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El símbolo de la prenda en El sueño del pongo

Por Edwin Daniel Félix Benites

RESUMEN
El propósito del presente ensayo es explicar el símbolo de la prenda en El sueño del
pongo a partir de la categoría de heterogeneidad. Asumiendo la lógica de la diversidad,
se aborda el uso de la prenda, las “ropas, viejas” del pongo y “la bota” del hacendado
como elementos que se desprenden del entorno social y cultural del cual derivan. El uso
de cada cual obedece a los cánones del momento que denota, en caso de “la bota”,
poder, amo, dueño; mientras “Las ropas, viejas” en el pongo, implica ocupación,
alteridad, miseria, subalterno, es decir, como una marca de otredad.

Palabras clave: heterogeneidad, prenda, simbología, pongo, hacendado.

Introducción
Los estudios culturales, como es su naturaleza interdisciplinaria, que incluyen los
estudios literarios, explican los fenómenos sociales y culturales, casi generalizada
desde el “grado cero”1 cuya representación simbólica sería en Cajamarca, el primer
contacto entre el occidente y lo andino, entre la oralidad y la cultura letrada, el
cristianismo y la cosmovisión andina, a partir de algunas categorías propias de América
Latina como Transculturación, Heterogeneidad, Hibridez y, ahora último, la
Interculturalidad. Asumimos esta realidad por la vasta bibliografía dedicada a entender
y explicar, a veces como trauma que se hace presente en los problemas sociales del país,
y otras veces en cuanto se refiere a la creación artística literaria, que en esta oportunidad
nos convoca.

En esta línea es importante para nosotros explicar la narrativa arguediana, propiamente


el cuento El sueño del pongo,2, asumiendo como una alegoría literaria con “valor
social y lingüístico” que puede entablar diálogo con la realidad fáctica actual. El cuento
ofrece muchas aristas y muy complejas, las cuales permiten abordar desde varias
miradas, con cierta apariencia contradictoria, pero que en realidad resultan

1
En Escribir en el aire (2003), Antonio Cornejo Polar inicia su propuesta de heterogeneidad con esta
afirmación.
2
Cuento editado en el año 1965 por JMA. Recogió de un migrante sicuaneño en Lima. Publicó por su
valor literario, social y lingüístico.

2
complementarias. Cabe la posibilidad de explicar a partir de la teoría de transculturación
para dar cuenta que el microcosmos casa - hacienda es en el mundo andino, en el que
se desarrolla la asimilación, selección, pérdida y transformación de los grupos
heterogéneos. Rama (1982) consideró a Arguedas como el gran transculturador
latinoamericano, porque logra símbolos en los que la cultura subalterna se asimila
creativa y dinámicamente en el proceso de mestizaje, entendida como categoría social y
no étnica biológica. Pero a este proceso de transculturación, Víctor Vich (2011) en el
artículo “El subalterno no narrado: un apunte sobre la obra de José María
Arguedas” ya había advertido, refiriéndose a la narrativa arguediana, que existen “…
elementos que se resisten a ser transculturados dentro del paradigma cultural
dominante. Se entiende la imposibilidad de asimilación cultural y de inusitada
resistencia de lo contingente”

Fenómeno similar acontece en el cuento que es nuestro objeto de estudio. Existen


elementos arraigados que son propios de la diversidad, que se han resistido a este
proceso de transculturación unificador como lo señala Vich. Este fenómeno es evidente
en el cuento El sueño del pongo como las prendas del siervo y del patrón que
constituyen símbolos de distinción cultural, las cuales son posibles abordar solo a través
de la categoría de la heterogeneidad que es el propósito del presente ensayo.

