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16 INVESTIGACIÓN Y CIENCIA, junio 2012

PA L E O A N T R O P O L O G Í A

El origen del
género Homo
El hallazgo de unos fósiles extraordinarios en Sudáfrica
avivan el debate sobre la evolución humana
Kate Wong

EN SÍNTESIS

El origen de nuestro género, Homo, sigue que la especie a la que pertenecía Lucy, Aus- contradecir esa interpretación. Los huesos
representando uno de los grandes misterios tralopithecus afarensis, dio lugar al primer re- corresponden a una nueva especie humana,
para quienes investigan la evolución humana. presentante de nuestro linaje, Homo habilis. cuya mezcla de rasgos de Australopithecus y
A partir de unos pocos datos, se ha plantea- El hallazgo reciente de fósiles en un yaci- Homo hace pensar a sus descubridores que
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do que Homo apareció en el este de África y miento al noroeste de Johannesburgo podría podría tratarse del antepasado de Homo.

Una nueva especie humana hallada en Sudáfrica, Australopithecus sediba,


ha sido propuesta como el antepasado de nuestro género, Homo.

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H ÷ùûûĄĊĈûĊĈûĉďúąĉăÿĂĂąĄûĉúû
años, quizás en la sabana primige-
nia de África, nuestros antepasados
adquirieron apariencia humana.
Durante más de un millón de años
sus predecesores australopitecinos,
entre los que se hallaban Lucy y
otros, habían prosperado en los bosques del continente africano.
Ya eran bípedos y caminaban de forma similar a la nuestra, aun-
que poseían piernas más cortas, manos adaptadas para trepar
por los árboles y un tamaño cerebral reducido, semejante al de
los simios. Pero su mundo se estaba transformando. El cambio
climático favoreció la expansión de la sabana y los primeros aus-
En un mostrador, enfrente de la me-
sa, otras cajas encierran un segundo
esqueleto parcial, con una mano casi
completa.
MeeZ"Y_[dj‡ÐYe_dÑko[dj[[d[b
campo de la evolución humana, se
tralopitecinos dieron lugar a nuevas líneas evolutivas. Uno de detiene ante el cráneo y se inclina
para verlo mejor. Se acaricia la bar-
esos descendientes contaba con piernas largas, manos aptas para ba al advertir la dentición delicada y
la construcción de herramientas y un cerebro más voluminoso. la cavidad craneal, del tamaño de un
Era un representante del género Homo, el primate que domina- pomelo. Se endereza, sacude la cabe-
za y, tras proferir un par de exclama-
ría el planeta. ciones, reconoce haberse quedado
sin palabras.
Durante decenios, los paleoantropólogos han inspeccionado Berger sonríe. No es la primera vez que ve esta reacción. Des-
a gatas las regiones más remotas de África en busca de fósiles Z[gk[^WbbŒbei\Œi_b[i[d(&'&"Y_[dj‡ÐYeiZ[jeZe[bckdZe
de los primeros individuos de Homo para intentar entender la han ido acudiendo uno detrás de otro para quedarse boquia-
forma en que nuestro género se hizo prominente. El esfuerzo se X_[hjeiWdj[bei^k[iei$J[d_[dZe[dYk[djWbWYedÐ]khWY_Œdf[-
ha visto poco recompensado: un fragmento de mandíbula aquí, culiar de los esqueletos, el equipo de Berger los ha atribuido a
unos pocos dientes en otro lugar... Además, la mayoría de los una nueva especie, Australopithecus sediba. Además, debido a
fósiles recuperados, o bien corresponden a sus ancestros aus- que presentan una combinación de rasgos primitivos, propios
tralopitecinos, o pertenecen a miembros posteriores del géne- de Australopithecus, y otros más evolucionados, propios de
ro Homo, especies más evolucionadas que no permiten saber Homo, han propuesto que la especie ocuparía un lugar privile-
cuál de nuestros rasgos distintivos surgió primero y qué fuer- ]_WZe[d[b|hXebÐbe][dƒj_Ye$9ehh[ifedZ[h‡WWbWdj[fWiWZeZ[
zas selectivas propiciaron su éxito. Todavía no se han descubier- Homo. La idea resulta revolucionaria. Si Berger se halla en lo
to fósiles más antiguos de dos millones de años que conserven cierto, los paleoantropólogos deberán replantearse dónde, cuán-
diferentes partes anatómicas y permitan tener una visión com- do y cómo apareció Homoo"Wdj[jeZe"begk[i_]d_ÐYWi[hkd
pleta del plan corporal de los primeros Homo. Se piensa que su humano.
origen se sitúa en África oriental, donde se han hallado los fó-
siles más antiguos atribuidos al género, y que las característi- CAMINO SIN SALIDA
cas que lo distinguen le permitieron incorporar más carne a su En mitad de un camino polvoriento salpicado de rocas que ser-
dieta, un alimento muy rico en calorías en un ambiente en el pentea a través de la Reserva Natural John Nash, Berger detie-
que los frutos secos y las frutas se habían vuelto escasos. Pero ne el todoterreno y señala una pequeña pista que se bifurca a
[bh[]_ijheh[ikbjW_dikÐY_[dj["fehbegk[[beh_][dZ[dk[ijhe la derecha. Durante 17 años ha recorrido los 40 kilómetros que
género sigue representando un misterio. ^Wo[dZ_h[YY_Œddehe[ij[Z[iZ[@e^Wdd[iXkh]e^WY_WkdWÐd-
Lee Berger, paleoantropólogo de la Universidad de Witwa- ca salvaje de 9000 hectáreas de propiedad privada, y siempre
tersrand en Johannesburgo, tal vez ha dado con una pieza im- había pasado de largo este desvío. Siempre había seguido la pis-
portante de este rompecabezas. Hace poco se ha descubierto un ta principal, atravesando un paisaje con jirafas, búfalos y ñúes,
tesoro fósil que podría cambiar por completo el conocimiento para dirigirse a una cueva situada a pocos kilómetros de allí,
actual sobre las raíces de Homo. En su despacho del Institu- Gladysvale, donde viene excavando desde entonces. En 1948, los
to de Evolución Humana de la universidad, Berger observa cómo paleontólogos estadounidenses Frank Peabody y Charles Camp
Bernard Wood, de la Universidad George Washington, se mue- acudieron a esa zona en busca de fósiles de homininos (los hu-
ve ante cuatro cajas de plástico extraídas de un envoltorio igní- manos modernos y sus antepasados extintos). Seguían el con-
fugo y colocadas sobre una mesa cubierta de terciopelo azul. sejo del paleontólogo sudafricano Robert Broom, que había en-
Las cajas, revestidas de espuma, contienen unos fósiles de dos contrado fósiles similares en las cuevas de Sterkfontein y
millones de años de antigüedad. La primera alberga una pelvis Swartkrans, a ocho kilómetros de allí. Peabody sospechaba que
y huesos de las piernas; la segunda, costillas y vértebras; la ter- Broom les había embarcado adrede en una búsqueda infructuo-
cera, huesos del brazo y una clavícula, y la cuarta, un cráneo. sa, tan escaso fue el interés que le despertaron los yacimientos.

