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EratJmo y Et!

paña 3 o3
HETERODOXOS ESPAÑOLES
EN EL XVI del oficio . Friedr ich Heer, por ejemplo, en su reciente Die
dritle Krajt (La tercera fuerza) , 1960, t r a za el camino, entre
la R eforma y l a Contrarreforma, del humanismo, cuyo repre-
sentante ca pita l, Erasmo, simboliza una constante de la vida
europea, derrot ada y resurgiendo h a sta nuestros tiempos: para
su visión de Europa Heer utiliza ampliamente los documentos
y conceptos de Bataillon. ¿Será quimérico el esperar que la
nueva generación, apasionada por el ecumenismo y la paz, lea
con interés esta presentación del gran irenista y lucha dor por la
reconciliación del cristianismo dividi do?
Los estudios La tesis de Bataillon no fue mero vencimiento de un obs-
táculo o condición para subir los p elda ñ os del curtJutJ honorum.
sobre Erasmo , Fue vivida en años errantes de estancia en la Península, de
cont acto con sus minorías selectas, de f a milia ridad con su
cultura, e ntre un comentario de Galdós y una t raducción de
de M arcel B ataillon En torno al catJticitJmo, de Unamuno. A la experiencia española
se sumó la de Portugal, estupendo mirador, donde profesó
cuat ro años y descubrió ~¿qué mejor escondite para los
libros prohibidos que las bibliotecas conventuales?~ entre los
TREINTA años se han cumplido desde que, en me.d io de nuestra fondos claustrales de la Biblioteca Nacional el ejemplar único,
contienda y en vísperas de la guerra mund1al, se publicó milagrosamente salvado, del Diálogo de doctrina critJtiana, de Juan
en París esta memorable contribución a la historia religiosa y de V aldés (Alcalá , 162g), exponente del erasmismo temprano
cultural de la España del siglo xvr. La suerte, o quizá las afi- teñido de iluminismo. El facsímil salió precedido de una intro-
nidades electivas, le han d epara do un traductor excepcional: ducción de doscientas páginas donde estudió los orígenes y
Antonio Alatorre, humanista y crítico literario que la traspasó primeros pasos del movimiento. Un segundo anticipo y primicia
a nuestra lengua en prosa ceñida y pulcra, con exigente rigor de su obra definitiva, lo ofreció en el prólogo al Enquiridión o
que continuamente se remonta a los originales latinos y caste- Manual del caballero critJtiano, versión del Arcediano del Alcor
llanos; con afán de perfección, que, según afirma el autor en edit ada y anotada en 1932 por Dáma so Alonso . Entre estos
su prólogo, le convierte en colaborador. Agotada la primera dos ensa yos surgió el descubrimiento de que A lonso de V aldés
edición mejicana aparecida en 19So, el Fondo de Cultura nos era el autor del Diálogo de Mercurio y Carón, que permitió dis-
brinda, en un tomo manual y manejable a pesar de sus mil criminar las semblanzas literarias de los dos gemelos Juan y
páginas y sus ilustraciones, la segunda edición verdaderamente Alonso, más parecidos en la carne que en l a manera estilística
corregida y aumentada. Si bien el tex to ~salvo ligeros retoques y la creación literaria. No se contentó con la riqueza informa-
y un apéndice nuevamente escrito sobre la fortuna de Erasmo tiva ni adoptó la teoría del ladrillo que incita a amontonar
en América~ no ha variado, las notas recogen y a veces dis- piedras para un futuro constructor. Fue ca ntero y arquitecto,
cuten las pesquisas que cerca de veinte años han ido acumulando alzó el edificio sólido de la familia era smista. Para ello tuvo
en torno al tema central y sus ramificaciones 1. que recorrer archiv os, rastrear libros fugitivos, compilar bio-
Desde un principio fue aclamada como obra excepcional grafías incontables, ser el Plutarco de medianías que cruzan
por críticos de campos tan opuestos como el P. Vicente Beltrán de paso el escenario, sirviendo abnegadamente a futuros estu-
de Heredia, historiador de la escolástica salmantina, y por diosos y sabiendo, a la vez, elevarse del hondón del documento
Lucien Febvre, cabeza de la afamada escuela francesa de a la cima de la generalización. Algún francés lamentó su renun-
historia sociológica. Aunque nada envejece tan deprisa como la cia al color local, su escasa insistencia en la s cosas de España.
obra histórica, esta no h a perdido su vigencia entre las gentes Los españoles le agradecemos esa sobriedad que descuidando
3 o5

