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Bienvenidos a la séptima clase denominada “No el que manda, sino el que sirve: Lecciones sobre
liderazgo”.
Al finalizar esta clase esperamos que puedas distinguir las características del liderazgo
ejecutivo, las conductas de los ejecutivos de éxito, los principales desafíos del trabajo en
equipo y las prácticas de los equipos efectivos. Para ello, te invitamos a revisar los contenidos
que se detallan a continuación, así como a participar del foro y responder el control.
1. La paradoja.
2. Sensibilidad, determinación y ética: Las claves de un liderazgo sensato.
3. Intimidad: El valor de la cercanía.
4. Interactividad: La promoción del diálogo.
5. Inclusión: Expandiendo el rol de los empleados.
6. Intencionalidad: Adhiriendo a una agenda.
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1. La paradoja
Luego echó agua en una palangana y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con
la toalla que llevaba en la cintura (Juan 13:5)
Son muchas las lecciones que recibimos sobre liderazgo y muchos también los modelos que se
nos han propuesto, pero pensar que el líder es el que lava los pies está fuera de toda
consideración. Sin embargo, en el modelo de liderazgo cristiano, el que manda es el que sirve; el
mensaje es explícito en Marcos 10:42-44.
“Como ustedes saben, hay jefes que se creen con derecho a oprimir a sus súbditos y les hacen
sentir su autoridad, pero entre ustedes no debe ser así, por el contrario, el que quiera ser el más
importante entre ustedes, debe hacerse el servidor de todos y el que quiera ser el primero, se hará
esclavo de todos.”
El jefe invisible: El líder que sirve es como un “jefe invisible” que parece pasar
desapercibido, pero cuando realmente falta, su ausencia deja un vacío imposible de llenar,
así lo cuenta Robert Greenleaf, fundador de un movimiento sobre el líder como servidor.
Dice que se inspiró en “Viaje al Oriente” de Hermann Hesse, que trata de la marcha de un
grupo de personas en la cual la figura central es Leo, quien es el sirviente que hace los
trabajos más ingratos, pero que mantiene la cohesión del grupo con su espíritu y sus
cantos. Todo va bien hasta que Leo desaparece, en ese momento el grupo se desarticula y
el viaje termina inesperadamente. Después de algunos años, quien narra la historia
reencuentra a Leo y descubre que quien creía era un simple sirviente, era en verdad el
Jefe de la Orden que había patrocinado el viaje, su guía espiritual, un líder grande y noble.
Hay un pequeño libro de James Hunter, que trata con simpleza y profundidad este tema del
liderazgo como servicio: “La Paradoja-Un relato sobre la verdadera esencia del liderazgo”. Los
comentarios a continuación están basados en él.
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a) Liderazgo: “El arte de influir”
Estamos tan acostumbrados a pensar en el liderazgo como poder coercitivo, que implica
“forzar” a alguien a hacer algo que preferiría no hacer, pero no es así, la autoridad del líder
no emana de su puesto en la jerarquía, ni de su mando, sino de su poder de convicción
para invitar a la gente a trabajar con entusiasmo en la consecución de objetivos
orientados al bien común. La mejor forma de ejercer el poder formal es no tener que
recurrir a él para hacerlo valer. Margaret Thatcher decía que “lo de tener poder es como lo
de ser una señora. Si tienes que recordárselo a la gente, malo.”
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En el capítulo 13 de la “Primera Carta a los Corintios” se presenta el famoso texto sobre el
amor, que no se refiere a sentimientos, sino a una forma de conducirse: “El amor es
paciente, es afable, no es jactancioso ni engreído, no es grosero, no busca lo suyo, no
lleva cuentas del mal, no se regocija con la injusticia, sino con la verdad, todo lo sufre, todo
lo soporta. El amor no falla nunca.”
e) El líder incompleto
Un líder no tiene por qué ser perfecto para ser efectivo: Puede ser “incompleto”. No se le
puede exigir al líder que tenga todas las habilidades en grado superlativo, basta que sepa
dónde se encuentran en la organización las personas que con su visión, atributos y
talentos pueden suplir sus limitaciones y carencias. Ciertamente, se precisa tener
confianza en sí mismo, para no ver en este apoyo de personas de menor nivel jerárquico
un desmedro a su posición. Y, aunque parezca paradójico, al actuar de esta manera, el
líder aparece como más cercano, pues muestra que tiene la humildad, sabiduría y entereza
de recurrir a quienes pueden apoyarlo. El respeto de sus seguidores crece. Si, por el
contrario, muestra temor a parecer vulnerable, este comportamiento termina por dañar a la
persona del líder y a toda la organización.
