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En torno a la teoría marxista de las formaciones sociales.

Rafael Plá León

El marxismo supone una visión radicalmente diferente sobre la sociedad y sobre la


historia de su desarrollo. La filosofía anterior, a la hora de considerar los temas sociales,
partían por lo general de concebir la sociedad como una entelequia indiferenciada que,
aunque acusaba cambios en el tiempo, conservaba intacto lo que se dio en llamar “la
esencia humana”. En este enfoque se contraponía la sociedad a la naturaleza,
identificando al hombre con la “razón” y la “voluntad”; hablando, en consecuencia, del
“Hombre” en general, de la “sociedad” en general, concibiendo actitudes similares en
todas las épocas. Incluso aquellos que, desde posiciones más materialistas, relacionaban
al hombre con la naturaleza (buscando más bien una “naturaleza” humana), no
distinguían suficientemente las distintas organizaciones humanas como diferentes
sociedades regidas por leyes peculiares.

Lo radicalmente diferente del marxismo en este punto es que, al dirigir la atención


en los análisis de la sociedad hacia lo que constituye su base material, comienza a
operar con el concepto de que no existe “sociedad en general”, sino que existen
formaciones sociales determinadas por las formas en que se organizan los hombres para
producir y de lo que se derivan, además, diferentes formas de tomar representación e
ideas acerca de dichas relaciones.

La idea de “formación social” adquiere en el marxismo la más alta importancia


metodológica para guiar los análisis de la realidad social por la vía del razonamiento
científico. Con esta teoría se recalca que la sociedad se organiza siempre de una forma
determinada, de modo que lo que funciona en una época dada puede (y debe) no
funcionar en otra, o no funcionar con el mismo significado. Es decir, que cada sociedad
se rige por leyes peculiares que determinan su funcionamiento. Estas ideas las resumió
Marx en el prólogo a su obra “Contribución a la crítica de la economía política”, donde
apuntó:

(…) en la producción social de su vida, los hombres contraen determinadas


relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de
producción, que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus
fuerzas productivas materiales. El conjunto de esas relaciones de producción
forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se
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levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden


determinadas formas de conciencia social” (el subrayado es nuestro.- RPL)1

Esta teoría le sirvió, por un lado, para precisar rigurosamente su objeto de estudio
científico: las relaciones de producción específicamente burguesas, que tienen sus
propias contradicciones internas. Por otro lado, para comprender el movimiento de la
sociedad burguesa, su sustitución por un tipo diferente de vínculo social que resulte la
negación de la sociedad burguesa. Por último, para determinar la clase social cuya
misión consiste en enterrar las relaciones burguesas de producción. Nada de esto es
posible si no se tiene clara idea de que la sociedad siempre es concreta y que tiene un
ciclo determinado de desarrollo que, una vez cumplido, da lugar a otra formación social.

Esta es la esencia de la comprensión materialista de historia, que dio como


resultado un estudio tan ejemplar como el que quedó consagrado en “El Capital”.

En “El Capital” hay un análisis integral de las relaciones burguesas desde la base
misma de estas relaciones: el trabajo asalariado y la producción mercantil generalizada.
Bajo este prisma cobran sentido todas las distintas facetas de ese tipo histórico de
sociedad: desde las relaciones con la naturaleza hasta la producción de ideología
(incluyendo aquí el arte y la filosofía).

Siguiendo estrictamente la cosmovisión filosófica, Marx sabe distinguir en la


formación social dada una base económica, que sostiene lo que él da en llamar una
“superestructrura” jurídica, política e ideológica. Consecuentemente con el
materialismo, considera que la base económica es el factor que “en última instancia”
determina los distintos fenómenos de la “superestructura” (los fenómenos ligados a la
ideología como la religión, la cultura política, el arte, la moral, las representaciones
científicas, etc.).

Marx incluso intuyó el modo en que una formación social sustituye a otra a través
de una revolución social. “Ninguna formación social desaparece antes de que se
desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen
nuevas y más altas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales
para su existencia hayan madurado en el seno de la propia sociedad antigua”; 2 y destacó

1
Marx, C.: “Prólogo de la Contribución a la crítica de la economía política”, en: C. Marx y F. Engels:
Obras escogidas en tres tomos, t. 1, Editorial Progreso, 1973, pp. 517-518.
2
Ídem, p. 518.
3

algunas de esas formaciones sociales como “otras tantas épocas de progreso” en el


desarrollo de la sociedad.