Pelay~ -i~posi.ble ~nfrentarse con el pasado sin topar con él-


lo pintoresco va a lo esencial y rehúsa el r emendar su telón
en su ¡uveml !ftt!lorta de LotJ heterodoxo,¡ et!pañoLetJ ma ntuvo que el
de fondo con retazos chillones. Actitud natural en un libro
Eras~o esenCI~l para España fue el literato, sa tírico ingenioso,
que se propone insertar la c~ltura nacional dent~o ~e los movi-
polemista ternble que combate y ridiculiza el monacato, las
mientos europeos. Pero qmen busque, no de¡ara de hallar
ceremonias y, en último término, la misma Iglesia: el autor
toques animados que interrumpen la austerida~ superficial.
del Encomio de La Locura y los CoLoquiotJ 2.
Encontrará a Bernardino de T ovar paseando y disputa ndo con
Para Bataillon, en cambio, la frialdad casi hostil de Erasmo
un clérigo cerril por los viñedos de San Martín; a Juan de
hacia las prácticas piadosas, el cult o exterior, las órdenes
V crgara colérico y poco sufridor de necios; a Juan de V aldés
men.di~antes, .co~s~tuye únicamente el reverso de su phiLotJophia
apeándose de sus cumbres espirituale~ l?ar~ ir a la ~aza de
ChrttJlt. Su cnshamsmo profundo se deslinda como cristianismo
chistes sobre los frailes. Y otros mil mCidentes cur10sos y
inte.rior, pi:~ismo radical en que la función de los gestos y
significativos. acciOnes VISibles -buenas para niños y principiantes- es
Las usanzas de la tesis doctoral francesa exigen un desplie-
conducir a lo invisible. Lo exterior es asimilado a la carne lo
gue de erudición que muestre cómo el doctorando ha escudriñado
los últimos rincones de su asunto. Nuestro autor, acatando esa int er.ior al espíritu, repite cien veces con San Pablo, su ~uía
predilecto . Monacato y ceremonias no son la piedad, si con ello
penosa servidumbre, ha confesado en el prólogo que •la erudi-
nos contentamos sin pasar adelante. Todo puede ser materia
ción impone a la historia lentitudes insoportables» . En él,
como en todo auténtico historiador, alienta un ideal artístico de piedad, si -conforme a la regla 6 del Enquiridión- avan-
reñido con las pausas morosas, con las minucias que impone l a zamos de ~a.s co~as visibles a las invisibles, del cuerpo al espíritu.
Esta espintuahdad que reclamaba del creyente una íntima
comprobación de los hechos. Una fórmula ~'e concili~c~ón, la
participación y no se contentaba con l a cáscara de los ritos y
preferida por Bataillon, es relegar al rodapie de la pagma los
rezos, fascinó a una escogida minoría que la propagó con ardor.
testimonios crudos, las noticias marginales -que, por otro
lado, encierran una mina para el estudioso- y alzar a lo alto Es la espiritualidad del Enquiridión no la s gracias festivas de
la Locura . Aunque, como explicaba Erasmo en su carta apolo-
de la página la historia elaborad~, la conex:ión y ritmo d.e los
gét ica a Martin van Dorp, la irónica Moria, bajo apariencias
acontecimientos, filtrando y canahzando la riada de matenales.
La doble familiaridad con la obra de Erasmo y las letras espa- diferentes, no dice otra cosa que el Enquiridión. Este concepto
de un erasmismo positivo, no únicamente negativo y satírico,
ñolas va completada por otras maestrías: d~sde. la capac.i~~d
de enmendar un texto latino hasta la perspicacia y erudicion guía las indagaciones e interpretaciones de nuestro autor.
para entroncar una idea o situarla en su coyuntura política. Por ello niega el erasmismo del LazariLLo de TormetJ, aunque
Los documentos heteróclitos, vinculados por una mente aguda, Morel-Fatio lo haya sugerido , Menéndez Pel ayo lo haya
desembocan en una cristalina exposición. La ciencia se apro- afir mado en su mentada palinodia (<<la novela picaresca, género
tan índigena y propio nuestro, fue penetrada de erasmismo, a lo
xima al arte. menos en el LazariLLo de TormetJ>>), y tenga abundantes partidarios
La ordenación y estructuración obedece no a criterios exter-
nos, sino a pocos conceptos básicos claros y precisos. Dos me modernos. Bataillon, que tanto ganaría incorporando a su tesis
parecen dominantes: que el ~rasmo de los es~a.ñoles no fue ~1
est e genial narrador, argumenta que el anticlericalismo del
LazariLLo nada tiene que ver con el erasmismo, el cual repro-
irónico y corrosivo, sino el mtensamente rehg10so del Enqut·
ridión,· que el erasmismo se ingiere en las corrientes españo:~s
chaba a los clérigos no tanto su mal vivir como su mal creer.
·Si supiéramos que el autor era un erasmista, habría que con-
del alumbradismo que le precede, y en la hora de la persec~c10n
cluir que lo oculta muy bien, porque silencia el lado positivo,
continúa alimentando el misticismo que le acompaña Y sigue.
la oposición del espíritu a las ceremonias, del alma al hábito>>
Desarrollaré estos dos puntos. (p. 61~). Muy otro es el caso de Juan M aldonado, el ingenioso
Erasmo fue, no ya un <<horno duplex>> o doblado, como le
zahería Lutero, sino un Proteo de múltiples facetas: defensor humamsta burgalés que, en su coloquio ErmitañotJ, engarza
de un estilo de piedad, restaurador de las letras humanas, autobiografías que evocan la novela picaresca, el Guzmán más
renovador de la exégesis bíblica, rey de las escuelas. Menéndez que el LazariLLo. Si allí Alfonso critica a los eclesiásticos es,
3o6 Eugenio AtJentJio E ra<Jmo y Eópaña 3o7

no por sus malas costumbres, sino por su despego del espíritu. desde Toledo a Cuenca, servirán de escenario para las primeras
<<Aquí se entrevé lo que habrían podido ser ciertos capítulos batallas en torno a Erasmo.
del Lazarillo, si su autor hubiese sido erasmista• (p. 648). Imposible resumir casi un millar de páginas sustanciosas,
El erasmismo medra «sumergido en el seno de un movimiento preparadas por quince años de p esquisas y respaldadas por una
espiritual más vasto; el de los alumbrados, dejados y perfectos •. bibliografía que a barca 1.341 números. Intentaremos, con todo,
Del contacto salen ambos robustecidos. Los alumbrados, señalar los hitos cronológicos, los temas esenciales, la vitalidad
carentes de doctrina clara, partidarios de una religión inspirada compleja de una revolución espiritual que no logra triunfar
y personal, adoptan como libro de cabecera el E_n~u_i;idión, que ni se resigna a morir. Simplificando para lectores apresurados
ya andaba impreso en español en 1626. El Enqutrtdwn, además las sinuosidades y altibajos del camino, podríamos distinguir
de solidificar nociones fluidas y mal formuladas que corrían t res períodos . El primero va desde 1616, fecha de la primera
en sus conventículos, les brindaba un puente con las inquietudes versión espa ñola, de la primera cita de su nombre entre nosotros
religiosas de Europa. A la propaganda oral, susurrada, sucedía y de la entronización de Carlos V, hasta 1536, año en que muere
la voz potente de un libro famoso que andaba en miles de ejem- Erasmo y sufren persecuciones los más apasionados erasmistas:
plares, que gozaba de inmenso prestigio y expresaba coheren- es un período batallador en que los partidarios, escudados tras
temente lo que antes atisbaban pocos inspirados . Sin duda no el nombre del Emperador y la protección de altas jerarquías
conviene extremar las semejanzas . Pero en lo negativo como en eclesiásticas, traban combate en campo abierto y desafían la
lo positivo es innegable la coincidencia de ciertos principios. oposición de los mendicantes, exaltando la religiosidad del
También los alumbrados abogaban por un cristianismo interio- espíritu. El segundo período va de 1536 ha sta 1556, data de la
rizado, menospreciaban los ritos y hasta los gestos externos abdicación del Emperador y de la última impresión de Erasmo
que llamaban despectivamente <<jugar del cuerpo>>; también en castellano y en España (Enquiridión, Juan Ferrer, Toledo),
cultivaban la lectura de la Biblia y comentaban a San Pablo . o si se quiere, hasta 1669, año en que Fernando de Valdés, el
La facilidad con que un alumbrado se pasaba al erasmismo S upremo Inquisidor, publica su devastador Indice prohibitorio,
está probada por los casos ejemplares de María de Cazalla y Felipe II regresa a España : es un tiempo de erasmismo adap-
y Juan de V aldés, Bataillon penetra y des~ribe la cont~nuidad tado a las circunstancias españolas, lleno de cautelas y discre-
entre la espiritualidad anterior a 1616, dommada por C1sneros, ciones, que pone en el centro de sus meditaciones, más que el
y la nueva espiritualidad diseminada por Erasm? . La _rieda.d menosprecio de las ceremonias y la sublimación del espíritu,
de la que podemos llamar Prerreforma española hene, s1n sahr el problema de la justificación por la fe y del beneficio de Cristo .
del marco ortodoxo, rasgos comunes con los alumbrados y aun El último período de erasmismo soterrado, que no osa confesar
los luteranos. su nombre, se prolonga hasta fray Luis de León y Cervantes.
Cisneros une la energía clarividente del político nato con Se abre la historia con la invitación apremiante que Cis-
los arrebatos del místico. Sabe vencer obstáculos, levantar y neros hace a Erasmo para que venga a España a colaborar en
organizar ejércitos, hacer brotar, en un suelo poco propicio, las la Biblia Políglota, y con la fulminante traducción de uno de
milagrosas plantas de la Universidad y la Biblia complutense. sus opúsculos. Se trata de la versión del Sermón del niño jeJÚd
Y al mismo tiempo difunde una piedad iluminada, ampara a hecha por Diego de Alcocer y dada a luz por las prensas de
beatas con prurito de pronosticar, a alucinados visionarios que Jacobo Cromberger en Sevilla, en 1616, poco después de la
profetizan el fin de los tiempos. Como Raimundo Lulio, a qu~en pr oclamación de Carlos l. Bataillon reproduce la portada
admira, encarna las fuerzas contrastantes del contemplativo sacándola del ejemplar único que posee el Marqués de Morbecq,
y del hombre de acción. Lo mismo costea para uso de aldeanos heredero de la pasión por los bellos libros, y de parte de la
labradores la Agricultura de Gabriel Alonso de Herrera que biblioteca del Duque de T'Serclaes. La traducción de Alcocer
imprime manuales de piedad exaltada para las monjas. Bataillon se adelante a todas las traducciones europeas de Erasmo, pero,
nos hace seguir paso a paso la senda erizada de dificultades que como suele decirse, una golondrina no hace verano. La pleamar
recorrió para fundar la Universidad y dar cima a la Políglota, del erasmismo corresponde a los años que van desde 1626,
desmontando y concretando el «milagro>> , Alcalá y su comarca, en que la versión del Enquiridión logra un sorprendente éxito
3o8 Eugenio Aaendio Eraamo y Eapaña 3o9