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Lee Berger (izquierda) y Meshack Kgasi (derecha) inspeccionan el


yacimiento de Malapa, donde Berger ha descubierto los fósiles de
Australopithecus sediba (1). Los bloques de sedimento brechificado
extraídos por los mineros se examinarán mediante tomografía para
ver si contienen nuevos fósiles (2). Vista de los valles alrededor de
Malapa, al noroeste de Johannesburgo (3). 3

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Pero lo que no suponían Berger ni los que le precedieron era UN ANTEPASADO EN MOSAICO
que ese pequeño camino a la derecha, uno de los muchos que El hecho de que los fósiles de Malapa incluyan numerosas par-
abrieron los mineros a principios del siglo ĎĎ para transportar tes anatómicas nos ofrece una información excepcional sobre
desde las canteras la piedra caliza con la que se construyó Jo- el orden de aparición de los rasgos fundamentales de Homo. Se
hannesburgo, les conduciría a un descubrimiento irrepetible. ha deducido así que las características distintivas humanas no
Berger, con 46 años de edad, nunca había imaginado reali- surgieron todas a la vez, tal y como se pensaba. Fijémonos en
zar un hallazgo como el de A. sediba. Aunque pensaba que las la evolución de la pelvis y del cerebro. Las ideas tradicionales
raíces de Homo podrían encontrarse en Sudáfrica y no en Áfri- sostenían que la pelvis ancha y plana de los australopitecinos
ca oriental, sabía que las posibilidades de hacer un gran descu- había evolucionado hacia la pelvis de Homo, en forma de cuen-
brimiento eran bajas. Los fósiles de hominino resultan muy in- co, para permitir el nacimiento de crías con un mayor tamaño
frecuentes, de ahí que no albergara muchas esperanzas. Ade- craneal. Pero la amplia vía del parto en la pelvis de A. sediba se
más, su trabajo se había desarrollado en la región de la Cuna asemeja a la de Homo, aunque tal rasgo va unido a un tamaño
de la Humanidad, una zona que ha sido explorada intensamen- cerebral reducido, de unos 420 centímetros cúbicos (un tercio
te. Sus cuevas habían proporcionado fósiles de australopiteci- Z[bdk[ijhe$;ijWYecX_dWY_Œdi_]d_ÐYWgk["[d[bb_dW`[Z[
nos, aunque se los consideraba más alejados del género Homo A. sediba, el mayor tamaño del cerebro no habría promovido la
que los restos de australopitecinos hallados en el este de Áfri- transformación de la pelvis.
ca. Así que Berger trabajaba con gran esfuerzo en Gladysvale, La mezcla de rasgos antiguos y modernos en A. sediba no
día tras día, año tras año. Entre los millones de fósiles de ani- solo afecta a las características generales como el tamaño cere-
males apenas había dado con unos cuantos de hominino, en bral y la forma de la pelvis. La pauta se repite en niveles más
concreto, de la especie A. africanus. Por ese motivo, decidió cen- profundos, igual que un fractal evolutivo. El análisis del inte-
jhWhi[[dbWZWjWY_ŒdZ[boWY_c_[dje$KdWZ[bWicWoeh[iZ_Ð- rior de la cavidad craneal del macho joven demuestra que el ce-
cultades en la interpretación de los fósiles de hominino de Su- rebro, aunque de pequeño tamaño, poseía un mayor lóbulo fron-
dáfrica consiste en establecer con seguridad su antigüedad. En tal, lo que indica una reorganización avanzada de la materia
África oriental, los fósiles se sitúan en sedimentos intercalados gris. Los huesos de la extremidad superior de la hembra adul-
entre capas de cenizas volcánicas procedentes de las erupcio- ta revelan la combinación de un brazo largo (un rasgo primiti-
nes que cubrieron el paisaje en el pasado. Los geólogos pue- vo heredado de un antepasado arborícola) con unos dedos cor-
den determinar la edad de una capa volcánica mediante el aná- tos y rectos adaptados a la fabricación y utilización de herra-
lisis de su composición química. Un fósil hallado en una capa mientas (aunque las inserciones musculares en los huesos
de sedimento entre dos capas de cenizas posee una antigüe- indican una capacidad de prensión similar a la de los simios).
