Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Eduardo Posada Carbó - El Caribe Colombiano - Una Historia Regional (1870-1950) - Banco de La República, El Áncora (1998) PDF
Eduardo Posada Carbó - El Caribe Colombiano - Una Historia Regional (1870-1950) - Banco de La República, El Áncora (1998) PDF
Portada:
diseño de Camila Cesarino Costa
Ilustración: acuarela de He mando Lemaitre (detalle)
Fotografía: Ernesto Monsalve
Mapas: Marco Fidel Robayo
Derechos reservados:
© 1998. Eduardo Posada Carbó
Banco de la República
El Áncora Editores
Bogotá, Colombia
Preprensa digital: Servigraphic Ltda.
Separación de color: Elograf
Impreso en los talleres de Formas e Impresos Panamericana
Impreso en Colombia
Printed in Colombia
CONTENIDO
PRÓLOGO 39
l. LA AGRICULTURA 71
2. LA GANADERÍA 145
3. LA CIUDAD Y EL CAMPO 205
4. EL TRANSPORTE 258
5. LAs INFLUENCIAS EXTERA'AS 314
6. EL ESTADO, LA POLÍTICA Y LA REGIÓN 369
CONCLUSIÓN 438
APÉNDICE 1 449
APÉNDICE 2 451
APÉNDICE 3 455
BIBLIOGRAFÍA 457
ÍNDICE ONOMÁSTICO 491
MAPAS, CUADROS Y GRÁFICOS
MAPAS
l. Colombia y el Caribe 20
2. El Caribe colombiano 22
3. La zona bananera, según Griffith Taylor 106
4. Transporte y comunicaciones 213
CUADROS
GRÁFICOS
Este libro nació como una tesis doctoral escrita en el St. Antony's
College de la Universidad de Oxford, y finalizada en 1990. A través
de todos mis años como estudiante en Oxford, y en el proceso de
preparación de este libro, siempre conté con la guía y el estímulo
intelectual de Malcolm Deas. Sus trabajos sobre la historia de Co-
lombia inspiraron muchas páginas de este libro. Agradezco a
Malcolm sus enseñanzas, amistad y confianza.
Debo especiales agradecimientos a Darío Jaramillo Agudelo,
quien me ha apoyado a lo largo de toda mi carrera académica. Gra-
cias a su empeño, esta publicación ha sido posible. La colaboración
de Cecilia Inés Restrepo, primero como Directora de la Fundación
Antioqueña de Estudios Sociales de Medellín, FAES, y después como
traductora de la edición en inglés, ha sido muy valiosa durante todos los
años de investigación y preparación de este texto. Agradezco la dedica-
ción y el profesionalismo de Cecilia Inés, así como su paciencia.
Estoy muy agradecido con Karl Parrish Jr., David Parrish, María
Teresa de Gómez y Felipe Laserna por haberme permitido el libre
acceso a los archivos de sus respectivas familias. Diego de la Peña,
quien me facilitó documentos de interés y con quien conversé largo
sobre esta historia, hubiera quizá gozado la lectura de este libro. Julio
Tovar D' Andreis, Carlos Daniel Abello, Adolfo Meisel Roca, Gusta-
vo Bell Lemus, Ramiro de la Espriella y Margarita Garrido también
me ofrecieron material muy útil para el libro. Colín Clarke y Marco
Palacios, examinadores de la tesis, me formularon acertadas obser-
18 El Caribe colombiano
COLOMBIA
·-
SUR AMtRICA
ECUADOR
BRASJL
/
tendido a ser unidades políticas fijas», mirar las regiones como áreas de
«actividades interrelacionadas, intereses de grupo y organización co-
mún», puede ser útil para apreciar el grado de coherencia de un territo-
rio determinado 14 • Tercero, puesto que la relevancia de las regiones
resulta de su carácter distintivo, el estudio de sus particularidades tiene
importancia no sólo para entender las regiones per se sino, lo que es
más importante, para proporcionar otras perspectivas sobre el todo, en
este caso, la historia nacional.
La reciente historiografía latinoamericana se ha preocupado cada
vez más por los asuntos de la región y el regionalismo. Se ha puesto
atención a los problemas relacionados con la consolidación del Estado
nacional durante el siglo XIX, donde el enfoque tiende a centrarse en
los inicios de la república y alrededor de preguntas tales como si hubo o
no una nación antes del Estado, hasta qué punto la política nacional
estuvo condicionada por la integración de los mercados nacionales, o
cúando y cómo las élites regionales dieron lugar a una élite nacional 15 •
El estudio de regionalismos particulares, como movimientos dentro de la
política nacional, no ha sido popular entre los académicos, pero el traba-
jo de Joseph Love sobre Río Grande do Sul es un ejemplo 16 • También
34. Sobre los problemas de estadística en el mundo rural del trópico, véase P.
Hill, Development economics on tria!, Cambridge, 1989, pp. 30-50.
35. L. Striffler, El río San Jorge, (1880), Montería, 1958, pp. 77 y 80.
36. Brew, El desarrollo económico de Antioquia, p. 30.
37. E. Reclus, Viaje a la Sierra Nevada de Santa Mana, ( 1861 ), Bogotá, 1949(?),
p. 74.
38 El Caribe colombiano
C. Angulo Valdés, «El departamento del Atlántico y sus condiciones físicas», Revista
Geográfica, Barranquilla, 1, ( l ), 1952, pp. 9-29; Instituto Geográfico Agustín Codazzi,
Atlas regional del Caribe, Bogotá, 1978; Gordon, «Human geography and ecology in
the Sinú»; y Krogzemis, «A historical geography of the Santa Marta area».
3. F. Loraine Petre, The republic of Colombia, Londres, 1906, p. 153.
4. E. Reclus, Colombia, Bogotá, 1958, p. 186.
Prólogo 41
tros 5 . Con sus tributarios -los ríos Cauca, San Jorge, Nechí,
Cesar y Lebrija-, el Magdalena forma un vasto sistema
hidrográfico que cubre una porción significativa de las provincias
del norte y centro de Colombia, proporcionando en consecuencia
uno de sus medios de transporte más importantes. Adicionalmente,
al occidente del Magdalena, el río Sinú corre por las llanuras de Bolí--
var antes de desembocar en el Caribe6 (véase mapa 2).
En 1863, Felipe Pérez describió el territorio de Bolívar como «una
inmensa llanura anegada». «Un país raro en el mundo», lo llamó
también al observar las numerosas ciénagas tales como Papayal,
Raya, Ayapel y Betancí, formadas por las inundaciones de los ríos
Magdalena, Cauca, Sinú y San Jorge. Inmensas lagunas, como la
Ciénaga Grande y Zapatoza, también se destacaban en el territorio
del Magdalena. Durante la temporada de lluvias, cuando algunas de
estas ciénagas tomaban el aspecto de «un mar interior» 7 , varios ca-
nales naturales quedaban disponibles para proporcionar comunica-
ción fluvial adicional a una gran parte de la región.
El mar, los ríos y las ciénagas --como vías de salida para el co-
mercio y fuentes de agua fresca y alimentos- condicionaron la loca-
lización de los principales asentamientos en la costa. De esta manera,
para mediados del siglo XIX, gran parte de las poblaciones con más
de dos mil habitantes estaban situadas sobre el litoral, o junto a los
ríos, caños y ciénagas: Cartagena, Santa Marta y Riohacha, sobre el
Caribe; Peñón, Sitionuevo, Cerro de San Antonio, Campo de la Cruz,
Santo Tomás, Soledad, Margarita, Remolino, Mompox y Barranquilla
sobre el Magdalena; Chimá, Lorica y Montería sobre el Sinú;
Valledupar sobre el Guatapurí; Magangué sobre el Cauca; Ciénaga de
Oro sobre un caño del San Jorge; San Juan de Córdoba sobre la
Ciénaga Grande (véase mapa 2).
5. Véase R. G6mez Picón, Magdalena, río de Colombia, Bogotá, 1944. Los aspectos
concernientes a la navegación en el río Magdalena serán analizados en el capítulo V.
6. Véase L. Striffler, El río Sinú, s.f.
7. Pérez, «Jeografía de Bolívar», p. 9.
42 El Caribe colombiano
8. Reclus. Viaje a la Sierra. p. 90: Pérez, «Jeografía del Magdalena»,• pp. 15-17.
9. A. von Humboldt, Personal narrative oftravels to the equinoctial regions of
America, Londres, 1853. vol. 3. p. 207.
1O. New Granada Canal and Steam Navigation Company, Remarks on the Canal
or «Dique» of Cartagena, New Granada and its navigation by steam, New York,
1855,p.5.
11. Véase Petre. The Republic of Colombia, p. 159, y PP, (49), XCVIII,
1904, p. 618.
Prólogo 43
12. W. Scruggs. The Colombian and Venezuelan Republics, Boston, 1905, p. 30.
13. Véanse Remarks on the Canal or «Dique» of Carta¡.:ena, pp. 7-8; Nichols,
Tres puertos, pp. 71-80, 127-130 y 201-209; G. Bell Lemus, «El Canal del Dique
1810-1840: el viacrucis de Cartagena», Boletín Cultural y Bibliográfico, Bogotá,
XXVI. (21). 1989, pp. 15-23.
44 El Caribe colombiano
18. Scruggs, The Colombian and Venezuelan republics, p. 45. Véase capítulo l.
19. Véanse Pérez, «Jeografía del Magdalena», p. 14; Pichón, Geografía de la
península, pp. 167-173; J.A. de Barranquilla, Así es la Guajira. Itinerario de un
misionero capuchino, Bogotá, 1953, p. 51.
20. Luciano Jaramillo al Ministro de Hacienda, Barranquilla, mayo 23, 1923,
AGPNO, en correspondencia, 1923.
21. M.T. Dawe, Account of a journey down the Magdalena river. through the
Magdalena province and the peninsula of Guajira, Colombia, Bogotá, 1917. p. 18.
22. Una «visión gloriosa>>, fue la impresión que le quedó a Holton al aproximarse a
tierra firme después de haber apreciado la breve visión matutina de la Sierra Nevada
desde su buque. Holton, New Granada, Twenty months in the Andes, p. 26. Véase
46 El Caribe colombiano
además Gosselman. Viaje por Colombia, p. 23. La Sierra Nevada se mantuvo como
un territorio desconocido para la vasta mayoría de la población costeña. Cuando
Reclus la visitó, encontró que «en Santa Marta, ni un solo hombre, blanco, negro o
zambo, había penetrado en la Sierra hasta la base de la Horqueta»; Reclus, Viaje a la
Sierra, p. 60. En la década de 1940, cuando el antropólogo Gerardo Reichel-
Dolmatoff llevó a cabo su trabajo de campo sobre los Kogi, la Sierra era esencialmen-
te «Un territorio indígena>>. Según Reichel-Dolmatoff <<sólo un débil anillo de colonos
rodea la base del macizo. alcanzando apenas una altura de 1.000 metros de promedio,
pero las tierras más allá de este límite se consideran aún en su mayor parte descono-
cidas. Son raras las personas que tengan conceptos claros sobre la geografía de la
Sierra y son muchos lo-, que prefieren hacerla aparecer como una tierra misteriosa y
hasta peligrosa>>. G. Reichel-Dolmatoff, Los Kogi. Bogotá, 1985, vol. 1, p. 39. Para
descripciones contemporáneas de la Sierra, su población y sus recursos, véanse
además F.A. Simmons, «Ün the Sierra Nevada de Santa Marta and its watershed>>,
PRGS. (l). Londres. 1881: Thomson, «Report on an excursion to the Sierra Nevada
de Santa Marta to investigate the cultural capabilities of the district», PP, XC, 1893-
4, pp. 139-145; Dawe,Account ofajoumey, pp. 23-9; J. Isaacs, Las tribus indígenas
del Magdalena, Bogotá, 1983; G. Taylor, <<Settlement zones ofthe Sierra Nevada de
Santa Marta. Colombia», Geographical Review, XXI, 1931, pp. 539-58.
23. Reclus, Colombia, p. 314.
24. Pérez, <<leografía de Bolívar». p. 15, y «Jeografía del Magdalena», pp. 17-8;
Yergara y Yelasco, Nueva Geografía, p. 515.
25. Pérez, «Jeografía del Magdalena», p. 19.
Prólogo 47
das en brazos del tiempo que les arranca cada día una piedra conclu-
yendo por destruirlas, sin hallarse quién las habite» 39 •
En 1888, después de observar que en Bolívar «no se ha distingui-
do aún ninguna mina por su riqueza», el Secretario de Gobierno su-
gería dejar de pensar en «lo desconocido o en lo inestable» y más
bien hacía un llamado a sentar los «cimientos de una riqueza dura-
dera con el fomento de la agricultura». Sin embargo, eh el vecino
departamento del Magdalena había ricas venas de cobre y carbón.
En 1865, un ingeniero inglés, John May, había descubierto «inmensos
yacimientos de carbón» en la provincia de la Guajira, lo que había
generado grandes expectativas. No obstante, éstos no se explotaron
comercialmente sino un siglo más tarde 40 •
39. GB, noviembre 10, 1874. Entre 1873 y 1885, se registraron apenas 5 minas
de oro en Simití, San Martín de Loba y Ayapel. Véase Memoria del Secretorio de
Gobierno al Gobernador de Bolívar, Cartagena, 1888, p. 219.
40. Véanse The Republic of Colombia. New York, 1896, pp. 96-7; R. de la
Pedraja, «La Guajira en el siglo XIX: indígenas, contrabando y carbón», Desarrollo y
sociedad, Bogotá (6), junio 1981: PP. LXI, 1868-9, p. 6. Véase además L. Sawyer,
«Repon on mineral deposits and industries», Santa Marta, enero 28, 1922, NAUS,
RG59: 821.63/15.
41. Reclus, Viaje a la Sierra, p. 68.
Prólogo 51
mucho el suelo para su sustento», y concluía: «De aquí que las ricas
y vastas extensiones de tierra bañadas por este río estén compara-
tivamente descuidadas 42 •
Cierto, bajo las condiciones de una baja densidad de población y
con un acceso a los recursos de tierra y agua de la región, era posible
llevar una" ida de subsistencia sin que la naturaleza opusiera mayores
obstáculos. Pero explotar recursos de manera exitosa a una escala
comercial era otra historia. Además, no todo era abundancia en el
trópico, así se tratase de la existencia más primitiva.
Para comenzar, una gran parte de la región, como lo hemos ob-
servado, estaba expuesta a inundaciones periódicas. «Las hoyas de
los ríos Cauca, Sinú i San Jorge -anotaba Pérez- están perdidas
completamente por los derrames de sus corrientes» 43 • Cuando Wirt
Robinson viajó por el Magdalena en 1892, «la región estaba inundada
en todas direcciones y no había tierras altas a la vista» 44 . Lugares
como Magangué, Mompox, Calamar, estaban a merced de las inun-
daciones, como la mayoría de los pueblos a lo largo de los ríos. En
1862, la creciente fue tal que obligó a algunas poblaciones a cambiarse
de sitio: San Estanislao se trasladó a Arenal, San Benito de las Palomas a
Repelón, Paloquemado a «tierras altas de un señor Riquet» 45 • Algunos
años más tarde, en 1879, las crecientes destruyeron plantaciones en la
provincia de Mompox. «siendo la consecuencia el hambre que toda la
clase pobre ha tenido que sufrir» 46 . Bajo la amenaza permanente de la
creciente, algunas aldeas y poblaciones de los ríos se desarrollaron dis-
tantes de sus orillas. «Las casas no se dejan ver del lado del río», co-
42. J. Crevaux. Voyages dens /'Amerique du Sud, París, 1883, p. 389, y Evan
Hopkins, '"Observations of the lands of New Granada"", en J.D. Powels, New Gra-
nada: its Interna/ Resources. Londres, 1866. p.7.
43. Pérez, «Jeografía de Bolívar», p. 15. Véase además Striffler. El río San Jorge,
p. 26.
44. W. Robinson, Ajlying trip to the tropics, Cambridge, Mass., 1892, p. 50.
45. P.M. Revollo. <<Inundaciones del Río Magdalena», Revista Geográfica,
Barranquilla, 11 ( 1), diciembre, 1952, pp. 31-2.
46. DB. julio 15. 1880. p. 886.
52 El Caribe colombiano
50. F. Von Schenck, Viajes por Antioquia en el año de 1880, Bogotá, 1953, p. 9.
51. Pérez. <deografía del Magdalena», p. 19; Díaz, Compendio de Geografía,
p. 56; L. Cuervo Márquez, Geografía médica y patológica de Colombia, Bogotá y
Nueva York, 1915, pp. 62-64; 90-93; 109-111.
52. GB, julio 15, 1880, p. 387.
53. Gosselman, Viaje por Colombia, p. 33.
54. Cónsul de los Estados Unidos al asistente del Secretario de Estado, Cartagena,
octubre 12, 1897, y marzo 15, 1900, NAUS, despachos de cónsules norteamericanos
en Cartagena, Colombia, microfilm T 192/12. «Durante el ataque inglés a Cartagena ...
54 El Caribe colombiano
en 1742. la fuerza inglesa pasó apenas dos meses sitiando la ciudad, pero sus pérdi-
das por enfermedades fueron de dos terceras a tres cuartas partes de sus más de
12.000 hombres>>; véase P.D. Curtin, Death by migration. Europe 's encounter with
the tropical world in the nineteenth century. Cambridge, 1989, p. 2.
55. Simmons, «Notes on the topography of the Sierra>>, p. 694. Según Striffler,
los asentamientos sobre el Caribe, cerca a Tolú, estaban situados lejos de la costa
para evitar las plagas. Véase Striffler, El río Sinú, p. 101.
56. Véanse J. Exbrayat,Historia de Montería, Montería, 1971, p. 152; J. Alarcón,
Compendio de historia del departamento del Magdalena, Bogotá, 1964, p. 303;
cónsul de los Estados Unidos al asistente del Secretario de Estado, Sabanilla, julio
25, 1881, NAUS, despachos de los cónsules norteamericanos en Sabanilla, microfilm
T426/5; R. Carnegie-Williams,A year in the Andes ora lady 's adventures in Bogotá,
Londres, 1882, pp. 45-6.
57. Citado enMCR,julio-octubre 1883, p. 198.
Prólogo 55
tan solo el alcalde de Sincé hizo algún intento por erradicarlas, aun-
que con un sistema muy primitivo y con muy poco éxito62 •
Bajo estas condiciones tropicales, el calor -aquella «chaleur
insupportable» que provocara la queja de Crevaux en agosto de
1881- probablemente era un problema menoróJ. Las influencias
climáticas sobre el ritmo de vida fueron atestiguadas por Robert
Cunninghame Graham en 1917. «Hasta los perros dormían» cuando
Cunninghame Graham hizo su arribo a Palmito en la hora más ca-
liente del día, mientras «unos cuantos caballos ensillados, descansa-
ban en tres patas bajo los ranchos de paja, demasiado desganados
hasta para mover la cola y espantarse las miríadas de moscas que
les revoloteaban alrededor». Era la sagrada siesta, tan bien descrita
en el poema del Tuerto López, El tedio de la parroquia 64 •
¿Trópicos generosos? Cuando Striffler visitó por primera vez el
Sinú, a mediados del siglo XIX, se sintió encantado con la vegetación
exuberante de la región. Mientras alababa la aparente abundancia
de la naturaleza, se lamentaba de los pocos esfuerzos hechos por el
hombre para desarrollar sus recursos. Striffler había venido al Sinú
empleado por una compañía minera. Junto con otros colegas france-
ses, se sentían «predestinados para operar la transformación del
Sinú». Se asentaron en Higuerón, donde establecieron su sede de
operaciones y muy pronto estuvieron organizando acuciosamente una
excavación con nueva maquinaria importada, construyendo casas y
hasta planeando empresas agrícolas. Su entusiasmo se desvaneció
al tiempo que descubrían la dura realidad del trópico. «Pronto el río
74. Véanse Arrázola, Palenque, primer pueblo libre; A. Escalante, «Notas sobre
el Palenque de San Basilio», Divulgaciones Etnológicas, Barranquilla, III, (5), 1954,
pp. 208-231; M. del C. Borrego PI á, Palenque de negros en Canagena de Indias a
fines del siglo XV//, Sevilla, 1973; McFarlane, «Cimarrones and Palenques», pp.
131-151.
Prólogo 61
jamás las proporciones exactas en las que las sangres de las tres razas están mezcla-
das en suS' venas», en Holton, New Granada, p. 69. Un estudio detallado de la
composición étnica de la población costeña y su comportamiento histórico durante
este período, trasciende el alcance de este libro. La información referente a raza en los
censos es fragmentada y poco confiable. Sin embargo, una mirada al censo de 1918
refleja una imagen muy semejante a la observada por Silvestre a finales del período
colonial. con una amplia mayoría de la población clasificada como mestiza. Peter
Wade, quien ha enfatizado el gran impacto de la cultura negra en la costa, se refiere a
la región como de un "'status ambiguo" en lo concerniente a la identidad racial. La
mayoría de los acercamientos a este asunto estarían de acuerdo con la afirmación de
Wade según la cual "la costa Caribe desarrolló una mezcla tri-étnica con una fuerte
herencia negra e indígena en las clases bajas y algunos enclaves negros o indígenas
más puros"'. Véase su Blackness and race mixture, Baltimore y Londres, 1993, p. 58,
pp. 79-83.
79. Antonio de Narváez y la Torre, «Relación o informe de la provincia de Santa
Marta y Riohacha, por lo que respecta al estado actual de su comercio, haciendas y ·
frutos ... » (1778), en A.B. Cuervo (ed.). Colección de documentos inéditos sobre la
geografía y la historia de Colombia, Bogotá, 1892, vol. Il, pp. 175-202.
80. ldem., pp. 186-8, 192.
Prólogo 63
CUADRO1
POBLACIÓN COSTEÑA, 1870-1950
'
1
1
1870 1905 1918 1928 1950
L-----
Atlántico 50.647 104.674 135.792 242.810 428.429
Bolívar 191.057 300.129 457.110 642.777 991.458
Magdalena 82.255 123.548 234.047 335.396 509.739
COSTA 323.959 528.351 826.950 1.220.983 1.929.629
COLOMBIA 2.707.952 4.553.777 6.303.077 7.851.000 11.548.172
Fuentes: Anuario Estadístico de Colombia, Bogotá. 1875. y censos para 1905, 1918,
1928 y 1950.
89. Véase Informe del Presidente del Estado Soberano del Magdalena, Santa
Marta, 1868, p. 5.
90. Memoria del Gobernador de Riohacha, Riohacha, 1843, p. 5.
66 El Caribe colombiano
LA AGRICULTURA
INTRODUCCIÓN
1O. GB. agosto 8, 1870. p. 337: septiembre 4. 1870. p. ~49 y agosto 15, 1873,
p. 94
11. <<Informe del Gobernador de Mompox>>, DB, julio 15, 1880. p. 386.
12. «Informe del Gobernador de Lorica». GB. noviembre JO. 1874. pág. 170-71.
76 El Caribe colombiano
14. Candelier, Río-Hacha et les lndiens Goejires, p. 23. Véase además Hamilton,
Viajes por el interior, p. 39, y G. Bolinder, We dared the Andes, Londres, 1958.
p. 22.
15. Candelier, idem.
16. Véanse Crevaux, Voyages dans l'Amérique du Sud, p. 382, y Bolinder, We
dared the Andes, p. 93.
17. Daniel Lemaitre, Soledad Román de Núñez. Recuerdos, Cartagena,
1938, p. 1OO.
78 El Caribe colombiano
33. «El arroz es un alimento de primera necesidad en este país casi como lo es en
la India», E. W. P. Smith, <<Trade between Colombia and the United States», MCR.
Washington, enero-mayo, 1883, p. 166.
34. «Informe del Gobernador de Magangué», GB, octubre 25, 1873, p. 144.
35. E. W. P. Smith, «American trade in the United S tates of Colombia», MCR,
Washington, 1880-1, p. 95.
36. Citado en MCR, Washington, julio-octubre, 1883, p. 198. Véase Prólogo,
pp. 30-31.
37. MCR, Washington, 1882, p. 456.
La agricultura 83
42. D. Martínez Camargo, «Cultivo de arroz», RNA, diciembre 1913, pp. 202-
207. <<Atemorizados los cultivadores ante alguna perspectiva de baja en el precio del
arroz exótico, que se presentó al terminar la guerra europea, abandonaron muchos de
ellos la industria, la cual ha estado siempre en manos de campesinos pobres», en «La
producción nacional del arroz», RNA, diciembre 1920, pp. 161-162.
43. Véanse U.S. Tariff Comission, Agricultura[, pastoral and forest industries
in Colombia, Washington, 1945, p. 25; J. L. Colom, «Progresos agrícolas de Colom-
bia», Boletín de la Unión Americana, enero, 1934, p. 36; Oakley, «Rice production»,
Cartagena, enero 4, 1944, RG 166: NAR, Colombia, caja 180; L. A. Scopes, Economic
and commercial conditions in Colombia, Londres, 1950, p. 31.
44. K. Oakley, «Annual economic report», Cartagena, noviembre 19, 1942, NAUS,
RG166, NAR, Caja 174.
