectivamente, 22 y cían los caciques, por ejemplo en el Paraguay,
25 años. Pero debe tenerse presente que en las ni dudaron en escogerlas entre los indios en­
clases altas, estas edades variaban al impulso de comendados, unas veces con violencia, pero
la necesidad de asegurar un linaje o una posi­ generalmente con la complacencia de los abo­
ción económica y esto se reflejó en la disminu­ rígenes que encontraban en ello una forma de
ción de la edad de la mujer y el aumento de la protección. Las mujeres indias, aparte de la
del hombre. Al examinar a la clase mercantil posible seducción que sobre ellas ejercieran
porteña, Socolow ha señalado que la edad me­ los blancos ungidos con la aureola de los
dia de casamiento de las jóvenes era de 18,76 vencedores, pronto cayeron en la cuenta de
128 años y la de los varones de 30,94 años. que sus hijos habidos de españoles estarían
LA FAMILIA

Una familia de alto rango: Santiago de Liniers, con su primera esposa y su hijo. en 1787. Boceto de Charles Fouquery.

exentos del tributo que pagaban los aboríge­ mo hijos naturales, unida a la presencia de fa­
nes y de los trabajos forzosos a que eran so­ milias puramente españolas -aquí se usa el
metidos, frecuentemente en forma violenta. término “español” como sinónimo de blanco­
Fue así como comenzó la proliferación de los y a la prédica monogámica de la Iglesia, trajo
mestizos de madre india y padre español, los como consecuencia que los mestizos, que ini­
llamados “hijos de la tierra”. La posterior lle­ cialmente participaban de la sociedad españo­
gada desde España de familias enteras y de la, comenzaran a ser discriminados bajo la ta­
mujeres solteras, tuvo que enfrentar el hecho cha de ser, en su gran mayoría, “frutos del pe­
de que el concubinato mixto, y excepcional­ cado”. En el capítulo anterior se ha desarrolla­
mente el matrimonio interracial, se habían do el tema de los mestizos como grupo étnico.
constituido en una práctica aceptada en la so­ Aquí se hará referencia a su papel en la familia
ciedad hispanoamericana. y en el mercado matrimonial. La suerte de es­
La circunstancia de que la mayor parte de tos jóvenes era variada. Si convivían con su
los mestizos fueran ilegítimos, aunque no fue­ padre español y adoptaban todos los usos y
ron pocos los reconocidos por sus padres co­ costumbres de la sociedad blanca, pronto se 129
Tl-ZRRl'l'()Rl() Y POBLACIÓN

identificaban con ella y estaban destinados a nas en el Tucumán se hizo sentir en el orden
casarse con español o española, especialmente matrimonial. En Buenos Aires, el hecho de
si su progenitor tenía cierta dosis de poder o que los aborígenes fueran muy escasos y por
de bienestar económico; así se consolidaba en añadidura belicosos y no sedentarios, motivó
dos generaciones el proceso de blanqueamien­ que las relaciones sexuales entre españoles e
to. Pero si el mestizo, varón o mujer, convivía indias fueran menos frecuentes y se limitaran
con la madre. pronto era identificado con la a algunas guaraníes y unas pocas pampas que
sociedad indígena. En orden a sus posibilida­ prestaban servicios en las casas porteñas, pero
des matrimoniales predominaban la cultura y a esto hay que añadir la migración de mestizos
el fenotipo del candidato o candidata, que­ y familias mestizas desde las provincias inte­
dando frecuentemente relegada a un plano se­ riores.
cundario la cuestión del genotipo. Un nuevo factor vino a complicar la situa­
Ya entrado el siglo XVII, la abundancia de ción. Desde la última década del siglo XVI, co­
mestizos determinó ciertas restricciones en el menzaron a introducirse por el puerto de
mercado matrimonial y fue frecuente el casa­ Buenos Aires esclavos y esclavas negros. Esta
miento de mestizo con mestiza. Pero las mes­ introducción fue casi permanente durante to­
tizas tenían más posibilidades de casarse con da la centuria y no sólo alimentó las necesida­
un blanco -peninsular o americano- si po­ des de mano de obra de los porteños, sino que
dían disponer por su padre de una buena do­ se distribuyó por todo el Tucumán y el Alto
te. Si a ésta se agregaban condiciones físicas re­ Perú. A las uniones entre los propios esclavos,
comendables, sus posibilidades acrecían nota­ pronto se añadieron las que tenían las esclavas
blemente. En cuanto a las prácticas matrimo­ con sus amos, fueran forzosas o voluntarias.
niales de los españoles, era de buen tono que Cuando las esclavas pasaron a integrar el ser­
se casaran con mujer blanca, con las excepcio­ vicio doméstico habitual de las casas urbanas,
nes que acaban de mencionarse, pero la Iglesia no sólo los amos sino también sus hijos y sus
debió continuar su prédica para que se aban­ servidores tuvieron la oportunidad de reque­
donaran los concubinatos que a veces se disi­ rir los amores de las esclavas. El resultado fue
mulaban dentro del hogar legítimo, cuando la aparición de hijos de blanco y de negra, des­
las concubinas eran conservadas en él como pectivamente denominados mulatos, que ha­
domésticas o agregadas, en una suerte de cía referencia al fruto híbrido del caballo y la
“protobigamia”. burra. La resistencia social a la presencia de los
Con el transcurso del tiempo, la propor­ mulatos fue mucho mayor que la que padecie­
ción de familias totalmente blancas aumentó y ron los mestizos, y aunque la Iglesia procuró
pasó a ser un signo de status social. Pese a es­ en la medida de lo posible el casamiento cris­
to, se mantuvieron las uniones de blanco-mes­ tiano entre negros o mulatos, como seguía
tiza, las de mestizo-mestiza y aparecieron tam­ empeñada en el de los indios entre sí, el mula­
bién las uniones entre mestizo e india, y me­ to, signado por el estigma social de ser fruto de
nos frecuentemente, entre india y mestizo. La relaciones ilícitas, provocó la exacerbación de
situación no fue la misma en todas las regio­ la obsesión cromática de la sociedad blanca,
130 nes, pues la radical disminución de los indíge­ que se hizo tan evidente en el siglo XVIII.
LA FAMILIA

Contribuyó a este rechazo el hecho de que el Mientras la Iglesia sostenía la libertad de


blanqueamiento en los casos de mezcla con elección de los esposos, las leyes civiles, aun
sangre negra era mucho más lento, pero de­ cuando no podían impedir la validez de los
pendía mucho más de que la sociedad blanca matrimonios, imponían desde 1548 pesadas
-o tenida por tal- bajo la influencia y la cargas, como la posibilidad de desheredarlos si
afluencia de españoles peninsulares, reforzaba se casaban sin el consentimiento de los padres,
la noción de la pureza de sangre por sobre la disposiciones que fueron controvertidas casi
del servicio al Rey, que había tenido gran in­ inmediatamente como de discutible justicia y
fluencia en los dos siglos anteriores. A la pre­ validez. La cuestión fue zanjada drásticamente
servación de la pureza de sangre vino a agre­ por la real pragmática de 1778 que obligaba a
garse el mantenimiento del prestigio socioe­ que todos los menores de 25 años, de todos los
conómico como factor discriminatorio, que niveles sociales, debían obtener el consenti­
afectará inclusive a los españoles pobres. Esta miento de su padre, en su defecto el su madre,
mentalidad segregadora se puso de manifiesto tutores o curadores, y si fuesen mayores de esa
en la oposición de los padres a la libre elección edad, debían requerir el consejo de las mismas
del cónyuge por sus hijos y se expresó en una personas, todo so pena de autorizar a los pa­
cierta oposición conceptual, y a veces práctica, dres a desheredarlos.
entre la Iglesia y la Corona. Al promediar el siglo XVII, y cuando toda­
vía no estaba plenamente sectorializada la so­
ciedad hispanoamericana, las exigencias del
LA ELECCION DEL CÓNYUGE consentimiento no parecen haber provocado
demasiados incidentes familiares, sea porque
El matrimonio cristiano es un sacramento. los padres tenían un criterio más laxo frente a
Los ministros de este sacramento son los mis­ las elecciones de los hijos, sea porque éstos se
mos cónyuges, que expresan su libre consenti­ mostraban más obedientes a las opiniones de
miento ante el sacerdote, como testigo de la sus mayores. No obstante, hubo algunos casos
Iglesia y de la comunidad. Para garantizar la tramitados ante el obispado de Buenos Aires
validez del matrimonio y la libertad del con­ en los que se alegó que los padres de una de las
sentimiento, la Iglesia rodeó su administración partes incurrían en actitudes y diligencias pa­
de una serie de requisitos, entre los que se en­ ra demorar e impedir el matrimonio. Al avan­
contraban tener edad apta para casarse, hacer zar el siglo XVIII, los criterios paternos se afir­
la información de soltería cuando se trataba de maron sobre dos puntos: no podía aceptarse la
forasteros —para asegurar que pudieran lícita­ propuesta de matrimonio cuando existía dis­
mente contraer nupcias- y el anuncio del casa­ paridad racial entre los contrayentes ni cuan­
miento en la parroquia durante cierto tiempo do se daba una marcada disparidad de nivel
antes, para que cualquiera que quisiese oponer socioeconómico. La citada pragmática recogía
reparos lo hiciera antes de la ceremonia, que pues los criterios imperantes en los sectores
debía ser pública. Durante ésta, los novios de­ sociales más influyentes, pero al mismo tiem­
bían expresar su mutuo consentimiento, indis­ po comenzaba a tomar fuerza, aunque con ca­
pensable para la validez del vínculo. rácter minoritario, la voluntad de los jóvenes 131
TERRITORIO Y POBLACIÓN

de ser los jueces de su propia elección, como lo dres es que más de dos tercios de las sentencias
registran los juicios de disenso contra las posi­ favorecieron las pretensiones filiales, según la
ciones de los padres. muestra de Socolow, al tiempo que la persis­
Estos juicios representaban un pequeño tencia de los hijos quedaría demostrada por el
número de los matrimonios realizados, pero hecho de que éstos apelaron todas las senten­
tuvieron importancia y repercusión, al punto cias que les fueron desfavorables.
de que se los recomendó para los ejercicios de En los últimos años del período virreinal,
práctica forense, como señala Rípodas Arda­ la legislación aumentó su fuerza discriminato­
naz. Donde parecen haber alcanzado mayor ria, pues la pragmática de 1803 estableció que
proporción es, según Socolow, en Córdoba los padres no tenían necesidad de exponer las
—el 10% del total de los matrimonios, que no razones de su disenso y arrebató a los tribuna­
es poco-, ciudad caracterizada precisamente les eclesiásticos el conocimiento de las deman­
por un gran apego a mantener intactas las di­ das de esponsales sin licencia paterna. Final­
ferencias sociales, en tanto que en Buenos Ai­ mente, la real cédula del 27 de mayo de 1805
res el porcentaje es mucho menor. Las princi­ prohibió el casamiento entre blancos y castas
pales causas de oposición paterna fueron la aunque se tratara de mayores de edad, lo que
diferencia racial o de nivel social, la morali­ puso a los sacerdotes en el dilema de desobede­
dad del candidato o candidata y la desigual­ cer la ley civil, perdiendo su congrua —como se
dad económica. Las dos primeras se dieron establecía por penalidad- o faltar a la ley canó­
con preferencia -no con exclusividad- en nica que no prohibía este tipo de casamientos.
Córdoba y las últimas fueron más frecuentes Entre los indios que vivían en la sociedad
en Buenos Aires. La disparidad racial no fue hispanocriolla, se fue imponiendo lentamente
admitida cuando la novia o el novio era indio el matrimonio cristiano, pero con una marca­
o mestizo, casos en que el disenso paterno fue da influencia de los progenitores o caciques,
considerado “irracional”, pues la sangre india que desde los tiempos prehispánicos decidían
no producía tacha legal, lo que constituye una en esos casos. Los encomenderos favorecieron
manifestación práctica de la igualdad teórica u obstaculizaron los casamientos según su in­
que se le reconocía al indio con el español. terés en conservar la mano de obra de su enco­
Prosperaba en cambio la oposición cuando se mienda. En cuanto a los indígenas reducidos,
trataba de negros, mulatos o zambos, argu­ las prácticas variaban según el temperamento
mento que utilizaron con éxito algunos indios de las tribus y la dedicación del padre doctri­
y mestizos para oponerse a la introducción, nero. Un ejemplo interesante es el de Quilmes,
por vía de matrimonio, de sangre negra en sus donde los matrimonios entre indios se realiza­
descendientes. ban regularmente, y donde el sacramento se
No todos los pleitos concluían con senten­ administraba también, sin problemas ni oposi­
cia, pues muchas veces se llegaba a un arreglo ciones, a las uniones entre indios y mestizos o
entre las partes, fuese en aras de la armonía fa­ entre indios y pardos, pese a que las autorida­
miliar o por razones prácticas que no excluían des reales llevaban una política de rechazo a las
una composición económica. Una demostra­ uniones entre indígenas y castas, pues se consi­
132 ción del rigorismo o de la tozudez de los pa­ deraba al indio una sangre pura y a las castas
LA FAMILIA

una sangre servil. En el terreno práctico, el fra­ de indios, mestizos y castas, a quienes se tole­
caso de esta política fue casi general. raba que tuvieran relaciones irregulares, en
El matrimonio entre negros y mulatos es­ tanto no dieran lugar a flagrantes escándalos.
clavos tenía sus problemas pues dependía en Tampoco el matrimonio de los españoles ex­
gran medida de la actitud del amo. Si éste an­ cluía las aventuras extramatrimoniales, a veces
teponía sus propios intereses, como era fre­ con mujeres de su misma etnia y más general­
cuente, podía impedir los matrimonios de sus mente con las de otras, como se verá cuando
esclavos con mujeres libres -pues en esos ca­ se trate de la legitimidad de los hijos.
sos los hijos escaparían a su dominio- o el de La oposición de los padres a la elección de
sus esclavas con esclavos de otro dueño, frente los novios es sólo un aspecto de la legislación
a la posibilidad de que la esclava pretendiera ir matrimonial, precisamente aquel en el que la
a vivir con su marido. Pero si el amo era cons­ Corona, por razones de política social, ponía
ciente de sus obligaciones como cristiano, no sus propias reglas en una materia que corres­
se oponía al casamiento de sus esclavos y tenía pondía a la legislación eclesiástica. El matri­
el apoyo de la Iglesia, que excomulgaba a quie­ monio cristiano presentaba una serie de impe­
nes impedían esos casamientos, porque la li­ dimentos para su realización. Los impedimen­
bertad de matrimonio era de derecho natural tos dirimentes afectaban la validez del matri­
y la esclavitud era sólo de derecho civil. Marí monio, en tanto que los impedimentos impe­
ha calculado que algo más del 8% de los ma­ dientes sólo presentaban obstáculos morales y
trimonios registrados en Morón en el período legales que no afectaban la validez. Los prime­
1770-95 correspondió a castas. Entre ellos se ros, en consecuencia, no podían ser dispensa­
contaron 17 esclavos, de los cuales 9 casaron dos, salvo que, por vía de interpretación, se
con mujeres libres, mientras que de 11 escla­ considerase que en realidad no habían existi­
vas sólo 3 casaron con hombres libres. El re­ do. Los segundos podían ser dispensados. Mo­
sultado es interesante porque demuestra que, lina ha ejemplificado distintos casos de unos y
más que la compulsión de los amos, primaba otros ocurridos en Buenos Aires durante el si­
el deseo de tener hijos libres, lo que era deter­ glo XVII, pero interesa aquí señalar los matri­
minado por la condición de la madre y expli­ monios efectuados con falta del consenti­
ca la diferencia en uno y otro caso. En cuanto miento de uno de los cónyuges, que unas ve­
a la compulsión de los dueños, es probable ces resultaba del temor reverencial a la deci­
que se limitara, en buena medida, a permitir o sión de los padres, otras de violencia de éstos,
fomentar uniones ilícitas que no perjudicaran y alguna vez del abuso de la justicia civil ordi­
sus derechos. naria. En todas estas situaciones se declaró la
Queda por aclarar que no todos los miem­ nulidad del matrimonio.
bros de la sociedad optaban por el matrirno­ La promesa de esponsales tuvo su impor­
nio. Si bien sus integrantes españoles -o teni­ tancia, pues obligaba a quien la daba. En algu­
dos por tales- debían atenerse en su vida se­ nos casos, la garantía del próximo matrimo­
xual al connubio cristiano, conforme al en­ nio impulsaba a la mujer a aceptar relaciones
cuadramiento legal y moral de su tiempo, la carnales con su prometido por lo que, aunque
sociedad tenía una actitud más laxa respecto éstas no hubieran existido, la ruptura de la 133
TERRÏFÜRIO Y POBLACIÓN

promesa por el varón se traducía, por aquella nía la igualdad entre todos los hijos, salvo las
sola posibilidad, en ultraje de la mujer ante la mejoras del quinto y el tercio, hacía necesario
opinión general. Si la promesa se mantenía y que cada hijo o hija se viera en la necesidad de
los promesantes habían cedido a sus propias rehacer la fortuna que le dejaban sus padres,
debilidades, el resultado podía ser una con­ de modo que éstos, pensando en que sus ne­
cepción prenupcial. Pero la existencia de esta gocios o sus campos serían divididos entre va­
situación no debe ser exagerada: en el período rios hijos, buscaban para yernos y nueras
de 1778-1810, en Buenos Aires, en la clase de aquellos que por sus trabajos y aquellas que
los mercaderes sólo se registró un 4% de con­ por sus dotes o herencias, permitieran a sus
cepciones prematrimoniales, y en un pago ru­ vástagos recomponer sus patrimonios, de los
ral como Magdalena, entre 1738 y 1765, ape­ que dependía su prestigio social. Socolow
nas se llega al 6,45%. aporta datos interesantes sobre este aspecto:
A veces la promesa de matrimonio consti­ entre los grandes comerciantes porteños, entre
tuyó un recurso de los hombres para vencer la 1778-1823, el capital promedio de las heren­
resistencia de las mujeres a tener relaciones cias era de 5157265 y los herederos sobrevi­
camales, después de lo cual y requeridos en vientes alcanzaban una media de 6,6 hijos, por
matrimonio, negaban aquella promesa y, en lo que las hijuelas -separada la parte de la viu­
algima oportunidad, acusaban a la mujer de da— no pasaban de S 15.071 de promedio. Se
deshonesta, para cubrir su propia inconducta. puede deducir que la situación era similar en
Los pleitos en este sentido tuvieron suerte va­ los niveles de recursos medios de la población.
ria, y en bastantes casos se vieron complicados
por el embarazo de la mujer.
Es bien conocido que los padres y madres CARACTERÍSTICAS DE LAS FAMILIAS

de las niñas criollas preferían como candida­


tos para yernos a los españoles peninsulares, En un medio de escasa población españo­
en especial si provenían de la misma región la hasta bien entrado el siglo XVII y donde las
que uno de aquéllos, como se dio con bastan­ consideraciones de la honra y el prestigio so­
te frecuencia entre vascos y navarros. cial restringían todavía más el campo de elec­
Esta predilección por los europeos se basa­ ciones de los cónyuges, no es extraño que se
ba en la opinión dominante de que los jóvenes produjera una suerte de endogamia entre las
criollos eran indolentes, cuando no pródigos familias integrantes del grupo social de mayor
en materia de bienes. Los españoles peninsula­ nivel. No se hará referencia aquí a sus efectos
res tenían buena fama de trabajadores y fre­ socioeconómicos, que serán tratados en el ca­
cuentemente veían sus pretensiones apoyadas pítulo siguiente, pero es conveniente hacer re­
por alguna recomendación o vinculación de ferencia a sus efectos estrictamente familiares.
aquende o allende el Atlántico. La endogamia por grupos o estratos sociales
Pero la preocupación de los padres por fue común en Hispanoamérica. Pero cuando
asegurar el patrimonio de las hijas, y a veces las poblaciones eran pequeñas, como ocurrió
también de los hijos, no derivaba de puro ma­ durante todo el siglo XVII -si se exceptúan
134 terialismo. El régimen hereditario, que impo­ Córdoba y Buenos Aires- y especialmente en
LA FAMILIA

la campaña, adquirió vigencia a la par de la con Arroyo. Si se sigue la genealogía de algu­


endogamia social una endogamia geográfica nas de las familias enumeradas se encuentran
basada en las relaciones de vecindad. Este fe­ nuevos entronques. Por ejemplo un Lozano de
nómeno se prolonga en la campaña hasta bien Saravia se casó en 1662 con María de Escobar,
avanzado el siglo XVIII y se comprueba en las otro con Antonia de Escobar Barragán, y pos­
nuevas poblaciones crecidas alrededor de los teriormente otro con una Rodríguez Flores. Es
fortines y de las capillas rurales. Burguiere ha decir que entre las familias propietarias o sim­
sostenido que la acumulación de matrimonios plemente estancieras -algunos comienzan
de vecindad y su reencadenamiento en gene­ siendo arrendatarios y en otros casos las pro­
raciones sucesivas, termina por hacer que los piedades son de sus esposas- el emparenta­
pobladores de las aldeas sean todos más o me­ miento de sangre era frecuente. Interesa su­
nos parientes: un cousinage généralisé. Esta te­ brayar que estos lazos familiares eran bastante
sis, válida para los espacios europeos, puede a menudo resultado de la vecindad: poco más
ser utilizada con moderación para explicar de un centenar de familias dispersas en un te­
una situación bastante similar en nuestras pe­ rritorio donde el trato recíproco era casi la
queñas ciudades del siglo XVII y especialmen­ única fuente de sociabilidad, salvo que torna­
te en nuestras campañas, aunque este empa­ ran a vivir en la ciudad. Esta vecindad vencía
rentamiento sólo se daba, en general, dentro incluso las barreras sociales y la hija del estan­
de cada grupo social por separado y ha sido ciero se casaba con el joven agregado a su ca­
constatado entre españoles. sa, que además de despertar su afecto había
Un ejemplo patente de esta vinculación se demostrado su capacidad para manejar la es­
encuentra en la pampa del sudeste de Buenos tancia. Tal fue el caso de Isabel Ximénez de Paz
Aires, en el pago de la Magdalena, en torno de y Márquez con Francisco García, arrimado és­
la familia Barragán, que dio su nombre a la te a la casa de la madre viuda de la novia.
ensenada homónima. En fecha tan temprana Estas vinculaciones familiares estaban re­
como 1606, el capitán Antonio Gutiérrez Ba­ forzadas por el parentesco espiritual consisten­
rragán casó con Iuana de Escobar. Sus nume­ te en el padrinazgo o compadrazgo. Ser padri­
rosos hijos establecieron lazos matrimoniales no de bautismo establecía una serie de obliga­
con familias espectables afincadas en la zona o ciones de asistencia y protección hacia el bau­
con tierras en ella, como los Benavídez, Loza­ tizado y de respeto hacia el padrino. Este debía
no Gómez de Saravia, Rodríguez Flores, Rojas velar por la educación y la vida religiosa del
y Acevedo, y Leal de Ayala. En la siguiente ge­ ahijado y aun sostenerlo en caso de necesidad
neración sus enlaces alcanzaron a las familias económica. A su vez el ahijado quedaba com­
Ballesteros, Bermúdez, Pacheco, Flores, Ximé­ prometido con el padrino como si fuera su
nez de Paz y otra vez los Lozano. Ya en el siglo verdadero padre. Esta familia espiritual excedía
XVIII, un Ballesteros Barragán se casó con muchas veces los límites establecidos para las
una Hinojosa, cuya hermana contrajo matri­ relaciones de sangre, pues el padrinazgo se ex­
monio con un Rojas Barragán. A su vez los Ii­ tendía de arriba hacia abajo y los miembros de
ménez de Paz Barragán casaron con Márquez las clases pudientes apadrinaban a quienes te­
y con Troncoso y en la siguiente generación nían con ellos relaciones de dependencia, les 135
TlïRRl'l'()Rl() Y POBLACIÓN

servían e incluso eran hijos de sus esclavos. se los llamaba entonces, forasteros. Unas veces
Agréguese al padrinazgo bautismal el ser pa­ eran peninsulares venidos como acompañan­
drino o testigo del casamiento y por esa vía se tes o familiares de funcionarios de la Corona o
descubrirá, recorriendo los libros parroquia­ llegados a estas tierras en pos de buenos nego­
les de la época, más lazos de unión entre las cios, como representantes de alguna firma es­
familias. pañola o sólo con algún capital para tentar
Esta endogamia familiar no era exclusiva fortuna. Otras veces eran oriundos de una
del pago cuyo ejemplo acaba de darse ni de la provincia que se instalaban en otra, atraídos
jurisdicción bonaerense. Nicolás Sánchez Al­ por sus posibilidades económicas, o por vin­
bornoz la atribuye a toda la América española, culaciones familiares. Pocos lugares como
y en territorio argentino existía igualmente en América comprueban la falsedad de la vieja
el antiguo Tucumán, donde su Obispo decía presunción de la inmovilidad de las poblacio­
elocuentemente en 1644: “Esta tierra es corta, nes antiguas. Un caso típico es el de Ávalos y
y así hay mucho trabajo en los casamientos, Mendoza, poblador y cabeza de familia en
por estar casi imposibilitados por parentescos Santa Fe a principios del siglo XVII, con des­
de consanguinidad y afinidad”. Recientes in­ cendientes nativos de Asunción, y éstos a su
vestigaciones han demostrado la subsistencia vez con vástagos en Buenos Aires. Otro tanto
del problema en La Rioja, Salta y Tucumán. ocurre con los Argañarás, radicados en Santia­
López de Albornoz ha señalado que a fines del go del Estero, pero uno de cuyos descendien­
XVIII, en Tucumán, hubo abundancia de dis­ tes se radicó en Córdoba.
pensas matrimoniales por parentesco en la zo­
na rural de Los Juárez, lo que está indicando
idéntica tendencia endogámica. Mata de Ló­ FAMILIAS RESTRINGIDAS, AMPLIAS
pez, tras señalar cómo a través del casamiento Y TRONCALES

se integraban al núcleo tradicional de los te­


rratenientes salteños los comerciantes ricos, La estructura de las familias fue predomi­
muestra el caso del doctor Iosé Medeyros, ca­ nantemente nuclear, pero dentro de las nu­
lificado por el Gobernador Intendente como cleares debe distinguirse entre familias res­
vecino antiguo con “familia muy dilatada” y tringidas al matrimonio y sus hijos, y familias
varias relaciones de compadres y ahijados y amplias que comprendían, además del núcleo
destaca que eran frecuentes los matrimonios básico, a otras personas que podían ser pa­
entre las familias tradicionales —Arias Veláz­ rientes o simples agregados, huérfanos, servi­
quez, Aguirre, Saravia, Castellanos-. Por su dores o esclavos. Las familias troncales —que
parte, Bazán ha señalado la existencia de estre­ abarcaban matrimonios de ascendientes y
chos parentescos entre los habitantes de La descendientes- eran minoritarias y más toda­
Rioja, cuyas familias tradicionales se agrupa­ vía las familias múltiples: aquellas que bajo un
ron por matrimonios e incluso formaron gru­ mismo techo reunían a dos o más matrirno­
pos rivales. nios sin relación de descendencia.
Estas endogamias locales eran periódica­ Si el predominio de la familia nuclear está
136 mente alimentadas por los migrantes o, como fuera de duda, no ocurre lo mismo cuando se
LA FAMILIA

trata de establecer si eran familias restringidas cambios. Si en vez de tomar en consideración


o amplias. La falta de datos sobre los siglos las familias, se toman los hogares —personas
XVI y XVII hace difícil dar una respuesta que que conviven bajo un mismo techo, con o sin
no sea conjetural. El padrón de 1608 de Tala­ vínculo familiar- deben mencionarse los gru­
vera de Esteco y el de Buenos Aires de 1664 no pos no familiares -solteros, trabajadores, es­
permiten demasiadas inferencías sobre las fa­ clavos- y también los hogares unipersonales.
milias. Hay que esperar al siglo XVIII, con pa­ En el siglo XVIII, parece prudente hacer
drones más precisos, para ver cuáles son las es­ una distinción entre las familias urbanas y las
tructuras predominantes, pero aun así los es­ rurales. Los estudios de Celton sobre la pro­
tudios sobre la tipología de la familia colonial vincia de Córdoba han demostrado que en
argentina son muy escasos. Sólo se puede an­ 1778 en los departamentos rurales, especial­
ticipar, sobre la base de las investigaciones rea­ mente en el noroeste, había un fuerte predo­
lizadas, que distintas regiones del país ofrecen minio del hogar restringido, que oscila entre el
variantes, pero debe tenerse presente también 45,8 y el 74,3 % del total, mientras que en la
que la estructura de una familia variaba o po­ ciudad de Córdoba éstos sólo son el 16% del
día variar con el ciclo vital de sus integrantes. total. La diferencia no es en beneficio de los
Un matrimonio joven constituía en sus pri­ hogares con otros parientes, que en la ciudad
meros años una familia restringida; luego al sólo alcanzan al 4,7%, sino de los que tienen
crecer el número de sus hijos o al mejorar su agregados, sirvientes y esclavos, que son el
situación económica incorporaba personal de 73,1% del total. En cambio, en las áreas rura­
servicio, libre o esclavo, o algún agregado que les el porcentaje más alto en hogares com­
hiciera las veces de aquél, también algún pa­ puestos, como los denomina la autora, es el
riente soltero o la madre viuda de alguno de 45,8% en Río Tercero y el más bajo el 19,3%
los cónyuges. Si uno de los hijos se casaba, no en Ischilín.
era improbable que, hasta que pudiera pagar La comparación con la capital del Virrei­
su propio techo, conviviera con sus padres in­ nato en la misma fecha no es posible, lamen­
tegrando provisoriamente una familia troncal. tablemente, pues los empadronadores adopta­
Normalmente los hijos casados se iban esta­ ron un procedimiento en el que la familia está
bleciendo por cuenta y casa propias, y con los desagregada, y los padrones anteriores no han
años el matrimonio volvía a encontrarse sólo sido trabajados desde esta perspectiva. Tam­
o con la compañía de algún sirviente y even­ poco los viajeros y cronistas han tomado este
tualmente de un nieto. Por lo tanto, la califica­ aspecto en consideración.
ción de la estructura familiar debe entenderse En una muestra aleatoria realizada para este
como una visión estática en el momento del capítulo sobre el padrón de la ciudad de Bue­
empadronamiento de cada familia, que refleja nos Aires de 1738, el autor llega a conclusiones
en el conjunto el predominio de una forma que muestran una gran diferencia con la ciu­
—con el agregado de que los padrones sólo in­ dad de Córdoba. En Buenos Aires, las familias
cluían a los miembros presentes en ese mo­ restringidas representan el 71,8% del total, las
mento- mientras que una visión dinámica re­ amplias o extensas son el 16,37% que se pue­
vela para cada familia una amplia gama de den dividir así: amplias con familiares 5,45%, 137
TERRHURIO Y POBLACIÓN

amplias con agregados o servidores 8,18% y la zona de los Llanos muestra que sólo el
amplias con familiares, agregados y servidores 9,23% de las familias eran restringidas.
2,74%; hay además un 6,36% de familias tron­ En uno y otro tipo de familia, el matrirno­
cales —que comprenden al matrimonio con hi­ nio cabeza de ella podía mantenerse completo o
jos casados y eventualmente los nietos-, no. El fallecimiento de un cónyuge, normal­
1,81% de familias múltiples y 3,63% de fami­ mente, o su ausencia, menos habitualmente,
lias indeterminadas. nos muestran familias conducidas por viudos o
En 1810 la ciudad capital, muy acrecida en viudas o por esposas que ante prolongadas au­
población, presenta una imagen distinta según sencias de los maridos por viajes y negocios —ra­
este mismo autor. En el cuartel 12, una área ra vez por abandono—, debían regentear a los hi­
socialmente intermedia, las familias restringi­ jos, mandar a la servidumbre y manejar los
das son el 52,8% y las amplias el 47,2%, lo que asuntos que hacían a la subsistencia familiar,
podría obedecer no sólo a la mayor capacidad fuesen comerciales o rurales. Las cifras no abun­
para tener personal doméstico, sino también a dan en este aspecto de la historia familiar. Lima
la menor disponibilidad de viviendas en una González Bonorino constata que en 1608 en Ta­
ciudad en constante crecimiento. lavera de Esteco había 32 matrimonios comple­
Los resultados de 1738 guardan cierta rela­ tos, l viudo y 4 viudas y en Santiago del Estero
ción con el padrón de 1726 en el pago de la 34 matrimonios completos, 7 viudos y 3 viudas.
Magdalena, donde sobre un total de 71 fami­ En 1778-79 había en Iujuy 2,4% de viudos y
lias hay 45 nucleares restringidas, 25 extensas 7,4% de viudas. En la misma fecha, en Córdoba,
con parientes, agregados, servidumbre o escla­ había 2,4 % de viudos y 10% de viudas. Bascary
vos —una o más de estas categorías— y 1 tron­ estudió los libros de matrimonios de Tucumán
cal. Las familias restringidas representan pues y de ellos se desprende que el 12% de los casa­
el 63,38%. Este porcentaje se ubica entre los de mientos corresponden a viudos en tanto que só­
Río Seco e Ischilín, en Córdoba, y se aproxima lo el 8,6% son fonnalizados con viudas. En la
mucho al obtenido por Salas para el pago de ciudad de Buenos Aires, en el padrón de 1810, el
La Matanza en 1726 que es del 68,66% y que porcentaje de viudez entre la población libre al­
desciende en 1744 al 62,92%. Entre las fami­ canzaba al 1,89% de los hombres y al 10,96% de
lias tucumanas de Los Juárez, en 1799, el pre­ las mujeres, mientras que entre los esclavos, los
dominio de las familias restringidas es con­ viudos eran el 0,9% y las viudas 1,41%, muy ba­
tundente -82%— pero la situación cambia ver­ jos porcentajes que se explican porque una gran
tiginosamente y en 1812 su mayoría se limita parte de esta población —43,47%— carece de es­
a un 57%. pecificación de su estado civil. Con excepción
En un ámbito completamente distinto, el del muy temprano caso de Santiago del Estero,
de los pueblos de indios y encomiendas de siempre es mayor la proporción de viudas que
Santiago del Estero, Vallejo destaca que sobre de viudos, lo que podría explicarse por una
un total de 1132 tributarios y sus mujeres, la abundancia de mujeres jóvenes casaderas y
mayor cantidad relativa, 341 integran familias también por una menor disposición de las viu­
restringidas, o sea el 30,12%. En cuanto a La das a contraer nuevas nupcias, aunque las hubo
138 Rioja, Guzmán dice que el padrón de 1795 de que casaron hasta por tercera vez.
LA FAMILIA

LAS FAMILIAS DE INDIOS Y CASTAS sa que la Corona hacía de los indios, se pro­
longó a lo largo del tiempo y tuvo como con­
Hasta aquí, aunque con ocasionales refe­ secuencia, en el aspecto que aquí se trata, una
rencias a indios y castas, se ha centrado el aná­ acelerada disminución de la población autóc­
lisis en las familias blancas, en las cuales a veces tona y, como lógica consecuencia, igual dismi­
no faltó, con el correr de los siglos, alguna mez­ nución de sus matrimonios y sus familias. En
cla ocultada por el fenotipo o por el prestigio 1639, el obispo del Tucumán, Maldonado de
social, como se comentó al comienzo de este Saavedra, califica la conducta de los encomen­
capítulo. Ahora se tratará un poco más en deta­ deros: “Cásanlos por fuerza y a palos por hur­
lle la situación de aquellas otras familias, aun­ tarse las indias unos a otros” y agrega “Luego,
que los estudios realizados hasta hoy son noto­ por quedarse con la china libre y desembara­
riamente escasos. La primera dificultad que se zada, envía el indio al Perú o a otra parte, que­
presenta en el caso de los indios es el proceso de da esclava la india y sin marido, y tal vez se
miscegenación, tanto con los españoles como vuelven a casar”. En una fecha tardía, cuando
con los negros y posteriormente con mestizos y la disminución de los indios se estimaba en el
mulatos, con lo cual cualquier intento de inves­ 90%, el sínodo de Córdoba de 1700 insistía en
tigación basado en la separación de las diferen­ que los encomenderos no debían impedir el
tes etnias está condenado al fracaso, salvo de­ casamiento de los indios.
terminados casos y momentos. De todos mo­ Ya se ha dicho el papel que los padres y ca­
dos es útil atenerse a las clasificaciones de los ciques tenían en la elección de los cónyuges,
comentaristas y empadronadores. en una tradición que coincidía con la impe­
El proceso de mestización —lato sensu- tie­ rante entre los españoles. También entre los
ne como primera consecuencia para los inves­ indígenas parecen haber existido, y subsistido
tigadores hacer harto difícil un buen conoci­ en los pueblos de indios, las redes parentales, a
miento de las estructuras familiares prehispá­ través de las cuales, igual que entre los españo­
nicas. En cuanto a la asimilación del matrimo­ les, se buscaba reforzar las alianzas dentro de
nio cristiano como parte del proceso de acu1­ la comunidad. Estas redes adquirían particu­
turación, los esfuerzos misionales estuvieron, lar significación cuando se producía la vacan­
desde un comienzo, perturbados por los abu­ cia de un cacicazgo.
sos de los encomenderos y otros españoles. Ya La miscegenación abarcó a los aborígenes
el primer sínodo del Tucumán, en 1597 -re­ de la ciudad y de la campaña y también se ex­
cuerda Bruno—, estableció en una de sus cons­ tendió a los pueblos de indios y a muchas re­
tituciones una serie de prohibiciones. “Prime­ ducciones. En un período tardío, Celton ha
ro impedir matrimonios de indios; segundo comparado la composición familiar de los
casarlos por fuerza; tercero casar indias para pueblos de indios cordobeses entre 1778 y
hurtarlas a los que las tienen en depósito...” 1785. Mientras en la primera fecha había 265
Este tipo de abusos, más otros relativos a la ex­ familias y en 235 de ellas ambos cónyuges eran
plotación de la mano de obra nativa, pese a la indios, en la segunda esta situación sólo se da
oposición de la Iglesia, a las ordenanzas del vi­ en 211 casos sobre un total de 341 familias. Es­
sitador Alfaro en 1622 y la permanente defen­ te cambio se dio por la unión de los indios con 139
TERRITORIO Y POBLACIÓN

mujeres negras o mulatas libres. En el pueblo blo parece haber crecido con el aporte de gua­
de La Toma, en 1785, de 38 familias a las que raníes y otras etnias, de españoles y de mesti­
se reducía el pueblo, sólo en 16 casos ambos zos. De otra manera es difícil explicarse que en
esposos eran indios; 2 indios estaban casados los bautismos registrados en la ex iglesia doc­
con mulatas libres y l con española; había trinera convertida en parroquia, entre 1738 y
además 9 indias casadas con mulatos libres, l 1747, el 26,14% de los bautizados son indíge­
indio viudo con familia, 9 indias viudas con nas y casi todos hijos legítimos. Otra explica­
familia y una pareja de mulatos. Siete años an­ ción sería un marcado subregistro de los pa­
tes en la ciudad de Córdoba, sobre 763 hoga­ drones por no ser interesantes los indios a los
res, sólo 8 estaban constituidos por indios, fines del empadronamiento. Las familias de
aunque no existe plena seguridad de que se castas no son fáciles de analizar: la población
tratase de indios puros. Paralelamente, los ho­ de color presentaba una marcada carencia de
gares de castas libres —negros y pardos- ha­ mujeres y en 1726 los casados sólo eran 15, de
bían crecido a 228 y dado el gran número de los cuales uno solo era negro; de este total ll
hogares compuestos comprendidos en esta ci­ eran varones y 4 mujeres, lo que nos está ha­
fra, es probable que el número de familias fue­ blando de un proceso de miscegenación, pero
se aun mayor. estas cifras deben ser atenuadas por el hecho
Casi un siglo antes, en la reducción de los de que había 89 personas de color cuyo estado
indios quilmes y calianos al sur de Buenos Ai­ civil se ignora, de las cuales sólo 10 eran muje­
res, había, en 1680, 90 matrimonios indígenas, res. En el padrón de 1744, la situación cambia
que por efecto del desarraigo forzoso y por la en parte, pues si bien la población de color des­
alta mortalidad infantil sólo sumaban 63 hijos ciende en cifras brutas, la familia parece recu­
párvulos, vale decir, nacidos todos en la reduc­ perarse, pues hay un matrimonio de negros y 9
ción, pero en 1726, época en que ya se habían de pardos. Sin embargo, a diferencia de lo que
instalado en el poblado otros indígenas e in­ ocurría en Córdoba, en Magdalena el número
cluso españoles, la población india de origen de los bautizados de color desciende con pos­
calchaquí se había reducido de tal manera que terioridad a 1748, especialmente entre los par­
sólo eJdstían 22 matrimonios con 18 hijos me­ dos, tal vez por la mezcla de pardos e indios,
nores. Ese mismo año, el padrón de Magdale­ cuyos frutos pasan a constituir hacia 1765 el
na, que no incluía el poblado de la Santa Cruz tercer grupo étnico de la zona.
de los Quilmes, registraba 82 matrimonios, de Desgraciadamente no hay estudios de fa­
los cuales 11 eran de indios y 7 de mestizos. milia sobre los padrones de la ciudad de Bue­
Casi todos constituían familias restringidas -9 nos Aires, pero en el otro extremo del territo­
y 6 respectivamente- y los restantes formaban rio, en Iujuy, donde la población india era arn­
familias amplias. Dieciocho años después, se plia mayoría, Rassini demuestra —aunque no
comprueba una fuerte disminución, pues de comenta- que la familia indígena reflejaba un
114 familias empadronadas, apenas 3 estaban proceso de contracción, pues el número de sus
formadas por indios y una mujer casada era miembros —4,l de promedio- era inferior al
mestiza. Mientras tanto, si los indios reducidos de los españoles y al de las castas e igual al de
140 disminuyen hasta ser sólo 148 en 1773, el pue­ los mestizos. No obstante, el porcentaje de in­
LA FAMILIA

dios casados era mayor que el de cualquier grado desterrar gradualmente la poligamia,
otro grupo étnico. El porcentaje de negros ca­ pero no había conseguido eliminar del todo
sados estaba entre los más bajos y el de los las fugas y los abandonos de los maridos.
mulatos estaba en una situación intermedia. También trataron aquéllos de imponer un ti­
En un curato como La Rinconada, con una po de familia restringida, con una casa por
población en sus tres cuartas partes de indios matrimonio, y con un sistema educativo en el
puros, Gil Montero calcula que en 1778 el que los padres fueran responsables de la con­
80,2% de las familias era restringida, mas si se ducta de los hijos y donde regían premios y
descuentan los hogares unipersonales —pre­ castigos. El papel de la mujer era subordinado,
suntamente tributarios contados por unidad­ como era habitual entre los indígenas. La di­
se transforman en 93,6%, porcentaje que to­ mensión de la familia era apenas mayor que la
davía aumenta en la revisita de 1786. Parece que se ha anotado para Iujuy: entre 4,1 y 4,4
posible deducir que esta modalidad familiar personas.
era general en la provincia, por lo menos en la Pese a los pocos elementos disponibles,
región de la Puna. puede concluirse que, excepto en las misiones
En el valle de Santa María, en Catamarca, guaraníes, la familia acompañó el proceso de
en cambio, la familia indígena se mantiene vi­ retracción de la población aborigen. El proce­
gorosa en su forma restringida, pero en las fa­ so de mestización se intensificó y mientras en
milias amplias la disminución del número de el siglo XVII se tradujo en un blanqueamien­
sus miembros podría interpretarse como un to de la población aborigen, en el siglo si­
signo del deterioro de su capacidad económi­ guiente, especialmente a partir de 1750, en al­
ca. En cuanto a La Rioja, Endrek ha mostrado gunas regiones como Córdoba y La Rioja —y
que en una población indígena que se reduce queda la incógnita respecto de otras- cabe
en el 50% entre 1778 y 1795, la contracción se preguntarse si la mezcla de los aborígenes con
opera más violentamente en el orden familiar, mulatos y zambos, que mostraban una buena
pues el número de casados en la última fecha capacidad reproductora, no condujo a una
es apenas el 35,9% del inicial. Simultánea­ melanización del pueblo indígena.
mente se opera un gran crecimiento de ne­ En lo que hace a los negros, los trabajos de
gros, mulatos y zambos libres casados, en tan­ Goldberg y de otros autores coinciden en la
to que el número de esclavos casados descien­ dificultad de establecer datos confiables en
de a cerca de la mitad. Hacia 1795 las castas materia familiar, pues salvo en las estancias je­
eran el grupo racial más numeroso, y con suíticas, donde los sacerdotes procuraban que
marcada ventaja, de la jurisdicción riojana. los esclavos formaran familias —como de­
En cuanto a las familias de las misiones je­ muestra Fernández- en todas las otras cir­
suíticas de los guaraníes, las investigaciones de cunstancias puede presumirse que las uniones
Maeder indican que se mantenía la práctica fueron irregulares, con frecuencia inestables y
del matrimonio precoz, que los contrayentes siempre con una natalidad muy baja, especial­
tenían cierta libertad en la elección del otro mente entre negras y negros bozales, resultado
cónyuge, sin excluir la intervención paterna y combinado del síndrome de la esclavitud y el
que la influencia de los misioneros había lo­ probable uso de hierbas anticonceptivas y 14]
TICRRFFÜRIO Y POBLACION

abortivas, que unida a una alta mortalidad in­ vamente adolece del problema de la falta de es­
fantil, condujo a una progresiva reducción de tudios en la materia sobre dilatadas regiones y
los negros puros, que no se compensó, sobre extensos períodos, como consecuencia de que
todo al entrar el siglo XIX, con la importación la historia de la población, con la excepción de
de esclavos. Rosal ha estudiado un sector par­ contados precursores, es una disciplina relati­
ticular de la sociedad esclava: aquellos que te­ vamente nueva en la Argentina.
nían bienes suficientes como para testar. Con­ Padrones y revisitas permiten, en algtmos
cluye que el 30% de los hijos eran ilegítimos y casos, atisbar cuál pudo ser el número de hijos
que una tercera parte de los casados no tenía por matrimonio. Los datos más antiguos son
descendencia. Por otra parte Johnson ha in­ de comienzos del l600, referidos a Talavera de
tentado demostrar que las manumisiones de Esteco y Santiago del Estero, y dan una media,
esclavos no obedecían —en Buenos Aires al respectivamente, de 2,8 y 3,5. Hay que saltar a
menos- a relaciones ilícitas entre amos y es­ la segunda mitad del siglo XVIII, para encon­
clavas, sino a una razón afectiva o de recono­ trar un promedio de 2,05 hijos por matrimonio
cimiento. El 40% de las manumisiones fueron en Jujuy, con un mínimo de 1,8 para Perico y la
hechas por amas y en su casi totalidad eran sus ciudad y un máximo de 2,3 en Yavi y Tumbaya.
domésticas. Y si bien casi el 20% de los liber­ La media mayor corresponde a los españoles
tos fueron menores de 17 años, en casi la mi­ —2,5— en tanto que la menor a indios, mestizos
tad de los casos su libertad fue pagada por sus y negros con 2. En Tucumán, se puede citar el
padres o abuelos. caso de Los Juárez —hoy Leales— con 2,9 de pro­
medio, correspondiendo la media mínima a los
indios con 2,6 y la máxima a las castas libres
LOS HHOS LEGÍTIMOS Y LOS OTROS con 4,2. En Córdoba, las cifras de 1778 varían
segfm los departamentos, corresponden el má­
Párrafos arriba se ha hecho mención inci­ ximo a Traslasierra y alrededores de la ciudad
dental de la cantidad de hijos de las familias en con 3,2 y la mínima a la ciudad con 2,1. Sin em­
algunas regiones. Para completar este aspecto bargo, la debilidad de estas cifras queda de ma­
del tema, conviene comenzar por advertir que nifiesto cuando Celton realiza una muestra de
distinta es la información que proviene de los reconstrucción de familias en la ciudad y llega
padrones, que se limitan a dejar constancia de a un promedio de hijos de 6,4.
cuántos hijos viven en el hogar de los padres Como se carece de datos generales sobre
-pero no cuántos han tenido, pues no figuran Buenos Aires, no se puede hacer una compara­
los ya fallecidos, los ausentes ni los casados con ción entre las dos ciudades más populosas del
techo propio-, de la que deriva de los registros país, aunque Socolow ha determinado, en su
de bautismos a través de los cuales se puede sa­ muestra sobre los grandes mercaderes, una
ber cuántos hijos tuvo un determinado matri­ media de 7,38. En el pago de la Magdalena en
monio, con la salvedad de que tampoco figura­ 1726 el promedio de hijos es de 2,8 por matri­
rán los que fallecieron antes del bautismo. monio, pero en las familias restringidas se eleva
Aunque esta información es más ajustada, se a 3,3, mientras que en las amplias desciende a
[42 tratará de dar un panorama general, que nue­ 2,5. En 1744 se puede diferenciar socialmente el
LA FAMILIA

número de hijos: es de 2,9 entre los hacenda­ indios y castas llega al 53,7%. En los años
dos, 2,7 entre los labradores y 2,2 entre los 1805-1809, los porcentajes se mantenían toda­
capataces. vía muy altos: 40,2% para los blancos y alrede­
Cabe finalmente hacer referencia a la legi­ dor del 50% para el resto de la población. No
timidad de los hijos. Ya se ha hecho mención a se conocen datos sobre Salta, otra ciudad ca­
los condicionamientos legales y sobre todo so­ racterizada por su celo en mantener las distan­
ciales para la constitución del matrimonio. El cias sociales.
nivel de legitimidad o de ilegitimidad de los hi­ En Tucumán, en el período 1790- 1810, se
jos debe vincularse con dos cuestiones: prirne— da una situación muy diferente. Los ilegíti­
ro, el nivel de penetración del cristianismo en mos entre los blancos sólo llegan al 10%, de
general y de su concepción monogámica en los cuales el 3% corresponde a padres desco­
particular, cuando se trata de comunidades in­ nocidos. Entre los indígenas los ilegítimos
dígenas o de color e incluso de españoles que llegan al 37%.
conviven con estas comunidades que practica­ En la gobernación de Buenos Aires, la ciu­
ban otras pautas sexuales; segundo, el grado de dad de Santa Fe muestra un promedio de ile­
obstrucción que las leyes y las costumbres esta­ gitimidad general que varía apreciablemente
blecían a la libre elección de las parejas, lo que y alcanza su punto más bajo en 1767 con
también está relacionado con el mayor o me­ 17%; a partir de esa fecha, aumenta sosteni­
nor control y tolerancia que en las zonas rura­ damente hasta 1783-86 en que supera los ni­
les ejercían los responsables de una sociedad veles cordobeses; a partir de allí hay una leve
ordenada: autoridades civiles y eclesiásticas. mejoría y los valores oscilan entre el 34% y el
Llama la atención, y debe vincularse con lo 46% y llega al 38% en 1809. En un área pre­
anterior, las diferencias existentes según los dominantemente rural como es el curato de
distintos ámbitos geográficos. Casi totalmente Los Arroyos —hoy Rosario y aledaños hasta el
se carece de información cuantitativa sobre arroyo Ramallo— las cifras son mucho más
los siglos XVI y XVII, pero de los comentarios, bajas. Entre 1776 y 1785, hay un 17,4% de ile­
crónicas e informes existentes se desprende gítimos, a los que habría que sumar un 10,2%
que en un comienzo la cuestión de la legitimi­ de huérfanos, con lo que los legítimos totali­
dad no fue un obstáculo social, aunque a me­ zan el 72,4%.
diados del XVII, la mayor presencia de fami­ Este fenómeno también se da en la pampa
lias blancas y los pruritos de la honra y la je­ porteña. En Luján entre 1780 y 1800 los legíti­
rarquía social comenzaron a pesar. En el siglo mos llegan al 83,5% o sea que las situaciones
siguiente, con la sociedad más estratificada y irregulares se reducen al restante 16,5%, de los
más controlada, resulta arquetípico el caso de cuales casi el 95% son blancos. Algo similar pa­
Córdoba, donde la segregación de los diferen­ sa en Magdalena, donde entre 1738 y 1765, la
tes sectores sociales era más marcada. La res­ ilegitimidad se limita al 13,62% a los que ha­
puesta de la comunidad es contundente: uno bría -o no- que añadir el 3,66% en los que se
de los mayores índices de ilegitimidad conoci­ ha omitido la calificación. Un trabajo todavía
dos en el país. Entre 1778 y 1784 la ilegitimi­ inédito de Gresores, hace descender el índice
dad entre los blancos alcanza el 45,1% y entre de ilegitimidad del pago entre 1776 a 1815, al 143
TERRHURIO Y POBLACIÓN

9%. Es precisamente en estas zonas de escasa era “la Babilonia denunciada por los críticos”
densidad poblacional y donde las autoridades y cita el caso del coronel Maguna que consul­
se reducían a un alcalde de hermandad y a un ta al Gobernador sobre el permiso solicitado
cura párroco, ambos habitualmente lejanos, por un sargento para casarse con la hija natu­
donde se podría presumir que la libertad de ral de un fuerte comerciante, el que es conce­
costumbres produciría el mayor número de in­ dido, pues “el nacimiento ilegítimo importaba
fracciones: uniones irregulares y nacimientos menos que otras imperfecciones”, como, por
ilegítimos. Frente al desmentido de las cifras, ejemplo, el estigma de sangre servil.
debe recordarse lo advertido por Mayo sobre ¿Cuál era el papel que tenían en la familia
que no hay que extremar la noción de permi­ los hijos? En primer lugar, existía entre padres e
sividad rural: por lo general, la relación ilícita, hijos un claro sentimiento de pertenencia fami­
pocas veces adúltera, implicaba una promesa liar. Los padres corrían con la educación de los
de matrimonio que la mujer aceptaba como niños, que en sus primeros años estaban más
parte de la tradición dominante. bajo el control de las madres. La educación en­
En cuanto a la ciudad de Buenos Aires, co­ tre los españoles consistía básicamente en el
mo se ha dicho, no hay trabajos de demogra­ aprendizaje de los buenos modales y las nor­
fía histórica referidos a la familia. No obstan­ mas religiosas y morales. La enseñanza escolar
te, otras fuentes autorizan a afirmar que la dependía de la ubicación de la familia y de sus
ciudad —por su misma condición de puerto y recursos para costear la asistencia a una escue­
de lugar de tránsito, centro mercantil donde la de primeras letras. Por ese motivo, los rudi­
era fácil amasar fortunas en poco tiempo y se­ mentos de la enseñanza se daban inicialmente
de de una burocracia creciente, civil y militar, en las casas. Fuese por pobreza, por desidia o
lo que suponía muchos personajes destinados por incapacidad de los propios padres, leer y es­
en ella por un corto número de años, cuando cribir quedaban de lado muchas veces, salvo
no de meses- ofrecía posibilidades de movili­ que se tratara de una familia de pro, donde la
dad social mayores que cualquier otra porción falta de la enseñanza de las primeras letras afec­
de nuestro territorio, lo que traía aparejada taría el nivel social del vástago. Los conceptos
una cierta aunque moderada dosis de libertad de la educación y la disciplina filial respondían
social. En el siglo XVII, el obispo Azcona entró al criterio de que “la letra —y la obediencia- con
en conflicto con el Gobernador cuando pro­ sangre entra”. Sin embargo, parece que en mu­
pendió a que los soldados de la guarnición se chas regiones, en especial en Buenos Aires, exis­
casasen en la ciudad, pues de lo contrario se tía una cierta laxitud disciplinaria, que sólo se
estragaban las costumbres, litigio que fue re­ rompía ante faltas mayores.
suelto en España a favor del prelado. Durante Una práctica heredada de Europa consistía
el gobierno de Vértiz, se multiplican las quejas en que para una mejor educación y para “hacer
por la indecencia del traje femenino -se en­ útiles” a los hijos, se los enviaba a casa de pa­
tiende de las blancas- y se multiplican las que­ rientes, compadres o amigos, donde, por aque­
jas por la depravación reinante. Mariluz Ur­ llo de que los hijos se portan mejor en casa aje­
quijo opina que existía en la ciudad más liber­ na que en la propia, debían someterse a mayor
144 tad sexual que en otros lugares, pero que no disciplina y aprendizaje. Este aprendizaje con­
LA FAMILIA

sístía en prestar desde servicios rudimentarios De todo lo expuesto, debe concluirse que
como ayudar en la casa hasta, ya con unos años la historia de la familia colonial en el hoy te­
más, colaborar en los quehaceres del comercio rritorio argentino, sólo ha sido estudiada ex­
o de la oficina. Esta práctica también era segui­ cepcionalmente, en parte por la demografía
da en el medio rural, pero en algunos pagos se histórica, en parte por la historia social, gene­
prefería aprovechar a los hijos como fuerza de ralmente a través de estudios puntuales refe­
trabajo propia, en vez de consignarlos a vecinos ridos a momentos y lugares precisos, confor­
conocidos. Algimos autores han creído ver en me lo han permitido las escasas fuentes dis­
uno y otro caso un sistema de explotación. En ponibles. El resultado es que estos estudios,
realidad, la familia se concebía entonces como aparte de sus propios méritos, destacan ante
una unidad, no sólo de afecto y de sangre, sino todo los grandes vacíos existentes en la mate­
también como una unidad productiva. Los hi­ ria. La consecuencia es que, en muchos aspec­
jos ayudaban en las tareas rurales, según su tos, las conclusiones que hoy se pueden obte­
edad y su sexo, ahorrando mano de obra remu­ ner tienen un marcado carácter de proviso­
nerada o esclava. Para los labradores más po­ rias, a la espera de que más estudios puntua­
bres, eran el único recurso. Es cierto que, como les permitan comparaciones intra e interre­
anota Gresores, hubo casos de abusos que llega­ gionales, de las que pueda surgir un panora­
ron a los estrados judiciales, pero ésos represen­ ma más abarcativo, así en el tiempo como en
taban una minoría. el espacio.

ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA

Quienes deseen mayor información sobre Sobre la legislación matrimonial en His­


la familia española pueden recurrir al trabajo panoamérica, sigue siendo irreemplazable el
de ROBERT ROwLAND, “Sistemas matrimoniales libro de DAISY RIPODAS ARDANAz, El matrimo­
en la Península Ibérica (siglos XVI-XIX). Una nio en Indias. Realidad social y regulación jurí­
perspectiva regional”, en VICENTE PÉREZ Mo­ dica, Buenos Aires, 1977; sobre el régimen su­
REDA y DAVID S. REHER (editores), Demografla cesorio véase VÍCTOR TAU ANZOATEGUI, Esque­
Histórica en España, Madrid, 1988, y a la bi­ ma histórico del derecho sucesorio, Buenos Ai­
bliografía por él citada. Para una visión gene­ res, 1971; en torno a la dote utilícese el libro de
ral sobre la familia en Hispanoamérica, es útil MARIA ISABEL SEOANE, Historia de la dote en el
NicOLAs SANCHEZ ALBORNOZ, “La población de derecho argentino, Buenos Aires, 1982, que
la América Española”, en LESLIE BETHELL (ed.), contiene un buen desarrollo de la institución
Historia de América Latina, tomo 4, Barcelona, en el período colonial. Sobre el papel de la
1991, y ELBA R. GONZALEZ y ROLANDO MELLA— Iglesia en la vida familiar, debe recurrirse a la
FE, “La función de la familia en la historia so­ monumental obra de CAYETANO BRUNO, Histo­
cial hispanoamericana colonial”, Anuario del ria de la Iglesia en la Argentina, Tomos I a VII,
Instituto de Investigaciones Históricas, N° 8, Buenos Aires, 1966-1971. Sobre la aplicación
Rosario, 1965. del derecho matrimonial, véase NELSON C. 145
TERRITORIO Y POBLACIÓN

DELLAFERRERA, Catálogo de causas matrimo­ Sobre los territorios que integraron la In­
niales. Obispado de Córdoba (1688-1810), Cór­ tendencia de Córdoba del Tucumán sobresa­
doba, 1990. le el trabajo de DORA ESTELA CELTON, La po­
Para una visión global de la familia colo­ blación de la Provincia de Córdoba a fines del
nial argentina véase SUSANA R. FRIAS, “La fami­ siglo XVIII, Buenos Aires, 1993. La obra de
lia en la época hispánica", en CESAR A. GARCIA EMILIANO ENDREK, El mestizaje en Córdoba,
BELSUNCE (cOord.), La familia. Permanencia y Córdoba, 1966, trae información incidental
Cambio, Buenos Aires, 1994. Un panorama so­ sobre la familia, así como contiene datos úti­
bre la elección de los cónyuges se obtiene en la les su trabajo “La población de La Rioja en
citada obra de RIPODAS ARDANAz y en el artícu­ 1795. Análisis de un padrón eclesiástico”, en
lo de SUSAN M. SOCOLOw, “Parejas bien consti­ Revista de la Iunta Provincial de Historia de
tuidas: la elección matrimonial en la Argenti­ Córdoba, N° ll, Córdoba. Sobre la legitimi­
na colonial”, Anuario IEHS, N° S, Tandil, 1990. dad de los hijos véase también NILDA E. DU­
En cuanto a la familia en el Tucumán se IE, “Fecundidad e ilegitimidad en Córdoba
carece de trabajos generales. Datos de interés (Argentina). 1780-1840”, Congreso sobre la
sobre el padrón de 1608 de Talavera aporta historia de la población en América Latina,
IORGE LIMA GONZÁLEZ BONORINO, “La primiti­ Belo Horizonte, 1989; MARÍA DEL CARMEN FE­
va sociedad colonial en la província de Salta”, RREIRA, “Nupcialidad y fecundidad en una
en Sociedad de estudios Histórico-Genealógicos ciudad americana. El caso de Córdoba, Ar­
de Buenos Aires, N° l, Buenos Aires, 1994; gentina”, en ibídem, y DORA ESTELA CELTON y
igualmente, BEATRIz RASSINI, “El censo de HORACIO VALLESPINOS, “Fecundidad de las es­
1771”, Anuario de Investigaciones Históricas, clavas en Córdoba colonial”, ibídem. Sobre el
N° 6, Rosario, 1962-63, y “Estructura demo­ tema de la familia esclava puede verse tam­
gráfica de Iujuy: Siglo XVIII”, en la misma pu­ bién FLORENCIA GUZMAN, “Los mulato-mesti­
blicación, N° 8, Rosario, 1965; CRISTINA LÓPEZ zos en la jurisdicción riojana de los Llanos”,
DE ALBORNOZ, “Las familias de la campaña tu­ Temas de Asia y Africa, N° 2, Buenos Aires,
cumana entre fines del siglo XVIII y comien­ 1993 y de la misma autora “Una aproxima­
zos del XIX (Los Juárez. 1799- 1812)”, 1 V [orna­ ción al estudio del matrimonio en el medio
das Argentinas de Estudios de la Población (Re­ urbano: el caso de la ciudad de La Rioja
sistencia, 1997), Buenos Aires, 1998; ANA MA­ (1760-1810)”, Cuadernos de Historia Regio­
RÍA BASCARY, “Matrimonios en la ciudad de nal, N° 17-18, Luján, 1995. También ANGELA
Tucumán (fines del período colonial)”, ibi­ M. FERNANDEZ, “La población esclava de la
dem; NORMA VALLEJO, “Estructuras familiares: estancia jesuítica de Alta Gracia, Córdoba
Santiago del Estero en 1786”, 11 Jornadas Ar­ (1767-1771)”, Congreso de Historia de la Po­
gentinas de Estudios de la Población, Buenos blación de América Latina, Belo Horizonte,
Aires, 1995. Sobre las estrategias matrimonia­ 1989.
les de la élite salteña, hay informaciones valio­ Sobre disensos y otros problemas matri­
sas en la tesis, todavía inédita, de SARA MATA moniales, véase: MARIA DEL CARMEN BISTUE y
DE LOPEZ, La élite. Comerciantes, hacendados y CECILIA MARIGLIANO, “Los disensos matrimo­
146 estancieros, en su capítulo VII. niales en la Mendoza virreinal”, en Revista de
LA FAMILIA

Historia del Derecho, N° 20, Buenos Aires, SALAS, “Notas acerca de la población de un
1992; NELSON DELLAEERRERA, “Fuentes escri­ pago del Río de la Plata: La Matanza, 1726­
turísticas, legales y doctrinales en los proce­ 1744”, Noveno Congreso Nacional y Regional
sos matrimoniales: Córdoba 1688-1810”, en de Historia Argentina, Rosario, 1996, MARIA
Cuadernos de Historia, N° 5, Córdoba, 1995; TERESA TARTAGLIA DE SILVANO y CLAUDIO TUIs,
MARCELA ASPELL DE YANzI FERREIRA, “El amor, Aportes demográficos para la historia lujanen­
el coraje y el perdón. La regulación jurídica se, 1 a parte, Luján, 1993. Desde la perspectiva
de la vida cotidiana en Indias. Siglo XVIII”, de la historia social debe verse CARLOS A. MA­
ibídem. YO, Estancia y sociedad en la pampa. 1740­
Sobre la gobernación de Buenos Aires es 1820, Buenos Aires, 1995, especialmente los
de interés un trabajo que dejó RAÚL A. MOLI­ capítulos X y XI.
NA y que ha sido editado hace pocos años, La Sobre el ámbito santafesino sólo hay infor­
familia porteña en los siglos XVII yXVIII. His­ maciones sobre el número de matrimonios,
toria de los divorcios en el período hispánica, hijos y los porcentajes de legitimidad en Feli­
Buenos Aires, 1991, que contiene rica infor­ pe Cervera y Mabel Gallardo, “Santa Fe 1765­
mación sobre consentirnientos, nulidades y 1830: historia y demografía”, Anuario del Insti­
divorcios no vinculares. La actitud de la mujer tuto de Investigaciones Históricas, N° 9, Rosa­
de Buenos Aires en sus relaciones sentimenta­ rio, 1966-67, y Hebe Viglione de Arrastía,
les y de familia ha sido expuesta por IOSE MA­ “Partido de los Arroyos. Unidad espacial es­
RIA MARILUZ URQUIIO en "El horizonte femeni­ pontánea (1776-1785). Análisis de la variable
no porteño a mediados del setecientos”, Inves­ demográfica”, Sexto congreso Internacional de
tigaciones y Ensayos, N° 36, Buenos Aires, Historia de América. 1980, tomo III, Buenos
1987. Sobre la familia de la elite porteña es Aires, 1982.
conveniente ver SUSAN M. SOCOLOW, The Mer­ Sobre la familia esclava véase: MARTA
chants ofBuenos Aires. 1778-1810. Family and GOLDBERG y SILVIA MALLO, “La población afri­
Commerce, Cambridge, 1978, y “Marriage, cana en Buenos Aires y su campaña. Formas
Birth and Inheritance: the Merchants of Eigh­ de vida y de subsistencia. 1750-1850”, Temas
teenth Century Buenos Aires”, Hispanica Ame­ de Africa yAsia, N° 2, Buenos Aires, 1993, LY­
rican Historical Review, Vol. 60, N° 3, Duke, MAN L. IOHNSON, “La manumísión de esclavos
1980. Sobre la familia porteña en general, en en Buenos Aires durante el Virreinato”, Desa­
1810, CESAR A. GARCIA BELSUNCE (dir.), Buenos rrollo Económico, Vol. 16, N° 63, Buenos Ai­
Aires. 1800-1830, tomo I, Su gente, Buenos Ai­ res, 1976; y MIGUEL ANGEL ROSAL, “Diversos
res, 1976. aspectos relacionados con la esclavitud en el
En lo referente a la familia rural de esta Río de la Plata a través del estudio de testa­
jurisdicción, los trabajos que la tratan son mentos afroporteños. 1750-1810”, Revista de
pocos. Desde un enfoque de historia demo­ Indias, Vol. LVI, N° 206, Madrid, 1996; y MA­
gráfica pueden citarse: CESAR A. GARCIA BEL­ RIA CRISTINA MARI, “Matrimonios de castas
SUNCE, “Natalidad y bautismos en el pago de en el pago de Morón (1770- 1793)”, Revista de
Magdalena (1738-1765)”, Investigaciones y Historia Bonaerense, Morón, Año IV, N° 16,
Ensayos, N° 42, Buenos Aires, 1992; ADELA M. 1998. 147
TERRITORIO Y POBLACION

La familia guaranítica de las Misiones ha anteriores suyos. Del mismo autor y especial
sido tratada por ERNESTO I. A. MAEDER en Mi­ referencia a la organización familiar: “La fami­
siones deI Paraguay: conflicto y disolución de la lia en el mundo guaraní”, en CESAR A. GARCÍA
sociedad guaraní, Madrid, 1992, particular­ BELSUNCE (coord.), La familia. Permanencia y
mente en el capítulo Il, donde resume trabajos cambio, Buenos Aires, 1994.

148
S. LA SOCIEDAD
HISPANO-CRIOLLA

César A. García Belsunce

Durante los casi tres siglos de la domina­ pio para describir su forma de ordenamiento,
ción española en el territorio que sería luego la por lo que se usarán aquí, indiferentemente,
República Argentina, se fue configurando una las expresiones menos cargadas de sentidos
sociedad que, aunque respondía a la impronta contrapuestos a la realidad histórica, con la
inicial hispánica, adquirió características pro­ aclaración, que queda formulada, de que se
pias y distintivas. Era, como resultado de su utilizan en su sentido más lato.
constitución étnica, una sociedad hispano­ Esta sociedad, como cualquier otra, se ar­
americana, con su peculiar forma de articula­ ticulaba a través de relaciones de poderes que
ción, tanto en lo referente a la familia —como jugaban dentro del marco jurídico de la Monar­
se ha visto en el capítulo precedente-, como a quía española, distante pero presente a través de
las estructuras de poder y los niveles sociales. sus brazos indianos. Estas relaciones abarcaban
¿Cómo se dividía y a la vez se articulaba esta el orden moral —en manos de la Iglesia, aunque
sociedad? Lo primero que se plantea es una con los límites del regio patronato—, el poder
cuestión terminológica, pues no se puede ha­ económico, detentado unas veces por los gran­
blar de clase, pues ésta resulta un concepto des propietarios y en otras ocasiones por los
anacrónico, nacido en el siglo XIX y que res­ grandes comerciantes, y el poder político, repar­
ponde a una realidad social diferente; otros tido en distintos niveles de cargos, de funciones
autores hablan de estamentos, lo que sólo cabe y de espacios. En cada uno de ellos actuaban,
en un sentido analógico, pues originariamen­ como elementos ordenadores -en lenguaje de
te el término se refiere a los órdenes de repre­ hoy se diría legitimadores—, el honor, el prestigio,
sentación en las cortes o estados generales; es­ y la parentela. El honor derivaba de las acciones
tratos es una expresión que, por su origen geo­ meritorias cometidas en el proceso de la con­
lógico, tiende a suponer cierto grado de inmo­ quista, o sea en el servicio real, y cuando estas
vilidad social, por lo que sólo debe usarse por acciones no eran propias, por haber concluido
extensión, como lo ha hecho Mórner. Las pa­ aquel proceso, el honor se recibía por los hechos
labras jerarquías, niveles y sectores, si bien son de los padres o de los abuelos. El honor era la
más cómodas, resultan al mismo tiempo más fuente primaria del prestigio, pero éste podía
vagas e irnprecisas. En rigor, la sociedad hispa­ derivar también de cargos o nominaciones rea­
no-americana no ha acuñado un término pro­ les y, con el correr del tiempo, de las riquezas 149
Tl-ÏRRFIURIO Y POBLACIÓN

acumuladas o lucidas. La parentela, sea la de ha preferido en este capítulo tratar primero el


sangre o la del compadrazgo, era creadora de re­ panorama del siglo XVII y luego el siguiente,
des en torno del honor y del prestigio de uno o aunque es obvio que los cambios fueron pro­
varios de sus miembros, redes que funcionaban gresivos y su clímax no siempre coincidió con
no sólo horizontalmente, sino también en sen­ la fecha de tránsito de una centuria a la otra.
tido vertical, y originaron una suerte de relacio­ Se expondrá así la evolución social de cada re­
nes clientelares que constituyeron un tejido, no gión, desde los núcleos dirigentes hasta los
siempre visible pero siempre efectivo, de víncu­ marginados y los esclavos, y se procurará mos­
los sociales que generaban solidaridades y acti­ trar su articulación y sus conflictos.
tudes comunes.
A esto se agregaba un elemento propio de
la sociedad americana: la plurietnicidad. La EN EL SIGLO XVII
experiencia binaria de la sociedad española,
como la califican Caivallet y Mitchum -cris­ EL TUCUMAN

tianos viejos y “los otros”-, convertida inicial­


mente en españoles e indígenas, se complicó La gobernación del Tucumán fue creada
primero por el mestizaje y luego por la incor­ en 1563 y sólo siete años después se le dio un
poración del elemento negro. La creciente obispado con idénticos límites, que abarcaba
miscegenación de la población americana al­ siete de las actuales provincias argentinas.
teró totalmente el esquema originario y los Desde Iujuy hasta Córdoba, buena parte de
mestizos, mulatos y sus mezclas secundarias sus ciudades constituyeron los jalones del ca­
constituyeron un complicado mosaico en el mino que unía el Perú con el Río de la Plata.
que se perdieron quienes trataron de sistema­ Cuando comenzó el siglo XVII, sus poblacio­
tizarlo. La realidad social impuso su propio nes no pasaban de ser pequeñas aldeas, de las
módulo y las identificaciones étnicas sólo cuales unas se fueron asentando y creciendo y
pueden hacerse -y con prudencia- en ambos otras desaparecieron bajo el peso de las difi­
extremos de la escala social, en tanto que en cultades, entre las que se contaron la guerra
una ancha franja central de ella las condicio­ contra los indígenas, el hambre y los temblo­
nes y circunstancias variaron según los luga­ res de tierra.
res y las épocas. Parece conveniente pues su­ Los fundadores y los primeros habitantes
perar la explicación de la sociedad basada ex­ de aquellos poblados recibieron, junto con los
clusiva o principalmente en sus circunstan­ solares en las sumarias trazas urbanas, tierras
cias étnicas. en sus alrededores para explotarlas y abaste­
Las formas diversas de esta sociedad, se­ cer las nuevas poblaciones. Era una zona po­
gún las áreas geográficas en que se desenvol­ blada inicialmente por abundantes indios,
vió, configuraron, al compás del tiempo histó­ por lo que se crearon las encomiendas. Solór­
rico, verdaderas regiones que tuvieron expre­ zano y Pereyra afirmó que la finalidad de és­
sión administrativa, tanto en el orden civil co­ tas era “el bien temporal y espiritual de los in­
mo en el eclesiástico. Las fisonomías sociales dios, la enseñanza de la Fe, la defensa de sus
150 cambiaron de un siglo al otro, de modo que se personas y hacienda” y tendían, además, a
LA SOCIEDAD HISPANO-CRIOLLA

apartar a los indios del nomadismo. Pero, ca­ mienda siguió siendo el principal beneficio. A
si desde un principio, los fines de la enco­ la disminución de la población indígena se
mienda se alteraron y ésta se convirtió en un agregó el aumento de los vecinos encomende­
medio de proveer de mano de obra a los en­ ros, quienes comenzaron a someter a los in­
comenderos para la explotación de sus tie­ dios a su servicio personal. En una época tan
rras, a modo de servicio personal. Desde el temprana como 1576, el gobernador Gonzalo
punto de vista de los conquistadores y sus de Abreu disponía en sus Ordenanzas que el
descendientes, la encomienda les garantizó servicio personal no estaba permitido, salvo
una posición de poder: en primer lugar eco­ que fuera realizado a cambio del tributo que
nómico, al facilitar el trabajo y consecuente debían pagar los indios, pues de otro modo
rendimiento de las tierras que no qu" erían tra­ era una forma de esclavitud. A pesar de la ad­
bajar por sí mismos, por ser impropio de hi­ vertencia, once años después el obispo Victo­
dalgos, condición que habían traído de Espa­ ria escribía al arzobispo de Lima en términos
ña o que ganaron por sus servicios en Améri­ tales que revelan que la admonición de Abreu
ca. En segundo término, poder político, en la había sido vana y que los indios padecían los
medida en que reforzaba su condición de ve­ abusos crecientes de los encomenderos. Estos,
cinos y su derecho a participar en el gobierno que eran 153 en 1582, pasaron en 1607 a ser
comunal. La conjunción de ambas ventajas les 335, lo que, unido a la progresiva disminución
daba el necesario prestigio social para insta­ de los encomendados, hizo que el tratamiento
larse en el nivel superior entre los pobladores que recibían los últimos fuera más duro, pues
de esas minúsculas ciudades. menos brazos debían producir lo mismo o
Reunidas las condiciones de propietarios, más. Fue en 1610 cuando el provincial de la
vecinos y encomenderos, a las que se agregaba Compañía de Jesús denunció por escrito que
con frecuencia la de regidores, cuando no de se “priva a los indios de sus mujeres e hijos, de
alcaldes y capitanes en la guerra, se fue confi­ toda libertad y dominio, desde que nacen has­
gurando una mentalidad donde la honra y el ta que mueren, y los constituye en estado mu­
prestigio eran los ingredientes básicos del mé­ cho más miserable que si fueran esclavos, e
rito social. En los primeros años del siglo, la ri­ imposibilita de vivir como cristianos, y hace a
queza ocupó un lugar secundario como factor los infieles defenderse cuanto pueden del sua­
de mérito, pues casi todos eran pobres, las tie­ ve yugo de Dios y del clemente servicio de
rras sólo rendían para la subsistencia, las casas Vuestra Majestad, teniendo el uno y el otro
eran ranchos y hasta las iglesias estaban tan por cruel, porque se sigue a él este tiránico
pobremente construidas que se venían abajo servicio personal”. El texto es contundente y
con harta frecuencia. señala dos graves perjuicios: obstáculo a la
Con el paso del tiempo, aquellas ciudades evangelización y al servicio real. No obstante,
que estaban ubicadas en el corredor estratégi­ la denuncia no era novedad sino que ratifica­
co —tanto desde el punto de vista político co­ ba lo que antes habían dicho los obispos y que
mo comercial- que unía Buenos Aires con Po­ constató dos años después el visitador don
tosí, comenzaron a progresar y sus habitantes Francisco de Alfaro, quien en sus Ordenanzas,
ganaron en diversidad social, pero la enco­ dictadas ese mismo año de 1612, estableció la 151
TERRITORIO Y POBLACIÓN

total prohibición del servicio personal. Los llos. Esta situación permitió que las estancias y
encomenderos opusieron una resistencia ce­ las chacras del Tucumán prosperaran, en espe­
rrada y actuaron como un grupo de presión. cial las cercanas a Córdoba y a San Miguel, cu­
Las autoridades no cedieron formalmente, pe­ yos terrenos más fértiles proveían el abasteci­
ro las ordenanzas no fueron acatadas. miento de sus ciudades y generaban algunos
Este generalizado exceso reconocía excep­ excedentes para traficar. Mediante este proce­
ciones, pues había encomenderos con sentido so comenzó a aparecer en varias ciudades una
cristiano que trataban bien a los indígenas y categoría de vecinos terratenientes sin enco­
procuraban que fueran educados en la fe, pe­ miendas, que vinieron a competir con los en­
ro estas excepciones no hacían sino confirmar comenderos en la obtención de cargos en los
la regla. A los abusos, los castigos y las fugas, cabildos.
hay que agregar los desórdenes y las pestes que Tanto el transporte de esclavos como el
padecían los naturales, por lo que la disminu­ naciente comercio de mulas significaron un
ción de los indios llegó a tal extremo que algu­ buen impulso para Córdoba y para Salta. Esta
nos autores estiman que para 1628 sólo que­ aparece hacia 1657, según Estela Toledo, como
daban 7000 tributarios, con la consiguiente un centro de invernada y de venta de mulas,
disminución de la cantidad de indios que po­ donde se destacaba, entre otros, Tomás de Es­
seía cada encomienda. Las guerras calchaquíes cobar Castellanos. Al intensificarse este co­
empeoraron la situación y con el transcurso mercio, participaron en él otros miembros de
del tiempo, la tenencia de una encomienda la elite salteña como José Pacheco de Melo y
disminuyó su importancia como posición de Fernando Arias Velázquez. Comenzó a practi­
poder, aunque no como prestigio. El reparto carse una diversificación de actividades, don­
de nuevas encomiendas impuso la distinción de unos —como Pedro Díaz de Loria, Pedro
entre los encomenderos comunes y los “bene­ Arias Rengel y Lorenzo Arias Velázquez- eran
méritos”, que descendían de los primeros po­ invernadores y otros, como Pascual de Echa­
bladores y conquistadores. Después de las güe y Butrón y Fernando de Arroyo, se ocupa­
guerras calchaquíes, un buen número de los ban del fletamento. Estas actividades dieron
vencidos fueron repartidos en ochenta nuevas nuevos bríos a la elite salteña en las últimas
encomiendas. décadas del siglo XVII, que acrecentó sus con­
Como la ocupación de tierras había conti­ tactos con Córdoba e inclusive con el Litoral.
nuado, y las ciudades eran pobres e inhóspitas, Buenos Aires y Santa Fe eran los centros de
muchos vecinos de las zonas no amenazadas cría y Córdoba era el primer centro de inver­
por las reacciones belicosas de los indios, se nada aunque también practicaba la cría. La
acostumbraron a vivir en sus propiedades ru­ necesidad de mantener contactos estrechos
rales, lo que era más cómodo y les permitía con Salta, que se constituía en la gran feria a
mayores ahorros en una época de escasez. La donde concurrían los compradores del Perú,
progresiva introducción de esclavos permitió Hevó a varios cordobeses -Iuan de Echanique,
que estos propietarios pudieran reemplazar el Manuel Troncoso y Iosé de Garay- a instalar­
trabajo de los indígenas con el de los negros, se en aquella ciudad, donde también conver­
[52 en general más dóciles y laboriosos que aqué­ gieron algunos comerciantes peruanos. De
LA SOCIEDAD HISPANO-CRIOLLA

uno a otro extremo de esta cadena, circulaban relevancia tuvieron los choques entre las di­
poderes y apoderados que representaban a los versas autoridades que debían conducir y con­
interesados en algunas de las instancias del ne­ tener, y muchas veces transar, en una sociedad
gocio, todos elegidos entre personas de pro y cuyo grupo dirigente, por la lejanía habitual
de crédito, como correspondía. Comenzaron a de las autoridades, estaba acostumbrado a ha­
aparecer entonces nuevos aspirantes a integrar cer su voluntad, no siempre santa como se ha
los sectores dirigentes de la sociedad: los co­ visto en el caso de los encomenderos.
merciantes adinerados, que pronto -y esto se Menudo trabajo tuvieron los gobernado­
verá muy claramente en el siglo siguiente- se res con la justicia menor, integrada por los ve­
integraron por alianzas matrimoniales con las cinos, de los que el gobernador Albornoz de­
familias de los encomenderos y terratenientes. cía, hacia 1628, que no había que esperar jus­
Normalmente, sus esposas aportaron la tradi­ ticia en las ciudades “porque todo está de
ción y las tierras y ellos, el capital para hacer compadres y enderezada a sus fines particula­
más luciente la prosapia de aquéllas. Como es­ res de odios, venganzas, amistades y parentes­
cribió en frase feliz Céspedes del Castillo, ellas cos”. En un momento dado, hasta los tenientes
aportaban los blasones y ellos los doblones. de gobernador eran elegidos entre los vecinos.
Por aquellos tiempos, el prestigio lugareño Adquirió temprana notoriedad el caso de Iuan
sólo podía ser compensado por el ejercicio de Ochoa de Zárate, rico encomendero de Iujuy y
importantes funciones de gobierno, civil o pretenso teniente de gobernador, cuya nomi­
eclesiástico. Estos altos cargos se reducían al nación fue objetada en 1621 por ser deudo
gobernador y sus tenientes en cada ciudad, a cercano del gobernador y tener más de dos­
los oficiales de la Real Hacienda, el obispo y cientos parientes en la provincia. Los paren­
los miembros del cabildo eclesiástico. Agregá­ tescos se extendían a veces más allá de los lími­
banse a ellos las cabezas de los conventos fran­ tes de la gobernación, como fue el caso del se­
ciscanos, mercedarios y domínicos y los de la gundo obispo del Tucumán, fray Fernando de
Compañía de Iesús, y en Córdoba, desde 1623, Trejo y Sanabria, que era medio hermano del
el rector de la flamante Universidad. En el or­ gobernador del Río de la Plata, Hernandarias
den militar, aparte de los ya nombrados te­ de Saavedra.
nientes de gobernador, había algunos maes­ Las redes parentales y de amistad daban
tres de campo y sargentos mayores, en su ma­ origen a fuertes enfrentamientos cuando se tra­
yoría integrantes de los estratos superiores de taba de elegir a los cabildantes, al punto de que
la sociedad. Los miembros de los cabildos se­ algunos candidatos se batieron en duelo y has­
culares, alcaldes o regidores, eran integrantes ta hubo uno que mató a su opositor, pero todo
de este mismo nivel y se sucedían unos a otros el cabildo se manifestaba unido y apoyado por
por cooptación, dentro del grupo de parientes los vecinos, cuando se trataba de cuestiones en­
y compadres que formaban el tejido más sóli­ tre ciudades. Así se dio cuando Buenos Aires pi­
do de las ciudades. Por supuesto, este grupo dió ayuda en 1643 ante la amenaza de una in­
no siempre fue homogéneo y no faltaron di­ vasión portuguesa, y la ciudad de Córdoba se
vergencias que derivaron en enfrentamientos negó a darla alegando que no había existido re­
de un grupo de familias contra otro. Pero más ciprocidad en anteriores situaciones. 153
TERRITORIO Y POBLACIÓN

Más sonoros fueron los choques entre cos eran particularmente alborotados, hay que
obispos y gobernadores. Al celo de los prime­ hacer mención de los choques entre goberna­
ros en todo lo tocante a la competencia ecle­ dores y alcaldes y entre éstos y los tenientes de
siástica se agregó en algunos clérigos cierto es­ gobernadores que, por repetidos y más cono­
píritu efervescente y litigioso, y de parte de los cidos, no merecen ejemplificarse.
gobernadores, hombres de armas con larga Si se hace abstracción de las altas dignida­
experiencia de guerra, una notoria afición a des eclesiásticas, civiles y militares, el resto del
las actitudes altaneras. Un obispo prudente clero y de los oficiales de milicia no integraban
como Trejo y Sanabria tuvo que excomulgar al normalmente la clase dirigente, salvo que per­
gobernador Dávila por negarse éste a castigar tenecieran a familias principales. Pero eran re­
a uno de sus oficiales que había capturado con conocidos por sus servicios: los militares, por
engaño a varios indios y ahorcado a siete de los permanentes riesgos que padecían en la
ellos. Otra excomunión, por problemas con defensa de las poblaciones contra los embates
las doctrinas de indios, fulminó el obispo Cor­ de los indios, y los clérigos, por la asistencia
tázar hacia 1623 contra el gobernador Vera y espiritual que prestaban en condiciones habi­
Zárate, hijo del adelantado Torres de Vera y tualmente misérrirnas, que han sido repetida­
Aragón. El historiador Bruno califica al obispo mente ejemplificadas. La escasez de clero, y en
vizcaíno de “enérgico y vehemente” y Luque especial del dotado de cierta capacidad inte­
Colombres al gobernante de “temperamento lectual, constituyó la queja permanente de los
megalómano” cuya vanidad, orgullo, arbitra­ obispos e incluso de los gobernadores, y fue
riedad y nepotismo lo llevó a decir que “de una de las causas principales de que la evange­
casta le venía perseguir a los obispos”. No lle­ lización no se llevara adelante con el vigor ne­
gó la sangre al río, pero en 1637 un nuevo cesario, pues en muchas oportunidades los
obispo, Maldonado, igualmente fogoso, estuvo conventos no tenían más de dos o tres religio­
a punto de llegar a las manos con el alcalde de sos y los pueblos de indios permanecían años
Santiago del Estero, por cuestiones nimias y sin que se pudiera enviarles un doctrinero que
poco después mereció del gobernador de tur­ supiera la lengua de los naturales. Además, el
no el calificativo de “entremetido”. Mayor es­ obispado del Tucumán, igual que el de Buenos
cándalo se produjo en Córdoba en 1663, Aires, se caracterizó por su pobreza extrema y
cuando se trenzaron el alcalde y toda la comu­ por las dificultades para cumplir su ministe­
nidad franciscana, llegando a los manotazos, rio, detalle en el que coinciden todas las infor­
por haber el primero detenido a un vecino maciones. El obispo Maldonado escribía en
acusado de amancebamiento con una viuda 1636: “Para una confesión debe caminar un
muy principal, benefactora de los frailes. To­ cura cuarenta leguas y ha menester llevar ocho
dos estos episodios desmienten la vieja histo­ o diez mulas, porque lleva la cama y comida,
ria de la “siesta colonial”. por la miseria de las tierras”. Ocho años des­
A estos conflictos mayores deben agregar­ pués se dirigía al Papa en estos términos: “Es­
se otros menores de celos y prestigios entre las ta región es remotísima, y en ella no hay pre­
órdenes religiosas o entre éstas y el clero secu­ mio ni materia de que lo haya; y ésta es la cau­
154 lar, pero para que no se crea que los eclesiásti­ sa de tanta falta de sujetos”. La misma pobreza
LA SOCIEDAD HISPANO-CRIOLLA

y decaimiento de la ciudad de Santiago deter­ nificación, eran provistos por los miembros
minó, en 1684, el traslado de la sede episcopal del estrato superior.
a la entonces pujante ciudad de Córdoba. Aquellos mestizos, indios y castas que no
Esta sociedad de hijosdalgo, que conside­ habían logrado insertarse en el artesanado,
raban indigno el trabajo manual, necesitaba ocupaban un nivel inferior en la sociedad:
para subsistir de quienes se hicieran cargo de trabajaban en las ciudades como peones y
todas las actividades productivas y de todos sirvientes y en los campos como encomenda­
los servicios que requiere una ciudad, por pe­ dos o como peones libres, labradores y cuida­
queña que sea. La misma exigencia de la gue­ dores de ganado,- hacían las trojas, esquila­
rra urgía a que hubiese herreros, talaharteros, ban, secaban, lonjeaban y trenzaban los cue­
carreteros y arrieros, servicios que también re­ ros, preparaban los cordobanes y otra multi­
querían el comercio y la ¡vida cotidiana. El ne­ tud de tareas que exigía el campo, en muchas
gocio de menudeo, tiendas y pulperías, estuvo. de las cuales les- ayudaban las mujeres y aun
en manos de españoles pobres, parientes veni+ los niños. Tenían suerte cuando el estanciero
dos a menos de quienes dirigían la comuni­ vivía con los suyos en el lugar y no era un in­
dad, o de forasteros en busca de mejor fortu­ dividuo violento.
na. Enestos quehaceres pronto intervendrían Ante la reiterada prohibición dél‘servicio
los mestizos. Estos y los indios proveían la re­ personal -y el número cada vez más escaso de
colección de los frutos y los cultivos del cam­ indios, la Iglesia y los gobernadores insistieron
po, se ocupaban de la fabricación del pan y de en que las encomiendas constituyeran pueblos
la reparación de las acequias, pero pronto se de naturales. En un comienzo, éstos se instala»
hizo evidente la necesidad de que hubiera car­ ron en la vecindad de las ciudades y cada sa­
pinteros, albañiles, sastres y zapateros. En una cerdote tenía a su cargo alrededor de diez o
fecha tan temprana como 1631, el cabildo de doce, pero esta vecindad, que por un lado fa­
Iujuy señalaba la existencia de indios foráneos vorecía la aculturación de los aborígenes, no
—probablemente bajados del Alto Perú- que contribuía a preservarlos del mal ejemplo de
“ganaban plata” realizando estas tareas artesa­ algunos cristianos. Al mismo tiempo, se invitó
nales. En muchos lugares, los indígenas pro­ a los indios a establecerse en pueblos en el ca­
veían de tejidos bastos a una población que, mino del Inca y esto tuvo éxito en un princi­
por su pobreza general, no podía costearse ro­ pio, pero se frustró totalmente cuando el le­
pas de Castilla. También hay constancia de vantamiento de los calchaquíes. Los pueblos
que en las tropas que llevaban mercancías, de indios no fueron muy exitosos, la evangeli­
mulas y esclavos desde Buenos Aires a Potosí, zación fue débil tanto por la escasez de doctri­
los jefes de tropas y de convoyes de carretas neros como por la idiosincrasia de los indíge­
eran generalmente españoles o algún mestizo nas y hacia 1684, en toda la Gobernación, no
hispanizado; los capataces solían ser mestizos había más que veinticinco parroquias de natu­
y los peones eran mestizos e indios y, con el rales. En Jujuy gozaban por entonces del cui­
tiempo, negros y mulatos. Pero tanto en los dado del padre Pedro Ortiz de Zárate, a quien
pequeños comercios como en el transporte, el obispo Ulloa calificó de “gran queredor de
cuando el capital y el crédito tenían cierta sig­ los indios y favorecedor de ellos”. 155
TERRITORIO Y POBLACIÓN

En la región de Cuyo, nada había podido calificaron de holgazanes, otros, como el obis­
hacerse en sentido constructivo. La dureza de po Maldonado, los tenían por muy piadosos, a
los encomenderos, que cautivaban a los indios más de caritativos con los peregrinos y foraste­
y los llevaban a Chile, hizo que éstos se refu­ ros. Es cierto que algunas dignidades fueron
giaran en lugares alejados y desérticos. Ni los mayoritariamente ocupadas por europeos, pe­
jesuitas podían reunirlos para adoctrinarlos ro esto era más una consecuencia de sus mejo­
porque huían de los españoles “como las fieras res relaciones con la Corte, que fruto de una
de los cazadores”. discriminación intencional. De los seis obispos
Queda por decir algo de las castas. Los pri­ que tuvo el Tucumán durante el siglo, dos fue­
meros esclavos negros llegaron con las huestes ron criollos y no de los menores: el franciscano
conquistadoras, aunque en pequeño número, Trejo y Sanabria, nacido en la costa del Guayrá,
en calidad de sirvientes o pregoneros. Pero des­ y el agustino y peruano Maldonado de Saave­
de muy temprano comenzaron a entrar por el dra, que escribía al obispo Cárdenas, del Para­
puerto de Buenos Aires en grandes cantidades, guay: “ Soy criollo como V.S.”. Algo similar ocu­
cuyo destino final era el Perú. En apreciable nú­ rrió con los gobernadores, pues fueron nacidos
mero fueron vendidos en el camino, en las ciu­ en América Vera y Zárate, Avendaño y Valdivia,
dades tucumanas, para realizar las tareas que Cabrera, Figueroa y Mendoza, y Vera y Mujica,
no se conseguían cubrir con los indios. En este este último santafesino.
caso no existen padrones ni cifras concretas, En síntesis, la sociedad tucumana del siglo
pues la mayor parte de ellos entraba por vía de XVII estaba dirigida por núcleos locales de te­
contrabando. Pero la abundancia de familias rratenientes y encomenderos -a los que se
con mezcla de castas que se registra desde prin­ agregaron progresivamente los comerciantes
cipios del siglo siguiente está demostrando la más solventes- y los escasos altos funcionarios
realidad de un asentamiento temprano en el civiles y eclesiásticos. Este grupo, básicamente
Tucumán. Don Antonio de Lazcano y Velazco, blanco, pues no puede desconocerse la exis­
vecino de Santiago, al testar en 1701, hizo refe­ tencia de algunos mestizos asirnilados a la
rencia a que la dote de su esposa estaba integra­ condición de hispanos, era seguido de un se­
da, entre otras cosas, por dos esclavas, y que su gLmdo grupo que reunía a pequeños propieta­
padre de él había querido imponer una Capella­ rios, comerciantes menores y artesanos, cléri­
nía por el valor de una esclava y sus cuatro hi­ gos y soldados, que presentaban en el aspecto
jos. También las estancias jesuíticas tenían es­ étnico una gran variedad que iba desde el es­
clavos y el caso más notable es el de Diego Gra­ pañol puro al indio y al negro, igualmente pu­
nados de Alarcón, constructor de carretas en ros, incluyendo entre estos extremos toda cla­
San Miguel, que dejó al morir 120 esclavos. se de mezclas. El escalón inferior de esta socie­
Una de las características de esta sociedad dad estaba formado por trabajadores urbanos
fue su criollismo. No existía por entonces anta­ y rurales, agregados, labriegos sin tierras y, fi­
gonismo entre los españoles europeos y los na­ nalmente, los esclavos. Los libres eran en su
cidos en América y lentamente los segundos mayoría indios y mestizos, con una propor­
iban imponiendo su número, aunque el aporte ción de negros y mulatos que variaba según las
156 peninsular era continuo. Aunque algunos los zonas, sin excluir a los zambos, chinos, etc.
LA SOCIEDAD HISPANO-CRIOLLA

EL R10 DE LA Puma y BUENOS Ames pado más pobre de las Indias; y el general de
los jesuitas, desde Roma en 1621, si bien re­
Buenos Aires fue, desde su fundación, una probaba a sus subordinados en Buenos Aires
ciudad muy pobre, escasa de gentes, privada que participaran en negocios prohibidos, acla­
de recursos y falta de indios pacíficos. Pese a raba que siendo tanta la necesidad, “por ahora
su ubicación privilegiada sobre el estuario del podremos disimular”. La reacción contra Her­
Plata, su puerto estaba legalmente cerrado y nandarias condujo a éste a la cárcel y su suce­
fue necesaria la gestión del obispo Loyola pa­ sor Góngora pensó que era más saludable y
ra que el rey autorizara en 1601 el comercio provechoso ponerse del lado de los ganadores.
entre el Río de la Plata y el Brasil. Si esto con s­ El comercio permitido con Brasil y con Ango­
tituyó un gran alivio y evitó que la ciudad se la era totalmente superado por el ilícito, y hu­
despoblara, poco después este permiso fue bo año en que entraron más de 5000 negros
utilizado para el contrabando, para el que los esclavos. Pérez de Tudela ha escrito que Sevilla
residentes demostraron una habilidad parti­ y Madrid no tomaron medidas drásticas, por­
cular. Si los gobernadores del Tucumán ha­ que reconocían que la situación no tenía re­
bían debido mantener una larga y perdidosa medio y que, desde que Céspedes asumió el
lucha con los encomenderos, los del Río de la gobierno, se aceptó tácitamente que si se ce­
Plata hubieron de vérselas con los contraban­ rraba el puerto de Buenos Aires, éste llevaría
distas, pero salvo contadas excepciones, opta­ una vida mísera o se extinguiría. La política de
ron por no obstaculizar esta fuente de riqueza la Corona fue desde entonces un riesgoso
para la región y, de paso, fueron en muchas equilibrio entre las instituciones y los intere­
ocasiones partícipes más o menos descarados ses, lo que, según el mismo historiador, en la
en el negocio. Monarquía española del barroco tanto se
La realidad imponía sus leyes, como se ve­ prestaba a parecer una solución sabia para la
rá en los capítulos referidos a la economía de conservación del supremo papel arbitral re­
esta época, mas no es posible dejar de señalar servado al monarca.
aquí que el puerto se abría o la ciudad moría. Al mismo tiempo en que funcionarios y
Dentro de este contexto, deben comprenderse mercaderes se enriquecían con el comercio, lí­
las luchas violentas que mantuvieron Hernan­ cito e ilícito, los fundadores y sus descendien­
darias y sus seguidores contra los “confedera­ tes recibían mercedes de tierras, primero del
dos” del puerto. Hernandarias fue el único go­ propio Iuan de Garay y más tarde, entre 1630 y
bernador que se plantó frente a los contraban­ 1640, de los diferentes gobernadores. Si se re­
distas con todo el peso de la ley y de su auto­ corren los nombres de los favorecidos, se en­
ridad. No es que fuera insensible a las penurias contrarán en el primer caso a los compañeros
de la región, pero su mente y temperamento del fundador, y en el segundo, a sus descen­
respondían al lema dura lex sed lex y tal vez, dientes y otros pobladores que se fueron agre­
pese a ser un dinámico gobernante, no com­ gando y constituyeron la primera elite porteña:
prendió el dilema de fondo que se planteaba. Agreda de Vergara, Benavídez, Frías Martel,
De la pobreza de la región daba cuenta el obis­ Gaete, Lara, Muñoz Bejarano, Rojas y Acevedo,
Tapia de Vargas, Velázquez Menéndez, Vergara. 157
po Lizarraga al calificar su sede como el obis­
Tl-ÏRRITORIO Y POBLACIÓN

Estos hombres rara vez poblaron las estan­ chos indios pacíficos que las aceptaran. Mien­
cias obtenidas y se limitaron a pedir permisos tras los guaraníes estaban mayoritariamente
de vaquerías, o sea reunir y matar el ganado ci­ en la órbita de las misiones jesuíticas, los in­
marrón que vagaba por las pampas, para ven­ dios de los extremos sur y noroeste de la ju­
der sus cueros. Esto fue un buen negocio mien­ risdicción eran combativos y para ellos las en­
tras abundó dicho ganado, pero las matanzas comiendas eran ineficaces. Igualmente indó­
excesivas terminaron por agotarlo. En conse­ mitos, los charrúas cazaban a sus congéneres
cuencia, a medida que se acercaba el fin del sí­ rivales y los cambiaban a los españoles por un
glo, las familias patricias entraban en una crisis “rescate”, que apenas disimulaba la venta de
económica. Por supuesto, no todas. Muchas de indios y su esclavitud, prohibidas por la ley.
ellas integraron el cabildo y esto les dio una Un cierto número de aborígenes, que vinie­
apreciable porción de poder, el acceso a otros ron conchabados a la capital para realizar
cargos y una intervención cierta en los negocios obras públicas, quedaron luego en ella y sobre
del puerto. Pronto los más prósperos comer­ esa base fue que el gobernador Martínez de
ciantes pactaron con los más antiguos terrate­ Salazar creó una compañía de caballería con
nientes, y como en el Tucumán y otras partes de naturales, a la que agregó otras dos de negros
América, los pactos se concretaron en alianzas y de pardos.
matrimoniales. También por esta vía muchos La elite porteña se formó en definitiva por
comerciantes portugueses residentes en Buenos los propietarios vaqueadores y los comerciantes
Aires se incorporaron a su núcleo dirigente, y ricos, a los que se sumaron los funcionarios, pe­
luego de la separación de Portugal de la Coro­ ninsulares en los más altos niveles. Estos fun­
na española, pudieron, como vecinos casados cionarios no perdieron la oportunidad de tole­
con patricias, impedir la expulsión general de rar unos, y hacerse cómplices los otros, de lo
los lusitanos. Un caso típico de estas alianzas que Moutoukias ha calificado correctamente
nupciales fue la de Pedro Home de Pesoa con la de comercio axtralegal y no de comercio ilícito.
porteña María Maciel del Aguila. Aquí, como en el Tucumán, la solidaridad del
La importancia del puerto era tal que los grupo dirigente sólo se mantenía frente a los de
propios gobernadores, en vez de residir en la afuera y para evitar que miembros de otros ni­
capital, Asunción, estaban la mayor parte del veles sociales se infiltrasen, aunque en esto eran
tiempo en Buenos Aires. La división de la go­ menos estrictos que los del Tucumán. Pero co­
bernación en 1617 no hizo sino reconocer es­ mo ocurrió allá, también aquí hubo choques
ta realidad, de modo que Buenos Aires pasó a internos de intereses y disputas de grupos, en
ser capital de una enorme provincia que se ex­ los que quedaron envueltas las autoridades rea­
tendía desde Corrientes a la Patagonia, y les y eclesiásticas, cuando no fueron, incluso,
Asunción quedó como cabeza del Paraguay. los protagonistas. Caso muy notorio fue el de la
Tres años después Roma siguió el mismo es­ alianza entre el portugués Diego de Vega y los
quema y Buenos Aires fue sede de la diócesis españoles Simón de Valdez -tesorero de la Real
que tenía iguales límites que la Gobernación. Hacienda- y Iuan de Vergara. Amasaron una
Las encomiendas no tuvieron aquí la im­ gran fortuna con la introducción ilegal de ne­
158 portancia que en el Tucumán, ni hubo mu­ gros, y el pacto se consolidó con el casamiento
LA SOCIEDAD HISPANO-CRIOLLA

de Vergara con la sobrina de Vega. Aquél fue su­ neficiarios directos de aquél. Fray Baltasar Na­
cesivamente teniente de gobernador, notario varro decía que hacia 1605 “las mujeres y las
del Santo Oficio y, por compra del cargo, regi­ hijas de los conquistadores iban a los ríos por
dor perpetuo. Se enfrentó duramente con el go­ agua, y los hombres nobles araban y cultiva­
bernador Céspedes, que tal vez estaba más inte­ ban sus chacras y sementeras, por la gran falta
resado en participar en el negocio que en mo­ de naturales de la tierra”. Más de veinte años
ralizarlo o concluirlo. Detuvo el Gobernador a después, el cabildo porteño afirmaba que mu­
Vergara, con lo que se dio el cabildo por ofen­ chos españoles, “por falta de capa y manto no
dido y con él gran parte de los vecinos; el obis­ oyen misa ni salen de sus posadas, ni sus hijos
po Carranza consideró que la vida del detenido por no tener camisas”.
corría peligro y procedió a liberarlo y ponerlo En cuanto a Santa Fe y Corrientes, perma­
en sagrado; el Gobernador reunió a sus tropas nentemente amagadas por los indios y gasta­
con gran alarde y el obispo lo excomulgó. El ca­ das por los socorros a Concepción del Berme­
so descripto es un ejemplo de cómo funciona­ jo, no sólo vivían en la pobreza sino que fre­
ban las relaciones dentro de un grupo muy ho­ cuentemente pasaban hambre.
mogéneo de vecinos principales, y la resistencia Al promediar el siglo, la situación de Bue­
que éstos oponían a los avances de los goberna­ nos Aires empezó a cambiar. Las actividades
dores. Otro caso típico fue la oposición que los del puerto y el comercio cada vez más intenso
vecinos de Corrientes hicieron al alférez Vargas que derivaba de él abrieron campo a otros
Machuca cuando se presentó como teniente de quehaceres, que tomaron mucho más vigor
gobernador en 1648, basada en que no era ve­ que en el Tucumán. Las artesanías y los oficios
cino de Corrientes. se establecieron como una necesidad y hubo
El contrabando no fue la única fuente de blancos que, en medio de la pobreza, no los
recursos de la región. La primera actividad lu­ despreciaron. A las necesidades habituales de
crativa para quienes tenían tierras fue la cría albañiles y carpinteros se agregaron las espe­
de mulas, más el negocio de su transporte ha­ cialidades portuarias: calafateros, carpinteros
cia el norte. Buenos Aires y Santa Fe aprove­ de ribera, lancheros y marineros. Poco a poco
charon esta ocasión. Otro rubro que favoreció los mestizos y los mulatos penetraron en el
a los santafesinos fue el transporte y venta de mundo de las artesanías y de los servicios. La
la yerba mate. Iuan Diez de Andino construyó carencia de cirujanos fue reemplazada por
su fortuna con el comercio yerbatero, que barberos y sangradores.
acrecentó su sobrino a fines del siglo. Nueva­ El papel de los militares dependía de su gra­
mente, enlaces matrimoniales aseguraron sus do y función. Los mayores cargos correspon­
relaciones con los grupos dirigentes del lugar dían a europeos venidos en el séquito de los go­
y de Buenos Aires. bernadores o a miembros del grupo dirigente.
En lo que siguió del siglo, los compromi­ Desde la creación del presidio —guarnición— de
sos entre sus miembros continuaron consoli­ Buenos Aires hubo un pequeño destacamento
dándose. Pero Buenos Aires, luego de los años de fuerzas regulares, donde el ser soldado o
eufóricos del contrabando ejemplar, no logra­ sargento era, sobre todo para los que llegaban
enganchados en alguna expedición, el primer 159
ba salir de la pobreza, con excepción de los be­
TPÍRRlTORIO Y POBLMÏIÓN

escalón para conectarse con el medio local, reu­ crearon posteriormente, constituyeron unas
nir unos pesos o emplear los que se habían traí­ de las pocas instituciones en que podían co­
do de España, y saltar a la condición de vecino dearse las diferentes capas sociales de la ciu­
o de oficial. El caso más notable es el del nava­ dad. Los rendimientos del diezmo fueron ini­
rro Miguel de Riblos —más conocido como Ri­ cialmente escasos y con frecuencia difíciles de
glos— que arribó como soldado y llegó a ser el recaudar, y aunque en 1620 el rey dispuso una
hombre más rico de Buenos Aires hacia el fin ayuda en dinero para cada prebendado, la
de la centuria. La situación de los milicianos era contrapartida fue la necesidad de hacer dona­
menos confortable y en la campaña cercana de­ ciones a la Corona, que se hicieron en 1622,
bían repartirse entre las funciones militares y el 1657 y 1660.
trabajo en sus chacras. En los últimos años del Al concluir el siglo, Buenos Aires configu­
siglo XVII, la lucha por la Colonia del Sacra­ raba una sociedad bien diferenciada de la tu­
mento dio a los militares renovadas oportuni­ cumana, ya que la propiedad de la tierra cons­
dades de lucirniento, pero también de sacrifi­ tituía un título de prestigio pero no de rique­
cios, y las necesidades de bastimentos contribu­ za, salvo casos excepcionales. La alianza de los
yeron a reactivar la vida de la ciudad, que para primeros pobladores con los principales co­
entonces ya había cambiado sustancialmente merciantes había constituido a éstos como el
su fisonomía. elemento dominante de la sociedad. La proli­
Ya se ha hecho mención de la situación de feración de artesanías y servicios, exigida por
la Iglesia que, aunque beneficiada con la crea­ la condición del puerto, había dado ocasión a
ción del obispado, compartió la pobreza ini­ la formación de un grupo social intermedio
cial de la ciudad. En cuanto a su participación muy diversificado, integrado principalmente
en los negocios públicos, continuó aunque sin por blancos, con participación de mestizos y
tanta virulencia y se redujeron habitualmente de castas libres. Los domésticos, peones, obre­
a cuestiones de competencia. A veces se avina­ ros y esclavos cerraban el orden social, donde
graron las relaciones del prelado con los jesui­ se destacaba, como diferencia con el Tucu­
tas, tanto por la independencia de éstos como mán, una amplia participación de gente de co­
por la molestia de aquél al ver la prosperidad lor y una proporción muy baja de indígenas,
de las misiones frente a las misérrirnas parro­ en general emigrados guaraníes. La movilidad
quias seculares. La única reducción que pros­ patrimonial y la abundancia de gente en trán­
peraba era la de guaraníes del Baradero, ya que sito dieron a la elite local una modalidad me­
los quilmes reunidos en la Santa Cruz descen­ nos estricta en la custodia de sus privilegios
dían en número de modo sostenido y los tubi­ que la que se practicaba en el Tucumán.
chaminíes se dispersaban continuamente.
Desde comienzos del siglo, existía la cofradía CUYO

del Santísimo Sacramento para españoles a la


que se agregó enseguida otra para esclavos. Fi­ Escasamente poblada durante este siglo
nalmente, hacia 1657 ambas se unificaron y por los españoles, agrupados en sus tres pe­
dieron cabida a todos los niveles sociales. Des­ queñas ciudades, la extensa población abori­
160 de entonces, estas cofradías, como otras que se gen conocida como el pueblo huarpe, de índo­
LA SOCIEDAD HISPANO-CRIOLLA

le pacífica, pronto fue acometida por los enco­


menderos chilenos, que deseosos de buena
mano de obra, optaron por hacer redadas
donde indiscrimiuadamente se llevaban a x q 7/ 7 .
gwïá‘ w 44-4071.»
hombres, mujeres y niños, al punto que unas
veces portaban al hombre sin su mujer y otras
veces a la mujer cuyo hombre había logrado
escapar. Este procedimiento salvaje, padecido
por los blancos cuyanos que veían desaparecer
a sus indios, levantó el clamor de la Iglesia
que, por boca del obispo de Santiago de Chile,
fray Pérez de Espinosa, en fecha tan temprana
como 1602, denunció esa práctica y afirmó
haber visto con sus propios ojos los cadáveres
de indios muertos helados durante la travesía
cordillerana. Los encomenderos encargaban
esta tarea a mestizos y mulatos que procedían
cruelmente, llevando a los indios acollarados i Traje de los “españoles”. dibujo acuarelado de Florian Paucke.

unos con otros. A los responsables de estos


atropellos puso pena de excomunión el obispo transportistas hicieron buena alianza con
Salcedo en 1626. Apelaron los perjudicados y aquéllos. Los que no poseían poder político ni
la Audiencia les dio la razón, afirmando que económico se ocuparon del comercio menor y
era “cosa de legos”. Cuando el sínodo de San­ de las artesanías. Los esclavos fueron una fuer­
tiago, en 1629, insistió sobre el tema, una real za laboral minoritaria y los trabajos manuales
cédula de Madrid le opuso que el asunto toca­ estuvieron habitualmente en manos de mesti­
ba principalmente al gobierno temporal. Sin zos y blancos pobres.
duda, los encomenderos chilenos tenían más
predicamento en Cortes que el obispo. Los
mendocinos manifestaron su propio criterio, EN EL SIGLO XVIII
cuando el alcalde y su gente se opusieron al
paso del capitán Zárate, que traía indios aco­ Los comienzos del nuevo siglo continua­
llarados desde San Luis, y le obligaron a libe­ ron el proceso ya iniciado, que puede caracte­
rar a los naturales. Pero como los abusos con­ rizarse por el agotamiento de las encomien­
tinuaron y los defensores estaban atados de das, la valorización de las tierras, la creciente
manos, el resultado fue la extinción de los importancia de los comerciantes, el poder de
huarpes. la nueva burocracia y el permanente ingreso
El grupo social cuyano estuvo conducido de nuevos españoles peninsulares. Otras ca­
por los vecinos propietarios, que supieron racterísticas de la época fueron el crecimiento
aprovechar la situación geográfica de la región del artesanado, la aparición de un limitado
como paso hacia Chile. Los comerciantes y número de profesionales, la disminución cada 161
TERRITORIO Y POBLACIÓN

vez mayor de la mano de obra indígena y su raban los 1400 indios, pero la verdad es que
reemplazo por los esclavos y los libertos. dos de ellas reunían más de la mitad de aque­
llos indígenas.
EL TUCUMAN Una transformación que ‘venían sufrien­
do algunas ciudades del Tucumán fue su des­
Al comenzar el siglo, las encomiendas eran poblamiento, pues los vecinos principales
una sombra de lo que habían sido. En 1702 só­ preferían vivir en las chacras y estancias: ha­
lo quedaban 167 encomiendas que reunían cia 1730, en Catamarca, estaban dispersos
1550 indios. Sólo mantenían su vigencia en hasta seis leguas de la ciudad y en La Rioja
Iujuy, pero en Córdoba apenas quedaban 17 sus chacras y quintas estaban muy inmedia­
encomenderos que sumaban 94 naturales. En tas a la población, por lo que no se reparaban
Catamarca y La Rioja las encomiendas eran las casas en ésta. Las dos ciudades quedaban
fantasmales: sólo un indio en cada una. Mejor alejadas del camino principal del comercio
suerte habían corrido en Salta, Tucumán y entre Buenos Aires y el Perú, por lo que su
Santiago del Estero, ciudad esta última que crecimiento fue más lento y su sociedad con­
languidecía acentuadamente luego del trasla­ servó las características del siglo anterior. En
do a Córdoba de la sede episcopal. En los años 1760, La Rioja tenía 150 vecinos “entre no­
siguientes, las encomiendas tuvieron un re­ bles y plebeyos”, de los que sólo treinta eran
punte, pues los encomendados crecieron has­ de nobleza y buen nacimiento. La mayoría
ta 2322 en 1719, pero de los encomenderos era pobre y se mantenía de la labranza y has­
“beneméritos” sólo quedaban noventa y siete. ta los religiosos vivían de la limosna de otras
Tal vez porque se empeñaron en sacar hasta el jurisdicciones.
último provecho de un sistema que veían es­ En cambio, las ciudades de la ruta comer­
currírsele entre los dedos, los encomenderos cial habían cambiado acentuadamente. La irn­
volvieron al duro tratamiento previo a la su­ portancia del movimiento mercantil ya se ma­
blevación en los valles calchaquíes: retornó el nifestaba en Jujuy en 1701, puesto que el vica­
servicio personal, sacando a los indios de las rio se vio en la obligación de imponer el cierre
encomiendas para hacerlos trabajar en las es­ de las pulperías, la prohibición de vender vi­
tancias o en algún oficio que acrecentara los nos y la entrada de tropas de ganado y de ca­
ingresos del encomendero. Los gobernadores rretas en los días de precepto, por cuanto tan­
continuaron creando encomiendas y destina­ to movimiento alteraba las fiestas religiosas.
ron algunas de ellas a recién llegados, pero es­ Los comerciantes, arraigados y nuevos, conti­
tos esfuerzos fueron vanos para restaurar el vi­ nuaban prosperando, -tomando un lugarpre­
gor de una institución que había quedado ponderante en la elite y, por lo tanto, en los ca­
atrás en la evolución social de la región. Sin bildos. Las ciudades donde esta situación se
embargo, el decrecirniento no era parejo. Ya se manifestaba con más vigor eran Córdoba, Sal­
ha mencionado a Iujuy, que reunía a la mitad ta»y Tucumán.
de la población indigena de la Gobernación; Córdoba pasó por un período de depre­
en La Rioja, todavía en 1760 quedaban ‘doce sión económica, que se reflejó en lo social,
162 encomiendas, algunas muy nuevas, que supe­ como consecuencia .del decaimiento de la
LA SOCIEDAD HISPANO-CRIOLLA

producción minera de Potosí. Este período


comenzó hacia 1690 y se extendió hasta 1731,
con una secuela de carestía, sequía, plagas y
pestes. Hacia 1750-60 se operó una recupera­
ción muy marcada, en la cual fueron prota­
gonistas los comerciantes cordobeses. Por en­
tonces, la cúspide social estaba constituida
por este grupo, donde la gran mayoría era
criolla. A las familias de viejo linaje se incor­
poraron los negociantes exitosos y, como en
otras ciudades, la coincidencia de intereses
llevó a las alianzas matrimoniales y a los vín­
culos de compadrazgo. El grupo se mostró
muy celoso de sus privilegios y combatió sin
piedad toda penetración de otros estratos so­
ciales. En 1750, el cabildo dispuso que los
hombres y mujeres de castas debían vestirse
de modo que “conozcan su bajeza y estén su­
jetos y humildes como deben”. De esta discri­
minación no se libraban ni siquiera los espa­
ñoles pobres -pequeños propietarios y arte­ Cholo del Tucumán afilador de cuchillos, óleo anónimo
de 1798.
sanos— bien que ocupasen un nivel superior
al de las castas y fueran objeto de algunas
consideraciones. En este sector intermedio de ternativa los descendientes de aquellos mesti­
la sociedad, participaban algunos pardos que zos que militaron en las huestes conquistado­
habían logrado cierta especialización o ad­ ras y que se tuvieron por españoles. Esta dis­
quirido alguna propiedad. No tenía este gru­ criminación social se manifestaba en las pe­
po acceso al cabildo ni a la Universidad. El nas: los españoles tenían pena de multa o de
descrédito de las artesanías provenía de ser cárcel, nunca de azotes, porque era pena infa­
“obra de las manos”, tarea indigna de un se­ mante, pero a quienes pertenecían a castas li­
ñor español. El obispo Abad Illana decía iró­ bres se podían dar hasta 100 azotes, y si era es­
nicamente: “De uno sé que siendo allá (en clavo hasta 200.
España) maestro de obras, acá no sólo no lo La situación del clero, con excepción de
es, pero daría de puñaladas a quien (así) se lo La Rioja, había mejorado ostensiblemente.
llamase”. Mientras en el siglo anterior los obispos se
Los mestizos podían actuar tanto en el ni» quejaban continuamente de la escasez de
vel intermedio como en el inferior, constitui­ sacerdotes y de la miseria en que vivían, ha­
do por orilleros, desocupados y esclavos. Por cia 1730, el obispo Sarricolea se hacía lenguas
supuesto, como se ha dicho con referencia al de la: observancia de su clero y feligresía,
siglo anterior,‘quedabarrexcluidos de esta nal­ ponderabalos doscorrventos de monjas de la 163
TERRFFORIO Y POBLACIÓN

ciudad de Córdoba, y reconocía que aunque Las artesanías hacían su progreso a im­
los sacerdotes no daban para todo, cubrían lo pulso del comercio y sus exigencias de servi­
principal con la ayuda de los jesuitas. Veinte cios o de las necesidades de la guerra sobre la
años después, la posición de la Iglesia conti­ frontera con el Chaco. Los indios, por sí o
nuaba mejorando, tanto en la organización por medio de los encomenderos, participa­
de sus vicarías y curatos, como en el número ron en el desarrollo artesanal y lo mismo su­
de sacerdotes y religiosos. Sólo los merceda­ cedió con los españoles pobres y algunos mu­
rios eran unos 200 y el provincial de los do­ latos. También participaron en esta actividad
mínicos decía que no hacía falta traer más re­ los portugueses, que se destacaron como pla­
ligiosos de Europa, pues había “número bas­ teros. Es notable la falta de información que
tante de operarios”. En cuanto al clero secu­ existe en orden a las artesanías anteriores a la
lar, el gobernador Espinosa decía en 1761 creación del Virreinato.
que había 123 sacerdotes, pero su distribu­ La situación de los indígenas fue igual a la
ción no era pareja y en 1771 en Catamarca del siglo anterior, aunque con una población
había doce presbíteros, de los cuales sólo tres muy debilitada. En tiempos de Sarricolea exis­
estaban en la ciudad. Este vigor de la Iglesia tían veintiséis pueblos de indios, pero sólo los
se vio empero violentamente sacudido por la de Casabindo y Humahuaca tenían forma de
expulsión real de la Compañía de Iesús en pueblo, con sus habitantes avecindados y
1767, no sólo por los conflictos en que deri­ agrupados alrededor de la iglesia. Los demás
vó con la autoridad civil, sino porque dentro estaban desparramados en selvas y montes, de
de la propia Iglesia hubo partidarios y ene­ modo que para que concurrieran a misa, ha­
migos de los expulsos, que condujeron a de­ bía que ir a buscarlos a caballo. Cuando estos
sencuentros apasionados y dolorosos. poblados estaban cerca de las ciudades, los pa­
El desarrollo profesional era mucho más dres jesuitas se encargaban de la instrucción
lento. La justicia de los cabildos, en manos de de los jóvenes indios más capaces que, una vez
patricios y comerciantes, no tenía, conforme instruidos, volvían al pueblo a enseñar a los
la queja del obispo en 1731, ni teóricos ni otros. Para la selección de los jóvenes se po­
prácticos del derecho, y aunque los prácticos nían de acuerdo jesuitas y caciques. A veces,
existieron, su ignorancia fue causa del des­ como ocurrió entre algunas parcialidades de
crédito de la profesión. En materia de medi­ Santiago del Estero, eran los propios indios
cina, protestaba el mismo prelado dos años quienes pedían doctrinero e incluso encomen­
antes, no había en toda la provincia un médi­ dero, porque los cabos militares los trataban
co de profesión, ni cirujano ni barbero de ofi­ mal. En cuanto a las castas, esclavos y libres en
cio, y la única botica era la de los padres je­ creciente número, tuvieron una importancia
suitas, pero cuarenta años después los fran­ crucial como fuerza de trabajo, pero nueva­
ciscanos atendían a los enfermos pobres de mente el estudioso se encuentra ante la falta
Catamarca. La Universidad de Córdoba con­ de información, que recién se remedia parcial­
tinuaba, entre tanto, otorgando grados en fi­ mente con los padrones de la época virreinal.
losofía y teología y era la gran luminaria cul­ En los primeros tres cuartos del siglo, las
164 tural de las dos provincias. cúpulas del poder colonial, especialmente los
LA SOCIEDAD HISPANO-CRIOLLA

poderes civiles y eclesiásticos, chocaron co­ CUYO

mo en el siglo anterior, pero con la diferencia


de que, mientras en el siglo XVII los choques La provincia de Cuyo, dependiente de la
derivaron más de la intemperancia de los ca­ Capitanía General de Chile, había padecido en
racteres que de otras causas, en el XVIII pro­ el siglo anterior el traslado casi masivo de su
vinieron más de cuestiones ideológicas y del población indígena. Los vecinos de las tres
deseo de los funcionarios reales de quitar ciudades cuyanas, como los de La Rioja y Ca­
competencia a la Iglesia, conforme a la ten­ tamarca, vivían en buena proporción en los al­
dencia regalista que iba desarrollándose y rededores de aquéllas, en un radio de hasta
que tenía partidarios dentro de la misma dos leguas. Tenían en sus casas y chacras a los
Iglesia. Este último tipo de conflictos puede indios sobrevivientes como domésticos, la­
ilustrarse con los ocurridos en 1751 y 1765. briegos y viñateros, que gozaban de buen tra­
Comenzaron por la impertinencia de un fo­ to y libertad. Los que no se encontraban en
rastero noble que insultó a un alcalde irrita­ esas condiciones -las mejores posibles enton­
ble de Salta, quien lo detuvo; el obispo Ar­ ces- y habían logrado huir de los arreos hu­
gandoña creyó de su deber proteger a un manos de los encomenderos trasandinos, se
oprimido y exigió que se lo liberara o se le habían refugiado entre los infieles o en lugares
presentase exhorto que ordenara la deten­ de difícil acceso. A comienzos del siglo XVIII,
ción del presunto reo. El entuerto, cuyo desa­ se ordenó reiteradamente que se hicieran re­
rrollo se omite y que duró catorce años, plan­ ducciones. Se levantó una en Corocorto (San
teaba en el fondo una cuestión de competen­ Luis) y en cuanto a los indios que vivían cerca
cia judicial, que el rey resolvió a favor de la de las lagunas de Guanacache, se optó por de­
autoridad civil. jarlos allí y enviarles cura dos veces al año pa­
Hubo otro caso donde el enfrentamiento ra cristianarlos. En San Iuan y Mendoza la
traslucía la postura en favor o en contra de evangelización era más fácil, pues estando los
los jesuitas. El obispo Abad Illana y el gober­ naturales como domésticos, sólo era cuestión
nador Fernández Campero, aparte de llevar­ de visitar chacra tras chacra para enseñarles la
se bien, compartían su aversión a la Compa­ doctrina.
ñía de Jesús. Pero el sucesor del segundo, Ma­ Como el obispo residía en Santiago de
torras, era conocido simpatizante de los ya Chile, no hubo conflictos de autoridad con el
expulsados. Pronto se dividió Salta entre ma­ corregidor que gobernaba la provincia. Pero el
torristas y camperistas y el incidente estalló prelado consideró que la existencia de cinco
cuando el alcalde violó el asilo en sagrado de órdenes religiosas en una ciudad tan poco po­
don Dionisio del Castillo. La cuestión derivó blada como Mendoza era una exageración que
en excomunión, a lo que Matorras respondió iba en perjuicio de los fieles. Para mediados
pidiendo el alzamiento de la sanción, pedido del siglo, las comunidades indígenas mencio­
reforzado con la presencia de 200 soldados, nadas y la del valle de Uco se habían erigido en
ante la que debió ceder el prelado, para evitar curatos y las ciudades de Mendoza y San Iuan
desgracias. disponían de sendos hospitales. El corregidor
pudo dedicarse a combatir las entradas de pe­ 165
TERRITORIO Y POBLACIÓN

huenches y ranqueles que asolaron las estan­ que había mantenido el prestigio y riqueza de
cias de la frontera sur. las familias más tradicionales. Comenzó para
ellas una nueva época, consistente en la explo­
BUENOS A1355 tación directa de sus campos, poblándolos con
ganado, instalando unos pocos peones o escla­
El pobre progreso de las ciudades de Co­ vos u ocupándose personalmente en esto. Muy
rrientes y Santa Fe hacía resaltar el crecimien­ pocos fueron los que supieron aprovechar la
to de la de Buenos Aires. En consecuencia, fue importancia de la cal e instalaron caleras que
en ésta donde se dio una estructura social más surtían los crecientes requerimientos de los
compleja y de más diversos niveles. Corrientes constructores de la ciudad. En estos casos, la
era, al comienzo del siglo, una villa pequeña, explotación se puso en manos de capataces es­
con un área rural muy restringida. Las enco­ pañoles que manejaban una buena cantidad
miendas habían seguido parecida reducción de esclavos.
que en otras regiones y en 1717 sólo cubrían al La ocupación efectiva de la campaña esta­
17% de la población. En la composición de és­ ba limitada inicialmente, salvo excepciones, a
ta, hacia 1760, llama la atención que el 15% de unas pocas leguas en torno de la ciudad y ha­
sus pobladores eran soldados. cia 1726 no excedían de Luján hacia el oeste,
Hasta la cuarta década del siglo, seguía cañada de la Cruz hacia el norte y la cañada de
siendo Buenos Aires una ciudad pequeña, Arregui hacia el sur. Un hombre de visión pa­
aunque mayor que Córdoba, la más grande ra los negocios, como Riglos, había instalado
del Tucumán. Como se ha visto en el Capítulo con anterioridad una estancia para cría de
3 sobre la población, en 1744 los habitantes de mulas en el pago de Areco, en tanto Ruiz de
Buenos Aires sumaban entre 10.000 y 12.000 Arellano, navarro como él, poblaba allí los
almas. El núcleo dirigente estaba constituido grandes campos de su mujer, María Rosa de
por los comerciantes principales que maneja­ Giles. Todavía entonces la tierra era muy bara­
ban los negocios de introducción y exporta­ ta, la venta generosa y la ocupación de tierras
ción de mercaderías por el puerto, los vincula­ vacas o realengas un recurso válido para esta­
dos a su distribución y transporte por el inte­ blecer estancias o chacras, primer paso para
rior del país y los vinculados a la cría de mulas convertirse con los años en propietario.
y su remisión a las provincias de arriba. A ellos La ocupación de nuevas tierras y el creci­
se agregaban los hacendados dedicados a este miento de poblaciones estables en la campaña
último quehacer o a satisfacer el abasto de car­ hizo que hacia 1744 la población rural de la
ne para la población urbana. La mayoría de jurisdicción de la capital superara el 50% de la
estos estancieros residían en la ciudad con sus de ésta. Fenómeno similar se iba dando en el
familias y ocasionalmente se trasladaban a sus sur de Santa Fe donde el establecimiento es­
campos para regentear sus actividades. Como pontáneo de estancieros y chacareros dará ori­
se ha dicho antes, comerciantes y hacendados gen a la reunión de un grupo de vecinos en
se habían vinculado, y se seguían vinculando, torno de la capilla del Rosario.
por enlaces matrimoniales. Con el comienzo Los padrones rurales de la campaña por­
166 del siglo se agotó el recurso de las vaquerías, teña de 1744 dan una buena idea de su con­
LA SOCIEDAD HISPANO-CRIOLLA

l “Guaso de Buenos Aires enlazando un toro". Acuarela atribuida a ¡uan Ravenet (1794).

formación social y anticipan lo que han seña­ plotación, resulta que el 80% de los hacenda­
lado para años inmediatamente posteriores dos vivía en casas, hacían lo mismo el 17,9%
los estudios de Mayo y de Ras: que lo que me­ de los hacendados-labradores y el 15,69% de
nos cuadra a estos propietarios —cuando lo los labradores. En las explotaciones mixtas,
eran- es el calificativo de terratenientes. Ni los propietarios llegan al 40%, en tanto que
las estancias eran todas grandes, ni la ubica­ entre los labradores, los dueños de la tierra
ción de todas era valiosa, ni su producción, no alcanzan al 4%. Todo esto está demos­
salvo que superaran las dos leguas cuadradas, trando que la sociedad rural no se dividía
permitía ingresos anuales superiores a los de simplemente en hacendados y peones o es­
un sargento de tropas regulares. Si se toma clavos, sino que también en el propio grupo
como un ejemplo el padrón de Magdalena de de los productores existían diversos niveles,
esa fecha, se ve que sólo el 66% de los hacen­ con distintas capacidades económicas y dife­
dados eran propietarios, si bien reunían el rentes hábitos de vida material. Los hacenda­
85% del ganado vacuno y el 98% del caballar. dos propietarios eran la cúspide y los labra­
Las viviendas rurales son un buen índice di­ dores eran los más pobres, a veces más pobres
ferenciador. De 113 viviendas empadronadas, que los capataces. Las diferencias económico­
sólo 2 eran casas de ladrillos y techadas con sociales se reflejaban también en el nivel edu­
tejas, 12 casas de adobe y tejas, 22 casas de cacional. Se ha demostrado que el 78% de los
adobe techadas con paja y 77 ranchos. Pro­ estancieros de La Matanza y el 67% de los de
rrateando estas viviendas por el tipo de ex­ Magdalena eran iletrados. 167
TERRITORIO Y POBLACIÓN