dad intermedia a la de los dos estratos volcánicos que lo en- En algunos casos, la yuxtaposición de caracteres primitivos y
marcan. Pero las cuevas de la Cuna de la Humanidad no pre- avanzados es tan extraña que, si los huesos no hubiesen apare-
sentan cenizas volcánicas. A pesar de ello, durante los 17 años cido juntos, seguramente se habrían adjudicado a especies dis-
de trabajo en Gladysvale, Berger y su equipo ensayaron dife- tintas. Según el miembro del equipo Bernard Zipfel, de la Uni-
rentes técnicas que les permitieran sortear la ausencia de ce- versidad de Witwatersrand, el pie reúne un calcáneo similar al
nizas para datar. de los simios y un astrágalo que recuerda al de Homo.
Las técnicas demostraron pronto su utilidad. El 1 de agos- Para Berger, el mosaico de rasgos tan extraordinario de
to de 2008, mientras buscaba nuevos yacimientos en una zona A. sediba constituye una lección para los paleoantropólogos.
gk[^WX‡W_Z[dj_ÐYWZeYed=ee]b[;Whj^"8[h][hjecŒ[bYWc_- De haber hallado alguno de los fósiles de forma aislada, él mis-
no de la derecha que hasta entonces había pasado de largo. cebei^WXh‡WYbWi_ÐYWZe[dZ_\[h[dj[i[if[Y_[i$JWbl[p^WXh‡W
Este le condujo a un hoyo de tres por cuatro metros excavado asignado la pelvis a Homo erectus, el brazo a un simio y el as-
fehbeic_d[hei$;dkdW[nfbehWY_Œdikf[hÐY_WbZ[boWY_c_[d- trágalo a un humano moderno. Como en la parábola en la que
to halló varios fósiles de animales, lo que le empujó a regresar unos ciegos estudian las diferentes partes de un elefante, ha-
otra vez para inspeccionarlo mejor. El 15 de agosto volvió con Xh‡W[ijWZe[gk_leYWZe$8[h][hWÐhcWgk[Yed[b[`[cfbeZ[
su hijo de 9 años, Matthew, y su perro, Tau. Su hijo se adentró A. sediba se demuestra la inexactitud de atribuir huesos aisla-
en el bosque tras Tau y, después de unos minutos, gritó a su pa- dos a un género. De este modo, según su punto de vista, no se
dre que había descubierto un fósil. Berger pensó que se trata- puede asegurar que el maxilar de 2,3 millones de años hallado
ría de algún resto sin importancia, probablemente un hueso de en Hadar (Etiopía), considerado el resto más antiguo de Homo,
antílope, pero en un gesto paternal acudió a ver el hallazgo. De pertenezca en realidad al linaje de Homo.
una roca oscura, en medio de hierbas altas y cerca del tronco Si se excluye ese maxilar, los restos de A. sediba son más an-
de un árbol partido por un rayo, sobresalía el extremo de una tiguos que cualquier fósil datado de Homo, pero más modernos
clavícula. que los de A. afarensis. Por tanto, el equipo de Berger piensa que
Berger reconoció de inmediato que pertenecía a un homi- esa posición le convierte en un candidato óptimo para ser el úl-
nino. En los meses siguientes encontró más huesos del dueño de timo antepasado de nuestro género. Incluso, teniendo en cuen-
la clavícula, además de otro esqueleto parcial, a 20 metros de la ta los rasgos avanzados de A. sediba, podría representar el an-
cantera. Hasta la fecha, Berger y su equipo han recuperado del cestro de H. erectus (algunos consideran que una parte de este
yacimiento más de 220 fósiles de A. sediba, una cantidad supe- corresponde a una especie distinta, H. ergaster). Frente a la idea
rior al total de huesos que se conocen de los primeros Homo. tradicional de que A. afarensis dio lugar a H. habilis y este a su
8Wkj_pŒ[boWY_c_[djeYed[bdecXh[Z[CWbWfW"gk[i_]d_ÐYW vez a H. erectus, Berger propone que A. africanus es el antepa-
«hacienda» en la lengua local Sesotho. Con los métodos de da- sado de A. sediba, y este originó a H. erectus.
tación empleados en Gladysvale, los geólogos del equipo de Ber- Tal visión relegaría a H. habilis a una rama lateral, sin des-
ger determinaron la edad de los restos en 1,977 millones años, cendencia, en la familia humana. También situaría en esa línea
con un margen de error de 2000 años. extinta a A. afarensis, una especie considerada durante mucho