45. Oakley, «Rice production».
La agricultura 85
CUADRO 1.1
PRODUCCIÓN DE ARROZ EN LOS DEPARTAMENTOS COSTEÑOS,
1931-46 (EN TONELADAS)
46. IET, cuarto trimestre, 1946. En abril de 1950 parte de la cosecha estaba
todavía en las fincas debido a las dificultades para transportarla a los mercados: « ...
el principal y más grave problema ... consiste en el mal estado de las carreteras y aún
es peor en las regiones donde sólo existen caminos de herradura, que en época de
invierno son prácticamente intransitables, sufriendo los campesinos las consecuen-
cias siguientes, como la pérdida de sus productos», IET, primer trimestre, 1950.
47. Memoria del Secretario de Gobierno, Cartagena, 1936, p. 20.
86 El Caribe colombiano
52. Cartagena. octubre 16. 1944. NAUS. RG 166: NAR, caja 180.
53. Oakley, <<Rice production>>.
* Siempre que aparezca el signo S en el texto. estoy haciendo referencia a
dólares norteamericanos de la época.
54. Oakley, ídem; lET. cuarto trimestre, 1946, y segundo trimestre, 1949. El
Instituto Nacional Agropecuario fue fundado en 1944 por el gobierno central para
regular el mercado de productos agrícolas. Véase A. Machado, Políticas agrarias en
Colombia, 1900-1960, Bogotá, 1986, p. 87.
55. Nieto, «Geógrafía histórica, estadística y local de la Provincia de Cartagena»,
p. 51. El tabaco fue un monopolio manejado por el gobierno hasta 1850. Véase J. P.
88 El Caribe colombiano
CUADRO 1.2
PRoDuccióN DE TABACO EN CoLOMBIA,
1865-1896(ZURRONES)
1
1
Año Ambalema Gir6n Palmira Cannen Total
1
1 1
i 1
1 1
1
1866 34.000 7.000 4.000 1 43.000 89.000
1
1867 21.500 3.500 1
1
2.000 60.000 87.000 1
58. Reclus, Viaje a la Sierra, p. 70. Véanse además F. Pérez, deograffa del
Magdalena», pp. 47-48; Gnecco Laborde,Nociones de Geografla, pp. 35, 41, 46, 48.
59. PP, (35), LXXVI, 1875, p. 371, y (27), LXV, 1873, p. ~4.
60. PP. (35), C.R., LXXVI, Londres, 1875, p. 360.
61. «Informe del Gobernador de Corozal», DB julio 21 y 23, 1880, p. 402. Véase
además «Informe del Gobernador del Carmen», RB, septiembre 24, 1886, p. 1.223.
90 El Caribe colombiano
65. Anuario Estadístico de Colombia. Bogotá, 1875, pp. 31 y 32; GB, enero
1871.
66. Ocampo. Colombia en la economía mundial, pp. 240-242.
67. «Informe del gobernador del Carmen», GB, octubre 25. 1873, p. 143; GB,
agosto 24, 1871, p. 144; GB,julio 18, 1873.
68. Harrison ha señalado cómo este hecho marcaba una diferencia importante
entre el tabaco del Carmen y de otras áreas en Colombia, donde la relación se
establecía entre el cosechero y el terrateniente. Véase Harrison, «The Colombian
92 El Caribe colombiano
75. Memoria que presenta el Secretario de Hacienda, Cartagena, 1914, pp. 69,
74-5; Mensaje e informes del Gobernador, p. 26; R. Noguera,Informe del Secretario
de Hacienda. Santa Marta, 1919, pp. 16-19; J. Santos Cabrera, Informe al señor
Gobernador, Cartagena, 1934. apéndice.
76. Noguera, Informe, p. 17 y Bell, Colombia, a commercial and industrial
handbook, p. 166.
77. F. Prado Villanueva, Informe del señor oficial de estadística de la oficina
del tabaco, Cartagena, 1937, p. 42.
La agricultura 95
82. PP, (27), LXV, 1873, p. 46. De acuerdo con el cónsul británico suplente en
Cartagena, «varias grandes haciendas productoras de azúcar» fueron establecidas
entre 1872 y 1875; PP, (35), LXXVI, 1875, p. 361. Véanse además Revista de
Colombia, Bogotá, mayo 31, 1873, p. 117; «Report on the trade of Cartagena»,
Cartagena, enero 31, 1872, NAUS, Despachos desde el consulado norteamericano en
Cartagena, microfilms, Tl92/8.
83. PP, (47), XCI, 1911, p. 5. Véase además PP, (35), LXXVI, 1875, p,372; y
(35), LXXXIII, 1887, p,l67.
84. «<nforme de la provincia de Magangué», GB, octubre 25, 1873; PP, (36), C,
1888, p. 640; Vergara y Ve1asco, Nueva geografía, p. 526.
85. GB, agosto 20, 1871, p. 140 y agosto 13, 1871, p. 137.
86. MCR, Washington, octubre 1887-marzo 1888, p. 243. Un incremento en el
precio de la panela era materia de preocupación pública, véase «Salus populi», El
Imparcial, agosto 25, 1919.
La agricultura 97
87. PP, (47), XCI, 1911, p. 2; Revista de Colombia, Bogotá, noviembre 15, 1910,
pp. 333-4. Pombo Hermanos, Banco de Bolívar y B. Martinez Bossio estaban entre
los acciomstas, en idem.; Colombia, Misión de Rafael Reyes a los Departamentos de
la Costa Atlántica y Antioquia, Bogotá, 1908, p. 27.
88. Véanse descripciones del Ingenio en <<El Ingenio de Sincerín>>, RNA, abril 1913,
pp. 754-758; E. López (ed), Almanaque de los hechos colombianos, Medellín, 1919,
pp. 354-56; J. P. Urueta y E. G. de Piñeres, Cartagena y sus cercanías, Cartagena,
1912, pp. 322-3. El Colombian Trade Review llamó a Sincerín «una de las empresas
más valiosas del país», Colombian Trade Review, noviembre 1921, p. 163.
89. U.S. Consul, Cartagena, mayo 5, 1933, NAUS. RG84: consulado de
Cartagena, correspondencia, 1933, VII.
98 El Caribe colombiano
CUADRO 1.3
PRoDcccióN DE AZúCAR El'\ BoLíVAR, 1909-1948
(AÑOS ESCOGIDOS, EN TONELADAS)
1909 5.082
1925 687
1927 10.187 2.000
1928 8.312 2.062
1930 7.875 937 2.437
1932 10.687 4.375 3.125
1933 8.125 5.312 1.875
1940 10.586 5.000
1946 4.318 4.830 1.050
1948 5.689 3.341 1.800
90. Véanse U.S. report, Cartagena. mayo 5, 1933, NAUS, RG84: consulado de
Cartagena, correspondencia, 1933, vol. VII; Contraloría, Geografía económica de
Colombia: Bolívar. Bogotá, 1942, p. 311, 332-3; IET, segundo trimestre. 1947;
Burgos Puche, El general Burgos, pp. 353-426.
La agricultura 99
mucha mejor calidad que la producida en Berástegui. Burgos, El general Burgos, p. 375;
R. Throp y G. Beltrán, Perú, 1890-1977, Londres y Basingstoke, 1978, p. 41.
96. Thomson, «Report on the excursion». p. 141
97. C. Martínez Ribón, <<Nuevo método para el cultivo de cacao>>, El Agricultor,
octubre 6, 1879. En 1894, C. Martínez Ribón ofrecía mil copias de su publicación
para distribución gratuita, mientras que el gobernador solicitó a la Asamblea de
Bolívar que imprimiera una edición oficial del «Nuevo método»; véase El Agricultor,
enero 1894, p. 324, y Memoria del Gobernador del Departamento, Cartagena, 1894,
p. 20. Otras publicaciones fomentaban también el cultivo del cacao; véase: El Agri-
cultor, marzo 10, 1881, pp. 372-374, y 398-410; y RB, octubre 8, 1907.
98. Cartagena, octubre 31, 1879, NAUS, Envíos desde Cartagena de los cónsules
norteamericanos, microfilm Tl92(8).
99. «Cultivo del cacao», El Agricultor, julio 1883, p. 83; J. Exbrayat, Reminis-
cencias monterianas, Montería, 1939. p. 23; J. Berrocal Hoyos, La colonización
antioqueña en el departamento de Córdoba, Montería, 1980, p. 58.
La agricultura 101
CUADRO 1.4
EXPORTACIONES DE BANANO COLOMBIANO COMPARADAS
CON LOS PAÍSES PRODUCTORES DE CENTRO AMÉRICA
(MILES DE RACIMOS)
Costa Rica 1.278 2.331 i 3.4201 9.097 i 8.652' 8.349! 5.834 2.909 j 3.215 1 5.6921
Guatemala 193 186 121 1.226 1 3.300 5.350 4.874 5.595 8.195 ,10.649
1
Honduras 1.400 l 701 ' 2.040 n.d 1 n.d 14.500 29.084 10.410 14.564 !14 338!
1
Fuente: F. El lis, Las transnacionales del banano en Centroamerica, San José. 1983,
pp. 41, 53, 55. Nichols. Tres puertos, p. 255.
Nueva York, 1929, J. T. Palmer, «The banana in the Caribbean trade», Economic
Geography, (VIII), 1932, pp. 262-273; C. M. Wilson, Empire in green and gold. The
story ofthe American banana trade, Henry Holt and Co, 1947; C. D. Kepner y J. H.
Soothill, The banana empire, Nueva York, 1935; T. P. McCann, An American
company, the tragedy ofthe United Fruit Co., Nueva York, 1976.
110. White, Historia de una ignominia, p. 123; PP, (49), CX, 1908, p. 775.
111. Colombia, Misión de Rafael Reyes, y R. Uribe Uribe, «El banano», Revista
Nacional de Agricultura, mayo, 1908, pp. 5-105.
La agricultura 105
112. K. Oakley, «Banana Report», Bogotá, agosto 12, 1942, NAUS, RG 166,
Foreign Agricultura! Relations, Narrative Reports, 1942-45, Colombia, Caja 176,
Apéndice C; Pearse, Colombia, with special reference to cotton, p. 61; W. Dawson,
«Data conceming Colombian banana production and marketing», Bogotá, marzo 5,
1937, NAUS, RG59: 821.6156/216; White, Historia de una ignominia, p. 123.
113. Bell, Colombia, a comercial and industrial handbook, p. 154; Oakley,
«Banana report», los racimos de bananos con menos de 6 manos no eran considera-
dos convenientes para exportación y se vendían en el mercado doméstico; véase
Castañeda Aragón, El Magdalena de hoy, p. 55. Resulta imposible calcular la produc-
ción doméstica puesto que «los bananos se cultivan en casi todos los huertos para
consumo casero, o para la venta en los mercados locales», véase Wylie, The agriculture
of Colombia, p. 67. Como Grunwald y Musgrove han observado, «en el mundo la
mayor parte del banano se consume en donde se produce», véase J. Grunwald y P.
Musgrove, Natural resources in Latin American developmenl, 1970, p. 364.
114. Para una descripción geográfica de la zona bananera, véase Krogzemis: «A
historical geography of the Santa Marta area»; C. F. Iones, «Agricultura! regions of
South America», Economic Geography, (V), 1929, pp. 407-8; Instituto Agustín
Codazzi, Monografía del Departamento del Magdalena, Bogotá, 1973.
106 El Caribe colombiano
MAPA3
LA ZONA BANANERA, SEGÚN GRIFFTH TAYLOR
Mar caribe
CUADRO 1.5
fiNCAS BANA:"ERAS Y CULTIVADORES, 1908.
124. En 1907, más del 809C de las rentas del ferrocarril provenían del transporte
de bananos. Véase PP. (38). XCV, 1910, p. 19.
125. P. Reynolds, Banana Chart Manual, Nueva York, 1927, p. 8. Más del839C
de la compañía británica Elders and Fyffes, que controlaba el mercado bananero en el
Reino Unido, era propiedad de la United Fruit. PP, (12), 1926, p. 251. Véase P. N.
Davies, Fyffes and the bananas: A centenary history, 1888-1988, Londres. 1990.
126. Departamento de Estado, «Difficulties of the United Fruit Company in Co-
lombia», Washington. diciembre 17. 1930, NAUS, RG59: 821.61561129.
La agricultura 111
127. Carta del District Officer Manager, Boston, octubre 9, 1919. NAUS,
RG151: 331.2/Bananas/Colombia.
128. ldem.
129. «Telegrama del Presidente de la Sociedad de Agricultores del Magdalena>>.
RNA, mayo-junio 1931. pp. 418-9. Véase además Cotie, <<Banana industry>>, y
Oak!ey. «Banana report>>. En el informe anual de la compañía en 1930, $4.690.602
figuraban como activos diferidos para préstamos a los bananeros>>. en Kepner y
Soothill, The banana empire. p. 290.
130. Oakley, <<Banana report>>; La Sociedad de Agricultores contesta a la
United Fruit Company. folleto, Santa Marta, julio 30. 1931.
112 El Caribe colombiano
131. Véase l. Manning, <<Activities of Atlantic Fruit Co. at Santa Marta and
other parts of Colombia», Barranquilla, marzo 2, 1912, NAUS, RG59: 821.6156/4,
e informes similares del cónsul Manning fechados el 8 de mayo y el 23 y 25 de julio
de 1912, respectivamente en idem. 821.6156/5,7 y 8.
132. Sawyer, «The banana industry».
La agricultura 113
CuADRO 1.6
COSTOS DE PRODUCCIÓN DE UN ACRE DE BANANO, 1922 ($US)
Costo por acre de tierras aptas para el banano, con ferrocarril 400.00
Costo inicial, por acre, de limpiar la tierm, cercar.
arar, sembrar, etc., y cuidar de las plantas hasta
su producción, incluyendo el costo de la semilla 100.00
Costo del mantenimiento de las plantas después de
producir, limpieza, poda, etc., incluyendo la cosecha
y trdnsporte a la estación de entrega, por acre y por año 70.00
Salarios pagados a los trabajadores de la plantación 1.00 a 1.50
Costo de producción, por racimo, 1o año de producción 0.60
2° año de produ..:ción 0.35
3° año de producción 0.35
Años siguientes 0.30
Producción por acre. 1o año de cosecha 60 racimos
2° año de cosecha 80
3° año de cosecha 100
---·--~ ---------·-------- ---·
Fuente: Cónsul norteamericano a W. Allen, Santa Marta, agosto 31. 1922, NAUS,
RG84: General correspondence, 1922 (Il).
136. Véase Uribe Uribe, <<El banano», pp. 64, 65 y 67; R. Vareta Martínez,
«Estudio de la región bananera», p. 231; Sawyer, <<The banana industry»; M. Dávila
Pumarejo, «La industria del banano»; Dawson, «Data conceming».
La agricultura 115
bananera, p. 27. El gobernador del Atlántico informó sobre las migraciones regulares
desde este departamento hacia la zona bananera, véase P. Bustillo, Mensaje del
Gobernador del Atlántico, Barranquilla, 1914, p. 16.
139. A. Luna Cárdenas, Un año y otros días con el general Benjamín Herrera en
Aracataca, Medellín, 1960. pp. 113, 159, 169, 195.
140. Según Krogzemis, las riberas del río Magdalena en Atlántico eran una fuen-
te de mano de obra migratoria hacia la zona bananera, Krogzemis, «An historical
geography», p. 41. Véase además W. J. Sullivan (Department of Overseas Trade),
Report on the commercial and economic situation in the Republic of Colombia.
Londres, 1925, p. 58, y C. LeGrand, «El conflicto de las bananeras», Nueva historia
de Colombia, (III), Bogotá, 1989, p. 186.
141. Véase Uribe Uribe. «El bananO>>, p. 100; «List of British West lndians
employed by the United Fruit Company», 1916, PRO, Londres, FOI35/395. La mano
de obra de inmigrantes, en su mayor parte antillanos, jugó un papel significativo en el
desarrollo de las plantaciones bananeras en Centroamérica y Panamá. Véanse Bulmer-
Thomas, The political economy of Central America, pp. 11-16, y P. l. Bourgois,
Ethnicity at work. Divided labor on a Central American Plantation, Baltimore y
Londres, 1989, pp. 45-110.
La agricultura 117
142. L. Sawyer, «The banana industry»; L. Cotie, «Banana industry in the Santa
Marta consular district», Santa Marta, abril 12, 1928, NAUS, RG59: 821.6156/60.
143. l. Torres Giraldo, Los inconformes, Bogotá, 1974, vol. 5, p. 31.
144. Un informe crítico elaborado por una Comisión de la Cámara de Represen-
tantes reconocía que los salarios eran más altos que en otras regiones colombianas
y que los víveres eran más baratos. Esta Comisión además anotaba que las condi-
ciones laborales en la compañía norteamericana eran mejores que en las plantacio-
nes propiedad de nacionales. Véase Informe que rindió a la honorable Cámara
de Representantes la Comisión designada para visitar la zona bananera del
Magdalena, Bogotá, 1935, pp. 13, 33, 34.
145. Pearse, Colombia, with special reference, pp. 61, 62. Según Pearse los salarios
eran altos no sólo por la escasez de mano de obra, sino además porque «cuando los
bananos están madurando y el vapor está esperando para ser cargado son necesarios
bastantes trabajadores que desempeñen su labor rápidamente, o de otra manera se
incurriría en severas pérdidas», ídem.
118 El Caribe colombiano
... Estos hombres (en 1931) han estado trabajando apenas medio
tiempo durante los últimos años. pues debido a su propio arreglo
tienen un sistema de trabajo por turnos en semanas alternadas.
Este "istema es in~ano y sólo ha sido posible porque por entre
dos y cinco días de trabajo, los hombres han ganado de cuarenta
a cien dólares por semana, lo que es un salario extravagante e
irracional. Este sistema tiene muchas desventajas para la compañía
así como para los trabajadores, pues es preferible tener un número
menor de hombres trabajando fijo 1·".
Ospina Núñez, un líder obrero, «en la zona bananera había una desocu-
pación muy grande» 149 •
La adaptación a las nuevas circunstancias sociales, en las que las
exportaciones de banano habían dado lugar a un rápido crecimiento y
por ende a la expansión de la población, estuvo plagada de conflictos.
En 1916 el gobernador de Santa Marta se sentía impotente para ga- _
rantizar el orden público: «La región bananera -escribía al presiden-
te Concha-, por el conglomerado de gentes de todas partes, y en
donde no han faltado escenas horripilantes, no ofrece muchas garan-
tías en cuanto a perturbación del orden» 150 • Un año más tarde esta-
lló una huelga general: «Las turbas asumieron literalmente la sobera-
nía -informó esta vez el gobernador del Atlántico al presidente-, y
si no hubo conflicto sangriento fue porque las autoridades, compren-
diendo su impotencia, resolvieron tolerar aquel estado de cosas. El
gobernador nada podía hacer, incomunicado como estaba en toda la
región sublevada» 151 • El descontento con la United Fruit Company
se tornó en disputas agrias, más notablemente en 1924, 1928,
1929 y 1934. Las tensiones sociales alcanzaron su punto más ál-
gido en 1928, cuando una huelga general motivada por conflictos
laborales y el resentimiento de los productores bananeros, com-
binados con la agitación política en medio de un desempleo crecien-
te, llevó a choques con el ejército y tuvo un resultado violento. La huel-
ga de 1928 -más tarde popularizada en la obra de García Márquez,
Cien años de soledad- tuvo consecuencias políticas de gran alcance
y se convirtió en un hito de la historia laboral colombiana 152 •
comúnmente por los críticos literarios y por los textos de historia colombianos;
véase Eduardo Posada Carbó, "Fiction as history: the bananeras and 'One hundred
years of solitude"', en JLAS (mayo, 1998).
154. Véase «Present conditions in the Magdalena Banana Zone», cónsul norte-
americano al Departamento de Estado, Barranquilla, noviembre 13, 1943, NAUS,
RG59: 821.6156/326; C. Lleras Restrepo, Memoria de Hacienda, Bogotá, 1942, pp.
134-7;La Prensa, mayo 29, 1942.
122 El Caribe colombiano
155. Para mediados del siglo XIX la mayoría de la producción algodonera tenía
lugar en el cantón de Barlovento, en la provincia de Barranquilla. El algodón se
cultivaba especialmente en Tubará. Sabanagrande, PioJÓ, Campo de la Cruz y
Baranoa, donde además «se teje un lienzo ordinario llamado cañamazo de que se hace
mucho consumo para empacar algodón», véase Nieto, <<Geografía histórica, estadís-
tica y local de la provincia de Cartagena», pp. 34-41, véase además F. Pérez.
«Jeografía de Bolívar», p. 17 y «leo grafía del Magdalena», p. 4 7.
156. PP, (37), LXXXV, 1896, p. 471. Véanse además Ocampo, Colombia y la
economía mundial, pp. 361-363; S. Montenegro, <<Producción de algodón en Colom-
bia», documento inédito s.f., pp. 1-8.
157. A. Martínez y R. Niebles, Directorio Anuario de Barranqui/la, Barran-
quilla, 1892, pp. 390 y 109; E. Grau, La ciudad de Barranquil/a en 1896,
Barranquilla, 1896, pp. 97 y 101; MCR, mayo-agosto, 1895, pp. 47-52.
La agrirultura 123
sembrada con pasto 168 • Junto con maíz y yuca, entre otros, el algodón
era apenas uno de los varios productos sembrados en una cabuya.
Sin embargo, pequeños propietarios como Francisco Silvera, que en
1950 sembró ocho hectáreas de algodón en Baranoa, también pare-
cen haber jugado un papel importante 169 • Además, la evidencia de
mano de obra libre, particularmente durante las épocas de cosecha, _
sugiere la existencia de un número considerable de agricultores in-
dependientes, ya fueran propietarios o arrendatarios, que en 1921
pagaban entre veinte y veinticinco centavos por recoger una arroba
de algodón. En 1950 más de 10.000 cultivadores de algodón eran
miembros de la Cooperativa Algodonera del Atlántico, fundada en
1936 y patrocinada por el gobierno para proteger los intereses de los
pequeños agricultores 170 • En 1950 se encontraban en el Sinú plan-
taciones medianas de entre 80 y 90 hectáreas, y la mayoría de los cul-
tivadores en esta nueva región algodonera estaban pagando rentas de
entre diez y quince pesos mensuales por hectárea 171 . Plantaciones de
1.000 hectáreas, como la de los Obregón, fueron la excepción.
Durante el siglo XIX, el algodón cultivado en la costa era de tipo
perenne. Producía cosechas durante cuatro o cinco años, si bien en
algunos casos, «apenas se recoge una cosecha en un lote y luego los
colonos la abandonan por otro lote virgen» 172 • La recolección del
168. A. Escalante, «Geoeconomía del algodón», pp. 85-87; Penso Urquijo, «As-
pectos agroeconómicos del Atlántico>>, p. 110. Véase además Leurquin, «Cotton
growing in Colombia». p. 153.
169. Escalante, <<Geoeconomía del algodón», p. 88; Intemational Instítute of
Agriculture, World cotton production. p. 27; Bell. Colombia, p. 199.
170. Informe del alcalde de Sitionuevo, op. cit.: Leurquin, «Cotton growing», p.
155: Penso, <<Aspectos agroeconómicos».
171. Escalan te, «Geoeconomía del algodón», p. 82.
172. Bonney, A legacy of historical gleanings, p. 459. Véase International
Instítute of Agriculture. World cotton production and trade. Roma, 1936, p. 27.
Para una descripción sobre el tipo de algodón encontrado en la costa, véase G. Watt,
The wild and cultirated cotton plants ofthe world, Londres, 1907, pp. 46, 109, 213.
Watt llamó la atención sobre un <<notable algodón bajo el nombre de algodón
Cartagena de fibra larga ... El algodón, sin embargo, no tenía demanda en Europa>>,
en idem., p. 109. Para las variedades de algodón colombiano, véase J. F. Pestíco,
«El algodonero en Colombia». RNA. (384), 1936. pp. 339-367.
128 El Caribe colombiano
173. PP, (37), LXXXC, 1896, p. 471; (45), LXXXI, !901, pp. 585-6; y (45).
LXXXVIII, 1905, pp. 209-1 O.
174. Dawe,Accountofajourney. p. 17.
175. Colombia, Misión de Rafael Reyes, p. 7; Dawe. Account of ajourney, p. 7;
RCCB, Barranquilla, abril 15, 1935, p. 3; J. Zalamea, «La industria algodonera en
Colombia», El Tiempo, agosto 12, 1935.
176. La Prensa, enero 5 y 8, 1938, p. l.
177. Memoria del Ministro de Agricultura, Bogotá, 1962, p. 309. Para 1946, algu-
nos tipos de algodón perenne se estaban cultivando comercialmente todavía no sólo en
Colombia, sino también en las Granadinas, Haití, y el norte del Brasil, en E. Lord, « The
production and characteristics of the world's cotton crops», en British Cotton lndustry
Research Association, Shirley Jnstitute Memoirs, XX, febrero, 1946, p. 317.
La agricultura 129
salarios de S 1.50 a S2.00 por 100 libras, es difícil de asegurar porque el trabajador
nativo no le gusta la tarea>>, «Crop conditions>>. Cartagena, junio 18, 1921, NAUS,
RG166: NAR. Caja 132.
187. Cónsul de los Estados Unidos al Secretario de Estado. febrero 15. 1932.
NAUS. RG84. 1932. vol. 15.
