Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
motor: bases
psicológicas del
movimiento
humano
RECENSIÓN
Y
RESUMEN
IDENTIFICACIÓN DEL LIBRO:
ISBN: 84-338-1880-5
AUTOR: Oña Sicilia, Antonio
TÍTULO: Comportamiento motor: bases psicológicas del movimiento humano /
Antonio Oña Sicilia
EDITORIAL: Antonio Oña Sicilia
PUBLICACIÓN: Granada: Universidad de Granada
AÑO: 1994
MATERIA: Psicomotricidad
DESCRIP. FÍSICA: 269 págs.
A continuación, pasaré a presentar el resumen / recensión de dos de los doce capítulos que
forman e integran este libro referente al Comportamiento Motor desde la base física y
psicológica del movimiento humano. Estos capítulos son los siguientes:
Su desarrollo, así como las relaciones con los distintos tipos de energía se puede observar
en la tabla siguiente:
Origen
EXTEROCEPTORES PROPIOCEPTORES INTEROCEPTORES
Estímulo
a) Vestíbulo:
(aceleración,
desaceleración,
gravedad)
a) Piel (tacto-tocar) b) Músculos:
- Tacto: discos táctiles (longitud, husos
de Merckel neuromusculares) Vasos sanguíneos
- Presión: corpúsculos c) Tendones (tensión): (presión):
Mecanorreceptores de Meissner, Órganos tendinosos Terminaciones nerviosas
Pacini, de Golgi
Golgi, d) Articulaciones
Mazzoni (movimientos):
b) Oído (audición): Corpúsculos de
- Sonido: órgano de Ruffini y Pacini
Corti e) Músculos-tendones
(vibraciones): huso
neuromuscular
Piel (temperatura)
Termorreceptores Corpúsculo de Krause
(frío) y de Ruffini (calor)
Ojo (visión):
Fotorreceptores - Luz débil: bastoncitos
- Luz brillantes y colores:
conos
III. 1. La visión
La energía luminosa es captada por el ojo y transmitida al córtex cerebral. Este receptor
tiene importancia en el ámbito del comportamiento motor por la función de control que
ejerce, tanto sobre el movimiento de los objetos externos, como el de los segmentos propios,
sobre todo en las fases iniciales del aprendizaje. Pero, además, el ojo tiene, en sí mismo,
funciones propioceptoras, informando al organismo de sus posiciones y desplazamiento, lo
cual le ayudará a disponer de una buena referencia para el movimiento en general del
organismo.
III. 1.1. Estructura básica del sistema visual
El término globo ocular expresa la forma esférica de este órgano, que posee 2 partes
diferenciadas, la anterior y la posterior, entre ambas se encuentra la cámara posterior llena de
un líquido llamado humor vítreo.
El globo ocular en toda su periferia está protegido por una membrana opaca y blanca
llamada esclerótica, que en la parte anterior se hace transparente para forma la córnea, detrás
de ella se encuentra el iris que produce el color del ojo y que tiene un agujero en el centro
para dejar pasar la luz a través del cristalino llamado pupila.
El iris está controlado por unos músculos llamados ciliares que pueden modificar el
tamaño de la pupila controlando así la luz que pasa por el ojo. Estos músculos actúan sobre el
cristalino modificando su estructura en función de la lejanía del objeto.
En la parte posterior se encuentra la retina, que contiene las células receptoras
especializadas de la visión de la que sale el nervio óptico hacia las áreas propias de
proyección del cerebro (córtex occipital). Los rayos luminosos convergen en un punto de la
retina llamado fóvea.
El cristalino tiene la función de una lente para regular la convergencia de los rayos de luz.
Si el objeto está próximo el cristalino modifica su curvatura, por la contracción de los
músculos ciliares, aumentando así su convergencia sobre la retina, al contrario se produce
cuando el objeto está lejos. La imagen formada en la retina está invertida en relación al objeto
externo.
Existen otros músculos llamados extraoculares, que producen el movimiento de los globos
oculares. Los músculos de ambos ojos actúan sinérgicamente, es decir, el movimiento en una
misma dirección es simultáneo. Los movimientos oculares se realizan en los 3 ejes
(horizontal, vertical y rotatorio) gracias a 6 músculos diferentes que se insertan en el globo
ocular y en la órbita.
El ojo está realizando continuamente pequeños movimientos, micromovimientos, que
impiden la proyección constante de la imagen en la retina, facilitando así la capacidad de
captar los contrastes por las células receptoras sino ésta se difuminaría en unos segundos.
A pesar de que utilizamos los 2 ojos para la visión, el objeto lo percibimos como uno solo,
este proceso de fusión se denomina visión o convergencia binocular.
Estos receptores informan sobre la posición de las partes del cuerpo y del movimiento
realizado activa o pasivamente.
