KOKORO

Revista para la difusión de la cultura japonesa

Nº 28
Enero-Junio 2019
ISSN: 2171-4959
DL: CC-47-2010
 REVISTA KOKORO
DIRECTOR
Fernando Cid Lucas

JEFA DE REDACCIÓN
Harumi Nishinotoin

REDACTORES
Giada Piromallo
Marie Aurélie Imare
Jara Rodilla Rojo
Subhas Yadav
Luis Javier Conejero Magro

SECRETARIA DE REDACCIÓN
María I. Ferro

COMITÉ CIENTÍFICO
Asesor de Comité
Dr. Federico Lanzaco Salafranca (Sophia University, Japón)
Miembros
Dr. David V. Almazán Tomás (Universidad de Zaragoza, España)
Dra. Violetta Brázhnikova Tsybizova (Waseda University, Japón)
Dra. Maria de Deus Beites Manso (NICPRI / Universidade de Évora, Portugal)
Dra. Anjhara Gómez Aragón (Universidad de Sevilla, España)
Dr. Blai Guarnè Cabello (Universitat Autònoma de Barcelona)
Dr. Thomas Heyd (Alberta University, Canadá)
Dr. Carlos Martínez Shaw (UNED y Real Academia de la Historia, España)
Dr. Edward Menta (Kalamazoo College, EE.UU.)
Dr. Andrés José Pociña López (Universidad de Extremadura, España)
Dr. Fernando Rodríguez-Izquierdo y Gavala (Universidad de Sevilla, España)
Mag. Keiko Elena Saito (Universidad Nacional de Tucumán , Argentina)
Dra. Michiko Tanaka (El Colegio de México, México)
Dr. Masaki Tsunokawa (Tokai University, Japón)
Dr. Keishi Yasuda (Ryukoku University, Japón)

Ilustración de portada: Da Kumiko Fujimura

Maquetación: Helios De Rosario

Edita: Revista Kokoro

Imprime: Ricopy. C. / Santa Joaquina de Vedruna, nº9. C.P.10001 (Cáceres) Tlf. 927 626 101

DL: CC-47-2010 ISSN: 2171-4959

Normas de publicación en: http://dialnet.unirioja.es/servlet/revista?codigo=14793

IMPRESA EN ESPAÑA – PRINTED IN SPAIN

 ÍNDICE

Editorial............................................................................................................................................ 1
Buscando las raíces de la religión del País del Sol Naciente..................................................... 3
Federico Lanzaco Salafranca
Saitō Sanki, el maestro del haiku nuevo.................................................................................... 12
Irene Starace
Yo vengo de todas partes (y de todas de leer sobre Japón).......................................................... 16
Fernando Cid Lucas

EDITORIAL

Volvemos. Kokoro vuelve (al menos una vez más). La situación lo requiere: el profesor
Federico Lanzaco —una de las personas que creyó en nuestra revista desde el principio—
nos confía la publicación de su último trabajo, otra joya bibliográfica que resuelve muchas
dudas sobre la espiritualidad japonesa y que seguro será de consulta ineludible. Ante tal
oportunidad, Kokoro tiene que responder y compartir con sus lectores la sabiduría de
nuestro sensei. Y yo, al fin, me atrevo a confesaros un haiku propio: Juegan dos gato,/ viento en
la flor de jara/ y se separan. Después de mucho tiempo, por fin escribo algo que me gusta y lo
comparto.
Japón tiene una fuerte presencia entre los hispanohablantes1, cada vez está más presente
entre nosotros, nutriendo cada vez a más personas que se acercan a la cultura japonesa, y
nos gustaría pensar que Kokoro, en la medida de sus posibilidades, ha ayudado a esto.

¡Salud y hasta el próximo número!

Fernando Cid Lucas
Director de Kokoro.

1. Aprovechamos la ocasión para comunicar a nuestros lectores que el profesor y traductor de haikus,
Fernando Rodríguez-Izquierdo ha publicado una nueva antología de sus poemas: Luna de arena, Gijón,
Satori, 2019 (80 pp.): http://satoriediciones.com/libros/luna-de-arena/ Desde Kokoro damos la más
calurosa bienvenida a este nuevo libro.