Como Buenos Aires era sede de autorida­ cuna, interceder exitosamente, en 1714, en un
des reales y eclesiásticas, una buena porción choque entre las propias autoridades reales,
del estrato dirigente participaba de los dife­ que amenazaba un inmediato derramamiento
rentes cargos. El prestigio del cabildo se veía de sangre entre los partidarios del teniente de
contrapesado por la importancia que sucesi­ gobernador designado y jefe de la caballería de
vos episodios bélicos brindaron a quienes eran la guarnición. Más escandalosa y comprome­
jefes u oficiales militares: el sitio y toma de la tida fue la actuación del obispo fray Iuan de
Colonia del Sacramento en 1703, el alzamien­ Arregui, hermano del anterior quien, por ha­
to de los comuneros del Paraguay, que ensom­ ber sido consagrado en Asunción, se encon­
breció tres lustros de la vida política colonial y traba allí cuando el movimiento de los comu­
costó la vida al gobernador de aquella provin­ neros. Se dejó envolver el octogenario prelado
cia, la discutida y discutible guerra de 1753 en el conflicto, y tras su mediación fracasada,
contra los indios misioneros que rechazaban que provocó que el gobernador del Paraguay
el Tratado de Permuta y por fin la gran expe­ fuera muerto poco menos que en su presencia,
dición de Cevallos en 1776. La presencia de re­ aceptó ser designado por los alzados goberna­
novados grupos de oficiales, la de una desco­ dor sustituto. Tras lo cual, y dejando a todos
nocida cantidad de soldados —en 1756 Ceva­ descontentos, bajó a Buenos Aires a hacerse
llos trajo mil hombres de tropa- alteró el rit­ cargo de su diócesis, donde lo recibió un am­
mo de la ciudad y trajo algunos problemas a biente enrarecido. La cuestión jesuítica agitó a
clérigos y seglares responsables de la moral la sociedad porteña con más virulencia aún
pública. que a la del Tucumán. Las líneas estaban tira­
Aunque los obispos siguieron lamentando das desde años antes a la expulsión y se en­
la escasez de clérigos -veintiséis en 1709- el frentaron cuando el general Pedro de Cevallos
aumento de la población rural y la aparición llegó como gobernador. Partidario firme de
de pequeños pueblos exigió la creación de los futuros expulsos, chocó de inmediato con
nuevas parroquias, con lo que la acción del el obispo de la Torre, cuya tirria hacia la Com­
clero secular se extendió a la campaña desde pañía era bien conocida. Pero la Iglesia tuvo
1730, que hasta entonces era asistida exclusi­ quehaceres más propios de su misión, como el
vamente por los conventos y estancias de las atender las reducciones y pueblos de indios,
órdenes religiosas, que periódicamente dispo­ en condiciones muy desfavorables, dadas las
nían que frailes itinerantes casaran y bautiza­ condiciones culturales de los aborígenes de la
ran por los campos. Al año siguiente, igual de­ región.
cisión se tomó en Corrientes. Como en tiem­ A diferencia de Córdoba, donde las artesa­
pos anteriores los obispos y sus representantes nías y actividades similares eran consideradas
-provisores y vicarios- no carecieron de opor­ de bajo nivel e impropias de españoles bien
tunidades de enfrentamiento con los repre­ nacidos, no ocurría lo mismo en Buenos Ai­
sentantes de la autoridad real, como ocurrió res. En 1748 se hizo una lista de plateros de la
en 1737 con el gobernador Salcedo y enlotras ciudad capital, con un total de 29 personas, de
cuestiones menores. Pero alguna vez tocó al las que ll eran españoles. De los 16 maestros,
168 provisor fray Gabriel de Arregui, porteño de 9 eran blancos: 5 españoles europeos y 4 euro­
LA SOCIEDAD HISPANO-CRIOLLA

peos no españoles, probablemente portugue­ vagos, mal entretenidos, desertores y otros fu­
ses. La importancia de la participación de los gitivos. Se ha discutido largamente sobre la
blancos hizo que en 1753 el gobernador inclu­ existencia, función y permanencia de los peo­
yera el oficio entre las artes liberales. Poco des­ nes rurales, en particular desde mediados del
pués, empezaron los esfuerzos de los plateros siglo XVIII, pero dado que la mayor informa­
para organizarse como gremio y en 1769, el ción se refiere al período virreinal, esta cues­
cabildo creó el cargo de mayordomo destina­ tión se tratará en la última parte del presente
do a representarlos ante las autoridades. Ese capítulo.
mismo año se creó la Cofradía de San Eloy, Los indígenas incorporados a la sociedad
patrono de los plateros. La fabricación de pan española eran pocos en esta gobernación. Los
fue una actividad que desde comienzos del si­ que estaban en pueblos de reducción se espa­
glo estuvo a cargo de personas pobres, muchas ñolizaban rápidamente, como sucedía en la
veces mujeres, que vendían su modesta pro­ Santa Cruz de los Quilmes y en el Baradero.
ducción a sus vecinos. También en algunas ca­ Más difícil fue la tarea de los doctrineros en
sas de buen pasar, se fabricaba el pan para el los pueblos de indios del norte: San Ieróni­
consumo propio. Pero a mediados del siglo, mo, San Iavier, San Pedro y Santa Lucía que,
aparecieron panaderos profesionales que pro­ además de operar de paragolpes fronterizos,
ducían pan en mayor cantidad y de mejor ca­ produjeron a la larga la hispanización relativa
lidad. Hacia 1773, comenzaron a aparecer los de los naturales, que se fueron incorporando
panaderos en gran escala, que compraban el a la red del comercio y del ganado rioplaten­
trigo a los productores y la leña a precios ma­ ses. Las pocas encomiendas que alcanzaron el
yoristas, lo que les permitía vender pan a un siglo XVIII fueron desapareciendo progresi­
precio más barato, con perjuicio de los pana­ vamente, salvo la de Arregui en La Matanza,
deros individuales. Progresivamente, y esto se que en 1744 reunía casi el 40% de la pobla­
verá claramente en el período virreinal, la pro­ ción india del pago, con 69 miembros. En to­
ducción de pan dejó de ser una artesanía para das las estancias de la jurisdicción de Buenos
convertirse en una verdadera industria. Tam­ Aires era frecuente encontrar indios concha­
poco en Corrientes había prejuicios respecto bados o agregados, pero un ejemplo intere­
de las artesanías. A principios del siglo, existía sante de integración lo da el pago de la Costa,
allí un herrero flamenco y hacia fines de la donde, hacía 1744, existía una magra pobla­
centuria el barcelonés Francisco Güel, además ción indígena: 59 individuos, de los cuales 42
de ser aposentador de la Renta de Correos, trabajaban en las chacras como conchabados
trabajaba como herrero, sin preocuparle que y 3 eran capataces.
por entonces había un pardo con idéntico ofi­ La población de negros, pardos y sus deri­
cio. Además, la existencia en esa ciudad de as­ vados aumentó sostenidamente en la región
tilleros hacía que los trabajos de herreros y litoral durante todo el siglo XVIII a impulsos
carpinteros fueran bien considerados. del ingreso legal de esclavos, por medio del
Los peones de las ciudades y los campos asiento francés de 1701 y su sucesor el inglés a
formaban el escalón inferior de la sociedad, partir de 1713. A los nuevos negros bozales se
sólo arriba de los esclavos y de los marginados: agregaban los descendientes negros y pardos 169
TERRITORIO Y POBLACIÓN

de los introducidos en el siglo anterior. Los jurisdicción de mayor importancia del interior
miembros más distinguidos de la ciudad te­ del país. El desarrollo de Cuyo se afirmó al se­
nían esclavos para el servicio doméstico, que pararse de Chile, en el Litoral, Buenos Aires fue
en el caso de Martín de Galyn llegaban a ll. la única ciudad con fisonomía de tal, que so­
Por su parte, Iavier de Saraza tenía 10, Iuan de brepasaba los 24.000 habitantes en el año 1778.
Arozarena, entre su casa y su chacra, sumaba El proceso de urbanización continuó con rit­
20 y en la calera de Iuan de Narbona, al sur de mo sostenido, especialmente en Buenos Aires,
la ciudad, trabajaban 15 negros y un mulato, Mendoza y Córdoba, mientras que Santiago
todos esclavos. Varios autores han señalado la del Estero y Jujuy quedaban como las pobla­
práctica del arrendamiento de esclavos para ciones más reducidas del territorio.
que prestaran servicios a terceros, pero tam­
bién existió la costumbre de enseñarles una SALTA DEL TIJCUMÁN

artesanía que ejercían libremente, pero de cu­


ya ganancia debían dar una parte al amo. De Con la aplicación del régimen de inten­
esta manera, los esclavos formaban su peculio, dencias en 1782, Salta, convertida en capital,
con el que posteriormente podían comprar su siguió conducida por un grupo donde el lina­
libertad. En cuanto a la presencia de esclavos je, la riqueza y la tenencia del poder político, o
en la campaña, la falta de datos en muchos pa­ al menos la participación en él, eran los ele­
drones de 1726 hace problemático inferir una mentos constitutivos. Custodios de las prosa­
evolución del empleo de la esclavitud. Los da­ pias, sus miembros no vacilaron en darles
tos de Magdalena, donde la cantidad de escla­ nuevo lustre con la incorporación de quienes
vos era el 12,94% de la población en esa fecha mantenían una posición económica domi­
y desciende al 4,26% en 1744, son insuficien­ nante, sobre todo en un momento de franca
tes para sacar conclusiones. prosperidad. Los nuevos comerciantes de mu­
En síntesis, la evolución secular confirma y las acrecentaron su fortuna, aunque eran ori­
acelera la tendencia ya manifestada a fines del ginariamente ajenos al medio, como los galle­
siglo anterior: una sociedad móvil, diversifica­ gos Antonio Agüeda y Iosé Manuel Moldes, y
da, con creciente desarrollo rural, pero donde el cordobés Pedro Lucas Allende. Para esta
los estancieros, aunque en algunos casos te­ época es difícil separar la actividad rural de la
nían prestigio social, no tenían, salvo raras ex­ comercial, que resultan muy entrelazadas. Los
cepciones, poder económico. hacendados tenían casas y otras propiedades
en la ciudad, como forma de inversión de los
beneficios y de garantía de sus obligaciones,
DURANTE EL VIRREINATO mientras en sus moradas hacían alarde de ele­
gancia y buen gusto. Otro signo de status era la
Los treinta y seis años que duró el Virreina­ abundancia de ganado y la tenencia de escla­
to del Río de la Plata continuaron la evolución vos. Los propietarios que tenían mayor canti­
evidenciada desde el inicio del siglo, aun/que dad de ganado eran Isasmendi, Arias Rengel y
con una marcada aceleración en algunas áreas. Toledo Pimentel, mientras que Iose’ de Saravia
170 Córdoba y su entorno se consolidaron como la y Aguirre tenía veinticuatro esclavos.
LA SOCIEDAD HISPANO-CRIOLLA

Las propiedades rurales estaban bien equi­ social. Entre 1786 y 1810, se registraron 125
padas con acequias, herrerías, Carpinterías, carreteros, de los que 115 eran tucumanos, y
trapiches y atahonas, donde trabajaban indios, 48 de ellos pertenecían a las familias tradicio­
esclavos, agregados e incluso arrendatarios. nales. Mientras unos eran dueños de las carre­
Los dos hombres más ricos de Salta eran don tas, otros las alquilaban. Los miembros de la
Nicolás Severo de Isasi e Isasmendi y Victori­ alta sociedad local actuaban como financistas
no Martínez de Tineo, con cierta ventaja para y garantes o habilitando a carreteros de meno­
el primero. También eran hombres ricos y de res medios, mientras que gente más modesta
pro los Arias Rengel, Castellanos, Aramburu y proveía los bueyes o actuaban como troperos,
Arancibia. Estos y los anteriormente nombra­ arrieros y peones. Surgió así una actividad en
dos eran todos encomenderos. Para cerrar el la que no sólo participaban diferentes sectores
círculo del poder, invirtieron mucho dinero sociales sino también diversos grupos étnicos.
en cargos públicos, y no contentos con contro­ Estas operaciones no eran exclusivamente lo­
lar el cabildo, Toledo Pimentel consiguió ser cales, pues los contratos de fletamento mues­
nombrado comandante de armas e Isasmendi tran conexiones con Salta, Córdoba y Buenos
gobernador intendente, cargo en el que le sor­ Aires.
prendió la Revolución de Mayo. Martínez de Sobre la situación de los núcleos dirigentes
Tineo e Isasmendi eran peninsulares casados de Jujuy, Santiago y Catamarca en la época vi­
con criollas, pero todos los demás eran crio­ rreinal, no se han hecho estudios de carácter
llos, con excepción de los mencionados oriun­ social. De los trabajos de los genealogistas
dos de Galicia. puede deducirse una situación parecida, con
Tampoco quisieron quedar fuera de la una matriz social más arcaica en Iujuy y un
Iglesia, a cuyas filas se incorporaron un Arias marcado empobrecimiento en Santiago del
Rengel, un hermano de Isasmendi y dos hijos Estero, que originó frecuentes traslados de sus
de Toledo Pimentel, en tanto que algunos op­ miembros a Tucumán y Córdoba.
taban por los estudios universitarios como Sa­ Por debajo de este nivel superior, se daba
ravia, Arias Velázquez y otros. Pese a la unidad un estrato cuya constitución variaba según los
mantenida hacia afuera, el grupo, como siem­ lugares. Donde el comercio era mayor y la ur­
pre, tuvo sus tensiones y diferencias, que se banización estaba más desarrollada, prolifera­
acrecentaron desde la expulsión de los jesui­ ron las tiendas y pulperías, generalmente en
tas, que dividió a la alta sociedad, más otros manos de españoles de reducidos recursos
pleitos por aguas, tierras y cargos capitulares. económicos o habilitados por algún rico. Allí
La conformación de la elite tucumana era tenían cabida productos locales como tejidos
similar, aunque menos poderosa. Carecían de de lana, ponchos, cojinillos, riendas, cabeza­
las viñas y los vinos de los hacendados salte­ das, etc. Buena parte de sus proveedores loca­
ños, pero tenían una variada producción agrí­ les formaban parte del escalón inmediatamen­
cola. Una de las actividades más productivas te inferior, constituido por los artesanos, cuya
para este grupo fue el tráfico de mercaderías variedad ya ha sido mencionada. Salta ofreció
hacia el norte y el sur, en el que, por necesidad, la peculiaridad de que éstos se reunieron en el
participaron otras personas de diferente nivel barrio de la Banda. 171
TERRITORIO Y POBLACIÓN

El nivel inferior -el de los peones, sirvien­ tierras las operaciones a crédito de sus amigos
tes y esclavos- estuvo formado primordial­ y parientes comerciantes.
mente por indígenas, en particular en Jujuy, Esta solidaridad interna del sector domi­
Santiago del Estero y Tucumán, donde la es­ nante se manifestaba también cuando se trata­
clavitud nunca fue significativa. Para enton­ ba de poner límites a terceros. En 1782, cuan­
ces, con excepción de Jujuy, el servicio perso­ do se crea el Colegio de Huérfanos, se estable­
nal de los indios había quedado muy reduci­ ce que sólo podían ingresar los huérfanos de
do, cuando no desaparecido. En el caso de Tu­ padres conocidos y honrados, con excepción
cumán, López de Albornoz destaca que esta de seis u ocho mulatos que serían educados
población indígena era una mano de obra li­ para el servicio de los demás. Más rígido toda­
bre que se conchababa temporalmente según vía era el reglamento del Colegio de Niñas
sus necesidades, pues los medios de subsisten­ Huérfanas, donde más del 60% de las plazas se
cia que ofrecía el medio le permitía hacerlo reservaba para huérfanas que acreditaran lim­
así, e inclusive vivir sin el compromiso de tra­ pieza de sangre. Las restantes serían aprendices
bajar para un patrón. Uno de los procedi­ y sirvientas y sólo se mezclarían con las prirne­
mientos intermedios era constituirse en agre­ ras en los rezos, doctrina, trabajo y exámenes.
gado de una familia de mejores recursos. Ca­ En la jurisdicción propia de la ciudad de
tamarca fue la jurisdicción donde el porcenta­ Córdoba, se opera un proceso de trasplante ha­
je de castas fue mayor, pero no hay por ahora cia las poblaciones vecinas. En este período co­
información sobre cuál era la proporción de bra intensidad la fundación de pueblos y villas,
esclavos entre ellas, ni cuáles sus actividades donde todos o casi todos sus pobladores esta­
predominantes. ban ligados a la ciudad por vínculos de sangre.
Este impulso fundacional fue fomentado por el
CÓRDOBA DEL TUCUMAN gobemador marqués de Sobre Monte, quien
consideraba que el mal de la provincia era la
Los estratos dirigentes de la nueva Gober­ costumbre de los habitantes de vivir desagrega­
nación Intendencia no acusan modificaciones dos, sin formar pueblos o villas. Aquellos vín­
en los años finales de la dominación española, culos de sangre reprodujeron con atenuantes,
salvo por el papel creciente que en ella desem­ en los pueblos de la campaña, el mismo esque­
peñaron los comerciantes. Las diferencias en­ ma social de la capital. En ésta, los pequeños
tre éstos y los terratenientes y ex encomende­ comerciantes formaban un grupo intermedio,
ros se habían resuelto por las adquisiciones de seguido, como en el norte, por los artesanos y
campos y propiedades urbanas por los prime­ quienes practicaban pequeñas industrias case­
ros y —sobre todo- por las alianzas matrimo­ ras: pan, dulces, velas y tejidos. Aunque en 1786
niales y la conjunción de intereses. Pues, aquí el procurador de la ciudad afirmaba que no se
como en el Tucumán, los hacendados necesi­ podían organizar los gremios porque “todos
taron del concurso del giro mercantil para dis­ ellos eran ejercidos por mulatos, esclavos y li­
poner de fondos en los momentos críticos de bres”, tres años después se concedió que si un
gastos, como las cosechas. Como contraparti­ gremio tenía muchos miembros podía tener,
172 da, los hacendados podían garantir con sus además del maestro mayor español, otro de
LA SOCIEDAD HISPANO-CRIOLLA

castas. Por debajo de ellos, se encontraban los BUENOS AIRES


peones urbanos y rurales y los empleados do­
mésticos, donde, como en el grupo anterior, se Los años que siguieron a la creación del
entremezclaban los indios, mestizos, negros y Virreinato y las demás innovaciones adminis­
mulatos libres, y esclavos. Estos conformaban trativas que lo acompañaron pusieron en evi­
el escalón inferior, y eran mucho menos nume­ dencia la capacidad de crecimiento de la ciu­
rosos que las castas libres. dad capital, la fuerza expansiva de su comercio
Este cuadro, ya tradicional, se repetía en y su potencialidad para absorber gentes de tie­
Mendoza, que tuvo en estos años y desde poco rra adentro y de ultramar. Se agrandó la ciu­
antes, un gran desarrollo urbano, al punto que dad y creció la provincia. Los hacendados, sin
en 1778 ya superaba la población de la ciudad llegar a ser poderosos, comenzaron a dar más
de Córdoba, lo que suponía un tipo de activi­ importancia a sus explotaciones, pues además
dades similares. El comercio entre Buenos Ai­ de la venta de cueros y otros derivados, la pro­
res y Chile alirnentaba su vida económica y so­ visión del abasto de carne de una ciudad que,
cial, como sucedía en Córdoba y Salta con el hacia los años de las invasiones inglesas, se
comercio entre la capital virreinal y el Alto Pe­ acercaba a los 40.000 habitantes, significaba
rú. De ello resultaban analogías estructurales, un gran negocio. Los propios hacendados
aunque con algunas variantes, como la dife­ compitieron con los comerciantes en los re­
rente presencia de las castas, que en la ciudad mates para la adjudicación del abasto, que de­
de Mendoza no llegaba al 30% de la población jaban al ganador una buena diferencia de di­
y en Córdoba alcanzaba al 58%. nero. Algo parecido ocurría con el remate de
La Rioja, incorporada a la nueva Goberna­ los diezmos, donde los hombres vinculados al
ción, presentaba una organización social más agro tenían más posibilidades de ser adjudica­
arcaica, donde subsistían las encomiendas y tarios, por su mejor conocimiento del medio.
era indiscutido el poder de una elite tradicio­ Pero si la condición social y económica de
nal. Esta era conducida por los Villafañe, ver­ los ganaderos más importantes había mejora­
dadero clan, al decir de Bazán, que dominó la do -recuérdese lo dicho antes sobre las esca­
vida riojana hasta casi 1790. Otras familias in­ sas rentas de los campos medianos- no podía
tegrantes del grupo superior fueron los Ortiz compararse con las ventajas que un comercio
de Ocampo, Dávila, Brizuela, Doria, Del Mo­ de ultramar ampliado ofrecía a los mercade­
ral, Bustos y Gordillo. Eran los poseedores de res de alto vuelo. En efecto, el Reglamento de
las buenas tierras y de los cargos públicos. La Libre Comercio de 1778 abrió posibilidades
vida económica estaba limitada a pocos pro­ que excedían a su propia letra, pues por un
ductos y las mejores propiedades habían sido adecuado régimen de consignaciones, los
acaparadas por los vecinos principales. El re­ grandes comerciantes porteños, como Alzaga,
curso de los menos poderosos fue establecerse Azcuénaga, Anchorena y otros, tenían sus co­
en las tierras ganaderas de los Llanos, donde rresponsales y proveedores en Hamburgo,
fueron ayudados, en calidad de peones y agre­ Amsterdam y Londres, además de los que te­
gados, por una abundante población de mes­ nían en los puertos españoles habilitados. En
tizos, pardos y zambos. éstos, amigos o parientes de los negociantes 173
TERRITORIO Y POBLACIÓN

de Buenos Aires aseguraban el éxito de las


operaciones y garantizaban la confianza nece­
saria. Tal el caso de los hermanos Pueyrredón
-Diego, en Cádiz y Iuan Martín, en Buenos
Aires—, y el de Agustín Casimiro de Aguirre,
factor de la firma Ustáriz Hermanos y Cía.,
formada por sus primos en Cádiz. Además de
los negocios de importación y exportación, el
comercio de ultramar suponía otras funcio­
nes como las de fletadores y cargadores a las
que se dedicaban Irigoyen y Otamendi, mien­
tras que Necochea y Yániz eran propietarios
de buques. La competencia entre los distintos
negociantes estaba encuadrada en un marco
de sociabilidad común y de respeto mutuo, lo
que no obstaba que trataran de lograr venta­
jas unos sobre otros, manteniendo un riguro­
so secreto sobre las cargas o acelerando la par­
tida de una nave. Pero todos estaban dispues­ Martín de Alzaga, óleo de Antonio González Moreno.
Museo Histórico Nacional, Buenos Aires.
tos a formar un frente común ante la compe­
tencia de Lima, y sabían que en esto eran apo­
yados por sus pares gaditanos. El discurso de cos hacendados tenían más de una estancia.
sus alegatos configuró, como dice Mariluz Mayo informa que sólo 4 poseían cuatro es­
Urquijo, “una doctrina del puerto”. El éxito de tancias, cifra máxima de concentración, y 22
estas actividades mercantiles generó ganan­ tenían entre dos y tres campos, mientras que
cias que, cuando no había nuevos negocios en 213 tenían una sola propiedad. Pero debe re­
vista, se invertían en campos, con lo que la saltarse que había muchos estancieros no pro­
simbiosis entre uno y otro grupo de la alta so­ pietarios. Eran las estancias medianas y chicas,
ciedad porteña fue haciéndose cada vez más muchas veces arrendadas, otras resultado de la
perfecta y sus diferencias, menos visibles. ocupación de tierras vacantes o realengas.
Además de los hacendados ricos, existie­ Cuando no se trató de actividades ocasionales,
ron otros que no lo fueron tanto, como ya se estos estancieros lograron convertirse, con
ha señalado. Unos y otros sumaban, en 1789, cierta frecuencia, en propietarios.
577 individuos, la gran mayoría criollos y, en­ El sector artesanal y del comercio al menu­
tre éstos, un buen número de mujeres. Lhia de deo abundaba en la ciudad: pulperías y tiendas
las estancias mayores era la de Ianuario Fer­ ocupaban esquinas desde el centro hasta el arra­
nández, con 8 leguas de frente sobre el río bal. Algunos eran habilitados de sujetos de alto
Samborombón y que en buena parte llegaban nivel social, otros eran sus inquilinos. Además,
hasta el Río de la Plata; otra, la que Romero proliferaban los sastres, zapateros y sombrere­
174 compró en 1764 con l7 leguas cuadradas. Po­ ros, dato que demuestra la obsesión del porteño
LA SOCIEDAD HISPANO-CRIOLLA

por la apariencia. Moreno señala que existían 34


grandes comerciantes y 619 comerciantes me­
nores; estas cifras tienen un valor indicativo,
aunque no se precise el límite entre una y otra
categoría. Los artesanos eran 768 y los pequeños
propietarios y cuentapropistas, 213. En 1780, ha­
bía 59 sastres, 130 zapateros y 76 carpinteros.
Los panaderos continuaron el proceso de con­
centración. En 1810, había 250 esclavos traba­
jando en las panaderías, pero las seis principales
sumaban 171 esclavos. Es interesante el hecho
de que la mayoría de los propietarios de pana­
derías fueran europeos. En este nivel casi fabril,
la obtención del capital era importante. Un ar­
tesano talabartero, Artayeta, había reunido, sin
que se sepa cómo, suficiente capital para actuar
como socio o prestamista de un maestro pana­
dero, al que aportó 33 esclavos y 5946 pesos. María Eugenia Escalada de Demaría. hija y esposa de
comerciantes de Buenos Aires. Miniatura de Angel María
Fueron pocos los artesanos que constituyeron
Camponeschi (1808). Mueso Histórico Nacional. Buenos
gremios. Uno de ellos, el de los plateros, se cons­ Aires.
tituyó entre 1786 y 1788. En esta fecha había 46
maestros plateros y el 39% de ellos eran porte­ en 1778 hasta 39 profesionales, cifra que se am­
ños, abundando en el resto los portugueses. Pe­ plía considerablemente en los años siguientes.
ro el tiempo del prestigio de la agremiación ha­ Algunos eran hijos de comerciantes como Bel­
bía pasado y los conflictos internos del gremio grano y Agrelo; otros, como Moreno y Medra­
le enajenaron el apoyo de la autoridad en las no, venían de familias de funcionarios.
puertas mismas del siglo XIX. Los artesanos La burocracia adquirió una fuerza parti­
configuraban un estrato de tipo medio que, en cular, como consecuencia de la creación del
relación con las otras ciudades del Virreinato, Virreinato. Según la Guía de Porasteros publi­
resulta, por su volumen, muy novedoso. cada en 1792, la administración civil contaba
Otra peculiaridad de este período es el flore­ con 163 miembros residentes en la capital,
cimiento en la ciudad de las profesiones libera­ más 13 militares con graduación de sargento
les, donde predominaban los juristas, seguidos mayor a brigadier general. Depositarios del
de unos pocos médicos y algunos ingenieros poder político y militar, su presencia y a veces
militares. Egresados de las universidades euro­ su inserción en el grupo dominante, dieron un
peas, de Charcas, Córdoba o Santiago de Chile, nuevo tono a la ciudad.
y de las escuelas militares españolas, constituye­ La Iglesia mantuvo sus cuadros, acrecidos
ron la elite intelectual, a la que se agregaron al­ ligeramente con nuevas parroquias rurales. En
gtmos sacerdotes doctos, grupo en el que pren­ la ciudad residían 24 de sus miembros, desde
dió con fuerza la idea del autogobiemo. Se suma el obispo a los párrocos urbanos. Los estudios 175
TERRITORIO Y POBLACIÓN

para el sacerdocio se realizaban tanto en el veniente hacer algunas aclaraciones. Existían


Convictorio Carolino como en el Seminario. los agregados a los hogares, incluso a las fami­
Este duró pocos años y reunió a los aspirantes lias, que cohabitaban con el patrón en mérito
más modestos. El Convictorio congregaba a a relaciones de sangre, afinidad o compadraz­
candidatos a actividades clericales y seglares. go, que a cambio de esa protección prestaban
Allí comenzaron sus estudios quienes luego servicios para el manejo de la estancia o de la
serían calificados sacerdotes del primer perío­ casa, sin otra retribución que el techo y la co­
do independiente como Diego E. Zavaleta, mida. Otras veces, los agregados vivían en ran­
Domingo Belgrano y Feliciano Pueyrredón. cho aparte, como puesteros en los puntos lin­
Pocos eran los que tenían fortuna personal, deros de los campos grandes, prestando servi­
como la que poseyó el canónigo Riglos. Como cios de vigilancia contra eventuales intrusos, a
los diezmos no alcanzaban al mantenimiento cambio de tener su propia tropilla y unas
de la Iglesia, ésta cultivó otras posibilidades cuantas cabezas de ganado. Las causas de la
como las capellanías, mientras las órdenes re­ agregación eran muchas, desde las económi­
ligiosas tenían estancias y chacras, que contri­ cas a las caritativas —caso de los huérfanos e
buían no sólo al sostenimiento de los conven­ inválidos- pasando por las familiares.
tos sino también al decoro del culto. Las rela­ El tema de la mano de obra rural ha susci­
ciones entre las autoridades reales y las ecle­ tado fuertes polémicas. Frente a la tesis tradi­
siásticas, luego de los conflictos de la época de cional de que el acaparamiento de tierras gene­
Vértiz, no presentaron mayores problemas, ró el tipo “gaucho”, trabajador ocasional y am­
pese a los avances regalistas que han sido co­ bulante, tachado de vago, cuatrero y penden­
mentados en el capítulo anterior. ciero, Mayo sostiene lo contrario: que el gau­
La campaña bonaerense ganó en pobla­ cho existió porque había acceso fácil a la tierra
ción y territorio. Las estancias se extendieron y que cuando ésta fue totalmente apropiada, el
hasta el río Salado y se formaron poblados al­ gaucho desapareció, reemplazado por el peón.
rededor de los fortines, pero generalmente los Garavaglia afirma que en 1789 sólo el 30,8%
hacendados y labradores arriesgaban estable­ de los estancieros tenía derechos ciertos sobre
cerse más al sur. Estas estancias requerían per­ la tierra que trabajaban, y el virrey Arredondo
sonal subordinado que se encargara de las ta­ decía en 1792 que eran muchos los que a pre­
reas habituales: rodeos, recuentos y marcas en texto de chacareros, ocupaban tierras de due­
el caso de los hacendados, siembra y cosecha ños desconocidos o eran tolerados por los co­
en el de los labradores. Estas tareas eran esta­ nocidos. Amaral y Mayo coinciden en la eids­
cionales, por lo que los peones estables eran tencia de la mano de obra temporal, aunque
pocos y había una mano de obra fluctuante disienten en cuanto a las causas. En este estado
que se contrataba temporalmente y luego sub­ de la cuestión, parece prudente tener en cuen­
sistía con los recursos que el medio brindaba. ta que, dada la diversidad de tamaño y tipo de
Muchos eran labradores que, dado sus magros las explotaciones rurales, existieron diversas
ingresos, se contrataban por días o semanas en formas de trabajo: los capataces que habitaban
las estancias. Otro recurso de los hacendados generalmente con sus familias en el campo de
176 eran los agregados, punto sobre el que es con­ sus tareas; los esclavos, que no sólo trabajaban
LA SOCIEDAD HISPANO-CRIOLLA

en las caleras y en las chacras, sino que eran condición de los libertos era buena; aceptados
diestros en el manejo del ganado; los asalaria­ en los distintos quehaceres como domésticos,
dos permanentes que eran muy pocos, y a ve­ peones o artesanos, estaban muy lejos del Free
ces uno solo, en cada explotación; los concha­ Ioe que describió Ioel C. Harris: un desampa­
bados temporarios, entre los cuales hay que rado sin siquiera la protección de su amo. Si la
distinguir entre los deambulatorios y aquellos condición del esclavo fue normalmente suave
otros que tenían su rancho en algún rincón de y lograban la manumisíón, no sólo como gra­
campo ajeno, donde actuaban como agregados cia por sus servicios, sino comprándola con
sin contrata y que en los momentos de mayor sus ahorros, fue porque como libertos tenían
demanda de mano de obra se conchababan pa­ un lugar todavía mejor en la sociedad.
ra tareas concretas y de corta duración y, por Mientras varias villas crecían en los alrede­
fin, los simples agregados que proveían mano dores de la capital, como puntos de apoyo a la
de obra a cambio de la casa y la comida. Entre población rural, en Santa Fe buena parte de
las razones que condicionan la existencia de los pobladores se desplazaron hacia el sur fa­
gente que no quiere conchabarse por largo voreciendo el progreso de la villa del Rosario.
tiempo, Mayo aduce que era fácil encontrar en Como en otras ciudades capitulares, un pe­
las pampas medios para subsistir sin trabajar, queño grupo mantenía el poder a través de la
que había una frontera abierta hacia la cual re­ conjunción ya indicada de posesión de la tie­
tirarse para vivir “por cuenta propia”, que exis­ rra y de los cargos públicos. Santa Fe padecía
tían circuitos clandestinos de comercialización además de la migración ya indicada, otra a
que proveían compradores para los pocos gra­ través del Paraná, hacia la Bajada, donde sus
nos que cultivaran o las yeguas y vacas que qui­ principales pobladores poseían mercedes de
sieran vender, que era posible acceder a la tie­ tierra, ni ocupadas ni conocidas, que llegaban
rra sin títulos y, por último, la actitud del peón hasta el Uruguay. Mientras tanto, el sudeste
ante el trabajo, al que sólo se sometía en caso entrerriano se iba poblando de estancieros
de necesidad o cuando lo consideraba muy que ocupaban tierras realengas o baldías que
conveniente. nadie reclamaba y donde no existía ninguna
Ya se ha indicado cuál era el papel de los estructura de poder administrativo. Cuando el
indios y de las castas en esta sociedad. Cuando ganado y las tierras se valorizaron, comenza­
fenece el orden colonial, la presencia del indio ron los litigios por la propiedad. Por disposi­
en la ciudad portuaria se había reducido a po­ ción superior, Rocamora fundó varias villas,
co más de cien individuos, empleados en ta­ tratando de agrupar a los pobladores disper­
reas de servicio; los mestizos no mimetizados sos: Gualeguay, Gualeguaychú y Concepción
con la sociedad blanca eran todavía menos y del Uruguay, con gran resistencia de quienes
en similares tareas o en las artesanías; las cas­ no querían abandonar los campos. Los pro­
tas libres superaban apenas el millar, con muy pietarios nominales, casi siempre santafesinos,
diversas actividades. Los esclavos, en cambio, lograron las mejores tierras, los pueblos que­
representaban la cuarta parte de la población daron encerrados y sus pobladores debieron
total y continuaban en las mismas tareas que conformarse con trabajar otras más alejadas.
ya se han indicado. Cabe decir aquí que la El nivel cultural de estos pobladores, aun los 177
TERRITORIO Y POBLACIÓN

que integraban los cabildos, era muy pobre y más los marineros y jangaderos, muchos de
Rocamora decía de un alcalde de Concepción ellos indios.
que “No sabe leer ni escribir y firma como A modo de conclusión, se puede afirmar
cualquier campista señala la marca de un ca­ que el Virreinato del Río de la Plata ofreció
ballo sobre un papel o sobre el suelo”. Los desde el punto de vista de su articulación so­
grandes hacendados no vivían en el lugar y no cial la imagen de un pueblo regionalmente
contribuían a su progreso. Los labradores traí­ diverso, pero con características genéricas
dos de España pronto se plegaron a.l estilo pas­ comunes, que consistían básicamente en una
toril imperante, y los autóctonos sólo sembra­ organización en varios niveles que no eran
ban para la subsistencia. Los indios, los negros impermeables y entre los que se podía tran­
y demás castas no padecieron un segregación sitar, hacia arriba y hacia abajo, hasta los es­
sistemática, pero ocuparon un nivel social ba­ tratos vecinos, en una o dos generaciones.
jo: peones, tripulantes de lanchas, carreteros y, Las mismas restricciones impuestas en de­
en el mejor de los casos, artesanos. Algunos se terminadas ciudades o por las leyes generales
hicieron deambulantes como gauderios o se se repetían como respuesta a la violación
unieron a esclavos fugitivos y otros malhecho­ persistente de lo que ellas querían imponer:
res, hasta que las nuevas milicias pusieron un una organización rígida, donde hasta los sig­
límite a sus andanzas. nos exteriores debían permitir identificar a
Mientras tanto, los correntinos habían las personas con determinada ubicación so­
llegado a poblar la zona del Iberá, por lo que cial. Pero la población criolla se había acos­
entraron en conflicto con los administrado­ tumbrado, durante demasiado tiempo, a de­
res de las estancias de las Temporalidades, terminar su posición social a base de trabajo
antes de los jesuitas. Aparte de una incipien­ y de ingenio. Por supuesto que hubo limita­
te industria naval, la de Corrientes fue una ciones y hasta barreras infranqueables entre
sociedad de estancieros y peones, sin perjui­ los niveles más alejados, pero esto no invali­
cio de un estrato intermedio de comercian­ da la movilidad comprobada entre los estra­
tes, artesanos, transportistas y carreteros, tos vecinos.

ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA

Se seguirá aquí, para comodidad del lector, de España y América, Barcelona, 1957. Un en­
el mismo esquema desarrollado en el capítulo, foque renovado puede lograrse con la lectura
con la diferencia de que, para evitar repeticio­ de los capítulos de lAMES LOCKHART, “Organi­
nes, el período del Virreinato quedará/subsu­ zación y cambio social en la América españo­
mido en el correspondiente al siglo XVIII. la colonial” y de FREDERICK BOWSER, “Los afri­
canos en la sociedad de la América española
Para una visión global de la sociedad his­ colonial", ambos en el tomo IV de la obra de
panoamericana, sigue vigente en buena parte LESLIE BETHELL (dir.), Historia de América La­
178 la obra de JAIME VICENS VIVES, Historia Social tina, 12 vols., Barcelona, 1990-1997. Véase
LA SOCIEDAD HISPANO-CRIOLLA

también un útil resumen de la cuestión en Sobre aspectos particulares puede verse: Es­
MAGNUS MORNER, “Economic Factors and TELA B. TOLEDO, “El comercio de mulas en
Stratification in the Colonial Hispanic Ameri­ Salta: 1657-1698", en AIIH, N° 6, Rosario,
ca with Special Regards to Elites”, Hispanic 1963; IUDITH FARBERMAN, “Indígenas, enco­
American Historical Review, vol. 63, N° 2, menderos y mercaderes: los pueblos de in­
1993. Sobre el tema del mestizaje desde una dios Santiagueños durante la visita de Luján
perspectiva social puede verse con provecho el de Vargas (1693)”, Anuario del Instituto de Es­
libro de IUAN BAUTISTA OLAECI-IEA, El mestizaje tudios Históricos y Sociales (en adelante
como gesta, Madrid, 1992, y el artículo de AIEHS), N° 6, Tandil, 1991, y desde una pers­
CHANTAL CAILLAVET y MARTIN MINTCHUM, “Le pectiva indigenista, GUILLERMO B. MADRAZO,
métis imaginaire: ideaux clasificatoires et es­ “Historia de un despojo: el indigenado del
trategies rurales socio-raciales en Amérique noroeste argentino y su transformación cam­
Latine (XVIe-XXe siécles)”, L’Homme, N° 122­ pesima", Andes, N° 3, Salta, 1990-91; CARLOS
124, París, 1992. Sobre la relación entre Iglesia A. LUQUE COLOMBRES, “Abogados en Córdoba
y Estado en Indias, conviene ver: ALBERTO DE del Tucumán”, Cuadernos de Historia, N° V,
LA HERA, “El gobierno de la Iglesia indiana”, en Córdoba, 1943. Sobre los extranjeros en el
ISMAEL SANCHEZ BELLA, ALBERTO DE LA HERA y Tucumán véanse NARCISO BINAYÁN CARMONA,
CARLOS DIAz REMENTERIA, Historia del derecho “El padrón de extranjeros del Tucumán de
indiana, Madrid, 1992. En cuanto al papel de 1607”, Investigaciones y Ensayos, N° 15, Bue­
la familia en la sociedad puede verse: ELBA R. nos Aires, 1973; EDUARDO G. GOULD, “Los ex­
GONZALEZ y ROLANDO MELLAFE, “La función tranjeros y su integración a la vida de una
de la familia en la historia social hispanoame­ ciudad indiana: los portugueses en Córdoba
ricana colonial", Anuario del Instituto de Inves­ del Tucumán. 1573- 1640”, Revista de Historia
tigaciones Históricas (en adelante AIIH), N° 8, del Derecho, N° 24, Buenos Aires, 1996. Una
Rosario, 1965 y la bibliografía del capítulo an­ perspectiva más amplía, que abarca los oríge­
terior. Sobre el papel de la Iglesia es irrempla­ nes de todos los pobladores blancos, en HEC­
zable la obra de CAYETANO BRUNO, Historia de TOR R. LOBOS y EDUARDO G. GOULD, EI trasie­
la Iglesia en la Argentina, tomos II a VI, Bue­ go humano del Viejo al Nuevo Mundo. Córdo­
nos Aires, 1967-1970. ba. Siglos XVIy XVII, Buenos Aires, 1998.
La historiografía Social sobre el Siglo Los estudios sobre la gobernación de Bue­
XVII es más bien escasa, pues pocos conti­ nos Aires en ese mismo siglo también son es­
nuadores han tenido los estudios de RAUL A. casos. Sobre la relación entre elite, burocracia
MOLINA y JOSE TORRE REvELLo. Esta escasez se y contrabando es útil la lectura de ZACARIAS
nota particularmente en relación con el Tu­ MOUTOUKIAS, “Burocracia, contrabando y au­
cumán. Es así como continúa teniendo vi­ totransformación de las elites. Buenos Aires a
gencia como panorama general el capítulo de fines del siglo XVII”, AIEHS, N° 3, Tandil,
MANUEL LIzONDO BORDA, “El Tucumán de los 1988, y de JUAN PEREZ DE TUDELA Y BUESO, “So­

siglos XVII y XVIII”, en IUNTA DE HISTORIA Y bre el Buenos Aires marginado del siglo XVII.
NUMISMATICA AMERICANA, Historia de la Na­ El visitador Iosé León Garabito y su Memorial
ción Argentina, tomo 3, Buenos Aires, 1938. Discursivo”, Sexto Congreso de Historia de 179
TERRITORIO Y POBLACION

América, tomo IV, Buenos Aires, 1982; la situa­ que más puntual es el de MARIA FLORENCIA
ción en el área santafesina ha sido tratada, en­ GUZMAN, “Los mulatos-mestizos en la juris­
tre otros, por GRIsELDA TARRACO, “Los Diez de dicción riojana a fines del siglo XVIII: el caso
Andino: un linaje colonial santafesino (1660­ de los Llanos”, Temas de Africa y Asia, N° 2,
1820)”, Cuadernos de Historia Regional. N° 16, Buenos Aires, 1993. Sobre la evolución econó­
Luján, 1994, y AGUSTIN ZAPATA GOLLAN, “In­ mico-social de Córdoba, LILIANs B. ROMERO
dios y encomenderos”, Investigaciones y Ensa­ CABRERA, “Aproximación a la Córdoba del si­
yos, N° 33, Buenos Aires, 1982. La situación de glo XVIII”, Investigaciones y Ensayos, N° 40,
la Iglesia puede seguirse, aparte de la citada Buenos Aires, 1990. Para el período que sigue
obra de Bruno, en FRANCISCO AvELLA CI-IAEER, a la creación de la Intendencia de Salta del Tu­
“La situación económica del clero secular de cumán, es indispensable la lectura de EDBERTO
Buenos Aires, durante los siglos XVII y XVIII”, OSCAR ACEVEDO, La Intendencia de Salta del
Investigaciones y Ensayos, N° 29 y 30, Buenos Tucumán en el Virreinato del Río de la Plata,
Aires, 1980 y 1981. Sobre familia y propiedad, Mendoza, 1965 —especialmente su capítulo X­
hay un enfoque, geográficamente restringido, que en aspectos específicos conviene comple­
en MARIANA CANEDO, “Propiedades, propieta­ tar con SARA MATA DE LOPEZ, “Economía agra­
rios y ocupantes. La tierra y la familia en la ria y sociedad en los valles de Lerma y Calcha­
campaña de Buenos Aires. El pago de los Arro­ quí”, AIEHS, N° 6, Tandil, 1991, y “La confor­
yos. 1600-1750”, Boletín del Instituto de Histo­ mación de las élites a fines de la Colonia. Co­
ria Argentina y Americana ‘Dr. Emilio Ravig­ merciantes y hacendados en la sociedad de
nani’, 3° serie, N° 7, Buenos Aires, 1993. Salta”, 49° Congreso Internacional de America­
La bibliografía se multiplica cuando se tra­ nistas, Quito, 1997. Véase también CRISTINA
ta del siglo XVIII, aunque la mayor parte de LÓPEZ DE ALBORNOZ, “Arrieros y carreteros tu­
ella se refiere a la segunda mitad del siglo y, cumanos. Su rol en la articulación regional
con preferencia, al período virreinal. (186-1810)”, Andes, N° 6, Salta, 1994, y “La
En lo referente al Tucumán es útil ver los mano de obra libre: peonaje y conchabo en
trabajos de EDBERTO OSCAR ACEVEDO, “Situa­ San Miguel de Tucumán a fines del siglo
ción social y religiosa de Catamarca en 1770­ XVIII", Población y Sociedad, N° l, Tucumán,
71”, Revista de Historia Americana yArgentina, 1993; GABRIELA CARETTA DE GAUEEIN y MARCE­
N° 3 y 4, Mendoza, 1958 y 1959, y “La Rioja LO D. MARCI-IIONNI, “Estructura Social de Salta
hace dos siglos”, Investigaciones y Ensayos, N° a fines del período colonial”, Andes, N° 7, Sal­
5, Buenos Aires, 1968, así como los de ARMAN­ ta, 1995-96.
DO R. BAZAN, “El mestizaje americano y la for­ Sobre Buenos Aires y su elite es conve­
mación de la sociedad criolla. El caso especial niente la lectura de IosE M. MARILUz URQUI­
de Tucumán”, Investigaciones y EnsayosyN° 42, lo, “Solidaridades y antagonismos de los co­
Buenos Aires, 1992, y “La Rioja en la época del merciantes de Buenos Aires a mediados del
gobernador Sobremonte (1783-1797)”, Inves­ setecientos”, Investigaciones y Ensayos, N° 35,
tigaciones y Ensayos, N° 14, Buenos Aires, Buenos Aires, 1987; SUsAN M. SOCOLOw, The
1973. Véase también EMILLANO ENDREK, El Merchants of Buenos Aires.1778-1810, Cam­
180 mestizaje en Córdoba, Córdoba, 1966; un enfo­ bridge, 1978; RAUL O. FRADKIN, “El gremio de
LA SOCIEDAD HISPANO-CRIOLLA

hacendados de Buenos Aires durante la se­ rate Social Organization”, Journal of Latin Ame­
gunda mitad del siglo XVII”, Cuadernos de rican Studies, Vol. 8, N° 2, Cambridge, 1976; AL­
Historia Regional, N° 8, Luján, 1987; CARLOS BERTO A. RIVERA, “Catálogo de herreros en Co­
A. MAYO, “Landed but not Powerful: the Co­ rrientes durante la época colonial", Revista de la
lonial Estanciero of Buenos Aires (1750­ Junta de Historia de Corrientes, N° 5-6, Corrien­
1810)", Hispanic American Historical Review, tes, 1971; CARLOS A. MAYO, “Marginalidad y re­
N° 71, Duke, 1991; sobre un caso particular laciones extramatrimoniales en la campaña bo­
véase CARLOS M. BIROCCO, “Historia de un la­ naerense: el robo de la mujer (1750-1810)”, Es­
tifundio rioplatense: las estancias de Riblos tudios sobre Ia Provincia de Buenos Aires, La Pla­
en Areco, 1713-1813”, Anuario de Estudios ta, 1986. De la polémica sobre la situación de los
Americanos, tomo LIII, N° 1, Sevilla, 1996. trabajadores rurales en el área pampeana se
Sobre la formación de la sociedad entrerria­ puede tener una idea suficiente con la lectura de
na consúltese ERICI-I L. W. POENITz, “Pobla­ los trabajos de AMARAL, GARAVAGLIA y MAYO en
ción y urbanización en el área oriental del Vi­ el N° 2 del AIEHS, Tandil, 1987, y además CAR­
rreinato del Río de la Plata”, Sexto Congreso LOS A. MAYO y AMALIA LATRUBESSE, “La incógni­
Internacional de Historia de América, tomo ta comienza a despejarse: producción y mano
III, Buenos Aires, 1982; una consideración de obra en una estancia colonial entrerriana
sociodemográfica se encontrará en JOSE LUIS (1800-1804)”, Noveno Congreso Nacional y Re­
MORENO, “La estructura social y demográfica gional de Historia Argentina, Buenos Aires, 1996.
de la ciudad de Buenos Aires en el año 1778”, Respecto de indios y castas, una visión intere­
AIIH, N° 8, Rosario, 1997. Sobre la posición sante sobre las reducciones de Santa Fe se en­
de la mujer porteña es muy útil ver JOSÉ M. cuentra en JAMES S. SAEGER, “Another View of
MARILUZ URQUIJO, “El horizonte femenino the Mission as a Frontier Institution: the Guay­
porteño a mediados del setecientos”, Investi­ curuan Reductions of Santa Fe, 1743-1810”,
gaciones y Ensayos, N° 36, Buenos Aires, 1987; Hispanic American Historical Review, Vol. 65, N°
y en torno de la formación de los sacerdotes, 3, Duke, 1985.
ROBERTO DI STÉFANO, “Magistri clericorum. Sobre la esclavitud puede verse J. CATALINA
Estudios eclesiásticos e identidades sacerdo­ PISTONE, La esclavatura en Santa Fe, Santa Fe,
tales en Buenos Aires a fines de la época co­ 1996; MARTA B. GOLDBERG y SILVIA MALLO, “La
lonial”, AIEHS, N° 12, Tandil, 1997. población africana en Buenos Aires y su cam­
Sobre otros sectores sociales pueden leerse paña. Formas de vida y subsistencia (1750­
LYMAN L. JOHNSON, “The Entrepeneurial Reor­ 1850)”, Temas de Africa y Asia, Buenos Aires,
ganization of an Artisan Trade: the Bakers of 1993, y LYMAN J. JOHNSON, “La manumisión en
Buenos Aires, 1770-1820”, The Americas, Vol. el Buenos Aires colonial: un análisis amplia­
XXXVII, N° 2, 1980, y“The Silversmiths of Bue­ do”, Desarrollo Económico, Vol. 17, N° 68, Bue­
nos Aires: A Case Study in the Failure of Corpo­ nos Aires, 1978.

181
6. LA SOCIEDAD
INDÍGENA

Daniel Santamaría

La deuda que la historiografía argentina misiones) subrayan una aparente marginali­


tiene con la historia de las poblaciones aborí­ dad; de esos “espacios interiores” proceden los
genes proviene de la incierta posibilidad de re­ malones que fundamentan el juicio coetáneo
construir la historia de pueblos que no deja­ de “salvajes”, “indomables” o “feroces”. Duran­
ron testimonios escritos sobre su pasado. Aún te mucho tiempo, la historiografía desdeñó es­
hoy se desconoce mucho sobre la historia so­ tudiar estas “fronteras interiores” porque se
cial del Chaco y las pampas; la mayor parte de creía que “separaban” los dominios coloniales
la bibliografía disponible proviene de la etno­ en vez de integrarlos, impresión que no deriva­
grafía. Pero ahora puede afirmarse que sí es ba directamente de fuentes coloniales sino de
posible reconstruir esa historia con el cotejo las concepciones políticas del siglo XIX.
de los documentos coloniales con las actuales En el XVIII, España y Portugal quieren
investigaciones etnográficas, y salvar del me­ asegurar sus vías comerciales; requieren con­
jor modo posible el riesgo metodológico de tener e incorporar las masas indígenas a la es­
extender al pasado los testimonios etnográfi­ fera de la producción; esto se une indisoluble­
cos. La tarea es importante porque el pasado mente a los conceptos de “pacíficación" y “ci­
sobrevive en las formas de organización social vilización”. Hay que integrar esos “espacios va­
y de percepción de la vida cotidiana allí donde cíos” a la producción y al comercio coloniales;
alguna vez nuestros indios fueron dueños ex­ aunque las circunstancias difieran en cada ca­
clusivos de la tierra. so (la claridad estratégica del proyecto militar
En muchos mapas históricos de Sudaméri­ portugués frente a la crónica indecisión del
ca estos espacios aparecen como enormes “tie­ aparato burocrático-militar español), el pro­
rras de nadie”, incoloras y con pocos puntos ceso tiene objetivos comunes.
poblados. Al norte del actual territorio argen­
tino, el Chaco separa el imperio español del
portugués; en el sur, las pampas inconmensu­ LA POBLACIÓN ABORIGEN

rables y la casi desconocida Patagonia, fuera


del control español. Pero no por ello estos es­ Aunque la falta de estadísticas seguras en el
pacios dejan de ser ambicionados por los im­ período español impide elaborar con precisión
perios. Esos escasos puntos poblados (fuertes o una demografía aborigen, las crónicas colonia­ 183
TERRITORIO Y POBLACIÓN

les contienen referencias interesantes. Autores quiere gente fuerte y sana. Se favorece la re­
de fines del siglo XVIII proporcionan cifras producción y simultáneamente, se selecciona
muy fluctuantes: ¿los han contado ellos mismos a los individuos: cada grupo busca conservar
o siguen comentarios de los propios indios? su masa mínima. La eliminación de niños no
Cuando se enredan con el nombre de las tribus es delito grave ni condena a sus ejecutores; an­
nunca se sabe que’ es lo que contaron. tes que homicidio, es una forma de regulación
Parece que las poblaciones aborígenes dis­ poblacional.
minuyen durante el XVIII; que los chirigua­ Todos padecen enfermedades epidémicas
nos son los más numerosos del Chaco occi­ y endémicas, algunas bastante atribuibles a la
dental y que jamás se sabrá cuánta gente vive invasión europea, como el resfrío o la gripe;
en el interior del monte Chaqueño. Lo mismo las más comunes son cólera, hidropesía aguda,
pasa en las pampas y mucho más en la Patago­ disentería bacilar, fiebre tifoidea, influenza, sa­
nia. Se conoce el importante papel que desem­ rampión, tifo o “tabardillo”, viruela y paludis­
peñan las migraciones estacionales por se­ mo, aún hoy endémicas en el Chaco. Cuando
quías, inundaciones o ataques exteriores; todo se consignan años de peste, jamás se enume­
esto suele reunir segmentos sociales de idio­ ran muertos. Muchos animales carniceros,
mas afines, algo frecuente en la historia de las ofidios venenosos y parásitos de toda clase
llanuras. El tránsito cíclico de la recolección a amenazan al aborigen. Pese a las medicinas
la agricultura de roza hace de la migración tradicionales, la mortalidad infantil y adulta
una estrategia frecuente. ha sido muy alta.
Los misioneros informan que muchos Frente a estas disminuciones estructurales,
pueblos disminuyen porque las mujeres abor­ se conserva estable la población femenina: se­
tan con hierbas o procedimientos mecánicos o cuestran masivamente mujeres blancas para
tienen sólo un hijo: esto condiciona seriamen­ resarcirse de la pérdida de las suyas, muertas o
te la población. Se dice que los niños estorban capturadas por los españoles; en las pampas
en los desplazamientos y la guerra; que la mu­ compran mujeres, poligamia coactiva que re­
jer debe trabajar y cuidar de sus maridos. Co­ cupera, en el largo plazo, el número de muer­
mo los patrones de reproducción se vinculan tos en las guerras. Cuando atacan una hacien­
con necesidades laborales y ambientales, da u otro pueblo indio, se llevan las mujeres y
mientras unos grupos buscan multiplicarse las ovejas; a veces las cautivas españolas se nie­
activamente, otros se limitan. Apenas puede gan a regresar si han formado un hogar mesti­
explicarse esta diferencia; ni siquiera se sabe si zo, y debe traérselas “bajo guardia”.
cada grupo la observa siempre o sólo a veces.
Otros matan a los recién nacidos si su madre
muere en el parto o si el hijo anterior aún está EL INDIO. ¿CONFIGURACIÓN ÉTNICA
en la lactancia; matan a los mellizos (o a uno o SOCIAL?
de ellos), a los discapacitados y a los hijos in­
cestuosos o adulterinos. El imaginario indíge­ Las llanuras son territorios étnicos com­
na concibe peligroso dejarlos vivir. ¿Mecanis­ plejos: en el Bermejo y el Pilcomayo, cazado­
184 mos de selección?, la dura vida del monte re­ res y recolectores neolíticos se mezclan duran­
LA SOCIEDAD INDÍGENA

"Cacique” y “cacica”, dibujo acuarelado de Florián Paucke.

te siglos con estratos chaquenses arcaicos y según el momento y el lugar en que fueron es­
forman una sociedad fragmentada y cada vez critos. Algunas clasificaciones confunden los
más heterogénea. En las pampas, la penetra­ nombres de los pueblos con los de sus subdi­
ción mapuche desde Chile favorece un lento visiones o los de sus jefes.
proceso de homogénesis cultural con grupos Décadas más tarde, los ilustrados detectan
locales. Estas concurrencias favorecen la dia­ esa confusión por el avance del conocimiento
lectización progresiva de las viejas lenguas, etnolingüístico. Los indios no sólo comparten
proceso confirmado por datos del período es­ idiomas: además de casarse con connacionales,
pañol tardío. adoptan mujeres de otros grupos como concu­
Desde sus primeras clasificaciones, la et­ binas. “Toba” y “pampa” devienen categorías se­
nografía progresó bastante a pesar de enfren­ mánticas o sociales, más que definiciones étni­
tar varios problemas: si se consideraba que un cas. Los documentos antiguos llaman “tobas” o
pueblo era heredero de otro antiguo, las fuen­ “guaycurúes” a todos los pueblos indios al oes­
tes de larga data conservaban la misma desig­ te del río Paraguay; estos nombres equivalen al
nación étnica, aunque fueran a veces pueblos principio a “salvaje” o “rústico” aunque luego
distintos. Los textos que recogen las lenguas denoten familias lingüísticas. Con términos co­
indígenas traen multitud de variantes léxicas, mo “toba” o “mocoví”, los españoles del XVIII 185
TERRITORIO Y POBLACIÓN

se refieren a los guerreros ecuestres que depre­ de grupos distintos, que forman una verdade­
dan los ríos Salado y Bermejo. ¿Qué es ser ma­ ra argamasa étnica. Por lo tanto, se nos pre­
taco? Hablar wichí, desde luego; pero ¿qué otra senta hoy una alternativa fundamental: prose­
cosa? Porque más allá de compartir técnicas y guir con el análisis clasificatorio tradicional,
creencias religiosas, unirse con mujeres “ex­ que entiende a cada grupo étnico como por­
tranjeras” parece una costumbre generalizada. tador particular de una cultura determinada,
¿Cómo clasificar entonces, etnográficamente, o entender las masas aborígenes del período
su prole? español como un sector amplio de la pobla­
Apenas se conoce cómo algunos grupos se ción, con rasgos sociales, económicos y cultu­
nombraban a sí mismos; otros se dan más de rales diferentes de la población de origen eu­
un nombre, o sólo se conocen por los que les ropeo. Pero de esos rasgos participan todos
daban sus vecinos. Si la lengua hablada puede los indios, por la comunidad de su origen y
diseñar la imagen de un grupo homogéneo, porque las relaciones de dominación y acul­
las alianzas exogámicas y el multilingüismo turación que los españoles traban con ellos
doméstico la borran. Los diversos dialectos tienden a homogeneizarlos. Aquí adoptamos
son deslizamientos fonéticos producidos por la segunda postura, más próxima a la historia
un intercambio permanente: diversidad dia­ que a la etnografía.
lectal que denuncia la formación, imprecisa y Por lo tanto, se denominan “grupos ecues­
en muchos casos efímera, de nuevas lenguas. tres” a todos los cazadores y recolectores que
Hoy, los mitos y relatos populares ayudan a utilizan el caballo para sus desplazamientos,
descifrar viejas relaciones interétnicas o meca­ hablen la lengua toba, mocoví, pampa o vilela,
nismos de intercambio: la tradición oral con­ y “cultivadores y pescadores" a los grupos que,
temporánea recoge la autopercepción de sus sin dominar el caballo, practican estas activi­
hablantes sobre su propia historia. dades, hablen wichí, tonocoté o mapuche.
Además, las poblaciones aborígenes tienen Tampoco esta diferencia por actividad es, en
una organización política del tipo “jefatura”, es los hechos, tan prolija: la ecología de las llanu­
decir, cacicazgos segmentarios donde el poder ras permite combinar estas actividades y la
y prestigio del cacique se cimenta en prácticas misma mezcla de pueblos distintos favorece
de redistribución entre los fragmentos, que esa combinación: un ejemplo claro de esto es
dan lugar a alianzas más o menos duraderas. la común práctica del pastoreo de ganado va­
En las pampas, se detecta el progresivo predo­ cuno. Lo más importante, en definitiva, es
minio de la herencia del poder entre miem­ examinar cómo estos pueblos, con un desa­
bros de ciertos linajes. Aunque en el Chaco es­ rrollo técnico y social menor que el de los es­
tos bloques dirigentes son bastante menos vi­ pañoles, actúan para adaptarse a las condicio­
sibles, logran consensuarTa firma de acuerdos nes impuestas por la economía mercantilista y
de paz con los españoles; la eventual ruptura las instituciones coloniales, o cómo actúan pa­
de estos acuerdos señala invariablemente pro­ ra resistirlas.
blemas de legitimidad y representatividad en­ La adopción del caballo permite el aprove­
tre las propias parcialidades indígenas. chamiento general del ganado vacuno suelto y
186 Pero todo contribuye a la paulatina fusión sin dueño (“cimarrón”), que promueve enor­
LA SOCIEDAD INDIGENA

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l Caza de caballos por los indios, dibujo acuarelado de Florián Paucke.

mes desplazamientos humanos en las llanuras. produce una extinción cultural por-el mestiza­
Estos desplazamientos amplían los territorios je social y biológico o una extinción física por
dominados por el indio y le permiten asediar las guerras coloniales.
las fronteras españolas. Se ha discutido mucho
si los chaquenses eran guerreros antes de do­
minar el caballo o si fueron tales precisamen­ Los ESPACIOS INDÍGENAS

te por dominarlo. Los grupos ecuestres se ex­


panden sobre un ancho escenario, desde me­ Las llanuras argentinas forman un gigan­
diados del XVII hasta principios del XIX. No tesco corredor desde el Colorado alPilcoma­
sólo luchan entre ellos, sino que desplazan a yo, que tiene, como factor común, la abun­
cultivadores y pescadores hacia áreas ecológi­ dancia de pastos. La mitad meridional consti­
cas menos ricas o, lo que tiene mayor impor­ tuye las pampas, una pradera herbácea con
tancia histórica, sobre territorios controlados bosques esporádicos de algarrobo y otras es­
por españoles. De este modo, los cultivadores pecies, mientras la septentrional, el Chaco, tie­
se enfrentan al aislamiento geográfico (como ne bosques más abundantes de algarrobo,
los wichís), a migraciones en gran escala (co­ quebracho y palosanto.
mo los makás) o a la extinción progresiva (co­ Las pampas se dividen en tres sectores cla­
mo los tonocotés). En estos últimos casos, se ramente definidos: las llanuras secas occiden­ 187
TERRITORIO Y POBLACIÓN

tales (La Pampa, sur de San Luis y Mendoza), siva o nula de nada sirve) para lavarse y beber;
las serranías del sur de la provincia de Buenos se desechan las aguas estancadas y las fuentes
Aires y las praderas nordorientales (norte de termales. Si un grupo logra controlar estas
Buenos Aires y sur de Santa Fe y Córdoba), aguas, rechaza las intrusiones extrañas, de
que reciben un caudal pluvial de 800 milíme­ modo que los más débiles deben contentarse
tros anuales. Una zona de tierras bajas y lagu­ con tierras más secas o migrar a zonas someti­
nas saladas separa las tierras secas de las sie­ das a dominio español. Se comprende así que
rras; una vasta zona de transición se abre en­ el acceso al agua desate frecuentes conflictos
tre aquéllas y las praderas, semejante a la que interétnicos.
separa las pampas del Chaco (el corredor cen­ Resulta bastante difícil reconstruir los
tral). El espacio Chaqueño se divide en dos re­ cambios ambientales en las llanuras porque no
giones: la oriental, cálida y húmeda, con este­ disponemos de algo similar a los “informes del
ros y pantanos que, sobre todo en el sur, cre­ tiempo" elaborados por los cabildos. Sin em­
cen con las lluvias estivales y desaparecen con bargo, hoy se sabe bastante más de los cambios
las sequías, y la occidental, con lluvias menos climáticos operados en el Norte argentino o de
frecuentes e irregularmente distribuidas, don­ los cambios fluviales en el corredor central du­
de abundan los quebrachales entre médanos, rante el siglo XVIII: alternancia de períodos se­
bosques arbustivos y pastizales quemados por cos con húmedos, sequías, ríos que cambian
frecuentes tormentas de polvo. sus cursos y sus desagües; grandes lluvias que
El agua es el primer factor de cambio am­ producen crecidas. Como los ríos sirven de
biental y de localización humana en las llanu­ frontera, un simple cambio de curso puede sig­
ras: el caudal de los ríos que las atraviesan se nificar que el espacio indígena se amplíe o dis­
modifica durante el año y muchos cambian su minuya: en el primer caso, los colonos piden
curso. En el Chaco se entrecruzan “albardo­ fuertes y obras de reencauzamiento. Las lagu­
nes” con “Cañadas”: los primeros son zonas al­ nas inundadas cortan los caminos entre una
tas y las segundas, depósitos bajos de agua de ciudad y otra; las sequías arruinan los pueblos.
lluvia o antiguos cauces que se secan en invier­ Ya no se puede recoger miel y cera entre mar­
no. El Bermejo, que crece entre octubre y mar­ zo y mayo; los indios avanzan y los ganados
zo y se reduce entre abril y septiembre, forma deben llevarse a Córdoba para evitar el abigea­
en sus bordes bancos de arena y numerosos to. Las ciudades se hacen inseguras.
“madrejones” (charcos y lagunas paralelas); en El indio padece los mismos problemas;
ellos beben hombres y ganados, se pesca y se cuando llueve mucho, rancherías enteras
extraen caracoles. El chaquense vive en los quedan aisladas durante meses; cuando la
montes que rodean o acompañan los cursos sequía se prolonga hay traslados masivos ha­
de agua. r‘ cia las fronteras españolas. Estas tolderías,
Los misioneros han respetado siempre es­ construidas pobremente con palos de made­
ta pauta de localización; si el río cambia su ra y techos de caña, duran mientras las con­
curso, los neófitos indios abandonan la mi­ diciones ecológicas son propicias; al romper­
sión. Es preferible habitar cerca de aguas co­ se el equilibrio hombre/agua se abandonan
188 rrientes de mediana salinidad (si ésta es exce­ hasta que, cambiadas las condiciones, regre­
LA SOCIEDAD INDÍGENA

san sus antiguos ocupantes o algún otro gru­ Los RECURSOS ECONÓMICOS
po. Sólo se abandona para siempre si la mo­
dificación se juzga definitiva. Si a todo esto Si el agua domina el establecimiento y la
se suman las actividades de caza, pesca y re­ circulación, su proximidad no basta para ha­
colección, el aborigen debe pasar mucho bitar: se buscan los buenos “pescaderos” en
tiempo fuera del ámbito ocupado; se produ­ ríos o lagunas, donde hay moluscos que com­
cen movimientos de pequeños grupos espe­ plementan la dieta.
cializados, exclusivamente masculinos en los Los pampas habitan los bajos y bañados
desplazamientos corrientes, o masivos ante del centro bonaerense y la cuenca del Salado
cambios ecológicos importantes. Los puntos del Sur. Frecuentan los jagüeles del río Quinto
poblados se interrelacionan; su uso no es ca.­ y los bañados de La Amarga y el Saladillo.
prichoso ni caótico. Al migrar, siguen las Los chaquenses cazan peces con lanza, sin
“rastrilladas” -sendas abiertas por el uso, pa­ redes ni anzuelos, los encajonan en pequeños
ralelas a los cursos de agua- y las cañadas, cercos de ramas: son su alimento todo el año,
parando en los albardones de mayor follaje especialmente durante la sequía invernal. Los
para disimular el paso. Se detienen en las cardúmenes de sábalos, surubíes, bogas, bagres
aguadas o jagüeles (pozos surgentes o char­ y dorados aumentan entre octubre y diciembre
cos que forman las crecidas) donde suelen y con las lluvias del verano, dos semanas cada
dejar sus caballos; éstas actúan como resi­ período. La grasa del sábalo se conserva en pi­
dencia temporal en recorridos largos porque miento. Curiosamente, nadie come anguilas;
también allí abrevan las presas de caza. Ex­ alguna tradición les prohíbe a las mujeres alí­
cepto en sus retiradas, nunca se internan por mentarse de pescado. Además recogen todo el
montes o lomadas sin agua, ni por bajíos año la miel de avispas y abejas, una de las fuen­
inundables. Por eso los españoles conocen tes más ricas en glucosa de su dieta, pero nun­
los caminos del indio: saben qué sitio consi­ ca la cera. La melada complementa la caza y es
derar puerta precisa de tránsito para quienes una actividad casi paralela, que sólo se cumple
comercian o buscan su comida, porque la una vez levantada la cosecha de las huertas.
dependencia del agua es también fundamen­ Con la miel, los chaquenses elaboran, en me­
tal en estos movimientos y así saben dónde dio de antiguos rituales, el “latagá”, popular be­
instalar sus fuertes. bida alcohólica que el jefe distribuye durante
Salvo algunos grupos del Paraná, el indio ritos, que los españoles llaman invariablemen­
no navega los ríos; los cruza en puntos coste­ te “borracheras”, y donde los bebedores can­
ros determinados por el trayecto más corto tan. Las primeras referencias al consumo de
posible. Se aseguran desplazándose de noche, yerba mate son posteriores a la “paraguayiza­
tanto cuando cazan como cuando guerrean, ción” de los chaquenses en el siglo actual.
iluminándose, según Iolís, con luciérnagas. En general, las llanuras abundan en vege­
Las rastrilladas más conocidas permiten re­ tales que complementan la carne y las legum­
construir hoy aproximadamente los antiguos bres. Mientras cazan, los indígenas, que distin­
espacios de intercambio. guen perfectamente lo comestible de lo vene­
noso, recogen frutos para alimentarse donde 189
TERRITORIO Y POBLACIÓN

estén o llevarlo a las tolderías. La maduración manto vegetal durante las lluvias estivales fer­
de estos frutos ocurre entre octubre y diciem­ tiliza el suelo, preparan el monte por roza o
bre. Recogen la resina del algarrobo (no se sa­ quemazón (técnica propagada por los guara­
be para qué uso) y sobre todo su fruto, la alga­ níes orientales y los chiriguanos). Esta es una
rroba, que comen diariamente y con la cual de las tareas anuales más importantes.
elaboran la “aloja”, bebida alcohólica muy esti­ Normalmente, grandes fiestas señalan el
mada que usan en celebraciones rituales, con­ inicio del cronograma de cultivos. Logran tres
vites e intercambios interétnicos. Recogen o más cosechas de maíz cada año, ya que utili­
también la madera y el tanino del guayacán, zan dos especies que maduran en cuarenta
cuyos frutos alimentan al ganado; la fruta del días. Como ocurre con el trigo en las hacien­
chañar, que consumen cruda, usan hervida das españolas de la frontera, no invierten mu­
como antiasmático o para elaborar arrope; del cha energía en la segunda o tercera siembra
fruto del mistol elaboran el pan “patay”. porque las primeras lluvias del verano desa­
Mientras en las pampas los textiles provie­ rrollan los plantíos remanentes de la primera.
nen casi en su totalidad de Chile, hay en el Además de maíz y mandioca, cultivan verdu­
Chaco algunas manufacturas rudirnentarias ras, legumbres, tubérculos y calabazas.
(las cuerdas, redes y bolsas wichís de chaguar Entre los recursos minerales, las salinas
y caraguatá). Muchos pueblos aborígenes fu­ —especialmente las pampeanas- merecieron,
man las hojas del coro, que crece en el norte de por su tamaño, la atención de emprendedo­
Santa Fe; para recolectarlo organizan una mi­ res españoles: la sal yace en depósitos fluvia­
gración anual que promueve un verdadero en­ les resecados durante el invierno. La usan
cuentro interétnico, aparentemente pacífico. masticada junto con tabaco o coro para pre­
Las habas silvestres y muchas hierbas sirven de venir el bocio endémico. Las tierras negras y
alimento: Las-especies tintóreas (grana, lapa­ rojas sirven para teñir pieles y ropas. Duran­
cho colorado o ecebil) sirven para adorno per­ te las fiestas de la colecta de miel o la madu­
sonal o pinturas rituales; la última,‘ posible­ ración del algarrobo, los chaquenses se pin­
monte cmnoalucinógeno. tan de rojo con la pintura de polvo de piedra
[Jashorticultura aparece enunos pueblos y del río Paraguay.
no en otros: ltdiscorrtinuidad de su práctica Como en la Amazonia, la caza es una acti­
derivmmenos de tradiciones culturales qua-de vidad central, complementada por la recolec­
condicionantes estrictamente ecológicos, pero ción y las huertas. Del venado comen su carne,
en todo caso es siempre un complemento de la usan su comamenta para bocado de cabalga­
caza y ‘la recolección. Dos timbúes y caracarás­ duras o puntas de dardos y su piel ‘para cuer­
que conoce Díaz de Guzmán sobre la margen­ das, bridas ybolsas para cruzados-ríos. Como
derecha del Paranáfcerca de Santa Fe, cultivan evitan losterrenos anegadizos, los Venados se
sobre las playas del río y saben navegar. Entre meten en la espesuradel ‘monte y los cazado­
los pueblos que ‘rodean ManChiquita y el río. res debnrr-quemarlo para verlos,- qnemazones
Segundo y en todo el.Chaco, las huertas de­ esporádicas que perjudican seriamenteel am­
sempeñan un papeliesencialnen laealimenta­ biente. Gtra presa importante son los-ñandúes
190 ción. Aunque la putrefacciónde gran parte. del pampeanosx y. los suris chaqueños; también
LA SOCIEDAD INDÍGENA

vizcachas, pecaríes, cabras salvajes, mulitas, intervalos de paz; éstos le permiten al indio
muchas aves, batracios e insectos. participar del mundo hispanocolonial, porque
Durante el siglo XVIII, las cabras y ovejas sus actitudes colectivas de consenso suponen
introducidas por los españoles (las cimarronas “adaptaciones estratégicas” y formas de coo­
y las donadas por el gobierno) hacen retroce­ peración y convivencia no violenta con los es­
der la fauna silvestre que se refugia en zonas pañoles. Pero esta convivencia fija los límites
aisladas. La carne de oveja se come, semicru­ de la vinculación entre las economías recolec­
da, sólo en caso de necesidad; las mujeres em­ toras-cazadoras y el mercantilismo colonial.
barazadas la evitan porque creen que sus hijos Entre los españoles de la frontera y mu­
nacerán cubiertos de lana. Estos animales eu­ chos de sus cronistas, el discurso se hace ho­
ropeos mejoran la economía indígena: el in­ mogéneo: los indios son “bárbaros” y “salva­
tercambio entre los grupos ecuestres de las jes”, sospechosos de antropofagia, roban gana­
pampas y los cultivadores chilenos hace que se do, son crueles con hombres, mujeres y niños,
difundan en ellas ponchos y mantas, que lle­ se resisten empecinadamente a recibir la fe y la
gan a venderse hasta en Buenos Aires. En mu­ civilización. Aunque nadie pueda dudar ya de
chos puntos de las llanuras, la artesanía do­ su humanidad, son muchas las descripciones
méstica fabrica mantas de lana y varios artícu­ donde esa duda aparece encubierta. Esta idea
los de cuero. Observadores del siglo XVIII se­ general añade a las relaciones pacíficas con el
ñalan que el fácil acceso a la oveja lleva a los indio otro plano de relaciones violentas, legi­
cazadores a desistir de cobrar presas de cuero. timadas por ese discurso y promovidas por la
Sin embargo, el consumo eventual de los me­ necesidad de trabajo barato.
jores animales suele deteriorar genéticamente ¿Por qué el control de vacas y caballos ha
las majadas. desatado guerras tan feroces? La vaca, recurso
completo por su carne y su cuero, se comple­
menta con el caballo, que les permite a los ca­
LA LUCHA POR EL GANADO zadores ecuestres buscar las vacas en los pasti­
zales. En épocas de lluvias, la abundancia de
Dos recursos básicos de la era preindus­ agua y pasturas hace que el ganado se multipli­
trial producen graves conflictos: la vaca y el que libremente; en épocas de sequía, los reba­
caballo. Por ello, gran parte de las investigacio­ ños se dispersan buscando las zonas húmedas
nes históricas dedicadas a las llanuras que se donde se confunden con el ganado “alzado” de
limita a examinar la guerra fronteriza, expli­ las haciendas españolas y con los que se extra­
can estos temas desde el espacio español y de­ vían durante arreos prolongados. Como los es­
jan en penumbras los espacios aborígenes. La pañoles no controlan el interior de las llanuras,
cuestión de la guerra de fronteras planteada, no inciden en el volumen de los rebaños. Si los
entonces, como una lucha contra un enemigo pampas han usado corrales para guardar sus
desconocido, corre el riesgo de atribuir la fric­ animales durante largos desplazamientos, los
ción interétnica al “ethos bélico” del indio. chaquenses nunca los han construido, de mo­
En realidad, la lucha por acceder al ganado do que sus rebaños circulan en paz, arrastran­
explica‘ la alternancia crónica de conflictos e do alos indios a una permanente movilidad 191
TERRITORIO Y POBLACIÓN

i Caza de vacunos por los indios. dibujo acuarelado de Florián Paucke.

geográfica. El stock vacuno es tan grande que dente del Tucumán, el norte de la Pampa Hú­
sobrevive a los ataques de sus depredadores. meda y el Paraguay. Los españoles, que se atri­
Además, la población humana, aun cuando no buyen la propiedad de todo el ganado, llaman
se conozca su dimensión real, parece no ame­ “alzado” al que burla su control y por ende, a
nazar el equilibrio alimenticio. En las pampas, todo el ganado suelto, fuera o no realmente
por el contrario, el ganado “cimarrón” comien­ propio. Pese a los esfuerzos contables de los
za a extinguirse en el XVIII por las frecuentes mayordomos, es imposible determinar el nú­
“vaquerías” españolas, que originan violentos mero exacto de animales poseídos por cada
“malones” contra Buenos Aires, Córdoba y hacienda. Nadie, en esta situación, desdeña los
Mendoza. Las líneas de corrales pampeanos se­ ajenos que se unen espontáneamente a sus
ñalan la intención de los pampas de proteger propios rebaños.
sus rebaños y la distribución de esos vestigios Cuando los indios se apoderan de los ga­
parece señalar un intercambio extrarregional nados alzados que merodean sus territorios,
de ganado, semejante al que puede detectarse los españoles denuncian de inmediato “robos”,
en el norte del Chaco. “saqueos” o “abigeatos”. Es un hecho cierto
Desde el XVII, indios y españoles cazan que bandas indígenas roban periódicamente
192 sistemáticamente el ganado cimarrón proce­ el ganado que pace en las haciendas españolas,
LA SOCIEDAD INDÍGENA

pero los indios ignoran que violan un orden Cómo acceden a ese ganado es una cuestión
jurídico basado en la propiedad privada de los fundamental de la economía y la historia de
recursos; de hecho, su propio sistema jurídico las guerras fronterizas del XVIII; se trata de
prescribe formas de distribución comunitaria un recurso extremo que los indios sólo em­
y sólo reconoce la propiedad privada de ense­ plean en graves circunstancias contra quienes
res domésticos y objetos ceremoniales. dominan el alimento. No importa que quie­
Se ha dicho que los rebaños migran es­ nes controlen esos recursos sean araucanos,
pontáneamente durante las sequías a regiones wichíes o españoles.
que conservan humedad, muchas de ellas so­ La guerra por el ganado cumple tres requi­
metidas al control español (fronteras occiden­ sitos fundamentales: l) la posibilidad de obte­
tales y orientales del Chaco, fronteras septen­ ner un volumen de recursos que justifique la
trionales de las pampas). Al capturar esos re­ pérdida segura de hombres (los “guerreros” ci­
baños dentro de jurisdicción española, los in­ tados en informes y censos); 2) cierto margen
dios no hacen más que recuperar un recurso de seguridad para que la mortandad en guerra
necesario. Es entonces cuando el discurso ofi­ no afecte la reproducción interna de los gru­
cial descubre la pobreza de proteínas animales pos involucrados y 3) que graves condicionan­
en la alimentación india: es cierto, la alternan­ tes ecológicas (hambrunas, epidemias, se­
cia de sequías e inundaciones afecta el volu­ quías) o sociales (disputas episódicas por ca­
men proteínico, que desata periódicas “crisis zaderos o pescaderos) tornen necesaria la
de subsistencia” que la “apropiación” de gana­ apropiación violenta de esos recursos (por
do se propone superar. ejemplo, el ganado vacuno).
Finalmente, muchos ataques contra obje­ Pero no sólo los indios se apropian del ga­
tivos españoles son episodios de una fuerte re­ nado que los españoles consideran suyo: a ve­
sistencia anticolonial: las poblaciones autócto­ ces se apoderan del ganado que controlan
nas responden a la invasión de sus territorios, otros indios. Aunque estos hechos casi no
a la explotación y eliminación de sus recursos, constan en la documentación estatal, forman
al secuestro o asesinato de sus familias y al in­ el grueso de los conflictos interétnicos. Ofi­
cendio de sus rancherías. El ganado del inva­ cialmente, son episodios de una guerra habi­
sor premia el esfuerzo de esta resistencia. tual, percibida como propia de “salvajes”. Pero
Explicable por las fluctuaciones ecológi­ cuando se apoderan de ganado propiedad de
cas y económicas, la guerra es, sobre todo en indios reducidos, se entiende como un ataque
la pampa, un mecanismo recurrente de acce­ contra la misión misma.
so al ganado. Si es constante que grupos aco­ Una cuestión grave para la economía espa­
sados por hambrunas intervengan los cazade­ ñola es que gran parte de los ganados apropia­
ros y pescaderos ocupados por otros grupos, dos se intercambien con otros grupos indíge­
la disponibilidad de ganado cimarrón intensi­ nas o con portugueses: esta “comercialización"
fica estos conflictos. Cuando los ganaderos es­ del ganado no consumido tiene importancia
pañoles extienden arbitrariamente sus ha­ política. Los españoles esperan cambiar sus
ciendas hacia el interior de las llanuras crean vacas por los caballos que los indios saquean
un factor atractivo para los grupos ecuestres. en otros sitios; el intercambio uno a uno de 193
TERRITORIO Y POBLACIÓN

vacas por caballos los beneficia porque los ca­ merodean la ruta Santa Fe-Mar Chiquita-Río
ballos son más caros que las vacas en los mer­ Salado, que une los puertos del Paraná con la
cados urbanos. Por eso los misioneros insisten ruta a Potosí, y las rutas a Chile, especialmente
en llevar ganado vacuno a las reducciones. ¿Si la “travesía puntana”, que obliga a los mercade­
éstas tienen ganado para ofrecer, se evitarán res a contratar escoltas. Estos pueblos traban
los saqueos? El robo de caballos afecta la eco­ frecuentes alianzas, que aumentan su capaci­
nomía pastoril en forma global aun cuando dad militar para atacar varios frentes a la vez.
esos animales se recuperen luego con la entre­ El discurso oficial sobre el indio se endurece;
ga de vacas más baratas. Normalmente, los cronistas y escribanos compiten en describir
fuertes provistos de ganado remiten sus exce­ sus atrocidades, los misioneros dudan si po­
dentes de carne faenada a los mercados urba­ drán evangelizarlos, las historias sobre sus ritos
nos. Cuando se expulsa a los jesuitas (1767) y diabólicos circulan profusamente.
desaparece mucho ganado, los jefes militares Durante dos siglos, los españoles buscan
le piden dinero al gobierno para comprar car­ contener las masas indígenas que desbordan
ne con que pagar el trabajo de los indios y la las llanuras en busca de ganado. La táctica de­
comida de la tropa. Los indígenas nunca traen fensiva de edificar ciudades fronterizas fracasa
al fuerte o a la hacienda donde trabajan sus absolutamente: Santiago de Guadalcázar, fun­
productos regionales: ¿qué demanda hay entre dada sobre la confluencia del Zenta con el Ber­
los españoles de miel, pescados o aloja? La ro­ mejo en 1626, es destruida por grupos ecues­
pa y los instrumentos de hierro, que los indios tres en 1635; la vieja Esteco agoniza; la ruta
tanto estiman, los obtienen trabajando en ha­ Santa Fe-Mar Chiquita-Salado se abandona.
ciendas españolas. Hacia 1700 los españoles se retiran de todos
los puestos de avanzada en territorio indio y,
poco a poco, los grupos ecuestres extienden su
LAS GUERRAS DE FRONTERA señorío sobre todas las llanuras.
Otra táctica frecuente, pese a su escaso éxi­
La lucha por el ganado es, entonces, la ra­ to, es el uso político de los conflictos interétni­
zón básica de la larga guerra fronteriza. Desde cos: los españoles se apoyan en unos pueblos
comienzos del siglo XVII, se conoce la presen­ para combatir a otros. La idea de sedentarizar
cia de pueblos ecuestres sobre el Bermejo, el en reductos misionales a los más pacíficos pa­
Chaco meridional, el corredor central y las di­ ra frenar a los más belicosos es un Ieitmotiv de
latadas llanuras que se extienden hasta el río la política colonial. Tampoco triunfan los tra­
Colorado. Durante el XVII guerrean contra tados de paz: la fragmentación política de los
otros pueblos y asedian las ciudades españolas: pueblos ecuestres (frente a la relativa unidad
la expansión por el norte amenaza Asunción de los cultivadores) hace que la paz lograda
del Paraguay, Salta, Corrientes y Santa Fe; por con un grupo no la garantice con otros. Las
el sur, toda la frontera pampeana, desde Bue­ paces se firman cuando median condiciones
nos Aires a Mendoza. El descomunal número positivas, pero cuando éstas cambian, nadie
de cirnarrones los incentiva a reaccionar con­ respeta los acuerdos. A la vez, un grupo hostil
194 tra la presencia española. Patrullas ecuestres a la paz, puede, después de cierto tiempo, de­
LA SOCIEDAD INDÍGENA

searla fervientemente sin que las autoridades Ignacio de Zamucos marca el punto máximo
se enteren. de su expansión hacia el norte; su dominio al­
Desde el XVII, los gobiernos comprenden canza un tamaño descomunal, equivalente al
la necesidad de una política militar más orgá­ territorio que los españoles controlan efecti­
nica. En 1670, el gobernador del Tucumán, vamente en el Perú. Nadie puede oponérseles
Angelo de Peredo, propone repartir indios en con éxito: muchos pueblos indios no poseen
encomiendas y lanzar represalias contra los caballos.
“infieles” para proteger las haciendas, las rutas En la llanura pampeana, la frontera ad­
y las ciudades. Pero estas "entradas" se confían quiere un tinte dramático cuando, entre 1700
a expediciones mal armadas que apenas cono­ y 1714, una fuerte sequía afecta la región y
cen el terreno. Durante la grave sequía y la más tarde, se produce una lenta y masiva inva­
consiguiente crisis económica de comienzos sión araucana: los malones recrudecen.» Desde
del XVIII, su sucesor Urízar y Arespacochaga 1739, expediciones militares aisladas expulsan
robustece la política ofensiva: una numerosa a los indios del actual norte de la provincia de
expedición militar (1710) concentra cuatro Buenos Aires y desde 1757, el gobernador Ce­
mil vilelas en los fuertes que protegen las mi­ vallos trabaja en planes de consolidación. En
siones jesuitas de Balbuena y Miraflores; se 1770, Manuel de Pinazo encabeza la primera
reinstalan y repueblan fuertes (entre ellos, expedición “punitiva” de largo aliento hasta el
Zenta, destruido en 1682 por los jinetes cha­ río Colorado, que ataca especialmente la sierra
quenses) y se trasplantan algunas misiones a de la Ventana, zona de concentración indíge­
sitios más seguros. Las ciudades del piedemon­ na. Las incursiones se repiten: la comandada
te andino se movilizan y la política agresiva de por Pavón en 1772, otra de Pinazo en 1778, la
Urízar continúa con entusiasmo: en 1731 el de Amigorena en 1780. En 1779, el virrey Vér­
gobernador Félix Manuel de Areche organiza tiz reorganiza el servicio de blandengues en
una “entrada general”, para lo que solicita bas­ Chascomús, Monte, Luján, Salto, Rojas y Me­
timentos a los cabildos, exige a los exportado­ lincué y tropas milicianas en otros puntos.
res de ganado que paguen impuestos por sus Como hacia 1783 se considera que la fron­
peones y capataces para financiar la compra tera sur está asegurada, se prodigan las expedi­
de armas y la contratación de soldados. Se ciones en busca de sal y los tratados de paz: el
multiplican las sentencias de exilio a los fuer­ de De la Sota con picunches y ranqueles y el de
tes, para que los indeseables engrosen los ejér­ Amigorena (1794) con las avanzadas arauca­
citos punitivos. nas. Sin embargo, la línea cordobesa-puntana
En- I733 y 1739, se repiten otras “entradas” sigue siendo entonces, y simultáneamente, un
en medio de dificultades financieras y técni­ área de tensión y de intercambio comercial.
cas: el virrey de Lima retacea los fondos y los Los rebaños arreados ilegalmente se cambian
cabildos locales no saben cómo conseguir el por yerba, tabaco o aguardiente, tanto en Pata­
dinero. Se necesitan fuertes para las-tropas, pe­ gones como en Río Cuarto. Incluso siguen lle­
ro no hay medios; además no pueden cons­ gando a Buenos Aires indios “pacíficos” a ven­
truirlos durante la estación lluviosa. En 1741, der sus-mercancías. Por su parte, el occidente
el ataque chaquense -contra la misión de San santafesino, integrante del apenas dominado 195
TERRITORIO Y POBLACIÓN

corredor pampeano, sufre ataques chaquenses rreros indios, se lanzan a trágicas retiradas,
entre 1756 y 1762. durante días enteros. Mal guarecidos y separa­
Consciente de que el único resultado visi­ dos unos de otros por leguas y leguas de pasti­
ble de la política “punitiva” ha sido la expan­ zales y montes, los “partidarios” no pueden
sión chaquense, el gobernador Martínez de impedir el deslizamiento sigiloso del indio, las
Tineo decide consolidar puntos estratégicos pulimentadas técnicas de ataque nocturno y
en la frontera oriental del Chaco con un costo retirada que los jefes de la guerra han estudia­
mínimo. En 1750, congrega grupos ecuestres do concienzudamente. Tampoco las reduccio­
en el fuerte de San Fernando del Río del Valle nes fortificadas pueden prevenir y reprimir
(Jujuy) y pampas en la frontera sur de Córdo­ efectivamente el “abigeato” que motiva la gue­
ba, reduce abipones en Santiago del Estero y rra permanente, porque los guerreros indíge­
wichíes en Salta (que terminan evadiéndose, nas retienen el control táctico de los montes.
aunque concertando la paz con los españoles) Cuando los jefes militares organizan rapi­
y finalmente, reinstala isistinés en la semia­ ñas contra las tolderías indígenas, piden fon­
bandonada Balbuena. Tineo busca la paz por dos a los gobiernos con el argumento de su­
varios caminos: si alguna partida indígena puestas necesidades de defensa. La ayuda dis­
asesina a un español evita la represalia, se con­ minuye sensiblemente cuando los cabildos re­
tenta con pedir a los jefes “satisfacción del ducen o abandonan la recaudación de las si­
agravio”; pronto, éstos traerán la cabeza del sas, impuestos al comercio especialmente
culpable. Aún en 1759 se hacen nuevas “entra­ afectados a los gastos de guerra. La Corona
das” al Chaco: tres violentas expediciones pu­ reacciona con fuerza contra una transgresión
nitivas dispuestas en pinzas desde Tucumán, a la que, sin embargo, no se puede culpar del
Asunción y Santa Fe no logran la pacificación desfinanciamiento crónico.
general. En 1764, Filiberto de Mena organiza una
Otros gobernadores intentan revivir las re­ nueva “entrada” de resultado incierto; los jine­
ducciones, pero el esfuerzo de consolidar unas tes indígenas lo derrotan en La Cangayé y el
exige el abandono de otras; faltan organismos y cacique Lachikirín lo obliga a rendirle honores
cuadros militares; el presupuesto es estrecho y militares. Los españoles no logran navegar el
los hacendados no contribuyen lo suficiente; a Bermejo ni el Pilcomayo porque carecen de
la vez, los sectores acomodados de las ciudades bases de abastecimiento: las misiones jesuitas
piden “mitas de plaza” (trabajo gratuito de in­ y franciscanas allí establecidas permanecen
dios) para obras públicas o servicio doméstico. prácticamente aisladas. Cuando se expulsa a
Las debilidades de estas reducciones forti­ los jesuitas, todas se orientan más a la fronte­
ficadas (que actúan simultáneamente como ra brasileña que a su retaguardia española. La
misiones y presidios) son muchas: su historia sospecha de que los indios no reducidos ter­
se reduce a mudanzas y fracasos. Puentes y ca­ minarán aliándose al enemigo crea un temor
minos se arruinan con las lluvias estivales y las crónico: todo el mundo teme confabulaciones
comunicaciones quedan cortadas. Milicianos interétnicas y la inminencia de ataques en m_a­
mal armados, presos comunes e indios alia­ sa. Como la expansión toba en el norte y la
[96 dos, acobardados por la vocinglería de los gue­ araucana en el sur presiona a muchos pueblos
LA SOCIEDAD INDÍGENA

indios contra las fronteras, también se teme


que estos pueblos arrinconados se sumen a la
guerra.

LAS MISIONES IESUÍTICAS

Aun con métodos diferentes, el proyecto


misional iniciado en el siglo XVII corre para­
lelo al político-militar. ¿Podrán las misiones
suprimir la violencia étnica? Los indios des­
confían de los misioneros por su evidente
alianza con los militares, impresión que no es
falsa desde que éstos siempre esperaron que
los misioneros convirtieran sus reductos en
fuertes y, a la inversa, que los fuertes actuaran
como misiones. Los indios temen que los mi­
sioneros informen al gobierno sobre los cami­
nos estratégicos.
La idea de que las misiones son un ante­
mural que consolida las fronteras es vieja y
persistente en el discurso colonial; pero es
problemático que los reducidos sean apenas
un puñado de la población aborigen: los “in­
fieles” constituyen un peligro permanente.
Cuando los reducidos retornan al monte pa­
ra cazar y melear, las misiones sólo retienen
una parte de las poblaciones indias. Esta “fu­
ga al monte” es el peor problema que enfren­ Indios que recogen miel. detalle de un dibujo acuarelado de
Florián Paucke.
ta la estabilidad misional, y al parecer, irreso­
luble. Se acepta que la economía indígena si­
ga cronogramas precisos, pero “la comunica­ Muchas veces, la fuga replica las malas re­
ción diaria con los no reducidos” es un factor laciones entre indios y corregidores de la juris­
de deserción: “la atracción de sus parientes” dicción donde funciona el enclave misionero.
borra todo entusiasmo por el trabajo seden­ Las acusaciones de “innata superstición” seña­
tario; en contacto con sus connacionales, el lan la incapacidad de transformar el rico ima­
indio vuelve a su “haraganería”; en su “suelo ginario aborigen en la armoniosa vida ritual
patrio” conserva “sus ideas brutales”; lo oído que los jesuitas han logrado, por ejemplo, en
de “sus mayores” acentúa sus “criminales Moxos. La resistencia cultural y el conflicto in­
costumbres”. terétnico impiden el éxito misional: muchos 197
TERRITORIO Y POBLACIÓN

indios viven en las misiones “sin acudir a los Sin el grado de organización de los siste­
llamamientos de iglesia”; la prédica no impide mas misionales de Moxos o Chiquitos, las mi­
que luchen contra sus vecinos. Muchas veces, siones argentinas son incapaces de contener y
sólo aceptan reducirse pacíficamente para ob­ alejar a los pueblos ecuestres hacia la frontera
tener alimentos e instrumentos de hierro que sur. Imitando las estrategias indígenas, los pa­
los misioneros reclaman insistentemente al go­ dres abandonan los sitios donde no pueden
bierno. Entonces levantan sus viviendas transi­ consolidarse y regresan sólo cuando las condi­
torias en tomo de las misiones y consumen sus ciones mejoran; sobre todo, se preocupan por
víveres, pero cuando restricciones presupues­ abrir las rutas de comercio. Pero deben en­
tarias impiden abastecerlos normalmente, se frentar epidemias y hambrunas, el abandono
fugan, traban alianzas con los infieles o asedian de las tolderías y la consiguiente dispersión, la
los poblados españoles. A veces, los mismos tenaz resistencia de los jefes políticos y religio­
misioneros abandonan los reductos “por su sos y las propias creencias indígenas. ¿Cuántos
mala situación y falta de manutención”. indios reúnen efectivamente? La Concepción
La Compañía de Iesús organiza dos gru­ tiene en 1749 unos 178 habitantes (sin contar
pos de misiones en el Chaco occidental (uno el medio millar que sigue al cacique Alaykín,
en el curso superior del Salado y otro en el va­ aún no reducidos por temor a la tropa). De
lle del San Francisco) y un grupo de misiones esos 178, 101 son varones; ¿resguardan los in­
en las pampas. En 1682 fundan San Rafael, so­ dios a sus mujeres en las tolderías o se trata de
bre el río Zenta, que los guerreros ecuestres una tasa real de masculinidad? Al examinar en
destruyen ese mismo año. De 1704 data el pri­ 1767 las quince misiones jesuitas del Chaco, el
mer establecimiento de la Compañía en el la­ padre Iolís advierte que la población fluctúa a
go Nahuel Huapi. Antonio Machoni funda menudo porque los infieles que vienen en
San Antonio de Balbuena en l7ll; destruida busca de vestidos y regalos regresan al monte.
en 1714, la reemplaza San Esteban de Miraflo­ El conjunto misional tiene casi tres mil indios:
res, sobre la margen izquierda del Salado, pero los conversos forman las siete décimas partes
los superiores de la Orden prefieren abando­ de esa cifra.
narla en 1720. En 1735, fundan Petacas y en
1740, comienzan su plan evangelizador en la
llanura pampeana. La primera reducción de LA POLÍTICA DE mz DE MATORRAS
mocovíes es de 1743. Entre 1748 y 1749, cons­
truyen Concepción, habitada por abipones; en Mientras la expulsión de la Compañía de
1751, San Iuan Bautista de Balbuena, sobre el Iesús no modifica sustancialmente el panora­
antiguo fuerte homónimo, a la izquierda del ma pampeano, sí produce efectos políticos en
Salado; en 1756, San Ignacio de Tobas, en Le­ el Chaco. Persuadido de la inutilidad de la
desma, y en 1762, Macapillo y San Iuan Nepo­ guerra punitiva iniciada por Urízar, el gober­
muceno, esta última pronto destruida por los nador Matorras inaugura en los años de 1770
chaquenses. En l763, se construye Ortega y en una suerte de New Deal con los chaquenses y
1766, comienza el trabajo pastoral entre los plantea una estrategia basada en el trato pací­
198 patagones. fico y la reactivación de las misiones. Repara
LA SOCIEDAD INDÍGENA

iglesias, nombra doctrineros, destierra las len­ su política aperturista, pretende extinguir la
guas indígenas e impone el español (siguiendo guerra interétnica: exhorta a los combatientes
la real cédula del 10 de mayo de 1770). Pero a la paz, y les garantiza el apoyo del goberna­
Matorras concibe a los misioneros como sim­ dor de Buenos Aires y de los cabildos de Santa
ples instrumentos subordinados al poder civil: Fe y Corrientes. La única reciprocidad que es­
suprime las visitas de prelados y obispos con el pera es que los indios se instruyan en el cato­
argumento de dificultades presupuestarias; licismo y se bauticen lo antes posible. Esta po­
suspende el sínodo cuando los padres se au­ lítica permite aumentar el número de reduci­
sentan injustificadamente. Paga las necesida­ dos y empleados en las haciendas.
des inmediatas de fondos generales, pero pre­ En 1775, Matorras pide que se prohíba el
siona a los cabildos para que se encarguen del comercio entre mercaderes españoles e indios,
resto. Recoge el ganado alzado para abastecer lo que choca frontalmente con la redefinición
las misiones y ordena que las fincas y estancias económica de las misiones. Los mismos indí­
confiscadas a la Compañía sigan proveyendo­ genas consideran el comercio pacífico —como
las. Multiplica sus actitudes de reconocimien­ el trabajo en las haciendas- un método prácti­
to y buena voluntad con los indios cuando co para proveerse de bienes. La idea de Mato­
prohíbe toda hostilidad en las fronteras y en rras de que las reducciones se sustenten con su
las reducciones. Ordena a las Cajas de Salta y producto local resucita la política jesuita, des­
Iujuy gratificar anualmente a caciques, oficia­ pertando resistencia en medios mercantiles.
les y mandones con ropa, lienzos, tabaco y yer­ Pronto, muchos dudan de su política: es
ba. Emprende nuevos recuentos de reducidos necesario debatir mecanismos más duraderos
(1771 y 1774). Reduce grupos vilelas en Santa que los tratados de paz y las promesas. Fun­
Rosa de Lima, construida en 1773 entre Maca­ cionarios y cabildos manejan varias hipótesis:
pillo y Petacas, y entrega a cada familia gana­ ¿continuar los esfuerzos de paz?, ¿apoyar las
do e instrumentos. Promete construir misio­ reducciones?) ¿acaso volver a repartir los in­
nes donde los indios quieran cuando las exis­ dios en encomiendas? o ¿preparan con pesi­
tentes no basten para alojar a todos, asegura mismo, nuevas guerras? Unos creen imposible
también repartos de ganado. En La Cangayé mudar las reducciones existentes; para otros,
firma la paz con el cacique Paykín, y se com­ la experiencia enseña que las reducciones pro­
promete a respetar la posesión inmemorial de mueven la paz si la Real Hacienda les paga a
las tierras que los indios han heredado de sus los doctrineros, pero que no es inconveniente
antepasados. Proscribe la esclavitud y la enco­ trasladarlas. El dinero de los vecinos no re­
mienda, los considera libres y de “generación suelve el problema principal: las reducciones
noble”. Doctrineros con lenguaraces y maes­ dependen de los fuertes fronterizos para im­
trescuelas se encargarán de evangelizarlos y pedir que los indios irrumpan en las poblacio­
enseñarles español; si quieren, aprenderán a nes españolas. A los conversos se les promete
leer y escribir. Los indígenas se reconocen mantenerlos en los terrenos donde viven, pero
“muy gustosos y agradecidos”: hasta entonces muchos creen que si se rebelan, se los debe
nunca han recibido de un jefe español seme­ castigar inmediatamente y trasladarlos a un
jantes líberalidades. Finalmente, para asegurar lugar adecuado. 199
TERRITORIO Y POBLACIÓN

LAS MISIONES LAICAS Y FRANCISCANAS tor de bienes exportables que debe fortalecer
continuamente el tráfico mercantil. Como se
En 1771, Matorras visita las misiones de vinculan con zonas muy productivas, se los
los expulsos: en las seis del Salado se hablan debe explotar adecuadamente para darle sen­
varias lenguas y el quechua funciona como tido a su subsistencia. En las propias misiones,
lengua franca, ignorada por los nuevos doctri­ laicos y franciscanos procuran conservar los
neros. En ellas viven 1700 indios (un 41 por patrones organizativos “doméstico-comunita­
ciento menos que en 1767). Las nueve déci­ rios” de los jesuitas, pero su política redistri­
mas partes son conversos porque los “infieles” butiva se cancela abruptamente y la explota­
abandonan las misiones casi junto con los pa­ ción del trabajo indígena deviene factor rele­
dres jesuitas. El sistema misional se estabiliza vante de la nueva economía.
si sus responsables acopian carne para alimen­ Los franciscanos luchan por construir su
tar a los indios: las reservas de San Ignacio de propio sistema misional sobre las ruinas del
1767 son elocuentes. pasado: en 1767 heredan Nuestra Señora del
Pero después de la expulsión, como el ga­ Rosario; pronto abandonan el Salado, antiguo
nado ya no sirve para alimentar al indio sino teatro de la Compañía, para localizarse sobre
para abastecer las ciudades, la población se re­ el Bermejo. Los frailes (y el propio gobierno)
duce. Quienes atribuyen esto a la ineficacia quieren resolver el viejo problema estratégico
administrativa de laicos y franciscanos, no ad­ de la desintegración espacial Paraguay-Tucu­
vierten la redefinición mercantil de las misio­ mán. En años siguientes, diversas expedicio­
nes. Los jesuitas lograron conservar, en medio nes militares, religiosas y científicas arrojan
de economías tradicionales no monetizadas, resultados pobres. En 1779, fundan Nuestra
un sistema financiero autonutriente cuyos dé­ Señora de las Angustias sobre el río Zenta,
ficits cubrían los fondos de la propia Compa­ donde once años después viven 485 vejoces.
ñía; circulaban medios de cambio “naturales” Pero la presión gubernamental pesa grave­
o mercancías-dinero. Aunque este sistema no mente sobre ellos: cuando García Pizarro fun­
afectaba el normal desarrollo del comercio re­ da Orán (1794) muy cerca de esa misión, los
gional, impedía que éste absorbiera las econo­ colonos prohíben el paso de los indios y en­
mías misionales: por ello la expulsión las abre tonces los frailes deben mudarse a Zaldúa
a una mercantilización creciente. Literalmen­ (1799) y luego a Río Seco (1802). Cuando en
te, la demanda de los mercados coloniales li­ 1806 los vejoces se marchan, el gobierno cap­
cua el patrimonio misional: todas las estadís­ tura a muchos y los esclaviza en Orán. Este es­
ticas señalan que en las misiones confiscadas fuerzo misional debe convivir con la esclavi­
hay una abrupta caída del stock ganadero. tud, el presidio y la entrada punitiva, pese a la
Además, se convierten en estaciones de tránsi­ nueva política impuesta por Matorras. Sobre­
to y en provisión de fuerza de trabajo. Su fun­ vive porque las misiones se convierten decidi­
ción de nexo entre los mercados locales y Bra­ damente en mercados, como los reductos
sil y Chile es nítida. La red comercial de ríos y franciscanos de San Bernardo y La Cangayé,
pasos comerciales y el entramado de fuertes y sobre el Bermejo. Cuando toman empuje eco­
200 misiones forman ahora un complejo produc­ nómico, se transforman (como las haciendas)
LA SOCIEDAD INDÍGENA

en blanco perfecto para el saqueo. Si los exce­ alzado. En 1780, los jinetes chaquenses atacan
dentes de producción se comercian afuera y “por estar el río bajo”.
los excedentes de trabajo caen en la esclavitud Después de todo, pocos confían en los
y en los sistemas de pupilaje, desaparece todo doctrineros: los franciscanos carecen del irn­
“mercado interno” dentro de la misión. Pero pulso y la tenacidad del jesuita y los laicos se
la exportación tiene sus propios problemas: comportan como mercaderes, paniaguados de
uno, las ganancias de la administración seglar grandes comerciantes, consignatarios de con­
y de los conventos franciscanos; otro, los pesa­ trabandistas o simples empresarios textiles.
dos impuestos del régimen borbónico; final­ ¿Sirven realmente los seglares para la defensa
mente, el silencioso contrabando a los merca­ de la frontera? Ahora todos desean redefinir
dos fronterizos. los fuertes como presidios: como en Brasil, se
El gobernador Arias prosigue la política difunde el poblamiento con presidiarios y el
aperturista de Matorras, aprovecha los replie­ reparto de tierras ganadas al indio entre nue­
gues indios para fortalecer las reducciones: vos colonos. No queda claro si este nuevo pa­
congrega cultivadores en Zenta (1779) y, acce­ pel evitará la función básica de los espacios in­
diendo a un pedido indígena, instala Nuestra seguros: el contrabando.
Señora de los Dolores y Santiago de La Canga­
yé. Pronto se suman 1400 cultivadores y cu­
riosamente 500 guerreros ecuestres. ¿Cuál es el LA OTRA POBLACION DE LOS ESPACIOS

sentido de promover la variedad social de es­ INDIOS: PORTUGUESES Y SECTORES

tas reducciones? Si el gobierno busca reactivar MARGINALES

el eje comercial del Bermejo hasta el Paraguay,


necesitan disminuir las tensiones interétnicas. Cuando Arias pretende que la paz se ex­
Pero fracasa: llegados los jinetes, los cultivado­ tienda a todos los transeúntes y comerciantes,
res se marchan; otros jinetes abandonan San ¿se refiere a los portugueses que desde hace
Ignacio; otros, finalmente, destruyen Naranjaí mucho cruzan el Chaco en diagonal nordeste­
y huyen al monte. sudeste? ¿Acaso pretenden unir la minería de
La conducta errática de los indios deso­ oro de Cuiabá con Tarija y el Tucumán? En es­
rienta a un gobierno empecinado en la paz. En tas entradas lanzadas desde los fuertes de Al­
1787 se reinstala Nuestra Señora del Rosario y buquerque y Coimbra, practican el contra­
San Pedro, frente al presidio de San Antonio. bando, roban ganado y capturan indios. Los
Los jinetes vuelven a poblarla pacíficamente españoles temen que suministren armas de
porque después de todo, su proximidad con fuego y municiones a los rebeldes y que logren
Asunción la convierte en seguro centro de in­ construir un fuerte sobre el Pilcomayo para
tercambio. Se dice que wichíes, vilelas y moco­ contrabandear a Charcas. Los jinetes siempre
víes “piden reducción”, ¿éxito de la política de disponen de armas, pero no consta que se las
paz o de los franciscanos?, ¿dificultades eco­ provean únicamente mercaderes portugueses:
nómicas en el interior del Chaco? Sea lo que ¿acaso los chiriguanos?, ¿o los “mamelucos”
fuere, la política pacífica no detiene la guerra que apelan a la guerra interétnica para pene­
porque la sequía generaliza el robo de ganado trar territorio español? Cuando traban alianza 201
TERRITORIO Y POBLACION

con ellos, muchos españoles se sorprenden de inmigración altoperuana de la segunda mitad


que los indios no los devoren como —asegu­ del XVIII. Son los “vagos” y “malentretenidos”,
ran- hacían con los prisioneros españoles. Po­ el germen social de lo que mucho después se
bladores de la frontera citan historias chiri­ llamará “gaucho” y que en el sur brasileño (y
guanas sobre terribles masacres portuguesas en gran parte del litoral argentino) ya enton­
(como la de 1778). En esos casos, los propios ces se denomina “gauderio”.
guerreros ecuestres no vacilan en refugiarse Entre desocupados y vagabundos, el más
entre los chiriguanos. Si algunos arman alian­ leve delito se condena con el destierro al presi­
zas con éstos mientras otros se mantienen in­ dio, donde su sueldo es retenido por el fisco. El
dependientes y siguen la guerra contra ellos acto punitivo se convierte en una herramienta
(los informes coloniales recogen estas aparen­ política para consolidar demográficamente las
tes contradicciones con angustia), es probable fronteras. Abundan campesinos de tierras
que los portugueses actuaran del mismo mo­ controladas por los españoles y muchos indí­
do, jugando con sus alianzas. La “amistad” se genas de la frontera: algunos trabajan en el
reduce a conspiraciones eventuales para robar arreo de mulas y vacas (a quienes sólo se les
ganado o comprar el ganado robado; pero el paga con ropa) y otros cultivan pequeñas
objetivo de los mamelucos es simplemente lle­ huertas en los alrededores de los fuertes. A ve­
varse indios. Los grupos aborígenes indepen­ ces, estos “avecindados” arman “alborotos” pe­
dientes también usan las rutas chaqueñas de ro nadie explica el motivo. Es frecuente que
penetración portuguesa y, en general, todas las grupos de indios prisioneros, condenados por
vías del contrabando. “invasión” o “saqueo”, se fuguen de los fuertes.
Uno de los capítulos mayores de la historia La práctica de poblar los presidios con el
social de las llanuras son los grupos margina­ “paisanaje” recibe duras críticas en el medio
les, sin propiedades: pequeños agricultores y español. Muchos la consideran “odiosa al pú­
ganaderos de procedencia social y étnica hete­ blico”, que tiene en cuenta que las sisas habían
rogénea. Además de los autóctonos, habitan sido establecidas, precisamente, para financiar
las llanuras fragmentos desahuciados de la so­ los sueldos militares. Sin duda, el paisanaje in­
ciedad hispano-criolla, pioneros o cautivos, cluye mestizos, españoles pobres y criollos re­
soldados profesionales o “partidarios” a suel­ sidentes en las llanuras, que crían ganado, cul­
do que viven en los fuertes con sus mujeres, tivan, se internan en el monte para cortar ma­
condenados de la justicia colonial, masas de dera o contrabandean. Pero hacendados y mi­
vagabundos sin empleo que “perturban la paz litares prosperan con esa mano de obra casi
pública”, atrapados en la alternativa de un tra­ gratuita; la polémica enciende “persecuciones
bajo fijo o el destierro al presidio. y turbaciones”. Los juicios incoados se extin­
Los bandos _ gubernamentales suelen ex­ guen. Otros creen sinceramente que esa prác­
cluir la condición de “arrimante a las estan­ tica ayuda a detener los malones.
cias”: el que trabaja unas semanas por muy También viven en la frontera hombres de la
poco y suele fugarse con ganado. Es difícil ciudad o de los campos próximos a ella; algunos
identificar estas masas; en el norte, el término son militares que se pagan sus propios gastos,
202 “forastero” usado por el gobierno alude a la sus armas y su caballo y que suelen pedir en
LA SOCIEDAD INDÍGENA

retribución “tierras en merced”, alegando los ellos mismos y por su cuenta vacas por caballos
gastos realizados y sus necesidades económicas. con los indios, inducirlos a dejar las misiones y
Estos casos abundan. Es frecuente que los go­ el control del gobiemo? ¿Acaso no lamentan los
bemadores otorguen estas mercedes: recom­ misioneros que cuando los indios reducidos no
pensan largos servicios militares que los propios disponen de carne en las misiones, “fugan al
solicitantes detallan con crudeza. La costumbre monte”? ¿Piensan sustituir la falta de came mul­
de pagar con tierras las proezas militares conti­ tiplicando las meladas o, de modo más natural,
núa las conocidas políticas de retribución de la saqueando o cambiando pacíficamente sus ca­
Corona desde tiempos de la Conquista. Con fre­ ballos sobrantes por las ansiadas vacas de los
cuencia piden tierras pertenecientes a viejas mi­ “pervertidores”? Estos españoles fronterizos son
siones; otras veces ofrecen ganados a cambio de asiduos clientes de los indios.
lotes dentro de misiones que aún funcionan. En
estos casos, el gobierno se preocupa por fijar el
valor real de las tierras y su capacidad producti­ EL TRABAJO INDÍGENA EN LAS HACIENDAS

va: su otorgamiento puede convertirse en una


política colonizadora. Parece contradictorio que en medio de
A los indios fugados de las misiones y a tantas guerras, tantos indios acudan a las ciu­
los españoles o mestizos indeseables que pu­ dades a vender mercancías o a trabajar en las
lulan por las fronteras se los llama “apóstatas”. haciendas. Pero las cambiantes condiciones
La corrupción burocrática los favorece: algu­ ecológicas y la necesidad apremiante de ali­
nas autoridades permiten a los “salineros” y mento en ciertas épocas del año explican el fe­
otros mercaderes adentrarse en las llanuras nómeno. Si presidios y misiones no pueden
para comerciar cuchillos y objetos de hierro impedir los ataques, ¿quizá pueda hacerlo el
con que los indios encasquillan sus lanzas y trabajo pacífico en las haciendas?
flechas; también compran indios capturados Desde mediados del siglo XVIII, los indios
en combate. se conchaban en las haciendas o se aproximan
Culturalmente desconectados del mundo a las misiones; saben que obtendrán carne y
colonial, sólo les interesa sobrevivir en medio de ropa. Los hacendados cubren así su déficit de
las persecuciones gubernamentales, acusados de mano de obra, incluso con “infieles” que acep­
fomentar “costumbres perversas" entre los in­ tan trabajos temporarios. Pero no siempre el
dios. Si éstos se apoderan de los caballos del pai­ indio es llevado coercitivamente a trabajar; a
sano y del “apóstata” para cambiarlos por las va­ veces concurre espontáneamente, en búsque­
cas de los misioneros o los hacendados en los da de lo que necesita. Este conchabo es una es­
fortines -unas y otros financiados por el Esta­ trategia alternativa a la guerra que adoptan
do- ¿quién saldrá en defensa de los afectados?, cuando dudan de su ventaja militar: en efecto,
¿quién desperdiciará este fenómeno para denos­ el trabajo pacífico conserva la población mas­
tar la recurrente “belicosidad” del indio, recu­ culina, que la guerra deteriora estructural­
rrente porque sólo estalla en etapas de sequía y mente. El gobierno pide a los administradores
hambrunas? ¿Acaso las “perversas costumbres” de las misiones que destinen periódicamente
de estos marginados no consisten en cambiar sus indios al trabajo agropecuario. Seglares y 203
TERRYÏORIO Y POBLACJÓN

franciscanos lo aceptan siempre y cuando el mujeres jóvenes en las tolderías arrasadas pa­
número de brazos demandados no afecte la ra someterlas a servidumbre en “casas decen­
productividad de la misión, porque en ese ca­ tes” de las ciudades, so pretexto de “cristiani­
so, denuncian la coerción de las contratas, zarlas”. Esta política, simple represalia por las
frente a la persuasión que ellos consideran mujeres robadas por los malones, disminuye
único mecanismo válido de relación con el in­ la capacidad de reproducción de la sociedad
dio. Para quienes su sedentarización es un me­ indígena, evita que sus mujeres se amanceben
canismo esencial de civilización, el trabajo en con “apóstatas” y “forajidos” y sustituye la
las haciendas es algo muy positivo. Todo esto fuerza laboral de los esclavos africanos, cuyo
fundamenta las políticas de “buena vecindad”. precio aumenta en el XVIII.
Aunque patrullas armadas dificultan la fuga, También existen propuestas de deporta­
muchos trabajadores logran recoger los frutos ción masiva: el despoblamiento de las llanu­
estacionales o acudir a las fiestas celebratorias ras permitirá planificar adecuadamente el
(lo que los españoles denominan “fuga al avance de los colonos y, simultáneamente, re­
monte”). Estas fugas justifican que las denun­ solver definitivamente el déficit temporario
cias de “ferocídad” o “belicosidad” se convier­ de trabajo rural. Se trata de trasladar los re­
tan en denuncias contra su “pereza”. ducidos de las misiones a estancias bien segu­
¿Cómo es la sociabilidad hispano-indíge­ ras en territorio español. Es el viejo recurso
na mientras dura el conchabo pacífico? No punitívo de la “desnaturalización”, aplicado
abundan denuncias de robo. Nadie se preocu­ en los Andes por los incas y en muchos pun­
pa entonces por coordinar la economía indí­ tos del continente por los capitanes de la con­
gena con la mercantil; el problema es solucio­ quista. Sin embargo, una deportación eficaz
nar con brazos baratos los déficit temporarios requiere una mejor organización militar y un
de trabajo en la esfera productiva colonial. A marco legal coherente (que las Leyes de In­
los indios les resulta difícil articularse al mun­ dias niegan de plano) para incorporar a los
do español: sus entradas comerciales libres a indios como esclavos en la estructura pro­
los mercados urbanos son muy esporádicas y ductiva española.
mal vistas por los gobiernos. Por ello, es lógi­
co que considere sus formas tradicionales de
acceso a bienes y sus prácticas grupales de LOS PROYECTOS DE COLONIZACIÓN

cooperación muy superiores a la sedentariza­


ción que los fragmenta y debilita y hasta favo­ Los funcionarios ilustrados se interesan
rece casos concretos de esclavitud. mucho por la capacidad productiva de las lla­
nuras indómitas y sus posibilidades de pobla­
miento. El marco global que brindan los fuer­
ESCLAVITUD Y DEPORTACIONES tes y las misiones les parece bastante anacróni­
co: evangelización imperfecta, vulnerabilidad
En paralelo con este trabajo relativamente militar, trabajo coercitivo, baja producción.
libre, el gobierno permite ciertas formas de es­ Creen ridículo desperdiciar ganado sólo para
204 clavitud: los jefes militares secuestran niñas y contentar a los indios.
LA SOCIEDAD INDIGENA

A fines del XVIII, gobiernos y mercaderes en retorno azúcar y algodón para venderlo en
examinan cómo explotar económicamente todo el Litoral.
las llanuras, un tema omitido por mucho Estos pedidos resultan curiosos en medio
tiempo. No sólo son espacios mercantiles: de la cruel guerra entre las poblaciones ecues­
pueden ser espacios productivos si se afianza tres. Pero ¿no se vinculan estas propuestas aun
una residencia estable de españoles. Para ello, con la vieja idea de las llanuras como espacios
hay que conocer mejor sus recursos naturales mercantiles? Sin embargo, muchos señalan la
y la política indígena debe cambiar radical­ oportunidad de un poblamiento español esta­
mente. Algunos, como el gran científico Félix ble: se recomienda que cuando una parcialidad
de Azara, piensan que la guerra es inútil: ¿por indígena desplaza a otra, el gobierno debe colo­
qué se combate, en realidad? Observando el nizar de inmediato la tierra despoblada: plantar
Chaco oriental, Azara niega la existencia de algodón o caña de azúcar, criar ganados.
recursos mineros, sal o posibilidades de pas­ Las guerras interétnicas permiten avanzar
toreo extensivo; mirando la pampa, cree que la frontera pionera. El trabajo pacífico de los
la horizontalidad del terreno perturba el po­ indios en haciendas y estancias debería exten­
blamiento estable. Pero este pesimismo carece derse a aquellas zonas donde han perdido su
de antecedentes y de seguidores. Algunos co­ capacidad ofensiva. ¿Acaso la conjunción de
nocen minas en distintos puntos; otros explo­ carne, mano de obra barata y sal no promue­
tan al sur de Balbuena “minas riquísimas de ve el desarrollo de los saladeros en las pampas?
plata y oro” (aunque Iolís no le otorga dema­ Ninguno de estos proyectos reconoce en­
siado crédito a la especie); otros aseguran que tonces un éxito completo: en primer lugar, por
los recursos naturales justifican el poblamien­ la grave crisis económica de la primera década
to porque ellos mismos los han explotado. del siglo XIX, desatada por problemas serios
Otros señalan la abundancia de madera, sal en la industria metalúrgica potosina, que re­
en los “saladillos” y pasturas. En el Chaco duce el volumen de acuñación de moneda, y
oriental, los gobiernos proponen instalar en seguida, por la Revolución de Independen­
pueblos de españoles que retoman el viejo cia y la anarquía política subsecuente. Sin em­
proyecto del padre Castañares: la navegación bargo, el proyecto poblador de los gobernan­
del Bermejo y del Pilcomayo puede vincular tes ilustrados deja su semilla: en adelante, to­
el Paraguay con Charcas a través del Chaco. El dos los planes militares de conquista de las lla­
mercader yerbatero Manuel Victoriano de nuras incluirán expresamente objetivos de po­
León propone en 1791 navegar el Bermejo, blamiento, colonización y explotación de re­
pide en compensación el privilegio de llevar cursos. También, por supuesto, el propósito de
yerba del Paraguay a Salta durante diez años. “civilizar” al indio para someterlo o aislarlo, o
Se puede llevar yerba al oriente salteño y traer de eliminarlo mediante la guerra total.

205
TERRITORIO Y POBLACIÓN

QRIENTACIÓLNSÉÏBÜQGBÁÉÏÉA

Sobre el trabajo heurístico y bibliográfico paS: ¿realidad histórica o construcción de los


acerca de las poblaciones indígenas, RAÚL etnólogos?”, Anuario IEHS, ll, Tandil, 1996;
MANDRINI, “Indios y fronteras en el área pam­ MIGUEL PALERMO, “Reflexiones sobre el llama­
peana, siglos XVI-XIX: balance y perspecti­ do ‘complejo ecuestre’ en la Argentina”, Runa,
vas” y DANIEL SANTAMARIA y MARCELO LAGOS, 16, Buenos Aires, 1986; HELMUT SCHINDLER,
“Historia y etnografía de las tierras bajas del “Equestrian and no-equestrian indians of the
Norte argentino: trabajo realizado y perspecti­ Gran Chaco during the colonial period”, In­
vas”, ambos en Anuario IEHS, 7, Tandil, 1992. diana, 10, Berlín, 1985; los trabajos de BRANIs­
Sobre las fuentes históricas, ADRIANA AR­ LAVA SUsNIK, El indio colonial del Paraguay,
MANDO, “Un acercamiento al Chaco austral a Asunción, 1971, y “Dimensiones migratorias y
mediados del siglo XVIII: el relato de Dobriz­ pautas culturales de los pueblos del Gran Cha­
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LA SOCIEDAD INDÍGENA

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TERRITORIO Y POBLACIÓN

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II. LA MONARQUÍA
Y LA ORGANIZACIÓN LOCAL.
EL DERECHO
7. LA MONARQUÍA.
PODER CENTRAL Y PODERES LOCALES

Víctor Tau Anzoátegui

EL MARCO GENERAL aparecieron Inglaterra, Holanda y Francia co­


mo nuevas potencias, con aspiraciones a par­
LA MONARQUIA ESPAÑOLA: ESPLENDOR ticipar en el dominio de los mares y tierras ini­
y DECLINACION cialmente descubiertas por castellanos y por­
tugueses, y también a extender su hegemonía
La Monarquía española fue una entidad a otros territorios y continentes. Esta segunda
política, surgida y consolidada entre los siglos colonización europea tuvo características dis­
XV y XVII. Agrupaba un vasto conjunto de tintas de la hispana, pues desplegó nuevos ob­
reinos y otros territorios, de distinta naturale­ jetivos y medios de expansión económicos y
za, en América, Europa y Oceanía, cada uno culturales.
con su peculiar organización. La nueva enti­ En la organización del poder, ya se obser­
dad política se constituyó empíricamente ocu­ va en la Castilla bajomedieval la presencia de
pando espacios de poder, en parte nuevos, en ciertos elementos de tipo estatal. Sin embargo,
parte originarios de aquéllos. Su base territo­ sólo en la época del descubrimiento se produ­
rial fue el reino de Castilla. De él afirmaba en jo el desarrollo de esas formas embrionarias,
1520 el emperador Carlos V que era el funda­ principalmente en razón de la necesidad de
mento, amparo y fuerza de los demás reinos. adoptar rápidas y enérgicas respuestas para
Allí se estableció la Corte, primero en Vallado­ atender el gobierno del Nuevo Mundo. Fue,
lid, luego de modo definitivo en Madrid. Pau­ sin duda, un proceso político creativo, pues el
latinamente lo español tendió a identificarse único modelo desenvuelto en gran escala que
con ¡lo castellano y así la lengua, el derecho, la el hombre europeo de entonces podía tener en
historia de Castilla pasaron a ser los de Espa­ cuenta era el del Imperio Romano. Pero si
ña. A este reino en ascenso se incorporaron bien este antiguo precedente tuvo peso histó­
durante el siglo XVI las islas y tierras que se rico y político en la configuración de la nueva
fueron conquistando en las Indias. entidad, ni por su característica ni por el tiem­
La Monarquía tuvo su mayor expansión y po histórico resultaba enteramente aplicable.
esplendor durante esa centuria y las primeras La consolidación de la Monarquía permitió
décadas del XVII. Era el mayor imperio de la absorber ciertas formas de tipo feudal o seño­
Cristiandad. Desde principios del Seiscientos, rial que se insinuaron tempranamente en el 211
LA MONARQLIÍA Y LA ORGANIZACIÓN LOCAL

Nuevo Mundo y fueron útiles para llevar a ca­ económica europea, muestra en contraposi­
bo la conquista y primeras etapas de la coloni­ ción una notable consolidación de las provin­
zación, hasta la configuración de los reinos y cias indianas, tanto en el orden material como
provincias. en el plano político. Durante la primera mitad
Cuando se produjo el asentamiento defi­ del siglo XVIII, dichas provincias alcanzaron
nitivo de los españoles en el actual territorio una cierta “autonomía” económico-financiera
argentino, ya estaba definido el régimen insti­ y también administrativa, que hizo posible por
tucional general, luego de las experiencias ini­ entonces el acceso de criollos a las plazas de las
ciales realizadas en otras regiones del conti­ audiencias y tribunales de cuentas. En general
nente. No obstante, hubo nuevas modalidades se percibe en la época un fortalecimiento de la
políticas que surgieron de la experiencia local sociedad hispano-criolla.
y que alcanzaron vigor a través de la autono­ A partir de 1750 y en forma coincidente
mía de esas provincias. con un proceso de recuperación de la Monar­
Equilibrio y flexibilidad fueron pilares de quía —esta vez con el aporte de los reinos pe­
sustentación de la Monarquía. Su poder era ninsulares periféricos—, la Corona introdujo
superior, el más alto, pero no exclusivo. Se re­ reformas administrativas, judiciales y hacen­
conocía la existencia de poderes dispersos en­ dísticas tendientes a recobrar el control de las
tre otras jurisdicciones e instancias interme­ provincias indianas y a colocar nuevamente a
dias. Aquélla debía atender al equilibrio de los los peninsulares en las principales plazas de
intereses constituidos y mantener la paz y jus­ gobierno y justicia. La pretensión de imponer
ticia entre los diversos poderes en juego en ca­ una racionalidad uniformadora y un centra­
da territorio, guardando las normas y prácti­ lismo absorbente perturbó el antiguo equili­
cas arraigadas en sus corporaciones y sus gen­ brio, pues quedaron desplazados los arraiga­
tes. Esto mismo estimulaba un constante in­ dos particularismos, las variadas jurisdiccio­
tercambio entre centros y periferias, para em­ nes y los intereses locales consolidados. El
plear una expresión representativa del nuevo avance en esa dirección generó no pocas resis­
ángulo con que hoy se observan estas cuestio­ tencias y vino a alterar aquel armónico cultivo
nes. Pueden así descubrirse comunes prácticas de la variedad. Nos adentramos ya en el proce­
normativas que constituyen el núcleo de una so que condujo a la desmembración de la Mo­
constitución política que excede el mero texto narquía española, cuyo primer gran golpe
escrito. aconteció en el cuarto de siglo inicial del
Esta situación se vio modificada con el Ochocientos.
tiempo por la aparición de nuevos factores. En La peculiaridad de tan compleja entidad
el orden interior se detecta la grave declinación política, como lo es en su constitución y tra­
de Castifia en lo demográfico, económico y yectoria histórica la Monarquía española de la
cultural en medio de una crisis cuyos primeros época, hace difícil —por no decir imposible- su
síntomas surgen a principios del siglo XVII, sin adscripción a los modelos o tipos de Estado di­
que ello haya impedido el avance de la castella­ señados por la ciencia política contemporánea.
nización de la Monarquía. Esa centuria, carac­ Se discute entre los estudiosos si puede ha­
212 terizada también por una fuerte depresión blarse de "Estado moderno” -denominación
LA MONARQUÍA. PODER CENTRAL Y PODERES LOCALES

preconizada principalmente por Maravall—,


pero lo cierto es que se pueden observar ya ele­
mentos que con el transcurso del tiempo con­
figurarán la idea de Estado contemporáneo,
aunque cabe precaverse contra los intentos de
una simple proyección anacrónica.

