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ALCOHOLICOS ANONIMOS

Todos los derechos son reservados, pero parte de esta publica-


.!ión puede reproducirse con el permiso escrito de la Oficina de
Servicios Generales de Alcohólicos Anónimos, para América del
Sur.

Editado por A. A. WORLD SERVICES, INC.,


única agencia de publicaciones de ALCOHOLICOS ANONIMOS
Aprobado :i:>or la Conferencia de Servicios Generales de A. A.

Todos los derechos reservados.

COPYRIGHT 1955

ALCOHOLICOS ANONIMOS WORLD SERVICES, INC.

Impreso y distribuído por: Oficina de Servicios Generales de


A. A. para América del Sur. Apartado Aéreo No. 3070
Cables: "Literatura" Medellín, Colombia• Tel. 45 43 09

Con la autorización de A. A. World Services, lnc., Box 459,


Grand Central Station New York N. Y. 10017

Impreso en Colombia• Por Editorial Bedout S.A.

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)

ALCOHOLICOS ANONIMOS

VERSION EN ESPAÑOL
Novena Edición

6.000 Ejemplares
VI DE 1980
> PREFACIO

NOSOTROS, los Alcohólicos Anónimos, somos varios millares de hom-


bres y mujeres que nos hemos recuperado de una condición mental y física
aparentemente hasta hoy incurable. Enseñar exactamente a otros alcohólicos
cómo nos hemos restablecido, es efpropósito medular de este libro. Abriga-
mos la esperanza de que para ellos sean estas páginas convincentes y que
leerán las mismas con mente receptiva. Al propio tiempo creemos que la
exposición de nuestra experiencia ayudará a todas las personas que nos lean a
entender mejor al alcohólico. Hay muchas que no comprenden que el alcohó-
lico es un ser enfermo. Estamos plenamente seguros de que la norma de vida
que nos hemos trazado conlleva grandes ventajas.

Es importante que permanezcamos anónimos a fin de atender mejor al


gran número de encuestas y peticiones personales que puedan provenir como
resultado de esta publicación. Por ser hombres profesionales y de negocios en
la gran mayoría muchos no podríamos conservar nuestros trabajos si nos
diéramos a conocer. Queremos que quede bien entendido que nuestra labor
alcohólica es de suyo una misión reconfortante.

Encarecidamente recomendamos a cada uno de nuestros compañeros que


cuando escriban o hablen para el público sobre el alcoholismo, omitan su
nombre y apellidos designándose sencillamente como "Un Miembro de Aleo~
hólicos Anónimos".

Solicitamos también encarecidamente de los señores de la Prensa, que


observen esta regla, pues de otro modo violaríamos nuestras tradiciones sobre
anonimato.

No somos una organización en el sentido convencional de la palabra. En


Alcohólicos Anónimos no hay que pagar cuotas ni honorarios. El único requi-
sito para ser miembro es abrigar el sincero deseo de dejar de beber. No
)
estamos aliados a ninguna secta o denominación religiosa en particular, ni nos
oponemos a ninguna de ellas. Sencillamente anhelamos servir de ayuda a los
alcohólicos.

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Será de sumo interés recibir noticias de Las personas que deriven buenos
resultados de este libro, especialmente de los que comiencen a laborar con
otros alcohólicos. Mucho nos agradaría coadyuvar con ellos para el éxito de
su empresa en tales casos.

Daremos buena acogida a encuestas de sociedades científicas, médicas y


religiosas. Pueden dirigir la correspondencia a la Oficina de Servicios Genera-
les de A. A. para América del Sur. Apartado Aéreo 3070.
Cables: "Literatura" Medellín, Colombia.

Muy Cordialmente,

ALCOHOLICOS ANONIMOS
l
LA OPINION DEL MEDICO
Los que per:tenecemos a Alcohólicos Anónimos creemos que
interesará al lector saber lo que opina el médico sobre el plan de
recuperación expuesto en ·e ste libro. Ciertamente no podría haber
testimonio más convincente que el del hombre de ciencia que ha
tenido la experiencia de atender en sus padecimientos a muchos de
los alcohólicos de nuestra Asociación y les ha visto recóbrar su
salud. He aquí lo que dice el médico director de un gran hospital
norteamericano especializado en el tratamiento de adictos al alco-
hol y a las drogas, en carta escrita expresamente para los Alcohóli-
cos Anónimos.
" A QUIEN PUEDA INTERESAR"
"Por muchos años ha sido mi especialidad el tratamiento del
alcoholismo.
A fines de 1934 atendí a un paciente que no obstante haber
sido un hábil hombre de negocios, con mucha aptitud para ganar
dinero, era un alcohólico del tipo que yo consideraba que no tenía
remedio. En el curso de su tercer tratamiento a este hombre se le
ocurrieron ciertas ideas sobre la posibilidad de poner en práctica
un raro método de recuperación. Como parte inicial de su progra-
ma de rehabilitación comenzó a exponer sus conceptos a otros
alcohólicos, pidiendo a éstos que a su vez hicieran lo mismo con
otros. Esto ha venido a ser la base de una hermandad que va
creciendo rápidamente, entre estos seres y sus familiares. De igual
modo que este hombre, centenares de alcohólicos han logrado su
recuperación.
Conozco personalmente infinidad de casos de este tipo, respec-
to de los cuales otros médicos fracasaron completamente.
Estos hechos resultan de una gran importancia médica. Dadas
) las extraordinarias posibilidades de rápido crecimiento de esta
agrupación, tal vez estemos asistiendo al momento precursor de
una nueva era en los anales del alcoholismo, ya que puede ser que
estos hombres cuenten con el remedio adecuado para millares de-
casos de seres semejantes.

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Yo tengo absoluta confianza en cualquier manifestación de los
Alcohólicos Anónimos sobre ellos mismos".

Muy atentamente,
(Fdo.) William D. Silkworth

El médico que a nuestra solicitud expresó las anteriores opinio-


nes, ha tenido la gentileza de ampliar sus puntos de vista con
comentarios que insertamos más adelante. En sus manifestaciones
suplementarias confirma la cre~ncia de los que hemos sufrido las
torturas del alcohol, de que el cuerpo del alcohólico es tan anor-
mal como su mente. No nos satisfacía la teoría de los que decían
simplemente que no podíamos controlar la bebida porque no sa-
bíamos ajustarnos al ambiente, porque huíamos de la realidad, o
porque teníamos una marcada deficiencia mental. Con respecto a
algunos, estas cosas eran hasta cierto punto verídicas. Sin embargo,
no nos _cabe la menor duda de que nuestros cuerpos también esta-
ban enfermos, y en nuestro concepto queda incompleto cualquier
cuadro · clínico del alcohólico, en el ·que se prescinda del factor
orgánico. La teoría del médico de que somos alérgicos al alcohol,
tiene para nosotros gran significado. En realidad, nuestra opinión
como profanos importa poco en la consideración de esta teoría,
pero como exbebedores del tipo que constituye un hombre-proble-
ma, podemos decir que es acertada. Nos explica muchas cosas que
de otro modo nunca hubiéramos comprendido.
Aunque buscamos tanto el plano espiritual como el altruísta
para solucionar nuestro problema, reconocemos la conveniencia de
la hospitalización del _alcohólico que se halla muy tembloroso y ,
atrofiado. En la ma,yoría . de los casos, antes de que nos acerque-
mos al sujeto, es conveniente que su cerebro se haya aclarado, toda
vez que así habrá una mejor oportunidad para que comprenda y
acepte el mensaje que vamos a llevarle.
Pasemos ahora a lo que el Dr. Silkworth prosigue diciéndonos:
"Opino que el asunto de que trata este libro es de suma impor-
tancia para aquellos que padecen de alcoholismo. Digo esto des-
pués de muchos años de experiencia como médico-director de uno
de los más antiguos hospitales del país, para el tratamiento de
adictos al alcohol y a las drogas.
Sentí pues, verdadera satisfacción al pedírseme que contribu-
yera con algunas opiniones sobre materia de tan vital importancia
como es la tratada en este libro en forma tan minuciosa y con
verdadera maestría.

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Durante largo tiempo los médicos nos hemos dado cuenta de
que cierta forma de sicología moral es de necesidad vital para los
alcohólicos, pero su aplicación presentaba cortapisas que iban más
allá de nuestras concepciones sobre la materia, aparte de que nues-
tras normas ultramodernas y nuestro usual acercamiento científico
a todas las cosas, tal vez no nos coloquen en posición hábil para
) aplicar aquellas fuerzas del bien que están fuera de nuestro conoci-
miento sintético.

Muchos años atrás uno dé los principales colaboradores de este


libro estuvo asilado en este hospital y durante su permanencia
adquirió ciertas ideas que puso inmediatamente en práctica.
Más tarde pidió que le otorgásemos el privilegio de permitirle
contar su historia a otros pacientes del hospital, a lo que consenti-
mos aunque no de muy buen agrado. Muchos casos que de cerca
seguimos resultaron interesantísimos y sorprendentes. El espíritu
de desprendimiento de estos hombres que no acusan el menor
asomo de fines egoístas y que solidarizan el espíritu mancomún, es
en verdad motivo de inspiración para los que hemos venido laboran-
do larga y penosamente en el campo del alcoholismo. Tienen ellos
gran confianza en sí mismos y mucho más en un Poder Superior
que arranca a los alcohólicos crónicos de las garras de la muerte.

Desde luego, para que las medidas sicológícas puedan redundar


en máximo beneficio, hay que quitar al alcohólico la desesperante
ansiedad de licor, lo que a veces requiere un pro'Cedimiento de
hospitalización intenso.
1'• Creemos nosotros, y así lo sugerimos hace varios años, que la
' acción del alcohol en estos alcohólicos crónicos, es la manifesta-
ción de una alergia; que el fenómeno de la desesperación por el
licor se limita a esta clase de bebedores y nunca es de notarse en el
atemperado bebedor normal. Jamás pueden tales sujetos alérgicos
ingerir alcohol, en cualquier forma que sean, sin correr peligro. De
ahí que una vez formado el hábito caigan en la <;!Uenta de que no
pueden dejarlo; pierden la confianza propia, no hallan cómo ajus-
tarse a las cosas humanas y se ven abrumados por el fardo de
problemas que se les vienen encima y que resultan cada vez más
difíciles de resolver.

} Raras veces bastará un buen consejo; no importa cuán vehe-


mente y emocional sea. El mensaje que logra interesar y hace
reaccionar a la gente alcohólica ha de ser profundo y de peso. En
casi todos los casos debe cimentarse en un Poder Superior a ellos
mismos, si es que se trata de reconstruír sus vidas.

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Quien crea que para siquiatras dirigentes de un hospital para
alcohólicos estamos resultando algo sentimentales, que venga con
nosotros por breves instantes a la zona de combate para que vea las
tragedias que rodean la vida de estos seres: esposas desesperadas,
niños atribulados, e imagine que la solución de estos problemas
fuera parte de su vida diaria y aún · motivo de preocupación al
retirarse al lecho, para que se convenza de-que hasta el más cínico
dejará de asombrarse de que hayamos acatado y estimulado esta
Asociación. Tras largos años de experiencia, entendemos que no
hemos hallado nada que contribuya tanto a la rehabilitación de
estos hombres como el movimiento fraternal que entre ellos mis-
mos se desarrolla.
Los hombres y las mujeres beben esencialmente porque les
gusta el efecto producido por el alcohol. La sensación es tan enga-
ñosa que a pesar de que reconocen que es nocivo, siguen usándolo
y con el tiempo llega. el momento en que no pueden diferenciar lo
que es real de lo ficticio. Entonces la vida alcohólica pasa a ser
para ellos la única vida normal·. Están siempre impacientes, irrita-
bles y descontentos, a menos que vuelvan a experimentar la sensa-
ción feliz y confortable que logran en seguida de tomar sólo varios
tragos, tragos que ven ellos apurar a otros, en igual medida, sin que
surta tal efecto. Después que han sucumbido una y otra vez a ese
deseo, como les suc·ede a muchos, y se desarrolle el fenómeno de la
desesperante ansiedad por la bebida, pasan por las bien conocidas
fases del período borrascoso, del cual emergen arrepentidos, con la
firme resolución de no volver a tomar otra copa. Esto se repite
sucesivamente, y a menos que la persona pueda experimentar u;i
cambio síquico completo, tiene muy poca esperanza de recupera-
ción.
En ·sentido contrario, y a pesar de que esto pudiera parecer-
raro para .las personas que no comprenden estas cosas, una vez ha
ocurrido un cambio síquico, el mismo sujeto que parecía naufra-
gar, que tenía tantos problemas con los cuales se desesperaba sin
poderlos resolver, súbitamente se le hace fácil controlar la ansiedad
de licor sin más esfuerzo que seguir varias reglas simples.
Hay hombres que en su desesperación han venido donde mí
para decirme con toda sinceridad: Doctor, no puedo seguir más de
esta manera. Tengo cuanto puede anhelar un ser humano para
vivir. ¡Debo dejar este vicio, pero no puedo! ¡Usted tiene que
ayudarme! .6 ....
Un médico honrado consigo mismo, al encontrarse con un caso
como éste, se da cuenta de su propia inoperancia. Hace en efecto
todo cuanto está a su alcance por curar al enfermo, pero casi
nunca lo consigue, y es entonces cuando comprende que algo más
~
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que un poder humano se necesita para producir el cambio síquico
indispensable. Si bien es de alguna consideración el número de
personas que se recuperan como resultado de los esfuerzos siquiá-
tricos, nosotros los médicos debemos reconocer que ha sido muy
pequeña la mella que hemos dejado en el cuadro del problema
global alcohólico. •
Muchos sujetos no responden al acercamiento sicológico ordi-
l nario.
No comparto la creencia de los que opinan que el alcoholismo
es un problema de control mental nada más. Por ejemplo, he teni-
do casos de muchos hombres que tuvieron que encarar algún asun-
to de negocios o de otra índole por un período de meses, esperan-
do que llegara el momento favorable en que debiera llevarse a
cabo. Un día o dos antes de llegar esa fecha, luego de tomarse un
trago, vino el fenómeno de la desesperación por el licor y éste pasó
a ser para ellos algo primordial a cualquier otro asunto, con la
resultante de que a la postre no acudieron a · 1a· importante cita.
Estos hombres no estaban bebiendo por vía de escape, bebían para
saciar la ansiedad desesperante de alcohol que rebasaba su control
mental.
Existen muchas situaciones que surgen de este fenómeno de la
desesperación alcohólica, que hace qué los hombres hagan el sacri-
ficio supremo de sus vidas antes que continuar en la lucha.
La clasificación de los alcohólicos resulta muy difícil y en
muchos aspectos está fuera del radio de acción de este libro. Desde
luego, existen los sicópatas que son seres emocionalmente inesta-
bles. Todos estamos familiarizados con este tipo. Es el que siempre
nos dice que no volverá a tomarse un trago y encubre su arrepenti-
miento haciendo infinidad d e resoluciones, pero nunca toma una
determinación.
Tenemos el tipo de hombre que no está dispuesto a admitir
que no puede tomar ni una copa, y que planea distintos. modos de
beber: cambia de marca y muda de ambiente. Existe el tipo que
siempre cree que después de permanecer sin beber licor por cierto
período de tiempo, puede tomarse algunas copas sin peligro. Y
existe el tipo maniático-depresivo que es tal vez al que menos
comprenden los amigos y del cual pudiéramos escribir todo un
capítulo.
Luego concurren tipos enteramente normales en todos los ór-
J denes, excepto en cuanto al ef,tcto que el alcohol ptoduce en ellos.
Muchas veces se trata de personas aptas, inteligentes y amigables.
Todos estos tipos, y muchos ··o~ros, tienen un síntoma en co-
mún: no pueden comenzar a beber sTh,,que se desarrolle en ellos el

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fenómeno de la desesperación por el ansia desenfrenada de más
licor. Como hemos sugerido, este fenómeno puede ser la manifes-
tación de una alergia que diferencia a estas criaturas y las separa
del común de los hombres. Tal condición nunca se ha hecho desa-
parecer permanentemente mediante tratamiento alguno del cual
tengamos conocimiento. El único remedio que podemos sugerir es
la abstención total.
¿Cuál es la solución? Tal vez como mejor pueda contestar es
relatando una de mis experiencias.
Cerca de un año antes de que aconteciera el episodio objeto de
este relato, nos trajeron a un sujeto para que lo tratásemos como
un caso de alcoholismo crónico. Este hombre se había recuperado
sólo parcialmente de una hemorragia gástrica y parecía presentar
un caso de deterioro mental patológico. Había perdido todo lo que
para él tenía valor en la vida y pudiéramos decir que vivía exclusi-
vamente para beber. Admitía francamente qu() para él ya no había
esperanza. Tras de lograr la eliminación del alcohol, pudimos de-
terminar que no tenía menoscabo cerebral permanente. Después
ese hombre aceptó el plan delineado en este libro. Un año más
tarde vino a visitarme y tuve la sorpresa más extraordinaria que
pudiera concebirse. Conocí al individuo por su nombre y acaso
ligeramente logré reconocer sus facciones. Ahí terminó toda seme-
janza. ¡De un despojo humano tembloroso y desesperado, surgía
un hombre rebosante de alegría y pleno de confianza en sí mis-
mo! Hablé con él un buen rato, mas no pude acertar a convencer-
me a mí mismo de que yo había conocido antes a ese hombre. No
era aquel; era otro hombre; un personaje extraño que vino a visi-
tarme y se marchó. Ha pasado mucho tiempo desde entonces sin
que ese caballero haya vuelto a beber.
Cada vez que necesito elevación mental pienso en otro caso
qu~ nos trajera un . médico prominente de la ciudad de New York.
El paciente había hecho ya su propio diagnóstico, y al decir que su
situación no admitía el menor rayo de esperanza fue a ocultarse en
un granero desierto donde se disponía a morir. En esa condición
crítica y desesperante le halló un grupo que salió a rescatarle.
Después de su rehabilitación física sostuvo una conversación con-
migo en la cual me dijo con franqueza que él creía que el trata-
miento era esfuerzo vano. a menos que yo pudiera asegurarle algo
que nadie se ha atrevido a asegurar: que en lo sucesivo él tendría
"la fuerza de voluntad" necesaria para resistir el impulso de beber.
Su problema alcohólico era tan complejo y su depresión tan
grande que juzgamos que su única esperanza estaba en lo que

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entonces llamábamos "sicología moral" y aún dudábamos que pa-
ra él surtiera efecto.
Sin embargo, ese alcohólico se convirtió en un convencido de
las ideas contenidas en este libro y no ha apurado ni una sola gota
de licor por muchos años. De vez en cuando lo veo y puedo decir
que es el más fino paradigma de caballero que uno pudiera cono-
")
cer.
Aconsejo con toda vehemencia a todos los alcohólicos que lean
bien este libro, porque aunque sólo penetren en sus páginas para
curiosear, tal vez hallen campo muy fértil para quedarse largamen-
te meditando y hasta para elevar una oración".

(Fdo.) William D. Silkworth M. D.

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CAPITULO I

LA HISTORIA DE BILL

Subía la fiebre de la guerra en el poblado de Nueva Inglaterra


al cual fuimos destacados los nuevos jóvenes oficiales de Platts-
burg, y cuando las personas más connotadas del pueblo nos dieron
la bienvenida llevándonos a sus hogares, nos sentimos sumamente
halagados, pues para todos sólo había demostraciones de afecto y
aplausos en aquella hora crucial de la guerra, momentos sublimes
salpicados de intervalos de patriótica hilaridad. Al fin yo era parte
de la vida y en medio de la gran algazara hacía el descubrimiento
del licor. Olvidé las severas advertencias y los prejuicios de los
míos sobre el uso de la bebida. En su día partimos para el frente
de batalla en Europa y una vez allí comencé a sentirme tan triste y
solitario que torné otra vez la vista a la botella.
Al desembarcar en Inglaterra visité la Catedral de Winchester.
Conmovido salí a la calle. El siguiente epitafio en la lápida de una
vieja tumba había llamado mi atención:
Aqu( yace un granadero
de quien la muerte hizo presa
y que en su instante postrero
empinaba una cerveza.
Por beber cerveza fr(a,
del apuesto granadero
no amengüemos la proeza,
que un soldado no se olvida,
bien si muere fusilado,
o lo mata la cerveza.
Aviso ominoso del que no supe cuidarme.
Ya todo un veterano de combates en ultramar a los veintidós
años de edad, regresaba por fin a la patria. Me imaginaba que erá
todo un líder. Por algo los hombres de mi batería me habían dado
una credencial especial de reconocimiento. Pensaba que con el
talento privilegiado que tenía para dirigir a otros, fácilmente me ·

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colocaría al frente de grandes empresas que yo sabría manejar con
el mayor aplomo . .J
Tomé un curso nocturno de leyes y conseguí empleo como
investigador en una compañía de seguros. La lucha por el triunfo
había comenzado para mí. Iba a probar al mundo que yo era un
personaje importante. La naturaleza de mi trabajo me traía a me-
nudo por Wall Street y poco a poco me fuí interesando en los
asuntos de la Bolsa Notaba que mucha gente perdía dinero, pero
otros se enriquecían. Entonces, ¿por qué no enriquecerme yo?
Además de leyes estudié economía y comercio. No es de extrañar,
pues, que siendo un alcohólico potencial, poco me faltara para
fracasar en mis estudios de abogacía. En uno de los exámenes
finales me hallaba demasiado borracho, para pensar y escribir con
aplomo. A pesar de que mis borracheras no eran continuas, mi
esposa se sintió preocupada. Tuvimos largas pláticas en el curso de
las cuales solía apaciguar sus temores diciéndole que los hombres
) geniales concebían sus proyectos cumbres cuando se hallaban bo-
rrachos; que así lo comprobaban las creaciones magistrales de los
filósofos, concebidas en tales momentos.
Bien sabía para la época en que terminé mis estudios, que la
abogacía no se· había hecho para mí. El remolino seductor de Wall
Street me atraía con fuerza centrípeta. Los mitos del licor y la
especulación comenzaban a forjar el arma que en su día volvería su
curso contra mí como bumerang, para hacerme trizas. Dada la vida
modesta que llevábamos mi esposa y yo pudimos ahorrar mil dóla-
res, que invertimos en ciertos valores que para entonces se cotiza-
ban baratos y que gozaban de poca popularidad. Tenía mis razones
para suponer que algún día esos valores serían objeto de una gran
alza En vista de que no logré persuadir a los acreedores amigos a
que me costeasen un recorrido por el país para visitar las fábricas y
relacionarme con sus jefes, decidimos hacerlo nosotros de cual-
quier manera por nuestra cuenta. Sostenía la teoría de que la
mayoría de la gente perdía dinero en acciones por desconocimien-
to de los mercados. Más tarde averigüé que concurrían muchas
otras razones.~
Poniendo nuestro plan en ejercicio, renunciamos a nuestros
empleos y salimos a campo traviesa en u na motocicleta, remolcan-
do en el cochecillo lateral una casa de campaña, algunas mudas de
ropa y tres grandes volúmenes de una obra de consultas en materia
de finanzas. Tal vez con razón nuestros amigos pensaron que el
caso era como para que se designara una comisión de peritos que
dictaminasen si estábamos locos. Tuve algún éxito en mis especula-
~iones, de suerte que ahorramos un poco d e dinero; n o obstante,

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en cierta ocasión preferimos trabajar en una finca durante un mes
antes de tocar nuestro pequeño caudal. Ese fue el último trabajo
manual honrado que realizara por largo tiempo. Recorrimos todos
los Estados del Este de Estados Unidos en un año. Al cabo, gracias
a los informes que suministraba a Wall Street, logré conseguir allí
una colocación con derecho a disfrutar .de una partida muy liberal
•)ara gastos. El uso de esa prerrogativa me proporcionó mayores
1.1gresos, por lo que cerramos ese año con una ganancia de varios
miles de dólares.
Durante varios años consecutivos, la fortuna sonreía a mi paso
prodigándome dinero y elogios. Había llegado a la meta. Al com-
pás de la alegre tonada del papel moneda que circulaba a millones,
mucha gente se dejaba llevar por mis juicios e ideas. Todo hervía y
se inflaba durante aquella gran zafra de la tercera década del siglo.
La bebida formaba una parte importante y festiva de mi vida. En
los salones de jazz tronaba la voz de la petulancia. Todos gastaban
miles y hablaban de millones. ¡Podían muy bien mofarse los sensa-
tos, pero al diablo con ellos! En ese torbellino, naturalmente, tuve
oportunidad de hacerme a :ina pléyade de amigos ocasionales.
Mis parrandas asumían cada vez más serias proporciones, pro-
longándose mis borracheras de día en día y casi todas las noches.
Hacía caso omiso de las súplicas y consejos de mis amigos a quie-
nes evadía y terminé convirtiéndome en un lobo solitario. Hubo
muchas tristes escenas en mi suntuoso apartamento. No existió
realmente problema de infidelidad porque además de mi natural
lealtad para con mi esposa, mis extremas borracheras contribuye-
ron a mantenerme inmune a esa clase de tentaciones. J
En 1929 contraje la fiebre del golf. Me dí prisa en salir para el
campo con mi esposa, que me aplaudiría mientras yo desafiaba a
Walter Hagen y me lo ganaba. Pero el licor se las entendió conmigo
y me dio alcance antes de que yo me las entendiera con el cam-
peón o pudiera siquiera ponerme a la zaga de Walter. Comencé a
sentirme nervioso y desesperado por las mañanas. El golf daba
ocasión para beber todos los días y todas las noches. Era divertido
darse a vagar por el campo de juego que tanto admiraba de mucha-
cho, luciendo la impecable tez tostada que suelen tener los caballe-
ros acomodados. Hecho todo un deportista, el banquero local me
veía llegar a su ventanilla remoliendo cheques hacia dentro y dine-
ro hacia afuera con divertido escepticismo.
Sorpresivamente, en octubre del mil novecientos veintinueve,
el infierno sentó plaza en la Bolsa de Nueva York. Meditabundo y
cabizbajo, tras uno de esos días infernales, me dirigí desde el bar

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de un hotel a la oficina de un corredor de bolsa. Eran las ocho de
la noche, cinco horas después de haberse cerrado el mercado. La
cintilla de valores repicaba todavía. Atónito quedé contemplando
una pulgada de ella con la inscripción XYZ-32. Esos valores esta-
ban a 52 por la mañana. Me había arruinado y conmigo se arruina-
ban también mis amigos. Los periódicos anunciaban que algunos
individuos se habían lanzado a la muerte desde las torres de Wall
1
Street. Eso me pareció de mal gusto. Yo no me lanzaría. Regresé al
bar. Mis amigos habían perdido varios millones pero, ¿y qué?
Mañana sería otro día. Mientras apuraba una copa volvió a apode-
rarse de mí aquella vieja y fuerte determinación de vencer.
Al día siguiente telefoneé a un amigo en Montreal. Le .quedaba
bastante dinero y pensó que lo mejor era que yo fuese al Canadá
Para la primavera siguiente ya vivíamos con el bienestar acostum-
brado. Me sentía como Napoleón a su regreso de Elba. ¡No!
Santa Elena no se había hecho para mí. ¡Ah, pero volví a entregar-
me a la bebida y_ mi generoso amigo tuvo que dejarme partir! Esta
vez nos queda-ll:los arruinados.
Nos fuimos a vivir con los padres de mi esposa. Conseguí una
colocación y la.perdí como consecuencia de un altercado con un
chofer de taxi. Misericordiosamente nadie había de sospechar que
estaría sin empleo por cinco años y que apenas sí permanecía un
instante sobrio. Mi esposa comenzó a trabajar en una tienda de
donde llegaba exhausta al hogar para encontrarme borracho. Me
convertí en un frecuentador poco grato de las oficinas de los corre-
dores.
El licor dejó de ser un lujo para convertirse en una necesidad.
· Como cosa rutinaria me bebía dos y hasta tres botellas diarias de
ginebra barata Algunas veces uno que otro pequeño negocio me
proporcionaba algunos cientos de dólares y pagaba mis deudas en
las cantinas y mesones. Esto siguió su curso sin parar y comencé a
levantarme muy temprano por las mañanas, temblando de una
manera violenta. Para poder desayunar necesitaba tomar primero
todo un vaso de ginebra seguido de media docena de botellas de
cerveza. No obstante este estado de cosas, todavía creía que po-
dría controlar la situación y tuve períodos de abstención durante
los cuales se renovaban las esperanzas de mi esposa.
_ Gradualmente, sin embargo, las cosas fueron de mal en peor.
La casa fue rematada por el acreedor hipotecario; vino la muerte
de mi suegra, y mi esposa y su padre enfermaron.
Para entonces se me presentó la oportunidad de emprender un
negocio muy prometedor. Las acciones estaban sufriendo la curva
baja en 1932 y así pude averiguármelas en forma que logré intere-

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sar a cierto grupo de personas en su compra, habiendo yo de
participar con largueza en las ganancias. Pero luego me dí una
pródiga parranda y la oportunidad se esfumó.
Vino el despertar. Comprendí que todo eso tenía que parar,
que no podía tomar ni siquiera una copa de licor. Mi derrota era
completa. Antes de esto había hecho .infinidad de hermosas pro-
mesas vanas, pero con gran alegría mi esposa pudo observar que
esta vez hablaba muy en serio y de una manera muy formal. Y esa
era la verdad.
Poco después de eso vine a la casa borracho. No había mediado
ninguna discordia ¿Qué se había hecho mi gran resolución? Sen-
cillamente no lo sabía. Ni siquiera se me había pasado por la
mente. Me tropecé con alguien que me pasó una copa y apuré el
trago. ¿Estaba yo loco? Comencé a sospecharlo, pues tan espan-
tosa ausencia de sentido común no parecía indicar otra cosa.
Una vez más tomé la resolución, esforzándome en esta ocasión
por ponerla en práctica. Transcurrió algún tiempo y mi confianza
comenzó a trocarse en una seguridad descomunal. Ya podía reírme
de las cantinas y los mesones. Ahora tenía lo que se necesitaba.
Cierto día fui a una cantina para hacer una llamada telefónica, y
sin pérdida de tiempo a los pocos instantes estaba golpeando sobre
el mostrador sin explicarme lo que había acontecido. A medida
que el whisky se me iba a la cabeza, me decía que la próxima vez
lo haría mejor, pero que bien podía disfrutar ese momento y
emborracharme. Y así lo hice.
El arrepentimiento, el horror y el desaliento del día siguiente
no pueden olvidárseme. Me faltaba valor para la lucha. Mi cerebro
marchaba desenfrenado y tenía una terrible sensación de las cala-
midades que me aguardaban. Casi ni me atrevía a cruzar la calle
por temor de que me proviniera un colapso o me arrollara con su
vehículo algún camionero madrugador, ya que apenas si apuntaba
el día. En una de esas tabernas que abren sus puertas por toda la
noche, pude beberme una docena de vasos de cerveza. Mis descon-
trolados nervios por fin se apaciguaron. Por un periódico de la
mañana me enteré de que el mercado otra vez había ido a parar al
infierno. Bueno, y yo también. El mercado podía recuperarse,
pero yo no. Ese pensamiento se fue intensificando. ¿Debería suici-
darme? No, ahora no. Una niebla mental me envolvía. La ginebra
disiparía eso. De manera que dos botellas más y a la nada, al vacío
del olvido. ;J
No cabe duda de que la mente y el cuerpo son mecanismos
prodigiosos, pues por dos años mi mente y mi cuerpo sobrevivie-
ron- esa agonía. Cuando el terror y la alucinación se apoderaban de

20
mí a la hora de levantarme por las mañanas, a veces hurtaba a mi
esposa el poco dinero que tenía en su bolso. Otras veces temblaba
de vértigo frente a una ventana abierta, o ante el gabinete de
medicina si había allí algún veneno, maldiciendo mi flaqueza. En
busca de escape, mi mujer y yo hicimos repetidos viajes de la
ciudad al carnpo y del campo a la ciudad.
Luego llegó una noche en que ya mi tortura física y mental era
tan demoníaca que en mi desesperación temí lanzarme por la ven-
tana con cortinajes y todo. Para evitar tal impulso, como pude,
llevé el colchón al piso de abajo para no saltar al vacío. Más tarde
vino un médico y me administró un calmante. Al día siguiente, de
más está decirlo, me hallaba tomando licor y sedantes que pronto
me hicieron dar contra las rocas. La gente temía que fuera a faltar-
me el uso de la razón. Así también lo temía yo. Me hallaba tan
inapetente que o no comía, o comía tan poco cuando bebía, que
rebajé cuarenta libras.
Gracias a la bondadosa intervención de un cuñado médico y de
mi madre, fui recluído en un hospital de fama nacional para la
rehabilitación mental y física de los alcohólicos. La hidroterapia y
los ejercicios ligeros también resultaron de gran provecho para mí.
Tuve sobre todo la buena suerte de conocer a un médico que me
explicó que a unque ciertamente yo era un egoísta y un tonto, no
era menos cierto que había estado seriamente enfermo tanto física
como mentalmente.
Me alentó un poco saber que la voluntad de los alcohólicos se
debilita de manera sorprendente cuando se trata de combatir el
licor, aunque con frecuencia se mantiene firme en otros aspectos.
Esto explica mi increíble conducta en pugna con mi desesperado
anhelo de dejar de beber. Conociéndome ahora mejor a mí mismo,
dí albergue a una gran esperanza. "Por tres o cuatro meses el ganso
se regodeaba sin acercarse a la charca". Iba al pueblo con regulai-i-
dad y hasta llegué a ganar un poco de dinero. Seguramente que esa
era la solución: conocerse a sí mismo.
Pero no lo era. Una vez más llegó el día tan temido en que
volví a beber. La curva descendente que se produjo en mi decai-
miento moral y en mi salud física fue tan repentina como la que
traza el esquiador en su tremendo salto al caer sobre la nieve. Se le
dijo a mi desconsolada esposa que ese sería mi fin, que el corazón
me fallaría durante un deli.rium tremens, o que me provendría un
reblandecimiento cerebral acaso dentro de un año. De modo que
ella muy pronto tendría que entregai· mis restos a la casa mortuo-
ria o depositarlos en un asilo de locos.

21
En cuanto a mí, nada tenían que decirme. Lo sabía todo y casi
me alegraba de la idea. Fue un golpe rudo que destrozó mi orgullo.
Yo que tan buen concepto tenía de mi persona, de mis habilidades
y de mi capacidad para vencer obstáculos, al fin me sentía arrinco-
nado. Ahora sería menester que me internara en las sombras unido
a la interminable caravana de beodos que me habían precedido.
Pensé en mi pobre esposa. Después de todo habíamos sido bastan-
te felices. ¡Cuánto no daría por enmendar las cosas! ¡Ah, pero
eso ya pertenecía al pasado!
No habría palabras con las que pudiera describir mi desolación
y desespero en medio de la cruenta ciénaga de compasión propia
que con sus arenales movedizos me circundaba. Me había batido
con el enemigo mortal y me había vencido. El alcohol era mi amo.
Salí del hospital convertido en una tremenda ruina humana.. .
El miedo me mantuvo abstemio por un corto tiempo. Luego vino
la insidiosa locura por el primer trago, y el Día del Armisticio de
1934 incurrí en un nuevo desliz. Todos se resignaron entonces a la
certidumbre de que tendría que ser confinado en algún sitio o
seguir de traspiés en traspiés hasta el fin de mi mísera jornada.
¡Qué obscuro es todo antes de que amanezca! En realidad ese fue
el comienzo de mi última calaverada Muy pronto habría de sumer-
girme en lo que me complazco en llamar la cuarta dimensión de la
existencia.. Había de conocer la felicidad, la paz, y el goce de ser
útil, acogiéndome a un modo de vida que, a medida que pasa el
tiempo, resulta más y más maravilloso.
Hacia fines de aquel mei¡ de noviembre me hallaba sentado en
la cocina de mi casa pensando, con cierta satisfacción, en que tenía
suficiente bebida escondida por toda la casa como para que me
durara para seguir bebiendo aquella noche y el día siguiente. Mi
esposa estaba en su trabajo. Pensaba si me atrevería a esconder una
botella cerca de la cabecera de la cama La iba a necesitar antes de
que rayara el alba.
Un timbrazo del teléfono sacóme de esa cavilación. Reconocí
en seguida la jubilosa voz de un viejo compañero de aulas que me
preguntaba si podía venir a verme. ¡Estaba abstemio! Según bien
podía recordarlo, hacía años que no venía a Nueva York en ese
estado. Quedé asombrado. Circulaban rumores de que había sido
internado en un hospital para dementes alcohólicos. Anhelaba sa-
ber cómo había podido salir de ese trance. Desde luego que él
vendría a cenar con nosotros y entonces yo podría beber con mi
amigo a mis anchas sin ningún disimulo. Olvidando su bienestar
sólo pensé en reconquistar el espíritu festivo de otros días. Recor-
daba que una vez fletamos un aeroplano para completar una juer-

22
ga. Su llegada era para mí como un oasis en medio del pesaroso
desierto de futilidad en que me hallaba. Eso mismo y no más . ..
¡un oasis! ¡Lo que son los borrachos!
Momentos después abrióse la puerta y allí estaba él, con su
semblante fresco y la mirada rebosante de vida. Había una rara
expresión en sus ojos. Sin que pudiera explicármelo tenía ante mí
r un ser completamente distinto. ¿Qué había sucedido?
Puse sobre la mesa una copa y se la brindé. La rehusó.
Decepcionado, pero curioso, quise averiguar lo que se le había
metido en la mollera al amigo. Indudablemente no era el mismo.
"Vamos, vamos" le dije, "dime de qué se trata".
Me miró fijamente y con sencillez, sonriente me dijo: "Tengo
religión".
Me quedé con la boca abierta. De manera que eso era lo que le
había sucedido. El verano pasado se había chiflado con el alcohol
y ahora, sospechaba yo, se hallaba un poco chiflado con la reli-
gión. Lo revelaba su mirada centelleante. Sí, no cabía duda, mi
viejo compañero de aulas estaba alucinado. Compadecido me dije
que lo dejaría disparatar cuanto quisiera. Además, calculé que en
su desvarío mi ginebra duraría más que su prédica.
Pero no hubo tal desvarío. En ordenada exposición de hechos
me relató cómo dos individuos habían comparecido a la Corte para
persuadir al juez a que suspendiese la ejecución del auto de confi-
namiento en su caso. Le hablaron de una sencilla idea religiosa y
de un programa práctico de acción. Eso había tenido lugar hacía
dos meses y el resultado era evidente. Esta idea y ese programa
surtían su propósito.
Había venido a traerme el beneficio de su experiencia, siempre
que estuviese dispuesto a aprovecharla. Aquello me produjo un
gran sacudimiento, pero me ihteresó. Desde luego que me quedé
impresionado. Tenía que estarlo pues me hallaba sin ninguna espe-
ranza. .J
Habló por horas. Los recuerdos de la niñez desfilaban por mi
mente. Me parecía escuchar el acento de la voz del predicador en
medio de la paz dominical mientras me hallaba sentado allá en la
cima de una colina cercana. En aquellos parajes dejé atrás la anun-
ciada promesa de temperancia que nunca cumpliera. Recordaba el
menosprecio tolerante de mi bondadoso abuelo hacia alguno de los
miembros de la congregación por su comportamiento, y la tenaz
insistencia con que sostenía que había música en las esferas celes-
tes; recordaba también la manera vehemente en que disentía del
parecer del predicador en cuanto a su modo de adorar a Dios y el

23
arrojo con que hablaba de esas cosas, libre de todo temor, poco
antes de morir. Todos estos recuerdos surgían ante mí del fondo
del pasado, dejando un sabor amargo y una gran sequía en mi boca.
El día en que estuve en la vieja Catedral de Winchester durante
la pasada guerra acudió otra vez a mi memoria.
Siempre había creído en un Poder Superior a mí mismo. Con
frecuencia me ponía a reflexionar sobre estas cosas. Yo no era
ateo. Realmente pocas personas lo son! puesto que ello entraña
una fe ciega en la extraña proposición de que el universo tuvo su
origen en .una cifra y que se va moviendo de prisa, al garete, sin
ningún objetivo. Intelectuales dignos de mi mayor admiración, co-
mo los químicos, los astrónomos, y aún los evolucionistas, me su-
gerían vastas leyes y fuerzas en acción. A pesar de las indicaciones
en sentido contrario, tenía muy _poca duda de que tras todo esto
dejara de haber un designio y que todo tuviera su ritmo . .. ¿Cómo
era dable concebir una ley tan vasta e inmutable sin una inteli-
gencia que 1~ plasmase? Sencillamente tenía que creer en un Es-
píritu del Universo que no conocía tiempo ni límite. Pero hasta
ahí, nada más, había podido llegar.
En ese punto me hallaba despidiéndome de todos los ministros
y las religiones del mundo. Cuando me hablaban de Dios personüi-
cado a mi semejanza, todo amor y superhumano en su fortaleza y
mandato, me tornaba irascible y de golpe se cerraba mi mente para
contrarrestar esa teoría.
Admitía la existencia de Cristo como un gran hombre que no
era seguido de manera fiel por los que lo aclamaban. Sabía que
eran excelentes sus enseñanzas morales, pero había adoptado para
mí aquellas partes de su Evangelio que me parecían convenientes y
poco difíciles de practicar. Del resto hice caso omiso.
Me repugnaban de un modo abrumador las guerras, los incen-
dios y los embrollos que las disputas religiosas habían facilitado.
Honradamente dudaba si puestas en la balanza, las religiones ha-
bían traído consigo algún bien. A juzgar por lo que había visto en
Europa y lo que veía, el poder de Dios en los asuntos humanos era
insignificante y la hermandad de los hombres una grotesca bufona-
da. De existir el demonio; aparentemente era el amo del universo y
ciertamente me tenía bien agarrado.
Empero el amigo que tenía sentado frente a mí, me hacía la
declaración contundente de que Dios había hecho por él lo que él
no había podido hacer por sí mismo. La voluntad humana le había
fallado. Los médicos lo habían desahuciado. La sociedad estaba a
punto de confinarlo. Como yo, había admitido una derrota com-
pleta. Luego en efecto, había sido levantado de entre los muertos,

24
sacado de repente de un montón de escombros humanos y elevado
a un nivel de vida que nunca había conocido.
¿Ese poder se había originado en él? Era obvio que no. No
había existido ni más ni menos poder en su persona que el que
había en mí en ese instante, y en mí no existía poder alguno.
Aquello derrumbaba mi audacia. Comenzaba a parecerme que
1
la gente religiosa después de todo tenía razón. Estaba presenciando
un corazón en acción, un corazón humano que había logrado lo
imposible. Hice un drástico repaso de las ideas que tenía forjadas
sobre los milagros. Nada importaba el lúgubre pasado. Sentado a
mi mesa tenía frente a mí un milagro que gritaba: ¡albricias!
Ví que mi amigo estaba más que reajustado intrínsecamente.
Pisaba sobre un nuevo terreno donde se agarraba fuertemente su
raigambre.
A pesar del vívido ejemplo de mi amigo, todavía quedaban en
)
mi ser los vestigios de mis viejos prejuicios. El vocablo Dios aún me
causab,,a cierta antipatía y este pensamiento se intensificaba cuan-
do se hablaba de que podía haber un Diós y que para mí fuese
personal. No me gustó nada la sugestión. Yo podía aceptar concep-
ciones tales como la de una Inteligencia Creadora, una Mente Uni-
versal, o un Espíritu de la Naturaleza; pero me resistía a dar un
paso hacia la idea de que existiese un Zar de los Cielos, indepen-
dientemente de cuán bondadoso pudiera ser en su grandioso im-
perio. He departido con veintenas de personas que han sustentado
igual manera de pensar.
Mi amigo sugirió entonce; lo que me pareció una idea original,
al interrogarme: "¿Por qué no optas por tener tu propio concepto
de Dios?"
Esa manifestación cayó en mí como el estampido de un rayo
que penetra muy adentro. Derribó la montaña de hielo intelectual
a la sombra de la cual había vivido tiritando durante muchos años.
Al fin miraba cara al sol. J
Era sólo asunto de disponerme a creer en un Poder Superior a
mí. Nada más tenía que optar para el comienzo. Vi que partiendo
de ese punto podría creer, y sobre una base de buena voluntad,
edificar aquello que contemplaba latente en mi caro amigo. ¿Al-
canzaría yo ese logro? ¡Desde luego que sí!
De manera que así fue como me convencí de que Dios se
ocupa de nosotros los humanos cuando verdaderamente lo necesi-
tamos. En mi larga carrera, por fin veía, sentía y creía. La venda
del orgullo y de los prejuicios cayó de mis ojos. Un nuevo mundo
estuvo ante mi vista.

25
El verdadero significado de la sensación que experimenté en la
Catedral se hacía patente repentinamente. Por breves momentos
había necesitado a Dios e implorado su ayuda. Había sentido el
humilde anhelo de tenerlo conmigo y El había venido a mí. Pero
pronto se esfumó esa sensación de Su presencia con el clamor de
las cosas mundanas, especialmente ias que bullían dentro de mí.
¡Conque todo había sido siempre así ¡Cuán ciego había estado yo!
Llevado al hospital quedé alejado del alcohol por última vez.
Creyóse prudente someterme a tratamiento, pues tenía los sírito-
mas del delirium tremens.
Allí me encomendé humildemente a Dios tal como entonces lo
concebía, pidiéndole que hiciera de mí lo que mejor le pareciera.
Sin reserva alguna me puse bajo su custodia y dirección. Por prime-
ra vez admití que no era nadie por mí mismo, que sin El estaba
perdido. Sin compadecerme confronté mis pecados y puse el ma-
yor esfuerzo en cooperar para que el nuevo Amigo · que acudía en
mi auxilio, se los llevara con raíces y ramas. Desde entonces no he
tomado ni una sola copa de licor.
Mi -amigo de colegio me visitó y le conté todos mis problemas
y debilidades. Hicimos una lista de las personas a quienes yo había
ofendido o contra quienes tuviera resentimientos. Expresé el más
ardiente deseo de acercarme a esas personas para reconocer mis
yerros. Nunca habría de culparlos a ellos por na:da de lo que había
acontecido. Era menester que corrigiera esos entuertos en la forma
más hábil posible.
Tenía que poner a prueba mi modo de pensar con el conoci-
miento intrínseco que ahora tenía de Dic;,.s. El sentido común pasa-
ría a ser sentido poco común. Cuando me asaltase alguna duda,
debía ajustarme a pedir fortaleza y orientación para confrontar
mis problemas en la forma que El lo quisiese. Nunca debería orar
por mí, a menos que se tratase de pedir ayuda para auxiliar a mi
vez a otras personas. Ese era el único don que esperaba para mí, y
Dios había de conceder mis peticiones en gran medida.
Mi amigo me aseguró que una vez hiciera estas cosas entraría
en una nueva relación con mi Creador; que ese modo de vida me
proporcionaría los elementos con que resolvería mis problemas. La
firme creencia, en el poder de Dios, una gran dosis de buena volun-
tad, honradez .Y humildad, eran los requisitos esenciales para el
mantenimiento de mi nuevo orden de vida.
Sencillo, pero nada fácil. Había que pagar un precio. Significa-
ba la destrucción total del egoísmo propio. Debería entregarlo
todo al Padre que hizo la luz y que preside sobre todos nosotros.

26
Estas proposiciones eran revolucionarias y drásticas, pero en el
mismo momento que las acepté, produjeron en mí un efecto elec-
trificante. Experimenté una extraordinaria sensación de triunfo,
seguido por una aureola de -paz y serenidad que jamás había soña-
do. Tenía absoluta confianza. Me sentía elevado como si el viento
refrescante y puro de la cumbre de una montaña se filtrase por mis
poros a través de todo mi ser. Dios se acerca a la mayoría de los
hombres insuflando gradualmente sus efluvios. Mas el impacto de
su soplo divino fue repentino y profundo para mí.
Confieso que en aquel momento me sentí alarmado y llamé a
mi amigo médico para que me dijera si me hallaba cuerdo. Escuchó
maravillado cuanto le dije.
Sacudió por fin la cabeza y comentó: "Algo ha pasado por
usted que no puedo explicarme. De todos modos, lo mejor es que
se agarre bien a lo que le haya puesto en ese estado de ánimo.
)
Cualquier cosa es mejor que verlo en el estado en que usted se
hallaba". Ese buen doctor ha visto ya a otros muchos que como yo
han experimentado lo mismo, y él sabe que esta clase de sensácio-
nes son reales.
Mientras permanecía tendido en el lecho del hospital desfila-
ron por mi mente los miles de alcohólicos desesperados que de fijo
se sentirían dichosos con lo que tan gratuitamente se me había
brindado. Vislumbré que tal vez podría ayudar a algunos de esos
seres y ellos a su vez podrían auxiliar a otros.
Mi amigo había dado gran énfasis a la absoluta necesidad de
poner en evidencia estos principios en todos mis actos. Sobre todo
era indispensable que me entregase a la tarea de procurar la recupe-
ración de otros de igual manera que él se había propuesto lograr la
mía.
"La fe sin obras es cosa muerta", me dijo. Esa es una aterrado-
ra verdad en el caso del alcohólico, pues si éste deja de perfeccio-
nar y engrandecer su vida espiritual por medio del trabajo y sacrifi-
cio propio que realice en beneficio de los demás, np podrá vencer
las pruebas y los momentos de flaqueza que de seguro le aguardan.
La falta de obras mataría la fe. Sin duda volvería a beber y si
volviera a beber no es menos cierto que provocaría mi muerte.
Para nosotros no hay otra disyuntiva.
Mi esposa y yo nos entregamos con entusiasmo a la idea de
ayudar a los otros alcohólicos a solucionar sus problemas. Por
fortuna mis viejos colegas de negocios permanecieron escépticos
por un año y medio; de modo que durante ese período se me
presentó muy poco trabajo. Tampoco me hallaba en buen estado
de salud en esa época, pues todavía los resentimientos y las ráfagas

27
de compasión propia azotaban mi ánimo. Mas pronto pude perca-
tarme de que cada vez que me fallaban las demás medidas, podría
salvar el día consagrándolo al trabajo de auxiliar a otros alcohóli-
cos. En medio de la desesperación muchas veces iba de visita a mi
viejo hospital y al hablar con alguno de los alcohólicos que se
hallaban allí sent(a de inmediato un levantamiento de espíritu y
volvía firme sobre mis pies. Es una noble misión humana que nos
saca del paso sin peligro cuando marchamos por escabroso sendero.
Así comenzaba a hacer amigos con rapidez, habiéndose desa-
rrollado entre nosotros una hermandad admirable, de la cual estoy
encantado de formar parte. Sentimos la alegría del vivir aun en los
momentos de apuros o dificultades. He visto centenares de familias
ponerse en marcha por la senda que realmente conduce al éxito.
He visto reajustadas las más tirantes relaciones domésticas y desa-
parecer feudos y rencores de todas clases. He visto hombres que
han salido de los asilos para volver a ocupar puestos de importan-
cia vital en el seno de la familia y de la comunidad. Diversos
hombres de negocios y profesionales han recobrado igualmente su
posición. Apenas si hay una congoja o miseria humana a la cual no
hayamos tenido que sobreponernos. En una de las ciudades del
Este y sus cercanías, hay millares de hombres que pertenecen a
nuestra Asociación y que viven felices con sus familias. Acostum-
bramos reunirnos con bastante frecuenciea, de manera que los
recién llegados puedan hallar en todo momento el ambiente frater-
nal que buscan. En nuestras reuniones informales pueden contarse
a menudo de cincuenta a doscientas personas, y cada día vamos
creciendo en número y potencia.
Una persona alcohólica con varias copas no es en modo alguno
amable. Nuestras bregas con ellos resultan unas veces extremas,
otras cómicas y alguhas veces trágicas. Hubo un pobre muchacho
que se suicidó en mi casa. No pudo o no quiso ver nuestro modo
de vida.
Ocurren, sin embargo, buenos ratos de diversión y complacen-
cia en todo esto. Supongo que algunos se sobresaltarán ante nues-
tra aparente debilidad humana pero precisamente debajo de esto
está nuestra implacable serenidad y buena fe. Esta fe tiene que
estar en acción durante VEINTICUATRO HORAS, es decir, desde
que émpieza hasta que acaba el día, o de lo contrario sucumbimos.
La mayoría de nosotros sabe que no tiene que buscar más la
utópica solución. Ahora mismo la tenemos con nosotros. Y cada
día la conversación sencilla de mi amigo en la cocina de nuestra
casa se va multiplicando y expandiéndose en un vasto círculo de
paz en la tierra y buena voluntad para los hombres.

28
CAPITULO 11

HAY UNA SOLUCION


Nos consta que ~. Alcohólicos. Anónimos pertenecen miles de
hombres y mujeres que una vez se vieron en condiciones tan desa-
.lentadoras como Bill, y que de la misma manera que él lograron
solucionar el problema de la bebida
} Todos los sectores de la sociedad están representados en nues-
tra Asociación, a pesar de nuestras distintas concepciones ideológi-
cas tanto en lo social cuanto en lo religioso. En realidad, somos
personas que normalmente no estaríamos entremezcladas. Sin em-
bargo, existe entre nosotros una maravillosa confraternidad y com-
prensión mutua verdaderamente indescriptible.
Se dijera que somos como los pasajeros de un gran navío mo-
mentos después de ser rescatados de un naufragio, cuando la cama-
radería, el júbilo y la democracia campean por todo el barco,
desde la mesa más humilde de los pasajeros de segunda hasta la
mesa del capitán; pero en contraste con la efímera alegría de los
pasajeros del navío, nuestro júbilo no se esfuma luego de escapar
del desastre y disponernos a seguir nuestros derr:oteros individua-
les, toda vez que la sensación de que hemos participado dé un gran
peligro constituye un elemento poderoso de atracción que nos
unifica; mas esa circunstancia por sí sola no hubiera bastado para
mantenernos unidos en todo momento tal como lo estamos.
Lo trascendental para cada uno de nosotros es que hemos
hallado la solución común, un medio hábil para salir avantes sobre
el cual todos coincidimos en absoluto y a virtud del cual·permane-
cemos solidarizados en continua y armoniosa acción fraterna. Esta
es la gran noticia que queremos difundir entre todos los seres que
como nosotros padecen de alcoholismo.
) Este mal que como bien hemos podido comprender, es una
enfermedad positiva, afecta a las personas que nos rodean en una
forma que no las afecta ninguna otra enfermedad. Todos compade-
cen a la persona que padece de cáncer, sin que el comportamiento
del canceroso haga sentir a nadie enfadado. No sucede lo mismo

29
con el alcohólico que tiene la tendencia de aniquilar todo cuanto
para él es más querido y preciado en la vida, haciendo copartícipe
de sus sufrimientos y vicisitudes a los seres cuyas existencias con-
vergen con la suya. Ser adicto al licor trae desavenencias, resenti-
mientos fieros, inseguridad económica, discordias eón amigos, dis-
gustos en el trabajo, tribulaciones para niños inocentes, una exis-
tencia borrascosa para padres y cónyuges y muchás calamidades
más que el lector puede fácilmente sumar a este somero inventario.
Nos consta que son muchas las personas que padecen o pueden
llegar a ser víctimas de esta enfermedad, y abrigamos la esperanza
de que mediante la difusión de este libro podamos llevarles un gran
lenitivo.
Prominentes siquiatras que han tenido que intervenir en mu-
chos de nuestros casos, han llegado en muchas ocasiones a la con-
clusión de que es imposible persuadir al alcohólico a que explique
y discuta con él, sin reservas, la situación que confronta, y aunque
parezca extraño, las propias esposas, los familiares y amigos ínti-
mos del alcohólico, generalmente tropiezan con que éste es toda-
vía más inabordable para ellos que para los siquiatras o cualquiera
otro médico.
Por contraste, el exbebedor que tuvo que resolver su propio
problema, que pudo hallar una solución adecuada al asunto y que
consiguientemente va a hablax cori la autoridad de los hechos con-
cernientes a su propia vida, puede pOi" lo general ganar la completa
confianza de otro alcohólico en muy pocas horas. Hasta que no se
llegue a ese mutuo entendimiento, muy poco o nada puede lograr-
se en beneficio del enfexmo.
El hecho de que el hombxe que se le acerca tuvo las mismas
dificultades y es obvio que sabe lo que está haciendo; que con su
conducta propia demuestra al alcohólico que tiene delante que es
la persona que le trae la verdadera clave y que no pretende ser más
santo que él sino que viene a visitarle movido del más ardoroso
deseo de ayudarle atrayéndole a una agrupación en la cual nada
tendrá que pagar por ser miembro, ni gastos que costear, ni sermo-
nes que escuchar, son los atributos que hemos hallado más efecti-
vos para lograr la confianza del alcohólico, habiéndose comproba-
do que después de llegar a un mutuo entendimiento, muchos en-
fermos se acuestan para levantarse como Lázaro y volver a andar.
Ninguno de nosotros hace entera vocación de este trabajo ni cree-
mos, por otra parte, que se ganaría mucho en efectividad si lo
hiciéramos. Para nosotros el proceso de eliminación del alcohol es
tan solo el comienzo. El punto más importante en la eficacia de
nuestros principios es el comportamiento en nuestros respectivos

30
hogares, en nuestros empleos y en el manejo de nuestros asuntos
personales. Es cierto que todos dedicamos gran parte del tiempo
libre a la clase de esfuerzos que más adelante reseñamos, pero muy
pocos tenemos la suerte de estar en situación que nos permita con-
sagrar todo el tiempo a este trabajo.
Aunque apenas tocaremos superficialmente el problema en su
1 aspecto general, no cabe duda de los buenos resultados obtenibles
si seguimos la trayectoria que nos hemos trazado. Los que vivimos
en las grandes ciudades nos sobrecogemos ante la reflexión de que
hay centenares de alcohólicos diseminados por todo el mundo
relegados al olvido. Estamos seguros que muchos se podrían
recuperar si tuvieran la misma oportunidad que a nosotros se nos
deparó, y por ello quisiéramos poder pasarles la fórmula que tan
espontánea y gratuitamente se nos brindara.
A tal fin hemos decidido publicar este libro anónimo, expo-
niendo el problema tal como lo vemos nosotros. En esta obra
daremos a conocer nuestras experiencias y el conocimiento que
tenemos sobre la materia. Confiamos en que nuestra exposición
habrá de sugerir un programa útil para cualquier persona preocupa-
da con el problema de la bebida.
Por necesidad tendremos que dar algunas opiniones sobre as-
pectos siquiátricos, sociales y religiosos, dándonos cuenta desde
luego, que por su propia naturaleza, éstas se prestan a controver-
sias. Nada, ·pues, nos agradaría tanto como escribir un libro exento
de posibles discusiones y argumentos. Haremos cuanto esté a nues-
tro alcance por lograrlo.
En nuestra opinión lo que nos hace más útiles que otras perso-
nas para el alcohólico, es la tolerancia con que acogemos sus preo-
cupaciones y cuitas, y el respeto que nos merecen sus puntos de
vista, sus confickmcias, sus conceptos y actitudes. Esto se debe a
que nuestras propias vidas como exbebedores que ayer estuvimos
frente a idéntico problema, dependen de que siempre mantengam·os
nuestros pensamientos en los casos de los demás alcohólicos y pon-
gamos el mayor empeño en coadyuvar con ellos a solucionarlos.
Sin duda alguna el alcohólico que nos lea se habrá preguntado
a sí mismo por qué la bebida nos afecta tanto. Le acuciará, ade-
más, la curiosidad por saber de qué modo, ante la opinión en
contrario de los médicos y clérigos, hemos logrado recuperarnos de
·una condición física y mental que ellos consideraban irremediable.
Con toda seguridad que si es usted un alcohólico que tiene interés
en salir de ese estado, ya se estará preguntando: ¿Qué es lo que
tengo que hacer?

31
Precisamente a· eso vamos en este libro: a contestar esa pregun-
ta de una manera específica. Vamos a decirle lo que hemos hecho,
pero antes de entrar en menudas consideraciones, creemos conve-
niente resumir ciertos comentarios que a cada momento hace la
• gente.
Cuántas veces hemos oído decir a distintas personas: "Yo
puedo beber si me da la gana, si no, no bebo". Y luego agregan:
"No sé por qué Fulano no puede hacer lo mismo".
Otros comentan: "Mira a ese hombre, no sabe comportarse
después que se torha una copa. Si no sabe beber como la gente,
¿por qué no deja la bebida?". _Aún hay otros que apuntan: "Si
usted no puede resistir la bebida fuerte, ¿por qué no ensaya con
cerveza o vino?". "Ese hombre no tiene ninguna fuerza de voluh-
tad". "Fulano podría· dejar de beber si quisiera, tiene una esposa
excelente, aunque fuera por ella debería dejar de emborracharse".
" ¡Mira a ese tipo! El médico le dijo que se iba a morir si seguía
bebiendo y ahí lo tienes otra vez borracho" . Así sucesivamente
hace la gente infinidad de comentarios que acusan una crasa igno-
rancia del problema, siendo de notar que provienen de personas
que reaccionan al licor de una manera muy distinta a la nuestra.
Sabido es que cuesta muy poco esfuerzo al bebedor moderado
abstenerse del licor en absoluto, si tiene una buena razón para
hacerlo. Si quiere puede apurar el trago; si no, tranquilamente lo
pasa por alto.
Tenemos luego el tipo de bebedor fuerte. Este puede haber
contraído el hábito en forma lo bastante acentuada para que vaya
gradualmente deteriorándose física y mentalmente, y ·a menudo el
licor puede ser la causa de su muerte prematura. Si interfiere a
tiempo una razón bastante poderosa como la mala salud, un gran
amor, un cambio de situación, o la amonestación oportuna de
algún médico, el individuo en cuestión puede dejar de beber de un
todo, o moderarse aunque le resulte arduo. En ciertos casos puede
que se haga menester someterlo previamente a tratamiento médico
de desintoxicación.
Empero, ¿cuál es la suerte del verdadero alcohólico? Al co-
mienzo acaso beba con cierta moderación, y más adelante _puede
llegar o tal vez nunca llegue a beber en demasía. No obstante, en
alguna que otra etapa de su carrera de bebedor comenzará a perder
toda clase de dominio sobre el licor que ingiere, un~ vez toma la
primera copa Pasa a ser un caso que a todos intriga, especialmente
en cuanto concierne a la falta de control. Hace cosas absurdas,
increíbles y trágicas mientras se halla bajo el efecto enervante del
licor. En su persona concurre el dualismo del hombre-bestia, Dr.

32
Jekyll y Mr. Hyde. Pocas veces lo hallamos medianamente intoxi-
cado ya que siempre está más o menos lunáticamente ebrio. Su
conducta mientras bebe se asemeja muy poco a la de su estado
normal. Puede que sea una de las personas mejores del mundo, y
sin embargo, basta que beba durante un día para que se convierta
en el más imprudente y peligroso de los hombres con su comporta-
miento anfisocial. Tiene el ingenio positivo para sucumbir al trago
precisamente en los momentos más inoportunos, particularmente a
la hora en que tiene que tomar alguna decisión importante o algu-
na cita formal a que acudir. Es digno de observar el perfecto
sentido de apreciación que tiene de todos los problemas menos el
del licor, respecto del cual es por demás increíblemente deshones-
to y egoísta. A menudo se trata de personas con dones y aptitudes
sobresalientes y de gran porvenir, que con frecuencia elaboran
planes extraord"inarios para procurar el mayor bienestar para sí y
para sus familiares; pero luego lo echan a perder todo tras una serie
de borracheras. Es el individuo que se acuesta tan borracho que
debería dormir largas horas hasta que se le pase la embriaguez; sin
embargo, temprano por la mañana ya está buscando la botella
como un loco, sin que pueda recordar dónde la puso la noche
anterior. Por eso, como medida de precaución, si tiene con qué
comp~·arlo, procura tener licor guardado por toda la casa para
asegurarse de que nadie podrá botarlo todo de una vez, dejándolo
sin el trago cuando más lo ansía. A medida que va empeorando en
su forma de beber, llega un momento en que junto con el licor
comienza a usar calmantes cada vez más fuertes, para poder con-
trolar los nervios e ir a su trabajo. Al cabo llega el día en que
sencillamente no puede valerse y después de levantarse por la ma-
ñana sigue bebiendo hasta emborrachars~ nuevamente. Durante ese
período tal vez acuda donde un médico para que le administre
morfina o le dé algún sedante. que lo serene. De ahí en adelante
comienza a hacer acto de presencia en los hospitales y sanatorios.
Este no es en modo alguno un cuadro completo del verdadero
alcohólico, pero dará al lector una descripción a grandes rasgos que
servirá para ~dentificarlo. Cabe ahora preguntar por qué se compor-
ta de tal manera el alcohólico. Si centenares de veces la experiencia
le ha demostrado que una sola copa significa para él la catástrofe,
con su secuela de sufrimientos, humillaciones y torturas mentales,
¿por qué se obstina en tomarse el primer trago? ·¿Por qué no
puede dejar de seguir empinando el codo? ¿Dónde está su sentido
)
común y su fuerza de voluntad que casi nunca le fallan cuando se
trata de resolver otros problemas?

Tal vez nadie acierte a dar nunca una contestación completa y


adecuada a estas interrogaciones. Las opiniones varían en cuanto al

33
r
por qué de que el alcohólico reaccione de una manera tan distinta
a la gente normal. No sabemos por qué motivo, después de llegar a
cierto extremo en la bebida, muy poco o nada puede hacerse en su
bien. No nos es posible contestar el enigma.
Si sabemos, por otra parte, que mientras el alcohólico se man-
tiene alejado de la bebida, -cosa que puede hacer por meses o
años- reacciona más o menos igual que cualquier otro hombre.
Tenemos igualmente la certeza de que una vez ingiere licor en
cualquier dosis que sea, algo sucede en su organismo, tanto en lo
físico como en lo mental, que virtualmente no le permite dejar de
beber en los momentos en que debiera hacerlo, sino que lo mueve
a seguir bebiendo. La experiencia de cualquier alcohólico corrobo-
rará esta aseveración en todo su alcance.
Resultarían superfluas y académicas estas observaciones si nues-
tro amigo no tomara nunca el primer trago, que es el que pone en
movimiento el terrible círculo vicioso. De manera que el problema
primordial del alcohólico radica en su mente más bien que en su
cuerpo. Si le preguntáramos por qué inició su última parranda, con
toda seguridad que podrá darnos cualquiera de miles excusas. A
veces estos pretextos parecen más o menos lógicos, pero en reali-
dad todos carecerán de sentido común ante el tremendo estrago
producido por una prolongada borrachera. Son pretextos semejan-
tes a la filosofía del hombre que tiene dolor de cabeza y se la
golpea con un martillo para quitárselo. Mas si se presenta tan
absurdo razonamiento a un alcohólico, tal vez se ría a mandíbula
batiente o se muestre ofendido y nos vire la cara.
Es posible que alguna que otra vez el alcohólico diga la verdad,
y por lo general, por extraño que parezca, la verdad es que él
ignora tanto como nosotros por qué toma la primera copa Algu-
nos tienen excusas o pretextos que para ellos aparentemente son
bastante satisfactorios, pero en el fondo del corazón en realidad no
saben por qué lo hacen. Una vez el mal se ha arraigado hondamen-
te, el alcohólico se encuentra enteramente desorientado. Sólo le
alienta la obsesión de que algún buen día, de manera providencial,
saldrá airoso en la partida. Lo cierto es, sin embargo, que no se da
cuenta de que como el púgil agotado, se halla indefenso en la lona,
donde ha caído para la cuenta fatídica.
Pocas personas comprenden cuánto hay de verdad en lo que
decimos. De una manera vaga los familiares y amigos de los alcohó-
licos intuyen que se trata de tomadores anormales, pero todos
abrigan la esperanza de que llegue el día en que salgan de su
letargo y se sobreponga su fuerza de voluntad.
La.trágica realidad es que para el verdadero alcohólico ese día
feliz difícilmente llega. Perdido todo control, en determinado pe-

34
ríodo hasta el más vehemente anhelo de dejar de beber resulta para
él absolutamente impracticable. Esta situación calamitosa tiene lu-
gar en casi todos los casos antes de que uno siquiera pueda sos-
pecharlo.
Es un hecho positivo que la mayoría de los alcohólicos, por
razones enigmáticas, pierden toda clase de facultades para tomar
> una determinación eficaz en cuanto a la bebida. Prácticamente
llegan a carecer de lo que llamamos fuerza de voluntad.
En ciertos momentos ni siquiera pueden hacer discernimiento
concienzudo de los contratiempos y vejámenes de que fueron obje-
to apenas una semana o un mes antes. Una y otra vez los vemos
completamente indefensos frente a la primera copa.
Las consecuencias casi inevitables que se suceden después de
tomar, aunque sólo sea un vaso de cerveza, no acuden a nuestra
mente para detenernos, y cuando se nos ocurren los funestos resul-
tados, en seguida los suplantamos, de manera optimista, acogién-
donos a la ingenua idea de que otra vez sabremos comportarnos
como las demás personas. De más está decir que esta defensa es tan
antigua e inadec\¡ada como la del que se quema las manos y se
obstina en probar si puede salir ileso volviéndolas a poner en la
candela.
Así también piensa ingenuamente el alcohólico: esta vez no me
quemaré y voy a probarlo. Acaso ni siquiera haga la conjetura,
pero cuántas veces algunos de nosotros no comenzamos a beber
siguiendo esa infantil t~oría y luego de tomar la tercera o cuarta
copa, golpeamos el mostrador diciéndonos en son de reproche:
"¡Bendito sea Dios, ya estoy de nuevo en fas mismas! ". Y lo
curioso es que al cabo de un rato vamos todavía un poco más lejos
y suplantamos la proposición perjurando que no tomaremos nada
más que hasta la sexta o séptima copa, para terminar finalmente
diciéndonos: "¿De qué vale que me a1Tepienta ahora? ".
Cuando semejantes pensamientos penetran en la mente de un
individuo con tendencias alcohólicas, probablemente se ha coloca-
do ya fuera del alcance de toda clase de ayuda humana y a menos
que lo hospitalicen, puede morir de un momento a otro o volverse
loco para el resto de sus días. Estas amargas y crueles verdades
están confirmadas por legiones de alcohólicos a través de la histo-
ria. Miles de casos entre nosotros hubieran seguido el mismo curso
a no haber mediado la gracia de Dios para evitarlo. ¡Cuántos más
como nosotros quisieran dejar de beber y no pueden lograrlo!
HAY UNA SOLUCION. A casi ninguno de nosotros le agradó
la idea de hacer un examen de conciencia, sumisión de orgullo y
completa confesión de sus deslices, que es todo lo que se requiere

35
para que el proceso surta éxito completo; pero reparamos que eso
era precisamente lo que había dado buen resultado a otros y natu-
ralmente, comparamos ese sorprendente resultado con el triste cua-
dro de nuestra vida inútil, sin esperanzas, y el lógico futuro que
nos aguardaba. Por esa razón al acercársenos esas personas que ya
habían resuelto su propio problema, no pudimos menos que re-
coger el sencillo fardo de utensilios espirituales que ponían en
nuestras manos para nuestra renovación. Con ello hemos alcan-
za¡:io un gran trozo de cielo y hemos entrado en los e~uberantes
predios de una existencia que jamás hubiéramos soñado. Sin que
exageremos un ápice, la gran realidad es la siguiente: Hemos sido
objeto de experiencias espirituales profundas y verídicas, las cuales
han revolucionado nuestra actitud hacia la vida, hacia nuestros
semejantes y hacia todas las cosas de este mundo de Dios. Hoy el
factor primordial de nuestras existencias es la absoluta seguridad
que tenemos de que los efluvios del Todopoderoso han penetrado
en nuestros corazones y han renovado nuestras vidas de una mane-
ra verdaderamente milagrosa, colmándonos de dones que nunca
hubiéramos podido alcanzar por nosotros mismos.
Si el lector se halla en una situación tan seria como aquella en
que nosotros nos vimos, entendemos que para él no hay términos
medios. Nosotros llegamos a un punto de nuestra jornada en la
vida en que ésta resultaba una carga imposible de sobrellevar o
íbamos acercándonos a la región de donde no puede uno ya volver,
mediante ayuda humana, al mundo de los cuerdos. Sólo teníamos
esta alternativa: seguir adelante en nuestra mísera existencia, tra-
tando de borrar de la conciencia el cuadro de esa intolerable situa-
ción como mejor pudiéramos, o aceptar ayuda espiritual. Esto
último fue lo que hicimos porque, honradamente, pusimos el ma-
yor deseo y empeño en pedirla y alcanzarla.
Cierto hombre de negocios norteamericano de gran habilidad,
buen sentido común e íntegro carácter, estuvo por años y años
pasando de sanatorio en sanatorio. Había consultado a los mejores
siquiatras de Estados Unidos. Luego fue a Europa donde se puso al
cuidado de un célebre galeno que lo sometió a un tratamiento
excepcional. A pesar de que ya las esperiencias con otros médicos
le habían tornado escéptico, terminó su tratamiento sintiéndose
enterami;nte confiado. Su condición física y mental eran extraor-
dinarias; sobre todo creyó que había adquirido un conocimiento
profundo de sus intrincadas circunvoluciones cerebrales y de sus
recursos potenciales ocultos, por lo que pensó que nunca más
tendría un colapso. Sin embargo, al poco tiempo estaba otra vez
borrac}:io. Para mayor perplejidad ni siquiera podía explicarse de
manera satisfactoria cuál había sido la causa de su flaqueza.

36
Ante tal estado de cosas volvió a consultar al médico que tanto
admiraba, pidiéndole que le dijera sin ambages ni equívocos, por
qué no le era dable recuperarse definitivamente. Este hombre que-
ría retener a todo trance su dominio propio tanto más cuanto que
parecía poseer perfecto raciocinio y equilibrio mental para todo
menos para controlar su alergia alcohólica.
l Rogóle, pues, al médico que le dijera la verdad escueta y éste
entonces con foda franqueza se la dijo: A su juicio su caso no
tenía remedio. No podría volver jamás a la posición que solía
ocupar en la sociedad que frecuentaba y tendría que disponerse a
encierro bajo cerrojo o buscar un guardia que lo acompañase si
quería vivir largo tiempo. Esa fue la opinión del gran galeno.
Empero, ese alcohólico todavía está vivo y es un hombre libre.
No necesita guardián .n i ha tenido que ser confinado. Puede ir a
cualquier parte del mundo donde los demás vayan, sin correr peli-
gro, siempre que siga ateniéndose a ciertas reglas sencillas de con-
ducta.
Es posible que muchos de nuestros lectores alcohólicos piensen
que podrán vale1:se sin ayuda espiritual. Por ello es bueno que
escuchen el resto de la conversación de nuestro amigo con su
eminente médico.
Con la mayor franqueza prosiguió el galeno leyéndole la sen-
tencia a nuestro amigo: "Usted tiene la mente de un alcohólico
crónico. No conozco ningún caso de estos que demuestre que la
persona se haya recuperado cuando ha existido un estado mental
como el que concurre en el caso de usted" . De más está decir que
nuestro amigo se sintió como si frente a él se hubieran cerrado
estrepitosamente las puertas del infierno dejándolo adentro.
Con natural emoción, por supuesto, preguntóle al médico:
"¿Pero no ha habido ninguna excepción".
"Sí", dijo el galeno. "Excepciones al caso suyo han tenido
lugar frecuentemente desde hace varios años. Aquí y acullá de vez
en cuando hay alcohólicos que han sido objeto de lo que llamamos
experiencias espirituales. Para mí tales experiencias constituyen un
fenómeno. En su naturaleza parecen obedecer a grandes desplazas
mientos y reajustes emocionales. Ideas, emociones, actitudes que
una vez fueron las fuerzas que regían las vidas de estos hombres
súbitamente se echaron a un lado para dar paso a una serie comple-
tamente nueva de c<¡mcepciones y motivaciones predominantes".
Luego prosiguió: " Yo he estado tratando de producir en usted
algún reajuste emocional intrínseco semejante. Los métodos que
empleo han tenido éxito con muchos individuos, pero nunca he
logrado igual acierto con un alcohólico crónico de su índole".

37
Al escuchar esto, nuestro amigo sintióse algo reconfortado,
pues reflexionó al instante que, después de todo, él era un hombre
bastante religioso, que acudía con frecuencia a los servicios de su
culto. Esta esperanza, sin embargo, hubo de desvanecerse al decirle
el médico que si bien sus devociones religiosas eran encomiables, en
su caso no significaba que traerían consigo la vital experiencia
espiritual indispensable.
Tal fue el terrible dilema en que se hallaba nuestro amigo·
cuando al fin tuvo esa vital experiencia que, como decíamos antes,
fue la que le .t ransformó en un hombre libre.
Nosdtros por nuestra parte buscamos el mismo escape con la
gran desesperación del náufrago. Lo que parecía a primera vista
una frágil rama, ha demostrado ser la bondadosa y poderosa mano
de Dios. Hemos cobrado una nueva vida, o si se prefiere, otro
designio en la existencia que es realmente eficaz.
El distinguido sicólogo norteamericano, William J ames, en·s u
libro intitulado " Variedades de la Experiencia Religiosa" ex plica ·
un sinnúmero de medios en virtud de los cuales los hombres han
descubierto a Dios. No tenemos por nuestra parte el propósito de
convencer a nadie de que sólo existe un medio para adquirir la fe.
Si lo que hemos aprendido, lo que hemos podido palpar y \Tér,
significa algo, entraña con claridad meridiana, que todos, sin im-
portar raza, credo, o color, somos hijos de un Creador omnipresen-
te con quien podemos comunicarnos en términos sencillos y com-
prensibles tan pronto como tengamos ese anhelo y honradamente
tratemos de hacerlo. Los que tengan filiaciones religiosas no halla-
rán en esta obra nada que sea incompatible con sus creencias y
ceremonias. La realidad es que no existe la mínima fricción entre
nosotros alrededor de credos ni dogmas.
Consideramos que no es de nuestra incumbencia saber con qué
entidades religiosas están individualmente identificados nuestros
miembros. Esto ya es un asunto enteramente personal que cada
uno debe decidir por sí mismo, a la luz de sus pasadas asociaciones
o de su determinación actual. No todos pertenecemos a doctrinas
religiosas, péro la mayoría vemos con simpatía tales vinculaciones.

38
CAPITULO 111

ALGO MAS SOBRE EL ALCOHOLISMO

Muchos de nosotros nos resistíamos a reconocer que éramos


verdaderamente enfermos alcohólicos, por aquello de que a nadie
le agrada la idea de sentirse física y mentalmente distinto a sus
semejantes. Por consiguiente, no es de extrañar que entre los ras-
gos catacterísticos de nuestras carreras de bebedores se destacasen
incnntables y vanas tentativas por demostrar que podíamos beber
como otras personas. La obsesión más tremenda del alcohólico, es
que algún día, de alguna manera, llegará a controlarse y podrá
disfrutar del placer del licor. Es asombrosa en verdad su persisten-
cia en esta quimera que muchos alimentan hasta las mismas gradas
de la locura y de la muerte.
Afortunadamente en buena hora aprendimos que era preciso
reconocer, alma adentro, que éramos verdaderos enfermos alcohó-
licos. Ese es el primer paso esencial para la recuperación. De modo
que es indispensable acabar de una vez y para siempre con la
creencia de que somos iguales a los bebedores sociales o que pode-
. mos llegar a serlo .
. Los alcohólicos somos homl;>res y mujeres que hemos perdido
líi capacidad para controlar la bebida Nos consta que ningún ver-
dadero alcohólico ha logrado j¡;lmás recobrar el control. Todos en
determinados momentos creímos que lo estábamos recobrando,
pero la realidad vino a desengañarnos, ya que tras esos breves
períodos de aparente control, vinieron temporadas de descontrol
que en su día trajeron consigo la más lastimosa e incomprensible
· desmoralización de nuestra persona. Estamos convencidos, de que
los alcohólicos de nuestra índole somos seres que nos t!ncontramos
a merced de una enfermedad progresiva, y que de no contener esa
enfermedad, al correr de los años nos iremos poniendo cada vez
peor, nunca mejor.
Se dijera que somos como el mutilado que perdiera las piernas,
para quien no existe remedio humano que le haga crecer otras. Así
tampoco existe para el alcohólico ningún tratamiento que le haga

39
,igual a otros hombres. En vano hemos probado toda clase de recur-
sos imaginables para lograrlo. En algunos casos ha habido una
efímera recuperación, pero con ella ha venido una reincidencia
mucho peor. Los médicos familiarizados con el alcoholismo están
de acuerdo en que no puede darse tal cosa como hacer de un
alcohólico un bebedor normal. Acaso llegue el día en que la cien-
cia pueda lograrlo, mas es evidente que no ha tenido tal acierto
todavía.
Sabemos que a pesar de cuanto podamos aducir para conven-
cerles, muchos verdaderos alcohólicos no van a creer que caen
dentro de esta clasificación. Mediante toda clase de falacias y expe-
rimentos que sólo servirán para engañarse a sí mismos, tratarán de
demostrar que son excepciones a la regla y que, consiguientei;nen-
te, no son alcohólicos. Si cualquiera persona que haya venido dan-
do pruebas de ineptitud para controlar la bebida, consiguiera cam-
biar las cartas y se le hiciese dable beber como corresponde al
bebedor normal, nosotros seríamos los primeros en descubrirnos
para felicitarle. ¡Sólo Dios sabe cuánto tiémpo estuvimos claman-
do por el don de beber de una manera atemperada!
He aquí algunos de los métodos que infructuosamente hemos
ensayado: Beber nada más que cerveza; reducir el número de co-
pas; no beber solos; abstenernos de beber por las mañanas; concre-
tarnos a beber en el hogar; no tener licor en la casa; prometer no
beoer durante las horas laborales; beber únicamente cuando acudi-
mos a jaranas y fiestas; sustituír el whisky por el brandy; no beber
nada más que vinos naturales; disponernos a renunciar si nos vol-
vían a sorprender borrachos en el trabajo; viajar o no viajar; jurar
con solemnidad o sencillamente tomar la determinación de que no
volveríamos a beber; hacer ejercicios físicos, buscar estímulo e
inspiración en lecturas constructivas; irnos de temporada al campo
o a un sanatorio; internarnos voluntariamente en algún asilo, y así
sucesivamente podríamos seguir con la lista hasta nunca acabar.
No nos agrada tomarnos la libertad de dictaminar que tal o
cual persona es alcohólica. La misma persona debe hacer su diag-
nóstico. Bastará con que entre en la taberna más cercana y se
someta a prueba para ver hasta dónde llega su control. E.s decir,
que comience a beber y luego trate de detenerse repentinamente.
Si lo ensaya varias veces y es honrado consigo mismo, no tardará
mucho en decidir la cuestiión. Naturalmente, podrá costarle una
angustia intensa, pero puede descansar en la certeza de que va a
tener un perfecto conocimiento de su verdadera condición.
Aunque no habría modo de comprobarlo, tenemos motivos
para suponer que en los comienzos de nuestra carrera de bebedo-
res, la mayoría de nosotros pudo haber dejado de beber si se lo

40
hubiera propuesto. La dificultad estriba en que son pocos los alco-
hólicos que tengan suficiente empeño en suprimir la bebida cuan-
do todavía es tiempo. Sin embargo, hemos sabido de algunas per-
sonas que presentaban síntomas definidos de alcoholismo y que se
sobrepusieron a la copa por un prolongado período de tiempo
gracias a un gran propósito de abstención. Daremos a conocer uno
de esos casos excepcionales.
Este alcohólico , era un hombre de unos 30 años de edad que
vivía entregándose a una serie de bonacheras, después de las cuales
se levantaba del lecho al otro día en estado sumamente nervioso,
por lo que para serenarse recurría otra vez al licor. Sin etnbargo,
este señor tenía grandes ambiciones de éxito en sus negocios y
pronto se convenció de que no iba a llegar a ninguna parte si
seguía bebiendo, aunque se sirviera de un cuentagotas, porque una
vez probada la p rimera dosis carecía de control en absoluto. Afe-
rróse, pues, a la idea di;! que no tocaría otra gota de licor hasta
tanto hubiese llegado a triunfar y estuviese en posición de retirarse
de los negocios. Este hombre excepcional permaneció seco hasta
los huesos durante 25 años, retirándose a la vida privada cuando
frisaba en los 55, y poniendo punto final a una carrera comercial
próspera y feliz. Para su propia desgracia pasó entonces a ser vícti-
ma de la creencia que tienen casi todos los alcohólicos, de que un
largo período de sobriedad y disciplina moral les capacita para
beber como personas normales. Movido por esa errónea concep-
ción, nuestro amigo se puso sus pantuflas predilectas, acomodán-
dose bien en su sillón de descanso, y cogió otra vez la botella por
su cuenta Al cabo de dos meses se encontraba contrito y atribula-
do en un hospital. Más adelante trató de regular la bebida y mien-
tras realizaba el experimento, seguía haciendo frecuentes visitas al
hospital. Finalmente, reuniendo todas sus fuerzas trató de dejar de
béber de un todo,.mas comprendió que esta vez no podía poner en
práctica su tenaz determinación de años anteriorrs. Tenía a su
alcance todos cuantos medios y remedios el dinero pudiera com-
prar para resolver su problema, y todos le fallaron. El que todavía
era un hombre ·robusto y saludable cuando se retirara de la vida de
los negocios, en poco tiempo de reincidencia alcohólica, s,e había
convertido en un escombro humano y al cabo de cuatro años de
mísera existencia exhalaba su último suspiro. ·.
Este relato enciena una gran moraleja que debe servir para
aleccionarnos en todo momento. Casi todos hemos creído que de
permanecer abstemios por un prolongado espacio de tiempo, en lo
sucesivo podríamos beber con normalidad. Aquí tenemos, sin em-
bargo, a un individuo que a los cincuenta y cinco años se da
perfecta cuenta de que se encuentra en el mismo punto de partida

41
en que se hallaba cuando contaba treinta abriles. Así una· y otra
vez hemos visto demostrada la dura realidad de que aquél que es
una vez alcohólico siempre será alcohólico. Solo así se concibe que
después del transcurso de un prolongado período de abstinencia, al
comenzar a beber de nuevo, nos hallemos en breve tiempo en tan
desastroso estado como antes. De suerte que si en verdad vamos a
ponernos en plan de dejar de beber no debemos hacerlo con ningu-
na clase de reserva mental, ni tampoco cabe que demos albergue a
la descabellada noción de que algún día llegaremos a ser inmunes
al alcohol.
Para la juventud puede muy bien servir de estímulo el hombre
de nuestro relato en su determinación de dejar de beber a tempra-
na edad y por su propia voluntad. No obstante, nos parece que no
son muchos los jóvenes que pueden hacer lo mismo porque de fijo
ninguna persona en plena juventud querrá sinceramente renunciar
a la bebida y por otra parte, dada su peculiar actitud mental ya
adquirida, difícilmente habría siquiera uno que saliese avante en la
lucha. Hay algunos alcohólicos en nuestra Asociación que todavía
no han traspuesto las fronteras de los treinta años y que aunque
sólo se dieron a la bebida por pocos años, llegaron a verse en
condiciones tan abatidas y desesperadas como aquellos de nosotros
que estuvimos bebiendo durante veinte años.
Para llegar a un estado grave de alcoholismo uno no tiene
necesariamente que haber bebido por largo tiempo ni tampoco es
menester haber tomado licor en cantidad tan excesiva como mu-
chos solíamos ingerir a través de nuestra carrera alcohólica. Esto se
aplica en particular a las personas alcohólicas del sexo bello. Muje-
res alcohólicas potenciales, a menudo vuelven a la realidad de las
cosas, alejándose del ambiente báquico por años y años, de tal
modo que sus compañeros de orgías y fiestas llegan a olvidarse de
ellas. Hay ciertos bebedores que se sentirían sumamente ofendidos
si los llamásemos alcohólicos; no obstante, ellos mismos se asom-
bran al darse cuenta de su ineptitud para dejar de beber. Por estar
tan familiarizados con los síntomas, sabemos que estamos trope-
zando a cada paso con alcohólicos potenciales por doquiera, espe-
cialmente entre la gente joven. Pero otra cosa es conseguir que
ellos lo reconozcan.
Mirando retrospectivamente vemos ahora que durante nuestro
ayer alcohólico estuvimos bebiendo más allá del punto en que
hubiéramos podido detenernos por voluntad propia. Si alguien
quiere determinar si ya ha llegado a esa etapa peligrosa de la bebi-
da, que trate de mantenerse sin tomar una copa, por un año. Si la
persona que va a someterse a esa prueba ofrece un caso de alcoho-
lismo bastante avanzado, hay pocas esperanzas de éxito. Durante

42
las primeras etapas de nuestra vida de bebedores, de vez en cuando
permanecíamos abstemios por un año o más, hasta que llegamos a
ser bebedores habituales y fuimos reduciendo los períodos de abs-
tención. Empero, el hecho de que uno pueda prescindir de la
bebida por un período de tiempo considerable, no significa necesa-
riamente que uno deje de ser un alcohólico potencial. Creemos que
pocas de las personas que por caer dentro de nuestra clasificación
estén interesadas en este libro, podrán permanecer abstemias por
un año, a pesar de la buena voluntad con que se propusiesen
hacerlo. Huelga decir que algunas ya estarían borrachas al día
siguiente de haber tomado la resolución, y la mayoría de las otras
a las pocas semanas.
Para los que no saben beber moderadamente el asunto se cir-
cunscribe a cómo abstenerse del todo. Suponemos desde luego,
que el lector interesado desee dejar de beber. En cuanto a si puede
hacerlo o no, partiendo de una base que no sea espiritual, todo
depende d el extremo hasta donde haya perdido la facultad de
optar entre beber o no beber. En este estado muchos de nosotros
creíamos tener suficiente entereza de carácter. Sin embargo, a pe-
sar de la urgente necesidad que teníamos de suprimir la bebida
para siempre, se nos hacía imposible lograrlo. Por experiencia pro-
pia sabemos que el punto neurálgico del problema alcohólico es la
absoluta ineptitud del individuo para detenerse, independiente-
mente de cuán grande sea la necesidad y el deseo que tenga de
realizarlo.
¿Cómo entonces nos ha sido concedido el don de frenar eficaz-
mente el impulso a la bebida y ·de poder ayudar a nuestros lectores
a determinar a satisfacción propia si son o no alcohólicos como
nosotros? Sin duda, resultará beneficioso el experimento de man-
tenerse abstemio por relativo período de tiempo. Creemos, sin
embargo, que podemos prestar todavía un servicio mucho mayor a
las personas que sufren de alcoholismo, y por añadidura, a la pro-
fesión médica, trocando ese período relativo en un período perdu-
rable. Con miras· a ese objetivo, describiremos algunos de los esta-
dos mentales que preceden a las recaídas alcohólicas, pties es obvio
que aquí es donde enclava la cruz del problema.
¿Qué clase de pensamientos dominan al alcohólico que reta
una y otra vez al diablillo del primer trago? Amigos que con él
han razonado después de una "turca" que lo ha llevado al borde de
la bancarrota, quedan completamente desconcertados cuando lo
ven de nuevo marchar directamente hacia la taberna. ¿Por qué lo
hace? ¿En qué estará pensando?
El primer ejemplo que citaremos para describir el estado men-
tal del alcohólico es el del amigo anónimo que llamaremos Jaime.

43
Hombre afortunado que cuenta con una esposa amantísima y una
familia encantadora. Heredero de una próspera agencia de automó-
viles y veterano de la guerra con una hoja envidiable de servicios;
por ende, es un hábil y simpático vendedor. Cautiva con su amis-
tad a todo el que le rodea y es un hombre inteligente, normal hasta
donde podemos observar, excepto en su posición nerviosa. Cuando
contaba 35 años todavía no había comenzado a usar bebidas espi-
rituosas, pero a los pocos años de iniciarse en su uso se fue tornan-
do tan violento cada vez que se hallaba en estado de embriaguez,
que se hizo indispensable confinarlo. Al salir del sanatorio se puso
en contacto con nosotros.
Le expusimos a nuestro amigo lo que sabíamos del alcoholis-
mo y le dimos a conocer la solución que habíamos hallado al
problema Comenzó a dar los primeros pasos por el camino que le
trazamos, sin que tardara en volver a reunirse con su familia y
empezara a trabajar como vendedor de la misma empresa que ha-
bía perdido por sus borracheras. Durante algún tiempo todo pare-
cía marchar viento en popa. Sin embargo, Jaime no se estaba
ocupando en engrandecer su vida espiritual y de la noche a la
mañana, con gran consternación de su parte, se vio borracho de
nuevo y volvió a estarlo media docena d e veces sucesivas. Después
de la tormenta que había capeado, cuando vino la calma, repasa-
mos con él cuidadosamente lo que había acontecido. Convino en
que era un' verdadero alcohólico y que su condición era seria.
Sabía que de seguir bebiendo tendría que volver al sanatorio. Mu-
cho más todavía: le constaba que de persistir reincidiendo, no
tardaría en tener que separarse de su familia, a la cual profesaba
acendrado cariño.
Todo esto sabía y volvió a emborracharse. Le pedimos que nos
dijera con precisión cómo había tenido lugar esta recaída y he
aquí su explicación:
"El martes por la mañana cuando fui a trabajar, recuerdo que
me sentí molesto al ver que tenía que ganarme el sustento como
vendedor de una empresa de la cual una vez era dueño. Tuve una
ligera discusión con el jefe, pero sin importancia. Entonces decidí
irme al campo, en busca de un posible cliente para la compra de un
automóvil. En el camino sentí hambre. Me detuve en una posada
donde se ofréce al viajero no sólo servicio de merienda sino tam-
bién de cantina. Desde luego, no tenía la más remota intención de
beber. Mi objeto al entrar allí no era otro que comer un empareda-
do, aunque también es cierto que tenía la corazonada de que en
esa posada podría dar con el cliente que buscaba para el auto, por
tratarse de un sitio muy concurrido y familiar que venía frecuen-
tando desde hacía muchos años. Precisamente durante los meses

44
de abstención había comido allí con frecuencia. Me senté, pues, a
la mesa y ordené un emparedado y un vaso de leche. Todavía no
tenía la más mínima idea de beber, de manera que después de esa
ración, y al cabo de un rato, pedí otro emparedado acompañado
de otro vaso de leche.
"De pronto cruzó por mi mente el pensamiento de que no
podía causarme ningún daño diluír una onza de whisky en el vaso
de leche, pues tenía el estómago lleno; así fue como al instante
ordené el whisky y lo eché en la leche. De una manera muy vaga
tuve la sensación de que después de todo no era yo tan listo como
me creía. Pero recobré en seguida la serenidad al recordar que iba a
tomarme esa pequeña dosis con un estómago bien _servido. El expe-
rimento resultó tan bien que ordené otro whisky y lo mezclé con
leche, sin que tampoco me hiciera ningún mal efecto. En vista de
eso ordené otro y otro, y otro más".
Así comenzó una nueva peregrinación al sanatorio para Jaime.
Como sabemos, en esta ocasió11 estaba amenazado de reclusión
indefinida, segregación de la familia y de su colocación, amén de la
intensa depresión física y mental que siempre le causaban· estos
jolgorios. Es bueno observar que Jaime tenía un conocimiento
profundo de sí mismo como alcohólico; no obstante, todas las
poderosas razones que concurrían p;rra que dejara de beber las
relegaba al olvido, echándolas a un lado para darle paso al desatino
de que podría tomarse un whisky sin hacerle daño siempre y cuan-
do lo bebiese mezclado con leche.
No nos importa la definición exacta que el caso merezca, para
nosotros eso se llama sencillamente un disparate. ¿ Cómo podemos
llamar de otra manera a esa falta de sentido de proporción, a ese
modo peculiar de pensar sin mesura?
Los lectores pudieran creer que este es un caso extraño , pero
para nosotros no van tan lejos toda vez que esta clase de pensa-
miento es característico en cada uno de nosotros. Puede que algu-
nos hayamos reflexionado un poco más que Jaime sobre las conse-
cuencias. Ello no importa para que siempre interviniese el curioso
fenómeno mental, que corriendo parejo con nuestro razonamiento
sensato, inevitablemente habría de dar paso a alguna excusa trivial
y disparatada para apurar la primera copa. De manera que también
en nosotros fracasó la sensatez cuando tratamos de ponernos en
guardia y se impuso la idea descabellada. Al otro día no~ preguntá-
bamos con la mayor ansiedad, llenos de asombro y tortura, cómo
diablos nos pudo ocurrir tal cosa.
En determinadas circunstancias hemos salido deliberadamente
a emborracharnos, pensando que tenemos justificación, ya sea por

45
la nerviosidad, la ira, las preocupaciones, alguna pena honda que
nos agobia, recelos, despecho , o alguna circunstancia semejante.
Pero aún en esos casos estamos obligados a confesar que el móvil
con que tratábamos de cubrir la borrachera, no era suficiente para
el caso, a la luz de lo que siempre nos estaba aconteciendo. Ahora
vemos que cuando en lugar de beber por mera casualidad, comen-
zábamos a beber deliberadamente, hubo muy poco discernimiento
de nuestra parte y muy poca seriedad en nuestro modo de razonar
durante el período de premeditación en cuanto a las terribles con-
secuencias que nos aguardaban.
Nuestra conducta es tan absurda e incomprensible con respec-
to a la primera copa, como la del trotacalles que tiene la manía de
cruzar precipitadamente de un lado a otro sin importarle un bledo
el peligro que le circunda. Es para él una gran diversión cruzar la
calle de cuatro saltos, en medio del presuroso vaivén de vehículos.
A pesar de las advertencias de sus- buenos y afectuosos amigos, que
quieren evitar que un automóvil le rompa la crisma, nuestro incau-
to viandante sigue divirtiéndose hasta más no poder, año tras año,
con su manía pedestre. Hasta este punto pudiéramos tildarle de
muchacho díscolo y tonto, con raras ideas de lo que significa
divertirse. Mas no le comparemos con el chicuelo travieso que a
regañadientes podemos convencer de que se deje de corretear por
la calle, porque nuestro hombre trotador es distinto; persevera en
su obstinaci'ón, y llega el día en que el hado le abandona, estro-
peándose levemente por primera, segunda y tercera vez. Claro está
que si fuera una persona normal, bastaría con estos percances para
que dejase de cruzar la calle tan precipitada y negligentemente.
Pero a pesar de esos reveses llega el momento en que vuelven a
estropearlo, sufriendo en esta ocasión la fractura del cráneo. A la
semana siguiente, en el preciso día que sale del hospital con un
solemne vendaje en la cabeza, que bien hubiera podido servirle de
detente, se lanza a cruzar la calle a toda prisa, sin ninguna clase de
precaución, y choca contra un tranvía que viene a toda velocidad y
le rompe una mano. Jura entonces nuestro saltimbanqui que no
volverá a cruzar la calle de prisa y que se fijará bien en el tránsito
de vehículos antes de disponerse a pasar. Vana promesa porque a
las pocas semanas el pobre diablo es víctima de otro accidente en
el que sufre la fractura de ambas piernas.
No obstante sus propósitos de enmienda, en los años que si-
guen este hombre persiste en su inexplicable conducta por las
calles y finalmente llega a verse en un estado físico tan lamentable
que no puede ni siquiera ir a trabajar. Su esposa se divorcia y todos
llegan a considerarlo un hombre ridículo. Tratando de valerse de
todos los medios a su alcance para corregir su comportamiento

46
andariego, se interna en un sanatorio con la esperanza de enmen-
darse. Pero la misma tarde serena en que sale del sanatorio, cruza
la calle y viene un carro de bomberos vertiginoso, pidiendo vía
libre, que le arrolla y le rompe la columna vertebral. Preguntamos
ahora si no hay sobrados motivos para suponer que ese individuo
esté loco.
J' El lector pudiera pensar que resulta exagerada nuestra ilustra-
ción pero si se detiene un momento a establecer un parangón, verá
que no lo es. Nosotros, los que hemos pasado por el crisol, tene-
mos que admitfr que si sustituímos el ansia alcohólica por la manía
del trotacalles, la ilustración encaja perfectamente. Por inteligentes
y cfrcunspectos que hayamos sido en otros aspectos, en lo que
concierne a la bebida hemos actuado sencillamente como locos.
Duro es reconocerlo, pero ¿qué ganamos con ocultar la verdad?
Algunos ya estarán pensando: "Comprendemos que lo que ustedes
dicen es cierto; sin embargo, no se aplica del todo a nuestro caso.
Si bien reconocemos que tenemos algunos de esos síntomas, no
hemos llegado todavía, posiblemente no lleguemos, a los extremos
a que ustedes desgraciadamente llegaron. Después de lo que uste-
des nos han explicado, sabremos conocernos tan bien a nosotros
mismos que no será dable que nos sucedan semejantes cosas. ¡No,
amigos, todavía no estamos tan desahuciados que lo hayamos per-
dido todo en la vida por la bebida, y ciertamente no tenemos la
intención de perderlo! ¡Gracias por el consejo! ".
Eso puede estar muy bien en el caso de ciertas personas que no
son al<;:ohólicas y que aunque hoy por hoy están bebiendo exagera-
damente, pudieran dejar de beber, o mejorarse, si lo quisieran,
pues sus cerebros y cuerpos no han sufrido todavía tanto desgaste
como los nuestros. Pero el verdadero alcohólico potencial, casi sin
excepción alguna, no podrá dejar de beber a base del conocimiento
que tenga de sí mismo. Ese es un punto al cual queremos dar cada
vez más y más énfasis, a fin de abrir los ojos a la realidad a los
lectores alcohólicos, de la misma manera que por experiencia pro-
pia se abrieron; los nuestros. Pasemos ahora a otra ilustración.
Uno de los socios de una conocida firma de peritos mercanti-
les, Federico, cuenta con una buena entrada anual, se halla feliz-
mente casado y tiene constituído un hogar envidiable. Es padre
amantísimo de varios niños saludables, obedientes y de brillante
disposición escolar. Federico tiene una gran personalidad y un don
sihgular para agradar a la gente. Si alguna vez ha habido un hombre
triunfador en la vida comercial, ese personaje es Federico. A juzgar
por todas las apariencias, tiene perseverancia y perfecto equilibrio
emocional. Sin embargo, es alcohólico. Le conocimos hace cerca

47
de un año, en un hospital donde había ingresado para reponerse de
un fuerte ataque de nerviosidad alcohólica. Era su primera expe-
riencia de esta índole y se sentía sumamente abochornado. Lejos
de admitir que era alcohólico, entendía que había venido al hospi-
tal para calmar sus nervios. El médico, no obstante, le subrayó la
insinuación de que el caso podría ser peor de lo que él suponía.
Federico se sintió tan abatido por varios días al ver el triste estado
en que se encontraba, que tomó la determinación de dejar de
beber de un todo. No se le ocurrió pensar que tal vez no podría
llevar a cabo su resolución, a pesar de su entereza de carácter e
integridad. El no podía creer que fuese un alcohólico ni mucho
menos admitir que hubiera una solución espiritual para su proble-
ma. Cuando le explicamos lo que sobre el alcoholismo sabíamos,
se mostró interesado y a:unque convino en que tenía algunos sínto-
mas de la enfermedad, estuvo muy lejos de admitir que no pudiera
hacer nada por sí mismo para remedüuse. Creía firmemente que
con el vejamen que había sufrido y por el conocimiento adquirido
de nosotros, podría mantenerse sobrio por todo el resto de su vida.
El conocimiento propio, según él, bastaría para solucionar el pro-
blema.
Por algún tiempo dejamos de ver a nuestro amigo sin que nada
supiéramos de su paradero ni de su suerte. Mas cierto día nos
enteramos de que se hallaba de nuevo en el hospital. Esta vez se
encontraba mucho más amilanado. Tan pronto tuvo oportunidad
para ello, hizo saber que tenía ardientes deseos de vernos. El histo-
rial que nos hizo es verdaderamente instructivo, porque presenta a
un hombre joven absolutamente convencido de que tiene que dejar
de beber; que acusa sano juicio y extraordinaria determinación en
todos sus demás asuntos, y que, sin embargo, el problema de la
bebida lo tiene varado de espaldas en el lecho de un hospital.

Dejemos que él mismo prosiga con el relato:


"Las explicaciones que bondadosamente me dieron ustedes so-
bre el tópico del alcoholismo, dejaron muy favorable impresión en
mi memoria. Francamente, no creía que fuese posible que yo vol-
viese a beber. Si bien es cierto que supe apreciar sus ideas acerca de
la locura sutil que precede a la primera copa, tenía la certeza de que
yo no caería en ese raro y desatinado proceder, después de todo lo
que había aprendido de ustedes. Así pensaba yo, dándome a razo-
nar que no era el mío un caso tan avanzado como el de ustedes.
Suponía que una persona como yo, que había sabido solucionar
eficazmente otros problemas personales, podría tener igual éxito
en aquellos en que ustedes habían fracasado. Sentía, pues, justifi-

48
cada mi confianza propia y opinaba que todo se reduciría a ejerci-
tar la fuerza de voluntad y estar en guardia.

En tal disposición me puse a atender mis asuntos. Por algún


tiempo todo marchaba a las mil maravillas. No tenía ninguna clase
de dificultades para rechazar una y otra copa que se me brindaba.
A medida que pasaban los meses, empero, comencé a preguntarme
si no estaría llevando a un extremo exagerado un asunto tan sim-
ple. Cierto día tuve la necesidad de ir a Washington donde debía
prestar testimonio pericial en un departamento del gobierno. Du-
rante ese período de abstención había estado otras veces fuera de
la ciudad, de manera que no había para mí n ada de particular en
ese viaje. Por otra parte, físicamente me sentía muy bien y no tenía
ningún probler.-.a que me perturbara. Para mi mayor tranquilidad
salí airoso en mis contenciones periciales, por lo que me hallaba
satisfecho y sabía que mis socios habrían de estarlo por la forma
en que había llevado mi cometido. De manera que bien podía
tener la íntima complacencia de estar llegando al final de un día
perfecto, sin la más leve nube que augurara mal tiempo en lonta-
nanza.
De modo que libre de toda labor me dirigí al hotel y con
mucha calma me vestí para ir a cenar. Mientras cruzaba por los
umbrales del cuarto de comedor, pasó por mi mente la idea de que
sería algo exquisito ordenar un coctel con la comida. Eso fue todo.
Nada más. Ordené el coctel y la cena. Después ordené otro coctel
y al dar por terminada la comida, resolví irme a dar un paseo por
la ciudad. Cuando regresé al hotel se me ocurrió que un whisky
con soda me caería muy bien antes de retirarme a dormir. Sin
vacilar entré en la cantina, me dirigí al mostrador y no tardé en
tomarme uno. Recuerdo que apuré varios tragos más esa noche y
muchos más al día siguiente. Luego sólo conservo un brumoso
recuerdo dé haber estado en un aeroplano rumbo a New York y de
que en el aeropuerto, en lugar de mi esposa, estaba aguardándome
.u n risueño chofer de taxi que me estuvo escoltando por la ciudad
varios días durante los cuales apenas podría decirles dónde estuve,
lo que dije ni lo que hice. Sé que después vino la hospitalización
con la secuela de torturas y sufrimientos mentales y físicos inso-
portables.
Tan pronto como recobré la facultad de pensar, repasé cuida-
dosamente lo ocurrido la noche aquella en Washington. No sólo
había dejado de estar en guardia, sino que no había opuesto la
menor resistencia al primer trago de licor. Esta vez no me detuve
ni siquiera a pensar por un segundo en las consecuencias. Había
comenzado a beber con igual incuria que si se tratase de refrescos

49
en vez de cocteles. Ahora recordaba lo que me habían dicho mis
amigos alcohólicos en el sentido de que si tenía una mente alcohó-
lica nunca faltaría la ocasión y el sitio para que volviese a beber.
Recordaba asimismo que me vaticinaron que aunque opusiese una
defensa por medio de una adecuada actitud mental para repeler la
primera copa, ésta algún día se derrumbaría para dar paso a cual-
quier razón baladí que me impulsase a tomarla. Eso precisamente
fue lo que me aconteció, y algo más todavía, ya que nada de lo
que había aprendido sobre alcoholismo se me había ocurrido en el
momento del peligro. Desde entonces reconocí que tenía una men-
te alcohólica. Comprendí que la fuerza de voluntad y el conoci-
miento propio de nada me valdrían en esos trances de turbación
mental. Jamás podía entender a aquellas personas que me conta-
ban que un problema les tenía abatidos sin hallar solución para
sobreponérsele. Entonces supe lo que era esa derrota. Fue un golpe
rudo, pues logré ese conocimiento por experiencia propia.
Dos miembros de Alcohólicos Anónimos que vinieron a visitar-
me, me saludaron con jovial y picaresca sonrisa, que les devolví no
de muy buen agrado. Preguntáronme si esta vez creía que era
alcohólico y si me consideraba o no realmente derrotado. Tuve
que contestar afirmativamente a ambas preguntas. Luego les hice
mi relato, el cual escucharon con sumo interés. A su vez ellos
pasaron a relatarme hechos que demostraban concluyentemente
que una mente alcohólica como la que yo h abía exhibido en
Washington, era de una condición irremediable. Me citaron casos
por docenas que conocían por experiencia propia. Ese proceso de
corroboración le quitó el último aleteo a la idea que tenía de que
podía realizar la obra por mí mismo.
Después me expusieron la solución espiritual y el programa de
acción que centenares de sus miembros han seguido con tanto
éxito. A pesar de que solamente fui religioso de nombre, pude
darme cuenta de que sus proposiciones, intelectualmente hablan-
do, no eran tan difíciles de digerir. El programa de acción, aunque
estaba muy bien concebido, lo consideré bastante drástico. Signifi-
caba que tendría que despojarme de las varias concepciones que
había venido sustentando por toda la vida, y eso no era tan fácil.
Mas, desde el momento mismo en que hice la determinación de
seguir adelante con el plan, tuve el sentimiento curioso de que mi
condición alcohólica se había aliviado, como en realidad aconteció.
Igual importancia tuvo para mí el descubrimiento de que por
medio de principios espirituales, resolvería mis problemas. Desde
ese momento estoy viviendo bajo el influjo de una norma de con-
dición sumamente benéfica. Estoy infinitamente más satisfecho y
considero mucho más útil esta vida que la que había llevado antes.

50
Aquella no era mala, pero no cambiaría sus mejores ratos por los
peores de mi vida actual. En otras palabras, aunque pudiese no
volvería otra vez a reanudar aquella báquica existencia".
El historial de Federico es explícito. La primera vez que lo
vimos no había sentido todavía nada más que la leve rozadura del
primer amago de flagelación del amo. Esta vez había sentido la
quemadura del latigazo . Mas casi todos los alcohólicos tienen que
esperar hasta que han recibido un castigo tan severo que se con-
vierten en una ruina física para poder decidirse a resolver su pro-
blema.
Muchos médicos y siquiatras coinciden con nuestras conclusio-
nes. Uno de estos, miembro de un hospital de fama mundial, nos
hizo recientemente esta manifestación:
"Es cierto lo que ustedes dicen sobre la condición desesperan-
zada del alcohólico en el lastimoso estado en que solemos hallarlo.
En cuanto a dos de ustedes, cuyas historias he escuchado, no hubo
la menor duda en mi mente de que para ustedes no había ni el más
leve rayo de esperanza, a menos que mediase la intervención Divi-
na. Créanme que si se hubiesen presentado como pacientes de este
hospital, no los hubiera admitido, de serme posible evitarlo, por-
que es algo que me desgarra el alma contemplar a seres humanos
en el estado en que ustedes se encontraban. A pesar de que no soy
religioso, siento profundo respeto por la ayuda que pueda brindar-
se al enfermo por la vía espiritual. En la mayoría de los casos de
los alcohólicos virtualmente no hay otra solución".
Repetimos que el alcohólico no tiene ninguna defensa mental
efectiva para resguardarse en determinados momentos de la prime-
ra copa. Excepto en rarísimos casos, ni él ni nihgún otro ser huma-
no podrá aliviarlo de reincidencias. Su única defensa efectiva ha de
provenir de un Poder Superior.

51
CAPITULO IV

NOSOTROS LOS AGNOSTICOS

Mediante la lectura de los capítulos precedentes, se habrá com-


penetrado el lector de algunas fases del alcoholismo. Creemos ha-
ber establecido una clara diferencia entre la persona alcohólica y la
que no lo es. No cabe la menor duda de que si una persona se da
cuenta de que cuando con más sinceridad quiere abstenerse total-
mente de beber, o de que mientras más control anhela tener, me-
nor lo tiene respecto de la cantidad de alcohol que ingiere, la falla
obedece muy probablemente a que es una persona alcohólica. En
consecuencia, esa persona padece de una enfermedad a la cual
únicamente podrá sobreponerse en virtud de un despertar espiritual.
Tal experiencia parece algo imposible para los individuos que
se sienten ateos o agnósticos. Empero, parapetarse en su modo de
ser y pensar implica un completo descalabro en sus vidas especial-
mente si se trata de alcohólicos que han llegado a un estado que se
supone irremediable. Para ellos no siempre resulta tan fácil optar
entre la implacable condena de una muerte alcohólica, o acomo-
darse a vivir por la gracia del aliento espiritual.
Tampoco resulta tan difícil la alternativa. Todo depende del
color de las gafas con que el alcohólico mire el problema. Cerca de
la mitad de nuestros miembros eran del tipo de personas de que
nos estamos ocupando. Al comienzo algunos tratamos de evadir el •
asunto, apelando en medio de nuestra desesperación a la esperanza
de que no fuésemos alcohólicos. Al cabo de algún tiempo, sin
embargo, t uvimos que escoger entre la necesidad imperiosa de bus-
car una base espu·itual donde apoyarnos en nuestra mísera existen-
cia, o de lo contrario resignarnos a seguir caminando por sobre los
cristales rotos de la desesperación y el aniquilamiento. Tal vez lo
mismo le suceda al lector. Mas sin duda la agradará saber que la
experiencia posterior de nuestros amigos alcohólicos que figuraban
en el grupo de los ateos o agnósticos, demuestra de manera inequÍ•
vaca que no hay motivo alguno para que se sienta atribulada o
abatida ninguna persona alcohólica que se halle ante el mismo
dilema.

52
Si hubiera bastado con regirse por un código de princ1p1os
morales o acogerse a una mejor filosofía de vida para contrarrestar
el alcoholismo, haría largo tiempo que muchos de nosotros hubié-
ramos logrado nuestra recuperación. Nos dimos perfecta cuenta,
sin embargo, de que por más que nos esforzáramos, ninguna índole
de ética o filosofía, ningún código moral, habría de salvarnos. De
nada valía nuestro gran empeño de confortación moral y filosófi-
ca; era infructuoso que siguiésemos ensayando con esas cosas, pue$
no nos otorgaban el poder recuperador que buscábamos. De mane-
ra que todos los recursos humanos al servicio de la voluntad, care-
cían de suficiente poder y de ahí que resultasen vanas todas nues-
tras tentativas.
Indiscutiblemente no era otro el dilema que el de la falta del
poder indispensable. Era preciso, pues, hallar ese poder salvador
mediante el cual nos fuese dado seguir viviendo. Evidentemente,
ese poder tenía que otorgárnoslo una Fuerza Superior a nosotros
mismos. Pero ¿dónde y cómo habíamos de hallarla?
Eso es precisamente de lo que trata este libro, cuyo objetivo
primordial es ayudar al lector alcohólico a encontrar un Poder
Superior a sí mismo, al amparo del cual pueda resolver su proble-
ma. Por consiguiente, se desprende que hemos escrito un libro que
a nuestro juicio es tanto espiritual como moral, y además, que
vamos a hablar de Dios. Como es natural, aquí surge cierta dificul-
tad en cuanto a los agnósticos y ateos. Verbigracia, al hablar con
algunos recién llegados a nuestros grupos, podemos notar en su
fisonomía cómo va creciendo su esperanza a medida que discuti-
mos con ellos sus problemas alcohólicos y les explicamos las bon-
dades de nuestra fraternidad; pero de vez en cuando vemos cómo
cambia en algunos la expresión de la faz y se conturba su ánimo
cuando abordamos tópicos espfrituales, especialmente cuando
mencionamos el nombre de Dios, ya que estamos desenterrando
una proposición extemporánea que ellos creían haber evadido con
la más fina argucia o relegado totalmente al olvido.
De sobra sabemos cuál es la manera de pensar y sentir de esos
amigos. En los d fas de ayer participamos con igual sinceridad de
esos prejuicios y dudas. Algunos éramos completamente antirreli-
giosos. Para otros la palabra " Dios" era una idea particular que
alguien nos inculcó allá por los remotos días de la niñez. Tal vez
rechazamos esa idea de Dios que grabaron en nuestra mente en los
azules días de inocencia, porque la juzgamos inadecuada. Natural-
mente, con el rechazo de la idea imaginamos que habíamos elimi-
nado de un todo el concepto de un Ser Todopoderoso. Nos fasti-
diaba el pensamiento de la fe y sumisión a un poder ubicado fuera

53
de nosotros. Veíamos en ello una debilidad rayana en la cobardía.
Con gran escepticismo contemplábamos el pavoroso cuadro que
ofrece nuestro planeta; sistemas teológicos en desavenencias, en-
gendrando resentimientos y odios entre los seres humanos; pueblos
y hermanos en continua guerra, y por doquier los cuatro jinetes
del Apocalipsis cabalgando estrepitosamente en sus potros sin fre-
nos. De ahí que mirásemos con tanto recelo y desdén a las perso-
na$ que se complacían en hablarnos de sus experiencias espirituales
o religiosas. ¿Cómo podía un Espíritu Supremo tener algo que ver
con esas cosas? Y como quiera que fuese, ¿quién podía compren-
der a ese Ser Supremo? Ah, pero ¿cuántas veces en medio del
vasto silencio de la noche tachonada de estrellas y luceros, en
raptos de éxtasis no iniciamos un breve soliloquio interrogante,
inquiriendo quién hizo todo esto? Atónitos tratábamos de buscar
la respuesta en el blando susurro de la brisa, mientras nos diluía-
mos en la inmensa comba del espacio experimentando un extraño
temor a lo desconocido. Pero esos instantes fueron fugaces. Ape-
nas sí dejaron huella en nuestra conciencia del rictus de impoten-
cia con que formulamos la interrogación.

Con gran alivio averiguamos que no teníamos que atenernos a


las concepciones religiosas o deificantes de otras personas. Bastaba
nuestra propia concepción, por rara que nos pareciese, para que
nos acercásemos a Dios y lográsemos contacto con El. De suerte
que tan pronto dimos el paso de admitir la posibilidad de que
existe una Inteligencia Creadora, un Espíritu del Universo como
razón fundamental de todas las cosas y tan pronto como nos dis-
pusimos a dar otros fáciles pasos en el sendero de la vida, empezó a
apoderarse de nosotros un sentido de fortaleza y orientación.
Comprendimos entonces que Dios no impone condiciones tan ar-
duas a los que en verdad lo buscan. El reino del espíritu es hoy
para nosotros tan diáfano y espacioso que no tiene límite. En él no
le está vedada ni restringida la entrada a nadie que la busque
fervorosamente. Firmemente creemos que las puertas de ese reino
espiritual se ab:ren majestuosas para dar paso franco a todos los
hombres de buena voluntad.
En virtud de lo que dejamos dicho se verá que cuando habla-
mos de Dios nos referimos a la concepción que de El tenga cada
persona. Nuestra interpretación se aplica también a otras manifes-
taciones espirituales expuestas en este libro. No permitáis que nin-
gún prejuicio contra los términos espirituales os mueva a dejar de
preguntaros lo que significa para vosotros esa terminología. Noso-
tros en el comienzo sólo necesitamos establecer, de manera cons-
ciente y sincera, nuestra primera relación con Dios, tal como lo

54
concebíamos, para entrar en el proceso del desi,trrollo espiritual.
Más adelante pasamos a aceptar muchas cosas que antes nos pare-
cían estar fuera de nuestro alcance. Determinaba la esperanza en
nuestros corazones, pero para verla crecer teníamos que tener un
punto de partida y usamos nuestra propia concepción sin impor-
tarnos sus limitaciones.
l Basta para el caso con hacernos esta lacónica pregunta: ¿Creo
ahora, o estoy dispuesto a creer 4ue ex_iste un poder más grande
que yo? Una vez el alcohólico pueda responder categóricamente
que cree o está dispuesto a creer que existe ese Poder Superior, no
cabe la menor duda d·e que está en camino del éxito. Una y otra
vez hemos comprobado que esa fue la piedra angular que sirvió
para que cada uno de nosotros erigiese una maravillosa y sólida
estructura espiritual.
Tal logro constituyó una gran novedad para nosotros, pues
habíamos venido suponiendo que no podríamos hacer uso de los
principios espirituales a menos que nos inspirásemos en la fe y
acatáramos muchas cosas que nos parecían duras de roer. Cuando
. alguien se acercaba a nosotros trayéndonos algún mensaje espiri-
tual, solíamos decir con frecuencia: "Desearíamos alcanzar lo que
ha conseguido este hombre. Estamos seguros de que nos surtiría el
mismo efecto si pudiéramos creer con el mismo fervor que le
alienta, mas no podemos acatar ese cúmulo de Artículos de Fe que
para él resultan tan sencillos". De modo que fue reconfortante
para nosotros saber de lo que podíamos ser capaces si nos colocá-
bamos sobre una base más simple.
Aparte de nuestra falta de disposición para aceptar muchas
cosas de fe, teníamos el impedimento de los prejuicios infundados,
la obstinación y la sensibilidad. Muchos éramos tan susceptibles
que bastaba la más casual y iigera alusión a los asuntos espirituales
para que se nos erizaran los cabellos. Por fortuna, aunque en algu-
nos casos hubo cierta resistencia, en general no tuvimos gran difi-
cultad en ir despojándonos de esos sentimientos hostiles. Al en-
frentarnos con la ruina alcohólica que nos amenazaba, muy pronto
comenzamos a ver las cosas espirituales con la misma.buena volun-
tad y sereno juicio con que solíamos enfocar otros asuntos. En
este respecto, es natural que el alcohol venía a ser una razón
persuasiva para que asumiéramos esa nueva actitud. Al cabo nos
doblegaba hasta dejarnos completamente abatidos, pero en estado
de prudente raciocinio. En algunos casos el proceso resultó labo-
rioso. Abrigamos la esperanza de que otros alcohólicos no se sien-
tan tan llenos de prejuicios ni permanezcan en tal estado por tanto
tiempo como algunos de nosotros.

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Todavía pudiera inquirir el lector por qué debe uno creer en
un Poder Superior. Francamente entendemos que median muy
buenas razones. Daremos un vistazo a algunas de ellas:
El individuo práctico de nuestros días es un decidido partida-
rio de considerarlo todo a base de hechos y resultados. No obstan-
te, el siglo XX admite teorías de todas clases sin ningún preámbulo,
siempre que estén firmemente sostenidas por los hechos. Tenemos,
por ejemplo, numerosas teorías sobre la electricidad que todos
acatan sin la más leve duda, porque vemos la electricidad en ac-
ción. Sin embargo, sólo la conocemos por teoría. ¿Por qué este
espontáneo acatamiento? Sencillamente porque es imposible ex-
plicar todo lo que vemos, sentimos, du-igimos y usamos en la vida,
a menos que apelemos a una hipótesis razonable para sustanciarlo.
Hoy en día, todo el mundo admite infinidad de suposiciones
en robustecimiento de las cuales hay prueba clara y satisfactoria
pero no prueba inequívoca de carácter visual. ¡Pero si es que hasta
la misma ciencia ha demostrado que la evidencia más endeble es
precisamente la prueba visual! A medida que la humanidad es-
tudia el mundo material, día tras día se nos ha revelado cómo las
apariencias exteriores no son en modo alguno la realidad intrínse-
ca. Pasemos a ilustrarlo:
La prosaica viga de acero es una masa de electrones que giran
mutuamente alrededor de sí mismos con una rapidez vertiginosa
increíble. Estos pequeños cuerpos están gobernados por leyes pre-
cisas reconocidas a través de todo el mundo material. Así lo dice la
ciencia y no tenemos razón alguna para dudarlo. Sin embargo,
cuando se nos adelanta la hipótesis, perfectamente lógica de que
tras el mundo material y de la vida, tal como la contemplamos,
hay una inteligencia dirigente, todopoderosa y creadora, ahí mis-
mo sale a relucir a la superficie nuestro pícaro ingenio y ponemos
toda clase de barreras y empeños para convencernos de que no es
así. Nos imbuímos en la lectura de autores eruditos y participamos
en turbulentas polémicas sustentando la creencia de que para ex-
plicarnos lo que es este mundo no necesitamos de ningún concepto
de Dios. De ser ciertas nuestras conclusiones, tendríamos como
resultado que la vida se originó de la nada, no significa nada, y va
derecho a la nada.
En vez de detenernos a observar que nuestra propia inteligen-
cia nos convierte en agentes y punteros preclaros de Dios en la
marcha evolutiva de la creación, los agnósticos y los ateos preferi-
mos creer que nuestra inteligencia humana era la última palabra, el
alfa y la ·omega, el principio y el fin de todas las cosas. ¡Y en
verdad que fuimos sumamente vanidosos!

56
Los que ya caminamos por esa tortuosa senda de incertidum-
bres y dudas rogamos a todos nuestros lectores que se despojen de
toda clase de prejuicios, aun los que vayan dirigidos contra cual-
quiera de las religiones organizadas. Hemos aprendido que cuales-
quiera sean las imperfecciones humanas de que adolezcan los va-
rios credos, ellos han dado objetivo y orientación a millones de
seres humanos. La realidad es que en el último análisis nosotros no
teníamos ningún concepto y sin embargo, nos divertíamos ridiculi-
zando cínicamente las creencias y las prácticas espirituales de la
humanidad, en vez de detenernos a observar que muchas personas
de convicciones espirituales de las distintas razas, matices y credos
religiosos, nos estaban demostrando que tenían un grado de estabi-
lidad, felicidad y utilidad individual que muy bien podíamos haber
procurado para nosotros mismos.
En vez de hacerlo así, sólo estuvimos pendientes de los defec-
tos de esas personas y usamos muchas veces algunas de sus faltas
para condenarlas en conjunto. Hablábamos de intolerancia al refe-
rirnos a esos seres, sin reparar en que nosotros mismos éramos
unos intolerantes. No supimos captar la realidad y la belleza de la
selva pdrque nos recreamos desdeñando la fealdad de algunos arbo-
litos aislados. Nunca dimos consideración bien razonada al aspecto
espiritual de la existencia.
Hay gran variedad en cuanto a la forma en qúe cada individuo
trata de entender y entiende el Poder Superior a sí mismo, según
veréis por nuestros historiales. Poco importa que estéis o no de
acuerdo con determinada exposición o concepción en particular.
La experiencia nos ha demostrado que estos son asuntos sobre los
cuales no tenemos que preocuparnos los alcohólicos para nuestros
fines. Son cosas que cada persona debe dilucidar por sí misma.
Ello no importa para que haya un punto sobre el cual tanto los
hombres como las mujeres de Alcohólicos Anónimos estemos de
común acuerdo de manera sorprendente. Cada cual ha logrado
hallar y creer en un Poder Superior. En cada caso ese Poder ha
llevado a cabo lo milagroso, lo que se consideraba humanamente
imposible, y como bien dice un célebre estadista americano: "lo
que importa es la elocuencia de los hechos".
Los hechos nunca hablaron con mayor elocuencia. Aquí tene-
mos a miles de hombres y mujeres del mundo que nos declaran
categóricamente que desde que comenzaron a creer en un Poder
Superior, desde que adoptaron determinada actitud hacia ese Po-
der y se ajustaron a ciertas normas sencillas de vida, ha habido un
cambio sustancial en su manera de vivir y pensar. En los momentos
en que confrontaban el colapso y la desesperación, en los momen-

57
tos en que contemplaban el fracaso de todos los recursos humanos,
surgía para ellos un nuevo poder que los dejaba maravillados, tra-
yéndoles la felicidad y la orientación definitiva. Desde luego, esto
les sucedió después de haber puesto todo su corazón en el cumpli-
miento de ciertas formalidades. Los que una vez se hallaban confu-
sos y abatidos ante la aparente futilidad de su existencia, os expli-
carán por qué arrastraban el pesado fardo que llevaban sobre los
hombros. Prescindiendo del aspecto de la bebida, os dirán por qué
la vida les era poco grata y placentera. Os explicarán cómo provino
su cambio, y cuando centenares de alcohólicos del mismo tipo
puedan decir hoy por hoy que el factor más importante de sus
vidas es la conciencia de la presencia de Dios, ciertamente que
concurre razón poderosa para que tengamos fe.
Nuestro mundo ha hecho más progreso material en el último
siglo que durante todos los milenios del pasado. Casi todos sabe-
mos cuál es la razón. Los que se dedican al estudio de la historia
antigua nos dicen que el intelecto del hombre en aquellos tiempos
era igual al mejor intelecto del hombre de hoy. Sin embargo, en los
tiempos antiguos el progreso material marchaba a pasos muy len-
tos. El espíritu que anima la investigación y la invención modernas
es algo que antes se desconocía. En el reinQ de lo material las
mentes de los hombres estaban plagadas de supersticiones y de
toda clase de tradiciones y cábalas. Los contemporáneos de Colón
creían que era ridículo pensar que el mundo fuera redondo. Hom-
bres que razonaban de igual manera fueron los que condenaron a
muerte a Galileo por sus herejías astronómicas.
Ahora vamos a preguntar lo siguiente: ¿No es cierto que algu-
nos de nosotros somos tan poco razonables y tan recalcitrantes en
lo que se refiere al reino espiritual como eran los antiguos en lo
que respecta al reino de lo material? Aún en el siglo actual los
periódicos norteamericanos no se atrevían a publicar la noticia del
triunfo alcanzado por los hermanos Wright en su primer vuelo en
Kittihawk. ¿No habían fallado hasta entonces todos los esfuerzos
y todas las tentativas del hombre por volar? ¿No había ido a
estrellarse en el fondo del Potomac la máquina absurda de volar
del Profesor Larigley? ¿Era o no cierto que los más connotados
matemáticos habían probado, a base de cálculo, que jamás el hom-
bre lograría volar? ¿No decía todo el mundo que Dios le tenía
reservado ese fino privilegio a los pájaros? Y pensar que sólo
treinta años después la conquista del aire por el hombre pasaría a
ser una antigua historia y las excursiones en aeroplano una de las
formas preferidas de viaje y comunicación.
Por otra parte, en la mayoría de los campos nuestra generación
ha sido testigo de una completa liberación del razonamiento. Ense-

58
ñémosles a cualquier trabajador de muelles un sumplemento domi-
nical describiendo el proyecto de explorar La Luna por medio de un
cohete y nos dirá en seguida: "Apuesto cualquier cosa a que lo ha-
cen y no ha de tardar mucho el que alguien lo intente". ¿No se ca-
racteriza nuestra era por la facilidad con que descartamos las
viejas ideas por otras nuevas, la presteza con que echamos a un
lado la teoría o fórmula que no surte su fin por aquella nueva idea
que nos da resultado?
Era lógico que nos preguntásemos por qué no habíamos de
aplicar a nuestros problemas humanos igual disposición para cam-
biar nuestros puntos de vista Estábamos confrontando serias difi-
cultades en nuestras relaciones sociales, no podíamos controlar
nuestra naturaleza emocional; éramos presa del infortunio y la
depresión, apenas sí podíamos trabajar para ganarnos el sustento y
teníamos una terrible sensación de inutilidad. En fin, éramos per-
sonas completamente infelices, sobrecogidas de temor, incapaces
de prestar ayuda efectiva a ningún semejante. ¿No era, pues, el
descubrimiento de una solución básica para todos nuestros ·males
más ·importante que si nos hubiera tocado ver en el noticiero gráfi-
co de la pantalla la gran hazaña del vuelo del hombre a Venus?
Desde luego que lo era.
Cuando vimos que otros resolvían sus pro.blemas descansando
sencillamente en el Espíritu del Universo, tuvimos que dejar de
seguir dudando del Poder de Dios. Necesariamente hubimos de
llegar a la conclusión de que nuestras ideas eran ineficaces. La idea
de Dios, en cambio, surtía benéfico efecto.
La fe casi infantil de los hermanos Wright de que llegarían a
construir una máquina que volase fue la llave maestra de su porten-
toso logro. Sin esa fe no h'..lbieran nunca realizado la maravilla de
ver volar al hombre por las alturas celestes. Los ateos y agnósticos
nos aferrábamos a la idea de que nos bastábamos para resolver
nuestros propios conflictos. Cuando otras personas nos demostra-
ron que la fuente de gracia de Dios derramó en ellos sus benéficos
efluvios y , efectivamente, los veíamos escalar las alturas de una nue-
va vida, comenzamos a sentirnos como aquellos que habían insistido
en que los hermanos Wright nunca escalarían el firmamento.
La lógica es una gran cosa. ¡Cuánto nos. agrada y nos sigue
agradando ese ejercicio mental! No fue al azar como se nos dotó
con el don del raciocinio, de examinai· la evidencia de los sentidos
y hacer nuestras propias conclusiones. Se trata de uno de los más
extraordinarios atributos del hombre. Considerándolo así, los alco-
hólicos de inclinaciones agnósticas no podíamos estar satisfechos
con una proposición que nos fuese dable desentrañar. En conse-

59
cuencia, nos cuesta mucho trabajo decir por qué creemos que
nuestra fe actual es razonable, y por qué entendemos que es más
sano y lógico creer que no creer, por qué entendemos que nuestros
pensamientos eran débiles y sofísticos cuando sumidos en el abis-
mo de la duda nos poníamos las manos sobre la cabeza, repitiendo
con Huxley: " no sé nada... no sé nada. . . no sé nada. .. ".
Cuando nos convertimos en alcohólicos, abatidos por una crisis
que nosotros mismos provocamos y que no pudimos evadir, sacan-
do fuerza de la flaqueza, sin miedo, tuvimos que encarar la propo-
sición de que Dios lo es todo o no es nada. ¿Es o no es? ¿Por cuál
nos decidíamos?

Al llegar a este punto teníamos también que considerar valien-


temente el atributo de la fe. No podíamos escurrir el bulto. Mu-
chos llegamos a trasponer el puente de la razón, acercándonos cada
vez más a la ansiada ribera. Al divisar los contornos de la Tierra
Prometida, las cansadas pupilas cobraban brillo y se animaban los
espíritus decaídos. Manos amigas tendíanse a. nuestro paso para
darnos la bienvenida. Experimentábamos íntima satisfacción al ver
que la Razón nos llevara tan lejos, pero de. algún modo o manera
no pudimos poner el segundo pie en tierra firme. Tal vez nos
reclinamos demasiado en la Razón cuando íbamos por el último
tramo y no quisimos perder ese apoyo .
Era natural que así aconteciese. Vamos a considerar, sin em-
bargo, más detenidamente el asunto. ¿No es cierto que sin saberlo
fuimos llevados hasta donde nos encontrábamos por cierta clase de
fe? Si sólo creíamos en nuestro propio razonamiento y en él sólo
confiábamos, ¿qué fue lo que nos llevó allí sino una especie de fe?
Sí, habíamos sido fieles, abyectamente fieles al dios de la Razón.
De manera que de una u otra suerte la fe tuvo que ver en todo
momento con nuestro modo de obrar.

También llegamos al convencimiento de que habíamos tenido


nuestro culto. ¡Qué escalofrío nos daba pensarlo! Mas, ¿no ha-
bíamos sentido en distintas ocasiones una gran idolatría o venera-
ción por determinadas personas, sentimientos y cosas, por el dine-
ro, por nosotros mismos? Y, por otra parte y con mejor razón,
¿no e¡; cierto que muchas veces contemplamos con reverencia el
gran topacio del sol, a la hora del Ang~lus, hundirse majestuosa-
mente en el policromo horizonte? ¿No hemos idolatrado una flor?
¿ Qué ser humano no ha sentido idolatría o veneración por algo o
alguién? ¿Hasta dónde tienen que ver todos estos sentimientos con
la razón pura? Poco o nada, como podemos ver por fin. ¿No es

60
cierto que después de todo, eran estos sentimientos los que deter-
minan el curso de nuestra existencia? Se hacía, pues, imposible
decir que no éramos capaces de tener fe, sentir amor o veneración,
toda vez que de una manera o de otra, a la luz de la fe y nada más
que de la fe, habíamos estado viviendo.
Sin fe no cabe imaginar la existencia. Si sólo contáramos con la
razón pura, carecería de aliento nuestro existir y dejaría de ser
vida. ¿Pero nosotros creíamos en ella? Desde luego que sí. No
podíamos probar lo que es la vida en el sentido en que se puede
probar la verdad de que una línea recta es la más corta entre dos
puntos, pero ahí la teníamos. ¿Podíamos decir acaso que no era
más que una masa de electrones, creada de la nada, que nada
significaba y que iba dando vueltas hacia su fin, que era la nada?
Desde luego que no. Los mismos electrones nos parecían más inte-
ligentes que eso. Por lo menos así lo aseguran los químicos.
En consecuencia comprendimos que la razón no lo es todo. Ni
es la razón tal como la mayoría de nosotros la usamos enteramente
dependiente de nuestras mentalidades mejores, aunque emana de
las mismas. Y en materia de razonamiento, ¿qué diremos de la
gente que probó que el hombre nunca podría volar?
Nosotros, sin embargo, habíamos estado contemplando otra
clase de ascensión: la de la liberación espiritual del hombre que se
elevaba sobre el mundanal ruido y se sobreponía a los problemas
que confrontaba. Muchos nos decían que Dios hada posible esas
cosas, y nosotros sonreíamos. Habíamos visto su ascensión espiri-
tual, pero nos complacíamos en decirnos que no era cierto.
En realidad estábamos engañándonos a nosotros mismos por-
que dentro de cada hombre, mujer y niño yace oculta la idea
fundamental de Dios. Esta idea podrá permanecer ensombrecida
por la pompa, las calamidades o la veneración a otras cosas, pero
en una forma u, otra está ahí dentro. La fe en un Poder Superior y
las demostraciones prodigiosas de ese Poder en nuestras vidas, son
hechos tan viejos como el mismo hombre.
Al cabo pudimos ver que cualquier fe que nos inspirase ia idea
que tuviésemos forjada de Dios, era parte de nuestro modo de ser,
de igual modo que el sentimiento que profesamos a un amigo. A
veces fue menester que buscásemos en lo recóndito de nuestro yo,
pero allí estaba El, y esa Gran Realidad era tan patente como la
existencia de nosotros mismos. En el último análisis tan sólo allí
podemos hallarlo. Allí lo descubrimos nosotros.
Quisiéramos poder coadyuvar a preparar el terreno para otros.
Si nuestro testimonio os estimula a barrer los prejuicios y a pensar
detenida y honradamente buscando con vuestra propia linterna

61
dentro de vosotros mismos, entonces, si es de vuestro agrado,
podéis venir para juntarnos todos en la Gran Avenida. En tal acti-
tud no hay fracaso posible, pues no tardaréis en ser conscientes de
vuestra propia creencia.
En este libro damos a conocer la historia de un hombre que
creía que era ateo. Su relato es tan interesante que bien vale la
pena un pequeño anticipo. El cambio que se operó en este indivi-
duo fue dramático, convincente y emocionante.
Nuestro amigo era hijo de un ministro protestante. Solía asistir
asiduamente a la escuela dominical y poco a poco se fue tornando
irascible y rebelde porque pensaba. que le estaban administrando
una exagerada dosis de enseñanza religiosa. Durante los años subsi-
guientes se halló rodeado de obstáculos y frustraciones. Causábale
pavor el cuadro de las calamidades de su familia . Sólo tenía ante sí
la bancarrota, la locura, el suicidio. Luego las desilusiones que para
él trajo consigo la postguerra, su condición alcohólica cada vez más
seria y su colapso inminente tanfo mental como físico, le llevaron
al punto de pensar en atentar contra su propia vida.
Una noche, mientras se hallaba confinado en un hospital, se
acercó a él un alcohólico que había tenido una experiencia espiri-
tual. Sintiéndose harto de aquello, gritó amargamente: " ¡Si hay
un Dios, ciertamente no ha hecho nada por mí! " Pero más tarde
cuando se hallaba solo en su alcoba, se hizo esta pregunta a sí
mismo: "¿Es posible que toda li,i gente _religiosa que yo he conoci-
do esté equivocada? " En tanto que reflexionaba sobre la respues-
ta, sintióse tan calenturiento como si estuviese tendido junto a las
pailas del infierno. Entonces rápido como un rayo, le vino este
pensamiento que le sacó de quicio en sus reflexiones:

"¿QUIEN ERES TU PARA DECIR QUE NO HAY DIOS?"


Este hombre refiere que en un santiamén saltó de la cama
postrándose de hinojos sobre sus temblorosas rodillas y por breves
instantes permaneció sobrecogido por la presencia de Dios. Los
divinos efluvios de su Creador filtráronse por su ser con la majes-
tuosidad y el tino de una gran marejada que se desborda arrollán-
dolo todo. Las barreras que por años se habían levantado fueron
barridas por las corrientes de esa marejada.
De rodillas permaneció largo rato en presencia del Infinito
Poder y del Infinito Amor. Había saltado del puente a la orilla. Por
vez primera vivió en consciente comunicación con su Creador.
De esta manera quedó afianzada la piedra angular en la vida
espiritual de nuestro amigo. Ninguna vicisitud ulterior le ha sacudi-
1

62
do. Su problema alcohólico desvanecióse esa misma noche. El pen-
samiento de la bebida no ha vuelto a cruzar por su mente, salvo en
uno que otro momento de tentación, en el cual ha experimentado
verdadera repulsión por la copa. Es de suponer que este hombre no
podría beber ni aunque qui~iera. Dios le ha devuelto la cordura.
¿No es este un milagro de recuperación? Sin embargo, sus
elementos son simples. Las circunstancias pusieron a nuestro com-
pañero en disposición de creer y él humildemente se entregó a su
Hacedor. ¡Entonces aprendió a conocerlo!
Así también Dios nos ha devuelto el sano juicio. Para el hom-
bre de nuestro relato, la revelación fue repentina. Para otros la
revelación tiene lugar con más lentitud. ¡Pero El viene siempre a
todos los que lo buscan de corazón y les revela su omnipresencia!
"Nosotros nos acercamos a El y El se nos reveló".

63
CAPITULO V

COMO TRABAJA EL PROGRAMA


Es muy raro ver fracasar a una persona que haya seguido ente-
ramente nuestros pasos. Los únicos que no se recuperan son los
individuos que no quieren o carecen de capacidad para darse del
todo al programa. Por lo general se trata de hombres y mujeres que
por naturaleza propia no saben ser honrados consigo mismos.
¡Lástima que haya seres tan desdichados! Pero no hay que culpai·-
los, nacieron así. La verdad es que carecen de absoluta capacidad
para captar y desarrollar un modo de vida que hace imperativa la
más rigurosa sinceridad. Huelga decir que tales personas tienen
muy pocas probabilidades de éxito. Se dan casos también de perso-
nas que sufren graves trastornos emocionales y mentales, aunque
muchas de éstas logran su recuperación si cuentan con capacidad
suficient~ para ser honradas.
En términos generales nuestros historiales reflejan lo que era
antes nuestro modo de ser, lo que nos aconteció, y lo que somos
hoy. Si en verdad el lector desea conseguir lo que nosotros hemos
alcanzado, y está dispuesto a poner el mayor empeño para lograr-
lo, no cabe la menor duda de que estará en condiciones hábiles
para dar determinados pasos.
Debemos -señalai· que después de dar algunos de estos pasos,
nos detuvimos obstinadamente, pugnando por seguir adelante.
Creíamos que podríamos _h allar un camino más fácil y cómodo,
pero lo cierto es que no pudimos encontrarlo. Es por ello que os
pedimos, con la mayor vehemencia, que seais estoicos e íntegros
desde el comienzo. Algunos de nosotros tratamos de sujetarnos a
nuestros viejos moldes y el resultado fue enteramente nulo, hasta
que nos decidimos a orientar nuestros pasos por el nuevo sendero.
Es preciso recordar en todo momento que estamos tratando
con el alcohol, que es: astuto, desconcertante y poderoso. Sin
ayuda, resulta demasiado para nosotros. ¡Ah, pero podemos apelar
a un AMIGO que es más fuerte que él, un AMIGO TODOPODE-
ROSO: DIOS! ¡Ojalá el lector ya lo haya conocido!

64
Los términos medios no nos sirvieron de nada. Nos hallábamos
en el tramo decisivo de nuestra jornada. Fue entonces cuando con
entero desprendimiento pedimos a ese Poder Superior ayuda y
protección para resolver nuestro problema.
He aquí los pasos que dimos y que sugerimos a todos los
alcohólicos interesados, como Programa de Recuperación:
l l. Admitimos que éramos impotentes ante el alcohol, que nues-
tras vidas se habían vuelto ingobernables.
2. Llegamos al convencimiento de que sólo un Poder Superior a
nosotros mismos podría devolvemos el sano juicio.
3. Decidimos poner nuestra voluntad y nuestras vidas al cuidado
de Dios, tal como nosotros Lo concebimos.
4. Sin ningún temor hicimos un inventario moral de nosotros
mismos.
5. Admitimos ante Dios, ante nosotros mismos y ante otro ser
humano la naturaleza exacta de nuestras faltas.
6. Estuvimos dispuestos a dejar que Dios eliminase todos estos
defectos de c.arácter.
7. Humildemente Le pedimos a El que nos librase de nuestros
defectos.
8. Hicimos una lista de todas aquellas personas a quienes había-
mos ofendido y estuvimos dispuestos a reparar el daño que
les causamos.
9. Reparamos directamente a cuantos nos fue posible el daño
que les habíamos causado, salvo en aquellos casos en que el
hacerlo perjudicaría a ellos mismos o a otros.
10. Continuamos haciendo nuestro inventario personal y cuando
nos equivocábamos lo admitíamos inmediatamente.
11. Buscamos a través de la oración y la meditación mejorar nues-
tro contacto consciente con Dios tal como Lo concebimos,
pidiéndole solamente que nos dejase conocer Su voluntad pa-
ra con nosotros y nos diese la fortaleza para aceptarla.
12. Habiendo experimentado un despertar espiritual como resul-
tado de estos pasos, tratamos de llevar este mensaje a los al-
cohólicos y de practicar estos principios en todos nuest ros
actos.
j Al contemplar este programa de acción, muchos nos resistía-
mos a creer que pudiésemos cumplir al pie de la letra con los
mandatos de tan solemne cartilla. Ignorábamos, naturalmente, que
a pesar del éxito alcanzado con ·el mismo, nadie ha observado

65
íntegramente estos principios. Consiguientemente, el alcohólico
que quiera beneficiarse del programa en general para su recupera-
ción, debe despojarse de ese ingenuo temor. No somos santos para
conseguir la renovación. Lo que importa es que uno procure en-
grandecer su vida marchando por rutas espirituales. Los principios
que hemos sentado constituyen la brújula que nos orientará hacia
ese progreso. Propiamente dicho, lo que pretendemos es el adelan-
tamiento constante, y no la perfección espiritual.
La descripción del alcohólico, el capítulo sobre los agnósticos
y nuestras propias aventuras antes y después de compenetrarnos
del programa, hacen resaltar de manera manifiesta tres inevitables
conclusiones:
a) - Que éramos alcohólicos y no podíamos manejar nuestras
propias vidas.
b) - Que probablemente ningún poder humano hubiera podi-
do remediar la condición alcohólica en que nos hallábamos, y
c) - Que Dios podía remediarla y la remediaría de manera
eficaz si lo buscábamos.
Comprendimos, por consiguiente, que estábamos en el Tercer
Paso, y nos dispusimos a poner nuestra voluntad y nuestra vida al
arbitrio de Dios tal como lo concebíamos. Ahora vamos a ver
prl;)cisamente qué es lo que queremos decir con esto y qué es lo
que hay que hacer.
Como primer requisito esencial, hubimos de llegar al convenci-
miento de que quien rige su vida al arbitrio de su imperiosa volun-
tad, difícilmente alcanza el éxito apetecido. Todo aquel que parte
de esa base casi siempre está chocando con algo o con alguien, aun
cuando vaya movido de los mejores propósitos. Sin embargo, la
mayoría de la gente trata de hacerlo todo en la vida por su propio
impulso. Se dijera que cada persona es como un actor que siempre
quiere ser la figura sobresaliente del espectáculo. Es por eso por lo
que a cada momento está tratando de acomodar a su gusto y
capricho las luces, el baile, la escenografía y el papel de los demás
actores y actrices. ¡Ah, si le dejasen hacer todos los arreglos que se
le ocurren, si la gente le permitiera hacer todas las cosas a su
antojo, el espectáculo resultaría colosal! No tiene la menor duda
de que todo el mundo, hasta él mismo, quedaría satisfecho. La
vida de esta manera le resultaría magnífica. El actor que gusta de
hacer todos estos arreglos pudiera sér un hombre bondadoso, vir-
tuoso, considerado, paciente, generoso, -hasta modesto y abnega-
do- o pudiera ser un individuo cruel o mal intencionado, egoísta y
poco honrado. Mas como sucede con la mayoría de los seres huma-

66
nos, lo más seguro es que reúna indistintamente esas peculiaridades
o características.
Lo que frecuentemente acontece es que el espectáculo no le
sale tan bien. Entonces comienza a lamentarse de su suerte, pen-
sando que la vida no le trata como él se merece. Decide, pues,
esmerarse todo cuanto más pueda para corregir el espectáculo,
Pasa a ser más exigente o solícito, según sea el caso: pero, muy a
su pesar, todavía el conjunto no acaba de agradarle. Aunque reco-
nozca que tiene parte de la culpa, está seguro de que otros tienen
mucha más que él, de manera que se enfmece y en medio de la
indignación y desesperación termina compadeciéndose a sí mismo.
Preguntarnos ahora, ¿cuál es la verda.d era dificultad de este perso-
naje? ¿No es él mismo quien se está amargando la existencia aun
en los casos en que trata de ser bondadoso con los demás? ¿No es
cierto que es víctima de la falsa ilusión de que puede arrancar al
mundo caudales de alegría y de júbilo si logra portarse como un
gran director? ¿No es obvio para todo el resto de los artistas que
eso es lo que él quiere, y no es verdad que nuestro personaje con
sus actuaciones obliga a aquellos a que traten de tomar desquite
arrebatándole todo cuanto pueden al espectáculo? ¿No es cierto
que aun en sus mejores ratos ese individuo es más bien un produc-
tor de confusión que de ~monía?
Natmalmente, se desprende que nuestro actor lo concentra
todo en sí mismo, es decir, es un egocéntrico, como lo llamarían
en nuestros días. Es a manera del ricacho retirado de la vida de los
negocios, que durante el invierno y mientras se regodea dándose
baños de sol en la Florida, se queja amargamente del estado lamen-
table del erario público. Es a modo del ministro de una religión
que suspira al hablarnos de los pecados del siglo XX, o como el
político-reformista que está seguro de que todo sería una utopía si
el resto del mundo supiera comportarse; o como el ladrón de cajas
de caudales que cree que la sociedad tiene con él una deuda con-
traída, y en fin, como el alcohólico que lo ha perdido todo y se
subleva contra el mundo porque lo ha confinado. No importa
cuáles sean nuestras protestas, lo cierto es que en lo que casi todos
estamos interesados es en lo que concierne a nosotros mismos, a
nuestros resentimientos, y a nuestra compasión propia.
Egotismo -egocentrismo, llámesele como quiera-. Ahí cree-
mos que está la raíz de nuestras dificultades. Impelidos por tantísi-
mas formas de miedo, desilusión, desesperación y compasión pro-
pia, pisarnos la punta de los pies de nuestros semejantes, y como al
que más y al que menos le lastimamos algún callo, casi todos
repelieron_el pisotón de alguna u otra manera. Por ello fue, pues,

67
que una y otra vez ciertas personas nos ofendieron, aparentemente
!iin que mediara ninguna provocación, y pudimos entonces invaria-
blemente ir dándonos cuenta de que en el pasado, al tomar algunas
de nuestras determinaciones basadas en el amor propio, nos fuimos
colocando en situaciones que a la larga necesariamente traerían
consigo la hora en que fuésemos maltratados.
Entendamos, por lo tanto, que nosotros mismos nos creamos
nuestras dificultades. Como vemos, ellas emanan de nuestros pro-
pios actos y determinaciones. Aunque no queramos creerlo, el
alcohólico es un ejemplo extremado de egoísmo desenfrenado, y
precisamente, somos los alcohólicos los que más necesidad tene-
mos de despojarnos de ese egoísmo propio. O lo hacemos así o nos
aniquila. Dios hace posible que nos libremos de esa calamidad, de
la cual, dicho sea de paso, no hay modo de despojarse sin su
ayuda. Cierto que muchos teníamos infinidad de convicciones mo-
rales y filosóficas, pero no pudimos acomodar a ellas nuestras
vidas, a pesar del empeño que pusimos en conseguirlo. Ni tampoco
pudimos aminorar gran cosa nuestro egocentrismo mediante el
vehemente deseo de contrarrestarlo con toda la fuerza de voluntad
a nuestro alcance. Indiscutiblemente era necesaria la ayuda de Dios
para tal logro.
Este es el quid del asunto. De ahí que ante todo, tuviésemos
nosotros que dejar de jugar a la idea de Dios. Ese pasatiempo de
engañabobos no nos daba resultado. Tuvimos, pues, que decir que
en adelante, en el gran drama de la vida, Dios iba a ser nuestro
Director. Es decir, El sería el principal, y nosotros sus agentes. El
es el Padre, nosotros los hijos. La mayoría de las grandes ideas son
así sumament.e sencillas, y ese simple concepto fue la piedra, funda-
mental del arco del triunfo a través del cual pasamos jubilosamente
hacia la liberación.
Tan pronto asumimos esa actitud con sinceridad, cosas extra-
ordinarias acon·tecieron en nuestras vidas. Estábamos al servicio de
un nuevo patrón. Eramos sus alegres obreros. Siendo El todopode-
roso, sabía proveernos de cuanto necesitábamos para mantenernos
cerca de El y desempeñar satisfactoriamente nuestro cometido. Al
colocarnos sobre ese fértil terreno, nos fuimos volviendo c¡1da vez
más desprendidos y menos aferrados a nuestros pequeños planes y
propósitos, y nos fuimos interesando cada día más y más en la
contribución que pudiésemos aportar a la vida. En tanto se fortale-
cían nuestros corazones, y disfrutábamos de tranquilidad de espíri-
tu, abriéndonos paso triunfal en la vida; a medida que nos hacía-
mos conscientes de la presencia de Dios en nuestra senda, comen-
zamos a perder el miedo que nos infundía el hoy, el mañana y lo
futuro: En breves palabras, operóse en nosotros un renacimiento.

68
Mientras dábamos el tercer paso, muchos de nosotros nos diri-
gimos a nuestro Hacedor, más o menos en la siguiente forma:
"Dios Todopoderoso, ofrézcome a Ti para que obres en mí y hagas
en mí Tu voluntad. Relévame de la servidumbre del egoísmo y
permite que haga todas las cosas conforme a Tu deseo. Líbrame de
mis dificultades y que al vencer todos mis obstáculos el triunfo
sitva de testimonio fehaciente de Tu gran poder, de Tu inmenso
amor y de tus normas de vida a aquellos a quienes quisiera ayudar.
Permíteme que logre todo esto y que en mí se haga siempre Tu
voluntad". Antes de dar este paso, reflexionamos bien para asegu-
rarnos de que estábamos preparados para ejecutarlo.
Comprendimos que este paso espiritual era muy importante y
que tal vez era deseable que lo diésemos con ayuda de alguna
persona comprensiva como nuestra esposa, nuestro mejor amigo o
nuestro consejero espiritual. Por otra parte, es inucho mejor hallar
a Dios a solas que acompañado de alguien que no lo comprenda
Debemos aclarar que no importan las palabras que utilicemos para
dirigirnos a Dios en la forma que antes sugerimos. Lo importante,
lo primordial, es que expresemos nuestra sincera idea y que la
formulemos sin reservas de ninguna clase. Ese, desde luego, es el
comienzo, aunque si procedemos con honradez y humildad, acto
seguido sentiremos el efecto benéfico de nuestra imploración, que
muchas· veces es extraordinariamente prodigioso.
Más adelante es menester ejercitarnos en un plan de vigorosa
acción, el cual requiere como primera providencia, la limpieza de
nuestra propia casa, algo que muchos de nosotros nunca habíamos
ni remotamente intentado. Si bien la decisión que tomamos sobre
nuestra condición alcohólica constituía un paso vital, éste podía
tener un efecto poco duradero y favorable a menos que fuese
seguido de un gran esfuerzo por confrontar y despojarnos de las
cosas personales que nos habían estado sirviendo de cortapisas. El
licor no era sino un síntoma. De modo que teníamos que escudri-
ñar las causas y circunstancias circundantes.
Por lo tanto, comenzamos a tomar un inventario personal. Este
era el cuarto paso. Sabido es que el comerciante que deja de reali-
zar un inventario con regularidad, por regla general va a parar a la
bancarrota. Tomar un inventario mercantil entraña el proceso de
hallar y confrontar los hechos determinativos de la verdadera.situa-
ción en que se encuentra una casa de negocios. Mediante este
esfuerzo se averigua la verdad escueta respecto de las mercaderías
1 disponibles en el almacén. Uno de los objetivos es saber cuál es la
mercancía sana y cuál la que ha sufrido daño o es invendible, para
salir de ella prontamente sin tener que lamentarse. Si el dueño del
negocio quiere triunfar, no se dejará engañar por sus propios valo-
res o existencias.

69
Exactamente igual hicimos nosotros con nuestras vidas. Toma-
mos nota, con toda honradez, de cuanto teníamos en el almacén.
En primer lugar, buscamos los defectos de carácter que general-
mente ocasionaban nuestro fracaso. Estando convencidos de que el
ego, manifestándose de distintas maneras, era lo que nos había
derrotado, pasamos a considerar detenidamente sus manifestacio-
nes más comunes.
Vimos que el resentimiento es el agresor número uno. Destru-
ye más alcohólicos que ninguna otra cosa en el mundo. De él
surgen todas las formas de padecimientos espirituales, inclusive los
que a nosotros nos han agobiado, pues hemos podido comprender
que no hemos estado tan solo mental y físicamente enfermos, sino
también espiritualmente quebrantados. Cuando nos sobreponemos
al mal espiritual, logramos rehabilitarnos tanto mental como física-
mente. Al abordar el asunto de los rencores, los vamos anotando
en papel y tinta. Escribimos el nombre de las personas, institucio-
nes ó principios hacia los cuales sentíamos aversión. Nos pregunta-
mos luego de dónde prevenía nuestro rencor. En muchos casos
hemos podido darnos cuenta de que en una u otra forma alguien
había tocado o amenazado el buen concepto que teníamos de
nuestra persona, nuestro peculio personal, nuestras ambiciones, o
nuestras relaciones personales, incluyendo las sexuales. ¡Por eso
era por lo que realmente nos sentíamos resentidos y nos sublevába-
mos!
En nuestra lista de resentimientos ponemos al lado opuesto de
cada uno de éstos la causa y la forma en que nos afecta. Vemos si
se vieron contrariados o ho, bien el amor propio, la seguridad
. personal, nuestras ambiciones, o las relaciones personales o sexua-
les, etc. Por lo general fuimos tan precisos en nuestro escrutinio
como puede verse por el siguiente ejemplo:

Estoy resentido con La Causa Afecta


El Sr. López Sus atenciones para Mis relaciones se-
con mi esposa. xuales. Amor pro-
pio. (Miedo).
El Sr. López Relató a mi esposa Mis relaciones se-
que yo tenía una xuales. Amor pro-
concubina. pio. (Miedo).
El Sr. López Acaso el Sr. López Mi seguridad . Amor
consiga el puesto propio. (Miedo).
que ocupo en la ofi-
cina.

70
La Sra. Pérez Es una grosera, me Relaciones persona-
maltrató de palabra. l es. Amor propio.
Confinó a su esposo (Miedo).
por la bebida. El es
mi amigo. Ella es
una chismosa.
Mi patrón Es irrazonable, in- Amor propio. Segu-
justo e insoportable. ridad. (Miedo).
Amenaza con despe-
dirme por la bebida
y por exagerar mi
partida de gastos.
Mi esposa No me comprende. Orgullo. Relaciones
Está siempre discu- personales y sexua-
tiendo. Le gusta el les. (Miedo) .
Sr. Pérez. Quiere
que ponga la casa en
su nombre.
Tuvimos que repasar bien nuestras vidas, pues para preparar
este inventario completo, eran indispensables la precisión y la hon-
radez. Cuando concluímos nos detuvimos a reconsiderarlo todo
cuidadosamente. Lo primero que de él se desprendía era que el
mundo y el prójimo suelen andar muy descarriados. Casi todos
llegamos a la conclusión de que los que generalmente están llenos
de defectos son otras personas y no nosotros. Por lo general el
resultado fue que la gente continuó maltratándonos y continua-
mos rencoros'os. Algunas veces vino el arrepentimiento; pero en-
tonces permanecimos enfadados con nosotros mismos. De manera
que mientras más reñíamos y · tratábamos de hacer las cosas a
nuestro modo, más mal se nos iban poniendo éstas. Nos sucedió lo
mismo que acontece en la guerra -a la larga el que canta victoria
es el ganador . De ahí que disfrutásemos de tan efímeros momen-
tos de aparente triunfo.
Es claro que la vida. del hombre que tiene hondos resentimien-
tos. va camino de la derrota y la infelicidad. Hasta el µlismo grado
en que demos albergue en nuestros corazones a los resentimientos
y al odio, estaremos desperdiciando las horas que les dediquemos y
que muy bien pudiéramos consagrar a algo constructivo. En el caso
del alcohólico cuya esperanza estriba en el mantenimiento y desa-
rrollo de un despertar espiritual, el asunto es mucho más grave.
Hemos podido darnos cuenta de sus fatales consecuencias, pues
cuando se albergan esos lúgubres sentimientos en nuestras almas,
en realidad estamos cerrando nuestro ser a los efluvios espirituales.

