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Instituto Superior Pedro Francisco Bonó

Nombre: José Avelar


Profesor: Raymundo González
Asignatura: Pensamiento Dominicano
Fecha: 22/11/2020

El progreso en Pedro Francisco Bonó* y Eugenio María de Hostos**

*Bonó, Pedro Fransisco, Textos selectos: «Apuntes sobre las clases trabajadoras dominicanas», (Santo
Domingo: AGN, 2007), 60 pp.

**Hostos, Eugenio María , Moral Social, (Madrid: Bailly-Bailliere e hijos, 1906), 264 pp.

En la segunda mitad del siglo XIX, para una gran parte de la clase dirigentes de la República
Dominicana, el progreso se alzaba como en un horizonte inalcanzable para la Nación; dado que ésta
seguía arrastrando el enorme peso del subdesarrollo y la inestabilidad política. Por lo tanto, el
progreso no podía encontrarse en el territorio nacional ni en el fruto de sus campos, debía de buscarse
más allá del mar que rodea la Isla. El progreso debía encontrarse así en las naciones próximas, ya
sean culturales (España) o territoriales (Estados Unidos). Por lo que, no pocos proponían la anexión,
ya sea a España o a Estados Unidos, como un puente en cuyos extremos opuestos se encontraban el
subdesarrollo y el progreso tan anhelado. Asimismo, desde la concepción que imperaba se tenía por
progreso a las grandes industrias, en cuyo corazón se encontraban las ciencias; el progreso también
era el ferrocarril, esa máquina que había sido creada por superhombres; igualmente, el progreso era
asemejarse al hombre “civilizado” que había conquistado la tierra entera con sus barcos de metal;
hombres civilizados en la ciencia y no en la religión, como tampoco en una moral social. Ante esta
concepción del progreso Pedro Francisco Bonó y Eugenio María de Hostos se revelan tácita o
explícitamente en sus obras, de manera parcial o taxativa. En el presente trabajo haremos una reseña
de las siguientes obras: Apuntes sobre las clases trabajadoras dominicanas de Bonó y La moral
social de Hostos; abordando sobre la idea de el progreso en ambos autores y obras, contrastándola y
rescantado sus semejanzas como también sus posibles interpretaciones o aplicaciones hoy en día.

Autor y obra

Pedro Francisco Bonó (1828–1906) dominicano, nació en el seno de una familia comerciantes sin
embargo se consideraba así mismo trabajador. Bonó es uno de los intelectuales más importantes en la
historia del pensamiento dominicano, fue un sociólogo, pensador y político. Asimismo, sus obras se
suscriben parcialmente en las líneas de pensamientos filosóficas e intelectuales tales como el
liberalismo ilustrado, el romanticismo, y el humanismo cristiano-católico de su época. 1

La presente obra, Apuntes de la clase trabajadora dominicanas constituye uno de los primeros
estudios sociológicos sobre la sociedad dominicana, dicha obra está dividida en 8 capítulos y una
adición. En tales apartados de la obra Pedro Francisco Bonó aborda diferentes temas entre ellos: la
herencia colonial, la propiedad, la iniciativa individual y el Estado, todos ellos desde la perspectiva de
la clase trabajadora dominicana. La obra Los apuntes de las clases trabajadoras dominicanas de
Bonó nos advierte sobre la idea del progreso suscrita al positivismo, si bien no rechaza taxativamente
el discurso positivista del progreso si juzga negativamente dado que en su práctica (o intentos) tiende
a rechazar a las clases trabajadoras. Es la idea del progreso que me ocupará a continuación.
El progreso en Los apuntes de las clases trabajadoras dominicanas de Bonó

1 cfr, Lusitania F. Martínez Jiménez,ed., Filosofía dominicana: pasado y presente t. I, (Santo Domingo:AGN,
2009) 174.
En su obra Los apuntes de las clases trabajadoras dominicanas (1881) Pedro Francisco Bonó
denuncia la minoría de edad en el espíritu de la clase dirigente de la República, éste espíritu de
infante se manifiesta en la insistencia de proceder bajo las viejas costumbres heredadas del tiempo de
la Colonia; costumbres de las cuales se encuentra el esperar del extranjero las respuestas a las
problemáticas propias de la Nación. Así, Pedro Francisco Bonó describe en Los apuntes (...) un
paisaje social desolador de la República Dominicana, un paisaje cuyos colores son el subdesarrollo y
el color rojo de las revoluciones sangrientas que se suceden unas a otras, imposibilitando el estado de
ley y la paz necesaria para el progreso. No obstante, ante este fresco lúgubre del paisaje social
dominicano, teñido a través de un análisis riguroso y sistemático de la sociedad de la Nación, Bonó
vislumbra la condición de posibilidad del progreso: el trabajo de las clase trabajadoras dominicana.