editorial y provoca un surco de polémicas, hasta 1628-163 2, Juan de V ergara, guiándonos por los tortuosos senderos del
en que los editores españoles osan lanzar al mercado las ver- procedimiento, nos hace sentir, mejor que declamatorias pon-
siones de los Coloquioa, la obra más explosiva del ~olandés que deraciones, las torturas mentales del acusado que manotea
une el evangelismo fervoroso con la ligereza irónica y la libertad contra invisibles testigos hostiles por un lado, y por el otro la
del diálogo. En aquellos días el movimiento está unificado en prepotencia del tribunal inquisitorial que, mediante intermina-
torno a Alcalá, su foco intelectual, y la corte, donde Alfonso bles demoras, va minando la resistencia del preso. Ningún
de V aldés y el canciller Gattinara ayudan a la na ve del eras- tormento tan eficaz como la angustia de la espera.
mismo a sortear los escollos. Dispone incluso de un editor Erasmo, a pesar de su esfuerzo para marcar la distancia,
entusiasta, el navarro Miguel de Eguía, el cual obtiene del cada vez mayor, que le separa de los protestantes, no puede
Emperador, a 31 de marzo de 1626, licencia y facultad para sacudirse de los hombros la condena de haber preparado el
imprimir con exclusividad y por espacio de ocho años ciertas terreno a Lutero. El dictamen de la Sorbona sirve de arma a los
obras de Erasmo; entre ellas, fuera del De copia que los precepto- suspicaces inquisidores para ir dispersando, silenciando y empa-
res de retórica reclaman, las publicaciones más recientes y de pelando a los más fervorosos seguidores de Erasmo. Cuando
más intenso evangelismo: las paráfrasis de los cuatro evangelios éste muere en 1536, el Arcediano del Alcor consignará en su
y de las epístolas de San Pablo, el Pater Noater o Precatio domini- libro de apuntes ~Silva Palentina, de Fernández de Madrid,
ca, el De libero arbitrario en que se había enfrentado a Lutero, el Palencia, 1932, tomo II, p. 198~ como cosa del pasado el
Enquiridión s. Y, sobre todo, el movimiento cuenta con. ~lumas que •en su tiempo no se habla ba en otra cosa sino en quáles
excelentes, con personalidades dotadas de cultura rehg10sa y eran erasmistas y quáles antierasmistas, conviene a saber,
literaria que saben prolongar y aplicar las ideas del maestro a la amigos o enemigos de Erasmo, y aun acá en España hubo sobre
coyuntura española: me refiero, principalmente, a los gemelos esto no pocas disputas>>.
V aldés que deben una deuda especial a los estudios de Bataillon. Menéndez Pelayo, tras la prohibición de los Coloquioa (1536)
A partir de 1533 tormenta tras tormenta va desarbolando el y la muerte de Alonso Manrique, se inclina a dar por muerto el
barco del erasmismo. La muerte de Alonso de Valdés (1533), erasmismo religioso, asegurando en la Hiatoria de lod heterodoxod
la del primado Fonseca (1634), la desgracia temporal de Alonso (tomo III, p. 120 de la Edición Nacional de 1947) que •sólo
Manrique el Inquisidor, le van dejando a merced de sus pode- encontramos afición a Erasmo en alguno que otro humanista>> .
roso enemigos. El proceso de Juan de V ergara de 1533 a 1535 Los muertos que vos matáis... La llama latente del erasmismo
muestra cómo en la clásica imagen, favorita de aquel tiempo, se reaviva cuando la situación europea parece poner al alcance
que exhibe al monarca ascendiendo y descend~endo po~ 1;- rueda de la mano la conciliación con las iglesias reformadas. Se
de la fortuna, el erasmismo ha pasado del Retno al Retne. cuenta con Erasmo como con un puente que une las dos orillas,
Son estos capítulos que describen el flujo y reflujo del movi- la católica y la protestante. Italia, a la muerte de Erasmo, se
miento entre 1626 y 1536 ~subida de la marea, pleamar de pone inesperadamente a erasmizar, movida del mismo impulso .
1626 a 1532, descenso de las aguas~ los más bellos y apurados. El papa Paulo III otorga la púrpura cardenalicia a un pelotón
El autor sabe mezclar los hilos de la política con los del pensa- de fervorosos erasmianos: Gasparo Contarini, el inglés Reginald
miento, pasar de las peripecias externas de la revolución espi- Pole, Giovanni Morone, a los que acompañan en el ideal irénico
ritual al análisis de las obras de Erasmo que la provocaron, otros menos encumbrados. Los numerosos españoles que van y
y al de las españolas que la abrazaron, o la comba~eron con vienen de Italia, y los teólogos que, como Carranza, asisten a
furia casi igual a la que empleaban contra el luteramsmo. Sus las primeras sesiones (1646-1647) del luego interrumpido Con-
sinopsis del Enquiridión, de la Paracleaia y de otros textos del cilio de Trento, entran en contacto y simpatizan a veces con la
maestro, sus resúmenes, trufados con citas abundantes, de los tendencia nueva: nueva porque en ella, junto a la herencia del
escritos más elocuentes del erasmismo españ,ol, no han sido, Enquiridión, domina el tema del beneficio de Cristo, de la fe
me parece, igualados. Cumplen a maravilla la tarea de mediar justificante y su relación con las obras, tema que desde Lutero
entre la obra difícil, lejana de nuestro mundo, y el lector mal hasta hoy ha sido obsesivo para los teólogos protestantes.
preparado para interpretarla. La descripción del proceso de Este grupo está estrechamente ligado a Juan de V aldés, mirado
Eugenio Ádendio E radmo y Edpaña 311