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y madurados si queremos convertimos en líderes de éxito capaces de perdurar en el
tiempo.
Siendo tantas las recetas de lo que es un buen comportamiento, ayuda saber que todas
pueden resumirse en la Regla de Oro: “Trata a los demás como quisieras que a ti te
traten”.
i) El gozo de servir
El Dr. Albert Schweitzer decía:
“No sé cuál es nuestro destino, pero de una cosa estoy seguro: Los únicos que
conseguirán ser realmente felices serán aquellos que hayan intentado ver en qué forma
podían servir y que hayan dado con ella”
Servir a los otros y dar lo mejor de uno mismo por los demás, nos libera de las cadenas del
egoísmo y abre las puertas al goce de la vida. El posponer nuestras propias necesidades y
deseos nos hace preocuparnos menos de nosotros mismos y más del otro, y esto nos hace
crecer como seres humanos y nos llena de satisfacción.
Puede que el servicio y el sacrificio sean lo que tenemos que pagar por el privilegio de la
vida. Amar, servir, dar lo mejor de nosotros mismos por los demás nos obliga a salir de
nuestro egocentrismo; amar a los demás nos obliga a crecer.
“Este es mi mandamiento, que os améis los unos a los otros como yo os he amado”
(Evangelio de San Juan).
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2. Sensibilidad, determinación y ética: Las claves de un liderazgo sensato.
Un buen líder, para nuestro tiempo, sabe leer el contexto y tiene una clara percepción de las
circunstancias en que se desenvuelve su actividad.
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d) Tiene habilidades sociales
Está en sintonía con sus colaboradores y con todas las personas con quienes debe
interactuar. Ejerce el liderazgo conversando, dar órdenes resulta contraproducente, en este
sentido la relación interpersonal es la clave para conseguir empleados con un alto nivel de
compromiso y sólidamente alineados con la estrategia de la organización, en un mundo
que es menos jerárquico y más interconectado.
Cuatro son las conductas que el líder debe cultivar: Intimidad, Interactividad, Inclusión e
Intencionalidad.
Se orienta a la acción y tiene claro que puede ser un “líder incompleto”, por lo que recurre a
muchas personas en todos los niveles de la organización y no se intimida por ello. Aunque parezca
paradójico, al actuar de esta manera, el líder aparece como más cercano, pues muestra que tiene
la humildad, sabiduría y entereza de recurrir a quienes pueden apoyarlo. Todos entienden que lo
importante es salir adelante con lo que se han propuesto.
En primer lugar, porque es lo que corresponde hacer, pero también porque la enorme visibilidad
que tiene el líder de una organización hace que se le considere cómo un modelo a seguir. No
obstante, nuestro comportamiento no siempre es el más adecuado, nuestra debilidad como seres
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humanos trae consigo que a menudo no seamos capaces de vivir de acuerdo a las exigencias
éticas del cargo que ocupamos.
Esto históricamente ha sido causa de gran dolor en las organizaciones y es sin duda una
circunstancia extremadamente grave. Hoy esta dificultad es aún más
seria, pues con la emergencia de un periodismo punzante y redes El liderazgo de nuestro
sociales que expanden las noticias a gran velocidad y sin tiempo exige más que
limitaciones, un comportamiento inadecuado o insuficiente impacta nunca un liderazgo ético.
profundamente a toda la organización y en vez de conseguir la
adhesión y entusiasmo de la gente, se produce su sorpresa, se enfría su entusiasmo y se las
pierde como colaboradoras. Incluso empresas grandes y prestigiosas han desaparecido por esta
causa.