1
In memoriam, prof. Takashi Sasaki (1939-2018).
 Buscando las raíces de la religión del País del Sol Naciente1
Federico Lanzaco Salafranca
Ex profesor de la Universidad Sophia (Japón)
Introducción
En vísperas de cumplir mis noventa años
«oficiales» (puesto que, según el
pensamiento budista, desde el momento
de las primeras palpitaciones de las
células del feto ya existe el ser humano en
la Tierra), me gustaría escribir este último
pequeño ensayo sobre el tema que he
enunciado en el título. Y digo «pequeño
ensayo» por mi limitado acceso a las
bases de datos (por mi total
desconocimiento de la informática) y
también mi inaccesibilidad a las
bibliotecas y a material especializado por
mi actual estancia en una residencia de
ancianos.
Las coordenadas espacio-temporales
que vertebran la existencia humana
A pesar de las graves críticas que el
filósofo Watsuji Tetsurō (1889-1960)
recibió al término de la Segunda Guerra
Mundial, no tengo la menor duda en
poder afirmar que ha sido uno de los más
profundos pensadores de Japón de todos
los tiempos. Siempre me ha impactado,
en especial, su explicación luminosa de la
existencia humana vertebrada en los ejes
de coordenadas de trópos (espacio,
entorno, cultura en desarrollo, etc.) y de
xronos (tiempo, historia en evolución
constante…). Watsuji, en su magistral
obra titulada Fūdo (publicada en japonés
Recibido: 02/12/2018
Aceptado 09/01/2019
en el año 1935, con traducción al español
de Anselmo Mataix y Juan Masiá (Madrid,
Castellote Editores, 1973), y más
recientemente publicada en la editorial
salmantina Sígueme, en 2006, con una
segunda edición de 2016), nos asegura que
la historicidad evolutiva del hombre es
inseparable de su ambientalidad geográfica
en desarrollo periódico. Así es. El hombre
se comprende a sí mismo en los
fenómenos atmosféricos de: frío, lluvia,
nieve o calor; y captamos nuestros
pequeños cambios de sensibilidad interior
(kimochi) a través de los cambios de
tiempo atmosférico. Pero, estos cambios
no provienen de un tiempo aislado, sino
vinculado al suelo, al cielo y a la
configuración del paisaje geográfico de un
lugar concreto de nuestro Planeta Tierra.
Asimismo, el estilo de nuestras casas,
de nuestros vestidos, de la alimentación
que nos nutre, etc., viene definido por el
clima de la región de nuestro hábitat. No
es que el hombre elija por su gusto la
carne del ganado o el tipo de pescado y la
especie de cereal con que se alimentará.
El trigo, el arroz o el maíz no son elegidos
por el hombre primitivo, sino que nos
vienen dados por el ambiente en donde se
vive.
Así, descubrimos el fenómeno de la
artesanía manual, costumbres, creencias
3
 Federico Lanzaco Salafranca
y artes, expresadas según las
características propias del clima, que
envuelve y moldea a los grupos humanos.
Y podríamos afirmar, sin temor a
equivocarnos, que cuanto más sincera y
profunda es la sensibilidad expresada en
la cultura del hombre, tanto más vendrá
enraizada y vinculada con el entorno
geográfico.
Buceando en las costas del
archipiélago en busca de las raíces de
la religión japonesa
Podemos asegurar, sin lugar a dudas, que
el comienzo de la religiosidad japonesa se
encuentra no en la búsqueda y el
encuentro de «verdades» intelectuales de
la vida del hombre, porque la conducta
japonesa no va dirigida por la «razón
abstracta intelectual», sino por
experiencias del «corazón sensible» del
hombre. En consecuencia, la aparición de
la religión en la vida es el resultado de
una experiencia personal (individual y
grupal) del corazón sobre la condición
humana. Para el japonés, la religión es la
percepción personal que le conmueve
hasta el fondo de su corazón, al sentir el
impacto entrañable, inefable y temeroso
de tremendum et fascinans2 de la
Naturaleza circundante.
El conocido historiador británico
George B. Sansom (1883-1965) así describe
la primera impresión recibida de los
primeros inmigrantes que arribaron a las
costas del archipiélago japonés a
principios de nuestra era (procedentes de
la China Continental y de los Mares del
Sur):
4
«Es posible que el clima naturalmente
suave en Japón, con sus árboles,
arbustos y flores brotando en
profusión, y la fertilidad de su suelo,
surcado por múltiples cauces de agua,
haya producido una gran impresión a
las tribus que llegaban agotadas
procedentes de las regiones áridas de
Corea, China del norte o de las
llanuras inhóspitas de Siberia, y que
un levantamiento de viva gratitud
haya impregnado la naciente
conciencia nacional.3»
Un testimonio que repiten los
primeros japonólogos, japoneses y
extranjeros4.
La magnífica revista Niponica (nº 24,
2018), publicada en español por el
Ministerio de Relaciones Exteriores de
Japón5, dedicada este último número a
«Las festividades japonesas a lo largo de
año», tan íntimamente ligadas con las
creencias religiosas de los japoneses de
todos los tiempos, incluye en uno de sus
artículos un profundo comentario:
«Una vida en conjunción con la
Naturaleza. La Naturaleza ha
bendecido a Japón con abundantes
productos, tanto del campo como del
mar. Dentro de la Naturaleza reside
un espíritu benévolo que inspira
sentimientos de gratitud y respeto,
que encuentran expresión a través de
las festividades.6»
Esta conjunción del folclore popular
con la religión propiamente dicha es muy
común en las culturas de los diferentes
pueblos. Pero, ciertamente, es muy
 Buscando las raíces de la religión del País del Sol Naciente
destacada en Japón. A continuación, me
atreveré a analizar estos sentimientos
populares que me parecen pueden
reducirse a tres contenidos religiosos
distintos:
1º. Una honda admiración (¡Oh¡ ¡Ah!...
Aware) ante la belleza conmovedora de la
Naturaleza. Recordemos que Japón es un
archipiélago que tiene unos 2.790
kilómetros de longitud, y que sus costas
se extienden en arco desde las zonas del
norte siberiano —bañadas por la
corriente oyashio—, hasta las cálidas
regiones del sur —sumergidas en la
corriente tropical kuroshio—. Japón
cuenta con hermosas costas, pero
también con espesos bosques (cerca del
70% de su superficie nacional), con
enmarañada vegetación muy diversa,
numerosos ríos y lagos junto a las
cadenas montañosas que realzan la
singular belleza del país y originan la
constante variedad estacional, con sus