Existen 2 tipos de propioceptores, según su localización anatómica:
a) cinestésicos, localizaos en el aparato locomotor (músculos, tendones,
articulaciones) y en la piel,
b) laberínticos, localizados en el oído interno
A pesar de la diversidad de fuentes de la propiocepción, parece que el sujeto las percibe
unificada, gracias a la integración del sistema de procesamiento de la información y éste se
unifica, a su vez, para el movimiento, con otras modalidades de propiocepción, como la
visual, donde el aprendizaje del sujeto es decisivo.
Éstos están representados por el órgano tendinoso de Golgi, que posee una estructura
simple, consistente en ramificaciones encapsuladas de la fibra nerviosa aferente que llega al
tendón, estas ramificaciones se anclan en el tendón en la zona próxima al músculo.
Son sensibles a cambios de tensión muy pequeños. Su función consiste en informar de la
tensión desarrollada en el músculo.
Éstos se localizan en el oído interno, junto al órgano de la audición (ver figura). Es una
estructura llena de líquido, llamado endolinfa, que permite informar, a través de sus
desplazamientos, de la posición de la cabeza y sus movimientos, y por ello propiocepción de
todo el cuerpo.
El sistema vestibular se compone de las siguientes estructuras:
a) Los canales semicirculares: señala la aceleración angular y son 3, colocados
perpendicularmente uno respecto a otro, ocupando cada uno un plano del espacio:
horizontal, vertical y sagital. Se comunican con el utrículo y el sáculo a través de la
ampolla, donde se encuentran los receptores sensoriales específicos, compuesto de una
masa gelatinosa que contiene a las células ciliadas que pueden oscilar y obstruye el
acceso al canal semicircular. Cuando nos movemos se desplaza la endolinfa y curva
los cilios, produciendo la descarga de sus aferencias nerviosas. La posición en los 3
planos de los canales semicirculares hace que se curven los cilios de un canal y no los
de otro, dando lugar a la sensación del movimiento angular o sentido de rotación,
b) el utrículo y c) el sáculo, señalan la aceleración lineal en sus componentes
horizontal y vertical. Se localizan en la zona posterosuperior del vestíbulo, cada uno
contiene una mácula donde se encuentran los receptores sensoriales, que están
colocadas perpendicularmente una respecto a otra, así las células ciliadas son
verticales en el utrículo y horizontales en el sáculo, están dirigidas hacia un estructura
gelatinosa con cristales de carbonato cálcico llamados otolitos, que tiene la misma
función que la endolinfa en los canales semicirculares. Su alta inercia a partir de los
movimientos de la cabeza produce la inclinación de las células ciliadas que provoca la
transmisión del impulso nervioso por las fibras aferentes. Los otolitos del sáculo
detectan aceleraciones lineales verticales y los del utrículo aceleraciones horizontales.
Sin embargo, cuando un movimiento es constante no se percibe, debido a que no se
produce movimiento de los otolitos, por tanto de lo que se informa es de los cambios
de movimiento. Igualmente, parece que el sistema vestibular informa de la postura y el
equilibrio participando en su regulación, sobre todo, informando de las variaciones de
postura, lo que provoca un impulso eferente para corregirla de forma inmediata.
IV. Principios de la Psicofísica
Weber (1846) y Fechner (1860), determinaron esta relación mediante la teoría de los
umbrales. El umbral absoluto es la intensidad mínima necesaria para que un estímulo
provoque la actividad de un receptor sensorial, siendo por tanto la sensación mínima que un
sistema detecta. A la estimulación menor que no es detectada aunque se incremente, se le
denomina subliminal o infraliminal.
A partir de esa cantidad mínima se precisa subir el peso hasta un nivel determinado para
que el sujeto lo discrimine de la anterior, a esa cantidad mínima necesaria para que el sujeto
discrimine entre dos niveles físicos se le llama umbral diferencial, o diferencia perceptible
mínima.
Weber trato de establecer funcionalmente esta relación, k=incremento mínimo E/E donde
E es la intensidad del estímulo y k una constante. Esta ley sólo se aplica a valores medios de
los estímulos y no a los extremos. Así pues, la sensación no se incrementa linealmente con la
estimulación, sino logarítmicamente.
Fechner, en base a este principio, elaboró su ley, S=k lnE, que significa que la estimulación
se incrementa en mayor porción que la sensación que produce.
Las objeciones empíricas a la ley de Fechner abonaron el camino para el enunciado de una
nueva ley, que recogiera los elementos que aquella no explicaba. La primera objeción, ya
comentada, se refiere al incumplimiento en los niveles bajos de estimulación, y la segunda al
incumplimiento de que la diferencia perceptible mínima usada como unidad medida se
mantiene constante a lo largo de la escala de sensación.
Para superar esta falta de universalidad, Stevens (1961) propuso unas modificaciones
enunciando su ley, logS=b logE + logK siendo S=k M^n (M elevado a n), de esta forma, sólo
cuando n>1 se cumple la ley de Fechner. Esta ley se ha cumplido en múltiples condiciones y
con distintos receptores sensoriales.