TÍTULOS PARA LA DOMINACIÓN POLÍTICA

La expansión castellana en el Nuevo Mun­


do se apoyó en el hecho del descubrimiento,
en el acuerdo directo entre Castilla y Portugal
-tratados de Alcacovas y Tordesillas- y en las
concesiones pontificias —plasmadas en las bu­
las Inter caetera de 1493-. De acuerdo con las
concepciones de la época se hallaban contem­
plados todos los recaudos para dar legitimi­
dad a la empresa colonizadora.
La cuestión, empero, adquirió nuevo sesgo
cuando los teólogos y religiosos, principal­ Bartolomé de las Casas.

mente de la orden de Santo Domingo, empe­


zaron a denunciar el maltrato que conquista­ condiciones de aplicación, fue utilizado en
dores y encomenderos daban a los aborígenes las empresas de conquista hasta 1542 por lo
y a plantear, de modo indirecto e interrogati­ menos, y constituyó un testimonio de la
vo, el derecho de los españoles a ocupar esos preocupación de la Corona por convalidar
territorios y dominar su población. El punto los títulos originarios con el acatamiento de
de partida de esta exteriorización fue el ser­ los naturales. Esa búsqueda por perfeccionar
món pronunciado en 1511 por fray Antonio los títulos al dominio político llevó más tarde
de Montesinos en la isla La Española, con in­ a obtener la renuncia o sumisión de los prín­
mediata repercusión en la Corte. Aquella base cipes indígenas —lo que ocurrió en México- y
jurídica que parecía inconmovible era atacada a declarar la ilegitimidad de los reyes incas,
por los propios españoles. en el Perú.
La respuesta de la Corona fue rápida. En Mientras se acopiaban estos títulos con­
1512-1513, las leyes de Burgos establecieron cretos, surgía la duda y hasta la negación de la
el primer estatuto indígena. Coetáneamente donación papal como título justificatívo de la
se elaboró un documento destinado a reque­ conquista. El dominico Francisco de Vitoria
rirles a los aborígenes su sometimiento al Pa­ fue quien elaboró en este sentido la tesis más
pa y al Rey, y el consentimiento para predicar sólida, apoyándose en los hechos americanos
la religión cristiana. El Requerimiento —tal fue y en los precedentes doctrinarios medievales,
su denominación—, más allá de sus precarias especialmente en Tomás de Aquino. En suma, 213
LA MONARQUÍA Y LA (JRGANIZACIÓN LOCAL

el alcance de las bulas quedaba reducido a la conciencia de conquistadores y encomenderos


concesión de un derecho para difundir el a través de la fuerte presión espiritual que, irn­
Evangelio y proteger su predicación, negán­ buidos de la bondad de estos criterios, ejercie­
dosele valor jurídico como donación tempo­ ron obispos y religiosos en suelo americano.
ral. Para Vitoria, en cambio, los verdaderos tí­ Así la huella lascasiana, con la consiguiente
tulos españoles se asentaban en la sociabili­ obligación de restituir a los aborígenes los bie­
dad universal de todos los hombres y nacio­ nes que se les habían quitado injustamente,
nes, que daban a los españoles el derecho de dio origen a disposiciones testamentarias y
viajar, vivir y predicar el Evangelio y comer­ otros actos de reparación que el historiador
ciar en las Indias, sin que los aborígenes pu­ Guillermo Lohmann Villena ha puesto en evi­
diesen impedirlo. dencia con respecto al Perú.
Otro dominico, fray Bartolomé de Las Ca­ Pese a las impugnaciones efectuadas, el
sas, menos sólido en su preparación teológico­ título pontificio no fue abandonado por la
jurídica, pero muy firme y decidido en la de­ Corona, aunque se trató de afirmarlo con
fensa de los aborígenes, también abordó la otros justificativos. Mientras en los territo­
cuestión, aunque dentro de un planteo más rios ocupados por poblaciones aborígenes se
general. Sin rechazar la validez del título pon­ buscó obtener el reconocimiento de éstas, en
tificio, limitó sus alcances. Al principio, reco­ las tierras no ocupadas se insistía en la toma
noció a los reyes un dominio pleno con juris­ de posesión de las mismas, sin hacer agravios
dicción, pero a partir de 1544 lo redujo a un a los indios. Por esto mismo, en 1573, se dis­
poder universal supremo, sin privar del suyo a puso sustituir la palabra conquista por pacif­
los príncipes indígenas. Tiempo después, sólo cación. Este cuidado lexjcográfico aún persis­
admitió que dicho poder se hiciese efectivo tía dos siglos después en conquistas menores
por la vía pacífica, ganando los ánimos y las y refleja la absorción de aquellas doctrinas
voluntades de esas gentes para que libremente éticas, que se conjugan con el pragmatismo
consintiesen el dominio. Las Casas condenó político. Se fue así pasando de una guerra de
siempre las distintas formas de conquista vio­ conquista a una expansión pacífica, plasma­
lenta para someter a los indígenas. da nítidamente en la legislación de la segun­
Estas doctrinas provocaron un prolonga­ da mitad del siglo XVI e inserta en la moral
do .e intenso debate intelectual. Muchos fue­ práctica. Era éste un sector de la realidad que
ron los tratados, memoriales, alegatos y otros presionaba constantemente, con éxitos y fra­
escritos menores que durante el siglo XVI y casos, sobre otra parte de esa misma realidad
parte del siguiente mantuvieron en vilo la que, sin miramientos, procuraba explotar al
cuestión. La Universidad de Salamanca, donde indígena en provecho propio o al menos con­
Vitoria había enseñado, fue epicentro de algu­ sideraba la voz conquista como la que mejor
nas de estas discusiones. Pero es importante definía sus acciones cotidianas. Una vez más,
destacar que, más allá del ámbito estrictamen­ se daban los grandes contrastes, propios de
te intelectual, las doctrinas influyeron, de una nuestra América.
parte, en el gobierno y legislación indianas, es­ Las potencias europeas que, a partir del
214 pecialmente bajo Felipe II, y de otra, sobre la siglo XVII, exteriorizaron sus apetencias por
LA MONARQUÍA. PODER CENTRAL Y PODERES LOCALES

la conciencia autocrítica española del siglo


KE LEC T l O XVI se ponían parcialmente al servicio de las
nuevas potencias que enfrentaban a la Mo­
cuamdr adnwdmn Iafm. E, ‘Fïmqfi
narquía española e iniciaban su propio rum­
'17! unflon ¡’mp/wa rfmzzigla mqfi . 4: mjd
bo colonizador.
«ff ' ' i "' ' ' a. 1 .)
núlrtcn Vmllflfdlt (dlfitdïfs, firm {gïíïmflf
Esta nueva situación, que ya se hacía evi­
IMJ?“ Infulmfltrtn mapm wn“
á Jïmfr. ¿img a (Ífifllmfiafllúlífirua 1 g 39 ‘.’¡_. dente en las primeras décadas del siglo XVII,
g: ¿»info-vivan
Ma‘: atrgmrí ‘uretra; m a¡way
¿"mircrm/ig");
¡r-¿Jnrb ""'__ motivó que en el propio mundo hispano se
-= _Í",_' "- l" L" 4,.no¡.4.'>4.‘..'r
La anupÏy-nsflva
r. .177» f‘ wm, _. suscitara un cambio de postura. Expresión de
l’: a ïÍJrJ pt-‘Cr-Ilzfi” wlv:'nkl.l7mz:b¡ ese momento es el tratamiento que sobre los
‘Ïfi 7p! «n; 4mLfirngrq;
¡gnanruqngy,¡¡y ‘null watgíprlrttqáoTmr.
papal hy!!! ¿las ¡P títulos justificativos hizo el jurista Juan de So­
fignyn I; p '. I'm-Z-
Iflrcrlfl. Ínrfffll- WÏ¡cïuxi-b
¡Ïqn-(¿hnd a Ínp '¡»l-nn
' ¡Wu- ¡I
¡ATI lórzano (Política indiana, 1647). En primer lu­
miazxz, .,z.,l.z,f, 43.1., ,5,­ gar, colocaba el designio de la voluntad divina,
no. "Jr-sil. infirÍnnalïbuyrunnunl/Drot
ÉÏMNÁYLIÏÁIIÏQ}! ¡INV-D . luego los títulos de descubrimiento y ocupa­
_.. «A .7'-,:.rr,­
lnvnclamnun OA u url
‘urtflnflmm rultljnuur un) MNII-"VF- ¡una IL;
ción de los territorios deshabitados y la con­
ÏñïT-«Iofi n-u-Xlvnnrt JI I": nélhl. ¿‘alpjfi-p‘ ryïruu‘: quista por justa guerra de los poblados por in­
Huamán:
1 -a una-hn¡ra-D
. ¿a numiu-ÍIWI-Kzpt rin-aqui; ' 'rg
aro-Du! fm? ‘¡Hvefiíuupfijcm dígenas para llevarles la luz del Evangelio. La
2;‘. ¡y Pull-or,‘ Wffifiñfifl mm»?
bula pontíficia era para Solórzano el título
más concreto, en cuanto estaba asentado en
Í Manuscrito de las Relaciones, de Francisco de Vitoria. un documento y se inclinaba a considerar que
a través del mismo se les había concedido a los
obtener nuevos espacios marítimos y terres­ reyes católicos el dominio y jurisdicción gene­
tres, atacaron el dominio político español, ral y absoluto. Siguiendo esta misma línea, la
desconociendo valor a la donación pontífi­ Recopilación de Leyes de Indias de 1680 colo­
cia, al mero descubrimiento y a los tratados có dicho título pontificio como primer funda­
de Tordesillas. Frente a la concepción del mar mento del derecho de la Corona sobre las In­
exclusivo hispano-portugués, se desenvolvió dias. También se invocaban el descubrimiento
la doctrina de la libertad de los mares. Asi­ de los territorios; el favor y protección de Dios
mismo, se dio relieve a la posesión territorial y la obligación de llevar a cabo la labor evan­
-originada en el Derecho romano- como gélica entre los aborígenes. De tal modo, en
fuente de derechos en el orden internacional ambas obras fijadoras del orden indiano, una
de los tiempos modernos. En la argumenta­ postura pragmática había llevado a acentuar
ción que los autores desenvolvían eran sagaz­ la estimación de las controvertidas bulas, a
mente aprovechadas las razones esgrimidas alegar los títulos de descubrimiento, ocupa­
por Vitoria —en cuanto negaban el título pa­ ción y justa conquista y, en fin, a invocar otro
pal— y las acusaciones de Las Casas, en cuan­ argumento que gozaba de favor en la coetánea
to permitían exhibir ante la opinión europea literatura política: el providencialismo.
algunas crueldades de los conquistadores con En cuanto a la recepción de aquellas direc­
respecto a los indígenas. De este modo, y sin tivas reales acerca de la forma de llevar a cabo
habérselo propuesto sus autores, los frutos de las empresas de conquista, se puede observar 215
LA MONARQUÍA Y LA ORGANIZACION LOCAL

que en la primitiva provincia del Río de la Pla­ La voz provincia -utilizada imprecisamen­
ta, las doctrinas y leyes encauzaban la acción te en Castilla- parece seguir en su uso indiano
de los conquistadores, pero aquí -como en el modelo romano, que lleva ínsita la noción
otras partes— aparecieron las variantes y los de distancia, que separaba lejanas comarcas
matices locales, dadas las realidades o tiempos del centro del poder político. No se conocía la
diferentes que se vivían en estas comarcas. Así, voz colonia en la acepción que le darán los
por ejemplo, la suspensión temporal de nue­ otros procesos colonizadores de potencias eu­
vos descubrimientos como medida general or­ ropeas que se producirán siglos después.
denada en 1552, ante las fuertes presiones es­ Es dable observar a través de la documen­
pirituales de los teólogos, provocó visibles de­ tación de los siglos XVI y XVII que las pro­
sajustes con la vivencia local del Paraguay, vincias indianas ocupaban una posición que
donde precisamente era imperioso afianzar el puede ser institucionalmente equiparable a
proceso conquistador. De igual modo, la or­ otros territorios de la Monarquía, incluso rei­
den de buscar una relación pacífica con los in­ nos y provincias peninsulares, y en ningún
dios interfería en el desarrollo de lo que se caso aparece una ordenación de tipo colo­
creía una guerra justa. Para superar este desa­ nial. Las provincias indianas eran considera­
juste se recurría a.l consejo de los moralistas, das como “accesoriamente” unidas a Castilla,
quienes con su dictamen ayudaban a acomo­ nervio nuclear de la Monarquía. Esta situa­
dar aquellos imperativos generales a las palpi­ ción lleva probablemente a que ellas sólo ju­
tantes situaciones concretas. rasen al nuevo rey, sin intervenir en el acto de
su aceptación.
¿PROVINCIAS, REINOS o COLONIAS? Las Indias fueron estimadas por la Monar­
quía en razón de la vastedad y riqueza de su
La condición político-jurídica de las In­ territorio y de la grandeza política que daba su
dias tiene su propia evolución. Una primera posesión. La distancia que las separaba de la
etapa, de corta duración, hasta 1516, muestra Península, la peculiaridad de sus distintas re­
esos territorios como señoríos de los reyes ca­ giones y las gentes que las poblaban hacían de
tólicos. En los años siguientes y bajo la expre­ estas comarcas una realidad bien diversa de la
sión de “islas y provincias”, las nuevas tierras europea. La creación de órganos de gobierno
quedaron incorporadas a la Corona de Casti­ propios y de un Derecho especial fue otorgán­
lla. La misma denominación de “provincias” doles una fuerte personalidad política. Y si
comenzó a utilizarse en la segunda mitad de la bien la influencia cultural, política, económica
centuria para individualizar las tierras que se y jurídica castellana animó la vida en el Nuevo
fueron conquistando y poblando, y perduró Mundo, no hay duda de que la recepción tuvo
hasta el final de la época hispana para designar matices particulares y hubo aportes autócto­
los grandes distritos desde un punto de vista nos, que incluso iniciaron caminos de reflujo
territorial. Es lo que se observa en la coloniza­ hacia la Península.
ción del territorio argentino y de modo gene­ Sin embargo, no por eso debe suponerse
ral queda fijado algo más tarde en la Política que las provincias indianas estuvieran en un
216 indiana de Solórzano. pie de igualdad con Castilla u otros reinos
LA MONARQUÍA. PODER CENTRAL Y PODERES LOCALES

europeos. Las diferencias de nivel en lo políti­ “estos y aquellos Dominios”, o de modo pose­
co, económico o cultural producían en el sivo “mis dilatados Dominios de América”. En
mundo de entonces —como en el de hoy— na­ el borrador de un decreto real de 1720 en el
turales y variables situaciones de hegemonía y que se usan las palabras dominios, reinosy pro­
dependencia de unos y otros. En este punto vincias para designar al Perú, se advierte que
cabe señalar que la mira política de la Monar­ en el resumen marginal del texto la expresión
I”
quía era fundamentalmente europea y como “Reino del Peru aparece testada y sustituida
tal muchas veces dejaba rastros concretos de por la de “los Dominios del Perú”. Se trata de
esa subordinación con que se pensaba la rela­ un testimonio que sutilmente revela los aires
ción con las lejanas comarcas del Nuevo Mun­ cortesanos de entonces, aunque el intento sus­
do. El planteo de esta igualdad -como cues­ titutivo no alcanzase repercusión.
tión abstracta- no parece haber preocupado a También se debió al influjo francés la uti­
los hombres de la época y tal vez sólo apareció lización ocasional de la voz colonia en la se­
tardíamente. gunda mitad del siglo XVIII. Surgió en la épo­
La aplicación de la voz reino en las Indias ca de Carlos III para designar regiones subor­
merece también ser considerada. Ya en 1506 se dinadas, pero sin afectar el antiguo uso de pro­
la utilizaba oficialmente y hasta el final de la vincias y reinos. Las razones que originaron el
dominación española fue de uso frecuente, ge­ uso del vocablo no son fáciles de determinar.
neralmente en plural. Su presencia más noto­ Puede suponerse que se trataba de un intento
ria es en el título de la Recopilación legislativa de emular en prestigio a las nuevas potencias
de 1680 y en la misma ley que la promulgó. De europeas poseedoras de “enclaves coloniales”
modo particular, la denominación aparece pa­ en diversas partes del mundo o también de
ra designar provincias a cuya cabeza se encon­ marcar un brote de la autoridad peninsular,
traban gobernador y audiencia, o en las que con la mira de sujetar más los territorios ultra­
había una fuerte comunidad indígena, como marinos. O ambas a la vez. Pero lo cierto es
Chile, Perú, Guatemala, Nueva España. En que, a la hora de establecer jurídicamente esa
nuestras comarcas no se empleó habitualmen­ condición, no quedaban dudas. Hacía 1776 el
te esta voz, pese a que con motivo de la crea­ mismo Carlos III expresaba que los “Reinos y
ción del Virreinato, el cabildo de Buenos Aires Dominios” de América “son provincias de mi
decía en 1778 que la ciudad “ha pasado a ser Corona de Castilla”, con lo que afirmaba el
cabeza de reino cuando antes no era mas que añoso perfil constitucional de las Indias.
de provincia”. Es más. Por entonces había conciencia de
En el siglo XVIII, se agregaron otras voces la diferencia existente entre las profincias in­
para designar los territorios, sin que sustituye­ dianas y las colonias de otras naciones. Así, un
sen a las tradicionales. Fueron las de dominios autor dieciochesco utilizaba las voces domi­
y colonias, habitualmente en plural. La prime­ nios y provincias para referirse a la América es­
ra, de origen francés, tenía un sentido político pañola y colonia para los enclaves franceses e
que servía para revelar las tendencias absolu­ ingleses. Esta misma idea es explícitamente
tistas en auge y se aplicaba tanto a territorios afirmada en el conocido decreto del 22 de ene­
europeos como a los americanos. Así se decía ro de 1809 expedido por la Junta Central de 217
LA MUNARQUÍA Y LA (lRGANllAClÓN LOCAL

Sevilla, cuando al convocar a los diputados trono, la guardia, etc. Este poder simbólico ri­
americanos, decía que “los vastos y preciosos tual tiene enorme trascendencia en la conso­
dominios que España posee en las Indias no lidación de una entidad política que se hace
son propiamente Colonias o Factorías, como visible a través de su cabeza, y sobre todo
los de otras naciones, sino una parte esencial e cuando es el mismo príncipe titular de varios
integrante de la Monarquía española”. reinos y otros territorios integrados en la Mo­
Según se acaba de ver, los vocablos apro­ narquía. Es precisamente en esta circunstancia
piados para definir la constitución política de cuando más nítidamente sobresale la figura
las Indias son el de provincias y en menor me­ del monarca como artífice de esa entidad po­
dida el de reino. En cambio, las voces dominio lítica. En el caso de la Monarquía española se
y colonia surgieron con algún uso político en produjo el tránsito espectacular del rey caste­
el siglo XVIII, pero sin sustituir la denomina­ llano con una corte ambulante que recorría el
ción tradicional. reino al monarca universal que establece su
asiento fijo en una ciudad capital. Los pobla­
EL REY.‘ SÍMBOLO y PODER dores de los reinos y provincias indianos, co­
mo también los de otros reinos europeos, no
La Monarquía española era una organiza­ tenían ya ese contacto visual directo con el
ción de poder monocrática hereditaria. Su ti­ príncipe y fue entonces cuando se hizo más
tular, monarca o rey, gozaba del ejercicio su­ patente la fuerza de ese poder simbólico, re­
premo de la jurisdicción. Le correspondía la presentado en el sello real y encarnado en los
dirección superior de los negocios indianos. oidores y principalmente en los Virreyes y sus
Esto no significaba que acumulara en sí todos cortes.
los poderes jurisdiccionales y normativos, dis­ La Monarquía tenía sustentación en diver­
persos en diversos niveles y corporaciones, si­ sas teorías políticas antiguas y modernas, que
no que sólo actuaba cuando a él se recurría en se combinan y funden conforme a la dinámi­
instancia suprema. Existían otros poderes re­ ca del proceso histórico y a las necesidades de
conocidos con esfera propia, primaria, no de­ las situaciones particulares. No puede hablar­
rivada del rey. se así de una sola teoría o de varias sucesivas,
El rey aparecía ante todo como símbolo sino de un entramado que se exterioriza a tra­
político, respaldado por una estructura de po­ vés de los tres siglos del régimen indiano.
der. Hacia él se dirigían las adhesiones con En las Partidas del siglo XIII, la concep­
prescindencia de la persona que ocupara el ción del rey como señor natural puesto por
trono, como resplandece en aquel difundido Dios para gobernar la comunidad está acom­
anuncio mortuorio: ¡El rey ha muerto! ¡Viva pañada de preceptos que establecen que rey y
el rey! Esto permite al antropólogo Lisón To­ reino deben amarse, honrarse y guardarse fi­
losana afirmar que “el rey es su imagen” y que delidad recíprocamente. Esta concepción go­
detrás de ella se halla agazapado un hombre zó de buena difusión y estimación bajo la tu­
de carne mortal. El rey debía representar dig­ tela del código alfonsino. Desde la segunda
namente su realeza en el escenario de su Cor­ mitad del siglo XIV, empezó a desenvolverse
218 te, con uso estratégico del espacio, la corona, el en Castilla una nueva idea que llevó a conce­
LA MONARQUÍA. PODER CENTRAL Y PODERES LOCALES

bir la función del rey como un oficio, que de­ arraigó en.las comunidades hispanas ni pudo
sempeñaba, conforme. a determinados lími­ desplazar las antiguas concepciones que rea­
tes, enbeneficio de la comunidad. La misma parecían cuando la ocasión era propicia para
fue acogiday desenvuelta por algunos teólo­ invocarlas, como aconteció finalmente en el
gos y juristas del-siglo XVI. Hastase suele ha­ momento de crisis de la Monarquía, a co­
blar de un contrato callado o pacto entre arn­ mienzos del siglo XIX..
bos, rey y comunidad. La existencia de doctrinas contrapuestas
En el Nuevo Mundo, el poder real surgió actuó como elemento de estabilidad y firmeza
de la conquista y de la donación pontificia, pe­ de un régimen político que, más allá de discre­
ro también del consentimiento de las comuni­ pancias y algunas graves-alteraciones, encon­
dades aborígenes -cuando ello ocurrió—. Ha­ tró en la dilatada comunidad que regia el apo­
cia 1540 se percibían los ecos pactistas caste­ yo necesario para mantener en la cúspide la fi+
llanos en la relación entre rey y conquistado-­ gura de un monarcaucuyo alto poder simbóli­
res. Esta ideaztuvo diversosie interesantes mo­ co encubría las debilidades carnales de algu­
dos de expresión hasta la misma época de la nos de los príncipes que ocuparon el trono;
emancipación. En cuanto a la adhesión que en tal sentido‘
La consolidación de la Monarquía -he­ suscitó la imagen delirey en suelo americano,
chura del rey, según se ha visto— llevó a consi­ no hay suficientes estudios para determinarla.
derar a éste como dotado de un poder y unas­ El tema está abierto, con muchos interrogan­
regalías que le eran propios, sin que se consi­ tes y escasos aportes de interés. Enuno de és­
deraran recibidos de los reinos ni de la comu­ tos, Néstor Meza Villalobos ha examinado lo
nidad. Por otro conducto se desenvolvía una que denomina “la conciencia política chilena”
concepción providencialista, que asociaba el desde fines del siglo XVI hasta comienzos del
triunfo y apogeo de la Monarquía española XIX. Así comprueba que los pobladores de ese
con el designio de la Providencia Divina. Esta reino tuvieron “un claro concepto de la finali­
concepción, que cobró fuerza durante los rei­ dad del poder público y de sus límites, y que
nados de los reyes católicos, Carlos V y Felipe desde fines del XVII, con el apoyo del iusnatu­
II, no dejó de invocarse en los siguientes. ralismo, se vigorizó la convicción de que el
Ambas vertientes de ideas, unidas a cir­ pueblo era fin del poder. Ello les dio libertad
cunstancias fácticas, favorecieron la introduc­ para solicitar al rey lo que consideraban nece­
ción de una nueva teoría más radicalizada sario y era de su resorte otorgar y también pa­
que, desplegada en Inglaterra y Francia en el ra reclamar de aquellas resoluciones que esti­
XVII, gozó de seguidores en la España diecio­ maban perjudiciales. Estos vasallos —agrega el
chesca. Según ésta, el rey recibía el poder di­ autor citado- estaban conscientes de que toda
rectamente de Dios, sin intervención del pue­ actividad gubernativa era propia del rey, por
blo y se consideraba dueño y señor de la Mo­ lo que este reconocimiento llevaba aparejada
narquía. Así se explica el uso de ciertas expre­ la subordinación a sus mandatos.
siones, como la de llamar al rey “Amo” y a los Con respecto a las comunidades indíge­
reinos, “sus dominios”. Esta doctrina, pese al _ nas, la cuestión es aun más difícil de apreciar,
vigor con que aparece en‘piezas políticas, no dada la diversidad de situaciones, culturas y 219
LA MONARQUIA Y LA ORGANIZACIÓN LOCAL

mentalidades. Un sugestivo estudio de Daisy las distintas provincias indíanas. En territorio


Rípodas Ardanaz sobre la actitud de los indios rioplatense ese cambio en la administración
ante la figura jurídica del rey en el siglo XVI local se hizo patente en la segunda mitad del
permite observar que la imagen aprehendida siglo XVIII, aunque ya con anterioridad fue­
por ellos no coincidía en todo con la de los es­ ron apareciendo parcialmente algunos rasgos
pañoles, dada la permanente asociación que configurativos del nuevo orden.
hacían con sus propios señores. Así, por ejem­ La extendida burocracia de la Monarquía
plo, el rey aparecía como lejano, muy grande y estaba encabezada por los Consejos Reales
poderoso, sin superior en la tierra. En él mu­ que, instalados en la Corte, rodeaban al rey,
cho apreciaban su actitud protectora, a la cual hasta casi confundirse con él en la elaboración
frecuentemente se acogían. En la relación in­ y sanción de las normas legales. Desde 1524,
mediata aplicaban esta idea al acudir a la au­ las Indias tuvieron el suyo propio, desgajado
diencia o al virrey, como representantes direc­ del de Castilla. Subsistió hasta el siglo XIX más
tos de ese poder regio. allá de la gran crisis de comienzos de la centu­
ria, aunque desde l7l7 experimentó notorias
EL APARATO GUBERNATIVO.’ SU ESTRUCTURA limitaciones en sus funciones al verse obligado
a compartir ese inmenso poder con las Secre­
Una estructura administrativa hizo posi­ tarías de Despacho.
ble el desenvolvimiento orgánico de la coloni­ Era el Consejo órgano supremo de gobier­
zación americana. La misma se fue tejiendo en no y justicia en las Indias. Le estaban subordi­
el seno de Castilla desde la Baja Edad Media. nados las autoridades y tribunales indianos,
Predominó al comienzo un primitivo régimen empezando por la Casa de Contratación. Por
de oficios, convenientemente apoyado por su antigüedad, era el tercero de la Monarquía,
empleados dependientes del titular, que éste después de los de Castilla y de la Inquisición.
designaba, retribuía y cesanteaba. Paulatina­ Por su categoría, era el segundo, detrás del cas­
mente, la relación fue haciéndose más desper­ tellano. Estaba integrado por un presidente —o
sonalizada. El empleado cobraba un sueldo gobernador, como se le llamó después- varios
del erario, adquiría estabilidad —era uno de los consejeros —al principio 5, luego hasta 19-,
atractivos- y entonces su ingreso, cese y régi­ uno o dos secretarios -del Perú y de Nueva Es­
men de trabajo ya no dependían del arbitrio paña—, un fiscal y un conjunto de oficiales que
del jefe sino de un reglamento. Del régimen de se ocupaban del trámite oficinesco. En su
oficios se pasa al de oficinas, en expresión de composición predominaban los letrados.
Bravo Lira. Aparece entonces la carrera admi­ Siempre se insistió en la necesidad de que es­
nistrativa y la corporización del expediente. Al tos ministros tuviesen experiencia en los ne­
mismo. tiempo, el conocimiento oficinesco gocios indianos, pero, de otro lado, influyeron
empírico era reemplazado por un saber técni­ las presiones cortesanas para disimular este
co y racional. Se trata de una tendencia que se requisito. Algunos destacados juristas india­
fue desplegando paulatinamente a lo largo de nos, como Iuan de Ovando, Gregorio López,
casi tres centurias, sin imponerse uniforme­ Iuan de Solórzano Pereira, Antonio Alvarez de
220 mente ni al mismo tiempo en la Península y en Abreu, Antonio Porlier, Benito de la Mata Li­
LA MONARQLIIA. P()lï)lïI{ (LÏENTRAL Y PODERES IÁNÏALES

El Consejo de Indias en deliberación. Grabado de la segunda mitad del siglo XVII.

nares, ocuparon a lo largo de estos siglos pla­ glo XVII, cuando asumen un papel propio,
zas en el Consejo. que intentaba diferenciarse del de los conseje­
La historia del Consejo que hoy se conoce ros y hasta parangonarse con éstos. El tono
es muy parca en mostrar el funcionamiento de con que defendían ante el rey sus preeminen­
los mecanismos internos del poder, el eventual cias hace pensar, ya entonces, en una función
liderazgo de determinados presidentes o mi­ en ascenso, que alcanzará consagración formal
nistros, la vinculación con el rey, sus validos y un siglo más tarde.
secretarios, la relación de fuerzas con otros ór­ Los memoriales, recursos y peticiones que
ganos de la Corte, etc. La falta de actas de las desde las comarcas indianas se dirigían al rey
sesiones del Consejo es, sin duda, un escollo iban directamente a su Consejo. Desde el
para penetrar en esos vericuetos del poder su­ principio, se dio preferencia a los asuntos gu­
premo. Todo ello se esconde en la monumen­ bernativos, tanto temporales como espiritua­
tal masa de papeles que, atesorados en el ar­ les. Contrariamente a lo que ocurría en el
chivo del propio Consejo, hoy constituyen Consejo de Castilla, se determinó que las cues­
gran parte de los fondos del Archivo General tiones contenciosas de justicia quedaran ter­
de Indias. En este centro de poder y en directa minadas con el fallo de las audiencias ameri­
vinculación con el trono, se destacaba el papel canas y sólo en ciertas causas interviniese la
cumplido por los secretarios del rey, cuya fun­ sala de justicia del Consejo. A su vez, la cons­
ción apareció realzada desde principios del si­ titución de las juntas de guerra y hacienda —en 22]
LA MONARQUIA Y LA ORGANIZACIÓN LocAL

la que participaban consejeros indianos- llevó menor, en el ejercicio del poder directo por
a estos órganos los negocios especializados. De parte del Consejo.
tal modo, se dejó expedito el camino a los mi­ Según se advierte, el Consejo ejercía “un
nistros para ocuparse específicamente de los gobierno por relación”, es decir fundado en la
asuntos de gobierno, bajo cuya denominación información que recibía y raramente en el co­
se encerraba un vasto conjunto de materias. nocimiento directo de la realidad. De allí que
La atracción que ejercía la Corte determi­ le era necesario abrir todos los cauces posibles
nó‘ que se dirigieran hacia allí -aun en los para constatar la veracidad de esa informa­
tiempos de mayor autonomía indiana- virre­ ción. Reiteradamente se enfatizó que los mi­
yes, obispos, audiencias, gobernadores, cabil­ nistros debían poseer acabada noticia sobre la
dos, tribunales de cuentas, capitanes genera­ geografía, población, economía y constitución
les, prelados religiosos y cualquier otro vasa­ política y eclesiástica de las comarcas indianas
llo —indios incluidos—. La masa de papeles lle­ para mejorar su capacidad de análisis y deci­
gaba con el arribo de las flotas y galeones -pe­ sión de los casos. En parte, esta necesidad po­
ro también en los navíos de registro, como los día ser paliada con la experiencia indiana de
que comunicaban directamente Buenos Aires algunos consejeros o de otros antiguos minis­
con la Península- y daba lugar al despliegue tros que residían en la capital de la Monar­
de un trámite burocrático, con intervención quía. Sin embargo, esa experiencia era relativa,
dthfiseal. Gon su dictamen y a veces también pues sólo alcanzaba a las provincias donde ha­
con el de otros ministros, el Consejo delibera­ bían residido. Con todo, a través de esas opi­
ba y resolvía. Lo hacia en torno de una mesa, niones se solía lograr un acercamiento a la va­
alrededor de la cual se sentaban los ministros, riada realidad de las Indias. Al leer escritos de
presididos por el gobernador, según se regis­ Solórzano, en el siglo XVII, o de Mata Linares,
tra en un grabado del siglo XV-II. No satisfe­ a principios del XIX, se aprecia cómo ellos in­
chos los consejeros, en algunos casos segreca­ tentaban universalizar sus experiencias parti­
baba la opinión de otros expertos o ex minis­ culares en el Perú, Chile o Buenos Aires. Valga
tros residentes en la Corte; no faltaban oca­ recordar, como ejemplo « no desdeñable, la
sionesxen las que.el dictamen sesolicitabaa fuerza que tuvo a mediados del siglo XVIII la
órganos o autoridades residentes en América. opinión requerida por el Consejo a don Iuan
Finalmente, seformalizaba porescrito la con­ Vázquez de Agüero, que había residido cinco
sulta que contenía la decisión del Consejo, años en Buenos Aires, para dar un giro favora­
elevada al rey en forma directa.A-l margen del ble a la controvertida permanencia de los por­
documento, se asentaba ademodo breve la re­ tugueses en la ciudad.
solución regia. Era entonces cuando se proce-­ Una de las tareas nuclearesdel Consejo era
día aaredactar el despacho, real cédula o pro­ la de proponer al reylas personas para ocupar
visión, según correspondiera. De tal modo, el los oficios secuiares y eclesiásticos en las pro­
Consejo no expedia disposiciones por sí, sino» vincias indianas, así como el- otorgamiento de
actuaba a través del rey. Una excepción -a esta las-mercedes y gracias. Estas apreciadas atribu­
regla fue la carta acordada, de uso frecuente ciones, que dabam prestigio y autoridad al
222 en el siglo XVII, que sugiere un matiz, acaso cuerpo, no siempre fueron , ejercidas por el
LA MONARQUÍA. PODER CENTRAL Y PODERES LOCALES

Consejo en pleno. En un tiempo, fue tarea ex­ organismos indianos, luces y sombras. Para
clusiva de su presidente, en otra época, de la las primeras, basta pensar en el papel trascen­
Cámara de Indias, integrada por el presidente dental que cumplió en la articulación del apa­
y tres consejeros. Cuando estas funciones no rato gubernativo. Entre las segundas, caben
ocupaban al Consejo en pleno, el organismo recordar las quiebras, corruptelas, infidelida­
caía en un vacío funcional de tal considera­ des que desfilaron por distintos niveles de su
ción que los negocios que le ocupaban eran administración.
escasos, según testimonios coetáneos. Com­ En el siglo XVIII, se produjeron importan­
probación ésta que tiene interés para estimar tes modificaciones -incubadas en el siglo an­
el grado de distribución de los poderes juris­ terior, según se ha visto- que alteraron el fun­
diccionales y normativos entre las autoridades cionamiento de este régimen gubernativo pe­
centrales y periféricas. ninsular. El Consejo sufrió su más fuerte em­
El Consejo, en la cúspide del aparato gu­ bate con la reforma de 1717, que en teoría dis­
bernativo, tenía su sede en la propia Corte, minuyó drásticamente sus atribuciones, que
instalada definitivamente en Madrid desde fi­ pasaron en gran parte a la nueva Secretaría de
nes del siglo XVI. A su vez, el núcleo de la co­ Indias, una de las cuatro que formaron el con­
municación marítima con las Indias se encon­ sejo de gabinete creado por Felipe V. El objeti­
traba en Sevilla, a más de quinientos kilóme­ vo buscado en las sucesivas reformas fue dar
tros de la Corte. Era en esa ciudad donde se ordenación racional y uniforme a la adminis­
organizaban las expediciones, se despachaban tración central, a través de un replanteamien­
y recibían los navíos que cruzaban el Atlánti­ to de los órganos existentes. Dados los reitera­
co. Ya en 1503, se había establecido allí la Casa dos cambios e incumplimientos de las reglas
de Contratación, que fue el primer órgano de establecidas, se hace difícil verificar el efecto
gobierno indiano creado en la Península. A práctico de esas reformas.
partir de la creación del Consejo, quedó su­ Con el nuevo orden, se estableció la deno­
bordinada a éste. Desde fines del XVI, la Casa minada “vía reservada”, que dio lugar a una
quedó integrada por dos grupos bien caracte­ suerte de gobierno paralelo, que provocó ten­
rizados: los jueces oficiales, de carácter admi­ siones y disputas. Con todo, el Consejo pudo
nistrativo; y los jueces letrados que constituían mantener íncólume cierta porción de la anti­
la llamada Audiencia de la Contratación. gua autoridad. En efecto, no sólo subsistió su
La Casa había tenido desde su creación un competencia en algunas materias —como la
cúmulo de variadas funciones administrati­ judicial y la consultiva- sino que, ya sea por
vas, fiscales, náuticas, comerciales, judiciales, expresos reconocimientos o por incumpli­
propias de un organismo que actuaba como miento de las nuevas pautas, según fuesen las
nexo vital en la comunicación entre la Corte y épocas, ejerció, de modo oscilante, también
las provincias americanas. A ello tuvo que funciones en las áreas del gobierno temporal
agregar más tarde su dedicación al apresto y y espiritual.
seguridad de las flotas y navíos para proteger­ Luego de algunas vicisitudes, la Secretaría
los de los corsarios, piratas y filibusteros. En la de Indias fue finalmente suprimida en 1790,
historia de la Casa hay, como en todos estos y se encomendaron sus asuntos a las demás 223
LA MONARQUÍA Y LA ORGANIZACIÓN LOCAL

secretarías de Estado. La pretendida unifor­ periencia que se recogía en los sucesivos inten­
midad racional en el tratamiento de los nego­ tos y a las circunstancias que se modificaban
cios de gobierno de la Monarquía que se plas­ constantemente.
mó en esta reforma finisecular benefició al El primer atisbo ordenador se percibe en
alicaído Consejo, que volvió entonces, por su las capitulaciones de Santa Fe de 1492, cuan­
reconocida especialidad, a ser llamado a pro­ do se otorga a Cristóbal Colón los títulos de
nunciarse acerca de importantes asuntos in­ almirante -en el mar y en las costas- y de vi­
dianos. Lo cierto es que el Consejo subsistió rrey y gobernador —en las islas y tierra fir­
más allá de los tiempos de la independencia me—, a imitación del modelo castellano. Fue
americana. En cambio, la suerte de la Casa de una corta experiencia, imprecisa en cuanto al
Contratación fue menos favorable, ya que alcance de estos títulos con amplísimos po­
perdió parte de sus atribuciones y la razón deres e insatisfactoria por la falta de aptitu­
misma de su existencia. El núcleo de las co­ des gubernativas del Almirante. Este régimen
municaciones con América se fue desplazan­ inicial, sin ser suprimido expresamente, que­
do hacia Cádiz y aunque se dispuso en 1717 dó superado por otro nuevo antes de expirar
que allí se trasladase, su papel fue languide­ el siglo XV.
ciendo hasta su extinción en 1790. En efecto, al ampliarse el ámbito territorial
con los incesantes descubrimientos, surgió un
nuevo intento ordenador consistente en la
EL GOBIERNO PROVINCIAL Y LOCAL creación de algunas provincias, con una exten­
sión limitada, a cuyo frente se establecía un
Los COMIENZOS gobernador. De este plan sólo se concretó la
designación de Nicolás Ovando como gober­
La organización territorial indiana se fue nador de la Isla Española, en sustitución de
delineando de modo lento e impreciso, con­ Colón, suspendido en sus funciones de virrey.
forme se iban descubriendo y colonizando las El crecimiento aquí y acullá de los descu­
distintas regiones. Aquella no respondía a un brimientos y conquistas impedía por el mo­
esquema previo. Era dúctil y empírica, sobre mento alcanzar una organización estable. La
todo en el siglo XVI. No había precedentes de conquista de México por Hernán Cortés
situaciones análogas. Mares, montañas, cordi­ (1518-1521), la expedición de Magallanes y
lleras, llanuras, istmos, poblaciones autócto­ Elcano, las primeras noticias hacia 1525 del
nas, difícilmente cabían en un primer diseño fabuloso imperio de los Incas y en general el
ordenativo. Se avanzaba en el descubrimiento interés despertado por explorar otras costas e
y conquista con asombrosa fuerza vital. No islas inmediatas, junto con la creación del
había tiempo para la reflexión ni para el cono­ Consejo de Indias en 1524 y poco después la
cimiento a fondo de cada región. No eran desaparición del oficio hereditario de virrey
tiempos de plantear una racional y jerárquica con la muerte del hijo del Almirante, determi­
ordenación de autoridades y órganos de go­ naron en esa misma década la vuelta al régi­
bierno. La organización se fue adaptando a las men de capitulaciones. Estas se empezaron a
224 peculiaridades de la tierra y de la gente, a la ex­ conceder en forma apreciable, con la consi­
LA M(i)N/\RQlll/\. PODER (IEÏNTRAL Y PUHLÏRFÏS I,()(ÍAI,,I<ÍS

Fachada principal de la Casa de los Reales Consejos, uno de los cuales era el de Indias. Según Viaje de España,
de Antonio Ponz. 1776.

guiente multiplicación de las provincias exis­ de justicia como en el ejercicio de tareas de


tentes, algunas sobre regiones más conocidas, gobierno, hacienda o guerra encomendadas
otras sobre la base de territorios por explorar. por el rey. Virreyes y audiencias representa­
En este marco cabe ubicar la empresa del Río ban la real persona, usaban su sello y dicta­
de la Plata. Desde 1524 se concedía a los go­ ban provisiones. En algunas provincias se es­
bernadores instituidos por capitulaciones el / tableció un virrey con audiencia; en otras, la
título de adelantado, que tendía a acentuar la audiencia sola para gobernar el territorio. Se
superioridad de aquel oficio sobre cualquier impuso por entonces la creencia de que el go­
otro en la provincia. También se le acumulaba bierno colectivo de los oidores podía ser más
a aquél el cargo de capitán general -con man­ conveniente que el de los gobernadores y así,
do militar. por unas tres décadas, las audiencias-gober­
Este régimen de provincias directamente nadoras —junto con los virreyes— aparecieron
dependientes del Consejo de Indias se alteró en el nivel jerárquico superior de los grandes
con la reaparición en 1535 del oficio de virrey, distritos.
esta vez no con carácter vitalicio y amplísimos Sin embargo, el gobierno colegiado de la
poderes -como había sido el de Colón- sino audiencia no resultó satisfactorio por diversas
diferenciado de la gobernación y del mando razones. Las más visibles fueron la falta de
militar y controlado por la audiencia. En aquel ejecutividad y de responsabilidad personal. Se
año, don Antonio de Mendoza fue designado hizo imperioso el retorno a un gobierno uni­
virrey y gobernador de Nueva España y presi­ personal, aunque controlado por la audien­
dente de la audiencia. Pocos años después se cia, situación que se produjo hacia 1565. En
hizo otro tanto en el Perú. Estos Virreyes per­ estos tanteos se percibe el propósito de ins­
filaban ya una nueva organización, aunque taurar una “administración reglada” —en pala­
por el momento su jurisdicción no compren­ bras de García-Gallo—, donde el papel del le­
día todas las provincias. trado fuese decisivo. Se trataba entonces de
La aparición de las audiencias dentro de impedir o sancionar las arbitrariedades y vio­
esta organización marca la presencia institu­ lencias propias del vertiginoso proceso de la
cional de los letrados, tanto en los negocios conquista y de constantes conflictos entre los 225
LA MONARQUÍA Y LA ORGANIZACIÓN LOCAL

grupos de conquistadores. Los letrados, sin Nueva Granada y Filipinas tenían cada uno un
embargo, no fueron ajenos a este clima y ca­ presidente de audiencia que ejercía funciones
yeron también en las extralimitaciones de gubernativas, con independencia de aquellos
otros ministros. Virreyes. En estos casos, era la audiencia, y no
Esta ordenación se manifestó con la incor­ el presidente, quien representaba al rey. El pre­
poración de las gobernaciones del Tucumán y sidente, que empezó siendo habitualmente le­
del Río de la Plata a la jurisdicción de la Au­ trado, dejó de serlo a partir del siglo XVII
diencia de Charcas, que convirtió a ésta en au­ cuando surgió la necesidad de contar en esos
diencia-gobernadora, pero la situación duró oficios con hombres de armas, para atender
muy poco tiempo, porque en 1567 se enco­ las guerras y conflictos con otras potencias eu­
mendó al virrey del Perú el gobierno superior ropeas, que ocurrían en lugares estratégicos de
de ambas provincias. la Monarquía.
Lo cierto es que en esa década de 1560, se La sujeción de estos gobiernos superiores
establecieron las bases de una ordenación te­ al rey era directa. Cada uno tenía bajo su juris­
rritorial general que se mantuvo sin alteracio­ dicción varias provincias. Los Virreyes y presi­
nes sustanciales hasta la segunda mitad del si­ dentes actuaban como gobernadores en las
glo XVIII. provincias donde residían. Había excepciones.
Por entonces se hizo más nítido el deslin­ Así, durante el corto período de funciona­
de entre las diferentes materias en las que ac­ miento de la audiencia de Buenos Aires entre
tuaban las autoridades: gobierno, justicia, gue­ 1663 y 1672, su presidente tuvo el gobierno
rra y hacienda. La distinción no impedía que superior de las provincias del Río de la Plata,
su ejercicio se pudiese acumular, mediante Tucumán y Paraguay, pero estaba subordina­
distintos títulos, en una misma persona. Se do al virrey del Perú.
abandonó el criterio de encargar a las audien­
cias el ejercicio colectivo de las tareas de go­ LA ORGANIZACION EN EL ACTUAL TERRITORIO

bierno, que fueron encomendadas a sus presi­ ARGENTINO

dentes. Aquellas dedicaron desde entonces su


actividad a los asuntos de justicia. Tres distritos políticos quedaron delinea­
No parece, sin embargo, que la separación dos como resultado de las expediciones de
fuese demasiado absoluta si nos atenemos a don Pedro de Mendoza en el Río de la Plata, de
ciertas tareas de tipo gubernativo que las au­ Iuan de Núñez de Prado en el Tucumán y de
diencias desempeñaron en determinadas oca­ Pedro del Castillo en la región de Cuyo. A par­
siones. Además, los oidores actuaban como tir de 1561 en Cuyo, 1563 en Tucumán y 1593
órgano de consulta en asuntos de gobierno y en el Río de la Plata se estableció el régimen de
hacienda, a través del real acuerdo. gobernadores. Esta ordenación, salvo algunas
En consonancia con estas líneas directivas, modificaciones, se mantuvo hasta la creación
quedaron dos distritos de gobierno superior, a del Virreinato en 1776.
cargo de sendos Virreyes, que representaban a A fines del siglo XVI el actual territorio ar­
la real persona: Nueva España y Perú. A su vez, gentino se encontraba comprendido dentro de
226 los distritos de Santo Domingo, Guatemala, tres grandes provincias, las del Río de la Plata,
LA MONARQUIA. PODER CENTRAL Y PODERES LOCALES

LA ORGANIZACIÓN POLÍTICA ARGENTINA EN EL PERÍODO HISPÁNICO


Según Ricardo Zorraquín Becú, Buenos Aires, 1959.

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"CHARCAS
I-IUQUISACA ó mu,“ SANTIAGO
DE JEREZ
l 580 - 1632
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1570 - 1631 SAN
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EL TERRITORIO ARGENTINO
EN l600
l Gobernación del Rio
de la Plata
2 Gobernación del Tucumán
3 Gobernación de Chile
--- Limites actuales
227
LA MUNARQUÍA Y LA ORGANIZACION LOCAL

Tucumán y Chile, y una cuarta, la del Estre­ Uruguay. De las 30 doctrinas establecidas en
cho, que abarcaba lugares poco explorados y el siglo XVIII, 22 se encontraban dentro de la
aún no colonizados por los españoles. provincia.
Por otra parte, a mediados del siglo XVIII
l. La del Río de Ia Plata, extendida desde se incorporaron a la gobernación rioplatense
los 15° 40’ hasta los 46° 25’ de latitud Sur tenía los territorios de la Patagonia oriental y la Tie­
por límites orientales el meridiano de Tordesi­ rra del Fuego, y también comenzó a traslucir­
llas y el océano Atlántico. Por el occidente lle­ se en documentos de la época la pertenencia
gaba hasta el meridiano 62° y desde los 34° 08’ de las tierras de la Patagonia hasta la cordille­
de latitud Sur seguía por una línea ubicada a ra de los Andes.
cien leguas contadas desde el océano Pacífico. La provincia rioplatense fue alcanzando
Llegaba por el oeste hasta las gobernaciones una natural preeminencia. Las ciudades de
de Santa Cruz de la Sierra y del Tucumán, ya Buenos Aires, Santa Fe y Corrientes consti­
establecidas como provincias, sin que los lírni­ tuían el eje fluvial del distrito, que era su prin­
tes estuviesen estrictamente fijados. La sede de cipal medio de comunicación. La primera ser­
las autoridades estaba en Asunción. vía de puerto al interior y de residencia a las
La gran extensión de esta provincia moti­ autoridades políticas y eclesiásticas. Como
vó que por real cédula de 16 de diciembre de consecuencia del desarrollo bonaerense, los
1617 se establecieran dos gobernaciones sepa­ gobernadores aparecían elevados en su jerar­
radas: la del Guayrá —más tarde denominada quía, logrando en algunas materias cierta su­
del Paraguay-, que comprendía las ciudades perioridad militar y política sobre los que go­
de Asunción, Santiago de Ierez, Villarica y bernaban Tucumán y Paraguay. Más tarde, a
Ciudad Real; y la del Río de la Plata, que abar­ mediados del siglo XVIII, los gobernadores de
caba Buenos Aires, Santa Fe, Corrientes y los nuevos distritos de Montevideo, Malvinas
Concepción del Bermejo —despoblada en y Misiones quedaron subordinados al de Bue­
1632-, además de otros vastos territorios aún nos Aires. Se anunciaba así una tendencia que
no ocupados. Los límites entre ambas gober­ lentamente culminaría con la creación del Vi­
naciones no quedaron fijados taxativamente rreinato, con sede en la capital bonaerense.
en dicha cédula y debían surgir, por lo tanto,
de las jurisdicciones de cada una de las ciuda­ 2. La del Tucumán, que se extendía en el te­
des mencionadas. Asunción y Buenos Aires rritorio ubicado entre los límites septentrio­
fueron residencia de las respectivas autorida­ nales de Iujuy y su prolongación hacia el este
des, que estaban sometidas en lo político al vi­ en 22° 05’ de latitud Sur el meridiano 62° que
rrey del Perú y en lo judicial a la audiencia de la separaba del distrito rioplatense, el paralelo
Charcas. 34° 08’, llegaba por el Oeste hasta la cordillera
Dentro de los límites de la provincia rio­ de los Andes a través de una línea que pasaba
platense se asentaron, tiempo después, los por el nordeste de San Luis y San Iuan. Si bien
pueblos de las misiones jesuíticas situados al los límites de esta provincia nunca quedaron
sur del alto Paraná y aquellos otros que se estrictamente definidos, puede decirse que
228 fundaron con posterioridad al oriente del con la ocupación progresiva del territorio lle­
LA MONARQUÍA. PODER CENTRAL Y PODERES LOCALES

gó a comprender las actuales provincias de Iu­ bajo la dependencia del gobierno chileno, su­
juy, Salta, Tucumán, Catamarca, La Rioja, San­ bordinado a su vez al virrey del Perú. A partir
tiago del Estero y Córdoba. de 1574, Cuyo se constituyó en corregimiento,
Esta comarca fue el núcleo fundador de con sede en Mendoza, sujeto a la jurisdicción
nuestro actual territorio mediterráneo. Sus sucesiva de las audiencias de Lima y Santiago,
orígenes son vagos en razón de que, a partir de con un breve interregno dependiente de la au­
1543, actuaron distintas expediciones con­ diencia instalada en Concepción.
quistadoras provenientes tanto de Chile como La Iunta de Poblaciones de Chile dispuso
del Perú. En tales ocasiones se suscitaron con­ en 1752 que los territorios ubicados al sur de
flictos jurisdiccionales y personales entre au­ Mendoza y dentro de los límites asignados a la
toridades y grupos de conquistadores. Asimis­ gobernación de Chile se incorporasen al co­
mo, era difícil la convivencia entre los nuevos rregimiento cuyano.
pobladores y los naturales. Luego de veinte Al crearse en 1776 el Virreinato del Río de
años de indefinición, el virrey del Perú, conde la Plata, Cuyo fue incorporada a la nueva enti­
de Nieva, creó en 1563 la provincia, que sepa­ dad política. No se trató de una decisión pre­
ró de Chile, y nombró a Francisco de Aguirre cipitada, ya que desde principios de esa centu­
como gobernador y capitán general. ria la región había incrementado su relación
Hasta fines del siglo XVII, las autoridades comercial con el eje Buenos Aires-Potosí y en
residieron en Santiago del Estero. Luego el 1716 llegó a solicitar concretamente su segre­
obispado se instaló en Córdoba y la sede de la gación del reino de Chile para incorporarse a
gobernación, en Salta. La provincia quedó de­ la gobernación del Tucumán, a lo que el Con­
pendiendo del virrey del Perú y en lo judicial sejo de Indias no accedió.
de la audiencia de Charcas.
El camino real que unía el Litoral con 4. La del Estrecho, provincia de extensión
Charcas fue el eje de desarrollo de esta provin­ incierta, comprendía el resto de la Patagonia
cia. A su vera prosperaron las ciudades de y la Tierra del Fuego. Fracasadas las sucesivas
Córdoba, Santiago del Estero, Salta y Iujuy. empresas destinadas a su ocupación, la ma­
Más tarde, también San Miguel de Tucumán. yor parte del territorio quedó incorporada a
la gobernación de Chile por real cédula del
3. La de Chile abarcaba las actuales provin­ 29 de mayo de 1555. También Tierra del Fue­
cias argentinas de Mendoza, San Iuan y San go quedó como dependencia chilena a partir
Luis, además del territorio trasandino que da­ de 1573. Posteriormente se intentó convertir
ba nombre al distrito. Sus límites se extendían este último territorio en una gobernación,
a cien leguas de ancho a contar desde las cos­ pero fracasó la expedición. Desde entonces,
tas del Pacífico. según Zorraquín Becú, “el extremo Sur del
Cuyo fue ocupada por disposición del go­ continente quedó como una región desocu­
bernador de Chile, que envió al capitán Pedro pada y vacante”. A mediados del siglo XVIII
del Castillo como teniente de gobernador y la Patagonia oriental y la Tierra del Fuego
capitán general. Una vez fundadas las ciuda­ fueron incorporadas a la provincia del Río de
des de Mendoza y San Iuan, la región quedó la Plata. 229
LA MONARQUÍA Y LA oR(;AN¡zAcI(‘)N LOCAL

EL OFICIO DE GOBERNADOR cia. En su inmensa mayoría fueron militares o


funcionarios con experiencia en el oficio. No
El embrionario régimen político de las pri­ hubo letrados ni personas con título nobilia­
meras entradas en nuestro territorio se conso­ rio. A fines del siglo XVII y principios del
lidó hacia fines del siglo XVI. Las experiencias y XVIII, el cargo entró temporalmente en el ré­
tanteos ya se habían realizado, como se ha vis­ gimen de beneficios, es decir que para su ob­
to, en otras regiones colonizadas más tempra­ tención era preciso que el interesado abonara
namente, de manera que el Río de la Plata y el un servicio pecuniario a la Corona.
Tucumán vinieron a convertirse, sin perjuicio Cuando el gobernador llegaba a su distri­
de sus propias peculiaridades, en receptores de to, se presentaba ante el cabildo, donde exhi­
un orden previamente diseñado en otros luga­ bía su título, prestaba juramento y ofrecía a los
res del continente. Así se estableció el régimen fiadores que garantizaban eventuales irregula­
de provincias, a cuyo frente aparece el goberna­ ridades en su desempeño. La ceremonia per­
dor, auxiliado por sus tenientes y por un mo­ mitía verificar la legalidad del título y fijar fe­
desto aparato administrativo. hacientemente el momento de iniciación del
Aun cuando el oficio de gobernador tiene período de gobierno. Asimismo marcaba la
precedentes medievales, en Indias se puede disposición del nuevo magistrado frente al or­
considerar que fue una nueva magistratura, den local, lo que se solía reflejar en la misma
con la cual se designaba, en un sentido amplio, fórmula de juramento.
a todo aquel que ejercía la función de gobier­ Al reunir las funciones de gobierno, justi­
no, tanto los que habían contratado con la Co­ cia y guerra, los gobernadores acumulaban
rona como los que eran funcionarios de ella. amplios poderes, pero encontraban diversas
Abarcaba el amplio abanico que iba desde los limitaciones que les impedían proceder a su
mismos Virreyes, presidentes y audiencias has­ arbitrio. En primer lugar, aquellas funciones
ta aquellos que ejercían las funciones en pro­ de gobierno y justicia eran compartidas con
vincias subordinadas. En el ámbito del Tucu­ los cabildos y los alcaldes. También convergían
mán y el Río de la Plata, el régimen de los go­ sobre aquéllos varios organismos de control
bernadores designados por la Corona y sujetos que se ponían en movimiento apenas se perci­
a ella comienza con la designación de Francis­ bían excesos en su conducta. En nivel supe­
co de Aguirre en 1563 y Hernando de Zárate rior, el virrey, la audiencia y el Consejo de In­
en 1593, respectivamente. En Cuyo, desde dias actuaban ante las denuncias recibidas. Los
1574, un corregidor estaba al frente del distri­ cabildos hacían valer su poder, según situacio­
to, que dependía del gobernador de Chile. nes y posibilidades. Los oficiales reales apare­
Los gobernadores designados por la Coro­ cían gozando de independencia y autoridad
na —sólo interinamente lo hacía el virrey­ para informar directamente a los niveles más
ejercían el cargo por un período que duraba altos del poder. Los obispos y otros eclesiásti­
entre tres y cinco años, según estuviesen resi­ cos, en informes y memoriales, se ocupaban
diendo en América o proviniesen de España, de la actuación de los gobernadores. Si a todo
pero estos plazos no eran muy estrictos. Hubo esto se agrega la existencia de resortes institu­
230 casos de prórroga y aun de designación vitali­ cionales de control, como las visitas y los jui­
LA MONARQUÍA. PODER CENTRAL Y PODERES LOCALES

cios de residencia, surge una red de limitacio­ XVIII. Las designaciones corrían a cargo de los
nes que en la práctica tendían a encauzar la la­ mismos gobernadores, sin retribución fijada
bor de los gobernadores, que controlaban y por la real hacienda. Algunos de ellos interve­
reducían su poder efectivo. nían sólo en determinados asuntos. Fue por
Dentro de este esquema, las atribuciones real cédula del 28 de septiembre de 1716 que
de los gobernadores no eran uniformes. Apa­ facultó al gobernador Bruno Mauricio de Za­
recían enumeradas en sus respectivos títulos, vala para designar un asesor que atendiera “los
pero el uso y la costumbre del lugar podían pleitos y materias de justicia”. Sin embargo, la
ampliar o restringir esas facultades e incluso práctica observada en otros distritos y la cos­
agregar otras no previstas en aquéllos. Aten­ tumbre local fueron dando al oficio de asesor
dían en general todas las materias que ordina­ una mayor amplitud hasta abarcar los nego­
riamente constituían la gobernación espiritual cios de gobierno y guerra. En 1738, se consoli­
—el orden eclesiástico y el ejercicio del Real Pa­ dó este diseño burocrático con la creación en
tronato, la evangelización de los indígenas y el el Río de la Plata de un teniente general letra­
cuidado del culto- y la gobernación temporal do, auditor de la gente de guerra y la designa­
—el orden de la vida social, la seguridad y el ción real de su titular por cinco años, que re­
abasto de las ciudades, la promoción de la in­ cayó en el licenciado Florencio Antonio Mo­
dustria y el comercio, etcétera-. Para ello po­ reyras. La actuación de este letrado se prolon­
dían dictar autos de gobierno que se publica­ gó hasta 1761, cuando lo reemplazó Iuan Ma­
ban por medio de bandos. nuel de Labardén.
Un modesto aparato administrativo aten­ El gobernador resolvía los negocios ante el
día el despacho de los negocios gubernativos. escribano, quien extendía y refrendaba los des­
La situación sólo se modificó con la creación pachos y se encargaba de la custodia de los ex­
del Virreinato y la implantación de las Inten­ pedientes. Era un oficio comprado que produ­
dencias. Dentro de esta organización, estaba cía al titular los beneficios provenientes de los
en primer lugar el teniente general de la go­ derechos y aranceles que cobraba a los parti­
bernación, quien recibía el nombramiento y culares interesados. A medida que fueron cre­
facultades del titular. Cuando era letrado sus­ ciendo las tareas burocráticas, se sumaron a
tituía al gobernador en su función judicial y los escribanos de gobierno otras escribanías
también actuaba como asesor en los negocios que atendían cuestiones de guerra y hacienda
gubernativos. Reemplazaba interinamente al y también una para los asuntos de Cámara.
gobernador cuando éste se ausentaba o había Desde 1588 aparece en Buenos Aires el escri­
fallecido. Los tenientes generales rioplatenses bano de gobierno.
residían habitualmente en Buenos Aires. En El gobernador estaba obligado a despachar
cambio, los del Tucumán solían instalarse en ante el escribano pero como éste no siempre
la ciudad de Córdoba, en tanto el gobernador era persona de su confianza, se admitía que
tenía su asiento en Santiago del Estero o Salta. despachase con su secretario los negocios se­
La asesoría de los gobernadores en el Río cretos. Al registrarse una tendencia paulatina a
de la Plata y en el Tucumán no estuvo a cargo ampliar la participación de los secretarios en
de funcionarios permanentes hasta el siglo detrimento de los escribanos, éstos se vieron 231
LA MONARQUÍA Y LA ORGANIZACIÓN LOCAL

desplazados y perjudicados en sus intereses. cuyano- estaban al frente de comarcas de me­


En la transformación administrativa del siglo nor extensión o importancia que formaban
XVIII, la figura del secretario cobró prestigio y parte de un Virreinato o de una provincia ma­
se convirtió en una pieza importante de la bu­ yor, y por lo tanto estaban sometidos a su titu­
rocracia, como cabeza de una oficina. De una lar. Dependiente del reino de Chile, Cuyo es­
designación que al comienzo realizaba la auto­ tuvo a cargo de corregidores designados casi
ridad local y era transitoria, se pasó a una si­ siempre por los gobernadores chilenos desde
tuación de estabilidad adquirida con el nom­ 1574 hasta 1776, cuando se incorporó al vi­
bramiento regio. rreinato rioplatense.
En la época de los gobernadores rioplaten­ La extensión de las provincias y la dificul­
ses, los secretarios permanecían en el cargo tad de las comunicaciones hizo necesaria la
mientras duraba el mandatario que los había presencia de autoridades reales en diversos lu­
designado. Dirigían varios empleados que no gares de las mismas. Así los tenientes consti­
tenían sueldo del erario y estaban a cargo del tuían una jerarquía administrativa inferior y
gobernador. Con el Virreinato se creó una se­ ejercían funciones en apoyo de los gobernado­
cretaría de Cámara y del Virreinato, integrada res y corregidores con las atribuciones que los
por un secretario y tres oficiales con sueldo fi­ titulares asignaban. Dentro de este tipo de
jo a cargo de la real hacienda. La nueva ofici­ funcionarios, se destacaban los tenientes de go­
na adquirió carácter con la existencia de un bernador-de corregidor, en su caso-, que esta­
archivo, precario en los primeros tiempos —los ban al frente de las ciudades subalternas de las
papeles más antiguos datan de 1639- y ya con­ provincias. Sus funciones solían abarcar las
solidado desde mediados del siglo XVIII, materias de gobierno, justicia y guerra, y en tal
cuando aparecieron nuevas preocupaciones y caso unían a su título principal los de capita­
también el personal idóneo para asegurar su nes de guerra y justicia mayores. Presidían el
clasificación y conservación. cabildo de la ciudad y estaban subordinados
directamente a quien los había designado.
CORREGIDORES, IENIENTES, CACIQUES A fin de hacer más efectivo el gobierno di­
recto de los aborígenes, la Corona mantuvo la
La estructura gubernativa se completaba institución prehispánica del cacicazgo. Era un
con otros funcionarios. Así la región de Cuyo vínculo ancestral que se transmitía por vía de
durante esta época fue gobernada por corregi­ sangre. Para la política hispana se componía
dores. Era una institución castellana que se de dos elementos: la dignidad cacical heredita­
trasladó a las Indias en la primera mitad del si­ ria y la titularidad del gobierno. Este desdobla­
/ glo XVI. Como en el caso de los gobernadores, miento permitía que en caso de incapacidad
en una primera época hubo corregidores de­ para desempeñar esta última función, el titu­
signados en las capitulaciones para dirigir lar pudiese ser reemplazado por otro cacique
conquistas de menor entidad, pero finalmente interino o coadjutor. La acción del cacique es­
sólo quedaron los asignados a distritos ya or­ tuvo mediatizada por el corregidor español y
ganizados, fuesen poblados de indios o de es­ el cura. La realidad cotidiana muestra tanto
232 pañoles. Estos últimos —como era en el caso los abusos y agravios que recibía de aquéllos
LA MONARQUÍA. PODER CENTRAL Y PODERES LOCALES

como los que a su vez infligía a sus subordina­ gislativa" como rasgo de la colonización espa­
dos. La institución se mantuvo durante la do­ ñola en América y marcó una orientación en
minación española, aun cuando en los últimos oposición precisamente hacia la creencia en un
tiempos, los aires reformistas se mostraran régimen de tipo estatal moderno que domina­
contrarios al reconocimiento de la dignidad ba la mentalidad de los historiadores. Pero es­
cacical. ta senda abierta por el maestro español no fue
entonces profundizada.
EL REPARTO DE PODERES.’ CENTROS En el nuevo enfoque cabría atender a los
Y PERIFFRIAS variados mecanismos de poder, desde el que
proviene de las relaciones clientelares y corpo­
En el estudio de la organización política rativas hasta el engendrado por la propia bu­
indiana, los historiadores han utilizado gene­ rocracia, todo ello entramado en sutiles arti­
ralmente el paradigma estatal contemporáneo culaciones variables conforme a las coyuntu­
como único referente de ordenación. Esto ha ras. Esto lleva a prestar atención más a una or­
llevado a construir la difundida imagen de denación horizontal que vertical en la concep­
una Monarquía que ejercía un poder político ción del poder y reconocer la existencia de
dominante y exclusivo sobre todos sus territo­ ámbitos de acción reservados a cada esfera de
rios a través de las órdenes expedidas desde poder. Así, por ejemplo, observa Zorraquín
sus órganos de gobierno peninsulares, o al Becú que la dependencia del gobernador res­
menos, por medio de facultades expresamente pecto del virrey y la audiencia —que eran sus
delegadas en determinados funcionarios resi­ controles- nunca fue precisada y se ponía en
dentes en América. evidencia sólo cuando sus resoluciones guber­
Los nuevos enfoques historiográficos, en nativas eran apeladas ante la audiencia del dis­
cambio, sin desconocer la existencia de una trito o cuando el virrey dictaba disposiciones
fuerte tendencia hacia la centralización y uni­ de interés general. Pero el gobernador dispo­
formidad desenvuelta paulatinamente, procu­ nía de un ámbito de poder propio, que no po­
ran superar aquella visión un tanto simple, ob­ día ser invadido por dichas autoridades sin
servando esa entidad política como un orden mediar causas graves.
complejo en equilibrio, con poderes repartidos Muestra representativa de lo señalado es el
entre centros de autoridad reconocidos y sus ejercicio del denominado “gobierno superior”
respectivas periferias, donde el monarca ocu­ por parte del virrey del Perú. Su distrito com­
paba una posición preeminente y no domi­ prendía las presidencias de Panamá y Chile y
nante. Esta nueva mirada parece compaginar­ los territorios incluidos dentro de la jurisdic­
se mejor con el análisis de una realidad donde ción de las audiencias de Charcas y Quito. Es
la vastedad, variedad y especialidad de sus ele­ decir, cinco audiencias -incluida la de Lima,
mentos sumados a la distancia que separaba a que presidía- y hasta diez gobernaciones. Ese
los territorios de la Corte real hacía imposible gobierno superior -dice Zorraquín Becú- era
la práctica de un gobierno directo desde la Pe­ de especial naturaleza. No existía una depen­
nínsula. Ya hace muchos años, Rafael Altamira dencia orgánica respecto del virrey y se ejercía
destacó la “autonomía y descentralización le­ esporádicamente cuando las circunstancias lo 233
LA MONARQUÍA Y LA ORGANIZACIÓN LOCAL

aconsejaban, sin inmiscuirse en las funciones


l

ordinarias del gobierno local. Las provincias


!

gozaban así de cierta autonomía y sus titulares


l

se comunicaban directamente con el rey.


En cuanto a la relación mantenida entre Í

las autoridades locales del Río de la Plata y los


organismos peninsulares, se puede observar, 3

siguiendo las consultas del Consejo de Indias,


de la Cámara y de la Junta de Guerra en el si­
glo XVII, que las cuestiones allí tratadas gira­
A ¿ - 34;‘ -_ su-m.
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L: l .. -.Ïv ‘mu: __" mi i‘ si _“ y V‘ í

ban en torno de estos temas: nombramientos


de oficios reales y eclesiásticos; concesión de
mercedes y gracias; tratamiento y evangeliza­
ción de indios; licencias para viajes; control
del comercio y de los extranjeros; defensa y
fortificación del territorio. Se destaca también
una superior injerencia en asuntos de justicia,
cuando había denuncias graves sobre violen­
cia, abusos o excesos de magistrados y gober­
nadores. Es decir, se está en presencia de un Buenos Aires en i734. Grabado de F. da Silva.

poder acotado a determinadas materias que


dan contenido y ejercicio práctico a ese poder propio las relaciones entre centros y periferias.
selectivo y eminente del monarca. En esta nueva mirada, es patente la relevancia
de la ciudad y la comarca aledaña, que se des­
LA CIUDAD COMO ÁMBITO DE PODER taca por una vigorosa autonomia que le per­
pounco mite disfrutar de poderes jurisdiccionales y
normativos propicis, indisponibles para cual­
La ciudad, núcleo de la colonización espa­ quier autoridad superior. Ello no impide la in­
ñola, es considerada como célula primaria en tegracion de la ciudad en estructuras politicas
la formación social. Es centro de vida admi­ más ¿implias —provincias, reincvs, Nlcmarquia­
nistrativa, económica y religiosa y ámbito en y el reconocimiento de JUÍOFÍÓJÓGS que actua­
donde se implantan los elementos culturales ban en niveles superiores para asegurar esa in­
del Viejo Mundo en conjunción con los influ­ tegracion y también el ejercicio efectivo de los
jos autóctonos. El paradigma del Estado con­ poderes locales.
temporáneo ha creado la imagen de la ciudad, La ciudad como ensamble scicial autosufi­
sometida enteramente a un poder exterior, ciente, que alcanza a convertirse en una
fuerte y centralizado, desde donde se imparten “comunidad perfecta”, es una noción cultural
las normas. Se impone matizar, y en buena europea con antiguas raíces y amplio desen­
parte rectificar, dicha imagen y atender a una volvimiento en la época del Renacimiento. El
234 organización del espacio donde cobran valor principio reside en la familia cuyo modelo se
LA MONARQUÍA. PODER CENTRAL Y PODERES LOCALES

proyecta en la organización urbana. Leemos no. Este germen encontró tierra abonada para
en Castillo de Bovadilla (1596): “La casa es su desarrollo en el contexto mismo de la con­
una pequeña ciudad y la ciudad es una casa quista, como esforzada empresa política y mi­
grande”. El agrupamiento urbano realiza una sional y como medio de obtener enormes ri­
primera unión entre los intereses privados y quezas materiales. La formalidad de las nuevas
dispersos de las familias, que busca una com­ fundaciones, el reconocimiento hacia sus pri­
prensión del bien común y del interés general. meros pobladores, la obtención de libertades y
Para denominar su perfil político, se usa la voz franquicias, los servicios que se prestan al rey,
república. inflaman el ánimo de quienes poblaban estos
Durante los siglos XVI y XVII, se desarro­ núcleos urbanos. Algunos de éstos pueden os­
lla en España -con notorio influjo itálico y de tentar títulos y gracias especiales.
la filosofía medieval- una intensa literatura Es indudable que la tardía colonización
sobre las ciudades —principalmente peninsula­ del actual territorio argentino y la falta de
res, pero también americanas- donde los au­ atractivos que excitaran la codicia o el ardor
tores tratan de cumplir con las pautas que misional -falta de metales preciosos, de anti­
conforman la ciudad ideal: el buen emplaza­ guas culturas aborígenes y de indios para re­
miento material; el conveniente clima y entor­ partir- provocaron que el proceso fundacio­
no natural; las gentes ilustres e instituciones, nal se desarrollara más lentamente y con esca­
las obras de caridad y difusión de la fe; y la fi­ sos estímulos. A fines del siglo XVI existían 15
delidad guardada al rey. Lugar destacado en ciudades, un siglo después eran sólo 13, aun­
esta historia ocupan sus antiguos privilegios y que sus situaciones locales estaban consolida­
otras prerrogativas que anudan la relación das. La fundación de Orán en 1794 hizo crecer
contractual con los reyes. Cualquiera sea el el número al transcurrir una nueva centuria.
móvil último de esta abundante literatura, lo El marco urbano de la época que interesa
cierto es que al ir en busca de los remotos orí­ mostrar debe completarse con otras ciudades
genes, se pone de relieve una organización po­ de las gobernaciones del Paraguay, Tucumán y
lítico-jurídica del espacio anterior a cualquier Río de la Plata, así como de la Capitanía gene­
jurisdicción real y que se confunde en los co­ ral de Chile y del Virreinato del Perú que man­
mienzos, con mitos y leyendas. tenían estrecha vinculación con aquellas ubi­
Esta imagen de la ciudad es la que tienen cadas en este territorio, pues todas reconocían
los conquistadores que llegan a América. Un una común pertenencia política.
punto de referencia inicial puede encontrarse La fundación de ciudades en América se
en el propósito de bautizar las nuevas ciuda­ hacía en nombre del rey por parte de capitu­
des con antiguos nombres urbanos europeos. lantes, conquistadores y capitanes. La ceremo­
Sin embargo, la grandeza y la majestad predi­ nia reviste cierta solemnidad, con presencia de
cadas para aquellas ciudades relevantes del un escribano, que la deja registrado en acta. El
Viejo Mundo, con sus míticos orígenes y sus fundador toma posesión formal del lugar ele­
antiguos fueros y privilegios, sólo constituyen gido, le da nombre a la ciudad y establece sus
un germen cultural en las primitivas poblacio­ términos, planta un madero que sirve de rollo
nes que se fueron erigiendo en suelo america­ y picota, como símbolo de jurisdicción, traza 235
LA MONARQUÍA Y LA ORGANIZACIÓN LOCAL

La ciudad de Córdoba en 1713, según dibujo a pluma de lose’ Cipriano de Herrera y Loizaga.

la planta urbana, distribuye solares y tierras blo, y tiene la potestad suya, como su cabeza".
entre los vecinos y también reparte indios Tan tajante afirmación estaba ubicada dentro
cuando los hay. En algtmos casos, el fundador de un párrafo en el que si bien se reconocía que
otorgaba franquezas, libertades y privilegios a se trataba de una parte de la potestad que no
los pobladores y sus descendientes y también había sido transferida al príncipe, quedaba en
prescribía ciertas obligaciones para ellos. Este claro que en el ejercicio de la misma había una
conjunto normativo inicial integrará, según se cierta subordinación al rey y a sus tribunales.
verá, el derecho propio de cada ciudad. Aunque la institución provenía de Casti­
lla, tuvo en las Indias su carácter y desarrollo
EL CABILDO.’ IMAGEN Y PODER propios. Todo núcleo fundacional que alcan­
zaba el rango de ciudad tenía su cabildo. Así
Desde el momento mismo de la fundación, hubo en nuestro territorio un número de ca­
el gobierno de la ciudad quedaba encomenda­ bildos similar al de las ciudades existentes.
do al cabildo, justicia y regimiento. Con esta También lo tuvieron siete poblaciones que re­
denominación completa que se utilizaba con cibieron durante la segunda mitad del siglo
frecuencia en los documentos de la época se XVIII y comienzos del XIX el rango menor de
enfatizaban las dos funciones esenciales que villas. Nos encontramos así ante un número
tenía a su cargo: hacer justicia y regir la ciudad. de cabildos que tiene su particular trayectoria
Según decía Hevia Bolaños en la Curia Filipica histórica, en la mayoría de los casos poco o
236 (1603), el cabildo “es y representa todo el Pue­ mal conocida.
LA MONARQUÍA. PODER CENTRAL Y PODERES LOCALES

El mismo régimen capitular aparece en los gobierno “por menor” de la ciudad, entendido
intentos de congregar a los indios en reduccio­ en un sentido amplio, y sólo la ejecución de lo
nes o pueblos. Los cabildos, junto con el caci­ que se disponía estaba a cargo de los goberna­
que, constituían la estructura política de estos dores o corregidores, como cabezas de la cor­
pueblos de naturales. En las gobernaciones del poración. Para ello se invocaba —dos veces
Tucumán y del Río de la Plata estos proyectos dentro de un corto párrafo- conjuntamente a
pobladores escasamente prosperaron y los ca­ las leyes reales y al derecho común. Las prime­
bildos indígenas corrieron igual suerte. Tuvie­ ras eran poco explícitas en estas cuestiones,
ron mayor importancia los que funcionaron mientras la literatura del derecho común abría
en las misiones jesuíticas. De los restantes, se anchas vías para reforzar esta potestad de los
destaca el cabildo indígena de Itatí, cuyos cuerpos capitulares.
acuerdos de fines del siglo XVIII y principios Una aproximación a la práctica gubernati­
del XIX permiten conocer su funcionamiento. va permite observar las siguientes atribucio­
Disponemos de un texto útil para conocer, nes concretas —a veces compartidas con la au­
por boca de sus protagonistas, las atribuciones toridad real o convertidas en centro de contro­
de estos órganos. Se trata de una manifesta­ versias-: el reparto y venta de tierras; la regu­
ción asentada en una acta del cabildo bonae­ lación de carácter edilicio; la fijación de pre­
rense en 1674: “a los cabildos y magistrados de cios de las mercaderías de consumo corriente
todas la villas, ciudades y lugares de su majes­ y de los aranceles de servicios; la organización
tad les está concedido por sus reales leyes y de­ de fiestas cívicas y religiosas; la regulación del
recho común el conocimiento y dominio de la abasto de la ciudad; el control del régimen de
ciudad en gobernarla por menor atendiendo pesas y medidas; el cuidado del orden, seguri­
al reparo de sus frutos, sementeras, sustento dad e higiene urbanas; la distribución y el uso
de ellas y de sus vecinos, su quietud, precio y del agua; la concesión de licencias para las pul­
medida y repartimiento en el mayor útil, que perías; la atención de la enseñanza de las pri­
reconocieran convenir en cualquier tiempo meras letras; la fijación del valor de las espe­
acordando lo que les pareciere conveniente, la cies monetizadas a falta de numerario, etc. Ex­
ejecución de lo cual está cometida en las mis­ tendía su jurisdicción a la zona rural y regula­
mas leyes y derecho a los señores Gobernado­ ba las tareas que en la misma se desarrollaban
res y Corregidores como cabeza de ello sin que en cuanto concernían a los intereses mismos
se les pueda privar del conocimiento de los ca­ de la ciudad. En este sentido, se destaca la ac­
sos que les son concedidos antes si ampliarles tividad del cabildo bonaerense relativa a la ex­
su jurisdicción y favorecérsela en lo determi­ plotación del cuero del ganado silvestre, ya en
nado cuyo orden han seguido y siguen los ca­ la concesión de las licencias para su matanza,
bildos de todo este Reino y provincias”. Lo in­ ya en su comercialización posterior.
teresante del texto es que fue redactado, como Desde otro ángulo, el ejercicio de esa pro­
expresión capitular, durante una de las tantas clamada “potestad de todo el pueblo” llevaba
luchas de poder, y lo decisivo es que fija de al cabildo a ejercer la representación de la ciu­
manera conceptual el criterio dominante en­ dad en solicitudes, recursos o cualquier otra
tonces. Función de los cabildos era atender el gestión ante diferentes niveles de poder: au­ 237
LA MONARQUÍA Y LA ORGANIZACIÓN LOCAL

Dibujo de la faichada del cabildo de San Luis. Archivo General dc la Nación.

toridades reales y eclesiásticas, cabildos de lo que daba jerarquía material a la sede. En


otras ciudades, virrey, audiencia y ante el rey esa casa se celebraban los acuerdos, uno o dos
mismo, en directa comunicación. días por semana, bajo la presidencia del go­
La imagen del poder capitular se exterio­ bernador o su teniente. Un estricto y cuidado­
rizaba cuando los altos funcionarios de los ra­ so ceremonial rodeaba la celebración de las
mos de gobierno, justicia y hacienda -salvo sesiones, la deliberación y votación de los
virreyes y oidores- que llegaban a la ciudad asuntos. De igual modo la concurrencia del
para tomar posesión de sus cargos, debían cabildo en corporación a los actos públicos,
presentar al cabildo su título, prestar jura­ religiosos y cívicos, estaba rodeada de un
mento y ofrecer fianzas destinadas a asegurar ajustado protocolo preparado para evidenciar
su desempeño. Correspondía al cuerpo capi­ ante la población y otros poderes su jerarquía
tular examinar el título y disponer su cumpli­ política. La preservación de estas reglas proto­
miento. También se encargaba de dar licencia colares originó muchas fricciones y pleitos,
a quienes pretendían ejercer su profesión en algunos de los cuales llegaron ante el mismo
el ámbito urbano, como médicos, maestros y, trono real. Y aunque no siempre salió victo­
cuando no había audiencia, a los mismos rioso en sus demandas, constituyó un medio
abogados. eficaz para preservar su imagen. Esta también
Los cabildos tenían su propio edificio, se refuerza al comprobar que aun en épocas
238 ubicado en lugar principal de la traza urbana, de vida urbana bastante rudimentaria, los ca­
LA MONARQUIA. PODER CENTRAL Y PODERES LOCALES

bildos poseían una base administrativa, que tros, militares y prelados. Las materias trata­
les permitía mantener un cuidadoso registro das eran de diversa índole, como las relativas a
de los acuerdos y atesorar otros papeles gu­ la defensa de la población contra ataques de
bernativos y judiciales. los aborígenes, las contribuciones para costear
En este sentido, es preciso destacar la pre­ obras públicas como el arreglo edilicio, el
sencia del escribano y del abogado, a través de abastecimiento del agua y el cuidado de la ace­
los cuales se encauzaba la actividad capitular quia, la edificación del templo y la confección
en carriles formales. El escribano aparece tem­ de imágenes del Patrono, etc. El número y fre­
pranamente extendiendo las actas, certifican­ cuencia de estas reuniones no ha sido objeto
do resoluciones y expidiendo testimonios. de un estudio global que permita extraer con­
Atendía los negocios del cabildo en su oficina clusiones, pero se advierte, según épocas y ca­
ubicada en la casa capitular y tal era a veces su bildos, una cierta periodicidad, si nos atene­
dedicación que se le facilita la trastienda para mos a los 22 celebrados en Montevideo entre
vivir, como ocurrió en Buenos Aires en 1610. 1730 y 1797, y a los 10 reunidos en San Luis
Probablemente en algunos casos su conoci­ durante el siglo XVIII. La expresión mayor de
miento práctico sirvió de apoyo en la decisión este tipo de reuniones fue la conocida como
capitular. Se desempeñaba también como se­ cabildo abierto revolucionario, cuyos ejempla­
cretario de los alcaldes en los asuntos de justi­ res bonaerenses entre 1806 y 1810 son los más
cia. El oficio entró en el régimen de ventas, pe­ sobresalientes, sin omitir algunos otros, como
ro alternativamente hubo quienes fueron los celebrados en Montevideo entre 1808 y
nombrados por el cabildo o por el goberna­ 1814. La materia estrictamente política domi­
dor, lo que suscitó controversias al respecto. naba estas reuniones, caracterizadas por una
Desde la primera mitad del siglo XVII, en numerosa concurrencia en medio de una con­
Buenos Aires y Córdoba apareció el cargo moción pública. Como es sabido, en estos ca­
concejil de abogado, para asesorar al cuerpo en bildos se plasmaron las grandes transforma­
determinadas cuestiones y a los alcaldes en ciones que iniciaron el proceso de emancipa­
asuntos de justicia, pero no tuvo regularidad. ción de las provincias rioplatenses.
Sólo a fines del XVIII se hizo estable. La descripción esquemática de las funcio­
Los recursos de los cabildos no eran holga­ nes proporciona una idea sobre el significado
dos. Contaban con el producido de los bienes de la institución. Lo expuesto permite inferir
propios —que administraban- y de los arbitrios, que el cabildo era el depositario de una parte
provenientes de las tasas o contribuciones fija­ sustancial del poder político y como tal asu­
das sobre el comercio o la industria local. Pa­ mía la representación del pueblo, preservaba
ra atender una obra pública de interés general la economía y la vida social en todo su entor­
se establecían contribuciones extraordinarias. no y custodiaba la memoria cívica. Ahora
Cuando a juicio de los capitulares, algún bien, el efectivo desempeño de estas funcio­
asunto importante requería la consulta u opi­ nes y su alta imagen representativa dependie­
nión de todos los vecinos o de una parte de ron, según los tiempos y los lugares, de un
ellos, se convocaba a cabildo abierto, en el cual sinfín de acontecimientos y circunstancias
también participaban, según los casos, minis­ que sólo podrían conocerse siguiendo la hue­ 239
LA MONARQUÍA Y LA ORGANIZACIÓN LOCAL

lla —a veces tortuosa- de cada uno de los ca­ pese a “cualquiera usos y costumbres que haya
bildos existentes en nuestro territorio duran­ en contrario”, desconociendo así antiguas pre­
te esas centurias. A través del tiempo, se mo­ rrogativas. Para entonces, ya se les había quita­
dificaron la composición social, el sistema de do a los ayuntamientos la administración de
acceso a los oficios, el vigor político frente a los recursos y hasta se discutía la jurisdicción
las autoridades reales y aun el interés mismo sobre sus bienes propios, todo ello en aras de
de los vecinos por participar en las activida­ la reforma hacendística de la Corona. Tam­
des capitulares. En este sentido, debieron in­ bién la intromisión llegó a la misma elección
fluir ciertos lapsos de declinación en la mis­ de los capitulares. La confirmación de estas
ma vida urbana y también los distintos meca­ elecciones, concebida como un medio de con­
nismos de poder que se fueron dando en la trolar la legitimidad del acto, pasó a veces a
sociedad y en la burocracia. El interés por los convertirse en una decisión dependiente del
cargos capitulares pudo decaer así en los gru­ arbitrio del gobernante.
pos superiores locales cuando ellos encontra­ Con todo, y aun en estos tiempos difíciles,
ron otros instrumentos más aptos para ejer­ se pueden rescatar testimonios que mantienen
cer ese mismo poder, sobre todo en la ascen­ en alto el reconocimiento sustancial a la irna­
dente burocracia administrativa, judicial y gen del cabildo. Como resultas de un enojoso
militar de la segunda mitad del siglo XVIII. conflicto de ceremonial con el regente de la
Puede hablarse así, como enunciado hipoté­ audiencia, el cabildo bonaerense logró que el
tico general, de pronunciados claroscuros en rey definiera en 1791 el orden y grado de re­
la trayectoria de cada cabildo y de apreciables presentación de los poderes públicos actuan­
diferencias entre unos y otros, sin dejar de tes en la Buenos Aires finisecular. Según tal de­
considerar la existencia de factores que les cisión, el virrey representa la real persona, y
eran comunes. como tal se le deben rendir los respetos y ho­
Sin duda, uno de los campos de mayor menajes por parte de los tribunales, el pueblo
fricción para los cabildos fue el de las relacio­ y los cuerpos particulares y subalternos; la au­
nes con la autoridad real local, dado que el go­ diencia, que ejerce parte de esa soberanía, “es
bernador, el corregidor o el teniente de gober­ la cabeza y centro de todos los tribunales” y
nador -o aun los delegados de éstos- se arro­ por lo tanto es la voz de su regente quien en
gaban a veces facultades que consideraban primer término debe cumplimentar al virrey;
privativas de ellos, y aun intentaban imponer el cabildo que “en estos actos representa al
su autoridad al propio cuerpo capitular. Esta pueblo” y aunque se halla subordinado a la
situación se hizo más notoria y recurrente al audiencia en lo relativo a la administración de
avanzar el siglo XVIII. En 1773, el cabildo de justicia, en los actos de obediencia, fidelidad y
Santiago del Estero se quejaba ante el rey del respeto tiene representación propia e inde­
despotismo de los gobernadores que se apro­ pendiente, ocupando el lugar inmediato a la
piaban de “más jurisdicción que la que se les audiencia. Pese, pues, a los continuos someti­
comunica en sus títulos...” y en 1809, en el cur­ mientos y presiones, el cabildo mantenía un
so de una dura confrontación, el virrey insis­ lugar que le permitía en todo momento rei­
240 tía que el cabildo porteño cumpliese su orden vindicar sus antiguos derechos.
LA MONARQUÍA. PODER CENTRAL Y PODERES LOCALES

La gestión en defensa de los intereses de la su orden, las sesiones del cabildo en ausencia
ciudad y sus términos era preciso a veces ha­ del gobernador o su teniente. Se renovaban
cerla fuera de la sede por medio de procurado­ anualmente. Los regidores, en número variable
res. En primer lugar, se distingue una negocia­ pero que no fue mayor de seis -salvo Buenos
ción de carácter provincial o regional, concre­ Aires que alcanzó los doce en 1715-, compo­
tada con participación de los procuradores en nían el núcleo del cuerpo capitular que parti­
los cabildos provinciales y en los concilios y sí­ cipaba en las deliberaciones. Bajo la denomi­
nodos. De los primeros sólo se conocen las nación de funcionarios especiales pueden
tres reuniones celebradas dentro de la gober­ agruparse aquellos que en razón de su cargo o
nación del Tucumán durante el siglo XVIII título tenían también participación en el ca­
para tratar lo relativo al impuesto de sisa. A su bildo, con nombramiento expedido por el rey
vez, los procuradores de las ciudades estuvie­ o el gobernador, o, más tarde, por adquisición
ron casi siempre presentes en los ocho conci­ del título en remate público. Hasta principios
lios y sínodos celebrados en la región entre los del siglo XVII, los oficiales reales integraban el
siglos XVI y XVIII para tratar asuntos de inte­ cabildo, con preferencia sobre los regidores en
rés mixto, relativos al gobierno espiritual y el asiento, voto y firma. Su participación fue
temporal de españoles y naturales. muy resistida y luego de diversas vicisitudes
Otra era la gestión que se llevaba ante el fue finalmente prohibida en 1621 por disposi­
trono real empleando los servicios de un pro­ ción regia. Dentro de la nómina de aquellos
curador. Algunos de los cabildos lo hicieron, funcionarios especiales, se destacan: el alférez
particularmente el de Buenos Aires, enviando real, el alguacil mayor, el fiel ejecutor, el alcal­
sus propios representantes. Paulatinamente, de provincial de la Santa Hermandad, el depo­
con el fin de dar mejor orden a la tramitación sitario general, el receptor de penas de cáma­
de los asuntos y evitar la presencia en la Corte ra. Con frecuencia fueron los mismos regido­
de un crecido y asaz variado número de procu­ res quienes desempeñaron esos oficios, princi­
radores ocasionales, se restringió la asistencia palmente los de alférez real y fiel ejecutor.
de estos representantes de las ciudades -y de Para ocupar cargos capitulares se requería
otras corporaciones- a la misma Corte y se ser vecino, es decir residir con casa propia y fa­
dispuso que los trámites se encauzaran a través milia en la ciudad, figurar como tal en el regis­
de agentes o procuradores asentados y regis­ tro pertinente y haberse comprometido a
trados en número reducido, estableciéndose “sustentar armas y caballos” para el servicio
para éstos un estatuto profesional. real. Estaban excluidos los religiosos, militares
en servicio activo, ministros reales, hijos de fa­
Los OFICIOS CAPITULARES milia y dependientes. Tampoco podían acce­
der deudores del fisco, parientes del goberna­
Los cabildos se integraban con alcaldes, re­ dor o de los cabildantes.
gidores y otros funcionarios especiales. Los al­ Los primeros nombramientos de cabil­
caldes ordinarios, de primero y segundo voto, dantes eran efectuados por el fundador de la
eran los encargados de administrar justicia en ciudad, y luego, anualmente, el cuerpo se re­
asuntos civiles y criminales, y de presidir, por novaba mediante la elección que los salientes 241
LA MONARQUÍA Y LA ORGANIZACIÓN LOCAL

hacían de nuevos regidores. Excepcionalmen­ pra del cargo. Según Zorraquín Becú, ello con­
te, hubo elecciones con participación de todos dujo a que languideciera la vida de los ayunta­
los vecinos. Ello ocurrió en Corrientes en mientos y se manifestara un mayor someti­
1669 y en Santiago del Estero entre 1557 y miento a las autoridades reales. El oficio que
1770, donde actuaron cabildos abiertos elec­ se mantuvo con más vigor y actividad fue el de
torales. En algunas ciudades, como Córdoba, los alcaldes, aunque su elección quedó reduci­
se buscó en los comienzos que se equilibrara da a diminutas votaciones. Hubo cabildos con
la composición distribuyendo los cargos entre muy escasa actividad, como el de San Luis en
encomenderos y vecinos que no lo eran. En el siglo XVIII, donde en determinados perío­
algún caso la distribución se hizo entre penin­ dos no hubo regidores y además un evidente
sulares y criollos. La tendencia general fue desinterés de los vecinos. Otros, en cambio,
evitar la reelección de alcaldes y regidores. Los experimentaron cambios importantes dentro
alcaldes no podían ser nuevamente electos del mismo siglo. Por ejemplo, y para seguir
hasta dos años después de haber desempeña­ dentro del corregimiento cuyano, el de Men­
do el oficio y una vez sometido al juicio de re­ doza muestra en la primera mitad una etapa
sidencia, pero también en este caso hubo al­ de decaimiento y sometimiento que llegó has­
gunas excepciones. ta su supresión entre 1732 y 1736, pero a par­
A principios del siglo XVII, se introdujo el tir de 1748, se inició un período de vitalidad y
régimen de venta de los oficios concejiles. Pri­ autonomía que lo convirtió en órgano guber­
mero, fueron los de funcionarios especiales. nativo imprescindible y protector de los inte­
En 1604, se remató en Córdoba el título de al­ reses comerciales de la región. Pese a los inten­
férez real y tres años después, el de deposita­ tos centralizadores de la Corona, al finalizar el
rio general en Buenos Aires. Más tarde, lo siglo, el cabildo poseía un considerable poder,
mismo ocurrió con las plazas de regidor. Los gobernado por una red de familias de la bur­
oficios así adquiridos se convertían en vitali­ guesía local: los Corvalán, los Martínez de Ro­
cios y a veces en perpetuos y transmisibles a zas y los Sotomayor.
otra persona. La difusión de este régimen lle­ En Buenos Aires, desde la segunda mitad
vó a que en la segunda mitad del siglo XVII, del siglo XVIII, se produjo una transforma­
las elecciones capitulares quedaran reducidas ción, con motivo de la concesión real de que
a la de los alcaldes ordinarios, oficio que nun­ pudiese designar seis regidores, que pasaron a
ca fue vendible. ser de elección anual al no haberse comprado
El sistema introducido no tuvo resultados los oficios. De este modo, desde 1754 y hasta
favorables, ni tampoco lo alcanzó el de arren­ 1810, se eligieron cada año esos seis regidores,
damiento anual de los oficios vacantes que se al tiempo que continuaron desempeñando sus
intentó por un breve lapso. La dotación de los cargos otros que los tenían por título perpe­
cabildos no alcanzaba a cubrirse debido a que tuo. La tendencia se extendió, hacia fines de la
los oficios vendibles quedaban vacantes por el centuria, a otros ayuntamientos.
escaso interés en adquirirlos, por la pobreza Sin integrar propiamente el cuerpo, fue el
de los vecinos o porque no se daba cumpli­ procurador general un funcionario importan­
242 miento a los requisitos exigidos para la com­ te que era elegido anualmente por el cabildo y
LA MONARQUÍA. PoDER CENTRAL Y PODERES LOCALES

participaba en los acuerdos con voz pero sin La visita en sí misma no se reducía a infor­
voto. Tenía a su cargo velar por los intereses de mar al superior sobre lo visto y oído, sino que
la ciudad y formular peticiones en este senti­ el visitador solía asumir un papel activo en el
do, ya ante el propio cabildo, ya ante las auto­ ejercicio del gobierno o de la justicia, dictando
ridades regias. A fines del siglo XVIII, recibió normas o resolviendo directamente asuntos
el nombre de síndico procurador general. que le sometían. Entre nosotros el ejemplo
más conocido de una “visita de la tierra” es la
EL CONTROL DE LA ADMINISTRACIÓN.’ del oidor de la audiencia de Charcas, licencia­
VISITAS Y RESIDENCIAS do Francisco de Alfaro, quien cumplió su mi­
sión en las gobernaciones del Tucumán y Pa­
Dos procedimientos principales se pusie­ raguay, dictando ordenanzas que tuvieron
ron en práctica para controlar el desempeño mucha repercusión. Fue la primera visita que
de los ministros del rey: la visita y el juicio de se despachó desde la audiencia de Charcas ca­
residencia. Un tercero era el juicio de cuentas, si medio siglo después de su establecimiento.
al que estaban sometidos todos aquellos que Es un dato elocuente sobre las dificultades que
tomaran parte en la recaudación, administra­ tenían estos tribunales para cumplir con la pe­
ción o inversión de la hacienda real. riodicidad prevista, en razón de las largas dis­
La visita fue una institución de inspec­ tancias, el escaso número de oidores y la mis­
ción vastamente usada en distintas jerarquías ma resistencia de éstos a afrontar largos y aza­
de la administración indiana, tanto en el or­ rosos viajes.
den secular como en el eclesiástico. Servia por El otro medio de control era el juicio de
parte del superior para averiguar los proble­ residencia, dirigido a determinar la conducta
mas que se suscitaban en el territorio someti­ observada por el agente en el desempeño de su
do a su jurisdicción, recoger las quejas que se oficio. Su estructura provenía de Castilla. En
manifestaban contra los funcionarios y ob­ principio, todos los funcionarios indianos,
servar la conducta de éstos. Se hacían visitas desde el virrey hasta el alcalde, estaban obliga­
al Consejo de Indias, a los virreinatos, a las dos a someterse al juicio al finalizar su actua­
audiencias, a las cajas reales. Los oidores, a su ción, pero podía hacérselo en cualquier mo­
vez, debían por turno visitar periódicamente mento. Se prohibía ocupar un nuevo oficio sin
las provincias que abarcaba la audiencia. De haber rendido la residencia del anterior. En los
manera análoga, los obispos visitaban su dió­ oficios vitalicios o perpetuos —por compra—,
cesis. La actividad gubernativa cerraba su cír­ era periódica.
culo con este instrumento. El propio rey en­ El juicio se sustanciaba por un juez especial,
carecía al virrey, en 1568, la conveniencia de que con frecuencia era el sucesor del residen­
visitar su provincia, ya que le permitiría “no ciado. En el Río de la Plata así ocurrió con los
sólo por relación y oídas, mas por vista de gobernadores. En cambio, los Virreyes fueron
ojos", entender la disposición y calidad de la residencíados por jueces especiales. Constaba
tierra y de los sitios y lugares, y proveer mu­ de dos partes: una secreta, en la que se averigua­
chas cosas que, por medio de otras personas, ba de oficio la conducta del residenciado, y otra
no se pueden hacer. pública, durante la cual los particulares podían 243
LA MONARQUIA Y LA ORGANIZACIÓN LOCAL

promover demandas y querellas para obtener fortalecer la institución, que restableció la re­
satisfacción de los agravios denunciados. En la sidencia en toda su plenitud para los empleos
parte secreta, se acudió fundamentalmente a las superiores -virreyes, presidentes, gobernado­
declaraciones de testigos. Se buscaba que com­ res e intendentes- y la suprirnió o la dejó fa­
parecieran personas de los diferentes estratos cultativa para otros de menor jerarquía.
de la sociedad, incluidos indígenas, y de todo el El autor que seguimos considera que “la re­
territorio gobernado por el residenciado. sidencia no era una comedia intrascendente si­
En algunas de las residencias de los virre­ no una temida realidad”. Pese a todos sus defec­
yes rioplatenses, el número de testigos superó tos y vicios, era un mecanismo que actuaba pre­
los 200. Luego de sustanciarse la prueba, el ventivamente sobre la conducta de los funciona­
juez dictaba sentencia, con eventual apelación rios y obraba como válvula de escape para los
ante el Consejo de Indias o la audiencia, según vasallos afectados. La frecuencia con que las sen­
se tratase de oficios de provisión real o no. In­ tencias impusieron considerables penas pecu­
tereses, luchas políticas, odios o favoritismos niarias o inhabilitaciones para ejercer empleos
políticos o personales son abundantes ingre­ en el futuro prueba su carácter ejemplificador.
dientes contenidos en estas abultadas piezas
documentales, cuidadosamente guardadas en LAS PERSONAS DENTRO DEL ORDEN POLÍTICO
los archivos.
Esta estructura del juicio de residencia es­ Después de haber atendido a una estruc­
tuvo sometida a variantes y fue objeto de múl­ tura política en sus diversos niveles, cabe ubi­
tiples críticas. Entre las observaciones que se car a las personas como individuos dentro de
formularon caben destacar las que lo atacaban ese contexto. Esta pretensión ofrece grandes
por los crecidos costos que implicaba su tra­ escollos, pues según los criterios de aquella
mitación, por las rencillas que solía provocar y época no se concebía la existencia aislada del
por el efecto pernicioso que tenía sobre la ac­ individuo frente a la sociedad y al mismo Es­
ción emprendedora de algunos gobernantes. tado, como ocurriría en teorías sociales poste­
A mediados del siglo XVIII —según Mari­ riores, ni tampoco era irnaginable una con­
luz Urquijo- el juicio de residencia había per­ cepción política igualitaria que abarcara a to­
dido prestigio. Las dispensas de la residencia, dos los que habitaban una comarca o país.
en su parte secreta, se hicieron corrientes en la Más bien las personas -entiéndase españoles
segunda mitad de la centuria. Entre los prirne­ peninsulares y criollos, mestizos, indios y ne­
ros agraciados estuvo el gobernador rioplaten­ gros libres o esclavos- aparecían agrupadas
se Domingo Ortiz de Rozas. De los Virreyes dentro de los diversos estamentos, gozaban de
hubo algunos dispensados al cesar en su man­ regímenes jurídicos particulares, con algunas
dato -Vértiz y Arredondo—, y a otros se les re­ garantías comunes. Es más, había instancias
chazó la solicitud —marqués de Loreto y Ioa­ intermedias en esa incorporación social del
quín del Pino—. El más excepcional fue el caso individuo. La principal era la familia, en don­
del primer virrey Cevallos, a quien se le exi­ de irnperaba un orden interno que marcaba
mió del juicio secreto antes de asumir el cargo. desigualdades entre sus miembros. Se trataba,
244 En 1799, se hizo una reforma destinada a en suma, de una sociedad jerarquizada.
LA MONARQUÍA. PODER CENTRAL Y PODERES LOCALES

Con estas salvedades, es posible puntualizar tía de inviolabilidad de la correspondencia. Es


una tradición hispana de protección a la perso­ cuestión de cierto espesor. Estaba de por me­
na y sus bienes, que en América adquirió ciertas dio no sólo la comunicación natural entre
peculiaridades. Su florecimiento se remonta a los particulares sino el mismo servicio real
los siglos XI y XII, quedando asentado en los necesitado de conocer y atender las peticio­
fueros locales de Castilla y, sobre todo, en los nes y denuncias de sus vasallos. Así decía Fe­
Decretos de la Curia de León de 1188 -la cono­ lipe II en real cédula del 14 de septiembre de
cida Carta Magna leonesa- y algo más tarde en 1592, que las cartas “han sido y deben ser in­
el Fuero Iuzgo y en las Partidas. Se trata de pre­ violables a todas las gentes: pues no puede
ceptos concretos casuistas, ajenos a la idea de haber comercio, ni comunicación entre ellos
una declaración general y abstracta, como por otro camino, ni la hay para que Yo sea
acontecerá con posteriores formulaciones euro­ informado del estado de las cosas de esas
peas y norteamericanas de fines del siglo XVIII. partes, ni para que los agraviados que no
El régimen de libertades y garantías que se pueden venir con sus quejas, me den cuenta
observa en América hispana aparece docu­ de ellas...”.
mentado en forma dispersa y referido a cues­ Desde la primera mitad del siglo XVI, se
tiones concretas. No es cerrado y exclusivo y reiteran las disposiciones dirigidas a todas las
parece tener un relativo poder de irradiación provincias indianas motivadas por los exce­
hacia grupos sociales inferiores, sobre todo en sos cometidos y, sobre todo, por los entorpe­
sus puntos esenciales, y así llega hasta el mis­ cimientos que sufrían los escritos enviados al
mo régimen de la esclavatura. Sin embargo, rey. La infracción era siempre considerada
sólo funciona como tal cuando se suscitan delito grave, con fuertes sanciones. Por vía de
conflictos concretos. excepción, se autorizaba la apertura de la co­
Los principales valores que sustentan esta rrespondencia en caso de “manifiesta sospe­
tradición son la vida, el honor y la hacienda. cha de ofensa de Dios nuestro Señor o peli­
Por encima de todo está el honor, que procede gro de la tierra”. Entre esas disposiciones, en­
de Dios y es expresión de la dignidad humana. contramos la que en 1546 ordenaba al gober­
Testimonio de esta triada son los difundidos nador rioplatense que no impidiese a los ofi­
versos de Calderón de la Barca: ciales, vecinos y moradores escribir libre­
mente a la Corona y otra de 1665, referida al
AI rey la hacienda y la vida modo de obrar contra los infractores.
se ha de dar, pero el honor Un bando del gobernador Baltasar García
es patrimonio del alma Ros en 1715, siguiendo estos precedentes, rei­
y el alma es sólo de Dios. teraba la vigencia del principio al disponer
que en el distrito rioplatense ninguna perso­
Algunas muestras del régimen de liberta­ na “sea osada de tomar, abrir, registrar ni de­
des y garantías permiten observar su alcance y tener cartas, pliegos o despachos que viniesen
aplicación en nuestro territorio. para este gobierno ni los que escribiesen en­
Es manifiesta la protección dispensada a tre personas particulares ni impidan ningún
“la libertad de palabra” a través de la garan­ género de recíproca y secreta corresponden­ 245
LA MONARQUÍA Y LA ORGANIZACIÓN LOCAL

cia entre los habitantes de esta Jurisdicción”. y no se incurriera en “prender y sentenciar


Análogas prescripciones contenían los sino­ ningún vasallo sin formar autos ni oírle”.
dos del Tucumán. Junto a estas garantías, se agrupaba un
La “libertad de mudar de suelo" era, para conjunto de privilegios y franquicias que
Solórzano, amplia para los vasallos y otras eran constitutivos de la relación rey-vasallo.
gentes. Aquéllos necesitaban licencia real pa­ Mercedes, beneficios, oficios y franquezas
ra viajar a América, siendo una de las princi­ eran reclamados por conquistadores, prime­
pales restricciones la de que los hombres ca­ ros pobladores y sus descendientes conforme
sados no lo podían hacer dejando a sus mu­ a los méritos y servicios prestados. Exencio­
jeres en la Península. La franquicia también nes tributarias y eximición de ejecuciones y
fue concedida a los indígenas por cédulas en prisiones por deudas civiles eran otras exte­
el siglo XVI, pero luego se limitó para evitar riorizaciones de los beneficios que esperaban
que abandonasen sus pueblos o reducciones. recibir del trono.
Esta libertad tenía su otra cara en el derecho Los extranjeros no podían residir en las
dado al vasallo de conservar su lugar de resi­ Indias, tratar ni contratar, aunque fuese por
dencia. No es lícito expulsar a los hombres interpósita persona, bajo pena de perder las
por humildes que sean de las tierras y pro­ mercaderías y los bienes que tuviesen. No
vincias donde residen, puntualiza Solórzano. obstante, la aplicación de este precepto fue
Y el rey ordenaba en 1551 al gobernador rio­ objeto de dispensas y composiciones que es­
platense que cuando alguien fuese desterra­ timularon la actividad comercial de los ex­
do, se le oyeran los descargos que quísiese tranjeros. La situación de los portugueses re­
dar. sulta particularmente destacable. En Buenos
En este mismo orden, cabe destacar la ga­ Aires y Córdoba residieron muchos portu­
rantía de la inviolabilidad de domicilio. Su ex­ gueses, cuya estadía y trato tuvieron varian­
tensión es mucho mayor que una fórmula ju­ tes a través del tiempo, de acuerdo con las
rídica. Se vincula directamente con aquellos cambiantes relaciones hispano-portuguesas.
valores superiores. En este caso, significaba la Recientes estudios permiten señalar que en
protección de la vida privada de las personas, el período de unión de las Coronas, sin mo­
expresada en la casa particular, donde se de­ dificarse la legislación sobre extranjería que
senvuelve el ámbito familiar. La protección se les era aplicable, los portugueses en Córdoba
extiende a la seguridad de los bienes materia­ disfrutaron de plenos derechos, siendo con­
les que en ella se encuentran. siderados vecinos o moradores, y llegaron a
Los vasallos no podían ser privados de los ocupar oficios públicos, entre ellos los de al­
derechos adquiridos y debían ser oídos y juz­ calde y regidor en el cabildo local, con las
gados conforme a derecho. En 1775, se pre­ honras, privilegios y obligaciones que les co­
sentaba al cabildo bonaerense una disposi­ rrespondía. Los portugueses también actua­
ción real que censuraba el atentado y tropelía ron en las expediciones de descubrimiento y
cometidos por un gobernador y reiteraba el conquista y gozaron de encomiendas y tie­
principio de que la tramitación de los proce­ rras. El Tucumán fue ámbito propicio para
246 sos criminales se hiciera conforme a las leyes su actuación.
LA MONARQUIA. PODER CENTRAL Y PODERES LOCALES

En lo que respecta a los indígenas, cabe se­ situaciones de servidumbre hasta particulares
ñalar que a raíz de tempranas denuncias sobre formas de esclavitud.
abusos cometidos y los posteriores debates El espíritu protector de aquella legislación no
suscitados entre teólogos y juristas sobre la se extendió a los negros esclavos, provenientes de
conquista misma, la Corona formuló declara­ otro continente. Sin embargo, a través de los ca­
ciones concretas en favor de su libertad y buen sos judiciales, se puede observar la existencia en
tratamiento. Son considerados vasallos e igua­ el Río de la Plata, al menos en época tardía, de un
les a los labradores de Castilla, equiparación cierto propósito tutelar, que difería del trato que
que difícilmente se compagina con una reali­ se les daba en otras regiones americanas.
dad distinta. Se les impuso el trabajo obligato­ Lo apuntado en estas líneas sólo pretende
rio dentro del régimen de encomcndas y se marcar las direcciones más generales de la
dictó una abundante legislación que, en los cuestión, pues la realidad se presentaba rica,
comienzos de la Edad Moderna, se destaca por variada y mutable y la situación jurídica de las
su carácter tutelar. Sin embargo, tales declara­ personas tenía una relativa movilidad y una
ciones y normas sufrieron restricciones y ne­ abundante matización que hace difícil soste­
gaciones en la práctica, desde la admisión de ner nociones excesivamente esquemáticas.

ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA

Es abundante la bibliografía que ha abor­ revisada, págs. 643-837. Esta obra supera hol­
dado los temas tratados. Hay autores y obras gadamente su anunciada condición de texto
clásicas que mantienen aún vigencia, ya sea a universitario. En algunos temas, el autor
través de obras de conjunto o de monografías asienta el resultado de sus propias investiga­
fundamentales. En los últimos años la dimen­ ciones no expuestas en otras publicaciones.
sión política ha sido objeto de nuevos enfo­ De GARCIA-GALLO son importantes otros es­
ques, a veces sobre la base de aquella biblio­ tudios reunidos en dos obras misceláneas: Es­
grafía, otras veces al margen de ella. En este ca­ tudios de Historia del Derecho Indiana, Ma­
pítulo se ha tratado de marcar, en la medida drid, 1972 y Los orígenes españoles de las insti­
de lo posible, ese estado de la cuestión. tuciones americanas. Estudios de Derecho In­
diano, Madrid, 1987.
[MARCO GENERAL También: MARIO GONGORA, EI Estado en el
Derecho Indiana. Epoca de fundación. 1492­
Como obras generales son de lectura re­ 1570, Santiago de Chile, 1951; IOSE A. MARA­
comendada: SILVIO A. ZAVALA, Las institucio­ vALL, Estado moderno y mentalidad social. Si­
nes jurídicas en la conquista de América, Ma­ glos XV a XVII, dos tomos, Madrid, 1972;
drid, 1935. La segunda edición (México, HORsT PIETscHMANN, Staat und Staatliche Et­
1971) está revisada y aumentada; ALFONSO wicklung am beginn der Spanischen Kolonisa­
GARCIA-GALLO, Manual de Historia del Dere­ tion Amerikas, Münster Westfalen, 1980. Ver­
cho Español, tomo I, Madrid, 1964, 2° edición sión castellana con el título EI Estado y su evo­ 247
LA MONARQLJÍA Y LA ORGANIZACIÓN LOCAL

lución al principio de la colonización española dos del mismo autor, I, 55-161). Se trata de un
en América, México, 1989; RICARDO ZORRA­ examen esclarecedor de la cuestión.
QUIN BECU, Estudios de Historia del Derecho, Sobre los títulos para la dominación polí­
tomos I y II, Buenos Aires, 1988-1990; JOSE M. tica hay una antigua y abundante bibliografía.
MARILUZ URQUUO, El agente de Ia administra­ Se remite a la síntesis de VICTOR TAU ANzOATE­

ción pública en Indias, Buenos Aires, 1998. GUI, “Los derechos de España a la conquista de
Recientes estudios han apuntado contra el América. Conciencia autocrítica y defensa
uso indiscriminado de la voz “Estado”. Centro pragmática”, en ERNESTO I. A. MAEDER y SONIA
de esas críticas ha sido la obra de Maravall, ya STENGEL (coord.) América y España. El encuen­
citada. De esas críticas menciono el estudio de tro de dos mundos, Buenos Aires, 1988, págs.
JESUS LALINDE ABADIA, “España y la Monarquía 29-41, con elenco bibliográfico selectivo.
Universal (En torno al concepto de ‘Estado Para la historia del Consejo de Indias, sigue
moderno’)”, Quaderni Fiorentini per la Storia siendo obra básica la antigua investigación de
del Pensiero Giuridico Moderno, N° 15, Milán, E. SCI-IAFER, El Consejo Real y Supremo de las In­
1986, págs.109-l66. Un tratamiento recomen­ dias. Su historia, organización y labor adminis­
dable en nivel teórico véase en MAURIZIO PIO­ trativa hasta la terminación de la Casa de Aus­
RAVANTI, “Stato (Storia)”, Enciclopedia del Di­ tria, Sevilla, 1935, dos volúmenes. Para el siglo
ritto, tomo XLIII (Giuffre Editore, 1990), págs. XVIII, es necesario acudir a GILDAS BERNARD, Le
708-758. Es atractiva la tesis de BERNARDINO Secrétariat d ’Btat et le Conseil espagnol des Indes
BRAVO LIRA sobre las distintas formas de ex­ 1700-1808, Geneve-Paris, 1972, aunque no de­
pansión europea y el surgimiento del orden dica mucha atención al funcionamiento del
estatal en “l-Iispaniarum et Indiarum Rex. Consejo. Es sugerente el aporte de ALFONSO
Monarquía múltiple y articulación estatal de GARCIA-GALLO en “El Consejo y los Secretarios
Hispanoamérica y Filipinas, Contrastes entre en el gobierno de Indias en los siglos XVI y
formas estatales de expansión europea y las XVII”, Revista Chilena de Historia del Derecho,
formas imperiales y coloniales”, XI Congreso N° ll, Santiago, 1985, págs. 329-353. Para las
del Instituto Internacional de Historia del Dere­ relaciones entre los Secretarios de Estado y el
cho Indiana, Actas y Estudios, tomo II, Buenos Consejo en el siglo XVIII, remitimos al estudio
Aires, 1997, págs. 407-460. de ANA M. BARRERO GARCIA, “La vía ordinaria y
En cuanto a la condición político-jurídica la vía reservada en la Administración arnerica­
de las Indias, el libro de RICARDO LEVENE, Las na en el siglo XVIII”, Estructuras, Gobierno y
Indias no eran colonias, Buenos Aires, 1951, tu­ Agentes de la Administración en la América espa­
vo en su época gran difusión y su título sirvió ñola. S. XVI, XVII y XVIII, Valladolid, 1984,
de eje para la controversia, casi siempre muy págs. 233-250. Un estudio general, no específi­
superficial. Su contenido está hoy ampliamen­ camente indiano, sobre los secretarios, es el de
te superado por otros estudios, principalmen­ JOSE ANTONIO ESCUDERO, Los Secretarios de Es­
te el de RICARDO ZORAQUIN BECÚ, “La condi­ tado y del Despacho UniversaL Madrid, 1964,
ción política de las Indias”, Revista de Historia cuatro volúmenes.
del Derecho (RHD), N° 2, Buenos Aires, 1974, Para la historia de la administración india­
248 págs. 285-380 (reeditado en los Estudios cita­ na es fundamental el libro ya citado de MARI­
LA MONARQUIA. PODER CENTRAL Y PODERES LOCALES

LUZ URQUIIO. Los antecedentes castellanos Con relación a la organización de nuestro


conviene verlos en IOSE GARCIA MARIN, La bu­ actual territorio, está vigente el excelente libro
rocracia castellana bajo los Austrias, Sevilla, de RICARDO ZORRAQUIN BECÚ, La organización
1976. También ofrece interés el ensayo de BER­ política argentina en el período hispánica, Bue­
NARDINO BRAVO LIRA, “Oficio y oficina, dos nos Aires, 1959, reeditado sin modificaciones.
etapas en la historia del Estado Indiano”, ídem, En este capítulo se ha seguido lo relativo a ju­
Derecho común y derecho propio en el Nuevo risdicciones, autoridades, cabildos y oficios
Mundo, Santiago, 1989, págs. 219-244. capitulares. En posteriores monografías Zo­
La mención de los cuatro autores siguientes rraquín Becú profundizó algunos puntos. Por
que se hace en el texto del presente capítulo co­ su interés para este capítulo cabe mencionar:
rresponde a los siguientes trabajos: GUILLERMO “El oficio de gobernador en el Derecho india­
IOI-IMANN VILLENA, “Notas sobre la estela de la no”, Estudios, cit., I, 267-390; “La creación de la
influencia lascasiana en el Perú”, Anuario de gobernación de Tucumán”, RHD, N° 12, 1984,
Historia del Derecho español, XLI, Madrid, 1971, págs. 355-378.
págs. 373-423; CARMELO LISON ToLoSANA, La Con relación a las jurisdicciones, el libro
imagen del rey. Monarquía, realeza y poder ritual de OSCAR R. NOCETTI y LUCIO B. MIR, La dispu­
en la Casa de los Austrias, Madrid, 1991; NESTOR ta por la tierra. Tucumán, Río de la Plata y Chi­
MEZA VILLALOBOS, La conciencia política chilena le (1531-1822), Buenos Aires, 1997, constituye
durante la Monarquía. Santiago de Chile, 1958 y un minucioso y documentado estudio sobre la
DAISY RIPoDAs ARDANAz, “Los indios y la figura pertenencia de la Patagonia.
jurídica del Rey durante el Quinientos”, justicia, Sobre aspectos de nuestra administración
Sociedad y Economía en la América Española, Va­ virreinal, son recomendables los estudios de
lladolid, 1983, págs. 275-322. MARILUZ URQUUO, Orígenes de la burocracia
rioplatense. La secretaría del Virreinato, Bue­
EL GOBIERNO PROVINCIAL Y LOCAL nos Aires, 1974, y “El asesor letrado del Virrei­
nato del Río de la Plata”, RHD, N° 3, 1975,
Para una visión panorámica de la organi­ págs. 165-228.
zación territorial de las Indias es recomenda­ Con respecto a la organización política de
ble el estudio de ALFONSO GARCIA-GALLO, “La los aborígenes, véase CARLOS I. DIAz REMENTE­
evolución de la organización territorial de las RIA, El cacique en el Virreinato del Perú. Estudio
Indias de 1492 a 1824”, ídem, Los orígenes, cit., histórico-jurídico, Sevilla, 1977, y del mismo
págs. 311-333. autor, “Fundación de pueblos de indios en la
Sobre la autonomía política de las provin­ gobernación de Tucumán (siglos XVII­
cias indianas —un tema necesitado de estudios XVIII)”, RDH, N° 8, 1980, págs. 81-82.
monográficos- cabe recordar, como precur­ El tema de las visitas ha sido especialmen­
sor, el extenso trabajo de RAFAEL ALTAMIRA, te estudiado en el orden general indiano y con
“Autonomía y descentralización legislativa en cierta inclinación hacia México por ISMAEL
el régimen colonial español. Siglos XVI a SANCHEZ BELLA. Sus trabajos están reunidos en
XVIII”, Boletim da Faculdade de Direito, vols. Derecho Indiana. Estudios, I, Las visitas genera­
XX y XXI, Coimbra, 1944-1945. les en la América Española (siglos XVI-XVII), 249
LA MONARQLJÍA Y LA ORGANIZACION LOCAL

Pamplona, 1991. Para nuestras regiones son EDUARDO MARTIRÉ, “Los derechos personales
ilustrativas dos monografias que abordan as­ en Indias”, Revista del Instituto de Historia del
pectos parciales: EDUARDO MARTIRE, “Una ins­ Derecho Ricardo Levene, N° 26, Buenos Aires,
titución de visita en la intendencia de Potosí 1980-1981, págs. 79-92. Tiene valor referen­
mas)”, RHD, N° 4, 1976, págs. 427-449, con cial la síntesis que hace GARCIA-GALLO en
bibliografía; y GASTON GABRIEL DOUCET, “Gé­ Manual, cit., págs. 729-737. De modo parti­
nesis de una ‘visita de la tierra’. Los orígenes de cular interesa lo que dedica a la libertad, ca­
la visita de las gobernaciones de Tucumán y pacidad y condición jurídica de los indios
Paraguay por el licenciado don Francisco de (págs. 713-716).
Alfaro”, RHD, N° 14, 1986, págs. 123-220. Pa­ En cuanto al régimen de la esclavitud en el
ra el tema de las residencias en general, con re­ Río de la Plata, remitimos al documentado
ferencias particulares al Río de la Plata, sigue trabajo de ABELARDO LEVAGGI, “La condición
vigente la clásica obra de MARILUz URQUUO, jurídica del esclavo en la época hispánica”,
Ensayo sobre los juicios de residencia indianos, RHD, N° 1, 1973, págs. 83-175.
Sevilla, 1952. Sobre los extranjeros, puede encontrarse
Lo relativo a libertades y garantías es te­ primera orientación bibliográfica en VÍCTOR
ma aún poco atendido por los historiadores. TAU ANZOATEGUI, “Una defensa de los ex­
El más sugestivo de los estudios por el plan­ tranjeros en el Buenos Aires de 1743”, VI
teamiento y marco general es el de BERNARDI­ Congreso Internacional de Historia de Améri­
NO BRAVO LIRA, “Derechos políticos y civiles ca. Academia Nacional de la Historia, Bue­
en España, Portugal y América latina. Apun­ nos Aires, 1982, tomo IV, págs. 275-283. Pa­
tes para una historia por hacer”, Revista de ra los portugueses en Córdoba, véase EDUAR­
Derecho Público, N° 39-40, Santiago de Chile, DO GREGORIO GoULD, “La condición del ex­
1986, págs. 73- l 12. La monografía más com­ tranjero en América: los portugueses en
pleta es la de MARIA ANGELICA FIGUEROA Córdoba del Tucumán entre 1573 y 1640” y
QUINTEROS, “Apuntes sobre el origen de las “Los extranjeros y su integración a la vida de
garantías a los derechos humanos en la legis­ una ciudad indiana: los portugueses en Cór­
lación hispano-chilena”, Estudios de Historia doba del Tucumán. 1573-1640”, ambos en
de las Instituciones Políticas y Sociales, N° 2, RHD, N° 19, 1991, págs. 245-279, y N° 24,
Santiago, 1967, págs. 33-101. Véase también 1996, págs. 63-112.

250
8. LAS REFORMAS BORBÓNICAS
EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIII.
EL VIRREINATO Y LAS INTENDENCIAS

Edberto Oscar Acevedo

En los últimos cincuenta años, los estudios LAS REFORMAS BORBÓNICAS


acerca de estos temas han enriquecido el pa­
norama pues, sin desdeñar -ni mucho me­ Si bien es cierto que hasta la segunda mi­
nos— el alto valor de los trabajos anteriores, tad del siglo XVIII las reformas en la Monar­
han mostrado nuevas facetas y los han presen­ quía española tomaron un sensible incremen­
tado bajo perspectivas más variadas. to —casi como para convertirlas en paradigmá­
Generalizando, se puede decir que las mo­ ticas—, se hace preciso discernir, inicialmente,
nografías más clásicas tendían a presentar la dos aspectos de interés. Uno atañe a sus prece­
evolución político-institucional y jurídica de dentes, por cuanto algunas medidas que im­
las reformas borbónicas aplicadas a los terri­ plicaron cambios se habían tomado con ante­
torios rioplatenses. Ultimamente, la historio­ lación. Y el otro hace a una distinción necesa­
grafía ha insistido en la ubicación político­ ria para todo este proceso, ya que el reformis­
cultural y social de las mismas y, a la par, ha mo como tal implicó un típico programa de
buscado inscribirlas en el cuadro americano gobierno que es posible diferenciar de la Ilus­
amplio al que pertenecen y, para muchas, ha tración como movimiento o corriente de
subrayado sus motivaciones económicas, ha­ ideas, aunque aquél aparezca como producto
cendísticas o militares. de éstas. Podrá verse, así, un reformismo ilus­
Es decir que la tarea del historiador de hoy trado en algunos aspectos clave de las medidas
consiste en asumir y presentar, bajo el verda­ tomadas ya en la época de Carlos III (por
dero valor de la palabra política —relaciones ejemplo, la expulsión de los jesuitas). Cabe re­
entre actores sociales reales (poder, grupos, conocer que muchas reformas fueron pensa­
tradición cultural, etc.) dentro de una estruc­ das, propuestas y proyectadas antes del auge
tura institucional determinada—, ese conjunto del movimiento ideológico que puso a la ra­
de cambios que se registraron en el siglo XVIII zón y al progreso como norte y guía de todo lo
y que, concretamente para el actual territorio humano. Luego, las reformas se harán cada
argentino, significaron modificaciones esen­ vez más ilustradas.
ciales en su estructura regional, en su organi­ Como se trató, para los políticos españoles
zación y hasta, ¿por qué no?, en sus perspecti­ de la nueva dinastía que comenzó con Felipe
vas hacia el futuro. V, de fortalecer el Estado (que salía de una 251
LA MONARQUÍA Y LA ORGANIZACIÓN LOCAL

guerra internacional y civil) y de establecer compensación—, le era necesario modificar su


una administración más ágil y eficaz, setoma­ equipo ministerial y diseñar una política que
ron algunas medidas, como la creación, en apuntara al logro de tres objetivos fundamen­
1714, de las secretarías de Estado (una, de Ma­ tales: a) reformar la defensa militar de las In­
rina e Indias), el traslado de la Casa de la Con­ dias; b) aumentar allí la recaudación fiscal, y
tratación a Cádiz (1717), la creación de las c) estimular el desarrollo del comercio transa­
compañías de comercio (la Guipuzcoana, de tlántico. En estos dos últimos puntos se inscri­
Caracas, es de 1728), la supresión de las enco­ birá la gran reforma administrativa.
miendas (en 1718 y 1721), la creación del Vi­ Se tendía a lograr que España retomase el
rreinato de Nueva_Granada (en 1717; reim­ papel de primera potencia para que pudiera,
plantado en 1739) y, por fin, la sanción, en sola o con Francia, resistir el creciente empuje
1749, para España, de la Ordenanza de Inten­ y la amenaza inglesa. En este sentido, se com­
dentes y, en ella, la inclusión de las cuatro cau­ prendía el papel principalísimo que adquiría
sas: justicia, policía, hacienda y guerra. América.
Todas estas medidas buscaban el restable­ Es importante señalar, como acertada­
cimiento y la renovación del poder regio y mente apuntó Céspedes del Castillo, la estre­
eran formuladas por hombres prácticos que cha interdependencia que existe entre esos ob­
procuraban soluciones a los problemas que se jetivos que buscaban una prudente moderni­
presentaban. zación del Estado hispanoamericano. Es más,
Pero los acontecimientos de la política in­ las reformas aparecen como encerradas en un
ternacional van a complicar y hasta a acelerar círculo de hierro, porque, por ejemplo, las mi­
esta política de reformas. En efecto, la Guerra litares sólo se llevarán a cabo en la medida en
de los Siete Años (1759-1763) entre Inglaterra que aumentara la recaudación tributaria y és­
y Francia, que rompe el inestable equilibrio ta, a su vez, dependería de las reformas admi­
europeo alcanzado desde 1748 y que tiene por nistrativas y fiscales.
teatro principal las posesiones americanas de
ambas, obligará a España a firmar el Tercer PRIMERA ETAPA

Pacto de Familia y a entrar en la contienda.


Con ella vendrá la caída de La Habana y Ma­ La primera etapa de las reformas, que
nila y la firma del Tratado de París que puso abarca de 1763 a 1774, corresponde a la época
fin al conflicto (1763). Estamos ante el punto del secretario de Indias, bailío frey Julián de
de arranque de la intensificación, consciente­ Arriaga, quien, como conocedor de América,
mente propuesta, del plan de reformas. ya antes de llegar al trono Carlos III había se­
El nuevo monarca, Carlos III, comprendió ñalado la urgente necesidad de tropas para la
entonces que, vistos los resultados de aquella defensa continental y la más acuciante de di­
guerra —con la recuperación de Cuba y Filipi­ nero para solventar sus gastos.
nas, la pérdida de las Floridas y la desaparición Durante ese lapso de reformas vacilantes o
de Francia del continente americano, cuyos coyunturales, se registra en 1763 el estable­
dominios en Canadá pasaban a manos ingle­ cimiento de la Intendencia de Ejército y Ha­
252 sas y la Luisiana era cedida a España como cienda de La Habana, para colaborar con el
LAS Rl-Il-‘OIIMAS isolusoNltzAs l-IN LA Sl-ZGIINDA MI'l'Al) men. Sl(iI.() XVIII

MAPA DEL VIRREINATO DEL RÍO DE LA PLATA


Según Ricardo Zorraquín Becú, la organización argentina en el periodo hispánica.
II _ A.’
50

— Limitedel Virreinato
-- Limitede Intendencia
-- LímiledeGobernación
--- Limites actuales
I CapitaldelVirreinalo
n Capital de Intendencia
B < Villas
" A s ' L ‘r Obispado
i misiones
T Reducciones

- ' "masidl-Z dr Maldonado;


S l-Supearintendendia de Buenos Aires
l
u

/ a- Gobernacion de Modtcvidco
b- Gobernacion de Malvinas
c- Gobcrnacion dc Misiones
Parroquias: l San Isidro. l S. A. dc Areco.
3 Baradero. -| Moron. S Pi|ar.6 C. del Senor.
7 San Nicolas. 8 San Pedro. 9 Pergamino.
l0 Arrecifes. ll Las Canchas. ll Leg.
dt la Reduccion. l} La Isla. H Caa- Cali.
IS Rosario. 16 Baiada del Parana.
,7? i I‘ San lost
'¿ti?
¡‘J
2- Intendencia de Córdoba
Parroquias: IT Corocorlo. IB Renca. l‘) lachal.
20 \'al|c Fcrtil. 2| Tulumba. ll Pocho. 13 Rio
Segundo. Z-I RIO Tercero. 15 Rio Seco.
I Ik

I' 2-
16 lschilm. 27 Alla Gracia. |8 Soconcho.

. \‘ .\ (\ Z9 Famalilta. 30 Guandacol. Jl Arauco.

'
3- Intendencia de Salta del Tucumán
¿ha I fi Puerto Ducado Parroquias: .12 El Rosario. l.‘ Chicoana.

— I.« I -. _ _­
9%
J-l Humahuaca. JS Tumbasï. .16 Cochinoca. 37
Rinconada. 38 Yari. .19 Santa Catalina. 40 Bclcn.
-|| Ancasli. l! C. dc El Allo. 4.‘ Chicligasta. H

50: í‘ a; \_ - '. r ‘ x
M‘; ———1'"3”" _- ¡,
ot? I‘. "E. l‘ ;"Ï:‘;Í‘* l
Chorromoros. 45 “arapa. 46 Salavina.
-|7 Sumumpa.

