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Fe + 0 =Salvación

J. Vernon McGee
©2016 THRU THE BIBLE RADIO NETWORK
Tercera Edición
ISBN: 978-1-944067-04-5

Impreso en los Estados Unidos


Printed in the United States

Al menos que se indique lo contrario, el texto Bíblico ha


sido tomado de la versión Reina-Valera © 1960 Sociedades
Bíblicas en América Latina;
© renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con
permiso.
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_ Fe + 0 = Salvación _
Nuestro tema, “Fe Más Cero Igual a Salvación”
podría también ser expresado así: “Fe Menos Obras
Igual a Salvación.” Y si usted quiere la ecuación (pues en
matemáticas se nos dice que las cosas iguales a la misma
cosa son iguales entre sí), resultaría así:

Fe + Cero = Fe – Obras

La Carta a los Gálatas procede del corazón de Pablo;


en ella él defiende la más grande doctrina que nosotros
tenemos: justificación por la fe, o salvación por la gracia
de Dios.
Gálatas es la Carta que cautivó a Martín Lutero. Como
un monje Agustiniano, él pasaba sus noches durmiendo
en una loza fría, usando una camisa de pelo, ayunando, y
haciendo muchas otras cosas. Una vez él iba subiendo la
Sancta Scala en Roma, ascendiendo las gradas sobre sus
rodillas, y vino a su pensamiento (porque él había estado
estudiando la Carta a los Gálatas) que el hombre no es
justificado por obras—y específicamente no por las cosas
que él estaba haciendo; esas obras no podían traerle a una
correcta relación con Dios; y que Dios lo había expresado
claramente que Él justifica a los hombre solamente por la
fe. Así que este hombre se puso de pie para ir por Europa
proclamando el evangelio que disiparía las tinieblas de la
Edad Oscurantista, quitó las cadenas y grillos de las mentes

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y corazones de las multitudes en Europa, y produjo lo que
hoy llamamos civilización Europea. En nuestro día esa gran
civilización se ha deteriorado completamente, ha terminado,
y solamente puede ser restaurada mediante la predicación
de las grandes doctrinas que Pablo anunció en esta Carta.
Pero la Carta a los Gálatas no solamente sacudió a
Martín Lutero, sino que también inició el gran movimiento
espiritual dirigido por los hermanos Wesley. Juan Wesley
fue a los Estados Unidos como un misionero a los Indios, y
él fue un fracaso. Así que regresó a Inglaterra desanimado
y en esa condición dijo: “Yo fui a América a convertir a
los Indios, pero, ¿quién va a convertir a Juan Wesley?” De
regreso a Londres, caminando por Alder’s Gate una noche,
él escuchó que estaban cantando en uno de los pisos
superiores. Él se dirigió a las gradas, subió, y descubrió
que era una reunión de Los Amigos, Los Cuáqueros, los
seguidores de Jorge Fox. Él se sentó en uno de los últimos
asientos del pequeño auditorio y escuchó un mensaje
basado en la Carta a los Gálatas. Más tarde Juan Wesley
escribió en su diario, “mientras el predicador leía y hablaba
extrayendo su mensaje de la Carta a los Gálatas, sentí que
mi corazón ardía extrañamente. Sentí que en ese momento
confié en Cristo, en Cristo solamente, para mi salvación; y
allí mismo me fue dada una seguridad que Él había quitado
mis pecados, sí, todos mis pecados.”
¿Cuál es esta gran verdad que ha movido de tal manera los
hombres del pasado y hoy es la única cosa que puede mover
a todas las personas en todo el mundo? (Yo personalmente
creo que un avivamiento no se producirá por métodos o por
organizaciones o por un hombre. Yo creo que solamente
puede venir mediante la renovada predicación de estas
grandes verdades que ya por largo tiempo se han ido al
olvido y de las cuales no se habla en las iglesias.) Pues bien,
Pablo lo expresó concisamente en la Carta a los Romanos
cuando dijo:

5 Fe + 0 = Salvación
Mas al que no obra, sino cree en aquel que
justifica al impío, su fe le es contada por (aquello
que nos es) justicia (Romanos 4:5).