71
Retorna la locura del alcohol impulsándonos a tomar la primera
copa, y huelga repetir que para nosotros beber, y vivir muriendo,
es la misma cosa.
De suerte que si queremos vivir, tenemos que librárnos de la
cólera. El coraje, la exasperación, los arrebatos de súbita pendencia
se habrán hecho para otros, pero no para nosotros. Esos raros
atributos podrán ser el lujo de ciertos hombres normales, pero en
los alcohólicos vienen a ser ni más ni menos que la cicuta.
Volvimos a revisar la lista, pues ésta encerraba la clave del
futuro. Estábamos preparados para examinarla desde otro punto
de vista. Comenzamos a comprender que el mundo y la gente que
en él pulula realmente se imponían sobre nosotros. En ese estado
de cosas, el mal proceder de otros, imaginario o real, tenía fuerza
suficiente para destruírnos. ¿Cómo, pues, podíamos escapar? In-
cuestionablemente, teníamos que dominar esos temores, pero no
sabíamos en qué forma íbamos a librarnos de esos fantasmas que.
de fijo queríamos ver tan lejos de nosotros como el licor.
He aquí el método que seguimos para eliminarlos: No cabía
duda de que la gente que nos había hecho daño estaba espiritual-
mente enferma. Aunque no nos agradaban los síntomas y manifes-
taciones de su padecimiento respecto del modo que con ellos nos
perturbaban, comprendimos que, como nosotros, esas personas pa-
decían de una enfermedad. Por eso pedimos a Dios que nos diera
fuerzas para brindarles la misma tolerancia, compasión y paciencia
que otorgaríamos espontáneamente a un amigo enfermo. De suerte
que en nuestro trato con cada individuo que nos hubiera prodiga-
do alguna ofensa, nos decíamos: " Es un enfermo y hay que soco-
rrerlo. Dios me guarde de iricomodarme y hágase Su Voluntad".
Evitamos, pues, el altercado y la represalia. No íbamos a tratar
a un enfermo aplicándole la ley del talión. De optar por el "ojo
por ojo y diente por diente", desperdiciábamos una oportunidad
propicia de ser útiles. Desde luego, no pretendemos ser serviciales
con todo el mundo, pero por lo menos Dios nos ha enseñado a
asumir una actitud condescendiente y bondadosa con todas y cada
una de las personas con quienes nos codeamos. .
Examinando nuevamente la lista y olvidándonos del daño que
otros nos causaron, escrutamos con valor nuestros entuertos, para
ver hasta qué punto habíamos sido egoístas, deshonestos, engreí-
dos y cobardes. Tratábamos de hacer caso omiso de la persona
responsable de tal o cual estado de cosas, sin importarnos si la
situación fue o no creada por nosotros. Empero, teníamos que
determinar en qué aspectos nos cabía alguna culpa porque después
de todo, el inventario era el nuestro, no el de la otra persona
complicada en el asunto. A medida que íbamos desentrañando

72
ciertas faltas, las anotábamos y les dábamos nuestra más detenida
consideración, sin tratar de amenguarlas en lo más mínimo. Admi-
timos entonces con toda honradez, cada uno de nuestros defectos
y nos dispusimos a corregirlos y enderezar nuestros asuntos.
Notará el lector que la palabra "miedo" aparece entre parénte-
sis inmediatamente después que anotamos las dificultades con el
Sr. López, con la Sra. Pérez, con el patrono y con la esposa. Esta
breve palabra "miedo" toca de alguna manera todos los aspectos
de nuestras vidas. Era el miedo una madeja maligna y pútrida que
atravesaba· de lado a lado el telar de nuestra existencia. El miedo
ponía en movimiento el tren de las circunstancias que nos traía
una pesada carga de infortunios que juzgábamos inmerecida. Pero
¿no fuimos nosotros los que echamos a rodar la máquina? Algu-
nas veces pensamos que el miedo debería clasificarse junto con el
robo. Parece causar tantas o más dificultades.
Repasamos cuidadosamente nuestros temores. Los pusimos en
papel y tinta aun cuando no mediase ningún resentimiento especí-
fico en cuanto a ellos. Entonces nos preguntamos por qué abrigába-
mos esos temores.
¿No era cierto que habíamos perdido.la serenidad? Hasta cier-
to punto la serenidad nos había acompañado, pero no en medida
suficiente. Además, algunos de nosotros alguna vez tuvimos mucha
confianza propia, pero no nos resolvió satisfactoriamente el pro-
blema del miedo, ni ningún otro problema. Cuando la confianza
propia llegó a la jactancia, el asunto del miedo todavía se hizo
peor.
Sin duda existe otro modo mejor de proceder, claro que sí.
Podemos obrar sobre una base completamente distinta, confiando
y descansando en el poder de Dios. Es decir, en vez de confiar en
nuestro infinito poder, debemos confiar en el infinito poder de
Dios. Así lo hicimos nosotros, reconociendo que estamos en el
mundo para desempeñar el papel que El nos ha asignado. Sabemos
que siempre y cuando hagamo's todas las cosas tal como El vería
con agrado que las hiciéramos y humildemente confi~mos en El,
Dios nos permitirá hermanar la calamidad con la calma.
Nunca hemos dado explicaciones a nadie sobre la fe que tene-
mos en el Creador. Podemos reírnos de aquellos ~ue creen que la
espiritualidad es el camino de la flaqueza; paradojicamente es el
camino de la fortaleza.
Ese es el veredicto de los sabios en el transcurso de las edades.
J Para ellos la fe es símbolo de estoicismo. Así se explica que todos
los hombres de fe sean seres valientes, fortalecidos por su creencia
en Dios. Tampoco hemos de salir a la defensa de Dios. En su lugar
dejamos que El a través de nosotros haga patentes todas las gran-
des cosas que puede hacer. En el momento mismo en que le pedí-

73
mos que nos libre del miedo y dirija nuestra atención hacia lo que
El quiere que hagamos, comenzamos a vencer temores.
Pasaremos ahora al aspecto sexual. Muchos de nosotros necesi-
tábamos un reajuste de cuentas sobre el asunto. Pero sobre todo,
tratamos de ser razonables al confrontar el problema. Es muy fácil
descarrilarse, pues concurren un cúmulo de opiniones extremadas,
algunas absurdas y exageradas. De una parte un coro de voces
proclama que el sexo es un impulso lascivo de nuestra naturaleza
baja, la base burda de la procreación para perpetuar la especie.
Otro coro de voces eleva su clamor demandando sexo y más
sexo, condenando la institución del matrimonio y diciendo que la
mayoría de las aflicciones y calamidades humanas pueden atribuír-
se a causas sexuales. Entienden éstos que no están disfrutando del
sexo lo bastante, o que no es adecuado. Le dan significación en
todas las cosas. De manera que una escuela quiere que no demos
razón ·alguna a la comida, mientras la otra pretende sujetarnos a
una dieta de puro condimento. Queremos alejarnos de esa contro-
versia. No queremos ser árbitros de la conducta sexual de ninguna
persona. Todos tenemos problemas sexuales. Dejaríamos de ser
humanos si no los tuviéramos. Explicaremos, no obstante, la forma
en que procedimos en el asunto.
Revisamos nuestra conducta sexual durante los años pasados,
notando que en ocasiones fuimos egoístas, deshonestos y desconsi-
derados. Reflexionamos bien para ver a quién habíamos hecho
daño con nuestros celos, sospechas o enconos. ¿Hasta qué punto
estuvimos equivocados y cómo debimos haber actuado? Después
de anotado todo en papel, nos dimos a considerar detenidamente
la forma en que habíamos obrado.
De esta manera tratamos de moldear una pauta sana y juiciosa
para nuestra futura vida sexual. Sometimos cada relación sexual a
esta prueba: ¿Fui egoísta o no lo fui? Le pedimos a Dios que nos
inspirase en nobles ideales y nos ayudase a vivir a tono con los
mismos. Siempre tuvimos presente que Dios nos dio nuestros atri-
butos sexuales; luego tenía que ser para bien, siempre que no los
usáramos con fines egoístas y libidinosos que conduzcan a la baje-
za.
Cualquiera que sea nuestro ideal en este sentido, debemos estar
dispuestos a tomarlo como divisa para nuestro mejoramiento. No
debemos vacilar en hacer la correspondiente reparación si hemos
hecho cualquier daño, siempre que no causemos un nuevo daño al
hacerlo. En otras palabras, tratemos el sexo como si fuese cual-
quier otro problema. A la hora de la meditación pidamos a Dios lo
mismo que le pediríamos sobre cualquier otro asunto. La respuesta
apropiada vendrá si verdaderamente la ansiamos.

74
Sólo Dios puede juzgar nuestra conducta sexual. Buscar conse-
jo en otras personas es a veces prudente, pero nosotros dejamos
que Dios sea el juez de última instancia. Comprendemos que hay
ciertas personas tan estrictas en materia sexual como son otras de
libertinas y disolutas. Nosotros, por nuestra parte, evitamos los
malos pensamientos y prescindimos de los consejos.
Supongamos que no logremos nuestro ideal en todo su alcance
y nos sintiésemos tambalear. ¿ Quiere decir esto que vamos a em-
borracharnos? Algunas personas creen que sí. Pero eso está un
poco lejos de la verdad. Todo depende de nosotros y de nuestros
móviles. Si nos sentimos apesadumbrados por lo que hemos hecho
y tenemos sincero anhelo de que Dios nos permita proceder de
modo mejor, creemos que hemos de ser perdonados y que nos
aprovechará la lección. Si todavía no estuviésemos escarmentados
y nuestra conducta continuase causando daño a otras personas, no
cabe duda de que volveremos a beber de un momento a otro. No
estamos teorizando, estos son hechos que nos constan por expe-
riencia.

En resumen: en cuanto · se relaciona con el aspecto sexual,


pidamos a Dios con la mayor vehemencia que nos permita seguir el
más sano ideal, que nos guíe en cualquier situación precaria, que
conserve nuestro buen juicio y que nos dé fuerzas para obrar bien.
Si el problema sexual que afrontamos se hiciese dificultoso, con-
viene darnos con empeño a la práctica de ayudar a otros alcohóli-
cos, de pensar en sus tribulaciones y auxiliarles en todo cuanto
podamos. Esto nos sacará de la concha del egocentrismo y destrui-
rá el imperio del instinto en los precisos momentos en que sucum-
bir a la tentación nos dejaría en pavorosa aflicción y abandono.
Si hacemos nuestro inventario personal íntegramente, la lista
sin duda habrá resultado extensa. Después de anotar y analizar los
resentimientos detenidamente, sin duda os habréis dado cuenta de
su futilidad y fatalismo , y sabréis apreciar en todo su alcance su
poder destructivo. Si habéis seguido al pie de la letra nuestras
indicaciones os habréis percatado de la conveniencia de poner en
juego en la vida la tolerancia, la paciencia y la buena voluntad al
codearnos con nuestros semejantes, aun con nuestros enemigos, a
quienes debemos contemplar sencillamente como seres enfermos.
Habréis anotado todas las personas a quienes lastimasteis con vues-
tra conducta y estaréis prestos a enderezar vuestro pasado en todo
cuanto sea posible.
En este libro leemos una y otra vez que la fe ha hecho por
nosotros lo que no pudimos hacer por nosotros mismos. Abriga-

75
mos la esperanza de que el lector inteligente haya llegado con
nosotros al convencimiento de que Dios puede remover todos
aquellos obstáculos que nuestra imperiosa voluntad fue oponiendo
entre El y nosotros. Si tras de haber tomado vuestra determinación
habeis preparado el inventario de vuestros más caros errores, ha-
breis tenido un buen comienzo, en otras palabras, habréis apurado
ya varias cucharadas de la fórmula recuperativa que os ayudará a
digerir algunas amargas verdades sobre vosotros mismos.

76
CAPITULO VI

EN ACCION
Veamos lo que hay que hacer después de preparar el inventario
personal. Cuando damos ese paso tratamos de colocarnos en un·a
nueva actitud, es decir, en una nueva relación con nuestro Hacedor
y nos fijamos bien en los obstáculos que han venido obstruyendo
nuestros pasos. Al admitir sin rodeos nuestros. defectos, pudimos
encontrar de dónde surgían esos escollos. Colocamos nuestro índi-
ce sobre lo~ puntos débiles del inventario y nos pusimos en plan de
eliminarlos. Esto requiere una acción efectiva. Conlleva la admi-
sión ante Dios, ante nosotros mismos y ante otro ser humano de la
naturaleza exacta de nuestras flaq1.tezas de carácter. Ello nos trae al
Quinto Paso del programa de recuperación que dejamos reseñado
en el capítulo anterior.

Acaso :resulte difícil ejecutar la parte del programa que aconse-


ja que hagamos a otra persona confidente de nuestros· deslices. A
veces se pone en tela de juicio la necesidad de este paso, pues al
parecer nos es suficiente con admitir esos yerros ante nosotros
mismos. En la práctica, empero, ha quedado demostrado qu~, por
lo general, no basta con reconocer para sí _mismo nuestras debilida-
des; de ahí que muchos hayamos juzgado necesario ir más allá y
transigir con la idea de someter a la consideración de una segunda
persona nuestras intimidades. Concurren buenas razones para ha-
cerlo. La primera, en abono de tal procedimiento, es que si omiti-
mos ese paso vital, pudiera resultar que se nos haga imposible
sobreponemos. a la bebida. Una y otra vez determinados alcohóli-
cos recién iniciados en el programa han tratado de guardar para sí
ciertos acontecimientos dolorosos de sus vidas, y han querido aco-
gerse a otros métodos más fáciles que el que sugerimos, con miras
a evadir el acto de contárselo a otras personas por considerarlo una
humillación. Casi todos, después de transcurrir más o menos tiem-
J
po, volvieron a beber. Por constarles que habían perseverado en el
resto del programa, comenzaron entonces a hacer conjeturas sobre
el motivo de su fracaso. Entendemos nosotros que el mismo se
debió exclusivamente a que estos amigos no completaron la limpie-

77
za de su propia casa. Tomaron muy bien su inventario, pero se
obstinaron en conservar algunas de las mercaderías más ruinosas
que tenían en existencia. Suponían que se habían despojado del
egoísmo y del miedo y que habían sido bastante humildes. Lo
cierto es que no aprendieron bien lo que significa la palabra humil-
dad, y que les faltó el valor y la honradez, en el sentido que
nosotros los juzgamos necesarios, hasta que contaron a otra perso-
na la historia de su vida. ·
Más que en la mayoría de la gente, en el alcohólico es fácil
notar que lleva una doble vida. Tiene mucho de actor cada vez que
sale a la calle, presentándose al mundo exterior en su papel de
escena.
Esa es la pose en que le gusta que lo vean sus semejantes, pues
quiere disfrutar de una reputación que sabe que es ficticia y que
no merece.
La inconsistencia se hace peor cada día por los actos que reali-
za durante sus embriagueces. Al volver a sus cabales, se rebela ante
algunos episodios de los cuales sólo le quedan leves recuerdos que
son para él como una pesadilla. Tiembla al pensar que tal o cual
conocido lo haya visto ponerse en ridículo. De la mejor manera
posible trata de sepultar esos recuerdos en lo recóndito de su ser,
abrigando la esperanza de que nada. los saque a la luz. Vive en
medio de la inquietud y del pánico, que lo impelen a seguir be-
biendo.
Los sicólogos se inclinan a convenir con nosotros en estas apre-
ciaciones. Hemos gastado mucho dinero en consultas facultativas.
Sabemos de muy pocos casos en que hayamos dado la debida
oportunidad al médico para el éxito del tratamiento prescrito.
Pocas veces hemos dicho toda la verdad al galeno, y por lo general,
ni siquiera hemos seguido sus consejos. No quisimos ser honrados
con estos buenos señores ni con nadie más que se interesase en
nuestro problema. No es de extrañar por consiguiente, que haya
infinidad de médicos que tengan tan desalentadora opinión de los
alcohólicos y sus posibilidades de recuperación.
Es necesario que seamos completamente sinceros con alguien si
anhelamos vivir largo tiempo de una manera feliz. Es natural que
reflexionemos bien antes de escoger la persona o personas a quie-
nes nos proponemos confiar el relato de nuestras íntimas cuitas
inherentes a este Paso. Los que pertenezcamos a una religión en la
que se requiera la confesión, podemos ir a la autoridad competente
para que reciba nuestra confesión. Aunque careciéramos de filia-
ción religiosa, no estaría de más que hablásemos con algún repre-

78
sentante de una religión establecida. A veces hallamos que esa
persona está en disposición franca, lista a escuchar nuestro relato y
a ayudamos en nuestro problema. Desde luego, en ocasiones nos
hallamos con seres que no comprenden al alcohólico y naturalmen-
te nada pueden hacer en su bien.
Cuando no podamos seguir el procedimiento señalado, bien
porque nos desagrade o porque prefiramos otra pauta, sin duda
hallaremos entre nuestros amigos alguno que sea muy discreto y
comprensivo. Tal vez nuestro médico, o un buen sicólogo, sea la
persona indicada o acaso podamos hallarla dentro del círculo de
nuestra propia familia, mas no debemos relatar a nuestra esposa o
a nuestros padres ningún suceso que pueda hacerles sufrir despia-
dadamente. No tenemos derecho a salvar nuestro propio pellejo a
expensas del de otra persona. Esas partes de nuestra historia debe-
mos relatárselas a alguien que comprenda las-debilidades humanas
y que al mismo tiempo no resulte afectado por el relato . La regla
es que debemos ser inflexibles con nosotros mismos, pero siempre
considerados con los demás.
A pesar de la gran necesidad que tenemos de exponer nuestro
caso a otro ser humano, pudiera suceder que no hallemos la perso-
na adecuada. Si esto es así, cabe posponer el Paso, siempre mante-
niéndonos en completa disposición de darlo en la primera oportu-
nidad que se nos presente. Decimos esto porque sobre todo debe-
mos anhelar encontrar la persona apropiada. Es importante que la
misma sea capaz de guardar una confidencia; que sea comprensiva
y esté bien compenetrada de nuestra finalidad. Dicha persona no
debe tratar de cambiar nuestros planes. Por otra parte, no debemos
usar nuestra libre determinación como una mera excusa para pos-
poner este importante Paso indefinidamente.
Cuando hayamos decidido quién es la persona que va a escu-
char nuestra historia, no debemos perder un momento en poner
manos a la obra. Al ir a verla, ya tendremos listo el inventario y
estaremos preparados para una larga conversación. Explicaremos a
nuestro confidente lo que estamos a punto de hacer, y por qué
necesitamos realizarlo. Debemos hacer ver a nuestro confidente
que estamos enfrascados en una misión que es para nosotros de
vida o muerte. Muchas personas a quienes se les ha presentado el
asunto de esta manera, han estado listas a ayudarnos con la mayor
espontaneidad y ·benevolencia, sintiéndose en realidad honrada con
la confianza que en ella depositamos.
Si doblegamos el orgullo y sin temor alguno escrutamos todas
nuestras flaquezas de carácter y cada oscura grieta de nuestro pasa-
do, veremos que después de ejecutar ese Paso sin encubrimiento de

79
ninguna clase, sentiremos un gran alivio y desahogo. Podremos
mirar entonces el mundo cara a cara. Podremos estar solos y dis-
frutar de paz y alegría. Se desvanecerán todos nuestros temores y
comenzaremos a sentir que nos aGercamos a Dios. Aunque muchos
teníamos ciertas creencias espirituales antes de dar este Paso, lo
cierto es que no fue sino entonces cuando empezamos a disfrutar
de un verdadero despertar espiritual. Muchos han experimentado
la reconfortante sensación de que se ha desvanecido para ellos el
torturante problema de la bebida y que caminan por la Ancha
Avenida, asidos de la mano salvadora del Espíritu del Universo.
Al regresar a nuestros hogares sentimos como si entrásemos a
un templo donde podíamos disfrutar siquiera de una hora de paz,
revisando cuidadosamente lo que habíamos hecho. Dimos gracias a
Dios desde el fondo de nuestros corazones porque le conocíamos
mejor. Tomamos este libro y lo abrimos en la página donde están
los Doce Pasos. Releímos cuidad.osamente las cinco primeras pro-
posiciones, cerciorándonos de que no se nos había olvidado ninguna,
pues estábamos edificando el arco al través del cual habríamos de
pasar por fin como hombres libres. De ahí que necesitásemos saber
si había solidez en nuestra obra, si todas las piedras estaban bien
colocadas, si fuimos mezquinos al poner el cemento en los ladrillos
que usamos para los soportes, o si tratamos de preparar la mezcla
sin suficiente cal o arena.
Una vez estemos satisfechos de quE! todo está en orden, pode-
mos mirar confiados el Sexto Paso. Hemos dado énfasis al hecho
de que es indispensable una buena disposición de ánimo. ¿Esta-
mos, pues, dispuestos a permitir que Dios remueva de nosotros
todas las cosas que juzgamos condenables? ¿Podrá El llevarse de
una vez y para siempre todas y cada una de ellas? Si notásemos
que hay algo todavía a lo que quisiéramos seguir apegados, debe-
mos pedir fuerzas a Dios para que nos ayude a despojarnos de lo
que sea.
A ese fin nos dirigimos a nuestro Creador más o menos en los
siguientes términos: "Dios mío, quiero entregar a Tí todo cuanto
tengo de bueno y de malo. Te imploro que corrijas las flaquezas de
carácter que sirven de obstáculo en mi camino y me impiden ser
útil a Tí y a mis se~jantes. Concédeme la fortaleza necesaria para
( hacer Tu Voluntad en todo m,..,mento. Amén" . Al hacer esto ha-
bremos completado el Séptimo Paso.
En tales momentos necesitamos más acci_ón, pues debemos dar-
nos cuenta de que la fe sin obras perece. Miremos el Octavo y
Noveno Paso. Teniendo la lista de todas las personas a quienes
hemos perjudicado, estaremos dispuestos a reparar el daño causa-

80
do. Por lo menos así nos propusimos hacerlo cuando hicimos nues-
tro inventario. Entonces nos sometimos a un estricto enjuiciamien-
to de nosotros mismos, y ahora debemos disponernos a visitar a
nuestros semejantes y reparar el mal que hicimos a éstos en el
pasado. En otras palabras, vamos a barrer las ruinas que se fueron
acumulando como resultado del empeño que pusimos en vivir ci-
ñéndonos a nuestros caprichos y dirigiendo por nuestra cuenta el
espectáculo de la vida. Si no tuviésemos suficiente fuerza de volun-
tad para hacerlo, la imploramos hasta que la consigamos. Es preci-
so recordar que en el comienzo decidimos no vacilar en uaTernos áe
todo cuanto estuviese a nuestro alcance para sobreponernos al
alcohol.
Es probable que todavía desconfiemos de nosotros mismos. A.l
mirar la lista de amigos y conocidos a quienes hemos ofendido,
pudiéramos sentir bochorno de ir a verlos sobre una base espiri-
tual. Vamos a desvanecer esos temores. Con algunas personas no
necesitamos, y probablemente no debemos, hacer hincapié en el
aspecto espiritual al visitarlos. Tal cosa pudiera estar en pugna con
su ideología. De momento lo que estamos tratando es de poner en
orden nuestras vidas. Pero esto no es una finalidad en sí. Nuestro
verdadero objetivo es ponernos en condiciones hábiles de poder
servir al máximo a Dios y a la gente que nos rodea. Rara vez es
aconsejable acercarse a un individuo que todavía se halla muy
ofendido por la injusticia que con él cometimos, anunciándole que
nos hemos tomado religiosos. En el cuadrilátero boxístico eso
equivaldría a, poner nuestra mandíbula al alcance del puño de
nuestro contrincante. ¿A qué arriesgarnos a que nos califiquen de
fanáticos o religiosos majaderos? Con ello podemos destruír una
futura oportunidad de llevar un mensaje b.eneficioso a esa persona.
Pero nuestro hombre seguramente quedará bien impresionado si
nos limitamos a exponerle nuestro sincero deseo de remediar el
mal que le hemos causado, pues no cabe duda de que le interesará
más nuestra buena voluntad que cuanto podarr.os decirle de nues-
tros descubrimientos espirituales.
No vaya a creerse que señalamos ese modo de proceder porque
sintamos vergüenza de hablar sobre la influencia benéfica de Dios
en nuestras vidas. Cada vez que entendemos que ha de surtir algún
buen propósito, estamos dispuestos a dar a conocer nuestras con-
vicciones cqn buen tacto y sentido común. Naturalmente, surgirá
la cuestión de cómo hemos de acercarnos al hombre con quien
estamos disgustados. Pudiera ser, además, que él nos haya hecho
más daño a nosotros que el que le hemos infligido, y de ahí que no
obstante nuestros buenos propósitos, todavía nos sintamos reacios
a reconocer nuestra falta. No obstante, por mucho que nos desa-

81
grade esa persona, debemos vencer ese desagrado y cobrar fuerzas
para realizar lo que nos proponemos. Es más difícil ir donde un
enemigo que donde un amigo, pero la experiencia nos demuestra
que es más beneficioso para nosotros. Vayamos donde él con espí-
ritu indulgente, confesando nuestra flaqueza y expresando nuestro
sincero sentimiento.
Bajo ningún concepto debemos criticar a esa persona ni entrar
en argumentos. Sencillamente le diremos que jamás podríamos
sobreponemos a la bebida sin hacer un titánico esfuerzo por ende-
rezar nuestro pasado; que estamos allí para barrer nuestro lado de
la calle, dándonos cuenta de que no podremos alcanzar nada que
valga la pena, hasta tanto hayamos realizado esa limpieza. Le expli-
caremos todo eso sin que se nos vaya a ocurrir decirle a él lo que
tiene que hacer. No estamos considerando ninguna de sus culpas y
debemos concentrarnos a ventilar las nuestras. Siempre que nues-
tra compostura sea sosegada, sincera y espontánea, habremos de
sentirnos muy satisfechos de los resultados.
En nueve de diez casos sucede lo inesperado. A veces el hom-
bre a quien hemos ido a visitar hace admisión de sus propias faltas,
y de esta suerte, en el espacio de una hora, han quedado limados
enconos que venían prolongándose por años. Es raro que la visita
d eje de tener resultados satisfactorios. Por lo general los que hasta
entonces eran nuestros enemigos encomian nuestro proceder y nos
desean buena suerte. A menudo se ofrecen para ayudarnos en caso
de que pudiéramos necesitar algo de ellos. No os amilanéis, sin
embargo, si alguien no estuviese dispuesto a recibiros o si os pidie-
se que marchaseis de su casa u oficina. Lo importante es que
demos ese paso indispensable, aportando así la parte de buena
voluntad que nos corresponde para intentar la reconciliación. Lo
demás es agua insalubre que se sale de la represa.
La mayoría de los alcohólicos tenemos que hacer frente al
problema de las deudas. Nuestra práctica es la de no evadir los
acreedores. Lo mejor es ir a verlos y decirles lo que estamos tratan-
do de hacer, sin ocultar cuál era el cuadro de nuestra vida alcohóli-
ca, que dicho sea de paso, generalmente ellos conocen, aunque
creamos lo contrario. Tampoco debemos temer que ellos sepan
que somos enfermos alcohólicos, en la creencia de que tal revela-
ción pueda traernos perjuicios pecuniarios. Si exponemos nuestro
caso en debida forma, hasta el acreedor más metalizado y cruel a
menudo se muestra interesado en nuestro esfuerzo de saneamien-
to. De manera que entonces podemos llegar con él a un arreglo
amistoso, explicándole cuánto sentimos que la bebida nos haya
colocado en posición de tener que pagarle con morosidad. Es me-
nester que perdamos el miedo a los acreedores, sin importru.· cuán

82
lejos tengamos que ir para verlos, pues de otro modo corremos el
riesgo de volver a beber en cualquier momento.
Es posible que hayamos cometido algún delito que nos pudiera
dar reclusión penal si las autoridades se enterasen. Tal vez estuvié-
semos desfalcados en la cuenta de caja y no estemos en condicio-
nes de reponer el dinero. Ya hemos confiado nuestra flaqueza a
otra persona, pero no cabe la menor duda de que seríamos proce-
sados o perderíamos el empleo si el jefe o las autoridades se entera-
sen del asunto. Acaso pudiera tratarse de un delito leve como el de
inflar la cuenta de gastos de viaje. Muchos de nosotros incurrimos
en esa falla. Tal vez nos divorciamos y volvimos a casarnos, pero
no estamos pasando la cuota alimenticia a la primer esposa, que
naturalmente se halla indignada y ha hecho que se expida una
orden para nuestro arresto. A menudo estos suelen ser unos de los
problemas que preocupan al alcohólico.
A pesar de que las reparaciones que tenemos que hacer son de
muy diversas formas, hay algunos principios generales que pueden
servirnos de orientación. Siempre teniendo presente que hemos
decidido hacer el esfuerzo máximo para lograr un despertar espiri-
tual, pidamos a Dios que nos dé la fortaleza y dirección necesaria
para proceder correctamente, sin importar cuáles sean las conse-
cuencias. Pudiera ser que nos cueste la colocación, que pongamos
en tela de juicio nuestra reputación, o que tengamos que ir a la
cárcel, pero debemos estar dispuestos a soportar todo lo que ven-
ga. Tenemos que estarlo. Nada debe amilanarnos.
Sin embargo, por lo general, hay otras personas envueltas en
nuestros asuntos. Consiguientemente no seamos como precipitados
y tontos mártires dis·puestos a sacrificar inmisericordemente a
otros para salvarnos de caer en el abismo del ~coholismo. Sabemos
de un hombre que se casó dos veces y que por sus resentimientos y
borracheras había dejado de pagar la cuota alimenticia a su esposa,
y naturalmente, ésta se hallaba furiosa. Este amigo ya comenzaba a
orientarse en nuestra forma de vida, había conseguido un buen
empleo y se encontraba en proceso de franca rehabilitación.
Desde luego hubiera sido un gesto de inútil hombría de su
parte ir donde el juez y decirle: "Aquí me tiene usted, dispuesto a
acatar su providencia" . Entendemos nosotros que cabe proceder
en esa forma únicamente cuando es inevitable, toda vez que estan-
do el individuo en la cárcel no podría proveer alimentos para la
familia de la primera ni de la segunda esposa.
En el caso de que nos estamos ocupando, sugerimos a nuestro
amigo que escribiese a su primera esposa, admitiendo sus flaquezas
y pidiéndole que lo perdonase. Así lo hizo, enviándole al propio
tiempo una pequeña cantidad de dinero, y explicándole, además,

83
lo que se proponía hacer en adelante. Le indicó que estaba dis-
puesto a ir a la cárcel si ella insistía en procesarlo. Es natural ·que
ella desistiera de tal enjuiciamiento y que llegaran a un acuerdo
satisfactorio, quedando arreglada la situación desde hace mucho
tiempo.
Esto trae a nuestra mente la historia de un buen amigo. Duran-
te una de sus borracheras vino donde él uno de los competidores
más fuertes de su ramo de negocios, a quien odiaba acérrimamen-
te, y le pidió que le guardase una fuerte suma de dinero, sin
exigirle recibo. Más adelante, cuando el interesado vino en busca
de su dinero, nuestro amigo negó rotundamente haberlo recibido y
hasta aprovechó el incidente para usarlo como argumento con qué
desprestigiar a aquel competidor. De manera que tergiversando los
hechos, con su propio delito pulverizó a su rival.
Entendía nuestro amigo que había hecho un mal que nunca
podría remediar, a pesar de que de buena gana abriría el libro de
su vida en la oscura página de ese entuerto, para enmendar su
conducta Sin embargo, temía destruír la reputación de su socio, y
tanto más aún, perjudicar a su propia familia privándola de los
medios de subsistencia. ¿Qué derecho tenía de involucrar a su
socio y hacer sufrir a las personas que dependían de él? ¿Cómo
podr ía hacer público reconocimiento de su falta y exonerar a su
antiguo rival del oprobio que le causara con sus calumnias?
Luego de consultar a su esposa y a su socio, llegó a la conclu-
sión de que lo _m ejor era arriesgarse a cualquier peligro, pues no
q uería permanecer ante su Creador con el estigma de tan ruin
difamación. Comprendió que tendría que d ejar las consecuencias a
la voluntad de Dios; de lo contrario volvería a darse a la bebida y a
internarse en el camino de la perdición. Por vez primera en muchos
años, acudió a la iglesia. Su proceder mereció la aprobación de
todos y hoy nuestro amigo disfruta de paz y felicidad. Desde hace
tres años es uno de los conciudadanos más considerados y distin-
guidos de la comunidad en que convive.
Es muy posible que tengamos dificultades en el hogar. Tal vez
h ayamos sostenido relaciones clandestinas con. mujeres de dudosa
calaña y no queremos que n adie en la familia se entere de ellas. No
creemos que los alcohólicos sean peores que otros hombres en lo
que respecta a esta clase d e enredos. No obstante, la bebida com-
plica las relaciones sexuales en el hogar. Después de vivir algunos
años con un alcohólico, la mujer se agota, se resiente y se torna
incomunicativa. No es de esperar otra cosa. Como resultado, el
esposo alcohólico comienza a sentirse solo y aburrido, terminando
por compadecerse a sí mismo. Entonces comienza a frecuentar los
salones de baile y otros centros de diversión donde campea el sexo

84
bello, en busca de algo que no es licor. Posiblemente se entregue a
alguna aventura secreta y emocionante con "la muchacha que lo
entiende". En rigor de verdad, podemos decir que tal vez sea cierto
que se trate de la amante comprensiva. Estas cosas hay que mirarlas
según las circunstancias. Empero, no es menos cierto que el hombre
que se da a esas aventuras pasionales, experimenta frecuentes re-
mordimientos, especialmente si está casado con la mujer leal y lu-
chadora, cuya vida él haya convertido en un infierno con sus conti-
nuas borracheras.
Cualquiera que sea la situación, siempre que podamos, debe-
mos hacer algo para corregir el asunto. Si estamos seguros de que
nuestra esposa ignora tal episodio, consideremos la conveniencia
· de decírselo o callarlo. No siempre conviene hacer la revelación. Si
ella supiese más o menos lo que ha venido aconteciendo, induda-
blemente que debemos franquearnos y admitir nuestra deslealtad.
Acaso ella insista en que le contemos todos los pormenores y le
digamos el nombre y la dirección de la otra mujer. En ese caso de-
bemos explicarle que no tenemos derecho a envolver a la otra per-
sona, pero que deploramos lo sucedido y que con la ayuda de Dios
nada semejante volverá a ocurrir. No podemos ir más allá, pues no
tenemos derecho a divulgar santo ni seña. A pesar de que no pre-
tendemos establecer una regla fija, y de que pudiera haber excep-
ciones que justifican otro proceder, la experiencia nos ha demos-
trado que este es el mejor camino.
Es natural que en el campo de la vjda no siempre hayamos
seguido la línea recta. No es menos cierto que todo cuanto haga-
mos al tratar de buscar orientación recta a los fines de nuestra
recuperación, redundará tanto en beneficio de nosotros como de
nuestras esposas. Si nosotros somos capaces de olvidar todo lo
pasado, ellas también podrán hacerlo. Creemos prudente, sin em-
bargo, evitar traer a colación innecesariamente el nombre de ningu-
na dama inocente que pueda causarle celos.
Hay ciertos casos en que pueden concurrir circunstancias que
aconsejan proceder con la mayor sinceridad y franqueza. Ninguna
persona particular puede juzgar esa índole de situación íntima. Tal
vez el buen sentido común. y la benevolencia mutua de los cónyu-
ges les mueva a echar tierra al asunto sepultándolo en el olvido.
Cada consorte puede hacer sus propias oraciones por la ' tranquili-
dad y la paz del otro. Recordemos que los celos engendran más
discordias y desdichas que ningún otro sentimiento humano. La
buena compostura y la delicadeza pueden ayudarnos a resolver el
problema de los celos, atacándolo por el flanco en vez de arriesgar-
nos a acometerlo de frente.
En los casos en que no concurre tal complicación, hay muchas
cosas que debe procurar hacer el alcohólico para labrar la paz y la

85
felicidad del hogar. En ocasiones oímos decir al enfermo que lo
único que tiene que hacer es mantenerse abstemio. Cierto que sí,
que el requisito primordial es la abstención alcohólica, pues dejaría
de existir un verdadero hogar si no lo hiciese. Pero con la absten-
ción por sí sola todavía está lejos de la medida de comprensión
que debe a la esposa, a los padres e hijbs, por los años tormentosos
que les ha hecho pasar. Nada hay comparable con la resignación y
la tolerancia de las madres y esposas de los alcohólicos. Si ellas no
hubiesen sido tan abnegadas y buenas, muchos de nosotros estuvié-
semos hoy sin hogar o hu.biésemos ido a parar a una casa de orates,
o a la anónima fosa común.
El alcoholismo es a manera de un temporal que se desata ru-
giendo por la vida de otros seres, destrozando corazones, tronchan-
do las más caras amistades y arrancando de raíz el césped de los
afectos. El egoísmo y el mal proceder han mantenido nuestra casa
en un continuo remolino de discordias. Creemos que el alcohólico
no piensa bien en lo que dice cuando expresa que con la absten-
ción lo tiene todo. Esa actitud nos recuerda al labrador que sale de
su escondite después de la tormenta y al contemplar el hogar en
ruinas, le dice a la espm;a: " Aquí no ha pasado nada. ¡Qué bueno
que el viento ha dejado de soplar! ".
Efectivamente, tenemos por delante un largo período de re-
construcción. Con balbucear nuestro arrepentimiento no llenamos
el expediente. Es menester poner manos a la obra confiadamente.
Debemos sentamos alrededor de la mesa coh la familia y analizar
con franqueza nuestro p¡isado, tal como lo vemos retrospectiva-
mente, teniendo rmcho cuidado de no criticarlos. Sus defectos tal
vez salten a la vista, pero a buen seguro que, con nuestras propias
acciones, fuimos en gran parte responsables de muchas de las cosas
que acontecieron. De modo que cuando hagamos la limpieza de la
casa con la familia, todas las mañanas a la hora de la meditación,
imploremos a Dios' que nos señale el camino de la tolerancia, del
amor y la benevolencia.
Para nosotros la vida espiritual no es mera teoría. Tenemos que
vivirla. A menos que nuestros familiares quieran amoldar su vida a
principios espirituales, no pretendemos forzarles a que lo hagan
arengándoles constantemente sobre estos principios. Con el discu-
rrir del tiempo ellos cambiarán. Nuestro propio comportamiento
les convencerá más que las palabras. Debemos recordar que nues-
tro modo de proceder a través de diez o veinte años de borrachera,
puede trocar en escéptica y desconfiada aun a la persona más
razonabl~.
Es posible que haya ciertos entuertos que no nos sea dable
endereza!" conforme a nuestro deseo. No debemos preocuparnos

86
por tal estado de cosas si nos consta que honradamente corregiría-
mos esas faltas si las circunstancias lo permitiesen. Hay personas
que están fuera de nuestro alcance por haber cambiado su domici-
lio a lugares lejanos. En tales casos podemos escribir una carta
sincera a la persona agraviada, salvo que concurra alguna razón
poderosa para que pospongamos la misiva. Mas no releguemos ese
acto .c uando no exista obstáculo que impida su ejecución. En todo
momento debemos ser corteses, considerados y humildes con la
persona ofendida, sin pecar de serviles o melodramáticos. Como
buenos hijos de Dios permaneceremos firmes sobre nuestros pies,
sin que sea menester que nos arrodillemos ante nadie.
Si nos ocupamos bien de esta fase de nuestro desarrollo queda-
remos sorprendidos de los resultados favorables apenas cuando
todavía estemos en el término medio de nuestro adelantamiento.
Vamos a tener una nueva visión de la libertad y la felicidad. No
tendremos por qué lamentarnos del pasado ni cenarle cobarde-
mente las puertas. Comprenderemos lo que significa la palabra
serenidad y disfrutaremos de verdadera paz.
Mientras más cuei:¡ta abajo hubiéramos ido en nuestra borrasco-
sa carrera alcohólica del ayer, más beneficiaremos con nuestra ex-
periencia a otras personas, desapareciendo como por encanto la
sensación de inutilidad y compasión propia que antes se encerraba
·en nuestro fuero interno. Ya no queremos ser egoístas en nuestras
relaciones humanas y cobraremos un gran interés en las tribulacio-
nes de nuestros semejantes. No tendremos que buscar brújula que
oriente nuestra trayectoria. Nuestra actitud y perspectiva en la
vida serán muy distintas. Dejaremos de tener miedo a la gente que
nos rodea y no nos desesperaremps ante la inseguridad económica.
Intuitivamente sabremos hacernos cargo de situaciones precarias
que antes solían abrumarnos. Muy pronto comprenderemos que
Dios está haciendo por nosotros lo que no pudimos hacer por
nosotros mismos.
¿Estamos acaso prometiendo algo extravagante? Sinceramente
creemos que no. Son realidades que palpamos entre nosotros, las
cuales unas veces tienen lugar rápida, y otras veces lentamente.
Pero son dones que siempre se realizan si perseveramos en laborar
por ellos.
Este pensamiento nos trae al Décimo Paso. En él se sugiere que
continuemos haciendo el inventario personal y que subsanemos los
errores cometidos en nuestra marcha hacia adelante. Con la limpie-
za inicial de nuestro pasado comenzamos el programa de manera
vigorosa. Entramos entonces en el mundo del espíritu. Nuestra
nueva función es crecer en entendimiento y efectividad , y esta no

87
es una obra que podamos realizar de la noche a la mañana. Tene-
mos que cuidamos constantemente de las cortapisas, de los resenti-
Ipientos, de la deslealtad y el miedo. Cuando esos males germinen
en nosotros, pidámosle a Dios en seguida que los extermine. Tan-
tas veces como lo juzguemos conveniente, cambiemos impresiones
sobre nuestros· asuntos con alguna persona de nuestra confianza y
subsanemos prontamente cualquier daño que hayamos causado a
alguien. Volvamos luego con determinación nuestro pensamiento a
algún compañero enfermo que podamos auxiliar. El amor y la
tolerancia hacia todos nuestros semejantes debe ser siempre nues-
tro código.
Téngase siempre presente, además, que hemos cesado de pelear
con nada ni con nadie, aun con el alcohol, ya que para esta épocá
habremos recobrado totalmente nuestro sano juicio y muy raras
veces nos acordamos de la bebida. Si la copa nos tentase, retroce-
damos en el acto como lo haríamos ante una llamarada para poner-
nos a salvo. Si reaccionamos juiciosa y normalmente, nos daremos
cuenta de que el proceder que sirvió para nuestro resguardo ha
tenido lugar automáticamente. Veremos que nuestra nueva actitud
hacia el licor la hemos captado, sin premeditación ni esfuerzo. Es
algo completamente espontáneo. ¡He aquí el milagro! No esta-
mos combatiendo ni forzándonos en evitar la tentación.
Nos sentimos como si se nos hubiera colocado en una posición
neutral -seguros y protegidos- . ¡Ni siquiera hemos hecho un jura-
mento de abstención alcohólica! Empero, el problema de la bebi-
da ha sido removido de nuestras vidas. Sencillamente ha dejado de
existir para nosotros. Ni nos "e"nvalentonamos" ni sentimos miedo.
Tal es nuestra experiencia, así reaccionamos mientras nos mante-
nemos en adecuada condición espiritual.
Es fácil descuidar el programa espiritual de acción y echarse a
dormir sobre los laureles. Si lo hacemos así estaremos buscándonos
serias dificultades. Recordemos que el diabli1lo del primer trago es
una idea pérfida y sutil. No estamos curados del alcoholismo; de lo
que ciertamente disfrutamos es de una liberación diaria que depen-
de del mantenimiento constante de nuestra condición espiritual.
En ordenada sucesión, cada día debemos llevar la visión de la
voluntad de Dios en todos nuestros actos, implorando cómo po-
dremos servir mejor: Hágase Su Voluntad (no la nuestra). Este
modo de pensar y. de actuar debe ser nuestra norma constante.
Sobre esa base podemos ejercitar nuestra fuerza de voluntad cuan-
do queramos. Esa es la forma debida de usarla.
Mucho. hemos dicho ya sobre la fortaleza, inspiración y orien-
tación que podemos alcanzar del Ser que todo lo sabe y lo puede.
Si hemos seguido cuidadosamente las indicaciones, habremos co-

88
menzado a sentir el soplo de Su Divino Espíritu en nosotros. Hasta
cierto grado hemos venido a ser conscientes de Dios. Hemos co-
menzado a desarrollar este sexto sentido tan vital. Pero debemos ir
más lejos todavía y poner todas nuestras reservas en acción.
El Paso Undécimo sugiere la oración y la meditación. No debe
nadie abochornarse de la práctica de la oración. Infinidad de hom-
bres intelectualmente superiores a nosotros, la usan constantemen-
te. Ella surte efecto si asumimos la debida actitud y perseveramos
en nuestras imploraciones. Sería fácil tocar el asunto de una mane-
ra vaga; sin embargo, creemos que podemos hacer algunas valiosas
y precisas sugerencias.
Cuando nos retiramos al lecho por las noches, repasamos cons-
tructivamente nuestro proceder durante el día. ¿Fuimos acaso ren-
corosos, egoístas, desleales o temerosos? ¿Debemos a alguien una
excusa o disculpa? ¿Hemos ocultado algo que debimos decir o
consultar a otra persona? ¿Fuimos bondadosos y considerados
con los demás? ¿Cómo hubiéramos podido actuar mejor? ¿Pensa-
mos eri ,nosotros mismos la mayor parte del tiempo o estuvimos
considerando lo que podíamos hacer por otros, es decir, lo que
podíamos aportar en la corriente de la vida? No obstante, debe-
mos tener cuidado de no imbuírnos en preocupaciones, remordi-
mientos o mórbidas reflexiones, pues eso disminuirá nuestra utili-
dad a otras personas. Después de hacer esa revisión diaria, pedire-
mos a Dios que nos perdone y que nos ilumine las medidas que
debemos tomar para nuestro mejoramiento.
Cuando despertamos por la mañana, reflexionamos detenida-
mente sobre las veinticuatro horas que tenemos por delante. Consi-
deramos nuestros planes para el día. Antes de comenzar, pidamos
a Dios que encauce nuestro pensamiento, rogándole especialmente
que lo desligue de compasión propia, deslealtad o miras egoístas.
En esas condiciones podemos emplear facultades mentales con ma-
yor tino y seguridad ya que después de todo Dios nos dio el
cerebro para usarlo. El yo pensante quedará sobre un plano mucho
más elevado cuando nuestra mente esté libre de errónea causa
emotiva.
Es posible que al pensar en lo que tenemos que hacer durante
el día nos sintamos indecisos y que no nos sea dable determinar
qué curso seguir. En ese momento debemos pedir inspiráción a
Dios, a fin de intuir buenos pensamientos y tomar la determina-
ción que proceda. Luego debemos tranquilizarnos y confrontar
todas las cosas del día con calma. Demos todos nuestros pasos sin
esforzarnos ni fatigamos demasiado. Muchas veces nos sorprenderá
ver que hallemos siempre una solución para cada uno de nuestros

89
asuntos después que actuemos en esa forma por algún tiempo. Lo
que al principio creíamos que era una corazonada, o una inspira-
ción del momento, gradualmente pasa a ser una parte de la función
de nuestra mente. Teniendo poca experiencia todavía por estar en
el comienzo de nuestro contacto con Dios, no es probable que
logremos la debida inspiración en todas las ocasiones. Acaso sufra-
mos las consecuencias de- tal presunción al notar que se nos ocu-
rren toda clase de ideas y acciones absurdas. Ello no impide que
nos demos cuenta de que nuestro yo pensante, a medida que discu-
rre el tiempo, se halla en un plano de inspiración cada vez mayor,
y llegará el momento en que nos atendremos a él.

Por lo general terminamos el acto de la meditación con una


oración pidiendo al Ser Supremo que nos muestre cuál es el nuevo
paso que tenemos que dar a medida que transcurre el día y que
nos depare cuanto necesitemos para dilucidar nuestros problemas.
Especialmente le pediremos que nos libre de seguir nuestro capri-
cho y voluntad y cuidaremos de no pedir nada exclusivo para
nosotros. Sin embargo, podemos solicitar que nos dé todo aquello
que sirve para ayudar a otras personas. Cuidémonos de no orar con
fines personales y egoístas. Muchos de nosotros perdimos infruc-
tuosamente el tiempo haciendo tal cosa, sin que surtiera ningún
efecto. Fácil es comprender por qué no puede dar resultado favo-
rable esta clase de plegaria.

Si las circunstancias lo permiten, pidámosle a nuestra esposa o


amigos que se unan con nosotros en la meditación de la mañana. Si
pertenecemos a alguna religión que requiere determinada devo-
ción, convi1me ponerla en práctica. Los que no somos miembros de
ninguna, solemos escoger y aprendemos algunas oraciones que sub-
rayan los principios que hemos estado considerando. Existen tam-
bién muchos libros útiles. Sobre su selección podemos aconsejar-
nos con algún conocido sacerdote, ministro o rabí. Estemos pres-
tos en todo momento a ver claras las cosas en que tenga razón la
gente religiosa, y hagamos uso de todo lo bueno que ésta ponga a
nuestro alcance.
A medida que transcurra el día hagamos una pausa cada vez
que nos sintamos preocupados o dudosos, y pidamos a Dios orien-
tación en nuestros pensamientos y acciones. Debemos recordar en
todo instante que ya no estamos dirigiendo el espectáculo de la
vida y, con humildad, repetir muchas veces durante el día: "Hága-
se, Señor, Tu Voluntad". Corremos entonces menos riesgos de
excitamos, de sentir miedo, ira, compasión propia, o de tomar
necias determinaciones. Nos tornamos más eficientes y no nos
fatigamos tanto, pues no estamos gastando totalmente nuestras

90
energías como lo hacíamos cuando tratábamos de acomodar la
vida a nuestro antojo.
Esta nueva actitud frente a la vida surte en realidad su efecto.

Los alcohólicos somos seres indisciplinados; es así como deja-


mos que Dios nos gobierne y nos dirija en la forma sencilla que
hemos expuesto.

Pero eso no es todo. Ha menester acc10n y más acc1on. "A


falta de obras perece la Fe", y a propósito, en el próximo capítulo,
dedicado enteramente al Duodécimo Paso, trataremos de ese im-
portante aspecto del programa de recuperación.

91
CAPITULO VII

TRABAJANDO CON OTROS

La experiencia práctica demuestra que nada hay que asegure


tanto la inmunidad a la bebida como la labor intensa de acerca-
miento a otros alcohólicos. Tal actividad surte su benéfico efecto
cuando otras ihiciativas fracasan. De ahí que la sugestión del Duo-
décimo Paso nos alienta a llevar este mensaje a otros alcohólicos. A
virtud de este paso uno puede ser útil en los momentos en que
nadie más puede serlo. Nos es dable lograr la confianza de los
enfermos alcohólicos mientras otras personas no lo consiguen. Re-
cordemos que nos acercamos a seres enfermos que se hallan muy
abatidos.
Laborando de esta suerte, la vida cobra nuevos matices y ofre-
ce un nuevo significado. La contemplación del cuadro prodigioso
de la recuperación de otros alcohólicos, verlos coadyuvar también
a la misma causa, ver cómo se desvanece en ellos el abatimiento y
la desolación; contemplarlos felices con nosotros en el seno del
grupo de compañeros y todos poder contar con ese núcleo de
amigos, constituye una experiencia extraordinaria que no debemos
echar a menos. El contacto frecuente con los recién iniciados y
demás miembros de la agrupación, es el punto luminoso que orien-
ta nuestras vidas.
Tal vez no estemos relacionados con ningún bebedor que quie-
ra recuperarse. Es fácil, sin embargo, hallar varias de estas personas
pidiendo información :;t médicos, sacerdotes, ministros de la fe y a
los hospitales. Ellos sentirán gran satisfacción en ayudarnos en el
hallazgo. No debemos comenzar nuestra labor con otro alcohólico
como predicadores evangelistas o reformadores. Desgraciadamente
existen prejuicios y suspicacias, y tropezaríamos con muchos obs-
táculos si así lo hiciéramos. Los sacerdotes, ministros de la fe, y los
médicos son personas ilustres que, si se quiere, tanto a los alcohóli-
cos activos como a nosotros los recuperados, pueden enseñamos
muchas cosas; mas acontece, por otra parte, que por razón <le
nuestra experiencia como exbebedores luego de recuperarnos, po-
demos ser de ayuda sin igual a otros alcohólicos. De manera que
cooperemos sin criticar. Ser servJciales es nuestro único anhelo.

92
Cuando nos enteremos de que hay alguien que necesita la ayu-
da de Alcohólicos Anónimos, averigüemos todo cuanto podamos
sobre la persona. Si ésta no quiere dejar de beber, no perdamos el
tiempo tratando de persuadirla; con ello pudiéramos echar a per-
der una buena oportunidad posterior. Hay que ser pacientes y
recordar que estamos tratando con una persona enferma.

Si hubiera algún indicio de que la persona desea dejar de beber,


se procede a conversar con quien esté más interesado en la salud
del enfermo, que generalmente es la esposa Conviene que nos
formemos una idea de la conducta del sujeto, de sus problemas,
sus antecedentes, y de la mayor o menor gravedad de su condición,
así como de sus inclinaciones religiosas.
Necesitamos esta información para poder colocarnos en su lu-
gar y ver en qué forma nos hubiera gustado que él se acercase a
nosotros a planteamos el asunto si las cartas hubiesen estado troca-
das.
Algunas veces es prudente esperar hasta que el individuo se
entregue a una borrachera. La familia pudiera objetar tal proceder,
pero a menos que el sujeto se halle en una condición física peligro-
sa, es mejor correr ese riesgo. No trate el asunto con él cuando se
encuentre muy borracho, a menos que se muestre amenazante y la
familia necesite protección. Lo mejor es esperar hasta que se le
pase la borrachera o por lo menos a que entre en un período de
lucidez. Entonces algún familiar o amigo puede preguntarle si quie-
re dejar de beber definitivamente y si estaría dispuesto a hacer
cualquier sacrificio para lograrlo. Si responde que sí, ha llegado el
momento de ponerlo en contacto con una persona que ha logrado
su recuperación. Debe explicarse al enfermo que pertenecemos a
una fraternidad que, como parte del programa recuperativo, para el
. mantenimiento de la sobriedad, trata de ayudar a otros; y que
estamos dispuestos a hablar con él si lo permite.
En caso de que no quiera recibirnos, no debemos forzar la
entrevista. Ni tampoco debe la familia rogarle emocional o histéri-
camente que haga lo que ellos piden, ni hablarle demasiado sobre
nosotros.
Debe .esperarse hasta que le pase la próxima borrachera. Noso-
tros podemos colocar este libro donde él pueda verlo en esos ins-
tantes. En cuanto a este punto no señalamos ninguna regla fija. La
familia debe decidir estas cosas. Pero hay que pedir a los familiares
que no se muestren demasiado ansiosos, ya que tal actitud pudiera
echarlo todo a perder.

93
De ordinario la familia no debe contar la historia. En lo posi-
ble, evitemos conocer a un individuo alcohólico por conducto de
sus familiares. Da mejores resultados hacer el acercamiento a través
de un médico o de una institución. Si el individuo requiere hospi-
talización, debe procmársela, mas no contra su voluntad, a menos
que se trate de una persona violenta. Consigamos qué su médico le
diga que tiene algo para él que es a manera de una solución para el
problema.
Cuando el hombre se sienta mejor, el doctor puede sugerir que
uno lo visite. A pesru· de que hayamos hablado con la familia, no la
mencionemos en la primera entrevista Dentro de esas condiciones,
el candidato verá que no está bajo coacción. Pensará que puede
entendérselas con nosotros sin verse acosado por la familia. Volva-
mos a visitarle mientras se halla todavía tembloroso y desesperado.
Es posible que esté en mejor disposición de recibirnos cuando se
encuentre deprimido.
Abordemos al sujeto a solas, siempre que sea posible. Al co-
mienzo entremos en una conversación general. Al cabo de un rato,
llevemos la charla hacia alguna de las fases de la bebida. Contémos-
le bastantes cosas de nuestras costumbres como bebedores, de los
síntomas y experiencias que tuvimos, estimulándolo de este modo
a que hable de su persona. Si desea conversar, dejémoslo que ha-
ble. De esta manera podremos formru·nos una idea de cómo debe-
mos proceder en nuestro razonamiento. Si la persona no es comu-
nicativá, hagámosle un breve relato de nuestra carrera de bebedo-
res hasta el momento en que dejamos de beber. Mas, por lo pron-
to, no digamos nada de cómo lo conseguimos. Si el amigo se
muestra serio e interesado, recalquemos las dificultades que el licor
nos causó, teniendo buen cuidado de no discutir en forma catedrá-
tica o moralizadora. Si se muestra alegre contémosle algunas histo-
rietas humorísticas de nuestras francachelas. Invitémosle a que nos
relate alguna de las suyas.
Cuando él vea que uno conoce todas las agudezas y peripecias
del juego de la bebida, pasemos a presentarnos como un individuo
alcohólico. Digámosle cuán perplejos quedamos cuando finalmente
nos enteramos de que estábamos enfermos. Hagamos una relación
de nuestros esfuerzos por dejar de beber e indiquémosle la desvia-
ción mental que nos lleva a apurar el primer trago que conduce a la
borrachera. Sugerimos que esto se exponga en la forma que reseña-
mos en el capítulo sobre alcoholismo. Si el sujeto es alcohólico,
nos comprenderá al instante y comparará nuestras inconsistencias
mentales con algunas de las suyas.
Si estamos seguros de que es un verdadero alcohólico, comen-
cemos a abundar en los aspectos irremediables de la enfermedad.

94
Demostrémosle, a base de nuestra propia experiencia, cómo la rara
desviación mental que impele al alcohólico a tomar la primera
copa, evita el funcionamiento normal de la fuerza de voluntad. Al
llegar a este punto no hagamos alusión a este libro, a menos que el
individuo lo haya leído y quiera discutirlo con nosotros. Tengamos
mucha precaución en no tildarlo de alcohólico. Dejemos que él
mismo llegue a esa conclusión. Si se obstina en que todavía puede
controlar la bebida digámosle que es posible que lo consiga si el
alcoholismo no lo ha afectado mucho todavía. Pero insistamos en
que si está severamente atacado por la enfermedad, hay muy pocas
probabilidades de que se pueda recuperar por sí mismo.

Prosigamos hablándole del alcoholismo como un mal o enfer-


medad fatal. Hablémosle de las condiciones físicas y mentales
inherentes al padecimiento y que siempre lo acompañan. Hagamos
que enfoque su atención principalmente en nuestra experiencia
personal. Expliquémosle que hay muchos bebedores que están per-
didos porque no se han dado cuenta del estado calamitoso en que
se hallan; que los médicos con razón no están dispuestos a decírse-
lo todo a los pacientes alcohólicos, a menos que con ello sirvan
algún buen propósito, pero que nosotros podemos hablarle sobre
el aspecto incurable del alcoholismo porque ofrecemos una solu-
ción al problema que lo hace remediable. Muy pronto veremos
cómo nuestro amigo estará admitiendo que tiene muchas, si no
todas, las trazas del alcohólico. Si su propio médico está dispuesto
a decirle que es alcohólico, tanto mejor. Aunque nuestro protegido
no haya admitido enteramente su condición, de ordinario se vuelve
muy cuTioso por saber cómo logramos recuperarnos. Aguardamos
a que nos haga la pregunta, si se le ocurre. Si no la hace, proceda-
mos a relatarle el resto de nuestra historia. Digámosle exactamente
lo que nos aconteció, haciendo hincapié sin embargo, sin ambages
ni rodeos, en el aspecto espiritual. Si el hombre fuese agnóstico o
ateo, demos énfasis al hecho de que no tiene que estar acorde con
nuestra concepcion de Dios. El puede elegir cualquier concepción
que desee, siempre que para él tenga buen sentido. Lo importante
es que esté dispuesto a creer en un Poder Superior a él mismo y
que viva sujetándose a principios espirituales.

Al hablar con una persona de tal ideología es mejor usar el


lenguaje corriente para describir los principios espirituales. No vale
de nada hacer que surja cualquier prejuicio que nuestro amigo
pueda tener contra cierta terminología y conceptos teológicos,
respecto de los cuales de antemano pudiera hallarse confuso. No
levantemos esos fundamentos, no importa cuáles sean nuestras
propias convicciones.

95
Nuestro candidato pudiera pertenecer a una religión determi-
nada. Tal vez su educación religiosa y preparación académica sean
superiores a las nuestras. En tal caso hará conjeturas sobre cómo
podemos agregar algo a lo que él ya sabe.
Empero, se sentirá curioso de saber por qué sus propias convic-
ciones le han fallado y las nuestras parecen dar tan buen resultado.
El puede ser un ejemplo de que la fe por sí sola es insuficiente.
Para que sea vital la fe debe ir acompañada del sacrificio propio y
de la acción constructiva y desinteresada. Hagámosle ver que no
estamos allí para enseñarle religión y admitamos que probablemen-
te él sepa más de ese asunto q\le nosotros; pero hagamos fijar su
atención en el hecho de que, por arraigada que sea su fe y amplios
sus conocimientos no pudo aplicarlos a su problema, pues de haber
sido posible ponerlos en acción, no bebería. Tal vez nuestra histo-
ria le ayude a ver en qué punto está dejando de aplicar y practicar
los propios principios que conoce tan bien. Nosotros no represen-
tamos ninguna religión o fe· en particular. Tratamos únicamente
sobre principios generales comunes a casi todas las denominaciones
religiosas.
Pasemos luego a delinear el programa de acción, explicándole
la forma en que hicimos un avalúo personal, cómo procedimos
para enderezar nuestro pasado y por qué estamos tratando ahora
de servirle de ayuda. Es importante que se dé cuenta de que nues-
tro anhelo de que acoja esta resolución juega un papel importante
en nuestra propia recuperación, qÚe entienda que en realidad él
nos está ayudando a nosotros tanto o más de lo que estamos
haciendo por él. Aclarémosle bien que no está bajo ninguna obliga-
ción para con nosotros y que sólo deseamos que más adelante él a
su vez trate de ayudar a otros alcohólicos cuando salga de sus
propias dificultades.
Sugirámosle la importancia de colocar el bienestar de otros por
encima del suyo. Aclaremos bien, además, que no estamos presio-
nándole y que no tiene que vernos nuevamente si no lo desea. No
debemos ofendernos si el candidato quiere dar la entrevista por
terminada, pues él nos ha ayudado más que nosotros a él. Si nues-
tra charla ha sido cuerda, reposada y demuestra nuestra buena
voluntad y comprensión humana, tal vez hayamos labrado una
amistad. Acaso le hayamos mortificado algo con el asunto del
alcoholismo; pero esto redundará en su bien. Mientras más abatida
y desesperanzada se sienta la persona, mucho mejor. Existen así
mayores posibilidades de que siga nuest~·as sugerencias.
Puede ser que el candidato formule ciertas razones por las
cuales entienda que no necesita acogerse al programa. Acaso se

96
rebele al pensar en la limpieza drástica de su propia casa; es un
paso que requiere cambiar impresiones con otra persona. No con-
tradigamos sus puntos de vista sobre el particular, y expliquémosle
que nosotros también tuvimos el mismo modo de pensar y sentir,
pero que dudamos mucho de que hubiéramos ganado bastante
terreno en nuestra renovación si no hubiésemos dado ese paso. En
nuestra primera visita hablémosle de Alcohólicos Anónimos. Si se
muestra interesado, prestémosle nuestro ejemplar de este libro.
A menos que nuestro amigo quiera proseguir hablando sobre sí
mismo, no malgastemos una "bienvenida". Démosle la oportuni-
dad de que lo piense bien. Si nos quedamos más tiempo junto a él,
dejemos que dé a la conversación el giro que le plazca. Algunas
veces el candidato está ansioso de poner manos a la obra inmedia-
tamente, y pudiéramos estar tentados a dejar que lo haga. Esto a
veces constituye una equivocación. Si más adelante se tropieza con
dificultades es posible que diga que nosotros lo precipitamos. Al-
canzaremos mayor éxito con los alcohólicos si evitamos expresar
cualquier pasión por redimir o reformar a otros. Nunca le hable-
mos a un alcohólico desde ninguna altura moral o espiritual --sim-
plemente abramos a su vista el pequeño fardo de utensilios espiri-
tuales para su inspección-. Demostrémosle cómo surtieron sus
efectos en nosotros y ofrezcámosle nuestra amistad y camaradería.
Digámosle que si quiere ponerse bien haremos cualquier cosa que
esté a nuestro alcance por ayudarlo.
Si no está interesado en la solución que le brindamos, si cree
que vamos a servirle de banqueros para allanar sus dificultades
económicas, o que vamos a constituírnos en enfermeros para ali-
viar su desesperación· y quebrantos después de sus borracheras,
conviene que lo releguemos hasta tanto haya cambiado de modo
de pensar. Tal cosa puede suceder cuando su tormento se haga
insoportable. ·
Por otra. parte, si la persona está sinceramente interesad&. y
quiere que vayamos a verla nuevamente, pidámosle que lea este
libro mientras tanto. Después que lo haya leído, a ella corresponde
decidir si quiere seguir adelante. No debe ser acosada ni impulsada
por nosotros, por su esposa, ni por sus amigos. Si es que ha de
encontrar a Dios, el deseo de hallarlo debe salir de su propio
corazón.
En caso de que el individuo crea que puede realizar la obra de
algún otro modo, o prefiere alguna otra vía espiritual, alentémosle
a seguir el dictado de su propia conciencia. Nosotros no tenemos
ningún monopolio del concepto de Dios; meramente utilizamos un
camino para llegar a El, por cuyo sendero nosotros hemos podido
encontrarlo. Mas indiquémosle que los alcohólicos somos afines en

97
muchas cosas y de una u otra manera desearíamos ser siempre sus
amigos. Dejemos el asunto ahí.
No nos desalentamos si nuestro candidato no responde en se-
guida a nuestro reclamo. Pasemos a buscar otro alcohólico y trate-
mos nuevamente. A buen seguro que habremos de hallar alguno
que esté bastante desesperado para aceptar con fervor el mensaje
que vamos a llevarle. Consideramos una pérdida de tiempo estar
acechando a un hombre que no puede o no quiere colaborar con
nosotros. Si dejamos a esa persona quieta, ella tal vez se dé cuenta
pronto de que no puede recuperarse por sí sola. Consumir mucho
tiempo en cualquier caso determinado significa quitarle la oportu-
nidad a otro alcohólico de reconstruír su vida y ser feliz. Uno de
nuestros miembros fracasó totalmente en su labor acerca de la
primera media docena de candidatos. A menudo nos dice que de
haber continuado laborando tras de ellos, posiblemente hubiera
privado a muchos otros que se h an recuperado, la oportunidad de
tal logro.
Supongamos ahora que estamos haciendo nuestra segunda visi-
ta a un sujeto dado, que él ha leído este libro y nos dice que está
listo para iniciarse en los Doce Pasos del programa de recupera-
ción. Toda vez que nosotros ya hemos ensayado esos Pasos, esta-
mos en condiciones hábiles de darle valiosos consejos prácticos.
Hagámosle saber que estamos a su disposición en caso de que desee
tomar, o haya tomado la determinación de hacer su historial; pero
no insistamos en el asunto. Si prefiere consultar a otra persona,
dejemos que lo haga.
Pudiera suceder que la persona se halla sin dinero y sin alber-
gue. En tal caso, podemos tratar de ayudarle a conseguir un em-
pleo o proveerle alguna ayuda pecuniaria. Pero uno no debe privar
a sus familiares o acreedores del dinero que legítimamente les
corresponde. Tal vez decidamos albergar la persona en nuestro
hogar por algunos días, pero debemos ser muy prudentes y estar
seguros de que será bien acogida por nuestra familia. Además,
debemos asegurarnos de que no está tratando de burlarse de noso-
tros y de que lo único que quiera sea aprovecharse de nuestro
dinero, nuestras amistades y de nuestro alojamiento. Permitir eso
será perjudicarla; no le estaremos haciendo ningún favor. Por el
contrario, estaremos dando margen para que no sea sincera y con-
tribuiremos a su destrucción más bien que a su recuperación.
Uno no debe eludir tales responsabilidades, pero debe cercio-
rarse de que está procediendo correctamente si las asume.
Laborar por el bien de otros constituye la base medular de
nuestra propia recuperación. No basta con realizar una buena obra

98
de vez en cuando. Tenemos que actuar como el buen samaritano,
día tras día, si fuere menester. Se requiere muchos bríos para este.
trabajo: Significa la pérdida de las horas de sueño, sacrificar las
horas de diversiones y recreo; interrupciones en nuestros quehace-
res y negocios; compartir nuestro dinero y nuestra morada, aconse-
jar a esposas y familiares atribulados, e innumerables visitas a las
comisarías, sanatorios, hospitales y cárceles. Nuestro teléfono po-
drá sonar a cualquier hora del día o de la noche; nuestras esposas
muchas veces se quejarán de que nos estamos despreocupando de
ellas. Pudiera ser que algún borracho haga trizas nuestros muebles
o queme el colchón de la cama donde lo recostamos; es posible
que tengamos que forcejear con él si se trata de un hombre exalta-
do. Otras veces se hará menester buscar a un médico para que le
prescriba algún calmante, y alguna otra vez tendremos necesidad
de llamar una ambulancia o a la policía.
Muy pocas veces permitimos a un alcohólico que viva en nues-
tro hogar por un largo período de tiempo. La experiencia nos ha
demostrado que no es conveniente para él ni para nosotros, pues a
menudo trae consigo serias complicaciones en la familia.
Por el hecho de que un alcohólico no reaccione favorablemen-
te no hay razón alguna para que nos despreocupemos de su fami-
lia. Debemos contti.nuar brindándole nuestra amistad y nuestro mo-
do de vida. Si aceptan y practican los principios espirituales, habrá
muchas posibilidades de que el jefe de la familia se recupere, y aun
cuando prosiga bebiendo, la familia estará en mejores condiciones
para sobrellevar la vida.
El alcohólico que verdaderamente desea recuperarse, no re-
quiere que se le hagan muchas obras de caridad, en el sentido
estricto de la palabra. Los que piden dinero .Y albergue antes de
sobreponerse a la bebida, se hallan en una falsa línea de partida.
Sin embargo, hacemos todo lo que está a nuestro alcance por
proveer estas cosas cuando el caso es meritorio .. Esto pudiera pare-
cer contradictorio, pero no lo es.
No es lo que vamos a dar lo que estamos considerando, sino
cuándo debemos darlo. Eso implica a veces la diferencia entre el
fracaso y el éxito. En el preciso momento en que colocamos nues-
tra labor sobre un plano caritativo, el alcohólico empieza a contar
con nuestra ayuda y no con la ayuda de Dios. Nos pide que le
proporcionemos tal o cual cosa, alegando. que no puede dominar
su flaqueza por el licor hasta tanto no haya atendido esa necesidad
material. Mentira. Muchos de nosotros recibimos muy crueles de-
cepciones antes de darnos cuenta de la gran verdad de que, emplea-
dos o desempleados, con esposa o sin ella, no dejaremos de beber

99
mientras estemos dependiendo de otra persona en vez de depender
de Dios y sólo de El.
Inculquemos la idea en la conciencia de cada individuo, de que
puede recuperarse a pesar de lo que digan los demás, y que la única
condición esencial es que confíe en Dios y en la sinceridad de su
propósito.
Pasemos ahora al problema doméstico. Pudieran mediar distin-
tas circunstancias: divorcio, separación o tan sólo relaciones tiran-
tes entre marido y mujer. Una vez el alcohólico haya reajustado
sus asuntos familiares y explicado debidamente a todos los suyos
los nuevos principios de la vida que le alientan, debe proceder a
poner estos principios en práctica en el hogar, ésto es, si tiene la
suerte de tenerlo todavía. El hecho de que la familia sea culpable de
diversos trastornos hogareñós, no debe preocuparle. Debe sí con-
centrarse en su propia actitud espiritual, huyendo como de la lepra
de los altercados y de las discordias, absteniéndose de censurar y
recriminar a los que con él conviven por sus faltas y debilidades.
En ciertos casos esto es algo difícil de evitar, pero debemos hacerlo
si esperamos derivar buenos resultados de nuestro programa de
acción. Perseverando en la debida actitud por varios meses, los
efectos provechosos en la familia del alcohólico serán muy nota-
bles. Hasta las personas de caracteres e ideologías muy incompati-
bles, descubren que hay una base sobre la cual pueden entenderse.
Poco a poco la familia irá reconociendo sus defectos y tratará de
corregirlo& cambiando impresiones sobre los mismos dentro de un
ambiente fraternal y constructivo.
Una vez .la familia haya visto de manera tangible los resultados
provechosos, indiscutiblemente que querrá continuar COQ.viviendo
en esa forma. Las cosas irán tomando su curso normal siempre que
el alcohólico continúe demostrando que puede mantenerse sobrio
y ser bondadoso y servicial, sin importarle lo que otros digan o
ejecuten. Desde luego, en ocasiones todos dejamos de ceñirnos
estrictamente a esta pauta. En esos casos debemos tratar de hacer las
paces y reparar cualquier daño que inflijamos a algún familiar, si no
queremos correr el riesgo de sucumbir nuevamente a la bebida.
Si mediara divorcio o separación no debe tenerse prisa en que
los cónyuges se reconcilien. El individuo debe asegurarse de su
recuperación. La esposa debe tratar de comprender su nueva forma
de vida, y si van a reanudar sus pasadas relaciones deben hacerlo
sobre una base más eficaz y sólida puesto que la anterior fracasó.
~sto si~n~fica que ambos deben asumir una nueva actitud y presen-
~1a de ammo constructivo. A veces resulta beneficioso que la pare-
Jª permanezca distanciada. Es obvio que no puede seguirse una

100
regla fija; sin embargo, lo esencial es dejar que el alcohólico conti-
núe su programa día tras día. Cuando llegue la hora propicia para
la reconciliación y la reunión de los cónyuges, el acto de su consu-
mación será espontáneo para ambas partes.
Que no diga ningún alcohólico que no puede recuperarse a
) menos que la familia vuelva a su lado. Esto sencillamente no es así.
Por una u otra razón en muchos casos la esposa nunca retornará.
Recuérdese al sujeto que su recuperación no depende de nadie sino
de su relación con Dios. Hemos visto ponerse bien a infinidad de
personas cuyos familiares nunca volvieron a convivir con ellas, y
también hemos visto a otras recaer cuando los familiares se les
reunieron demasiado pronto.
Tanto nosotros como los nuevos compañeros debemos mar-
char día tras día por la senda del progreso espiritual. El resultado
de los acontecimientos será maravilloso, y cuando nos detengamos
a mirar atrás para hacer un recuento de los dones recibidos, vere-
mos complacidos que las cosas que nos han sucedid·o desde que
nos pusimos a la merced de la voluntad de Dios, han sido mucho
mejor de lo que anticipábamos. Sigamos los dictados de un Poder
Superior y veremos cómo comenzaremos a vivir en un nuevo mun-
do prodigioso, a pesar de la naturaleza de las circunstancias que
nos rodean.
Al trabajar con un sujeto y su familia, debemos procurar no
inmiscuírnos en sus disputas. De hacerlo podríamos destruír la
oportunidad de serles útiles. Insistamos, sin embargo, tanto con la
familia como con el candidato, en que se trata de una persona que
ha estado enferma y debe tratársele como tal. Debemos advertirle
que no conviene engendrar en ella resentimientos o celos. Es bue-
no hacerle& saber que sus defectos de carácter no van a desaparecer
de la noche a la mañana. Hagámosle ver que el individuo ha entra-
do en un período de desarrollo. Pidámosles que recuerden siempre
el bendito don de su sobriedad y que no se impacienten.
Si hemos tenido éxito en la solución de nuestros problemas
domésticos, expliquemos a la familia de nuestro amigo, cómo lo
conseguimos. De esta manera podemos encarrilarla stn que le de-
mos la impresión de que la estamos criticando. El relato de.la for-
ma en que actuamos para arreglar los asuntos entre nuestras espo-
sas y nosotros conviene, por el contrario, que lo hagamos objeto
de la mayor crítica constructiva.
Partiendo de la base de que estamos espiritualmente prepara-
dos, podemos hacer infinidad de cosas que se supone que los alco-
hólicos no están dispuestos a realizar.• Dice la gente que no debe-
mos frecuentar sitios donde se expenda licor; que no debemos

101
guardar bebidas alcohólicas en nuestros hogares; que debemos ale-
jarnos de los amigos que empinan el codo ; que no conviene que
veamos películas cinematográficas en las cuales aparezcan escenas
báquicas; que no debemos ir a tabernas o cantinas; que nuestros
amigos deben esconder las botellas cuando llegamos a sus casas a
visitarles, y en pocas palabras, que no debemos pensar en el licor ni
debe nadie recordárnoslo. Nuestra experiencia demuestra que esto
no es necesariamente así.
Tenemos que afrontar esas situaciones a diario. El alcohólico
que no pueda hacerles frente tiene todavía una mente alcohólica;
existe alguna falla en su estado espiritual. La probabilidad que
tiene de mantenerse sobrio sería internarse en los remotos páramos
de Groenlandia, y aun allí algún esquimal pudiera aparecérsele con
una botella de whisky y echarlo todo a perder. Consultemos sobre
el particular a cualquier esposa que haya enviado a su marido a
lejanos parajes acogiéndose a la teoría de que allí escaparía del
problema del alcohol y veremos cuán decepcionante es su historia.
Es nuestra creencia que cualquier régimen para combatir el
alcoholismo que disponga que se proteja al enfermo alejándolo de
la tentación, está llamado a fracasar.
Si el a1cohólico trata de parapetarse podrá tener éxito por algún
tiempo; pero generalmente termina su abstención en una súbita ex -
plosión mayor que nunca. Nosotros hemos tratado esos métodos.
Las tentativas de hacer lo imposible siempre han fracasado .
De manera que nuestra regla no es la de eludir los sitios donde
se bebe, si tenemos una razón legítima para concurrir allí. Esto
incluye tabernas, cantinas, mesones, salones de baile, recepciones,
bodas y fiestas corrientes. Para una persona que haya tenido expe-
riencia con un alcohólico, esto pudiera parecer como estar tentan-
do a la Providencia, pero no es así.
Notaréis que hemos hecho una importante salvedad. Consi-
guientemente, preguntémonos en cada ocasión: ¿Tengo alguna
buena razón social, personal, profesional o de negocios, para ir a
este sitio? ¿O estoy tratando de congraciarme por algunas horas
con la atmósfera enervante y sugestiva de esos recintos? Si contes-
tamos estas preguntas satisfactoriamente, no hay por qué tener
ninguna aprensión. Vamos o no vamos, haremos lo que juzguemos
mejor. Pero si vamos, estemos seguros de que pisamos en terreno
espiritual sólido y que nuéstro motivo es enteramente sano. No
pensemos en lo que vamos a sacar de esos lugares. Pensemos en lo
que podemos aportar en ellos. Mas, si vacilamos, es preferible que
nos detengamos y nos demos a trabajar con otro alcohólico.

102
¿A qué sentarnos con la cara de un mártir en sitios donde se
está bebiendo y ponernos a suspirar pensando en los buenos días
festivos del ayer? Si la ocasión es alegre, procuremos aumentar el
júbilo de los que están presentes. Si se trata de un asunto de
negocios, atendámoslo entusiásticamente. Si nos hallamos con al-
guna persona que quiere que le acompañemos a cenar en una
cantina, aceptemos la invitación por todos los conceptos. Hagá-
mosle saber que no tiene que alterar sus hábitos por causa nuestra.
En su debido sitio y oportunidad expliquemos a cada uno de
nuestros amigos por qué el alcohol es incompatible con nosotros.
Si hacemos esto una y otra vez muy pocas personas nos invitarán a
beber. Cuando bebíamos nos íbamos retirando de la vida poco a
poco. Ahora estamos volviendo a internarnos en la vida social y no
vamos a retirarnos nuevamente tan sólo porque nuestros amigos
beban licor.
Nuestra misión ahora es estar en el lugar donde podamos ser de
ayuda máxima a otros alcohólicos, de manera que nunca vacilemos
para decidir si debemos ir a un sitio donde se nos solicite ésta. No
debemos titubear aunque sea preciso acudir al más sórdido rincón
del mundo para llevar nuestro mensaje. Nos mantenemos en la
línea de fuego de la vida en nuestro propósito y Dios siempre nos
conservará sin daño.
Muchos de nosotros tenemos licor en nuestros hogares. A me-
nudo lo necesitamos para aplacar los severos temblores de algún
nuevo candidato después de una gran borrachera. A veces lo con-
servamos para obsequiar a las amistades que no son alcohólicas y
que gustan -de amenizar sus charlas con alguna que otra copa. Hay
algunos de nosotros, sin embargo, que opinan que no debemos
servir licor a nadie. Se trata de un asunto que nunca es objeto de
discusión entre nosotros. Creemos que cada familia, a la luz de las
circunstancias que le rodean, es la que debe decidir por sí misma.
Nos cuidamos bien, por otra parte, como institución, de no
demostrar nunca hostilidad por la bebida. La experiencia demues-
tra que esa actitud no beneficia a nadie. Los nuevos candidatos de
ordinario creen que ese es el espíritu que verán reinar entre noso-
tros y experimentan gran complacencia cuando se. dan cuenta de
que no somos tan puritanos. De albergar ese espíritu de intoleran-
cia, no cabe duda que con él estaríamos repeliendo la entrada en
nuestras filas de millares de alcohólicos cuyas vidas pueden salvarse
en nuestro seno, siempre que prescindamos de tal disparate. Ni
siquiera estaríamos haciendo un bien a la causa de los prohibicio-
nistas si nos convirtiésemos en puritanos de este tenor, pues de
hecho ni uno de cada mil alcohólicos tolera que una persona que
detesta la bebida venga a hablarle de ella.

103
Abrigamos la esperanza de que en no lejano día Alcohólicos
Anónimos ayudará al público a tener una mejor comprensión de la
gravedad del problema alcohólico. Mas la obra a realizar sería muy
pequeña si asumiésemos una actitud de aversión y odio hacia la
bebida. Los bebedores no la tolerarían.
Después de todo, nuestros problemas los creamos nosotros
mismos. Las botellas sólo fueron símbolos. Además, hemos dejado
de pelear con la gente. Tenemos que hacerlo así. Estamos en plan
de ayudru; sin enojar a nadie.

104
CAPITULO VIII

A LAS ESPOSAS

En el caso del bebedor-problema hay otras personas envueltas


en el asunto, la esposa que tirita de miedo al pensar en la próxima
catástrofe, la madre y el padre que ven cómo se va destruyendo su
hijo por el abuso de la bebida.
Contamos en Alcohólicos Anónimos con muchas esposas y
muchos parientes y amigos cuyos problemas han quedado satisfa-
toriamente resueltos, así como otros que todavía no han hallado
solucron a los suyos. Queremos que las esposas de los Alcohólicos
Anónimos se dirijan a las de otros hombres que beben demasiado.
Lo que ellas van a relatarles tiene gran importancia para casi todas
las personas vinculadas con un alcohólico, bien por lazos de sangre
o de afecto.
Como esposas de alcohólicos anónimos se deduce que com-
prendamos este asunto acaso como muy pocas personas puedan
entenderlo. Nos parece del caso analizar ciertas equivocaciones que
sufrimos, a fin de demostrar que no existe situación tan difícil ni
desdicha tan grande a la cual no podamos sobreponernos. Hemos
peregrinado por un sendero sumamente escabroso, no quepa la
menor duda de eso. Hemos tenido que vérnosla con la frustración,
el orgullo lastimado, la compasión propia, la incomprensión y el
miedo. Hemos sido objeto de la conmiseración y el acre resenti-
miento del esposo alcohólico. Algunas de nosotras hemos tenido
que estar saltando de uno a otro rincón, siempre con la esperanza
de que algún día nuestros seres queridos volverían a ser los hom-
bres que antes eran.
Nuestra fidelidad y el empeño que poníamos en que nuestros
esposos levantasen en alto la frente y fuesen como otros hombres,
nos colocó en toda clase de difíciles situaciones y aprietos. Hemos
sido abnegadas hasta el sacrificio. Tuvimos que decir infinidad de
mentiras para resguardar nuestro orgullo y la reputación de nues-
tro marido de la murmuración. Hemos orado, hemos sido humildes
y pacientes. ¡Cuántas veces en medio de nuestra desesperación nos
halamos los cabellos tratando de extirpar el carcoma del dolor de

105
nuestros pensamientos! Algunas hemos tenido que abandonar
nuestros hogares en medio de la tribulación y el espanto.
Nuestros hogares fueron campos de batalla durante muchas
noches tormentosas. A la mañana siguiente, cuando vino la calma,
besamos a nuestros queridos esposos y transigimos. Muchos amigos
nos aconsejaban y daban palmadas cariñosas a nuestros esposos,
dándoles ánimo en su lucha contra la bebida. Movidas de los mejo-
res deseos nosotras los acunábamos y aconsejábamos maternalmen-
te, para verlos regresar a sus andanzas mientras seguíamos resigna-
das por la senda de la amargura, siempre asidas a una última espe-
ranza. De vez en cuando nuestros hombres hacían solemnes jura-
mentos de no volver a beber más nunca y nosotras les creíamos
ingenuamente de todo corazón, cuando ya nadie quería creerles,
para contemplarlos en breves días en medio de un nuevo desastre.
Pocas veces osábamos invitar a nuestras amistades a visitarnos
porque no sabíamos cómo ni cuándo se presentaría el hombre a la
casa. Pudiera decirse que vivíamos en la desolación y el abatimien-
to. Cuando alguna familia amiga nos invitaba a su casa con motivo
de alguna fiesta, nuestros esposos eran siempre la nota discordante
de la reunión, echando mano a hurtadillas a cuantos vasos de licor
hallaran a su alcance. Por el contrario, cuando faltaba el licor,
bostezaban por su ausencia; su inconsolable .aburrimiento cercena-
ba la amenidad reinante.
Nunca hubo seguridad en nuestra pequeña hacienda hogareña;
los empleos estuvieron siempre en riesgo inminente. Ni con carro
blindado y una ametralladora hubiéramos podido conseguir que el
sobre del salario llegara a la casa. Las cuentas del banco se merma-
ban como si sus cajas tuviesen agujeros.
A veces entraron en escena otras mujeres para acabar de desga-
rrarnos el alma. ¡Qué cruel oírlas decir que comprendían a nues-
tros esposos mejor que nosotras!
En ocasiones nuestros maridos se presentaban en el hogar
acompañados dE) cobradores, alguaciles, choferes de taxi, policías,
amigos andrajosos, y hasta con alguna dama nocherniega. Si no nos
mostrábamos expresivas, decían graciosamente que éramos muy
poco hospitalarias con sus amistades, tildándonos de _aguafiestas de
la alegría, regañonas y melindrosas. Al otro día, cuando volvían en
sí, les perdonábamos y tratábamos de olvidar.
Hicimos todo cuanto estuvo a nuestro alcance por preservar el
cariño de nuestros hijos hacia sus padres. Muchas veces les hacía-
mos cuentos de engañabobos para que imaginasen que su papá se
encontraba enfermo, algo que dicho sea de paso, se acercaba más a

106
la verdad de lo que suponíamos. Entre tanto nuestros esposbs
regañaban y castigaban a los niños, destrozaban muebles, rompían
la loza, tiraban las puertas y daban contra las teclas del piano. Tras
esa batahola a menudo se lanzaban a la calle amenazándonos con
· irse para siempre con la otra mujer. En nuestro desespero llegamos
hasta tomar licor para provocar la borrachera que acabara con
todas las borracheras. El asombroso resultado fue que la idea pare-
ció agradar a nuestros esposos.
Al llegar a este punto algunas optamos por separarnos y llevar
los niños a vivir con nuestros padres. Entonces los suegros nos
criticaban acerbamente por haber desertado de su hijo. Por lo ge-
neral sin embargo, nunca les abandonamos. La mayoría nos man-
tuv~os en la brecha. Finalmente, cuando la miseria tendió sus
tentáculos sobre nuestros desdichados hogares, buscamos un em-
pleo para remediar la situación.
A medida que las borracheras del esposo se iban haciendo más
y más frecuentes, comenzamos a pedir consejos médicos, aterrori-
zadas y llorosas ante los síntomas físicos y mentales alarmantes
que presentaban, y el hondo remordimiento, la depresión y sensa-
ción de inferioridad que circundaba a nuestros seres queridos. Co-
mo bestias asidas a un molino de ruedas, hemos forcejeado penosa
y resignadamente, cayendo exhaustas tras cada inútil esfuerzo por
hallar asidero en tierra firme. Muchas llegamos a la etapa final de
esa carrera alcohólica: estadías en el campo; reclusiones en sanato-
rios, hospitales y cárceles. En algunos casos vino el delirium tre-
mens, con sus quejidos lacerantes y gritos ensordecedores; en otros
provino el desgaste de las células neuróticas, que trajo consigo la
demencia, y un brumoso día, anegadas en llanto, hubimos de ver a
nuestro amantísimo esposo entrar, como un bagazo humano, por
la dantesca puerta del manicomio, la lóbrega morada de los orates,
el tétrico recinto de las almas ausentes. La muerte con su aleteo
agorero estuvo a veces muy cerca de él y de nosotras.
Dentro de tales circunstancias, es natural que incurriésemos en
muchas equivocaciones. Algunas de éstas obedecieron a la ignoran-
cia en que nos hallábamos sobre el problema del alcoholismo, a
pesar de que teníamos una vaga sensación de que estábamos bre-
gando con seres enfermos. De haber entendido como entendemos
hoy la naturaleza de la enfermedad alcohólica, nos hubiésemos
comportado de manera muy distinta.
No podíamos imaginar que hombres que amasen a sus esposas
y a sus hijos, fuesen tan incomprensivos, desconsiderados y crue-
les. Suponíamos que no había verdadero amor en los corazones de
estas criaturas. Empero, cada vez que dábamos por segura su natu-

107
raleza cruel y su falta de cariño, quedábamos sorprendidas al ver
que otra vez nacían en ellos resoluciones de enmienda y nuevas
demostraciones de afecto. Por algunos días volvían a ser los espo-
sos amorosos que una vez fueron, tan sólo para destruír más ade-
lante la nueva aureola de su cariño. Al preguntarles por qué vol-
vían a beber, respondían •~on alguna excusa tonta o con el silencio.
Era algo verdaderamente desconcertante y descorazonador. ¿ Có-
mo podíamos estar tan equivocadas con los hombres que elegimos
para esposos? Cuando bebían eran seres extraños, haciéndose a
veces tan inaccesibles que parecía que una enorme muralla los
separaba de nosotras.
Mas, aun cuando no quisieran a su familia, ¿cómo podían estar
ellos tan ciegos respecto de sí mismos? ¿Qué se había hecho su
sentido común, su voluntad, su sensatez? ¿Por qué no se daban
cuenta de que la bebida significaba su ruina? ¿Por qué cuando se
les señalaban estas cosas, sobre las cuales estaban de acuerdo, vol-
vían a las mismas, emborrachándose otra vez torpemente?
Tales son las preguntas que cruzan por la mente de la esposa
del bebedor-problema. Tenemos la esperanza de que este libro
haya contestado algunas de ellas. Tal vez su esposo haya estado
viviendo en ese mundo ficticio del alcoholismo donde todo se
tergiversa y exagera. Sin duda se darán cuenta de que en realidad él
os quiere con toda el alma. Desde luego,_existe lo que llamamos
incompatibilidad de caracteres, pero en casi todos los casos, como
consecuencia de la bebida, el alcohólico se muestra desafectuoso y
d_e sconsiderado. Ello generalmente se debe a su enfermedad y des-
carrío. De ahí las cosas que dice y que ejecuta. Hoy en día la
mayoría de nuestros hombres son mejores esposos y padres que
muchos individuos no alcohólicos.
No traten de culpar a su esposo alcohólico por lo que diga, sea
lo que fuere. El no es sino una persona enferma, y desde luego,
poco razonable. Trátenlo en tanto puedan como si tuviera neumo-
nía. Cuando les haga incomodar, recuerden que está muy enfermo .
Hay una excepción importante a lo que dejamos dicho. Nos
damos cuenta de que hay hombres que son sumamente intransi-
gentes y mal intencionados, y por grande que sea la dosis de pa-
ciencia, por grandes que sean las buenas intenciones y cuidados,
siempre quedarán inconformes y exigirán más y más. A un alcohó-
lico de esta calaña puede ocurrírsele en un momento dado tirarles
con el libro en la cara. No permitan que abusen de sus bondades.
Si tienen la seguridad de que están dando con un caso semejante,
pudiera ser que convenga abandonarlo, pues no estaría bien que lo
dejasen arruinar sus vidas y las de sus hijos, especialmente cuando
tiene a su alcance el medio de dejar la bebida si realmente quiere
pagar su precio, pero no aprovecha la solución que se le ofrece.
108
El problema con que se lucha cabe sin duda dentro de una de
las cuatro categorías siguientes:
la. - Tal vez el esposo no sea más que un bebedor exagerado.
Acaso beba de manera consuetudinaria o tal vez tan sólo en deter-
minadas ocasiones, pero con exageración. Tal vez derroche mucho
dinero en licor. Pudiera ser que la bebida lo está afectando de
manera paulatina tanto mental como físicamente, pero él no se da
cuenta de ello. Su comportamiento a veces pudiera ser motivo de
bochorno para usted y para sus amistades. Sin embargo, él está
seguro de que sabe hasta dónde puede llegar en la bebida. Opina
que el licor no le hace daño, y que, además, es una necesidad para
el éxito de sus negocios. Este mundo está lleno de personas que
piensan como él. Algunos se moderan o dejan de beber de un todo
y otros no. De los que persisten en la bebida, un gran número se
convierte en verdaderos alcohólicos en el transcurso del tiempo.

2a. - Su esposo pudiera estar dando prueba de falta de control


ya que no puede pasársela sin empinar el codo aun en los días en
que no quisiera beber. Con frecuencia se pone desenfrenado cuan-
do bebe. Admite que esto es así, pero tiene la certeza de que podrá
evitar que siga sucediendo. Con o sin ayuda suya, ha comenzado a
ensayar distintos modos de moderarse o mantenerse abstemio. Pu-
diera ser que ya esté comenzando a perder sus amistades por la
bebida. Tal vez su negocio se esté perjudicando y tan indeseable
situación le traiga preocupaciones, pues comienza a darse cuenta
de que no le es dable beber como otras personas. Algunas veces
tiene que beber al levantarse por la mañana y durante las primeras
horas del día para contrarrestar la nerviosidad. A menudo siente
repulsión y arrepentimiento después de una gran borrachera y le
asegura que quiere dejar de beber. Pero luego de capear las conse-
cuencias de ésta, cuando viene la calma comienza una vez más a
hacer conjeturas, sobre la forma en que le· será dable beber mode-
radamente la próxima vez. Enten(:l.emos que esta persona está en
peligro. Estas son las contraseñas del verdadero alcohólico. Acaso
todavía pueda atender su negocio en forma más o menos acepta-
ble. Empero, este es uno de los individuos que, como decimos
entre nosotros " se cree que quiere dejar de beber".
3a. - Este esposo ha llegado más allá que el esposo número dos.
Aunque una vez era como aquél, su condición ha empeorado. Sus
amigos lo han abandonado. Su hogar está naufragando, pues ha
llegado el momento en que no puede retener ninguna colocación.
Es posible que se haya hecho menester llamar al médico o que
haya comenzado el angustioso recorrido por hospitales y sanato-
rios. Nuestro hombre admite que no puede beber como otras per-

109
sonas, pero no se da cuenta del por qué. Se aferra a la idea de que
todavía habrá de hallar la manera de conseguirlo. Acaso haya llega-
do al punto en que esté desesperado por dejar de beber de una vez
sin que pueda poner manos a la obra. Usted debe alimentar mu-
chas esperanzas si está haciendo frente a una situación como esta.
4a. - Es posible que se encuentre en el caso de la mujer que ha
perdido totalmente la esperanza en la recuperación del esposo, ya
que él ha sido recluído en una y otra institución sin resultado
favorable. Es uno de esos alcohólicos violentos o se muestra defini-
tivamente loco cuando se emborracha. Usted cree que su caso no
tiene esperanza pues hasta ha vuelto a beber en el preciso momen-
to de salir del hospital para regresar a su casa. Tal vez su esposo
esté sufriendo del delirium tremens ·y los médicos muevan la cabe-
za recomendando que lo confine; tal vez ya haya tenido que hacer-
lo, a pesar de sus mejores deseos de retenerlo en el hogar. Este
cuadro acaso no sea tan oscuro como parece. Muchos de nuestros
esposos llegaron a ese estado y sin embargo, se han restablecido.
Volvamos hacia atrás, al esposo número uno. Por extraño que
parezca, lo cierto es que las más de las veces se hace muy difícil
bregar con él. Le encanta beber. El alcohol aviva su imaginación.
Las personas se muestran más francas y amistosas con él mientras
apuran algunas copas. Es posible que le agrade beber con él cuando
lo hace moderadamente y que hayan pasado juntos algunas noches
gratas platicando y apurando algunas copas al calor del hogar.
También es 'posible qüe a ambos les gu_ste ir a fiestas que resulta-
rían monótonas sin el aliciente del licor. También nosotras hemos
disfrutado de esas noches buenas y sabemos todo cuanto puede
ofrecer el alcohol como lubricante social. Algunas, aunque no to-
das, creemos que ofrece sus ventajas cuando se usa moderadamente.
El primer requisito para el éxito con la persona alcohólica es
evitar enfadarse. Mantenga siempre su serenidad. Aunque los espo-
sos se hagan insoportables y sea preciso abandonarlos temporal-
mente, deben alejarse, siempre que sea posible, sin incomodarse, y
sin guardar resentimientos. La paciencia y el buen estado de ánimo
son indispensables.
Nuestro próximo pensamiento es que no debe decir a su espo-
so lo que tiene que hacer sobre la bebida. Si se da a la idea de que
usted es una regañona o una engorrosa desavenida, serán vanas las
probabilidades de hacer algo de provecho para él. Más bien usará
ese pretexto como una excusa para beber en mayor escala. Esto
pudiera traer como secuela noches tristes y solitarias para usted.
Pudiera ser que se le ocurra buscar a alguien que lo consuele y no
siempre se tratará de otro hombre.

110
Tome la determinación firme de que la bebida no habrá de
destruír las relaciones con sus hijos y amigos. Los primeros necesi-
tan de su compañía y su cuidado, y la familia toda necesita de la
vida de relación. Es posible vivir una vida abundante y útil aunque
el esposo continúe entregado a la bebida. No consagre su corazón
y sus energías a la tarea de reformar al esposo. A pesar de lo
titánico de sus esfuerzos puede que no lo consiga.
Nos consta que estas indicaciones se hacen a veces difíciles de
seguir; pero se pueden evitar muchos dolores de cabeza si logran
observarlas. Tal vez su esposo caiga en cuenta de su inconformidad
y paciencia. Esto pudiera servir de base para una plática fraternal
sobre el problema alcohólico. Deje que sea él quien saque a relucir
el tema y guárdese de criticarle durante su charla. Por el contrario,
trate de colocarse en su lugar y hacerle comprender que sólo quie-
re ayudarle.
Cuando tenga lugar ese cambio de impresiones, cabe sugerirle
que lea este libro o por lo menos el capítulo sobre alcoholismo.
Dígale que .ha estado muy preocupada, aunque acaso sin ninguna
necesidad, pues sin duda él conoce mejor el asunto, ya que todo
bebedor debe estar al tanto de los riesgos que corre al beber en
exceso. Demuéstrele que tiene confianza en que él tiene fuerzas en
reserva para suprimir el alcohol o moderarse. Dígale que no quiere
ser una cataplasma para él sino su colaboradora y que sobre todas
las cosas anhela que él cuide bien su salud. De esta manera es
posible que logre interesarlo en el tópico del alcoholismo.
Probablemente su esposo cuente con algunos alcohólicos entre
sus amigos. Puede sugerirle la idea de que juntos hagan algo en
bien de esas personas. A los que beben les agrada ayudar a otros
bebedores y a su marido tal vez le parezca buena la idea de hablar
con alguno de ellos sobre el asunto.
Si esta clase de acercamiento no da en el blanco y no despierta
el interés anhelado en su esposo, lo mejor es dejar de hablarle del
asunto; mas después de esa charla amistosa muchas veces suele
suceder que él mismo suscita de nuevo el tópico más adelante.
Esto puede ser objeto de paciente espera, pero vale la pena tener
calma Mientras tanto puede tratar de ayudar a la esposa de otro
bebedor exagerado que se halle en dificultades. Si actúa de acuer-
do a los principios sugeridos hay muchas probabilidades de que su
esposo se abstenga de beber o se modere.
Supongamos, sin embargo, que su esposo caiga dentro de la
descripción número dos. Los mismos principios que se aplican al
esposo número uno deben ponerse en práctica, pero después de su

111
próxima borrachera, pregúntele si realmente le gustaría renunciar a
la bebida definitivamente. No le pida que lo haga por usted o por
ninguna otra persona sino por él y en su propio bien. Sencillamen-
te pregúntele que si le agrada la idea.
Casi todas las probabilidades son de que él quiera dejar de
beber. Enséñele su ejemplar de este libro y dígale lo que ha averi-
guado con respecto al alcoholismo. Explíquele que los que escri-
bieron este libro son ex-bebedores alcohólicos que conocen lama-
teria por experiencia propia. Cuéntele alguna de las interesantes
historias que ha leído. Si cree que se abochorna de tener que
valerse de un medio espiritual pídale que lea el capítulo sobre
alcoholismo. Tal vez entonces se interese lo suficiente para conti-
nuar esforzándose por sobreponerse a la bebida.
Si se entusiasma en el asunto su cooperación servirá de mucho.
Si se muestra indiferente o cree que no es un alcohólico, sugerimos
que no lo moleste. Evite forzarlo a que siga el programa. La semilla
ya ha quedado sembrada en stt mente y le consta que centenares
de hombres que se hallaban en un estado lamentable se recupera-
ron de ti;tl condición. Pero no le recuerde nada de eso inmediata-
mente después de haber estado bebiendo porque puede enfadarse.
Tarde o temprano habrá de sorprenderlo leyendo este libro otra
vez. Espere hasta que las sucesivas embriagueces le convenzan de
que debe actuar sin más pérdida de tiempo. La hora de poner
manos. a la obra llegará, no lo apremie. Mientras más lo apresure
más tardará su recuperación.
Si su esposo encaja en la descripción número tres, es tal vez
una mujer afortunada. Teniendo la certidumbre de que su hombre
quiere dejar de beber, puede ir donde él con este libro con tanta
alegría como si hubiese dado con un filón de oro. Tal vez él no
comparta su entusiasmo, pero es casi seguro que lea el libro y entre
de lleno en el programa. Si no lo hiciera así, no se amilane, pues es
posible que sea corta la espera. En este caso tampoco debe apresu-
rarse. Deje que- él decida y tome la determinación por sí mismo.
Muéstrese cariñosa y solícita después de cada subsiguiente borra-
chera. Háblele de su condición o de este libro solamente cuando él
comente el asunto. En algunos casos es mejor dejar que la entrega
del libro sea hecha por una persona particular, ya que ésta puede
hacerlo comprender con más facilidad la urgencia de que se ponga
en acción y captar su confianza sin despertar ninguna clase de
resquemor o suspicacia. Si en todos los demás órdenes su esposo es
un hombre normal, hay buenas razones para augurarle éx ito a estas
alturas.
Podríamos suponer que los hombres de la cuarta clasificación
no tienen remedio, pero ello no es así. Muchos alcohólicos anóni-

112
mos estuvieron en este mismo estado. Todo el mundo los daba por
desahuciados. La derrota parecía inevitable y no obstante la mayo-
ría de esos hombres lograron recuperarse de una manera espectacu-
lar y vigorosa.
Hay sus excepciones. Algunos hombres se han deteriorado tan-
to por el abuso del alcohol que han agotado ya todos sus recursos
de defensa. A veces se dan casos en que el alcoholismo está compli-
cado con otros desórdenes. Un buen médico o siquiatra puede
decir si estas complicaciones son serias. De cualquier modo, procu-
re que su esposo lea este libro. La reacción pudiera ser entusiasta.
Si el esposo ya ha sido confinado en alguna institución, pero puede
convencer al médico y a ustedes de que está decidido, dénle la
oportunidad de que ensaye nuestro método, a menos que el doctor
opine que su condición mental es muy anormal y peligrosa. Hace-
mos esta recomendación con alguna confianza. Por vru:ios años
hemos estado laborando en pro de alcohólicos recluídos en distin-
tas instituciones. Durante 1939 dos hospitales del Estado de New
Jersey dieron de alta a 17 alcohólicos. Once de éstos ne, han tenido
recaída de ninguna índole y ninguno de ellos ha retornado al
sanatorio. ¡El poder de Dios penetra muy adentro del corazón
humano y realiza prodigios!
Pudiera ser que la situación que confronte sea todo lo contra-
rio de la que dejamos bosquejada. Acaso tenga un esposo que goza
de libertad, pero que debe ser confinado. Hay hombres que no
pueden o no quieren sobreponerse a la enfermedad alcohólica y
cuando éstos llegan a tornarse peligrosos, creemos que la obra de
bien es confinarlos, aunque siempre debe consultarse a un buen
médico previamente. Las esposas y los hijos de estos hombres
sufren horriblemente al tener que. dar este paso que tanto habrá de
lastimar al ser querido. Mas alguna vez hay que comenzar una
nueva vida. Sabemos de mujeres que se han visto obligadas a adop-
tar esta penosa medida. Si las esposas que se hallan en igual posi-
ción se acogen a un modo de vida espiritual harán su tribulación
mucho más llevadera y les será más fácil hacer frente a los proble-
mas de la vida.
Por ser su esposo un hombre bebedor, probablemepte se preo-
cupe de lo que piensa la gente y le desagrade estar en contacto con
sus amistades. Se encierra más y más en usted misma y se imagina
que todas las personas comentan lo que sucede en su hogar.
Evade el asunto de la bebida aun al codearse con sus propios
parientes. No sabe qué explicación dar a sus hijos. Cuando su
esposo se halla en estado de embriaguez, usted se convierte en una
prisionera asustadiza y reniega hasta de la invención del teléfono.
113
Entendemos que la mayor parte de ese desasosiego es innecesa-
ria. Aungue no es preciso que comente el caso de su esposo exten-
samente, con la mayor tranquilidad puede hablar del asunto y
permitir que sus amistades sepan la naturaleza de su enfermedad
procurando en todo momento no abochornar o perjudicar a su
esposo con sus comentarios.
Una vez haya explicado cuidadosamente a todas sus .amistades
que se trata de un enfermo, habrá creado una nueva atmósfera. Las
barreras que había levantado entre usted y sus amigos y amigas
desaparecerán con la comprensión y la simpatía. Ya no habrá de
sentir soledad o ensimismamiento, ni verá la necesidad de excusar
a su esposo como si fuera un hombre de carácter débil o un malva-
do. El podrá tener otras faltas, pero no éstas. Su valor, buen estado
de ánimo y desaprensión, traerán maravillosos resultados en su vi-
da de relación.
El mismo principio se aplica al tratar con sus hijos. A menos
que ellos estén realmente necesitados de protección debido al pro-
ceder amenazante del padre, es mejor no inmiscuírse en las porfías
entre padres e hijos mientras aquél se halla ebrio. Ponga todos sus
empeños por conseguir un mutuo entendimiento entre ellos. Así se
aminorará la terrible tensión que se apodera del hogar de todo
bebedor porfiado.
Con frecuencia se habrá visto en la necesidad de decir al patro-
no o jefe de su esposo y a sus amistades, que él sé encuentra
enfermo cuando en realidad está borracho. Evite contestar encues-
tas de esta índole en tanto pueda. Cada vez que sea posible deje
que su esposo mismo se encargue de dar la explicación que le
parezca mejor. El deseo de ayudarle no debe forzarla a mentir a la
gente, especialmente cuando se trata de personas que tienen dere-
cho a que se les diga dónde está él y qué le sucede. Cambie impre-
siones con su esposo sobre este aspecto cuando se encuentre sobrio
y ·e n buen estado de ánimo. Preg6ntele lo que debe hacer si se
volviese a colocar en la misma posición; pero tenga cuidado de no
mostrarse resentida, recordándole lo que sucedió la última vez que
la puso en tal aprieto.
Hay otro pensamiento que es motivo de desconcertante temor.
Puede ser que tenga miedo de que su esposo pierda el empleo y
por anticipado esté pensando en la vergüenza que le causará y los
malos tiempos que vendrán tanto para usted como para sus hijos.
Tal vez le toque pasar por esta amarga experiencia si es que ya no
ha pasado esa prueba una o más veces. Si acaeciera otra vez, acoja
la situación de un modo sosegado. Tal vez constituya una bendi-
ción y sirva para convencer a su esposo de que debe dejar la bebida

114
para siempre. Y bien sabe él que puede dejarla si realmente quiere
hacerlo. Una y otra vez tal aparente calamidad ha resultado una
bendición para nosotras, pues ha señalado la senda que conduce a
Dios.
Anteriormente hemos recalcado lo extraordinariamente bien
que se vive sobre un plano espiritual. Si Dios puede descifrar el
viejo enigma del alcoholismo, también puede resolver nuestros pro-
blemas del diario vivir. Muchas esposas nos hemos percatado de
eso. Como tantas otras personas, nos veíamos agobiadas por el
orgullo, la vanidad, el desconsuelo y todo lo que arrastra al egocen-
trismo y en ocasiones ~ la infidelidad. A medida que nuestros
esposos fueron aplicando a su vida los principios espirituales, nos
fuimos dando cuenta exacta de la conveniencia de aplicarlos tam-
hién a nuestras vidas.
Al comienzo algunas de nosotras creíamos que no necesitába-
mos de esa ayuda. Nos imaginábamos que éramos mujeres más o
menos buenas, capaces de ser todavía un poco mejores si nuestros
esposos suprimían la bebida, pero para nosotras era una idea necia
creer que para seguir siendo buenas fuera necesario la ayuda de
Dios. Sin embargo, tratamos de poner en práctica los principios
espirituales en todos nuestros actos y a medida que lo herrios
venido haciendo notamos que se van resolviendo satisfactoriamen-
te todos nuestros problemas. Es grandioso ver cómo se alejan las
preocupaciones, el miedo y los resentimientos mediante esta prác-
tica sencilla. Les encarecemos que prueben nuestro programa, pues
nada ayudará tanto a su esposo como el cambio radical de actitud
hacia él, que con la ayuda de Dios, se puede adoptar. Les aconseja-
mos, además, que se mantengan al lado de su esposo siempre que
las circunstancias lo permitan.

Al hallar una solución para,el problema agobiador de la bebida,


tanto sus esposos como uste~s habrán de experimentar una gran
alegría. Pero tengan presente que no todos los problemas se resol-
verán en seguida. La semilla ha comenzado a germinar, mas se halla
tan solo en el comienzo de su desarrollo. A pesar de la nueva dicha
que han hallado, no dejarán de tener sus altas y sus bajas. Muchos
de los problemas que tenían habrán de estar presentes por algún
tiempo. Eso es lo más natural.
La fe y la sinceridad de ambos cónyuges, quedarán sometidas a
prueba. Pasar por ese crisol es parte de nuestra educación. Desde
luego que se incurrirá en equivocaciones, pero si tienen empeño en
vencer, nada las doblegará. Cuando logren sobreponerse a todas
esas debilidades, disfrutarán de una vida mejor.

115
Algunos de los escollos con que habrán de luchar serán los
resentimientos, Algunas veces sus esposos se mostrarán poco razo-
nables y querrán cen&urarlos. De un minúsculo punto en el hori-
zonte doméstico podrán surgir grandes nubarrones y los truenos
ensordecedores de la porfía. Estas desavenencias conyugales son
sumamente peligrosas, especialmente para su esposo. A menudo le
tocará ceder para evitarlas, coadyuvando así a que él mantenga su
control. No olvide que el resentimiento es una amenaza fatídica
para el alcohólico. No queremos decir con esto que tendrá que
estar de acuerdo con él cada vez que exista cualquier sincera dis-
crepancia de opinión, sino que debe tener buen cuidado de no
contradecirle en forma censuradora y rencorosa.

Tanto ustedes como sus esposos se darán cuenta de que podrán


resolver con mayor facilidad los problemas arduos y serios que los
problemas triviales. La próxima vez que tenga una acalorada discu-
sión, sin importar el asunto que esté ventilando, debe considerar
un privilegio para cualquiera de los dos sonreír bondadosamente
diciendo: "Esto se está poniendo serio. Siento haberme incomoda-
dÓ. Hablaremos después del asunto". Si su esposo está tratando de
vivir sobre 1,ma base espiritual, él también hará todo cuanto esté a
su alcance por evitar desavenencias o discordias.
A su esposo le consta que le debe más que su sobriedad. El no
quiere fracasar. Sin embargo, no le exija más de la cuenta. La
paciencia, la tolerancia, la comprensión y el cariño son las palabras
claves del éxito. Póngalas a relucir en su persona y revertirán su es-
plendor en el comportamiento de sus maridos. VIVAMOS Y DE-
JEMOS VIVIR, he ahí la regla. Si extrema el deseo de remediar
sus propios defectos habrá poca necesidad de criticarse uno a otro.

Las mujeres llevamos de~tro de nosotras el retrato del hombre


ideal, del modelo de caballero que elegimos para nuestros esposos.
Es· la cosa más natural del mundo que una vez se haya resuelto el
problema de la bebida, creamos que ya nuestro esposo se ha pues-
to a la medida de nuestra idolatrada imagen. Las probabilidades
son de que eso no haya sucedido todavía, pues sólo está comen-
zando su desarrollo. De manera que hay que cobrar ánimo y tener
paciencia.
Otro sentimiento que puede también incubarse en ustedes es el
resentimiento porque el amor y la lealtad no hubiesen podido
curar a su esposo del mal del alcoholismo. No les agrada la idea de
que el contenido de un libro o la labor de qtro alcohólico cerca de
su marido, haya podido lograr en pocas semanas el fin que vinieron
persiguiendo infructuosamente durante tantos años. En tales mo-

116
mentos se olvidan de que el alcoholismo es una enfermedad sobre
la cual no cabe duda de que nosotras no podíamos haber ejercido
ningún poder. Su esposo será el primero en reconocer que fue su
abnegación y su cuidado lo que lo trajo al punto en que pudo te•
ner un despertar espiritual. Sin usted hace tiempo que él se hubiera
hecho trizas. Cuando acudan sentimientos rencorosos a sus corazo-
nes trate de serenarse y contar sus bendiciones. Después de todo,
su familia está unida, el alcohol no sigue siendo un problema, y us-
tedes y sus esposos, en armonioso consorcio, están labrando un
porvenir nunca soñado.
Otra dificultad que debo mencionar es que a veces pudiera
sentir celos por las atenciones que d,ispense el esposo a otras perso-
nas, especialmente a los alcohólicos. Usted ha estado huérfana de
su compañía por mucho tiempo, y sin embargo, él ahora dedica
largas horas a ayudar a otros hombres y a sus familiares. Piensa que
él debiera pertenecerle por entero. El hecho es que él debe laborar
por esa gente para poder conservar su propia sobriedad. En algunas
ocasiones estará tan interesado en el asunto que realmente se des-
preocupará de usted. Su hogar se llenará de personas extrañas.
Pudiera ser que no simpatice con algunas de éstas, y sin embargo,
tenga que verlo· a él preocupándose de las dificultades y apuros de
esos seres en vez de estarse preocupando por usted. De nada valdrá
que le aclare el punto y le exija más atenciones. Consideramos un
verdadero error contrarrestar su entusiasmo en su trabajo con
otros alcohólicos. Debe cooperar todo lo más posible en tales es-
fuerzos. Sugerimos que enfoque algunos de sus pensamientos hacia
las esposas de sus nuevos compañeros. Estas necesitan el consejo y
cariño de una mujer que haya pasado por el viacrucis suyo.

Lo más probable es que haya tenido que vivir mucho tiempo


en la soledad y el abandono, pues la bebida generalmente aísla a la
esposa del alcohólico. Consiguientemente, ar igual que su esposo,
tal vez necesite algún nuevo interés en la vida, alguna causa noble
en qué inspirar su existencia. Si coopera, en vez de querellar, halla-
rá que su excesivo entusiasmo se normalizará. Ambos despertarán
al llamado de un nuevo sentido de responsabilidad para con los
demás. Ambos deben pensar en lo que pueden aportar a la vida en
vez de calcular lo que pueden arrebatarle. Inevitablemente vivirán
a plenitud y abandonarán de todo corazón la vieja existencia que
arrastraban, para disfrutar de una vida mejor.

Acaso su esposo haya tenido un buen comienzo en la nueva


senda que se ha trazado, pero cuando las cosas van a las mil mara-
villas desmaya y llega a la casa borracho. Si tiene la convicción de

117
que realmente él quiere sobreponerse a la bebida, no tiene que
alarmarse. Aunque es preferible que no tenga ninguna recaída,
como en efecto no la han tenido muchos de nuestros hombres, en
algunos casos, ello no tiene nada de particular. Su esposo verá en
seguida que debe redoblar sus actividades espirituales si anhela
sobrevivir. No debe llamarle la atención sobre su deficiencia espiri-
tual -él se dará perfecta cuenta de ella-. Trate de animarlo y
pregúntele en qué forma puede todavía serle de más ayuda.
La más mínima señal de miedo o intolerancia de su parte
puede hacer que disminuyan las probabilidades de recuperación de
su marido. En un momento de debilidad él pudiera valerse de esa
antipatía ha~ia sus amigos de parranda como una de esas descabe-
lladas excusas triviales para beber.
Nosotras nunca tratamos de coordinar la vida de nuestros espo-
sqs de manera que les resguardemos de tentación. Sin duda él se
disgustará por la más insignificante insinuación que hagan para
reglamentar su conducta, arreglando sus citas y e·ncauzando sus
asuntos de modo que no ponga en riesgo su sobriedad. Procure que
él se sienta libre de venir y salir a su antojo.
Esto es importante. Si se emborracha no le eche la culpa. O
Dios ha removido de él el problema de la bebida o no lo ha removi-
do. Lo mejor es saberlo cuanto antes. Si no lo ha removido, con tal
conocimiento ambos pueden ir a lo fundamental. Para evitar rein-
cidencias lo mejor es poner el problema con todo lo que le sea
inherente en las manos de Dios.
Nos damos cuenta de que hemos estado apuntando infinidad
de instrucciones y consejos, y hasta tememos que hayamos podido
pecar de catedráticas. Si ello fuere así, lo sentiríamos en el alma,
pues a nosotras mismas no siempre nos agradan las personas que se
complacen en prodigar arengas. No obstante, lo que hemos relata-
do ·está basado en gran medida sobre nuestra experiencia dolorosa.
La realidad es que tuvimos que aprender estas cosas al rigor de una
vida lastimera y es por eso por lo que estamos tan ansiosas de que
nos comprendan, dé suerte que puedan evitar dificultades y com-
plicaciones innecesarias.
En fin, queridas lectoras, y especialmente a ustedes, esposas de
futuros hombres alcohólicos, para cerrar este capítulo, bastará con
decirles: " ¡Hasta luego~ ¡Buena suerte y que Dios las bendiga! "

118
CAPITULO IX

LA FAMILIA DESPUES
Las damas de nuestros hogares sugieren en el capítulo anterior
determinadas actitudes que vale la pena que asuma la esposa en su
trato hogareño con el marido que se halla en proceso de recupera-
ción. Es posible que hayan dado la impresión de que debe forrarse
al esposo de algodón y colocarlo luego sobre un pedestal. El reajus-
te feliz significa todo lo contrario. Todos en la familia deben pro-
ceder de mutuo acuerdo, a base de tolerancia, comprensión y cari-
ño. Esto envuelve un proceso de condescendencia. Tal vez el alco-
hólico, la esposa, lo·s hijos y los parientes políticos tengan sus ideas
fijas respecto de la actitud de la familia hacia cada uno de ellos.
Generalmente cada cual tiene interés en que se respeten sus gustos
y caprichos. Notamos que mientras más exige un miembro de la
familia que los otros accedan a sus pretensiones, más resentido se·
muestra, y naturalmente, esto trae consigo discordias y desdichas.
Todo esto obedece a que cada persona quiere desempeñar el
papel principal en la casa. El uno y el otro pretende ser el que
ajuste a su capricho el modus vivendi del bogar, siendo de notar,
además, que inconscientemente trata de ver lo que puede derivar
de la familia y no lo que puede aportar a ella.
El dejar' de beber no es más que el primer paso en el restableci-
miento de una condición muy tensa y anormal. Hemos oído decir
a cierto médico que luego de convivir con un alcohólico es casi
seguro que la esposa e hijos se conviertan en seres neuróticos.
Hasta cierto punto toda la familia llega a ese estado. Les hacemos
ver cuando comienza la nueva trayectoria, que no siempre habrá
de estar el cielo despejado, que hallarán escollos en el camino y a
su turno cada miembro irá sintiendo los pies adoloridos y pugnará
por seguir adelante. Habrá desvíos y trechos tentadores por los
cuales pudieran internarse y perder la verdadera senda.
¿Qué les parece si resumimos algunos de los obstáculos con
que ha de t ropezarse la familia y sugerimos la forma en que pue-
den éstos vencerse, trocándose en puntales de apoyo provechosos

119
para ustedes? La familia del alcohólico sueña constantemente con
el retorno de la dicha y la seguridad. Rememora los gratos días
cuando el padre era un hombre cariñoso, considerado y pródigo.
Mide su vida de hoy, comparándola con la existencia muelle de
años idos, y al ver el marcado contraste se siente acongojada.
La confianza de la esposa y de los hijos en el padre va aumen-
tando cada día. Piensan que los buenos tiempos muy pronto volve-
rán. A veces quieren que el padre los trueque en realidad tangible
al instante. Imaginan que desde hace tiempo Dios les ha debido
conceder esa gracia pa-r:a compensar las zozobras y vicisitudes por-
que han atravesado. Mas el jefe de la casa ha pasado muchos años
echando a rodar por el suelo todo cuanto había edificado: la es-
tructura de los negocios, el honor, la amistad, la salud, las cosas
que ahora están en ruinas o dañadas, le tornaron al padre largo
tiempo en despejar la confusión. Aunque las viejas estructuras
eventualmente serán reemplazadas por otras mejores, la erección
de las nuevas requerirá años de esfuerzos.

El padre sabe que tiene la culpa. Tal vez necesite temporadas


de tenaces esfuerzos para la restauración económica; pero no debe
reprochársele por el tiempo que requiera para tal logro. Acaso
nunca vuelva a acumular dinero en abundancia. Los familiares sen-
satos admitirán más el empeño que ponga en lo que quiere ser que
en lo que trata de conseguir.
Una y otra vez la familia se verá conturbada por los espectros
del pasado pues la carrera de bebedor de casi todos los alcohólicos
se distingue por sus escapadas quijotescas y las escenas humillan-
tes, vergonzosas y trágicas. El primer impulso será sepultar los
esqueletos del ayer en un cuarto oscuro, condenándolo para siem-
pre con un buen cerrojo. La familia puede darse a la idea de que su
futura felicidad cabe solo cimentada sobre el olvido de aquellos
tétricos acontecimientos. Creemos que ese punto de vista es muy
egocéntrico y está en conflicto con la nueva norma de vida.

Henry Ford hizo una vez una sabia observación al efecto de


que la experiencia es algo de supremo valor en la vida. Ello es así
siempre y cuando queramos hacer buen uso de los sucesos que
dejamos atrás. No cabe duda de que nos e~grandecemos al dispo-
nernos a enfrentar y rectificar nuestros yerros del pasado convir-
tiéndolos en valores del presente. De esta suerte el pasado del
alcohólico viene a ser el tesoro de la familia, y con frecuencia
pudiéramos decir que su única riqueza.
Al propio tiempo el cuadro tormentoso del ayer pudiera ser de
infinito valor para otras familías que tengan ante sí problemas más

120
I
o menos parecidos los que tuvimos. Creemos que los que se hán
aliviado deben procurar llevar el lenitivo a otros seres que todavía
no lo han tenido. Cuando se presente la ocasión, cada miembro de
la familia debe estar presto a sacar a la superficie los errores come-
tidos, sin importarle cuán serios fueren, a fin de demostrar a los
que sufren, la forma en que fuimos auxiliados. Esto es precisamen-
te lo que hace que nuestra vida resulte tan llevadera. Conffo en el
pensamiento de que su oscuro pasado puesto en las manos de Dios,
es la posesión más valiosa que tiene, ya que constituye la llave de
la vida y la felicidad para muchos otros seres. Con ella se puede
detener la miseria, el martirio y la muerte, alejándolos de esos
hogares.
Puede suceder que desenterremos éiertas malas acciones que
resultan una mancha. Por ejemplo , sabemos de situaciones en las
que el alcohólico o su esposa cometieron adulterio. En el primer
brote de esperanza espiritual los cónyuges se estrecharon amorosa-
,1 mente y el adulterio fue perdonado. El milagro de la reconciliación
cristalizóse. Luego con motivo de cualquier inesperada provoca-
ción, el agraviado, o la agraviada, sacó a la. superficie aquel cruel
episodio del pasado, revolviendo con rabia &US cenizas. Algunos de
nosotros hemos tenido estos cruelísimos incidentes. Los cónyuges
se han visto obligados, en algunas ocasiones, a separarse por algún
tiempo hasta que una nueva victoria sobre el orgullo herido pudie-
ra lograrse. En la mayoría de los casos el alcohólico supo sobrepo-
nerse a tal estado de cosas sin recaer, pero no siempre. De modo
que si queremos que tales sucesos del pasado sirvan de algún pro-
pósito noble y útil, lo mejor es no discutirlos.
Las distintas familias que militan en Alcohólicos Anónimos
guardan algunos esqueletos bien ocultos en el fondo de sus baúles.
Todos conocemos las intimidades de los demás. En la vida ordina-
ria tal circunstancia causaría tormentos indecibles; es de suponer
que traería consigo escandalosas murmuraciones y mofas así como
la tendencia de tomar ventaja, en cualquier momento dado, de las
íntimas confidencias. Mas entre nosotros es muy raro que eso
suceda. Ciei;to es que hablamos sobre unos y otros, pero la conver-
sación casi invariablemente está inspirada en el afecto y la tole-
rancia.

Otra pauta que con mucho cuidado hemos seguido es la de no


relatar las experiencias íntimas de otras personas a menos que
estemos seguros de que ellas aprobarán nuestro proceder. Siempre
que podemos preferimos atenernos a nuestro propio historial. Un
hombre puede criticarse o mofarse de sí mismo y al hacerlo puede
causar buen efecto en otras personas; mas a veces produce una

121
reacción completamente contraria cuando se ve criticado y ridicu-
lizado por otra persona. Todos en la familia deben cuidar bien de
estos asuntos, pues nos consta que una observación desatinada ha
causado muchas veces trastornos infernales. Recuerden que los
alcohólicos somos personas sumamente sensibles y que a muchos
nos toma tiempo para ponernos en condiciones de sobreponernos
a esa flaqueza.
Entre nosotros, los alcohólicos, hay muchas personas entusias-
tas. Algunos llegamos hasta los extremos. Al comienzo de su recu-
peración, el alcohólico, por lo general, sigue una de estas direccio-
nes: o se lanza con frenético etnpeño a la obra de cimentar su
negocio, o se siente tan feliz en su nueva vida que no habla ni
piensa otra cosa. En cualquiera de estos dos casos surgirán proble-
mas domésticos, alrededor de los cuales hemos tenido una gran
experiencia.
Entendemos que es peligroso que el alcohólico se entregue
impetuosamente al reajuste de· su problema económico. La familia
también será objeto de reacción, mostrándose jubilosa al principio,
creyendo que va a resolver en un santiamén sus dificultades de
dinero, para luego irse desanimando a medida que piensa que el
jefe del hogar la está relegando. Acaso éste demuestre poco interés
en sus hijos y desahogue su enojo cada vez que se le recrimine por
su comportamiento. En vez de enf~darse, es posible que se muestre
indiferente o majadero, y no alegre y afectuoso como a la familia
le gustaría que actu.ase.
Tal vez la mujer se queje de poca consideración. Tan pronto
comienzan a surgir esas quejas, empieza a crearse una barrera, que
será cada vez más grande, ya que él no habrá de cambiar su acti-
tud, pues está poniendo en juego todas sus energías para ganar el
tiempo perdido. Está tratando de recobrar su fortuna y su reputa-
ción; de manera que estima que está procediendo y desenvol-
viéndose bien.
Algunas veces la madre y los hijos no lo entienden así. Por
haberlos relegado y maltratado en el pasado, creen que el padre de
la casa tiene una deuda contraída que debe pagar. Pretenden que él
dé una importancia exagerada al asunto. Esperan que les propor-
cione los buenos tiempos que solían disfrutar antes de que se diera
del todo a la bebida, y que se muestre contrito por lo mucho que
les hizo sufrir. Pero el papá no se entrega por completo a la familia,
y en consecuencia, crece el resentimiento. Por ende se muestrá
menos comunicativo. A veces se encoleriza por una bagatela. La
familia quéda desconcertada y lo censura llamándole acerbamente
la atención por la forma en que está descuidando su programa
espiritual.

122
Todo esto puede evitarse. Tanto el padre como la familia est~n
equivocados, a pesar de que asista a cada una de las partes cierta
justificación. De poco vale lá porfía pues con ella sólo se consigue
empeorar el in1pase; La familia debe comprender que aunque el
padre haya mejorado notablemente, todavía se encuentra en esta-
do convaleciente. Deben dar gracias a Dios porque esté sobrio y
forme parte del mundo otra vez. Déjenlo que se regodee en su
mejoría. Recuerden que la bebida le causó toda clase de daños que
tardarán en repararse. Si todos se percatan bien de estas cosas, no
darán tanta importancia a sus arrebatos de cólera, a su abatimiento
y apatía, que irán desapareciendo con la tolerancia, el amor y el
conocimiento espiritual.
El jefe de la casa debe recordar que és el culpable de lo que ha
acontecido en su hogar. Apenas sí podrá cuadrar sus cuentas en lo
que le resta de vida. No obstante, debe ver el peligro .de concen-
trarse demasiado en el éxito económico. Si bien es cierto que para
algunos de nosotros ia restauración económica se está haciendo
tangible, no es menos verídico que en todo momento nos hemos
dado cuenta de que no podemos colocar el dinero en primer térmi-
no. Para nosotros, el bienestar material va después y nunca antes
del progreso espiritual.
Toda vez que el hogar ha sufrido más menoscabo. que ninguna
otra cosa, es bueno que el hombre ponga gran empeño en atender-
lo lo mejor que pueda. No es de esperar que vaya muy lejos en tal
sentido si deja de tratar con desprendimiento y ternura a las perso-
nas que le rodean bajo su propio techo. Sabemos que existen
esposas y familiares que con su proceder hacen difícil la conviven-
cia, pero el hombre que se está recuperando de la enfermedad
alcohólica debe recordar que él tiene mucha culpa de que ellos
actúen en tal forma.
A medida qüe un miembro de una familia resentida comienza a
ver sus debilidades y a admitirlas ante los otros, está sentando la
base para una provechosa discusión. Las conversaciones familiares
resultarán c,onstructivas si pueden llevarse a cabo en una atmósfera
de paz, es decir, sin argumentos calurosos, justificaciones super-
fluas, compasión propia o crítica rencorosa. Poco a poco, la madre
y los hijos se darán cuenta de que estaban exigiendo demasiado y
el padre reconocerá que a su vez estaba aportando muy poco al
hogar. Dar en lugar de quitar pasará a ser en adelante el lema de la
casa
Supongamos por otra parte que en el comienzo el padre es
objeto de un despertar espiritual. De la noche a la mañana surge un
hombre diferente, que se convierte en un devoto religioso y que no

123
puede enfocar su atención en otra cosa. Tan pronto como su so-
briedad pasa a considerarse como. cosa natural, la familia pudiera
contemplar al nuevo papá con cierta aprensión y mal humor. Pu-
diera ser que día y noche el padre se dé a arengarlos sobre asuntos
espirituales y que insista en que todos en la familia deben buscar a
la carrera el camino de Dios; o bien puede acontecer que el padre
demuestre una indiferencia glacial hacia ellos, y a cada observación
que se le haga diga que está por sobre murmuraciones mundanas.
Hasta es posible que diga a la esposa, que acaso haya sido una
mujer religiosa toda la vida, que ella no sabe nada de esas cosas y
que lo mejor que podría hacer es acogerse a su marca de fábrica
espiritual mientras le queda tiempo para salvarse.
Cuando un padre se porta de esta manera, la familia puede
reaccionar desfavorablemente y tal vez sentirse celosa de un Dios
que le roba el afecto de ese ser querido. A pesar del consuelo y la
gratitud que experimentan porque no bebe más, acaso no les agra-
de la idea de que Dios realice ei milagro de su sobriedad y que ellos
en cambio fracasen en tal empeño. Muchas veces olvidan que su
padre estaba fuera de toda ayuda humana. Acaso no sepan por qué
motivo su amor y devoción fallaron en el anhelo de rehabilitarlo.
Piensan que después de todo papá no es un hombre tan espiritual y
comentan que si él quiere enmendar sus pasados errores ¿a qué
preocuparse tanto de todo el mundo menos de su familia? Y ¿qué
diremos de su teoría de que Dios cuidará de ellos? ¡Ah, casi
comienzan a sospechar que su padre éstá "chiflado"!
El no está tan desequilibrado como ellos creen. Muchos de
nosotros hemos experimentado la misma exaltación que este pa-
dre. Hemos sentido la embriaguez espiritual. Así como el raquítico
explorador de minas que con el cinturón apretado sobre el último
bocado de comida, da por fin con el pico en la veta de oro, nuestro
júbilo al liberarnos de una vida de frustraciones no tiene límites. El
padre cree que él ha descubierto algo más preciado que el oro .
Acaso no se haya fijado todavía en que apenas ha tocado un filón
inagotable que pagará dividendos únicamente si sigue trabajando
por el resto de su vida y si persevera en dar el producto de sus
esfuerzos a sus semejantes.
Si la familia coopera, el padre pronto se dará cuenta de que
está haciendo una equivocada apreciación de valores. Se percatará
de que su desarrollo espiritual, acusa desnivel y que para el hombre
promedio como él, una vida espiritual que no incluya las obligacio-
nes para con la familia no puede ser tan perfecta como suponía.
En el seno de una familia comprensiva y afectuosa, esta clase de
desliz, proveniente de la infancia espiritual del padre, muy pronto
desaparecerá.

124
Todo lo contrario puede suceder si la familia lo condena o
critica. El padre puede darse a creer que por años la bebida lo ha
situado al lado equivocado de todo argumento: pero ahora se ha
colocado en otro terreno, se ha convertido en una persona supe-
rior, con Dios de su parte. Si la familia persiste en la censura, este
sofisma puede arraigarse más y más en el padre, y en lugar de
tratar a la familia como debiera, pudiera irse reconcentrando cada
vez más en sí mismo y creer que tiene justificación espiritual para
hacerlo.
Aunque la familia no esté totalmente d e acuerdo con las activi-
dades espirituales del padre, debe dejar que éste use su propio
discernimiento. A pesar de que se comporte con cierto grado de
dejadez e irresponsabilidad para con los suyos conviene dejar que
labore todo cuanto quiera, ayudando a otros alcohólicos. Durante
sus primeros días de convalecencia esto asegurará su sobriedad más
que ninguna otra cosa. Aun cuando algunas de sus manifestaciones
sean alarmantes o desagradables, creemos que este padre de familia
pisa sobre terreno más firme que aquél que coloca el éxito de su
negocio o profesión por encima de su desarrollo espiritual. El
primero tiene menos probabilidades de volver a beber y cualquier
cosa es preferible a eso.
Aquellos de nosotros que hemos dedicado mucho tiempo al
mundo de la fantasía espiritual, eventualmente llegamos a vislum-
brarlo como un mundo infantil. Ese mundo del ensueño ha sido
hoy reemplazado por un gran propósito sensato, acompañado por
el conocimiento interior cada vez más creciente del poder de Dios
en nuestras vidas. Hemos llegado a creer que El quiere que conser-
vemos nuestras cabezas junto a El en las altas nubes y que, no
obstante, nuestros pies queden bien plantados en la tierra. Ahí es
donde están nuestros compañeros de viaje y en donde debe reali-
zarse nuestro trabajo. Esas son realidades para nosotros. De mane-
ra que no hemos hallado nada incompatible entre una poderosa
experiencia espiritual y una vida útil, sana y feliz.
Otra sugerencia adicional: tenga la familia o no convicciones
espirituales, haría bien en examinar los principios a virtud de los
cuales el padre alcohólico está tratando de vivir. Difícilmente deja-
rán de agradarle esos sencillos preceptos, aunque el padre del hogar
todavía esté fallando algo en la práctica de los mismos. Nada ayu-
dará tanto a estimular a un ser que está en la tangente éspiritual
como la esposa que adopta un programa espiritual sano y hace
mejor uso práctico del mismo.
Habrá otros cambios profundos en los asuntos domésticos. El
licor incapacitó al padre por tantos años que la madre pasó a ser el

125
jefe del hogar. De la manera más valerosa se hizo cargo de las
responsabilidades consiguientes; las circunstancias la forzaron a
tratar a su esposo como a un enfermo o a un hijo descarriado. Aun
cuando él a veces quería reafirmarse en su puesto, no podía hacer-
lo porque. la bebida constante hacía que no tuviera razón. De
manera que la madre se veía obligada a hacer todos los planes y
dirigir la familia. Cuando se hallaba sobrio, el padre generalmente
lo acataba todo. De modo que la madre, sin culpa alguna, fue
acostumbrándose a llevar el timón y los pantalones de la casa.
Ahora que el padre vuelve otra vez a la vida, a menudo trata de
reconquistar su puesto. Esto significa que pueden surgir discordias,
a menos que la familia vigile en uno y otro la tendencia al mando y
lleguen a un fraternal entendimiento.
La bebida aísla de la vida de relación a la mayoría de las
familias de los seres alcohólicos. El padre puede haberse desligado
por años de sus actividades normales -clubes, deberes cívicos,
deportes, etc.-. Cuando reanude su interés en esas iniciativas, pu-
dieran surgir recelos. La familia puede creer que tiene una hipoteca
sobre el papá y que su derecho de propiedad es tan grande que no
puede venir a cancelarla nadie de afuera. En vez de abrir nuevas
brechas de actividades para ellos, la madre y lo~ hijos tal vez exijan
al padre que se quede en la casa y llene el vacío que dejara en ella.
Desde el mismo comienzo la pareja debe hacerle frente al he-
cho de que cada uno tendrá que ceder alguna que otra vez, si la
familia quiere desempeñar un papel efectivo en la nueva vida. El
padre necesariamente habrá de dedicar mucho tiempo a otros alco-
hólicos, pero esta actividad debe balancearla. Sin duda hará nuevas
amistades con personas que nada saben de alcoholismo y tendrá
que dar adecuada atención a sus encuestas y averiguaciones. Los
asuntos de la comunidad pudieran ser también objeto de su aten-
ción. Aun cuando la familia no tenga filiación religiosa, él tal vez
desea hacer esa clase de contacto y ser miembro de alguna religión
-determinada.
A los alcohólicos que se han burlado de la gente religiosa les
conviene hacer tales contactos. Al ser objeto de una experiencia
espiritual, el alcohólico hallará que tiene muchas cosas en común
con dichas personas, aunque pudiera diferir en muchos otros asun-
tos. Si no se enfrascan en discusiones sectarias harán nuevos ami-
gos y con toda seguridad hallarán nuevas sendas de utilidad y
provecho. El y su familia a su vez pueden llevar un poco de luz a
esas congregaciones, sirviendo de ejemplo con su labor alcohólica a
muchos sacerdotes, ministros y rabíes que sólo se dan a predicar
en este enmarañado mundo de Dios. Decimos lo que antecede a

126
modo de sugerencia. En lo que concierne a nosotros no existe nada
compulsorio. Como agrupación sin carácter religioso, no es nuestra
misión decir a otros lo que deben hacer. Cada individuo debe con-
sultar su propia conciencia.
Hemos estado hablando a los lectores de cosas serias, algunas
veces trágicas; hemos tratado sobre el alcohol en sus peores aspec-
tos. Pero no constituímos un grupo austero. Si los recién llegados a
nuesti·as filas no vieran la amenidad y la alegría que reina en nues-
tros salones, se resistirían a seguir con nosotros. Insistimos en el
disfrute de una vida. No tratamos de imbuírnos en consideraciones
cínicas sobre los acontecimientos mundiales ni nos echamos sobre
los hombros los magnos problemas de las naciones. Cuando vemos
a un hombre sumido en el cenagal del alcoholismo, le damos la
mano y le prestamos la primera ayuda, poniendo a su alcance todo
cuanto tenemos para su recuperación. Para su bien, repasamos
nuestro pasado y con ello también aligeramos la carga de horrores
que llevamos a rastras. Pero nos veremos sobrepujados en la tarea
si tratamos de ~charnos encima el enorme fardo de tribulaciones y
dificultades de los demás.
De manera que creemos que el júbilo y la alegría son de gran
utilidad. Los curiosos que vienen a visitarnos quedan a veces per-
plejos cuando ven cómo se desatan la risa y la alegría entre noso-
tros al comentar cualquier experiencia aparentemente trágica del
pasado. ¿Y por qué no hemos de reír? Nos hemos recuperado y se
nos ha dado el poder de ayudar a otros: he aquí lo importante.
Todos sabemos que los que están quebrantados de salud, y los
que rara vez se divierten, no ríen mucho. De manera que debemos
dejar que cada familia se divierta junta o separadamente tanto
como lo permitan las circunstancias. Estamos seguros de que Dios
quiere que nos sintamos felices, alegres y libres. No podemos estar
de acuerdo con los que creen que la vida es un valle de lágrimas,
aunque entendemos que una vez lo fue para muchos de nosotros.
Mas resulta evidente que nosotros labramos nuestra propia miseria.
0

Dios no fue quien lo dispuso. Evitemos, pues, elaborar d eliberada-


mente nuestras nuevas desdichas.
Por otro lado, si nos esperasen nuevas vicisitudes, aceptémoslas
y capitalicemos en ellas, acogiéndolas como una oportunidad para
demostrar la omnipotencia del Todopoderoso.
Ahora pasemos a la salud: un cuerpo tan horriblemente que-
mado por el alcohol no puede renovarse de la noche a la mañana,
ni con solo pestañear pueden desaparecer el pensamiento torcido y
el abatimiento. Tenemos la certeza de que un modo de vida espiri-
tual es el remedio de mayor potencia restauradora. Los que nos

127
hemos recuperado de la bebida consuetudinaria somos milagros de
salud mental. Pero también hemos visto transformaciones notables
en nuestros cuerpos. Difícilmente hay uno en nuestra multitud
que muestre las huellas de su vida disipada.
Esto no implica que hagamos caso omiso de las medidas huma-
nas para la preservación de la salud. Dios ha dado al mundo exce-
lentes médicos, sicólogos y especialistas en varios ramos de la me-
dicina. No vacilen en consultar los asuntos de su salud con esas
personas. Hay muchas de ellas que dedican todo su tiempo a la
misión de ver que sus semejantes disfruten de cuerpos y mentes
sanos. Tratemos de recordar que aunque Dios ha operado milagros
en nosotros no debemos nunca empequeñecer la sabiduría del mé-
dico o siquiatra. Sus servicios a veces son indispensables en el
tratamiento de algún nuevo amigo y en la atención subsiguiente de
su caso.
Uno de los muchos médicos que tuvo oportunidad de leer el
manuscrito de este libro, nos dijo que los dulces eran a veces de
ayuda para nosotros, dependiendo desde luego del consejo médico.
El cree que todos los alcohólicos deben tener dulces de chocolate a
la mano por la energía que proporcionan en momentos de fatiga.
Agregó que ocasionalmente durante la noche, experimentamos una
vaga ansiedad que puede satisfacerse con dulces. Muchos de noso-
tros hemos notado la tendencia a comer dulces y hemos hallado
esta práctica satisfactoria.
Algunas palabras sobre relaciones sexuales. El alcohol es un
estimulante sexual tan fuerte para algunos hombres, que éstos han
abusado en ese sentido. Hay matrimonios que han quedado asom-
brados al ver que cuando se eliminó la bebida el hombre tiende a la
impotencia. A menos que comprenda la razón que concurre, eso
puede causar un trastorno emocional. Algunos de nosotros tuvi-
mos tal experiencia, solo para sentirnos después muy regocijados,
ya que a los pocos meses nos vimos en mejor aptitud para la
relación íntima conyugal. No debería tenerse prisa en c.o nsultar a
un médico o sicólogo si la condición persiste, pues no sabemos de
ningún caso en que tal dificultad se prolongue demasiado.
Al alcohólico puede hacérsele difícil reanudar sus relaciones
paternales con los hijos. Sus mentes jóvenes quedaron mal impre-
sionadas al vernos bajo el influjo de la bebida. Sin decirlo pueden
odiarnos cordialmente por lo que les hicimos sufrir y por el trato
que dimos a sus madres. Los muchachos a veces se ven dominados
por una terquedad y un cinismo patéticos. Parece como que no
pudieran perdonar y olvidar. Su actitud pudiera persistir durante
meses y meses, aun después que la madre haya aceptado la nueva
vida 'J,, el nuevo modo de pensar del padre.
"
128
A su debido tiempo se convencerán de que su papá es un
nuevo hombre y a su manera se lo demostrarán. Cuando esto
acontezca, puede invitársele a que se una a 1~ meditación de la
mañana y a participar luego en las di~cus~ones del día sin rencores
ni suspicacias. De ahí en adelante, el progresó será rápido. Con
frecuencia esas reuniones traen resultados espléndidos.
Proceda o no la familia sobre una base espititual, el alcohólico
debe actuar sobre esa base si se quiere recuperar. Los otros miem-
bros de la familia deben convencerse de su nuevo estado, sin que
les quede la menor duda. Ver es creer para la mayoría de las
familias que han convivido por muchos años con un bebedor.
He aquí un caso que encaja muy bien: uno de nuestros amigos
es un gran fumador y bebedor de café. No cabe duda de que usa
ambas cosas en exceso. Dándose ¡:uenta de ello su esposa, quiso
hacerle un bien insistiendo en que dejara de fumar y de beber café,
amonestándolo continuamente sobre el asunto. El admitió que
estaba usando excesivr1mente ambas cosas, pero confesó que fran-
camente no estaba en aptitud para eliminadas. La esposa es una de
esas personas que realmente creen que hay algo pecaminoso en
estas prácticas superflua~; de manera que siguió regañándolo hasta
que su intolerancia provocó en el esposo un arrebato de cólera, y
se emborrachó.
. Desde luego, nuestro amigo actuó mal -completamente mal-.
Con gran pena hubo de admitirlo, viéndose precisado a reforzar su
cercado espiritual. Es hoy uno de los miembros má.s diligentes de
Alcohólicos Anónimos, pero fuma y toma café. Ni su esposa ni
nadie se inmiscuyen en sus juicios. Ella reconoce que estµvo¡'e qui-
vocada al provócar una discusión acalorada sobre un asunto de esta
naturaleza, précisamente cuando su esposo estaba recuperánqose
de otros padecimientos más serios·.
Tenemos tres breves axiomas que vienen a propósito: "LO
PRIMERO, PRIMERO" , " VIVA Y DEJE VIVIR" Y "POCO A
POCO SE VA LEJOS".

-
129
.,
CAPITULO X

AL JEFE DE EMPLEADOS
Uno de nuestros amigos, cuya espeluznante historia leerán, ha
dedicado la mayor parte de su vida al mundo de los grandes nego-
cios. Ha tenido que colocar y despedir centenares de hombres y
conoce al trabajador alcohólico, desde el punto de vista de la
persona que le tiene bajo sus órdenes. Sus comentarios deben ser,
pues, de excepcional provecho para los hombres que sean jefes de
empleados en los diversos negocios en todas partes.
Vamos a dejar que él hable:
Una vez fui subgerente de la división de una corporación que
daba empleo a seis mil ¡¡eiscientos hombres. Un día mi secretaria
me avisó que el señor X insistía en hablar conmigo por teléfono.
Le pedí le dijera que no me interesaba hablar con él, pues ya le
había advertido varias veces a este individuo que le daba la última
oportunidad para enmendarse, y poco después me había llamado
por teléfono dos días consecutivos tan borracho que casi no podía
hablar. Le dije que habíamos terminado con él de una vez y para
siempre.
Mi secretaria volvió donde mí para decirme que no era precisa-
mente el señor X quien aguardaba en el teléfono sino su hermano
y que sólo quería darme un recado. Todavía esperaba que se trata-
se d.e pedir clemencia cuando salieron estas patéticas palabras por
el auricular: "Solamente quería decirle que mi hermano se tiró por
la ventana de un hotel y que dejó una nota diciendo que usted fue
el mejor patrón que tuvo y que no debía culpársele de nada".
En otra ocasión, mientras abría una carta que hallé sobre el
escritorio, rodó un recorte de periódico al suelo. Contenía la noti-
cia de la defunción de uno de los mejores vendedores que había
trabajado bajo mis órdenes. Después de dos semanas de borrache-
ras, había terminado sus días poniendo sus pies en el gatillo de una
escopeta cargada, luego de haber colocado el cañón de la misma
dentro de su boca. Podrán fácilmente imaginar cuál sería en esos
momentos mi estado de ánimo si tienen en cuenta que yo lo había
despedido seis semanas antes por la bebida.

130
Pasemos ahora_ a otra desgarradora experiencia: La voz de una
mujer atribulada se percibía débilmente, pues hablaba por teléfono
a larga distancia, desde Virginia. Quería saber si la póliza de seguro
de su esposo estaba todavía vigente, pues hacía cuatro días que él
se había ahorcado echándose al cuello un lazo y guindándose ma-
cabramente en la leñera. Yo le había tenido que despedir por la
bebida, a pesar dé que era un empleado alerta, brillante y uno de
los mejores organizadores que conocía.
He aquí tres hombres excepcionales que perdió el mundo por-
que yo carecía del adecuado conocimiento sobre el alcoholismo
que tengo hoy. ¡Y qué ironía, pensar que yo también con el
tiempo habría de convertirme en un alcohólico! Tanto más aún: a
no ser por la oportuna intervención de un ser comprensivo, yo
hubiera seguido el mismo derrotero del suicidio. Mi caída costó a
la empresa comercial en que trabajaba incalculables miles de dóla-
res, pues se requería bastante dinero para adiestrar a un hombre en
un puesto ejecutivo. Esta clase de experiencias se van acumulando
hasta nunca acabar. Creemos que el manejo de una empresa se ve
de golpe acometido por una situación crítica que muy bien puede
remediarse con un buen entendimiento.
Casi todos los jefes de personal modernos, sienten una gran
responsabilidad por el bienestar de sus ayudantes y tratan de asu-
mirla. Que no lo hayan hecho siempre así con el trabajador alcohó-
lico puede fácilmente comprenderse. Para aquél, el alcohólico por
lo general ha sido un tonto de primera magnitud. Debido a la
habilidad especial de tal empleado o al apego personal del jefe
hacia el mismo, algunas veces lo ha retenido más allá de un perío-
do razonable. Algunos han buscado toda clase de remedios posi-
bles. En muy pocos casos han dejado de ser hasta cierto extremo
pacientes y tolerantes. Muchos de nosotros, los que abusamos de la
bondad de nuestros mejores jefes de trabajo, difícilmente podría-
mos quejarnos de su condescendencia.
Daremos un ejemplo típico de lo que dejamos dicho : Un fun-
cionario de una de las instituciones bancarias más grandes de Norte
América supo que yo había dejado de beber. Cierto día me habló
sobre uno de los empleados ejecutivos del Banco que por su des-
cripción era sin duda un alcohólico. Me pareció que éra esa una
buena oportunidad de ser útil, de manera que estuve dos veces
hablando, de acuerdo con mi mejor saber y entender, sobre la
enfermedad del alcoholismo y describiendo sus síntomas y conse-
cuencias. El comentario de mi amigo fue el siguiente: " Muy intere-
sante, pero estoy seguro de que este hombre ya dejó la bebida. El
acaba de regresar después de disfrutar de unas vacaciones de tres

131
meses. Luce muy bien y para remachar el asunto la junta de direc-
tores le hiio saber que esta era su última oportunidad".
Mi única respuesta fue que si el hombre seguía su manera de
ser habitual habría de dar una embestida más tremenda que nunca.
Juzgué que eso era inevitable y me pregunté si el Banco no estaría
cometiendo una injusticia con ese individuo; ¿por qué no ponerlo
en contacto con alguna persona de nuestra agrupación? Tal vez así
le diera al hombre una oportunidad mucho mejor. Indiqué a mi
amigo que yo había estado tres años sin beber una gota de licor, a
pesar de haber tenido que vérmelas con dificultades que hubieran
hecho que nueve o diez hombres se pusieran como cubas. ¿Por qué
no darle a su compañero por lo menos la oportunidad de que
escuchara mi historia? "Oh no, no", dijo mi amigo, "este mucha-
cho o deja la bebida o se queda sin empleo. Si tiene la fuerza de
voluntad y el temple suyo, triunfará".
Mi disgusto fue tal que estuve a punto de poner la mano en
alto y gritar para exteriorizarlo, toda vez que veía que no había
logrado que mi amigo comprendiera el asunto. El sencillamente no
podía creer que su compañero ejecutivo padecía de una seria enfer-
medad y no qtiedaba más remedio que esperar los acontecimientos.
\
En efecto, io que sucedió fue que el hombre tuvo una recaída
y lo despidieron. Después nosotros fuimos a verle. Sin gran dificul-
tad aceptó los principios y procedimientos que han servido para
ayudarnos. Para mí este incidente ilustra la falta de conocimiento
de la naturaleza de la enfermedad que aflige al alcohólico y de lo
que pudieran hacer los que lo emplean en la salvación de la perso-
na afectada con este mal.
Si el jefe que tiene a alguno de estos individuos bajo sus órde-
nes quiere realmente ayudarlo, sería bueno que olvidase su manera
de haber o de no beber. No importa que se trate de un bebedor
fuerte , moderado, o de un abstemio, sin duda habrá de tener opi-
niones personalísimas muy arraigadas y tal vez muchos prejuicios.
AqueUos· que beben con moderación a menudo sienten más repul-
sión por un alcohólico que aquellos que son abstemios. Por beber de
vez en cuando y conocer sus propias reacciones, es posible hallar je-
fes que estén seguros de saber muchas cosas que, en lo que respecta
al alcohólico, no siempre se aplican. Como bebedores moderados
ellos pueden beber una copa o dejarla. Cuando les parece pueden
controlar su bebida. En cualquier noche que les venga en gana pue-
den darse a una pequeña borrachera, levantarse al otro día, sacu-
dirse la cabeza y marchar tranquilamente a atender su negocio. Pa-
ra ellos la bebida no presenta ninguna clase de problema real, ni
pueden v.er por qué haya de ofrecerlo a ningún otro individuo a me-
nos que se trate de un hombre sin sesos o de un estúpido.

132
Al vérselas con un alcohólico el jefe puede sentir disgusto natu-
ral al preguntarse cómo es posible que haya una persona tan débil,
tan estúpida e irresponsable. Aún con conocimiento del problema
hay quienes experimentan cierto desagrado.
Resulta verdaderaménte interesante tender la vista alrededor
del empleado alcohólico que trabaja en una organización. Por lo
general es un ser perspicaz, brillante, imaginativo y grato. Cuando
está sobrio trabaja hasta más no poder y tiene de suyo un prurito
extraordinario por el fiel cumplimiento de su cometido. ¿No es
cierto que con esas cualidades, si este hombre no bebiera valdría la
pena retenerlo en su trabajo? ¿Merece que le salvemos? Si su
determinación es la afirmativa, ya sea por razón humanitaria, por
conveniencia del negocio, o por ambas razones, las siguientes suge-
rencias habrán de resultar muy útiles.
En primer lugar conviene despojarse de la creencia de que está
tratando tan solo con un problema de hábito, terquedad o falta de
voluntad. Si esto se le hiciese difícil, valdría la pena releer los
capítulos II y III en los cuales consideramos ampliamente la enfer-
medad alcohólica. Sin duda, como hombres de negocios, habrán de
estar interesadós en conocer las necesidades antes de entrar en la
consideración del resultado. Si se da por sentado que el empleado
está enfermo, ¿podrán perdonar lo que ha hecho en el pasado?
¿Podrán echar al olvido todas las cosas absurdas que realizó y
convenir en que ha sido víctima de pensamientos torcidos causa-
dos directamente por la acción del alcohol en su cerebro?
Bien recuerdo el sobresalto de que fui objeto cuando un médi-
co prominente de Chicago me habló de ciertos casos en que la
presión del líquido cefalorraquídeo había llegado a quebrar el ce-
rebro de un individuo. No es pues, de asombrarse que un alcohóli-
co sea tan extrañamente irracional. ¿Quién no habría de serlo con
un cerebro tan calenturiento? A los bebedores normales no les
afecta la bebida en esa forma, ni pueden ellos comprender las
aberraciones del alcohólico.
Su hombre pr obablemente ha estado tratando de ocultar cier-
tos enredos, tal vez algunos que son para él bastante complicados y
mortificantes. No acertarán a explicarse cómo una persona aparen-
temente tan circunspecta, puede verse en tales aprietos. Mas tales
aprietos, sin importar cuán escandalosos sean, generalmente pue-
den atribuírse a la acción anormal del licor en la mente del alcohó-
lico. Al beber o al salir de un jolgorio, algunas veces el bebedor
alcohólico, que es modelo de caballerosidad cuando se halla en
estado normal, hará cosas verdaderamente increíbles. Después, al
reaccionar y recapacitar, su arrepentimiento será terrible. Casi

133
siempre esas actuaciones grotescas y ridículas no acusan nada más
que condiciones transitorias.
Con esto no queremos decir que todos los alcohólicos sean
personas honestas y caballerosas cuando no beben. Desde luego
que hay ciertas personas alcohólicas que abusan de la bondad del
jefe. Al darse cuenta de que están tratando de comprenderles y
ayudarles, tratan de tomar ventaja de esta noble disposición. Si
están en la certeza de que su empleado no quiere dejar de beber
muy bien pueden despedirle, y cuanto antes mejor. No le estarán
haciendo ningún favor reteniéndolo en su puesto y la cesantía
pudiera resultarle una bendición. Tal vez sea la sacudida que nece-
sita. Sé que en el ca;•) específico del que escribe estas líneas, nada
de lo que hubiera podido hacer la empresa por mí me hubiera
alejado de la bebida, pues mientras pudiese retener mi puesto no
habría de darme cuenta exacta de lo seria que era mi condición. Si
me hubiera despedido y luego me hubiese ocupado de ver que se
me brindase la solución contenida en este libro, hubiera podido
regresar donde ellos seis meses después hecho un hombre útil y
bueno.
Empero, hay muchos individuos que quieren abstenerse de be-
ber y con éstos se puede ir lejos. El conocimiento del trato que
corresponde en tales casos pagará muy buenos dividendos.
Acaso tenga un sujeto de este tenor en mente. El quiere mante-
nerse abstemio y 1.~sted quiere ayudarle aunque sea tan solo por el
bien de la empresa. Se da cuenta de que está mental y físicamente
enfermo y están dispuestos a hacer caso omiso de su comporta-
miento en el pasado. Supongamos que se acercan a él más o menos ·
en esta forma: Le dicen que están enterados de su afición a la
bebida y que se hace menester que cese en el hábito. Pueden
explicarle que reconocen su competencia y habilidad, y que les
gustaría retenerlo en su empleo; pero que de persistir bebiendo no
podrán hacerlo. Una firme actitud en cuanto a este punto nos ha
ayudado a muchos a ponemos en plan de acción.
Luego pueden asegurarle que no es la intención predicarle para
moralizarlo o condenarlo; que si antes lo hicieron así fue porque
no tenían la debida comprensión del asunto; si les parece bien
díganle que no guardan ningún sentimiento hostil hacia él. Al
llegar a este punto, convendría que le explicasen su concepción del
alcoholismo como enfermedad. Díganle que creen que él está pa-
deciendo de un grave mal, y a mayor abundamiento, pregúntenle si
encontrándose fatalmente enfermo, le gustaría ponerse bien inme-
diatamente. Agreguen que le .hablan así porque hay muchos alco-
hólicos intoxicados y descarriados que no quieren detenerse. Y él,
¿qué se propone hacer? ¿Estaría dispuesto a dar los pasos necesa-

134
rios, acogiéndose a cualquier fórmula indispensable para dejar de
beber para siempre?
Si dice que sí, pregúntenle si realmente siente lo que expresa,
pues pudiera ser que en su fuero interno crea que se está burlando
de usted y que después del descanso necesario y del tratamiento
médico adecuado, podrá tomarse algunas copas de vez en cuando
sin correr riesgo. Creemos que el hombre debe ser sometido a una
prueba rigurosa en cuanto a este aspecto. Deben asegurarse de que
no los engañará ni se está engañando él.
Dejamos a su mejor discreción la conveniencia de hacer men-
ción de este libro. Si él no está de acuerdo con esa opinión y
todavía cree que puede volver a beber aunque sólo se trate de
cerveza, puede muy bien despedirle después de la próxima borra-
chera, que no tardará si es un individuo alcohólico. Esto debe
quedar categóricamente sobreentendido. O está tratando con un
hombre que puede y quiere ponerse bien, o no está tratando con
ese individuo. En caso negativo, para qué perder el tiempo con él.
Esto pudiera parecer severo, pero generalmente es el mejor camino
a seguir.
Después que esté convencido de que el hombre quiere recupe-
rarse y que hará cualquier sacrificio por conseguirlo, puede sugerir-
le el plan de acción definitivo. A la mayoría de los alcohólicos que
están bebiendo o acaban de pasar una juerga, es conveniente y a
veces indispensable someterlos a tratamiento físico por determina-
do período de tiempo. Este servicio, desde luego, se puede confiar
a su propio médico. Cualquiera que sea el médico que prescriba, el
objeto es limpiar la mente y el cuerpo de los efectos del alcohol.
Poniendo el caso en manos competentes muy pocas veces se re-
quiere gran tiempo para tal fin y el tratamiento no es muy costoso.
Su empleado reaccionará mucho mejor si se pone en condición
física que le permita pensar bien, y cesará su ansiedad por la
bebida. Si le propone tal procedimiento, pudiera ser que tenga que
anticiparle el costo del tratamiento; pero creemos que debe hacér-
sele saber que cualquier gasto en que se incurra le será deducido
después de su sueldo. Conviene que el individuo tenga sentido de
responsabilidad.
Si el alcohólico acepta este ofrecimiento debe indicarle que el
tratamiento médico no es sino una pequeña parte del plan de
recuperación. Aunque le esté proporcionando la mejor atención
médica posible, él debe entender bien que es preciso que se opere
un cambio en su ser, es decir, que para que pueda sobreponerse a
la bebida es menester que haya una transformación de sentimien-
tos y actitudes. Todas las personas alcohólicas tienen que poner su
recuperación por sobre todas las cosas, pues de lo contrario, inevi-
tablemente perderán el hogar y el empleo en no lejano día.

135
¿Puede usted sentir absoluta confianza en la actitud de su
empleado para recuperarse? En lo tocante al aspecto de confianza,
podría adoptar la actitud de que en cuanto le concierne, el asunto
de su enfermedad será de índole estrictamente personal, que su
debilidad por la bebida y el tratamiento a que va a ser sometido,
nunca·será objeto de comentario con otras personas sin su consen-
timiento. Convendría tener una larga plática con él a su retorno.
Volviendo a la materia objeto de este libro, la. obra contiene,
amplias sugerencias en virtud de las cuales el empleado puede re-
solver su problema. Para usted, algunas de las ideas expuestas resul-
tarán algo excéntricas; tal vez no le agrade el acercamiento que
sugerimos. En modo alguno lo ofrecemos como la última palabra
- -s-oore el part1cWar, pero en cuanto ·n os concierne podemos asegu-
rar que ha surtido efecto eficaz. Después de todo, ¿no está buscan-
. do resultados prácticos y no métodos? Gústele o no a su emplea-
do, aprenderá la inflexible verdad sobre el alcoholismo. No se le
causará ningún d~ño con tal conocimiento aun cuando le desagra-
de el r.emedio que le brindamos.
Sugerimos que llame la atención del médico a quien confíe el
enfermo, sobre este libro. Si se le da a leer al paciente tan pronto
pueda hacerlo y mientras se encuentre en estado deprimente, po-
drá darse cuenta de su condición.
No dudamos que el médico le dirá también al paciente el esta-
do en que se halla, cualquiera que sea éste. Cuando se le presente
el libro al empleado alcohólico, es mucho mejor que no se le diga
que tiene que ceñirse a las indicaciones que contiene. El hombre
debe decidir por sí mismo.
Está usted, desde luego, apostando a que su cambio de actitud
hacia el empleado y el textb de este libro, sortearán las cartas
echando la suerte de conformidad con sus deseos. En algunos casos
acontece -así, en otros no. Por otra parte, si persevera, las probabili-
dades de éxito son muy alentadoras. A medida que sea mayor el
número de miembros de Alcohólicos Anónimos y aumente esta
labor en pro de los alcohólicos enfermos, esperamos que puedan
poner a sus empleados que padezcan de este mal en con-tacto con
nosotros. Mientras tanto, estamos seguros de que puede hacerse
:mucho bien tan solo i:nediante la lectura de este libro.
Cuando retome al empleo la persona alcohólica, cambie impre-
siones con ella. Pregúntele si cree que ha hallado la solución. Si
está en actitud de cambiar impresiones sobre su problema con
usted, si está seguro de que le comprenden y no se siente cohibido
de eKpresar libremente sus puntos de vista, con toda probabilidad
está en aptitud de recuperarse rápidamente.

