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Sri Lanka

Un Análisis de la Violencia Étnica

Jorge Caicedo – 1758890

Cristian Cardona – 1758545

Alexander Cruz - 1662943

Samuel Salazar - 1758373

Introducción

Sri Lanka o República Democrática Socialista de Sri Lakan es un país ubicado en Asia,

cerca de la India, en el océano Indico. Esta isla contaba con 22.576.592 habitantes hasta el

2018 y su capital es Sri Jayawardenapura Kotte. Los idiomas oficiales son el singalés

(shinhala) y el tamil, los cuales son hablados por el 87 % de la población y el 28,5 %

respectivamente (Oficina de Información Diplomática, 2019) y se independizó durante el año

1948 del Reino Unido. En este país, la religión oficial es el budismo, doctrina que se ha visto

enfrentada con otras posiciones como el catolicismo, el hinduismo y el islam.

Este país se ha enfrentado a diversos procesos que han dañado y afectado a toda su

población, generando consecuencias que aún se evidencian en la actualidad, como lo ha sido

el conflicto entre tamiles y cingaleses, conflicto civil que se agravió entre 1983 y 2009. Este

conflicto se basó fundamentalmente en el intento del gobierno y las mayorías cingalesas por

reducir y controlar a los tamiles, los cuales eran discriminados por motivos étnicos y

religiosos. A raíz de esta situación, se formaron los Tigres de la Liberación de Eelam Tamil,

grupo guerrillero que buscaba la independencia de esta comunidad minoritaria usando

tácticas propagandísticas, violencia física y armada (Oficina de Información Diplomática,


2019); debido a sus brutales tácticas de lucha esta organización fue vista como terrorista por

el gobierno y la Unión Europea.

El conflicto entre cingaleses y tamiles data desde tiempos precoloniales, en donde se

destaca la guerra librada por Elara, general tamil perteneciente a la dinastía Chola y,

Duttugemunu, rey cingalés quien finalmente resultó victorioso en dicha contienda. No

obstante, en lo que al conflicto actual se refiere este tiene su etapa de iniciación alrededor del

año 1977 con la elección del primer ministro Junius Richard Jayawardene, quien en campaña

prometió pelear contra la corrupción y mejorar las condiciones de las minorías, pero que, tras

cambiar la constitución para volverse presidente, inició con políticas represivas y autoritarias

contra la comunidad tamil (Uribe, 2007). En 1981, las agresiones iniciaron con el asesinato

de casi 20 policías considerados asesinos y violadores por parte de los tamiles;

posteriormente, a raíz del robo sufrido por el Banco Neerveli, 27 tamiles acusados de

terrorismo fueron torturados y confinados en un campo militar. La escala de violencia entre

ambos grupos fue escalando hasta que se dio un mitin político en el que civiles y militares

atacaron un templo hinduista y diversas propiedades de tamiles, incluyendo la quema de casi

95.000 volúmenes que estaban en la biblioteca de Jaffna, sobre la permanencia de los tamiles

en Sri Lanka (Uribe, 2007). El conflicto fue acrecentándose al punto en que los ataques

realizados por ambas comunidades participantes contra sus “rivales” afectaron miles de

personas, iniciando un proceso de repliegue a nivel nacional y de migración a nivel

internacional. En medio de este conflicto se cometieron delitos de lesa humanidad registrados

por la ONU de parte del gobierno que aún no han sido aclarados, entre los que cuentan

múltiples ataques a centros de atención médica de la comunidad tamil, fuego contra

población civil desarmada, violencia sexual y asesinato de prisioneros. Se declararon

oficialmente entre 80.000 y 100.000 personas muertas y miles de desaparecidos, refugiados y

desplazados.
En este conflicto se integraron diversos elementos culturales como la religión, la etnia, el

idioma y las costumbres para realizar un proceso discriminativo, con el cual se pretendió

legitimar el accionar violento del gobierno, de mayoría cingalés, contra el pueblo tamil.

Méndez (s.f.) indica que las culturas son dinámicas y se interrelacionan, siendo esto último

clave para su dinamicidad, ya que, al encontrarse con otras culturas se reconocen las

limitaciones propias, así como las posibilidades y riquezas, siendo este encuentro necesario

para el desarrollo de un grupo que comparte territorios, así que rechazar o tratar de eliminar

estas diferencias es infructuoso para el bienestar común de todos estos individuos. En este

documento se analizan diversos factores que incidieron en esta guerra civil tomando como

base los documentos y discusiones presentadas en el curso Violencia y Cultura.