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HALLAZGOS

Rasgos Hembra adulta de A. sediba Macho juvenil de A. sediba


combinados Cuerpo
Región frontal Cerebro
pequeño
Los esqueletos de Australo- amplia pequeño
pithecus sediba presentan una Dientes
mezcla insólita de rasgos Nariz
pequeños prominente
australopitecinos y de Homo.
Tradicionalmente se pensaba
que algunos caracteres de
Homo, como los brazos cortos
y la destreza manual, evolucio-
naron de forma conjunta. Pero
en A. sediba se observa que
ambos evolucionaron por sepa-
rado, ya que en él se combinan
unos brazos largos para trepar
a los árboles con unas manos
de dedos cortos y pulgar largo
que le conferirían una capaci-
dad de prensión similar a la
de los humanos. La mezcla de Canal del
rasgos hace pensar al equipo parto amplio
de Berger que A. sediba des-
Brazos
ciende de A. africanus, o de otro largos
linaje desconocido, y que es
el antepasado directo de
H. erectus. Mano
diestra

Semejante a
Australopithecus

Semejante
a Homo

Astrágalo
evolucionado Piernas
largas

Calcáneo
primitivo

A. africanus A. sediba H. erectus


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I N T E R P R E TAC I O N E S

¿El antepasado de todos Ardipithecus


Australopithecus
los humanos? Kenyanthropus

La hipótesis tradicional sobre el origen de Homo plantea que Homo


Australopithecus afarensis es el antepasado de Homo habilis, Bastante seguro 7$W[j^_ef_Yki
que habría evolucionado para dar lugar a H. erectus y a todas Provisional
las especies posteriores de Homo. Pero algunos de los rasgos
claves de la anatomía de A. sediba, entre ellos un talón más
A. africanus
primitivo que el de A. afarensis y una mano más evolucionada ¿Linaje no descubierto?
que la de H. habilis, han llevado a proponer la idea polémica
de que A. sediba sea antepasado de H. erectus y que A. afarensis Primer>ece
y H. habilisÇxßîx³xą`D³DßD­ž‰`D`ž¸³xääx`ø³lDߞDäÍ