como maestro por un cerco de fervorosos y selectos amigos, tinta de la propagada en tanto Árd moriendi medieval. A este
con quienes conversa sobre la unidad de la fe y la caridad, sobre último le da una poderosa resonancia en su .dgonla del trándito
la razón iluminada interiormente por Dios, y otros motivos de La muerte ( 1537) el humanista toledano Alejo de V enegas,
de su sistema espiritual ya casi independiente del erasmismo. cuya obra maestra, las Diferenciad de Librad que ay en el uniPerdo
Hacia 1643 reflorecen en España, particularmente en Sevilla, (1S4o) aguarda todavía quien la tase en lo que vale como
las ediciones de Erasmo, y al lado de ellas, más o menos impreg. interpretación racional del mundo. Una muestra de cómo el
nadas de su espíritu, brotan numerosas doctrinas cristianas erasmismo empieza a soterrarse es la que nos ofrece Luis de
extensas y de nuevo cuño. Constantino Ponce de la Fuente Granada. En su Gula de pecadored y en su Libro de La oración se
escribirá las dos más famosas: una de ellas, pasando el mar, filtran las savias del siempre lozano Enquiridión . Pero Granada,
servirá al arzobispo de México Zumárraga para sus cristianos en vez de autorizarse con el nombre de Erasmo, le llama apenas
indios y españoles. Mérito de Bataillon es el haber mostrado las «Un doctor», como ha mostrado Dámaso Alonso recientemente .
afinidades de la fermentación espiritual sevillana con la italiana, Gracias, en parte, a la frecuentación del humanista holan-
subrayando cómo los límites borrosos de la ortodoxia católica dés, la literatura de piedad supera la torpeza estilística del
de entonces permitían toda suerte de contactos entre hombres tiempo de los Reyes Católicos y la neutralidad expresiva del
cuya última meta era muy diferente . Carecemos de una do- Abecedario de Francisco de Osuna. En cuanto a la profana,
cumentación que deslinde la intención ortodoxa y heterodoxa. aprende en su escuela el uso del diálogo fantástico y satírico
Han perecido incontables testimonios, entre ellos el tratado que roza con la comedia y la novela. De esta literatura, la
De la judtificación del hombre por la gracia que se publicó en I55o creación más compleja y refinada -que Bataillon ha devuelto
en Sevilla. Constantino, considerado posteriormente como a ~u. casi seguro autor el segoviano Andrés de Laguna~ es el
redomado heresiarca, si juzgamos por su obra y no por su leyenda, Vta¡e de Turquía, al que llama la «Odisea del erasmismo»
no cruzó las fronteras de la ortodoxia. El movimiento sevillano y a su autor un Rabelais castellano más sobrio y austero:
y andaluz nos es mal conocido, no únicamente por la falta de Laguna revive y hace dialogar a las puertas de Valladolid
los papeles inquisitoriales extraviados en el siglo XIX ~de vez tres sabrosos personajes folklóricos: Pedro de Urdemalas, Juan
en cuando corren rumores de la aparición de un nido de proce- de Voto a Dios el judío errante, y Mátalas callando. Urdemalas
sos~, sino por no habernos percatado del lugar señero que describe sus extrañas aventuras en Italia y la cautividad de
merecía Juan de Avila, el Apóstol de Andalucía. El P. Sala los turcos, sus andanzas por islas y conventos griegos, juzgando
Balust empezó, desde los cimientos, el estudio de este hermano el espectáculo de la vida y sociedad por donde pasa, con la
de raza e «intrépido imitador de S. Pablo», místico y organiza- reformadora ironía y la humanidad tolerante de un discípulo
dor que, a la par que removía las almas con su palabra, lograba del autor de la .Moria. Su relato, animado por los comentarios
hacer gravitar en torno suyo aristócratas piadosos, clérigos de sus dos compinches, es «la obra maestra de la literatura
conversos que S . Ignacio, por temor a que llamasen a los jesuítas dialogada que tiene como fuente el coloquio erasmiano». A ilus-
sinagoga o algo parecido, no osó admitir en masa en la naciente tarla y a situarla entre los cimelios de nuestras letras ha consa-
Compañía: la muerte cortó esta investigación incompleta. grado el autor más tarde luminosos y eruditos trabajos que
Bataillon, en su prólogo de 19So, estima que la laguna de Juan desembocarán -así lo esperamos- en una edición prometida.
de Avila es la más grave de su obra. Paulo IV, tan enemigo de España como de Erasmo intenta
En cambio ha indagado sagazmente el rico corpus de lite- e~i~inar a éste del horizonte de la espiritualidad católica, pro-
ratura que lleva la marca de Erasmo durante estos veinte años. htbtendo su obra entera. Menos extremoso el Inquisidor español
El erasmismo, menos polémico y agresivo, aliado a veces con V aldés en su Catalogud Librorum qui probibenlur se limita a vedar
otras fuerzas, impregna escritos tanto profanos como espiritua- lo más radical de sus escritos latinos y casi todas las versiones
les. En el campo espiritual campean dos temas obsesivos, que españolas. En cambio arrasa y tala lo más granado de las obras
corresponden a dos de los opúsculos tardíos de Erasmo: el de piedad en castellano, desde Juan de Avila y Francisco de
.Modud orandi y la Praeparatio ad mortem. Son los temas de la Borja hasta Luis de Granada. Solo por olvido escapa algún
oración mental y de la preparación para la muerte, muy dis- espiritual levemente teñido de erasmismo, como Bernardino
de Riberol, autor de Contra la ambición y codicia dedordenada y en que la estela del Enquiridión se percibe con mayor claridad.
alabanzad de La pobreza (Sevilla, 1556) -no mencionado por En cuanto a Cervantes, por el mismo género novelesco que cul-
Bataillon- que deplora los daños y corrupción que ha traído tiva, el rastreo es más peliagudo. Bataillon le considera como
la riqueza indiana. La prisión y proceso del arzobi spo de <<el último heredero del espíritu erasmiano en la literatura espa-
Toledo Bartolomé de Carranza -detenido en Torrel aguna ñola, pese a la profunda diferencia de tono >>, Los elementos
el 22 de agosto de 1669 durante una visita pastoral- inicia la estarían diseminados, <<diluidos en sus libros, como unos pocos
m ás gigantesca caza a la herejía que se ha conocido. Los sabuesos granos de sal y pimienta en un plato copioso >>, Se apoya para
de l a fe -una imagen que tradicionalmente se usaba en elogio su teoría, no en máximas y anécdotas v olanderas, tomadas quizá
de l os inquisidores- azuzados por V aldés, descubren en las de las compilaciones de Adagiod y ApotegmaJ del huma nista
páginas de los Comentariod ... dobre el catechidmo chridtiano (Ambe- holandés, pero cuya fuente inmediata es imposible afianzar;
res, 1668) y unos pocos manuscritos confiscados la friolera de no en la presunta asociación de Don Quijote con el Encomio de La
2.199 proposiciones heréticas o sospechosas de herejía, que Locura mediante el motivo de la sabiduría en la bo ca del loco
algunos simplificadores consiguen rebajar a 1.667 4 • Los cen- asociación que muchos postula n, aunque el espíritu de l a s do~
sores condenan un vocabulario que entronca con San Pablo obras sea tan desemejante; sino en la cualidad de su humanismo
por la sencilla razón de parecerse al de los luteranos o iilum- y su actitud religiosa. Se apoya en ciertas sonrisas suavemente
brados. Se trata de ahondar el foso que separa a los hermanos irreverentes ante la devoción ceremoniática, en e cos apagados
disidentes, abandonando la discusión de problemas hondamente del /lfonachatuJ non eJt pielaó, en su pintura de una especie de
cristianos y subrayando todo cuanto singulariza al catolicismo, santidad laica y cotidiana encarnada por don Diego de Miranda,
a unque sea enteramente marginal. En estas condiciones no y en otros menudos múltiples pormenores que le empujan a
había lugar para el erasmismo irénico, subrayador de lo que afirmar: << Si España no hubiera pasado por el erasmismo, no
une y no de lo que aleja . nos habría dado Don Quijote» (p . 8o5).
Con todo, inhumado como la simiente, interiorizado como Corre por el mundo la idea de que las obras perfectas son
la savia, sigue alentando en las letras profanas y hasta en las estériles y las imperfectas fecundas. Pero ¿dónde está la
sagradas. Algo del espíritu erasmiano se infiltró en la época historia perfecta, redonda como el universo de los eleatas?
de los Felipes, directamente en la memoria, u oblicuamente La más valiosa y acabada abrirá caminos que no sigue hasta
en los que lo cambatían. Todo vencedor aprende en l a escuela el fin, interrumpirá, por secundarios u oscuros, argumentos ape-
del adversario. Los teólogos escolásticos, las órdenes mendi- nas esbozados, sostendrá opiniones polémicas y en litigio.
cantes, para no parecerse a la perversa semblanza que de ellos Cuanto mayor sea su riqueza informativa y el alcance de su
traza el enemigo, procuran reformarse, asimilan el humanismo, her menéutica, sugerirá más continuaciones tentadoras . En nues-
se afanan por espiritualizar la carne de l as ceremonias, por tro libro, el problema que ha suscitado mayor volumen de pes-
convertir al cu erpo no en mero testimonio - como escribía quisas y mayores apasionamientos, es el de los cristianos nuevos .
Juan de Valdés - , sino en resorte y despertador del a lma . Sin buscarlo, se le impuso. En las páginas finales de 1937,
Bien dice Bataillon que la Contrarreforma española ha sido recapitulando numerosas experiencias y casos documentados en
moldeada en sus controversias con el erasmismo. Entre otros el curso de la obra, concluía: << Los cristianos nuevos venidos
ejemplos menores propone como más o menos vitalizadas por del judaísmo constituyeron un terreno de elección para las
la Philoóophia ChriJti dos obras excelsas: el Quijote y Loó nombred nuevas tendencias morales y místicas que la r evolución espi~itual
de CriJto. del siglo XVI oponía al formalismo ceremonial. .. Una porción
En cuanto a Luis de León, su biblismo que interpreta la selecta de clérigos de origen judío estaba luchando ardiente-
escritura a la luz de las Santos Padres y la lingüística, su con- mente con Erasmo en contra del judaidmo de las ceremonias,
dena de la mera exterioridad y su exaltació'n de un cristianismo Y predicando la libertad cristiana.» Una oleada de estudios de
del espíritu parecen ligados a la pervivencia de pensamientos valor desigual, casi siempre mal avenidos con el rigor metódico
erasmianos. Tal opinión ha sido corroborada por el P. Beltrán Y la investigación paciente, han demostrado la fecundidad a la
de Heredia, el cual exhumó una obrita juvenil de fray Luis vez que los riesgos de estas indagaciones. Riesgos inherentes al
21
Eugenio Aaefl4io Eraamo y E apaña