Slll’ ¡;;-%__H_ K3! 6T"; 4- Intendencia del Paraguay


5- Intendencia de Potosi
6- Intendencia de Chuquisaca
ti???) =
‘ÏÏI :3 \‘ 7- Intendencia de Cochabamba

80 0. c7.‘ r =-“ a- Gobernacion de Moxo

deGr 5o: b- Gobernacion de Chiquilos


8- Intendencia de la Paz

253
LA MONARQUÍA Y LA ORGANIZACIÓN LOCAL

capitán general en todo lo atinente a la defen­ distintos lugares de América en los años 1765
sa de Cuba (el cargo se implementó también y 1766. Estos vinieron a sumarse a los “moti­
en Luisiana, pero pronto fue suprimido). nes de Esquilache” que estallaron en Madrid y
Un año después era designado contador otras ciudades españolas en marzo del último
general de Indias Tomás Ortiz de Landázuri, el año, provocados, entre otras causas, por la
hombre que pone orden en la desgreñada con­ presión del fisco, la escasez de artículos de
tabilidad americana y que organiza y establece consumo, la reforma de ciertas modas.
las contadurías mayores. A todo ello se agregó el extraordinario de­
Ya en ese año 1764, con la puesta en mar­ creto de la expulsión de los jesuitas (1767)
cha de los correos marítimos que parten men­ —decisíón real que, con todas sus implicacio­
sualmente rumbo a La Habana, Veracruz, Car­ nes, se analiza en otro capítulo- y que convul­
tagena, etc. y llevan además cargas y pasaje, y sionó a una sociedad como la hispanoameri­
mucho más al año siguiente, con el derecho cana, muy sensibilizada ante los cambios que
que permite el comercio de las Antillas con se producían y que parecía mostrar una difícil
nueve puertos peninsulares, se abren nuevas recepción de las reformas.
perspectivas económicas y se responde a los Dejando de lado ahora la referencia a las
puertos libres de las Pequeñas Antillas y Ia­ consecuencias de una medida tan sorpresiva y
maica que habían implantado Francia y Gran brutal como el extrañamiento, pero precisa­
Bretaña con el fin de apoderarse del comercio mente buscando mostrar el encadenamiento
exterior indiano. oculto de muchos hechos, se debe mencionar
También en 1765, fue enviado Iosé de Gál­ que el propio Gálvez, aludiendo a las reformas
vez como visitador a Nueva España para una por implantar en Sonora y California, dirá que
inspección general de las finanzas del viejo Vi­ con la salida de los misioneros jesuitas, que
rreinato, en averiguación de deficiencias ad­ por tantos años habían poseído privativamen­
ministrativas, del contrabando y para irnplan­ te la primera, recién ahora iba a entrar en do­
tar la renta del tabaco. En la Instrucción que minio de Su Majestad. A Gálvez debió impre­
recibió, se le encargaba examinar la utilidad y sionarle el desbarajuste que quedó tras la ex­
conveniencia de establecer allí “una o más in­ pulsión. Su “Plan para el establecimiento de
tendencias en la misma forma que están crea­ intendencias en México”, redactado de acuer­
das en España”. do con el virrey Croix y con el que creía mejo­
A esta altura, conviene introducir otra rar las cosas, es de enero de 1768. Y la reunión
cuestión importante. Es la relativa al malestar del Consejo de Castilla del 5 de marzo de ese
que, en algunos sectores americanos, produci­ año fue convocada para deliberar “sobre las
rán ciertas reformas económico-hacendísti­ providencias convenientes a extirpar el fana­
cas, como controles impositivos, ajustes pre­ tismo que se observa en la ciudad de México
supuestarios y demás. Como se trataba de ac­ relativo a la doctrina de los expulsos”, a lo que
tivar el cobro de impuestos, percibir derechos agregaron los fiscales (Campomanes y Flori­
de alcabala y almojarifazgo, recaudar el grava­ dablanca) que habían estado “las cosas años
men al aguardiente y regular las entregas del ha tan lánguidamente gobernadas en las In­
254 tabaco, hubo graves alteraciones del orden en dias que vivían a discreción de los expulsos”.
LAS REFORMAS BORBÓNICAS EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIII

De esa reunión del Consejo de Castilla sal­ regreso del mismo Gálvez a España, la muerte
drán las grandes líneas de la futura reforma de Arriaga y la designación de aquél como mi­
institucional, al promover la unión de intere­ nistro de Indias. Ahora sí se impulsarán las re­
ses entre España y América, la consolidación formas que apuntarán a modificaciones es­
del Estado, una mayor centralización, la acen­ tructurales hasta alcanzar las más altas cotas
tuación del regalismo y otros asuntos sobre los del siglo.
que no es posible extenderse. Si en 1774 se había ampliado aquella pri­
Queda probada la íntima conexión entre mera disposición comercial con el decreto de
la expulsión y las reformas, asunto que, por las la libre navegación y comercio por el Pacífico
resistencias que se levantaron —en México, en entre los dos viejos virreinatos, ahora la situa­
Paraguay, en Tucumán-, no había sido apre­ ción internacional va a trasladar, pero con re­
ciado hasta ahora y que obligará a que las me­ nacientes inquietudes, la preocupación políti­
didas se tomen con mayor prudencia aunque, ca por las reformas a otros ámbitos.
a la vez, con mayor profundidad, con el obje­ El conflicto anglo-francés por el poder
to de evitar posibles alianzas entre criollos po­ marítimo y el predominio de los mercados co­
derosos y variados estratos de la masa popular. loniales en el que las potencias de segundo or­
Se puede concluir que esta primera etapa den, como España y Portugal, quedaban ins­
contempló la formulación de grandes proyec­ critas ipso facto, hacía que los espacios perifé­
tos o, mejor, la iniciación de posibles grandes ricos fuesen teatro propicio para dirimir aque­
cambios (hacia el comercio libre, las intenden­ lla rivalidad constante.
cias, etc.) pero, al mismo tiempo, presenció el Mientras Gran Bretaña se halla ocupada
nacimiento de una especial expectativa: si se por la rebelión de sus colonias en América del
continuaba con las reformas para atacar otros Norte —conflicto que llegó a transformarse en
problemas y buscar otras soluciones. guerra de independencia (1774-1776-1783)­
en el Cono Sur americano, los avances portu­
SEGUNDA ETAPA gueses en Misiones y Río Grande —típicos de
su tendencia expansiva hacia esta parte meri­
La segunda etapa de las reformas com­ dional- volvieron a poner en peligro la paz.
prende de 1776 a 1787 y está regida por el España había respondido con la pobla­
ministro Iosé de Gálvez quien, en el plan a ción y fortificación de la Banda Oriental del
que se hizo referencia, había propuesto, entre Río de la Plata, con los ataques y tomas tem­
otras medidas, la anulación de alcaldías, co­ porarias de la Colonia del Sacramento (punta
rregimientos y repartos; la creación de inten­ de lanza del contrabando inglés), con la llega­
-dencias provinciales y de una comandancia da de tropas desde la Península, con el au­
3 general; la sustitución de aquéllos por subde­ mento del situado que se enviaba desde Lima
llegados. y otras medidas.
Mientras su proyecto se debatía en el seno Este es el momento en que se plantea la
¡del Consejo de Indias -donde iba a dormir llamada “estrategia de seguridad atlántica”
odurante más de diez años—, se produjeron va­ (según Hernández Sánchez-Barba) o el segun­
¡rios cambios: un nuevo virrey en México, el do momento en la historia del Pacífico ameri­ 255
LA MONARQUÍA Y LA ORGANIZACIÓN LOCAL

cano (como entiende Rodríguez Casado). En mente la Capitanía General de Venezuela. Es­
suma, y aunque se volverá sobre ello, el área ta era una reforma administrativa hecha en
marítima en toda su extensión va a convertir­ torno de la provincia de Caracas que, por un
se en clave de bóveda para todas las futuras re­ lado, otorgaba al intendente funciones hacen­
formas, pues de su control y acertado manejo dísticas y jurisdicción contenciosa en todas
dependerán las creaciones que se van a reali­ aquellas regiones y, por otro, convertía al ca­
zar. Es indudable que en esto actuaron de con­ pitán general en la persona que ejercía el su­
suno Campomanes, Floridablanca y Gálvez, perior gobierno (como los Virreyes y presi­
pero que fue éste quien, gozando de la con­ dentes) en dependencia directa de España. Se
fianza absoluta del rey, aplicó todo su dina­ trató de una operación geo-estratégico-eco­
mismo a la cuestión americana. nómica, de recuperación y defensa, en este ca­
En el mismo año 1776 en que se creaba el so ante ataques portugueses y holandeses,
Virreinato del Río de la Plata, en distintos preferentemente.
puntos de la Monarquía se producían estos c) En el mismo 1776, Gálvez dispuso en­
acontecimientos: viar visitadores generales a los virreinatos que
a) La creación de la Comandancia General hacía tiempo no eran inspeccionados. Al del
de Provincias Internas en el norte de Nueva Perú fue despachado Iosé Antonio de Areche,
España, que respondió a otro plan elaborado un hombre muy de acuerdo con sus ideas, con
por Gálvez cuando había sido visitador. Se experiencia e integridad, y a Nueva Granada,
buscaba dar unidad política a zonas que iban Iosé Francisco Gutiérrez de Piñeres (hubo
desde Nueva Vizcaya a las Californias, a fin de también subvisitadores en Chile y Quito). La
fortificarlas militarmente, pues se hallaban intención era clara: observar sobre el terreno
amenazadas por desplazamientos navales in­ cuál era la situación deplorable de las econo­
gleses y rusos. El 22 de agosto de 1776, se dic­ mías respectivas y los abusos y defectos del ré­
tó la real cédula de creación y se nombró co­ gimen político, para aplicar allí las reformas
mandante general a Teodoro de Croix. Era un convenientes. Es decir que había que revisar el
gran arco territorial que, en la práctica, unía estado de la vieja administración para elimi­
continentalmente el océano Pacífico con el nar lo que ya no servía y aprovechar aquello
golfo de México. que fuera digno de subsistir.
b) En ese año, también, era creada la In­ d) Otra creación importante, el cargo de
tendencia de Ejército y Hacienda de Caracas, regente de Audiencias, se produce también en­
con lo que se actualizaba el modelo de Cuba tonces. Su objetivo era lograr la mejor y más
pero que implicaba, además, segregar del Vi­ pronta administración de justicia, lo cual sig­
rreinato de Nueva Granada, en el aspecto eco­ nificaba, por una parte, otorgar a un funcio­
nómico, las provincias de Maracaibo y formar nario togado, nuevo y específico, designado
una unidad con las de Venezuela, Cumaná, por la Corona y acompañado por una minu­
Guayana e islas de Trinidad y Margarita. Un ciosa Instrucción, intervención para actuar
año después, es decir en 1777, se integraban como presidente al tiempo que, por otra, se
todas estas provincias desde los puntos de vis­ independizaba a esos tribunales de la tutela
256 ta político y militar al organizarse territorial­ del virrey o presidente. Los regentes dejaron
LAs REFORMAS BORBÓNICAS EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIII

unas interesantes Memorias o relaciones del


estado de la administración de justicia en sus REGLAMENTO
respectivos distritos. Y
Dos años después, en 1778, se sancionó el
Reglamento de Libre Comercio, resultante de AKANCELES REALES
un mercantilismo y de un análisis reposado de PARA
varios años de los acontecimientos conocidos
desde 1765. En cuanto a si esta medida fue una EL COMERCIO LIBRE
decisión más bien aislada o si se puede consi­ DEEsPAÑA
derar dentro de un proceso, las respuestas va­
A
rían. Lo importante es que representaba una
conciliación (pues persistían las flotas de Nue­ INDIAS
va España, se mantenía la Casa de la Contrata­ de r2. de Oétubre de x778.
ción) a la vez que ampliaba a trece los puertos
españoles y a veinticuatro los de América (ex­
cepto los de Venezuela, concedidos a la Com­
MADRID.
pañía Guipuzcoana). Era un instrumento pa­
EN LA LMPRENIA m: PEDRO MARIN.
ra acabar con el contrabando y el fraude, que
contenía las normas para regular las transac­
ciones con el fin de contribuir al saneamiento Portada del Reglamento para el Comercio Libre de España a
Indias. Madrid, 1778.
de la Real Hacienda, para proveer a las necesi­
dades militares de combatir las pretensiones
colonialistas de diversas potencias y aprove­ práctica en algunas regiones, como Caracas y
char el momento de la guerra en la América Buenos Aires, las funciones de intendente de
del Norte. Ejército y Real Hacienda (1778) y reunía una
Las consecuencias de la aplicación del Re­ Junta (1779 y 1780) que estudió y preparó la
glamento fueron dispares, según las regiones. futura real ordenanza, se producían, como
En el Virreinato del Perú, no tuvo especial in­ consecuencia de las nuevas medidas impositi­
cidencia o, si se quiere, contribuyó a la dismi­ vas decretadas por los visitadores Areche y
nución del comercio interprovincial. En Chi­ Gutiérrez de Piñeres, unos movimientos revo­
le, donde aumentaron las inversiones en gé­ lucionarios que conmovieron la estructura del
neros europeos, se benefició, en cambio, aquel Estado hispanoamericana
tipo de comercio. En el Río de la Plata, au­ En efecto, estalló un levantamiento indíge­
mentó la exportación de cueros, pero planteó na y mestizo muy importante en la sierra pe­
graves problemas en las regiones del Interior ruana encabezado por Túpac Amaru, que exi­
que, al carecer de productos exportables, vie­ gía la supresión de pesados gravámenes y tri­
ron amenazadas sus industrias por las simila­ butos, la modificación del régimen de corregi­
res europeas. dores y repartos, supresión de la mita minera,
Debe verse en conjunto este momento. del trabajo en los obrajes, la erección de una
Mientras Gálvez había comenzado a llevar a la real Audiencia en el Cuzco. entre otras. 257
LA MONARQUÍA Y LA ORGANIZACIÓN LOCAL

Por su parte, y dejando de lado la mención tencia de un partido antirreformista integrado


de motines antirreformistas en Quito, se dio por la alta aristocracia, el clero y los funciona­
en Nueva Granada el llamado movimiento de rios del Estado tradicional. Este rasgo se nata
los comuneros del Socorro. con mayor claridad en la propia España y en
En todos se pretendían mejoras económi­ México y Perú. Pero no aparece con la misma
cas, fiscales y sociales que la Monarquía debía nitidez en el Virreinato del Río de la Plata.
comprender y atender. Pero esto no agota el De cualquier manera, Gálvez, que conocía
panorama. Pues las reformas hacendísticas bien los defectos del sistema americano, creía
afectaban también a los grupos criollos, es de­ sinceramente que era necesario proceder con
cir, a círculos sociales de posición sólida y dis­ energía a reformarlo, para lo cual era preciso,
tinguida, cuyos intereses podían verse perjudi­ inicialmente, afianzar el control del gobierno
cados igualmente por las reformas. metropolitano para tratar de colocar peninsu­
Hay que tener una visión amplia de esta si­ lares adictos en los principales cargos de la ad­
tuación complejísima ya que son muchas las ministración indiana. Es decir, también en él
líneas de fuerza que se entrecruzan. Por un la­ privaba la desconfianza ante súbditos quejo­
do, resulta evidente que, a partir de la expul­ sos, pese a que manifestasen y demostrasen su
sión de los jesuitas, en varias regiones se pro­ inquebrantable lealtad a la Corona.
dujo un enorme vacío en el orden social que Hay dos consideraciones que recoge acer­
afectó directamente a los indios reducidos y tadamente la historiografía y que amplían la
aun a los fronterizos, pero que repercutió tam­ complejidad de este asunto. En primer lugar,
bién en los propios blancos de las ciudades y parece que no resultan tan anticriollas las me­
pueblos a quienes se les despertó una avidez y didas de Gálvez. La otra cuestión se refiere a si
un sentido de la especulación respecto de los esas medidas eran o iban abiertamente en fa­
bienes de las temporalidades. vor de la metrópoli. En esto se puede aceptar
Y si, tras eHo, fueron llegando las modifica­ que muchas reformas estaban dirigidas a be­
ciones político-administrativas, el panorama neficiar también a los americanos, como las
se complica aun más, pues se debe observar el promociones comerciales aperturistas, la re­
comportamiento de aquellos grupos sociales ducción de los territorios, la agilización de la
poderosos que, a veces, son llamados oligar­ justicia. Y esto sea dicho aquí y ahora, sin en­
quías criollas. En general, puede decirse que se trar en la significación del régimen de inten­
produjeron tensiones, desconfianzas y reaccio­ dencias, lo que se hará en su momento.
nes. Ellos se adaptaron difícilmente al sistema No se debe perder de vista que, paralela­
de comercio libre debido a la gran competen­ mente a este accionar del todopoderoso mi­
cia peninsular desatada, vieron peligrar sus po­ nistro de Indias, existía una corriente del pen­
siciones e influencias y, en los viejos Virreina­ samiento inclinada a lograr, con ciertas dispo­
tos, se pusieron al lado de los Virreyes, pues era siciones, la unión nacional entre los españoles
claro que éstos iban perdiendo poder y ascen­ peninsulares y los americanos mediante la dls­
diente ante los nuevos funcionarios. minución de impuestos hasta la llegada de jó­
Esta posición puede parecer somera, a venes desde el Nuevo Mundo para estudiar.
258 punto tal que se ha podido hablar de la exis­ Parecería existir un enfrentamiento de crite­
LAS REFORMAS BORBÓNICAS EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIII

rios, pues mientras Gálvez buscaba la subordi­ dir la Secretaría de Indias en dos: la de Gracia
nación=para asegurar el dominio metropolita­ y Justicia y la de Guerra y Hacienda. i
no sobre las colonias, el proyecto de los fisca­ Entre 1787 y 1788, se suprimió el cargo de
les del Consejo tendía a elevar de categoría a superintendente, con lo que los virreyes vol­
las provincias americanas. vieron a tener en sus manos las funciones de
De cualquier manera, resulta claro que, de hacienda.
momento, se impuso el proyecto de Gálvez, Renacieron entonces los proyectos unio­
aprobado y sostenido por Carlos III. nistas, como la formación de jóvenes america­
Era un plan dinámico, abarcador de situa­ nos en centros universitarios peninsulares o la
ciones estratégicas, políticas y económicas, creación de la compañía española de nobles
que reformará regionalmente América en americanos.
procura de una integración armoniosa de te­ En Venezuela se creará la audiencia en
rritorios, con la supresión de obstáculos insti­ 1786 y se instalará la del Cuzco en 1787. En la
tucionales perimidos (corregidores) y en la década siguiente -ya presidida por la Revolu­
búsqueda de su progreso económico como ción Francesa y su repercusión internacional
base de crecimiento general. Plan que necesi­ en todos los frentes— se establecerán varios
taba que se le diera tiempo para alcanzar éxi­ consulados en América, como los de Caracas
to, que quienes lo realizasen fueran excelentes (1793), La Habana y Buenos Aires (1794), Ve­
funcionarios, que las condiciones internacio­ racruz, Guadalajara y Cartagena (1797), que
nales ayudasen, y que cohonestase y com­ después se derogó, aunque volvió a ser esta­
prendiese tanto lo valioso de la tradición po­ blecido, de hecho, debido a las guerras.
lítica como lo prometedor de un coherente Pero se ha acabado el gran impulso refor­
proyecto progresista. mista. Los conflictos armados casi incesantes
La mejor prueba de cómo actuaba Gálvez (1797-1801 y 1804-1808) y las pérdidas terri­
reside en la aceleración con que se trabajó en toriales americanas abrirán para España y su
su Secretaría en la redacción de la Ordenanza Imperio una nueva y peligrosa etapa.
de Intendentes que, como se sabe, comenzará
a aplicarse por el Río de la Plata en 1782- 1783
y que, luego, se extenderá al Perú (1784), Gua­ CREACIÓN Y ORGANIZACIÓN DEL VIRREINATO
temala (1786), Nueva España (1786), Chile
(1787), Puerto Rico, Filipinas, hasta abarcar, Los dos mayores cambios que afectaron al
en número superior a cuarenta, todo el Impe­ territorio rioplatense se produjeron en la que
rio (excepto Nueva Granada). se denomina segunda etapa de las reformas
borbónicas, es decir, en la era de Gálvez: el Vi­
TERCERA ETAPA. rreinato y las intendencias.
Puede considerarse que si ya en 1763 se
Se extiende desde la muerte de Gálvez produjo la primera invasión inglesa —como la
(1787) y del rey Carlos (1788) y fue conduci­ calificó Barba- con la expedición del capitán
da porla personalidad de Floridablanca, quien Mac Namara, que fracasó y fue derrotada en
comenzó (aún en .vida de Carlos’ III) por divi­ Colonia del Sacramento por el entonces go­ 259
LA MONARQUÍA Y LA ORGANIZACIÓN LOCAL

bernador Pedro de Cevallos, tal infausto suce­ mación de núcleos defensivos autónomos en
so no iba a significar freno alguno para los hi­ América.
jos de aquella potencia, sino todo lo contrario. El gobernador Vértiz, en 1770, presentó
A su tradicional base de operaciones pirá­ un resumen de las correrías lusitanas en la re­
ticas de todo tipo en Iamaica, habían agregado gión, a partir de Río Grande. En la metrópoli
la infiltración desde la Florida y, en lo que ha­ se elaboró un plan de defensa en el que Bue­
ce a la América meridional, la ampliación ge­ nos Aires se convertía en un punto neurálgico,
neralizada del contrabando. En este sentido, amenazado por ingleses y portugueses.
era lógico aprovechar la alianza con Portugal El indiscutible asesor de todos estos pro­
y, como resulta natural, con la vista sobre el yectos era Pedro de Cevallos, quien pensaba
Pacífico, tener aspiraciones territoriales en las en atacar y recuperar territorio. Pero, para
lejanas tierras patagónicas. ello, se necesitaban grandes fuerzas de com­
De allí la ocupación, en 1766, de Puerto bate y el ministro Arriaga había dicho que,
Egmont en las islas Malvinas, que dependían como Portugal era aliado de Inglaterra, había
del gobernador de Buenos Aires. Fueron ex­ que medir bien las consecuencias de una in­
pulsados en 1770; restituida su posesión, al fin tervención, pues su precio podía ser la guerra
abandonaron las islas en 1774. contra Gran Bretaña. Así, el ataque a Colonia
España, en esta década de los años 70, ha­ del Sacramento quedaba como último recur­
bía advertido que el Tercer Pacto de Familia so, aunque fue autorizada una campaña de
no funcionaba, pues Francia la había dejado castigo. Vértiz atacó en 1774, en una marcha
sola en la discusión y la posible disputa arma­ que al principio le significó algunos triunfos
da por este dominio. El peligro inglés seguía (Santa Tecla); pero finalmente debió regresar,
amenazante, pese a que se le había complica­ casi derrotado.
do la situación debido al alzamiento de sus co­ Es importante tener presente que en ese
lonos en América del Norte. momento Gran Bretaña estaba empeñada en
De cualquier manera, esta crisis de Malvi­ una gran guerra que le requería ingentes gas­
nas —como dice bien Gil Munilla- concentró tos, pero que, de terminar rápidamente y con
el interés de la metrópoli en la gobernación de una victoria, podría hacer que sus fuerzas se
Buenos Aires y en las tierras del sur. Es decir volcasen sobre los establecimientos españoles.
que el problema de la seguridad de estas pose­ Por otra parte, ante el creciente envío de tro­
siones situadas entre el Atlántico y el Pacífico pas portuguesas, no cabía más que allegar re­
se convirtió en crucial para España. cursos para solventar los gastos militares y na­
En esos momentos, precisamente, aumen­ vales, por lo que la Corona española entendió
taba la penetración portuguesa, cobijada en el que las reformas fiscales eran un objetivo cla­
desamparo territorial que la expulsión de los ro, aunque provocaran reacciones sociales co­
jesuitas significó para toda la zona nornoroes­ mo las ya conocidas.
te fronteriza entre ambos imperios. Por esto De todo esto surgirían las distintas posibi­
hubo roces y denuncias continuos pero, del la­ lidades que se contemplaron. Una era invadir
do español, se tropezaba con la escasez de re­ Portugal, lo que resultaba peligroso porque
260 cursos y fuerzas, al par que se buscaba la for­ podía dar lugar aula inmediata intervención
LAS REFORMAS BORBÓNICAS EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVHI

inglesa en Europa. Era posible que esto no


ocurriera si —segunda posibilidad— el ataque
se limitaba a los dominios americanos.
Aquí es donde aparece la consulta oficial a
Cevallos quien, el 22 de octubre de 1775, se in­
clina por la guerra contra Portugal en la Penín­
sula, siempre que Francia apoyara a España.
Como la política francesa se mostraba re­
ticente y como Gran Bretaña no estaba dis­
puesta a entrar en otro conflicto armado por
defender a Portugal, se pensó en reunir un
congreso de potencias en París.
Mientras tanto, los ataques lusitanos se­
guían en zonas de Río Grande y Misiones. Es
entonces cuando Carlos III ordena a Cevallos
que le informe sobre las fuerzas que eran ne­ l Blasón de Pedro de Cevallos.

cesarias para defender la provincia rioplatense


y sus fronteras amenazadas y, también, para nes político-territoriales y administrativas tu­
conquistar y ocupar Santa Catalina y Colonia vieron que unirse, en este caso, con la solución
del Sacramento, plaza que debía ser (y será) militar de un problema concreto.
arrasada.
La expedición que zarpó para intervenir EL VIRREINATO COMO CREACION

en una guerra localizada y que llevaba a Ceva­


llos a su frente con el título de virrey, alcanzó Puede discutirse si cuando Cevallos soste­
los objetivos militares propuestos, pero finali­ nía, en 1776, la conveniencia de extender las
zó prematuramente con el tratado de San Il­ atribuciones de quien fuese investido con el
defonso del 1° de octubre de 1777. Por él, si gobierno político y mando militar de Buenos
bien se devolvían Santa Catalina y Río Gran­ Aires también a las provincias de Paraguay,
de, se adquiría el dominio total de la cuenca Tucumán, Potosí, Santa Cruz de la Sierra y a
del Río de la Plata y se terminaba con el añejo todas las comprendidas en la jurisdicción de la
problema del contrabando. Además, Portugal audiencia de Charcas, lo que tenía en mente
ya no era enemigo de España. implicaba o no una alusión directa a la futura
La acción militar fue importante, pero efí­ creación del Virreinato.
mera. En cambio, la nueva unidad política -el Es probable que el objetivo militar haya si­
Virreinato- tal vez resuelta con precipitación, do primordial en orden a la seguridad exterior
iba a perdurar porque arraigaba en razones general de esos territorios amenazados secu­
fundamentales. larmente. Pero también es posible que, en el
Los sucesos se habían ido eslabonando de pensamiento de Gálvez —que ya conocemos en
tal modo que en las amplias miras sobre toda cuanto a modificaciones territoriales impor­
la situación americana hacia l776, las creacio­ tantes en el mapa americano- se haya unido 261
LA MONARQLJÍA Y LA ORGANIZACIÓN LOCAL

ese aspecto al del requerimiento que, desde el virrey del Perú, la audiencia de Lima y el
hacía cinco años, se venía presentando a fin de gobernador de Buenos Aires. Y aunque, fun­
mejorar la situación rioplatense. damentalmente, se preguntaba acerca de la
Es claro que quienes propusieron —con necesidad de establecer un nuevo tribunal, se
distintos enfoques- la modificación político­ les adjuntaba copia del informe de Alvarez de
institucional de estas tierras, no tuvieron en Acevedo.
cuenta la cuestión militar internacional. Es El primero en dar su opinión fue el virrey
más, hubo una cierta indefinición respecto de peruano, don Manuel de Amat, el 22 de enero
los territorios que integrarían el nuevo Virrei­ de 1775, quien se expresó en general de acuer­
nato. El fiscal de Charcas, Tomás Alvarez de do con lo expuesto por el fiscal de Charcas.
Acevedo, el 30 de julio de 1770, en un expe­ Afirmaba que había que dividir el Tucumán,
diente acerca de las reducciones indígenas en que se necesitaba una audiencia en Buenos Ai­
Tucumán, había señalado los motivos que re­ res y, en cuanto al Virreinato futuro, creía que
trasaban la acción civilizadora en aquella pro­ había que añadirle todo el reino de Chile (y no
vincia. Indicaba, en primer lugar, que todos Cuyo solamente) porque sus riquezas mineras
-los habitantes, el gobierno, la hacienda real­ podían servirle de base de sustentación. Mien­
se perjudicaban por la enorme extensión de tras se esperaba la llegada de los otros infor­
esa jurisdicción y que la gran distancia que la mes, transcurrió el resto de 1775 y la primera
separaba del virrey de Lima y de la audiencia mitad de 1776 en la preparación de la expedi­
de Charcas complicaba y demoraba los asun­ ción contra los portugueses. Cuando se nom­
tos. Explicaba, a la vez, cómo se podía corregir bró a Cevallos jefe militar de la campaña anti­
esa situación defectuosa y aun la de distritos lusitana, ya desde el 26 de julio se lo designa­
confinantes, como Buenos Aires, Paraguay y ba también virrey. Es decir que es probable
Cuyo. que, entre junio y julio de 1776, en la mente de
Ante un pedido de la audiencia para que Gálvez y en su consulta constante con el Rey se
ampliara su informe, Alvarez de Acevedo, el haya decidido hacer coincidir los fines de una
12 de enero de 1771 propuso, para resolver expedición militar con la elevación de catego­
estos inconvenientes, dividir la provincia de ría del territorio rioplatense.
Tucumán en dos gobiernos y subordinarla a El 1° de agosto, por cédula real, Cevallos
una audiencia y Virreinato por establecer en era nombrado virrey, gobernador y capitán
Buenos Aires. general de las provincias de Buenos Aires, Pa­
Dejando de lado otros aspectos intere­ raguay, Tucumán, Potosí, Santa Cruz de la
santes relativos a la jurisdicción que el fiscal Sierra, Charcas y de los territorios de las pro­
otorgaba a esos dos nuevos gobiernos, es me­ vincias de Cuyo, que se separaban de Chile. Se
nester comentar que, llegados a Madrid tan­ había establecido el Virreinato provisoria­
to el dictamen cuanto el informe de la au­ mente, hasta ver cómo evolucionaba el con­
diencia que había hecho suyo aquél, fueron flicto militar con Portugal —y cuál sería la ac­
objeto de cuidadosa consideración en el titud inglesa- además de que se estaba consi­
Consejo de Indias. Por real cédula del 8 de derando lo acertado o no de su integración
262 octubre de 1773, se dispuso que informasen territorial.
LAS REFORMAS BORBÓNICAS EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIII

Como el éxito acompañó la expedición de tomó una resolución revolucionaria y de capi­


Cevallos y como éste comenzó a tomar medi­ tal importancia, como señaló Levene: prohibir
das de gobierno de importancia, la creación se la exportación de oro y plata sin amonedar,
convirtió en definitiva, a su propio pedido. salvo en el caso de que fuesen con guía a Bue­
Por eso se ha dicho con acierto que fue el crea­ nos Aires, donde podían ser embarcados sin
dor del Virreinato (Céspedes de Castillo). El estar acuñados con sólo pagar los impuestos
14 de julio de 1777 dirá que consideraba fun­ correspondientes.
damental la permanencia del Virreinato por­ Como, hasta entonces, el Alto Perú abona­
que era imposible gobernar estas provincias ba sus importaciones en oro y plata de sus mi­
desde Lima, ni cuidar su defensa y conserva­ nas, esta veda significaba romper las relacio­
ción en tiempos de guerra. También aconseja­ nes económicas de esa región con Lima e irn­
rá que se traslade a Buenos Aires la audiencia ponerle su giro hacia Buenos Aires.
de Charcas (luego propondrá que se cree otro Además, accediendo a las peticiones del
tribunal en la capital). cabildo de esta ciudad y a indicaciones de un
La documentación conocida hasta hoy no oficioso asesor —el contador de Oruro, Blas
permite saber hasta qué punto habían llegado Gascón- el virrey Cevallos dictó, el 6 de no­
a un entendimiento verbal completo Gálvez, el viembre de 1777, el auto de libre íntemación,
Rey y Cevallos sobre el significado del nuevo “acto más memorable y de mayor importancia
Virreinato, pero todo hace pensar que se lo ha­ de todos los realizados” por él, según dijo Bar­
bía planeado concienzudamente. ba, por el cual declaraba libre la internación de
artículos de comercio por Buenos Aires a las
EL VIRREINATO COMO INTEGRACIÓN provincias del Perú y Chile.
Era invertir la cosa, es decir, marcar a Bue­
Si cualquier construcción política por le­ nos Aires, en contra de Lima, como nueva
vantar en esta zona no podía prescindir del puerta de entrada del comercio transatlántico
núcleo básico conformado por las viejas go­ con lo que, pronto, se convertirá en centro
bernaciones de Buenos Aires, Tucumán y Pa­ principal del sur de América. También era el
raguay, resultará por demás sugerente conocer antecedente inmediato de la ampliación, el 2
qué tipo de consideraciones pueden haberse de febrero de 1778, del comercio libre a Bue­
hecho al incorporar nuevos territorios al fla­ nos Aires y del Reglamento y aranceles del 12
mante Virreinato, o bien qué clase de proble­ de octubre de ese año, ya conocidos.
mas planteaba esa agregación. Dejando de lado otras medidas propuestas
En este sentido, cabe referirse a varias por Cevallos, como la llegada directa del azo­
cuestiones íntimamente relacionadas como gue de Almadén por el puerto capitalino, sur­
son las económicas y las geopolíticas. ge la pregunta de qué significaba la integra­
Respecto de los territorios del Alto Perú, es ción de los territorios altoperuanos en el nue­
evidente que Cevallos -descontando el defini­ vo Virreinato.
tivo establecimiento del Virreinato y, más aún, Esta creación, como tal, aparece como una
trabajando por él antes de que Gálvez recibie­ medida inobjetable en su doble significado:
ra su nota donde alegaba por aquella medida­ como respuesta geopolítica hispánica a la 263
LA MONARQUÍA Y LA ORGANIZACION LOCAL

cuestión internacional y, al mismo tiempo, de significaba poder conectarse con otras zonas
sentido integrador para una amplia zona de rioplatenses, del Tucumán y del Alto Perú, pa­
América que necesitaba asistencia. Distinto es ra el envío de esos caldos y, en definitiva, po­
plantearse si todas las regiones que lo compo­ der unirse a ella políticamente, con la segrega­
nían se soldaban, se artículaban entre sí y con ción de la jurisdicción chilena.
el todo. Ciudades como Mendoza y San Juan en­
El Alto Perú, con su tradición de riqueza y tendieron que, si se integraban con las demás
de cultura, configura una zona especial dentro del Río de la Plata, se iban a beneficiar sin de­
del Virreinato, más que nada en el aspecto so­ pender de permisos especiales para poder re­
cial, y esto no tanto por el régimen de estrati­ cibir productos que desembarcaran en Buenos
ficación que se ha alcanzado, sino por lo que Aires.
significa, como problema para todo el ordena­ Esto se conseguirá con el auto de libre in­
miento político, el último escalón con su an­ ternación de Cevallos que legalizaba una si­
cha base numérica: la población indígena. tuación de hecho. Pero quedaba por ver si, con
Hay que atender, asimismo, al hecho de el Reglamento de octubre de 1778, no aparecía
que esta zona había sido mal gobernada desde una competencia ruinosa. En todo caso, hu­
Lima. Además, si el peligro portugués venía biera sido lo mismo y aun peor si se hubiera
por dos frentes, el sudoriental y el nordeste, a seguido dependiendo de Chile. Aquella se verá
esta región norteña había que integrarla -por paliada por las guerras intemacionales que se
razones de rapidez y eficacia en los probables sucederán y que permitirán la subsistencia de
movimientos militares- con el resto del terri­ la producción y el comercio cuyanos.
torio elevado a la categoría de Virreinato. Ha­ En el Virreinato hubo, primero, unidad
bía que unificar. Además, Charcas resultó in­ geográfica en el sentido de resultar de la inte­
corporada por consideraciones geopolíticas y gración de distintas regiones que tendían ha­
económicas, entrevistas y formuladas por Gál­ cia un eje central común y cuyo aglutinante
vez (¿en coincidencia con Cevallos?). Potosí y era, naturalmente, el puerto que las relaciona­
la cuenca minera platense y las cajas altope­ ba con el exterior. En segundo término, existía
ruanas pasarán a ser el centro que facilitase los la posibilidad de organizar -sobre la base de
medios económicos que necesitaba el nuevo contactos y relaciones ya establecidos- una
Virreinato. Esto no garantizaba que la zona es­ unidad económica de fuste que explotara más
tuviese mejor gobernada que como lo había a fondo riquezas naturales inmensas (desde
sido desde Lima. Sólo se verá en el futuro, con ganadería y cueros que, pasando por yerba
la aplicación de la Ordenanza de Intendentes. mate y tejidos, concluían en la minería).
En cuanto a la región de Cuyo, a la que Finalmente, el Virreinato presentaba una
también había favorecido Cevallos con la ins­ unidad estratégica, al transformar a Buenos
talación en Mendoza de las cajas foráneas, pa­ Aires en bastión militar, al guarecer Malvinas
rece demostrado que durante un siglo y medio y montar establecimientos patagónicos. La lí­
toda su comunidad luchó por alcanzar una li­ nea Montevideo-Buenos Aires-Malvinas do­
bertad comercial que, dada la similitud de su minará el Atlántico sur e impedirá las piráticas
264 producción de vinos y aguardientes con Chile, y depredadoras incursiones inglesas.
LAs REFORMAS BORBÓNICAS EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIII

Sin embargo, varios problemas derivados importancia porque desde Lima, a mil leguas
de esa integración seguirán subsistíendo. Por de lejanía, era imposible atender el gobierno
ejemplo, en el Alto Perú, zona con la que de estas provincias ni cuidar de su defensa y
Buenos Aires no llegará a anudar lazos esta­ conservación.
bles de influencia recíproca económica y cul­ Cevallos creyó que el Virreinato debía
tural. Con ella, la unión aparecía como pre­ constituirse en el antemural que preservara
caria. Y por eso, más tarde, hasta se rectifica­ todos los territorios de Sudamérica de los
rán algunas zonas que pasarán al viejo Virrei­ avances lusitanos e ingleses y que política y
nato lirneño. económicamente representara un cuerpo in­
Tal vez, puede aceptarse que, hasta un cier­ tegrado que sostuviera la soberanía española
to punto, el Virreinato no constituía un todo hasta las tierras australes. La creación respon­
armónico. Habrá que dar tiempo al tiempo. derá, así, a una política atlántica en lo inme­
diato y con proyección hacia el Pacífico.
PERMANENCIA DEL VIRREINATO Lúcidos funcionarios habían planteado la
necesidad y la conveniencia de crear un nue­
Pueden tomarse como base dos tipos de vo Virreinato. Y Cevallos estaba al tanto de los
consideraciones al reflexionar acerca de la proyectos reformistas metropolitanos. Es de­
trascendencia de la creación del Virreinato: las cir que el Virreinato rioplatense será produc­
que se apoyan o dan mayor importancia a las to de un doble juego coincidente: una políti­
cuestiones de coytmtura, o las que, sin desco­ ca deliberada y consciente, reflexiva, ante una
nocer éstas, piensan que existían fuerzas inter­ situación internacional preocupante y, tam­
nas en crecimiento que tendían a la unión y a bién, la responsable elevación de observacio­
la organización. Es probable que, para sopesar nes atinadas de hombres de la zona, que co­
ambos extremos, haya que seguir pensando en nocen su evolución y sus circunstancias par­
Cevallos como conocedor de los planes de re­ ticulares. La opinión pública, que compren­
forma de Gálvez y Carlos III. dió y acompañó la significación del nombra­
Porque aparte de la transitoriedad o inse­ miento de Cevallos, valoró la amplísima au­
guridad de la solución militar del conflicto torización que le dio el monarca para obrar
con Portugal, como escribió Barba, resulta con autonomía sin esperar nuevas órdenes.
difícil pensar en el carácter provisional del Porque, comprendiendo la excepcional im­
Virreinato. Abundaban pruebas en contrario portancia estratégica de Buenos Aires, se vio
y, sobre todo, la política de largo alcance de que la Monarquía había asumido acertada­
Cevallos; sus medidas y proposiciones con­ mente la cuestión internacional y, además,
ducían a la definitiva instalación de este cuer­ que se había encontrado al hombre providen­
po político porque él estaba en el secreto del cial a quien todo le dispensaba el rey —incluí­
gabinete español. Por eso demostró con dis­ do el juicio de residencia- con tal que organi­
posiciones efectivas, como las citadas, una zase las nuevas tierras.
consciente seguridad en la permanencia del La voz popular recogió ese sentido expre­
Virreinato. Y la pidió concretamente el 14 de sivamente:
julio de 1777, al decir que la creía de mucha 265
LA MONARQUÍA Y LA ORGANIZACIÓN LOCAL

Dices que sólo dura bían cumplido una correcta carrera adminis­
este Virreinato trativa y llegado a altos cargos en la burocracia
mientras que nos durase americana.
el señor Cevallos. A cinco de ellos, se les dieron precisas ins­
Pero si dura trucciones de gobierno cuando asumieron sus
aguantarás Ia cruda cargos. Y también fueron cinco (pero no los
con la madura. mismos) quienes cumplieron con la orden de
dejar una Memoria para su sucesor, escritos en
El cabildo de la capital destacará que Bue­ los que se nota una marcada predilección por
nos Aires había “pasado a ser cabeza de Reino analizar y atender los problemas de la capital y
cuando antes no era más que de Provincia”. su comarca, junto a una postergación de mu­
Va de suyo que Cevallos aprovechará todas chas cuestiones que afectaban la vida del inte­
aquellas facilidades para enaltecer y ampliar rior del Virreinato.
su poder y —con él- el rango de la institución. No se puede dejar de mencionar, como da­
Si se le concedió facultad para elegir a los inte­ to ilustrativo, que virreyes peruanos, como
grantes de la Secretaría (cosa de la que hizo Guirior, Croix y Gil y Lemos, criticaron y
adecuado uso) se excedió al organizar la ase­ combatieron la existencia del Virreinato rio­
soría letrada. platense. Pero en 1802 el rey Carlos IV resol­
Es que, sin duda, en esa primera época, vió definitivamente su permanencia.
Cevallos ha elevado a lo más alto la categoría
de la función virreinal. Tal vez era lo que se ne­ ORGANIZACIÓN DEL VIRREINATO

cesitaba para afianzarla en esta tierra. Y ya se


sabe que rematará su obra con medidas que El comisario de guerra de la expedición de Ce­
favorecieron a los rioplatenses. vallos, Manuel Ignacio Femández, el 25 de oc­
Pasado este momento inicial, ya con Vér­ tubre de 1777 fue nombrado intendente de
tiz, no solamente se comprueba que en su tí­ Ejército y el 10 de febrero siguiente, intendente
tulo se le advierte que será sometido a juicio de Real Hacienda, que separaba estas funciones
de residencia, sino que se le indica que todo lo del mando del virrey. Tendría conocimiento e
relativo a la hacienda deberá dejarlo en manos intervención en las contadurías y cajas de todo
del superintendente. el territorio y en lo económico del ramo de
Esto durará, prácticamente, hasta la muer­ guerra, pues realmente era intendente de Ejér­
te de Gálvez, como ya se dijo, cuando se deci­ cito y Real Hacienda y superintendente subde­
dió que esos altos funcionarios recuperasen legado en ésta. Como tal, tomará parte en
las facultades económicas y financieras. asuntos relativos a presentaciones de cuentas,
Los virreyes del Río de la Plata, entre 1776 sueldos oficiales reales, cobro de alcabalas, con­
y 1810 fueron, en total, once (se exceptúa a Ia­ tratos y fraudes, tributos, temporalidades, etc.
vier de Elío, que lo fue en Montevideo). Nue­ Estas intendencias de Ejército y Hacienda
ve eran militares de alta graduación; los dos (como las de Cuba, Caracas y otras) sólo eran
últimos fueron marinos. Se los escogió porque organismos administrativos, sin poderes de
266 eran funcionarios experimentados, que ha­ gobierno territorial.
LAS REFORMAS BORBÓNICAS EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIII

Por supuesto que, desde 1778, existiendo


ya la Superintendencia de la Real Hacienda, se
confirmó legalmente esta situación.
A mediados de 1780, con la transferencia
de contadores desde Lima —sugerida por Ce­
vallos- se constituyó el Tribunal Mayor de
Cuentas del Virreinato, organismo que no só­
lo examinó cómo se recaudaban y se adminis­
traban las rentas reales en el territorio, sino
que además asesoró a los poderes públicos en
materias financieras y administrativas.
Otra institución de altísima importancia
para el Virreinato fue la audiencia. Ya se sabe
que Cevallos, que había propuesto trasladar la
de Charcas a Buenos Aires, cambió de parecer
y, el 26 de enero de 1778, propuso que aquélla
subsistiera e, independientemente, se creara
una nueva en la capital del Virreinato. Funda­
Retrato al óleo anónimo del virrey Antonio Olagucr Feliú. ba su criterio en la necesidad de una rápida y
Museo Histórico Nacional, Buenos Aires.
eficaz administración de justicia. Pasó el tiem­
po y nada se resolvió hasta que, el 25 de julio
El libre comercio, decretado en 1778, lle­ de 1782, Carlos IV decidía su establecimiento,
vaba consigo el establecimiento forzoso de lo que comunicaba al virrey Vértiz, e indicaba
una aduana en el puerto de Buenos Aires, des­ que su jurisdicción abarcaría las provincias de
tinada a percibir los derechos provenientes del Buenos Aires, Paraguay, Tucumán y Cuyo. Es­
comercio exterior. Se ubicó en un edificio lla­ taría integrada por el virrey como presidente,
mado Ranchería. Fernández, que dictó el pri­ un regente, cuatro oidores y un fiscal, más
mer reglamento en 1779, propuso que se crea­ otros cargos. Se instaló el 8 de agosto de 1785
ra otra aduana en Montevideo. por el virrey marqués de Loreto. Con esto la
Desde 1767 se había creado una Conta­ vida institucional del Virreinato iba alcanzan­
duría en Buenos Aires, encargada de tomar y do su definitivo perfil.
concluir las cuentas de esa provincia y de las Una última creación institucional redon­
cajas de Paraguay, Jujuy, Santa Fe y Montevi­ deará el cuadro. Se trata del consulado. Su es­
deo, exclusivamente. Al crearse el Virreinato, tablecimiento estaba determinado por los ar­
se ordenó a Cevallos que la región altoperua­ tículos 53 y 54 del Reglamento de Comercio
na siguiera rindiendo sus cuentas a Lima. de 1778, entendidos de manera amplia.
Pero el primer virrey desatendió esto y, el 10 Desde 1785, los comerciantes de Buenos Ai­
de julio de 1777, ordenó a la Audiencia de res lo habían pedido. La real cédula de su erec­
Charcas que en adelante sus cuentas y fon­ ción se dictó el 30 de enero de 1794 y se estable­
dos fueran enviados a Buenos Aires. ció el 28 de mayo de ese año. Estará integrado 267
LA MONARQUÍA Y LA ORGANIZACIÓN LOCAL

por un prior, dos cónsules, nueve conciliarios,


un secretario y otros cargos. Dispone la existen­
cia de diputaciones en Montevideo, Santa Fe,
Corrientes, Asunción del Paraguay, Córdoba,
Mendoza, San Iuan, Santiago del Estero, San
Miguel del Tucumán, Salta, Jujuy, Chuquisaca,
É (¿J y ‘
La Paz, Cochabamba, Oruro y Potosí.
Tuvo originalmente funciones judiciales,
pues entendía en todos los pleitos entre co­
merciantes y mercaderes por sus actividades.
Se regia por las Ordenanzas de Bilbao. Pero su
labor principal consistía en procurar el ade­
lantamiento de la agricultura, la mejora de los
cultivos y frutos, la ampliación del comercio
interior y todo lo relativo al tráfico. Para esto
debía averiguar el estado de tales cuestiones en
. ., l. .. , ) .1 q! , j
[y .' , 4.. _. 4 . ‘>¡ mu. n, -¿/Iu’u4y«f”' gtarv 09H»­
las tierras del interior del Virreinato. El secre­
tario del consulado, Manuel Belgrano, desde Diseño del escudo del Consulado realizado por Juan de
Dios Ribera. Archivo General de la Nación, Buenos Aires.
su primer Memoria presentada en 1795, su­
brayó la importancia de esas noticias. Y desde
ese cargo bregará incansablemente, con pro­ Su texto, aprobado por Carlos III el 28 de
yectos y soluciones prácticas, con iniciativa y enero de 1782, se aplicaba inicialmente al Vi­
crítica, con ideas de mejoramiento cultural, rreinato del Río de la Plata. En su versión ori­
social y económico, y con creaciones institu­ ginal disponía la división del territorio en
cionales, dentro de las doctrinas fisiocráticas, ocho provincias, a saber: Buenos Aires, Para­
por el progreso de todo el territorio. guay, Santa Cruz de la Sierra, Potosí, Charcas,
La Paz, San Miguel del Tucumán y Mendoza.
El de Buenos Aires era intendente general de
LAS INTENDENCIAS Ejército y superintendente de Real Hacienda.
Se creaban dos gobiernos subordinados: Mon­
No puede perderse de vista que las reformas tevideo y Misiones. Este texto fue remitido a
y las intendencias, aunque iniciadas en el Río de distintas autoridades americanas. Todas res­
la Plata, responden a una estrategia global, con­ pondieron e hicieron llegar sugerencias y mo­
cebida para todo el Imperio. Fue la segunda re­ dificaciones de elevado interés.
forma importante implantada en estas tierras.
Entre 1779 y fines de 1781, una junta espe­ PRIMERAS MEDIDAS [IMPORTANTES

cial de cinco miembros, que revisó el primer


proyecto de Gálvez para México y recogió Con las intendencias, adquiere su organi­
ideas y observaciones posteriores, preparó la zación definitiva el Virreinato. El otro punto
268 Ordenanza de Intendentes. de trascendencia será que, a.l implantarse ese
LAS REFORMAS BORBÓNICAS EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVÏH

sistema, se decretará la supresión de los corre­


REAL ORDENANZA
gidores y de los repartos.
Para entender el significado de esta gran PARA
reforma administrativa hay que partir, como EL ESTABLECIMIENTO
siempre, de que se había apreciado la necesi­
dad de mejorar las estructuras del gobierno,
P. INSTRUCCION
especialmente aquellas relacionadas con los DE
indios.
En este sentido, si bien se buscarán fines
I-ï-‘TENDENTES
económicos -por ejemplo, mayores recauda­ DE E.\'I';'R(.'ITO Y PROVINCIA
ciones— mediante una reorganización políti­ IN
co-administrativa, fiscal y comercial, es cierto
m. ‘vnutLINATo m: BUENOS-AIRES.
también que se intentó corregir situaciones
defectuosas y desterrar vicios, todo en favor de ¿No DE 1782.
los naturales y, por supuesto, del Estado. DI OIRDJIA’ DE JU’ JHAGIJÏÁD­
­
Ya el visitador Areche había extinguido los mo
MADRID
repartos en el Perú. Pero con ello no estaba di­
EN LA lnnniu RIA!­
cho todo, pues aunque en esa malhadada ne­
gociación entraban habilitadores, funciona­
Portada de la Real Ordenanza de Intendentes de Buenos
rios de todo tipo, criadores, caciques, curas,
Aires. Madrid, 1783.
etc., se quiso cortar la cabeza de la hidra. Y así,
la Real Ordenanza se enfrentó con el problema
de los corregidores como institución, y deter­ muchas violencias y tiranías de los corregido­
minó que desde su entrada en vigor dejara de res del Perú con sus repartimientos, pues po­
existir. nían todo su cuidado en su enriquecimiento
Esto será fundamental ya que los corregi­ personal, con lo que empobrecían a los mise­
dores -“diptongos de mercaderes y jueces”, co­ rables indios.
mo los llamó Amat- habían transformado sus El 24 de agosto de ese año se le consultó si
cargos en un comercio: el repartimiento para sería conveniente suprimir ese cargo. Cevallos
compensar lo magro de sus sueldos; habían informó el 26 de enero de 1778 acerca de las
adquirido el derecho de vender a los indios extorsiones y perjuicios que cometían aquellos
una serie de artículos entre los que estaban funcionarios. Entendía que, con la libertad de
permitidos por la ley (mulas, hierro, coca) y, comercio propugnada por su auto de libre in­
sobre todo, otros prohibidos por inútiles para ternación, se abría una puerta a la reforma de
el natural (como barajas, lentes, espejos, teji­ esos desórdenes.
dos caros, navajas). Para cobrarlos, apremia­ Valga la aclaración de que, en particular,
ban, castigaban y ejecutaban, entre otros re­ una zona del Virreinato rioplatense será la
cursos. más afectada por la supresión de este inicuo
El 12 de enero de 1777, una real orden di­ sistema de los corregidores: la altoperuana
rigida a Cevallos decía que se experimentaban (aunque por supuesto existieron allí algunas 269
LA MONARQUÍA Y LA ORGANIZACIÓN LOCAL

excepciones). Pero como el asunto estará rela­ conocer con exactitud la situación y aun para
cionado con la Declaración 7*‘ de las agregadas representar y hasta hacer variar la legislación
en 1783 a la Real Ordenanza -que establecía que se deseaba aplicar.
ciertos socorros a dar a los indios- este tema Pero como en el artículo 1° de la Real Orde­
sería tratado por todos los intendentes y que­ nanza se designaban como capitales de las nue­
dará para más adelante retomarlo. vas circunscripciones de San Miguel del Tucu­
Hay que comprender, entonces, que el me­ mán y Córdoba, respectivamente, a San Miguel
dio, la realidad americana, era la que había ur­ y a Mendoza, fueron Vértiz y Femández quienes
gido la reorganización del territorio rioplaten­ hicieron ver a Gálvez lo erróneo de esa disposi­
se. Y que, desde las primeras formulaciones de ción. Su propuesta de reforma, en el sentido de
reforma, había planteado -por ejemplo, para que las ciudades de Salta y Córdoba fueran las
el caso concreto de Tucumán- la imposibili­ capitales, fue aceptada, según la 4° de las decla­
dad de que esta región pudiese ser bien gober­ raciones agregadas a la Real Ordenanza.
nada dada su vasta extensión, los problemas
derivados de la recaudación del derecho de si­ LA ORGANIZACIÓN DEHNITI VA

sa y la Real Hacienda, la existencia de cargos


inútiles, etc. Por último, Cevallos había expre­ El Virreinato quedaba, entonces, organi­
sado que creía conveniente que se repartiese zado con ocho intendencias, de la siguiente
esa provincia en dos gobiernos, cada uno forma: de Buenos Aires, con la superinten­
comprensivo de cinco ciudades. dencia general del Ejército y Real Hacienda
Su escrito le fue remitido a Vértiz el 6 de (y las ciudades de Buenos Aires, Santa Fe, Co­
junio de 1778, en una solicitud de informe rrientes, territorios de Patagonia, Malvinas y
ampliatorio. Este consultó, al efecto, con un ex el Obispado de su nombre); de Asunción del
gobernador, Martínez de Tineo, y con el en­ Paraguay (todo el Obispado); de Salta del Tu­
tonces titular tucumano, Andrés Mestre. Con cumán (con Salta, San Miguel del Tucumán,
sus respuestas, remitió su opinión a Gálvez el Santiago del Estero, Catamarca y Iujuy); de
26 de enero de 1781. Córdoba del Tucumán (Córdoba, La Rioja,
Esta documentación llegó oportunamente Mendoza, San Iuan, San Luis); de Potosí, Co­
a España cuando se redactaba la Real Orde­ chabamba, Chuquisaca y La Paz, más las go­
nanza. Por eso, en su primera versión, se reco­ bernaciones de Montevideo, Misiones, Moxos
ge ya la división de la gobernación del Tucu­ y Chiquitos. Por gestión del presidente de
mán. Es más, al remitirle un ejemplar para que Charcas, Ignacio Flores, el 21 de junio de
lo examinara, Gálvez le dirá a Mestre que me­ 1784 se creó la novena intendencia, llamada
dite sobre la partición de esa provincia, “cuyo del Callao, con Puno por capital y partidos
gobierno ha de dividirse en dos, con el agrega­ segregados de la intendencia de La Paz. Su in­
do de la provincia de Cuyo, según vuestra se­ clusión en el Virreinato durará hasta 1796,
ñoría opinó anteriormente”. cuando pasó a depender de Lima.
Se arrancaba pues, en este asunto, de una Sus autoridades, dejando de lado a la supe­
posición realista, al admitir que nadie mejor rior del virrey, eran: el intendente general del
270 que los propios gobernantes americanos para Ejército y superintendente de Real Hacienda, los
LAs REFORMAS BORBONICAS EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIII

gobemadores intendentes de provincia y los provincia anualmente. Deben promover la


subdelegados. Sus atribuciones, en el caso del economía regional en todas sus manifestacio­
intendente general, eran dobles, pues unas les nes. Reglamentarán los propios y arbitrios.
correspondían como intendente de Buenos Ai­ Podrán usar la vía reservada para dar cuenta
res (idénticas entonces a las de los gobemadores directa al rey de las cosas graves.
de provincia) y otras, las específicas de superin­ En policía o gobierno (artículos S3 a 70)
tendente, como delegado de la Real Hacienda de deberán contar con mapas topográficos de sus
Indias, para el manejo de todas estas cuestiones. provincias; cuidarán de los caminos, tambos y
Los gobernadores intendentes debían ac­ mesones, de las construcciones ciudadanas;
tuar en esta región rigiéndola “en paz y justicia”. fomentarán la agricultura (especialmente el
Sus facultades, mucho más extensas que las de trigo), ganadería, explotación de bosques y
los antiguos gobernadores, están declaradas y minas, castigarán a los ociosos, vagos y mal
divididas por la Real Ordenanza en las cuatro entretenidos.
ramas o causas: justicia, policía, hacienda y En la causa de hacienda (artículos 71 a
guerra. A las que se agrega, como nota arnerica­ 259) les corresponde dirigir en todos sus as­
na distintiva, el ejercicio del vicepatronato. pectos la recaudación de las rentas y derechos,
Tanto el superintendente como los inten­ especialmente la de tributos y matrículas de
dentes de provincia tienen a su lado organis­ indios, y en la organización y funciones de las
mos y funcionarios asesores. En la superinten­ cajas reales, de las cuales existían ocho princi­
dencia, la Iunta superior de Real Hacienda y la pales (una por cada intendencia) y seis forá­
Contaduria general del ramo de Propios cum­ neas (Montevideo, Oruro, Mendoza, Maldo­
plirán estas tareas. nado, Santa Fe y Carangas). También atendían
Con los gobernadores intendentes colabo­ lo relativo a diezmos, propios y arbitrios.
raban, en primer término, un teniente o asesor En guerra (artículos 220 a 276, aunque los
letrado (perito en derecho) que, como tal, in­ cuatro últimos de la Ordenanza no se refieren
tervenía privativamente en todos los asuntos a esta causa), se encomendaba a los intenden­
judiciales planteados en la zona. Era cargo de tes todo lo atinente a dicha materia en relación
importancia y, por lo tanto, de designación con la real hacienda, como subsistencia de la
real. Completaban este cuadro burocrático tropa, pagos y demás. Debían concurrir a la
una Iunta municipal de Propios y, finalmente, junta de guerra y guardar subordinación al ge­
los subdelegados, que eran de dos causas -ha­ neral y al virrey como jefes superiores.
cienda y guerra- para las ciudades y villas su­
balternas, y de cuatro causas para los pueblos
indios. En lo concreto, reemplazarán a los co­ CARACTERÍSTICAS SOBRESALIENTFS

rregidores. De ellos se tratará más adelante.


A los intendentes, en la causa de justicia En cuanto al cargo de virrey
(artículos 12 a 52 de la Real Ordenanza) se les
confiere jurisdicción contenciosa civil y crimi­ Ya se ha dicho que al ser designado Vértiz co­
nal; tienen la presidencia del ayuntamiento de mo virrey, se le indicó que todo lo referente a
la ciudad capital. Están obligados a visitar la la Real Hacienda debía dejarse al cuidado y
LA MONARQUÍA Y LA ORGANIZACIÓN LOCAL

dirección de Manuel Ignacio Fernández. Es dos diversos, por competencias en cuestiones


decir que, concluida la etapa de Cevallos, en la edilicias y otras.
que había primado lo militar, Gálvez retomó Esta situación terminó en 1788 cuando,
un viejo pensamiento, cual era separar de los tras la muerte de Gálvez, los Virreyes america­
Virreyes las cuestiones hacendísticas. Con ello nos recuperaron las atribuciones perdidas y el
buscaba —decía el documento- “el importan­ pleno goce de su suprema autoridad, lo que se
te fin de poner en sus debidos valores mis comprobará cuando, en 1802, harán práctica­
rentas reales de las provincias y territorios mente fracasar la visita de Diego de la Vega a
que comprenden el Virreinato de Buenos Ai­ la Real Hacienda.
res y de fomentar sus poblaciones, agricultu­ Sin embargo, otras medidas los afectaron en
ra y comercio”. parecido sentido ya que, como se ha dicho, los
Con todo, y pese a que por sucesivos des­ regentes que se crearon para las audiencias o los
pachos se había ido enalteciendo y destacando visitadores que, por algunos años, dispusieron
—en una palabra, diferenciando— este cometi­ medidas de importancia pasando por encima,
do financiero y económico de las funciones muchas veces, de su autoridad (con excepción
del virrey, Vértiz, en su informe personal del del caso citado) y aun el cargo de subinspector
15 de febrero de 1783 planteó su discrepancia de Ejército, redujeron sus facultades. Claro que
al ver esas funciones separadas de su cargo. A ellos se quejaron contra todo esto y defendieron
raíz de ello, se estampó en la declaración 16° el prestigio de esa suprema institución política.
de 1783, “para que no haya dudas sobre la su­ Pero la racionalización administrativa
prema autoridad del virrey”, que a éste le co­ también les había llegado y aunque en algimos
rrespondía poner el “cúmplase” a los títulos casos -como en los viejos virreinatos- se pu­
que habían despachado el intendente general dieron sentir respaldados por las rancias oli­
y los de provincia. Otra real declaración, no garquías mercantiles, en general, como es el
incluida entre las impresas, fijaba que, en caso caso del Plata, acoplándose al espíritu de la
de grave alteración interior o guerra externa, época, trataron de ser buenos administradores
el virrey tendría siempre la última palabra so­ y funcionarios eficientes y cuidadosos.
bre los gastos por efectuar. No se puede encontrar una uniformidad
Debe decirse que Vértiz y Fernández tra­ absoluta en su accionar. Entre el gran poder de
bajaron de acuerdo. Pero, durante los cinco un Cevallos y las recortadas atribuciones de
años en que fue superintendente el sucesor un Vértiz, ciertamente hay diferencias. Pero
del último, Francisco de Paula Sanz, se regis­ ambos fueron los constructores iniciales. Los
tró un duro enfrentamiento con el virrey, demás, por responsables de su territorio, tra­
marqués de Loreto. Discutieron arduamente bajaron preocupándose tanto de cuestiones
por cuestiones relacionadas con el desorden económicas como culturales, militares, etc.,
económico existente en la Banda Oriental interesados, lógicamente, en lograr el éxito en
(matanzas de ganado que perjudicaban la in­ su gestión y sabedores de que estarían someti­
dustria del cuero), por asuntos relativos a la dos al juicio de residencia que, en algún caso,
salazón de carnes, por la llegada de tabaco y como el del virrey marqués de Loreto, resultó
272 negros CD naves CXÏÏQDJICIGS, POT contraban­ con algunos cargos en su contra.
LAS REFORMAS BORBÓNICAS EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIH

En cuanta a la intendencia de Buenas Aires Lo importante es que, tras abolirse los re­
partos, que se consideraron una de las causas
Con excepción de lo que hace a la ciudad, de la sublevación de Túpac Amaru, comenza­
son escasos los datos que se poseen acerca de ron a formularse proyectos para evitar el mal
la intervención del intendente de Ejército y de dejar al indio sin socorro. El primero fue el
Real Hacienda en el resto de la jurisdicción del propio gobierno, expresado en la declara­
provincial. Sólo se sabe de algún dato suelto, ción 7a de 1783, aclaratoria del artículo 9° de
por ejemplo, la cumplida por Francisco de la Real Ordenanza, que disponía que, “de
Paula Sanz en Corrientes al nombrar a su pri­ cuenta de la real hacienda” se debía proveer a
mer subdelegado de dos causas. los indios (y a otros de las castas) de hierro,
En cuanto a la gestión de Domingo Rey­ aperos, mulas y otros útiles, dándoselos al fia­
noso, nombrado intendente de Buenos Aires do y a precios fijos según tarifas públicas, pa­
por la ordenanza general de 1803 —la cual, co­ gaderos en dinero o en especie y a plazos con­
mo es sabido, fue derogada al año siguiente­ venientes. Quienes intervinieran en estas tran­
solamente se conocen actuaciones sueltas y sacciones usarían siempre el nombre de soco­
ciertos roces de competencia en Real Hacien­ rros y no el de repartimientos.
da entre él y la Superintendencia que ejercía el Gálvez le escribió al virrey Loreto para in­
virrey. dicarle cómo esa disposición no debía apli­
carse en las intendencias de Buenos Aires, Sal­
Las socorros ta y Córdoba, y que en Charcas, Potosí, La Paz
y Puno los naturales tenían recursos para ne­
El problema que se había planteado al su­ gociar en forma directa. De cualquier modo,
primir el régimen de corregidores era acertar el virrey suspendió la publicación de tal or­
con aquello que reemplazara los repartimien­ den mientras requería la opinión de los in­
tos. Es decir, ¿cómo se sustituía, pensando tendentes. Como todos se manifestaron con­
siempre en favor de los indios, ese infame co­ trarios a los socorros y lo propio hicieron su­
mercio que habían hecho los corregidores? perintendente y virrey, Gálvez resolvió que no
Para la monarquía se suscitaba así una se concedieran esos auxilios. De lo cual resul­
cuestión que no era solamente económica, si­ ta que los indios quedaron librados a sus es­
no social y aun ética. Como dijo Francisco de casas posibilidades. Y de ahí que un renglón
Paula Sanz, constituía éste el asunto “más agi­ de lo que más necesitaban —el ganado y, espe­
tado en esta América, alegándose por una y cíficamente, las mulas- seguiría comercial­
otra parte razones que, ni las unas prueban la mente en manos de los grandes hacendados y
total decisión de mantenerlos, ni las otras traficantes, quienes, apoyándose en esta polí­
proporcionan un seguro medio para reempla­ tica liberal del Estado, tratarían de sacar
zarlos”. Pues, si por un lado los repartos se po­ cuantiosos beneficios.
dían considerar tiránicos y usurarios y si, por En todo caso, este asunto está estrecha­
el otro, se tomaba en cuenta la indolencia del mente ligado con el de la nueva autoridad que
indio, ¿no parecían aquéllos una ayuda y un sustituiría a los corregidores, es decir, los sub­
estímulo? delegados, cuestión que se verá enseguida. 273
LA MONARQUÍA Y LA ORGANIZACIÓN LOCAL

FUNCIONAMIENTO DEL SISTEMA ministración de justicia en el Interior, formó


una instrucción para que los jueces legos com­
El ejercicio de las cuatro causas pusiesen los procesos. Y si bien no prosperó
esto para los juicios criminales, se decidió que
En justicia, con el establecimiento de la siempre aquéllos consultasen con la audiencia.
audiencia en la capital, a la que se subordina­ Es importante señalar que todos los inten­
ron las intendencias de Paraguay, Córdoba, dentes mantuvieron relaciones con las diferen­
Salta y, naturalmente, Buenos Aires, el conoci­ tes autoridades judiciales de ciudades, villas y
miento de la de Charcas quedó limitado a los lugares, como alcaldes ordinarios, alcaldes de
problemas jurídicos de las cuatro intendencias barrio, subdelegados, comisionados, y que de­
de ese amplio territorio norteño. bieron irse perfilando, con el tiempo, las atri­
Con el presidente Flores, fue larga la con­ buciones de los distintos cargos en este orden.
troversia que mantuvo este tribunal ya que, en En policía (o gobierno), dada la imposibi­
1785-1786, aprovechando un tumulto popu­ lidad de hacer referencia pormenorizada a la
lar contra la tropa y los malos chapetones que acción que desarrollaron los intendentes pro­
obligaron a aquél a intervenir en la investiga­ vinciales en esta causa -en la que tuvieron más
ción, hábilmente se logró avivar tensiones y ancho campo para desplegar su actividad-,
despertar viejos recelos, con lo que consiguió sólo señalaremos como cuestiones más im­
descalificarlo como gobernante apresurado y portantes:
hasta sospechoso por ser criollo. a) la organización del gobierno intemo en
Como ya se dijo, la gran novedad de la cada intendencia, con reglamentos para sub­
Real Ordenanza en esta causa fue que al lado delegados de dos causas, instrucciones para
de los intendentes aparecían los tenientes le­ subdelegados de cuatro causas (en el Alto Pe­
trados para intervenir en los pleitos. Por esto y rú); dictado de autos y bandos de buen go­
porque, con el tiempo, dichos asesores se con­ bierno con normas estrictas para la conviven­
virtieron en personajes de importancia en sus cia ciudadana;
respectivas regiones, que aconsejaban a los in­ b) la visita de su provincia que realizaron
tendentes para hacer más sólida la posición de los mejores intendentes (han quedado de ellas
éstos, hubo diversos roces con la audiencia de relaciones muy interesantes);
Charcas, sobre todo en época del fiscal Victo­ c) el embellecimiento y progreso de Bue­
rián de Villava (1791 en adelante), quien, pese nos Aires como ciudad, obra en la que intervi­
a afirmar que no era enemigo de los intenden­ nieron Vértiz, Fernández y Sanz, con realiza­
tes, los descalificó en numerosas ocasiones y ciones como la Casa Cuna, el Hospicio, el
llegó a poner en duda la utilidad de su estable­ alumbrado, la Casa de Comedias, el Real Cole­
cimiento. gio de San Carlos;
En cambio, las relaciones de la audiencia d) la preocupación de varios virreyes por
de Buenos Aires con las demás autoridades del los establecimientos en Carmen de Patagones
Virreinato se desenvolvieron sin mayores difi­ (Río Negro), San José, Puerto Deseado y
cultades. Además, el segundo regente, Benito Malvinas, donde vivían familias con muchas
274 de la Mata Linares, con el fin de mejorar la ad­ dificultades;
LAS REFORMAS BORBÓNICAS EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIII

e) el desvelo de muchos intendentes por Los subdelegados


los edificios públicos (cabildos, hospitales,
teatro de comedias, casas de pósitos); Como ya se dijo, los subdelegados puestos
f) las fundaciones urbanas ocuparon un en las cabeceras de los pueblos de indios para
lugar destacado: Gualeguay, Concepción del reemplazar a los corregidores, debían ser blan­
Uruguay y Gualeguaychú, en época de Vértiz; cos (españoles peninsulares o americanos). Se
Río Cuarto, por el intendente Sobre Monte; les había asignado el ejercicio de las cuatro
Nueva Orán, por el intendente García Pizarro; causas y se les prohibía, terminantemente,
g) la extensión de la línea de fuertes y re­ efectuar repartimientos de ninguna clase.
ducciones fronterizas de los indios fue tam­ Debido a que no se les concedió sueldo fi­
bién preocupación de cada intendente, sobre jo. sino un salario-porcentaje de lo que recau­
todo en el Chaco (por el intendente Mestre) y daran por tributos (el 3% según la Real Orde­
en el Paraguay (por Melo de Portugal). nanza de Buenos Aires) han podido ser consi­
En hacienda, se produjo la instalación de derados como “los pies de barro” del sistema
las cajas en todo el Virreinato. Además, cada ya que, por ello, se habrían visto casi obligados
intendente dictó el respectivo reglamento de a comerciar.
propios y arbitrios para su región. El de Bue­ Pues bien, en el Virreinato rioplatense las
nos Aires fue obra de Sanz. Más interesante es subdelegaciones de importancia por su núme­
comprobar que, por la acción de los intenden­ ro y por la cantidad de indios que en ellas vi­
tes, se confeccionaron nuevos padrones y ma­ vían estuvieron en el Alto Perú (fueron vein­
trículas de indios, se hizo mejor la inspección tiocho hasta 1796; luego hubo cambios). El
en la recaudación de tributos y resultó un cier­ sistema de los subdelegados —con los defectos
to saneamiento en las cuentas de Real Hacien­ que pueden y deben achacarse a los que lo
da. Hubo, así, un moderado aumento en las aprovecharon para repartir- logró ser una su­
recaudaciones (verbi gratia de casi 4000 pesos peración del de los corregidores. Pero enten­
anuales en la intendencia de Salta) que, si no demos que debe considerarse en cada lugar, de
fue mayor, se debió a los excesivos gastos de acuerdo con las variantes que presentó. Estas
los empleados en sueldos, viajes y otros. dependieron tanto de los hombres (el presi­
Finalmente, en guerra, cabe apuntar que, dente de Charcas, Flores, dijo que eran “unos
con la presencia de batallones de los regimien­ ángeles respecto de los antiguos corregido­
tos de Saboya, de Extremadura y del Fijo de res”) como de la zona, su economía, su aleja­
Buenos Aires, establecidos temporariamente miento de ciertos centros, su “tradición” o no
en las intendencias del Tucumán y del Alto Pe­ de mala administración y, por lo tanto, de
rú, junto con los cuerpos de milicias armados conflictos, levantamientos y otras cuestiones.
en cada región -se destacan entre todos, el Los cargos de subdelegados fueron desem­
constante estado militar de la gente del Para­ peñados, muchas veces, por criollos de la mis­
guay para proteger su frontera de indios y de ma comunidad local o de regiones próximas
portugueses- se registró una paz general en del Perú o del Río de la Plata, abogados, mili­
este tiempo. tares o gente conocida o destacada, de quienes
se nos hace difícil pensar que estaban en colu­ 275
LA MONARQUÍA Y LA ORGANIZACION LOCAL

sión con un régimen caduco. Por el contrario, dinarios, y en ese mismo año y en el siguiente
como lo demuestran sus escritos de todo tipo se les encargó dar la aprobación a los nom­
(alegatos, presentaciones, denuncias, infor­ bramientos de subdelegados que hicieran los
mes, descripciones), evidencian poseer más intendentes.
que mediana preparación y conocimientos. Muchas de estas variaciones fueron incor­
Por lo que no resulta embarazoso aceptar que poradas a la Ordenanza General de Intenden­
trabajaron en pro de sus semejantes. tes de 1803, pero Carlos IV la dejó sin efecto el
Hubo, así, intendencias que vieron que es­ ll de enero del siguiente año -al chocar sus
te sistema tenía un desarrollo bastante nor­ disposiciones con las ordenanzas militares­
mal, como Cochabamba. Y otras —el caso de con lo que la Real Ordenanza de 1782-1783 si­
La Paz- en que sucedía todo lo contrario. Ade­ guió en vigencia, aun con aquellas enmiendas,
más, a veces, se registran alternancias en un con lo que constituyó el verdadero marco jurí­
mismo partido o subdelegación. dico-político de esta vasta región americana.
En consecuencia, no se puede compartir,
por lo menos para esta zona del Virreinato, La INTENDENCIA Y LOS CABILDOS

juicios tan rotundos como el de que el cambio


de corregidores por subdelegados fue sólo en Como antecedente necesario de la cuestión
el nombre, con lo que se habría desvirtuado cabe señalar que, hasta los tiempos de la refor­
totalmente el espíritu de la Real Ordenanza. Es ma de las intendencias, los cabildos no se en­
posible que en otros virreinatos sucediera co­ contraban en una situación ideal, sino que,
sa distinta. Pero la prohibición de repartir no arrastrando cada cual sus problemas particula­
se derogó jamás. res, trataban de cumplir con sus tareas, modes­
tamente. Hasta se podría mencionar el caso de
MODIFICACIONES Potosí, donde se apuntaba que los regidores no
concurrían a las sesiones; o el de La Paz, del
Como ya se dijo, la intendencia de Puno que se decía que quienes desempeñaban esos
fue transferida en 1796 al Virreinato de Lima. cargos estaban reducidos a servidumbre; o de
Por una real orden de 1790 se derogaron los Asunción del Paraguay, donde se registraba
artículos de la Real Ordenanza sobre propios y que eran escasos los que podían servir esos
arbitrios y se volvieron a poner en vigencia las puestos. Había mucho de rutina e inercia en
leyes del Libro 4°, título 13 de la Recopilación sus actividades; sin embargo, podían levantar
de 1680 (es decir, se suprimieron las contadu­ cabeza cuando un mandatario tocaba los inte­
rías de propios y las juntas municipales de Real reses del grupo oligárquico que, generalmente,
Hacienda y se dispuso que las cuentas anuales cubría los cargos en los ayimtamientos.
fueran aprobadas por los cabildos). Pero en el A poco de establecerse la Real Ordenanza,
Río de la Plata parece que no se le prestó acata­ todas las ciudades pidieron y obtuvieron que
miento, pues se siguió eligiendo a los miembros sus alcaldes fuesen de duración anual y no por
de las juntas de propios y arbitrios. dos años, como indicaba esa reglamentación,
Los Virreyes recuperaron en 1787 la facul­ pues consideraron que el cargo era gravoso ya
276 tad de confirmar las elecciones de alcaldes or­ que debían descuidar sus intereses.
LAs REFORMAS BORBÓNICAS EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIII

Siguiendo una costumbre de la época an­ de ellos al frente del gobierno -con el detalle
terior, los intendentes —a favor del escaso inte­ de sus obras públicas, el aumento de los pro­
rés por los puestos en los ayuntamientos- in­ pios, la preocupación cultural y social,
tervinieron o influyeron muchas veces en las etcétera—, sino que solicitaron, en repetidas
elecciones. Pero el sistema, como tal, no me­ notas dirigidas directamente al rey, que conti­
noscabó la libertad de los cabildos y no intro­ nuaran en el cargo o se les premiara sus servi­
dujo ningún cambio sustancial en el procedi­ cios con más altos puestos.
miento electoral tradicional. Quizá no ocurrió lo mismo en cuanto a con­
Todo esto que, sin duda, probaría la exis­ vivencia con los subdelegados de dos causas, cu­
tencia de un escaso espíritu público de parte de ya presencia en las ciudades subordinadas com­
los hombres connotados de cada ciudad, a la plicó las relaciones muchas veces, aunque no de­
par que deseos del gobiemo de controlar los ca­ bían presidir los cabildos. Por eso ciudades como
bildos, no constituía un estado definitivo. Hay Santa Fe y Corrientes obtuvieron que se restau­
ejemplos concretos de defensa levantada en fa­ rase en ellas el cargo de teniente de gobemador.
vor de la libertad de criterio y de actuación con Esto no significa que dejase de haber roces
que debían moverse los capitulares, quienes te­ o desinteligencias y aun discusiones entre am­
nían que rechazar influencias espurias en las bas autoridades. Y que los ayuntamientos lle­
votaciones, proceder con independencia, etc. gasen a calificar como de tiranía la interven­
En cuanto a las relaciones con los inten­ ción de quien criticaban. Es muy posible que
dentes, hubo de todo, porque si el cabildo de en el concepto de los intendentes prevaleciera
Buenos Aires se vio limitado -más que nada la opinión de que los cabildos no servían para
en cuestiones de Real Hacienda- por el inten­ mucho y que se movían lentamente o por in­
dente Femández, como el de Charcas por el tereses de grupo. Es decir, en pocas palabras,
presidente García Pizarro o el de Cochabamba que se los menospreciara sutilmente.
con Viedma, demostraron, al mismo tiempo, Pero lo cierto es que, con parecidos proble­
una llamativa adhesión a esos funcionarios. mas —por ejemplo, el conseguir aumentar los
También se debe diferenciar otro aspecto propios- todos los ayuntamientos siguieron
porque, al existir en las capitales el intendente siendo el centro de la actividad ciudadana, se
con atribuciones en las cuatro causas, en esas ocuparon del orden urbano, el abastecimiento,
ciudades, precisamente, los cabildos perdieron la edificación, la irrigación, el cuidado del recin­
algunas de esas funciones. Aunque, por los tes­ to y sus aledaños. La elite local tuvo allí ancho
timonios que se manejan, lo mejor será enten­ campo tanto para expresarse como para em­
der que trataron de colaborar o tuvieron que banderarse en grupos que defendían su particu­
hacerlo -sobre todo en asuntos de justicia y lar modo de entender las cosas y las situaciones.
policía- con esos mandatarios. Esto se ve en
casos como los de Mestre y García Pizarro en RESULTADOS

Salta, Sobre Monte en Córdoba, Viedma en


Cochabamba, Melo de Portugal y Ribera en Para el Río de la Plata el Virreinato impli­
Paraguay. Los ayuntamientos no solamente có la creación de una unidad de mando y or­
destacaron la acción beneficiosa de cada uno den desconocida hasta entonces, la cual, con el 277
LA MONARQUÍA Y LA ORGANIZACJÓN LOCAL

código que significaba la Real Ordenanza de caron los subdelegados en el Alto Perú para los
Intendentes, hizo que toda esta región suda­ indios- fue producto y, a la vez, se aplicó a la
mericana entrase en una nueva etapa de vida. realidad rioplatense luego de haber sido plan­
Sin pretender establecer un juicio definitivo teado por ella y meditado y discutido en la
sobre esta institución, pueden resultar de inte­ metrópoli.
rés algunas consideraciones. En tercer lugar, debe entenderse la época
En primer lugar, el tema debe enfocarse reformista en la que se integran la creación del
-habiendo dejado ex profesa totalmente de la­ Virreinato rioplatense y las intendencias como
do la causa de guerra, y aceptando que en la un proceso largo que, como tal, tuvo sus fases
justicia se había logrado mantener la seguri­ de evolución y que no llegó a concluirse. Una
dad y la tranquilidad de regiones y gentes­ inicial, de robustecimiento del Estado y sus
preferentemente en los otros dos aspectos: po­ controles; otra, la de Gálvez, época en que se
licía (o gobierno) y hacienda (o economía). aplica un plan radical de reorganización de la
Señaladamente, la causa de policía era el ner­ administración colonial, de descentralización
vio que debía darle eficacia, es decir, impulso político-institucional tendiente a la reactiva­
renovador, lo que apuntaba al progreso en to­ ción de la economía, y una última, en la que se
dos los órdenes. revocan algtmas medidas anteriores y se entra
En segundo lugar, debe tenerse presente en un tiempo confuso.
que lo que esta reforma significó, precisamen­ Se habrá entendido que, en la jerarquía de
te en esas dos causas, surgió de acoplar un autoridades, se fue estableciendo una delega­
plan de cambios pensado a escala americana ción de poderes; así, del virrey al superinten­
en la recepción peninsular de pedidos formu­ dente y de los intendentes de provincia a los
lados desde el Plata en torno de necesidades subdelegados. Y que dentro de cada intenden­
sentidas por estas comunidades. cia había una centralización espacial, ya que el
En esta dirección, las intendencias repre­ gobierno de las cuatro causas estaba en manos
sentaron un adelanto y una mejora al haber de los intendentes y hacia ellas confluía.
encuadrado legalmente una reducción de ju­ Estos funcionarios fueron quienes, en rea­
risdicciones territoriales -con lo que dismi­ lidad, condensaron e hicieron suyo, en los me­
nuía la cantidad de ciudades a gobernar—, al jores casos, todo el sentido de la reforma. Por­
haber suprimido corregirnientos y repartos, al que, sin entrar ahora en la discusión teórica en
haber incorporado ramos como el de la sisa a los términos de centralización o descentraliza­
la Real Hacienda, al tener la sede virreinal más ción, debe apuntarse que el mayor beneficio de
cerca, lo mismo que la Audiencia y hasta al ha­ su accionar fue obtenido por las capitales de
berse creado un nuevo obispado (en Salta del las intendencias. Allí se ve cómo en obras pú­
Tucumán) o aceptar que pasase una intenden­ blicas hubo progresos notables, cómo dictaron
cia a la jurisdicción del Virreinato peruano. disposiciones para encauzar la vida ciudadana
Y todo esto -a manera de ejemplo, pero y establecer un mejor orden jurídico, cómo
que se podría aumentar con la supresión del tendieron a lograr una articulación interna en
puerto preciso de Santa Fe en apoyo de solici­ cada región, cómo trabajaron por expandir la
278 tudes paraguayas o lo que de positivo signifi­ economía y hasta por revitalizar los cabildos.
LAS REFORMAS BORBÓNICAS EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIII

En todo caso, sus logros no fueron ni tan ción y expansión nada desdeñables. Tal vez, la
espectaculares como para brindarles alaban­ época de su mejor accionar y de su mayor im­
zas infinitas ni tan deleznables como para te­ pulso reformista haya llegado hasta 1790, más
nerlos por inútiles. Fueron unos funcionarios o menos.
aptos en lo general, activos, responsables y El balance final es netamente positivo para
preocupados por hacer lo mejor para sus go­ el funcionamiento de las intendencias en el Vi­
bernados. Su accionar produjo un aumento rreinato del Río de la Plata, aunque hay que ad­
en recaudaciones de impuestos, un relativo mitir que en otras regiones americanas el valor
desarrollo económico regional y una activa­ de dicho régimen pueda ser más limitado.

ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA

Se debe advertir, en razón de que existe IV”, Temas Americanistas, N° 13, Sevilla, 1997,
una íntima relación entre los tres grandes te­ págs. l-8, en el que se analizan los planes de
mas de este capítulo, que en la mayor parte Floridablanca, Aranda y Godoy dentro del re­
de las obras dedicadas al Virreinato o a las in­ formismo americano y se comparan con los
tendencias, los autores han procedido a rela­ de Gálvez, y también, “El Consejo de Castilla y
tar, como antecedentes necesarios, las medi­ su crítica de la política indiana en 1768”, Ho­
das de reforma tomadas en tiempos de los menaje al profesor Alfonso García-Gallo, tomo
Borbones. De cualquier manera, con referen­ III, 2, Madrid, 1996, págs. 187-207, en el que se
cia a las reformas borbónicas se encontrará expone esta “consulta” y los medios propues­
un logrado esfuerzo de síntesis, preferente­ tos para atraer a los criollos tras la expulsión
mente dedicado a la exposición de las estruc­ de los jesuitas.
turas socioeconómicas del imperio, en la En el libro de HORST PIETSCHMANN, Las re­
obra de GUILLERMO CÉSPEDES DEL CASTILLO, formas borbónicas y el sistema de Intendencias
América hispánica (1492-1898), tomo VI de en Nueva España, México, 1996 (traducción
MANUEL TUÑÓN DE LARA (dir.), Historia de de la obra publicada en alemán en 1972) inte­
España, Barcelona, 1983, y también, del mis­ resa, fundamentalmente, la primera parte. Y,
mo autor, el capítulo “América en la monar­ del mismo, “Consideraciones en torno a pro­
quía”, Actas del Congreso Internacional Carlos toliberalísmo, reformas borbónicas y revolu­
III y la Ilustración, tomo I, Madrid, 1989, ción. La Nueva España en el último tercio del
págs. 91-193, esclarecedor trabajo en el que siglo XVIII”, IX Congreso Internacional de His­
se exponen las principales cuestiones ameri­ toria de América, Sevilla, 1992, págs. 325-350,
canas de ese tiempo. que contiene planteamientos importantes so­
Específicamente dedicado a este tema está bre centralismo y descentralización, oligar­
el libro de LUIS NAVARRO GARCIA, Las reformas quía criolla y burocracia tradicional.
borbónicas en América. EI plan de intendencias Singular estudio del proceso de reformas y
y su aplicación, Sevilla, 1995. Del mismo, “La sus variantes es el de DEMETRIO RAMos PEREZ,
crisis del reformismo borbónico bajo Carlos “La política americana de Carlos III y Carlos 279
LA MONARQIJIA Y LA ORGANIZACIÓN LOCAL

IV entre las grandes tensiones de la época”, en b) En cuanto a la creación del Virreinato,


Historia General de España y América, tomo se cuenta con obras como la de ENRIQUE M.
XI, 2, Madrid, 1989, págs. 3-39. BARBA, Don Pedro de Cevallos, Buenos Aires,
Por lo que hace al Virreinato del Río de la 1978, segunda edición, que, además del estu­
Plata, la bibliografia ha seguido, principal­ dio biográfico, plantea acertadamente los pro­
mente, tres orientaciones: blemas de ese momento y la fundamental ac­
a) La situación internacional del momen­ tuación del primer virrey.
to. Para esto se cuenta con varios trabajos im­ Desde otra óptica, GUILLERMO CESPEDES
portantes, entre ellos, el de ANIBAL ABADIE-AI­ DEL CASTILLO escribió un libro brillante: Lima
CARDI, “La idea del equilibrio y el contexto y Buenos Aires. Repercusiones económicas y po­
geopolítico fundacional del Virreinato riopla­ líticas dela creación del Virreinato del Río de la
tense”, Iahrbuch für Geschichte von Staat, Plata, Sevilla, 1947, pues se expone la trascen­
Wirtschaft und Gesellschaft Lateinamerikas, dencia americana de la nueva creación.
Band 17, Kóln-Wien, 1980, págs. 261-296, en A su turno, ROBERTO MARFANY en el capí­
el que se analizan los antecedentes de la políti­ tulo “El Virreinato del Río de la Plata y la Go­
ca internacional y su valoración en el marco bernación Intendencia de Buenos Aires”, en
europeo y mundial. ROBERTO LEVILLIER (dir.), Historia Argentina,
Libro fundamental, como producto de tomo II, Buenos Aires, 1968, págs. 919-1034,
una larga investigación y con especial referen­ destacó parágrafos dedicados al comercio ex­
cia a las circunstancias en que se decidió esa terior del Plata y a la lucha contra los indios
creación y a la cuestión con Portugal, es el de pampeanos.
OCTAVIO GIL MUNILLA, El Río de la Plata en la El historiador IosE MARIA MARILUZ URQUI­
política internacional. Génesis del Virreinato, IO en El lfrreinato del Río de la Plata en la épo­
Sevilla, 1949. ca del Marqués de Avilés (1799-1801) realizó
Por su parte, MARIO HERNANDEZ SANCHEZ­ una exhaustiva invesügación que actualizó y re­
BARBA ha estudiado el asunto en “El bicente­ planteó problemas importantes de ese tiempo.
nario de 1776. América y la estrategia de segu­ No puede prescindirse del clásico estudio
ridad atlántica en el reformismo español", Re­ de EMILIO RAvIGNANI, “El Virreinato del Río de
vista de la Universidad Complutense, Madrid, la Plata (1776-1810)”, en ACADEMIA NACIONAL
enero-marzo 1977, págs. 9-47, que muestra DE LA HISTORIA, Historia de la Nación Argenti­
que en la larga lucha entre Gran Bretaña y na, volumen IV, primera sección, Buenos Ai­
Francia hay que insertar la estrategia atlántica res, 194o(2d3 edición), págs. 33-233, insusti­
española en sus diversos núcleos. tuible para seguir cronológicamente la génesis
A la luz de investigaciones personales y de de la creación y la evolución del Virreinato y
diversos autores, planteó otro sesgo de esta de sus instituciones principales, labor de sus
cuestión VICENTE RODRIGUEZ CASADO, “Políti­ titulares, etc.
ca exterior de Carlos III en torno al problema Otro historiador, CARLOs S. A. SEGRETI, en
indiano”, Revista de Indias, Madrid, 1944, su “En tomo a la creación del Virreinato del
págs. 227-266, pues destaca la importancia del Río de la Plata”, Investigaciones y Ensayos, Bue­
280 Pacífico americano. nos Aires, N° 31, julio-diciembre de 1981.
LAS REFORMAS BORBÓNICAS EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIII

págs. 43-73, ha planteado la coordinación en­ Un completo estudio institucional que


tre las "causas extemas" (expedición militar) y marca etapas y evolución del sistema político­
el surgimiento del Virreinato como requeri­ social rioplatense es el de RICARDO ZORRAQUIN
miento de factores internos. BECÚ, La organización política argentina en el
Obra sobre diversos aspectos: ACADEMIA período hispánica, Buenos Aires, 1959.
NACIONAL DE LA HISTORIA, Bicentenario del Vi­ Finalmente, dos aspectos no pueden Sosla­
rreinato del Río de la Plata, dos tomos, Buenos yarse: el económico y el comercial. La clásica
Aires, 1977, en la que treinta historiadores ex­ obra de RICARDO LEVENE, Investigaciones acer­
ponen sus investigaciones. ca de la historia económica del Virreinato del
c) Por lo que hace a la organización del Vi­ Plata, tomo I, Buenos Aires, 1952, segunda
rreinato y sus instituciones principales, debe te­ edición, que contiene varios capítulos de inte­
nerse en consideración, entre otros trabajos, el rés (tierra, agricultura, ganadería, gremios) y,
de EDUARDO MARTIRE, Los regentes de Buenos Ai­ como resumen de posiciones interpretativas
res. La reforma judicial indiana de 1776, Univer­ del famoso Reglamento con elementos com­
sidad de Buenos Aires, 1981, que dedica especial parativos regionales, está el capítulo de JOSE
atención a esa creación y a su funcionamiento. VARELA MARCOS, “El comercio libre americano
El de GERMÁN O. E. TIARKS, El Consulado de Bue­ y sus repercusiones en España y América”, His­
nos Aires y sus proyecciones en la historia del Río toria General de España yAmérica, tomo XI, 2,
de la Plata, dos tomos, Buenos Aires, 1962, que, Madrid, 1989, págs. 325-356.
con gran base documental, analiza esa institu­ El último gran tema se refiere al sistema de
ción en todos sus aspectos y su intervención en intendencias en el Plata. Como estudios genera­
la vida económica y cultural del Plata. les destaco JORGE COMADRAN RUIz: “La Real Or­
El libro de RICARDO REES JONES, El Supe­ denanza de Intendentes del Río de la Plata”,
rintendente Manuel Ignacio Fernández (1778­ Anuario de estudios americanos, Sevilla, tomo
1783), I.I.H.D., Buenos Aires, 1992, sigue X1, 1954, págs. 515-559, en el que se exponen las
cumplidamente la actuación de ese funcio­ líneas generales de ese ordenamiento. En JOSE
nario, mientras que GUILLERMO FURLONG S.J. M. MARILUZ URQUIJO (dir.), Estudio sobre la Real
exaltó la labor de su Continuador en el cargo Ordenanza de Intendentes del Río de la Plata,
en “Francisco de Paula Sanz, gobernante pro­ Buenos Aires, 1995, ocho historiadores mues­
bo, justo y benéfico”, Boletín de la Academia tran, a la luz de últimas investigaciones, los an­
Nacional de la Historia, Buenos Aires, XX­ tecedentes y el funcionamiento de las “cuatro
XIV, segunda sección, 1963, págs. 561-588. causas”, las modificaciones y glosas, la Ordenan­
CARLOS MARIA GORLA, “La gestión de Domin­ za de 1803, etc. El historiador inglés JOHN LYNCH
go Reynoso y Roldán como intendente de escribió una obra de conjunto con referencias
Buenos Aires”, en UNIVERSIDAD NACIONAL DE variadas a la actuación de Virreyes e intendentes
CUYO, Congreso Internacional 500 años de provinciales y a la significación política del sis­
Hispanoamérica, tomo II, Mendoza, 1996, tema, titulada Administración colonial española
págs. 319-344, ha escrito un trabajo de inves­ 1782-1810. El sistema de intendencias en el Vi­
tigación documental sobre la actuación de rreinato del Rio de la Plata, Buenos Aires, 1962.
tal funcionario. Por su parte, el citado LUIS NAVARRO GARCIA es 281
LA MONARQUÍA Y LA ORGANIZACIÓN LOCAL

autor de Intendencias en Indias, Sevilla, 1959, Un aspecto especial ha llamado la atención


obra general en que plantea, inteligentemente, de varios historiadores: el de la organización
los problemas y los momentos cumbre de esa interna de las intendencias. Fundamental­
institución en América. Un interesante trabajo mente el tema de los subdelegados se encuen­
dedicado a los aspectos políticos y jurídicos del tra en las citadas obras de Acevedo y en artícu­
último ordenamiento es el de LUIS SANTLAGo los del mismo como “Planes de reforma y ayu­
SANZ, “El proyecto de extinción del régimen de das a los indios”, Investigaciones y Ensayos,
Intendencias en América y la Ordenanza gene­ Buenos Aires, N° 25, 1978, págs 99-125. Y en
ral de 1803”, en Revista de la Facultad de Derecho IoRGE COMADRAN RUIZ, “Los subdelegados de
y Ciencias Sociales, Buenos Aires, año VII, N° 36, Real Hacienda y Guerra de Mendoza (1784­
1953, págs. 23-185. 1810)”, Revista del Instituto Historia del Dere­
También deben mencionarse los estudios cho, Buenos Aires, N° 10, 1959, págs. 82- 1 l l, y
regionales acerca de esa institución, como los ERNESTO MAEDER, “Los subdelegados de Ha­
de EDBERTO OscAR ACEVEDO, Las Intendencias cienda y Guerra de Corrientes y la restaura­
de Salta del Tucumán en el Virreinato del Río de ción de los tenientes de gobernador (1785­
Ia Plata, Mendoza, 1965; Las Intendencias Al­ 1809)”, Revista de Historia del Derecho, Buenos
toperuanas en el Virreinato del Río de la Plata, Aires, N° 6, 1973, págs. 75-35.
Buenos Aires, 1992, y La Intendencia del Para­ Sobre aspectos controvertidos en la signi­
guay en eI Virreinato del Río de la Plata, Bue­ ficación de corregidores y subdelegados, es
nos Aires, 1996. O el de FELIX E. CONVERSO, La digno de citar MARIA CRISTINA GARCÍA BERNAL,
Real Ordenanza de Intendentes y la Real Ha­ “Política indigenista del reformismo de Carlos
cienda durante 1a Intendencia del marqués de III y Carlos IV ”, Temas americanistas, N° 13,
Sobremonte, Córdoba, 1973. Sevilla, 1997, págs. 8-16.

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9. ORDENES NORMATIVOS Y PRÁCTICAS
SOCIO-JURÍDICAS. LA IUSTICIA

Víctor Tau Anzoátegui

RELIGIÓN, MORAL Y DERECHO Iuristas de primera línea, como Castillo de


Bovadilla y Solórzano, consideraban la religión
Tres órdenes normativos regulaban la vida como primer fundamento del orden social. La
social hispana de aquellos tiempos: la religión, fuerza de esa creencia se percibe mejor en los
la moral y el derecho. Cada uno tenía su pro­ documentos de los tiempos de crisis o cuestio­
pio ámbito, con diferencia de objetivos, aun­ namiento, cuando el avance secularista impu­
que en su función social se aprecia un sólido so el monopolio ordenador del derecho, ya en
engarce entre ellos. No se concebía así el dere­ el siglo XIX. Así decían los cabildantes de
cho en actividad ordenadora sin la religión y Montevideo en 1809 que “la verdadera religión
la moral. Se trataba de una arraigada creencia forma al hombre, le enseña la obediencia a los
social. Príncipes, le da máximas para el gobierno do­
La relación con la divinidad formaba par­ méstico, le hace detectar la vida que no es acti­
te de la mentalidad de esa sociedad. No es pues va y afanosa, le enseña a ocupar honestamente
fórmula pura la de aquellas actas capitulares sus brazos". Al año siguiente, meses después de
cuando expresaban que se reunían para tratar la Revolución, Manuel Belgrano expresaba que
“cosas tocantes al servicio de Dios y de S. Ma­ era “un sostén principal e indispensable del Es­
jestad y al bien y utilidad de esta ciudad y Re­ tado, como todos sabemos, y el apoyo más fir­
pública” (Corrientes, 1594 y años siguientes; me de las obligaciones del ciudadano”.
Córdoba, 1575 y siguientes). Tampoco lo eran Los tres órdenes tenían sus propios cauces
las invocaciones religiosas para librar a la ciu­ intelectuales. Los dos primeros eran atendidos
dad de las pestes o para reclamar lluvias en por la teología, el tercero por la jurispruden­
tiempos de sequía. Es que se había establecido cia. Teólogos como Vitoria y Suárez coincidían
una relación bilateral con el mundo celestial a en sostener que el campo de estudio de la dis­
través de los santos. Cada ciudad tenía su pa­ ciplina era tan amplio que nada le era ajeno,
trono y además otros actuaban como “aboga­ inclusive las propias leyes. Pero ya en el terre­
dos” para ahuyentar pestes y otros males. Las no práctico se podían observar las diferencias
celebraciones que se hacían en honor de los entre un teólogo y un jurista. En punto de de­
santos generaban en éstos la obligación de im­ cidir acerca de la aptitud de uno u otro para
plorar protección divina. administrar justicia, Solórzano —apoyado por 283
LA MONARQUÍA Y LA ORGANIZACION LOCAL

otros autores- sentencíaba que “los teólogos, jo para que, conforme al caso concreto que se
por doctos que sean, no penetran bastante­ le presentaba, determinase la licitud del acto y
mente la teórica y práctica de la Jurispruden­ la conducta por seguir, tanto fuese en negocios
cia, y por la mayor parte determinan los plei­ particulares como públicos. La duda de con­
tos caprichosa, o arbitrariamente, apartándo­ ciencia era a veces común a un órgano de go­
se de las sólidas doctrinas y determinaciones bierno en trance de adoptar una decisión, por
de ellas”. lo que el dictamen del moralista solía adquirir
En el campo de la teología fue haciéndose en estos casos el carácter de consejo colectivo
una distinción entre tratados dogmáticos y y hasta sus fundamentos formaban parte de
morales, hasta que a mediados del siglo XV, la esa decisión. En estas situaciones, el parangón
teología moral se constituyó en disciplina in­ con el jurista era patente.
dependiente. Se basaba en la filosofía aristoté­ Las soluciones del moralista tenían una
lico-escolástica, procuraba satisfacer las nece­ validez limitada al caso propuesto. Pero, así
sidades prácticas de los confesores y estaba como ocurría en el derecho, servían de apoyo
imbrícada en el fenómeno jurídico. Su esplen­ en la determinación de futuros negocios. De
dor se produjo en los siglos XVI y XVII, pero ahí, se fue constituyendo un género literario,
el efecto de arrastre la mantuvo poderosa to­ ya reuniendo colecciones de casos y resolucio­
davía en la siguiente centuria. De un lado, irn­ nes, ya procurando establecer reglas generales
pregnaba ciertas soluciones jurídicas. De otro, inducidas de esa casuística. Una estrecha vin­
regulaba aspectos no considerados directa­ culación guardaba el problema y su solución
mente por el derecho. Algunos tratados de con la normativa jurídica. Entre los más fre­
moral pueden fácilmente catalogarse como li­ cuentes “casos morales” que se presentaban en
bros jurídicos por el material que recogen y las Indias pueden mencionarse los relativos a
exponen. Los juristas, generalmente renuentes la usura, la celebración de contratos, el cum­
a salirse de su propia tradición literaria, no de­ plimiento de las obligaciones, el hallazgo de
jaban de remitir o invocar a los moralistas tesoros escondidos, la pertenencia de los fru­
cuando los problemas planteados en su ámbi­ tos, la restitución a los indígenas por robos,
to afectaban el fuero de conciencia. muertes u otros excesos de los encomenderos,
El vigoroso desenvolvimiento del orden etc. Eran también numerosos los casos que se
moral hispano se produjo a raíz de dos acon­ suscitaban acerca del ejercicio de sus funcio­
tecimientos: la reforma protestante y el descu­ nes por parte de magistrados, ministros, ecle­
brimiento de América. Al acentuar la doctrina siásticos, letrados, escribanos, padres, tutores,
católica -frente a las tesis de Lutero- la impor­ albaceas, comerciantes y otros.
tancia de la voluntad del hombre y de sus Acudamos a dos ejemplos para observar el
obras para alcanzar la bienaventuranza eterna, mecanismo con que operaba esta consulta y
se hizo preciso asistir al cristiano en sus cons­ sobre todo el meollo jurídico-moral del pro­
tantes “problemas de conciencia”. Apareció así blema sometido a dictamen. En 1645 la ciu­
de modo prominente la figura del moralista, dad de Córdoba debía reparar su principal
por lo general un sacerdote de reconocido sa­ acequia a fin de traer el agua necesaria para la
284 ber y buen juicio. A él se le solicitaba el conse­ edificación, el cultivo de las huertas, la salud y
ORDENES NORMATIVOS Y PRÁCTICAS SOCIO-JURÍDICAS. LA lUSTICIA

limpieza de los pobres y vecinos. También era ciudad y sus extramuros de los ataques de los
preciso atender a la obra de la cárcel y casa del indios mocovíes. Pese a que estaba aún fresco
cabildo. Bajo este imperativo, el alcalde de pri­ el recuerdo de la última invasión que había
mer voto propuso que, no existiendo recursos provocado estragos en las estancias cercanas,
propios, se arbitrase el medio de comprar las con degüellos y cautivas, se consideró preciso,
partidas de vino que entraban en la ciudad pa­ antes de adoptar la decisión, oír los pareceres
ra luego venderlas al menudeo con una ga­ del cura y vicario de la ciudad y de los prela­
nancia moderada, que sería destinada a dichas dos de las comunidades religiosas. Los dictá­
obras. La propuesta pareció justa a los demás menes se pronunciaron por la licitud de la
cabildantes pero para mayor justificación de­ medida. Se expresaba en uno de ellos que en
cidieron consultarla con “personas de con­ casos tan necesarios de que pendan las vidas y
ciencia doctas”. Las respuestas fueron favora­ haciendas, se podía acudir no sólo a la derra­
bles. El parecer de fray Alonso Vigue es el más ma solicitada sino a otros medios adecuados.
erudito. Desarrollado con varias distinciones e La urgencia del caso no impidió la consulta
invocaciones de doctores y autoridades, con­ dentro de un trámite que se resolvió de un día
cluye admitiendo la licitud de la propuesta, para el otro.
pero bajo ciertas condiciones -entre ellas, que Estos pequeños asuntos de la vida pública
los pobres no sean gravados más que los ricos, de nuestras incipientes ciudades permiten
y que la colecta y el tiempo no excedan más de aproximarnos a la mentalidad de sus gober­
lo necesario—. El otro dictamen, suscrito por nantes, tan escrupulosos a la hora de adoptar
tres jesuitas del Colegio de la Compañía, más decisiones que si bien encuadraban dentro del
lacónico, coincide con el anterior, aunque interés común afectado se apartaban de las
agrega la condición de obtener la aprobación vías corrientes, en este caso exigiendo contri­
de los vecinos principales de la ciudad. Para buciones extraordinarias a los vecinos. Se ex­
dar cumplimiento a esta última condición, en tremaba el cuidado de solicitar más de un pa­
el cabildo del 22 de agosto, presidido por el te­ recer y de registrarlos en los libros de acuerdos
niente gobernador con la asistencia de los dos como fundamento de la decisión adoptada.
alcaldes y otros tantos regidores, se mandó Del entramado entre las tareas del mora­
juntar a los vecinos y se consiguió reunir a sie­ lista y del jurista se ocupaba en el siglo XVI
te de los principales. Dada cuenta de la situa­ fray Tomás de Mercado al tratar de la moral
ción y de los pareceres expedidos, todos acor­ para comerciantes: así como el teólogo moral
daron que la proposición era justa y le dieron —decía- debe conocer el derecho civil y utili­
aprobación. zarlo, sin ser el estudio de su incumbencia, a
No menores escrúpulos suscitó entre los su vez el jurista no puede ignorar la teología,
escasos cabildantes de la ciudad de San Miguel sin que deba entrometerse en ella ni tratar
de Tucumán la propuesta que en 1690 hizo el asuntos morales.
procurador general para obtener “por derra­ Los moralistas, al igual que los letrados, no
ma y precisa contribución" entre los vecinos escapaban a la incisiva crítica de sus con­
feudatarios y moradores la cantidad de dos­ temporáneos. Un autor barroco en el empeño
cientos caballos para apoyar la defensa de la literario por erigir estatuas en el Templo de la 285
LA MONARQUÍA Y LA ORGANIZACIÓN LOCAL

Fama se mostraba insatisfecho con ellos por­ En suma, el derecho no se presentaba en­
que “aunque dan fruto, no tienen duración, y tonces como un rígido conjunto de leyes de es­
han dado en hacer las opiniones a los usos”. En tricta aplicación, sino como una reunión de
piezas literarias del siglo XVIII la consulta al preceptos de diverso origen, naturaleza y al­
moralista, como recurso cotidiano, aparecía cance, que se invocaban y aplicaban conforme
exagerada y ridiculizada. Ante el avance arro­ los casos y situaciones, según fuese la materia,
llador de las ideas racíonalistas, los moralistas las personas, el tiempo y las circunstancias de
fueron las víctimas de una insidiosa crítica cada caso. Privilegios, excepciones, tolerancias,
contra el casuismo. Todo un género literario, disimulaciones, servían para moderar el rigor
con miles de libros, pasó a integrar las penum­ de las normas; la equidad y el arbitrio judicial,
bras de una biblioteca ideal y a soportar un lar­ para templar la aplicación en los tribunales.
go exilio, cuando no su destrucción material. Los juristas no creían en la validez absoluta de
El tercer orden normativo es el derecho. las reglas generales. Las distintas clases de nor­
Ocupará nuestra principal atención en este mas servían de apoyo al discurso jurídico y no
capítulo. Pero ¿qué se entendía por tal? Si abri­ eran de aplicación mecánica. Dentro del abi­
mos el mayor diccionario de nuestra lengua garrado tejido normativo, aparecían intersti­
en la palabra derecho nos encontramos —desde cios que daban cierta libertad de acción a indi­
la primera edición de 1726 hasta la publicada viduos o corporaciones para operar conforme
en 1852- con que a dicha voz se atribuye este a sus prácticas e intereses, sin que ello signifi­
complejo contenido: Derecho es el que dicta la case una violación del orden establecido.
naturaleza; .es el ordenado por la Divinidad; es
el definido por la Iglesia; es el que constituye­
ron las gentes; es el establecido por el Príncipe DERECHOS CIVIL, CANÓNICO Y NATURAL
“supremo legislador en=sus dominios”; es el
que ordena la ciudad o el pueblo para su go­ De aquellas distintas categorías que abar­
bierno privado; es el que introduce la costum­ caba la voz derecho se hacía cargo el jurista en
bre. En sustancia, la misma idea dominaba la una paciente y constante elaboración intelec­
definición dada un siglo antes por Covarru­ tual que perduraba a través-de la obra juris­
bias en su Tesoro de la lengua (1611). El hom­ prudencial. El horizonte de aquel jurista era
bre corriente y curioso de los siglos XVII y necesariamente amplio. Dentro de su órbita,
XVIII que acudía a estos repertorios de la len­ aparecían preceptos de origen divino, otros
gua se encontraba con que el derecho aparecía derivados de la misma naturaleza, muchos es­
repartido en estas siete categorías, que ence­ tablecidos por esos poderes tan relevantes, co­
rraban una pluralidad de potestades jurisdic­ mo la Iglesia y el Príncipe, no pocos-origina­
cionales y normativas y ciertos niveles de in­ dos en el gobierno comunal, y hasta con fuer­
disponibilidad. Era éste un conjunto rico y za propia los preceptos establecidos por la cos­
complejo que el racionalismo y el positivismo tumbre. Dos disciplinas desde la‘ Baja Edad
de los siglos posteriores arrasaron en aras de Media se hacían cargo de tan amplio conteni­
un progreso jurídico concebido en la unifor­ do: el derecho civil —que recibía el legado tex­
286 midad y en el orden sistemático. tual del Corpus de Iustiniano- y el derecho
ORDENES NORMATIVOS Y PRACTICAS SOCIO-JURÍDICAS. LA JUSTICIA

Canónico —cuyo corpus se había formado en el mentación cotidiana de doctores, abogados y


seno de la Iglesia romana—. Eran los dos bra­ jueces cuando era preciso suplir la ausencia de
zos del Ius commune, que de Europa se tras­ precepto positivo o reforzar la argumentación
planta a América con el inicio de la vida hispa­ del discurso jurídico. Lo que estaba implícito
na en este suelo. Si bien los grados académicos en la naturaleza era regla de tanta fuerza que
y las profesiones suelen separar a los que cul­ no se podía contradecir ni era preciso estable­
tivan una y otra disciplina entre civilistas y ca­ cer por escrito. Queda patente que ninguna
nonistas, era frecuente que el jurista sintiera, ley eclesiástica, real o municipal podía preva­
según el asunto que tratara, la necesidad de es­ lecer contra ella. Se trata de una invocación
tablecer enlace entre ambas materias. Así, por que con frecuencia vemos utilizar, por ejem­
ejemplo, Iuan de Matienzo, oidor de la au­ plo, en el Buenos Aires dieciochesco, donde no
diencia, escribía en Charcas en 1567 que había universidad ni eran muchos los doctos o
“nuestra profesión es Derecho Canónico y Ci­ letrados.
vil". Es que había muchos asuntos de naturale­ Iunto a esta expresión llana de una ley na­
za mixta y además un recíproco intercambio tural empezó, como fruto del humanismo del
de métodos, fuentes y autoridades que a cada Quinientos, a designarse con el nombre de de­
momento daban validez a esa expresión de recho natural a una disciplina teórica que
Matienzo. paulatinamente amplió el cauce racional de la
El horizonte normativo del jurista sólo se estructura jurídica. En el mundo hispano este
cerraba cuando entraba en contacto con la modo de utilizar el derecho natural fue pues­
teología. Era una mentalidad arraigada en la to en práctica por los teólogos en el siglo XVI
sociedad. Cuando leemos en los acuerdos de la al ocuparse de los problemas originados por el
Córdoba barroca que los cabildantes en pos de descubrimiento y colonización de América.
una decisión para un grave asunto de la ciu­ Actualizando los principios expuestos por To­
dad, habían consultado con “personas doctas más de Aquino, se estableció que dicho dere­
en derecho civil y canónico y con teólogos”, cho regia a todos los hombres, fuesen o no
encontramos explícita la creencia de que la vi­ cristianos, lo que Francisco de Vitoria aplicó a
da comunitaria descansaba sobre una red nor­ los aborígenes, con una proyección que llegó a
mativa entretejida por esas disciplinas, que la legislación indiana.
constituían principales pilares de la Universi­ El derecho natural estuvo desde entonces
dad de aquel tiempo. presente, con variable intensidad, en la labor
En las siete categorías enunciadas en la voz intelectual de teólogos, filósofos, juristas y po­
derecho de aquellos repertorios lingüísticos de líticos, y se convirtió en disciplina teológica,
la época, lugar principal ocupaba el dictado filosófica o jurídica, según fuesen las épocas y
por la naturaleza. La noción de una ley o dere­ los países. A partir del siglo XVIII, ubicada ya
cho natural es, por cierto, muy antigua. La que en el cosmos jurídico, junto a los derechos ci­
ha llegado hasta nosotros proviene de la filo­ vil y canónico, canalizó la crítica al ordena­
sofía griega y se mantuvo como parte inescin­ miento existente e introdujo los criterios mo­
dible del ordenamiento jurídico hasta el siglo dernos de racionalización, uniformidad y sis­
XVIII, al menos. Se la puede hallar en la argu­ tematización del derecho que se plasmaron en 287
LA MONARQUÍA Y LA ORGANIZACIÓN LocAL

los códigos y constituciones decirnonónicos. de Charcas, tanto en libros estrictamente pro­


También tuvo papel relevante en otras cues­ fesionales como en obras formativas y aun de
tiones: la tolerancia y libertad de conciencia esparcimiento. Era sentir generalizado que los
como resultado de las guerras de religión; lali­ juristas debían cultivar su entendimiento con
bertad de navegación y comercio; la forma­ muchas y variadas lecturas que excedían las
ción de los nuevos Estados y su relación inter­ propias de su profesión y alcanzaban casi las
nacional y, más tarde, los denominados dere­ cinco grandes divisiones de las mayores bi­
chos del hombre y las teorías acerca del abso­ bliotecas de la época, es decir teología y reli­
lutismo y la libertad. Esta expresión teórica del gión, derecho y jurisprudencia, historia, cien­
derecho natural moderno, nacida en el mun­ cias y artes (que incluían filosofía y economía)
do hispano, desarrollada fuera de él, volvió y literatura. El latín y el castellano eran las len­
otra vez a España y América en la segunda mi­ guas más utilizadas en los libros que circula­
tad del siglo XVIII y operó en la transforma­ ban en el ámbito hispano, antes de que entra­
ción del orden jurídico. Sin contrariar el anti­ se el francés al promediar el siglo XVIII.
guo derecho común, su actitud crítica enri­ Entre la multitud de libros jurídicos ocu­
queció y renovó el mundo jurídico. Como de­ paban destacado lugar los tratados de juris­
cía un autor español de la época, tenía “la vir­ prudencia que constituían, en la tradición lite­
tud de examinar las cuestiones jurídicas a la raria del derecho común trasplantado a Amé­
luz de la razón, separándose del criterio de au­ rica, verdaderos “libros de autoridad”. En ellos
toridad y del casuismo” entonces dominante. aparecía “fijado” el derecho y se acudía a su
consulta de modo análogo a lo que, siglos des­
pués, harán los letrados del positivismo con
EL SABER IURISPRUDENCIAL EN MANOS los códigos y otros cuerpos legales. Eran re­
DE LOS LETRADOS pertorios de contenido amplio, en el que se ín­
cluían fuentes legales, consuetudinarias, doc­
La imagen del buen jurista estuvo siempre trinarias, judiciales, etc., presentadas de modo
asociada al libro. Tanto en su formación como argumentativo, con una o varias soluciones
en el ejercicio profesional y en sus ocíos. He­ jurídicas. Su éxito dependía de la función “fi­
via Bolaños, uno de los clásicos, equiparaba jadora” que cumplían y de la “autoridad” que
los libros a las armas de los caballeros al decir alcanzaban.
que “no menos con ellos que con ellas son de­ Las principales obras de este tipo trascen­
fendidos y mantenidos los Reinos en virtud de dían de la reducida esfera de los letrados y ad­
paz y justicia". No es mera casualidad que de quirían resonancia pública. Eran consultadas
las nueve bibliotecas más cuantiosas del Bue­ e invocadas también por los profanos. En un
nos Aires virreinal, seis hayan pertenecido a examen practicado por el autor sobre las actas
profesionales del foro, dos a eclesiásticos con del cabildo bonaerense durante el siglo XVIII
estudios jurídicos y la restante a un alto fun­ —hasta 1810- se puede observar que del casi
cionario. Tampoco lo es observar lo bien abas­ medio centenar de libros citados, la mayor
tecidas que estaban las bibliotecas particulares parte corresponde a cuatro: las glosas de Gre­
288 de oidores y otrds funcionarios de la audiencia gorio López a las Partidas la Política para co­
ORDENES NORMATIVOS Y PRÁCTICAS SOCIO-JURÍDICAS. LA JUSTICIA

rregidores de Castillo de Bovadilla; la Curia Fi­


lipica de Hevia Bolaños, y la Política indiana
de Solórzano Pereira. Si se tiene en cuenta que
esos libros eran todos anteriores a 1650 —aun­
que circularan en ediciones más modernas- se
puede advertir la persistencia de esa doctrina.
Cuando el cabildo se quejó, en una ocasión, 1ii.'
ante el gobernador por la reiterada ausencia JA . j;
»¿{;1<,=L1'11«A l?\'3,‘l.«\Í\'.-x
m m. ¿mira? ÉLLa
de los capitulares, el mandatario dispuso que _.m V73:
, "V, :. r _
ellos observasen lo dispuesto por leyes y orde­
nanzas conforme a la Política de Bovadilla y a
la costumbre que tuviese el Cuerpo. Una =<\=\'¡x>rn L ari-iia»
muestra de la utilización en la práctica de la
¡, .;]_ .
obra jurisprudencial, esta vez equilibrada con
la presencia de la costumbre.
El saber jurídico, propiamente dicho, se
encontraba en las obras del derecho común
—civil y canónico-. Una larga tradición que se
remontaba al derecho romano de Justiniano,
cultivado y desarrollado por los doctores me­ Portada de la Política Indiana, de Juan de Solórzano Pereira.
una representación barroca de la Monarquía española.
dievales, había legitimado ese saber con ca­
Madrid. 1647.
rácter exclusivo. El ámbito regulatorio abar­
caba, con alguna excepción, lo que en tiempos
posteriores se denominará “derecho privado”: do por un vocabulario de principios del XVII,
proceso, propiedad, contratos, matrimonio, en donde se expresa que los juristas se habían
testamentos y sucesiones, delitos y penas. Ese apropiado del nombre de letrados, en perjuicio
saber tendrá un fuerte poder expansivo, ex­ de quienes profesaban las demás letras.
tendiendo su pretensión regulatoria a sectores Este arquetipo social pasó a América. Los
de la vida social no incluidos en esa “médula” letrados aparecen activos en los descubri­
jurídica. mientos, en la fundación de ciudades, en los
En la época del descubrimiento y primeras pareceres que daban a los gobernantes, en la
etapas de la colonización, la figura del jurista redacción de memoriales y resoluciones, en la
estaba en franco ascenso dentro de la sociedad administración de justicia, en suma, en la arti­
estamental castellana. Como poseedores de ese culación de los aparatos burocráticos de la
saber propio participaban activamente en las Monarquía y la Iglesia. De igual modo, llegó a
funciones de gobierno y justicia, tanto real co­ suelo americano el modelo universitario de
mo eclesiástica. A partir del reinado de los Re­ Salamanca, que a partir de México y Lima se
yes Católicos, se convirtió en la profesión que expandió a otras ciudades. En la mayor parte
ofrecía las mejores posibilidades de promoción de esos centros, la instrucción de los juristas
económica y social. Este avance es corrobora­ gozó de notoria preferencia y se mantuvo en 289
LA MONARQUÍA Y LA ORGANIZACIÓN LOCAL

crecimiento hasta la emancipación. Para el ac­ cierto grado de divulgación de los rudirnentos
tual territorio argentino, el foco principal fue civiles y canónicos en sectores más o menos
la Universidad de Charcas o Chuquisaca, pero amplios de la población.
también tuvieron influjo la de San Felipe de Otra cara, menos amable, fue la critica, a
Chile y la de Córdoba, donde se enseñaba cá­ veces impiadosa y descarnada, desatada contra
nones antes de introducirse el derecho civil en los letrados y libros jurídicos, por entender
1791. Los nuevos doctores de la América his­ que aquéllos con sus embrollos y éstos con su
pana se formaban en aquella tradición del de­ oscuro divagar hacían confuso el derecho,
recho común. complicaban la vida plácida de los hombres
Los letrados graduados en América actua­ sencillos y distraían para su bolsillo parte con­
ban en sus respectivas provincias. Lo hacían siderable de la riqueza productiva. Era ésta
ocupando plazas en el gobierno y la adminis­ una larga querella que, con altibajos, se trasla­
tración de justicia. En una indagación pionera dó al Nuevo Mundo. Así, en las primeras déca­
en esta cuestión se ha demostrado que entre das de la colonización, se observa una fuerte
1687 y 1750 casi la mitad de los oidores de las tendencia a impedir o restringir el paso a In­
audiencias indianas había cursado estudios en dias de quienes se proponían ejercer la aboga­
universidades de este continente, con una pro­ cía. En las capitulaciones se establecía a veces
porción mucho mayor de egresados de Lima que por cierto tiempo no entrasen letrados ni
que de México. Se percibe este avance del ele­ procuradores. En 1540, se mandó a la Casa de
mento criollo en el pedido que el cabildo de Contratación que por el término de diez años
Córdoba hizo al rey en 1680 para que se esta­ no permitiese el paso de letrados ni procura­
bleciera “una cátedra de cánones y leyes con dores al Río de la Plata, pero la prohibición se
que se proveyeran estas tres provincias de su­ levantó seis años después. Otra vez, en 1570,
jetos de letras y capaces para gobernar las re­ encontramos la reiteración de la prohibición
públicas”. Era frecuente que ante casos dudo­ en las tierras que descubriese el adelantado
sos o problemas arduos se requiriese el aseso­ luan Ortiz de Zárate. Mientras algunos busca­
ramiento de un letrado y muchas veces los ca­ ban extender la veda, sosteniendo que en toda
bildos debían buscarlos fuera de la ciudad. Si “tierra nueva" no debían admitirse, otros se la­
en Buenos Aires no solían faltar, en cambio, mentaban por la falta de letrados precisamen­
Montevideo, Santiago del Estero o las villas de te en esos lugares.
Luján y Río Cuarto, aun en la segunda mitad Es muy conocido el caso ocurrido en Bue­
del siglo XVIII, mostraban su ausencia. nos Aires cuando en 1613, el cabildo no per­
El lenguaje de los letrados contenía pala­ mitió la entrada a la ciudad de tres licenciados
bras y giros exclusivos de su propio saber. Al­ que llegaban para ejercer la profesión. Se argu­
gunos de éstos tenían un poder de irradiación mentó entonces no sólo que los letrados llega­
sobre la lengua corriente hasta convertirlos en ban con el propósito de fomentar pleitos “pa­
patrimonio popular. Esta interesante compro­ ra ganar plata”, sino que siendo tierra nueva
bación, que en el orden documental ha efec­ ubicada en frontera, cabía aplicar una orde­
tuado Daisy Rípodas Ardanaz en el distrito de nanza del virrey Toledo en tal sentido. Para re­
290 la Arquidiócesis de Charcas, permite inferir un forzar la prohibición se agregaba que la ciudad
ÜRDENES NORMATIVOS Y PRÁCTICAS SOCIO-JURÍDICAS. LA JUSTICIA

que no tienen el carácter transitorio de los


acontecimientos locales. Son ellas: que la sen­
cillez de la vida urbana no requería la aplica­
ción de un saber jurisprudencial, y que las le­
yes reales no estaban contaminadas del vicio
de la oscuridad atribuido a aquel saber.
Un ordenamiento letrado que operaba
con libros de difícil acceso por su lenguaje y
estructura a los profanos, ¿cómo se imponía a
la sociedad toda?, ¿cómo se podía entender
conocidos sus preceptos por personas “rústi­
cas” o “ignorantes”? Estos antiguos y renova­
dos interrogantes estaban presentes en la lite­
ratura de la época, pero sólo aparecían satisfe­
chos de modo parcial. La utopía de un dere­
cho conocido y de sencillas leyes al alcance de
todos, con una mínima labor de interpreta­
l Juan de Solórzano Pereira, según retrato de la época. ción de los textos, solía aparecer con más fuer­
za en los tiempos de crisis, como los vividos
no tenía necesidad de letrados porque lo úni­ bajo el Humanismo y la Ilustración. Pero el
co que se aplicaba en ella eran las leyes reales. continuo retorno a la órbita de los resistidos
En fin, sólo la ciudad los admitiría si viniesen letrados para que orienten los negocios y deci­
con orden real, del virrey o de la audiencia. Es­ dan las causas conforme a sus pautas y técni­
te caso, fuera de su contexto, se suele utilizar cas es una prueba de la impotencia por alcan­
abusivamente. Según parece, se trataba de im­ zar ese ideal que nutría la utopía.
pedir la entrada de esos licenciados que no Sin embargo, ese saber doctoral no estaba
eran adictos a quienes gobernaban entonces la separado por un abismo de la práctica social.
ciudad, que vivía un clima de inseguridad des­ Había escalones que graduaban esa comuni­
de la muerte repentina del gobernador Marín cación. De una parte, se puede observar un
Negrón. Para ello se sacaba a relucir argumen­ deslizamiento normativo hacia una práctica
tos difundidos seguramente en el ánimo co­ menos formal, que se expresa en distintos sec­
lectivo. Dos años después, con el cambio de tores de la comunidad. De otra, la actuación
autoridades, la situación se modificó y los di­ de operadores que amortiguan los efectos de
famados licenciados fueron reivindicados. esa transferencia jurídica. Tal el caso del mun­
El caso bonaerense tiene buen valor testi­ dillo de notarios, procuradores, prácticos y le­
monial. Se destaca ese argumento final que a guleyos que trabajaban junto a los letrados o
mayor abundamíento hacía un regidor: que frecuentemente en lugares donde éstos es­
en la ciudad sólo se aplicaban las leyes reales. taban ausentes. De particular mención en este
Con ello se apuntaban dos ideas que forman punto es el papel de los moralistas. Basta
parte del sentimiento colectivo de la época y acercarse a una obra difundida del siglo XVII, 291
LA MONARQUÍA Y LA ORGANIZACIÓN LocAL

como la del quiteño Alonso de la Peña Monte­ denación de los oficios y órganos de gobierno
negro, Itinerario para párrocos de indios, para y justicia, la promoción y control de la activi­
advertir, por ejemplo, la complejidad de esa dad económica, la regulación de los viajes
labor de transferencia de aquellos derechos ci­ marítimos, la guarda y administración de la
vil y canónico a las comunidades aborígenes. real hacienda y la atención del orden eclesiás­
tico y de la actividad misional en el ejercicio
del Real Patronato, eran, entre otros, asuntos
LAs LEYES REALES, INSTRUMENTO DE ACCIÓN que fueron objeto de una amplia legislación
DE LA MONARQUÍA general y particular expedida tanto por el rey
como por las autoridades regias residentes en
Iunto a ese saber letrado llegó a América el las Indias. Estamos en presencia de un fenó­
ordenamiento propio de Castilla. En el mismo meno político -con precedentes inmediatos
se destacan las Partidas, monumental elabora­ en el reinado castellano de Isabel- que origi­
ción normativa y doctrinaria, realizada en el naba un nuevo sector dentro de la esfera jurí­
siglo XIII. Además se percibe la vigorosa pre­ dica, que se distinguía del antiguo derecho ci­
sencia de un poder legislativo ejercido por los vil. Nacía el ius publicum o derecho público.
reyes. Si ello ya estaba explicitado en leyes y En palabras de Maravall, esta modalidad del
ordenanzas dadas en Castilla en el último si­ derecho aparecía como “la raíz esencial” del
glo, fue aun mayor su despliegue en la coloni­ Estado en formación y su ingrediente político
zación. La ley —utilizada la palabra en sentido lo hacía más flexible que el derecho civil. Pre­
genérico— tuvo papel directivo en la denomi­ cisamente, los historiadores han destacado
nada materia de “gobierno”, con influencia como rasgo dominante del derecho indiano
creciente sobre las demás áreas. La creencia en su carácter “publicístico”.
el valor de la ley como materialización del de­ El vocablo ley es genérico, abarcador de di­
recho provenía de la antigua tradición plas­ versas acepciones y también de distintas clases
mada en las Partidas. Se afianzó con el desplie­ de preceptos. Con su nombre se designaba en
gue del aparato estatal, constituyéndose en el Castilla la norma de carácter general con fines
más poderoso “medio de acción” utilizado por de utilidad común, promulgada por el rey en
la Monarquía para dar ordenación al Nuevo las Cortes. Con la misma fuerza, más adelante,
Orbe. Así la legislación expedida desde la Pe­ los reyes empezaron a sancionar pragmáticas.
nínsula durante el siglo XVI fue abundante, Si bien hubo leyes y pragmáticas en el sentido
casuista y hasta contradictoria, conforme iba indicado expedidas para Indias, el tipo legal
reflejando el pensamiento de los teólogos, las más frecuentemente utilizado para los nego­
propuestas de los juristas, las apetencias de los cios americanos fue la real cédula, a través de
conquistadores y encomenderos, los reclamos la cual se daban los mandamientos de gobier­
aborígenes o las peticiones vecinales. no que atendían a los casos concretos. Se usó
Se trata del sector más pujante y novedo­ también la real provisión como documento
so del derecho indiano. Tenía un rico conteni­ más solemne, para nombramientos y algunas
do. Los fines y medios de la conquista y colo­ decisiones importantes. En el siglo XVII tam­
292 nización, el régimen de los aborígenes, la or­ bién fueron frecuentes las cartas acordadas del
ORDENES NORMATIVOS Y PRÁCTICAS SOCIO-JURÍDICAS. LA JUSTICIA

Consejo de Indias. Con las reformas diecio­


chescas se introdujo la real orden.
La abundancia de estos mandamientos RECOPILACION
llevó ya en el siglo XVI a intentar su reunión. ma; LEYES DE Los REYNOS
Surgieron así cedularios y recopilaciones. Los DE LAS INDIAS
primeros se limitaban a recoger los textos NIAXDADAS lMPPxlÏx/ïlli , Y l’\"lSLI(;'AR
¡‘(Mi L.\ M ‘.(jl;\ |'.'\l) C \'¡ l )L¡(';_.\ D; L ¡‘ty
con algún orden y selección. Se conocen va­
rios manuscritos que respondieron a la in­ DON CAR LOS II
NVESTRO bhxoli.
quietud de ministros y jueces por conocer los VA IHYIÍHZ)‘. ¡N1 Qt-xiiar) 19m9;
cun w llhHL - .¡ Fu. y -¿‘!, '<1¿ l \ .2 ‘mid l ¡níu ci 1111”;
mandatos reales y tuvieron una circulación l

limitada y local. Algunos otros, al ser impre­ TU MO l’ R l Mii R O,


sos, alcanzaron mayor difusión, como los que
compusieron en México el oidor Vasco de
Ï¿qq ¿ n
3‘ n
Puga y en España, el oficial del Consejo Die­
go de Encinas.
Las recopilaciones, en cambio, denotan la
presencia de un criterio ordenador que, sin al­
terar el precepto original, escoge, refunde y
hasta crea nuevas normas. Con este carácter se
destaca la Recopilación de leyes de los reinos de
La unha. Pon ¡nus m rwmu, As.» uu scan.
las Indias, promulgada en 1680 después de un
largo período de preparación y que mantuvo
su vigencia hasta el siglo XIX. Se reunió en es­ Portada de la Recopilación de Leyes de los Reinos de las
Indias. de l680.
te cuerpo legal un selecto conjunto de normas
casuísticas y provinciales expedidas desde la
Corte a lo largo de una centuria y media, al Hubo también otras formas de agrupar las
cual se le dio una redacción generalizada y una normas, esta vez de modo orgánico desde sus
sanción que se extendía a todas las provincias orígenes. Fueron las ordenanzas, expedidas
indianas. Sin embargo, la aplicación de la Re­ tanto en la Península como en América para
copilación abrió lugar a una infinidad de ma­ regular determinadas materias —indios, minas,
tices, que respondían a diversas situaciones lo­ conquista y población- o la actividad de cier­
cales y a los asuntos concretos. Según casos tos oficios, tribunales y órganos de gobierno
puntuales planteados durante la segunda mi­ —Consejo de Indias, audiencias, cabildos—. La
tad del XVIII en los cabildos de Santiago del más notoria de los tiempos tardíos fue la Real
Estero y de Buenos Aires, el uso y práctica de Ordenanza de Intendentes de 1782, expedida
las leyes recopiladas aparecían como requisito para el Río de la Plata.
para su efectiva aplicación y la costumbre con­ Desde los comienzos de la colonización las
traria podía derogar esas mismas leyes. De tal autoridades regias en Indias dictaron dispo­
modo, la Recopilación no se imponía por me­ siciones para ejecutar los mandamientos
ro imperativo legal. reales o para atender situaciones nuevas no 293
LA MONARQUÍA Y LA ORGANIZACIÓN LOCAL

contempladas en los mismos sin necesidad de transformar la “voluntad regia” en “voluntad


una expresa aprobación o confirmación por general” y aquella expresión bien podía acomo­
parte del gobíemo peninsular. Se fue así desa­ darse al tiempo nuevo. Claro está que aun las
rrollando una copiosa legislación provincial o antiguas limitaciones estaban arraigadas en el
local emanada de audiencias, virreyes, gober­ sentimiento colectivo, tal como Segismundo, el
nadores, visitadores, intendentes. Esta expre­ personaje calderoniano, había contribuido a
sión legislativa ha sido bautizada por algunos sintetizar y definir en su época: “En lo que no
historiadores como “derecho indiano criollo”; es justa ley / no ha de obedecer al rey”.
otros prefieren la de “derecho indíano local”.
Bien vale destacar en este punto las ordenan­
zas dictadas en el Perú por el virrey Francisco RECEPCIÓN Y EJECUCIÓN DE LAS LEYES
Toledo en la década de 1570, que se aplicaron REALES! INTERPRETACIÓN, CONFLICTOS
sin interrupciones, primero mediante la circu­ Y SUPLICACIONES

lación de textos manuscritos y después al ser


recogidas en las Ordenanzas del Perú, impresas Los mandamientos reales hablaban, como
en 1685 y reeditadas en 1752. El nombre del se decía, con sus destinatarios, pero estaban so­
virrey quedó asociado a esta empresa legislati­ metidos a un trámite de recepción, publicidad
va, aunque los originales toledanos —extraídos y guarda de los despachos. En los cabildos se
a veces de otros anteriores- sufrieron altera­ centraba esa función. Confirmando esta prácti­
ciones y añadidos con el correr de los años. ca, la real cédula de 20 de octubre de 1633 dis­
Desde principios del siglo XVII, dichas orde­ puso que todas las cédulas que se hubiesen da­
nanzas se observaban en la provincia riopla­ do y diesen para el gobierno de las provincias
tense, según lo testimoniaban los cabildantes del Río de la Plata se asentasen en los libros de
bonaerenses al promediar la centuria. los cabildos. El denominado “Copiador de rea­
En la noción de ley hispana se perciben, en les cédulas y provisiones” de Buenos Aires es,
tenso equilibrio, dos elementos constitutivos: la entre nosotros, de los más antiguos y se remon­
razón intrínseca del precepto y la voluntad del ta a la fundación de la ciudad. La misma guar­
legislador. Así, se consideraba que la ley debía da se encomendaba a las audiencias y a su vez
ser justa, conforme a la naturaleza y a las cos­ también los oficiales reales llevaban libros de
ttunbres del lugar y dada para la utilidad co­ cédulas. La cierta hegemonía que el cabildo de
mún. Junto a ello se solían remarcar los rasgos Buenos Aires ostentaba en este punto quedó
que daban preeminencia a la voluntad del rey. disminuida en la época virreinal cuando las ofi­
Con el andar del tiempo se definiría a favor de cinas del virrey y la audiencia se creyeron con
ésta. Los embates voluntaristas arreciaron en el mejores derechos para ejercer esa función. An­
siglo XVIII. No puede extrañar que en este con­ te el reclamo capitular de l807 por el desplaza­
texto se lea en el Telégrafo Mercantil de Buenos miento que sufría, dichas autoridades reales se
Aires en 1801 que “la voluntad del Legislador es contentaron con enviarle copia de aquellas dis­
la regla directiva en orden a la energía, fuerza y posiciones que podían interesar al cabildo y a la
extensión de la ley”. Ya eran los tiempos en que ciudad, pero reservándose para ellas el mono­
294 la nueva literatura política había empezado a polío de esa preciada función.
ORDENES NORMATIVOS Y PRÁCTICAS SOCIO-JURÍDICAS. LA JUSTICIA

Las reiteradas órdenes reales para que se ción al caso concreto. Eran altemativas que en
llevaran y mantuvieran actualizados esos re­ el fragor de las situaciones dependían de los
gistros y las dificultades que para su consulta intereses en juego en cada momento o de los
denunciaban algunos vecinos, dan asidero a la tiempos históricos. Es bueno huir en esta
sospecha de que en algunos lugares y circuns­ cuestión de la simplicidad esquemática.
tancias se aprovechaba la situación para esca­ La primera alternativa se vislumbra cuan­
motear el conocimiento de ciertas disposicio­ do, con el evidente propósito de apartarse del
nes, que no convenían a los propósitos o inte­ embrollo del discurso letrado, se postulaba
reses de los custodios. una “interpretación sencilla” o una lectura
Los mandamientos reales o locales dirigi­ “sin interpretación”, lo que en lengua corrien­
dos a toda la población se publicaban en for­ te se expresaba con la alocución “como suena”
ma de bando, a toque de caja en la plaza públi­ (Corrientes, 1653). También se advierte cuan­
ca y esquinas o parajes acostumbrados. A ve­ do los ministros recomendaban la “rigurosa
ces la publicación se hacía en día festivo des­ observancia” del precepto legal en una actitud
pués de la misa parroquial. Ya sea el son de que, por ejemplo, practicaban con entusias­
tambor de guerra o la asistencia a la misa pro­ mo los fiscales del Consejo de Indias en el si­
vocaba la reunión de vecinos y moradores en glo XVIII.
crecido número y era entonces la ocasión pa­ Pero aun en tiempos del esplendor absolu­
ra leer en alta voz por el pregonero la disposi­ tista, no desaparecen los espacios para las inter­
ción que se quería comunicar en un marco de pretaciones más abiertas. Por ejemplo, cuando
solemnidad que imponía la misma caracterís­ el cabildo de Buenos Aires intentó en 1775 que
tica del texto legal. Se ve registrada esta prácti­ el Consejo de Indias aclarase una duda suscita­
ca en los acuerdos de todos los cabildos argen­ da sobre la función del auditor de guerra, reci­
tinos, bajo el concepto de que “no llegando a bió de su apoderado en la Corte esta respuesta:
noticia del pueblo no puede parar perjuicio a “El Consejo nunca declara sus determinaciones
sus moradores...”, como se definía en el cabil­ porque quiere las entiendan los que deben ob­
do bonaerense de 1721. Esta misma necesidad servarlas”. Este breve texto procedente del mun­
de publicar las disposiciones es una de las ra­ dillo oficinesco íntimo es revelador de una am­
zones esgrimidas por el intendente Manuel Ig­ plitud de aplicación que puede sorprender pa­
nacio Fernández para pedir en 1779 la erec­ ra aquel tiempo. Otro ejemplo abonado es el
ción de “una buena imprenta” en la ciudad, ya que surge en el propio cabildo bonaerense
que todos, españoles e indios —decía—, reciben cuando en 1807, al dirigirse a su similar de la
y obedecen con más respeto y atención los Villa de Potosí, le recuerda como principio ju­
bandos o providencias impresas. rídico fundamental -muy antiguo y recogido
La lectura de los despachos podía llevar a en las Partídas- que “saber las leyes no consiste
distintas interpretaciones. ¿Cómo debían leer­ tanto en poseer sus palabras cuanto en penetrar
se y aplicarse? Cabía atenerse al tenor literal de su sentido y verdadera inteligencia”. Ambos tex­
sus palabras o encontrar en los textos el espe­ tos, bien tardíos, son notorias muestras de ese
sor suficiente que permitiese alguna adapta­ espesor que seguía teniendo la interpretación
ción, dispensación o corrección en su ejecu­ de los preceptos legales. 295
LA MONARQUÍA Y LA ORGANIZACIÓN LOCAL