188. Véase capítulo III.
189. Cónsul norteamericano al Secretario de Estado. Barranquilla. febrero 15.
1932. NAUS, RG84. 1932. vol. 15.
190. «Una grave situación van a tener las fábricas textiles de nuestro país>>, El
Tiempo. Bogotá. octubre 24, 1935. y «Nuevo memorándum de los industriales de
textiles al gobierno>>. El Tiempo. diciembre 8, 1935.
191. R. Phelan. <<Cotton production and consumption in the Barranquilla consu-
lar district>>. NAUS. RG 166. NAR. caja 132.
132 El Caribe colombiano
Co~cLCSIO~Es:
LAS DEFIC!Di'CIAS DE LA AGRICCLTCRA COSTE:'IA
196. Anuario General de Estadística. Bogotá, 1934. pp. 544-6. Véase además R.
Vare la Martínez. <<Programa de agricultura para los departamentos de la costa Atlán-
tica>>, RNA. mayo-junio. 1931, p. 431. Kathryn Wylie estimaba que de 12 cultivos
principales en Colombia. la costa comprendía el 14.9% del área total cultivada:
Wylie. The agriculture in Colombia, p. 20.
197. Esta interpretación de alguna manera hace eco a los debates que siguieron a
los conflictos rurales que ocurrieron en Colombia durante las décadas de 1920 y
136 El Caribe colombiano
1940, en los que políticos tales como Jorge E. Gaitán fueron participantes destaca-
dos, al igual que a los puntos de vista de escritos contemporáneos tales como la
influyente obra de Alejandro López. Véase J.A. Bejarano, El régimen agrario de la
economía exportadora a la economía industrial, Bogotá, 1979, pp. 181-235. y <<Orí-
genes del problema agrario», en M. Arrubla (ed.), La agricultura colombiana en el
siglo XX, Bogotá, 1976, pp. 33, 43, 46, 66, 69, 73, 75. Bejarano, sin embargo,
redondea su argumento señalando la falta de respuesta del «Capitalismo dependien-
te» colombiano en zonas urbanas a los cambios en el sector rural. Véase su «Contri-
bución al debate sobre el problema agrario», en El agro en el desarrollo colombiano,
Bogotá, 1977, pp. 33-37, 46, 50-2, 60-4. Véase además: D. Fajardo, Haciendas,
campesinos y políticas agrarias en Colombia, 1920-1980, Bogotá, 1986, pp. 39-40;
Machado, Políticas agrarias en Colombia. pp. 23-4; C. LeGrand, Colonización y
protesta campesina, pp. 134-5.
198. Véase por ejemplo, S. Kalmanowitz, Economía y nación, Bogotá, 1986, p.
164, y L. Zamosc, The agrarian question and the peasant movement in Colombia,
Cambridge, 1986, p. 11.
199. Véase capítulo II.
La agricultura 137
200. «Indice archivos notariales, Plato, Magdalena. Informes notaría única», pp.
32, 59, 69, 75, 93 y 409, CMD, Oxford.
20 l. Véase, por ejemplo, Archivos de la Notaría Única. Valledupar: «Protocolo,
2, 1930, expedientes 163 y 214. «En esta región no se acostumbra a vender tierras
por hectáreas, sino por acciones, a precios convencionales, los que ordinariamente,
son muy bajos», J. Palmera y J. Mejía al cónsul americano, Valledupar, mayo 31,
1921, en NAUS, RG84, Santa Marta. Correspondencia, 1921 (III).
202. «Notaría pública del circuito, Riohacha»: «Escrituras públicas Nos. 25
(1891), 72 y 73 (1893), 11, 14, 17, 27 y 82 (1896), 95 (1899) y 27 (1906)»; y
«Notaría Segunda Barranquilla»: «Escritura pública No. 1331 (1916)», en AFL.
138 El Caribe colombiano
203. Cónsul Sawyer a R. Elliot, Santa Marta, octubre 28, 1920. NAlJS. RG84,
Santa Marta. Correspondencia, 1920 (III).
La agricultura 139
204. «Report on Las Cabezas and Mata de Indios». NAUS. RG84. Cartagena.
Correspondencia general del consulado. 1921 (VII).
205. Véase Colombia. Ministerio de Industrias. Anexos a la memoria de 1924.
Bogotá. 1924. pp. 175-186; ANC, Baldíos. vol. 37, files 192-97.328-334 y vol46.
files 220-28; LeGrand Colonización y protesta campesina. p. 113; Fals Borda, Re-
sistencia en el San Jorge. pp. 164-182. Para una descripción de las Tierras de Loba
véase NAUS. RG59: 821.6171/2.
140 El Caribe colombiano
209. Véase una explicación acerca del problema de los baldíos en C. LeGrand,
Colonización y protesta campesina en Colombia, Bogotá, 1988.
210. Véase, por ejemplo, James, A geography of man, pp. 95-6; Bak.er, An
lndian rural economy, p. 208; Hill. Development economics on tria/, p. 32.
142 El Caribe colombiano
LA GANADERÍA
INTRODUCCIÓN
2. «Informe del gobernador de Chinú», DB, agosto 20, 1880, p. 512. V éanse
además «Informe del gobernauor de Lorica», GB. agosto 26, 1874, p. 17 l. e Informe
de Balmaseda, pp. 13, 15, 17 y 18.
3. <<Informe del gobernador de ChinÚ>>, p. 51 2.
4. H. L. Román, Mensaje del gobernador, Cartagena, 1894, p. 20.
La ganadería 147
6. Véanse Gordon, Human geography and ecology ofthe Sinú, pp. 57-70 y J. R.
Krogzemis, <<A historical geography of the Santa Marta area». pp. 46-7. Véase
además <<Descripción de las Sabanas de Coroza! o de Bolívar>>. R!lfA. octubre-diciem-
bre 1918. pp. 1775-1781 y L. O. Yoder, <<The cattle industry m Colombia and
Venezuela», Tesis Master en Ciencias, University of Chicago, 1926, p. 33 y Be!!.
Colombia, p. 138.
7. Cunninghame Graham. Cartagena and the banks ofthe Sinú, pp. 8-9. Véanse
además Striffler, El río San Jorge. pp. 33, 44, 46; Dawe. Account of ajourney, p. 29
y Oakley, «Cattle raising and related industries», pp. 11-13.
8. Vergara y Ve! asco, Nueva geografía, p. 543; Cunninghame Graham. Cartagena
and the banks of the Sinú, p. 235.
La ganadería 149
TERRATE]'.;IENTES, GA~ADEROS
Y ~EGOCIANTES DE GANADO
17. Véanse, por ejemplo, Fals Borda, Capitalismo, hacienda y poblamiento, pp.
35-37 y S. Kalmanowitz, «El régimen agrario durante el siglo XIX», en Manual de
Historia de Colombia, Bogotá, vol. 11, p. 276.
18. La historia de la hacienda está bien documentada a través de la correspondecia
familiar en Burgos Puche, El general Burgos; véanse en particular pp. 127, 182, 192,
296, 302, 342, 353, 420-425. Para una reinterpretación de la historia de Berástegui.
véase E. Posada Carbó, «La hacienda Berástegui: notas para una historia rural de la
Costa Atlántica», Huellas (17) agosto 1986, pp. 4-6.
19. Cunninghame Graham, Canagena and the banks ofthe Sinú, p. 510.
La ganadería !53
había sido vendida. Durante este tiempo los Burgos tuvieron que li-
quidar sus ganados. Cada vez más concentraron su negocio en el
alquiler de sus tierras a los ganaderos vecinos, mientras intentaban
desarrollar un ingenio azucarero sin ningún éxito. «¿Qué le quedó a
este pobre viejo reumático?», preguntaba en 1935 un periodista so-
bre la suerte del general Francisco Burgos, uno de los propietarios
de Berástegui, y respondía: «Ni un palmo de tierra. Vive en la mise-
ria, aguardando la muerte, en predio ajeno» 20 • Un estudio más a fon-
do de la hacienda Berástegui serviría para ilustrar, de manera más
sistemática, los siguientes puntos. En primer lugar, las haciendas de
origen colonial, que en el siglo XIX preservaban las características
señoriales descritas por Cunningham Graham sobre Berástegui, eran
la excepción y no la regla. En segundo lugar, incluso en casos
como el de Berástegui, la propiedad territorial, lejos de mante-
nerse inmóvil, estuvo sujeta a sucesivas modificaciones y hasta
subdivisiones durante el período bajo estudio. Finalmente, la pro-
piedad de la tierra en sí misma no garantizaba ni la rentabilidad,
ni siquiera la existencia del negocio ganadero.
Grandes hatos y haciendas como las que se encontraban en Ar-
gentina y el oeste norteamericano no tuvieron paralelos en el Caribe
colombiano. Según Striffler, en el San Jorge «las fortunas no son
considerables; apenas llegan a diez los que poseen un número de
reses que llegan a quinientas, uno de ellos tiene una verdadera fortu-
na, los demás no llegan a cien cabezas». En el Cesar, a Striffler le
impresionó la presencia dominante de «cimarroneras inmensas» que
«no conocen dueños y generalmente son propiedad del primero que
puede apropiárselos» 21 • Tras la expansión de la ganadería, algunos
20. A. Díaz, Sinú, pasión y vida del trópico, Bogotá, 1935, p. 87. De acuerdo con
el capataz de Marta Magdalena, la hacienda ganadera vecina, los Burgos estaban en
bancarrota porque eran demasiado desorganizados y sólo estaban interesados en
política:« ... de ... los Burgos ... no se diga, ellos han vivido en dificultades por desor-
ganizados y políticos», Marta Magdalena, octubre 26, 1931, ASAS, C/118/80.
21. Striffler, El río San Jorge, p. 97 y El río Cesar, p. 10. Casos similares de
ganado cimarrón pueden ser encontrados en otros países latinoamericanos. Véanse V.
154 El Caribe colombiano
ros 25 . Así pues, poseer ganados a menudo era diferente de poseer tie-
rras, y los ganados proporcionaban un medio para ganarse la vida a un
número considerable de gentes en la región, incluyendo algunas comu-
nidades pastorales como los indios guajiros y San Basilio de Palenque26 .
La producción y el comercio de ganados involucraban un merca-
do activo en el que los animales cambiaban de manos varias veces -
antes de llegar al consumidor final. Generalmente, en la costa toma-
ba cinco años producir un novillo para carne 27 . Si bien las condicio-
nes pueden haber variado con el tiempo, el ganado usualmente era
criado por ganaderos pequeños que vendían sus novillos a una edad
temprana -uno y medio a dos años- debido a su falta de capitaF 8 .
Ganaderos más grandes levantaban entonces los animales hasta la
edad de unos cuatro años, antes de venderlos a otro ganadero que
cebaba los hatos en cercanías de los centros consumidores. En estas
tres etapas de la producción ganadera, el negociante jugaba un papel
importante, como el vínculo entre la cría, el levante y la ceba hasta
llevar el producto a su destino final. Después de estudiar las condi-
ciones del mercado, Oakley concluyó que la mayoría del ganado pa-
saba por lo menos por seis o siete manos antes de llegar al minorista:
«criador -a comprador- (y quizás a otro comprador) -a levante
-a embarque -a cebador -a carnicero» 29 .
CuADRO 2.1
PRECIO DE LA CABEZA DE GANADO EN TRES PROVINCIAS
DISTINTAS DE BOLÍVAR, 1920
(EN PESOS COLOMBIANOS)
Gordo de 5 años 90 70 65 a 70
Empostado 5 años 60 60
Flaco de 5 años 50 50
Toros de 5 años 45 45
Gordo de 4 años 70 55 55 a 60
Empostado 4 años 50 55 a 60
Flaco de 4 años 40 40 a45
Novillos de 3 años 38 32 32
Toros de 3 años 28 a 30 26 a 28 28 a 30
2 años 22 a 23 24 a 25 24 a 24
1 año 10 a 12 10 a 14 12 a 14
30. V éanse GB, agosto 20, 1871, p. 148; Bank of London and South America.
Monthly Review, Londres. (3:32), julio 1921, p. 126, y (7:79), junio 1925, p. 202;
Bell, Colombia, a commerria/ and industral handbook, p. 138; Boaz, «Cattle
industry in Colombia>>, p. 1O; F. Arias a B. Os pina, Bogotá, julio 30, 1943, ASAS/C/
25:148.
La ganadería 157
CUADRO 2.2
GA:-¡A~CIAS SOBRE EL LEVANTE DE GANADO CALCL"LADAS POR
AMí~ MELL"K, CARTAGENA, 1923 (PESOS COLOMBIANOS)
--------------------·------------
Al final de los dos años. de los 3.000 habrán quedado 2.700 toretes
( 10% muertes y extravíos). los que se venden a razón de 30 c/u. 81.100
Valor de la ganacia 12.200
O sea 30'7r: en los 2 años sobre la suma invertida de 40.000
CCADRO 2.3
PORCENTAJES DE GANA!\CIAS PARA DIEZ HACIENDAS GANADERAS
EN BOLÍVAR, CALCULADO POR KENNETH ÜAKLEY, 1944
CUADRO 2.4
Co~ERCIA~TES I~PORTA~TES DE GA"iADO EN BoLíVAR, 1928
- - - - - - - - ----
Nombre Ciudad Año Negocios Empleados
anuales
----- --- ---- --- ---- ----
1'
1
Osear A. Gómez Cartagena 1908 S500.000 JO
García )' Samudio Cartagena 1912 250.000
1
CUADRO 2.5
DISTRIBUCIÓN DE LAS GANANCIAS
1934 1943
------ ------------
39. Robinson, Aflying trip to the tropics. p. 49. Sobre la dieta de los bogas. véase
Cochrane, p. 90.
40. R. Vallejo a L. Escobar, Marta Magdalena, noviembre 9. 1931. ASAS/C/
118:83.
41. Oakley, <<Cattle raising and related industries», op. cit., p. 26.
La ganadería 163
CUADRO 2.6
GANADOS SACRIFICADOS EN EL MATADERO PÚBLICO
DE BARRANQUILLA, 1870-1950
(AÑOS SELECCIONADOS)
¡--·-------------------
1
1872(a)
cabezas
3.010
(en miles)
1
1919(b) 15.729 1.827 17.556
1
CUADRO 2.7
SACRIFICIO DE GA~ADO Y CONSUMO DE CARNE El'." MEDELLÍN,
CUADRO 2.8
GANADO PROCEDENTE DE BOLÍVAR VENDIDO El' LA FERIA DE MEDELLÍN,
1912-1950 (V ARIOS AÑOS)
~1912(a)
(en miles) de pesos) ganado
---~--·
49. Tulio Os pina a A. Mayans, Medellín, marzo 14, 1891, Archivo Ospina
Hermanos, Faes, Medellín, C/21 :230. Sobre la participación antioqueña en la indus-
tria ganadera de Bolívar, véanse Berrocal, La colonización antioqueña; Brew, El
desarrollo económico de Antioquia, pp. 199-202.
168 El Caribe colombiano
MARTA MAGDALENA,
UNA HACIENDA GANADERA ANTIOQUEÑA EN BOLÍVAR
Los arreglos variaban de acuerdo con la calidad del suelo, las mejo-
ras y las personas involucradas. Carlos Ramos recibió 8.000 pesos.
Además se le permitió cultivar el predio por dos años más con maíz,
plátano, yuca y ñame, y pastorear hasta quince cabezas de ganado pro-
pias. Los arreglos con colonos como Gerónimo Martínez recibían prio-
ridad debido a su «bastante influencia sobre la mayor parte de los de-
más que están establecidos por esos lados» 53 • En algunos casos, donde
la tierra «no merece la pena», los colonos no eran molestados54 •
No todos los colonos estaban prestos a aceptar la oferta de la
hacienda. En 1917, 26 familias de colonos «con casa de habitación,
árboles frutales, platanares, yerbas» rechazaron cualquier arreglo
pero insistieron en comprar ellos mismos la tierra a Marta Magdale-
na, ofreciendo pagarla con trabajo 55 .
Así, pues, el cercamiento del predio no evitaba problemas de pro-
piedad de tierras, los que parecen haberse agudizado en la década
52. Arreglos similares fueron hechos con otros cuantos colonos. En 1915, por
ejemplo, Salazar se puso de acuerdo con Ildefonso Castillo: además de recibir 7.000
pesos, estaba autorizado para sembrar en la hacienda durante dos años. Ese año,
Salazar pagó 35.000 pesos a David Pastrana por 32 ha. sembradas en pasto. Véase
ASAS/C/49:53, ASAS/C/106: 13 y 54.
53. Administrador al Gerente, M.M., abri125, 1914, ASAS/C/44:53; enero 15,
1915, ASAS/C/106:13; y septiembre 22, 1914, ASAS/C/109:41.
54. Administrador al Gerente, M.M., marzo 22, 1917, ASAS/C/107:89. Véase
además ASAS/C!l08:69 y 109:8.
55. ASAS/C/107:90.
170 El Caribe colombiano
CuADRO 2.9
INVENTARIO DE EXISTENCIAS EN PROPIEDAD
DE LA SOCIEDAD AGRÍCOLA DEL SINÚ, 1914-1948 (DICIEMBRES)
¡-r
¡
14
16
1918(julio)
Cabezas vacunas
4.760
6.029
8.157
Cerdos
33
Bestias
27
J
CUADRO 2.10
RELACIÓN DE COMPRAS DE GANADO EN MARTA MAGDALENA
1
Número de novillos Vendedor
~Septiembre 1924 25 R. Berrocal
116 R. Ruiz 1
1
141 A. Castillo 1-
200 D. García 1
~---------------------1_.4_o_o________~_____O_h_aguíHnos_.--~
1Marzo 1926 200 G. Tobón 1
100 M. de la Ossa
1 425 L. Méndez
100 J. Jiménez
1 300 J. Sánchez
----------------------
Mayo 1934 (*) 60 A. Nieto
30 J. Usta
69 A. Durango
197 R. Fernández
35 P. Juan
140 J. Martínez
181 A. Guerra
32 C. Castaño
69 J. Cabezas
66 M. Gaguy
1 83 R. Manotas
l 197 P. Capella
L- 84
74
F. López
D. Pérez
Septiembre 1938
200 T. Torres
!50 R. Galán
100 U. Real
70 J. Argumendo
50 M. Oviedo
100 J. Peña
100 P. Villalba
50 G. Palomino
100 J. Verte!
62. <<Testimonio de Pablo Emilio Vi llegas al Presidente del Comité Ganadero>>.op. cit.
63. Administrador al Gerente, M.M., julio 4, 1916, ASAS/C/107:28 y enero 6,
1929, ASAS/C/116: l.
64. Administrador al Gerente, M.M., mayo 12. 1916, ASAS/C/1 07:35.
65. ASAS/C/130: 260 y 283.
La ganadería 175
69. «Motivado a que una nueva compañía de la Standard, está estableciendo traba-
jos en unas minas de petróleo, situadas en Belén, se han ido casi todos los trabajado-
res de esta Hacienda; han subido los jornales a 0.40 pesos libres y algo más ... para
La ganadería 177
poder conseguir gente hay que subir los jornales». Administrador al Gerente, M.M.,
septiembre 7, 1915, ASAS/C/106:73. <<Los trabajadores están escasos pues las gen-
tes están haciendo las cosechas y muchos se han ido para el Ferrocarril Central»,
Administrador al Gerente, M.M., mayo 20, 1928, ASAS/C/129:44. Véase observa-
ciones similares en Administrador al Gerente, M.M., junio 12, 1915, julio 18, 1925,
ASAS/C/106:55, 108:42 y 126:58 respectivamente.
70. Administrador al Gerente, M.M., septiembre 7 y octubre 8, 1915. ASAS/C/
106: 73 y 85.
71. Administrador al Gerente, M.M., septiembre 7, 1915, ASAS/C/106: 73 y 85.
72. Administrador al Gerente, M.M., junio 15, 1918, ASAS/C/108:73.
178 El Caribe colombiano
Aun así, a finales de 1929 pudo bajar los jornales y planeaba mayo-
res rebajas. Sin embargo, para 1931 el administrador enfrentó de nuevo
problemas de falta de mano de obra. El recién fundado ingenio azucare-
ro en Berástegui estaba ofreciendo salarios más altos que Marta Mag-
dalena74. No obstante, parece que durante la década de 1930, Marta
Magdalena pudo reducir costos a expensas de los salarios.
La posición relativamente fuerte de los trabajadores durante las
décadas de 191 O y 1920 se evidenciaba también en sus demandas
por anticipos. Los datos disponibles sugieren que los pagos adelanta-
dos eran un requerimiento de los trabajadores, al tiempo que eran
considerados una carga por la hacienda. Los intentos del administra-
dor para abolir los anticipos fueron vanos: «Tan inveterada está la
costumbre de emplearse antes de trabajar» 75 . Prácticamente todos
los patrones pagaban anticipos, de manera que este tipo de arreglo
se hizo competitivo. Más aún, era frecuente que algunos trabajado-
res nunca se presentasen a trabajar, a pesar de haber recibido
88. Oakley. <<Exportation of cattle from Colombia>>. pp. 4-5: Francisco Arias a
Ignacio Navarro. Panamá. junio 14, 1941 y agosto 4. 1941. ASAS/C/25. y Francisco
Arias a Alberto Torres, enero 13. 1943. ASAS/C/25. Véase además F. Arias. «Razo-
nes que pueden causar la suspensión de la exportación de ganado colombiano a
Panamá>>, ASAS/C/25.
89. En 1936, por ejemplo. se importaron desde Venezuela unas 36.000 cabezas
de ganado; «Economic Annual Report». Bogotá. marzo 23. 1937. PRO, F0371/
20624.
90. Hijos de Arturo García aSAS. Sincelejo febrero 15, 1946 y octubre 22. 1947.
ASAS/C/64:268 y 65: !51. En diciembre de 1946, Colombia y Venezuela acordaron
permitir la importación y exportación mutuas de hasta 25.000 cabezas de ganado por
año, libres de impuestos de aduana, entre sus provincias fronterizas, véase Bank of
London and South America. Fortnightly Review, enero 18. 194 7, 12:269. p. 12.
La ganadería 183
(se) limita a 500.000 pesos el capital que pueda invertir una sola
empresa de packing-houses. Esta limitación se impone para evitar el
acaparamiento por una sola firma, lo que podría entrañar inconve-
sión «para que haga valer ante ... el Senado y... la Cámara la impor-
tancia de la inmediata expedición ... de la ley» 105 .
Finalmente se llegó a un acuerdo. A finales de 1917 el Congreso
aprobó la ley. El año siguiente, el gobierno adjudicó un contrato a la
Colombian Product Company -una empresa formada por Ganade-
ría Colombiana, de Cartagena, y The International Products Co., de
Nueva York, para establecer un packing-house en cercanías de la
bahía de Cispatá-. Mientras que el gobierno otorgaba a la compa-
ñía algunos subsidios y beneficios tributarios, la compañía convenía
en construir las instalaciones antes de dos años, sacrificar para la
exportación por lo menos cincuenta mil cabezas de ganado al año y
ofrecer créditos a los ganaderos de la región 106 • Los trabajos co-
menzaron pero no sin complicaciones ulteriores.
«Puedo asegurar que allí no hay ni la noticia, ni el recuerdo siquie-
ra, de que se haya intentado hacer en ese lugar ninguna edificación
de la compañía contratista», acusaba a la compañía un miembro del
Congreso que alegaba haber visitado la región en 1919 107 • No obs-
tante, un año más tarde, comisiones diferentes de la Sociedad de
Agricultores de Colombia, la Cámara de Representantes y del go-
bierno central atestiguaron el progreso: más de seiscientos trabaja-
dores estaban empleados en actividades de construcción, incluyen-
do un acueducto, viviendas y un muelle. Para 1921, la compañía
había gastado l. 600.000 pesos en materiales de construcción,
113. Véasé! Pearse. Colombia. with special reference to cortan. p. 71. Según lo
dicho en un informe norteamericano. «la carne colombiana es clasificada en Inglaterra
como de regular calidad, lo que es similar a la de grado segunda colonial congelada de
la Argentina», Boaz. «Cattle industry in Colombia». p. 4.
114. R. Freyre. <<La industria del ganado vacuno en Colombia>>. RNA. septiem-
bre-octubre 1926. pp. 352-377. En 1924, un informe consular de los Estados Unidos
llegaba a conclusiones similares. Las razones principales de las desventajas colom-
bianas se debían «a la raza inferior de ganado producido aquí (en Bolívar) y la
ausencia de métodos modernos para su cuidado y tratamiento>). Como resultado, «en
la Argentina. un criador puede producir en el mismo período de tiempo tres veces la
cantidad de carne. venderla a un precio más bajo por libra, y hacer más del doble de
cantidad de dinero. esto comparado con un criador en este distrito (Bolívar)>>. Véase
Schnare. «Cattle raising in the Cartagena consular district>>. p. 8.
115. Administrador al Gerente. M.M., febrero 16. 1925. ASAS/C/126:3.
La ganadería 191
por el banano y el petróleo. Durante los años entre las dos guerras se
exportaron cantidades mayores de cueros 120 •
Resulta casi imposible calcular la participación de la región en el
comercio de pieles, si bien, dada la importancia de la ganadería, es
seguro suponer que era significativa. Según el cónsul de los Estados
Unidos en Cartagena, una buena parte de las pieles exportadas por
ese puerto eran producidas en Bolívar 121 . De igual manera, la mayo-
ría de las exportadas por Barranquilla, Santa Marta y Riohacha eran de
origen regional. Los comerciantes costeños tenían un buen dominio de
esta mercancía. Como lo señala Bell, el agregado comercial, «casi to-
das las pieles embarcadas son negociadas por exportadores y comer-
ciantes de la costa que tienen agencias o sucursales en el interior» 122 •
Seguro que la demanda de pieles en el mercado doméstico era
igualmente importante, aunque resulta otra vez difícil calcularla con
alguna exactitud. En la época de Oakley se utilizaban grandes canti-
dades de pieles en las haciendas para la fabricación de aperos, sogas
y hasta muebles 123 . Adicionalmente, dispersas por la región, había
pequeñas tenerías que, de manera primitiva, procesaban diariamente
para el mercado dos o tres pieles 124 .