desborde imaginativo con que, sin bases sólidas, se anticipan impreso en castellano- la imagen paulina del cuerpo místico,
deducciones hijas del deseo. Con peligro de incurrir en el mismo predilecta de Erasmo y sus discípulos españoles, que Guzmán
pecado, quiero insinuar tímidamente una de las causas porque de Alfarache, en nombre de los pícaros, invocaría para recordar
los conversos se lanzaron a la lucha contra las ceremonias y el su igualdad sustancial con los demás miembros de la Iglesia
sobreprecio de las obras de devoción, alistándose entre los de Cristo . El Lucero no desarrolla el aspecto social, sino la
defensores de la justificación por la fe y de la religiosidad ins- participación de todos los cristianos en la pasión y virtudes de
pirada. C r isto, su cabeza.
El Lucero de La vida criatiana, de Pedro Ximénez de Pré:x:ano Cuando un libro importante sigue una avenida central
( 1 4g3) es, sin duda, la más ambiciosa exposición de las creencias orillada de sendas laterales, no faltan críticos o admiradores
cristianas que se compuso en castellano y para uso de castellanos que lamentan su derechura. El autor debería haber ampliado
durante el reinado de Fernando e Isabel. Tuvo, hasta su pro- materias marginales por las que pasa rápidamente, en suma,
hibición en 166g, más ediciones que cualquier obra española de debería haber escrito un libro diferente. Así Lucien Febv re,
piedad entre la toma de Granada y la abdicación de C a rlos V. el e minente historiador, deploraba que Bataillon no expusiese
Garcilaso de la Vega la poseía en su corta biblioteca toledana, el problema de las estructuras sociales sostenedoras del eras-
y Diego de Uceda, el erasmista laico procesado en 1628, la mismo, ni se pregunta se, por ejemplo, en qué medida la economía
mentaba para respaldar la antigüedad de las doctrinas que le condicionaba la meditación religiosa y la oración mental. Es
censuraban como nuevas . Es, no cabe duda, un libro medieval imp osible satisfacer tan extremas exigencias sin perder el sen-
pródigo en milagros apócrifos tomados de la guía de Tierra tido de dirección y la justa proporción: es imposible coordinar
Santa, no exento de aquellas cuestiones tan sutiles como un libro inteligente sin renuncia a otros posibles y tentadores.
ociosas que indignaban a Erasmo y sus discípulos, verbigracia, Por eso no echaré en cara a nuestro a utor el que haya omi-
si habrá ma chos y hembras entre los resucitados y si sentirán tido casi enteramente el tema de Erasmo pedagogo , maestro
vergüenza de contemplarse desnudos. Pero fue concebido para de escolares y productor de los más influyentes textos de huma- 1