admiradas diferentes estaciones de
primavera, verano, otoño e invierno.
2º. Un profundo «temor» ante la
potencia furiosa imparable de tifones, la
erupción de volcanes, terremotos y
maremotos, al encontrarse el
archipiélago japonés cabalgando sobre
una zona de gran inestabilidad geológica
(formando parte de la denominada
«herradura de fuego del Pacífico»). En
consecuencia, la expresión religiosa del
japonés de todos los tiempos es el vivo
sentimiento de su vida, efímera y
contingente, con el consiguiente deseo de
pedir protección a las divinidades
superiores (kami) para conseguir «bienes»
5
(salud, cosecha, prosperidad, etc.) y alejar
los «males» (enfermedades, plagas,
desastres naturales…). Por ello, la
religiosidad japonesa se distingue, como
destaca el genial pensador Hajime
Nakamura7 (1912-1999), por su genseteki,
esto es: estar interesado en conseguir
beneficios materiales en esta vida. Este
sentimiento religioso aparece claramente
definido en el popular proverbio nipón:
kurushii toki no kami danomi (algo así como:
«Acordarse de santa Bárbara cuando
truena»). Esta realidad, se confirma con la
práctica hasta la actualidad de muchas
creencias religiosas (o, por lo menos,
supersticiosas) entre los habitantes de las
ciudades japonesas tecnológicas
contemporáneas. Un ejemplo sería la
adquisición anual de más de seis millones
de amuletos de papel en el famoso
santuario shintoísta de Jingu tama8, en la
capital del país. Dichos amuletos se
cuelgan en casi todos los vehículos
(coches, furgonetas, camiones…).
Asimismo, se adquieren centenares de
miles de parecidos amuletos de la suerte
(omamori, mayoke, hamaya, etc.9) en la
visita anual de Hatsumōde a un santuario
shintoísta con motivo del Año Nuevo.
Sorprende al turista extranjero ver la
gran cantidad de papelillos blancos
colgando de las ramas de los árboles que
recogen las peticiones de los fieles a sus
dioses protectores (kami).
Se deben mencionar también las
indicaciones en el calendario japonés de
los días de «buena suerte» (kichi-nichi,
kitsu-jitsu) y de «mala suerte» (kyō-jitsu).
Son, para los nipones, fechas decisivas
 Federico Lanzaco Salafranca
que rigen el emprender un negocio, un
viaje, inaugurar un edificio, firmar un
contrato o celebrar una boda.
3º Y el último elemento de contenido
religioso es el hondo respeto y
veneración hacia los difuntos. El ritual de
un funeral japonés es muy minucioso y
amplio, así como las fechas determinadas
de conmemoración de los muertos10.
Antes de seguir adelante con este
breve ensayo, quisiera añadir una
consideración muy importante y 835), que dice: «Naturaleza, arte y religión
profunda en relación con el primer
elemento arriba mencionado, que tiene
que ver con el contenido de la religión
japonesa que, en ocasiones, nos pasa
desapercibido. La sensibilidad profunda
ante la Naturaleza que conmueve al
corazón japonés no es simplemente una
«admiración» cualquiera ante la belleza
impactante del paisaje del archipiélago
nipón. No; nada más erróneo. Para el
japonés, el pulcrum es sacrum. Así, todo el
culto tributado a la belleza de la
Naturaleza es el meollo de la religiosidad
de los japoneses. El profundo respeto y
atracción ante las múltiples variedades de
belleza de la polícroma Naturaleza de
Japón es lo que despierta y hace
experimentar el sentimiento de lo
sagrado en el muy sensible corazón
japonés, y le sugiere reconocer algo
«infinitamente superior» a su efímera y
trágica existencia humana en donde
apoyar su fragilidad. Este vivo
sentimiento del inefable tremendum et
fascinans del sobrecogedor entorno que le
rodea le estimula a que confíe su vida a
6
estos poderes superiores y ruega que le
sean concedidos bienes (salud, buenas
cosechas, tranquilidad, etc.) y que
ahuyente los males (enfermedades,
desastres naturales, etc.), en íntima y
común solidaridad con los demás
humanos miembros de su mismo grupo
social. Por todo ello, me parece oportuno
trasladar aquí la memorable enseñanza
del gran monje y erudito, fundador de la
escuela budista shingon, Kūkai (conocido
tras su muerte como Kōbō-Daishi) (774-
son una misma cosa, porque todo lo bello
participa de la naturaleza cósmica del
Buda».
Religión y ética en Japón
Es un hecho constatable que toda
creencia religiosa conlleva unos
elementos básicos, inspiradores de la
conducta ética de los creyentes. Pocos
países seguirán fielmente un código de
tan alta moralidad como la sociedad
japonesa de todos los tiempos, con un
elevado sentido de responsabilidad y de
obligación moral, enraizado en las
creencias de su religión vernácula, el
Shintō11. Estos valores éticos,
transmitidos fielmente desde las brumas
de los comienzos de nuestra era, se
formalizaron y se promulgaron como el
comportamiento correcto de todo
japonés mediante decretos imperiales
redactados no en la lengua oficial escrita,
el chino, como era costumbre en la corte,
sino en la lengua nativa japonesa, usando
la pronunciación de los ideogramas del
Gran País del Centro.
 Buscando las raíces de la religión del País del Sol Naciente
Los decretos imperiales se conocen
con el nombre de Semmyō, fueron
publicados antes del año 800 d.C. Su
contenido viene resumido con la
conocida frase explicativa de los
principios morales de la sociedad
japonesa, compendio de toda la moral del
País del Sol Naciente: Akaki kiyoki naoki
makoto no kokoro («Un corazón luminoso,
limpio, honrado y sincero»). La virtud
básica y nuclear de esta expresión es la
palabra makoto, que significa «sinceridad»
y que, escrita en ideogramas (kanji),
consta de dos elementos diferenciados:
«hablar» y «hacer». Su sentido es obvio:
el japonés sincero «habla como se
comporta» y «se comporta como habla».
Sus palabras, en resumen, deben ser
concordantes con sus actos. Esta
sinceridad extrema consigo mismo, y
frente a los demás, es la causa motivadora
del elevado número de suicidios a lo largo
de toda la historia de Japón. El engañarse
a sí mismo y a los demás es un
sentimiento insufrible para una
sensibilidad auténtica y responsable del
ciudadano japonés. Así, el
comportamiento ético japonés es simple
de comprender, pero muy duro de
cumplir. Como su vida y todo lo que tiene
lo ha recibido del grupo al que pertenece,
así, ahora, durante toda su vida, debe
esforzarse para conservar y mejorar el