A. anamensis A. afarensis A. garhi

A. ramidus A$fbWjoefi

Hace 4 millones de años (Ma) 3 Ma

tiempo la antepasada de todos los homininos posteriores, entre na en Kenya, que ha investigado fósiles de África oriental, apun-
ellos A. africanus y Homo. Berger señala que el astrágalo de ta a la falta de concordancia entre los datos, en especial los cro-
A. sediba es más antiguo que el de A. afarensis, lo que indica debŒ]_Yeiobei][e]h|ÐYei$I[]‘d[bbW"h[ikbjWc|ifheXWXb[gk[
que A. sediba, o bien experimentó una regresión evolutiva y de- los homininos sudafricanos constituyan una línea evolutiva in-
sarrolló un hueso más primitivo, o desciende de un linaje dis- dependiente que se desarrolló en el sur del continente.
tinto del de A. afarensis y A. africanus, del que aún no se han H[dƒ8eX["Z[bWKd_l[hi_ZWZ=[eh][MWi^_d]jed"WÐhcW
descubierto fósiles. que si los fósiles de A. sediba fueran más antiguos, de unos
Berger opina que se ha apostado demasiado alto por los fó- 2,5 millones de años de edad, se podría aceptar que se trata del
siles hallados en África oriental. Ahora hay que reconocer la ancestro de Homo. Pero con 1,977 millones de años, poseen una
existencia de otras posibilidades que se deben explorar. Quizá morfología general demasiado primitiva como para correspon-
la hipótesis que sitúa el origen de los humanos en África orien- Z[hWbeiWdj[fWiWZeiZ[bei\Œi_b[i_Z[dj_ÐYWZei[dbeiWbh[Z[-
tal (East Side Story) resulta errónea. La idea tradicional consi- dores del lago Turkana, de una edad ligeramente inferior pero
dera que los fósiles más antiguos de hominino hallados en Su- con numerosos rasgos indiscutibles del género Homo. Berger
dáfrica representan una línea evolutiva que no tuvo descenden- responde que A. sediba seguramente ya existía como especie
cia. Ahora, A. sediba podría contradecir ese planteamiento y antes que los individuos de Malapa. Pero Bobe y otros mantie-
demostrar que en Sudáfrica hubo un linaje que dio origen a los nen que no se dispone de ninguna información en ese sentido.
humanos actuales. De hecho, la palabra sedibai_]d_ÐYW»\k[d- Según él, los paleoantropólogos tienden a pensar que sus ha-
te» o «manantial». bbWp]eieYkfWdkdWfei_Y_ŒdYbWl[[d[b|hXebÐbe][dƒj_YeZ[bei
Pero William Kimbel, de la Universidad Estatal de Arizona, homininos, pero la mayoría de las veces no es así. Desde un pun-
que dirige el equipo que halló el maxilar de 2,3 millones de años to de vista estadístico, si África albergó diferentes poblaciones
[d;j_ef‡W"i[cWd_Ð[ijW[dZ[iWYk[hZe$I[]‘dƒb"bW_Z[WZ[gk[ de homininos que evolucionaron de distinto modo, ¿por qué el
i[d[Y[i_jWjeZekd[igk[b[jefWhWYbWi_ÐYWhkd\Œi_bYWh[Y[Z[ fósil que alguien encuentra debe ser el antepasado común?
i[dj_Ze1be\kdZWc[djWbYedi_ij[[d_Z[dj_ÐYWhfWhj[iWdWjŒc_- Wood, en cambio, apoya las ideas de Berger. En especial,
cas que contengan rasgos diagnósticos. Y el maxilar de Hadar pre- YkWdZeWÐhcWgk[[b^WbbWp]eZ[A. sediba nos enseña que los
senta características que lo relacionan con Homo, como la forma huesos aislados no permiten predecir el resto del esqueleto y
parabólica de la arcada dental. Kimbel, que ha visto los fósiles de que la combinación de rasgos en fósiles anteriores no hacen
Malapa, aunque no los ha podido estudiar con profundidad, ad- descartar otras posibilidades. Pero rechaza que A. sediba sea el
mite la sorprendente semejanza de los rasgos con los de Homo, antepasado de Homo, por presentar escasos caracteres que lo
si bien no sabe cómo interpretarla. Pero se mofa ante la sugeren- relacionen con él. Opina que los rasgos de A. sediba pudieron
cia de que puedan corresponder al antepasado de H. erectus. «No evolucionar de forma independiente del linaje de Homo. Según
imagino cómo un taxón de Sudáfrica con alguna característica de él, A. sediba debería haber cambiado mucho para convertirse
Homo podría ser su antepasado, cuando en África oriental existe en H. erectus.
un fósil 300.000 años más antiguo que pertenece claramente al La respuesta a la cuestión de si A. sediba pertenece a nues-
JEN CHRISTIANSEN

]ƒd[he¼"Z[YbWhWh[Ðh_ƒdZei[WbcWn_bWhZ[>WZWh$ tra línea evolutiva se ve obstaculizada por la falta de una clara


Kimbel no es el único en rechazar que A. sediba represente Z[Ðd_Y_ŒdZ[b]ƒd[heHomo. Pero llegar a un consenso entraña
el ancestro de Homo. Meave Leakey, del Instituto del Lago Turka- cWoehZ_ÐYkbjWZZ[begk[fWh[Y[$:[X_ZeWbW[iYWi[pZ[\Œi_-

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7$Xe_i[_

7$heXkijki H. neanderthalensis

H. habilis H. heidelbergensis

>$Wdj[Y[iieh
H. sapiens

A. sediba
H. ergaster H. erectus

>$hkZeb\[di_i >$Óeh[i_[di_i

2 Ma 1 Ma

les de ese período de transición, la mayoría de ellos muy frag- iebe^Wh[Ykf[hWZe\Œi_b[il_i_Xb[i[dbWikf[hÐY_[f[hede^W