la situación española, para adoctrinar a los cristianos, cuya nidades de la época, para concentrarse sobre el Erasmo maestro 1
1

ignorancia de su religión contrastaba con la instrucción que de piedad y espiritualidad. Ni le censuraré el que -intencional- 1

moros y judíos tenían de la suya. El Lucero se encara a menudo


con los judíos, discute ampliamente l a ley de Moisés, arremete
mente o por impedimentos bibliográficos- nos haya dejado algo
que espigar. Voy, a título de homenaje, a exponer dos intere- ~1
1111

contra los preceptos ceremoniales que da por caducados, afirma santes casos de influencia erasmiana no mencionados en sus
que en la ley de gracia <<no avían de ser justificados e salv os los páginas. El primero constituye la más antigua imitación de
hombres por sus propias obras ... más por la fe del salvador•
(capítulo 13o), mientras que la ley de Moisés << no podía justi-
Era smo, y por añadidura del Erasmo osado, que yo conozco.
El segundo, ejemplifica el hondo surco que dejó en la enseñanza,
1
ficar salvo por obras, porque no contenía en sí sa~vo prece_Ptos mostrando cómo la más vieja retórica en castellano ha entrado
e prohibiciones. Pero la fe justifica por la gra c1a de Dws•. a saco en el almacén de Erasmo, ya extractando, ya modificando
Y ahora cabe legítimamente inferir: si el libro más difundido a l a callada, ya adaptando a las necesidades nacionales y sus-
de la piedad española, vocero de la común mentalidad, repro- tituyendo el canon de escritores latinos r ecomendado en Erasmo,
chaba a los judíos sus ceremonias y su confianza en las obras, por un canon de autores castellanos dignos de ser imitados .
¿qué cosa más puesta en razón que el que los cristianos. nuevos, Juan de J offre publicó en Valencia un poema del humanista
para señalar su distanciamiento del ~asado y .su. a~hes1ón ,a.la H ernán López de Yanguas, el año 16 21, bajo el título de
fe cristiana, atacasen lo que se estimaba distmhvo y hp1co Triumphoa de Locura. Aunque Fernando Colón poseyese y des-
del judaísmo, es decir, las ceremonias y las obras, exagerando cribiese esta tirada -de la que guarda ejemplar un bibliófilo
con fervor de neófitos los rasgos definitorios ae su nueva cren- barcelonés-, la única asequible al público era una tardía, de
cia? Antes de separarme del Lucero, deseo anotar un curioso hacia 153o, en posesión del British Museum. Esta reedición,
pormenor que lo liga a la literatura erasmia na. El capítulo 87 que ha sido reproducida en facsímil por el benemérito Antonio
contiene -acaso con prioridad a cualquier tex to redactado e Pér ez Gómez en el tomo Cuatro obrad del bachiller Hernán López
Eugenio A.;en.;io E ra.;mo y E .;paña