Pero el modelo más potente de entre los de los dos procesos, es, sin duda, éste (Green &
Swets, 1966), que incorpora los aspectos subjetivos del comportamiento sensorial,
prescindiendo de un elemento básico en las leyes psicofísicas, el concepto de umbral
absoluto.
Para esta teoría, la intensidad del estímulo (señal) necesaria para la producción de una
respuesta, varía según el estado actual del sujeto, sus criterios para determinar la presencia o
ausencia de estímulos, y la sensibilidad de los receptores.
De esta forma, si se solicita al sujeto que responda sí o no a la presencia de estímulos,
puede ocurrir que responda sí cuando éste no existe (falsa alarmar), o responder no cuando
existe (fallo).
I. Medida de la memoria
III. Estructuras
Las teorías multialmacén constituyen el modelo explicativo de soporte para las estructuras
de la memoria. Para éstas, la memoria está formada por 3 estructuras dispuestas
secuencialmente.
A través de la primera, memoria sensorial, se recibe la información externa,
permaneciendo en ella durante un breve periodo. Esa información, pasa a continuación, a la
memoria a corto plazo, donde sólo se retiene durante unos segundos y un número limitado de
unidades de información. Después de la memoria a corto plazo, la información puede
trasvasarse a la tercera estructura, la memoria a largo plazo, que parece disponer de capacidad
y persistencia ilimitadas, en ella la información permanece desactivada hasta que alguna
conducta la precisa y, entonces, es recuperada pasando de nuevo a la memoria a corto plazo.
Atkinson & Shiffrin (1971) suponen la existencia de esta memoria en todas la modalidades
sensoriales, incluido el sistema propioceptivo, hipótesis que aún no ha sido contrastada
satisfactoriamente.
La información que pasa desde la memoria a corto plazo, debe ser elaborada de forma que
se almacene una réplica semántica de ésta. Esta información permanece inactiva, por ello los
procesos de recuperación, contrariamente a los de la memoria a corto plazo, son laboriosos.
Por el contrario, su capacidad y duración parece ilimitada, constituyendo el almacén
permanente del organismo.
Todo el mundo parece aceptar la resistencia al olvido de ciertas habilidades motoras
continuas, como andar, esquiar o montar en bici, hechos contrastados experimentalmente.
Sin embargo, los resultados con tareas motoras discretas son diferentes, tendiendo a
perderse el nivel de eficacia de la habilidad a medida que aumenta el intervalo de retención.
Para la explicación de esa diferencia en retención, existen varias hipótesis, aunque ninguna
de ellas parece hoy ser concluyente.
No obstante, existen algunos hechos empíricos, que se han tomado tradicionalmente como
criterios de cada tipo de tarea, pero no se ha considerado como factores que podrían explicar
las diferencias en tiempo de almacenamiento entre tareas discretas y continuas.
Siguiendo a Schmidt (1988) estos factores están relaciones y son: (a) cantidad de
aprendizaje original y (b) concepto de ensayo.
Parece obvio, que a mayor cantidad de aprendizaje original par la adquisición y
mantenimiento de la tarea, mayor retención. Esto es indudable.
Aunque, debemos plantearnos la relatividad del concepto ensayo. Si consideramos el gesto
singular de una tarea continua como ensayo por analogía estructural a las tareas discretas, en
una sesión se realizan muchos más ensayos cuando se trata de tareas continuas, que cuando se
trata de tareas discretas. Estos factores no se tuvieron en cuenta en la comparación de los
resultados obtenidos con una u otra tarea.
IV. Procesos
Adams (1952) estudió el efecto en el olvido, que se produce como consecuencia del
calentamiento, fenómeno conocido como warm-up. Como resultado, el calentamiento
(ensayos iniciales) puede ser influyente en la recuperación de la información motora. Y ello
es importante tenerlo en cuenta en todas las actividades motoras implicadas, como puede ser,
el descanso en un partido.
Se han utilizado dos explicaciones para este fenómeno:
a) La hipótesis del olvido, que es una extensión de la teoría del debilitamiento del trazo y,
b) La hipótesis de la disposición (set), por la que la pérdida en eficacia de la habilidad se
debe más que a un olvido permanente a la pérdida del estado de disposición, atención
y activación hacia la tarea del sujeto.
Esta última explicación parece más sugerente y se han encontrado datos que lo
confirman (Nacson & Schmidt, 1971).
Parece, pues, según la hipótesis de la disposición, que durante la ejecución de la
tarea se precisa una serie de ajustes (sets) de los procesos de activación y cognitivos,
fundamentalmente, de atención, al contexto concreto donde se realizará, para obtener
su máximo rendimiento. Durante el descanso, esos ajustes concretos no se almacenan.
Estas conclusiones tienen evidente aplicación en actividades que se exige el
máximo rendimiento motor, como en una competición, siendo aconsejable la
realización de algún tipo de actividad durante los períodos de descanso para tener
siempre actualizada la conducta motora.