1. El símbolo de la prenda
Aludir al traje como una distinción de grupos culturales, en el ámbito de la
heterogeneidad, es muy propio en la narrativa de José María Arguedas. Por ejemplo, en
la novela Todas las sangres, el personaje Rendón Willka retorna de la capital vistiendo
casimir, con el cual genera desconcierto en los suyos como en los vecinos principales.
En cambio, en el cuento que es nuestro objeto de estudio, en la descripción no solo se
retrata el aspecto físico del pongo, sino la condición de su prenda que cubre el cuerpo
miserable: 3“Era pequeño, de cuerpo miserable, de ánimo débil, todo lamentable; sus
ropas, viejas” (pág. 251). Para explicar esta simbología es necesaria algunas
aclaraciones previas respecto a la lógica conceptual de la categoría de heterogeneidad.
Al respecto Mazzoti, J. A. (1996), parafraseando la propuesta de Cornejo sostiene:

3
Las citas corresponden a la edición de obras completas de José María Arguedas

2
La heterogeneidad tiende a la individuación de los especímenes en
contacto, dentro de la línea alterizante basada en la afirmación de las
diferencias. Su característica es la insolubilidad de los elementos en
juego, es decir, su capacidad de afirmar la discontinuidad cultural, esto
es, de marcar las fisuras que establecen lo diferente (11).

Esta categoría escapa de los ensayos teóricos de América Latina, que inducen a la
reproducción eurocentrismo, porque ofrece fundamento epistémico a partir de la
diversidad. Una mirada de distintas lógicas que rehúye de la vaguedad y de lo abstracto.
Ofrece la mejor bisagra que articula la sociedad con la historia y la cultura.

En la línea de Cornejo, el autor referido sostiene que, en los grupos sociales, no solo se
distinguen la cuestión étnica, sino también la existencia de elementos particulares que
son insolubles como las prendas que podría caracterizarse por su color, tejido, materia,
tiempo de uso; por tanto, fijan esta diferencia para reafirmar la heterogeneidad. No
niega la confluencia permanente de los grupos sociales, sino se asume como condición
necesaria para seguir construyendo la diversidad en un sentido horizontal dialogante. En
el cuento, es muy evidente la individuación alterizante cuando hace notar con la
expresión “sus ropas, viejas” del pongo, que devela una práctica social y símbolo
cultural correspondiente a una época. Es decir, evidencia las diferentes etapas del
proceso social, económico y político en caso de nuestro país, sobre el adjetivo. Con
relación a la lectura simbólica de la prenda, las “ropas viejas” del pongo ni “la bota”
del hacendado se desprenden del entorno social y cultural del cual derivan. El uso de
cada cual obedece a los cánones del momento que denota, en caso de “la bota”, poder,
amo, dueño; mientras “Las ropas, viejas” en el pongo, implica ocupación, alteridad,
miseria, subalterno, es decir, como una marca de otredad.

En este sentido Le Goff (1991) señala lo siguiente:


“El significado social del vestido es aún mayor. Designa a cada categoría
social, es un verdadero uniforme. Llevar el vestido de una condición que
no sea la suya equivale a cometer el mayor pecado de ambición o de
decadencia. Al pannosus, al pordiosero vestido de harapos se le
desprecia” (pág. 321).

2
El autor da cuenta que el uso de cierto tipo de atuendo está enmarcado en un contexto
histórico, social y cultural. Establece diferencias de clases sociales como ocurre en el
cuento entre la apariencia andrajosa del pongo y las botas del hacendado, verdaderos
uniformes que distinguen la condición de cada grupo heterogéneo. Pero ¿qué podría
suceder si el pongo vistiera el uniforme del patrón? Justamente lo que señala el autor
citado, “equivale a cometer el mayor pecado moral de ambición o de decadencia” al
estilo del cholo Cisneros en Todas las sangres, personaje arribista que se asimila al
poder económico y político cada vez más, con el único propósito de someter a los suyos
muy al estilo de los hacendados; incluso, peor. O como en el caso de Rendón Willka, de
origen indígena, mestizo culturalmente, que retorna de la capital vistiendo casimir. Este
atuendo genera desconfianza tanto en los ayllus como en los mistis. Por eso don Anto,
uno de los personajes de esta novela, pregunta con cierta temeridad, si está con los
indígenas o con los mistis por la forma cómo viste. De la misma manera, los
hacendados muestran cierto recelo, porque indio que viste casimir es peligroso.