136
¿En tal sentido cree que podría permanecer impasible si él le
contase cosas verdaderamente desconcertantes? El podría, por
ejemplo, confesar que ha estado inflando la partida de gastos, o
que ha planeado seducir y conquistar los mejores clientes de la
casa. De hecho, pudiera revelarse cualquier secreto que tuviese
guardado, algo que para revelar, como bien comprenderá, requiere
la más rigurosa honradez. ¿Podría echarle tierra al asunto, cual si
se tratase de una cuenta mala, y comenzar de nuevo su relación
con él? Si le adeuda dinero cabe llegar a un arreglo sobre la forma
de pago.
Si habla de la situación que confronta la familia, sin duda
podrá apuntar algunas sugerencias que pueden ayudarlo a reme-
diarla. Déjelo que hable con toda franqueza, siempre que no venga
con cuentos y chismes de la empresa o censure a sus asociados.
Con respecto a esta clase de empleados esa actitud redunda en una
lealtad imperecedera de su parte.
Los más grandes enemigos de nosotros los alcohólicos son los
resentimientos, los celos, la envidia, la frustración y el miedo.
Cuando cierto número de hombres tienen que estar juntos todos
los días en una casa de negc;>cios, surgen rivalidades y de éstas
emana cierto grado de "politiquería". Algunas veces a los alcohóli-
cos se nos ocurre la idea de que la gente está tratando de postergar-
nos. Frecuentemente esta creencia no tiene ninguna clase de fun-
damento: no obstante hay ciertas personas que se valen a menudo
de nuestra debilidad por la bebida para tratar de arrinconarnos.
Viene ahora a nuestra mente el caso de un individuo malicioso
que gustaba de hacer chistes en la oficina acerca de las peripecias
de borracho de un compañero alcohólico. De manera astuta y
ladina, entretejía cuentecillos detractores que iban pasando de oí-
do en oído. En otro caso en que fue menester recluír a un alcohó-
lico en un hospital, para someterlo a tratamiento, en breve tiempo
el asunto era de conocimiento general entre todo el personal de la
empresa. Naturalmente, tales habladurías aminoraban las probabi-
lidades de recuperación del enfermo. En muchas ocasiones el jefe
puede proteger a la víctima de esta clase de murmuraciones. Es
cierto que no conviene establecer favoritismos, pero siempre es
posible defender al hombre de la innecesaria provocación e injusta
censura.
Los alcohólicos pertenecen al tipo de personas enérgicas. Se
dan con ardor al trabajo y a los deportes. Basta con picar su amor
propio para que cobren bríos y se den con entusiasmo a su faena.
Toda vez que este hombre está algo débil a través de un reajuste
físico y mental a una vida que le veda el alcohol, es natural que

137
pueda estar realizando un esfuerzo muy extremo y convenga que
se tenga que refrenar su deseo de trabajar 16 horas al día. Acaso
tengan que alentarlo a que dedique de vez en cuando algún tiempo
a los recreos y deportes. Tal vez él también desee hacer muchas
cosas en bien de otros alcohólicos y pudiera ser que durante las
horas de oficina tenga que atender algún asunto de esta índole.
Será de provecho para él que se tenga alguna condescendencia a
este respecto. Esta labor es imprescindible para el mantenimiento
de su propia sobriedad.
Después que el empleado se haya conservado sobrio por varios
meses, puede utilizarlo para ayudar a resolver el problema de otros
empleados que le estén causando trastorno por la bebida, siempre
que éstos estén dispuestos a permitir que una tercera persona apa-
rezca en escena. No hay ningún óbice que impida que el alcohólico
que se ha recuperado, pero que desempeña un puesto de relativa
menor importancia, hable sobre el alcoholismo con un hombre que
tenga un puesto de superior jerarquía. Este último nunca tomará
ventaja de su posición y de que viva en un ambiente radicalmente
distinto .
Se puede confiar en este hombre. Por la vieja experiencia que
se tiene de las excusas que solía presentar el alcohólico, es natural
que quede todavía cierta suspicacia Cuando la esposa llame por
teléfono la próxima vez diciendo que el empleado se encuentra
enfermo, de inmedil:fto pudiéramos suponer que ha estado bebien-
do nuevamente. Si fuere así, y todavía está él tratando de recupe-
rarse, no quepa duda de que él mismo dirá la verdad de lo aconteci-
do, aunque signifique la pérdida de su empleo, ya que sabe que de-
be ser sincero si quiere seguir viviendo en paz. Será del agrado y
provecho para él saber que no se están preocupando de su caso en
lo más mínimo, que no se tiene sospecha, ni se está tratando de re-
glamentar su vida para resguardarlo de la tentación de la bebida. Si
está siguiendo concienzudamente el Programa de Recuperación, él
puede ir a cualquier sitio que se le mande en asuntos de negocios.
En caso de que haya dado un mal paso, aunque fuese nada más
que una vez, se tiene que decidir si debe o no dejarlo marchar. Si
se abriga la certeza de que no tiene verdadero empeño en recupe-
rarse, no cabe duda de que se debe despedir. Si por el contrario se
está seguro de que el individuo está haciendo el máximo esfuerzo,
sin duda estará dispuesto a darle una nueva oportunidad, sin que se
asuma, desde luego, ninguna obligación de retenerlo indefinida-
mente en el trabajo, pues ya se ha puesto a contribución todo
cuanto podía aportar de su parte.
Hay algo más que puede hacer si cree que vale la pena. Si su
organización es bastante grande, puede suministrar este libro a sus

138
asistentes ejecutivos, haciéndoles saber que no tiene ninguna pre-
disposición contra los empleados alcohólicos de la organización.
Estos asistentes se ven frecuentemente en difíciles situaciones. In-
dividuos que están bajo sus órdenes con frecuencia son muy bue-
nos amigos suyos; de manera que por una razón u otra ellos tratan
de encubrir sus defectos, con la esperanza de que todo salga bien.
Hay casos en que hasta llegan a poner en peligro su propio empleo
tratando de ayudar a algún compañero que bebe en exceso y a
quien han debido despedir desde hace tiempo o darle la oportuni-
dad de renovarse.
Luego de leer este libro, el asistente ejecutivo puede hablar con
la persona de que se trate y decirle más o menos lo siguiente:
"Atiende amigo X, quiero que me digas con toda franqueza y
sinceridad si deseas o no dejar de beber·. Me estás poniendo en
aprietos cada vez que te emborrachas. Eso no· me conviene a mí ni
le conviene a la casa. He estudiado debidamente la enfermedad del
alcoholismo. De ser un alcohólico, según acusa tu proceder, eres
un hombre muy enfermo. La empresa desea ayudarte a que .salgas
de ese problema, y si estás interesado, te brindaremos el modo de
solucionarlo. Si estás conforme, olvidaremos el pasado y nadie
habrá de mencionar el hecho de que te sometas a un tratamiento .
Si piensas de otro modo y prefieres seguir bebiendo, creo que
deberías renunciar".
Su asistente tal vez no esté de acuerdo con los puntos de vista
que enunciamos en esta obra. No tiene necesidad de estarlo, y en
muchos casos no tiene ni siquiera que enseñar .el libro al amigo
alcohólico. Como quiera que sea, después que el asistente ejecutivo
haya leído nuestras indicaciones, por lo menos tendrá un buen
conocimiento del problema y no se dejará engañar más con vanas
promesas. Podtá ~ntonces colocarse en una posición imparcial y
justa con respecto al empleado alcohólico, sin necesidad de estarlo
encubriendo.
Todo se reduce a esto: ningún hombre debe ser despedido tan
sólo por ei hecho de que es alcohólico. Si quiere contener su
enfermedad, debe dársele una franca oportunidad de que lo haga.
Si no puede o no quiere hacerlo, debe ser despedido. Las excepcio-
nes de esta índole son pocas.
Creemos que con este método de acercamiento se consiguen
varios fines. Se logra la rehabilitación de hombres bueno·s . Al pro-
pio tiempo no se sentirá lástima al tener que deshacerse de aque-
llos que no pueden o no quieren dejar de beber. El alcoholismo
puede estar causando considerable daño a una organización, res-

139
pecto de la pérdida de tiempo, de personal y de reputación. Tene-
mos la esperanza de que nuestras sugerencias los ayudarán a atajar
tan severa corriente de desperdicio. Creemos que procedemos con
buen juicio al estimularlo a evitar pérdidas de esta .naturaleza y a
que le den una oportunidad franca al hombre que la merezca.
El otro día nos acercamos al vicepresidente de uha gran empre-
sa industrial y al abordar este tópico nos dijo lo siguiente: "Me
alegro mucho de que ustedes se hayan podido sobreponer a la
bebida, mas la norma de esta Compañía es la de no interferir en los
hábitos de sus empleados. Si un hombre se da a beber tanto que
llega a afectar su trabajo, lo despedimos. No veo cómo pueden
sernos ustedes de ayuda alguna pues como se desprende de lo que
les digo, no tenemos ningún problema alcohólico". Esta misma
Compañía invierte millones de dólares en trabajos de investigación.
Su costo de producción está calculado hasta el último punto deci-
mal. Cuenta con facilidades recreativas y póliza gratuita de seguro
para todos sus empleados. Tiene vivo interés, tanto humanitario
como comercial, en el bienestar de todas las personas que colabo-
ran con la empresa. Pero sencillamente no cree que tengan ningún
problema alcohólico.
Tal vez esta sea una actitud típica. Nosotros que colectivamen-
te hemos visto bastante el espectáculo de la vida de los negocios,
por lo menos desde el punto de vista alcohólico, tuvimos que
sonreír al escuchar la opinión de este caballero. Francamente, di-
cho señor quedaría perplejo si supiera cuánto le está costando el
alcoholismo a su organización cada año. Su compañía puede colo-
car muchos individuos que ya son casos alcohólicos potenciales.
Creemos que los gerentes de las grandes empresas a menudo tienen
una ínfima idea del extremo hasta donde prevalece el problema.
Aunque crean que su organización no confronta ningún problema
alcohólico, puede resultar provechoso que tiendan la vista deteni-
damente sobre todo el personal. Pudiera ser que hicieran muy
interesantes descubrimientos.
Desde luego, este capítulo se refiere a los alcohólicos que se
encuentran confusos y enfermos. Lo que nuestro amigo vicepresi-
dente tenía en mente, era el bebedor habitual o catador festivo . En
cuanto a ellos, la suya es sin duda una norma prudente; pero él no
distingue entre esas personas y el alcohólico.
No pretendemos que se le dedique al empleado alcohólico de-
masiado tiempo y atención. No debe convertírsele en favorito. El
tipo de hombre correcto, el que se recupera, tampoco querrá serlo.
No abusará de la bondad; lejos de eso, trabajará honestamente y
les guardará agradecimiento eterno.

140
Hoy soy propietario de una pequeña empresa comercial. Cuen-
to con dos empleados alcohólicos que producen tanto como cinco
vendedores normales. ¿Cuál es el secreto? Ninguno. Sencillamente
tienen una nueva actitud en la existencia. ¡Han sido redimidos!
Resucitó su alma que estaba muerta, aletargada por el alcohol. Yo
he gozado cada momento que he dedicado ayudándoles en su
recuperación.

141
CAPITULO XI

UNA VISION PARA TI

Para casi todas las personas normales la copa es símbolo de


divertida camaradería, de jovialidad y una imaginación vívida. Es
el lenitivo del hastío, el bálsamo de la tristeza, el antídoto de las
preocupacioneg. Ella prodiga goces y alegrías en la íntima tertulia
y otorga un dulce sabor a la vida. Pero la copa simbolizó algo muy
distinto para nosotros en los tormentosos días de las recias embria-
gueces. Desvaneciéronse el placer y la alegría dejando tan sólo la
sonriente estela de los recuerdos idos. En adelante no volvimos a
disfrutar de horas deliciosas a pesar de nuestra persistencia en el
vehemente empeño de reconquistar el encanto de la bebida. Por el
contrario, cada vez fuimos peores víctimas de la obsesión desgarra-
dora que nos hacía creer que algún raro milagro habría de permitir
que evitásemos el exceso, logrando así reanudar .la plácida existen-
cia de otros tiempos. Lo cierto fue que cada nueva tentativa resul-
tó siempre un nuevo fracaso .
Mientras más indisciplinables nos trocábamos más nos íbamos
alejando de la sociedad y de la vida misma. Al convertirnos en
sumisos siervos de su Majestad el Alcohol, súbditos asustadizos de
su gran imperio, la nube vaporosa de la soledad nos fue arropando
poco a poco, haciéndose cada vez más densa y tenebrosa. Muchos
fuimos a parar a lugares sórdidos, con un harapo de esperanza en la
mente que nos hacía creer que allí habríamos de hallar quién
supiera comprendernos. Por momentos nos pareció haber logrado
ese fin, hasta que tras muchas copas nos sumimos en la inconscien-
cia, para despertar frente a los cuatro horribles jinetes del terror, la
perplejidad, la frustración y la desesperanza. Los bebedores alco-
hólicos desdichados que lean estas páginas sabrán comprendernos.
Una que otra vez, caro lector alcohólico, en tus momentos
sobrios de fijo has apuntado : "No me hace falta el licor en absolu-
to. Me siento mejor ahora y me divierto más que antes". Como
ex-bebedores problema que somos los alcohólicos sonreímos de tu
agudeza. Sabemos que procediste como el niño que silba en la
oscuridad para no perder el ánimo. Te has estado engañando a tí

142
mismo. En tu fuero interno, en esos momentos de sobriedad, an-
sías media docena de copas que apurarías al instante si supieras
que podrías hacerlo impune y airosamente. En otras palabras, no
sabes cómo planear tu vida recurriendo o sin recurrir al alcohol, y
de ahí que a la postre siempre vuelvas a tus viejas mañas y jugarre-
tas, toda vez que tu ficticia sobriedad no te hace un hombre fe-
liz. Después caes en los toscos brazos de la soledad que te oprime
inmisericorde como nadie fuera estrujado. Perdido en el enmaraña-
do bosque de la desesperación, has clamado por la muerte, como el
leñador de la fábula, tan sólo para pedirle que te quite tu pesada
carga de los hombros y proseguir al escape desorientado y despavo-
rido. Pensarás·: " Estoy dispuesto a detenerme; pero ¿ voy a estar
condenado a una vida que me tornará torpe, majadero y displicen-
te como tantas personas que suelo ver a cada paso? Sé que debo
resignarme a s~guir viviendo sin consorcio con el alcohol, pero
¿cómo he de lograrlo? ¿ Tienen un substituto? "
Sí, hay un substituto satisfactorio, y algo más que eso. Es la
Fraternidad de Alcohólicos Anónimos. En ella encontrarás alivio a
tus peQ.as, a tu hastío, y a tus tribulaciones. Tu imaginación co-
brará nueva lumbre. La vida, al fin, significará algo grato y placen-
tero para tí. Los mejores años de tu existencia están aún por
delante. Nosotros hallamos esa hermandad y tú también puedes
encontrarla.
"¿ Y cómo sucede eso? " - preguntarás- "¿dónde he de hallar
a esa gente? ".
Vas a encontrar a esos nuevos amigos en tu propia comunidad.
Son tus compañeros. Cerca de tí se tambalean muchos alcohólicos
sin esperanza, a manera de barcos que naufragan en piélagos bo-
rrascosos. Si vives en una ciudad grande, son muchos los que ~u-
cumben en su maremágnum; grandes y chicos, ricos y pobres. Ellos
son tus futuros compañeros de Alcohólicos Anónimos. Entre ellos
habrás de hallar amigos de toda la vida, quedando vinculado a ellos
por nuevos y maravillosos lazos de amistad sin par, pues al escapar
juntos del peligro, comenzarás a marchar hombro a hombro en
feliz comunidad por la senda lúcida de la verdadera sobriedad
renovadora. Sólo entonces sabrás lo que significa el placer de dar
de nuestro ser para que otros vivan y engrandezcan su existencia.
Sólo entonces habrás de comprender la elocuente ~ignificación de
las palabras: AMARAS A TU PROJIMO COMO A TI MISMO.
Pudiera parecerte increíble que hombres de esa calaña puedan
llegar otra vez a ser felices, respetables y útiles. Te dirás: " ¿Cómo
podrán levantarse? ¿Cómo han de salir de la postradón, de la
miseria, el oprobio y la desesperación en que se hallan? " La res-

143
puesta más práctica que podemos darte es que de igual manera que
se realizó tal acontecimiento en nuestras vidas, también en la tuya
y en la de esos hombres puede realizarse. Si lo deseas sobre todas
fas cosas, si estás dispuesto a hacer uso de nuestra experiencia,
estamos seguros de que tu anhelo se trocará pronto en realidad.
Todavía estamos en la era de los milagros, nuestra propia renova-
ción es la prueba más convincente.
Abrigamos la esperanza de que cuando sea lanzado este libro
sobre la mundanal marea del alcoholismo, los alcohólicos abatidos
se aferren a él y lo tomen como brújula. Estamos seguros de que
servirá a muchos de tabla de salvación para levantarse en firme y
marchar adelante llevando a otros seres enfermos nuestro mensaje
y que la fraternidad de Alcohólicos Anónimos habrá de surgir
triunf(l-1 en todas las ciudades y aldeas para ofrecer puerto seguro a
todos los alcohólicos desesperados que buscan el camino de su
liberación.
En el capítulo "TRABAJANDO CON OTROS" te dimos una
idea de cómo nos acercamos a ayudar a otros a recobrar la salud.
Supongamos ahora que por tu acercamiento varias familias hayan
adoptado esta forma de vida. Querrás saber algo más sobre la
forma en que debes proceder en adelante. Tal vez la mejor manera
de que vislumbres tu futura orientación es descubrir el desarrollo
de la hermandad entre nosotros. He aquí una breve exposición:
Cerca de cinco años atrás, uno de nuestros miembros hizo un
viaje a cierta ciudad del oeste de Estados Unidos. Desde el punto
de vista del negocio que allí le llevaba, el viaje fue desastroso. De
haber tenido éxito en su empresa hubiera vuelto a afianzarse eco-
nómicamente, y en aquella época eso era algo que le parecía de
vital importancia. Mas su gestión trajo consigo un pleito contencio-
so plagado de complicaciones. El procedimiento se caracterizó por
la mala fe y el odio de la parte contraria en toda la controversia.
Amargamente decepcionado, nuestro compañero hallóse en lu-
gar extraño, desacreditado y casi arruinado . Físicamente débil to-
davía, y abstemio únicamente por algunos meses, diose perfecta
cuenta de que se hallaba en situación peligrosa. Anhelaba tanto
, hablar con alguien, pero ¿con quién?
Una lóbrega tarde se paseaba cabizbajo por el pasillo delantero
del hotel, cavilando sobre la manera en que pagaría la cuenta del
hospedaje. Al final de la habitación contigua se veía el directorio
de las iglesias locales. Más allá se abría una puerta que daba acceso
a una seductora cantina. Desde donde estaba parado podía ver los
alegres contertulios. Pensó que tal vez entre aquella gente hallaría
compañía y alivio a sus preocupaciones; pero al recapacitarlo se

144
dio cuenta de que a menos que tomase algunas copas no tendría
valor para entablar amistad con nadie. El fin de semana, pues,
habría de ser para él muy aburrido.
Desde luego no podía beber, pero ¿por qué no sentarse jovial-
mente junto a alguna mesa y pedir una botella de soda? Y después
de todo ¿no había estado abstemio ya por seis meses? ¡Tal vez
podría apurar dos o tres copas, no más! El miedo se apoderó de él
ante este pensamiento. Sintió frío. Otra vez lo sobrecogió el insi-
dioso desatino de la primera copa. Presa de un extraño escalofrío,
volvió la espalda e internóse por el pasillo para ver el directorio
eclesiástico. La música y la charla festiva, perifoneadas desde la
cantina, flotaban en el ambiente.
¿Era posible que se olvidase de sus responsabilidades para con
la familia y de la misión que se había impuesto de ayudar a otros
alcohólicos que en esos mismos momentos morían viviendo por-
que no sabían cómo reconstruír sus vidas? Sí, aparentemente los
estaba relegando. Pensó entonces que sin duda en ese mismo pue-
blo habría algún alcohólico, a quien debiera acercarse para auxi-
liarlo. Se resolvió, pues, a llamar al párroco para averiguar el para-
dero de alguno de esos hombres.
El clérigo le dio la dirección de cierto vecino del pueblo que
una vez era un individuo de recursos, muy respetado por todos en
la comunidad, pero que con el tiempo había llegado al final de la
desesperación alcohólica. Era el cuadro de costumbre: hogar zozo-
brante, esposa enferma, hijos desatendidos, cuentas sin pagar y
toda una serie de daños y perjuicios causados por la bebida. Tenía
un enorme deseo de dejar de beber, pero no hallaba medio hábil a
pesar de que había tratado seriamente de seguir distintas vías de
escape. Con pesar se percataba de que era un ser en cierto modo
anormal. No obstante, el hombre no se daba cuenta exacta de lo
que significaba ser alcohólico.*
Cuando nuestro amigo le relató su experiencia, ei hombre con-
vino en que por mucha fuerza de voluntad de que pudiera valerse,
no podría dejar la bebida por mucho tiempo. Admitió que un
despertar espiritual era absolutamente necesario; pero el precio le
pareció muy elevado sobre la base sugerida. Explicó cuán preocu-
pado vivía pensando que otras personas se enterasen de su estado
de alcoholismo. Tenía, desde luego, la común obsesión· alcohólica
de que muy pocas personas sabían que él bebía en esa forma.
¿Para qué debía perder lo que restaba de su negocio y traer más

* Esto se refiere al pri111er encuentro entre Bill y el Doctor Bob. Luego fueron ca-fun-
dadores rle A. A.

145
sufrimientos a su familia admitiendo totalmente su condición ante
gente de quien derivaba su sustento? Dijo que lo haría todo,
menos eso.
Sintióse intrigado, sin embargo, e invitó a nuestro amigo a su
casa. Algún tiempo después, y precisamente cuando creía nuestro
amigo del relato que el sujeto estaba adquiriendo dominio para
abstenerse de la bebida, cogió la turca más sonada. Para él esa fue
la que acabó con todas sus borracheras. Diose cuenta exacta de
que tenía que hacer frente al problema y pedir a Dios que le diera
la maestría que necesitaba para solucionarlo.
Una diáfana mañana, haciendo fuerzas de su flaqueza, se deci-
dió a visitar a aquellos que tanto temía para decirles cuál había
sido su dificultad. Asombróse al ver el buen recibimiento de que
fuera objeto y de saber que muchos de ellos estaban hacía tiempo
enterados de lo mucho que él bebía. Montóse en su automóvil y
fue a hacer un recorrido por todo el pueblo para hablar con las
personas a quienes había ofendido. Temblaba a medida que se_iba
acercando a los distintos domicilios, particularmente cuando le
tocaba hablar con alguna persona dedicada a su mismo ramo de
negocios.
Llegó a su casa a media noche, exhausto, pero contento. Desde
entonces no ha bebido ni una copa. Como veremos más adelante,
ese hombre es hoy una figura de prestancia en la comunidad. La
mayor parte de lo que destruyó durante sus treinta años de carrera
alcohólica, lo ha reconstruído cuatro veces.
Pero la vida no fue fácil para los dos compañeros. Hallaron
muchas dificultades a su pa_so. Ambos se dieron cuenta de que
tenían que mantenerse en actividad espiritual. Cierto día llamaron
a la enfermera encargada de un hospital local. Explicáronle su
objetivo e inquirieron si contaba con algún candidato alcohólico
de primer orden. Respondióles que sí, que tenía el indicado. Aca-
baba tal individuo de dar una zurra a dos de sus enfermeras pues se
iba de quicio cuando se emborrachaba. Pero agregó que se trataba
de un gran muchacho cuando se hallaba sobrio, a pesar de que
habían tenido que recluírlo allí media docena de veces durante los
últimos cuatro meses. Les hizo saber, además que era un abogado
muy conocido, hombre inteligente y culto, pero que en ese mo-
mento lo tenían sujeto con camisa de fuerza.
Efectivamente, se tratába de un candidato singular pero por la
descripción no ofrecía mucha esperanza. En tales casos los princi-
pios espirituales no tenían antes la comprensión que tienen en la
actualidad. Empero, uno de los dos amigos pidió que llevasen al
enfermo -a un cuarto privado que ellos irían a verle.

146
Dos días después, un futuro miembro de Alcohólicos Anóni-
mos dejó rodar su vítrea mirada sobre los dos extraños que tenía
junto a su cama. "¿ Quiénes son ustedes, amigos, y por qué estoy
en este cuarto privado? Antes me recluían siempre en una sala
general".
Uno de los visitantes le dijo: "Somos tus amigos y venimos a
darte un tratamiento para el alcoholismo".
La esperanza se dibujó en toda la fisonomía del hombre al
respondernos: " ¡Oh, pero van a perder el tiempo! Nada habrá de
arreglarme. Soy un fracasado. Las últimas tres veces me emborra-
ché al salir de este hospital, en el camino hacia la casa. Tengo
miedo de salir por esa puerta. No puedo explicar lo que me pasa".
Por espacio de una hora los dos amigos híciéronle el relato de
su carrera y experiencia alcohólica. Una y otra vez repetía el enfer-
mo:" ¡Ese mismo soy yo! ¡Ese soy yo! Yo bebo así".
Acostado en el lecho, seguía escuchando con interés a los dos
amigos que le explicaban la aguda intoxicación que padecía y
cómo ésta deteriora el cuerpo y desequilibra la mente del alcohóli-
co. Hablaron !ergo rato sobre el estado mental que precede a la
primera copa.
"Sí, ese soy yo", repetía el enfermo, "es mi propia imagen.
Ustedes mis buenos amigos, conocen este asunto al dedillo, como
nadie, pero no sé qué bien pueden traerme. Ustedes son personas
que valen algo. Yo también una vez tuve ciertos quilates, pero hoy
yo soy sencillamente un Don Nadie. Por lo que me han dicho sé más
que nunca que no podré detener mi carrera". Al decir esto se
echaron a reír los visitantes, comentando· el futuro miembro de
Alcohólicos Anónimos: "¡Demontre! ¡Ni pizca de gracia que veo
para reír de eso! ".
Los dos amigos sonrieron esta vez, hablaron de su experiencia
espiritual y le explicaron el curso de acción que habían tomado.
El enfermo los interrumpió diciendo: "Yo era un asiduo con-
currente a la iglesia, pero la religión no va a arreglarme. Por las
mañanas, después de mis borracheras he elevado muchas veces mi
plegaria a Dios y he jurado que nunca volveré a probar otra gota de
licor, tan solo para estar hecho una cuba a las nueve de la maña-
na".
Al día siguiente hallamos a nuestro candidato en mucha mejor
disposición para recibirnos. Había estado pensando el asunto. " Pue-
)
de ser que ustedes tengan razón" nos dijo. "Dios debería hacer algo
por mí". Luego agregó: "Ciertamente que hizo muy poco cuando
traté de arreglármelas solo contra el demonio de la bebida".

147
Al tercer día el abogado puso su vida al cuidado y dirección
del Creador y nos dijo que estaba dispuesto a hacer todo lo que
fuera necesario para recuperarse. Vino su esposa, apenas sin atre-
verse a alimentar la más leve esperanza; pero intuyó que algo se
estaba operando en su esposo. En realidad, ya comenzaba a mani-
festarse en él una experiencia espiritual.
Esa tarde se vistió y salió del hospital hecho todo un hombre
libre. Participó después en una campaña política pronunciando
discursos, frecuentando asambleas y mítines. Perdió la batalla en
los campos electorales por muy escaso margen,. pero había encon-
trado a Dios y al hallarlo .s e había encontrado a sí mismo.
Eso acaeció en junio de 1935. Jamás volvió a beber. El tam-
bién ha pasado a ser un miembro respetable y útil de la comuni-
dad, ha ayudado a otros enfermos a recuperarse y es una e.alumna
en la iglesia de la cual estuviera largo tiempo ausente.
Podemos ver, pues, que había tres alcohólicos en ese pueblo
que sentían, como sienten todavía, la necesidad de dar a otros lo
que ellos alcanzaron porque si no, tarde o temprano, habrían de
sucumbir.
Después de algunos vanos esfuerzos por encontrar a otros can-
didatos, por fin presentóse un cuarto sujeto. Lo conocimos a tra-
vés de un amigo que se había enterado de la grata nueva de la
recuperación de los otros. Este nuevo candidato, según los infor-
mes que nos dieron, era un diablillo de muchacho cuyos padres no
sabían a punto fijo si quería o no quería dejar de beber. Tratábase
de una familia sumamente religiosa, que se asombraba,de que su
hijo no quisiera tener nada que ver con la iglesia Sufría horrible-
mente después de sus borracheras, pero parecía que nada pudiera
hacerse en su bien. Consistió; sin embargo, en ir al hospital, donde
ocupó precisamente la pieza que dejara vacante nuestro amigo
abogado.
Este nuevo candidato tuvo tres visitantes. Al cabo de un rato
de charla, nos dijo: "La manera en que exponen ustedes el asunto
espiritual tiene buen sentido. Estoy dispuesto a poner manos a la
obra. Tal parece que mis mayores tenían razón después de todo".
De manera que así sumamos otro alcohólico más a nuestra frater-
nidad.
Nuestro amigo, el del incidente del hotel donde se hospedaba,
permaneció en esa ciudad durante tres meses. Después hubo de
alejarse para retornar a su hogar, dejando tras sí al primer miem-
bro; hombres de negocios, al abogado y al joven exdiablillo enca-
rrilados: Estos hombres han hallado algo completamente nuevo en

148
sus vidas. A pesar de que les constaba que tenían que ayudar a
otros alcohólicos para mantenerse abstemios, eso pasó a ser motivo
secundario, compensado por la felicidad que hallaban al dar su vida
a la salvación de otros. Compartieron sus hogares, sus escasos re-
cursos, y con alegría dedicaron todas sus horas libres a los compa-
ñeros enfermos. Estaban prestos de día o de noche, a llevai· un
nuevo sujeto al hospital y después ir a visitarlo. Crecieron en nú-
mero. Tuvieron algunos fracasos lamentables, pero en tales casos
hicieron un esfuerzo por conseguir que la familia entrase en una
norma de vida espiritual, aliviando así muchas de sus preocupacio-
nes y sufrimientos.
Dieciocho meses después, estos tres individuos habían tenido
éxito con siete más. Debido a que con frecuencia se veían unos y
otros, casi no pasaba noche en que no celebrasen una reunión de
hombres y damas, regocijados por su liberación, y anhelosos de
explicar su descubrimiento a algún recién llegado. Aparte de esas
frecuentes reuniones, acostumbraban sacar una noche cada semana
para celebrar una reunión a la que podían concurrir todas aquellas
personas que estuviesen interesadas en una forma de vida espiri-
tual. Además de la fraternidad y sociabilidad, el objeto primordial
era habilitar un local donde muchas familias interesadas pudieran
venir a someter sus problemas.
Muchas personas no alcohólicas se interesaron. Bubo un matri-
monio que puso su espacioso hogar a disposición del grupo hetero-
géneo. Despertó tal entusiasmo en esa pareja que ha dedicado su
hogar a esta clase de trabajo. Muchas desconsoladas esposas han
ido alli a buscar un poco de comprensión y cariño entre las damas
capaces de darse cuenta de sus problemas, escuchando en las reu-
niones, de labios de hombres como sus esposos, el relato de lo que
les aconteció y el modo en que el marido enfermo podría ser
hospitalizado y auxiliado en su próxima caída.
Muchos hombres todavía ofuscados por la experiencia derivada
durante la hospitalización, pusieron sus pies en el umbral de esa
casa para entrar en el campo de su liberación. Docenas de alcohóli-
cos que allí concurrieron en busca de ayuda, salieron de la casa
con la clave de su problema, rindiéndose de todo corazón ante
aquel alegre grupo de amigos que reían de sus propios infortunios
y supieron comprender los suyos. Atraídos por aquellos que les
visitaron durante su permanencia en el hospital, capitularon ente-
ramente cuando al entrar en la sala de aquella mansión hospitalaria
oyeron la historia de algún hombre alcohólico cuyas experiencias
corrían parejas con las suyas. La expresión en el rostro de las
damas, la indefinible mirada de satisfacción de los caballeros y la

149
atmósfera estimulante y vivificadora de aquel recinto, conspiraban
para hacerles saber que existía la gloria.
La manera práctica y franca en que se consideraban las cosas
de la vida en las tertulias de esa casa, libre de simulaciones y
formulismos sociales; la genuina camaradería y democracia que
campea en el ambiente, despojado de crítica austera, es algo verda-
deramente sorprendente para todos los que acuden por primera
vez a esas reuniones. Ambos consortes experimentaron desde el
comienzo íntimo regocijo ante tan espontánea confraternidad y
cada vez han ido sintiendo más alegría al pensar en todo el bien
0

que han hecho y podrán hacer p or los alcohólicos enfermos y sus


familiares. Pronto se percataron de que contaban con un crecido
número de nuevos amígos y les parecía que conocían a esos seres
extraños desde hacía largo tiempo. Al ver realizarse milagros extra-
ordinarios en su hogar, se daban cuenta de que otro gran milagro
se operaba en ellos, pues habfan tenido la visión de la Gran Reali-
dad de su Creador todopoderoso.
Apenas sí podían acomodarse en su espaciosa mansión todos
los visitantes que llegaban semanalmente, que por lo general, fluc-
tuaban entre sesenta y ochenta personas. Su domicilio se había
convertido en un centro de atracción para los alcohólicos enfermos
que d,e parajes cercanos y distantes, venían a buscar allí remedio
para sus males. De los pueblos limítrofes acudían en automóvil
muchas familias luego de salvar grándes distancias. Un grupo de
una población a treinta millas de distancia, contaba ya con quince
miembros Alcohólicos Anónimos y tratándose de un pueblo gran-
de cabe anticipar que algún día se sumarán centenares de alcohóli-
cos a sus filas.
Pero la vida entre los Alcohólicos Anónimos entraña algo más
que la asistencia a reuniones y las visitas a los hospitales. Es menes-
ter limar viejas rencillas, ayudar a z,u rcir desavenencias familiares;
abogar por el hijo descarriado y desheredado ante padres coléricos;
prestar socorro pecuniario y conseguir trabajo a miembros en des-
gracia, y llenar muchos otros cometidos cuando las circunstancias
lo requieran. Nadie se ha desprestigiado tanto ni ha llegado a tal
punto cuesta-abajo que no pueda ser bienvenido entre nuestras
huestes, si es que se acerca con buenas intenciones. Distingos socia-
les, recelos y rivalidades son cosas que brillan por su ausencia en
nuestros grupos. Después de naufragar en el mismo barco, después
del rescate y de nuestra reunión junto a un Poder Superior, con el
corazón y la mente afines puestos al servicio de otros alcohólicos,
aquellas pequeñeces que son tan importantes para otras personas,
dejan de tener significación alguna para nosotros. ¿Cómo habrían
de tenerla?

150
Con ligera diferencia lo mismo está aconteciendo en distintas
ciudades del Este de Estados Unidos. En una de ellas hay un
hospital muy conocido para el tratamiento de adictos al alcohol y
las drogas. Seis años atrás uno de nuestros miembros se hallaba
recluído en ese hospital. Muchos de nosotros sentimos por primera
vez la presencia y el poder de Dios en medio de sus tristes paredes.
Guardamos imperecedero agradecimiento al médico encargado de
la institución pues a pesar de la distinta índole de los tratamientos
que emplea, no ha titubeado en confesar que cree en el buen
resultado de nuestra labor.
Este bondadoso doctor sugiere que, entre días, nos acerque-
mos a algunos de sus pacientes. Comprendiendo bien nuestro tra-
bajo, él puede hacer esto fijando la vista en aquellos enfermos que
anhelan y están en condiciones hábiles de recuperarse sobre una
base espiritual. Muchos de nosotros que fuimos pacientes de ese
hospital vamos hoy allí a auxiliar a otros. Además, en esa ciudad
del Este a que nos referimos, se celebran reuniones informales
como las que describimos anteriormente, donde pueden verse infi-
nidad de miembros de la Asociación. Existen en sus asambleas los
mismos lazos de amistad, el mismo espíritu de ayuda mutua que
alienta a los miembros de las ciudades del Oeste. Se viaja mucho de
uno a otro sector, por lo que vislumbramos que este provechoso
intercambio traiga consigo un gran robustecimiento de la Agrupa-
ción. No dudamos q_ue en día no lejano cualquier alcohólico que
salga de viaje hallará por lo menos un grupo de A.A. en cualquier
lugar de su itinerario. Hasta cierto punto ya ello es así. Muchos de
nosotros solemos viajar frecuentemente, ya que nuestro empleo o
negocio nos lleva, donde menos lo pensamos nos hallamos con
pequeños núcleos de Alcohólicos Anónimos, de dos, tres, cuatro o
cinco miembros. Tales grupos han surgido después de que alguna
de esas personas se puso en contacto con los grupos mayores. Los
que viajan continuamente, pueden visitar esos pequeños grupos
tantas veces como sea posible. Esta práctica permite que tendamos
la mano a esos compañeros, evitando al mismo tiempo ciertas
distracciones peligrosas del camino, las cuales cualquier a:,iduo via-
jero puede describir con lujo de detalles.
Así es como crecemos. Así puedes crecer tú aunque sólo· sea
con este libro de brújula. Creemos y esperamos que él contenga
todo cuanto te hace falta para comenzar tu obra.
Sabemos lo que pudiera ocurrírsete. Tal vez digas: "Estoy muy
deprimido y nervioso, solo no podría hacer esto". Pues sí que
puedes. Te olvidas que has hallado un Poder mucho más grande
que tú. Con ese respaldo, duplicar lo que ya hemos realizado es
asunto que únicamente requiere buena disposición, paciencia y
trabajo.
151
Conocimos a un alcohólico que fue a vivir a una populosa
ciudad. A los pocos días de residir allí, estaba al tanto de que en
aquel lugar había más alcohólicos por milla cuadrada que en ningu-
na otra ciudad y de que las autoridades estaban alarmadas, por lo
que habían resuelto tomar cartas en el asunto. Nuestro amigo
alcohólico se comunicó con un prominente siquiatra que había
asumido ciertas responsabilidades con la comunidad en el problema.
El doctor demostraba tener capacidad y buenos deseos de
adoptar cualquier método eficaz para remediar la situación; de
manera que preguntó a nuestro amigo qué era lo que tenía en
mente.
Nuestro compañero le explicó la idea y causó tan buen efecto
en el galeno que éste convino en hacer una prueba con algunos de
sus pacientes y con otros alcohólicos de una clínica que él atend-ía.
También se hicieron los arreglos necesarios con el director del
departamento de siquiatría de un hospital público de gran capaci-
dad, para seleccionar algunos ot ros entre la multitud de seres abati-
dos que afluían a dicha institución.
De mod o que nuestro diligente compañero pronto contará con
amigos a granel. Muchos caerán tal vez para nunca levantarse, pero
si juzgamos por nuestra experiencia, más de la mitad de aquéllos a
quienes llevamos el mensaje de Alcohólicos Anónimos, pasarán a
ser hombres y mujeres felices dentro de nuestra democrática Aso-
ciación. Cuando un buen número de los alcohólicos de esta metró-
poli vuelven en sí y experimentan la alegría de ayudar a otros
semejantes a hacer frente a la vida, no habrá tregua hasta tanto
todos los alcohólicos que naufragan en la gran urbe, hayan tenido
su oportunidad de recuperarse, siempre que quieran y estén pres-
tos a lograrlo.
Acaso pudiera haber algún lector alcohólico que diga: " Pero
yo no tendré la oportunidad de conocer personalmente al que
escribió este libro" . ¡Quién sabe! Dios lo dirá. De manera que
debes recordar que es en El en quien debemos confiar. El te ense-
ñaTá cómo proceder para coadyuvar a la formación de la Gran
Fraternidad anhelada.
El fin de este libro tiene el carácter de sugerencia. Comprende-
mos que no es mucho lo que sabemos. Dios nos iluminará a todos
más aún cada día. Pregúntate cada mafiana durante la meditación
qué puedes hacer por el hombre que aún se halla enfermo. Si
tienes tus asuntos en orden, las respuestas vendrán. Mas es obvio
que no podrías trasmitir algo que no tienes. De modo que procura
siempre que tu relación con Dios sea verdadera y grandes cosas

152
acontecerán para tí y para tus semejantes. Esta es la Gran Realidad
que nosotros hemos palpado.
Entrega tu alma a Dios tal como lo concibes. Admite tus fla-
quezas ante El y tus amigos. Limpia los escombros de tu pasado.
Da sin vacilar de cuanto te sea concedido y ven con nosotros.
Estaremos contigo en la Fraternidad del Espíritu. A buen seguro
chocarás palmas con muchos de nosotros a medida que orientes
tus pasos por el camino del Destino Feliz.
¡ Que Dios te bendiga y te conserve hasta llegar a la meta!

153
LA PESADILLA DEL DOCTOR BOB

Cofundador de Alcohólicos Anónimos. El nacimiento de


nuestra Sociedad data _del primer día de su sobrÍedad per-
manente: Junio 10 de 1935.
Hasta 1950, año en que falleció, llevó el mensaje de A.A. a
más de 5.000 hombres y mujeres alcohólicos, y prestó a
todos ellos sus servicios sin pensar en cobrar.
En este prodigio de servicio contó con la eficaz ayuda de la
Hermana Ignacia, en el Hospital Santo Tomás, de Akron,
Ohio, una de las mejores amigas que pueda tener nuestra
Agrupación.

"Nací en un pueblo de Nueva Inglaterra, de unas siete mil


almas. La norma general de moral era según recuerdo, muy supe-
rior a la actual. No se vendía licor en la vecindad; solamente en la
agencia del Estado, había probabilidad de conseguir una botella si
se podía convencer al agente de que uno la necesitaba realmente.
Sin una prueba a ese efecto, el comprador esperanzado se veía obli-
gado a marcharse con las manos vacías sin nada de aquello que llegué
a creer más tarde era-la panacea para to.dos los males humanos.
Aquellos que recibían sus pedidos de licor por expreso desde
Nueva York o Boston, eran vistos con mucha desconfianza y desa-
probación por la mayoría de los vecinos. El pueblo estaba bien
dotado de Iglesias y es.cuelas en las que desarrollé mis primeras
actiyidades educacionales.
Mi padre fue un profesional de reconocida capacidad, y tanto
él como mi madre participaban muy activamente en asuntos de la
Iglesia. Ambos tenían una inteligencia que estaba por encima de lo
común.
Para mi desgracia, fui el único hijo; lo cual tal vez creó en mí el
egoísmo que tuvo tanto que ver en que se presentara en mí el
alcoholismo.
Desde la niñez hasta que cursé estudios en la escuela secunda-
ria, se me obligó más o menos a ir a la Iglesia, a la doctrina y
servicios dominicales nocturnos, a los servicios de los lunes y -al-

154
gunas veces- a las oraciones de los miércoles por la noche. Esto
dio por resultado decidir, que cuando estuviera libre de la tutela de
mis padres, nunca volvería a pisar la puerta de una Iglesia. Cumplí
con constancia esta resolución durante cuarenta años, excepto
cuando las circunstancias parecían indicar que sería imprudente no
presentarme.
Después de la escuela secundaria estudié dos años en una de las
mejores universidades del país, en la que beber parecía ser una
principal actividad al margen del plan de estudios. Parecía que casi
todos participaban en ella; yo lo hice más y más, y me divertí
mucho sin sufrir ni física- ni económicamente. Parecía que yo reac-·
cionaba a la mañana siguiente mejor que la mayoría de mis compa-
ñeros en la bebida, los cuales tenían la maldición -o tal vez la
bendición- de las náuseas al día siguiente. Nunca en la vida he
tenido un dolor de cabeza, hecho que me hace creer que fui alco-
hólico casi desde el principio. Toda mi vida parecía estar concen-
trada alrededor de hacer lo que yo quería hacer, sin tener en
cuenta los derechos, deseos o prerrogativas de nadie más; un esta-
do de ánimo que llegó a ser más y más predominante con el
transcmso de los años.
Me gradué con los máximos honores ante la fraternidad de los
bebedores, pero no ante el decano de la Universidad.
Los siguientes tres años los pasé en Bastan y Montreal como
empleado de una importante compañía manufacturera, vendiendo
repuestos para ferrocarriles, máquinas de gas de todas clases y
muchos otros artículos de ferretería pesada. Durante esos años
bebí todo lo que mi bolsillo me permitía, todavía sin pagar mucho
por las consecuencias, a pesar de que a veces empezaba a estar
tembloroso por las . mañanas. Durante estos tres años sólo perdí
medio día de trabajo.
Mi paso siguiente consistió en emprender el estudio de la medi-
cina, ingresando a una de las Universidades más grandes del país.
Allí me dediqué a la bebida con mayor empeño del que hasta
entonces había demostrado. Debido a mi enorme capacidad para
beber cerveza, fui elegido como· miembro de una de las sociedades
de bebedores y pronto llegué a ser uno de los principales. Muchas
mañanas me encaminaba a las clases y aunque iba completamente
bien preparado, regresaba a la casa de la fraternidad porque, debi-
do a los temblores que tenía, no me atrevía a entrar al aula, por
miedo a hacer una escena si se me pedía que diese la lección .
Esto fue de mal en peor hasta que en una primavera de mi
segundo año de estudios, después de un largo tiempo de estar

155
bebiendo, decidí que no podía terminar el curso; hice mi maleta y
me fui al sur a pasar un mes en una gran hacienda de un amigo
mío. Cuando se me despejó la mente, decidí que sería una gran
tontería dejar la escuela y que era mejor regresar y continuar mis
estudios. Cuando llegué a la escuela descubrí que el profesorado
tenía otra idea sobre el particular. Después de -mucha discusión me
permitieron regresar y presentar mis exámenes, todos los cuales
pasé honrosamente. Pero estaban muy disgustados y me dijeron
que tratarían de pasarla sin mí. Después de muchas discusiones
penosas, me dieron al fin mis créditos y me marché a otra de las
principales universidades del país, entrando ~n ella ese otoño como
estudiante del penú!timo año.
Allí empeoró mi manera de beber tanto, que los muchachos de
la casa de la fraternidad donde vivía se vieron obligados a llamar a
mi padre, el cual hizo un largo viaje con el inútil propósito de
corregirme. Poco efecto surtió esto pues seguí bebiendo -y más
licor fuerte que en años anteriores-.
Al llegar a los exámenes finales, tuve ~a borrachera bastante
grande. Cuando traté de escribir mih pruebas, me temblaban tanto
las manos que no podía sostener el lápiz. Cuando menos, entregué
tres libretas completamente en blanco. Desde luego, se me llamó a
cuentas en seguida y el resultado fue que tuviera que repetir dos
trimestres y que me abstuviera completamente de beber para po-
der recibirme. Lo hice y tuve la aprobación del profesorado, tanto
en conducta como en estudios.
Me porté tan honorablemente que pude conseguir un codiciado
internado en una ciudad del oeste, en la que estuve dos años. Du-
rante esos dos años me tuvieron tan ocupado que casi no salía del
hospital para nada. Por lo tanto, no podía meterme en dificultades.
Al cabo de esos dos años puse un consultorio en el centro de la
ciudad. Tenía algún dinero, disponía de tiempo y padecía bastante
del estómago. Pronto descubrí que un par de copas me aliviaban
mis dolores gástricos (por lo menos por unas horas) y por lo tanto
no me fue difícil volver a mis antiguos excesos.
Para entonces, estaba empezando a pagar muy caro físicamente
y, con la esperanza de encontrar alivio, mé encerré voluntariamen-
te en uno de los sanatorios locales lo menos una docena de veces.

Ahora estaba "entre Scila y Caribdis" porque si no bebía me


torturaba· el estómago y si bebía eran mis nervios los que me
torturaban. Después de tres años de esto fui a dar a un hospital

156
donde trataron de ayudarme; pero yo hacía que algún amigo me
llevara licor a escondidas, o me robaba el alcohol; en tal forma,
empeoré rápidamente.
Por fin; mi padre tuvo que mandar del pueblo a un médico que
se las arregló para llevarme allá, y estuve dos meses en cama antes
de poder salir a la calle. Permanecí por allí unos dos meses y
regresé a reanudar la práctica de mi profesión. Creo que debí haber
estado verdaderamente asustado de lo que había pasado, o del
médico, o probablemente de las dos cosas, y por lo tanto no bebía
una copa cuando se decretó el "estado seco" en el país.
Con la promulgación de la ley "seca" me sentí bastante seguro.
Sabía que todos comprarían botellas o cajas de licor, según sus
posibilidades, y que pronto se gastarían. Por lo tanto, no importaba
mucho que yo bebiera algo. Entoncés no me daba cuenta del abas-
tecimiento casi ilimitado que se nos permitían a los médicos del
' gobierno, ni tenía ninguna idea del contrabandista de licor que
pronto apareció en escena. Al principio bebía con moderación,
pero tardé relativamente poco tiempo en volver a esos mismos
hábitos que tan desastrosos resultados me habían dado antes.
En el transcurso de unos cuantos años más, se desarrollaron en
mí dos aversiones mórbidas distintas: Una era el miedo a no dor-
mir y la otra, miedo a quedarme sin licor. No siendo un hombre de
medios, sabía que si no estaba lo suficientemente sobrio para ganar
dinero, se :t;ne acabaría el licor. Por eso no me tomaba ese trago
que tanto ansiaba P.Or la mañana, pero en vez de eso tomaba
grandes dosis de sedativos para aplacar los temblores que tanto me
angustiaban.
De vez en cuando me rendía al trago de la mañana, pero si lo
hacía, a las pocas horas ya no estaba e·n condiciones ele trabajar.
Esto disminuía las probabilidades que tendría de meter a escondi-
das a la casa algo por la noche, lo que a la vez significaría una
noche de dar vueltas .e n fa cama en vano, seguida por una mañana
de insoportables temblores. Durante los siguientes quince años tu-
ve el suficiente sentido común para no ir nunca al hospital ni
recibir pacientes si había estado bebiendo. Por entonces adopté la
costumbre de irme a uno de los clubes a que pertenecía, y a veces,
acostumbraba alojarme en algún hotel inscribiéndome con un
nombre ficticio; pero generalmente me encontraban mis amigos y
me iba a mi casa, si me prometían no regañarme.
Si mi esposa decidía salir por la tarde, compraba yo una buena
provisión de licor, la entraba a hurtadillas a la casa y la escondía en
la carbonera, entre la ropa sucia, sobre los batientes de las puertas,

157
en los resqmc10s del sótano; también me servían los baúles y co-
fres, el recipiente para las latas viejas y hasta el que servía para la
ceniza. Nunca usé el depósito de agua sobre el excusado porque me
parecía muy fácil. Después descubrí que mi esposa lo ínspeccio-
naba frecuentemente. Cuando los días de invierno eran suficiente-
mente oscuros, metía botellas chicas d~ alcohol en un guante y las
tiraba al porche de atrás. El contrabandista de licor que me surtía
lo escondía en la escalera de at rás para que lo tuviera yo a mano.
Solía esconderlo en los paquetes, pero me los registraban y esto se
volvió muy arriesgado. También solía meterme botellas chicas en
los calcetines; esto dio muy buen resultado hasta que mi esposa y
yo fuimos al cine a ver una película en la que descubrió mi truco.
No voy a ocupar lugar para relatar mis experiencias en hospita-
les y sanatorios. Durante todo este tiempo nuestros amigos nos
condenaron más o menos al ostracismo. No podían invitarnos por-
que era seguro que me emborrachaba y mi esposa no se atrevía a
invitar a nadie por la misma razón. Mi fobia por el insomnio impo-
nía que me emborrachara cada noche, pero para poder conseguir
licor para la siguiente tenía que estar sobrio por la mañana y
abstenerme de beber hasta las cua~ro de la tarde por lo menos.
Esta rutina prosiguió durante diecisiete años con pocas interrup-
ciones. En realidad era una pesadilla horrible ese ganar dinero,
conseguir licor, meterlo a escondidas a la casa, emborracharme,
temblar por la mañana, tomar grandes dosis de sedativos para po-
der ganar más dinero y así ... "ad nauseam". Les prometía que no
volvería a beber a mi esposa, a mis hijos y a mis amigos, promesas
que raramente me mantenían sobrio Ün día, ni a pesar de haber si-
do muy sincero al hacerlas.
Para beneficio de aquellos inclinados a las experimentaciones,
debo mencionar el llamado experimento de la cerveza. Poco tiem-
po después de suspender la prohibición de vender cerveza, creí que
estaba a salvo. Con el consentimiento de mi buena esposa llené de
cerveza el sótano hasta los topes. Al poco tiempo se estaba consu-
miendo cuando menos una caja y media de botellas por día. Subí
de peso treinta libras en dos meses, parecía un cerdo y me sentía
incómodo por falta de respiración. Entonces se me ocurrió que,
cuando todo uno olía a cerveza, nadie podía decir lo que había
bebido, así que empecé a reforzar mi cerveza con puro alcohol.
Desde luego que el resultado fue muy malo, y esto puso fin al
experimento de la cerveza.
Más o menos en la época de este experimento fui a dar a un
grupo de personas que me atraían por su aparente equilibrio, bue-
na salud y felicidad. Hablaban sin ninguna turbación, cosa que

158
nunca podía yo hacer; se les veía muy reposados en cualquier
ocasión y parecían muy saludables. Por encima de estos atributos,
parecían felices; yo estaba consciente de mí mismo y turbado la
mayor parte del tiempo, mi salud era precaria y me sentía comple-
tamente infeliz. Tuve la sensación de que ellos tenían algo que yo
no tenía y que podría aprovechar de buena gana. Supe que se
trataba de algo de índole espiritual, lo cual no me atraía mucho
pero pensé que no podría hacerme ningún daño. Le dediqué mu-
cho tiempo y estudié el asunto durante dos años y medio, pero a
pesar de eso me emborrachaba todas las noches. Leí todo lo que
pude encontrar y hablé con todo el que creía que supiera algo
acerca de ello.
Mi esposa se interesó mucho y fue su interés el que sostuvo el
mío a pesar de que entonces no veía que pudiera ser una solución
para mi problema con el licor. Nunca sabré cómo conservó mi
esposa su fe y su valor durante todos estos años, pero lo hizo. Si
no hubiera sido así, sé que desde hace mucho estaría muerto.
Quién sabe por qué, nosotros los alcohólicos parece que tenemos
el don de escoger a las mujeres más excelentes del mundo. Por qué
han de ser sometidas a las torturas que les infligimos, es algo que
no puedo explicar.
Por ese tiempo una señora llamó a mi esposa un sábado por la
tarde para decirle que quería que yo fuese a su casa esa noche, a
conocer a un amigo de ella que podría ayudarme. Era la víspera
del Día de la Madre y había llegado a la casa bien borracho llevan-
do una planta en una enorme maceta, que puse en la mesa; acto
continuo subí a mi cuarto y perdí el conocimiento. Al día siguien-
te volvió a llamar aquella señora; queriendo ser cortés aunque me
sentía muy mal, dije: "Vamos a hacerle la visita" e hice a mi
esposa prometerme que no nos quedaríamos más de quince minu-
tos.
Llegamos a la casa a las cinco y eran las once y cuarto cuando
salimos. Tuve posteriormente dos conversaciones más breves con
ese hombre y dejé de beber repentinamente. Este período seco
duró como tres semanas; entonces fui a Atlantic City para asistir a
una reunión de una sociedad nacional de la que era miembro y que
duró algunos días. Me bebí todo el whisky que traían en el tren y
compré varias botellas en camino al hotel. Esto sucedió un domin-
go; me emborraché esa noche, estuve sin beber el lunes hasta des-
pués de la comida y procedí a embriagarme otra vez. Bebí todo lo
que me atreví a beber en la cantina y me fui a mi cuarto a terminar
la borrachera. El martes empecé por la mañana y para la tarde ya
estaba bien arreglado. No quise quedar mal y por lo tanto pagué

159
mi cuenta y me salí del hotel. En el camino a la estación del
ferrocarril compré licor. Tuve que esperar algún tiempo la salida
del tren. A partir de entonces no recuerdo nada sino hasta que
desperté en la casa de un amigo, que estaba cerca de la· mía. Esas
buenas personas le avisaron a mi esposa y ella mandó a mi nuevo
amigo para que me llevara a mi casa. Llegó, me llevó, me acostó,
me dio unas copas esa noche y una botella de cerveza al día
siguiente.
Esto sucedió el 10 de junio de 1935, y fue mi última copa. Al
escribir esto han pasado seis años. La pregunta que podría venírse-
le a la mente sería: "¿ Qué fue lo que dijo o hizo ese hombre que
fue tan diferente de lo que otros habían dicho o hecho"? Debe
recordarse que yo había leído mucho y hablado con todo aquel
que sabía, o creía saber, algo acerca del alcoholismo. Pero este era
un hombre que había pasado por años de beber espantosamente,
que había tenido la mayoría de las experiencias de borracho que
conoce el hombre, pero que se había recuperado por los mismos
medios que había yo estado tratando de emplear, o sea: el enfoque
espiritual. Me dio información sobre el tema del alcoholismo que
indudablemente era de gran ayuda. Sumamente más importante
fue el hecho de que fuera él el primer ser humano con quien
hablara yo que supiera por experiencia real, de lo que estaba ha-
blando cuando se refería al alcoholismo. En otras palabras, hablaba
mi propio idioma. Sabía todas las respuestas y ciertamente, no
porque las hubiese sacado de sus lecturas.
Es una maravillosa bendición estar liberado de la terrible mal-
dición que pesaba sobre mí. Mi salud es buena y he re{!obrado el
respeto de mí mismo y el de mis colegas. Mi vida hogareña es ideal
y mis negocios todo lo bueno que pueda esperarse en estos tiem-
pos inseguros.
Dedico mucho tiempo a pasarle a otros, que lo desean y necesi-
tan con urgencia, lo que he aprendido. Lo hago por cuatro razones:
l. Sentido del deber.
2. Es un placer.
3 . Porque al hacerlo estoy pagando mi deuda al hombre que se
tomó el tiempo para pasármela a mí.
4. Porque cada vez que lo hago me aseguro un poco más con-
tra un posible resbalón.
A diferencia de la mayoría de los de nuestra asociación, no me
sobrepuse totalmente al ansia del licor durante los primeros dos
años y medio. Casi siempre la sentía, pero nunca estuve ni siquiera

160
próximo a ceder a ella. Me inquietaba terriblemente ver a mis
amigos beber, sabiendo que yo no podía, pero me discipliné a
creer que, aunque una vez tuve ese mismo privilegio, abusé de él
tan espantosamente que me había sido retirado. Así que no me
corresponde protestar porque, después de todo, nadie tuvo nunca
que tirarme al suelo para echarme el licor por el gaznate.
Si usted cree que es un ateo, un agnóstico, un escéptico, o
tiene cualquier otra forma de orgullo intelectual que le impida
aceptar lo que hay en este libro, lo siento por usted. Si cree usted
que todavía tiene fuerza suficiente para ganar solo la partida, es
cuestión suya. Pero si real y verdaderamente quiere dejar de beber
licor de una vez y por todas para siempre y sinceramente siente
que necesita ayuda, sabemos que tenemos una solución para usted.
Nunca falla, si se dedica a ello con la mitad del ahínco que ha
tenido la costumbre de demostrar cuando estaba consiguiéndose la
otra copa.
¡Su Padre Celestial nunca lo abandonará"!

161
APENDICE

EXPERIENCIA ESPIRITUAL

Los términos " Experiencia Espiritual" y "Despertar Espiri-


tual" son usados muchas veces en este libro lo cual demuestra,
después de su lectura detenida, que el cambio de personalidad
suficiente para dar lugar a la recuperación del alcoholismo se ha
manifestado entre nosotros en muchas formas diferentes.
Sin embargo, es cierto que nuestra primera edición dio la im-
presión a muchos lectores que estos cambios de personalidad o
experiencias religiosas, tienen que ser de la índole de súbitos y
espectaculares sacudimientos. Felizmente para todos, esta conclu-
sión es errónea.
En los primeros capítulos·se describen varios cambios revolu-
cionarios. Aunque no fue nuestra intención causar esa impresión,
muchos alcohólicos -a pesar de esto- han llegado a la conclusión
de que para recuperarse tienen que adquirir una inmediata y arro-
lladora "conciencia de Dios" , seguida inmediatamente por un gran
cambio de sentimientos y de actitud.
Entre la rápida creciente afiliaoión de nuestros miles de alcohó-
licos, tales transformaciones son frecuentes aunque no son la regla.
La mayoría de nuestras experiencias son de las que el psicólogo
William James llama "variedad educacional" porque se desarrollan
lentamente durante un período de tiempo.
Muy frecuentemente, los amigos del recién ingresado se dan
cuenta del cambio mucho antes que él; éste se da cuenta por fin
que se ha operado en él un profundo cambio de su reacción a la
vida, y que ese cambio difícilmente pudo haberse realizado por
obra de él solo. Lo que sucede en unos cuantos meses rara vez
podría lograrse en años a base de autodisciplina.
Con pocas excepciones, nuestros miembros encuentran que
han descubierto un insospechado recurso interior, que pronto
identifican con su propio concepto de un Poder Superior a ellos
mismos. La mayoría de nosotros pensamos que esta conciencia de
un Poder Supe1ior al nuestro es la esencia de la experiencia espiri-
tual. Nuestros miembros más religiosos la llaman "conciencia de
Dios".
Queremos manifestar de la manera más enfática, que cualquier
alcohólico capaz de encarar honradamente sus problemas puede
-a la luz de nuestra experiencia-, recuperarse, siempre que no

162
cierre su mente a todos los conceptos espirituales. Solamente pue-
de ser derrotado por una actitud de intolerancia o de negación
beligerante.
Encontramos que nadie tiene por qué tener dificultades con la
espiritualidad del programa. Buena voluntad, honradez y una men-
)
te abierta, son los elementos para la recuperación. Y son indispen-
sables.
"Hay un principio que es una barrera para toda información,
que es una refutación de cualquier argumento y que no puede
fallar para mantener a un hombre en una perpetua ignorancia: el
principio consiste en despreciar antes de investigar".
Herbert Spencer

163
LAS DOCE TRADICIONES DE A.A.

Para los que ahora estarna~ en su seno, Alcohólicos Anónimos


ha hecho que la desgracia se convierta en sobriedad, y frecuente-
mente ha significado la diferencia entre la vida y la muerte. A.A.
puede, desde luego, significar justamente esto mismo para innume-
rables alcohólicos a quienes no ha llegado todavía.
Por lo tanto, ninguna otra asociación de hombres y mujeres ha
tenido nunca una necesidad más grande de eficacia continua y
unión permanente. Nosotros los alcohólicos vemos que tenemos
que laborar juntos y conservarnos unidos o de lo contrario la
mayoría de nosotros pereceremos.
Las "12 Tradiciones" de Alcohólicos Anónimos son, según
creemos los que pertenecemos a ésta, las mejores respuestas que ha
dado hasta ahora nuestra experiencia a esas siempre apremiantes
preguntas: "¿Cómo puede funcionar mejor A.A.? y ¿Cuál es la
mejor manera de conservar la integridad de A. A., y de que así
sobreviva"?
A continuación están, las Doce Tradiciones de A.A. en su lla-
mada "forma breve", la cual es de uso general, en la actualidad.
Esta es una versión condensada de la "forma extensa" original que
se publicó por primera vez en 194'5.
l. Nuestro bienestar común debe tener la preferencia: el resta-
blecimiento personal depende de la unidad de A.A.
2. Para el propósito de nuestro grupo solo existe una autoridad
fundamental: un Dios bondadoso que se manifiesta en la con-
ciencia de nuestro grupo. Nuestros líderes no son más que
fieles servidores; no gobiernan.
3. El único requisito para ser miembro de A.A., es el deseo de
dejar de beber.
4. Cada grupo debe ser autónomo, excepto en asuntos que afec-
ten a otros grupos o a A.A. considerado como un todo.
5. Cada grupo tiene un solo objetivo: llevarle el mensaje al alco-
hólico que aún está sufriendo.
6. Un grupo de A.A. nunca debe respaldar, financiar o prestar el
nombre de A.A. a ninguna entidad allegada o empresa ajena
para evitar que problemas de dinero, propiedad y prestigio
nos desvíen de nuestro objetivo primordial.
7. Todo grupo de A.A. debe mantenerse a sí mismo, negándose
a recibir contribuciones de afuera.

164
8. A.A. nunca tendrá carácter profesional, pero nuestros centros
de servicios pueden emplear trabajadores especiales.
9. A.A. como tal, nunca debe ser organizada; pero podemos
crear juntas de servicios o comités que sean directamente
responsables ante aquellos a quienes sirven.
10. A.A. no tiene opinión acerca de asuntos ajenos a sus activida-
des; por consiguiente su nombre nunca debe mezclarse en
polémicas públicas.
11. Nuestra política de relaciones públicas se basa más bien en la
atracción que en la promoción; debemos mantener siempre
nuestro anonimato personal ante la prensa, la radio, la tele-
visión y el cine.
12. El anonimato es la base espiritual de todas nuestras Tradicio-
nes, recordándonos siempre que debemos anteponer los prin-
cipios a las personas.

''-Alcohólicos Anónimos es una comunidad de hombres y


mujeres que comparten su mutua experiencia, fortaleza y es-
peranza para resolver su problema común y ayudar a otros a
recuperarse del alcoholismo.
El único requisito para ser miembro de A.A. es el deseo
de dejar la bebida. Para ser miembro de A.A. no se pagan
honorarios ni cuotas; nos mantenemos con nuestras propias
contribuciones. A.A. no está afiliada a ninguna secta religiosa,
partido político, organización o institución alguna; no desea
intervenir en controversias, no respalda ni se opone a ninguna
' causa. Nuestro objetivo primordial es mantenemos sobrios y
ayudar a otros alcohólicos a alcanzar el estado de sobriedad".

165
PUBLICACIONES DE A.A.

Libros

ALCOHOLICOS ANONIMOS
ALCOHOLICOS ANONIMOS LLEGA A SÜ MAYOR EDAD
EL SENDERO DE V IDA (Como lo ve Bill)
VIVIR EN SOBRIEDAD

Folletos

44 PREGUNTAS Y RESPUESTAS ACERCA DE A.A.


LA TRADICION DE A.A. - COMO SE DESARROLLO
UN MIN ISTRO RELIGIOSO PREGUNTA ACERCA DE A.A.
TRES CHARLAS A SOCIEDADES MEDICAS POR BILL W.
ALCOHOLICOS ANONIMOS Y LA PROFESION MEDICA
A.A. EN SU COMUN IDAD
lES A .A. PARA USTED?
ESTO ES A.A.
PREGUNTAS Y RESPUESTAS SOBRE PATROCINIO
EL EMPLEADO ALCOHOLICO Y A.A.
EL ARTICULO DE JACK ALEXANDER
CARTA A UNA MUJER ALCOHOLICA
EL MIEMBRO DE A.A. Y EL ABUSO DE LAS DROGAS
EL GRUPO DE A.A.
EL R. S. G.
LAS DOCE TRADICIONES IL USTRADAS
A.A. EN PRISIONES
A.A. EN LOS HOSPITALES
HABLANDO EN REUNIONES DE NO ALCOHOLICOS
COOPERACION SI, AFILIAC ION NO
COMO COMIENZA A.A. COMO CRECE
LO MEJOR DE BILL
LOS DOCE PASOS
LAS DOCE TRADICIONES
LO QUE LE SUCEDIO A JOSE

PUBLICACIONES PERIODICAS: BOLETIN - SERVICIO E INFORMA-


CION (Mensual) y A.A. EL MENSAJE (Trimestral)

OFICINA DE SERVICIOS GENERALES

Apartado Aéreo No. 3070- Medellín - Colombia


INDICE

Pág.

Prefacio 7
La opinión del médico 9
La historia de Bill 16
Hay una solución . . . 29
Algo más sobre el alcoholismo . 39
Nosotros los agnósticos 52
Como trabaja el programa 64
En acción . . . . . . 77
Trabajando con otros 92
A las es'posas . 105
La familia después . 119
Al jefe de empleados . 130
Una visión para ti . 142
La pesadilla del Dr. Bob . 154
Experiencia espiritual . 162
Las Doce Tradiciones de A.A. . 164
Preámbulo . . ... . 165
Literatura disponible . 166

167
A.A.
)

) ¿ES A. A. PARA USTED?


Doce preguntas que sólo usted puede contestar

Este Sell? aparece en 1-ite~atura aproba_da p~r la Conferencia.


DOCE PREGUNTAS QUE SOLO USTED PUEDE CONTESTAR
Solamente usted puede decir si el programa de Alcohólicos Anónimos, e l siste-
ma de vida de A.A., le parece razonable y si puede serle útil. Es una decisión que
debe tomar usted mismo y que nadie en A.A. podrá tomar en su lugar.
Nosotros, los que somos aho,_.a miembros d e A.A., nos incorporamos a esta So-
ciedad porque reconocimos que la bebida se había convertido e n un problema qL. _
no podíamos controlar sin ayuda. A l principio muchos d e nosotros rehusamos
admitir que no podíamos beber socialmente. Pero cuando miembros experimenta-
dos de A.A. nos dijeron que el alcohol ismo es (en su opinión) una e nfermedad que
puede ser detenida, como la d iab etes, empezamos a buscar los síntomas de la
enfermedad en nosotros mismos. Enfrentamos la realidad d e esta enfermedad, exac-
tamente como podíamos haber enfre ntado cualquier otro problema serio de la
salud. Dimos contestación honesta a preguntas reales y concretas acerca de nuestra
modalidad de beber y su efecto en nuestra vida d ia ria.
He aquí algunas de las pregu ntas que tuv imos que enfrentar. Nuest ra propia
experiencia nos ha enseñado que cualquiera que conteste S I a CUATRO o más de
estas doce preguntas tiene tendencias alcohólicas definidas (y pu ede ser ya un beb
dor con problemas) . l Por qué no se hace estas preguntas a sí mi smo? Recuerde que··
no es una vergüenza admiti r que se padece de una enfermedad. S i realmente tiene
usted un problema lo importante es hacer algo para solucionarlo.
1 ) . Ha tratado alguna vez de no beber por una semana (o más) sin haber logrado
cumplir el plazo? . . . . . . ... . .. . . ... .. . . . . .. . .. . . . . .. . (S I - NO - )
Casi todos nosotros hemos estado "sin beber" muchas veces antes de ingresar a
A.A . Hicimos serias promesas a nuestros familiares y patrones. Juramos solemne-
mente. Nada resultó hasta que no s un imos a A.A. Ahora tomamos las cosas con
calma y no prometemos nada a nosotros mismos ni a otras personas. Nos co ncre-
tamos simplemente a no beber el primer trago, HOY. Nos mantenemos sobrios e n
un Plan de veinticuatro ho ras.
2 ). l le molestan los consejos de otras personas que han tratado de convencerle
que deje de beber?. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . (SI - NO )
Mucha ge nte trata de ay udar a los bebedores "problema". Pero casi todos los
alcohólicos se ofenden por consejos gratuitos sobre su excesivo beber (A.A. no
impone sus consejos a nadie). Pero si nos pregunta n, re latamos nu estras experie nc ias
y damos sugerencias prácticas para vivir ~in a lco hol.
3 ). lHa tratado alguna vez de controlarse cambiando de una clase de bebida a
otra? .. ... . ... .. . .. .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . .. ... . . (SI - NO-)
Nos hemos pasado años buscando u na fórmu la segura para continuar beb iendo.
Nos pasamos de las "bebidas fue rtes" a vinos y cervezas; confiamos en q~1e- las bebi-
das con u n poco d e agua no ser ían perjudic iales, o bien tomamos nuestras copas
"puras" ev itando las mezclas y los cocteles. Tratamos de beber solamente a c ie rtas
horas. Pero cualquiera que fuera la fórmu la e mpl'e ada, invar iab lemente terminamos
embriagándonos. •
4) ¿Ha bebido alguna vez por la mañana durante el último año? . . (SI -· NO-,
La mayoría de nosotros tiene el convencim iento (o por propia experienc ia) que
la respuesta a esta pregunta faci lita la casi absoluta certeza de si una persona está o
no e n cam ino d e co nvertirse e n alcohólico , o si ya ha llegado a l f inal de su carrera
de bebedor no rmal.
5) . lErÍvid ia usted a las personas que pueden beber sin que ésto les ocasione
dificultades? . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . (S I - NO - )
Es ev idente que muchos millo nes de perso nas p ueden b eber socialmente. (algu-
nas veces excesivamente) si n perjudicarse seriamente a sí mismos, ni perjudicar a
otros. lSe ha preguntado alguna vez por qué el alcohol es una invitación a desastres
para USTED?
6 ). lHa empeorado progresivamente su problema con la bebida durante el últi-
mo año? . .. . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ... . .. . . . . . . . . (SI - NO - )
Toda evidencia médica disponible indica que el alcoholismo es una enfermedad
progresiva. Una vez que una persona pi erde el control en su modalidad de beber, su
problema se empeora y nunca desaparece. Un a lcohól ico t iene solamente dos alter-
nativas f inales:
a) b eber hasta mor ir o enloquecer .
b) mantenerse alejado del alcohol en cua lquier forma que se presente.
La e lección es senci lla.
7 ). l Ha ocasionado su modati'dad el.e bebe r, problemas en su hogar?.(SI - NO-)
Muchos de nosotros so líamos af irmar que bebíamos debido a cosas desagradables
o molestias en nuestros hogares. Nunca se nos ocurrió pensar que problemas de esta
naturaleza se agravan en vez de solucionarse con beber inco ntro ladamente.
8 ) l En reun iones sociales donde. la bebida es controlada trata usted de consegu ir
t rago s extras? . . . .. ... . . . . . . . . . . . . . .. . . .. .. . .. . . . . . (Si - NO - )
Cuando nos tocaba asistir a esta clase de reun iones nos "fortificábamos" antes de
conc urr ir o generalmente nos las arreglábamos pa ra obtener más de lo que nos
correspond ía de las raciones de nuestro anfitrió n. Y muchas ·veces segu imos bebien-
do después de la fiesta.
9 ). lA pesar de ser evidente que no puede cont rolarse, ha continuado ustep
af irmando que puede dejar de beber por sí solo cuando quiera hacerlo'2(SI - NO - )
El engañarse a sí m ismo parece ser común en todos los bebedores "problema" .
Cas i todos los que estamos ahora en A.A. hemos t ratado a lguna vez de dejar de
beber sin ayuda de nadie. No pudimos hacerlo.
10) . lHa faltado a su trabajo durante e l último año a causa de la bebida?
.. ... . . . ... . ... . . . ... . . . . . .. . . ... . . .. . .. . . . . . . (SI - NO - )
Cuando bebíamos y faltábamos a nuestro traba jo, frec uentemente tratamos de
justificarnos int entando convencernos a nosotros m ismos, y a otros que estábamos
realmente enfermos. Utiliza mos diversas tretas como excusa por nuestra ausencia.
La realidad es que estábamos e ngañá ndonos a nosotros m ismos.
11 ). l Ha tenido alguna vez "lagunas mentales" a causa de la bebida?. (SI - NO - )
Las llamadas " lagunas menta les" durante las cuales continuamos en actividad
pero sin recordar nada después, parecen ser un común denominador en las historias
a lcohólicas de muchos de nosotros que ahora admitimos que somos alcohólicos.
Sabemos por f in demasiado acerca de los verdadero s problemas que nos t raían nues-
tros actos durante este período de "lagunas mentales", e irresponsab ilidad.
12 ). lHa pensado alguna vez que podrta tener más éxito en la vida si no
. 'bebiera?. . . .. . . . .. .. .. . . . . .. ... . . . . .. . ... . .. . . . . . (SI - NO - )
A .A. por sí misma no puede solucionar todos sus problemas. Pero e n lo que se
refiere a l a lcohol pued e enseñar le cómo vivir sin "lagunas mentales" sin sufrir las
consecuencias de las borracheras, sin remord im ient os o lástima de sí mismo, que es
c o mún en e l bebedor alcohólico. Cuando uno llega a ser a lcohólico continúa sién-
dolo siempre . De modo que nosotros, en A.A. nos mantenemos alejados de ese
primer trago. Cuando ésto se ha logrado , la vid a se torna d isciplinada , más exitosa y
m uch o más feliz.
TOTAL. .. . . . . . .. . . . . . . . . . .
lCUAL ESSU RESULTADO?
lContestó sí a cuatro o más preguntas? Si es así las probabilidades son de que ya
tiene un serio problema alcohólico, o que lo tendrá en un futuro cercano.
Por qué decidimos ésto? Solamente porque la experiencia de decenas de miles de
alcohólicos recuperados nos ha enseñado algunas verdades básicas acerca de los
síntomas de beber que trae problemas y de nosotros mismos.
Usted es el único que puede decir con seguridad si A .A. es para usted. Si su
respuesta es que SI, nos alegraremos de mostrarle cómo hemos podido dejar de
beber. Si no puede admitir todavía que tiene un problema con la bebida no discu-
tiremos con usted. Lo único que podemos sugeririe es que enfoque el problema sin
prejuicios. Cuando necesite ayuda, si es que llega a necesitarla, nos alegraría com-
.partir nuestra Sociedad con usted. ·

ACERCA DE A.A.

Alcohólicos Anónimos es u na comunidad de hombres y mujeres que compart.en ·


su mutua experiencia, fortaleza y esperanza de poder resolver el problema común y
ayudar a otros a recuperarse del alcoholismo.
"Existen más de 1.500.0oo· de nosotros en aproximadamente· 33.000 grupos a
través del mundo en más de 100 países.
El único requisito para pertenecer a esta comunidad es el deseo de dejar la
bebida. Para ser miembro de A.A. no se pagan derechos ni cuotas; nos mantenemos
con nuestras propias contribuciones. A.A. no pertenece a ninguna secta religiosa, ni
poi ítica, ni a drganización o institución alguna; no desea interven ir en ninguna con-
troversia, ni tampoco apoya o combate otras causas. Nuestro fin primordial es
mantenernos sobrios y ayudar a otros alcohólicos a alcanzar el estado de sobriedad.
En el libro ALCOHOLICOS ANONIMOS, nuestro texto de exper iencias, pueden
encontrarse mucho puntos interesantes sobre el problema del alcoholismo, este
libro y otra literatura podrá obtenerse en las reuniones locales o escribiendo a la
Oficina de Servicios Generales de A.A. para Colombia y Suramérica.

ES A .A. PARA USTED?

Publicado por A.A. WORLD SERVICE INC., única agencia de publica-


ciones de Alcohólicos Anónimos. Aprobado por la Conferencia de
Servicios Generales de A.A . - Derechos reservados.

Copyright 1954
Alcoholics Anoilymous Publishing lnc.
(Ahora conocido como Alcoholics Anonymous World Services lnc.)
Impreso y Distribuído por:
Oficina de Servicios Generales para Colombia y Suramérica
Teléfono: 45 43 09 - Apartado Aéreo 3070 Medellín - Colombia
Con el permiso de A.A. World Serv_ices lnc., P.O. Box 459
Grand Central Station, New York 10017
A.A.

OESA.

THIS IS A.A.
"Alcohólicos Anónimos es una comunidad de hombres y mu-
jeres que comparten su mutua experiencia, fortaleza y esperanza
para resolver su problema común y ayudar a otros a recuperarse
del alcoholismo.
El único r equisito para ser miembro de A.A. es el deseo de
dejar la bebida. Para ser miembro de A.A. no se pagan honorarios
ni cuotas; nos mantenemos con nuestras propias contribuciones.
A.A. no está afiliada a ninguna secta religiosa, partido político,
organización o institución alguna; no desea intervenir en contro-
versias, no respalda ni se opone a ninguna causa. Nuestro objetivo
primordial es mantenemos sobrios y ayudar a otros alcohólicos a
alcanzar el estado de sobriedad".

Editado por A.A. WORLD SERVICE, INC, única agencia de


publicaciones de ALCOHOLICOS ANONIMOS. Aprobado por la
Conferencia de Servicios Generales de A.A.
Todos los derechos reservados.
COPYRIGHT 1953
ALCOHOLICOS ANONIMOS WORLD SERVICES, INC. Impreso
y distribuído por: Oficina de Servicios Generales de A.A., para
América del Sur.
Prohibida la reproducción parcial o total sin
permiso de la O.S.G. de Medellín.
COMITE DE LITERATURA
Apartado Aéreo No. 3070 - Cables: "Literatura"
Medellín, Colombia - Teléfono: 45 43 09
Con la autorización de A.A. World Services Inc. Box 459, Grand
Central Station. New York 10017 N. Y.
SOLO USTED PUEDE DECIDIR

Si a usted le parece que su modalidad de beber le está causando


inconvenientes o si ha llegado al punto de que le preocupa algo, puede
ser que tenga interés en saber detalles sobre Alcohólicos Anónimos y su
programa para recuperarse del alcoholismo. Después de leer este breve
resumen, puede ser que usted decida que A. A. no tiene nada que ofre-
cerle. Si este es el caso, le sugerimos que considere su situación con la
mente libre de prejuicios. Estudie cuidadosamente su modalidad de
beber de acuerdo con lo que pueda aprender de este folleto. Decida
usted mismo si el alcohol se ha convertido o no en un problema para
J
usted. Y recuerde que siempre será cordialmente bienvenido entre los
miles de hombres y mujeres en A.A., que han dejado atrás sus proble-
mas con la bebida y viven ahora sus vidas en forma "normal" y cons-
tructiva, manteniendo su sobriedad día a día.

QUIENES SOMOS

Nosotros en A. A. somos hombres y mujeres que hemos descubierto


y admitido que no podemos controlar el alcohol. Hemos aprendido que
debemos vivir sin alcohol si queremos evitar el desastre para nosotros y
los que dependen de nosotros. En grupos locales, en miles de comunida-
J des, somos parte de una organización internacional con miembros en
más de cien países. Tenemos un solo propósito: mantenemos sobrios y
ayudar a otros que busquen nuestra ayuda a fin de que obtengan y
conserven su sobriedad.
No somos reformistas y no estamos aliados con ningún grupo, causa
o denominación religiosa. No tenemos el deseo de hacer que el mundo
entero se vuelva abstemio . No reclutamos nuestros miembros. Evitamos
imponer nuestras ideas sobre el beber anormal de otros, a menos que se
nos pida nuestra opinión.
Entre nuestros miembros pueden encontrarse hombres y mujeres de
edades varias y · diferente condición social, económica y cultural. Mu-
chos de nosotros bebimos durante años antes de convencernos de que
no podíamos controlar el alcohol. Otros tuvieron la buena suerte de
darse cuenta en su juventud o al principio de sus "carreras" alcohólicas,
de que la bebida para ellos era algo ingobernable.
Las consecuencias de nuestro beber alcohólico (y pensar alcohólico)
también varían. Algunos de nuestros miembros se habían convertido
literalmente en "perdidos" antes de volverse hacia A.A. en busca de
ayuda. Habían perdido sus familias, su puesto en la sociedad y su

3
propio respeto. Habían vivido como vagos en muchas ciudades, siendo
hospitalizados y encarcelados un número incontable de veces. Habían
cometido muchos y graves delitos contra la sociedad, sus familias, sus
patrones y contra ellos mismos.
Muchos entre nosotros nunca han sido puestos presos ni hospitali-
zados. Ni siquiera perdieron sus empleos debido a la bebida. Pero aun
así estos hombres y mujeres finalmente llegaron a la conclusión de que
el alcohol les estaba dificultando el vivir normalmente. Cuando descu-
brieron que aparentemente no podían vivir sin el alcohol, ellos también
buscaron la ayuda de A.A. antes de continuar con su irresponsable
modalidad de beber.
Todas las grandes religiones están representadas en nuestra Asocia-
ción y muchos líderes religiosos han apoyado nuestra acción. Hay tam-
bién una minoría entre nosotros que se llaman a sí mismos ateos o
agnósticos. El creer o pertenecer a un credo particular no es condición
indispensable para ser miembro de Alcohólicos Anónimos;
Estamos unidos por nuestro problema común: el alcoholismo. El
reunirnos y conversar y ayudar a otros alcohólicos, todos juntos nos
permite mantenemos sobrios y nos ayuda a dominar completamente la
compulsión por beber, que en otros tiempos era una fuerza poderosa en
nuestras vidas.
No creemos que seamos los únicos que tengamos la respuesta al
problema del beber anormal. Sabemos que el programa de A.A. nos da
resultados y hemos comprobado que también resulta a casi todos los
que lo aplican sinceramente, y que honestamente quieran dejar de
beber.
A través de A.A. hemos aprendido muchas cosas sobre el alcoholis-
mo ·y sobre nosotros mismos. Tratamos de mantener estos hechos bien
presentes en nuestras mentes en todo momento, pues parece ser la llave
de nuestra sobriedad. Para nosotros, la sobriedad debe ser siempre nues-
tra primera preocupación.

LO QUE HEMOS APRENDIDO SOBRE ALCOHOLISMO


Lo primero que hemos aprendido sobre el alcoholismo es que es
uno de los problemas más antiguos en la historia del hombre. Recien-
temente hemos conseguido beneficiamos con nuevos enfoques sobre
este problema. Los médicos, por ejemplo, saben hoy más sobre alcoho-
lismo que lo que sabían sus predecesores hace solamente dos genera-
ciones. Están empezando a definir el problema y a estudiarlo en sus
detalles.
Si bien no hay una "definición formal de A.A. ", sobre alcoholismo,
casi todos estamos de acuerdo en que, para nosotros, puede ser clasifica-
do como una "compulsión física aparejada a una obsesión mental". Es

4
decir, sabemos que hemos tenido un deseo físico definido de beber
alcohol por encima de nuestra capacidad para controlarlo, y en pugna
con todas las reglas del sentido común. No sólo hemos tenido un deseo
1 anormal por el alcohol sino que frecuentemente hemos sucumbido a
este deseo en los momentos más inoportunos. No sabemos cuándo (o
cómo) dejar de beber. Frecuentemente no parecíamos tener el suficien-
te sentido común como para saber cuándo no empezar a beber.
Como alcohólicos hemos aprendido la dura lección de que la fuerza
de volunta(i solamente, aunque fuerte para otras cosas, no ha bastado
para mantenernos sobrios. Hemos tratado de no beber por períodos de
tiempo determinados. Hemos hecho solemnes promesas, cambiado de
marcas y de bebidas. Hemos tratado de beber solamente a ciertas horas.
Pero ninguno de nuestros planes dio resultado. Hemos concluído, tarde
o temprano, por embriagarnos cuando no deseábamos hacerlo y cuando
teníamos poderosas razones e incentivos para no beber. Hemos pasado
por períodos de negra desesperación cuando estábamos seguros de que
había algo anormal en nosotros mentalmente. Hemos llegado a despre-
ciarnos a nosotros mismos, por no valorarse nuestra inteligencia y opor-
tunidades y por el dolor y dificultades que ocasionamos a nuestros
familiares y otras personas. Frecuentemente nos dejamos dominar por
la lástima a nosotros mismos, y aseguramos que no había nada que
pudiera ayudarnos jamás. Podemos sonreir ante esos recuerdos, pero en
ese tiempo eran terribles y trágicas experiencias.
Hoy estamos dispuestos a aceptar la realidad, y por lo que a noso-
tros se refiere el alcoholismo es una enfermedad, una enfermedad pro-
gresiva que nunca puede curarse, pero que como otras enfermedades
puede ser "detenida". Estamos conformes en que no haya nada de
vergonzoso por el hecho de estar enfermos siempre que encaremos el
problema honestamente y estemos dispuestos a hacer algo p.aa solucio-
narlo. Estamos dispuestos a admitir que somos alérgicos al alcohol, y
que es de buen sentido común el mantenernos alejados de la fuente de
nuestra alergia.
Comprendemos ahora que una vez que una persona ha cruzado la
línea invisible que separa al bebedor excesivo del bebedor alcohólico
compulsivo, siempre seguirá siendo un alcohólico. Por lo que sabemos,
nunca habrá una vuelta al beber normal o social. Una vez que se llega a
ser alcohólico se sigue siéndolo siempre, y es éste uri hecho con el cual
tenemos que acostumbrarnos a vivir. Hemos aprendido también que hay
muy pocas alternativas para el alcohólico. Si continúa bebiendo, su
problema se volverá progresivamente peor, llegará con seguridad a ser lo
que se llama "un perdido", irá a parar a hospitales, cárceles u otras
instituciones, o bien a una temprana muerte. La única alternativa es el
dejar de beber por completo. Abstenerse aun de la más pequeña canti-
dad de alcohol en cualquier forma que sea. Si está dispuesto a seguir
este camino y a aprovechar la ay uda que se le ofrece, una vida entera-
mente nueva se abre al alcohólico.

5
Hubo una época en nuestras "carreras" alcohólicas en que estába-
mos enteramente convencidos de que todo lo que teníamos que hacer
para controlarn.o s era dejar de beber después de la segunda copa o de la
quinta o cualquiera otra. Pero gradualmente llegamos á comprender que
rio era la quinta copa ni la décima ni la vigésima la que nos vencía, sino
la primera. La primera copa era la que nos iniciaba en el interminable
"círculo vicioso". Era la primera copa la que desataba en nosotros la
primera reacción en cadena de pensamientos alcohólicos, que culminaba
en nuestro descontrolado beber hasta llegar a la embriaguez.
Otra cosa que aprendimos durante nuestra experiencia de bebedores
es que la sobriedad forzada no es una experiencia muy agradable. Al-
gunos de nosotros logramos mantenernos abstemios, a veces por un
período de días, semanas y aún años. Pero no disfrutamos de nuestra
sobriedad. Nos sentíamos como mártires. Nos pusimos irritables y se
nos hacía difícil vivir y trabajar con otras personas. Persistimos en
anticipar el momento en que podríamos volver a beber.
Ahora que estamos en A.A. tenemos un nuevo punto de vista sobre
la sobriedad. Disfrutamos de un sentimiento de liberación, una concien-
cia de estar libres del deseo de beber. Puesto que no podemos esperar
poder beber normalmente en ninguna época futura, nos concentramos
en vivir nuestras vidas en forma plena y sin alcohol hoy. No hay absolu-
tamente nada que podamos hacer respecto al ayer. Mañana no llega
nunca. HOY es el único día por el cual tenemos que preocuparnos. Y
sabemos por experiencia que aun el "peor de los borrachos" puede
pasar 24 horas sin beber. Cuando oímos hablar por primera vez de A.A.
nos pareció un milagro que alguien que hubiese sido realmente un bebe-
dor incontrolado pudiera lograr y mantener la clase de sobriedad sobre
la cual los antiguos miembros de A.A. siempre hablan. Algunos de
nosotros nos inclinamos a pensar que nuestra modalidad de beber era
algo especial, que nuestras experiencias eran "diferentes", y que A.A.
podría dar resultados para otros, pero nunca para nosotros mismos.
Otros de nuestros miembros que aún no habían llegado al fondo y que
ni siquiera habían sido seriamente afectados por la bebida, razonaban
de que A. A. podría ser magnífico para los "perdidos", pero que ellos
podrían resolver el problema por sí mismos.
Nuestra exp·e riencia en A.A. nos ha enseñado dos cosas importantes:
Primera: Que los problemas básicos que afectan al alcohólico son
los mismos ya sea para el enfermo que tenga dinero apenas para una
cerveza, como para el alto empleado con un cargo ejecutivo en una
importante compañía.
Segunda: Podemos ahora apreciar que el programa de A.A. da resul-
tados a casi todos los alcohólicos que honradamente quieran aplicarlo,
no importa cuáles hayan sido sus antecedentes o modalidad particular
de beber.

6
TOMAMOS UNA DECISION

Los que estamos actualmente en A.A. tuvimos que tomar una deci-
sión capital antes de sentirnos seguros en el nuevo programa de vida sin·
alcohol. Hemos tenido que afrontar los hechos sobre nosotros mismos y
nuestra modalidad de beber en forma realista y honesta. Tuvimos que
admitir que éramos impotentes ante el alcohol. Para algunos de noso-
tros ésta fue la decisión más dura que debimos enfrentar. No sabíamos
gran cosa sobre alcoholismo. Teníamos nuestras ideas preconcebidas
sobre la palabra "alcohólico" a la que asociábamos principalmente con
los "borrachos perdidos". O pensamos que significaba degradación en
alguna otra form a. Algunos de nosotros nos resistimos a la idea de admi-
tir que éramos alcohólicos. Otros nos aferramos a ciertas reservas menta-
les.
Sin embargo, sentimos alivio cuando se nos explicó que el alcoholis-
mo es una enfermedad. Comprendimos que era cuestión de sentido
común el hacer algo contra una enfermedad que amenazaba destruír-
nos. Dejamos de tratar de engañar a otros y a nosotros mismos al pensar
que podíamos controlar el alcohol cuando toda la evidencia indicaba lo
contrario.
Se nos dijo bien claro desde el principio, que sólo nosotros mismos
podíamos determinar si éramos o no alcohólicos. La admisión debe ser
sincera y basada en nuestro propio juicio y no en la opinión de un
médico, el esposo, o la esposa, o el director espiritual. Nuestros amigos
podrán ayudarnos a interpretar la naturaleza de nuestros problemas,
pero nosotros somos los únicos que podemos determinar si el alcohol se
ha convertido en algo incontrolable en nuestro caso.
Francamente preguntamos: ¿cómo podemos saber si somos real-
mente alcohólicos? Se nos dijo que no existían reglas fijas y rígidas
para diagnosticar el alcoholismo. Aprendimos, sin embargo, que habían
ciertos síntomas reveladores. Por ejemplo: si nos emborrachábamos
cuando teníamos motivos poderosos para mantenernos sobrios; si nues-
tra modalidad de beber había empeorado progresivamente; si no disfru-
tábamos tanto como antes de la bebida. Estos, aprendimos, eran gene-
ralmente síntomas de la enfermedad que llamamos alcoholismo. Revi-
sando nuestras experiencias de alcohólicos y sus consecuencias, la ma-
yoría de nosotros llegamos a descubrir evidencia adicional sobre nuestro
alcoholismo. · .
Naturalmente, la posibilidad de vivir sin alcohol parecía ser aburri-
dora y desagradable. Temimos que nuestros nuevos amigos de A.A.
fueran fastidiosos y tontos; o peor aún, exuberantes evangelistas. Descu -
brimos, sin embargo, que eran seres humanos como nosotros, con la
virtud especial de entender nuestros problemas en vez de condenarnos,
como otros no alcohólicos lo habían hecho en el pasado. Empezamos a
preguntar qué tendríamos que hacer para mantenernos sobrios, cuánto
nos "costar ía" ser miembros de A.A. y quién "dirigía" la sociedad,
local e internacionalmente.

7
Pronto descubrimos que en A.A. no hay ningún "tienes que hacer
esto", que a nadie se le pide que siga ningún rito formal o sistema de
vida. También aprendimos que A.A. no cobra cuotas ni honorarios de
ninguna clase. Los gastos para el mantenimiento del Grupo, literatura,
alquiler, refrescos, etc. son pagados con el dinero que se recolecta en las
reuniones, pero aún esta forma de contribución no es obligatoria, ni
condición esencial para pertenecer a A.A. Pronto se hizo aparente que
A.A. no tiene una organización formal y que no hay "Jefes" que gobier-
nan. Los arreglos sobre reuniones y otros trabajos que son esenciales
para mantener a los Grupos activos, son hechos por comités de personas
que se turnan en forma rotativa y que actúan como servidores del
Grupo y no como Jefes.
¿cómo, entonces, podemos mantenernos sobrios en una sociedad
tan sencilla y desorganizada?
La respuesta es que una vez obtenida nuestra sobriedad, tratamos de
preservarla observando e imitando las triunfantes experiencias de aque-
llos que nos han precedido en A.A. Dichas experiencias nos proporcio-
nan armas u orientaciones que somos libres de aceptar o rechazar, según
nos parezca. Porque nuestra sobriedad es lo más importante en nuestras
vidas hoy en día, creemos que lo mejor es tratar de seguir adelante, de
acuerdo con las experiencias de los que ya han demostrado que el
programa de A.A. da realmente resultados.
Por ejemplo: No hacemos promesas. No decimos que nos abstendre-
mos del alcohol para siempre. En vez de eso tratamos de seguir lo que
llamamos el programa de las 24 horas. Nos concentramos en tratar de
mantenernos sobrios únicamente durante las 24 horas presentes. Trata-
mos simplemente de vivir "un día a la vez sin beber". Si sentimos el
deseo de beber no cedemos ni luchamos contra este deseo. Simplemente
decidimos dejar ese trago "para mañana". Tratamos de mantener nues-
tra manera de pensar honesta y realista en lo que se refiere al alcohol. Si
nos sentimos tentados de beber, y la tentación generalmente desaparece
después del primer período de transición en A.A., nos preguntamos a
nosotros mismos si ese trago que estamos pensando tomar vale realmen-
te la pena, teniendo presente todas las consec4encias que hemos expe-
rimentado en el pasado debido a la bebida. Tenemos siempre presente
que estamos en absoluta libertad de emborracharnos si deseamos hacer-
lo; que la elección entre beber y no beber es exclusivamente nuestra. Y
lo más importante de todo, tratamos de aceptar el hecho de que no
importa cuánto tiempo nos hayamos mantenido sobrios, siempre sere-
mos alcohólicos, y los alcohólicos, por lo que sabemos, no pueden
beber normal o socialmente. Seguimos la experiencia de los "viejos"
que han tenido éxito, en el sentido de asistir regularmente a las reunio-
nes de nuestro Grupo de A.A. No hay ninguna regla que haga obliga-
toria dicha asistencia. Ni tampoco podemos explicarnos por qué nos

8
sentimos animados al oir las historias personales y las interpretaciones
de otros miembros. Casi todos nosotros, sin embargo, sentimos que la
asistencia a las reuniones y otros contactos sociales con los compañeros
de A.A. son factores importantes en el mantenimiento de nuestra pro-
pia sobriedad.

LOS DOCE PASOS SUGERIDOS DE A.A.

l. Admitimos que éramos impotentes ante el alcohol, que nuestras


vidas se habían vuelto ingobernables.

2. Llegamos al convencimiento de que sólo un Poder Superior a


nosotros mismos podría devolvemos el sano juicio.

3. Decidimos poner nuestra voluntad y nuestras vidas al cuidado de


Dios, tal como nosotros Lo concebimos.

4. Sin ningún temor hicimos un inventario moral de nosotros mis-


mos.

5. Admitimos ante Dios, ante nosotros mismos y ante otro ser hu-.
mano la naturaleza exacta de nuestras faltas.

6. Estuvimos dispuestos a dejar que Dios eliminas¡; todos estos de-


fectos d e carácter.

7. Humildemente a El le pedimos que nos lilirase de nuestros de-


fectos.
8. Hicimos una lista de todas aquellas personas a quienes habíamos
ofendido y estuvimos dispuestos a reparar el daño que les causa-
mos.
9. Reparamos directamente a cuantos nos fue posible el daño que les
habíamos causado, salvo en aquellos casos en que el hacerlo per-
judicaría a ellos núsmos o a otros.
10. Continuamos haciendo nuestro inventario personal y cuando nos
equivocábamos lo adnútíamos inmediatamente.
ll. Buscamos a través de la oración y la meditación mejorar nuestro
contacto consciente con Dios tal como Lo concebimos, pidién-
dole solamente que nos dejase conocer Su voluntad para con
nosotros y nos diese la fortaleza para aceptarla.
12. Habiendo experimentado un despertar espiritual como resultado
de estos pasos, tratamos de llevar este mensaje a los alcohólicos y
de practicar estos principios en todos nuestros actos.

9
Apenas nos incorporamos a los A.A. oímos hablar de los "Doce
Pasos Sugeridos" para recuperarse del alcoholismo. Aprendimos que
estos Pasos representan una tentativa de parte de los primeros miembros
de A.A. para dejar constancia de su propio progreso desde el beber
incontrolada hasta su propia sobriedad. Descubrimos que el factor prin-
cipal de este progreso parecía ser la humildad, juntamente con la
confianza en un Poder más grande que el alcohólico mismo. Mientras
que algunos prefieren llamar a este Poder "Dios", se nos dijo que éste es
simplemente un asunto de interpretación personal, es decir, que pode-
mos imaginarnos a este Poder de la manera que nos parezca más raz-ona-
ble. Puesto que el alcohol había sido indudablemente un Poder Superior
a nosotros durante nuestra época de bebedores no tuvimos inconvenien-
te en admitir que quizas no podíamos manejarnos solos sin alcohol, y
nos parecía lógico buscar ayuda. A medida que hemos pr ogresado en
A.A. nuestro concepto del Poder Superior se ha madurado. Pero siem-
pre ha sido nuestro propio concepto personal. Nadie nos lo ha impues-
to. Finalmente notamos que de los "Doce Pasos Sugeridos " y de la
experiencia de miembros más antiguos se desprendía que el trabajo con
otros alcohólicos que se volvían hacia A.A. en busca de ayuda era un
medio efectivo de fortalecer nuestra fübriedad. Siempre que nos fue
posible tratamos de hacer nuestra parte, teniendo presente en todo
momento que la otra persona era la única que podía determinar en
forma segura si él (o ella) era alcohólica.
Nos dejamos también guiar por la experiencia de los miembros de
A. A. que han dado un nuevo significado a tres viejos refranes: " Haz
primero lo primero" es uno de estos refranes que nos recuerda que a
pesar de nuestros ardientes deseos no podemos hacer todo a la vez, y
que debemos recordar siempre que si hemos de rehacer nuestras vidas,
lo más importante es la sobriedad para poder lograrlo.
" Poco a poco se va lejos" es otro viejo refrán con un nuevo signifi-
cado para los alcohólicos que frecuentemente se sienten tentados de
hacer más de lo que su capacidad les permite hacer, aun cuando van
detrás de objetivos dignos.
"Vivir y dejar vivir" es un tercer r efrán llave de la filosofía de A.A.,
una constante recordación de que el alcohólico, no importa cuánto
tiempo se haya mantenido sobrio, no puede permitirse el lujo de dejarse
encolerizar-por cosas sin importancia.
La literatura de A.A. es también de gran ayuda para la mayoría de
nosotros en nuestros esfuerzos para conservar la sobriedad. Poco des-
pués de ingresar en A.A. casi todos tuvimos la oportunidad de leer
"Alcohólicos Anónimos", el libro -básico de nuestra sociedad, en el cual
los primeros miembros escribieron sus historias y los principios que a su
juicio les habían ayudado a recuperarse. Muchos miembros que han
estado sobrios por años continúan consultando este libro y también un

10
segundo libro: "Los Doce Pasos y las Doce Tradiciones", en busca de
comprensión e inspiración. La sociedad también publica una revista
internacional, "Toe A.A. Grapevine", y folletos especiales que tratan
fases particulares del alcoholismo y de A.A., y que han sido aprobadas
por las Agencias de Servicios de la Sociedad.

Dado que A.A. es esencialmente un sistema de vida, pocos de noso-


tros hemos sido capaces de descubrir con exactitud cómo los varios
elementos en el programa de recuperación han contribuído a nuestra
sobriedad actual. Todos no interpretamos ni vivimos el programa de
A.A. en la misma forma. Podemos dar fe, sin embargo, que A.A. nos da
resultados positivos mientras que muchas otras tentativas que hicimos
para lograr la sobriedad fracasaron. Muchos miembros que se han man-
tenido sobrios por años, dicen que simplemente aceptaron el programa
"por fe", y no saben todavía explicar cómo A.A. trabaja para ellos.
Mientras tanto, siguen tratando de pasar su fe a otros que comprenden
muy bien el modo desastrozo en que el alcohol trab aja en contra del
alcohólico.
El programa de A.A. para recuperarse del alcoholismo puede dar
resultados a casi todas las personas que tengan un sincero deseo de
abandonar la b ebida. Esencialmente no da resultados a aquellos que se
sienten presionados en el sentido de ir hacia A.A. por amigos, parientes,
médicos u otras personas, no importa lo bien intencionada que pueda
ser esta presión. El alcohólico mismo tiene que hacer frente a su propio
problema honestamente. Hemos visto a muchos alcohólicos tropezar
por un tiempo antes de "engranar" con el programa. Hemos visto a
otros enfocar con poco entusiasmo los principios probados con los
cuales miles de nosotros mantenemos nuestra sobriedad. Cuando se
aplica el programa sin verdadero entusiasmo por lo general no da éxito.
No importa lo bajo a que un alcohólico pueda haber llegado, o lo
alto en que él (o ella} pueda estar en la escala social o económica; nos
consta por nuestras experiencias y observaciones que A.A. ofrece una
solución razonable para escapar de la prisión que representa el beber en
forma compulsiva y llena de confusiones. A la mayoría de nosotros nos
ha resultado fácil dejar de b eber con la ayuda de A.A.
Cuando recurrimos a Alcohólicos Anónimos muchos de nosotros
teníamos una serie de terribles problemas. Problemas de dinero, familia-
res, de trab ajo y de nuestras propias personalidades. Pronto descubri-
mos que nuestro problema central e inmediato era el alcohol. Una vez
que pudimos controlar este problema central alcohólico estuvimos en
condiciones de encarar con probabilidades de éxito nuestros otros pro-
blemas. La solución de nuestras dificultades no ha sido siempre sencilla
pero hemos logrado vencerlas con mucha más facilidad manteniéndonós
sobrios que bebiendo.

11
UNA NUEVA DIMENSION

Hubo una época en que muchos de nosotros creíamos que el alco-


hol era lo único que podía hacemos la vida tolerable, y ni siquiera
podíamos imaginarnos cómo sería la vida sin alcohol. Hoy en día, en
una forma extraña y milagrosa, no sentimos en absoluto como si se nos
hubiera privado de algo. Sentimos, por el contrario, que una nueva
dimensión ha sido agregada a nuestras vidas. Tenemos nuevos amigos,
nuevos horizontes y nuevas actitudes. Después de años de desesperación
y frustración muchos de nosotros sentimos que hemos empezado a vivir
por primera vez. Nos agrada compartir nuestra nueva vida con cualquie-
ra que aún esté sufriendo de alcoholismo, como una vez sufrimos noso-
tros, y que esté buscando un camino desde la oscuridad hacia la luz.

Se ha llamado al alcoholismo el problema de salud No. 4. Se calcula


que millones de hombres y mujeres continúan sufriendo, tal vez innece-
sariamente, debido a esta enfermedad progresiva. Como miles de A.A.,
nos alegramos de la oportunidad que se nos presente de compartir
nuestras experiencias con cualquiera que busque ayuda. Nos damos
cuenta de que nada de lo que podamos decir tendrá significado y efecto
hasta que el alcohólico mismo esté listo a admitir, como una vez lo
hicimos nosotros, que el alcohol lo ha derrotado y que necesita y quiere
ser ayudado. Esta ayuda está disponible en forma bien abundante. Hay
Grupos de A.A. en ciudades y pueblos a través del mundo. Muchos de
nuestros Grupos figuran en las-guías telefónicas, e información acerca
de nuestras _reuniones puede ser obtenida de médicos, consejeros espiri-
tuales, periodistas, oficiales de policía y otras personas que estén fami-
liarizadas con nuestro programa. Aquellos que no puedan comunicarse
directamente con un Grupo, pueden dirigirse a Alcoholicos Anony-
mous, (P. O. Box 459, Grand Central Station, New York, N. Y. 10017
U. S. A.) o al Apartado Aéreo 3070, Medellín, Colombia y con mucho
gusto serán orientados hacia el Grupo más cercano. Si son personas que
viven en lugares solitarios, lejos de cualquier Grupo, les informamos
cómo hacen los "miembros solitarios" de A.A. para mantener su sobrie-
dad utilizando los principios y el programa de Alcohólicos Anónimos.

Cualquier persona que se dirija a A.A. localmente o a través de


nuestra oficina internacional, puede tener la seguridad de que su anoni-
mato será respetado.

Si cree usted que tiene un problema alcohólico, y honestamente


desea dejar de beber, más de 675.000 personas en el mundo podemos
atestiguar que el programa de A.A. nos da excelentes resultados y no
hay ninguna razón por la cual no pueda darle resultados a usted tam-
bién.

12
LAS DOCE TRADICIONES

l. Nuestro bienestar común debe tener la preferencia; el restable-


cimiento personal depende de la unidad de A.A.
2. Para el propósito de nuestro grupo sólo existe una autoridad fun-
damental: un Dios bondadoso que se manifiesta en la conciencia
de nuestro grupo. Nuestros líderes no son más que fieles servido-
res; no gobiernan.
3. El único requisito para ser miembro de A.A., es el querer dejar de
beber.
4. Cada grupo debe ser autónomo, excepto en asuntos que afecten a
otros grupos o a los A.A., considerados como un todo.
5. Cada grupo tiene un solo objetivo: llevarle el mensaje al alcohó-
lico que aún está sufriendo.
6. Un grupo de A.A. nunca debe respaldar, financiar o prestar el
nombre de A.A. a ninguna entidad allegada o empresa ajena para
evitar que problemas de dinero, propiedad y prestigio nos desvíen
de nuestro objetivo primordial.
7. Todo grupo de A.A. debe mantenerse a sí mismo, negándose a
recibir contribuciones de afuera.
8. A.A. nunca tendrá.carácter profesional, pero nuestros centros de
servicios pueden emplear trabajadores especiales.
9. A.A. como tal, nunca debe ser organizada; pero podemos crear
juntas de servicios o comités que sean directamente responsables
ante aquellos a quienes sirven.
10. A.A. no tiene opinión acerca de asuntos ajenos a sus actividades;
por consiguiente su nombre nunca debe mezclarse en polémicas
públicas.
11. Nuestra política de relaciones públicas se basa más bien en la
atracción que en la promoción; debemos mantener siempre nues•
tro anonimato personal ante la prensa, la radio, la televisión y el
cine.
12. El anonimato es la base espiritual de todas nuestras tradiciones
recordándonos siempre que debemos anteponer los principios a
las personas.
Nota aclaratoria:
Nosotros definimos como "profesional" a alguien que ofrece con-
sejos a alcohólicos por un sueldo. No existe nada en esta tradición
que excluya a médicos o ingenieros u otra clase de profesional de
pertenecer a la Asociación de Alcohólicos Anónimos.

13
PUBLICACIONES DE A .A.

Aprobadas por la Conferencia

LIBRO ALCOHOLICOS ANONIMOS


COMO COMIENZA A.A. COMO CRECE
44 PREGUNTAS Y RESPUESTAS
ESTO ES A.A.
rns A.A. PARA USTED?
COPIA DEL ARTICULO PUBLICADO EN EL
SATURDAY EVENING POST (Primeros días de A.A.)
EL MARIDO ALCOHOLICO
CARTA A UNA MUJER ALCOHOLICA
ALCOHOLICOS ANONIMOS EN LA COMUNIDAD
LA AGRUPACION
A.A. Y LA PROFESION MEDICA
EL EMPLEADO ALCOHOLICO
LOS DOCE PASOS
LAS DOCE TRADICIONES
TRES CHARLAS A SOCIEDADES MEDICAS
LO QUE LE SUCEDIO A JOSE (a todo color)
SEDANTES, ESTIMULANTES Y EL ALCOHOLICO
BOLETIN MENSUAL DE A.A.
LO MEJOR DE BILL
(Fe, Temor, Sinceridad, Humildad y Amor).
EL GRUPO DE A.A.
PREGUNTAS Y RESPUESTAS SOBRE PATROCINIO
LA TRADICION DE A.A. COMO SE DESARROLLO
A.A. EL MENSAJE (Revista ilustrada)
UN MINISTRO RELIGIOSO PREGUNTA
ACERCA DE ALCOHOLICOS ANONIMOS
EL SENDERO DE VIDA (Libro)
A.A. EN PRISIONES
LAS DOCE TRADICIONES ILUSTRADAS
COOPERACION SI, AFILIACION NO
HABLANDO EN REUNIONES DE NO ALCOHOLlCOS

OFICINA DE SERVICIOS GENERALES

Apartado Aéreo No. 3070 Medellín - Colombia

14
.,

J
TRES CHARLAS
ASOCIEDADES MEDICAS
POR BILL W., CO-FUNDADOR
DE ALCOHOLICOS ANONIMOS

Antiguamente, "Conceptos Básicos

ThreeTalks
To Medica! Societies
By Bill W., CoFounder
Of Alcoholics Anonymous

Former~. "Blll on Alcoholi,m"


ALCOHOLICOS ANONIMOS es una comunidad de hombres y mujeres
que comparten su mutua experiencia, fortaleza y esperanza para resolver
su problema común y ayudar a otros a recuperarse del alcoholismo.

El único requisito para ser miembro de A.A. es el deseo de dejar


la bebida. Para ser miembro de A .A. no se pagan honorarios ni cuotas;
nos mantenemos con nuestras propias contribuciones. A .A. no está afilia-
da a ninguna secta religiosa, partido político, organización o institución
alguna; no desea intervenir en controversias, no respalda ni se opone a
ninguna causa. Nuestro objetivo primordial es mantenemos sobrios y
ayudar a otros alcohólicos a alcanzar el estado de sobriedad.

Alcoholics Anonymous World Services, lnc.

468 Park Avenue South


New York, N.Y. 10016
Mail address: Box 459
Grand Central Station
New York, N.Y. 10017

Impreso y Distribu(do por:


Oficina de Servicios Generales de A.A.
Para Colombia y América del Sur.
Apartado Aéreo 3070 - Medellín - Colombia S.A.
Impreso 0<1 Colombia.
Con la autorización de A.A. World Services Ine.
Prohíbida la reproducción parcial o total.
LA DEUDA DE A. A.
CON LA MEDICINA
Desde su fundación en 1.935 el programa de recuperación del alcoho-
lismo de Alcohólicos Anón imos ha d isfrutado del apoyo y estímulo de
1 muchos miembros individua les d e la profesión méd ica.

Además, a medida que A. A. ha ido crec iendo, muchos grupos recono-


c idos que comprenden médicos generales y especialistas se han mostrado
cada vez más interesados en e l enfoque ún ico de A .A. a este serio pro-
b lema de la salud.

Las t res conferencias que aquí se resumen •incluyen los dos p rimeros
informes detallados relativos al programa de A. A. que fueron presenta-
dos ante asamb leas de sociedades méd icas de p rest igio, as( como un
resumen más reciente sobre el progreso de la Asociación. Estos tres
documentos son piedras angu lares en el crecimiento del entendimiento de
A.A. por parte de uno de sus mejores aliados - la Medicina. Las tres
presentaciones fueron hechas por Bill W., co-fundador de A.A.

La conferencia más reciente, d ictada ante la Sociedad Médica sobre


A lcoholismo de la ciudad de Nueva York en abril de 1.958, es la primera
que aparece en este folleto. Le sigue la conferenc ia le ída ante la ~ección
de Neurología y S iqu iatr ía de la Sociedad Médica de Nueva York'tluran-
te la Reunión Anual de la Sociedad en Mayo de 1.944. La tercera sección
contiene c itas de una presentación leída ante la 105a Reunión Anual de
la Sociedad Ame ricana , en Mayo de 1.949, y fue originalmente publicada
en el American Journal of Psychiatry de Noviembre de 1.949.

Las opiniones y puntos de vista que aparecen en las citadas conferen-


cias tienen solamente la intenc ión de reflejar la experiencia de A.A. y no
implican el apoyo de los grupos médicos ante quienes fueron prese ntadas.

3
ALCOHOLICOS A NON IMOS
INICIACION Y DESARROLLO

Por Bill W.

Presentación ante la Sociedad Médica sobre A /coh olismo


de la Sociedad de Nueva York. Abril 28 de I . 958
Hace catorce años me correspond ió leer un artículo ante la Sociedad
Méd ica del Estado de Nueva York, durante su reunión anual . Para nosotros
tos Alcohólicos Anónimos, esto fué un evento h istórico ya que señaló la
primera vez en que una gran asociación médica norteaméricana se
percataba favorablemente de nuestra Hermandad. Los médicos de la
época hicieron mucho más que simplemente enterarse de que existía-
mos: nos recibieron con los brazos abiertos y permitieron que un a rt ículo
sobre A.A. fuese publicado en su Publicación Oficial . Reimpresiones del
c itado artículo han sido esparcidas mediante decenas de miles de cop ias
por todo el mundo, convenciendo a los médicos del orbe de los méritos
de A.A . Sólo Dios sabe todo lo que este acto generoso ha significado para
incontab les alcohólicos y para sus famili as.
Vivamente agradecido de los miembros de la Sociedad Méd ica sobre
A lcoholismo de la ciudad de Nueva York, quienes dentro del mismo
espíritu generoso me han invitado esta noche, debo, con un sentido de
agradecimiento imperecedero, traerles el saludo de aquellos 250.00.
alcohólicos recuperados que en la actualidad comprenden nuest ra herman•
dad, distribuidos en unos 7.000 grupos, aquí y en el exterior.*
Y quizás la forma mejor para entender los métodos y resultados de
A.A. es la de echar una mirada a su inic iación - en aquella época cuando
la medicina y la religión formaron asociación con nosotros. Esta asocia-
ción es hoy la base de todo el éxito que hemos alcanzado d esde entonces.
Es verdad que nadie inventó a Alcohólicos Anónimos. A.A. es la
síntesis de principios y actitudes que nos han llegado de la medicina y de
la religión. Nosotros simplemente hemos encausado dichas fuerzas, y las
hemos adaptado Para nuestro uso especial en una sociedad en la cual
funcionan efectivamente. Nuestra contribución no fué más que el esla·
bón perdido de una cadena de recuperaciones que en la actualidad es de
tanta significación y que nos ofrece tantas promesas para el futuro.

• En 1.980 el número desociosexcede de 1'500.000 y se sabe que hay registrados


más de 33.000 grupos.

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Muy pocas personas saben que las primeras rai'ces de A .A . comenza-
ron a germinar hace unos 30 años, en el consultorio de un médico. El Dr.
Carl Jung, aquel 11an pionero de la psiqu iatría, conversaba con un pacien-
te alcohólico. Ocurrió lo que relato a continuación.

El paciente, un prominente hombre de negocios americano, había to-


mado la ruta típica del alcoholismo. Había agotado las posibilidades de
la medicina y de la psiquiaría en los Estados Unidos y había acudido
donde el Dr. Jung como último recurso . El Dr. Jung lo había tratado
anteriormente por cerca de un año, y el paciente, a quien llamaremos
señor R., abrigaba la confianza de que los resortes ocultos que lo incli-
naban a beber ya descubiertos y extirpados. No obstante, se halló nueva-
mente borracho después de haber salido del consultorio del Dr .. Jung.
Estaba de regreso, en estado de absoluta desesperación. Le preguntó al
11¡ Dr. Jung cual era su intención, y obtuvo su respuesta. En substancia el
Dr. Jung le contestó: "Durante algún t iempo después de sus visitas a mi
consultorio\ yo continuaba en la creencia de que usted sería uno de los
rarísimos casos que podrían lograr la recuperació n. Pero ahora debo
francamente admitir que nunca he visto un solo caso que se recupere por
med io de laps iquiatríaJ:uando la neurosis es tan severa como en su caso.
La medicina ha hecho todo lo que es posible por usted. Esta es su situa-
ción".

La desesperación del Sr. R. se profundizaba. Preguntó: "No hay excep-


ción, les ésto realmente el final del camino para mí?"

"Bueno", contestó el médico, "hay algunas excepciones, muy pocas.


De vez en cuando, en algún lugar, algunos alcohólicos han tenido lo que
se llama una experiencia espiritual vital. Esta se presenta a manera de un
desplazamiento y re-arreglo enormemente emocional. Ideas, emociones y
actitudes que antes constituían la pauta que guiaba a estos hombres, son
repentinamente ·arrojadas a la vera, y en su lugar comienza a dominarlos
un nuevo juego de concepciones y motivos. De hecho, yo he estado tra-
tando de producir este re-arreglo emocional en usted. Con muchos tipos
de neuróticos, los métodos que empleo tienen éxito , pero nunca he lo-
grado triunfar con un alcohólico de su "descripción".

"Pero", protestó el paciente, "Soy hombre religioso, aún tengo fe " .


A esto el Dr. Jung contestó "l a fe re ligiosa corriente no es suficiente . De
lo que yo hablo es de una experiencia transformadora, una expe rif)ncia
de conversión si le perece mejor el término·. Sólo puedo recomend arle
que se sitúe en la atmósfera religiosa de su escogencia, que reconozca su

5
impotenc ia personal, y que se entregue a cualquier Dios que usted c rea
que exista. El rayo de la exper ie nc ia transformadora podría entonces
golpearlo. Debe ensayarlo, es la única salida que le queda". En esta forma
hablaba un grande y hum ild e médico .

Para el A.A. en c iernes, este golpe fue diez veces fuerte . La cienc ia se
hab ía pronunc iado sobre el Sr. R. como un caso perdido. Las palabras
d el Dr. Jung le penetraron profund amente, produciendo- una e n orme
deflación de su ego. La deflación pro fund a es hoy la piedra angula r ent re
los de A.A. Al lí por prime ra vez, e n el co nsu ltorio del Dr. Jung, flle
utilizada en beneficio nuestro.

E l paciente, Sr. R. escogió el Grupo Oxford de la época como at·


mósfe ra y asoc iac ión reli giosa. Terrib lemente cas tigad o, y cas i sin espe-
ra nzas, come nzó a trabajar activame nte con e l grupo. Para su intenso
júbilo y asombro, su obsesión d e bebe r desapareció.
1

Al regresa r a América, el Sr.R. se encontró con un antiguo compañero


de colegio mío, un alcohól ico c rónico. Este amigo, a qu ien llamaremos
Ebby, iba a se r confin ado , en breves días, e n un hosp ital menta l del esta-
do. Con este e ncuentro,otro ingred iente vital se le agregó a la S (ntes is de
A.A.El Sr.R .1 , el alcohóli co, come nzó a hab larle a Ebby; también un alco-
hó lico y hermano en los sufrimi entos, lo cual logró q ue los dos se identi-
ficarán a tondo, un segundo principio card inal de A.A. Sob re este puente
de ide ntificac ión , el Sr. R. comunicó al otro veredicto del D r. Jung, de
cuán importante, médica y psiquiátricamente, es el alcohólico. Luego
presentó a Ebby al Grupo Oxford, donde mi amigo rápidamente logró
la sobriedad.

Mi amigo Ebby conocía muy b ien m is aprietos,pues yo había reco-


rrido el cam ino familiar. En el verano de 1.934 m i médico, el Dr. Will iam
D. S ilkworth, me hab ía tildado de caso perdido. Se había visto ob ligado
a decirme que yo era víctima de una compulsión neúrotica hacia la bebi-
da, para la cua l no había poder de vo lu ntad, cu ltura, ni tratamiento, que
pud iera curarla. Agregó que yo era víctima de un desarreglo corpora l que
pod ía cons istir en •una especie de alegría - una Ld ifusiórij física que vir-
t ualmente garantizaba daños cereb rales, locura o muerte. Nuevamente
aquí el dios C iencia - que en esa época e ra m i único d ios - me había
desinflado totalmente.

Estaba ya maduro para el mensaje que pronto ll egaría de Ebby, mi


amigo alcohól ico.

6
Llegó una vez a mí casa en Noviembre de 1.934, y se sentó al otro la·
do de la mesa de la cocina contraria a aquel donde yo bebía. No gracias,
dijo, no quiero licor . Muy sorprendido le pregunté qué le había pasado.
- ----M ~l'.ándome-d,i.r.ec.ta.meAt.e,ma-d~j-O-que-l~ haeú1- aA-tr-ad-0- l-a-r-eHgi6n~
Esto era realmente apabullante. una afrenta a mi educación científica.
Con la mayor cortesía que pude juntar, le pregunté que tipo de religión
habia adoptado.

Me contó entonces acerca de su conversación con el Sr. R., y de lo


desesperanzado que es el alcohólismo. en realidad, de acuerdo con el
Dr Carl Jung. Esto agregado al veredicto del Dr. Silkworth, era la peor
noticia que podía recibir Recibi un fuerte golpe. A continuación Ebby
enumeró los principios que habla aprendido del Grupo Oxford. Aunque
él temía que los miembros del grupo eran demasiado activos) por cierto
no les encontró fallas en el resto de sus otras enseñanzas. Después de
todo él conversaba su sobriedad gracias a sus enseñanzas.

Vedlos aqui. en resumen, según mi amigo se los aplicaba a sí mismo


en 1,934:

1. Ebby admitió su impotencia para conducir su propia vida.


2 . Se hizo honesto consigo mismo como nunca antes; hizo un "examen de concien·
cia'.'
3 Hizo una confesión rigurosa de sus defectos personales, y por lo tanto renunció
a vivir a solas con sus problemas.
4 . Efectuó un reconocimiento de las dlstorcionadas , relaciones que sostenía con
otras personas, visitándoles para excusarse como mejor pudo .
5 . Resolvió dedicarse a ayudar a otros necesitados, sin exigir para ello prestigio per-
sonal ni lucro alguno
6. Por medio de la meditación invoco la ayuda de Dios como guía de su vida y
y como ayuda para practicar estos principios de conducta en todo momento.

Todo esto me pareció bastante ingenuo. Sin embargo, mi amigo Cie


limitó a relatarme lo que le había ocurrido. Mé contó cómo al practicar
estos principios había logrado dejar de beber en forma inexplicable. El
miedo y la soledad desaparecieron y recibió una considerable tranquili-
dad de espíritu Sin disciplinas rígidas ni grandes resoluciones, estos
atributos comenzaron a aparecer desde el momento en que se reconoció
impotente para solu&nar el problema por sí mismo. Su liberac ión había
sido la c onsecue ncia de ésto.Aunque estaba sobrio por sólo unos meses,
sabía que tenía en sus manos las respuestas básicas. Evitó con gran
sabiduri'a entrar en argumentos conmigo y pronto se marchó. La chispa
que había de convertirse en Alcohólicos Anónimos había sido encendida .
Un alcohólic o hab,a estado conversando con otro. haciendo una profun·

7
da identificación conmigo y poniendo al alcance de mis manos los
principios de recuperación.

La historia de mi propio amigo había despertado en mí emociones


mezcladas; me sentía atraído y repelido al mismo tiempo. Continué
bebiendo en forma solitaria por algunas semanas, pero no podía olvidar
la visita de mi amigo. Diversos pensamientos cruzaban mi mente: primero,
que su evidente estado de liberación era extraño e inmensamente Convin-
cente; segundo, que había sido deshauciado por médicos competentes;
tercero, que estos antiguos preceptos, cuando me los transmitió él, me
habían impres ionado profundamente; cuarto que yo no podía ni quería
aceptar ningún concepto sobre Dios. Nada de tonterías acerca de con-
versión para mí. Trataba de apartar mi pensamiento de ésto, sin éx ito.
Por lazos de comprensión, de sufrimientos y de verdad simple, otro alco-
hólico me había atado a sí mismo y yo no podía liberarme.

Una mañana , después de mi ración de ginebra, este pensamiento me


asaltó: "Quién eres tú", me pregunté, "para elegir la forma en que has de
curarte? · Los mendigos no pueden elegir. Suponiendo que la medicina di-
jera que tu problema es cáncer, no eligirías Crema de Pond's para curar-
te. Con una premura abyecta le rogarías al méd ico que matara esas de-
moníacas célul as cáncerosas. S i el médico nada pudiera hacer pensar que
en la conversión podrías curarte, tu orgullo no te detendrá. Pronto esta-
rías en la plaza pública clamando "Amén" justamente.con las ot ras víc-
timas. Qué diferencia hay, pues", continué reflexionando, "entre tu caso
y las víct imas del cáncer" El cuerpo enfermo del canceroso se viene aba-
jo. En la misma forma se derrumba tu personalidad - tu obsesión te ga-
rantiza la locura o el cementerio. Vas a probar el método de t u am igo -
o no?.

Por cierto que lo prob_ é . En Diciembre de 1.934, me aparecí por el


Hospital Towns de NuevaYork. Mi viejo amigo, el Dr_ Wi ll iam D. Silk-
worth, sacudió la cabeza. Pronto me ví libre del alcohol y los sedantes,
y me sentí terriblemente deprimido. Mi amigo Ebby vino a visitarme. A
pesar de que me alegré de verlo, me i.nhibÍ un poco. Temía que intentar
evangel izarme, pero nada de ésto ocurrió. Después de tocar temas sin im-
portancla, le pregunté de nuevo por su método de recuperación. Tranqui-
lamente, con mucha lucidez, med ió las expicaciones que le pedía_ Luego
me dejó.

Acostado allí en terrib le conflicto, caí en una negra depres ión.


Momentáneamente mi orgullosa obstinación estaba rota. Dije en voz

8
alta: "Ahora estoy preparado para cualquier cosa - cualquier cosa con
tal de recib ir lo que m i amigo ha obten id o". Sin esperar nada hice este
desesperado ped ido: "S i hay un D ios, por qué no se muestra!". El resu l-
tado fué instantáneo, eléctrico, indescriptib le. La hab itación se iluminó
con una enceguecedora luz bl anca. Ca í en éxtasis /y me parec ió estar en
una montaña . U n gran viento sop laba envo lviéndome y atravesándome .
Pa ra mí, no era de aire, sino de Esp íritu. Como un rayo me llegó el tre-
mendo pensamiento "Eres un hombre libre", luego el éxtasis se d isipó.
Aún en la cama, me encontraba en otro mundo consciente, ilum inado
por una Presenc ia. Sintiéndome unido al un iverso, una gran paz me inva-
dió. Pensé , "De modo que éste es el Dios de los pred icadores, ésta es la
Gran Realidad''. Pero pronto empecé a razonar, m i educación moderna se
impuso. Pensé que hab ía enloquecido, y un gran terror se apoderó de m í.

El Dr. S il kworth vino a escuch ar mi tenebroso relato de ese fenómeno.


Después de interrogarme cuidadosamente, me asegu ró q u e no estaba lo·
co, que posiblemente había pasado por una experienc ia ps íqu ica que ·
podr ía resolver · mi problema .· Hombre de c iencia, escépt ico como era
e ntonces , se mostró muy car iñoso y astuto. S i hubiese dicho, "aluc ina·
c ión" yo podía muy bien estar muerto ahora.A é l le estaré eternamente
agradecido.

"La buena suerte me perseguía. Ebby me trajo un lil:;>ro t itu lado "Va·
riédades de la Experienc ia Religiosa", el cual devoré. Escrito por Wil liam
James, el psicológo, el libro ind ica que la experiencia de convesión pue-
d e contener u na realidad objetiva. La conversión altera la motivación, y
por consigu iente en forma sem i-automática capacita a la persona para ser
y hacer lo que antes le era imposib le . Era muy signi ficativo que las expe-
rie ncias de conversión más marcadas ocurrían principalmente a ind ivi·
duos que habrían sufr ido una derrota completa en una área importante
de sus v idas. El libro era en verdad muy var iado. Pero aparte de si las
conversaciones descritas resultaban brill antes y opacas, catacl ísmicas, de
orden teológico o intelectua l, todas eHasten ían su denom inador común
- obraban en personas tota lmente derrotadas . Así lo declaraba Wil liam
James, padre de la ps icología moderna. El zapato me sentaba, y he quer i·
do llevarlo puesto desde entonces.

Para los borrachos, la so lución obv ia era la deflación total, Y más aún .
Esto era cristali namente claro, fuí educado como ingeniero y por lo tan-
to los puntos de vista de tan autorizado psicólogo significaba todo para
mí. Este eminente hombre de ciencia hab1a confirmado todo lo que ha·
b ía d ocumentado exactamente lo que decía. Por lo tanto William James

9
afirmó los fundamentos sobre los cuales yo, y muchos otros hemos esta-
do sostenidos todos estos años. No me he tomado un t rago de alcohol
desde 1.934.

Armado ahora eón una convicción to tal, y fortificado po r mi carac-


teríst ico esfuerzo creador, me lancé a curar alcohólicos al por mayor.
Algo así como con propulsión a chorro; las dificu ltades nada me impor·
taban. No se me ocurrió vislumbrar la vasta vanidad de -.mi proyecto.
Continué el asalto por seis meses, y mi casa se llenó de alcohólicos. Los
discursos por docenas no producían ni el más leve resultado. (Lamenta-
blemente, Ebby, mi amigo d e la mesa de cocina, y quien estaba más
enfermo de lo que yo creía, le puso, muy poco inte rés a estos otros al-
cohólicos. Este hecho pudo ser el causante de sus recaídas posteriores,
aunque eventualmente se recuperó). Pero descubrí que el trabajo con
otros alcohólicos tenía una enorme importancia e n la conservac ión de
mi propia sobriedad. No obstante, ninguno de mis pr~tegidos log raba su
sobriedad. Qué sucedia? .

Poco a poco, los defectos de mi enfoque fueron haciéndose visibles.


Me había convertido en algo parecido a un charlatán rel igioso, y estaba
obsesíonado'. con la idea de todo el mundo debe someterse a un a "expe-
rienci a espíritual", igual a lamía, Había olvidado que Jamesdec ia que ex is-
tían muchos tipos de experiencias. transformádoras_ Mis he rma n,os de li-
mitaban a mi rarníe con incredu Iidad o me tomaban el pelo po r mi "visión".
Esto desde luego echaba a perder la potente identidad que era necesario
establecer con ellos. Me habi'a convertido en predicador. Era claro qu e de-
bería modificar mi sistema de acercamiento . Lo que a mi me había llega-
do en seis minutos, podría tomar seis meses para otros. Tuve que apren-
der que las palabras son cosas, que uno debe ser prudente.

Para esta época - primavera de 1.935 - el Dr. Silkworth me señalaba


que ya yo había olvidado todo lo relativo a la deflac ión total. Me había
convertido en un predicador. "Por qué "decía él, " no ex plicas los la-
mentables hec hos médicos a estas gentes antes de hacer algo. Has olvida-
do lo que dijo Wi lliam James acerca de la deflación del ego a fondo?-
lnd icales, en la forma más recia posible, las consecuencias médicas. Pasa
por alto aquel lo de la "cálida iluminación". Rec ita en forma extensa tus
síntomas, en forma de obtener una adecuada identificac ión de fondo.
Cuando hagas ésto, tu prestigio podría esta r dispuesto· a adopta r los sim-
ples preceptos morales que has estado t ratando de enseñar" . Lo anterior
es una contribución vital a la si'ntesis. De nuevo, había sido ejecutada por
un médico.

10
El énfasis fué cambiando de "pecado" a enfermedad - la enfermedad
fata l. - alcoholismo.

Comenz amos a repetir lo d icho por médicos, de que el alcohol ismo


es más fatal que el cáncer; que es una obsesión de la mente aparejada a
una siempre crec iente sensibilidad f ísica. All í ten(amos a nuestros ogros
gemelos - la .locura y la Muerte . Nos apoyamos firmemente en la afir-
mación del D r, Jung de cuán grave podía ser esta enfermedad y luego,
descargamos nuestra devastadora dosis d e conocimientos entre los alco-
hólicos que se ponían a nuestro alcance. Para el hombre moderno, la cien-
c ia es omnipotente - virtualmente un dios-. Por lo tant o, si la ciencia
d ecreta la muerte del alcohólico y nosotros inclinamos este terrible vere-
dicto en nuestra cadena de transmisión de conocim ientos sobre el alcoho·
lismo, una víctima comunicándoselo a la próxima, prodríamos hacer
añicos la resistencia del alcohólico. En estas condiciones el alcohólico po-
dría volverse al Dios de los teólogos, ya que no ex iste ot ro lugar a donde
ir. Cualquier eler:nento de verdad que se encontráse en este sistema, por lo
menos tenía meritas prácticos. Nuestra atmósfera cambió. Las cosas
comenzaron a mejorar.

Pocos meses más tarde fuí presentado al Dr. Robert S., un cirujano de
Akron. Se trataba de un alcohólico en pésirnas condiciones. Esta vez no
hubo sermón de m i parte. Le conté mis experienc ias y le hablé de mis
conocimientos sobre el alcoholismo. Como nos entendíamos y nos necesi-
tábamos, hallamos por primera vez un terreno de genuina mutualidad.
Esto marcó el fin de mi actitud se rmoneadora. Esta idea de necesidad
mut ua añadió el ingred iente final a la síntesis de la experiencia médica re-
li giosa y alcohólica, que hoy llamamos Alcohólicos Anónimos.

"El Dr., Bob ", quien era un caso muy desesperado , adqu irió la
sobriedad casi inmed iatamente y no volvió a probar licor hasta su muerte,
acaecida en 1.950. El y yo comenzamos a trabajar con numerosos alcohó-
licos que encontramos en el Hospital Municipal de Akrnn . Muy pronto
hubo una recuperación y lue·go otra . Se había formado así el primer grupo
A.A. Regrese a Nueva York en el otoño de 1.935, esta vez con todos los
elementos de recuperac ión, y rápidamente se formó otro grupo en esta
ciudad.

Con todo e l progreso de los grupos de Akron y Nueva York fuédolo-


rosamente lento en los primeros años. Aunque se atend ieron centen ares
de casos, muy pocos respondieron. S in embargo , al f inalizar el año de
1.937, ya había cuarenta personas recuperadas, y nosotros empezamos a

H
estar más seguros de nosotros mismos. Vimos que poseíamos una fórmula
que, transmitida de un alcoholice al sigu iente; 1 podría eventualmente pro·
du_cir, como una cadena, un elevado número de recuperaciones. Vino
entonces le pregunte: "Que podemos hacer para extender nuestro alcance,
para llevar nuestro mensaje a los millones de alcohólicos de América y del
Mundo entero"?. Una respuesta bás ica pareció estar en la literatura que
detallarse nuestros métodos. Otra necesidad básica era una amplia publi·
cidad que atrajese un gran número de casos hacia nosotros:·

Hacia la primavera de 1.939, nuestra Sociedad hab(a producido un


libro llamado "Alcohólicos Anónimos", en el cual se habían descrito
nuestros métodos muy cuidadosamente. Teniendo en mente e l lograr una
mayor claridad y mejo r fundamentación, el programa verbal que me
había entregado mi amigo Ebby desarrollado en los que hoy denominan
los "Doce Pasos sugeridos para la recuperación ", que constituyen la
espina dorsal de nuestro libro. Para ilustrar los métodos de A.A., el libro
incluyó veintiocho casos reales. Esperábamos que aque llos casos pudieran
identificarnos plenamente con los lectores lejanos, lo cual efectivamente
suced ió. Puesto que ya nos habíamos retirado de los G rupos Oxford,
nuestr.¡¡ comunidad adoptó el nombre de nuestro lib ro "Alcohólicos Anó·
nimos", para su denominación. El advenimiento de dicho libro señaló un
hito en nuestra historia. En los veinte años transcurridos desde entonces,
este texto básico ha incrementado su c irculación hasta una cifra cercana
a los 400.000 ejemplares. (En 1.973, la distribución superó e l millón
de copias ) . Incontab les alcohólicos han logrado la sobriedad sin más
ayuda que la de este volumen y la práctica de sus pr inc ipios.

Nuestra siguiente necesidad era la publicidad, y pudimos obtenerla. El


connotado editor y escritor Fulton Oursler, publicó un artícu lo acerca de
nosotros en la revista Líberty. en 1.939. En e l año siguiente, John D.
Rockeller, Jr. ofreció una comida a A.A. que obtuvo una ampli a difusión
publicitaria. En 1.941 hubo un artículo de fondo en el Saturday Evening
Post. Este solo artículo atrajo a nosotros miles de personas. A medida
que crecía nuestro tamaño, crecía también nuestra efectividad. La pro·
porción de recuperación se incrementó. De todos aquellos que ensayaron
nuestro programa ,un gran porcentaje logró resultados inmediatos, otros
los obtuvieron a corto plazo; y otros más, que continuaron a nuestro
lado, lograron una notoria mejoría. Nuestra alta proporción de recupe-
ración se ha mantenido desde entonces, aún en aquellas personas que
escribieron sus historias personales para la edición original de "Alcohóli·
cos Anónimos". En efecto, el 75 por ciento de ellas lograron finalmente
la sobriedad. Sólo un 25 por ciento murieron o se perdieron antes de lo·

12
grarla. La mayoría de quienes aún viven, ha permanecido sabría por un
lapso de veinte años como promedio.

Desde nuestras primeras épooas, hemos encontrado que un gran nú-


mero de personas vienen a nosotros y luego se retiran. Pero sabe mos
feli zmente que la mayor parte regresan nuevame nte pasado algún tiempo,
siempre y cuando no se trate d e personas demasiado sicópatas o con el
ce rebro muy deteriorado. Una vez que han aprendido de labios de otros
alcohólicos la naturaleza frecuentemente mortal de la en·f ermedad que
padecen, la bebida que in girieren posteriormente no hace más que acelerar
el proceso, hasta cuando, eventualmente, se ven forzados a ingresar a A.A.
S ienten que debe n hacerlo o morir. En ocas iones esto sucede años des-
pués de su primer contacto con A.A. Por consiguiente, la producción de-
finitiva de recuperaciónes es mucho más alta de lo que nosotros pensab a-
mos ini cialmente.

En los años recientes se ha presentado una caracteristica que represen-


ta para nosotros una fue nte de satisfacció n . En los p rimeros tiempos sólo
pod íamos trata,' con casos graves. Sentíamos que n ada podíamos hacer
antes de que el alcoho l hubiera casi destrozadóla su víctima. Pero h oy en
día no nos es necesario esperar hasta tales extremos. Ahora podemos
ayudar le al paciente a que vea la dirección que lleva, antes de que "toque
el fondo ", en consecuenc ia la mitad de los actuales miembros en A .A.,
son casos de mayor gravedad. A menudo no se han presentado fallas
severas en el hogar, el trabajo o la salud de dichas personas. Hoy en día
llegan a nosotros casos de alcoholismo potencial, o personas que h an
sufrido muy poco. Aquí y allá, tambien nuestra sociedad está haciendo lo
posoble por eliminar las barreras de raza, credo y circunstancias diferen-
tes .

S in e mbargo, debemos reflexionar humildemente que hasta ahora, Al·


cohólicos Anónimos sólo ha logrado hacer un ra sguño en el problema to·
tal del alcohólismo( Aquí en los Estados Unidos, hemos ayudado a ad ·
quirir la sobriedad escasamente a un cinco por ciento de una població n
alcohólica est imulada en cu,a tro millones quinientas mil personas.

Las razones son éstas: no podemos tratar con alcohólicos que son muy
sicópatas o que ya tienen el cerebro muy deteriorado; a muchos alcohó·
licos no les gustannuestros métodos y buscan una manera diferente o
más fácil; millo nes de el los se aferran todavía a la c reencia de que la
causa de su problema radica e n las c ircunstanc ias externas y por lo
tanto la cu lpa es de algu ien disti nto de ellos mismos . Es tarea muy

13
difi'cil la d e log1 ar que e l alcohó lico 1eal o potencial admita que es
victima de un a enfermedad progres iva y frecue ntemente fata l Es éste e l
problema que afrontamos todos - · médicos, sacerdotes, familia1es o
amigos. Con todo, hay grandes razones para la esperanza . Una de tales
1azones es lo L!Ue ustedes, los méd icos, están haciendo al respecto, y lo
que pued en h acer. Ta lvez a lgunos de ustedes se estén pregu ntando .
" Cómo podemos ayudar aún más efe ctivamente ?".

A este respecto, los A.A . no podemos ofrecer nada en forma auto1i-


ta1 ia, pero c reernos que podemos aportar a lgunas sugerencias para cola-
bo1 ar con ustedes . Co ns ide ramos al médico en general. Hace pocos años
e l borracho era principa lmente una molest ia para todos. El méd ico y e l
hospita l só lo pod(an intervenir en casos d e resacas muy fu ertes. Cuando
mucho, la famili a pod1a proporcionarle un poco de comod idad, pero r,o
se pod (a hacer nada más.

La situación es ahora diferente. Ex iste un grupo de A .A. e n casi todas


las ciudades y pueb los de nuestra nación. Frecuentemente, sin embargo,
e l a lcohólico no desea ensaya1 nuest ro programa, En este pu nto es donde
el méd ico puede jugar un papel importante, ya que es a é l a quien se d irige
la ·solicit ud de ayuda cuando el prob lem a empieza a agrava1se. Una vez
que se ha logrado desintoxica1 a la víctima y tranqu ilizar a la famili a, e l
méd ico puede hablarle fra ncamente a l alcohólico acerca de la enferme-
dad que lo aqueja _Puede h acer por su paciente lo mismo que hicieron e l
01 ., Jung por el "Señor R." y e l Dr. Silkwo rth por m i, ésto es, informar
cla ramente a l alc o hólico rebe ld e que ha contraído una enfermedad pro-
gresiva y frec uentemente mortal, de la cual no puede al iviarse por sí solo,
y que necesita mucha ayud a. Puesto que hoy en d (a se tiene un gran aco-
pio de comunicac ión acerca de las diferencias metábolicas y emoc ionales
d el alcohólico, e l m éd ico gen€ral puede documentar su exposici ón de una
manera mucho más conviencente de lo que les era dado a los médicos d e
nuestros p ioneros.

Es muy satis facto rio saber que e n la actua lidad , el a lcohól ismo es d ic-
tado como mater ia académica en nuestras facu ltades de med ic ina. De
todas mane ras, ya- es fácil obte ner información acerca del a lcohólismo.
Hay organizaciones como e l Co nsejo Nacional de Alcoholi·m o , la Escue-
la el e Estudios Alcohó licos d e Y ale ( llamada desde 1.9 62, Escuela de Es-
tudios A lcohólicos d e Rutgers), las c ual es, añadidas a innume rables inicia-
tivas ofic iales para c línicas y cerftros de rehabilitación, constituyen fuen -
tes apreciab les de conocim iento y ayuda. Con tales herramientas, e l mé-
dico general puede, como decimos en A.A . "ablandar" a l paciente de

14
manera que manifieste su deseo de darle una mirada a nuestra comuni·
dad. En caso de que no lo desee, puede dirigirlo .entonces a una clínica,
un siqu iatra o un sacerdote· comprensivo . En¡ ·esta etapa, lo princ ipal es
lograr que reconozca su enfermedad y que empiece a hacer algo al res•
pecto.

Si la labor del médico general se ej ecuta cuidadosamente, se obtienen


resu ltados inmediatos en gran núme ro de casos. Si en el primer intento
no s.e obtuvo éx ito, hay más probabilidades de que se lograrán resultados
satisfactorios si se continuán los contactos de manera posible y sucesiva.
Estos proced im ientos elementales no le quitarán mucho t iempo al
médico ni t ienen por qué resu lta r costosos para el paciente. Si se hiciera
po r parte de los méd icos gene rales un esfuerzo! conce11ado en este
sentido, los resu ltados obten idos serían inmensos. En efecto, los logros
que ya se ha n alcanzado con el trabajo de los méd icos son muy grandes,
y por ello quiero dejar constancia de nuest ro especial agradecimiento
para dichos profesionales.

Mencionemos ahora al especialista, generalmente el siqu iatra. Me


alegra poder a-firmar que gran número de siquiatras están enviando a sus
pacientes a A.A., aú n tratándose de aquellos siqu iatras más o menos
especializados en t ratam iento de alcohólicos. Su comprensión para con
los pacientes alcohólicos es actualmente muy grande. Su paciencia y tole-
· ra ncia para con nosotros, y para A.A., ha sido gigantesca.

En 1.949, po r ejemplo, la Asociación /S iqu iatrica Norteamér icana me


permit ió leer una ponencia sobre A.A., ante un a sección de su Congreso
Anual. Puesto que estos doctores se especilizan en desórdenes mentales,
entre los cuales se cuenta el alcoholismo, este permiso me ha parecido
siempre un ejemplo maravilloso de gene rosidad y fina humanidad . Los
efectos de la reproducción de aquella ponencia han tenido repercusión
mund ial. Estoy seguro de que nosotros en A.A. no hemos podido apre-
ciar ésto en toao su alcance. Se acostumbraba entre algunos de nosotros
el rechazar la siqu iatría y cualqu ier otra forma de ayuda médica, excep-
to en aquellos casos estrictamente necesarios para la desintox icación m í·
nima. Señalábamos los fracasos de la medicina y la religión. Nos creíamos
capaces de infl ar el pecho y exclamar: "Mirénnos. Nosotros lo hemos
logrado, pero ellos no han podido I", Con gran alivio de mi parte, puedo
aho ra manifestar que ante ustedes que tal actitud va desapareciendo de
entre nosotros. Los miembros sensatos de A.A., en todas partes, reco•
nocen que los siquiatras y los médicos han ayudado para que nuestra

15
comunidad llegue al lugar prim~rdial que hoy ocupa, y continúan cola-
borando con nosotros para que ali f permanezca.

También nos damos cuenta ~e las vastas impl icaciones que tienen
para nosotros los alcohólicos, los descubrimientos de la siquiatr(a y la
bioquímica. En rea lidad, estos descubrimientos son en la actualid~d
mucho más que meras implicac iones. E l presidente y algunos médicos de
su sociedad y d e fuera de ella han logrado estupendos resultados desde
hace algún tiempo, habiendo obten ido la recuperación de muchos de sus
pacientes sin apl icarles ninguna terapia A.A. Debemos anotar aquí 4ue
algunos de los métodos de recuperación utilizados fuera de A.A. , se
encuentran en ab ierta contradicción con nue stros principios y prácticas.
Sin embargo, los A.A. debemos aplaud ir el hecho de que algunos de
estos es,fuerzos van adqu iriendo cada vez mayores éx itas.

Sabemos, tamb ién que la siquiatría puede a menudo alivi ar la t remen-


da carga que resulta a muchos de nuestros miembros después de haber
adquirido la sobriedad dentro de A.A. Sabemos que los siquiatras ) nos
han enviado innumerables pacientes alcohó licos, que de otra manera
hub ieran recurr ido ,a nuestro programa. Muchas clínicas han hecho
otro tanto. Vemos)claramente que aunando nuesros esfuerzos y recursos
podemos lograr conjuntamnete lo que se lograría al actuar separadamen-
te, en medio de la competencia y la miope incomprensión.

Por consiquiente, quisiera prometer, a toda la frate rnidad m édica, que


A.A. siempre estará dispuesto a cooperar , que A.A. nunca tratará de
sob repasar a la medicina; que los miembrosde A.A. que sientan esa evoca-
ción, ayudarán en todo lo que les sea posible en las grandes iniciativas de
educación, investigación y rehabi litación que ahora se adelantan.

Es tan amen azante el crecimiento espectro del alco hól ismo , que nada
d istinto al tota l de los recu rsos de 1~ sociedad puede esperar elim inar o
dism inuir la fuerza de tan poderoso adversar io. La suti leza y poder de la
enfermedad alcohól ica están impresas en cada una de las páginas de la
historia de la humanidad, pero nunca con más potenc ialidad y destruc-
c ión como en este siglo.

Cuando se combinen nuestros conocimientos y buenas voluntades


para aplicarlas en forma masiva y extensas, sabemos que nuestros amigos
de la medicina se encontrarán en las primeras fi las, sitio donde muchos
de ustedes se encuentran actua lmente.

16
Cuando una acción benigna y cooperativa de tales características se
encuentre totalmente dispuesta, se habrá abierto, seguramente, un ma-
ñana más prometedor para aquella mu ltitud de ·alcohólicos que sufren de
la enfermedad y padecen sus oscuras y terribles consecuencias.

********

PRONUNCIAMIENTO SOBRE EL ALCOHOLISMO

La Asociación Médica Norteamericana iden tifica al alcohólismo como


una enfermedad compleja, de componentes biológicos, sicológicos y
reconoce la responsabilidad de la medicina en favor de las personas afec-
tadas. La Asociación reconoce que existen múltiples formas de alcoholis-
mo, y por lo tanto, cada paciente deberá ser evaluado y tratado de mane-
ra global e individualizada.

Cuerpo de delegados,
Asociación Médica Norteamericana 1.9 71.

17
LES EL ALCOHOLISMO REALMEN TE UNA
EN FERM EDAD?

1 /, a :1 wcia, ió11 Méclil'll No r1 e11111 crica11a y la Orga 11izac 1ú11 /11111{1(/ial d e


¡ta Salud, como mucho s ot ros gmpos pro/ e.1·iv11ales, co nsllleran al alcoll a
'/i.11110 C0/110 u11a enfermedad. Los juece.l' y legi.ilaclures ta111h ién lo ,·,m re
CO I/OCÍl'IIÚO co,110 e11/en11edad.
1 Alguntu aut o riclade.v continúan 111irrímlo lo s11la111e11te como e ~¡ll'esió n
¡Je problemas emocionales suby acent es. Ou-o s lo ve11 i.:o mo ,m ú 11 t()111a
que antecede una e11fem1 edad . aunque requiere tratamie/l to po r si
mismos.
El Comité sobre A lcolwlismo y D eµ enclencias de las drogas,de lu Aso-
ciación M édica Norteam ericana, define el ah·oholismo como una enferme-
dad en la cual se presenta ansiedad por el alcohol y perdida del control
sobre su consumo , como un tipo de dependencia que puede cauSttr da110 a
,fo salud de la persona o inte rferir/su habilidad para lrabajar y para avenirse
con /()S demás.
El alcohólico bebe, usualmente en grandes cántidades, y con fi·ecue ncia
llega ale.1·t,1do ele embriaguez, Sin embargo, la cantidad y la Ji'ecu encia no
son más que síntomas . Si bien es cirto que algunos alco/ió/icos he ben en
menores proporciones que algunos be bedores sociales, este h echo izo mo-
difica su condició n básica ni la hace m enos gra1,e. El factor clrn,e está en
la pérdida del control y la ansiedad por la droga, en este caso el alcohol.
Los defectos Ji'sicos y las dijtcu/tades para ajusrarse a la 11 ida puede n
contribuir al desarrollo de la enjer111edad, u ser un resultado d e ella. la
1 bebida sulitaria, o el bebe r temprano por la 111a11a11a µuede n ser .rigno .v de

alcoholismo, µero 110 siempre se prese ntan.


1 En forma similar, en el vivir en sitios ele baja condición, la irresponsa-
1 bilidad y otros tipos de conducta c-omunm ente asociados con el a/coholis·
' mo, ni se limitan a este desorden ni forman necesariam e nte parte de él.
En realidad. la clase de alcohólicos compuesta por miembros de alto
esta/1/s profesional y económ ico cons1i111ye probablemente la más nume-
rosa. y con toda sf'guridad una qe las más ignoradas clases de alcoholis-
mos en esre pai's.
Del folleto "La Enfermedad Llamada Alcohol ismo", publicado por la Asoc ia-
ción Médica Americana (Comité sobre Alcoholi smo y Dependencia en Drogas,
Consejo de Salud Mental , D epartamento de Educación d e l a Salud); reimpreso con
' permiso

18
Extwctos de 1111<1 chm la !>ob, e

Conceptos básicos sobre


ALCOl-IOLICOSANONIMOS
Por Bi/1 W.

hese11tado a la Sociedad Médica del Es1aliv de N1ie1•a York, Serl'ió11


de Neurulog1'a y Psiquiatria en su Reunión A nual, Mayo de J 944.

Alcohólicos Anónimos no tien e más que un propósito - so lamente


un objetivo- "Ayudar a otros alcohólicos a 1ecuperarse d e su e nferme-
dad".

Nada se le pide al a lcohólico que viene a nosotros, salvo un deseo de


recuperarse. No tiene que ll enar solicitud de ingresos - ni pagar cuotas u
honorarios- ni se le exige ninguna creenc ia p articular sobre puntos d e
vista médicos o religiosos. Como grupo no interve nimos ni en pro ni e n
contra de puntos de vista que _son discutibles. Declara mos enfát ica-
.me nte q ue no somos evangeli stas ni re formadores. Por ser alcohó li cos
·que nos hemos recuperado, procuramos ayudar a aquell os que deseen
recibir nuestra ayuda. Hacernos ésto po rque hemos d escubie,10 q ue el
trabajar co n otros alcohólicos desempeña una parte vital en el mante-
nimi ento de nuestra propia sobr iedad.

Mucho de ustedes se preguntan, " Cómo funciona A.A.?" , y no puedo


contestar plenamente esa pregunta. Se han adoptado muchas técnicas
de A.A. a través d e un proceso de diez años de ensayos y fra casos, que
nos han conducido a algunos resultados in te resantes. Pero como indi-
viduqs no profesion ales, dudamos de nuestra propia capacidad para
expl icar estos resultados. Podemos solamente contarle lo que hacem os
y lo que, segú n nuestro punto d e vista, nos sucede.

Para empezar deseamos dejar bien aclarado que A .A. es un concepto


sintético, un mecanismo si ntético, diremos, que h a sid o formado to ma n-
do conceptos de los recursos d e la medicina, la psiquiatría, la religión, y
nuestra propia exper iencia d e bebedores, co mo también de nuest ra recu-
µeración. Es 111útil que busquen ustedes un solo principio fundam ental

rn
que sea nuevo. Solamente hemos canalizado viejos y probados principios
de la ps iqu iatría y la religión en ta l forma que el alcohólico pueda acep•
tarlos. Y luego, hemos creado una asociación de alcohó licos donde entu-
siastamente podemos poner en práctica estos principios, en nuestro pro-
pio beneficio y en el de otras personas que sufren de alcoholismo.

Así, también, hemos tratado por sobre todo de capitalizar nuestra


gran ventaja natural. Esta ventaja es, por supuesto, nuestra experiencia·-
personal como bebedores que nos hemos· recuperado. Cuántas veces los
médicos y los ministros religiosos se desesperan cuando después de trata-:
mientas y exhortaciones profundas, el alcohólic;o todavía insiste, "Pero
usted no me comprende. Nunca fue usted un gran bebedor y por lo tanto
no puede comprenderme. Ni tampoco puede mostrarme ningún número
crecido de personas que se hayan recuperado".

Ahora, cuando un alcohólico que se ha recuperado le habla a otro


que no lo ha conseguido, estas objeciones rara vez se presentan, porque
el enfermo se da cuenta en seguida que está hablando con un espíritu
gemelo, con alguien que lo comprende. Ni tampoco puede el miembro
de A.A., ya recuperado, dejarse engañar tan fácilmente por el enfermo,
pues conoce todas las tretas, todos los argumentos usados por el bebedor
alcohólico. De modo que todas las barreras se vienen abajo repentina-
mente. La confianza mutua, tan indispensable en toda terapia, se estable-
ce en forma tan segura como que el día sigue a la noche. Y si e,sta aprox i-
mación no se produce de inmediato, con toda segur idad se producirá
cuando el nuevo miembro conozca a otros miembros de A.A. Algui en
llegará, como dec imos nosotros, a "sincronizarse con él".

Tan pronto como ésto suceda, tendremos una excelente oportunidad


de inculcarle al candidato esos mismos principios esenciales que ustedes,
los médicos, han venido recomendando desde hace tanto tiempo, y el
bebedor con problemas encontrará en nuestra Sociedad el ambiente
adecuado para estudiar estos principios por sí mismo y con la ayuda de
sus compañeros alcohólicos. Por primera vez en años, quizás, el enfermo
se siente comprendido y se siente útil. Y de una utilidad única por cierto,
puesto que .a su vez le llega el· turno de promover la recuperación de
otros. No importa lo que la gente pueda pensar aún de él, pues ahora
sabe que llegará a recuperarse completamente, ya que se encuentra rodeado
de infinidad de casos peores que el suyo y que sin embargo han alcanzado
la victoria. Y hay muchos otros casos, precisamente como el suyo - una
presión de testimonios que generalmente lo agobian. Si no sucumbe de
inmediato, posiblemente lo hará más tarde cuando el alcohol encienda

20
bajo él una hoguera aún más ardiente, logrando en esta forma b loquear
todas las otras sal idas que tenía cuidadosamente estudiadas para escapar
de l d il ema. E l autor recuerda setenta y cinco fracasos durante los prime-
ros tres años de A.A. -gente a la que consideramos completamente sin
esperanza. En los últimos siete años sesenta y dos de estos casos han
vuelto a nosotros y la mayoría se encuent ra perfectamente bien. Y ellos
mismos nos han confesado que volvieron porque comprendieron que
si no lo hacían morirían o perder/en la razón. Habiendo intentado todo
lo demás q~ntro de sus medios, habiendo agotado todos sus argumentos
y excus-as favoritos, volvieron y aceptaron su medicina. Por ésto es por
lo que nunca necesitamos evangelizar a los alcohólicos. S i aú n conservan
la razón siempre vuelven cuando han estado alguna vez bien expuestos
a la influencia de A.A.

Ahora para recapitu lar. Alcohólicos Anónimos ha traídos dos contri·


buciones mayores al programa de la ps iquiatría y la rel igión:

1. Nuestra fac il idad, como ex-bebedores, para ganarnos la conf ianza del
candidato -para "crear una línea de transmisión a lo íntimo del
enfermo" .

2. ciue formamos una comprensiva sociedad de ex-bebedores en la cual,


el nuevo mi embro, puede poner en práctica con éxito los principios
de la medicina y la religión en sí mismo y en otros.

Por lo que a nosotros en A.A. se ref iere, estos princip ios que ahora
usarnos todos los días, demuestran una sim ilitud que resu lta sorpren-
dente. Permítasenos comparar brevemente lo que en un modo general
la medicina y la religión le dicen al alcohó lico: ·

Dice La Medicina. Dice la Religión.

1. El alcohólico necesita un cambio de 1. El alcohólico necesita un cambio


personalidad. profundo, un despertar espiritual.

2. El paciente debe ser analizado y 2. El alcohólico debe hacer un exa-


deberle h~er una -completa y men de "conciencia" y una con•
honesta catarsis mental. lesión - o un inventario moral y
una franca d iscusión.

3. Serios defectos de la personalidad 3. Los defectos de carácter (pecados)


deben ser eliminados a través de un pueden ser el iminados adquiriendo
exacto conocimiento de sí mismo y más honestidad, humi ldad, toleran-
un reajuste sincero e la realidad. cia, generosidad, amor, etc.

21
4. El alcohólico neurótico se retira de 4. El problema básico del alcohól ico
la vide, es el retrato de la ansiedad y es la preocupación por sí mismo.
la anormal autopreocupación: se Llano de terror y egoísmo, ha olvi-
aleja del "rebafio humano". dado el concepto de hermandad
entre los hombres.

6. El alcohólico debe encontrar un 5. El alcohólico debe aprender "el


nuevo Interés dominante en su vida, poder curativo de un nuevo afec-
debe volver al "rebaño humano". to", el de servir a los hombres y a
Debe entontrpr una ocupación Dios. Debe "perder su vida para
interesante, pertenecer a clubs, par- encontrarla", debe unirse a su
t idos poi íticos, tener actividades iglesia y buscar el olvido del "yo"
sociales o encont rar un " hobby" al servici o de los demás. Porque
que ll ene en su vida el lugar del " la fé sin obra es letra muerta.
alcohol.

Hasta aqu i la religión y la medicina están en todo de acuerdo. Pero en


un aspecto d ifie ren. Cuando el médico le ha mostrado al alcohó lico sus
fa ll as, cuando le ha prescrito un t ratamiento para su recuperac ión, le
dice: "Ahora que usted comprende lo que tiene que hacer para recuperar-
se, ya no depende más de mí. Debe bastarse a s í mismo. Vaya pues, y
haga lo que debe hacer".

Evident emente, el objetivo del méd ico es hacer que el alcohól ico
pueda bast arse a sí mismo, si no com pletamente por lo menos en pa rte.

La religión en camb io nos dice algo distinto. Af irma que la je en si'


misma no es suficiente, aún pa ra el que no es alcohólico. El mini stro
re ligioso dice que debemos encontrar y depender d e un Poder Superior
-D ios. Aconseja la oración y recom ienda francamente una actit ud de
completo apoyo en Aqué l, que todo lo preside. Por este medio, nos dice,
descubrimos una fuerza muy superior a n uestras propias fuerzas.

De modo que la diferencia principal puede resumirse ·de la siguiente


ma nera: La Medicina d ice: "Conócete a tí m ismo, sé fuerte y podrás
hacer f rente a la vida".

La Religión d ice, " Conócete a tí mi smo, pide fuerzas a Dios y serás


verdaderamente li bre".

En Alcohó licos Anónim os el nuevo miembro p uede probar cualq uiera


de los dos métodos. Muchas veces e limina "la parte espiritual" de los
Doce Pasos sugeridos para la recupe ración y se apoya enteramente en
la honestidad, en la tolerancia y en " trabajar con otros alcohó licos".
Pero es interesante destacar que ,la fe casi siempre alcanza a aquellos que

22
prueban este método simple, cuando lo hacen con una mente libre de
prejuicio~. y mientras ta1110 conservan su sobriedad. Sin embargo, si el
co ntenido espi1 itual de nuestros Doce Pasos se desprecio totalmente,
pocas veces el enfermo logra conservar su sobriedad por mucho tiempo.
Esta es nuestra experiencia en A.A. en todas partes. 1nsistimos en lo espi-
ritual simplemente porque miles de nosotros hemos descubierto que no
podemos pasarnos sin esta parte de l programa.

Resumiendo, estos Pasos significan simplemente:


a. Admisión del alcoholismo.
b. Análisis de la personalidad y catarsis
c. Reajuste de re laciones personales
d. Dependencia de un Pode1 Superior
)
e. Trabajar con otros alcohólicos.

Queremos hacer I esaltar en form a bien clara que no es condición


indispensable aceptar estos principios para ser miembro de Alcohólicos
Anónimos. Cualquier alcohól ico que admita que tie ne un problema con
la bebida puede considera, se un A.A., sin tene r en cuenta lo mucho que
pueda estar en desacuerdo co n el p1 ograma. Basados en nuestra expe, ien
cia, todo nuestro programa es sólo sugerido. Al alcohólico, que al pr inci
pio rechaza el factor espiritual, se le recomienda que mantenga su mente
libre de preju icios y que mientras tanto, considere a su grupo como un
poder más grande que él mismo. Bajo estas condiciones el nuevo miem-
bro comienza a experimentar un cambio de personalidad de tal magnitud
y <-cr,, t.,,., rapidez, que honestamente no puede acept arlo como una auto-
-· --- real i_pc,ón, resu1't.;,do de su propia disciplina. No sólo desaparece su
obsesión alcohólica, sino q~1e se encuentra progresivamente libre del
miedo, el resentimiento y los sentimt't::'o'~tos de inferioridad. Estos cambios
parecen haberse producido en forma autom11\o'i..~. Por lo tanto, llega a la
conclusión de que un Poder más grande que él mismo t,"',..<>be haber estado
trabajando en su benefi cio. Aceptado ésto, comienza a fo1•,;-;,,::11·se su
propio concepto de Dios. Luego desarro lla confianza en este concepto,
que crece al comprobar en su vida diar ia que esta nueva té realmente
produce resultados.