bienestar de los que le rodean y arropan,
superando siempre todo interés
individual y el egoísmo propio. Sin
límites. Todo lo que contribuye a este fin
es «bueno» y lo que le perjudica es
«malo».
7
Folclore y religión en las festividades
japonesas
Desde los tiempos más remotos los
japoneses distinguían claramente dos
tiempos bien distintos en la vida humana:
hare, relativo al tiempo especial
extraordinario dedicado a los festivales
(matsuri), y el tiempo ordinario (ke),
concerniente a la vida cotidiana y
rutinaria.
Al ser Japón un conjunto de
comunidades agrícolas dependientes
totalmente del cultivo del arroz, los
festivales estacionales más importantes
eran los celebrados en primavera (para
pedir una buena cosecha a los kami) junto
con los de otoño (en agradecimiento por
la recolección abundante). Así consta en
la primera compilación de crónicas
pseudo-históricas, el Nihon shoki (720
d.C.), que registra las ceremonias
religiosas, divinidades y santuarios
shintoístas existentes en la: «planicie de
abundantes juncos y espigas repletas»
(toyo ashi hara mizuho no kuni), esto es, en
el País de Yamato12.
El complejo contenido folclórico-
religioso del matsuri incluye los siguientes
elementos:
i. Monoimi: Purificación de toda la
polución (kegare) que mancha al hombre.
Se realiza con la ablución y el lavado del
cuerpo (misogi); harae, expulsión de todo
polvo contaminante, ya sea físico o
espiritual, e imi, abstinencia y alejamiento
del bullicio popular.
 Federico Lanzaco Salafranca
Momento del desfile del Aoi Matsuri (Fuente: Wikipedia)
ii. Sonae mono: Ofrendas a los dioses
protectores (ujigami13, chinjū no kami),
realizadas por el primogénito de cada
familia (frutas, pastelillos de arroz
(mochi), sake, frutos del mar, etc. (pero
también botines de guerra en los días
antiguos y en las familias de los clanes
guerreros).
iii. Naorai: Ágape común de las
ofrendas presentadas como símbolo de
comunión de vida entre el dios tutelar y
el pueblo.
iv. Omikoshi: Procesión por el pueblo
del habitáculo portátil del dios tutelar,
con lo que se consigue la bendición de las
familias.
Siempre los sacerdotes shintoístas
(kannushi) recitaban las oraciones
sagradas (norito) usando la fonética
japonesa de los ideogramas chinos, que
expresaban la lengua de Yamato más pura
y ancestral, que «causaban» aquello que
las palabras decían, gracias al poderoso y
mágico kodama14, exclusivo poder de la
8
lengua nipona. A continuación,
añadiremos un ejemplo ilustrativo de una
oración auspiciadora para perdonar las
ofensas: Al oír la invocación, los dioses
celestiales se aglomeran en las nubes para
escuchar la plegaria y los dioses
terrenales suben afanosos a las cumbres
de las montañas para oír el comienzo de
dicha oración:
«Entonces, en respuesta a las
plegarias, creemos que todas las
ofensas desaparecerán y no quedará
ninguna; así como el aliento del dios
del viento sopla lejos las numerosas
nubes, así como la brisa matutina y la
brisa vespertina ahuyentan las
espesas nieblas de la mañana y del
atardecer, y de igual modo que los
grandes barcos, fondeados en el
puerto, al soltar amarras de proa y
popa, salen empujados hacia el
océano, así también como el espeso
matorral desaparece por la aguda
guadaña (…)»
 Buscando las raíces de la religión del País del Sol Naciente
Al terminar la plegaria, las ofensas
son arrastradas hasta la cumbre de las
montañas y, desde allí, se despeñan hacia
las impetuosas corrientes de los rápidos y
el agua se las traga, al hundirse en el
proceloso mar, en donde desaparecen
perdidas en los mundos inferiores para
nunca más volverse a ver.
No podría terminar este apartado sin
mencionar el rito anual, a vía de ejemplo
concreto, de las prácticas religiosas y
creencias populares que anidan
profundas aún en la actualidad en el
fondo de los corazones japoneses. Se trata
de un rito shintoísta que se celebra en
prefectura de Ishikawa (en el centro-
norte de Japón, frente al Mar de Japón).
Nos encontramos allí con el testimonio
fiel de la íntima unión entre la divinidad
tutelar que cohabita con el hombre. Así,
el día cinco de diciembre de todos los
años, el padre de familia va hasta el
campo, cava allí tres surcos en la tierra
—puesto que allí es donde habita el dios
tutelar—, hace como si lo recogiera con
sus dos manos y, con sumo cuidado, lo
coloca sobre un abanico. Luego, se lo lleva
a su casa y lo entroniza en el pequeño
altar familiar shintoísta (kamidana, un
altar de madera que suele haber en todas
las familias). Una vez allí, le dice
textualmente: «Por favor, tómate un
descanso» (en japonés: Shibaraku oyasumi
kudasai), a continuación, a la divinidad se
le ofrece té y una abundante comida para
reconfortarlo. El día nueve de febrero se
prepara el regreso de la divinidad al
campo. El padre de familia coloca unas
ramas de pino dentro de un saco que
9
también contiene semillas de arroz,
purifica el ambiente con fuego puro de
pedernal y ofrece a la divinidad una
suculenta comida de despedida,
animándole así: «Come en abundancia,
tranquilo» (en japonés: Goyukkuri meshi
agari kudasai). Finalmente, el día once de
febrero traslada al dios al arrozal,
plantando un pino (los árboles de hoja
perenne son habitáculos de los dioses
según las creencias shintoístas) en mitad
del arrozal. Esta es la primera tarea
agrícola en dicha comunidad.
Quien escribe estas páginas tuvo la
oportunidad, no hace mucho tiempo, de
ver un video sobre todo este ceremonial
(junto con otros ritos actuales del folclore
agrícola nipón); y, en verdad, es un
ceremonial que impacta al espectador,
por ser un testimonio auténtico de la fe
religiosa japonesa, totalmente ajeno a
todas las declaraciones arreligiosas de los
políticos gobernantes y de los tecnócratas
cibernéticos, así como de los millares de
jóvenes, ansiosamente agarrados a sus
fantasías adolescentes, negándose a
entregar así su juventud adorable (kawaii)
al rechazable «sistema» de la sociedad de
sus padres. Por eso se refugian en
coquetos disfraces y ritos del cosplay o en
la vida aislada (otaku), para así intentar
evadirse de la vaciedad de su impío
corazón insatisfecho.
Conclusiones
Yasunari Kawabata (1899-1972), Premio
Nobel de Literatura en 1968, describió así
la religiosidad/espiritualidad de los
japoneses:
 Federico Lanzaco Salafranca
