Está en la página 1de 2

Uriel Alberto Gutiérrez Tapia

Reseña de La atracción del archivo, de Arlette Farge.

Sería redundante empezar esta reseña diciendo que esta obra se trata de
los archivos. Los archivos y aquello que los componen son el tema central del
libro, si bien debemos especificar para entrar en materia.
Farge se propone una especie de elogio de los archivos en el que se
encuentra aquello imprevisto para el historiador dentro de su profesión. Esto
imprevisto, naturalmente, son los tropiezos con los que puede toparse el
historiador una vez que accede a aquellos lugares que componen su materia
prima de trabajo. El archivo como tal no solo se encuentra determinado por sus
componentes materiales, aquello que se observa a simple vista, la inmensidad de
su tamaño, y lo amenazante que puede llegar a ser una primera vez.
Dentro del archivo, de su materialidad, y sus documentos, se encuentra
aquello que va a definir la relación del historiador con su fuente. Esto es el
contenido de los mismos documentos, que comienza desde la manera en que
están ordenados, predispuestos para su lectura hasta los hallazgos susceptibles
para el historiador.
Quizá esta lectura pueda redefinir una expresión utilizada anteriormente: el
documento histórico es la materia prima del historiador. Es dentro del archivo en el
que el historiador se encuentra por primera vez dentro de aquello que va a
estudiar, los elementos que desea desentrañar y sobre los que va a construir su
relato. La relación del historiador con el archivo es especial, pues al mismo tiempo
siente una especie de veneración hacia aquel lugar, como sabe que los
documentos y los archivos que se encuentren dentro de él deben ser sometidos a
su más voraz escrutinio.
Farge habla de su experiencia en los archivos judiciales, y de cómo estos
archivos especialmente dan una nueva perspectiva en el estudio de casos
especiales. El estudio adecuado y profundo de estos documentos echa por tierra
cualquier atisbo de reduccionismo en el estudio de la historia.
Esto se pone de manifiesto, por ejemplo, cuando la minuciosa lectura de los
expedientes judiciales revela particularidades importantes. Desde el lenguaje
empleado, el análisis de las palabras, la intencionalidad y el redescubrimiento de
lo plasmado en el papel, que pasa por el discernimiento de los entramados
culturales y políticos que dan vida tanto a la redacción de documentos como ese,
como a los casos reales que le dan vida.
De un documento jurídico pueden observarse los diversos choques
existentes entre los individuos y la racionalidad que da vida al poder judicial. Los
individuos que conforman las miles y miles de páginas de los archivos judiciales
vuelven a la vida, son rescatados del olvido una vez que el historiador establece
contacto directo con ellos y trata de dilucidar qué fue lo que les llevó a las
instancias que relatan los documentos.
A partir del estudio de esos casos reales, que la interacción convierte en
casos vivos, y muchas veces apasionados, puede uno desechar las muchas
aproximaciones de la historia que cometen generalizaciones apresuradas o se
dedican a reducir a un aspecto unilateral todo el movimiento histórico y la acción
de los seres humanos en su vida cotidiana. La complejidad de los antagonismos
sociales, de los momentos de ruptura, de las causas que llevan a acciones tanto
conscientes como inconscientes pero que pueden tanto tener un significado
histórico muy amplio, como reflejar el momento histórico en el que se vive es
observable a través del archivo.
El archivo recuerda al historiador que no sólo se encuentra ante papeles
inertes, a punto de desvanecerse como polvo, sino relatos vivos de seres
humanos reales.
Farge no ofrece una guía de consulta de archivos, o un manual para su
escrutinio, pero las líneas generales que da en el texto, así como el bello lenguaje
literario que usa en él, que mantiene al lector atento a sus observaciones, hace
que este texto sea indispensable para un primer acercamiento al contacto del
historiador con los archivos, así como un deleite para aquellos que ya están
familiarizados y desean involucrarse más en lo fascinante que resulta ser la
experiencia del historiador con su materia prima.

También podría gustarte