mentarios, resulta complicado determinar los primeros rasgos buscado de modo sistemático fósiles enterrados a mayor pro-
de Homo que lo diferenciaron de sus antepasados australopite- fundidad. Con esas pruebas, y junto con otros datos, será posi-
cinos, los cambios que lo hicieron humano. Los esqueletos de ble averiguar el modo en que A. sediba se desarrollaba, la ma-
CWbWfWfed[dZ[cWd_Ð[ijekd^[Y^eZ[iYedY[hjWdj[0Wbi[h nera como se desplazaba por su entorno y la variabilidad
mucho más completos que cualquier fósil de los primeros Homo, morfológica entre miembros de la especie.
i[^WY[ckoZ_\‡Y_bYecfWhWhbeiYed[bbei$8[h][hWÐhcWgk[ Pero no solo cabe esperar que los fósiles aporten nuevos da-
A. sedibadeieXb_]Wh|W[ijWXb[Y[hkdWZ[Ðd_Y_Œd$ tos. Malapa también ha proporcionado materiales que pueden
ayudar a entender mejor A. sediba. Los paleontólogos pensaban
TODO EN LOS DETALLES que durante el proceso de fosilización todos los componentes or-
Sea cual sea la posición evolutiva de los fósiles de Malapa, sin gánicos del cuerpo (la piel, el pelo, los órganos) se descomponían
duda permitirán confeccionar el retrato más completo de los y desaparecían, excepto la parte mineral del hueso. Pero cuando
homininos más antiguos, en parte, gracias al hecho de contar 8[h][h[nWc_dŒ[b[iY|d[hjece]h|ÐYeZ[bYh|d[ecWiYkb_de"
con varios individuos. Además de los dos esqueletos parciales Z[iYkXh_Œ[dbWfWhj[ikf[h_ehkd[ifWY_elWY‡e[djh[bWikf[hÐ-
de un macho joven y de una hembra adulta, el equipo de Ber- cie del fósil y la del hueso. Al inspeccionar el espacio de cerca dis-
ger ha recuperado huesos de al menos otros cuatro individuos, j_d]k_ŒkdfWjhŒdikf[hÐY_Wbgk[h[YehZWXWWbei[b[c[djei[i-
entre ellos una cría. Un hecho destacable, si se tiene en cuenta tructurales de la piel. En la actualidad está realizando análisis
la escasez de datos poblacionales en el registro fósil humano, a adicionales para saber si ese patrón tan extraño que ha hallado
begk[i[W‹WZ[[bcW]d‡ÐYe[ijWZeZ[Yedi[hlWY_ŒdZ[beih[i- en el cráneo del macho, así como en el mentón de la hembra y en
tos. Se han desenterrado huesos que no suelen sobrevivir a los otros huesos de antílope del yacimiento, corresponde a piel.
estragos del tiempo: una escápula del grosor de una hoja de pa- I_i[YedÐhcWbWYedi[hlWY_ŒdZ[bj[`_ZeYkj|d[e"feZh‡Wcei
pel, una delicada primera costilla, huesos de dedos del tamaño averiguar el color de la piel y la densidad y características del
Z[]k_iWdj[iolƒhj[XhWiYedWfŒÐi_iYedi[hlWZWi$OlWh_ei^k[- pelo de A. sediba. También podría conocerse la distribución de
sos de los que antes solo se disponía de fragmentos aparecen las glándulas del sudor, un dato que permitiría deducir la capa-
aquí íntegros. Antes del descubrimiento de Malapa, no se había cidad de la especie para regular la temperatura corporal, lo que
_Z[dj_ÐYWZed_d]‘dXhWpe[dj[heZ[beifh_c[hei^ec_d_dei$ Z[X_ŒZ[_dÑk_hieXh[ikWYj_l_ZWZ$7Z[c|i"bWi]b|dZkbWiikZe-
Por tanto, todas las longitudes de las extremidades utilizadas ríparas ofrecen información sobre la evolución del cerebro. La
para interpretar aspectos esenciales como la locomoción se ba- aparición de un cerebro de mayor tamaño exigiría un mecanis-
saban en estimaciones. Incluso a Lucy, el esqueleto de hominino mo que mitigara el calor del ambiente (una característica distin-
más completo que se conocía desde su descubrimiento en 1974, tiva de Homo), puesto que el cerebro es un órgano muy sensible
le falta una buena parte de brazos y piernas. En cambio, la hem- a los cambios de temperatura. Si se conserva material orgánico,
bra adulta de Malapa conserva toda una extremidad superior, Berger podría incluso obtener ADN de los restos. Hasta ahora,
desde la escápula hasta la mano. Solo le faltan algunas falanges el ADN de hominino más antiguo que se ha secuenciado tiene
distales de sus dedos y huesos del carpo, aunque Berger espera 100.000 años de antigüedad y pertenece a un neandertal. Pero
poder encontrarlos. De hecho, cree que podría hallar el resto de debido a las condiciones de conservación excepcionales en Mala-
los esqueletos cuando excave el yacimiento, ya que su equipo pa, Berger alberga la esperanza de recuperar datos genéticos de

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El escáner del cráneo del macho joven, realizado con radiación de sincrotrón, permite reconstruir con detalle el cerebro (rosa).
Aunque su tamaño apenas supera el de un chimpancé, presenta una reorganización avanzada de los lóbulos frontales.