Objetivos

General: Analizar los factores políticos y culturales que incidieron en la guerra civil de Sri

Lanka.

Específicos: Comprender la afectación de la relación intercultural violenta en el conflicto

de Sri Lanka.

Marco conceptual

Violencia: La violencia es una constante dentro de la convivencia humana, pues, se ha

presentado en diversos contextos sociales y culturales desde que se han hecho registros sobre

la historia de la humanidad. Sus causales son de lo más variado; razones políticas,

económicas, religiosas, étnicas, son algunas motivaciones que nutren el largo itinerario

asociado a este aspecto de la condición humana. Argaya (1995) indica que la violencia se da

cuando se infringe a un individuo o varios, lesiones o sufrimientos por quien sabe o debería

saber los efectos que producen sus actos. Machaud (78, citado por Argaya, 1995) indica que

la violencia se da cuando en una situación de interacción “uno o varios sujetos actúan de


forma directa o indirecta, masiva o dispersa dirigiendo un ataque contra uno o varios

interlocutores, sea en su integridad física o moral, en sus posesiones o en sus participaciones

simbólicas y culturales”. El acto violento puede darse en cualquier contexto, como en la

familia, el trabajo, la universidad, etc.

Asimetría: Se puede definir la asimetría en este caso como la producción injusta de

víctimas, deslegitimaciones y sometimientos producto del poder dominante (Mendez, S.f.).

La asimetría se ve amplificada debido al carácter homogeneizador de la globalización, donde

el grupo homogeneizador pretende instaurar un estilo de vida mientras aumenta la

desigualdad, la exclusión y las diferencias.

El desafío de construir relaciones justas entre las culturas se hace más urgente frente a la

actual estrategia de globalización y su fuerza homogeneizadora y diferenciadora a la vez. En

efecto, tal estrategia homogeniza al imponer un estilo de vida y de consumo, pero al mismo

tiempo profundiza las diferencias y amplifica la desigualdad social y la exclusión impidiendo

que éstas, las culturas, se desarrollen a su tiempo y por sus propios medios (ibid); por último,

“afecta los universos simbólicos establecidos en las distintas sociedades e impacta, así, las

identidades forjadas al calor de esos universos culturales” (González, 2007, citado por

Méndez s.f.).

Justicia Cultural: La justicia cultura es consecuencia de aceptar la diversidad cultural en

los diversos contextos en que vivimos, implicando reconocer la riqueza y las asimetrías que

se dan entre culturas y se basa en el reclamo de “reconocimiento por parte de aquéllos

hombres y mujeres cuya palabra, tradiciones, temporalidades y formas de producción de

saberes han sido históricamente negadas” (Fornet, 2004 citado por Méndez, s.f.), y demanda

a su vez la necesidad de expresión en condiciones de igualdad, rompiendo las asimetrías entre

una cultura y otra.


Análisis - aplicación de los conceptos

Violencia estructural:

La violencia en Sri Lanka a lo largo del tiempo ha tenido diferentes modalidades una de

ellas es la violencia estructural, la cual tiene como principio definitorio la relación asimétrica

de poder y, por ende, el establecimiento de relaciones de explotación que efectúa un grupo

dominante sobre un grupo dominado, en palabras de Galtung (s.f, p.153) “la clase dominante

consiguen muchos más beneficios de la interacción en la estructura que el resto, lo que se

denominaría con el eufemismo de intercambio desigual”. Por su parte, Böhm (2017)

sirviéndose de los trabajos de Galtung señala que la violencia estructural es el “conjunto de

los obstáculos físicos y organizativos evitables que en las relaciones estructurales impiden a

las personas satisfacer sus necesidades básicas o alcanzar su verdadero potencial” (p.57). En

esta misma vía, Parra y Tortosa (2003) arguyen que la importancia de esta conceptualización

radica en que permite vislumbrar la relación existente entre las situaciones de violencia

estructural y las modalidades de violencia directa.