En los grandes centros urbanos, como Barranquilla y Cartagena,
se desarrollaron tenerías más grandes para abastecer de cuero a las
fábricas de calzado. En 1899, había por lo menos cinco tenerías que
producían cuero para suelas destinadas a los diez fabricantes de za-
patos que empleaban 89 obreros y producían unos 2.500 pares al
125. M. lrvin Shaw. «Shoe trade in Colombia>>, MCR. Agosto 1899, LX r227),
pp. 663-667. Véase además E. Grau, La ciudad de Barranquilla en 1896, Barran quilla,
p. 94. En 1885, sólo había do~ tenerías que compraban las pieles a los carniceros y
anualmente curtían alrededor de 3.000 para el consumo regional. VéaseRepomfrom
the Consuls of the U. S. on the leader and shoe industries in rheir severa! districts,
Washington, 1885, p. 296.
126. J. Urueta y E. G. de Piñeres. Canagena y sus cercanías, Cartagena, 1912, p. 318.
127. Véanse RCCB, agosto 1919, p. 7; A. Carbonell, Anuario Comercial Pro-
Barranquilla, 1936, pp. 62-72: Contraloría General de la República. Primer Censo
Industrial, Bogotá, 1947, pp. 281 y 307; Ospina Vásquez,Industriayprotección en
Colombia, pp. 462, 475, 476 y 603.
128. Striffler, El río San Jorge, p. !52.
La ganadería 195
CONCLUSIÓN:
LA GANADERÍA: ¿UNA CALAMIDAD HISTÓRICA?
131. Véanse capítulo 1, y capítulo III. Véase además E. Rash- Isla (ed. ), Guía
comercial de Barranquilla, Barranquilla, 1910, pp. 54-5.
132. Véase A. López, Problemas colombianos, París, 1927, luego reimpreso en
Medellín en 1976.
133. López, Problemas colombianos, Medellín, 1976, p. 45.
La ganadería 197
134./dem., pp. 46-4 7. En contraste, López describía el café como «la planta por
excelencia adecuada al pegujal, al trabajo en pequeño pero independiente. Prospera
mejor cultivada en pequeño, en el huerto y en familia»; en idem, p. 45.
135. ldem., p. 47.
136. Véase ldem., pp. 52-62, y en su edición de 1927, pp. 100-105.
198 El Caribe colombiano
Carlos Lleras Restrepo, Presidente Je la República entre 1966 y 1970, una figura
sobresaliente en el partido liberal y en la política colombiana del siglo XX, reconocía
la influencia de Alejandro López en su política agraria. Véase C. Lleras Restrepo,
Crónica de mi propia vida, Bogotá, 1983, vol. 1, p. 82.
141. Sobre la influencia de López en historiadores agranos tales como Jesús
Bejarano y Darío Mesa, véanse J. A. Bejarano, «Orígenes del problema agrario>>, y
D. Mesa, «El problema agrario en Colombia, 1920-1960>>, en La agricultura colom-
biana en el siglo XX, Bogotá, pp. 30-67, y 84-93.
200 El Caribe colombiano
143. Luis Ospina Vásquez observaba que «mucha parte de la llanura (Atlántica)
está formada por tierras que, en su estado actual, y sin un desembolso grande, no
admiten la agricultura mecanizada por exceso de humedad, como condición perma-
nente o prolongada, o son excesivamente secas; y algunas porciones están formadas
por tierras anormalmente pobres y difíciles, desde el punto de vista agrícola». Ade-
más anotaba que «(en) nuestras tierras de montañas, al revés de lo que usualmente se
cree ... la proporción de tierras buenas ... es mayor que en las planas». Véase L. Ospina
Vásquez, El plan agrario, Medellín, 1963, pp. 17 y 19. Este punto acerca de la calidad
de la tierra requeriría de un argumento basado en fundamentos más técnicos. Lo que es
interesante señalar, sin embargo, es que el argumento de Alejandro López sobre el uso
irracional de la tierra, ha sido aceptado en la historiografía colombiana sin ninguna
crítica y sin haber sido nunca respaldado por una evidencia empírica.
144. «Ya no paga arar, pero paga pastorear», señalaba el Times de Londres en
1880, cuando el cultivo del trigo en Inglaterra había dejado de ser rentable, mientras
202 El Caribe colombiano
cas durante la mayor parte del período. Por último, el ganado garan-
tizaba utilidades seguras que algunas veces se transferían a otros
sectores de la economía regional.
La ganadería fue, sin embargo, una industria cuya importancia
estuvo condicionada por la situación misma del país. Su desarrollo
enfrentó muchos obstáculos, como lo comprobaron los intentos de
expandir sus lazos al sector externo a través de la frustrada expe-
riencia de la empacadora de carnes. Otros países eran más compe-
titivos. Las utilidades eran limitadas. Sin embargo, estas deficiencias
no deben restarle méritos al significado de la ganadería. Por encima
de todo, en el fragmentado territorio colombiano. con problemas agu-
dos de transporte, la ganadería contribuyó a integrar la población
escasa y dispersa de la costa al mercado nacional, al tiempo que
proporcionó una fuente básica de intercambio para la región.
3
LA CIUDAD Y EL CAMPO
INTRODUCCIÓN
3. Simmons, <<Ün the Sierra Nevada», pp. 691 y 708. Véase además su «:\ates
on the topography of the Sierra Nevada de Santa Marta», (1). 1879. El detenoro de
Valledupar fue descrito también por Luis Striffler; véase El río Cesar. pp. 155-158.
4. Bolinder. We da red the Andes. pp. 91-100 y 129-131.
5. Cunninghame-Graham, Cartagena and the banks ofthe Sinú, p. 222.
6. ldem., p. 223.
7. Memoria que presenta el Secretario de Gobierno al señor Gobernador del
Departamento, Cartagena, 1914, pp. 269-271.
La ciudad y el campo 207
CUADRO 3.1
NúMERO DE MUNICIPIOS POR TAMAÑO DE LA POBLACIÓN
EN LA COSTA, 1870-1950
-- -- --
¡-~870-
--- --- ---- -- - - --- ----
100.000
63 44 15 o o
1905 27 40 24 2 o
1 1918 5 45 50 4 o
1
1928 o 40 55 10
L9so_ o 15 81 15 2
--- -- - --- --- -- - - - - - - - - - - - - - - - -
«Si se dejara caer una plomada 2.000 millas al sur desde la Estatua
de la Libertad -comenzaba Kathleen Romoli su relación sobre Co-
lombia en 1941-, ésta llegaría a Barranquilla, una fulgurante y acti-
va ciudad tendida bajo el sol ardiente ... , donde el río Magdalena de-
La ciudad y el campo 209
13. Véase E. Reclus, Mis exploraciones en América, Valencia. 191 O, pp. 52 58;
W. Scruggs, The Colombian and Venezuelan Republics, Boston, 1905. pp. 31-35;
Niles, Colombia, land of miracles, pp. 176-178; Romoli. Colombia, a gateway ro
South America, pp. 231-237.
14. PP. (29), LXVII, 1873, pp. 914-917.
15. l. Holton, New Granada: Twenty months in the Andes, Londres. 1957, p. 7.
16. Véase T. Nichols, «The rise ofBarranquilla», HAHR. XXXIV,2, mayo 1954.
Por el mismo autor, Tres puertos. capítulos 9 y 12. Véase además E. Posada-Carbó,
Una invitación a la histonu de Barranqui/la, Bogotá, 1987, pp. 17-22.
17. E. Reclus, «Viaje a la Sierra Nevada de Santa Marta», París, 1961. citado en
Baena y Vergara, Barranquil/a, p. 158. Véase además GB, agosto 28, 1870, p. 340.
La ciudad y el campo 211
CUADRO 3.2
COMPARACIÓN DE LAS IMPORTACIONES Y EXPORTACIONES
ENTRE SANTA MARTA Y SABANILLA, 1870-1874
(EN DÓLARES)
Fuente: Accts. and Papers. (35), Commercial Repts., LXXVI, Londres, 1875. p. 363.
ISLA ~
GÓMEZ 1
l
~
"'
~
Fuente: 'The Barranquilla Railway and Pier Company' (Londres, 1889), en CFBC Cuttings, film 1411, Colombia,
N
6.126; Karl C. Parrish Jr., Segundo plan decena[ (Barranquilla, 1957). ......
w
214 El Caribe colombiano
GRÁFICO 3.1
EL PliNTO DE BARRA!'IQUILLA: EXPORTACIONOES E IMPORTACIONES
(TONELADAS), 1873-1950
M1les de toneladas
450 <>------<> Exportaciones
- Importaciones
400
350
300
250
200
150
100
50
22. Véase E. López, Almanaque de los hechos colombianos; RCCB. febrero 18,
1928, pp. 2-11; M. Goenaga (ed.), Acción costeña, Barranquilla, 1926; Banco
Dugand, Informe de la Junta Administradora a la Asamblea General de Accionistas,
Barranquilla, 1920.
23. E. Grau, La ciudad de Barranquilla en 1896, Barranquilla, 1896, p. 6; Baena
y Vergara, Barranquilla, p. IV. Véase además J. H. Palacio, Historia de mi vida,
Bogotá, 1942, p. 69.
24. Véase La Nación, Barranquilla, noviembre 17, 1916; El Pequeño Diario,
Magangué, agosto 21, 1918; P. M. Revollo, <<Las inundaciones del río Magdalena»,
Revista Geográfica, Barranquilla, (l), l. 1952, pp. 29-35.
216 El Caribe colombiano
CUADRO 3.3
TASA DE CRECIMIENTO DE BARRANQUILLA
COMPARADA CON LOS DEPARTAMENTOS COSTEROS, 1870-1950.
1870 1905 1
1918 1928 1938 1950
~·
1
!
B/quilla !
100 245 456 1
1107 1214 2311
1 Atlántico ¡ 100 106 168 ' 379 i 434 1 746
Bolívar 100 57 139 236 300 i 418
Magdalena 100 44 174 293 1
s.d. i 498
1
1
39. Las actividades de estas casas comerciales y sus mercados están documenta-
das en los Directorios Comerciales. Véase A. Martínez Aparicio y R. Niebles(eds),
Directorio Anual de Barranquilla, Barranquilla, 1892; Goenaga,Acción Costeña; E.
Rash-Isla (ed), Directorio Comercial Pro-Barranquilla, Barranquilla. 1928; A. L.
Carbonell,Anuario Comercial Pro-Barranquilla, Barranquilla, 1936. Véase además,
López, Almanaque de los hechos, y 1. Sarasúa, Recuerdos de Barranquilla, 1988.
40. PP, (37), LXXXV, 1896, p. 468.
41. Jdem.
La ciudad y el campo 221
46. Scruggs, Colombia and Venezuelan Republics, p. 31. «No vimos evidencia de
ningunos cultivos», señaló Robinson cuando visitó las zonas circundantes de
Barranquilla. Robinson,Aflying trip to the tropics, p. 41.
47. Grau, La ciudad de Barranquilla, p. 35. Cuatro décadas más tarde, estos
caños eran todavía de gran importancia para el transporte de alimentos provenientes
de la región al mercado de Barranquilla. La falta de dragado era una preocupación
recurrente, como lo señalaba el alcalde en 1945: «Periódicamente sufre la ciudad
grandes perjuicios originados por la baja del caudal de aguas del río Magdalena, que
repercute sobre los canales de acceso a Barranquilla. haciendo casi imposible la
llegada a los mercados de expendio, de los productos alimenticios que nos vienen
habitualmente por esa vía y también vienen creando un gran problema para las
fábricas ubicadas a los márgenes de esos canales», R. Borelly, Informe del Alcalde de
Barranquilla al Señor Gobernador del Departamento, Barranquilla, 1945, p. 50.
48. Robinson, .4 flying trip ro the tropics, pp. 38, 39.
49. Romoli, Colombia, a gateway to South Ame rica, p. 252. Véase además Gnecco
Laborde, Nociones de geografía, pp. 35, 39.
224 El Caribe colombiano
58. Véase <<Banco Márquez>>, RB. octubre 10, 1889; «La industria bancaria de
Barranquilla», RCCB, junio 30. 1920, pp. 13-15; Baena y Vergara, Barranquilla. pp.
499-508; Libro Azul de Colombia. Nueva York, 1918. pp. 261-26 J. Sin embargo,
debe tenerse en cuenta que el capital local no siempre se canalizaba através de estas
instituciones. A menudo había varios comerciantes listos a prestar dinero en un
mercado financiero informal hasta ahora inexplorado. En la década de 1930, por
ejemplo, bananeros tales como J. F. Riascos y Compañía, y José Noguera Gnecco,
habían contraído obligaciones hipotecarias con Elías Muvdi; véase administraJor de
Santa Marta a sucursal de Barranquilla. enero 4. 1932, BOLSA: A21/3. Véase tam-
bién A. Meisel y E. Posada, <<Los bancos de la Costa Caribe, 1873-1925», en F.
Sánchez, (ed.). Ensa_ros de historia monetaria y bancaria de Colombia, Bogotá,
1994, pp. 229-66.
59. Véase Libro Azul, pp. 261,269. H. Candelier, quien visitó Riohacha en la
década de 1880, describía a Dugand como «Un parisino amable, radicado en Riohacha
desde 1872, donde ocupa uno de los lugares más importantes en el comercio», en
Candelier, Río-Hacha et les Indiens, p. 54. Véase además «V Dugand e Hijo».
Barranquilla, mayo 27, 1917, Faes: AVCyCo/C/118, f.172.
60. Banco Dugand, Informe de la Juma Administrativa a la Asamblea General
de Accionistas, Barranquilla, 1920; y Baena y Vergara, Barranquilla, p. 508.
La ciudad y el campo 227
61. En 1923. el cónsul británico reportaba que <da institución colombiana más
importante (en Barranquilla) es el Banco Dugand. que es un negocio bien organizado
y con sucursales en las principales poblaciones de la costa>>. G. Pycroft, <<Report on
the economic conditions in the Republic of Colombia, Londres, 1924. pp. 22-3. En
1920 la tasa de interés en Barranquilla era del 1070: en Meisel y Posada, «Los bancos
de la Costa Caribe». p. 254.
62. W. J. Sullivan (Department of Overseas Trade), Report on the commerr:ial
and economic situarían in the Repub/ic of Colombia. Londres. 1925, p. 50.
63. Lee, Report. p. 22.
228 El Caribe colombiano
CUADRO 3.4
BA"iCOS ESTABLECIDOS E"i BARRANQULLA, 1873-1936.
·--~- ~----------------~-------- ~~
64. Barranquilla Branch to the Head Office, (Londres). Barranquilla, abril 12,
1926, BOLSA/B 1/49: e idem., abril 13, 1927. BOLSA/B l/85.
65. Barranquilla Branch to Bogotá, febrero 6, l 922. BOLSA/F4/l.
66. Barranquilla Branch to the Head Office (Londres), abril 24, 1930, BOLSA/
Bl/368; Barranquilla Branch to Chairman and Directors, julio 17, l 930, BOLSA/B 11
429,432 y Barranquilla Branch to Bogotá Office. enero 21, !93 l, BOLSA/B 1/550;
«Barranquilla inspectJOn letter», septiembre 11. l 93!, BOLSA/Al 9/5.
67. Sojo. Barranquilla, una economía. pp. 45-58.
230 El Caribe colombiano
73. Véase PP. (59), CXXIII. 1906, p. 752; Colombia (Contraloría General de la
República). Primer censo industrial de Colombia. 1945. Departamento del Atlánti-
co. Bogotá. 1947. p. 282; Ospina Vásquez. Industria v protección. pp 304. 376-77,
404, 475; Vicecónsul A. B. Wardlaw. «Barranquilla textile mdustry», i'<ACS. RGI66:
Foreign Agricultura! Relations. Narrative Reports, 1942-45. Colombia, Caja 180.
74. Soja, Barranquilla, una economía. p. 74.
75. Contraloría. Prime1 censo industrial, p. 15. La producción industrial de
Barranquilla contribuía significativamente a la producción nacional en los siguientes
sectores: metalurgia (26.2% ). químicos (23.9% ), maderas ( 18.5% ). artículos de cue-
ro ( 13.7o/c ). confecciones (12.8% ). y bebidas (9.6%). Véase Ospina Vásquez.lndus-
tria y protección, pp. 602-3.
La ciudad Y el campo 233
CUADRO 3.5
VALOR DE LAS MATERIAS PRIMAS CONSUMIDAS POR LA I~DUSTRIA
BARRANQUILLERA SEGÚN SU ORIGEN, 1945
(EN PESOS)
CUADRO 3.6
PRINCIPALES I"'DCSTRIAS TEXTILES El'< BARRA~QCILLA, 1944
----------- ---------- --------
Compañía Año de Capital invertido Origen del Número de
_ o~g_anización __ (Sl.OOO¡ capital __e!llpleados
entre 1921 y 1934 Tejidos Obregón rara vez había importado algodón,
siendo abastecida durante esos años por plantaciones locales 86 • Du-
rante la década siguiente, sin embargo, la fábrica tuvo que recurrir a
las importaciones y los Obregón llegaron incluso a oponerse a las
medidas proteccionistas para el fomento de la producción nacional
de algodón. En 1941, Rafael Obregón atacó públicamente un proyecto
de ley presentado en el Congreso, que pretendía incrementar los
aranceles para la importación del algodón crudo. Según Obregón, el
cultivo del algodón se veía seriamente obstaculizado en Colombia
por la falta de tecnología, y la protección tarifaría por sí misma be-
neficiaría únicamente a las industrias textiles extranjeras: « ... el fo-
mento del algodón a mayor precio no será nunca fomento agrícola
sino encarecimiento antieconómico del producto en perjuicio del con-
sumidor colombiano y anquilosamiento de la industria textil» 87 •
Unos años más tarde, se cerraba la planta. No hay duda de que la
fábrica, así como muchas otras fábricas barranquilleras, fue per-
diendo competitividad frente a la industria textil del interior. Los pro-
blemas laborales se reflejaban en mayores costos de producción. El
mercado costeño era limitado, mientras las dificultades del transpor-
te obstaculizaban el acceso de sus productos a otros mercados.
En 1924. algunos miembros de la Cámara de Comercio expre-
saron su preocupación por las desventajas de la industria de la
costa con respecto a la del interior -entre ellos Rafael Obregón,
Clodomiro Salas y Diofante de la Peña. Al solicitárseles un re-
cuento del estado del sector industrial, una comisión de la Cáma-
ra de Comercio señaló:
94. Torres Giraldo. Los lnconformes, vol. 4, pp. 184-188 y 253-261. y vol. 5,
pp. 67. 95-98, 135-140, 188.
95. Torres Giraldo. Los lnconformes. vol. 4. p. 62.
96. R. Berna! Salamanca, Las condiciones económico-sociales y el costo de la
vida de la clase obrera en la ciudad de Barranquilla, Bogotá, 1948. p. 30.
La ciudad y el campo 241
GRÁFICA 3.2
ACTIVIDAD DE LA CONSTRUCCIÓN EN BARRANQUILLA,
1928-1947
Número de construcciones
700
600
500 1\
:f
100f-
ol.~~~~~~~~~~~~~~~~
~#~~~~~~#~#~~~~~~~~~
Fuente: A.P.F.
104. E. Early, Ports ofthe sun, Boston, 1937, p. 211; M. Góngora Echenique,Lo
que he visto en Colombia, Madrid, 1936, p. 168; W. A. Reid, The new Barranquilla,
Washington, 1928, pp. 9116; Romoli, Colombia, a gateway to South America, pp.
234-5. Para una descripción del desarrollo urbano en Barranquílla entre 1877 y 1927
hecha por un testigo de la época, véase 1. N. Abello. <<Barranquilla 1877 -1927>>, E.
Rash (ed.), Directorio Comercial pro-Barranquilla, pp. 42-72.
105. «Karl Parrish, gestor nacional del progreso>>, El Nacional, Barranquilla, octu-
bre 28, 1967. Para detalles adicionales sobre Parrish y El Prado, véase capítulo V.
244 El Caribe colombiano
AME~AZAS A LA SUPREMACÍA
111. García Márquez, quien había recibido aquí parte de su educación secunda-
ria. trabajó como periodista en Barranquilla entre 1950 y 1954. Véase J. Gillard
(ed.). Gabriel García Márquez. Textos costeños, Barcelona, 1981. pp. 8-56: además
por Gilard, «El grupo de Barranquilla». Revista Iberoamericana. ( 128-9). julio-
diciembre 1984, pp. 905-935. y Alvaro Cepeda Samudio. En el margen de la ruta.
Bogotá, 1985. pp. V-LXXVII. Véase además J. F. Fuenmayor, Cosme. Bogotá.
1979.
La ciudad y el campo 247
sar 112 • Abrumados por San Felipe de Barajas -la mayor fortaleza
construida por los españoles- y por la arquitectura colonial tras las
murallas de la ciudad, los visitantes extranjeros inevitablemente que-
daban encantados por «la atmósfera de siglos ya pasados».
Cierto, Cartagena había decaído después de la independencia
como resultado de las mayores facilidades ofrecidas para el comer-
cío por sus puertos rivales, Santa Marta y Barranquilla, a donde in-
cluso algunos comerciantes cartageneros habían trasladado sus ofi-
cinas principales. «La tan importante ciudad de otros tiempos», se
lamentaba un cónsul británico en 1860, «hoy ... se ha reducido casi a
la nada» 113 . No obstante, en 1868 ya eran evidentes los signos de un
despertar, si bien las bases para una recuperación a largo plazo no se
sentaron sino a partir de la administración de Rafael Núñez como
cabeza del Estado de Bolívar entre 1873 y 1876 114 • En 1874 se esta-
bleció el Banco de Bolívar con un capital de 120.000 dólares y se
inauguraron otros servicios públicos: la erección de la torre del reloj,
la iluminación de las calles con lámparas de gas y la construcción de
un paseo por fuera de las murallas de la ciudad 115 • En conjunto, la em-
presa más importante fue la recuperación del Canal del Dique, una vía
fluvial que comunicaba a Cartagena con el río Magdalena, que había
112. A. S. Forest, A tour through South America, Londres, 1913, pp. 119-125.
113. PP, LXV, 1860, p. 503. La decadencia de Cartagena después de la indepen-
dencia y el posterior crecimiento de Santa Marta aparecen descritos en PP, LXVII,
1873, pp. 909-914. Una historia sobre la rivalidad entre Cartagena, Barranquilla y
Santa Marta se encuentra en Nichols, Tres puertos del Caribe.
114. En 1869, el cónsul británico reportaba «Un incremento de las importaciones
y exportaciones ... la reparación de casas derruidas, la apertura de nuevos almacenes,
y la reanudación de las actividades mdustriales por largo tiempo abandonadas»; PP.
(29). LXV, p. 202. Sin embargo. estos signos de progreso fueron seguidos muy
pronto por el estancamiento, consecuencia de la apertura del ferrocarril de
Barranquilla en 1871 y las perspectivas para Cartagena fueron, de nuevo. sombrías:
la municipalidad de Cartagena no pudo procurarse siquiera 400 dólares para la repa-
ración de la única vía de entrada y salida de la ciudad; PP, (30), LXVI, 1871, p. 172.
Después de 1873, las condiciones cambiaron significativamente. Véase PP, (35),
LXXVI, 1875, pp. 361-2: Scruggs. The Colombian and Venezuelan Republics, p. 30; J.
W. Park, «Preludio a la presidencia: Rafael Núñez, gobernador de Bolívar, 1876-1879»,
Boletín de Historia y Antigüedades. LXIII, octubre-diciembre, 1876, pp. 519-35.
115. PP, (35), LXXIV, p. 362.
248 El Caribe colombiano
CCADRO 3.7
EXPORTACIO"-'ES E IMPORTACIONES DESDE CARTAGENA,
Fuente: PP, (36), LXXIII, 1883. p. 474, y (35), LXXXIll, 1887, p. 618.
120. López, Almanaque de los hechos, pp. 38. 86, 226. 326; Libro azul, p. 287;
Bossa Herazo, Cartagena independiente. pp. 141-152.
250 El Caribe colombiano
121. Libro Azul, pp. 277-8; López, Almanaque de los hechos. p. 355; J. J.
Ortega Torres (ed.), Marco Fidel Suárez. Obras., Bogotá, 1966, p. 873.
La ciudad y el campo 251
123. PP. (29). LXV. 1R71. p. 217. y (35). LXXVI. 1R75. p. 372: Nichols. Tres
puertos. pp. 151-166.
124. E. Reclus, Viaje a la Sierra Nevada, pp. 50-51.
125. Revollo. Memorias. pp. 2-5.
La ciudad y el campo 253
CONCLUSIONES:
LA REGIÓN Y LAS «CIUDADES SECUNDARIAS»
132. R. Dickinson. The cíty-regíon in Western Europe. Londres. 1967. p. 19. «La
llegada del ferrocarril fue para la mayoría (de las ciudades europeas) un prerrequisito
de la expansión rápida», véase Pounds, An hístorical geography. p. 185.