los fósiles de A. sediba. De ser así, se podría determinar si la hem- nes de años más antiguos que los fósiles de Malapa. Según él, los
bra adulta y el macho joven fueron madre e hijo, tal y como se vestigios orgánicos podrían resultar más habituales de lo que
ha propuesto, así como su relación con los individuos restantes pensamos; simplemente, nadie los había buscado antes.
del yacimiento. Además, tal descubrimiento motivaría la bús- Otro de los aspectos que nadie había examinado en un ho-
queda de ADN en otros yacimientos y, si esta resultara fructuo- c_d_deZ[jWbWdj_]”[ZWZ[ibWfh[i[dY_WZ[iWhhe$BWikf[hÐY_[
sa, podría zanjarse el debate sobre el parentesco entre las dife- de los dientes del macho joven muestra manchas marrones os-
rentes especies de homininos. curas. Durante la preparación de los fósiles, se suelen limpiar
La conservación de restos orgánicos constituiría un hecho los dientes para poder estudiar los restos de hominino. Pero Ber-
único en la paleontología de los homininos. Y el equipo de Mala- ger pensó que esas manchas podrían corresponder al material
que los humanos de hoy eliminamos con cepillos de dientes o
CORTESÍA DE PAUL TAFFOREAU, ESRF

fWiWX[gk[fWhWYedl[dY[hWbWYeckd_ZWZY_[dj‡ÐYWd[Y[i_jW-
rá pruebas extraordinarias. Pero los primeros resultados analí- visitas al dentista. El sarro fósil proporcionaría una informa-
ticos apoyan esa hipótesis, y Berger piensa que muy probable- ción valiosa sobre la evolución de la dieta.
c[dj[bei\kjkheiWd|b_i_ibWYedÐhcWh|d$:[^[Y^e"i[^Wd Los estudios previos sobre la alimentación de los primeros
_Z[dj_ÐYWZeh[ijeieh]|d_Yeii[c[`Wdj[i[d^k[ieiZ[Z_deiWk- humanos se basan en el análisis isotópico de los dientes. Este
rios [véase «Fósiles con restos de vida», por Mary H. Schweit- indica si un animal ha consumido plantas C3 (árboles o arbus-
zer; ?ĄČûĉĊÿý÷ùÿĶĄď9ÿûĄùÿ÷, febrero de 2011], decenas de millo- tos) o plantas C4 (hierbas y gramíneas). O señala si una especie