de Yangua.; (Cieza, 196o), lleva en la portada u~a bella xilo- taba. Inútil seguir: bien claro está que se trata de una imitación
grafía que ha inducido en error a algún estudwso español. del Elogio. El preceptor ambulante, el ripioso coplero, el medio-
Representa una banda de locos y locas embarcándose para cre dramaturgo se ha anticipado a todos en seguir y castellanizar
Narragonia (tierra de los Narren o locos) en un': nave y tiene a Erasmo.
como figura principal una dama ~tal vez Vamdad~ que se Los libros pedagógicos de Erasmo fueron, o directamente o a
remira en un espejo. Quien no tuviese a mano a Erasmo, pen- través de compendios y adaptaciones, frecuentados por maestros
saría, naturalmente, que se trataba de una imitación de la Nave y alumnos. El de Rotterdam fue no solo maestro de latinidad,
de lo.; loco.; de Sebastián Brant, tan difundida y remedada en el sino de hispanidad a pesar suyo. Un soplo de su espíritu reanimó
sigl o XVI. 'una lectura atenta y un cotejo de los Triunfo.; con la enseñanza del estilo y composición castellana. El De duplici
Brant y Erasmo nos hace ver en segui~a cuán ~ejos estamos del copia (1612) andaba en 1616 en las manos de Diego de Alcocer,
poeta alemán y qué cerca del Encomwm .ll forwe del holandés . fue dos veces reimpreso en Alcalá, sumariado y floreado por
El marco medieval ~viaje del autor, encuentro con Locura incontables maestros hasta el siglo XVII bajo el ojo benévolo
cercada de vicios m enores o subdivisiones personificadas, apa- de los inquisidores. Todavía en 1626, en su De arte rhetorica
rición final de Prudencia que ahuyenta a Locura y moraliza- impresa en Sevilla con versos liminares de Góngora, el jesuita
sirve de molde a una nítida imitación del Elogio de la Locura. Francisco de Castro menciona entre los autores aprovechados a
E l elenco de estados y profesiones, ausentes casi todos de la Desiderius Erasmus, De duplici copia verborum ac rerum. Y esto a
N ave de loó loco.; corresponde inequívocamente al elenco de pesar de que Erasmo había utilizado la ejemplificación con
Erasmo, si bien Yanguas ha eliminado a no pocos Y añadido fines de propaganda, dando máximas sobre la verdadera y falsa
algunos de sabor hispánico, el estado de escuderos pobres. piedad, disertando contra la guerra y en favor del estado matri-
Locura de Y anguas proclama que es principio de vivir, que monial. El muchacho aprendía de memoria, so capa de ejerci -
señorea las tres edades del hombre, igual que Moría de Erasmo. tarse, puntos sueltos de la reli gión y hasta de la intimidad
Enumera los principales estados y oficios que siguen su bandera, de Erasmo: por ejemplo, al ofrecer trescientas variaciones de
entre ellos los poetas como el autor, recuenta sus flaquezas, J71ientra.; viva te recordaré, ingería no pocas en que recordaba su
sin omitir las de los clérigos que toca rápidamente en dos estro- entrañable amistad por Tomás Moro. Entrar en detalles sería
fas de doce versos. Todo p a rece mera preparación o telón de embarcarse en interminable travesía. Pero a lo menos daré un
fondo para satirizar a los teólogos y religiosos. Mientras la ej emplo de cómo el espíritu de Erasmo penetra en la enseñanza
reseña de cada grupo suele llenar 24 versos, la de los teólo~os del castellano .
abarca 72, la de los religiosos, 166. Sobre los teólogos rep1~e Fray Miguel de Salinas, el jerónimo aragonés, publicó
las quejas de Erasmo, por lo que el holandés llamaba sus «Su.b- anónima la Rhetorica en lengua ca.;tellana (Alcalá, 1641), que
lezas sutilísimas», y en especial por el abandono del Evangeho, pretende con razón ser la primera en nuestra lengua. En ella,
pues prefieren «nombrar al sutil Escoto 1y luego a . s .anto no contentándose con copiar a Erasmo y extractar abundantes
Tomás 1y muchos doctores más >>, Las zumbas de los re~1gwsos trozos, aplicó las pautas del erasmismo a la composición de
son más mordaces . Satiriza la ignorancia de los mon¡es que discursos, cartas mensajeras y otros géneros. Al principio se
«Se podrían bien llamar santos 1si idiotas es .santos ser»! sus limita a ser una compilación de varios tratadistas con reiteradas
cantos <<Y psalmos mal entendidos»; sus ocwsas cuestiones infusiones de los textos pedagógicos del de Rotterdam. Claro
«sobre contar bien los nudos 1del cordón y del <;a pato» ; su es que al trasplantar un ejercicio, lo acomoda a las circuns-
constante proclamar «uno, yo soy agustino, 1otro, yo s~y ~ernar­ tancias españolas, mencionando, por ejemplo, las nuevas
dino, 1otro, yo soy carmelita .. . 1que de. llamar.se ch~1~bano~, 1 •comedias o farsas que hazen» y elogiando sus retratos al natural
parece que se avergüen <;a n »; sus ascebsmo~, ~1n esp1ntu :b1e~ del enamorado o el rufián (folio 17v). A partir del folio 69 las
sé yo quien se alabó 1que siempre peces comw; 1otro conto m1l consideraciones originales o personales se abren paso. Discute
millones 1de ayunos y devociones ». Ni siquiera falta la cara aquella extraña técnica de la memoria que dominó la cultura
positiva, pues Locura a firma que Dios se reirá de sus reglas Y occidental desde Cicerón hasta el XVIII y que Pierre de la Ramée
ceremonias, preguntándoles por la caridad y la fe que les fal- combatió: esta técnica se ayudaba de representaciones plásticas
de Yangua<J (Cieza, 1g6o), lleva en la portada ur:a bella x~lo. taba. Inútil seguir: bien claro está que se trata de una imitación
, ha 1"nducido en error a algún estudwso espanol. del Elogio. El preceptor ambulante, el ripioso coplero, el medio-
gra f 1a que ' d cre dramaturgo se ha anticipado a todos en seguir y castellanizar
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a Erasmo.
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Los libros pedagógicos de Erasmo fueron, o directamente o a
como figura principal una dama -tal vez V amda - que se
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, t ralmente que se trataba de una 1m1 acwn e a ave
sana, na u ' . d d sino de hispanidad a pesar suyo. Un soplo de su espíritu reanimÓ
de lo<J loco<J, de Sebastián Brant, tan difundida y reme .a a en el
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Erasmo nos hace ver en segu1"d a cuan • es t amos d e J
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' que' cerca del Encomtum Lnonae e o a n es.
poe t a a 1eman Y L incontables maestros hasta e l siglo XVII bajo el ojo benévolo
El marco medieval -viaj e del autor, encuentro. con ocura
cercada de vicios menores o subdivisiones persomficadas,. apa- de los inquisidores. Todavía en 1626, en su De arte rhetorica
rición final de Prudencia que ahuyenta a Locur~ y morahza- impresa en Sevilla con versos liminares de Góngora, el jesuita
sirve de molde a una nítida imitación del Elogto .de la Locura. Francisco de Castro menciona entre los autores aprovechados a
El elenco de estados y profesiones, ausentes cas1 todos de la Desiderius Erasmus, De duplici copia rerborum ac rerum. Y esto a
Nave de lo<J loco<J corresponde inequívocamente al eler:_co . de pesar de que Erasmo había utilizado la ejemplificación con
Erasmo, si bien Yanguas ha eliminado a no pocos Y anad1do fines de propaganda, dando máximas sobre l a verdadera y falsa
algunos de sabor hispánico, el estado ~e .es.cuderos. J?obres. piedad, disertando contra la guerra y en favor del estado matri-
Locura de y anguas proclama que es pnnc1p10 ~e VIVIr, que monial. El muchacho aprendía de memoria, so capa de ejerci-
- 1 t dades del hombre igual que Mona de Erasmo. tarse, puntos sueltos de la religión y hasta de la intimidad
senorea as res e ' b d
Enumera los principales estados y oficios que siguen su an era, de Erasmo: por ejemplo, al ofrecer trescientas variaciones de
entre ellos los poetas como el autor, r~cuenta sus flaquezas, l!fien tra<J viva te recordaré, inger]a no pocas en que recordaba su
· ·t·r las de los clérigos que toca rápidamente en dos estro- entrañable amistad por Tomás Moro. Entrar en detalles sería
sin om1 1 ·' t 1' d
fas de doce versos. Todo parece mera preparacwn ~ e on e embarcarse en interminable travesía. Pero a lo menos daré un
fondo para satirizar a los teólogos y religiosos. M1ent~as la ejemplo de cómo el espíritu de Erasmo penetra en la enseñanza
reseña de cada grupo suele llenar 24 versos, la de, los teolo~os del castellano.
abarca , la de los religiosos, 166. Sobre los teologos rep1t.e Fray Miguel de Salinas, el jerónimo aragonés, publicó
72 anónima la Rhetorica en lengua ca<Jtelfana (Alcalá, 1641), que
las quejas de Erasmo, por lo que el holandés llamaba sus «Su.b-
lezas sutilísimas», y en especial por el abandono del Evan~eho, pretende con razón ser la primera en nuestra lengua. En ella,
ues prefieren «nombrar al sutil Escoto 1y luego a . .anta no contentándose con copiar a Erasmo y extractar abundantes
tomás 1y muchos doctores más>>. Las zu~bas de los re~1gwsos trozos, aplicó las pautas del erasmi~mo a la composición de
más mordaces. Satiriza la ignorancia de los monJeS que discursos, cartas mensajeras y otros géneros. Al principio se
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«Se po nan 1 . f infusiones de los textos pedagógicos del de Rotterdam . Claro
cantos «Y psalmos mal entendidos>>; sus ocwsas cues wnes
<sobre contar bien los nudos 1del cordón . Y del c;apato>>; su es que al trasplantar un ejercicio, lo acomoda a las circuns-
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constante proclamar «uno, yo soy agus ¡no, o ro, y
1 t o soy bernar-
. . / tancias españolas, mencionando, por ejemplo, las nuevas
dino, 1otro, yo soy carmelita ... 1que de. llamar.se ch~1~ban~~· «comedias o farsas que hazen>> y elogiando sus retratos al natural
arece que se avergüenc;an»; sus ascetismo~, s1n esp1ntu : 1e~ del enamorado o el rufián (folio 17v). A partir del folio 69 las
~é yo quien se alabó 1que siempre peces. c~m1?; 1otro canto m:~ consideraciones originales o personales se abren paso. Discute
millones 1de ayunos y devociones». N1 s1qmera falta la ca aquella extraña técnica de la memoria que dominó la cultura
ositiva, pues Locura afirma que Dios. se reirá de sus reglas Y occidental desde Cicerón hasta el XVIII y que Pierre de la Ramée
~eremonias, preguntándoles por la candad y la fe que les fal- combatió: esta técnica se ayudaba de representaciones plásticas
318 EratJmo y EtJpaña

