Está en la página 1de 3

Respuesta a Sor Filotea de la Cruz

Durante el recorrido de la Respuesta encontramos dos líneas de pensamiento que se


interrelacionan constantes y se enfrentan, como dos espejos opuestos. Estas líneas de
pensamiento que se interrelacionan son poder-persecución- miedo y conocimiento-libertad.

Ya en el inicio de la carta, Sor Juana las delimita al decir: “que al llegar a mis manos impresa
la carta que vuestra propiedad llamó Atenagórica, prorrumpí… en lágrimas de confusión,
porque me pareció que vuestro favor no era más que una reconvención que Dios hace a lo
mal que le correspondo; y que como a otros corrige con castigos, a mí me quiere reducir a
fuerza de beneficios”. En estas líneas Sor Juana delata la primera incongruencia y con esta
nos muestra que sus palabras están condicionadas por trampas en las que no quiere caer y
por eso recurre al silencio “de manera que aquellas cosas que no se pueden decir, es menester
decir siquiera que no se pueden decir”. Estos dos pasajes son importantes, porque son la
apertura de sus ejes sustanciales. Por un lado sabemos que Sor Juana plantea en la
Carta Atenagórica que la mayor fineza de Cristo “son los beneficios que nos deja de hacer
por nuestra ingratitud… pues deja Dios de ser liberal –que es propia condición suya-, porque
nosotros no seamos ingratos –que es propio retorno nuestro-; y quiere más parecer escaso,
para que los hombres no sean peores,… antepone el aprovechamiento de los hombres a su
propia opinión y a su propio natural”. Al Dios hacernos favores, nos hace un mal porque el
hombre los pone en contra suya, por lo que al decir Sor Juana Inés que a ella la quiere reducir
“a fuerza de beneficios”, está diciendo que Dios le hace beneficios que se van a tornar en
contra suyo, que el favor del obispo es un beneficio de Dios por su ingratitud, y que por lo
tanto, va a ser negativo para ella. Entonces, aparece el temor de Sor Juana a ser perseguida
reflejado en sus lágrimas de “confusión”; el poder del obispo al publicar la carta sin el
consentimiento de Sor Juana y al prologar su obra y titularla; el reconocimiento del mismo
al aceptar que la carta está escrita por una inteligencia superior de ahí el nombre de
Atenagórica que deriva de la diosa Atenas, diosa de la sabiduría, y el tópico de la libertad en
el contenido de la carta. Todo el desarrollo de la Respuesta se reflejará en estos dos espejos
y el espacio que los separa y los une a la vez, el silencio.
La personificación más hermosa del silencio en la Respuesta será la que Sor Juana traza con
estas palabras: “el callar no es no haber que decir, sino no caber en las voces lo mucho que
hay que decir”, primera idea subversiva que presenta al silencio como la potencialidad de la
palabra, calificando a la voz de insuficiente para el lenguaje. En Sor Juana el silencio es
vastedad, no escasez o ausencia, es sabiduría no necedad, es la descentralización de poder;
es, sin duda, libertad; esta libertad que la defiende contra el Santo Oficio. Por eso se ausenta
de palabra en las Sagradas Letras, su silencio es un arma, y lo ha usado hasta ahora, pero la
irrupción de su pensamiento en la Carta Atenagórica la vuelve, nos vuelve, a localizar en el
pasadizo del miedo, “soy ignorante y tiemblo de decir alguna proposición mal sonante o
torcer la genuina inteligencia de algún lugar”. Sor Juana está muy consciente de las
dinámicas eclesiásticas, ella sabe que “mientras realice funciones despreocupadas se le dejará
hacer, pero no bien se haga notar comenzará a ser odiada y temida”.

Entonces Sor Juana Inés de la Cruz nos vuelve a ubicar en el espejo del estudio, diciendo:
“Yo no estudio para escribir, ni menos para enseñar… sino sólo estudio por ver si con
estudiar ignoro menos”. Esta imagen es fundamental porque va a plantear uno de los móviles
más importantes para descubrir a Sor Juana, el estudio por el estudio mismo, no como un
medio, sino como un permanente fin, como un desentramado de rutas que la conducen al
acto mismo del descubrimiento. Para ella el universo es un misterio, un laberinto que la
rebasa, considerando aún más la época del siglo XVII de la que forma parte, donde los
paradigmas se están empezando a romper, donde nuevas ideas están apareciendo, el
conocimiento es una sed, es una necesidad, es una forma de confrontar y habitar a la vez el
mundo. En ese mundo, Sor Juana encarna las palabras de San Pablo y los asusta a todos:
“Las cosas más locas escogió Dios para confundir a los sabios; Y las cosas flacas del mundo
escogió Dios para confundir a los fuertes; y las cosas viles y despreciables del mundo escogió
Dios, Y aquellas que no son para destruir las que son, para que ningún hombre se jacte
delante de él.

Sabiendo de antemano que le es vedado conocer, ella elabora una validación del acto del
estudio para la mujer, en el que se inscribe, no porque piense en la flexibilidad de su
interlocutor sino para auto-reconocerse intelectual, la Respuesta se convierte entonces en
una respuesta a la posteridad donde lo que se busca es la restitución. La restitución como
explica Mario Santí es “un instrumento de justicia que se ejecuta a través de la reparación de
la injuria o la corrección de una falta…Todo proceso restitutivo tiene una lógica por la cual
el castigo siempre excede al crimen; restituir significa o bien devolver más de lo que se extrajo
o bien devolver otra cosa nunca lo mismo”.
A Sor Juana le fue robada la libertad, la restitución sería el acto del conocimiento. A partir
de este móvil Sor Juana esboza varias teorías de cómo ella ve el conocimiento y el estudio.
En la Respuesta podemos ver una teoría del conocimiento trazada en base a esta sed de
conocer. Ella plantea la interdisciplinariedad del saber, donde cada ciencia y arte nos acerca
a la “Ciencia en que se incluyen todas las ciencias” que sería la Teología. La comprensión,
para Sor Juana, no se puede limitar a una rama de pensamiento, pues todas las disciplinas son
parte del mismo conocimiento y de él provienen. Para la Fénix, el entendimiento es una
propiedad del universo como la huella de Dios, así desde una perspectiva agustina todo lo
que es proviene de Dios, todo lo que es, en Sor Juana, es una posibilidad de conocer.

Así, ella reviste la imagen de la sabiduría o el conocimiento con la imagen del Cristo
crucificado. Sólo el más puro, el Dios hecho carne, es el más sabio, por eso la corona de
espinas en la cabeza porque es la cabeza la que guarda el conocimiento y son las espinas
símbolo de daño y persecución, “la sagrada cabeza de Cristo y aquel divino cerebro eran
depósito de la sabiduría; y cerebro sabio en el mundo no basta con que esté escarnecido, ha
de estar también lastimado y maltratado; cabeza que es erario de sabiduría no espere otra
corona que de espinas” y añade “me han perseguido por amar la sabiduría”.

También podría gustarte