Asimismo, además de ser la condición de posibilidad del progreso, es en el trabajo de la clase


trabajadora, conformada mayormente por los agricultores y los ganaderos, donde la Nación
encuentra sus fundamentos como una República independiente. Son las clases trabajadoras quienes
conforman la iniciativa individual, iniciativa que prima en ellas (sobre todo en los agricultores de
tabaco) y que constata una verdad ignorada por la clase dirigente: es en la riqueza de la tierra de la
Isla en la que se encuentra la autonomía y el progreso de la Nación, pero no es una riqueza asequible
sin esfuerzo alguno, para llegar a ella hace falta trabajar y las condiciones necesarias para el trabajo;
como la paz, leyes bancarias que protejan al pequeño productor, caminos, etc. Por lo tanto, para Bonó
la clase dirigente necesita una visión pragmática del progreso para resolver las problemáticas que
aquejan o dificultan el trabajo y su remuneraciones a las clases trabajadoras.

Queda claro que para Bonó, es a través del trabajo que las clases trabajadoras dominicanas
(sobretodo el agricultor de tabaco dado que el capital producto de tal cultivo es el que activa a las
mayorías de industrias y el comercio de la Nación) ha logrado alcanzar la mayoría de edad y en el que
se y se ha emancipado de la herencia colonial y que predomina en el pensamiento de la clase
dirigente de la Nación. Herencia que lleva a la clase dirigente a donarse en espíritu, propiedad y en
derecho a un poder extranjero, ya sea una monarquía europea o norteamericana para alcanzar el
anhelado progreso. No obstante, cabe recalcar que Bonó no rechaza la idea del progreso, entendida
está por ideas como las ciencias y el ferrocarril; sino que rechaza los intentos por conseguir tal
progreso a través de la anexión o prácticas como la diversificación del cultivo, descartando la
sabiduría empírica de los gremios de la clase trabajadora; también rechaza el discurso idealista del
progreso usado con meros fines políticos.

Para Bonó el progreso son los caminos reales que permitan sacar el tabaco a un costo más bajo, que
consolidan el poder central a través de la comunicación entre la capital y el interior del país. Para
Bonó el progreso también son nuevas leyes que beneficien a la obtención y remuneración del capital
de la clase trabajadora dominicana. En fin, el progreso es fruto del trabajo de la tierra, como lo es el
tabaco, es la resistencia del abandono de la tierra y el rechazo a la violencia, es el derecho a la
propiedad dado que el progreso se encuentra en la tierra misma de la Isla y no afuera, ni en el capital
extranjero ni tampoco en el ferrocarril. Para Bonó se debe de considerar a las clases trabajadoras
dominicanas en su afán del día, profundizar los obstáculos que superan, los progresos que realizan y
la ayuda que reclaman.2 De ello el verdadero progreso será alcanzado.

Autor y obra
2 Bonó, Pedro Fransisco, Textos selectos: «Apuntes sobre las clases trabajadoras dominicanas», (Santo
Domingo: AGN, 2007), 22.
Eugenio María de Hostos (Capitanía General de Puerto Rico, 1839 - República Dominicana, 1903)
es uno de los intelectuales más importantes en la historia del pensamiento de la República
Dominicana y América Latina; fue un sociólogo, jurista, filósofo, político, periodista, crítico literario,
ensayista y, sobre todo, un hombre consagrado a la educación y la libertad de América Latina. Fundó
la primera escuela normal en Santo Domingo. Sus obras se suscriben parcialmente en las líneas de
pensamientos filosóficas e intelectuales tales como el positivismo, evolucionismo, de la ilustración,
organicismo (la sociedad es un organismo vivo, que sigue leyes naturales, se compone de partes
interdependientes y la desarmonía es semejante a la enfermedad) y krausismo español.3

La presente obra, La moral social constituye una descripción que es a su vez una propuesta de cómo
debería de conformarse la sociedad a partir de la mora en la República Dominicana; dicha obra está
dividida en XIX capitulos, en tales apartados de la obra Hostos aborda temas entre ellos: La sociedad
y su órganos, las relaciones entre los elementos que conforman la sociedad, el deber, la religión, la
educación y todos ellos teniendo de fondo la moral social. La obra de La moral social de Hostos nos
advierte sobre la idea del progreso que suscita al positivismo cientificista y tiende a ignorar una
posible moral en la que la razón y la conciencia se encuentren. Es la idea del progreso en cuanto a la
moral social como también la educación en que me ocuparé a continuación.

El progreso en la Moral Social de Hostos

En su obra La moral social (1906) Eugenio Maria de Hostos denuncia que en el mundo
industrializado donde el ser humano se ha alzado sobre la naturaleza y se ha liberado a través de la
razón de sus antiguos esclavistas (el mundo teológico y el trabajo preindustrial), existe una diferencia
desproporcionada entre el progreso material y el progreso moral. En efecto, el ser humano en el
mundo industrializado ha pasado a ser un ser a medidas, civilizados por un lado y salvajes por el otro.
Tales seres humanos y “civilización” son tenidos por modelos para la clase dirigente de la Nación. No
obstante, para Hostos la civilización si bien es racionalización es aún más que eso: la civilización es
conscifacción, es el proceder de la razón acorde a la consciencia y a sus fines, el bien y la verdad.