«La sensibilidad de los japoneses ha
estado siempre condicionada por este
clima evocador del ambiente natural
del archipiélago. El paisaje sin límites
que rodea sus templos es, en sí
mismo, un en recinto sagrado. Se
podría casi afirmar que el propio
paisaje es el templo. En el antiguo
Japón, así era. Las altas montañas, los
grandes bosques, las cascadas, las
rocas, los acantilados… hasta los
viejos árboles se veneraban como
divinidades e imágenes divinas. Esa
percepción perdura aún hoy en las
tradiciones populares.15»
Así es, en efecto, el japonés ante esa
impactante admiración y emoción ante el
bello entorno de su país: se siente
«sumergido», «diluido», «fundido»,
«abrazado», identificado con su
maravillosa Naturaleza, nunca se sentirá
«distinto», «separado» u «opuesto» a ella.
Y, al sentirse así, fusionado, atraído y
sobrepasado por la Naturaleza,
experimenta una plena confianza filial en
ella y se arrebuja y se arropa en su
maternal regazo. De esta manera, para el
japonés, a pesar de ser una potencia
destructora, la Naturaleza, con toda su
hermosura, vitalidad y energía, es su
auténtica madre. Ella lo mantiene, lo
amamanta y conserva, y ella también
recibirá sus restos en el último descanso.
En esta íntima comunión, el japonés
encuentra su auténtica y radical
identidad, a la par que la profunda paz de
su corazón. Experimenta una auténtica
revitalización espiritual, con una plenitud
de corazón que supera las
10
preocupaciones, el hastío y la vaciedad de
la existencia humana. Por otro lado, toda
la riquísima literatura japonesa clásica,
desde los albores del siglo V d.C. hasta la
primera mitad del siglo XIX, testimonian,
con sus variadas constelaciones de
valores estéticos, este profundo
sentimiento del esteticismo naturalista
del corazón de Yamato16.
Como impactante final a este pequeño
ensayo, quisiera concluir con el
testimonio auténtico de esta «paz
trascendental y salvífica» que el japonés
experimenta con su inmersión profunda,
identificado con el bello entorno natural
del País del Sol Naciente. En mis años de
profesor de la asignatura Humanidades
contemporáneas (Religión, Filosofía y Ética)
en la Universidad Sophia de Tokyo, pedía
a mis alumnos que leyesen dos libros
durante el curso y que me escribieran
después un trabajo sobre sus impresiones
personales de las lecturas realizadas. Los
temas, salvo muy pocas excepciones,
versaban sobre la vida en nuestra
sociedad contemporánea y los autores
eran siempre japoneses. Pues bien,
siempre recordaré con especial emoción
el trabajo que me entregó un estudiante
de veinte años de la licenciatura de
Comercio. Creo, sinceramente, que no
podría encontrar un mejor testimonio
para comprender y explicar las raíces de
la espiritualidad japonesa:
«La razón por la que me gusta ir solo
al monte es porque me disgusta la
sociedad humana, llena de mentiras,
guerras, traiciones y luchas
implacables por la supervivencia.
 Buscando las raíces de la religión del País del Sol Naciente
Todo eso lo odio. Así, voy solo al
monte y me sumerjo en la paz que me
da la Naturaleza. Con este encuentro
con la Naturaleza mi corazón
encuentra la paz. Además, la
Naturaleza es el mundo del silencio.
Y, así, mi soledad y mi silencio
encajan perfectamente con la soledad
y el silencio de la Naturaleza. Nos
unimos identificados y mi corazón
reposa sereno (…).»
Así, pues, el tipo de trabajo y las
características sociales serán distintos
según los «tiempos» y los «espacios»,
pero la fragilidad y la incertidumbre de la
condición humana serán siempre las
mismas ante el gran misterio de la vida.
Notas
1. Agradezco a mi amigo Fernando Cid Lucas su
entusiasta lectura de este trabajo, sus
comentarios al respecto y que se haya encargado
personalmente de trascribir mi manuscrito al
formato que el lector tiene ahora entre sus
manos.
2. Véase, para profundizar en este aspecto:
QUINZÁ LLEÓ, Xavier, “Mysterium Tremendum
et Fascinans: miedo y experiencia religiosa”,
Crítica, nº 977, 2012, pp. 38-41.
3. SANSOM, George B., A History of Japan (3 vols.),
Tokyo, Charles E. Tuttle, 1974, p. 154.
4. Ver para esto mi obra: Introducción a la cultura
japonesa. Pensamiento y religión (2ª edición,
revisada y ampliada), Valladolid, Servicio de
Publicaciones de la Universidad de Valladolid,
2011; y también mi otro estudio sobre esta
misma cuestión: Religión y espiritualidad en la
sociedad japonesa contemporánea (Prólogo de Elena
Barlés), Zaragoza, Prensas Universitarias de
Zaragoza, 2008.
11
5. Disponible en su edición digital en:
https://web-japan.org/niponica/niponica24/es/index.html
(última consulta: 12/01/2019).
6. Revista Niponia, nº 24, 2018, p. 8.
7. Ver su obra principal: Mayor Thinking of Eastern
People, Honolulu, Hawaii University Press, 1964.
8. Consagrado al emperador Meiji y a su esposa,
la emperatriz Shōken.
9. Véase para esto: CID LUCAS, Fernando, “Sobre
los amuletos protectores en Japón”, Revista
Kokoro, nº 18, 2015, pp.2-5.
10. Ver para esto mi obra: Religión y espiritualidad
en la sociedad japonesa contemporánea (Prólogo de
Elena Barlés), Zaragoza, Prensas Universitarias
de Zaragoza, 2008.
11. Véase para conocer más de la religión
autóctona japonesa el libro de FALERO, Alfonso
(ed.), Aproximación al sintoísmo, Salamanca,
Amarú Ediciones, 2007.
12. Antigua denominación de Japón.
13. Literalmente: “deidad del clan”. Con la
adoración a esta divinidad se reforzaban aún
más los lazos entre los miembros pertenecientes
a una misma comunidad, gracias a que todos
ellos estaban bajo la protección del mismo kami.
14. Léase para esto el artículo de TAKAGI,
Kayoko, “El concepto del ánima de las palabras,
kotodama, en la literatura japonesa”, Lenguas de
Asia Oriental, estudios lingüísticos y discursivos
(María Amparo Montaner Montava y María
Querol Bataller eds.), Valencia, Universitat de
València, 2010, pp. 263-278.
15. KAWABATA, Yasunari, “Forewords”, en:
TAMBURELLO, Adolfo, Japan: Monuments of
Civilization, New York, Grosset and Dunlap, 1973.
16. Ver para esto mi libro titulado: Los valores
estéticos de la cultura clásica japonesa (2ª edición),
Madrid, Verbum, 2009.
 Saitō Sanki, el maestro del haiku nuevo
Irene Starace
Grupo Japón (Universidad de Zaragoza) y Grupo Eurasia (Universidad de Salamanca)
irenestarace@gmail.com