El ejemplo más representativo sobre el te­ buen gobernador...”. Estos textos permiten
ma que nos ocupa es posiblemente aquel epi­ constatar un cierto espacio entre el mandato y
sodio ocurrido en Buenos Aires a principios su ejecución, espacio que tenía consenso y de­
de 1606, cuando el gobernador Hernandarias fensores dentro de un orden jurídico domina­
intentó cumplir rigurosamente las órdenes do por una concepción casuista que sometía la
reales de expulsar del puerto a los navíos de aplicación de la ley a las circunstancias de
permisión y de embarcar a todas las personas tiempo, lugar y persona.
de cualquier estado y condición que hubiesen El acto de recepción de los mandamientos
entrado en la ciudad sin licencia real. En el ca­ reales tenía una cierta solemnidad, no exenta
bildo se consideró el grave daño que la aplica­ de contenido jurídico. La presentación y regis­
ción de tal medida provocaría en la ciudad, tro en el cabildo no sólo significaba su incor­
pues la mayoría de los portugueses pasivos de poración al orden normativo local sino que
la expulsión eran casados con hijas de vecinos era el momento adecuado para expresar la
y se desempeñaban como labradores o traba­ oposición, mediante el recurso de suplicación
jaban en oficios mecánicos. Además, la ciudad entablado ante el mismo legislador. Era un
tenía escasa población para acudir a la defen­ procedimiento conocido en el derecho co­
sa contra eventuales ataques corsarios o de in­ mún, pero en el Nuevo Mundo alcanzó singu­
dígenas. Fue entonces solicitado el parecer del lar desenvolvimiento. Dicho recurso descansa­
obispo fray Martín Ignacio de Loyola, quien ba sobre la idea de que los mandatos legislati­
manifestó que en principio todas las reales cé­ vos que adolecían de vicios extrínsecos o in­
dulas debían ser obedecidas y reverenciadas trínsecos -por atacar derechos adquiridos o el
pero que no se ejecutarían algunas con todo el orden mismo de la ciudad- eran susceptibles
rigor de la letra, sino interpretándolas a la luz de ser revisados, a pedido de parte interesada,
de la equidad natural. Para esta interpretación por el propio legislador, quien en conocimien­
moderada y prudente debía consultarse el fin to delas razones alegadas, confirmaba o no su
de la ley, que era el servicio de Dios y el bien y anterior disposición. La invocación de la fór­
aumento de la República y sus vasallos, y si de mula “se obedece, pero no se cumple”, expre­
alguna cédula emanase un resultado contrario sada solemnemente en ese acto, significaba la
a este fin, la ley sería tenida por falsa y sinies­ suspensión de la ejecución hasta que el legisla­
tra y los gobernadores la habrían de reveren­ dor insistiese eventualmente con un segundo
ciar pero no ejecutar, porque era repugnante a mandato.
dicho fin. El cabildo, apoyándose en este dic­ Sin un planteo tan formal, se llegaba tam­
tamen, y en presencia del gobernador, dispuso bién a veces a suspender la ejecución de los
suspender la ejecución de la orden de expul­ mandatos reales. Bien vale recordar la actitud
sión de navíos y personas, e hizo saber la de­ asumida por el gobernador rioplatense lose’ de
terminación al Consejo de Indias. Poco antes, Herrera de Sotomayor en 1689, ante la real cé­
el mismo obispo le había expresado al rey, con dula que mantenía y amparaba en la posesión
respecto a la conducta de Hernandarias, que si de la capellanía del presidio al presbítero José
verdaderamente “no fuese tan riguroso en la Marciañez, cesanteado precisamente por
296 observancia de las cédulas reales sería muy aquél. El gobernador le escribía al rey en la
ORDENES NORMATIVOS Y PRACTICAS SOCIO-JURIDICAS. LA Iusncm

ocasión para expresarle que recibida la cédula viña de la hacienda de Jesús María (Córdoba),
y “habiéndola obedecido con la veneración no trepidaba en colocar frente a frente y en
que debo suspendí su ejecución" hasta dar plano de igualdad la antigua prohibición de
cuenta de las razones que tuvo para despedir­ plantar y reparar las viñas con la no menos an­
lo y luego para no restituirlo en el cargo. No tigua inobservancia del precepto, y colocar en
sólo invocaba motivos atinentes a su conduc­ el siguiente paso de su argumentación en lu­
ta y falta de aptitudes sino que ponía énfasis gar más favorable esta inobservancia.
en que no era un beneficio eclesiástico sujeto No menos complicado era el enfrenta­
al Patronato real, sino que era un cargo remo­ miento entre la norma general y la singular o
vible a voluntad de los gobernadores de la particular. Se puede traer a colación lo ocurri­
provincia desde que se estableció el presidio. do en Corrientes en 1656, cuando fray Juan
La Cámara de Indias dispuso cautamente pe­ Baquedono presentó ante el cabildo una pro­
dir informes al obispo y al nuevo gobernador visión general que prohibía a los forasteros de­
y aunque no se encuentra documentado el sempeñar el oficio de teniente de gobernador
trámite final del litigio, lo cierto es que, según y obtuvo el retiro voluntario de quien lo ejer­
parece, el clérigo atacado logró reivindicar su cía sobre la base de un título aprobado por la
proceder y virtudes, y en 1694 se le ve figurar misma audiencia y aceptado por el cabildo,
nuevamente como capellán del presidio. El pero que al carecer de referencia alguna a
juego entre la cédula, la resistencia a aplicarla, aquella provisión general, no podía conside­
la apertura de una información y la solución rarse como excepción o dispensa de la misma.
final —que no siempre utilizaba la vía del re­ _Este juego normativo, amplio y comple­
curso— pueden echar algo de luz sobre esa jo, no cambió con la promulgación de la Re­
compleja trama jurídica. copilación de 1680. El nuevo cuerpo legal
Lejos de ser entonces concebido el derecho quedó sometido a esas mismas lecturas e in­
como una estructura racional, sistemática y terpretaciones que suscítaban las normas
cerrada —como se intentaría presentarlo en si­ sueltas. Su circulación y aplicación fue pau­
glos posteriores-, aparecía como un conjunto sada. Se percibe al principio una cierta resis­
de normas de diversa naturaleza, generalidad, tencia o indiferencia. Sólo en la segunda mi­
grado de publicidad y uso, originadas en el ca­ tad del siglo XVIII, cuando surgieron con
suismo legislativo y que era acrecentado por más fuerza las tendencias que preconizan la
excepciones, privilegios y dispensas. Esto daba centralización y uniformidad legislativa, la
lugar a que la presentación de despachos rea­ Recopilación adquirió un vigor que fue mo­
les variados, y a veces contrapuestos, motivara dificando lentamente aquel juego normativo.
disputas sobre su aplicación a determinada si­ Por entonces aumenta la invocación y utili­
tuación. Es importante consignar que, dentro zación de la Recopilación en los cabildos. Se
de este ordenamiento, el uso o práctica de la comprueba que en los acuerdos bonaerenses
norma era altamente valorado a la hora de es­ las menciones a dicho cuerpo crecen a partir
tablecer su vigencia. Así, por ejemplo, en un de la década de 1770.
meduloso dictamen el fiscal Iosé Márquez de La relación entre el texto legal y su efectiva
la Plata, al pronunciarse en un pleito sobre la ejecución es una cuestión a la que los historia­ 297
LA MONARQUÍA Y LA ORGANIZACIÓN LOCAL

dores han prestado mucha atención, pero po­ remontan a la fundación de la ciudad, y
cas veces se ha penetrado profundamente en que proviniendo de concesiones regias o
las causas que explican ese desajuste y rara­ de otras ciudades, se los incorpora como
mente se ha tenido en cuenta que las leyes propios.
eran tan sólo uno de los componentes de ese 3. Ciertas disposiciones de origen real o vi­
orden jurídico variado y mudable. rreinal que la ciudad ha recibido con un
grado de predilección tal que se asimilan a
las propias.
EL ORDENAMIENTO DE LAS CIUDADES. 4. Los autos o bandos dictados por alcaldes,
EL FUERO, ¿UN IMAGINARIO coLEcTIvo? gobernadores o intendentes, entre los cua­
les destacan, por el conjunto de preceptos
La existencia de un orden local propio es­ que reúnen, los bandos de buen gobierno
taba considerada como una de aquellas siete y las ordenanzas de los cabildos.
categorías proporcionadas por los antiguos
diccionarios cuando abordaban la voz dere­ En la precedente enumeración se ha avan­
cho. Era el que ordenaba la ciudad o el pue­ zado de las partes más inciertas a aquellas
blo para su gobierno privado. Es preciso bus­ otras que aparecen asentadas en textos concre­
car casi “arqueológicamente” ese estrato y se­ tos. Es precisamente en aquéllas donde puede
pararlo de los otros para conocerlo mejor. observarse la existencia de un orden jurídico
Constituye, sin duda, la parte más fláccida del que excede ampliamente el texto legal. Había
tejido jurídico, en la que se anida una por­ principios o normas que, sin llegar a estar es­
ción considerable de los asuntos cotidianos tablecidos expresamente, formaban parte de
de la comunidad. A una consistencia formal un sentir colectivo, dificil de precisar de modo
débil se contrapone un vivo entramado so­ general y abstracto, pero vigorosarnente soste­
ciojurídico, donde el juego de la convivencia nido ante una situación concreta.
social -de intereses, linajes, poderes- y de las En un intento por penetrar en ese resbala­
normas se presenta con extraordinaria varie­ dizo terreno de la indagación se puede obser­
dad y movilidad. var qué era lo que prometían guardar y ejecu­
Este orden local puede ser descompuesto tar los gobernadores, alcaldes o regidores
en los siguientes elementos: cuando asumían sus oficios ante el propio ca­
bildo. No había una fórmula de juramento co­
l. Los usos y costumbres, creados por la mis­ mún, ni tampoco eran uniformes las de cada
ma ciudad o el cabildo en su nombre, ya uno de esos funcionarios, ni, por último, se
de manera genuina, ya mediante la adop­ mantuvieron invariables a través del tiempo.
ción de los existentes en ciudades que por Si bien entre tantas fórmulas no es posible
su antigüedad, importancia o vecindad afirmarse en un modelo único, puede decirse
eran referentes obligados. que esos juramentos consistían en guardar o
2. Los privilegios, libertades, franquezas, defender, además de las leyes en general y las
preeminencias, exenciones -todos éstos se cédulas reales, los fueros, privilegios y preemi­
298 utilizan en distintas alternativas- que se nencias y las ordenanzas del cabildo. La refe­
ORDENES NORMATIVOS Y PRÁCTICAS SOCIO-JURÍDICAS. LA JUSTICIA

rencia a los fueros es acaso la más frecuente y ta Ciudad”. El marqués contestó que entre los
siempre en la forma plural. papeles de la provincia sólo se hallaban las or­
¿Qué se entendía entonces por fuero? Los denanzas dadas por el fundador Cabrera, para
autores y vocabularios de la época ofrecen dar a entender que lo demás carecía de exis­
acepciones muy diversas, pero en lo que se tencia cierta. Otro duro golpe a ese antiguo
aproxima a nuestro objeto coinciden en con­ entramado jurídico se produjo cuando en
siderar por tal al conjunto de usos y costum­ 1809, el virrey dispuso que el cabildo de Bue­
bres introducidos en forma pública y con nos Aires se ajustase, en la celebración de sus
fuerza de ley. Abarcaría pues el primero de los reuniones y ejecución de sus acuerdos, a las
elementos descriptos, con avances sobre el se­ nuevas disposiciones. En tal ocasión, el cuerpo
gundo. Pero aun cabe añadir algo más, pues capitular pretendió que se suspendiese el
puede sospecharse que bajo la invocación del mandato hasta que pudiese representar lo
fuero anidaban otras creencias, sentimientos conducente a “los derechos, prerrogativas,
y convicciones que, sin cristalizar en una nor­ usos y costumbres” que le pertenecían. La res­
ma consuetudinaria, operaban de manera ac­ puesta del virrey fue tajante: que se cumpliese
tiva para insuflar carácter a dicho ordena­ lo dispuesto “sin embargo de cualesquiera
miento. El fuero, al no quedar asentado en usos y costumbres que haya en contrario”. El
texto escrito, gozaba de una cierta inmateria­ cabildo quedó sin replicar. En un caso, mos­
lidad y tenía un contenido dinámico que se trando desafección por lo que no constase por
modificaba según el tiempo y las situaciones. escrito, en otro, arrasando con prepotencia so­
Descansaba en el recuerdo de los memorio­ bre antiguas normas locales, son ambos testi­
sos, en los libros capitulares y en otros pape­ monios de ese fuerte decaimiento de una
les que se buscaban y rebuscaban cuando era mentalidad que resaltaba los usos y prácticas
preciso su alegación. Estas bases y sus peculia­ locales asentados en el tiempo.
res características permitían acomodar la ar­ No faltaron algunos intentos para dar ba­
gumentación jurídica a las situaciones con­ se textual a este entramado normativo local.
cretas, bajo la idea dominante —que es impor­ En tales casos, el Fuero de Sevilla sirvió de re­
tante resaltar- de que la ciudad tenía un or­ ferente. Ya en 1702, el cabildo bonaerense, por
den propio y sus representantes, los regidores, ejemplo, determinó que el acto de aclamación
podían decir o establecer ese derecho en cues­ del nuevo rey Felipe V se hiciera con la misma
tiones que le eran atinentes. disposición y formalidad que en la ciudad de
Esta noción de fuero, ambigua y en parte Sevilla “respecto, de gozar ésta, los mismos
inmaterial, entró en crisis con los primeros fueros y preeminencias que aquélla”. A su vez,
embates de un embrionario “positivismo”. Un en 1781 los capitulares de Cochabamba al so­
precioso testimonio de ese nuevo modo de licitar que, sobre la base de la costumbre in­
pensar es la respuesta que el gobernador-in­ memorial, se les permitiese elegir a sus alcal­
tendente marqués de Sobre Monte daba en des entre los mismos capitulares, decían que
1793 al cabildo de Córdoba, que había invoca­ en “su origen según Leyes Reales todos los ca­
do, a la antigua usanza, en determinado nego­ bildos del Reino fueron fundados en Villas y
cio, “las Ordenanzas, fueros y privilegios de es­ Ciudades sujeto sus privilegios a la ciudad de 299
LA MONARQUÍA Y LA ORGANIZACION LOCAL

Sevilla...”. Cabe preguntarse si en este caso se hacía con el acuerdo, voto y parecer de los po­
trataba de un fuero de texto conocido o de bladores. Era también frecuente facultar la mu­
trasladar a un nivel superior de prestigio danza del asiento, a veces por decisión simple
aquella ambigua noción de fuero. Si es difícil del fundador, otras con acuerdo capitular. En
saber hoy qué es el Fuero de Sevilla, mucho algtma ciudad -el caso de Córdoba- se estable­
más lo es conocer qué se quería decir entonces ció en el acto de fundación el escudo de armas.
cuando se lo invocaba. Los estudiosos identifi­ 2. Colocación del rollo y picota. Era práctica
can hoy a dicho Fuero con el de Toledo, que usada la colocación en la Plaza Mayor de un
no era otro que el Fuero Iuzgo, pero frente a rollo y picota, para que se ejecutase la justicia.
esta precisión textual no falta quien sostiene Se refleja aquí la costumbre medieval de utili­
que el Fuero sevillano se componía básica­ zar la Plaza como estrado de justicia, pese a la
mente de privilegios y costumbres. oposición de ciertos autores. En algtmas ciu­
Es aún mayor la incógnita que en este dades se dispuso expresamente la pena de
punto nos ofrece el uso continuo de la voz en muerte para quien lo quitase. El rollo -“públi­
plural. Así, fueras y no fuero —muy poco utili­ co y concejil” se dice- era insignia de jurisdic­
zada en lo que se ha podido verificar- plantea ción. Consistía en un trozo de madera cilín­
un problema, dado que en los vocabularios drico y alto que rústicamente se asimilaba al
I) (l
no aparece reflejado ese uso en la acepción árbol: “árbol gordo , árbol de madera”, “árbol
que resulta aplicable, salvo en el antiguo dic­ sin rama ni hoja con tres gajos”, “palo y made­
cionario académico (1726), que lo registra ro” son expresiones descriptivas del mismo. Al
bajo esta acepción: “Se llaman también los fin, “árbol de justicia”. Se percibe en esto una
privilegios y exenciones que se conceden en tradición castellana, aunque en la Península
alguna Provincia, Ciudad o persona”. ¿Se tra­ era de piedra, frecuentemente rematado con
taria en ese caso de un uso indiano no recogi­ una cruz. Pero tenía la misma representación
do en el diccionario peninsular? No sería la de jurisdicción y justicia.
primera vez que ello ocurriera, pero es difícil 3. La traza de Ia ciudad. Se fijaba en el ac­
avanzar más en un asunto que requiere una to, con distribución de solares para los veci­
indagación particular. nos, ubicación de la Iglesia Mayor y designa­
ción de la advocación o patrono. Se establecía
el ejido, con indicación de las tierras que el ca­
NORMAS Y PRIVILEGIOS FUNDACIONALES bildo podía conceder a los vecinos. A veces el
reparto se hacía allí mismo y quedaba incor­
Del acto fundacional de la ciudad es posi­ porado a la documentación fundacional.
ble extraer un conjunto normativo básico, con 4. La posesión formal del sitio. En muchas ac­
efectos que se dilatan en el tiempo. Conviene tas se da cuenta de la ceremonia en la cual el fim­
puntualizar su contenido. dador tomaba posesión del sitio en nombre del
rey, a veces con algunas palabras y actos rituales.
l. El asiento, nombre y términos de la ciudad. Lo más frecuente era que, sacando su espada.
El asiento lo decidía el fundador, aunque algu­ echara “tajos y reveses”, cortara hierbas o diera
300 nas veces -como en Jujuy, Salta y La Rioja— se ciertos golpes en una rama o aun en el árbol de
ORDENES NORMATIVOS Y PRÁCTICAS SOCIO-JURIDICAS. LA Iusncm

. 1.. 7V
t. g El establecimiento de un Libro de cabildo
\‘.'¿\
no aparece en las actas fundacionales, salvo en
>'\-/‘,)i&\“1k‘;i la de Iujuy. Pero se alude a su existencia cuan­
l do se hace referencia a un “Libro de la Funda­
ción”, ya para denominar a uno que contiene
gygf
y los documentos fundacionales, o simplemente
al primer libro de los acuerdos capitulares. Las
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menciones del mismo y la preocupación por
su conservación testimonian la importancia
que tenía como base de la existencia de la ciu­
q,» ‘E1540 A f;;._"r*< dad y de su peculiaridad jurídica.
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6. La concesión de franquezas y libertades.
En este sentido se destaca el acta cordobesa,
en cuanto su fundador otorgaba a la ciudad
“todas las franquezas, mercedes y libertades
que tienen las ciudades de Córdoba en Espa­
ña y las que tienen las ciudades de los Reyes
y del Cuzco en el Reino del Perú para que go­
ce de todas ellas". Cabe recordar que estas
Picota ubicada, según un plano de 1562, en la plaza mayor dos ciudades eran las más privilegiadas del
de la ciudad de Mendoza. Se asemeja a las de tipo
castellano.
Perú. A Cuzco se le había concedido el privi­
legio de que, reunidas las ciudades y villas de
la provincia de Nueva Castilla, hablaba y vo­
la justicia -como en San Juan Bautista de la Ri­ taba primero, lo que implicaba honras, pree­
vera- o cortara “ramas de un sauce” -como en minencias e inmunidades. Esta concesión
Córdoba—. Al no tener contradicción de los pre­ quedó sellada y afirmada cuando en sesión
sentes, quedaba consumada la posesión del sitio. inmediata al acto de fundación, el cabildo re­
5. La constitución del cabildo. Se establecía cién constituido recibió al fundador y gober­
el cuerpo con el nombramiento de alcaldes, nador, Ierónimo Luis de Cabrera, y le pro­
regidores y titulares de otros oficios para el metió obediencia, pero al mismo tiempo el
primer año, que hacía el fundador. De inme­ gobernador juró guardar y cumplir “todas
diato los designados prestaban juramento y las gracias, franquezas y libertades que en
recibían la posesión del oficio. Se fijaba asi­ nombre de S. M. le están concedidas” a la
mismo la forma y modo de la renovación ciudad.
anual del cuerpo, a veces de manera minucio­ 7. Otros beneficios. Además de solares y
sa y otras veces con expresiones más generales. tierras, encomiendas de indios y los benefi­
Ejemplo de estas últimas es la de Santa Fe: que cios de vivir bajo la protección real, los pobla­
la elección se haga “como Dios mejor les diese dores podían recibir algunos beneficios ex­
a entender en la manera y forma que se acos­ cepcionales, sobre todo cuando la necesidad
tumbra en todos los reinos del PeruI)!. de radicar gente era muy apremiante. Tal fue 301
LA MONARQUÍA Y LA ORGANIZACION LOCAL

el caso de Montevideo, paraje entonces de EL CAUCE POPULAR DEL DERECHO:


muchos trabajos y peligros. En 1726, el gober­ COSTUMBRES Y BANDOS DE BUEN GOBIERNO
nador Zabala concedió a los pobladores que
fuesen de Buenos Aires el traslado gratuito, la La séptima de aquellas categorías que abar­
adjudicación de solares en la ciudad y tierras caba el derecho según los repertorios lingüísti­
para chacras y estancias con posibilidad de cos de la época era la costumbre. Estaba pre­
adquirirlas con cinco años de vecindad, gra­ sente en diversos niveles del ordenamiento, in­
nos, 200 vacas y 100 ovejas; indios, carretas, clusive en la misma cúspide de la Monarquía,
bueyes, caballos y herramientas en comuni­ donde se invocaba para defender las regalías
dad y alimentos durante un año para la sub­ del príncipe o para dirimir cuestiones con el
sistencia. También se les eximía de alcabala, Consejo de Indias. Los civilistas y canonístas
sisa u otro impuesto. habian incorporado el fenómeno consuetudi­
No aparece en las actas fundacionales de nario al discurso jurídico y en determinadas
los siglos XVI y XVII, pero sí en la concesión condiciones se sobreponía a las leyes. Ahora se
de privilegios a los pobladores de Montevideo, la presenta dando sustento al orden local. Aca­
la merced de Felipe II -recogida en la Recopi­ so sea el terreno que le era más genuino.
lación de Indias- de declarar a ellos y sus des­ En tal sentido, dos aspectos merecen des­
cendientes legítimos como “hijosdalgo y per­ tacarse: su papel como reguladora de la activi­
sonas noble de linaje y solar conocido” con las dad del cabildo y su actuación en la misma vi­
honras y preeminencias de los hijosdalgo y ca­ da urbana y rural, con penetración en el tejido
balleros de Castilla “según fueros, leyes y cos­ de la sociedad. Aunque los letrados o quienes
tumbres de España”. hacían sus veces contribuían a su creación y
Estos beneficios tenían su contrapresta­ operaban con ella, lo cierto es que su existen­
ción, que surge de algimos documentos fun­ cia se nutría en la propia comunidad.
dacionales, como la obligación de residir en En el primer aspecto, puede observarse có­
las ciudades, edificar y poblar sus casas y sus­ mo la costumbre atendía a las formas y el ce­
tentar armas y caballos, sobre todo si se les ha­ remonial del cuerpo capitular —el modo de ce­
bía concedido aborígenes. A veces se estable­ lebrar los acuerdos; el asiento, voz y voto de
cían penas para quienes no cumpliesen con los cabildantes; la asistencia y participación en
esas obligaciones. actos públicos, etcétera—; la elección de los ofi­
Al tratar de la noción de fuero se destacó cios; el ejercicio de los mismos —facultades y
que en ella convergían elementos de diversa uso de los atributos—, y, en fin, las propias fun­
procedencia. Esta normativa particular de la ciones del cabildo.
ciudad -aunque fuese común a muchas de En cuanto a la vida urbana y rural, junto a
ellas-, a veces esfumada, otras veces alterada la ley o en forma exclusiva, la costumbre ex­
por el inconsciente colectivo, servia para hacer tendía su fuerza hacia estos asuntos que bien
frente a disposiciones generales o locales que vale enumerar sucintamente:
se estimaban adversas a ese derecho propio ga­
nado por la ciudad en los primeros tiempos de l. El abasto de la ciudad. Se invocaba al fijar
302 su existencia. precios para mercaderías y servicios en general.
ORDENES NORMATIVOS Y PRÁCTICAS SOCIO-JURÍDICAS. LA JUSTICIA

particularmente el precio y peso del pan; al dar en ella en el siglo XIX. En algunas cuestiones
en arrendamiento la provisión de la carne vacu­ locales, como la venta de la corambre, el pago
na; al ocuparse de la provisión, precio y venta de diezmos y primicias o los actos protocola­
del vino; al establecer el uso del agua de las ace­ res, es posible observar la norma consuetudi­
quias; al controlar las pesas y medidas; al reque­ naria operar en toda su potencia.
rir el servicio de indios para tareas de abasto y Dentro del cauce popular, aunque con
de labor agrícola. otro carácter y procedencia, ocupan lugar
2. Derechos de los vecinos. Se alegaba en destacado los denominados “bandos de buen
asuntos como la matanza y recogida del gana­ gobierno”. Se trataba de mandamientos gu­
do vacuno, la venta de la corambre, el tráfico bernativos dirigidos a todos los vecinos y ha­
comercial con otras ciudades o lugares y la uti­ bitantes que contenían un conjunto de pre­
lización de los aborígenes bajo el servicio de ceptos de carácter general y utilidad común
mita. sobre materias de la vida cotidiana local, ex­
3. Cargas y obligaciones de los vecinos. Las pedidos por diversas autoridades. En las ca­
más frecuentes invocaciones fueron en mate­ pitales de provincia eran expedidos por el
ria de gravámenes y derechos eclesiásticos, co­ gobernador, más adelante por el intendente o
mo diezmos, primicias, estipendio de los curas el virrey. En las demás ciudades, por el te­
doctrineros y derechos parroquiales, pero las niente de gobernador o los alcaldes ordina­
hubo en punto a la modalidad de pagar ciertas rios. En la campaña, los dictaban los alcaldes
contribuciones en la llamada “moneda de la de la hermandad.
tierra”, y también a veces cuando se trataba de Aunque su verdadera denominación era la
contribuir a la edificación de las casas capitu­ de "auto de buen gobierno”, se fue imponien­
lares, o al arreglo de las calles y caminos, etc. do la de “bando”, que designaba el procedi­
4. Las fiestas religiosas y populares. Fue fre­ miento para su anuncio público. Constituían
cuente la invocación para la celebración de las el nivel más popular del ordenamiento jurídi­
festividades del Patrono, del Corpus Christi, co, pues se aplicaban a todos los habitantes, a
Semana Santa o la jura del nuevo rey. En estos cuyo conocimiento llegaban mediante la lec­
casos la costumbre regulaba la forma de la ce­ tura solemne que se hacía en determinados lu­
lebración y de afrontar los gastos pertinentes. gares de la ciudad por el pregón, que era
Esta enumeración de cuestiones que caían acompañado por una escolta militar a “son de
bajo la órbita de normas consuetudinarias es caja de guerra". También se solía fijar un ejem­
sólo ejemplificativa y lejos de una fría rela­ plar en las puertas del cabildo u otro lugar re­
ción, estaba cargada de un dinamismo y fuer­ levante. El refrán “hasta los sordos coge el
za interior que bullía cuando se presentaba el bando” es patente testimonio del grado de pe­
debate acerca de la norma que cabía aplicar. netración alcanzado por esta publicidad, na­
Existía la difundida creencia de que la costum­ turalmente favorecida por la reducida ex­
bre era una expresión principal del derecho y tensión y formulación sencilla que solían te­
en determinadas materias su fuerza era imba­ ner los textos, además de que su contenido re­
tible aun frente a la ley. La crítica racionalista, flejaba situaciones corrientes de la pequeña vi­
feroz y persistente, sólo podrá hacer estragos da comunitaria. Estos bandos abarcaban un 303
LA MONARQUÍA Y LA ORGANIZACIÓN LOCAL

número variable de disposiciones, que iba de según la condición de las personas. Así, los
los tres a los treinta y tres artículos. azotes se aplicaban a personas de baja condi­
Aunque los bandos tenían un estilo mar­ ción, la multa o destierro a gente superior.
cado por la peculiaridad local, respondían a En esta misma línea de textos, cabe men­
modelos universales. Es posible hallarlos en li­ cionar las licencias que se otorgaban para el
bros jurídicos, como la Política de Bovadilla o funcionamiento de las pulperías, que conte­
en obras literarias, como el Quijote. Recuér­ nían un núcleo normativo brevísimo pero de
dense en este último sentido, las “Ordenanzas significativo alcance sobre los sectores popula­
tocantes al buen gobierno” dictadas por San­ res. El ejemplo que utilizamos y que se repro­
cho para el gobierno de la ínsula. duce gráficamente, es un despacho impreso,
Cuando un virrey, gobernador o inten­ con encabezamiento solemne, suscrito por el
dente asumía sus funciones era frecuente virrey. Estaba dirigido al pulpero, con el man­
—aunque no obligatorio- que expidiera un dato de que debía fijarse en una tablilla colo­
bando de buen gobierno. A veces lo reiteraba cada a uno de los lados del mostrador “para
durante su gobierno o dictaba otro distinto. que puedan leerse estas prevenciones y tenga
En los cabildos, se solía hacer referencias al su debida observancia”. Es bien sabido que en
bando que anualmente daban los alcaldes al la pulpería se combinaba el almacén, la tienda
asumir sus cargos a principios del año, pero es y la taberna, con una nutrida concurrencia de
difícil aseverar documentadamente que así gente de los sectores populares, que encontra­
fuese en todos los lugares y épocas. Lo que sí ba allí lugar de reunión y esparcimiento. En
parece es que los antiguos bandos no queda­ estas condiciones este texto fijado —en grandes
ban necesariamente derogados por los nuevos. letras— debió de ser centro de lecturas, inter­
Las materias contenidas en los bandos de pretaciones y glosas populares y motivo para
buen gobierno pueden esquematizarse de la que alfabetos y analfabetos, sabios y rústicos,
siguiente manera: control de la población; re­ ocuparan los largos ratos de ocio.
gulación edilicia y trazado de calles; ordena­ Después de instar a la observancia de los
ción de la vía pública y del tránsito; limpieza y bandos promulgados, en el documento se con­
salubridad; seguridad pública; asuntos de signaban unas disposiciones, en su mayor parte
abastos; moralidad pública y trabajo. Algunos entresacadas de aquellos textos, a saber: perse­
contenían también preceptos sobre el aprove­ cución de vagos y mal entretenidos; prohibición
chamiento común de montes, pastos y aguas. de abrigar o favorecer a los hijos de familia fugi­
El ordenamiento se complementaba con las t.ivos de sus padres y a los esclavos huidos de sus
cláusulas penales para los infractores. Se im­ amos; prohibición de admitir “juntas de gentes,
ponían penas corporales aflictivas —como azo­ guitarras, juegos de naipes”; prohibición de dar
tes y el presidio- o restrictivas —como destie­ fiado a hijos de familia, criados o esclavos; cierre
rro y prisión—; penas infamantes -como la ex­ de la pulpería a determinada hora. Se agregaba
posición a la vergüenza pública- y penas pe­ un precepto no usual en los bandos: el pulpero
cuniarias -confiscación general de bienes, pér­ debía vender la mercadería a los precios co­
dida del objeto con el que había cometido el rrientes, sin incurrir en abusos. Las pertinentes
304 hecho ilícito, multa—. Variaba el tipo de pena cláusulas penales daban plenitud a este texto
ORDENES NORMATIVOS Y PRÁCTICAS SOCIO-JURÍDICAS. LA IUSTICIA

XI‘;

_ NICOLAS ANTONIO DE ARREDONDO , PELEGRIN , AHEDO, ZORRILLA


de San Martin , y Vencro : Teniente General de los Reales Exércitos : Virrey Gobernador,
y Capitan General de las Provincias del Rio de la Plata , y sus Dependientes , Presidente
de la Real Audiencia Pretorial de BuenosíAyres . Super-intendente General subdelegado
¡Éfiïïfiï

de Real Hacienda , de las Reales Rentas de Tabaco , y Naypes , y del Ramo de Azogues,
y Minas , y Real Renta de Correos en este Virreynato , &c.&c. &c.
POR quanto a ufieitud de etedidos los (orrespondlenles informes a cerca de sus costumbres.
por Decreto de esta fecha le tengo otorgada licencia para que abra una Pulperia en Por tanto le despacho
la presente impresa . y rubrieada de mi rnano , y firmada de rni Secretario de esta Superintendencia ¿e Real Hacienda : Y para
evitar los excesos o v desórdenes que con escandalo se cometen e-t las Pulpcrias , y Tabernas observará el tefetido
los Vandm promulgado: . y disposiciones siguieutey. _ _ _
t No pennilinl en su casa personas vagas , ni mal entretenidanly de las que conociere sin oficio .'ni licito destino darl notteta
l al Alcalde de Barrio. AL I vffierzm-¡gr-tr-a - .-—. I"4Gnf

1. No abrigara tampoco . ni favorecerá direCla ni indirefilart-nte s hijos de familia ‘Que anden fitgitivos de sus Padres , ni a los
esclavos huido; de tus Amos . sino entre tanto que dan a sus Padres. Amos . o justicia el correspondiente aviso I pena de Cin­
quenta pesos . y de pagar tu valor al dueño . y el esclavo sufrirá cienC3 fli. y seis meses _
antes,
¡a No consentir) juntas de gentes . guitarras , juegos de Naypet , ni otro alguno aunde lot permitidos por Reales Pragmaticas
ni mucho menos que haya oorrillos a su puerta pena de diez pesos al Pjlpcro . al esclavo de cinqttenta azotes , y a qualqutera
otra persona de veinte dias de Carcel.
f‘ No am liado a hijos de familia . criados t ni esclavos , pen de perder lo que fiaren g ni adrnitira ventas D ó tmptño! ¿t
prendas 9 ni alhajas sin que el legitimo dueño autorice al vendedor comun papel firmado de su mano.
No venir?’ lol Comestibles ¡ni det-nas efectos s precios inn-tderados sino s los corrientes . y si se excediere de los señalados
vt

eornrteiendo usuras en_ las venus . por


se le cerrará la Pul
rimera vez sera mtltado en diez pesos . r la segunda en veinte . y á h tercera
aplidndmele las penas s que hubiese lugar confort-ne a derecho y sobre que se estara muy a la mira
por el Fiel Ettecutor. y Alcalde dc Barrio,
S" Cerrar! la Pulperia s las diez de la noche en el Invierno. v s las once en el Verano.
t’ Luego que obtenga «te permiso lo presentara al Alcalde ¡de Barrio . a fin de que tome razon de el para su gobierno o y lo
¡gm en una tablilla l uno de los lados del mostrador para que puedan leerse estat preveneiotaes . y tenga su debida obser­
vancia : Btaenos- yro de rod teteciemot noventa

Formulario impreso de una licencia de pulpería de la época del virrey Nicolás Antonio de Arredondo. Archivo General de la
Nación, Buenos Aires.

que acercaba un conjunto de sencillas normas a UN DIGESTO SALTEÑO DE 1784


vastos sectores sociales, ajenos a leyes y doctri­
nas propias de los letrados, ubicados en el otro La variedad de disposiciones locales dis­
polo del orden jurídico existente. persas no fue objeto en la época de una preo­
La denominación de ordenanzas de la ciu­ cupación ordenadora. Sólo es conocido, como
dad o del cabildo, aplicada a un conjunto nor­ excepción, el pequeño digesto que hizo en Sal­
maüvo general, abarcador tanto de preceptos ta en 1784 el procurador general del cabildo. Se
relativos al funcionamiento del cuerpo como a propuso componer un “Extracto” con el obje­
la misma vida urbana, constituye otro elemento to de reunir las preeminencias fundacionales y
afirmativo de la existencia de un derecho propio las ordenanzas, autos de buen gobiemo y otras
de la urbe. La variedad de este tipo normativo es providencias que “se deben observar por el ca­
inmensa en cuanto al contenido, número de bildo, Jueces y Vecinos”. De este modo procu­
preceptos, autoridad que la dictaba. A veces raba llenar el vacío que significaba, según de­
coincidían en las materias regulatorias con los cía, la ausencia de ejemplares de la Real Orde­
propios bandos de buen gobierno. Uno de los nanza de Intendentes y de la Recopilación de
textos más notables de este tipo que se conoce Indias, al igual que la falta del libro de cédulas
son las ordenanzas de la ciudad de Buenos Ai­ y provisiones que debía tener el cabildo.
res, confirmadas por el rey en 1695, consistentes El material reunido en este “Extracto” se
en un verdadero estatuto del cabildo local. acumula sin orden ni distinción. Junto a pre­ 305
LA MONARQUÍA Y LA ORGANIZACION LOCAL

ceptos vigentes se incluyen otros que el pro­ vas normas generales y particulares, y otra, el
curador pide al gobernador-intendente que se reconocimiento de las antiguas costumbres
apliquen, ya leyes generales de Castilla o In­ aborígenes. En el primer caso, la legislación
dias que no se observan, ya costumbres de fue abundante, tanto en la Península como en
otras ciudades. Su contenido es variado: autos América. El libro sexto de la Recopilación de
del gobernador Hernando de Lerma y de 1860 es tal vez el mejor ejemplo del vasto con­
otros posteriores; ordenanzas del cabildo; au­ junto normativo de origen peninsular acumu­
tos de un juez de residencia. Asienta por escri­ lado en más de un siglo y medio y luego pro­
to algunas costumbres, junto a sugerencias o lijamente seleccionado. En cuanto a las nor­
notas del procurador con cita de leyes o de mas provinciales o locales, dadas a través de
doctrina, etc. ordenanzas y disposiciones singulares, su va­
En cuanto a las materias tratadas, se pue­ riedad fue muy grande. Las ordenanzas del vi­
den mencionar entre otras: jurisdicción de la rrey Francisco de Toledo o del oidor Francisco
ciudad; distribución y medida de los solares; de Alfaro tuvieron particular relevancia en el
ejidos; encomiendas de indios; uso y conser­ actual territorio argentino.
vación de la acequia; uso del agua del Llocsi o En cuanto a las costumbres aborígenes, su
fuente; medidas sobre el trigo y el precio de la formal reconocimiento se produjo a raíz de la
molienda; uso común de los montes para ex­ fuerte corriente de opinión que en el siglo XVI
traer madera y sus limitaciones. De modo bas­ preconizó la incorporación de los aborígenes a
tante completo, aunque desordenado, se ocu­ la Monarquía conservando su antigua ordena­
pa de la organización del cabildo, la forma de ción social y política, en tanto no se opusiera a
las elecciones y el trámite de conocimiento de los principios del cristianismo. Así se estable­
los negocios, el ceremonial, las funciones que ció que no sólo conservaban los estatutos,
le competen, las obligaciones de algunos de usos y costumbres antiguos, sino también las
sus miembros y las fiestas religiosas a las que el costumbres que se generasen después de su
cabildo debía asistir en corporación. No se co­ cristianización. Esto dio lugar a una dificil -y
noce en qué medida fue invocado y utilizado no siempre certera- indagación sobre las nor­
en el ámbito local. mas que estaban en vigencia. La subsistencia
de estas costumbres se hizo palpable en mate­
rias como los cacicazgos, los tributos, la mita.
EL ORDENAMIENTO ABORIGEN la propiedad de la tierra y el aprovechamiento
de las aguas, el comercio, los procedimientos
El derecho letrado encontró en América judiciales y, de modo decreciente, en el régi­
escollos para su aplicación a las comunidades men penal, el matrimonio y las sucesiones. No
aborígenes. Los españoles percibieron rápida­ se mantuvieron, en general, de un modo puro,
mente que era preciso adoptar nuevos crite­ sino que experimentaron fuertes influjos
rios para posibilitar el gobierno político y es­ hispanizantes y sufrieron las mutaciones pro­
tablecer una provechosa vinculación socio­ pias de cualquier proceso histórico. En todo
económica con esas gentes. De ahí nacieron caso, las costumbres obraron para reducir los
306 dos vías convergentes: una, la sanción de nue­ requisitos formales exigidos en muchos actos
ORDENES NORMATIVOS Y PRÁCTICAS SOCIO-JURÍDICAS. LA Iusncm

jurídicos por el derecho letrado. Cabe admitir la gente común, es objeto frecuente de repre­
la supervivencia de las mismas aun en áreas sentaciones artísticas y del lenguaje político.
donde la influencia española desarticuló la es­ Nada de esto puede olvidar el historiador, que
tructura aborigen. encuentra su noción reiteradamente insertada
Esto fue configurando un área jurídica en mil formas en los restos del pasado.
propia para los indígenas que contenía tanto La fuerza de la voz arranca de la idea tras­
elementos de sus antiguas culturas, como cendente de la justicia. La verdadera justicia,
otros de procedencia castellana. En lo referen­ se considera, no es de este mundo. La justicia
te a la propiedad de la tierra —por señalar un divina castiga o premia según el merecimien­
ejemplo-, mientras su concepción colectiva to de cada uno. Su representación en escultu­
del dominio y explotación agraria fue admiti­ ras y pinturas medievales y modernas llega a
da por los españoles, en cambio no se extendió todos los estratos sociales. Las Partidas consi­
igual protección a la modalidad de dominio deraban a la justicia como fuente de todos los
de los pueblos cazadores-recolectores. derechos, y como medianera entre Dios y el
Las complejas cuestiones que implican el mundo a la manera que la aguja es para los
entrecruzamiento de estos órdenes jurídicos marineros, para guía de los gobernantes, para
no han merecido hasta ahora análisis historio­ premiar a los buenos y castigar a los malos.
gráficos que permitan dar, en el orden general, Texto éste de frecuente invocación hasta el
conclusiones válidas para las altas culturas mismo siglo XIX.
aborígenes. Mucho menos existe esa posibili­ Como reflejo de esta idea, la justicia es
dad para escalones culturales inferiores, como considerada como virtud social. Por ella se
los existentes en el territorio argentino. Con mantiene el mundo —dicen las Partidas- “ha­
todo, es posible observar ejemplos aislados ciendo vivir a cada uno en paz, según su esta­
que permiten señalar la supervivencia de nor­ do, a sabor de sí, y teniéndose por abondado
mas indígenas, y aun ordenamientos prehis­ de lo que ha”. Sin ella no se puede "bien vivir”.
pánícos, durante la época de la dominación También esta faz es objeto de expresiones ar­
española. Tal es, en este último caso, el de los tísticas muy variadas, desde las que enfatizan
onas fueguinos. la rectitud hasta las que caracterizan sus vi­
cios. Se recoge en abundantes refranes, en tex­
tos morales y jurídicos y en una vasta literatu­
LA IUSTICIAI VERTIENTES IUDICIAL ra, que por sí revela el carácter nuclear de esta
Y POPULAR noción. De ahí que no puede sorprender su
reiterado uso en el vocabulario político y le­
La justicia -palabra divina y humana, de gislativo de la época. No era voz vacía sino lle­
esperanza y de frustración— es noción con alta na de un profundo contenido religioso y so­
dosis de ambigüedad conceptual y al mismo cial. Se le tiene por “fin del Estado” indiano y
tiempo de vigorosa presencia en la vida social, se la coloca por encima de las demás virtudes.
usada cotidianamente en el lenguaje corriente. La idea de justicia así entendida encuentra
Voz compleja, de circulación entre teólogos, en la época dos cauces principales para su rea­
filósofos, políticos y juristas, y también entre lización: uno encarnado en la persona del rey 307
LA MONARQUÍA Y LA ORGANIZACIÓN LOCAL

y canalizado a través de jueces y tribunales, y una manera de contener el abuso del poder y
otro manifestado de modo popular. Ambos de asegurar un margen de libertad. De Casti­
cauces derivan de la idea trascendente y man­ lla ya llega configurado a tierras argentinas,
tienen entre sí un juego continuo de intercam­ donde arraiga con sus peculiaridades. El pro­
bios y tensiones. ceso requiere citación del acusado y proban­
La primera es la que ocupará principal­ za, aunque sea sobre delito notorio. La forma­
mente estas páginas. Intentaba ser modesto lidad es pues base de la garantía, pero al mis­
reflejo de la justicia divina y la figura del rey, mo tiempo es causa de la crítica social que no
como supremo juez, estaba ínsita en esa inten­ pocas veces encuentra en ella los enredos y di­
ción. En una ley indiana de 1580, Felipe II se­ laciones de los pleitos. Sobre todo, se hace
ñalaba que “la buena administración de justi­ más patente en el juicio civil ordinario, con
cia es el medio en que consisten la seguridad, un mecanismo escrito, largo y costoso. En el
quietud y sosiego” de todos los estados de la Buenos Aires de la segunda mitad del siglo
sociedad. Paulatinamente desde fines de la XVIII se tenía por uso común el dicho que
Edad Media, esa justicia no era administrada “más vale una mala composición que un buen
por el rey en persona ni estaba abondonada a pleito”. A tal punto llegan estos toques críticos
su mero arbitrio. Dos postulados la sustenta­ que cierta corriente del utopismo humanista
ban: a) un proceso bajo formas jurídicas, con que se pronuncia contra las leyes escritas tam­
garantías procesales y dirección superior de bién lo hace contra las formalidades procesa­
los letrados, y b) una decisión conforme a de­ les. Es posible que esto mismo influyera en
recho (entendido como más allá de la ley po­ América a la hora de otorgar a los aborígenes,
sitiva estricta), sobre la base de lo alegado y como beneficio. la simplificación de las for­
probado. Con frecuencia en las disposiciones malidades en los procesos.
reales dirigidas a autoridades residentes en De todos modos, el pleito ejerce una atrac­
América se les encomendaba que “se haga jus­ ción casi insuperable —entre los indígenas es
ticia”. Para aclarar el sentido de este mandato bien conocida esa afición— y pocos eran los
una cédula real en 1620 decía que la inclusión pleitistas tan prudentes como aquel personaje
de esa cláusula era simplemente para incitar a de ficción que desistía de su aventura judicial
que se resolviese la cuestión planteada sin en la Córdoba de fines del siglo XVIII acu­
“mudar el ser del juzgado, ni el estado de la diendo a este razonamiento:
causa”. Es el reinado de la justicia de los letra­
dos, no de los reyes. Los negocios de “justicia” porque, si el pleito no es bueno,
y “gobierno” tienden a ser sutilmente separa­ por de contado se pierden
dos. Esto se hizo mucho más visible en el siglo cuatro cosas en un tiempo,
XVIII, con el avance de la Ilustración, cuando que son el pleito y el juicio,
Administración y Judicatura adquirieron una la paciencia y el dinero.
notoria diferenciación.
El proceso judicial “como camino o méto­ Lo cierto es que siempre se mantuvo la vi­
do imprescindible para la declaración de lo gencia del proceso, aun en lugares marginales
308 que es justicia” es —en palabras de Maravall­ o periféricos de la Monarquía y el rey, por
ORDENES NORMATIVOS Y PRÁCTICAS SOCIO-JURÍDICAS. LA lUSTlClA

ejemplo, se mostró contrario a autorizar pe­ ticas socio-jurídicas legítimas, aunque sean ju­
nas de azotes y de exposición a la vergüenza dicialmente heterodoxas. Con estas prácticas
pública sin consulta ni aprobación de las res­ se satisfacen agravios recibidos que la acción
pectivas audiencias. de la justicia formal no puede o no ha alcan­
Una noción popular de la justicia se man­ zado a castigar por falta de pruebas fehacien­
tiene en forma paralela y cotidianamente se tes. Los historiadores no han prestado aten­
nutre de nuevas fuerzas. Por su mismo origen ción a estas cuestiones, que por otra parte son
es ambigua, imposible de precisar y rebasa raras de encontrar documentadas. Pero quién
—cuando no se contrapone- a la justicia “judi­ puede dudar que en la sociedad indiana tam­
cial”. Se aproxima al sentimiento, con alcance bién se debieron dar redomazos, espantos, al­
intimista. Es retraída y desengañada de los borotos, matracas, untos de miera, publica­
mecanismos exteriores. La justicia-institución ción de libelos, clavazón de cuernos y sambe­
no satisface regularmente la aspiración del li­ nitos, etc., tal como lo cuenta Cervantes en
tigante y a veces la del común. Los hombres Rinconete y Cortadillo, con respecto a la vida
que la imparten, las leyes que rigen o los veri­ sevillana. En su veta más pacífica estas demos­
cuetos del régimen procesal son objeto de crí­ traciones populares persiguen la aplicación de
ticas y pullas. La censura, a veces mordaz, no un castigo social, que llega más al honor que al
se queda en las palabras y llega a reflejarse en cuerpo, y su efectividad a veces es mayor que
el arte, particularmente en las imágenes de la la de la propia justicia oficial.
justicia, incorporando sutilmente nuevos ele­
mentos satíricos, como las vendas en los ojos,
o deformando las posturas de los objetos, co­ JUECES Y TRIBUNALES
mo el desequilibrio de los platillos de la ba­
lanza o la espada en posición de descanso o El engranaje de la administración de jus­
abandono. Es cierto que a veces la introduc­ ticia indiana era complejo. Una mera des­
ción de estos rasgos burlescos origina una cripción de tribunales y jueces sería impro­
contracorriente interpretativa que procura pia de este lugar. La misma noción amplia de
limpiar esos injertos mediante nuevos argu­ justicia supera los límites de un orden judi­
mentos correctivos. cial y es atribución repartida entre diversos
Es más. Hay formas de “hacer justicia” fue­ oficios públicos. Su ejercicio aparecía domi­
ra de los cauces de la justicia formal. Se abre nado por pautas jurídicas, aunque los jueces
un abanico de variantes que abarcan desde no fuesen necesariamente letrados, salvo los
manifestaciones de repudio colectivo hasta or­ de la audiencia.
ganizaciones cuasi delictivas que ajustan sus Una controversia de índole civil o una de­
propias cuentas. Es decir, desde exteriorizacio­ nuncia criminal quedaba planteada ante los
nes sociales legítimas hasta muestras que lin­ alcaldes ordinarios o ante el gobernador.
dan con el crimen organizado. Aunque en este Quien primero conocía desplazaba al otro. La
terreno es difícil separar las infinitas variantes, elección de una u otra vía varió de acuerdo
cabe pensar que una parte de aquellas mani­ con el tiempo y las circunstancias, pero fue
festaciones podrían ser admitidas como prác­ más frecuente, según parece, la utilización de 309
LA MONARQUÍA Y LA ORGANIZACIÓN LOCAL

7¿y «g-‘míg
s.

' v‘. ¡suq,_

Frente de la Real Audiencia de Charcas, próxima a la plaza mayor (N° 5). Detalle del plano de la ciudad de la Plata. por el pintor
Ildefonso Luján, 1777.

la primera. Aunque ambos magistrados eran lla podía incurrir en responsabilidad por ha­
legos, en la formación del expediente se ad­ ber actuado contra derecho.
vierte la colaboración de conocedores de las Un importante sector de litigios estaba re­
formas procesales. Muchas veces denota la servado a jueces eclesiásticos. Eran los relati­
presencia de asesores letrados, que daban di­ vos a cuestiones matrimoniales, tales como es­
rección a la causa en sus correspondientes fa­ ponsales, disensos, nulidades, divorcio, ali­
ses y adquirían sobre todo preponderancia al mentos, dote, tenencia de hijos. En cambio, se
momento de dictar la sentencia definitiva. Ya consideraba de fuero mixto —competían al
antes del Virreinato, se observa cada vez con juez eclesiástico o civil que primero conociera
mayor frecuencia que en las principales ciuda­ en la causa- lo referente a adulterio, concubi­
des el alcalde consultaba al letrado por inicia­ nato e incesto. Otros delitos también estaban
tiva propia o a pedido de parte cuando era ne­ sujetos a este régimen de fuero mixto.
cesario adoptar resoluciones de trascendencia. La jurisdicción eclesiástica se extendía a los
Esta presencia letrada se fue imponiendo a tal pleitos referentes a la Iglesia o a sus bienes. Caía
punto que su opinión prácticamente obligaba bajo la misma lo relativo al cobro de diezmos.
310 al juez lego, ya que si éste se apartaba de aqué­ aunque se suscitaron controversias al respecto.
ORDENES NORMATIVOS Y PRÁCTICAS SOCIO-JURIDICAS. LA Iusncm

Los conflictos con la jurisdicción civil fueron 1613- con su correspondiente tribunal. Sin
frecuentes y hacia fines del siglo XVIII en algu­ embargo, no parece que su jurisdicción efecti­
nas materias quedó recortada la esfera eclesiás­ va se haya extendido hasta el actual territorio
tica. La tramitación de los juicios ante jueces y argentino. El nombramiento de un diputado
tribunales eclesiásticos, con sus reglas propias, de ese consulado en Buenos Aires fracasó en
siguió las formas sustanciales del proceso civil. 1752 y lo mismo ocurrió con la tentativa de
Junto a la ordinaria existían otras jurisdic­ designar un juez, por elección de los vecinos
ciones con sus tribunales especiales para cono­ comerciantes. Según parece, los juicios mer­
cer los pleitos civiles y criminales de determi­ cantiles siguieron a cargo de los alcaldes ordi­
nadas personas en razón de su estado y profe­ narios hasta la erección del consulado de Bue­
sión. Unas eran más amplias —como la eclesiás­ nos Aires en 1794. Fue entonces cuando se ini­
tica y militar- que comprendían tanto las ma­ ció este ramo particular de la administración
terias como las personas. Otras limitaban su de justicia. Si bien era lega, en la instancia su­
atribución a las controversias planteadas den­ perior aparecía un oidor de la audiencia que
tro del área de conocimiento específico —como integraba el tribunal y a veces se requería la in­
el mercantil, el protomedicato, el universita­ tervención de un asesor letrado al momento de
rio—. Como se decía entonces, parecía natural dictar la sentencia. Además, desde que comen­
que las controversias en cuestiones de determi­ zó a funcionar hubo denuncias por la factura
nada ciencia, arte u oficio fuesen resueltas por letrada que se observaba en los escritos, lo que
personas sabias y experimentadas en cada co­ delataba la mano oculta de abogados que ac­
nocimiento particular. La Corona estimuló tuaban detrás de los pleitistas. Con todo, se irn­
durante todo el período una tendencia hacia la ponía la práctica de un breve y sumario proce­
uniformidad de las jurisdicciones en tomo de dimiento, desprovisto de las formas más recar­
los tribunales reales. Pero esa tendencia encon­ gadas del juicio ordinario. Una tercera parte de
tró escollos, hubo frecuentes conflictos y hasta los litigios entablados era por cobro de pesos y
se produjeron retrocesos a través de nuevas la inmensa mayoría de los juicios no demanda­
concesiones y ampliaciones. La unificación só­ ron más de un año de tramitación. Las Orde­
lo se alcanzará en el siglo XIX. nanzas de Bilbao, adaptadas a las peculiarida­
Con cierta independencia de este molde le­ des rioplatenses, fueron las normas sustancia­
trado se tramitaban los pleitos de los comer­ les aplicadas por esta justicia.
ciantes sobre sus negocios. Era lema de esa jus­ El reclamo por justicia llegaba finalmente
ticia que fuera “a estilo llano, verdad sabida y hasta los estrados de la audiencia, el más alto
buena fe guardada”, sin intervención de letra­ tribunal en América, integrado por oidores le­
dos. Era un antiguo privilegio, que se fundaba trados. No era sólo órgano judicial. Represen­
en un orden normativo tradicionalmente se­ taba, junto con el virrey, a la persona del rey y
parado del derecho común. Esta forma de ad­ la tenencia del sello real constituía el símbolo
ministración de justicia estaba a cargo de los más elevado de su autoridad. La audiencia
mismos comerciantes, agrupados en los con­ actuaba en consecuencia como verdadero
sulados. Durante gran parte de la época hispa­ control y contrapeso de poderes, y era mo­
na funcionó en Lima un consulado —erigido en derador en los conflictos con la jurisdicción 311
LA MONARQUÍA Y LA ORGANIZACIÓN LOCAL

Las gobernaciones del Río de la Plata y del


BVEl/¡(IOBÍERMO f“ Tucumán no tuvieron dentro de su territorio

PPIC I audiencia propia. En realidad, el número de


E "Áïïïfiïïïxl zz5€k‘ ‘EL
estos tribunales en América alcanzaba a me­
diados del siglo XVII a once y, como es sabido,
estas regiones no ocupaban un lugar central
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' 5 l.‘ .| !I.III‘ num“

en el proceso colonizador de la época. La más


cercana fue erigida en Charcas en 1561, con
jurisdicción sobre dichas gobemaciones, pero
con la mira puesta en las minas de plata de Po­
tosí, recién descubiertas. No obstante la difi­
cultad de acudir a ella, cumplió esa audiencia
“s una función judicial muy significativa, pese a
la enorme distancia que la separaba de nues­
:4
FW ¡{Mi —
I""“‘\‘\\“
‘¡L i IMM lllllllwlofll/‘ll «(B72 tras ciudades.

(u. w-WfS-rr“
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typkwuÁqfvflfii-‘rfiïézüfisfic
fi WUJ“""¡°‘Ï", ¡ g¡.-Jfl—
Esa continuidad no se quebró con el fun­
cionamiento por casi nueve años (1663­
1672) de una audiencia en Buenos Aires. Es­
ta creación tuvo por principal objetivo perse­
Acuerdo de una Audiencia Real, según Guamán Poma de guir el contrabando, sin lograrlo. En realidad,
Ayala.
la región estaba aún poco desarrollada y su
actuación judicial ordinaria era escasa. A ello
eclesiástica. Sus amplias funciones de gobier­ se sumó que ni siquiera alcanzó a recibir de
no concedidas inicialmente fueron luego re­ Charcas los expedientes en trámite que se le
cortadas, pero aun así mantuvo una posición transfirieron.
de relevancia en el régimen indiano, lo que se La situación preeminente de Charcas con
ponía en evidencia a través del ceremonial que relación al actual territorio argentino sólo se
rodeaba su actuación. De más está decir que modificó cuando en 1785 se instaló otra au­
esta apreciación no siempre condecía con la diencia en Buenos Aires, que vino a completar
actuación del órgano en circunstancias con­ el proceso de puesta en valor de nuestras anti­
cretas ni con la conducta evidenciada por al­ guas gobernaciones. Esta vez, el tribunal esta­
gunos de sus miembros. bleció un estilo jurídico que dejó profundas
La administración de justicia tenía en la au­ huellas en nuestro orden judicial. Estaban ya
diencia no sólo a su más alta instancia en Amé­ dadas las condiciones materiales para que el
rica en juicios civiles, criminales y del fuero de nuevo tribunal pudiera tener su asiento defi­
hacienda, sino que en forma originaria conocía nitivo. Su jurisdicción se extendió a todo el Vi­
en otras causas. Ante la misma se entablaban rreinato, incluida la región de Cuyo, que hasta
los recursos contra resoluciones gubernativas. entonces dependía de jurisdicción chilena. Su
Y ejercía el control sobre la administración de continuidad se dio aun después de 1810 y en
312 justicia en toda su jurisdicción. vez de ser suprimido fue transformado en la
ORDENES NORMATIVOS Y PRÁCTICAS SOCIO-JURÍDICAS. LA JUSTICIA

cámara de apelaciones, como cabeza de la or­ Las mismas ideas expuestas se advierten en
ganización local. la propia actuación de la audiencia a través de
En contraste con lo que por entonces ocu­ las causas que resolvía y que le llegaban de dis­
rría en las antiguas audiencias, los nuevos oi­ tintos lugares del país. Ateniéndonos a algunos
dores designados por el rey para Buenos Aires muestreos documentales, se puede observar
provenían de la Península y algunos estaban una tendencia protectora hacia las personas
impregnados de las ideas jurídicas de la Ilus­ más necesitadas (pobres, viudas, etcétera), que
tración. Bien vale detenerse en una de sus influye en la revisión de los fallos de los jueces
preocupaciones: el arreglo de la justicia crimi­ inferiores. Del mismo modo, aparece como
nal en el interior del Virreinato. Al respecto, la más benigna su postura ante la pena de muer­
audiencia procuró introducir pautas letradas te. En el estudio de un centenar de expedientes
en contra de los criterios empíricos de los al­ sobre homicidio en Buenos Aires, se comprue­
caldes legos, estableciendo principios que de­ ba que si bien tendió a ratificar y aumentar las
bían observarse: adecuación de la pena al deli­ condenas impuestas por los alcaldes, en cuanto
to y uniformidad con relación a ilícitos seme­ a la pena capital no la impuso nunca cuando
jantes; aplicación de las reglas procesales, ase­ juzgó en forma directa y disminuyó a otras me­
gurando al reo garantías mínimas; obligación nores las cinco capitales dadas por el juez infe­
de dar aviso al tribunal cada vez que ocurrie­ rior. En tal sentido, Carlos Mayo advierte que la
sen delitos de cierta entidad, siendo preciso en audiencia mantuvo un delicado equilibrio en­
estas causas la asesoría letrada; consulta a la tre los diferentes sectores sociales.
audiencia antes de ejecutar sentencias que im­ La pompa y el ceremonial que rodeaba a la
pusieran pena corporal aflictiva o de vergüen­ audiencia y a sus miembros daban al cuerpo un
za. Pero sus impulsos reformistas llegaron a relieve social. Si bien las audiencias bonaerenses
chocar con una realidad más primitiva y así no alcanzaron a tener edificio propio, dispusie­
tuvo que retroceder en parte ante el clamor de ron de un ceremonial que daba indicios ciertos
los alcaldes, que se veían desautorizados por la de su poderosa autoridad. La sala del tribunal
facilidad con que los reos huían sin alcanzar a estaba cuidadosamente dispuesta. Una tarima
ser castigados mientras se tramitaban aquellos con dosel indicaba el lugar más elevado donde
recaudos, y les concedió la facultad de aplicar se sentaban el presidente y los oidores vestidos
hasta veinticinco azotes. En fin, combinando con una toga talar con golilla para oír a los liti­
antiguos criterios y nuevas ideas penales, se gantes, juzgar las causas y pronunciar las sen­
fue introduciendo lentamente un tipo de jus­ tencias. Este elevado rango también se manifes­
ticia penal más humanitaria. Hasta qué punto taba públicamente cuando concurrían en cuer­
fue suficiente un cuarto de siglo para imponer po a las ceremonias reales y religiosas. Eran sig­
esta práctica de modo permanente, es interro­ nos externos de la preeminencia de estos ma­
gante que no resulta posible esclarecer por gistrados, que representaban esencialmente esa
ahora. delicada tarea de “dar a cada uno lo suyo”.

313
LA MONARQUÍA Y LA ORGANIZACION LOCAL

ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA

El estudio del derecho vigente en América noción de Derecho”, Actas de las XXV Reunio­
durante el período español tiene una fuerte nes Filosóficas de la Universidad de Navarra. El
tradición historiográfica que iniciaron en las hombre: inmanencia y trascendencia, vol. I,
primeras décadas de este siglo el español Ra­ Pamplona, 1991, págs. 397-413.
fael Altamira y el argentino Ricardo Levene y Sobre características del derecho indiano,
continuaron sus discípulos y otros estudiosos modos de creación y aplicación, véase ALFON­
agrupados principalmente en el Instituto In­ so GARCÍA-GALLO, “Problemas metodológicos
ternacional de Historia del Derecho Indiano de la Historia del Derecho indiano" y “La ley
(1966), que ha organizado hasta hoy doce como fuente del Derecho en Indias en el siglo
congresos de la especialidad, con actas y estu­ XVI”, ambos recogidos en ídem, Estudios de
dios publicados. La producción específica ar­ Historia del Derecho Indiano, Madrid, 1972,
gentina también puede seguirse en la Revista págs. 63-119 y 169-285; RICARDO ZORRAQUIN
del Instituto de Historia del Derecho Ricardo BECÚ, “El sistema de fuentes en el Derecho in­
Levene (RIHDRL) y, a partir de 1973, en la Re­ diano”, Anuario Histórico-Jurídico Ecuatoriano
vista de Historia del Derecho (RHD) y otras (Quito), N° 6, 1980, págs. 3-51; VICTOR TAU
publicaciones del Instituto de Investigaciones ANZOATEGUI, Casuismo y Sistema. Indagación
de Historia del Derecho. Esta entidad ha reali­ histórica sobre el espiritu del Derecho indiano,
zado hasta hoy diecisiete jornadas bíenales en Buenos Aires, 1992; ídem, “La costumbre jurí­
el país. dica en la América española (siglos XVI­
El presente capítulo intenta recoger esa in­ XVIII)”, RHD, 1986, N° 14, págs.355-42S;
tensa labor intelectual y en algunos aspectos ídem, “La doctrina de los autores como fuente
refleja la elaboración personal del autor, ex­ del derecho castellano-indiano”, RHD, 1989,
puesta ampliamente en los trabajos que se N° 17, págs. 351-408. En VICTOR TAU ANzoA­
mencionan a continuación o también sinteti­ TEGUI, La ley en América Hispana. Del descu­
zada aquí y proveniente de investigaciones en brimiento a la emancipación, Buenos Aires,
curso. 1992, se recogen diversos estudios publicados
Para obtener una idea general sobre el de­ con anterioridad, entre los cuales cabe men­
recho común en su desarrollo exclusivamente cionar -por su relación con los temas aquí tra­
europeo durante este período, por su conci­ tados- los que se ocupan de los bandos de
sión, claridad y marco general, resulta reco­ buen gobiemo, de la Recopilación de 1680 y
mendable la obra de HELMUT COING, Derecho del recurso de suplicación contra las leyes. En
Privado Europeo, tomo I, Derecho común más análogo sentido, puede verse del mismo autor.
antiguo (1500-1800), Madrid, 1996. La prime­ ¿Qué fue el Derecho Indiano’, 2' ed., Buenos
ra edición alemana es de 1985. Sobre la noción Aires, 1982. Un balance de estos estudios se
de derecho y su evolución histórica, véase IoA­ plantea en VICTOR TAU ANzoATEGUi, Nuevos
QUÍN GARCIA HUIDOBRO y RENATO RABBl-BALDI horizontes en eI estudio histórico del Derecho
314 CABANILLAS, “Realismo y subjetivismo en la indiano, Buenos Aires, 1997.
ÜRDENES NORMATIVOS Y PRACTICAS SOCIO-JURÍDICAS. LA JUSTICIA

Sobre la aplicación judicial del derecho, dios Americanos, tomo XXXIII, Sevilla, 1976,
véase MARIA ROSA PUGLIESE, “Las fuentes del págs 189-215, y VÍCTOR TAU ANzOATEGUI, “La
Derecho a través de los expedientes judiciales costumbre jurídica“? cit., págs. 403-412. En
en el Virreinato del Río de la Plata”, XI Congre­ cuanto a los onas, se remite a RICARDO D. RA­
so del Instituto Internacional de Historia del BINOVICH, “Instituciones jurídicas de una na­
Derecho Indiana. Actas y Estudios, tomo l, ción fueguina: los selknam. A propósito de la
Buenos Aires, 1997, págs. 135-132. obra de Martín Gusinde”, RHD, 1985, N° 13,
Sobre letrados y su influencia, se remite a págs. 393-434.
JOSE ANTONIO MARAVALL, “Los hombres de sa­ Sobre la administración de justicia en
ber o letrados y la formación de su conciencia nuestro territorio, la obra de conjunto más
estamental", en ídem, Estudios de Historia del importante es la de RICARDO ZORRAQUIN BECÚ,
Pensamiento Español, la serie, 2° ed., Madrid, La organización judicial argentina en el período
1974, págs. 355-389; lAvlER MALAGÓN BARCE­ hispánica, Buenos Aires, 1952 (reeditada sin
LO, “Una colonización de gentes de leyes”, en modificaciones). En algunos puntos puede
ídem, Estudios de Historia y Derecho, México, completarse con estudios monográficos pos­
1966, págs. 81-100; DAISY RIPODAS ARDANAz, terioresz‘ IULIO CESAR GUILLAMONDEGUI, “La
“Popularidad de lo jurídico en los siglos colo­ justicia consular en Buenos Aires (1794­
niales. Un examen de la literatura de la Arqui­ 1810)”, Boletín de la Academia Nacional de la
diócesis de Charcas”, Revista de Historia de Historia, vol. XXXIII, 2a sec., 1963; ABELARDO
América, N° 101, México, 1986, págs. 37-64. LEVAGGI, “Los fueros especiales. Contribución
El digesto salteño de 1784 está publicado al estudio de la administración de justicia en el
en MIGUEL SOLA, Erección y abolición del cabil­ Río de la Plata”, RIHDRL, 1971, N° 22, págs.
do de Salta. Un digesto municipal de 1784, Bue­ 44-91; CARLOS M. STORNI, “La justicia en la
nos Aires, 1936. Sobre ordenanzas, se remite a campaña del Río de la Plata durante el perío­
la obra documental Ordenanzas Municipales do hispánico”, en ídem, Investigaciones sobre
Hispanoamericanas, recopilación, estudio pre­ Historia del Derecho Rural Argentino, Buenos
liminar y notas de FRANCISCO DOMINGUEZ Aires, 1997, págs. 61-97.
COMPANY, Madrid, 1982. Sobre la audiencia que funcionó en Bue­
Planteos generales acerca del ordenamien­ nos Aires en el siglo XVII hay dos trabajos só­
to indígena, con dispares consideraciones, lidamente asentados en fuentes documentales:
pueden verse en RICARDO ZORRAQUIN BECU, ABELARDO LEVAGGI, “La Primera Audiencia de
“Los derechos indígenas”, RHD, 1986, N° 14, Buenos Aires (1661-1672)”, RHD, N° 10,
págs. 427-451, y HORST PIETSCHMANN, “Consi­ (1982), págs. 9-120; TERESA BEATRIZ CAuzzi,
deraciones en torno al problema del estudio Historia de la Primera Audiencia de Buenos Ai­
del derecho indígena colonial”, IX Congreso del res (1661-1672), Rosario, 1984. Ambos se
Instituto Internacional de Historia del Derecho complementan. Del primero, cabe destacar la
Indiana. Actas y Estudios, tomo II, Madrid, utilización de los expedientes judiciales de di­
1991, págs 7-17. Sobre la costumbre indígena, cho tribunal, y del segundo, un uso más am­
CARLOS I. DÍAZ REMENTARIA, “La costumbre in­ plio de documentación existente en el Archivo
dígena en el Perú hispánico”, Anuario de Estu­ General de Indias (Sevilla). 315
LA MONARQUÍA Y LA ORGANIZACIÓN LOCAL

No hay buenos estudios de conjunto sobre MALLo y OsvALDo BARRENECHE han realizado
las audiencias de Charcas y la segunda de Bue­ varios estudios de historia social tomando co­
nos Aires. Mantienen vigencia las antiguas re­ mo principal fuente documental los expedien­
ferencias de ENRIQUE RUIZ GUIÑAZÚ, La magis­ tes de la audiencia. De dichos autores véase
tratura indiana, Buenos Aires, 1916, y las de “Plebe urbana y justicia colonial: las fuentes
ZORRAQUÍN BECÚ en La organización judicial, judiciales. Notas para su manejo metodológi­
cit. Para la última época es importante el estu­ co”, Estudios. Investigaciones, N° l, La Plata,
dio de EDUARDO MARTIRE, Los regentes de Bue­ 1989, págs. 47-53.
nos Aires. La reforma judicial indiana de 1776, La dimensión social del proceso judicial en ge­
Buenos Aires, 1980. Sobre los criterios estable­ neral es tratada por loss ANTONIO MARAVALL,
cidos para los alcaldes del Interior se ocupa Estado moderno y mentalidad social. Siglos XV
IosE M. MARJLUZ URQUIIO, “La Real Audiencia a XVII, II, Madrid, 1972, págs. 430-435 y 433­
de Buenos Aires y la administración de justicia 439. También en DAJSY RIPODAS ARDANAZ, “La
en lo criminal en el interior del Virreinato", administración de justicia en el último siglo
Primer Congreso de Historia de los Pueblos de la colonial. Una imagen a través de la literatura
Provincia de Buenos Aires, vol. II, La Plata, dieciochesca de América meridional", RHD,
1952, págs. 271-291. CARLOS A. MAYO, SILVIA N° 2o, 1992, págs. 377-396.

316
III. POLÍTICA EXTERIOR
Y DEFENSA
10. POLÍTICA DE ESPAÑA EN EUROPA.
CONFLICTOS CON PORTUGAL
E INGLATERRA

Pedro Santos Martínez

Los conflictos suscitados en los dominios tras España se debatía en las pérdidas conti­
españoles del Atlántico sudamericano en rela­ nuas que tenía en Europa, los lusitanos reanu­
ción con Inglaterra y Portugal durante el siglo daban la cuestión de límites con exigencias
XVIII y su repercusión en el área rioplatense, que no tenían fundamento, pero estaban dis­
se comprenden si se los inserta en el desenvol­ puestos a llevarlas adelante en función de los
vimiento de la política internacional europea. descalabros militares de España en el Viejo
Este siglo es el del “segundo reparto de Euro­ Continente. Esta divergencia arrancaba del
pa” -territorial e ideológico- después de la mismo tratado de Tordesillas y duró mucho
época de los descubrimientos y conquistas del tiempo sin que se conviniera una definición ni
siglo XVI. llegara a someterse al arbitraje pontificio. Las
tierras situadas al oriente de aquella demarca­
ción se habían adjudicado a Portugal, pero és­
Los AVANCES PORTUGUESES ta insistía en que la línea divisoria debía tra­
Y EL Río DE LA PLATA zarse más al oeste y, por consiguiente, recla­
maba las tierras septentrionales que bañaba el
Durante la dominación española sobre Río de la Plata.
Portugal (1580-1640), este país perdió casi to­
das sus colonias asiáticas y africanas. Restau­ VAQUERMS Y BANDEIRANTFS

rada su independencia en 1640, Portugal in­


sistió en las aspiraciones que siempre alentó Sin embargo, más urgente era el dominio
sobre la margen oriental del Río de la Plata. de la costa norte del Río de la Plata porque in­
Contribuyeron diversas circunstancias: la de­ cluía los territorios de la Banda Oriental, que
bilidad del último Austria (Carlos II), la deca­ aun no estaban colonizadas por España. Eran
dencia del reino español, la ambición de Ingla­ regiones con millones de cabezas de ganado,
terra, que para abrir una brecha en el mono­ que atraían las célebres vaquerías o matanza
polio comercial español prometió ayuda a de vacunos de los que se obtenían gran canti­
Portugal en sus pretensiones rioplatenses. dad de cueros. A ello se agregaban las activida­
El rey portugués Iuan IV de Braganza ini­ des de aventureros y piratas en la costa atlán­
ció las hostilidades en el Río de la Plata. Mien­ tica y del Plata. 319
POLÍTICA EXTERIOR Y DEFENSA

PENETRACIÓN DE LOS BANDERAINTES

Durante el tiempo en que Portugal con­ motivo la mayoría de las víctimas provenían
tinental estuvo bajo el dominio español, en de las misiones jesuíticas.
Brasil, los bandeirantes desarrollaron una Las mayores y más devastadores bandeiras
desbordante penetración desde San Pablo en fueron las mandadas por Preto y Antonio Ra­
busca de nuevas tierras y esclavos. Las ban­ poso Tavares. Este último se internó hacia el
deiras eran partidas dedicadas a capturar y oeste y el norte y penetró también en los Virrei­
esclavizar indios. El nombre proviene de la natos del Perú y Nueva Granada. Los testimo­
costumbre de levantar una bandera en señal nios de época reflejan el horror producido por
de guerra. Sus correrías generalmente se las crueldades que cometían los bandeirantcs.
concentraban en las ciudades y reducciones Destruyeron en pocos años todas las señales de
paraguayas del Guayrá e Itatín. Si al princi­ ocupación española. Los bandeirantes sirvie­
pio atrapaban indios salvajes, después apri­ ron eficazmente los objetivos del gobierno
sionaron a los indios cristianizados que ya portugués al ocasionar el masivo retroceso de
320 habían aprendido algunos oficios y por ese las posesiones paraguayas en la region. En
POLITICA DE ESPAÑA EN EUROPA. CONFLICTOS CON PORTUGAL E INGLATERRA

Vista de la Colonia del Sacramento, por José Cardero, integrante de la Expedición Malaspina.

1673, los portugueses habían comenzado la in­ nuel Lobo (1673), a quien se le ordenó fundar
vasión de la Banda Oriental. Al mismo tiempo, una población en la margen oriental del Plata
desembarcaron en el paraje llamado de Mon­ y levantar una fortaleza para afirmar la domi­
tevideo para grabar en el cerro el escudo de nación lusitana. En un paraje frente a la isla de
Portugal. Un famoso bandeirante saqueó y des­ San Gabriel ftmdó Nova Colonia do Sacramen­
truyó en Paraguay la Villarica del Espíritu San­ to (2lde enero de 1680). Al tener conocirnien­
to (1675), a pesar de haberse convenido la paz to de esa fundación, el gobernador Garro pro­
hacía casi ocho años. Para complicar esta situa­ testó, pero Lobo le respondió que estaba en tie­
ción, el monarca portugués obtuvo del papa rras de su monarca. Garro comunicó la nove­
Inocencio XI la creación del‘ obispado de Río dad al rey de España y al virrey del Perú.
de Janeiro, al que se le asignó una jurisdicción Como Lobo rechazó el desalojo que le ha­
hasta el Río de la Plata. bía intirnado Garro, éste organizó una expedi­
ción para expulsarlo, la cua.l contó con la cola­
boración de soldados de Buenos Aires, Santa
FUNDACION DE COLONIA DEL SACRAMENTO. Fe, Córdoba e indios de las misiones, se apo­
DEsALoIO Y DEVOLUCION deró de Colonia y en el combate los lusitanos
A LOS PORTUGUESES tuvieron muchos muertos. Los españoles to­
maron prisioneros a los sobrevivientes con sus
Mientras España estaba en guerra con la equipos, incluyendo a Lobo, quien salvado de
Francia de Luis XIV, el rey Pedro II de Portugal que los indios lo ultimaran, fue trasladado a
nombró gobernador de Río de Ianeiro a Ma­ Buenos Aires donde murió (7 de agosto de 321
POLÍTICA EXTERIOR Y DEFENSA

1680). Este episodio fue el punto de partida de


futuros conflictos armados que, con algunas
treguas, los dos reinos mantendrán durante
casi un siglo (1680- 1777). El problema ocurría
en tiempos en que España atravesaba un mal
momento diplomático, pues por la Paz de Ni­
mega (1678) debió ceder a Francia el Franco
Condado. Pero como debía participar de la
coalición europea contra Luis XIV y le era ne­
cesaria la neutralidad de Lisboa, se iniciaron
negociaciones diplomáticas en las cuales, co­
mo siempre, Portugal supo ganar los comba­
tes que perdía en las guerras. Todo concluyó
con el tratado del 7 de mayo de 1681, por el
cual Carlos II desautorizó a Garro, se compro­
metió a devolver Colonia a los portugueses y
reconstruir las fortificaciones destruidas.
Este acuerdo era provisional y salvaba los
derechos de España sobre las tierras usurpa­
das. Los portugueses prisioneros serían libera­ Felipe V. Oleo de lean Ranc (i722).

dos, regresarían y se les devolverían las armas.


Portugal no podría edificar fortalezas ni mo­ para acercarse al Perú y que también poblara
lestar a los indios de las misiones y castigaría Montevideo (o Maldonado), al tiempo que des­
las agresiones cometidas por sus súbditos en de Colonia se clausuró el río Uruguay para hos­
los territorios de España, comprometiéndose tilizar a los que habitaban en torno al Paraná.
a devolver indios, ganados y cuanto hubieren
arrebatado. A su vez, el soberano español obli­
garía al gobernador de Buenos Aires a castigar EL TESTAMENTO DE CARLOS II Y LA GUERRA

los excesos cometidos por sus soldados en DE SUCESIÓN ESPAÑOLA

aquella operación. El gobernador Garro fue


relevado de Buenos Aires y pasó a ejercer las Con los dos primeros monarcas de la dinas­
mismas funciones en Chile. tía austríaca, España se había convertido en la
Todo lo convenido fue letra muerta. Los potencia más poderosa de Europa. Pero en el si­
vencidos empezaron a construir fortalezas y las glo XVII, España sufrió la derrota militar, el
pequeñas embarcaciones portuguesas burlaban agotamiento económico y la decadencia espiri­
la poca vigilancia existente, introduciendo de tual. Ante el hostigamiento de la Coalición que
contrabando mercaderías europeas en Buenos le había cortado su expansión imperialista, Luis
Aires. Al ver tantas posibilidades en esta área, los XIV decidió pactar en vista a la posibilidad de
pobladores de Colonia y Río de Janeiro sugirie­ heredar la Corona hispánica. Por ese motivo fir­
322 ron a su rey que se introdujera en el Paraguay mó la Paz de Ryswick (1697) y gestionó dividir
POLITICA DE ESPAÑA EN EUROPA. CONFLICTOS CON PORTUGAL E INGLATERRA

los dominios españoles entre coronas europeas mo de Orange, rey de Inglaterra, propuso una
para evitar una guerra de sucesión, pero a costa coalición contra Francia a la cual se unieron
del fraccionamiento de España. Anticipándose a Holanda, el emperador Leopoldo y algunos
un esperado desenlace, el emperador Leopoldo príncipes alemanes que apoyaron los derechos
de Austria y el rey Luis XIV de Francia se repar­ del archiduque Carlos a la sucesión española.
tieron la envidiable herencia española. Es así co­ Esa fue la Gran Alianza (La Haya, 7 de septiem­
mo el francés firmó por su cuenta el Tratado de bre de 1701) que declaró la guerra a España y
Londres (1700), que reconocía al hijo de Leopol­ detentaba el dominio del mar.
do -el archiduque Carlos- como heredero de Así se inició la Guerra de Sucesión españo­
los derechos a la sucesión del trono español, con la, que tuvo graves repercusiones en América y
excepción de Nápoles, Sicilia y el Milanesado. otros dominios europeos ultramarinos (1701­
El reparto propuesto por Luis XIV evitaba l7l3). En un principio, Portugal combatió al
una nueva guerra, pero a costa del fracciona­ lado de los Borbones, pero a partir de 1703 es­
miento de España. En 1696, Carlos II había tes­ trechó filas en contra de ellos. Los resultados
tado a favor del príncipe elector de Baviera, pe­ militares fueron muy variables, pero en gene­
ro cuando éste murió, hizo nuevo testamento. ral favorecieron a los aliados.
Cuando el soberano español tuvo conocimien­
to de aquel reparto y ante la posibilidad de que
el reino con sus dominios quedara dividido, de­ Los TRATADOS DE ALFONSA Y DE METHUEN
jó de lado las rivalidades con Francia y decidió
testar a favor de Felipe de Anjou, nieto de su En tales circunstancias, a España le era im­
hermana María Teresa y de Luis XIV, porque prescindible la neutralidad de Portugal para
estimaba que solamente el rey francés podría evitar ser sorprendida por la espalda. En esos
evitar el desmembramiento de España (3 de precisos momentos llegaba la novedad de la
octubre de 1700). Pero impuso la condición de presencia portuguesa en la Banda Oriental y
que no quedaran unificadas las Coronas de Es­ de la fundación de Colonia, en cuyo hecho el
paña y Francia, Carlos II falleció un mes des­ gobierno de Carlos II vio la mano de Luis XIV.
pués (1° de noviembre de 1700). Luis XIV reco­ Y casi al mismo tiempo, se tuvo conocimiento
noció como rey de España a-su nieto, quien to­ de la brillante recuperación del territorio don­
mó el nombre de Felipe V. En España, al igual de se había emplazado Colonia y la tremenda
que en el resto de Europa, fue bien aceptado el derrota de los portugueses infligida por tropas
nuevo heredero, excepto en Austria. organizadas en Buenos Aires. Pedro II vio en­
Contraviniendo el testamento de Carlos II y tonces la ocasión de obtener el apoyo francés,
los pactos anteriores con otros soberanos, Luis cuyo gobierno lo estaba incitando a una gue­
XIV reconoció a Felipe V también como here­ rra de desquite contra España. Portugal se
dero de la Corona francesa y no se mantuvo aje­ aprestó, pues, a invadir España por Badajoz.
no a los asuntos de España. Ello provocó recelos Ante la posibilidad de que fracasara la coa­
y prevenciones en Europa porque la reunión de lición contra Luís XIV, Felipe V procuró
Francia y España bajo una sola corona implica­ atraerse a Portugal para conseguir su alianza
ba un notable poderío. Por ese motivo, Guiller­ o, al menos, la neutralidad. Pero su monarca 323
POLÍTICA EXTERIOR Y DEFENSA

puso un precio muy caro: contra lo estable­ minar la entrada y el centro del mar Mediterrá­
cido en el tratado provisorio de 1681, ahora neo. Por su parte, Carlos de Austria tomó Ma­
España tuvo que cederle Colonia en propiedad drid (1706). Acosado, Luis XIV solicitó la paz,
y definitivamente, renunciar a todos sus dere­ pero las duras condiciones que se le propusieron
chos sobre esas tierras rioplatenses y así quedó le obligaron a continuar la guerra. En el tercer
estipulado en el Tratado de Alfonza (7 de ma­ período de la contienda se advierte la superiori­
yo de 1701). En este convenio también se acor­ dad de los ejércitos borbónicos que reconquis­
dó que una comisión especial haría la demar­ tan Madrid, someten Aragón y Cataluña. En
cación basándose en Tordesillas y si no se lle­ esos momentos, muere el emperador austríaco
gaba a un acuerdo completo, el litigio se some­ Iosé I y la corona de Austria es asumida por el
tería al veredicto papal, pero la Comisión mix­ hermano de Carlos, quien era precisamente uno
ta no llegó a una solución. Al igual que el tra­ de los pretendientes al trono español.
tado anterior de 1681, este nuevo fue recibido
con gran indignación en el Río de la Plata.
Las relaciones con España volvieron a mo­ RECUPERACION ESPAÑOLA DE COLONIA.

dificarse. Portugal se unió a Inglaterra y Holan­ Los TRATADOS DE UTRECHT-RASTADT


da contra España y pasó a apoyar las pretensio­
nes del archiduque Carlos, quizá pensando que Como ya se ha expuesto, para conseguir la
obtendría mayores beneficios. Se le prometie­ alianza o neutralidad lusitana Felipe V recono­
ron los territorios de Galicia y Extremadura y ció a Portugal la soberanía sobre Colonia (Tra­
“las tierras situadas en la margen septentrional tado de Alfonza, 1701). Pero la situación carn­
del Río de la Plata". Pero, a su vez, pagó cara es­ bió totalmente cuando Pedro II se apartó de los
ta nueva posición intemacional: apenas iniciada Borbones y apoyó al archiduque Carlos como
la guerra debió suscribir el Tratado de Methuen sucesor en España para apoderarse del Rio de la
(1703), que la convirtió en dependencia indus­ Plata. Colonia constituía una fuerte amenaza
trial o factoría de Inglaterra. Segím este acuerdo, contra Buenos Aires por ser un activo foco de
Inglaterra debía admitir “por siempre jamás los contrabando, y los portugueses la habían forti­
vinos de Portugal”, pero ésta se obligaba a “ad­ ficado con un ejército numeroso y algunas edi­
mitir por siempre jamás los paños y demás ma­ flcaciones. Por estos motivos, el monarca espa­
nufacturas de lana de la Gran Bretaña”. De esta ñol ordenó a Valdés Inclán, gobernador del Río
manera, la expansión territorial de Lisboa en el de la Plata, atacar Colonia. Al cabo de cinco
Plata se encontraba respaldada por la penetra­ meses de sitio, los portugueses la abandonaron
ción económica inglesa que se aseguraba por y fue ocupada por las tropas españolas (marzo
aquel tratado, pues a través de Colonia del Sa­ de 1705). Este triunfo le mereció a Buenos Ai­
cramento se intemaban sus productos para sur­ res el título de “muy noble y muy leal".
tir los mercados interiores. Extenuados todos los combatientes, se
El temor de Inglaterra de verse excluida del avienen a negociar la paz. Pero como las" po­
Mediterráneo determinó que su superioridad tencias europeas coaligadas querían ver doble­
naval le permitiera apoderarse de Gibraltar gadas a España y Francia, hicieron pesar sus
324 (1704) y Menorca (1709). Es decir, pudieron do­ propios intereses para dejarlos establecidos en
POLmcA DE ESPAÑA EN EUROPA. CONFLICTOS CON PORTUGAL E INGLATERRA

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Colonia del Sacramento. Biblioteca Nacional. Madrid.

los Tratados de Utrecht(l l de abril de 1713) y de compensación de los acuerdos de paz, Portugal
Rastadt (6 de marzo de 1714), cuyas estipulacio­ solicitó la entrega de Colonia.
nes influirán en la política internacional duran­ Inglaterra en Gibraltar y Portugal en Colo­
te todo el resto del siglo XVIII. España resultó la nia eran los dos cabos de cordel con que Ingla­
más sacrificada, pues la Guerra de Sucesión que terra estrangulaba las marinas de España y de
terminaba fue el saqueo del fabuloso botín de Francia y aseguraba su tráfico comercial. Espa­
sus posesiones. Sus dominios en Europa (Bélgi­ ña pasó a ser una potencia de segundo orden y
ca, Luxemburgo, Milán, Cerdeña y Nápoles) pa­ perdió la unidad del Mediterráneo que había
saron a manos de Austria. Al duque de Saboya forjado desde finales del siglo XV. Quedó redu­
se lo reconoció como rey de Sicilia. Quedaron cida a la Península y aunque apartada de las
en poder de los ingleses los vitales enclaves de grandes cuestiones centroeuropeas, continuaba
Menorca y Gibraltar, que le permitían el domi­ dueña de las Indias. Francia, además de colocar
nio del Mediterráneo. A ello se les agregaban las a un Borbón en el trono español, conservaba la
posesiones francesas: isla de San Cristóbal en las línea del Rin y sus fronteras continentales. En
Antillas y territorios de la Bahía de Hudson, Utrecht triunfa la idea inglesa del equilibrio
Acadia y Terranova. Además, Inglaterra logró con la triple finalidad de abatir a Francia (me­
imponer la incompatibilidad de las Coronas es­ diante barreras y zonas de influencia), acelerar
pañola y francesa en una misma persona. Como la decadencia política de España (al aceptar el
POLÍTICA EXTERIOR Y DEFENSA

reparto del imperio español) y evitar la unión en Buenos Aires. Pudo fortalecerse porque In­
franco-española. Es decir, asegurarse de que no glaterra se afianzó comercialmente en la otra
hubieran potencias predominantes y ella ser ár­ orilla del Río de la Plata cuando Portugal
bitro en todos los conflictos. En definitiva, los abandonó la amistad con España y se unió a la
tratados convenidos consagraron a Inglaterra alianza europea contra Luis XIV y Felipe V.
como gran potencia y aunque ponían fin a la Aprovechando esta concesión, los buques
guerra de sucesión española, las diferencias re­ negreros practicaron ampliamente el contra­
cién fueron arregladas definitivamente en 1725 bando, introdujeron en Buenos Aires merca­
por el Tratado de Viena. derías y diversos productos de fabricación ex­
tranjera con el pretexto de renovar el “ajuar”
de los esclavos, quienes en realidad no recibían
EL ASIENTO DE NEGROS Y EL NAVÍO ninguna prenda. Las amplitud alcanzada por
DE PERMISO esta concesión se afianzó en la otra orilla del
Río de la Plata porque los portugueses recla­
Por otra parte, quedaron consagrados dos maron participación en los beneficios por su
privilegios comerciales en América a favor de adhesión a la alianza contra los Borbones. Con
Inglaterra. Ellos fueron el Asiento de Negros y motivo del tratado de Methuen, los ingleses
el Navío de Permiso. Ese comercio de negros respaldaron a Portugal en sus reclamaciones
pactado fue el de mayor envergadura en el Río sobre la Colonia del Sacramento.
de la Plata, pues el asiento permitía la intro­ El Navío de Permiso consistía en el envío de
ducción de 144.000 negros, de ambos sexos y un buque de 500 toneladas de mercaderías de la
de todas las edades durante el plazo de treinta Compañía inglesa para vender en puertos espa­
años, a razón de 4.800 anuales. De esta canti­ ñoles de América del Sur, tanto del Atlántico
dad, 1.200 se destinarían a Buenos Aires en como del Pacífico. Esta concesión implicó tarn­
donde se venderían 800 de ellos y el resto en el bién el acrecentamiento del comercio ilegal.
interior y Chile (26 de marzo). Para depósito y
mantenimiento de aquellos esclavos se le con­
cedía a la Compañía un terreno en Buenos Ai­ OTRA VEZ COLONIA Y NUEVOS AVANCES

res destinado a “refrescar y guardar con segu­ PORTUGUESES

ridad” las “piezas”, al igual que para el personal


y navíos de la Compañía (27 de marzo). El 6 de febrero de 1715, el Rey Católico rei­
El asiento se instaló definitivamente en teró su compromiso de devolver Colonia a Por­
Buenos Aires en el lugar que durante el siglo tugal junto a la renuncia de él y de sus sucesores
XVIII se llamó Retiro de los ingleses, donde es­ a los derechos sobre aquélla. Lo único que pu­
tablecieron el depósito de los esclavos, su mer­ do hacer Felipe V fue limitar la posesión a un
cado e instalaciones. Este beneficio fue usu­ círculo determinado por “un tiro de cañón"
fructuado por la compañía inglesa del mar del disparado desde la fortaleza. En compensación.
Sur (en pago de una importante deuda que la Portugal entregó a España algunas plazas que
Corona británica tenía con ella). En verdad, había conquistado en la Península. Cuando
326 constituyó un poderoso foco de contrabando España debió unirse a la Cuádruple Alianza que
POLITICA DE ESPAÑA EN EUROPA. CONFLICTOS CON PORTUGAL E INGLATERRA

la había derrotado, se ordenó a los virreyes del contrajo segundas nupcias con la italiana Isa­
Perú, Nueva Granada y México que devolvie­ bel Farnesio (24 de diciembre de 1714), dota­
ran a los ingleses todo cuanto se les había toma­ da de cualidades especiales y también de una
do con motivo de la guerra que acababa de gran ambición, quien se dio cuenta que sus
concluir. Se terminaba, pues, el problema con posibles hijos estarían en condición inferior a
Inglaterra. Pero en cambio, se incrementaron la de los del primer matrimonio de su marido,
los avances portugueses, particularmente desde pues no tendrían acceso directo al trono de
1715 con la creación del gobierno de San Pablo, España. Ello la llevó a pensar en la recupera­
desde donde prepararon el plan de una inva­ ción de las posesiones que los españoles ha­
sión progresiva en dirección a Río Grande con bían perdido en Italia. Con el acuerdo de su
el propósito de ocupar territorios por el norte y marido y la colaboración del ministro Albero­
en la orilla septentrional del Plata. Para abrirse ni (italiano), logró organizar una escuadra
camino en procura de esos objetivos fomenta­ que se apoderó de Cerdeña y cuando ya esta­
ron correrías y arrearon numeroso ganado. ba por tomar Sicilia, Inglaterra formó la Cuá­
Después se firmó otro tratado en Utrecht druple Alianza contra Felipe V. Durante esta
(1717) en el cual se estipulaba que definitiva­ guerra (1717-1721) fueron destruidas las na­
mente Colonia del Sacramento quedaba en po­ ves hispánicas en Siracusa. Después los ingle­
der de Portugal, pero en el lapso de un año y ses atacaron sitios de la costa española, los
medio España le ofrecería una compensación franceses entraron por los Pirineos y España
para recuperar aquel bastión y Portugal estima­ tuvo que unirse a la alianza que la había derro­
ría si la oferta era conveniente. El plazo venció tado y desterrar a Alberoni (1720).
sin que Portugal aceptara las ofertas españolas. Estos acontecimientos europeos repercu­
El dominio de la Colonia brindaba a Portugal tieron en el Río de la Plata. Quedó paralizado
no sólo la posibilidad de amenazar la ciudad de el comercio de negros y el contrabando inglés,
Buenos Aires, sino también la de ejercer y esti­ mientras los portugueses pretendieron nuevas
mular el comercio de contrabando en el río, que fundaciones en la costa rioplatense y los corsa­
se había intensificado con motivo de las conce­ rios franceses desembarcaron en la Banda
siones otorgadas en ese momento por España a Oriental atraídos por la corambre. El “asiento
Inglaterra. A ello se agregaba la antigua preten­ de negros” fue confiscado en todos sus bienes,
sión lusitana de apoderarse de toda la margen y el rey ordenó a las autoridades de Buenos Ai­
norte del Río de la Plata, cuyo comienzo podía res que se fortificara Montevideo para evitar
ser precisamente la ocupación de la Colonia. que cayera en manos inglesas. El gobernador
Bruno Mauricio de Zabala cumplió eficaz­
mente esas instrucciones y obtuvo un rotundo
ESPAÑA Y LA POLÍTICA INTERNACIONAL triunfo sobre el pirata francés Moreau, insta­
EUROPEA lado en la otra orilla del río y que perdió su vi­
da en el combate.
En ese tiempo, murió la esposa de Felipe V, Al morir Luis XIV (1715), se sucedieron
María Luisa de Saboya, con quien había teni­ varias regencias en Francia. Esta circunstancia
do dos hijos: Luis y Fernando. Antes del año, suscitó la codicia de Felipe V porque se abría 327
POLÍTICA EXTERIOR Y DEFENSA

la posibilidad de ocupar el trono francés y que bo y distinguido militar, para que adoptara
su hijo mayor detentara el de España. Por ese medidas tendientes a resolver aquellas falen­
motivo abdicó la corona a favor de su hijo cias (1717). Apenas asumió sus funciones e in­
Luis, quien asumió como Luis I (1724), pero teriorizado de la situación, el nuevo funciona­
falleció casi inmediatamente. Felipe V ocupó rio propuso dos alternativas de solución: ale­
nuevamente el trono español. Reapareció Isa­ jar a los portugueses de la Colonia del Sacra­
bel de Farnesio, quien olvidándose de los mento o permitir la libertad de comercio en­
compromisos matrimoniales de los herederos tre España y Buenos Aires. Esta segtmda op­
españoles y franceses y del tratado de Utrecht, ción fue desechada porque encontró la fuerte
intentó aliarse con Austria otra vez (1725). Pe­ oposición del comercio monopolista de Cá­
ro Inglaterra, Francia, Prusia y Holanda for­ diz. Al convenirse la paz anglo-española de
maron una alianza contra España y Austria. 1720, los portugueses ejecutaron el plan que
Inglaterra, que se mantenía celosa en el España temía que realizarían los ingleses: de­
dominio del mar, envió sendas flotas a las cos­ sembarcaron en la bahía de Montevideo con el
tas de América y del Asia y sus barcos pasaron objeto de establecer allí una población. Efecti­
por los puertos españoles (1727). Felipe V or­ vamente, el gobernador de Buenos Aires reci­
denó recuperar Gibraltar, pero la operación bió la alarmante información que un contin­
fracasó. Los sucesos europeos afectaron a Bue­ gente portugués había establecido un baluarte
nos Aires, cuyo gobernador recibió una real cerca del Cerro de Montevideo (1723), invo­
cédula en la que se le ordenaba suprimir el cando que lo establecían en tierras que perte­
“asiento de negros” y embargar las embarca­ necían a su rey.
ciones inglesas que hubiere o entraren. En tal circunstancia Zabala pasó con más
de 300 soldados a la otra orilla y enrostró al
gobernador de Colonia “la violación de los
FUNDACIÓN DE MONTEVIDEO tratados y la [...] impensada irregular resolu­
ción de apropiarse de tierras ajenas”. El go­
La soberanía de Portugal estaba bien deli­ bernador portugués Vasconcelos le contestó
mitada en el tratado de Utrecht. Pero la cam­ que su rey le había ordenado establecerse en
paña oriental estirnulaba sobrepasar esa deli­ estas tierras. Con la promesa de enviar fami­
mitación, pues poseía numeroso ganado vacu­ lias y soldados para mantener el sitio ocupa­
no y caballar que los portugueses arriaban en do, el monarca español aprobó lo actuado
sus continuas correrías, que les proporciona­ por Zabala, quien organizó un ejército inte­
ban productos ganaderos que comerciaban en grado por españoles, criollos e indígenas y se
las costas brasileñas. Esta situación alarmó a embarcó hacia la bahía de Montevideo. Los
las autoridades españolas porque, además, las intrusos huyeron abandonando el lugar
costas de la gobernación de Buenos Aires no (1724). Zabala ocupó y fortiflcó el sitio, de­
tenían buena organización defensiva ni tropas jando un contingente para evitar nuevos in­
suficientes. tentos portugueses.
El rey designó gobernador de Buenos Ai­ Dos años después Zabala resolvió fundar
328 res al general Bruno Mauricio de Zabala, pro­ allí una ciudad, que pobló con algtmas fami­
POLITICA DE ESPAÑA EN EUROPA. CONFLKITOS CON PORTUGAL E INGLATERRA

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Montevideo desde la Aguada, dibujo a pluma de Fernando Brambilla. miembro de la expedición Malaspina.

lias de Buenos Aires a las que se agregaron CONTINÚA LA PENETRACIÓN PORTUGUESA.


otras de las islas Canarias. La nueva ciudad fue PRIMER PACTO DE FAMILIA
bautizada con el nombre de San Felipe de
Montevideo, estableciéndose como fecha de su Persistía la intervención activa de Isabel de
fundación el 24 de diciembre de 1726. La fun­ Farnesio en los asuntos del reino. Ella eligió
dación y emplazamiento de Montevideo tuvo para esposa de su hijastro Fernando a la prin­
diversas consecuencias: a) significó una valla cesa Bárbara de Braganza, hija de Iuan V de
contra los avances lusítanos en la Banda Portugal, con quien casó en 1729. Aunque es­
Oriental; b) permitió ejercer" una mayor vigi­ ta princesa carecía de belleza, estaba dotada de
lancia y control del contrabando; c) constitu­ destacadas prendas morales que le permitie­
yó una avanzada para la defensa del Río de la ron a Fernando llevar un matrimonio feliz.
Plata; d) fortaleció la presencia española en la Por ese tiempo se habían descubierto las mi­
Banda Oriental, donde pudieron hacerse nue­ nas de oro en el Brasil. Como éste era oscuro y
vas fundaciones, como Maldonado, con las prieto, la región fue llamada Ouro Preto, pero
cuales quedó asegurado el dominio hispánico cuando se comprobó que allí abundaban esas
y dio nuevo sesgo a las relaciones hispano­ y otras minas cambió su nombre por el de Mi­
portuguesas en el área. En 1751 se le recono­ nas Gerais. Este boom minero brasileño, oca­
ció a Montevideo jurisdicción política y mili­ sionó una migración masiva hacia esos luga­
tar, y se nombró el primer gobernador, que fue res, que por la demarcación de Tordesillas
el coronel Joaquín Viana. eran territorios españoles. Una vez colmadas 329
POLÍTICA EXTERIOR Y DEFENSA

las posibilidades de Minas Gerais, los brasile­ ración fue un rotundo fracaso. Las hostilidades
ños se dirigieron tierra adentro, sobre Goias y cesaron por el tratado del 15 de marzo de 1737,
Mato Grosso hasta encontrar nuevos minera­ que firmaron España y Portugal en París con la
les y alcanzar el alto Paraguay, cuyas riquezas intervención de Inglaterra. Por él, ambas Coro­
también pertenecían a dominios no explora­ nas se obligaban a no innovar hasta que nuevas
dos de la Corona española. Esto culmina con cartas establecieran sus definitivas jurisdiccio­
el descubrimiento de diamantes en el Serro nes en el territorio americano. Pero los lusita­
Frio en 1729, que origina otro aluvión pobla­ nos invadieron y poblaron Río Grande, levan­
dor lusitano hacia el interior. taron fuertes en varios sitios, se apropiaron del
Isabel de Farnesio seguía preocupada por ganado vacuno y caballar de sus alrededores,
la política italiana y así influía en Felipe V. mientras se intensificaba el contrabando anglo­
Cuando en 1731 murió el duque de Parma y portugués.
Plasencia, Isabel hizo ocupar esos territorios
por tropas españolas dirigidas por su hijo Car­ GUERRA CONTRA INGLATERRA

los, quien también tomó Toscana. Iniciada la


guerra de sucesión de Polonia (1733-1735), Los abusos cometidos por los ingleses en el
Felipe e Isabel comprometieron a España en comercio de América detenninó que Felipe V
esa guerra uniéndose a los intereses de Francia irnpartiera órdenes para reprimirlos. Fue deter­
y Saboya contra Austria. A tal efecto firmaron minante el episodio protagonizado por el con­
el primer Pacto de Familia (1733), que la obli­ trabandista Jenkins, quien admitido en el Parla­
gó a trasladar sus tropas hasta Nápoles, donde mento inglés, relató cómo había sido apresado y
el príncipe Carlos se coronó como rey de Ná­ sometido a tormento por autoridades españolas
poles y Sicilia en 1735, y fue reconocido inme­ que hasta le cortaron una oreja, la cual exhibió
diatamente por la paz de Viena de ese año. Fue envuelta en algodón y eso excitó la cólera ingle­
un triunfo para los Borbones españoles. sa. Inglaterra declaró la guerra a España (1739),
A pesar de la fundación de Montevideo y (a esta guerra se la llamó “de la oreja de len­
de las previsiones militares tomadas por los kins"), pero no obtuvo las ventajas que espera­
españoles, no pudieron impedir la penetra­ ba, porque aunque Vernon tomó Portobelo, fue
ción portuguesa en la Banda Oriental, que derrotado en Cartagena de Indias y tampoco al­
partía desde la Colonia del Sacramento y San canzó éxito en el ataque a las costas cubanas.
Pablo. Esos nuevos avances se hicieron por el Como contrapartida, el almirante Anson hosti­
norte, centro y Mato Grosso. En 1733 se ha­ lizó con éxito las costas de Chile y Perú.
bían introducido muy adentro del Amazonas; Se acordó el fin de la guerra mediante el
al año siguiente penetraron en Río Grande, sin Tratado de paz, unión, amistad y defensa mu­
la menor reacción española, que sólo estaba tua entre las Coronas de Gran Bretaña, Francia
preocupada por Colonia y Montevideo. y España o Tratado de Sevilla (9 de noviembre
Con motivo del altercado con unos criados de 1739). España terminaba su amistad con
del ministro portugués en Madrid, se ordenó al Austria, pero Isabel de Farnesio persistía en el
gobernador de Buenos Aires que irnpusiera si­ propósito de colocar a sus hijos en los ducados
330 tio a Colonia para recuperarla (1735). La ope­ de Italia, que se hizo a costa de franquicias
POLITICA DE ESPAÑA EN EUROPA. CONFLICTOS CON PORTUGAL E INGLATERRA

otorgadas por España a Francia e Inglaterra


para comerciar en América. Se convenía el
traslado de 6.000 hombres de tropas españolas
para sostener a los ducados de Parma, Plasen­
cia y Toscana, que asegurarían la inmediata
sucesión en beneficio del infante Carlos y pa­
ra contener todo intento que pudiera ocurrir
en sentido contrario. En relación con el co­
mercio inglés en América, se estipulaba el res­
tablecimiento de todos los tratados y conven­
ciones anteriores desde 1667 hasta 1725, espe­
cialmente el “asiento de negros”.
La guerra declarada por Inglaterra contra
España empalma con la de sucesión de Austria
(1741-1748), en la que participaron todas las
potencias de Europa. Durante su desarrollo, Es­
paña y Francia firmaron el Segundo Pacto de Fa­
milia (28 de octubre de 1743), que unidas a Pru­
sia combatieron a Inglaterra, Sajonia, Polonia y
Holanda. La participación de España obedecía Retrato al óleo. anónimo, de la reina Bárbara de Braganza.
Museo Histórico Nacional. Buenos Aires.
al propósito de Felipe e Isabel de conseguir nue­
vos territorios para el infante Felipe, lo que lo­
graron mediante el Tratado de Aquisgrán (1748) padre Felipe V. Ambos habían convenido con­
por el cual se le otorgaron al infante los ducados servar la paz, que no demandó mucho empe­
de Parma y Plasencia. Pero nada se obtuvo para ño en Europa, pero acarreó grandes perjuicios
España. No había tenninado aún esta guerra en el Plata. Con los portugueses persistían las
cuando falleció Felipe V, y lo sucedió su hijo que diferencias por los límites en las regiones su­
reinó con el nombre de Fernando VI. damericanas a pesar de las ventajas obtenidas
por aquéllos. Doña Bárbara se propuso influir
en el ánimo de paz entre su esposo y su padre
TRATADO DE PERMUTA. CESIÓN (aunque parece que éste actuó por insinuacio­
DE LAS MISIONES nes de Inglaterra). Para obtener un arreglo en
las diferencias de límites propuso un tratado
A Fernando le atribuyen que decía: “Con que asegurara la paz definitiva.
todo el mundo guerra y paz con Inglaterra”. Así surgió el Tratado de Permuta o Trata­
Pero en verdad tampoco deseaba conflicto con do de Madrid (13 de enero de 1750). En él,
su suegro y esta actitud fue bien aprovechada después de hacerse algunas disquisiciones so­
por Portugal. Doña Bárbara de Braganza ejer­ bre las dificultades que siempre hubo para
ció tanta influencia sobre Fernando como la demarcar la línea de Tordesillas y de acuerdo
que había tenido Isabel de Farnesio sobre su con los tratados firmados anteriormente,
POLÍTICA EXTERIOR Y DEFENSA

convienen quedar cada parte con lo que ac­ mente en las regiones españolas a favor de
tualmente posee en la región rioplatense, Portugal. De esta manera, este reino conquis­
pues lo alegado por ambas Coronas no podía tó tantos territorios como si lo hubiera hecho
ser probado debido a las dificultades inacce­ con cien ejércitos y después de una larga cam­
sibles existentes. Quedó, pues, afirmado el paña. Sea como fuere, tras Portugal estaba In­
principio del uti possidetis, que tanta vigencia glaterra y por ello el tratado de 1750 fue fun­
tendría después en los pleitos limítrofes de damentalmente un éxito británico y en él se
los países hispanoamericanos. ratificó y perfeccionó todo lo convenido e irn­
Como prenda de este consenso, Portugal puesto por los ingleses en Utrecht y Rastadt.
entregaba a España la Colonia del Sacramen­ Entre las protestas o desacuerdos con las
to, pero a su vez España le cedía el territorio de conclusiones de las comisiones y en defensa de
Río Grande y Santa Catalina, siete pueblos de los derechos españoles, pueden citarse la que
indios pertenecientes a las misiones de los je­ hizo presente el hermano paterno del rey y su­
suitas, que por encontrarse hacia el este del al­ cesor, el futuro Carlos III; la que elevó el go­
to Uruguay se les conocía como Misiones bernador del Río de la Plata, don José de An­
Orientales. A cambio de Colonia, que tenía donaegui, y la que presentaron las siete Misio­
una población de 2.600 almas, España entre­ nes Orientales que se entregaban a Portugal.
gaba siete pueblos florecientes con más de Se le ordenó al gobernador del Río de la Plata
5.000 habitantes cada uno, más una extensión que entregara las regiones convenidas. En de­
que hoy constituyen tres estados en el Brasil, finitiva, este tratado fue muy perjudicial para
desde Santa Catarina y Rio Grande do Sul has­ el Río de la Plata y sus pobladores. Según ma­
ta el norte de la actual República del Uruguay. nifestó después el marqués de Grimaldi, mi­
España concedía a Portugal extensos y fértiles nistro de Carlos III, las reivindicaciones de
territorios que a ella le pertenecían sin discu­ Portugal se ajustaron de acuerdo con aquel
sión, los cuales habían sido ocupados ilegíti­ mapa arbitrario presentado por el ministro
mamente por Portugal o que ésta no pensaba lusitano de Guzmáo. Al regresar a Madrid, el
ocupar, y de un solo golpe triplicó sus posesio­ gobernador Andonaegui señaló como gestores
nes en América hacia occidente, sin tener en del Tratado de Permuta a los portugueses y a
cuenta la demarcación de Tordesillas. Este los comerciantes de Lima, pues ambos querían
acuerdo ampliaba su contenido al fijar las po­ quebrantar a Buenos Aires por las pérdidas
sesiones portuguesas hacia occidente siguien­ que les ocasionaba el contrabando que se efec­
do el curso del río Amazonas hasta el Ecuador, tuaba desde Colonia del Sacramento.
los ríos Madera, Guapore y Paraguay.
En la negociación de este tratado, tuvo efi­
caz desempeño la gran habilidad diplomática EVACUACIÓN DE LAS MISIONESZ

del representante portugués Alejandro de EL DESPOIO DE LOS INDIOS


Guzmáo, quien mandó elaborar un mapa que
utilizaron los comisionados y en donde su La cesión de los pueblos de misiones consti­
mano trazó caprichosamente las líneas del uti tuia una flagrante injusticia. Siempre España
332 possidetis, haciéndolas penetrar profunda­ había asegurado que protegería a los indios co­
POLITICA DE ESPAÑA EN EUROPA. CONFLICTOS CON PORTUGAL E INGLATERRA

FRONTERAS DE POBLAMIEN IO
Según Ernesto I. A. Maeder y Ramón Gutiérrez, Atlas Histórico del Nordeste Argentino.
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PoLmcA EXTERIOR Y DEFENSA

mo lo estipulaban las Leyes de Indias, pero aho­ garlos, a pesar de que en el Tratado de Permu­
ra los abandonaba. Propiedad del terreno, casas, ta se acordaba trasladarlos a la otra margen del
iglesias, muebles y semovientes, instrumentos río Uruguay a costa del Estado y se les eximía
de trabajo, animales, la belleza de sus edificios, del pago de tributos por el lapso de diez años.
el esplendor de sus industrias y la feracidad de Esta reacción indígena de las misiones se co­
los terrenos..., de todo se despojaba a los indíge­ noce como guerra guaranítica. Los indios de­
nas. De ahí que la noticia del Tratado produjo fendieron sus tierras y pueblos con notable te­
enorme malestar y desafecto. nacidad y valentía en una lucha que, iniciada
Los jesuitas enviaron una fLmdada exposi­ en 1753, concluyó en 1756. Como los indíge­
ción donde referían los procedimientos incalifi­ nas se negaban a abandonar sus casas y tierras,
cables utilizados por los portugueses para reali­ los funcionarios españoles comenzaron a cir­
zar su penetración. Hacían constar sus corre­ cular la versión de que los jesuitas inspiraban
rías, por las cuales cautivaron más de 300.000 la resistencia de los indios.
indios en veinticinco años; habían destruido La situación había llegado a tal extremo
Ciudad Real, Villarrica y Jerez en Paraguay; las que españoles y portugueses se reunieron pa­
poblaciones furtivas de Colonia y Montevideo; ra convenir un plan común de invasión a las
las ambiciones sobre la isla de Santa Catalina, misiones. Tras las primera campaña, estas tro­
etc. En contraposición, hacían presente los ser­ pas debieron convenir un armisticío con los
vicios brindados por los indios de las reduccio­ indígenas porque no podían derrotarlos (18
nes: rechazo de los mamelucos, reconquista de de noviembre de 1754). Para justificar el fra­
pueblos y plazas fuertes. Destacaban que los caso de ambos ejércitos, resurgió la acusación
pueblos incluidos en el tratado comprendían contra los jesuitas, cuya expulsión se conside­
una población de 23.733 indígenas. Las reda­ ró imprescindible para sofocar la rebelión de
maciones de los jesuitas no fueron atendidas. los indios misioneros. Ahora se los acusaba
A comienzos de 1751, llegaron al Río de la también de querer erigir un poderoso impe­
Plata delegados españoles que se reunirían con los rio contra el reino español. Fernando VI em­
de Portugal para convenir el cumplimiento de lo pezó a concebir esta prevención contra aque­
pactado desalojando a los guaraníes de las rnisio­ llos religiosos y entre las instrucciones a Ce­
nes para entregarlas a los portugueses. El delegado vallos en 1756, señalaba que los jesuitas “son
español entró en conflicto con el portugués cuan­ los únicos autores de la desobediencia de los
do quedó demostrado que el mapa utilizado en la indios”.
negociación, como ya se ha indicado, era total­ Durante todo el año 1755, los jefes milita­
mente extraño a la realidad de los territorios. res de ambos reinos prepararon un nuevo plan
de operaciones. Ambos ejércitos se unieron a
comienzos de 1756 e iniciaron su campaña
GUERRA GUARANÍTICA contra las misiones. España se aprestaba a des­
truir sus propios pueblos para entregarlos a
Cuando en 1754 debían cederse las misio­ Portugal. Ese ejército unido logró triunfar de­
nes, los indígenas se dispusieron a defender finitivamente en Caybaté, en donde sucum­
334 sus pueblos por las armas. Se negaron a entre­ bieron casi todos los combatientes indígenas
POLmcA DE ESPAÑA EN EUROPA. CONFLICTOS CON PORTUGAL E INGLATERRA

FRONTERAS HISPANOPORTUGUESAS
Según Ernesto I. A. Maeder y Ramón Gutiérrez, Atlas Histórico del Nordeste Argentino.

5N IILÍMITEÏ DE 175O |LA GUERRA GUARANITIGA 0754-1756)]


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| CAMPAÑA DE CEBALLOS (1763) | [INvAsTON PORTUGUESA (1775-1776) |

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POLÍTICA EXTERIOR Y DEFENSA

(lO de febrero de 1756). Informaba Cevallos punto, que cuando ella murió (1758), él falle­
que en ese combate, “con el pretexto de auxi­ ció de pena al año siguiente. Con la muerte de
liarnos [los portugueses] lograron hacer una Fernando terminó su “política de paz”. Como
cruel carnicería, ayudados de los nuestros”. no tuvo descendientes, lo sucedió su hermano,
Fue un sacrificio inhumano. Las misiones quien dejó el trono de Nápoles para asumir el
quedaron en poder de las tropas españolas. de España con el nombre de Carlos III (1759).
Cuando Viana, gobernador de Montevideo, Con este monarca la política internacional
entró en San Miguel quedó sorprendido de su hispana cambia radicalmente, pues se propu­
belleza y ornamentación y exclamó en alta so contener a Inglaterra, tanto en su expan­
voz: “¿Y éste es uno de los pueblos que nos sión por el mar como en la usurpación de te­
mandan entregar a los portugueses? Debe es­ rritorios españoles en América.
tar loca la gente de Madrid para deshacerse de Pero Carlos III se preocupó más en retener
una población que no encuentra rival en nin­ Colonia que en recuperar las misiones, las
guna de las del Paraguay”. cuales tampoco interesaban ahora al portu­
Al momento de entregar los pueblos mi­ gués. Por tal motivo, no hubo dificultades en
sioneros, el jefe militar portugués eludió reci­ acordar la anulación del nefasto Tratado de
birlos. Andonaegui, acusado de poco diligen­ Permuta, lo cual se llevó a cabo el 12 de febre­
te, fue reemplazado por Pedro de Cevallos, ro de 1761. Se convino en restablecer la situa­
quien llegó con un poderoso ejército y junto ción anterior a 1750 en todo lo referente a los
con el delegado Valdelirios debía entregar los dominios hispano-portugueses. Portugal fun­
pueblos destruidos. Pero el jefe militar portu­ dó el fuerte de Santa Teresa y quedaron en su
gués se negó a recibirlos, alegando que el lugar poder los territorios obtenidos por invasión o
donde estaban los indígenas constituía una tratados anteriores. España tuvo que hacerse
amenaza para la posesión de los siete pueblos cargo de las misiones destruidas y llamar a los
y propuso que ese asunto fuera sometido a la indios y misioneros sobrevivientes para que
decisión de ambas Coronas. En fin, después de las habitaran nuevamente.
esta guerra, España se quedaba sin Colonia Entre las primeras decisiones de Carlos III,
porque Portugal, siguiendo su política tortuo­ figura la de aliarse con Francia, que era uno de
sa, no la entregaba a pesar de lo convenido en los beligerantes europeos. Firmó con ella el
el Tratado de Permuta. Además, se habían des­ Tercer Pacto de Familia (15 de agosto de 1761),
truido las misiones y ocasionado la muerte de llamado así porque los dos reyes eran de la fa­
más de 1.500 indios. milia borbónica. A este pacto adhírieron los
príncipes Borbones de Parma y Nápoles. Era
un pacto de amistad y de unión: “Quien ataca
ANULACION DEL TRATADO DE PERMUTA. a una Corona, ataca implícitamente a la otra".
TERCER PACTO DE FAMILIA Ese acuerdo arrastró a España a participar de
la guerra de los Siete Años al lado de Francia y
Fernando VI siempre se mostró solicito en contra Inglaterra, cuya declaración hizo en
complacer la voluntad de Bárbara de Bragan­ 1762. España quiso atraer a Portugal, pero és­
336 za, de quien no aceptaba estar separado. A tal ta se echó en brazos de Inglaterra, que la res­
POLITICA DE ESPANA EN EUROPA. CONFLICTOS CON PORTUGAL E INGLATERRA

paldaría para defender sus reclamaciones en el había ahora recuperado, a pesar de que eran
Río de la Plata. Fue una conflagración general tierras usurpadas al dominio español por los
europea que tuvo su origen en la pretensión de portugueses. Ante esa orden, Cevallos escribió
María Teresa de Austria de recuperar Silesia con desencanto al ministro Grimaldi para de­
(que en la Guerra de Sucesión de Austria ha­ cirle que había hecho la campaña para exter­
bía quedado en poder de Prusia). En esta gue­ minar a los enemigos.
rra hubo dos grupos de beligerantes: por un Aquel tratado tuvo gran repercusión en
lado Francia, Rusia, Suecia, Polonia, Sajonia, los dominios ultramarinos de las potencias
casi todos los príncipes alemanes, a los que europeas. España entregaba a Inglaterra, en
después se adhirió España; por el otro Prusia, América del Norte, los territorios de la Flori­
Inglaterra y, más adelante, Portugal. Durante da, a cambio de la devolución de Cuba y Fili­
su desarrollo, este segundo grupo ayudó al es­ pinas, a los que se sumaban posesiones del es­
tablecimiento de los portugueses en la margen te y sudeste del Misisipí con la bahía de Pen­
oriental del Plata para usufructuar el comer­ sácola. Como puede advertirse, España siem­
cio de contrabando. pre perdía. Francia —que había comprometido
a España al final de la guerra- debió ceder a
Inglaterra muchos de sus dominios en Amé­
CAMPAÑA DE CEVALLOS EN EL RÍO rica, en Africa y en Asia y renunció a sus pre­
DE LA PLATA. LA PAz DE PARÍS tensiones sobre la India, que también pasó a
manos inglesas. Para Francia, significó la de­
Al conocerse el comienzo de la guerra con­ saparición de su imperio colonial en América,
tra Portugal (1762), Cevallos pensó en vengar en donde sólo conservó algunas islas del mar
el ultraje portugués. Con poderosas fuerzas de las Antillas, las pequeñas islas de San Pedro
integradas por soldados de Buenos Aires, de la y Miquelón (cerca de Terranova) y la Guaya­
Banda Oriental, Córdoba e indios de las mi­ na en América del Sur. Asimismo, Francia ce­
siones y respaldado con una fuerte escuadrilla, dió a España la Luisiana para compensarla
se dirigió a reconquistar Colonia. Tomó la pla­ por la pérdida de la Florida.
za después de haber desbaratado los buques Con este acuerdo, Inglaterra se posesio­
ingleses que acudieron para defenderla (2 de nó de grandes territorios y fue la verdadera­
noviembre de 1762). De aquí siguió su marcha mente triunfante en la contienda y en la paz,
recuperando Maldonado, la fortaleza de Santa pues acrecentó su poderío colonial. Además,
Teresa, San Miguel y de triunfo en triunfo se adquirió una notable importancia de orden
puso en camino hacia Río Grande, que recon­ comercial, que obligó a España a adoptar se­
quistó en buena parte. Pero después de tantos veras medidas para defenderse de esta formi­
éxitos, le alcanzó la orden de detener la cam­ dable competidora en territorio americano.
paña, pues se había convenido el fin de las Después de 1763, el dominio territorial de
hostilidades mediante la Paz de París (lO de fe­ Inglaterra en el continente ya era semejante
brero de 1763), que anulaba los triunfos mili­ al de España. De todas las conflagraciones, la
tares de Cevallos y paralizaba toda su campa­ nación realmente victoriosa fue Inglaterra
ña. Debía devolver lo que en justa guerra se que acrecentó notablemente su poderío 337
POLÍTICA EXTERIOR Y DEFENSA

colonial, su comercio, su riqueza y su presti­ cuando recibiera órdenes expresas del monar­
gio internacional. Tal situación profundizó ca y resistiera toda ampliación portuguesa en
la rivalidad comercial hispano-inglesa, pues el área. Se le enviarían auxilios militares, pero
Inglaterra consideraba las posesiones espa­ debería hacer uso prudente de ellos para evi­
ñolas como excelentes mercados para su ex­ tar una guerra y no permitir usurpación de
pansión comercial e incrementaba su con­ dominios de Su Majestad. Sea como fuere, Co­
trabando. Esta situación contribuyó a que lonia fue devuelta y Buenos Aires tuvo a su
España liberalizara el comercio con América. frente a los tradicionales enemigos de España
en la región.
Cevallos estaba atento para que no se arre­
Los EFECTOS EN EL Río DE LA PIATA bataran más territorios españoles en el Plata y
así lo estimulaban desde Madrid. Pero Portu­
Respecto de las relaciones hispano-por­ gal reclamó el reintegro de otras áreas que
tuguesas, esta paz fue un intervalo en la pro­ ellos detentaban antes de la última guerra y
longada disputa por la Colonia del Sacra­ como la Corte de Madrid no le dio respuesta
mento y el dominio septentrional del Río de satisfactoria, inició desde Río Grande la inva­
la Plata. Se había acordado que “las colonias sión de los territorios que reclamaba. Hubiera
portuguesas que hubiesen sido conquistadas sido posible que Cevallos repeliera estos nue­
se restituirán en el término de tres meses en vos ataques, pero la Corte de Madrid tenía
las Indias Occidentales”. Como no estaba de­ ahora otras preocupaciones muy distintas de
terminado con precisión cuáles eran “las co­ la política militar fronteriza con los territorios
lonias conquistadas” que Portugal debía re­ portugueses en América del Sur. Un mes antes
cibir de España, la dificultad podría presen­ de la Paz de París, Portugal creó el Virreinato
tarse si este reino proclamaba que les habían del Brasil (27 de enero de 1763) y trasladó su
sido tomados antes de la guerra o por el Tra­ capital a Rio de Ianeiro. Esta ubicación acerca­
tado de Permuta de 1750 anulado en 1761. ba la nueva capital al sitio de mayor tensión
Después de la Paz de París, el centro de gra­ internacional con España porque quedaba en
vedad estratégico y económico en la aten­ un punto equidistante entre los cañaverales
ción española por América se desplaza hacia del norte, las haciendas del sur, las Minas Ge­
el sur. Es revalorizado el Río de la Plata y el rais y el inmenso territorio del interior. Al
Atlántico sur sobre la base del triángulo Bue­ mismo tiempo, facilitaba su penetración hacia
nos Aires-Montevideo-Malvinas hasta el Ca­ el Río de la Plata.
bo de Hornos. Por consiguiente, el Río de la
Plata se encontraba en situación especial en
relación a los lusitanos. ESTABLECIMIENTOS EN MALVINAS

Los tratados originaban situaciones con­


tradictorias porque no estaba bien aclarado Estas islas fueron descubiertas y visitadas
cuáles eran los casos comprendidos en el uti por marinos españoles o al servicio de España.
possidetis. Por ese motivo, el gobierno de Ma­ Así se encuentra registrado en varios mapas
338 drid ordenó a Cevallos que entregara Colonia europeos de los siglos XVI y XVII. En 1622.
POLITICA DE ESPAÑA EN EUROPA. CONFLICTOS CON PORTUGAL E INGLATERRA

Vista de la dársena y establecimiento de la Soledad, en las Malvinas. Dibujo de Fernando Brambilla.

