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MANEJO COGNITIVO

Y CONDUCTUAL DE
PERSONAS CON
DAÑO CEREBRAL
GUÍA SENCILLA A FAMILIARES Y PROFESIONALES

Iván Cerdeña Macías


TERAPEUTA OCUPACIONAL | CREADOR DE DIVULGANDO EL SABER
Iván Cerdeña Macías Terapeuta ocupacional

Manejo cognitivo y conductual de personas con daño


cerebral

Existen diversos problemas derivados del daño cerebral como pueden ser
la apatía, la depresión o la labilidad emocional, vamos a abordar los más
frecuentes.

Apatía y falta de iniciativa.

Es frecuente, que las personas con daño cerebral presenten falta de


motivación en la realización de actividades que requieran algún tipo de
planificación, siendo frecuente, que estas personas, muestren interés sólo en
actividades que tengan una recompensa inmediata.

Es frecuente, encontrarse en familiares frases del estilo ‘’ Antes le


gustaba mucho X cosa, lo ha hecho siempre, y ahora le da igual’’. Debemos
entender, que esta apatía, no es pereza, sino una consecuencia del daño
cerebral.

Dividir las actividades en pasos pequeños y reforzar cada vez que realiza
cada paso, evitando al comienzo que se produzca el fracaso en la actividad. Si
por ejemplo, le propones al usuario, que X veces debe realizar una actividad,
debemos reforzarle cada vez que la realice, felicitándole por ejemplo.

También debemos evitar confundir apatía con cansancio. Las personas


con daño cerebral tienden a cansarse antes de las actividades, por tanto, es
importante ofrecer tiempos de descanso cuando sea necesario, por ejemplo si
está comiendo, y se cansa, podemos darle un minuto de respiro, y recordarle al
poco que debe volver a comer.

En ocasiones, es conveniente mantenerse firme y decir ‘’vamos a…’’


puesto que tienden a mostrarse más fatigados de lo que realmente están para
evitar realizar la actividad. Puede ser, que de verdad un día por las
circunstancias, o porque haya realizado alguna actividad fatigosa se encuentre
más cansado de lo normal, en estos casos, lo ideal, es motivarlo con frases del
tipo ‘’ayúdame a…’’
Iván Cerdeña Macías Terapeuta ocupacional

Tristeza o depresión

A menudo la depresión en estos casos se manifiesta con conductas como


quejas por parte de la persona afectada, con verbalizaciones de inutilidad,
aislamiento, o llanto.

Es básico buscar actividades que les motiven o puedan ser gratificantes


para la persona, y que tengan poco rango de error. Así mismo, es importante
reforzar sus logros, del mismo modo que reforzar cualquier iniciativa que tome
por pequeña que sea.

Así mismo, también debemos escuchar sus expresiones de sentimientos,


aunque es preferible prestar más atención a la implicación de la persona en
actividades reforzando estas últimas (teniendo en cuenta las quejas)

Algunas personas no reaccionan bien cuando se le recuerdan sus


progresos (como estaba antes y cómo está ahora), es preferible centrarse en el
momento.

Labilidad emocional

Labilidad emocional se entiende como la dificultad para controlar la


expresión de las emociones, y es ocasionada por el daño cerebral, por ejemplo,
llora mucho por cosas insignificantes, como que se le caiga un tenedor, o se le
cierre el ascensor, y al rato está normal o se ríe por cualquier otra cosa.

Debemos intentar en estos casos mantener nuestra propia calma, evitar


gritos, discusiones con la persona, o discusiones entre las personas que estén
en el entorno puesto que empeorarán la situación. Hay que elogiar en estos
casos, cuando la persona se mantiene serena en situaciones de estrés.

Ansiedad

Definimos ansiedad, como un estado de inquietud, exaltación e


inseguridad, es una alerta ante situaciones que puedan resultar amenazantes.
Sin embargo, en las personas con daño cerebral, las causas de la ansiedad
pueden ser nimiedades, como sentarse y cerrar los ojos, por ello, es importante
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que poco a poco la persona vaya enfrentándose a esas situaciones que le


causan ansiedad, puesto que, de no ser así, puede pasar a ser una persona
totalmente dependiente.

Debemos animar a la persona a que realice por sí solo esas pequeñas


actividades que le causan ansiedad. Los primeros pasos deben ser cosas
pequeñas, puesto que la confianza en uno mismo se gana a través de los éxitos.
En caso de detenerse durante la actividad, se pueden dar tiempos de descanso
breves, en los que es aconsejable respirar profundo para relajarse.

Desinhibición

Algunas personas con daño cerebral, pueden decir o hacer lo primero que
se les pase por la cabeza sin medir las consecuencias de dicha conducta.

Debemos corregir esta clase de conductas dando una respuesta firme a


la persona, y redirigiremos la atención de la persona hacia otro tema diferente al
de la expresión, por ejemplo, si la persona pregunta sobre intimidades sexuales,
debemos decir que eso no es adecuado, y cambiar el tema de conversación
inmediatamente.

Es importante que no realicemos ninguna clase de excepción con frases


estándar del tipo ‘’así es el’’, puesto que la consecuencia directa de no corregir
estas conductas es el mantenimiento o incremento de las mismas.