La única manera como Dios puede aceptar al pecador y


hacerlo justo es a través de la fe en Cristo Jesús. Esa es la
gran verdad que se está dejando afuera en la actualidad.
Dios rehúsa el aceptar la observancia de la ley. Él rehúsa
aceptar buenas obras. En el mismo momento cuando
alguien dice, “yo hago esto o aquello que es necesario
para mi salvación, y estoy confiando en ello,” esa persona
quiere decir dos cosas: Quiere decir que está confiando en
sus obras; y quiere decir que no está confiando en Cristo.
Y solamente hay una conclusión a la que se puede llegar.
Esa persona definitivamente no es salva. Ésas son palabras
fuertes, y yo jamás diría algo semejante, pero Pablo las
dice en la Carta a los Gálatas. La salvación es solamente
por la fe en Cristo.
Después de todo, ¿qué buenas obras tiene usted y tengo
yo para ofrecerle a Dios? Es como un niñito cuyo padre
estaba construyendo algo en el patio interior. El muchachito
tomó su martillo y clavó donde no debía hacerlo y usó una
sierra donde tampoco debía hacerlo. Su “ayuda” realmente
no era aceptable. No importaba cuánto el padre amaba al
pequeñito, él no podía aceptar su trabajo, no podía ser
usado. ¿Y cree usted que Dios en la actualidad puede
aceptar sus buenas obras para su salvación cuando Él ya
nos declaró pecadores? Por lo consiguiente, Dios rehúsa
aceptar la observación de la ley.
La ley realmente nunca fue dada para salvar a los
hombres. Pablo la llama el “ministerio de condenación”
y “el ministerio de muerte.” La ley fue dada para mostrar
a los hombres que ellos están perdidos, que ellos son
pecadores. Pablo dijo en Gálatas 3:19:

Entonces, ¿para qué sirve la ley? Fue añadida


a causa de (por razón de) las transgresiones,

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hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la
promesa…

Esa simiente, Pablo dice más tarde, es Cristo. La ley fue


temporal—fue dada meramente como una medida temporal,
y fue dada por causa de las transgresiones. De manera que,
la ley no puede remover el pecado. Al contrario, revela el
pecado. No fue dada para dar la salvación. Fue dada para
mostrarnos que somos pecadores. La ley revela el hecho
que el hombre no es un pecador educado, sofisticado o
entrenado. El hombre es un pecador por naturaleza, sin
refinamiento. La ley nos lo revela.
Permítame usar una ilustración muy familiar. No se
alarme si le llevo al baño por unos momentos. Estoy seguro
que usted tiene un espejo en su baño. Y estoy seguro que
bajo el espejo usted tiene un lavabo. Ese espejo está allí
para revelar su apariencia, usted se mira en ese espejo y
observa su cara tiznada. El espejo revela el tizne, pero no
lo remueve. Muchas personas hoy están tratando de usar el
espejo para remover el tizne, pero eso no funciona. Si usted
entra al cuarto de baño, se mira en el espejo y ve que tiene
la cara sucia, usted no restriega su cara contra el espejo,
si lo hace, y un miembro de la familia lo observa, ellos van
a ver la manera que usted tenga una cita con el psiquiatra
para hablar sobre su condición. Esa no es la manera en
que se hace. Sin embargo, nuestras iglesias hoy día están
llenas de gente restregándose en el espejo de la Palabra de
Dios, esperando con ello remover su pecado por contacto.
Muchas personas dicen hoy: “Mi religión es el Sermón del
Monte.” Cándidamente, el Sermón del Monte como religión
está produciendo en la actualidad más hipócritas que
ninguna otra cosa conocida—por que usted bien lo sabe
usted no lo está guardando. Si usted es honesto, usted sabe
que no está viviendo de acuerdo a esos mandamientos. Al
contrario le prueba que usted está destituido de la gloria
de Dios.

7 Fe + 0 = Salvación
Pero bajo el espejo hay una fuente.
Hay un precioso manantial
de sangre de Emanuel;
Que purifica a cada cual
Que se sumerge en él.
—William Cowper

Dios tiene un medio para quitar los pecados, pero no es


la ley. Es Cristo, a través del derramamiento de su sangre,
quien pagó la deuda por nuestros pecados. Es la confianza
y la fe en Él que le salva a usted. Nada más le puede salvar.
Hay algo más que se dice aquí acerca de la ley:

De manera que la ley ha sido (no fue) nuestro ayo,


para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos
justificados por la fe (Gálatas 3:24).

“Ayo” es la palabra Griega paidagogos, la cual significa un


sirviente o esclavo quien fue parte de una familia Romana.
La mitad de la población del Imperio Romano eran esclavos.
De los 120 millones, 60 millones eran esclavos. En el hogar
de un patricio, un miembro de la Guardia Pretoriana, o de
los ricos en el Imperio Romano, fueron esclavos los que
educaron a los niños. Cuando nacía un niño en la familia,
era puesto bajo el cuidado de un esclavo quien lo criaba.
Él lo vestía, lo bañaba, aún le limpiaba la nariz cuando era
necesario, o lo castigaba cuando el niño lo necesitaba.
Cuando el pequeñito llegaba a cierta edad, y era tiempo
para ir a la escuela, este sirviente era quien lo levantaba
en la mañana, lo vestía, y lo llevaba a la escuela. De ahí es
donde recibió el nombre de paidagogos (paid tiene que
ver con los pies, de ahí nosotros tenemos la palabra pedal;
agogos significa “guiar”). Así que el significado es que él
tomaba al pequeñito de la mano, lo guiaba a la escuela y
lo entregaba al maestro. Este sirviente, el esclavo, no era