Hawkins hizo saber que en 1594 había llegado sobre seguro e impunemente desde las Mal­
a unas islas desconocidas. Es decir setenta y vinas o las legendarias Islas Pepys, inclusive
cuatro años después de que lo habían hecho las en Tierra del Fuego. Pero Inglaterra debió de­
naves españolas de Magallanes (1520), y dio a sistir momentáneamente de ese propósito
conocer esa información cien años después de por las protestas españolas. En 1762, al llegar
las primeras cartas náuticas españolas y ochen­ a ellas el navegante francés Saint Iean las de­
ta posteriores al Islario de Santa Cruz (1541). nominó Malouines en homenaje al puerto de
En 1600, arribó a ellas el marino holandés Se­ Saint Malo del cual había partido. Con el
bald de Weert y por ello originariamente se lla­ tiempo ese nombre se transformó en Malvi­
maron Sebaldinas. Eran las mismas que los es­ nas. En 1764, Luis Antonio Bougainville, pro­
pañoles nominaban Trinidad y con ese nombre cedente de Francia, tomó posesión de la Mal­
figuran en los mapas posteriores. Más tarde vina oriental, en donde erigió Port Louis. Es­
(1683), el filibustero Iohn Cook recaló en unas paña reclamó su restitución y la obtuvo en
islas que llamó “Pepys”. Siete años después lo 1767, previo pago de una suma que satisfizo
hizo Iohn Strong, quien dio el nombre de Fal­ con los recursos fiscales de Buenos Aires.
kland al estrecho que separa las dos islas mayo­ Desde ese momento, España nombró gober­
res, pero no realizó ningún acto de ocupación. nador de las Malvinas a Felipe Ruiz Puente,
Hacia 1740, al regresar de una expedición bajo la dependencia de Buenos Aires, y cam­
al Pacífico, el almirante George Anson desta­ bió el nombre de Port Louis por el de Puerto
có la necesidad de tener una base de opera­ Nuestra Señora de la Soledad, con el que des­
ciones en el Atlántico sur, desechando las pués se llamó a toda la isla oriental.
costas del Brasil porque podía ser conocida El gobierno inglés resucitó el proyecto de
por los españoles y recomendaba actuar más Anson y envió una expedición clandestina al 339
POLÍTICA EXTERIOR Y DEFENSA

ASENTAMIENTO EN LAS MALVINAS

INGLATERRA: Puerto Egmont. 1766-1770 y 1771-1774


ESPAÑA : Puerto de la Cruzada. l 774-1833
en la lala ‘maldad de las Saunders
FRANCIA: Port Louis. l 764-1 767
ESPAÑA : Puerto Soledad. 1 76 7-1833
en la isla Soledad o Malvina Oriental

mando de Iohn Byron para que se trasladara a compelido a abandonarlo. Mac Bride puso el
las Pepys o Falkland. Byron desembarcó en un nombre de Falkland a todo el archipiélago,
islote situado en la parte más occidental del gru­ que aún se conserva en las cartas inglesas, y
po delas Saunders o Trinidad, donde fundó una fortificó Puerto Egmont por orden del gobier­
colonia que llamó Puerto Egmont en homenaje no inglés que se transformó entonces en un
al lord del Almirantazgo (1766). El mismo lord apostadero naval.
Egmont afirmó que esas islas eran “la Have de to­
do el océano Pacífico” y que permitían “dominar
los puertos y el comercio de Chile, Perú, Panamá LOS INGLESES TOMAN SOLEDAD

y Acapulco, y [...] todo el territorio español que


da sobre ese mar. l-Iará que en adelante nuestras Transcurrido poco tiempo, los ingleses in­
expediciones a esos lugares nos resulten más lu­ timaron al comandante español de Puerto de
crativas, de carácter fatal para España”. la Soledad para que desalojara la isla porque
En ese pensamiento estratégico, se ubica la consideraban que todo el archipiélago perte­
expedición que Inglaterra envió a cargo de necía al dominio de Inglaterra (diciembre de
Mac Bride (1766), cuyas instrucciones le orde­ 1769). Esta maniobra inglesa determinó pro­
naban expulsar a las personas “establecidas testas y reclamaciones de España. En respues­
ilegalmente” y si éstas no accedían, alejarse del ta a una consulta al respecto, el conde de
lugar en que desembarcara y fundar una colo­ Aranda manifestó que no había razón que
nia al lado de la existente. Navegó hasta el apoyase “el intruso establecimiento a que aspi­
340 asentamiento francés de Port Louis, pero fue ran los ingleses”, a quienes no había que darles
POLITICA DE ESPAÑA EN EUROPA. CONFLICTOS CON PORTUGAL E INGLATERRA

más explicaciones para convencerlos de que nor” y evitar su caída, el primer ministro soli­
no debían instalarse en las Malvinas porque su citó a España que devolviera el establecimien­
actitud “no se funda en otra ley que en la de su to malvinero con la promesa que al poco tiem­
conveniencia". Con clarividencia, advertía que po lo abandonaría, Carlos III aceptó. El 22 de
tenían el propósito de establecerse en la Pata­ enero de 1771, firmaron una declaración el
gonia. A su juicio, la pérdida de las Malvinas primer ministro lord North y el embajador de
constituía una usurpación y significaba la in­ España, príncipe de Masserano, por la cual se
terrupción de la normal comunicación de la desautorizaba el hecho, se acordaba la restitu­
marina española por esos mares. Sostenía que ción de los ingleses a Puerto Egmont, y se de­
la ocupación de aquellas islas era el asunto claraba que dicha restitución “no perjudica en
“más crítico que se haya ofrecido a la Corona” modo alguno a la cuestión del derecho ante­
porque ellas eran “la clave de América Meri­ rior de soberanía” de España a las islas Malvi­
dional”. Agregaba que ni siquiera “la pérdida nas. Los ingleses retomaron a Puerto Egmont
de una isla entera como Cuba o Puerto Rico” el 16 de septiembre de 1771, en donde perma­
igualar-ía a la de la parte meridional del conti­ necieron hasta 1774.
nente. Y concluía: “Es innegable el riesgo de Este puerto se hallaba en la isla Saunders o
América”. La actitud inglesa determinó protes­ Trinidad, al norte de la Gran Malvina, mien­
tas y reclamaciones de España porque, aparte tras que el Puerto Soledad de los españoles es­
de haberse violado su indiscutible soberanía, taba al este de la isla Soledad. Por el acuerdo
el apostadero significaba una seria amenaza España había devuelto solamente Puerto Eg­
para las costas patagónicas incluidas en la go­ mont y no el resto de las Malvinas. Es decir,
bemación del Río de la Plata. que durante cuatro años hubo presencia sí­
multánea de españoles y británicos: los prirne­
ros en Puerto de Soledad, desde 1767 y hasta
ESPAÑA TOMA Y DEVUELVE PUERTO EGMONT. 181 l, y los segundos en Puerto Egmont duran­
INGLATERRA PROME'I'lÓ ABANDONAR te los períodos 1766-1770 y 1771-1774. Ade­
LAS MALvINAs más, y como resultado de un acuerdo secreto
entre ambos negociadores, lord North se había
Ante la inutilidad de todas las gestiones comprometido a abandonar y devolver Puerto
realizadas para expulsar a los ingleses de Mal­ Egmont, se retiraron el 20 de mayo de 1774.
vinas, Carlos III ordenó al gobemador Fran­ Los ingleses dejaron allí una inscripción para
cisco de Paula Bucareli que reconociera las afirmar supuestos derechos de soberanía. Pero
costas del sur e intimara a los ingleses el inme­ los españoles se llevaron esa lápida y cambia­
diato abandono de Puerto Egmont. Bucareli ron el nombre del lugar llamándolo Puerto de
envió al comandante Iuan Ignacio de Mada­ la Cruzada donde estuvieron hasta 1811. A
riaga, quien desalojó por la fuerza a los ingle­ partir de ese momento, las Malvinas pasaron a
ses de aquel puerto el 10 de junio de 1770. La las Provincias Unidas del Río de la Plata, que
expulsión realizada por Bucarelli hizo tamba­ nombraron sus gobernadores hasta 1833, en
lear al partido gobemante inglés, que inició que Inglaterra los expulsó de Puerto Soledad.
una negociación secreta. Para “salvar su ho­ Desde entonces la Argentina no ha dejado de 341
POLÍTICA EXTERIOR Y DEFENSA

protestar ante Gran Bretaña en todos los foros Bandeira. El plan estratégico de los militares
porque considera que “la cuestión de las Mal­ extranjeros proporcionó grandes triunfos a
vinas es cuestión pendiente” y no reconoce esa los portugueses, quienes recuperaron casi to­
usurpación del territorio nacional. das las plazas perdidas anteriormente. Si la
campaña anterior de Cevallos (1762) había si­
do exitosa, ésta de Vértiz fue un fracaso. Entre
CAMPAÑA DE VÉRTIZ CONTRA 1774 y 1776, los baluartes españoles caían
LAS USURPACIONES PORTUGUESAS continuamente y los portugueses avanzaban
sin cesar, penetrando en el continente en di­
Mientras Inglaterra realizaba las usurpa­ rección hacia las minas de Potosí por Mato
ciones a España, Portugal aprovechaba para Grosso.
ocupar otros territorios en el norte de Río
Grande y en la región de Río Pardo. Cuando
Carlos III dispuso la expulsión de los jesuitas EXPEDICION DE CEVALLOS Y CREACIÓN

del reino y de sus posesiones (27 de marzo de DEL VIRREINATO RIOPLATENSE

1767), los portugueses utilizaron esa oportu­


nidad para introducirse un poco más en el Se hacía necesario detener la expansión
Plata desde Río Grande, pues de esta manera portuguesa en la Banda Oriental y el activo
se les ofrecía un extenso vacío para su penetra­ contrabando que desarrollaban con el puerto
ción. Ya estaba en funciones el nuevo goberna­ de Buenos Aires desde Colonia contando con
dor Iuan José de Vértiz. Como Vértiz compro­ la colaboración y protección británicas. En es­
bó que era muy numerosa la presencia de co­ ta situación España reaccionó. Carlos III se
merciantes de Colonia en Buenos Aires, resol­ decidió a defender sus posesiones sudameri­
vió confinarlos en el interior. En Montevideo canas del Atlántico, no sólo las que el enemi­
registró las embarcaciones que yendo a Colo­ go acababa de conquistar sino también las
nia practicaban el contrabando. que usurpaba desde hacía un tiempo. A tales
Vértiz procedió a concentrar las fuerzas en efectos, organizó una fuerte expedición, a cu­
1773, inició una marcha exitosa hacia el norte yo frente puso al intrépido y eficaz Pedro de
e intimó a los jefes portugueses la evacuación Cevallos, quien ya había sido gobernador del
de los asientos que habían establecido en la Río de la Plata y ahora protagonizará “la últi­
margen sur de Río Grande. Pero la reacción ma llamarada del poder español en América”.
portuguesa no se hizo esperar y en 1774 infli­ Era la más poderosa expedición nunca envia­
gieron una resonante derrota a los españoles. da anteriormente a América. Contaba con
Además, Portugal contrató a dos militares ex­ 116 barcos y 10.000 hombres. Todas las inci­
tranjeros para asesoramiento táctico-estraté­ dencias de esta expedición, desde sus prepara­
gico en la reconquista de Río Grande y para tivos y partida de Cádiz hasta la llegada al Río
unirse con los portugueses de Colonia: Bohm de la Plata, fueron seguidas muy de cerca por
(alemán) y Funk (sueco). Lograron su propó­ Londres.
sito con el apoyo de una escuadra británica El gobierno español se dio cuenta de que
342 (1775-1776) y del guerrillero riograndense ya no se podía mantener Buenos Aires y los
POLITICA DE ESPAÑA EN EUROPA. CONFLICTOS CON PORTUGAL E INGLATERRA

territorios de su jurisdicción como dependen­ TOMA Y DEMOLICIÓN DE COLONIA


cias lejanas e inconexas del Virreinato perua­
no. Por ello se concibió una nueva estructura La Real Instrucción le encomendaba a Ce­
política, administrativa y militar que controla­ vallos la reconquista de Río Grande y cualquier
ra esta situación. Así nació el Virreinato del otra plaza que se pudiera, especialmente la isla
Río de la Plata, establecido por real cédula del de Santa Catalina; hacer retroceder a los portu­
8 de agosto de 1776, aunque con carácter pro­ gueses hasta más allá de la línea de Tordesillas
visorio. Adquirió carácter definitivo el 27 de y perseguirlos hasta Río de Ianeiro. Se le indi­
octubre de 1777. Esta creación implicaba el re­ caba que “no habría de perderse nunca de vis­
conocimiento de la importancia política, so­ ta la conquista de la Colonia del Sacramento” y
cial, económica y geopolítica de esta vasta re­ que una vez posesionado de ella “la haréis de­
gión. Se vinculó el envío de esa poderosa expe­ moler y destruir, cegando el puerto”. Al llegar a
dición a la creación del nuevo Virreinato y se Santa Catalina, que tenía una poderosa fortifi­
le otorgó a Cevallos el título de virrey, gober­ cación, los defensores huyeron ante la magni­
nador y presidente de la Real Audiencia por el tud de las fuerzas españolas que quedaron
tiempo que durara esa expedición. Es decir, dueñas de la isla (25 de febrero de 1777). Al
que la nueva jurisdicción refleja una estructu­ mes siguiente, Cevallos se dirigió a Río Gran­
ra estratégica atlántica que desplaza la condi­ de, cuyo ataque quedó frustrado porque un
ción preeminente que en la organización del poderoso huracán dispersó las naves españolas
sistema indiano tenían los núcleos virreinales que ni siquiera pudieron acercarse a la costa.
de Nueva España y Perú. Cevallos proporcionó refuerzos a Vértiz pa­
El Virreinato rioplatense, que tenía por ca­ ra asegurar el norte de la Banda Oriental, y se
pital la ciudad de Buenos Aires, comprendía aprestó a rendir Colonia. El gobernador portu­
las gobernaciones del Río de la Plata, Para­ gués pidió la capitulación, pero se le exigió la
guay, el Tucumán y Cuyo, junto a las provin­ rendición incondicional de la plaza y de la isla
cias del sur del Alto Perú y la región occiden­ de San Gabriel, con la entrega completa de las
tal de los actuales estados brasileños de Río municiones, armas, pertrechos, embarcaciones
Grande y Santa Catalina. Los motivos internos y caudales. El sitio quedó rendido y los oficiales
que determinaron la erección del Virreinato fueron enviados a Río de Janeiro (3 de junio de
rioplatense son de diversa índole, pero entre 1777). Los habitantes que no quisieron trasla­
los determinantes internacionales, se pueden darse a esa capital fueron internados en diver­
señalar la expansión inglesa y los avances por­ sos lugares del Virreinato rioplatense. En cum­
tugueses. Inglaterra ambicionaba el dominio plimiento de la orden real que llevaba Cevallos,
del Atlántico sur a costa de los dominios espa­ se procedió de inmediato a la demolición de
ñoles en Sudamérica, incluyendo —como se ha Colonia y se arrojaron las ruinas y barquillos al
dicho anteriormente- las alejadas costas pata­ canal para cegarlo e inutilizarlo como puerto.
gónicas y las Malvinas. Además, los piratas in­ En pocos días la ciudad desapareció y en su lu­
gleses, franceses, holandeses y portugueses gar sólo había un montón de ruinas.
eran atraídos a esta región por la abundante Después de aquellas acciones militares,
caza de ballenas y lobos marinos. Cevallos tomó Maldonado y estaba listo para 343
PoLmcA EXTERIOR Y DEFENSA

emprender por tierra la campaña sobre Río paña quedaba en posesión definitiva de la Co­
Grande que había quedado sin cumplir, cuan­ lonia (que ella misma había converfido en un
do recibió nuevos despachos de Madrid. En conjunto de escombros e inuülizado el puer­
ellos, al felicitarlo por su campaña se le comu­ to), del territorio de la Banda Oriental y de las
nicaba que había sido ascendido a capitán ge­ Misiones Orientales del Uruguay. El nuevo
neral de sus ejércitos y, al mismo tiempo, se le tratado continuaba los lineamientos del de
ordenaba suspender las operaciones. Ocurría Permuta de 1750 y dejaba librada a la discu­
que en presencia de esos triunfos españoles y sión posterior la demarcación fronteriza, aun­
ante la falta de apoyo de Inglaterra (preocupa­ que no la indicaba con claridad. Creaba zonas
da por la insurrección de las colonias de Amé­ neutrales que facilitaban las mansiones y la
rica del Norte) y sin posibilidad de detener a astucia diplomática portuguesas.
Cevallos, Portugal pidió una tregua que le fue En resumen, este tratado se convertía en un
concedida. En su consecuencia, se le ordenó a instrumento muy valioso para Portugal que,
Cevallos suspender la campaña. Como ya lo aun cuando devolvía posesiones que
había dicho en 1763 al gobierno de Madrid en tenía usurpadas. recibía otras que España tenía
ocasión de firmarse el Tratado de París y des­ por derecho propio o había poseído con títulos
pués de haber realizado una brillante carnpa­ inobjetables. la cesión de territorios arnerica­
ña contra las usurpaciones portuguesas, ahora nos por Carlos IH obedeció a su convencirnien­
también repetía que la novedad le causaba to de que nada le importaba tanto como el
“suma tristeza” y “la mayor pena”. La retención acuerdo conseguido con su sobrina María, con
de Santa Catalina y Río Grande le hubiera per­ desprecio de sus amplias posesiones america­
mitido a España disponer de otros puertos so­ nas, “aunque sea a costa de cualquier cesión o
bre el Atlántico sur, pues hasta entonces no los sacrificio de territorio en aquellos lugares en
tenía buenos en ese océano. que nos sobran tantos". Después del tratado, ya
nada quedaba de aquella poderosa fuerza que,
conducida por Cevallos, se había dirigido a re­
TRATADO DE SAN ILDEFONSO cuperar lo que ahora se entregaba. Solamente
se mantenía la nueva creación administrativa y
Aquellas operaciones rioplatenses queda­ el título de virrey. que se iría estructurando con
ron suspendidas porque Carlos III había con­ dificultades, pues se llegó a la independencia
venido con su sobrina María (ahora heredera americana y aún no se había podido dar una
de Portugal) la cesación de la guerra en el pre­ cabal unidad polidca a los territorios que com­
sente y en el futuro, mediante el Tratado de prendían las actuales repúblicas de la Argenti­
San Ildefonso (l° de octubre de 1777), que tu­ na, Bolivia, Paraguay y Uruguay.
vo efectos ruinosos para España y América del El Tratado de San Ildefonso fue un instru­
Sur. El verdadero beneficiario del tratado era mento valioso para Portugal que, teniendo la
Portugal porque se le reconocía la soberanía posesión legal de Santa Catalina y Rio Grande,
definitiva de Santa Catalina y Río Grande, al dificultó el cumplimiento del resto. En aquel
igual que los territorios del que se apoderaron tratado, también se convino el nombramiento
344 los paulistas en el Guayrá y Mato Grosso. Es­ de comisiones hispano-portuguesas para deter­
POLITICA DE ESPAÑA EN EUROPA. CONFLICTOS CON PORTUGAL E INGLATERRA

EXPANSIÓN PORTUGUESA E INGLESA DURANTE EL SIGLO XVIII

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‘ Colonia

o 'I‘rat. de Utrecht. 1713 (Colonia)


__ E 'I‘rat. de Madrid. 1750
Trat. de San Ildefonso. 1777
., Ocupación inglesa de Malvinas
’- - (1766-1770; 1771-1774)
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minar sobre el terreno la demarcación de los te­ mental (4 de septiembre de 1778). Para resol­
rritorios en litigio. Pero los trabajos se inte­ ver ese problema el virrey compuso un Plan
rrumpieron por las dificultades que presentaba para ejecutar la demarcación de esta América,
la región para fijar la línea demarcatoria y por que fue aprobado por la Corona (15 de marzo
los desacuerdos entre los comisionados. A estas de 1779). Pero los delegados portugueses ma­
circunstancias se debe que después de diez años nifestaron que el Tratado de San Ildefonso los
de labor no se hubiera podido establecer el lí­ perjudicaba y a través del virrey del Brasil di­
mite que se había pretendido señalar. lataron su participación en la tarea demarca­
Vértiz advirtió a Madrid sobre las grandes toria y terminaron por aducir que carecían de
dificultades que existían para llevar adelante la instrumentos matemáticos. Todo esto ocurría
345
delimitación por la falta de técnicos e instru­ al tiempo de entablarse la guerra entre España
POLÍTICA EXTERIOR Y DEFENSA

e Inglaterra. Durante varios años, a los portu­ también le ocasionará serias consecuencias: la
gueses no les preocuparon los problemas con guerra de emancipación de las colonias ingle­
España por la guerra que ésta sostenía contra sas de América del Norte. España y Francia,
Inglaterra. Ello les permitió continuar con sus que estaban unidas por el Pacto de Familia y
avances clandestinos desde el Amazonas hasta como desquite por los malos resultados que
la Banda Oriental, que ocasionó nuevas pérdi­ sufrieron en la guerra de los Siete Años contra
das de territorios para la Corona española. Inglaterra, de inmediato prestaron ayuda a
Cuando aquella guerra concluyó en 1783, aquellos súbditos levantiscos para perjudicar a
España volvió por los problemas de límites en su antigua enemiga. Los comisionados de los
Brasil, para lo cual designó a los miembros de colonos fueron bien escuchados en los dos rei­
la comisión que debían encargarse. Esos comi­ nos coaligados y España hasta facilitó dinero y
sionados eran distinguidas personalidades in­ armas desde La Habana y Nueva Orleáns. Lo
telectuales y científicas que después influyeron mismo hacía Francia. Adviértase que la reac­
en la cultura del Río de la Plata. Entre las más ción española en el Río de la Plata y la expedi­
destacadas, figura Félix de Azara, cuya prolon­ ción de Cevallos coinciden con el comienzo de
gada residencia en el Virreinato le permitió es­ la guerra de emancipación de las colonias an­
cribir numerosas e importantes obras científi­ gloamericanas ( 1776-1783).
cas sobre la historia natural, geografía e histo­ Francia reconoció en 1778 la independen­
ria de las regiones que había visitado. Asimis­ cia que los nuevos Estados habían proclamado
mo, figuraban en esa misión otros marinos, dos años antes. Este pronunciamiento originó
ingenieros, matemáticos, geógrafos, etc. que la guerra entre España e Inglaterra, a la que pu­
también dejaron obras de mérito. so fin el Tratado de Versalles (1783). Aunque
Pero pronto surgieron otra vez los desa­ España recuperó Menorca en el Meditarráneo,
cuerdos. Portugal quería compensarse de las no pudo obtener Gibraltar y ese mismo año re­
pérdidas de Colonia y de los siete pueblos de conoció la independencia de los Estados Uni­
Misiones. En definitiva, no pudo llegarse a un dos. La pérdida de las trece colonias significa­
acuerdo por la actitud de los comisionados ba grandes perjuicios para el comercio inglés,
portugueses y por las mismas imprecisiones que sólo podía compensar con el de la Améri­
del Tratado. Debe señalarse que los comisio­ ca española. Al intervenir en las colonias ingle­
nados portugueses en las labores de demarca­ sas, España arriesgó su porvenir, e Inglaterra le
ción estaban acompañados por un considera­ hará pagar con creces aquella actitud. Por ese
ble número de oficiales y geógrafos ingleses. motivo, se tenía la fundada sospecha que cuan­
do Inglaterra terminara la guerra en sus ex co­
lonias se lanzaría sobre las hispánicas.
PARTICIPACION ESPAÑOLA EN LA Hacia 1780, la zarina Catalina II de Rusia
INDEPENDENCIA DE LAS COLONIAS INGLESAS ordenó organizar expediciones para la explo­
ración y posesión de territorios en el Pacífico
Cuando parecía haberse terminado el con­ norte y con miras a extenderse hacia el sur. Lo
flicto con Portugal, España se complicó en hizo con marinos rusos (como Mulovski) y
346 1775 con otro problema internacional, que contrató a otros ingleses, entre los cuales se
POLITICA DE ESPAÑA EN EUROPA. CONFLICTOS CON PORTUGAL E INGLATERRA

encontraba el hijo de Cook, quien comandó ciamiento de Luis XVI, la proclamación de la


tres expediciones. Tiempo después, estos ma­ República y la difusión de las nuevas ideas
rinos ofrecieron al embajador ruso en Londres alarmaron a los monarcas de Europa.
(1787) enviar barcos rusos con mercaderías al Como los ejércitos revolucionarios france­
Pacífico por la ruta del Cabo de Hornos. Tam­ ses triunfaban en todos los frentes, los aliados
bién hacia 1780, Inglaterra preparó la toma solicitaron la paz. España aceptó, no así Ingla­
del Río de la Plata, pero no pudo llevarla a ca­ terra que continuó sola la guerra. Se firmó la
bo por el problema con sus colonias america­ Paz de Basilea (22 de julio de 1795) gestionada
nas y las complicaciones europeas. Y así se ex­ por el nuevo ministro Manuel Godoy, quien
plican las invasiones inglesas a Buenos Aires recibirá el título de Príncipe de la Paz. Por este
en 1806 y 1807. convenio, España quedó vinculada a Francia
de una manera humillante. Al año se convino
el Tratado de San Ildefonso de alianza ofensiva
ESPANA Y LA REVOLUCIÓN FRANCESA y defensiva entre España y Francia contra In­
glaterra (l9 de agosto de 1796). Este acuerdo
Antes de morir (1788), Carlos III, había devolvía a España los territorios conquistados
casado a su hijo -el futuro Carlos IV- con Ma­ por la Francia republicana, pero debía entre­
ría Luisa de Parma, de quien nacería el futuro gar una parte de la isla de Santo Domingo.
Fernando VII. Al año de haber sido coronado Apenas transcurridos dos meses y como In­
Carlos IV, estalló la Revolución Francesa, que glaterra considerara como una deslealtad y
tuvo importantes efectos en la América espa­ traición los acuerdos de Godoy, se declara la
ñola. Era una complicada situación porque guerra entre ambos reinos. Y en el desquite
España estaba unida a Francia por el Pacto de contra España, Inglaterra agregará la ayuda
Familia, pero Carlos no podía ligarse con un que facilitó a sus ex colonias para que lograran
gobierno que escarnecía la monarquía y hasta la independencia.
ponía en riesgo la vida del rey francés, tan cer­
cano al español. Cuando Luis XVI cayó prisio­
nero en Varennes, España intentó salvar la vi­ ESPAÑA, NAPOLEÓN Y PORTUGAL.
da del monarca por vía diplomática, pero an­ EL ENl-‘RENTAMIENTO CON INGLATERRA

te la inutilidad de sus gestiones se alió con In­


glaterra, Austria, Cerdeña y Prusia para for­ El gran problema para España era el envío
mar una coalición contra Francia, pues la con­ de caudales desde América porque las naves
sideraba una amenaza contra la estabilidad de inglesas recorrían el Atlántico e Inglaterra es­
sus reinos. taba dispuesta a impedir que la plata america­
Manuel Godoy -el ministro que sucedió a na fuera a engrosar el tesoro francés. Por el
Aranda- propuso a Carlos IV que interviniera Convenio de Aranjuez (21 de marzo de 1801),
como mediador para conseguir la paz entre la España se obligó a ceder la Luisiana a Francia,
coalición y los revolucionarios con miras a sal­ que ésta le había entregado por la Paz de París
var la vida de Luis XVI. Pero la gestión fracasó de 1763. De golpe, Francia conseguía un im­
y el rey murió en el cadalso (1793). El ajusti­ perio en América. 347
POLÍTICA EXTERIOR Y DEFENSA

En la guerra contra Inglaterra, Napoleón ba en condiciones de decidir nada sin mandato


quería que Portugal cerrara sus puertos al co­ de su soberano. En esta guerra de 1801 con
mercio inglés y pensó que España podría encar­ Portugal, en el Río de la Plata se perdieron pa­
garse de obligarla a ello. A tales efectos, Carlos ra siempre el Yaguarón y las misiones al igual
IV se comprometió por el Convenio de Madrid que lo ocurrido con Río Grande.
(6 de junio de 1801) a emprender la guerra con­ La guerra de Inglaterra contra España —mo­
tra Portugal para separarla de Inglaterra. Los lu­ tivada por la unión de ésta con la Francia revolu­
sitanos no opusieron ninguna resistencia al cionaria- terminó con la Paz de Amiens (25 de
ejército invasor que dirigía Godoy, cuyos solda­ marzo de 1802). Esta contienda fue larga y perju­
dos obsequiaron a su jefe triunfador dos ramos dicó a España porque debió hacer varias conce­
de naranjas, que el favorito envío a la reina. Por siones, entre las cuales figuran: el reconocimien­
ese motivo, el comentario popular dio al con­ to de la toma de Trinidad por los ingleses en
flicto el nombre de “guerra de las naranjas”. Por­ 1797; la cesión definitiva a Franda de la Luisiana
tugal suscribió el tratado por el cual se compro­ y de otros territorios en Italia junto con la entre­
metía a cerrar sus puertos a los ingleses. En los ga de seis navíos de guerra; la concesión de co­
territorios americanos, los portugueses aprove­ mercio para los barcos de neutrales, pues las cos­
charon aquella guerra para apoderarse de las tas españolas estaban bloquadas por los ingleses,
Misiones Orientales y una parte de Río Grande. quienes irnposibilitaban el comercio con Améri­
También triunfaron en el Paraguay, aun cuando ca y esa situación ocasionaba grandes perjuicios
su gobemador intentó recuperar posiciones a España. Esa paz fue m realidad una tregua,
usurpadas por los lusitanos. A pesar de esos pues al año siguiente estalló de nuevo la guen-a
triunfos militares, los portugueses no pudieron entre Francia e Inglaterra, en la que después en­
asentarse en la Banda Oriental. Sus campañas tró España. Los sucesos bélicos de 1801 y la ocu­
militares no eran realizadas por soldados profe­ pación de Portugal eran contemporáneos a la
sionales, sino por gaúchos, camiluchos o gaude­ fracasada expedición de Napoleón en Egipto.
rios y aventureros que, aunque impulsados y Cuando en 1804, Inglaterra venció a Napo­
protegidos por el gobernador portugués, ofi­ león en Trafalgar, quedó dueña de los mares y,
cialmente tenían el aparente justificativo de ac­ por tanto, sus buques podían conuolar también
tuar por cuenta propia. los dominios ultramarinos de Francia y España.
Cuando se tuvo conocimiento del Conve­ La primera ya había perdido su imperio colonial
nio de Madrid, el virrey de Río de Ianeiro pidió y España estaba militarmente impotente. De ahí
al de Buenos Aires la cesación de hostilidades. que los ingleses resucitaron el plan de apoderar­
Del Pino consintió en esa solicitud sin exigir se del Río de la Plata, como que ya lo habían
previamente el reintegro de los Siete Pueblos de concebido desde 1780. Por ello, las invasiones in­
Misiones que aquéllos mantenían usurpados. glesas a Buenos Aires de 1806 y 1807 no podían
Sin embargo, emprendió la conquista de ellos a sorprender estratégicamente, si se considera que
pesar de aquel Convenio; es decir, en plena paz. debido a su superioridad naval ellos pretendían
Reclamó su devolución, pero el virrey de Río de el dominio absoluto del Atántico sur y de los te­
Janeiro se negó y dilató la negociación con di­ n-itorios americanos situados sobre sus aguas,
348 versas CXCLISBS, hasta que CODÍCSÍÓ que no esta­ para lo que se valió incluso de Portugal.
POLITICA DE ESPAÑA EN EUROPA. CONFLICTOS CON PORTUGAL E INGLATERRA

ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA

Una visión general de la época en VICENTE ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA, Historia


PALACIO ATARD, “Edad Moderna”, Manual de de la Nación Argentina, Vol. V, Primera parte,
Historia Universal, Madrid, 1959. Del mismo Buenos Aires, 1941, Cap. X. Con la aportación
autor, pero referida al Nuevo Mundo, “El equi­ de interesantes reflexiones desde el Paraguay,
librio de América en la diplomacia del siglo EFRAIM CARDOzO, El Imperio del Brasil y el Río
XVIII", en Estudios Americanos, tomo l, Sevi­ de la Plata. Antecedentes y estallido de la Gue­
lla, 1949. El desarrollo de la historia de España rra del Paraguay, Buenos Aires, 1961, Cap. I.
dentro del contexto en que se enfrentan los Lo mismo, desde la óptica de un historiador
hombres de gobierno del tiempo puede cono­ de estirpe lusitana en IAIME CORTESAO, “Brasil.
cerse en PEDRO AGUADO BLEYE y CAYETANO AL­ De los comienzos a 1799”, en ANTONIO BALLES­
CÁZAR MOLINA, Manual de Historia de España, TEROS BERETTA, Historia de América y de los
tomo III, 7° edición, Madrid, 1956, caps. II­ pueblos americanos, tomo XXVI, Barcelona,
VIII y ANTONIO BALLESTEROS BERETTA, Historia Madrid, 1956. Para los planes británicos sobre
de España y su influencia en la Historia Univer­ los dominios ultramarinos, especialmente los
sal, tomo V, Barcelona, 1929. La situación in­ de España, véase WILLIAM SPENCE ROBERTSON,
ternacional y el Río de la Plata se tratan con ri­ “La política inglesa en la América española”,
queza interpretativa en dos obras: JOSE LUIS en Historia de la Nación Argentina, cít, Vol. V.
BUSANICHE, Historia Argentina, Buenos Aires, Primera sección, Buenos Aires, 1939, Cap. VI.
1965, caps. X, XI y XII; y VICENTE D. SIERRA, Sobre la política internacional y americana de
Historia de la Argentina. Fin del régimen de go­ España durante la época, véase VICENTE RO­
bernadores y creación del Virreinato del Río de DRIGUEZ CASADO, “Política exterior de Carlos
la Plata (1700-1800), Buenos Aires, 1959, Li­ III en torno al problema indiano”, Revista de
bro tercero, caps. IV, V y Epílogo; idem, Fin del Indias, N° 16, Madrid, 1950.
régimen virreinal e instalación de la Iunta de
Mayo de 1810 (1800-1810), Buenos Aires, SOBRE LA SUCESIÓN ESPAÑOLA, EXPANSIÓN

1960, Libro primero, cap. I. PORTUGUESA E INGLESA Y NUEVOS TRATADOS

Se encuentran nutridas y detalladas refe­


SOBRE LA HERENCIA DE LAS RELACIONES rencias fáctícas e interpretativas en las Obras
HlSPANOA-PORTUGUESAS ya citadas de ANTONIO BALLESTEROS-BERETTA,
PEDRO AGUADO BLEYE Y CAYETANO ALCAzAR,
Pormenorizadas referencias a la actitud de DIEGO LUIS MOLINARI Y VICENTE D. SIERRA, a las

Portugal hacia España sobre los problemas su­ que debe agregarse VICENTE PALACIO ATARD,
damericanos, se ofrece en DIEGO LUIs MOLINA­ “El equilibrio de América en la diplomacia del
RI, “La política lusitana y el Río de la Plata”, I. siglo XVIII”, Estudios Americanos, tomo l, Se­
La alianza franco-española y el Portugal villa, 1949. lnteresan las monografías ya cita­
(1800-1802), II. La rivalidad hispana portu­ das de VICENTE RODRIGUEZ CAsADO y VICENTE

guesa en el Río de la Plata (1777-1802)”, en PALACIO ATARD. La expulsión de los jesuitas y 349
POLITICA EXTERIOR Y DEFENSA

sus repercusiones en la expansión portuguesa misiones de límites hispano-portugueses y sus


y los litigios de límites, se pueden estudiar en resultados, en JERONIMO BECKER, Diario de Ia
cuatro trabajos destacados por la solidez de las primera partida de la demarcación de límites
consideraciones que ofrecen y la calidad de las entre España y Portugal en América. Precedido
fuentes empleadas. Ellos son: FRANCISCO MA­ de un estudio sobre la cuestión de límites entre
TEOS, “El tratado de límites entre España y España y Portugal en América, Madrid, 1920.
Portugal y las misiones del Paraguay”, Miscelá­ Sobre la cuestión de Malvinas: RICARDO CAI­
nea Hispánica, N° III, Madrid, 1952, y “Avan­ LLET-BOIS, Una tierra argentina. Las islas Malvi­
ces portugueses y misiones españolas en la nas, 23 edición, Buenos Aires, 1982; RICARDO
América del Sur”, Idem, N° 5, Madrid, 1948; ZORRAQUIN BECU, Inglaterra prometió abando­
GUILLERMO FURLONC, 5.1., Misiones y sus pue­ nar las Malvinas, Buenos Aires, 1975. Síntesis
blos de guaraníes, Buenos Aires, 1962, Cap. IX; histórica en PEDRO SANTOS MARTINEZ, Pasado y
CAYETANO BRUNO, O.D.B., Historia dela Iglesia presente de Las Malvinas e Islas del Atlántico
en la Argentina, Vol. V (1740-1778), Segunda Sur. Breve Historia de la soberanía argentina,
parte, Buenos Aires, 1969 y Vol. VI (1769­ Madrid, 1982. Bibliografias muy completas so­
l800), Primera parte, Caps. l-3; 7-9; IUAN bre las Malvinas han sido compuestas por IOSE
BALTAZAR MACIEL, De la justicia del tratado de TORRE REVELLO, Bibliografía de las Islas Malvi­
límites de 1750, Buenos Aires, 1988; ATANASIO nas. Obras, mapas y documentos, Buenos Aires,
VARANDA, Miscelánea histórico-política, Bue­ 1953; ABEL RODOLFO GEOGHEGAN, “Bibliografía
nos Aires, 1993. de las Islas Malvinas. Suplemento a la obra de
Iosé Torre Revello, 1954-1975”, Historiografia,
HACIA EL VIRREINATO DEL R10 DE LA PLA TA 2, Buenos Aires, 1976, págs. 165-212; RAUL REY
BALMACEDA, “Bibliografía sobre las Islas Malvi­
Las circunstancias geopolíticas del Río de nas (1955-1982)”, en FEDERICO DAUs Y RAUL
la Plata, con el estudio de los problemas de lí­ REY BALMACEDA, Islas Malvinas, Buenos Aires,
mites derivados, se encuentran en el libro clá­ 1982, págs. 89-242.
sico de VICENTE G. QUESADA, El Virreinato del
Río de la Plata, Buenos Aires, 1881. Sobre el ACERCA DE [A CRISIS EUROPEA DE FINALES

mismo tema-con amplitud y solidez, EMILIO DEL SIGLO

RAVIGNANI, “El Virreinato del Río de la Plata”,


en ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA, Histo­ Se explica en RICARDO CAILLET-BOIS, “El Rio
ria de la Nación Argentina, cit. Vol IV, Primera de la Plata y la Revolución Francesa. 1789- 1800”.
sección, cap. I. Para comprender la política in­ en ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA, Historia
ternacional europea y su encuadre de intereses, de la Nación Argentina, cit., Vol. V, Primera sec­
véase ANIBAL ABADIE-AICARDI, “La idea del ción, cap. II. Este autor también ha abordado las
equilibrio y el contexto geopolitico fundacio­ consecuencias de la independencia norteameri­
nal del Virreinato rioplatense", Iahrbuch für cana en “La Revolución de las colonias inglesas
Geschichte von Staat, Mrtschaft und Gesells­ de la América del Norte. La colaboración presta­
chaft Lateinamerikas, Band 17, KOln-Wien, da por España y la repercusión del movimiento
350 1980, págs. 21 l-296. Informes de una de las co­ en el Río de la Plata”, en ibídem, cap. VII.
1 1. HUESTES, MILICIAS
Y EJÉRCITO REGULAR

Jose’ Teófilo Goyret

DE LAS HUESTES A LAS MILICIAS Países Bajos, a la vez que proporcionaron los
capitanes, tenientes y soldados para las huestes
ESPAÑA Y sus PROBLEMAS MILITARES en las Indias. En uno y otro caso, la gran mo­
DE LOS SIGLOS XVI Y XVII tivación era constituida por la expectativa del
ascenso social, la importancia de la paga pro­
El complejo proceso que incluye la paula­ metida y, en la alternativa americana, la espe­
tina sustitución de la hueste indiana por la mi­ ranza de la obtención de tierras en propiedad.
licia como fundamental instrumento militar Durante la mayor parte del siglo XVI, Es­
de la defensa y, a veces, de la expansión de los paña fue la mayor potencia militar de Europa;
asentamientos españoles en América, fue la pero a fines del mismo ya no retenía esa pri­
respuesta histórica a necesidades concretas macía. En 1588 había sufrido la derrota de la
planteadas en el escenario americano; pero Armada Invencible y no sólo declinaba su po­
también una consecuencia de la evolución, der naval sino también el militar terrestre, en
durante los siglos XVI y XVII, de la sociedad tanto que el ejército y la marina de sus princi­
española, la que, a su vez, estuvo sensiblemen­ pales adversarios europeos, Francia e Inglate­
te afectada por los cambios operados en el fe­ rra, reformaban sus organizaciones y aumen­
nómeno de la guerra y las relaciones de poder taban sus efectivos y medios. La proporción de
en Europa. españoles en sus afamados tercios disminuía y
El siglo XVI europeo, desde el punto de crecía la de los aventureros, en general prove­
vista militar, fue el siglo de la hegemonía de la nientes de regiones europeas con poblaciones
infantería española, cuyos tercios -organiza­ mayoritariamente católicas. Es que, entre
dos en 1534- le concedieron prestigio y fama otros factores adversos, España sufría de esca­
superiores a la de los suizos. La alta militariza­ sez de hombres para mantener el tremendo
ción de la sociedad española de los Reyes esfuerzo militar que le demandaban los tea­
Católicos y una manifiesta estima por el ordo tros de operaciones europeos, y, simultánea­
militum que aún la caracterizaba durante los mente, continuar enviando soldados a sus po­
reinados de Carlos I y Felipe II posibilitaron, sesiones americanas y asiáticas. Así lo com­
durante ese siglo, la integración de los ejérci­ prendió en su tiempo, con su reconocida pers­
tos españoles que combatían en Italia y en los picacia, el cardenal Richelieu, quien en 1624 le 351
POLÍTICA EXTERIOR Y DEFENSA

escribía a su soberano, expresando que no du­ España, que, en la batalla de Rocroi (1643) du­
daba que los españoles aspirasen al dominio rante la guerra de los Treinta Años, sufrió la
del mundo, pero que los obstáculos que de­ derrota de sus afamados tercios, de la que, en el
bían afrontar eran las distancias entre sus do­ siglo, no se recobró.
minios y la escasez de hombres. Estas breves consideraciones sobre la decli­
Pero la declinación militar española del si­ nación militar española, operada en el siglo
glo XVII no se debió únicamente al factor de­ XVII, en el contexto de grandes cambios en el
mográfico que, siendo importante, probable­ fenómeno de la guerra en Europa, son necesa­
mente no fue el que mayor influencia directa rias para comprender por qué los Austrias es­
ejerció. Fue potenciada por otro fenómeno de pañoles sólo hicieron, durante ese siglo, esfuer­
la realidad social española. Desde fines del si­ zos menores para defender sus posesiones
glo anterior, la nobleza se había apartado de americanas y, en todo caso, en forma inorgáni­
las instituciones militares, hasta el punto que, ca y con gran precariedad de medios. El deno­
en tiempos de Carlos Il (1665-1700), se afir­ minado, por algunos historiadores, “plan de­
maba que los nobles aborrecían la vida mili­ fensivo de Felipe II”, de 1588, no pasó de ser un
tar. Ese desinterés, primero, y hasta desprecio, plan de fortificaciones por construir en la zona
posteriormente, no fue exclusivo del sector del Caribe, en las plazas que constituían las lla­
privilegiado de la sociedad, sino que caracteri­ madas “llaves de las Indias”. Es verdad que, des­
zó todos los estamentos sociales de la España de comienzos del siglo XVII, el rey Felipe III
del siglo XVII, aflorando, paulatina pero in­ pareció interesarse en encarar la defensa de sus
tensamente, una suerte de repudio al compro­ posesiones americanas con otros objetivos y
miso militar. En 1898, Cánovas del Castillo la­ políticas. Creó la Junta de Guerra de Indias;
mentaba “la odiosa preocupación que contra pero este nuevo organismo fue inoperante,
el servicio militar reinaba entonces [siglo desde el punto de vista de la defensa arnerica­
XVII] en España”. na. Y, por otra parte, muchas disposiciones
Por otra parte, aproximadamente entre reales no se cumplían, debido a la carencia de
1560 y 1660, se operaron cambios en el fenó­ recursos de las autoridades en Indias. El mayor
meno de la guerra, que algunos especialistas ‘esfuerzo de la Corona, en hombres y dinero,
han Categorizado como “revolución militar” consistió en destinar, a diferentes plazas ameri­
que, además de introducir modificaciones en canas, las denominadas “compañías de presi­
el armamento y la táctica de la infantería, in­ dio”, que se tratarán más adelante.
cluyó el desarrollo de la artillería y un impor­
tante aumento de los efectivos de los ejércitos [As HUESTES lNDlANAS

europeos que, en algunos casos, entre 1500 y


1700 llegaron a duplicarse. Mayores efectivos, Entre los autores contemporáneos se ha di­
nuevos materiales de guerra, incrementos de fundido la expresión hueste indiana para desig­
los costos y de las víctimas, fueron consecuen­ nar al conjunto, predominantemente de hom­
cias de las mutaciones de esa revolución mili­ bres de armas —la “gente" de los cronistas—.
tar, que repercutieron sensiblemente en las so­ convocado y organizado por un capitán o cau­
352 ciedades europeas y, muy especialmente, en dillo, con quien sus integrantes no mantenían
HUESTES, MlLlClAS Y EJÉRCITO REGULAR

ninguna relación de vasallaje feudal y que tam­ expectativas económicas. América, por medio
poco representaban una determinada región o de la hueste indiana, fue la gran atracción del
gremio. El conjunto, que concertaba complejas hombre de armas español del siglo XVI.
relaciones, estuvo caracterizado por la partici­ La hueste tuvo una organización concebi­
pación voluntaria de sus integrantes, atraídos da para su empleo militar. Dividida en peque­
y, en general, cohesionados por el prestigio mi­ ñas fracciones, mandadas por capitanes, tenía
litar o social de quien había realizado la convo­ flexibilidad tanto para marchar cuanto para
catoria y por las perspectivas de obtener bene­ combatir, con un mínimo de impedimento lo­
ficios económicos y ascenso social. gístico. El caudillo o capitán de la hueste, para
La nueva y afortunada expresión -hueste las grandes decisiones, reunía “Juntas de Capi­
indiana- conlleva relacionarla con la hueste tanes” que, como sus antecesoras hispánicas
medieval que había sido una convocatoria a de la Baja Edad Media, no sólo asesoraba, sino
hombres de armas para la realización de una que actuaba como órgano decisorio. Estas
gran empresa, ofensiva o defensiva, “en la que Iuntas no se extinguieron con las huestes, per­
tomaban parte las tropas de los consejos, las duraron en las milicias comunales y, poste­
reales y las señoriales”. Pero importa destacar riormente, en las “Juntas de Guerra” del ejér­
que la hueste indiana, como fenómeno histó­ cito de los Borbones.
rico, puede ser estimada como retardataria de
las concepciones militares del Renacimiento. Las OBLIGACIONES MILITARES

El notable capitán Bernardo Vargas Ma­ DE LOS ENCOMENDEROS

chuca, en 1599, escribía refiriéndose a la hues­


te indiana: “en esta milicia el príncipe no hace Se ha afirmado que la “organización eco­
el gasto, porque el capitán o caudillo que a su nómica de la hueste llevaba necesariamente a
cargo toma la ocasión de él se hace la gente y la encomienda” y Silvio Zavala caracterizó la
la sustenta y paga”. La capitulación, lograda función militar de las encomiendas afirman­
por el caudillo de la hueste, establecía las mer­ do que sustituyeron al ejército permanente
cedes y exenciones (“franquezas”) que el rey “que la monarquía ni podía ni quería costear”,
otorgaba a los alistados. Entre esas “mercedes”, función que, en gran medida, cumplieron
la encomienda para cada uno de los integran­ hasta que la Corona destinó a América efecti­
tes de la hueste apareció como una natural vos militares profesionales, pagados por la
concesión para recompensar los esfuerzos de Real Hacienda.
quienes contribuían a ampliar, pacificar o po­ En 1537 una real cédula estableció las obli­
blar las posesiones americanas del monarca. gaciones militares de los encomenderos del
El hombre español del siglo XVI, ansioso Virreinato del Perú. Les exigía que poseyesen
de ascenso social y de adquirir fortuna, encon­ armas y las mantuviesen en buenas condicio­
traba en la hueste indiana y en la aventura nes de uso, que tuviesen personal debidamen­
americana el camino para lograr ambos obje­ te adiestrado en el empleo de determinadas
tivos. La incorporación al ejército que luchaba armas y que concurriesen a los alardes a los
en Europa le abría alguna posibilidad de ascen­ que fuesen convocados, con sus indios comba­
so social; pero la magra paga no satisfacía sus tientes, sus armas, animales y bagajes para ser 353
POLÍTICA EXTERIOR Y DEFENSA

revistados por la autoridad militar designada tima -“los cuerpos formados de vecinos de al­
por la Corona. Los alardes cumplían una do­ gún país o ciudad que se alistan para salir a
ble finalidad: la primera, explícita, era conocer campaña en su defensa cuando lo pide la ne­
los medios de defensa con que se contaba y su cesidad y no en otra ocasión”- es la que co­
grado de alistamiento, y una segunda, no reco­ rresponde a las milicias americanas desde el
nocida, pero que de hecho se cumplía: la de siglo XVII. Sus antecedentes hispánicos, las
mantener un control sobre los encomenderos milicias concejiles, se remontaban al siglo XII.
y sus actividades, impidiendo la adopción de Desde entonces las ciudades españolas habían
actitudes corporativas en detrimento de las reclutado combatientes entre sus vecinos, a
disposiciones reales. veces para reforzar la hueste real y, en otras
El retaceo del efectivo cumplimiento de ocasiones, para la defensa de la propia locali­
sus obligaciones militares por parte de los en­ dad. Los concejos de las ciudades dirigían el
comenderos evolucionó en perjuicio de la ca­ reclutamiento y, en asambleas populares, dis­
pacidad defensiva, tanto frente a los indígenas cutían y aprobaban los planes de empleo.
cuanto en los pueblos próximos a las costas No fueron las disposiciones reales las que
marítimas, amenazados por piratas y corsa­ dieron nacimiento a las milicias americanas;
rios. En los primeros tiempos de la conquista más bien fue la necesidad. Las autoridades es­
y colonización los empleos públicos recayeron pañolas recelaban de las bondades del sistema
en encomenderos; pero, paulatinamente, esos de milicias en América, pues temían que apar­
cargos fueron ocupados por funcionarios, ci­ tara a los vecinos de sus obligaciones produc­
viles o militares, enviados desde España. Fre­ tivas y que llegaran a plantear solicitudes de
cuentemente, la concepción defensiva de esos privilegios y de exenciones. Por otra parte.
funcionarios sin compromiso económico en existe una cierta imprecisión historiográfica
juego no coincidía con la de los encomende­ sobre la transición entre el servicio militar de
ros, cuyos intereses particulares solían entrar los encomenderos en el siglo XVII y la organi­
en colisión con los del conjunto. zación, en las diferentes poblaciones, del servi­
Si bien hacia fines del siglo XVI la Corona cio de las milicias. Es un hecho que, en nues­
había impuesto obligaciones militares a los tras ciudades interiores, hacia mediados del si­
encomenderos de todas las jurisdicciones glo coexistían ambos tipos de servicio.
americanas, la reiteración de documentos rea­ Durante el siglo XVI, la vecindad, que ini­
les exigiendo su cumplimiento y estableciendo cialmente fue exclusividad de los encomende­
cada vez más severas penalidades induce a es­ ros, desde mediados de siglo (real cédula del
timar que la legislación era desatendida con 21 de abril de 1554) fue adjudicada también a
cierta frecuencia. los vecinos con casa poblada, aunque no tu­
vieran la condición de encomendero. La vecin­
Las MILICIAS dad comportaba obligaciones policiales y
militares. El vecino debía concurrir a los alar­
De las tres acepciones que el Diccionario des llevando sus armas y caballos, realizar las
de la Real Academia Española, en su primera rondas cuando le correspondiese, participar
354 edición de 1726, daba al vocablo milicias, la úl­ de las operaciones punitivas contra los indios
HUESTES, MILICIAS Y EJÉRCITO REGULAR

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l Soldados criollos, dibujo acuarelado de Florian Paucke.

rebeldes y estar alerta para actuar, según se de­ las operaciones militares debieron de ser mu­
terminase, contra los portugueses y contra los chas, a juzgar por los repetidos bandos que re­
filibusteros y corsarios. cordaban las obligaciones y las penalídades.
Era frecuente que las noticias de posibles Características importantes fueron comu­
malones que amenazaban arrasar las estancias nes a las milicias de Buenos Aires y a las de las
o de desplazamientos, en proximidades de la ciudades del Interior. Es muy destacable la na­
ciudad, de tribus indígenas rebeldes provoca­ tural disposición de los vecinos para prestar
sen la convocatoria a un alarde, al que debían servicio cuando se trataba de la defensa inme­
concurrir todos los pobladores, incluso los diata de su ciudad o de las estancias importan­
que se hallasen de paso o los que se hubiesen tes de sus pobladores y, por el contrario, su re­
asentado transitoriamente con consentimien­ luctancía a participar en expediciones o “en­
to del cabildo. No era raro que algunos pobla­ tradas” en territorio indígena, aun cuando
dores se manifestaran remisos a participar de hubo casos en que debieron proceder así, por
alguna operación defensiva y más usualmente, exigencias de la situación militar. También fue
si era de carácter punitivo, pretextaran los per­ común el deseo de obtener alguna retribución
juicios que sufrirían por desatender sus activi­ por los servicios prestados y por las pérdidas
dades normales. Las ausencias a los alardes y a sufridas al desatender sus intereses, como lo 355
POLÍTICA EXTERIOR Y DEFENSA

expuso la solicitud formulada al cabildo de vecinos siempre “que estos tales, sean personas
Santa Fe, en 1657, para que concediese licencia que lo merezcan”. Los pobladores nuevos con­
para vaquear a favor de quienes habían parti­ tribuyeron al progreso de la ciudad y también
cipado en la guerra contra los calchaquíes. a su seguridad. Antes del arribo del primer go­
Avanzado el siglo, algunas milicias pretendie­ bernador, los habitantes de la campaña ya ha­
ron una paga en metálico que no siempre lle­ bían constituido un cuerpo especial de unos
gó a efectivizarse y los cabildos fueron menos setenta hombres, con sus capitanes y tenientes
exigentes en cuanto al reemplazo de los veci­ que, en caso de necesidad, se movilizaban en
nos por sus “personeros”, lo que posibilitó que auxilio de la ciudad o de alguna zona particu­
se fuera desfigurando la original institución. larmente amenazada, agregando los policías
Desde la fundación de la ciudad, el ayun­ que estaban bajo las órdenes de los alcaldes de
tamiento de Buenos Aires tuvo la necesidad de la hermandad. Estos milicianos rurales fueron
organizar sus medios defensivos y, natural­ los antecesores de los cuerpos de blandengues
mente, procedió según la tradición castellana, del siglo siguiente.
aunque con las adaptaciones que las exigen­
cias del medio impuso. El cabildo llevaba un
registro de vecinos que era utilizado para for­ EL PRESIDIO

mar el ejército de la ciudad, “cuyo número de


soldados, por sus nombres, están escritos en LAS COMPAÑIAS DE PRESIDIO

las listas que por mi mandato se hizo", afirma­


ba el primer gobernador de la provincia del El aumento de las amenazas externas, re­
Río de la Plata, Diego de Góngora y Elizalde. presentadas por los saqueos y pillajes sufridos
Los jóvenes, desde los doce años, recibían ins­ por las ciudades de las costas marítimas ame­
trucción militar y cuando se los consideraba ricanas por parte de filibusteros, corsarios o
suficientemente adiestrados, se los incorpora­ piratas, agravadas por las demostradas preten­
ba al registro, del que eran excluidos los pobla­ siones de franceses, ingleses y holandeses de
dores que, por su edad, no podían prestar ser­ establecerse en el área del Caribe, a todo lo que
vicio de armas. Los vecinos, que constituían el se sumaban las repetidas sublevaciones indí­
cuerpo de milicias, elegían sus oficiales y jefes, genas en distintas regiones americanas, habían
que se subordinaban a las autoridades milita­ desbordado manifiestamente la capacidad de­
res designadas por la Corona. Los derechos de fensiva de encomenderos y milicias y, a co­
la vecindad estaban fuertemente vinculados mienzos del siglo XVII, ya le era evidente al
con los deberes militares. En los instrumentos gobierno español que debía concebir la defen­
de la fundación, Garay llamaba vecinos o sol­ sa de sus posesiones americanas sobre la base
dados a los pobladores, sin marcar distinción de efectivos militares veteranos, bajo el direc­
alguna. to comando de sus funcionarios, que serían
La inestable seguridad de Buenos Aires fue pagados por la Real Hacienda.
un factor importante en la flexibilidad del ca­ Infructuosamente, la Corona adoptó algu­
bildo para conceder la ciudadanía. Frecuente­ nas disposiciones favorables a los encomende­
356 mente se aceptaban las solicitudes de nuevos ros, a cambio de que éstos se hicieran cargo de
HUESTES, MILIClAS Y EJÉRCITO REGULAR

parte de los gastos que demandaba destinar y lo eran para escapar al hambre y la miseria.
sostener en América efectivos veteranos. Las Los capitanes empleaban mil recursos, ni lega­
precarias finanzas españolas limitaron duran­ les ni éticos, para lograr el reclutamiento. Las
te todo el siglo XVII el esfuerzo defensivo de consecuencias fueron la “pésima calidad” de
sus posesiones en América. En el marco muy las tropas enviadas a América.
limitado de ese esfuerzo, desde la Península se
fueron destinando a distintas plazas america­ EL 9121551010 DE BUENOS AIRES

nas las llamadas compañías de presidio. En su


original concepción, los presidios en Europa, En 1631, el mariscal de campo Pedro Este­
donde el personal de los tercios cumplía la ban Dávila, designado gobernador de Buenos
mayor parte de su prolongado servicio como Aires, antes de partir de España, en un memo­
profesionales de las armas, eran cuarteles for­ rial le expuso al rey su apreciación militar so­
tificados, donde se ejercitaban los veteranos y bre la defensa de la jurisdicción de la que se
donde los soldados bisoños eran instruidos y haría cargo. Solicitó que se pusiera a sus órde­
adquirían, rápidamente, la mentalidad, los va­ nes doscientos hombres de las fuerzas vetera­
lores y actitudes y, también, los defectos típi­ nas profesionales y un ingeniero que debía
cos de los veteranos. En los presidios europeos, proyectar y dirigir la construcción del fuerte y
los soldados vivían aislados de su entorno y presidio de Buenos Aires. La Iunta de Guerra
recelaban de la sociedad a la que creían carga­ de Indias aceptó la solicitud; pero efectiva­
da de hostilidad hacia ellos, fenómeno que te­ mente sólo se le subordinaron setenta y cinco
nía su contraparte en la sensación de la socie­ hombres, algunas armas y piezas de artillería.
dad que se sentía rechazada y menospreciada El 26 de diciembre de 1631, en Buenos Aires,
por los soldados. Dávila fue reconocido como gobernador por
En América, las compañías de presidio no el cabildo y, de inmediato, decidió comenzar la
tuvieron las mismas características que las eu­ construcción de un fuerte, que proyectó per­
ropeas, ni desde el punto de vista de sus rela­ sonalmente , sin asesoramiento técnico, ya que
ciones con la sociedad ni en cuanto a su ins­ el ingeniero solicitado no le había sido asigna­
trucción y disciplina. En esto último tenía im­ do. En homenaje al heredero del trono, llamó
portante incidencia el reclutamiento y la irre­ a ese primer fuerte y presidio de Buenos Aires,
gularidad en el cobro de la paga asignada. Du­ Fuerte de San Baltasar de Austria.
rante el siglo XVII, ser soldado en las Indias Desde entonces, Buenos Aires tuvo una
tenía muy mala fama en España. La Iunta de guarnición (sinónimo de presidio) constitui­
Guerra de Indias designaba quién tendría la da por personal militar pagado por la Real Ha­
“comisión de levar tropas”; debía ser un capi­ cienda. En 1653, el gobernador Pedro de Bay­
tán supuestamente seleccionado por sus méri­ gorri Ruiz incorporó al presidio cuarenta y
tos militares. Recibía detalladas instrucciones tres soldados que había traído desde España;
sobre dónde realizar la leva, los sueldos de los pero las bajas del presidio debieron ser
integrantes de la compañía y dónde debía di­ grandes, por la peste que azotaba a Buenos
rigirse con los efectivos reclutados. Estos de­ Aires o por la deserción, pues muy pronto dis­
bían ser voluntarios; pero en muchas regiones, puso convocar a “toda la gente ociosa y sin 357
POLÍTICA EXTERIOR Y DEFENSA

ocupación” para ser incorporada a la guarni­ galmente, correspondía a tropas dependientes


ción. Esta incorporación forzada señaló una de la Corona y destinadas a los lugares deter­
desvírtuación del concepto básico de las minados por el mismo gobierno.
“compañías de presidio”. Durante la segunda mitad del siglo XVII,
El atraso con el que los integrantes del en varias oportunidades Buenos Aires recibió
presidio, sin distingos de jerarquías, cobraban desde España variada cantidad de efectivos
sus sueldos impulsó a algunos oficiales a de­ para reponer las bajas de su presidio. En algu­
dicarse al comercio, y a los gobernadores, a nos casos esos contingentes atendían a solici­
entregar vales a los militares, con los que éstos tudes de los gobernadores y, a veces, ocurrió
pudieran adquirir mercaderías en la ciudad. como en 1672, que, de la cantidad aconsejada
Los comerciantes cobraban los vales cuando por la Iunta de Guerra de Indias al monarca,
el personal militar recibía su correspondiente efectivamente sólo se remitió a Buenos Aires
sueldo en metálico. Se acusó a los gobernado­ una cantidad mucho menor.
res de ser los beneficiarios del empleo de los
vales, pues serían ellos los dueños de las tien­
das donde los vales eran recibidos a cambio LAS REFORMAS DE LOS BORBONES

de mercaderías. Para eliminar la corrupción,


la Real Audiencia, en 1686, dispuso que nin­ LAS REFORMAS MILITARES DE Pïups V

gún oficial del presidio podía ser propietario


de “tiendas públicas”, y se establecieron pena­ Durante los gobiernos de los “Austrias me­
lidades para quienes infringieran esa disposi­ nores”, las instituciones militares españolas se
ción. En 1695, los oficiales del presidio se­ deslizaron progresivamente en una decadencia
guían ejerciendo ese comercio, mientras los que las afectaba en todos los órdenes. Sin em­
magros sueldos continuaban llegando con bargo, desde los últimos lustros del siglo XVII
atraso y los vales eran mantenidos como di­ se insinuó una recuperación, política y psico­
nero provisorio. social, en distintos sectores de la sociedad, que
Respecto de la designación de “presidio”, el fueron los que entusiastamente acompañaron
cabildo de Santa Fe, el 20 de marzo de 1655, las reformas encaradas tempranamente por
resolvió fortificar la guardia que cubría una de Felipe V, que adoptó a España como su patria
las avenidas de aproximación o “entrada prin­ con entusiasmo y lealtad. Se reformaron orde­
cipal del enemigo” y establecer allí “una escua­ nanzas, concepciones tácticas y orgánicas, regí­
dra en forma de presidio” con un cabo y diez menes del servicio, uniforme y armamentos;
soldados pagados por los vecinos y, además, se pero lo fundamental fue la gran decisión polí­
organizaron tropas a sueldo destinadas a los tica de Felipe V y de su gobierno para obtener
que denominaron “presidios”, en algunas es­ prontamente un ejército y una marina refor­
tancias del Salado. Estos “presidios" santafesi­ mados y fortalecidos, que posibilitaran y res­
nos -que duraron muy poco tiempo porque paldaran una política de “revisionismo de
los vecinos dejaron de aportar dinero y víveres Utrecht” y del "irredentismo mediterráneo”.
para mantenerlos- no fueron más que la establecidos como objetivos políticos prirnor­
358 adopción local de una denominación que, le­ diales del nuevo gobierno madrileño.
HUESTES, MILICIAS Y EJÉRCITO REGULAR

La acertada política militar y la decisión de Guardias Marinas de San Fernando, en Cá­


con la que se la puso en ejecución permitieron diz, la primera promoción de oficiales navales.
que, en pocos años, España dispusiera de una El desarrollo naval sufrió una interrupción
mejorada marina de guerra y de un renovado durante el reinado de Fernando VI, después de
ejército y, fundamentalmente, se lograra un que fuera apartado del gobierno el marqués de
cambio profundo en la imagen que la sociedad la Ensenada, quien había sido el ministro más
española tenía de sus instituciones militares. Se directamente interesado en el crecimiento del
buscó reconciliar a la nobleza con el personal poder naval español.
de oficiales, instando a los jóvenes nobles a in­
tegrar los cuadros militares. Una real cédula de EL EJERCITO DE AMÉRICA

1704 estableció que en cada compañía se pu­


dieran “recibir hasta diez cadetes”. Y desde en­ Los mismos principios renovadores fue­
tonces, ésta fue la principal fuente de recluta­ ron aplicados al ejército español en América,
miento y formación de oficiales del ejército es­ incluyendo importantes reformas orgánicas
pañol. Por otra parte, Felipe V abrió España a por las que las compañías de presidio fueron
las corrientes intelectuales europeas y, con ellas, paulatinamente sustituidas por unidades (re­
a los nuevos conocimientos científicos y tecno­ gimiento, batallón o compañía) creadas y re­
lógicos, con lo que fueron particularmente be­ guladas por los reglamentos de plaza, el pri­
neficiadas las armas de artillería e ingenieros. mero de los cuales fue, en 1718, el Reglamento
Para la artillería se adoptó la organización fran­ para la guarnición de Buenos Aires, por el que
cesa y, en 1710, se crearon cuatro “escuelas se creaban ocho compañías fijas o de a pie fi­
prácticas”, aunque recién en 1764 se habría de jo, es decir con una organización precisa. Estas
instalar en Segovia la Academia de esa arma. nuevas unidades dieron origen al que se deno­
Con palabras de Cánovas del Castillo: “El minó desde entonces el Ejército de América.
mejor servicio que hizo Felipe V a su nueva Una de las características de este nuevo
patria fue restablecer entre los españoles el ejército fue que, en función de la distinta com­
amor a las armas, ennoblecer y estimular su posición de su cuadro de oficiales y del cre­
ejercicio”. Así, de la guerra por la Sucesión de ciente respeto social que lo acompañó, la ca­
la Corona española (1700-1714) surgió un rrera de las armas se convirtió en un motiva­
nuevo ejército que, en 1718, tenía tantos efecti­ dor de cambio social, que se manifestó duran­
vos como no se había conocido en España ni te todo el siglo XVIII.
aun en los tiempos de Carlos I. Había desapa­ El Ejército de América (o ejército de dota­
recido el viejo “ejército de las naciones”, lo que ción) fue concebido formando parte de un
motivó que el vizconde de Puerto en sus Refle­ sistema defensivo integrado, además, por las
xiones Militares escribiera: “nunca se vio más unidades de milicias que comprendían la po­
fuerte el corazón de la monarquía que después blación masculina de 15 a 45 años de cada
de separados los miembros que para alimen­ jurisdicción, y por el Ejército de Refuerzo,
tarse, le consumían la sustancia”. formado por unidades veteranas, aprestadas
También recibió un fuerte impulso la ma­ en puertos españoles para ser embarcadas y
rina de guerra. En 1717 egresó de la Academia empleadas donde lo requiriese la situación 359
POLÍTICA EXTERIOR Y DEFENSA

militar. La gran expedición que comandó el bertos), cuatro de caballería (una de indios
general Pedro de Cevallos, en 1776, para guaraníes, otra de indios ladinos, es decir que
operar en el Río de la Plata, pertenecía a este hablaban español, y una tercera de pardos),
ejército. una de artillería provincial y una de maes­
tranza, que totalizaban 213 oficiales y 3379
LA INSTRUCCIÓN PARA LAS MILICIAS PROVINCIALES hombres de tropa.
Por otra parte, hacia marzo de 1771, en la
Transcurrida más de la mitad del siglo campaña de Buenos Aires (pago de Magdale­
XVIII, aún las milicias urbanas y rurales de la na y Matanza, Areco y Cañada Honda, Arre­
gobernación de Buenos Aires se continuaban cifes y Pergamino), en Corrientes, en Santa
rigiendo por conceptos similares a los del siglo Fe y su jurisdicción y Montevideo y su cam­
anterior. Algunos eran tradicionales, otros paña, se habían organizado unidades de mili­
fueron normas establecidas por los cabildos y, cias respetando la Instrucción de 1764. Bási­
muchas veces, especialmente tratándose de camente, ésta mantuvo su valor rector hasta
milicias rurales, en atención a necesidades co­ que la real orden del 6 de abril de 1795 dispu­
yunturales. Por menciones y transcripciones so que el virrey debía elevar una propuesta de
parciales se conoce la existencia de una Real reglamento.
Instrucción para la formación de Cuerpos de
Milicias provinciales del Río de la Plata, del 28 LAS ORDENANZAS DE 1 768

de noviembre de 1764, recibida y aplicada por


el teniente general Pedro de Cevallos en su ca­ Carlos III continuó en el camino de las re­
rácter de gobernador de Buenos Aires. De este formas militares, enérgicamente emprendidas
notable documento -de hecho el primero en por su padre y, más pausadamente, continua­
su materia de la América hispánica- se sabe das por su hermano y predecesor. En ese afán
que establecía el personal veterano que debía modernizador, las Ordenanzas para el Régi­
ser “pie” para la formación de las unidades de men, Disciplina, Subordinación y Servicios de
milicias (un sargento mayor y un ayudante, un sus Bxércitos, promulgadas en 1768, constitu­
tambor mayor y un pífano en la plana mayor yeron su obra culminante. Las Ordenanzas se
del batallón y en cada compañía un teniente y sirvieron de la magnífica compilación realiza­
dos cabos), a la vez que prescribía que los ca­ da por Iosé Antonio Portugués y Monente pu­
pitanes y alféreces debían ser “individuos del blicada en 1764. Fueron innovadoras y entra­
país”. El personal veterano constituía la asam­ ñaron audacia, intelectual y política, al preten­
blea: de infantería, de caballería y de dragones. der, sin dudas ni faltas, establecer las bases so­
Además extendía el fuero militar a los oficiales bre las que debían estructurarse las institucio­
de milicia. nes militares y las normas por las que ellas de­
El gobernador Cevallos informó al minis­ bían regirse, tanto en guarnición cuanto en
tro Arriaga, el 15 de diciembre de l765, que campaña. Se apoyaron en las refonnas encara­
había cumplido la Real Instrucción y organi­ das desde Felipe V en 1728 y en las Reflexiones
zado, en la ciudad de Buenos Aires, dos uni­ Militares (1724-1730) del general Alvaro de
360 dades de infantería (una de ellas de negros li­ Navia Osorio y Vigil. En 1771, se les agregó la
HUESTES, MlLIClAS Y EJÉRCITO REGULAR

Ordenanza para el servicio del Cuerpo de Inge­ LA FRONTERA EXTERIOR


nieros; pero, aun así, las Ordenanzas quedaron
incompletas, por faltar la referente a la Artille­ LAs AMENAZAS

ría, que recién fue publicada por Carlos IV en


1802. Estas otorgaron a los ingenieros y la ar­ Durante la primera mitad del siglo XVII,
tillería el carácter de “cuerpos facultativos” y los piratas y corsarios constituyeron la amena­
sus miembros fueron reconocidos como inge­ za mayor de los pobladores de Buenos Aires,
nieros civiles. tanto por las noticias recibidas de sus depreda­
Las influencias de las mutaciones opera­ ciones en las posesiones españolas del área del
das en las organizaciones, los armamentos y Caribe, cuanto por la proximidad cierta de
la táctica de las armas y, posteriormente, en esos delincuentes del mar. Buenos Aires siem­
algunos conceptos básicos sobre la integra­ pre tuvo una defensa natural: las características
ción social de los cuadros, sobre la participa­ del Río de la Plata, navegable únicamente para
ción popular en el esfuerzo para la guerra y los prácticos que conocían sus canales y sus
en el protagonismo fundamental del “ciuda­ bancos de arena. Tempranamente, el gobierno
dano-soldado”, que fueron consecuencias de español había intentado el control del estrecho
las guerras de la Revolución Francesa y del de Magallanes y, en 1584, Pedro Sarmiento de
Imperio napoleónico, hicieron anacrónicos Gamboa, “gobernador del Estrecho”, fundó dos
algunos conceptos y normas de las Ordenan­ asentamientos en las márgenes del estrecho,
zas de 1768, especialmente los que regulaban que sobrevivieron menos de cinco años.
lo relativo a la organización y administración Navegantes franceses y holandeses e ingle­
de las unidades de infantería, caballería y ses se aventuraron al Atlántico sur americano;
dragones y los que prescribían la táctica de pero después de los Tratados de Utrecht, fue
las mismas. Inglaterra -la potencia marítima por excelen­
Sin embargo, es destacable que algunas cia— la más interesada en las islas y costas del
partes de las “órdenes generales para oficiales”, Atlántico sur, y con ellas, el Río de la Plata co­
como sentencias o principios morales, han su­ menzó a despertar el interés de la nueva tala­
perado la erosión del tiempo y, aún en la ac­ socracia, a la vez que los portugueses conti­
tualidad, algunos de ellos se -incluyen en los re­ nuaban avanzando sobre las posesiones espa­
glamentos de servicio. Y, en este orden de ñolas y acercándose al Río de la Plata.
ideas, hay que recordar que el Tratado Octavo Ya en 1670, el capitán John Narbrough,
“De las materias de Justicia” mantuvo, en ge­ que comandaba una expedición inglesa, había
neral, su vigencia en varios delos Estados his­ recorrido las costa patagónica, penetrado en
panoamericanos independientes. En la Argen­ el río Deseado y tomado posesión en nombre
tina, con excepción de algunas de sus penas, de su rey Carlos II, lo que tuvo un carácter
caídas en desuso por su crueldad, rigió en lo simbólico, porque los ingleses no se estable­
relativo a la justicia militar hasta 1895, cuando cieron en el lugar. En 1740, el almirante Geor­
comenzaron a aplicarse los Códigos Militares ge Anson, que con su flota había navegado
para el Ejército y Ia Armada. por el Atlántico sur americano y por el Pacífi­
co, a su regreso a Inglaterra, en un detallado 36]
POLÍTICA EXTERIOR Y DEFENSA

relato de su navegación, abogó por el estable­ ron hacia el norte y el oeste, las mayores y más
cimiento de una base inglesa en el Atlántico temibles avanzaron al sur sobre la provincia
austral, en lasiMalvinas o en Tierra del Fuego, del Guayrá y de Tape. Hacia 1641, habían obli­
desde donde operar contra el comercio marí­ gado a los jesuitas a abandonar buena parte de
timo español. las reducciones del Guayrá y sufriendo toda
Al promediar el siglo XVIII, las fronteras clase de calamidades, ellos y los indígenas sal­
exteriores del Río de la Plata y su zona interior vados buscaron refugio en la margen occiden­
tenían dos amenazas; la portuguesa, represen­ tal del río Uruguay. Interesados en defender
tada por sus bandeiras y por el conflicto por la las reducciones y a los indígenas evangeliza­
Colonia del Sacramento, planteado desde el si­ dos, los jesuitas obtuvieron la autorización pa­
glo anterior, pero aún sin solución, y la ingle­ ra armar a los guaraníes y procedieron a dar­
sa, por su intervención muy probable en las is­ les instrucción militar. Los indígenas resulta­
las Malvinas, o en el estrecho de Magallanes y ron combatientes sobrios y valientes. Diversos
costas patagónicas, o en el Río de la Plata. arbitrios les permitieron obtener armas de
fuego, sus municiones y pólvora, y, febrilmen­
Las BANDEIRAS te, comenzaron la fabricación de armas blan­
cas. Con derroche de ingenio, construyeron
Desde mediados del siglo XVI, los pobla­ cañones con la caña de tacuarazú (con un diá­
dores portugueses del Brasil, a veces como metro de 7 a 8 centímetros) forrados en cuero,
consecuencia de la imprecisión en la demarca­ y se proveyeron de pólvora y munición para
ción del límite entre las posesiones españolas y esa primitiva artillería.
portuguesas y, en otras, las más, por afán ex­ En varios combates los resultados fueron.
pansionista, realizaron entradas en territorio en general, favorables a los bandeirantes pero,
de la Corona española; pero fueron las bandei­ en 1638, un ataque de las bandeiras, que pre­
ras, propiamente dichas, las que profundiza­ tendían franquear el río Uruguay y penetrar
ron esas penetraciones y “nos proporcionaron en las actuales provincias de Misiones y Co­
un Brasil tres veces mayor” al decir de Cassia­ rrientes, fue detenido en el combate de Caaca­
no. Los bandeirantes, llamados por los españo­ pá-Guazú por los guaraníes conducidos por
les “mamelucos”, eran portugueses blancos y los jesuitas. Tres años más tarde otra bandeira,
mestizos e indios tupíes, que constituyendo formada por unos 500 mamelucos y unos
bandas armadas incursionaron en los pueblos 4000 indios tupíes flecheros, mandada por sus
y reducciones españolas, robando, destruyen­ jefes más famosos y sanguinarios, avanzó pre­
do, matando y capturando a los indígenas pa­ tendiendo realizar lo que antes no habían po­
cíficos y, particularmente, a los guaraníes, que dido. Con arrojo y astucia táctica encomiables,
fueron sus grandes víctimas, al ser esclaviza­ un ejército de 3000 guaraníes (300 con armas
dos y remitidos a San Pablo, donde eran ven­ de fuego), mandados por el cacique Ignacio
didos a los colonos de los ingenios de la Capi­ Abiarú, entre el ll y 25 de marzo de 1641, en
tanía de San Vicente. las proximidades de Asunción de la Cruz, jun­
Si bien desde San Pablo, el gran centro de to al río Mbororé, prácticamente aniquiló la
362 irradiación de las bandeiras. éstas incursiona­ bandeira invasora.
HUESTES, MILICIAS Y EJÉRCITO REGULAR

Y si bien, en 1676, una bandeira atacó la innatas condiciones de conductor militar del
trasladada Villarica del Espíritu Santo, las ban­ santafesino maestre de campo Antonio de Ve­
deiras nunca se recuperaron de la derrota de ra y Muxica. En esta "primera guerra argenti­
Mbororé, que sin duda tuvo decisiva impor­ na”, unos 3000 indios guaraníes, con oficiales
tancia al evitar por siempre el franqueo del río propios, lejos de sus reducciones, lucharon con­
Uruguay y detener el avance hacia la margen tra el enemigo extranjero y contribuyeron al
oriental del Río de la Plata. Existieron y actua­ triunfo de las armas del rey de España. El 6 de
ron hasta principios del siglo XIX, pero sin el agosto la plaza fue conquistada.
impulso y poderío de los tiempos previos a Por el Tratado Provisional de mayo de
Mbororé. 1681, la Colonia fue devuelta a los_portugue­
ses; pero la demarcación de límites no se reali­
EL CONFLICTO BÉLICO POR LA COLONIA zó en el plazo establecido. Durante veinte años
DEL SACRAMENTO la situación se mantuvo en una suerte de equi­
librio inestable. En 1701, Felipe V renunció a
Hacia 1679, las autoridades de Buenos sus derechos a la Colonia, a cambio del apoyo
Aires, por diversos medios, fueron informa­ de Portugal en la Guerra de Sucesión de Espa­
das de que el regente de Portugal había orde­ ña; hasta que, en noviembre de 1703, ante el
nado al nuevo gobernador de Río de Janeiro, incumplimiento de sus compromisos por el
general Manuel Lobo, fundar una población rey de Portugal, el nuevo monarca español se
en la banda oriental del Río de la Plata y for­ creyó liberado de los suyos y ordenó que el go­
tificar una de sus islas. Ese territorio era rei­ bernador de Buenos Aires se apoderase de los
vindicado públicamente, tanto por los fun­ territorios cedidos dos años antes. Este funcio­
cionarios cuanto por los pobladores portu­ nario, Iuan Antonio de Valdés e Inclán, dispu­
gueses del Brasil, como perteneciente al rey so concentrar los efectivos veteranos y de mi­
de Portugal. El general Lobo partió del puer­ licias de su jurisdicción y a 4000 indios de las
to de Santos, el 8 de diciembre, comandando reducciones, para establecer el cerco de la Co­
una expedición que, el 21 de enero de 1680, lonia. Después de cinco meses de asedio,
desembarcó frente a la isla de San Gabriel, cuando los españoles comenzaron el ataque
donde el gobernador Lobo fundó la Nova Co­ formal a la plaza, el 14 de marzo de 1705, los
lonia do Sacramento. defensores la abandonaron y se embarcaron
Durante casi cien años la Colonia fue en los buques de la flotilla portuguesa que
constantemente un objetivo político de las au­ mantenía el control del Río de la Plata.
toridades portuguesas y españolas y, muchas El Tratado de Utrecht impuso al rey de Es­
veces, el objetivo militar que unos querían paña la renuncia a la soberanía sobre la Colo­
mantener y los otros, conquistar. La primera nia del Sacramento y “su territorio”. La entre­
vez que se combatió por su posesión fue en el ga de la plaza se efectivizó el 4 de noviembre
mismo año de su fundación, 1680, y los acon­ de 1716 y, de inmediato, el gobierno portu­
tecimientos destacaron la decisión política y la gués le concedió el carácter de puerto libre. La
capacidad estratégica militar del gobernador Colonia, con sus fortificaciones reconstruidas
de Buenos Aires, Iosé de Garro, tanto como las y mejoradas sus fuerzas, pronto se convirtió 363
POLÍTICA EXTERIOR Y DEFENSA

en el centro del contrabando con Buenos Aires dro Vasconcelos, activó nuevas obras de forti­
y las ciudades del Interior. Los portugueses re­ ficaciones, a la vez que solicitó refuerzos a Río
clamaban la posesión de todo el territorio de de Janeiro. Desde octubre de 1735, cuando
la Banda Oriental, pues tal era su interpreta­ Salcedo desembarcó con sus tropas en la Ban­
ción del territorio dela Colonia. Fracasadas las da Oriental, hasta marzo de 1737, se sucedie­
negociaciones diplomáticas, Felipe V resolvió ron acciones ofensivas y defensivas por ambas
adoptar, como interpretación legítima del Tra­ partes, y Vasconcellos fue favorecido por los
tado, que el territorio que le correspondía a la mayores refuerzos y por la superioridad de la
Colonia se extendía alrededor de la plaza has­ flotilla portuguesa que controló el Plata, en
ta el alcance de un disparo de cañón de a 24 li­ tanto que Salcedo, no obstante el acierto de
bras disparado desde sus murallas, desesti­ sus disposiciones, se vio afectado por las desa­
mando mayores pretensiones portuguesas. venencias con el jefe de la flotilla española que
Precisamente, previendo que los portu­ actuó con poca pericia y decisión. En marzo
gueses quisieran establecerse en otros lugares de 1737, arribaron a Buenos Aires dos navíos
de la costa oriental y que los británicos pudie­ que transportaban 220 hombres del regirnien­
ran hacerlo en Montevideo, el gabinete espa­ to de Cantabria, para reforzar las tropas del
ñol, desde 1716, remitió varias instrucciones gobernador de Buenos Aires. Cabe recordar
al gobernador de Buenos Aires para que ocu­ que durante la travesía, en Santa Catalina, 110
para Maldonado y Montevideo y fortificase hombres de la tripulación habían desertado
ambos puestos, lo que reiteró después de que pasándose a los portugueses y que, a los pocos
el gobernador Bruno Mauricio de Zabala irn­ días de desembarcada en la Ensenada de Ba­
pidiera que los portugueses establecieran un rragán, se amotinó una de las compañías de
puesto en Montevideo en 1724. Este goberna­ ese regimiento, lo que revela la baja moral de
dor dispuso que, en el lugar que los lusitanos combate y la indiscíplina que caracterizaba a
habían comenzado a fortificar, se construyera esa tropa veterana.
una batería. Este asentamiento fue el antece­ En septiembre de 1737, se tuvo noticias en
dente de la fundación de la ciudad de San Fe­ el Río de la Plata de la firma de un convenio
lipe y Santiago de Montevideo, el 24 de di­ de paz, firmado el 1° de julio por los represen­
ciembre de 1726, y el comienzo de la efectiva tantes de España y Portugal, que establecía
ocupación española, poblacional y militar, de que las partes debían mantenerse en los luga­
la costa oriental del Río de la Plata. res ocupados y que la suspensión de hostilida­
En abril de 1735, cuando el gabinete espa­ des duraría hasta que los gobiernos acordaran
ñol apreciaba como inminente la guerra con definitivamente los límites de sus posesiones
Portugal, le ordenó al gobernador de Buenos en América. Amparados en estas cláusulas, los
Aires, Miguel de Salcedo, que sorprendiese la portugueses continuaron su penetración en
guarnición de la Colonia y expulsara a los por­ territorio español y entorpecieron las tareas
tugueses. Pero, pese a la premura y energía de de los peritos encargados de la demarcación
las medidas adoptadas por el gobernador es­ de los límites. El 13 de enero de 1750, fue fir­
pañol, no le fue posible lograr la sorpresa y el mado en Madrid un Tratado de Límites, por
364 enérgico gobernador portugués, Antonio Pe­ el cual España debía entregar siete pueblos de
HUESTES, MILICIAS Y EJÉRCITO REGULAR

las misiones orientales, habitados por unos 1° de octubre de 1762, cuando sus tropas y la
30.000 guaraníes, y recibiría la Colonia del Sa­ flotilla habían sitiado efectivamente la Colo­
cramento. La negativa de los indígenas, leales nia, intimó la entrega de la plaza. Hasta el 12
vasallos del rey de España, a aceptar la juris­ de octubre sitiadores y sitiados intercambia­
dicción portuguesa, provocó el desplazamien­ ron fuego de artillería, pero el comandante de
to de media población hacia las misiones oc­ la flotilla española, al enterarse de que barcos
cidentales, con grandes sufrimientos y pérdi­ portugueses habían ingresado al Río de la Pla­
da de bienes y, ya en rebeldía, en diciembre de ta, abandonó el sitio y se estableció en Punta
1752, los guaraníes con su precario armamen­ Lara, sin avisar al gobernador y sin conocer
to enfrentaron con éxito una primera expedi­ exactamente la potencia de los navíos portu­
ción (mayo a agosto de 1754) mandada por el gueses. A partir de entonces, los sitiados se pu­
gobernador de Buenos Aires, Iosé de Ando­ dieron abastecer por el río. Cevallos compren­
naegui; pero una nueva operación combinada dió que en esas condiciones el sitio no resulta­
hispano-portuguesa (1670 españoles y 1106 ría y resolvió asaltar la plaza. Le intimó rendi­
portugueses, bien armados) venció a los gua­ ción el 26 de octubre y el 29 aprestó su tropa
raníes en la batalla de Caibaté (10 de febrero para el asalto nocturno, pero los sitiados se
de 1756) y en la de Chumichí, tres meses más rindieron el mismo día.
tarde. Así finalizó la tremendamente injusta Poco más de dos meses después de con­
“guerra guaranítica”. quistada la Colonia, una escuadra anglo-por­
Fracasadas las negociaciones y entorpeci­ tuguesa, comandada por el comodoro Iohn
das por los portugueses las tareas para la pues­ Mac Namara (compuesta por tres fragatas y
ta en ejecución del Tratado de Límites de once embarcaciones menores) entró en el
1750, el rey Carlos III, al poco tiempo de ocu­ puerto de la Colonia el 6 de enero de 1763. La
par el trono, decidió anularlo, intención que guarnición española (europeos y americanos),
puso en conocimiento del general Pedro de en un combate de artillería de más de cuatro
Cevallos, desde 1756 gobernador de Buenos horas, hizo volar la nave capitana inglesa y
Aires. En febrero de 1761, los gobiernos de Es­ averió otra. La gran mayoría de los 500 tripu­
paña y Portugal firmaron un acuerdo que de­ lantes de aquélla perecieron, incluidos Mac
claró nulo el Tratado de Límites de 1750. El 15 Namara y Iohn Reed, un aventurero inglés que
de agosto del mismo año, fue firmado el Pacto había residido siete años en Buenos Aires, en
de Familia, entre Francia, España y Nápoles y el Asiento de Negros, y que había sido un pro­
el 12 de junio de 1762, España declaró la gue­ minente instigador de la fracasada aventura.
rra a Portugal, aliada de Gran Bretaña. El general Cevallos apreció acertadamen­
El gobernador de Buenos Aires recibió la te que era improbable, durante el invierno,
orden que le imponía conquistar la Colonia y una expedición marítima-fluvial de ingleses y
expulsar a los portugueses de la margen orien­ portugueses contra las costas del Río de la
tal del Plata. El general Cevallos —admirable Plata y decidió operar ofensivamente contra
conductor militar y prudente gobernante­ los portugueses en la Banda Oriental y Río
con presteza, energía y acierto, dispuso el des­ Grande. Dejó una fuerte guarnición en la Co­
plazamiento de los efectivos a sus órdenes y, el lonia y avanzó hacia el norte, con algo más de 365
POLÍTICA EXTERIOR Y DEFENSA

1000 hombres, en su mayoría milicias encua­ expedición, dispuso de algo más de 1000
dradas por veteranos. Se apoderó de los fuer­ hombres de infantería, con parte de los cuales
tes de Santa Teresa y de San Miguel. Además, reforzó los efectivos sítiadores y el resto lo
dispuso que una columna de unos 300 hom­ adelantó al fuerte de Santa Teresa. El goberna­
bres avanzara y exigíera la rendición de Río dor, además, acopió víveres, previendo las
Grande, cuya guarnición abandonó la plaza. propias necesidades y las que pudiera tener la
Se proponía continuar su avance hacia el expedición del general Cevallos.
norte, pero recibió la noticia de que, por la Entretanto, el 20 de febrero de 1777, ésta
paz de París, del 10 de febrero de 1763, la Co­ “dio fondo y fuera del tiro del cañón" al norte
rona española había acordado devolver la de la isla Santa Catalina. Después de cautelo­
Colonia del Sacramento a Portugal y mante­ sos reconocimientos y sin oposición enemiga,
ner la costa meridional del río Yacuhy y los Cevallos ordenó el desembarco el día 22 del
fuertes de Santa Teresa, San Miguel y Río mismo mes y, sin encontrar resistencia, tres
Grande en su poder. días más tarde, toda la isla quedó en poder de
los expedicionarios. Aparentemente, las fuer­
LA EXPEDICION DE 1 7 76 zas portuguesas, sustraídas de la isla, se habían
aprestado para la defensa en tierra firme, pero
La real cédula del 1° de agosto de 1776 le ante la intirnación formulada por el general
ordenó al teniente general Pedro de Cevallos Cevallos, capitularon sin condiciones.
que debía comandar una expedición que esta­ La maniobra estratégica operativa conce­
ba “dirigida a tomar satisfacción de los portu­ bida por Cevallos era ponderable. Se proponía
gueses por los insultos cometidos en mis Pro­ ingresar con la escuadra en el río Grande para
vincias del Río de la Plata”. El 13 de noviem­ bombardear las fortificaciones portuguesas y
bre, al iniciar la navegación a las costas suda­ luego desembarcar en la margen norte, en tan­
mericanas, la fuerza expedicionaria sobrepa­ to que Vértiz, con todos los medios disponi­
saba los 9000 hombres, con 16 cañones de bles, avanzaba hacia la margen sur de ese río.
campaña y 27 de sitio, y 4 morteros. Los efec­ Cuando Cevallos pretendió dar comienzo a la
tivos eran transportados en 96 barcos mercan­ maniobra, el comandante de la escuadra adu­
tes, protegidos por una escuadra, al mando del jo dificultades para navegar hacia Río Grande.
marqués de Casa Tilly. Finalmente, iniciaron la navegación el 30 de
Cevallos había previsto como primer obje­ marzo, pero al segundo día un fuerte temporal
tivo la conquista de la isla de Santa Catalina dispersó los buques. Ante las adversas condi­
para privar "a la escuadra portuguesa de ese ciones, Cevallos dispuso navegar hacia el Río
importante puerto y asegurarse un abrigo pa­ de la Plata. El 20 de abril, el nuevo virrey arri­
ra la propia durante el invierno. Por su parte, bó a Montevideo donde fue recibido con los
Iuan José Vértiz, gobernador de Buenos Aires, honores correspondientes. Paulatinamente
advertido sobre la expedición de Cevallos, es­ fueron llegando a Maldonado y Montevideo
tableció sitio a la Colonia y cuando llegaron los barcos de la expedición dispersados por el
algunos transportes, que por las condiciones temporal. Por esta causa, Cevallos decidió
366 climáticas se habían separado del grueso de la cambiar su plan y conquistar la Colonia, a la
HUESTES, MlLlClAS Y EJÉRCITO REGULAR

rechazadas por Cevallos. El 4 de junio la guar­


nición portuguesa capituló sin condiciones.
Cevallos dispuso la demolición de todas las
obras de fortificación y la remisión a Buenos
Aires de las piezas de artillería y del material
de guerra conquistado. Así terminó definitiva­
mente la posesión portuguesa de la Colonia
del Sacramento. Cuando ya Cevallos había
iniciado el avance hacia Río Grande, fue infor­
mado de la suspensión de las hostilidades
acordada por ambos gobiernos. El Tratado
Preliminar de Paz del 1° de octubre de 1777
fue el epílogo pacífico de la suspensión de hos­
tilidades concedida por Carlos III en junio de
ese año.

EXPULSIÓN DE LOS INGLESES DE [AS ÍWALVINAS

Desde 1766, el gobierno español había or­


l Retrato de Pedro de Cevallos, de autor anónimo. denado al gobernador de Buenos Aires que se
realizaran exploraciones en el Atlántico sur
vez que le ordenó a Vértiz que se replegase so­ para conocer si los ingleses se habían estable­
bre el fuerte de Santa Teresa. También dispuso cido en las Malvinas o en las costas patagóni­
que parte de la escuadra a las órdenes del mar­ cas o de Tierra del Fuego; pero la amplitud de
qués de Casa Tilly se dirigiese a la isla de San­ la región marítima a reconocer y lo confuso e
ta Catalina, para estar en condiciones de inter­ irnpreciso de las noticias demandaban dispo­
ferir la navegación entre Río de Ianeiro y el sición de tiempo y medios. Por otra parte, el
Río de la Plata. gobierno de Carlos III estaba resuelto a im­
El 20 de mayo de 1777, Cevallos embarcó pedir, por la fuerza si fuere necesario, que los
la fuerza expedicionaria para conquistar la ingleses se estableciesen en sus posesiones
Colonia, que estaba defendida por una guar­ australes, por lo que dispuso que una escua­
nición y disponía de 137 cañones de diferentes dra zarpara hacia Montevideo, la que, al
calibres, con abundante munición. En la pe­ mando del capitán de navío Juan de Madaria­
queña isla de San Gabriel una batería con 13 ga, arribó el 3 de enero de 1769 a su puerto de
piezas defendía el puerto de la plaza. En la no­ destino.
che del 30 al 31 de mayo, la fuerza expedicio­ Entre el 17 y el 25 de febrero de 1770, dos
naria se aprestó para el ataque a la ciudadela, navíos españoles reconocieron el pequeño
lo que, conocido por el gobernador por­ asiento fortificado inglés (dos baterías, una con
tugués, le movió a proponer la capitulación, 8 cañones y la otra con 4) llamado Fort George,
pero con ventajosas condiciones, que fueron en Puerto Egmont. Enterado el gobernador de 367
POLÍTICA EXTERIOR Y DEFENSA

Buenos Aires, Francisco Bucareli y Urzúa, irn­ mo un nombre colectivo, y esto _es así por la
partió al capitán Madariaga, el 26 de marzo, la discontinuidad que la caracterizó y por las di­
orden de proceder a la expulsión de los ingleses. ferencias culturales entre las naciones y tribus
La fuerza naval de la expedición se organizó indígenas que se encontraban en las diferentes
con cuatro fragatas, un bergantín y un chambe­ porciones o partes de la frontera. Le cabía muy
quin. La expedición totalizaba 1400 hombres bien la definición de Ratzel: “Organo periféri­
(efectivos de la marinería y 290 hombres del re­ co que no es un mero capricho de las combi­
gimiento de Mallorca) y contaba con unos 140 naciones, sino un resultado de la dinámica
cañones de artillería naval y de campaña. histórica, aplicable a marcos naturales”. En ge­
Esta fuerza expedicionaria, la más podero­ neral no se desarrollaba como una línea —aun­
sa organizada en el Río de la Plata, fondeó en que se hable de línea de fuertes o fortificacio­
Puerto Egmont el 3 de junio e intimó a los in­ nes— sino como una extensa zona, de ancho
gleses el abandono del asiento, a lo que éstos se variable, de fluctuante violencia, escenario
negaron, alegando encontrarse en territorio primario de un importante proceso de trans­
perteneciente al rey de Inglaterra. El lO de ju­ culturacíón. Esencialmente transitoria, por­
nio los españoles desembarcaron con el apoyo que la dinámica conquistadora y colonizadora
de su artillería. Hubo un corto intercambio de tendía a desplazarla o a hacerla desaparecer,
cañonazos y, sin que las partes hubieran sufri­ como de hecho ocurrió en las regiones donde
do bajas, los ingleses capitularon. Se les permi­ los indígenas fueron sometidos.
tió retirarse en su nave y el gobernador de las Este fue el caso, en el siglo XVII, como
Malvinas hizo un inventario del estableci­ consecuencia de las rebeliones calchaquíes
miento inglés. (1630 a 1637 y 1658 a 1662), que obligaron a
Ante la reacción británica y el balance de la gobernación del Tucumán a empeñar todas
poder en Europa, el gobierno español aceptó sus milicias y solicitar el apoyo de fuerzas de
devolver Puerto Egrnont a los ingleses, contan­ Buenos Aires, de Chile y del Perú. Al finalizar
do con la promesa de que éstos se retirarían, la rebelión en 1662, desapareció prácticarnen­
pues habría quedado reparada la ofensa hecha te la frontera con el País de los Alzados, porque
al rey de Inglaterra por las armas españolas. El su territorio, los valles Calchaquíes, fueron
20 de mayo de 1774, los ingleses levantaron el ocupados por los colonizadores y los indige­
asiento y abandonaron Puerto Egmont. nas sobrevivientes, calchaquíes y tribus alia­
das, fueron trasladados a otros asentamientos.
lejos de sus posesiones originales. En otras re­
LA FRONTERA INTERIOR giones, como la Mesopotamia, los bravos cha­
rrúas debieron ceder territorio, y la frontera
Las FRONTERAS interior, durante los siglos XVII y XVIII, fue
desplazada al norte del río Negro en la Banda
Al recordar la frontera interior que existía Oriental; pero aún a comienzos del siglo XIX.
entre los asentamientos españoles y los terri­ los charrúas y minuanes realizaron sangrien­
torios dominados por los indígenas, corres­ tas incursiones contra poblaciones de Entre
368 ponde conceptualizar el vocablo frontera co­ Ríos y de la Banda Oriental.
HUESTES, MILICIAS Y EIÉRCITO REGULAR

En la frontera Nordeste, las poblaciones de malones de serranos y pampas. En 1739, los


Santa Fe, de Corrientes y de Tucumán, duran­ indígenas sureños de varias tribus realizaron
te los siglos XVII y XVIII, sufrieron ataques de una invasión general hacia el norte, en un
variada importancia por parte de los indíge­ frente de unos 450 kilómetros, saqueando y
nas del Chaco, particularmente de los gaycu­ tomando cautivos. Dos años más tarde se con­
rúes, mocovíes y abipones; pero, aunque pau­ siguió establecer un acuerdo de paz con los in­
latinamente el esfuerzo militar, a veces ofensi­ dígenas que se retiraron al sur del río Salado.
vo, de los colonizadores fue limitando el terri­ Las autoridades de la gobernación sabían que
torio controlado por los indígenas chaqueños, se vivía una tranquilidad transitoria, que en
éstos mantuvieron “viva” su frontera interior cualquier momento se rompería. La tropa ve­
hasta el siglo XX. terana era poca y no apta para la lucha contra
los indígenas. Al agravarse la situación en la
L4 FRONTERA SUR frontera en 1751 y 1752, el cabildo de Buenos
Aires se decidió a aplicar algunos gravámenes
Por su parte la frontera Sur tuvo sus carac­ que permitieran el mantenimiento de tres
terísticas propias. Los pobladores de Buenos compañías pagadas, formadas por veteranos
Aires tendieron tempranamente a extenderse de las milicias. Al año siguiente una real cédu­
hacia el sur y el oeste. También hacia el sur, la desaprobó lo dispuesto por el cabildo; pero
aunque con menor energía, lo hicieron los co­ resultó imposible suprimir las compañías, las
lonizadores de Córdoba, San Luis y Mendoza. que se mantuvieron hasta que, en 1760, otra
Ya a comienzos del siglo XVII, los pobladores real cédula aprobó el establecimiento de tres
de Buenos Aires sufrieron depredaciones de los compañías en los fuertes en construcción en
pampas; pero, casi inmediatamente, se produjo El Salto, Laguna Brava y en La Matanza, para­
un fenómeno migratorio de trascendental im­ jes donde debían establecerse poblaciones ca­
portancia para los territorios australes. La gue­ paces de auxiliar en la contención de los indí­
rra del Arauco empujó a indios araucanos a genas. Hasta 1774 no se había cumplido esta
franquear masivamente la cordillera, ocupando disposición real.
territorio al oriente de la cordillera de los An­ El cabildo organizó las tres compañías de
des, lo que provocó, a su vez, movimientos de gentes del país —más tarde serían denominadas
tribus que se desplazaron hacia el norte. En Blandengues- y estableció la primera en el pa­
1626, los caminos de Córdoba a Santa Fe y Bue­ go de Luján, sobre el río del mismo nombre,
nos Aires fueron cortados por indígenas des­ en un fortín cercano a la actual ciudad de
plazados que arrasaron varias estancias. En la Mercedes; la segunda en El Salto, y la tercera
vanguardia de ese gran desplazamiento de pue­ en Zanjón, al norte de Chascomús, sobre el río
blos se hicieron notar por sus ataques a los Samborombón.
asentamientos españoles los indios serranos de El virrey Cevallos legó a su sucesor Vértiz
la zona del actual Azul, que por impedir las va­ un proyecto de acciones pobladoras y de medi­
querías fueron objeto de operaciones punitivas. das militares ofensivas, “entradas”, que no fue
Durante más de un siglo continuó la ex­ aceptado por una Iunta de Guerra que se
pansión colonizadora, soportando cada tanto pronunció negativamente y que recomendó el 369
POLÍTICA EXTERIOR Y DEFENSA

desplazamiento de algunos fortines. Como re­ tevideo, lo que fue un reconocimiento demo­
sultado de un amplio reconocimiento del terre­ rado de la importancia de la plaza y de su
no realizado por el comandante del Real Cuer­ puerto, situados geográficamente sobre la ruta
po de Artillería, el virrey Vértiz decidió, en marítima hacia el cabo de Hornos; pero recién
1779, la construcción de nuevos fuertes y la re­ durante el reinado de Carlos III, en el marco
construcción de otros. Dispuso que las tres de su política y estrategia americanas, la Coro­
compañías originales de gentes del país, de cin­ na demostró en los hechos su comprensión de
cuenta hombres cada una, se elevasen a seis de la significación geográfica del enclave monte­
100, y constituyó con ellas el Cuerpo de Blan­ videano. Entre los documentos reales, emiti­
dengues de la Frontera de Buenos Aires. Este dos con motivo de la expedición de Cevallos,
cuerpo ocupó seis fuertes (Rojas, Salto, Luján, se contó la real cédula del 9 de agosto de 1776,
Monte, Ranchos y Chascomús) y cinco fortines que disponía que en Montevideo tuvieran
o guardias (Melincué, Mercedes, Areco, Nava­ asiento dos fragatas y dos sumacas o berganti­
rro y Lobos), que definía una línea defensiva al nes, para contribuir a la protección de los
norte del río Salado, que se continuaba, en la asentamientos españoles en ambas bandas del
jurisdicción de Córdoba, con el fortín de Lore­ Río de la Plata, atender la seguridad de las is­
to, los fuertes de las Tunas y la Asunción, fortín las Malvinas, y tendrían a su cargo el relevo de
de San Rafael, fuerte de la Carlota, fortines de su personal. Una de las fragatas se mantendría
Pilar, San Carlos, la Reducción, San Femando, en las islas y en verano se turnaría con la otra.
la Concepción, el fuerte de Santa Catalina con En caso de necesidades de exploración o de re­
su fortín de San Fernando, cubriendo más de levamientos hidrográficos, las dos naves po­
300 kilómetros de frontera de esa provincia, dían actuar juntas, y, en ese caso, se manten­
con una compañía permanente de cien hom­ drían en las Malvinas los dos bergantines. En
bres llamada de Partidarios de la Frontera. En el algunas ocasiones estas previsiones sufrieron
sur de Mendoza no existía más que el fuerte de alteraciones o fueron desatendidas, debido a la
x San Carlos, con una guamición de veinticinco carencia de naves.
voluntarios pagados. Santa Fe tenía una com­
pañía de Blandengues de cien hombres. Esta LOS GOBERNADORES INTENDENTE?

sucesión de fuertes y fortines que, de alguna


manera, “demarcaban” la frontera sur, se man­ La Real Ordenanza de Intendentes de Bue­
tuvo hasta avanzado el siglo XIX. nos Aires, de 1782, además de su significación
de orden político y administrativo, representó
una importante modificación en la estructura
LA DEFENSA DEL VIRREINATO de mando y responsabilidades castrenses, que
la dotaba de mayor funcionalidad. Desde el
EL APOSTADERO NAVAL DE MONTEVIDEO punto de vista del mando, al ser los inten­
dentes designados por el monarca, aunque su­
Durante el interregno pacifista de Fernan­ bordinados plenamente al virrey como gober­
do VI, por real cédula de 1749, se designó al nador y capitán general, se reafirmaba la tra­
370 primer gobernador político y militar de Mon­ dicional fuente de autoridad, en lo que los
HUESTES, MILICIAS Y EJÉRCITO REGULAR

i Cañón y obús sistema Gribeauval en uso en el ejército español en el Río de la Plata.

igualaba a las otras jerarquías castrenses. Al der el territorio del Virreinato. Fue elaborado
tratar el ramo o causa de Guerra asignaba a los por Sobre Monte y aprobado por el virrey
intendentes la máxima responsabilidad y au­ marqués de Avilés.
toridad para el apoyo logístico de las fuerzas El Reglamento estableció minuciosamente
militares establecidas en su jurisdicción o en el tipo y cantidad de las unidades de milicias
tránsito por ellas, en tiempo de paz o de gue­ que se debía organizar en las ciudades, pue­
rra. Con exagerada minuciosidad detallaba blos y fuertes de frontera que expresamente
cómo debían proceder y cuáles controles efec­ designaba. El total de milicias regladas, previs­
tuar, referentes tanto a los gastos habituales tas en el Reglamento, ascendía en todo el Vi­
como a los pagos extraordinarios. rreinato a 14.141 hombres. En sus diez capítu­
Con cuidadosa precisión establecía que, en los, prescribía lo relativo a reclutamiento, ins­
todo lo relativo a las cuestiones de guerra, los trucción, paga, disciplina, provisión de em­
intendentes debían subordinarse al general del pleos, fueros y gobierno de las milicias, pero
ejército y, ambos, al virrey, a la vez que les en­ no determinaba de dónde saldría el personal
carecía que tuvieran buenas relaciones con los veterano que debía instruirlas y, a veces, en­
jefes de los cuerpos, en beneficio del servicio. cuadrarlas, y tampoco establecía quiénes se­
Y para significar su alta jerarquía militar, la or­ rían los proveedores de armamento, vestuario
denanza establecía que los intendentes de y equipo.
Ejército debían recibir los honores militares y
la guardia que correspondía a los mariscales EL PlAN DE DEFENSA DE 1 79 7

de campo y que debían integrar los consejos o


juntas de guerra que convocasen los virreyes, Fue adoptado por la junta de guerra cele­
capitanes o comandantes generales. brada en Montevideo, el 17 de julio de 1797.
El Reglamento para las Milicias Disciplina­ Durante el decenio, varias la habían antecedi­
das de l8_0l constituyó el último documento do y sus conclusiones fueron básicamente asu­
de la Corona relacionado con el esfuerzo que midas por esta junta que estableció un plan
los pobladores debían desarrollar para defen­ que fue aprobado’ por la real orden del 4 de 371
POLÍTICA EXTERIOR Y DEFENSA

mayo de 1798. Estuvo presidida por el virrey hubiesen transportado. Como se suponía que
Olaguer Feliú y fue convocada para cumpli­ los ingleses también podían atacar la plaza por
mentar la real orden del 28 de febrero de 1795. tierra, se estimaba que era indispensable que
Su finalidad era “tratar y determinar lo conve­ el tren de artillería a caballo estuviera bien do­
niente a la defensa de estos dominios con mo­ tado y servido, sostenido por un cuerpo de ca­
tivo de la actual guerra con la Nación Británi­ ballería de cierta importancia. Para impedir el
ca, como también por los movimientos sospe­ desembarco, el conjunto se desplazaría según
chosos, preparativos y otras gestiones hostiles se conociesen los movimientos de la escuadra
que se han observado en los Portugueses". Los enemiga. También apreciaba que el ataque in­
participantes conocían la difícil situación de­ glés a Montevideo podía combinarse con una
fensiva de los territorios fronterizos y estirna­ ofensiva terrestre de los portugueses, que pre­
ban “deplorable” el estado de defensa de la sumiblemente fuese realizada siguiendo el ca­
plaza de Montevideo. Sus dictámenes, presen­ mino de los fuertes Santa Teresa y San Miguel,
tados por escrito, se basaron sobre la disposi­ por ser el más corto, lo que demandaba poner
ción en la Banda Oriental (plaza de Montevi­ en las mejores condiciones a ambos fuertes y
deo, su campaña y frontera) de 1901 veteranos nombrar un oficial de acreditada capacidad
y de 4303 milicianos (que pronto serían 5000 que, bien enterado de las unidades de milicias
contando el Cuerpo de Blandengues en for­ disponibles, determinase el lugar de reunión,
mación en Maldonado) y en Buenos Aires, de autorizándosele a que asumiera el mando de
506 veteranos y 2351 milicianos. todas las tropas de la campaña para oponerse
El plan consideraba que la plaza de Mon­ al avance enemigo.
tevideo, cuya defensa merecía prioritaria aten­ Preveía que el puerto de Maldonado podía
ción, podía ser atacada por mar y tierra por los ser utilizado como refugio de las naves ingle­
ingleses, y que, en el primer caso, debía ser de­ sas, por lo que establecía que era necesario que
fendida por los fuegos de la artillería de la pla­ se pusieran en las mejores condiciones las ba­
za y de la isla de las Ratas, a los que sumarían terías del puerto y de su isla. En este puerto
los de las lanchas cañoneras situadas en una lí­ debía situarse el cuerpo de caballería que de­
nea entre la Batería de San José y la Playa del bía actuar con el tren de artillería a caballo,
Cerro, y los de las embarcaciones mayores de­ para impedir un desembarco enemigo entre
bidamente artilladas. En el supuesto de que el ese puerto y la plaza de Montevideo distante
enemigo desembarcase en la plaza o en sus in­ treinta leguas.
mediaciones, debía empeñarse en su rechazo Estimaba que la plaza de la Colonia del Sa­
toda la infantería veterana y de milicias y una cramento no podía ser atacada fácilmente por
parte de la caballería; pero si se llegaba al pun­ buques de gran calado, por la poca profundi­
to de ser imposible evitar la ocupación de la dad del río en algunas de sus partes; sin em­
plaza, la guarnición la evacuaría para unirse, bargo, precisaba que las baterías allí estableci­
en la campaña, con el tren de artillería a caba­ das fueran puestas en condiciones de ser em­
llo y con la tropa de caballería que hubiera en pleadas rápidamente.
ella, con el objeto de encerrar al enemigo en la Respecto de Buenos Aires, apreciaba que
372 plaza y obligarlo a valerse de los víveres que tampoco podían llegar buques grandes; pero
HUESTES, MILICIAS Y EJÉRCITO REGULAR

que con dificultad podían hacerlo a la Ense­ La GUERRA DE 1801


nada de Barragán o al amarradero, por lo
que en esos parajes y en otros de la costa, po­ El citado Tratado de Paz de 1777, firmado
dían los enemigos intentar algún desembar­ por España y Portugal, fue respetado en la Pe­
co con el fin de atacar la ciudad que estaba nínsula hasta 1801; pero este casi cuarto de si­
abierta por todas partes, para exigir alguna glo no fue estrictamente pacífico en las fronte­
contribución “especialmente en el día, que ras Norte y Nordeste del Virreinato del Río de
tiene en su Tesorería algunos millones de pe­ la Plata. La política portuguesa desarrolló con­
sos”. Para oponerse a esta posible operación, tinuas y diversas formas de penetración en Río
“que no es de las más fáciles”, era preciso que Grande y hacia el Paraguay y la Banda Orien­
se aprontara un tren de artillería de a caba­ tal, en una extensa y rica región casi totalmen­
llo, se pusiera en condiciones la batería de la te desprotegida después de la expulsión de los
Ensenada de Barragán, que estuvieran preve­ jesuitas de las misiones. Además, en la extensa
nidos los cuerpos de milicias con el arma­ campaña al norte de Río Negro, desertores es­
mento necesario y que se dieran las órdenes pañoles de unidades de veteranos y de mili­
para que pudieran ser socorridas por los cias, maleantes de toda laya, prófugos de la
otros cuerpos. justicia y aventureros de distintos orígenes, los
Las mencionadas son las cuestiones prin­ “gauderios”, actuando independiente o con­
cipales del plan, cuya importancia no puede juntamente con pobladores riograndenses e
desatenderse, ya que su vigencia fue manteni­ indios charrúas, frecuentemente asaltaban las
da por los sucesivos virreyes hasta las invasio­ estancias de los españoles y robaban su gana­
nes inglesas. Resulta significativo que no se do para negociar las corambres con los con­
basó sobre ningún tipo de apreciación estra­ trabandistas que, por mar y por tierra, mero­
tégica realizada por la Corona, que al apro­ deaban por la zona. También algunos bandei­
barlo solamente señaló una gran preocupa­ rantes continuaron cazando indígenas en el
ción por los aspectos financieros de las previ­ Paraguay, en tanto que los empobrecidos y
siones a adoptar. También es observable que diezmados pueblos misioneros sufrían los sa­
la significación política y militar de la con­ queos de los maleantes de la región.
quista del puerto de Buenos Aires, probable­ Esa situación se mantuvo con altibajos no
mente por parte de los ingleses, aparece des­ significativos hasta que, como consecuencia
cuidada o no comprendida. Se ha criticado a del estado de guerra entre España y Portugal,
este plan su carácter netamente defensivo, lo el 29 de enero de 1801 -la “guerra de las Na­
que, al menos, es discutible; pero, sin duda, es ranjas”— se realizaron operaciones bélicas en
objetable la cantidad de medidas a adoptar, la región, por las que los portugueses obtuvie­
tanto en orden a la disposición de personal y ron importantes ventajas territoriales. Es ver­
a su instrucción, cuanto en lo relativo a la dad que las fuerzas veteranas, de las que podía
construcción de efectos logísticos, sin que se disponer el virrey del Río de la Plata, mariscal
establecieran responsables y tiempos para su de campo Ioaquín del Pino, estaban notable­
ejecución y control. mente reducidas en sus efectivos. Pero no era
mejor la situación de las tropas portuguesas 373
POLÍTICA EXTERIOR Y DEFENSA

que mandaba el teniente general Sebastián Ia­ Desde el 18 de octubre, el virrey creía que
vier de Veiga: no recibían sus sueldos desde se había restablecido la paz entre España y
hacía quince años y tenían importantes caren­ Portugal, atendiendo a las noticias no oficia­
cias de equipo y armamento. El comandante les. La conquista de Cerro Largo por los por­
lusitano, con encomiable decisión, movilizó tugueses le hizo variar de opinión y lo movió
hombres y recursos, y contó con un aliado im­ a la acción; ordenó al marqués de Sobre Mon­
portante: los indios mínuanes que se subleva­ te que reconquistara ese emplazamiento. Al
ron contra los españoles, motivados por el avanzar las fuerzas españolas, que eran mayo­
rencor y las apetencias de los saqueos. ritariamente milicias de Buenos Aires y Cór­
Cuando aún no habían reaccionado el vi­ doba, los portugueses rehuyeron el combate y,
rrey del Pino y las autoridades militares espa­ abandonando Cerro Largo, se retiraron al nor­
ñolas, las fracciones irregulares portuguesas se te del río Yaguarón. Ante el avance de las tro­
apoderaron de la guardia de San Martín y ha­ pas virreinales, las autoridades portuguesas
cia mediados de agosto, ocuparon los pueblos remitieron a Sobre Monte una copia del trata­
de San Miguel (capital del departamento), San do de paz y solicitaron un arrnisticio. El su­
Lorenzo, San Nicolás, San Iuan, San Luis y binspector general, el 4 de diciembre de 1801,
Santo Angel, recibiendo la capitulación del te­ escribió al virrey pidiendo órdenes. La comu­
niente gobernador español. Las fuerzas regu­ nicación oficial española recién fue recibida el
lares portuguesas, enérgicamente alistadas, 28 de diciembre. Las fuerzas de Sobre Monte
avanzaron hacia el sur, siguiendo a sus avanza­ se encontraban sobre el Yaguarón y el marqués
das irregulares. La columna occidental tomó el había recibido orden del virrey de mantenerse
control de todo el territorio hasta San Borja y en el lugar, aunque debía insistir en reclamar
los pasos sobre el río Uruguay, sin llegar a que los portugueses restituyeran el territorio
franquearlo. A] este, en la frontera con la Ban­ ocupado. El 5 de enero, Sobre Monte recibió la
da Oriental, donde los portugueses ocupaban, orden del virrey de detener las operaciones
desde 1796, la margen occidental de la Laguna militares y le contestó el mismo día, haciéndo­
Merín, atacaron hacia el oeste y conquistaron le saber su opinión en sentido contrario.
Cerro Largo el 30 de octubre de 1801. Allí ca­ Cuando el gobierno español conoció las
pituló la guarnición española, que incluía los ventajas territoriales obtenidas por los portu­
refuerzos llegados recientemente. gueses, Carlos IV dispuso que fuera exonerado
El virrey del Pino dispuso reunir en la el virrey del Pino, y se le recriminó que hubie­
Banda Oriental a toda la tropa veterana bajo se dispuesto la suspensión de las hostilidades,
las órdenes del subinspector general, brigadier como lo había pedido el comandante portu­
marqués de Sobre Monte, a quien dio la mi­ gués, sin haber logrado la restitución de los
sión de defender la Banda Oriental, y convocó fuertes, pueblos y territorios ocupados, lo que
a las milicias de las intendencias del Virreina­ correspondía en cumplimiento del Tratado de
to, ordenando su concentración en territorio Badajoz y tal como había aconsejado el mar­
oriental. Entretanto, habían fracasado las ope­ qués de Sobre Monte. Sin embargo, pese a
raciones ofensivas encaradas por las autorida­ haber sido nombrado su reemplazante, el ma­
374 des españolas locales. riscal del Pino continuó en su cargo hasta su
HUESTES, MILICIAS Y EJÉRCITO REGULAR

fallecimiento el ll de abril de 1804. Como ad­ Montevideo y sus costas, para el caso de una in­
ministrador probo, de iniciativas progresistas, vasión inglesa y, también, para atender a la de­
se había ganado el aprecio y respeto de los co­ fensa del interior de la Banda Oriental, por si
merciantes y del cabildo de Buenos Aires que, los portugueses se declarasen a favor de los bri­
precisamente, en 1802, efectuaron presenta­ tánicos. Se puso de manifiesto que los efectivos
ciones a su favor ante el monarca y los minis­ de los regirnientos veteranos de Infantería y
tros del gabinete. Pero sus indudables méritos Dragones y de los cuerpos de Blandengues de
como funcionario no invalidan los cargos de Buenos Aires, Montevideo y Santa Fe, alcanza­
ineptitud política y militar que lícitamente se ban 2185 hombres, por lo que faltaba otro tan­
le pueden formular por su actuación como vi­ to para completar esas unidades. También fue
rrey y capitán general en la guerra r e 1801, ca­ considerado que los cuerpos de milicia de la in­
racterizada por la lentitud, dudas y titubeos en tendencia de Buenos Aires y del gobierno de
la adopción de decisiones políticas y militares. Montevideo totalizaban 5400 hombres; pero
Como consecuencia de esta corta contienda, el que descontando los ya destinados y los necesa­
Virreinato del Río de la Plata perdió los terri­ rios para cubrir la frontera interior, restaban
torios mencionados, pues los portugueses no unos 1800 para asegurar la provisión de granos,
los devolvieron, pese a los reclanos españoles. solamente se podría disponer de un tercio para
constituir los cuerpos de prevención o campos
Los APRESTOS PARA LA DEFENSA volantes, listos a acudir a los lugares donde pu­
DE BUENOS AIRES diera ser invadida la provincia-capital o Monte­
video y sus costas aledañas.
Una real orden, del 23 de noviembre de La junta de guerra no anuló el plan de de­
1804, le advirtió al virrey Sobre Monte que de­ fensa de 1797, pero adoptó mayores previsio­
bía considerar como ya declarada la guerra nes respecto de Buenos Aires, al disponer la
con Gran Bretaña, lo que efectivamente ocu­ constitución de un cuerpo de prevención o
rrió el 12 de diciembre de 1804. La gravedad campo volante de 1100 hombres, con cuatro
de la situación movió al virrey a reunir una cañones y dos obuses, y situar en la Ensenada
junta de guerra, con la finalidad de “tratar lo de Barragán 100 milicianos montados para el
conveniente a la defensa de estos dominios caso de una incursión de los indios. También
con motivo de la actual guerra con la Gran resolvió que, en las cercanías de Montevideo,
Bretaña”. Hasta entonces estaba vigente el plan se constituyera un campo volante similar al de
de defensa resultante de la junta de guerra del Buenos Aires y que su gobernador propusiera
17 de julio de 1797. La junta de guerra se rea­ los trabajos necesarios para la fortificación de
lizó en Buenos Aires el 2 de abril de 1805, ba­ la plaza y del puerto y los medios para obtener
jo la presidencia del virrey y con la asistencia “anticipadas noticias de los intentos de los
de once oficiales a sus órdenes. enemigos”. Asimismo, acordó que en la Colo­
Después de tomar conocimiento de las últi­ nia se habilitasen las baterías y se citase toda la
mas comunicaciones y noticias procedentes de milicia urbana y estableció algunas previsio­
la metrópoli, consideraron las fuerzas y medios nes para defender el Paraguay, Misiones y el
disponibles para la defensa de Buenos Aires y norte de la Banda Oriental. 375
POLÍTICA EXTERIOR Y DEFENSA

En orden a las previsiones logísticas, la mulada en sus comunicaciones del mes de


junta de guerra acordó que se debía intensifi­ enero de ese año: “Repito a V.E. que esto no es
car la compra de caballos, ya iniciada por elvi­ posible, y añado que S.M. espera del talento de
rrey, hasta reunir 20.000 en la Banda Oriental V.E. y de la opinión que goza en esos domi­
y de 4000 a 5000 en Buenos Aires y también nios, no le falten medios para guardarlos en
adquirir mulas para el tren de artillería. Con­ una violencia o golpe de mano que proyectase
templaba la necesidad de disponer de recados el enemigo".
de montar en proporción a la gente de infante­ A los seis meses de acordado el Plan de
ría para que, eventualmente, ésta se pudiera Defensa, el 8 de octubre de 1805, el virrey im­
agregar a la tropa montada de la campaña. partió una orden general para los cuerpos de
El acta de esta junta de guerra no registra la guarnición. Establecía que la alarma sería
que haya existido inquietud o preocupación anunciada por tres disparos de cañón desde el
entre sus miembros para fabricar o adquirir Fuerte y por la ejecución del toque de genera­
armas, elementos del equipo, munición y ex­ la por todos los tambores, sea de día o de no­
plosivos, lo que permitiría concluir que se dis­ che. Seguidamente disponía, en detalle, los lu­
ponía de todo ello en suficiente cantidad. Fi­ gares donde el personal debía concurrir con la
nalizaba estableciendo que “se tomen cuantas mayor rapidez a integrar su correspondiente
providencias sean irnaginables, aunque sea unidad. Los jefes y oficiales debían hacer ves­
por medios extraordinarios para aumentar tir, armar y municionar su tropa, con la cual,
sus soldados y mantener a los actuales por posteriormente, debían presentarse en los pa­
reenganchamientos, y a los reclutas por grati­ rajes que se les designaban. Incluía otros deta­
ficación de entrada, aunque sea dupla de la es­ lles; pero toda ella estaba viciada de irrealis­
tablecida, respecto a que la constitución y la mo. Caben muchas observaciones, pero basta
imposibilidad de socorro de la Península así lo mencionar que no preveía —y no la hubo- nin­
exigen". guna práctica o ensayo que hubiese puesto de
El 1° de junio, el virrey informó al minis­ relieve el desorden que se provocaría, y la de­
tro Manuel Godoy sobre las resoluciones mora consiguiente, cuando los milicianos re­
adoptadas en la junta de guerra y que había cibieran su vestuario, armamento y municio­
procedido de acuerdo con ellas; pero que eran nes, lo que se agravaba para el caso de los
“insuficientes para el objeto de resistir un for­ montados, que debían recibir su caballo en el
mal ataque”, tal como lo había hecho saber el respectivo cuartel. Inconvenientes que se po­
28 de enero y el 1° de marzo al ministro de tenciarían si la alarma fuera nocturna.
Guerra en despachos reservados, lo que ahora
manifestaba al Príncipe de la Paz “para su go­
bierno y providencias que estirnase conve­ LAS INVASIONES INGLESAS

niente dar en auxilio de esta Provincia”. Muy


pronto el virrey recibió respuesta a sus inquie­ Los episodios de las invasiones inglesas
tudes. El 10 de junio de 1805, el Príncipe de la son conocidos en general y el lector interesa­
Paz le escribió manifestándole respecto de la do en el tema puede ampliar su información
376 falta de tropas y la solicitud de refuerzos for­ y seguirlos en detalle con la orientación bi­
HUESTES, MILICIAS Y EJÉRCITO REGULAR

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‘Kan/ly, ¿”k

j Uniformes de soldados de los cuerpos criollos y españoles durante la segunda invasión inglesa, dibujos acuarelados de la época.

bliográfica con que concluye este capítulo. guo proyecto para conquistar una o ambas
Aquí se tratarán, en consecuencia, los aspec­ márgenes del Río de la Plata.
tos esenciales de esos acontecimientos y los La falta de realismo, la imprevisión y la
criterios, aciertos y desaciertos de las resolu­ ineptitud de las autoridades virreinales y, par­
ciones adoptadas en la conducción de las ticularmente, de la mayoría de sus altos jefes
operaciones. militares, que ya se ha señalado, tuvo sus con­
Más de un siglo de proyectos, aspiraciones secuencias cuando debieron enfrentar la inva­
y expectativas de políticos, funcionarios, ex­ sión británica iniciada el 25 de junio de 1806.
ploradores, aventureros, militares y marinos La falta de prácticas previas de los defensores y
británicos, referentes a las ventajas económi­ el retardo en la distribución del armamento
cas y estratégicas que la talasocracia británica produjeron un verdadero caos. La ciudad —con
obtendría con la posesión de Buenos Aires y el su gran arsenal— prácticamente sin haber sido
control de su hinterland, o por las concesiones defendida, fue ocupada por el pequeño ejérci­
que le sería factible obtener si favorecía la in­ to británico comandado por el general William
dependencia delas colonias españolas del Pla­ Carr Beresford, mientras que el virrey, sin in­
ta y lograba la simpatía, u obtenía la adhesión tervenir efectivamente en la defensa de su capi­
de los dirigentes independentistas, pareció en­ tal, se retiraba hacia Córdoba supuestamente
contrar un principio de realización cuando el para organizar una hipotética resistencia.
comodoro Home Popham, temporalmente Pero la gran mayoría de los pobladores de
inactivo en Ciudad del Cabo, retomó su anti­ Buenos Aires sufría la humillación y se forjaban 377
POLÍTICA EXTERIOR Y DEFENSA

proyectos de reconquista de variada importan­ bo y desde Inglaterra fueron llegando al Plata.


cia e incierta probabilidad de éxito. Entretanto, El general Achmuty retomó el primitivo obje­
el capitán de navío Santiago Liniers se presentó tivo del general Beresford: conquistar Monte­
en Montevideo solicitando tropas y armas para video, que era fundamental para el control del
reconquístar la capital. El gobemador, brigadier río. Con acierto táctico y energía efectiva, el
de marina Pascual Ruiz Huidobro, le propor­ comandante británico logró la conquista de la
cionó todo lo que tenía: algo menos de 1000 plaza, el 4 de febrero de 1807, después de ven­
hombres. Con su tropa, Liniers franqueó el Río cer una tenaz resistencia que se prolongó casi
de la Plata, bordeando el delta y burlando la vi­ un mes. El virrey Sobre Monte, que sin pasar
gilancia de la flota enemiga. El mal tiempo im­ por Buenos Aires se había trasladado a la Ban­
pidió a Beresford combatirlo en campo abierto, da Oriental, comandando unos 2000 milicia­
imponiendo su mayor disciplina de combate. nos montados, reclutados en el Interior, perdi­
Liniers, pese a la lluvia, avanzó con inusitada da su energía de 1801, repitió su actitud inane
rapidez; duplicando sus fuerzas con volunta­ de observar las operaciones militares, sin
rios, y, en una hábil maniobra táctica, priorizó comprometerse en la acción. En Buenos Aires,
el ataque al Retiro, asaltó las defensas concen­ una junta de guerra, celebrada el 10 de febre­
tradas de los británicos y los obligó a rendirse a ro, respondiendo a la indignación popular,
discreción el 12 de agosto de 1806. suspendió al virrey en todos sus cargos y deci­
El pueblo de Buenos Aires vivía la euforia dió enviar un destacamento militar “para po­
del triunfo; pero sus nuevos líderes, surgidos en ner en seguridad su persona".
la conspiración y en la lucha, apreciaron acerta­ Por su parte, el nuevo comandante britá­
damente una probable reacción británica que nico, teniente general Iohn Whitelocke -que
reincidiera en su propósito de invasión. Con­ disponía en el Plata de todas sus fuerzas para
tando con el fervor popular, un “Congreso ge­ someter “la Provincia de Buenos Aires a la au­
neral”, el 14 de agosto, decidió solicitar -de he­ toridad de Su Majestad lbritánical" desem­
cho exigió- al virrey que delegara el mando mi­ barcó en la Ensenada de Barragán, el 28 de ju­
litar en Liniers, quien enérgicamente organizó nio, al frente de unos 8000 hombres con die­
la defensa sobre la base de unidades formadas ciocho cañones. Finalizado el desembarco al
por voluntarios que elegían a sus jefes, los que, día siguiente, las fuerzas británicas avanzaron
en general, de su propio peculio solventaron los hacia Buenos Aires, superando, con disciplina
gastos de vestuario y equipamiento de sus sol­ y entereza, las adversas condiciones climáticas
dados. La convocatoria obtuvo entusiasta res­ y del terreno y soportando hambre y frío por
puesta de la población sin distinción alguna, y las dificultades para conseguir víveres y leña.
así Liniers, en breve tiempo, dispuso de más de Whitelocke, con acierto, fraccionó la columna
8000 hombres, de los cuales unos 5000 eran de marcha y su vanguardia -que se apartó del
criollos, que fueron intensamente instruidos. camino de marcha seguido por el grueso- lo­
La apreciación de los dirigentes de la ciu­ gró desorientar a Liniers y a sus jefes subordi­
dad fue correcta. Desde octubre, gracias al in­ nados. Este, que inicialmente había ocupado
disputado dominio del mar, diversos cuerpos una posición tácticamente mal ubicada al sur
378 británicos de refuerzo, desde la Ciudad del Ca­ del Riachuelo. cubriendo el paso Gálvez. des­
HUESTES, MlLlClAS Y EJÉRCITO REGULAR

plazó una parte de sus efectivos para antepo­ cas) fue extraordinaria, al punto que sin su co­
nerse a la vanguardia británica que avanzaba nocimiento y comprensión son inexplicables
hacia los Corrales de Miserere, donde sus tro­ los hechos políticos militares de 1809 y, funda­
pas, poco aptas para una batalla campal, fue­ mentalmente, los de 1810.
ron dispersadas por la brigada Craufurd, que Durante las invasiones inglesas, los jefes
se posesionó del lugar, donde posteriormente militares españoles -empezando por el virrey
se reunió el grueso con la vanguardia de la co­ Sobre Monte, que tenía el grado de briga­
lumna británica. dier- quedaron al descubierto en su imperi­
Las fuerzas de Buenos Aires, animadas y or­ cia y en su ineptitud para el mando. En los
ganizadas por el alcalde Martín de Alzaga, mon­ días de la Reconquista y de la organización y
taron la defensa alrededor de la Plaza Mayor y, ejecución de la Defensa, la palabra patria se
conducidas por Liniers, opusieron una exitosa empleó con una frecuencia hasta entonces
resistencia al ataque que el 5 de julio —después desconocida y los criollos tomaron concien­
de casi dos días de inacción que fueron aprove­ cia de su propio valor, no siendo ya conduci­
chados por los defensores— lanzó el comandan­ dos, sino siendo ellos quienes conducían. La
te británico con sus fuerzas organizadas en co­ organización del ejército, promovida por el
lumnas, las que sufrieron fuertes pérdidas que Congreso General del 14 de agosto, significó
llegaron al 30% de sus efectivos. El teniente ge­ para el pueblo de Buenos Aires liberarse de
neral Whitelocke convino la capitulación gene­ ataduras formales y encarar lo que puede de­
ral, que se firmó el 7 de julio y obligó a los bri­ nominarse “un ejército popular” -asumiendo
tánicos a reembarcarse y abandonar para siem­ sus inconvenientes, también- que recuerda a
pre ambas márgenes del Río de la Plata. los ejércitos formados por la Francia revolu­
cionaria. Desde entonces, los hijos de Buenos
LA TRASCENDENCIA DE LOS ACONTECIMIENTOS Aires tomaron conciencia de que estaban ca­
pacitados para defender sus tierras, sus ha­
Desde el punto de vista militar, la trascen­ ciendas y sus vidas, y la idea de que también
dencia de los acontecimientos provocados y estaban preparados para gobernarse dejó de
motivados por las invasiones inglesas (británi­ ser la ilusión de unos pocos.

QEMILIPN BIBLIQGBÁHCAWM

La “revolución militar” operada en el Re­ prensión mayor de la historia militar la paula­


nacimiento y hasta promediar la Edad Moder­ tina pérdida de la supremacía militar españo­
na, que afectó a las fuerzas militares españolas, la durante el siglo XVII, tratada también por
con grandes compromisos bélicos en Europa, GEOFFREY PARKER en El Ejército de Flandes y el
ha sido tratada según GEOFFREY PARKER, La re­ Camino Español 1567-1659, Madrid, 1976. Un
volución militar, Barcelona, 1990, y I. R. HALE, autor español contemporáneo, IOSE RAMÓN
War and Society in Renaissance Europe, Lon­ ALONSO, en su Historia política del ejército es­
dres, 1985, que profundizan con una com­ pañal, Madrid, 1974, en pocas pero sustancio­ 379
PoLrIIcA EXTERIOR Y DEEENsA

sas páginas ha sintetizado la declinación del han interesado AGUSTIN ZAPATA GOLLÁN, La
espíritu combativo que había caracterizado a milicia en Indias, Santa Fe, 1972; ADOLFO GA­
la España de los Reyes Católicos y de buena RRETON, La Municipalidad Colonial. Buenos
parte del siglo XVI, y recuerda, además, algu­ Aires, desde su fundación hasta el gobierno de
nos agudos y acertados juicios del destacado Lariz, Buenos Aires, 1933, y MARCELA GONZA­
político y notable historiador ANTONIO CANO­ LEZ, Las Milicias, origen y organización durante
vAs DEL CASTILLO, uno de los cuales, tomado de la Colonia, Córdoba, l995.
su Introducción a las “Memorias” del marqués MARIA DoLoREs HERRERO FERNANDEZ­
de Miná, Madrid, 1898, es transcrito en el tex­ QUESADA en Ciencia y Milicia en el siglo
to de este capítulo. XVIII. Tomás de Morla, artillero ilustrado, Va­
En particular sobre la hueste indiana, con­ lladolid, 1992, ha ilustrado fundamental­
viene consultar el estudio pionero de DEME­ mente sobre la apertura de la España de Car­
TRIO RAMOS PEREZ, “Detenninantes formativos los III a las más avanzadas corrientes científi­
de la ‘hueste’ indiana y su origen modélico", en co-tecnológicas de la Europa occidental de su
Revista chilena de Historia del Derecho, N° 4, tiempo. Por su parte, CARMEN GOMEZ PEREZ,
Santiago, 1965. en El sistema defensivo americano, Siglo
En general, la evolución del concepto de XVIII, Madrid, 1992, ha ilustrado con carác­
hueste indiana, el servicio de las armas de los ter general, sobre asuntos referidos al recluta­
encomenderos, las compañías de presidio, la miento, formación e instrucción de cuadros y
creación del Ejército de América y las concep­ tropas, el apoyo religioso y financiero y de sa­
dones hispánicas de la defensa americana en los nidad y arsenales. Particular consideración
siglos XVII y XVIII, son algunos de los asuntos han merecido las llamadas Ordenanzas de
tratados según JUAN MARCHENA FERNANDEZ, Carlos III de 1768, como resultado del estu­
Ejército y milicia en el mundo colonial america­ dio de las mismas y de alguna infonnación
no, Madrid, 1992, de donde se ha tomado la ci­ proporcionada por FERNANDO DE SALAs LO­
ta del capitán BERNARDO DE VARGAS MACHUCA PEZ, Ordenanzas militares en España e Hispa­
(Milicia y descripción de las Indias, Madrid, noamérica, Madrid, 1992.
1599) y del clásico trabajo de SILVIO ZAVALA, Las Las siguientes obras, no dedicadas especí­
instituciones jurídicas en la conquista deAmérica, ficamente a la historia militar, han proporcio­
Madrid, 1935. Aporta conocimientos de carác­ nado informaciones puntuales: VICENTE D.
ter sociológico sobre las huestes de la conquista SIERRA, Historia de la Argentina. Consolidación
del siglo XVI, FRANCISCO CAsTRI LLo MAzEREs, El de la labor pobladora (1600-1700), Buenos Ai­
soldado de la conquista, Madrid, 1992. Por su res, 1957; del mismo autor, Historia de la Ar­
parte, MIGUEL ALONSO BAOUER, Generación de la gentina. Fin del régimen de gobernadores y
conquista, Madrid, 1992, aunque centra su estu­ creación del Virreinato del Rio de la Plata
dio en las personalidades de los grandes caudi­ (1700-1800), Buenos Aires, 1959; DIEGO ABAD
llos de la conquista, expone valiosas observacio­ DE SANTILLAN, Historia argentina, Tomo l.
nes sobre las huestes indianas. Buenos Aires, 1965; Memorias de los Virreyes
En particular sobre el origen y evolución del Río de la Plata, Buenos Aires, i945; CARLOS
380 de las milicias en el actual territorio nacional. ALBERTO FLORIA v CEsAR GARCIA BEIsUNCE.
HUESTES, MILICIAS Y EJÉRCITO REGULAR

Historia de los argentinos, Tomo l, Buenos Ai­ 1736-1825, segunda edición, Mar del Plata,
res, 1971. También se ha explotado la amplia 1993.
información historiográfica militar de JUAN Sobre la defensa del Virreinato, de los tres
M. MONFERINI, “La historia militar durante los documentos básicos considerados —plan de
siglos XVII y XVIII”, en ACADEMIA NACIONAL defensa de 1797, la Real Ordenanza para el es­
DE LA HISTORIA, Historia de la Nación Argenti­ tablecimient de Intendentes de Exército y Pro­
na, Vol. IV, 2° Sec., Segunda Parte, Capítulo I, vincia en el Virreinato de Buenos Aires de 1782
Buenos Aires, 1940, y JUAN BEvERINA, El Virrei­ y el Reglamento para las Milicias Disciplinadas
nato de las Provincias del Río de la Plata, Bue­ de 1801- el primero ha sido estudiado en la
nos Aires, 1935. mencionada obra de JUAN BEvERINA, El Virrei­
En el tratamiento de la frontera exterior se nato de las Provincias del Río de la Plata, cit.;
han considerado: RICARDO CASSIANO, La mar­ del segundo se ha consultado su reproducción
cha hacia el oeste, México, 1956; ANIBAL M. RI­ en ARCHIVO DE LA NACION ARGENTINA, Docu­
VEROS TULA, “Historia de la Colonia del Sacra­ mentos referentes a la Guerra de la Independen­
mento (1680-1830)”, Revista del Instituto His­ cia y Emancipación Política, tomo primero,
tórico y Geográfico del Uruguay, XXII, Monte­ Buenos Aires, 1914, y del tercero se ha consi­
video, 1955; ANDRE MILLE, La Cuenca del Pla­ derado una edición original (Madrid en la Im­
ta, Buenos Aires, 1972; JOSÉ TORRE REVELLO, prenta Real, Año de 1801). Sobre la guerra de
“La Colonia del Sacramento”, en JUNTA DE HIS­ 1801, han informado MIGUEL ANGEL CARCA­
TORIA Y NUMIsMATICA AMERICANA, Historia de NO, La política internacional en la historia ar­
la Nación Argentina, Vol. III, Segunda Parte, gentina, Libro I, Buenos Aires, 1972; la men­
Capítulo X, Buenos Aires, 1938; el Citado tra­ cionada obra de MONFERINI, “La Historia Mi­
bajo de MONFERINI; JUAN BEvERINA, Las Inva­ litar...”, y DIEGO LUIS MOLINARI, “La política lu­
siones Inglesas al Río de la Plata (1806-1807), sitana y el Río de la Plata. I. La alianza franco­
Tomo l, Buenos Aires, 1939, y RICARDO R. española y el Portugal ( 1800-1801). II. La riva­
CAILLET-BOIS, Una Tierra Argentina. Las Islas lidad hispano-portuguesa en el Río de la Plata
Malvinas, Segunda edición, Buenos Aires, (1777-1801)”, en ACADEMIA NACIONAL DE LA
1982. HISTORIA, Historia de la Nación Argentina, cit.
La frontera interior ha sido tratada sobre Vol. V, 1° sección, Primera parte, Capítulo X.
la base de RAMIRO MARTÍNEZ SIERRA, El mapa Respecto de los aprestos para‘ la defensa de
de las pampas, tomo I, Buenos Aires, 1975; las Buenos Aires, se han atendido, particularmen­
ya mencionadas obras de SIERRA, el citado li­ te, las obras de BEvERINA y de TORRE REvELLO
bro de BEVERINA sobre El Virreinato de las Pro­ que se mencionan a continuación.
vincias del Río de la Plata; ROBERTO H. MAR­ Desde el punto de vista del desarrollo de
FANY, “Fronteras con los indios en el sud y fun­ las operaciones militares, durante y por las in­
dación de pueblos”, en ACADEMIA NACIONAL DE vasiones inglesas, la obra que mejor las detalla
LA HISTORIA, Historia de Ia Nación Argentina, y documenta, aunque algunos juicios sean
cit., vol. IV, la sección, Primera parte, Capítu­ controvertibles, es la de JUAN BEvERINA, Las In­
lo VI; y CARLOS A. MAYO y AMALIA LATRUBESSE, vasiones Inglesas al Río de la Plata ( 1806-1807),
Terratenientes, soldados y cautivos. La frontera, dos tomos, Buenos Aires, 1939. Del mismo au­
POLÍTICA EXTERIOR Y DEFENSA

tor es valiosa historiográficamente la reseña de Sin tener, específicamente, por objeto la


la obra citada que el autor publicó, bajo el tí­ historia militar de las invasiones inglesas, algu­
tulo “Invasiones Inglesas” en Historia de la nas obras la enriquecen por valiosos juicios, in­
Nación Argentina, cit., Vol IV, 2* sección, Se­ terpretaciones o datos precisos y han sidoaten­
gunda parte, Capítulo II. Ambas han sido las didas. Son del caso: BARTOLOME MITRE, Historia
obras fundamentalmente consideradas. Ade­ de Belgrano y de la Independencia Argentina
más, CARLOS ROBERTS, Las Invasiones Inglesas (Capítulos III, IV y V), PAUL GRoUssAc, Santia­
del Río de la Plata (1806-1807) y la influencia go de Liniers, Buenos Aires, 1965, IosE TORRE
inglesa en la independencia y organización de REVELLO, El marqués de Sobre Monte gobernador
las Provincias del Río de la Plata, Buenos Aires, intendente de Córdoba y virrey del Río de la Pla­
1938, que proporciona una documentada ex­ ta. Ensayo histórico, Buenos Aires. 1946, y ENRI­
posición de los antecedentes británicos de la QUE WILLIAMS AJZAGA, Martín de Alzaga en la
aventura político-militar desencadenada por Reconquista y en la Defensa de Buenos Aires,
el capitán de navío sir Home Riggs Popham. Buenos Aires, 1971. En el mismo orden de ideas
Sobre estos antecedentes, KLAUs GALLO, De la se destaca el libro de ALBERTO M. SALAS, Diario
invasión al reconocimiento. Gran Bretaña y el de Buenos Aires 1806-1807, Buenos Aires, 1981.
Río de la Plata 1806-1826, Buenos Aires, 1994, Por otra parte, el aspecto naval de las invasiones
actualiza la información de las valiosas contri­ y el protagonismo de oficiales navales, que fue
buciones historiográficas de WILLIAM SPENCE notable, particularmente del lado español. han
ROBERTSON tanto en "La vida de Miranda”, II sido cuidadosamente estudiados por LAURJo H.
Congreso Internacional de Historia de América, DESTEFAN], Los marinos en las Invasiones Ingle­
Buenos Aires, 1938, cuanto en “La política in­ sas, Buenos Aires. 1975.
glesa en la América española”, Historia de la Los autores mencionados. en cuanto a la
Nación Argentina, cit., Vol. V, l‘ sección, Pri­ historia militar se refiere. han estudiado y
mera parte, Cap. VI, y las muy conocidas obras aprovechado historiográficamente las abun­
de IOHN STREET, Gran Bretaña y la Independen­ dantes memorias y testimonios —judiciales al­
cia del Río de la Plata, Buenos Aires, l967, y de gunos- de españoles, criollos y británicos.
H. S. FERNS, Gran Bretaña yArgentina en el si­ que, además, han sido publicados en diferen­
glo XIX, Buenos Aires, 1966. tes oportunidades, por lo que no se detallan.