No obstante, el ser humano de la época y en ese modelo de progreso, entre más conoce el bien y el
mal, más opta por el último. En cuanto mejor sabe que es el bien y que el destino final de los seres de
razón consciente es practicar el bien para armonizar los medios materiales con los fines de su vida,
mayor es la indiferencia. ¿A qué se debe tal indiferencia? las respuestas que se infieren de la obra son
las siguientes:

1. Las ciencias: El avance científico no implica necesariamente el progreso moral, en efecto, las
ciencias habían posibilitado complejos sistemas propensos a la explotación y los avances
tecnológicos habían posibilitado a las potencias coloniales aterrorizar el mundo entero.
2. La evolución del ser humano: Debajo de la epidermis del ser humano de la época, late la
barbarie. Es decir, la evolución y la historia han dado por resultado a un ser humano y a un
pueblo a medidas, salvajes por un lado y civilizados por el otro.

3 Para este apartado cfr. «Roberto Mori, Vivir la moral: Hostos como sociólogo crítico», Biblioteca
Virtual de Cervantes, acceso el 20 de noviembre de 2020, http://www.cervantesvirtual.com/obra/vivir-la-
moral-hostos-como-sociologo-critico/
3. La educación: En las academias se han enfocado en la enseñanza de las ciencias positivas
independientes a la relación con la moral. Asimismo en países subdesarrollados todavía se
arrastra con el peso de la enseñanza escolástica y el influjo de la Iglesia católica.

Si bien es cierto que para Hostos el hombre es ya un adulto de razón, no se le puede considerar adulto
de conciencia. Para alcanzar dicha mayoría de edad debe primero educarse en cuanto a la moral para
que este llegue a un grado tan digno y tan bueno como tan racional y tan consciente como el de la
íntima correlación de la razón con la conciencia y de la conciencia con el bien. El ser humano debe
practicar el bien como consecuencia de la correlación entre la razón y la conciencia. Para ello debe de
convertir los deberes en costumbres. Tal educación del deber y la moral deberá de proporcionarse por
los órganos que conforman la sociedad (la Familia, Municipio, Provincia y el Estado) como también
de cualquier ser humano. No obstante, para Hostos la institución que tiene como máxima tal
educación es la escuela y los responsables en cuanto a mayor orden son los maestros.

Para Hostos es en el maestro en que recae el papel de educador de la conciencia en los infantes y
jóvenes de la Nación y es en la escuela en la que trabaja para fundamentar la moral de los estudiantes.
En dicha institución se educará la razón, los sentimientos, voluntad, en suma, lo que debe y cómo
debe de formar la conciencia. Pero para ello la escuela debe de seguir el modelo de las instituciones
liberales cuyas características son: 1. ha de seguir un modelo positivista, es decir, debe de educar la
razón a través de la ciencia y ha de ser no-sectaria, es decir, no debe de seguir un dogma religioso. Tal
concepción de la escuela entra consecuentemente en una confrontación con la Iglesia Católica. Pero
superada la confrontación y la emancipación real de la barbarie a través de la educación, el progreso
moral será alcanzado.

Como síntesis personal decir que, existen en ambos autores como también en sus obras similitudes y
diferencias en cuanto a la concepción del progreso. Como similitudes podemos señalar la visión
negativa de la herencia del pensamiento colonial en las clases dirigentes; la superación del
reduccionismo positivista del concepto del progreso, si bien ninguno niega que el progreso se trasluce
en los avances científicos de la época, no lo reducen a ello. Asimismo, se puede vislumbrar una visión
pragmática para la consecución de lo que para ellos es el progreso: hacer uso de los recursos
nacionales sin tener que recurrir al extranjero, hacer uso de lo inmediato. Como diferencias mencionar
las siguientes: la visión de la Iglesia Católica, optimista para Bonó y negativa para Hostos. Unas de
las diferencias centrales en el pensamiento de ambos es sobre quiénes y con los medios que serán
usados para alcanzar el anhelado progreso. Para Bonó es la clase trabajadora dominicana la que
conseguirá el progreso, para Hostos será la clase intelectual (maestros); para Bonó es el trabajo en los
campos la condición de posibilidad del necesitado progreso, para Hostos en la educación en las
escuelas (se infiere un pensamiento más urbano).

En fin, para ambos el progreso es integral, no debe de descartar a las clases trabajadoras
dominicanas ni tampoco la moral social. Considero que hoy en día tal pensamiento podría ayudarnos
a la consecución de un progreso más humano dado que ante el discurso imperante del progreso en
donde se descartan los valores, la integridad y la dignidad humana como también a los pobres, los
campesinos, culturas indígenas y a los bosques; una concepción de un progreso que en vez de
descartar integre tales elementos, será más verdadera.

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