Esto es lo que la mayoría de los A.A. tratan de decir cuando hablan


) de experiencias espirituales. Se refieren a algo distintivo en el cambio de
personalidad, que en su opinión, no podría haber ocurrido sin la ayuda y
presencia de l Espíritu creador del universo.

23
Con el A.A. término medio, muchos meses pueden transcurrir antes
de que sienta la fé en el sentido espiritual. Sin embargo, casi ninguno de
los _que tiene un año o más de antigüedad sigue creyendo que su transfor-
mación se debe exclusivamente a un fenómeno psicológico, basado única-
mente en sus propios recursos humanos. Muchos de nuestros miembros
dicen que si bien no están de acuerdo con el concepto de D ios sustentado
por los ministros religiosos, han llegado a formarse su propio concepto,
del cual pueden depender positivamente -algo que t rabaja para su bien.
A nosotros los A .A. nos es indiferente lo que la gente· pueda pensar
de esta experiencia espiritual nuestra. Pero a muchos nos ha resultado
algo as í como una conversión; precisamente lo q ue la mayoría de los
alcohólicos habían jurado que nunca podrían exprimentar. De hecho,
estoy comenzando a creer que es así como debemos llamarla, ya que sé
que nuestro buen amigo el Dr. Harry Tiebout * está sentado aquí e ntre
nosotros. Como deben saberlo, se trata del siquiatra quien recientemente
contó a su propia sociedad profesional, la Asociación Americana de
Siquiatría, que lo que los A.A. obtenemos es la conversión -de seguro y
sin ánimo de chanza! Y si el espíritu de aquel gran sicólogo, William
James, se pudiese consultar, estamos seguros que nos mandaría leer su
famoso libro "Variedades de la Exper iencia Religiosa", en el cual el
cambio de personalidad a través de "la variedad educacional de la expe-
riencia o conversión espiritual" es tan hábilmente explorado. Cualquiera
que sea este misterioso proceso, ciertamente ha dado buenos resu ltados,
y para nosotros que estábamos en el cam ino que conduce al man icomio o
al cementerio, cualquier cosa que dé buenos resultados nos parece d igna
de ser tenida en cuenta. ·
Y me alegro mucho poder decir que numerosos y distinguido.<:.miem-
bros de vuestra profesión han d ecla_rado que nuest ro" ~ e Pasos son una
excelente medicina. Los sacerdotes de tod<1"> 1,as denomin aciones afirman-
que son buena religión, y por SUJ)J.'.lBsto, a nosotros los A.A. rros agradan
porque nos dan resu ltado~, ~,éivorables. Deseamos sinceramente que todos
los médicos aquí, -;.iresentes hoy éstén de acuerdo con estas op iniones. En
los prir:,:i~•:üs tiempos de A.A. nos parecía, a nosotros los alcohól icos,
que nos encontrábamos vagando por una especie de "tierra de nadie",
que aparentemente dividía la ciencia de la religión. Pero todo eso ha cam-
biado desde que Alcohólicos Anónimos se ha convertido en el lazo
común de los dos conceptos.
Si', indudablemente, Alc:ohólicvs Anónimos es un movimiento de
coopera ción. Todos los casos que necesitan tratamiento físico, son orien-

• El Or. Tiebout murió en 1 .966.

24
tados por nosotros hacia ustedes, los médicos. Frecuentemente trabaja-
mos con siquiatras, y a menudo descubrimos que ellos pueden decir y
hacer por el paciente cosas cosas- que nosotros no podemos. Los siquia-
tras aprovechan muchas veces el hecho de que nosotros como ex-bebe-
dores podemos aventurarnos en terrenos que ellos vacilan en explorar. En
muchos lugares del mundo estamos en contacto diario con sanatorios y
hospitales públicos y privados. El apoyo entusiasta que nos han dado
muchas de vuestras instituciones es algo que agradecemos profundamen-
te. La oportunidad de trabajar con alcohólicos significa todo para naso·
tros, y para la m ayor ía significa la vida misma. Sin la oportunidad de
olvidar nuestros propios problemas ayudando a otros a solucionar los
suyos, muchos de nosotros con seguridad pereceríamos. Esto es el cora-
zón de Alcohólicos Anónimos -es la sangre que nos da la vida.

Hemos arrancado además otras hojas del Libro de la Medicina y les


hemos dado un uso práctico. Es de ustedes, señores médicos, de quienes
hemos aprendido que el alcoholismo es una enfermedad compleja; que el
beber en forma· anormal es un sintoma de un mal ajuste personal en la
vida; que, como clase, nosotros los alcohólicos tenemos u na tendencia a
ser sens ibles, emosion alm ente inmaduros, grandiosos en nuestras exigen-
cias de los demás y de nosotros mismos; que frecuentemente nos ha fra-
casado algún ideal de perfección, y que al no cumplirse nuestros sueños,
como personas sensibles hemos escapado a la fr(a realidad en la botella;
que este hábito de escape se ha convertido finalmente en una obsesión, /o
como dicen ustedes los médicos, en una compulsión por beber tan sutil-
mente poderosa, que ni siquiera los más grandes desastres, ni aún el te·
mor a la locura, parecen tener el poder para destruírla. Somos en fin, las
víctimas del antiquísimo dilema del alcoholismo; nuestra obsesiónlgaran-
tiza que sequiremos bebiendo, mientras que nuestra siempre creciente
sensibilidad física garantiza que enloqueceremos o moriremos si no deja-
mos de beber.

Cuando estos h echos individuales aprendidos de ustedes los homb res


de ciencia, son presentados por un miembro de A.A. a otro alcohólico,
causan una impresión profunda. El efecto es demoledor. El yo inflado, las
causas cuidadosamente elaboradas en un sentimiento de inferioridad con
el cual el alcohólico trata de bastarse a sí mismo, se disipan. Algunas ve-
ces se desinfla como un globo al que/ se le hubiera aplicado un hierro
candente. Pero esto es precisamente lo que nosotros en Alcohólicos Anó·
nimos buscamos. Es nuestra experiencia universal de que a menos que
podamos desinflar al enfermo y hacerle ver las cosas como son, no tendre-
mos ningún éxito. Cuando más compleamente logramos destruir la ilu-

25
si6n del alcohólico de que podrá recuperarse por sus propios medios, o
de que algún día podrá beber como un caballero, más éxito tendremos.

De hecho tratamos de provocar una "crisis" y de hacer que el enfe r-


mo "toque fondo" como dec imos en A.A. Por cierto, deben ustedes en-
tender que todo esto se hace ind irectamente. Nunca pronunciamos sen-
tencia ni le dec imos a nin gún alcohó lico lo que debe hacer. Ni siq uiera le
decimos que es un alcohól ico. Relatamos nuestras propias h~storias y deja-
mos que saque sus conclusiones. Pero una vez que ha aceptado el hecho
de que es un alcohólico, y que puede repararse sin apoyo, la mitad de la
batalla está ganada. El enfermo se encuentra atrapado en un cerco psico-
lógico. Si no retiene con suficiente tuerza al principio, m·ás beberá, has-
ta que se vaya estrechando este cerco a tal punto que el enfe rmo d iga
"basta". Entonces es cuando dec imos que está "ablandando". Esto redu-
ce al enfermo a un estado de completa dependencia hacia lo que pueda
ayudarle a dejar de beber. Está exactamente en el mismo estado mental
que el enfermo de cáncer quien llega a depender completamente, abyec-
tamente, de lo que ustedes los hombres de ciencia puedan hacer contra/el
cáncer. Más aún, se pone "dulcemente razonable", con el espíritu verda-
deram¡:!nte receptivo, como sólo los moribundos suelen ponerse.

En estas cond iciones, el aceptar las implicaciones espirit uales del pro-
grama de A.A. no presenta dificu ltades ni aún para los más descarriados.
Apróximadamente la mitad de los miembros de A.A. fueron a I principio
agnósticos o ateos. Esto sirve para desment ir la creencia\ de que solamen-
te podemos tener éxito con los religiosamente incl inados.

Estos son algunos de los factores básicos que quizá puedan explicar
el éxito que hemos tenido. Qu isiera disponer de tiempo para darles una
idea íntima de nuestra vida juntos, nuestras reuniones, de esas firmes y
sinceras am istades que nunca conocimos antes, de la participación de mi-
les de nuestros miembros en la última guerra, cuando muchos descubrie-
ron en los campos de batalla que estaban en cond iciones de hace r frente
a la realidad - aún lejos de la influencia de los grupos de A.A. Hemos
descubierto que se puede tener confianza en Dios en cualquiera parte
del mundo, q ue la-fuerza puede surgir de la debilidad , y que talvez sola-
mente aq uellos que han probado los triunfos de la confianza en un Poder
Superior puedan comprender el verdadero signif icado de la libertad perso-
nal, la libertad del/espír itu humano.

Seguramente 'ustedes, señores méd icos, reun idos aqu í hoy, comprend e-
rán lo mucho que nosotros los A.A. les debemos, lo mucho que hemos

26
tomado prestado de ustedes, y lo mucho que aún dependemos de uste-
des. Pues han sido ustedes los que nos han proporcionado las municiones
que hemos ut ilizado, como sus asistentes.no profesiónales. Hemos sido la
gu{a de vuest ra arti ller(a. He puesto a la d isposición la versión de los fac-
tores que han resu ltado en los cambios de personalidad experimentados
por nosotros, nuestro método de anál isis, catarsis y rehabilitación. He
tratado de most rarles un poco nuestro nuevo y dom inante interés en la
vida - esta Asociaciaón donde hombres y mujeres nos entendemos los
unos a los otros, donde los clamores del ego1smo quedan ahogados ante
nuestro gran objetivo común, d onde podemos apre nder a tener sufi-
ciente paciencia, tolerancia, honestidad, hum ildad y deseos de ser úti les,
para llegar a dominar a nuestros antiguos amos: la inseguridad, el resen-
timiento y los insat isfechos sueños de poder.

' Comen/ario de

FOSTER t<ENNEDY, M . D.

N eurólogo. Nu ePa York

Jfe111os a/do una disertación con1110 11edora y elocuente. Conmovedora


en su forma y por sus hechos.
1
1

I No tengo dudas de que el hombrC' se recupera por si mismo J e/ anhi:lo


I por el alcohol, tiene 11111,·ho 111ás poder para reL·uperar al alcohólico , 1¡11e
el médico que nunca se ha visto afectado por la maldición alcohólica.

1 No impar/a lo ilcomprensiJ,a / y pacienre que pueda se el médico en la


aproximación a su enferm o, éste cas ,· con seg11ridad sentirá o se lo imagi-
nará, que el m édico lo !rata en forma condescendiente, o puede ocurr,·r-
sele la idea de que está tratando de dominarlo uno de los profetas meno-
1 res.

J Esta A socia~ión de A lcohólicos Anónimos ha recuperado a d os de dos


I más grandes recursos de poder conocidos po r el hombre, la religión y
aquel instinto de unirse una con sus semejantes, que ha sido por Trotter
como el "is tinto de rebaño".

La f'é religiosa ha sido descrita por Mal thew A rn old como un creencia
fi"rme en un poder mál' grande que r1osotros mismos . que ,ws limpulsa a las
l actitudes honestas, pudiendo adquirirse este sentimienro y la ayuda a Ira-

27
vés de cierta conversión espiritual. que puede muy bien llamarse una va·
riedad de experiencia religiosa.

La asociación del enfermo con los que han estado enfermos o se están
mejorando, es una sugerencia terapeútica de curación y /le hacen olvidar
el sentimiento de que es, socialmente, un paria, y el aprovechamiento por
él de estas p rofundas fuerzas intimas que da demostrado _por el creci-
miento de este viguroso y benéfico movimiento. Además, este mo11imien-
to proporciona un objetivo de gran poder emocional, al confiar a cada
alcohólico recuperado la misión de ser un misionero entre los enfermos.

Nosotros los médicos, según creo, siempre hemos tenido difi"cultades


para dar a nuestros pacientes co1111alecientes el suficiente poder emocio-
nal que sirva para reempalzar los efectos f¡"sicos del alcohol que se les ha
quitado.

Estos hombres se llenan de un celo sagrado, y este mismo celo man-


tiene al hombre sobrio, mientras que el nuevo miembro se recupera.

Creo que nuestra profesión debe tener en cuanta y apreciar en su justo


valor esta gran arma terapéutica. Si no lo hacemos, quedaremos convic-
tos de esterilidad emocional y de haber perdido la fé que mueve las
monta11as, sin la cual la medicina poco puede hacer.

Fal lecido.

lQUE PIENSAN LAS AUTORIDADES MEDICAS DE LA A . A .?

Véase tamb ién el fo ll eto


"A .A . y la Profesión Médica"

En 1967 la Asociación Médica Americana declaró q ue el hacerse


m iembro de A.A. era todav ía la manera más efectiva para tratar el alco-
ho li smo, y citaba II la d octo ra Ruth Fox, emi nente autoridad en alcoho-
lismo y luego d irectora médica del Consejo Naciona l sobre A lcoho lismo:
"Con .sus miles de grupos y sus 300.000 alcohólicos recuperad os ( en la
act ualidad más de 675 ), A.A . indudablemente ha ll egado a m ayor núme-
ro de casos que todos nosotros un idos . Pa ra los pacientes q ue pueden y
t ienen la vol u ntad de aceptarlo A.A. puede resultar la ú nica forma de
terap ia requerida " .

28
"Tengo el más profundo respeto por el trabajo que A.A. está desem-
peñando, por su espíritu, por su filosofía esencial de ayuda mutua. No
pierdo oportunidad de apoyarla pública y privadamente cuando veo que
merece la pena hacerlo" .

Karl Menninger, M.D.


Fu.nclación Menninger

"Talvez el tratamiento más efectivo en la rehabi li tación del alcohólico


es una filosofía de la vida que sea compatible con el individuo y con su
familia, una fé absorbente en sí mismo la cual viene una vez que él ha
aprendido a entenderse a sí mismo, y una íntima asociación con otros
cuyas vidas y experiencias son paralelas a la suya. En la colaboración
del médico con Alcohólicos Anónimos se halla el camino para obtener
estos logros para su paciente".

Marvin A. Block, M.D., miembro del Comité


de Alcoholismo y Drogas (}e la Asociación
Médica Americana,

La Sociedad de
ALCOHOLICOS ANONIMOS
• Por Bit/ W.
Asociación Americana de Siquiatría
Presentado en la

105 Reunión Anual


Montreal, Ouebec, Mayo de 1949

Alcohólicos Anónimos agradece este invitación de aparecer ante la


Asociación Americana de Siquiatría. Esta es una circunstancia muy fel iz.
Siendo individos no profesionales, no tenemos más que una historia que
contar, y debido a ésto el cáracter de esta narración es completamente
personal y no científico. Cualesqu iera que sean las influencias más pro-
fundas, las actitudes y hechos que culminaron con la fundación de Alco-
hólicos Anónimos son fáciles de relatar.

29
El 01 ado, describe aqu, su experienc,a personal pa, a logra, su sobriedad, sus
tracasos ,n1c1ales con otros alcohollcos. v su encuentro eventual en Ak , on. Oh 10,
en Mayo de 1935, con el Dr Bob S quien se convirtió en ce-fundador de Alco-
hólicos Anónimos

Cuando dejé Akron en Septiembre de 1935. tres alcohólicos se esta-


ban manteniendo sobrios. Llegué a Nueva York. me puse a trabajar y
otro grupo de A.A. comenzó a tomar forma Pero nada era muy· seguro
Aún volábamos a ciegas.

Luego comenzo una temporada de tres años de experimentos y erro-


res, que culminó con nuest1 o libro de texto ·•Alcohó licos Anónimos"
publicado en 1939.

Este libro. que es ahora la espina dorsal de nuestra Sociedad de A.A ..


se inicia con una t 1p1ca historia de alcoholismo y recuperación Luego
viene un capítu lo de esperanza titulado "Hay una Solución" En el
lenguaje peculiar de A.A. dos capítu los describen el alcoholismo y al
alcohólico, siendo por cierto su objeto el identificar la enfermedad y
luego "desinflar" al alcohólico. Hay un cap ítul o dedicado al ablanda-
miento del agnóstico. Esto lleva a los "Doce Pasos" de Alcohólicos
Anónimos. El corazón de nuestra terapia, . y una práctica forma de
vida, estos ·pasos" no son sino la versión ampliada y puesta en orden
de los principios enunciados por mi amigo de la mesa de la cocina. El
resto del texto está casi todo dedicado a la aplicación práctica de los
"Doce Pasos". y a reduci r la resistencia interior del lector El trabajar con
otros alcohólicos se recomienda insistentemente Hay cap1tulos dedica
dos a las esposas, parientes y empleadores. El ú ltimo capítulo describe a
la nueva Sociedad y pide al alcohólico recuperado que trate de iniciar
nuevos grupos_ Esta ideología es completada luego por treinta historias
personales escr itas por miembros de A.A. Esto completa la ident ificación
y aviva la esperanza. las 400 páginas de "Alcohólicos Anónimos" no
contiene ninguna nueva teoría; solamente relatan experiencias.

Cuando el libro apareció en Abri l de 1939. teníamos alrededo1 de 100


miembros Un tercio de ellos tenia records de sobriedad impresionante.
El movimiento se había extendido a Cleveland. y luego a Chicago y De-
troit . En el Este se inclinó a Fi ladel.fia y a Wash ington. En Cleveland
sucedió algo extraordinario. El Plan DeaLer publicó una serie de artículos
sobre nosotros, apoyados por comentarios editoriales. Un bombardeo de
llamadas telefónicas descendió sobre 20 miembros de A.A .. la mayor1a de
ellos gente muy nueva. Con el libro de A .A. en la mano atendieron a

30
todas las consultas. Los nuevos miembros trabajaban con los aún más
nuevos. Dos años más tarde Cleveland tenía, debido a esta reacción en
cadena, cientos de miembros. El número término medio de los que
ven ían a nosotros y se quedaban fue muy elevado. Esto fue nuestra
pr ime ra experiencia de que podríamos digerir un elevado número de alco-
hó licos rápidamente.

Luego vino una gran publicidad de alcance nacional. El artículo del


Saturday Evening Post (Marzo de 1941) hizo que llegaran miles de
frenéticas consultas a nuestra pequeña oficina de Nueva York. Esto nos
dio listas de alcohólicos en cientos de ciudades.

Hombres de negocios pertenecientes a grupos de A.A. ya esta blecidos,


y que viajaban frecuentemente, utilizaron estas listas para establecer
nuevos grupos. Con envíos de literatura y frecuen te conrrespo ndencia,
nacieron grupo s de A.A . por correo. S in absol utam ente ningún contacto
P,_e rso nal ésto era e xtraordinario. Los miembros del clero y los médicos
come nzaron a dar su aprobación a nuestra obra. Deseo hacer nota, que
el Dr. Harry Tiebout, quie n preside am istosamente nuestro movimiento.
Alcohó licos Anón imos creció rápidam ente. La época experim ental había
terminado. Estába mos ahora en el mapa ele los Est ados U r.iidos.

Aqu í el orador hace un resumen del tamaño de la Sociedad en 1949 -aproxima-


damente 80.000 miembros en 3.000 grupos en treinta países- y su composición
general.

De los a lcohólicos que se quedan con nosotros y realmente tratan de


aplicar el p rograma, un alto po rcentaje llega a la sobriedad inmed iafa-
mente y la conserva; otros alcan za n la sobriedad después de una o varias
recaídas; y el resto experimenta notables mejor ías. Pero muchos bebedo-
res problema abandonan A .A . después de un breve contacto; t al vez t res
o cua tro de cada cinco. Algunos son demasiado sicópatas y están dema-
siado arruinado s. Pero la mayoría se aferra aún a argumentos muy arrai-
gados que debe n se r quebrados. Esto es exactamente lo que sucede,
siempre que el enfermo tenga lo que llamamos un a "buena dosis" de
A.A. en sus primeros contactos. El alcohol enciende luego fuegos tan
terribles que muc has veces vuelven a nosotros e n ocasiones años más
tarde. Estos nos han dicho q ue tuvieron que volver, ya que era cuestión
de elegir entre A .A. o la rui na total. Habían aprendido sobre el alcoho-
J
lismo de los propios alcohólicos, y estaban más golpeados de lo que
creían. Etos casos nos han dejado la agradable imp resión de que la mitad
de los que or ig in almente se alejan de A.A. vue lven, la mayoría para

31
recuperarse. De modo que solamente instru{mos al nuevo miembro.
Nosotros nunca evangelizamos; el alcohol se encargará de ello. Los sacer-
dotes declaran que hemos capital izado al Demonio. Pero el caso es que
quienes vuelven son muchos, y los conservamos. Creemos que el término
medio de los que se recuperaran será mucho más elevado de lo que ori-
ginalmente calculamos.

Esto es un resumen de nuestro origen, la terapéutica idea central y los


resultados en cifras. Por lo que se refiere a los resultados en cuanto a cali·
dad, es un terna demasiado extenso para ser tratado en este trabajo.

Alcohólicos Anónimos no es un a organización religiosa; no tenemos


dogma. La única proposición teológica es un "Poder más grande que
uno mismo". Aún este concepto no se le exige a nadie. El nuevo miem-
bro simplemente se sumerge en el programa lo mejor que pueda. S i se le
deja tranquilo, seguramente que reportará la gradual iniciación de una
experiencia transformadora, llámela como la llame. Algunos observadores
pensaron alguna vez que, A.A. ofrecía atracción sólo a aquellas perso1ias
religiosamente susceptibles. No obstante, dentro de nuestra asociación
se incluye a un antiguo miembro de la Sociedad Atea Americana, y cerca
de 20.000 miembros más igualmente difíciles. Los moribundos suelen
llegar a ser maravillosamente comprensivos. Por supuesto que casi no
ha blamos de conversión en estos días, pues a la mayoría les causa temor
esta idea. Sin embargo, la conversión, como la describe James en líneas
generales, parece ser nuestro proceso básico. Cuando· un alcohólico
trabaja con otro, no hace más que experimentar y consolidar la experien-
cia esencial.

Las fuerzas de la ·anarqu.ía, democracia y dictadura juegan papeles


importantes en la estructura y contenido de nuestra sociedad. El alcohol,
el gran dictador, es bastante impersonal. Hitler jamás tuvo una Gestapo
tan eficiente. Cuando la anarquía del alcohólico enfrente a su tirano, ese
alcohólico debe convertirse en un animal social o perecer. Por tanto,
nuestra sociedad se ha decidido por la forma más pura de democracia.
Naturalmente, el potencial explosivo de nuestra algo neurótica Sociedad
es enorme. En todas partes gira alrededor de los eternos provocadores:
poder, dinero y sexo. A través de los grupos de A.A. esos volcanes entran
en erupción por lo menos mil veces por día. Podemos ahora mirar esas
explosiones con una buena dosis de humor, con mucha magnanimidad
y casi sin miedo alguno. Consideramos que son valiosas lecciones obje-
tivas para nuestro crecimiento. Nuestra íntima comprensión mutua, la
urgencia de nuestra misión, la necesidad de dominar nuestra neurosis

32
para vivir felices, todo ésto, junto con el amor a Dios y a nuestros seme-
jantes, nos han mantenido en una sorprendente unión. Cuanto más sean
los semejantes que nos rodean y tienen nuestro mismo problema, más
seguridad obtendremos. De la misma manera como bastantes bolsas de
arena amortiguan el estampido d e cualquier cantidad de dinamita. Cree-
mos que somos una fami lia bastante segura y feliz. Los invitamos a que
asistan a cualqu ier reunión de A.A. para comprobarlo.

Muchos alcohólicos son e1111iados hoy en dt'a a A.A. por sus propios
psiquiatras. Libres de la bebida vuelven a sus médicos con mejores pro-
babi lidades de ser tratados. Casi todas las esposas de alcohólicos se han
convertido en cierto grado, en sus madres posesivas. Casi todas las muje-
res alcohólicas, si aún conservan sus maridos, viven con un padre descon-
certado. Esto a lgunas veces significa que habrá muchos disgustos. Dema-
siado bien lo sabemos nosotros los A.A.I

Ahora, para -terminar: nosotros en A.A. tratamos de tener presente


que jamás podremos tocar sino una parte de l problema total del alcohol.
Tratamos de recordar siempre que nuestro éxito creciente puede llega r
a ser como un vino que se sube a la cabeza, y que nuestros propios recur-
sos serán siempre limitados. Querrán ustedes, damas y caballeros, conver-
tirse en nuestros socios, médicos esgrimiendo sus invisibles escalpelos,
trabajadores todos, en nuestra causa común 7 Nos gusta pensar que Alco-
hólicos Anónimos es un terreno intermedio entre la medicina y la reli -
gió n, el catalizador perdido de una nueva síntesis. Esto con e l fin de que
los millones que aún sufren logren ahora emerger d e las tinieblas hacia la
lu z del díal

Estoy seguro de q ue ninguno de los que atienden este gran Salón de


la Medicina se sentirá molesto si cedo la última palabra a nuestro socio
pasivo, la Religión:

Dios concéde nos la serenidad para aceptar las cosas que no podemos
cambiar, valor para cambiar aquellas que podemos, y sabiduría para
reconocer la diferencia.

***

33
LOS DOCE PASOS SUGERIDOS DE A.A.

1. Admi t imos que éramos impotentes ante el alcohol, q ue nuestras


vid as se habían vuelto ingobernables.

2. Llegamos al co nvenc imiento de q ue só lo un Po der Su perior a noso-


t ros mi smos podría devo lvernos el sa no juicio.

3. Decidimos poner nuestra volun tad y nuestras vidas al cuidado de


Dios, ta l como nosot ros. Lo co ncebi mos.

4. Sin ningún temor hic imos un inventario mora l de nosotros m ismos.

5. Admitimos ante Dios, ante nosotros mismos y ante otro ser humano
la naturaleza exacta de nuestras fa ltas.

6 . E,st uvimos d ispuestos a de jar que Dios elim inase todos estos defectos
de carácter.

7. Humi ldemente le ped imos a El que nos li brase de nuestros defectos.

8. Hicimos una lista de todas aquellas personas a quienes habíamos


ofend ido y ·estuvimos d ispuestos a reparar el daño que les causamos.

9. Reparamos directame nte a cuantos nos fue posible el daño que les
habíamos causado, salvo en aquello casos en que el hacerlo perjudi -
caría a ell os mismos o a otros.

10. Continuamos haciendo nuestro inventario personal y cuando nos


equ ivocábamos lo admitíamos inmed iatamente.

11. Buscamos a través de la oración y la med itación mejorar nuestro


contacto col'l6ciente con Dios tal como Lo concebimos, pidiéndole
solamente que nos dejase conocer Su Voluntad para con nosotros y
nos d iese la fortaleza para aceptarla.

12. Habiendo exper imentado un despertar espiritual como resultad9 de


estos pasos, trat amos de ll evar este mensaje a los alcohólicos y de
practicar estos pri_ncipios en todos nuestros actos.

34·
1,I
Este sello aparece en Literatura
aprobada por la Conferencia.

YO SOY RESPONSABLE.
Cuando cualquiera dondequiera,
extienda su mano pidiendo ayuda,
quiero que la mano de A.A. esté siempre ali¡'
y por esto . ..
YO SOY RESPONSABLE.
~EDANTES,
ESTIMULANTES
V EL ALCOHOLICO

INFORME DE UN GRUPO .DE MEDICOS


Título en inglés:

SEDATIVES, STIMULANTS AND THE ALCOHOLIC

ALCOHOLICOS ANONIMOS es una comunidad de hombres y mujeres


que comparten su mutua experiencia, fortaleza y esperanza para resolver su
·:· problema común y ayudar a otros a recuperarse del alcoholismo.

'e. ,E·I único requ isito para ser miembro de A.A. es el deseo de dejar la
bebida, Para ser miembro de A.A. no se pagan honora rios ni cuotas; nos
manteñenws con nuestras propias contribuciones.
1
• A.A. no está afiliada .l,l ·ninguna secta religiosa, partido pol1tico, organi-
zación o instiÍu'éión al_gu'iiá; no desea interven ir en controversias; no respal-
da ni se opone a ningui:,a·causa.

• Nuestro objetivo prir'\:)ordial es mantenern_o,s'. iobrios y ayudar a otros


alcohólicos a alcanzar el o9l:~QO de sobriedac!. ·>
• "'\: j,. ,l ,• • · '

1
. :/-.·

Editado por A.A. WORLD SERVICE; ·'iNc. umca agencia


de publiyadones de ALCOHOLICOS ANONIMOS. Aprobado
pJlr la Conferencia de Servicios Generale's ile A. A .
. ~
0

Todos los·;derechos reservados. '· _',;:;,,.


COPYRIGHT 1.964 · ;,,. .
ALCOHOLICOS ANON):MOS WORLD SERVICES,. lNC.
Impreso y distribuidri 'por: Oficin¡¡. de Servicios Generale·s ,
de j\.A. , para An1éric¡¡. del Sur .
Prohibida la reproducción patéiaf o total sin
permiso de la O. S . G. de ·~edellín .
. . · · COMITE DE LITERATURA-.
~partado Aéreo NQ 3070 - Cables: "LÍteratura" .
. .,· Medellín, Colombia. - Teléfono: 45 43,-.(~9
Con ·1á autorización de A .A. World Services Inc.. Box 459,
•.· Grand Central Station, New York 10017 N.· Y1 :.,
Alcohólicos Anónimos es un programa par€l los alcohólicos que
buscan 'liberarse del alcohol. No es un progra'ma "contra". las drogas.
Sinembargo, algunos miembros han abusado de éllas, . a menudo como
sustituto del alcohof, de una manera, tal que han llegado a ser una
amenaza para alcanzar y man~ener su- abstención. Éstos hechos han
llevado a los miembros de A.A. a interesarse en lo tan popularmen-
te llamado "el problema· de Tas pastillas".

"Sedantes,

Estimulantes

y el

Alcohólico"

UN INFORME DE UN GRUPO DE
MEDICOS MIEMBROS DE A. A.

Ya que este problema encaja profundamente dentro del campo


de la medicina, se pidió a un grupo de médicos, que son además
miembros de A . A . , su ayuda para preparar este folleto, mostrando
cómo ciertas drogas pueden perjudicar a ayudar al alcohólico.

-3-
LOS DOCE PASOS DE A.A.

1. Admitimos que éramos impotentes ante el alcohor, que nuestras


vidas se habían vuelto ingobernables.

2. Llegamos al convencimiento de que sólo un Poder Superior a no-


sotros mismos podría devolvernos el sano juicio.

3. Decidimos poner nuestra voluntad y nuestras vidas al cuidado de


Dios, al" como nosotros Lo concebimos.

4. Sin ningún temor hicimos un inventario moral de nosotros mis-


mos.

5. Admitimos ante Dios, ante nosotros mismos y ante otro ser hu-
mano la naturaleza exacta de nuestras faltas.

6. Estuvimos dispuestos a dejar que Dios eliminase todos estos de-


fectos de carácter.

7. Humildemente a El le pedimos que nos .librase de nuestros de-


fectos.

8. Hicimos una lista de todas aquellas personas a quienes había-


mos ofendido y estuvimos dispuestos a reparar el daño que les
causamos.

9. Reparamos directamente a cuantos nos fué posible el daño que


les habíamos causado, salvo en aquellos casos en que el hacerlo
perjudicaría a ellos mismos o a otros.

1O. Continuamos haciendo nuestro inventario personal y cuando nos


equivocábamos ro admitíamos inmediatamente.

11 . Buscamos a través de la oración y la meditación mejorar nues-


tro contacto consciente con Dios téd como Lo concebimos, pi-
diéndole sola.mente que nos dejase conocer Su voluntad para con
nosotros y nos diese la fortaleza para aceptarla.

12 . Habiendo experimentado un despertar espiritual como resultado


de estos pasos, tratamos de llevar este mensaje a !"os alcohólicos
y de practicar estos principios en todos nuestros actos.

- 4-
EL INFORME

Con frecuencia un paciente, al recetársele una droga, pregunta:


"Puede esta droga crear hábito, doctor?". Y el médico puede tener la
tentación, especialmente durante las horas muy ocupadas de consulta,
) de asegurar al paciente que no tiene peligro.
SI el paciente hace esta pregunta por mera curiosidad, es una co-
sa. Pero si el paciente resulta ser también un alcohólico, entonces ra
pregunta y la respuesta son de máxma importancia. Porque la mayoría
de los médicos están de acuerdo en que la propensión a habituarse o
a volverse adicto, pertenece al individuo, y no sola.mente a la sustan-
cia recetada . Y este hecho médico ha nacido de la experiencia de Al-
cohólicos Anónimos, la mayoría de cuyos miembros admiten que son
más propensos a volverse adictos que er común de los pacientes.
Existen, naturalmente, algunas drogas que permiten que la perso-
na se vuelva adicta, en el verdadero sentido metabólico, pudiendo traer
el problema por sí mismas, aún contra la voluntad del mismo pacien-
te. La morfina y otros derivados del opio se encuentran dentro de es-
te poderoso grupo de drogas, las cuales son recetadas por los médicos
únicamente en casos extremos, y se descontinúan tan pronto como la
condición del paciente lo permite. Usadas adecuadamente, esas dro-
gas son de gran ayuda para el hombre, pero deben estar siempre cui-
dadosamente controfadas.
Existen otras drogas bien conocidas - los barbitúricos, anfetami-
nas y tranquilizantes- que se usan benéficamente en la práctica mé-
dica, pero que desafortunadamente se emplean con exceso y sin pres-
cripción ni vigilancia médica, hasta llegar la persona a coger er hábi-
to o a volverse adicta.
Aunque no tan fuertes como los derivados del opio, los barbitú-
ricos y algunos de los tranquilizantes vuelven adicta a la persona en
er verdadero sentido de la palabra, es.decir, que su uso excesivo y con-
, tinuado lleva a la dependencia física ha·sta el punto de que la supre-
sión o considerable reducción de la droga, ocasionan en el paciente
trastornos orgánicos y otros efectos dolorosos.

- 5-
Esas drogas se recetan generalmente por un tiempo corto, para
acelerar la recuperación de variados desórdenes nerviosos, siendo segu-
ras para la mayoría de Ta gente cuando se toman de acuerdo a la re-
ceta médica, exceptuando los casos en que se presente una alergia.
Pero los pacientes con personalidad predispuesta a ser adictos (en es-
pecial los alcohólicos) tienen la tendencia a usar de esas drogas sin res-
ponsabilidad, siendo frecuente que los barbitúricos, anfetaminas y tran-
quizantes desarrolTen en aquellos dependencia tanto sicológica como fí-
sica.
No somos autores del siguente aparte de un artículo del "Journal
Of The American Mcdical Association", pero estamos en pleno acuer-
do con su contenido. Nuestra gratitud al Dr. Robert W. Mayo, Direc-
tor Ejecutivo del A.M. A. Journal por su permiso para publicarlo.

"Depende11cias en /us Barbitúricos y otras Drogas


Sedantes".
" . . . Et abuso de los barbitúricos se encuentra en combinación
con otros tipos de abuso de drogas, especialmente el alcohol y/ o deri-·
vados del opio. Muchos alcohólicos tratan de contrarrestar los efectos
de la supresión del alcohol con los barbitúricos. Con frecuencia et
alcohol y los barbitúrcos se combinan en un esfuerzo de obtener efec-
tos que sobrepasan a los producidos aisladamente por el alcohol o por
los barbitúricos. Esta práctica es muy peligrosa, pues los efectos acu-
mulados pueden fácilmente resultar en una intoxicación muy seria o
en la muerte. Aquellos que abusan de drogas narcóticas, con frecuen-
cia acuden al uso de los barbitúricos, especialmente si los derivados
der opio no se consiguen en forma fácil. Si se toman ambas drogas al
mismo tiempo, es sumamente· peligroso para el. organismo" .
Vol. 193 del J. A. M. A. N9 8.
Agosto 23 de 1965. Página 675".

COMO PUEDEN HACER DAAO LAS DROGAS

Del mismo modo que no ha hecho caso a las advertencias de


moderación en su bebida, el paciente alcohólico puede no hacer caso
de las órdenes dadas por su médico en lo que se refiere ar uso de las
drogas. Es posible que ingiera el doble, el triple de lo sugerido, o que
se olvide de la cantidad que debía tomar. Puede olvidarse a qué ho-
ras se deben tomar las pastilllas. Y, por último, usarlas para embo-
rracharse, tal como To hacía con el alcohol.

-6-
Es muy posible que el paciente se acarree una reacción aún más
seria al combinar pastillas y alcohol. No sólo puede enfermar muy
seriamente, sino que --como sucede con demasiada frecuencia- pue-
de hasta causarse la muerte con el doble uso de drogas y alcohor.
Con frecuencia se echa la culpa al médico que dió la receta, sin
parar mientes en que casi siempre el galeno es víctima de no habér-
sele dicho la verdad, consistente en que el paciente es akohólico y
por ello propenso de por sí a ser adicto a las drogas . Como bien lo
saben los miembros de A. A., el alcohólico ACTIVO trata desespera-
damente de "encubrir" o "tapar" y es notoriamente mentiroso acerca
de su presente modo de beber y de sus excesos, hasta con el mismo
médico a quien recurre para que le ayude.
A menudo un al'cohólico consigue recetas de varios médicos pa-
ra sus pastillas, y naturalmente ninguno sabe que ha acudido donde
otros. De allí pasará fácilmente a valerse de otras fuentes ilegales de
abastecimiento, cuando se presenten casos de angustia o desespera-
ción producidos por la falta de la droga.
No causa sorpresa a los médicos et saber que en A. A. hay per-
sona~ que han sido liberadas del alcohol, para luego volverse depen-
dientes de las drogas, pues ellos conocen muy bien que el alcohol es
un veneno para er sistema nervioso y el alcoholismo una enfermedad
compleja, resultado de factores físicos, mentales y emocionales. En-
tienden además los galenos que la personalidad compulsiva del alco-
hólico puede con facilidad dar ocasión a que er paciente se engañe a
sí mismo, al creer que puede arriesgarse a usar drogas para aliviar
las tensiones y angustias que anteriormente "manejaba" con el alco-
hol.
SEDANTES Y TRANQUILIZANTES
El alcohol es un sedante, y como tar, produce efectos un tanto
extraños en ALGUNAS personas; en tanto que otros sedantes pro-
ducen reacciones similares en DETERMINADAS personas, que pue-
den no ser las mismas en quienes el alcohol produce los efectos ano-
tados. Es decir, que algunas personas pueden ser alérgicas al alcohol
pero pueden tolerar otros tipos de sedantes, y viceversa. Resulta, sin
embargo, que la misma gente que no puede controlar el alcohol. es
incapaz de controlar el uso de ros sedantes. El alcohólico se cree ser
la EXCEPCION, está jugando a perder.
El hecho de poder ser susceptible a todos los sedantes, es razón
suficiente para que el alcohólico anónimo le explique claramente a
su médico antes de tomar pastill'a alguna, siéndole énteramente fran-
co acerca de su alcoholismo y revelándoli: todo lo necesario de su
caso personal, en forma de permitir al médico juzgar con acierto si
debe o no recetar pastillas al paciente.

-7-
Se die@ que las Iramadas drogas sico-trópicas, tranquilizante!
actúan en una parte específica del sistema nervioso central, sin cau
sar somnolencia. Sin embargo, el efecto de ellas varía según el indi-
viduo, aunque la dosis sea cuidadosamente controlada, como ocurre
con todos los remedios. Muy útiles son esta, drogas cuando se con-
trolan adecuadamente y siempre que se so.metan a la conveniente su-
presión médica: pero los tranquilizantes son peligrosos para los alco-
hólicos.
Hoy en día, la gran mayoría de los médicos reconoce el peligro
de recetar cierta clase de drogas a personas que acusan tendencia de
ser adictos. El miembro de A.A. que toma su recuperación en se-
rio, deberá aceptar la posibiíidad de tener esta tendencia, y así lo pon-
drá en conocimiento de su .médico con entera franqueza. Y si el mé-
dico no le pone mayor importancia al asunto, debe el miembro de
A. A. considerar seriamente la posibilidad de cambiarlo, pues, aun-
que la primera opinión pudo haber sido correcta, es mejor para el al-
cohólico estar seguro que correr el riesgo de que en un futuro pue-
da pesarre.
Como regla general, a los alcohólicos les va mejor sin drogas;
pero, como a veces se presentan en ellos otras enfermedades, deben
entonces ser tratados médica.mente para éstas como cualquiera otra
persona, con las drogas indicadas y necesarias. Entonces, los médi-
cos deberán manejar cada ca,o teniendo en consideración las alergias
de cada individuo, ya sea ar alcohol o a otras sustancias . Por lo
tanto, es muy importante para el alcohólico ser sincero con su médi-
co, así como acatar estrictamente sus órdenes, cuando aquél decide
usar drogas, avisándole inmediatamente en caso de sentir reacciones
extrañas.

UN SUSTITUTO PARA EL ALCOHOL

Al encontrarse bajo la influencia, ya sea del alcohoT o de las dro-


gas, el alcohólico está en peligro. Muchos alcohólicos hao empezado
a usar pastilJas creyendo haber encontrado en eTlas el sustituto per-
fecto para el alcohol. Sin embargo, el hábito de tomar pastillas es
tan progresivo como el de la bebida, y ambos terminan en una gran
borrachera . Pero en el caso de las drogas, pueden presentarse gra- /
ves ·r eacciones cuando se toman en exceso, como convulsiones, y aún
es frecuente la muerte misma. Aunque nunca debiera engañarse el
alcohólico a sí mismo acerca de las drogas, la verdad es que lo hace '
con frecuencia.
El Dr. E. M. Jeltinek se expresa así acerca de los barbitúricos:
"EL ALCOHOLICO QUE USA BARBITURICOS
SE ESTA COMIENDO SU ALCOHOL EN VEZ DE
TOMARSELO".

-8 -
La semejanza entre la intoxicación por akohol y la intoxicación
por barbitúricoe, ha sido constatada por el Dr. Harris Isbell del Hos-
pital de Salud Pública de ros Estados Unidos, en Lexington, Kentuc-
ky. Dijo él:
"LA INTOXICACION CRONICA CON BARBITURICOS
es una situación peligrosa y no deseable, muy similar al alcoJ:io-
lismo crónico. El comportamiento de las personas q_ue se intoxi-
can crónicamente con barbitúricos es similar ar de los alcohóli-
cos crónicos, y parece que se llega hasta los mismos extremos,
teniendo en cuenta desde luego el modo de ser, la personalidad,
y el estado de ánimo que acompañe al sujeto en un momento
dado" .
Con respecto al potencial de las personas adictas a ros tranqui-
lizantes, el Dr. Car! F. Essig, también del mismo hospital en Lexing,-
ton, dice:
"Un número acrecentado de sedantes nuevos, tipo hipnótico, han
sido introducidos a la práctica de la medicina. Algunas de esas dro-
gas no barbitúricas se llaman "tranquifizantes", "relajantes" y "sico-
trópicas". A pesar del uso de terminología distinto a los sedantes hip-
nóticos, y a pesar de su estructura química que no contiene barbitú-
ricos, estas drogas nuevas son deprimentes y pueden causar estados
de intoxicación y/ o dependencia física, que es, clínicamente hablan-
do, muy similar a ll! producida por los barbitúricos".

LAS ANFETAMINAS O ESTIMULANTES

Los miembros de A . A. que han iibusado de los barbitúricos y


de otro¡¡ sedantes, han encontrado que con frecuencia les producen
efectos de "resaca", como depresión, tensión, nerviosidad, falta de
energía e inhabilidad para pensar con claridad y para tratar de neu-
tralizar esos efectos, han recurrido al uso de las drogas estimulantes
del tipo anfetamina. Las llamadas "pastillas levantadoras" sólo se
consiguen reguTarmente. con receta de médico, aunque es posible ob-
tenelas --como muchos lo hacen- ilegalmente .
Las pastillas "levantadoras" y los barbitúricos se toman con fre-
cuencia juntos: éstos para que el alcohólico consiga dormir; y aqué--
!las, o sea fas levantadoras, para que se mantenga despierto durante
el día.
En un reciente número de la Revista "British Medica! Journal",
se sugiere que los médicos deben poner mucho cuidado al recetar
anfetaminas. para depresiones de tipo leve, a la vez que aconsejan el
uso de drogas para pocos días, antes que dar recetas para grandes can-
tidades de pastillas. Expresa también dicha Revista que, salvo casos
especiales ... , no es prudente recetar pastillas a pacientes con perso-
nalidad sicopática, siendo en todo caso necesaria una vigilancia espe-

-9-
cializada del tratamiento, ya que el individuo con personal'idad de a-
dicto se habitúa fácilmente a las anfetaminas . La intoxicación que
resurta es muy semejante a la del alcohólico crónico, siendo también
necesario tratarla en forma similar . Los efectos de la supresión de
las anfetaminas, cuya duración es muy prolongada ya que pueden a-
vanzar hasta ocho semanas, se manifiestan con frecuencia en una
.marcada debilitación del paciente .

USO DE LOS DOCE PASOS DE A. A .

El miembro de A. A. que mantiene un verdadero sentido de


los valores, sabrá que dentro de su propia experiencia en contener
su alcoholismo, él encuentra conocimientos que serán su más segu-
ra salvaguardia contra el abuso y posible tendencia a volverse adic-
to a las drogas.
Sin embargo, ese conocimiento de sí mismo no lo habirita de
ninguna manera par.a actuar como terapeuta profesional en los ca-
sos de otros alcohólicos, pues una cosa es recetar "PURO A. A." a
los alcohólicos que no tienen otras complicaciones, y otra muy dis-
tinta presumir de sabio cuando el factor complejo de las drogas, se
halra presente. El tratamiento de los adictos a las drogas, conocido
con el nombre de "e.mpastillados" es trabajo que corresponde a los
médicos.
Quizá el testimonio más importante que A. A. puede aportar
acerca de ese tema, es el de que varios miles de hombres y muje-
res que ahora son sus miembros, no necesitaron drogas para facili-
tar su iniciación de un programa de vida sin alcohol. Ellos tam-
bién están J'istos a dar testimonio de que no desean experimentar con
nada que les haga poner en peligro su sobriedad.
En los Doce Pasos sugeridos para la recuperación, la mayoría
de los miembros de A. A. encuentran respuesta .a problemas tales
como preocupaciones, angustias, temores, complejos de culpabifidad,
pérdida ocasional del sueño, etc . Aunque la práctica de estos Pasos
de ningún .modo elimina todos los problemas de la vida, sí capacita
a J'a gente de A . A. para enfrentarlos sinceramente y para vivir con
ellos con relativa tranquilidad .
Los Doce Pasos han sido también todo lo que necesitaron mu-
chos miembros de A. A . que tenían problema de pastillas, además
de su alcoholismo. Y el principio de A. A. de compartir experien-
cias los unos con los otros, parece dar resuftados casi tan buenos
con las drogas como con el alcohol, cuando el individuo está listo
a hacer un esfuerzo sincero para resolver sus problemas. Así, el
A. A. SINCERO que tiene problemas de pastill'as, hará bien en bus-
car a su compañero que ha sido liberado tanto de las drogas como
del alcohol ya que en ,muchos casos podrán resultar suficientes sus
consejos y modo de animarlo.

-10-
AYUDA DE UN PODER SUPERIOR

La mayoría de los alcohólicos anónimos que han necesitado


aprender a vivir sin alcohol y/ o sin drogas, han encontrado de gran
importancia ef aspecto espiritual de A. A. lo cual por cierto nada
tiene que ver con religión alguna, sino que consiste en que el indivi-
duo resuelve entregar su voluntad (en el lenguaje del Segundo Paso
de A. A.) a un poder más grande que él mismo, denominado Poder
Superior.
El Tercero de los Pasos de A.A. dice: "Decidimos poner nues-
tra voluntad y nuestras vidas al cuidado de Dios, tar co,mo nosotros
lo concebimos", Todos los hombres no conciben a Dios del mismo
modo, y A. A . no define ni sugiere ningún concepto de un Poder Su-
perior, siendo este asunto de cada persona. Sin embargo, la experien-
cia de A. A. sí demuestra que la sobriedad feliz requiere como pre-
supuesto indispensable el reemplazo por un poder constructivo de
aquel poder destructivo del al'cohol, respecto del cual el alcohólico
admitió haber perdido todo control .
La habilidad del alcohólico en reemph.!zar sµ dependencia de
las drogas con la confianza en un Poder Superior, de su propia con-
cepción, puede ser el factor más importante de su éxito durannte ei
primer período de la supresión de las drogas. Porque aunque el pro-
pósito primordial de A. A. es ayudar a los bebedores-problema a al-
canzar y mantener su sobriedad, las mismas disciplinas han ayudado
a la gente de A. A .- a resolver muchos problemas personare~, inclu-
yendo, por supuesto, el del abuso de las drogas.

LA EXPERIENCIA DE LOS MIEMBROS DE A.A.

La Asociación de Alcohólicos Anónimos no ha podido ayudar


a todos los bebedores, ni ofrece programa alguno para la recupera-
ción de los adictos a l'as drogas o "empastillados", y, si se preocupa
del problema de las drogas, es únicamente porque ellas son con fre-
cuencia una barrera contra la sobriedad para muchos alcohólicos que
acuden a la Asociación en busca de ayuda.
Es _una lástima que la auto.medicación con drogas haya contri-
buído a la pérdida de fa sobriedad de algunos miembros de A . A.,
sín que 1deje también de lamentarse que las drogas hayan retardado
la llegada ele otros miembros a la Asociación . Ya dent:ro de ella, el
uso incontrolado de pastillas ha sido en al'gunos casos la razón prin-
cipal por la cual muchos alcohólicos no han logrado ninguna sobrie-
dad.
La sinceridad --con uno mismo y con los demás- es uno de
los requisitos indispensables para la sobriedad en A. A., mostrando
l'a experiencia de ésta, que generalmente ter.minan en graves proble-
mas aquellos individuos que tratan de engañarse a sí mismos acerca

-11-
del alcohol o de las drogas. El alcohólico doniinado por el hábito de
las drogas, tarde o temprano tendrá que enfrentarse a los dos proble-
mas en forma sincera y decidida, si es que pretende afgún éxito en
su abstención.
Un estado de cosas muy peligroso es el de algunos alcohólicos
que, no bien han logrado alguna sobriedad en su alcoholismo, cuan-
do se encuentran con un problema más agudo como es el consisten-
te en dejar las pastillas, para cuya solución la gente de A . A. sugie-
re con ahínco a dichos alcohólicos el buscar ayuda adicional en las
fuentes profesionales de la medicina, la psiquiatría y la religión.
Rara vez sufren- recaídas en su viejo "problema de Tas pastillas"
los miembros de A. A . ya liberados que se mantienen en guardia
contra los peligros que conlleva el abuso de las drogas, ya que ellos
entienden y aceptan que los mismos rasgos que parecen caracterizar
la personafidad del alcohólico, se insinúan con frecuencia en la del
adicto a las drogas . Esos miembros, al practicar el programa de A. A.
se ponen a cubierto del autoengaño consistente en pensar que el uso
descontrolado de las drogas podría serles útil para mantener la . abs-
tención en lo que toca con el afcohol.
Se repite, la sinceridad rigurosa desde un principio es vital pa-
ra poder alcanzar el éxito deseado. Así, cuando se llama a un médi,.
co para que trate a un alcohólico y no se le explica completa y since-
ramente fa situación y el problema que aquél tiene con las pastillas,
el ,médico se encontrará frente a un gran obstáculo. En efecto, como
se anotó antes, los síntomas de la intoxicación con alcohol son simi-
lares a los de la intoxicación con drogas, por lo cual no s.iempre po-
drá el médico determinar con el simpí'e examen del paciente la exis-
tencia de un problema de pastillas . Además, cada caso requiere tra-
tamiento distinto y atención médica especial, y de allí que el alcohó-
lic-0 verdaderamente interesado en una vida nueva y conocedor de las
expresadas circunstancias, deba, en lugar de cotejar o encubrir su
probrema de pastillas, contar al médico la verdad completa sobre su
caso.

COMO PUEDEN AYUDAR LOS GRUPOS DE A.A.

La mayoría de los miembros de A. A. están de acuerdo en que


todo será más fácil para los recién llegados, si desde un principio ad-
quieren conocimientos acerca de las drogas y del alcohol. Entre las
varias maneras de cómo los grupos pueden ayudar en esi~ sentido
a los miembros antiguos y a ros recién llegados, pueden mencionarse
las siguientes:
la. Incitar a todos los miembros a una discusión franca Y· ob-
jetiva del problema dentro del mismo grupo .
2-a. Alentar a los miembros que han usado drogas y a qqie-
nes las han mprimido por la amenaza permanente que re-

- 12 -
presentan para su sobriedad, a que compartan sus expe-
riencias con otros en el grupo.
3a. Animar a los miembros para que lean !'a literatura de A. A.
en la cual se trata el problema de las drogas a la luz de
la experiencia de A. A.
Como ya se dej6 expresado, ningún miembro de A. A. debe
presentarse o actuar como terapeuta profesional; aunque sí puede re-
comendar o sugerir su experiencia como miembro de A. A. , según
la cual, si queremos conservarnos seguros y contentos en nuestra l'i-
beraci6n de una de las drogas más antiguas, como lo es el alcohol,
debemos evitar el uso de cualquier droga que pueda constituír una
amenaza para nuestra sobriedad, adquirida a tan alto costo. Todos
en A. A. nos alejamos del primer trago por un solo día, siendo tan
importante eTio para muchos de nosotros como alejarnos de esa pri-
mera pastilla por el solo presente sucesivo.

CONSEJOS A LOS MIEMBROS DE A.A.

El miembro de A. A . que se inquieta o está pensando en usar


drogas, podrá encontrar ayuda en algunas de estas ·sugerencias:
la. Jamás debe auto-recetarse ni recetar pastillas a otros al-
coh61icos.
2a. Debe buscar un médico conocedor de los problemas der
alcohol y de las drogas.
3a. Debe advertir al médico que está tratando a un alcohólico,
confidencia ésta que le será respetada y constiituirá una
gran ayuda para el médico.
4a. Debe atender las señales de peligro que se insinúen en su
fuero interno, como por ejempl'o la de estar acariciando la
idea de consultar otro .médico -fuera del de la familia-
en procura de drogas adicionales.
5a. Debe avisar inmediatamente al médico en caso de que la
droga -sea cual fuere- le esté ocasionando alguna difi-
cultad o malestares extraños.
6a. Buscar el diáíogo con su padrino o _con otra persona que
entienda de estas cosas en A. A . , para aclarar cualquier
interrogante o duda que se le presentare .
7a. Ser completa y permanentemente sincero con su médico,
con su padrino, y en especial consigo mismo.
8a. Considerar seriamente si debe o no consultar otro médico,
en caso de que el primero no entienda o tome a ,menos la
especial susceptibiliaad de los al'coh61icos a los sedantes,
tranquilizantes, estimulantes y similares.
9a. Proporcionar a su médico un ejemplar de este folleto.

-13-
LAS DOCE TRADICIONES DE A. A .

l. Nuestro bienestar común debe tener la preferencia; el restable-


cimiento personal depende de ra unidad de A. A.
2. Para el propósito de nuestro grupo sólo existe una autoridad
fundamental: un Dios bondadoso que se manifiesta en la con-
ciencia de nuestro grupo . Nuestros líderes no son más que fie-
les servidores; no gobiernan.
3.El único requisito para ser miembro de A.A., es el querer de-
jar de beber.
4. Cada grupo debe ser autónomo, excepto en asuntos que afec-
ten a otros grupos o a los A. A., considerados como un todo .
5. Cada grupo tiene un solo objetivo: llevarle el mensaje al alco-
hólico que aún está_ sufriendo.
6. Un grupo de A. A. nunca debe respaldar, financiar o_ prestar
el el nombre de A. A . a ning~na entidad allegada o empresa
ajena para evitar que problemas de dinero, propiedad y presti-
gio nos desvíen de nuestro objetivo primordial.
7. Todo ¡¡rupo de A. A. debe mantenerse a sí mismo, negándose
a recibir contribuciones de afuera.
8. A. A. nunca tendrá carácter profesional. pero nuestros centros
de servicios pueden emplear trabajadores especiales.
9. A. A. como taI, nunca debe ser organizada; pero podemos crear
junta¡; de servicios- o comités que sean directamente responsa-
bles ante aquellos a quienes sirven.
1O. A. A . no tiene opinión acerca de asuntos ajenos a sus activi-
dades; por consiguiente su nombre nunca debe mezclarse en po-
lémicas públicas .
11. Nu_estra política de relaciones públicas se basa más bien en la
atracción que en_ra promoción; debemos mantener siempre nues-
tro anonimato personal ante la prensa, la radio, la televisión y
el cine .
12. El anonimato es la base espiritual de nuestras Tradiciones recor-
dándonos siempre que debernos anteponer los principios a las
personas.

-14-
PUBLICACIONES DE A.A.
Ap robadas por la Conferencia

LIBRO ALCOHOLICOS ANONIMOS


COMO COMIENZA A. A . COMO CRECE
44 PREGUNTAS Y RESPUESTAS
ESTO ES A.A .
ES A.A. PARA USTED?
COPIA DEL ARTICULO PUBLICADO EN EL
SATURDAY EVENlNG POST (Primeros días de A.A. )
EL MARIDO ALCOHOLICO
l· CARTA A UNA MUJE I(ÁlCOHOLICA
ALCOHOLICOS ANONlfyfQ~'. ·1:Ñ: - LA COMUNIDAD
LA AGRUPACION . ·i :'.°·;;~~'.
A.A. Y LA PROFESION MEDICA
EL EMPLEADO ALCOJ-JOLICO
LOS DOCE PASOS .
LAS DOCE TRADICIÓNES
TRES CHARLAS A SOCIEDADES MEDICAS
LO QUE LE SUCEDIO A JOSE (a todo cofor)
SEDANTES, ESTIMULANTES Y EL ALCOHOLICO
DOLETIN MENSUAL DE A.A.
LO MEJOR D.E BILL
(Fe, Temor, Sinceridad, Ht~mildad y Amor).
EL GRUPO DE A.A.
PREGUNTAS Y RESPUESTAS SOBRE PATROCIN10
LA TRADICION DE A.A. COMO SE DESARROLLO
A . A. EL MENSAJE (Revista ilustrada)
UN MlNISTRO RELIGIOSO PREGUNTA
• .. • ~ ' ' • 1

ACERCA DE ALCOHOLICOS .ANONIMOS


EL SENDERO DE VIDA (L ibro) ;. ;.

A . A , EN PRISIONES ; .
LAS DOCE TRADlCIONES
' , : .: ·.ILUSTRADAS
.,
COOPERACION SI, AFILIACION NO
HABLANDO EN REUNIONES DE No · 'ALCOHOLICOS

OFICINA DE SERVICIOS GENERALES

Apartado Aéreo N<? 3070 Medellfn - Colombia


Este sello aparece en Literatura
aprobado por la Confere11cia.

YO SOY RESPONSABLE
Cuando cualquiera dondequiera,

extienda su mano pidi,indo ayuda,

quiero que la mano de A.A. esté siempre allí

y por esto ...

YO SOY RESPONSABLE
1,>reguntas y
Respuestas sobre
PATROCINIO
Título en inglés:

QUESTIONS AND ANSWERS ON SPONSORSHIP

ALCOHOLICOS ANONIMOS es una comunidad de hombres y mujeres


que comparten su mutua experiencia, fortaleza y esperanza para resolver su
problema común y ayudar a otros a recuperarse del alcoholismo.
• El único requisito para ser rrúembro de A.A. es el deseo de dejar la
bebida. Para ser miembro de A.A. no se pagan honorarios ni cuotas; nos
mantenemos con nuestras propias contribuciones.

• A.A. no está afiliada a ninguna secta religiosa, partido político, organi-


zación o institución alguna; no desea intervenir en controversias; no respal•
da ni se opone a ninguna causa.
• Nuestro objetivo primordial es mantenemos sobrios y ayudar a otros
alcohólicos a alcanzar el estado de sobriedad.

Copyright 197 6

Alcoholics Anonymous World Services, !ne. - Estados Unidos de América


468 Park Avenue South
New York, N.Y. 10016
Mail Address: Box 459
Grand Central Station
New York, N.Y.10017

Impreso y Distribuído por:


Oficina de Servicios Generales de A.A.
Para Colombia y América del Sur
Apartado Aéreo 3070 - Medellín - Colombia S.A.
Impreso en Colombia - Con autorización de
A.A. World Services, Inc.

Prohibida la reproducción parcial o total


¿QUE ES PATROCINIO?

ALCOHOLICOS ANONIMOS empezó con el patrocinio, Cuando Bill W.,


quien llevaba unos pocos meses de sobriedad, se vio sometido a una poderosa
necesidad de beber, tuvo este pensamiento: "Necesitas otro alcohólico con
quien hablar. i Necesitas otro alcohólico tanto como él pueda estarte necesi-
tando!".
Encontró al Dr. Bob, quien había estado tratando desesperada e infruc-
tuosamente de dejar de beber, y de una necesidad común vino a nacer A.A.
La palabra "padrino" no se usaba en ese entonces; los Doce Pasos todavía no
habían sido escritos; pero Bill llevó el mensaje al Dr. Bob, quien a su turno
salvaguardó su propia sobriedad patrocinando a incontables alcohólicos. A
través de un compartir, nuestros dos cofundadores descubrieron que sus pro-
pias vidas de sobriedad podrían verse enriquecidas más allá de toda medida.
lQué quiere decir A.A. al hablar de patrocinio? Para ingresar a algunas
organizaciones, se debe tener un padrino - una persona que habla por usted,
y lo presenta como un candidato adecuado para la afiliación. Este definitiva-
mente no es el caso con A.A. iCualquier persona que tenga el deseo de dejar
de beber es bienvenido para unirse a nosotros!
En A.A., el padrino y el patrocinado son iguales y se encuentran como
tales, así como lo hicieron el Dr. Bob y Bill. Esencialmente, el proceso de
patrocinio es éste: Un alcohólico que ha logrado algunos progresos en el
programa de recuperación comparte esa experiencia sobre una base continua e
individual con otro alcohólico que está tratando de conseguir o mantener la
sobriedad a través de A.A.
Cuando empezamos a asistir a las reuniones de A.A., podemos sentirnos
confundidos, enfermos y aprensivos. Aunque los asistentes a esas reuniones
responden con muy buena voluntad a nuestras preguntas, eso solo no es
suficiente. Entre las reuniones se nos pueden ocurrir muchas otras preguntas;
vemos la necesidad de un apoyo constante y cercano a medida que empeza-
mos a aprender cómo "vivir en sobriedad".
Por eso seleccionamos algún miembro de A.A. con quien podemos sentir-
nos identificados, alguien con quien podemos hablar en forma abierta y con-
fidencial, y le pedimos a esa persona que sea nuestro padrino.
Ya sea que usted esté en la situación de un recién llegado que duda para
"molestar" a otro miembro, o de un miembro que ha estado dentro de los
grupos durante algún tiempo tratando de trabajar solo, el patrocinio está a su
disposición. Encarecidamente le decimos: No demore más. Los alcohólicos
recuperados en A.A. desean compartir lo que han aprendido con otros alcohó-
licos. iSabemos por nuestra experiencia que nuestra sobriedad se ve fortaleci-
da cuando la damos a otra persona!
El patrocinio también puede significar la responsabilidad del grupo como
un todo para ayudar al recién llegado. Hoy en día, más y más alcohólicos que
llegan a su primera reunión de A.A. no han tenido un contacto previo con
A.A. No han llamado al teléfono de la oficina local o intergru pal de A.A.;
ningún miembro ha hecho el trabajo o "la visita de Duodécimo Paso" con
ellos. Por eso, y especialmente para los recién llegados, los grupos están reco-
nociendo la necesidad de proporcionar alguna forma de ayuda de patrocinio.
En muchos grupos exitosos, el patrocinio es una de las actividades plan ifica-
das más importantes para los miembros.
La responsabilidad del patrocinio es informal y verbal, pero es una parte
básica del enfoque de A.A. para la recuperación del alcoholismo a través de
los Doce Pasos.
Esperamos que este folleto proporcione las respuestas a algunas de las
preguntas que frecuentemente se hacen acerca de la compensatoria actividad
que cumple doble beneficio y que se llama patrocinio: para la persona que
puede estar buscando a su padrino - para los miembros de A.A. que desean
compartir su sobriedad por medio del patrocinio - y para los grupos que
desean llevar a cabo alguna actividad en este sentido.

PARA LA PERSONA QU E BUSCA UN PADRINO

¿cómo se diferencia el patrocinio de la actividad del Duodécimo Paso?


El trabajó del Duodécimo Paso - visitar a un alcohólico que ha pedido
ayuda y hablarle acerca del programa de A.A. - puede convertirse en el
comienzo del patrocinio, pero no es en sí mismo el patrocinio.
El patrocinio, con su perseverancia en el interés hacia otro alcohólico, a
menudo se desarrolla cuando la segunda persona desea la ayuda, cuando ha
aceptado que tiene un problema de bebida, y ha decidido buscar el camino
para sali r de este problema.
El patrocinio es un trabajo de Duodécimo Paso, pero también implica una
continua responsabilidad en ayudar al recién llegado a adaptarse a una forma
de vida sin alcohol.
¿cómo ayuda el padrino al recién llegado?
Se le asegura al recién llegado de que existe al menos una persona que
entiende completamente su situación, un a persona a quien puede di rigirse sin
ningún temor cuando tenga dudas, preguntas, o problemas relacionados con
su alcoholismo. El patrocinio le da al recién llegado comprensión y simpatía
cuando él más la necesita. El patrocinio también le sirve de puente de unión
que le facilita a la persona nueva reunirse con otros alcohólicos - en su
propio grupo o en otros que pueda visitar.
¿cómo debiera escogerse el padrino?
El proceso de poner en contacto al recién llegado y al padrino es tan
informal como lo es todo en A.A. Frecuentemente, el recién llegado simple-

2
mente se aproxima a un miembro más experimentado que parece compatible
con él, y le pide a ese miembro que se convierta en su padrino. La mayoría de
los miembros de A.A. se sienten felices y agradecidos al recibir tal petición.
Un antiguo proverbio de A.A. sugiere, "Manténgase con los ganadores".
Es tazonable buscar compartir la experiencia con un miembro que parece
estar utilizando exitosamente el programa de A.A. en su vida diaria. No
existen reglas específicas, pero el buen padrino probablemente deberá tener
un año o más de continua abstención, y debiera parecer que goza de su
sobriedad.

¿Debieran ser el padrino y el recién llegado tan afines como sea posible?
Frecuentemente, el recién llegado se siente más a gusto con un padrino
que tenga similares intereses y experiencias - otro médico, otro creyente,
otra ama de casa, otro agnóstico, otro irlandés, u otro negro. Pero muchos
miembros de A.A. dicen que recibieron una gran ayuda de padrinos que eran
totalmente disímiles. Tal vez esto se deba al hecho de que su atención fue
enfocada hacia las cosas •más importantes que los padrinos y los recién llega-
dos tienen en común: el alcoholismo y la recuperación dentro de A.A.
La experiencia de A.A. parece sugerir que es mejor que los hombres
patrocinen a los hombres, y las mujeres patrocinen a las mujeres. Esta costum-
bre usualmente promueve un rápido entendimiento y reduce la aparición de
distracciones emocionales que podrían alejar la mente del recién llegado del
propósito fundamental de A.A.
lQué debiera esperar el recién llegado de su padrino?
El padrino A.A. no suministra ninguno de los servicios que ofrecen los
trabajadores sociales, los médicos, las enfermeras, y los consejeros matrimo- '
niales. El padrino es simplemente un alcohólico sobrio que ayuda al recién
llegado a resolver un solo problema: cómo permanecer sobrio.
No es el entrenamiento profesional lo que capacita al padrino para dar
este tipo de ayuda, solo es la experiencia y la observación personales. En
alguna época este padrino, también; fue un recién llegado y ha tratado de
utilizar el programa de A.A. para manejar los problemas similares a aquellos
que el recién llegado está enfrentando ahora.
¿Debiera el recién llegado estar de acuerdo con todo lo que dice el padrino?
Si las ideas del padrino parecen extrañas o confusas, lo mejor que puede
hacer el recién llegado es hablar y hacer preguntas. Se supone que debiera
existir una relación franca y abierta, en la cual ambas partes puedan conversar
libre y honestamente de sí mismos.
El programa de A.A. es simple, pero no nos pareció así a la mayoría de
nosotros al principio. Frecuentemente, nuestro aprendizaje se debió a que
hicimos preguntas en reuniones cerradas o, muy e5pecialmente, a conversacio-
nes privadas con nuestros padrinos.

3
lQué pasa cuando el padrino no se encuentra disponible cuando lo necesitamos?
Lo que mantiene la sobriedad del recién llegado no es el padrino, sino.el
programa de A.A. El patrocinio no es más que la mejor manera que conoce-
mos para presentarle ese programa al recién llegado.
Por eso tenemos muchos recursos cuando no podemos hacer contacto con
nuestros padrincs. Podemos llamar por teléfono a otros miembros; ir a una
reunión de A.A.; telefonear o visitar la oficina más cercana de A.A.; leer libros
o folletos o nuestras revistas, el Grapevine o el Mensaje, y así encontraremos
las respuestas para casi cualquier problema que nos esté molestando o pertur-
bando en ese momento.

¿puede un recién llegado tener más de un padrino?


Claro que sí. De hecho, el buen padrino busca que el rec1en llegado
conozca muchos otros miembros experimentados tan pronto como sea posi-
ble. El recién llegado con más de un padrino puede compartir una amplia
variedad de experiencias y escuchar muy diferentes maneras de utilizar el
programa de A.A. Adicionalmente, por este método se logra evitar la crisis
mencionada en la pregunta anterior, puesto que no es muy probable que dos
o más padrinos no puedan conseguirse en un determinado momento.

¿ Puede un recién llegado cambiar de padrino?


Nuevamente la respuesta es afirmativa. Siempre tendremos la libertad de
seleccionar otro padrino con el cual podamos sentirnos más a gusto, particu-
larmente si creemos que este miembro podrá sernos más útil en nuestro
crecimiento dentro de A.A.

Si algún recién llegado ha recibido un curso de tratamiento y de adoctrina-


miento sobre el alcoholismo en algú n programa ajeno a A.A., ltodavía necesi-
tará un padrino dentro de A.A.?
La desintoxicación se encuentra generalmente a una distancia de varias
semanas o meses para el recién llegado, quien por consiguiente no tendrá que
luchar contra la compulsión para beber_ Pero la obsesión mental con el alco-
hol puede todavía estar presente, y el padrino podrá ayudarle al nuevo miem-
bro a utilizar el programa de A.A. para sobreponerse a esta obsesión. Es
probable que a este recién llegado también se le hayan enseñado muchos
aspectos médicos acerca de la enfermedad. Pero aprender acerca del alcoholis-
mo en un establecimiento o institución es una cosa, y funcionar como alcohó-
lico sobrio en una sociedad bebedora es algo muy diferente, según nuestra
experiencia El padrino se encuentra siempre listo para compartir la experien-
cia en manejar exitosamente esta situación.
Tal vez el tratamiento que ha recibido el recién llegado haya incluído
alguna orientación en los aspectos básicos de A.A. Pero aprender acerca del
programa de A.A. no es lo mismo que vivirlo. Nuevamente, el recién llegado
puede extraer de la experiencia personal del padrino una orientación valiosa
para aplicar los principios de A.A. en los problemas cuotidianos.

4
¿ruede llegar el momento en que sea demasiado tarde para conseguir un
padrino?

No. Un A.A. que haya estado dentro, o "alrededor" de la Comunidad


durante varios años encuentra frecuentemente que el conseguir un buen padri-
no, hablarle francamente, y escucharlo puede hacerle comprender el programa
mucho mejor que lo que había logrado previamente.
El patrocinio puede ser también la respuesta para la persona que ha sido
capaz de conseguir algunos breves intervalos de sobriedad. Tal vez ese miem-
bro haya estado asociado con personas de las que permanecen en los márgenes
de A.A., asistiendo ocasionalmente a las reuniones, pero que no han tomado
verdaderamente el Primer Paso. Esto puede alimentar reservas secretas acerca
de la propia enfermedad alcohólica. O tal vez ese miembro se ha alejado en
compañía de otros que recaen frecuentemente. Obviamente, es imposible
aprender de ellos lo que por sí mismos ellos no han podido aprender. Para tal
persona, un padrino con un fundamento firme dentro de A.A. puede repre-
sentar la vida o la muerte.
Aunque tengamos muchos años secos en nosotros, podemos beneficiarnos
al pedirle a algún amigo A.A. que sea nuestro padrino. Es probable que nos
hayamos sentido descontentos o tengamos dolores emocionales, porque he-
mos olvidado que el programa de A.A. ofrece toda una nueva forma de vida, y
no simplemente la liberación del alcohol. Con la ayuda de un padrino, pode-
mos utilizar a plenitud el programa, cambiar nuestras actitudes, y empezar a
gozar realmente nuestra sobriedad .

PARA LA PERSONA QUE DESEA SER PADRINO

¿Cómo ayuda el patrocinio al padrino?


El patrocinio fortalece la sobriedad del miembro antiguo. El acto de
compartir su sobriedad le hace más fácil a un miembro vivir sin alcohol. Al
ayudar a otros, los alcohólicos encuentran que se están ayudando a sí mismos.
El patrocinio también ofrece la satisfacción que proviene de asumir una
responsabilidad por alguien distinto ae uno mismo. En un sentido muy real,
llena la necesidad, que siente la mayoría de los seres humanos, de ayudar a
otros a sobreponerse a sus dificultades.
¿puede cualquier miembro ser padrino?
No existe una clase superior o casta de padrinos en A.A. Cualquier miem-
bro puede ayudar al recién llegado a aprender a manejar la vida sin recurrir al
alcohol en ninguna forma.
En la mayoría de· los casos, la costumbre de A.A. sugiere una limitación,
ya esbozada anteriormente en la página No. 3. Si el grupo es lo suficientemen-
te grande como para permitir una selección, el padrino y el recién llegado
debieran ser del mismo sexo. Las razones son las mismas desde cualquier
punto de vista; nosotros los miemb'ros de A.A., sin importar cuánto tiempo

5
llevamos sobrios, continuamos siendo humanos, y sometidos por lo tanto a las
emociones que podrían desviarnos de "nuestro propósito fundamental".

¿cuándo se encuentra el miembro listo para asumir la responsabilidad del


patrocinio?
Los padrinos más exitosos son los hombres y mujeres que han estado en
A.A. un t iempo suficiente como para lograr en la comprensión de l programa
sugerido de recuperación que se encuentra delineado en los Doce Pasos. El
miembro que ha estado sobrio d urante algunos meses o años es frecuentemen-
te, aunque no siempre, capaz de trabajar más efectivamente con los recién
llegados que e l miembro que ha estado en e l programa durante unas pocas
semanas. Así, el período de sobriedad es un factor, pero no el ún ico factor,
para el patrocinio exitoso. De simil ar importancia son la capacidad individual
para la comprensión y la paciencia, la buena voluntad para dedicar tiempo y
esfuerzo a los nuevos miembros, y e l ejemplo personal de cómo funciona el
programa de A.A.

¿Qué hace un padrino?


Un padrino hace todo lo que puede, dentro de los Iímites de su experien-
cia y capacidad, para ayudar al recién llegado a consegu ir y mantener la
sobriedad por medio del programa de A.A.:
Demuestra por medio de su propio ejemplo e historia lo que A.A. ha
significado para é l en su vida de padrino.

• Anima y ayuda al recién llegado a as istir a varias reuniones de A.A., con


el propósito de que tenga la oportunidad de oi r diferentes puntos de
vista e interpretaciones de l programa de A.A.
• Sugiere. a l recién llegado a mantener una mente abierta acerca de A.A. si
al principio no está totalmente convencido de que es un alcohóli co.
• Nunca toma e l in ventario del recién llegado excepto cuando se le soli ci-
ta.
• Presenta al recién llegado a otros alcohóli cos, especialmente a aquellos
que comparten con é l alguna afin idad profesional, cultural o social.
• Verifica que e l recién llegado conozca la literatura de A.A., especia l-
mente el Gran Libro, "Doce Pasos y Doce Tradiciones", el Grapevine,
"Como lo ve Bill" {El Sendero de Vida), "Vivir en Sobriedad", y los
folletos que le puedan ser útiles.
• Procura estar cerca cuando el recién llegado tiene un problema especial.
• Analiza la importancia y sign ificado de los Doce Pasos.
• Nunca trata de im poner sus puntos de vista personales sobre el recién
llegado. El buen padrino que es ateo no tratará de persuadir al recién
llegado religioso para que abandone su fe, ni e l padrino religioso discuti-
rá aspectos teológicos con e l recién llegado agnóstico.

6
• Hace todo lo posible porque el recién llegado participe en las activida-
des de grupo tan pronto como sea factible.

• Inculca al recién llegado la importancia de todas nuestras Tradiciones.


• No pretende saber todas las respuestas, ni trata de tener la razón todas
las veces.
• Trata de mostrarle al recién llegado un cuadro general del alcance de
A.A., más allá del grupo, y dirige su atención a la literatura de A.A. que
trata de la historia de la Comunidad, los Tres Legados, la estructura de
servicio, y la disponibilidad mundial de A.A., a dondequiera que el
recién llegado vaya.
• Explica el programa a los familiares del alcohólico, si este procedimien-
to parece ser útil, y les informa acerca de los Grupos Familiares AI-
Anon y Ala-teen.
• No vacila en ayudar al recién llegado para que obtenga la asistencia
profesional (médica, legal o vocacional) en caso de ser necesario.
• Admite rápidamente que no sabe alguna respuesta si este es el caso, y le
ayuda al recién llegado a encontrar una buena fuente de información .
• Finalmente, anima al recién llegado a trabajar con otros alcohólicos tan
pronto como esté preparado y desee hacerlo, como un medio de refor-
zar su propia sobriedad.
En todas sus relaciones con el recién llegado, el padrino por encima de
todo debe grabar en su mente que es el programa de recuperación, no la
posición o el talento personal del padrino, lo que es importante. Así, el recién
llegado aprenderá a confiar en el programa, y no en el padrino. El padrino que
ha estado colocando el programa en su posición primordial no tomará como ,
un insulto personal cuando e l recién llegado decida cambiar padrinos o buscar '
a otros miembros de A.A. para obtener ayuda adicional.

¿Existen técnicas definidas sobre patrocinio?


Otra manera de expresar esta pregunta sería: ¿"Hay un método que pue-
da llamarse el mejor para patrocinar a un recién llegado"?
La respuesta es no. Cada miembro es libre de realizar el patrocinio según
lo indique su propia experiencia y personalidad. Algunos padrinos adoptan el
sistema más o menos brusco de "Tómelo o déjelo" al tratar con los recién
llegados. Otros dan muestra de extrema paciencia y gran interés personal con
las personas que están patrocinando. Hay otros que pudieran llamarse casua-
les, que se contentan en dejar que la persona nueva tome la iniciativa en hacer
preguntas o buscar ayuda en situaciones especiales.
Cada acercamiento a veces ha tenido éxito y a veces ha fallado. El padrino
tiene que decidir cuál •será el más efectivo en cada caso particular. El padrino
experimentado reconoce la importancia de la flexibilidad al trabajar con nue-
vos miembros, evita depender de un solo sistema, y puede ensayar diferentes
métodos con la misma persona.

7
lExiste algún enfoque especial para los recién llegados que se están presentan-
do hoy en día?
Los programas de alcoholismo de l gobierno, la industria, y otras agencias,
cada vez más numerosas, están enviando muchos alcohólicos a A.A. Estos
recién llegados generalmente se nos presentan en una condición fís ica de
abstención, y en un estado de recuperación más elevado que el que presenta-
ban los recién llegados hace algunos años. El padrino actual puede tender a
creer innecesaria la acción de sentarse toda la noche con un alcohólico para
poderle suministrar una botella final de cerveza (así como hizo Bill con el Dr.
Bob), o llevar en el bolsillo un puñado de confites para ofrecerle.
Pero los grupos de A.A. que han dado la bienvenida a un gran número de
enviados por las fuentes profesionales creen generalmente que tales recién
llegados debieran obtener la ayuda de un padrino tan pronto como sea posi-
ble. Lo único distinto es que el trabajo de l padrino empezará en una etapa
más avanzada. (De esta experiencia emerge una palabra de precaución: El
enfoque del padrino debe ser positivo, presentar atractivamente el programa
de A.A., en vez de criticar el tratamiento que este recién llegado ha recibido,
y de l cual puede sentirse muy agradecido).
Tal como se anotó previamente, en la página No. 4, el recién llegado puede
haber adquirido algún conocimiento de los hechos acerca del alcoholismo y
de A.A., aunque no tenga la experiencia en utilizar el programa de A.A. para
el manteni miento de su sobriedad continua. En cambio el padrino si ha utili-
zado este programa, y las formas de compartir su experiencia permanecen
invariables, o tan variadas como antes, dependiendo de los individ uos implica-
dos.
lCómo puede el padrino explicar el programa de A.A.? .
El padrino deseará explicar el programa de A.A. en la manera que le sea
más natural y más factib le de que el recién llegado la entienda.
La experiencia muestra que el recién llegado generalmente no puede tra-
gar de un golpe todo el programa de A.A. en los primeros meses. Ciertamente,
aqu ( es muy aconsejable el suministrar pequeñas dosis en cada ocasión.
Muchos padrinos se aseguran de decirle al recién llegado que A.A. solo
tiene un propósito fundamental: ayudarles a mantenerse alejados de la
primera copa. Recuerdan permanentemente que el Primer Paso, o sea el reco-
nocimiento de que se tiene un problema, es una parte fundamental de la
recuperación.
Estos padrinos le recuerdan al recién llegado que A,A. ofrece un programa
práctico y que ya ha sido útil para cientos de millares de hombres y mujeres.
Le sugieren la necesidad de mantener una mentalidad abierta para enfrentar el
alcoholismo como un problema personal, y subrayan el hecho de que solo el
recién llegado podrá decidir si es o no alcohólico y si necesita o desea la ay uda
de A.A.
Casi todos los miembros que trabajan con los recién llegados hablan de l
programa de A.A. en los términos de su propia experiencia. Le dicen a la
persona nueva que nadie puede hablar en nombre de A.A. y por consiguiente

8
cada miembro tiene la completa libertad de llegar a una comprensión indivi-
dual y particular del programa.
Algunos padrinos hablan acerca del programa en una forma más espiritual
que otros. Pero casi todos llaman la atención hacia la fuente de fortaleza que
puede encontrarse en "un Poder Superior a nosotros mismos". Nuevamente,
el padrino puntualiza que solo el recién llegado puede determinar qué quiere
decir para él esta frase de A.A. Expresa una idea que las personas de muchas
religiones distintas, o de ninguna religión, pueden aceptar y la aceptan en
completa armonía.

¿Qué puede hacer el padrino acerca de la hospitalización?


Aunque un número cada vez mayor de recién llegados están alcanzando a
A.A. inmediatamente después de abandonar un centro hospitalario o de trata-
miento, la mayoría (del 50% al 75% , según lo indican las encuestas) todavía
llega a A.A. como lo han hecho muchos de los recién llegados de todas las
épocas. O bien, bebiendo todavía y deseando parar, o simplemente habiendo
suspendido la bebida por sí mismos. Muchas de estas personas son capaces de
soportar las dificultades de los primeros días de abstención sin necesidad de
hospitalizarse, pero en ocasiones algunos se encuentran en muy malas condi-
ciones físicas. La hospitalización durante un breve período de desintoxicación
puede ser necesaria, o en algunas ocasiones puede ser aconsejable un período
más largo de recuperación y quietud.
Lo que debemos recordar es que la hospitalización no es una parte del
programa de A.A. y que un médico, no un padrino, es la persona que debe
determinar si se necesita o no esta hospitalización. Los padrinos experimenta-
dos tienen mucho cuidado en no tomar el puesto del médico al tratar con las
distintas fases del alcoholismo.
Con el aumento de las facilidades hospitalarias que se brindan a los alco-
hólicos, algunos padrinos están inclinados a sugerir hospitalización a casi to-
dos los recién iniciados. Pero muchos de nosotros nos hemos recuperado sin
necesidad de hospitalización, aunque nos encontrábamos en lamentables con-
diciones físicas cuando llegamos a A.A. Para algunos, la hospitalización es
indispensable, pero no para todo el mundo.
A.A. no posee ni maneja hospitales o sitios de conva/escencia de ninguna
clase. En algunos lugares, se han hecho arreglos con hospitales que han acce-
dido a destinar algún espacio para la admisión de pacientes por medio de una
oficina central o intergrupos de A.A. En otros lugares, individuos familiariza-
dos con el programa de A.A. han establecido fincas o casas de reposo. Para
llegar a una decisión con respecto a la utilización de tales servicios, el alcohóli-
co, su familia y su médico debieran comprender que la hospitalización, aun-
que es útil en algunos casos, no forma parte del programa de A.A.
Uno de los mLembros antiguos de A.A. nos ofrece este recordatorio: La
hospitalización o cualquier otro cuidado profesional que se le suministra al
recién llegado "no disminuye en ninguna forma la ºresponsabilidad del miem-
bro de A.A. para llevar el mensaje en la mejor forma posible, y para propor-

9
cionar un buen patrocinio. No es una buena dosis de A.A. el pasarle la carga a
otras personas porque no tenemos suficiente tiempo, o porque el alcohólico
es problemático y preguntón. La mayoría de nosotros recuerda con gratitud
la paciencia y la amabilidad que los miembros antiguos nos dispensaron cuan-
do nosotros estábamos empezando nuestra recuperación".
¿cómo puede el padrino trabajar con la familia de un alcohólico?
El padrino puede explicarle e l programa de A.A. a una esposa, marido o
pariente, e indicarle que la mayoría de los miembros han encontrado que es
más fácil hacer el cambio hacia una vida sin alcohol cuando los parientes se
interesan por A.A., se familiarizan con la literatura de A.A., y asisten a las
reuniones abiertas de un grupo local.
A la familia se le puede indicar que e l alcohólico necesita simpatía y
comprensión, especialmente durante los primeros días de abstención, pero
esto no da derecho para que se le mime o consienta simplemente por estar
viviendo en una forma normal tal vez por primera vez en su vida de adu lto.
En general, el padrino puede animar a la familia del alcohólico a olvidar
cualquiera de los fracasos que la pueda haber frustrado en el pasado, para
darle a l recién llegado toda oportunidad de salir bien en A.A. El padrino
puede recomendar a la familia evitar los extremos de esperar mucho, demasia-
do pronto, del alcohólico que se está recuperando, o de tratar al nuevo miem-
bro de· A.A. como un héroe por haber tomado la decisión de dejar de beber.
En algunos casos, las relaciones conyugales y otras relaciones familiares se
han deteriorado seriamente como resultado del comportamiento del alcohó li-
co mientras estuvo bebiendo. El padrino no debe pretender ser un consejero
profesional en asuntos conyugales en tales situaciones. Sin embargo, muchos
problemas serios de esta clase han sido solucionados satisfactoriamente una
vez que el problema principal del alcoholismo ha sido puesto bajo control, y
el padrino puede indicar esto.
El padrino también deseará que la familia conozca acerca de los Grupos
Familiares AI-Anon y Ala-teen, conformados por parientes y amigos de los
alcohólicos - de alcohólicos que pueden estar o no en A.A.
El programa del AI-Anon es paralelo al de A.A., pero AI-Anon es una
comunidad enteramente aparte. Le ayuda a los familiares del bebedor proble-
ma a comprender la enfermedad y sus consecuencias en la vida familiar. En
los grupos de Ala-teen - una parte de AI-Anon - los jóvenes cuyos parientes
son alcohólicos comparten sus propias experiencias. Los grupos locales de
AI-Anon y Ala-teen se reúnen regularmente en algunas comunidades, y sus
direcciones aparecen frecuentemente en e l directorio telefónico.
Literatura y cualquier información acerca de los Grupos Familiares AI-
Anon pueden obtenerse escribiendo a la siguiente dirección: P. O. Box 182,
Madison Square Station, Nueva York, N.Y. 10010.
¿Puede un padrino prestar dinero a un alcohólico?
Esto es, por supuesto, un asunto de juicio y decisión individual. En esto
está involucrado el hecho básico de que A.A. tiene un solo y exclusivo propó-

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sito: ayudar a los alcohó li cos en su problema con la bebida. A.A. no es una
sociedad filantrópica, ni una agencia de empleos.
El dinero, o la falta de é l, no ha sido nunca un factor determ inante e n la
capacidad de un ind ividuo para consegu ir la sobriedad en A.A.
El padrino que presta d inero a un recién llegado lo hace a su propio riesgo
y puede inclusive estar retardando e l progreso hacia la sobriedad del nuevo
miembro. Esto no qu iere decir que e l padrino no pueda hacer vo luntariamen-
te un pequeño regalo al recién llegado si tal regalo puede ayudar a su sobrie-
dad. (Si el regalo se corresponde algún día, tanto mejor, puesto que el padrino
no lo co nsideró como un préstamo en primer lugar). Esto sign ifica que el
recién llegado que recurre a A.A. por d inero, vestidos, o para asegurarse un
e mpleo se ha equivocado de lugar y de fi nali dad. A.A. t iene algo mu cho más
im portante que ofrecer: la sobriedad.
Las agencias profesionales pueden su ministrar otro t ipo de ay uda cuando
esto sea necesario. Pero muchos alcohó li cos cuando dejan la be bida pueden
resolve r sus proble mas do mésticos, ocasio nales, o legales.

¿Debe un padrino interceder ante un patrono?


Cuando un alcohó li co recurre a A.A., es posible que ya haya perd ido su
trabajo o esté en grave peli gro de perderlo. Si t iene un trabajo, puede que esté
t rabajando bajo las órdenes de un patrón in comprensivo para con los bebedo-
res problema y que sepa poco o nada de A.A.
Si un pad rino de be o no interceder para que otro alcohó li co conserve su
empl~o depende de las circunstancias particu lares de cada caso. Un sorpren-
dente número de patronos, ansiosos de lograr que empleados competentes
vuelvan a su máxima eficiencia, reciben con alegría la noticia de que un
t rabajador ha recurri do a A.A., y se interesan por conocer más acerca de l
programa de recuperación.
Se ha preparado un fo ll eto ll amado "E l Emp leado Alcohólico y A.A."
para fam il iarizar a los patronos con A.A.

¿puede un padrino ser demasiado duro con un recién llegado?


Algunos padrinos optan por mostrarse relativamente rudos y bru scos con
e l recién llegado. Describen el programa de A.A. como ell os lo entienden.
Exp li can lo q ue A.A. ha significado para ell os. Señalan que no ex iste cura
para e l alcoho lis mo, pero que se puede detener. Hecho esto, dejan el próx imo
paso a opción del rec ién llegado. Si e l alcohó li co que todav ía continúa bebien-
do no to ma la decisió n inmediata de unirse a A.A., este t ipo de pad rino
generalmente no es ami go de continuar ade lante.
Este acercamiento no es totalmente antipático. Muchos alcohó li cos lo
respetan y lo recon ocen como un intento de ser completamente práGtico
acerca de A.A., para evitar el sentimentalismo.
El programa de A.A. se basa en ciertos principios que han sido probados,
que e l recién llegado puede descuidar solo para su propio r iesgo. El patrocin io

11
firme enfatiza esto y generalmente trabaja bien para convencer al recién ini-
ciado. La mayoría de los miembros reconocen, sin embargo, que un exceso de
firmeza puede perturbar al recién llegado. Esta debiera ser moderada por la
simpatía y la comprensión.

¿puede un padrino ser demasiado protector?

En su ansiedad por ayudar a los recién llegados a alcanzar la sobriedad,


algunos padrinos pueden tener la tendencia a ser demasiado protectores. Se
preocupan excesivamente de las personas que patrocinan y tienden a colmar-
las de atenciones. Al hacer esto, pueden correr el riesgo de que el recién
llegado dependa indebidamente de un miembro en particular, en lugar de
depender del programa de A.A. Los padrinos más efectivos reconocen que un
alcohólico que se una a A.A. debe eventualmente mantenerse sobre sus pro-
pios pies y tomar sus propias decisiones - y que hay una gran diferencia entre
ayudar a una persona a pararse en sus -propios pies a insistir en sostenerlo
parado..
Otro peligro del exceso de protección es que puede fastidiar al recién
llegado hasta el punto de resentirlo los intentos de ayuda - y manifieste ese
resentimiento alejándose de A.A.

¿Puede el padrino ser demasiado casual?

Algunos padrinos prefieren adoptar una actitud casual hacia los nuevos
miembros con quienes les toca trabajar. Por ejemplo, están completamente
dispuestos a emplear su tiempo con el nuevo miembro si él lo solicita, pero
muy rara vez se toman el trabajo de llamarlo entre reuniones o de ayudarlo a
asistir a ellas, Pero puede haber algún peligro en este acercamiento: un recién
llegado tímido y reservado puede pensar que el grupo y el padrino en particu-
lar no están interesados en ayudarlo.
Muchos miembros actuales manifiestan que ellos no tomaron la firme
decisión de adoptar el programa de A.A. sino meses o años después de su
primer contacto con A.A., simplemente porque_se les permitió irse a la deriva.
Un número creciente de grupos tratan de evitar esta posibilidad estableciendo
procedimientos definitivos para seguir a los recién llegados durante un perío-
do de semanas o meses después de su primer contacto con e l grupo. (Ver
pág. No. 8) .

¿Qué puede hacer el padrino con el recién llegado que rechaza la ayuda?
En tales casos, es poco lo que el padrino puede hacer excepto asegurarle al
recién llegado que tiene la buena voluntad de ayudarlo, cuando y si lo necesi-
ta. Ocasionalmente, puede ser útil presentar al recién ll egado a un miembro de
A.A. que tenga más intereses en común con él. El patrocinio es una labor muy
flexible, y los buenos padrinos son flexibles ellos mismos al trabajar con la
gente nueva. Es un error tan grande forzar a un recién llegado a que acepte
nuestra ayuda como rehusar ayudarlo.

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Cuando el recién llegado rechaza el lado espiritual del programa, ¿qué puede
hacer el padrino?
Primero que todo, él puede detenerse y recordar que el patrociniq no
significa imposición al recién llegado de ninguna interpretación específica de
A.A. La mayoría de los hombres y mujeres que han estado en A.A. por más
de unos pocos meses reconocen que su programa se basa en principios espiri-
tuales. Al mismo tiempo, estiman que muchos alcohólicos han sido capaces de
lograr y mantener :a sobriedad sin ninguna creencia en un Poder Superior.
Tal vez el padrino desee señalar la distinción que ex iste entre las palabras
"espiritual" y "religiosa". Tal como dice nuestro Preámbulo, A.A. no está
afiliada a ninguna secta o denominación, y por consiguiente no se requiere
ninguna creencia religiosa especial para la afiliación - solamente "el deseo de
dejar de beber". Por otra parte, la ayuda ofrecida por nuestro programa no es
ni material ni física; nosotros no ofrecemos dinero ni medicina - solo ideas y
el amor de A.A. que un alcohólico pueda tener por otro. En este sentido,
todo el programa, antes que solo una parte de él, puede llamarse "espiritual",
y casi todos los recién llegados pueden apreciar y agradecer este concepto tan
ampliamente definido.

¿cómo debiera el padrino tratar las recaídas?


Puede ser muy desalentador trabajar con un recién llegado que logra
alguna sobriedad y la mantiene por algún período, luego tiene una recaída, y
empieza a beber nuevamente. Esta puede ser una situación difícil y delicada
para ambos, el padrino y el recién llegado. El padrino puede tener la tentación
de considerar como un ingrato al recién llegado o inclusive podría llegar a
darse por vencido. En tal evento, nosotros los padrinos necesitamos mirar
cuidadosamente nuestras propias actitudes, para tomar un punto de equilibrio
entre una crítica dura que solo ayudaría a engrandecer el remordimiento del
recién llegado, y una condescendencia que solo podría llevarlo a la autocon•
miseración.
El recién llegado, por supuesto, puede igualmente desanimarse y confun-
dirse, y encontrar sumamente difícií volver hacia el padrino y hacia el grupo
para empezar nuevamente. (Por esta razón, muchos padrinos creen que es
muy importante tomar la iniciati va y visitar o llamar al recién llegado). Para
que el retorno sea realmente un nuevo comienzo, puede ser aconsejable en
este punto evitar buscar demasiado las causas de la recaída. En lu gar de eso, el
padrino puede ayudar a orientar al recién llegado hacia la simplicidad del
Primer Paso y la importancia fundamental de permanecer alejado de la prime-
ra copa solo por el día de hoy.
Posteriormente, el recién llegado deseará revisar la clase de pensamientos
que lo llevaron eventualmente a la recaída, para poder formar defensas contra
su recurrencia. Aquí, el papel del padrino depende completamente de la
situación entre las dos personas. Si el padrino había observado las señales de
peligro, el recién llegado probablemente podría decir, "lpor qué no me lo
dijo? ", pero otro podría rebelarse ante la idea de haber sido "vigi lado".

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Si se observa en forma realista, la recaída puede convertirse en una expe-
riencia muy vali osa de aprend izaje para el padrino y e l patrocinado. Para el
padrino, puede ser un llamado hacia la humildad, un recordatorio de que una
persona no puede por s í misma mantener sobria a otra persona y que e l
Duodécimo Paso dice," . . .tratamos de ll evar el mensaje . .. " .
La mayoría de los buenos padrinos hacen énfasis en el hecho de qu e las
personas que han recaído siguen siendo bienvenidas en A.A. La actividad de
patrocinio exitoso depende en mucho grado de la comprensión y el cari ño
que el individuo y e l grupo le ofrecen al recién llegado que puede tener una o
varias re~caídas a pesar de sus sinceros esfue rzos por tomar adecuadamente el
programa.

¿Puede un miembro patrocinar más de un recién llegado simultáneamente?


Los miembros de A.A. difieren en su entusiasmo por el trabajo de patro-
cinio, en su habilidad para manejarlo efectivamente, y en e l t iempo que
pueden ded icarle. Los miembros que t ienen la vo luntad y la capacidad para
patrocinar varios recién llegados simultáneamente no debieran sentirse desani-
mados. Al mismo tiempo, deben tener en mente que e l patrocinio es, en cierto
sentido, un privilegio para compartirse por tantas personas como sea posible y
una actividad que ayuda a todos los miembros para fortalecer su propia
sobriedad.
Además, los miembros que trabajan excesivamente en el patrocinio pue-
den llegar a adquirir ideas exageradas acerca de su propia habilidad, arriesgan-
do as í su sobriedad. Como en muchos de los aspectos de A.A., el sentido
común es la mejor orientación.

¿cómo puede manejar el padrino a un recién llegado muy indiferente?


Durante los primeros d ías de sobriedad, el rec ién llegado se ve en ocasio-
nes tan asustado y confuso (tanto mental como físicamente) que probable-
mente necesite que se le acompañe a cada reun ión y tal vez a tomar decisiones
personales importantes. Pero esa dependencia en el padrino, continúa después
de las primeras etapas de recuperación, y generalmen te se convierte en algo
perjudicial para ambas partes. Ya se ha dicho aquí que nosotros los A.A.
permanecemos sobrios gracias al apoyo que obtenemos en e l programa de
A.A., no por el apoyo de un miembro en particular, por eso cuando se
presenta esta situación e l recién llegado se puede perjudicar. A la vez el
padrino podrá sentirse apurado por demandas constantes e irrazonables, o
sentirse demasiado importante y dejar así que e l e.go se reconstruya en forma
peligrosa

¿cómo podemos resolver este problema sin descorazonar al recién llegado?


Se supone que el padrino ha estado verificando que e l recién llegado
conozca muchos otros miembros de A.A.; tal vez sea la ocasión para redoblar
ese esfuerzo, buscando aquellas personas con las cuales existe una mayor
similitud o comprensión . Si falla esta táctica diplomática, algu nos padrinos

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han tratado un enfoque directo, hablando directamente el problema con el
recién llegado. Y si aún esto no consigue el efecto buscado, la mejor solución
para el padrino puede ser decirle, firme pero cordialmente, que no podrá con-
tar con é l en lo sucesivo para todas las llamadas que quiera hacerle - pero que
está a su disposición para una visita, o una charla ocasional.
El problema se de ja ahora al recién llegado. Un paso a seguir es buscar
otro padrino. O el recién llegado puede haber alcanzado la suficiente fortaleza
interna sin haberse dado cuenta de e llo, y puede proceder al paso siguiente,
sustituyendo el patrocinio por otros tipos de la amistad en A.A., empezar a
trabajar e l programa a su propia manera, y tomar la responsabi li dad personal
en todos sus aspectos cuotidianos.

¿cuándo y en qué forma el padrino deja solo al recién llegado?


La situación que acabamos de describir no es muy frecuente .. Más bien, la
generalidad in d ica que esta relación no termina realmente en ningún punto
definido. Sin ninguna discusión, va cambiando gradualmente a medida que el
recién llegado progresa en A.A. El padrin o sensato se siente contento cuando
el recién llegado empieza a tomar iniciativas para formar un círculo de amigos
cada vez mayor, se vuelve activo en el grupo, y empieza a extender la mano de
bienvenida a los últimos que van llegando.
Una compañía exitosa entre padrino y recién llegado es un vínculo de una
clase especial, que se recuerda gratamente de ambos lados, aun cuando las dos
personas no vuelvan a tener la oportunidad de conversar. Pero también puede
convertirse en una amistad perdurable, y cuando esto sucede, ambos llegan a
decir que se están patrocinando e l uno al otro.

PARA LOS GRUPOS QUE PLANEAN UNA ACTIVIDAD


DE PATROCINIO
¿cómo ayuda el patrocinio al grupo?
El propósito fundamental de un grupo de A.A. es llevar el mensaje del
programa de recuperación a los alcohólicos que desean y piden la ayuda. Las
reuniones de grupo son una de las formas para llevar a cabo esta tarea. El
patrocinio es otra de esas formas.
En algunos grupos, la idea del patrocinio se ampl(a para incluir el trabajo
con los alcohólicos en instituciones de la localidad y, a través de la correspon-
dencia, con Miembros Soli tarios e Internacionales que viven aislados.
Los programas de patrocinio activo dentro de un grupo recuerdan a todos
los miembros del propósito fundamental de ese grupo. Sirven para unirlo, y
para mantener en mente "Lo Primero Primero".
¿cuáles son los procedimient os que pueden establecerse para patrocinar a los
nuevos miembros?
La actividad de patrocinio cuidadosamente planeada dentro de un grupo
produce generalmente mejores resultados que aquel patrocinio que se deja
descuidadamente a la iniciativa personal.

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Un formato típico de patrocinio planeado dentro de un grupo local po-
dr(a incluir los siguientes puntos:

• Un comité de patrocinio o comité de Paso Doce, cuyos miembros van


rotando frecuentemente. Si existe una oficina central o intergrupal que
mantenga una lista de los grupos locales y los miembros disponibles
para las visitas de Paso Doce, este comité verificará permanentemente
que el grupo tenga suficientes miembros en la lista de esa oficina para
cumplir esta responsabilidad.
• Reuniones regulares para principiantes (que también se llaman reunio-
nes para recién llegados) - particularmente en comunidades muy gran-
des donde existen muchos recién llegados. Puede pedirse a la O.S.G. una
guía para las reuniones de principiantes.
• Asignar regularmente algunos miembros parr, . o::cibir a los recién llega-
dos en las reuniones y presentarlos a los demás. En grupos muy grandes,
puede haber personas que forman un comité de recepción que utilicen
distintivos especiales para beneficio de los recién llegados. En grupos
más pequeños, el secretario en sus anuncios pide a los recién llegados
que se levanten para poderlos saludar después de la reunión, y presen-
tarlos a otros miembros del grupo.
• Puede hacerse una observación como esta: "Si alguna persona aquí no
tiene un padrino y desea uno, por favor hable con el secretario, quien
arreglará lo pertinente". Cuando se sigue esta práctica en cada reunión,
dicen los miembros que la han efectuado, se recuerda al grupo el valor
del patrocinio y la importancia de tener un padrino.
• Las discusiones sobre patrocinio en las reuniones cerradas, especialmen-
te de sus problemas y oportunidades. Algunos grupos programan reunio-
nes especiales para este propósito.
• Una lista de los nombres, direcciones y teléfonos de los recién llegados
(que deseen suministrar esta información}, con el objeto de conseguir
padrinos para cada uno de ellos.
• Una exhibición de la literatura de A.A. aprobada por la Conferencia
acerca de la recuperación (incluyendo este folleto}.
• Revisión de la lista de los recién llegados por medio del comité de
orientación (o el comité de Paso Doce o el comité de patrocinio} - con
una actividad de seguimiento cuando esto sea necesario.
• Estudio del Capítulo VII del Gran Libro ("Trabajando con Otros").
• Un procedimiento regular (efectuado por el secretario o por el comité
de patrocinio) para dar la bienvenida a los recién llegados que han salido
de algunas instituciones, centros de tratamiento, o casas de reposo. Por
ejemplo, el secretario puede recibir la llamada del secretario de un
grupo de una prisión de que una persona ha sido dada de alta y se
encuentra lista para asistir a una reunión, y así el grupo "de afuera" se

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apresta para recibir a esta persona. Si esto es posible, un miembro del
grupo puede hacerse presente cuando la persona salga de la institución.

¿cómo pueden los grupos "de afuera" ayudar a los grupos y miembros en las
instituciones?

Este tema se encuentra cubierto ampliamente en los folletos "A.A. en


Prisiones" y "A.A. en los Hospitales". Y pueden consultarse los "Guidelines"
que la G.5.O. ha efectuado sobre Comités Institucionales.

RESUMEN

La mayoría de los miembros actuales de A.A. deben su sobriedad al hecho


de que alguien más prestó especial atención a ellos y estuvo dispuesto a
compartir con ellos un gran don.
El patrocinio es únicamente otra forma para describir e l interés continuo
y especial de un miembro más antiguo que puede significar tanto para un
recién llegado que se vuelve hacia A.A. para buscar ayuda.
Los individuos y los grupos no pueden someterse a perder de vista la
importancia del patrocinio, la importancia de tomar un interés especial en un
alcohólico confuso que quiere dejar de beber. La experiencia ha demostrado
concluyentemente que los individuos que consiguen el máximo fuera del
programa de A.A., y los grupos que hacen el trabajo más efectivo de llevar el
mensaje a los alcohólicos que aún sufren, son aquellos para quienes el patroci-
nio es demasiado importante como para dejarse al azar.
Para estos miembros y grupos, las responsabilidades del patrocinio son
bienvenidas y aceptadas como oportunidades para enriquecer la experiencia
personal de A.A. y ahondar las satisfacciones que vienen de trabajar con
otros.

17
LOS DOCE PASOS DE ALCOHOLICOS ANONIMOS

1. Admitimos que éramos impotente s ante el alcohol, que nuestras vidas se


habían vuelto ingobernables.

2. Llegamos al convencimiento de que sólo un Poder Superior a nosotros


mismos podría devolvernos el sano juicio.

3. Decidimos poner nuestra voluntad y nuestras vidas al cuidado de Dios,


tal como nosotros Lo concebimos.

4. Sin ningún temor hicimos un inventario moral de nosotros mismos.

5. Admitimos ante Dios, ante nosotros mismos y ante otro ser humano la
naturaleza exacta de nuestras faltas.

6. Estuvimos enteramente dispuestos a dejar q.ue Dios eliminase todos


estos defectos de carácter. ·

7. Humildemente le pedimos a El que nos librase de nuestros defectos.

8. Hicimos una lista de todas aquellas personas a quienes habíamos ofendi-


do, y estuvimos dispuestos a reparar el daño que les causamos.

9. Reparamos directamente a cuantos nos fue posible el daño que les


habíamos causado, salvo en aquellos casos en que al hacerlo los perjudi-
caría a ellos mismos o a otros.

1 O. Continuamos haciendo nuestro inventario personal y cuando nos equi-


vocábamos lo admitíamos inmediatamente.

11. Buscamos a través de la oración y la meditación mejorar nuestro contac-


to consciente con Dios tal como nosotros Lo concebimos, pidiéndole
solamente que nos dejase conocer Su voluntad para con nosotros y nos
diese la fortaleza para aceptarla.

12. Habiendo experimentado un despertar espiritual como resultado de es-


tos pasos, tratamos de llevar este mensaje a los alcohólicos y de practi-
car estos principios en todos nuestros actos.

18
LAS DOCE TRADICIONES DE ALCOHOLICOS ANONIMOS

1. Nuestro bienestar común debe tener la preferencia; el restablecimiento


personal depende de la unidad de A.A.

2. Para el propósito de nuestro grupo solo existe una autoridad fundamen-


tal: un Dios bondadoso que se manifiesta en la conciencia de nuestro
grupo. Nuestros Iíderes no son más que fieles servidores; no gobiernan.

3. El único requisito para ser miembro de A.A. es el querer dejar de beber.

4. Todo grupo debe ser autónomo, excepto en asuntos que afecten otros
grupos o a A.A., considerada como un todo.

5. Cada grupo tiene un solo objetivo: llevarle el mensaje al alcohólico que


todavía está sufriendo.

6. Un grupo de A.A. nunca debe respaldar, financiar o prestar el nombre


de A.A. a ninguna entidad allegada o empresa ajena, para evitar que
problemas de dinero, propiedad y prestigio nos desvíen de nuestro obje-
tivo primordial.

7. Todo grupo de A.A. debe mantenerse a sí mismo, negándose a recibir


contribuciones de afuera.

8. A.A. nunca tendrá carácter profesional, pero nuestros centros de servi-


cio pueden emplear trabajadores especiales.

9. A.A., como tal, nunca debe ser organizada; pero podemos crear juntas o
comités de servicio que sean directamente responsables ante aquellos a
quienes sirven.

10. Alcohólicos Anón imos no tiene opinión acerca de asuntos ajenos a sus
actividades; por consiguiente el nombre de A.A. nunca debe mezclarse
en polémicas públicas.

11 . Nuestra poi ítica de relaciones públicas se basa más bien en la atracción


que en la promoción; debemos mantener siempre nuestro anonimato
personal a nivel de la prensa, la radio, la televisión y el cine.

12. El anonimato es la base espiritual de todas nuestras tradiciones; siempre


nos recuerda anteponer los principios a las personas.

19
Alcohólicos Anónimos
y el
Empleado Alcohólico
Título en Inglés:
A.A. ANO THE ALCOHOLIC EMPLÓYEE

ALCOHOLICOS ANON IMOS es una comunidad de hombres


y mujeres que comparten su mutua experiencia, fortaleza y
esperanza para resolver su problema común y ayudar a otros a
recuperarse del alcoholismo.
• El único requisito para ser miembro de A.A: es el deseo de
dejar la bebida. Para ser miembro de A.A. no se pagan honora-
rios ni cuotas; nos mantenemos con nuestras propias contribu-
ciones.
• A.A. no está afiliada a ninguna secta religiosa, partido poi í-
tico, organización o institución alguna; no desea intervenir en
controversias; no respalda n i se opone a ninguna causa.
• Nuestro objetivo primordial es mantenernos sobrios y ayu-
dar a otros alcohólicos a alcanzar el estado de sobriedad.

Copyright 1.962
Alcohol ics Anonymous World Services, lnc. - Estados Unidos
de América
468 Park Avenue South
New York, N. Y. 10016
Mail Address: Box 459
Grand Central Station
New York, N. Y. 10017

Impreso y Distribuido por:


Oficina de Servicios Generales de A.A.
Para Colombia y América del Sur
Apartado Aéreo 3070 - Medellín - Colombia S. A.
Impreso en Colombia - Con autorización de
A.A. World Services, lnc.

Prohibida la reproducción parcial o total.


INTRODUCCION

Este folleto ha sido preparado por los miembros de Alcohólicos


Anónimos para los ejeartivos, superiores, médicos y personal directivo
que puedan estar interesados en el problema del alcoholismo. Está
hecho para con1estar praguntas que puedan tener acerca del sistema
de recuperación del alcoholismo a través de A.A. y sugerirles un
programa que puede ser de i,an ayuda para ellos.

El folleto no abarca todos los problemas del alcoholismo en la


Industria. Contiene las experiencias de miles de ·miembros de A.A.
-alcohólicos recuperados- acumuladas desde que ésta se fundó
en 1.935.

El acercamiento de A.A. es en esencia muy sencillo. Está basado


en la singularidad de los alcohólicos recuperados para tratar efectiva·
mente a otros bebedores con problemas, que buscan ayuda. Es un
acercamiento que actualmente se está usando con éxito en los pro-
!J'amas que tienen muchas compañías para combatir el alcoholismo.
Oue el alcoholismo en la industria está muy propagado y que
es muy costoso, ha sido comprobado por muchos investigadores in·
dependientes. Oue A.A. puede ser un buen aliado para los dirigentes
que tengan que ver con ese problema, ha sido sugerido por el médico
director de la compañía que primero adoptó un programa de esta
naturaleza en el campo del alcoholismo.

"Las personas que sufren la enfermedad del alcoholismo pueden


ser ayudadas por A.A.", afirmó el doctor G. H. Gehrmann ya fa llecido,
de E. l. Du Pont de Nernours "si e llos comprenden la seriedad de su
estado de salud y sinceramente solic itan ayuda". La Asociación de
Alcohólicos Anónimos es una de las o rgan izaciones q ue existen para
ayudar a los gerentes y directores de empresas a hacer frente al pro·
blema del empleado alcohólico.

Su singular contribuetón se basa en su capacidad y deseo de com·


partir las experiencias personales de miles de hombres y mujeres que
una vez bebieron en exceso, pero que ahora llevan una vida product1·
va sin necesidad del alcohol en ninguna forma.

l. QUE ES EL ALCOHOLISMO?

Existe una aceptación más amplia todos los días sobre el concepto
de que el alcoholismo es una enfermedad que nunca puede ser curada
pero si contenida, s, el bebedor problema se abstiene totalmente de
ingerir alcohol en cualquier forma . Este es el concepto que sirve de
fundamento al programa de rea.iperación de A A.

- 3 -
Los m iembros de AA. establecen diferencia entre un bebedor fue r-
te o excesivo y un alcohólico. Mientras que e l primero puede sobre-
pasarse ocasionalmente, no permite que el alcohol interfiera su trabajo
o su vida familiar, como tampoco permite que intervenga en sus planes
fu t uros

11. POR QUE LOS DIRECTIVOS DEBIERAN ESTAR


INTERESADOS EN EL PROBLEMA DEL ALCOHOLISMO?

Los datos más recientes de que se dispone indican que los alcohóli-
cos constituyen al menos el 30/o de l total de los t rabajadores en la
industria norteamericana. El alcoholismo abarca todos los nive les
humanos, tanto a los d irectivos como a los empleados de oficina; a
los pr otesionales como a los trabajadores especial izados y a los obreros
en general. El costo del alcoholismo dentro de los negocios y la indus-
tria en Norteamérica se estima en más de m il millones de tjólares
anualmente. Se cree que proporcionalmente, ocurren pérdidas simila-
res en otros países.

Los alcohó licos están ausentes de su trabajo en una proporción dos


veces y media más que otros trabajadores.

Los alcohólicos reciben pagos por enfermedad tres veces más que
otros trabajadores.

Lós alcohólicos t ienen más accidentes que otros empleados y gene-


ralmente reducen la eficie ncia de sus compañeros de t rabajo en sus
departamentos

Finalmente, la industria soporta el costo del alcoholismo a través


de los impuest os que paga para sostener cárceles, hospita les, asisten-
cía social y para dar solución a muchos problemas en los cuales los
alcohólicos se ven envueltos.

111. REALMENTE PUEDE REHABILITARSE


EL EMPLEADO ALCOHOLICO?

Los archivos de un número de compañ ías que desarrollan programas


re lacionados con el alcoholismo, demuestran que un apreciable núme-
ro de emp leados alcohólicos han logrado recuperarse a través de esos
programas. Algunos de estos p rogramas comprenden ciertas faci lidades
para la comun idad, incluyendo a A .A

No t odos los alcohólicos que llegan o son dir igidos a Alcohólicos


Anónimos adquieren una sobriedad estable. Esto se debe a que el
programa de recuperación de A.A normalmente surte sus mejores
efect os entre aquellos alcohólicos que " han tocado fondo" y que en
consecuencia han reconocido tener un grave problema con el alcohol
y desean sinceramente hacer algo para solucionarlo.
-4-
IV. SE EXPONDRA A LA CRITICA O AL RIDICULO UN
PATRONO QUE ADOPTE UN PROGRAMA CONTRA
EL ALCOHOLISMO, POR TENER EMPLEADOS
ALCOHOLICOS EN SU NOMINA? ...
La mejor respuesta a esta pregunta parece ser -la que en los últimos
años un creciente número de compañías han establecido programas
de esta índole. En muchos de estos programas la referencia hacia A.A.
es parte integral de la terapia usada. El programa iniciado por E. l. Du
Pont de Nemours en 1943 se reconoce como el primero y el mayor
esfuerzo para rehabilitar alcohólicos en la industria, usando las técnicas
sugeridas por la experiencia de A.A. Se calcula que en 1.962 entre 80
y 100 firmas, grandes y pequeñas, estaban utilizando de alguna manera
en sus programas de alcoholismo las técmcas de A.A. Entre estas fir-
mas se cuentan :

Allis Chalmers Manufacturing Company. - The Boeing Company.


Corning Glass Works. - Dow Chemical Company. - Eastman Kodak
Company. · - E. l. Du Pont de Nemours. - Great Northern Railway
Company. - Kennecott -Copper Corporation." - Metropolitali Transit
Authority. - New York Telephone Company. - The New York Times.
New York Lite lnsurance Company. - Standard Oil Company (New
Jersey). - Unión Carbide Corporation. - Western Electric Company.

No es posible saber el número de empresas de toda clase en las


cuales sus directores, en ausencia de un programa formal sobre alcoho-
lismo, aconsejan a los empleados que tengan problemas con el aicohol
buscar la ayuda d isponible en los grupos locales de A .A .

V. CREARA PROBLEMAS El ESTABLECIMIENTO DE UN


PROGRAMA DE ALCOHOLISMO, CON LOS GRUPOS
OBREROS ORGANIZADOS?

Día a d(a está aumentando e l interés dentro de las organizaciones


obreras acerca de la importancia que tiene la rehabilitación del trabaja-
dor alcohólico. Muchos miembros de A.A. son a la vez miembros de
los sindicatos, y las principales organizacioñes obreras de la nación han
iniciado recientemente programas en el campo del alcoholismo. Si el
programa de una compañ ía se hace con la colaboración de dirigentes
obreros locales desde e l principio , puede esperarse colaboración cons-
tante. Los programas de mayor éxito, son aquellos que han sido expli-
cados con anterioridad a todos los empleados de la compañía.

Los patronos sensatos tendrán en cuenta, por supuesto, que el


alcoholismo no hace distingos de clases en la estructura de su firma.
El término "Empleado alcohólico" usado en este folleto, cobija tanto
a ejecutivos como a obreros y secretarios, así como a vendedores.

- 5 -
VI. SIGUEN LOS PROGRAMAS DE LAS COMPAfJIAS UN
PATRON DEFINIDO?

Las informaciones disponibles en la oficina central de A.A. indican


que existen hoy por lo menos cinco modos de acercamiento al proble·
ma de l alcoholismo en la industria.

1. El acercamiento informa l, en el cual, miembros de las directivas


llaman a amigos de A.A. p idiendo ayuda en situaciones específu:as
relacionadas con empleados alcohólicos. ·

2 El tan nombrado "Plan orientado de A.A.", que utiliza a los


alcohólicos recuperados como consejeros. Estos consejeros realzan la
confianza en el programa de recuperación de A.A. (Complementado
con hospitalización si fuese necesa rio), para efectuar la rehabilitación
de alcohólicos enviados a éllos por los directores.

3. El plan médico orientado, d irectamente bajo la supervisión de l


departamento médico de la compañía, y también con recomenda·
ciones del uso de las técn icas de A.A.

4. El p lan orientado de la comunidad, bajo la superv1s1on del


departamento médico de la compañía. En este tipo de p lan, ta compa-
ñia activamente patrocina el acercamiento de la comun idad al probte·
ma del alcoholismo, trabajando de cerca con sociedades médicas. hos-
pitales. asistentes sociales, agencias de gobierno, grupos educativos y
el inicas de la comunidad, as í como también con A.A.

5. El acercamiento en equipo, compuesto por consejeros persona·


les, médicos, enfermeras, trabajadores sociales, Grupos de A.A., sicó-
logos y supervisores de recreación, todos trabajando con los departa·
mentos industriales y de relaciones de la comunidad.

VII. CUALES SON LOS ELEMENTOS BASICOS DEL PROGRAMA


DE A.A. PARA LA RECUPERACION DEL ALCOHOLISMO?

La sociedad de A .A. y su programa de recuperación está descr ito


en detalle en el libro básico "Alcohólicos Anónimos" y en otra
literatura de A.A.

Para el propósito de este folleto, el programa se puede resumir


en los siguientes términos:

El Alcohólico

- Admite que necesita ayuda para resolver sus problemas con la bebi-
da;
acepta el hecho, de que como alcohólico, no puede ingerir alcohol
en ningun a forma;

-6-
- se asocia con otros alcohólicos recuperados, compartiendo ws ex-
periencias con éllos;
- transfiere su confianza en el alcohol (una fuerza destructiva para él)
a un Poder superior (que puede ser Dios, el grupo de A_A_ o cual-
quier concepto que él pueda definir en sus propios términos);
- trata de seguir de la mejor manera posible, un sistema de vida de li-
neado en los "Doce Pasos" sugeridos de A.A.

VIII. ES A.A. UNA ORGANIZACION RELIGIOSA?

No. Alcohólicos Anónimos no es una organización rel igiosa en el


sentido confesional de la palabra. El programa de recuperación de
A.A. incluye la aplicación voluntaria de preceptos fundados en mu-
chas religiones. Hombres y mujeres de muchas religiones y algunos
que dicen ser ateos y agnósticos, son miembros de A.A .

. IX. CUAL ES LA ACTITUD DE LA PROFESION. MEDICA CON


RESPECTO A A.A.?

Oue Alcohólicos Anónimos es un valioso aliado de la medicina


es la opinión de un gran número de médicos que han expresado sus
opiniones públicamente o en correspondencia dirigida a las oficinas
de servicios de A.A. El movimiento de A.A. ha sido respaldado por
conferencistas de importantes grupos de médicos y siquiatras. Un
buen número de. médicos son inclusive miembros de A.A.

X. POR QUE ESTA INTERESADO A.A. EN EL PROBLEMA DEL


EMPLEADO ALCOHOLICO?

los miembros de A.A. han aprendido con la experiencia, que for-


ta lecen su sobriedad cuando pueden compartirla libremente con otros
alcohólicos que necesitan y buscan ayuda. Ellos tienen un inte·
rés egoísta en hacer conocer el programa de recuperación de A.A.,
a otros alcohólicos que todavía beben.

Como Asociación, Alcohólicos Anónimos no tiene interés financie-


ro en reclutar miembros; no acepta contribuciones de fuera del Movi-
miento, ni tampoco respalda ni se opone a ningún programa de rehabi·
litación de alcohólicos. Está interesada en esos empleados simplemente
porque los m iembros de A_A_ se ayudan a si mismos, cuando tienen la
oportunidad de ayudar a otros.

XI. DE QUE MANERA ESPECIFICA PUEDE A.A. AYUDAR A


LOS PATRONOS?

La experiencia sugiere que A.A. puede ayudarlos de cuatro maneras


específicas:
1. Poniendo a disposición del patrono, médicos, directores Y jefes
de personal, la experiencia de más de 350.000 alcohólicos recuperados.
- 7 -
2 Poniendo a los patronos en contacto con otras organizaciones
que han tenido experiencia con programas de alcoholismo utilizando
las tecnicas de A A
3 Poniendo a los patronos en contacto directo con hombres y mu-
jer es que han alcanzado la sobriedad en A.A., y quienes están deseando
compartir sus experiencias con alcohólicos que desean ayuda.
4 Dando la bienvenida en los grupos a todos aquellos que deseen
hacer algo acerca de sus problemas con la bebida. Allí ellos encontra-
ran el cam ino y amigos que les ayudarán a alcanzar la completa sobrie-
dad

XII. COMO PUEDE A.A. AYUDAR A LOS DIRECTORES DE


UNA ORGANIZACION QUE NO CONSIDERAN NECESARIO
UN PROGRAMA FORMAL DE ALCOHOLISMO?

Consideremos e l caso hipotetico de una compañía realmente pe-


queña cuyos directores tienen razones para creer que uno de sus em·
pleados ha cruzado la barrera de bebedor social a bebedor alcohóltco.
El empleado puede ser un ejecutivo o un obrero; la parte importante
es que los directivos consideren que vale la pena salvarle.

S1 los directivos estan famil iarizados con A.A . únicamente de oídas,


el primer paso será lógicamente documentarse más acerca de lo que es
el p1 agrama de recuperacion de A.A. Esto en general puede hacerse
localmente Hay mas de 33.000 grupos de A A ., muchos de los cuales
apa1ecen en el directorio telefónico de cada ciudad. Si el contacto lo•
cal no se puede hacer. el patrón puede escribir pidiendo folletos de
informacion d 1rig1endose a la General Service Office of A.A -, Post
Otf,ce Box 459 Grand Central Station, l\ew Yo,k 17 N Y., y en Co-
lombia a Oficina Central de Distribución de Literatura de A.A., para
América del Sur, Apartado Aereo No. 30-70, Cables "literatura",
Medell 1n, Colombia Estas oficinas pueden facilitar la d1recc1ón de gru-
pos locales o de alcohólicos anonrmos cerca de su c iudad

Una vez que tenga un conocimiento basico del programa de A.A,


el patrono querrá discutir la situación francamente con su empleado.
El querrá hacerle ver al empleado que su trabajo está en peltgro;
que muchos otros hombres y mujeres han podido dejar de beber si-
gu 1endo un programa sencillo de recuperación y que el empleado
mismo debe decidir s1 qu iere o no ser ayudado.

E I patrono puede sugerirle que A.A. puede ser la solución del


p, oblema de l alcoholismo. si el empleado desea sinceramente dejar
de beber Si el empleado está de acuerdo en buscar ayuda, e l patrono
puede ponerlo en contacto con A .A. El problema del patrono cesa,
mientras el empleado permanezca sobrio .

Si el empleado no acepta d irigirse a A .A. o a otras organizaciones


que puedan ayudarlo, y si la bebida continua interfiriendo su trabajo,

-8-
los directivos no tendrán otro camino que tomar las medidas d iscip li-
narias que estimen convenientes. La pérdida del empleo puede propor -
cionarle al alcohólico la sacudida que él necesita para apreciar la serie-
dad de su problema, y la necesidad de haeer algo para remediarlo.

XIII. TRABAJA A.A. CON OTRAS ORGANIZACIONES EN


PROGRAMAS DE ALCOHOLISMO DE LAS
COMPAI\IIAS?

El propósito principal de A.A. es ayudar a los alcohólicos a alcanzar


y mantener la sobriedad, siguiendo los Doce Pasos del programa de re-
a.1perac1ón de la Asociación. A.A. no se dedica a las investigaciones
sobre alcoholismo, tratamientos médicos o siqu1átricos, educación o
propaganda en ninguna forma .

Tradicionalmente A.A. nunca se ha afiliado con programas ajenos


en el ramo de alcoholismo, pero coopera con todos aquellos a quienes
su singular experiencia puede serles útil.

Ocasionalmente y con carácter individual algunos m iembros de


AA. participan como trabajadores de t iempo completo en organ 1zac 10-
nes interesadas en el problema del alcoholismo. Esto lo hacen siempre
romo ind1v1duos y nunca como representantes de A.A.

XIV. QUE SIGNIFICA EL TERMINO "CONSEJERO DE A.A."


QUE SE DA A LOS PROGRAMAS DE ALCOHOLISMO DE
LAS COMPAÑIAS?

Este término ha sido usado incorrectamente para describir a un


alcohólico que se ha recuperado en A-A. y que ha sido empleado poi
una Compañia para ayudar en la rehab1htac1ón de bebedores-proble·
mas. El termino es inadecuado cuando al utilizarlo se da a entender
que A.A. apoya el programa de la compañia, o que el "consejero"
representa a A.A. Además los alcohólicos anónimos no son cont rata-
dos únicameme porque son miembros de A.A. Esta es solamente una
de las razones, pero sus otras experiencias son de mucho más valor.

En la práctica. tales miembros de A.A. están simplemente ofrecien-


do sus experiencias personales y sus conoc,m1entos corro alcohó licos
recuperados. A pesar de que ellos pueden trabajar de cerca con grupos
de A.A., no pueden ser considerados como voce1 os del Mov1m1ento.

Tales conse¡eros están part1c1pando efectivamente en un buen nú -


mero de programas de compañías, generalmente bajo la superv1s1ón
de los departamentos médicos y del personal d1rect1vo.

- 9 -
XV. PUEDE A .A. PROPORCIONAR O RECOMENDAR
"CONSEJEROS" PARA EL PROGRAMA DE UNA
COMPAÑIA?

Como ya se ha dicho, A A. como una organización, tradicionalmen·


te se ha mostrado contraria a verse envuelta en actividades que puedan
implicar su apoyo (u oposición) a un programa que no sea A .A .
+lay, sinembargo, miembros de A .A disponibles en todas partes,
que están capacitados para ayudar en los programas de las compañías.
Muchas veces los grupos locales o miembros individuales de A.A. pue-
den estar dispuestos a poner en contacto dichos miembros con la com-
pañia

XVI. DEBE UNA COMPAÑIA QUE TENGA SU PROPIO


PROGRAMA, APOYAR LA FORMACION DE UN
GRUPO DE A.A.?

Los grupos de A.A ., por definición , son para alcohólicos. Sinembar-


go, la mayor fa de los grupos han necesitado la ayuda de alguien ajeno a
A.A para in iciarse. La experiencia demuestra que cuando los no alco-
hól icos limitan su apoyo únicamente a darle las facilidades necesa-
rias para las reuniones, los grupos tienen un mayor éxito.
Los grupos de A A dentro de una compañia, formados únicamente
por empleados de esa compañia pueden ser el mejor medio para intro-
ducir al empleado alcohólico al programa de A.A. Sinembargo la ex-
perie ncia demuestra que a meno s que al alcohólico se le anime a parti-
cipar en las actividades del grupo, no podrá tener un éxito total.

Cuando una compañia emplea a un alcohólico recuperado como


"consejero", generalmente se puede formar un grupo de A .A. sin difi-
cultad, siguiendo los procedimientos tradicionales de A .A. En tales ca-
sos es prudente que el "consejero" limite sus actividades a las del gru-
po
Cuando no hay un alcohólico recuperado en la nómina de una com-
pañía, puede ser invitado un grupo de A.A. para ayudar a la formación
y dirección de un grupo organizado por los empleados de la compañía.
En muchas partes, la ex istencia de grupos de A.A. son suficientes
para atender las necesidades de la compañía, y así hacen innecesaria
la tormacion de un grupo de empleados únicamente.

XVII. COMO PUEDE DESCUBRIRSE A UN EMPLEADO


ALCOHOLICO?

Muchos alcoholicos ahora en A A., testifican que un empleado al-


cohólico puede pasar desape rcibido por muchos años. El a lcoh ól ico se
ingenia para ocultar sus problemas con la bebida a sus jefes. Los super-
visores y sus compañeros de labores frecuentemente ocultan sus faltas,

- 10 -
desempeñando su trabajo cuando él no está capacitado pa ra hacerlo.
En los puestos más altos, las secretarias protectoras y la lealtad de los
subordinados aumentan las dificultades para descubrirlos. Y aun cuan•
do sea descubierto, el alcohólico es muy hábi l en fabricar excusas con-
vincentes. (Muchos ejecutivos han encontrado que las enfermeras in-
<lJstriales en departamentos médicos, son particularmente de gran ayu·
da para descubrir a los bebedores con problemas).
Uno o más de los siguientes hechos pueden ser los s(ntomas del
alcoholismo de un empleado:
- Bebe sin control visiblemente en reuniones públicas o de la compa·
ñía.
- Aumento de faltas a l trabajo, especialmente después de los fines de
semana.
Desigual o rebaja progresiva de la eficiencia del trabajo.
Frecuentes accidentes de trabajo.
Intoxicación durante las horas de trabajo.
Debe recordarse que e l mucho beber no es necesariamente smón t·
mo de alcoholismo y que no se debe juzgar e l comportamiento de un
empleado prematuramente.

XVIII. QUE PUEDE HACERSE ACERCA DE UN EMPLEADO


CUYA HISTORIA MEDICA INDICA CLARAMENTE QUE
EL ES UN ALCOHOLICO, PERO QUE NIEGA TENER
PROBLEMAS CON LA BEBIDA?

Hasta que un alcohólico admita que la bebida está fuera de su con-


trol , poco es lo que puede hacerse para rehabilitarlo. Esto, a l menos,
ha sido la experiencia de A.A
Uno de los medios usados en algunas compañ ías para ayudar al al·
cohólico a apreciar la seriedad de su problema, es pedirle q ue conteste
20 preguntas relacionadas con su forma de beber. Este cuestionario
fue desarrollado originalmente por investigadores méd icos del Hospi·
tal Johns Hopkins, y ha sido usado con algunas modificaciones en u n
buen número de programas industria les de alcoholismo.

Este es el Cuestionario:
SI NO
1. Ha perdido usted tiempo en su trabajo debido a la
bebida?
2. Ha hecho la bebida infeliz su vida de hogar?
3. Bebe usted porque es Hmido?
4. Ha afectado la bebida su reputación?
5. Se ha visto envuelto en dificultades financieras
debido a la bebida?
6. Cuando bebe usted busca sitios y compañías de
más baja posición a la suya?
7. Hace la bebida que usted se despreocupe del

- 11 -
bienestar de su familia? ( ) (
8 Ha dismmuído la bebida su ambición? ( ) (
9 Desea usted un trago al día siguiente~ ( ) (
10 Le causa la bebida dificultades para dormir? ( ) (
11. Ha disminu ído su eficiencia desde que bebe? ( ) (
12. Ha hecho peligrar la bebida su trabajo o su
negocio?
13 Bebe usted para escapar a los problemas o preo-
cupaciones?
14. Bebe usted solo?
15 Ha tenido usted "lagunas" como resultado de la
bebida?
16 Le ha tratado su médico a consecuencia de la
bebida?
17 . Bebe usted para tener más confianza en si
mismo?
18. Ha estado usted en alguna institución u hospital
debido a la bebida?
19. Ha sentido usted remordimiento alguna vez des·
pués de haber bebido?
20. Toma usted un trago a determinada hora del
día?
Cuando se disponga a contestar el cuestionario, debe recordársele
que únicamente él puede determinar si es o nó un alcohólico . Sinem-
bargo, si el empleado contesta "si" a sólo tres preguntas, él puede ra-
zonablemente estar seguro de que el alcohol ha llegado o está llegando
a ser un problema para él

XIX. DEBE FORZARSE A UN EMPLEADO ALCOHOLICO A QUE


ENTRE A A.A. CON LA AMENAZA DE QUE PERDERA
SU EMPLEO SI NO LO HACE?

La experiencia demuestra que las amenazas de cualquier tipo muy


rara vez son efectivas con los bebedores-problema. Hasta cuando el al-
cohólico no desee dejar de beber por su propia voluntad, y no única-
mente porque esté siendo obligado por su esposa, su patrono, su mé·
dico o su director espiritual, no esta rá dispuesto a acepta r la ayuda
que A A tiene para ofrecerle.
Uno de los medios más indicados es urgir a l empleado. pero no for-
zarlo, a d1scut1r sus problemas informalmente con alcohólicos recupe-
rados Esto puede ayudar al empleadq a comprender la naturaleza de
su enfermedad y el hecho de que ésta e~ progresiva, para la cual no hay
•·cu ra" conocida, excepto-abstinencia total del alcohol.
Admitimos, que· un porcentaje muy pequeño de afortunados miem-
bros de A A , originalmente vinieron a la sociedad contra su voluntad
Y persistieron lo suficiente para alcanzar al fin una sobriedad perma-
nente Tales casos son la excepción, sinembargo, el empleado que es
forzado a ingresar a A.A. antes de que desee hacerlo, puede estar en

- 12 -
realidad resistiéndose a ser ayudado.
Un ejecutivo que ha utilizado el programa de A.A. para efectos de
la rehabilitación de más de 1.200 alcohólicos, escribe lo siguiente:
"Hacemos que el hombre se enfrente a s( mismo; le hacemos com-
prender que debe afrontar las consecuencias de su continuo beber, lo
cual no es una amenaza. Simplemente le hacemos ver ésto de la misma
manera que usted prevendría a un peatón de que si continúa cruzando
la calle por la mitad de la cuadra, le va a atropellar un auto
"Cuando al hombre se le hace entender la naturaleza exacta de su
situación, le ofrecemos una salida. Aún entonces le insistimos que la
decisión debe ser suya y que nosotros no podemos obligarle a aceptar
a A.A. Si é l dice "No", nosotros no le insistimos en ese momento.
Tampoco adoptamos medidas de castigo porque se niegue. Unicamen-
te dejamos que la naturaleza siga su curso. Y tarde o temprano nos
acercamos de nuevo a él, cuando esté más tratable ... y sin empleo".

XX. QUE DEBE HACER UN PATRONO ACERCA DE UN


EMPLEADO QUE HA INGRESADO A A.A. PERO QUE
NO HA LOGRADO ALCANZAR SOBRIEDAD?

La mayor ía de los alcohólicos anónimos no creen que un empleado


alcohólico merezca t ratam iento especial que vaya más a llá de la apre·
ciación de la naturaleza de su enfermedad.
Algunos alcohólicos, para salvar sus empleos o por otras razones,
hacen un intento en A.A. aún a sabiendas de que no están conven-
cidos de que tienen un problema con la bebida. Sin tener un deseo sin-
cero de recuperarse, ellos natura lmente vue lven a emborracharse.
En otros casos, empleados que sí tienen un deseo sincero de adop-
tar el programa de A.A. tienen problemas en mantenerse sobrios,
cuando son expuestos a l principio a una vida sin alcohol.
La diferencia entre un esfuerzo fingido y uno sincero, generalmen-
te no es muy d ifíci l de notar.
A pesar de que los patronos se inc li nan a tener más simpatía hacia
el alcohó lico que demuestra un deseo honesto de estar sobrio, es
irrazonable esperar una to lerancia ilimitada de parte de e llos. General·
mente es aconsejable establecer claramente un período de prueba para
cualquier alcohólico que continúe bebiendo después de haber entendido
su problema y los pasos necesarios para su recuperación, que debe to•
mar.

XXI. QUE DEBE HACERSE ACERCA DEL EJECUTIVO QUE ES


ALCOHOLICO Y QUE REHUSA INGRESAR EN A.A.?
La ignorancia y los conceptos errados mantienen a muchos alcohó-
licos -de todos los niveles económicos- alejados de buscar la ayuda

-13 -
que ellos necesitan, después que esa necesidad haya sido manifiesta a
la fam ilia, a sus amigos y asociados.
El próspero ejecutivo deberla e ntender que cuando é l ingrese a
A A encontrará alcohólicos de t odos los niveles económicos y so-
ciale~ A los ojos de los m iembros de A.A., el ejecutivo es simplemen-
te ·otro ser humano que sufre la misma enfermedad que ellos una vez
exper imentaron; una persona que ha tenido el sentido común de ha-
cer algo para resolver su problema.
Como muc hos ejecut ivos ya en A.A. han desa.1bierto, a nadie en
la sociedad realmente le importa la posición social, económica o cul-
tu ral . La parte importante es si un nuevo socio realmente desea dejar
de beber o no
Al ejecutivo que insiste en negarse a ingresar a A.A. para que le
ayuden, puede ayudársele a conseguir su sobriedad de otras maneras.
S, persiste en no buscar ayuda para su problema, puede ser desacon-
sejable tanto para é l, como para la compañia, tenerlo como empleado.

XXII. DEBE UN EMPLEADO QUE HA INGRESADO A A.A. SER


TRANSFERIDO A UNA POSICION CON MENOS POSIBILIDADES
DE QUE SE LE PRESENTEN OCASIONES DE BEBER?

La mayoría de los nuevos miembros de A.A. no esperan ser mima-


dos. Una vez que enti endan la naturaleza y seriedad de su problema,
ellos aceptan el hecho de que no pueden correr el riesgo de las con-
secuenc ias de tomar aún un sólo trago, no importa la facilidad que
tenga para adquirirlo.
S1 un t rabajo requiere estar expuesto a las oportunidades de beber,
e llos aceptan este hecho como una cosa cor riente en la vida de los ne-
gocios, y no como una causa para recaer.
En algunos casos los alcohó licos que in ic ian su sobr iedad prefie-
ren ev itar todo recuerdo de su pasada forma de vida co mo bebedo-
res Porque puedan sent i1se inseguros de s ( m ismos, puede que pidan
un camb io de puesto .
A l cont rario muchos m iembros nuevos de A.A . se sienten ofe ndi-
dos cuando un t raslado parece ref lejarse en su falta de tiab il idad para
man tenerse sobrios cuando enfrenten una oportunidad para beber,
"por motivos de negocios" Ellos ven con agrado la oportunidad de
demostrar que pueden manejar su trabajo sin recurrir al alcohol.

XX II I. ESTA UN ALCOHOLICO RECUPERADO, INCLINADO A


SER MENOS EFECTIVO EN LOS NEGOCIOS EN LUGARES EN
DONDE SE BEBA SOCIALMENTE?

Antes de obte ner la sobr iedad en A A. muchos alcohólicos recupe-


rados defendían su irracional forma de beber , alegando qu e beber era

- 14 -
una parte esencial para triunfar en los negocios. Una vez que consi-
!J.!ieron la sobriedad y pudieron afrontar los hechos honestamente,
admitieron que su forma im,spou•ble de beber no sólo los había per-
judicado a ellos personalmante, lino también a sus patronos.
Estos empleados y sus patronos, han descubierto que pueden ser
más productivos y eficientes que cuando bebían. Reconocen ahora
~ la mayoría de sus socios, clientes y probables compradores -in-
duyendo muchos que son bebedores fuertes- prefieren negociar con
gente que puede controlar el alcohol, y que han adoptado una forma
de vida que les permite mantenerse alejados completamente de él.

RESUMEN
Durante el pasado cuarto de siglo se ha notado un gran cambio con
respecto a la actitud de las directivas hacia el alcoholismo en la indus-
tria.
) La creencia de que el problema no estaba propagado, ha sido disi-
pada por un número de estudios cuidadosos que indican que de cada
100 empleados, 3 pueden ser alcohólicos.
La creencia de que el alcohólico crónico debería ser despedido
porque era imposible rehabilitarlo, ha quedado desvirtuada con el testi-
monio evidente de cientos de miles de hombres y mujeres que han
aprendido a vivir sin alcohol, después de haber sido considerados bebe·
dores irremediables.
Actualmente los directivos de las empresas no solamente están
alarmados del alto costo del alcoholismo en la industria, sino que están
I• llegando a apreciar los beneficios de procedimientos planeados para
hacer frente at problema de empleados alcohólicos, en las fábricas
y oficinas.
Los miembros de la sociedad de Alcohólicos Anónimos, cuyo sin·
!JJlar programa para la rewperación del alcoholismo ha sido utiliza-
do en muchos programas de compañías para acercarse al empleado
alcohólico, reconocen que todavía falta mucho por hacer al respecto.
También reconocen que muchas otras organizaciones, tanto públicas
como privadas, están contribuyendo en la vieja lucha contra uno de
los más graves problemas de Salud Pública.que padece la humanidad.
Los resultados obtenidos de los programas que han desarrollado
algunas compañías, demuestran lo mucho que puede hacerse en el fu-
turo. Nadie puede ser más sensible a este gran reto que los miembros
de A.A., ruya experiencia colectiva como alcohólicos recuperados
está re latada en las páginas precedentes.
Nosotros conservamos y mejoramos nuestra sobriedad, únicamente
oompartiéndola. Y, para nosotros, mantener la sobriedad es la clave
de nuestra vida misma.

-15-
Este sello aparece en la literatura
aprobada por la Conferencia

YO SOY RESPONSABLE

Cuando cualquiera, dondequiera,


extienda su mano pidiendo ayuda, yo quiero
que la mano de A A esté siempre allí.
Y por esto: Yo soy responsable.
,mo COOPERAN los miembros
eA.A. con otros esfuerzos de
fa comunidad para ayudar· a
los Alcohólicos

Antiguamente
Cooperaci6n sí, Afiliación no
Título en Inglés:
HOW A.A . MEMBERS COOPERATE WITH OT HER
COMMUNITY EFFORTS TO HELP ALCOHOLICS

ALCOHOLICOS ANONIMOS es una comunidad de hom


bres y mujeres que comparten su mutua experiencia, fortaleza
y esperanza para resolver su problema común y ayudar a otros
a recuperarse del alcoholismo.
• El único requisíto para ser miembro de A.A. es el deseo de
dejar la bebida. Para ser miembro de A.A. no se pagan honora-
rios ni cuotas; nos mantenemos con nuestras propias contribu-
ciones.

• A.A. no está afil iada a ninguna secta religiosa, partido polí-


tico, organización o institución alguna; no desea intervenir en
controversias; no respalda ni se opone a ninguna causa.
• Nuestro objetivo primordial es mantenernos sobrios y ayu-
dar a otros alcohólicos a alcanzar el estado de sobriedad .

Copyright 1,974
Alcoholics Anonymous World Services, lnc. - Estados Unidos
de América
468 Park Avenue South
New York, N.Y. 10016
Mail Address: Box 459
Grand Central Station
New York, N. Y. 10017

1mpreso y Distribu ído por:


Oficina de Servicios Generales de A.A.
Para Colombia y América del Sur
Apartado Aéreo 3070 - Medellín - Colombia S. A.
Impreso en Colombia - Con autorización de
A.A. World Services, lnc.
Prohibida la reproducción parcial o total.
ALGUNAS IDEAS BASICAS SOBRE COOPERACION
Tomadas de la Experiencia de A.A.
En muchos países, el cuadro general del alcoholismo está cambiando
rápidamente. Aún en A.A., este cuadro varía cada 24 horas.
Por ejemplo, algunos miembros iniciales de A.A. tuvieron que servir de
médicos aficionados para ayudar a los alcohólicos que tenían delirium tre-
mens, porque nadie más podía efectuar este trabajo. Algunos miembros de
A.A. suministraron comida, alojamiento y dinero a los alcohólicos indigentes.
Hoy en día, estas prácticas han desaparecido virtualmente de la escena
de A.A. Frecuentemente, muchas personas profesionales suministran a los
alcohólicos los servicios que A.A. no puede ofrecer. Los folletos "Alcohóli-
cos Anónimos en su Comunidad" y "Una Breve Guía de A.A." dicen qué
hace y qué no hace A.A.
Pero muchos miembros de A.A. están explorando continuamente nue-
vas formas de ayudar a los alcohólicos en las instituciónes y en programas
de alcoholismo que no existían durante los años de formación de A.A.
En la actualidad, A.A. ha acumulado un enorme caudal de experiencia
acerca de las maneras de cooperación en forma tal que preserven el espíritu
y la letra de las Doce Tradiciones de A.A. Este folleto describe y resume
esa experiencia.
Nuestras observaciones colectivas sugieren que siempre deberán tener-
se en mente las siguientes ideas básicas.
1. No pueden establecerse reglas precisas que cubran todos los casos, pa-
ra fijar exactamente la línea divisoria entre cooperación y afiliación .
Las circunstancias varían entre uno y otro caso, y en épocas distintas.
Se requiere juzgar adecuadamente cada caso individual, y por eso es muy
conveniente familiarizarse con las experiencias ya registradas en A.A.
Este folleto cubre esas ideas básicas, utilizando principalmente la ex-
periencia encontrada en las Doce Tradiciones.
Puede buscarse una explicación más detallada de esas ideas en las fuen-
tes originales, que son los libros "Doce Pasos y Doce Tradiciones" y "A.A.
Llega a su Mayor Edad".
2. A .A. No está en competencia con nada ni con nadie.
Nuestra habilidad para ayudar a otros alcohólicos no se basa en la
práctica científica o profesional. Como miembros de A.A., nos limitamos a
compartir nuestro conocimiento personal del sufrimiento de un alcohólico,
y del proceso de recuperación.
Nuestra recuperación se basa en los "Doce Pasos" de A.A. Utilizamos
esos Pasos junto con la orientación de nuestras Tradiciones.
Las Tradiciones, derivadas de lecciones arduamente aprendidas · erro-
res y éxitos - se encuentran bien resumidas en esta afirmación tomada del
Preámbulo de A.A.:

- 3-
"El único requisito para ser miembro de A.A. 11s el deseo de dejar la
bebida. No existen cuotas ni contribuciones para ser miembro de A .A.; nos
mantenemos con nuestras propias contribuciones. A.A. no e~tá afiliada a
ninguna secta, denominación, partido político, organización-o institución
alguna; no desea intervenir en controversias, ni resp?lda ni se opone a
ninguna causa. Nuestro objetivo prlrnordial es mantenernos sobrios y
ayudar a otros alcoh9licos a alcanzar el estado de sobriedad''.
Los miembros de A.A. sólo tenemos una única calificación para poder
ayudar a los bebedores problema, y es, por· supuesto, nuestra propia
experiencia personal. Hemos estado en esa condición. Pero adicionalmente
a nuestra función específica tJe compartir nuestra · experiencia, también
podemos cooperar con otros que tratan el alcoholismo siempre y cuando
mantengamos present~s nuestras Doce Tradiciones.
Las Tradiciones acerca de la autofinanciación, de ser no profesional,
de evitar la controversia, de no afiliación tambifrí sugieren que los miem•
bros de A.A. no critican, obstruyen, o inutilizan otros esfuerzos diferentes
para ayudar a los alcohólicos. A la larga, el actuar en esta forma no va a
producir ningún beneficio de A.A. Por el contrario, ayuda a promover la
desatención, y aún el antagonismo hacia A.A, Y el perdedor principal es el
alcohólico que aún sufre,
Nosotros los miembros de AA. podemos ayudar mejor, no con
nuestros juicios y opiniones, sino compartiendo nuestra propia experiencia
personal. Si realmente tenemos la responsabilidad de llevar el mensaje de
A.A., será una tarea suficiente que no nos dará tiempo para preocuparnos
acerca de rivalidades con personas o entidades distintas!
3. Los profesionales y las entidades distintas de A.A. no tienen ob liga-
ción de someterse a las Tradiciones de A.A. Estas Tradiciones son estricta•
mente para orientar a A.A.
Cuando han meditado suficientemente acerca de esto, la mayoría de
los miembros de A.A. se sienten aliviados por el hecho de que las entidades
no A.A. no tienen obligación de seguir nuestras Tradiciones. Porque de
hacerlo asi, no podrían muchas de ellas llevar a cabo sus propias funciones
vitales.
4. Los miembros de A.A. empleados en el campo del alcoholismo necesi-
tan dejar siempre bien en claro en cuál función están actuando o hablando
· y deben hacer esto en todos los casos.
A.A. tiene entre sus miembros hombres y mujeres que son siquiatras,
médicos, clérigos, juristas, trabajadores· sociales, sicólogos, administradores
de personal, funcionarios de centros de corrección, enfermeras, educado-
res, consejeros, organizadores de la comunidad, ejecutivos, administrado-
res, consultores laborales, etc.
Muchos de estos miembros de A.A. -aparte de su propia afiliación
personal en A.A., trabajan en programas distintos que tienen que ver con
los problemas de alcoholismo. Su práctica y servicios profesionales u
ocupacionales no forman parte de su afilié,ción en A .A. Reciben sueldo por
su trabajo o labor profesionaj, pero no por permanecer sobrios en A.A.

-4-
Esto no es comprendido en todos los casos por los miembros de A.A., o
por sus colegas no A.A.
Por eso es tan importante que estas personas siempre clarifiquen la
diferencia entre su empleo y lo que hacen como miembros de A.A.
Los "Guidelines" de A.A. para los Miembros Empleados en el Campo
del Alcoholismo y la sección sobre la Octava Tradición del libro "Doce Pa-
sos y Doce Tradiciones'' ayudan tanto a estos miembros como al resto de
nosotros a pensar en las diferencias que existen entre los papeles de profe-
sional y de simple miembro de A.A. La Conferencia de Servicios Generales
de 1974 recomendó que sobre este tema se hiciera mayor discusión y se
lograra un mejor entendimiento.
5. Los miembros de A .A. pueden ser buenos voluntarios en programas no
A .A. - siempre y cuando esté claro que no actúan en nombre o representa-
ción de A .A .
Muchos miembros de A.A. - legos o profesionales- ayudan a los
alcohólicos en formas muy diversas como voluntaríos en actividades no
A.A. en el campo del alcoholismo. Pero lo hacemos como ciudadanos
privados preocupados por el problema de salud que representa el alcoholis-
mo, no como miembros de A.A. y no como representantes de ningún
organismo de A.A. o de A.A. como un todo.
Para obtener mejores resultados en la cooperación con los esfuerzos de
la comunidad no A.A., necesitamos dejar de vincular estructural o formal-
mente a A.A. con cualquier otro programa o entidad, no importa lo valioso
que éste sea.
6. No podemos hacer ninguna discriminación contra ninguna persona
que desee o pueda ser un miembro de A .A., aunque llegue a nosotros bajo
la presión de un juzgado, un empleador o cualquiera otra agencia.
Aunque la fortaleza de nuestro programa radica en la naturaleza vo-
luntaria de la afiliación en A.A., muchos de nosotros llegamos a nuestra
primera reunión porque nos vimos forzados a hacerlo, ya fuese por alguien
más o por nuestra propia situación personal . Pero al habernos visto some-
tidos a una continua exposición al programa de A.A., aprendimos acerca
de la verdadera naturaleza de nuestra enfermedad y, por consiguiente,
desarrollamos el deseo de obtener una vida sobria y feliz sim ilar a la de los
miembros que conocimos, y empezamos a asistir a las reuniones volunta-
riamente y con gratitud.
Por eso no tenemos ningún derecho para negar el mensaje de A.A. a
alguien, sin importarnos quién envió esa persona a nosotros, o cuáles son
sus actitudes al principio. A A.A. no le importa ni le interesa quién envió
al recién llegado. Quien nos importa es el recién llegado en sí.
Haciendo a un lado nuestra opinión personal de cualquier recién lle-
gado, no podemos predecir quién logrará la recuperación, ni podemos te-
ner la autoridad para decidir la forma en que el alcohólico debe buscar su
recuperación. Algunos de nosotros hemos necesitado distintas clases de
ayuda, que bien puede provenir de fuentes distint as a A.A ., tal como se
describe en los libros " Alcohólicos Anónimos" y "Doce Pasos y Doce
Tradiciones" .
- 5-
7. A medida que vamos madurando en A.A , generalmente nos volvemos
menos temerosos y ngidos
Aquellos de nosotros que hemos tenido la bendición de la recupera-
ción en A.A. necesitamos recordar que la modestia nos ganará muchos más
am igos para A.A, que la arrogancia o la actitud de saberlo todo. El decir
que "tenemos la unica forma de recuperación" es un lujo egoísta que no
nos podemos permitir, as í como tampoco nos podemos permitir los resen-
timientos.
Poco después de haber llegado a AA. y empezado a recuperarnos. he•
mos sentido un gran alivio. Nos vemos alabados; dentro de A.A., empeza-
mos a constru ir una sólida reputación, que gradualmente va reemplazando
la vergüenza de nuestros d ías de alcohol ismo activo.
Esto puede fácilmente convertirse en una inmensa gratitud y lealtad
hacia A.A. Por eso, antes de darnos cuent a, podemos encontrarnos actuan-
do en forma posesiva y sensitiva acerca de A.A , como si fuera una sociedad
exclusiva con el monopolio de la verdad. Algunos de nuestros pronuncia-
mientos pueden aparecer antagonistas hacia el mundo no A.A.
Para esta época, muchos de nosotros somos demasiado celosos del tra-
bajo del Paso Doce.
Esta puede ser tambien una de ias fases mas val iosas de nuestra vida de
recuperación, ya que nos da un tremendo impulso hacia la sarud. Nos ayu -
da a aglutinarnos con nuestra Comunidad

Pero a medida que va progresando la recuperación, realmente pode-


mos sobrepasar la fase dogmat1ca y defensiva. Como dijo alguno de noso-
tros, tratamos de volvernos sobrios, no simplemente abstem;os.Otro dijo,
"T ratamos de ir mucho más allá de la sobriedad. El sólo d eJar de beber
no es suficiente" .
En los momentos de mayor tranqu ilidad, recordamos que muchos mi
llares de nosotros recibieron ayuda de fam iliares y amigos, de hosp itales o
clinicas, de un méd ico o de un consejero profesional. Nos dimos cuenta
que aquel jefe que nos despidió, o los fam iliares que nos fueion rechazan•
do, o el polic1a que nos detuvo tamb1en nos ayudaron: nos ayudaron a
comprender que ten famos un problema de bebida.
Empezamos a deshacem os de nuestra actitud posesiva y defensiva Sin
desmerecer nuestra devoción h acia AA. , pero despoja ndonos de nuestro
fa natismo in;c1a1 , empezamos a perder el temor de que algunos programas
no A A . usu rpen el pape• de nuestra Comunidad, o d esvanezcan nuestro
orgullo, gratitud y otros sent,m•entos buenos en se que hemos empezado
a descubrir, A med;da que los m iembros de A .A. 11an permaneciendo un
mayor t iempo, se va oyendo con mavor frecuencia afirma!", ··cualquier
cosa que sirva para la recuperación del alcohólico es buena, y en esto se
incluyen los hospi1a1e~, ios centros de rehabilítación, los centros de aleo
holismo of1c1a1es o provinciales, la religion, la s1quiatrla - y tamb;en A A." -

-6-
Tal vez podamos convertirnos en ejemplo más "atractivos" de lo que
A.A. puede hacer, teniendo presente nuestra Undécima Tradición . Y al
hacerlo podemos llegar a ser unos voluntarios más valiosos para colaborar
con otros esfuerzos en el alcoholismo, si así lo deseamos.
Pero esa es una decisión que cada uno de los miembros de A.A. toma
por sí mismo.

COMO COOPERARON BILL, EL DR . BOB. Y


OTROS MI EMBROS ANTERIORES D E A.A.

Desde el principio, los cofundadores de A.A. establecieron buenos


ejemplos de la manera de cooperar con los profesionales no alcohólicos
para ayudar a los alcohólicos.
Tanto el libro "A.A. Llega a su Mayor Edad" como el artículo del
Grapevine de 1958 escrito por Bill e intitulado "Seamos Amistosos Con
Nuestros Amigos" brillan con la gratitud que nuestra Comun idad debe a
tantas personas no alcohólicas. Y ofrecen orientaciones prácticas para A.A.
en la actualidad.
Con modestia y buena voluntad, Bill y el Dr. Bob continuaron incan-
sablemente sus esfuerzos para ser cooperativos durante todas sus vidas,
construyendo para A .A. una gran reserva de buena voluntad entre los hom-
bres y mujeres profesionales .

ALGUNAS PREGUNTAS Y RESPUESTAS


ACERCA DE LA COOPERACION
Basadas en malos entendidos que
pueden ocurrir más frecuentemente

1. P. Tier,e A.A. una posición definida claramente en relación con los de-
más en el campo del alcoholismo?
R. Sí. El siguiente pronunciamiento ha sido reafirmado continuamen-
te por la Conferencia de Servicios Generales de A.A.:

Posición de A.A . en el campo del alcoholismo

Alcohólicos Anónimos es una comunidad mundial de hombres y mu-


jeres que se ayudan unos a otros para mantener la sobriedad y que se ofre-
cen para compartir su experiencia de recuperación en forma gratuita con
otros que puedan tener un problema de bebida. El programa de A.A. cons-
ta básicamente de "Doce Pasos" diseñados para la recuperación personal
del alcoholismo.
La Comunidad funciona a través de aproximadamente 25.000 grupos
locales en 92 países . Varios centenares de millares de alcohólicos han logra-
do la sobriedad en A .A., pero los miembros reconocen que su programa no
es siempre efectivo con todos los alcohólicos y que algunos de ellos pueden
requerir consejo o tratamiento profesional.

- 7-
A.A. se preocupa únicamente por la recuperación personal y la sobrie -
dad continua de los individuos alcohólicos que piden ayuda a la Comuni-
dad. El movimiento no interviene en los campos de la investigación o el
tratamiento médico o siquiátrico del alcoholismo, y no apoya o combate
otras causas, si bien los miembros de A.A., actuando en forma individual,
pueden participar en tales actividades.
El movimiento ha adoptado una política de "cooperación pero no
afiliación" con otras organizaciones preocupadas con el problema del
alcoholismo.
Alcohólicos Anónimos se sostiene a través de las contribuciones de
sus propios grupos y miembros y rechaza las contribuciones económicas
de fuentes ajenas. Los miembros de A.A. preservan su anonimato personal
a nivel de la prensa, radio, cine y televisión.

2. P. Cuáles son las Tradiciones de A.A. que los miembros utilizan para
cooperar exitosamente con otros esfuerzos de la comunidad para ayu-
dar a los alcohólicos?
R. Todas ellas, realmente. Pero las siguientes son especialmente per-
tinentes:

La Primera - que nos recuerda colocar el bienestar de A A. como un todo


antes de nuestros deseos personales.
La Segunda - que nos recuerda que ningún miembro de A.A. puede decir-
le a otro lo que debe o no debe hacer.
La Tercera - que nos recuerda que no podemos juzgar si un alcohólico
tiene o no el deseo de dejar la bebida ya sea oculto o manifiesto.
La Quinta - que nos recuerda que el propósito fundamental de A .A . es
llevar el mensaje, y nada más.
La Sexta - que nos recuerda que nunca debemos dar la impresión de que
A.A. en sí misma, o un grupo de A .A., apoya (o combate) o financia cual-
quier empresa ajena, sin importar cuál sea nuestra opinión acerca de ella .
También nos puntualiza que el buscar prestigio siempre origina problemas
para nosotros.
La Décima - que nos recuerda que nunca debemos permitir que el nombre
de A.A. se vea envuelto en cualquier controversia pública.
La Undécima - que nos recuerda que nuestra política de relaciones públi-
cas es hacer que parezca atractiva la forma de vida de A.A., y nunca men-
cionar en los medios públicos de información la afiliación de ninguno de
los miembros de A.A.
La Duodécima - que nos recuerda que los principios de A.A . son más im-
portantes que nuestros egoísmos y sentimientos personales.
3. P. Cuáles son los medios que utiliza la Comunidad para cooperar con
otros en el campo del alcoholismo?
R. Por lo menos seis:

-8-
a. El miembro de A.A. en forma individual - actuando como ciudadano
privado, y no como miembro de A.A.
b. El grupo de A.A. Para una descripción clara de la estructura y funcio-
nes de la principal unidad operativa de A.A. (el grupo local o del ve-
cindario) véase el folleto "El Grupo de A.A."
c. La oficina intergrupal o central de A.A. La mayoría de las áreas me-
tropolitanas tienen oficina de intergrupos de A.A. (cuyo teléfono se
encuentra en el directorio de cada ciudad) las cuales son mantenidas por
los grupos locales. Estas oficinas reciben frecuentemente las llamadas de
los alcohólicos que piden ayuda y distribuyen esas llamadas entre los gru-
pos.
La oficina intergrupal de su comunidad probablemente conoce los es•
fuerzas de personas no A.A. en el campo del alcoholismo, y pueden ofre-
cerle información acerca de la posibilidad de ayudar a los alcohólicos de
muchas maneras distintas y adicionales a la transmisión del mensaje de
A.A.
d. Los comités de información pública, cooperación con la comunidad
profesional e instituciones. Los miembros de estos comités (que se
establecen ya sea por los intergrupos o por el comité de servicios generales
del área, y en ocasiones por ambas unidades operativas) son miembros de
A.A. que tienen la responsabilidad específica de mantener adecuadamen-
te informado al público acerca de A.A. Hacen esfuerzos especiales para
asegurarse de que los profesionales y agencias locales que trabajan con los
alcohólicos conocen lo suficiente acerca de A.A. y saben cómo enviar los
bebedores problema a nosotros.
e. El comité de servicios generales del área. Este comité (generalmente
inclu ído en el directorio de A.A.) tiene la responsabilidad primordial
de cooperar a nivel local con todos los servicios mundiales de A.A., a tra-
vés de la Conferencia anual de Servicios Generales y de la Oficina de Ser-
vicios Generales de Nueva York. (Para el caso de Colombia, esta ofícina
se encuentra localizada en la ciudad de Medellín).
Sinembargo, donde los servicios locales de A.A. no se consiguen, el
comité de servicios generales ayuda a conseguir el local, los servicios indi-
viduales de A.A., y puede tener también un comité de instituciones u otro
tipo de comité.
E I delegado a la Conferencia de Servicios Generales del área recibe
cada año de la O.S .G. la lista de los afiliados al Consejo Nacional sobre
Alcoholismo, así como los programas y agencias de tipo gubernamental
que pertenecen a la Asociación de Problemas de Alcohol y Drogas de
Norteamérica.
Los representantes de servicios generales (R .S.G.) de su grupo o los
miembros de comité de distrito pueden informarle acerca de los esfuer-
zos no A.A. existentes en su área, que reciben y necesitan la ayuda de los
miembros de A.A. que actúen como c iudadanos privados.