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capaz de enseñar al niño más allá de cierta edad; así que lo
llevaba a la escuela.
De manera que lo que Pablo está diciendo aquí es que la
ley es nuestro paidagogos.
La ley dice, “pequeñito, yo no puedo hacer nada más por
ti. Ahora yo te quiero tomar de la mano y quiero traerte
a la cruz de Cristo. Tú estás perdido. Tú necesitas un
Salvador.” El propósito de la ley es traer a los hombres
a Cristo—no es inflarles el pecho de tal forma que ellos
vayan vanagloriándose que guardan la ley. Usted sabe que
no guarda la ley; todo lo que tiene que hacer es examinar
su propio corazón para saberlo. Ésta es la gran verdad que
ha sido abandonada en nuestros países.
Nuestro sistema educacional enseña lo contrario.
Permítame citar a un gran educador:

Donde la educación asume que la naturaleza


moral del hombre es capaz de mejoramiento, el
cristianismo tradicional asume que la naturaleza
moral del hombre es corrupta o absolutamente
mala. Donde es asumido en educación que un
agente humano exterior puede ser instrumental
en el mejoramiento moral del hombre, en el
cristianismo tradicional se asume que ese agente
es Dios, y más aún, la naturaleza moral del hombre
no es mejorada, sino cambiada por una nueva.

Ésa es una tremenda declaración. Y nosotros hemos


observado el producto de nuestra filosofía educacional.
Observe cualquier institución educativa el día de hoy y se
dará cuenta de lo que estamos produciendo. Permítame
decirle que nuestro sistema educativo ciertamente no es
digno de confianza hoy día. Nuestro sistema educativo está
equivocado. La filosofía es del todo errónea. Dios dice que
el hombre está perdido y tiene que ser salvo. Ésa es la cosa
de mayor importancia.

9 Fe + 0 = Salvación
Yo sé que mucha gente en la actualidad usa máscara.
Permítame darle un ejemplo, Ernesto Hemingway. Muchos
lo admiran, especialmente nuestras lumbreras literarias.
Este hombre trató de aparecer como un Jack London.
Él salía de cacería de animales salvajes; le interesaba
las corridas de toros. Él fue aparentemente valiente. Sin
embargo, en lo más profundo, como dice Edmund Wilson,
su biógrafo, “estaba la constante sospecha que algo andaba
mal.” Cualquier persona que es honesta reconoce muy en lo
profundo de su corazón que algo está mal.
Gordon Lindsay hizo un estudio en los habitantes, los así
llamados de la Edad de Piedra en Burma y Nueva Guinea.
Permítame trasladarle a usted sus conclusiones:

La noción que el hombre primitivo posee alguna paz


interior que nosotros la gente civilizada de alguna
manera hemos perdido y necesitamos recobrar es
todo un contrasentido. El hombre nativo de Nueva
Guinea en su generalidad no solamente vive con
temor de sus enemigos pero en un mortal terror a
lo desconocido. Espíritus malévolos especialmente
aquellos de sus antepasados están todos sobre él.

El hombre nunca escapa de aquello que está en lo


profundo de su corazón.
No hace mucho tiempo se publicó un libro titulado La
Crisis en Psiquiatría y Religión. El autor es el Dr. O. Hobart
Mowrer. Él fue un profesor e investigador de psicología en
la Universidad de Illinois. Él enseñó en las Universidades de
Yale y Harvard y fue presidente de la Asociación Psicológica
Americana y fue ampliamente conocido como investigador
y conferencista. Él dijo:

Los Freudianos, por supuesto, reconocen que


la culpabilidad es decisiva en la neurosis. Pero
siempre es la culpa del futuro. No es lo que la
persona ha hecho que lo enferma sino al contrario

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aquello que la persona desea hacer pero no se
atreve. En contraste, la surgente alternativa, o más
apropiadamente, la resurgente, es aquella la así
llamada neurótica, la que lo hace un pecador bona
fide. Y su culpa es del pasado y es real, y que sus
dificultades provienen, no de inhibiciones, sino de
acciones que están claramente prescritas, social y
moralmente, las cuales han sido cuidadosamente
guardadas, no confesadas y no redimidas.
Un psicólogo de la Universidad de California que asistía
a mi estudio bíblico hace unos años, me dijo una noche
mientras salía del auditorio, “Dr. McGee, usted debe
enfatizar el complejo de culpa más de lo que lo hace. El
complejo de culpa es parte suya tanto como es su brazo
derecho—y usted no puede deshacerse de él” y luego
agregó, “lo que el psicólogo hace es trasladarlo de un lugar
a otro, pero él no lo remueve. El único lugar que yo conozco
para remover la culpa es la cruz de Cristo.” Allí es a donde
usted trae sus pecados. Usted es tal y cual pecador. Y Dios
le da este remedio:

Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si


vuestros pecados fueren como la grana, como la
nieve serán emblanquecidos; si fueron rojos como
el carmesí, vendrán a ser como blanca lana (Isaías
1:18).

