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FACULTAD DE DERECHO
Taller de Integración Forense - Derecho Público
CASO N° 05:
Por ende, en lo que respecta a los Casos Barrios Altos, La Cantuta y Sótanos del SIE, el
proceso penal ya había terminado y en efecto Alberto Fujimori se encontraba cumpliendo una
condena penal (25 años), la cual fue interrumpida por la Resolución Suprema en el extremo
del indulto, pues el indulto supone que, si bien no es relevado de su culpabilidad, sí extingue
la pena impuesta.
Por lo tanto, seguir un proceso constitucional de amparo hubiese sido lo correcto, pues la
procedencia del amparo se sustentaría principalmente en lo resuelto por la Corte IDH:
Tenemos como regulación normativa que conforme el artículo 44° de la Constitución Política
del Perú, son deberes primordiales del Estado garantizar la plena vigencia de los derechos
humanos, proteger a la población de las amenazas contra su seguridad y promover el bienestar
general que se fundamenta en la justicia y en el desarrollo integral y equilibrado de la Nación
En ese sentido, los informes presentados para la tramitación del indulto, son el respectivo
requerimiento y demuestran las condiciones en las que el señor Alberto Fujimori se encuentra;
por ejemplo los informes médicos acreditan su grave condición y estado de salud al señalar en
el diagnóstico que, el expresidente padece de varias enfermedades, entre ellas la de mayor
gravedad es la enfermedad cardiaca que motiva la fibrosis auricular que genera un alto riesgo
de trombosis e infarto cerebral. Dada la complejidad del estado de salud del señor Alberto
Fujimori, y después de la solicitud del indulto, MINSA decide designar a una junta médica, en
la cual se encontraba el doctor Juan Postigo por ser especialista en este tipo de enfermedades
y se necesitaba personal calificado para obtener una opinión más certera del estado de salud
del paciente. La junta designada por MINSA, extiende su informe y recomienda a la Comisión
de Gracias Presidenciales que el paciente sea tratado en un lugar más adecuado debido a su
enfermedad, pues las condiciones en las que se encontraba agravaban su condición y ponían
en riesgo la vida, salud e integridad del interno. Ahora bien, la designación del doctor Juan
Postigo fue realizada por el MINSA, es decir, bajo un procedimiento imparcial, mas no fue a
solicitud del ex-presidente como menciona la defensa.
El otorgamiento del presente indulto humanitario tuvo como fin el no someter al ex presidente
Alberto fujimori a padecimientos mayores por su delicado estado de salud a fin de respetar la
prohibición de penas inhumanas o crueles en virtud de la constitución y resguardo de las
normas internacionales, siendo que en este sentido la cárcel se volvía inconstitucional cuando
por enfermedad o ancianidad ya no solo te priva de la libertad ambulatoria sino de la salud y
la vida y dado que su fin es únicamente cumplir con es respeto supremo a la vida y dignidad
humana, el presente indulto no genera impunidad dado que en el más sentido estricto de la
palabra, es un acto de piedad
Por todo lo expuesto, la concesión del indulto humanitario al ex presidente Alberto Fujimori,
lejos de ser arbitraria, estuvo sujeta a parámetros objetivos, siendo otorgado a derecho, donde
la motivación del indulto se sustentó en los informes médicos que acreditan el grave estado de
salud del expresidente, cumpliendo con los requisitos para ser un válido candidato para recibir
un indulto de carácter humanitario, lo cual permite discernir que fue otorgada conforme a la
constitución y por el riesgo de afectación a la vida, a la salud e integridad personal. Por otro
lado, el indulto no obedece a un interès público o político, sino como lo mencionamos líneas
arriba a un sentido de humanidad, que corresponderìa otorgar el indulto humanitario.
"El Acta de la Junta Médica Penitenciaria [...] señaló como diagnóstico del interno, el
señor Alberto Fujimori Fujimori: fibrilación auricular paroxística con riesgo moderado
de tromboembolismo, hipertension arterial crónica con crisis hipertensivas a repetición
que han merecido atención de emergencia y evacuación, cardiopatía hipertensiva de
grado leve-moderado, insuficiencia mitral, hipotiroidismo subclínico".
Por el mal estado de salud del interno, antes señalado, la Junta Médica recomendó en
esta misma Acta, el indulto por razones humanitarias.
El informe refiere también que "dicho estado le impide el desarrollo normal de sus
actividades cotidianas" y que "su dolencia le limita la fluidez de una pronunciación
correcta". Se añade que Alberto Fujimori "de modo continuo recae en un estado de
postración por depresión de la que se recupera de forma momentánea, por la atención
médica y psiquiátrica que recibe".
Por todo ello, dicho informe "también opina favorablemente a la solicitud del interno de
que se le conceda el indulto por razones humanitarias".