- 9-
f. La Junta de Servicios Generales de A.A. y la O.S.G. La junta de cus-
todios tiene comités de instituciones, de información pública y de
cooperación con la comunidad profesional. Los funcionarios de la O.S.G.
tienen también tareas específicas en estos campos.
La junta y la O.S.G. tienen un estrecho contacto a nivel nacional con
las publicaciones y las cadenas de noticias, así como con las organizacio-
nes nacionales e internacionales en el campo del alcoholismo.
En los congresos y convenciones científicas a escala nacional se mues-
tra siempre una información sobre A.A. Además la O.S .G. publica un bole-
tín llamado Acerca de A.A. que se envía gratuitamente a los profesionales
del campo del alcoholismo que lo solicitan, y también distribuye una lista
de todas las oficinas intergrupales de A.A. a todas aquellas personas que
deseen enviar pacientes alcohólicos a A.A.
Adicionalmente, en la reunión anual de la Conferencia de Servicios
Generales hay comités de instituciones, de información pública, y de coo-
peración con la comunidad profesional. Estos comités de la Conferencia
se componen de delegados de área que representan a los grupos. La Con -
ferencia en pleno revisa las tareas que cumple la O .S.G. en el campo de
la cooperación y le hace las sugerencias que considere pertinentes.
4. P. Cuáles otros esfuerzos en el campo del alcoholismo reciben la coo-
peración de miembros de A.A.?
R. Además del Consejo Nacional de Alcoholismo, la Asociación de
Problemas de Alcohol y ·orogas de Norteamérica, y sus afiliadas, existen
muchos programas sobre el alcoholismo que operan en los Estados Uni-
dos, de los cuales la mayoría podrían definirse bajo una de las siguientes
el asificaci ones:
a. Programas y agencias en elcoholismo federales, provinciales, estatales
y municipales. Generalmente, estos esfuerzos de tipo gubernamental
tratan ( 1) de ayudar a los hombres y mujeres que tienen problemas de be-
bida, y (2) suministrar educación para conseguir una mayor compren-
sión de, y una mejor actitud hacia, los alcohólicos.
Estos esfuerzos no A.A . tienen la responsabilidad de clínicas, hospita -
les, unidades de des intoxicación, y casas de tratamiento temporal. Tam -
bién fundan y dirigen programas policiales, judiciales, y de otra clase, as(
como agencias de bienestar social y de empleo. También pueden promo -
ver seminarios y reuniones c ientíficas acerca de la enfermedad para pro-
fesion ales interesados; conducen o subsidian la investigación sobre los
problemas con el alcohol; ofrecen asesor{a profesional a las organizaciones
comerciales, religiosas y gubernamentales; suministran programas educacio-
nales acerca del alcohol y la bebida; y proporcionan películas y material
impreso acerca del mismo tema.
A.A . por supuesto , no lleva a cabo ninguna de estas tareas. Ya sea en
persona o por escrito, los miembros de A.A. -actuando como tales- sim-
plemente se limitan a llevar la experiencia personal del mensaje de A.A.
Veánse los Guidelines de A .A. acerca de la cooperación, que ha publi-
cado la G.S.O.

-10-
b. Agencias privadas de salubridad. Muchos comités patrocinados en for-
ma privada o voluntaria se encuentran ahora dedicados al campo del
alcoholismo. Algunos de ellos suministran ayuda y asesoría al individuo
alcohólico a través de centros de información. Trabajan con el fin de des-
pertar la opinión pública y movilizar la acción de la comunidad. Muchas de
ellas trabajan directamente con los Iíderes legislativos, médicos y educati-
vos en áreas que se encuentran más allá del alcance de A.A.
Muchos alcohólicos han sabido acerca de la existencia de A.A. a través
de este tipo de agencias.
c. Grupos privados de estudio y agencias afiliadas a las universidades. La
investigación y la experimentación ayudan a descubrir y a revelar co-
nocimientos acerca de los aspectos bioqu(micos, sicológicos, sociológicos
y demás facetas del alcoholismo. Adicionalmente a la investigaci'ón (pura y
aplicada), generalmente se involucran terapias cHnicas, encuentros, consul-
tas, y otros servicios.
J A.A. no es, por supuesto, una organización de investigación, puesto
que nuestro propósito es demostrarle al individuo alcohólico que aún su-
fre cómo puede recuperarse, y no el explorar científicamente la naturale·
za del alcoholismo. La mayoría de los miembros de A.A., sinemba,go, se
sienten muy agradecidos por el hecho de que tantos científicos calificados
estén buscando la verdad que algún día pueda ayudar a muchas personas
que padecen nuestra enfermedad.
d. Agencias legales, judiciales y correccionales. Grupos de A.A. se reú-
nen ahora en más de 1.000 instituciones correccionales. Muchas otras
agencias legales y judiciales están desarrollando programas para ayudar a
los bebedores problema, en vez de arrojarlos sistemáticamente a la cárcel,
con el antiguo sistema de reincidencia.
e. Hospitales, casas de reposo, casas de tratamiento temporal y centros
de rehabilitación. Esta clasificación incluye los hospitales voluntarios
y generales, así como los estatales y municipales . Desde la original colabo-
ración entre Bill W. y el Dr. Silkworth en el Hospital Towns de Nueva
York , y la del Dr. Bob y la Hermana lgnacia en el Hospital Santo Tomás
de Akron, los miembros de A.A. han estado trabajando estrechamente con
los hospitales para cerciorarse de que los alcohólicos reciben un buen cu i-
dado médico.
El programa de A.A. es la base de la terapia en muchos centros de
rehabilitación para alcohólicos. Por eso, en 1967, la Conferencia de Ser·
vicios Generales de A.A. adoptó una "posición públ ica acerca de los cen·
tros de rehabilitación para alcohólicos". Esta posición señala que tales
lugares aceptan financiación proveniente de personas no A.A. Pueden
sugerir este programa para los pacientes, inclusive llegar a sostener reu·
niones en sus establecimientos, pero no son "servicios suministrados
por A.A." en ningún sentido.
Por consiguiente, se pide a estos lugares que establezcan claramente
que no tienen af iliación con A.A., aun cuando el programa de A.A. sea

- 11-
parte del tratamiento que ofrecen. En esta forma, tienen la completa
libertad para aceptar dinero de cualquier fuente que provenga.
También se solicita a tales instituciones que no utilicen ningún nom-
bre identificado con A.A., como la Casa del Paso Doce o Casa Alanón.
Todos los grupos de A.A. que se reúnen en estas instituciones debieran
usar un nombre diferente de aquel que tiene la institución.
f. Trabajo e industria. Muchos empleadores y sindicatos lian desarro-
llado programas para ayudar a los alcohólicos. Entre los primeros en
solicitar la cooperación permanente de A.A. estuvieron los Astilleros
Kaiser, y las compañías Du Pont, y Eastman Kodak .
g. Organizaciones cuyo objetivo principal no está en el campo del alco-
holismo. Cada año, se reciben más y más solicitudes de literatura, o
de miembros de A.A. para que hablen ante grupos religiosos o sociales,
clubes cívicos, colegios y otras organizaciones. Tradicionalmente, A.A.
se ha sentido muy agradecida por este interés y siempre ha demostrado
muy buena voluntad para llevar el mensaje en esa forma.

5. P. Trabajan los miembros individuales de A .A . para buscar leyes es-


pecíficas sobre el alcoholismo?
R. Esto se encuentra por fuera del propósito primordial de A .A. (co-
mo está descrito en la Quinta Tradición). Sinembargo, . como ciudadano
privado, cualquier miembro de A.A. puede tomar acción en favor o en con-
tra de una ley específica. Pero el miembro como ta l tiene mucho cuidado
para no involucrar su afiliación con A.A. en su polémica o parecer como
actuando como representa nte de A.A. en tales actividades.

6. P. Hay algo en las Tradiciones de A.A. que permita que se utilice el


nombre de A.A. en la legislación?
R. No, si eso implica un apoyo o una afiliación de A.A. con cual-
quier organismo gubernamental. Si se requiere que los miembros de las
comisiones gubernamentales sean miembros de A.A. esto podría llegar
a hacerlos romper su anonimato a un nivel público. Por supuesto, este
problema puede evitarse si se describe simplemente a tales miembros
como "alcohólicos recuperados". (En la misma forma, los miembros de
A.A. que trabajan profesionalmente como consejeros para los alcohóli-
cos debieran llamarse "consejeros en alcoholismo", y no "consejeros
de A.A.") .

7. P. A .A . recomienda personas para trabajos en el campo del alcoho-


lismo?

R. No, A.A. como comunidad no lo hace, ni lo hace tampoco ninguna


oficina o comité o grupo de A.A. En caso de ser necesario, los miemb ros
individuales pueden recomendar a alguien, pero con el entendimiento cla-
ro de que la referencia es estrictamente personal, y no se hace en nombre
de A.A.

-12-
8. P. Hay miembros de A.A. que trabajan con agencias no A.A. en el
campo del alcoholismo?
R. Sí, si lo desean y tienen las calificaciones suficientes, siempre y
cuando que establezcan claramente que lo hacen a título de ciudadanos
privados, y no a título de miembros de A.A. o representantesde A.A.

9. P. Cuando un miembro de A.A. empleado en el campo del alcoholis-


mo habla en una reunión de A.A., debiera mencionar su posición pro-
fesional en el programa de la reunión?
R. Si ese miembro habla como miembro de A.A., sólo deben usarse
como identificación en los programas escritos el nombre de pila y el gru-
po o ciudad a que pertenece. En este caso no se menciona su trabajo en la
agencia ajena a A.A. Nosotros no tenemos personajes en A.A. Todos so·
mos iguales al mismo nivel de simples miembros de A.A.! El comité orga-
nizador tiene la responsabilidad de proteger el anonimato de ese miembro
en todos los medios de información pública.
En cambio si habla a nombre o en función de su labor profesional
puede usarse apropiadamente el nombre completo, el título de su cargo,
y el de la institución que representa; pero, en este caso, no debe mencio-
narse su afiliación a A.A.
Es mucho mejor que esto se converse anticipadamente con la perso-
na interesada.

10. P. Los miembros de A .A. que trabajan en comisiones gubernamentales


y otras agencias efectúan alguna labor de Paso Doce en conexión con
sus trabajos profesionales?
R. No, Muchos de los miembros de A.A. que se encuentran en este ca-
so lo explican de esta manera: Cuando están trabajando, envían los alcohó•
licos a A.A . posibilitando así un trabajo de Paso Doce; pero no efectúan
ese Paso Doce ellos mismos mientras están actuando en su papel profesio-
nal.
Es una tradición de A.A. que los miembros no reciben pago por el
trabajo del Paso Doce. Generalmente decimos que sólo podemos mantener
la sobriedad cuando la entregamos en forma gratuita. Así como un médico
o un abogado que es a la vez miembro de A.A., el consejero que es miem-
bro de A.A. recibe un pago por su servicio profesional, pero no por llevar
el mensaje.
Naturalmente, cuando el trabajador social profesional que simultá·
neamente es un miembro de A.A. se encuentra con un paciente que tiene
un grave problema de bebida, el trabajador social puede versl'l tentado de
llevar el mensaje de una vez, compartiendo directamente su propia expe-
riencia personal.
Sinembargo, una y otra vez ha sido probado que, a la larga, esto pue-
de ser malo para el el iente, para A.A. como un todo, y para el profesional.

- 13-
Da al cliente una falsa impresión de A.A., puesto que ve a A.A. como una
parte de la agencia de bienestar social. Esto traiciona la naturaleza no pro-
fesional de A.A. y confunde el papel del trabajador social con el de un pa-
drino o patrocinador de A.A.
Se ha demostrado claramente en muchas ocasiones que es mejor que el
trabajador social refiera directamente al paciente hacia A.A. Esto hace
posible que el trabajo del Paso Doce se efectué por medio de alguna otra
persona de A.A., quien será entonces la encargada de transmitir el mensaje.

Si el trabajador social y el cliente se encuentran posteriormente en las


reuniones de A.A., el trabajador social podrá exp licarle entonces que está
allí por su propia conveniencia, en busca de su propia sobriedad, que A.A.
no es el marco adecuado para un trabajador profesionalizado, y que el Paso
Doce en A.A. no forma parte de la práctica de trabajo profesional. (Natu-
ralmente, esto no evita que el profesional trate de transmitir el mensaje a
los miembros potenciales de A.A. que él o ella pueda encontrar por fuera
de su trabajo) .

11. P. Hay ocasiones en que los grupos de A .A., los intergrupos, o los co-
mités de servicio envíen a los alcohólicos o sus familiares a otras enti-
dades distintas de A.A.?

R. Claro que sí. Cuando un alcohólico necesita algún servicio profe-


sional (tal como la atención médica, el cuidado odontológico, consejo le-
gal o vocacional, o la ayuda de una entidad de bienestar social) que tras-
cienden el alcance del programa de A.A., los miembros de A.A. envían los
alcohólicos y sus familiares a los profesionales y entidades competentes
que puedan suministrar dichos servicios.

Los miembros de la familia del alcohólico generalmente son remitidos


a los Grupos Familiares Al-Anón y Alateen .

Pero el enviar un alcohólico a algún profesional no aminora de ningu-


na manera la responsabilidad del miembro de A.A. para transmitir el men-
saje en la mejor forma posible, y para proporcionar un buen patrocinio. No
es una buena práctica en A.A. el entregar simplemente al alcohólico al cui-
dado de las entidades profesionales, ya sea porque no creemos tener el
tiempo necesario para él o porque el alcohólico en cuestión es problemá-
tico y exige mucho de nosotros. La mayoría de nosotros recuerda con
gratitud la paciencia, tolerancia y amabilidad que nos dispensaron los
miembros antiguos cuando nosotros mismos éramos recién llegados.

Puesto que deseamos que las entidades y personas profesionales nos


envíen pacientes alcohólicos, así también es responsabilidad nuestra ase-
gurarnos que la comunidad profesional esté bien informada acerca de A.A.
Y de la manera de conseguirnos. Es necesario por lo tanto que se distribu-
yan continuamente entre los profesionales que tienen contacto con los be-
bedores problema, los números de teléfono y las listas de los sitios de
reunión donde pueda hallar nuestra cooperación.
-14 -
12. P. Participa A-A. en publicidad y otras actividades conjuntamente
con agencias, entidades o programas de alcoholismo diferentes a A.A?

R. Solamente cuando puede aclararse perfectamente que A.A. de nin-


guna manera está afiliada o apoya otras empresas y cuando tal actividad no
comprometa a A.A . en controversias publicas. Debemos repetidamente
puntualizar al público la naturaleza no profesional que es característica de
la ayuda de A.A ., el hecho de que esa ayuda es gratuita, y la clase exacta
de servicios que A.A. ofrece y no ofrece.

Por supuesto, que esto no pretende que los oradores de A.A. se inhi-
ban de transmitir el mensaje por tener que aparecer en los mismos progra-
mas con otras personas no A .A., siempre y cuando se explique definitiva-
mente que A.A. es una entidad separada, que coopera pero no se afilia,
que cada uno de los miembros de A.A habla únicamente en su propio
nombre, y que no existen personas individuales que representen ningún
grupo, comite, oficina de A.A. o a la Comunidad como un todo.

Sinembargo, la experiencia nos ha indicado una actividad que defini-


tivamente no debe fusionarse con empresas ajenas . Ninguna oficina central
(intergrupos) o servicio telefonico de A.A. debiera localizarse en un centro
de información de alcoholismo o clubes para alcohólicos. Esto impl1caria
la afiliación y siempre ha conducido, en una u otra forma, a serias dificul-
tades para todas las personas involucradas.

13. P. Cuando el nombre de A.A. se ha visto unido a otra entidad con


el propósito de levantar fondos, qué puede hacer un grupo o comité
central de A .A .?

R Inmediatamente se trata de cortar esa relación. Genera lmente una


conversación franca, honesta y abierta resuelve et problema. No podemos
esperar que aqueítas personas que no son miembros de A.A. comprendan
perfectamente nuestras Tradiciones y ta importancia que tienen un nues·
tra recuperación y en la supervivencia de nuestra Comunidad Es responsa·
bil1dad nuestra exp!icar la forma de operar de A.A. en una forma cortes y
paciente una y otra vez. La mayor ,a de las agencias se sienten muy satisfe-
chas de cooperar.

Cuando se hace necesaria una rectificacion o afirmación publica (co-


mo ultimo recurso) debe ser amistosa en el tono, explicar que A A. no
esta afiliada a ningun otro programa de alcoholismo, no pide contribucio-
nes del publico, y solamente acepta contribuciones de sus propios miem-
bros. Tamb,én puede hacer se h 1ncapie en que A A. ni apoya ni combate
orros pianes para los alcohólicos. Podemos cooperar sin tener que asociar·
nos con las demás entidades,

- 15-
14. P. Las actividades distintas de A.A. obtienen publicidad a través de
los anuncios en las reuniones de grupos, los boletines locales de A.A.,
los noticiarios, o correspondencia especial de A.A.?

R. Este es un asunto para ser resuelto localmente. En todos los casos,


cualquier apariencia de afiliación, asociación u oposición por A.A. necesi-
ta evitarse. -

Mucho depende de la cantidad de noticias ajenas a A .A. en cuestión.


En el Grapevine, por ejemplo, existe una sección especial en papel de di-
ferente color, que se identifica claramente en el sentido de que tiene un
origen distinto de A.A. Algunos boletines de oficinas centrales tienen pre-
cauciones similares, y han logrado exitosamente proporcionar a sus lecto•
res una buena cantidad de información útil acerca de las actividades sobre
alcoholismo adelantadas por otras entidades de su comunidad.

15. P. Pueden los grupos de A.A. aceptar ayuda económica de otras fuen-
tes, por medio de servicios gratuitos tales como literatura, arriendos,
edición de folletos, etc.; ya sea de una persona no afiliada al programa,
o de una comisión gubernamental en asuntos de alcoholismo, o de
cualquiera otra entidad diferente de A.A.?

R. No. No se debe hacer. Nuestra Séptima Tradición dice, "Cada gru-


po de A.A. debe mantenerse a sí mismo, negándose a recibir contribucio-
nes de afuera". Nótese la palabra "mantenerse", y léase el folleto "Doce
Tradiciones" en la parte pertinente a la Séptima Tradición.

Si a un grupo determinado se le hace difícil comprar literatura, la


O.S.G. puede ayudarle, o tal vez se consiga la cooperación de una oficina
central o un grupo cercano, o del comité de servicios del área. Todos los
grupos nuevos reciben un paquete de líteratura gratuita de la O.S.G. Pa-
ra el trabajo en instituciones e información pública se obtienen juegos de
folletos a precio rebajado.

Cuando se ofrece en forma gratuita el lugar de reuniones, es la cos•


tumbre de los grupos de A.A. efectuar por lo menos una pequeña dona-
ción regular para el propietario del local. El aprender a ser responsables
y pagar nuestros consumos es parte integrante de nuestra recuperación.

16. P. Pueden los grupos o comités de A.A. poseer o manejar hospitales,


casas de reposo, o entidades de rehabilitación en la comunidad?
R. Los miembros de A.A. han visto que los grupos, intergrupos y
comités no tienen éxito al manejar, operar o poseer este tipo de actividad,
así como tampoco lo han tenido cuando han tratado de poseer y manejar
clubes, guarderías, o finca raíz en cualquiera de sus formas.

-16-
17. P. Pueden los grupos de A.A. reunirse en forma regular en hospitales;
c;entros de 1rehabilitación, granjas de reposo, casas de desintoxicación
q clínicas para· alcohólicos internos o externos, sin que ello implique
afiliación? 1 •

R. Esto puede conducir a confusión acerca de la relación de A.A. con


el centre;> de tratamiento de alcoholismo. 1· •

Pero por lo menos dos soluciones han funcionado satisfactoriamente.


en algunos lugares, los miembros locales .de A.A. llevan sus reuniones a un
· centro cualquiera en la misma forma en que los miembros de A.A. han lle·
vado las reuniones a los hospitales y entidades correccionales desde 1941 .
Los funcionarios y directivos de la entidad en referencia permiten que los
miembros de A.A. ·manejen sus propias reuniones con los pa~ientes, y así
dichos pacientes pueden observar la diferencia entre los métodos·ctft A.A.
y los del centro de tratamiento.

En otros casos, las reuniones conducidas por miembro·s de A.\


5,~ de
"afuera", no son reuniones regulares en el sentido de A.A. sino rel!.Rio·
nes de información acerca de A.A., explicando claramente esa distiilÍción
una y otra vez. Esta es la forma como A.A. ha tomado parte en muchas
reuniones de juzgado durante casi 20 años - descr ibiendo el proQrama
de A.A . a las personas detenidas por delitos relacionados con el alcóhol.
(Para una mayor información acerca de este·-tipo de trabajo, p1,1eden
consultarse los Guidel ines acerca de Cooperación con las Cortes y Juzga-
dos, y programas similares).

18. P. Qué puede hacerse cuando se presentan grandes diferencias ·entre


un grupo o comité de A.A. y otras personas interesadas en el alcoho-
lismo?

R. En estos casos, lo mejor que puede hacerse es sostener una conver·


sación amistosa, franca y abierta. Generalmente, el delegado de área a la
Conferencia de Servicios Generales, o un antiguo delegado, es una perso-
na capacitada y se sentirá muy contento de p9der participar en remed iar
tales diferencias. El hallazgo de una solución depende de la buena v.olun-
tad para comunicarse con la otra persona o entidad y escuchar lo que esa
persona o entidad tengan que decir.

Muchas diferencias pueden presentarse a causa de mala interpreta~ión


o mala comprensión de los hechos, lo cual constituye una falta de infotina-
ción. Por ejemplo, las personas no alcohólicas pueden estar mal informadas
acerca de las Tradiciones de A.A., o por el contrario, muchos miembros de
A.A. son ignorantes de las regulaciones legales necesarias que gobiernan las
entidades ajenas a A.A. Generalmente, sólo es necesario el intercambio de
información y puntos de vista, haciendo énfasis en los deseos comunes.
Así puede eliminarse el problema y preservar la buena voluntad, par¡i que
tocios los interesados puedan volver a su trabajo de ayudar al alcohólico
desde sus diferentes enfoques.
- 17 -
19. P. Cuál es la política de A.A. con respecto al alcohólico que llega a las
reuniones obedeciendo una orden del juez, con objeto de obtener una
libertad bajo fianza o para salvar un trabajo?

R. Primero que todo, A.A. acepta a ese alcohólico. Es verdad que A.A.
es un programa voluntario, pero muchos de nosotros recordamos la tenaz
resistencia que ofrecíamos al principio. También sabemos que muchos de
nosotros finalmente llegamos a embarcarnos en el programa porque así lo
deseábamos, después de haber permanecido durante algún tiempo a su alre-
dedor . Por eso es una buena idea explicar esto al oficial o funcionario que
remite sus alcohólicos a A .A . También es conveniente aclarar que si bien
los miembros de A .A. pueden tratar de ayudar, no pueden garantizar la so-
briedad o la conducta futura de nadie (ni siquiera la propia!), ni aceptar
una responsabilidad distinta de "compartir la experiencia de A.A." con la
persona recién llegada.
Es muy útil, también, que los miembros de A.A . recuerden que, en
última instancia, el funcionario tiene la responsabilidad de sus propias
decisiones, decisiones que no son responsabilidad de A .A .
20. P. Cuál es la relación de A .A. con los retiros espirituales y otros tipos
de reuniones para alcohólicos que pueden estar o no relacionados o
bajo los auspicios de determinadas denominaciones religiosas?

R. No existe ninguna relación formal, así como tampoco existe una


relación estructural oficial o formal entre A.A. y las iglesias, templos, so-
ciedades éticas, humanísticas o agnósticas, o centros de meditación a los
cuales pueden asistir los miembros en forma individual y personal.
A .A. no patrocina esas reuniones. No existe ninguna clase de "Reti-
ros espirituales de A.A .'', así como tampoco existen "Granjas de A.A." o
"Centros de rehabilitación de A.A.".

21. P. Proporciona algún bien real cooperar con otros en el campo del al-
coholismo?

R. Existe una abrumadora prueba de que la cooperación realmente


proporciona bienestar para el individuo y para A .A . como un todo. Esta
prueba se deriva de un censo levantado en 1974 entre los grupos de A.A.
en los Estados Unidos y el Canadá:

El 39% de las personas que asistían a las reuniones en las cuales se hi-
zo la encuesta habían sido enviadas a A .A . por otra persona, entidad o so-
ciedad profesional diferente de A.A., con las cuales A .A. había cooperado.

Este descubrimiento significa, probablemente, que más de 280.000 de


nosotros estamos vivos y sobrios en A.A. hoy en día debido a la coopera-
ción de A.A. con otros interesados en el campo del alcoholismo.

Y muchos millones más de enfermos alcohólicos todavi'a están allí,


esperando nuestra ayuda.

- 18 -
PUBLICACIONES DE A.A.

Libros

ALCOHOLICOS ANONIMOS
ALCOHOLICOS ANONIMOS LLEGA A SU MAYOR EDAD
EL SENDERO DE VIDA (Como lo ve Bill)
VIVIR EN SOBRIEDAD

Folletos

44 PREGUNTAS Y RESPUESTAS ACERCA DE A.A.


LA TRADICION DE A.A. - COMO SE DESARROLLO
UN MINISTRO RELIGIOSO PREGUNTA ACERCA DE A.A.
TRES CHARLAS A SOCIEDADES MEDICAS POR BILL W.
ALCOHOLICOS ANONIMOS Y LA PROFES ION MEDICA
A.A. EN SU COMUNIDAD
lES A,A. PARA USTED?
ESTO ESA.A.
PREGUNTAS Y RESPUESTAS SOBRE PATROCINIO
EL EMPLEADO ALCOHOLICO Y A.A.
EL ARTICULO.DE JACK ALEXANDER
CARTA A UNA MUJER ALCOHOLICA
EL MIEMBRO DE A.A. Y EL ABUSO DE LAS DROGAS
EL GRUPO DE AA
EL R.S.G.
LAS DOCE TRADICIONES ILUSTRADAS
A.A. EN LOS HOSPITALES
A .A . EN PRISIONES
HABLANDO EN REUNIONES DE NO ALCOHOLICOS
COMO COMIENZA A.A. COMO CRECE
LO MEJOR DE B I LL
LUS DOCE PASOS
LAS DOCE TRADICIONES
LO QUE LE SUCEDIO A JOSE
COMO COOPERAN LOS MIEMBROS DE A.A . CON OTROS
ESFUERZOS DE LA COMUNIDAD PARA AYUDAR A LOS
ALCOHOLICOS

PUBLICACIONES PERIODICAS: BOLETIN - SERVICIO E INFORMA-


CION (Mensual) y A .A. EL MENSAJE (Trímestral)
Este sello aparece en la Iiteratura
aprobada por la Conferencia

YO SOY RESPONSABLE

Cuando cualquiera, dondequ iera,


ext ienda su mano pidiendo ayuda , yo quiero
que la mano de A. A. esté siempre allí.
Y por esto: Yo soy responsable.

EDITORIAL
M II I Tl~R6 F lr.&it I TO.ti.
CARTA A UNA
vIUJER ALCOHOLICA
.. .
Título en inglés:

LETTER TO A WOMAN ALCOHOLIC


ALCOHOLICOS ANONIMOS es una comunidad de hombres y mujeres
que comparten su mutua exper iencia, fortaleza y esperanza para resolver
su problema común y ayudar a otros a recuperarse del alcoholismo.

• El único requisito para ser miembro de A.A. es el deseo de dejar la


bebida-. - Para ser miembro de· A.A. no se pagan honorarios ni -cuotas; nos
mantenemos con nuestras propias contribuciones.

• A.A. no está afiliada a ninguna secta religiosa, partido poi ítico, organi-
zación o institución alguna; no desea intervenir en controversias; no respal-
da ni se opone a ninguna causa.

• Nuestro objetivo primordial es mantenernos sobrios y ayudar a otros


alcohólicos a alcanzar el estado de sobriedad.

Publicado por A.A. WORLD SERVICE INC. única agencia de


publicaciones de Alcohólicos Anónimos. Aprobado por la Confe-
rencia de Servicios Generales de A.A. Derechos reservados.
1954 The Hearts Corporation
Reimpreso con permiso especial
de la Revista Good Housekeeping
por
Alcoholics Anonymous Worl Services. lnc.
post Office Box 459
Grand Central Station
New York, N .Y., 10017
Impreso y distribuido por
Oficina de Servicios Generales de A.A.
para América del Sur
Ap. Aéreo 3070 - Cables "Literatura"
Tel. No. 45-43-09 - Medellín - Colombia
Con la autorización de A.A. Worl Services, lnc.
Carta a Una Mujer Alcohólica
Si yo viviera frente a su casa y observara su valiente y vana lu-
cha contra su enfermedad, y le hablara algunas veces cuando nos en-
contráramos por casualidad, no me atrevería a decirte personal.men-
te lo que ahora le escribo. Usted no me lo permitiría, porque tendría
miedo de mí. Pensaría que estoy en la conspiraci6n universal contra
usted y se ofendería conmigo por sospechar su secreta agonía.

Si nos miráramos cara a cara, yo no podría encontrar un modo


de hacerle saber cuánto me agrada used. No podría decirte que no
le encuentro nada despreciable ni ridículo, ni motivo para predicar-
le, pues usted no me dejaría hablar acerca de 1o que no es nada más
que su fatal enfermedad. Ambas fingirfomos que tat enfermedad no
existe. Por lo tanto, tengo que escribirle. Le es~ribo esta carta que
esconderé en un lugar donde usted podrá encontrarla y esconderla
de su familia, para después poderla Teer con tranqu ilidad.

Usted y yo e,mpezamos por tener....alg.o en común. Ambas sabemos


que está usted secretamente preocupada en una forma terribfe debido
a su problema alcohólico. •

Usted podrá tener cualquier edad; podrá ser una co!P.giala, una
joven madre, una profesional admirada, la esposa del' hombre más im-
por!ante de su comunidad, o una digna abuela. Puede que sea una
extrovertida y animadora de las reuniones sociales a que a~iste, o
una persona asustada, con complejos de inferioridad que tiene que
buscar el coraje en la botefla antes de intentar hacer cualquier co-
sa, por simple que sea para otra gente.

Usted puede haber estado bebiendo durante .mt>~es o años. Puede


ser que se sintiera horrorizada y lo negara acaloradamente si alguien
le dijera que es una alcohóTica, pero secretamente se está pregun-
tando si no lo será. Contestaré a eso inmediatamente, diciéndole que
si usted no puede controlar su modalidad de beber. si bebe más de
lo que usted misma admite, las probabil'idades son de que es una al-
coh61ica. Al escribir esta palabra, me refiero a una persona víctima
de una enfermufad. Una enfermedad que avanza progresivamente,
constantemente, reduciendo nuestro mundo, hasta llegar al extremo
en que no se desea más que eT alcohol y nada parece real sin alcohol.
Por ser usted una mujer, sus hábitos de beber son probablemen-
te muy secretos, puesto que habrá hecho todo lo posible para o::ultar
su enfermedad a todos, incluso a usted misma. Y puede ser qu_e haya

-3 -
tenido éxito. Puede ser que nadie sepa. todavía, que usted acostum-
bra beber. Porque usted no se atreve a beber un · solo "co:;ktail" ea
público, sabiendo que la primera copa es el principio de una larga
serie, durante la cual inevitablemente, perderá el control. Puede ser
que sea una bebedora de "dormitorio" y tal vez en este momento
esté usted en su cuarto con la intendón ·de buscar la botella que tie-
ne escondida entre sus ropas o en alguna caja de sombreros. Puede
ser que su familia aún no sospeche nada de sus frecuentes "doiores
de cabeza".

Por otra parte, puede que sea usted una de esas sombras que vi-
yen sus vidas en los bares y confiterías. Puede ser que sea usted el
problema del vecindario o el escándalo de ·su pueblo. Su famil"ia pue-
de haberse cansado de ocultar su · modalidad de beber; puede que
aún sus mismos hijos ni siquiera se preocupen ya en buscar excusas
para justificarla. O puede que haya usted perdido a su familia debi-
do a su impotencia para .
controlarse
.
con la bebida.

Pero cualquiera que sea la etapa en la cual se encuentra en este


momento, hay todavía esperanzas para usted en un lugar donde no
st Je culpará ni se la cubrirá de oprobio. Usted no se merece los dis-
cursos de los que no comprenden su problema, ni las acusaciones que
le hacen, tales como las siguientes: "Si verdaderamente nos quieres,
dejarías de beber" o "No piensas en nadie, sino en tí misma". "D'..!-
bería darle vergüenza, con tu educación, y . todas las oporlunidades
que has tenido". Usted no es un monstruo egoísta e inmoral. Todo
ro contrario, es una mujer que está desesperadamente enferma.

Después de comprender esto, el próximo paso es act:.p'lar el he,ho


de que está usted libre de toda culpa. Cuando admita que es una al-
cohólica, ya no merece ser condenada y castigada. (aparte del castigo
inhumano que se ha infligido usted misma): Debe sólo atcp!ar y re-
conocer er hecho de que está enferma. Su enfermedad es peligrosa y
puede destruír todo lo que la rodea; si esa enfermedad no se detiene
a tiempo puede destruír el cerebro y el cuerpo de la víctima. Pero no
es su "culpa", como no lo sería si tuviera gripe o diabetes; El alcohol
es veneno para usted si es una alcohólica.

No está sola en la tortura indescriptible que es er alcoholismo.


Hay muchos miles de mujeres como usted, en. etapas iniciales o fina-
les de desintegración. De los sesenta y cinco milrones de personas en
nuestro país que ingieren alcohol, más de cuatro millones son alco-
hól'icos. Aproximadamente 650.000 de éstos son mujeres. Es difícil
contarlas exactamente, pues las mujeres, especialmente las amas de
casa, pueden ocultar su condición de alcohólicas mejor que los hom-
bres. Pueden ocuJ'lar su enfermedad, por lo menos por un tiempo.
Pero la mujer alcohólica sufre más intensamente que el- hombre. Su
si:ología y su constitución es más complej~ y sensible. Puede_tolerar
-4 ·
menos su propio desprecio de si misma y sufre más que el hombre
por el estigma social ~ue una sociedad ignorante aún considera al
akoholismo. No necesito~ecirle que estoy segura de lo que le digo.
Quisiera de todo ,cbrazón que todo esto no fuese más que una teoria
interesante, perQ oien sé que no Jo es.

La arrogancia con que se defiende el hombre alcohólico, no llega


a las mujeres hasta que casi han ,matado su verdadera personalidad.
He oído a muchas mujeres afcohólicas decir: "Estaba completamente
muerta por dentro. Nada podía llegarme y ayudarme" .

Es muy difíci! para la mayoría de las mujeres el admitir, aún a


ellas mismas, que son afcohólicas. Sin embargo, esta admisión es el
primer paso hacia la sobriedad y la normalidad. Si usted aún no ha
dado ese primer paso, permítame que la ayude a darlo hoy. Pues si
puede admitir que su pánico interior es síntoma de alcohofismo, quie•
re decir que está preparada para recibir ayuda.

Mi propósito al escribirle esta carta, es para- decirle que a pesar


de su desesperada enfermedad, puede "reincorporarse a la raza hu-
mana" y vivir una vida razonable y normal. Es más: puede ser que
encuentre que en su nueva vida es .mucho más fel'iz que la mayoría
de las personas. No podrá volver a la antigua vida que soportó antes
que el· alcoholismo fa derrotara. -Esa vidá no era buena· i,ara 'lJstNI.-
Intentó escapar de su frustración y desesperación por medio de la
bebida. La vida de ra cual le voy a hablar, está al otro lado de una
gran experiencia, y usted puede encontrarla y ser exactamente lo
que Dios quiso que fuese al darle la vida.

Es sobre Alcohólicos Anónimos que quiero escribirle. Ha conse•


guido detener er beber anormal de : más de un cuarto de millón de
personas desesperadas y derrotadas,- hombres y mujeres que han lo•
grado rehacer su vidas. Si tiene usted la suficiente humildad y de•
seos de ser ayudada, no sólo hará que su copa de hoy sea definitiva•
mente la úllima, sino que le dará una nueva vida, imposible de des--
<.:ribir por fo buena y beneficiosa que les resulta a todos los que pu~
den apreciarla.

El público en general tiene muy pocos conocimientos de la forma


en que trabaja A.A., y es un hecho que nadie puede explicar el éxi-
to de esta sociedad en forma coherente. Pero hay evidencias multi-
pficadas de que realmente da resultados. Después de admitir ante
us!ed misma que es impotente contra el alcohol, si sincera.mente de•
sea ayuda, ponga su vida en manos de un poder superior a usted
misma. En un plano superficial, esto significaría muy poco, pero en
el profundo plano emocional con que se hace este pedido (y con to-
dos sus sufrimientos endosando su ruego), ra fuerza más grande que
un ser humano pueda desarrollar es liberada. La presencia de este
. 5.
poder es más fuerte que ~! alcohol, ,ue hasta er ~omento hab~a. sido
la necesidad principal, mas fuerte aun que el carmo a la fam1ha, er
propio respeto y la misma autopreservación. A los miembros de A,A.
no les resulta fácil discutir esta tremenda experiencia. Pero no ne-
cesita ser discutida; sus resultados están por encima de toda duda.
Nadie sabe cómo, pero el hecho es que "resulta" .

Permítame hablar de usted misma por un ,minuto. Para empezar,


¿cómo se convirtió en una alcohólica? No simplemente por maldad o
capricho, con toda seguridad. La ciencia médica y la siquiatría han
establecido el hecho de que Ta mayoría de los que beben en exceso
Jo hacen debido a causas emocionales. He conocido dos mujeres que
se convirlieron en alcohólicas porque habían perdido a sus hijos, y
muchas porque sus maridos les fallaron. Casi todos los alcohólicos
son perfeccionistas e idealistas. Esperan realizar maravillas en sus
vidas, y cuando no pueden vivir de acuerdo con sus ideales, no .les
resurta posible soportar la desilusión que sienten ante sí mismos.

A pesar de Jo que la mayoría de la gente cree, los alcohólicos


tienen conciencias terriblemente sensibles. Se preo::upan tan profun-
damente por todas fas cosas, que no pueden soportar las angustias y
preo.:upaciones. Cuando una conciencia irresistible tropieza lOn una
inamovible inhabilidad para soportar fas agonías de bs preocupa::io-
nes, se crea una abierta invitación al excesivo beber.

Los confüctos· emocionales en Tos supersensibles individuos que


son los alcohólicos se hacen tan insoportables que una vía de escape,
equivalente a la inconsciencia total", se hace casi imperativa. En al-
gunos alcohólicos un sentimiento de inferioridad nacido en la niñez
provoca un "mecanismo de compensación" que produce un insaciable
deseo de ser ponderados y de tener éxitos, que nunca se satisfacen
con 103 que obtienen. En las mujeres, er ego inflado exige alabanzas,
indulgencias y, en algunos casos, romances continuos. Desilusionada
por el fracaso ante sus excesivas demandas por lo perfecto, la mujer
frus!rada cree argunas veces en las engañosas promesas del alcohol,
promesas mentirosas y fatales.

Cuando estas tensiones emocionales existen agregadas a una aler-


gia física, la ruina alcohólica es inevitable. La gente bebe porque es
desdichada; es desdichada porque bebe, y l'a espiral viciosa continúa
hasta que es imposible determinar las causas y los efectos

El camino de liberación de esta tortura sin fin incluye el trata-


miento de la obsesión emocional' y de la alergia física. La siquiatría
y la medicina han trabajado juntas en miles de casos, y en algunos
han tenido éxito. Pero sus resultados· de éxito permanentes son desi-
Jusionadoramente bajos. Se llama al alcohólico "er sufrimiento de la
profesión médica", pues la mayoría de las veces er médico sabe derna-


siado bien que ese cuerpo derrotado y suicida que está tratando para
que vuelva a ra normalidad física, en un plazo de pocos meses regre-
sará a él exactamente en las mismas o en peores condiciones.

Los resultados positivos de Alcohól'icos Anónimos son, por otra


parte, inexplicablemente elevados. Se calcula que generalmente er
7 5 % de los alcohólicos que sinceramente desean probar los métodos
de A.A., obtienen el triunfo. En algunos casos· en forma inéreíblemen-
te simple. Cuando Jlegan al final de sus propios recursos piden la
ayuda de A.A., y desde ese día en adelante nunca vueTven a beber.
En otros casos entran y salen de A.A. por varios meses. Conozco una
mujer joven que estuvo tres años probando los métodos de A.A. sin
grandes resultados. Aun algunos de los A.A. que procuraban ayu-
darra h abían perdido la fe en que tuviera probabilidades de éxito.
Pero ella, porfiadamente, creía que finalmente lograría dejar de be-
ber. Una noche tuve el gusto de a~istir a su ''tercer aniversario" y
de verla apagar las velilas en su torta de cumpleaños

No parecía la ·misma persona que había ruchado tan sin esperan-


zas a través de tantos sombríos años. Cuando la hablaron por prime-
ra vez de A.A. llevaba bebiendo ocho años, desde que tenía dieci-
nueve. Su familia Ta había ab.~ndonado, pues gr::idualmente había des-
cendido· tanto que se cnconlraba fuera dd akan-:e d,~ los suyos. A los
27 años representaba cua renta; gruesa, descuid:1da e irritable. Era
casi imposible mirar a la cl'cgante mujer que apagó las tres velitas, en-
cantadora en su vestido bl.anco, y relacionarla con la mujer gorda e
hinchada que había tomado su última copa tres años antes. Reciente-
mente se ha casado con un hombre excelente que fa entiende perfec-
tamente y la admira con toda justiá1. Dicen que han logrado el pre-
mio mayor de la Jot<.>ría matrimonial, y al vcrl'os juntos no es difícil
creerles.

Uno de los milagros óe A.A. es que transforma los cuerpos tan-


to como fas emociones y las, inteligencias. La sustancia misma de piel
y cabellos parece renovarse. Mujeres cuyos cuerpos han sido degra-
dados por descuido y abusos, ahora dan gran valor a su apariencia,
pues como me dijo una de ellas, "parece que Dios hubiese pintado
un nuevo éuadro de mí misma".

No son ilusiones mis afirmaciones de que puede usted encontrar


más que la felicidad corriente en fa vida d:: los miembros de A.A.
De todos los grupos del mundo, estos seres que se han salvado a sí
mismos de los horrorosos abismos del alcohol"i~mo, son los más feli-
ces y exuberantes que jamás he conocido. No son indi ferentes ni
aburridos ahora. La vida en general se ha inlensificado para elfos.
A usted Je parecerá imposible ahora que pueda ser tan feliz sin nada
para beber, pero en A.A. puede aprender nuevos sign ificados de la
palabra "felicidad'"
. 7.
Cuando uno se detiene ante un ~arón donde están reunidos los
Alcohóliros Anónimos, Jo que se oye con más frecuencia son risas.
Suaves risas que sólo pueden provenir de gente que ha mirado cara
a cara la destrucción y la catástrofe, no una vez sino continuamente
a lo largo de muchos años, y que se siente ahora libre y sin temores.
La risa, en fin, de gente que se ha tomado de la mano de Dios y se
siente segura.

Esa es la base de Alcohólicos Anónimos; un h¡:cho casi increíble


a un mundo semitemeroso de esperar demasiado de Dios en la vida
diaria. Lo único que reai'mente d~cide el h~: ho d-! si en: ontrará us-
ted o no la rnbriedad en A.A. es un "sinC"ero deseo". Sinceridad pa-
ra admitir que es impotente ante el akohol y que su vida se ha tor-
nado ingobernable. Luego, sinceridad para poner su vida y su volun-
tad en manos de Dios, según su propio concepto de El. Esta sinceri-
dad no puede ser sino profunda. No Sf! lrega a eso hasta que uno no
tenga dudas de que ha rebasado el últ imo recurso, y de que está in-
defenso. Es el punto en el cual se apoya el refrán que dice: "La limi-
tación dcf hombre es la oportunidad de Dios".

Es un pedido de ayuda que viene de tan adentro, que aún uno


mismo no lo reconoce a ve:::-es como una plegaria, por lo meno~ has-
ta después que esta ha sido contestada.

Como un ejemplo, permítame contarle có.mo una amiga mía se


unió a l'os A.A. La llamaré Nora, aunque no es éste su nombre. A.A.
asegura la más absoluta anonimidad y uno no debe tener dudas acer-
ca de la confianza que inspiran y la discreción de estos Grupos. Nora
había tenido una niñez desdil hada en un hogar d :sdi:hado. Las co-
sas nunca le habían salido muy bien, y no creía que jamás podría te-
ner suerte en algo. A .medida q ue crecía, la al':::-anzaron una tragedia
tras otra, y ella trató de escapar a la realidad por medio de la bebida.

La primera cosa buena que tuvo su vida fue el amor que erta y
su marido se tenían. Poco después d.e casarse Nora comprendió que
era una alcohólica. Antes de su matrimonio creía que bebía porque
era d ~sd ichada, y ahora que había alca nzado la felicidad descubrió
que no podía dejar de beber. Hizo todo lo posible para ocurtar a su
marido la verdad sobre sí misma. Pero su compulsión alcohólica lle-
gó a ser tan intolerable, que apenas salía él por la mañana se toma-
ba vari as copas de golpe, (los alcohól'icos beben _más rápidamente que
o!ra· gente). Permanecía e n la cama casi todo el día odifodose a sí
misma. Cuando le parecía que la cab::za se le partía se coro:.:aba un a
bolsa de hielo, y al llegar su marido se corría ra bolsa b asta las me-
jillas di::iendo que le dorían las muelas.

Gradualmente, como. era de esperar, su marido descubrió la ver-


dad. Le rogó que le prometiera no volver a tocar el al'cohol, y ella

-8 -
prometió con entusiasmo. Pero en cuanto se encontró sola fue impo-
tente para resistir. Su esposo obtuvo ayuda médica para ella, pero
no dió ningún resultado. Estuvo internada muchas veces en sanato-
rios, pero este recurso también falló.

Esta vida miserabfe ,continuó por varios años, sin un rayo de es-
peranza. Después, un día Tuvo un accidente manejando su automóvil.
Los médicos le dijeron a su marido que era imposible que viviera.
Milagrosamente se recuperó, y esto le pareció una nueva prueba de
su mala suerte, pues estaba cansada de la vida.

En el camino de regreso der hospital, su marido le dijo que por


el bien de ambos iba a internarla permanentemente en una institu-
ción. Ella accedió a ser internada en forma permanente, pues Jo ama-
ba demasiado para continuar matándolo poco a poco como estaba
haciendo.

Al Uegar a su casa la pusieron en cama inmediatamente, y me


contó que entonces, por primera vez en su vida, rogó a Dios desde
lo más profundo de su ser, diciendo: "Si puedes ayudarme, ayúdame
ahora". Más tarde se dure1ió por un rato, y al despertar pidió a su
marido que llamara un médico. ¿Cuál de ellos querida?, re pregun-
tó él, pues numerosos médicos habían pasado por aquel desorganiza•
do hogar. Elfa mencionó el primer nombre que recordó, un médico a
quien ni había visto por varios años. Media hora más tarde llegaba
el médico. Desde la época en que la había tratado, sin éxito, se había
interesado en Alcohólicos Anónimos. Inmediatamente Tla,mó por telé-
fonó al Grupo local, y poco después una mujer de A.A llegaba a ca-
sa de Nora.

Nora no ha vuelto a beber desde entonces. Está convencida que


desde el mismo momento en que dijo su muy sencilla oración, la mis-
ma fue escuchada. Nunca dudó de que el resultado final sería su re-
cuperación. Efla es ahora una amable y hermosa mujer, llena de fe.
licidad y completamente libre. El miedo y los sentimientos de infe-
rioridad, así corno también su supersticiosa idea de que estaba mar-
cada por la "mala suerte" se han disipado por completo. Su vida es-
tá Tlena de actividad e interés. Pero nunca, en ningún momento, ol-
vida que se entregó a sí misma y su vida al cuidado de Dios. Re-
cuerda que es una alcohólica incurable, y que un solo trago puede
volverla a sumir en la oscuridad. Me cuenta que cada noche, antes
de dormirse, dice: "Gracias, Dios, por haberme mantenido sobria hoy".

Para demostrarTe lo completa que es la alergia en algunos alco-


hólicos, le contaré la historia de una abuela, a quien llamaremos Jane,
que bebió el primer trago de su vida a la edad de cincuenta y nuevo
años. Fue en una fiesta con aTgunos vecinos. Los demás tomaron un
vaso o dos, pero a Jane le había gusta_po ·la sensación del alcohol que

-9 .
nunca había probado antes, y no podía dejar de beber. Tanto es así,
que antes de terminar la fiesta, la dueña de casa la convidó con va-
rias copas, pues resultaba gracioso ver a esta pequeña y digna seño-
ra tan entusia~,mada por la bebida. Cuando negó su marido J im a bus-
carla, Jane se encuentraba haciéndose papelones muy alegremente. Jim
la llevó a casa, la puso en la cama, donde se durmió inmediatamente.
Pero en eT momento de dormirse dijo: "Jim, nos hemos perdido lo
mejor de la vida. Mañana te prepararé unos ricos cocktails".

Al otro día Jane fue a un almacén y compró una botella de whis-


ky. Su intención era tomar un solo trago, y reservar el resto para
co:ktail's, a fin de demostrar a Jim lo que se había perdido. Pero ese
solo trago la impulsó a beberse toda la botella. Era una al ·oh6lica,
compfeta y absolutamente desarrollada que había estado esperando
solamente el primer trago para "desalarse".

· Desde ese día se convirtió en una bebedora sin control. Al prin-


cipio pareció sumamente gracioso que esto le ocurriera a esta digna
señora. Pero antes que transcurriera un mes, tanto ella como Jim
comprendieron que tenían un serio problema. Sus hi;os no querían
creer en lo ocurrido. Parecía demasiado fantástico, pero no había
duda a:erca de su alcoholismo, pues nuda le impor;aba sino su ra-
ción diaria. Su consejero espiritual rezaba por ella, )US nueras man-
tenían a los nietos fuera de su vista, su médi~o le dió una droga,
Antabuse, que crea una aversión al alcohol. Pero eso casi la mató,
pues a pernr de las advertencias bebió alcohol inmediatamente des-
pués de tomar el Antabuse.

Siguieron seis horribfes años. Cuando no podía obtener dinero


de otra manera salía a la calle y mendigaba. Vendió su ropa, le ro-
bó a su marido, y hasta obtuvo un empleo para limpiar el piso de
un bar a cambio de copas. Ef día que fue arrestada por la policía por
ebriedad y desorden fue cuando finalmente . tocó fondo. Luego por su
propia voluntad asistió a una reunión de A.A. Fue el principio de
su rehabilitación.

Una reunión de Alcohólicos ~nónimos es una tremenda experien-


cia para cualquier persona, aun para una no alcohól'ica como yo. En
primer lugar, uno se siente sorprendido al descubrir que no es una
ocasión solemne. Se encuentra uno con una mezcla de personas, y
excepto aquellos que asisten por primera vez, todos están habfando
y riendo. Unicamente los nombres de pila se utilizan, a fin de man-
tener ra anonimidad. La única ma rca distintiva del grupo es que to-
do el mundo es extraordinariamente amable y cariñoso para con to-
dos los dem·ás. Es como si toda la timidez, fingimientos y vergüenza
se hubieran dejado en la puerta, y la gente actúa espontáneamente,
cálidamente desde su interior, y no con una fría y cautelosa cortesía
externa.

- 10 -
Muchos A.A. .me han dicho que se sintieron cómodos por primo-
ra vez en su vida cuando asistieron a una de estas reuniones. Estos
se entienden, pues allí nadie · critica, ni acusa, ni se escandaliza por
nada. Allí se encuentra completa comprensión, pues todas las perso-
nas presentes han pasado por er mismo purgatorio. Hay aquí también
personas a las que no se puede engañar con las coartadas, excusas y
mentiras que todos los alcohólicos tienen siempre a mano. Hay aquí
gente que conoce todas las tretas, y se lo dicen alegremente. """Es un
arivio encontrarse entre tales personas, después de haber vivido años
entre mentiras y subterfugios. Es tan excitante como si una hubiese
descubierto una nueva raza, sin egoísmos ni falso orgullo. Es tan có-
modo · como si se encontrara uno en una habitación llena de gente,
donde todos son uno mismo, bajo diferentes aspectos. Uno llega a
comprender que puede confiar en que elfos nos verán t.a n buenos y
tan malos como realmente somos, sin cll_!par_nos ni avergonzarnos.

Las reuniones se desarrollan en forma muy simple. En Califor-


nia. por ejempfo, una reunión de A.As se inicia con la lectura de un
capltulo del libro "Alcohólicos Anónimos" titulado: "Cómo trabaja el
Programa". Uno de los miembros se ofrece para actuar como dirigen-
te de fa reunión. Este puede empezar en la siguiente forma: "Buenas
noches amigos", "Yo soy un alcohólico". Después de con!ar un poco
de su propia historia, presenta a los oradores que ha elegido a fin de
que hablen sobre sí mismos. Cada orador, hombre o mujer, cuenta
lo que fué, lo que es ahora y la forma en que hizo er viaje entre los
dos puntos. Cuentan sus historias con toda franqueza, y a veces con
comen!arios humorísticos. Un alcohólico que asiste por primera vez
muchas veces se siente impresionado enormemente y también ali-
viado al escuchar que esos horrores, que siempre había estado acos-
tumbrado a que se comentaran en susurros detrás de sus espaldas,
son ahora ventifados en voz alta, con palabras simples y con risas.
Las inhibiciones y la autocondenación demasiado dolorosas para ser
admitidas se vienen abajo como paredes de cera ante esta simple te.
rapéutica.

Cuando pregunto a un A.A., cómo puede reírse y burlarse de


sus anteriores sufrimientos, me dice: •·verá usted; todo eso le ocurrió
a mi peor enemigo, no a mí" . Es .la más completa forma de divorcio
del pasado, que ninguna terapéutica haya jamás fogrado alcanzar.
El pasado fue una serie de dolores de cabeza d.espués de las borra-
cheras, pero cuando el pasado queda atrás no deja ni dolores de ca-
beza ni cicatrices.

Al final de Ta reunión hay un momento de silenciosa oración, to-


dos se ponen de pie y repiten el Padrenuestro. Desafío a cualquiera
que haya participado en esta parte de la reunión a que diga que no
se sintió conmovido. Muchos alcohólicos han perdido todo en su vi-
da social, y A.A. fes ofrece una confortable y fácil oportunidad pa-
ra hacerse nuevamente de amigos y otra vez "pertenecer".
- 11 .
Hay reuniones todos los días. En los Angeles soTamente hay trein-
ta y cinco reuniones todas las noches. Generalmente asiste una pe-
queña cantidad mayor de hombres que de mujeres. Hay también reu-
niones para hombres solos, que se sienten más libres sin mujeres pre-
sentes, las que se nevan a cabo por la mañana o temprano por la
tarde.

Además de. los lugares usuales de ·reunión, en muchas ciudades


se mantienen clubes donde los a.migso pueden comer juntos, jugar un
poco al "bridge" o simplemente charrar (uno de los pasatiempos fa-
voritos de los alcohólicos) después de años de evasivas. Realmente los
alcohóricos son gente sociable que se han lastimado a sí mismos pro-
fundamente al destruír las relaciones humanas. Ahora vuelven a te-
ner fe en los demás y a inspirar fe con la mayor sinceridad.
El alcoholismo es una enfermedad incurable. La persona que pa-
dece de esta enfermedad jamás puede volver a beber so::ialmente.
Esta alergia está presente toda la vida, pero estando el enfermo vin-
culado a A.A. no hay que tener ningún temor. Uno no tiene por qué
o:ultarse del alcohol ni evitar a los bebedores moderados. Solamente
busta con guardarse de tomar el primer trago, siempre, mientras du-
re ra vida. Los A.A. dicen alegremente: "No to.me el primer trago y
nunca tendrá necesidad de tomar otro". Esto es posible día a día(
Los A.A. se mantienen conscientes de la presencia de Dios, y a tra-
vés de ese contacto consciente el p&:Qblema múltipre que una vez des-
trozó todas las fases de sus vidas rn resuelve finalrr.entl", y la rehabi-
litación se inicia casi sin esfuerzo.
Si ha tlegado usted a -esta parte de mi carta, amiga mfa, com-
pre nderá que no la condeno en absoluto. Y el cariño que le tengo
está multiplicado por miles: todo lo que tiene que hacer es extender
ra .mano y aferrarse a ese cariño, que está esperando la oportunidad
de entrar en acción en beneficio suyo. La ayuda está tan cerca suya
como la distancia que la separa de su aparato telefónico.

En su guía de teléfonos está el número, bajo la . A. Alcohólicos


Anónimos. .Uame y pida que la visite una mujer. No hace falta que
Je diga a nadie que ha dado usted este paso. Cuando su visitante lle-
gue usted no tendrá que decirle nada doloroso sobre sí misma. No
tendrá que decirle gran cosa_de nada. Ella sabrá todo ro -que se re-
fiere en cuanto a su problema alcohólico, mucho más de lo que usted
misma sabe, pues elfa ha recorrido todos los parns que usted está re-
corriendo, y quizá ha llegado aún .más lejos que usted. Y se ha re-
cuperado para disfrutar de una vida sobria y útil como nunca cre-
yó que pudiera ser posible para ella.
Si eo~uen•.ra ro que hay en Alcohólicos Anónimos para usted, tal
vez querrá esc.:ribirme y contármelo. O mejor aún, busque a otra mu-
jer que lo ne=esite y cuénteselo a ella. ¡Ahora, que Dios la bendiga!

- 12 -
PUBLICACIONES DE A.A.
Aprobadas por la Conferencia
LIBRO ALCOHOLICOS ANONIMOS
LIBRO EMPASTADO _
LIBRO A . A. LLEGA A SU MAYOR EDAD
LIBRO VIVIR EN SOBR IEDAD
LIBRO EL SENDERO DE VIDA
LIBRO MANUAL DE SERVICIOS DE A. A .
ESTO ES A. A.
44 PREGUNTAS Y RESPUESTAS
ES A. A. PARA USTED?
EL MARIDO ALCOHOLICO
SEDANTES, ESTIMULANTES Y EL ALCOHOLICO
A. A . POR JACK ALEXANDER
CARTA A UNA MUJER ALCOHOLICA
PREGUNTAS Y RESPUESTAS SOBRE PATROCINIO
LO QUE LE SUCEDIO A JOSE
LOS DOCE PASOS
LAS DOCE TRADICIONES
A. A. EN SU COMUNIDAD
LA AGRUPACION DE A. A.
COMO COMIENZA A. A., COMO CRECE
A. A. Y LA PROFESION MED ICA
EL EMPLEADO ALCOHOLICO
A. A. EL GRUPO
LA Ml:JOR DE BILL
LA TRADICION DE A. A. COMO SE DESARROLLO
EL MINISTRO RELIGIOSO PREGUNTA ACERCA DE A.A.
DIRECTORIO NACIONAL DE A.A.
A . A. EN PRISIONES
A . A. EN HOSPITALES
COMO COOPERAN LOS MIEMBROS DE A. A.
CON OTROS ESFUERZOS DE LA COMUNIDAD
COM(l TRABAJA EL PROGRAMA
TRES c;~ARLAS A SOCIEDADES MEDICAS
HABLAN[>,'"> EN REUNIONES DE NO ALCOHOLICOS
LAS TRADl<.:ONES ILUSTRADAS
REVISTA A. A . EL MENSAJE
BOLETIN SERVIC!O E _INFORMACION

- 13 -
] Marido Alcohólico
Un mensaje a las Esposas
"Alcohólicos Anónimos es una comunidad
de hombres y mujeres que comparten su mutua
experiencia, fortaleza y esperanza para resolver su
problema común y ayudar a otros a recuperarse
del alcoholismo.

El único requisito para ser mienbro de A.A.


es el deseo de dejar la bebida. Para ser mienbro de
A.A. no se pagan honorarios ni cuotas¡ nos man-
tenemos con nuestras propias contribuciones. A.A.
no está afiliada a ninguna secta religiosa, partido
polilico, organización o institución alguna¡ no de-
sea intervenir en controversias, no respalda ni se o-
pone I ninguna causa. Nuestro objetivo primordial
es mantenernos sobrios y ayudar a otros alcohóli-
cos a alcanzar el estado de sobriedad".

Editado por A.A. WORLD SERVICES, INC., única agencia


de publicaciones de ALCOHOLICOS ANONIMOS. Aprobado
por 11 Conferencia de Servicios Generales de A.A.
Todos los derechos reservados.
COPYRIGHT 1954

ALCOHOLICOS ANONIMOS WORLD SERVICES, INC.


Impreso y distribuido por : Oficina de Servicios GeneralH
de A.A., para América del Sur.

Apartado Aéreo No. 3070 • CablH: "Literatura".


Medellín. Colombla. - Teléfono: 45 43 09
Con la autorización de A.A. World Servlces lnc. Box 459,
Grand Central Station, New York 10017 N.Y.

Prohibida la reproducción parcial o total sin


permiso de la O.S.G. de Medellin.
COMITE DE LITERATURA.
ALAS ESPOSAS
Este es un mensaje de esperanza apoyado en la experiencia : la
historia de un sencillo programa de restablecimiento de una enfer-
medad que ha destrozado la paz y la alegría de millares de hogares.
La enfermedad es EL ALCOHOLISMO, cuyas víctimas, tan a menu-
do, son los maridos y padres de hogares; hogares que sólo existen de
nombre.

Si Ud. es la esposa de un hombre que ya no puede controlar


como antes la cantidad de tragos que se toma; si está aturdida y de-
sesperada, en una posición en donde todo su amor, fe y devoción pa·
recen inútiles, puede tener esperanza de la experiencia de miles de
esposas. Estas son mujeres que antes compartían su frustración, pe-
ro que han visto a sus maridos liberados de las garras del alcohol. Sus
maridos han acudido al programa y compañerismo de ALCOHOLI·
COS ANONIMOS y han encontrado una manera d.e vivir sin alcohol.

Esta traducción del inglés al español, tiene por objeto contes-


tar muchas preguntas que frecuentemente hacen las esposas antes y
después que sus maridos se interesan en A.A . (1 ). Si su marido pa-
rece ser un bebedor "¡:,roblema", y es indiferente o adverso a la idea
de que necesita ayuda (como muchísimos miembros de A.A. eran
antes), las siguientes aclaraciones pueden demostrar lo que se puede
hacer y no hacer.

Si su marido, en cambio, ya es miembro de A.A. y usted desea


~aber de qué trata el programa de A.A. y cómo puede ayudarlo a tener
éxito, las observaciones siguientes pueden ser de algún valor.

En la invitación que se le hace, de conocer el programa de A.A.,


hay siempre una advertencia importante y es , la sugerencia de que a
medida que lea o escuche, mantenga su mente abierta cuando algún
punto o aspecto del programa la pueda confundir o inquietar. Pregun-
tas que no aparecen contestadas en esta publicación puede encontrarlas
en otra literatura de A.A. Más respuestas se consiguen también hablan-
do personalmente con miembros de A.A. Si prefiere, dirija una carta a
General Service Office, Box 459, Grand Central Annex, New York,
EE. UU. de América, o al apartado aéreo 3070 Medellín, Colombia,
S.A.

(1) Alcohólicos Anónimos.

3
COMPRENDIENDO SU PROBLEMA

La mayor parte de las esposas están dispuestas a asumir nuevas


responsabilidades y hacer frente a nuevos problemas, en su esfuerzo por
crear y mantener una vida feliz con su marido y sus hijos·. Generalmente
están advertidas antes de casarse, que posiblemente tendrán que ajustar
sus costumbres para adaptarse a la personalidad de su marido, y pueden
esperar, con razón, que su marido va a cargar por lo menos con la mitad
de la tarea. Reciben consejos de sus amigas del modo correcto de cómo
manejar el hogar, cómo economizar y no malgastar en el mercado, có•
mo mantenerse atractivas y deseables a su marido. Mas, rara vez está
preparada la esposa para hacer frente al problema de su marido que se
ha degenerado por causa del alcohol. Este problema desconcertante, es
generalmente nuevo y extrai'lo a la vida que llevaba con sus padres an-
tes de casarse.

Miles de esposas de miembros ahora de A.A, pueden ser testigos de


aquella sensación de azoramiento total en que se sentían sumergidas,
cuando por primera vez se dieron cuenta de que sus maridos no pod lan
beber ya normalmente como al principio. Algunas se pon ian disgustadas
o resentidas otras acud Ian a la ayuda médica y a la religión¡ otras opta-
ron por el camino de la adulación o bebían a la par de sus maridos, o
bien se retiraron de un mundo del cual los hombres que tomaban fue-
ron exclu Idos.

Sean como fueren sus reacciones individuales, al principio casi


todas ellas llegaron al extremo en que tuvieron que admitir la derrota
en sus esfuerzos por combatir este raro ~roblema. En efecto, la mayor
parte de ellas, Junto con sus maridos, sabían muy poco del problemél
mismo. Probablemente le interesará la lectura de este folleto porque
Ud. también busca la solución de un problema que ha desafiado todos
sus empef\os prácticos, emocionales.D intelectuales para resolverl_o.

No puede comprender por qué un hombre, que es decente y hon•


rado en todas sus otras relaciones, puede, de un momento a otro, vol•
verse brutal, engai'loso e irresponsable cuando empieza a beber. NQ
llega a entender, cómo puede un hombre pasar una semana, meses Q
hasta más tiempo sin tomar un trago y de pronto olvidar todas las an,
gustlas pasadas de un periodo prolongado en que estuvo bebiendo. Po,
siblemente tampoco puede comprender que un hombre, cuando está en
su juicio y abstemlo 1 que es obvio que la adora a Ud. y a sus ~ijos, pue,
da, cuando cae bajo el influjo del alcohol, verse complicado en toda el ■•
11 de situaciones comprometedoras.

Lo peor de todo puede ser su impotencia para comprender pQr


qué su marido se permite perder el control sobre la cantidad que beb•
repetidas veces, cuando su corazón le dice que él con toda sinceridad y

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honradez desea dejar de beber. Sólo una mujer que haya sufrido esta
dura prueba, puede apreciar cabalmente lo desconcertante que este
problema puede parecer a otra esposa. Existen actualmente muchas
mujeres como ésta, que han visto a sus maridos arrastrados y precipita-
dos al abismo del alcohol, pero que al fin encontraron una salida por
medio del programa de recuperación que brinda A.A.

Ellas saben lo que significa tener que "proteger nilios y adoles•


centes" de un padre bebedor. Ellas conocen la desgracia de ver cómo
buenos µuestos, ahorros valiosos y hermosas casas se desvanecen sólo
porque Juan o Jaime no pudieron controlar sus bebederas. Ellas
comprenden los comentarios indirectos del vecino; también recuerdan
lo agrio de los pleitos originados por e l alcohol y la vergüenza de verse
obligadas a participar a sus parientes las condiciones reinantes en sus
casas.

Dominadas por e l terror y frustración, algunas de éstas esposas


decidieron tomar drásticas medidas, esperando así escandalizar o asus-
tar o herir a sus hombres. Aceptaron empleos y echaron en cara a sus
hombres su incapac idad de ganarse la vida, que ya no parecían capaces
o carecían de la voluntad de atender a sus negocios. Trancaron las puer-
tas a sus maridos o regresaron a sus padres llevándose con ellas a los
hijos. Algunas de ellas hicieron arreglos para separarse legalmente o bus-
caron la libertad por medio del paso más drástico de todos: el divorcio.

La mayoría de las esposas de estos bebedores que ya no beben


parece que han abrigado la esperanza de que de algún modo y algún
d fa sus maridos recobrarán las cualidades que a.ntes hacían aparecer a
su matrimonio como una aventura prometedora. A pesar de la pobre-
za, a pesar de las aflicciones, tanto físicas como emocionales, estas
esposas continuaban buscando el conocimiento y la comprensión que
proporcionara la salida a su dilema. Y tuvieron éxito.

Casi siempre el descubrimiento del programa de A.A. traía con


e llo un e ntendimiento nue vo de un problema antiguo que hab(a sido
la causa de tanta discordia en la familia. A medida que comprendían
e l problema Iban descubriendo el modo de subyugarlo.

La clave de este entendimiento es una actitud relativamente nue•


va respecto a la acción de beber compulslvamente. Hoy en día el al-
cohólico ya no es considerado como deficiente de carácter ni de fuerza
de voi'untad; es un hombre enfermo, víctima de una enfermedad que
NUNCA se puede curar, pero, como algunas otras enfermedades PUEDE
ser detenida. Además, está reconocido ahora que pocos alcohólicos
beben solamente por causa de resentimientos con sus esposas o por
se r rebeldes; c reemos que las sem illas del alcoholismo pueden haberse
sembrado en su Juventud. Cómo el alcohólico llegó a su actual estado,

5
los factores, antecedentes, o medio ambiente que contribuyeron para
hacerle sensible a esta enfermedad, no afecta su recuperación. Una vez
que el hombre ha cruzado aquella línea invisible entre beber social•
mente y beber "alcohólicamente" no puede retroceder. La mejor
opinión médica hoy en d ía confirma la creencia de que el alcohólico
tiene que vivir con su enfermedad por el resto de su vida.

Esto no quiere decir que el bebedor alcohólico queda sentenciado


a beber incontroladamente por el resto de su vida. Porque la segunda
realidad más importante es que el alcohólico PUEDE gozar de una vida
normal y productiva siempre que evite el PRIMER TRAGO.

Hoy en d la más de 1 .500.000 hombres y mujeres que han ad mi-


tido ser alcohólicos, que no ten /an control sobre la cantidad de alco-
hol que consumlan, están rechazando "aquel primer trago" por medio
del programa sencillo de A.A. Esta es la semilla del mensaje de esperan•
za y e><periencia que se hallará en este folleto. Si lo neceista, ipodrá su
marido encontrar un modo nuevo de vivir sin alcohol en A.A.? La res-
puesta es SI, mas existe un PERO. El necesitará tener un deseo honesto
y sincero de dejar de beber¡ no un deseo de "desear". El tendrá que es•
tar dispuesto a admitir que el alcohol lo tiene vencido y que no tiene
fuerzas propias para controlarlo sin la ayuda ajena. Y esta tiene que ser
una convicción prop(a y personal. La e><per iencia ha demostrado que
rara vez surte efecto A.A. en quienes recurren a ella sólo para mantener
la paz en su hogar o para sa lvar su negocio o su carrera.

Sabiendo que e><iste una sal ida de su problema; sabiend o que


varios miles de matrimonios se han salvado después que el marido
logró la sobriedad en A.A., puede estar impaciente para que vaya su
marido inmediatamente al grupo de A.A. más cercano o encajarle clan-
destinamente una literatura de A.A. Es posible que deba esperar que
ol milagro de la sobriedad y la felicidad del hogar pueda en su caso rea•
lizarse de la noche al d la.
Todo puede pasar; tales milagros no son desconocidos en A.A.
Después de leer la literatura de A.A., muchos bebedores alcohólicos
ha n recibido una inspiración que les llevó al grupo de A.A. an su pue-
blo y desde ese momento no han vuelto a beber. Pero la mayoría de
los alcohólicos activos no están en condiciones de recurrir a A.A.
sólo porque su esposa o su patrón le hace la sugerencia. Hábitos de be•
ber y de pensar firmemente arraigados, muy a menudo crean una re-
sistencia testaruda a. las ideas más beneficiosas.

En primer lugar no todos los bebedores han alcanzado el mismo


nivel de deterioro físico y mental antes de que su problema fuera ex-
puesto. Su marido, por ejemplo, puede clasificarse en cualqulera de las
siguientes categorías descritas en el libro "Alcohólicos Anonimos".

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PRIMERO. El puede ser aparentemente un fuerte bebedor. Sus
acciones de beber pueden ser constantes o fuertes sólo en ciertas oca•
siones. Es obvio que gasta demasiado en licor. Este licor talvez le está
retardando mental o ffsicamente aunque él nunca lo crea. En ocasiones
él la pone en apuros y le causa vergüenza delante de su familia o amigas.
El talvez continúa aseverando que puede manejar su licor, que la acción
de beber es necesaria para la buena marcha de su negocio. Probable•
mente hasta insultaría si alguien osara infamarle llamándole alcohólico.
Probablemente se está aproximando a la frontera que separa al bebedor
normal del bebedor alcohól ico. El tal vez pueda dejar de beber a tiempo.
Talvez pueda cruzar la "frontera" y progresivamente perder su capacl·
dad de controlar su licor y volverse un alcohólico.

SEGUNDO. El está exhibiendo una fa lta de control cuando bebe


y esto empieza a preocuparle. Aun cuando desea pasar un tiempo no
bebiendo, no cumple su ,;romesa de hac·e rlo. Con frecuencia ahora
cuando bebe empieza a perder la chaveta. Admite ésto pero está seguro
que puede portarse mejor la próxima vez. Talvez ahora empezar, a
tratar de moderar sus parrandas por medio de numerosos lnve11tos:
bebiendo sólo cerveza o vino; bebiendo so lamente los fines de semana
o sólo durante ciertas horas del día o de la noche, o poniendo en
práctica una fórmula tal como "Dos tragos antes del alm uerzo y dos
antes de la cena".

Algunas veces bebe en la mañana para calmar sus nervios. Des•


pués de parrandas serias está lleno de remordimientos y le dice que
quiere dejar de beber, pero tan pronto se siente mejor, se convence de
que la próxima vez podrá controlar la cantidad que bebe, con las
consecuencias inevitables.

Talvez puede todavía vigilar su negocio bastante bien; la poslbl·


lidad de que sus parrandas puedan progresivamente empeorarse hasta
costarle la pérdida de su familia, la pérdida de capacidad de ganarse
la vida, y de su posición en la socied ad, puede parecerle fantástico.
Mientras tanto él dice que le gustaría dejar de beber. El viejo A.A. pue-
de •x ¡,rosario de otro modo: " Le gustaría desear dejar de beber".

TERCERO. Este hombre ha progresado más que el marido nú-


mero dos en sus parrandas. Sus amigos han hui'do. No puede retener
un empleo. Su hogar es un Infierno. Talvez el médico ha sido llamado
y ahora han empezado las tandas tediosas de sanatorios, hospitales o
cambio, de clima. Este nombre se ha dado cuenta que no puede beber
normalmente, pero no pue(!e comprender por qué es así. De veras qule•
re dejar de beber, pero no puede. Parece que nadie puede ayudarlo a
mantenerse sobrio. En su búsqueda del camino hacia la sobriedad se
eatá volviendo poco a poco más desesperado. Está perdiendo todo in•
torés en relaciones sociales y constructivas, y hasta en la vida misma.

7
· cu:AR 'TO .' Puede ·tener' un m11rido de quien h·a perdido comple·
tamente la ·es peran.ta. Ha estado internado en una institu ción tras
otra. Es viole ntó o aparece definitivamente loco cuando está borracho.
Puede beber apenas sale del hospital o c uand o lo sue ltan de la cárcel.
Ta lvez ha ' sufrido de liriu m tremens. Los méd icos posiblemente cabe-
cean: y le ·aconsejan que lo ' mahde a e nce rrar -en e l manicomio. Ta lvez
haya tenido q ue h'a'i:ei' eso: Desde muchos puntos d e vista este hombre
aparecerá como un borracho•sin es¡:l'eranza; pe~o la experiencia de A. A.
ha dem'ostfad·o que muy pócos b ébedores , por,mucho que hayan baja-
do e n '1§ 1~staíé(ll del atc'óholismo, son· casos "sih esperanza".

,Ex iste un factor o un ·aspecto que es·común a los cuatro tipos


de bebedores que muestre e l cam in o al ente ndimiento de sus proble-
mas básico~•• La~ •esposas •dé hombres ,que han logr ado la sobriedad
creen que ' s'í. •El aspi:cto com:ún, dicen!'e ll as, , l!S que todos los cuatro
tipos tlenirm umi, ·enfermedad, o,1como en• el ~a~o del; primero, so n vul-
nerab!es ol ,ensib!es1a· la -eJl'fermedad,del_ alcp holjs{Jl!). Como la diabetes,
sucec'ler;~enes&una; enferm edad para la Cl!,1 ,hasta la fecha no existe
ninguna,,oura, ,Beno rde: la~IJI iSJT)jl• n:,am!ra ,qu11¡ ,e_l.~i1abMico pu ede detener
el ,pr:0greso!de,,u11enfermecl11d,mien,t.r~s sigue ,s.'-!,-Oie~a, ~I alcohó lico tam-
bién puede,y.i_)'.if>c,o o su ,er1fei:.mel,la1j'.sjemp ~ mie.n,tr,~ ev ite "el p rimer
trago' \ , ~ ' ' fl' lh.. fn t, ;,•,tri ,e,. J •• 'J'' ¡~r, \ ,J 1: t I I Ui

Regañando a un enfermo nunca se le ha ay ud ado a recobrar.


Si -uña 1,>tr-SQJla,tu.vi~r,a,¡ p~ lrru;1,r¡ií¡1,.(l,1> _~A \ji ~n~l,ltjlriapordebilidad de
caní.-qt~ ,(b P-Qr'll'.utuno.,tu.vi!l.ra. ,t.fl~ernz11 rl'.!i! rat.4=ornp!H~ªr~e como un caba-
llerb .. lJna- rw.ez •q4e , entieode..el QOQJ;e.P~~ ,Q9. q~e ,¡il, ,al,5oholismo es una
e nferrr'l'edad -tnás b ien qlle' un defentb.•de.lCarátteJ.,en..Af mismo se colo-
cará en una posición para comprender y hacer fren..te111J problema de un
marido alcohólico.
1 .Í '"J''t. ,l !~. , ,il•\ 1..-1'.',, , 1.,

li:t próx imo paso es la ce,rteza .de.q~ la ayuda ,es accesib le a su


marido si el está listo para aceptarla ' por mil.dio del programa de recu•
peración dei A'.A. Posibleme11te su marido p~otestará que su caso es
"diferente" y que A.A. no le podría ayudar a él nunca. Es posible que
él afirme ' simplemente que no desea que nadie le ayude, o que pue-
da hacer notar que él todavía está lejos de tocar el fondo, tanto finan-
ciero como socialmente .

. Estas teacclones le caer.in ' como . píldoras demasiado amargas pa-


ra tragar. Podrá sentir que su amor y buena voluntad para ayudarle están
recibiendo otro desprecio. La pura verdad es que nadie en el mundo
puede obligar a ofro sin s,u vofuntad a aceptar el programa de A.A. El
alcohó lico tiene que aceptarlo con su propia voluntad para que surta
efecto. Mientras· tanto y aun cuando él está vacllando en buscar la
a yuda que Ud. cree que necesHa, hlly algunas cosas que Ud. puede
hacer para allanar el camino ,hacia su· .recuperación.,

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COMP REN DI EN DO A.A.

Compren diendo la naturaleza de su problema (porq ue es su pro·


blema ahora tant o como de é l) le dará confianza y pacienc ia en sus
esfuerzos para solucionarlo. La experiencia de otras esposas que ha n
visto a sus maridos recu rrir a A.A. y h allar una nueva vida sin a lco h~I
reforzará sus propias esperanzas para un fe liz desenl ace o salida del in-
fierno actual en que se siente su mergid a.

Por un t iempo estará desi lusionada µo rque su marido no corres-


ponde a sus propuestas entusiastas de proceder inmediatamente a abra-
za r el programa de A.A. y adoptarl o como propio. Se nt irá que est o es
el colmo de todos los ab usos que la haya obligado a aguantar una perso-
na in tenc io nalmente ingrata. Ud . Sólo desea lo que es b ue no para él,
para Ud. y para sus hijos, ,no es c ierto? Pero ahora rehusa hasta plati-
car de A.A. co n Ud . iDe qué sirve toda su comprens ión rec ién adq ui ri-
da si su marido rehusa aprovecharse de ell a 7 La experiencia sugiere d os
a lte rnativas. Puede adoptar una actitud de " esto es e l fi n " y ;,bandonar
a su marido, dejándo le hacer frente con su problema a lcohó lico a solas.
Habrá sit uacio nes en q ue esta actitud será justificada; sólo i.Jd. puede
tomar esta determin ació n.

La segu nda altern ativa es reconocer la posib ilidad q ue su marido,


a un q ue aparentemente ma nif iesta desprecio por A.A., en su fu e ro inter-
no p uede haber llegado al pu nto d ond e su estímu lo y su apoyo pued en
ayudarle a hacer una resolución duradera de d ejar de be ber. En esta eta-
pa de su carrera alcohó lica é l es una persona mu y confundida. Puede
sospec har in st intivamente que tiene que hacer a lgo drástico con sus
tragos, pe ro todav ía no puede ver su situación -y la suya- en la pers-
pectiva ve rdadera.

Es posibl e que tenga ve rgüenza de reve lar s u interés en A.A. ha-


cie ndo preguntas directas sobre la soc íedad y su program a de recu pera•
ció n. Imp ot e nte para razonar claramente c uand o se t rata del a lcoh ol,
es posible que él crea que la está protegiendo cuando procura salvarla
del " estigma" de que tenga por marido al alcoh ólico que él en sí reco-
noce. Pued e ser q ue ya t enga muchos concept os erróneos sobre A.A. y
de los hom bres y m ujeres q ue ya son m iembros. Su con ocimiento de
A.A. puede serle sumamente útil a su ma rid o en este período de cisivo.
Su capac idad para a nt icipar su s preguntas y co nversar sobre A. A.,
cuidán dose de que no sospeche q ue lo está receta ndo para él , puede
vencer sus aversiones y despertar su interés en la posibilidad de poder
vivir sin el a lcoh ol.

Los hech os esenciales de A.A. han sido publicados extensivamen-


t e d esde qu e la socie dad fu e ftmdada e n 1.935. Alcohólicos Anónimos

9
es sencillamente una sociedad de hombres y mujeres que han descu-
bierto que, compartiendo su problema común (alcoholismo) y dedi-
cándose al bienestar de otros alcohólicos que todavía están en las garras
del alcohol, logran abstenerse completamente de é l en cualquier forma.
El único requisito para ser mi1;mbro es albergar en su corazón un deseo
honesto y ardiente de dejar de beber, cueste lo que cueste. No tienen
_que pagar cuotas ni honorarios en A.A. y ésta no está aliada con ningu-
na secta, denominación poi itica, organización ni institución.

Existen alrededor de 1 5.000 grupos locales de A.A., la mayoría


de los cuales celebran reuniones semana lmente y hasta diariamente, y
muchos de ellos invitan a sus reuniones a l público en general. En estas
reuniones los miembros discuten sobre sus propias experiencias con el
alcohol antes de afiliarse a A.A. y, por medio de su interpretación per-
sonal del programa, tratan de ayudar al recién llegado a ganar la sobrie-
dad y mantenerse firme en su propósito. Las reuniones de A.A. son
tradicionalmente informales y suelen parecerse a tertulias sociales al-
rededor de una mesa de cafetería después de haber escuchado los dis-
cursos o conferencias de algún invitado, que a veces resulta ser un mé·
dico u hombre de ciencia que tiene especial interés en el porvenir de
los A.A. No es raro que un marido tenga dos ideas erróneas básicas de
A.A. El puede pensar que A.A. es alguna especie de sociedad evangéli-
ca que exhorta a sus miembros a que sean buenos. O puede creer que
A.A. se dedica principalmente a los casos alcohólicos ultra-agudos. Las
realidades son algo diferentes.
A.A. ha sido descrito como un programa de base espiritual. No es
una organización religiosa en e l sentido sectario porque no existe ningu-
na adhesión a un credo ni doctrina. El aspecto espiritual del programa
estriba en el convencimiento del alcohólico anónimo que, habiendo de-
mostrado su incapacidad de manejar solo sus cosas, estará en mejores
circunstancias si entrega su vida al cuidado de un Poder mayor que él.
La mayoría de los hombres se refiere a este Poder con e l nombre de
Dios. En A.A. cada miembro reserva su libertad para comprender este
Poder del modo que le parezca más sensato. Puesto que el alcohol antes
era un poder destructivo sobre el cual no tenía ningún control. En A.A.,
e l término medio no encuentra dificultad en apreciar la necesidad de
reemplazarlo con otro concepto de Poder que es a la vez servicial y
constructivo¡ un Poder en que puede confiar para su fuerza y direc-
ción.
Con referencia a la segunda idea errónea, ésta es sólo la verdad
en parte. Muchos hombres y mujeres se han levantado de la desespera-
ción y la degradación de "La Calle de los Beodos" (Skid Row) y se han
vuelto miembros sobrios y responsables de la sociedad por medio de
A.A . Pero A.A. es un corte transversal de los habitantes del pueblo
promedio. Incluye tanto a pedagogos como a personas de escasa o nin-
guna educación; ricos y pobres; a hombres y mujeres de fama, como
a los de menos distinción. La enfermedad del alcoholismo no respeta
ni riqueza, ni talento, ni posición.

Los principios básicos del programa de recuperación de A.A. están


ubicados en "Los Doce Pasos". Estos pasos representan un esfuerzo que
los primeros miembros de la sociedad hicieron para registrar los princi-
pios y los sistemu que ellos emplearon para lograr una sobriedad dura•
dera después de fracasar con otros remedios. SI su IT!arido huye de la
Idea de que le va a exigir que obedezca las leyes de alguna especie de
Código de Buena Conducta en A.A., Ud. puede tranquilizarlo. Los Pa·
sos son sugerencias solamente, no obligaciones porque éstas no existen
de ninguna clase en A.A., con excepción de las que el alcohólico mis•
mo se impone por su propia voluntad a medida que él va camino hacia
la sobriedad.

Talvez su marido está Interesado en llegar a la etapa que le per•


mitlrá conocer más a fondo lo relativo a A.A. por su propia edificación.
Hoy existe una variedad de literatura acerca de la asociación.

El nombre de la socied ad misma viene del titulo del libro "Alco-


hólicos Anónimos", publicado por los prime ros miembros en 1.939,
cuando se vislumbraba el éxito que las propias experiencias de éstos en
lograr la recuperación resultarían útiles para otros que todavía sufrían.

Ta lvez Ud. t iene un vecino o conoce a algiJlen_que tiene un ami•


go que ya está en A.A. y que estaría dispuesto a platicar con usted o
con su marido acerca de su problema.

SI su marido resiente la idea de que alguien lo visite para hablar


de A.A. no insista en la sugerencia. Recuerde que el programa de A.A.
no siempre impresionará al alcohólico d ispuesto a no admitir que el
alcohol lo tiene vencido. Habrá logrado mucho si consigue sembrar en
la mente de su marido la idea de que muchos miles de alcohólicos co•
mo él han encontrado un modo de vivir constructivamente sin -.alcohol.
Ese d ía llegará¡ depende de cuanto tiempo demore su marido en hacer
frente sin reserva alguna a su problema alcohólico acudiendo I A.A.
por medio suyo o de otra persona en la que deposite confianza y de
quien pueda esperar la ayuda que necesita.

Cuando llegue ese momento, sus problemas no se habrán soluclo•


nado totalmente, pero habrá Ud. logrado dar un paso adelante en su
esfuerzo para ayudar a su marido a recuperarse.

Después de atender una o más visitas de alcohólicos anónimos es


probable que su marido convendrá en asistir a una reunión de A.A. don·
de tendrá la oportunidad de conocer a otros miembros, inclusive un par
de ex-compañeros de parranda que se habrán adelantado buscando la
vida sin alcohol.

11
Muchas "Esposas de A.A." han adoptado la costumbre de asistir
a cuantas reuniones les sea posible. Ellas consideran que éstas les han
ayudado por dos razones distintas: han tenido la oportun idad de com-
partir con sus maridos el regreso -emocionante pero a veces difi'cil-
del marido extraviado a una vida normal y llena de una fe li cidad jamás
imaginada. Además se ha dado la oportunidad de aprender cómo otras
esposas hacían frente a los problemas que se presentan de vez en cuan-
do, cuando se es casada con un alcohólico que de repente ya no bebe.

Despu~s de muchos años de vivir debajo de la sombra del alco-


holismo, las esposas encuentran frecuentemente que su modo de mirar
la vida se ha vuelto retorcido. Han tenido que compartir tantos proble-
mas amargos, asumir tantas responsabi lidades pesadas, que su modo de
pensar se ha vuelto torc ido y dudoso. Han perdido la capacidad de des-
cansar y de pen~ar claramente.

Muchas de estas mujeres descubren que hay mucho en los funda-


mentos del programa de A.A. que les ayuda a ellas mismas aun cuando
no son alcohólicas. Encuentran que la filosofía expresada en los Doce
Pasos puede ayudarles a recobrar la paz espiritual y encontrar el cami•
no hacia una vida normal.

En algunas ciudades, las esposas de marid os a lcohó licos y los ma-


ridos de esposas alcohólicas se reúnen con regularidad para cambiar ex-
periencias y puntos de vista acerca del problema del alcoholismo y cómo
afecta a aquellos casados con alcohóli cos. Están buscando el entendi-
miento no sólo de los problemas de su compañero, sino también de los
propios problemas que surgen de su matrimonio.

Estos grupos no están afili ados a A.A., pero su contribución ayu-


da y continúa haciendo crecer el mayor entendimiento de l programa de
restablecimiento. Hace poco se abr ió una oficina que proporciona más
información sobre sus actividades en la ciudad de New York, (Apartado
1475, Grand Central Station, New York, 17. N. Y., EE.UU. de Amé-
rica).

SU MARIDO Y A.A.

iQué puede esperar cuando su marido se una a A.A. después de


meses o aflos de beber lncontroladamente7 ,Qué significará para Ud.,
para él, para su familia? lQué lugar tendrá Ud. en este nuevo plan de
vida? ,Qué puede hacer Ud. para fortalecer la sobriedad recién esta-
b lecida de su marido?

No todos los maridos efectúan la mudanza de bebedor lastimoso


a la sobriedad feliz con la misma rapidez ni facil idad. Algunos necesita-
rán hospitalización y saldrán de su convalescencia todavía temblorosos
y 11geramente inseguros de sí mismos y de sus esposas. Otros, desacos-
tumbrados a hacer frente a los problemas sin miedo, se sentirán anona-
dados por las responsabilidades que la sobriedad descubre. Y hay aque-
12
llos que continúan sufriendo la sensación de remordimiento o abati-
miento. Unos pocos se vuelven agresivos, y por un tiempo es duro vivir
con ellos.

El alcoholismo es el 11ran problema de sus vidas y aunque podrá


estar bajo control, muchos prqblemltas persistirán y tendrán 'que ocu-
parse de ellos. E ntusiasmado con su nueva vid a, su marido podrá olvidar
los muchos sacrificios que Ud. hizo durante aquellos tiempos amargos.
Posiblemente se perderá en una serie de reuniones de' A.A. o hará fre-
cuentes visitas a otros pobres todavía esclavizados por el alcohol, deján-
dole poco tiempo para gozar con su nuevo marido. Su nueva actitud pa•
ra con su empleo, su preocupación por aumentar sus ganancias y pa-
gar todas las cuentas viejas, puede cambiarlo completamente. Entre su
interés en A.A. y en su empleo, puede suceder que parezca que tiene
poco Interés en usted. Sinembargo, él le asegura con fervor que todo
lo que hace bajo su nuevo régimen lo hace sólo tomando en cuenta su
fe licidad.

Al principio es posible¡ Ud. se Inclinará por sentir tanto este des-


cuido aparente como la in co nsecuencia. Esto por cierto no es el feliz
desenlace que Ud. pensó que sería. Su reacción natural puede ser la de
sentirse mal pagada. Posiblemente tendrá tentación de armar un escán•
dalo. Al11unas esposas se han sub levado de esa manera. Las consecuen-
cias no h an sido a11radables. Sus maridos, asombrados y heridos porque
su sobriedad no es apreciada han acudido a la bebida otra vez. Un nue-
vo esfuerzo por lograr la sobriedad tuvo que hacerse.

No siempre existe una explicación racional por este entusiasmo


espontáneo que es típico del recién llegado a A.A. Con frecuencia ha-
bita en las nubes rosadas, creyendo que su sobriedad es la cosa más
Importante que hay en el mundo. Dándole tiempo y un poco de buena
atención, este estado terminará y saldrá de su luna a descansar en tierra
firme. Esto no quiere decir que tendrá que mimarlo si demora demasla•
do tiempo este viaje de regreso de la luna. La excu.a ae haber logrado
la sobriedad no Justifica la prolongación del.a Irresponsabilidad.

Los viejos A.A. consideran que los recién llegados a la sociedad, a


menudo incluyen la especie que generalmente se apoda: "El mártir de
A.A,". Dentro de un círculo famlllar e Intimo él cambalachea con su so-
briedad, con la Idea de que después de todo él es un alcohólico refor-
mado y debe merecer especia l consideración. Lleva su corona conspl-
cuamente y ame naza a cada rato con que le Impulsarán a volver a tomar
si no le dan todos los gustos q ue pretende. Puesto que esta clase de per-
sonas es inenos soportable en su abstinencia que en sus borracheras, el
único recurso aconsejable es mantenerse firme y confiar en la suerte.
los viejos A.A. sabrá que los "deslices, pueden casi sin excepción evi-
tarse". Juntos, usted y su maridó, ¡mallzarári bien sus relaciones ~utllas
durante el período en que él dejó de beber. Talvez su marido faltó a
las l'euritone$,:dasa·tenéíienifo la evidencia que indica que _pocos p ierden

13
Su marido, después de un corto tiempo de abstención, puede in-
el inarse a la melancolía o empezar a sufrir por insultos imaginados o
puede volverse intolerante por las molestias pequeñas que abundan en la
vida· cotidiana. Estos modos pueden encolerizarla o darle ganas de ven·
garse. Tales incidentes necesitan la cooperación delicada de ambas par-
tes. Si su marido es sincero en su deseo de crear un plan constructivo
de vivir, él no instigará con intención pleitos insignificantes. Ud., cuan-
'do sea necesario, podrá con-tribuir a la solidez de su nueva vida, man-
teniéndose siempre alerta para no caer en la trampa de discusiones ne·
cías.
Durante sus épocas de bebedores algunos alcohólicos solían au-
mentar sus problemas y tomaban una mezcla de licor y sedativos. Es
posible que todavía persistan en el hábito de tomar píldoras sedantes
aún después de haberse vuelto abstemios teóricamente. Impropiamen-
te usadas las pildoras, resultan invariablemente una amenaza a la ver•
dadera abstención. Ud. debe hacer todo lo posible para grabar en la
mente de su marido este peligro si sigue confiándose a estos calman·
tes como barbitúricos u otras drogas.

Cuando un alcohólic~ logra la s.o briedad; frecuentemente ;isombra


a su familia la importancia dominante que atribuye a su propio concep•
to de la rellgión. Posiblemente se excederá en este tema y olvidará que
mientras él iba poco a poco apartándose de la religión a medida que
bebía, su esposa y sus hijos seguían con firmeza sus propios credos y
hábitos religiosos.

Como tantas otras fases de la impetuosidad del alcoholismo recién


reformado, este énfasis despótico del concepto único de la religión sue-
le perdurar poco tie111po. Una· vez terminado, lá familia énterji descu•
brirá -como tantas otras familias lo han descubierto- que ahora tiene
una base sólida para unirse -o reunirse- con una iglesia.

•A medida que días de abstinencia se vuelven semanas, meses y


años, algunos alcohólicos se tornan demasiado confiados. Olvidan que
el alcohólico nunca puede esperar a beber social y normalmente. En
su sobreconfianza a veces se engañan con la creencia de que ahora pue-
den controlar sus bebid as. Inevitablemente se emborrachan - la primera
vez que toman un trago, tal vez no-, pero eventualmente sí.

Esto para Ud. podrá ser una experiencia dolorosa, Sentirá que
ahora s( todo se ha perdido de verdad y que la fe que tuvo en A.A.
y en su marido ha sido mat colocada. Pero si Ud. está de acuerdo con
,u sobriedad si fielmente concurren a ellas. Talvez ustedes dos c.onside•
ran de más importancia en la vida los valores materiales y desprecian
los valores espirituales propuestos en los Doce Pasos del programa de
A.A. Posiblemente ustedes han descartado de su mente la importancia
fundamental de los tres lemas de A.A.:
"Tómelo con calma", "Lo primero ~rimero'_', "Vlva·y .deje vivir".

14
Es posible que ustedes hayan pretendido vivir su vida en bocados
indigestibles arrepentidos de los años mal gdstados o demasiado preocu-
pados por el futuro en lugar de vivir las veinticuatro horu de hoy.

Sea lo que fuere el motivo del desliz, si Ud. y su marido buscan


con si nceridad la verdadera causa, valiérllose de la lección, pueden crear
de nuevo su vida sin alcohol en un plano más elevado que el anterior. De
lu consecuencias de un episodio desafortunado puede nacer la confir-
mación de lo ser io que es el alcoholismo y la necesidad completa que
tiene de huir de "aquel primer trago". Muchos miembros de A.A. son
más fuertes hoy en su abstención porque tuvieron el valor y el sentido
comun de aprovecharse de su reincidencia, que fue el resultado de 1u
modo indiferente de pensar.

Talvez los párrafos de esta sección de su folleto han dado indebi·


da importancia a los peligros y los problemas que persisten DESPUES
que su marido ha encontrado el camino de A.A. Tal énfasis no ha sido
con intención. Naturalmente algunas adaptaciones deben de efectuar-
se. Actitudes sanas y constructivas son necesarias si el programa d• r1-
cu peraci6n va a hacer un papel en la recontrucclón de la vide di su
familia. El programa de.A.A. no es un curalotodo que 1oluclori1rá todos
los problemas e irritaciones de la vida matrimonial. No cancelará todas
las deudas de la noche al día, ni garantizará automáticamente la fama
y la fortuna a quienes lo adoptan. Algunu relaciones de familia nunc■
podrán reconciliarse. En algunos caso, raros, la abstención puede hast■
exponer a la luz del día la incompatlbilldad básica que existía en el
matrimonio, pero que por la espesa neblina alcohólica se quedaba ocul-
ta.

Lo que A.A. ofrece a ellos y que la necesitan y buscan es la liber-


tad del yugo de beber irresponsablemente, libertad de encarar la vida
real ístlcamente, libertad de alcanzar veinticuatro horas tras veinticuatro
horas, un modo de vivir, en que su marido y sus hijos con usted pueden
reconocer, apreciar y hacer suyos muchos de los valores imperecederos
que la vida obsequia gratuitamente.
La esperanza a, el tema recurrente en A.A. Muchos alcohólicos
que ahora tienen años da abstención detras de ellos, eran antes los lla-
mados desahuciados. Esta folleto apoyado en la experiencia de muchos
miles de mujeres como usted, es un recuerdo vivo de qua la esperanza
nunca la debe abandonar y qua el socorro para su marido puede venir
de una fuente más cercana que Ud. antes no softaba que fuera posible.
El socorro para su marido puede venir de Ud; de su comprensión de la
naturaleza de su enfermedad, de su conocimiento de A.A. misma, y de
su buena voluntad para r,oner en práctica este conocimiento, dla tras
día.

Ud. pueae ayudar y no estará sola. Las esperanzas y buenos deseos


de más de 1.500.000 personas de A.A. están con usted en todo su
camino.
15
ALCOHOLICOS
ANONIMOS
y . LA PROFESION
MEDICA

Este folleto ha sido pre-


parado e1pecl1lmente par■
la lnformacl6n del m6dico. Con-
tiene 101 comentarlos de la medicina
y la psiquiatría 10bre el tema del alcoholl-
rno V demueatra cómo los m•dlcos en general, al
1111.111 que los upacl1liltll, pueden cooper,r con Aloo•
hollcoa An6nlmoa, con bueno, re111ttado1.
A. A. AND THE MEDICAL PROFESSION

ALCOHOLICOS ANONIMOS es una comunidad de hombres y mujeres


que comparten su mutua experiencia, fortaleza y esperanza para resolver su
problema común y ayudar a otros a recuperarse del alcoholismo.

• El único requisito para ser miembro de A.A. es el deseo de dejar la


bebida. Para ser miembro de A.A. no se pagan honorarios ni cuotas; nos
mantenemos con nuestras propias contribuciones.

• A.A. no está afiliada a ninguna secta religiosa, partido poi 1"tico, organi -
zación o institución alguna; no desea in te'rvenir en controvers ias; no respal-
da ni se opone a ninguna causa.

• Nuestro objetivo primordial es mantenernos sobrios y ayudar a o tros


alcohólicos a alcanzar el estado de sobriedad .

Editado por A. A. WORLDS SERVICES, INC., única agencia


de publicaciones de ALCOHOLICOS ANONIMOS. Aprobado
por la Conferencia de Servicios Generales de A. A.
Todos Ios derechos reservados

COPYRIHT 1.955

ALCOHOLICOS ANONIMOS WORLD SERV ICES. INC.


Impreso y distribuido por: Oficina Servicios Generales
de A. A., para América del Sur.

Apartado Aéreo No. 3070 Cables: "ALANON IMOS"


Medell ín, Colombia - Teléfono: 45 43 09
Con la autorización áe A. A. World Services lnc. Box. 459,
Grand Central Station,[New York 10017 N.Y.

Prohibida la reproducción parcial o total sin


permiso de la O. S. G. de Medell in .
COMITE DE LITERATURA
INTRODUCCION

El ALCOHOLISMO OCUPA el cuarto lugar entre los problemas de salud


pública americana. En los Estados Unidos de América, sólo es excedido en
importancia por las enfermedades del corazón, el cáncer y la tuberculosis.
En muchos otros países ocupa una posición correspondientemente alta. Casi
desde el principio de la medicina, el alcoholismo ha constituído un reto a la
profesión médica. Hasta hace relativamente corto tiempo, poca o ninguna
esperanza había podido ofrecerse al bebedor ' deshauciado, o el llamado
'alcohol ico crónico".

Durante muchos siglos, el alcoholismo no se consideraba como una enfer-


medad o un problema de salud. El hombre o la mujer que tomaba habitual-
mente con exceso, que renunciaba a riqueza, posición y responsabilidades de
familia para entregarse a la bebida, era más bien mirado con de'sprecio que
con comprensión. Se le consideraba débil de voluntad, un enclenque moral.
1 Una vez que cruzaba la línea de demarcación, entre tomar por sociabilidad y
desenfrenadamente, podía decirse que se había virtualmente condenado a una
muerte prematura o a ser recluido en un asilo. En su mayor parte, los médicos
no lograban hacer recuperaciones permanentes de la extraña enfermedad del
alcoholismo.

El cuadro ha cambiado dramáticamente desde 1935. Actualmente pocos


son los médicos que creen que para el alcohólico no hay esperanza o que su
caso no tiene remedio. En el laboratorio, así como en la práctica general, más
y más médicos estudian las causas y consecuencias del alcohoi¡smo, y están
laborando con grupos laicos preocupados con el mismo problema.

Qui zás no sea coincide ncia que este creciente interés de la profesión médi-
ca guarde paralelo con el crecimiento y desarrollo de la confraternidad
informal de alcohólicos, conocida por "Alcohólicos Anónimos".

En sus primeros días, esforzándose por robustecer su propia y nueva


encontrada sobriedad cooperando con otros alcohólicos que aún sufrían, los
miembros de la pequeñísima cofraternidad frecue ntemente visitaban los
hospitales. Ali í trataban de hacer llegar el relato de su propia recuperación, a
pacientes hospitalizados como conse.c uencia de la bebida.

AII í, fue donde por primera vez los médicos fueron informados de la te ra-
pia de A.A. , que desde un pr incipio, parecía ser excepcionalmente efectiva .

Sin el apoyo y el aliento de los médicos simpatizantes, es muy probable


que A.A n o hubiera podido sobrevivir los primeros años críticos. El hecho de
que sí sobreviviera y se desarrollara se debe en gran parte a la gran compren-

3
sión y visión de doctores en muchos ramos de la medicina que reconocieron
el valor potencial de A.A.

El crecimiento relativo y el éxito del programa ha sido responsable a su


vez, de haber alertado tanto a los médicos en general como a los especialistas,
a una nueva apreciación de lo que puede alcanzarse para ayudar al alcohólico
que sinceramente desea dejar de tomar. No podemos hacer suficientemente
hincapié en el hecho de que Alcohólicos Anónimos es solamente una confra-
ternidad informal, no profesional, de bebedores desahuciados regenerados.
Como tal, no está aliada a institución alguna; no está dedicada a actividades
profesionales de ningún individuo o grupo, ni las apoya. Sus relaciones con
otros grupos están dictadas por una tradición de cooperar, pero no afiliarse,
con todos· aquellos que comparten el objetivo principal de ayudar a los a lco-
hólicos a regenerarse.

Este folleto tiene varios propósitos básicos: ( 1) Describir el concepto del


alcoholismo como enfermedad que puede ser contenida, (2) expresar la
reacción de aquellos médicos que están familiarizados con el programa de
A.A .. y (3), esbozar algunos de los procedimientos gracias a los cuales tanto la
medicina como Alcohólicos Anónimos, han podido ayudar a los bebedores
desahuciados.

Sería ilusorio sugerir qué el programa de A.A., de por sí, sea la única
solución para el hombre o la mujer que luchen con el problema de la bebida,
o el único recurso al que los médicos puedan recurrir para obtener ayuda en
casos individuales. La experiencia de años recientes demuestra que la espe -
ranza para la recuperación del alcohólico tiene más probabilidades de reali -
zarse cuando hay presentes tres elementos. El programa de A.A. representado
por el alcohólico regenerado, con la singular actitud que posee de identificarse
con otros bebedores deshauciados, pudiera considerarse como un elemento.
La medicina con sus técnicas cada vez más eficaces para sanar tanto el cuerpo
como la mente, sería el segundo. Y el tercer elemento podría describirse
como el poder especial y discernimiento concedidos a aquellos que reconocen
la importancia de los valores espirituales en la vida diaria.

Esperamos que este breve folleto pueda ser igualmente útil al alcohólico
interesado en saber qué concepto tiene la medicina acerca de A.A. y al médi-
co general o al especialista que no esté completamente informado acerca del
programa de A.A. y de su utilidad potencial en cuanto a hacer frente a un
problema inagotable.

LOS MED ICOS Y A. A.

EL PRIMER MEDICO, además del ca-fundador que se identificará con la


fraternidad que más tarde llegó a ser conocida como Alcohólicos Anónimos,

4
era un hombre incansable de cabellos blancos y corta estatura llamado Wi-
lliarn Silkworth, "El mediquito que amaba a los borrachos".

Fue en el año 1.934. El lugar era un hospital privado para alcohólicos en


una una importante ciudad del Este, donde ejercía de especialista residente.

Cinco años después, el Dr. Silkworth recordó su participación en el naci-


miento y los primeros años del joven movimiento, en un prólogo especial
preparado para el libro "Alcohólicos Anónimos", del cual obtuvo su nombre
la sociedad, y en el cual escribieron los principios y prácticas gracias a los cua-
les los primeros miembros de la sociedad creyeron haberse recuperado del
alcoholismo .

Parte del concepto del Dr. Silkworth acerca de A.A. estaba concebido en
forma de un mensaje, titulado "A quien pudiera interesar":

"He especializado en el tratamiento del alcoholismo durante muchos


años.

"Hacia fines de 1934 as1st1 a un paciente que, aunque había sido un


comerciante competente, de buena capacidad financiera, era un alcohólico,
. de un tipo que llegué a considerar como irremediable. Dur-ante el curso de
su tercer tratamiento, adquirió ciertas ideas acerca de un posible medio de
recuperación. Corno parte de su rehabilitación, empezó a presentar sus
conceptos a otros alcohólicos, haciéndoles comprender que debían proce-
der en igual forma con muchos otros más todavía. Esto ha constituído la
base de una confraternidad que ha ido extendiéndose rápidamente entre
estos hombres y sus familias. Este hombre, y otros cientos más parecen
haberse recuperado. Yo personalmente sé de veintenas de casos de la mis-
ma índole, con los cuales otros métodos habían fracasado completamente.
Estos hechos parecen estar revestidos de gran importancia médica; debido
a las posibilidades extraordinarias de un rápido incremento inherente en
este grupo señalan una nueva época en los anales del alcoholismo. Estos
hombres muy bi_en pueden tener un remedio para millares de tales situa-
ciones".

Fue quizás significativo que tan entusiasta tributo del Doctor Silkworth
careciese de firma. El punto de vista de A.A. aún considerado original en
1939, contradecía en muchos sentidos la experiencia y la teoría médica.
Hasta cierto punto el Dr. Silkworth y los demás médicos que exploraron el
camino, trabajando con A.A. arriesgaron su reputación profesional respaldan-
do la nueva cofraternidad. Parecía existir una razón lógica, en esos primeros
días para justificar que los médicos ejerciesen cautela en cuanto a apoyar la
nueva terapia para el alcoholismo.

5
Esa condición ha desaparecido ya. Desde hace muchos años, los miembros
de va, ias ramas de la profesión médica se han declarado púb licame nte en
favor del pape l que A.A. puede desempeñar en la rehabilitación del bebedor
desahuciado que busca "un a solución". El continuo interés y el apoyo de
esos hombres de ciencia han sido factores importantes en la aceptación y
dese11vo lvim iento de la cofratern idad .

E l segundo de los médicos que se identificó con A.A. de manera prom i-


nente fue un cirujano de Akron , Oh io, quie n, a l contrario del Dr. S il kworth,
era un alcohó li co. Durante un período de 30 años, la afición de este méd ico
a la bebida había ido empeorando progresivamente. Su cliente la hab ía d is-
minuido. "El Dr. Bob" habia llegado al f inal de sus recursos e n la pr imavera
d e 1935, ·cuando Bill W. (el paciente a qu ien se refirió e l Dr. Si lkwort h en
su dec laración), lo conoció. Compartiendo sus experiencias com unes y sus
espe ranzas como a lco hólicos, fue como surgió la confratern idad que hoy
conocemos como A lcohó licos Anónimos.

Años después, comentando sobre sus primeras conversaciones con Bill


W., que cu lminaron en una sobriedad que habría de dura r hasta su fal lec i-
miento qu inse años después, e l Dr. Bob escribió:

"La duda que pudiera naturalmente surgir en vuestra mente sería: "lOué
fue lo que ese hombre hizo o d ijo que fuera distinto a lo que otros hab ían
hecho o dicho?". Debe tenerse presente que yo hab ía le ído mucho y
había hablado con todos aquellos que sabían, o que creían saber, a lgo
acerca de l alcohol ismo. Este'hombre fue uno que había atravesado muchos
años de espa ntosas borrache ras, que había pasado por casi todas las expe-
riencias del borracho, conocidas del hombre, pero que se había li brado
de su obsesió n por el mismo medio que yo había estado tratando de
emplear, es decir, e l método esp iritual. Me dio info rmación sobre e l
tema del alcoholismo que fue indudableme nte va liosa.

De mucha mayor importancia fue el hecho de que fuera él el primer ser


humano con quien yo hablara que supiera por experiencia propia, de lo
que estaba hablando cuando se refería al alcoholismo.

En otras palabras, estaba hablando en m i idioma. Sabía todas las contes-


taciones, y no c iertamente por haberlas le ído" .

En su doble pape l de méd ico y de a lcohólico, e l Dr. Bob expresaba y


exponía el elem ento centra l en el programa de A .A. que parece explicar la
extraña capacidad que t ien e de poder ayudar a l bebedor desahuciado. El
a lcoho lico que h a dejado de beber parece, de a lgún modo u otro, p la ntear un
caso ".lógico" para e l alcohólico que aún bebe .

6
Desde 1935 hasta su muerte quince años más tarde, El Dr. Bob asistió a
miles de alcohólicos en el Hospital de Sto. Tomás en Akron, el primer hos-
pital en el mundo en el que se empleaba una combinación de terapéutica
médica y A.A. en el tratamiento del alcoholismo.

Como señaló Bill W. en un 'trabajo que presentó a la Sociedad Médica del


Estado de Nueva York en 1944, los A.A., mientras hadan uso de los conoci-
mientos d e la medicina, la siquiatría y la religión, " han tratado con ahinco de
explotar nuestra grandísima ventaja natural".

"Esa por supuesto, es nuestra experiencia personal como bebedores que


nos hemos recuperado. Cuántas veces médicos y sacerdotes no se han
desesperado, cuando después de prolijos tratamientos y exhortaciones, el
alcohólico todav ía insiste en que: "Pero es que Ud. no me comprende . Ud.
nunca fue esclavo de la bebida, as í es que lcómo puede entenderme?

"Por otro lado, cuando un alcohólico que se ha recuperado le habla a


otro que no lo esta, tales objeciones rara vez surgen, pues el nuevo hombre
se da cuenta, en pocos minutos, que está hablando como si fuera con su
propio hermano, alguien que le entiende. Tampoco es posible que el miem-
bro de A.A. que ya se ha recuperado pueda ser engañado, pues conoce
todos los ardides, toda la serie de argumentos a que recurren los tomado-
res. Por consiguiente, todas las barreras se desploman. La confian za mutua,
tan indispensable en toda terapéutica, surge inevitablemente".

En dos décadas, Alcohólicos Anónimos, esa sociedad de "hermanos espiri-


tuales" ha crecido desde dos miem bros a un cifra calculada en 500.000!con
más de 5.000 gruposJocales en todas partes del mundo. Hoy, 1972, el núme-
ro de Grupos es de l6.000 y sus miembros alrededor de 800.000 ~ T iene un
solo propósito, el de ayudar a otros alcohólicos a recuperarse de su enferme·
dad. No le pide nada al alcohól ico más que el deseo por parte de él, de recu-
perarse. No hay requisitos para hacerse socio, ni tampoco honorarios ni
cuotas. La sociedad no expresa ningún punto de vista, ya sea médico o rel i-
gioso. No trata de reformar.

La mayor contribución de A.A. a los programas de la siquiatría y la reli-


gión, en el terreno del alcoholismo, ha sido resumida así:

1. La facu ltad que tie nen los miembros, como bebedores que han sido, de
captarse la confianza del recién -llegado que busca auxilio, "de contruír
una I ínea de transm isión a su interior".

2. La provisión de una cofraternidad o sociedad de ex-bebedores en la cual


el recién llegado puede aplicar con todo éxito los principios de la medicina
y de la religión a él mismo y a otros.

7
Durante generaciones, la medicina y la religión han depositado confianza
en ciertos principios o procedimienws básicos en su trato con el bebedor
desahuciado. Existen similaridades interesantes y fundamentales en los dos
terrenos. Por ejemplo:

La Medicina dice: La Religión dice:

1. El alcohólico necesita un cambio 1. El alcohólico necesita un cambio


de personalidad. profundo, un despertar esp iritual.

2. El alcohó lico debe examinar su


2. El alcohólico necesita ser analiza- conciencia, debe hacer un "inven-
do, debe experimentar una catar- tario moral", puede ser ayudado
sis mental completa y sincera. por medio de una confesión o de
francas discusiones.

3. Los defectos graves de personali- 3. Los defectos de carácter (pecados)


dad deben ser eliminados por me- pueden elim inarse mediante la
dio de un exacto conocimiento adquisición de más honradez,
propio y de un ajuste realista a la humildad, abnegación, tolerancia,
vida. generosidad, amor, etc.

4. La dificultad básica del alcohólico


es su preocupación en sí mismo.
4. El alcohólico neurótico se ahu-
Temeroso y egoísta, ha olvidado
yenta de la vida , es un cuadro de
la "Hermandad del Hombre".
preocupación y ansiedad anprmal;
se retrae de su prójimo. 5. El alcohólico tiene que aprender
el "poder expu lsivo de un nuevo
afecto", amor en servir al hombre,
5. El alcohólico tiene que encontrar en servir a Dios. Tiene que "per-
un "n uevo y dominante interés en der su vida para encontrarla" y
la vida", tiene que "volver al reba- debe volver a su iglesia para ali í
ño". Tiene que encontrar in tere- olvidarse de sí mismo, consagrán-
ses, actividades y distracciones dose al servicio de los demás_. Pues
que ocupan el lugar del alcohol. "la fe sin obras no es fe".

La confraternidad de Alcohó licos Anónimos ha llegado a ser un terreno


cooperativo de comprensión para ambos conceptos. Nada en el programa de
recuperación de A.A., difiere básicamente de los preceptos de la medicina o la
religión. En A.A., como uno de los primeros miembros había señalado, e l
recién llegado puede recurrir a cualquiera de los dos procedimientos. "Algu-
nas veces elimina el llamado "aspecto espiritual" del programa, y depende
enteramente de los factores de honestidad, tolerancia y cooperación con los
demás. Pero es curioso observar que la fe siempre llega a todos los que em-
prenden este simple camino sin prejuicio .. . y mientras tanto permanecen

8
sobrios. S in embargo, si el contenido espiritual del programa es negado total-
mente, el recién llegado rara vez puede abstenerse de tomar. Esta es la expe-
riencia de A.A., en todas partes. Hacemos énfasis en lo espiritual simplemente
debido a que miles de nosotros hemos encontrado que no podemos prescindir
de ello".

El programa de recuperación de A.A., con el cual muchos médicos hoy


están familiarizados, está contenido en los "Doce Pasos Sugeridos", basados
en la experiencia d e los primeros miembros de la confraternidad. En síntesis,
estos pasos simplemente sugieren: (1) admisión de alcoholismo, (2) análisis de
personalidad y catarsis, (3) reajuste de relaciones personales, (4) depender de
algún poder saperior. (5) trabajar con otros alcohólicos.

El concepto del alcohol ismo como una enfermedad, descrita por el Dr.
Silkworth como "una obsesión de la mente, además de una alergia del cuer-
po", y ampliamente aceptado por los miembros de A.A., es significativo
tanto para los médicos como para los pacientes. Por haber tenid o éxito en un
porcentaje relativamente alto de casos, el programa A.A., ha estimulado la
esperanza en el médico, en vez del pesimismo, en el tratamiento de bebedores
desahuciados.

Para el alcohólico que esté dispuesto a confesar su condición y quiera


. buscar ay ud a, el procedimiento de A.A., significa una base lóg ica y desapa-
sionada para combatir un grave problema personal. Ya el alcoholismo ha
dejado de ser una d ebilid ad moral. El bebedor desahuciado no está considera-
do ser más deficiente en voluntad que la víctima de la tuberculosis o la diabe-
tes. Adquiere una nueva comprensión de la verd adera índole de su enferme-
dad. Y se le traza un programa realista para rehabilitarse, un programa cuyo
va lor ha sido demostrado en miles y miles d e casos.

El programa de A.A., está basado en la experiencia. Su atractivo, y las


razones de su éxito relativo, no son siempre interpretadas en los mi smos
términos. En cualquier discusión de A.A., hay evidentemente extenso campo
para una gran variedad de puntos de vista y opiniones. El mismo principio rige
en el área d e la medicina y A.A.

LA MEDICINA Y EL ALCOHOLICO

La medicina ha hecho un nuevo estudio tanto del alcoholismo como del


alcohólico durante la pasada generación. Aún hoy, sin embargo, parece existir
un conocimiento mucho más extenso de las consecuencias del hábito a la
bebida que de los factores responsables por esta enfermedad .

Por ejempl o, un grupo d e sociólogos bajo la dirección de Edwin H. Suther-


land, doctor en filosofía de la Universidad de Indiana, hizo un estudio de

9
treinta y siete esfuerzos por parte de otros investigadores quienes habían
tratado de determinar qué factores de personalidad, si es que existían, pudie-
ran ser generalmente asociados con el alcoholismo. El resultado de este estu-
dio fue totalmente inconcluyente. El Dr. Sutherland y sus colegas sólo pudie-
ron informa r que cualquier tipo de· personalidad -feliz, triste, introvertida,
extrovertida-, puede convertirse en un ~lcohólico.

Otros científicos están inclinados a creer que la mayor parte de lo s proble-


mas alcohólicos tienen un fondo emocional. Sugieren que al principio el
individuo bebe con exceso para compensar alguna profunda desdicha o fa lta
de seguridad. A medida que e l bebedor progresa, según el los opinan, la nece-
sidad de .alcohol adquiere cada vez mayor carácter compulsivo. Como la
víctima de cualquier forma de vicio, el bebedor desahuciado adquiere una
dependencia crónica del alcohol.

El Dr. Edward A. Strecker, Presidente de la Junta del Departamento d e


Siquiatría de la Escuela de Medicina de la Universidad de Pensylvania, un
estudioso veterano de este problema, ha sugerido en un escrito presentado
ante la Asoéiación Méd ica Americana que "el alcoholi smo es un mecanismo
de escape adulto motivado por la inmadurez emocio nal producida en la niñez
por dominación amorosa paternal, que lo dejó mal preparado para tratar los
problemas de relaciones interpersonales adultas".

El médico que trabaja enteramente de acuerdo con A.A., suele impresio-


narse, y hasta maravillarse al p.rincipio, por la actitud tan natural que asumen
los miembros más antiguos de la confraternidad cuando se les pide que des-
criban las causas del uso excesivo de la bebida que antes hacían. Algunos de
los miembros de A.A., tienen estudiadas teorías para justificar su dependen-
cia anterior sobre el alcohol. La mayor part e de los miembros, sin embargo,
no están completamente seguros con respecto a qué fue lo que le indujo a
beber con exceso. Al concentrarse para permanecer sobrios, están perfecta-
mente dispuestos a olvidar muchos de los aspectos discutibles de su desa-
gradable pasado.

En un escrito presentado a la Academia Americana de Práctica General en


1953, el Dr. Harold W. Lovell, sub-profesor de neurología del Colegio Médico
de Nueva York, resumió ; el punto de vista de muchos médicos que han
asistido a alcohólicos.

El Dr. Lovell señaló tres "riesgos" principales del alcoholismo: degenera-


ción de los órganos físicos, desorganización de la personalidad y complic.a -
ciones sociales. El beber con exceso, dijo, puede producir cirrosis del hígado.
Es un factor en enfermedades culminando en efectos tales como el así llama-
do cerebro "húmedo", desórdenes convulsivos y neuritis.

- 10
La desorgan ización y disgregación de la persona lidad en los bebedores
desahuciados, t ie ne características igualmente d istintas, d ijo el doctor. El
a lcohó lico se hace irresponsable e ind igno de confianza. Obra con fa lta de
madu rez. Se vuelve extremadamente sensit ivo e irritable. En muchos casos
procede con absoluta fa lsedad en su trato con la fam ilia, sus amigos, patronos
y aún con los médicos.

Las complicaciones sociales de l alcoholismo afectan toda la comun idad,


según el Dr. Lovell. La vid a fami liar se desorgan iza y el hogar se desbarata.
El alcohó lico, y quizás otros t ienen que depender del contribuyente en
muchos casos. Además, el alcohólico t iende a entrar en confl icto con la ley
y a veces adqu iere el hábito de la droga,. además del alcohol.

En su escrito a la Academ ia Americana de Práctica General, el resume n del


Dr. Love ll, de las distintas medidas que los médi cos pueden adoptar en tratar
al alcohólico desde un punto d e vista fis iológico revela cuanto ha llegado a
aprenderse acerca de este aspecto de l alcoholismo en años recientes. La hospi -
talización, en su opin ión, es siempre deseable en casos de intoxicación alcohó-
li ca aguda, de li rium treme11s y otros estados de gravedad simi lares de la enfer-
medad. H ízose una reseña de los ex per imentos realizados e n la corrección de
deficiencias d e las glándu las de secreción interna. Se expuso el va lo r que
t ienen las inyecciones ·de glucosa bajo determ inadas circunstancias.

Después de tratar acerca de la neces idad de mantener dietas de alta proteí-


na y de grasa, el Dr. Lovell adv irtió a sus co legas con respecto al uso de med i-
camentos sedativos. Es importante, dijo, "precaver el peligro de sustitu ír el
alcoho l por los barbitúr icos o narcóticos". En su lugar, sugiere varias alterna-
t ivas para reduc ir síntomas nerv iÓsos o gastro intestinales y para reducir ten-
sión du rante el per íodo de abstención del alcohol. La abstenc ión de toda
bebida alcohólica debe efectuarse inmed iatamente, o dentro de 24 horas
después de comen za r el tratamiento, cree dicho médico. Tamb ién cita la
posible necesidad de corregir defic ie ncias vitamínicas.

Es también interesante notar q ue en su escr ito, el referido médico mencio-


na la d ifíc il situación del alcohó lico "seco", o el que no toma. Este es el
ind ividuo que se ha independizado de l _a lcohol, pero que está expuesto, de vez 1
e n cuando, a experimentar depres iones mentales o estados d e tensión y ansie-
dad que están arraigados en parte en factores físicos. En este caso, tamb ién
los t ratamientos de glándu las internas, con atención especial a la d ieta, se
recomienda n como benef iciosas.

Comentando acerca de la necesidad de un elemento "espiritual" en el


tratam iento de alcohólicos, el Dr. Lovell declaró:

" Hay personas q ue todavía cons ideran el alcoholismo como una forma de
degenerac ión mental , y tratan de dividir la fi losofía méd ica o cient ífica del

11
alcoholismo y la de ciertos grupos laicos o religiosos en dos fracc iones
opuestas. Esto es indefensible y despi erta actitudes intolerantes que sólo
pueden servir para retardar el progreso de la verdad. Los mejores intereses
del alcohólico enfermo solamente pueden ser servidos medi ante un a
cooperación completa entre todos los grupos, religiosos, laicos y méd icos,
que estén sinceramente dedicados a extender nuestro entendimiento y
tra tamiento del bebedor desahuciado".

A continuación ofrecemos una condensación de una discusión especial de


jurado sobre alcoho lismo, que tuvo lugar en la reunión de la Sociedad Médica
del Estado de Nueva York, celebrada en 1950:

"Advertíase un desacuerdo acerca de los orígenes de la enfermedad. Habfa


un grupo que se inclinaba hacia la teoría psicogenética, mientras que ot ro
favorecía un origen fis iológico. Indudablemente que era necesario rea lizar
invest igaciones adicionales".

"Se acordó que el alcohól ico grave debiera tratarse como una emergencia
médica crítica; que los hospitales generales debían recibir esta clase de
pacientes y que después de haber pasado la fase grave de la enfermedad,
debía iniciarse la verdadera terapia".

"La terapia prolongada implica los esfuerzos coordinados de la medicina,


la sociología. la religión y Alcohól icos Anónimos. Ha de ser un esfuerzo
cooperativo".

El aporte especial que A.A., puede hacer hacia este "esfuerzo cooperati-
vo", ha sido expresado de manera muy efectiva por otro médico, el Dr.
Marvin A. Block, de Buffalo, N.Y., Subprofesor Clínico de Medicina de la
Universidad de Medicina de Buffalo y Presidente de la Junta Directiva de l
Sub-Comite sobre Alcoholismo de la American Medica! Association:

"Quizás el tratami ento más eficaz en la rehabilitación del alcohólico es una


filosofía de vida que sea compatible con el individuo y su familia, una fe
inquebrantable en sí mismo, que só lo se manifiesta después de haber com-
prendido a entenderse a s í mismo, y una íntima asociación con otros cuya
experi encia sea paralela con la suya. La cooperación del médico con
Alcohólicos Anónimos es un modo de obtener estas cosas para su pa-
ciente".

"Esta confraternidad cuenta con suficientes grupos, que están a la disposi-


cion de cualquier médico, que quiera consultarlos en beneficio de su
paciente, y encontrará que siempre estarán dispuestos a ayudar al paciente
en cualquier momento . La perfecta comprensión que tienen acerca del
problema que agobia al paciente, no puede ser suficientemente pondera-

12
da, y su benévo la asistencia en momentos cr íticos es de gran va lor tera-
péutico. En cooperación con e l médico, A.A., constituye un ayudante
ind ispensable en e l tratamiento de los alcohólicos y . . . y ayudan al
paciente a tener fe en sí mismo y en su prójimo, prop iedad de que a
menudo carece e l a lcohól ico".

El Dr. Karl Menn inger, de. la mundialmente famosa F undación Menni nger,
de Topeka, Kansas, ha expresado su op in ión acerca de A lcohólicos Anón imos
en estos térm inos: ·

" T engo e l mayor respeto por la obra que A.A., está real izando, por su
espíritu, por su f ilosofía esenc ial de ayuda mutua. No pierdo oportunidaa
alguna de expresar m i aprobación, ta;1to pública como privada, c uando
pueda ser de provecho" .

Un homenaje parec ido ha sido expresado por el Dr. Merril Moore, de


Bastan, Massachusetts, que cuenta con gran experiencia en el tratamiento
de a lcohó licos:

"Desde un princ ipio he creído firmemente en Alcohól icos Anónimos y la


he apoyado como m iembro ind ispensab le del equ ipo terapéutico. La
cooperación de Alcohó licos Anón imos co n el médico es además valiosa y
loable'"

Y, finalmente, tenemos el interesante tributo del Dr. W.W. Bauer, Direc-


tor del Departamen!o de Ed ucac ión Higié nica de la American Medical
Association, en el discruso transmitido por la Cadena Radioem isora de la
National Broadcasting Company:

"Alcohólicos Anón imos no forma n cruzadas ni son u na soc iedad ded icada
a la sobriedad. E ll os saben q ue jamás deberán beber. Ayudan a los demás
con prob lemas similares . . . Dan comprens ió n, conf ianza, compañía y
ayuda al a lcohól ico. En esta atmósfera el a lcohó lico se sobrepone a la
excesiva concentración sobre s í mismo . Aprend iendo a depender de un
poder más a lto y a preocuparse en su traba jo con otros alcohólicos, perma-
nece sobrio d ías tras día. "Los días se convierten en semanas, las sema nas,
en meses, y en a ños".

Hoy, más de 1.500.000 hombres y mujeres que antes bebían con exceso,
llevan vidas sobr ias y constructivas sin a lcohol dentro de la confraternidad
de A.A ., en los Estados Unidos de América, el Canadá y más de otros cien
pa íses. Muchos fueron primeramente introducidos a los A.A., por miembros
de la profesión méd ica . Constituyen una prueba fehac iente de la c reciente
comprensión de la índole del alcohol ismo y de los bri ll antes resultados q ue
pueden obtenerse cuando la med icina y A.A., cada una en su propia esfera
t rabajan m utuamente de acu erdo.

13
A Y UDANDO AL ALCOHOLICO

"NO HA Y NADA en el ejercicio de la medicina que sea más desa lentador


que tratar de ayudar a un alcohólico que no qui era cooperar"'

Estas palabras son las de un jove n médico, que ha tenido sus éx itos y sus
fracasos en e l tratamiento del alcoholi smo. Cuando el paciente es honrado y
sincero al pedir que lo ayuden, este médico, que trabaja íntimamente con
A.A., en su comunidad, estima q ue en su profesión son pocos los éx itos q ue
puedan compararse con la oportunidad de poder ayudar a un hombre o a
una mujer a repo nerse del alcoho lism o. Cuando, por otro lado, el paciente no
es completamente honrado, cuando rehusa a los A.A., una oportunidad para
ayudarlo, el m édico lamenta amargamente el tiempo que se le ha hecho des-
perdiciar. Considera que el tiem po que ha dedicado al alcohólico que no
coopera. pudo haber sido empleado más productivamente asistiendo a otros
que necesitan su ayuda.

Todas vez que él representa el más adelantad o de los puntos en el trata-


miento d el fllcoholismo, este joven médico se da perfecta cuenta que los
alcohólicos son en verdad personas enfermas. El sigue tratando d e ayudarlo.
Por experiencia propia, ha pod ido darse cuenta que no es ni cuerdo ni cien-
tífico clasificar a un nuevo paciente como "perdido", por muy hondo que el
paciente haya caído en el abismo del alcoholi smo. Aunque crit ica al "farsan-
te" que se niega a reconocer la verdadera índole de su probl ema, también ha
visto muchos "milagros". S us propios casos le d emuestran que casi todos los
alcohó licos p ueden ser rehabilitados, si es el que el alcohólico quiere ser
ayudado.

Al igua l que muchos otros médicos que han tenido q ue ver con a lcohóli-
cos, este hombre sabe por ex peri encia que el factor más importante en ayudar
al alcohólico a reponerse, es el deseo del alcohó lico mismo de ser ayudado.
El alcohólico que solo busca alivio a sus periódicas jaquecas, o q ue ti ene
arraigada la idea de que puede tomar a pesar d e su enfermedad, ha sido siem-
pre la desesperació.n de la profesió n médica. Los médicos en la actualidad
reconocen que aunque pueden brindar ayuda temporal en ta les casos, no
están llega ndo al fondo del problema.

Otro médico general experimentado en el t ratamiento del alcohólismo


ha adoptado la siguiente lista de requisitos, con respecto a sus pacientes
alcohólicos: 1

1. Obtener una historia detallada, incluyendo datos acerca de la familia del


paciente, sus relaciones en el hogar como en sus negocios.

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2. Describir la terapia de A.A., sometiendo al paciente a la temprana influen-
cia de otros alcohólicos.

3. Expl icar los hechos sobresalientes de la e nfermedad al alcohó lico con


paciencia y con tacto.

4. Eva luar cuidadosamente los posible síntomas de l alcoholismo en la


persona entregada a la bebida.

5. Pedir la ayuda de otros miembros de la familia del paciente en el trata -


miento, y ~ometer a la familia a la influencia de la familia de los A.A.

6. En las etapas agudas de la enfermedad, seleccionar los medicamentos


cuidadosamente, evitando en todo lo posible el uso de ca lmantes que
formen hábito.

7 Hospital iza r los casos graves de alcohólicos, siempre que sea posible, o
proporcionar un duplicado de la terapia usua l observada en el hospital,
en la casa de l p aciente. ·

El médico que pueda reconocer los síntomas tanto de alcoholismo ver-


dadero corno del potencia l, estará, por supuesto, mejor preparado para
ayúdar a sus pacientes, que el que tenga el más anticuado concepto estereo-
tipado del alcohólico. ·

Durante los últimos años, el doctor E. M. Jellinek, Se. de la World Healt


Organization (Organización Universal de Salud), reconocido extensamente
corno una autoridad sobre el alcohol isrno, a practicado extensos estudios
sobre un aspecto conocido corno " las cuatro fases de l alcohol ismo". Sus
descubrimientos están basados sobre las costumbres de beber de más de
2.000 alcohólicos reconocidos . .

En la pr imera de las fases, la "pre-alcohólica", señala el Dr. Jellinek, el


presunto adicto generalmente se revela a sí mismo corno disfrutando de
un "merecido ali vio" en la situación de l bebedor. "El al ivio es marcada-
mente ostensible en su caso debido a que, o bien sus te nsiones son mucho
mayores que las de otros miembros de su círcu lo social, o que no ha apren-
dido a manipular esas tensiones corno ha n logrado hacerlo los otros". En
esta fase el alcohólico puede que no esté conciente de su reacción especial
al alcohol. Puede que beba para aliviar sus tensiones en raras ocasiones sola-
mente.

En la segunda fase del alcoholismo, e l alcohólico puede que comience a


experimentar "pérdidas del conocimiento". Puede que continúe funcionando
racional o irracion almente, durante el tiempo que esté bebiendo, pero des-

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pués no podrá recordar sus acciones. Es durante esa fase cuando beber secre-
tamente, estar pensando acerca del alcohol la mayor parte del tiempo y
sentir un remordimie nto de haber beb ido , generalmente ocurren.

El hábito de beber del ind ividuo, puede no ser muy conspicuo en esta
etapa, aunque puede comenzar a afectar su salud física y mental. Aunque
el bebedor puede ser aún capaz de comprender que está comenzando a
tener u n problema con el alcoho l, esta etapa represe nta un punto crit ico en
el cua l el médico puede ser especia lmente val ioso. Su conocim iento de la
i ndole progresiva de la enfermedad, un ida a la comprensión del paciente,
ace rca de su problema cada vez mayor, puede ser aplicado para imped ir una
transición a la próx ima etapa.

La etapa "decisiva" o "aguda" del alcohol ismo se in ic ia, según los estudios
del Dr. Jell inek, cuando e l indiv iduo empieza a perde r su control sobre el
alcohol. Cua lqu ier trago puede iniciar "una reacción encadenada que es
experimentada por el bebedor como una demanda Hsica de tomar". En
esta tase el bebedo r puede todavia abstenerse periódicament e de tomar y
dominar el deseo por períodos limitados. A veces es dificil tratarlo, sin
embargo, porque todavia no ha confesado que tiene un problema con el
a lc ohol. Todavía cree que su costumbre de beber puede ser dom inada y
puesta bajo contro l en alguna época en un futuro indef inido. Empieza a
concebir racionalmente acerca de su costumbre d e tomar y a cu lpar a otros
por sus excesos. Su vida comi enza a centralizarse en el alcohol y a desorga-
n izarse cada vez más . Puede recurrir a toma r con regularidad por la mañana.

Hasta ahora el alcohó lico ha estado luchand o con su pérd ida de control
sobre el a lcohol. Ha t ratado de "aparentar un frente" y de retener ciert a
apariencia de posición social.

Pero a medida que entra en la c uarta y ú ltima fase del a lcoholi smo, el in-
dividuo ya no se ocupa de mantener las apa ri enc ias. E l a lcoho l ya ha llegado
a ejercer dominio sobre él. Se rin de comp letamente porque, hasta cierto pun-
to, tiene que hacerlo. Necesita literalmente del a lcohol para poder seguir vi-
viendo. Deja que toda la estructura de su vida se derrumbe. Puede que tenga
sueños vagos e imprácticos para el futuro, pero ya no tie ne el deseo o la capa-
c idad de comenzar a retroceder el cam ino sin la ayuda de algu ien .

El " J ourna ld of Studies on A lcoho l", e n la Universidad de Ya le, ha resumi-


do la s implicaciones modernas de esta cua rta etapa en estas palabras:

"Anteriormente se creía que esta etapa de la derrota ten ía que ser alcan-
zada antes de que el alcohó lico pudi era ser tratado . La expe rie ncia e l inica
du ra nte los últimos diez años, sin emba rgo, ha demost rado que esto no es
cierto. El curso del mal de la bebida puede ser contenido en cua lquier

16 _
punto si el médico logra inducir una "derrota" artificial en el individuo.
A medida que el conocimiento del proceso de la enfermedad del alcoho-
lismo se extiende, más y más adictos incipientes se presentan voluntaria-
mente para ser tratados. Toda vez que los presuntos adictos pueden ser
entresacados de otros tipos de personas que beben con exceso mediante
un examen minucioso de· sus síntomas, Jellinek cree que puede aún haber
posibilidad de llegar a manejarse el problema de la adquisición de la enfer-
medad en el nivel preventivo".

Los médicos que han trabajado con miembros de A.A., reconocerán en la


historia personal de muchos pacientes una semejanza muy aproximada con el
desenvolvimiento de etapa tras etapa del alcoholismo descrito por el Dr.
Jellinek. Las características de la enfermedad progresiva de la bebida difieren,
por supuesto, tanto en la intensidad como en la duración de cualquier etapa
especial del alcoholismo. Para muchos médicos el significados de los estudios
de Jellinek estriban en el hecho de que sirven de guía a aquellos que puedan
haber tenido limitada experiencia en el tratamiento del alcoholismo, pero
que desean "detener" el progreso de un paciente hacia una derrota total.

A veces sucede que un médico ayuda a un alcohólico a vencer las primeras


etapas de recuperación o tiene la ayuda de A.A., vé que su paciente se conser•
va sobrio durante semanas o meses, y de pronto se desalienta al descubrir que
. el paciente ha empezado a beber otra vez. El médico pensará justificadamente
si es cierto que A.A., es en verdad la solución al problema de su paciente.
También pensará si es cierto que este acto irracional pueda ser atribuído a
algun proceso misterioso comúnmente conocido como "comportamiento
alcohólico".

El Dr. Silkworth, a quien hicimos referencia en las primeras páginas de


este folleto, creyó que estos lapsos ocurrían simplemente porque el alcohólico
había dejado de observar instrucciones:

El "lapso" alcohólico, como es conocido en Alcohólicos Anónimos, pre-


senta un ejemplo perfecto de cómo la naturaleza humana puede ser confundi-
da con la conducta alcohólica.

iEI "lapso" es una recaída! Es una recaída que ocurre después que el
alcohólico ha dejado de tomar y ha comenzado a seguir el programa de
recuperación de A.A., los "lapsos" generalmente ocurren en las primeras
etapas de la indoctrinación del alcohólico en A.A., antes de haber tenido
tiempo de adquirir un conocimiento suficiente de la técnica y de la filoso-
fía de A.A., para darle una base firme. Pero los " lapsos" también pueden
ocurrir después que un alcohólico ha sido miembro de A.A., durante
muchos meses, o aún después de varios años, y es en esta categor/a sobre-
todo, cuando uno encuentra marcada similaridad entre la conducta del
alcohólico y las víctimas "normales" de otras enfermedades.

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"Nadie se ala rma por el hecho de que las recaídas no sean poco comunes
e ntre pacientes t ubercu losos c uya e nfermedad haya sido conten ida . Pero
he aqu í un hecho sorprendente, la causa es a veces igual a la que determ ina
los " lapsos" en los alcohólicos .. . La m isma traged ia puede observarse en
casos ca rd íacos . . . " .

"Tanto en los casos card íacos como e n los de tubercu losis, los actos que
determi naron las recaídas fueron precedidos por un pensar erróneo. El
paciente en cada caso se rescató a sí m ismo, por un proceso de razona-
m iento, de un concepto de su propia pe ligrosa realidad. Se apartó del ibera-
damente de este conocimiento del hecho de que hab ía sido víctima de una
grave enfermedad . Adquirió un exceso de confianza. Decidió que no ten ía
que seg1:1ir instrucciones".
"Pues bien, ésto es precisamente lo que sucede con el alcohóli co - el
alcohólico mejorado o el alcohólico en A.A.- que h a experimentado un
"lapso". Evidentemen te, decide otra vez tomar un trago algún día, antes
de tomarlo en rea lidad. Empieza a pensar erróneamente antes de empren-
der la senda que conduce a un " lapso" .

"No hay más justificación para atribuír el "lapso" a causas alcohó licas que
el que ex ihe para atribui r una recaída a causas tuberculosas o un segundo
ataque del corazón a causas cardíacas. El " lapso" alcohólico no es un
síntoma de una cond ición psicopática . . . El paciente simplemente no
siguió las instrucciones".

"Para el alcohólico, A.A., otrece las instrucciones. Un factor vital, o ingre-


diente de lo prev!lntivo, especialmente para el alcohól ico es una emoción
sosten ida. El alcohól ico que aprenda algunas de las técnicas o mecanismos
de A.A., pero que no' capta la fi losofía o el espíritu, puede cansarse de
seguir instrucciones, no porque sea un alcohólico, sino porque e·s humano.
Las reglas y los reglamentos fastid ian a casi todo el mundo porque son
restrictivas, p rohitivas, negativas. La fi losofía de A.A., sin embargo, es
positiva y proporciona una amplia emoción sostenida, un sostenido deseo
de seguir instrucciones voluntariamente".

Al remover gran parte de l misterio de un aspecto de l cuidado y tratam ien -


to del alcohólico, el Dr. S il kworth ha hecho que sea más fác il para otros mé-
d icos ayudar a sus pacientes a lograr y retener la sobriedad. Pues cuando acu-
den a A.A., casi todos los médicos encuentran un aliado cuyo p unto de vista
hacia el alcoho lismo es completamente natural, com pletamente práctico.

RENDICION Y RESTABLECIMIENTO

Muchos ps iquiatras han comentado sobre la ayud a que han recibi do como
consecuencia d e haber observado el programa de A .A., y su contact o con

18
miembros de Alcohólicos Anónimos. A su vez, muchos que hoy son miem-
bros de A.A., deben su continua sobriedad, en gran parte, a los trabajadores
en el campo de la psiquiatría que los presentaron a Alcohólicos Anónimos.

Pocos médicos han hecho un estudi o más largo y más intenso de la tera-
péutica en acción que el Dr. Harry M. Tiebout, de Greenwich, Connecticut.
Su escrito sobre el "Mecanismo Terapéutico de Alcohólicos Anónimos",
originalmente preparado para la asamblea de 1943 de la Asociación Psiquiá-
trica Americana, marcó una etapa en la creciente comprensión médica de
A.A., y ha sido distribu ído por todas las partes de l mundo. Los escritos
posteriores del Dr. Tiebout han contribuído consistentemente a una mayor
apreciación del papel que la medicina, la religión y A.A., pueden desempeñar
en la rehabil itación del alcohólico.

Como psiquiatra, el Dr. Tiebout ha estado especialmente interesado en


dos elementos del programa de A.A., a saber: el hecho de que el alcohólico
que espere restablecerse, debe "rendir" (renunciar) sin reserva, su deseo irra-
cional de "hacer lo que q\,Jiere, para dominar los acontecimientos y la gente;
el proceso de "despertamiento espiritual" que frecuentemente se nota en
A.A., gracias al cual el alcohólico que va adelantando logra un nuevo sentido
de armon ía y de serenidad en relación con el mundo que le rodea y a lo que
ha sido descrito como "ese poder intangible que toda la human idad reconoce,
compréndalo o nó".

Las observaciones hechas por el Dr. Teibout lo han convencido de que


"cumplir" con el programa de A.A., no es siempre bastante para el alcohÓ·
lico. Debe estar dispuesto a admitir una derrota total antes de que pueda dar
el paso por la senda del restablecimiento.

"Un hecho debe tenerse presente, a saber: la necesidad de distinguir entre


sometimiento y rendición. En el sometimiento, el individuo acepta la
realidad consciente, pero no inconscientemente. Acepta como un hecho
práctico que no puede en ese momento conquistar la realidad, pero latente
en su inconsciente conserva la idea de que "ya vendrá el día", que impl ica
una falta de aceptación verdadera y demuestra concluyentemente que la
lucha continúa todavía. Con el sometimiento, que no pasa de ser una
condescendencia superifcial, la tensión continúa. Cuando, por ot ro lado,
la facu ltad de aceptar la realidad funciona en el nivel del inconsciente, no
queda residuo de batalla y el relajamiento surge libre de esfuerzo y de
conflicto. En realidad, es perfectamente posible determinar hasta qué
grado la aceptación de la realidad está en el nivel inconsciente por el grado
de relajamiento que se desarrolla".

El Dr. Tiebout ha aplicado este concepto básico al alcohólico en estos


terminas.

19
"Un alcohólico a la terminación de una larga y penosa borrachera, decide
que ya ha terminado con la bebida. Esta dicisión es anunciada en tonos
fuertes y vehementes a todos los que le escuchen. Su sinceridad no puede
ser puesta en duda . El lo dice con entera sinceridad. Sin embargo, él sabe
y también lo saben cuantos le oyen, que está cantando otra tonada antes
de que hayan transcurrido muchas semanas. Por el momento, parece haber
aceptado su alcoholismo pero su aceptación no es más que superficial. No
cabe duda que habrá de recurrir a la bebida. Lo que aquí vemos es cumpli-
miento en acción. Durante e l tiempo en que su recuerdo d e sufrimiento
causado por una borrachera es agudo, lo acepta sin reservas. Pero al lá en lo
profundo, en su inconsciente, lo único que puede hacer es cumplir, lo que
quiere decir que, cuando la realidad de su problema de beber es innegable,
deja de disputar hechos incontrovert ibles. Queda exhausto, sin fuerzas para
luchar. A medida que el tiempo transcurre y se va desvaneciendo el recuer-
do de sus sufrimientos, la necesidad de obedecer disminuye. A medida que
la necesidad dism inuye, la mitad del obedecimiento, que nunca en rea -
lidad aceptó, comienza a agitarse una vez más y pronto resume su imperio.
La .necesidad de aceptar la enfermedad del alcoholismo es ignorada,
porque, después de todo, allá en lo profundo, no fue sincero en realidad.
Por supuésto, conscientemente, la víctima de todo ésto queda completa-
mente a :oscuras. Lo que recibe son mensajes de abajo que l~ntamenta-
mente traen consigo un cambio en su actitud consciente. Durante un rato,
el trago era anatema, pero ahoril empieza a acariciar la idea de una copa y
así sucesivamente, hasta que, finalmente, 1a medida que el elemento no
cooperativo vuelve a imponerse, tomarse el primer trago.¡ La otra mitad
de l obedimiento ha salido airosa, el alcohólico es ya la víctima, sin saberlo,
de sus inclinaciones inconsci'ente".

"Es únicamente cuando ocurre una verdadera rendición cuando el obede-


cimiento desaparece, librando al individuo para una serie de respuestas
sinceras, inciuyendo, en el alcohólico, su aceptación de la enfermedad, y
la necesidad que tiene de hacer algo constructivo acerca de ella".

En el concepto del Dr. Tiebout, la rendición (en vez de un simple obede-


cimiento) prepara el camino para el "despertar espiritual" al cual m uchos
miembros de A.A., se refieren:

"Un despertar religioso o espiritual es el acto de abandonar toda confianza


en la omnipotencia de uno mismo. El individuo que era arrogante ya no
desafía, sino que acepta ayuda, dirección y control de afuera. Y a medida
que e l individuo abandona sus negativos y agresivos sentimiento hacia él
mismo y hacia la vida, se encuentra abrumado por otros sentimientos
sólidamente positivos, tales como amor, amistad, paz y satisfacción infini-
ta, cuyo estado es la antítesis exacta de su anterior inqu ietud e irritabili -

20
dad. Y el hecho significativo es que bajo este nuevo estado mental el
individuo ya no se siente literalmente "impulsado a tomar".

Dicho doctor ha manifestado que la "siquiatría hoy día sospecha con


razón, de las curas puram~nte emocionales". Hasta que no haya un cambio
que esté firmemente anclado en la mente y el intelecto, la cura se considera
sospechosa:

"El énfasis de hoy está radicado sobre el anál isis, que confía en la mente
para descubrir las causas determinantes del fracaso en lograr un estado de
síntesis, que es en realidad una condición emocional de sentirse libre de
conflicto y tensión. Es de presumirse que a medida que las emociones
obstructoras salen a la luz y se libran por medio del análisis, reaparecerán
otras sintéticas en su lugar. Sin embargo, es igualmente lógico, cambiar
las emociones usando las emociones, y entonces, después de haberse
rea lizado el cambio, recurrir a la mente y al intelecto para anclar la nueva
serie de emociones dentro de la estructura de la personalidad. Hasta
cierto punto, es lo que ocurre en Alcohólicos Anónimos.

"El valor terapéutico del enfoque de Alcohól icos Anónimos proviene del
uso que hace de fuerzas espirituales para atacar el narcisismo del alcohóli·
co . . . En otras palabras, A.A., cuenta con una fuerza emocional, la
religión, para lograr un resultado emocional, a saber, el derrocam iento del
conjunto de emociones negativas y hostiles, reemplazándolas con un
conjunto de emociones positivas, en las cuales el individuo ya no necesita
mantener su arrogantes individualidad, sino que, por el contrario, puede
vivir en paz y armonía con y en su mundo, compartiendo y participando
libremente".

El Dr. Tiebout hace hincapié en el hecho de que "hay la mayor diferencia


que uno pueda imaginarse" entre un impulso sincero espiritual y la creencia
espiritual, vaga, jadeante y escéptica, que es aceptada en la mente de muchos
como sentimiento religioso.

"No importa cual sea su concepto final de ese Poder; a menos que el
individuo adquiera en el transcurso del tiempo un sentido de la realidad y
proximidad de un Gran Poder, su naturaleza egocéntrica se reafirmará con
intensidad no disminu ída y el cuadro de la bebida reaparecerá. Muchos de
los individuos que fina lmente logran el estado espiritual necesario, lo
hacen puramente siguiendo el programa de Alcohólicos Anónimos, y si n
jamás observar conscientemente ningún acceso súbito de sentimiento
espiritual. Cada vez, van adelantando lenta pero seguramente hasta lograr
un estado mental que, después de haber estado presente durante algún
tiempo, pueden súbitamente reconocer que es enormemente distinto al
que habían tenido anteriormente. Descubren con gran sorpresa que su

21
punto de vista y perspectiva han adquirido un colorido espi ritua l muy
real".

La lección para los siquiatras, estima el Dr. Tibout es clara:

"Aunque no hay duda que tenemos que ver con problemas emocionales,
nosotros, como pertenecientes a un grupo, que tiende a ser intelectua l,
desconfiamos demasiado de las emociones. Estamos conscientes de noso•
tros mismos y nos avergonzamos un poco, cuando nos vemos forzados a
usarlos, y siempre nos disculpamos con nuestros colegas, si sospechamos
que tienen motivo para creer que nuestros métodos son demasiado emo•
cionales. Mientras tanto, otros menos atados por la tradición, siguen
adelant_e y obtienen resultados que no son negados. Es sumamente impar·
tante para nosotros, como hombres de ciencias imparciales que presumí·
blemente somos, contemplar larga y sabiamente los esfuerzos de otros
en nuestra esfera de acción. Muy posiblemente tengamos los ojos más
vendados de lo que pensábamos".

El Dr. Foster Kennedy, (fallecido), eminente neurólogo, también ha sugeri -


do a la Asociación Americana de Siquiatras, que los médicos pueden benefi-
ciarse con u~,a mejor comprensión de A.A.

"No me cabe la menor dyda de que un hombre que se ha recuperado de


del anhelo por el alcohol tiene una facultad mucho mayor para recuperar
al alcohólico que un doctor que jamás ha sido azotado por esa calami•
dad".

"A.A., invoca dos de las fuentes de poder más grandes conocidas por el
hombre , la religión y ese instinto de asociación con el prójimo, que Trotter
ha llamado "el instinto de l rebaño".

"Yo estimo que nuestra profesión debe tener una comprensión más per•
fecta de esta gran arma terapéutica. Si no lo hacemos, seremos considera·
dos culpables de esterilidad emocional y de haber perdido la fe que mueve
montañas, sin la cual la medicina nada puede hacer.

EL PROBLEMA ACTUAL

En este breve folleto no ha sido posible más que señalar el creciente\interés


y conocimiento del programa de A.A., por parte de los médicos genera les y
los especial istas en el ramo del alcoholismo. Ciertas fases de esa actividad
conti nua han sido cubiertas en otras publicaciones autor.izadas por la
Junta de Servicios Generales de A.A., a través de su agencia d e publicidad,
Alcoholics Anonymouns Publish ing, lnc. Por ejemplo, "Los calmantes y el
alcohólico", trata de un problema de interés especial para la profesión
médica así como para los mismos alcohólicos. "El Empleado Alcohólico"

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reseña los adelantos que se estan rea lizando para hacer frente al bebedo, en
el come,cio y la industria .

A .A ., es un aliado importante de muchos médicos que se especializan en


e l ramo de la medicina industrial. Según cá lcul os reciente, hay ent, e 1.300.000
y 2.000.000 de bebedores problema en la industri a de los EE.UU. de Améri-
ca, alrededor de 30 casos por cada 1.000 trabajadores . Las mi smas estadísticas
demuestran que el número de días perdidos por cada bebedor a lcohólico
varía entre 22 y 25 por cada año . La pérdida monetaria es de aµroximada
mente 500 millones de dó lares al año.

La magnitud de l problema, completamente documentados so lamen te en


años recientes ha dado origen a distintos enfoques p rác1 icos, en los cuales
A.A . constituye un elemento vital. Compañ ías ta les como E. 1. Dupont de
Nemo urs, la Eastman l<odak Company, General Motors Corporation, S ta n-
dard Oil of New Jersey, Consolidated Edison of New York, junt o con muchas
otras compañías pequeñas han estab lec ido programas que reconocen que el
alcohólico es básicamente una. persona enferma. Estos programas están d iseña-
dos para dar al trabajador un nuevo concepto de su p, oblema, y de exponerlo
a la experiencia de miembros de A.A. que han resue lto favorab lemente el
mismo problema.

Las · obras actuales en e l ramo d e la medicina industrial corroboran la


efectividad extraordinaria de estos programas en los cuales grupos de A.A.,
desempeñan un papel cooperativo, aunque no afil iado. Igua lmente importan·
te, aunque no ta n b ien documentado, ha sido e l camb io de actitud hacia e l
a lcohó lico por parte de los patronos en pequeños establec im ientos comercia-
les.

Ya no se deje cesante a l bebedor alcohólico tildándosele d e "borracho",


con o sin advertencia anter ior: La mejor comprensión acerca de la índole del
alcoholismo por parte del patrono en un a proporción cada vez mayor, ha pro-
ducido un sincero deseo de " sa lvar" al alcohólico y ayudarlo a que se ayude a
sí mismo, a través de A.A. y de otras terapias.

El médico que hoy se interesa en buscar nuevos conocimientos de progre-


sos logrados en el tratam iento de l alcoholismo, e ncontrará muchos aliados
que no estaban a la disposición de sus predecesores en el ramo de la medicina
líace apenas una generación. Hoy muchas comunidades tienen activos comités
de educación alcohól ica. Un número de hospital es cada vez mayor cuenta con ·
facilidades especiales para asistir a a lcohólicos que requieran tratamie ntos
de emergenc ia . Los departamentos de salubridad pública demuestran cada vez
más interés y están más conscientes, de los problemas asociados con e l alcoho·
lismo. Hay centros de rehabilitación para alcohólicos, que están establecidos

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en distintos distritos, frecuentemente en asociación con centros directores.
En los programas escolares, el tema despierta cada vez mayor interés.

Fi nalmente, hay grupos locales de A.A. que existen en casi todas las ciuda-
des y poblaciones de los EE.UU. de América y el Canadá, o cerca de ellas.
Los miembros de estos Grupos son hombres y mujeres q ue aprendieron acerca
del alcoholismo por el cam ino duro por haberse recuperado de la enfermedad
ellos mismos y están dispuestos a compárti r sus conocimientos y experiencias
·con cualquier persona que esté preocupada con un problema de alcoholismo,
ya sea personal, de un miembro de su familia, de un am igo, o de un paciente
en el caso de un médico.

A.A. só1o tiene un fin primordial: el de-ayudar a sus miembros a mantener


su propia sobriedad y el de compartirla con todos los que quieran recurrir a
élla pidiendo ayuda.

Si no existe un grupo local en o cerca de su comunidad, o si desea Ud.


tener una contestación acerca de cualquier pregunta relacionada con e l
programa de A.A., que no esté cubierta por este folleto, basta dirigir sus
consul tas a ALCOHOLICS ANONYMOUS, Post, Office Box 459, Gran
Central Annéx, New York 100 17, N.Y., E.U. de A. o al Apartado Aéreo
3070 Medellín, Colombia.

El cuadro del progreso realizado en ayudar al alcohólico es hoy bien


alentador. Pero a lo mejor no deja de ser más que un bosquejo. En los EE .UU.
so lamente se calcula que unos 4 millones de hombres y mujeres "tienen
problema" con el alcohol. Comparadas con esa cifra el número de personas
que han sido rehabilitadas y que corrientemente se lo d eben a la medicina,
la religión, A.A., y otros grupos, es aún lastimosamente bajo. La humildad,
por tanto, es algo que le sienta bien a todos los que laboran en este campo.

24
PUBLICACIONES DE A.A.
Aprobadas por la Conferencia

LIBRO ALCOHOLICOS ANON IMOS


1 LIBRO EMPASTADO
LIBRO A . A. LLEGA A SU MAYOR EDAD
L IB RO V IV I R EN SOBR I EDAD
L IS RO EL SENDERO DE V IDA
LIBRO MANUAL DE SERV ICIOS DE A. A .
ESTO ES A. A .
44 PREGUNTAS Y RESPUESTAS
ES A. A . PARA USTED?
EL MAR I DO ALCOHOLICO
SEDANTES, ESTIMULANTES Y EL ALCOHOL ICO
A. A. POR JACK ALEXANDER
CARTA A UNA MUJER ALCOHOLICA
PREGUNTAS Y RESPUESTAS SOBRE PATROC I NIO
LO QUE LE SUCED IO A JOSE
LOS DOCE PASOS
LAS DOCE TRAD I CIONES
A. A. EN SU COMUNIDAD
LA AGRUPAC ION DE A . A.
COMO COM IENZA A . A., COMO CRECE
A. A. Y LA PROFESION MEDICA
EL EMPLEADO ALCOHOL ICO
A. A. EL GRUPO
LA MEJOR DE BI LL
LA TRAD ICION DE A. A. COMO SE DESARROLLO
EL MIN ISTRO REL IGIOSO PREGUNTA ACERCA DE A. A.
D I RECTOR IO NAC IONAL DE A.A.
A. A . EN PR ISIONES
A. A. EN HOSP ITALES
COMO COOPERAN LOS MI EMBROS D E A. A.
CON OTROS ESF UERZOS DE LA COMUN IDAD
COMO TRABAJA EL PROGRAMA
TRES CHAR LAS A SOCI EDADES MEDICAS
HAB L ANDO EN REU N IONES DE NO ALCOHO LICOS
LAS T RAD ICIONES I LUSTRADAS
REV ISTA A . A . EL MENSAJE
BOLET IN SERV IC IO E I NFORMAC ION

25
,f
Este sello aparece en Literatura
aprobada por la Conferencia.

YO SOY RESPONSABLE.
Cuando cualquiera dondequiera,
extienda su mano pidiendo ayuda,
quiero que la mano de A.A. esté siempre al! (
y por esto ...
YO SOY RESPONSABLE.
COMO SE DESARROLLO
LA TRADICION DE A. A.
POR BILL W

A. A. THADITION
HOW IT DEVEL□PED

UN RECORRIDO A TRAVES DE
LOS HECHOS HISTORICOS QUE
NOS LLEVARON A NUESTRAS
UNICAS DOCE TRADICIONES
"Alcohólicos Anónimos es una comunidad de hombres y mujeres que
comparten su mutua experiencia, fortaleza y ezperanza para resolver su
problema común y ayudar a otros a recuperarse del alcoholismo.

El único requisito para ser miembro de A.A. es el deseo de dejar la bebi-


da. Para ser miembro de A.A. no se pagan honorarios rii cuotas; nos
mantenemos con nuestras propias contribuciones A. A. no está afiliada a
ninguna secta religiosa, partido poi ítico, organización o institución alguna;
no desea intervenir en controversias, no respalda ni se opone a ninguna
causa. Nuestro objetivo primordial es mantenernos sobrios y ayudar a
otros alcohólicos a alcanzar el estado de sobriedad".

COPYRIGHT 1955
Alcoholics Anonymous World Services, lnc.
Mail Address: Box 459
Grand Central Post Office
New York, N. Y. 10017

Impreso y Distribuido por:


Oficina de Servicios Generales de A.A.
Para Colombia y América del Sur.
Apartado Aéreo 3070- Medellín - Colombia S.A.
Impreso en Colombia - Con la autorización de
A.A. World Services lnc.
Proh íbida la reproducción parcial o total
Este folleto cuenta la historia de los problemas. y el desarrollo
de los principios que creemos sou indispensables para la unidad de
A.A. y su supervivencia.

En su prefacio (Introducción) Bill W. nos muestra en su forma


original los ''DOCE PUNTOS PARA ASEGURAR NUESTRO FU-
TURO", en todas las Tradiciones menos en la Segunda, el lenguaje
original ha sido modificado o acortado.

Existen dos artículos escritos por Bill W. relacionados, con la


tradición del anonimato, el uno escrito cuando la HERMANDAD,
contaba 11 años; y el otro 9 años después. Juntos refuerzan nues-
tros mejores reconocimientos y tal vez el máximo de comprensión y
conocimiento de las Tradiciones 11 y 12.

Introducción
Por Bi/1 W.
- 1.955 -
Originalmente publicado en The A.A. Grapevine.

En qué forma podremos nosotros los A.A . preservar mejor nues-


tra unidad? Este es el tema de este folleto.

Cuando un alcohólico aplica los "Doce Pasos" de nuestro progra- _


hla de recuperación a su vida personal, su desintegración se detiene y
su unüicación empieza. El Poder que ahora lo mantiene integrado en
una unidad, sobrepasa aquellas íuerzas que lo habían desgarrado.