La forma en que los líderes se relacionan con sus empleados es a través de conversaciones
personales, directas, auténticas, basadas en la confianza. Las distancias que separan a jefes de
sus colaboradores deben desaparecer, es preciso desterrar actitudes que profundizan las
diferencias.
Los jefes deben bajar de su pedestal y comunicarse personalmente y con transparencia con su
gente. La intimidad se manifiesta estableciendo relaciones de confianza, hablando de valores,
recibiendo las buenas y las malas noticias de los colaboradores y en esto, escuchar es más
importante que hablar. Prestar atención a lo que la otra persona dice, muestra respeto y
preocupación por ella, reflejando a un jefe que tiene la humildad de reconocer que “no se las sabe
todas” y que siente curiosidad e interés por aprender.
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El foco cambia de la distribución de información a través de la jerarquía, al intercambio más casual
de ideas a lo largo y ancho de la organización. En este contexto laboral, se comparte información
que es sensible para la empresa, pues todos asumen la responsabilidad de resguardar lo que es
confidencial, constituyendo ello una forma muy real y concreta en la que se manifiesta la confianza
en las personas.
Si un jefe habla con sus empleados, los hace sentirse colaboradores; si habla a sus empleados, los
hace sentirse subordinados. La cultura organizacional importa y lo que se busca es fomentar una
cultura interactiva, basada en valores, normas y comportamientos que crean un espacio abierto de
conversación, en el cual se fomenta el diálogo y se promueve el “pensamiento social”.
La intimidad favorece la interactividad. Los empleados necesitan un espacio para expresar sus
ideas y, si fuese apropiado, contradecir las ideas del jefe. Así se establece una conversación
abierta y fluida, impredecible y vital, y no una cerrada y unidireccional.
Hay que decirle adiós a los mensajes que se transmiten a los subordinados en la forma de cartas,
memos y discursos, y favorecer la comunicación cara a cara o la conversación mediada por la
tecnología, como blogs, foros de discusión, videoconferencias y otras, que permiten una
comunicación masiva y multi-direccional, preservando el espíritu y el estilo de una conversación
personal.
Estamos acostumbrados a instituciones jerárquicas en las cuales los líderes parecen ser los únicos
que piensan, dan contenido a las ideas y controlan los mensajes a las audiencias internas y
externas, en ellas, los empleados son consumidores pasivos de información. El llamado es a
cambiar este estado de cosas, porque hoy vivimos en un mundo en el cual los líderes son menos
poderosos, si es que el poder se entiende a la antigua, como alguien que manda y prescribe y que
exige pleitesía.
Esto es un signo de los tiempos, una realidad impuesta por la cultura y la tecnología. Los líderes no
controlan las redes sociales y en ellas se juega todos los días el prestigio de la empresa y de los
propios líderes. En estos mensajes que pueblan las redes sociales, muchas veces se expresan las
ideas de un modo exagerado y sin guardar las formas. Ciertamente esto no está bien, pues es
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imprescindible mantener el respeto en la comunicación, pero es una manifestación más de la
pérdida de poder de las jefaturas.
La inclusión es una necesidad en los tiempos que corren, participación es la regla del juego, en
este sentido todas las ideas deben ser bienvenidas, sin importar de donde vengan. Los empleados
pueden ser “líderes de pensamiento”, pues hay mucho conocimiento en los rincones más
recónditos de una empresa y es sabio aprovecharlo y difundirlo entre los clientes y otros
especialistas.
Por otra parte, también pueden actuar como “embajadores de la marca”, promoviendo la empresa
incluso en sus tiempos personales y tal vez sean los más creíbles “voceros de la historia”, pues el
poder de convicción de las narraciones contadas directamente por sus protagonistas es muy
superior al relato de un tercero. Se consigue así el compromiso emocional de las personas que
participan y su total entrega. Las personas se sienten parte de una aventura que ellos han
contribuido a crear y entienden perfectamente su significado, y además saben cómo contar la
historia.
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pero todo ese esfuerzo se orienta al establecimiento de una visión de la empresa cuya lógica se
entiende y entusiasma, y de una agenda, objetivos y metas ampliamente compartidos.