Resumen
En este artículo se presenta una pequeña selección —previa presentación de su autor—
de los haikus de Saitō Sanki (1900-1962), innovador cosmopolita, excéntrico y
anticonformista del haiku moderno japonés.
Palabras clave: haiku, siglo XX, innovación, anticonformismo.

Abstract
This article makes a short introduction to Saitō Sanki (1900-1962), cosmopolitan,
eccentric, and unconventional innovator of Japanese modern haiku, and a little
selection of his poems.
Keywords: haiku, 20th century, innovation, unconventionality.

La vida para encontrar consuelo a la vida en su

En el siglo XX, un nombre destaca en el
mundo del haiku por su ruptura con la
tradición: el de Saitō Sanki. Nació este
autor en Tsuyama, en la prefectura de
Okayama, en 1900. Su verdadero nombre
fue Saitō Keichoku. Quedó huérfano de
padre a los seis años y de madre a los
dieciocho. Después de esto, su hermano
mayor le llevó a vivir con él a Tokio. Allí
se licenció en odontología en 1925 y ese
mismo año se mudó a trabajar a Singapur.
La vida cosmopolita del lugar le encantó:
se hizo amigo de personas de muchas
nacionalidades y se apasionó por la vida
nocturna. Sin embargo, tras cuatro años,
el boicot anti japonés le obligó a volver a
Japón. Empezó a escribir haikus en 1933
país, que no le gustaba, empleando el
seudónimo de Saitō (modificando los
kanji, de a ) Sanki. Publicó su
primera colección, Hata («Banderas»), en
1940, y llegó a ser muy popular, pero tuvo
problemas con el clima represivo de la
época: el mismo año, con sus compañeros
de la revista Kyōdai haiku («Haikus de la
Universidad de Kioto»), fue detenido y
estuvo en la cárcel dos meses. Después de
esto, se mudó a Kobe, donde
transcurrieron sin problemas los años de
la Segunda Guerra Mundial. En esa época
dejó de escribir, pero en la posguerra
retomó su actividad como autor y
también como fundador y editor de
revistas dedicadas al haiku: Tenryō
(«Sirio»), Gekirō («Olas violentas») o