Exactamente el mismo principio se aplica a cada grupo de A.A.


y a Alcohólicos Anónimos en forma global. Mientras los lazos que
nos unan se muestren más poderosos que las fuerzas que de otra
manera nos dividirían, todo estará bien. Estaremos seguros como
Asociación; nuestra unidad esencial será evidente.

Si como miembro de A. A. , puede cada uno r ehusar el presti-


gio público y renunciar a cualquier deseo de pode r personal; si
como Asociación, insistimos en permanecer pobres, evitando así
las querellas por la propiedad extensiva y su dirección; si/

-3- /
tamente declinamos las alianzas de tipo político, sectario o de cual-
quier clase, evitaremos la división interna y la notoriedad pública;
si, como una Asociación, mantenemos una entidad espiritual preo-
cupada sólo por llevar nuestro Mensaje a los que sufren sin espe-
rar recompensa u honorarios, sólo entonces podremos llevar a cabo
en la forma más efectiva nuestra misión .

Va volviéndose cada vez más claro que no debemos nunca a cep-


tar ni siquiera los beneficios temporales más halagüeños, si estos
consisten en sumas apreciabks de dinero, o pudieran envolvernos
en alianzas y asociaciones comprometedoras, o pudieran tentar a al-
gunos de nosotros para aceptar, como miembros de A. A., publicidad
personal por la prensa o la radio . La unidad es tan vital para noso-
tros los A.A., que no podemos arriesgarnos en aquellas actitudes y
prácticas que han desmoralizado en varias ocasiones a otras formas
de sociedad humana. Hasta ahora hemos tenido éx ito porque hemos
sido diferentes. Pueda ser que sigamos siéndolo.

Pero la unidad de A.A. no puede preservarse automáticamente a


si misma. En la misma forma como lo hacemos con la recuperación
personal, debemos siempre trabajar para mantenerla . Aquí también
seguramente necesitamos honestida d, humildad, mente abier ta, gene-
rosidad y sobre todo, vigilancia.

Así, los que somos más antiguos en A. A., rogamos a los nuevos
que ponderen cuidadosamente la experiencia que hemos logrado al
tratar de trabajar y vivir juntos.

Quisiéramos que cada A . A. adquiriese tanta prevenc10n con res-


pecto a las tendencias pertur badoras que acechan contra nosotros en
forma general, como tiene él mismo conciencia d e aquellos defectos
personales que amenazan su 'propia sobriedad y paz mental. Porque
Asociaciones enteras se han echado a perder anteriormente, debido
a las desviaciones.

Los "Doce Puntos de la Tradición de A. A." que aquí se reprodu-


cen son nuestro primer intento de establecer principios sólidos de la
conducta del grupo y sus relaciones públicas. Se me pidió que como
uno de los encauzadores de A.A., publicara estos "Puntos", junto con
artículos explicativos, en forma periódica en nuestra publicación
mensual "The A.A. Grapevine". Muchos A.A . creen ya que estas
"Doce Tradiciones" son lo suficientemente sólidas para convertirse en
la guía básica y la protección de A .A . como un todo ; que debería-
mos aplicarlas tan seriamente a nuestra vida de grupo como hacemos
con los "Doce Pasos de Recuperación" a nosotros mismos en forma
individual. Acerca de esto, ya habrá tiempo de hablar.

-4-
Ojalá nunca olvidemos que sin unidad permanente será muy po-
co el alivio que podremos ofrecer a aquellos miles d e personas que
han de unirse a nosotros en su búsqueda de libertad.
Nadie inventó a Alcólicos Anónimos, creció, simplemente.
Los ensayos sucesivos han producido una rica experiencia.
Poco a poco hemos ido adoptando las lecciones de aquella expe-
riencia, primero como política general, y luego como Tradición. Este
proceso continúa y esperamos que nunca termine. Si nos momifica·
mos demasiado, la letra puede matar al espíritu. Podríamos tira11i-
zarnos nosotros mismos con normas y prohibiciones; podríamos ima-
ginarnos que hemos dicho la última palabra. Podríamos aún exigirle
a los alcohólicos que aceptaran nuestras rígidas ideas o permanecie-
ran por fuera. P ueda ser que nunca sofoquemos aquella clase de
progreso! Todavía las lecciones de. nuestra experiencia tienen un gran
valor. Hemos tenido años de familiaridad con el problema de vivir
y trabajar unidos. Si tenemos éxito en este cometido (y seguimos te-·
niéndolo) entone~, y sólo entonces, tendremos asegurado nuestro
futuro.
Puesto que la calamidad personal ya no nos mantiene atados, el
futuro de Alcohólicos Anónimos se ha convertido en nuestra
preocupación más importante: cómo conservar entre nosotros los A.A.
una unidad tan poderosa que ni la debilidad de las personas ni el
esfuerzo y la lucha de estos tiempos confusos, puedan amenazar nues-
tra causa común. Sabemos que Alcohólicos A nónimos debe continuar
viviendo. De otra manera, salvo contadas excepciones, nosotros y
nuestros hermanos alcohólicos de todo el mundo seguramente retor-
naríamos al oscuro camino del olvido.
Casi cualquier A.A., puede decirnos cuáles son nuestros pro-
blemas de grupos. Fundamentalmente, se refieren a las relaciones
interpersonales de los miembros del grupo y de éstos con el mundo
exterior. Envuelven las relaciones del A. A. con su grupo, la rela-
ción de su grupo con Alcohólicos Anónimos como un todo, y el lu-
gar que ocupa Alcohólicos Anónimos en ese mar proceloso llama.
do Sociedad Moderna, donde toda la humanidad o encuentra puer-
to seguro, o naufraga. A este respecto es muy importante hacer no-
tar el problema de nuestra estructura básica y nuestra actitud hacia
aquellos temas siempre inquietantes de liderazgo, dinero y autoridad.
El futuro puede muy bien depender de cómo sentimos y actuamos
ahora respecto a hechos controvertibles, y cómo manejamos nuestras
relaciones públicas. Nuestro destino final casi seguramente será el
11esultado de lo que hoy decidamos sobre aquellos asw1tos tan llenos
de peligro.
Hemos llegado a la parte crucial de nuestra exposición y es esta:
Hemos adquirido ya suficiente experiencia como para fijar una poli-

-5-
tica a seguir al tratar estos importantes problemas? Podemos en este
momento declarar principio¡: generales que lleguen a convertirse en
tradiciones vitales. Tradiciones arraigadas en el corazón de cada A.A.
por su íntima y profunda convicción y por la solidaridad de sus com-
pañeros? Este es el problema. Si bien es cierto que nuestras perple-
jidades nunca tendrán una respuesta total, estoy seguro de que he-
mos llegado a un punto vertiginoso desde donde vislumbramos las
guías generales de un cuerpo de tradición, el cual, Dios mediante,
puede proporcionarnos una guardia. efectiva contra todas las peripe-
cias del tiempo y la circunstancia.
Actuando bajo la urgente persistencia de antiguos amigos A.A.
y con la convicción de que ahora es posible un entendimiento y
acuerdo general entre nuestros miembros me atreveré a colocar en
palabras estas sugerencias para "Una Tradición de Relaciones de Al-
cohólicos Anónimos", o "Doce Puntos para asegurar nuestro futuro".

NUESTRA EXPERIENCIA DE A.A. NOS HA ENSEÑADO QUE:

1. Cada miembro de Alcohólicos Anónimos es sólo una pequeña


parte de un gran todo. A.A. debe continuar su existencia o
la mayoría de nosotros seguramente morirá. Por consiguiente,
nue¡;tro bienestar común debe tener la preferencia. Pero el
bienestar individual sigue inmediatamente.
(NUESTRO BIENESTAR COMUN DEBE TENER LA PREFE-
RENCIA; EL RESTABLECIMIENTO PERSONAL DEPENDE DE
LA UNDAD DE A.A . ).

2. Para el objeto que nuestro grupo se propone sólo existe una


autoridad funda~ental, un Dios bondadoso que se manüi'esta
en la conciencia de nuestro grupo.
(PARA EL PROPOSITO DE NUESTRO GRUPO SOLO EXIS-
TE UNA AUTORIDAD FUNDAMENTAL: UN DIOS BONDA-
DOSO QUE SE MANIFIESTA EN LA CONCIENCIA DE NUES-
TRO GRUPO, NUESTROS LIDERES NO SON MAS QUE FIE-
LES SERVIDORES; NO GOBIERNAN.

3. Nuestra sociedad debe incluír a todos aquellos que padecen el


alcoholismo. Por tal motivo no debemos rehusar a nadie que
desee recuperarse. Ni puede la calidad de miembro de A.A.,
depender de dinero o conformidad. Dos o tres alcohólicos reu-
nidos con el propósito de la sobriedad conforman un grupo
A.A. siempre que, como grupo, no tengan otra afiliación.
(EL UNICO REQUISITO PARA SER MIEMBRO DE A.A. ES
EL QUERER DEJAR DE BEBER).

-6-
4. Con respecto a sus propios asuntos, cada grupo A. A. sólo de-
be ser responsable ante la .autoridad de su propia conciencia.
Pero cuando sus planes tienen relación con otros grupos ve-
cinos, estos grupos deberán ser consultados y ningún grupo,
comité regional o individuo podrá tomar cualquier acción que
pueda afectar a los A.A. considerados como un todo sin con-
sultar con· los custodios de la Fundación Alcohólica (Ahora co-
nocidos como la Junta de Servicios Generales de A.A. (n. del t.) .
En tales asuntos nuestro bienestar común es primordial.
(CADA GRUPO DEBE SER AUTÓNOMO, EXCEPTO EN
ASUNTOS QUE AFECTEN A OTROS GRUPOS O A LOS A.A.
CONSIDERADOS COMO UN TODO).

5. Cada grupo de Alcohólicos Anónimos debe ser una entidad es-


piritual QUE TIENE UN SOLO PROPOSITO: llevarle su Men-
saje al alcohólico que aún sufre.

(CADA GRUPO TIENE UN SOLO OBJETIVO; LLEVARLE EL


MENSAJE AL ALCOHOLICO QUE AUN ESTA SUFRIENDO).

6. Los problemas de dinero, propiedad y autoridad pueden fácil-


mente desviarnos de nuestra meta espiritual primordial. Cree-
mos por tanto que cualquier propiedad considerable de uso
legi_timo para A.A., debe ser una empresa manejada separa-
damente, dividiendo así lo ,material y lo espiritual. Un gru-
po A.A. como tal, nunca debe entrar en negociaciones. Las
ayudas secundarias a los A. A. tales como clubes u hospitales
que requieran demasiada propiedad o administración deben
ser libremente descartadas por los grupos. Por consiguiente,
tales . empresas no deben usar el nombre de A. A. Su dirección
debe ser bajo la única respc,nsabilidad de las personas que
las financian. Para los clubes, generalmente se prefieren ad-
ministradores que son A.A. Pero tanto los hospitales como
otros centros de recuperación deben mantenerse ajenos a A.A .
y bajo supervisión médica. Aunque un grupo de A.A. puede
colaborar con cualquiera, tal cooperación no debe llegar al
punto de afiliación o apoyo real o implícito. Un grupo de A.A.
no puede ligarse a nadie.

(UN GRUPO DE A.A. NUNCA DEBE RESPALDAR, FINAN-


CIAR O PRESTAR EL NOMBRE DE A.A. A NINGUNA EN-
TIDAD ALLEGADA O EMPRESA AJENA PARA EVITAR
QUE PROBLEMAS DE DINERO, PROPIEDAD Y PRESTIGIO
NOS DESVIEN DE NUESTRO OBJETIVO PRIMORDIAL).

-7-
7. Los grupos de A. A . deben sostenerse totalmente a si mismos
por las contribuciones voluntarias de sus propios miembros .
Creemos que cada grupo debe alcanzar rápidamente este ideal;
que solicitar fondos públicamente usando el nombre de Al-
cohólicos Anónimos es sumamente peligroso, bien sea por
grupos, clubes, hospitales o agencias extrañas; que es desa-
consejable aceptar grandes sumas de cualquier fuente que
provengan, o contribuciones que conlleven cualquier tipo de
obligación. Vemos también con gran preocupación aquellos
tesoreros de A.A. que continúan, más allá de la reserva pru-
dente, acumulando fondos sin ningún propósito determinado
en beneficio de A.A. La experiencia nos ha advertido mu-
chas veces que nada puede destruir tan seguramente nuestra
herencia espiritual como las fútiles controversias acerca de la
propiedad, el dinero o el prestigio.
(TODO GRUPO DE A .A. DEBE MANTENERSE A SI MISMO,
NEGANDOSE A RECIBIR CONTRIBUCIONES DE AFUERA) .

8. Alcohólicos Anónimos deben ser siempre no profesional .


Definimos como profesionalismo la ocupación de alcohólicos
consejeros bajo contrato o con honorarios. Pero podemos em-
plear alcohólicos cuando vayan a ejecutar servicios que po-
drían ser también efectuados por no alcohólicos. Tales servi-
cios especiales deben ser bien remunerados. Pero nunca debe-
remos pagar por el trabajo del " DUODECIMO PASO" .
(A.A. NUNCA TENDRA CARACTER PROFESIONAL, PERO
NUESTROS CENTROS DE SERVICIOS PUEDEN EMPLEAR
TRABAJADORES ESPECIALES).
9. Cada grupo de A . A . necesita, la menor organización posible .
El liderazgo rotatorio es lo mejor. Los grupos pequeños pue-
den elegir su secretario, los grupos mayores su comité rota-
torio y los grupos de una gran área metropolitana su Comité
Central o Intergrupal, los cuales emplean frecuentemente s&-
cretarios de tiempo completo. Los Custodios de la Fundación
Alcohólica forman efectivamente, nuestro Comité A.A. de
Servicio General . Ellos son los custodios de nuestra Tradi-
ción y quienes reciben las contribuciones voluntarias de los
A. A., por medio de las cuales mantenemos nuestra Oficina de
Servicios Generales en Nueva York. Ellos están autorizados
por los grupos para manejar nuestras relaciones públicas ge-
nerales y garantizan la integridad de nuestra publicación pe-
riódica "The A.A. Grapevine:'' . Los representantes deben ins-
pirarse en el espíritu de servicio, puesto que los verdaderos lí-

-8 -
deres de A.A. no son más que fieles y cxperimentG.dos servi-
dores de los demás. No derivan autoridad real de su título;
no gobiernan. El respeto universal es la cl::.ve para su utilidad.
(A.A. COMO TAL, NUNCA DEBE SER ORGANIZADA; PERO
PODEMOS CREAR JUNTAS DE SERVICIOS O COMITES QUE
SEAN DIRECTAMENTE RESPONSABLES ANTE AQUELLOS
A QUIENES SIRV.E N).

10. Ningún miembro o grupo de A.A. debe, en tal forma que


implique a A. A., expresar opiniones acerca de a::;untos aje-
nos a sus actividades, particularmente los de política, refor-
ma alcohólica o religión de secta. Los grupos de Alcohólicos
Anónimos no se oponen a nadie, y no pueden expresar nin-
gún punto de vista con respecto a tales temas.
(A.A. NO TIENE OPNION ACERCA DE ASUNTOS AJENOS
A SUS ACTIVIDADES; POR CONSIGUIENTE SU NOMBRE
NUNCA DEBE MEZCLARSE EN POLEMICAS PUBLICAS).

11 . Nuestras relaciones con el público en general deben caracte-


rizarse por el anonimato personal. Creemos que A. A. , de-
b e evitar los anuncios sensacionales. Nuestros nombres y fo-
tografías como miembros de los A.A. nunca deben difundirse
por radio, cine o prensa. Nuestras relaciones públicas deben
guiarse por el principio de atracción más bien que de promo-
ción. No hay necesidad de alabarnos a nosotros mismos . Nos
parece mejor que nuestros amigos nos recomienden.
(NUESTRA POLITICA DE RELACIONES PUBLICAS SE BA-
SA MAS BIEN EN LA ATRACCION QUE EN LA PROMO-
CION; DEBEMOS MANTENER SIEMPRE NUESTRO ANONI-
MATO PERSONAL ANTE LA PRENSA, LA RADIO, LA TE-
LEVISION Y EL CINE) .

12 . Finalmente, nosotros los Alcoh ólicos Anónimos creemos que


el p r incipio del anonimato tiene un inmenso significado espi-
ritual. Nos recuerda que debemos darle más importancia a los
p r incipios que a las personas; que debemos practicar una hu-
mildad genuina. Esto con el fin de que nuestros grandes bene-
ficios nunca nos perviertan; de que podamos vivir siempre en
agradecida contemplación de Aquel que preside sobre todos
nosotros .
(EL ANONIMATO ES LA BASE ESPIRITUAL DE TODAS
NUESTRAS TRADICIONES RECORDANDONOS SIEMPRE QUE
DEBEMOS ANTEPONER LOS PRINCIPIOS A LAS PERSO-
NAS).

-9 -
Por qué A. A. es Anónimo
(1955)

Originalmente publicado en The A. A. Grapevine.

(Cómo consideraba Bill W. el anonimato después de 20 años de

haber sido formado A.A.) .

Como nunca antes, la lucha por el poder, el prestigio y la rique-


za está desintegrando la civilización. Hombre contra hombre, fami-
lia contra familia, grupo contra grupo, nación contra nación.
Casi todos los que se hallan empeñados en esta feroz competen-
cia declaran que sus propósitos son la paz y la justicia para ellos
mismos, para sus vecinos y para sus naciones; dadnos poder y os
daremos justicia; dadnos fama y os daremos nuestro buen ejemplo;
dadnos dinero y todos estaremos cómodos y felices. La gente en to-
do el mundo cree profundamente en ello, y actúa consecuentemente.
En esta encrucijada, la sociedad parece estar precipitándose hacia un
callejón sin salida. La señal de "pare" está claramente indicada con
una palabra: "Desastre".
Qué tiene que ver esto con el anonimato y con· Alcohólicos Anó-
nimos?
Nosotros los A.A. debemos saberlo. Casi todos nosotros hemos
transitado por esa vía sin destino. Fortalecidos por el alcohol y la
propia justificación, muchos de nosotros hemos perseguido los fan-
tasmas del dinero y la importancia personal, justo hasta los límites
de la señal de desastre final. Luego vino A.A. Volvímos nuestra rrú-
rada y nos hallamos a nosotros mismos en una Avenida cuyas seña-
les direccionales no indicaban ni una sola palabra sobre poder, fama
o riqueza. Las nuevas señales decían: "Una vía a la salud y la sere-
nidad; el precio es el sacrificio personal".
Nuestro nuev·o libro "Los Doce Pasos y las Doce Tradiciones"
establece que el "Anonimato es la mejor protección que pueda tener
nuestra sociedad". Dice también que "la sustancia espiritual del
anonimato es el sacrificio" .
Miremos los veinte años de experiencia de A. A. y veamos
cómo se llegó a aquella creencia expresada ahora en nuestras Tra-
diciones Once y Doce . Al principio sacrificamos el alcohol. Teníamos
que hacerlo o él hubiera acabado con nosotros. Pero no podíamos li-
berarnos del alcohol si no hacíamos otros sacrificios. La vanidad y

- lO -
la pomposa mentalidad tuvieron que desaparecer. Tuvimos que echar
por la ventana la justificación propia, la compasión propia y la ira.
Tuvimos que retirarnos de la desatinada competencia por el presti-
gio personal y los enormes saldos bancarios. Tuvimos que asumir la
responsabilidad por nuestro lamentable estado y dejar de culpar a
otros por ello.
Fueron aquellos realmente sacrificios? Sí, lo fueron; para obte-
ner la humildad y el respeto propio, suficientes siquiera para per-
manecer vivos, tuvimos que desechar aquello que había sido nuestra
más cara posesión: nuestras ambiciones y nuestro ilegítimo orgullo.
Pero aún esto no fue bastante. El sacrificio tendría qtie ir mu-
cho más lejos. Otra gente habría de beneficiarse también. De mane-
ra que empezamos el trabajo del Duodécimo Paso; empezamos a lle-
var el Mensaje de A . A. Sacrificamos tiempo, energía y aún nuestro
dinero para hacerlo. No podíamos conservar lo que teníamos si no lo
entregábamos completamente.
Pedimos a los recién iniciados que nos dieran algo? Les pedimos
que nos dieran poder sobre sus vidas o fama por nuestro buen tra-
bajo, o algo de su dinero? No, no lo hicimos. Encontramos que si
pedíamos alguna de aquellas cosas nuestro trabajo perdía su efica-
cia. Así, aquellos deseos naturales tuvieron que ser sacrificados; de
otra manera, nuestros iniciados recibían muy poca o ninguna sobrie-
dad, y nosotros tampoco la obteníamos.
Así aprendimos que el sacrificio debería tener un doble bene-
ficio o ninguno en absoluto. Empezamos a conocer la clase de entre-
ga de nosotros mismos que no tenía consigo un rótulo de precio.
Cuando el primer grupo de A.A . tomó forma, aprendimos rápi-
damente una mayor cantidad de hechos. Encontramos que cada uno
de nosotros tenía que hacer sacrificios por el bienestar común. El
grupo, a su turno, encontró que debia declinar muchos de sus pro-
pios derechos para garantizar la protección y el bienestar de cada
miembro y de A. A. como un todo . Estos sacrificios tenían que ha-
cerse o de lo contrario A.A. dejaría de existir.
De estos hallazgos y experiencias empezaron a derivar su forma
y sustancia las Doce Tradiciones de A. A. Gradualmente fuimos
viendo que la unidad, la efectividad y aún la supervivencia de
A. A. dependerían siempre de nuestra continuada buena voluntad de
sacrificar nuestros deseos y ambiciones personales en pro de la se-
guridad y bienestar comunes . Así como el sacrificio significa la su-
pervivencia del individuo, así también el sacriCicio significa la uni-
dad y la supervivencia del grupo y de la Comunidad entera de A.A.

- 11 -
Viéndolas en esta forma, las Doce Tradiciones de A. A. no son
más que una lista de sacrificios, los cuales, nuestra experiencia de
veinte años, nos ha enseñado que debemos hacer individual y colec-
tivamente, si queremos que A . A . continúe existiendo y creci endo .
En nuestras Doce Tradiciones hemos hecho frente a casi todas las
tendencias del mundo exterior.

Nos hemos negado a nosotros mismos el gobierno personal, el


profesionalismo y el derecho de decidir quiénes han de ser nuestros
miembros. Hemos abandonado la beatería, el reformismo y el pater-
nalismo. Rechazamos la caridad económica y preferimos pagar a
nuestra manera. Cooperamos con casi todo el mundo, pero sin en-
tregar nuestra sociedad a nadie. Nos abstenemos de la controversia
pública y tratamos de no disputar entre nosotros por aquellas cosas
que mantienen dividida a la opinión pública. (Religión, política, mo-
ralidad, etc.). Sólo tenemos un propósito: llevar el Mensaje de A. A.
al enfermo alcohólico que lo desee.
No adoptamos aquellas actitudes por un prurito de virtud o
sabiduría; lo hicimos porque la dura experiencia nos enseñó que lo
debíamos hacer para que A. A. pudiera sobrevivir en el convulsiona-
do mundo de hoy. También nos abstuvimos de nuestros derechos y
nos sacrificamos porque debíamos hacerlo, o mejor, queríamos ha-
cerlo. A. A. es un poder superior a cualquiera de nosotros; tiene que
seguir marchando o incontables miles de nuestros semejantes· mori-
rán. Esto lo sabemos perfectamente.
Ahora, dónde entra el anonimato en este cuadro? Y de todas
maneras, qué es anonimato? Por qué creemos que es la mayor pro-
tección que puede tener A. A.? Por qué es nuestro más alto sím-
bolo de sacrificio personal, la clave espiritual de todas nuestras Tra-
diciones y de nuestra manera de vivir?
El siguiente fragmento de la historia de A. A . revelará; así lo es-
pero; la respuesta que todos buscamos.
Hace años un famoso beisbolista obtuvo su sobriedad a través
de A. A . Puesto que su recuperación fue tan espectacular, obtuvo una
tremenda ovación personal en la prensa, y se dio a Alcohólicos
Anónimos gran parte del mérito. Su fotografía y su nombre comple-
to como miembro de A.A. fueron vistos por millones de admira-
dores . Nos hizo mucho bien; los alcohólicos empezaron a llegarnos.
Y nos gustó la cosa . Yo me sentí especialmente entusiasmado porque
ello me dio muchas ideas.
Muy pronto yo también estaba a la luz pública, muy contento
de obtener fotografías y entrevistas personales. Para mí propia delec-

- 12-
tación, me dí cuenta que podía estar en las primeras . paginas de los
periódicos, así como el beisbolista. Además, éste no podía sostener el
ritmo de su publicidad, pero yo si podía con el mío . Para mí sólo era
necesario mantenerme viajando y hablando. Los grupos locales de
A. A. y los periódicos hacían el resto. Recientemente me espanté ho-
jeando aquellas viejas crónicas. Durante dos o tres años creo que
fui el quebrantador del anonimato número uno de A. A. Por este mo-
tivo no puedo culpar al A.A. que a partir de entonces ha tratado de
ser abanderado. Yo mismo dí el ejemplo hace años.

En esa época nos pareció que era lo que había que hacer. Jus-
tificándonos as!, yo me resolví. Qué gusto me dió ver aquellos titu-
lares de dos columnas hablando de ''Bill el Corredor de Bolsa" con
mi nombre completo y fotografía, el hombre que estaba salvando los
borrachos por millares.

Poco a poco este cielo de ensueño se fué opacando. Fueron oyén-


dose las murmuraciones de los A.A. escépticos que decían; "Este BilI
se está devorando él sólo la fortuna. Al Dr. Bob debiera también
corresponderle algo". O también: "Supongamos que toda esta publi-
cidad se le sube a la cabeza y termina Bill emborrachándose a nues-
tra salud" .
Esto me molestó. Por qué me perseguían si yo estaba haciendo
tánto bien? Le dije a mis críticos que estábamos en América y que
si no sabían que yo también tenía el derecho a la libre expresión?
No estaban este país y todos los otros dirigidos por líderes de gran
prestigio y fama? El anonimato podría estar bien para A .A. corrien-
tes, pero los cofundadores tenían que ser las excepciones. El públi-
co tenía ciertamente el derecho a saber quiénes éramos NOSOTROS .

P ero otros A.A. también tomaron la iniciativa. (Gente ávida de


prestigio, tipos iguales a mí). Ellos también iban a ser excepciones,
por qué no? Dijeron que el anonimato ante el público en general era
para la gente tímida; las personas más valientes y sólidas, como ellos,
debían alzarse p ara ser contados como ejemplo, y tenían que sopor-
tar la luz incandescente de las cámaras fotográficas. Esta clase de
valor pronto borraría el estigma sobre el alcoholismo.

El público podría darse cuenta de los magnüicos ciudadanos que


se podrían obtener de los borrachos recuperados. Así más y más
miembros rompieron su anonimato, siempre por el bien de A . A. Qué
pasaba si un alcohólico se retrataba con el Gobernador? Tanto el al-
cohólico como el Gobernador merecían el honor, Verdad? Así nos
fuimos precipitando hacia el callejón sin salida de que hablábamos
inicialmente.

-13 -
El siguiente paso en la ruptura del anonimato parecía aún más
lisonjero. Una intima amiga mía pensó en dedicarse a la educación
alcohólica. Un departamento de una gran universidad, interesado en
el alcoholismo, le pidió a ella que saliera y hablara al público en
general que los alcohólicos eran gente enferma y que podrían hacer-
se muchas cosas a este respecto. Mi amiga era magnüica como ora-
dora y como escritora. Podría decirle al público que ella pertenecía
a A.A.? Por qué no? Usando el nombre de Aclohólicos Anónimos
obtendría la mejor publicidad posible no sólo para su programa edu-
cativo sino para A.A. También creía que era una idea excelente y le
impartiría mi aprobación.

A.A. ya estaba adquiriendo un nombre famoso y valioso. Con


el apoyo de nuestro prestigio y el de su propia habilidad, los resul-
tados fueron inmediatos. En un corto lapso, su retrato y nombre
completos acompañaron excelentes crónicas acerca de su proyecto
educativo y de A.A., en casi todos los grandes periódicos de Norte-
américa. La comprensión pública del problema alcohólico se incre-
mentó, el estigma sobre los borrachos disminuyó, y A. A. adquirió
nuevos miembros. Ciertamente no parecía haber nada erróneo con
ello.

Pero lo había. En aras de este beneficio a corto plazo, estábamos


sometiéndonos a un riesgo futuro de inmensas y amenazadoras pro-
porciones .

Por esa época, un miembro de A.A. empezó a publicar una re-


vista dedicada por entero a la cruzada por la prohibición del alcohol;
pensó que Alcohólicos Anónimos deberían ayudarlo en su cam-
paña por obtener un mundo sin aJcohol. Se descubrió como miembro
de A. A. y usó libremente nuestro nombre para atacar al licor, a quie-
nes lo fabricaban y a quienes lo consumían. Señaló que él también
era un "educador", y que el tipo de educación que é l estaba ofre-
ciendo era la "adecuad.a". En cuanto a poner el nombre de A. A. en
controversia pública, pensó que nosotros debíamos estar a su lado .
De tal manera que usó el nombre de A. A. para hacer justamente eso .
Por supuesto, también su anonimato para apoyar su amada causa.

A esto siguió una propuesta, proveniente de una asociación de


comerciantes en licores, de que un miembro de A. A. tomase a su
cargo una tarea de "educación". Había que decirle a la gente que
el alcohol excesivo es dañino para cualquier persona y que cierta
clase de gentes (los alcohólicos) no deberían beber ni una gota. Qué
podría haber de malo en ésto?

-14-
El problema estriba en que nuestro amigo A.A. tendría que
romper su anonimato; cada aviso publicitario y artículo educativo
debería llevar su nombre completo como miembro de A. A. Esto
naturalmente, podría servir para crear en el público la impresión
definida de que A.A. favorecía la "educación" al estilo propuesto por
los comerciantes en licores.

A pesar de que las dos iniciativas mencionadas nunca fuero~


llevadas demasiado lejos, sus implicaciones fueron sin embargo, te-
rribles. Nos hici eron abrir los ojos. Alquilándose a cualquier causa,
y luego declarando públicamente que pertenecía a A.A. le era posi-
ble a cualquier miembro el comprometer a A . A. con cualquier em-
presa o controversia, buena o mala. Y a medida que fuera siendo
más apreciado el nombre de A. A., mayor iba a ser la tentación de
usarlo.

La prueba de esto no demoró mucho en aparecer. Otro miem-


bro empezó a meternos en el negocio de la publicidad. Había sido
comisionado por una compañia de seguros de vida para preparar
una serie de doce "conferencias" acerca de Alcohólicos Anónimos en
una cadena nacional de radio. Esto serviría lógicamente para hacer
propaganda a los seguros, a A.A. (y naturalmente al conferen-
cista), y todo presentado en una forma muy bonita.

En las oficinas centrales de A. A. leíamos los borradores de las


conferencias. Estaban compuestas de un 50% A.A . y 50% de las opi-
niones religiosas personales de nuestro amigo. Esto podría crear una
falsa imagen en el público acerca de nosotros. Podría levantarse el
prejuicio religioso contra A.A. Y objetamos el programa.

Nuestro amigo nos escribió una ardiente carta diciendo que él


se sentía "inspirado" para dictar esas conferencias y que nosotros no
podíamos interferir su derecho de libre opinión. Si bien era cierto
que él iba a recibir un pago por su trabajo, su único interés era. el
bienestar de A.A. y que si nosotros no sabiamos qué era lo que nos
convenía, peor para nosotro8. Nosotros y la Junta de Custodios de
A .A . podríamos irnos al diablo si queríamos, porque las conferen-
cias serían radiodifundidas de todos modos.

Esto nos hizo reflexionar. Unicamente por el hecho de romper


su anonimato y usar así el nombre de A.A. para sus propios fines,
nuestro amigo se haría cargo de nuestras relaciones públicas, nos
comprometería en polémicas religiosas, nos metería en el mundo pu-
blicitario y, además por sus buenos oficios, la compañía de seguros
le pagaría unos estupendos honorarios.

- 15 -
Significaba esto que en Jo sucesivo cualquier miembro despbtn-
do podría poner en peligro nuestra sociedad a cualquier hora y e11
cualquier lugar con el solo hecho de romper su anonimato y empe-
zar a decir cuánto bien nos estaba haciendo con ello? Alcanzamos a
imaginarnos a todos los miembros de A.A. que negociaban en pro-
paganda, buscando un patrocinador comercial para vender, usando
el nombre de A.A., cualquier cosa, desde galletas hasta jugos de
frutas.

Algo teníamos que hacer. Escribimos a nuestro amigo diciéndole


que A.A. también tenía el derecho a expresarse libremente. No nos
opondríamos a él públicamente, pero sí le garantizábamos que si el
programa se llevaba a la radio, su patrocinador recibiría varios mi-
les de cartas de miembros de A . A. rechazándolo. Así nuestro amigo
abandonó sus proyectos.

Pero el dique del anonimato continuó con filtraciones. Algunos


miembros de A.A. empezaron a meternos en política. Empezaron a
decir a los Comités Legislativos de los Estados Unidos (públicamen-
te, por supuesto) lo que A. A. deseaba en materia de recuperación,
ainero y legislación.

Así con nombres completos y a menudo fotografías, algunos d e


nosotros se volvieron politiqueros. Otros miembros empezaron a ser-
vir como jurados en cortes de justicia y audiencias públicas, aconse-
jando cuáles de los borrachos que estaban siendo juzgados debían ir
a k. A. y cuáles debían ir a la cárcel .

Luego fueron apareciendo las complicaciones de dinero inheren-


tes a la ruptura del anonimato. Por esa época la mayor parte de
nosotros sintió que debíamos suspender la solicitud pública de dine-
ro para !os fines de A. A. Pero entretanto la empresa educativa de
mi amiga, patrocinada por la Universidad, había crecido. Ella tenía
la necesidad legítima y natural de obtener dinero en abundancia pa-
ra sus fines. Por consiguiente, empezó a pedir públicamente las ccm-
tribuciones, indicando la forma en que se iban a emplear. Puesto
que ella era miembro de A. A. y seguía identüicándose como tal,
muchos contribuyentes se sintieron confusos. Pensaron que A. A. te--
nía algo que ver con el campo educacional, o que A.A. por sí mis--
mo estaba levantando fondos, lo que ciertamente no era y no quería-
mos que lo fuera.

En esta forma el nombre de A.A. se estaba utilizando para con-


seguir dinero en los precisos momentos en que estábamos tratando
de decirle al público que A. A. no quería contribuciones de gente ex-
traña a la Asociación.

-16-
Aquel antecedente puso en movimiento toda clase de solicitudes
públicas de miembros de A. A. para obtener dinero, con fines tales
como fincas de reposo para alcohólicos en tratamiento, programas
del Duodécimo Paso, casas de alojamiento para miembros de A.A.
clubes, etc. Y todo ello fortalecido grandemente por rupturas deli-
beradas del anonimato.

Viendo lo que pasaba, mi amiga, como miembro magnífico que


es, trató de volver nuevamente al anonimato. Pero ya que hábía si-
do tan profusamente anunciada, fué una labor muy difícil, y le ha
tomado varios años llevarla a cabo. Pero hizo el sacrificio. y aqui
quiero manifestar mi profundo agradecimiento por su proceder.

Después llegamos casi a alarmarnos al s.a ber que estábamos sien-


do comprometidos en la política partidista, esta vez para el benefic
cio de un sólo individuo. Al candidatizarse para un puesto público,
un miembro enfatizó su propaganda política con el hecho de que él ·
era un A.A . y por consiguiente una persona de sobriedad comproba-
da. Puesto que A.A. era muy popular en su Estado, pensó atraerse
en esa forma los votos de los electores .

Probablemente la mejor anécdota de estos temas nos narra cómo


se usó el nombre de A .A. para apoyar una demenda por difamación.
Una dama miembro de A .A. cuyo nombre y méritos profesionales
son famosos en tres continentes, recibió cierta vez una carta, la cual
ella consideró insultante y lesiva para su reputación profesional,
Creyó que algo debía hacerse al respecto, y obtuvo el apoyo de su
abogado, también miembro de A . A. Ambos supusieron que tanto el
público en general como los Alcohólicos Anónimos tendrían un mo-
tivo justificado de ira al conocer los hechos . En consecliencia, varios
periodistas publicaron que Alcohólicos Anónimos estaba apoyando a
uno de sus miembros femeninos (con nombre propio, por supuesto)
para ganar su demanda. Casi inmediatamente, un conotado periodis-
ta radial dijo lo mismo ante una audiencia estimada en doce millones
de radioescuchas . Esto nos probó nuevamente que el nombre de A .A.
había sido utilizado con propósitos puramente personales, y esta vez
a escala nacional.

La historia de A.A. registra muchos casos de experiencias obte-


nidas al romperse el anonimato. La mayoría de ellas nos señala las
mismas lecciones.

Ellas nos dicen que los alcohólicos somos los más grandes racio-
nalistas del mundo; que fortificados con la excusa de que estamos
haciendo grandes cosas por el bien de A.A. podemos, al romper nues-
tro anonimato, continuar en nuestra antigua y desastrosa búsqueda

-17-
de poder, pre~tigio personal, honores públicos y dinero, las mismas
ambiciones implacables que cuando vimos frustradas una vez, nos
condujeron a la bebida; las mismas fuerzas que hoy rompen la uni-
dad en el mundo. Más aún nos hacen comprender que un número
suficiente de espectaculares pérdidas del anonimato, podrán algún
día arrastrar a nuestra Comunidad en forma total hacia el ruinoso
punto final.

De manera que estamos ciertos de que si tales fuerzas pudieran


gobernar nuestra Comunidad, nosotros también pereceríamos, tal co-
mo otras sociedades han perecido al través de la historia humana.
No supongamos ni por un momento que los alcohól¡cos recuperados
somos mejores o más fuertes que las otras personas; o que si en
veinte años nada le ha pasado a los A.A. entonces ya nada les po-
dría suceder.

Nuestra gran esperanza realmente radica en el hecho de qu_e


nuestra experiencia como alcohólicos y como miembros de A.A. nos
ha enseñado finalmente el inmenso poder de aquellas fuerzas para la
auto-destrucción. Esas lecciones tán duramente apl·endidas nos han
proporcionado la buena voluntad necesaria para acometer cualquier
sacrificio personal que se haga necesario para la preservación de
nuestra preciada Comunidad.

He aquí el por qué vemos nosotros el anonimato al NIVEJ,. DEL


PUBLICO EN GENERAL como nuestra mayor protección ~ontra no-
sotros mismos; como el guardián de todas nuestras Tradiciones y el
mayor símbolo de auto-sacrificio que conocemos.
Desde luego no es necesario que el miembro de A. A. sea anóni-
mo para su _familia, sus amigos o vecinos. Revelar su condición a
este nivel es generalmente correcto y útil. Ni tampoco hay peligro
especial al hablar en el grupo o en reuniones públicas de A.A . siem-
pre que las informaciones periodísticas revelen UNICAMENTE EL
NOMBRE DE PILA .

Pero ante el público en general (prensa, radio, cine, televisión),


la revelación de nombres propios y fotografías es un punto peligro-
so. Ella es la principal válvula de escape para las temibles fuerzas
destructivas que todavía yacen latentes en nosotros. Aquí la llave
puede y debe permanecer siempre cerrada.
Ahora nos damos cuenta totalmente que un ciento por ciento de
anonimato ante el público es tan vital para la vida de A. A. como
un ciento por ciento de sobriedad lo es para la vida de cada miem-
bro en particular. Este no es un consejo dado por el temor, sino la
voz prudente de una larga experiencia. Estoy seguro que vamos a

- 18 -
escucharla; que haremos todos los sacrificios necesarios. Verdadera-
mente hemos escuchado esa voz; hoy en día sólo queda un puñado
de personas que rompen su anonimato.

Digo todo esto con la mayor vehemencia que puedo; lo digo por-
que sé lo que es la tentación de la fama y el dinero. Además, por-
que yo mismo rompí mi anonimato una vez. Gracias a Dios que ha-
ce años la voz de la experiencia y los amables consejos de sabios
amigos me sacaron de la senda peligrosa por la que estaba condu-
ciendo a nuestra Sociedad. Así aprendí que lo temporal y aparente-
mente bueno es a menudo el mortal enemigo de lo permanente Y
mejor. Cuando se trata de la supervivencia de A.A. sólo sirve que de-
mos sin reticencias lo mejor · de nosotros.

Deseamos mantener el ciento. por ciento del anonimato por otro


motivo poderoso, aunque a veces se deja de lado. En lugar de pro-
porcionarnos mayor publicidad, los repetidos quebrantamientos del·
anonimato para beneficio personal, pueden deteriorar severamente
las magnificas relaciones de que ahora gozamos con la prensa y can
el público, y llevarnos a sufrir de mala prensa y de la desconfianza
pública.

Durante muchos años los canales noticiosos de todo el mundo


han proporcionado a A.A. una entusiasta publicidad, en forma
continua e interminable y a veces desproporcionada ·con el valor de
las noticias en sí. Los editores nos han dicho el motivo. Nos han da-
do espacios y tiempos extras porque su confianza en Alcohólicos Anó-
nimos es completa. La base para tal confianza es, según nos comen-
tan, nuestra continua insistencia en el anonimato personal a nivel
de la prensa.

Nunca antes las agencias de noticias, y los expertos en relacio:


nes públicas habían oído de una sociedad que tan absolutamente
rechazara la propaganda personal a sus líderes o miembros. Para
ellos esta novedad extraña y agradable ha sido siempre la prueba
positiva de la solidez de A. A., y de que no hay aristas en la Comu~
nidad.

Esto, nos dicen, es la principal razón para su estimación por no-


sotros. Y es el motivo por el cual en cualquier época del año, ellos
siguen llevando el Mensaje de recuperación de A.A. al mundo entero.

Si por causa de algunas pérdidas d el anonimato hacemos que la


prensa, el público y aún aquellos alcohólicos que están en camino
de unirse a nosotros empiecen a preguntarse cuáles son nuestros ver-
daderos fines, seguramente perderemos esta magnífica ayuda que nos

- 19 -
han proporcionado, y simultáneamente, aquellos alcohólicos ya no se
nos unirán porque nuestra buena fama irá siendo menor y peor cada
vez . Por consiguiente, nuestro rumbo está claramente marcado. Puesto
que la mayoría de nosotros puede verlo y el resto pronto lo verá,
t_engo la plena confianza en que no permitiremos que llegue a nuestra
Sociedad el día que estamos advirtiendo.
Desde hace mucho tiempo, tanto el Dr . Bob como yo h emos he-
cho cuanto ha estado a nuestro alcance para mantener la Tradición
de anonimato. Poco antes de morir el Dr. Bob, algunos de sus ami-
¡os sugirieron la erección de un monumento o mausoleo en su ho-
nor y el de su esposa ANNE, algo digno del FUNDADOR. El Dr.
Bob agradeció este homenaje pero no lo aceptó. Hablando posterior-
mente sobre este tema, me dijo sonriente: "Por amor de Dios, Bill,
por qué no pueden enterrarnos a ti y a mí como a cualquier otro
tipo"?
El verano pasado visité el cementerio de Akron donde yacen
BOB y ANNE, Hay una simple lápida que no menciona ni una pa-
labra acerca d e Alcohólicos Anónimos. Esto me hizo tan feliz que
lloré. Llevó esta maravillosa pareja tan demasiado l ejos su anonima-
to personal que no permitió que las palabras "Alcohólicos Anónimos"
figuraran siquiera en su propia tumba?
No lo creo así. Considero que este grande y postrer ejem¡>lo de
humildad es de un valor para A.A. más alto y permanente que cual-
quier notoriedad espectacular o costoso mausoleo.
No necesitamos ir a Akron Ohio, para ver el monumento al Dr.
Bob. El monumento real se ve a todo lo l argo y ancho de Alcohóli-
cos Anónimos. Veamos de nuevo su verdadera inscripción. Es una
sola palabra, escrita por nosotros los A. A. esta palabra es SACRI-
FICIO.

- 20-
Quien es miembro de A. A.
(1946)

"La Tradición Tercera nació de este artículo escrito por


Bill W. en el Grapevine".

La primera edición del libro "Alcohólicos Anónimos" hace este


breve comentario sobre la calidad de miembro; ''El único requisito
para pertenecer a esta Asociación es un deseo honesto (le dejar la
bebida. No estamos aliados con ninguna fé, secta o denominación
particular, ni nos oponemos a nadie. Solamente deseamos ayudar a
aquellos que sufren". Así se expresó nuestro sentimiento en 1939,
año de publicación del libro.
Desde aquel día se han hecho toda clase de experimentos sobre
este asunto. El número de n ormas que se han dictado (y la mayoría·
de las veces quebrantado), es innumerable. Hace dos o tres años la
Oficina de Servicios Generales pidió a los Grupos una lista de las
normas que tenían para afiliación de sus miembros. Cuando llegaron
nos sentimos abrumados. El número de hojas de papel era inconta-
ble. Una ligera revisión de todas aquellas reglas nos llevó a una con-
clusión sorprendente. Si todos aquellos requisitos se hicieran obliga-
torios en todas partes, hubiera sido prácticamente imposible para
·c ualquier alcohólico el pertenecer a Alcohólicos Anónimos. Casi el
herventa por ciento de nuestros mejores y más antiguos miembros no
hubieran podido ser aceptados.
En algunos casos nos hubiéramos sentido muy desanimados por
los requisitos que se nos exigían. La mayoría de los primeros miem-
bros de A. A. hubíeran sido expulsados porque recaían demasiado, o
porque su moral era muy baja, o porque tenían dificultades tanto
·mentales como alcohólicas . O, aunque parezca imposible, porque no
provenían de las llamadas clases altas de la sociedad. Nosotros, los
más antiguos, hubiéramos sido excluídós por no leer suficientemente
el libro 'Alcohólicos Anónimos" o porque nuestro padrino no nos hu-
biera dado fianza al candidatizarnos . Y así ad infinitum.
La manera como nuestros alcohólicos ''más dignos" han tratado
algunas veces de juzgar a los "menos dignos" es, mirándola ahora,
más bien cómica. Imagínese, si puede, un alcohólico juzgando a otro¡
En una u otra ocasión, la mayoría de los grupos de A. A. lle-
gan a elaborar sus normas. Es natural también, que cuando un gru-
po comienza a crecer rápidamente se ve confrontado con muchos y
alarmantes problemas. La gente sigue con sus viejos defectos. Los
miembros empiezan a recaer y a veces arrastran a otros a recaer

- 21 -
con ellos. Aquellos que tienen dificultades mentales, sufren depre-
siones o caen en enajenaciones paranóicas y las transmiten a su:;
compañeros; los chismosos murmuran e inquisidoramente empieza11
a denunciar los lobos y caperucitas rojas que haya en el grupo. Los
recién llegados arguyen que no son alcohólicos, pero continúan asis-
tiendo a las reuniones. Los "recaídos" hacen uso del buen nombre d e
A. A. para conseguir empleos. Otros rehusan aceptar todos los Doce
Pasos del programa de recuperación. Otros van más allá alegando que
esas "tonterías" acerca de Dios son inocuas e innec·e sarias. Bajo todas
estas presiones aquellos miembro~ que tratan de llevar su programa
se sienten resentidos, y creen que deben controlarse aquellas condi-
ciones desfavorables, o de otra manera A. A . iría a la r uina. Y supo-
nen que su alarma se justifica por el bien de la Asociación.
En este punto el grupo entra a la fase de legislar . Se dictan
reglamentos, leyes y reglas para afiliación, se confiere a utor idad
a los comités para filtrar los indeseables y disciplinar a los r ebel -
des . Entonces los ''Antiguos Miembros ", investidos ahora de a u -
toridad, empiezan a mantenerse ocupados . L os recalcitrant es em-
piezan a ser arrojados a las tinieblas ext eriores, y los respetables
arrojan pied ras a los pecadores. E n cuanto a los llamados peca-
dor es insisten en acudir a las reuniones, o forma n un nuevo grupo .
O puede que se unan a un grupo más comprensivo y menos intole-
rante de la vecindad. Es cuando los "antiguos" descubr en q ue las
n ormas y regulaciones no est án dando r esultados. Al inten tar obligar
a alguien se generan t ant os motivos de disensión e intolerancia en el
gruµo, que h oy es generalment e aceptado que est a condición es peor
para la vid a del gr u po, que la peor de las condiciones imaginables.
Después d e un tiempo el miedo y la intolerancia se desvanecen .
El grupo sobrevive ileso . Cada uno ha aprendido mu chas cosas. En
esta forma muy pocos de nosotros siguen preo cupándose de lo que
algún recién llegado puede hacer por la reputación o efectividad d e
los A .A. Aquellos que recaen, aquellos que escandalizan, aquellos
con mentes torcidas, aquellos que se r ebelan contra el programa,
aquellos que comercian con la reputación de A.A., son personas que
rara vez ocasionan un daño permanente al grupo de A.A. Alguno::i
de aquellos han llegado a ser nuestros miembros más amados y res-
petados. Algunos otros han permanecido para que ensayemos nuestra
paciencia con ellos, pero siguen sobrios. Otros se han alejado del to-
do. Y hemos empezado a mirarlos no como amenazas sino como nues-
tros maestros. Nos obligan a cultivar la paciencia, la toleranda y la
humildad. Y finalmente vemos que ellos no son sino gente más en-
ferma que el resto de nosotros, que aquellos que los condenan son
los Fariseos cuya falsa virtud oc,<Siona a nuestro grupo el daño es-
piritual más profundo.

- 22-
Cada miembro antiguo de A. A. se c:;lrcmcce cuando recuerda
los nombres que condenó alguna v~z; gente acerca de la cual predijo
solemnemente que nunca conseguiría sobriedad; personas de las cua-
les estaba S!:!guro que había qu,e expulsar de A. A. por el bien de la
Asociación . Ahora que algunas de esas mismas personas han estado
sobrias durante años, y que se han contado entre :;us mejores ami-
gos, el antiguo reflexiona: "Qué ta). si todos hubieran juzgado a esa
gente como yo -lo hice una vez? Qué tal si A.A. hubiera cerrado la
ptierta en sus naric~? Dónde estarían ellos ahora?
Por este motivo el recién llegado va siendo cada vez menos juz-
gado. Si el alcohol es un problema incontrolable para él y él desea
hacer algo acerca de ello, eso es suficiente para nosotros. No nos
preocupa si su caso es grave o ligero, ·-si su moral es buena o mala,
si tiene otras complicaciones o no .. Nuestra puerta de A. A. permane-
ce ampliamente abierta, y si entra por ella y corrii!:!nza a hacer algo
por remediar su problema, consideramos que es un miembro de A.A.
Es probable que él no dé nada o. entender, que con nada esté de
acuerdo, que no prometa nada. Pero nosotros tampoco le pedimos
nada. Se une a nosotros en la forma que él quiera. Actualmente, en
la mayoría de los grupos ni siquiera tiene que admitir que es un al-
cohólico. Puede unirse a A. A. aún con una leve sospecha de que
puede serlo, o porque cree que ha experimentado ya los síntomas fa-
tales de nuestra enfermedad.
Por supuesto lo anterior no se aplica uni\·ersalmente a todos los
Alcohó_licos Anónimos. Aún existen algunas reglas para afiliación.
Si algún miembro persiste en venir borracho a las reuniones, debe-
mos dejarlo por fuera y pedirle a alguien que se lo lleve. Pero en
la mayoría de los grupos ese individuo puede volver al día siguien-
te, si está sobrio. Aunque se le está rechazando de un grupo, nadie
piensa que se le está expulsando de A. A . El sigue siendo miem-
bro mientras diga que lo es . Aunque este amplio concepto no es to-
davía unánime, representa la corriente mayoritaria del pensamiento de
A.A. de hoy. No queremos negarle a nadie la oportunidad de recu-
perarse del alcoholismo. Deseamos ser tan inclusivos como podamos,
nunca exclusivos.
Tal vez esta tendencia signifique algo mucho más profundo que
un mero cambio de actitud con respecto al ser miembro de la So--
ciedad. Tal vez significa que estamos perdiendo el temor a aquellas
violentas tormentas emocionales que a veces cruzan por nuestro mun-
do alcohólico. Tal vez le dicen a nuestra confianza que cada tormen-
ta será seguida por la calma; una calma más comprensiva, más com-
pasiva y más tolerante que cualquiera de las que conocimos ante-
riormente.

·- 23 -
Anonimato
(1946)

Originalmente publicado en The A .A. Grapevine.


( Uno de los primeros artículos sobre nuestra vital Tradición
del Anonimato).
En los prox1mos años el principio del anonimato llegará induda-
blemente a formar parte de nuestra tradición. Actualmente ya po-
demos apreciar su vaJor práctico. Pero más importante aún, empe-
zamos a sentir que la palabra "Anónimo" tiene para nosotros un in-
menso significado espiritual. Sutil pero poderosamente nos recuerda
que debemos colocar los principios antes que las personalidades; que
hemos renunciado a la glorificación . personal ante el público; que
nuestra Sociedad no sólo predica sino que realmente practica una
humildad verdadera. No cabe la menor duda de que la práctica del
anonimato en nuestras relaciones públicas ha tenido ya un profun-
do efecto sobre nosotros, y sobre los millones de amigos que tene-
mos en el mundo exterior. El anonimato se ha convertido en la pie-
dra angular de nuestra política de relaciones públicas.
El origen y subsecuente desarrollo ele esta idea es un trozo in-
teresante de la historia de A.A. En les üños anteriores a la publica-
ción del libro "Alcohólicos Anónimos" nosotros no ten1amos nombre.
Sin nombre, sin estructura, con nuestros principios esenciales de re-
cuperación todavía bajo debate y ensayo, no éramos más que un gru-
po de bebedores siguiendo lo que suponíamos que era la ruta hacia
nuestra libertad. Tan pronto estuvimos seguros de que caminábamos
por una senda correcta, nos decidimos a escribir un libro para llevar
a los demás alcohólicos la buena nueva. A medida que el libro iba
tomando forma, iriscribíamos en él la esencia de nuestra experiencia.
Fue el producto de miles de horas de discusión. Representó verda-
deramente la voz colectiva, el corazón y la conciencia de quienes
fuimos pioneros durante los primeros cuatro años de nuestra Asocia-
ción.
Cuando ya se aproximaba el día de la publicación, nos esforzá-
bamos por encontrar un nombre adecuado para el libro. Creo que
alcanzamos a considerar por lo menos 200 títulos. Proponer títulos
y votar sobre ellos en las reuniones llegó a ser una de nuestras prin-
cipales actividades. Después de una gran cantidad de discusiones y
argumentos, nuestra escogencia se limitó finalmente a un par de
nombres: "La Salida" (The Way Out) y "Alcohólicos Anónimos".
Cuál de los dos nombres era el adecuado? Esa fue la pregunta final.
Resolvimos hacer una nueva votación en los grupos de Akron y

- 24 -
New York. Por una estrecha mayoría el veredicto se inclinó por el
nombre de "La Salida". Pero poco antes de la impresión del libró,
alguien sugirió que podría haber otros con el mismo título. Uno de
nuestros primeros miembros solitarios ( nuestro querido Fitz M., quien
para ese entonces vivía en Washington) fue a la Biblioteca del Con-
greso a investigar. Encontró exactamente doce libros titulados "The
Way Out". Cuando nos llegó esta información, nos estremecimos an-
te la posibilidad de ser nosotros la "Décima Tercera Salida". ~ esta
forro~ no quedaba más alternativa y el libro se llamó ''Aclohólicoii
Anónimos•·.
Así ' adquirimos un . nombre para nuestro, libro de experiencias,
bautizamos nuestra Sociedad, y, según empezamos a verlo ahora, ob-
tuvimos una tradición de la mayor importancia espiritual. Los cami-
nos· que Dios toma para ejecutar sus maravillas, so,n misteriosos!
En el libro "Alcohólicos Anónimos" hay solamente tres referen-
cias al principio del anonimato. El Prefacio de nuestra primera edi-
ción establece: "Por ser hombres profesionales y de negocios en la
gran mayoría, muchos no podríamos conservar nuestros trabajos si
nos diéramos a conocer", luego: "Encarecidamente recomendamos a
cada uno de nuestros compañeros que cuando escriban o hablen pa-.
ra el público sobre el alcohólismo, omitan su nombre y apellido dC:-
signándose simplemente como "Un miembro de Alcohólicos Anóni-
mos"; y más adelante: ''solicitamos también encarecidamente de los
señores de la Prensa que observen esta regla, pues de otro modo po-
dríamos vernos seriamente perjudicados".
Desde la publicación del libro en 1939, se han formado cientos
de grupos de A.A. Cada uno de ellos hace las siguientes preguntas:
"Qúé tan anónimos se supone que seamos?·", y "viéndolo bien, para
qué sirve el principio del anonimato?". En gran medida cada uno de
los· grupos ha dado su propia interpretación. Naturalmente se en-
cuentran amplias diferencias de opinión. Cuál es el significado de
nuestro anonimato y hasta dónde debemos llevarlo, son preguntas
que no han sido resueltas todavía.
Aunque ya no nos asusta el estigma del alcoholismo como antes,
aún encontramos individuos extremadamente sensibles con respecto
a su conexión con nosotros. Algunos vienen con nombres supuestos .
Otros nos hacen jurar que guardaremos su secreto. Temen que su
conexión con Alcohólicos Anónimos pueda arruinar sus negocios o su
posición social. Al otro lado de la escala de opiniones encontramos al
individuo que declara que el anonimato es alg_9- -infantil y ridículo.
Cree u:n deber gritar a los cuatro vientos que es miembro de nuestra
Sociedad. Señala que nuestra Asociación alberga gente de renom-
bre y algunos de importancia nacional. Pregunta; "Por qué no ca-

- 25 --
pitalizamos ese prestigio personal como lo haría cualquier otra or-
·ganización?".
En medio de estos extremos hay incontables matices de opinión .
Algunos g~upos, especialmente los más nuevos, se conducen como si
fueran sociedades secretas. No desean ·q ue sus actividades las conoz-
cap. ni siquiera los amigos. No aceptan que a sus reuniones asistan
clérigos, médicos o aún sus mismas ·e sposas. En cuanto a invitar re-
porteros o periodistas, ni pe.nsarlo! Otros grupos creen que sus co-
'm unidades debieran saber todo lo concerniente a nuestra Asociación
aunque no dejan imprimir sus nombres, si aprovechan cualquier opor-
tunidad para hacer propaganda ~ las actividades del grupo. Tienen
ocasionalmente reuniones públicas o semi, públicas donde los orado-
Fes se identüican por su nombre completo. También invitan frecuen-
temente para hablar en tales ITeuniones, a médicos, religiosos, o fun-
cionarios públicos. Eventualmente unos pocos miembros han que-
brantado su anonimato por completo. Sus nombres, fotografías y ac-
tividades personales han aparecido en los periódjcos, o han firmado
como miembros de A. A. en artículos acerca de nuestra Asociación.
Puede observarse que aunque es muy evidente que la may01::ía
de nosotros cree en el anonimato, nuestra práctica del principio va-
ria enormemente. Y debemos darnos cuenta que en el futuro la se-
guridad y efectividad de A. A . puede depender de su preservación .
La cuestión vital es: Dónde debemos fijar el punto en que aca-
ban las personas y empieza el anonimato .
Es un hecho que pocos de nosotros somos realmente anónimos
al. nivel de nuestra vida diaria. Hemos roto el anonimato a este ni-
vel porque pensamos que nuestros amigos y allegados deben saber
algo acerca de A. A. y de lo que esta entidad ha hecho por nosotros .
Deseamos tam9ién perder el miedo. de admitir nuestra enfermedad .
Aunque rogamos encarecidamente a los reporteros no revelar nuestra
identidad, frecuentemente hablamos en reuniones semi-públicas usan-
do nuestros verdaderos nombres. Deseamos demostrar al auditorio
que nuestro alcoholis~o es una enfermedad que ya no nos dá miedo
mencionar. Hasta aqu~ todo está bien . Pero si avanzamos más allá
de este límite, perderemos para siempre el principio del anonimato.
Si cada miembro se sintiera libre de publicar su nombre, fotografía
e historial, pronto nos veríamos lanzados a una vasta orgía de pu-
·blicidad personal que obviamente ya no podríamos detener. No es
en este punto donde, según nuestra mejor tradición, debemos tra-
zar la línea?
1. Cada miembro de nuestra Asociación debe t ener el privilegio
de encubrirse a sí mismo en la medida que prefiera . Sus com-
pañeros deben respetar sus deseos y ayudarle a guardar el ano-
nimato en el nivel que quiera asumir.

- 26-
2. Recíprocamente, el miembro debe respetar los sentimientos de
su grupo con respecto al &nonimato. Si los miembros de su
grupo desean ser menos recatados en su localidad, el individuo
debe acatar esta decisión, a menos que el grupo cambie de pa-
recer.
3. Debe ser una política general que ningún miembro de Alcohó-
licos Anónimos se sienta con la libertad de publicar su nom-
bre o fotografía en asuntos relacionados con las actividades de
A.A. Esto no restringe sin embargo, el uso de su nombre Y
apellido en otras actividades públicas, siempre y cuando no
revele su condición de miembro de nuestra Sociedad.
En caso de que estas sugerencias, o variaciones de ellas, se adop-
ten como _política general, cada miembro deseará saber algo más
acerca de nuestra experiencia. Seguramente estará interesado en co-
nocer lo que piensan los miembros más antiguos. Queremos en este
artículo explicar nuestras ideas actuales basadas en nuestra expe-
riencia colectiva.
En primer lugar, c'r eo que la mayoría de nosotros estará de acuer-
do en que la idea del anonimato ·es sólida, porque anima a los alco-
hólicos y sus familias a acudir a nosotros en busca de ayuda. En-
contrándose aún temerosos de ser estigmatizados, miran nuestro
anonimato como una seguridad de que sus problemas serán maneja-
dos en forma confidencial, que la tragedia alcohólica se quedará "en
familia" y no saldrá a la luz pública.
En segundo lugar, la política del anonimato es una protección
para nuestra causa. Evita que los llamados fundadores o líderes ad-
quieran demasiada notoriedad, con el peligro de emborracharse eJl
el momento menos esperado, ocasionando así un gran per:iu1c10 a
nuestra Asociación. Y nadie puede decir que eso mo podría suce-
dernos, porque es muy factible.
En tercer lugar, casi todos los reporteros periodísticos encargados
de entrevistarnos, se lamentan al principio de la dificultad de escri-
bir sus artículos al no poder utilizar nombres propios. Pero rápida-
mente olvidan su dificultad cuando se dan cuenta que están tratan-
do con un grupo de personas que no tienen afán publicitario . Pro-
bablemente es la primera vez en su vida periodística que esto les
sucede. Y por más sarcásticos que sean, nuestra sinceridad instantá-
neamente los transforma en amigos nuestros. Por este motivo, sus
artículos son humanos, nunca trabajos de rutina. Y escriben entu-
siastamente, porque ellos mismos están convencidos de lo que dicen.
La gente pregunta frecuentemente cómo hemos hecho para asegurar-
nos tan increíble cantidad de excelente propaganda. La respuesta
parece ser que prácticamente todos los que escriben acerca de A.A.

- 27-
se vuelven nuestros partidarios, y a veces fanáticos. No es nuestra
política dt· anonimato la causa primordial de este fenómeno?
En cuarto lugar, por qué el público nos mira tan favorablemen-
te? Simplemente porque estamos trayendo la recuperación a tanto,;
alcohólicos? No, no es solamente por eso. Aunque Jo impresionen
nuestras recuperaciones, el público está mucho más interesado en
nuestra manera de vivir. Cansado como está de los avisos comercia-
les, las promociones espectaculares y los vocüerantes personajes pu-
blicos, se siente sosegado al ver nuestra quietud, modestia y anoni-
mato. Puede mu_y bien suceder que sienta que se está generando un
gran poder espiritual dentro de sí, que algo nuevo ha entrado en su
vida.
Si el anonimato ha hecho todas estas cosas por nosotros, debe -
mos lógicamente continuarlo como política general. Siendo ahora tan
valioso para nosotros, en el futuro podrá constituír una garantía in-
calculable. En un sentido espiritual, el anonimato asciende a la re-
nunciación del prestigio como un instrumento de política general.
Tengo la plena confianza en que haremos todo cuanto esté a nues-
tro alcance para preservar este poderoso principio .
Cómo podemos aplicarlo? Puesto que predicamos el anonimato a
'Cada: recién llegado, debemos por nuestra parte preservar el anoni-
mato de esa persona en la forma y en la medida que él mismo in-
dique. Una razón para ello es que cuando él leyó nuestro anuncio y
vino a nosotros, le estábamos prometiendo que haríamos eso exacta-
mente. Y si quiere llegar con un nombre supuesto, debemos asegu-
rarle que puede hacerlo. Si no desea discutir su caso personal con
nadie, ni siquiera con otro A. A., está en su pleno derecho y debemos
respetar su decisión. Aunque hay muchas personas a quienes no les
importa que se conozca su afiliación, hay también otras muy suscep-
tibles a este respecto, y es nuestro deber guardar su secreto hasta
cuando lo quieran revelar.
Luego viene el problema del recién llegado que quiere romper
su anonimato prematuramente. Vuela donde todos sus amigos a con-
tarles que ha ingresado a A. A.; si su grupo no lo retiene, él co-
rre a los periódicos o a las emisoras con el ánimo de que todo e l
mundo sepa lo que ha hecho. Quiere contarle a todos, los más ínti-
mos detalles de su vida privada para luego encontrar que ha obte-
nido demasiada publicidad. Debemos sugerirle que tome las cosas
con calma, que se asiente bien primero antes de hablar de A.A.;
que a nadie se le ocurre hacerle publicidad a A. A. sin consultar
primero con su grupo .
Tratemos ahora el problema del anonimato del grupo. En forma
similar al individuo, el grupo debe llevar cautelosamente su vida

- 28 -
mientras adquiere fuerza y experiencia. No debiera haber mucha pri-
sa para invitar oradores o para luicer reuniones públicas. Sin embar-
go, este conservatismo puede ser exagerado. Algunos grupos siguen,
año tras año esquivando la publi.:idad y toda clase de reuniones, sal-
vo las cerradas para alcohólicos únicamente. Tales grupos crecen
muy lentamente. Permanecen estancados porque no reciben sangre
nueva. En su ansiedad por mantenerse escondidos olvidan la obliga-
ción que tienen de transmitir d mensaje a otros alcohólicos de la
localidad. Pero esta exagerada cautela no dura mucho tiempo. Poco
a poco se va invitando a clérigos y médicos a las reuniones, y fi-
nalmente el grupo acaba anunciándose en los periódicos.

En muchos lugares, no en todos, se acostumbra qu e los miem-


bros de A.A. usen su nombre y apellido cuando hablan en reuniones
públicas o semi-públicas. Esto se hace para impresionar al auditorio
con el hecho de que no tenernos el estigma del alcoholismo; sin em-
bargo, si hay periodistas presentes en la reunión, se les pide enca-
recidamente que no divulguen los nombres de los oradores alcohó-
licos. En esta forma se preserva el principio del anonimato al nivel
del público en general y al mismo tiempo nos presentamos como un
grupo de alcohólicos a los cuales no nos asusta dejar que nuestros
amigos sepan que hemos sido gente muy enferma.
En la práctica entonces, podemos resumir el principio en la for-
ma siguiente: con una excepción muy importante, el problema del
limite hasta el cual pueda llegar cada individuo o grupo al romper
su anonimato, se deja exclusivamente al individuo o al grupo inte-
r esados . La excepción es: que todos los grupos o individuos, cuando
escriban o hablen públicamente como miembros de Alcohólicos Anó-
nimos se sientan obligados a encubrir sus nombres. En este punto
debemos trazar la línea. No debemos descubrirnos ante el público
por medio de la prensa, la radio, la televisión, y el cine.
Quien quiera romper su anonimato debe saber que está sentando
un precedente que puede eventualmente destruir un valioso princi-
pio. No debemos permitir que alguna ventaja inmediata remueva
nuestra determinación de mantener intacta una tradición tan vital.
Cada miembro de A.A. necesita una buena dosis de modestia y
humildad para obtener una recuperación permanente. Si estas virtu-
des son tan vitales para el individuo, con mayor razón lo son para
A .A. como un todo. El principio del anonimato ante el público en
general puede, si lo llevamos seriamente, garantizar que nuestra So-
ciedad siempre tendrá estas cualidades. Nuestra política de relacio-
nes públicas debe basarse siempre en el principio de atracción y nun.
ca en la promoción.

- 29-
Oi n e r o
(1946)

Originalmente publicado en The A . A. Grapevine.

Lo que inspiró la Filos~fia de la Tradición 7"'

Es el dinero en Alcohólicos .Anónimos un aliado, o es la raíz


de todos nuestros males? Estamos en el proceso de resolver este
enigma. Nadie pretende poseer la respuesta completa. Todos no-
sotros estamos tratando de localizar el punto del "espacio espiritual"
donde acaba el uso adecuado del dinero y empieza su abuso. Son
pocos los problemas de grupo que estén siendo sometidos a una re-
flexión más profunda que éste. Cada uno de nosotros se pregunta;
"Cuál debe ser nuestra actitud con respecto a las contribuciones vo-
luntarias, los trabajadores a sueldo, el profesionalismo y las dona-
ciones de entidades ajenas a nuestra Sociedad".

En los primeros años de A .A. no teníamos problemas financie-


ros·. Nos reuníamos en nuestros hogares, donde nuestras esposas pre-
paraban emparedados y café. Si algún miembro de A .A. deseaba
prestarle dinero a un compañero, lo hacía, y era problema suyo. No
teníamos fondos en el grupo y por consiguiente tampoco teníamos
problemas con los fondos del grupo. Y debe hacerse notar que mu-
chos de los antiguos A .A. quisieran poder retornar a aquellos prime-
ros días de tranquila simplicidad. S.:>.biendo que las disputa~ sobre
asuntos materiales han doblegado el espíritu de muchas buenas em-
presas, se piensa frecuentemente que el dinero puede también ser
para -nosotros la causa de muchos males.

Es inútil suspirar por lo imposible . El dinero ha entrado a nues-


tro cuadro y estamos OBLIGADOS a utilizarlo adecuadamente . Na-·
die pensaría siquiera en abolir nuestros s~tios de reunión por el solo
hecho de evitar los problemas pecuniarios que conllevan. La expe-
riencia nos ha enseñado que tenemos mucha necesidad de aquell~
facilidades de manera que tenemos que aceptar cualquier riesgo en-
vuelto en ellas.

Pero cómo reducir los problemas y riesgos a un mínimo? Có-


mo limitar tradicionalmente el uso del dinero en forma tal que no

- 30 -
derribe la base espiritual de la que depende completamente la vida de
cada uno de los miembros de A . A,? Ese es nuestro problema actual.
Examinaremos juntos las fases principales de nuestra situación finan-
ciera, tratando de descubrir qué es esencial y qué no lo es, qué es le-
gítimo y perjudicial a la vez, qué puede ser peligroso o innecesario.
Empecemos tratando acerca de las contribuciones voluntarias.
Cada uno de los A.A. introduce su mano al "sombrero·• para pagar
ei arriendo del local de reuniones, o un club, o el mantenimiento de
ia oficina local o nacional. Aunque no todos creemos en los clubes,
y hay ·aj.gu~os que po ven la necesidad de que existan oficinas ge-
nerales, locales o nacionales, puede decirse a grosso modo· que la
gran mayoría de nosotros cree que tales servicios son básicos Y ne-
cesarios.
Siempre y cuando los medios 'd e servicio sean dirigidos eficiente-
mente y los fondos correctamente manejados, nos alegramos de pro-
porcionarles nuestra ayuda regular, con el pleno conocimiento, por
supuesto, de que nuestras contribuciones no son en ninguna forma
una condición para pertenecer a la Sociedad de A. A. Las destinacio-
nes particulares que hemos mencionado son ya generalmente acepta-
das, y no debemos preocuparnos por consecuencias lamentables de
largo alcance.

Subsiste sin embaTgo una inquietud, principalmente con relación


a nuestros clubes, oficinas locales .y la Oficina General. Debido a que
estas instituciones acostumbran emplear t rabajadores a sueldo, y co-
mo su operación implica cierta cantidad de negocios administrativos,
puede llegar a creerse que corremos el peligro de crear una pesada
burocracia o, peot: aún, profesionalizar por completo a los A .A. Aun-
que debemos declarar que tales dudas no son del todo irrazonables,
tenemos ya una experiencia que nos permite absolverlas en gran
parte .
Para comenzar, parece absolutamente cierto que nosotros nun-
ca necesitamos dejarnos abrumar por los clubes, las oficinas loca-
les o la Oficina de Servicios Generales de Nueva York. Estas depen-
dencias han sido fundadas para prestar un servicio y no pueden con-
trolar o gobernar a A.A. Si alguna de ellas se llegara a mostrar
ineficiente o despótica, el remedio es muy simple; los A.A. dejarían
de dar sus contribuciones hasta cuando las circunstancias hayan cam-
biado . Ya que nuestra condición de miembros de AA. NO DEPENDE
DE CUOTAS O CONTRIBUCIONES, estamos en libertad de "tomar-
las o dejarlas" porque nadie está obligado a mantenerlas, no pueden
nunca dictar leyes ni desviarse del cuerpo de Tradición de A.A. por
mucho tiempo .

- 31 -
De acuerdo con el principio de "tomar nuestras dependencias o
dejarlas solas", existe la saludable tendencia de formar corporaciones
de esas funciones especiales cuando ya implican grandes cantidades
de dinero, propiedades o administración. Los grupos de A. A. se van
dando más y más cuenta de que son entidades espirituales y no or-
ganizaciones financieras. Lógicamente los· grupos y clubes más pe-
queños no forman sociedades porque su aspecto financiero es sólo
nominal. Pero a medida que van creciendo, parece aconsejable for-
mar la corporación y establecer él club _aparte de ·1os grúpos vecinos.
)l:NTONCES EL MANTENIMIENTO DEL CLUB SE VUE LVE UN
PROBLEMA DE LOS INDIVIDUOS ANTES QUE DEL"GRUPO. Pero
si el Club provee también una oficina de secretaría central que pres-
te servicio a toda el área, parece equitativo que los gastos de la ofi-
cina se distribuyan entre los fondos de todos los grupos de dicha
área, puesto que la secretaría les sirve a todos, aunque el club mis-
mo no lo haga. Nuestra evolución en los grandes c~tros de A.A. em-
pieza a indicarnos más claramente que si bien es función propia de
un conglomerado de grupos o .de su comité central el mantener una
secretaría pagada (intergrupal), no es función de los grupos o del
comité el dar apoyo financiero a_ los clubes. No a todos los A.A.
les importan los clubes. De manera que el mantenimiento de . un
club ha de provenir principalmente de aquellos miembros que lo
necesitan o lo deseen, los cuales a propósito, son mayoría. Pero tal
mayoría no debe tratar de coaccionar a la minoría para que pres-
te apoyo a clubes que no necesite ni desee.

Es claro que los clubes reciben también alguna ayuda por las
reuniones que se hacen en ellos. Donde un club sirve de asiento cen-
· tral a las reuniones de los grupos de un área, se acostumbra dividir
el dinero recolectado entre el club y el Comité Central del área, tra-
tando de dar mayor participación al club, ya que éste proporciona
el lugar para las reuniones. Puede hacerse un arreglo igual o simi~
lar entre el club y cualquier grupo particular que desee hacer uso
del club; ya sea para reuniones o con destinación social. Hablando
en forma general, la junta directiva de un club debe velar por la fi-
nanciación y la vida social del lugar. Pero las materias estrictamen-
te de A.A. deben ser de la competencia exclusiva de los grupos. Sin
embargo, esta diferenciación en las actividades no es una regla ~
seguir en todas partes; se ofrece sólo como una sugerencia, muy de
acuerdo, por otra parte, con la tendencia general actual.

Un gran club u oficina central siente usualmente la necesidad


de emplear uno o varios trabajadores a sueldo. Qué pasa con éstos?
E::.tán profesionalizando a A .A. . ·¡ Siempre que un club o comité cen-

- 32 -
iral se vuelve Jo suficientemente grande como para requerir traba-
jadores pagados, se enciende una acalorada polémica. Acerca de este
tema hemos hecho todos una enorme confusión. Y yo soy uno de los
primeros en declararme culpable de este cargo.
La razón de tal con-fusión es la de siempre: miedo. Para cada
uno de nosotros el ideal de A. A .. no importa qué t únto hayamos lo-
grado de él personalmente, es algo lleno de belleza y perfección. Es
un Poder superior a nosotros mismos que nos ha rescatado de las
arenas movedizas y nos ha dejado sanos y salvos en la playa. El
más leve indicio de desviación de nuestro ideal, o de estarlo trafi-
cando por dinero, es para nosotros algo que ni siquiera podemos
pensar. De esta manera permanecemos constantemente alertas con-
tra el surgimiento dentro de A. A., de una clase pagada de practican-
tes o misioneros. En A.A., donde j::ada uno es un misionero y practi-
cante por derecho propio, no hay necesidad de pagarle a nadie por
una tarea eminentemente espiritual como es el Duodécimo Paso. Aun-
que reconozco que el temor de eualquier clase que sea es deplora-
ble, me siento muy satisfecho de oue se ejercite tan gran vigilancia
en asuntos tan delicados.
Pero hay un principio con el cual yo creo que podemos hones-
temente resolver este problema. Es el siguiente: un consejero puede
limpiar el piso, un cocinero puec1.e preparar una chuleta, un mesero
puede sacar del club a un borracho problemático, u n secretario pue-
de manejar una oficina, un editor puede publicar un periódico, y to-
dos, estoy seguro, pueden hacer sus oficios sin profesionalizar a A.A.
Si no ejecutáramos estos trabajos nosotros mismos, tendríamos que
contratar a otras personas no alcohólicas para llevar los a cabo. No po-
dríamos pedirle a un no alcohólico que trabajara para nosotros de
tiempo completo sin pagarle. Entonces, por qué algunos de nosot ros,
que ganamos buenos sueldos en el mundo exterior, esperamos que
otros A.A. sean meseros, cocineros o secretarios para nosotros, de
tiempo completo y gratis? Por qué debieran aquellos A.A. trabajar
por nada en labores que el resto de nosotros no podría o no intenta-
ría desempeñar? O por qué razón deben ser ellos los que reciben la
peor paga por un trabajo que otra persona cobraría más alto? Y cual
sería la diferencia, si en el curso de sus deberes, aprovechan para
hacer adicionalmente trabajos del Duodécimo Paso?
Claramente el principio parece ser que debemos pagar bien los
servicios especiales, pero nunca el trabajo del Duodécimo Paso.

Cómo, entonces, podría profesionalizarse a A. A.? Muy sencillo.


Yo podría, por ejemplo, arrendar una oficina y colgarle a la puerta
el siguiente aviso: "BILL W. - TERAPEUTA DE ALCOHOLICOS

- 33-
AN"ONIMOS. HONORARIOS: $ 100 POR HORA" . Aquellu sería tra-
tamiento alcohólico pagado. Y yo segu ramentc estaría comerciando
con el nombre de A . A., una organización puramente voluntaria, pa-
ra aumentar mi práctica profesional. Eso SERIA profesionalizar a
A.A., y en qué forma! Seria probablemen~e muy legal, pero dudo
que fuera ético .
Quiere esto decir que debemos cri.ticar a toda clase de terapistas,
aún a los A.A., que han preferido trabajar en ese campo? Por su-
puesto que no. El punto es qué nadie debe hacerse anunciar como
terapista de A.A. No puede haber tal cosa, ya que nosotros somos
estrictamente no profesionales. Sería una distorsión de los hechos
que ninguno de nosotros puede darse el lujo de intentar.
Así como el tenista tiene que dejar su condición de aficionado al
convertirse en profesional, así debieran los A. A. que se vuelven te-
rapistas dejar de publicar su conexión con Alcohólicos Anónimos.
Aunque personalmente dudamos que muchos de nuestros miembros
se dediquen al campo de la terapéutica alcohólica, nadie debe sen-
tirse excluído, especialmente si se trata de trabajadores sociales, si-
cólogos y siquiatras. Pero ellos nunca deberán usar su conexión con
A.A. públicamente o en una forma que haga creer a la gente que
A. A. tiene una clase especial de ter a pistas. en su organización. En
ese punto debemos fijar todos nosotros el limite.

Resumiendo, hemos observado:


a) Que el uso del dinero es un asunto de la más grave importancia ,
Dónde su uso termina y su abuso empieza, es el punto que de-
bemos vigilar atentamente.
b) Que A.A. se vé ya obligado a un uso adecuado del dinero, por-
que no podríamos pensar en abolir nuestras oficinas, lugares de
reunión y clubes simplement e con el objeto de evitar los proble-
mas de tipo financiero .
e) Que nuestro problema real de la actualidad consiste en estable-
cer límites inteligentes y tradicionales a nuestro uso del dinero,
de manera que podamos mantener en un mínimo su tendencia
disociadora.
d) Que las contribuciones volunturias de los miembros de A.A. de-
bieran ser nuestro principal y eventualmente nuestro único apo-
yo; que este tipo de auto-f ina nciación siempre evitará que nues-
tros clubes y oficinas S P esca!)en de nuestro control, ya que po-
demos retirarle n uestr a ayuda cuando quiera que no estén cum-
pliendo sus funciones adecuadamente .

- 34 -
e) Que hemos encontrado que es generalmente aconsejable fo r mar
una corporación con aquellos servicios espec:iales que requieren
demasiado dinero r, admin istrac ión: que un grupo de A . A. es una
entidad espiritual y no un a junta de negocios.

f) Que debemos, a toda eosta, evitar la profesionalización de A. A. ,


que el trabajo del Duodécimv Paso nunca debe ser remu nerado;
que los miembros de A. A. que entren en el campo de la terapia
alcohólica nunca deben hacer uso comercial de su conexión con
A. A.; que no hay, y nunca podrá haber algo que pueda llamare
un "terapista A.A.".

g) Que algunos miembros de A . A. pueden, sin embargo, ser emplea-


dos por nosotros como t rabajadores de tiempo completo, siempre
y cuando tengan deberes definidos y distintos del trabajo del
Duodécimo Paso. Podemos, por ejemplo, contratar secretarios
c~areros y cocineros, sin que por ello estemos volviéndoles
miembros profesionales de A . A .

Corttinuemos entonces nuestra exposición sobre profesionalismo:


Los miembros de A. A. consultan frecuentemente a los comités loca-
les o a la Fundación Alcohólica, a hora Oficina de Servicios Genera-
les, diciendo que les han sido ofrecidas posiciones en campos relacio-
nados con el alcoholismo. Los hospitales desean médicos y enferm e-
ros A. A., las clínicas piden trabajadores sociales que sean miembros
de A.A., las u;üverisdades quieren que miembros de A.A. trabajen
en el campo educativo en asuntos no susceptibles de controversia, la
industria nos pide que le recomendemos jefes de personal que sean
A . A. Podemos nosotros, actuando como individuos, aceptar tales ofer-
tas? La. mayor pa1te de nosotros 1,0 ve razón por la cual no podamos
hacerlo.

Todo se resume en esto: Tenemos nosotros los A.A. el derecho


de negar a l a sociedad el beneficio de nuestro conocimiento especial
del problema a lcohólico? Podemos decide a la sociedad, aún sabien-
do que entre nosotros hay inmejorables enfermeras, médicos, traba-
jadores sociales o educadores en el campo alcohólico, que no pode-
mos hacei1nos cargo de tales tareas por temor a profesionalizar a
A. A .? Eso sería no sólo forzado, sino r idículo. Seguramente ningún
A.A . sería despedido de su empleo en estos campos a causa de ser
miembro de nuestra Agrupación . Lo único que él necesita es evitar
la "terapia A. A . " y cualquier palabra o acción que pueda afectar a
A . A . como un todo. Aparte de esto, él d ebe ser siempre tan uti-
lizable como el no alcohólico que de otra manera desempeñaría el
cargo y quizás con menor idoneidad. De hecho, yo creo que aún te-

- 35-
nemos en A.A. algunos miembros que son cantineros. A pesar de
que atender un bar, por obdas razones, no es u.."'la ocupación espe-
cialmente recomendada, nunca he oído a nadie acusar a aquellos
miembros de estar profesionalizando a A. A. basados en su conoci-
miento tan especial de las cantinas'

Hace años creíamos que A. A. debiera tener sus propios hospita-


les, o fincas y casas de reposo. Ahora estamos igualmente convenci-
dos de que no debemos tener nada por el estilo. Aún nuestros clubes,
que forman parte tan íntima en A .A., se establecen bien aparte. Y
a juicio de casi todos, los lugares de hospitálización y reposo deben
crearse y permanecer POR FUERA de A.A., y bajo supervisión mé-
dica. La hospitalización es en sí rr,isma un trabajo de médicos respal-
dados, por supuesto, por la ayuda privada o de la comunidad. Ella
no es una función de A. A. en el sentido de dirección o propiedad.
En todas partes cooperamos con los hospitales. Muchos nos conceden
privilegios y arreglos especiales para trabajar. Algunos nos consul-
tan. Otros emplean enfermeras o practicantes A. A. Este tipo de re-
lación siempre da buen resultado. Pero ninguna de aquellas institu-
ciones es conocida como "hospital A. A.".

Y acerca de las donaciones o pagos a A. A., de fuentes exter-


nas·'? Hubo un tiempo hace algunos años, que necesitamos desespera-
damente un poco de ayuda ajena. Y la recibimos. Nunca dejaremos
de agradecer a aquellos devotos amigos cuyas contribuciones hicie-
ron posible la Fundación Alcohólica, el libro ''Alcohólicos Anónimos"
y nuestra Oficina General. El cielo tiene seguramente un espacio re-
servado para cada uno de ellos. Suplieron una gran necesidad, porque
en aquellos días los A. A. éramos muy pocos y muy insolventes!

Pero los tiempos han can1biaclo. Alcohólicos Anónimos ahora tie-


ne miles de miembros cuyas ganancias individuales combinadas, su-
man incontables millones de dólares. Por ello se expande entre noso-
tros el sentimiento de' que A. A . debe sostenerse siempre a sí mis-
mo. Puesto que muchos d e los miembros piensan que deben sus vi-
das a la Asociación, creen también que debemos financiar las mo-
destas erogaciones de A. A. Y no es tiempo ya, preguntan, de empe-
zar a cambiar la idea general de que un alcohólico es SIEMPRE una
persona a la cual hay que ayudar, generalmente con dinero? No le
pidamos más a la sociedad, dicen. Empecemos a dar. Ya no somos
más aqueJlos desahuciados, y pasaron las époc2.s en que andábamos
sin un centavo. Si fuera posible publicar mañana que cáda grupo de
A.A. s 2 sostiene completamente a sí mismo, es probable que nada
pudiera crearnos más buena fama que tal declaración.

- 36 -
Que nuestro generoso público dedique sus fondos ::1 la investi-
gación alcohólica, a la hospitalización o a la educación. Esos campos
realmente necesitan dinero. Pero nosotros no. Ya no somos pobres.
Podemos y debemos sostenernos a nosotros mismos.

Lógicamente no se constituye una excepción al principio de la


autonomía económica cuando un amigo no alcohólico viene a una
reunión y deposita un billete en el sombrero . Es dudoso también que
debamos rechazar el envío de una suma insignificante que algún pa-
ríente agradecido nos hace, como muestra de afecto por la recupe-
ración de alguno de sus allegados. Tal vez sería de mal gusto rehu-
sar ese regalo .
Pero no son estas pequeñas sumas las que nos preocupan. Son
las contribuciones cuantiosas, especialmente aquellas que pueden aca-
rrearnos obligaciones futuras y damos motivos de vacilación. Hay
también la evidencia de que gente adinerada está dándonos partici- ·
pación en sus testamentos, con la impresión de que nosotros podría-
mos utilizar grandes sumas de dinero si las tuviéramos. No debiéra-
mos desalentarlos? Y ya ha habido también algunos percances alar-
mantes al solicitar dinero públicamente en nombre de Alcohólicos
Anónimos. Pocos A. A. fallarían en la predicación de la meta a que
tal camino podría llevamos. Aquí y allá se nos ofrece dinero de las
lliimadas fuentes "moj atlas" y "secas". obviamente muy peligroso.
Porque siempre debemos estar al margen de toda controversia. Oca•
sionalmente los padres de un alcohólico, rebosantes de gratitud, de-
sean hacernos alguna donación cuantiosa . Es ésto aconsejable? Será
bueno para el alcohólico mismo? No nos sentiremos en deuda con él
y no podrá pensar, especialmente si es un nuevo, que con eso ha
comprado un tiquete para un <lestino feliz, como es la sobriedad?

En ningún caso hemos abrigado dudas acerca de la verdadera


generosidad de aquellos donantes. Pero, es recomendable recibir esos
donativos? Aunque puede haber escasas excepciones, comparto la
opinión de muchos miembros antiguos de A. A., de que la aceptación
de grandes donaciones de cualquier fuente que provengan, es muy
objetable y casi siempre constituye una política peligrosa . Es verdad
que un club que se encuentra luchando por su supervivencia puede
en ocasiones necesitar la ayuda de una mano generosa, o hasta un
crédito. Aún así, sería mucho mejor ir pagando ese dinero poco a
poco. Nunca debemos permitir que una ventaja inmediata, por más
atractiva que parezca, nos impida ver la posibilidad de estar creando
un precedente funesto para el futuro. Las luchas por el dinero y la
propiedad han hecho naufragar muchos veces a sociedades mucho
mejores que la que formamos unos temperamentales alcohólicos.

- 37
Con la más profunda gratitud y satisfacción puedo ahora hablar
de una reciente resolución aprobada por nuestro comité global de
servicios o sean los Custodios de la Fundación Alcohólica, quienes
son los depositarios de los fondos nacionales de A. A. Han sentado la
política general al acordar que no recibirán regalos que impliquen la
más leve obligación implícita o expresa. Además, la Fundación Al-
cohólica tampoco aceptará las ganancias que puedan obtener por me-
dios comerciales. Como muchos de nuestros lectores saben, última-
mente hemos recibido ofertas de casas filmadoras para la producción
de una película basada en A.A. Naturalmente, se ha hablado acerca
del dinero. Pero nuestros Custodios, muy cordialmente, creo, han
adoptado la posición de que A.A. no tiene nada qué vender; que
todos nosotros deseamos evitar aún la sugerencia de comercializa-
ción, y que de todas maneras, hablando generalmente, A. A . se man-
tiene a sí mismo por completo.

A mi entender, esta es una decisión de tremenda importancia


para nuestro futuro, un gran paso en la dirección correcta. Cuando
dicha actitud se vuelva universal en A.A., habremos guiado a nues-
tra sociedad muy lejos de aquella vía dorada, ilusoria pero muy trai-
cionera llamada MATERIALISMO. En los años venideros Alcohólicos
_A nónimos se verá confrontado con una prueba suprema: el ordena-
miento de su éxito y su prosperidad. Yo creo que será e l mayor es-
collo. Si lo podemos obviar, las oleadas del tiempo y la circunstancia
nos golpearán en vano. Nuestro destino estará totalmente asegurado!

- 38 - -
Hospitales y Alcohólicos Anónimos
Comentarios de Bill W, "Hospitalización conveniente''
Artículo publicado en el Grapev ine en 1947. . . con el
tema relacionado con la 6~ Tradición.

Muchos sanatorios y hospitales privados son necesariamente de-


masiado costosos para el común de los alcohólicos. Siendo tan pocos
los hospitales públicos y tan exclusivos y escasos los asilos e institu-
ciones religiosa s, l os grupos de A. A ., se han visto obligados a buscar
sitios donde los miembrbs potenciales de A.A., puedan ser hospitali-
zados por unos pocos días y a precios moderados.

Esta urgencia ha tentado a algunos grupos A. A . a establecer lu-


gares de desintoxicación de su propiedad, contratando directores y
enfermeras A.A. y obteniendo la asesoría de un médico visitante.
Cuando se han hecho estos intentos bajo los auspicios directos de
un grupo A.A. casi siempre los resultados han sido negativos; por-
que el grupo se ha dedicado al negocio en un tipo de empresa acer-
ca de la cual casi ningún miembro sabe absolutamente n ada. Dema-
siadas personalidades antagónicas, muchas manos en un solo plato,
el resultado es generalmente el abandono total de la iniciativa. Nos
hemos visto obligados a reconocer que el grupo A. A. es primordial-
m ente una entidad espiritual; que, como un grupo, mientras menos
n egocios se tramiten es mejor. A propósito debemos h acer notar
que cuantas veces se ha intentado en los grupos financiar o dar fian-
za para las cuentas médicas u hospitalarias de u n compañero, se ha
fracasado. No sólo porque muchas de esas cuentas se han quedado
sin pagar, sino porque siempre se presenta la controversia acerca de
cual de los candidatos merece ser el primero en utilizar tales ser-
vicios.

En varias otras ocasiones los grupos de A. A . guiados por la ur-


gente necesidad de obtener ayuda médica, se han dado a la tarea
de colectar dineros públicamente para establecer "hospitales A.A." .
en sus comunidades. Tales esfuerzos casi invariablem ente han fraca-
sado. No solo porque los grupos mismos pretenden entrar al negocio
de los h ospitales, sino porque tratan de f inanciarse usando pública-
mente el nombre de A.A. Inmediatamente se generan toda clase de
dudas; los proyectos acaban melancólicamente . Los miembros más

- 39 -
prudentes se dan cuenta de que las aventuras económicas y las so-
licitudes públicas de fondos a nombre de A. A. son extremadamente
peligrosas para todos nosotros. Si esta práctica llegara a generalizar-
se estríamos perdidos. Los promotores ya sean A. A. o no, harían
su agosto con nosotros.

La búsqueda intensiva de tratamiento médico comprensivo y a


precios razonables ha hecho surgir un nuevo tipo de establecimiento .
Son las fincas y lugares de "desir.toxicación" operados por miembros
de A.A. individuales, bajo la correspondiente supervisión médica.
Estas iniciativas han probado ser más satisfactorias que los proyec-
tos dirigidos enteramente por los grupos. Como podría esperarse, el
buen éxito depende en proporción directa de la habilidad empresa-
rial y la buena fé del miembro A . A. a su cargo. Si él es idóneo y
consciente, es muy posible un buen resultado. Si no llena e"t.vs requi-
sitos, el establecimiento se viene abajo. Al no ser un proyecto de gru-
po y no llevar el nombre de A.A., este tipo de iniciativas puede "to-
marse o dejarse". La operación de tales establecimientos se ve siem-
pre confrontada con dificultades muy peculiares. Es muy difícil para
el director fijar unas tarifas lo suficientemente altas como para per-
mitirle a él mismo una ganancia adecuada, para vivir. Si lo hace, la
gente puede opinar que él está profesionalizando a A. A., o "haciendo
dinero a sus costillas" . Aunque esto parezca sin sentido, es de todas
maneras una cuestión espinosa. Pero a pesar de los obstáculos encon-
trados, un buen número de aquellas entidades están en operación ac-
tiva y seguramente continuarán prestando su servicio mientras sean
cuidadosamente manejadas, no lleven el nombre de A.A. y no solici-
ten fondos públicamente como empresas directas de A.A.

Cuando ·una de estas instituciones está dirigida por un miembro


de A.A. a veces nos aprovechamos de tal circunstancia en forma in-
consciente. Empezamos a llevarle alcohólicos, tal vez con el único
propósito de "salir de . ellos". Prometemos pagar y no lo cumplimos.
Francamente, el A.A . que logre manejar exitosamente uno de estos
"emporios de borrachos" merece todas nuestras congratulaciones. Es
un trabajo duro y a veces ingrato, pero puede traer una profunda sa-
tisfacción espiritual . Tal vez sea ésta la razón por la cual tantos A . A.
desean ensayarlo!

-40-
Deben subsistir los clubes en A. A.?
(1947)

Originalmente publicado E.n The A.A. Grapevine.


Apuntes adicionales relacionados con la 6'!- Tradición.

La idea de los clubes ha llegado a ser parte de la vida de A. A.


El resultado que han dado estos amables refugios está consignado en
años de magníficos servicios; mensualmente se abren nuevos clubes.
Si preguntáramos sobre la conveniencia de ellos, una gran mayoría
de los A.A. se pronunciaría afirmativamente . Habría miles que po-
drían testificamos que a ellos les b.ubiera sido mucho más difícil per-
manecer sobrios durante los primeros meses del Programa, de no ha-
ber existido los clubes; y que en todo caso, siempre añorarían la
franca y cordial camaradería que los clubes proporcionan.
Siendo el punto de vista de la mayoría, podríamos suponer que
constituye un apoyo irrestricto a los clubes. Podríamos creer que sin
ellos nada se pudiera hacer. Podríamos considerarlos como una ins-
titución vital de A.A., una especie de "Décimo Tercer Paso" de nuestro
Programa de recuperación sin el cual los otros Doce Pasos no dieran
resultado. En ocasiones algunos entusiastas pueden hasta hacernos
creer que todos nuestros problemas alcohólicos pueden manejarse úni-
camente por medio de la vida del Club. Tiene más aptitud para de-
pender de los clubes que del Programa de A .A.
Pero hay también miembro., de A.A. (una respetable minoría)
que no quieren tornar parte en los clubes. Aseguran que la vida so-
cial de un club no solo desvía del programa la atención de los miem-
bros, sino que aquellas entidades son realmente un lastre para el
progreso de A.A.

Señalan el peligro de que los clubes degeneren en simples tertu-


liaderos o, peor aún en garitos; previenen los altercados que pueden
crearse por asuntos de dinero, dirección y autoridad personal; se
muestran temerosos de los "incidentes" que podrían ocasionarnos una
desfavorable publiccidad. En pocas palabras, los "ven con alarma" y
dicen: "Muerte a l os clubes".
Habiéndonos colocado en un punto medio a este respecto desde
hace varios años, tenemos nuestras propias opiniones. A pesar de las
alarmas, ya está bien sentado que los miembros de A.A. que deseen
clubes deben tenerlos. De suerte que el problema no consiste en de-
finir si tendremos clubes o no, sino en definir cómo podemos mejo-

- 41-
rar 5Us cualidades y disminuir .,u¡; defectos, y cómo asegurarnos de
que en el futuro los defecbs no sobrepasarán a las cualidades.
De los cuatro centros mayores de A. A., dos tienen menta 1 idad
de club y dos se oponen a ellos. Yo vivo en uno dte los centros que
los apoyan. El primer club A.A. se fundó en Nueva York. Aunque
nuestra experiencia puede no ser la mejor, es la única que conozco.
Entonces, para ilustrar los principios y problemas que vamos a tratar,
la usaré como un ejemplo lípico de la evolución del club, antes que
como un caso modelo.
Cuando A.A . era muy nuevo, nos reuníamos en nuestros hoga-
res. La gente llegaba desde lejos, no sólo por la reunión en sí m isma,
sino para estarse horas enteras después de ella en torno a una taza
de café y un trozo de torta, departiendo en íntimas y animadas char-
las. Los alcohólicos y sus familias habían estado demasi::.do tiempo
solitarios .
Luego las casas particulares empezaron a resultar d emasiado pe-
queñas. Como no era aconsejable dividirnos en varios grupitos, tu-
vimos que buscar un lugar más grande. Primero nos instalamos en
el taller de una sastrería, y luego alquilamos un local en St einway
Hall. En él permanecíamos durante la hora de reunión p ara dirigir-
nos después a una cafetería cercana. Pero añorábamos el ambiente
familiar que los restaurantes no podían suministrar . "Formemos un
club", dijo alguien.
Y lo formamos. Tomamos un lugar muy interesante, el antiguo
Club de Artistas y Dibujantes en West 24th Street . Qué entusiasmo!
Dos miembros antiguos firmaron el contrato; entre todos nosotros
limpiamos y pintamos el local. Por fin teníamos un hogar. Siempre
tendremos recuerdos maravillosos de los días y noches pasadas en
aquel lugar.
Pero debemos admitir que no todo fue un lecho de rosas. El cre-
cimiento nos dió muchos dolor es de cabeza; dolores del desarrollo,
como ahora los llamaI;lOS. Cómo nos p¡,_recieron de graves entonces!
Los "dictadores" se volvieron frenéticos ; los borrachos se tiraban al
suelo o molestahan en las reuniones, los "comités de orientación" tra-
taban de que sus amigos los sucedieran para encontrar muy a su pe-
sar que los borrachos sobrios no se dejaban "orientar"; en ocasiones
apenas lográbamos reunir el valor del arriendo; los jugadores de car-
tas no atendían nuestras peticion~ de que hablaran con los nuevos
miembros. (Hoy en día no se permite jugar a las cart as en la mayo-
ría de los clubes); las secretarias levantaban chismes, etc., etc. Se
formó una Corporación para haC'erse cargo del cont rato del club; y
elegimos "funcionarios". Quién debería manejar el club: estos fun-
cionarios, o el C'omité rotatorio de A. A.?
Tales eran nuestros problemas. Hallamos que el uso del dinero,
la necesidad de dotar al club de una organización, y la misma pro-
miscuidad creabun s iluaciones imprevistas por nosotros. Es verdad
que la vida de club era placontcra: pero llevaba consigo grandes ries-
gos. Valía la pena afruntar t &ntus riesgos y problemas? La respues-
ta fue "sí", ya que el Club ele la calle 24 siguió su marcha y hoy lo
ocupan los marinos A. A.
Hay tres clubes más en esta área, y se está contemplando la
creación del cuarto.
Nuestro primer club se conoció con el nombre de "Club A. A. ".
La corporación a cargo del contrato se llamó "Alcohólicos Anónimos
de Nueva York, Inc.". Ultimamente nos dimos cuenta que habíamos
agrupado todo el estado de Nueva York, y rectificamos ese error re-
cientemente. Es cl~ro que nuestra corporación ha debido cubrir úni-
camente a la "Calle 24" . En todo el país se han iniciado clubes de
manera similar a la nuestra. Primero los miramos como instituciones
centrales de A.A ., pero la experiencia posterior ha traído un cambio'
en su condición; un cambio muy deseable, según lo vemos ahora.
Por ejemplo, el Club A.A de Manhattan tuvo inicialmente miem-
bros de t odas las secciones del área metropolitana, incluyendo a Nue-
va Jersey. Después de un corlo tiempo, fueron formándose docenas
de grupos en los barrios suburbanos. Encontraron lugares más ade-
cuados para su funcionamiento. Nuestros amigos de Nueva Jersey
formaron un grupo para ellos solos.
Así los grupos que inicialmente pertenecieron al Club de Man-
hattan, fueron adquiriendo cientos de miembros que no estaban li-
gados a Manhattan ya sea por conveniencia, o por inclinación o por
motivos puramente sentimentales. Tenían sus propios amigos de la
localidad, y lugares propios de reunión; no tenían por qué estar in-
teresados en el club de Manhattan.
Esto nos molestó un poco a los neoyorquinos. Puesto que los ha-
bíamos iniciado, por qué no se interesaban por nosotros? Nos intri-
gaba su negativa a considerar nuestra casa de Manhattan como el
lugar central del área metropolitana. No estaba el club haciendo
reuniones centrales con oradores de otros grupos? No manteníamos
una secretaria pagada para que recibiera las llamadas telefónicas y
arreglara las visitas a los hospitales, para todos los grupos locales?
Creíamos apenas justo que los grupos vecinos ayudaran al sosteni-
miento de nuestro club; los hijos agradecidos siempre se hacen cargo
de sus padres. Pero nuestras "paternales" peticiones no hallaron aco-
gida . Aunque muchos de los miembros de los grupos vecinos nos
ayudaban individualmente, sus respectivos grupos no quisieron en-
viarnos ni un centavo.

- 43 -
Luego adoptamos otra táctica. Si los grupos vecinos no iban a
sostenernos, entonces que nos ayudaran a paga.r la secretaria, ya que
ella estaba trabajando realmente para toda la ''región". Creímos ra-
zonable esta demanda, pero tampoco tuvo efecto porque los grupos
no aceptaban desglosar mentalmente la "secretria regional", del
club de Manhattan. En esta forma logramos convertir en un enredo
financiero y sicológico que duró mucho tiempo, todas nuestras in-
quietudes con respecto a las necesidades de área, nuestro problema
común de A .A. y el manejo de nuestro club.
Esta confusión empezó a clarificarse tan pronto nos fuimos dan-
do cuenta de que los clubes solo debían interesar a aquellas perso-
nas que los deseatan especialmente y estuvieran dispuestos a soste-
nerlos económicamente. Comenzamos a ver que el manejo de un
club debe hacerse únicamente a través de una empresa constituída
por aparte y con nombre distinto, como por ejemplo, "Alanón" ; que
los directivos de tal empresa deben encargarse exclusivamente del
manejo del club; que un grupo de A.A . como tal, nunca debe com-
prometerse en los asuntos administrativos de u:1 negocio. La turbulen-
ta experiencia nos ha enseñado que si un comité rotatorio de A. A.
trata de mandar en la corporación del club, o la corporación trata
de intervenir en la organización de los grupos que se reunen en el
club, las dificultades se presentan inmediatamente. La única forma
en que esto puede resolverse es SEPARANDO LO ESPIRITUAL DE
LO MATERIAL. Si un grupo desea usar un club determinado, debe
pagar un arriend? o dividir el producido del sombrero con el club.
Para un grupo que apenas esté iniciándose, esto puede pa recer
tanto ya que los miembros del grupo son los mismos miembros del
club. Sin embargo, s~parando oportunamente la dirección del club se
pueden evitar los problemas que se presentan a medida que el gru-
po va creciendo o se forman nuevos grupos en la región .
Frecuentemente se hacen estas preguntas: ''quién dirige a los di-
rectores administrativos de un club? Hay alguna diferencia entré
pertenecer a un club y pertenecer a los A . A.? Cómo se financian y
se sostienen los clubes"? Como las prácticas varían tanto, no pode-
mos responder categóricamente. Las sugerencias más razonables pa-
recen ser éstas: Cualqurer miembro de A.A. debe sentirse en libertad
para hacer uso de los servicios del club, bien sea que contribuya re-
gularmente a su mantenimiento o no; si contribuye voluntaria y re-
gularment e, debe estar facultado para tomar parte en la elección de
los directivos de la administración del club. En esta forma los clubes
estarían abiertos a todos los A. A., per o la responsabilidad de su di-
rección se limitaría a los miembros interesados en contribuír a su
mantenimiento. A este respecto debemos recordar que en A.A. no

-44-
tenemos cuotas ni contribuciones obligatorias. Pero hay que añ.adir.
por supuesto, que por tratarse de empresas diferentes a nuestra aso-
dación, pueden manejarse en la forma que los miembros deseen en
forma privada. La aceptación de grandes sumas de dinera de CUAL-
QUIER FUENTE que provengan para comprar, construír o financiar
clubes, casi invariablemente nos conduce a posteriores dificultades.
Las colectas públicas son supremamente peligrosas. La tendencia ge-
neral actual es la de que los clubes y todo lo que tenga que ver con
A. A. se sostengan a sí mismos por completo .
La evolución de los clubes también nos ha enseñado que única-
mente en ciudades pequeñas pueden los clubes servir como centros
de la actividad de A. A. Habiendo sido al principio el centro de la
actividad de A. A. muchos clubes se trasladan a locales más espacio-
sos confiando que los grupos del área sigan efectuando sus reunio-
nes en los nuevos locales; pero las circunstancias se encargan de de-
mostrar lo contrario.
La circunstancia NQ 1 es que el crecimiento de A.A. bien pron-
to vuelve insuficiente cualquier recinto. Tarde o temprano la reu-
nión central o principal tiene que efectuarse en un auditorio más
grande, que el club no está en condiciones de suministrar. Este he-
cho debe ser meditado sobriamente antes de comprar o construír la
sede para un club. La segunda circunstancia hace que la mayor par-
te de los clubes tiendan a quedar "descentrados", especialmente en
las grandes ciudades; esto se debe a nuestra idea actual de reunir
en comités intergrupales o centrales todo el manejo de los proble-
mas comunes de A.A. en las áreas metropolitanas. Cada área va dán-
dose cuenta con el tiempo de que los asuntos tales como reuniones
intergrupales, arreglos hospitalarios, relaciones públicas locales, la
oficina central para entrevistas e información, etc., interesan a todos
los miembros de A.A. independientemente de su afición a los clubes.
Siendo aquellos asuntos estrictament-e A. A., deben ser atendidos por
un comité central o intergrupal especialmente elegido y financiado.
Los grupos de un área generalmente sostienen con sus fondos estas
actividades centrales, quedando el club en una posición totalmente
aparte, que es, en opinión de muchos, donde siempre debiera estar.
Sostenidos y financiados activamente por aquellos que lo deseen, los
clubes quedan sujetos a ser "tomados o dejados".

Si Uds. tienen problemas relacionados con clubes, escriban


a la O. S. G. de Medellín, para la América del Sur, pidien-
do el boletín gratis titulado "Guías sobre Clubes dentro
de A .A.".

- 45 -
aspectos del problema alcohólico. Podemos satisfacer esta deuda con
la sociedad, en forma tal que no involucremos a A. A. como un
todo?

A mi entender, la política de " no hacer nada" no tiene razón


de ser, en parte porque estoy seguro que nuestros miembros pue-
den trabajar en actividades alcohólicas no sujetas a controversia
sin por ello perjudicar a A.A ., teniendo cuidado de observar las
debidas precauciones; y en parte porque he llegado a la profunda
convicción de que al no hacer nada estaríamos privando a la socie-
dad entera de la contribución inmensamente valiosa que podríamos
aportar. Aunque somos miembros de A. A., y nuestra comunidad de-
be estar en primer lugar, debemos tener presente que también so-
mos ciudadanos del mundo. Además estamos, lo mismo que nuestros
amigos los médicos, moralmente obligados a compartir lo que sabe-
mos con todos los demás hombres.

Por ello me parece que debemos atender el llamado de las ac-


tividades ajenas. Aquellos que lo hagan sólo necesitan recordar per-
manentemente que ante todo son miembros de A. A .; que en sus nue-
vas actividades solo pueden actuar individualmente. Esto significa
que deben respetar el principio de anonimato en la prensa; que si
aparecen ante el público general no deben describirse a sí mismos
como pertenecientes a nuestra sociedad; que deben absteners·e de
enfatizar su condición de miembros de A. A . al pedir contribuciones
de dinero o en su propaganda.

Estos sencillos criterios, si se aplican conscientemente pueden


hacer desaparecer todos los temores razonables o irrazonables que
aún conservan algunos A. A. Con esta base, A.A. como un todo puede
seguir colaborando pero sin someterse a cualquier causa no suscep-
tible de polémica, que busque escribir una página brillante en los
oscuros anales del alcoholismo .

Resumiendo someramente, puedo concluír que nuestra política


con respecto a los proyectos "ajenos" llegara a ser ésta: A.A. no
patrocina proyectos en otros campos. Pero si estos proyectos son
constructivos y de carácter no polémico, los miembros de A. A . tie-
nen la libertad de trabajar en ellos sin que los censuremos, si actúan
únicamente en forma individual y manejan cuidadosamente su rela-
ción con nuestra sociedad . Tal vez sea todo. Lo llevaremos a cabo?

- 48-
Llegará A. A. a tener un gobierno personal?
(Ul47)

Originalmente publicado en The A. A. Grapevine.


(Hoy, la Tradición 9' dice: "Los A.A. como tales, nunca deben
organizarse; pero pueden crear juntas de servicios o comités
directamente responsables ante aquellos a quienes sirven).

La respuesta a esta pregunta es casi seguramente "no'.'. Es el


rotundo veredicto de nuestra experiencia.
Para comenzar, cada miembro de A.A. ha sido un individuo que,
a causa de su alcoholismo, raras veces ha podido gobernarse a sí
mísmo. Ni pudo ningún otro ser humano gobernar , la . obsesión del

'
alcohólico por la bebida, su tendencia a conformar todas las cosas
de acuerdo con sus propios deseos. En innumerables ocasiones las
familias, los amigos, los patrones, los médicos, los clérigos y hasta
los jueces han tratado, cada cual a su manera, de disciplinar a los
alcohólicos. Y casi sin excepción al intentar la coacción, el fracaso
ha sido completo. Sin embargo, los alcohólicos sí pueden ser orienta-
dos e inspirados. Entrando a A.A. podemos (y gustosamente lo ha-
cemos) rendirnos a la voluntad de Dios. No es de extrañar entonces
que la única autoridad reconocida por A.A. sea un Principio Espiri-
tual. Nunca es una autoridad personal.
Nuestro irrazonable individualismo (egocentrism~, si se quiere)
fue, por supuesto la razón primordial por la cual fracasamos en la
vida y nos entregamos al alcohol. Cuando no podíamos obligar a los
demás a que se comportaran de acuerdo e0n nuestros planes y de-
seos, entonces bebíamos . Cuando los demás trataban de coaccionar•
nos, bebíamos también. Aunque ahora estamos sobrios, todavía nos
quedan tremendas secuelas de aquellos rasgos de carácter que nos ha-
cían resistir a cualquier autoridad. Allí probablemente pueda encon-
trarse el motivo de la ausencia de gobierno personal en A. A. : no hay
cuotas no hay contribuciones, no hay normas ni regulaciones, no
pedimos a los alcohólicos anónimos que obren de conformidad con
los principios de A. A. , nadie puede ejercer autoridad sobre los de-
más. Aunque no es una virtud capital, nuestra aversión a la obe-
diencia nos garantiza perfectamente la libertad de cualquier tipo de
dominación personal.
Aún más, es un hecho que la mayoría de nosotros seguimos en
nuestras vidas privadas los "Doce Pasos" SUGERIDOS para la Re-
cuperación. Pero lo hacemos con entera libertad de elección. Hemos
preferido la recuperación a la muerte. Entonces, poco a poco, vamos

-49 -
percibiendo que la base espiritual .de la vida es lo mejor para noso-
tros. Nos amoldamos porque queremos hacerlo.
En la misma forma, la mayor parte de los grupos A. A. sigue
gustosamente los "Doce Puntos de Tradición para asegurar nuestro
futuro" (Doce Tradiciones, N. del T.). Los grupos desean evitar las
polémicas en asuntos ajenos a su objetivo como son la política, el
reformismo o la religión; se aferran a su única finalidad de ayudar
a la recuperación de los alcohólicos; van incrementando su confian-
za en el auto-mantenimiento antes que en la caridad ajena. Insisten
cada vez más en la modestia y el anonimato para sus relaciones pú-
blicas. Los grupos siguen estos principios tradicionales por la misma
razón que el individuo aplica los ''Doce Pasos". Porque saben que se
desintegrarían si no los siguen, y ven que la finalidad a nuestra
Tradición y experiencia, es la base para una vida de grupo más feliz
y efectiva.
Por ninguna parte de A.A. puede verse constituída una autori-
dad humana que pueda obligar a los grupos a ejecutar algo. Algu-
nos grupos de A. A., por ejemplo, eligen sus propios líderes. Pero al
ser nombrado, cada líder pronto descubre que aunque puede guiar a
los demás con el ejemplo y la persuación, nunca debe mandar, por-
que lo destituyen en la próxima elección.
La mayoría de los grupos A. A. ni siquiera escogen líderes. Pre-
fieren que sus asuntos sean manejados por comités rotatorios. Estos
comités son invariablemente vistos como servidores, ·ya que no están
autorizados sino para servir, nunca para mandar. Cada Comité lleva
a cabo lo que cree que pueda ser la volu.ntad del grupo. Y no más.
Aunque inicialmente los comités A .A. · trataron de disciplinar a los
miembros rebeldes, aunque en ocasiones han compuesto severas nor-
mas y regulaciones y a veces han · tratado de juzgar la moral de las
otras personas, no sé de ningún caso en que estos esfuerzos hayan
ocasionado un efecto permanente excepto, tal vez, la elección de un
nuevo comité .
Seguramente yo· puedo hacer estas afirmaciones con la mayor
confianza. Porque en algunas ocasiones yo mismo he tratado de go-
bernar a A. A. Y cuantas veces Jo he intentado he s~do estruen-
dosamente derrotado.
Después de haber luchado durante años por dirigir el movimien-
to de A.A. tuve que rendirme; simplemente no me fue posible. Las
tentativas de imponer a mano fuerte mi autoridad personal siempre
originaron confusión y resistencia. Si tomaba partido en una contro-
versia, era citado alegremente por algunos, mientras los otros mur-
muraban: "y quién se está creyendo este dictador?". Si criticaba al-
guna decisión, recibía inmediatamente el doble de crítica en mi con-

-50-
tra, El poder personal · siempre falló. Pueqo ver sonreír a mis v1e¡o:,
amigos de A.A. Ellos recuerdan aquellos tiempos en que se sintieron
llamados tarr{bién a "salvar el movimiento" ·de algo o de 'alguien .
Pero ya se acabaron aquellos días de Fariseísmo. Por tal motivo las
máximas "Tómelo con calma" y "Viva y deje vivir", han adquirido
su profundo significado para ellos y para mí . De esta manera cada
uno de nosotros aprende que en A.A. io máximo que se puede aspi-
rar es a servirle a los demás.
Aquí en la Oficina General sabemos muy bien que solamente
podemos suministrar ciertos servicios indispensables; Podemos dar
información y -repartir literatura; podemos decir lo que piensa la
mayoría de los A . A. respecto a nuestros problemas comunes; pode-
mos ayudar a los grupos que se inician, aconsejándolos si nos lo so-
licitan podemos vigilar las relaciones públicas gen erales de A.A. y
a veces ayudar a solucionar las dificultades qÍle se presenten. Simi-
larmente, los editores de nuestra publicación mensual "The A. A. Gra-
pevine" se consideran a sí mismos como el reflejo de la vida y el
pensamiento corrientes de A.A. Sirviendo solamente como tales, nun-
ca pueden gobernar o hacer pr0paganda. En la misma forma, los
Custodios de la Fundación Alcohólica· (nuestra Junta de Servicios
Generales) saben que no son sino simples custodios que garantizan
la efectividad de la Oficina de Servicios Generales, "The A. A. Grape-
vine'.', y que son los depositarios de nuestros fondos comunes y nues-
tras Tradiciones, es decir, simples guardianes.
Puede verse claramente que aún aquí en el mismo centro de
A. A. solo puede existir un Centro de servidores ( custodios, editores,
secretarios, etc. ) cada uno con funciones · especiales muy importan-
tes, pero ninguno con autoridad para gobernar a Alcohólicos Anó-
nimos.
No tengo la menor duda de que los centros de servicio interna-
cionales, nacionales, de área metropolitana y locales, serán suficien-
tes para el futuro. Mientras podamos evitar una amenazadora acumu-
lación de riqueza o la formación de algún gobier no personal en ta-
les centros, iremos por buen camir.o. Aunque la riqueza y la auto-
ridad constituyen la base de muchas y muy nobles instituciones, no-
sotros los A.A. sabemos perfectamente que esas cosas no son para
nosotros. Nuestra propia experiencia nos ha enseñado que lo que es
alimento para unos puede ser un trágico veneno para otros.
No fuera mejor para nosotros si continuáramos apegados a los
ideales de fraternidad de los primeros Franciscanos? Tratemos todos
en A. A., custodios, editores, secretarios, conserjes, cocineros o sim-
ples miembros de recordar siempre la escasa importancia que tienen
el dinero y la autoridad comparados con la gr an importancia de
nuestra hermandad, el amor y el servicio.

- 51 -
La posición de A. A. en el campo del
Alcoholismo
(Esta declaración de la política de A.A. en relación con el pú-
blico y con otras organizaciones ha sido afirmada y reafirmada
por la Conferencia de Servicios Generales. Aparece también en
un boletín titulado "Cooperación sí, afiliación no", el cual es
muy útil en la aplicación de nuestras Tradiciones en la vida de
Alcohólicos Anónimos) .

Alcohólicos Anónimos es una Asociación Mundial de hombres y


mujeres que se ayudan unos a otros a mantener su sobriedad y que
ofrecen compartir libremente las experiencias de su recuperac1on
con otros que puedan tener un problema con la bebida. El programa
de A. A. consiste básicamente en Doce Pasos sugeridos, concebidos
para la recuperación personal del alcoholismo.

La Asocinción funciona a través de más de 15. 000 Grupos loca-


les en 90 países. Centü11ares de miles de alcohólicos han adquirido
su sobriedad en A. A., pero los miembros reconocen que su programa
no siempre es efectivo pera todos los alcohólicos y que algunos de
ellos pueden necesitar consejo o tratamiento profesional.

Alcohólicos Anónimos solo se ocupa de la recuperación personal


y de la permanente sobriedad de los alcohólicos que acuden a la
Asociación en busca de ayuda. No se ocupa de la investigación, en
el can1po del alcoholismo, ni de tratamiento médico o siquiátrico, no
adhiere a ninguna causa, aunque los miembros de A.A. a menudo
participan como individuos en otras actividades.

La Asociación ha adoptado una política de "Cooperación pero


no afiliación" con otras organizaciones que se ocupan del problema
del alcoholismo.

A. A. se sostiene por sus propias contribuciones a través de sus


Grupos y los miembros que los forman, declinando toda clase de
contribuciones de fuentes ajenas a la Asociación. Los miembros de
A. A. mantienen su anonimato personal a nivel de la prensa, el cine
y los medios de comunicación radial.

- - !i2 -
DOCE TRADICIONES
DE ALCOHOLICOS ANONIMOS

1. Nuestro bienestar común debe tener la preferencia; el restable-


cimiento personal depende de la unidad de A. A.
2. Para el propósito de nuestro grupo solo existe una autoridad
fundamental: un Dios bondadoso que se manifiesta en la con-
ciencia de nuestro grupo . Nuestros líderes no son más que fie-
les servidores; no gobiernan.
3. El único requisito para ser miembro de A .A. es el querer dejar
de beber.
4. Todo grupo debe ser autónomo, excepto en asuntos que afecten
otros grupos o a A. A., considerada como un todo.
5. Cada grupo tiene un solo objetivo: llevarle el mensaje al alco-
hólico que aún está sufriendo.
lj . Un grupo de A. A. nunca debe respaldar, financiar o prestar el
nombre de A.A . a ninguna entidad allegq<la o empresa ajena
para evitar que problemas de dinero, propiedad y prestigio nos
desvíen de nuestro objetivo primordial.
7 . Todo grupo de A. A. debe mantenerse a sí mismo, negándose a
recibir contribuciones de .afuera.
8. A .A. nunca tendrá carácter profesional, pero nuestros centros
de servicios pueden emplear trabajadores especiales.
9. A.A. como tal, nunca debe ser organizada; pero podemos crear
juntas de servicios o comités que sean directamente responsables
ante aquellos a quienes sirven.
10. A.A. no tiene opinión acerca de asuntos ajenos a sus activida-
des; por consiguiente su nombre nunca debe mezclarse en polé-
micas públicas .
11. Nuestra política de relaciones públicas se basa más bien en la
atracción que en la promoción; debemos mantener siempre
nuestro anonimato personal ante la prensa, la radio, la televi-
sión y el cine .
12. El anonimato es la bí).se espiritual de todas nuestras Tradiciones
recordándonos siempre que debemos anteponer los principios a
las person~.
DOCE PASOS
DE ALCOHOLICOS ANONIMOS

1. Admitimos que éramos impotentes ante el alcohol, que nuestras


vidas se habían vuelto ingobernables.

2. Llegamos al convencimiento de que sólo un Poder Superior a


nosotros mismos podría devolvernos el sano juicio.

3. Decidimos poner nuestra voluntad y nuestras vidas al cuidado


de Dios, tal como nosotros Lo concebimos.

4. Sin ningún temor hicimos un inventario moral de nosotros


mismos.

5. Admitimos ante Dios, ante nosotros mismos y ante otro ser hu-
mano la naturaleza exacta de nuestras faltas.

6. Estuvimos dispuestos a dejar que Dios eliminase todos estos


defectos de carácter.

7. Humildemente le pedimos a El que nos librase de nuestros de-


fectos.

8. Hicimos una lista de todas aquellas personas a quienes había-


mos ofendido y estuvimos dispuestos a reparar el daño que les
causamos.
9. Reparamos directamente a cuantos nos fue posible el daño que
le habíamos causado, salvo en aquellos casos en que el hacer-
lo perjudicaría a ellos mismos o a otros.
10 . Continuamos haciendo nuestro inventario personal y cuando nos
equivocábamos lo admitíamos inmediatamente.
11. Buscamos a través de la oración y la meditación mejorar nues-
tro contacto consciente con Dios tal como Lo concebimos, pi-
diéndole solamente que nos dejase conocer Su Voluntad para
con nosotros y nos diese }a fortaleza para aceptarla .
l 2. Habiendo experimentado un desperta r espiritual como resulta-
do de estos pasos, tratamos de llevar este mensaje a los alcohó-
licos y de practicar estos principios en todos nuestros actos.
PUBLICACIONES DE A.A.
Aprobadas por la Conferencia
LIBRO ALCOHOLICOS ANONIMOS
LIBRO EMPASTADO
LIBRO A. A. LLEGA A SU MAYOR EDAD
LIBRO VIVIR EN SOBRIEDAD
LIBRO EL SENDERO DE VIDA
LIBRO MANUAL DE SERVICIOS DE A . A.
ESTO ES A.A.
44 PREGUNTAS Y RESPUESTAS
ES A. A . PARA USTED?
EL MARIDO ALCOHOLICO
SEDANTES, ESTIMULANTES Y EL ALtOHOLICO
A. A. POR JACK ALEXANDER
CARTA A UNA MUJER ALCOHOLICA ,
PREGUNTAS Y RESPUESTAS SOBRE PATROCINIO
LO QUE LE SUCED 10 A JOSE
LOS DOCE PASOS
LAS DOCE TRADICIONES
A. A. EN SU COMUNIDAD
LA AGRUPACION DE A. A.
COMO COMIENZA A. A., COMO CREC~
A. A. Y LA PROFESION MEDICA
EL EMPLEADO ALCOHOLICO
A. A . EL GRUPO
LA MEJOR DE BILL
LA TRADICION DE A. A . COMO SE DESARROLLO
EL MINISTRO RELIGIOSO PREGUNTA ACERCA DE A. A.
DIRECTORIO NACIONAL DE A.A.
A . A . EN PRISIONES
A. A. EN HOSPITALES
COMO COOPERAN LOS MIEMBROS DE A. A.
CON OTROS ESFUERZOS DE LA COMUNIDAD
COMO TRABAJA EL PROGRAMA
TRES CHARLAS A SOCIEDADES MEDICAS
HABLANQO EN REUNIONES DE NO ALCOHOLICOS
LAS TRADICIONES ILUSTRADAS
REVISTA A . A. EL MENSAJE
BOLETIN SERVICIO E INFORMACION
YO SOY RESPONSABLE

Cuando cualquiera dondequiera,


extienda su mano pidiendo ayuda,
quiero que la mano de A.A. esté siempre allí
y por esto ...

YO SOY RESPONSABLE

Este sello aparece en literatura


aprobada por la Conferencia.

DECLARACION DE LA UNIDAD

Debemos hacer esto para el futuro de A.A.


Colocar en primer lugar nuestro bienestar común;
para mantener nuestr'a Asociación Unida,
de la Unidad en A.A. dependen nuestras vidas,
y las vidas de todos los que vendrán.
Miami, Julio de l .970.
UN MINISTRO RELIGIOSO
Pregunta Acerca de
Alcohólicos Anónimos
"Alcohólicos Anónimos es una comunidad de hombres y
mujeres que comparten su mutua experiencia, fortaleza y
esperanza para resolver su problema común y ayudar a
otros a recuperarse del alcoholismo.
El único requisito para ser miembro de A.A. es el deseo
de dejar la bebida. Para ser miembr o de A.A. no se pagan
honorarios ni cuotas; nos mantenemos con nuestras propias
contribuciones. A.A. no está afiliada a ninguna secta reli•
glosa, partido político, organización o institución alguna; no
desea intervenir en controversias, no respalda ni se opone
a ninguna causa. Nuestro objetivo primordial es mantener-
nos sobrios y ayudar a otros alcohólicos a alcanzar el es-
tado de sobriedad".

Editado por A..4. WORLD SERJIICES. INC., única agencia


de publicacionu de ALCOHOLICOS ANONIMOS. Aprobado
por la Conferencia de Servicio, Generale, de .A. A.
Todo, lo, derecho• reaervadc>
COPYRIGHT 1961
ALCOHOLICOS ANONIMOS WORLD SERJ'ICES. INC.
lmpreao y di,tribuido por: Oficina de Servicio, Generale,
de A.A. para América del Sur.
Apartado Aéreo No. 3070 • Cable, "literatura"
Medellín, Colombia • Teléfono: 45 43 09
Con la autorización de A.A. World Service,, Inc. Bo" 459
Grand Central Station. NP-w York 10017 N. Y.
Prohibida la reproducción parcial o total ,in
permi,o de la O. S. G. de MedelUn.
Comité de Literatura
Un Ministro Religioso
pregunta acerca de
Alcohólicos Anónimos
Muchos Ministros Religiosos están ya familiarizados con la Asociación de
Alcohólicos Anónimos y con el programa de los Doce Pasos para la recupe-
ración del alcoholismo. Saben que A.A. es una Hermandad no asociada con
ninguna secta ni denominación, y que es una aliada en sus esfuerzos para
ayudar a los bebedores problema. Saben que los Directores Religiosos de los
credos más important~s han apoyado el programa de A.A., y que algunos
Ministros Religiosos han encontrado en A.A la solución a su propio problema
de la bebida.

Miles de personas que ahora están sobrias en A.A le deben su recuperación


personal a los consejeros espirituales que les recomendaron asistir a un grupo
de A.A., que desde el púlpito explicaron el programa, o que lo hicieron por
medio de escritos. La experiencia indica, sin embargo, que algunos Ministros
Religiosos tienen todavía una información fragmentaria sobre A.A., otros
desconocen por completo el programa de recuperación y algunos más parecen
tener conceptos equivocados sobre A.A. y su funcionamiento.

El objeto de este folleto, que reproduce las preguntas que sobre A.A. con
frecuencia se le hacen a los Ministros Religiosos, tiene dos propósitos. El
primero es el que la Asociación desea poner de manifiesto su agradecí miento a
muchos de los miembros del clero que han sido y que continúan siendo tan
comprensivos y tan serviciales. El segundo consiste en la esperanza de que el
material contenido en las sigu·ientes páginas proporcione una información útil
de Alcohólicos Anónimos para aquellos Ministros Religiosos que todavía no
hayan tenido la oportunidad de familiarizarse con la Asociación.

Por último, se espera que este folleto pueda ser de ayuda a miembros de A.A,
facilitándoles explicar a los miembros del clero que estén interesados, la ri-
queza tan extraordinaria de experiencias personales en la recuperación de
alcohólicos por medio del programa.
NOTA HISTORICA

Lo que más adelante habría de conocerse como la Asociación de Alcohólicos


Anónimos se inició en Akron, Ohio en 1935. Fue fundada por dos hombres
públicamente conocidos como Bill W., un corredor de bolsa de Nueva York, y
el Dr. Bob S., un cirujano de Akron. Ambos tuvieron largos historiales sobre
su manera irresponsable de beber y ambos fueron considerados como alcohó-
licos desahuciados.

En el otoño de 1934 Bill W., hospitalizado por alcoholismo, experimentó un


súbito "despertar" espiritual que pareció liberarlo del deseo de beber. Trató
de persuadir a otros alcohólicos de que podri'an experimentar la misma trans-
formación, pero ninguno se recuperó.

La siguiente primavera, en Akron, tras de sufrir un fracaso en un negocio, Bill


estuvo seriamente tentado de volver a beber. Temeroso 'de las consecuencias
inevitables de tomar ese "primer trago" · Bill recordó ·que no habi'a tenido
deseos de beber licor durante los meses anteriores, mientras est~vo trabajando
con otros alcohólicos en Nueva York. Desesperadamente buscó un cont acto
similar en Akron. Una serie de llamadas telefónicas, de las que la primera fue
a un sacerdote comprensivo y servicial, lo guió al Dr. Bob. Este impresionado
por la historia de la recuperación de Bill y por la oportunidad de compartir su
propio problema con un alcohólico, logró la sobriedad poco después.

Un hecho más importante aun es el que los dos hombres descubrieron que su
propia sobriedad se fortalecía cuando la compartían con otros, relatando su
experiencia práctica como alcohólicos recuperados. En el otoño de 1935 un
pequeño grupo de alcohólicos sobrios celebraba reuniones con regularidad en
Akron.

Bill regresó al este, donde pronto se fundaron otros grupos. El Dr. Bob
permaneció en Akron, donde continuó .siendo un baluarte del nuevo movi-
miento hasta su muerte ocurrida en 1950.

La nueva Sociedad permaneció sin nombre hasta 1939, cuando el libro "Alco-
hólicos Anónimos" registró la historia de la recuperación de aproximada-
mente 100 miembros, la mayoría de ellos de Akron, Cleveland, Nueva York y
Philadelphia. Siguió un rápido crecimiento a partir de 1940, cuando el p·ro:
grama de recuperación atrajo ampliamente la atención en los Estados Unidos
y Canadá, y en algunos países en el extranjero. Se estableció una oficina de
servicio internacional en la Ciudad de Nueva York durante este período, para
manejar el creciente volumen de consultas respecto al programa de recupe-
ración, y para ayudar a los nuevos grupos que se estaban formando diaria-
mente.

Hoy en di'a la Asociación tiene aproximadamente 675.000 miembros. La


mayoría de ellos están afiliados en los grupos establecidos ·en más de 100
pa/ces alrededor del mundo. Se cree que las mujeres comprenden por lo
menos una quinta parte del conjunto de miembros.
1. lQUE ES ALCOHOLICOS ANONIMOS?

Tal vez la mejor descripción breve de A.A. está contenida en la definición que
se lee en muchas reuniones celebradas por los grupos:

"Alcohólicos Anónimos es una comunidad de hombres y mujeres que com-


parten su mutua experiencia, fortaleza y esperanza para resolver su problema
común y ayudar a otros a recuperarse del alcohol ismo.

El único requisito para ser miembro de A.A es el deseo de dejar la bebida.


Para ser miembro de A.A no se pagan honorarios ni cuotas; nos mantenemos
con nuestras propias contribuciones. A.A no está afiliada a ninguna secta
religiosa, partido poi ítico, organización o institución alguna; no desea inter-
venir en controversias, no respalda ni se opone a ninguna causa. Nuestro
objetivo primordial es mantenernos sobrios y ayudar a otros alcohólicos a
alcanzar el estado de sobriedad.

2. lPOR QUE PUEDE INTERESARSE UN MINISTRO RELIGIOSO


ENA.A.7

Porque los miembros de A.A pueden orientar a un sacerdote para ayudar a


otro alcohólico, y porque muchos alcohólicos piden ayuda a sus Ministros
Religiosos, tanto antes como después de interesarse en A.A

3. lCOMO PUEDE AYUDAR A.A.?

A.A puede ayudar sólo en una forma: informando al Ministro Religioso sobre
la experiencia práctica de los alcohólicos que han aprendido a vivir sin el
consumo del alcohol. Generalmente, A.A no puede ayudar en los casos en
que el alcohólico no desee ayuda o sienta que puede dejar de beber sin ella.
Lo mejor que puede hacer un Ministro Religioso en tales casos es hacer saber
al alcohólico que puede obtener ayuda cuando esté listo para admitir que la
necesita y la desea.

Muchos Ministros Religiosos piden a los miembros de A.A que se reúnan con
alcohólicos para describirles el programa de recuperación de A.A

4. lCOMO LOGRAN LOS ALCOHOLICOS LA SOBRIEDAD EN


A.A.?
Los miembros de A.A siguen, lo mejor que pueden, el programa de Doce
Pasos sugeridos. En estos Pasos los primeros miembros han registrado los
principios y prácticas por medio de los cuales lograron la sobriedad. Los
Pasos, que incluyen elementos encontrados en las enseñanzas espirituales de
muchos credos, únicamente son sugeridos; no son obligatorios. Su aceptación
por los alcohólicos se debe indudablemente al hecho de que su tono no es ni
teórico ni dogmático. Simplemente expresan la experiencia de hombres y
mujeres que han podido resolver su propio problema del alcoholismo.
También se insta a los miembros a asistir a las reuniones, en las cuales compar-
ten su experiencia entre s/ y con los nuevos; y para estudiar el programa de
A.A. tal como se describe e interpreta en la literatura de la Asociación.

5. lCUALES SON LOS DOCE PASOS SUGERIDOS DE A.A.?

Los siguientes son los Pasos por medio de los cuales aproximadamente
675.000 hombres y mujeres han logrado la sobriedad en Alcohólicos Anó-
nimos:

1. Admitimos que éramos impotentes ante el alcohol, que nuestras vidas


se hab /an vuelto ingobernables.

2. Llegamos al convencimiento de que sólo un Poder Superior a nosotros


mismos podría devolvernos el sano juicio.

3, Decidimos poner nuestra voluntad y nuestras vidas al cuidado de Dios,


como nosotros lo concebimos.

4. Sin ningún temor hicimos un inventario moral de nosotros mismos.

5. Admitimos ante Dios, ante nosotros mismos y ante otro ser humano la
naturaleza exacta de nuestras faltas.

6. Estuvimos dispuestos a dejar que Dios eliminase todos estos defectos de


carácter.

7. Humildemente le pedimos a El que nos librase de nuestros defectos.

8. Hicimos una lista de todas aquellas personas a quienes habíamos ofen-


dido y estuvimos dispuestos a reparar el daño que les causamos.

9. Reparamos directamente a cuantos nos fue posible el daño que les


hablamos causado, salvo en aquellos casos en que al hacerlo perjudica-
ría a ellos mismos o a otros.

10. Continuamos haciendo nuestro inventario personal y cuando nos equi-


vocábamos lo admitíamos inmediatamente.

11. Buscamos a través de la oración y la meditación mejorar nuestro con-


tacto consciente co n Dios tal como lo concebimos, pidiéndole solamen-
te que nos dejase conocer Su Voluntad para con nosotros y nos diése la
fortaleza para aceptarla.

12. Habiendo experimentado un despertar espiritual como resultado de


estos pasos, tratamos de llevar este mensaje a los alcohólicos y de
practicar estos principios en todos nuestros actos.

6. lES A.A. UNA SOCIEDAD DE TEMPERANCIA?

No. La Asociación no t iene incumbencia en la cuestión de "temperancia".


Colectivamente, sus miembros ni aprueban ni se oponen al uso del alcohol por
otros. Simplemente han aprendido por experiencia que ellos no pueden mane-
jar el alcohol. Al reconocer este hecho, se concentran en permanecer sobrios y
en ayudar a otros alcoh61icos que expresen un interés en el programa de
recuperación de A.A. (Como individuos, pero sin hablar de A.A. como un
todo, los miembros son ·libres de expresar sus puntos de vista personales sobre
la cuestión de la temperancia).

7. l ES A.A. UNA SOCIEDAD RELIGIOSA?

No. A.A. no es una sociedad ni un movimiento religioso, aunque el P.rograma


de recuperación incluye sugerencias que reflejan los conocimientos de muchos
directores espirituales. Entre los miembros de A.A. hay hombres y mujeres
pertenecientes a muchos credos; hay algunos que no pertenecían a ninguno
cuando llegaron a la Asociaci6n, y hay otros que dicen no profesar ninguna
fe.
Los miembros con frecuencia describen. a A.A. como un programa "espiri-
tual". Esto de ningún modo significa que pertenezca a ninguna secta o deno-
minación.

8. l ES A.A. UN MOV IMI ENTO DE EVANGELIZACION?


No. En ningún sentido del término. La Asociaci6n no recluta partidarios para
una corporación for mal de credos, y el "mensaje" que proclama sólo es de
interés directo para aquellos a quienes incumba el problema del alcoho lismo .

9. lA.A. CONSIDERA AL ALCOHOLISMO COMO UN PECADO?


Como una Asociación, A.A. no tiene concepto teológico alguno sobre el
alcoholismo. Se puede decir que los miembros de A.A. están más interesados
en hacer frente al problema del alcoholismo que en definirlo. Hay desde luego
dentro de la Asociación una libertad absoluta para que cada individuo exprese
sus propios puntos de vista sobre la cuestión. La mayoría de los miembros
considera al alcoholismo como una enfermedad que no puede curarse, pero
que puede ser detenida por aquellos alcohólicos que sinceramente traten de
practicar los Doce Pasos sugeridos en todos los actos de su vida.

10. ¿QUE IMPORTANCIA TI ENEN LAS REUNIONES EN EL PRO·


GRAMA DE A.A.?
Las reuniones de A.A. fueron una evolución natural del deseo de los primeros
miembros de compartir sus experiencias y problemas mutuamente y con los
recién llegados que buscaban el camino hacia la sobriedad.

Con el tiempo resultaron dos tipos básicos de reuniones: "abiertas" para los
alcohólicos y (en algunas partes) para cualqu ier persona interesada en el pro-
blema del alcoholismo, y reuniones "cerradas" para alcohólicos únicamente.
Un programa típico de reun ión abierta tendrá a alguien que presida y dos o t res
oradores que cuentan sus experiencias de alco hólicos activos y que en general
describen lo que la sobriedad, por medio de A.A., ha significado para el los.
Refrescos senci llos y café se sirven después de la parte programada de la
reunión y la mayoría de los miembros se quedan un rato para char lar.

Las personas no alcohól icas que asisten por primera vez a una reunión de
A.A., se sorprenden al notar la alegría y ligereza con la cual los alcohólicos
describen sus experiencias con la bebida. A lgunos cuentan sus historiales de
manera sencilla y puede haber un tono marcadamente no religioso en uno que
ot ro recuento. Otros pueden tomar un carácter de expresiones espir ituales
impresionantes que reflejan sus creencias religiosas personales.

Lo importante es recordar que cada persona habla por sí misma, y no en


nombre de A.A. como un movimiento. Lo que todos los oradores de A.A.
tienen en común, sin embargo, es el deseo de fortalecer su propia sobriedad
compartiéndola con otros.

Casi todos los miembros creen que la asistencia regular a las reuniones es
esencial para la conservación de la sobriedad. A los nuevos se les insta a asistir
a todas las reuniones que puedan.

Las reuniones cerradas, únicamente para alcohól icos, les dá a los miembros la
oportunidad de compartir sus experiencias con mayor intimidad, y ta l vez
proporcionen una ayuda y estímulo especiales a los miembros que tengan
dif icultades para ajustarse a una vida sin alcohol.

11 . ¿soN BIENVE N IDOS LOS MI N ISTROS RELIGI OSOS A LAS


R EUNION ES DE A.A.?

Los Ministros Religiosos pueden asistir y son bienvenidos a las reun iones
públicas de A.A., y en algunas localidades a las abiertas. Cada grupo tendrá
mucho gusto de avisarle, como es su costumbre. Las reuniones "cerradas" son
tradicionalmente sólo para alcohólicos.

12. lTIEN E A.A. UN CREDO FO RMAL?

No. A los miembros de A.A. no se les pide que acepten ningún credo formal,
ni que expresen alguna creencia que no sea la admisión de que tienen un
problema con la bebida y desean recibir ayuda. Los m iembros tienen la liber-
tad de interpretar el programa de recuperación de A.A., tal como se expresa
en los Doce Pasos sugeridos, en la forma en que mejor les parezca.

La creencia unificadora de los miembros puede decirse que es la fe en que el


alcohólico recuperado, al compartir su experiencia, puede ser efectivo de una
manera única para ayudar a los bebedores problema. Los miembros de A.A.
no creen tener la solución única al complejo problema del alcoho lismo, pero
casi todos estarían probablement~ acordes en que la solución que han encon-
trado es la única que les ha dado resultado a el los.

13. lTIENE A.A. LITERATURA BASICA?

Hay cuatro textos básicos que describen el programa de recuperación del


alcoholismo en A.A., y la Asociación internacional se ha basado en este
programa:

1. "Alcohólicos Anónimos", también conocido como "El Gran Libro",


describe los principios pQr medio de los cua les los primeros miem-
bros lograron la sobriedad, y contiene los historiales personales de 28
alcohólicos recuperados.

2. "Los Doce Pasos y Las Doce Tradiciones" por Bill W., uno de los
cofundadp.res de la Asociación, consiste en una interpretación de los
Doce Pasos para la recuperación personal, y de las Tradiciones reco-
mendadas para asegurar la supervivencia de los grupos de A.A.
3. "Alcohólicos Anónimos llega a su Mayor Edad" por Bill W., es
una historia informal sobre las dos primeras décadas de A.A.

4. "A.A. El Sendero de Vida", par Bill W. (Como lo ve Bill)

Hay también otros fo lletos que describen las diversas fases del programa de
A.A.

14. lRECONOCEN LOS A.A.s. LA AUTOR IDAD DE UN PODER SU-


PERIOR?

Cuando un alcohólico recurre a A.A. para solicitar ayuda, no se le hacen


preguntas sobre sus creencias religiosas. Sólo se le pregunta: "Quiere dejar de
beber? ". Una contestación afirmativa a esta pregunta es el único reqL1\'Stto
para ser miembro.

La dependencia en un Poder Superior es, sin embargo, un punto central para


el éxito de la mayoría de los hombres y de las mujeres que han logrado la
sobriedad en A.A. Para muchos miembros este Poder Superior es un o'¡os
personal, a quien recurren pidiendo ayuda para lograr y conservar la so-
briedad.

Al principio del desarrollo de A.A. se reconoció que hay mucho~ alcohólicos


que no están preparados para aceptar el concepto de una Deidad personal
cuando llegan a la Asociación pidiendo ayuda.

Por consiguiente. los primeros miembros les dijerosn a estos nuevos compañe-
ros : "Hemos aprendido por experiencia que necesitamos de la ayud~-de un
.........J
Poder Superior a nosotros mismos, si hemos de permanecer sobrios. Creemos
que todos los hombres, si son sinceros, reconocerán su falta de poder para
resolver ciertos problemas por s( mismos. Sabemos. por ejemplo, que cuando
estábamos bebiendo, habíamos llegado a ser impotentes contra el alcohol, y
que dependíamos de él para reso lver nuestros problemas. Les sugeri mos que
encuentren ustedes un sustituto para este poder destructivo, el alcohol, y
recurran a un Poder Superior, sin importar el nombre con el que identifiquen
a ese Poder. Les sugerimos que entreguen su voluntad y sus vidas a Dios, tal
como lo comprendan".

Algunos Ministros Religiosos pueden alarmarse al saber que un agnóstico o un


ateo pueden unirse a la Asociación, o al escuchar a un miembro de A.A. decir:
"No puedo aceptar ese "Concepto de Dios"; yo he puesto mi fe en el grupo de
A.A.; ese es mi Poder Superior, y eso me conserva sobrio".

La respuesta si se necesita alguna, es que la percepción espirit ual de la ma-


yoría de los miembros se profundiza a medida que éstos están más tiempo en
A.A. y tratan de seguir los Doce Pasos sugeridos. Muchos que han llegado a
A.A. como agnósticos declarados, o ateos, se han convertido (o han vuelto) a
las rel igiones establecidas, con una fe profunda nacida de la experiencia perso-
nal con el contacto Divino.

15. lQUE QUIEREN DECIR LOS MIEMBROS AL REFERIRSE AL


"LADO ESPIRITUAL" DEL PROGRAMA DE A.A.?
La mayoría de los miembros emplean esta frase para describir lo que el los
creen que son los elementos esp(rituales de los Doce Pasos sugeridos. Cuando
llegan a A.A., muchos alcohólicos encuentran que pueden lograr la sobriedad
aun cuando tengan reservas definidas acerca de la necesidad de depender de
una Deidad personal para que los ayude. Aparentemente, estos miembros
logran la sobriedad debido a una combinación de factores: la admisión de que
son alcohól icos y de que necesitan ayuda, los beneficios de la " terapia de
grupo", el interés personal de los miembros antiguos, etc., que no incluyen la
ent rega de la voluntad a un Poder Superior.

Otros encuentran que la sobriedad se logra más fáci lmente y se conserva con
mayor serenidad si reorientan espiritualmente sus vidas desde el principio, con
especial énfasis en las "disciplinas" espirituales sugeridas en los Doce Pasos.
Estos últimos miembros creen que la llamada "parte espiritual" del programa
es el factor más útil para su rehabilitación.

16. lQUE QUIERE DECIR "LA CONCIENCIA DE GRUPO EN A.A.?


En asuntos que los afecten a ellos como miembros de un grupo local, o que
afecten a AA. como un todo, cas i todos los A.A's. creen que pueden encon-
trar la dirección más segura en una sabiduría que trascienda los deseos u
opiniones personales. Creen que esta sabiduría se material iza cuando acallan
sus propias voces, buscan solamente el bien de A.A y el de los alcohól icos
que aun están sufriendo, y confían en la voluntad de un Poder Superior.
17. lCOMO SE USA LA ORACION EN EL PROGRAMA DE A.A.?
Hay dos referencias específicas a la oración en los Doce Pasos sugeridos, tal
como fue anotado por los fundadores de la Asociación.

El Séptimo Paso dice:

Humildemente Le pedimos a El que nos librase de nuestros defectos.

Y el Undécimo Paso dice:


Buscamos a través de la oración y la meditación mejorar nuestro contacto
consciente con Dios tal como Lo concebimos, pidiéndole solamente que nos
dejase conocer Su Vo luntad para con nosotros y nos diese la fortaleza para
aceptarla.

En casi todos los grupos de A.A. se invita a todos los asistentes a cerrar la
reunión rezando el "Padre Nuestro". La participación es, desde luego, volun-
taria.

Muchos miembros encuentran una fuerza espiritual en las siguientes líneas,


que en años recientes han llegado a conocerse como la "Oración de A.A.".

Dios concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar,
valor para cambiar aquellas que puedo y sabiduría para reconocer la dife-
rencia".

En algunos lugares también se dice esta oración en las reuniones de A.A.

18. lPOR QUE INSISTEN LOS MIEMBROS DE A.A. EN EL ANONI·


MATO A NIVEL PUBLICO?
Hay dos razones. Una es bastante práctica; la otra puede considerarse como
espiritual.

La razón práctica es que muchos alcohólicos podrían titubear en acercarse a


A.A. buscando ayuda si no tuvieran la seguridad de que su anonimato habría
de ser protegido.

La segunda razón se ha expresado en la Duodécima de las Tradiciones, que


refleja la experiencia de los A.A's. como una Asociación.

"Y finalmente, nosotros en Alcohólicos Anón imos creemos que el principio


del anonimato tiene un significado espiritual inmenso, Nos recuerda que de-
bemos colocar los principios por encima de las personalidades; que debemos
realmente practicar una humildad genuina. Esto con el f in de que las grandes
bendiciones de que gozamos nunca nos dañen, y que vivamos por siempre en
agradecida contemplación de AQUEL que preside sobre todos nosotros".
En la práctica, a casi t odos los miembros de A.A. no les importa que sus
amigos sepan-que han logrado la sobriedad dent ro de la Asociación. Tradicio-
nalmente, todos los A.A's. tienen cuidado de respetar el anonimato de los
compañeros.

19. lPUEDEN LOS AGNOSTICOS O ATEOS HACERSE MIEMBROS


DE A.A.?

A.A. no averigua sobre las creencias (o no creencias) religiosas del alcohólico


cuando recurre a la Asociación en busca de ayuda.

Algunos alcohól icos dicen ser agnósticos o ateos cuando llegan a A.A. Aunque
no se ha hecho una averiguación formal sobre el asunto, algunas cartas e
informes que han llegado a la Oficina de Servicios Generales, parecen sugerir
que muchos de estos miembros eventualmente se unen a alguna religión esta-
blecida.

20. lPATROCINAA.A."RETIROS" ESPIRITUALES?

No. En algunos lugares ciertos individuos, que son miembros de A.A., pueden
hacer arreglos para real izar ret iros para alcohólicos que deseen discutir o
meditar sobre problemas espirituales. Sin embargo, es incorrecto identificar o
divulgar estos actos u otros similares como cuestiones de A.A.

21. lHAY ALGUNOS GRUPOS DE A.A. QUE SE LIMITAN A TENER


MIEMBROS DE UN SOLO CREDO?

Como una Asociación, A.A. recibe alcohólicos de todos los credos, y a los que
no profesan ninguno. Localmente, desde luego, cada grupo de A.A. es autó-
nomo en todas las cuestiones que no afecten el bienestar de la Asociación
como un todo.

Aunque nunca se ha buscado una información respecto a la composición


religiosa de los grupos locales, es posible que todos los miembros de algunos
grupos sean partícipes de un solo credo. Tales grupos, sin embargo, no serían
considerados como A.A's. típicamente tradicibnales.

En también comprensible que, en grupos donde se representan va rios credos,


los alcohólicos que compartan la misma religión se unan fuera de A.A. para
efectuar ejercicios rel igiosos concernientes a su fe.

En tanto que no comprometan la integridad del Programa de Recuperación de


los Doce Pasos, estos grupos no se consideran como violadores de la Tradición
de A.A. En relación con lo anterior, es bueno hacer notar que los grupos de
A.A. con frecuencia están fo rmados por gente joven, por "principiantes en
A.A." o por m iembros que comparten una misma profesión o tienen los
mismos intereses de negocios.
22. lCOMO ESTA ORGANIZADA A.A.? lOUIEN LA DIRIGE?

A.A. siempre ha intentado mantener la organización formal en un mínimo.


No hay reglas ni reglamentos en la Asociación; no hay gobierno en el sentido
usual del término, ni hay jerarqu (a.

Tradicionalmente, dos o más alcohólicos que se reúnan para tratar asuntos


sobre la sobriedad, pueden considerarse como un grupo de A.A., siempre que,
como grupo, se sostengan a sí mismos y no tengan nexos exteriores.

Los grupos locales generalmente seleccionan comités para manejar las activi-
dades y servicios esenciales del grupo. Los representantes.del grupo participan
en el trabajo de los comités locales que atienden los problemas de interés para
un número de grupos. En los Estados Unidos se reunen anualmente delegados
de aproximadamente 85 territorios de A.A para estudiar las actividades y
problemas del Servicio Mundial. Se están celebrando reuniones similares en
otros países.

Nadie "dirige" la Asociación, y ningún individuo habla a nombre de la mismaen


ningún nivel de su programa de servicio.

La responsabilidad de la custodia para vigilar las oficinas de servicio se ha


encomendado por los grupos a una Junta de Custod íos compuesta por Conse-
jeros, quienes se reunen regularmente. La mayoría de los consejeros ha sido
tradicionalmente compuesta de amigos no alcohólicos de la Asociación.

De acuerdo con las propias palabras de la Segunda Tradición: Para el propósi-


to de nuestro grupo solo existe una autoridad fundamental : un Dios amoro-
so que se manifiesta en la conciencia de nuestro grupo. Nuestros I íderes no
· son más que fieles servidores; no gobiernan.

23. lCOMO SE SOSTIENEN LAS ACTIVIDADES Y SERVICIOS DE


A.A.?

A.A. se mantiene por sus propios medios. Existe una Tradición, que no acepta
fondos que provengan de otras fuentes bajo ninguna circunstancia.

En A.A. no hay cuotas ni honorarios. Los gastos de un grupo {arriendo de


local, refrescos, literatura, etc.) se pagan con contribuciones voluntarias, que
generalmente se hacen en las reuniones.

La mayoría de los grupos contribuye a mantener las actividades del área


{patrocinio de servicios a alcohólicos en las cárceles y hospitales, por ejemplo)
y a mantener la Oficina de Servicios Generales. Esta Oficina provee una
variedad de servicios que los grupos locales no están capacitados para ofrecer.

La Oficina de Servicios Generales también deriva parte de sus entradas de la


venta, a los grupos, de literatura aprobada por la Conferencia. Una gran
cantidad de literatura se distribuye a través del mundo cada año, sin costo
alguno.
24. lCUALESSON LAS DOCE TRADICIONES DE A. A.?

A través de los años, por medio de un proceso de prueba y error, la Asocia-


ción aprendió que la supervivencia de los grupos efectivos estaba íntimamente
ligada a la observancia de ciertos principios básicos. Estos principios se rela-
cionan con la dirección de los asuntos internos del grupo, las relaciones entre
los grupos y las relaciones con el mundo exterior.

Estos doce principios o Tradiciones, muchos de los cuales reflejan la orienta-


ción espiritual de la Asociación, fueron por primera vez puestos por escrito
durante la segunda década de existencia de A.A. Más adelante, en la primera
convención internacional de la Asociación efectuada en 1950, fueron acepta-
dos por los miembros como "guías" para asegurar la supervivencia de la estruc-
tura de los servicios de A.A.

Las Tradiciones no son formalmente obligatorias para los grupos. Algunos


miembros en ciertos lugares ocasionalmente (y por lo general temporalmente)
se desvían de ellas. Pero la gran mayor ía de los grupos de A.A. a través del
mundo prefieren ahora conducir sus asuntos y sus relaciones con el público e·n
general en la forma tradicional de A.A.

25_ lPATROCI NA A.A. PROGRAMAS DE LA IGLESIA EN EL CAM-


PO DEL ALCOHOLISMO?
Desde su fundación, A.A. ha adoptado la postura de que la Asociación sólo
tiene una cosa que ofrecer: la experiencia personal de alcohólicos recupera-
dos, para ser gratuitamente compartida con otros hombres y mujeres que
busquen liberarse de la compulsión de beber.

Por consiguiente, aunque sí coopera con muchas agencias que tratan el pro-
blema del alcoholismo, A.A. tradicionalmente ha evitado involucrarse en
otros programas dentro del mismo campo. A.A. no lleva a cabo ninguna
investigación formal, pero pone a la disposición de quien lo busque, la infor-
mación respecto a su propio programa de recuperación. A.A. no patrocina
programas educativos, pero contesta muchas consultas sobre A.A. hechas por
los educadores.

Tradicionalmente, A.A. nunca se ha identificado ni asociado, en ningún cam-


po del alcoholismo (su prevención o control), con empresas, programas, pro-
paganda, etc., de tipo privado o de carácter lucrativo.

Los miembros individuales son libres, desde luego, de hacer uso de su expe-
riencia personal como alcohólicos recuperados donde quiera que pueda ser
útil. Hay un número creciente de miembros que actúan en programas patroci-
nados por agencias que no son A.A. Pero se hace énfasis en el hecho de que
participan en estos programas como individuos, y no como miembros o repre-
sentantes de Alcohólicos Anónimos.
26. lHAY MINISTROS RELIGIOSOS ENTRE LOS MIEMBROS DE
A.A.?
Sí. El alcoholismo no respeta personas, cualquiera que sea su posición, profe-
sión o vocación en la vida. Un número de Ministros Religiosos representantes
de varios credos han logrado la sobriedad en A.A., y participan activamente en
el programa de la Asociación. Hay algunos grupos que se componen exclusiva-
mante de Ministros Religiosos.

27. lCOMO PUEDE COOPERAR EFECTIVAMENTE UN MINISTRO


RELIGIOSO CON A.A.?

Hay diversas maneras. Familiarizándose con el programa de recuperación su-


gerido por A.A., por medio de la asistencia a reuniones y leyendo la literatura;
reconociendo los aspectos espirituales de este programa; pidiendo ayuda a
A.A., aunque se comprendan las limitaciones del trabajo de los miembros de
A.A. en el campo del alcoholismo, y siendo pacientes con las flaquezas huma-
nas de los miembros individuales.

Un Ministro Religioso que ha trabajado con muchos bebedores problema cree


que es esencial conocer personalmente a miembros activos de A.A. en la
comunidad. En tal forma, que cuando se desee la ayuda de A.A. el alcohólico
puede rápidamente ser puesto al cuidado de un miembro que tomará especial
interés en el nuevo, y que le ayudará a tener un "buen comienzo" en el
camino de la recuperación de A.A. Otro Ministro Religioso puntualiza la
importancia de aconsejar a la familia del alcohólico una vez que éste ha
entrado a A.A.

Debido a que la sobriedad de cada miembro de A.A. se fortalece cuando t iene


la oportunidad de trabajar con otros alcohólicos, el Ministro Religioso ayuda
indirectamente a A.A. cuando invita a un miembro a compartir su sobriedad
con otro alcohólico.

28. lCOMO PUEDE UN MIEMBRO DEL CLERO INTERESADO EN


El PROGRAMA, ESTABLECER CONTACTO CON A.A.?

En muchas partes, el número de A.A. está en el directorio telefónico. Lo


usual es que una llamada produzca ayuda inmediata a una solicitud. Los
médicos, las autoridades, los editores y reporteros de los periódicos, así como
los trabajadores sociales pueden muchas veces proveer información acerca de
los grupos locales de A.A..

Literatura acerca del programa de A.A., y direcciones específicas para ponerse


en contacto con un grupo local puede obtenerse escribiendo a la Oficina de
Servicios Generales de A.A., P. O. Box 459. Grand Central Post Office, New
York, N.Y. 10017, o a la Oficina de Servicios Generales de A.A. para Colom-
bia y Sur América, Apartado Aéreo 3070 Medellín. Tanto las Oficinas de
Servicios, como los miembros locales, tendrán mucho gusto en trabajar con
miembros del clero que puedan estar interesados en que se formen nuevos
grupos en sus comunidades.

29. lOUE PUEDE DECIRLE UN MINISTRO RELIGIOSO A UN AL-


COHOLICO QUE EXPRESE SU INTERESEN A.A.?

Los Ministros Religiosos- que- harrtrabajado- íntimamente-con- A--;--A-:-sin duda


estarán de acuerdo en que los siguientes puntos son los más importantes:

Primero: hay que tratar de hacer ver al alcohólico que tal vez A.A. puede
ayudarlo solamente si su deseo es dejar de beber. El ir a A.A. sólo para
complacer a su consejero espiritual, a su esposa o a su patrón no es una
motivación adecuada que lo posibilite con mayor efectividad para lograr la
sobriedad.

Segundo: instar al alcohólico a que mantenga una mente libre de prejuicios


sobre A.A., si el programa de recuperación no le impresiona la primera vez
que le sea expuesto. Puede cambiar esa primera impresión, si continúa asis-
tiendo a las reuniones por un período razonable de tiempo.

Tercero: hacer hincapié en que A.A. únicamente tiene un propósito primor-


dial: ayudar al bebedor problema a lograr y conservar la sobriedad, compar-
tiendo la experiencia personal con alcohólicos recuperados.

Cuarto: recordar al alcohólico que los miembros de A.A. abarcan una sección
heterogénea de la sociedad. El nuevo conocerá a todo tipo de personas en
A.A., con toda clase de antecedentes. Cualesquiera que sean las diferencias, ya
sea que el nuevo se sienta atraído a todos o no, hay que hacerle recordar que
todos comparten su problema, el alcoholismo, y que están haciendo algo
constructivo para resolver ese problema.

Quinto: asegurar al alcohólico que, de conformidad con la Tradición de A.A.


su anonimato personal será respetado , y su problema no sérá divulgado fuera
de la Asociación sin su consentimiento.

Finalmente el alcohólico debe entender que, de acuerdo con la mejor eviden-


cia médica disponible, nunca puede esperar volver a beber normalmente. Tie-
ne dos alternativas: Deterioro progresivo si continúa bebiendo, o la promesa
de una nueva forma de vivir si deja de usar el alcohol en cualquier forma. En
A.A. encontrará miles de hombres y mujeres que lo ayudarán ¡ a hacer esta
transición hacia la .nueva vida,.compartiendo su experiencia con él.
UNA NOTA PARA CERRAR

Aunque no es una sociedad religiosa, Alcohólicos Anónimos tiene un hondo


reconocimiento con los Ministros Religiosos de muchos credos que han pres·
tado su amistad a la Asociación desde su fundación hace más de una genera-
ción.

Lo más valioso de esta amistad ha sido la comprensión y la tolerancia. Com•


prensión de las capacidades y limitaciones de A.A. como una Asociación, y
tolerancia ·de los errores de· una sociedad de hombres y mujeres sujetos a
flaquezas, cuyas aspiraciones espirituales son más altas que sus facultades
humanas.

No sería realista pretender que todos los miembros de A.A. están espiritual-
mente alentados. Muchos de ellos no pertenecen a ningún cuerpo religioso.
Pero todos los miembros de A.A. -incluyendo a los que no ¡pertenf!cen a: un
erecto- son, testigos personales del poder de transformaéión de la fe hasta la
posibilidad ilimitada de redimir la condición humana, no importa que tan bajo
haya caído, por medio del amor humano, el cariño fraternal, y el Poder
Espiritual que está por encima de lo humano.

Como con frecuencia se ha dicho antes, A.A. espera poder continuar en el


futuro siendo el aliado de los Ministros Religiosos que comparten una preo-
cupación por la condición del alcohólico que desea dar el primer paso hacia la
liberación del alcohol.
LAS DOCE TRADICIONES DE A.A.