24 INVESTIGACIÓN Y CIENCIA, junio 2012


carnívora consumía animales que a su vez comían esas plantas, ese momento, lo que podría ofrecer una información singular
o una combinación de ambos alimentos. Tales pruebas son in- sobre lo que sucede en el planeta cuando los polos magnéticos
Z_h[YjWi[_d[if[Y‡ÐYWi$;dYWcX_e"[biWhheYedij_jko[kdh[i- se intercambian.
to de la comida por sí mismo. En la actualidad, el equipo está Otros indicios tal vez ayuden a conocer mejor el modo en
[ijkZ_WdZebeiÐjeb_jeifh[i[dj[i[d[biWhhe$BeiÐjeb_jeiied que perecieron los individuos de Malapa. Los huesos fósiles de
cristales de sílice que forman los vegetales y que resultan espe- una hembra de antílope que se hallaba preñada en el momen-
Y‡ÐYeifWhWYWZWfbWdjW$;b[ijkZ_eZ[beiÐjeb_jeifk[Z[h[l[- to de morir podrían indicar la época del año en que sucumbie-
lar las plantas que un animal consumió antes de morir. De los ron los homininos con un margen de error de pocas semanas,
Wd|b_i_iZ[_iejŒfei"Ðjeb_jeiocWhYWiZ[Z[i]Wij[Z[djWh_eZ[ ya que los antílopes paren a sus crías en un corto período de
A. sediba (que permitirán saber si consumía alimentos duros o la primavera y el análisis de los huesos del feto permitiría co-
blandos en las semanas que precedieron a su muerte) se obten- nocer su tiempo de gestación. Las huellas de actividad de gu-
drá una información muy valiosa sobre su forma de subsisten- sanos y escarabajos necrófagos podrían revelar también si los
cia. Además, como se dispone de individuos con diferentes es- cuerpos de los homininos quedaron expuestos a la intemperie
tadios de desarrollo, se podrá averiguar la alimentación de las antes de ser enterrados por los sedimentos de la cueva.
crías y de los adultos. De alguna forma, el trabajo en A. sediba no ha hecho más
En un artículo de revisión publicado en Science el pasado que empezar. El pasado noviembre, en un viaje a Malapa en la
octubre, Peter S. Ungar, de la Universidad de Arkansas, y Matt primavera austral, Berger mostraba a los visitantes la tierra pe-
Sponheimer, de la Universidad de Colorado en Boulder, desta- dregosa entre el árbol donde su hijo encontró la clavícula y el
caban que los últimos estudios habían revelado una diversidad hoyo donde Berger hizo su hallazgo. Mientras descendía al hoyo,
y complejidad inesperada en la dieta de nuestros antepasados. señalaba los pequeños fragmentos de huesos que todavía aso-
Mientras que Ardipithecus ramidus, uno de los candidatos a man en las rocas a la espera de ser excavados. Los sorprendidos
ser el hominino más antiguo, consumía alimentos C3, igual que visitantes se aproximaban para ver el hueso del brazo de un in-
los chimpancés, otros homininos africanos parecían decantar- dividuo infantil, una mandíbula de un tigre de dientes de sable
se por una mezcla de C3 y C4. Según el estudio de Thure Cer- y la zona que tal vez contenga el resto del esqueleto del macho
ling, de la Universidad de Utah, y sus colaboradores, publica- joven. Solo con los restos desenterrados por los mineros y las
do hace un año en Proceedings of the National Academy of Scien- lluvias, el equipo ha reunido el mejor conjunto de fósiles de ho-
ces USA, la especie Paranthropus robustus ingería sobre todo minino que se conoce. Cuando los investigadores excaven los
alimentos C4. Se esperan con impaciencia los resultados so- aproximadamente 500 metros cuadrados del yacimiento, Ber-
bre el tipo de dieta que seguía A. sediba y si estos encajan con ][hdeZkZWZ[gk[_Z[dj_ÐYWh|dckY^eic|i\Œi_b[i$I[fh[lƒ
los datos paleoambientales de Malapa, que señalan una abun- construir una estructura que proteja el yacimiento de las incle-
dancia de pastos y de árboles. Quizás el tipo de dieta arroje luz mencias meteorológicas y que sirva como laboratorio de cam-
sobre la forma en que A. sediba utilizaba sus manos hábiles, fe$7ÐdWb[iZ[W‹ei[_d_Y_Wh|bW[nYWlWY_Œdi_ij[c|j_YWoi[
adaptadas para el empleo de instrumentos, y si sus largos bra- podrá trabajar en los depósitos no alterados por los mineros.
zos, semejantes a los de los simios, le servían para trepar y ali- Mientras tanto, en el laboratorio de la Universidad de Witwaters-
mentarse en los árboles. rand, los bloques de roca arrancados durante la explotación
aguardan ser abiertos para desvelar sus secretos. Se están rea-
LOS ÚLTIMOS MOMENTOS lizando tomografías para estudiar su contenido y descubrir fó-
Bei^ec_d_deiZ[CWbWfW^WXh‡Wdj[d_ZekdÐdWbiecXh‡e$Fe- siles de hominino, entre ellos el cráneo aún no encontrado de
siblemente una sequía les hiciera difícil abastecerse de agua. la hembra adulta.
Berger piensa que, empujados por la sed, habrían intentado des- Malapa es un yacimiento tan rico que Berger quizá dedique
cender entre 30 y 50 metros en la caverna de Malapa en busca a él el resto de su carrera. Pero también está pensando en el
de alguna fuente para beber y, al hacerlo, hallaron la muerte. próximo paso. Australopithecus sediba le ha hecho comprender
Tal vez el joven cayó primero y la hembra adulta, quizá su ma- la necesidad de obtener un mejor registro fósil. Los trabajos de
dre, trató de rescatarlo pero cayó también. Otros animales, como prospección que le llevaron a descubrir Malapa le permitieron
antílopes o cebras, alcanzaron el mismo destino y quedaron se- _Z[dj_ÐYWh[dbW9kdWZ[bW>kcWd_ZWZc|iZ[jh[_djWoWY_-
pultados junto a los homininos para la posteridad. mientos nuevos que podrían albergar fósiles de hominino. Está
Curiosamente, los datos geológicos del yacimiento indican organizando un equipo que excave los lugares más prometedo-
que la asociación fósil de Malapa se formó justo en el momen- res. Incluso tiene la vista puesta en zonas más alejadas. Otras
to en que se producía un cambio paleomagnético en la Tierra regiones de Congo y Angola poseen formaciones kársticas, se-
(una inversión en la polaridad del planeta en que se intercam- mejantes a las de la Cuna, en las que nunca se han buscado fó-
bian las posiciones de los polos norte y sur magnéticos). Esa siles de hominino. Quizás allí, en esa tierra desconocida de la
Ye_dY_Z[dY_WfbWdj[WbWYk[ij_ŒdZ[i_[b\[dŒc[de_dÑkoŒZ[ paleoantropología, podría dar con otras pistas inesperadas del
alguna manera en la muerte de estos individuos. amanecer de la humanidad que obliguen a rescribir la historia
Se sabe muy poco sobre la causa de esos cambios magnéti- de nuestros orígenes.
cos y si provocan alteraciones ambientales. Algunos geólogos
ik]_[h[dgk[^WXh‡Wd][d[hWZe[ijhW]ei[YebŒ]_YeiWbceZ_ÐYWh
el campo magnético que protege a los organismos de la radia-
ción externa o al confundir los sistemas de navegación interna PA R A S A B E R M Á S
que utilizan las aves migratorias y otros animales que se orien-
Australopithecus sediba: A new species of Homo-like australopith from South Africa. Lee
tan con el campo magnético terrestre. Malapa es uno de los po- R. Berger y otros en Science, vol. 328, págs. 195-204, 9 de abril de 2010.
cos yacimientos en el mundo que registra un cambio paleomag- En el número de Science del 9 de septiembre de 2011 se publicaron cinco artículos que estu-
nético y a la vez presenta un conjunto de fósiles de animales de dian en detalle la anatomía y la cronología de A. sediba.

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