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Parece así que todas las personas por naturaleza son injustas. Sólo son
justas por miedo al castigo de la ley o por obtener algún beneficio por ese
buen comportamiento. Si fuéramos "invisibles" a la ley como Giges con el
anillo, seríamos injustos por nuestra naturaleza: el ser humano haría el bien
hasta que «se hace invisible», y roba. Según este supuesto, la persona no
sería libre.
Platón señala que ningún hombre razonable debería querer ese anillo, pues
tiene todo lo que necesita para ser feliz y no necesita nada más. Vive en
una sociedad perfecta, en la cual todo el mundo es feliz con lo que posee. Y
si todo el mundo vive contento, ¿para qué necesita el anillo de Giges? El
tentador anillo se opone a una sociedad feliz.