1. Nuestro bienestar común debe tener la preferencia; el restable-


cimiento personal depende de la unidad de A.A.

2. Para el propósito de nuestro grupo sólo ex iste una autoridad


fundamental : un Dios bondadoso que se mcinifiesta en la con-
ciencia de nuestro grupo. Nuestros I íderes no son más que
fieles servidores; no gobiernan.

3. El único requ isito para ser miembro de A.A , es el querer dejar


de beber.

4. Cada grupo debe ser autónomo, excepto en asuntos que


afecten a otros grupos o a los A.A, considerados como un
todo.

5. Cada grupo t iene un solo objetivo: llevarle el mensaje al alco-


hólico que aún está sufriendo.

6. Un grupo de A.A nunca debe respa ldar, f inanciar o prestcir el


nombre de A.A. a ninguna entidad allegada o empresa ajena
para evitar que problemas de d inero, propiedad y prestigio nos
desvíen de nuestro objetivo primordial.

7. Todo grupo de A.A. debe mantenerse a sí m ismo, negándose a


recibir contribuciones de afuera.

8. A. A. nu nea tendrá carácter profes iona 1, pero nuestros centros


de servicios pueden emplear trabajadores especiales.

9. A.A. como tal , nunca debe ser organizada; pero podemos crear
juntas de servic ios o com ités que sean directamente responsa-
bles ante aquellos a quienes sirven.

1O. A.A. no t iene opinión acerca de asuntos ajenos a sus activida-


des; por consiguiente su nombre nunca debe mezclarse en po-
lémicas públicas.

11. Nuestra poi ítica de relaciones públicas se basa más bien en la


atracción que en la promoción; debemos mantener siempre
nuestro anonimato personal ante la prensa, la rad io, la televi-
sión y el cine.

12 El anonimato es la base espiritual de todas nuestras Tradiciones


recordándonos siempre que debemos anteponer los principios a
las personas.
PUBLICACIONES DE A.A.
Aprobadas por la Conferencia

LIBRO ALCOHOLICOS ANONIMOS


COMO COMIENZA A. A. COMO CRECE
44 PREGUNTAS Y RESPUESTAS
ESTO ES A.A.
ES A.A. PARA USTED?
COPIA DEL ARTICULO PUBLICADO EN EL
SATURDAY EVENING POST (Primeros dias de A.A.
EL MARIDO ALCOHOLICO .
CARTA A UNA MUJER ALCOHOLICA
ALCOHOLICOS ANONIMOS EN LA COMUNIDAD
LA AGRUPACION
A .A. Y LA PROFESION MEDICA
EL EMPLEADO ALCOHOLICO
LOS DOCE PASOS
LAS DOCE TRADICIONES
LO QUE LE SUCEDIO A JOSE (A todo color) .
SEDANTES, F.STIMULANTES Y EL ALCOHOLICO
BOLETIN MENSUAL DE A.A.
LO MEJOR DE BILL
(Fe, Temor, Sinceridad, Humildad y Amor).
EL GRUPO DE A .A.
PREGUNTAS Y RESPUESTAS SOBRE PATROCINIO
DOCE TRADICIONES (Como se desarrollaron).
ALGUNOS ASPECTOS SOBRE EL
MANUAL DE SERVICIOS
A.A. EL MENSAJE (Revista ilustrada)
UN MINISTRO RELIGIOSO PREGUNTA
ACERCA DE ALCOHOLICOS ANONIMOS
EL MANUAL DE SERVICIOS DE A.A. (Libro).
EL SENDERO DE VIDA (Libro).
TRADICIONES ILUSTRADAS
HABLANDO EN REUNIONES DE
NO-ALCOHOLICOS
TRES CHARLAS A SOCIEDADES MEDICAS
COMO TRABAJA EL PROGRAMA
COOPERACION SI, AFILIACION NO
A. A. EN PRISIONES
DIRECTORIO NACIONAL

OFICINA DE SERVICIOS GENERALES


Apartado Aéreo N9 3070
Medellín - Colombia
-

Este sello aparece en la 1,teratura


aprobada por la Conferencia

YO SOY RESPONSABLE
Cuando cualquiera, dondequiera
extienda su mano pidiendo a}'\Jda, ·yo quiero
que la mano de A. A. esté siempre allí.
Y por esto: Yo soy responsable.
Alcohólicos
Anónimos

Por: JACK ALEXANOER


Título en inglés:

ALCOHOLICS ANONYMOUS

ALCOHOLICOS ANONIMOS es una comunidad de hombres y muJeres


"ue comparten su mutua experiencia, fortaleza y esperania para resolver su
problema común y ayudar a otros a recuperarse del alcoholismo.
• El unico requisito para ser miembro de A.A. es el deseo de dejar la
bebida. Para ser miembro de A.A. no se pagan honorarios ni cuotas; nos
mantenemos con nuestras propias contribuciones.
• A.A. no está afiliada a ninguna secta religiosa, partido político, organi-
zación o institución alguna; no desea intervenir en controversias; no r_espal-
da ni se opone a ninguna causa.
• Nuestro objetivo primordial es mantenemos sobrios y ayudar a otros
alcohólicos a alcanzar el estado de sobriedad.

Editado por A.A. WORLD SERVICE, INC. única agencia


de publicaciones de ALCOHOLICOS ANONIMOS. Aprobado
por la Conferencia de Servicios Generales de A. A .
Todos los derechos reservados.
COPYRIGHT 1941
ALCOHOLICOS ANONIMOS · WORLD SERVICES, INC.
Impreso y distribuido por: Oficina de Servicios Generales
de A . A., para América del Sur.
Prohibida la reproducción parcial o total sin
permiso de la O. S. G . de Medellín.
COMITE DE LITERATURA.
Apartado Aéreo N9 3070 - Cables: "Literatura".
Medellín, Colombia. - Teléfono: 45 43 09
Con la autorización de A.A. World Services lnc. Box 459,
Grand Central Station, New York 10017 N. Y.
ALCOHOLICOS ANONIMOS
Por JACK ALEXANDER •

Hace unas semanas tres hwnbres es encontraban sentados afrede-


dor de la cama de un paciente alcohólico en la sala para sicópatas
del Hospital General de Filadelfia. Ef hombre de la cama, que era
totalmente desconocido para los otros, tenía fa expresión tensa y li-
geramente estúpida de los a[coholizados en el proceso de disipación
de la "niebla alcohólica", después de una tremenda orgía . Lo único
digno de ser tenido en cuenta acerca de los visitantes, excepto por el
contraste evidente entre sus bien cuidadas personas y el enfermo, era
el hecho de que cada uno de elfos había pasado varias veces por el
proceso de disipación de la "niebla alcohólica". Eran miembros de
Alcohólicos Anónimos; un grupo de ex-bebedores prolema que se
dedicaban a ayudar a otros alcohóficos a quebrar el hábito de la be-
bida .

Le. publicación del articulo "ALOOHOLIOOS ANONIMOS" por Je.ck Alexe.n-


der en el Se.turday Evenlng Post, aparecido en el número feche.do el 19 de
ma.rzo d e 1.941, marcó u n Importante jalón en la historia de la Sociedad.
A pesar de que un articulo de alcances nacionales habla sido publica.do e.o-
teo, el Informe d el Post sobre el pufiado de hombres y m u jeres que hablim alcan-
zado la sobriedad a travts de A.A. fue en grado eumo el motivo que estableció
fl.rmemente a la sociedad de A.A. en un plano nacional e Internacional.
Aún hoy, muchos alcohólicos que se mueven hacia A .A. para le. solución de
sus problemas, tienen un recuerdo vivido y claro do haber leido el articulo de
Jack Alexander.
Lo publica.do en el Post nos recuerde. el crecimiento de A.A. en un periodo
de afios relativamente breve. En 1941 aproximadamente 2.000 hombres y mujeres
estaban vivlend.o 111 programa. de A.A. con todo éxito. Hoy el número excede de
575.000 y mé.s de 14.000 grupoe celebran sus reuniones regularmente. en loa Ell-
tados Unidos, el Oa.nadé. y mt,.a de otros 105 palees.
l!ln 1.941 Je.ck Alexa.nder Informó sobre el slgnl!lcado de los eerv!clos y le. hu-
mlldad que distingue al · programe. de A.A. y loa que lo pra.ctlca.n. Alcohólicos
Anónimos he. crecido tremendamente desde entonces. Pero le. ml.sme. conctenola
de nuestro. necesidad de contlnue.r sirviendo o. nuestros semejantes e.lcohóllcos,
con un esplrltu de ayude. y humllde.d, continúe. siendo le. pledre. funda.mental de
nuestro. Sociedad.
Ea con ese esplrltu con el que este histórico articulo se reimprime a.hora., pa,..
re. todos los mlembrós, viejos y nuevos, que comparten un Interés común en loa
primeros tlempoá de Alcohólicos Anónlmoe.
Be recuerda a los lectores que este articulo fue publicado por prtmere. vez en
marzo de 1.941, cuando A.A. tenla. menos de seis e.fl.os de existencia.. Las referen-
cias e.cerca de fecha.a, hechos ocurridos, y número de miembros distribuidos en
't'i.tlos grupos. deben ser leidas teniendo en cuenta esta c1rcunste.ncl11..
La Fundación Alcohóllce. mencione.de. en este folleto se llama a.hora The Ge-
neral Bervlce Board of Alcoholice Anonymoua Inc.

-3-
El hombre de la cama era un mecánico. Sus visitantes habían
sido educados en Princeton, Yale y Pensylvania y eran respectiva-
mente un vendedor, un abogado y un agente de publicidad. Hacía
menos de un año que uno de elfos había estado con chaleco de fuerza
en la misma sala de este hospital . Otro de sus compañeros había si-
do lo que se llama entre alcohólic-0s un "abonado a sanatorios", ya
que había pasado de un sanatorio a otro, haciendo la vida imposible
al personal de los más importantes centros del paíi para el ~rata.
miento del alcoholismo . El tercero había pasado veinte años de su
yida. sin ser nunca internado, pero perturbando su vida, la 4e sus
familiares y empleadores, como también las de algunos varios parien-
tes bien intencionados que h abían tenido ra 't emeridad de intervenir.
El ambiente de la sala e~taba espeso con el aroma de para!dehído,
un desagradable "cocktail que huele como una mezcla de alcoh.or y
éter, y que los hopitales a veces usan p ara tranquilizar al bebedor
parafizado, y calmar sus nervios destrozados . Los visitantes parecían
no darse cuenta de esto, y ·no importarles tampoco la atmósfera depre-
siva que es típica de las .mejores salas para sicópatas .
Estuvieron fumando y hablando con el paciente más o menos por
espacio de veinte minutos; luego dejaron sus t arjetas personales y se
martharon. Si el hombre de la cama deseaba vofver a ver a alguno
de ellos - le dijerou- no teuía má!> que llamar por teléfono. Hicie-
ron comprender bjen claramente al enfermo que si verda<leramente
deseaba dejar de beber, estaban dispuestos a dejar su trabajo o Te-•
vantarse de la cama a cualquier hora de la noche para ir a visitarlo
dondequiera que se encontrara. Si el hombre no deseaba üamarlos
no volvería a verlos. Los miembros de AkohóUcos Anónimos. no
persiguen ni "miman" al candidato, y conocen todas las tretas del al-
cohólko que finge reformarse, y que es un mae:,tro en el arte del
en¡año .
En esto reside gran parte de la fuerza única <le esta A~ociación
que en fos últimos seis años ha traído la rcc11pe.r aci6n de aproxima-•
damente 2. 000 hombres y .mu jeres, un elevado porcentaje de los cua-
les habían sido desahuciados por los médicos. Los médicos y los sa-
cerdotes, trabajando separadnmente o juntos, siempre han conseguido
sacar a flote unos pocos casos . En ocasiones excepcionales algunos
bebedores han encontrado por sí solos el camino hacia fa sobriedad.
Pero las incursiones en el campo del alcoholismo han sido práctica-
mente nulas, y éste sigue siendo uno de los grandes enigmas · de la
safud pública. ·
Siendo por naturaleza sensible y desconfiado,· al alcohólico le
agrada que lo dejen solo pm·a tratar de solucionar el misterioso maT
que lo aqueja, y general.mente no parece importarle l::i tragedia que
.mientras tanto carga sobre los hombros de los que lo rodean. Se
aferra desesperadamente a la convicción de que, a pesar de que no
puede controlarse con la bebida, llegará el día en que podrá bel?er

-4-
normalmente. El alcohólico es uno de los ejemplares más raros que
existen desde el pw1to de vista de ra medicina, y con mucha frecuen-
cia son personas de inteligencia sumamente aguda.
Discuten con profesionales y parientes que tratan de ayudarlos, y
experimentan una perversa satisfacción en hacerles notar las fallas
en ros argumentos que emplean al discutir con ellos.
No hay excusa -por elaborada que sea- para justificar el beber,
que los "técnicos" de Alcohólicos Anóni.mos no hayan oído mencio-
nar o utilizado ellos mismos. Cuando uno de los candidatos les da
una razón para eml;,orracharse, ellos le cuentan una media docena
de fos justificativos que empleaban en sus épocas de bebedores. Es.-
to perturba un poco al candidato y lo pone a la defensiva. No pue-
de menos de observar el aspecto prolijo de sus nuevos amigos, y los
acusa de ser "niños bien" que no saben lo que es la lucha con la be-
bida. Ellos le contestan relatándole su propias historias. Los whis-
k:ies y los coñacs dobles antes del desayuno, el vago sentimiento de
ansiedad que precede a una "farra", el despertar de una borrachera
sin poder dar razón de sus actos durante varios días, y el temor cons-
tante de que posiblemente haya .matado a alguien con su automóvil.
Le cuentan acerca de las botellas de ginebra o de 8 onzas escondidas
detrás de los cuadros y en diferentes lugares desde el sótano, hasta
el desván, de haber pasado días enteros en cinematógrafos para elu-
dir la tentación de beber, de haber escapado del trabajo durante el
día para tomarse algunos tragos rápidos. Refatan cómo perdieron sus
empleos y robaron el dinero a sus esposas, cómo llegaron a poner pi-
mienta en el whisky para darle un sabor más fuerte, cómo recurrie-
ron a los sedantes, cómo bebieron afcohol puro o tónico para el ca-
bello, y cómo adquirieron la costumbre de estar en la puerta de la
taberna del barrio diez mi untos antes de que abrieran. Describen sus
manos temblorosas que no podían nevar una copa a los labios sin vol-
car el contenido; cómo bebían sus copas en vasos grandes porque Ci-
tos pueden ser mantenidos firmes utilizando las dos manos, aun a
riesgo de romperse los dientes; de cómo llegaron a alar una serville-
ta a los vasos y arrastrados suavemente con ella para acercarlos a la
boca . Contaron, en fin, qui! sus manos en ocasiones temblaban en tal
forma que parecían que se les desprenderían y volarían al espacio, y
hablaron también de las horas que permanecieron sentados sobre ellas
para evitarlo.
Esto y otros secretos del alcoholismo, generatmente sirven para
convencer al alcohólico que está hablando con hermanos de sangre:
Queda automóticameute tendido un puente de confianza, cubriendo el
abismo que ha desconcertado a los médicos, los pastores, los sacerdo-
tes y a ros desventurados parientes. Tratando estos temas, los "téc-
ni::os" van dejando caer poco a poco sobre el enfermo los detalles de
un programa para vivir sin alcohol en forma feliz, que les ha dado
buenos resu!'tados, y que están seguros que así puede resultar a ctial-

- 5-
quier otro alcohólico. Reconocen · que están fuera de su órbita con
aquellos que no son sic~patas o que ya están sufriendo del mal físico
conocido como "cerebro húmedo". Al mjsmo tie.mpo, se preocupan
de que estos casos obtengan la atención médica que sea necesaria.
Muchos médicos y empfeados de sanatorios a través del país,
(EE. UU.) sugieren ahora a sus pacientes que se dirijan a Alcohó-
licos Anónimos. En algunos pueblos los jueces y las autoridades po-
liciales cooperan con los Gnipos locales. Así mismo, en algunas ciu--
dades las divisiones sicopáticas de hospitales y sanatorios conceden
a los miembros de Alcohólicos Anónimos que trabajan en el Paso
Doce, los mismos privitegios para visitar enfermos que al personal de
dichas Instituciones. El Hospital General de F iladelfia es uno de ellos.
El doctor John F. Stouffer, Jefe de Siquiatras, dice: "Er alcohólico
que llega aquí es generalmente aquel que no puede pagarse un trata-
miento, y facilitar el contacto con A. A. es lo mejor que podemos ha-
cer por elfos . Entre los que se incorporan a A. A. hay algunos pocos
que a veces vuelven al hospitaT por haber recaído, pero aún entre
éstos puede observarse un cambio de personalidad tan profundo que
prácticamente no parecen ser los mismos" .
La Revista Médica de Illinois en un artículo de fondo pubCicado
en diciembre último, va aún más lejos que el doctor Stouffer al de-
cir: "Es cierta.mente un milagro que una persona que por años ha es-
tado siempre más o menos constantemente bajo la influencia deT al-
cohol y en quien sus amigos han perdido toda la confianza, sea capaz
de pasarse toda una noche con un "borracho" y que a intervalos regu-
lares, según las indicaciones del médico, dé al enfermo pequeñas do-
sis de alcohoT, sin tomar él mismo ni un solo trago".
Hay situaciones que parecen sacadas de uu cuento de "Las mil
y una noches", en que se ven envueltos a veces los trabajadores del
Paso Doce de Alcohólicos Anónimos. Frecuentemente tienen que
acompafiar a una persona, y aún seutársele encima, pues la idea de
arrojarse por la ventana fes parece atractiva a muchos alcohólicos
desesperados . Solamente un alcohólico puede estar horas "arrodilla-
do" sobre el pecho de otro. y saber combinar el grado adecuado de
disciplina y comprensión.
Durante un viaje que hice recientemente por el Este y Medio
Oeste conocí y habl'é con muchos A. A., como se llaman a sí mismos,
y generalmente comprobé que se trataba de personas calmadas y to-
lerantes . Hasta parecen ser gentes más "completas" que ef término
medio de individuos no alcohólicos. Su transformación de personas
que luchaban con los ag1mtes de policía, bebedores de "fuego enva-
sado" y a veces castigadores de esposas, era sorprendente. En uno
de los diarios más influyentes de este país (EE. UU.) descubrí que
el jefe y el subjefe de redacción, como también uoo de los periodis-
tas más conocidos del país, eran A . A. y gozaban en forma absoluta
de la confianza de sus empleadores.

-6-
En otra ciudad 118isti al espectáculo de un juez poniendo en liber-
tad a un hombre acusado de manejar su automóvil en estado de
ebriedad, bajo la responsabilidad de un miembro de Alcohólicos Anó-
nimos el cual en sus tiempos de bebedor había destrozado varios au-
tomóviles y perdido su licencia de conductor por su desordenada con-
ducta. El juez lo conocía bien y se al'egraba de poder tener confian-
za en él.
Un brillante ejecutivo de una firma publicitaria me contó que
dos años ante:1 había mendigado en las calles. y dormido en les por-
tales de las casas y edificios en construcción. Tenía un portal favori-
to que compartía con otros vagos, y de vez en cuando va por allí a
visitarlo, nada más que para asegurarse de que no está soñando.
En Akron, como en otros centros industriares, los grupos inclu-
yen un elevado porcentaje de trabajadores manuales. En el Club Atlé-
tico de CJeveland almorcé con cinco abogados, un contador, un inge-
niero, un agente de seguros, t.'res vendedores profesionales, un agente
de compras, un barman, un gerente de una cadena de tiendas, un
gerente de una tienda individual y un representante de fábricas. Eran
.miembros de un Comité Central que coordinaba el trabajo de nueve
Grupos de la ciudad.
Cleveland con más de 450 miembros, es el mayor de los centros
de A.A. Le siguen en i.mportancia, Chicago, Akron, Filadelfia. Los
Angeles, Washington y Nueva York . En total hay grupos en apro-
ximadamente 50 ciudades y pueblos. (N. del T. Recordar que esto
era en marzo de 1941).
Al comentar sobre su actividad, los A . A. hablan de su trabajo
como de un ·'seguro" para elios mismos. La experiencia de los gru-
pos demuestra, dicen, que una vez que un afcohólico pierde el en-
tusiasmo por trabajar en A.A.. genera1mente vuelve a beber.
Nos aseguran que no existen ex-alcohólicos. Si uno es alcohó-
lico, es decir, una persona que no puede beber normalmente, sigue
siendo siempre alcohólico hast:i. la muerte, exactamente como un dia-
. bético sigue si~ndo siempre diabético. Lo más que puede esperar
es Tograr que su enfermedad quede "detenida". Y el ayudar a
otrns es su insulina. Esta es la opinión de los A. A .. la cual gene-
ralmente es apoyada por opiniones médicas. Casi todos los A. A.,
con pocas excepciones, dicen que han perdido por completo el deseo
de beber alcohol. La mayoría sirven Ticores en sus hogares a los
amigos que los visitan, o acompañan a éstos a los bares cuando los
amigos van a tomarse una copa. Los A. A. se limitan a bebidas sin
alcohol o café.
Uno de ellos, un gerente de ventas, hace las veces de barman
en ra fiesta anual de su Compañía, en Atlantíc City, y se pasa la
noche acostando a los que se embriagan. Sólo unos pocos de las que
se recuperan dejan de perder el temor de que una copa tomada sin

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pensar pueda perderlos de nuevo. Un A. A., empleado en una tien-
da del Este no ha tomado un trago en tres años y medio, pero dice
que aún tiene que apresurar el paso al enfrentar los bares para po-
der vencer eT viejo impulso: sin embargo, este caso es una excep-
ción . La única consecuencia de sus días de bebedores que perturba
a veces a los A. A. son pesadillas que se repiten frecuentemente .
En el sueño se ve a sí mismo nuevamente ebrio y tntando deses-
peradamente de ocultar a to.dos su estado, pero aun este síntoma
desaparece completamente al poco tiempo en la mayoría de los ca-
sos. Aunque parezca sorprendente, el término medio de ros que tra-
bajan entre los A. A. - que anteriormente fueran despedidos de em-
pleo tras empleo a causa de la bebida- alcanza al 90%.
Los trabajadores de Alcohólicos Anónimos aseguran que su pro-
grama es efectivo en el 100% de ros casos para aquellos que real-
mente desean dejar de beber, pero no resulta para los que solamen-
te "desean llegar a tener el sincero deseo", o que quieren dejar de
beber por temor a perder sus famlias o sus empleos . El deseo efec-
tivo debe estar basado en un inteligente interés propio: el candida-
to debe desear alejarse de la bebida por su propio bien, para evitar
la cárcel, 1a indignidad o la muerte prematura. Debe estar harto de
la terrible soledad social que envuelve al bebedor sin control, y de-
be desear poner orden en su vida desorganizada.
Como es imposible descalificar a los que están sobre la fronte-
ra que separa al hombre comple!'.amente normal del sicópata, ¡eT
porcentaje de recuperaciones está por debajo del 100% . De acuerdo
con los cálculos de A . A., el 50% de los aTcohólicos que ingresan a
la sociedad se recuperan casi inmediatamente; un 25% después de
haber sufrido una o dos recaídas, el resto permanece dudoso. Este
término medio de éxitos es excepcionalmente elevado . No existen
estadísticas sobre resultados de curas, médicos o regiliosas, pero se
calcula que no son más que el 2% ó el 13.% efectivas, en el caso de
alcoholismo avanzado.
A pesar de que es demasiado pronto para afirmar que Alcohóli-
cos Anónimos es la solución definitiva del problem·a del alcoholismo,
su corta trayectoria de éxitos (menos de seis años) es impresionante,
y está recibendo un apoyo que hace esperar que sigan los éxitoS;. John
D. Rockefeller (Jr.) ayudó a cubrir los gastos de iniciación de la Aso-
ciación y se preocupó muy seriamente para interesar a otros hombres
prominentes .
El regalo de Rockefeller fue pequeño, accediendo al deseo de los
organizadores de la Asocia<.:ión, que deseaban mantener a la misma
en una base voluntaria y no pagada.
No hay en A. A. organizadores a sueldo, ni cuotas, ni jefes, ni
control central. Lógicamente los gastos de alquiler en locales grandes
son cubiertos por colectas en ta, reuniones. En los pueblos pequeños

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donde los Grupos se reunen en casas particulares, no se hacen colec-
tas. Una pequeña oficina en Nueva York actúa como centro de in-
formación, no teniendo chapa en Ja puerta, y recibiendo la correspon-
dencia en forma anónima por intermedio de la casilla de correos 459,
Grand Central Annex. El único ingreso. que es dinero recibido por
la venta del libro descriptivo de la sociedad, es manejado por la Fun-
dación Alcohólica (Hoy General Service Board of Alcoholics Ano-
nymous Inc.), un cuerpo compuesto poi tres alcohólicos y cuatro
no alcohólicos.
En Chicago veinticinco médicos trabajan en cooperación con A.A.
contribuyendo con sus servicios y enviando sus pacientes al grupo
que ahora é:uenta con aproximadamente 200 personas. La misma coo-
peración existe en Cleveland, y en menor grado en otros centros .
Un médico, el doctor W. D. Silkworth, de Nueva York, dió a la Aso-
ci6n el primer apoyo . Sin embargo, muchos médicos permanecen es-
cépticos . El doctor Foster Kennedy, un eminente neurólogo de Nue-
va York, probablemente tuvo esto en cuenta cuando dijo en una reu-
nión hace un año: "ET fin que persiguen los que están empeñados en
este esfuerzo contra el alcoholismo es muy elevado, su éxito ha sido
considerable, y creo que todos los médicos de buena voluntad debie-
ran ayudar.
La ayuda activa de dos médicos de buena vofuntad, los doctores
A. Wiese Ha.mmer y C. D udley Saul, ha contribuído enormemente
a hacer de la célula de Filadelfia, una de las más efectivas de los
Grupos nuevos. La Asociación se inició alTí en 1940 por casualidad,
cuando un hombre de negocios, miemdro de A . A. , fue trasladado de
Nueva Yo:·k a Filadelfia. Temeroso de recaer por falta de "contac-
tos", el A.A. entabló amistad con tres "moscardones de bar" y em-
pezó a trabajar con ellos. Logró que dejaran de beber y eT cuarteto
siguió trabajando con otros casos. Para el 15 de diciembre último,
99 atcoh6Jicos se habían unido a este Grupo. De éstos, 86 están aho-
ra totalmente abstenios, 39 de ellos Irevan de 1 a 3 meses, 17 de 3
a 6 meses, y 25 de 6 a 10 m eses . Cinco más se unieron al GrulJO
después de haber pertenecido a A. A . en otras cuidades, y han estado
sin beber de uno a tres años.
En el otro extremo de la escala del tiempo, Akron, cuna de la
Asociación, tiene récord por abstención constante. De acuerdo con
una reciente estadística, dos miembros se han estado manteniendo so-
brios en A . A. por cinco años y medio, uno por cinco años, tres i,or
cuatro años y medio, uno por el mismo período con una recaída, tre!
por tres años y medio, siete por tres años con una rec.:a1da cada uno,
uno por dos años y medio y tres por dos años. Con anterioridad a
A. A. casi todos Tos akronianos y los de Filadelfia, no habfon podido
mantenerse sobrios por más de unas pocas semanas .
En el Medio Oeste el trabajo se ha realizado casi exclusivamente
entre personas que no habían llegado aún a la etapa de necesitar hos-

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pitalización. El Grupo de Nueva York, que. tiene muchos en estast con-
diciones se especializó también en casos de personas hospitarv.:adas,
y ha obtenido resultados sorprendentes. En el verano de 1939 el gru-
po comenzó a trabajar con los alcohólicos internados en el Rock.land
State HospitaY, en Orangeburg, un enorme sanatorio mental que reci-
be a los alcohólicos considerados sin esperanza, rezagos de ros cen
tros populosos. Con el apoyo del doctor R. E. Blaisdell, er superin-
tendente médico, se inició un núcleo dentro del sanatorio y se' efec-
tuaron reuniones en el salón de actos . Los A.A . de Nueva York fue-
ron a Orangeburg para dar charras, y los domingos por la tarde los
pacientes eran llevados en autobuses de propiedad del Estado de Nue-
va York a un club de A. A. que el grupo de Manhattan alquila en
el West Side .
En julio último, once meses más tarde, Tas estadísticas llevadas
en el hospital demostraron que de cincuenta y cuatro pacientes que
fueron dados de alta por intermedio de Alcohólicos Anónimos, die-
ciseis no han tenido ninguna recaída y catorce sólo una. Del resto,
nueve han vuelto a ra bebida en sus comunidades locales, doce han
vuelto al hospital y dos han desaparecido sin dejar rastros.
El doctor Blaisdell ha ·escrito favorable.mente acerca del trabajo
de A.A. al Departamento de Higiene Mental del Estado de Nueva
York, y ponderó este trabajo oficialmente en su último informe
anual.
Se obtuvieron aún mejores resultados en dos Instituciones pú-
blicas de Nueva Jersey, Greystone Park y Overbrook que atraen a
pacientes de mejor situación económica y social que Rockland, debi-
do a su proximidad a prósperos puebTos suburbanos. De siete pacien-
tes dados de alta de Greystone Park en dos años, cinco se han abste-
nido de beber por períodos de 1 a 2 años, de acuerdo con estadísti-
cas de A. A. De diez dados de alta de Overbrook, ocho se han abste-
nido por más o menos el mismo período de tiempo. Los otros han
tenido de una a varias recaídas.
Por qué algunas personas se convierten en alcohólicos es algo so-
bre lo cual ros entendidos no están de acuerdo . Pocos son los que
opinan que hay alcohólicos de "nacimiento". Una persona puede na-
cer, dicen, con una predisposición hereditaria al alcoholismo, como
hay personas que nacen vulnerables a Ta tuberculosis. El resto pare-
ce depender del medio ambiente, aunque hay una teoría que dice que
algunas personas son alérgicas al alcohol, como otras son alérgicas a
otras cosas. Solamen te un detalle se ha encontrado que es común a
todos los alcohólicos, falta de madurez emocional. En relación a este
hecho se ha observado que un número muy eTevado de alcohólicos se
han iniciado en la vida como hijos únicos, como el hijo menor, como
el único varón en una familia de mujeres, o como la única mujer en
una familia de varones. Muchos tienen antecedentes de precocidad
infantil, y de ro que se llama "niños mimados".

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Frecuentemente la situación se complica por una atmósfera ines-
table en el hogar, en el cuar uno de los padres es innecesariamente
cruel y el otro demasiado indulgente . Cualquier combinaciós de es-
tos factores, más un divorcio o dos tienden a producir criaturas neu-
róticas que están pobremente equipadas emocionalmente para afron-
tar las realidades ordinarias de la vida adurta.
Al buscar escape unos se inclinan a su trabajo, haciendo de doce
a quince horas diarias, o en deportes en alguna actividad artística.
Otros encuentran lo que consideran una agradable escapatoria en la
botella. Les !iyuda a tener confianza en sí mismos y temporaTmente
a borrar cualquier sentimiento de inferioridad social que puedan te-
ner. Se empieza bebiendo de a poco, y luego se pasa a ser un fuerte
bebedor. Los amigos y familiares se alejan y los empleadores se dis-
gustan. El bebedor arde en resentimientos y se ITena de lástima de
sí .mismo. Se permite razonamientos infantiles para justificar por qué
bebe: ha estado trabajando demasiado fuerte y merece poder tran-
quilizar sus nervios con un trago; le duele la garganta debido a una
vieja operación y un trago le calma; fe duele la cabeza, su esposa no
lo comprende. sus nervios están irritados todo ef mundo está contra
él, y así por el estilo. Inconscient:emente se convierte en un inventor
de excusas para justificar su propio comportamiento. Mientras bebe se
dice a sí mismo y a todos aquellos que intentan intervenir, que pue-
de beber moderadamente en cuanto quiera hacerlo. Para de.mostrar
su fuerza de voluntad, se pasa semanas sin tomar una gota.
Incluso se pr~ocupa de concurrir a su bar favorito todos Tos días
a una determinada hora, y se exhibe lomando leche o alguna bebida
sin alcohol, sin comprender que está simplemente procediendo como
un niño. Con una confianza falsa comienza con la rutina de una cer-
veza por día, y eso .es una vez más el prin_cipio del fin. La cerveza
diaria Heva in~vitablemente a más cerveza, y luego a licores fuertes,
los que a su vez lo conducen a una "farra'' de pr~mera categoría. Cu-
riosamente el motivo que sirve para la explosión puede ser un nego-
cio afortunado o una racha de mala suerte. Un alcohólico no puede
soportar ni la prosperidad ni la adversidad.
La víctima está intrigada al safir de la niebla alcohólica. Sin
que él se dé cuenta, el hábito se ha convertido gradualmente en ob-
sesión . Después de un tiempo ya no necesita excusas para justificar
el primer trago fatal. Todo lo que sabe es que se siente inundado de
inconformida_d. o de júbilo, y antes de comprender lo que pasa está
defante del mostrador de un bar, con un vaso vacío de whisky ante
él y una sensación estimulante en la garganta.
Por un peculiar juego de ideas, ha logrado tender una densa cor-
tina sobre el recuerdo del intenso dolor y los remordimientos causa-
dos por "farras" anteriores. Después de .muchas experiencias de esta
naturaleza, el afcohólico comienza a comprender que ·no se entiende
a sí mismo y se pregunta si su fuerza de voluntad, fuerte en otras co-

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sas, no está indefensa en lo que se refiere aJ al¡;ohol. Puede ser que
continúe tratando de vencer su obsesión y que termine en un sanato-
rio. Puede ser que dé la lucha por perdida y trate de suicidarse. O
puede ser también que busque ayuda ex.terior. -
Si se dirige a Alcohólicos Anónimos, se le invita a admitir que eT
alcohol lo ha derrotado, y que su vida es ingobernable. Habiendo lle-
gado a este estado de humildad. intelectual, se re da una buena dosis
de religión, en el sentido más amplio de la palabra. Se Je pide que
crea en un Poder Superior a sí mismo, o que por Jo menos considere
el asunto sin prejuicios, .mientras trata de practicar el resto deT pro-
grama. Cualquier concepto del Poder Superior es aceptable . Un es-
céptico o agnóstico puede elegir su Ser Interior, el milagro del cre-
cimiento, un árbol, la maravilla del hombre an te el universo físico,
la estructura del átomo, o simplemente matemáticas infinitas. CuaT
quiera que sea la fórmula que utilice, se Je enseña al neófito que de-
be tener confianza en el la y en sí mismo, y pedir a su Poder Supe-
rior que Je dé fuerzas.
Luego hace un inventario moral en privado con Ta ayuda de
ol ra persona, que puede ser su "padrino" de A. A., un sacerdote, un
paslor, un siquiatra o cualquiera otro que se le ocurra. Puede po-
nerse de pies en una reunión y contar sus experiencias si esto le pro-
duce alivio, pero no se le exige que lo haga. Devuelve lo que pueda
haber robado .mientras estuvo ebrio, y se arregla para pagar viejas
cuentas y levantar cheques sin fondos. Efectúa reparaciones ante
ras personas· que ha ofendido, y en general limpia su pasado de la
mejor manera posible. En algunas ocasiones, sus padrinos hasta pue-
<.len prestarle dinero para ayudarlo en la primera etapa . Esta catarsis
se considera importante, debido a la compulsión que un sentimiento
de culpa ejerce sobre la obsesión alcohólica.
Como no hay nada que tienda más a empujar a un alcohólico
hacia la botella que los resentimientos personales, el recién Jregado
hace también una lista de sus rencores, y resuelve 110 dejarse pertur-
bar por elfos. E n este punto ya está listo para empezar a trabajar
con otros alcohólicos act ivos. Por el proceso de extroversión que es-
te trn bajo implica, está en condiciones de pensar menos en sus pro-
pias dificultades. Cuantos más bebedores pueda hacer ingresar en AT-
c.:ohólicos Anónimos, mayor será su r~sponsabilidad para el Grupo. No
puede embriagarse sin perjudicar a la gente que le ha d emostrado
que son sus mejores amigos. Está comenzando a crecer emocional-
11;ente, y dejando de buscar en qué apoyarse. Si pertenece a una Igle-
sia orlodoxa, generalmente, pero no siempre, vuelve a ra práctica re-
gular de su religión.
Simultáneamente con la rehabilitación del alcohólico, tiene rugar
el proceso de ajustar su familia al nuevo método de vida. La esoosa
(o esposo) de una persona alcohóíiea, y también los hijos, frecu~nte-
mente se vuelven neuróticos por haber estado expuestos a excesos de

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bebida por un período de muchos años. La reeducación de la familia
es una parte esenciaT del programa posterior que se emplea.
Alcohólicos Anónimos, que es una sfntesis de viejas ideas más
bien que un nuevo descubrimjento, debe su existencia a ta colabora-
ción de un hombre de negocios de Nueva York y a un cirujano de
Akron. Ambos, alcohólicos, se conocieron por primera vez hace poco
menos de seis años. En treinta y cinco años de beber periódicamente,
el doctor Armstrong -para dar al médico un nombre ficticio- había
perdido a casi toda su clientela. Armstrong había probado todos los
medíos para dejar de beber, incluso ~1 Grupo Oxford, y no había me-
jorado. En el Día de la Madre de 1935, llegó a su casa tambaleándose
en típico e&til'o de ebrio, llevando una costosa planta en una vasija,
que depositó en la falda de su esposa . Luego se dirigió a su dormi-
torio, y prácticamente perdió el conocimiento.
En ese .momento, paseándose nerviosamente por el "hall" de un
hotel de Akron, se encontraba un corredor de Bolsa de Nueva York,
a quien arbitrariamente llamaremos Griffith . El señor Griffith esta-
ba en un apuro. E n una tentativa'. para obtener el control de una Com-
pañía y rehacer su situación financiera, había negado a Akron y en-
tablado una lucha para ser nombrado apoderado de la Compañía, ha-
biendo sido derrotado. Su cuenta del hotel estaba sin pagar, y él casi
sin dinero . Griffith tenía ganas de tomarse un trago .
Durante su carrera en Wa!I Street, Griffith hizo buenos negocios
y prosperó, pero a través de sus desarreglos alcohólicos perdió Ta ma-
yoría de sus posibilidades. Cinco meses antes de venir a Akron, había
dejado de beber con la ayuda del Grupo Oxford de Nueva York. Fas-
cinado por el problema del alcoholismo voTvió muchas veces como vi-
sitante a un hospital de Central Park West donde fue como paciente
para desintoxicarse, y hablaba con los internados. No consiguió que
nadie dejara de beber, pero descubrió que el trabajar con otros aTco-
hólicos le permitía luchar victoriosamente contra su compulsión por
la bebida .
Como era forastero en Akron, Griffith no conocía a ningún alco-
hólico al que pudiera visitar. Una guía de Iglesias coTgada en la pared
del hall del hotel le dió una idea. Llamó por teiéfono a uno de los
clérigos anotados en la guía, y por intermedio del mismo se puso en
contacto con un miembro deT Grupo Oxford local. Esta persona, qu~
era amiga del doctor Armstrong, pudo presentar al médico y al co-
rredor de Bolsa en una cena. De esta manera, el doctor Armstrong
se convirtió en el primer discípulo real de Griffith.
Era un discípulo muy tembloroso al principio. Después de varias
semanas de abslención viajó al Este, a una Convención médica y
cuando regresó estaba nuevamente bebiendo. Griffith, que se habíá
quedado en Akron para arreglar ciertos asuntos legales resultantes
ele Ta batalla por el poder, consiguió hacerlo volver a la sobriedad.

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Esto fue el 10 de junio de 1935. Los tragos que el médico tomó de
una botella que Griffith le brindó cae dfa, fueron loa últimos que
bebió.
El pleito de Griffith se prolongó, reteniéndolo en Alcron por seis
.meses. Trasladó su equipaje a la casa de Armstrong, y juntos comen-
zaron a luchar para ayudar a otros alcohólico:.. Antes de que Grif-
fith regresara a Nueva York, se habían obtenido dos nuevos candida-
tos en Alcron. Mientras tanto, Griffith y el doctor Armstrong se ha-
bían retirado del Grupo Oxford, pues consideraron que su evangelis--
mo agresivo y algunos de sus otros métodos eran obstáculo para tra-
bajar con alcohólicos. Pusieron su técnica en una base de "lo toma o
lo '4eja", y no se apartaron de ella.
El progreso fue rento. Después que G riffith volvió al Este el doc-
tor Armstrong y su esposa, ella graduada en Wellesley, convirtieron
su casa en un refugio gratuito para alcohólicos, y en un laboratorio
experimental para el estudio del comporta.miento de sus huéspedes.
Uno de los huéspedes, el cual sin saberlo sus anfitriones padecía
de manía depresiva, aparte de ser un alcohólico, perdió el control
una noche con un cuchino de cocina, pero fue reducido antes de que
pudiera herir a nadie. Después de un año y medio, un total de 1O
personas habían respondido al programa y se estaban manteniendo
abstemias . Lo que había quedado de los ahorros de la familia fue
invertido en este trabajo. La nueva sobriedad del médico trajo como
resultado que recuperara a gran número de su clientela, pero no lo
suficiente como para compensar er gasto extra. Los Armstrong, sin
embargo, siguieron adelante con dinero prestado. Griffith, que tam-
bién tenía una esposa espartana, convirtió su caca de Brook.Iyn en
duplicado de la de Akron. La señora Griffith que pertenece a una
vieja familia de Brooklyn, se empleó en una tienda, y en horas libres
hacía de enfermera de ebrios . Los Griffith también pidieron presta-
do, y él consiguió ganar algún dinero con las firmas de corredores de
bolsa. Para la primavera de 1939 los Armstrong y los Griffith habían
logrado llevar la sobriedad a aprox::imadamente 100 akohóricos.
En un libro que publicaron en esa época los bebedores recupera-
dos describieron el programa de recuperación y rebtaron sus histo-
rias. El títuTo del libro era "Alcohólicos Anónimos", y fue adoptado
como nombre para la Asociación, que hasta entonces no tenía ningu-
no. Cuando el lipro entró en circulación, la Asociación se extendió
rápidamente.
Actualmente el doctor Armstrong todavía está luchando para re-
cuperar su clientela. Su vida es dura y llena de sacrificios. Está car-
gado de deudas debido a sus contribuciones a la. Asociación y el tiem-
po gratuito que dedica a los alcohólicos. Siendo el homre-eje del
Grupo, le es imposible rechazar ros pedidos de ayuda que inundan su
consultorio .

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Griffith está aún más hundido en el pantano. Durante los últimos
dos años él y su esposa no hnn tenido un hogar, en el verdndcro sen-
tido de la palabra. En una manera que recuerda a los antlguns cristia-
nos, se han mudado de un fugar a otro, encontrando refugio en, los ho-
gares de sus colegas de A. A, , y muchas veces incluso vistiendo ropas
prestadas.
Habiendo empezado algo, ombos, los iniciadores de la A~ociación,
desean dedicar ahora un poco más de su tiempo a recupernrnc finan-
cieramente .
Piensan que en la forma en que la Asociación trabajn está vir-
tualmente asegurado el éxito y la multiplicación de la mls111n. Como
no existen "jefes" ni un dogtn a formal para practicar, no ti enen eT
temor de que Akohólicos Anónimos pueda degenerar en 11 n culto .
La manera espontánea en que se inician nuevos G rupoH está do-
cumentada por cartas a los archivos de la oficina de Nuevu York.
Muchas personas escriben diciendo que lograron dejar de beber tan
pronto como leyeron el libro, e hicieron de s11s hogares lugures de
reunión para pe4.ueños núcTcos locales. Incluso un G rt1p(1 hnstante
numeroso el Litle Rock se inició de esa manera. Un ingeniero civil
de Akron y su e~osa, llenos de gratitud por su recupcrnci1fo 4 iiños
antes, han estndo dando alojamiento a alcohólicos en su hogar, sin
cargo alguno, con el resultado de que de treinta y cinco de cnos se
han recuperado t rcinta y uno.
Veinte peregrinos de Clcveland conocieron a A.A. en Akron Y
volvieron a su ..:irnlad para empezar un Grupo propio. Desde Cleve-
land, por varios medios, la Asm:iación se ha. extendido a C'hic.:ngo, De-
troit, SI'. Louis, Los Angeles, Indianápolis, AtTanta, San Pr:i ncisco,
Evansville y otras ciudades. U n periodista alcohólico de (.'lcveland,
operado de un pulmón, se dirigió a Houston, por razones <le salud.
Consiguió un empico en un diario de Houston y con una '!cric de ar-
tícuros que escribió para ese dia rio, inició ud G rupo de A.A. 4ue tie-
ne hoy 35 miembros. Un A. A. de Houston se trasladó 11 Miami, Y
ahora trabaja para ayudar a algunos de los más eminentes bebedores
de la colonia invernal . Un viajante de Cleveland es responsable de ha-
ber iniciado varios núcleos en diferentes partes del país. Menos de la
mitad de los miembros de A . A. tuvieron oportunidad de conocer a
Griffith y al doctor Armstrong.
Para uno de afuera, que se queda completamente dc~orientaclo
como Jo esta mos In .mayoría de nosotros debido a las rareza~ de nues-
tros amigos bebedo res, el resuHado es sorprendente. Esto e~ especial-
mente cierto en los casos más avanzados, algunos de res cu11lcs resu-
mimos en este folleto, bajo nombres que no son los propios.
Sarah Martín era un producto de la era de F. Scolt Fitzgeral.
Nacida de padres pudientes en una ciudad del Oes.te, fue a w legios
del Este y terminó sus estudios en Francia. Después de su <lcbut en

-15-
sociedad contrajo matrimonio. Sarah pasaba aus noches bebiendo y
baifando hasta la madrugada, y era conocida como una chica que te-
nía gran capacidad para beber. Su marido tenía un estómago débil,
y disgu~tada por esto se divorció de I!! sin pérdida de tiempo . Des-
pués que la fortuna de su padre se esfumó en 1929, Sarah obtuvo un
empleo en Nueva York, y se mantuvo a sí misma. En 1932,. buscando
aventuras se fue a vivir a París, e inició un negocio por su cuenta ,
que tuvo éxito. Continuaba bebiendo ,mucho y permanecfa ebria más
tiempo que de costumbre. Después de una "farra" en 1.913, le infor-
maron que había intentado arrojarse por una ventana. En otro mo-
mento de ebriedad Iregó a arrojarse, o se cayó desde una ventana de
un primer piso, aterrizando en la acera con toda la cara. A conse-
cuencia de esto estuvo internada seis meses, para reparaciones de hue-
sos fracturad.os, arreglos dentares y cirugía plástica.
Eu 1936 Sarah Martin decidió que si cambiaba de ambiente y re-
gresaba a EE.UU. podría beber normalmente. Esta fé infantil en cam-
bios geográficos es una ilusión clásica de los alcohólicos, y muchos la
experimentaron alguna vez. Estuvo ebria durante todo er viaje de re-
greso en barco, y Nuea York la asustó, bebiendo para ahogar su mie-
do. Se quedó sin dinero y pidió prestado a sus amigos. Cuando final-
mente los amigos se alejaron de ella, empezó a frecuentar los bares
de la Tercera Avenida, mendigando copas de extraños. Hasta ese
momento habíase diagnosticado a sí misma su mal como un quebran-
tamiento nervioso, y sól'o después de haber estado internada en va-
rios sanatorios, llegó a comprender, a través de lecturas, que era una
alcohólica.
Siguiendo el consejo de un médico de un sanatorio, se puso en
contacto con un Grupo de Alcohólicos Anónim~s. Hoy tiene un exce-
lente puesto y pasa muchas de sus noches acompañando a mujeres
histéricas para evitar que se arrojen por la ventana. Ya cerca de los
40 años es una atractiva mujer, llena de serenidad. Los cirujanos de
París hicieron un magnífico trabajo con ella.
Watkins es un empleado en: la sección embarques de una fábrica~
Lastimado en un accidente con el ascensor, en 1927, fue jubilado por
Ta Compañía, que estaba agradecida de que no hubiese iniciado de-
manda por daños y perjuicios . No teniendo nada que hacer durante
una larga convalecencia, Watkins haraganeaba en los "speak-easies'í
(N. del T. Bares clandestinos que surgieron en los EE. UU. durante
la Ley Seca). Habiendo sido antes un bebedor moderado, empezó a
embriagarse, y en algunos casos sus borracheras duraban varios me-
ses.
Sus muebles se esfumaron para pagar deudas, y sul esposa lo aban-
donó l'levándose a sus tres hijos. En once años Watkins fue arrestado
doce veces y pagó ocho sentencias por embriaguez. Una vez, durante
un ataque de delirium treme~s, hizo circular el rumor entre sus com-
pañeros de prisión de que las autoridades de la misma estaban en-

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venenando la comida, a fin de reducir el número de presos y ahorrar
en los gastos, consiguiendo con eso armar un tremendo escándalo en
el comedor de la prisión. En otro ataque de delirium tremens, duran-
te el cual creia que ef hombre que tenía la celda encima de la suya-
estaba derrnmando plomo hirvien1e sobre él, Watkins se cort9 las
venas y el cuello con una hoja de afeitar. Mientras se recuperaba en
un hospital fuera de la prisión, con 86 puntadas, juró no vofver a
beber. Sin embargo, antes de que le sacaran la última venda ya es-
taba nuevamente ebrio . Hace dos afios que un ex-compañero ~ co-
pas lo llevó a Alcohólicos Anónimos, y no ha tomado un trago desde
entonces. Su esposa e hijos han regresado, y su casa tiene nuevos
mueb!es. Watkins ha vuelto a trabajar y ya pagó la mayor parte de
sus deudas, y tiene ahora el propósito de cumprarse un automóvil
nuevo.
A la edad de 22 años, Tracy, hijo precoz de padres ricos, era Ge-
rente de Créditos de una firma inversora y bancaria, cu yo nombre se
convirtió en un símbolo de los años lo..:os por el dinero, que fueron
los ne la década de 1920. Después de la ruina de esta firma cuando
er desastre de nl Bolsa, se dedicó a propaganda y llegó a ocupar un
puesto que le producía 23.000 dólares al año. El día que nació su hi-
jo, Tracy fue despedido de su empieo. En vez de ir a Boslon para ce•
rrar un impmtaute contrato de publicidad, apareció en Cbicago, per-
J ieudo por ~ste motivo el contrato. Sie.mpre bebiendo enormemente,
Tracy se abandon6 por completo y Hegó a ser u11 vago. Bebió de todo,
im.:luso tónico para el cabello, y pedía limo~na. a los agentes de poli-
cía que son siempre buenos candidatos pora algunas ¡,ocas monedas.
En una m.1che de belada, Tracy vendió sus zapa:t,os para poder beber,
usando en cambio un par de zapatos de goma. para füwia que había
encontrado en una puerta, a los que rellenó d.e papel de diario para
combatir cl frío .
Comenzó a internar::;e en sanatorios, más por librarse del frío que
por olra razón, y en una de estas l □stituciones 1111 medico lo interesó
por el progranL<.\ de A.A. Como parle def prozr:i.ma, Tracy. que es ca-
tólico, hizo una confesión general y volvió a su iglesia, que hacía mu-
cho había abandonado. Tuvo algunas recaíd,1s, pero despuJs de una,
en febrero de 1939, Tracy no ha vuelto a bebe-r. Se ha dedicado 111..e-
vamente al negocio de pubticidad y ha ascendido hasta un puesto l1ue
le p1 oduce 18. 000 dólares al ¡1ño.
Víctor H ugo se hubiera deleitado con D:t:ewsler. Este hombre fue
peón de aserradero, vaquero. y aviador de la guerra. Durante el pe-
ríodo de postguerra comenzó a lrevar uua bolella encima y pronto ha-
cía frecuentes visitas a los sanatorios. En uno de ellos, después de ha-
ber oído hablar de curas por shocks, sobornó con ..:igarillos al ero-
ple:ido negro encargado de la morgue, para que le permitiera entrar
toda~ las tardes a meditar sobre un cadáver. El plan resultó bien bas-
ta que un día se encontró frente a un muerto, que debdo a una con-
torsión facial tenia en su rostro lo que parecía una sonrisa .
-17-
Brewster se unió a A. A. en diciembre de 1938 y después de lo-
grar la abstención encontró un empleo como vendedor, en el cual
tenía mucho que caminar. Mientras tanto, se le habían formado cata-
ratas en ambos ojos. Una de estas le fue operada permitiéndole ver
de lejos con la ayuda de un lente de fuerte aumento. Usaba el otro
ojo para ver de cerca, manteniéndolo dilatado con golas especiales,
a fin de evitar el ser atropellado por los vehículos en la calle, Lue-
go se le declaró una hinchazón en una pierna. Con todos estos incon-
venientes, Brewster siguió caminando por las calles durante seis me-
ses, hasta poder ponerse al día y pagar sus deudag. Hoy, a la edad de
50 años y aún dificultado por sus defectos físicos, continúa visitando
sus clientes y ganando aproximadamente 400 dólares por mes .
Para los Brcwster, los Martín, los Watkins, los Tracy y otros ar-
cohólicos recuperados, hay ahora agradable compañía dondequiera
que se encuentren. En las grandes ciudades los A. A. se encuentran
unos a otros diaria.mente, para comer en sus restaurantes favoritos..
Los G rupos de Clevelaod dan grandes fiestas para Año Nuevo y otras
festividades, donde se consumen garoocs de café y bebidas sin alco-
hol. Chicago tiene casa abierta los viernes, sábados y domingos alter-
nando los barrios Norte, Oeste y Sur de modo que ningún A.A. ten-
ga necesidad de beber durante el fin de semana por falta de compa-
ñía. Algunos juegan a los naipes y al "bridge", contribuyendo los ga-
nadores ar fondo común para gastos de comestibles, etcétera.
Los otros escuchan la radio, bailan, comen o simplemente conver-
san. A todos los alcohólicos, ebrios o sobrios les gusta conversar. Son
la gente más sociable del mundo, ro que puede servir para explicar
una de las razones que quizá los llevó originalmente a ser alcoh6lico9.

-18-
Este sello aparnce en Literatura
aprobado por la Conferencia.

YO SOY RESPONSABLE
Cuando c ualquiera dondequiera,

extienda su mano pidiendo a yuda,

quiero que la mano de A.A. esté skmpre allí

y por esto ...

YO SOY RESPONSABLE
A.A.

A.A. EN PRISIONE~

A.A. IN
PRISONS
CONTENIDO

COMO EMPIEZAN
LOS GRUPOS 1

COMO FUNCIONAN
LOS GRUPOS s
ALGUNOS DATOS IMPOR-
TANTES PARA LOS FUN-
CIONARIOS DE LA PRISION 14

Copyright 1964
Alcoholics Anonymous World Services, lnc.
468 Park Avenue South
New York, N.Y. 10016
Mail Addres: Box 459
New York, N.Y. 10017

Impreso y distribuído por:


Oficina de Servicios de A.A.
Para Colombia y América del Sur.
Apartado Aéreo 3070 - Medellín, Colombia S.A.
Impreso en Colombia por
Imprenta Departamental de Antioquia
con autorización de A.A. World Services, lnc.
"Alcohólicos Anónimos es una comunidad de hombres y mujeres q ue
comparten su mutua experiencia, fortaleza y esperanza para resolver su
problema común y ayudar a otros a recuperarse del alcoholismo.

El único requisito para ser miembro de A.A., es el deseo de dejar la


bebid a. Para ser miembro de A.A., no se pagan honorarios ni cuotas;
nos mantenemos con nuestras propias contribuciones. A.A. , no está
afiliada a ninguna secta religiosa, partido poi ítico, organización o insti-
tución alguna; no desea intervenir en controversias, no respalda ni se
opone a ninguna causa. Nuestro propósito primordial es mantenernos
sobrios y ayudar a otros alcohólicos a alcanzar el estado. de sobriedad".

COMO EMPIEZAN LOS GRUPOS

Cualquier grupo de A.A., dentro de una institución penal com ienza con el
permiso y la colaboración de las directivas de dicha institución. Una vez
logrados, habrá necesidad de cump lir varias etapas para la organización del
grupo. Los pasos que aquí se mencionan , se r\lf ieren a penitenciarías y otras
insti tuc iones par-a largas condenas. Los grupos en cárceles s-on un poco d ife-
rentes, y ser án considerados más adelante por separado.

REUNION DE PLANEACION

Esta es una reunión preliminar con el Alcaide o Direct or del Penal, o la


persona que él indique, y los miembros de A.A., que est én interesados en la
formació n del nuevo grupo. El propósito de esta reunión es el de establecer
las "Normas básicas" para el nuevo grupo, y principalmente, definir claramen-
te las regulaciones, condiciones y rest ricciones necesarias para que el grupo
pueda funcionar. Tales normas, por supuesto, serán det erminadas por la Di-
rección y acordadas por escrito, para su posterior d istri bución entre los miem-
bros "reclusos" del grupo, y t odos los grupos de la r egión que puedan estar en
condiciones de participar en las actividades del grupo institucional.

Otros aspectos de planeación que deberán considerarse son los siguientes :


Decidir la frecuencia de las reuniones; (día o días permitidos); designar el
lugar de reunión; deter minar las cond iciones a que deberán someterse los
visitantes A.A., que deseen ent rar a t omar part e de las reun iones.

Hay tres formas par a co nstituir el grupo: la primera y más usual, es la respues·
ta voluntaria al anuncio de la formación del grupo; la segunda, un recluta-
miento informal entre los reclusos, efectuado por el Capellán o algún otro
funcionario de la prisIon; la tercera, por la escogencia arbitraria entre las
"hojas de vida" y la consulta con el departamento médico de la institución.

Se sugiere que no se incluya entre los miembros del nuevo grupo a personas
no alcohólicas con adiciones a distintas drogas; pero si el grupo así lo dispone,
tales personas podrán asistir a reuniones especiales.

EL PROPOSITO PRIMORDIAL

La formació n de un grupo de A.A., dentro de una institución penal requiere


considerable cooperac ión y mutuo entendimiento entre las autoridades y las
personas "de afuera" que deseen ayudar.

Estas relaciones son generalmente de ti po local. En algunas áreas los grupos de


A.A., tienen organizados los "Comités Institucionales" que trabajan eficiente-
mente con los funcionarios judiciales y los grupos de las prisiones.
En áreas no muy extensas, los miembros locales de A.A., pueden hacer uso de
la gran experiencia de A.A., que actual mente ( 1972) trabaja en grupos institu-
cionales en aproximadamente 1.000 prisiones, granjas de trabajo, cárceles
municipales y regionales, y, últimamente, en escuelas industriales.

Los miembros de A.A., debieran en primer lugar conocer y entender la disci-


plina de la vida de reclus ión, y al istarse para reajustar su modo de pensar en
forma consecuente. La base de la operación del nuevo grupo se basa en las
normas y reglamentaciones bajo las cuales se permite por parte del Director el
funcionamiento de un grupo " en el inter ior". Estas regulaciones son, por
supuesto, inviolables.

Puede ser igualmente importante el comprender, por parte de todas las perso-
nas interesadas, la medida de lo que A.A., puede y no puede hacer para
ayudar en la rehabil itación de los alcohólicos de la prisión, tanto durante su
condena como después de que hayan sido liberados.

Dentro o fuera de la prisión, A.A., no tiene más que un objetivo fundamental:


la SOBRIEDAD. No tratamos de actuar como reformadores o pred icadores de
ningún Evangelio. No somos trabajadores sociales, ni profesionales, ni de
medio tiempo. No somos consejeros matrimoniales, ni prestamistas, ni agentes
de empleo. Ni mucho menos tramitadores de libertad.

Los miembros de A.A., actuando en forma individual pueden asumir tales


responsabilidades cuando les sea posible y permitido. Pero A.A., como tal,
sólo ofrece una posibilidad de adquirir sobriedad.

PADRINOS DE GRUPO

El paso siguiente es la f ijación de las responsabilidades para llevar a cabo estos


lineamientos previos y para conseguir que el grupo se organice y empiece a
funcionar. Generalmente de estas tareas se encargan dos padrinos: uno de

2
ellos forma parte del personal directivo de la institución (un capellán, el
trabajador social, el consejero, etc.). El otro padrino es un miembro de A.A.
de fuera.
Si se resuelve optar por buscar la afiliación voluntaria, será entonces con-
veniente anunciar previamente la formac ión del grupo y la invitación extensi-
va a todo el que desee asistir. Será labor de los dos padrinos el preparar este
prospecto y velar para que llegue a todos los reclusos. Existen varias formas:
por medio del periódico del penal, donde este funcione; por el sistema de
anunciar públicamente (usualmente durante la hora de las comidas); por me-
dio de avisos murales, o pidiendo que se "corra la voz".

Una vez que se logra establecer un número aproximado de interesados, pue-


den los padrinos convocar a una reunión preparatoria; esta deberá programar-
se de acuerdo con la conveniencia del Director o Alca ide, en forma tal que
d icho funcionario pueda asistir si le es posible.

REUNION PREPARATORIA

El padrino miembro del personal directivo de la prisión actúa como coordina-


dor. Después de abrir la reunión puede invitar al Director para que dirija la
palabra. Este saluda a los iniciadores del nuevo programa, explica los motivos
por los cuales invita a la formación del grupo de A.A., dentro de la prisión, y
generalmente, da su aprobación oficial a los procedimientos. Para esta inter-
vención, el Director puede valerse de algunas informaciones tales como esta-
dísticas de la incidencia del alcohol en la crimina lidad, los efectos de A.A., en
la reducción de las violaciones de libertad bajo palabra, etc.

En seguida el coordinador manif iesta el propósito de la reunión, que es el de


dar información general para el nuevo grupo. Brevemente explicará la razón
por la cual se desea formar el grupo y hará una relación de los pasos que se
han dado previamente.

A continuación se le concede la palabra al padrino A.A. Este, por supuesto,


hablará sobre A. A., cómo empezó, cómo ha crecido, cómo t rabaja en otras
instituciones. En qué forma ayuda A.A., a los prisioneros a encontrar una
mejor readaptación y una más fácil transición a la vida de libertad, donde
quiera que aquellos vayan después de su confinam iento, a través de los grupos
de A.A., en el exterior.

También puede explicar cómo funcionan los grupos, a través de las reuniones
y la terapia colectiva. En esta forma tratará de convecer a los presentes que,
aparte de las obvias restricciones, el nuevo grupo no es diferente de los que
funcionan afuera.

El padrino explicará la cooperación que pueden brindar los grupos A.A., del
área, y mostrará la forma en que el nuevo grupo está relacionado con toda la
organización de Alcohólicos Anónimos por medio del Gran Libro, la literatu-
ra aprobada por la Conferencia, el Box 4-5-9, la correspondencia con la Of i-
cina de Servicios Generales, las grabaciones de reun iones y "charlas", la revis-
ta de A.A. "Grapevine", y las publicaciones hechas en otras instituciones de
reclusión.

El padrino A.A., debiera prepararse previamente para esta intervención pi-


diendo a la Oficina de Servicios Generales un juego de folletos, y adqu iriendo
copias del Boletín, el Grapevine y las demás pub! icaciones locales de A.A. En
ocasiones, la Oficina puede proporcionar también muestras de las publ icacio-
nes hechas en prisiones, o disponer lo necesario para que dichas muestras sean
enviadas directamente de los otros grupos institucionales.

EL PROPOSITO PRIMORDIAL

Un punto que requiere explicación es por qué los prisioneros, que no t ienen
acceso al alcohol, pueden necesitar el programa de A.A., mientras están en la
prisión. La respuesta es, claramente, que el programa de A.A., es mucho más
que la simple abstención. A.A., se ha descrito como una "for ma de vida" y el
éxito que ha obtenido en los grupos institucionales demuestra que este pro-
grama puede ayudar al prisionero alcohólico a prepararse para una vida sobria
y alegre después de la libertad.

Esto no significa que A.A., "predique" o establezca leyes para "vivir". Vale la
pena repetir aquí que A.A. , t iene un solo propósito primordial : LA SOBR I E-
DAD. Dentro o fuera de la prisión, A.A., es para aquellos que deseen seria-
mente adquirir la sobriedad. También sería muy deseable dar énfa.sis, al iniciar
un grupo carcelario, que A.A., no ofrece favores del exterior ni ventajas en el
interior de la prisión. A.A., es únicamente para alcanzar la sobriedad, y éste es
el único ofrecimiento.

Cuando el padrino A.A., ha terminado de hablar, es conven iente permitir que


se hagan preguntas. Así se obtiene generalmente una participación animada y
útil, antes de entrar al punto final del orden del día: la elección de servidores
del grupo.

SERVIDORES INTERNOS Y "PERMANENTES"


Puede ser co nveniente elegir inicialmente. sólo funcionarios interinos: un Se-
cretario y un Comité de planeación con la idea de que presten servicio hasta
cuando el grupo esté funcionando completamente. En esta forma empieza a
trabajar un buen número de miembros y se ayuda así a que todos sientan que
el grupo pertenece a sus miembros.

Una vez que el grupo esté funcionando y sus miembros conozcan mejor el
programa de A.A., y a sus compañeros, pueden elegirse servidores "permanen-
tes", y añadir los servidores y comités que se consideren necesarios por parte
de los miembros y los padrinos. Se ha colocado entre comillas la palabra

4
"permanente" por una buena razón: A.A., no tiene servidores "permanentes"
en ninguna parte.

En todos los grupos de A.A., se trata de evitar hasta donde es humanamente


posible la controversia "electoral". En los grupos institucionales se encontrará
probablemente que ésta es una buena sugerencia; y una buena manera de
evitar este problema es el seguir una costumbre practicada en la mayor parte
de los grupos, que consiste en rotar los funcionarios de los grupos cada cierto
tiempo (general mente cada seis meses).

Esta costumbre produce dos resultados muy deseables. En primer lugar, da


posibilidad a un mayor número de personas para que participen, directa y
personal mente, en la operación del grupo. En segu'hdo lugar, se evita que
algunas personas o minor ías ambiciosas se apoderen de la dirección en forma
permanente.

Ahora, con el primer contingente de servidores "permanent es" ya instalado,


el nuevo grupo t iene ya su propia "personal idad" y se encuentra listo para
tomar parte y ser socio act ivo de A lcohólicos Anónimos.

GRUPOS EN LAS CARCELES

Debido a la corta duración de las sentencias, y la naturaleza operativa más


transitoria, A.A., trabaja en forma algo d istinta en las cárceles municipa les,
com isarías, etc. No puede haber grupos permanentes o semi-permanentes en
estas instituciones. Por consiguiente, los grupos de cárceles no pueden nom-
brar servidores, ni tener total autonomía.

Todo el trabajo deberá entonces ser reali zado por miembros de A.A., "de
afuera" pero siempre teniendo en cuenta la misma clase de cooperación por
parte de los funcionarios de la cárcel. Los grupos cercanos, los miembros
individuales (y, en grandes ciudades, los comités institucionales), siempre se
hallarán dispuestos a suministrar reuniones regulares y a tener contacto con
las personas que van siendo liberadas.

En todo lo demás, los pasos previos que deben darse para llevar el programa
de A.A., a las cárceles, son muy similares a los pasos ya descritos para las
prisiones : reuniones preliminares con los Alcaides y func ionarios municipales
o provinciales; comprensión mutua de las regulaciones de la cárcel respectiva,
sus restricciones y normas. Y para evitar confusiones y duplicaciones de es-
fuerzos, una del im itación clara y precisa de las responsabi lidades de cada una
de las partes involucradas en el programa.

COMO FUNCIONAN LOS GRUPOS

Una vez que el grupo ha escogido sus primeros servidores y comités, se en-
cuentra listo para empezar la "mecánica" de su funcionamiento, para iniciar
su propia autonomía y para desarrollar fuertes lazos de unión y comprensión
mutua con toda la comunidad de A.A.

Alcohólicos Anónimos ha sido llamado un programa de acción, de participa-


ción personal. Realmente es mucho más que eso. Es un programa de profunda
incorporación personal, una sensación de que uno pertenece a A.A., y, en
forma igualmente profunda, que A.A., le pertenece a uno. La fuerza que
A.A., parece ejercer no proviene de que alguien pueda expl icarla sino más
bien de la participación personal y de haberla experimentado internamente.

El hecho de que los miembros dirijan sus propios asuntos de grupo y que los
servidores sean rotados periódicamente, ha sido señalado aquí con marcado
énfasis, ya que siempre ha sido tradicional en A.A. Pero en los grupos carcela-
rios e institucionales puede ser aún más importante.

IDENTIFICACION CON LA ASOCIACION

Es de la mayor importancia que no so lamente los individuos, sino el grupo


mismo sientan la profunda sensación de "pertenecer". Los alcohólicos reclu-
sos podrían pensar que su grupo es una aventura incógnita y aislada, y que
están dando sus primeros pasos en un rincón oscuro, desconocido y sin tras-
cendencia.

Por ello los padrinos debieran hacer todo el esfuerzo necesario para que el
grupo pueda actuar por sí mismo tan completamente como sea posible. Y
asimismo, traer de "afuera" tanto A.A., como se pueda. Naturalmente los
primeros contactos con el "exterior" serán con los grupos y miembros de las
vecindades. Su_ cooperación "viva" será el factor más importante para relacio-
nar el nuevo grupo con los A.A., como un todo. Pero hay limitaciones en
cuanto al número de visitantes y la frecuencia de las visitas. Por tal motivo los
padrinos sensatos buscarán la manera de introducir el programa en otras
formas.

La literatura cumple una gran ayuda, y cuando el "paquete de obsequio" se


encuentra muy deteriorado, los padrinos podrán ingeniársela para mantener
una cantidad suficiente de literatura disponible a toda hora, si el grupo no
cuenta con fondos para comprarla. Hay paquetes especiales de literatura, con
descuento, en las oficinas de Servicios Generales, para grupos en instituciones.
El Grapevine es otro eslabón con todos los A.A. Es mucho mejor que sea el
mismo grupo el que obtenga el dinero para este propósito. Pero si le resulta
imposible, entonces los padrinos buscarán la forma de obtener las suscripcio-
nes al Grapevine y talvez un cierto número de ejemplares atrasados de nuestra
magnífica revista.

El Box 4-5-9 llegará al secretario del grupo tan pronto como sean registrados
su nombre y el del grupo en la Oficina de Servicios Generales. Este Boletín
bimestral mantiene informados a todos acerca de lo que está suced iendo en el

6
mundo de A.A. Tres veces al año, el Boletín de Instituciones, que comparte
noticias de A.A., sobre actividades en instituciones, se envía al secretario de
grupos en instituciones. También la correspondencia con la Oficina de Servi-
cios Generales acerca de las preguntas que el grupo desee formular ayuda a
producir la sensación de "pertenecer", así como lo hace la correspondencia
directa con otros grupos.

Estos son sólo factores de iniciación, y a medida que el grupo se va estable-


ciendo, aún con las necesarias restricciones que su misma naturaleza implica,
se irán formando otros lazos de unión con la comunidad de A.A. Y antes de
que pase mucho t iempo, el grupo estará suministrando ayuda a otras institu-
ciones, dando la bienvenida y animando a los nuevos grupos en formación en
otras prisiones.

REUNIONES

Las reuniones constituyen el corazón de la actividad de A.A. En la mayoría


de las instituciones los grupos se reunen dos veces a la semana. Una de ellas es
del tipo de mesa redonda; la otra se efectúa con oradores previamente i nscri-
tos. En caso de que sea permitida una sola reun ión semanal, se procura
alternar estos dos tipos, ya que cada uno sirve un propósito diferente, y
ambos son necesarios.

La reunión de mesa redonda es una sesión en la que todos los presentes


pueden tomar parte. En ellas se responde al nuevo miembro las preguntas que
formule acerca de su alcoholismo, los A.A. como Asociación, el programa, o
lo que a bien tengan preguntar sobre estos temas. La reunión de oradores
programados es más formal, y es conducida por un coordinador o " I íder" que
presenta uno o varios miembros para que expongan sus propias historias,
generalmente siguiendo el patrón clás ico de A.A.: "cómo era yo, qué me
sucedió, cómo soy ahora".

Estas charlas cumplen varios objetivos. Ayudan al nuevo miembro a identifi-


carse como alcohólico con los otros miembros alcohólicos. A menudo, el
darse cuenta de que no se está solo, que otras personas han actuado en la
misma forma, han hecho las mismas cosas y tenido los mismos pensamientos,
basta para abrir la mente y el corazón del nuevo miembro y empezar a
transitar la senda de un concepto de la vida totalmente distinto.

REUNIONES DE MESA REDONDA

Al principio, puede ser conveniente que los padrinos asistan a las reuniones
cerradas acompañados de uno o dos miembros de "afuera", para proporcionar
las respuestas que sean necesarias y ayudar a que la reunión se anime y
continúe en caso de estancamiento. Sin embargo, una vez que los miembros
han conocido un poco más acerca de A.A., no es necesario que asistan "miem·

7
bros de afuera" y los padrinos podrán permanecer más tiempo sin intervenir
en la reunión, a menos que les pidan opiniones específicas. Esto es convenien-
te, ya que A.A., no tiene "expertos", y la idea general es que los miembros
tengan la mayor part icipación posible.

REUNION DE OR A DORES

Estas reun iones se programan generalmente los f ines de semana, principalmen-


te los domingos por la tarde, para facilitar a los visitan tes miembros de A.A.,
su asistencia para int ervenir como oradores o coordinadores. Una hora b ien
escogida puede per mitir que los v isi tantes viajen desde lugares distantes, y dar
así al grupo una visión más ampl ia y un mayor contact o con A.A., en el
exterior, para encontrarse con un mayor número de personas y para escuchar
más diversas opiniones e histor ias personales.

Este cambio de r itmo es conveniente. Presenta nuevas caras, h istorias nuevas,


emiti das por gente de d iferentes edades, procedenciá y experiencias. Algunos
pueden ser ex-prisioneros.

Otros no habrán pisado nunca las puertas de una of icina de pol icía. A lgunos
habrán llegado a ser parte de la escoria humana; otros quizás no hayan perdido
nunca un día de trabajo.

Pero todos estos oradores visitantes darán a los nuevos miembros una amplia
idea acerca de la enfermedad del alcoholismo, de lo que es el programa de
A.A., y de lo que puede lograr en toda clase de personas. Y por supuesto,
darán un mejor contacto "visual" con A.A., y sus miembros. Todo ello es
muy importante.

Posteri ormente los padrinos podrán sugerir que el grupo suministre sus propios
oradores, o al menos algunos de ellos. Ocasionalmente los visitantes vendrán a
escuchar las intervenciones de miembros del mismo grupo, o compartirán con
el los la programación de la reunión.

En algunas ocasiones podrá alterarse el modelo de la reunión de mesa redonda


para permitir una charla cor ta (10 a 20 minutos) de uno de los miembros del
grupo antes de empezar los comentarios generales. Así se obtienen dos resul-
tados: se logra que los miembros tím idos se inicien como oradores, y se
proporciona tema de d iscusión para la parte f in.al de la sesión.

Aunque a nadie se le obliga a hacerlo, el hecho de hablar en una reunión es


una forma muy importante de participación en A.A. No importa si la charla
en sí es buena, mala o ind iferente. La real idad es que la persona que habla
siempre se beneficia. Y siempre ayuda a alguien más. Esta es una buena
terapia, y buen "A.A.". Entonces, de una u otra forma, debe tratarse que
todos los miembros tengan oportunidad de intervenir en forma regular.

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REUNIONES ESPEC IA LES

Existen varios ti pos de reuniones de "ocasiones especiales" que los grupos


pueden utilizar. El más frecuente es el de "aniversario". A l final de cada año
se hace una celebración del cumpleaños del grupo, en la cual pueden tomar
parte los padrinos, el Director de la prisión y otros dignatarios. También se
logran motivos adicionales de interés, celebrando los aniversarios de ingreso
de los miembros. En algunos grupos carcelarios, especialmente en aquellos
antiguos y b ien establecidos, se ce.lebran otras formas de reuniones especiales,
a las cuales se invita a los familiares de los reclusos, ju nto con f uncionarios
oficiales, congresistas, miembros del Poder Judicial, et c. En unas pocas prisio-
nes federales, tales aniversarios han llegado a constituirse en celebraciones de
todo un f in de semana, e incluye com idas y actos especiales. ·

SERVIDORES DEL GRUPO

No ex isten normas exactas por seguir respecto al f uncionamiento del grupo.


Al contrario, la Tradición de A.A., sugiere que cada grupo sea total mente
autónomo, con la libertad de elegir tantos (o tan pocos) servidores como
desee, con libertad de manejar sus propios asuntos en la forma que considere
conveniente, excepto en aquella instancia que pueda afectar a los demás
grupos o a los A.A. , como un todo.

Sin embargo los grupos nuevos y pequeños, y en la mayoría de los grupos en


prisiones, el Secretario es un servidor clave. Es el vocero del grupo ante los
padrinos, y los funcionarios de la prísión, y también el eslabón para la comu-
nicación con el resto de A.A.

El secretario tendrá a su cargo la organización de las reuniones, a menos que


(o hasta cuando) se designen otras personas para ello. Con la ayuda de' los
padrinos, arreg lará lo pertinente a la presentación de los oradores (de afuera y
de miembros del mismo gr upo), designará para la coord inación de las reunio-
nes a una persona distinta cada vez; supervisará que el grupo cuente siempre
con la literatura necesaria. (General mente se colocará en la bibl ioteca de la
prisión una copia del libro "Alcohólicos Anónimos"). Si el grupo puede lo-
grarlo, el secretar io se suscribirá por lo menos a un ejemplar del Grapevine. En
caso de q ue no se disponga de dinero, buscará con los padrinos la forma de
hacer llegar a la prisión dicha revista mensualmente, y organizar que los
números atrasados puedan ser leídos por varias personas.

Tal vez el papel más importante del secretario sea el de las comunicaciones.
Los contactos del grupo con A.A., en el exterior son de importancia vital para
mantener la moral del grupo y de sus miembros. Los visitantes A.A., son la
prueba patente de que los miembros reclusos no están solos y de que alguien
se está preocupando real mente acerca de lo que les sucede.

Los contactos más inmediatos serán con los grupos y miembros de A.A., de la

q
región . Será fácil establecerlos ya que, generalmente, el padrino A.A., del
grupo es miembro de uno de los grupos del área vecina, y conoce bastantes
grupos y miembros de la misma.

Esta será la fuente de la mayor parte de los contactos visuales del grupo con
A.A. Porque serán los miembros de los grupos vecinos quienes aparecerán con
mayor frecuencia para intervenir como oradores o para participar en las reu-
niones. El secretario del grupo de la prisión tendrá así la oportunidad de
relacionarse y entablar buenas relaciones de trabajo con los secretarios de los
grupos vecinos. Y si la prisión respectiva se encuentra en un área metropolita-
na, dichas relaciones podrán establecerse con el Com ité Institucional.

El secretario será también, general mentte, un corresponsal muy ocupado.


Tendrá contacto epistolar con la Oficina de Servicios Generales. En la prácti-
ca, cuando la prisión se encuentra ubicada en una región remota, el contacto
con la Oficina General será la fuente principal de información, animación e
inspiración. También tendrá correspondencia con otros grupos en prisiones,
directamente y _a través de la Oficina de Servicios Generales.

En resumen, el secretario del grupo de la prisión, será un servidor clave


durante los primeros t iempos de formación y operación del grupo, tendrá una
gran labor por desarrollar, hasta cuando se cump la su período y sea tiempo de
efectuar la "rotación" para que otra persona se encargue de sus tareas.

COMITES

Al principio será suficiente que el grupo tenga un solo servidor: el secretario,


y un Comité: el Comité de Planeación. Su labor será lograr que el grupo
pueda iniciarse, trabajando estrechamente con los padrinos y el secretario. Sus
miembros harán todo lo que necesite hacerse para este propósito inicial.
Después, probablemente, se verá la conveniencia de crear varios comités con
tareas específicas, en vez de un solo comité "general".

Cuando se llegue a esa necesidad, se optará por una de las siguientes alternati -
vas: o bien se disuelve el Com ité de Planeación para crear varios comités
nuevos con tareas específicas, o se mantiene el comité original, formando
varios sub-comités según los diversos propósitos y necesidades del grupo.

Por ejemplo, el grupo podría desear un "comité de servicios" que se encargue


de velar porque el salón de reuniones este siempre arreglado y dispuesto
anticipadamente: sillas, mesas, ceniceros, etc. Alguien se encargaría de revisar
los sistemas de sonido (micrófonos, altoparlantes) si los hay, así como de
obtener la limpieza del salón al finalizar las reuniones.

Podría necesitar también un "comité de programas" que tendría a su cargo


verificar el registro previo de los oradores, así como informar a las autoridades

10
de la prisión acerca de las personas invitadas, nombre, procedencia y fecha de
la visi t a. El president e de este comit é efectuará las invitaciones a todos los
visit antes "de afuera" y los acompañará a todas partes dentro de la prisión.
Este comité también podría encargarse de d isponer y programar los nombra-
mientos de las personas encargadas de la coordinación de las reuniones de
mesa redonda, con base en las sugerencias de rotación semanal. Por último,
este comité, en cooperación con los padrinos y el secretario, arreglaría lo
per t inent e a las reu niones de "ocasiones especiales" .

Las funciones de un "com ité de refrescos" ser ía las de suminist rar café (y/o
té) para t odos los asist ent es, y si los fo ndos del gr upo lo permiten, galletas,
gaseosas, et c. A propósito, la "charla de café" después de las reuniones no es
solamente una costumbre, sino q ue forma part e importante de la terapia de
A.A. La conversación informal y el interca mbio de opiniones que t ienen lugar
durante esta char la son ·generalment e t an valiosas para el prog ra ma como la
misma r eunión.

LA ROTACION, COSTUMBRE DE A.A.

La palabra "rotación" ha sido usada varias veces en este folleto. Explicaremos


el significado dentro de A.A. En A.A., no hay gobierno ni ofici na d irectiva.
Pero, como ya se ha expuesto anter iormente, los grupos de A.A. , tienen
ser vidores y co m ités vo lunt arios que asumen la responsabil idad de lograr que
el grupo funcione correct amente y sin t ropiezos. Las áreas metropoli t anas
tienen generalmente ofi cinas cent rales, en ocasiones con empl eados a sueldo,
para manej ar las operacio nes de servicio necesarias dentro del área. En Nueva
Yor k, A .A. , tiene u na oficina de Servicios Generales (G.S.O.) que mantiene el
cont act o de todos los A.A., actúa como un t am iz de las opiniones y experien-
cias de A.A., y se encarga de aquel los asuntos que afectan a la Comunidad
como un todo, y que en t al senti do, trascienden los intereses de los grupos o
las regiones en particular. En algunos países de lati noamérica tamb ién hay
oficinas de servicios generales.

También, cada año t iene lugar la Conf erencia de Servicios Generales. Los
delegados se reunen para verificar que A.A., está haciendo lo posib le para
ayudar a los al cohólicos en todas partes, y para que A.A., no se envuelva en
actividades que se salgan del propósito primordial.

En t odas estas d iferentes actividades exist en presidentes, secretarios, comités


y delegados.

Pero ninguna de estas personas est á at ada de por vida a su trabajo . Cada una
sirve durant e un corto per íodo y se retira para darle campo a su sucesor. Cada
cual cumple con su tarea, y la labor se reparte entre t odos. En esta forma se
trata de evitar dentro de A.A., los efect os de las d isputas electorales y las
ambiciones personales.

11
Por estas ra¿ones el principio de una rotación frecuente de todos los cargos y
trabajos de A.A., se aplica como costumbre en todos los niveles de servicio y
en todos los grupos. Aunque no existe una norma definirja, en la mayoría de
los grupos (incluyendo los grupos en prisiones e instituciones) el período para
servicio es de seis meses.

LITERATURA

El texto básico de la literatura de A.A., es el l ibro "Alcohól icos Anónimos" .


Es llamado "El Gran Libro", y constituye la base de la asociación; por ello
debiera ser leído y rele ído por todos los miembros de A.A. Exist en var ios
otros libros y un gran número de fol letos (cuya lista aparece en otro lugar de
éste), cada uno de los cuales t rata algún aspecto importante de A.A.

Naturalmente que toda esta l iterat ura está disponible para los grupos en pri-
siones. Sinembargo, existen en algunas ocasiones problemas de dinero. Para
ayudar en este aspecto la Of icina de Servicios Generales ha resuelto suminis-
trar, con un descuento especial sobre el precio de venta nor mal , una serie
completa de dicha I iteratura aprobada por la Conferencia, a los grupos de
A.A., en hospitales y prisiones únicamente. También tenemos disponible un
paquete en castellano para grupos en prisiones y hospitales con el mismo
descuento aprox imadamente. Toda est a literatura, incluyendo los libros que
son más costosos, se venden a través de la G.S.O. con cargo a los grupos. Pero,
como mencionó ant eriormente, los grupos en prisiones no disponen general-
mente de fondos para este objeto. Por consiguiente deben ingeniarse otros
sistemas para la obt ención de la I iteratura. En varios com ités inst itucionales
de áreas metropol itanas se han formado fondos especiales para éste y sim ilares
propósitos. Asim ismo algunos miembros cont ribuyen en forma personal para
un fondo central, constitu ído para ayudar en aquel los casos donde la falta de
dinero puede ser un problema.

Si es posible que el grupo de la prisión mantenga una pequeña suma, es


siempre preferible que el grupo pague sus propios gastos. Si ta l cosa fuera
imposible o el fondo no alcanza a satisfacer esta necesidad, el padri no A.A.,
buscará la forma de solucionarla.

REPRESENTA NT E D E SERVICI OS GEN ERA LES

Llamado en forma abreviada "RSG", es un m iembro que cada grupo elige


para ser su representant e en un comité regional que t oma en cuenta sus
opiniones, quejas y sugerencias para trasmitir las al delegado de Servicios Ge-
nerales del área. Inversamente, todos los informes, incluyendo los resúmenes
de la Conferencia anual de Servicios Generales, son enviados al r epresentante
de Servicios Generales qu ien, a su t urno, los transmit e a su grupo para que
este se mantenga debidamente informado de las act ividades de A.A., especial-
mente en sus servicios, en todo el mundo.

12
A causa de su conf inamiento, muy pocos grupos de prisiones eligen RSG.
Pero se mantienen bien informados a través de sus padri nos y los RSG. de
otros gru pos cercanos.

MANT ENIMIENTO DEL GRUPO

La vitalidad de cualquier grupo de AA se relaciona estrechament e con la


act ividad de "Paso Doce" q ue pueda desplegar. Est o significa trabajar con
otros alcohó licos, y a est e respecto, parece que los grupos en prisiones est u-
vieran en desventaja. No obstant e, la experiencia muestra que en t odas las
inst it uciones penales, no importa su tamaño, ex ist irá permanent ement e un
considerab le número de persona a qu ienes se puede hacer llegar el mensaje de
AA.

De todas maneras es import ante q ue el miembro de un grupo en la prisión


esté bien ent erado acerca de la Tradición de AA que sugiere la " at racción"
antes que la "pro moción". AA nunca trata de reclutar afi I iados ni hacer
proseli tismo. Si n dar muestras de querer "reformar " a otros bebedores, sino
ateniéndonos a efectuar ca l lada ment e nuestra labor AA, parece que se logra
atraer un mayor número de personas q ue cuando tr ata mos de convert irlas o
convencerlas.

CONTACTO CON LOS MIEMBROS


DESPUES DE SU LIBERACION

Cuando un prisionero es dado de al ta, cas i siempre t iene la intención de


continuar su programa de AA en la ciudad o el sitio a donde se dirija. En
ocasiones, sin embargo, con la excitación y novedad de su l ibert ad, se o lvida
de acercarse al grupo de AA y nunca vuelve a dejarse ver.

En est e p unt o los padrinos del grupo pueden hacer mucho: obt ener el permi-
so del m iem bro, antes de su liberación, para avisar al grupo de la localidad
adonde piense rad icarse, y buscar alguna manera de que los m iembros de ese
grupo tomen la iniciativa para dar la bienvenida al candidat o a su arribo a
dicha local idad e invitar le a que asist a al grupo local.

Aú n en el caso de que no exista un grupo por t ratarse de una local idad


pequeña, siempre habrá en las cercan ías un grupo a cuyos m iembros no les
parezca demasiado molest ia viajar unos ki lómetros para invitar al recién libe-
rado a que asist a a su grupo. Todo lo que el padrino necesita es el directorio
de AA, y la dirección ,d el grupo local o de su secretar io.

Este paso final puede ser el más importante de todos, porque la experienci a
enseña que las pri meras horas de libertad son las más críti cas. Cuando se logra
que una persona recién liberada concurra directamente al grupo de su locali-
dad, exist en muchas menos probabilidades de que t enga una recaída, y por
consigu iente, de que tenga q ue regresar a una prisión.

11
ALGU NOS DATOS IMPORTANTES PARA
LOS FUNCIONARIOS DE LA PRISION
Los grupos de AA est án funcionando en la actualidad en el interior de unos
mil establecimientos correccionales en los Estados Unidos y el Canadá. Cad a
uno de estos grupos se ha formado mediante arreglos puramente locales entre
los adm inistradores de la prisión, cárcel o granja de trabajo respectiva, y los
grupos de AA en las localidades vecinas.

Aún así, es muy comprensible que un director r esponsable se sienta todavía


reti cente para abrir las puertas de la institución penal bajo su cuidado a un
grupo de civiles desconocidos cuya cal ificación, además de ser miembros de
AA, es que casualment e viven en las cercanías del establecimiento.

Tal ret icencia es muy natural. Por ello es muy importante que las auto ridades
penales que puedan t ener un interés profesional en el potencial de rehabil i-
tación que ofrece el programa de AA, se tomen el tie mpo necesario para
entender dicho movimiento . Porque en muchos aspectos AA es muy diferente
a cua lqu ier otra institución con la cual hayan tratado.

ENCUESTA SOBRE FACILIDADES CORRECCIONALES

En 1974, se le envió u n cuestionario a los admin istradores de instituciones


correccionales donde ex isten grupos de AA. De las 278 r espuestas, cerca de
un 750/0 f ueron de inst ituciones estatales para hombres, con algunas repre-
sentaciones de instituciones federales (19), de mujeres (14) y de inst itutos
para gente joven (9). También hubo unos pocos de instituciones en condados
y ciudades.

Las prisiones que f iguran en la encuesta cuentan por lo menos con un grupo
de AA. El número promedio de grupos por institución es de 1. 25, y en una
prisión se contaron 1O grupos de AA.

La asistencia a las reuniones de AA es voluntaria en el 900/0 de las prision es.


Otro hal lazgo muy significativo es la opinión de los que respond ieron en el
sentido de que el 500/0 de los r eclusos fueron condenados por cr ímenes en
los cuales el abuso del alcohol fue un fact or preponderante. Este porcentaje es
algo mayor entre los reclusos de prisiones para delincuentes juveniles.

Se encontró, no obstante, una amplia var iación en el porcentaje r eportado por


instituciones individuales. Esto indica, tal vez, que la evaluación sobre la
relación que exist e entre el alcoho l y el crimen es todavía más un asunto de
opinión personal que de investigación científica.

Dejando de lado las estadísticas, los administrador es de prisiones parecen


t ener un gran concepto sobre la eficacia de los programas de AA en los
reclusos que atienden a las reuniones.

14
Noventa y seis por ciento de quienes contestaron son de opin ión que la
oportunidad de que un recluso tenga éxito una vez queda I ibre, es mayor para
aquellos que parti cipan en el programa de AA, y el 900/0 consideran que el
programa de AA contribuye a los objetivos de la institución.

Parece, por lo tanto, que mucha de la información obtenida puede ser de gran
ayuda para introducir las reuniones de AA donde éstas no existen todavía.
Puede considerarse además como un desafío para los comités de instituciones
de AA en norteamérica el hecho de que solamente un 10o/o de los reclusos
detenidos por cr ímenes relacionados con el alcohol, atiendan a las reun iones
de AA.

UNA COMUNIDAD DE COOPERACION

AA es una verdadera comunidad. No ti ene aut oridad central, y casi ninguna


organización estructural. Exceptuando la Oficina de Servic ios Generales en
Nueva York (que actúa principalmente como centro de información) casi
todo el trabajo de 'AA es efectuado por sus propios miembros con carácter
voluntario.

Si existe algún secreto en AA es el de mantener todas sus relaciones a un nivel


de igualdad personal. El "mensaje" se transmite en I ínea directa de un alcohó-
lico a otro, estableciendo un contacto de igualdad entre las dos personas. Esta
es la razón por la cual AA trata de mantenerse en un nivel no profesionaliza-
do. Tan pronto como se establece o parece establecerse una relación de exper-
to a ignorante, de profesor a alumno, de predicador a pecador, la comun ica-
ción ya no surte efecto.

Por esta misma razón AA no t iene más trabajadores a sueldo que los est ricta-
mente necesarios para el trabajo de servicios. No hay "organizadores" envia-
dos a ayudar a la creación de nuevos grupos, en prisiones o en cualquier otra
parte y por ello m ismo los grupos que estén más a mano, por pequeños que
sean, toman a su cargo la tarea de "transmitir el mensaje" en forma efectiva.

COMO PUED E AYUDAR LA OFICINA DE SERV ICIOS GENERALES

Aquellas personas interesadas en organizar un nuevo grupo penitenciario (di-


rectores, miembros de AA y reclusos) encontrarán qyuda cons iderable en la
Oficina de Servicios Generales de Nueva York.

A través de los años esta Oficina ha logrado adquirir un gran conocimiento


acerca de todos los aspectos de los grupos institucionales en toda clase de
establecimientos, tanto los fracasos como los éxitos. El personal de la oficina
se sentirá complacido de poder compartir esta experiencia cuando alguna
persona quiera hacer uso de ella.

15
COM ITES I NSTIT UCIONA L ES

Hemos usado este término, o aludido a él, varias veces en este documento. En
seguida damos una explicació n acerca de qué son y qué hacen.

En las grandes áreas urbanas (y en algunas no tan extensas) los Grupos de AA


forman una asociación intergrupal para reunir sus esfuer zos y poder llevar a
cabo una mejor labor. Esto es particularmente cierto con su t rabajo en hospi-
tales y grupos penales. Generalmente exist e un Comi t é especial compuesto
por voluntarios que t ienen un interés determinado o se sien t en ca lificados
para este tipo de trabajo .

Usualmente estos comités t ienen el nombre de " Inst itucionales" , aunque no


siempre. A veces son llamados comités H. l. P. ( Hospitales, Instituciones y
Prisiones), y a veces comités metropolitanos. Cualquiera que sea el nombre, su
propósito es el m ismo.

Frecuentement e estos com ités incluyen entre sus m iembros a personas que
fueron recluídas y que se unieron a AA mientras est aban en la cárcel o en el
hospital. Y siempre hay uno o dos miembros AA de larga experiencia en este
tipo de esfuerzos, que probablemente han colaborado en la organización de
var ios grupos en instituciones y t rabajado estrechamente con los d irectivos de
tales establecimientos. Est os AA, lógicamente, verifican que los grupos " inter-
nos" reciban toda la cooperación que necesitan de los AA. de "af uera".

A causa de que los resultados han sido muy efectivos, estos comités institucio-
nales prestan general mente servicio a áreas muy extensas, que llegan inclusive
a sobrepasar los l ím ites normales del dist rito metropoli tano. Así los grupos
más apartados podrán contar con un co mité d isponible simplemente averi-
guando en la ciudad más cercana. La d ist ancia no es obstáculo para los miem-
bros de estos com ités, particular mente al ayudar a la iniciación de un nuevo
grupo institucional. Generalmente tienen la buena voluntad c;le viajar muchos
kilómetros si creen que pueden ser út iles, y generalmente lo son.

PERSONAS DADAS DE A LTA

El objet ivo primordial y la esperanza de cualquier grupo de AA es, por su-


puesto, que la sobriedad y la "for ma de v ida" de AA se prolonguen después
de que un m iembro AA ha sido r eintegrado a la sociedad.

Ant eriormente se mencionó q ue la experiencia muest ra que cuando una per-


sona que ha sido dejada en l ibert ad se dirige inmediatamente a un grupo de
AA, es muy probable que permanezca sobr ia, y libre. Sin embargo, si demora
su asistencia al grupo hasta "cuando se establezca bien", hay mucha probabil i-
dad de que no vuelva a los grupos, y esto puede ser un gran problema.

AA puede ayudar a d ism inuir este riesgo. Antes de dejar en libertad a un


recluso m iembro de AA, hay el tiempo suficiente para estab lecer contacto

16
con AA en la ciudad o localidad donde él piense vivir. Entre los padrinos AA,
y los directores de la prisión con la ayuda del Directorio AA, se puede casi
siempre asegurar un rec ibi miento cordial a dicha persona, no como un ex-pri-
sionero sino como· un miembro de AA. Es aconsejable que el padrino, antes
de la fecha de sal ida, se com1111ique con -el secretario del grupo más cercano al
hogar del prisionero.

En muchas ocasiones una persona que ha sido miembro activo del grupo en la
prisión, se muestra reticente para dejar conocer su afiliación a los miembros
de un grupo extraño para él. Puede ser timidez o verdadera duda. En cual-
quier caso, la gente de AA comprende estos sentimientos y sabe que los
primeros días de libertad son los más cr ít icos y que la l ibertad del hombre,
muchas veces su vida, están en juego. Por consigu iente si son informados con
antir.ipación de la liberación, los miembros harán lo posible por ir a encontrar-
lo y darl e una bienvenida que lo haga sentir en casa.

LA FAMILIA DEL PRISIONERO

El hecho de que el recluso miembro de AA que vaya a ser liberado tenga una
familia y un hogar, tendrá un gran papel en su rehabilitación permanente. La
comprensión y el ánimo que pueda brinda,· una esposa, un hijo, una madre, a
menudo pueden constituir la diferencia entre un éxito o un fracaso en la
lucha del alcohólico por alcanzar una sobriedad sólida y feliz.

La actitud de la familia es tan importante que paralelamente a AA ha crecido


un movim iento separado para tratar el problema de las personas no alcohóli-
cas. Se llama Al -Anón o "Grupos familiares". Sus miembros son esposas,
maridos, y personas al legadas a alcohól icos.

En los casos en que ésto sea posible, A l-Anón puede intervenir antes de que el
recluso recupere su libertad. En esta forma la familia, en el exterior, empelará
a practicar los mismos lineamientos que tendrá el miembro de AA en el
interior. Así cuando finalmente llega la li bertad el alcohólico se incorpora a
una atmósfera de positiva comprensión y ayuda, muy distinta de la usual de
duda, sospecha y negativismo.

COOPERACION DISCIPLINADA

Las r estricciones, regulac iones y condiciones bajo las cuales podrá funcionar
un grupo institucional son establecidas por la Oficina del Director, e inviola-
bles para los visitantes AA y los prisioneros mismos. Los nuevos grupos em-
piezan general mente con bastantes restricciones; posteriormente, la severidad
de estas condiciones pueden mermar a medida que se vaya viendo la necesidad
o la conveniencia.

En algunas prisiones se permite que los grupos AA efectúen sus reuniones sin
supervisión de ninguna clase y sin que haya guardias armados dentro del

17
salón. Hasta donde se conoce nunca ha habido quebrantamientos graves de la
disciplina debido a la actividad de los grupos o los miembros de AA. Al
contrario, muchos funcionarios informan que nunca han tenido problemas.

La designación de un buen miembro de AA para actuar como padrino "exte-


rior" del grupo le da al Director generalmente el "control" que pueda necesi-
tar sobre un grupo institucional.

Y como las reuniones se programan durante horas libres de los prisioneros, se


evita el problema de tener que conceder "privi legios especiales" para aquellos
reclusos miembros del grupo; y al no ser en horas de trabajo se evitará tam-
bién la presencia de gente no interesada realmente.

En la práctica el grupo institucional una vez organizado, con sus servidores


propios y algún tiempo de funcionamiento, es muy parecido a cualquier otro
grupo de AA y rápidamente adquiere autonomía operativa. Exceptuando las
visitas periódicas del padrino y los oradores programados, no habrá necesidad
de mucho movimiento de personas extrañas a la cárcel.

ALGUNOS FUNCIONARIOS EVALUAN A ALCOHOLICOS ANONIMOS

"De considerable valor"

"Yo creo definitivamente que AA ha sido de considerable va lor en la rehabi I i-


tación del prisionero alcohóli co en esta institución .. . Estoy inclinado a creer
que para el alcohólico real, la única rehabi litación posible es la participación
sincera en el programa de AA. Todos los miembros del personal directivo de
la institución tienen simpatía por el programa y creen que ha probado
abundantemente su validez desde su iniciación.

"De casi tanta importancia para nosotros desde el punto de vista d irectivo, es
el mejoramiento de la actitud de aquellos reclusos que se incorporan a AA
durante su condena. Parece existir algo en el programa que ayuda al recluso a
aceptar la incómoda circunstancia que proviene de su encarcelamiento. El
recluso parece adquirir mayor tranquilidad después de que se ha unido a los
AA y ha llevado activamente su programa. Un resultado significativo es que
muy pocos de los miembros AA son mencionados en los informes d iscip lina-
rios. Un gran porcentaje se adh iere a los programas educativos e instituciona-
les y se convierte en I íder de los demás reclusos ...

"No sólo en esta institución, sino en la mayoría de las otras instituciones que
tienen el programa de AA no ha habido nunca participación de miembros de
AA en motines o actividades reprensibles".

J.T. Willingham
Director Institución Correc.cior,al Federal
La Tuna, Texas.

18
"Efecto rehabilitativo muy definido"

"Tengo la sensación personal de que los grupos AA que funcionan en esta


institución t ienen un efecto rehabilitat ivo muy definido en el recluso alcohó-
lico participante en las actividades del grupo. Nuestros registros indican que el
recluso alcohólico miembro de un grupo de AA se conforma más fácilmente y
se ajusta mejor a la rut ina institucio nal, y tenemos menos problemas discipli-
narios con tales prisioneros.

"En proporción con el tota l de prisioneros l iberados, tenemos un porcentaje


mucho menor de reclusos que han participado en el programa de AA que
hayan regresado a esta institución o a otras".

H.C. Mcleod
Director Penitenciería Estatal de Oklah9ma
McAlester, Oklahoma.

"Beneficio para algunos hombres"

"Creo positivamente que el programa de AA en nuestra institución es benéfi-


co para algunos hombres en confinamiento. Entre aquellos que asisten regu-
larmente, encuentro que la mayoría tienen un elemento de humildad ... Al-
gunos de los miembros del grupo mantenían un genio terr ible y vivían amar-
gados con todo el mundo; ahora parecen tener la apariencia de qu ienes han
logrado descargarse de un gran peso ... ".

E.V. Nash
Director Penitenciaría Estatal de Missouri
Jefferson City, Missouri.

"Cuatro valores principales"

"En nuestra opinión el programa de AA en una institución penal t iene cuatro


valores principales. Se le dá al individuo alcohól ico la oportunidad de famil ia-
rizarse con la organización en su local idad. El patrocinio durante su confina-
miento, y las reuniones previamente acordadas a su regreso a casa, puede
frecuentemente reducir la probabilidad de un retorno a la bebida y por consi-
guiente a una violación de la libertad.

"Hay un tercer valor d ifícil de definir. Nos parece que las reuniones t ienen un
efecto reductor de la tensión. Suponemos que esto proviene, al menos en
parte, del alivio que con lleva la comunicación de los propios problemas en
una atmósfera comprensiva. Nos sentimos incl inados a creer también que
parte de la reducción de la tensión se obtiene por la seguridad de que hay una
esperanza para el futuro.

"En los valores mencionados hay un elemento común de interés para el


alcohólico, pero nosotros creemos que dicho interés puede ser también para

10
los no alcohólicos. Los miembros de AA parecen tener un efecto deseable en
otras muchas personas de nuestra población carcelaria"_-

D.M. Byington
Director, Penitenciaría de los Estados Unidos
T erre Haute, Indiana.

"Extremadamente valioso"

"Un grupo AA ... forma parte importante de nuestro programa de tratam ien-
to a los reclusos. Ten iendo presente los principios de AA, la asistencia a las
reuniones es puramente voluntaria y espontánea, y a pesar de que el grupo
tiene un padr ino de nuestro personal directivo, es ampliamente autónomo en
su operación intra-institucional. Hemos tenido la cooperación activa de gru-
pos exteriores del área de los Angeles y consideramos que el trabajo del grupo
ha sido extremadamente valioso no sólo como ter¡ipia institucional, sino co-
mo fuente de interés y asistencia conti nuada por nuestros reclusos después de
su liberación".

Raymond W. May
Director, Institución Correccional Federal
Terminal lsland, San Pedro, California.

"El 600/0 permanece sobrio"

"Hace aproximadamente 1O años se estableció aquí el programa de AA ... La


asistencia a todas las reuniones es voluntaria.

"No tenemos cifras recientes acerca del éxito obtenido por los hombres que
hicieron su primer contacto con Alcohólicos Anónimos dentro de la prisión.
Pero creo que estoy del lado de la seguridad al afirmar que aproximadamente
el 600/0 de ellos permanecen sobrios y continúan en I ibetrad después de haber
sido dados de al ta".

Reverendo Thomas J. Donovan


Capellán Católico de la Prisión de Sing Sing
Assining, Nueva York.

"AA es un pc>sitivo factor de rehabilitación"

"El Grupo Libertad, organizado en 1957 cuando esta institución consistía en


un pequeño estab lecim iento, contaba inicialmente con tres miembros de un
total de 48 recl usos. Bajo el patrocinio del Departamento de Clasificación, el
grupo ha florecido con los años, y en la reunión de su 5o. aniversar io (verano
de 1962) la asistencia promedia era de 45 a 50 miembros.

20
" Las reunio nes se efect úan dos veces por semana, siendo la del miérco les por
la tarde coord inada por un grupo de af uera. Este grupo ha sido un valioso
i nstru mento en la prestac.i ón de apoyo moral y ayuda posterior a los miem-
bros liberados.

" En esta insti tució n AA t iene el único propósito de impartir la filosofía de


A A a sus miembros, no tiene ánimo de lucro ni busca beneficios ad iciona les
ind ivid uales, y cada recluso que tenga prob lema alcohó lico es bienvenido en el
grupo . Hemos encont rado que el valor terapéut ico de AA en las prisiones es
un positivo factor de rehabilitación;'.

C. E. DesRosiers
Director, Institución Joyceville
Kingston, Ontar io.

"Ajuste a una comunidad libre"

" La contribución de A lcoh ól icos Anónimos se considera muy signifi cat iva, no
só lo dentro de las i nst ituciones, donde ayuda al ind ividuo para que ést e
desarrol le alternat ivas a su comporta miento anterior, si no también fuera, don-
de provee apoyo en for ma cont inua para su exi toso ajuste a la comunidad
libre".

Leo L. Meyer
Superintendente de la División Adultos
Departamento de Corrección .
Estado de lllinois.

21
LOS DOCE PASOS DE A.A.
1. Admitimos que éramos impotentes ante el alcohol, que nues-
tras vidas se hab ían vuelto ingobernables.

2. Llegamos al convencimiento de que sólo un Poder Super ior a


nosotros mismos podría devolvernos el sano juicio.

3. Decidimos poner nuest ra voluntad y nuestras vidas al cu idado


de Dios, tal como nosotros lo concebimos.

4. Sin ningún temor hicimos un inventario moral de nosotros


mismos.

5. Adm itimos ante Dios, ante nosotros mismos y ante otro ser
humano la naturaleza exacta de nuestras faltas.

6. Estuvimos d ispuestos a dejar que Dios eli minase todos estos


defectos de carácter.

7. Humildemente le pedi mos que nos librase de nuestros defec-


tos.

8. Hicimos una lista de todas aquellas personas a qu ienes había-


mos ofendido y estuvimos dispuestos a reparar el daño que les
causamos.

9. Reparamos directamente a cuantos nos f ué posible el daño


que les hab íamos causado, salvo en aquel los casos en que el
hacerlo perjudicaría a ellos mismos o a otros.

1O. Cont inuamos haciendo nuestro inventario personal y cuando


nos equivocábamos lo admitíamos inmediatamente.

11. Buscamos a través de la oración y la meditación mejorar nues-


tro contacto consc iente con Dios tal como lo concebimos,
pidiéndole solamente que nos dejase conocer su voluntad para
con nosotros y nos diese la fortaleza para aceptarla.

12. Habiendo experimentado un despertar espiritual como resulta-


do de estos pasos, tratamos de llevar este mensaje a los alcohó-
licos y de practicar estos principios en todos nuestros actos.

22
LAS DOCE TRADICIONES DE A.A.

1. Nuestro bienestar común debe tener la preferencia; el restable-


cimiento personal depende de la unidad de A .A.

2. Para el propósito de nuestro grupo sólo existe una autoridad


fundamental: un Dios bondadoso que se manif iesta en la con-
ciencia de nuestro grupo. Nuestros I íderes no son más que
fieles servidores; no gobiernan.

3. El único requisito para ser miembro de A.A., es el querer dejar


de beber.

4. Cada grupo debe ser autónomo, excepto en asuntos que


afecten a otros grupos o a los A.A., considerados como un
todo.

5. Cada grupo t iene un so lo objetivo: llevarle el mensaje al alco-


hólico que aún está sufriendo.

6. Un grupo de A.A. nunca debe respa ldar, financiar o prestar el


nombre de A.A. a ninguna ent idad allegada o empresa ajena
para evitar que problemas de dinero, propiedad y prestigio nos
desvíen de nuestro objetivo primordial.

7. Todo grupo de A.A. debe mantenerse a sí mismo, negándose a


recibir contribuciones de afuera.

8. A.A. nunca tendrá carácter profesional, pero nuestros centros


de servicios pueden emplear trabajadores especiales.

9. A.A. como tal, nunca debe ser organizada; pero podemos crear
juntas de servicios o comités que sean directamente responsa-
bles ante aquellos a quienes sirven.

1O. A.A. no tiene opinión acerca de asuntos ajenos a sus activida-


des; por consiguiente su nombre nunca debe mezclarse en po-
lémicas públicas.

11 . Nuestra poi ít ica de relaciones públ icas se basa más bien en la


atracció n que en la promoción; debemos mantener siempre
nuestro anonimato personal ante la prensa, la radio, la televi-
sión y el cine.

12. El anonimato es la base espiritual de nuestras Tradiciones re-


cordándonos siempre que debemos anteponer los principios a
las personas.

23
LISTA DE PUBLICACIONES DE A.A.

Aprobada por la Conferencia de Servicios Generales de A.A.

LIBRO ALCOHOLICOS ANON IMOS IEL GRAN LIBRO)


LIBRO EL SENDERO DE VIDA
ESTO ES A.A.
44 PREGUNTAS Y RESPUEST AS
ES A.A. PARA UST ED?
EL MARIDO ALCOHOLICO
SEDANT ES, ESTIMULANTES Y EL ALCOHO LI CO
A.A. POR JACK ALEXANDER
CAR TA A UNA MUJER ALCOHOLICA
PREGUNTAS Y RESPUESTAS ACERCA DEL PATROCINIO
LO QUE LE SUCEDIO A JOSE
LOS DOCE PASOS
LAS DOCE TRAD ICIONES
A.A. EN SU COMUNIDAD
LA AGRU PACION
A.A. Y LA PROFESION MEDICA
COMO COMIENZA A.A. COMO CRECE
EL EMPLEADO ALCO HOLICO
A.A. EL GR~PO
LO MEJOR DE 81 LL
LA TRADICION DE A.A. COMO SE DESARRO LLO
UN M IEMBRO DEL C LERO PREGUNTA POR A.A.
DIRECTOR IO NAC IONAL DE A.A.
A.A. EN PR ISIONES
COOPERAC ION SI, .A.F I LIACION NO
COMO TRABAJA EL PROGRAMA
CONCEPTOS BASICOS SOBRE A.A.
HAB LANDO EN REUN IONES DE NO ALCOHO LI COS
LAS TRAD ICIONES ILUSTRADAS
REVISTA A.A. EL MENSAJE

24
YO SOY RESPONSABL E ...
Cuando cualquiera dondequiera,
extienda su mano pidiendo ayuda,
quiero que la mano de A.A. esté siempre allí
y por esto . ..
YO SO Y RESPONSABLE

Este sello aparece en literatura


aprobada por la Conferencia.

8
l\ll'Nt \1 \ 111 l'\III \\II \ 1 \1
111 \\ 11111,111\
A.A.
A.A. EN LOS
HOSPITALES

COMO SE UTILIZA EL PROQRAMA


DE A. A. EN HOSPITALES,
CLINICAS Y SANATORIOS

A.A. IN
HOSPITALS
"Alcohólicos Anónimos es una comunidad de hombres
y mujeres que comparten su mutua experiencia, fortaleza
y esperanza para resolver su problema común y ayudar a
otros a recuperarse del alcoholismo.
El único requisito para ser miembro de A . A. es el de-
seo de dejar la bebida. Para ser miembro de A.A . no se
pagan honorarios ni cuotas; nos mantenemos con nuestras
propias contribuciones A.A. no está afiliada a ninguna sec-
ta religiosa, partido político, organización o institución al-
guna; no desea intervenh' en controversias, no respalda ni
se opone a ninguna causa. Nuestro objetivo primordial es
mantenernos sobrios y ayudar a otros alcohólicos a alcan-
zar el estado de sobriedad" .

Copyright 1965
Alcoholics Anonymous World Services, Inc.
Mail Address: Box 459
Grand Central Post Office
New York, N . Y. 10017

Impreso y Distribuido por:


Oficina de Servicios Generales de A.A.
Para Colombia y América del Sur
Apartado Aéreo 3070 - Medellín - Colombia S . A .
Impreso en Colombia - Con la autorización de
A.A. World Services Inc.
P rohibida la reproducción parcial o total.
A. A. EN LOS HOSPITALES

Nota para el Lector

El lector debe saber que Alcohólicos Anónimos es un~


comunidad que no tiene organismo central que la gobier-
ne y casi ninguna organización formal. Cada gmpo de A.A.
es autónomo, y todos los miembros de A.A. son agentes
libres.

Sin embargo, la Comunidad, de común acuerdo, pre-


serva su unidad por medio de una serie de Tradiciones que
sugieren que (ya que ninguna persona ni g·rupo puede ha-
blar por todos) el nombre de A.A. no sea nunca facilitado
a ninguna empresa exterior. En otras palabras, nuestras
Tradiciones nos permiten cooperar con cualquiera; pero no
afiliarnos a nadie.

-3-
DOCE PASOS
DE ALCOHOLICOS ANONIMOS

1. Admitimos que éramos impotentes ante el alcohol, que nuestras


vidas se habían vuelto ingobernables.
2. Llegamos al convencimiento de que sólo un Poder Superior a
nosotros mismos podría devolvernos el sano juicio.

3. Decidimos poner nuestra voluntad y nuestras vidas al cuidado


de Dios, tal como nosotros Lo concebimos.

,4 . Sin ningún temor hicimos un inventario moral de nosotros


mismos .
Admitimos ante Dios, ante nosotros mismos y ante otro ser hu-.
mano la naturaleza exacta de nuestras faltas.
Estuvimos dispuestos a dejar que Dios eliminase todos estos.
defectos de carácter.
7. Humildemente le pedimos a El que nos librase de nuestros de-.
fectos.
8. Hicimos una lista de todas aquellas personas a quienes había-·
mos ofendido y estuvimos dispuestos a reparar el daño que les.
causamos.
9. Reparamos directamente a cuantos nos fue posible el daño que:
le habíamos causado, salvo en aquellos casos en que el hacer-
lo perjudicar ía a ellos mismos o a otros.
10. Continuamos haciendo nuestro inventario personal y cuando nos:
equivocábamos lo admitíamos inmediatamente.
' 11. Buscamos a través de la oración y la meditación mejorar nues-.
tro contacto consciente con Dios tal como Lo concebimos, pi-·
diéndole solamente que nos dejase conocer Su Voluntad para'
con nosotros y nos diese la fortaleza para aceptarla.
12 . Habiendo experimentado un despertar espiritual como resulta-
do de estos pasos, tratamos de llevar este mensaje a los alcohó-
licos y de practicar estos principios en todos nuestros actos.

- 4-
A. A. Y LOS HOSPITALES

Desde el principio, la Comunidad de Alcohólicos Anónimos ha


tenido relaciones amistosas con los hospitales y con los doctores, en-
fermeras y administradores que los operan.

Fue durante su estancia en calidad de paciente en un hospital


de Nueva York cuando un corredor de la bolsa de Wall Street, de
nombre Bill W., tuvo la inspiración que habría de convertirse en la
base del programa de A. A. El otro ca-fundador, el Dr. Bob S. de
Akron, Ohio, era médico. Y fue en el Hospital de la Ciudad de
Akron donde los dos co-fundadores levantaron de su lecho de deses-
peración al miembro N9 3 de A.A., un abogado.

Poco después, el Dr. Bob encontró un aliado en el Hospital de


Santo Tomás de Akron. La Hermana Ignacia lo ayudó a meter de
contrabando a sus "pacientes" alcohólicos dentro de las salas, donde
podía tratarlos médicamente, exponiéndoles al mismo tiempo su
"nueva idea". Esta gentil conspiración pronto se ganó la aproba-
ción oficial, y se les proporcionó a la Hermana Ignacia y a su
ca-conspirador, el Dr. Bob, una ala del hospital. Para 1950, cuando
murió el Dr. Bob, más de 5. 000 alcohólicos habían encontrado tan-
to la sobriedad como a A.A. en Santo Tomás.

Mientras tanto, en Nueva York, Bill y unos pocos de los pri-


meros miembros de A. A. hicieron un experimento con los adminis-
tradores de un hospital del estado en el Condado de Pockland. A
los pacientes de la institución, "reincidentes" crónicos, alcohólicos
de tipo irremediable y sin esperanza, se les instó a que hablaran con
estos visÜantes de reciente sobriedad, en conversaciones privadas, y
en pequeños grupos de discusión. Pronto se empezaron a celebrar
regularmente reuniones semanales, representadas por miembros de
A.A. de Nueva York y de las zonas cercanas . Este fue probable-
mente el primer grupo de hospital formalmente organizado de A.A.

No se conservaron registros precisos. Pero se sabe esto: Mu-


chos de estos pacientes que desde hacía mucho tiempo habían sido
considerados como "irremediables" y "sin esperanza", se encuentran
ahora entre los "antiguos" de A. A., y se dedican especialmente a
trabajar con grupos de A.A. en los hospitales.

-5-
COMO COOPERA A. A.
CON LOS HOSPITALES

El objeto• de este folleto es el de proporcionar una guía prácti-


ca y ayudar en la formación y operación de grupos de A. A . en los
hospitales. Está dirigido tanto a los administrador es de los hospita-
les que pueden desear considerar el programa de A. A. como un re-
curso para ayudar en el tratamiento de sus pacientes alcohólicos,
como a los miembros y grupos de A. A. que no hayan tenido expe-
riencia previa en la organización o en el trabajo de grupos de A. A.
en los hospitales.
Es conveniente subrayar desde el princ1p10 que la Comunidad
de A. A. está compuesta por miembros no profesionales, y que el tra-
bajo de A.A. es ejecutado por voluntarios no profesionales. La Co-
munidad no tiene sistemas ni rutinas fijas para trabajar con los hos-
pitales o con otras agencias que manejen los problemas del alcoho-
lismo.
Todas las relaciones de trabajo entre los hospitales y los gru-
pos de A. A. son estrictamente locales. La naturaleza y alcance de
estos arreglos son determinados localmente, y varían entre una co-
munidad y otra, conforme a las necesidades del hospital y a la ca-
pacidad de los miembros locales de A. A. de proporcionar ayuda.

Grandes Areas Metropolitanas .


En los grandes centros de población, aquel administrador de un
hospital que busque la cooperación de A.A. con seguridad encon-
trará que la capacidad y buena voluntad de cooperar de A.A. es
igual para todos aquellos que la necesiten. En la mayoría de las zo-
.nas urbanas de los Estados Unidos y el Canadá, los grupos de A.A.
en ellas establecidos han formado asociaciones intergrupales (a ve-
ces denominadas oficinas centrales) . En esta forma, los grupos pue-
den mancomunar sus servicios, acumular una experiencia valiosa, y
en general ofrecer una cooperación efectiva a los hospitales, prisio-
nes, y otras instituciones que estén a cargo de los alcohólicos y de
sus problemas.
Generalmente, una oficina central o comité intergrupal puede
tener organizados sus servicios de voluntarios en diversos comités de
trabajo. Y seguramente existe un comité para hospitales e institu-

-6-
ciones, compuesto (por lo general) de voluntarios de A. A. que tie-
nen un interés particular por este tipo de trabajo de A.A. De he-
cho, con frecuencia, una mayoría de estos voluntarios del comité ha-
brán de ser hombres y mujeres que se convirtieron en miembros de
A. A., debido a un contacto hecho por primera vez cuando ellos mis-
mos fueron pacientes en lai, salas para alcohólicos d e los hospitales.

Muchos de estos comités han estado en existencia desde hace


años y han adquirido experiencia en ayudar a formar y dirigir gru-
pos de A. A. en todo tipo de hospitales . Ellos comprenden los pro-
cedimientos y disciplinas de los hospitales. Han trabajado estrecha-
mente con los administradores y el personal de los hospitales . Sa-
ben cómo adaptar la cooperación de A. A. a las 1necesidadei; de los
diversos hospitales que proporcionan diferentes tipos (y períodos)
de tratamiento a sus pacientes alcohólicos .
De suerte que cualquier hospital situado en o cerca de una zo-
na urbana, casi dondequiera en los Estados Unidos y el Canadá, pue-
de con seguridad encontrar toda la ayuda que necesite para llevar
el programa de A . A. a sus pacientes alcohólicos.

También Existe la Cooperación de A.A. en Sitios no Urbanos.


Muchos de los hospitales nuevos de hoy, regionales, estatales,
o de veteranos (de guerra) -particularmente en las instituciones
mentales y psiquiátricas donde se atiende a un gran número de al-
cohólicos- están ubicados, a propósito, en los alrededores más pací-
ficos en las zonas no urbanas. En consecuencia, un administrador
que trabaje en ese remoto lugar puede pensar, al principio, que es-
tá fuera de su alcance la capacidad de ayuda de A. A.

No es así ...
En tanto que los grupos de A. A. en tales zonas pueden solo te-
ner un puñado de miembros (y quizá ninguno con experiencia an-
terior en el trabajo de hospitales), esto no es necesariamente un im-
pedimento - ni para el hospital ni para los miembros aislados de
A. A. Están disponibles el asesoramiento y la dirección . Y, con mu-
cha frecuencia, debido a que todos están apenas empezando juntos,
estos arreglos resultan muy agradables y absolutamente satisfacto-
rios para todos los interesados.
De hecho, en muchos casos, un solo miembro de A . A. ha sido
todo lo que se ha necesitado para emprender la labor. Cuando se
ha dedicado a su trabajo, un miembro solitario de A.A. ha descu-
bierto que ha podido lograr maravillas. Ahora, con la ayuda de es-

- 7-
te folleto y la asistencia que de inmediato puede proporcionar la
Oficina de Servicios Generales de Nueva York. un miembro de A.A.
debiera estar capacitado para acopiar todo el conocimiento y pericia
que necesite - por lo menos para iniciar un grupo de hospital.

Una vez sobre la marcha, pronto podrá despertar el interés y


el apoyo activo de los grupos de A. A. que se encuentren cerca d-el
hospital. De suerte que el administrador de un hospital que busque
la cooperación de A.A., no importa dónde se encuentre, con segu-
ridad encontrará a uno o más grupos florecientes a muy corta dis-
tancia, que estarán listos, dispuestos y capacitados para ayudar.

Zonas Rurales y Remotas.

Tal como se ha indicado, muchos hospitales modernos están


siendo, a propósito, establecidos más y más lejos de los centros ur-
banos. Empero, los más aislados pueden generalmente obtener la
cooperación de A .A., aun donde no haya grupos cercanos de A.A.

En muchas de tales áreas de los Estados Unidos y el Canadá,


los grupos de A . A. han creado un comité de servicios generales ~
un comité de área que cubre todo un estado o provincia, o una re-
gión geo_g ráfica que puede cruzar los linderos de los estados o de las
provincias. Parte de la misión de estos comités es ver que la coope-
ración de A.A. esté disponible para todos aquellos que la pidan en
cualquiera y en todas las partes del área de que se trate.

Todos los comités de servicios generales y de área están regis-


trados en la Oficina de Servicios Generales de Nueva York. Cual-
quier administrador de hospital que no pueda encontrar los servi-
dos de A.A. localmente solo necesita escribir a la OSG, y ésta lo
pondrá en contacto con el comité de servicios generales o de área
más cercano .

Crecimiento de los Grupos de Hospitales .

Recientemente, el número de los Grupos de A. A. en Hospita-


les ha venido creciendo a una rata de 100 nuevos Grupos por año .
Hasta el presente, figuran en la Lista de la General Service Office,
1. 046 Grupos de Hospitales, con un total de 28. 057 miembros.

-8-
COMO EMPIEZA

En cualquier hospital, un grupo de A. A. empieza con el per-


miso, y generalmente a solicitud, de los administradores de la .insti-
tución. En la mayoría de los casos, el administrador del hospital.
que busca la cooperación de A.A. solo necesita buscar en su direc-
torio telefónico local los . servicios de A. A. En las grandes áreas ur-
banas, puede encontrar varios grupos registrados. Deberá llamarse
al que diga "Alcohólicos Anónimos - Oficina de Intergrupos" o "Al,
cohólicos Anónimos - Oficina Central".

En la mayoría de las zonas rurales, A.A. puede no estar regis-


trada en el directorio, y puede no haber alguien a la mano que se-
pa dónde s·e encuentra el grupo de A.A. más cercano. En tales ca-
sos, una carta dirigida · a A. A. General Service Office, P.O. Box
459, Grand Central Station, Nueva York, N.Y. 10017, pondrá a los
miembros más cercanos en contacto con el hospital.

· Una vez hechos los debidos contactos, y una vez que exista un
convenio• sobre la conveniencia de establecer un nuevo grupo de hos-
pital, · el primer paso a seguir es el de celebrar una reunión prelimi-
nar sobre "las políticas" a seguir entre el personal del hospital y
'a queÜos miembros de A: A. que tengan la intención de asumir la
responsabilidad de trabajar con el_ riuevo grupo.

Reunión Sobre Políticas.

El objeto de esta reumon es explorar: (1) las necesidades del


hospital, y (2) la capacidad de los miembros de A .A. locales de
proporccionar la ayuda requerida. · Generalmente, esto lleva a ciér-
tos compromisos y a estar dispuestós. a entrar en un período de prue-
ba de acierto y error.

Evidentemente, un hospital general cuyos pacientes alcohólicos


sean transitorios y a corto plazo necesitará un·a clase de grupo A.A.
diferente del requerido por el hospital donde lós alcohólicos son
tratados psiquiátricamente, y los pacientes tienen permanencias más
largas .

-9-
En el primer caso, el grupo de A. A. del hospital nunca ten-
drá miembros duraderos, y todas las reuniones deberán ser condu-
cidas por miembros de A.A. de fuera. En el segundo caso, los pa-
cientes de permanencias más largas pueden y deben dirigir sus pro-
pios grupos dP. A. A. incluyendo sus reuniones, al igual que cual-
quier otro grupo de A.A.

Algunas Precauciones.
En las primeras etapas de formación de un nuevo grupo de
hospiial, es conveniente, tanto para los administradores del hospital
como para los miembros de A.A., recordar lo que A.A. puede ha-
cer e, igualmente importante, lo que no puede hacer. Porque no to-
do el mundo se percata de que A. A. no tiene una organización for-
mal. Es -hay que enfatizarlo- estrictamente una comunidad de
alcohólicos, no profesionales, cuyo trabajo es efectuado por sus pro-
pios miembros voluntarios.

Vale la pena repetir también que, debido a la naturaleza libre-


mente enlazada de la Comunidad de A. A. -Y su casi total falta
de organización- no existe forma en que A.A. pueda afiliarse a
ninguna agencia fuera de ella, por meritorio que sea su propósito.
Esto no debe ser considerado como una política de exclusividad, si-
no como de sentido común y de autopreservación para conservar la
importante condición no profesional de A. A. Esto ha evolucionado
en una de las Doce Tradiciones de Unidad de A.A., que dice: "Un
grupo de A.A. nunca debe apoyar, financiar, o prestar el nombre de
A.A. a ninguna entidad allegada o empresa ajena, para evitar que
los problemas de dinero, propiedad, y prestigio nos desvíen de nues-
tro objetivo primordial". En consecuencia, los grupos no incorporan
el nombre del hospital o de cualquier otra institución en el nombre
del grupo.

La experiencia ha demostrado que cuando, en el pasado, nos


hemos permitido desviarnos de nuestro objeto fundamental, hemos
debilitado nuestra capacidad de ayudarnos los unos a los otros, o la
de cooperar efectivamente con otros.

Por otra parte, casi no hay límite para la cooperac1on que los
miembros individuales de A.A. generalmente están dispuestos a dar
. a otros que también se dedican a rehabilitar alcohólicos. Y, al tra-
bajar con los hospitales o cualesquiera otras instituciones o servicios
para los alcohólicos, la Comunidad de A.A. solo pide que se cumpla
con sus Tradiciones.

-· 10 -
Responsabilidades.
Generalmente, el director del hospital nombra a uno o más in-
dividuos -un médico del hospital y/o una enfermera- para que se
hagan responsables del nuevo grupo de A.A. Con la autorización
del director, ellos determinan las condiciones bajo las cuales habrá
de funcionar el grupo, incluyendo todas las restricciones necesarias.
Ellos habrán de decidir cuándo y dónde se deberán celebrar las reu-
niones, incluyendo las precauciones que determinen acerca de cómo
y · cuándo los miembros de A.A. de fuera deban ser admitidos para
participar en las actividades del grupo.

Las responsabilidades de los visitantes de A.A. empiezan con


la absoluta observancia de las reglas y reglamentos establecidos por
el hospital. Muchos miembros de A.A. son ex-pacientes, y com-
prenderán la necesidad de que existan ciertas disciplinas y limita-
ciones para la protección de los otros -tal vez más enfermos- pa-
cientes del hospital.

Los miembros de A.A. también tienen ciertas responsabilida-


des con respecto a la propia Comunidad relacion_adas con su com-
portamiento como miembros de A. A. La responsabilidad respecto al
trabajo con el nuevo -grupo variará de acuerdo con las circunstancias.
Por ejemplo:

Un miembro individual inevitablemente debe asumir


la responsabilidad total de un programa de patrocinio que
haya iniciado.
Un solo grupo puede nombrar un comité rotativo de dos
o más miembros para que sirvan como el contacto del gru-
po con los administradores y el personal del hospital.
Un comité de intergrupos puede desear crear un subco-
mité con sus propios miembros, o crear un "equipo de tra-
bajo" para hospitales con representantes de todos los gru-
pos que participen en los asuntos de intergrupos.
En aquellas áreas donde se mantengan oficinas centra-
les o intergrupales, el comité de dirección puede desear
nombrar un comité especial para hospitales.

La experiencia señala que los programas de A. A. para hospi-


tales que tienen mejor resultado son aquellos que permiten la par-
ticipación del mayor número posible de miembros interesados. Em-

- 11 -
pero, en todos los casos parece ser conveniente coordina1; comités
activos, cuyos miembros se percaten plenamente tanto de las necési-
dades como de las oportunidades. involucradas en el trabajo efectua-
do en este ramo. ·· ·

Una palabra final: Todos los tr abajadores individuales de A.A.


o miembros de comité deben recordar que son ~isitant~ del hospi~
tal, . y que deberán conducirse como tales.

No~ para los Administradores y los


Miembros de A. A.

No titubeen en escribir a la Oficina de Servicios Ge-


nerales cuando surjan ·problemas. Los archivos de la OSG,
junto con los antecedentes y experiencia del personal de
la OSG, pueden proporcionar información que sea perti-
nente y útil para la solución °de esos problemas particulares.

SESION DE PLANEACION

Una vez que todos los asuntos preliminares han quedado esta-
blecidos y que se han for¡nulado y comprendido · todas las "reglas
fundam.entales", solo resta desarrollar el plan exacto que parezca
ser el _más aµecuado para las necesidades de cada hospital en lo par-
ticular y sus pacientes, y que el grupo o grupos locales puedan pro-
porcionar.

Se dice que no hay '"deberes" en A.A. En consecuencia, A.A.


no se ha esforzado por formular procedimientos fijos o instruccio-
nes dogmáticas a seguir para la formación o conducción de grupos
de A.A. en los hospitales. El mejor plan es generalmente aquel
que se desarrolla sobre la marcha - y · que es quizá alterado y re-
formado conforme el grupo progresa, para mejor servir los intereses
de todos, especialmente los de los pacientes alcohólicos.

-12-
Sin embargo, algunas pautas pueden ser útiles. La experien-
cia ha demostrado que la mejor forma de ayudar a un nuevo grupo
en un hospital para que desarrolle su propio destino es la de expo-
ner los métodos efectivos utilizados por los grupos existentes den-
tro de los hospitales de todos tipo y tamaños. Al utilizar estos pa-
trones, generalmente es fácil para el nuevo grupo tomar un poco de
aquí y un poco d e allá, y finalmente desarrollar su propia conser-
vación, en forma adecuada.

He aquí, entonces, siete ejemplos, siete informes reales sobre


el funionarniento de grupos de A. A. en los hospitales. Creemos que
estos siete cubren casi todas las condiciones halladas en todos los
grupos de hospitales .

Un estudio cuidadoso y una amplia discusión de estos ejemplos.


debe permitir a los participantes de la sesión de planeación elabo-
rar su propio plan y procedimientos - siempre sujetos a cambio.
conforme la propia experiencia del grupo pueda demostrar que tal
cambio es tanto deseable como útil.

EJEMPLOS

A continuación se presentan informes reales, considerablemen-


te detallados, sobre cómo se conducen los grupos de hospitales exis-
tentes. Estos informes cubren hospitales de todos los tipos y tama-
ños, así como las diversas actitudes hacia la enfermedad del alcoho-
lismo y su tratamiento.

El lector notará diferencias considerables de políticas entre es-


tos casos . También tendrá presente que la política de cada hospital
ha sido moldeada por las condiciones dentro del hospital o por las
opiniones médicas de sus administradores.

Para sus propósitos prácticos, A. A . denomina enfermedad al


alcoholismo. Pero en ningún caso intenta algún miembro o la Co-
munidad de A.A. influir la opinión médica . En el ejemplo N9 2,
como se verá, el alcoholismo no es reconocido como la causa prima-
ria para la admisión, sin embargo los miembr os de . A . A. y el per-
sonal médico del hospital han cooperado en la formación y conduc-
ción de un fructuoso grupo de A.A . entre los pacientes del mismo.

-13 -
EJEMPLO No. 1

Plan por Medio del Cual Diversos Hospitales


Mantienen Camas para los Alcohólicos .

Servicios Hospitalarios Proporcionados: Tres hospitales genera-


les de la comunidad mantienen camas para los alcohólicos bajo un
plan patrocinado por miembros de A.A. Un padrino puede llamar
al hospital de su elección e internar al alcohólico en cualquier cuar-
to que esté disponible en ese momento. No hay sala para los alco-
hólicos. El alcohólico es tratado solo como "otro paciente" .

Desde cuando el plan ha estado en operación, a ningún alcohó-


lico se le ha rehusado la admisión en ninguno de los tres hospita-
les . Antes de la introducción del plan patrocinado por A. A., oca-
sionalmente se rehusaba el ingreso a los alcohólicos.

Procedimiento del hospital: El tratamiento para un paciente al-


cohólico en cualquiera de los tres hospitales depende del médico
local a cuyo cargo ha quedado el paciente.
Patrocinio de A.A.: Todas las reservaciones del hospital se des-
pachan por conducto de un pequeño coriité de A.A. Un miembro
del comité llama al hosp'ital y hace los arreglos para conseguir un
cuarto; también llama al médico del paciente antes de acompañar al
alcohólico al hospital .
Los doctores que cooperan con este plan generalmente no dan
de alta a los pacientes para salir del hospital sino hasta después de
haber consultado con el padrino de A. A . encargado del caso..

Cada paciente paga su propia cuenta. Pueden hacerse arreglos


para que se efectúen pagos semanales o mensuales, de ser necesa-
rio . El comité de A.A. trata de mantener a un mínimo las pérdi-
das por concepto de cuentas, pero de ningún modo garantiza pagos
de ninguna índole.
Una característica distintiva del plan es la disposición de los
miembros locales de cooperar con un hospital en el caso de que el
paciente alcohólico amenace perturbar la rutina del hospital. A ca-
da hospital se le proporciona una lista de miembros y sus números
de teléfono. Si surgen dificultades, un miembro de A. A. responde-
rá a una llamada del hospital a cualquier hora del día o de la no-
che y permanecerá con el paciente alcohólico hasta cuando éste Ge
haya calmado.

-14-
EJEMPLO No. 2

Plan Utilizado en un Hospital Neurotsiquiátrico de


Veteranos de Guerra.

Servicios del Hospital; El plan es usado en un hospital neu-


rosiquiátrico que cuenta con 1. 700 camas. Bajo los reglamentos de
este hospital, el alcoholismo no es reconocido como la causa prima,-
ria para la admisión. (Cierto en 1965 . En · Ül75, las regulaciones se
han cambiado; el hospital reconoce ahora el alcoholismo como uná.
causa primaria) . La mayoría de los pacientes que son alcohólicos
tienen otro diagnóstico,. y a muchos de ellos se le ha considerado
como psicópatas. A veces, son admitido_s algunos pacientes alcohó-
licos provenientes de hospitales del Estado cuando hay cupo par~
pacientes no relacionad9s con las fuerzas armadas. El Gobierno no
reconoce al alcoholismo como enfermedad en relación con las fuer-
zas armadas. (La Marina reconoce ahora el alcoholismo en relación
con las fuerzas armadas, aunque no con miras a la incapacidad) .

Procedimiento del Hospital: Los pacientes con problema de al-


coholismo son enviados por los doctores a las reuniones de A. A.
Solo las· personas enviadas por ellos pueden asistir a las reuniones,
y los médicos no envían a los pacientes a menos que consideren que
están listos para ser dados de alta del hospital. Esto elimina a aque-
llos que tengan síntomas claramente sicóticos. Aunque los médi-
cos hagan designaciones, a ningún paciente se le obliga a asistir, y
puede descontinuar la asistencia en el momento en que lo desee .
Esta sería la situación normal fuera del hospital, y hace que el pro-
grama sea más aceptable para el alcohólico que no tolera la coacción.

Patrocinio de A.A.: Las reuniones de A. A. son patrocinadas


por grupos locales de A. A. de fuera del hospital, y uno de los ca-
pellanes del hospital actúa. como coordinador ' entre el personal mé-
dico y el grupo . Las reuniones se celebran fuera del hospital a la
misma hora y . en el mismo sitio de las reuniones del grupo corrien-
te, siendo transportados los pacientes en autobus hasta el local del
grupo. Los . grupos vecinos son programados por el capellán para
que presten su ayuda. Conforme a este programa, no se visita a un
solo grupo más de una vez cada dos meses•.. Los pacientes que regre-
san ·a casa -a veces a más de 150 kilómetros de distancia- son re-
mitidos a los grupos locales para que continúen en el programa.

-15 -
Nuestra experiencia ha demostrado que este procedimiento lo-
gra varias cosas: Mantiene a la reunión despejada de los curiosos;
elimina a los pacientes que están enfermos a tal grado que podrían
molestar a los demás; y tiene la ventaja de introducir a los alcohóli-
cos a un tipo más normal de reunión de A. A.

EJEMPLO No. 3

Plan que Comprende a un Hospital con Licencia,


no Lucrativo. para Alcohólicos.

Servicios del Hospital: Este es un hospital constituído con 15


camas, administrado por un consejo de administración que incluye
miembros de A.A. (El consejo actual consta de ocho miembros de
A. A. y tres no A . A.) . Una dependencia gubernamental les arrien-
da la propiedad, la que es mantenida por el hospital. Cualquier al-
cohólico es admitido.

Debido a lo limitado de los serv1c1os, solo son admitidos los pa-


cientes del sexo masculino. Los pacientes "reincidentes" son acep-
tados. El personal del hospital consta de un doctor que visita dia-
riamente la institución, dos enfermeras registradas, dos enfermeras
prácticas, dos asistentes y dos cocineros . Todos los miembros del
personal son miembros de A.A. El programa de recuperación de
A. A. está disponible para el paciente, si así lo desea.

Procedimiento del Hospital: El tratamiento médico es determi-


nado por el director médico, quien es también miembro del conse-
jo de administración. No se admite la visita de otros doctores a los
pacientes, ni tampoco sus prescripciones, durante su estancia en el
hospital .

Patrocinio de A.A.: La mayoría de los pacientes tienen conoci-


miento original de este hospital a través de miembros de A.A., pe-
ro no se hace ningún intento de explotar este hecho. Si el pacien-
te decide que "desea el programa de A .A.", éste está a su disposi-
ción . Se proporcionan padrinos de A.A. a los pacientes cuando sa-
len del hospital, pero solo si son solicitados . Aquellos pacientes que
deciden entrar a A.A. durante su estancia en el hospital tienen al
personal (cuyos miembros son A .A.) dispuesto a prestarle ayuda
en todo momento.

-16-
EJEMPLO No. 4

Plan por Medio del Cual se Mantiene una Sala para


Alcohólicos. en un Hospital Mental del Estado .

Servicios del Hospital: Este plan comprende una sala con 60


camas para alcohólicos del sexo masculino, y es un proyecto piloto
que ha emprendido un hospital del Estado para las personas con
trastornos mentales.

Un alcohólico puede ser admitido ya sea voluntariamente u


obligado a internarse. Al ser admitido, el paciente es asignado a un
centro general de recepción por cuatro o cinco días, durante cuyo
período es entrevistado por siquiatras, médicos, trabajadores socia-
les y otros miembros del personal.

Sujeto a las recomendaciones resultantes de estas entrevistas,


el alcohólico es asignado a otra unidad conocida como Centro de
Tratamiento del Alcoholismo, donde es estimulado el interés y pa-
trocinio de A. A .

Procedimiento del Hospital: Determinan el tratamiento prescri-


to para el paciente alcohólico unos estudios hechos por un equipo
completo del personal, que comprende al siquiatra, la enfermera, el
capellán, el trabajador social, el sicólogo, los trabajadores recrea-
cionales, el terapeuta ocupasional y el bibliotecario. El tratamiento
queda condicionado a los factores individuales expuestos por el pa-
ciente durante las entrevistas. Si el paciente es trasladado al Cen-
tro de Tratamiento del Alcoholismo, se invita a A.A. para que ayu-
de al equipo del hospital.

Patrocinio de A.A.: El patrocinio de A .A. comprende una la-


bor por parte de los pacientes y de miembros de A.A. de fuera.
Se celebran reuniones de A. A. todos los domingos por la noche en
el centro, y los pacientes también asisten a reuniones abiertas en la
sección principal del hos'p ital los miércoles en la noche. (La reu-
nión abierta del miércoles tiene el propósito específico de ayudar a
los pacientes ambulantes y al personal a familiarizarse con el pro-
grama de A.A.).

Los pacientes dentro del centro trabajan con los alcohólicos re-
cién ingresados. Se permite la entrada a los visitantes de A. A. en-

- 17 -
tre las 10:00 a.m. y las 8:00 p.m. A los parientes y otros visitantes
se les permite entrar al centro durante las horas regulares de visita
del hospital. Ocasionalmente van de visita pacientes que con ante-
rioridad estuvieron internados allí.

EJEMPLO No. 5

Plan que Comprende una Clínica de Provincia


para los Alcohólicos.

Servicios del Hospital: El plan comprende una clínica con 20


camas, establecida bajo los auspicios de una fundación para el al..i.
coholismo local. Cualquier paciente alcohólico puede ser admitido.
La clínica está afiliada a varios hospitales generales de la provincia,
que acepta a los pacientes gravemen te enfermos por un período de
48 horas, o hasta cuando puedan ser trasladados a la clínica. Los pa-
cientes generalmente pueden caminar al ser admitidos. La admisión
cubr e tanto a hombres como a mujeres.

Los administradores de la clínica alientan a los pacientes a que


se familiaricen con el programa de A. A., y estimulan el trabajo de
patrocinio de los grupos de fuera. Muchos casos remitidos a la clí-
nica provienen de miembros individuales y grupos de A. A.

Procedimiento del Hospital: El tratamiento del paciente está


bajo la jurisdicción del director siquiatra, de los médicos, trabaja-
dores sociales, enfermeras, asistentes y otros miembros del personal
que están en contacto con el paciente . El tratamiento está enfoca-
do a los métodos de rehabilitación que se usan para los pacientes
mentalmente perturbados . El patrocinio de A. A. es introducido co,.
mo parte del tratamiento, si el paciente expresa interés en el pro ➔
grama de recuperación cuando éste le es explicado.

Patrocinio de A.A.: Se patrocinan reuniones en la clínica dos


veces por semana. Además, los miembros se reúnen individualmen-
te con los pacientes para explicar el programa de recuperación. Los
registros indican que A .A . ha sido la segunda fuente más alta de
remisión de pacientes alcohólicos desde que fue inaugurada la clíni-
ca en 1951.

-18-
EJEMPLO No. 6

Plan que Comprende una Casa de Reposo Basada en los


Principios Terapéuticos de A . A.

Servicios: Este plan comprende una casa de reposo no lucrati-


ya, constituída conforme a las leyes de caridad y educacionales de
un Estado. Está administrada por un consejo de administración y
es supervisada por un gerente con sueldo (miembro de A. A. ) y un
personal que consta de cuatro auxiliares.

Nota: COMO A .A. NO POSEE, CONTROLA, APOYA O SE OPONE


A NINGUN SERVICIO PARA EL TRATAMIENTO DEL AL-
COHOLISMO, NINGUNO ES DESCRITO NI SE HACE PA-
SAR COMO "UN SERVICIO DE A.A.".

La casa es esencialmente un refugio temporal para las perso-


nas que desean solucionar un problema de bebida por medio de la
aplicación de los principios de A .A. Los miembros del personal es-
. tán capacitados, por la experiencia y por el entrenamiento no pro-
fesional, para ayudar a los visitantes a aprender el programa de
A.A. (Otras casas de reposo y "ranchos" suelen tener servicio mé-
dico y de e.rúermería) .

Tratamiento: El tratamiento médico es manejado po:r un doc-


tor local que visita diariamente la casa, o cuando se le llama. El pe-
ríodo de permanencia en la casa es determinado por el propio pa-
ciente. Generalmente, es más largo que el período de hospitaliza-
ción de los hospitales con licencia. La estancia promedio de un pa-
ciente en la casa es de una a dos semanas .

Patrocinio de A.A.: Como la mayoría de los miembros del per-


sonal son miembros de A.A. , pueden ser considerados como "padri-
nos" inmediatos de los pacientes en la casa, en cualquier momento
dado. Un grupo local de fuera celebra dos reuniones por semana en
la casa. Una es cerrada con el objeto de discutir preguntas no fir-
madas hechas por escrito; la otra es abierta y conducida por grupos
que suelen hacer largos viajes para visitar la casa. "Antiguos alum-
nos", que suman miles, frecuentemente visitan la casa y son a ve-
ces los oradores .

- 19 --
La informalidad es el principio fundamental de toda actividad
en el rancho, incluyendo el patrocinio . El único requisito es la pron-
titud en la asistencia a las comidas. A los miembros se les insta a
que asistan a un breve servicio matinal en la capilla; ésta, desde
luego, no tiene denominación alguna, Se recomienda también la
simplicidad en el vestir.

Los miembros de A.A., antiguos y nuevos, a menudo visitan


el rancho durante los fines de semana o en las vacaciones . Son su-
mamente útiles al actuar como padrinos interinos del nuevo candi-
dato de A.A.

EJEMPLO No. 7

Un Plan que Comprende un Hospital General.

En un hospital general, donde todavía no hay una sala especial


para los alcohólicos, y donde la estancia máxima es de cuatro a cin-
co días, el contacto de A . A. puede establecerse como sigue:

En primer lugar, un comité de la Oficina Intergrupal o Cen-


tral debe obtener el permiso y la cooperación del director siquia-
tra o doctor, y del superintendente de enfermería.

Una vez concedido el permiso, el comité debe arreglárselas pa-


ra establecer un procedimiento por medio del cual cada alcohólico
interesado en saber algo sobre A.A-. entre directamente en contac-
to con un miembro, durante su estancia.

Generalmente, hay un pequeño comité disponible para planear


la forma de abarcar el hospital, aunque sus miembros no dirijan las
reuniones de A. A.

Por lo general, un miembro es responsable de cada reunión o


noche de visita. Forma un grupo de miembros - más o menos de
cinco- que se encargan de que en una noche específica, por un pe-
ríodo de tres meses (los Lunes, por ejemplo), establezcan contactos
con todos los pacientes individuales que soliciten la ayuda de A.A.
Es también labor del presidente que haya en existencia volantes de
rem1S1on para los visitantes posteriores, y eventualmente para la ofi-
cina de A. A . para la revisión de los casos, cuando sea pertinente.

-20-
El · método de contacto con los pacientes puede ser sencillo. El
doctor, al entrevistar a los pacientes al ser admitidos, determina s+
el paciente tiene o no problemas con la bebida. Si los tiene, se le
!pregunta al paciente si desea entrar en contacto con A . A. De se~
~í, su nombre es fijado én · el puesto de enfermería. Ningún pacien~
te es entrevistado por, lqs miembros de A.A., a menos que haya ex-J
~resado un deseo de ·que así sea.

Cada noche, los miembros visitantes de A . A . revisan el pues~


~o de enfermería, obtienen los nombres y los anotan en tarjetas in,
'd ividuales. Si ha sido proporcionado un lugar para la reunión, estos
,pacientes son entonces encaminados a esa sala . De otra forma, se les
puede hablar junto a su cama.

De esta forma, durante el transcurso de su estancia, el paciens


!te tiene cu~tro o cinco contactos consecutivos con diferentes miem~
,b ros de A. A. Después de cada visita, el miembro visitante llena fa
tarjeta del paciente, la cual es. devuelta a un archivo cé!ntr'al, y ~
la siguiente noche, los miembros vL-;itantes pueden ver el progres9_
~ue haya habido.
1

¡
Cuando el paciente es dado de alta, las tarjetas son r .e visadad
¡POr el presidente (coordinador) de .esa noche. Si el paciente ha ex~
presado un deseo de ir a las reuniones celebradas fuera d'el hospita11
se hace un volante de remisión para la oficina intergrupal central¡
~ fin de que allí sigan el caso.

'i

-21-
UNA LISTA TIPICA O.E LO
QUE DEBE Y NO DEBE HACERSE

Una Guía para los Miembros de A. A. que Participan


en Actividades de Grupos de Hospitales.

1. Deberán usarse los pases solo en las noches y a las


horas programadas. No debe abusarse de ellos en nin-
gún momento, ni en ninguna forma.
2. Nunca deben entrar más de dos miembros al cuarto
de un paciente al mismo tiempo.
3. No entrar a un cuarto donde el doctor esté trabajando.
4. No molestar a un paciente que tenga otras visitas.
5. No despertar al paciente que esté durmiendo.
6. No darle cigarrillos ni cerillas a los pacientes sin el
consentimiento expreso del doctor y/o la enfermera.
7. No congregarse alrededor de los escritorios de las sa-
las de administración o de los puestos de enfermeria.
8. No fumar o usar cerillas cerca de los tanques de oxí-
geno.
9. No actuar como unión entre el paciente y el personal
del hospital, ni con familiares o amigos de fuera, a
menos que se tenga la aprobación del personal del
hospital.
10. No llevar obsequios consistentes en comida o bebidas
líquidas a ningún paciente sin el ·p.ermiso previo. Es-
tos pueden trastornar las dietas, cambiar la efectivi-
dad de los medicamentos o alterar los resultados de
pruebas importantes.

-22 -
EL GRUPO DE HOSPITAL
SEMI PERMANENTE

En algunas instituciones a largo plazo, donde los pacientes tie-


nen la oportunidad de tomar parte continua en las actividades de
su propio grupo de A . A., se ha descubierto que es útil pasarle a
los pacientes de A. A. parte de la responsabilidad relacionada con
· el manejo de los asuntos del grupo .
Algunos grupos de hospital eligen a sus propios presidentes
(coordinadores) y secretaric>s, quien~s actúan como coordinadores en-
_tre el grupo y las autoridades del hospital; trabajan con el patroci-
nador de A.A. de ese grupo, y con grupos de fuera cercanos; tienen
correspondencia con otros contactos de fuera; se ocupan de la litera-
tura, y ayudan en la preparación de reuniones y programas.

Desde luego, es sumamente conveniente que todos los miem-


bros del grupo del hospital participen libremente en las reuniones
de discusión -sin titubear nunca para hablar, hacer preguntas y
unirse a la discusión- y también para actuar como coordinadores
(o presidentes) de reuniones tan frecuentemente como sea posible.
A los miembros de A. A. del hospital también se les anima pa-
ra que hablen --que dig_a n sus "historiales"- en las llamadas reu-
niones abiertas. Generalmente estas reuniones abiertas se preparan
para atraer el mayor número posible de grupos de fuera- son un
desfile de diversos oradores que sirven para darle al miembro una
visión amplia de A. A. y de la enfermedad del alcoholismo, tal co-
mo la · obtendrían en cualquier grupo "de fuera" .
Empero, ocasionalmente algunos de los oradores puede ser (y
debe ser) miembro del propio grupo del hospital. De hecho, a ve-
~es toda la reunión puede estar compuesta del "talento local" con
un programa que comprenda solo oradores internos.
Esta es una buena terapia y una buena práctica de A. A., y de-
be ser alentada en cualquier grupo de hospital donde el paciente
permanezca el tiempo suficiente para desarrollar un verdadero sen-
timiento de que pertenece a A.A. -y para que llegue a enorgulle-
cerse de su propio grupo . Un miembro así, tiene más probabilida-
des de continuar en A.A. y de conservar su sobriedad al ser dado
de alta y regresar al seno de su familia. Después de todo, ese es el
fin primordial de los grupos de . A. A. en los hospitales- ser una in-
troducción a la forma de vida y de sobriedad de A. A ., para que
continúe en su grupo local una vez que esté fuera.

- 23 -
EVALUACION DE ·A. A. SEGUN LOS
ADMINISTRADORES DE LOS HOSPITALES

"A.A. una Importante Terapia Complementaria" . ..


" Aunque muchos de los pacientes son hospitalizados solo
por muy corto tiempo, el grupo de Alcohólicos Anónimos sirve para
ayudar a los pacientes a readaptarse a sus problemas fundamentales
y a desarrollar patrones de reacción más adecuados. También, con
simpatía y comprensión en la atmósfera . del hospital, el paciente lo-
:~ra más pronto la confianza en sí mismo y, en consecuencia, se vuelve
más receptivo a las sugerencias y a menudo más dispuesto a acep-
tar un prolongado programa de rehabilitación, como lo es el que
ofrece Alcohólicos Anónimos.

. "La empatía que existe en las relaciones de los grupo$ es im-


portante, y las reuniones voluntarias e informales celebradas por el
grupo de Alcohólicos Anónimos pueden beneficiar a un gran núme~
ro de pacientes alcohólicos simultáneamente.
"Consideramos que Alcohólicos Anónimos es una importante te-
rapia complementaria de cualquier programa ae tratamiento. Una
vez que el personal que aplica el tratamiento y los miembros de Al-
cohólicos Anónimos ven que sus· respectivos papeles se complemen.:.
tan entre sí, tenemos el principio de un enfoque verdaderamente
efectivo" ·.

Superintendente, hospital estatal.

"Se Insta a los -Pacientes a que Tengan un Padrino de A.A." .

" .. , Nuestro programa de intern¡miiento para la rehabilitación


de _los pacientes con problemas · de alcoholismo tiene fundamental-
mente ~na orientación de_ A. A. Dia:ria1;r1ente el coordinador, que ES
un miembro _d e A. A ., dirige clases d~ instrucción. Se celebran reu-
niones abiertas _de A.A. · dos _ veces por semana. Se insta a los pa-
cientes a que· tengan un padrino de A.A. en su propia comunidad
~uando salgan del ;ho~pit~l,
1
y a qu~ continúen su asi~tencia a las reu-
nio~es y su· actividiid en A.A : después de ser dados de alta del hos-
pital" .
Superintendente, hospital estatal;

-24-
"Los Voluntarios de A . A., Rec01·sos Valiosos".
". . . En los muchos años que A. A. ha venido siguiendo un
programa activo aquí en este hospital, me ha impresionado la bon-
dad de este programa para el enfermo alcohólico. Al principio, la
mayoría de los pacientes alcohólicos tienen problemas que requie-
ren la atención médica . Sin embargo, las necesidades de su rehabi-
litación social están enlazadas con la comunidad de fuera.

''Es aquí donde A.A. ofrece al alcohólico receptivo la espe-


ranza para el futuro. Mientras es todavía paciente interno, puede
reunirse con representantes de la comunidad que saben por propia
experiencia los problemas del alcohólico, y que son ejemplos vivien-
tes de los resultados extraordinarios que pueden tener aquellos que
son capaces de aceptar y practicar los principios básicos del progra-
ma de A. A . En este hospital, hemos encontrado que los volunta-
rios de A. A. que vienen con regularidad son uno de los recursos
más valiosos que tenemos para ayudar a nuestros pacientes aleo- ·
hólicos.

Superintendente, director médico, hospital estatal.

"La Intimidad de un Grupo de A. A . Ha Sido Impresionante" .

" ... Nuestra experiencia nos ha demostrado gran parte del


tiempo que la intimidad de un grupo de A.A. ha sido tan impresio-
nante que hasta los pacientes no alcohólicos han deseado asistir a
las reuniones. Un paciente hasta salió del hospital y luego regresó
borracho para persuadir a su médico de que se le debería permitir
ir a A.A. Algunos miembros de A.A. de fuera que vienen a diri-
gir las reuniones son antiguos pacientes de nuestro hospital, y esto
aumenta la esperanza de nuestros pacientes actuales.

"Por tanto, nuestro hospital continúa apoyando a A. A. y a su


programa" .

Capellán, hospital estatal.

- 25 -
"A ceptac1on
. , d e A . A . como Soc10
. p·Ieno" .

". . . Tengo el honor de informar que en todas las cuatro Uni-


dades de Rehabilitación del Alcoholismo del hospital, Alcohólicos
Anónimos ha sido aceptada como socio pleno en la lucha por la re-
habilitación . Hay una cooperación estrecha y afable entre el perso-
nal de la unidad y los miembros de A. A.
Yo personalmente no creo que ningún serv1c10 profesional pa-
ra los alcohóiicos y sus familiares pueda hacer una labor construc-
tiva sin hacer uso pleno de la fuerza dinámica representada por los
miembros y grupos de A. A. Fue un cuadro emocionante ver a 300
de los que hubieron de ser nuestros pacientes, en estado de sobrie-
dad en el décimo quinto aniversario de las reuniones de A.A." .
Coo1·dinadora, Servicios para los Alcohólicos,
Departamento de Higiene Mental, hospital estatal.

"Hay que Tener un Gmpo de A. A. y


un Asesor sobre el Alcoholismo".
". . . No solo tenemos el grupo regular de A. A., sino que nues-
tra mesa directiva proporciona un asesor sobre el alcoholismo, quien
es a la vez un alcohólico recuperado que trabaja todo el tiempo con
estos pacientes. Creo que su contribución ayuda mucho a levantar
la moral, y aun cuando tenemos ciertas reincidencias de vez en
cuando, todo nuestro trabajo está resultando exitoso.. No solo tra-
tamos al paciente como a una persona enferma, dándole la atención
médica que necesite, sino que, con los miembros visitantes y el ase-
sor, creemos que estamos teniendo grandes logros.
Superintendente, hospital estatal.

"A . A . T rata.miento
. U nico,
. . Espec1"fico" .
Comp1ementano

" ... La clínica de A.A. en nuestro hospital es vital, y se ha


ido ampliando cada año.
"Ahora es un tratamiento uruco, complementario y específico
para la atención de nuestros pacientes alcohólicos.
"Cuando el paciente sale del hospital, es instado a que asista a
las reuniones celebradas en su propia comunidad . Encontramos que
esta asociac1on es de gran beneficio para los pacientes, ya que lle-
na el vacío entre el tratamiento del interno en el hospital y la
aceptación de la comunidad a través de A. A.".
Enfermera, hospital distrital

"El Programa efe A . A . Será parte Integrante".

". . . Me complazco en informar que sometimos a nuestro pri-


mer paciente el 15 de Marzo de 1965 a un programa de rehabilita-
ción de 60 días en una sala con seis camas de nuestro Servicio Mé-
dico y de Rehabilitación. El programa de Alcohólicos Anónimos se-
rá parte integrante de un plan intensivo de tratamiento y revisión
posterior en un hospital médico general .
"Estamos programando que los pacientes asistan, con su con-
sentimiento, sobre la base de la prescripción médica. Cuando se lo-
gre el máximo de mejoría física y mental, dependeremos de A.A.
para ayudarnos a conservar este estado y propor cionar buenas rela-
ciones posteriores" .

Director del Centro, Administración de Veteranos.

"Uno de los Pilares más Importantes del Programa".

Hemos tenido desde hace años la cooperac10n activa de


la organización de A.A . ... No puedo sino elogiar los esfuerzos del
grupo. Siempre han brindado su más amplia cooperación, tanto en
su trabajo con los pacientes que aún están hospitalizados, como al
proporcionar una rápida revisión y los contactos que son tan conve-
nientes inmediatamente después de que el paciente sale del hospital.

"Nuestro personal médico considera que el trabajo de A.A. es


uno de los pilares más important es de nuestro programa terapéuti-
co para el paciente alcohólico.

"Apreciamos mucho la relación y cooperación que ha sido po-


sible en nuestra lucha conjunta por hacer una contribución valiosa
al tratamiento y rehabilitación del alcohólico".

Superintendente, hospital estatal.

-27-
"La Unidad de A .A. Un Exito Sobresaliente".

" La unidad de A. A. que tenemos opera conjuntamente con


el programa de rehabilitación que estamos practicando, y tiene un
éxito tan sobresaliente que ha recibido el reconocimiento nacional .

Superintendente, sanatorio.

"Puente entre el Tratamiento del Interno y su


Regreso a la Comunidad" .

". . . Durante un tiempo que llega ahora a los dos años, hemos
tenido una reunión semanal del grupo de Alcohólicos Anónimos
dentro del hospital, y ciertamente hemos encontrado que éstas han
sido sumamente útiles en el tratamiento de los pacientes admitidos
por causa de esta enfermedad .

"Conforme empiezan a aceptar su asociación con el grupo, se


les insta después a asistir a algunas de las reuniones locales en la
ciudad, y cuando salen del hospital hay un puente entre el trata-
miento del interno y su regreso a la comunidad por medio de sus
contactos anteriores. Si de casualidad regvesan a otra comunidad,
también se les insta a que ingresen a un grupo local de ese lugar, y
hasta la fecha hemos encontrado que esta asociación ha beneficiado
considerablemente tanto al hospital como a sus pacientes" .

Superintendente, hospital provincial.

-28-
DOCE TRADICIONES
DE ALCOHOLICOS ANONIMOS
l. Nuestro bienestar común d,e bc tener la preferencia; el restable-
cimiento personal depende de la unidad de A. A .
2. Para el propósito de nuestro grupo solo existe una autoridad
fundamental: un Dios bondadoso que se manifiesta en la con-
ciencia de nuestro grupo. Nuestros líderes no son más que fie-
les servidores; no gobiernan .
3. El único requisito para ser miembro de A.A. es el querer dejar
de beber.
4. Todo grupo debe ser autónomo, excepto en asuntos que afecten
otros grupos o a A.A., considerada como un todo.
5. Cada grupo tiene un solo objetivo: llevarle el mensaje al alco-
hólico que aún está sufriendo.
I}. Un grupo de A. A. nunca debe respaldar, financiar o prestar el
nombre de A.A. a ninguna entidad allegada o empresa ajena
para evitar que problemas de dinero, propiedad y prestigio nos
desvíen de nuestro objetivo primordial.
7. Todo grupo de A. A. debe mantenerse a sí mismo, negándose a
recibir contribuciones de afuera.
8. A.A. nunca tendrá carácter profesional, pero nuestros centros
de servicios pueden emplear trabajadores especiales.
9. A. A . como tal, nunca debe ser organizada; pero podemos crear
juntas de servicios o comités que sean directamente responsables
ante aquellos a quienes sirven.
10. A.A. no tiene opinión acerca de asuntos ajenos a sus activida-
des; por consiguiente su nombre nunca debe mezclarse en polé-
micas públicas.
11 . Nuestra política de relaciones públicas se basa más bien en la
atracción que en la promoción; debemos mantener siempre
nuestro anonimato personal ante la prensa, la radio, la televi-
sión y el cine.
12. El anonimato es la base espiritual de nuestras Tradiciones re-
cordándonos siempre que debemos anteponer los principios a las
personas.