¡Oh, que pudiéramos enfrentar esa realidad hoy! Hay


multitudes en las iglesias que no están haciendo otra cosa
más que cubriendo sus pecados. Usted no tiene que fingir.
Sea auténtico. Sea genuino. Sencillamente usted podría
contarle a Dios acerca de sus pecados. Él ya los conoce. Él
lo conoce a usted totalmente.
Martin Lutero dijo, “Dios crea de la nada. Por lo tanto,
hasta que el hombre es nada, Dios no puede hacer nada de
él.”

11 Fe + 0 = Salvación
Renuncia a tus obras que Tú juzgas buenas;
Tus altos anhelos deja en el olvido.
No pienses que salvo serás de tus penas,
Si no admites antes que estás muy perdido.

—Autor desconocido

Y cuando usted se da cuenta de esta verdad, puede ser


salvo. Nosotros hemos hecho mucho “fácil creer.” No es de
extrañarse que nuestras iglesias han venido a estar llenas
de gente que no hacen otras cosas más que alarde. Ellos
son como el Fariseo que se palmeaba a sí mismo en la
espalda en su oración al decir, “Dios, te doy gracias que
no soy como los otros hombres.” Y luego él procedió a
vanagloriarse acerca de lo que él hacía. Nuestro Señor
dice que tal hombre no va a ninguna parte con Dios. Sus
oraciones no suben más alto que el techo.
Ahora Pablo menciona tres cosas que hace la fe en
Cristo por nosotros, que la ley no puede nunca hacer, que
la religión no puede hacer y que la iglesia no puede hacer.

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–La Naturaleza de los
Hijos de Dios–
Primero que todo, solamente la fe en Cristo puede
hacernos legítimos hijos de Dios. Observe esto por favor:

Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo


Jesús (Gálatas 3:26).

Observe que la palabra es hijos, no niños. Es el Griego


huios, que significa “hijos legítimos de Dios por la fe en
Cristo Jesús.” ¿Cómo llega usted a ser un hijo de Dios?
Por la fe en Cristo Jesús. No hay otra manera.
En el Antiguo Testamento usted no encuentra que Dios
llama a los santos del Antiguo Testamento hijos. Israel
como nación fue llamada hija, pero las personas no fueron
llamadas así. Aunque David fue un hombre de acuerdo al
corazón de Dios, Dios habló de él como “David, mi siervo.”
Ése fue el lenguaje usado en el Antiguo Testamento.
Cuando nuestro Señor confrontó al religioso Nicodemo,
Él dijo, “os es necesario nacer de nuevo.” Y Nicodemo
era genuino; él fue obediente a la ley. Como un Fariseo él
ayunaba dos veces por semana, él daba el diezmo de todas
sus posesiones, e hizo todo lo demás que era requerido de
un Fariseo. Él fue religioso hasta el más último detalle, pero
nuestro Señor le dijo, “Si no nacieres de nuevo, ni siquiera
puedes ver el reino de Dios.” La religión no te ayudará.

13 Fe + 0 = Salvación
La más condenable herejía que existe hoy en el mundo,
y que ha dañado tanto al mundo, más que cualquier otra
cosa, es la enseñanza de la paternidad universal de Dios y
la hermandad universal de los hombres. Eso no se enseña
en la Palabra de Dios. Se han gastado billones de dólares
en todo el mundo tratando de aliviar a bribones sobre la
base de que son nuestros hermanos. Nuestro Señor lo
expresó claramente, cuando el Fariseo religioso vino a Él
diciendo, “Un Padre tenemos, que es Dios.” Él respondió,
“Vosotros sois de vuestro padre el diablo” (Juan 8:41-44).
Siendo que Cristo dijo eso, evidentemente no cualquiera
podría reclamar a Dios como su Padre. Es claro que hubo
muchos que no eran Sus hijos—como también los hay en la
actualidad. Usted viene a ser un hijo de Dios a través de la
fe en Cristo Jesús.

A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a


todos los que le recibieron, a los que (sencillamente
no hacen más o menos que) creen en su nombre,
les dio potestad (el derecho, la autoridad) de ser
hechos hijos de Dios (Juan 1:11-12).

Ésa es la manera como usted viene a ser hecho un hijo


de Dios.