Bajo esta teoría, aquel viejo adagio “El hábito no hace al monje” al parecer quedaría
corto para las sociedades subalternas, en tanto que los cánones sociales están orientados
a mantener estas distinciones como resultado de una época determinada, pero a su vez,
propio de una sociedad heterogénea sometida a las relaciones de poder. Vale decir que
el atuendo que caracteriza al pongo como al hacendado, no solo refiere como símbolo
cultural heterogéneo, además denota ubicación geográfica, actividad económica y
categorías o roles sociales como señalamos supra.

2. Síndrome colonial
Larga data lleva entender que la colonialidad, simbolizada en el pensamiento del
hacendado, el uso de las prendas por segmentos sociales, que es el objetivo del presente
ensayo, ha impregnado en la concepción de los grupos heterogéneos, orientados a un
proceso de aculturación, que algunos críticos llamarían como las primeras etapas de
transculturación. López Maguiña, en el artículo “Pongo dentro de mí”, justamente para
explicar el pensamiento vigente del síndrome colonial sostiene lo siguiente:

“En el Perú el colonialismo ha propuesto que los seres humanos tenemos


más valor en la medida en que más nos aproximamos al modelo
occidental, individual y cosmopolita. Todo lo que nos aleja de esa

2
supuesta perfección es lo «otro»; es decir, lo indio y lo negro,
fundamentalmente. Entonces somos presionados a abjurar de ese «otro»
que nos habita. Así seremos pues puros, limpios y bellos. Ese «otro» es
lo abyecto, lo cochino, lo maloliente; lo indeseable”
Esta propuesta del colonialismo que da cuenta López Maguiña, es vigente en todas las
esferas de la sociedad peruana. Todos, en alguna medina, afloran esta práctica porque
han asimilado algún grado de “poder”. Entonces, este hecho cree que le autoriza para
desconocer al otro que en realidad no es más que él mismo. Uno de los indicadores de
este síndrome colonial es crear estereotipos con relación a la prenda. Es decir, quien
tenga mayor acceso a los atuendos de marcas internacionales, le aleja de lo indio o de lo
negro. Más aún, ponernos al servicio de ese alguien con el pensamiento de hacendado,
en perjuicio de sus iguales. Tal situación ocurre en el cuento, cuando el pongo es
burlado por el patrón, los otros ríen y hacen espíritu de cuerpo; son presionados para
abjurar al otro que es de igual condición a ellos. Hoy se puede apreciar estas prácticas
coloniales en las regiones del Perú profundo, en la misma región o en la misma
provincia, se distinguen las diferencias del atuendo, para señalar despectivamente que
tal poncho o chullo es de las alturas donde están los llamichus, quienes no tienen lugar
en la urbe o en el valle. Entonces la estigmatización también es producto del uso de los
atuendos, porque estos lo identifican dentro de un grupo social y cultural.

Este síndrome colonial es también vigente en el discurso de la esfera política. En cada


oportunidad que tengan, los caudillos aprovechan con argumentos que realmente son de
la otredad y que ambos son oprimidos. No solo sucede en las elecciones generales, aún
más se evidencia en las localías y regionales. Esta táctica no es más que una artimaña
para utilizar y manipular a las masas con el propósito asimilacionista y arribismo que
aquí, otra vez, nos es útil considerar como ejemplo el caso de cholo Cisneros. Pero
también está la otra cara del rostro de la sociedad peruana, el que siempre hace el papel
de pongo, con la vana esperanza del “bienestar” del símbolo del patrón que se trasluce a
través del poder electoral.

Producto de estereotipos o estigmatización, logra a diluirse la vasta heterogeneidad


desarrollada en las comunidades; se encamina a un proceso de asimilación de las
identidades culturales locales hacia la cultura subyugante, sentenciando a la muerte
lenta de la heterogeneidad.

