Está en la página 1de 1

A su debido tiempo segaremos, si no desmayamos

“No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos,


Si no desmayamos.” Gálatas 6:9

El ministerio se encuentra lleno de pruebas y dificultades, y aún fracasos. Por supuesto que
también hay victorias, pero no las alcanzaremos a menos que estemos dispuestos a aprender a
través de las pruebas y sufrimientos (Hebreos 12:2). David Cho, el padre del movimiento
moderno de la iglesia celular, una vez dijo que debes fracasar por lo menos tres veces al tratar de
realizar el ministerio de iglesia celular, para lograr hacerlo bien.
En lugar de permitir que el fracaso nos domine y afecte nuestro esfuerzo, debemos aprender de
nuestros errores y continuar moviéndonos hacia delante. Tristemente muchos se dan por
vencidos. Desean establecer el modelo celular, pero después de unos pocos intentos fallidos,
abandonan la visión. El hecho es que todos los grandes ministerios celulares de hoy, han fallado
varias veces antes de empezar a ver resultados.
Deberemos afinar, perfeccionar y descubrir las mejores maneras para hacer que el ministerio
celular funcione en nuestro contexto. No existen fórmulas mágicas. La clave es continuar
diligentemente frente a los obstáculos. Fracase hacia adelante y no hacia atrás. Recuerde que los
fracasos son la puerta trasera del éxito.
Note que en el texto bíblico base hay tres oraciones:
1. Una orden. Dios dice “no se cansen de hacer el bien”. Créame que eso cansa por 3
razones: No trae una recompensa inmediata, hay gente ingrata, y no es una tarea aceptada o
comprendida por muchos. No trate de agradar a otros, agrade a Dios.
2. Una promesa. Siempre que Dios nos pide que hagamos algo, nos alienta con una promesa.
Debemos creer ciegamente que en el tiempo del Señor, cosecharemos. Eso significa que
nuestro trabajo no es en vano, un día veremos el fruto y lo disfrutaremos.
Algunas veces el «debido tiempo» se asocia a un rápido resultado. Otras a un proceso
lento, que pudiera tomarse años, aun toda una vida. Pero podemos estar seguros de tres
cosas. Primero, Dios hará que de nuestras semillas brote una cosecha. Segundo, Dios
nunca se adelanta o se atrasa; siempre actúa justo a tiempo y de todo corazón en lo que se
refiere a nuestro bien. Tercero, nuestra cosecha dependerá en cantidad y calidad de la
clase de semillas que sembremos: Las buenas semillas traen buenas cosechas, mientras
que las malas semillas traen malas cosechas.
3. Una advertencia. Indica que debemos tener cuidado. Note que lo único que podría
detenernos no es algo que hagan los demás, sino algo que proviene de nosotros mismos:
desmayar. La versión popular dice “si no nos desanimamos”. Piénselo.
Cloud y Townsend, autores del libro Boundaries que vendió más de 1 millón de copias,
dijeron: La pasividad nunca paga bien. Dios igualará nuestro esfuerzo, pero nunca hará el
trabajo por nosotros. Esa sería una invasión de nuestros límites. El desea que seamos firmes y
activos, buscando y tocando la puerta de la vida... el siervo “malo y perezoso” fue pasivo. No
trató. La gracia de Dios cubre los fracasos, pero no puede compensar por la pasividad.
Tenemos que hacer nuestra parte. El pecado que Dios reprocha es fracasar en intentarlo.
Tratar, fracasar, y tratar otra vez se llama aprendizaje. Fallar en intentar no tendrá un buen
resultado; el mal triunfará. Dios expresa su opinión hacia la pasividad en Hebreos 10:38-39:
“Mas el justo vivirá por fe; y si retrocediere, no agradará a mi alma…”

¿Qué hemos de hacer nosotros durante el tiempo de crecimiento de nuestras semillas?


1) No desanimarnos.
2) Determinarnos a mantener nuestra fe viva y activa.
3) Dar y seguir dando; amar y seguir amando. Hay que saber esto: Tu cosecha, la que Dios
produce, está garantizada. Continuemos en una actitud de expectación

También podría gustarte