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FICHA:

Hasta febrero, el tren de la economía dominicana marchaba por los rieles esperados.
Nadie imaginaba que la pandemia del COVID-19 cambiaría tan radicalmente no solo la
dinámica económica, sino también la vida social, política y cultural del país..

Para entender el impacto previsto a causa de la pandemia en la economía y sociedad


dominicana se puede tomar como punto de partida que el escenario del comercio
internacional se ha modificado. Un ejemplo de esto es que el nivel de caída del consumo
del petróleo no tiene precedente. Es un choque de la demanda por parte de la
economía, luego de haber sido sacudido por un choque que provino de la oferta,
asegura la Asociación de Industrias de la República Dominicana (AIRD).
Por otro lado, el Índice Mensual de Actividad Manufacturera (IMAM) reporta el nivel
más bajo de su historia, cuando descendió bruscamente de 55.9 en febrero 2020 a
38.2 en marzo 2020. Además, a nivel del empleo los efectos han sido dramáticos. Los
datos de la Tesorería de la Seguridad Social revelan 464,000 trabajadores menos en el
sector privado (cotizando), lo que equivale a una contracción del 29% del total. Algunos
estiman que el desempleo será cercano al 30% cuando a fines de 2019 se estimaba en un
10%, conduciendo a una reducción drástica de los ingresos de la persona y
disminuyendo la capacidad de compra de los hogares, causando un retroceso en los
niveles de pobreza monetaria y originando posibles tensiones sociales.
Uno de los efectos más preocupantes es la parálisis en cuanto a las fuentes de divisas.
El turismo y las exportaciones de zonas francas han sido seriamente afectas. Las
remesas han caído y probablemente se haya profundizado esta caída en abril. Las
exportaciones nacionales parecen las más resilientes de todas y la cadena de exportaciones
de productos nacionales es la menos vulnerable. Es bueno precisar que el 57% de todas
las divisas provienen de Estados Unidos.
La caída proyectada del PIB de Estados Unidos es de 5.9% y la de Haití, de 4.0%,
ambos mercados son clave para las exportaciones dominicanas.

Otros datos son arrojados por el Fondo Monetario Internacional que indican que antes
del COVID-19 el país proyectaba crecer 5.1%, ahora sería -1.0% (lo que significa una
caída de 6.1% en las proyecciones). La inflación bajará de 4.0% proyectado a 3.0%,
mientras que el déficit fiscal pasará de -3.7 a -6.0, y el crecimiento del crédito
descenderá de 9.7 (proyección) a 2.5%, quedando rezagado.

Es decir, hay daño de corto, mediano y largo plazo en el aparato productivo


dominicano. Por ello, el escenario indica, según la AIRD, que habrá que buscar el
equilibrio entre reactivación económica y seguridad y salud de las personas.
De acuerdo con dicha institución, la respuesta pública inicial ha ido en la dirección
correcta. El aumento en la liquidez puede ayudar en la fase de recuperación, y las
acciones del gobierno para reducir el impacto en ingresos, empleos y alimentación han
sido acertadas, pero insuficiente, especialmente en lo relativo al sector informal de la
economía.
Las actividades económicas sufrieron un fuerte freno. El turismo se paralizó en todas sus
vertientes. Continuaron las actividades productivas –en toda su cadena- que tienen que
ver con la producción de alimentos, medicinas y suministros de salud, así como toda su
cadena de valor. El resto de las empresas redujeron sus actividades o las paralizaron,
algunas acudiendo al teletrabajo –en los casos en que eran posible-. En pocas
palabras: el ritmo de la actividad económica se redujo tan drásticamente que el
Gobierno se vio precisado a intervenir con medidas de paliativo social y laboral.

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