Enfado y agresividad

Es frecuente, que estas personas, se enfaden con facilidad con cosas


como el ruido, o los niños y exploten con gritos e insultos por razones que nos
pueden parecer no justificadas…

Debemos identificar bajo qué circunstancias se desencadenan estas


reacciones de ira, y debemos evitarlas en la medida de lo posible. Es importante,
que nosotros no reaccionemos del mismo modo gritándole a la persona, puesto
que puede empeorar la situación, mejor no discutir.
Iván Cerdeña Macías Terapeuta ocupacional

También es importante intentar redirigir la atención de la persona hacia


otro estímulo, por ejemplo, preguntarle si prefiere salir fuera y tomar un poco de
aire.

Los enfados de estas personas en estas situaciones no son más que


consecuencias del daño cerebral, y por ello no debemos tomarlo como algo a
propósito hacia nosotros.

Del mismo modo, debemos evitar culpar al afectado cuando comete


errores, debemos intentar afrontar todo esto de manera positiva con frases del
tipo: ‘’ No pasa nada, la próxima vez te saldrá mejor’’

Agitación

Definimos agitación como un estado de inquietud que la persona no puede


controlar, y además le ocasiona malestar, en muchos casos, no existe una causa
externa que la provoque, y responde únicamente a causas fisiológicas, pudiendo
sólo ser controlada mediante medicación.

Debemos tener paciencia, es una etapa más de la enfermedad. Para


evitarla, es necesario que el paciente perciba seguridad alrededor.

Al igual que con el enfado, debemos evitar situaciones que puedan


provocar esto, ruidos excesivos, gritos, mucha gente hablando al mismo
tiempo…

Si a la persona en cuestión, le da por hablar en exceso, suele ser


adecuado escucharle y dejarle hablar, a veces puede ayudar a superar el
momento de agitación. En todo momento debemos permanecer tranquilos,
aunque no lo estemos, debemos aparentarlo. Debemos cuidar nuestras formas,
no debemos hablar bruscamente, ni fruncir el entrecejo, ni utilizar un tono de voz
elevado, puesto que puede empeorar la situación.

En ocasiones, nuestros propios estados emocionales, como son la ira, o


la incomodidad se pueden transferir al paciente
Iván Cerdeña Macías Terapeuta ocupacional

Fases de la agitación:

• Agitación leve: la persona habla mucho, y muy rápido, va aumentando el


tono de voz, la persona está inquieta y se muestra ansiosa.
o Debemos evitar la sobreestimulación, música alta, gente hablando,
gritos, mucha gente moviéndose, intentamos mantener un
ambiente estructurado y tranquilo.
o Permitir la libertad de movimientos, puesto que restringir el
movimiento a las personas puede agitarlas más
o Debemos evitar mostrar emociones fuertes, como enfado, y
mantenernos serenos en la medida de lo posible.
o Debemos reforzar de forma positiva cuando la persona esté
tranquila.
o Proponer siempre que sea posible una actividad motriz, como
andar.
• Agitación moderada: La persona comienza a gritar y se muestra
desafiante. Aumenta la agitación motriz y puede aparecer agresividad
hacia los objetos.
o En este caso, debemos intentar cumplir los mismos requisitos que
en la agitación leve, en casa de que no funcionen debemos reducir
la interacción verbal con la persona. Invitarle a que camine con
nosotros, en caso de que no quiera, podemos probar a invitarle a
sentarse.
o Debemos intentar sacar a la persona de la habitación en la que
esté y ver si se calma.
• Agresividad leve: El paciente está claramente agresivo hacia otros,
existen insultos y amenazas, físicamente, pueden aparecer gestos de
agresividad, como levantar el puño.
o Debemos evitar discutir con la persona, sólo empeorará la
situación
o Ignorarlo en la medida de lo posible, siempre y cuando no haya
posibilidad de violencia física.
o Intentar redirigir la atención hacia otra cosa u actividad suele ser
un método efectivo.
Iván Cerdeña Macías Terapeuta ocupacional

o En caso de ser pertinente, podemos intentar ‘’mostrar nuestros


sentimientos’’: ‘’me siento mal cuando haces esto’’ ‘’me ofendes
con lo que estás diciendo’’

Falta de conciencia del déficit

Nos referimos a la conciencia como aquella capacidad para entender y


valorar nuestras fortalezas y debilidades en términos relativamente objetivos.
Esta capacidad se localiza en el lóbulo frontal del cerebro y puede quedar
dañada. Existen tres niveles distintos de falta de conciencia:

• Conocimiento de los déficits: por ejemplo, la persona puede reconocer


que no puede mover un brazo, pero no que tenga pérdida de memoria.
• Conciencia de las implicaciones del déficit: la persona considera que
puede conducir a pesar de tener una hemiparesia
• Implicaciones futuras: la persona tiene conciencia de su nivel de
dependencia, a nivel físico es dependiente total, y se plantea volver a
andar después de X tiempo.

Debemos comprender que la autoconciencia del déficit puede ir


mejorando de forma gradual, y que negar esos déficits sólo es un mecanismo de
adaptación. Debemos dejar que la persona que tiene esta dificultad fracase a
veces (sin que existe riesgo), aunque se desanime, para poder apreciar la
realidad de su situación.

Cuando la persona hable de sus dificultades, no debemos quitarle


importancia, debemos intentar prestarle atención, y buscar actividades
alternativas que la persona pueda poner en práctica. No obstante, no debemos
fomentar expectativas irreales a la actividad, debemos mantener un optimismo
realista.

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