complejísimas de lugares o edificios, de artificios refinados que


recientemente ha puesto en claro Francis Y ates, The Art of
Jffemory (Londres, 1966). Confiesa repetidamente que toma NOTAS
material de Erasmo, sin privarse de modificarlo a veces: verbi
1
gratia, al sugerir un ejercicio en pro y en contra de la virginidad . Marcel Bataillon, Era,J/no y E<!paña: e<Jludio<J <Jobre la hi<Jloria e•pirilual
desvirtúa el de su modelo, porque Erasmo insiste en las ven: del •tglo XVI. Fondo de cultura económica. México-Buenos Aires 1966
CXVI, 922 páginas. ' .
tajas del estado matrimonial y los inconvenientes del virginal 2
Cierto que en sus años maduros, mudando su punto de vista reconoció
mientras Salinas recarga el encomio del celibato . Como la obr~ el sentido católico de Erasmo, aseguró que •el alma de Erasmo e~a sincera-
está destinada también a los que ni saben latín ni se proponen mente pietista» y que .su obra pro~ocó «Un despertar de la conciencia religiosa••
aprenderlo, al escoger los modelos de variación y abundancia, Pero estas «retractaciOnes», perd1das en la respuesta al discurso de A. Bonilla
San Martín, que lleva por título Fernando de Córdoba y lo• orlgene<J del renacimiento
ha de echar mano de escritores castellanos: «Es muy bueno leer filo•ófico en Edpaña (Madrid, 1911), pasaron inadvertidas para Bafaillon y la
siempre en autores que escribieron bien en castellano, como es "':ayo~ía de nos~tro~ has~a que Pt;dro Sáinz Rodríguez en su .lffenéndez Pelayo
Torres Naharro, Hernando del Pulgar; y no es menos buena la bt<Jlortador y crlltco ltlerarw (Madnd, 1966) llamó la atención sobre ellas.
Luisa Cuesta pu~licó ~ste documento en «Las impresiones españolas
3
comedia de Calisto y Melibea, y otros. Especialmente son buenos
de Erasmo. en la época tmpenal», Gutenberg Jahrbuch, 1960. Bataillon, que de
algunos traslados de latín en romance, como lffarco Aurelio, seguro no tgnora este trabajo, se olvida de incluirlo en sus eruditas adiciones
Enchiridión, de Erasmo ... >>(f. 86v). Torres Naharro y Fernando contenidas en las notas .
4
de Rojas, en vez del Terencio tan recomendado por Erasmo, Véase el prólogo de J. I. Tellechea al frente del tomo III del monumental
parecen ser sus modelos predilectos. Hasta el predicador tendrá proceso de Carranza, que va saliendo a expensas de la Academia de la His-
t oria, pp. XXXIX-XL.
que imitar su arte insuperable en escenas tales como «SÍ quisiese
Pármeno quitar de la voluntad a Calisto el amor que tiene a
Melibea; o Jusquino a Floribundo el amor que tiene a Cala-
mita>> (f. 8gv). Esta hispanización de Erasmo apunta al futuro
en que la literatura nacional acabará viviendo en términos de
igualdad con la grecorromana, y ofrece, a mi ver, más interés
que la simple adhesión admirativa a los cánones del humanismo.
El proceso de asimilación irá revelando la propia identidad.
Bataillon ha sabido trazar la cartografía de la espiritualidad
española en un momento en que España se abría esperanzada a
Europa. Ha explorado igualmente de la mano de Erasmo las
provincias colindantes y esbozado un mapa de la cultura de la
época. Hay, claro es, zonas oscuras, puntos insuficientemente
aclarados. Pero mientras no surjan obras y explicaciones rivales
dotadas de la misma coherencia, plausibilidad y a veces evi-
dencia, nos veremos forzados a contemplar tJub dpecie Eradmi
muchos aspectos de la vida y cultura española del siglo xvr.

Eugenio A.:Jen.:Jio
Lisboa

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