Recibido: 10/03/2019
Aceptado 21/04/2019 12
 Saitō Sanki, el maestro del haiku nuevo
Dangai («Barranco»). En 1948 publicó otra
colección de poemas: Momo no yoru
(«Melocotones nocturnos»), al año
siguiente Kyō («Hoy»), y en 1962 Henshin
(«Metamorfosis»). Su obra y sus
publicaciones fueron una referencia
fundamental para los nuevos poetas
japoneses. Murió en 1962 por causa de un
cáncer de estómago.
La obra
Según el también haijin Hirahata Seitō
(1969:345): «(…) aunque se dijera que el
haiku nuevo [shinkō haiku] no existió ni
antes ni después de Sanki, no sería
exagerado». Sanki estudió en la
universidad metodista de Aoyama, donde
tuvo contacto con la cultura occidental, y
sus preferencias literarias también eran
Antología de haikus de Saitō Sanki (Fuente: Kinokuniya).
13
occidentales (Hirai, 1990:89). Esto dio a los
haikus de sus inicios un carácter
rompedor, irónico, irreverente y, a la vez,
cargado de simbolismo. Demos la palabra
otra vez a Hirahata: «[Comparado con
Mizuhara Shūōshi y Yamaguchi Seishi]
tiene a un nivel superior todo el estilo de
la cultura occidental, en el que se
combinan la melancolía y los ángulos
agudos del hombre moderno» (1969:344).
Aunque tuvo un «regreso al Japón»
poético en la posguerra (haikus como:
«Cuando llega el momento»…, referidos
aquí, son ejemplo de ello), nunca perdió
estas características, a las cuales hay que
añadir un erotismo raro en el género del
haiku, y que, como ya he dicho, le
convirtieron en una referencia
fundamental para los jóvenes poetas
nipones.
 Irene Starace 14

Selección de poemas1
De Hata De Momo no yoru

El cojín de agua Padre

borbotea. de un hijo de la culpa.
Mar frío. La voz de un mosquito
viene y va.
El chico de la aritmética
ha llorado en silencio Tsuyu2 avanzado.
todas sus lágrimas. De todos modos,
Verano. la llamo con dolor:
«mi mujer».
En la sombra de los árboles
tres viejas Debo odiar
se rieron hasta la saciedad. a la mujer que cuenta:
«Hay un gato en celo».
Harpo Marx
nació de las heces Aquí está
de Dios. la mediana edad:
melocotones nocturnos
¿Quizás la chica ha bajado madurados lejos.
tras contaminarse
con el caballo blanco? Cuando llega el momento
en que los lotos marchitados
Las pistolas automáticas se mueven,
se agrupan en el cielo. todo se mueve.
Relatividad.
El incendio rojo
Al ruido de los cañones se rió fuerte,
pájaros, animales y peces pero hoy, sólo negrura.
se congelan y ofuscan.
Hiroshima:
¡Disparad al comer un huevo
contra las soldados abro la boca.
del contraataque!
 Saitō Sanki, el maestro del haiku nuevo 15

De Kyō Bibliografía
ANDŌ, Tsuguo, «Shiki kushū» («Colección de
Una luna de hielo haiku de las cuatro estaciones»), en: Kanshō
ilumina los campos Nihon gendai bungaku (Literatura japonesa
del hospital público. moderna para leer), vol. 33, Gendai kushū
(Colección de haikus modernos), Tokio,
Niños huérfanos Kadokawa shoten, 1990, pp. 363 y 371-72.
y ancianos solos HIRAHATA, Seitō, «Saitō Sanki. Hito to sakuhin»
juegan batiendo palmas. («Saitō Sanki. La vida y la obra»), en: Nihon
shijin zenshū (Colección completa de poetas
Semillas de kaki. japoneses), vol. 31, Tokio, Shinchōsha, 1969,
pp. 343-47.
Si pudiera taladrar los dientes HIRAI, Shōbin y OOKA, Makoto, «Taidan»
de María en negro («Debate»), en: Kanshō Nihon cit., pp. 88-90.
resbalándose en el sudor… STARACE, Irene, Il grande libro degli haiku, Roma,
Castelvecchi, 2005.

De Henshin Notas
1. Selección y traducción de Irene Starace para
Atardecer de otoño. Revista Kokoro.
El mar arrastra 2. Temporal de lluvias fuertes, con vientos que
los huesos de un gran pez. causan grandes estragos en la población.
3. Todos los haikus de Sanki están sacados de
Mujer desnuda Nihon shijin cit., pp. 349-364, y de Kanshō Nihon
cit., pp. 299-301.
en el acantilado,
¡lame una gota de mi sangre!

Desde la popa
sale el sol,
en la proa
la oscuridad de mayo.3

Fotografía de Saitō Sanki (Fuente: Wikipedia).