Como subcategorías de la violencia estructural (Galtung, s.f) identifica 4 tipos los cuales

son: 1) explotación tipo A, en este tipo de violencia la clase dominada vive en la pobreza y

puede llegar a morir de hambre o contraer con suma facilidad diferentes enfermedades; 2)

explotación tipo B, de este tipo se subraya el abandono y la miseria, se incluye la

malnutrición, desarrollo intelectual reducido y menor esperanza de vida; 3) adoctrinamiento y

ostracismo, los cuales hacen referencia tanto a la implantación de élites creadoras de opinión

como a la manipulación de la percepción de la ciudadanía con una visión parcial y sesgada de

los acontecimientos, evitando así la formación de conciencia de clase; por último, está la

alienación y desintegración, que hacen alusión a la utilización de diferentes instrumentos

externos con el objetivo de condicionar la libertad personal y colectiva y, a su vez, evitando


la cohesión social evitando así cualquier tipo de movilización emancipatoria. Estas categorías

erigen un marco conceptual pertinente para el análisis de la violencia en Sri Lanka.

Teniendo en cuenta lo anterior, con respecto a la violencia estructural se puede señalar

que, en Sri Lanka, el gobierno cingalés ha recurrido a esta forma de violencia en diferentes

ocasiones, esto se puede ver expresado en las diferentes políticas estatales, las cuales han

marcado una notable desigualdad y una brecha social entre los cingaleses y el pueblo tamil,

quienes son tratados como ciudadanos de segunda clase; evidencia de esto es la

reestructuración del sistema educativo quedando supeditado a la influencia netamente

budista, la cual se convertiría en la ideología de la burguesía de la isla. Esto tiene mayor

relevancia si se tiene en consideración que en las sociedades coloniales asiáticas existe una

conexión estrecha entre política y religión, lo que conllevo declararse el budismo como

religión oficial del país desconociendo al resto de minorías étnicas. Dicha ideología religiosa

es la actualmente dominante en este país, a esto se le suma el establecimiento de la lengua

cingalesa como la oficial del país en 1961. Otro de los elementos que denota este tipo de

violencia, es la negativa del gobierno cingalés de otorgarles la ciudadanía y el derecho al voto

a los tamiles procedentes de la India, quienes, a raíz de esto, no poseen derechos políticos y

por tanto no pueden incidir en las decisiones del país que habitan. Todo esto se ve reflejado

en el clamor del pueblo tamil que consideran que “desde la época de la Independencia todas

las constituciones y las leyes han estado en contra de su comunidad” (Uribe, 2007, p.155).

Finalmente, como acontecimientos destacados que indican la instauración de la violencia

estructural sobre la comunidad tamil, están las medidas tomadas por Solomon Bandaranaike

quien fue elegido primer ministro en 1956, este mandatario, por una parte, modificó los

requisitos de ingreso de los tamiles a la universidad, con el fin de favorecer a la juventud

cingalesa y, por la otra, incentivo la colonización de las tierras tradicionales que poseen los
tamiles en la porción oriental de la isla, enviando cingaleses pobres a esas tierras (Uribe,

2007).

Violencia simbólica:

La violencia simbólica ve su configuración en el contexto político cultural de Sri Lanka en

cuanto a la relación de poder simbólica que ejerce la mayoría cingalesa sobre la comunidad

tamil, esto, teniendo una configuración simbólica en cuanto a “un desconocimiento y

reconocimiento de los principios en los cuales se ejerce (Fernández, 2005, p. 13). Estos

principios se caracterizan en la percusión política, económica y étnica a la cual es sometida la

comunidad tamil como un foco de discriminación y aislamiento en tanto a prácticas y

costumbres. Bourdieu (1992) (citado en Fernández, 2005) afirma que la violencia simbólica

es aquella que se ejerce sobre un agente social con su complicidad. Para esto es necesario

comprender que la complicidad de la comunidad tamil no es una complicidad en la cual este

permite su discriminación, sino una complicidad en relación a una confrontación de poderes

en el cual, al estructurar la violencia como un medio de protesta y emancipación, este es

cómplice de la configuración contextual violenta vivida en el país de Sri Lanka. Pero este

accionar no se remite únicamente a lo físico, sino a la violencia psicológica y simbólica a la

que es sometida el pueblo tamil, en tanto persecución y exterminio, atribuyendo así

configuraciones psicológicas de dominados y sometidos, ya que, al ser objetivos militares,

estos configuran su accionar ante el sentimiento de miedo y angustia de ser foco de ataques

en momentos aleatorios.

Banalidad del mal:

A pesar de las diversas acciones llevadas a cabo por parte de la comunidad cingalesa

contra la comunidad tamil, no se podría realizar una acusación completa contra los primeros

sobre su calidad como seres humanos, es decir, si son buenos, malos, o hasta cualificados
para ser llamados monstruos, debido a que sus acciones se encuentran circunscritas a un

contexto con acontecimientos particulares que influyen en el accionar de las personas.