256 El Caribe colombiano
EL TRANSPORTE
INTRODUCCIÓN
EL RÍO MAGDALENA
9. PP: (27) LXV, 1873, p. 45; CII, 1888. p. 394: (37) LXXXV. 1896. p. 469;
(28), LXVIII, 1913, p. 557; Contraloría, Geografía económica del Atlántico, pp.
186-7. Para un inventario general de los vapores individuales véase J. Acosta, Ma-
nual del Navegante, Barranquilla, 1945. pp. 9-47. A finales del siglo XIX. los vapo-
res más comunes en el Magdalena eran «barcos de ruedas de considerable manga y
fondos poco profundos; que cuando se cargan no tienen un calado de más de tres
pies», PP, LXXXV, 1896, p. 283. Hasta la década de 1920. los vapores tenían
capacidad entre 50 y 300 toneladas; posteriormente se introdujo el uso de vapores de
400 toneladas, véase P. F. Martin, «Tradc-travel in Colombia. Pleasures and perib of
the Magdalena», British and Latín American Trade Gazette. octubre 7. 1920. p. 346.
Otra innovación adicional ocurrió a finales de la década de 1920, como lo describe sir
Alexander Gibbs, «antiguamente buques de 200 a 400 toneladas iban cargados. arras-
trando bongos con capacidad para 60 a 150 toneladas, transportando de esta manera
un peso total de unas 700 toneladas, con el nuevo método se usan remolcadores. que
van sin carga ellos mismos pero empujan bongos>>, sir A. Gibbs, <<Informe del río
Magdalena desde Barranquilla hasta La Dorada>> en Ministerio de Obras, Compilación
de estudios. Conceptos e informes elaborados por el Consejo de Vías de Comunicación
y la comisión de tanfas ferroviarias y ferrocarriles, Bogotá, 1932, p. 312.
El transporte 263
10. Véanse Nichols, Tres puertos, pp. 59-60; Baena y Vergara, Barranquilla,
pp. 281-295; Martínez Aparicio y Niebles. Directorio anuario, pp. 25-55 y 80-90;
«River Trade of L'nited S tates of Colombia», Board ofTrade lournal, Londres, (26),
febrero 1899, pp. 168-170.
11. The Colombian Railways and Navigation Co .. propietaria del Ferrocarril de
Cartagena, era una empresa británica ligada a la firma Pineda López y Co. Para L.
Gieseken, véase capítulo V. Véanse <<Colombia Railways and Navigation Co.». Lon-
dres, septiembre 28. 1918. PRO, FO 135/412; Martínez Aparicio y Niebles, Direc-
torio anuario. pp. 90-91; P. C. Martín, << Trade-trave1 in Colombia>>, pp. 346. 348, y
The Colombian Railways and Navigation Co., Visir Colombia, Londres, 1930.
12. Rash (ed.), Directorio comercial, p. 237; Contraloría, Geografía del Atlánti-
co, pp. 186-187.
13. En 1936, quedaban menos de 20 compañías con unos 70 vapores. En 1952,
el número de vapores aún era mayor de 30. cuando se decía que se transportaba más
carga por el ferrocarril que por el río. Véase Nichols, Tres puerros. p. 192; Contraloría,
Geografía del Atlántico, p. 189.
2.64 El Caribe colombiano
CUADRO 4.1
COMPAÑÍAS DE NAVEGACIÓN A VAPOR EN EL RÍO MAGDALE!'\A
Y TRIBUTARIOS, 1870-1950
1
F.J. Cisneros 1
A_Ie_m_a_n_a_d_e_N_._FI_u_v_i_ai__~__1_900
___ __-_1_9_09~__L_._G_ie_s_e_ke_n______________ __j
continúa ...
Ros~
Antioqueña de Transportes 1909-1931
Alianza de T. Fluviales 1909-1914 Alemana, Hanseática, Pérez
F. Pérez Rosa ! 191 1 F. Pérez Rosa 1
Fuente: J. Acosta, Manual del Navegante, Bogotá, 1945, págs. 9-31; E. Rash-Isla
(ed.), Directorio Comercial Pro-Barranquilla, Barranquilla, 1928, pp. 237, 247, 52.
las curvas repentinas y los bajos>>, W. E. Dunn, <<Travel notes: trip from Bogotá to
Barranquilla and Cartagena via rail and the Magdalena river>>, Bogotá, septiembre 20,
1944, NAUS, RG166, Narrative Reports, 1942-45, caja 170. Los troncos eran un
serio problema para la navegación: «son la causa de todos los naufragios o accidentes
que ocurren de vez en cuando en el río», sir A. Gibbs, •<Informe sobre el río Magda-
lena desde Barranquilla hasta La Dorada>>, p. 311.
37. <<Report on the condition and prospects of British trade in Colombia», p. 557.
38. Legación americana al Departamento de Estado, Bogotá, febrero 25, 1924,
NAUS, RG59: 821.811/4. Véase además E. Samper, «El problema de los transpor-
tes>>, RNA, Bogotá, marzo 1920, p. 276.
39. Legación americana al Departamento de Estado, Bogotá, enero 1926, NAUS.
RG59: 821.811/6. Véanse además informe fechado en febrero 20, 1933 en NACS,
RG84, Barranquilla, Informes Políticos, 1921-1935, correspondencia de
Barranquilla, 1933; «Con lanchas del gobierno están remolcando los barcos vara-
dos», La Prensa, febrero 16, 1942.
El transporte 273
40. London and River Plate Bank, Month/y Review, vol. 3 (29), enero 1921, p.
82; Bank of London and South America, Monthly Review, vol. 1O( 112), marzo 1928,
p. 142. Véase además idem., vol. 9 (97), diciembre 1926. p. 30, y abril 1929, 11
(125), p. 197.
41. Véase Nichols, Tres puertos, p. 63.
42. PP(49), XCVIII, 1904, p. 617; <<Report on the conditions and prospects», p.
557; Informe del Ministro de Obras, 1919, p. 147; informe norteamericano, fecha
indescifrable, probablemente 1944, NAUS, RG226, registros de la Oficina de Servi-
cios Estratégicos, archivo 3984. Algunas veces, sin embargo, el dragado sí se hacía.
Cuando Rose Carnegie-Williams viajó por el Magdalena en 1882, «Al dejar Patirua ...
pasamos por el nuevo dragado ... », Carnegie-Williams, Ayear in the Andes, p. 47.
Véase además PP, (59), CXXIII, 1906, p. 751.
274 El Caribe colombiano
43. Por ejemplo, según algunas regulaciones hechas por el Congreso en ! 881,
1915 y 1918, el 55% del impuesto debía distribuirse en pequeñas asignaciones fijas
entre varias obras en Mompox, Cartagena, Barranquilla, parte alta del Magdalena, y
los ríos Cauca, Patía y Telembí. Véase Anales del Senado, dic1embre 3. 1918. p. 427.
Hubo además cargos de corrupción y malos manejos, véase. por ejemplo, «Tonel
insaciable», El pequeño diario, junio 5, 1918, p. 2.
44. Sobre la Liga Costeña, véase capítulo VI.
45. <<El gobierno de Olaya negó la creación de una comisión autónoma del río
análoga a la creada para los ferrocarriles», en D. S. Barnhan, <<Colombian transpon
and the reforms of 1931: an evaluation», HAHR, febrero 1958. p. 21. Véase además
La Prensa, mayo 15, 1941, p. 5. Las presiones regionales para una mejor adminis-
tración del río eran recurrentes. Este asunto fue el motivo para el establecimiento
de una Junta de Defensa del Litoral Atlántico en 1940. Véase RCCB. enero 15,
1954, p. 25. Véase además La Prensa, Barranquilla,junio 13, 1942, p. l. En una
conferencia de cámaras de comercio en 1945, la delegación de Barranquilla mtrodu-
jo una moción pidiendo la autonomía de los puertos ribereños, véase RCCB, enero
31, 1945, pp. 47-50.
46. La Prensa, diciembre 17, 1940, p. l.
El transpone 275
47. Nichols. Tres puertos, p. 63; Baena y Vergara, Barranquilla, p. 297. <<En el
año de 1881 encontré al señor Striedinger todavía en Barranquilla, condenado a la
inactividad, debido a la falta de las subvenciones que se le habían prometido>>, von
Schenck, Viaje por Antioquia. p. 10.
48. Memoria del Ministro de Obras Públicas, Bogotá, 1930. pp. 78-79; Julius
Berger Konsortium, Memoria detallada de los estudios del río Magdalena, obras
proyectadas para su arreglo y resumen del presupuesto, Bogotá, 1926; El Tiempo,
Bogotá, diciembre 5, 1920. En no'v 1embre de 1928, una comisión parlamentaria acusó
a Berger por malos manejos e ineficiencia: <<Debe caducarse el contrato con Julius
Berger», El Tiempo, noviembre 17, 1928. «Julius Berger Konsortium ... explotó al
ingenuo gobierno colombiano sin escrúpulos ni conciencia por más de dos años en
relación con el tonto proyecto de la canalización del río Magdalena, contrato que
ninguna firma honesta hubiera firmado». «Colombia. Annual Report, 1929», Bogo-
tá, enero 16, 1930, PRO, FO 371/14221.
276 El Caribe colombiano
57. Torres Giralda. Los inconformes. vol. 5. p. 126. Véanse además M. Crrutia.
The development ofthe Colombian labour movement. New Haven y Londres. 1969,
p. 179: «Unión de navieros pide al gobierno nacional garantice la libertad de trabajo».
La Prensa. diciembre 12. 1940. p. 1; <<La Fedenal vuelve a las andadas». La Prensa,
enero 29, 1942. p. 5.
58. La Prensa, diciembre 5. 1941. p. l.
59. A. Lleras, Un año de gobierno, 1945-1946, Bogotá, 1946. p. 136. Véanse
además Torres Giralda. Los inconformes, voL 5. p. 268. y Urrutia. The development
of the Colombian labo¡¡r movement, pp. 190-192.
El transporte 279
CUADRO 4.2
COMERCIO DE IMPORTACIÓN Y EXPORTACIÓN EN LOS PRINCIPALES
PUERTOS COLOMBIANOS, 1911-1912 (EN f:)
Importaciones Exportaciones
! 1
Puertos
._____ 1911 1912 1911 ' 1912
Fuente: «Report on the trade of the consular district of Bogotá for the years 1909-
13>>, p. 24.
CUADRO 4.3
LUGARES DE SALIDA DE LAS EXPORTACIONES CAFETERAS
COLOMBIANAS, 1916-1926 (TONS.)
62. Véanse Ocampo, «El desarrollo económico de Cali», pp. 373-376; M. Pala-
cios, El café en Colombia, Bogotá, 1979, pp. 223, 261, 281, 309; Monsalve, Colom-
bia cafetera, p. 262; W. P. Mac Greevey, An economic history, p. 258.
282 El Caribe colombiano
GRÁFICA 4.1
ExPORTACIONES EN BARRANQUILLA Y BcENAVE~VRA, 1929-1946
Blquilla
:>-----o
--Mura
Fuente: A.P.F.
BOCAS DE CENIZA
Bocas de Ceniza era el nombre que recibía y que aún recibe la de-
sembocadura principal del río Magdalena, distante unos 16 kilóme-
tros de Barranquilla. Allí, una inestable barra de arena impedía a los
buques marítimos la llegada a Barranquilla. La remoción de este
obstáculo por obra de corrientes naturales durante las décadas de
1870 y 1880, generó expectativas sobre la consolidación de
Barranquilla como puerto fluvial y marítimo. Entre 1877 y 1886, 107
vapores y 459 buques pasaron a través de Bocas de Ceniza en su
camino a Barranquilla 69 . «No conozco río cuya entrada sea más
fácil», declaró el comodoro del barco francés Bourdonnais tras ale-
gar haber explorado sus condiciones en 1878. 70 Su entusiasmo, com-
partido por los comerciantes locales, no duró mucho. En 1887 la
reaparición de la barra de arena hizo de nuevo imposible que los
buques de gran calado entraran al Magdalena, pero los resultados
favorables de la experiencia estimularon el interés público por la
apertura de Bocas de Ceniza como sustituto del ferrocarril y del
muelle de Puerto Colombia. Ésta no era una tarea fácil. «El que este
proyecto se lleve a cabo, y que la inversión sea rentable, es asunto
de especulación», escribía el cónsul británico71 •
En 1906 los comerciantes de Barranquilla se reunieron con el fin
de discutir la necesidad de contratar un estudio científico sobre la
69. «Estadísticas de los buques marítimos que han entrado a Barranquilla por
Bocas de Ceniza», Barranquilla. mayo 29, 1935, en AFP. Véanse «Informe del Capi-
tán James F. Williams a su entrada por Boca Ceniza», Cartagena, junio 9, 1873, en
AGB, 1873; Cisneros, Report on the construction of a railway, p. 15; Nichols, Tres
puertos, pp. 95-107.
70. Citado por el presidente Rafael Núñez en su mensaje anual a la Asamblea
Legislativa de Bolívar en 1878, en «Bocas de Ceniza», RCCB, abril 30, 1929, pp. 2-
3. Véase una carta de navegación de Bocas de Ceniza por el comandante de La
Bourdonnais, septiembre 5, 1878, en despachos del cónsul norteamericano en Saba-
nilla, NAUS, microfilm t426/5. Véase además The Shipping List, Barranquilla, octu-
bre 25, 1878, en idem.
71. PP, LXXXV, 1896, pp. 281-282.
El transporte 285
desembocadura del río. Dos años más tarde, y financiado por los
mismos comerciantes, el ingeniero norteamericano Lewis Haupt pro-
dujo su Report regarding the proposed canalization of the Bocas
de Ceniza, que se envió al gobierno nacionaF 2 . Como resultado de
presiones adicionales, el gobierno decidió en 1914 contratar otro es-
tudio, esta vez con la firma alemana Julius Berger Konsortium, pero
el proyecto fue interrumpido por el estallido de la Primera Guerra
Mundial.
En 1919, la preocupación pública por el estancamiento del proyecto
llevó a la creación de la Compañía Colombiana de Bocas de Ceniza,
una empresa por acciones financiada por la comunidad empresarial de
Barranquilla con el propósito de presionar al gobierno para que brindara
apoyo a la apertura del río 73 • En el Congreso Científico Panamericano
celebrado en 1916 se hicieron objeciones a los proyectos de Haupt y la
Berger, por lo que la Compañía Colombiana decidió contratar un tercer
estudio. Por solicitud de ésta, en 1921 los ingenieros norteamericanos
Black, McKenney y Stewart emprendieron un proyecto para el
74. Black, McKenney y Stewart. The Bocas de Ceniza and Magdalena River to
Barranquilla, Colombia, Washington. 1921: Nichols, Tres puenos. p. 213. «Letter-
agreement between Compañía Colombiana de las Bocas de Ceniza and Black.
McKenney and Stewart>>, Washington, abrill9, 1919, en NAUS, RG59: 821.812/127.
75. <<Developments projects in Barranquilla>>, Barranquilla. octubre 31. 1921.
NAUS, RG59: 821.81211 00; Black. McKenney y Stewart al Secretario de Estado.
New York, julio 27, 1925, NAUS, RG59: 821.8121129.
76. Presidente de la Cámara de Comercio a A. L. Roncallo, A. Carbonell Y A.
Pumarejo, Barranquilla. mayo 7, 1925. en RCCB abril 30, 1929.
77. Diario Oficial, JUlio 10, 1925: Nichols, Tres puertos, p. 214.
El transpone 287
78. Para febrero de 1929, más de 6.000.000 de pesos habían sido gastados en el
proyecto. Véase «La Ulen está haciendo en Bocas de Ceniza el más escandaloso
despilfarro de los dineros en Colombia». El Nuevo Tiempo. febrero 3. 1929; «El
gobierno declara terminado el contrato de Bocas de Ceniza>>, El Espectador, febrero
14, 1929. Para los argumentos del ministro, véase «Bocas de Ceniza y las propuestas
con la Casa Ulen». El Tiempo. marzo 9, 1929. Según un funcionario norteamericano
en Bogotá, el ministro. Arturo Hernández. era un político que estaba intentando
ganar prestigio explotando el asunto de Bocas de Ceniz<t. NA US RG59: 821.812/
198. «Pícaros» era la expresión usada por un informe británico haciendo referencia a
la compañía norteamericana; véase «Colombia. Annual report». Bogotá. enero 16,
1930, PRO, F0371/14221.
79. Ulen and Company al Secretario de Estado. Nueva York, marzo 7, 1929,
NAUS, RG59: 821.812/194.
80. Véanse. por ejemplo, Mundo al Día, febrero 7, 1929; El Tiempo, febrero 13,
1929; El Espectador, febrero 13. 1929; El Diario Nacional, febrero 14, 1929.
288 El Caribe colombiano
84. La Prensa, septiembre 9, 1930. El mensaje estaba firmado, entre otros, por
A. Osorio. E. González, A. Pumarejo, J. Fuenmayor, J. Gerlein y J. Roca Niz.
85. Véase editorial en La Prensa, octubre 17, 1930, p. 5, y «Nuevos obstáculos
al proyecto de Bocas de Ceniza», idem., p. l. De acuerdo con El Nuevo Tiempo en
Bogotá, «los diarios de Barranquilla se dejan llevar por el ditirambo regional>>: «Las
dos fases del problema de Bocas de Ceniza>>, El Nuevo Tiempo, octubre 30, 1930.
Véase además K. C. Parrish a H. P. Harsen, Barranquilla, septiembre 12, 1930, AFP.
86. Cónsul norteamericano al Secretario de Estado, Barranquilla, octubre 23,
1931, NAUS, RG84, Informes Políticos, Barranquilla, 1931.
290 El Caribe colombiano
92. Sir A. Gibbs, <<Problems connected with the Bocas de Ceniza>>, marzo 20,
1945, PRO, FOI35/84l.
93. Suri Salcedo, «Bocas de Ceniza, exposición hecha en la Cámara de Comer-
cio ... », RCCB, mayo 31, 1919, pp. 18-19.
94. K. C. Parrish, «Bocas de Ceniza>>, s.f. (probablemente 1929), en AFP. Véanse
además K. C. Parrish a M. M. Head, Barranquilla, abril 23, 1931; «Observaciones
EL transporte 293
FERROCARRILES Y CARRETERAS
vicio y los altos costos de los fletes eran frecuentes. Más aún, con la
apertura de Bocas de Ceniza en proceso, el futuro del ferrocarril estaba
ya cuestionado. La compañía fue adquirida por el gobierno nacional en
1933 y para 1940 el ferrocarril prácticamente había sido abandonado 102 •
Al igual que el Ferrocarril de Bolívar, el de Cartagena se constru-
yó también durante el siglo XIX: en 1894 un tramo de 105 kilómetros
conectaba a Cartagena con el río Magdalena en el puerto de Cala-
mar. A diferencia del Ferrocarril de Bolívar, el Ferrocarril de Cartagena
no fue un negocio próspero, aunque el comercio en Cartagena sí au-
mentó como resultado de la mejor comunicación con el río 103 • Según el
informe Huckin, esta línea se resintió como «resultado de la construc-
ción de mala calidad» y de los arreglos rudimentarios «para la transfe-
rencia de mercancías hacia y desde los vapores en Calamar», de
manera que «la suerte del Ferrocarril de Cartagena no ha sido de
manera alguna afortunada»H)4. Originalmente construido por un con-
cesionario norteamericano, el ferrocarril fue vendido en 1906 a una
firma británica, la Cartagena Railway Company, que más tarde se
convertiría en la Colombia Railways & Navigation Company. Como
ya se ha visto, durante la segunda y tercera décadas del siglo XX,
esta firma era la mayor compañía transportadora en el Magdalena,
con una fuerte participación en la navegación por el Canal del Dique,
que corría paralelo al ferrocarril. Desde la década de 1920 el gobier-
no realizó intentos por adquirirla, lo que finalmente hizo en 1939. Du-
CUADRO 4.4
1833-1944(KM)
i
Ferrocarril ~ 1888(1) 1910(2) 1923(3) 1944(4)
Barranquilla 24 27 28 o
Cartagena o 105 105 110
Santa Marta 35 94 !59 216
Central Bolívar o o 37 o
Sincerín o o o 37
----·
Girardot 30 157 217 398
Nariño o o 30 114
Nororiente o o 61 285
Norte (sección 1) o 62 95 128
Norte (sección 2 y Sur) 18 69 210 254
Pacífico 16 94 610 875
Troncal Occidental o o 12 38
Antioquia 37 102 258 382
Caldas o o 117 125
Cundinamarca o o 76 223
Tolima o o 76 69
Cúcuta 53 71 102 68
La Dorada 24 119 111 111
Barrancabermeja o o 28 27
Carare o o 15 o
Lobitos Oil Company
·----------~'
o o 13 o
---------· -----
Total 237 900 2.360 1
3.460
Fuentes: ( 1) PP. (32), LXXVIII. 1889, p. 513; V Huckin, «Report on the railways of
Colombia>>, PP, (38), XVC, 1910, p. 49; Pearse, Colombia, with specíal reference to
cotton, pp. 35-35; Contraloría General de la República, Síntesis estadística de Co-
lombia, 1939-1943, Bogotá, 1944, pp. 60-61.
105. En 1945, el costo de funcionamiento del ferrocarril era dos veces más que
sus ingresos. Véase Ortega Díaz, Ferrocarriles colombianos. Legislación ferrovia-
ria, p. 30. Véase además Síntesis estadística de Colombia, pp. 62-63.
El transporte 297
De esta manera, para el final del período, la única línea que ope-
raba en la costa era la del Ferrocarril de Santa Marta. Diseñado en
un principio para conectar a Santa Marta con el río Magdalena, la
carrilera llegó a Ciénaga en 1887, fue extendida hasta Río Frío en
1890 y hasta Fundación en 1906, completando 96 kilómetros 106 • A
partir de 1891, cuando el ferrocarril transportó sus primeros 73.693
racimos de banano, comenzó a depender cada vez más del comercio
de la fruta. En 1906, la United Fruit Company había adquirido el
control financiero del ferrocarril, aunque éste seguía apareciendo como
una empresa británica 107 • La línea principal nunca pasó más allá de
Fundación, pero la United sí construyó una variedad de ramales por la
zona bananera. Los planes iniciales de continuar el ferrocarril hasta
Plato, sobre el río Magdalena, no se llevaron a cabo, dando lugar a
una larga disputa legal que involucró a los gobiernos nacional y local
y a las compañías del Ferrocarril de Santa Marta y la United Fruit 108 •
Este pleito se solucionó finalmente en 1932, cuando se llegó a un
doble acuerdo: el gobierno adquiría la línea, pero el Ferrocarril de
Santa Marta la arrendaba por treinta años. Después de la crisis
bananera, en 1947, el contrato fue cancelado y el gobierno asumió el
control definitivo del ferrocarril. Sin embargo, en 1950, el Ferrocarril
109. Mensajes e informes del Gobernador. Cartagena, 1917, pp. 7-8 <<La o; carre-
teras alrededor de Barranquilla son simples caminos de tierra que el departamento
nivela un poco durante el verano de tal manera que sean transitables por los automó-
viles. Esto quiere decir que durante el invierno son casi intransitables>>, en <<Roads in
and around Barranquilla>>, Barranquilla, febrero 29. 1928, USNA, RG84,
Barranquilla, correspondencia, 1928.
11 O. <<Luego de cincuenta millas de golpes y sacudidas, curvas repentinas y
huecos inundados, nuestro conductor se volvió hacia nosotros y dijo: ·Aquí termina
el camino bueno·. Reímos, pero tenía la razón. Lo que siguió fue mucho peor>>;
Isherwood, The candor and the cows, p. 16.
1 11. Schnare, «Facilities of transportation and communication in the Cartagena
consular district>>, p. 2. La vía entre San Marcos y ~apel sólo podía ser usada en los
veranos, «porque en invierno se hace en barca el trayecto» , en Vergara y Velasco,
Nueva Geografía, p. 520. Veáse además C. Barham, «Colombian trade outlook. The
position in Cartagena", Brítish and Latin American Trade Gazette, Londres, noviem-
bre 7, 1920, p. 388.
El transporte 299
EL TRANSPORTE AÉREO
CUADR04.5
SCADTA: KILÓMETROS RECORRIDOS, PASAJEROS
Y CARGA TRANSPORTADA, 1920-1938
121. Bogotá, febrero 27, 1922, NAUS, RG59: 821.796 SCA 2/23. Años más
tarde, la compañía recibió de nuevo los elogios de los funcionarios norteamericanos
por sus servicios «excepcionalrs». Véase, por ejemplo, cónsul Warren al Secretario
de Estado, Barranquilla, octubre 30, 1930, NAUS, RG59: 821.796 SCA 2/310, y
legación americana al Secretario de Estado. Bogotá, enero 14, 1935, NAUS, RG59:
821.796 SCA 2/359.
El transporte 303
ciales para cubrir el área, en lo que fue una experiencia pionera frustra-
da por la negativa de los Estados Unidos a concederle autorización para
aterrizar en la zona del Canal de Panamá 122 . Para 1933, cuando tenía
catorce aviones a su servicio. Scadta cubría, entre otras rutas naciona-
les, los siguientes trayectos: Barranquilla-Bogotá y Barranquilla-Ciéna-
ga-Santa Marta seis veces por semana; Barranquilla-Cartagena y-
Barranquilla-Puerto Berrío-Medellín cuatro veces por semana. Ade-
más de varias paradas en los puertos a lo largo del río entre Barranquilla
y Bogotá, los aviones de Scadta llegaban a Cali, Cartago, Buenaventu-
ra, Quibdó y Tumaco. En 1933, sus conexiones internacionales incluían
Kingston, La Habana, Miami, Cristóbal, en la zona del Canal, y
Maracaibo 123 . El crecimiento de Scadta también puede apreciarse en
el aumento de pasajeros y carga movilizados durante las décadas de
1920 y 1930, tal como lo ilustra el cuadro 4.5. El éxito financiero iba de
la mano con el crecimiento sobresaliente de la compañía 124 .