 Yo vengo de todas partes (y de todas de leer sobre Japón)
Fernando Cid Lucas
fernandocidlucas@gmail.com
La felicidad que produce constatar cómo la
cultura japonesa está cada vez más presente
en países como Irlanda1 o República Checa2
—en donde he podido ver más de una
publicación sobre el haiku, y parece un cada
vez más pujante mercado del manga en
traducción— es la misma que me produce
ver cómo en progresión ascendente llegan
más libros a nuestros anaqueles, traducidos
al español. Y no son sólo las grandes
editoriales (que también) quienes realizan
esta labor; me sorprende que editoriales
más pequeñas hayan tenido tan buen gusto
como el que ha tenido la editorial
madrileña La discreta cuando ha publicado
la poesía de Kenji Miyazawa (1896-1933)3.
Reconozco que esta ha sido la sorpresa
editorial de mis últimos meses y de mis
últimas lecturas. Creo que ya huelga decir
que Kenji Miyazawa es uno de los autores
preferidos por los japoneses, un hombre
humilde, trabajador de la tierra y de las
letras que se hizo con un hueco perenne en
el corazón de los nipones. Un poeta que
escribió versos que aún se memorizan en
las escuelas de su país para poner en valor
la constancia y el coraje en la vida diaria. Y
si hay que agradecer al traductor y antólogo
su encomiable tarea, también debemos
agradecer a los responsables editoriales el
extremo cuidado que han puesto en el
acabado del libro, desde el diseño de la
portada, la disposición de los textos en su
interior y hasta la elección de quien se ha
encargado de elaborar esta antología, la
introducción y la traducción desde el
japonés: Alfredo López-Pasarín Basabe
16
(Santander, 1964), catedrático de la
prestigiosa Universidad de Waseda, por
donde pasaron escritores tan reconocidos
como Yaso Saijo o Haruki Murakami.
Estamos, pues, en nuestro país de
enhorabuena, porque a la conmovedora
prosa de Kenji Miyazawa —ya disponible en
distintas antologías de relatos también
traducidos al español directamente desde el
japonés4— se suman ahora sus poemas,
pertinentemente comentados y anotados,
que también comparten la tierna preceptiva
de sus relatos.
Y del otro lado del mundo nos llega una
guía de viajes muy especial. Yo he dicho a
quien la he recomendado verbalmente que
es una «guía culta», alejada de frivolidades,
de datos, de meras distancias y de flechas
que destacan posibles visitas turísticas.
Kansai Cool. A Journey into the Cultural
Heartland of Japan5 cuenta con textos
interesantes e inteligentes que son breves
ensayos sociológicos sobre la región central
del país asiático, que se esfuerzan por
hacernos comprender qué es Japón. Así,
Kansai Cool es mucho más que una excelente
guía para visitar con aprovechamiento esta
región del país del Sol Naciente; es, como
bien dice el subtítulo del libro, un viaje al
corazón cultural de Japón, a su identidad
más auténtica. La solvencia de una casa
editorial como Tuttle acompaña esta
monografía, obra de un antropólogo viajero
que ha pasado por las aulas de Harvard y
Boston y que es, además, el autor de las
fotografías, complemento ideal a las
 Fernando Cid Lucas
palabras. Los textos llevan al lector por los
lugares más representativos de esta región
llena de historia, de tradición, de nombres…
donde reside gran parte del corazón/kokoro
del país asiático. Y, como no hay nada mejor
que preparar un viaje que nos nutra sin
pérdidas de tiempo, para esto puede
servirnos a la perfección Kansai Cool.
Ensayos concisos, bien estructurados, ricos
en contenidos, dirigidos a cualquier lector,
como el capítulo titulado: «Los caminos del
agua», donde se explica cómo el mar, los
ríos, los lagos o las cascada tienen tanta
importancia para los japoneses y han
servido para imprimir el carácter
«acuático» de este pueblo. Hay que rebasar
la frontera del lenguaje y decantarse por la
que es, hasta el momento, una de las
mejores guías de esta región, aprovechable
en cada uno de sus palmos. Y es de
agradecer que Tuttle ya haya dedicado
varios libros al transitar por Japón no como
meros turistas guiados, sino que con sus
libros nos invita a conocer un Japón más
auténtico, sin intermediarios, el que
permanecerá en nuestra memoria y en
nuestros corazones.
17
Notas
1. En una reciente visita a la Isla Esmeralda tuve
conocimiento de una muy pujante Irish Haiku
Society: https://www.freewebs.com/irishhaiku/
(última consulta: 28/03/2019).
2. Sin duda, lo que muchos jóvenes checos hacen
hoy con la estrofa japonesa se debe, en gran
parte, a un trabajo pionero, firmado por la
artista Karla Trinkiewitze (1931), autora del
bellísimo libro: Haiku o Praze: sto haiku a sto kreseb,
Praha, Rozmluvy, 1984 (128 pp.).
3. MIYAZAWA, Kenji, Haru tos hura y otros poemas
(Alfredo López-Pasarín Basabe, trad. y ed.),
Madrid, La discreta, 2017 (247 pp.).
https://www.ladiscreta.com/2017/08/20/haru-
to-shura-y-otros-poemas-de-kenji-miyazawa-
editado-por-ediciones-de-la-discreta/ (última
consulta: 02/04/2019).
4. Hasta el momento, la editorial asturiana Satori
ha publicado tres volúmenes de relatos de este
autor: El tren nocturno de la Vía Láctea (Paula
Martínez Sirés trad.); La vida de Gudori Gusko
(Yumika Matsumoto y Jordi Tordera trad.); y La
constelación de los cuervos (Kumiko Ikeda y Marta
Añorbe Mateos trad.).
5. WHELAN, Christian, Kansai Cool. A Journey into
the Cultural Heartland of Japany, Clarendon,
Singapore & Tokyo, Tuttle, 2018 (256 pp.).
https://www.tuttlepublishing.com/japan/kansai
-cool-9780804850551 (última consulta:
02/04/2019).
 Número patrocinado por:

adecjapan@gmail.com

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