7. Opinión
Para finalizar los contenidos de la séptima clase, te invitamos a revisar la opinión del profesor
Marcos Lima y del Psiquiatra Sergio Canals, quienes nos darán un punto de vista distinto de los
temas tratados.
Profesor: Para qué nos vamos a engañar, aunque hemos seguido promoviéndolo
Marcos Lima
Ing. Civil de industrias UC como un estilo más acorde con los valores que profesamos, este
enfoque no avanza como quisiéramos en la práctica ejecutiva. Sigue
siendo muy mayoritario el líder -sea este el Jefe o el Patrón- al que se le obedece sin mayor
cuestionamiento y juicio crítico, que escucha poco a sus subordinados y que dirige con mano de
hierro la organización.
La primera es aquello que Portales llamaba el peso de noche, la tradición que venía de la época de
la Colonia, a partir de la cual funda nuestro Estado. Una autoridad fuerte e impersonal que manda
y un colectivo que obedece, es nuestra cultura y la empresa no puede alejarse de este estilo de
administrar. Incluso cuando existen autoridades indecisas, todos a coro exigen que alguien “corte
el queque”, marque el rumbo y conduzca la institución.
Un segundo aspecto, derivado del anterior pero diferente, se refiere al vacío de poder que provoca
un liderazgo débil frente a mandos medios que compiten y que buscan asumir la conducción del
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grupo. Al detectar esta falencia, estos cambian su rol tradicional de espectadores a protagonistas y
se instala una lucha por el poder. En esas circunstancias, siempre será preferible una autoridad
fuerte frente a pugnas internas que confunden y debilitan.
Un tercer factor se asocia a la seguridad que transmite un líder que protege y promueve a los
suyos a cambio de lealtad y sumisión. Esta actitud servil es perniciosa no solo para la dignidad de
los dirigidos, al no desarrollar confianza en los propios talentos, sino que perjudica la organización
al no enriquecerse esta con la diversidad de puntos de vista, especialmente cuando se enfrentan
decisiones difíciles.
Los altos niveles de competencia y el complejo escenario económico actual, obligan a contar con
una mayor participación en la toma de decisiones. Por ello se necesita un liderazgo que aporte
cercanía y firmeza, apertura a las nuevas ideas y capacidad de resolución. Un patrón que conduce
y decide, pero también un maestro que estimula y enseña, y que aprecia el valor de escuchar a su
gente.
Marcos Lima.
Ing. Civil de industrias UC.
8. Punto de vista
“Las razones de la exigencia moral no apelan, pues a la supervivencia del grupo, ni siquiera a la de
la especie, sino al valor interno de los seres que no tiene precio sino dignidad”.
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Tan fundamental como lo anterior en este tipo de liderazgo, me parece importante la
responsabilidad que se asume por el bienestar de la otra persona. El foco en este caso, no son los
objetivos de la relación, sino la relación misma, la que se establece a través del lenguaje.
Me quiero referir a la importancia del lenguaje, por su capacidad de nombrar y posibilitar las
estimaciones morales y éticas, pues “allí donde hay lenguaje, hay inexorablemente ética”. La
relación interpersonal tiene una dimensión ética insoslayable y corresponde al líder dirigirse a
alguien como persona, en un diálogo intersubjetivo lleno de sentido y así configurarse como líder,
de manera inteligible, comprometido con la verdad, de forma sincera y corrección normativa, según
Habermas.
Pero esta nueva forma de liderazgo, reconoce que antes de la comunicación considerada como un
discurso racional de contenidos significativos, se configura, solo en el decir al otro, un acto anterior
esencial de reconocimiento y apertura a la presencia del otro, como persona que nunca me es
indiferente en su peculiaridad individual.
En ese momento del habla, nos exponemos al otro como persona y nos hacemos responsable de
ella.
“Suponemos al lenguaje una dimensión que es responsabilidad; es decir, también resignación al
riesgo de ser malentendido (…) al riesgo de la falta y del rechazo (…) De la comunicación solo se
podrá decir su incertidumbre (…) Solo es posible en el sacrificio, que es el acercamiento de quien
se es responsable”. (Emmanuel Levinas).
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