Desde sus comienzos, la sede de operaciones de Scadta se esta-
bleció en Barranquilla, que también era el lugar de residencia de sus
gerentes y de un grupo minoritario de accionistas. Como principal
centro de operaciones del que era virtualmente el monopolio del
126. Willcox a Trippe, Nueva York. mayo 23, 1929, NAUS, RG59:821 .796/41.
Para la rivalidad entre Scadta y Pan American veáse S. J. Randall, «Colombia, the
l.Inited S tates and In ter American aviation rivalry, 1927-1940», JIASWA, 14, 3, 1927,
pp. 297-324.
127. P. von Bauer a R. Parrish, Barranquilla, mayo 19, 1930, APF.
128. Randall, «Colombia, the United States and Inter American aviation
rivalry», p. 313; Davies, A ir lines of Latin America, p. 224; ministro americano al
Secretario de Estado, Bogotá, febrero 4, 1930, y febrero 27, 1934. NAUS, RG59:
821.796 SCA 2/301 y 353.
306 El Caribe colombiano
129. Legación americana al Secretario de Estado. Bogotá. mayo 23, 1924. "'AUS,
RG59: 821.796 SCA 2/27: Diario Oficial. noviembre 15. 1924. «La Scadta ofreció
anoche un banquete al Presidente y los Mimstros del Despacho», El Diario Nacio-
nal. julio 28. 1926.
130. Legación americana al Secretario de Estado. Bogotá. junio 2.1933. :\Al·s.
RG59: 821.796 SCA 2/345: legación americana al Secretario de Estado. Bogotá.
noviembre 12. 1933. NAUS. RG59: 821.796 SCA 2/351: <<Memorandum on Scadta>>.
mayo 11. 1939.
131. Agregado comercial al Secretario de Estado. Bogotá. julio 24. 1939. :\AUS.
RG59: 821.7961108. Según un funcionario de la Embajada de los Estados l'nidos en
Bogotá. <da aerolínea Saco fue creada a instancias del gobierno colombiano y ha sido
fuertemente subsidiada bajo la forma de compras de acciones desde su;, inicios». en
«Memorandum of conversatwn between James H. Wright. from the American
Embassy. Bogotá. andE van Young, Vice President Pan A ir». julio 26. 1939. :\AUS.
RG59: 821.796 SCA 2/460.
El transpone 307
CONCLUSIÓN:
EL TRANSPORTE, EL «VIEJO ENEMIGO» DE COLOMBIA
140. Lane al Secretario de Estado, Bogotá, octubre 1942, NAUS, RG59: 821.796
Avi anca /281.
141. Scopes, Overseas economic surveys, Colombia, op. cit., p. 26.
310 El Caribe colombiano
INTRODUCCIÓN
Perú. Ciertamente, Colombia fue uno de los países que atrajo menos
inmigrantes. Según F. Bastos de Á vil a, hasta 1939 los habitantes
de Colombia nacidos en el exterior nunca excedieron el 0.34% del
total de la población del país 3 •
El Congreso colombiano se ocupó en diversas oportunidades del
tema de la inmigración extranjera: con este fin se dictaron leyes por lo
menos en los años de 1884, 1894, 1920, 1926 y 19284 • En 1894, el
gobierno asignó una suma anual de 150.000 pesos para fomentar la
inmigración; en 1926 se organizó una oficina especial para que mane-
jara los asuntos referentes a inmigración y colonización, y en 1947 se
estableció la Dirección General de Inmigración, subordinada al Mi-
nisterio de Relaciones Exteriores 5 . No obstante, las leyes por sí mis-
mas no significaban necesariamente un estímulo a la inmigración. Ni
tampoco reflejaban la actitud nacional hacia ésta. El número de leyes
y las diferentes políticas adoptadas podrían interpretarse como mane-
ras de desestimular, en lugar de fomentar, la inmigración. Como bien
lo dijera el director de la Oficina de Inmigración y Colonización en
1929: «Leyes de colonización las hay excelentes, pero el Ministerio
no tiene dinero y quizás los medios de que puede echar mano ... no
valgan lo que se necesita que valgan ... 6 •
16. RNA, junio, 1919, pp. 4-7 y 9-13; Presidente de !aLiga Costeña al Presiden-
te de la Cámara de Representantes, Cartagena, agosto 14. 1919, ACR: Memoriales y
Solicitudes, Bogotá, 1919; Anales del Senado, septiembre 6, 1919, p. 666.
17. «En la costa (la inmigración europea) sería una locura debido al clima, sin
tener en cuenta otra razón>>, en PP, LXXIV, 1874, p. 367; véase además W. H. Hirst,
A guide to South Ame rica, Londres, 1915, p. 186. Luego de haber examinado las
condiciones para los inmigrantes norteamericanos, un cónsul de los Estados Cnidos
concluía: «Éste es un buen país para el industrial con una 'concesión·, y un mal país
para los trabajadores>>; en MCR, julio-septiembre 1888, vol. XXVII, p. 542.
18. Striffler, El río Cesar, p. 4 y H. W. Bates, Central Ame rica, the West lndies
and South Ame rica, Londres, 1878, p. 221. Según Al arcón, a la compañía de Gauguet
se le adjudicaron 2.500 hectáreas en un lugar en donde los mosquitos resultaron
intolerables para los colonos; Alarcón, Compendio de historia, p. 266.
19. Deas, «La influencia inglesa», p. 164.
Las influencias externas 321
26. Véanse J. J. Ortega Torres (ed.), Marco Fidel Suárez. Obras, Bogotá, 1966,
vol. 11, pp. 34 y 1270; Cunninghame-Graham, Cartagena and the banks of the Sinú,
p. 6; J. A. de Barranquilla, Así es la Guajira, Bogotá, 1953, pp. 158-188. Para una
biografía de monseñor Biffi véase A. Brioschi, Un apóstol de dos continentes.
Cartagena 1940.
27. Cunninghame-Graham. Cartagena and the banks o¡ the Sinú, pp. 7, 195,
222, 241. (Para fines prácticos, en adelante sirios, libaneses y palestinos se denomina-
rán con el nombre genérico de sirios).
28. República, Barranquilla, enero 15, 1919, p. 3. La presencia de los sirios
estaba difundida por toda Colombia. En 1945, Ahmed Mattar detectó población siria
en 72 pueblos diferentes. Véase A. Mattar, Guía social de la colonia de habla
árabe en Colombia, Barranquilla, 1982. Refiriéndose a su presencia en Bolívar, el
agregado comercial Bell señalaba, <<no hay un pueblo del interior con más de 250
habitantes en donde no se encuentre algún comerciante sirio»; en Bell, Colombia, a
commercial and industrial handbook, p. 212. Véase L. L'Estrange-Fawcett,
«Lebanese, Syrians and Palestinians in Colombia", en A. Hourani y N. Shehadi eds.,
The Lebanese in the world. Londres, 1992, pp. 361-378.
324 El Caribe colombiano
29. Según C. Issawi, entre 1860 y 1914, la emigración total desde lo que hoy son
Siria y El Líbano, se calcula en 330.000, en C. Issawi, The economic history of the
Middle East, Chicago, 1966, p. 269. Un análisis de los factores que impulsaron la
migración libanesa aparece en C. Issawi, «The historical background of Lebanese
Emigration, 1800-1914», ponencia inédita. Conferencia sobre la Migración Libanesa,
Oxford, septiembre 11-13. 1989.
30. Véase E. Safa,L'emigration Libanese, Beirut, 1960, p. 94: L'Asie Francaise,
diciembre de 1933, p. 361; L'Estrange-Fawcetl «Lebanese, Syrians and Palestinians
in Colombia>>, op. cit. Uno de los primeros libaneses en asentarse en Colombia fue
Bechara Marún en 1885; véase H. Romano Marún, Breve historia del Líbano, Bogo-
tá, 1985, p. 44.
31. Bell, Colombia, a commercial and industrial handbook, p. 30
32. «Report on Barranquilla Consulate», Barranquilla enero 1O, 1930, PRO,
F0369/2129/K2129. Véase RCCB septiembre 15. 1916, p. 6; Monsalve. Colombia
cafetera, pp. 287-288.
33. Inspection Letter, Cartagena, febrero 3, 1927, BOLSA, A2211, <<la prepon-
derancia (de los sirios) en esta ciudad es notoria», Inspection Letter, Cartagena,
octubre 3, 1927, BOLSA. A22/1.
Las influencias externas 325
38. Véase Libro Azul de Colombia, p. 290; «List of exporters of forest products».
Cartagena, julio 20. 1926. NAUS, RG84, 821.617111: «List of possible sellers of
land», Cartagena, marzo 22, 1926, NAUS, RG84: Consulado Americano. Corres-
pondencia general. Cartagena, 1926 (V).
39. Administrador de Cartagena a Londres, Cartagena. Diciembre 14. 1925,
BOLSA, A2212.
40. Véanse algunos clasificados enAlef, Santa Marta, enero-marzo. 1939; vice-
cónsul A. Wardlaw, «Barranquilla Textile Industry>>, Barranquilla. agosto 14. 1944.
NAUS, RG 166: Foreign Agricultural Relations. Narrative Reports, 1942-45, Colom-
bia, Caja 180, p. 4; Mattar, Guía social de la colonia árabe, pp. 11. 14, 19, 20. 22,
46. 49, 51, 54.
Las influencias externas 327
41. Por ejemplo, durante los disturbios ocurridos en Cartagena en 191 O, motiva-
dos contra el arzobispo Brioschi, lo' negocios de los sirios fueron saqueados. Véase
«Riotous meetings in Cartagena». Cartagena, Diciembre 16. 191 O, NAUS, RG59:
821,00/362.
42. «Estatutos de la Sociedad Siria de Beneficiencia». ANC, República, Ministe-
rio de Gobierno, Sección 4a., Justicia, ( 17), 1929, 243. Una organización similar, la
Unión Libanesa de Beneficiencia, se creó en Barranquilla en 1934, véase idem.,
(30), 1934, 289-306.
43. Véase Mattar, Guía social de la colonia de habla árabe.
44. RB, junio 30, 1903.
328 El Caribe colombiano
BARRANQUILLA:
¿UN PUERTO COSMOPOLITA?
45. En J .L. Romero, Latinoamérica; las ciudades y las ideas, México, 1976, p.
220.
46. P. 1. Eder, Colombia, Londres, 1913, p. 187. <<Barranquilla es por mucho la
ciudad más emprendedora de Colombia y ese carácter es debido principalmente a los
intereses extranjeros allí», E. Pellet, «The United States ofColombia», Barranquilla,
abril 29, 1874, USNA, Despachos de los cónsules de Estados Unidos en Sabanilla,
Las influencias externas 329
52. BME. Barranquilla, mayo 20, 1931, p. 6. Véase además idem., septiembre
30, 1931. p. lO; noviembre 20, 1931, y marzo 20. 1932.
53. L. B. Ortiz, «Actividades económicas de la población colombiana», Anales
de Economía y Estadística. Bogotá, vol. 3, p. 50.
54. BME, Barranquilla, mayo 20, 1931, p. 6.
332 El Caribe colombiano
Ct.:ADRO 5.1
EXTRANJEROS DOMICILIADOS E!\1 BARRANQCILLA
Holanda 67 88
Venezuela 46 385 351
Cuba 36 121 119
Inglaterra 33 153 169
Estados Unidos 31 161 441
Francia 31 109 179
Alemania 26 236 350
Italia 23 748 460
Dinamarca 5
China 192 115
Siria 680 560
España 791 607
Panamá 124 222
Polonia 173
Otros 5 659 244
Fuentes: Restrepo y Rodríguez, <<Empresarios extranjeros», op. cit., pág. 94: BME,
Barranquilla, noviembre 20, 1930, pág. 14; Sojo, Barranquilla, op. cit .. pág. 138.''
57. Véase GB. abril 9. 1871, p. 57; Restrepo y Rodríguez, «Los empresarios
extranjeros de Barranquilla>> pp. 95-1 02; I. Croitoru Rotbaum, De Sefarad al
Neosefarriismo, Bogotá. Vol. 1, 1977. pp. 168-172. Otro movimiento de inmigración
judía a Barranquilla tuvo lugar durante las décadas de 1920 y 1930. Veánse Rotbaum,
idem., pp. 179-182, y S. Guberek, Yo vi crecer un país, vol. l. Bogotá, 1987, pp. 37,
54-55. 125, 171 o 238, 240-244.
58. PP (29), LXVII, 1873, p. 917. Véanse además Bates, Central America, the
West Jndies and South Ame rica, p. 321; R. Werner. <<La escuadra alemana», Revista
de Colombia, Bogotá, noviembre 28, 1873, p. 323.
59. PP( 49, XCIX, 1899, p. 34. Después de un levantamiento popular en
Bucaramanga, en 1879, donde dos comerciantes alemanes fueron muertos, algunos
de ellos dejaron a Bucaramanga y se asentaron en Barranquilla. Véase H. Rodríguez
Plata, La inmigración alemana al Estado Soberano de Santander en el siglo XIX,
Bogotá, 1968, p. 80.
334 El Caribe colombiano
60. PP.(28). LXVIII. 1913. p. 559. Una lista de las más importantes firmas
alemanas con sede en Barranquilla en 1916, recopilada por el cónsul británico, incluía:
Empresa Hanseática, una empresa de transporte fluvial; G. Fehrman and Company,
comerciantes en mercancías en general, Breuer, Moller and Company, exportadores
a gran escala de café; Bischoff and Company, propietarios de almacén, antiguos
agentes de la Lloyds y de la línea de vapores Leyland and Harrison; H. Her~g.
productor y comerciante de ganado, véase PRO, FO 135/395. ·
61. Véase, «Colombia. Report for year ending June 1928>>, Bogotá, abril 12, 1929,
PRO, FO 371/13479. Sobre la influencia creciente de los alemanes en Colombia du-
rante la década de 1920, veánse además, PRO, FO 371111132 y C.Jones, Commerce
of South Ame rica, Boston, 1928.
Las influencias externas 335
62. Véanse Bushnell. Eduardo Santos y la politica del buen vecino. pp. 30-36; S.
Galvis y A. Donadío. Colombia naz.i. Bogotá, 1986. pp. 165-175.
63. Véanse Martínez y Niebles, Directorio Anuario, pp. 253. 429, 357, 397,
328-331: Grau. La ciudad de Barranquilla, p. 88; Restrepo y Rodríguez, «Los
empresarios extranjeros de Barranquilla», p. 101.
64. Restrepo y Rodríguez. «Los empresarios extranjeros de Barranquilla», p.
1O1; Acosta, Manual del Navegante, pp. 21 ,25,30; «River trade of United S tates of
Colombia», Board of Trade Journa/, Londres (26), febrero 1899, p. 168; F.
Zambrano, «La navegación a vapor en el río Magdalena>>, p. 69.
336 El Caribe colombiano
65. «Índice Notaría Primera de Barranquilla», pp. 25,27; Índice Notaría Segun-
da de Barranquilla, pp. 48-60, CMD, Oxford. Véase además el capítulo sobre el
transporte.
66. J. F. Sojo, El Club Barranquilla, Barranquilla. 1942. p. 7. En 1941, su hijo.,L.
Gieseken Conde era miembro de la Junta del Club. véase idem, p. 111. \
67. RCCB, junio 30, 1920, pp. 21-23.
68. C. Cameron, A woman '.1 winter in South Ame rica, Londres, 191 O, p. 242.
69. «Report on Barranquilla consulate», enero 1O, 1930, PRO, p. 242.
70. Libro Azul de Colombia, Nueva York, 1918, pp. 261, 269.
Las influencias externas 337
KARL C. PARRISH,
UN EMPRESARIO NORTEAMERICANO
71. MCR, junio-octubre 1883, p. 48. Véase además Nichols, Tres puertos,
p. 262.
72. <<Activity of American capitalists in Colombia», Lord H. Hervey a Earl
Curzon, Bogotá, febrero 27, 1920, PRO, F0371/4458.
73. <<The New Barranquilla», The American City Series, 5B, Washington, 1928,
p. 1 J.
74. K. C. Parrish nació en Leon, Iowa, en 1874. Se graduó como ingeniero de
minas en el Colorado School of Mines en 190 l. Antes de venir a Colombia trabajó en
minas de Colorado, California, Arizona, México y ~uevo México. Véase «lowans
invade Latin America», The Angeles Times, noviembre 3, 1930, recorte de un artículo
338 El Caribe colombiano
91. Harris, Forbes and Co. a R. Parrish, New York, agosto 13, 1929; K. C. Parrish
a G. Berge, New York, agosto 14, 1929, a M.M. Head, Deerfield, agosto 15,
1929 y a R. Parrish, New York, agosto 10, 1929; <<Memorandum with reference
to the Barranquílla Port and Terminal Works», s.f., AFP. Véase además Nicho1s,
Tres puertos.
92. K.C. Parrish a R. Parrish, Barranquilla, agosto 22, 1931, AFP:
93. R. Parrish a J.J. Anderson, Barranquilla, enero 22, 1932, AFP.
346 El Caribe colombiano
97. Para este negocio de minas véanse, entre otros, Notaría 4a., Medellín, Escri-
tura No. 3,235, Constitución de la Compañía Minera El Nare, Medellín, Diciembre
30, 1927; Junta Directiva de la Compañía El N are, Acta No.!, Medellín. enero 17.
1928, AFP. K.C. Parrish a R. Parrish, Barranquilla julio 1O y agosto 29, 1931; a
Gilbert, Zona del Canal, Panamá, julio 25, 1931, y a J. Williams, Barranquilla, no-
viembre 24, 1931, AFP.
98. Los proyectos en Cali, Medellín y Bogotá se promovieron en un momento
desafortunado; pero 1927 había sido el mejor año para la compañía desde su funda-
ción y las condiciones favorables continuaron durante 1928. Veáse «Se harán impor-
tantes urbanizaciones en Bogotá», Mundo al Día. Bogotá, abril 30. 1929. p. 3.
99. Caffery al Secretario de Estado. Bogotá, mayo 8, 1930, NAUS, RG59,
821.812/255.
Las influencias externas 349
1OO. K.C. Parrish a R. Parrish, Deerfield, junio 19, 1920; MacGraw-Hill Co. a
K. Parrish, Barranquilla, febrero 13, 1920; B. Cartera K.C. Parrish, Barranquilla,
septiembre 23, 1920, AFP.
1Ol. K. C. Parrish a A. B. Foy, Barranquilla, noviembre 26, 1930, AFP.
350 El Caribe colombiano
EL CAPITAL EXTRANJERO
Y LA UNITED FRUIT COMPANY
102. Ministro de los Estados Unidos al Secretario de Estado. Bogotá. enero 30.
1930, NAUS. RG59. 821.812/245.
103. C. F. Jones, <<Agricultura! Regions of South America», Economic
Geography, 5 (1929), 409.
104. Para las características de la producción bananera en Centroamérica.
véanse: Ellis, Las transnacionales del banano, pp. 31-74; Bulmer Thomas, The
political economy ofCentral America, págs 1-43; y J. C. Gaspar, Limón. /880-1940:
Las influencias externas 351
portados con los vales que recibían como salario en especie--, la com-
pañía frutera desestimuló la industria y el comercio locales. De acuerdo
con esta interpretación, la United Fruit aisló a la zona bananera del resto
del país 107 • Un repaso, sin embargo, de las condiciones bajo las cuales
se desarrolló la industria bananera en Colombia hasta 1945, y de sus
efectos en la región, sugiere un cuadro más complejo.
Es indudable que la United Fruit consolidó su posición dominante
tras lograr el control del mercadeo internacional del banano. Antes
de que se fundara la compañía, el comercio de la fruta en los Estados
Unidos fue un negocio competido, en el cual también participaron los
colombianos. Las experiencias, como las de Santiago Pérez Triana,
sin embargo, fueron generalmente frustrantes 108 . El producto era
sumamente perecedero y, por consiguiente, no era susceptible _de
almacenarse. La necesidad de disponer pronto de la fruta requería
de un eficiente servicio de distribución y transporte. En
Centroamérica, según Víctor Bulmer-Thomas, la industria bananera
cayó bajo control extranjero por la falta de interés nacional en las
inhóspitas costas del Atlántico, con lo que se abría espacio a las
compañías que ofrecían «construir obras de infraestructura y pro-
veer mano de obra en zonas donde el costo de oportunidad de la
tierra parecía cero» 109 . Éste no era el caso en Colombia donde, des-
de la década de 1880, hubo interés local en la producción de bananos
para el mercado exterior. De todas formas, los colombianos perdie-
ron el control de la industria en la medida en que se vieron desplaza-
dos de su comercio internacional. Los obstáculos para el mercadeo
del banano fueron superados con buen éxito tras los logros de la
United Fruit: una flota mercante especialmente condicionada para el
CONCLUSIO~ES:
EL IMPACTO DE LAS INFLUENCIAS EXTRANJERAS
los que, como en otros tipos de relación imperial, ésta se define por
el grado de control que ejercía la empresa en los países donde ope-
raba145. Desde esta perspectiva, a las fuerzas locales no se les re-
conoce poder de negociación. Según Kepner y Soothill, la United
Fruit no sólo tenía el poder de desplazar competidores y de arruinar
a los productores locales, sino también de «dominar a los gobier--
nos»146. Estudios posteriores le hacen eco a esta interpretación, in-
cluso en un tono más radical: algunas veces se le adscribe a la com-
pañía norteamericana un control casi absoluto sobre los gobiernos,
tanto locales como nacionales. Con frecuencia, esta interpretación
descuida el análisis de las circunstancias que acompañaron el desa-
rrollo bananero y supone que a los políticos simplemente se les co-
rrompía o se les manipulaba cuando fuese conveniente. Y que las
políticas hacia la industria bananera eran impuestas por la compañía
sobre unos gobiernos que prestaban poca atención a los intereses
locales. Por encima de todo, estas interpretaciones desconocen los
límites que incluso compañías tan poderosas como la United Fruit
podían enfrentar en sus manejos con la política colombiana.
Casi desde un comienzo, la llegada de la United Fruit a Colombia
se tropezó con los sentimientos de sospecha hacia las ambiciones de
los Estados Unidos en el continente, tras la intervención de Theodore
Roosevelt en la secesión de Panamá en 1903. La compañía, es cier-
to, recibió cómodas concesiones durante la primera década del siglo
147. Norton, Rose & Co. al Sub-Secretario de Estado, Londres. Junio de 1924,
PRO, F0371/9592.
148. Torres Giralda, Los inconformes, pp. iv, 115.
149. A. Tirado Mejía, Aspectos políticos del primer gobierno de Alfonso López
Pumarejo, 1934-1938, Bogotá, 1981, pp. 223-5, 278-87.
Las influencias externas 367
mía regional. Adicionalmente, los políticos locales eran tal vez más
susceptibles de caer bajo la influencia de la corporación norteameri-
cana, ya fuese porque tuviesen interés directo en el negocio, o como
consecuencia de la corrupción. No obstante, la hostilidad local contra
la United Fruit también cobró fuerza. Los gobernadores del Magdale-
na durante la administración Concha (1914-1918) manifestaban sus-
antipatías hacia la compañía. Prestigiosos políticos locales, como Ma-
nuel Dávila Flórez y Pedro Juan Navarro, expresaron públicamente
sus diferencias con la United Fruit.
Es cierto que las acusaciones de corrupción y de conflictos de
intereses contra gobernadores y diputados del Magdalena fueron fre-
cuentes. Incluso los ataques de los políticos y burócratas locales con-
tra la compañía podrían interpretarse como una forma de presión
para forzar a la United Fruit a llegar a acuerdos 150 • Estos arreglos, sin
embargo, no eran duraderos. Los sobornos ocasionales no podían
tener siempre efectos de largo plazo, sobre todo si tenemos en cuen-
ta los recurrentes cambios en el gobierno y las sucesivas eleccio-
nes. Había que considerar a la opinión pública. La hostilidad de la
prensa, tanto local como nacional-incluyendo las hojas volantes
anómimas, cuyo lenguaje estaba con frecuencia «en las fronte-
ras del libertinaje»-, alimentaba las enemistades hacia la United
Fruit. Esta atmósfera influía sobre los jueces: «Es imposible no
apreciar el odio al que se verían expuestos los jueces si éstos toma-
sen decisiones favorables a la compañía extranjera»' 51 .
Otros sectores de la sociedad colombiana tampoco simpatizaban
con la United Fruit. Los comerciantes, tanto en la zona bananera
como en Barranquilla, resentían la competencia de sus comisariatos.