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–La Posición de Hijos
de Dios–
Pero la fe en Cristo hace algo más que la religión no
hace, que la iglesia no hace y que tampoco las obras de la
ley o cualquier cosita pueden hacer. Eso es, darle a usted
la posición de hijo de Dios. Esto es un poquito técnico—así
que sígame cuidadosamente.

Pero también digo: Entre tanto que el heredero es


niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor
de todo (Gálatas 4:1).

En la frase “el heredero es niño” la palabra “niño” es del


Griego nepios, que significa un niño inmaduro. Como tal,
él no es diferente a un sirviente “aunque es señor de todo.”
Ahora regresemos al hogar Romano nuevamente y
miremos a aquel pequeñito. Él nació en una buena familia
Romana, pero un sirviente cuida de él. Y si usted lo viera
corriendo con otros niños nunca imaginaría que él sea el
heredero. Usted no sabría que él es el hijo del padre de
familia. Él está creciendo “bajo tutores y curadores hasta el
tiempo señalado por el padre” (Gálatas 4:2).
Era el padre el que determinaba cuándo el muchacho iba
a alcanzar la edad para ser responsable. No era un límite
de edad establecido, pero era determinado por el padre. Yo
creo que el padre sabía mejor. Yo sé de algunos muchachos
que son maduros a los dieciséis años de edad. Otros son
maduros a los dieciocho y todavía otros que maduran hasta
los veintiún años o más.

15 Fe + 0 = Salvación
En un hogar Romano las cosas se hicieron algo semejante
a esto: Supongamos que el padre es un centurión en el
ejército de César, éste realiza una campaña allá arriba en
Gaul, y el hombre tiene que estar allá por algunos años—
es allá donde mis antepasados estuvieron, y créame, ellos
eran paganos! Así que él tiene problemas con ellos. Él tiene
que subyugarlos pero le toma varios años para lograrlo,
por cuanto el ejército está causando la retirada de la
vanguardia del Imperio Romano, el padre de familia está
lejos por varios años. Finalmente él regresa a casa, y va a
rasurarse, pero de repente usted lo oye gritar, “¿Quién ha
estado usando mi rasuradora?” Bueno, yo le digo que, todos
los sirvientes vienen corriendo porque él es la cabeza de
toda la casa. Ellos le dicen, “Su hijo.” Él responde, “¡Me
quieren decir ustedes que el muchacho está tan grande
como para usar una rasuradora!” El muchacho ha crecido y
ahora es un gran hombre. Y el padre dice, “Tráigamelo aquí.”
Así que ellos lo traen—el muchacho es fornido—y el padre
dice, “Bueno, ahora tenemos que ponerle la toga virilis, y
enviaremos invitaciones a las abuelas, los abuelos, las tías
y tíos.”Así que todos ellos vienen a la ceremonia de la toga
virilis, y ese día el padre pone sobre el muchacho una toga,
un manto. Eso es lo que nuestro Seño quiso dar a entender
en Su parábola del hijo pródigo. Cuando el muchacho
vino a casa el padre no lo recibió como solo un muchacho
ordinario, él lo recibió como un hijo ya crecido, le puso un
vestido, puso un anillo en su dedo. El anillo tenía grabado
el sello de su padre, el cual era equivalente a su firma y
dio al hijo la autoridad del padre. Ahora usted puede ver a
ese muchacho caminando por la calle con su toga puesta.
Y más le vale al siervo que no le diga nada para corregirlo
ahora, y es mejor que no trate de darle palmadas ahora. Al
contrario, el muchacho es él que estará palmeando al siervo
de ahora en adelante porque él ha alcanzado la edad de un
hijo totalmente desarrollado. Eso es lo que Pablo quiso dar
a entender cuando dijo:

Así también nosotros, cuando éramos niños,


estábamos en esclavitud bajo los rudimentos

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del mundo (bajo la ley). Pero cuando vino el
cumplimiento del tiempo, Dios envió a Su Hijo,
nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que
redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de
que recibiésemos la adopción de hijos (Gálatas
4:3-5).