En los estudios económicos que realizó entre 1857 y 1858 incluyó sus
consideraciones específicas acerca de las formaciones sociales que antecedieron al
capitalismo.3 Sus estudios en torno a los distintos procesos que caracterizan la
producción capitalista se mantuvieron consecuentemente sobre la línea del análisis de
las formas sociales específicas de esa relación y no de aquellas que parecerían comunes
a todas las sociedades. Sobre estas últimas pasa Marx sin detenerse demasiado, pues son
formas abstractas que no ofrecen información específica que arroje luz sobre procesos
económicos y sociales determinados. Comentando la costumbre de la economía política
burguesa de comenzar su exposición por una introducción general sobre la
“Producción”, Marx expresa: “Se trata en efecto de una simple enumeración de los
factores esenciales de toda producción, y se limita, (…) a enunciar algunas nociones
elementales que, a fuerza de ser machacadas, se convierten en tautologías comunes”.4 Y
su comentario positivo alrededor del asunto lo hace con el claro objetivo de
desenmascarar las intenciones de la ciencia burguesa de presentar el régimen burgués de
producción como “eterno” y “natural”. La conclusión a que llega en su exposición sobre
este punto es la siguiente: “(…) todos los niveles de la producción poseen ciertos
elementos comunes que el pensamiento considera como generales; pero las llamadas
condiciones generales de toda producción constituyen elementos abstractos que no
permiten comprender tal o cual fase histórica real de la producción.” 5 (el subrayado es
del autor).

En El Capital Marx estudió una forma histórica determinada con una


consecuencia rigurosa a la hora de definir los términos y los conceptos que dicha forma
arrojaba. En el ejemplo clásico de Inglaterra, Carlos Marx analizó científicamente el
desarrollo del modo capitalista de producción, concebido en su ley natural de
movimiento. “Aunque una sociedad –afirma en el prólogo a la primera edición de su
obra– haya encontrado el rastro de la ley natural con arreglo a la cual se mueve –y la
finalidad de esta obra es, en efecto, descubrir la ley económica que preside el
movimiento de la sociedad moderna–, jamás podrá saltar ni descartar por decreto las
3
Cfr.: C. Marx: Fundamentos de la crítica de la economía política, Editorial de Ciencias Sociales,
1970, t. 1, pp. 361-395.
4
Ídem, p. 26.
5
Ídem, p. 28.
4

fases naturales de su desarrollo. Podrá únicamente acortar y mitigar los dolores del
parto.”6

Marx recalcaba en este mismo prólogo que él concebía “el desarrollo de la


formación económica de la sociedad como un proceso histórico-natural”,7 queriendo
significar con esto que el análisis de la sociedad no podría tomar por caminos distintos a
los que la ciencia de la naturaleza ya había establecido en su objeto específico; la
sociedad, como cualquier elemento natural, está sometida a determinadas leyes que no
dependen de la voluntad subjetiva de sus integrantes. Es deber del pensamiento
científico, por tanto, someter a análisis rigurosos los fenómenos económicos, llevando a
sus últimas consecuencias los fundamentos de dichos análisis.

Lenin más tarde destacó el valor metodológico del concepto de formación social
para el análisis propiamente sociológico, confrontando la posición del marxismo con las
de los sociólogos subjetivistas representantes del populismo ruso. 8 Insistía en que Marx
llegó a esta idea fundamental (la de la “formación social” o “formación
socioeconómica”) “destacando de los diversos campos de la vida de la sociedad el de la
economía, destacando de todas las relaciones sociales las relaciones de producción, por
ser las fundamentales, las primarias, las que determinan todas las demás.” 9 Esto
posibilitó armar a la sociología (a la ciencia sobre la sociedad) con una visión
materialista. El materialismo, a su entender, elevaba la sociología al status de ciencia
por tres razones: 1) suprimía la contradicción entre las concepciones sociológicas
subjetivistas y los hechos históricos que se le contraponían, determinando la prioridad
de estos últimos en los análisis científicos; 2) brindaba un criterio científico objetivo
para el análisis, el criterio de la repetición (“El análisis de las relaciones sociales
materiales –puntualiza Lenin– (…) permitió en el acto observar la repetición y la
regularidad y sintetizar los regímenes de los distintos países en un solo concepto
fundamental de formación social.”10); 3) reducía las relaciones sociales a las de

6
C. Marx: El Capital, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1973, t. 1, p. XI.
7
Ídem.
8
Cfr: V. I. Lenin: “¿Quiénes son los «amigos del pueblo» y cómo luchan contra los socialdemócratas?”,
“El contenido económico del populismo y su crítica en el libro del señor Struve (reflejo del marxismo
en la literatura burguesa)”, en: Obras Completas, 5ª edición, t. 1.
9
V. I. Lenin: “¿Quiénes son los «amigos del pueblo» y…”, en: Obras Completas, t. 1, p. 140.
10
Ídem, p. 143.
5

producción, y estas últimas al nivel de las fuerzas productivas, logrando “una base firme
para concebir el desarrollo de las formaciones sociales como un proceso natural”.11