382
IV. ORGANIZACION Y ACCIÓN
DE LA IGLESIA
12. LA IGLESIA DIOCESANAZ
LAS INSTITUCIONES

Nelson C. Dellaferrera

EL DERECHO DE PATRONATO bilitó una curiosa mezcla de factores políticos


y religiosos, que no eran desconocidos en la
No se puede escribir la historia de Améri­ historia de la Iglesia, ni en la de España anti­
ca sin relatar al mismo tiempo la historia de la gua y medieval, pero que en América tendrán
salvación operada por la Iglesia en estas tierras una marcada incidencia político-eclesiástica y
recién descubiertas. Desde un primer momen­ generarán no pocos conflictos entre ambas
to, la trabazón entre la Iglesia y la Corona es autoridades. Los pasos que se fueron dando
tan íntima que ambas constituyen una verda­ por la Corona y el Papado tendrán como sus­
dera cristiandad, con numerosos elementos tento el denominado derecho de patronato.
medievales en su estatuto jurídico-teológico, En efecto, las cinco bulas concedidas por el
pero con las nuevas características que irnpo­ papa Alejandro VI en 1493, en el lapso que co­
ne la realidad de un continente no soñado por rre entre el primero y el segundo viaje de Co­
Europa. lón, se pueden describir y resumir de la si­
Lo que hoy es la República Argentina recibe guiente manera. La primera Inter caetera, del 3
también el fuerte impacto de una España que de mayo de 1493, conocida como bula de do­
transmite su cultura a las provincias de ultra­ nación, concede a los reyes las tierras descu­
mar, a través de la Iglesia. Es innegable que en la biertas o por descubrir navegando hacia el oc­
España de los Reyes Católicosla acción política cidente. La Eximíae devotionis, del 3 de mayo
y social incrementó la religiosidad del pueblo de 1493, o bula de los privilegios, adjudica a
que se lanzó a la conquista, con afán de lucro, es los reyes, a sus herederos y sucesores los privi­
cierto, pero con gran celo religioso. La reforma legios, inmunidades, facultades y demás in­
iniciada por los mismos reyes castellanos bajo el du.ltos que se habían otorgado a los reyes de
impulso del cardenal Cisneros renovará la fe y la Portugal. La segunda Inter caetera, del 4 de
disciplina eclesiástica, y proporcionará a los pe­ mayo de 1493, llamada bula de partición, tra­
ninsulares una sólida espiritualidad y un avance za el meridiano cien leguas al oeste de las Azo­
científico y cultural que pondrá a España a la res y Cabo Verde. La Piisfidelium, del 25 de ju­
cabeza de toda Europa. nio de 1493, se refiere a la misión evangeliza­
Esta unión indisoluble del trono y el altar, dora de fray Boyl en cuanto vicario apostólico
que se apoyan y sostienen mutuamente, posi­ y a las facultades canónicas extraordinarias 385
ÜRGANIZACIÓN Y ACCIÓN DE LA IGLESIA

que se le daban a él y a los religiosos que lo cana caía bajo el más estrecho control del rey
acompañaban. Finalmente, la bula Dudum si­ y de su Consejo de Indias. Con el agravante de
quidem, del 26 de septiembre de 1493, llama­ que a través de ellos y con su mandato, la Igle­
da bula de ampliación, dona, concede y asigna sia era vigilada por sus Virreyes, audiencias,
a los reyes de España las islas y tierra firme que gobernadores, corregidores, cabildos, alcaldes,
se descubran en las partes orientales. Estas oficiales reales y demás autoridades coloniales.
concesiones que hiciera Alejandro VI con las Canónicamente, el derecho de patronato
bulas nombradas, se coronan con la Eximiae era el conjunto de privilegios, con ciertas car­
devotionis, del 16 de noviembre de 1501, por la gas, que por concesión de la Iglesia competían
que se otorgan los diezmos a la Corona. a los fundadores católicos de una iglesia, capi­
La política del papa Borja continuará con lla o beneficio, o también a sus causahabien­
Julio II, mediante la bula Universalis Ecclesiae tes. El origen de este derecho no era otro que
regimini, por la que se concede el derecho de la gratitud de la Iglesia hacia sus bienhechores,
patronato sobre las iglesias erigidas o que se manifestada de diversas maneras, correspon­
erijan en el futuro, y siguió irnplementándose diendo a los beneficios recibidos con otros
con la Omnímoda. El título correcto de este que ella bondadosarnente concedía. Sin em­
breve de Adriano VI, expedido el 9 de mayo de bargo, para descubrir la raíz española, convie­
1522 a pedido de Carlos V, es Exponi nobis fe­ ne recordar —como señala de la Hera- que ya
cisti, más conocido en la historia con el nom­ “en la Edad Media se había hecho frecuente­
bre de Omnimoda. El breve papal confirma, mente el recurso al patronato como forma de
amplía y precisa los privilegios establecidos en implicar el poder político en la empresa de ex­
las bulas alejandrinas. Pero, además, determi­ pansión del cristianismo".
na dos puntos de particular importancia para
la Iglesia indiana: la intervención de los reyes
en el envío de misioneros a América y las rela­ EL PATRONATO REAL EN LA LEGISLACION

ciones entre los obispos y las órdenes religio­ DE INDIAS

sas. En efecto, el breve concedía a los religiosos


omnírnoda autoridad allí donde no hubiese Sobre las muy escuetas bulas de Alejandro
obispos o, en caso de haberlos. no se pudiese VI y de Iulio ll, la Monarquía castellana cons­
acudir a ellos porque residiesen a más de dos truye todo un sistema de leyes. de costumbres
dietas de distancia. La dieta legal podía medir y de no pocas corruptelas por las que los reyes
entre cinco y diez leguas, según los lugares. El llegan a ejercer una autoridad casi pontificia.
privilegio incluía todos los actos jurisdiccio­ Se afirma la pertenencia del derecho de patro­
nales que no exigíesen el orden episcopal. nato, que ese derecho único e in solidum sea
Estas concesiones se ampliaron aún más reservado a la Corona y que nunca pueda salir
con las facultades otorgadas por Clemente de ella, y que nadie. secular o eclesiástico. se
VII, Pío V, Gregorio XIII y Sixto V. Este cúmu­ entrometa en nada tocante al patmnazgo real:
lo de gracias pontificias excede largamente la y si osare hacerlo. pierda su hacienda. sea in­
noción canónica de patronato y. en la prácti­ hábil para obtener otra y sea desterrado del
386 ca, toda la administración de la Iglesia ameri­ reino.
LA IGLESIA DIOCESANAZ LAS INSTITUCIONES

A lo largo de cincuenta y seis leyes de la se reservaba la investidura canónica del pre­


Recopilación de 1680, el régimen del real pa­ sentado. La práctica era posible gracias a que
tronato es minuciosamente regulado para to­ los Virreyes, los prelados, los gobernadores y
dos y cada uno de los casos que pudieran pre­ las demás autoridades de ultramar enviaban
sentarse; con la expresa advertencia que Felipe informes periódicos a Madrid sobre posibles
II hace a los obispos de no innovar ni siquiera candidatos para las sedes vacantes. Con estos
en los casos en que dudasen si corresponde o nombres y los de otras personas conocidas en
no el derecho del patronato, y que en todas las la metrópoli, la Cámara del Real Consejo de
circunstancias se remitan las consultas al Con­ Indias confeccionaba las listas que presentaba
sejo de Indias. En este sentido, el regio patro­ al rey. Generalmente la decisión última queda­
nato será la clave jurídico-administrativa de la ba en manos del confesor del monarca.
organización jerárquica de la Iglesia en Indias Inmediatamente, se solicitaba la acepta­
y su institución canónica más relevante. ción del elegido, o de sus apoderados en el ca­
Se entiende por regio patronato el conjun­ so que residiera en Indias. La Cámara publica­
to de privilegios que los papas otorgaron a la ba el nombramiento, previa aceptación, con el
Corona mediante las bulas anteriormente re­ acostumbrado “cúmplase lo que Su Magestad
señadas. Esta situación de verdadera exclusivi­ manda”. A partir de este momento, se confec­
dad llevaba anejas algunas contraprestaciones. cionaban las reales cédulas de presentación
En este sentido, hay que decir que el regio pa­ para ser remitidas a Roma. Las reales cédulas
tronato de Indias era oneroso, debiendo sus­ eran tantas cuantos los personajes responsa­
tentar al clero, posibilitar los viajes de los mi­ bles de la tramitación del nombramiento.
sioneros, edificar iglesias, hospitales y otros Entretanto, el nuncio apostólico ordenaba
centros benéficos. Se le facilitó su misión con en Madrid la realización del proceso consisto­
la concesión de los diezmos en 1501. rial, en el que tenían derecho a intervenir, ade­
Esencialmente el patronato regio afectaba más del nuncio, el ordinario del lugar donde el
a toda la estructura jerárquica de la Iglesia, cu­ candidato ejercía el ministerio y el ordinario
ya libertad de decisión sufría cierta mengua en del lugar más próximo a aquella diócesis. Se
el orden teológico-administrativo. El patrona­ interrogaban testigos que conocieran al preco­
to hispanoamericano se asentaba sobre cuatro nizado y se informaba acerca del estado de la
pivotes inseparables: a) el derecho de presen­ diócesis. En el consistorio secreto, el papa, des­
tación;'b) el pase regio o exequatur, c) el re­ pués de escuchar la reseña de los méritos del
curso de fuerza, y d) la administración de los candidato, creaba al nuevo obispo. La institu­
bienes eclesiásticos, a través de la donación de ción canónica se le daba con el indulto de po­
todos los diezmos. der ser consagrado en Indias por un obispo y
El derecho de presentación era la facultad dos dignidades del cabildo catedralicio.
concedida a la Corona de nombrar el candida­ Sin embargo, hay que tener presente que la
to idóneo que debía presentarse al papa. Este independencia de la Corona fue aún más lejos
modus operandi, convertido en jurisprudencia, en la selección de los obispos. Era frecuente la
se verificaba en los nombramientos de todos designación de un eclesiástico como obispo de
los arzobispos y obispos. El romano pontífice una sede de América antes de recibir las bulas 387
ÜRGANIZACIÓN Y ACCIÓN DE LA IGLESIA

papeles y la consagración episcopal. El intere­ El pase regio o exequatur intenta corroer el


sado, munido de una real cédula de ruego y poder legislativo de la Iglesia. En la práctica se
encargo, se presentaba ante el cabildo de la ca­ los confunde en una misma figura jurídica; sin
tedral, quien vista la documentación, concedía embargo, son muy diferentes. El pase es un ac­
al obispo electo todas las facultades que co­ to de potestad interna por la que el Estado
rrespondían al vicario capitular. Lo mismo su­ aprueba los actos episcopales —como, por
cedía en los casos de traslados, en que los obis­ ejemplo un decreto del obispo, una cana pas­
pos pasaban a regentear su nueva sede con la toral o las actas de un sínodo diocesano- para
autoridad que le daban los capitulares, siem­ que tengan valor en su territorio. El earequamr,
pre obedientes a la real cédula de ruego y en­ en cambio, es un acto de potestad externa que
cargo. En ningtmo de los dos casos el obispo comporta la aprobación que la autoridad civil
tomaba posesión de su diócesis, para no incu­ concede a los actos emanados de la Santa Sede
rrir en la pena de suspensión por un año esta­ -como son las bulas, breves y demás actos
blecida en el derecho canónico. pontificios- para que tengan valor en el terri­
En estas situaciones -enseñaba Solórza­ torio nacional.
no—, el elegido no gobernaba “en nombre No hay antecedentes legales de retención de
propio suyo, como se ha dicho, sino en vez docmnentos pontificios en los antiguos códi­
del Capítulo sede vacante y su delegación". gos españoles. Esta facultad comienza a imple­
Según el mismo autor, el cabildo “le pasa to­ mentarse en el siglo XVI, generalmente de mo­
da su autoridad y potestad jurisdiccional, y le do ilegítimo, y algtmas veces otorgada a mane­
pone en su lugar; con que viene a tener sus ra de privilegio por los papas. Alejandro VI, a
mismas calidades conforme a derecho”. Y petición de los Reyes Católicos, expide la bula
continúa, “esta jurisdicción que tiene no es del 27 de julio de 1493, por la que concede un
delegada sino ordinaria", por consiguiente, el derecho de revisión para averiguar si las bulas
obispo electo podía nombrar provisor y vi­ de indulgencias eran auténticas o falsificadas.
cario general. Este abuso, típicamente regalista, llega a su
Terminados todos estos trámites, se remi­ apogeo durante el reinado de Carlos III, quien
tían las ejecutoriales a las justicias del distrito por la pragmática del 18 de enero de 1762 pro­
y al cabildo en sede vacante. Sólo con las bulas hibió la circulación de las bulas, breves y res­
papales y las ejecutoriales regias podía recibir criptos pontificios, sin examen previo del
la consagración el obispo electo. Sin embargo, Consejo Real y el respectivo exequatur. Esta
antes debía hacer la profesión de fe y prestar el pragmática fue suspendida y se dictó una nue­
juramento de fidelidad a la Santa Sede. Asi­ va ley en 1768 en la que se exceptuaron las dis­
mismo, antes de la entrega de las cartas de pre­ pensas matrimoniales y los breves de la Peni­
sentación, se le exigía juramento, ante escriba­ tenciaría apostólica. Finalmente, en 1778 la ley
no público y testigos, de respetar y hacer res­ pasó a exigir que todas las gracias pontificias
petar el derecho de patronato, como el no es­ se solicitaran por conducto del ministerio de
torbar ni impedir la jurisdicción real. ni la co­ Estado.
branza de los derechos y rentas reales, que le El recurso de fuerza o appellario ab abusu
388 eran exigidos por la Corona. ataca el poder judicial de la Iglesia. confunde
LA IGLESIA DIOCESANAZ LAs INSTITUCIONES

el orden eclesiástico con el civil y, además, su­ Cuando el reo protestaba el “real auxilio de la
pone que la Iglesia es inferior y está subordi­ fuerza”, la causa pasaba a la audiencia, a quien
nada a la administración secular. Antes del si­ tocaba proveer sobre el artículo de la fuerza. A
glo XIV, no hay antecedentes de esta institu­ partir de ese momento, el juez eclesiástico de­
ción típicamente regalista que tiene su origen bía levantar todas las censuras que hubiese
en la Pragmática Sanción de Bourges, promul­ impuesto, fueran excomuniones, entredichos
gada por Carlos VII en 1438, que restringía las o suspensiones, si se trataba de clérigos.
reservaciones de la Curia romana en la cola­ Puestos estos antecedentes muy fragmen­
ción de beneficios, en los procesos y en los im­ tariamente, es fácil percibir el manejo y admi­
puestos, y daba ocasión a que se apelara ante nistración de los bienes eclesiásticos en las In­
los jueces civiles cuando los tribunales ecle­ dias. Aquí no se puede afirmar con claridad
siásticos intentasen defender los derechos de teológico-jurídica que el obispo es el encarga­
la Iglesia. Este instituto de origen francés co­ do de administrar los bienes y de organizar su
mienza a ser admitido por el Real Consejo de uso. En efecto, según la antigua distribución
Castilla en el siglo XVI, con la intención de ser que regulaban los cánones desde el siglo 1V, los
aplicado cuando el juez eclesiástico denegaba beneficiarios de los recursos de la Iglesia eran,
la apelación. Bastaron pocos años para que el en primer término, los pobres, luego el obispo,
recurso de fuerza se extendiera a los casos en el clero, el mantenimiento de los templos y los
que el juez eclesiástico conocía en causas pro­ gastos del culto. Esta división cuatripartita, tí­
fanas contra laicos. picamente romana, no podía hacerse en Indias
Para mejor comprender este instituto, hay porque la principal fuente de ingresos, que
que distinguir entre el recurso simple y el re­ eran los diezmos, había sido cedida al rey con
curso por abuso. El primero es el que interpo­ el cargo de sostener la misión y dotar las igle­
ne quien se siente agraviado por una sentencia sias y el clero. La subordinación económica de
inicua dictada por un juez competente y con­ la Iglesia fue total, ya que el rey era el único
forme a las solemnidades del derecho. El se­ que tenía todos los derechos y todos los pode­
gundo es el caso de quien recurre porque el res de administración.
juez que dictó la sentencia era incompetente, o Sin duda, Fernando el Católico demostró
no ha observado las solemnidades del dere­ una habilidad sin igual al conseguir de Alejan­
cho, o ha negado al interesado la apelación al dro VI la propiedad de los diezmos de todas las
tribunal superior. iglesias y, más adelante, que los metales precio­
Si el gobierno se hubiera entrometido en sos americanos no pagaran diezmo alguno. Por
el recurso simple habría negado el poder judi­ eso, será la Corona, no los obispos, quien dis­
:ial de la Iglesia. En teoría hace suya la segun­ pondrá toda la normativa acerca de la división y
:la forma, que fue la adoptada en Castilla y en el empleo del patrimonio eclesiástico, indicando
Indias. En la práctica, sin embargo, el recurso y clasificándolo todo hasta el mínimo detalle.
:le fuerza paralizaba la acción del juez eclesiás­ De esta larga y detallada normativa admi­
zico, dejándolo a merced de las audiencias, so­ nistrativa queda en claro que la Iglesia no es la
Jre todo en los frecuentes conflictos de com­ principal propietaria de los bienes que le co­
Jetencia entre el poder eclesiástico y el civil. rresponden, sino que la Corona es la única y 389
ÜRGANIZACIÓN Y ACCIÓN DE LA IGLESIA

verdadera poseedora de todos los derechos en de Roma, la delegación regia ahondó aún más
el campo económico. También debe quedar a este aislamiento, al punto de convertirse en
plena luz que el diezmo se colecta exclusiva­ una verdadera herejía administrativa, ya que
mente de la producción agrícolo-ganadera. Es algunos autores comenzaron a considerar al
verdad que el rey se mostró generoso, al menos rey como si fuera un vicario o delegado del pa­
en parte, y cedió todos los diezmos a los obis­ pa. En este terreno, tuvieron mucho que ver las
pos, cabildos, fábricas, etc., y se guardó sólo las disputas iniciadas por los regulares, particular­
dos novenas partes de la mitad de los diezmos. mente por los franciscanos, en su lucha con los
Sin embargo, las treinta y una leyes recopi­ obispos para salvar los privilegios que se les
ladas en l680 regulaban el manejo de los diez­ había concedido a través de la Omnímoda.
mos, desde los aranceles perfectamente especi­ Es sabido que tanto el rey como su Conse­
ficados, hasta la distribución que también co­ jo de Indias eran laicos y, por consiguiente, no
rría por cuenta de los oficiales reales. Enrique podían ejercer la jurisdicción eclesiástica pro­
Dussel advierte, con lucidez y buen sentido, piamente dicha, que a nonna de derecho sólo
que no se trata de saber si el rey invirtió en las puede ser obtenida por los clérigos. Sin em­
Indias más de lo que recibía por los diezmos. bargo, los teóricos encontraron la manera de
Ciertamente, la Corona dispuso de grandes proponer estudios que defendieran esa posi­
cantidades de dinero para las obras de las igle­ ción. El franciscano Iuan de Focher, que mue­
sias, para los viajes de religiosos, sacerdotes y re en la segunda mitad del siglo XVI, puede ser
prelados, invirtiendo más de lo que los diezmos considerado como el primer vicarialista. Afir­
le daban. Pero debe observarse que es el rey ma sin arnbages que los misioneros, en virtud
quien tiene todos los derechos y poderes, y de de sus indultos, desempeñan su cargo por au­
este modo los “elegidos” para las cargas le de­ toridad del papa y, por lo mismo, no deben ser
ben tota.l obediencia; de lo contrario, sus bene­ considerados como personas particulares, si­
ficios podían ser dejados vacantes. De hecho, no públicas. Para este autor, los misioneros lle­
añade el mismo autor, la monarquía de los Aus­ van la representación del papa y son delegados
trias dio a las Indias mucho más de lo que nin­ suyos. Lo mismo asevera de quienes son en­
gún Estado de su época pudiera haberle dado, viados por algtmo de los monarcas que tienen
pero subordinó la Iglesia, hasta en los últimos la potestad recibida del papa. como la tuvieron
detalles del nombramiento de un beneficiario. los Reyes Católicos y el emperador Carlos V.
mucho más que todo otro Estado europeo. para las Indias occidentales.
El más conocido defensor del patronato y
de los vicarialistas seglares, y quien más influ­
EL REGIO VICARIATO INDIANO yó en los gobernantes y en los escritores que le
siguieron. fue luan de Solórzano Pereira. Su
De esta noción de patronato real, que exce­ obra maestra es De lndiarum Iure, de la que él
día la normativa canónica y no raras veces la mismo publicó una versión española con mo­
contradecía, hay apenas un paso a lo que luego dificaciones titulada Política indiana.
se llamó el real vicariato. Si la concepción espa­ Otros escritores del siglo XV ll. como fray
390 ñola del patronato separó la Iglesia americana Gaspar de Villarroel, Pedro Frasso, Alfonso de
LA IGLESIA DIOCESANAI LAS INSTITUCIONES

la Peña Montenegro y Diego de Avendaño,


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muestran en sus obras, con más o menos ma­ ‘DIAÜÏK: ,.
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tices, hasta qué punto había calado en la men­ ",

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talidad de clérigos y laicos la doctrina vícarial, a


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DISCURSO UNICO . 000 ¿‘LWP

que se condujo hasta el extremo en no pocos E4 JURIDIco-rnsaromco-ro L l 1 1 g o, oo

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casos de la América española. ¿HH 000 n
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Durante el siglo XVIII, se destacan don An­ zmzxzzxxxzxxfi"
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pqrcncccn a la Coruna dc Caflilla , y Lcon,
tonio Iosé Alvarez de Abreu, quien en su obra LH ' con plcno , y abfoluru
titulada Víctima Real Legal. publicada por pri­ q
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mera vez en Madrid en 1726 y luego en 1769,
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toca como al pasar la cuestión vícarial pero la 4


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lleva hasta sus últimas consecuencias. Sostiene > j DEL REY NUESTRO SENOR
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que los reyes de España son delegados de la Si­


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1 DON FELIPE QUlNTOv
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lla Apostólica y sus vicarios generales, de mane­ ‘l O

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Don Domingo Valcmin Gucrn , dcl Conilcjo d: Íu
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Ixllgcflnd , Arzobifpo dc Amida , Abad de la Inhgnc
ra que las cédulas que expide el rey sobre mate­ ooo o
1 Rm] Colcgiau dc S. Ildctbnfo, y Confcllor ooo v"?

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rias del gobierno espiritual han de ser aceptadas 0
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por los eclesiásticos como leyes y mandatos 4
4 CJJ/ÏÍIIJ , _7 1.:; 111.17.11.

apostólicos en virtud de la delegación recibida.


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CON PRIVILEGIO. .
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Otro encumbrado autor regalista del siglo n‘;3;&&&%m&mxxmm—


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IïuïaïanïtüüïgóifiïüïfnïzfibllXvïülüïü

XVIII fue el fiscal de la Real Audiencia de Mé­ RI .. ‘XÏÏÏTÏ"Ï‘Ï“Ï‘Ï'Ï' ÏTKT

xico, don Antonio Joaquín de Ribadeneyra y


Barrientos, quien escribe su Manual compendio Portada dc la obra Víctima real legal, de Antonio José
del regio patronato indiano, publicado en 1755. Alvarez de Abreu. Madrid. 1726.

Este autor va mucho más allá de la posición


asumida por Alvarez de Abreu, porque ya no se teoría del regio vicariato; sin embargo, con el
apoya en las especiales concesiones, indultos y advenimiento de los Borbones, la tesis vicaria­
privilegios de los papas, sino que afirma que el lista se hizo carne en la legislación del siglo
derecho canónico concede todos estos privile­ XVIII hasta quedar incorporada en el libro
gios a los patronos para retribuirle los benefi­ primero del Nuevo Código de las Leyes de In­
cios adquiridos por la dotación. De esta mane­ dias sancionado por Carlos IV en 1792, aun­
ra, las concesiones especiales están de más, por­ que nunca entró en vigencia.
que ya estaban incluidas en los poderes reales
por el derecho común. Se hace así del patrona­ DIFICULTADES DE LA CONGREGACIÓN

to un derecho inalienable por ley, de modo que De PROPAGANDA FIDE EN INDIAS


el papa no podría recuperarlo nunca más, ni el
rey enajenarlo sin afectar la soberanía. Algunas de las consecuencias importantes,
Como era de esperar, los reyes no fueron tanto del patronato indiano como del vicaria­
sordos a este coro de voces halagüeñas. Es ver­ to regio, fueron las constantes y casi nunca su­
dad que en la Recopilación de las Leyes de In­ peradas dificultades con la Congregación De
dias no se encuentra expresamente admitida la Propaganda Pide. El Consejo de Indias, que 391
ORGANIZACIÓN Y ACCIÓN DE LA IGLESIA

llevaba cien años de actividad en América, y la LA ORGANIZACIÓN DE LAS DIÓCESIS


teoría vicarial ya en ciernes acarrearon no po­
cos obstáculos a la Congregación De propa­ Antes de la promulgación del concilio de
ganda Fide, fundada el 2 de junio de 1622 por Trento en 1563, se habían erigido en América
Gregorio XV para impulsar la propagación de alrededor de veintiocho diócesis, todas sufra­
la fe y atender los problemas que generaban la gáneas de Sevilla, hasta que en 1546 se crearon
evangelización y la cultura en las Indias occi­ los arzobispados de Santo Domingo, México y
dentales, orientales, Africa y Asia. De más está Lima. En 1564, es elevada a metropolitana
decir que la tarea misional en América fue Santa Fe de Bogotá y en 1609, Charcas-La Pla­
controlada en forma absoluta por el estricto ta, de la que pasarán a depender las únicas dos
régimen del patronato, que impidió a esta diócesis argentinas de este período: Córdoba
Congregación romana todo tipo de interven­ del Tucumán, erigida en 1570, y Buenos Aires,
ción directa en el continente. Sobre todo, a desde 1620.
partir de la negativa de los papas a conceder Conviene tener una idea acerca de la divi­
un patriarcado efectivo para las Indias occi­ sión territorial de estas iniciales circunscrip­
dentales, la Corona se opuso sistemáticamen­ ciones eclesiásticas. Por lo que se sabe, la San­
te al envio de nuncios a América y se negó al ta Sede nunca confirió a los reyes españoles la
nuncio en Madrid cualquier tipo de injerencia facultad de establecer los limites de todas y
en los asuntos indianos. cada una de las diócesis. Sin embargo, en mu­
“La intervención más directa y eficaz —di­ chas bulas se otorgó expresamente este privi­
ce Pedro Borges— de la Congregación De pro­ legio, cosa explicable por el mismo descono­
paganda Pide en los asuntos americanos tuvo cimiento de la geografia americana, y los reyes
lugar con motivo de la fundación de las misio­ comenzaron a asignar a todas las diócesis el
nes capuchinas.” Se refiere a la misión capu­ territorio correspondiente. Sin embargo, en la
china en Darién, iniciada en 1646 y abandona­ erección de la diócesis del Tucumán, el rey Fe­
da en 1653. Esta misión fue la única de toda lipe II determina los confines de la nueva se­
América que durante su existencia dependió de, pero Pío V se reserva para sí y sus suceso­
directamente de la Congregación, sin que por res el derecho de cambiar los límites que se le
ello se independizase totalmente de la Corona asígnasen.
española. La demarcación corriente, aunque impre­
Los colegios De propaganda Pide fundados cisa, establecida por la legislación de Indias,
por los franciscanos en México y en Chile pa­ asignaba un territorio de quince leguas alrede­
ra la formación de misioneros representan la dor de la sede episcopal; la distancia que me­
intervención más duradera de la congregación diaba entre una y otra sede se dividía en dos
romana en la Iglesia americana, aunque sólo partes, a las que se denominaba cercanías, que
fuera en puntos que la Corona toleraba bené­ eran administradas por los obispos más pró­
volamente, pero que no excluían la actuación ximos. Este temperamento provocó numero­
del Consejo de Indias. sos conflictos de competencia entre los obis­
pados limítrofes a la hora de cobrar los diez­
392 mos. realizar la visita canónica o la asistencia
LA IGLESIA DIOCESANAI LAS INSTITUCIONES

OBISPADOS (1620-1806)

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al sínodo diocesano. Del mismo modo, la Co­ obispados con las gobernaciones, y los curatos
rona siguió el criterio de adaptar la circuns­ con los corregimientos.
cripción civil a la eclesiástica. La norma gene­ Lo que más tarde constituyó el Virreinato
ral era que los arzobispados y las provincias del Río de Ia Plata (1776-1810) estuvo bajo la
religiosas coincidieran con las audiencias, los influencia directa y determinante delos arzo­ 393
ORGANIZACIÓN Y ACCIÓN DE LA IGLESIA

bíspados de Lima (1546) y de Charcas-La Si perseveraba en su ausencia otros seis meses,


Plata (1609). Para ese entonces, las diócesis se le retenía otra cuarta parte de sus rentas y se
eran Asunción en Paraguay (1547), La Plata aplicaba a los mismos fines píadosos. En el ac­
en el Alto Perú (1552), Córdoba del antiguo tual territorio argentino y en esa época. el
Tucumán (1570), Santa Cruz de la Sierra obispo del Tucumán, fray Francisco de Vic­
(1605), La Paz (1608), Buenos Aires (1620). toria, fue acusado de haber abandonado su
El actual territorio argentino en los siglos diócesis. El arzobispo Toribio de Mogrovejo
XVII y XVIII sólo tuvo las dos sedes episco­ cumplió con su deber de metropolitano al so­
pales nombradas de Córdoba y Buenos Aires. licitar información y comunicar al rey el in­
Las provincias de Cuyo, si bien en el orden ci­ cumplimiento de su sufragáneo.
vil pasaron a depender del Virreinato del Río Una vez que el obispo había tomado pose­
de la Plata en 1776, desde el punto de vista sión de su diócesis, debía iniciar la visita pas­
eclesiástico siguieron dependiendo del obis­ toral, tanto de las instituciones como de las
pado de Santiago de Chile hasta 1806 cuan­ personas de su jurisdicción, particularmente
do, erigida la iglesia de Salta, se integraron a de sus colaboradores más inmediatos. Esta es
la diócesis de Córdoba. la razón por la que se ve al diocesano visitan­
La organización de la Iglesia americana se do el cabildo catedralicio, las doctrinas, las pa­
hace bajo la influencia del concilio de Trento rroquias, los hospitales y demás instituciones
(1545-1563). Este dispuso que la reforma que de beneficencia. Se suponía que a través de la
se invocaba desde antiguo se activase sobre visita el obispo adquiría un conocimiento más
cuatro pilares fundamentales: a) la residencia profundo de la realidad material. moral y espi­
de los prelados en sus diócesis, b) la visita pas­ ritual de aquellos a quienes debía guiar como
toral a las instituciones y personas de su juris­ pastor, y por eso la visita pastoral precedía
dicción, c) el seminario para la formación del siempre al sínodo diocesano.
clero y d) el sínodo para aplicar a la diócesis La ley civil recomendaba vivamente a los
las disposiciones del concilio provincial y pa­ obispos la realización de la visita de la dióce­
ra la reformación de las costumbres. Se trata­ sis, el reconocimiento del estado de las doctri­
ba de una reforma principalmente disciplina­ nas, la predicación del evangelio, la conversión
ria, que no excedía la normativa del Corpus de las almas, la administración del sacramen­
Iuris Canonici ni de los antiguos concilios y to de la confirmación, procurando informarse
sínodos. de todo como encargan los cánones y los con­
Al obispo diocesano lo obliga la ley de la cilios. Mónica P. Martini advierte que “la visi­
residencia personal en su diócesis. El concilio ta llena una exigencia de otra índole vinculada
tridentino impuso severas sanciones a quienes al ejercicio del patronato real. Dada la respon­
no cumplían con la ley de residencia. De ahí sabilidad de la Corona respecto de la vida reli­
que al obispo que, sin legítimo impedimento o giosa novomundana, el rey exigía de las auto­
causas justas, estuviese ausente de su sede seis ridades civiles y eclesiásticas informes periódi­
meses, se le retenía la cuarta parte de sus ren­ cos precisos que le permitieran conocer el es­
tas anuales. Esta cantidad debía ser aplicada a tado espiritual e, incluso, social de las diócesis:
394 la fábrica de la iglesia y a los pobres del lugar. los datos para la confección de las relaciones
LA IGLESIA IIIIOCESANAI LAS INSTITUCIONES

OBISPADOS (1806-1810)

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enviadas por los obispos se extraen del mate­ exigida a Ios obispos en orden a la formación
rial acumulado durante Ia visita por los pro­ de Ios clérigos. A pesar de ello, la realidad
pios prelados o sus delegados”. concreta de esta región llevó a Ios obispos a
EI seminario conciliar es una institución admitir jóvenes que no aspiraban aI sacerdo­
típicamente tridentina, cuya fundación era cio. Se Ios distinguía como seminaristas si se 395
ÜRGANIZACIÓN Y ACCIÓN DE LA IGLESIA

encaminaban al sacerdocio y debían servir al Derecho civil y canónico. Después de la expul­


altar en la catedral, los demás eran llamados sión de la Compañía, la Universidad será re­
colegiales. En el actual territorio argentino, el genteada por los franciscanos. En 1770, ya
más antiguo es el Real Colegio Seminario existía en Buenos Aires el Real Colegio de San
Nuestra Señora de Loreto, erigido en 1597 por Carlos, que funcionó en la misma sede del his­
el obispo Trejo, quien vuelve a fundarlo en tórico colegio San Ignacio, si bien su erección
l6l l. Tuvo una existencia azarosa y difícil, in­ oficial data de 1783.
cluso después de su traslado a Córdoba, don­
de recién en 1752 el obispo Argandoña cons­
truye el nuevo edificio detrás de la catedral. CONCILIOS PROVINCIALES DE LIMA;
Sus alumnos vestían la hopa (una suerte de SU INCIDENCIA EN LA REGIÓN

hábito talar) y la beca azul, y todos asistían a


las clases de la universidad. Se denomina concilio provincial a aquel
A partir de 1687, el presbítero Ignacio que reúne a los obispos de una provincia ecle­
Duarte Quirós funda y dota el Real Colegio siástica en torno de su metropolitano. Así, en
Nuestra Señora de Monserrat, que entrega a la la región bajo y altoperuana, a partir de 1551­
Compañía de Jesús; sus Colegiales vestían ho­ 52 y hasta 1772, se convocaron seis concilios
pa y la beca roja. El seminario, de una manera provinciales en Lima. En Charcas-La Plata se
particular, pero también el Monserrat, dieron realizaron dos concilios provinciales, en 1629
numerosas vocaciones sacerdotales a lo largo y en 1774-78. De todos éstos, sólo recibió la
de los siglos. doble aprobación regia y pontificia el tercer
En Buenos Aires, su primer obispo, fray concilio limense y en él implícitamente se
Pedro Carranza, funda en 1622 una cátedra de aprobaba el segtmdo de Lima. Durante el rei­
gramática en el colegio de la Compañía de Ie­ nado de Carlos Ill (1759-1788) hubo una se­
sús, previo acuerdo con el provincial Pedro de rie de concilios provinciales, cuya principal
Oñate, a quien entrega la renta del tres por característica es la presión regalista que infor­
ciento que el concilio de Trento señalaba para mó su celebración.
el seminario. Los alumnos seminaristas de­ La acción evangelizadora y la consecuente
bían educarse para ser eclesiásticos, por consi­ organización de la Iglesia americana se hace
guiente, además de la gramática, debían bajo la influencia del concilio de Trento (1545­
aprender órgano, canto llano y servir en la ca­ l563). Este dispuso que los concilios provin­
tedral todos los domingos por turnos y en las ciales se convocaran cada tres años. En Indias
fiestas asistir en pleno. Las condiciones de ad­ las distancias y las azarosas dificultades de los
misión exigían no ser menor de doce años, hi­ viajes hacían imposible el cumplimiento del
jo de legítimo matrimonio y capaces de leer y canon del tridentino. De ahí que los papas
escribir. concedieran sucesivamente plazos más am­
Sin embargo, el mejor aporte para la for­ plios. Primero, Pío V detennina que los conci­
mación de los clérigos lo proporciona la Uni­ lios provinciales se hagan cada cinco años. Es­
versidad de Córdoba con sus facultades de Ar­ te plazo es extendido por Gregorio XIII a siete
396 tes y Teología y, a fines del siglo XVIII, la de años y ampliado luego por Paulo V, a cada do­
LA IGLESIA DIOCESANAZ LAS INSTITUCIONES

ce años. Se sabe que la realidad americana, su solver o al menos paliar la grave y difícil situa­
geografía y el patronato real hicieron imposi­ ción de los que habían sido conquistados. So­
ble el cumplimiento de la normativa romana. bre todo el tercero limense advierte con clari­
El primer metropolitano limeño, Ieróni­ dad de que no solamente en tiempos pasados
mo de Loaysa, de la orden dominicana, convo­ se han hecho a estos pobres tantos agravios, si­
có el primer concilio provincial en 1551-52, no que también al presente muchos procuran
escrito íntegramente en castellano y no en la­ hacer lo mismo.
tín como era de práctica. Toda su primera par­ Estos tres concilios de Lima, particular­
te está dedicada a los naturales y a la organiza­ mente el segundo y el tercero, tuvieron una in­
ción de la Iglesia sobre la base del antiguo im­ fluencia decisiva, no solamente en la región
perio incaico. El segundo es convocado en del antiguo Tucumán, sino también en el Río
15'65 por el mismo arzobispo y está redactado de la Plata y en la Capitanía General de Chile,
en latín. Su primera parte legisla para los espa­ de la que dependían las provincias de Cuyo. Si
ñoles y la segunda, para los indios; en él se rea­ bien sería exagerado decir que el actual terri­
firma el poder episcopal en la conducción de torio argentino tiene una relevante tradición
la misión contra los privilegios de los religio­ sinodal, no puede desdeñarse el esfuerzo reali­
sos. Pero el gran concilio constitutivo de las zado por no pocos obispos del período colo­
diócesis de América del Sur, el que proporcio­ nial para poner en práctica la normativa tri­
nó a estas iglesias su organización interna, ca­ dentina. Hay que tener en cuenta que las juris­
nónica y pastoral, fue el tercer concilio de Li­ dicciones diocesanas eran extensiones inmen­
ma, convocado por Toribio de Mogrovejo en sas, atacadas de una crónica pobreza, con es­
1582-83. casos y fragosos caminos no exentos de los pe­
La acción primera comienza con la invo­ ligros que se asocian generalmente a las regio­
cación de la Santísima Trinidad, y sigue indi­ nes de frontera.
cando que el concilio ha tenido lugar por las
prescripciones del concilio de Trento, con la
autoridad y voluntad del papa Gregorio XIII, LOS SÍNODOS DEL ANTIGUO TUCUMAN,
como por el deseo del rey Felipe II, para la CORDOBA Y BUENOS AIRES
exaltación de la fe y utilidad de esta nueva
iglesia de las Indias. En la acción segunda, se El sínodo diocesano es la reunión del
ocupa del Catecismo redactado en castellano, obispo de una diócesis con su cabildo cate­
quechua y aymara, las lenguas del imperio in­ dralicio, sus párrocos, doctrineros y demás
caico. Manda a los párrocos que instruyan de clérigos y representantes laicos de las ciudades
manera especial a los rudos, indios, negros y de su jurisdicción. Estas deliberaciones eran
niños, para que no se pierdan por la ignoran­ presídidas por el mismo obispo y eran apro­
cia; para que cada uno entienda el español en badas por la autoridad secular competente en
romance y el indio en su lengua. el distrito.
La principal originalidad de estos conci­ A ruego de Felipe II y con la bula Super
líos radica en su particular dedicación al adoc­ specula del 15 de mayo de 1570, el papa Pío V
trinamiento de los naturales y a tratar de re­ erigió la diócesis del Tucumán con sede en la 397
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ORGANIZACIÓN Y ACCIÓN DE LA IGLESIA

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Firmas de los obispos asistentes al lll Concilio Limense.

ciudad de Santiago del Estero, donde estuvo El segundo obispo del Tucumán fue el
hasta 1699, en que fue trasladada a Córdoba. franciscano Fernando de Trejo y Sanabria,
Fue la primera diócesis del actual territorio hermanastro del célebre Hernandarias y pri­
argentino y constituyó la única jurisdicción mer obispo criollo de Sudamérica. Convoca el
eclesiástica en todo el centro, norte y oeste del primer sínodo diocesano para el 8 de septiem­
país. En esta diócesis se celebraron siete síno­ bre de 1597. Despacha su convocatoria a todos
dos, quizás ocho, durante la época colonial: los curas y vicarios del obispado e intima a las
1597, 1606, 1607, 1637, 1644, 1700, l70l y ciudades para que envíen a sus procuradores,
1752. porque entre los puntos principales para tra­
Su primer obispo, el dominico Francisco tar estaban la distribución de las doctrinas y la
de Victoria, entra en su diócesis en 1582, tiene fijación del estipendio suficiente para los doc­
una participación desgraciada en el tercer trinantes. La presencia del gobernador Pedro
concilio de Lima y regresa a su sede en 1585. Mercado de Peñaloza con su teniente y de los
En 1586 comienza la visita pastoral por Cór­ procuradores de las ciudades da a este sínodo
doba, acompañado de dos jesuitas. Recorrió un carácter especial que hace resaltar la íntima
las márgenes del Dulce y del Salado. llegó a unión entre la Iglesia y la Corona.
Sumampa, subió por los valles Calchaquíes y El sínodo comienza mandando se observen
regresó a Santiago del Estero. En 1590 parte las disposiciones del tercero limense y también
para España, para agilizar la renuncia que ha­ las del segundo. aunque. siendo diversas las cir­
398 bía presentado, y muere en 1592. cunstancias. será necesario adaptar a ellas las
LA IGLESIA DIOCESANAZ LAs INSTITUCIONES

constituciones conciliares. Se trata de un síno­ los jueces eclesiásticos, los curas, sacristanes y
do fundante de la Iglesia del Tucumán, de ahí visitadores.
que se ocupe de las reducciones de los indios y El tercer sínodo fue convocado para sep­
de su adoctrinamiento, del buen trato que se tiembre de 1607. Las veintiún constituciones
había de dar a los indígenas, del uso de la len­ tienen como finalidad la ejecución práctica de
gua quechua para enseñar la doctrina, de la ad­ los sínodos anteriores. Catorce constituciones
ministración de los sacramentos, el culto, los van dirigidas al cuidado espiritual de los in­
diezmos, la reforma de vida, el seminario y di­ dios y al sostenimiento de los doctrineros.
versas medidas prácticas para los libros parro­ Vuelve a tratarse el tema del matrimonio por­
quiales y el empadronamiento que debía ha­ que el afán de lucro de los encomenderos y
cerse cada año. En 1598, invitado por Hernan­ pobleros separaban a los esposos indios ha­
darias, el obispo viaja a Asunción del Paraguay ciéndolos trabajar en lugares distintos. Asi­
para confirmar a los fieles cristianos y ordenar mismo, el sínodo se preocupa de que los in­
los sacerdotes de aquella diócesis que estaba sin dios lleven una vida sexual sana y manda a los
pastor. Entre los sacerdotes ordenados por Tre­ doctrineros no dilaten los casamientos de los
jo se cuenta el mártir jesuita Roque González indios, que los faciliten y los casen cuando
de Santa Cruz. sean hábiles para la vida matrimonial.
Trejo era consciente de que el primer sino­ De los dos sínodos celebrados por Mel­
do era sólo el comienzo de la misión y de la chor Maldonado de Saavedra, de la orden de
organización de la Iglesia. Por eso, en la sesión los Ermitaños de San Agustín, quinto obispo
de clausura convoca para el segundo sínodo del Tucumán, sólo han quedado datos de su
que había de comenzar el 15 de agosto de celebración y de algunos puntos tratados en
1599. Las circunstancias lo postergarán hasta ambas asambleas. En el sínodo de 1637, el
el 23 de abril de 1606. Este sínodo tiene como obispo debió soportar no pocas intromisio­
núcleo fundamental la organización del culto, nes de los seglares, que exigían al prelado res­
particularmente de la liturgia catedralicia. En petase la jurisdicción real, cumpliese el patro­
consonancia con el culto, legisla sobre el cabil­ nazgo real y las ordenanzas, provisiones reales
do catedral, la asistencia al coro de los Canóni­ y privilegios de la ciudad de Córdoba. En
gos y las reuniones que debían mantener para cuanto a la celebración del sínodo de 1644,
el buen gobierno de la Iglesia y la administra­ hay un único testimonio que refiere que se
ción de sus bienes. Toca algunos temas pasto­ determinó el nombramiento de un cura para
rales como el examen y aprobación de los cu­ que administrase los sacramentos en el cabil­
ras de indios, los predicadores y confesores ex­ do y la forma que se debía guardar en sus en­
traordinarios para los indios. La cuestión de tierros y sepulturas.
los predicadores tiene que ver con la variedad El sínodo del dominico Manuel Mercadi­
de lenguas habladas en la región, y los confe­ llo, noveno obispo del Tucumán, se llevó a ca­
sores extraordinarios se establecen para dar a1 bo después de la traslación de la sede episcopal
indígena mayor libertad de conciencia. Man­ de Santiago del Estero a la ciudad de Córdoba.
da, asimismo, que se hagan aranceles donde se La carta convocatoria está fechada el 2 de ene­
determine exactamente lo que han de percibir ro de 1700. Los principales tópicos tratados 399
ÜRGANIZACIÓN Y ACCIÓN DE LA IGLESIA

pueden resumirse así: que se reserve el Santísi­ pia del realizado por Trejo en el Tucumán en
mo Sacramento en las iglesias parroquiales; 1597, adaptado a las circunstancias y necesida­
que los vecinos y dueños de chacras constru­ des del Litoral. No se conoce hasta que’ punto
yan iglesias con pilas bautismales; que los con­ las constituciones de Trejo tuvieron real in­
fesores cuenten con la debida aprobación; que fluencia en esa región, pero el dato debe ser te­
los españoles, mestizos, zambos y mulatos acu­ nido en cuenta.
dan a misa los domingos y fiestas de guardar, a Creada la diócesis de la Santísima Trinidad
distancia de cuatro leguas; que se veden los del Puerto de Buenos Aires en 1620, su primer
oratorios privados en las ciudades; que se pro­ obispo fue el carmelita Pedro de Carranza,
híba a los curas hacer las amonestaciones para quien recibió la consagración episcopal en
los matrimonios sin licencia del obispo o de Santiago del Estero de manos del obispo del
los vicarios en las ciudades distantes; que los Tucumán don Julián de Cortázar. Su tercer
curas hagan decir entre cuatro y seis misas por obispo, el dominico Cristóbal de Mancha y
los indios que mueren ab intestata; que los clé­ Velasco, convocó a un sínodo por demás aje­
rigos de las ciudades asistan revestidos a su treado en 1655. Está dividido en tres sesiones,
iglesia los dias festivos, los sábados, a la Salve y la primera consta de veinticuatro constitucio­
los jueves, a la misa del Santísimo Sacramento. nes, la segunda, de doce y la tercera, de tres.
Del sínodo celebrado por el señor don Pe­ En la primera sesión se establece el cum­
dro Miguel de Argandoña, decirnotercer obis­ plimiento de las disposiciones del concilio de
po del Tucumán, sólo restan las Reglas directi­ Trento, así como las de los tres concilios de Li­
vas y doctrinales del seminario de Nuestra Se­ ma, sin embargo, en contradicción con el ter­
ñora de Loreto y Santo Tomás de Aquino. Es­ cero limense, dispone que los curas de indios
tas fueron compuestas por el mismo obispo no hablen sino en español. Asimismo, manda
con la ayuda de una junta constituida en 1748. se guarde en todo el real patronato y que el ca­
Constan de dos capítulos y treinta y un artícu­ bildo eclesiástico y el clero presten juramento
- los que se referían a la vida espiritual, estudio, de acatarlo; que no se bauticen a los hijos de
disciplina y gobierno del seminario. Fueron los infieles sin el consentimiento de sus pa­
presentadas al sínodo de 1752 y allí quedaron dres, ni a los adultos sin su libre voluntad y co­
aprobadas y confirmadas. nocimiento suficiente de la doctrina. Incluye
Si se tiene en cuenta que Buenos Aires y una matrícula de los clérigos de la ciudad de
todo el Litoral argentino, a los que hay que su­ Buenos Aires. Santa Fe, San luan de Vera de las
mar el actual Nordeste y el sur del país, depen­ Siete Corrientes.
dieron de la diócesis del Río de la Plata con se­ La segunda sesión trata acerca de la santi­
de en Asunción del Paraguay. no se puede ficación de las fiestas y modo de administrar
omitir una referencia al sínodo celebrado por los santos sacramentos a los indios forasteros.
el obispo franciscano Martín Ignacio de Loyo­ el pago de los diezmos y primicias. Los vecinos
la en 1603. El mejor estudio es el realizado por deben construir capillas en sus respectivos
D. Rípodas Ardanaz, donde después de un pagos, y designa como sitios aptos Monte
meduloso análisis de los textos aparece claro Grande. las Conchas, la Matanza. Magdalena y
400 que dicho sínodo no es otra cosa que una co­ Luján. Para el sustento de los capellanes. los
LA IGLESIA DIOCESANAZ LAS INSTITUCIONES

vecinos pobres pagarán dos pesos por año, y tiaguina, dedica casi un año a la visita de la re­
los pudientes hasta diez pesos. Parecida legis­ gión cuyana y en 1670 celebra el cuarto síno­
lación ordena para Santa Fe y la otra Banda. do. El dominico Bernardo Carrasco de Saave­
La sesión tercera está dedicada a la refor­ dra, después de haber visitado su diócesis,
ma de las costumbres, a los jueces conservado­ convoca el quinto sínodo en 1688. El señor
res y a los examinadores sinodales. Prohíbe Manuel Alday y Aspée, decimoctavo obispo,
bajo pena de excomunión comprar o vender hace su visita pastoral y realiza el sexto sínodo
indios, y queda reservada la absolución del de Santiago en 1763, que será el último antes
comprador y del vendedor al obispo. También de que Cuyo sea incorporado a lo que hoy es
bajo pena de excomunión, manda que no se territorio argentino en 1776.
impida la comunicación entre las personas, Finalmente -siguiendo a Enrique Dussel-,
por consiguiente que nadie se apropie de car­ hay que destacar que el tercer concilio de Lima
tas ajenas, ni las abra, ni las queme. marca el gran aporte de la Iglesia hispanoame­
En este punto no pueden estar ausentes los ricana. Trento, siguiendo la tradición teológi­
sínodos celebrados en Santiago de Chile, dada ca, había formulado el ideal del obispo y, sin
la influencia que estas asambleas tuvieron en embargo, no tiene una sola palabra para los
la evangelización y asentamiento de la Iglesia turcos, que estaban frente a las puertas de Vie­
de Cuyo. Sus obispos visitaron constantemen­ na, ni para los musulmanes, que eran los seño­
te la región, erigieron doctrinas y parroquias, res del Mediterráneo, ni para las incipientes
defendieron a los indios de la zona y procura­ cristiandades de la India, de la China ni de
ron por todos los medios que no fuesen lleva­ América. Sólo el tercer limense, y después el
dos a Chile para el servicio personal. tercero mexicano, propondrán el ideal del
El franciscano Diego de Medellín, tercer obispo misionero.
obispo de Santiago, celebró el primer sínodo Este ideal misionero aparece en no pocos
en 1586. Iuan Pérez de Espinoza, también sínodos. En los que celebró el obispo Trejo se
franciscano y quinto obispo de Santiago, visi­ advierte la necesidad de la reducción, la ense­
ta dos veces las provincias de Cuyo y celebra el ñanza de la doctrina como tarea fundamental
segundo sínodo en 1612. El señor Francisco del misionero y el conocimiento de las lenguas
González de Salcedo, sexto obispo de Santia­ indígenas, así como la visita frecuente a los in­
go, hace la visita pastoral de las provincias de dios que les han sido encomendados.
Cuyo y convoca el tercer sínodo diocesano de El sínodo del obispo Mercadillo, de 1700,
1626, cuya última constitución está dedicada a proporciona algunos elementos que certifican
la grave situación que padecen los indios la continuación del ideal del obispo misione­
huarpes, a quienes les designa un cura especial ro. En la convocatoria para el sínodo de 1700
para que los visite, adoctrine, les administre afirma que conoce bien las cosas que en su
los sacramentos y los empadrone para la doc­ diócesis necesitan remedio, “por haber visita­
trina y las confesiones. Establece nuevas doc­ do todo este nuestro obispado por nuestra
trinas y prohíbe el traslado de los huarpes a propia persona, con inmensos trabajos, y evi­
Santiago de Chile. El franciscano Diego de dentes riesgos de vida por caminos infestados
Humanzoro, noveno obispo de la diócesis san­ del enemigo mocoví y otras naciones infieles”. 401
ORGANIZACIÓN Y ACCIÓN DE LA IGLESIA

CABILDOS (‘ATEDRALICIOS DE CÓRDOBA vino y todo cuanto pertenece al culto se reali­


Y BUENOS AIRES ce debida y rectamente. Al arcedeano, conoci­
do como el “ojo del obispo", concieme exami­
La institución de los cabildos obedece a nar a los clérigos que han de ordenarse, la ad­
dos fines: en primer lugar, atender a los actos ministración y visita de la ciudad y diócesis, si
litúrgicos en la catedral, tributando a Dios el el prelado se lo encargase. Al chantre corres­
culto solemne en nombre de toda la diócesis. ponde cantar y enseñar el canto a los servido­
En segundo lugar, el capítulo catedralicio de­ res de la iglesia, ordenar y corregir todo lo que
bía: asesorar y ayudar al obispo en el gobiemo; al canto se refiere. No puede hacer oposiciones
suplirlo mientras la sede se hallaba vacante, y para la cantoría quien no es perito en música
también si estaba impedida, actuando en cada o al menos en canto llano. Un maestrescuela,
caso a norma de derecho. graduado en artes o en derecho, se encarga de
Las erecciones de las iglesias del Tucumán enseñar gramática a los clérigos y servidores
y Buenos Aires, así como de sus respectivos de la iglesia y a todos los diocesanos que quie­
cabildos eclesiásticos, son muy parecidas, se­ ran escuchar. Un tesorero abre y cierra la igle­
gún el testimonio del primer obispo del puer­ sia, hace tocar las campanas, custodia todos
to, quien, en 1622, certifica ante el rey haber­ los utensilios de la iglesia, cuida las lámparas,
se valido “del uso que había en la catedral del vela por todo lo necesario para celebrar y cui­
Tucumán, y tomado lo que más a propósito da las rentas entregadas a la fábrica de la igle­
ha parecido”. En 1629, el concilio de Charcas sia, según las prescripciones del cabildo. Un
aprobó esta erección con algunas modifica­ archipresbítero o rector ha de ejercer la cura
ciones. Es natural que así fuera porque la con­ de almas en la catedral y presidir a los otros
cordia de Burgos, firmada el 8 de mayo de rectores de la ciudad y de la diócesis.
1512 entre los tres primeros obispos antilla­ Asimismo, erigió diez canonjías y dispuso
nos con don Fernando y doña Iuana, estable­ estuvieran separadas de las dignidades. Seis
cía las bases de la organización de sus iglesias. porcioneros de porción entera y seis de media
El auto de erección de aquellas tres primeras porción, ocho capellanes, seis acólitos, y los
catedrales sirvió de modelo a las demás igle­ oficios de Sacristán. organista, pertiguero y
sias que se fueron erigiendo. En las mismas perrero. Esta era la manera corriente de erigir
capitulacíones de Burgos, los reyes se asegura­ los cabildos en Indias. y aunque estos oficios
ron el derecho de patronato para la presenta­ se instituían en un mismo acto. no todos se
ción de todas las dignidades, canonjías, racio­ llenaban inmediatamente. De hecho, el obis­
nes y medias raciones de todas las iglesias ca­ po suspende en el acto de erección dos digni­
tedrales de las Indias. dades, cinco canonjías, tres porcioneros de ín­
Inicialmente, el obispo Francisco de Victo­ tegra y de media porción, dos acólitos y cua­
ria había ejecutado la erección del obispado tro capellanes. hasta tanto la iglesia disponga
del Tucumán por documento firmado en Se­ de mayores rentas. La disminución del perso­
villa el 18 de noviembre de 1578. En este mis­ nal era lógica, porque si al partir el obispo
mo acto, quedan fijadas las dignidades capitu­ Victoria el clero diocesano sumaba escasos
402 lares. Al deán le toca proveer que el oficio di­ diez sacerdotes, mal podía constituir un cabil­
LA IGLESIA DIOCESANAI LAS INSTITUCIONES

do con tantas dignidades, canonjías, preben­ o actuara contra el parecer de los capitulares.
das y beneficios que superaban el número de En cambio, si se exigía el consejo, era inválido el
su presbiterio. acto del diocesano si era negligente en escuchar
La designación de las dignidades, canóni­ a sus canónigos. Pero, una vez requerido, no
gos y demás miembros del cabildo era resorte quedaba obligado a seguir el consejo de la cor­
exclusivo del patrono real a través del Consejo poración, aunque fuera unánime. Sin embargo,
de Indias, aunque el obispo podía elevar can­ el derecho advertía al obispo que no debía
didatos. Es decir, el rey presentaba el electo pa­ apartarse del dictamen, sobre todo si era con­
ra la dignidad o canonjía y el obispo daba la corde, sin una razón que, a su juicio, fuera más
colación y canónica institución. En el Tucu­ poderosa. Tanto el consentimiento como el
mán la organización de esta corpor ¿ción que­ consejo debían ser requeridos previa convoca­
da estructurada en el acto de la erección de la toria de todos los miembros del cabildo, y éste
iglesia catedral, puntualizada en el sínodo de debía otorgarlo actuando capitularmente.
1606 y en la regla consueta dictada por los A manera de ejemplo, el obispo no puede
obispos pro tempore que estimaron necesarias sin el consentimiento de su cabildo enajenar
correcciones o adecuaciones para un mejor bienes eclesiásticos inmuebles, o muebles pre­
servicio a la catedral. En este srntido, pueden ciosos. Se entiende como precioso el bien que
verse la regla consueta del obispo Argandoña lo es en razón del material con que ha sido
del año 1749 y el auto del obispo Moscoso confeccionado, como por el valor artístico,
mandando observar, con las oportunas refor­ cultural o devocional de una comunidad. Pa­
mas, la consueta establecida por el concilio de rafraseando las Decretales, la glosa gregoriana
Charcas de 1774. dice “enajenar pueden los Prelados los bienes
La obligación principal del cabildo era la de sus Iglesias; mas esto se entiende, que debe
celebración diaria de los divinos oficios en el ser hecho con otorgamiento de sus cabildos”.
coro. El oficio divino comprendía la salmodia El otro momento en que el cabildo asume
de las horas canónicas por la mañana y por la todo el poder y toda la responsabilidad en el
tarde y la celebración de la misa conventual gobierno de la diócesis es cuando ésta queda
que debía ser cantada cada día. vacante por muerte, renuncia, traslado o pri­
Uno de los puntos clave de la actuación ca­ vación intimada al diocesano y en los casos de
pitular era la actividad del cabildo catedralicio sede impedida. Se considera impedida la sede
como senado del obispo. A él correspondía ad­ episcopal cuando por cautiverio, relegación,
ministrar la diócesis todas las veces que el dere­ destierro o incapacidad, el obispo se encuen­
cho exigiera al obispo requerir el consentimien­ tra totalmente irnposibilitado de ejercer su
to o, como en la mayoría de los casos, el consejo ministerio pastoral.
de los capitulares en los negocios más irnpor­ Durante las sedevacancias, toda la autori­
tantes de la diócesis. La diferencia entre consen­ dad era asumida por el cabildo, quien, según
timiento y consejo radica en las consecuencias la norma del concilio de Trento, debía elegir
del acto jurídico a realizar. Si el derecho exigía un vicario capitular en el término de ocho
el consentimiento del cabildo, era inválido el días. En caso de no ejecutarlo en el plazo le­
acto del obispo en el caso de que no lo pidiera gal, el derecho de elección se trasladaba al
ÜRGANIZACIÓN Y ACCIÓN DE LA IGLESIA

metropolitano. Sin embargo, la disposición este propósito, Iuan Solórzano recuerda que los
tridentina no fue interpretada de manera beneficios que vacasen se diesen a hijos legíti­
uniforme por los canonistas y se dieron di­ mos nacidos de los castellanos en las Indias.
versas soluciones. Al elegir el vicario capitu­ En no pocas oportunidades los canónigos
lar, el cabildo se reservaba algunas facultades provocaron y mantuvieron conflictos con los
o prefijaba el modo y el tiempo en que el vi­ obispos. Otras veces las rencillas intemas irn­
cario ejercería su potestad. Se afirmaba que la pidieron a los cabildantes llegar a elementales
jurisdicción del vicario capitular dependía acuerdos durante la sede vacante, como fue­
del cabildo y éste la podía ampliar o restrin­ ron los once años de pleitos y discordias
gir, o concederla por un tiempo determinado (1704-1715) suscitados después de la muerte
desde el mismo día de la elección. Era prácti­ del obispo Mercadillo, cuando tres provisores
ca corriente que el cabildo, entre otros dere­ se disputaban en Córdoba los poderes inhe­
chos, se atribuyera el de conceder las dimiso­ rentes a su cargo.
rias para las sagradas órdenes, y el uso del
pontifical para los obispos transeúntes, así
como el derecho a convocar los concursos pa­ EL CLERO PARROQUIAL
ra la provisión de los curatos y, oportuna­
mente, conferirlos. No debe olvidarse que tanto las parroquias
Otro aspecto que no puede dejarse de la­ de españoles como las de indios, llamadas
do es el papel del cabildo como poder de con­ doctrinas -porque la misión primordial del
trol de la autoridad, ya sea del obispo, del vi­ sacerdote era adoctrinar, en la fe- estaban su­
rrey o gobernador, a quienes podía negar su jetas a las disposiciones del concilio de Trento
aprobación o rechazar sus disposiciones, re­ y del real patronato. Por consiguiente, se de­
curriendo si era preciso al rey, para lo cual bían cumplir las normas establecidas por uno
solía mantener un apoderado que diligencia­ y otro. Cuando vacaba una parroquia de espa­
ba sus reclamos e instancias ante la Corte. ñoles o de indios encomendada a clérigos se­
Asimismo, el cabildo representaba de alguna culares, el obispo. al tener noticia de la vacan­
manera la estabilidad frente a las largas va­ te producida, colocaba edictos llamando a
cantes y a la transitoriedad de obispos que oposiciones. Concluido el examen, enviaba
morían, renunciaban o eran trasladados al testimonio de lo actuado al virrey o goberna­
poco tiempo. dor, proponiendo una terna de los más dignos
Entre 1570 y 1804, se sucedieron en la dió­ al vicepatrón, quien presentaba uno de los tres
cesis de Córdoba diecisiete obispos, de los que en nombre de Su Majestad. Hecha la presenta­
diez fueron criollos y siete, peninsulares. En ción. el obispo mandaba hacer la colación del
Buenos Aires gobernaron doce obispos desde título y la canónica institución.
1620 hasta 1797, siete españoles y cinco criollos. Si la doctrina estaba encomendada a clé­
El cabildo, en cambio, estaba compuesto gene­ rigos regulares, la ley ordenaba que siempre
ralmente por hijos de la tierra, era el clero crio­ que fuere necesario proveer a algún religioso
llo benemérito que veía reconocidos sus mereci­ para una doctrina vacante. el provincial y su
404 mientos con un sitial en el coro de la catedral. A capítulo nombrasen a tres frailes. que presen­
LA IGLESIA DIOCESANAZ LAS INSTITUCIONES

taban al virrey o gobernador, quien a su vez indios. Este libro era recomendado encareci­
elegía uno y remitía el nombrado al obispo damente por el Ritual Romano de 1614, con el
para que hiciera la provisión, colación y ca­ nombre de statu animarum. Se trataba de un
nónica institución. registro que describía el estado de la población
Se puede, pues, afirmar que en la actual o de las almas de una parroquia y más particu­
geografía argentina, después del concilio de larmente consignaba la práctica de la vida re­
Trento, la situación jurídica de las doctrinas ligiosa. Quizás, en esta región, sería más exac­
fue la de la parroquia y, aunque estuviesen en to decir que era un registro de las familias que
manos de regulares, se ajustaban a la discipli­ componían una parroquia, ya que venía ela­
na común. Una lectura atenta de la normativa borado sobre la base de las familias que tenían
pontificia y de las constituciones de los conci­ su domicilio en una determinada jurisdicción
lios limeños hace ver que, exceptuando los parroquial.
primeros tiempos, en que los doctrineros fue­ Este padrón servía al cura para amonestar
ron exentos, la legislación propendía a centra­ a sus feligreses a partir del miércoles de ceni­
lizar en manos del obispo toda la autoridad y za, para que todos se acercaran a cumplir con
acción pastoral diocesana. El problema vino a la Pascua. Los observantes eran puntualmente
zanjarse definitivamente con la constitución anotados en el padrón. Los infractores eran
Cum nuper de Benedicto XIV, del 24 de febre­ amonestados privadamente y, si no cumplían,
ro de 1746, que encuadra las doctrinas en el se los denunciaba públicamente en la misa do­
marco jurídico de la parroquia. minical. Terminado el tiempo para cumplir
Normalmente, las ciudades más populosas con la Pascua, los curas remitían copia de es­
solían tener una parroquia con dos curas, uno tos padrones al obispo, quien podía tomar las
de españoles y el segundo de naturales con sus medidas que le aconsejara la prudencia contra
jurisdicciones bien delimitadas en la ciudad y los transgresores. La prolijidad con que eran
en la campaña. Cumpliendo con los cánones confeccionados estos padrones de indios pro­
tridentinos, las constituciones conciliares de dujo algún incidente con la autoridad civil.
Lima y las sinodales de la región, todas las pa­ Los corregidores pretendieron y, de hecho,
rroquias y doctrinas llevaban sus registros. Los usaron los registros eclesiásticos para la impo­
libros parroquiales de bautismos, confirma­ sición de la tasa a los indios. Los sínodos y las
ciones, matrimonios y defunciones se confec­ mismas Ordenanzas de Alfaro en su visita al
cionaban por separado en las parroquias de Tucumán en 1611 distinguieron claramente
las catedrales y de las iglesias matrices, pero en entre el padrón que debe hacer la autoridad
la campaña generalmente se usaba el libro civil para cobrar la tasa y el padrón eclesiásti­
único. En la matriz de Mendoza, que dependía co que se confeccionaba para la administra­
de la diócesis de Santiago de Chile, se estilaba ción de los sacramentos. Concluía disponien­
un libro para españoles y mestizos y otro de­ do que no se usasen los padrones de la Iglesia
nominado “castas”, donde se inscribían indios, con fines civiles para evitar la confusión de los
negros y mulatos. indios.
Además de estos registros, los curas debían En general, la preparación de los clérigos
preparar cada año el padrón de españoles y de en este período no era mala. No pocos de ellos 405
ÜRGANIZACIÓN Y ACCIÓN DE LA IGLESIA

descollaron en las artes, las ciencias profanas rosos y de los ajusticiados. En ese mismo sitio
y eclesiásticas y en el servicio silencioso y hu­ funcionó el primer hospital de mujeres. En la
milde de los pobres curatos de la campaña. ciudad hubo un primer hospital bajo la advo­
Esto no quiere decir que no hubiera excesos, cación de Santa Eulalia y en la segunda mitad
pero una lectura atenta de las actas capitula­ del siglo XVIII, gracias a la generosidad del
res y procesales permite ver que los obispos se obispo Diego Salguero de Cabrera, el San Ro­
mostraron firmes en cortar los abusos que los que, cuyas puertas se abren todavía para los
curas cometían con los indios, las negligen­ más pobres. En Buenos Aires, la Hermandad
cias graves en el cumplimiento de sus deberes de la Caridad, el Colegio de Huérfanas, el l-Ios­
como párrocos, los desacatos a la autoridad pital de Mujeres. En Mendoza, la Hermandad
eclesiástica o civil y los delitos que nacían del de la Caridad. Lo mismo puede decirse de las
mal cumplimiento de sus votos. Es notable demás ciudades, como Salta, Jujuy, La Rioja,
observar cómo, en los siglos XVII y XV III, ca­ Catamarca, Tucumán y Santiago del Estero.
nónigos, curas párrocos o simples clérigos,
son procesados y condenados por diferentes
delitos. A lo largo de cien años se pueden con­ EL DERECHO CANONICO VIGENTE

tabilizar, solamente en el Tucumán, veintitrés


causas penales instruidas y falladas contra No se puede hablar de derecho canónico
clérigos. indiano si no se conocen las colecciones canó­
El núcleo de la actividad parroquial estaba nicas precedentes, sin las cuales su existencia
centrado en la enseñanza de la doctrina a in­ sería imposible. El derecho Canónico nace co­
dios y españoles, la administración de los sa­ mo ciencia autónoma en 1140, con el llamado
cramentos, la celebración de la Eucaristía y la Concordantia discordantium canonum, más co­
predicación de los ejercicios ignacianos. Se sa­ nocido como Decreto de Graciano. monje ca­
be que después del extrañamiento de los jesui­ maldulense y profesor en la Universidad de
tas esta práctica siguió gracias al impulso que Boloña. Posterionnente, Gregorio IX promul­
supo darles María Antonia de la Paz y Figue­ ga en 1234 las Decretales y las remite a todas las
roa. Junto a esta tarea pastoral realizada por los universidades y tribunales para que sean em­
sacerdotes, los fieles cristianos solían agrupar­ pleadas para el estudio y la administración de
se en cofradías y hermandades, sea para la pro­ la justicia. Después, Bonifacio VIII promulga
pagación del culto al Santísimo Sacramento y en 1298 el Liber sextus. así llamado por añadir­
a la Santísima Virgen, sea para otras devocio­ se a los cinco libros de las Decretale; Clemen­
nes que surgían en las ciudades y pueblos, co­ te V recopila sus propias Decretales, aprobadas
mo para el servicio de los enfermos y el entie­ en 1314. A éstas se agregaron otras dos colec­
rro de los pobres. Basta citar unas pocas que ciones de decretales. llamadas Exrravagantes
sirvan como ejemplo de la actividad de los lai­ por encontrarse fuera de las colecciones ante­
cos en el ámbito religioso y asistencial. La her­ riores. Una de ellas incluye las decretales de
mandad del Pilar. con sede en la iglesia homó­ luan XXII y otra. denominada Exrruvagantes
nima en Córdoba, con limosnas lograba cos­ comunes, las de diversos pontlfices hasta Sixto
tear los funerales y sepulturas de los meneste­ IV. Todo este conjunto nonnativo recibe el
LA l(}I.l<Ï.\'|¡\ I)I()(ÏI<Ï.\U\N¡\I LAS l;\'.\"l'l'l'll(Ïl(),\'l*lS

i R. U S
t-RIS CANONJCZI
Santo Tomás, dentro del pensamiento
cristiano, en dependencia directa de San Agus­
tín, hace derivar sencillamente la existencia de

_- ¡y x [DI
¿piïaooiiir ¿Em- 0.:,
goNit MAX la ley eterna del concepto de providencia divi­
h, Liiznovxrniïckzïixuuxi. na. El orden universal no resultaría inteligente
‘¿jr ___s-o 61'67» ¡Íxficnroïfiri
l"

sin la providencia, y esta realiza su obra gra­


"ïNsïiruïioNinus
"A n Á i.‘ c": U M. ¿­ cias a la ley eterna que es la fuente creadora del
ACRLEÏ'LÏAÜHT
Loc: COMMUNTb UBERRIEH, orden del universo.
I. T
“Existe en el mundo un orden universal

.-,,.
Iwoicrs TlTliLoRUt-i, cANowuxiQur oraxwisi
i ¡_._._¡__ ¿u ;<:L.I. '; c324 11.1.": i; upciafljti.
TOMUS PRIMUS- ­
EEÍÚÜ magia I ‘¿de .1 izicnlis ï"ll'__:.‘if.1, ¿l antigua CÏCtHFlIKÏA
‘ J ¿"w ‘l ‘R m “¡gli/till (vrdincnt'ïrc-a¿ta , ¡Klzmrus
¡»ug n, AlilVtlÏlïilÜlll) grztirJíclïxh
—como dice Marcelino Cabreros de Anta- que
consiste en el cumplimiento de la ley eterna o
voluntad de Dios, la cual rige todos los actos
de los seres creados en orden al fm supremo“.
El orden moral es el cumplimiento del plan
divino por la libertad humana, que no es otra
cosa que la ordenación efectiva de todas las ac­
ciones humanas al fin último. “Dentro del or­
den moral que comprende todas las acciones
humanas dirigidas al fin último, se distinguen
Portada de una edición dieciochesca del Corpus luris las acciones internas de las externas, y entre
Canonici.
éstas, aquellas que representan un interés so­
cial por afectar las relaciones de unos para con
nombre de Corpus Iuris Canonici. Este cuerpo otros con respecto al fin común. Ahora bien, el
jurídico y los Bularios Pontificios son la arma­ sistema o conjunto de normas, divinas o hu­
dura de lo que se irá creando en América. manas, naturales o positivas, que ordenan las
Se hace necesario advertir que el derecho relaciones humanas sociales, dando a cada
Canónico no ha aceptado nunca la separación uno lo que le corresponde para la consecución
del orden jurídico del orden moral. En la con­ del fin social, es el orden jurídico en el sentido
cepción católica del derecho,’ existe un orden normativo o eficiente”.
universal que no es otra cosa que el cumpli­ Para la teología, y en consecuencia para el
miento de la ley eterna, o voluntad de Dios. derecho Canónico, “el orden jurídico cae den­
Esta ley eterna ha sido negada en el mundo tro de la esfera del orden moral, del cual no es
moderno por todos los sistemas que han pres­ sino una parte integrante al que está necesa­
cindido de Dios en su concepción del mundo, riamente supeditado, porque las acciones hu­
o han pretendido edificar una moral a espal­ manas sociales deben también conformarse
das de Dios. La ética autónoma, de signo gene­ con la ley eterna de Dios. La negación del or­
ralmente laicista, el panteísmo idealista, el po­ den moral, como también la separación del
sitivismo moral y jurídico y el materialismo orden jurídico del moral, es un error dogmáti­
III
histórico han negado siempre una ley supe­ co que no es del caso refutar aqui Sin embar­
rior, de valor inmutable y absoluto. go, se ha de aceptar que, así como en el orden 407
ORGANIZACIÓN Y ACCIÓN DE LA IGLESIA

moral y jurídico no hay separación, hay con cio a una disciplina original en algunos as­
todo distinción. Toda norma jurídica debe ser pectos, incluso antes de la promulgación del
moral por su objeto y su fin, pero no toda nor­ concilio de Trento.
ma moral es jurídica. Ya se remarcó que la Santa Sede, de conce­
Ahora bien, para mejor comprender la im­ sión en concesión, llegó a poner casi por ente­
portancia del derecho canónico vigente en los ro en manos de la Corona el gobiemo de la
siglos XVII y XVIII, es necesario recordar que naciente Iglesia indiana. De esta manera los
el comienzo de la misión en Indias enfrentó a papas y los reyes dieron origen a un cuerpo de
la Iglesia con situaciones inéditas que le exi­ derecho particular que estuvo vigente hasta la
gieron soluciones audaces y novedosas en el celebración del concilio plenario de la Améri­
marco de la evangelización. De ahí que el estu­ ca latina en 1899. En este contexto, ya desde
dio del derecho canónico indiano revista par­ un primer momento, los misioneros, los teó­
ticular importancia teológica, jurídico-canó­ logos juristas y los canonistas expusieron las
nica e histórica. Se trata de un verdadero dere­ dificultades a la autoridad competente y trata­
cho particular que durante siglos rigió a la ron de resolver los problemas que se presenta­
Iglesia en casi todo el continente, desde Cali­ ban. Estas respuestas se dieron en forma de
fornia hasta Tierra del Fuego. juntas eclesiásticas, dictámenes o consejos, o
La formación del derecho Canónico india­ resoluciones particulares de un determinado
no se inicia con las bulas de los papas y las dis­ autor.
posiciones dela Corona, responsable inmedia­ Si se tiene en cuenta la fuerte influencia de
ta de la tarea evangelizadora y titular del patro­ los concilios toledanos en las leyes de la anti­
nato regio sobre toda la Iglesia americana. gua España y la marcada incidencia de las de­
En un primer momento, la Sublimís Deus cretales en las Partidas de Alfonso el Sabio, se
de Paulo III establece que el indio es perso­ advierte el principio generador de lo que será
na, y por consiguiente, sujeto de derechos y la normativa eclesiástico-civil en América.
obligaciones. De allí en más, los problemas Con respecto a las leyes de Indias, la primera
originados en la recepción del bautismo, y la obra recopilada es el Cedularío Indiana, com­
consecuente regularización de los matrimo­ pilado por Diego de Encinas a pedido del
nios indígenas, tendrán su solución en las Consejo de Indias y publicado en cuatro volú­
constituciones Altitudo de Paulo III en 1537; menes en l595. Reúne las reales cédulas san­
Romani Pontificis de Pío V, en l57l y Populis cionadas para América. La Recopilación de ln­
de Gregorio XIII, en 1585. América será la dias del 18 de mayo de 1680 contiene el dere­
fragua donde se forjarán reformas funda­ cho promulgado para los organismos de la Pe­
mentales y que sólo tardíamente se integra­ nínsula y para el Nuevo Mundo. No se induye
rán a la ley codificada en el siglo XX. En este la legislación de las autoridades locales. Todo
marco especial, los papas otorgarán múltiples este material legislativo es sumamente intere­
dispensas y privilegios en los más variados sante para el canonista. ya que en el se regulan
asuntos. Se crearán costumbres nuevas, im­ todas las materias eclesiásticas.
pensadas en el marco europeo. Los concilios Los canonistas sobresalientes que se ocu­
408 y los sínodos hispanoamericanos dieron ini­ paron de problemas americanos en los siglos
LA IGLESIA DIOCESANAI LAS INSTITUCIONES

XVI-XV III son Juan Focher o.f.m. Era exper­ mercio. Pérez Menacho presidía personal­
to en teología, leyes y derecho canónico. Al­ mente las resoluciones de los casos de con­
rededor de 1570 escribe su Itinerarium catho­ ciencia, que se realizaban dos veces por se­
Iicum proficiscentium ad infideles converten­ mana en el Colegio de la Compañía. De estos
dos. Escribió, además, el Enchiridion y el dictámenes o resoluciones jurídico-morales
Tractatus de baptismo et matrimonio. Con Io­ hay cuatro volúmenes manuscritos. Diego de
sé de Acosta s.j. comienzan los estudios teo­ Avendaño, rector de la Universidad de Char­
lógico-jurídicos entre los jesuitas del Perú, cas, escribe su Thesaurus indicus seu generalis
alrededor de 1568. Había sido enviado por instructor pro regimine conscientiae in iis quae
Francisco de Borja para aclarar las dudas teó­ ad Indias spectant y su Auctarium Indicum.
ricas y prácticas suscitadas en América con la Gaspar de Villarroel fue obispo de Santiago
predicación del Evangelio y para encauzar la de Chile, trasladado a Arequipa y posterior­
actividad vacilante y llena de escrúpulos de mente elevado al arzobispado de La Plata. Su
los primeros jesuitas. Comienza a leer teolo­ obra canónica más importante es el Gobierno
gía en el Colegio de la Compañía. A instan­ eclesiástico pacífico y unión de los dos cuchillos
cias del virrey Toledo, traslada la cátedra a la pontificia y regio; trata del derecho eclesiásti­
Universidad de San Marcos. Fue de significa­ co y Canónico. Iuan de Hevia Bolaños publi­
tiva importancia su participación en la re­ ca en Lima su Curia Philipica que incidental­
dacción de los cánones del tercer concilio de mente toca aspectos del proceso Canónico.
Lima y en su aprobación pontificia y real. Es­ Ciríaco Muriel fue profesor de filosofía y teo­
cribe De promulgando Evangelio apud barba­ logia en la Universidad de Córdoba. Entre
ros: sive de procuranda indorum salute, y su sus muchas obras publicadas en el exilio a
tratado De natura novi orbis. Esteban de Avi­ que fueron sometidos los jesuitas por Carlos
la en 1578 sucede a Iosé de Acosta en la cáte­ III, se destaca su Fasti novi orbis et ordinario­
dra. Se lo considera el padre de la teología num apostolicarum ad Indias pertinentium
peruana. Enseña durante veintitrés años y breviarium cum adnotationibus. A esta obra
muere el 14 de abril de 1601. Iuan Pérez Me­ se suma su Rudimenta Iuris naturae et gen­
nacho fue docente de Prima en la Universi­ tium. Pedro Murillo Velarde, profesor de teo­
dad de San Marcos y en el Colegio Máximo logia y derecho Canónico en la universidad de
de la Compañía. Buena parte de su actividad Manila, fue un buen jurista y ciertamente el
estuvo dedicada a resolver casos de concien­ menos regalista de los escritores del siglo
cia en el Perú y otros lugares de América. Se XVIII. Escribió un Cursus iuris canonici his­
los denomina Casos morales de Indias y con­ panici et indici, del que se hicieron numero­
forman dos series. Una la forman casos de sas ediciones. Más tarde, publicó una Prácti­
gobierno: éstos tratan de regularizar con jus­ ca de testamentos, cuya primera edición apa­
ticia la convivencia de conquistadores y ven­ rece en México en 1765. Esta misma obra fue
cidos. Se procura evitar la opresión del indio el primer libro jurídico publicado en Buenos
y el dominio despótico de los españoles. La Aires, en 1792.
otra serie trata acerca de los contratos y ga­
nancias injustas en los negocios y en el co­ 409
ORGANIZACIÓN Y ACCIÓN DE LA IGLESIA

LOS TRIBUNALES ECLESIASTICOS silencio y la compostura durante las sesiones.


Y SU ACTIVIDAD Toda la administración de la justicia eclesiásti­
ca queda en manos del obispo. Durante el pe­
De nada serviría el derecho si no se lo pu­ ríodo español, la autoridad eclesiástica se
siera en práctica ni existieran personas e insti­ mostrará celosa en el ejercicio del poder judi­
tuciones capaces de hacerlo observar puntual­ cial. Es verdad que esta jurisdicción sufrirá
mente. Entre todas estas instituciones eclesiás­ menoscabo infinitas veces de parte de la auto­
ticas y civiles, la Audiencia episcopal ocupaba ridad civil y que algtmos obispos serán remi­
un lugar destacado. Presidida por un provisor sos en hacerla respetar. Sin embargo, la ley es
y vicario general, la Audiencia administraba clara y la mayor parte de los excesos surgieron
justicia en nombre del obispo y dirimía los del ejercicio del patronato o del ánimo pen­
pleitos que se suscitaban con algtma frecuen­ denciero de los representantes de una u otra
cia en la ciudad y campaña. Solamente el obis­ autoridad.
po es juez en la diócesis y toda la potestad se Es innegable que la ley civil fue respetuosa
concentra en él. Normalmente se le exige que de la jurisdicción eclesiástica y del orden judi­
nombre un provisor. Este obtiene la potestad cial establecido en el derecho Canónico. Las
ordinaria de juzgar yvconstituye un único tri­ disposiciones legales de los reyes mandaban a
bunal con el obispo. Su potestad es siempre todas las autoridades que se evitaran los obs­
ordinaria, aunque ejercida de manera vicaria, táculos. Se prescribía rigurosamente que las
es decir, en nombre -del obispo. Ningún texto audiencias atiendan mucho a la autoridad y
conciliar deja entrever, ni siquiera remota­ dignidad de los prelados y de su jurisdicción
mente, que el poder judicial del obispo pudie­ eclesiástica, y no se entrometan en ella, si no
ra ser extendido a otros organismos eclesiásti­ fuere en los casos que el derecho diera lugar, y
cos. Las excepcionesnsiempre controvertidas­ den y hagan dar a los prelados, y a sus minis­
de la competencia inquisitorial o castrense tros, el favor y el auxilio que convenga para la
emanan de las cédulas reales o de. los Maru ejecución de la justicia eclesiástica.
Propriode laSanta Sede, apedido del rey. Como se puede ver, los textos de la ley in­
LaAudiencia episcopal es el único tribunal dican respeto, protección y ayuda; se manda a
ordinario queexiste en lirdiócesis. Los demás los visitadores y oidores que no avancen en
juzgadosejercen el poder judicial envvirtud de materias sometidas a la jurisdicción eclesiásti­
los privilegios recibidos y su potestad puede ca: “Ordenamos y mandamos que procedan
ser vicaria o delegada. El obispo gobiema y en estos casos guardando la jurisdicción e in­
administra el tribunal; la disciplina y las regla­ munidad eclesiástica, conforme a ‘derecho ca­
mentaciones están en sus manos. A él corres­ nónico, leyes y ordenanzas realesl’. [a protec­
ponde designar a todos los funcionarios de la ción que el Estado brinda a la justicia eclesiás­
Audiencia episcopal, sin intromisiónde terce­ tica queda patente en numerosos textos de la
ras personas. Los concilios prohíben la venta y Recopilación de Indias. Sin embargo. no se
el arriendo de los oficios que se ejercen en la puede negar la existencia de obstáculos legales
curia de justicia diocesana e insisten en la ce­ en la administración de la justicia eclesiástica.
410 leridad y brevedad de los pleitos, el orden. el Las normas casi perfectas en su letra y en su
LA IGLESIA DIOCESANAZ LAS INSTITUCIONES

espíritu eran contrarrestadas por otras leyes Tucumán de 1607 advierte con menos firme­
que ponían a la justicia eclesiástica en una si­ za: “En lo que toca a la jurisdicción eclesiásti­
tuación de verdadera dependencia, reducién­ ca, no tenemos cosa que establecer de nuevo,
dola, en muchos casos, a un plano secundario. pues es cosa sabida lo que determinan los sa­
La Corona puso frecuentes y muy precisas grados cánones y las leyes del reino, y la prác­
dificultades en esta materia. Baste recordar tica ordinaria enseña; sólo encomendamos a
que se daban a los virreyes, audiencias y go­ nuestros curas y vicarios que no se entrome­
bernadores, los poderes más generales en or­ tan en cosas que no son de nuestra jurisdic­
den a velar por la observancia del real patro­ ción ni están a nuestro cargo”. Es decir, se
nato. La misma advertencia se hacía a los obis­ adopta una vía media, quizá poco clara y deci­
pos y se les encargaba que en los casos difíciles dida, aunque explicable en aquella circunstan­
no resolvieran por sí, sino que determinaran cia concreta.
de acuerdo con las resoluciones de las audien­ Finalmente, en las causas de divorcio y nu­
cias episcopales de cada distrito. lidades matrimoniales no se encuentran abu­
Se ha visto más arriba que otro de los obs­ sos graves en las actas procesales. Más bien, se
táculos realmente graves en la administración tiene la sensación de que en esta materia no
de la justicia eclesiástica, particularmente en hubo mayores intromisiones y que la audien­
materia de derecho penal canónico, fueron los cia episcopal pudo hacer justicia en un mar­
llamados recursos de fuerza. Es verdad, y los gen de verdadera independencia del poder ci­
conflictos lo señalan repetidas veces, que los vil dentro del marco establecido por las leyes
jueces eclesiásticos llegaron a imponer penas entonces irnperantes en Indias.
por cuestiones realmente baladíes y nocivas al Después del malhadado incendio del ar­
orden jurídico, pero no es menos cierto que la chivo del arzobispado de Buenos Aires, sólo
autoridad real pretendió quebrar un abuso quedan de él las actas procesales que anterior­
con otro mucho peor, ya que relajaba la disci­ mente rescató y resumió el investigador Raúl
plina eclesiástica y quitaba todo valor a las pe­ A. Molina, quien trae algunos casos sobre es­
nas canónicas. ponsales, nulidades por las causales de irnpo­
En síntesis, y a modo de conclusión, se tencia masculina y femenina, y aquellos donde
puede decir que en una línea de principio, más se trata de las nulidades por impotencia en el
teórica que práctica, el Estado fue respetuoso indio y en el negro. Se añade un interesante
de la jurisdicción eclesiástica. En los hechos, la capítulo sobre los divorcios en Buenos Aires.
mentalidad regalista, la incomunicación con Ante esta desgraciada situación solamente
Roma y la actitud de los gobernantes indianos se puede exhibir, como muestra aproximada,
y de los encomenderos produjeron frecuentes la actividad del tribunal eclesiástico de Córdo­
abusos. No pocos obispos y canonistas cedie­ ba en el período estudiado. El cómputo se
ron y se adaptaron al statu quo. Pero las de­ hace a partir del material existente en el archi­
nuncias de obispos eminentes por su santidad, vo. Desde 1702 hasta 1799, se tramitan cin­
celo y fidelidad al rey, indican a las claras el cuenta y dos juicios por esponsales y desde
malestar causado por la violación de las nor­ 1688 hasta 1799, se contabilizan sesenta y seis
mas canónicas. En este sentido, el sínodo del causas de divorcio y nulidades matrimoniales. 41]
ORGANIZACIÓN Y ACCIÓN DE LA IGLESIA

Los procesos penales, contra clérigos y laicos, trado no era suficiente, se vendían en pública
son sesenta y seis en el lapso que corre entre subasta los bienes que determinaba el comi­
1699 y 1799. sario del distrito. De acuerdo con las Instruc­
Respecto del Tribunal de la Inquisición, ciones para inquisidores, las sumarias levanta­
hay que hacer una primera precisión: ningtma das en el tribunal local debían ser remitidas a
causa fue sustanciada ni sentenciada en lo que Lima por el medio más seguro. En el archivo
hoy es suelo argentino. Las Instrucciones para de la comisaría inquisitorial no debía quedar
inquisídores establecían que en las ciudades copia alguna de las actuaciones referidas a los
cabeza de obispados y puertos de mar debía delitos de la fe, ni de las obradas en materia
constituirse un comisario eclesiástico de bue­ de limpieza de sangre.
na vida y costumbres, letrado, si era posible, a La jurisdicción eclesiástica castrense se
quien se le daba comisión para ejecutar las ór­ caracterizó por una serie de complicaciones
denes del Supremo Tribunal Apostólico de Li­ y malos entendidos que dificultaron el ejer­
ma, erigido el 25 de enero de 1569. Los auto­ cicio pacífico de la competencia judicial y
res sostienen que estos comisarios que apare­ quebraron, en algunos casos, la armonía que
cen en el Tucumán a fines del siglo XVI, y en debía reinar entre la jurisdicción ordinaria
el Río de la Plata a principios del XVII, no de los obispos y la delegada en el vicario ge­
eran funcionarios judiciales sino meramente neral de los reales ejércitos. Sin embargo, en
ejecutivos, ya que se lirnitaban a informar, de­ el marco de la reorganización general de las
nunciar, levantar sumarios o recibir pruebas. fuerzas armadas españolas, Carlos III no
El comisario era asistido por los familia­ descuidó el tema del vicariato castrense. El
res del Santo Oficio; de éstos, algunos cum­ rey solicita un nuevo breve apostólico y pide
plían funciones de notario o de alguacil ma­ que las facultades se deleguen directamente
yor. A ellos correspondía hacer las denuncias, en el patriarca de las Indias. El 10 de marzo
y con orden del tribunal limeño, encarcelar a de 1762, Clemente XIII, por el breve Quo­
los reos, confiscar sus bienes y subastarlos, niarn in exerciribus, confirma la jurisdicción
previo meticuloso inventario en presencia privilegiada militar y subsana todos los actos
del notario, el alguacil y un apoderado del jurisdiccionales posteriores a la prórroga
reo. Los bienes eran entregados a un deposi­ otorgada por Benedicto XIV y une el vicaria­
tario seglar quien prestaba las garantías exi­ to general castrense al patriarcado de las ln­
gidas en derecho. En caso de incumplimien­ dias. La subsanación de los actos jurisdiccio­
to, el depositario era condenado a pagar el nales se debe a que ninguna autoridad civil
doble. Se sacaban dos copias del inventario y ni eclesiástica había solicitado la confirma­
del depósito, una era remitida a Lima junta­ ción de los privilegios acordados por el papa
mente con todos los papeles, créditos y obli­ citado.
gaciones, y otra era entregada al depositario. El ll de mayo de 1762, sobre la base de la
Del total se deducía lo necesario para el tras­ concesión pontificia, el rey decreta el restable­
lado del reo hasta Lima, el pago de los ali­ cimiento del empleo de capellán mayor vica­
mentos mientras estuviese preso, así como la rio general de los reales ejércitos a favor del
412 cama y la ropa blanca. Si el efectivo secues­ patriarca de las Indias. con la jurisdicción ecle­
LA IGLESIA DIocEsANA: LAS INSTITUCIONES

siástica militar. El real decreto establecía que el paz, el ejercicio de esta jurisdicción privilegia­
vicario general y sus delegados podían admi­ da volvía a los obispos.
nistrar justicia en todas las causas eclesiásticas Estas anotaciones breves y forzosamente
y no eclesiásticas, civiles, criminales y mixtas incompletas pretenden redescubrir la historia
que se suscitaren entre o contra los miembros de la Iglesia en estos dos siglos que son los si­
de las fuerzas armadas. llares de la historia de la futura Argentina. No
Téngase presente que la legislación ante­ se han querido disimular los errores cometi­
rior estaba regulada por el breve Cum sicut dos por la Iglesia o la Corona, pero tampoco se
Maiestatis tuae, concedido por Inocencio X el han negado los acontecimientos ni se los ha
26 de septiembre de 1645, a pedido de Felipe pintado de negro oscuro cuando lo único que
IV. Su característica principal radicaba en que cabe es aceptarlos tal como sucedieron con su
la jurisdicción eclesiástica castrense sólo podía grandeza y la mezquindad que caracteriza la
ejercerse en tiempos de guerra. Restablecida la historia que construyen los hombres.

ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA

PEDRO BORGES (dir.), Historia de la Iglesia por el sínodo. Se inicia con un recurso de
en Hispanoamérica y Filipinas: siglos XV-XIX, Francisco López de Fuenteseca, procurador
dos volúmenes, Madrid, 1992. general de la ciudad de Córdoba del Tucumán,
IoSE M. ARANCIBIA y NELSON C. DELLAFE­ dirigido a Su Majestad desde Charcas el 8 de
RRERA, Los sínodos del antiguo Tucumán, cele­ febrero de 1706. El documento no contiene el
brados por fray Fernando de Trejo y Sanabria, texto sinodal, pero aporta elementos nuevos y
1597, 1606, 1607, Buenos Aires, 1979. Los au­ variados respecto de lo ya conocido. La estruc­
tores prepararon esta primera edición crítica tura algo complicada del documento es orde­
de las constituciones de los tres sínodos del nada por los autores para una mejor y más fá­
obispo Trejo, a las que añadieron el releva­ cil comprensión.
miento de las fuentes y lugares paralelos del SANTIAGO BARBERO, ESTELA M. ASTRADA y
texto. Agregaron las peticiones de los repre­ JULIETA CONSIGLI, Relaciones ad limina de los
sentantes de los cabildos seculares, los arance­ obispos de la diócesis del Tucumán (S. XVII al
les parroquiales y de la administración de la XIX), Córdoba, 1995. El trabajo brinda la po­
justicia, más la documentación referida a la sibilidad de conocer las relaciones ad limina
erección de la diócesis, con la intención de apostolorum de los obispos del Tucumán en
destacar uno de los más importantes aspectos los siglos indicados. La obra contiene la rela­
fundantes de esta Iglesia. ción de fray Fernando de Trejo y Sanabria fe­
]oSE M. ARANCIBIA y NELSON C. DELLAI=E­ chada en 1605. Siguen las relaciones de los
RRERA, “El sínodo del obispo Mercadillo, Cór­ obispos Julián Cortázar de 1620; fray Melchor
doba 1700”, Teología, tomo XVI, N° 34, Bue­ Maldonado de Saavedra de 1644; fray Nicolás
nos Aires, 1980. En este breve trabajo se da a de Ulloa de 1681; Iuan Sarricolea y Olea de
conocer un alegato en torno de lo dispuesto 1730 y de Pedro Miguel de Argandoña de 413
ORGANIZACIÓN Y ACCIÓN DE LA IGLESIA

1750. Los datos aportados por las relaciones ALBERTO DE LA HERA, Iglesia y Corona en la
episcopales son inapreciables para el conoci­ América española, Madrid, 1992.
miento de la región. La versión del latín al es­ NELSON C. DELLAFERRERA, “Los registros
pañol es impecable. eclesiásticos en los concilios hispanoarnerica­
CAYETANO BRUNO, Historia de la Iglesia en nos”, Revista NotariaL Colegio de Escribanos de
la Argentina, tomos II-VI, Buenos Aires, 1966­ Córdoba, N° 35, Córdoba, 1978.
1970. De los doce tomos que componen la NELSON C. DELLAFERRERA, Catálogo de cau­
obra, se han empleado los seis que correspon­ sas matrimoniales. Obispado de Córdoba
den al período estudiado. Se trata de una his­ (1688-1810), Buenos Aires, 1990.
toria de la Iglesia argentina hasta hoy no supe­ ENRIQUE DUssEL, El Episcopado hispanoa­
rada y que difícilmente pueda ser soslayada mericano, institución misionera en defensa del
cuando se escribe sobre la Iglesia en nuestro indio, nueve volúmenes, Cuernavaca, 1969­
país. Tiene la característica inestimable de que 1971. En esta obra se presenta un aspecto po­
en el ochenta por ciento se basa en datos de co conocido, ya que se parte de la hipótesis de
archivo concienzudamente compulsados por que el episcopado hispanoamericano es una
el autor. Es una obra de gran jerarquía cientí­ institución histórica que se ocupó efectiva­
fica, donde se encuentran analizados temas de mente de la defensa del indio y de su evange­
sumo interés, como poco conocidos. Además, lización, que cumplió en la historia social y en
tiene el mérito de incorporar y dar la jerarquía la historia de las misiones una función ejem­
que se merecen las obras de monseñor Abel plar. La riqueza de los planteos, como la docu­
Bazán y Bustos, del doctor Rómulo D. Carbia, mentación inédita aportada, hacen de este tra­
de los monseñores José Aníbal Verdaguer, Pa­ bajo una fuente imprescindible de consulta y
blo Cabrera, Miguel Angel Vergara. Compen­ reflexión.
dio de todo lo conocido hasta 1966, es la se­ ENRIQUE DUSSEL, Les Evéques hispano-ame­
gtmda edición de la Historia eclesiástica argen­ ricains, Defenseurs et evangelisateurs de l 'in­
tina del doctor IUAN CARLOS ZURETrI. dien, Wiesbaden, 1970.
CAYETANO BRUNO, El derecho público de la ANTONIO EGANA, LEON LOPETEGUI y FELIx
Iglesia en Indias, estudio histórico-jurídico, Sa­ ZUBILLAGA, Historia de la Iglesia en la América
lamanca, 1967. española desde el descubrimiento hasta comien­
MARCELINO CABREROS DE ANTA, Derecho zos del siglo XIX, dos volúmenes, Madrid.
Canónico fundamental, Madrid, 1960. 1965- 1966. Ambos volúmenes de una misma y
MARCELINO CABREROS DE ANTA. Comenta­ única obra constituyen una excelente y muy
rios al Código de Derecho Canónico, vol. I, Ma­ útil visión de conjunto. En el tema del patro­
drid, 1963. nato regio y del regio vicariato, resumen con
PAULINO CAsTANEDA DELGADO y IUAN MAR­ lucidez los trabajos de los jesuitas Pedro Letu­
CHENA FERNANDEZ, La jerarquía de la Iglesia en ria y Antonio Egaña.
Indias: el episcopado americano. 1500-1850. RAFAEL GOMEZ Hoyos. La Iglesia de Améri­
Madrid, 1992. ca en las Leyes de Indias, Madrid, 196i.
ALBERTO DE LA HERA, El regalismo Borbóni­ MONICA P. MARTINI, El indio y los sacra­
414 co en su proyección indiana, Madrid, 1963. mentos en Hispanoamérica colonial. circuns­
LA IGLESIA DIOCESANAI LAS INSTITUCIONES

tancias adversas y malas interpretaciones, Bue­ mentales producido por el incendio del Archi­
nos Aires, 1993. La autora expone los proble­ vo del Arzobispado de Buenos Aires en 1955.
mas generales del contexto misional y del con­ DAISY RIPoDAs ARDANAz, “El sínodo del Pa­
texto humano: clérigos y laicos que, como raguay y Río de la Plata I. Su valoración a la
agentes de la evangelización, favorecen o para­ luz del sínodo del Tucumán I”, III Congreso del
lizan la misión. Es una obra en la que se en­ Instituto Internacional de Historia del Derecho
cuentran elementos poco conocidos y casi Indiana, Madrid, 1973.
nunca tratados por nuestros historiadores. DAISY RÍPODAS ARDANAz, El matrimonio en
MONICA P. MARTIN], “Perfil jurídico de la Indias, realidad social y regulación jurídica, Bue­
visita pastoral. Aportes a su aplicación dentro nos Aires, 1977. La autora traza un arco de tres
del actual territorio argentino”, XI Congreso siglos (XVI-XVIII) de vida conyugal en Améri­
del Instituto Internacional del Derecho Indiana, ca española. Con notable solvencia histórica y
tomo II, Buenos Aires, 1997. no menor precisión jurídico-canónica, estudia
FRANCISCO MATEOS, “El primer concilio del el contexto social del matrimonio en Indias. Su
Río de la Plata en Asunción (l603)”, Missiona­ lectura es indispensable para conocer esta insti­
lia Hispanica, Año 26, N° 78, Madrid, sept-dic. tución fundamental de la sociedad.
1969, págs. 334-359. SINODO DE BUENOS AIRES DE 1655 convocado
JOSE METZLER, America Pontificia primi por el obispo Fray Cristóbal de la Mancha y Ve­
saeculi evangelizationis 1493-1592, dos volú­ lasco, Ms., Real Academia de la Historia (Ma­
menes, Citta del Vaticano, 1991. Ibídem, Ame­ drid), Colección Mata Linares, tomo XXX.
rica Pontificia. Documenti pontifici nell’Archi­ JUAN DE SoLORzANo PEREIRA, Política india­
vio Segreto Vaticano riguardanti Pevangelizza­ na, 1930, cinco volúmenes [la ed., 1647].
zione dell’ America: 1592-1644, tres volúme­ JULIO TORRES (ed.), Sínodo diocesano de
nes, Citta del Vaticano, 1995. El recopilador y Santiago de Chile de 1626 del obispo Francisco
editor de esta obra ha recogido en estos tres González de Salcedo, Cuernavaca, 1971. Con al­
volúmenes toda la documentación pontificia, gunos pocos cambios, la publicación responde
desde el descubrimiento hasta la mitad del si­ a la transcripción encargada por la Universidad
glo XVII, que se guarda en los registros y mi­ Católica de Chile a Carlos Oviedo Cavada.
nutas del Archivo Secreto Vaticano, en su ori­ IULIO TORRES (ed.), Synodo diocesana del
ginal latino. Obispado de Santiago de Chile, celebrado por el
RAÚL A. MOLINA, La familia porteña en los obispo Don Manuel de Alday y Aspée, publica­
siglos XVII y XVIII. Historia de los divorcios en el da en Lima en 1764.
período hispano, Buenos Aires, 1991. La investi­ RUBÉN VARGAS UGARTE (ed.), “Tercer conci­
gación que presenta el autor es indispensable lio provincial limense (1582-1583)”, Concilios
para el conocimiento de las causas de nulidad y Limenses, tomo I, Lima, 1951, págs. 259-375.
de divorcio sustanciadas en el tribunal diocesa­ RICARDO ZORRAQUIN BECÚ, La organiza­
no de Buenos Aires en los siglos mencionados. ción judicial argentina en el período hispánica,
La obra llena en parte el vacío de fuentes docu­ 2° edic., Buenos Aires, 1981.

415
1 3. LA IGLESIA DIocEsANA:
EL CLERO SECULAR
Y LAS ÓRDENES RELIGIOSAS

Emesto J. A. Maeder

La implantación de la Iglesia en el Río de tes seculares, incluso insuficientemente ins­


la Plata y el antiguo Tucumán comenzó con la truidos según el obispo Vázquez de Liaño. A
llegada de los españoles y se consolidó poco su vez, el obispado del Tucumán (1570), en
después al crearse las respectivas diócesis. El ocasión del sínodo de 1597, sólo pudo reunir
clero secular y los religiosos tuvieron en esa la­ diez sacerdotes seculares, frente a treinta y
bor un papel principal. El primero se hizo car­ tres religiosos.
go de las parroquias, dedicado primordial­ Los cabildos eclesiásticos, destinados al
mente a la atención religiosa de los vecinos de servicio de la catedral, padecieron por ello de
ciudades y pueblos, en relación con sus res­ una crónica falta de canónigos, que a lo sumo
pectivos obispos. Los segundos, conforme a la reunía a cuatro dignidades, no siempre resi­
iniciativa de sus órdenes religiosas, fundaron dentes en la sede.
conventos y residencias, y además asumieron Por ello, y ante la escasez de clero secular,
labores misionales de largo aliento entre las más de una vez la designación de los obispos
poblaciones indígenas de su jurisdicción. recayó en frailes, sobre todo en el siglo XVI.
No es sorprendente que de los treinta y nueve
obispos que gobernaron las diócesis aludidas
EL CLERO SECULAR entre 1547 y 1810 haya habido sólo dieciocho
seculares, mientras que los obispos francisca­
La creación de las primeras diócesis llevó nos y dominicos fueron trece, en tanto que los
a integrar en ellas al disperso clero secular ocho restantes recayeron en religiosos de otras
que había llegado en la etapa inicial de la órdenes no establecidas en el país.
conquista. Con esos sacerdotes, los obispos La necesidad de contar con clero diocesa­
procuraron constituir sus cabildos eclesiásti­ no llevó a la creación de seminarios, previstos
cos, y proveer los curatos en las ciudades re­ en el concilio de Trento. Sin embargo, la vida
cién fundadas. de estas instituciones fue precaria y sufrió di­
Para ello apenas contaban con personal ferentes alternativas. En la diócesis del Tucu­
suficiente. La diócesis de Asunción (1547), mán, el seminario, luego de sus vacilantes co­
cabecera del Río de la Plata hasta 1620, con­ mienzos en Santiago del Estero (1597-1609),
taba entre 1588 y 1589 con sólo siete sacerdo­ fue colocado bajo la dirección de los jesuitas 417
ÜRGANIZACIÓN Y ACCIÓN DE LA IGLESIA

(1609-1635). Desinteligencias con el obispo La actividad de los párrocos se dirigía


determinaron el cese de su labor en ese esta­ principalmente a la “cura de almas”, o sea la
blecimiento. Su desenvolvimiento y diversas celebración regular de los oficios religiosos,
interrupciones en su funcionamiento deter­ administración de los sacramentos e instruc­
minaron que en 1752 el obispo Argandoña lo ción religiosa de los fieles. Tarea que por su
reorganizara, dándole constituciones que lo diversidad y extensión resultaba difícil de
rigieron por largo tiempo. De todos modos, la cumplir con eficacia. La atención del curato
formación del clero continuó en la Universi­ de naturales, que generalmente estaba ad­
dad de Córdoba (1622), en la que funciona­ junto al curato de españoles y a cargo de otro
ban facultades de Artes y de Teología. clérigo, cumplía similares obligaciones para
En Buenos Aires la suerte del seminario no con los indios y gente de color. Además, co­
fue mejor, y en su reemplazo los aspirantes al mo parte de las obligaciones previstas en el
sacerdocio estudiaban en las aulas del Colegio concilio de Trento, los curas debían llevar el
de San Ignacio. Fue recién en 1760 cuando el registro de los fieles admitidos al bautismo,
obispado dispuso dotarlo de un edificio para matrimonio y de las defunciones, en los li­
ese fin. Habilitado en 1776, el seminario no bros correspondientes.
cobró vuelo; sus estudiantes cursaban en el El sostenimiento económico de las dióce­
Real Colegio de San Carlos, que sucedió al de sis dependía de los diezmos, recaudados sobre
San Ignacio, después de la expulsión de los je­ la producción agropecuaria de los fieles. A ello
suitas. Tuvo pocos alumnos y compartió el se añadían los aranceles eclesiásticos en cada
edificio con los obispos que instalaron en él su curato. Los clérigos que no estaban incardina­
residencia por largos años. dos en una parroquia dependían para su sub­
Pese a ello, el clero secular fue mejorando sistencia de la atención de capellanías estable­
en número y calidad; en muchos casos poseyó cidas por particulares con fines piadosos. Tan­
grados universitarios y dio lugar a que la ac­ to los sacerdotes del clero secular como los re­
ción pastoral pudiera desplegarse no sólo en ligiosos gozaban de fuero propio.
los curatos urbanos y rurales, sino en otros Uno de los indicadores más claros del au­
servicios. Tales, la atención de santuarios co­ mento del clero secular y de la expansión de
mo el de Nuestra Señora de Luján, que convo­ sus responsabilidades pastorales lo constituye
caba creciente número de romeros (l630­ el despliegue de la estructura parroquial. Ini­
l730); la fundación de la Hermandad de San cialmente, el número de parroquias fue redu­
Pedro para sacerdotes (1691); la Hermandad cido. Se limitó a los curatos de españoles e in­
de la Santa Caridad, para la asistencia de po­ dios que se establecieron en cada una de las
bres (1727); la fundación del Convictorio de ciudades de ambas diócesis. Esta estructura se
Monserrat para estudiantes (1687). Miembros mantuvo hasta fines del primer tercio del siglo
del clero secular llevaron adelante misiones XVIII, con escasos cambios.
entre los indios del Chaco, como lo hicieron el En 1730, la diócesis bonaerense erigió en
piadoso cura de Iujuy, Pedro Ortiz de Zárate su distrito seis parroquias rurales y dos vice­
en i687 o el deán de Córdoba, Lorenzo Suárez parroquias urbanas. Al mismo tiempo. se
418 de Cantillana, en 1780. crearon dos parroquias rurales en Santa Fe y.
LA IGLESIA DIOCESANAZ EL CLERO SECULAR Y LAS ORDENES RELIGIOSAS

La expansión de la población, el gradual


sosiego en las fronteras y la posibilidad de
contar con mayor número de clérigos y recur­
sos permitieron que esa red de atención pasto­
ral se ampliara y consolidara. En 1789, la dió­
cesis de Buenos Aires contaba en su cabildo
con cuatro dignidades y los respectivos curas
rectores en las ciudades subordinadas. A su
vez, la ciudad de Buenos Aires ya estaba divi­
ae. dida en seis parroquias urbanas y once rurales,
:2‘
va
E‘
mientras que Santa Fe y Corrientes contaban
á‘ ¿un
con tres cada una, y el territorio de Entre Ríos,
con cuatro.
La diócesis del Tucumán tenía en 1791
«'37 4 una integración similar de su cabildo eclesiás­
4 n“?
tico. Eran siete los curas rectores en las ciuda­
des del obispado, a los que se agregaban otros
cuarenta y cinco curatos rurales. De ellos, do­
Escudo de la Hermandad de Jerusalén. Documento fechado ce se hallaban en Córdoba, seis en Santiago,
en el convento de San Francisco de Buenos Aires. Impreso de
cinco en Tucumán, seis en Salta, siete en Iujuy,
la Real Imprenta de Niños Expósitos. Buenos Aires. c. 1790.
cuatro en La Rioja y cinco en Catamarca. To­
dos ellos contaban además con un número
algo después, otras dos en Corrientes. En la significativo de capillas y oratorios disemina­
diócesis del Tucumán, cuyo obispado había si­ dos por sus respectivos distritos. Las diversas
do trasladado a Córdoba en 1700, esa expan­ capillas de los valles salteños, jujeños y cordo­
sión ocurrió con anterioridad. Era éste un dis­ beses, constituyen un conocido ejemplo de
trito más extendido y de población más nu­ esa arquitectura y de la piedad de los feligre­
merosa que el bonaerense. En 1681, además de ses de la campaña.
las nueve parroquias urbanas, el obispo Ulloa Esa consolidación de la estructura eclesial
informó que existían otros veinte curatos de en el siglo XVIII se hizo visible también en la
indios. Mucho después, en 1761, esa estructu­ mejora y renovación que experimentaron los
ra comprendía ocho curatos rurales en Cór­ templos y casas religiosas. Entre ellas, las cate­
doba, seis en Santiago, tres en San Miguel de drales de Buenos Aires (1752-1791) y de Cór­
Tucumán, dos en Salta, dos en Iujuy, dos en doba (1758-1770); las iglesias de San Ignacio
Catamarca y cinco en La Rioja. (1712-1734), Nuestra Señora de la Merced
Las ciudades de Cuyo, en dependencia del (1721-1733), Nuestra Señora del Pilar (1724­
obispado de Santiago de Chile, sólo lograron l732), San Francisco (1730-1754) y Santo Do­
establecer sus curatos rurales a mediados del mingo (1751-1783), en Buenos Aires, o la igle­
siglo XVIII: tres en Mendoza, dos en San Juan sia de la Compañia (1671-1774) y el monaste­
y uno en San Luis. rio de las Teresas (1753-1779) en Córdoba, o 419
ORGANIZACIÓN Y ACCIÓN DE LA IGLESIA

co-militar que prevalecicu en Europa en la alta


Edad bledia. En cambio‘ los dominicos \' los
franciscanos pertenecían al movimiento de los
frailes mendicantes. La razon de ser de los pri­
meros, vestidos con habitos blancos \' negros.
era el estudio y la predicacicvn de la fe fundacia.
en un sólido ciï)i1«_\ci1i1ieiitt\ de L1 tcolcwgia. l._\_|\
segundos. de vestiduras parcias. (LElIlYJÏtJIï
mas la sencillez y la afectividad. aunque: sin
descuidar su ilustracion.
En los tres cascvs. el centro de su \ 1d.) se ln­
llaba en sus conventos‘ en los cuales vman
¿tendran el culto divina el rezo de las horas
las devociunes ‘propias de cada um dc las nr­
denes) En el Tucuman v Rin de la Plane x‘ (Jul:
vez con mayor" frccuencii bflllclcllkïll .1 l» ss ric­
les cllfllClflll rcligirvsci x’ slicixnnentiil. chi gonn­
cliteciuesis e incluso instruccinii (Nnetlidll sn
pliendo de esc mudo l._1 mm n lïlwlllclcihli Un
Lis iglesias ].‘.ll‘I‘I‘\'1Lllcllt‘\
El CJNU dc lus ‘lfisllllils cs .119: disumn, 3.1
que se trataba de una orden de reciente funda­
Dibujo a lápiz del fraile cordobes [uan Esteban Herrera. ción, dotada de firme disciplina, sólida forma­
elegido provincial de la Orden de la Merced en 1763. Libro ción y fervor religioso. No llevaban vida con­
de Capítulos Provinciales de la Merced.
ventual, estaban dispensados del rezo comuni­
tario y su hábito era similar al del clero secu­
el convento de Santa Catalina en Buenos Aires lar. Demostrarán una notable capacidad de
(1737-1745), así como los templos de San organización y de adaptación a los ministerios
Francisco en Salta (1759-1796) o de San Lo­ pastorales que aquel tiempo les demandaba en
renzo en la costa del Paraná. América.
Todas estas órdenes religiosas tuvieron
una temprana presencia en el territorio argen­
LAS ORDENES RELIGIOSAS tino, acompañando a los primeros descubri­
dores y conquistadores. Frailes mercedarios
Las órdenes religiosas llegadas al país ha­ como Juan de Salazar y Iuan de Almansia inte­
bían surgido casi al mismo tiempo en la pri­ graban con otros eclesiásticos la expedición de
mera mitad del siglo XIII, aunque respondían Pedro de Mendoza en 1536. Frailes dominicos
a motivaciones diferentes. La orden merceda­ eran Gaspar de Carvajal y Alonso Trueno.
ria de redención de cautivos, con sus hábitos acompañantes de la hueste con que entró al
420 blancos, era heredera de la tradición monásti­ Tucumán Núñez del Prado en i550. Y frailes
LA IGLESIA DIOCESANA: EL CLERO SECULAR Y LAS ÓRDENES RELIGIOSAS

"Verdadera estampa de la Iglesia Catedral de Córdoba del Tucumán". dibujada en 1758 por Hermenegildo de Eguivar. Archivo
General de Indias. Sevilla.

franciscanos como Bernardo de Armenta y Jesús, mientras que los residentes en el Tucu­
Alonso Lebrón se hallaban presentes en el Río mán lo hicieron en la de San Jorge, en 1556.
de la Plata y el Paraguay como parte de la ex­ Más tarde ambas custodias se unificaron en
pedición que condujo en 1538 a esas tierras el 1597, para luego formar en 1612 la Provincia
veedor Alonso Cabrera. Mucho más tarde, en Franciscana de la Asunción de la Virgen, con
1585, llegaron los jesuitas Francisco de Angu­ jurisdicción en el Río de la Plata y el Tucumán.
lo y Alonso Barzana al Tucumán, llamados por Fue su primer provincial fray Juan de Escobar.
el obispo diocesano, al tiempo que otros lo ha­ A su vez, los mercedarios también alcanza­
cían desde el Brasil en dirección al Paraguay. ron su organización provincial en fecha tem­
Poco a poco, los capellanes y misioneros prana, al separarse en 1593 de la jurisdicción
de esas órdenes fueron radicándose en las ciu­ del Cuzco y constituir la Provincia de Santa
dades recientemente fundadas y estableciendo Bárbara, bajo el provincialato de fray Pedro
en ellas sus primeros y precarios conventos y Guerra.
residencias. Al principio, como avanzada de Por su parte, los jesuitas obtuvieron en
sus respectivas provincias eclesiásticas ya ins­ 1604 que se creara la Provincia del Paraguay,
taladas en América, y más tarde, constituyen­ separada de la del Perú. De ella se hizo cargo el
do sus propios distritos religiosos. padre Diego de Torres en 1607. Este distrito
Los franciscanos radicados en Asunción eclesiástico comprendía inicialmente el Río de
integraron en 1541 la Custodia del Nombre de la Plata, Paraguay, Tucumán y Chile. Esta úl­ 421
ORGANIZACIÓN Y ACCIÓN DE LA IGLESIA

tima jurisdicción, así como los colegios de Cu­ fueron radicándose en aquellas incipientes
yo, se separaron de la Provincia Paraguaya en poblaciones. Los primeros edificios fueron
1625. muy sencillos y de una pobreza similar al res­
Finalmente, los frailes dominicos residen­ to de las viviendas existentes en esos lugares.
tes en el país dependieron por largo tiempo de Todos los conventos, colegios y hospicios o re­
la Provincia de San Lorenzo Mártir, erigida en sidencias, según su jerarquía, ostentaban ad­
Chile en 1586. Los conventos de la orden que­ vocaciones referidas primordialmente al san­
daron en esa jurisdicción hasta 1724, en que se toral de sus respectivas órdenes.
creó la Provincia de San Agustín de Buenos Los mercedarios instalaron sus casas en
Aires, Tucumán y Paraguay, bajo el priorato de Santiago del Estero (l557), San Miguel de Tu­
fray Gregorio de León. Los conventos radica­ cumán (1565), Talavera del Esteco (1568),
dos en Cuyo recién se incorporaron a esta pro­ Salta (1582), Corrientes (1591-1598), Córdo­
vincia en 1806, separándose definitivamente ba (1601), Buenos Aires (1601), San Salvador
del distrito chileno. de Iujuy (1602), La Rioja (1608), Santa Fe
Sin embargo, éstas no fueron las únicas ór­ (1593-1615), San Iuan (1591) y Mendoza
denes religiosas establecidas en el país. A esa (1594).
nómina cabe agregar los frailes agustinos, es­ Por su parte, los dominicos fundaron sus
tablecidos en Cuyo en 1642, y más tarde los conventos en Asunción, Córdoba (1604),
betlemitas, radicados en Buenos Aires en 1748 Mendoza (1588), San Iuan (1596), Buenos Ai­
y en Córdoba en 1766. Hubo además comuni­ res (1602-1608), Santa Fe (1609), Santiago del
dades religiosas femeninas en Córdoba y en Estero (1611-1623) y La Rioja (1623). Otro
Buenos Aires. En la primera, los monasterios tanto ocurrió con los franciscanos, radicados
de Santa Catalina, fundado en 1613 y de car­ tempranamente en Asunción y Santiago del
melitas descalzas, o Teresas, erigido en 1627, Estero, desde donde dirigieron sus pasos hacia
rmientras que en la sede porteña se hallaban Santa Fe, Corrientes y Buenos Aires. mientras
los monasterios de Santa Catalina, de monjas otros lo hacían en dirección a San Miguel de
dominicas, fundado en 1744, y de capuchinas, Tucumán, Córdoba, Talavera del Esteco. Salta.
erigido en 1749. Jujuy y La Rioja. La fecha de fundación de va­
rios de los conventos de estas tres órdenes es
CONVENTOS Y COLEGIOS incierta o desconocida.
A estas fundaciones se agregaron los jesui­
Era propio de estas órdenes religiosas la tas con sus colegios y residencias: Córdoba
vida conventual y la radicación en pueblos y (1599). Santiago del Estero (1604-1609). Bue­
ciudades. Su llegada al territorio argentino nos Aires (1608). Santa Fe (l6l0), San Miguel
coincidió con la fundación de las primeras de Tucumán (1613). Salta (1617). Mendoza
ciudades, en la mayoría de las cuales se hicie­ (1616). La Rioja (1626).
ron reservas de parcelas urbanas para la ins­ Fue así como a principios del siglo XVI! se
talación y construcción de sus conventos e hallaban fundados doce conventos merceda­
iglesias. rios, siete dominicos. diez franciscanos y ocho
422 Fue así como las distintas comunidades colegios jesuíticos. sin contar los existentes en
l 4, Collegio d: Mcndoea.

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LA IGLESIA DIOCESANAZ EL CLERO SECULAR Y LAS ORDENES RELlGlOSAS

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Dibujo del Colegio de la Compañía de Jesús en Mendoza,


según Alonso de Ovalle. Histórica relación del Reino de
Chile, 1646.

el Paraguay, hasta entonces parte de la diócesis


del Río de la Plata. Ello muestra que la presen­
cia de los religiosos fue considerablemente
hermanos legos.
Los jesuitas ofrecen para ese entonces
una cifra también importante, que se había
incrementado en el siglo XVIII. Según las
Cartas Anuas, disponían entre 1714 y 1720
de 272 religiosos; en 1720 y 1730, 320; entre
1735 y 1743, 352 y 400 entre 1750 y 1756. La
distribución interna de este personal era de
172 sacerdotes, 50 escolares, 5 novicios y 50
hermanos coadjutores temporales entre
1714 y 1720, proporción que se mantenía en­
tre 1735 y 1743, con 206 sacerdotes, 75 esco­
lares y 71 hermanos. Y en cuanto a la distri­
bución territorial pueden servir de ejemplo
las cifras de la Carta Anua ya citada de 1714­
1720: de los 172 sacerdotes existentes enton­
ces, el 43 por ciento se hallaba en las misio­
nes de guaraníes, el 9,5 por ciento en las mi­
siones del Chaco y Chiquitos, y el 47 por
ciento restante en los colegios existentes.
Dentro de estos últimos, Córdoba retenía el
14 por ciento de los sacerdotes y Buenos Ai­
res, el 10 por ciento.
Las actas de la provincia dominica tam­
bién permiten seguir con cierto detalle la
composición del clero de la orden entre 1725
mayor en las poblaciones argentinas de los y 181 l. De esos conventos, los de Buenos Aires
primeros siglos que la que pudo ofrecer el cle­ y Córdoba eran los principales. El primero
ro secular de dichas diócesis. mantuvo entre 1725 y 1763 un promedio de
Si bien en los comienzos la dotación de 23 sacerdotes, que aumentó a 33 entre 1767 y
los conventos fue escasa y en ocasiones limi­ 1779, número que se acrecentó a 49 entre 1783
tada a uno o dos frailes, ese número se acre­ y 1811. Córdoba, para esos mismos momen­
centó a medida que dichas órdenes fueron tos, mantuvo un promedio de 20 y 30 sacerdo­
consolidándose. Aunque no se conoce en to­ tes, respectivamente. Como dichos conventos
dos sus detalles el número de religiosos que eran los que mantenían estudios superiores en
contaba cada una, se sabe al menos que alre­ la orden, se añadía en cada caso un promedio
dedor de 1750 los conventos mercedarios su­ general de dieciséis estudiantes que asistían al
maban 200 miembros, los dominicos, 141 y coro y noviciado de Buenos Aires, y de diez
los franciscanos, 355. De estos últimos, 209 para iguales responsabilidades en Córdoba.
eran sacerdotes; 53, novicios y coristas y 93, Asunción también incorporó novicios entre 423
ORGANIZACIÓN Y ACCIÓN DE LA IGLESIA

1763 y 181 l, con un promedio general de seis.


A la dotación anterior corresponde agregar un
cierto número de hermanos legos: siete de
promedio en Buenos Aires, y tres en Córdoba.
El resto de los conventos dominicos disponía
de una cifra de sacerdotes mucho menor, que
oscilaba entre ocho y diez para Santiago del
Estero, Santa Fe o La Rioja, y tres o cuatro en
Corrientes, casa que nunca pasó de ser hospe­
dería de la orden.
Luego de la etapa inicial, el impulso fun­
dador disminuyó, y sólo se registraron algunas
creaciones complementarias de las mismas ór­
denes ya afincadas. Tales, el convento de Cata­
marca de los mercedarios (1723-1749), de los
dominicos en Corrientes (1728), de los fran­
ciscanos en Mendoza (1687), o de los jesuitas
también en Corrientes (1690), San Luis
(1711), San Iuan (1712) y en la misma Buenos
Aires, con un segundo colegio de Nuestra Se­ ifloiixtïilii di \.mlo lïivntmgo, lhiaili dni ¡nulo del
hermmo lego low de ¿Ïunlworiiiu ¡‘oi ‘meti ‘WM La
ñora de Belén (1735).
(Jmponexthi, INM tonumo Si Ninio ¿‘ozmzieo Huum­
Dentro de la orden franciscana, una rama Mrex.
de la misma, conocida como recoletos, carac­
terizada por una más austera observancia de ES'l'Rll("l'llli\ lí('().\().\ll(]\ lll" l.\.\ (IRDFNPS
las antiguas reglas según la reforma efectuada
por San Pedro de Alcántara en el siglo XVI, El establecimiento de Las distintas casas re­
fundó en Buenos Aires en 1718 su propio ligiosas supuso para ellas arbitmr dLlCnLH ine­
convento, y más tarde su iglesia, dedicada a la dios economieiws para SOSICHCF la editïeaeion v
Virgen del Pilar. Los mismos franciscanos re­ sustento de sus frailes. Usualmente las ciudades
coletos se incorporaron más tarde al conven­ tifrecieriwn sitios‘ en L1 planta llrl\1n.1.\' tambien
to de Catamarca, y luego, en 1750 fundaron tierras mas alla del CllClÜ para tundnr chacras v
otro en el Rincón de San Pedro, en Buenos estancias que twroptrreicwnaran ¿vuda L‘COI'IOI1IF
Aires. c.) .1 las residencias v conventos. lle llCkllÜ. ¡.1
Dentro de la misma orden se llevó a cabo tierra em entonces Jblllltldlllt‘ v de PULÜ valor.
la fundación del convento de San Carlos en v solo el tmlmio v las inversiones hacian de elLi
1786, que llegó a establecerse definitivamen­ un.) entidad productiva v rentable.
te como Colegio Apostólico De Propaganda Por otm parte, los veundarios. aunque ee
Fide en San Lorenzo, distrito de Santa Fe, en neroms al istrecerlas, emn ¡wolwres en recursos,
1796. e incluso inorpaees de sustentar" .1 un com. v
424 IHCHUS lllld (Olllllllltldtl (UI) Ñlh lIIUÜNHJÑ. lili
LA IGLESIA DIOCESANAI EL CLERO SECULAR Y LAS ORDENES RELIGIOSAS

ejemplo de esa precariedad de medios lo ofre­ suitas. Todas sus fundaciones contaron con la
ce en 1609 el gobernador Alonso de Ribera, al existencia de establecimientos de apoyo a su
señalar que los seis conventos de los merceda­ obra. En Córdoba, el Colegio Máximo finan­
rios en el Tucumán vivían en la mayor pobre­ ciaba sus gastos con lo producido por las es­
za, y que incluso los frailes edificaban con sus tancias de Iesús María y Alta Gracia. Al mis­
manos el convento: “Yo he visto al Padre Co­ mo tiempo, el noviciado contó para su man­
mendador de esta casa, desnudo en calzones tenimiento con la estancia de Santa Catalina,
de lienzo y jubón haciendo tejas y ladrillos y mientras que el Colegio Convictorio de Mon­
adobes para la casa, él propio con sus manos.” serrat lo hacía en base a la estancia de Caroya,
Con los años, donaciones y legados en tie­ al tiempo que la casa de Ejercicios Espiritua­
rras, bienes e incluso dinero, fueron incre­ les estaba sostenida por la estancia de San Ig­
mentando ese patrimonio eclesial y permi­ nacio. Desde luego, dichas estancias produ­
tiendo que la dotación de las iglesias mejora­ cían ganado mayor y menor, estaban atendi­
ra, al igual que los edificios y alhajas que las das por hermanos coadjutores y contaban con
adornaban. Hubo además compras, permutas la mano de obra de esclavos y peones para las
y arreglos que dieron lugar a la ampliación de faenas rurales. Otro tanto ocurría en Buenos
las estancias y a la adquisición de sitios urba­ Aires, donde el Colegio de San Ignacio obte­
nos, a veces edificados, cuyos alquileres renta­ nía la mayor parte de sus recursos de las es­
ban a las comunidades religiosas. tancias de Areco, Las Conchas y la Chacarita
Las contribuciones de los fieles también se de “los Colegiales”, así como de casas que ren­
orientaron a la fundación de capellanías, desti­ taban alquileres.
nadas al rezo de misas y preces por los donan­ Ese patrimonio inmobiliario, que au­
tes. En ocasiones esas ofrendas fueron cuantio­ mentó y se consolidó con el tiempo, así como
sas, como las del deán Francisco Salcedo, que las reinversiones y una administración escru­
permitió a los jesuitas fundar casa en San Mi­ pulosa, permitió a Córdoba y Buenos Aires, y
guel de Tucumán; de Iuan de Tejeda Miraval, en menor escala al resto de los colegios, un
respecto del monasterio de las Teresas de Cór­ seguro desenvolvimiento de la orden y de sus
doba; de Dioniso Torres Briceño para el mo­ servicios.
nasterio de las Catalinas en‘ Buenos Aires, y de La expulsión de los jesuitas en 1767, y la
Ignacio Zeballos y Bustillo, para la edificación incautación de sus bienes por la Corona,
del Colegio de Nuestra Señora de Belén, en permitió conocer no sólo el patrimonio de la
Buenos Aires, entre otras. orden sino también el papel que cumplían
Las distintas órdenes llegaron así a dispo­ las procuradurías de Buenos Aires y Santa Fe
ner de un cierto patrimonio rural y urbano en el aprovisionamiento en ropa, libros, he­
que les permitió su funcionamiento. Otras, rramientas y objetos del culto, y las ventas de
como los recoletos, carecieron de él y vivieron la producción doméstica, así como también
exclusivamente de limosnas y estipendios. la prolija contabilidad interna respecto de
Un ejemplo, sin duda el más sobresaliente los colegios y misiones. Incluso, advertir que
del tipo de recursos económicos destinados a no siempre las cuentas eran favorables, y que
solventar sus actividades, lo brindaron los je­ los déficits de algunos eran cubiertos con el 425
ORGANIZACIÓN Y ACCIÓN DE LA IGLESIA

superávit de otros, como ocurrió entre 1762 sores en sus confesonarios, los lectores en sus
y 1767 con los colegios de San Ignacio y Be­ cátedras, los misioneros en sus misiones, los
lén en Buenos Aires. estudiantes en sus estudios, los hermanos en
sus oficios y finalmente, todos en lo que está a
su cargo.”
Los SERVICIOS PASTORALES Lo dicho por los jesuitas puede asemejar­
se, mutatis mutandis, a lo que ocurría en otras
Los servicios pastorales prestados por las órdenes religiosas. Así, por ejemplo, las orde­
órdenes religiosas fueron numerosos y diver­ nanzas aprobadas en los capítulos de los do­
sos. Constituyeron además un apoyo insusti­ minicos establecían el orden y contenido de
tuible para el clero secular, inicialmente mu­ los estudios que se llevaban a cabo en los con­
cho más escaso y no siempre idóneo en la ventos, así como el horario de las devociones
atención del ámbito indígena, labor ésta en la comunes y los oficios respectivos. Pero no fal­
que se destacaron sobre todo los franciscanos taban en esas ordenanzas recomendaciones
y los jesuitas. acerca de posibles negligencias y desvíos de la
Los servicios prestados están reseñados en disciplina que debían vigilarse y corregir por
la síntesis que de los suyos hizo el provincial sus prelados, como salir a la calle sin motivo,
de los jesuitas en 1644: “Nuestros ministerios asistir a corridas de toros, juegos de cartas, ca­
se hacen generalmente en todos los colegios rreras o paseos a caballo con hábito, y exceso
como lo pide nuestra religión. Léese a los estu­ de familiaridad en el trato con laicos.
diantes con todo cuidado donde hay escuelas; Los religiosos también contribuyeron a la
enséñase con lo mismo a los niños la doctrina afirmación de determinadas devociones y
cristiana; predícase con igual espíritu a negros, prácticas religiosas en sus iglesias: misas y no­
indios y españoles, en sus lenguas; no se per­ venas, trisagios, cuarenta horas, rosarios y plá­
dona trabajo por llevar adelante sus cofradías ticas confortaban la fe de sus vecindarios, con­
y congregaciones. Acuden los fieles con fre­ vocados mayoritariamente a las grandes cele­
cuencia a las confesiones y comuniones, prin­ braciones de la Semana Santa, Corpus Christi
cipalmente las mujeres; acúdese a todas horas o fiestas patronales. Los mercedarios difundie­
a los enfermos que llaman dentro y fuera de ron el culto mariano; los jesuitas, el del Sagra­
las ciudades, muchas leguas en contorno. En la do Corazón de lesús, y todos, la devoción a los
grande peste que ha azotado a estas provincias santos de sus respectivas órdenes.
por casi dos años, no han cesado de acudir los Asimismo, consolidaron prácticas devotas
nuestros a negros y blancos, con admiración a través de la fundación de congregaciones, y
de todos; se les ha acudido no sólo con el sus­ de la institucionalización de las Terceras órde­
tento del alma, sino con el del cuerpo, con re­ nes de franciscanos. dominicos y mercedarios.
galos y medicinas; hanse apagado incendios de integradas por laicos más comprometidos con
discordias, reconciliado enemigos, pacificado el espíritu evangélico y la práctica de virtudes
casados, compuesto pleitos por vía de paz, vi­ cristianas.
niendo a ello las partes. Los superiores en su Otros servicios, como la enseñanza públi­
426 oficio, los predicadores en sus púlpitos, confe­ ca de las primeras letras, o de la Botica de los
LA IGLESIA DIOCESANAZ EL CLERO SECULAR Y LAS ORDENES RELIGIOSAS

colegios de San Ignacio y de Córdoba; la aten­


ción de los enfermos en los hospitales de los
betlemitas, la capellanía en Malvinas de los
mercedarios, o el Colegio de San Iosé del
Monte, para misiones dominicanas en Lules,
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atestiguan acerca de una voluntad de servicio
amplia y sostenida. Entre todas esas tareas, so­ C} rï_;;;+:. LACONGRE e ..
bresalen las misiones rurales, que periódica­ Q cAcïorgnnLsANr
mente salían de los colegios para visitar las de­
samparadas soledades de las pampas, valles y
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desiertos donde vivían labriegos y pastores in­
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dios y criollos. Y simultáneamente, la intro­
One Ensu ancla Capilla
ducción de las tandas de ejercicios espirituales ¿ Üjzycnla lglcfib Cana
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para la renovación de la vida espiritual de
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hombres y mujeres.
En la vida de las órdenes también hubo, Ñ ncSalazag:Cav-alfen o
como las crónicas lo atestiguan, defectos y Orden de 52H 1 Tiago Sot}!
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virtudes. No todos los que llegaron a estas
provincias lo hicieron con la preparación y «ÜCïÜgÉÍCgEÏÉaNe-sïlïa
i‘: Ualffifle 2 nencxa.
vocación debidas. El tribunal del Santo Ofi­ (f s: 3" w v _4f"

cio de Lima, con jurisdicción sobre el Tucu­ ¿ü¿ír7¿¿'coefiakzzrs Kó V

mán y Río de la Plata, registró a fines del si­ e ‘Si c’! A‘? la“ ,­
¡do! 771.95 gnhguo.

glo XVI y principios del XVII no pocos casos ' WW“ ‘ C: un p r '_k
de frailes, primordialmente mercedarios y u _i,.'í..v .12; F32
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franciscanos, acusados de solicitación en el a; C ON A‘Ï1U}ílD:\l.)‘I .}}'¡',(,1¡<,‘g¡o_\e

confesonario, y de otros delitos. Los sínodos c DELll¿‘f3lflhÏitfisïulÁlitolljqk


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del Tucumán y Asunción reiteraron reco­


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mendaciones y sanciones a los eclesiásticos Üb¿t_lf)od¡grï”_1_hcn1ÏJ
acerca del debido cumplimiento de sus debe­ a) glcíla ‘Proof
res. Los mismos jesuitas debieron, en más de ¿filllnitlïlïl Jlün‘: _ïl(l[llill,
una ocasión, depurar sus filas de sujetos in­
dignos, e incluso una real cédula de 1716 9- ¿No 3: ¿gy =
prohibió que a esos expulsados se los admi­
tiera en responsabilidades parroquiales. En
1708, el gobernador del Tucumán, Fernando
Portada del libro dc la Congregación del Santo Cristo. de
de Urízar, se quejaba de que en su distrito se Buenos Aires.
guardaba poco la clausura conventual y que
había mucha libertad de andar por calles y ligioso. Tampoco faltaron algunos conflictos
plazas, e incluso se mezclaban en negocios conventuales o declinaciónen la rutina de
temporales, con olvido de su estado re­ los claustros. 427
ORGANIZACIÓN Y ACCIÓN DE LA IGLESIA

Estas deficiencias y conductas no fueron por Carlos III en 1767 no constituyó un hecho
generales y ofrecen un claro contraste con la aislado, sino que fue precedido por decisiones
austeridad de vida y celo religioso de otros, similares adoptadas en Portugal y en Francia.
como por ejemplo el convento de los recoletos Motivaciones que se explicarán en el siguiente
de San Pedro de Arrecifes. El visitador fray Pe­ capítulo.
dro José de Parras dejó una conmovedora des­ La ejecución de la medida fue llevada a
cripción de esa comunidad, así como de otras cabo con rapidez, sigilo y eficacia en Buenos
que también se señalaron por la ejemplaridad Aires, Tucumán y el resto de los distritos su­
de sus miembros. bordinados. Los jesuitas fueron detenidos en
En definitiva, tanto las órdenes religiosas sus colegios y misiones y remitidos a Buenos
como el clero secular contribuyeron, cada uno Aires para su destierro. En toda la Provincia
en su medida, a la difusión de la fe cristiana y Iesuítica del Paraguay, el número de los ex­
la práctica religiosa en las provincias argenti­ pulsos superó los 400 religiosos, incluyendo
nas de la época colonial. Si bien esa labor tuvo en ese número a los residentes en Paraguay y
defectos y limitaciones, no cabe duda que al­ Chiquitos.
canzó su cometido y que esa fe impregnó toda Las consecuencias de esta medida se de­
la cultura de su tiempo. De ello da testimonio jaron sentir en varios aspectos. Uno de ellos
la vigencia del catolicismo en las poblaciones fue poner en evidencia que una parte impor­
criollas y aborígenes; la ausencia de cismas, la tante del clero aprobaba la medida, signo de
práctica sacramental arraigada, la difusión y antiguas diferencias respecto de la preemi­
participación en el culto público en sus diver­ nencia que los jesuitas habían mantenido
sas manifestaciones; la edificación de templos, hasta entonces. Pero por otra parte su destie­
capillas y oratorios; la misma toponimia y rro significó una disminución considerable
onomástica impregnada de sentido religioso, y de los efectivos del clero, aproximadamente
" la presencia constante de vocaciones religiosas entre la cuarta y la quinta parte del mismo,
masculinas y femeninas. A ello se agrega un que sólo tuvo un limitado reemplazo en las
crecido número de figuras beneméritas del misiones y otros servicios pastorales. Como
clero secular, religioso y del laicado, que die­ ya se ha dicho. los jesuitas atendlan las mi­
ron en su vida testimonio de su fe, vigencia de siones indígenas en varias regiones, pero
la Iglesia como institución rectora de las con­ además ejercían sus ministerios en los cole­
ciencias y servicio a la sociedad en que se ha­ gios e iglesias de la provincia. La administra­
llaban insertados. ción de los sacramentos, la predicación fre­
cuente, la atención de cofradías, catequesis.
CONSECUENCIAS DE LA EXPULSIÓN dirección de conciencias. ejercicios espiri­
DE LOS IESUTÏAS tuales, misiones rurales, etcétera, sufrirán
una interrupción que en varios casos fue de­
La expulsión de los jesuitas de España, finitiva. Los ejercicios espirituales, por ejem­
América y Filipinas afectó seriamente la di­ plo, sólo pudieron restablecerse a fines del si­
mensión y los servicios pastorales del clero glo XVIII. gracias a la tenacidad de Antonia
428 rioplatense y tucumano. La medida tomada María de la Paz y Figueroa.
LA IGLESIA DIOCESANAZ EL CLERO SECULAR Y LAS ÓRDENES RELIGIOSAS

A ello se sumará el cierre de sus iglesias y mobiliario, etcétera) y los esclavos, ganados y
capillas entre 1767 y 1771. Si bien varias fue­ frutos, pasaron a ser propiedad real y adminis­
ron abiertas después de esa fecha y transferi­ trados por juntas de temporalidades. La pro­
das al clero secular u otra orden religiosa, al ducción de las mismas temporalidades tuvo
igual que alguno de sus colegios, otras se por objeto pensionar a los expulsos hasta su
abandonaron por falta de mantenimiento. fallecimiento y cumplir finalidades piadosas,
Sus mobiliarios, ornamentos y objetos del previstas en la legislación dictada al efecto
culto, inventariados y tasados, se distribuye­ desde 1767 en adelante. Además, esos réditos
ron entre las iglesias matrices y las parro­ debían sufragar los gastos de obras pías pen­
quias rurales. dientes, los sueldos de los maestros y los gas­
Otra consecuencia notoria se dio en el ám­ tos administrativos conexos.
bito de la enseñanza. Las aulas de primeras le­ No obstante algunos logros, el resultado
tras, gramática y latinidad quedaron abrupta­ de la operación distó de ser eficaz, al desarti­
mente sin maestros, al igual que los cursos de cularse el sistema económico montado por los
filosofía y teología de los colegios principales. jesuitas. Las ventas de esclavos y ganado, las
Si bien parte de la enseñanza pudo restable­ complicaciones surgidas de un universo tan
cerse más tarde con algunas limitaciones, ella variado y extenso de bienes y servicios, el peso
pasó a depender del financiamiento que le burocrático del sistema, la dilación en la toma
produjeran las temporalidades que fueron de de decisiones, e incluso la incompetencia o de­
los jesuitas. fraudación de algunos administradores, con­
La incautación de su patrimonio inmobi­ cluyeron por dilapidar ese patrimonio, y con
liario, como colegios, iglesias, casas, chacras, ello la fuente de financiamiento de los estable­
molinos, estancias etc., así como los bienes cimientos y servicios previstos en la legisla­
muebles (libros, ropas, menaje, herramientas, ción sobre temporalidades.

ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA

Sobre el clero y las órdenes religiosas que 1967-1976, que posee un registro puntual de
actuaron en la Argentina existen diversos estu­ la actividad del clero y de sus figuras promi­
dios: por una parte, en las obras de conjunto, nentes, con amplia bibliografía. Una obra útil,
como la Historia de Ia Iglesia en Hispanoamé­ en una visión sintética, es la de Iuan Carlos
rica y Filipinas, dirigida por PEDRO BORGES, Zuretti, Nueva historia eclesiástica argentina,
Madrid, 1992, en dos volúmenes, con una se­ Buenos Aires, 1972.
rie de capítulos dedicados al tema. También Sobre el clero secular de esta etapa faltan
ANTONIO YBOT LEÓN, La Iglesia y los eclesiásti­ estudios de conjunto. CONSTANTINO BAYLE ha
cos españoles en la empresa de Indias, Barcelo­ dado una visión para toda América, con algu­
na, 1963. Y fundamentalmente, los siete pri­ nos ejemplos para la Argentina, en El clero se­
meros volúmenes de CAYETANO BRUNO, Histo­ cular y la evangelización de América, Madrid,
ria de la Iglesia en la Argentina, Buenos Aires, 1950. FRANCISCO C. ACTls ha publicado las 429
ÜRGANIZACIÓN Y ACCIÓN DE LA IGLESIA

Actas y documentos del cabildo eclesiástico de EUDOXIO DE J. PALACIO O. M., Los mercedarios
Buenos Aires, Buenos Aires, 1943, en dos volú­ en la Argentina (1535-1754), con prefacio y
menes. A su vez, LUDOVICO GARCÍA DE LOYDI se anotaciones de fray José Bnmet O. M., Buenos
ha ocupado de “El cabildo eclesiástico de Bue­ Aires, 1971. De los jesuitas hay una nutrida bi­
nos Aires. Su gravitación en la vida ciudada­ bliografía, de la cual pueden citarse a modo de
na”, Investigaciones y Ensayos 5, VII-XII, Bue­ ejemplo, JOAQUIN GRACIA S. 1., Los jesuitas en
nos Aires, 1968, págs. 289-316. Y si bien se co­ Córdoba, Buenos Aires, 1940, y GUILLERMO
nocen bastantes crónicas e historias parro­ FURLONG S. J., Historia del Colegio del Salvador,
quiales, son relativamente pocas las biografías Buenos Aires, 1944, e Historia del Colegio de la
de clérigos. Entre ellas, MIGUEL ANGEL VERGA­ Inmaculada de Santa Fe, Buenos Aires, 1962,
RA, Pedro Ortiz de Zárate, el mártir de Jujuy, cuyos primeros tomos cubren acabadamente
Rosario, 1966; JUAN PROBST, Juan Baltasar Ma­ la labor de la Compañía en ambas ciudades. A
ziel. El maestro de la generación de Mayo, Bue­ su vez, ANDRES MILLE ha dedicado varios volú­
nos Aires, 1946; NICOLAS FAsOLINO ha escrito menes a referir la trayectoria de las órdenes de
sobre varios sacerdotes santafesinos; EDBERTO la Merced (1958), franciscana (1961). domini­
OSCAR ACEVEDO dedicó una biografia a Loren­ cana (1964) y Compañía de Jesús (1968), to­
zo Suárez de Cantillana en Anuario de Estudios das en el ámbito de Buenos Aires. JOsE LUIS
Americanos, ll, Sevilla, 1954, págs. l-59; PE­ MOLINARI ha escrito sobre “Los betlemitas y su
DRO GRENON, “Apuntes para la biografia del obra en el Hospital de Buenos Aires”, Archi­
Dr. Duarte Quirós y su obra", Estudios, 58, vum l, l‘ parte, Buenos Aires, 1943, págs. 385­
Buenos Aires, 1937. También de JOSE MARIA 408; recientemente CARLOS A. MAYO ha publi­
BLANCO, Vida documentada de la sierva de Dios cado un importante estudio sobre el tema, Los
María Antonia de la Paz y Figueroa, Buenos Ai­ betlemitas en Buenos Aires: convento, economía
res, 1942. La formación del clero diocesano, en y sociedad (1748-1822), Sevilla, 1991. Sobre los
LUIS R. ALTAMIRA, El Seminario conciliar de franciscanos de los Colegios De Propaganda
Nuestra Señora de Loreto, Córdoba, 1943 y Pide, TEOFILO PINILLOS, Historia del Convento
JUAN lSERN, La formación del clero secular de de San Carlos en San Lorenzo, Buenos Aires.
Buenos Aires y la Compañía de Iesús, Buenos 1949.
Aires, 1936. Sobre la expulsión de los jesuitas, es nece­
Sobre las órdenes religiosas también existe sario indicar en primer lugar el Dictamen _fís­
una variada cantidad de obras. Algunas pro­ cal de expulsión de los jesuitas de España ( 1766­
vienen de cronistas de la propia comunidad, 1767), de PEDRO RODRIGUEZ DE CAMPOMANES.
como fray JACINTO CARRASCO O. P., Ensayo his­ editado y anotado por Jorge Cejudo y Teófa­
tórico sobre la Orden Dominica argentina. Ac­ nes Egido, Madrid, 1977, texto recientemente
tas capitulares (1724-1824). Buenos Aires, recuperado que ha permitido renovar los es­
1924; de fray JUAN A. SANTA CLARA CORDOBA tudios vinculados a esta cuestión. MAGNrs
O. F. M., La Orden Franciscana en las Repúbli­ MORNER le ha dedicado un capítulo en la obra
cas del Plata, Buenos Aires, 1934, y más recien­ de PEDRO BORGFS, Historia de la Iglesia ya cita­
temente, fray BENITO H. PISTOIA, Los francisca­ da, I. págs. 245-260 con bibliografia actualiza­
430 nos en el Tucumán, 1566-1810, Salta, 1973; fray da. Sobre las consecuencias de la expulsión.
LA IGLESIA DIOCESANAZ El. CLERO SECULAR Y LAS ORDENES RELIGIOSAS

ANDRES GALLEGO, Claves operativas para la his­ URQUIJO a la obra de JUAN BALTASAR MAZIEL,
toria de Iberoamérica, Madrid, 1995, págs. De la justicia del tratado de límites de 1750,
305-391. Sobre la expulsión en la Argentina, Buenos Aires, 1988, donde describe el clima
CAYETANO BRUNO, op. cit., tomo VI; y el recien­ intelectual de Buenos Aires previo a la expul­
te estudio preliminar de IosE MARIA MARILUZ sión de la Compañía de Jesús.

431
1 4. LA IGLESIA MISIONAL
Y LA EVANGELIZACIÓN
DEL MUNDO INDÍGENA

Ernesto J. A. Maeder

Descubierto el territorio y fundadas las Antillas, México, Perú y Chile, también en el


primeras ciudades en el Río de la Plata, el Tu­ ámbito rioplatense hubo discusiones y con­
cumán y Cuyo, la presencia religiosa acompa­ flictos que más de una vez enfrentaron a enco­
ñó siempre dichas acciones, y procuró atender menderos y misioneros, a la Corona y a las au­
las necesidades de una sociedad en formación, toridades locales, en la selección de las políti­
diferente de la europea. cas en las que se conciliara la equidad de los
El ámbito americano comprendía niveles procedimientos con la libertad que la fe cris­
sociales y culturas diversas. Por una parte, las tiana exigía para ser adoptada. Lucha por la
autoridades y los colonizadores necesitaban justicia y respeto por el indio, frente al abuso y
atención pastoral, la que fundamentalmente sometimiento que muchos practicaron en su
se dio en las ciudades a través del clero secular propio beneficio. La legislación sobre las enco­
y los conventos de las órdenes establecidas en miendas, o la determinación de cuándo una
ellas. El culto, la administración de los sacra­ guerra contra los indios era justa, son dos
mentos, las devociones y la educación queda­ ejemplos de las cuestiones tratadas en nues­
ron en sus manos y absorbieron mucho tiem­ tras latitudes.
po y personal. En ese mundo aborigen quedaban también
Pero además de este estrato, se hallaba la naciones indígenas demográficamente muy
población indígena, tanto la que se incorporó numerosas, que vivían en regiones a las cuales
al vecindario de las ciudades como aquella que apenas o nunca había llegado la conquista. Re­
continuó viviendo en sus propios pueblos. Es­ giones marginales y muy extensas, hacia las
ta gente requería junto con el control político cuales se dirigió la actividad y el celo de francis­
y laboral de las encomiendas, la instrucción canos y jesuitas. Así surgirán en el siglo XVII,
religiosa y su paulatina incorporación a la fe en el Guayrá y el Itatín, en el Paraná y Uruguay,
cristiana. Una obra pastoral de tal magnitud y en los valles del Tucumán y en las pampas del
bajo tales condiciones se constituyó en el pro­ sur, y en el Chaco oriental y occidental, verda­
blema fundamental que abordaron concilios y deros distritos misionales. Y si bien no todos
sínodos diocesanos, obispos y misioneros, so­ llegaron a consolidarse, su presencia fue la ma­
bre todo en la segunda mitad del siglo XVI y nifestación de uno de los esfuerzos misionales
principios del siguiente. Y al igual que en las más importantes cumplidos por la Iglesia. 433
ORGANIZACIÓN Y ACCIÓN DE LA IGLESIA

El mundo aborigen que encontraron los nían cultivos desarrollados, riego y pequeños
europeos era de una complejidad muy grande. centros urbanos. Pero todos carecían del hie­
Por una parte los conquistadores y luego los rro, desconocían la rueda y no poseían anirna­
misioneros carecían de noticias precisas acer­ les domésticos suficientes para mejorar su ni­
ca de sus dimensiones y características, y sólo vel de vida.
tomaron conciencia de ello fragmentariamen­ Sus creencias religiosas incluían ritos, ce­
te, a medida que la información sobre cada re­ remonias, fiestas y prácticas cuya variedad
gión era transmitida y divulgada. Fue así co­ asombró a los europeos, que más de una vez
mo la impresión causada en ellos por los abo­ creyeron ver en ellas presencias diabólicas. En
rígenes fue diversa, contradictoria y en más de el caso de la magia y de la antropofagia, los
una ocasión, confusa. Los agricultores seden­ misioneros procuraron desterrarlas drástica­
tarios de los valles del Tucumán o los cultiva­ mente y a la par reemplazarlas por la fe cristia­
dores guaraníes coexistían con las bandas de na. Y a pesar de muchas limitaciones y fraca­
cazadores chaquenses, pampas o charrúas o sos, será su entrega personal y la convicción de
los huidizos caingangs de la selva. saberse portadores de un mensaje universal de
No resultaba sencillo dictar una legisla­ salvación, nunca escuchado en estas regiones,
ción o trazar una política pastoral eficaz que lo que les abrirá el camino de la evangeliza­
contemplara tales diversidades. El conoci­ ción del mundo indígena.
miento efectivo de la realidad aborigen consti­
tuyó, sin duda, uno de los problemas princi­
pales de la labor rnisional. Esta se presentaba CRITERIOS PASTORALES E INICIATIVAS

para los religiosos como una tarea nueva, por EN LA EVANGELIZACIÓN RIOPLATENSE

las etnias, lenguas y diversidades económicas,


sociales y culturales que mostraban sus pue­ Las directivas pastorales para la atención
blos. Razas diferentes que provenían en algu­ de los indios provienen en nuestro territorio
nos casos de épocas arcaicas, numerosas fami­ de las constituciones del III Concilio de Lima,
lias lingüísticas y dialectos, dicen de un mosai­ convocado por el arzobispo Toribio de Mo­
co cultural y de aislamientos propios de un grovejo en 1582 y concluido en i583. Al mis­
mundo atomizado, carente de unidad. Ni aun mo asistieron, entre otros, los obispos del Tu­
aquellos que formaban parte del imperio in­ cumán, fray Francisco de Victoria, y de Asun­
caico fueron capaces de confonnar una es­ ción, fray Alonso Guerra. ambos dominicos.
tructura política consistente; por el contrario No menos de una veintena de sus disposicio­
y pese a su valor en la resistencia, carecieron nes se refieren a la atención y evangelización
de unidad suficiente y resultaron vulnerables de los indios.
ante el embate de los conquistadores. Más tarde, estas disposiciones fueron reto­
Otro tanto puede decirse de sus econo­ madas y adaptadas para su aplicación por los
mías. Varios pueblos vivían en un estadio de sínodos del Tucumán y del Río de la Plata. En
caza y recolección de alimentos silvestres; el primero, la iniciativa corresponderá a fray
otros combinaban esas actividades con una Fernando de Trejo y Sanabria, quien convocó
434 agricultura rudimentaria; algunos, por fin, te­ durante su episcopado tres sínodos sucesivos
LA IGLESIA MISIONAL Y LA EVANGELIZACIÓN DEL MUNDO INDÍGENA

celebrados en 1597, 1606 y 1607 en la ciudad veces como resultado de acciones individua­
de Santiago del Estero. les, y en otras ocasiones, fruto de esfuerzos
En el sínodo de 1597, la primera parte de coordinados por alguna de las órdenes religio­
sus constituciones está dedicada por entero a sas llegadas al país. Estas últimas fueron las
la “doctrina y modo de enseñarla a los natura­ más frecuentes y perdurables.
les de estas provincias”. Bajo ese título se enu­ En el Tucumán, los primeros en estable­
meran normas sobre el uso del Catecismo en cerse fueron los frailes mercedarios, que fun­
lengua quechua; el conocimiento que los cu­ daron su primer convento en Santiago del Es­
ras de indios debían poseer de esa lengua para tero en 1557. En 1599 sus conventos eran cua­
una eficaz predicación dominical; el aprendi­ tro, pero con sólo trece frailes. La actividad
zaje del Catecismo por los niños d - hasta ca­ misíonal entre los indios no fue para ellos
torce años, también en lengua quechua y a ra­ prioritaria, y al igual que los dominicos, su la­
zón de dos horas diarias, así como otras dispo­ bor se centró en los vecindarios de españoles.
siciones referidas a la administración de los No obstante, estos mismos mercedarios aten­
sacramentos, la observancia de las fiestas, etc. dían en 1597 y continuaban haciéndolo en
Entre ellas, se pedía al gobernador que se 1638 las doctrinas de Ampatagasta y Chiquili­
"mandase reducir a partes cómodas a los in­ gasta en el área santiagueña, así como en Este­
dios encomendados como a los dispersos para co. Y a mediados del siglo XVII tuvieron a su
ser doctrinados [...] el cual dijo mandaría ha­ cargo otras doctrinas, como Pitambalá, en
cer la dicha reducción con brevedad y cuida­ Santiago; Guachipas en Salta; Osas y Paspayas,
do, de suerte que los indios pudiesen ser visi­ en Iujuy, y el Pantano, en Catamarca. Dos de
tados y doctrinados por sus curas”. sus frailes, Antonio Torino y Pedro Sansón,
Tanto este texto como buena parte de las habían muerto en esas tareas.
constituciones del tercer sínodo de 1607, en el A su vez, los franciscanos y los jesuitas
que casi la mitad de sus normas vuelven a re­ también desplegaron sus acciones misionales
ferirse a los indios, constituyen una clara en esa región. Los primeros habían arribado al
orientación acerca de cómo llevar adelante su Tucumán en 1565 y fundado varios conven­
evangelización y, paralelamente, su defensa tos. En 1590 llegó como visitador de la custo­
ante los abusos que subsistían amparados en dia de San Iorge fray Francisco Solano (1549­
el régimen de encomiendas. 1610) acompañado de varios frailes. Su labor
En Asunción, cabecera del obispado del como visitador de las casas de la orden se de­
Río de la Plata, le corresponderá a fray Martín sarrolló paralelamente con su tarea de doctri­
Ignacio de Loyola la realización del sínodo de nante de los tonocotés de Socotonio, en juris­
1603. Su texto repite lo establecido en Tucu­ dicción de Esteco. Dotado del don de lenguas
mán en 1597, con la sola diferencia de que y de una amplia capacidad de persuasión, de­
aquí será el guaraní la lengua general adopta­ jó entre los indios una duradera impresión
da, así como el catecismo bilingüe que tiempo tanto en Esteco como en La Rioja, donde ganó
atrás había redactado fray Luis de Bolaños. su voluntad en varias intervenciones que rati­
Cuando se dictaron estas normas, ya se ha­ ficaron la fama de santo y taumaturgo que lo
bían iniciado las misiones entre los indios. A precedía. 435
ORGANIZACIÓN Y ACCIÓN DE LA IGLESIA

Posteriormente, la labor franciscana fue de los españoles y criollos. Algunas de esas


afianzándose con la llegada de nuevos contin­ doctrinas tuvieron una larga trayectoria, co­
gentes de frailes y la atención de la misión de mo por ejemplo la de Santa Cruz de los Quil­
los ocloyas en Jujuy, disputada durante un mes (1666-1812), radicada en Buenos Aires,
tiempo con los jesuitas. Con todo, la labor mi­ pero con indios desterrados del Tucumán. lue­
sional de la orden en el Tucumán fue relativa­ go de sofocado el alzamiento calchaquí. En
mente modesta en esa época, si se la compara cambio las misiones entre infieles sólo ten­
con lo que obraron en el Paraguay y Río de la drán lugar en las fronteras del Chaco o en los
Plata en el mismo lapso. valles Calchaquíes, pero con escaso arraigo y
Finalmente se produjo la llegada de los je­ poca fortuna.
suitas al Tucumán en 1585, convocados por el En el Río de la Plata y el Paraguay la acción
obispo Victoria. la Misión del Tucumán, co­ misional de los franciscanos logró mayores
mo se la titula en las Cartas Anuas desde 1587 avances que en el Tucumán. En el último ter­
hasta 1602, supuso el envío de algunos padres cio del siglo XVI, llegaron al Paraguay con fray
a aquella región tanto para la atención de los Alonso de San Buenaventura y fray Luis de
vecinos como de los indígenas. En esta labor Bolaños (1550-1618), quienes se destacaron
se destacó Alonso de Barzana (1530-1597), por su iniciativa y el conocimiento de la len­
quien en su anirnosa vejez se internó entre los gua guaraní. Será precisamente Bolaños quien
indios del Tucumán y del Chaco con ejemplar redactará en esa lengua las oraciones y el cate­
dedicación. Uno de los aspectos más caracte­ cismo breve y quien logrará formar los prime­
rísticos de su labor fue “reducir a preceptos y ros poblados en Los Altos (c. 1580), Itá (c.
hacer vocabularios de cinco o seis lenguas más 1585) y más tarde Yaguarón (c. 1587-88). to­
universales de estas provincias para abrir un dos ellos con indios guaraníes y en jurisdic­
paso y facilitar el camino a los que nos han de ción de Asunción. El refuerzo de este primer
suceder” (10 de enero de 1592). De ese modo, plantel de franciscanos les pennitirá conti­
lenta pero seguramente, se abría el camino pa­ nuar más adelante con otras fundaciones en
ra la evangelización de los naturales, a través distintas regiones del Paraguay. Fruto de ellas
del conocimiento previo de sus idiomas, aun serán las nuevas reducciones de San José de
antes de que lo propusieran los primeros sino­ Caazapá (1607) y San Francisco de Yutí
dos del Tucumán. (1612), debidas también al celo y capacidad de
De todos modos, la provincia del Tucu­ Bolaños.
mán, al igual que la de Cuyo, darán lugar en En esos años y como consecuencia de rea­
esta tarea misional sólo a doctrinas de indios, les disposiciones que ordenaban formar re­
es decir poblados aborígenes incorporados a ducciones con los indios en su propio territo­
la sociedad colonial bajo el régimen de enco­ rio, será el gobemador Hemando Arias de
miendas, y tutelados tanto por el clero secular Saavedra quien tomará la iniciativa de im­
como regular. El arraigo de la fe cristiana fue plantarlas en la provincia rioplatense. Contó
sedimentado con la práctica de las devociones, para ello con las ordenanzas de 1611 del visi­
el conocimiento de la doctrina y la asimilación tador Francisco de Alfaro, en cuyo capítulo 4°
436 paulatina de sus pobladores a las costumbres se ordenó la formación de reducciones en
LA IGLESIA MISIONAL Y LA EVANGELIZACIÓN DEL MUNDO INDÍGENA

Buenos Aires, Santa Fe, Corrientes, Concep­ ra, así como la insuficiente atención que se les
ción del Bermejo y Asunción, con indios en­ prestó en algunos casos, atentaron contra la
comendados a los vecinos de las mismas. El continuidad de esta obra. En cambio, otras re­
ejemplo del Paraguay y la estabilidad alcanza­ ducciones fundadas con indios agricultores y
da por los pueblos fundados por Bolaños atendidas por religiosos que hablaban su len­
constituirán el modelo que, con variada suer­ gua y conocían sus costumbres, perduraron y
te, se procuró repetir en los distritos del sur. Se se mantuvieron estables por generaciones, co­
contó para ello con la disponibilidad que ma­ mo en el caso de Itatí.
nifestaron los franciscanos para atenderlas. Será precisamente en el ámbito del Nor­
En Corrientes, fray Alonso Gamez logró deste argentino, el Paraguay y el sur del Brasil
reunir varios centenares de guaraníes en el donde se llevará a cabo con los indios guara­
pueblo de la Limpia Concepción de Itatí níes la experiencia misional más importante
(c.16l5), quienes habían recibido una prime­ de la región. Tras la iniciativa realizada por los
ra catequesis de los jesuitas. Más al sur se esta­ franciscanos como Bolaños, Gabriel de la
bleció la reducción de Santa Lucía, de indios Anunciación y Alonso de San Buenaventura,
astores (c. 1615). serán los jesuitas quienes darán a estas misio­
En Santa Fe, las reducciones que tomaron nes un impulso sostenido y renovador, que las
a su cargo los franciscanos fueron las de San llevará a constituirse, con el tiempo, en un pa­
Lorenzo, de mocoretaes, San Miguel, de cal­ radigma de la evangelización americana.
chines y San Bartolomé, de chanaes, parciali­
dades que fueron concentradas en el sur de la
ciudad, aunque no siempre con el consenti­ LA FUNDACIÓN DE LAS MISIONES IESUÍTICAS
miento de los indios. Otro tanto ocurrió en el DE GUARANÍES

área de Buenos Aires, donde se establecieron


los poblados de Nuestra Señora de la Estrella o Los informes del padre Iuan Romero, su­
San José, del cacique Bagual, sobre el río Are­ perior de la misión que los jesuitas venían rea­
co (c. 1615); Santiago del Baradero (c. 1612) y lizando en el Tucumán y el Paraguay desde
la del cacique Tubichaminí. 1585, concluyó en 1604 con la creación de la
En la frontera de la Banda Oriental tam­ Provincia Iesuítica del Paraguay, separada de
bién se intentó asentar reducciones aunque se la del Perú. Su primer provincial, el padre Die­
concretaron una década más tarde. En 1625, go de Torres (1551-1638), se hizo cargo de ella
fray Iuan de Vergara levantó a la vera del río en 1607, y sus primeras decisiones fueron la
Uruguay los poblados de San Francisco de distribución de sus religiosos en las pocas re­
Olivares, de indios charrúas, y San Juan de sidencias fundadas en la provincia, el aumen­
Céspedes, de chanaes, to de los servicios pastorales, como los ejerci­
Buena parte de estas reducciones tuvieron cios espirituales y la instrucción de los niños,
vida precaria y no llegaron a consolidarse. La y el trazado de los planes para la evangeliza­
diversidad de los indios, en ocasiones desa­ ción de los nativos. Pese a su nombre, la pro­
rraigados o llevados a vida sedentaria y agrí­ vincia jesuítica se extendía no sólo al Paraguay
cola, cuando su índole era nómade y cazado­ sino a las gobernaciones del Río de la Plata, 437
ORGANIZACIÓN Y ACCIÓN DE LA IGLESIA

FUNDACIÓN DE LAS MISIONES IESUÍTICAS

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LA IGLESIA MISIONAL Y LA EVANGELIZACIÓN DEL MUNDO INDÍGENA

Tucumán y Chile, incluyendo en ella regiones dios a escuchar a los jesuitas y a congregarse
que corresponden hoy al sur del Brasil. bajo su tutela.
De todas las necesidades de la provincia, la Esta primera etapa de las misiones se ini­
evangelización de los guaraníes se mostraba ció en 1610 y se prolongó durante más de dos
como prioritaria, dadas sus dimensiones de­ décadas en distintas áreas o frentes misionales,
mográficas, su unidad lingüística y su ubica­ como el Guayrá, el Paraná y el- Uruguay, el
ción en el centro de la provincia. Parte de los Iguazú y el Monday, el Tape y el Itatín. Sólo los
guaraníes habían sido conquistados y distri­ guaraníes del Guayrá habían sido parcialmen­
buidos en encomienda a los vecinos de Asun­ te conquistados y encomendados a los espa­
ción y de las ciudades de Villarrica y Ciudad ñoles; otro tanto ocurría con los del Paraná.
Real, en el Guayrá. Por otra parte, el régimen Pero el resto, la gran mayoría, no conocía el
de encomiendas en el Paraguay a principios dominio español. Libres de esta sujeción a
del siglo XVII conservaba rasgos que, aunque particulares, colocados bajo» la jurisdicción
superados y aun prohibidos por la legislación, real, eximidos por largo tiempo de tributos y
se mantenían allí vigentes. Los jesuitas, y en diezmos, las reducciones jesuíticas de guara­
particular su provincial Torres, habían tenido níes constituyeron desde su inicio un sistema
oportunidad de pronunciarse con anteriori­ misional diferente.
dad sobre los abusos del servicio personal que Las directivas del provincial, dadas en
prestaban los encomendados, lo mismo que 1609, contenían instrucciones precisas respec­
otros jesuitas de la provincia. to de la vida en común de los misioneros y de
La observancia de ese sistema y la opresión su relación con los indios: “En todo los defien­
que significaba sobre los naturales habían ge­ dan como verdaderos padres y protectores y
nerado alzamientos, desconfianza y temor en­ séanlo en toda la comarca [...] de manera que
tre los gentíos guaraníes que habían quedado los indios lo entiendan y de donde quiera acu­
fuera del ámbito de la conquista. Esa situa­ dan a socorrerlos en sus necesidades como
ción, de riesgo e inseguridad para la población verdaderos padres, y los pleitos de entre sí, pa­
colonial, constituía además un reto para la cifiquenlos con todo amor y caridad. Y re­
Iglesia desde el punto de vista de la evangeli­ prendan a los culpables en esto y en los demás
zación y la justicia. pecados públicos con amor y entereza, y a su
La conjunción de voluntades alcanzada en tiempo los corrijan y castiguen, especialmente
Asunción por el visitador Alfaro, el goberna­ a los hechiceros, de los cuales procuren tener
dor Hernandarias y el provincial Diego de To­ noticias, y no se enmendando, los destierren.”
rres determinó el envío de misiones y la fun­ La primera misión tuvo por destino el su­
dación de reducciones en el ámbito de los gua­ deste del Paraguay, entre los ríos Tebicuary y
raníes. La promesa de no servir a los españo­ Paraná. En 1609, el padre Marciel de Lorenza­
les en encomiendas, de reunir varias parciali­ na tomó contacto con los guaraníes del caci­
dades en pueblos grandes en su mismo hábi­ que Arapizandú y, después de no pocas difi­
tat, la predicación en lengua guaraní y venta­ cultades, logró fundar allí, en 1610, la misión
jas materiales como los obsequios de hachas de San Ignacio, conocida más tarde como San
de hierro a los caciques, impulsarán a los in­ Ignacio Guazú. 439
ORGANIZACIÓN Y ACCIÓN DE LA IGLESIA

Al mismo tiempo, la segunda misión par­ Hacia la década de 1630, el empuje misio­
tió con destino al Guayrá, región conquistada nal se canalizó hacia las cuencas de los ríos
por los españoles desde la década de 1550, y Ibicuy y Iacuy, donde se levantaron cuatro y
ubicada entre los ríos Paraná y Paranapane­ seis reducciones respectivamente, entre 1632 y
ma. Acompañados por el clérigo Rodríguez 1634. En esta región, conocida también como
Melgarejo, los padres Simón Maseta y Iosé Ca­ el Tape, descolló otra vez la labor de Roque
taldino eligieron allí lugar apropiado y con González, y será precisamente en el Caaró
acuerdo de los caciques fundaron las reduc­ donde este notable misionero hallará la muer­
ciones de San Ignacio de Itaumbuzú y Nuestra te en 1628, junto con otros dos compañeros,
Señora del Pirapó, ambas en 1610. Alfonso Rodríguez y Iuan del Castillo, vícti­
Desde entonces y hasta 1622, se agrega­ mas de las intrigas del cacique y payé Ñezú.
ron nuevos misioneros, pero hubo pocos No fueron los únicos mártires de estas empre­
progresos. La relación de sus neófitos con los sas misionales, ya que otros jesuitas también
encomenderos complicó más de una vez la murieron violentamente en esta etapa o como
labor misional. Con la llegada a la región del consecuencia de las penurias vividas.
padre Antonio Ruiz de Montoya se decidió Resta agregar que en esa década de 1630 se
ampliar el radio :3: acción misional, acercán­ abrió otro frente misional en el alto Paraguay,
dose a ot r grupos guaraníes. Y pese a nu­ en la región del Itatín, donde llegaron a fun­
merosas dificultades, penurias e incompren­ darse varias misiones, que en 1635 se reduje­
siones, se logró entre 1622 y 1629 el estable­ ron a dos. Ambos pueblos perseveraron en
cimiento de once nuevas reducciones. Todas medio de dificultades, y varios años después,
ellas al este del Guayrá y cada vez más aleja­ en 1668, se trasladaron al sur del Paraguay.
das de los poblados españoles. Ruiz de Mon­ con los nombres de Santiago y Nuestra Seño­
toya, superior de estas misiones y eximio co­ ra de Fe.
nocedor de la lengua guaraní, relató esta em­
presa en su crónica Conquista espiritual del LAS BANDEIRAS PAULISTAS Y EL ÉXODO

Paraguay ( 1639). DE LOS PUEBLOS

Mientras esto ocurría en esa región, la ac­


tividad misional se dirigió al territorio ubica­ El aumento y consolidación de las misio­
do entre los ríos Paraná y Uruguay, hoy pro­ nes sufrió al poco tiempo un grave contraste
vincia de Misiones y nordeste de Corrientes. provocado por la irrupción de las bandcims
Conducidos por un religioso de origen para­ paulistas. Estas entradas. provenientes de la
guayo, Roque González de Santa Cruz, se lo­ villa de San Pablo, tuvieron entre sus objeti­
gró en pocos años establecer también allí otras vos el apresamiento de indios para su venta
cuatro reducciones: Encarnación de Itapúa como esclavos en las plantaciones del litoral
(1615), Concepción (1620), Corpus (1622) y brasileño.
Yapeyú (1626). Y más al norte, se agregaron El ciclo bandeirante fue especialmente
poco después las reducciones de la Natividad agudo entre 1628 y 1641 en esta región. aun­
del Acaray (1624) y Santa María del Iguazú que sus entradas ya se habían producido tiem­
440 (1626). po antes. Las misiones del Guayrá fueron las
LA IGLESIA MISIONAI. Y LA EVANGELIZACIÓN DEL MUNDO INDIGENA

cautiverio hasta San Pablo, donde reclamaron


94*
¿gaaggzamzefi ante las autoridades por las tropelías cometi­
das. Humillados y sin haber logrado la liber­
PI‘
ARTE, tad de los indios, dejaron testimonio de lo
ocurrido en su célebre Relación, fechada en
Y Bahía en 1629.
VOCABULARIO El éxito y la impunidad alcanzada dieron
DE LA lugar a una nueva entrada en 1630 que reite­
LENGUA LULE, ró las destrucciones y el apresamiento de in­
Y dios. Ante la magnitud del ataque, el superior
T O N O C O T E, de la misión, Antonio Ruiz de Montoya, dis­
C o M r- v s s r o s puso la evacuación de las últimas reducciones
Con ¡harina-l la fin Superíartx. indemnes en el Guayrá. Una flotilla de balsas
POR EL PADRE ANTONIO y canoas navegó por el río Paraná aguas aba­
Machoni dc Cerdeña , de la. jo, venciendo las dificultades del camino y
Compañia dc Jesvs.
aun la hostilidad de los vecinos de Villarrica y
CON LICENCIA.
Ciudad Real, que veían alejarse a sus enco­
En Mnnnm : Por los Herald“ mendados. En el verano de 1631 arribaron,
de Juan Garcia lnfimloll­
Año dc 173:. con muchas pérdidas de vidas, a tierras hoy

awzïexïszaïwaïxï argentinas, donde con la ayuda de otras re­


«Éïïïïïïïáïáïfiïífiïïï-ÏÉÏÏÉÏ
exagmeseeexeeeeexaxx

ducciones refundaron los pueblos de San Ig­


nacio y Loreto.
l Portada del Arte y vocabulario de la lengua Lula ronovoré. La amenaza de nuevas bandeíras precipitó
también la emigración de las misiones del
primeras en sufrir sus embates, libradas a su Iguazú, como también años más tarde, las del
suerte y casi siempre sin el apoyo de las auto­ Itatín. En 1636 las expediciones paulistas diri­
ridades locales o provinciales, o con la compli­ gieron sus miras a las reducciones del Tape,
cidad de éstas. La unión de ambas Coronas varias de las cuales fueron atacadas entre 1636
entre 1580 y 1640 favoreció este tipo de conni­ y 1638.
vencias, como ocurrió con el gobernador del Ante la renovación de los asaltos, la actitud
Paraguay Céspedes Xeria, posteriormente de­ de los jesuitas varió, combinaron la evacuación
nunciado y procesado por ese delito. preventiva hacia la costa del río Uruguay con
En 1629, una de esas expediciones al man­ otras medidas defensivas. En 1639, utilizaron
do de Antonio Raposo Tavares sorprendió por por primera vez armas de fuego para repeler a
primera vez las reducciones de guaraníes. Pese los bandeirantes en Caazapá Mini, mientras
a tratarse de indios cristianos, asistidos por sa­ que en 1641, su respuesta a una nueva entrada
cerdotes, no vacilaron en saquear los pueblos fue aún más contundente. Luego de librar una
y apresar a miles de ellos. La protesta vehe­ serie de combates fluviales y terrestres, las mi­
mente de los jesuitas no tuvo eco, pese a lo licias guaraníes derrotaron en Mbororé a los
cual acompañaron a sus neófitos en su penoso portugueses y sus aliados tupíes. 441
ORGANIZACIÓN Y ACCIÓN DE LA IGLESIA

Este hecho contuvo por largo tiempo a los cuenca de este río. A ellos se les sumaron los
paulistas y también definió la decidida actitud dos del Itatín, con los que conformaron un
de los jesuitas en defensa de los guaraníes. Pe­ distrito misional compuesto por veintidós re­
ro ello no resultó de una actitud improvisada, ducciones que se mantuvo inalterable hasta fi­
sino de decisiones tomadas en la VI Congrega­ nes del siglo XVII.
ción de la Provincia, reunida en Córdoba en Dentro de ese conjunto, dieciséis reduc­
1637, y de gestiones emprendidas ante la San­ ciones estaban pobladas con guaraníes emi­
ta Sede y la Corte de Madrid, en busca de apo­ grantes, y sólo seis eran nativas de esa área. De
yo y convalidación de sus medidas defensivas. la totalidad, dieciocho se situaron en el actual
El papa Urbano VIII reiteró en esa ocasión un territorio argentino, mientras que las cuatro
breve de 1537 que confirmaba la libertad de restantes quedaron en el Paraguay. La jurisdic­
los indios y la excomunión a quienes los apre­ ción política y episcopal de las mismas se re­
saran para esclavizarlos. partía entre las gobernaciones de Asunción y
A su vez, Antonio Ruiz de Montoya obtu­ Buenos Aires, así como entre los obispos de
vo del rey Felipe IV un conjunto de disposi­ ambas sedes.
ciones de apoyo para la labor misional de los La ubicación de tantos pueblos en ese nue­
jesuitas y de castigo para sus súbditos del Bra­ vo espacio, y en el breve lapso de una década.
sil, autores de los recientes atropellos. El alza­ no fue siempre acertada en cuanto a la elec­
miento portugués de 1640 y la guerra con Es­ ción del lugar. Varias reducciones debieron ser
paña impidieron su cumplimiento. trasladadas, por razones sanitarias, debido a
crecientes del Paraná o, simplemente, en bús­
queda de sitios mejores. Al mismo tiempo se
REUBICACIÓN DE LAS MISIONES fueron definiendo y mejorando los trazados
EN LA MESOPOTAMIA ARGENTINA urbanos que comenzaron a mostrar una ma­
yor homogeneidad. Pese a ello, ciertos pueblos
Como consecuencia de las invasiones, la adquirieron funciones propias como San lg­
ubicación de las misiones sufrió cambios de nacio Guazú, hospedería en el camino hacia
importancia. Por una parte, todos los pueblos Asunción; Corpus, lugar de partida de las en­
que habían emigrado quedaron concentrados tradas en busca de los yerbales; Candelaria. se­
en el Nordeste argentino y sur del Paraguay. de de los Superiores y lugar de cruce del río
Esa concentración sin duda favoreció una me­ Paraná; Concepción, donde se hallaba la ar­
jor atención pastoral a los pueblos, en razón mería; San Javier, avanzada desde donde se
de su cercanía. mantenía la vigilancia sobre los portugueses; o
De las casi cuarenta misiones que se ha­ Yapeyú, “trinchera contra los ataques de los
bían constituido antes del ciclo bandeirante, indios charrúas".
sólo quedó la mitad. Esos veinte pueblos per­ De esta época no se conocen planos ni
manecieron estables y se los conoció desde en­ mayores detalles acerca de la estructura urba­
tonces como pueblos del Paraná a los diez que na. Toda la infonnación gráfica es de una épo­
se hallaban en la cercanía de este río, y pueblos ca posterior. Pero al menos se sabe la impor­
442 del Uruguay a los diez restantes ubicados en la tancia que iban adquiriendo los templos en su
LA IGLESIA MlSlONAL Y LA EVANGELIZACIÓN DEL MUNDO INDÍGENA

LA REUBICACIÓN DE LAS MISIONES (1641-1685)

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á Misiones Iesuíticas
Límite entre pueblos
del Uruguay y Paraná

ornamentación y riqueza, cuyo número y cali­ obligó a introducir los techos de teja cocida y
dad resultaban sobresalientes para esa época y el adobe y, poco a poco, los materiales dura­
aquellas modestas provincias. deros como el ladrillo y la piedra se fueron
Por otra parte, si bien no se había innova­ generalizando. Francisco Xarque, que en
do en cuanto a los materiales de construc­ 1687 brinda una de las primeras descripcio­
ción, algunos cambios comenzaban a regis­ nes conocidas de estos pueblos, dice que pa­
trarse. Los traslados y la rápida reedificación ra esa época los indios ya saben hacer casas y
de los pueblos requirió el uso de los materia­ fabricar iglesias.
les tradicionales: estructuras portantes de Uno de los hechos más interesantes es la
madera, techados de paja y paredes de cañas estabilización y aumento de la población gua­
y barro. Pero la reiteración de los incendios raní en ese distrito. Lamentablemente, una 443
ORGANIZACIÓN Y ACCIÓN DE LA IGLESIA

comparación de esta época con la etapa fun­ mento de la población dependió prirnordial­
dacional no es posible ya que el grado de desa­ mente de los nacimientos entre los guaraníes
rrollo de aquellas cuarenta reducciones inicia­ reducidos. Es decir, de un saldo positivo entre
les era desigual, su área de dispersión, enorme las muertes y los nacimientos. La inmigración,
y el número de sus residentes, conjetural. Por o más exactamente la incorporación de gru­
otra parte, los primeros tiempos supusieron la pos o individuos de la etnia guaraní o de otros
captación de indios, que desde sus aldeas se pueblos fue insignificante.
incorporaron a las reducciones. En cambio,
esta nueva etapa desde 1641 a 1685 tuvo otras
características: la concentración en una área LA EXPANSIÓN Y CONSOLIDACION

más reducida, la consolidación de hábitos y DE ms MISIONES


costumbres en su poblado y el aumento de sus
habitantes por crecimiento natural y no por Desde fines del siglo XVII, las misiones vi­
inmigración. vieron una etapa de expansión territorial y
Según las fuentes estadísticas que llevaron consolidación interna, que las llevó a recupe­
los jesuitas a partir de esta etapa, la población rar parte de su antiguo solar en el sur del Bra­
de las veinte misiones, excluyqido las dos del sil y fundar nuevas reducciones en esa y otras
Itatín que se agregan más tarde, aumentó des­ regiones.
de 1647 de 9180 familias y 28.714 almas a Esa expansión estuvo acompañada, en pri­
13.809 familias y 61.083 habitantes en 1682. El mer lugar, por la multiplicación de la riqueza
crecimiento demográfico de los veinte pueblos pecuaria en ese territorio, abandonado des­
se tornó regular y su incremento significó du­ pués de la evacuación del Tape en 1637 y 1639.
plicar su población en el lapso de treinta y cin­ Sólo quedaron allí los indios del complejo
co años. A su vez, la relación entre el número charrúa, con escasa densidad demográfica
de familias y la cantidad de habitantes dio en propia de pueblos nómades y cazadores, asi
1657 un promedio de 3,9 miembros por ho­ como otros grupos minoritarios de las selvas
gar, mientras que en 1682 esa relación se ele­ ribereñas de los rios Uruguay y Paraná.
vaba a 4,4. Cifras que se ajustan a lo que será No obstante, una cierta cantidad de gana­
después el promedio de la familia guaraní en do cimarrón, proveniente de los rebaños de
el siglo XVIII. vacunos abandonados tras el éxodo, se espar­
Pese a ello, no cabe duda de que la inci­ ció por la región. Una parte de ellos, acrecen­
dencia de la mortalidad fue grande, y que el tada con los años y la vida salvaje, fue localiza­
crecimiento natural se mantuvo vigoroso en da por los misioneros en i673, en la cuenca
esta etapa. Las epidemias registradas dejaron del río Cebollatí, rebaño gigantesco que fue
sentir sus efectos mortíferos, sobre todo con conocido como la Vaquería del Mar.
las de sarampión, tercianas y fiebres. Otros De esos rebaños, multiplicados desde en­
factores que también incidieron en la mortali­ tonces, se extrajeron arreos con los cuales se
dad, aunque de modo indirecto, fueron las formó la Vaqueria de los Pinares, en el planal­
malas cosechas y las plagas agrícolas, que lle­ to riograndense (hoy Vaccaria), y también al­
varon hambre y desnutrición. A su vez, el au­ canzó para poblar las nuevas estancias que se
LA IGLESIA MISIONAL Y LA EVANGELIZACIÓN DEL MUNDO INDÍGENA

agregaron a los pueblos recién fundados. turbar la curva ascendente de la población


Planteles de esos animales dieron lugar, más guaraní.
tarde, a la formación de la gran estancia de Los pueblos que se fundaron en esta época
San Miguel. Por su parte, Yapeyú se había ex­ fueron los de San Nicolás (1687), San Luis
tendido con sus propias estancias en ambas Gonzaga (1687), San Miguel (1687), San
márgenes del río Uruguay, desde mucho tiem­ Francisco de Borja (1690), San Lorenzo
po antes. _ (1690), San Iuan Bautista (1697) y Santo An­
La recuperación de esta riqueza pecuaria y gel (1707). La expansión no se limitó a la fron­
el descubrimiento y explotación de yerbales tera oriental, sino que las fundaciones tam­
naturales constituirán uno de los motivos que bién se llevaron a cabo en el sur del Paraguay:
llevarán a la reocupación misionera del sector Iesús (1685), Santa Rosa (1698), Trinidad
occidental de Río Grande, en beneficio de la (1706) y Santos Cosme y Damián (1718). To­
economía misionera. das estas reducciones se poblaron con indios
A ello se sumarán razones de política terri­ cristianos provenientes de las misiones; parti­
torial, en la medida en que dicha ocupación se cularmente de aquellas que como Concepción
anticipaba a una posible intromisión portu­ o Santa María la Mayor alcanzaban en aque­
guesa en la región, sobre todo a partir de la llos años poblaciones urbanas que oscilaban
fundación de Colonia del Sacramento en entre los 5000 y 6000 habitantes cada una.
1680. De ese modo, a fines de la década de 1710
Pero al interés económico y los requeri­ los pueblos de guaraníes llegaron a la cifra de
mientos geopolíticos se añadió como factor treinta. De ellos, ocho estaban en el Paraguay,
determinante el sostenido crecimiento demo­ quince en Argentina y siete en el sur del Brasil.
gráfico que experimentaron los guaraníes mi­ Para entonces puede decirse que las misiones
sioneros. Este hecho será el que permitirá lle­ jesuíticas de guaraníes poseían ya una organi­
var adelante y con éxito el repoblamiento de la zación sólida y probada, y que ésta respondía
región abandonada muchas décadas atrás. con eficacia al sostenimiento de aquella pecu­
Entre 1690 y 1732, la población guaraní liar sociedad indígena. Apoyada en pueblos
continuó acrecentándose y volvió a duplicar­ fundados por los padres de la Compañía, y
se, pasando de 77.646 habitantes a 141.182, en edificados y habitados exclusivamente por in­
el lapso de cuarenta y dos años. Otro tanto dios guaraníes, constituían el ámbito donde se
ocurrió con las familias, que crecieron de vivía, aprendía, trabajaba y rezaba cotidiana­
18.935 a 30.362 en el mismo período, mante­ mente. Salvo las labores agrícolas estacionales
niendo un promedio de 4,1 a 4,6 miembros y la atención ganadera, la vida guaraní era
por unidad familiar. Como en la etapa ante­ fimdamentalmente urbana.
rior, este aumento se debió fundamentalmen­ Para regir estas reducciones, existía un or­
te al crecimiento natural de la población. Y denamiento e instituciones de gobierno local
aunque el proceso padeció retrocesos debidos establecidas en las Leyes de Indias. Otro tanto
sobre todo a las epidemias y traslados de in­ ocurría en el ámbito eclesiástico que regía
dios para trabajos públicos en Buenos Aires o para las doctrinas y el desempeño de los reli­
movilizaciones militares, ello no llegó a per­ giosos que las tenían a su cargo. Y sosteniendo 445
ORGANlZACltlN Y ¡‘KIÏCIÓN DE LA IGLESIA

EXPANSIÓN DE LAS MISIONES

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Misionera
hasta 1685
f/Jf/ CI Nuevas Poblaciones

toda esa estructura urbana y de gobierno civil LA REDUCCIÓN. CELULA CONSTITUTIVA


y pastoral, se habían montado las bases econó­ DE LAS MISIONES
micas sobre las cuales descansaba el bienestar
de los indios, el desarrollo de los pueblos, el Los pueblos misioneros han dado lugar a
pago de las obligaciones fiscales y la posibili­ distintas opiniones acerca de cuál fue el mode­
dad de adquirir los bienes necesarios no pro­ lo inspirador de su planificación urbana. su
ducidos en ellas. autosuficiencia y su sistema de gobiemo. En
446 tal sentido. se han invocado los ensavos rena­
LA IGLESIA MISIONAL Y LA EVANGELIZACIÓN DEL MUNDO INDÍGENA

centistas, como la Utopía de Tomás Moro ros, de tres y aun de cinco naves, fueron ver­
(1516) o La ciudad del sol de Tomás de Cam­ daderos monumentos arquitectónicos por
panella (1623), e incluso se han buscado fuen­ sus fachadas ornamentadas, sus pórticos, es­
tes más remotas, como La República o Las le­ tructura, capacidad y riqueza artística de su
yes de Platón. Sin negar que estas ideas hayan interior.
tenido algún influjo, lo cierto es que la legisla­ Adosado a ella, y también frente a la plaza,
ción de la época, los ensayos misionales coetá­ se extendía un gran edificio de dos patios, co­
neos y el sentido práctico de los jesuitas han nocido como “colegio”, que era en realidad la
brindado los elementos esenciales para dise­ residencia de los padres misioneros y también
ñar estos pueblos. depósito y talleres de diferentes actividades.
Así, las Leyes de Indias ordenaban formar Hacia el otro lateral de la iglesia se hallaba el
reducciones y daban ciertas normas para su cementerio, cercado y vinculado al templo.
funcionamiento, como lo indicaba el libro III, En los restantes lados de la plaza se ubica­
título 3, ley l. A su vez, los franciscanos del Pa­ ban las viviendas de los indios, en edificios
raguay habían organizado las suyas algunos alargados, con corredores techados al frente y
años antes, y los jesuitas tenían presente la re­ separación interior para cada familia. Este
ducción de Juli (obispado de La Paz, en Boli­ conjunto peculiar, que evoca en cierta medida
via) que entonces se hallaba en su apogeo y las antiguas “malocas”, o viviendas colectivas
constituía una experiencia pionera en este de los aborígenes, no estaba distribuido en
campo misional. El padre provincial Diego de manzanas como en las ciudades hispano-colo­
Torres, que había sido superior en ella, dio niales, sino en hileras de casas, cuyo agrupa­
también en sus instrucciones ya citadas de miento en barrios o cuarteles difería según los
1609 y 1610 una serie de indicaciones precisas casos. Había además otras construcciones des­
para la erección de las reducciones. tinadas a sede del cabildo, residencia para viu­
Por otra parte, hay que tener presente que das y mujeres solas, cárcel, graneros y coberti­
los pueblos guaraníes no se hicieron de una zos para la fabricación de tejas, etc.
vez y para siempre, sino que sufrieron trasla­ Tras la casa de los padres, existía una huer­
dos, cambiaron sus materiales constructivos y, ta con frutales y plantas medicinales, y en las
además, se fueron adaptando a las modalida­ proximidades del pueblo, naranjales y montes
des de los indios y al paisaje del lugar, de mo­ de otros frutales, así como corrales para los
do tal que las reducciones del siglo XVIII, cu­ animales de labor y de consumo.
yas ruinas conocemos hoy, son sin duda el re­ Los pueblos estaban ubicados en zonas al­
sultado de ideas y experiencias acumuladas y tas y sanas, con abastecimiento de agua y cis­
depuradas en un proceso constante. ternas o estanques. La proximidad de las cha­
La planta urbana presenta una notable si­ cras y la existencia de caminos aseguraban la
militud en todos los casos. Una gran plaza de comunicación con el resto de los pueblos.
forma cuadrilonga constituía el centro del La vida cotidiana se centraba, en gran
pueblo. Frente a ella se levantaba la iglesia, medida, en el ámbito religioso. Las devocío­
que dominaba el conjunto por sus dimensio­ nes, las fiestas, la catequesis y la práctica sa­
nes y su significación. Los templos misione­ cramental se desarrollaban con regularidad y 447
ÜRGANIZACIÓN Y ACCIÓN DE LA IGLESIA

con el concurso de todos, según los tiempos del da por las llamadas a la oración, un índice elo­
calendario litúrgico y en adecuada correspon­ cuente del espíritu que procuraban arraigar en
dencia con las labores agrícolas y artesanales. sus costumbres.
Las actividades eran variadas y se las esti­
mulaba otorgándoles un tono festivo, muy al
gusto de los indios. Una vez por semana, se EL ORDENAMIENTO POLÍTICO Y ECLESIÁSTTCO

hacían los ejercicios militares de los hombres


del pueblo, guiados por sus capitanes; las fies­ El funcionamiento de las misiones y de ca­
tas patronales y otras daban lugar a jomadas da uno de los pueblos estaba reglado tanto por
en que alternaban los juegos, las danzas, con­ la legislación indiana como por las normas dic­
vites y corridas e incluso fuegos de artificio. La tadas por los religiosos que las tenían a su cargo.
Semana Santa y las celebraciones litúrgicas co­ Sin embargo, uno de los rasgos esenciales de las
rrespondientes, en cambio, tenían un tono de misiones fue su autonomía y relativo aislarnien­
recogirniento y penitencia. to con respecto a las pobladones y autoridades
El resto de los días, cada uno cumplía con coloniales. Ello fue, sin duda, una de las razones
las labores asignadas según su sexo, edad y res­ de su éxito, y también uno de los motivos de las
ponsabilidad. Agricultores, vaqueros, arrieros, a-íticas y ataques que tuvieron que soportar.
artesanos, sacristanes, cantores, músicos, al­ Dentro de la estructura política indiana,
guaciles, hilanderas, tejedores, etc., atendían las misiones estaban subordinadas a los órga­
sus faenas con orden y periódicamente ren­ nos superiores de gobierno como el rey, el
djan cuenta de su labor a fiscales y capataces. Consejo de Indias, las audiencias y los virre­
La atención prestada a la educación de los yes, a través de reales cédulas y providencias,
niños y adolescentes fue constante y realizada, mientras que localmente, quedaron en la órbi­
en gran medida, fuera del hogar. Diariamen­ ta de los gobemadores de las provincias don­
te, los alcaldes recorrían al alba las calles, des­ de tenían su asiento. Desde la creación hasta
pertando a los niños y muchachos, mientras 1726, las misiones del Paraná dependieron del
los tamboriles los llamaban a la iglesia. Reuni­ Paraguay, y las del Uruguay, de Buenos Aires.
dos en el pórtico y separados por sexos, de­ A partir de esa fecha, y como consecuencia de
cían a coro las oraciones. Luego, por su orden, la rebelión de los comuneros, quedaron todas
entraban y asistían a la misa, participaban en en dependencia del gobernador bonaerense.
los cantos y recitaban salmos y motetes. Con­ Después de la expulsión de los jesuitas, el sis­
cluida la celebración, recibían sus raciones y tema se modificó sustancialmente.
por grupos se dispersaban: unos a la escuela La jurisdicción de dichos gobernadores
de primeras letras, otros a la de danzas y mú­ consistió principalmente en autorizar la fun­
sica; aquéllos a ayudar a tejedores. pintores o dación de las reducciones, visitarlas. requerir
artesanos y aprender así el oficio, y el resto al de los guaraníes auxilios militares o la colabo­
campo. ración en los trabajos públicos, tales como el
Todo ello es representativo de la pedagogía fuerte de Buenos Aires o el de Montevideo.
que aplicaban los jesuitas entre los guaraníes. A su vez, cada reducción tenía su propio
448 Y la vida cotidiana, activa, organizada y ritma­ gobierno civil constituido por el cabildo y el
LA IGLESIA MISIONAL Y LA EVANGELIZACIÓN DEL MUNDO INDIGENA

corregidor. El primero, establecido por la ley, saba en el jesuita que desempeñaba el curato,
se integraba con dos alcaldes, un alcalde de y en su compañero. Tanto la administración
hermandad, cuatro regidores, alférez, algua­ espiritual como la temporal giraban, en últi­
cil, procurador y escribano. Sus miembros se ma instancia, en la órbita del cura. Un ejemplo
renovaban anualmente, el 1° de enero; en el de ello lo brinda la administración de la justi­
pórtico de la iglesia y con gran solemnidad, se cia. El padre cura era el que recibía los testi­
leían los nombres de los candidatos y se les monios y sancionaba al culpable, y hacía eje­
entregaba a cada uno la insignia correspon­ cutar la pena correspondiente por mano de los
diente. Más tarde, el gobernador ratificaba la alguaciles. Las penas, aplicadas siempre con
elección. moderación en una época caracterizada por la
El corregidor, que equivalía al teniente de brutalidad del sistema penal, consistían en
gobernador de las ciudades hispano-colonia­ azotes, cepo, prisión o destierro.
les, duraba en su cargo alrededor de cinco El ordenamiento eclesiástico requiere
años, o sea el tiempo que permanecía el gober­ también algunas explicaciones. Inicialmente,
nador de la provincia que lo había nombrado. las misiones no estaban sujetas a la jurisdic­
Generalmente surgía de uno de los cacicazgos ción episcopal de las diócesis asunceña o por­
de mayor prestigio, como fue, por ejemplo, el teña. Dependían del padre provincial y, local­
de los Ñienguirú en la reducción de Concep­ mente, de un superior que residía en Candela­
ción. Es menester tener presente que los jesui­ ria y que visitaba periódicamente los pueblos.
tas conservaron y aun jerarquizaron el rango En cierta etapa (1695-1714) hubo dos supe­
de los caciques, equivalentes teóricamente a la riores, uno para el Paraná y otro para el Uru­
nobleza europea. La real cédula de 1697 los guay. Este superior estaba asistido por un gru­
declaró iguales a los hidalgos de Castilla, títu­ po de padres consultores. En cada pueblo ha­
lo que fue confirmado por otra cédula de bía sólo un cura y un compañero o dos, que
1725. Estos corregidores eran, además, los je­ rotaban según las necesidades y aptitudes de
fes natos de las milicias del pueblo. cada uno. En los aspectos prácticos del orden
Al margen de estas instituciones, existían temporal eran ayudados a veces por hermanos
otros cargos y funciones de importancia, dada coadjutores.
la descentralización que los jesuitas adoptaron Este ordenamiento y el poder y autoridad
para el mejor manejo de los pueblos. Así, esta­ indiscutida que poseían los curas jesuitas en
ban los fiscales, el mayordomo responsable de Misiones suscitaron algunos problemas y crí­
los bienes comunes, porteros y sacristanes pa­ ticas que se hicieron llegar a las autoridades
ra el servicio del templo, visitadores de los en­ metropolitanas. En el plano eclesiástico, ellas
fermos o curuzayás, serenos, etc. Algunos de provinieron del deseo de algunos obispos, co­
esos funcionarios, así como los corregidores y mo Bernardino de Cárdenas en Asunción
cabildantes, estaban exentos del tributo y go­ (1642-1649) y Mancha y Velasco en Buenos
zaban de preeminencia y poder en las reduc­ Aires (1646-1673), por la provisión de los cu­
ciones, según sus funciones. ratos en el clero secular y la jurisdicción plena
Pese a esta estructura política, es innegable del obispo en las reducciones. Estas cuestiones
que la verdadera dirección del pueblo descan­ fueron resueltas en real cédula de 1654, que 449
ÜRGANIZACIÓN Y ACCIÓN DE LA IGLESIA

determinó que las reducciones eran parro­ dominaba toda su vida cultural y no sólo la faz
quias, pero cubiertas por los religiosos jesui­ económica: había en ellos solidaridad grupal,
tas, y que su nombramiento debía surgir de arraigo en las costumbres, subordinación a sus
una terna presentada por el superior al obispo, caciques, disgusto por el trabajo regular y pla­
quien les daría su institución canónica. nificado, desinterés en la educación y fonna­
Los obispos, tanto los de Asunción como ción profesional de sus hijos, negligencia en el
los de Buenos Aires, visitaron las reducciones manejo del ganado, persistencia de prácticas
correspondientes a sus diócesis, y en más de primitivas en los cultivos y falta de previsión,
una ocasión dieron informes altamente favo­ entre otras cosas.
rables acerca del modo como los padres jesui­ Frente a esta realidad, de cuyo arraigo fue
tas llevaban a cabo su labor pastoral. tomándose noticia gradualmente, los jesuitas
procuraron resolver el problema del abasteci­
miento de estos grandes pueblos que, a dife­
EL SISTEMA ECONÓMICO DE LAS MISIONES rencia de las pequeñas aldeas indígenas, no
podían depender sólo de una agricultura pri­
El sistema económico adoptado por los je­ mitiva, complementada por la caza, la pesca y
suitas fue el resultado de la combinación entre la recolección de frutos. Era necesario organi­
los ideales misioneros, las tradiciones e idio­ zar para ellos cultivos extensos, proveer a la
sincrasia de los guaraníes, la práctica acostum­ alimentación de los desvalidos y prever el fra­
brada en los colegios jesuíticos y el régimen caso de las cosechas; dotarlos de estancias pa­
vigente en el ámbito colonial rioplatense. ra cría de animales, organizar el régimen de
Dada la diversidad de estos componentes, trabajo y procurar que éste fuera compartido
dicho sistema ha sido juzgado por unos como y valorado como un acto indispensable al bien
una economía sin propiedad privada de la tie­ común; procurar la autosuficiencia de bienes,
rra ni de los bienes, de tipo socialista, mientras disponer de excedentes y organizar su venta al
que otros, en su misma época estimaban que mercado externo para adquirir en retomo
el régimen tendía a la acumulación de rique­ otros bienes y cumplir con los compromisos
zas en beneficio de los misioneros. Estudiosos fiscales. En suma, establecer los fundamentos
modernos han examinado esta cuestión y la de una economía que permitiera el funciona­
han caracterizado como una economía preca­ miento y desarrollo de estas comunidades y su
pitalista, de autosuficiencia, con una dirección crecimiento espiritual, tal como lo exigía el
de tipo aristocrático encarnada en los padres objetivo misional que se había propuesto la
jesuitas y dotada de un espíritu solidario tan­ Compañía de Jesús entre los guaraníes.
to en cada pueblo como en el conjunto de las Los tres elementos fundamentales en que
misiones y servida a su vez por técnicas empí­ se apoyó la estructura productiva de misiones
ricas y tradicionales. fueron la agricultura, la ganadería y las artesa­
El sistema se apoyaba, en primer lugar, en nías. Todas ellas se combinaron a lo largo del
las costumbres guaraníes y la dirección que los tiempo hasta alcanzar una verdadera eficacia.
misioneros procuraban imprimirle. En el pri­ que permitió atender las necesidades de las
450 mer caso, el espíritu tradicional del guaraní misiones. El trabajo agrícola constituyó la ba­
LA IGLESIA MISIONAL Y LA EVANGELIZACIÓN DEL MUNDO INDÍGENA

se inicial de esa estructura. Alrededor de los formaron yerbales próximos a los pueblos.
pueblos se formaron las chacras familiares y Con ello lograron no sólo una disminución de
también las comunales. En el primer caso, ca­ las anteriores fatigas sino también un produc­
da familia recibía un lote de dimensiones sufi­ to de mejor calidad y de menor costo que el
cientes donde plantaba maíz, batatas, calaba­ resultante de la yerba silvestre. Así los pueblos
zas, legumbres y mandioca, vegetales destina­ quedaron abastecidos de yerba y las misiones
dos a su consumo doméstico. Este lote recibía pudieron realizar con los excedentes de su
el nombre de abambaé. producción un ventajoso intercambio para su
Al mismo tiempo, se señalaron otros lotes economía.
más extensos, llamados tupambaé, cuyo culti­ El algodón, a su vez, revestía también espe­
vo se hacía en común y cuya producción tenía cial importancia, ya que de sus fibras, que hi­
por destino la comunidad del pueblo. Allí se laban las indias y tejían los hombres en los te­
sembraba principalmente algodón y también lares del segundo patio del colegio, se confec­
tabaco, maíz y caña de azúcar. La cosecha se cionaban distintas variedades de lienzo. Este
almacenaba en depósitos cuyo objeto era di­ se destinaba en su mayoría al vestuario de los
verso: atención de las necesidades de los huér­ indios, pero, como en el caso anterior, queda­
fanos, viudas, ancianos y enfermos; propor­ ba una cierta cantidad para el intercambio.
cionar semilla para futuras siembras y dispo­ La producción agrícola se complementaba
ner de raciones para los que viajaban o cum­ con la ganadería. Los animales de tiro y carga,
plían trabajos comunes. las cabalgaduras, la provisión de carne, grasa,
Según el testimonio de los jesuitas, era ne­ cuero y lana procedía del ganado manso que
cesario velar permanentemente para que los los jesuitas habían llevado desde un principio
indios llevaran a cabo con puntualidad las la­ a las reducciones, y que los guaraníes habían
bores agrícolas, tanto en sus propios lotes co­ incorporado a sus costumbres y, sobre todo, a
mo en los campos del tupambaé. su dieta.
Una atención especial requería la produc­ Si bien cada pueblo tuvo sus propias estan­
ción de yerba mate y de algodón. La primera, cias, no todos los terrenos resultaron aptos pa­
como es sabido, proporciona una bebida que ra la ganadería. Corrientes y Río Grande se
los guaraníes conocían desde antiguo. Con el mostraron particularmente apropiadas para su
correr del tiempo, el consumo del mate logró cría y desarrollo. De las iniciales vaquerías del
introducirse en toda la sociedad colonial y su Mar y de los Pinares se hicieron varios arreos
uso se extendió fuera del Paraguay hasta al­ de animales cimarrones para poblar con ellos
canzar mercado en Chile y el Alto Perú. las restantes estancias, así como para el consu­
Inicialmente, la yerba se extraía de los mo de los pueblos. Si bien todos poseían un
montes naturales del alto Paraná, sobre todo número suficiente de vacunos, los pueblos me­
en la región del Mbaracayú, y su faena ocasio­ ridionales y sobre todo Yapeyú y San Miguel
naba a los indios que la recogían, tostaban y disponían de mayor extensión, mejores pastos
cargaban, infinidad de penurias y accidentes. y un número muy grande de animales.
Más adelante, los jesuitas descubrieron cómo La atención de las estancias de cría estaba
formar los primeros almácigos y cultivarla, y a cargo de capataces, parte de ellos criollos y 451
ORGANIZACIÓN Y ACCIÓN DE LA IGLESIA

negros, y disponían de instalaciones rústicas funcionó en el Río de la Plata. Su finalidad era


pero suficientes para la atención de las mis­ dotar a las misiones de un medio que les per­
mas. Cerca de cada pueblo una estancia más mitiera imprimir obras de catequesis, sobre
pequeña servía para concentrar los animales todo en lengua guaraní, al servicio de la labor
del servicio (caballos, mulas, vacas lecheras, apostólica. La licencia les fue acordada en Li­
etc.) y también para los vacunos destinados a ma en 1703. Cabe señalar que en las misiones
la alimentación. Las raciones de came faenada ya se copiaban libros en excelente caligrafia
se repartían periódicamente entre los habitan­ por mano de los indios, que permitían una co­
tes de cada pueblo. rrecta pero también limitada difusión de cier­
Respecto de las artesanías, cabe decir que tos textos indispensables.
éstas procuraban cubrir con la mano de obra La imprenta había sido solicitada desde
guaraní y su proverbial habilidad todas las ne­ 1630, y aunque en 1634 se acordó el permiso
cesidades de la comunidad. Se aplicaban a ello para ella, la falta de personal idóneo hizo que
tanto los que atendían a la construcción, que se esperara hasta 1700, año en el cual los pa­
fabricaban tejas, ladrillos, baldosas, como los dres Iuan B. Neumann y Iosé Serrano se die­
canteros que cortaban las piedras, los carpin­ ron maña para construir la prensa y, con la
teros que elaboraban tablas, postes, vigas y ce­ ayuda de los indios, fabricar los tipos y graba­
rramientos, o los herreros que atendían sus dos. Esta prensa funcionó en Misiones desde
fraguas. A éstos se agregaban los tallistas y es­ 1700 a 1727, y en ese lapso publicó diversas
cultores de imágenes, los pintores y plateros obras, de las cuales sólo ocho han llegado has­
que, junto con los ya mencionados tejedores ta nuestros días, en rarísirnos y apreciados
-que entre los guaraníes era oficio de varo­ ejemplares. De éstas. cinco estaban escritas o
nes- trabajaban en las habitaciones que daban traducidas al guaraní, y en dos de ellas tuvo
al segundo patio del colegio. parte principal el indio Nicolás Yapuguay, au­
Algunas labores adquirían mayor dimen­ tor de la Explicación del Catecismo en lengua
sión cuando, por ejemplo, se trasladaba un guaraní (Santa María la Mayor, 1724) y de los
pueblo, se reedificaba su iglesia o se reparaban Sermones y ejemplos en lengua guaraní (San la­
los techos. Otras tenían carácter permanente, vier, 1727).
como la producción de lienzos o el manteni­ Finalmente, cabe señalar que la produc­
miento general del pueblo. Sobresalieron así ción de las misiones servía tanto para el inter­
algunos maestros, que se aplicaron a fabricar cambio entre los pueblos como para el merca­
retablos, imágenes y cuadros, y en ciertos ca­ do externo. En el primer caso, los pueblos per­
sos sus obras fueron requeridas desde otras mutaban sus productos según las necesidades
poblaciones. de cada uno. ajustándose a valores estableci­
Una manifestación bien representativa de dos y llevando cuenta de las deudas y créditos
la aptitud artesanal de los guaraníes y del de­ respectivos.
sarrollo que sus actividades lograron en las A su vez, las misiones comercializaban sus
misiones lo constituye la construcción y uso excedentes a través de las procuradurías de los
de la imprenta desde principios del siglo colegios de Santa Fe o Buenos Aires. Allí reci­
452 XVIII. Esta fue, por otra parte, la primera que bían las cargas de yerba. tabaco, cueros o lien­
LA IGLESIA MISIONAL Y LA EVANGELIZACIÓN DEL MUNDO INDÍGENA

zo que les remitían por via fluvial o terrestre y eclesiásticas, que la representaban. Problemas
las vendían. Con los beneficios obtenidos se antiguos y nuevos aparecían cada tanto y, más
compraba para cada pueblo los bienes que re­ de una vez, las soluciones adoptadas significa­
querían. También en este caso se llevaba una ron marchas y contramarchas en la vida de las
cuidadosa contabilidad. misiones. A ello se añadieron los conflictos de
Este sistema centralizado de comercializa­ límites entre España y Portugal, que involu­
ción permitía, además, el pago del tributo, que craron a las misiones y las precipitaron en una
desde 1667 se cobraba a cada indio varón en­ crisis de extrema gravedad.
tre los 18 y los 50 años. Esta cantidad, recibida La relativa prosperidad de los pueblos
en las cajas reales, surgía también de la comer­ guaraníes, en comparación con el resto de las
cialización de los excedentes, especialmente de ciudades rioplatenses; la liberalización del ré­
la yerba. Desde 1748, se agregó el pago de los gimen de encomienda para los indios reduci­
diezmos a razón de cien pesos por cada uno de dos; el uso de armas de fuego para su defensa,
los pueblos. y la presencia de jesuitas extranjeros a cargo de
Como en las misiones no circulaba mone­ los pueblos suscitaron desde un comienzo sus­
da, y tampoco en Corrientes y Paraguay, todas picacias y desconfianzas, que encontraron eco
las transacciones consistían en trueques sobre en la sociedad colonial y en no pocos de sus
valores nominales preestablecidos. gobernantes.
De ese modo, tanto el sistema productivo La riqueza que se advertía en los templos
como la distribución y comercialización ase­ misioneros o la abundancia reinante en los
guraban a las misiones, a través de la vincula­ pueblos fueron atribuidas a la explotación su­
ción de la Compañía de Jesús con la sociedad brepticia de minas de oro, antes que al trabajo
colonial, un funcionamiento económico flui­ y la eficiencia del sistema. Un gobernador en
do, que les permitió mantenerse y desarrollar­ 1647, y un visitador real en 1657, pusieron en
se a lo largo de más de un siglo con suficiente evidencia que sólo se trataba de un rumor sin
seguridad y autonomía. fundamento.
En cambio, la cuestión de las encomien­
das no se resolvió tan rápida ni fácilmente.
CONFLICTOS Y CRISIS DE L-AS MISIONES Hubo reclamaciones de los vecinos del Para­
guay por sus presuntos derechos sobre los in­
La expansión y la consolidación alcanza­ dios de los pueblos del Guayrá o del Paraná, y
das por las misiones desde fines del siglo XVII, los pleitos a que dieron lugar sus demandas se
así como los progresos logrados por la obra je­ prolongaron desde 1657 a 1708. En ese lapso,
suítica en otras regiones como en Chiquitos, se fueron resolviendo a favor de las misiones
evidencian un momento de plenitud en el cual los casos de San Ignacio Mini, Loreto, Corpus
los objetivos trazados parecían hallarse al al­ y Encarnación, así como los de Santiago y
cance de la mano. Sin embargo, esa labor no se Nuestra Señora de Fe. La única excepción la
desarrolló sin dificultades, provenientes en constituyó el pueblo de San Ignacio Guazú, ya
gran medida de la propia sociedad colonial y que los indios con los cuales se formó habían
de las autoridades de distinto rango, civiles y sido previamente encomendados a vecinos de 453
ORGANIZACIÓN Y ACCIÓN DE LA lGLESlA

Asunción, situación legal que los jesuitas no que a partir de 1667 se pagaría de tributo un
pudieron revertir. En las restantes reduccio­ peso anual por cada indio varón entre los 18 y
nes no hubo indios en situación de enco­ los 50 años, con excepción de los caciques, sus
mienda a particulares. prirnogénitos y algunos oficios particulares.
La presencia de jesuitas extranjeros y el Para el ingreso de esa suma, las misiones que­
uso de armas de fuego por parte de los indios daron autorizadas a comercializar un cupo de
constituyeron un problema que tampoco pu­ doce mil arrobas anuales (140 toneladas) de
do canalizarse fácilmente, ya que tocaba el or­ yerba en Santa Fe o Buenos Aires. Pero ello
gullo nacional. En el primer caso, la Compa­ provocó fricciones con los productores para­
ñía de Jesús fue la única orden religiosa en guayos que monopolizaban ese rubro y que se
América que contó con personal extranjero sintieron perjudicados por la competencia.
entre sus miembros. Las autorizaciones para Otro problema de orden fiscal, aunque
renovar los envíos de jesuitas extranjeros, que vinculado a la esfera eclesiástica, fue la cues­
fueran súbditos del rey español, como los fla­ tión de los diezmos. Los obispos reclamaron
mencos e italianos, detenninaron que en va­ más de una vez esa contribución a los jesuitas,
rias oportunidades se acordaran cupos que no hasta que una real cédula de 1743 dispuso que
excedieran del tercio del personal español que las partes convinieran un arreglo; éste se acor­
integraba dichos contingentes. Ese cupo se dó en 1750 por un monto global de los trein­
mantuvo, con pocas alternativas, tanto en el ta pueblos consistente en 3000 pesos anuales.
siglo XVII como en el XVIII. A su vez, el uso A estos inconvenientes corresponde agre­
de armas de fuego por parte de los indios gua­ gar aquellos que derivaron de conflictos polí­
raníes para defenderse de las bandeiras paulis­ ticos ocurridos en la provincia del Paraguay,
tas, autorizado desde l640, también suscitó te­ que involucraron a los jesuitas o a los indios
mores y dio lugar a medidas contradictorias de las misiones. Estos hechos agravaron consi­
que hicieron que su uso fuera considerable­ derablemente las diferencias existentes y die­
mente restringido. ron a la relación de la Compañía de lesús con
Esas mismas suspicacias, y el deseo de una determinados sectores de la sociedad colonial
mayor injerencia en las misiones, también paraguaya un tono de tensión y de violencia
condujeron a nombrar corregidores españo­ que habría de repercutir sobre las misiones.
les en los pueblos guaraníes e incluso a pro­ Uno de esos conflictos tuvo lugar con el obis­
mover la radicación de reducciones de estos po de Asunción, fray Bernardino de Cárdenas
indios en las proximidades de Santa Fe y Bue­ (1644-1651), mientras que otro se suscitó con
nos Aires. Sin embargo, esas iniciativas no lle­ el movimiento comunero en sus dos etapas: la
garon a concretarse por la tenaz oposición de de Antequera (1721-1725) y la de Mompox
los jesuitas. (1730-1735).
En el orden económico tampoco faltaron En el primer caso, la enemistad del obispo
dificultades referidas al pago del tributo, la co­ Cárdenas contra los jesuitas encontró apoyo
mercialización de la yerba o el pago del diez­ en los sectores dominantes de Asunción, que
mo a los diocesanos. Con relación al primer lo eligieron gobernador en 1649. Con su auxi­
454 caso, y luego de algunas prórrogas, se acordó lio logró expulsar a la Compañía de Jesús de la
LA IGLESIA MISIONAL Y LA EVANGELIZACIÓN DE], MUNDO INDÍGENA

ciudad, apoderarse de sus bienes y resistir, Concluido el conflicto, la repercusión cau­


aunque sin éxito, la entrada del nuevo gober­ sada por estos sucesos y la participación de los
nador enviado por la Audiencia de Charcas. jesuitas en ellos llamaron la atención hacia las
En esa gestión turbulenta de Cárdenas se pro­ misiones y generaron una literatura que, con
paló la leyenda del oro en las misiones; se el paso del tiempo, acabó por dar de ellas una
alentó la entrega de las reducciones al clero se­ imagen distorsionada y fuertemente polémica.
cular y la encomienda de los indios a los veci­ En la mayoría de los casos se trataba de infor­
nos; se acusó de herejía a los jesuitas, centrada mes anónimos, de panfletos y novelas que to­
en la lectura incorrecta del texto en guaraní maron por tema la llamada República de los je­
que se utilizaba en las reducciones, y se agria­ suitas en el Paraguay, cuya difusión cobró vue­
ron las relaciones intereclesiásticas. Si a ello se lo a partir de mediados del siglo XVIII, con la
agrega la humillación que significó para los guerra guaranítica. Desde ese momento, la
asunceños la presencia de las milicias guara­ cantidad y variedad de noticias y obras críticas
níes, llamadas por los gobernadores en 1644 y sobre las misiones crecieron y contribuyeron a
1649, puede advertirse que el conflícto entre crear en los centros de decisión europeos una
Cárdenas y los jesuitas, al margen de las cues­ opinión desfavorable hacia las misiones jesuí­
tiones canónicas que lo provocaron, reflejó ticas del Paraguay.
también una anirnosidad de la clase gober­
nante paraguaya hacia las misiones y la inde­
pendencia que éstas exhibían respecto de las EL TRATADO DE MADRID DE 175o
autoridades e intereses locales. Y LA GUERRA GUARANÍTICA

Casi un siglo después, en el alzamiento co­


munero, se volvió a producir la misma alinea­ Pero el problema que tuvo más graves
ción de fuerzas e intereses, que evidenciaron consecuencias en la vida de los guaraníes y la
que la oposición de la oligarquía paraguaya se actuación de la Compañía de Iesús fue el tra­
mantenía inalterable. En la etapa de Anteque­ tado de Madrid de 1750 y la permuta de las
ra, no sólo se repitió la expulsión de los jesui­ siete misiones orientales por Colonia del Sa­
tas en 1724, sino que se prometió encomendar cramento. La ejecución de este tratado de lí­
a los indios de las reducciones; las milicias mites provocó entre 1754 y 1756 el alzamien­
guaraníes que intervinieron fueron acusadas to de los guaraníes y una crisis de fondo en la
de crueldad y barbarie y de estar instigadas vida de las misiones.
por sus capellanes. Y en la etapa de Mompox o La fundación de Montevideo en 1726 había
del Común, se produjo una nueva expulsión contenido la posibilidad de la expansión portu­
de los jesuitas de Asunción; un obispo foráneo guesa en el Río de la Plata, aunque la región de
fue elegido gobernador, y se formularon de­ Río Grande permanecía desatendida por Espa­
mandas explícitas de la Junta Comunera de re­ ña, cuando paralelamente este ámbito comen­
chazo a la Compañía de Iesús, y de evacuación zaba a poblarse desde el litoral marítimo por
de los ocho pueblos del sur del Paraguay a la Portugal. Este hecho tendrá las mayores conse­
banda izquierda del río Paraná, por ser “nues­ cuencias al acercar ambas fronteras y dar lugar
tros enemigos". a renovados conflictos por la posesión de dicho 455
ORGANIZACIÓN Y ACCIÓN DE LA IGLESIA

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MISIONES IESUÍTICAS EN EL CHACO AUSTRAL

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espacio. Si bien las siete misiones orientales ha­ ocupantes. Por su parte. los portugueses, sobre
bían significado el repoblamiento de la margen todo a partir de 1737, se instalaron en algtmos
izquierda del río Uruguay, y extendido amplia­ puntos del litoral atlántico. como Río Grande
mente sus estancias hacia el este y el sur, la re­ de San Pedro y el futuro Porto Alegre en la dc­
456 gión de Río Grande se hallaba virtualmente sin sembocadura del río Iacuí.
LA IGLESlA MISIONAL Y LA EVANGELIZACIÓN DEL MUNDO INDÍGENA

A mediados del siglo XVIII, los constantes la demarcación, que otorgaban una prórroga
conflictos a que se vieron arrastradas España y hasta fines de ese año para la ejecución del tra­
Portugal en razón de sus respectivas alianzas tado. En la gobernación de Buenos Aires, se
con Francia y Gran Bretaña, y las repercusio­ confió a Gaspar de Munive, marqués de Valde­
nes provocadas en sus colonias, Hevaron a am­ lirios, las operaciones de demarcación y per­
bas Cortes a buscar un acuerdo general que muta, con su contrapartida portuguesa, Gó­
incluyera un arreglo de las cuestiones de lírni­ mez Freire de Andrade, gobernador de Río de
tes en América del Sur. En ese sentido, el trata­ Janeiro.
do de Tordesillas había envejecido, tanto en lo A pesar del espíritu de concordia que ha­
que se refiere a las dificultades que impidieron bía inspirado esta política de acercamiento, el
su demarcación, cuanto por las ocupaciones contenido del tratado suscitó críticas, tanto
de hecho que habían modificado los límites. en Europa como en América. Una de ellas se
Portugal se había extendido considerablemen­ encarnó en Sebastián de Carvalho e Melo, mi­
te hacia el oeste, ocupaba parte de la cuenca nistro de negocios extranjeros del nuevo rey
del Amazonas y Mato Grosso, el litoral rio­ de Portugal, José I, quien entorpeció decidi­
grandense y mantenía su irritante presencia damente el cumplimiento del tratado y la en­
en Colonia del Sacramento. trega de Colonia. Ello y la inflexibilidad con
Las negociaciones fueron largas y se pro­ que se pretendió su ejecución por parte de Es­
longaron desde 1747 hasta 1750. Intervinieron paña traerán trágicas consecuencias para las
en ellas, además de los diplomáticos, el minis­ misiones de guaraníes y el fracaso general del
tro español Iosé de Carvajal y Lancaster y el acuerdo.
secretario de despacho del Consejo Ultrama­ La cesión del territorio ocupado por los
rino de Portugal, Alejandro de Gusmáo. El siete pueblos involucraba de hecho a la pro­
tratado de límites al que se arribó en 13 de vincia jesuítica del Paraguay, que desde el siglo
enero de 1750 reconocía las situaciones exis­ XVII atendía dichas misiones y sus estancias.
tentes, prescribía un procedimiento para deli­ Esta circunstancia, sumada a la actitud de los
mitarlas siguiendo accidentes geográficos es­ guaraníes que se negaron a abandonar sus tie­
pecíficos y cedía lugares y regiones compensa­ rras para entregarlas a sus enemigos seculares,
torios a cada una de las partes, en virtud de lo los portugueses, constituirá el origen de una
cual fue llamado también “Tratado de Permu­ porfía larga y penosa que demorará la ejecu­
ta”. En el ámbito rioplatense, Portugal debía ción del tratado.
ceder Colonia y el uso exclusivo del Río de la A fin de asegurarse el acatamiento y la co­
Plata a España, al tiempo que ésta, en com­ laboración de los jesuitas paraguayos, la Cor­
pensación, otorgaba el territorio de Río Gran­ te obtuvo del padre prepósito general el
de con las siete misiones orientales y sus estan­ nombramiento del padre Lope Luis Altami­
cias. De ese modo, el río Uruguay se convertía rano con facultades de comisario especial.
en el límite del Brasil. También se remitieron fuerzas militares y se
Un año después, el 17 de enero de 1751, se impartieron órdenes insistiendo en el cum­
firmaron varios documentos complementa­ plimiento de la evacuación perentoria de los
rios, con instrucciones para los comisarios de pueblos. 457
ÜRGANIZACIÓN Y ACCIÓN DE LA IGLESIA

Cuando llegaron a Buenos Aires, Valdeli­ por lo que debieron regresar a sus bases sin
rios y Altamirano escucharon del padre pro­ haber logrado su objetivo. Este resultado
vincial Iosé Barreda un informe que reseñaba alentó a los indios sublevados y condujo a
las dificultades existentes para hallar nuevas nuevas demoras y desconfianzas. A su vez,
tierras donde ubicar los pueblos y sus estan­ mientras el nuevo ministro español Ricardo
cias, así como la negativa de los indios a mu­ Wall acentuaba las medidas compulsivas y el
darse. Pese a esas razones, los comisarios ur­ recelo frente a la Compañía, Carvalho desde
gieron el traslado, con veladas amenazas de Portugal fomentaba ese clima a través de in­
usar la fuerza en caso de hallar resistencia. El trigas y propaganda, al tiempo que instruía a
comisario Altamirano se trasladó a Misiones su comisario para obstaculizar la entrega de
para conocer la situación y apremiar a los je­ Colonia.
suitas para que compelieran a los indios a A principios de 1756, se movilizaron nue­
trasladarse. Algunos pueblos comenzaron los vamente las fuerzas hispano-portuguesas des­
preparativos, pero pronto la turbulencia se ge­ de Montevideo y Río Grande, y el 7 de febrero
neralizó y en febrero de 1753 la rebelión esta­ se enfrentaron con los guaraníes. La vanguar­
ba declarada y extendida. Para ese entonces la dia indígena fue dispersada y en el combate
disciplina se había quebrado, y los curas se ha­ pereció Tiarajú, uno de los lideres de la revuel­
llaban en situación comprometida, tanto con ta. Tres días después, en Caibaté, los desorga­
los indios como frente a las autoridades reales. nizados guaraníes fueron derrotados definiti­
Finalmente comenzaron los incidentes. El vamente, con gran pérdida de vidas. A ello su­
26 de febrero de 1753 una avanzada de los cedió un desbande general y la paulatina su­
guaraníes encabezada por Iosé Tiarajú cortó el misión de los siete pueblos. En la segunda mi­
paso a la primera partida demarcadora en tad de ese año se reanudaron los traslados y la
Santa Tecla. Pese a la actitud conciliadora de lenta búsqueda de los dispersos.
los indios, la irritación de los comisarios y el En 4 de noviembre de 1756, llegó el nuevo
recelo por la presunta complicidad de los je­ gobemador de Buenos Aires, Pedro de Ceva­
suitas se acrecentaron. Para deslindar respon­ llos. Traía tropas de refuerzo y órdenes preci­
sabilidades, el 2 de mayo de 1753 el padre pro­ sas del ministro Wall para procesar a los jesui­
vincial Barreda hizo formal renuncia a los cu­ tas acusados de alentar la sublevación. En bre­
ratos de los siete pueblos, decisión que fue re­ ve plazo Cevallos advirtió que el problema no
chazada, por carecerse de personal eclesiástico era tal como se habia presentado a la Corte;
de reemplazo. puso distancia frente a las intrigas y la propa­
Estos hechos precipitaron la guerra guara­ ganda antijesultica fomentada por los comisa­
nítica. Los comisarios de ambas naciones se rios y oficiales de ambos ejércitos; dispuso un
reunieron en la isla de Martín García el 2 de sumario que concluyó con la exculpación de
junio de 1753 y acordaron efectuar una cam­ los padres de connivencia con la sublevación y
paña militar para obligar a los indios a cum­ dio impulso al traslado de los guaraníes. En
plir el tratado. Fuerzas hispano-portuguesas 1757. dos terceras partes de los indios de los
convergieron sobre la región, pero fueron de­ siete pueblos ya estaban distribuidos en las
458 tenidas por el mal tiempo y las inundaciones, restantes reducciones.
LA IGLESIA MISIONAL Y LA EVANGELIZACIÓN DEL MUNDO INDÍGENA

Sólo quedaba por cumplir la permuta de los yaros y guenoas, integrantes del complejo
Colonia. A esta altura ya se habían hecho evi­ charrúa, de los cuales sólo un grupo perduró
dentes las dilaciones y controversias con el co­ en la reducción de Iesús María entre 1682 y
misario portugués. En 1759, las negociaciones 1708. Y pese a la disposición que mostraron
se estancaron definitivamente. El fallecimien­ los jesuitas, tampoco arraigaron en el sur bo­
to de Fernando VI hizo que el rey de ambas naerense las misiones de Concepción, de los
Sicilias fuera llamado al trono español. Carlos pampas (1740), Nuestra Señora del Pilar, de
III no vaciló en anularlo en 1761, de común los serranos (1747) y Nuestra Señora de los
acuerdo con Portugal. En consecuencia, todo Desamparados, de los puelches (1750).
volvió al estado anterior a 1750. El tratado ha­ En cambio, otras como las de Chiquitos
bía fracasado en su propósito de paz y resolu­ habían conseguido consolidarse y constituir
ción de las cuestiones de límites. Por el con­ un verdadero distrito misional. Iniciadas por
trario, las cuestiones quedaban pendientes y los padres del Colegio de Tarija en 1692, los je­
no tardarían en reaparecer, agravadas por las suitas había logrado hacia 1745 fundar diez
recientes heridas y desconfianzas. A ello se su­ doctrinas entre los indios chiquitos y zarnu­
maba la crisis que la guerra había dejado en cos, en el obispado de Santa Cruz de la Sierra.
las misiones, tanto en su aspecto material co­ La importancia de sus pueblos, edificios y or­
mo en la dañada relación de los indios con los ganización era considerable y seguía en sus lí­
jesuitas. neas generales el modelo de las misiones de
guaraníes.
Otro núcleo que se constituyó en el segun­
LA EXPULSIÓN DE LA COMPAÑÍA DE IEsUs do tercio del siglo XVIII lo formaron las mi­
EN EL Río DE LA PLATA siones del Chaco, tanto en su límite oriental
como occidental. En las riberas del Paraná y el
Pese a la importancia que estos sucesos ha­ Paraguay se establecieron, aunque con gran­
bían tenido en las misiones de guaraníes, la ac­ des dificultades, siete misiones entre los guay­
tividad de los jesuitas no se había limitado a la curúes (abipones, mocovíes y mbayás), entre
atención y consolidación de dichos pueblos, 1743 y 1765. Paralelamente, otras seis se orga­
sino que se había extendido, exitosamente, a nizaron en la frontera tucumano-salteña entre
otros ámbitos. 1735 y 1763, con indios isistines, vilelas, lules,
Por una parte, habían tomado contacto omoampas y tobas.
con grupos periféricos de los guaraníes, como De modo que la labor de los jesuitas se
los mbya monteses, que en 1685 se agruparon había extendido más allá de los guaraníes y ha­
en Iesús, o los huidizos mbya del Taruma, que bía logrado consolidar las fronteras del Chaco y
luego de varios intentos frustrados se reunie­ del oriente boliviano con pueblos organizados
ron en las reducciones de San Estanislao y en relación con la sociedad colonial. El fraca­
(1746) y San Joaquín (1751), donde perseve­ so que paralelamente tuvieron con los indios de
raron por muchos años. En cambio, con los los grupos charrúa, pampa e incluso guaycurú,
guayanás del alto Paraná, los esfuerzos fraca­ se debió más a la índole nómade y cazadora de
saron. Otro tanto ocurrió en Río Grande con los mismos, reacios a aceptar la sedentarización 459
ORGANIZACIÓN Y ACCIÓN DE LA IGLESIA

y la agricultura, que al empeño y sacrificios que dríguez de Campomanes, elaboró el 31 de di­


hicieron los misioneros por su evangelización y ciembre de 1766 para el rey y el Consejo Ex­
reducción a vida urbana. traordinario, entre las muchas acusaciones for­
Pese a este panorama, tan alentador en muladas contra la Compañía de Jesús se inclu­
cuanto a la dimensión y vitalidad de sus mi­ yen varias referidas a las misiones y “el reino je­
siones, los jesuitas fueron expulsados de Espa­ suítico del Paraguay”. En ellas, lo sustancial
ña y América en 1767. La medida ya había te­ apunta a desmerecer la obra cumplida y a reco­
nido lugar anteriormente, en Portugal en 1759 ger las antiguas acusaciones de Cárdenas y los
y en Francia, en 1764. comuneros. Se imputa a los jesuitas haber ins­
Las razones de esta determinación no se ügado la sublevación de los guaraníes, ejercer
hicieron públicas, lo cual ha dado lugar a di­ un gobiemo despótico en las misiones, explotar
versas interpretaciones. Si bien el tema es a los indios y acumular riquezas en beneficio
complejo y excede el ámbito misional riopla­ propio, así como haber ideado la fábula del rey
tense, debe al menos señalarse que los motivos Nicolás para distraer la atención del público y
de la medida tienen vinculación con la situa­ ocultar así que la Compañía de Iesús era la ver­
ción política que en España precedió a la ex­ dadera dueña del reino paraguayo. Desde lue­
pulsión, al clima ideológico de la época y so­ go, no todos los cargos del fiscal eran exactos y
bre todo, a las tendencias regalistas y absolu­ los más de sus argumentos se hallaban teñidos
tistas que en ese momento prevalecían en la por un evidente prejuicio.
Corte. Con la expulsión de la Compañía se Pero también es evidente que la adminis­
inició un movimiento de reforma que abarcó, tración de las misiones, con sus milicias arma­
después, al resto de las órdenes religiosas y al das, aunque frecuentemente utilizadas por los
propio clero secular en América, y que se ma­ gobemadores; la presencia de jesuitas extranje­
nifestó en los concilios convocados por Carlos ros; sus colegios, con influencia y poderío en las
III en los arzobispados americanos en la déca­ ciudades; la posesión de un extenso patrimonio
da de 1770. Estos, entre otras medidas, contri­ urbano y rural; la venta de yerba y otros efectos,
buyeron a consolidar el control de la Corona configuraban un cuadro que no dejaba de sus­
sobre la Iglesia hispanoamericana. En 1767, citar críticas y recelos, y que a la distancia se
serán la relativa independencia de la orden je­ veía magnificado por la desconfianza y el temor
suítica, su poder, prestigio y prosperidad, así generados con la sublevación de los guaraníes.
como rivalidades teológicas y errores políticos Los jesuitas acataron sin resistencia la deci­
los que darán lugar a la pérdida de confianza sión real en toda la provincia. En esa oportuni­
de los reyes y su posterior expulsión. dad se hizo notoria su soledad en el resto del de­
¿En qué medida influyeron los sucesos del ro y la sociedad civil rioplatense. En ese distrito,
Paraguay en esa detemiinación? No hay duda y en particular en las misiones, la orden se cum­
de que la guerra guaranítica fue interpretada plió sin vacilaciones en 1767. Una expedición
desfavorablemente hacia la orden y que dio ar­ conducida por el gobemador Francisco de Pau­
gumentos a las campañas de desprestigio que la Bucareli recorrió los pueblos en 1768, detuvo
circulaban entonces en Europa. En el dictamen a los jesuitas, los sustituyó por administradores
460 que el fiscal del Consejo de Castilla, Pedro Ro­ laicos y frailes y los embarcó rumbo al exilio.
LA IGLESIA MISIONAL Y LA EVANGELIZACIÓN DEL MUNDO INDÍGENA

LAS MISIONES EN LA ETAPA POSIESUÍTICA lítico-administrativa, la atención religiosa de


los guaraníes ocupará su lugar, pero ahora ba­
La expulsión de los jesuitas marcó el fin de jo una supervisión más estrecha y subordina­
una etapa larga y fecunda en el ámbito de las da a las autoridades civiles. Otro tanto ocurri­
misiones. El relevo de sus más de trescientos rá con la gobernación de Chiquitos, pero lue­
sacerdotes y hermanos coadjutores, entre 1767 go de una primera etapa más laxa, en la cual el
y 1768, produjo en la Iglesia una brusca dismi­ clero mantuvo durante dos décadas su pree­
nución de los eclesiásticos encargados de esa minencia en la nueva organización.
tarea, así como también consecuencias no só­ En otros casos que carecían aún de consis­
lo cuantitativas sino también cualitativas en tencia y se hallaban en una etapa inicial de
varios aspectos de la vida religiosa. Entre evangelización, como las misiones del Chaco,
otras, el abandono temporario de la enseñan­ se producirá una descentralización. Dichas re­
za elemental y superior, o la atención que des­ ducciones quedaron en dependencia de las
de los colegios se brindaba a los ejercicios es­ ciudades a cuya jurisdicción pertenecían, con
pirituales, las misiones rurales y otras asisten­ limitados recursos y sin el apoyo que antes les
cias pastorales. Tampoco puede omitirse la de­ brindaban las procuradurías de la provincia
sarticulación económica y social que produjo jesuítica. La atención religiosa de las mismas
la incautación de sus fincas urbanas y rurales, quedó casi siempre a cargo de religiosos. En
al desmantelarse con ello la producción y las ese ámbito, y particularmente en las reduccio­
rentas con que se sostenían sus servicios. Co­ nes del Chaco salteño-tucumano, se darán al­
mo es sabido, la administración de esos bienes gunas iniciativas que renovarán por algún
se secularizó y quedó luego en manos de jun­ tiempo la atención misional en la región.
tas municipales y provinciales de Temporali­
dades.
En lo que hace a las misiones, se abrió des­ LA NUEVA PROVINCIA DE MISIONES

de entonces una nueva etapa, encarada tanto DE GUARANÍES

por la Monarquía, a través de los gobernantes


locales, como por la Iglesia, con el apoyo de los La expulsión de los jesuitas planteó a la
diocesanos y eclesiásticos seculares y religio­ Monarquía la necesidad de adoptar una orga­
sos. Ya no será una orden religiosa Ia que con­ nización política y administrativa que reem­
duzca e imprima su sello a las misiones, sino plazara el antiguo sistema. Al mismo tiempo
que su atención surgirá de la concertación de era necesario encomendar la atención espiri­
esos esfuerzos, en buena medida burocratiza­ tual de los guaraníes a otros eclesiásticos.
dos y carentes de la unidad de conducción que El gobernador de Buenos Aires, Francisco
prevaleció en la etapa anterior. de Paula Bucareli, debió ocuparse de ello.
Esas acciones se aplicarán, en primer Iu­ Entre 1768 y 1770, dictó un conjunto de nor­
gar, en las sólidas estructuras misionales deja­ mas que fijaban los objetivos y diseñaban la
das por los jesuitas. Una de ellas, como el dis­ nueva estructura de las misiones. Dicha le­
trito de Guaraníes, fue reorganizada y erigida gislación se inspiró en gran medida en el Di­
en gobernación. Dentro de esa estructura po­ rectorio que en 1757 se había dictado para las 461
ÜRGANIZACIÓN Y ACCIÓN DE LA IGLESIA

misiones jesuíticas del Brasil. Su orientación plazados por un nuevo elenco de seglares y re­
apuntaba, en primer lugar, a mantener la fe ligiosos, heterogéneo y no siempre compro­
católica entre los indios y, en segundo, se pro­ metido con sus funciones.
ponía civilizarlos por medio del comercio, la Al mismo tiempo, se modificaron los fines
agricultura, el uso del español y los matrirno­ que hasta entonces habían regido la vida de
nios mixtos. esos pueblos, y que apuntaban a preservar y
En el plano político se comenzó por divi­ conducir a los indios hacia la formación de
dir los treinta pueblos en dos gobernaciones. una sociedad indígena cristiana, aislada y pro­
En 1770 volvió a unificarse en un solo mando, tegida hasta del mundo colonial, hasta donde
aunque dividida en varios departamentos. era posible. Ahora el propósito era integrarlos
Cuando en 1784 se estableció la Ordenanza de en esa misma sociedad colonial que crecía a su
Intendentes, una nueva distribución de los alrededor, a través del contacto asiduo, el fo­
pueblos asignó trece de ellos al Paraguay y die­ mento de la libertad individual, el comercio y
cisiete a Buenos Aires. Estos últimos, divididos el mestizaje. Todo ello dentro de un sistema
en los departamentos de Concepción, San Mi­ muchas veces contradictorio y en el cual la di­
guel y Yapeyú. Esa organización subsistió has­ rección política y religiosa ya no se hallaba, co­
ta la creación del gobierno militar y político de mo antes, unida en una misma persona.
Misiones en 1803, aunque desde 1805 su go­ La crisis y la confusión no tardaron en ma­
biemo se agregó a la intendencia del Paraguay. nifestarse entre los indios. La antigua discipli­
Este régimen padeció cambios frecuentes y su na se resquebrajó, y diversos cambios se exte­
gestión se vio subordinada siempre a los res­ riorizaron. Uno de los más evidentes fue la de­
pectivos intendentes. clinación de la población, que disminuyó en
En lo que hace al gobierno comunal, éste forma alarmante. Entre 1768 y 1803, ésta se
no sufrió alteraciones de fondo. Los cabildos redujo de 88.828 habitantes a 38.430. Una pér­
indígenas, alcaldes y corregidores continua­ dida de 50.000 almas, o sea el 56% de su po­
ron desempeñando sus funciones conforme a blación en treinta y cinco años. Tradicional­
las leyes y costumbres de la época jesuítica. mente la causa principal de este proceso se
Pese a los propósitos de Bucareli, que el rey atribuyó a la emigración, e incluso más de una
hizo suyos en 1778, el afianzamiento de esas vez se aludió sin fundamento a un “retomó a
instituciones entre los guaraníes no prospe­ la selva” de los guaraníes. Pero sin desconocer
ró. Antes al contrario, el papel subordinado la existencia de deserciones, que no se dirigie­
del cabildo ante los administradores secula­ ron a la selva sino al Litoral y Buenos Aires, la
res y tenientes de gobernación se acentuó mortalidad fue la que causó la mayor parte de
considerablemente. las bajas en esta etapa. La crisis demográfica.
Este repentino cambio de dirigentes y de las deserciones y la desintegración de la anti­
objetivos produjo sus consecuencias en la so­ gua estructura social condujeron a la paulati­
ciedad guaraní. Los antiguos misioneros, en­ na ruralización de la población guaraní.
tregados de por vida a una labor evangeliza­ En lo que hace a la administración, las mi­
dora y cultural, cumplida a lo largo de más de siones constituían un sistema ordenado. ce­
462 un siglo y medio, fueron abruptamente reem­ rrado y estable. sustentado en una economía
LA IGLESIA MISIONAI. Y LA EVANGELIZACIÓN DEL MUNDO INDÍGENA

autosuficiente y un régimen que combinaba la En la imposibilidad de proveer los curatos


propiedad privada con la comunidad de bie­ en el clero diocesano, Bucareli autorizó que se
nes y tierras. Este sistema, cuyo éxito radicaba adjudicaran a los religiosos. Así fue como se
en la unidad de criterio y desinterés personal asignaron diez pueblos a los franciscanos, otros
de los misioneros, fue modificado en 1768. Se tantos a los mercedarios y los diez restantes a
introdujo el comercio en las misiones; se colo­ los dominicos. La distribución geográfica de los
caron administradores en cada pueblo; la co­ mismos se hizo de tal modo que ningtma de las
mercialización de su producción y el aprovi­ tres órdenes religiosas pudiera asentarse en un
sionamiento quedaron en manos de un admi­ territorio unificado, sino que tuviera sus cura­
nistrador general situado en Buenos Aires, que tos dispersos por toda la gobemación.
vino a reemplazar la antigua procuraduría de El control de la labor pastoral se diluyó y
los jesuitas. A pesar de los recaudos previstos aunque los obispos de Buenos Aires visitaron
en la legislación, estos empleados tomaron las misiones en 1779 y 1805 y el de Asunción
mucha injerencia en la vida comunal y se con­ en 1787, no se logró una conducción eficaz
virtieron rápidamente en los árbitros de la si­ que, por otra parte, la fragmentación geográ­
tuación y usufructuarios del trabajo y los bie­ fica y el aislamiento hacían muy difícil para
nes de los indígenas. ese distrito. Por otra parte, el reclutamiento de
Esta nueva administración, que controla­ los curas se hizo apresuradamente, con más
ba la producción, el comercio y los beneficios atención a que se conociera la lengua guaraní
resultantes, debía permitir el sostenimiento que a la vocación y aptitud misionera de los
del aparato burocrático creado para ello. Su candidatos. En esas condiciones, la labor pas­
ineficiencia, así como su elevado costo, en toral de esos religiosos fue más bien opaca, en
comparación con el anterior, merecieron críti­ comparación con sus antecesores jesuitas. Con
cas que se agudizaron con el tiempo e hicieron todo, algunos se señalaron por su celo e inicia­
visible la declinación económica de Misiones. tivas pastorales, como fray Marcos Ortiz en la
La vida cotidiana de los pueblos durante la fundación de una reducción de indios guaña­
secularización mantuvo la impronta de la épo­ nás o fray Pedro Bernal en la edición de un
ca anterior, pero cambió el espíritu que la ani­ nuevo Catecismo bilingüe, que se editó en
maba, al igual que las condiciones de vida que Buenos Aires en 1800.
regían en ellos. En lo que hace a la atención re­ En definitiva, puede decirse que en esta
ligiosa, el propósito evangelizador se mantuvo. etapa la atención religiosa de los guaraníes se
Sin embargo, su realización se llevará a cabo mantuvo sin interrupción, aunque ceñída al
dentro de un riguroso espíritu regalista, im­ nuevo orden dispuesto en 1768. Salvo conta­
pregnado de sospechas respecto de la labor an­ das iniciativas, su labor se limitó a mantener
terior de los jesuitas, con clara separación de los las rutinas pastorales heredadas de los jesuitas.
asuntos espirituales y temporales. La función Y en los casos en que ello se llevó a cabo con
de los nuevos curas se vio así limitada al ámbi­ celo y perseverancia, sus resultados fueron efi­
to del templo, sujetos a sus prelados religiosos y cientes y contribuyeron a cimentar la fe cris­
diocesanos y claramente controlados en el me­ tiana en la sociedad guaraní.
dio local por los gobernadores y sus tenientes. 463
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ORGANIZACIÓN Y ACCIÓN DE LA IGLESIA

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LAS ULIIMAS MISIONES DEL CHACO cuenta que con la expulsión de los jesuitas
desaparecieron también los recursos que
En e] caso de las misiones de] Chaco, su aquéllos tenían asignados para su sosteni­
desenvolvimiento pasó por varias etapas. Pa- míento- EÜO Cra CSCDCÍGÏ Para la manuten­
464 ra su consideración es necesario tener en CÍÓD de ¡OS indios. Casi todos DÓTMÓCSYCRZG­
LA IGLESIA MISIONAL Y LA EVANGELIZACIÓN DEL MUNDO INDÍGENA

dores, que no se habían avenido con la vida pillo, llevó al gobernador la petición de los ca­
sedentaria de la reducción ni con la agricul­ ciques para que se formalizaran las reduccio­
tura. Por otro lado, la política seguida por las nes prometidas en 1774. Esta iniciativa fue
ciudades en cuya jurisdicción se hallaban no aprobada por una real cédula del 6 de septiem­
fue uniforme en el apoyo a estas reducciones. bre de 1777. En virtud de ella, el virrey Ceva­
Los seis pueblos del Chaco oriental tuvie­ llos creó una Junta Reduccional encargada de
ron por ello una suerte varia. Asunción aban­ cumplir ese cometido y le acordó la dotación
donó San Carlos del Tirnbó; Corrientes dispu­ de los recursos necesarios para sostener esas
so el traslado de San Fernando a tierra corren­ fundaciones. Como resultado de ello se llevó a
tina en Las Garzas. San Iavier y San Pedro, de cabo una expedición conducida por el coronel
mocovíes, y San Gerónimo, de abipones, que­ Francisco Gavino Arias y el canónigo Cantilla­
daron en jurisdicción de Santa Fe, atendidas na, que tuvo por objeto establecer en 1780 la
por frailes mercedarios y franciscanos. Más de reducción de Nuestra Señora de los Dolores de
una vez, guerras intertribales requirieron en la Cangayé, de indios mocovíes, y la de San
esa zona la intervención de las autoridades ci­ Bernardo El Vértiz, de tobas, en 1781, ambas
viles y eclesiásticas, que procuraron la paz a en la margen derecha del río Bermejo.
través de pactos, como en 1772 y 1779. Pese a estas promisorias iniciativas, las re­
A su vez, en la frontera salteño-tucumana ducciones tuvieron una existencia azarosa, por
las otras reducciones continuaron su existen­ insuficiente apoyo económico e irregularidad
cia con pocos altibajos, también atendidas por en la atención religiosa. En la década de 1790,
los frailes. Hubo en ellas pocos progresos, de­ los misioneros abandonaron el sitio original y
clinación demográfica y algunos traslados. trasladaron ambas reducciones a la costa del
En la década de 1770, y en el centro de la río Paraguay, cuya existencia se diluyó poco
región chaqueña, el gobernador Matorras pro­ después.
puso algunas iniciativas misionales. Su propó­ En Santa Fe, la fundación en 1786 del con­
sito era de acercamiento y pacificación, si­ vento de San Carlos de los frailes franciscanos
guiendo la iniciativa del canónigo Suárez de De Propaganda Pide permitió que dicha co­
Cantillana, quien en 1773 había fundado la re­ munidad retomara eficazmente la atención de
ducción de Santa Rosa de Lima en la frontera las reducciones de mocovíes y abipones desde
con el Chaco. La política propugnada por Ma­ 1797 en adelante, y que aun intentaran esta­
torras significó una nueva entrada al Chaco y blecer otra de indios tobas como fue la reduc­
el encuentro en el Bermejo con caciques tobas ción de Iesús Nazareno, de Espín. Obra simi­
y mocovíes, con los que el gobernador forma­ lar, aunque en menor escala que la que los
lizó un acuerdo en 1774. Dos años después, en mismos frailes del Colegio de Tarija cumplían
1776, fray Antonio Lapa, doctrinero de la re­ en esos años con los mataguayos y chiriguanos
ducción de Nuestra Señora del Pilar de Maca­ del Chaco occidental de Bolivia.

465
ORGANIZACIÓN Y ACCIÓN DE LA IGLESIA

ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA

La bibliografía sobre la actividad misional su carta a [uan Sebastián (1594), Buenos Aires,
en el mundo indígena en nuestro territorio es 1949; MIGUEL ANGEL VERGARA, Estudios sobre
muy amplia. Una reciente visión general de la la historia eclesiástica de Iujuy, Tucumán, 1942.
misma en PEDRO BORGES, Historia de la Iglesia La labor pionera de los franciscanos en
en Hispanoamérica y Filipinas (siglos XVI­ RAUL MOLINA, Las primeras reducciones fran­
XIX), Madrid, 1992, y particularmente sus ca­ ciscanas y jesuíticas, Buenos Aires, 1948. Más
pítulos 42 y 43 dedicados a la Argentina y el recientemente, MARGARrrA DURAN ESTRAGO,
Paraguay, tomo II, págs. 673-702. Por otra Presencia franciscana en el Paraguay, Asun­
parte, CAYETANO BRUNO, en su monumental ción, 1987, y sobre todo, LOUIS NECKER, Indios
Historia de la Iglesia en la Argentina, Buenos guaraníes y chamanes franciscanos. Las prime­
Aires, 1966-1971, ha dedicado los siete prime­ ras reducciones del Paraguay (1580-1800), 2'
ros volúmenes a la época colonial, y en ellos, ed., Asunción, 1990. Sobre algunas reduccio­
parte destacada a las misiones, con abundante nes transmigradas, GUILLERMINA SORs, Quil­
bibliografia. mes colonial, La Plata, 1937 y DORA CELTON,
Las directivas doctrinales y pastorales pue­ “Una reducción de vilelas en Córdoba", Revis­
den seguirse en GUILLERMO DURAN, El Catecis­ ta de la Junta Provincial de Historia de Córdo­
mo del III Concilio de Provincial de Lima y sus ba, 1991, págs. 67-ll9. Otras misiones en el
complementos pastorales (1584-1585), Buenos resto del país, en GUILLERMO FURLONG S. ]., En­
Aires, 1982, como también en IOSE M. ARANcI­ tre los pampas de Buenos Aires, Buenos Aires,
BIA y NELSON DELLAFERRERA, Los sínodos del 1938, y Entre los tehuelches de la Patagonia,
antiguo Tucumán, celebrados por fray Fernando Buenos Aires, 1942.
de Trejo y Sanabria, 1597, 1606 y 1607, Buenos El tema de las misiones jesuíticas de gua­
Aires, 1979. Además, el estudio crítico de raníes ha suscitado desde siempre una bi­
DAISY RIPODAS ARDANAz, “El sínodo del Para­ bliografia caudalosa y variada. Entre las bi­
guay y Río de la Plata. Su valoración a la luz bliograflas, HUGO STORNI S. L, Catálogo de los
del sínodo del Tucumán I”, Actas y estudios del jesuitas de la provincia del Paraguay (Cuenca
III Congreso del Instituto Internacional de His­ del Plata), 1585-1768, Roma, 1980; ERNESTO
toria del Derecho indiana, Madrid, 1973, págs. I. A. MAEDER, "Las fuentes de información
231-268. sobre las Misiones jesuíticas de guaraníes”.
La biografía de algunos de los más desta­ Teología, N° 50, Buenos Aires, 1988, págs.
cados evangelizadores en ANTONIO CAGGIANO, 143-163; BARTOMEU MELIA y LIANE MARIA
La figura de San Francisco Solano y su actua­ NAGEL, Guaranies y jesuitas en tiempo de las
ción en el Tucumán, Buenos Aires, 1950; JOSE Misiones. Una bibliografía didáctica, Santo
TORRE REVELLO, “Contribución documentada Angelo, 1995. En estas obras se hallarán da­
para la biografía de fray Luis de Bolaños”, Bo­ tos sobre las colecciones documentales más
letin del Instituto de Investigaciones Históricas, importantes, ediciones de fuentes y textos de
Buenos Aires, 1936- 1937, vol. XXI, págs. 1-19; los misioneros cuya descripción es imposible
466 GUILLERMO FURLONG S. 1., Alonso de Barzana y dar aquí.
LA IGLESIA MISIONAL Y LA EVANGELIZACIÓN DEL MUNDO INDÍGENA

Entre las obras de síntesis es necesario re­ También ALFONSO ECHANOVE, “Origen y evo­
cordar en primer lugar a PABLO HERNANDEZ, lución de la idea jesuítica de Reducciones en
Organización social de las doctrinas guaraníes las misiones del Virreinato del Perú” y “La re­
de la Compañía de Iesús, Barcelona, 1913, en sidencia de luli. Patrón y esquema de las re­
dos volúmenes, y con un amplio repertorio de ducciones”, Missionalia Hispánica, N° 34, Ma­
fuentes; GUILLERMO FURLONG S. 1., Misiones y drid, 1955, págs. 95-144, y N° 35, Madrid,
sus pueblos de guaraníes, Buenos Aires, 1962; 1956, págs. 497-540.
MAGNUS MORNER, Actividades políticas y eco­ La etapa de las bandeiras en AURELIO POR­
nómicas de los jesuitas en el Río de la Plata, TO, Historia das Missóes orientais do Uruguay,
Buenos Aires, 1968; ALBERTO ARMANI, Ciudad Río de Janeiro, 1943. La reubicación y consoli­
de Dios y ciudad del Sol, México, l i82; ARNO dación delos pueblos en RAFAEL CARBONELL DE
ALVAREZ KERN, Missóes: uma utopia politica, MASY, Estrategias de desarrollo rural en los pue­
Porto Alegre, 1982; MAXIME HAUBERT, La vida blos guaraníes, Barcelona, 1992; ERNESTO I. A.
cotidiana de los indios y jesuitas en las misiones MAEDER y ALFREDO S. C. BOLSI, “Evolución y
del Paraguay, Madrid, 1991; SILVIO PALACIOS y características de la población guaraní de las
ENA ZOFFOLI, Gloria y tragedia de las Misiones misiones jesuíticas (1671-1767)”, Historiogra­
jesuíticas; historia de las reducciones jesuíticas fia, N° 2, Buenos Aires, 1976, págs.ll3-150;
durante los siglos XVII y XVIII en el Río de la OREsTE POPESCU, El sistema económico en las
Plata, Bilbao, 1991. Un panorama breve del te­ misiones jesuíticas, 2' ed., Barcelona, 1967; ER­
ma, ERNESTO I. A. MAEDER, Aproximación a las NEsTO I. A. MAEDER y RAMON GUTIERREZ, Atlas
reducciones guaraníticas, Buenos Aires, 1996. urbano del Nordeste argentino. Misiones jesuíti­
Una feliz reedición de los capítulos que ANTO­ cas y pueblos de indios, Resistencia, 1994. Con
NIO AsTRAIN le había dedicado al tema en su ya relación a los trabajos artísticos y artesanales,
célebre Historia de la Compañía de Iesús en la la bibliografía es muy nutrida: baste consultar
asistencia de España (1913-1920), se ha publi­ los dos primeros tomos de ACADEMIA NACIO­
cado con el título Jesuitas, guaraníes y enco­ NAL DE BELLAS ARTES, Historia del arte en la Ar­
menderos, Asunción, 1994. gentina, Buenos Aires, 1982-1983. GUILLERMO
A los ya clásicos estudios sobre los guara­ FURLONG S. I. ha reunido un enorme caudal de
níes de Alfred Metraux y Egon Schaden, se información sobre el tema en su obra Historia
añaden hoy los estudios de BRANIsLAvA SUSNIK, social y cultural del Río de la Plata, Buenos Ai­
Los aborígenes del Paraguay II. Etnohistoria de res, 1969, en tres volúmenes.
los guaraníes. Epoca colonial, Asunción, 1979­ Las cuestiones de límites, en lo que afecta­
1980. Una completa bibliografía sobre estos ron a las misiones, pueden seguirse en ENRI­
aspectos del mundo guaraní, en MELIA, AL­ QUE M. BARBA, Don Pedro de Cevallos, goberna­
MEIDA y MURARO, O guaraní, uma bibliografia dor de Buenos Aires y virrey del Río de la Plata,
etnológica, Santo Angelo, 1987. 2a ed., Buenos Aires, 1978 y en GUILLERMO
Los inicios de las misiones, en la clásica KRATZ, El tratado hispano portugués de límites
obra de PEDRO LOZANO, Historia de la Compa­ de 1750 y sus consecuencias, Roma, 1954.
ñía de Iesús en la provincia del Paraguay, Ma­ La investigación sobre la expulsión de los
drid, 1754-1755, rica en testimonios de época. jesuitas ha recibido recientemente un nuevo 467
ORGANIZACIÓN Y ACCIÓN DE LA IGLESIA

impulso luego de la publicación del Dictamen les de Tucumán, Buenos Aires, 1941. Además
fiscal de expulsión de los jesuitas de España, de dio a conocer distintas biografías de misione­
Pedro Rodríguez de Campomanes, con estudio ros, como las de Pedro Iuan Andreu, Domin­
de JORGE CEIUDO Y TEOFANES EGIDO, Madrid, go Muriel, Joaquín Caamaño y otros. También
1977. También, MAGNUS MÓRNER, La expul­ fray GABRIEL TOMMASINI, La civilización cris­
sión de los jesuitas, incluida en el capítulo 13 tiana del Chaco, Buenos Aires, 1937, en dos
de la ya citada obra de PEDRO BORGES, así co­ volúmenes. Las obras de los jesuitas de aquella
mo el número especial de Archivum, IX, Bue­ época han sido reeditadas, como ocurrió con
nos Aires, 1967, sobre el mismo tema. A su Lozano, y en algtmos casos traducidas al caste­
vez, la administración secular de las misiones llano, como Florián Paucke, Martín Dobriz­
cuenta con una bibliografía amplia, recogida hoffer y Iose’ Iolís. A su vez, el caudal de obras
por ALBERTO A. RIVERA, Las misiones de guara­ etnográficas y lingüísticas sobre esta región y
níes. Bibliografía de la época postjesuítica, Re­ sus habitantes es nutrido. Una bibliografía so­
sistencia, 1989- 1990, en dos volúmenes. Otras bre el tema en ANTONIO TOVAR, Catálogo de las
dos obras recientes dan cuenta de dicha etapa: lenguas de América del Sur, Buenos Aires,
ERICH y ALFREDO POENITZ, Misiones, provincia 1961, y BRANISLAVA SUSNIK, Los aborígenes del
guaranitica. Defensa y disolución, Posadas, Paraguay. Prehistoria de los chaqueños, Asun­
1993, y ERNESTO I. A. MAEDER, Misiones del Pa­ ción, 1981. La última etapa rnisional en el
raguay. Conflictos y disolución de la sociedad Chaco también ha recibido atención: EDBERTO
guaraní (1768-1850), Madrid, 1992. OSCAR ACEVEDO se ha ocupado de la obra de
La obra cumplida por los jesuitas en el Suárez de Cantillana y de la suerte corrida por
Chaco ha sido descrita y estudiada, entre las misiones por él fundadas, en La intenden­
otros, por GUILLERMO FURLONG S. 1., quien le cia de Salta del Tucumán, Mendoza, 1965. A su
dedicó varios libros: Entre los abipones del vez JOSE ALUMNI escribió La reducción de Nues­
Chaco, Buenos Aires, 1938; Entre los mocobíes tra Señora de los Dolores y Santiago de la Can­
de Santa Fe, Buenos Aires, 1938; Entre los Vile­ gayé, Resistencia, 1948, y El Chaco. Figuras y
las de Salta, Buenos Aires, 1939, y Entre los lu­ hechos de su pasado, Resistencia, 1950.

468
COLABORADORES DEL TOMO II

EDBERTO OscAR ACEVEDO diente del Consejo Nacional de Investigacio­


Doctor en Historia. Académico de número de nes Científicas y Técnicas. Director del Archi­
la Academia Nacional de la Historia. Investi­ vo Histórico del Banco de la Provincia de Bue­
gador superior del Consejo Nacional de Inves­ nos Aires.
tigaciones Científicas y Técnicas. Profesor
emérito de la Universidad Nacional de Cuyo. SUSANA R. FRíAs
Profesora en Historia. Miembro del Grupo de
HUGO HUMBERTO BECK Trabajo para la Historia de la Población de la
Doctor en Historia. Investigador asistente del Academia Nacional de la Historia. Profesora
Consejo Nacional de Investigaciones Cientí­ titular de la Universidad Maimónides.
ficas y Técnicas. Profesor adjunto de la Cáte­
dra de Historia Regional de la Facultad de CÉSAR A. GARCÍA BELSUNCE
Humanidades de la Universidad Nacional del Abogado. Académico de número de la Acade­
Nordeste. mia Nacional de la Historia. Director del Gru­
po de Trabajo para la Historia de la Población
NELSON C. DELLAFERRERA de la misma entidad. Profesor titular de la Fa­
Doctor en Derecho Canónico. Profesor ordi­ cultad de Historia y Letras de la Universidad
nario de Historia del Derecho Canónico y sus del Salvador.
fuentes de la Facultad de Derecho Canónico
de la Pontificia Universidad Católica Argenti­ IOsE TEOFILO GOYRET
na Santa María de los Buenos Aires. General de brigada. Oficial de Estado Mayor.
Profesor de Historia Militar y director del
ALBERTO DE PAULA Instituto de Historia Militar Argentina de la
Arquitecto. Académico correspondiente de la Escuela Superior de Guerra del Ejército Ar­
Academia Nacional de la Historia en la pro­ gentino.
vincia de Buenos Aires. Investigador indepen­ 469
COLABORADORES DEL TOMO II

RAMON GUTIÉRREZ gaciones Cientificas y Técnicas. Presidente de la


Arquitecto. Académico de número de la Aca­ Junta de Estudios Históricos de Mendoza.
demia Nacional de la Historia y de la de Be­
llas Artes. Investigador principal del Consejo DANIEL I. SANTAMARIA

Nacional de Investigaciones Científicas y Doctor en Historia. Investigador adjunto del


Técnicas. Consejo Nacional de Investigaciones Científi­
cas y Técnicas. Profesor titular de Etnohistoria
ERNESTO I. A. MAEDER y de Metodología de la Investigación Histórica
Doctor en Historia. Académico de número de de la Universidad Nacional de Jujuy. Director
la Academia Nacional de la Historia. Investi­ del Centro de Estudios Indígenas y Coloniales.
gador superior del Consejo Nacional de Inves­
tigaciones Científicas y Técnicas. Director del VÍCTOR TAU ANZOATEGUI

Instituto de Investigaciones Geohistóricas. Re­ Doctor en Derecho y Ciencias Sociales. Aca­


sistencia, Chaco. Profesor titular de Historia démico de número de la Academia Nacional
Argentina de la Facultad de Humanidades de de la Historia. Investigador superior del Con­
la Universidad Nacional del Nordeste. sejo Nacional de Investigaciones Científicas y
Técnicas. Profesor titular regular de la Facul­
PEDRO SANTOS MARTÍNEZ tad de Derecho y Ciencias Sociales de la Uni­
Doctor en Historia. Académico de número de versidad de Buenos Aires. Vicedirector 1° del
la Academia Nacional de la Historia. Investiga­ Instituto de Investigaciones de Historia del
Derecho.
dor supejior del Consejo Nacional de Investi­

470
ÍNDICE

SEGUNDA PARTE 2. LAs CIUDADES Y EL MEDIO RURAL 47


LA ARGENTINA EN LOS SIGLOS Alberto de Paula
XVII Y XVIII Ramón Gutiérrez
Desarrollo de los espacios públicos 49
INTRODUCCION La arquitectura doméstica Sl
Víctor Tau Anzoátegui La arquitectura pública 55
Dos siglos: rupturas y continuidades Los profesionales de la arquitectura 57
Los nombres de un territorio Arquitectura regional 59
Sociedad, producción y comercio Modelos alternativos a la traza
Normas e instituciones convencional hispanoamericana 61

Ideas, creencias y vida intelectual Otros poblados de origen


La época del Virreinato funcional 62
Asentamientos del medio rural 64
La cultura urbana y arquitectónica
I. TERRITORIO Y POBLACIÓN en el Río de la Plata al crearse
ESTRUCTURA Y DINAMICA el Virreinato 67
DE LAS SOCIEDADES 19 La planificación del territorio
y los pequeños poblados 68
1. DISTRIBUCIÓN TERRITORIAL La región del Litoral 69
DE LA CONQUISTA. El plan para Patagonia,
RED DE URBANIZACIÓN objetivos y proyecciones 7l
Y VÍAS DE COMUNICACIÓN 21 La línea Vértiz-Betbezé-Sobre Monte
Hugo Humberto Beck y su efecto urbanízador 73

La crisis del poblamiento durante Las nuevas poblaciones


el siglo XVII 21 de Entre Ríos 73

La lenta ocupación de nuevas tierras Pueblos en la región chaqueña


durante la primera mitad y sus confines 77
del siglo XVIII 27 Las fundaciones de Sobre Monte 78
La expansión del poblamiento Las mejoras edilicias en las principales
y el auge de la urbanización ciudades 79

en la segunda mitad del siglo XVIII 30 Orientación bibliográfica 84

Orientación bibliográfica 45
3. LA EXPANSIÓN DE LA POBLACION 89 Las misiones laicas y franciscanas 200
Susana R. Frías La otra población de los espacios indios:
El Noroeste 92 portugueses y sectores marginales 201

La región cuyana 105 El trabajo indigena en las haciendas 203


El Litoral 109 Esclavitud y deportaciones 204
Las misiones guaraníticas 119 Los proyectos de colonización 204
Las características más destacadas 119 Orientación bibliográfica 206
Orientación bibliográfica l2l
II. LA MONARQUÏA Y LA ORGANIZACIÓN
. LA FAMILIA 127 LOCAL. EL DERECHO 209
César A. García Belsunce
El transplante de la familia española . LA MONARQUIA.
a América 128 PODER CENTRAL Y PODERES wcAu-zs 2ll
La elección del cónyuge 131 Víctor Tau Anzoátegui
Características de las familias 134 El marco general 2ll
Familias restringidas, amplias El gobiemo provincial y local 224

y troncales 136 Orientación bibliográfica 246

Las familias de indios y castas 139


. LAs REFORMAS BORBONICAS
Los hijos legítimos y los otros 142
EN LA SEGUNDA MITAD
Orientación bibliográfica 145
DEL SIGLO XVIII 251

. LA soüEDAD Edberto Oscar Acevedo


U1

HISPANO-CRIOLLA 149
Las refonnas borbónicas 25l
César A. García Belsunce Creación y organización
150
del Virreinato 259
En el siglo XVII
l6l Las intendencias 268
En el siglo XVIII
Durante el Virreinato 170 Orientación bibliográfica 279

Orientación bibliográfica 179


. ORDENES NORMATIVOS Y PRÁCTICAS
SOCIO-JURIDICAS. LA ¡usncm
. LA SOCIEDAD INDIGENA 183
Daniel Santamaría Víctor Tau Anzoátegui

181
Religión, moral y derecho
La población aborigen
Derechos civil, canónico y natural
El indio. ¿Configuración étnica
o social? 184
El saber jurisprudencial en manos
de los letrados
Los espacios indígenas 187
Los recursos económicos 189
Las leyes reales, instrumento
l9l de acción de la Monarquía
La lucha por el ganado
l94 Recepción y ejecución de las leyes
Las guerras de frontera
reales: interpretación. conflictos
Las misiones jesuíticas
198
y suplicaciones
La política de paz de Matorras
El ordenamiento de las ciudades. Tratado de Permuta. Cesión
El fuero, ¿un imaginario colectivo? 298 de las misiones 331
Normas y privilegios Evacuación de las misiones:
fundacionales 300 el despojo de los indios 332
El cauce popular del derecho: Guerra guaranítica 334
costumbres y bandos de buen Anulación del Tratado de Permuta.
gobierno 302 Tercer Pacto de Familia 336
Un digesto salteño de 1784 305 Campaña de Cevallos en el Río
El ordenamiento aborigen 306 de la Plata. La Paz de París 337
La justicia: vertientes judicial Los efectos en el Río de la Plata 338
y popular 307 Establecimientos en Malvinas 338
Jueces y tribunales 309 Los ingleses toman Soledad 340
Orientación bibliográfica 314 España toma y devuelve
Puerto Egmont. Inglaterra
III. POLÍTICA EXTERIOR Y DEFENSA 317 prometió abandonar
las Malvinas 341
10. PoLíTTcA DE ESPAÑA EN EUROPA. Campaña de Vértiz contra
CONFLICTOS CON PORTUGAL las usurpaciones portuguesas 342
E INGLATERRA 319 Expedición de Cevallos
Pedro Santos Martínez y creación del Virreinato
LOS avances portugueses rioplatense 342
y el Río de la Plata 319 Toma y demolición de Colonia 343
Fundación de Colonia del Sacramento. Tratado de San Ildefonso 344
Desalojo y devolución Participación española
a los portugueses 321 en la independencia
El testamento de Carlos II y la guerra de las colonias inglesas 346
de sucesión española 322 España y la Revolución Francesa 347
Recuperación española de Colonia. España, Napoleón y Portugal.
Los Tratados de Alfonsa El enfrentamiento con Inglaterra 347
y de Methuen 323 Orientación bibliográfica 349
Los Tratados de Utrecht-Rastadt 324
El Asiento de Negros y el Navío 1 1. HUEsTEs, MILICIAS
de Permiso 326 Y EIÉRCITO REGULAR 351
Otra vez Colonia y nuevos avances Iosé Teófilo Goyret
portugueses 326 De las huestes a las milicias 351
España y la política internacional El presidio 356
europea 327 Las reformas de los Borbones 358
Fundación de Montevideo 328 La frontera exterior 361
Continúa la penetración La frontera interior 368
portuguesa. Primer Pacto de Familia 329 La defensa del Virreinato 370
Las invasiones inglesas 376 Consecuencias de la expulsión
Orientación bibliográfica 379 de los jesuitas 428
Orientación bibliográfica 429

IV. ORGANIZACIÓN Y ACCIÓN 14. LA IGLESIA MISIONAI.


DE LA IGLESIA 383 Y LA EVANGELIZACIÓN
DEL MUNDO INDIGENA 433
12. LA IGLESIA DIOCESANAZ
Ernesto l. A. Maeder
LAS INSTITUCIONES 385
Criterios pastorales e iniciativas
Nelson C. Dellafeflera en la evangelización rioplatense 434
El derecho de patronato 385 La fundación de las misiones
El patronato real en la legislación jesuíticas de guaraníes 437
de Indias 386
Las bandeiras paulistas y el éxodo
El regio vicariato indiano 390 440
de los pueblos
Dificultades de la Congregación Reubicación de las misiones
De Propaganda Pide en Indias 391
en la mesopotamia argentina 442
La organización de las diócesis 392
La expansión y consolidación
Concilios provinciales de Lima; de las misiones 444
su incidencia en la región 396
La reducción, célula constitutiva
Los sin os del antiguo Tucumán, de las misiones 446
Córdoba y Buenos Aires 397
El ordenamiento politico
Cabildos catedralicios de Córdoba 448
y eclesiástico
y Buenos Aires 402 El sistema económico
El clero parroquial 404 de las misiones 450
El derecho Canónico vigente 406 453
Conflictos y crisis de las misiones
Los tribunales eclesiásticos El tratado de Madrid de 1750
y su actividad 410
y la guerra guaranítica
Orientación bibliográfica 413
La expulsión de la Compañía
de Jesús en el Río de la Plata
1 3. LA IGLESIA DIOCESANA:
Las misiones en la etapa
EL CLERO SECULAR 417
posjesuítica 46 l
Y LAS ORDENES REIJGIOSAS
La nueva provincia de Misiones
Ernesto I. A. Maeder 46 l
de guaraníes
El clero secular 4 l7 Las últimas misiones del Chaco 464
Las órdenes religiosas 420 466
Orientación bibliográfica
Conventos y colegios 422
Estructura económica de las órdenes 424 469
COLABORADORI-ZS DI-Zl, T()M() II
Los servicios pastorales 426
N° lnvenïario:
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en los talleres de Editorial Médica Panamericana S. A..
Av. Amancio Alcorta l695. Buenos Aires.
en el mes de julio de i999.
PLAN GENERAL DE LA OBRA

Tomo I
PRIMERA PARTE: La Argentina aborigen.
La conquista española (siglo XVI).

CONTENIDO DEL SEGUNDO TOMO:


SEGUNDA PARTE: La Argentina
en los siglos XVII y XVIII, hasta 1810

Introducción
I. Territorio y población. Estructura y dinámica de las
sociedades: 1- Distribución territorial de la conquista. Red
de urbanización y vías de comunicación; 2- Las ciudades y
el medio rural; 3- Expansión de la población; 4- La familia;
5- La sociedad hispano-criolla; 6- La sociedad indígena.
II. La Monarquía y la organización local. El Derecho:
7- La monarquía. Poder central y poderes locales; 8- Las
reformas borbónicas en la segunda mitad del siglo XVIII. El
Virreinato y las Intendencias; 9- Órdenes normativos y
prácticas socio-jurídicas. La Justicia.
III. Política exterior y defensa: lO- Política de España
en Europa. Conflictos con Portugal e Inglaterra; l 1- Huestes,
milicias y ejército regular.
IV. Organización y acción de la Iglesia: 12- La Iglesia
diocesana: las instituciones; 13- La Iglesia diocesana: clero
secular y órdenes religiosas; 14- La Iglesia misional y la
evangelización del mundo indígena.

Tomo III
SEGUNDA PARTE: La Argentina
en los siglos XVII y XVIII, hasta 1810.

Tomos IV, V y VI
TERCERA PARTE: La configuración
de la República independiente (l8l0-c.l9l4).

Tomos VII, VIII y IX


CUARTA PARTE: La Argentina del siglo XX.

Tomo X
Índices generales

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