Tras ello, se indica que, de acuerdo al marco normativo para otorgar gracias
presidenciales, se establece que Alberto Fujimori es "una persona que padece de una
enfermedad no terminal grave, que se encuentra en etapa avanzada, progresiva,
degenerativa e incurable"; por lo cual cumple con el requisito establecido en el artículo
6 inciso 4 del Decreto Supremo 008-2010/JUS, respecto al estado de salud que debe
tener el interno para que se le pueda conceder el indulto por razones humanitarias.
Se debe tener en cuenta también que este Informe de Condiciones Carcelarias del
Establecimiento Penitenciario Barbadillo, elaborado el 12 de diciembre de 2017 señaló
que "Además, las condiciones carcelarias en el Establecimiento Penitenciario
Barbadillo, colocan en grave riesgo su vida, salud e integridad".
La salud de las personas recluidas, es también un derecho que vincula al Estado. Por esta
razón el Código de Ejecución Penal establece en su artículo 76° que “el interno tiene
derecho a alcanzar, mantener o recuperar el bienestar físico y mental. La Administración
Penitenciaria proveerá lo necesario para el desarrollo de las acciones de prevención,
promoción y recuperación de la salud”. Por lo tanto, los reclusos, obviamente, gozan del
derecho constitucional a la salud al igual que cualquier persona humana, sin embargo, en
este caso, es el Estado el que asume la responsabilidad por la salud de los internos.
El artículo 25°, inciso 17, del Código Procesal Constitucional nos dice que “el derecho del
detenido o recluso a no ser objeto de un tratamiento carente de razonabilidad y
proporcionalidad respecto de la forma y condiciones en que cumple el mandato de
detención o la pena” , puesto que aun cuando la libertad individual ya se encuentre
restringida por un mandato judicial (detención provisional o cumplimiento de una pena)
cabe el control constitucional respecto de los actos u omisiones que comporten la violación
o amenaza de los derechos componentes de la libertad personal, como lo son, entre otros, del
derecho a la vida, a la salud, a la integridad física, del derecho a la visita familiar y de
manera muy significativa del derecho al trato digno y a no ser objeto de penas o tratos
inhumanos o degradantes
El Perú, a través del Tribunal Constitucional, garantizó a las víctimas de los casos Barrios
Altos y la Cantuta, el deber del Estado de proporcionar remedios legales a los administrados,
en cumplimiento de sus garantías judiciales, y posibilitó a estos el contar con un recurso
interno, suficiente y eficaz, para cuestionar las decisiones del presidente de la República,
dirigidos propiamente a la concesión de un indulto o gracia presidencial; sin embargo, estos
no hicieron uso del mismo.
Al respecto podemos indicar que las víctimas no tenían ningún impedimento para cuestionar
el indulto en la vía judicial interna, ellas lo hicieron pero en vía administrativa presentando
ante el Poder Ejecutivo un escrito solicitando la anulación de la Resolución Suprema Nº
281-2017-JUS (resolución administrativa). Anteriormente el Tribunal Constitucional
estableció que “(…) si bien el indulto genera efectos de cosa juzgada, lo cual conlleva la
imposibilidad de ser revocado en instancias administrativas o por el propio Presidente de la
República”, por ello el escrito presentado por las víctimas es manifiestamente improcedente.
Por lo tanto la Corte IDH si bien es cierto es competente para supervisar el cumplimiento de
sus sentencias, su jurisprudencia anteriormente se ha pronunciado sobre la imposibilidad de
otorgar amnistías y prescripción a delitos que violen gravemente los derechos humanos ello
porque ambas figuras podían impedir se realice una investigación. El indulto como hemos
referido anteriormente se otorga cuando existe una sentencia condenatoria firme, es decir el
Estado ha cumplido con investigar y sancionar a los responsables.
En resumen, las víctimas de los casos Barrios Altos y la Cantuta no agotaron todos los
recursos jurisdiccionales disponibles, y por ende, el Sistema Interamericano de Derechos
Humanos, conformado por la Comisión y la Corte, no tendrían competencia para conocer de
las denuncias formuladas. Misma circunstancia ocurre en el caso Pativilca, por cuanto se
trata de un proceso abierto en la jurisdicción penal peruana, por ende, no se han agotado las
instancias internas vigentes.
El indulto como hemos señalado es un figura de naturaleza jurídica por que se encuentra
regulada en una disposición constitucional pero también es una atribución política concedida
al Presidente de la República por la propia Constitución.
Sin embargo, si bien la Corte IDH debe ser respetuosa de los asuntos políticos de cada
Estado, ella sí podrá intervenir cuando agotados los recursos internos se considera que
existen violaciones a los derechos humanos que el Estado no ha cumplido con proteger.