2
3. El ninguneo
El pensamiento del síndrome colonial, justamente se refleja en la siguiente cita del
cuento:
“El gran señor, patrón de la hacienda, no pudo contener la risa cuando el
hombrecito lo saludó en el corredor de la residencia.
¿Eres gente u otra cosa? Le pregunto delante de todos los hombres y mujeres que
estaban de servicio” (251).

Interrogar explícitamente sobre su condición de runa es no reconocerlo al mismo


tiempo como tal. Esta práctica es muy actual, replicada en todas las esferas; es decir,
sentirse a lado del grupo dominante para no reconocerlo que es igual a uno; porque si
reconozco, estoy al lado del grupo de la otredad y eso no es conveniente en esta
sociedad orientada a la homogeneización alienante.

En palabras de M. Foucault, se han creado infinidad de instituciones de poder para


establecer jerarquías en las relaciones sociales, en este caso el ninguneo. Es decir, a
modo de ejemplo, existen centros de atención de salud para los de extrema pobreza, que
carecen desde la infraestructura y las condiciones mínimas para tal propósito; al mismo
tiempo, hay clínicas en las que sobran todo lo necesario que hace falta para la atención
en el caso anterior. Lo mismo sucede con las instituciones de saber, desde la básica
hasta las esferas universitarias, con atenciones totalmente asimétricas. Esta diferencia
justamente es el factor para desconocer al otro como tal, porque no ha accedido a los
privilegios del modelo político y económico construido a base al pensamiento feudal.

Con relación a la prenda, como hemos señalado en la primera parte de este ensayo, el
resultado de las prácticas heterogéneas de nuestro país, rastra también ninguneo por
evidenciar tejidos ancestrales o diferentes, como equivalentes de atraso, pobreza,
indigente. Se ha construido una concepción que, vestir con prendas que no es suyo,
equivale a poder adquisitivo, modernidad y posición de hacendado, por presiones
sociales; por tanto, es visto como progreso. Se asume que el sistema corpóreo es una
envoltura del yo, y el atuendo como una máscara que encubre y relaciona ante la
sociedad. Bajo este prejuicio se niega la práctica y vigencia de la heterogeneidad,

2
cuando la propuesta de Cornejo Polar se orienta justamente cerrar estas brechas de
desigualdad, el reconocimiento y respeto mutuo para “vivir feliz todas las patrias…” en
palabras de José María Arguedas.

Conclusión
En el presente ensayo titulado El símbolo de la prenda en El sueño del pongo
explicamos a partir de la categoría de la heterogeneidad, la prenda asumida como una
distinción cultural de segmentos sociales; además implica temporalidad, ubicación
geográfica, ocupación. Al mismo tiempo, señalamos que el uso del atuendo genera
mayores fisuras, en tanto sigue vigente el pensamiento hacendado, como resultado es el
ninguneo; es decir, el no reconocimiento como runa al otro, no solo por los rasgos
étnicos o de origen, sino también por otros factores que no han sido abordados en el
presentes ensayo.

Referencias bibliográficas:
Arguedas, José María (1983). El sueño del pongo. Obras completas Tomo 1.
Lima: Editorial Horizonte, pp. 249-258

Cornejo, A. (2003). Escribir en el aire.


Segunda edición, Centro de Estudios Literarios, Perú.

Goff, Le . (1991). La Civilización del Occidente Medieval. Paidós. Barcelona. España.

López, S. y Gonzalo Portocarrero (s/d). El pongo dentro de mí.

Mazzoti, J. A. (1996). Sobre la heterogeneidad literaria y cultural de América Latina.


(s/d)

Rama, A. (1982) Transculturación narrativa en América Latina.


Segunda edición, Ediciones El Andariego. Buenos Aires – Argentina.

VICH, Víctor (2004). El subalterno “no narrado”: un apunte sobre la obra de José
María Arguedas. En: PINILLA, Carmen (Editoria general). Arguedas y el Perú de hoy.
Lima: SUR, pp. 363-376.

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