Ahora bien, “adopción” no tiene nada que ver con ir al


orfanato, buscando a un precioso muchachito, para luego
tomar medidas legales y hacerlo suyo propio. Ésa es una
hermosa ceremonia, nosotros la llamamos adopción. Pero
eso no fue “adopción” en el Imperio Romano. Adopción
fue cuando el hombre tomó a su propio hijo y lo hizo un
hijo totalmente crecido. Y el día cuando Dios nos salva, Él
nos salva como hijos totalmente crecidos. Nosotros somos
traídos a la familia de Dios como hijos desarrollados.
Pueda ser que esa verdad no significa nada para usted,
pero lo significa todo para mí—y lo ha sido en el pasado.
Yo fui al seminario con un feísimo complejo de inferioridad.
Yo no crecí en un hogar cristiano donde haya visto una
Biblia o haya oído una oración—yo no sabía nada. Así
que cuando llegué al seminario los otros compañeros
lo sabían todo—al menos ésa es la impresión que ellos
me dieron. Yo nunca conocí tipos más inteligentes. Ellos
conocían la Biblia, podían citar versículos y me parecían
muy piadosos también. A propósito, yo no era muy piadoso,
ni siquiera sabía los libros de la Biblia. Y le confieso, eso
me perturbaba. Así que comencé a aprender los libros de la
Biblia. La razón por la cual yo escribí el libro Briefing the
Bible, con bosquejos de cada libro, es porque yo determiné
conocer cada libro de la Biblia.
Luego se me dijo que yo no era un bebé sino un hijo ya
desarrollado. Cualquier cosa que un creyente maduro en la
fe podía entender de la Palabra de Dios yo podía entender
porque ese creyente maduro necesitaría al Espíritu Santo
para enseñarle, y yo también lo necesitaría. Eso fue una
tremenda revelación para mí y un gran consuelo en esos
primeros días de mi vida cristiana.

17 Fe + 0 = Salvación
¡Dios nos ha recibido como hijos ya crecidos y así
podemos entender verdades espirituales! Pero si usted
no las entiende, es su propia culpa porque Él ha hecho
todos los arreglos para usted. Él lo ha hecho a usted un hijo
plenamente desarrollado. Para mí la más grande tragedia de
nuestras iglesias en la actualidad es el número de ignorantes
bíblicos que hay en ellas. Ellos no son del todo capaces de
ubicarse en las Escrituras. Pablo dice al respecto:

Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no


vio, ni oído oyó, no han subido en corazón de
hombre, son las que Dios ha preparado para los
que le aman
(1ª Corintios 2:9).

Este versículo es usado, como usted sabe, en funerales


con la idea que el pobre y querido hermanito fulano de
tal no pudo escuchar mucho aquí ni ver mucho aquí, pero
ahora él se ha ido al más allá donde él puede oír y ver las
cosas de Dios. Pues yo le concedo que esta verdad está
en la Biblia— “Ahora vemos por espejo, oscuramente; más
entonces veremos cara a cara”—pero esto no es lo que
1ª Corintios 2:9 está diciendo. Dios quiere que nosotros
entendamos verdades espirituales aquí porque “Dios nos
las reveló a nosotros por el Espíritu.” La mayor parte de
nuestro aprendizaje viene a través de la puerta del oído,
la puerta del ojo, y lo que el psicólogo llama cogitación,
es decir, meditar algo. Ésa es la manera como nosotros
aprendemos hoy, ése es el proceso de la enseñanza. Pero si
hemos de recibir verdad divina:

…Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu;


porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo
de Dios…Pero el hombre natural no percibe las
cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él
son locura, y no las puede entender, porque se han
de discernir espiritualmente (1ª Corintios 2: 10, 14).

18
–La Experiencia de los
Hijos de Dios–
La fe en Cristo, no las obras de la ley, nos da la experiencia
de los hijos de Dios. Muchas personas hoy día piensan que
la experiencia no entra en la salvación, que no tiene nada
que hacer con su salvación. Pero si usted es salvo, la fe en
Cristo le dará una experiencia. Pablo lo expresó de esta
manera:

Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros


corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama:
¡Abba, Padre! (Gálatas 4:6).
Muchos de nosotros tenemos la tendencia de menospreciar
la experiencia. Sin embargo, existe una tristeza que ha
caído sobre los creyentes en este país y son muchos lo que
necesitan tener la experiencia del Espíritu de Dios haciendo
real en sus vidas que ellos son los hijos de Dios, haciendo
real en ellos que a pesar de las circunstancias todavía son
hijos de Dios. Claro, yo reconozco el peligro que hay en la
experiencia. Permítame compartir un pequeño poema con
usted, el autor del cual desconozco:

Sobre una muralla tres hombres andaban,


Hecho, con Fe y Sentimiento;
Sentimiento cayó desde lo alto que estaban,
Mientras Fe quedó atrás un momento.
Pero Fe a Sentimiento tan cerca marchó, Que
también Fe, arrastrado se fue al abismo, Hecho