Los cultivadores locales se quejaban por el control que la compañía
ejercía sobre el mercado. Los trabajadores demandaban vanamente
EL ESTADO, LA POLÍTICA
Y LA RELIGIÓN
INTRODUCCIÓN
Puesto que los servidores públicos eran tan mal pagados, y por
consiguiente difíciles de reclutar entre los miembros de las clases aco-
modadas, la relación entre aquellos que gobernaban y sus colabora-
dores se basaba muchas veces en lazos personales que, a su vez,
condicionaban el tipo de gobierno 9 • «De este modo -señalaba el pre-
fecto de Lorica-los empleados superiores vienen a encontrarse en una
posición de lo más desventajosa y violenta, porque aun conociendo
todo el descrédito que le acarrea la falta de cumplimento de sus agen-
tes a sus deberes, se ve forzado a ser indulgente con éstos» 10 •
Sin embargo, sería equivocado desestimar la importancia de la
burocracia como fuente de empleo y de poder político. Entre un cier-
to grupo de gentes -las «personas idóneas» cuya falta de apoyo era
una preocupación recurrente entre aquellos que gobernaban-, el
vincularse con el sector público podía considerarse como una carga;
pero para una población creciente, el Estado se convirtió poco a poco
en la principal fuente de empleo, especialmente durante épocas de
11. E. Palacio al presidente Concha, Cartagena, diciembre 18. 1914, AJVC, caja No. 17.
12. Véase A. Carbonell, Mensaje que el Gobernador del Atlántico presenta a la
Asamblea del Departamento, Barranquilla, 1918, p. 4, y Riascos, Informe del gober-
nador, pp. 41-44. En 1914, el gobernador de Atlántico se lamentaba de las cualidades
de los policías locales: «Basta, para comprenderlo así, comparar un agente de la
Policía Nacional con uno de la Departamental o Municipal, que haya nacido aquí: el
primero, antes que agente es hombre respetuoso; de modales naturalmente acepta-
bles, disciplinado, formal y esclavo del deber, para cumplir el cual saca valor y
energía de donde no los tiene. El otro es hombre libre por completo: es decir, irrespe-
tuoso, indisciplinado, poco constante y nada simpatizador con el servicio de la Policía»
en Bustillo, Mensaje que dirige el Gobernador, p. 10.
13. Para la historia de la Policía Nacional, véase A. Castaño García, La Policía,
su origen y su destino, Bogotá, 1947.
El Estado, la política y la religión 375
17. GB, octubre 26, 1873, p. 148. Seis décadas después, el llamado del goberna-
dor de Bolívar era similar; C. del Castillo, Mensaje del Gobernador, Cartagena,
1935, p. 11.
18. Véase M. Deas, «The fiscal problems of nineteenth-century Colombia»,
JLAS, 14, 2, Nov. 1982, pp. 287-328. Si bien la preocupación mayor de Deas es el
gobierno central, su estudio también trata los problemas comunes a todas las divisio-
nes administrativas; véase ídem., pp. 300-310.
19. Carbonell, Mensaje, p. 3.
El Estado, la política y la religión 377
CUADRO 6.1
INGRESOS DEL ESTADO/DEPARTAMENTO DE BOLÍVAR,
1871-1916 (EN PESOS COLOMBIANOS)
Fuentes 1871 1877 1886 1888/9 1917
1
1
Derecho de Registro 3.123 6.000 5.288 j 9.600 i 12.222 1
1
Correos 991 1.600 1.483 : 1.600 1
1
Indemnización Salinas 20.000 ' 96.000 39.400
1
1
Auxilio Ferrocarril 6.000 1 6.000 12.000
1 1
1
10% adicional 18.000 12.630 i 1
22. GB, septiembre 24, 1873, p. 116. Las protestas en contra del impuesto de
renta están bien documentadas en AGB, 1874. Véase, N. de Zubiría a la Junta Califi-
cadora, Cartagena. diciembre 22. 1874, en idem.
El Estado, la política y la religión 379
31. Carbonell, Mensaje, pp. 14-15, véase además idem., pp. 6-13.
32. J. Campo Serrano, gobernador de Magdalena, al presidente P. N. Ospina,
Santa Marta, agosto 14, 1923, AGPNO. «Estos señores pachistas (haciendo refe-
rencia a los seguidores de Insignares), no tienen más fuerza que la renta de aguardien-
te -sin ella quedan virtualmente fuera de combate»-, R. Ceballos al presidente
Ospina,Barranquilla, agosto 7, 1922, AGPNO. Véase además gerente de la Empresa
de Licores del Atlántico al presidente Ospina, Barranquilla, diciembre 4, 1922,
AGPNO.
El Estado, la política y la religión 383
42. De acuerdo con un informe del cónsul de los Estados Unidos, en 1931, el
concejo municipal intentó aprobar un acuerdo «que daría autoridad al Director Gene-
ral para poner en uso contadores de agua en todos los establecimientos con excepción
de los domiciliarios ... Las autoridades consideran que deben ceder algo al pueblo, lo
que quiere decir a tres o cuatro líderes obreros radicales» en NACS. RG84: General
Correspondence, Barranquilla consular district, 1931, (8). Para detalles adicionales
acerca de las disputas entre la administración de las Empresas Públicas y los políti-
cos locales, véase el Capítulo 5.
43. Véase Empresas Públicas Municipales. Informe de la Junta Administradora,
Barranquilla, 1936; La Prensa, mayo 2, 1940; Borelly, Informe del Alcalde, p. 50.
44. K. C. Parrish Jr., S. Hollopeter y J. Gerlein a W. Bauer, Harwichport, Cape
Cod, agosto 17, 1948, AKCP. Parrish, Hollopeter y Gerlein al alcalde, presidente del
concejo y personero municipal, Barranquilla, octubre 14, 1948, AFP.
45. Véase Contraloría, Geografía económica del Atlántico. p. 237.
El Estado, la política y la religión 387
48. Véase F. Res trepo Plata, Informe del Ministro de Hacienda, Bogotá, 1912, p.
XIV. Al año siguiente el ministro insistía en el punto. Véase F. Restrepo Plata,
Informe del Ministro de Hacienda, Bogotá, 1913, pp. 13 y 19.
49. El presidente Carlos E. Restrepo. que gobernó entre 1910 y 1914. fue muy
crítico de los miembros del parlamento porque ellos querían<< ... ganar popularidad con
dineros públicos. asegurar las futuras reelecciones y satisfacer las ambiciones regiona-
les y parroquiales>>, en Carlos E. Restrepo, Orientación Republicana, Bogotá, 1972,
vol. 2, p.l96.
50. A. Alvarez Restrepo, Memoria de Hacienda, Bogotá, 1951, p. 75. Alvarez
Restrepo describía así las condiciones de los municipios en 1951: <<Nuestros municipios
son en su gran mayoría como niños pequeños, carentes de juicio y faltos de discernimien-
to para apreciar el orden en que deben resolver sus problemas. Necesitan alguien que
los guíe y aconseje y aún, en muchos casos, que les ordene. porque las resistencias
parroquiales son aragonesas y en el ámbito municipal suele imperar la voluntad
omnímoda de don S abas, el jefe lugareño. Por una singular circunstancia a medida que la
población es más pequeña, la solución de sus problemas locales se hace más difícil por la
diversidad de pareceres>>, en Alvarez Restrepo, Memoria de Hacienda, p. 231.
El Estado, la política y la religión 389
57. Gobernador del Magdalena al presidente Ola ya, Santa Marta, julio 4, 1933,
AEOH. Sección 5. 21, Gobernaciones: Magdalena 1 Santander Norte. En 1930, el
gobernador Pedro Castro Monsalvo renunció a su cargo debido a los problemas con
la asamblea del Magdalena; P. Castro Monsalvo, Un campesino previno al país,
Bogotá. 1972. pp. 6-7.
58. En 1916, por ejemplo, se organizó una manifestación en apoyo de Carbonell.
El director de aduanas en Barranquilla le informaba así al presidente Concha: «Las
clases obreras de esta ciudad, algunos periodistas y el pueblo hicieron anoche una
espléndida manifestación al Gobernador Carbone! l. Diez sociedades distintas invitaron
por carteles ... La manifestación, compuesta de más de 3.000 personas, tuvo lugar en
medio del mayor orden y ha quedado evidenciado el desprestigio de los hombres que
tienen a su cargo la renta de licores ... >>, D. Reyes al presidente Concha, marzo 31, 1916,
AJVC, caja No. 13.
394 El Caribe colombiano
En sus viajes por la región del San Jorge, Striffler observó cómo los
habitantes «Se esmeran en dejar subsistir obstáculos que se oponen
al tránsito. Es que entre esa gente existe un pánico perpertuo: el
reclutamiento; y los hombres viven sobresaltados, como verdaderos
animales salvajes» 61 • Probablemente los costeños no estaban más
ansiosos de evadir el ejército que la mayoría de los colombianos, y
las maneras de reclutar gentes en el siglo XIX, y la resistencia a
EL CO."<TRABAl'DO
... esta Aduana sólo dispone de treinta y cinco hombres ... para
vigilar estas costas en una extensión de 60 leguas ... esos Res-
guardos están armados con rifles que tienen diez y ocho años de
constante servicio, escasísimamente municionados, que hacen
triste contraste con los muy bien dotados fusiles modernos (de
los) contrabandistas ... por tal motivo los guardas ... en lugar de
ser los perseguidores de los contrabandistas. se mantienen a la
defensiva encerrados en los edificios, por temor a un asalto 79 .
80. De Tomás Eastman al Consejo de Ministros. Bogotá, enero 12, 1911, p. 12.
El Estado, la política y la religión 403
ira pública local 81 • Era otra expresión del regionalismo costeño, que ha
sido interpretada frecuentemente como un desafío grave a la integra-
ción nacional.
87. De Rafael Nuñez a los ciudadanos diputados, Cartagena, 1878, AGB, 1878;
R. Núñez, Mensaje del Presidente constitucional. Bogotá, 1882, y su Mensaje del
Presidente constitucional, Bogotá, 1888; también de Núñez, La Reforma Política,
vol. 1, pp. 16,137. Véase además Park, op. cit., pp. 524-529;RCCoB, abril30, 1929,
pp. 1-3.
406 El Caribe colombiano
88. C. E. Res trepo al general L. Segovia, Bogotá, enero 17. 1911, y C. E. Restrepo
al general L. M. Terán, Bogotá, enero 21, 1911, ACER, correspondencia, enero-abril
1911. D. Martínez Camargo a F. Ragonessi, Cartagena, enero 17, 1911, ACER,
correspondencia, enero-febrero 1911. Véase El Porvenir, Cartagena, diciembre 22,
191 O. Según J. J. Torres, las manifestaciones fueron inspiradas por los masones;
véase J. J. Torres (ed.), Marco Fidel Súarez, Bogotá, 1966, vol. II, pp. 33-36.
89. C. E. Restrepo a D. Reyes, Bogotá. noviembre 30, 1911. en Restrepo,
Orientación Repúblicana, vol. 1 p. 380 y vol. II, pp. 276-277; presidente Restrepo
a L. Segovia, Bogotá, enero 17, 1911, ACER, correspondencia enero-abril 1911; R.
Rodríguez Diago al presidente Concha, diciembre 3, 1914 y abril 5, 1916, AJVC, caja
No. 13; El Porvenir, diciembre 22, 1910; Anales de la Cámara de Representantes.
enero 28. 1919, p. 438; y La Nación, septiembre 4, 1916, p. 5.
El Estado, la política v la religión 407
90. E. Palacio al presidente Concha, diciembre 18, 1914. AJVC, caja No. 17.
91. R. Noguera, Informe del Secretario de Hacienda, Santa Marta, 1919, pp ..
11-16; Informe del Ministro de Hacienda, Bogotá, 191 O, p. 32. A.L. Armenta, La
renta de salinas marítimas. Sus defectos y el modo de corregirlos, Barranquilla,
1914.
408 El Caribe colombiano
92. El Día, diciembre 9, 1918; El Tiempo, enero 10, 1919. p. 2; «La indemniza-
ción por salinas a la Costa Atlántica», El Universal, Barranquilla, enero 18, 1919, p.
1; <<Relación de debates», Heraldo de la Costa, enero 15 y 16. 1919; Anales del
Senado, agosto 8. 1931, ANC. Ministerio de Gobierno. sección 1, 85.
93. F. Restrepo Plata, Informe del Ministro de Hacienda, Bogotá. 1912. pp.
XXVIII-XXXIX; Ospina Vásquez, Industria y protección, pp. 446-448; Burgos
Puche, El general Burgos, pp. 275, 285-6; La Nación, noviembre 17, 1916. p. 5.
94. Véase el capítulo cuarto.
El Estado, la política y la religión 409
97. Presidente Súarez a los gobernadores del Magdalena y del Atlántico. Bogotá
diciembre 2, 1918, AMFS, copiador, pp. 13-13; «Algo muy grave», «Lo que pasa en
la Costa>> y <<El Sr. Súarez cerca al mar>>, en El Tiempo, 11, 12, y 21 de enero. 1919,
respectivamente. Véase además cónsul de los Estados Unidos al Secretario de Esta-
do, Cartagena, diciembre 2, 1918, y Barranquilla diciembre 18, 1918, NAUS. RG59:
821.00/432 y 821.00/433.
98. Cónsul de los Estados Unidos al Secretario de Estado, Barranquilla, enero 23,
1919. NAUS. RG56: 821.00/435.
El Estado, la política y la religión 411
EL PARTIDISMO !'!ACIO!'<AL
Y EL FACCIONALISMO REGIONAL
113. Es muy conocido que la decisión final del colegio electoral en favor de
Reyes fue posible gracias a la manipulación del registro de Padilla por parte del
general !guarán. Pero inclusive sin los 45 votos aparentemente controlados por
!guarán, Reyes contaba con una cómoda mayoría entre los delegados de la costa.
Véanse E. Lemaitre. Rafael Reyes, Bogotá, 1967; y El Porvenir, abril22 de 1904.
114. Unión Liberal, octubre 18 y 23 de 1917, y noviembre 6, 8, 17,27 y 29 de
1917; consul americano al Departamento de Estado, Barranquilla, febrero 16 de
1918, NAUS/821.00/406.
El Estado, la política y la religión 417
CUADRO 6.2
ELECCIONES PRESIDENCIALES EN LOS DEPARTAMENTOS
DE LA COSTA, 1914-1946
(NÚMERO DE VOTOS Y PORCENTAJES)
·---- - ---··-----
115. Véanse Los partidos políticos en Colombia. Bogotá. 1922, pp. 73-115:
265-76; y mi ensayo «Limits of Power». Las acusaciones de fraude están bien
documentadas en Ministerio de Gobierno. Asuntos Electorales, ANC.
116. El Pequeño Diario y La Patria, febrero 11 y 14 de 1930.
117. «Municipal elections in Bolívar>>, Cartagena, Octubre 9 de 1923, NAUS/
821.101/1.
118. V éanse cartas de Carbonell a Concha, Barranquilla, enero 21 de 1918, AJVC,
caja No. 1, y de Suárez al gobernador del Atlántico, Bogotá, noviembre 16 de 1918,
Copiador, Libro Segundo, folios 4-5, AMFS.
El Estado, la política y la religión 419
120. Torres Giralda, Los inconformes, vol. V, pp. 12-13. Véase además idem.,
pp. 2-3.
121. A. Tirado Mejía, Aspectos políticos del primer gobierno de Alfonso López
Pumarejo, 1934-1938, Bogotá, 1981, pp. 223-228. En Ciénaga tuvieron lugar manifes-
taciones públicas en apoyo al proyecto del gobierno; véase idem.; p. 224. Véase el
discurso del Ministro de Industrias ante el Congreso el 28 de octubre de 1938, sentando
la posición del gobierno en relación con la industria bananera en A. Tirado Mejía (ed.),
Estado y economía. 50 años de la reforma del 36, Bogotá, 1986, pp. 279-287.
122. Véase el Capítulo 4.
123. La Prensa, mayo 14, 1940, p. l.
124. La Prensa, enero 15 y 16 y marzo 17, 1941. Según Carlos Lleras Restrepo,
Alberto Pumarejo -la cabeza visible del Lopismo en Barranquilla-, era «el gran señor
El Estado, la política y la religión 421
de la oligarquía de Barranquilla ... no tenía nada de revolucionario; tan sólo era amigo
personal y pariente de López». Lleras Restrepo describe a Juan B. Barrios, el otro
líder lopista, como «Un liberal de izquierda», véase C. Lleras Restrepo, Crónicas de
mi propia vida, Bogotá, 1983, vols. 1, p. 263, y 2, p. 272.
125. Romero Aguirre, Confesiones de un aprendiz de estadista, pp. 128-131.
Según Torres Giralda, la convención de Magangué fue «una asamblea liberal de her-
manos masones», en Torres Giralda, Los inconformes, vol. 5, p. 209.
126. La Prensa, en Barranquilla, retrataba a Arango Vélez como un candidato
costeño: «Para los costeños ofrece un atractivo más, de carácter especial, la candidatura
del doctor Arango Vélez, y es su extracción ciento por ciento de la costa», La Prensa,
diciembre 17, 1941, p. 5. La madre de López era oriunda de la región del Cesar.
127. Según Lleras Res trepo, Romero Aguirre fue nombrado contralor para utili-
zar su cargo con el fin de favorecer la elección de Arango Vélez. También culpa a
Romero por politizar el que hasta entonces había sido un cuerpo técnico: «decidió que
los puestos debían repartirse entre individuos de todos los departamentos del país y
en proporción exacta a la población civil que el último censo había arrojado», en
Lleras Restrepo, op. cit .. vol. 3, pp. 50-56.
128. Véase, por ejemplo, La Prensa, marzo 19, 1942, p. 6.
422 El Caribe colombiano
129. Romero Aguirre, op. cit., p. 140. En 1942, Romero Aguirre publicó un
folleto, Por qué juzga Romero Aguirre que no debe votarse por Alfonso López.
Además del argumento sobre nepotismo contra Alberto Pumarejo, Romero Aguirre
señalaba las siguientes razones para oponerse a la candidatura de López: el partido
liberal debería estar apoyando el gobierno liberal en el poder y López estaba atacando
al presidente Santos; en el pasado la reelección había dejado malas experiencias para
el partido; López estaba en la extrema izquierda; en manos de López, la cuestión
social podría convertirse en muy perturbadora para el país; la reelección de López
estimularía reelecciones presidenciales ulteriores entronizando a aquellos ya en el
poder y cerrando el sistema democrático, véase Romero Aguirre, Confesiones de un
aprendiz, p. 140.
130. Torres Giralda, Los inconformes, vol. 4, p. 130; J.A. Osario Lizarazo,
Gaitán, vida, muerte y permanente presencia, Buenos Aires, 1952, pp. 116-117.
El Estado, la política y la religión 423
CUADRO 6.3
ELECCIONES PARA CÁMARA DE REPRESENTANTES
EN LOS DEPARTAMENTOS DE LA COSTA, 1931-1949
1
1941 Liberal 22.376 1 45.937 1 20.849 73.0 63.8
Conservador 6.675 16.968 ' 9.290 27.0 35.7
Otros 0.5
~--+-------- ~----~-----r--~~
la política local. María Cano, «La flor del trabajo», recorrió la región
en 1928, acrecentando su popularidad en la zona 135 • Varios otros lí-
deres obreros del interior andino, tales como Ignacio Torres Giralda
y Eduardo Mahecha, estuvieron involucrados directamente en la or-
ganización de huelgas en la zona bananera. Los paros laborales en
los puertos del Caribe se extendían rápidamente a lo largo del río con-
consecuencias nacionales de gran alcance.
Más aún, las políticas laborales en la región se caracterizaron por
sus posiciones radicales y por los hitos que marcaron en la historia
del movimiento obrero colombiano. La huelga general que tuvo lugar
en Barranquilla en 191 O, junto con las huelgas de 1918 en Cartagena,
Barranquilla y Santa Marta, han sido consideradas como pioneras de
las exigencias laborales en la Colombia del siglo XX 136 • El impacto
nacional de la huelga bananera de 1928 sirvió para derribar el régi-
men conservador. Los acuerdos logrados por los sindicatos
bananeros y Fedenal, la fuerte organización obrera a lo largo de los
puertos ribereños, fueron un preludio del desarrollo de un sistema de
seguridad social 137 .
Si bien los anarquistas, comunistas y social-demócratas alcanza-
ron una influencia significativa en algunos sindicatos, sería un error
desligar el movimiento obrero de este período de la política de los
partidos tradicionales. Joaquín Martínez, un líder de las huelgas de
1918, era miembro del partido liberal; uno de apellido Linares, domi-
nicano, involucrado en la organización de trabajadores en la zona
bananera, estaba vinculado muy de cerca con el político del Magda-
lena José Ignacio Díaz Granados; Aníbal Badel, más tarde goberna-
dor de Bolívar, fue el presidente de la junta organizadora de la gira
de María Cano por la costa; en los inicios de sus carreras políticas,
135. <<María Cano en Barranquilla». La Prensa, febrero 23. 1928: Torres Giraldo,
op. cit .. vol. 4, pp. 61-62.
136. M. Archila, <<La clase obrera colombiana, 1886-1930». en Tirado, Nueva
historia de Colombia, vol. 3, p. 222; Torres Giraldo, op. cit.. vol. 3, pp. 70-72 y 125.
137. Véan;e los capítulos 1, 3, y 4.
426 El Caribe colombiano
139. Torres Giraldo, op. cit., pp. 64-65. <<Los liberales apoyaban a los socialistas
porque éstos le daban palo a los godos>>, recordaba más tarde Salvador Bomacelli,
antiguo secretario general del sindicato bananero en Aracataca, al ser entrevistado
por C. Arango, en Arango. Sobrevivientes de las bananeras, p. 37.
140. Torres Giraldo, op. cit., vol. 4, p. 262, vol. 3, p. 177. Véase además idem.,
pp. 142-123, 148,150-151.
141. Según César Ahumada, un líder obrero en Barranquilla, «el doctor López
Pumarejo fue el que le despertó la conciencia a la clase obrera>>; citado en Archila,
«Barranquilla y el río». p. 54.
142. H. G. Nicholas, The nature of American politics, Oxford, 1986, p. 65.
428 El Caribe colombiano
143. Véase NAUS, RG84: Records ofthe American Legation in Bogotá, General
correspondence, Barranquilla consular district, vol. 8, abril 8, 1931.
El Estado, la política y la religión 429
148. Véase Castro Monsalvo, Un campesino previno al país, pp. 3.10, 18, 22.
149. Véase, por ejemplo, «Discurso pronunciado por el honorable Senador Aquiles
Arrieta, al discutirse el proyecto de ley que autoriza la celebración de un acuerdo
comercial con Venezuela>>, Ganadería de Bolívar, Sincelejo, 1935, pp. 801-823.
150. Striffler, El río Cesar, p. 24. «Federico Alfaro, sin contrar todos los tratos
de su hacienda, las bestias i ganado vacuno que habían desaparecido, había sido
aliviado de cuatro mil pesos en dinero; de ahí su mal humor», Srriffler, ibid., p. 29.
l5l.RNA, febrero 1912, p. 305, y junio de 1913, p. 809; «Ante un nuevo im-
puesto», Ganadería de Bolívar, Sincelejo, 1935, p. 768.
El Estado, la política y la religión 431
CONCLUSIÓN:
LA REGIÓN, LA NACIÓN Y LA POLÍTICA COSTEÑA
les de transporte. El papel que jugaron las disputas entre las distintas
regiones, o sus alianzas, en el proceso de integración nacional, debe-
ría reexaminarse con más cuidado. En este contexto, sería probable-
mente útil distinguir entre diversos tipos de regionalismos y su varia-
da naturaleza. ¿Obedeció el regionalismo en Antioquia o en el Valle,
por ejemplo, a los mismos motivos que en la costa?
Dadas las anteriores circunstancias, no debería sorprender que,
en 1949, el político costeño Alfonso Romero Aguirre --en un ensayo
escrito para atacar el legado de Núñez- alegara: «Aún no tenemos
nación». La carrera política de Romero Aguirre había estado
enmarcada desde sus inicios, sin embargo, en un contexto nacional.
Como estudiante, Romero Aguirre había contribuido a la creación de
una Sociedad Infantil «Rojas Garrido», que reunía a amigos que com-
partían el entusiasmo por Vargas Vila -ambos nombres, Vargas Vila
y Rojas Garrido, estaban ligados a la historia del partido liberal co-
lombiano, pero ninguno era costeño-. Romero Aguirre estudió en
Bogotá en el Colegio Mayor del Rosario, y más tarde en la Universi-
dad Externado, antes de embarcarse en una exitosa carrera en el
Congreso. El hecho de que mostrara preocupación por los intereses
de la costa y se identificara a sí mismo como costeño no contradice
su profundo compromiso con la vida nacional. Por eso, después de
un examen de la política nacional, y en alguna contradicción con su
afirmación previa, Romero Aguirre reconoció, un poco a la manera
de Renán: «Tenemos una nación ... porque queremos» 158 •
Lo que Romero Aguirre no reconoció de manera explícita fue que
la política, desde los primeros días de la república, había contribuido
a crear ese deseo de contar con una nación. Romero Aguirre se
identificaba con el partido liberal colombiano, con el que simpatizaba
la mayoría de los costeños, quienes siguieron de cerca a sus líderes e
ideólogos nacionales. Debe cuestionarse, sin embargo, el grado de
autoridad nacional que ejercitaban tales líderes frente a la política
l. Luna Cárdenas, Un año y otros días, pp. 112, 120-121, 127, 172-174.