Además, se debe tener en cuenta que se encuentran en un orden jerárquico donde se

comparten aspectos como ideologías y afiliaciones o intereses políticos, lo que, a su vez,

permite evidenciar que alguien puede seguir una orden o actuar sin necesidad de asumir que

es su forma de actuar con todos los humanos.

Lo anterior da cuenta esa “banalidad del mal” persistente en los seres humanos, quienes,

así como en su momento pasó en Alemania con Eichmann, pasó es Sri Lanka y podría pasar

en cualquier otro lugar con situaciones similares, ya que, si bien en el caso de Eichmann

algunas soluciones él las veía como algo positivo para los judíos, igual podrían ser castigadas

o acusadas principalmente por parte de quienes no pertenecieran al contexto, hasta llegar a

una solución final, que podía ser algo “cruel” pero se veía disfrazada de algo positivo,

principalmente porque es algo positivo para quienes están ejerciendo la acción.

El tener que actuar de forma violenta se puede ver entonces, como decisiones con las que

seres humanos “normales” se pueden encontrar de acuerdo y que, además, no las ven como

algo negativo necesariamente, mostrando la importancia que tiene la cultura, el contexto y el

tiempo en el que se encuentra inmersa la acción, ya que, es eso lo que permite delimitar si el

hecho per se es un acto con implicaciones negativas otorgadas por quien las realiza o

solamente es algo que se puede ver negativo por quienes no están en el contexto (sin quitar el

hecho de que si puedan considerarse delitos).

Por ende, es necesario tener en cuenta que la violencia presentada en Sri Lanka a lo largo

de los años, es una violencia que pudo darse por esta banalidad y que puede reproducirse en

otros espacios con características similares, como, por ejemplo, en Colombia con los casos de

las guerras internas donde se han evidenciado crímenes como abusar y asesinar personas,
hasta casos donde juegan con las cabezas de los asesinados en frente de sus familiares, sin

querer decir que todos los psicópatas que disfrutan del sufrimiento del otro, pero tampoco se

puede afirmar que se sientan mal o que es algo incorrecto.

Conclusión

Podemos concluir entonces, que en Sri Lanka se puede evidenciar situaciones de violencia

tanto estructural como simbólica a lo largo de la guerra o el conflicto entre cingaleses y

tamiles, esto, en las diversas formas de implementar políticas que promovían inequidad y

desigualdad afectando de forma directa al pueblo de tamil sin “tocarlos” pero buscando

generar reacciones donde se sientan atacados para que se afecten y a su vez de paso o hagan

“legitima” la guerra, además, de las formas de ataques simbólicos y psicológicos que

conllevan todas estas políticas y los actos que ejerce una mayoría de personas contra un

grupo que se pueda sentir “desprotegido” o vulnerado. Finalmente, todos los actos de

violencia que ocurrieron, deberán ser analizados o vistos desde los ojos del contexto de Sri

Lanka, ya que hay una banalidad del mal que en este caso pudo padecer el pueblo cingales, al

no poder ver con otros ojos o repensar que las acciones que llevaban a cabo contra los tamiles

iban en contra de su valía como seres humanos


Referencias

Argaya, J. (1995). Agresividad y Violencia en la Sociedad Actual.

Böhm, M (2017). Violencia estructural. Ejercicio de análisis de la realidad de comunidades

indígenas Wichí, Qom y Pilagá en la provincia argentina de Formosa. Lecciones y

Ensayos, (98), 51-99. Recuperado de:

http://www.derecho.uba.ar/publicaciones/lye/revistas/98/violencia-estructural.pdf

Fernández, M. (2005). La noción de violencia simbólica en la obra de Pierre Bourdieu: una

aproximación critica. Cuadernos de trabajo social, 18(1), pág. 7 – 31

Galtung, J. (s.f). La violencia: cultural, estructural y directa.

Méndez, M. (S.F.). Justicia Cultural.

Oficina de Información Diplomática. (2019). Ficha País, Sri Lanka República Democrática

Socialista de Sri Lanka. Recuperado de:

http://www.exteriores.gob.es/Documents/FichasPais/SRILANKA_FICHA%20PAIS.pdf

Parra, D y Tortosa, J. (2003). Violencia estructural: una ilustración del concepto.

Documentación Social, (131), 57-72. Recuperado de:

https://www.ugr.es/~fentrena/Violen.pdf

Uribe, M. (2007). Salvo el Poder Todo es Ilusión. Bogotá: Editorial Pontificia Universidad

Javeriana.

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