19 Fe + 0 = Salvación
firme estaba y a Fe levantó, Y Fe a Sentimiento
sacó de allá mismo.
Si usted es un hijo de Dios por medio de la fe en Cristo,
ahí tiene una experiencia.
Ahora bien, el creyente nunca alcanza el nivel de
perfección total en esta vida. Yo desearía que sí, como pastor
que soy me sería mucho más fácil mi trabajo si tuviéramos
perfección total en el presente. Pero no la tenemos. Se
ha dado el caso de hombres que en su desesperación han
deseado alcanzarla.
En mi opinión, el más grande predicador que nuestro
país jamás produjo fue Paul Rader. Él dio la impresión
que uno podía alcanzar la santificación total en su vida. El
Dr. Carlos Fuller me dijo que él se sentó atrás del último
pilar en el auditorio de la iglesia donde Paul Rader estaba
predicando. Él puso su cabeza entre sus brazos y ahí
donde estaba sentado él aceptó a Cristo. Muchos grandes
hombres aceptaron al Señor a través del ministerio de Paul
Rader. Él fue un gran predicador. Pero fue criticado de
predicar la santificación total. Él no era culpable de ello,
pero sí dijo unas cuantas cosas fuera de lo común. Una de
las cosas que él dijo fue, “¡Esa vieja naturaleza que usted
tiene es como gato muerto! ¡Extienda su mano, tómelo de
la cola, aviéntelo de usted lo más lejos que pueda!” Y todos
en la audiencia dijeron, “Amén,” porque todos deseamos
deshacernos del gato viejo y muerto. Ahora, pueda ser que
usted está un poco contrariado con Vernon McGee—usted
se sorprendería si supiera lo que yo pienso de él. Yo quiero
deshacerme de esa vieja naturaleza, pero me sigue todo
el tiempo. En una ocasión el Dr. Chafer dijo a Paul Rader
cuando él hizo esa declaración, “¡Paul, a ti se te olvida que
ese gato tiene nueve vidas! Él seguirá regresando y tú vas
a tener que tirarlo una y otra vez.”
Pues bien, el creyente nunca alcanza perfección.
Nosotros siempre somos los necios niñitos de Dios,
llenos de ignorancia, terquedad, pecado, temores y
debilidades. Nosotros nunca somos maravillosos; Él es

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maravilloso. Nosotros nunca alcanzamos ese nivel. Pero
sí experimentamos al Espíritu de Dios dando testimonio a
nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.
Luego él dice que el Espíritu de Dios clama, ¡Abba, Padre!”

Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros


corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama:
¡Abba, Padre! (Gálatas 4:6).

Esta palabra Abba no fue traducida. Los traductores, muy


sabiamente, yo creo, no intentaron ponerla en español. Es
muy personal. Significa “mi papacito.” Y usted, no habla de
esa manera acerca de Dios, con todo y el grado de intimidad
que usted trata de tener con Él. Usted no le habla a Él de
esa manera. Él es sublime y santo. Pero el Espíritu de Dios
puede hacer eso, y es el Espíritu de Dios quien testificará
a un hijo de Dios. Especialmente el Espíritu lo hace en los
tiempos de tinieblas y crisis que nos sobrevienen aquí.
John Paton, misionero en las Islas Nueva Hebrides, quien
vivió entre esos caníbales, relató de cómo él sepultó a su
esposa, esa amada esposa que él tuvo, con su niñito recién
nacido, y cómo tuvo que hacer guardia sobre las tumbas
por varios días para evitar que los caníbales desenterraran
los cuerpos. Él expresó, “Yo me hubiera enfurecido si Cristo
mismo no se hubiera hecho real a mí.” Yo creo que Él se
hará real a usted.
Permítame una nota personal—y la razón por la cual yo
uso esta ilustración personal es porque muchos que leen
esto están atravesando por la misma experiencia. Cuando
se me dijo que yo tenía cáncer, voy a ser honesto con
usted, yo no lo podía creer. Yo podía creer que usted
tuviera cáncer, pero nunca pensé que yo podía tenerlo. Mi
doctor me dijo que yo tenía que ir al hospital. Así que fui
al hospital y me acosté en una cama. Yo había sido un
predicador por muchos años, y yo diría, que en un estilo
profesional, había ido a los hospitales a visitar gente. Yo
les daba unas palmaditas en la mano y les decía, “Que Dios