Conclusión 439
9. A. González Díaz, Ministros del siglo XX (Bogotá, 1982), Bogotá, pp. 3-118.
446 El Caribe colombiano
EXPORTACIONES E IMPORTACIONES
A TRAVÉS DEL PUERTO DE BARRANQUILLA,
1873-1950 (EN TON.)
1883
1884 13.856 1923 1
79.794 106.314
1885 5.029 1924 78.086 106.052
1886 13.438 1925 69.632 165.430
1887 14.985 10.077 1926 86.238 238.917
1888 18.179 11.867 1927 83.914 243.792
1889 16.164 17.260 1928 74.558 320.809
1890 20.067 21.803 1929 69.985 263.784
1891 20.020 25.768 1930 80.388 163.316
1892 23.025 20.475 1931 77.888 107.807
1893 19.206 28.094 1932 76.244 85.543
1894 1933 87.849 106.499
1895 1934 84.266 129.617
1896 1935 59.692 127.545
1897 27.055 39.893 1936 84.132 . 167.314
1898 1937 94.778 158.625
1899 1938 87.817 186.737
continóa ...
450 El Caribe colombiano
continuación ...
1 1
i 1
Fuentes: Las cifras para los años 1876-1880, son tomadas de: Despatches from U.S.
Consuls in Sabanilla, 1856-1884, N.A.U.S., film T426; 1873-75 and 1881-1905: P.P.,
(42), CII, 1895, p. 133; (44), XCV, 1898, pp. 19-20; (45), LXXXI, 1901, p. 590; (45),
LXXXVIII, 1905, pp. 214 y 220; (59), CXXIII, 1906, p. 755; 1906-13 and 1916:
R.C.Co.B., 18 November 1916, p. 1, 31 May 1917, p. 9; 1917-18 (importaciones):
Bell, Colombia, asommercial and industrial handbook, p. 208; 1922-23, 1925, 1927,
1929, y 1936, B. M. E., Barranquilla, March 1932, p.26; 1919, 1941-50 (exportacio-
nes), Anuario General de Estadística, Bogotá, 1932, 1946, 1949, y 1952, pp. 382,
277, 267, y 1010 respectivamente; 1924, 1_926 y 1928: Carbonell (ed.), Anuariof:o-
mercial pro-Barranquilla, p. 106; 1935: Contraloría, Geografía ecónomica de
Colombia. Atlántico, p. 207; 1939-50 (importaciones) and 1939-40 (exportacio-
nes): Sojo, Barranquilla, una economía en expansión, pp. 14-5.
APÉNDICE 2
~--~-----------------------------~----------------~
1870
1
1871
1872
1873
1875
1876
1877
1878
1879
1880
452 El Caribe colombiano
continuación ...
1881 M. Laza G.
1882 V. García P. A. Lara
1883 F. de P. Manotas M. Salzedo Ramón
1884 V. García
M. A. Núñez R.
1885 J. N. Mateus
1886 J. M. Goenaga L. S. Cotes
1887 H. L. Román M. Salzedo Ramón
J. M. Goenaga
1888 R. Goenaga
1889 E. C. de Barros
!
R. Goenaga
1890 E. Gutiérrez de P. 1 P. F. de Castro
H. L. Román
1893 L. Patrón J. M. Campo Serrano 1
H. L. Román
!
1894 L. A. Riascos
1895 J. F. Vélez C. Campo
1896 E. Gerlein F. E. Escobar
J. A. Alarcón
1897 J. M. Campo Serrano
1898 J. E. Osorio A. Cotes
E. Gerlein
J. V. Aycardi
1899 Ricardo Núñez F. Manjarrés
F. A. Gómez P.
J. M. Goenaga
1900 P. Carbonell J. M. !guarán
1901 J. Gnecco La borde
J. R. Méndez
1902 F. Vergara Barros
1903 L. Vélez R. M. A. Gonzá1ez
J. F. Insignares
1904 J. G. Coronado
1905 L. Patrón R. E. Solano D. A. de Castro
E. L. Román S. Ceballos
C. Piñeres L. S. Cotes
E. L. Román
1906 J. M. Pasos L. J. Barros
1907 M. M. Torralbo G. Bermúdez
L. J. Barros
1908 J. Martínez A. F. Vergara B. A. R. Osario
G. Bermúdez J. F. In signares
R. E. Travecedo
T. Goenaga
continúa ...
Apéndice 453
continuación ..
continúa ...
454 El Caribe colombiano
continuación ...
!
A. Araújo G. 1
A. Escobar C.
1
R. Cavelier
J
Fuentes: Bossa Herazo, Cartagena independiente, 184-203; Alarcón, Compendio de
historia, pp. 433-435; Valdeblánquez, Historia del departamento del Magdalena,
pp. 309-309; de Castro, Ciudades colombianas del Caribe, 144; A. Berna! (ed.),
Barranquilla, su pasado y su presente (Barranquilla, 1946), pp. 200-201.
APÉNDICE 3
~.:,
Pesos Año Pesos Año Pesos
1
1.04 1925 1.01 1945 1.75
1906 1.06 1926 1.01 1946 1.75
1907 1.01 1927 1.02 1947 1.75
1908 1.08 1928 1.02 1948 1.76
1909 1.05 1929 1.03 1948 1.76
1
¡ 1910 0.97 1930 1.03 1950 1.96
1911 0.99 1931 1.03
1912 1.01 1932 1.05
1
1913 1.02 1933 1.24
1914 1.04 1934 1.62
1915 1.08 1935 1.78
1916 1.04 1936 1.75
1917 1.01 1937 1.76
1918 0.94 1938 1.78
1919 0.93 1939 1.75
1920 1.12 1940 1.75
1921 1.17 1941 1.75
1922 1.09 1942 1.75
1923 1.05 1943 1.75
1924 1.00 1944 1.75
ARCHIVOS
Barranquilla
Bogotá
Cartagena
Londres
University College
Medellín
Libro de Actas.
Universidad de Antioquia
Oxford
Bodleian Library
Valledupar
Washington
National Archives of the United States (NA US)
Department of State:
Department of Agriculture:
PUBLICACIONES OFICIALES
Colombia:
Agudelo, F. Informe dado por el gobernador de Barranquilla (Barranquilla,
1869).
Informe del Presidente del Estado Soberano del Magdalena (Santa Marta,
1868).
Riascos. L., Informe del Gobernador del Magdalena (Santa Marta, 1920).
Sa1zedo Ramón, M., Informe del Gobernador del Magdalena (Santa Marta,
1888).
464 El Caribe colombiano
Gran Bretaña:
Department of Overseas Trade, Report on the Finance, lndustry and Trade
ofthe Republic ofColombia (Londres, 1922).
Parliamentary Papers: «Report on the port of Carthagena for the three years
ending December 31, 1845» LXIV, 31 (Londres, 1847), 330-5; y reportes
similares sobre Sabanilla, Barranquilla, Cartagena y Santa Marta, en LX,
27 (1868-9); LXV, 29 (1871), 209-10, LXVll, 29 (1873), 909-17; LXV, 27 (1873),
44-5; LXXVI, 35 (1875), 362-4; XVI, 27 (1875), 378-80; LXXIII, 26 (1883);
LXXXI, 34(1892), 754-6; CII, 42 (1895), 117-45; LXXXV, 37 (1896), 281-95,
y 463-89; XCV, 44 ( 1898), 17-26; LXXXI, 45 ( 1901 ), 581-91; LXXXVIII, 45
( 1905), 215-21; CXXIII, 59 (1906), 739-55; LXXXVIII, 42 (1907), 625-43;
CX, 49 (1908), 761-73; XCI, 47 (1911), 296-303.
Estados Unidos:
Bell, P. L. (Department ofCommerce), Colombia: A Commercial and Indus-
trial Handbook (Washington, 1922).
LIBROS CONTEMPORÁNEOS,
MEMORIAS, ARTÍCCLOS Y FOLLETOS
Baena, F., and Vergara, J. R., Barranquilla, homenaje del Banco Dugand
(Barranquilla, 1922).
Berger, J., Memoria detallada de los estudios del río Magdalena, obras
proyectadas para su arreglo y resumen de su presupuesto (Bogotá,
1926).
Black, McKenney, and Stewart, The Bocas de Ceniza and the Magdalena
River to Barranquilla, Colombia (Washington, 1921 ).
1 Crowther, S., The Romance and Rise ofthe American Tropics (Nueva York,
1929).
Fawcett, W., The banana, its cultivation, distribution and commercial uses
(Londres, 1921 ).
Franco, P. E., Mis andanzas en la guerra de los mil días (Barranquilla, 1964).
468 El Caribe colombiano
Luna Cárdenas, A., Un año y otros días con el general Benjamín Herrera en
Aracataca (Medellín, 1960).
New Granada Canal and Steam Navigation Co., Remarks on the Canal or
«Dique» of Carthagena, New Granada, and its Navigation by Steam
(Nueva York, 1855).
1 Parrish, R. L.,An lowan 's View ofColombia, SouthAmerica (n. p., 1921).
Rash-Isla, E., y Rash Isla (ed. ), Guía comercial de Barranquilla (Barranquilla, 1910).
Taylor, C., «Settlement Zones of the Sierra Nevada de Santa Marta, Colom-
bia», Geographical Review, 21 ( 1931 ), 539-58.
United Fruit Company, A Short History of the Banana anda Few Recipes
for its Use (Boston. 1904).
Watt, G., The Wild and Cultivated Cotton Plants ofthe World (Londres, 1907).
472 El Caribe colombiano
Wilson, C. M., Empire in Green and Gold: The Story ofthe American Bana-
na Trade (1947).
PERIÓDICOS Y DIARIOS
Bates, H. W., Central America, the West /ndies and South America (Lon-
dres, 1878).
Cameron, C., Woman 's Winter in South Ame rica (Londres, 1910).
Cunninghame Graham, R., Cartagena and the Bank.s of the Sinú (Londres,
1921).
Curtis, W. E., The Capitals of Spanish Ame rica (Nueva York, 1888).
Dawe, M. T., Account of a Journey down the Magdalena River. Through the
Magdalena Province and the Península of Goajira (Bogotá, 1917).
Holton, I.,New Granada: Twenty Months in the Andes (Nueva York, 1857, y
Londres, 1957).
Juan, G., and de Ulloa, A., Voyage to South America: Describing at Large
the Spanish Cities, Towns, Provinces, on that Extensive Continent
(Londres, 1806).
Petre Loraine, F., The Republic ofColombia: An Account ofthe Country its
People, its lnstitutions and its Resources (Londres, 1906).
Simmons, F. A., «On the Sierra Nevada de Santa Marta and its Watershed»,
Proceedings of the Royal Geographical Society, 3 (Londres, 1881 ).
_ _ «Notes on the Topography of the Sierra Nevada de Santa Marta»,
Proceedings ofthe Royal Geographical Society, i, Londres, 1879).
Striffler, L., El río San Jorge ( 1880) (Montería, 1958; 2"ed., Barranquilla,
1993).
Trollope, A., The West lndies and the Spanish Main (Londres, 1859).
_ _ And Lewis, C., Latin Ame rica, Economic Jmperialism and the State
(Londres y Dover, 1985).
Angulo Valdés, C., «El departamento del Atlántico y sus condiciones físi-
cas», Revista Geográfica (Barranquilla, Dic. 1952).
Bibliografía 477
_ _ Countryside(Oxford, 1984).
Bell-Villada, G. H., García Márquez: The Man and his Work(Chapel Hill, NY,
y Londres, 1990).
Bergquist, C., «En nombre de la historia: una crítica disciplinaria de Historia
doble de la Costa de Orlando Fals Borda», Huellas (Aug., 1989).
Botero, F., y Guzman Barney, A., «El enclave agrícola en la zona bananera de
Santa Marta», Cuadernos Colombianos, 11 (Bogotá, 1977).
Bulmer Thomas, V., The Political Economy ofCentral America since 1920
(Cambridge, 1987).
Bushnell, D., Eduardo Santos y la política del buen vecino (Bogotá, 1984).
Curtin, P. D., Death by Migration: Europe 's Encounter with the Tropical
World in the Nineteenth Century (Cambridge, 1989).
Davies, P. N., Fyffes and the Banana: A Centenary History, 1888-1988 (Lon-
dres, 1990).
___ <<Poverty. Civil War and Politics: Ricardo Gaitán Obeso and bis Magda-
lena River Campaign in Colombia, 1885», Nova Americana, 2 (1979).
480 El Caribe colombiano
Delpar, H., Red Against Blue: The Liberal Party in Colombian Politics
1863-1899 (Alabama, 1981).
Duncan Baretta, S. R., and Markoff, J., <<Civi1ization and Barbarism: Cattle
Frontiers in Latin America», Comparative Studies in Society and History
(1978).
Ellis, F., Las transnacionales del banano en centroamerica (San José, 1983).
Gilmore, R. L., and Harrison, J. P., «Juan Bernardo Elbers and the lntroduction
of the Steam Navigation in the Magdalena River», Hispanic American
Historical Review (Aug. 1948).
Gordon, L. B., «Human Geography and Ecology in the Sinu Region of Co-
lombia», Ibero-Americana, 39 (Berkeley, 1957).
Harvie, C., The Rise of Regional Europe (Londres y Nueva York, 1994).
Helmsing, A. H. J., Firms, Farms and the State in Colombia (Boston, 1988).
Herrera Soto, R., y Romero Castañeda, R., La zona bananera del Magdale-
na (Bogotá, 1979).
Kepner, C. D., and Soothill, J. H., The Banana Empire: A Case Study of-
Economic lmperialism (Nueva York, 1935).
May, S. and Plaza, G., The United Fruit Company in Latin America (Was-
hington, 1958).
Miller, S., «Mexican Junkers and Capitalists Haciendas, 1810-1910: The Arable
Estate and the Transition to Capitalism Between the Insurgency and the
Revolution», Jo u mal of Latin American Studies 22/2 (May 1990).
Ortega Torres, J. J., Marco Fidel Suárez: Obras (Bogotá, 1966, 1980), ii y iii.
Owen, E. R. J., Cotton and the Egyptian Economy, 1820-1914 (Oxford, 1969).
Park, J. W., Rafael Núñez and the Politics ofColombian Regionalism 1863-
1886 (Baton Rouge La., 1985).
Prieto, F., and Soler, Y., Bonanza y crisis del oro blanco, 1960-1980(Bogo-
tá, 1982).
Randall, S. J., «Colombia, the United States, and Inter American Aviation
Rivalry, 1927 -1942>>, Journal of lnter-American Studies and World
Affairs, 14(1972).
___ «State and Region in Latin America: The View from Below», en Cedla,
State and Region in Latín Ame rica: A Workshop (Amsterdam, 1981).
488 El Caribe colombiano
___ «The Growth of Cities», in L. Bethell (ed.), Latin Ame rica: Eco no my
and Society, 1870-1930 (Cambridge, 1989).
Slatta, R., Cowboys ofthe Ame ricas (New Haven y Londres, 1990).
Thorp, R., and Bertran, G., Perú, 1890-1977 (Londres and Basingstoke, 1978).
Tirado Mejía, A., Aspectos políticos del primer gobierno de Alfonso López
Pumarejo, 1934-38 (Bogotá, 1981 ).
Villegas, J., y Yunis, J., La Guerra de los Mil Días (Bogotá, 1979).
Zambrano, F., «La navegacion a vapor por el río Magdalena», Anuario Co-
lombiano de Historia Social y de la Cultura, 9 (Bogotá, 1979).
Zamosc, L., The Agrarian Question and the Peasant Movement in Colom-
bia (Cambridge, 1986).
White, J., «The United Fruit Company in the Santa Marta Banana Zone,
Colombia: Conflicts of the 20s», B. Phil., Oxford, June 1971.
Yoder, L. 0., «The Cattle lndustry in Colombia and Venezuela», MSc. thesis,
University of Chicago, 1926.
ÍNDICE ONOMÁSTICO
251, 290, 300, 321, 331, 343, 344, Bank of London and South America
352, 356, 380, 381, 382, 383, 384, 227, 229, 244
389, 390, 392, 393, 394, 396,411, Baranoa 126
413,418,422,428,441 Barard, W. D. 339
Atlántico, Océano 42, 59, 292 Barranca de Loba 80, 138
Atrato, región del47, 325 Barranca-Nueva 64
Atrato, río 250, 347, 349 Barrancabermeja 277
Avianca 304, 308, 309,411 Barrancas 66
Ayapel 164, 182, 194 Barranquilla 27, 31, 34, 41, 43, 48, 54,
Ayapel41, 166, 172,304,323,325,373 64, 70, 73, 74, 76,80,82,85,90,91,
104, 106, 111, 115, 120, 121, 122,
B 123, 129, 130, 132, 162, 174, 193,
194, 195, 196, 207, 208, 209, 210,
Bacci, Pedro 222 211, 212, 214, 215, 216, 217, 218,
Badel, Aníbal425 219, 220, 221, 222, 223, 224, 226,
Baena Hermanos 329 227, 229, 230, 231, 232, 233, 234,
Baena, Eugenio 376 235, 238, 239, 240, 241, 242, 243,
Baena, familia 216 244, 245, 246, 247, 248, 249, 250,
Baena, Fernando E. 440 251, 252, 253, 255, 256, 257, 259,
Bahamas 115 260, 266, 267. 269, 270, 271' 277'
Bahíahonda 42 279, 280, 281, 282, 283, 284, 285,
Bajo Cauca 268, 292 286, 287, 288, 289, 290, 291, 292,
Baker, Christopher J. 34, 38 294, 298, 301, 303, 304, 305, 308,
Balmaseda, Francisco Javier 70, 71, 72, 309, 312, 314, 315, 321, 322, 323,
144,146 324, 326, 328, 329, 330, 331, 333,
Banco Americano 226 334, 335, 336, 337, 338, 339, 340,
Banco Comercial de Barranquilla 225, 341, 342, 344, 345, 346, 347, 349,
226, 229, 361 356, 361, 361, 362, 363, 367, 371,
Banco de Barranquilla 221, 224, 225, 379, 384, 385, 386, 390, 393, 394,
226,332 399, 403, 409, 410, 411, 412, 413,
Banco de Bolívar 247, 250 . 418, 419, 42~ 421, 422, 423, 425,
Banco de Colombia 227 426, 431, 439, 440, 441, 442, 443,
Banco de Crédito Mercantil 226 444,445,448
Banco de la República 124, 307 Barranquilla Railway and Pier Company
Banco de Londres y Suramérica 324 294,336
Banco del Atlántico 226 Barrio Obrero Alberto Pumarejo 244
Banco Dugand 226, 361 Barrio Popular Modelo 244
Banco Industrial 250 Barrios, Juan B. 420
Bancg Interamericano de Reconstruc- Barros 429
ción y Fomento 198 Bastos de Avila, F. 316, 317
Banco Márquez 225 Bauer, Arnold J. 203
Banco Mercantil Americano 227 Bauer, Peter von 301, 305, 306, 308
Índice onoTTUÍstico 493
Bechara, Jassir & Company 322, 324 Bolívar, Estado de 35, 39, 74, 146, 180,
Bélgica331 247,369,376,403
Bell, Gustavo 31, 104, 162, 193 Borda, familia 356
Bell, Purl Lord 36, 145, 239, 322, 324 Bossa, Simón 345, 426, 429
Bellavista 100 Bossio, Bartolomé 91
Bella vista, barrio 243 Boston Fruit Company 102
Berástegui, hacienda 81, 135, 136, 151, Boston, barrio 243
153, 178, 195, 199 Boyacá 44, 163, 304
Berástegui, José María 152 Bradbury, L. 106
Berne, O. 267, 331 Brasil48, 314,315,320
Berrugas 85, 86 Brazo de Loba 268
Betancí, ciénaga 41 Brew, Roger 34. 37
Betancourt, M. 270 Brioschi, Adán 322
Biblioteca del Agricultura Bolivarense 71 Brioschi, arzobispo 406
Biffi, Eugenio 322 British Annual Report 334
Bingham, Hiram 55 Bucaramanga 115,214, 227, 267, 346
Black, ingeniero 285, 286 Buenaventura 212, 264, 270, 272, 279,
Blanco García, Pedro 91 280,281,282,303,304,305,408,442
Blanco, José A. 308 Buenavista 79
Bocas de Ceniza 212, 241, 248, 259, Buenos Aires 363
260, 283, 284, 285, 286, 288, 289, Bulmer-Thomas, Víctor 352, 357
290, 291, 292, 295, 312, 336, 344, Bunch, Robert 259, 399
349,405,411,419,440,442 Burdeos 99
Bogotá 36, 63, 71, 103. 115, 214, 227, Burgos, familia 97, 151, 152, 153
229, 238, 240, 259, 267, 274, 287, Burgos, Francisco 153, 195,430
288, 303, 304, 305, 306, 308, 309, Burgos, Manuela de 81
341, 346, 356, 369, 405, 409, 410, Buritaca, río 54
419,423,426,432
Boletín Municipal de Estadística 329 e
Bolinder76, 77,161,206
Bolívar, departamento de 32, 36, 40, 41, Cáceres 164, 172
50,55,63, 70, 71, 78,80,81,82,83, Caimito 151, 373
84, 87, 88, 90, 92, 93, 94, 98, 102, Cajtuni Hermanos & Compañía 324
114. 115, 124, 129, 142, 146, 147, Calamar 50, 51, 71,215,222,248,250,
150, 159, 161, 162, 163, 164, 165, 259, 266, 267, 271, 277, 295, 347,
166, 167, 179, 181, 182, 183, 191, 405
193, 197, 217, 220, 222, 224, 251, Caldas, departamento de 164, 396
258, 268, 298, 299, 300, 309, 310, Cali 214, 229, 238, 279, 280, 303, 348,
317, 318, 320, 321, 337, 338, 347, 444
375, 377, 380, 394, 404, 405, 406, Callejas Támara 151
411, 415, 416, 418, 421, 422, 425, Calvo, José L. 91
429,432,437,438 Campo de la Cruz 41, 71, 371
494 El Caribe colombiano
346, 353, 355, 356, 360, 361, 384, Compañía Agrícola 220
391,418,422,431,439 Compañía Alemana 262, 267
Ciénaga de Atachica 170 Compañía Anónima de Inmigración y
Ciénaga de Oro 41, 64, 73, 174 Fomento 318
Ciénaga Grande 41, 54, 79 Compañía Antioqueña 263
Cine Bolívar 348 Compañía Azucarera de Sautatá 325
Cisneros, Francisco José 262, 267, 294, Compañía Colombiana de Bocas de Ce-_
322 niza 285, 286
Cispatá 42, 188 Compañía Colombiana de Inversiones
Ciudad Jardín, barrio 243 341,346,348
Clevería, Agapito 215, 220 Compañía Colombiana de Servicios Pú-
Club Barranquilla 336 blicos 347
Cochrane, C. S. 52 Compañía Colombiana de Tabaco 94
Colegio Americano 329 Compañía Colombiana de Transportes
Colegio Mayor del Rosario 436 262,263,265,266,267
Coleg10 Ribón 329 Compañía de Maderas La Industria 341
Colombia 23, 24, 25, 30, 31, 41, 42, 57, Compañía de Transportes Betancourt
71, 75, 83, 91, 94, 103, 107, 108, 263
110, 114, 119, 130, 145, 146, 180, Compañía del Puerto y Terminal de
182, 183, 185, 190, 197, 198, 199, Barranquilla 291, 344
201, 208, 209, 212, 229, 232, 233. Compañía Fluvial Unica 263
237, 244, 260, 270, 278, 279, 281, Compañía lntemacional262, 267
282, 292, 293, 294, 304. 307, 309, Compañía Minera El Nare 347
312, 314, 315, 316, 317, 320, 321, Compañía Unida 262, 266
324, 328, 334, 335, 337, 346, 347, Compañía Urbanizadora Bella Vista 341
348, 349, 350, 352, 364, 365, 368, Compañía Urbanizadora El Nogal 348
369, 375, 376, 379, 385, 393, 398, Compañía Urbanizadora El Prado 339,
399, 403, 404, 410, 425, 427, 430, 340,341,342,344
438,440,441,442,448 Concha, presidente 118, 367, 374, 375,
Colombian Land Company 102 381,396,407
Colombian Product Company 188 Condoto 326
Colombian Railway and Navigation Congreso Científico Panamericano 285
Company 263, 265, 266, 269, 295, Consejo de Ferrocarriles 282
335 Consejo de Vías de Comunicación 283
Colombian Steamboat Company 249 Cooperativa Algodonera del Atlántico
Colonia, la 43, 52, 61, 64, 150, 380, 448 126, 131, 133
Colosó 87, 94 Córdoba, departamento de 139
Comisario 48 Córdoba, municipio 139
Commercial Bank of South America 229 Coroza! 72, 87, 88, 93, 146, 166, 174,
Comrnercial Bank of Spanish Arnerica 227 182,205,222,258,299,372
Compagnie Inmobiliere et Agricole de Corral de Piedra 205
Colombia 1O1 Corral, Martín del 308
496 El Caribe colombiano
y Zapote 42
Zipaquirá 408
Yarumall72, 174 Zubiría de, familia 216
Yatí 165 Zubiría, Francisco de 91, 299
Zúñigas 429
z
Zambrano 94, 195
Zapatoza 41