Por otro lado, Lenin muy justamente no limita la significación del concepto
marxista de formación social a la sola cuestión del fundamento económico de la misma.
“(…) al explicar exclusivamente –apunta– por las relaciones de producción la estructura
y el desarrollo de la formación social dada, Marx, pese a ello, analizó siempre y en
todas partes las superestructuras que corresponden a estas relaciones de producción,
recubriendo de carne el esqueleto e inyectando sangre a este organismo.”12

Al final de su vida, Federico Engels se vio precisado justamente a aclarar en


importantes cartas a representantes de la socialdemocracia europea ese otro aspecto de
su concepción materialista de la historia, que en la mayor parte de la labor teórica de él
y de Marx queda bastante menos desarrollada: la cuestión del carácter activo de los
elementos de la superestructura en su relación con la base económica. “…Según la
concepción materialista de la historia, el factor que en última instancia determina la
historia es la producción y la reproducción de la vida real. Ni Marx ni yo hemos
afirmado nunca más que esto. Si alguien lo tergiversa diciendo que el factor económico
es el único determinante, convertirá aquella tesis en una frase vacua, abstracta,
absurda.”13

El concepto sirvió de marco teórico para elaborar las más importantes obras
clásicas del marxismo en torno a la sociedad comunista del futuro; entre ellas, “Crítica
al Programa de Gotha”, de Carlos Marx, y “El Estado y la revolución”, de Lenin. En
ellas se intenta desde una perspectiva teórica esbozar las líneas generales de lo que sería
la formación social comunista, que por necesidad debía sustituir las relaciones
burguesas que caracterizan la formación social capitalista. Toda la idea de la revolución
comunista se apoya con firmeza en la idea de que una formación social radicalmente
diferente está llamada a superar las contradicciones de la forma capitalista de
organización social.

El concepto de formación social no ha tenido, sin embargo, la mejor suerte en el


tratamiento teórico de los continuadores de Marx. En manos del marxismo soviético
sirvió de base para construir a partir de él todo un sistema teleológico de evolución
11
Ídem.
12
Ídem, p. 144.
13
F. Engels: “Engels a José Bloch”, en: C. Marx y F.Engels: Obras Escogidas en tres tomos, t. 3, p. 514.
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humana, por el cual debía transitar toda sociedad en general. Así, la secuencia
comunidad primitiva–esclavismo–feudalismo–capitalismo–comunismo, debía cumplirse
inexorablemente para todos los pueblos de la tierra, permitiéndose en todo caso el salto
de alguna de ellas con el concurso de pueblos más adelantados. El dogmatismo en la
aplicación de este esquema –y su consecuente análisis de correlación clasista– llevó al
movimiento comunista internacional, encabezado por el Partido Comunista de la Unión
Soviética, a notables errores de apreciación de la situación política de países y regiones
enteras, comprometiendo así el desarrollo natural de procesos revolucionarios de
algunos pueblos.

Por otro lado, como reacción igualmente vulgar frente al dogmatismo soviético,
algunas corrientes del llamado “marxismo occidental” ignoraron por completo ese
concepto, reproduciendo de las más variadas formas especulaciones filosóficas sobre la
historia y la sociedad. El marxismo fue sustituyéndose por enfoques fenomenológico-
existencialistas, freudianos, estructuralistas, positivistas y neokantianos, ninguno de los
cuales aceptó el análisis según el criterio de las formaciones sociales.

En países del llamado “Tercer Mundo”, donde han predominado ideologías


populistas, también ha sido silenciado el clásico enfoque marxista de las formaciones
sociales. Solo en revoluciones radicales como la ocurrida en Cuba pudo lograrse la
síntesis de ideologías populistas y nacionalistas con la doctrina marxista, pudiendo
encauzar el proceso por derroteros clasistas y planteándose tareas precisas para sustituir
la forma burguesa de construcción de las relaciones sociales por la forma comunista. No
obstante, este proceso tampoco estuvo al margen de simplificaciones, pero la acción de
las masas decidió cuando la teoría se entretuvo con elucubraciones abstractas.

El concepto de formación social debe recuperar todo su valor cosmovisivo y


metodológico que tiene en la concepción del marxismo clásico para que pueda ser
utilizado con provecho en las imprescindibles investigaciones sobre las formas actuales
del capitalismo y las alternativas viables en el socialismo del siglo XXI.
7

Bibliografía sobre el tema.

1. Marx: “Prólogo de la Contribución a la crítica de la economía política”, en: Marx


y Engels: Obras escogidas, t. 1, pp. 516-520.
2. Marx: Fundamentos de la crítica de la Economía Política, Editorial de Ciencias
Sociales, La Habana, 1970, p. 42.
3. Lenin: “¿Quiénes son los amigos del pueblo y cómo luchan contra los
socialdemócratas?”, en: Obras Completas, t. 1, pp. 138-150, 170-174.
4. Lenin: “El contenido económico del populismo y su crítica en el libro del señor
Struve”, en: Obras Completas, t. 1, pp. 432-443, 449-451.

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