21 Fe + 0 = Salvación
esté con usted.” Yo oraba por ellos, y entonces me iba.
Pero ellos tenían que permanecer allí. Un predicador amigo
mío vino ya tarde a visitarme aquella primera noche, nunca
la olvidaré. Él hizo una de las más hermosas oraciones que
yo jamás escuché, y cuánto yo aprecié aquello. Luego él se
levantó y salió. Pero esta vez yo no estaba caminando hacia
fuera—yo tenía que permanecer allí. Así que volví mi rostro
a la pared y dije, “Señor, yo he venido a este hospital cientos
de veces y le dije a los demás que confiaran en Ti. Ahora yo
quiero saber si eso es real o no.” Y quiero dar testimonio de
ello, el Señor se hizo real a mí. Hay multitudes de gente que
también puedan testificar de eso, porque ellos han tenido
la misma experiencia. Él da la experiencia. La ley no puede
darle eso a usted, solamente la fe en Cristo se lo puede dar.
En Houston, Texas, una noche, una familia completa
manejó 75 kilómetros a un banquete en el cual yo estaba
predicando. Ellos me dijeron, “Nosotros éramos católico
romanos y nos volvimos en fe a Cristo cuando usted estaba
enseñando Romanos.” En Sarasota, una pareja (alguien
me informó que ellos eran muy ricos), me dijo, “Nosotros
tenemos un hijo. Él nos ha dado la espalda y también lo ha
hecho con Dios. Nosotros nos hemos estado culpando, y
aun hemos sentido que ya no somos salvos, pero, gracias a
Dios, es fe más nada.
Este mensaje no es cereal para niños; no es leche y avena.
Yo no soy el lechero. A usted le puede dar hoy un cólico
cristiano, porque ésta es carne. Pero nosotros necesitamos
saber en este momento que solamente la fe en Cristo nos
puede salvar—fe, más nada.
Ahora quiero concluir con la más fuerte declaración de
todas. Pablo, al final del capítulo cuatro, dice:

Mas, ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava


y a su hijo (eso es Hagar y su hijo Ismael), porque
no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la
libre. De manera, hermanos, que no somos hijos
de la esclava, sino de la libre (Gálatas 4:30, 31).

22
Preste atención— ¡Esto es importante! Si usted está
tratando de salvarse por confiar más en la ley que en Cristo,
Pablo dice que usted no tiene la salvación.

He aquí, yo Pablo os digo que si os circuncidáis,


de nada os aprovechará Cristo (Gálatas 5:2).

Usted solamente puede salvarse por confiar en Cristo.


Usted tiene que decidir si va a confiar en Cristo o si irá por el
sistema legal. Usted tiene que confiar en Él completamente.
Usted no puede llevar una rueda de repuesto diciendo,
“Bueno, usted sabe. Yo soy miembro de la iglesia” o “Yo hago
mis oraciones.” Si usted está confiando en estas cosas para
ir al cielo, usted no es salvo, usted no puede salvarse así.
Esto ocurre solamente cuando usted mira a este precioso
Salvador y confía en Él completa y totalmente.
Voy a concluir con una ilustración hogareña. Después de
que mi hija tuvo la experiencia de ir en avión de California
a Florida con unos amigos que tienen una avioneta, ella
preguntó si podríamos regresar por tren. Eso apeló a mí
porque me gustan los trenes también. Así que conseguimos
un horario de los trenes y lo revisamos. Y nos dimos cuenta
de que ya no podíamos regresar de Florida a California
atravesando la parte sur de los Estados Unidos por tren.
Así que tomamos un avión—pero qué vuelo más placentero
tuvimos. Volamos sobre Miami Beach y el Océano Pacífico.
Pero tuvimos que tomar la decisión por qué medio
regresaríamos—por tren o por avión. Yo le sugerí a mi hija
que probáramos hacerlo en ambos. Por supuesto si fuera
posible poner un pie en el avión y uno en el tren, eso sería
estupendo. Pero no se puede ir de esa manera. Tenemos
que decidir por una vía o por la otra. Bueno, tal vez mi fe
no era tan grande, pero fue suficiente como para abordar
ese avión aquel viernes en Miami a las 10:00 de la mañana.
A las doce del día ya estábamos en Los Ángeles, es decir,
con la hora del Pacífico, cinco horas más tarde.

23 Fe + 0 = Salvación
¿Va usted al cielo? ¿Cómo va usted? Usted no puede ir
por dos caminos. Así que tiene que decidir si confiará en
Cristo, o si tratará de hacerlo por otro medio. Si usted
trata de hacerlo por otro camino, yo digo con Pablo,
“de nada os aprovechará Cristo,” Pero si usted confía en
Cristo, entréguese a Él, Él le salvará. Y usted no tiene que
hacer nada. Todo lo que yo hice fue abordar aquel avión,
asegurarme el cinturón de acuerdo a las instrucciones—
cuando nos sirvieron la comida tuve que aflojármelo—pero
eso fue todo lo que hice. Todo lo demás fue hecho para
mí. Cristo ya lo hizo todo para nuestra salvación. Es la
confianza en Él que lo salva a usted. Y, permítame decirle
qué maravilloso es este momento al saber que estoy salvo.
Cuando yo veo a Vernon McGee me desanimo. Pero hoy
estoy viendo a Cristo. Estoy viéndolo a Él, y quisiera poder
cantar El Aleluya. Es maravilloso saber que Vernon McGee
es salvo. ¡Gracias a Dios él es salvo por fe en Cristo! Ese es
el camino, el único camino mediante el cual Cristo puede
salvarle a usted.
Es fe más cero.

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