- 29 -
PUBLICACIONES · DE A .A.
Aprobadas por la Conferencia

LIBRÓ ALCOHOLICOS ANONIMOS


EL SENDERO DE VIDA (Libro)
A.A. LLEGA A SU MAYOR EDAD (Libro)
COMO COMIENZA A. A. COMO CRECE
44 PREGUNTAS Y RESPUESTAS
ESTO ES A.A.
ES A.A. PARA USTED?
COPIA DEL ARTICULO PUBLICADO EN EL
SATURDA.Y EVENING POST (Primeros días de A . A.)
EL MARIDO ALCOHOLICO
CARTA A UNA MUJER ALCOHOLICA
ALCOHOLICOS ANONIMOS EN LA COMUNIDAD
LA AGRUPACION
A.A. Y LA PROFESION MEDICA
A.A. EN LOS HOSPITALES
EL EMPLEADO ALCOHOLICO
LOS DOCE PASOS
LAS DOCE TRADICIONES
TRES CHARLAS A SOCIEDADES MEDICAS
LO QUE LE SUCEDIO A JOSE (a todo color)
SEDANTES, ESTIMULANTES Y EL ALCOHOLICO
BOLETIN MENSUAL DE A .A.
LO MEJOR DE BILL
(Fe, Temor, Sinceridad, Humildad y Amor).
EL GRUPO DE A.A.
PREGUNTAS Y RESPUESTAS SOBRE PATROCINIO
LA TRADICION DE A.A. COMO SE DESARROLLO
A.A. EL MENSAJE (Revista ilustrada)
UN MINISTRO RELIGIOSO PREGUNTA
ACERCA DE ALCOHOLICOS ANONIMOS
A. A. EN PRISIONES
LAS DOCE TRADICIONES ILUSTRADAS
COOPERACION SI, AFILIACION NO
HABLANDO EN REUNIONES DE NO ALCOHOLICOS

OFICINA DE SERVICIOS GENERALES


Apartado Aéreo N9 3070 - Medellín - Colombia

-30-
YO SOY RESPONSABLE.
Cuando cualquiera dondequiera,
extienda su mano pidiendo ayuda,
quiero que la mano de A.A. esté siempre allí
y por esto .. .
YO SOY RESPONSABLE.

Este sello aparece en Literatura


aprobada por la Conferencia.
~ - ---------------
~ OMO COMIENZA
A. A.
COMO CRECE
COMO COMIENZA A. A. - COMO CRECE

Impreso y distribuído por: Oficina de Distribución de Litera-


tura de A. A . para Colombia y América del Sur
Comité de Literatura

Con la autorización de A. A . World Services, Inc., Box 459;


Grand Central Station, New York, New York 10017

OFICINA DE SERVICIOS GENERALES DE A. A.

Teléfono: 45 43 09 - Ap. Aéreo 30 70


Medellín - Colombia
COMO COMIENZA A.A.

COMO CRECE

"AI.cohólicos Anónimos es una comunidad de hombres y mujeres


que comparten su mutua experiencia, fortaleza y esperanza para re-
solver su proble,ma común y ayudar a otros a recuperarse del alcoho-
lismo.
El único requisito para ser miembro de A. A. es el deseo de de-
jar la bebida. Para ser miembro de A . A . •DO se pagan honorarios ni
cuotas; nos mantenemos con nuestras propias contribuciones. A. A.
no está afiliada a ninguna secta religiosa, partido político, organiza-
ción o institución alguna; no desea intervenir en controversias, no res-
palda ni se opone a ninguna causa. Nuestro objetivo primordial es
mantenemos sobrios y ayudar a otros alcohólicos a alcanzar el esta-
do de sobriedad".

lNTRODUCCION

Cada uno de nosotros en A . A. le debe su sobriedad ar interés y


al esfuerzo de otra persona. Alguien nos trajo el mensaje de A.A.
Aunque hubiéramos encontrado a A . A. por nqestra cuenta, solamen-
te nos fue posible solucionar nuestro problema de la bebida porque
había un número de teléfono al que pudimos llamar, una dirección a
ra que pudimos escribir, o un grupo en cuyas reuniones fuimos bien-
venidos. La nuestra es una sociedad en la que todos los miembros
son verdaderamente hermanos, cada uno con una deuda de gratitud
para el otro.

NUESTROS PRIMEROS MIEMBROS

Nuestros primeros miembros en Alcohólicos Anónimos fueron dos


hombres llamados Bill W. y el Dr. Bob S., cuyo encuentro, en Akron,
Ohio, en 1935, llevó a la for.mación de ra Sociedad tal como la cono-
cemo11 hoy día.
Bill había sido un próspero corredor de bolsa en Nueva York,
deshauciado como un borracho "incurable". En el otoño de 1934,
mientras estuvo hospitalizado, pasó por una experiencia que pareció
librarlo de su apremio por la bebida. Habló a otros alcohólicos, tra-
tando de ayudarlos, pero ninguno dejó de beber.
A la primavera siguiente, en un viaje de negocios a Akron, Ohio,
Bill de nuevo sintió la necesidad de conversar con otro alcohólico para
así poder mantenerse alejado de la bebida. Fue presentado ar Dr. Bob,
un cirujano prominente cuyo ejercicio de la profesión se había afee-
- 3-
lado seriamente con la bebida y quien había buscado muchas maneras
de solucionar su problema. La historia de Bill dejó una honda e in-
mediata impresión en el Dr. Bob, el cual se mantuvo sobrio hasta su
muerte acaecida en 1950.

Desde un principio ambos reconocieron que para mantener .su


propia sobriedad, debía trabajar con otros bebedores problema . Co-
menzaron a trabajar con algún éxito con otros afcohólicos en Akron,
antes de que Bill regresara a Nueva York ese otoño. Durante el año
siguiente, unos pocos pu.sieron atención a su historia en esa ciudad.

Pronto se reconoció la importancia de usar muchas vías para "lle-


var el mensaje" de sus propias recuperaciones a otros hombres y mu-
jeres con problemas en la bebida. En 1938, cuando sólo había unos
60 alcohólicos recuper;1dos en Akron, Cfeveland y Nueva York, se
formó una agencia de servicio no oficial y sin utilidades bajo las le-
yes del Estado de Nueva York . Más tarde ésta se convirtió en la
"Junta de Servicios Generales de Alcohólicos Anónimos", en la que
se ha depositado la responsabil'idad para la continuidad e integridad
de los servicios de A . A. a los alcohólicos del mundo entero .

En 1939, siguió la publicación del libro "Alcohólicos, Anónimos"


del que fa Asociación tomó su nombre . La primera edición fue im-
presa más de una docena de veces; en 1955 se publicó una nueva y
revisada edición del texto.

NUESTROS TRES LEGADOS


Recuperación - Unidad - Servicio

Nuestros primeros miembros dejaron tres "Legados" a los miem-


bros que los habían seguido a ro largo del sendero de recuperación
del alcoholismo. Estos Legados sintetizan la experiencia combinada de
toda A . A .

El Primer Legado está expresado en "Los Doce Pasos" sugeridos


para la recuperación persónal.

El Segundo Legado ha sido definido en "Las Doce Tradiciones"


para la supervivencia de los grupos.

El Tercer Legado es la estructura para asegurar la continuidad


de los servicios de A. A. . a los alcohólicos del mundo entero.

Recuperación, Unidad, Servicio. lfstas son las palabras claves que


describen la dádiva que cada miembro ha recibido de los primeros
A. As.
-4-
NUESTRO PRIMER LEGADO - Recuperación

Los Doce Pasos sugeridos por el Primer Legado son las entrañas
del programa de A. A.:

l. Admitimos que éramos impotentes ante el alcohol, que nuestras


vidas se habían vuelto ingobernables.
2. Llegamos al convencimiento de que sólo un Poder Superior a
nosotros mismos podría devolvernos el sano juicio .
3. Decidimos poner nuestra voluntad y nuestras vidas al cuidado de
Dios, tal como nosotros lo concebimos.
4. Sin ningún temor hicimos un inventario moral de nosotros mis-
mos.
5. Admitimos ante Dios, ante nosotros mismos y ante otro ser hu-
mano la naturaleza exacta de nuestras faltas.
6. Estuvimos dispuestos a dejar que Dios eliminase todos estos de-
fectos de carácter .
7. Humildemente Le pedimos a El que nos librase de nuestros de-
fectos.
8. Hicimos una lista de todas aquellas personas .t quienes habíamos
ofendido y estuvimos dispuestos a reparar el daño que les cau-
samos.
9. Reparamos directamente a cuantos nos fue posible el daño que
les habíamos causado, salvo en aquellos casos en que el hacerlo
perjudicaría a ellos mismos o a otros.
JO . Continuamos haciendo nuestro inventario personal y cuando nos
equivocábamos ro admitíamos inmediatamente.
11 . Buscamos a través de la oración y la meditación mejorar nuestro
contacto consciente con Dios tal como lo concebimos, pidiéndole
solamente que nos dejase conocer Su Voluntad para con nosotros
y nos diese la fortaleza para aceptarla.
12. Habiendo experimentado un despertar espiritual como resultado
de estos pasos, tratamos de llevar este mensaje a los alcohólicos y
de practicar estos principios en todos nuestros actos .

Estos pasos reflejan la experiencia práctica y la percepción espi-


ritual acumulada durante muchos años por hombres precavidos. Su
importancia para nosot¡:os descansa en el hecho de que han dado re-
sultados . Nos permiten, como a los miles que comparten nuestro pro-
brema, llevar una vida útil y feliz. Se nos ofrecieron gratuitamente.

-5-
El programa de A. A . descrito en el texto básico, "Alcohólicos
Anónimos", es esencialmente un programa sencillo. Los Doce Pasos
son sencillos, raramente muy düíciles para el hombre o mujer que
honradamente desea dejar la bebida.

NUESTRO SEGUNDO LEGADO - Unidad.

Las Doce Tradiciones. La mayoría de nosotros fuimos introduci-


dos a A.A. en un grupo locar. Ahí nos encontramos con otros que
compartieron nuestros problemas y estuvieron ansio¡os de ayudarnos.
Muchos de nosotros llegamos a ser miembros activos del grupo, y
quizás también activos en asuntos que implicaban a varios grupos.
En realidad, llegamos a depender del grupo y de los .amigos que ha-
biamoli hecho en él para mantener nuestra sobriedad.

Los primeros días de A. A. proporcionaron una gran experien-


cia para el funcionamiento de ros grupos locales. Se forjaron ciertos
principios de orientación de aquellos grupos que habían aumentado
en vitalidad y en servicio. Como diez años después de la iniciación
de A. A., estos principios se hicieron tan claros que podían ser pre-
sentados a la Asociación en forma de una declaración de las Tradi-
ciones de A.A. En 1950, en la primera reunión internacional de la
Asociación en Cleverand, Ohio, los Doce Puntos de las Tradiciones de
A.A. se adoptaron unánimemente.

1. Nuestro bienestar común debe tener la preferencia; el restable-


cimiento personal depende de la unidad de A. A .
2. Para el propósito de nuestro grupo sólo existe una autoridad fun-
damental: un Dios bondadoso que se manifiesta en la con~iencia
de nuestro grupo. Nuestros líderes no son más que fieles servi-
dores; no gobiernan.
3. El único requisito para ser miembro de A. A., es er querer dejar
de beber.
4. Cada grupo debe ser autóno,mo, excepto en asuntos que afec-
ten a otros grupos o a los A. A., considerados como un todo.
5. Cada grupo tiene un solo objetivo: llevarle el mensaje al alco-
hólico que aún está sufriendo.
6. Un grupo de A.A. nunca debe respaldar, financiar o prestar el
nombre de A.A. a ninguna entidad atregada o empresa ajena pa-
ra evitar que problemas. de dinero, propiedad y prestigio nos des-
víen de nuestro objetivo primordial.

-6-
7. To.do grupo de A. A. debe mantenerse a sí mismo, negándose a
recibir contribuciones de afuera.
8. A. A. nunca tendrá carácter profesional, pero nuestros, centros de
servicios pueden emplear trabajadores especiales.
9. A. A. como tal, nunca debe ser organizada; pero podemos crear
juntas de servicios o comités que sean directamente responsables
ante aquellos a quienes sirven.

10. A. A. no tiene opinión acerca de asuntos ajenos a sus activida-


des; por consiguiente su nombre nunca debe mezclarse en polé-
micas públicas.
11. Nuestra política de relaciones públicas se basa más bien en la
atracción que en la promoción; debemos mantener siempre nues-
tro anonimato personal ante la prensa, la radio, la televisión y
el cine.
12. El anonimato es la base espiritual de todas nuestras Tradiciones
recordándonos siempre que debemos anteponer ros principios a
las personas.
Aunque ras Tradiciones no son obligatorias para ningún grupo,
representan, eso sí, el resultado de conocimientos ganados con difi-
cultad. Es muy importante para nosotros el ver que la marcha del
grupo lleve a la supervivencia y al servicio continuo. Las Doce Tra-
diciones son la orientación de valor que nos puede evitar muchos pro-
blemas permitiendo a los grupos trabajar juntos en Unidad y Armonía.

NUESTRO TERCER LEGADO - Servicio

Nuestro Duodécimo Paso --de llevar el mensaje- es el servicio


básico de la Asociación de A. A.; ·es nuestra ayuda principal y la ra-
zón de nuestra existencia. Es por eso, por lo que A. A. más que un
conjunto de principios, es una sociedad de alcohólicos en acción .
De ahí que, un servicio de A . A . es todo ro que nos ayuda a
llegar a un semejante que está sufriendo - extendiéndose desde el mis.-
roo Duodécimo Paso hasta una llamada telefónica, una taza de café
y a la Oficina de Servicios Generales para lo que se refiere a activi-
dades nacionales e internacionales . El resultado de todos estos servi-
cios es nuestro Tercer Legado.
Los servicios incTuyen lugares de reunión, cooperación con los
hospitales y oficinas o comités intergrupales. Significan folletos, li-
bros y una buena publicidad de todo lo posible. Requieren Comités
y Conferencias . Y, lo que no se debe olvidar, estos servicios nece-
sitan nuestra contribución de dinero voluntaria.

-7
EL GRUPO LOCAL

Comenzando un nuevo grupo. Tradicionalmente, dos o más alco-


hóricos que se reunan para mantenerse sobrios pueden considerarse
como un grupo de A. A. siempre que, como grupo, se mantengan a
sí mismos y no tengan afiliación exterior.

Los hombres y .mujeres que han encontrado la sobriedad por me-


dio del programa de A. A, desearán reunir a otros alcohólicos y tra-
bajar con ellos como un Grupo para compartir la experiencia, forta-
leza y esperanza, y así solucionar el problema común de la bebida.

Las experiencia~ pasadas de mires de Grupos de A . A. ---comen-


zando con el "Grupo" formado por Bill y el Dr. Bob en Akron en
1935- nos han suministrado un conjunto de principios que son ayu-
da para darle un buen comienzo a los nuevos Grupos .

"NO TENGA' MIEDO"

Sólo podemos fortalecer nuestra propia sobriedad si continuamos


llevando el mensaje de A. A . a otros alcohólicos que necesitan y de-
sean ayuda. Mientras más grupos haya en más rugares, tanto más
podemos ayudar a otros y a nosotros mismos . Comenzar un nuevo
grupo, donde se necesite, puede marcar una diferencia entre la vida
y la muerte para un alcohólico.

El propósito primordial de un Grupo de los A . A . es llevar A. A.


a los alcohólicos. Así que para que el grupo sea un éxito, debe "De-
var el mensaje" a los alcohólicos de la localidad. Sin embargo, hay
personas que están familiarizadas con la "situación afcohólica" . Ellos
saben quién puede necesitar de A. A. y quiénes están deseando co-
nocer su programa. Estas personas son generalmente aliados de ayu-
da para poner un Grupo de A. A. en marcha . Esto incluye a los
médicos, trabajadores sociales, hombres del clero, policías y funcio-
narios de hospitales.

Generalmente es conveniente, también, hablar con er editor del


periódico y con los directores de la emisora y estación de televisión
local. Al comienzo de la entrevista con estas personas claves se pue-
de enfatizar el principio de anonimato de Alcohólicos Anónimos .

Esta tradición de anonimato personar al nivel del público es nues-


tro seguro ante el mundo de que ninguno de nosotros usará el nom-
bre de A . A. en provecho propio, para su prestigio o poder - y para

- 8-
el recién llegado es la certeza de que su identidad no será revelada,
Sin embargo, entre nosotros mismos pronlo perdemos el temor al es-
tigma - y al aplicar el Paso Noveno la mayoría da a conocer su re-
cuperaci6n a sus amigos y asociados.
A. A. nunca busca la publicidad para glorificar el programa, los
Grupos, o sus miembros. Sin embargo, si nuestra comunidad tiene
una buena idea acerca de A. A. y comprende cómo funciona, nues-
tro grupo puede atraer a muchos que necesitan -y desean- ayuda
para su problema de la bebida. Así que, una buena información pú-
blica * es importante para nuestro grupo y para nosotros cwno indi-
viduos. Por lo tanto, se puede dar información acerca de la disponi-
bilidad de A. A. en pequeños avisos pagados en el peródico local
-en la guía telefónica- y usando Reuniones Públicas ocasionalmen-
te.••
El sostenimiento de un nuevo grupo por grupos más antiguos de
áreas cercanas puede ser de gran ayuda . Muchos grupos nuevos se
esfuerzan particularmente en alentar visitas de otros grupos.
Oficialmente los Grupos nuevos tienen sus problemas. La así~
tencia a las reuniones decae. Se producen diferencias personales. Las
finanzas pueden ser un probfema. La mayoría de los Grupos sobre-
vive cuando vuelven a dedicar sus esfuerzos solamente al propósito
primordial del Grnpo A. A. el cual es, llevar el mensaje.

COMO TRABAJAN LOS GRUPOS

La Novena Tradición, basada en la experiencia de los Grupos a


través de todo el mundo y bajo toda erase de condiciones, nos re-
cuerda:
"A. A. como tal, nunca debe ser organizada; pero podemos
crear juntas de servicios o comités que sean directamente responsa-
bles ante aquellos a quienes sirven.
Esto explica cómo los Grupos de A. A. hacen las cosas sin recu-
rrir a elaborada organización. Explica cómo:

a) se paga el arriendo de los lugares de reunión.


b) se atienden fas llamadas de alcohólicos enfermos.
c) se obtienen oradores para las reuniones públicas.
d) se compra literatura.

• Existe material dl.eponlble de Información pública en Eapafiol, Fr1mcé■ e 111116■•


•• Ver pi\glna de Reunlonee públlcaa.

-9-
e) Se sirven refrescos .
f ) se presupuestan las finanzas .
g) se mantiene el contacto entre los grupos con los comités centrales
de servicio y con la Oficina de Servicios Generales .
Se necesitan personas para poder efectuar estas tareas. En A .A.
son ros "Servidores" de confianza del Grupo los que efectúan e~tos
trabajos, no los "gobernantes". Se eligen por simple mayorfa en reu-
niones sobre estos asuntos.
Los Grupos de A. A. individuales tienen muchas maneras de
manejar sus asuntos con un mínimum de organización . Por ejemplo,
un grupo típico puede tener los siguientes servidores de confianza:
Presidente del Grupo.
Tesorero.
Secretario.
Presidente de Programas.
Presidente del Comité de Refrescos.
Representante Intergrupal o del Comité Central (en áreas donde
aquellas oficinas de servicio existen) .

EL COMITE ORGANIZADOR

Así como se va desarrollando el Grupo, va surgiendo cierto nú-


mero de "preguntas reglamentarias", algunas de poca y otras de mu-
cha importancia.
El Comité Directivo o Consejo del Grupo es el medio para ma-
nejar tares problemas inevitables. No representa el gobierno del Gru-
po; ningún individuo o comité puede hacer eso.
El Comité Directivo o Consejo del Grupo sirve al mismo prove-
yendo con una conveniente y experimentada comisión del Grupo pa-
ra manejar los problemas diarios.
El servicio en el Comité Directivo o Consejo del Grupo --como
en todas las demás tareas- e¡¡ a base de un sistema "periódico" y ro-
tativo .
Muchos Grupos agregan Secretario, Tesorero y un Presidente de
programas automáticam~nte al Comité Directivo o Consejo del Gru-
po. Y en Grupos pequeños los funcionarios pueden abarcar comple-
~amente al Comité Directivo o Consejo del Grupo. El Presidente del
Grupo sirve como coordinador general de estas actividades.

- 10 -
EL SECRETARIO DEL GRUPO

El Secretario del Grupo es el vínculo principal entre et Grupo,


otros Grupos y las oficinas de servicio. ·
Los siguientes son trabajos típicos del Secretario del Grupo:
1. En relación con las reuniones del Grupo:
a) Ver que se disponga de un surtido suficiente de literatura .
b) Hacer anuncios especiales de interés para ef Grupo relaciona-
dos con futuras reuniones y con reuniones de Grupos cercanos.
2. En relación con el Trabajo del Duodécimo Paso:
a) Mantener una lista al día de los miembros de[ Grupo qus es-
tén disponibles para trabajos del Duodécimo Paso.
b) Servir como centro de información para consultas acerca de
A. A. y organizar llamadas del Duodécimo Paso.
3. En general:
a) Mantener tanta correspondencia como sea necesaria con otros
grupos .
b) Mantener un archivo de los aniversarios de A. A. para dai;les
el uso que er Grupo desee .
c) Ayudar al tesorero a contar la colecta de cada reunión y re-
tener un duplicado de la cantidad recogida.

APADRINAMIENTO DEL RECIEN LLEGADO

Cuando el "recién llegado" llega a A. A., se siente general-


mente solitario, nervioso y poco seguro de sí mismo. El necesi-
ta amistad, ayuda y orientación en su nuevo ambiente de A. A.
Er "apadrinamiento" llega a serle muy importante. Al recién
llegado le agrada sentir que por lo menos hay un miembro "más
antiguo" a quien volverse en busca de ayuda y tranquilidad en
A. A. En la misma forma, cada miembro más antiguo siente
una responsabilidad especial por alguien que se ha unido al
Grupo después que él. El trata de hacer que e[ recién llegado
se sienta en el Grupo "como en su casa"; él interpreta, basándo-
se en su experiencia personal, los elementos del programa de
recuperación. El se esmera en presentar al recién llegado a los
otros miembros del Grupo. El período de su sobriedad no es un
factor vitar. Los padrinos a veces tienen unas pocas semanas
más de sobriedad que el "recién llegado".

- 11 -
LAS FINANZAS DEL GRUPO
El Tesorero del Grupo

El Tesorero A. A. es el recaudador, custodio y pagador de dine-


ros recibidos cuando "se pasa el sombrero" en las reuniones del
Grupo .
Ciertos Grupos han ndoptado la regla de tener más de una per-
sona para contar y hacer el apunte de la colecta.
En la mayoría de los casos, Ta segunda persona es el Secretario
del Grupo. Donde hay reuniones numerosas, se pueden unir tres o
más personas para contabilizar las entradas.
El Tesorero mantiene un registro completo de todas las entrada&
y gastos.
A intervalos regulares, presenta al Grupo un informe financiero.
Generalmente se prefieren cuentas de Banco separadas para el Gru-
po. Y se requieren dos firmas en ros cheques de éste.
Manteniéndose dentro de la Séptima Tradición, la fuente de las
entradas para el Grupo son sus propios miembros.
Si se acepta ayuda de extraños debe ser solamente a base de
"préstamo".

LA POUT ICA F INANCIERA DEL GRUPO

En general, la mayoría de los Grupos prefieren no acumular fon-


dos fuera de sus necesidades corrientes, a excepción de una pequeña
reserva. Muchos grupos hacen un presupuesto de sus gastos, apuntan-
do con meses de anticipación los compromisos que deseen y sean ca-
paces de emprender.
Un detalle de gastos típicos en los negocios financieros deT gru-
po incluye:
1. Renta, luz y calor para el lugar de reuniones e intergrupos.
2. Contribuciones para mantener Oficinas de Servicios donde las ha-
ya - y contribuciones para las Oficinas de Servicios Generales
cuando el grupo esté bien organizado.
3. Refrescos para las reuniones.
4. Equipo, como tazas de café, fetreros de A. A. , etc.
5. Literatura, incluyendo libros y listas de reuniones.
6. Reserva para servicios locales adicionales impresos, etc.
7. Misceláneas, incluyendo publicidad, listas de teléfono, etc.

-12-
Rotación de Servicios

"Rotación" es uno de los principios importantes en la es-


tructura y funcionamiento de un grupo local (y,_ realmente, en
todo A. A . ). Sencillamente significa que A. A. se aparta de
la idea de que cualquier individuo, no importa lo competente que
sea, sirva un período demasiado largo como funcionario de un
grupo o como miembro de un comité de servicio. En A. A . es
ef programa, no las personalidades, lo que vale. Un período de
tiempo determinado se fija generalmente para la mayoría de los
puestos de servicio.

REUNIONES DEL GRUPO

Una reunión en A. A. es la forma práctica mediante la cual casi


todos los A. A . han sido introducidos al programa de A. A.; han en-
contrado nuevos y provechosos amigos y han siclo a su vez, capaces de
demostrar a otros recién llegados cómo mantenerse sobrios.
Mientras que en los distintos lugares del mundo existen peque-
ñas variaciones en Ta forma de planear una reunión, hay dos tipos
básicos: reuniones '·' cerradas" solamente para alcohólicos y reuniones
"abiertas" para alcohólicos, sus familiares y amigos que se interesen .
Una típica reunión ·'abierta" (con una duración de más o menos
hora y media) puede seguir la siguiente norma:
1. Observaciones de apertura por el coordinador de la tarde. Algu-
nos coordinadores usan la definición de A. A, que aparece al co-
mienzo de este folfeto. Otros citan párrafos del Capítulo V de
"Alcohólicos Anónimos". Se hace un esfuerzo especial para ayu-
dar a los recién llegados a sentirse como en su casa .
2. Un A. A . cuenta su historia y puede dar su interpretación del
programa de A. A.
3. Se hacen anuncios de interés para el grupo, y se le recuerda a
las visitas la importancia def anonimato en A. A. y de nuestra
Tradición de sostenernos a nosotros mismos. Se pasa la colecta .
4. Otro A . A . narra su historia .

- 13
5. El coordinador hace un breve resumen de la reunión y concluye
invitando a todoS' a unirse en el rezo del Padre Nuestro. En algu-
¡unos lugares se prefiere concluír con la Oración de Ta Serenidad.

Una reunión "cerrada", para alcohólicos solamente, está princi-


palmente destinada para darle a cada A.A. la oportunidad de expre-
sarse, hacer preguntas, y recibir respuestas e ideas de otros miembros.
Aun cuando estas reuniones tiendan a ser menos "formales" que Tas
reuniones abiertas, se puede también programar bajo las siguientes
normas:

"Reuniones de Debates": El Presidente escoge un tema y asume la


responsabilidad de estimular la discusión entre los miembros. (Te-
ma típico: "Cómo manejar los Resentimientos", "Se pueden preve-
nir las recaídas", etc.). O los . miembros presentan preguntas ·escri-
tas para su discusión generar.
"Reuni6n de los Pasos": Una discusión semanal de cada uno de los
Doce Pasos .
"Reuni6n de las Tradiciones": Una discusión semanal de cada una de
las Doce Tradiciones .
"Reuniones para recién llegados": Los miembros .m ás antiguos pre-
sentan el programa de A. A. en la forma más sencilla posible y
contestan a Tas preguntas de los recién llegados. Estas reuniones se
hacen generalmente durante la hora que antecede a una reunión
regular.
Una reunión "pública" se diferencia de una típica reunión "abier-
ta" en que el énfasis se pone en dar a conocer a la gente clave del
lugar los hechos acerca del programa de recuperación de A. A .
A una reunión pública se invita a todas las personas cfaves de la
localidad que tengan alguna conexión "profesional" con el alcoholis-
mo. Esto incluye a los sacerdotes, médicos, trabajadores sociales, fun-
cionarios de la policía, funcionarios municipales, representantes de la
prensa, radio y televisión. A todos se les pide que observen el ano-
nimato de los miembros.
Las Reuniones Públicas que normalmente se hacen coincidir con
el aniversario de un Grupo, pueden ser una fuente de valor para for-
talecer las relaciones del Grupo con Ta Comunidad.

Casinos y Clubes

En el estricto sentido de la palabra, no hay tal cosa como un


"Club A. A." o un "Casino A. A.". Hay clubes y casinos maneja-
dos por y para los A. A. que actúan enteramente bajo su propia res-

- 14 -
ponsabilidad. La distinción es importante. Alcohólicos Anónimos
existe como una Asociación solamente para que aquellos que lo bus-
can dispongan de un programa y una forma de vida que ha permitido
a muchos miles vivir sin alcohor. A. A. no es propiamene una orga-
nización social .

lntergrupos u OficinfJS Centrales de Servicio

Las páginas anteriores han descrito nuestra relación con los


miembros de nuestro propio Grupo. También nos han indicado la
responsabilidad del Grupo para la comunidad. Ahora, consideremos
cómo nosotros y nuestros Grupos .podemos relacionarnos con otros
Grupos A.A. cercanos.
Si hemos estado en A . A. por más de varios mese!, tal vez es-
temos interesados en proyectos que sól'o se pueden llevar a cabo
cuando cierto número de grupos unen sus intereses y recursos. En
muchas zonas con bastante población donde hay cierto número de
grupos, esta unión de intereses toma la forma de Intergrupos u Ofi-
cinas Centrales, sirviendo a todos los grupos de la zona y siendo man-
tenido por ellos .
Estas oficinas de servicio, que pueden tener uno o más emplea-
dos pagados y/o un número de voluntarios, tiene generalmente las
siguientes responsabilidades:
l. Mantienen et registro de "Alcohólicos Anónimos" en la guía te-
lefónica local y contestan preguntas telefónica~ o por carta, en-
viándolas luego a los Grupos locales.
2. Sirven como intercambio de información entre los Grupos parti-
cipantes, editando boletines o dando noticias acerca de las acti,.
vidades de ros grupos, sucesos especiales de interés para la zona,
cambios de secretario o de la dirección poLtal de los grupos, etc.
3. Organizan reuniones de "intercambio <le programas" para bene-
ficio de los presidentes de programa .
4. Cooperan con los hospitales para asegurar el tratamiento a los
alcoh6Iicos .
5. Coordinan actividadei entre los grupos para Hevar el mensaje
de A. A.· a los Hospitales y Prisiones.
6. Dirigen el Centro de Jnformación Pública de la localidad .

COMO FUNCIONAN LOS INTERGRUPOS

Cada Grupo elige un representante lntergrupal quien se reune


con todos los demás representantes por fo menos cuatro veces al año.
En estas reuniones el Comité Organizador informa acerca de lBB ac-
tividades intergrupales y pide el consejo y guía de los Grupos a tra-
vés de sus representantes.

-15-
Además de los funcionarios necesarios, Presidente, Tesorero, Se-
cretario, etc., un Comité Directivo o Consejo generalmente incluye un
Presidente del Comité con responsabilidades especiales de servicio ta-
Tes como Información Pública e Institucional.
En la mayoría de las áreas, un grupo local se puede afiliar con
un lntergrupo u Oficina Central sólo con dar u entender su deseo de
ello y nombrando un Representante. La participación financiera es
voluntaria y no es una condición para ser miembro. Cada grupo tie-
ne sófo un voto en lai; reuniones trimestrales de los Intergrupos .

COOPERACION CON OTRAS ENTIDADES

Hoy en día, en muchos países, reconocidas agencias al nivel local,


del estado o provincia, nacional e internacional, le dan una importan-
cia primordial ar problema del alcoholismo. Muchas de estas entida-
des han apoyado el programa de A. A .
La experiencia ha dado a la Asociación de los A. A. un princi-
pio muy sencillo para guiar tanto la participación personal como la
del Grupo en tales programas. El principio ha sido expresado conci-
samente en cuatro pafabras:

"COOPERACION, PERO NO AFILIACION"

Lo que esto quiere decir es que A. A . corno una Asociación nun-


ca se identifica con ningún programa exterior. Hemos descubierto
que podemos servir mejor a los alcohólicos cuando evitarnos ser iden-
tificados o afiliados con empresas fuera de Alcohólicos Anónimos.
A los miembros de los Grupos de A . A. se les permite cooperar
en forma servicial y amigable con otras organizaciones, pero deben
hacer esto como empleados, o e n su caridad de individuos no · como
miembros de A.A.
La cooperación de los A. A. con organizaciones externas está au-
mentando constantemente a travé¡¡ del mundo; pero ningún miembro o
grupo puede hablar presentando a A. A. como parte del programa de
estas agencias.
NUESTROS SERVICIOS MUNDIALES
Los socios invisibles de U. S. A.

La Junta de Servicios Generales de A.A . ubicada en Nueva York,


actúa en cuestiones que pueden afectar el bienestar de A. A . en su
conjunto y es la custodia de nuestros Servicios Mundiales. Esta Jun-
ta es responsable ante la Asociación por medio de fa Conferencia de
Servicios Generales.

- 16 -
La Conferencia de Servicios Generales de Tos Estados Unidos y
Canadá está compuesta de Delegados de todos los Estados y Provin-
cias más todos los directores y personal de la Oficina de Servicios Ge-
nerales . En sus reuniones anuales decide sobre asuntos <Je política y
tiene el derecho de aprobación de los Custodios que forman la Junta
de Servicios Generales. La Conferencia es fa "Voz de A.A."; es el
medio práctico por el cual puede hablar la conciencia_de los Grupos
de A.A.

La Oficina de Servicios Generales de Nueva York maneja las


consultas de alcohólicos y no-alcohólicos, ayuda con tos problemas de
los Grupos, provee servicios a los grupos de prisiones y hospitales, y
servicios especiales a los miembros solitarios. Por el momento es el
centro de servicio mundial y probablemente continuará como tal hasta
que hayan otros centros de servicio suficientes para ayudar a los gru-
pos en todas partes del mundo.

En el año de 1.965, se creó la Oficina de Servicios Generales pa-


ra Colombia, también quedó estructurada la Conferencia y la Corpo-
ración, las que atienden, hasta el presente, las necesidades de los Al-
cohóficos Anónimos de habla hispana.

El A. A . Grapevine

El Grapevine, escrito y editado por miembros de A. A. , es la


única revista internacional de la Asociación. Proporciona noticias y
material explicativo que trata de A .A. en todo el mundo. Por el mo-
mento solamente está disponibTe en inglés.

EN CONCLUSION

Este folleto ha procurado describir los servicios que presta A. A.,


en los muchos aspectos de esta hermandad única. Es la historia de
hermanos unidos en una excitante e inspiradora empresa, ayudando a
sus semejantes a liberarse del alcohol. Es la historia de muchos miem-
bros de A. A. haciendo frente a much~ responsabilidades.

A. A. será &iempre lo que nosotros, como atcohólicos recupera-


dos, hagamos de ella . Es tal vez la única sociedad donde la manera
más segura de retener lo que tenemos es. deseando dárselo a otro. Es
tal vez la única sociedad donde n unca podremos dar tanto como he-
mos recibido .

- 17 -
PUBLICACIONES DE A.A.
Aprobadas por la Conferencia

LIBRO ALCOHOLICOS ANONIMOS


COMO COMIENZA A. A . COMO CRECE
44 PREGUNTAS Y RESPUESTAS
ESTO ES A.A.
ES A.A. PARA USTED?
COPIA DEL ARTICULO PUBLICADO EN EL
SATURDAY EVENING POST (Primeros días de A.A.)
EL MARIDO ALCOHOLICO
CARTA A UNA MUJER ALCOHOLICA
ALCOHOLICOS ANONIMOS EN LA COMUNIDAD
LA AGRUPACION
A.A. Y LA PROFESION MEDICA
EL EMPLEADO ALCOHOLICO
LOS DOCE PASOS
LAS DOCE TRADICIONES
TRES CHARLAS A SOCIEDADES MEDICAS
LO QUE LE SUCEDIO A JOSE (a todo color)
SEDANTES, ESTIMULANTES Y EL ALCOHOLICO
BOLETIN MENSUAL DE A.A.
LO MEJOR DE BILL
(Fe, Temor, Sinceridad, Humildad y Amor).
EL GRUPO DE A.A.
PREGUNTAS Y RESPUESTAS SOBRE PATROCINIO
DOCE TRADICIONES (Como se deaarrollaron)
A.A EN PRISIONES
LAS DOCE TRADICIONES ILUSTRADAS
REVISTA A.A. EL MENSAJE

OFICINA DE SERVICIOS GENERALES


Apartado Aéreo Ne.> 3070
Medellín - Colombia
Este seno aparet.:e en Literatura
aprobada por la Conferencia.

YO SOY RESPONSABLE.
Cuando cualquiera dondequiera,
extienda su mano pidiendo ayuda,
quiero que la mano de A.A. esté siempre alli
y por esto ..
YO SOY RESPONSABLE
ESTO ES INTERGRUPOS
INTERGRUPOS Y LA EXPERIENCIA COMUN

Qué es, Qué hace un INTERGRUPOS


Cómo opera un INTERGRUPOS
ASI ES INTERGRUPOS

. OFICINAS CENTRALES O INTERGRUPDS


Y LA EXPERIENCIA CDMUN
Funciones de un Representante a lntergrupos
En las áreas en donde ha sido establecida una Oficina Central o Inter-
grupo, cada Grupo elige generalmente su Representante y éste se reune
con los Representantes de los demás Grupos, varias veces al año.
Si ésta es su labor, usted representa a su Grupo en tareas que son rea-
lizadas conjuntai;nente con otros Grupos de su comunidad, y trata de man-
tener a su Grupo bien informado respecto a los trabajos que está haciendo
la Oficina Central o Intergrupos.
La experiencia demuestra que una de las maneras en que usted puede
ser más útil es compartiendo con Representantes de otros Grupos.
Con frecuencia se dará usted cuenta de que uno de ellos podrá decirle
cómo solucionó su Grupo, el problema que ahora se le presenta al Grupo
al cual usted pertenece.
Mientras más consciente sea usted, más y mejores medios encontrará
para hacer su parte tal como sucede con todos los "fieles servidores" de
A.A. en quienes se ha depositado confianza.
(Tomado del Folleto EL GRUPO)

Si desea ayuda para resolver algún problema del grupo, lo in-


vitamos a que utilice la experiencia mundial de A.A. para en-
contrat soluciones.

OFICINA CENTRAL O INTERGRUPO


Calle 50 (Colombia) N9 47-28
Ed. Jenaro Gutiérrez Of. 212
Teléfono : 41-89-89
APARTADO AEREO 35-17
Medellín - Colombia
OFICINAS CENTRALES O INTERGRUPOS
Y LA EXPERIENCIA COMUN

Qué es una Oficina Central o Intergrupos


Una oficina central (o lntergrupos) ·e s una oficina de servicio de A.A.
que está compuesta de los diferentes grupos del ánia -justamente como
los grupos están comprendidos por los miembros que la integran. La ofici-
na central se establece para llevar a cabo ciertas funciones comunes a to-
dos los grupos. Funciones que son manejadas mejor por una oficina centra-
lizada- la cual está mantenida, supervisada y costeada por los grupos de
área en pro dél beneficio común. Esta oficina existe con el fin de ayudar
a todos los grupos en la tarea de llevar el mensaje de A.A. al alcohólico
que aún sufre.

Funciones Propias de una Oficina Central o Interg·rupos


La experiencia de A.A. ha demostrado claramente que las oficinas cen- 1
trales son esenciales, particularmente en áreas populosas. En el momento ·
actual hay 180 oficinas centrales funcionando a través de todo el mundo,
desarrollando vitales e indispensables servicios para A.A. No es necesario
mencionar que estas oficinas constituyen una red de servicio para el con-
tacto d e A.A, con el público, por lo que estamos sumamente agradecidos.

Algunas veces, sinembargo, han surgido discusiones acerca de las ofi-


cinas centrales, por cuestiones de dinero, autoridad y otros asuntos por el
estilo, y por esto pierden efectividad al transmitir el mensaje de A.A. No ha
sido aclarado debidamente el por qué han surgido estos problemas algunas
veces, pero usualmente la razón es que las funciones de la oficina central
no han sido debidamente explicadas y comprendidas, o porque no se ha
puesto la suficiente atención a los principios de A.A. o a sus Tradiciones.
Es por esto que se han organizado las siguientes sugerencias en lo que res-
pecta a los servicios básicos que la oficina central puede ofrecer:
1) Solicitudes de información de A.A. Al proporcionar listas de Al-
cohólicos Anónimos al directorio telefónico local la oficina central
recibirá llamadas y solicitud de información de todos aquellos que desean
recibir la ayuda de AA., y entonces la oficina deberá remitirlos al grupo
adecuado con un padrino.

3
2) La Oficina.- La Oficina Central deberá mantener una oficina con-
venientemente localizada en la cual trabajadores voluntarios, y/o
empleados bajo salario estén disponibles para ayudar a los alcohólicos que
así lo soliciten.

3) Intercambios de información. La oficina debe también proporcio-


nar la circulación y el intercambio de información entre todos los
grupos del área. En este caso, la función lógica de la oficina central es pro-
porcionar reuniones de "intercambio de programa", en las cuales los repre-
sentantes de los diferentes grupos se reunirán regularmente a fin de com-
partir con los otros grupos. En algunas áreas pequeñas la oficina puede
mantener una lista en la cual se incluyen los datos de estas reuniones, dón-
de y cuándo se reunen, nombre de los grupos que participan y hablan, etc.
En esta forma los miembros estarán informados de las actividades de su
grupo,

4) Relaciones públicas locales. La Oficina Central es el contacto ideal


para todos aquellos · de la comunidad que deseen obtener informa-
información acerca de A.A. y del alcoholismo. Es por esto que las labores
de relaciones públicas son atendidas mejor por la Oficina Central. Esto
incluye varios detalles:

a) Hacer los necesarios arreglos para los oradores de A.A. que sean soli-
tados por grupos o entidades no-alcohólicas. (Un folleto, "hablando en
reuniones de no-alcohólicos", está disponible en la G. S. O. Es una infor-
mación recopilada para oradores de acuerdo con la experiencia de A.A.)

b) Mantener un apartado postal de manera que las solicitudes de infor-


mación de A.A. puedan ser manejadas discretamente-principalmente
para mantener el anonimato de los miembros.

c) Asistir a la prensa y otros medios de información pública en el desa-


rrollo de los artículos y publicidad en general acerca de A.A. siempre
teniendo en cuenta el principio de "atracción mejor que promoción". La
G, S. O. tiene disponibles dos. grupos de folletos de publicidad los cuales
pueden ser utilizados por las oficinas centrales y por aquellos que se ocu-
pan de esta tarea. Uno de estos grupos de folletos provee artículos de A.A,
aceptables para publicar en periódicos locales, mientras que los otl'os fo-
lletos ofrecen un "patrón" para radio y T. V. como información para es-
taciones locales.
d) Cooperar con otras entidades de la comunidad que tengan trato con los
alcohólicos. Dicha asistencia debe ser ofrecida generosamente, desde
luego, pero siempre teniendo en cuenta las 12 Tradiciones, y siempre man-
teniéndose libre de afiliación con otras instituciones, (un folleto especial,
aprobado por la conferencia llamado "Cooperación Si, Afiliación Nó", pue-
de ser obtenido a través de la G. S . O.).

4
Un medio de desempeñar esta función consiste en asignarle esta res-
ponsabilidad de contactos para publicidad a un comité de información pú-
blica. Un grupo de folletos sobre este asunto está disponible en la G.S.0.
Nosotros tenemos registrados a todos los comités de información pública y
se les envía material referente a este tema.
5) A.A. en instituciones. La Oficina Central puede mantener contac-
' to con grupos locales en prisiones y hospitales ofreciendo literatu-
ra, apadrinamiento, y también preparando reuniones en instituciones don-
de se envíen oradores de A.A. Para este· propósito -puede haber un comité
institucional.
6) Listas de Reuniones. Con alguna regularidad, la Oficina ~entral
puede publicar y distribuír listas al día de las reuniones que gru.
pos celebran en el área, así como otras informaciones referentes a servicios
locales de A.A.

7) Eventos locales de A.A. Una oficina central de A.A. es lógico pun-


to de partida donde se plantean los detalles de una cena anual de
A.A., una merienda o pic-nic, o una convención si los grupos participantes
lo desean.
8) Boletín de A.A. La preparación y publicación de un boletín que se
distribuya periódicamente entre los grupos de A.A. es casi siem-
p re una de las funciones de la Oficina Central. El boletín puede incluír
in:/'ormación acerca de la hora de las reuniones, apertura de nuevos grupos,
y otras noticias de interés local a los A.A. del área.

Un Buen Comienzo
Al igual que muchos otros proyectos en A.A., las oficinas centrales
pueden a veces fallar, cuando son empezadas impulsivamente y estableci-
das con excesiva prisa. Las tristes experiencias ocurridas en algunos casos
anteriores han sentado el precedente de que algunas preguntas deberán ser
formuladas antes de que la Oficina Central sea abierta.
Una pregunta, por ejemplo, concierne a la necesidad actual de tener
una Oficina Central en el área. Se tiene el suficiente número de grupos co-
mo para justificar la apertura de una Oficina Central? -Son estos grupos
capaces de costear o contribuír a los gastos de la Oficina?- Han sido con-
sultados estos grupos a fin de saber si están de acuerdo en que dicha ofi-
cina contribuirá a servir sus necesidades? Contribuirán estos grupos econó-
micamente, y cooperarán con las metas y propósitos de la oficina?
Otras preguntas que deberán hacerse conciernen a la localización de
la Oficina Central y al personal que se necesitará para atender la misma.
Algunas veces, en este período inicial resulta tentador acceder a los ofre-
.cimientos hechos . por entidades gubernamentales o privadas de proporcio-
nar un local módico o gratis. Muchas veces se considera que ayudaría a los

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gastos iniciales, pero debe considerarse que si el aceptar este ofrecimien-
to indica que esta oficina pueda perder su absoluta independencia, o apa-
recer a la vista del público como si estuviera vinculada a otras entidades,
entonces es preferible no aprovechar esta ventaja.
Si los r ecursos lo permiten, una localización accesible y céntrica para
la oficina es preferible. En cuanto el espacio de la oficina, se recomienda
tener en cuenta que en un futuro es probable que la oficina necesite agran-
darse, y por consiguiente se necesitarán más habitaciones. Es por esto que
se debe tener en cuenta a la hora de alquilar un local, que en éste existan
habitaciones adicionales por si más adelante se decide tomarlas. Debe te-
nerse en cuenta el espacio que hace falta para el trabajo de mimeógrafo
y envíos por correo, el espacio necesario para celebrar las reuniones de
los miembros de comités, y espacio para atender a los recién llegados.

Comenzando el Trabajo
Una vez que estas cuestiones preliminares han sido atendidas propia-
mente, ya puede comenzarse el trabajo formal de organización. A conti-
nuación se sugiere un plan que ha dado resultado en muchas áreas.
Se le pedirá a cada grupo en el área que envíe un delegado y un de-
legado alterno a una reunión especial para formar un comité de la Ofici-
na Central. En áreas sumamente populosas se hace nec_esario a veces di-
vidir los grupos en zonas, con un solo delegado por cada zona que servi-
rá a ·varios gr-upos. Una vez formado, el comité asume la responsabilidad
del proyecto y presenta sus metas y propósitos a los grupos participantes
para su aprobación. Estos puntos son importantes:

1.-Registrar todos. los grupos d.el área que dese en participar.


2.-Recordar que el aporte financiero es voluntario, y ·no una condición o
requisito para ser miembro (De acuerdo con las tradiciones de A.A.
en otros niveles).
3.-Una explicación clara y precisa sobre el tópico de mantenimiento. Es-
to es, que los gastos de servicios de la oficina deberán de ser financia-
dos por aquellos grupos a los cuales sirve. Cada grupo deberá designar un
delegado y un delegado alterno para que sirvan como contacto o repre-
sentante del grupo en la Oficina Central por un determinado período de
tiempo,
4.-Hacer un sumai·io de las funciones de la Oficina Central y una explica-
ción de cómo será dirigida.
5.-Discutir cómo la Oficina de Servicio obrará -a beneficio de los gru-
pos- con cuestiones de vital importancia, tales como solicitud de in-
formación de recién llegados, relaciones con la prensa, y otros tópicos si-
milares.

6
6.-Asegurar que la Oficina Central operará de acuerdo con las Doce Tra-
diciones de A.A.

Representación del Grupo en la Oficina Central o Intergrupos


Los Centros de Servicios us ualmente no tienen la autoridad por sí so-
los, pues derivan su autoridad de los Grupos participantes. Los grupos,
desde luego, mantienen un efectivo control de las operaciones de la Ofici-
na Central a través de sus delegados.

En algunas áreas, un Comité de la Oficina Central se forma a fin de


desarrollar las actividades administrativas de la Oficina de Servicio. Este
Comité se reune mensualmente y discute planes en general. En las reunio-
nes trimensuales el Comité infor ma a los Grupos o a los delegados de los
Grupos de los problemas y éxitos que ha logrado la Oficina Central. Es de
extrema importancia mantener una corriente mutua de información en tre
la Oficina Central y los Grupos.

Personal de la Oficina Central o Intergrupos


La gran mayoría de las Oficinas Centrales ahora emplean al menos
un empleado bajo salario, y también miembr os voluntarios de A.A. sin sa-
lario. Miembros que responderán al llamado del Paso Doce en la oficina,
y también contestarán al teléfono, al mismo tiempo que desarrollarán otros
.trabajos del servicio de la Oficina. Las oficinas grandes tienen un emplea-
do pennanente que asiste al Secretario de la Oficina.

Aunque los prin cipios referentes a los empleados asalariados son bien '
conocidos ahora en A.A., es recomendable revisar la Tradición Octava de
A.A. cuando se va a inaugurar una nueva oficina. Como bien dice la men-
cionada Tradición Octava: "Alcohólicos Anónimos deberá permanecer pa-
ra siempr e no-profesional, pero nuestros Centros de Servicio pueden em-
plear trabajadores especializados". Nosotros podemos emplear alcohólicos,
pues ellos sienten más compasión· y comprensión hacia este tipo de t rabajo,
pero por el hecho de que sean alcohólicos no se les debe pagar un salario
más bajo que el que recibirían en otro empleo. Si se decide tomar un em-
pleado alcohólico para todo el día debe ofrecérsele un salario adecuado
-no como alcohólico- sino como un empleado de la Oficina Central.
Bill W. escribe acerca de los empleados bajo salario en "Doce Concep-
t os para Servicios Mundiales" lo siguiente: "Creemos que cada ejecutivo
!miembro del Staff o consultor deberá ser recompensado económicamente
en relación lógica al valor que sus servicios tengan en el mundo comercial''.
La rotación entre los trabajadores asalariados del Staff se discute tam-
bién en "los Doce Conceptos" y en el mismo se sugiere que cuando hay
más de un trabajador asalariado la rotación de servicios ofrece seguridad
y continuidad en una oficina. Es práctico que cada empleado sepa ejecu-

7
tar los distintos trabajos de la Oficina. En este caso ya no se le pagará un
salario por sus habilidades especiales y determinadas sino por el tiempo
que consume en la Oficina.

Supervisión - Cómo Hacer Funcionar el Intergrupo


Es obvio que el éxito de la Oficina C entral depende de la unidad y el
acuerdo general de los Grupos del área en asuntos relativos a la responsa-
bilidad y la autoridad. El Comité Directivo d,eberá alcanzar un concenso
preliminar en relación a estos t em as, y si es necesario deberá hacerse men-
ción d e los mismos en los estatutos.

Es difícil establecer reglas rígidas y ajustarse a ellas. Per o es razona-


ble al menos aclarar ciertos asuntos tales corno las funciones de la Ofici-
na y el límite de la autoridad y deberes del secretario a sueldo.

En algunas ocasiones las decisiones de mayor importancia deberán ser


encomendadas al secretario asalariado. En otros casos, el Comité Directi-
vo debe asumir el control de diferentes asuntos o actividades. Pero en cual-
quier caso, es de extrema importancia que los problemas sean atendidos
a su debido tiempo por alguien autorizado para resolverlos a la mayor
brevedad posible. Si no se hace así las oper aciones de la Oficina sufrirán
reveses.
Se le debe conceder especial atención a los siguientes asuntos para
el mejor funcionamiento de la Oficina:
1) Distribución justa de las llamadas del Paso Doce. A pesar de los suma-
mente tentador que resulta el asignar llamadas del Paso Doce a aquellos
Grupos o individuos que estén dispuestos a hacerse cargo de éllas, es pre-
ciso que se le dé oportunidad a todos los Grupos y miembros para que tra-
bajen en este paso, que todos por igual deben compartir.

No obstante, es también necesario que se tome en cuenta la localiza-


ción de los Grupos, a fin de que se distribuyan las llamadas de acuerdo con
Sus zonas. Esto es, que el recien llegado deberá ser apadrinado por el Gru-
po más cercano.

2) Reuniones del Comité Directivo. Deberán ser realizadas con frecu en-
cia, a fin de disponer de los problemas de más interés e importancia.
3) Después de las horas que cierra la Oficina un servicio telefónico de-
berá ser instalado -éste se debe escoger cuidadosamente con la finalidad
de que se ocupe de recibir las llamadas.

4) Autoridad y Responsabilidad. Deberán estar proporcionadas e interre-


lacionadas la una con la otra. Resultaría: injusto, por ejemplo, asignar cier.
tas responsabilidades a un secretario a sueldo o voluntario sin darle la au-
toridad correspondiente.

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Afrontando Responsabilidades Económicas
Por su propia naturaleza, una oficina de servicio requiere ciertos com-
promisos económicos diferentes a aquellos inherentes a la operación de un
grupo de A.A. Por ejemplo, el local de la Oficina deberá ser alquilado, un
secreta1'io deberá ser contratado y empleado, con un salario, deberán com-
prarse efectos y material para la Oficina, y el teléfono tendrá que pagarse
regularmente. En fin, que todas las actividades y detalles son de carácter
más serio, lo mismo que si se estuviese dirigiendo una empresa de carác-
ter comercial, A fin de llevar a efecto estas responsabilidades con eficacia,
se ha observado que resulta muy ventajoso utilizar un sitio especial tal
como una oficina de servicio donde se ventilan las materias de dirección
·o dinero.

Puesto que las condiciones locales y las leyes estatales varían, se reco-
mienda que se consulte un abogado del país en lo que concierne a la for-
ma de llevar a cabo los pasos legales de la organización. Los siguientes
puntos deberán enfatizarse: si es posible, eliminen el nombre de "Alcohó-
licos Anónimos" del título de la organización. (Este nombre deberá ser la
exclusiva propiedad de A.A. como un conjunto). Limiten las actividades
de la' organización a una localidad solamente.
Los gastos crean una necesidad de responsabilidad económica que de-
be ser discutida y xeconocida en un principio; y si esta . responsabilidad
queda plenamente aceptada y reconocida desde un principio nunca llega-
rá a convertirse en fuente de problema.
A continuación se detallar án varios métodos de financiar .la Oficina
Central:
1) El Sistema de Compromiso o Garantía: Cada grupo en el área se com-
promete a contribuir con una determinada cantidad pagada periódica-
mente para el mantenimiento de la Oficina Central, Esto garantiza a la
Oficina Central la entrada periódica de fondos que asegure su manteni-
miento, y contribuye a que la Oficina planee la mejor forma de cumplir
sus obligaciones.
No obstante, hay grupos de A.A. que ocasionalmente rehusan ayudar
económicamente al mantenimiento de la Oficina. En . estos casos, el espíri-
tu de cooperación que prevalece en todo el mundo de A.A. deberá también
caracterizar la colecta de fondos para la Oficina Central. Si hay grupos que
no desean o que no pueden contribuír con su aporte monetario a los gas-
tos de la Oficina, ésta no deberá por ésto negar sus servicios a los mismos.
·2) Venta de Literatura. Muchas oficinas de servicio publican sus propias
listas d e reuniones de Grupos-o también producen algunos folletos en
los cuales se explica lo que es A.A. para beneficio de los alcohólicos de sus
áreas. Los mismos se pueden vender a un precio que permita una ligera
ganancia para ayudar a los gastos de la Oficina.

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3) Colectas de Grupos: Los grupos de A.A. que contribuyen a los gastos
de mantenimiento de la Oficina pueden acordar que sus contribuciones
serán entregadas en forma regular o periódica.
4) Contribuciones Especiales: Algunos Grupos proveen unas cajas o al-
cancías que son colocadas en lugares convenientes durante las reu-
niones, a fin de invitar a los miembros a contribuír. Así mismo, los miem-
bros pueden, individualmente, comprometerse a enviar. directamente sus
contribuciones a la Oficina Central, teniendo siempre en cuenta, sin em-
bargo, que tales contribuciones deberán ser moderadas y de acuerdo con
los principios de A.A.
5) Promociones y Eventos: Algunas oficinas de Servicio hacen periódicas
promociones para recaudar fondos. Otras celebran banquetes anuales,
convenciones y eventos similares, utilizando las ganancias para mantener
la Oficina.

Si el Area no se Encuentra Preparada


para una Oficina de Servicio o Intergrupos
Qué deberá hacerse en aquellas áreas donde no sería práctico o eco-
nómicamente posible el abrir una Oficina de Servicio?
A menudo estos servicios pueden ser ofrecidos a través de un Intergru-
pos o Comité Directivo que sirva el área completa. Tal Comité -aunque
no posea una Oficina permanente- puede ocuparse de los siguientes ser-
vicios:
1) Listas de teléfono de A.A. El Comité hará los arreglos necesarios para
adquirir un servicio telefónico permanente así como un sistema para
la pronta atención de las llamadas del Paso Doce.
2) Literatura. El Comité de Servicios de lntergrupos, o quizás un Sub-
Comité encargado de la literatura, se ocupará de las compras y tam-
bién de almacenar folletos de literatura para revender a los grupos.
3) Instituciones de A.A. El Comité o -Subcomité- especial se encarga
de las relaciones públicas con los hospitales y prisiones, apadrinando reu-
niones donde sea necesario.
4) Información. El Comité puede publicar un Boletín a intervalos regu-
lares.
5) Reuniones del Area. El Comité de Servicio de Intergrupos puede ce-
lebrar reuniones periódicas, una vez al mes para todos los grupos en
el área, y pueden rotar al celebrar estas reuniones de Grupo en Grupo.

Oficinas Centrales Intergrupos y la G. S. O.


La experiencia común ha demostrado que la unidad mundial de A.A.
se asegura mejor si los grupos de A.A. mantienen contacto individual con

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la G. S. O. en vez de tener a los lntergrupos u Oficinas Centrales como
intermediarios. Este contacto no es sustituto de los servicios prestados por
una Oficina Central de servicio local, pero ésto permite a la G. S. O. el
mantenerse en estrecho contacto con todos los Grupos.
Existen, sin embargo, algunas importantes áreas de interés en los cua-
les el contacto entre la G. S. O. y la Oficina Central no es tan solo desea-
ble, sino necesario. Algunas Oficinas Centrales desean recibir tarjetas de
registro a fin de inscribir en nuestra G. S. O. los nuevos grupos tan pron-
to estén formados. Estas tarjetas están disponibles y pueden solicitarlas.
Es también muy conveniente para la G. S. O. el recibir listas de las
direcciones de los Grupos del área periódicamente. En caso de que estas
listas no sean preparadas la Oficina Central puede contribuír al mejora-
miento de los servicios de A. A. al enviarnos todo cambio de dirección o
nombre de los Grupos de su área, así mismo como la creación de nuevos.
Nosotros siempre tratamos de recibir esta información directamente de los
Grupos, pero ésto nunca se consigue cabalmente. Por lo tanto, esta infor-
mación al dia proveniente de las Oficinas Centrales ayuda a la G. S. O.
a mantener contacto con los Grupos.
De igual forma la G. S. O. trata también de mantener las Oficinas Cen-
trales bien informadas. Se acostumbra enviar dos copias del Boletín "Ex-
change Bulletín" de la G. S. O. y otros envíos de material diverso, así co-
mo también, dos copias del Directorio Mundial a todas las Oficinas Cen-
trales, o más cantidad de copias si así lo desean, La G. S. O. mantiene un
récord de todas las Oficinas Centrales y trata de ayudarlas tanto como sea.
posible.

Buena Suerte
EspDramos que las sugerencias o indicaciones anteriormente expuestas
contribtrrán a hacer de su Oficina Central una provechosa adquisición pa-
ra las actividades de A.A. en su área. Como ya señalamos anteriormente,
éstas son solo sugerencias, ya que el espíritu de cooperación que respalde
a la Oficina Central es lo que realmente determinará su éxito.
Sería muy conveniente que nos enviaran más información acerca de
su Oficina Central una vez que esté formada. Esto nos permitirá compar-
tir sus experiencias con otros y nos ayudará a mejorar nuestros propios
conceptos acerca del más eficaz funcionamiento de nuestras oficinas de
servicios. Una tarjeta se le adjuntará con este fin. Esperamos les sea po-
sible llenarla y enviárnosla a vuelta de correo tan pronto su oficina esté
ya operando.
Entre tanto, nuestros mejores deseos para ustedes. Confiamos que su
Oficina Central se convertirá en un magnífico instrumento de la actividad
de A.A.

Tomado de "A.A. Guidelines" de la G. S. O. Box 459 -


Nueva York 10017
OFICINA CENTRAL O INTERGRUPO
Calle 50 (Colombia) NQ 47-28
Ed. Jenaro Gutiérrez Of. 212
Teléfono: 41-89-89
APARTADO AEREO 35-17
Medellín - Colombia
EL GRUPO DE A. A.

,
SUGERENCIAS PARA~ INICIAeION
Y FUNCIONAMIENTO DE LOS GIWJOI
Título en inglés:
THE A.A. GROUP

ALCOHOLICOS ANONIMOS es una comunidad de hombres y


mujeres que comparten su mutua experiencia, fortaleza y: esperan-
za para resolver su problema común y ayudar a otros a recuperar-
se del alcoholismo.

* El único requisito para ser miembro de A.A. es el deseo de de-


jar la bebida. Para ser miembro de A.A. no se pagan honorarios ni
cuotas; nos mantenemos con nuestras propias contribuciones.

* A.A. no está afiliada a ninguna secta religiosa, partido político,


organización o institución alguna; no desea intervenir en contro-
versias; no respalda ni se opone a ninguna causa.

* Nuestro objetivo primordial es mantenernos sobrios y ayudar a


otros alcohólicos a alcanzar el estado de sobriedad.

COPYRIGHT 1965
Alcoholics Anonymous World Services, Inc. Estados Unidos de América
468 Park Avenue South
New York, N.Y. 10016

Mail Address: Box 459


Grand Central Station
New York, N.Y. 10017

Impreso y Distribuido por:


Oficina de Servicios Generales de A.A.
Para Colombia y América del Sur

Apartado Aéreo 3070 - Medellín - Colombia S.A.

Impreso en Colombia - Con autorización de


A.A. W.Hld Services, Inc.

Prohibida la reproducción parcial o total


De qué trata este Folleto?

Generalmente un "manual" es algo relacionado con sociedades verda-


daderamente organizadas, y se refiere a leyes o normas encaminadas a
realizar determinados actos u operaciones.

Pero A.A. no tiene nada de aquellas. No existe ninguna autoridad


personal. Prácticamente no tiene una organización estructural, y sola·
mente utiliza a manera de estatutos un cuerpo de tradiciones. A.A. fun-
ciona a base de reuniones de grupos, y cada grupo es independiente.

El trabajo básico de grupo se realiza mediante la acción de volunta·


ríos. Cada uno de los miembros tiene derecho - y conviene que lo eje-
cute- de hacer su trabajo en A.A. según su propio criterio, pero de lama-
nera que él encuentre más acomodada al esplritu de las Doce Tradicio-
nes.

El ideal de A.A. es mantener las cosas sencillas y libres de complica-


ciones, mientras sus miembros nos ayudamos unos a otros tanto como
nos es posible.

A medida que A.A. crece y es más requerida su ayuda por parte de los
alcohólicos, procuramos hacer todo lo necesario dentro de un mfnimo
de organización.

Este folleto trata de ayudar sin imponerle a nadie lo que tiene que ha-
cer. Pero ofrece a los recién /legados, a los nuevos servidores y a cualquier
A.A. interesado, los mejores medios aconsejados por la experiencia logra-
da en otros grupos para "mantenernos sobrios y ayudar a otros alcohó-
licos a alcanzar el estado de sobriedad".

. En la actualidad muy pocos grupos emplean reglamentos escritos, aun-


que en los primeros d/as de A.A. fueron considerados a veces deseables..
A menudo suced(a que mientras más·normas escritas tuvieran, mayor era
el número de sus problemas, siendo este el motivo para que llegara a
imponerse la fuerza de la costumbre sobre aquellas normas.

Repetidas veces se ha comprobado por la experiencia una idea de a-


quellos primeros d/as, según la cual mientras mejor informados estén los
miembros de un grupo y más parte activa tomen en las decisiones que le
competen, más vigoroso y feliz será éste y habrá menos diferencias, cd-
ticas y problemas en su seno.

- 3-
En tonces, este folle to viene a ser una recop ilación de sugerencias en-
tresacadas de la ex periencia universal de A.A. , encaminado a mantener
bien informados a los miembros de los grupos.

No comienza por decir "cómo se inicia un grupo de A.A. " porque


supone que los miembros han ingresado ya a uno de ellos y les intere-
sa saber cómo funciona el grupo a que pertenecen, para luego dedicarse,
ya con las experiencias vividas, a promover la creación de grupos nuevos.

Empezamos directamente el tema con "Cómo se hacen las cosas en


A A., en su Grupo", y dedicamos una buena parte a hablar sobre sus ser-
vidores. Luego, teniendo en cuenta el natural proceso de crecimiento y
madurez que experimentan los Grupos, miramos hacia nosotros, hacia los
miembros de otros Grupos v le damos un vistazo a lo que puede signifi-
car el hecho de pertenecer a la familia mundial de A.A., en la cual cada
A.A. sabe que además de ser responsable por él mismo, lo es también por
los demás.

La mayon'a de nosotros aprende que no podemos ser égo/stas con el


regalo de la recuperación guardándolo sólo para n osotros sino que es
provechoso tratar de hacer part/cipes de él a o tros que también lo necesi-
tan, todo lo cual puede hacerse de muchas, muchas maneras y tanto den-
tro como fuera de A.A. Este folleto trata de ayudar.

Tradicio11alme11te cada vez que dos o más Al-


cohólicos se reunen con el fin de buscar la
sobriedad. se pueden considerar, a si mismos 1111
grupo de A.A .; teniendo en cuenta que com o
grupo ellos se están sosteniendo por su propia
cuenta J' 110 tienen afiliación externa.

-4 -
Como se hacen las cosas en A. A.
EN SU GRUPO

1- Por qué tienen servidores los Grupos?

Para comenzar un grupo de A.A., o para mantenerlo en funciona-


miento, es necesario realizar toda clase de tareas, y la mayoría ·de noso-
tros estamos de acuerdo en que "los A.A. como tales, nunca deben
organizarse; pero pueden crear juntas de servicios o comités directamente
responsables ante aquellos a quienes sirven" (9a. Tradición).

Es a través del trabajo de los miembros del Grupo de A.A. como:

* Los alcohólicos de la comunidad se enteran. de que A.A. está disponi-


ble y la manera de encontrarla.

* Se atienden los pedidos de ayuda.

* Se consigue, se dispone convenientemente y se asea el lugar de reunio-


nes.

* Se programan éstas.

* Se tiene literatura disponible y se sirven los refrigerios.

* Se recoge el dinero necesario y se gasta apropiadamente.

* Se solucionan los problemas del Grupo.


* Se hacen los contactos necesarios con los demás alcohólicos anónimos
localmente por medio de las Oficinas Centrales o Intergrupos y de las
Oficinas de Servicios Generales, e internacionalmente por medio de
la General Service Office de Nueva York.

Para hacer estas cosas se necesita gente, por supuesto:

En los Grupos de A A. estas personas son llamadas ·•servidores", pero


nuestra Segunda Tradición nos recuerda que "nuestros jefes son apenas
fieles servidores, que no gobiernan".

Generalmente son escogidos por el Grupo para períodos limitados de


tiempo. Las labores que realizan pueden tener títulos, pero en A.A. los
títulos no traen consigo autoridad ni honores; solamente describen servi-
cios v responsbilidades.

- 5 -
Son medios para "llevar el mensaje". Son formas del trabajo del XII
Paso que realiza un miembro de A.A. con el fin primordial de ayudarse
as/ mismo a su recuperación.

Se dice que aprender a aceptar responsbilidades en el Grupo constitu-


ye un privilegio. Si se hace deuna manera apropiada puede ser útil para la
recuperación. Muchos miembros de A. A. han encontrado en el trabaj o de
Grupo un excelente medio para fortalecer su propia sobriedad.

2. - Cuáles Servidores necesitamos?

Los Grupos tienen muchos medios para asegurarse de que los servicios
necesarios, se están realizando con un mínimo de organización. Por ejem-
plo, un Grupo típico puede tener los siguientes trabajadores:

Comité de Dirección, que también puede llamarse de Servicio, o de


Rotación, o Consejo de Grupo.
Presidente o Coordinador del Gm po.
Secretario.
Tesorero.
Representante de Servicios Generales.
Presidente o Coordinador de programas.
· Representante de la Oficina Central o Intergrupos (donde esta exista).

Representante de la revista "Grapevine". ( en Nueva York) , o alguna


combinación de estos, la cual servirá de tiempo en tiempo y de un lugar
a otro. Algunas veces un Grupo más grande podrá necesitar, además, un
Comité del XII Paso, un Comité de hospitalización, un Comité de refres-
cos, o un Representante de Instituciones especiales. Las palabras l_)Ueden
variar (algunos Grupos emplean ·'consejero ', " coordinador", etc.), pero
lo importante es que todos los trabajos sean realizados. Vinculando un
mayor nú-';llero de personas en las labores de A.A. les damos la oportuni-
dad de servir a otros alcohólicos, fortaleciendo de esta manera su propia
recuperación.

3. - Por qué tener un comité directivo?

Algunas veces se presentan dudas acerca de qué es lo que debe hacer


un Grupo y de qué manera debe realizarlo. El Comité Directivo (algunos
Grupos lo 11aman Comité de Servicios de Grupo, o Consejo de Grupo), es
un medio de resolver esas dudas para el Grupo.

Para un Grupo pequeño el número apropiado de los miembros del Co-


mité Directivo sería de tres a cinco. En un Grupo mayor, doce miembros
constituirían un mejor Comité y podrían distribuírse el trabajo de una
manera más equitativa.
* Revista "A.A. Grapevine"
En Colombia Revista "A.A. El Mensaje"

- 6 -
En algunos Grupos los Servidores (Coordinador, Secretario, Tesorero)
conforman automáticamente el Comité Directivo. Algunas veces los Ser-
vidores antiguos son buenos miembros de este Comité debido a su expe-
riencia.

En otros Grupos un Comité Rotativo desempeña las mismas funciones


del Comité Directivo. Los miembros prestan sus servicios durante seis me-
ses, un año o dos, y cada mes se añade o se cambia algún miembro.

4. - Cuáles son las funciones del Presidente o Coordinador?

En la mayoría de los Grupos el Presidente es el principal Servidor du-


rante un período determinado de tiempo.

Como otros Servidores del Grupo, deberá contar con algún tiempo de
abstención. Deberá haber tenido experiencias anteriores de servicio en el
Grupo, antes de desempeñar este cargo. Al menos, muchos Grupos se han
dado cuenta de que esto es lo más indicado.

El ''.coordina" las actividades del Grupo, tratando de que no se pre-


senten confusiones o malentendidos en los asuntos del Grupo. Puede
sustituir a otros Servidores del Grupo ocasionalmente. Convoca reunio-
nes del Comité Directivo y las preside. Declara abiertas las reuniones
ordinarias del Grupo, y luego de hacer esto puede delegar la dirección de
cada una de las reuniones a otro miembro, quien es el Coordinador única-
mente por esa sesión.
El Coordinador tiene la responsabilidad final del funcionamiento tran-
quilo y libre de obstáculos del Grupo. En realidad, no parece importar
mucho cual Servidor del Grupo ejecuta determinada labor, si todas ellas
se llevan a cabo sin confusiones ni conflictos. Es muy importante que to-
dos entiendan quien ha de realizar determinada labor.

El Coordinador es el miembro del Grupo generalmente responsable


de mantener buenas relaciones entre éste y la comunidad de la cual es
vecino, comenzando por el arrendador del local donde el Grupo funcio-
na.
Por ejemplo: si el Grupo se reúne en la Iglesia, de lo que piensen el
Pastor o el Sacerdote, el portero y los miembros de la Iglesia sobre A.A.
será responsable la conducta de los miembros del Grupo. Si los miembros
de A.A causan una buena impresión, nuestra labor será respetada y los
alcohólicos enfermos serán animados para que establezcan contacto con
nosotros. Si damos la impresión de ser problemáticos, los comentarios a
que esto da lugar no atraen a los alcohólicos hacia nosotros. Lo mismo
sucede por supuesto, con los médicos locales, la policía, los trabajadores
sociales y demás personas que tienen que vérselas con enfermos del al-
coholismo.

-7 -
Mientras mejor informado esté un Presidente o cualquier otro Servi-
dor del Grupo acerca de A A., mejores serán los resultados de sus funcio-
nes como tal. Si mantiene en mente la Primera Tradición, y ayuda a que
el Grupo se mantenga alerta sobre la observancia de todas las Tradicio-
nes, probablemente se dará cuenta de que su propio bienestar prospera-
rá al mismo tiempo que el del Grupo al cual sirve.

La mayoría de los Pl'esidentes del Grupo están de acuerdo en que no


deben esperar alabanzas. El servicio prestado es su única recompensa.

5. - Cuáles son las funciones del Secre tario?

Algunos Grupos no tienen Presidente, ya que el Secretario sirve como


el principal Servidor del Grupo. De todas maneras, y al igual que el presi-
dente, el Secretario tiene q1,1e ser un buen Servidor general del Grupo. A
menos que otros Servidores o Comités tengan a su cargo algunos de estos_
trabaj os específicos, las funciones que se detallan'a continuación pueden
ser las responsabilidades típicas del Secretario:

* Declarar abiertas las reuniones en ausencia del Presidente.


* Ocuparse de que la literatura de A.A. (especialmente los folletos para
recién llegados aprobados por la Conferencia, los libros de A.A., los
Doce Pasos y las Doce Tradiciones, etc.) esté disponible en todo mo-
mento. (En un número cada vez mayor de Grupos esta labor comien-
za a recaer en el Representante de Servicios Generales).
* Elaborar o enviar por correo foformaciones especiales relativas a las ac-
tividades importantes de A.A.
* Mantener al día un archivo estrictamente confidencial, sujeto a la apro-
bación de cada miembro naturalmente, con los nombres, direcciones y
números telefónicos de los miembros del Grupo; además, saber cuáles
de ellos están disponibles para atender llamadas del Paso Doce.
* Aceptar. y designar quién va a atender las peticiones de ayuda del Paso
Doce, en caso de que no haya un Presidente del Paso Doce que desem-
peñe este trabajo.
* Sostener correspondencia con otros Grupos.
* Asegurarse de que se pague el alquiler del apartado postal del Grupo.
(Los Grupos han llegado a darse cuenta de que el empleo de un aparta-
do postal es mucho más efectivo, seguro y fácil de emplear para efec-
tos de la correspondencia, la dirección de uno de los miembros o el si-
tio de reuniones).
* Mantener un archivo de los aniversarios, si el Grupo así lo desea.
* Ayudar al tesorero a llevar la contablidad, llevar un registro de las co-
lectas que se efectúan en cada reunión, y consignar los cheques reci-
bidos.
* Encargarse de una cartelera en la cual se incluyan los boletines y anun-
cios de A.A .

-8 -
* Compartir con otros miembros del Grupo la correspondencia prove-
niente de la Oficina Central o de lntergrupos, a no ser que esta labor
sea realizada por el representante del lntergrupo.
* Proporcionarle la máxima seguridad a los archivos del Grupo.
* Asegurarse de que la Oficina Central o local o de lntergrupo, o la Ofi-
cina de Servicios Generales, estén enteradas de cualquier cambio en
las direcciones, lugar de reuniones, nuevos Servidores, etc. (El Repre-
sentante del lntergrupo o el de Servicios Generales pueden encargarse
de este trabajo, pero el Secretario deberá recordárselo).
* Hacer cualquier otro trabajo que sea necesario.

(Algunas de estas tareas son realizadas por otros Servidores en algunos


Grupos. -Repetimos: No tiene mucha importancia cuáles Servidores rea-
lizan determinadas labores, siempre y cuando estos trabajos necesarios
sean llevados a efecto, y se entienda bien quién ha de ser cada uno de e-
llos. Como cualquier otro servidor del Grupo, el Secretario tiene la res-
ponsabilidad. especial de ver que los recién llegados obtengan ayuda).

Algunos Grupos tienen un Secretario Alterno, quien comparte con


el Secretario el trabajo y se prepara para reemplazarlo. La mayoría de los
Secretarios están de acuerdo en que su recompensa no está en los resulta-
dos, sino en el esfuerzo realizado.

6. - Cuáles son las funciones del Tesorero?

Los Grupos de A A. se sostienen a sí mismos (Séptima Tradición) y


solamente aceptan dinero de sus mi~mbros y en la mayoría de los casos
apenas el necesario para "llevar el mensaje" y mantener las comunicacio-
nes y otros servicios que son necesarios para que A A. continúe a la dis-
posición de aquellos que lo necesitan.
las colectas que se efectúen en las teniones cubren generalmente las
necesidades monetarias del Grupo, y permiten contribufr a _mantener la
Oficina Central o Intergrupo, lo mismo que la de Servicios Generales.

Es de mucha ayuda para recolectar el dinero necesario, que el Tesore-


ro informe regularmente al Grupo demostrando para qué se necesitan las
sumas solicitadas.

No existe obligación fonnal de que ningún miembro contribuya, pero


la mayoría de ellos lo hacen. Quienes estén en condiciones de aportar,
generalmente contribuyen con un poco más con el ánimo de hacerlo por
aquellos que no pueden.

-9 -
Los fondos del Grupo se destinan usualmente para servicios como:

* Alquiler, electricidad, calefacción, y tal vez servicios de mantenimien-


to para el lugar de reuniones.
* Refrigerios.
• Gastos diversos y de equipo, tales como avisos de A.A., pocillos, cu-
charas, ceniceros, portes, cuenta del teléfono, etc.
• Literatura de A.A.: los libros ALCOHOLICOS ANONlMOS, DOCE
PASOS Y DOCE TRADICIONES, ALCOHOLICOS ANONlMOS LLE-
GA A MAYOR DE EDAD; folletos aprobados por la Conferencia, lis-
tas de las reuniones locales, interpretaciones del Grupo al programa de
A A., la revista "Grapevine".
• Sostenimeinto de la Oficina Central o Intergrupo, en los lugares donde
exista, y de la Oficina de Servicios Generales (la Oficina de Servicios
para todos los Grupos que realiza nuestras tareas en una escala mun-
dial) generalmente por medio de contribuciones mensuales.
• Contribuciones al Comité de Servicios Generales, local para las activi-
dades de la Conferencia de Servicios Generales.

El Tesorero elabora generalmente informes sencillos, y mantiene in-


formado al Grupo de cuánto dinero se ha recibido y de cómo ha sido
gastado, ocasionalmente, y puede exhibirlo en la respectiva cartelera.

tos problemas pueden evitarse consignando los fondos en una cuen-


ta bancaria separada de la personal, la cual requiere que cada cheque ex-
pedido lleve dos firmas. Existen muchas otras maneras de realizar este
trabajo, como existen también para cualquier tarea de A.A. y ningún fo-
lleto alcanzaría a describirlas completamente. Pero los métodos que a-
quí se sugieren han demostrado en la práctica que eliminan los problemas
que podrían presentarse posteriormente.

La mayoría de los Grupos encuentran de mucha conveniencia presu-


puestar todos los gastos con anticipación, destinando para cada uno de
ellos una suma determinada.

La experiencia de A.A. demuestra que no es conveniente para un Gru-


po acumular fondos que excedan los gastos necesarios, además de una
prudente reserva.

También se presentan problemas en los Grupos cuando se aceptan


contribuciones exageradamente grandes de un miembro bien sea en dine-
ro, en bienes o en servicios.
Los fondos del Grupo se emplean para todos los gastos que este de-
mande, pero no se destinan a cubrir los gastos de los miembros en el tra-
bajo del Paso Doce. ·

La mayoría de los Grupos quieren que A.A. dure indefinidamente tal


como la conocemos, y que continúe disponible para cualquier alcohólico
que llegue y necesite ayuda. Estos Grupos hacen que esto sea posible en-
viando una contribución regularmente (en promedio unos 25 ctvs. (U.S.)
por miembro cada mes_, o ($ U.S.) por año, a la Oficina de Servicios Ge-
nerales).

Este "Plan de Contribuciones Regulares" ha sido establecido reciente-


mente, con el apoyo entusiasta de todos los Grupos, en la Conferencia de
Servicios Generales de A.A. De acuerdo al mismo cada Grupo recibe
automáticamente, a través de su Representante de Servicios Generales,
qn recibo trimestral de la Oficina de Servicios. Este recibo presenta la si-
tuación del Grupo respecto a su participación en la carga económica del
Paso Doce, el cual todos los A.A. quieren que sea realizado, pero que no
podría llevarse a cabo por ningún Grupo local aisladamente.

La Oficina de Servicios Generales también acepta contribuciones ,Parti-


culares de los miembros, con tal de que no sobrepasen los $ 300 (U.S.)
anuales. También aceptan legados no mayores de $ 300 (U.S.} de un
miembro de A.A.

7. - Cuáles son las funciones del Representante de Servicios Generales.


(R.S.G. ?)

Su labor es la de mantener al Grupo en estrecho contacto con los de-


más A.A del mundo, a través de la Oficina de Servicios Generales. Tam-
bién, la de mantener informada a la Oficina de Servicios Generales y a
otros Grupos acerca de los problemas y progresos, necesidades y aspira-
ciones de su Grupo.

Recibe y comparte con el Grupo toda la correspondencia proveniente


de la Oficina de Servicios Generales, el Box 4-5-9, el boletín de la Ofici-
na de Servicios Generales (periódico bimensual de A.A.), el "Resumen"
anual de las actividades de la Conferencia, y el "Directorio Mundial" a-
nual. Debe preocuparse porque el Grupo lea todos los folletos publica-
dos por A.A. Debe ayudar a que la información sobre el Grupo, y las tar-
jetas del "Censo" para el "Directorio Mundial", sean enviadas correcta-
mente a la Oficina de Servicios Generales, cada año y a tiempo. Tam-
bién debe ayudar a colectar y a enviar las contribuciones mensuales del
Grupo, a la Oficina de Servicios Generales para mantener en marcha el
trabajo del Paso Doce. Mantiene informados a los miembros de su Gru-

- 11 -
po acerca de las actividades locales de Servicios Generales, y representa
a su Grupo en las Asambleas de Servicios Generales, que se efectúen en el
respectivo departamento, estado o provincia. En estas Asambleas com-
parte las experiencias de los otros Representantes de Servicios Generales
y a ellos los hace partícipes de las suyas, y, además, ayuda a escoger al
Delegado que va a representar a la Provincia en la Conferencia Anual.

Un buen Representante de Servicios Generales verdaderamente pone


en práctica el espíritu de nuestras Doce Tradiciones, y debe estar más fa-
miliarizado con nuestro Tercer Legado que cualquier otro Servidor del
Grupo; nuestra responsablidad espiritual de prestar servicios gratuitamen-
te.

El (o ella) también puede ayudar al Grupo a resolver problemas y a


evitar errores. Con este fin puede utilizar los servicios que ofrece la Ofi-
cina de Servicios Generales, cuyo personal está listo a facilitar experien-
cias semejantes al problema en cuestión, vividas por los A.A. de todo el
mundo.

B. - Cuáles son las funciones del Representante de la Oficina Central o


de lntergrupos?

En las áreas en donde ha sido establecida una Oficina Central, o Inter-


grupo, cada Grupo elige generalmente su Representante y éste se reúne
con los Representantes de los demás Grupos varias veces al año.

Si ésta es su labor, usted representa a su Grupo en tareas que son rea-


lizadas conjuntamente con otros Grupos de su comunidad, y trata de
mantener a su Grupo bien informado respecto a los trabajos que está ha-
ciendo la Oficina Central local o Intergrupo.

La experiencia demuestra que una de las maneras en que usted puede


ser más útil es compartiendo con Representantes de otros Grupos.

Con frecuencia se dará usted cuenta de que uno de ellos podrá decirle
cómo solucionó su Grupo un problema la semana pasada, que ahora se
presenta en el Grupo a que usted pertenece.

Mientras más consciente sea usted, más y mejores medios encontra-


rá para hacer su parte - tal como sucede con todos los "fieles Servidores
de A.A. en quienes se ha depositado confianza.

9. - Por qué son más populares algunos trabajos de A.A. qué otros?

El hecho de realizar bien el trabajo de Representante de lntergrupo,


de Representante de Servicios Generales y de Representante de Institu-
ciones, requiere cierto tipo de valor.

- 12 -
Pararse frente a sus amigos, mes tras mes, parn recordarles las respon-
sabilidades del Grupo respecto a otros Grupos y a otros alcohólicos de
otras zonas, no es ni muy divertido ni constituye un camino fácil para al-
ca1uar la popularidad. Como puede corroborarlo cualquiera que haya de-
sempeñado estos trabajos, al tercer recordatorio de que "todavía no se ha
pagado el alquiler de la Oficina Central o Intergrupos" o de que "todavía
no tenemos suficientes oradores, para instituciones", o de que "todavía
no podemos ayudar a "llevar el mensaje" a aquellos que no lo conocen,
ayudando a sostener la Oficina de Servicios Generales", siempre se escu-
charán quejas. Aquellos que protestan porque Ud. trata de hacer su tra-
bajo, podrán ser los más bullosos. Pero Ud. podrá contar con la concien-
cia del Grupo la cual estará serenamente a su lado.

La mayoría de los miembros de A.A. tendrá mucho gusto en servir a


otros alcohólicos, y sobra agradecer el hecho de que se le recuerde acerca
de la necesidad que esto constituye, y de Jo que puede hacerse. Debe re-
cordarse, también, que permanentemente están ingresando nuevos miem-
bros y que ellos no conocen muchas de estas tareas, a pesar de que a los
demás nos puedan parecer elementales y de características sencillamente
repetidas. Es por esto por lo que muchos de nosotros oramos para tener
el "valor para cambiar" la ignorancia por la ilustración. También de man-
tener presente que "debemos darle más importancia a los principios que a
la persona", tal como lo expresa nuestra 12a. Tradición.

Al planear los informes que deben presentarse al Grupo, puede ser de


gran ayuda recordar que la mayoría de nosotros respondemos mejor a
un lenguaje calmado, limitado a hechos y realidades y tal vez salpicado de
humor, (emplee en esto su imaginación) que a un lenguaje de tono im-
perativo, de sermón o de solemnidad pontificial.

10. - Qué clases de programas de reunión puede tener un Grupo?

"Cada Grupo debe ser autónomo", dice nuestrai 4a. Tradición, "ex-
cepto en asuntos que afecten a otros Grupos o los A.A. considerados co-
mo un todo". Por lo tanto, un Grupo puede celebrar prácticamente cual-
quier tipo de reunión que desee. Los tipos de reunión más comunes son:

CERRADA: Para alcohólicos únicamente. Generalmente son discu-


siones informales dedicadas a los problemas y preguntas de los miem-
bros, a los Doce Pasos, a las Doce Tradiciones (especialmente en Noviem-
bre, que es llamado el mes de las Tradiciones), y a diferentes asuntos su-
geridos por la revista "Grapevine", etc.

Cualquier buen libro que trate sobre reuniones puede proporcionar


puntos de referencia para discutir o estudiar en las reuniones, tales como:

- 13 -
cómo dividir el Grupo en varias secciones cuando la concurrencia sea
muy numerosa; cómo darle a todos los asistentes oportunidades de parti-
cipar; cómo evitar alegatos; cómo pueden ser de gran ayuda las preguntas
escritas anónimas; cómo darle ánimos a las personas tímidas; cómo colo-
car los asientos de modo que los miembros se vean las caras, estimulando
así las discusiones, y muchas otras.

ABIERTAS: Para cualquier persona que esté interesada en asistir. Al-


gunas veces son llamadas "Reuniones de Oradores", pues generalmente
se seleccionan de antemano algunos miembros (con frecuencia pertene-
cientes a otro Grupo), quienes dicen "cómo eran, qué les sucedió, y có-
mo son ahora". Lo que el Libro Alcohólicos Anónimos describe como
"compartir".
Para reuniones de este tipo los Grupos prefieren que el miembro haya
guardado abstención d.urante algún tiempo, ( unos tres meses cuando me-
nos), antes de poder hacer su "charla" "conferencia" o "intervención".
En las reuniones "abiertas", cuando a una docena o a cualquier número
de personas se les pide que hablen, o ellos se prestan como voluntarios
para hacerlo, casi nunca sucede, que se les pregunte durante cuánto tiem-
po han estado sin beber.

Algunos Grupos creen que es importante "balancear" el programa, y


que tanto las mujeres como los hombres, los miembros nuevos y los an-
tiguos, sean escuchados. En algunas localidades se lee en voz alta un a-
nuncio acerca de la importancia de guardar el anonimato. De la misma
manera, y en muchos lugares, el miembro que preside la reunión enfatiza
el hecho de que "cualquier cosa que sea escuchada en este lugar solamen-
te refleja la opinión de la persona que habla, y de ninguna manera cons-
tituye la opinión de A.A., ya que ninguna persona puede hablar en su
nombre".

PUBLICAS: Estas son reuniones con oradores, en las cuales se le da


toda la importancia a informar al público no alcohólico acerca de A.A.
A estas reuniones se invitan médicos, sacerdotes, pastores o funciona-
rios públicos. Además de los miembros de A.A., con frecuencia se escu-
cha también a invitados distinguidos. El folleto que sobre información
al público facilita la Oficina de Servicios Generales proporciona excelen-
tes sugerencias sobre la manera de programar estas reuniones, con el fin
de que cumplan su objetivo de "llevar el mensaje". Estas reuniones cons-
tituyen un medio muy apropiado para celebrar los aniversarios del Gru-
po.

REUNIONES PARA PRINCIPIANTES: Generalmente son reuniones


más pequeñas e íntimas, que se celebran en la forma de sesiones de pre-
guntas y respuestas con el fin de ayudar a los recién llegados al Grupo.
La Oficina de Servicios Generales tiene actualmente en preparación un
libro guía relativo a este tipo de reuniones.

- 14 -
"DE NEGOCIOS": Varias veces al año algunos Grupos celebran reu-
niones especiales, y totalmente independientes de las demás, en las cuales
los Servidores del Grupo informan a éste acerca del progreso de su tra-
bajo y, (Véase la 2a. Tradición), reciben orientación del Grupo para el
futuro. Con frecuencia, los nuevos Servidores son elegidos en estas reu-
niones.

11. - Cuál es el procedimiento usual en las reniones?

No existe ningún tipo, forma o ceremonia que sea "el mejor" para la
celebración de una reunión de A.A., pero algunos dan mejores resulta-
dos que otros. Generalmente nos acogemos a las costumbres de la región.
El Presidente del Grupo, usualmente, declara abierta la reunión con algu-
nas observaciones antes de presentar al Coordinador de la reunión, guar-
dando su anonimato por supuesto. Si algún orador de A.A. decide em-
plear su nombre completo es asunto suyo, pero nadie tiene derecho a re-
velar el nombre completo o la identidad de otro miembro, ni siquiera en
una reunión de A.A. Algunos Coordinadores leen el "Preámbulo" que
aparece en la contracarátula de este folleto y del Grapevine. Otros piden
un minuto de silencio o recitan la Oración de la Serenidad. ¡\lgunos leen
parte del Capítulo III ("Algo más sobre el alcoholismo") o <lel Capítulo
V, del libro "Alcohólicos Anónimos" ("Cómo trabaja el programa"). En
otros lugares se leen los Doce Pasos y las Doce Tradiciones. Si estas lec-
turas son hechas por distintas personas en tiempos diferentes, los asis-
tentes sentirán que están haciendo parte de la vida del Grupo.

La mayoría de las reuniones se dan por terminadas repitiendo al uní-


sono la Oración del Padre Nuestro o de la Serenidad.

Obviamente, ninguna reunión podrá dar cabida a todas estas formali-


dades y, a la vez, dejar tiempo disponible para los demás asuntos. La ex-
periencia demuestra que las reuniones demasiado cargadas con lecturas
o ceremoniales se hacen aburridoras, y que los miembros se alejarán de
ellas (Pero, naturalmente, lo que sea " demasiado" para un Grupo, podrá
" no ser suficiente" para otro".

Las costumbres de un Grupo pueden ayudar a éste a desarrollar una


sensación de solidaridad y proporcionar un sentimiento seguro de unión
para gente que tenga problemas. Pero un poquito de ceremonia parece
necesario para tener a la larga muy buenos resultados en A.A. La varie-
dad y el cambio pueden siempre imprimir un nuevo aspecto a los mismos
principios.

Los oradores invitados, tales como médicos, siquiatras, funcionarios


públicos y escritores, u otras personas interesadas en el alcoholismo,
pueden proporcionar nuevos puntos de vista y conocimientos. A algunos

- 15 -
Grupos les gusta exhibir películas y diapositivas, y los Representantes
de lntergrupo, Instituciones, o Conferencia de Servicios Generales, etc.
pueden celebrar reuniones basadas en esos respectivos Servicios de A.A.
Los miembros de A.A. generalmente agradecen el hecho de que se les
mantenga bien informados.
El mejor medio para evitar dilaciones y situaciones embarazosas (no
utilizar los nombres completos de los miembros, por supuesto) es el de
programar por escrito la respectiva reunión. Las llamadas y las notas ten-
dientes a confirmar compromisos o a agradecer a los oradores invitados,
tienen un carácter de simple fórmula de cortesía.

Estas protecciones son específicamente importantes, dicen los Presi-


dentes o Coordinadores de Programación, cuando Ud. se responsabiliza
de programar que miembros de su Grupo hablen en otros Grupos y vice-
versa.

12. - Terapia de café o de té con panecillos.

Muchos miembros de A.A han manifestado haberle sacado tanto pro-


vecho a las charlas que celebran frente a un pocillo de café, bien sea antes
o después de la reunión, como a la reunión misma.

Las comidas y las bebidas compartidas han originado amistades aún


antes de que el alcohol fuera descubierto y continúan sirviendo para es-
te fin.

Los miembros de A.A. siguen esta costumbre, sin emplear el alcohol,


naturalmente. Los Grupos consideran que compartir café o té (u otra pre-
ferencia local)después de las reuniones, hace parte normal de la "rutina"
de A A. La imaginación, las capacidades económicas y los gustos perso-
nales son la mejor guía para definir que debe ser servido, en qué cantidad
y cómo. ·

Algunos Grupos contratan a alguien no perteneciente al Grupo para


preparar y servir en cada reunión algún refresco, al terminar la reunión.

Pero la mayoría de los Grupos dependen de sus propios miembros,


y para llevar a cabo estas tareas ellos mismos se prestan como voluntarios.
Con frecuencia se oye a muchos miembros decir que comenzaron a "per-
tenecer" al Grupo cuando ayudaron por primera vez, disponiendo sillas,
. barriendo el piso, o sirviendo el café, o ,haciendo la terapia de "lavapla-
tos". Muchos de nosotros somos tímidos y nos sentimos agradecidos al
pedírsenos algo.

·Estas actividades alivian a algunos recién llegados de su timidez y les


ayudan a encontrar más fácil el hecho de reunirse y conversar con los de-
más miembros. Para muchos de nosotros, esta experiencia es nuestra pri-
mera contribución de servicio a A.A.

- 16 -
Es justo que dichas labores sean intercambiadas entre todos los miem-
bros del grupo, con el fin de que nin.guno llegue a creer que se están apro-
vechando de él, o de que queda "completamente a cargo" de la respectiva
labor.

13 - Cuáles deben ser los procedimientos de A.A. dentro de las Institu-


ciones?

Los Grupos que mayores éxitos han tenido dentro de las diferentes
Instituciones generalmente han seguido en lo posible los procedimientos
de los Grupos "externos", adaptándolos en cuanto fuera necesario, pero
tratando siempre de usar los mismos principios.

Los Grupos "externos" por lo general sienten una responsabilidad


especial hacia los alcohólicos "encerrados", y pueden serles de gran ayu-
da. En efecto, en muchos casos A.A puede ser su única fuente de espe-
ranza y de ayuda.

Como quiera que los miembros de A.A. se han preguntado "De qué
manera podríamos servirles?" -tanto a los alcohólicos institucionalizados
como al personal de trabajadores de esas instituciones- , los A.A. han po-
dido ayudar a muchos alcohólicos recluídos .en cárceles, prisiones, clíni-
cas, hospitales, sanatorios y casas de reposo.

Pero si los A.A. adoptan una actitud de "nosotros somos los exper-
tos", puede suceder que el personal de las Instituciones no sientan nin-
guna amistad hacia A.A., y esto puede privar a muchos alcohólicos de su
oportunidad para ingresar al programa de recuperación de A.A.

Es muy importante que los miembros de A.A. siempre respeten los


relgamentos y regulaciones de las diferentes Instituciones. Después de to-
do solT!os invitados a estos lugares, y debemos ,conducirnos! de la mejor
manera posible para atraer a los alcohólicos hacia nuestro modo de vida.
No es la promoción nuestro mejor medio de establecer relaciones, sino la
atr?cción, como nos lo recuerda nuestra l la. Tradición.

A continuación presentamos algunos de los medios de que se han va-


lido distintos Grupos para ayudar a alcohólicos de diferentes Institucio-
nes.

1) Eligiendo un "Representante de Instituciones", quien se encarga de


recordar periódicamente a los otros miembros de la necesidad de rea-
lizar el trabajo del Paso Doce en las Instituciones. Si el área tiene un
"Comité Institucional" , el Representante se encarga de coordinar
con otros Grupos las actividades del suyo en las Instituciones.

- 17 -
2) Suministrando literatura de A A. a los alcohólicos de las instituciones
(especialmente folletos de A.A . suscripciones de "The Grapevine".
del Boletín de A.A, etc.).

3) Proporcionando oradores, servidores, literatura y refrescos para reu-


niones de A A que se celebren en las instituciones.

4) Asistiendo a las reuniones de A A. en las instituciones como simples


observadores -con el solo propósito de dar ánimo a los miembros
recluidos-.

5) Efectuando visitas a los alcohólicos recluídos.

6) Asegurándose de que los pacientes o reclusos que se unen a A.A. reci-


ban la ayuda de los miembros de A.A. cuando abandonen !IU lugar de
reclusión.

7) Proporcionando oradores y literatura de A.A., tanto para los emplea-


dos de las instituciones como para los reclusos y pacientes.

8} Sirviendo como asistentes voluntarios (servidores -no jefes-) en los


hospitales que aceptan alcohólicos.
Otras ideas y ayuda gratuita para resolver los problemas de A.A. en las
instituciones se pueden adquirir escribiendo a la Oficina de Servicios Ge-
nerales. También hay Literatura especial disponible.

14. - Qué hace el Representante de "Gravepine" o del Boletln de A.A.?

"Vender" _la revista, o (el Boletín), publicación mensual internacional


de A.A. no es el objetivo principal del Representante de "The Grapevi-
ne". Naturalmente se encargará de la tramitación de las suscripciones in-
dividuales y de los pedidos en grandes cantidades. También deberá solici-
tar buenos artículos originales y dibujos para la publicación.

Escribiendo a: The A.A. Grapevine, lnc. Box 1980, Grand Central


Station, New York, N. Y. 10017, recibirá sugerencias acerca de la mane-
ra en que puede servir al Grupo con "The Grapevine".

La mayoría de los Representantes de "The Grapevine" han Uega~o a


darse cuenta de que la mejor manera de comenzar es: 1) leer la revista
regularmente, y 2) hablarle a otros miembros sobre los artículos publica-
dos.

15. - Cómo son elegidos los Servidores del Grupo?

Los servidores del Grupo son elegidos generalmente por los miembros
de aquél para períodos limitados de servicios (-un mes, seis meses, un

- 18
año, etc.-). En algunos Grupos un Comité de Rotación o Directivo, o
Consejo del Grupo, nombra periódicamente a los _jefes de los diversos
trabajos. En otros Grupos, se celebran elecciones regulares. Un comité de
nominación (tal vez el Comité Directivo) o el Consejo del Grupo puede
sugerir cuáles miembros podrían ser buenos Servidores, y una simple ma-
yoría define la elección. Para una votación no prefabricada o política,
el Grupo puede utilizar el procedimiento sugerido en la página (46) del
Manual del Tercer Legado.

16. - Cuáles son algunas buenas cualidades de un Servidor de Grupo?·

La mayoría de los Grupos se aseguran de que . sus Servidores hayan


guardado sobriedad continua durante algún período, antes de elegirlos, y
de que estén disponibles y dispuestos a servir. Los miembros que tienen
el hábito de asistir asiduamente a las reuniones llegan a ser, generalmente,
mejores trabajadores que los ausentistas. Y se ha demostrado que el he-
cho de asignar una labor a un miembro con el solo propósito de ayudarlo
a mantenerse sobrio, no da resultado; en lugar de ésto, el bienestar del
Grupo debe ser lo más importante al escoger los Servidores. Un repaso de
las Tradiciones la. y 2a. es de gran ayuda en tiempos de elecciones.

La mayoría de los Servidores de Grupo llegan a darse cuenta de que


servirle a un Grupo, lo mismo que permanecer sobrio, puede implicar el
hecho de realizar labores que, quiéralo o no, pueden serles atractivos, o
pueden no gustarles.

Más y más Servidores de los Grupos han encontrado que el conoci-


miento de los Tres Legados les ayuda a desempeñar mejor sus labores.
Una completa familiaridad con todas las publicaciones de A.A., es un
buen camino para empezar.

17. - Es importante la Rotación?

Tradicionalmente ningún miembro de A.A. se perpetúa en un traba-


jo dentro de A.A. Los trabajos, como sucede con casi todo en A.A. pa-
san de miembro a miembro para que todos puedan compartirlos. Después
de terminar su período en algún trabajo, la mayoría de los miembros pa-
san a otro servicio de A.A. De esta manera se evitan los problemas de
personalidades, no se da lugar a la formación de prestigio o poder, ningún
individuo se impone ni saca ventajas personales, no se abusa de ningún
miembro, y un número cada vez mayor puede compartir los beneficios
del acto de servir.

Retirarse de un servicio de A.A. que se quiere, puede ser duro. Si Ud.


ha realizado una buena labor; si úd. no ve honradamente quien está dis-
puesto, calificado, o que tenga tiempo para desempañarlo; y si sus amigos
están de acuerdo con usted, puede ser especialmente doloroso. Pero tam-

- 19-
bién puede ser verdaderamente un paso hacia adelante - un paso hacia
la humidad, que, para muchas personas, constituye la esencia espiritual
del anonimato.

Entre otras cosas, el anonimato en A.A. significa la renuncia al presti-


.gio personal derivado de cualquier trabajo de A.A. que hagamos para ayu-
dar a otros alcohólicos. (Véase la Tradición 12). La rotación nos produce
recompensas espirituales mucho más duraderas que cualquier tipo de .fa-
ma. Al no estar en ninguna "posición" de A. A. quedamos en completa
libertad para servir cuando seamos necesitados, y no tenemos que compe-
tir por títulos o alabanzas.

Siempre podremos pasar a desempeñar otra tarea de A.A., tal como


ser el ignorado lavaplatos del Grupo, un Servidor siempre disponible a
llamadas del Paso Doce, o un voluntario listo para prestar cualquier ser-
vicio a aquéllos que sufren de alcoholismo.

Nuestros trabajos no están organizados en sentido ascendente como


una escalera; todos están en un mismo nivel; servirle a otros, lo que cons-
tituye la base misma de nuestra recuparación, de acuerdo a la voluntad de
Dios tal como nosotros lo entendemos.

18. - Cuál es el objeto de la "Información al Público''?

Alguien ha dicho que, básicamente, el corazón de A.A. es "un borra-


cho llevando el mensaje a otro borracho". Este continúa siendo un méto-
do bueno y básico para mantenerse alejado del primer trago.

Algunas veces "un borracho" ha empleado a una tercera persona para


llevar el mensaje "a otro borracho". Un miembro (Bill) empleó a un mé-
dico no alco_hólico (t;l Dr. Silkworth) y un hospital para encontrar alco-
hólicos -con el fin de permanecer sobrio. En la ciudad de Akron -para
mantenerse sobrio...:. empleó un ministro (el Reverendo Walter Tunks) y a
un seglar (la señorita Henrietta Seiberling) para encontrar al Dr. Bob.
Ambos - para mantenerse sobrios- emplearon una enfermera no alcohó-
lica (la Hermana Ignacia) con el fin de localizar alcohólicos que estuvieran
necesitando ayuda. Estos métodos todavía son empleados. El Gran Libro,
ahora traducido a muchos idiomas, también puede llevar el mensaje; lo
mismo sucede con los folletos, la revista "Grapevine", y el Boletín de
A.A.

El mensaje también puede ser llevado a muchos otros alcohólicos por


medio de artículos en periódicos y revistas, de programas de radio y de
televisión, y por los Comités de A.A. de información al público y de insti-
tuciones.

- 20 -
La mayoría de los Grupos saben ya que los alcohólicos no podrán lle-
gar hasta ellos a solicitar ayuda a menos de que sepan donde queda A.A.
Los Grupos emplean muchas técnicas para este propósito.

Algunas veces un pequeño aviso que diga: "Reunión de A.A. esta no-
che", colocado en la puerta del lugar de reuniones, puede indicar el ca-
mino. Desde los primeros días de A.A. se han empleado efectivamente
pequeños avisos en los periódicos o cuñas radiales. La inclusión de A.A.
en el directorio telefónico también ha demostrado ser un medio excelen-
te. Las reuniones públicas también sirven para llevar el mensaje -espe-
cialmente cuando un Grupo está interesado en atraer nuevos miembros;
en decirle "Gracias" a los viejos amigos de la comunidad; y en ayudarle a
todos los alcohólicos que sufren, bien sea que pertenezcan, o no, a A.A.

Todos estos métodos de llevar el mensaje están dentro del espíritu de


la Tradición 11, en cuanto produzcan recuperaciones o simplemente den
información, sin llegar a asumir características de ostentación.

Muchos Grupos invitan regularmente a sus reuniones públicas o abier-


tas a ministros, jueces, sacerdotes, médicos, funcionarios de policía, de
hospitales y de bienestar social, empleadores y otras personas que tienen
que entenderse con alcohólicos. Algunos Grupos le regalan cada mes un
número de la revista "Grapevine" o del Boletín, a un médico. Otros pro-
porcionan oradores de A A. a las reuniones qúe celebran en la comuni-
dad otras organizaciones que nada tienen que ver con A.A.

(Ud. puede escribir a la Oficina de Servicios Generales pidiendo el fo-


lleto "Hablando en reuniones de no Alcohólicos Anónimos").

Los Intergrupos locales u Oficinas Centrales pueden desempeñar mu-


chos de estos servicios, pero el Grupo mismo puede hacer bastante al
respecto.

Folletos acerca de estos servicios se pueden conseguir en la Oficina de


Servicios Generales.

19. - Cómo se ayuda a los recién llegados?

Naturalmente, ningún alcohólico puede recibir ayuda a menos que


sepa que A.A. existe y que conozca su localización. Es una buena idea
que el Grupo haga imprimir una tarjeta en que consten su nombre, direc-
ción, días y horas de reunión, y número telefónico. Estas tarjetas se en-
tregan en: 1) Toda estación de policía y cárcel; 2) En todo Hospital o
Clínica; 3) En el consultorio de todo médico; 4) En toda Iglesia; 5) En
toda agencia de bienestar social o de salubridad; 6) En toda empresa y
negocio de la comunidad. En las ciudades grandes. La lista de todos los

- 21 -
Grupos se imprime con la dirección de la Oficina Central o lntergrupos
y s11 número de teléfono.

Junto con las tarjetas mencionadas, es una buena idea la de distri-


buir también el folleto: "Alcohólicos Anónimos en la comunidad''.

Algunos Grnpos guardan listas de los miembros disponibles para el


trabajo del Paso Doce. Otros tienen un Comité de recepción que se en-
carga de que ningún miembro nuevo, candidato que simplemente está
informándose o visitante, reciba mala atención, no reciba respuestas, o
no sea bienvenido. Muchos Grupos celebran "reuniones especiales" para
"Principiantes". Se trata generalmente de reuniones cortas que se efec-
túan antes de una reunión general. Algunos Grupos le dan a cada miem-
bro nuevo un ejemplar del Gran Libro, una suscripción a la revista "Gra-
pevine" o al Boletín de A.A. y una lista de los Grupos y días de reunión
con sus direcciones y número de teléfono.

Usualmente un "padrino" se hace responsable de ay udar al "recién


llegado", a encontrar su camino en A.A., el suyo propio, no el del padri-
no. Algunos dicen que la mejor manera de ser u n padrino es no ser un
amigo. De todas maneras, muchos de nosotros estamos convencidos de
que la mejor forma de conservar nuestra sobriedad es dándosela a otros.

Mucha ayuda se encuentra en el folleto ''Preguntas y Respuestas so-


bre Patrocinio".

20. - Cómo se solucionan los "Problemas del Grupo?

Algunas veces se hace difícil establecer la diferencia entre un proble-


ma y un beneficio en un Grupo. Cada uno de estos puede convertirse en
el contrario a medida que pasa el tiempo, y de acuerdo a la persona que
los examina.

Los problemas son generalmente una señal de que el Grnpo comien-


za a tener experiencias a raíz de su misma existencia y crecimiento. Con
frecuencia constituyen una evidencia de que existe una saludable y desea-
ble diversidad de opiniones entre los miembros. También nos dan oportu-
nidad de aprender a "practicar estos principios en todos nuestros actos".

En muchas ocasiones los problemas han sido la base para el mejor


crecimiento de A.A. Tres facto res parecen conducir a este crecimiento:
1) Unidad dentro del Grnpo (la. Tradición); 2) Armonía entre el Grupo
y sus vecinos, tanto con los otros Grupos de A.A. como con el resto de la
comunidad (Tradiciones 4, 5, 6, 7, 8, 11 ); y 3) "Mantener las puertas
abiertas para todo el que quiera entrar". o, en otras palabras, un cumpli-
miento cabal de la 3a. Tradición.
Con la expresión ·•Problemas de Grupo" se denominan preguntas tan
,comunes en A.A. como: 1) Qué debe hacer el Grupo respecto a los miem-
bros recaídos?. Respecto a los miembros "Pastilleros" (pill takers?) 2)
De qué manera se puede aumentar la asistencia a las reuniones? 3) Qué
debe hacerse para que un mayor número de personas colabore con las
tareas del Grupo? 4) Cómo conseguir más dinero para la adquisición de
una cantidad mayor de literatura? S) Cómo evitar los problemas que se
presentan cuando los miembros "'antiguos" insisten en creer que saben
qué es lo que más le conviene al Grupo? 6) Por qué no acudimos a algu-
nos miembros antiguos para que "compartan sus experiencias" para solu-
cionar problemas del Grupo? 7) Debemos pagar arriendo fijo del salón
donde nos reunimos, o debemos dar todo lo recogido en las reuniones?
8) Deben celebrarse aniversarios individuales o se aparta esto del Plan
de las 24 Horas?. 9) Qué debe hacerse respecto a los chistes vulgares y
a la irreverencia o impiedad en las reuniones?. 10) Una Iglesia y un Hospi-
tal quieren proporcionamos gratuitamente un lugar de reuniones; debe-
mos aceptarlo?. 11) Por qué somos incapaces de retener en el Grupo a los
"recién llegados"?. 12) Podemos comprar literatura para un Grupo de
hospital o una bandera para el Grupo?. 13) Es buena cosa la lealtad al
Grupo? 14) Qué debe hacerse con un miembro que quebranta el anoni-
mato?. Con alguien que quiere utilizar a A.A. para lograr beneficios
personales?. Con los romances?, etc., etc .. Aún el mismo Salomón hubie-
ra dudado sobre algunos de los enredos y embrollados nudos que los Gru-
pos de A.A. han tenido que desatar.

Usted no encontrará aquí las respuestas a estps prblemas ni amuchos


otros que pueden presentarse. Pero la mayoría de los Grupos de A.A. han
salido de embrollos aún peores. La historia de i:ómo se logró hacerlo se
encuentra en las Doce Tradiciones y en otras memorias de la experiencia
de A. A., tales como "Alcohólicos Anónimos llega a mayor de edad",
"Doce Pasos" y "Doce Tradiciones", los artículos del "Grapevine", o del
Boletín, y en las cartas de Grupos que reposan en los archivos de la Ofi-
cina de Servicios Generales. Todo lo que usted tiene que hacer es leer los
Folletos, hablar con su representante o escribir a la Oficina de Servicios
Generales.

Con frecuencia, los problemas de un grupo no son otra cosa que sim-
ples malentendidos que se presentan fácilmente en las discusiones. O que
algunos mienbros tratan de cambiar las opiniones o el comportamiento
de otros.

Puede ser que dos personas quieren decir algo diferente con las mis-
mas palabras. O, también, que los miembros están de acuerdo respecto a
un objetivo pero simplemente tienen opiniones diferentes con relación
a la manera de alcanzarlo. En algunas ocasiones los problemas de Grupos
o de las Oficinas Centrales o lntergrnpos se refieren a un honesto desa-

-- 23 -
cuerdo, entre dos miembros sinceros y bien intencionados. Ellos de todo
corazón, están deseando lo mejor para su Grupo, pero pueden diferir
en cuanto a quienes pueden desempeñar mejor un trabajo de servicios en
A.A. o cuál método se debe emplear, o qué individuo tiene la fortaleza
"recta" para desempeñar un puesto.

En la mayoría de los casos, las Tradiciones d~ A.A. y las experien-


cias del pasado han guiado hacia la senda de la annonía en esos asuntos y
el resultado ha sido siempre mejores Servicios que ninguno de los miem-
bros hubiera podido imaginar.

En la mayoría de las ocasiones, las Tradiciones de A.A., y las expe-


riencias anteriores, han sido el medio correcto para lograr la annonía.
Ningún problema debe Uegar a adquirir proporciones demasiado graves
para ningún Grupo, pues la experiencia de A.A. ha demostrado que la
buena voluntad, honradez, la ausencia de egoísmo y el espíritu de amor y
de servicio prevalecen contra las dificultades si se hace un esfuerzo hon-
rado por " anteponer los principios a las personas". (Tradición 12).

Se ha establecido que, mucho más útiles que las argumentaciones


legalísticas o las acusaciones personales, lo son el sentido del humor, la
paciencia, la cortesía, la disposición a escuchar y esperar la imparcialidad
y el sentido de justicia, y la confianza en "un Poder Superior a nosotros
mismos". Durante los últimos años muchos Grupos han llegado a aplicar
algunas de las ideas de "Doce conceptos para servicio mundial" propues-
tos por Bill W. y adoptados por la Conferencia de Servicios Generales en
1962. Ud. puede encontrarlos en el "Manual del Tercer Legado".

21. - Cómo comienza un nuevo Grupo?

Prácticamente todo Grupo de A.A. comenzó cuando uno o varios


miembros activos establecieron una serie de reuniones, con frecuencia en
la misma casa de uno de ellos, y se dedicaron a realizar las tareas necesa-
rias para mantener en funcionamiento el nuevo Grupo.

Algunas veces esto implicó el hecho de separarse de un Grupo ma-


yor y ya en funcionamiento desde hacía un buen tiempo; o de llevar
oradores a una institución en la cual había alcohólicos; o de compartir
experiencias, fortaleza y esperanza en un lugar y tiempo determinado pa-
ra llenar alguna necesidad.
La experiencia de A.A. demuestra que se sirven mejor nuestros propios
intereses, y los de los alcohólicos que todavía no han ingresado a A.A., si
no pennitimos que el confort físico o que los factores personales, el es-
tigma de la gente que ignora nuestra enfermedad y otros elementos, nos
alejen de comenzar nuevos Grupos cuando sea necesario.

- 24-
Llevar continuamente el mensaje de A.A. a otros alcohólicos que
quieren y necesitan ayuda, es el principal medio para fortalecer nuestra
propia sobriedad. Mientras más fuertes y mejores portadores del mensa-
je sean los Grupos, y mientras más Grupos existan, mejor será la ayuda
que prestemos a los demás ... y a nosotros mismos.

La renuencia a formar un nuevo Grupo allí donde podría ser de gran


utilidad reduce nuestras oportunidades de alcanzar a alguien para quien
A.A. podría significar la diferencia entre la vida y la muerte.

Sin embargo, los Grupos no se han formado simplemente debido a


la existencia de acogedores sitios de reunión, o porque unos pocos miem-
bros querían que así sucediera. ·un Grupo recibe el apoyo 1 que necesita
para crecer y prosperar solamente si proporciona los servicios necesitados
por los alcohólicos y emplea las sugerencias contenidas en nuestras Tra-
diciones.

Cómo puede Ud. saber si existe la necesidad de crear un Grupo?


Pregúntese a sí mismo si en su vecindario hay alcohólicos que necesitan
ayuda pero que no conocen a A.A. Averigüe si algunos de ellos no entien-
den a A. A. a pesar de saber que existe. También si otros tienen una idea
totalmente equivocada de A.A.

Aunque usted no lo crea, millones de personas nunca han oído ha-


blar de A.A. y miles de ellas no la entienden o se han form'a do una ima-
gen falsa. Esto incluye a muchos alcohólicos y a las personas que trabajan
con ellos.

Cierto número de personas de cada comunidad está más familiariza-


do con la situación de los alcohólicos que los demás. Estas personas saben
si hay alcohólicos que necesitan ayuda, y aún pueden decir cuáles de ellos
están listos para recibirla. Estas personas con frecuencia llegan a ser los
aliadbs naturales de A.A., y pueden prestar una gran ayuda para la torma-
ción de un nuevo Grupo.

Entre ellas se cuentan los sacerdotes, pastores, funcionarios de los


hospitales, policías, tr,abajadores de ~ienestar social, psicólogos, algunos
cantineros, centros de información y educacionales, personal de las clíni-
cas para alcohólicos, etc., etc..

Es muy conveniente explicarle a estas personas qué es A.A. y, prin-


cipalmente, que no es A.A. y cuáles son las razones que llevan a la for-
mación de un nuevo Grupo.

- 25 -
El hecho de entregarle a estas personas los libros de A.A., algunos de
los folletos y la revista "Grapevine" o el Boletín de A.A. puede producir
maravillosos efectos. Lo mismo pueden lograr unas cuantas palabras ama-
bles. Y no solamente con esas personas, sino que también es muy útil ha-
cerlo con los directores de los periódicos y de las emisoras locales de ra-
dio y T.V. Eso sí, no deben pedírseles favores, y desde el principio debe
establecerse la importancia del principio de A.A. respecto al anonimato
público.

No olvide hacer conocer de sus vecinos, de la Oficina Central o Inter-


grupos, del área de la Conferencia, de Servicios Generales, de la oficina
de estos mismos servicios, si existe, etc., la creación de un nuevo Grupo.

Mucho apoyo y ayuda puede llegar de estas fuentes.

22. - Cómo puede Ud. hacerse miembro de A.A.?

Generalmente decimos que cualquiera que lo diga es miembro de


A.A. La 3a. Tradición dice que "el único requisito para ser miembro de
A.A. es el querer dejar de beber", y ninguno de nosotros puede preten-
der juzgar los deseos que nacen en el corazón de otra persona.

Unirse a "un" Gmpo es generalmente tan sencillo como asistir re-


gularmente a sus reuniones. Hace mucho que la mayoría de los grupos
han abandonado los procedimientos formales o las ceremonias de afilia-
ción. Sin embargo, y por supuesto, la mayoría de los Grupos tratan de
llevar listas confidenciales de los nombres de los miembros que quieren
ser notificados de las reuniones e'speciales o de otros eventos; de los que
están disponibles para trabajos del Paso Doce; de los que quieren ser re-
cordados del Tiempo de Gratitud, etc. También llevan listas de infor-
mación general de los miembros para el Directorio Mundial y local, y ti-
pos de infonnación estadística.

La mayoría de los miembros se siente mejor en un Grupo determi-


nado que en otros, y éste es el Grupo que consideran el suyo y en el cual
aceptan responsabilidades y tratan de sostener amistades. No se entro-
meten en los negocios o en la política de otros Grupos que visitan, pero
en los cuales no aceptarían asignaciones de servicio.

A.A. no és un concurso concebido para que tengan lugar las rivali-


dades o competencias individuales o de Grupo. No se trata de ver cuál
Grupo es el más grande, o cuál, o quién, permanece sobrio durante más
tiempo, o aporta más para Servicios Generales, o cuál es el orador más so-
licitado. Por esta razón todos los miembros de A.A. son generalmente
bienvenidos en las reuniones de todos los Grupos, y pueden sentirse libres
para prestar servicios en cualquier lugar en que se les necesite.

- 26 -
23. Cuando estoy "rompiendo mi anonimato" NO f'~ una violación
de Anonimato?

Cuando Ud. cuenta su historia a un enfenno que ha solicitado la


ayuda de A.A., constituye ese hecho "romper" "el anonimato"?

Cuando Ud. se para frente a un Grupo de A.A. y dice "Mi nombre es


Juan y soy Un alcohólico", ha roto el anonimato?. Lo es cuando practica
el Noveno Paso?

No, generalmente.

Sin embargo, la mayoría de nosotros creemos que el hecho de que su


nombre, su retrato y su historial de A.A. sean impresos o rndiodifundidos
para beneficio personal, o para obtener fama, constituye una violación a
nuestra l la. Tradición.

Pero se presentan muchos otros casos semejantes muy difíciles. Cada


uno de ellos es diferente. La Oficina de Servicios Generales no hace jui-
cios sobre lo que está "bien" y lo que está "mal" dentro de ese campo.
No obstante, la experiencia chequeada anualmente por los Delegados, su-
giere algunas guías; son las siguientes:

A. - La palabra "anónimos" que se encuentra en nuestro nombre es una


promesa de reserva.

La mayoría de nosotros no queremos exponemos al cruel estigma


que la gente ignorante atribuye a la enfermedad del alcoholismo. Pero
-tenemos que afrontar el hecho de que el estigma existe, y de que la gente
sufre por su causa.

Por esta razón, a los que tienen problemas con su manera de beber,
a los que se sienten avergonzados y culpables de ella, a los que tienen
miedo de que la demás gente se dé cuenta, les decimos: "Ingresen. En-
tendemos su situación porque nosotros también la hemos atravesado.
Trataremos de ayudarles, y les prometemos el privado refugio del anoni-
mato".

B. - Demostramos esa promesa guardando estrictamente el anonimato


nuestro y de cada miembro de A.A. a nivel del público.

Para efectos de la prensa, la radio, la T.V. y el cine, o de las reunio-


nes a que puede asistir público no alcohólico, nunca revelamos los apelli-
dos u otros datos que puedan identificar a un miembro de A.A.

- 27 -
Nunca colocamos "A.A." en los sobres enviados por correo. Omiti-
mos los apellidos y otros títulos identificadores en el material que ha
de ser colocado en las carteleras de A.A., o en los programas impresos
que pueden ser conocidos por el público. Los programas de televisión
y las fotografías noticiosas no muestran las caras de los miembros de
A.A. En los historiales que van a ser publicados nos identificamos con
el nombre y la inicial del apellido solamente.

C - No creemos que sea buena idea para demostrar los beneficios de


A A., hacerse "bombo" utilizando los testimonios de celebridades.

Ocasionalmente alguien dice algo como ésto: "No creen que los que-
brantamientos espectaculares del anonimato ayudan a "llevar el mensa-
je' y que animan a la gente para que ingrese a A.A."?

Puede que sí ayuden. Pero también alejan a otras personas. Algunas


permanecen por fuera por temor a que su anonimato también sea viola-
do. Otras escuchan el historial del miembro que quebrantó su anonimato,
y luego dicen "yo no estoy así de mal". Puede que a otros no les guste la
vida de sobriedad o la forma como ha presentado a A.A. el violador del
anonimato. Ahora, si el miembro que quebrantó el anonimato llega a
emborracharse después, cómo queda A.A.?. ·

Más bién que quebrar su anonimato, la mayoría de las personas de


A.A. lo "guardan". Cientos de miles de personas famosas o desconoci-
das trabajan activamente en A.A. Y lo hacen sin experimentar vergüen-
za y en privado.

D - Dentro de A.A. no nos avergonzamos de nuestra enfermedad e in-


tercambiamos libremente nuestros nombres completos.

Llevamos directorios con los nombres y números telefónicos de los


miembros de A.A., y también publicamos un "Directorio Mundial" na-
cional y Local confidencial. Todo esto para mantenemos en contacto y
ayudamos los unos a los otros.

E. - En nuestras relaciones personales con personas no alcohólicas no


nos avergonzamos de decir que somos alcohólicos recuperados o en
vla de recuperación. Además, ésto ayuda con frecuencia a transmitir
el mensaje a o tras.

Esto no viola de ninguna manera nuestra lJa. Tradición. Cuando se


habla ' de sí mismo, en privado, no hay "un quebrantamiento del anoni-
mato".

Además, el hecho de transmitir nuestra experiencia, nuestra fortaleza


y nuestra esperanza a otros alcohólicos es demasiado importante como

- 28 -
parn permitir que interfieran el temor al estigma o a ser descubiertos. Si
Bill y el Dr. Bob hubieran dicho: "L!I gente no comprenderá" y no hubie-
ran transmitido el mensaje, dónde estaríamos todos nosotros?

F - No ocultamos nuestro alcoholismo en una clandestinidad culpable


por causas de temor o vergüenza. Eso darla una fuerza aún mayor
al cruel estigma que desafortunadamente rodea a las v/ctimas de
nuestra enfermedad.

En público permaneceremos en el anonimato por dos razones:

1) Por nuestra promesa de respetar el anonimato al alcohólico y a su


familia. 2) Por una razón espiritual contenida en la Tradición 12, o en la
palabra humildad.

G - Por medio del anonimato renunciamos al prestigio personal por


nuestra recuperación y nuestro trabajo de A.A.. damos la mayor
importancia a nuestros principios -el Poder que verdaderamente
nos alivia- v no a nosotros mismos.

Esta es la razón por la cual el Dr. Bob desalentando los planes que
contemplaban la erección de un mausoleo para A.A .. diio: "Simplemente
quiero ser enterrado como cualquiera ot'ra persona" Esa fue la razón por
la cual Bill rechazó el sueño de su vida, un grado Honoris Causa de una de
las más importantes universidades del mundo. Estos dos hombres consti-
tuyen un ejemplo para todos nosotros.

Entonces, por el propio bien de A.A. como un todo, y por el de ca-


da uno de los alcohólicos pertenecientes a A.A. o que piens::n hacerlo,
probablemente tendremos que seguir pensando profunda y espiritualmen-
te en el anonimato, durante un largo tiempo en el futuro.

24. - Cuál es la diferencia entre una "Reunión" v un "Grupo'?

Las "Reuniones" ( véase el capítulo 11, del libro "ALCOHOLICOS


ANONIMOS") son ahora la actividad primordial de cada Grupo, y es el
medio más corriente para '.'transmitir el mensaje" a los recién llegados y
a otros miembros que quieran mantener su recuperación. (También exis-
ten otros medios, naturalmente).

Ya hemos visto que las "reuniones" pueden variar ampliamente en


cuanto a forma y contenido. Sin embargo, todas ellas son eventos que
tienen lugar a horas específicas y que duran aproximadamente una hora
u hora y media; que se celebran generalmente con intervalos periódicos
regulares (algunos Grupos celebran una reunión semanal y otros celebran
más). y que se realizan en el mismo lugar.

- 29 -
Por otra parte los "Grupos" continúan existiendo aún cuando no se
esté realizando una reunión. Están compuestos por las personas que asis-
ten con regularidad a las reuniones, y que actúan leal y responsablemente
para con el Grupo. Algunos asisten en simple calidad de oyentes; otros
participan y ayudan a la ejecución de las labores.

Además, de sus reuniones regulares, muchos Grupos, emplean otros


métodos para la transmisión del mensaje. Estas otras técnicas pueden ser,
entre otras: correspondencia, boletines o impresos elaborados por el Gru-
po; realizar labores en las diversas instituciones, visitas del Paso Doce a las
personas que pidan ayuda; mantener a sus miembros bien provistos de li-
teratura de A A., reuniones de información pública; proporcionar orado-
res a otros Grupos, participar en los diversos seryicios de transmisión del
mensaje llevados a cabo por la Oficina Central o de Intergrupos, el Comi-
té local de Servicios Generales, y la Oficina de Servicios Generales de
Nueva York, etc, o del correspondiente país, si existe.
Un Grupo que no participa en ninguna actividad de A A. con excep-
ción de la celebración de sus propias reuniones, también puede ayudar a
que sus miembros se mantengan alejados de la bebida. Algunas veces los
miembros de A.A se reúnen con regularidad simplemente para almorzar,
o para realizar una fiesta, un paseo, o para bailar. También se reúnen, por
medio de invitaciones en las casas de otros alcohólicos, privadamente.

En estos casos, la congregación de miembros de A A. constituye un


un Grupo o una simple reunión de A.A.

En A A. ellos son lo que digan ser, naturalmente. El Directorio Mun-


dial dice. '.'Tradicionalmente, dos o más alcohólicos que se reúnan para
propósitos de sobriedad pueden considerarse un Grupo, siempre y cuan-
do que, como Grupo, se sostengan por sí mismos y no haya ninguna afi-
liación extraña".
Pero algunos miembros quieren algo más que simplemente perma-
necer ·'secos " Si los miembros de un Grupo están teniendo una cantidad
poco frecuente de problemas, una participación mayor en A.A. ha sido
muchas veces la mejor solución.

La historia de A.A. demuestra que las reuniones que "crecen", fre-


cuentemente desarrollan ~a suficiente ~ortaleza y madurez para indepen-
dizarse de los miembros "ftmdadcires" iniciales. Y, tal como los niños en
la edad de crecimiento, a medida que maduran, toman noticia de y parti-
cipan en actividades diferentes al propio interés en sí mismos. Comienzan
a prestar su participación de Servicios en la Oficina Central ( o de Inter-
grupos) y en las actividades de la Conferencia de Servicios Generales. Al
aceptar nuevas responsabilidades y oportunidades en el mundo exterior,
las reuniones se convierten en Grupos.

- 30-
Cada Grupo decide por sí mismo lo que hará, como también la mejor
manera para hacerlo. Existen muchas formas para poner en vigor la Tra-
dición que dice que el fin primordial de cada Grupo es "llevar el mensaje
al alcohólico que aún sufre". Y no se olvide: que ahora que A.A. se hace
· más y más vieja "el alcohólico que aún sufre" puede ser un antiguo
miembro de A.A. abstemio pero infeliz, o un bebedor recién llegado. Si
los recién llegados son la "sangre vital de A.A.", los miembros antiguos
son muchas veces su espina dorsal. A ninguno de ellos debemos dejar por
fuera, en neustra tarea de compartir.

25. - Cómo se mejoran los Grupos de A.A.?

Muchos Grupos hacen periódicamente un "Inventario del Grupo".


Para este fin dedican una reunión, en la cual discuten sin temor y honra-
damente las debilidades del Grupo, lo mismo que sus aspectos positivos.

Muchos Grupos han escrito a la Oficina de Servicios Generales para


manifestar que un "Inventario" ha aumentado su actividad de A.A , y
que ha hecho más excitante y facil de disfrutar la sobriedad. Esto, ade-
más de transmitir el mensaje a un número mayor del Alcohólicos.

La forma más popular para realizar un "Inventario" está constitui-


da por la serie de preguntas que compartió con nosotros "El Grupo de
los Tres Legados" (Spokane, Washington) en un "Exchange Bulletin" de
1960.

Para los Grupos que quieran hacer el trabajo del Paso Diez-presenta-
mos esta versión reciente.

Sugerencias que pueden revitalizar la salud del Grupo.

l. Cuál es el proppsito básico del Grupo?


2. Qué más puede hacer el Grupo para transmitir el mensaje?
3. · Considerando el número de alcohólicos de nuestra comunidad, esta-
mos alcanzando un número suficiente de ellos?
4. Qué ha hecho el Grupo recientemente para que el mensaje de A.A.
reciba la atención de los médicos, los jueces, sacerdotes, y las demás
personas que pueden ser útiles para llegar a aquéllos que necesitan a
A.A.,
S. El Grupo está atrayendo solamente a un detenninado tipo de alcohó-
licos, o estamos logrando un buen promedio representativo?
6. Los recién llegados permanecen con nosotros, o son excesivos los
abandonos?
7. Qué tan efectivo es nuestro "patrocinio '? Cómo puede ser mejora-
do?

- 31 ""
8. Se ha hecho todo lo que sea posible para tener un lugar de reuniones
atractivo?
9. Se han hecho los esfuerzos suficientes para explicarle a todos los
miembros el valor y la necesidad de los servicios de cocina y de ase1,
y mantenimiento, lo mismo que de otros servicios del Grupo?
10. Se da oportunidad adecuada a todos los miembros para que hablen
y participen en otras actividades del Grupo?
11. Los Servidores del Grupo son elegidos cuidadosamente y en base de
que su servicio es una gran responsabilidad y una oportunidad para
realizar trabajos del Paso Doce?
12. El Grupo colabora debidamente con el Intergrupos? Con la revista
·'Grapevine·• o con el Boletín? Con la Oficina de Servicios Genera-
les? Con los Grupos que desarrollan actividades Institucionales?
13. Se le da oportunidad a todos los miembros de mantenerse informa-
dos acerca de A A. en su totalidad: Recuperación, Unidad y Servi-
cio?

Usted probablemente querrá añadir preguntas propias.

(si su Grupo realiza un "Inventario" , tenga la bondad de hacerle co-


nocer los resultados a la Oficina de Servicios Generales).

26. - Podemos recibir ayuda de otros Grupos?

Los Grupos de algunas comunidades se han dado cuenta de que la


t ransmisión del mensaj~ se puede hacer en mejor forma y más rápidamen-
te si unen sus esfuenos, especialmente en proyectos que afectan a más
de un Grupo. De esta manera los resultados . también son más unidos.
(Esto constituye el cómo y el por qué de la instalación de una Oficina o
de Intergrupos local)

También existe una manera para que su Grupo pueda compartir ex-
periencias de los miles de otros Gmpos a través del mundo. Esta historia
empieza más adelante bajo el título "Así se hacen las cosas en A.A.".

(A partir del punto 31, y hasta el 35, se presenta una historia que
puede ilustrar la manera en que un Grupo puede compartir las experien-
cias de millares de Grupos diseminados por todo el mundo).

-32 -
Así se hacen las cosas en A. A.

EN SU OFICINA CENTRAL U OFI CINA DE INTERGRUPOS

27. - Cómo se comienza?

Cómo podemos averiguar dónde y cuándo se reúnen otros Grupos


cercanos?

Cómo podemos intercambiar oradores con otros Grupos? Cómo po-


demos celebrar con ellos y ocasionalmente, reuniones conjuntas o de tipo
social?

Si tuviéramos un local central al cual los futuros miembros pudieran


telefonear o ir, no podríamos ponerlos en contacto con el Grupo de su
vecindario, llevando así la ayuda de una manera más rápida?

Si los Grupos de este lugar unieran sus esfuerzos, no podríamos


hacer una mejor labor de transmisión del mensaje a las instituiones?. O
llevar a los alcohólicos enfermos a hospitales en los cuales pueden estar
seguros de recibir tratamiento adecuado?. O informar al público en gene-
ral acerca de lo que es A.A?.
Los Grupos vecinos generalmente encuentran el sistema adecuado
para trabajar juntos cuando se presentan ¡1reguntas como éstas. Algunas
páginas más atrás se dijo en este folleto que: "Todo tipo de labores tie-
nen que ser realizadas"

La Oficina Central o de Intergrupos se pone en marcha de una mane-


ra tañ sencilla, como se realizan en su mejor manera las labores de A.A.
proporcionando servicios a los alcohólicos con un mínimo de organiza-
ción. Véanse las Tradiciones 8 y 9.

La experiencia ha demostrado que estas Oficinas pueden realizar mu-


chas tareas de una manera mucho más efectiva de lo que lo harían varios
Grupos individuales de manera separada, diferente, e incoordinada. Los
resultados serían mejores comunicaciones entre los Grupos, y menos con-
fusiones entre los mismos.

28. - Para qué se necesitan?

Estas oficinas de servicios locales, que pueden tener uno o más tra-
bajadores a sueldo y varios trabajadores voluntarios, frecuentemente se

- 33 -
encargan de las siguientes responsabilidades locales y regionales:

l. Mantienen las listas de A.A. en los directorios telefónicos locales:


se encargan de las consultas telefónicas y por correo, indicando a
las personas que las hecen el respectivo Grupo local, y de esta mane-
ra distribuyen los trabajos del Paso Doce en una base geográfica pard
que los alcohólicos enfermos reciban ayuda.

2. Sirv~n de centro de comunicaciones a los Grupos participantes, por


medio de correspondencia o de boletines mantienen informados a los
Grupos sobre los demás; distribuyen listas actualizadas de todas las
reuniones que van a ser realizadas en las cercanías, etc.

3. Detenninan sistemas para que los Grupos intercambien oradores.

4. Patrocinan y disponen los eventos sociales conjuntos que los miem-


bros quieran realizar.

S. Mantienen en actividad el trabajo en las instituciones.


6. Disponen las ayudas de hospitalización de alcohólicos y de patroci-
nio (sponsorship).

7. Se encargan de las solicitudes de información provenientes de los


medios noticiosos locales; preparan programas sobre A.A. en la ra-
dio y la T.V locales, proporcionan oradores de A.A. para organiza-
ciones diferentes.

Mantienen contactos con otras organizaciones en el Campo del alco-


holismo.

29. - Cómo funcionan?

En la mayoría de las áreas, cualquier Grupo que lo desee puede per-


tenecer a la asociación de Oficinas Centrales o de Intergrupo; esta asocia-
ción trata de proporcionar servicios a todos los Grupos de su área. Los
Grupos general.mente eligen un representante de lntergrupo o de Oficina
Central para que los representen , en los asuntos en que participan los di-
ferentes Grupos. La colaboración económica de parte de los Grupos
miembros es generalmente voluntaria, y no es un requisito para pertene-
cer a esta oficina de servicio. Sin embargo, la mayor parte de los miem-
bros saben que no pueden esperar un buen Servicio a menos que paguen
su participación en el mismo.

En las áreas en que no es práctico abrir una oficina de servicio, los


Grupos algunas veces establecen Comités conjuntos para efectos de pla-
nificación y esfuerzos; también emplean un servicio telefónico, cuidado-

- 34-
samente controlado , para recibir llamadas del Paso Doce. La Oficina de
Servicios Generales puede poner a Ud. al tanto de los sistemas que operan
actualmente en las Oficinas Centrales o de Intergrupos. (Es conveniente
anotar que un servicio local de este tipo puede funcionar mejor si está en-
teramente separado del Comité Local de la Conferencia de Servicios Ge-
nerales para el Area. Como se observó en páginas anteriores, los trabaja-
dores de Servicios Generales se mantienen colmados de otras labores).

30. - Cómo puede Ud. ayudar?

Como la Oficina Central o de Intergrupo atiende las llamadas del


Paso Doce que nosotros no podríamos atender en el otro extremo de la
ciudad, o las que se reciben mientras nosotros estamos trabajando, algu-
nos miembros de A A tratan de encontrar otros medios para hacer su
parte en los servicios locales. Sirven a los comités cuando se les solicita
(y así aumentan sus amistades y sus perspectivas) o tratan de encontrar
otras labores que puedan realizar voluntariamente.

Pero la mejor y principal manera para prestar ayuda co~siste en dar


confianza, (ver Tradición 2) apoyo, interés y aprecio al representante
de Intergrupos o de Oficina Central de los Grupos, lo mismo que a todos
los demás miembros que laboran en esos campos de A.A. En A.A. sucede
frecuentemente que la ayuda logra lo que no podrían hacer las críticas.
Y, como ha sido dicho en otro lugar con mejores palabras, hay más dicha
en hacer un servicio que en recibirlo.

31. - Cómo comenz ó?

Cuando los primeros miembros de A.A. publicaron el libro: "Al•


cohólicos Anónimos" inmediatamente lo traspasaron a una fundación
que no tenía ningún afán de lucro. Esta fundación se convirtió, natural-
mente, en el centro al que llegaban preguntas hechas desde todos los lu-
gares del mundo.

También llegó a convertirse en una especie de depósito para una acu-


mulación de experiencias y conqcimientos de los A.A. de todo el mundo.
y en la primera oficina de A.A. Fue la oficina precursora de la Oficina de
Servicios Generales que existe áctualmente.

La Fundación se llama actualmente la Junta de Servicios Generales


de A.A. A sus encargados, (Custodios) tanto alchohólicos como no alco-
hólicos, se les ha confiado la supervisi~n de las dos agencias de servicios
("A.A World Services, Inc." y ·'A.A Grapevine, Inc."); támbién son los
custodios de las relaciones públicas de A.A. y de todos los fondos con
que contribuyen los Grupos.

-35 -
32. - Ouén es el Jefe?
La Junta es responsable ante los grupos de A.A. a través de la Confe-
rencia de Servicios Generales. Cada año los Grupos envían Delegados es-
tatales y provinciales a la reunión de la Conferencia de Servicios Genera-
les que se realiza en Nueva Y orle; y en las ciudades donde ya se ha estruc-
turado la Asociación de A.A. a escuchar los informes de los Comités de
la Junta y los infonnes de la Oficina de Servicios Generales, lo mismo que
a 11consejar a los miembros de la Junta, de la Oficina de Servicios Genera-
les y del "Grapevine".

Cada delegado informa a los Grupos de su Area a través del Comité


de la Conferencia de Servicios Generales del Area (que es totalmente in-
depenediente de la Oficina Central o de Intergrupos, las cuales son esta-
blecidas para que proporcionen servicios locales).

Cada Comité de la Conferencia de Servicios Generales del Area es


responsable ante una Asamblea de Representantes de los Grupos; tam-
bién son estos representantes quienes eligen el comité. Las Asambleas
mencionadas generalmente realizan convenciones estatales o provinciales
cada año.
Para compartir otros servicios en ·estas áreas puede ser de gran ayuda
la consulta de los libros: "A.A. llega a su mayor edad" y "El Manual del
Tercer Legado".

33. - Qué hace para usted la Of icina de Servici os Generales?


La Oficina de Servicios Generales ha sido responsabilizada de la labor
de proporcionamos a su Grupo y a todos los demás Grupos:

l. Cuando se solicita, envían experiencias de otros Grupos para ayudar


a res9lver problemas de un Grupo.

2. Realiza los trabajos del Paso Doce a escala mundial para alcohólicos
de ultramar, "Loners, lntemationalist ', fuerzas Armadas, y con los
alcohólicos que se encuentran en cárceles y hospitales.

3. Realiza otro trabajo del Paso Doce: responde cerca de 6.000 cartas
anuales en que se solicita ayuda para alcohólicos (algunas veces estos
son dirigidos a Grupos locales).

4. Publica el "A.A. Exchange Bulletin '', periódico bimensual para todos


los miembros.

S. Publica y distribuye los libros y folletos de A.A. que sean aprobados


por la Conferencia de Servicios Generales.
6. Anualmente publica un "Directorio Mundial" de los Grupos de A.A.
para que todos podamos estar en contacto.

- 36 -
Publica mensualmente "The Grapevine", una revista a la que algunas
veces se hace referencia como a " una reunión de A.A. en forma im-
presa". (La Junta de "The Grapevine" es responsable an te la Junta
de Servicios Generales de A A.).

8. Recoge y distribuye charlas de A.A. grabadas.

9. Se encarga de las relaciones públicas de A.A , como un todo y a nivel


nacional e internacional: periódicos nacionales, revistas, redes de ra-
dio y T.V., productores de películas, etc., lo mismo que con otras
organizaciones nacionales y mundiales que estén interesadas en el al-
coholismo. Y mucho, mucho más.Un resumen de todo este trabajo
está disponible y su Delegado de Grupo puede conseguírselo. O Ud.
puede ponerse en contacto con su Delegadq a la Conferencia de Ser-
vicios Generales. O escriba a la O.S.G. para pedir más detalles, inclu-
yendo aventuras románticas, a veces graciosas, otras veces trágicas,
de los veteranos de A.A.

34. - Cómo puede Ud. ayudar a la Oficina de Servicios Generales O.S. G.?

El 'cómo ' y el "qué 'de lo que hace la Oficina de Servicios Genera-


les depende tanto de usted como de cualquier otro miembro. La respon-
sabilidad final es suya, y por lo tanto, también lo son los resultados.

Si usted quiere que A.A. siga disponible, efectiva y sencilla como lo


fue para usted, si quiere que lo siga siendo igualmente para el nuevo
miembro en quien ejecute mañana los trabajos del Paso Doce, la Oficina
de Servicios Generales necesita su ayuda.
J.,leve las cuentas de lo que se hace, después de todo, se hace en su
nombre; manténgase informado y haga preguntas; 'mientras más sepa us-
ted acerca de A.A. más podrá poner en uso.

Usted puede ayudar a que su Grupo escoja y utilice un buen Repre-


sentante de Servicios Generales; un Representante que obtenga el respeto
y el apoyo del Grupo. El probablemente agradecerá su interés, su com-
prensión y su ayuda para A.A. Esto, como cualquier otro servicio de A.A.
en que usted participe, puede ser principalmente un servicio para usted
mismo.

35. - Cómo puede usted beneficiarse?

Es sencillo: DANDO.
Cualquier miembro que esté sobrio actualmente puede considerarse
un socio antiguo de la empresa conjunta que es A.A. Usted tiene derecho
a beneficiarse tanto, o tan poco, como desee. Hay suficientes formas pa-
ra compartir los servicios para todos, y todos pueden compartir, si todos
dan de su corazón, tiempo y voluntad. Así comienza A. A. y así crece.

- 37-
PREGUNTAS Y RESPUESTAS SOBRE ALGUNAS
COSTUMBRES DE A.A.
1. - Qué son los "Tres Legados" de A A.?

Son experiencias que nos han dejado los primeros miembros de A A.


y que han compartido con todos nosotros: 1) Sugerencias para la recupe•
ración: Los Doce Pasos; 2) Sugerencias para la Unidad; Las Doce Tradi-
ciones y 3) Nuestros servicios, descritos en el "Manual del Tercer Le-
gado." y en " Doce conceptos para el Servicio Mundial''. También puede
verse el libro: "A.A. llega a la Mayor Edad".

2. - Quién dirige los "Clubes de A.A. ''?

La posesión y la administración de propiedad raíz no fonnan parte


del programa de A.A. Por lo tanto, técnicamente no existen los "Clubes
de A.A·•.

Sin embargo, algunos miembros -que actúan como personas y no


como miembros de A.A. -han fom1ado corporaciones sin ánimo de lucro
y totalmente independientes de sus Grupos, con el fin de mantener clu-
bes para miembros de A.A ·
Para evitar problemas de propiedad, dinero y prestigio, la mayoría de
los Grupos han aprendido a limitarse a sus fines principales, y a dejar que
los Clubes los manejen corporaciones diferentes y totalmente aparte de
A.A.

Como dichos clubes están inscritos en el "Directorio Mundial", se


espera de ellos que cumplan las Tradiciones 6a. y 7a. sobre "nos mante·
nem9s con nuestras propias contribuciones".
Para una información más amplia se puede escribir a la Oficina de
Servicios Generales. También se pueden consultar las Tradiciones 4a. Sa.
y 6a. y el libro ("Alcohólicos Anónimos llega a la Mayor Edad").

3. - Quién maneja fas "Fincas de reposo de A.A. v los lugares de rehabi·


litación de A.A '?

Los servicios médicos y sociales no son del programa de A.A. Sin em-
bargo, los miembros de A.A., pueden ser empleados valiosos en las fin-
cas de reposo, hospitales y centros de rehabilitación. Pero r~petimos que,
técnicamente, no existen "Fincas de reposo de A.A." ni "hospitales de
A.A.". Véase también la respuesta a la pregunta número 2.
Los miembros que prestan ayuda por estos medios lo hacen en su
condición de ciudadanos particulares, -nunca en calidad de miembrns
de A.A.- y se espera de ellos que no utilicen d nombre de A.A. al bau-
tizar la re.spectiva institución o en su literatura de promoción como tam-

- 38-
poco otro nombre que pueda sugerir el respaldo de A.A. erróneamente
("Casa del Paso Doce", por ejemplo).
Mientras el nombre de A.A. no se vea envuelto, dichos centros tie-
nen toda la libertad para solicitar fondos píiblicos, algo que A.A. nunca
hace.

4. - Qués es el mes de las Tradiciones y la semana de la Gratitud?

Algunos Grupos de A.A. celebran reuniones especiales relativas a las


Doce Tradiciones, y frecuentemente lo hacen en Noviembre. Haciendo
donaciones especiales a la Oficina de Servicios Generales para el trabajo a
escala mundial del Paso Doce. Algunos Grupos de los Estados Unidos ce-
lebran "E] Tiempo de Gratitud" durante la Semana de Acción de Gracias.
En el Canadá es celebrado en Octubre.

5. - Qué es el plan de cumpleaños?

Algunos miembros, en sus aniversarios de A.A., hacen donaciones


voluntarias a la Oficina de Servicios Generales para el trabajo a escala
mundial del Paso Doce. Consiste en un dólar por cada año de sobriedad.

Consulte al Representante de Servicios Generales de su Grupo.

6. - Está afiliada A.A. a los "AI-Anon .Family Groups", a programas pro-


vinciales o estatales sobre el alcoholismo, al "National Council on
Alcoholism", a comités o a otros grupos religiosos interesados en
el alcoholismo?

A.A. no está afiliada a ningún otro programa interesado en e] alcoho-


lismo. Nuestra política es de "Cooperación sí , afiliación no". Los si-
guientes son algunos de los grupos con los cuales cooperamos:

Al-Anon Family Groups Headquarters


New York. N.Y 10010
P. O Box 182
New York, N. Y. 10010

Alateen Headquarters
P. O. Box 182
Madison Square Station

National Council on Alcoholism


2 East 103 St.
New York, N. Y. 10029

North American Association of Alcoholism Programs


Room 323 - Dupont Circle Building
Washington D C. 20036

-39-
POSICIONES DE A A. EN EL CAMPO DEL ALCOHOLISMO

ALCOHOLICOS ANONIMOS es una comunidad de alcohólicos re-


cuperados y tienen un alcance mundial. Sus miembros se ayudan entre
sí para mantener su sobriedad, y se ofrecen a compartir las experiencias
de su recuperación con otros hombres y mujeres que pueden tener proble-
mas con el licor. Los miembros pueden distinguir entre aceptar toda o
una parte de un programa de Doce Pasos: estos Pasos fueron ideados para
lograr la recuperación personal.
La hermandad funciona a través de aproximadamente 33.000 Gru-
pos locales de 105 países. Varios cientos de miles de alcohólicos han al-
canzado el estado de sobriedad en A.A., pero sus miembros reconocen
que el programa no siempre es efectivo para todos los alcohólicc;¡¡¡, y que
algunos pueden requerir asesoría o tratamiento profesional.

A.A. se ocupa únicamente de la recuperación personal y de la so-


briedád de los alcohólicos que llegan a pedir ayuda. La Asociación no
se ocupa en los campos de las investigaciones, los tratamientos médicos
o siquiátricos, la educación o la propaganda en cualquiera de sus for111as,
etc., pero sus miembros pueden participar en dichas actividades como
individuos.

La Asociación ha adoptado una polfüca de "cooperación sí, afilia-


ción no" respecto a otras organizaciones interesadas en el problema del
alcoholismo.

Tradicionalmente, A.A. no acepta o busca ayuda económica en los


medios exteriores;·;sus miembros guardan el anonimato en la prensa y la
radio y en todos los demás medios de publicidad.

-40 -
LAS DOCE TRADICIONES DE A.A.

I. Nuestro bienestar común debe tener la preferencia ; el re~tablecimien-


to personal de1>ende de la unidad de A.A.

2. Para el propósit o de nuestro grupo solo existe una autoridad funda-


mental: un Dios bondadoso que se manifiesta en la conciencia de
nuestro grupo. Nuestros líderes no son más que fieles servidores; no
gobiernan.

3. El único requisito para ser miembro de A.A., es el querer dejar de


beber.

4. Cada grupo debe ser autónomo, excepto en asuntos que afecten a o-


tros grupos o a los A.A.,,considerados como un todo.

S. Cada grupo tiene un solo objetivo: llevarle el mensaje al alcohólico


que aún está sufriendo.

6. Un grupo de A.A. nunca debe respladar, financiar o prestar el nom-


bre efe A A a ninguna entidad allegada o empresa ajena para evitar
que problemas de dinero, propiedad y prestigio nos desvíen de nues-
tro objetivo primordial.

7. Todo grupo de A.A. debe mantenerse a sí mismo, negándose a reci-


bir contribuciones de afuera.

8. A.A.nunca tendrá carácter profesional, pero nuestros centros de ser-


vicios pueden emplear trabajadores especiales.

9. A.A. como tal, nunca debe ser organizada, pero podemos crear jun-
tas <le servicios o comités que sean directamente resposables ante a-
quellos a quienes sirven.

JO. A.A. no tiene o¡>inión acerca de asuntos ajenos a sus actividades;


por consiguiente su nombre nunca debe mezclarse en polémicas pú-
blicas.

ll. Nuestra política de relaciones públicas se basa más bien en la atrac-


ción que en la promoción; debemos mantener siempre nuestrn ano-
nimato personal ante la prensa, la radio, la televisión y el cine.

12. El anonimato es la base espiritual de todas nuestras Tradiciones re-


cordándonos siempre que debemos anteponer los principios a las
personas.
"LOS DOCE PASOS DE A.A."

l. Admitimos que éramos impotentes ante el alcohol, que nuestras vi-


das se habían vuelto ingobernables.

2. Llegamos al convencimiento de que sólo un Poder Superior a noso-


tros mismos podría devolvernos el sano 'juicio.

3. Decidimos poner nuestra voluntad y nuestras vidas al cuidado de


Dios, tal como nosotros lo concebimos.

4. Sin rúngún temor hicimos un inventario moral de nosotros mismos.

5. Admitimos ante Dios, ante nosotros mismos y ante otro ser huma-
no la naturaleza exacta de nuestras faltas.

6. Estuvimos dispuestos a dejar que Dios eliminase todos estos defec-


tos de carácter.

7. Humildemente Le pedimos a El que nos librase de nuestros defec-


tos.

8. Hicimos una lista de todas aquellas personas a quienes habíamos o-


fendido y estuvimos dispuestos a reparar el daño que les causamos.

9. Reparamos directamente a cuantos nos fue posible el daño que les


habíamos causado, salvo en aquellos casos en que el hacerlo perjudi-
caría a ellos mismos o a otros.

10. Continuamos haciendo nuestro inventario personal y cuando nos


equivaocábamos lo admitíamos inmediatamente.

11. Buscamos a través de la oración y la meditación mejorar nuestro con-


tacto consciente con Dios tal como lo concebimos, pidiéndole sola-
mente que nos dejase conocer Su Voluntad para con nosotros y nos
diese la fortaleza para aceptarla.

12. Habiendo experimentado un despertar espiritual como resultado de


estos pasos, tratamos de llevar este mensaje a los alcohólicos y de
practicar estos principios en todos nuestros actos.
INDICE

Por qué tienen servidores los Grupos? . .. .. ...... . ...... , . . . . . . . S


Cuáles servidores necesitamos ? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . S
Por qué tener un comité directivo? ......... .. . . .... . .. ' . . . . . . . 6
Cuáles son las funciones del Presidente o Coordinador? . . . . . . . . . . . . . 6
Cuáles so11 las funciones del Secretario? . . . . . . . . . . . . ... .· . . . . . . . 8
Cuáles son las funciones del Tesorero? . . . ........ .. . . . . . : ....... 9
Cuáles son las funciones del Rep. de Servicios Grales.? ...... . • • • • • • 11
1
Cuáles son las funciones del Rep. de la O. Central o de Intergrupos? . . . . 12
Por qué son más populares algunos trabajos de A.A. que otros? ., . . . . . . 12
Qué clases de programas de reunión puede tener un Grupo? . . . . . . . . . 13
Cuál es el procedimiento usual en las reuniones? . . . . . . . . . . . . . . . . IS
Terapia de café o de té con panecillos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16
Cuáles deben ser los procedimientos de A.A. dentro de las Instituciones? 17
Qué hace el Rep. de "The Grapevine" o del Boletín? . . . . . . . . . . . . . . 18
Cómo son elegidos los Servidores de). Grupo? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18
Cuáles son algunas buenas cualidades de un Servidor de Grupo? . 1_9
Es importante la Rotación? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
Cuál es el objeto de la "Información al Público"? . . . . . . . . . . . . . . . . 20
Cómo se ayuda a los recién llegados? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21
Cómo se solucionan los «Problemas del Grupo"? . . . . . . . . . . . 22
Cómo comienza un nuevo Grupo? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24
Cómo puede Ud. hacerse miembro de A.A.? . . . . .. . . .. . ... 26
Cuando estoy "rompiendo mi anonimato"
NO es una violación de Anonimato?. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27
, Cuál es la diferencia entre una "Reunión" y un "Grupo"? . . . . . . . . . . 29
Cómo se mejoran los Grupos de A.A. ? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31
Podemos recibir ayuda de otros Grupos? . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32
Cómo se comienza? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33
Para qué se necesitan? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33
Cómo funcionan? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34
Cómo puede Ud. ayudar? ..1 • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • 35
Cómo comenzó? . . ... . . _: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35
Quién es el Jefe? ... ... . .1 . . • . . . • • . . . . . . . • . . • • . . . . . . . • • . 36
Qué hace para Ud: la Oficin~ de Servicios Generales? . . . . . . . . . . . . . . 36
Cómo puede Ud: ayudar a la!Oficina de Servicios Generales? . . . . . . . . . 37
Cómó puede usted beneficiarse? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37
Qué son los "Tres Legados" de A.A.? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 38
Quién dirige los "Clubes de A.A."? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 38
Quién maneja las "Fincas de Reposo" y lugares de rehabilitación? . . . . . 38
Qué es el plan de cumpleaños? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39
Qué es el mes de.las Tradiciones y la semana de la Gratitud? . . . . . . . . . 39
Está afiliada? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39
Este sello aparece en Literatura
aprobada por la Conferencia.

YO SOY RESPONSABLE.
Cuando cualquiera dondequiera,
extienda su mano pidiendo ayuda,
quiero que la mano de A.A. esté siempre all (
y por esto ...
YO SOY RESPONSABLE.
LAS
DOCE
TRADICIONES

il libro " DOCE PASOS


DOCE TRADICIONES"
Titulo en inglés:

TWELVE TRADITIONS

ALCOHOLICOS ANONIMOS es una comunidad de hombres y mujeres


que comparten su mutua experiencia, fortaleza y esperanza para resolver
su problema común y ayudar a otros a recuperarse del alcoholismo.

• El único requisito para ser miembro de A.A. es el deseo de dejar la


bebida. Para ser miembro de A.A. no se pagan honorarios ni cuotas; nos
mantenemos con nuestras propias contribuciones.

• A.A. no está afiliada a ninguna secta religiosa, partido político, organi -


zación o institución alguna; no desea intervenir en controversias; no respal-
da ni se opone a ninguna causa.

• Nuestro objetivo primordial es mantenernos sobrios y ayudar a otros


alcohólicos a alcanzar el estado de sobriedad.

LAS DOCE T RADICIONES

Publicado por A.A. WORLD SERV ICE líllC. única agencia de publica-
ciones de Alcohólicos Anónimos. Arpobado por la Conferencia de
Servicios Generales de A.A. - Derechos reservados.

COPYRIGHT 1952/53

The A .A. Grapevine lnc. And Works Publishing, lnc.


Ahora conocida como Alcoholics Anonymuos World Services, lnc.

Impreso y Distribuido por:


Oficina de Servicios Generales de A.A.
para Colombia y América del Sur. - Cables: "Literatura"

Medellin - Colombia
Con la autorización de A .A. World Services, lnc. Box 459, Grand
Central Station, New York 10017
TRADICION PRIMERA

Nuestro bienestar conpín debe tener la preferencia; el restablecimiento


personal depende de la unidad de A.A.

La· magnífica unión entre los Alcohólicos Anónimos es la cuali-


dad más apreciable que tiene nuestra sociedad . Nuestras vidas y las
de quienes rios sucederán, dependen firmemente de ella. Sin la unión
cesaría de latir el gran corazón de A. A., nuestras arterias mundiales
dejarían de conducir la salvadora gracia de Dios, la dádiva que El
nos dió se desperdiciaría sin ningún provecho. De regreso en sus
antros, los alcohólicis nos lo echarían en cara y. dirían, "¡Qué gran
cosa hubiera podido ser A.A . !".
"¿Quiere esto decir, - preguntarán algunos ansiosamente- que
en A. A. el individuo carece casi de importancia? ¿Ha de ser domi-
nado por su grupo y absorbido por él?"
A tal pregunta podemos contestar con un rotundo "¡No!". Cree-
mos que no .existe en el mundo otra sociedad que tenga tan ferviente
interés por cada uno de sus miembros; estamos seguros de que nin-
guna otra defiende tan celosamente el derecho de cada individuo de
pensar, hablar y obrar como desee hacerlo. Ninguna de los A. A .
puede obligar a otro a nada; ninguno puede ser expulsado o casti-
gado . Nuestro Doce . Pasos hacia el restablecimiento son sugerencias;
las Doce Tradiciones que garantizan la unión de A. A. no contie-
nen ni una sola "prohibición". ¡Con frecuencia dicen "Debemos ... "
pero nunca dicen "Tienes que!" .
A menudo podrá parecerles que tanta !il.',rtad para el individua
sólo se traduce en completa anarquía . Todo nuevo socio, todo amigo
que ve a A . A . por vez primera se sorprende mucho . Le parece
que tanta libertad raya en- libertinaje, pero reconoce inmediatamente
que A. A. actúa y persigue sus fines con irresistible fortaleza .
"¿Cómo, - preguntan-:- puede funcionar esa colección de anarquistas?
¿Cómo es posible que le den preferencia al bienestar común? ¿Qué
es lo que los mantiene unidos?".
Quienes observan cuidadosamente no tardan en descubrir la cla-
ve de esa extraña paradoja. Cada miembro de A. A. tiene que ajus-
tarse a los principios de restablecimiento. En realidad, su vida de-

-3-
pende de su obediencia a princ1p10s espirituales. Si se desvía mucho,
el castigo es rápido y seguro; se enferma y muere. Al principio sigue
porque tiene que seguir, pero más tarde descubre una manera de vi-
vir que en realidad le agrada. Además, descubre que no puede conser-
var tan preciada dádiva a menos que esté dispuesto a desprenderse
de ella. Ni él ni ningún otro pueden sobrevivir a menos que lleven
adelante el mensaje de A.A . Pronto comprende que no es sino
una pequeña parte de un gran todo; que ningún sacrificio personal
es demasiado grande ante la preservadón de la comunidad. Descubre
que el clamor de sus deseos y sus ambiciones internas deben silen- ·
ciarse si es que han de causarle algún daño al grupo. En el .momento
en que ese trabajo . de Duodécimo Paso forme un grupo, se hace otro
descubrimiento, que la mayoría de los individuos no pueden resta-
blecerse a menos que haya un grupo. Se ve claramente que si no so-
brevive el grupo, tampoco sobrevive el individuo.

Por eso, desde un principio., el punto de mayor importancia fue


el de cómo vivir y trabajar unos con otros, como grupos. En el mundo
que nos rodeaba vimos cómo la individualidad era capaz de destruír
pueblos enteros. La lucha por la riqueza, el poderío y el prestigio es-
taba destruyendo a la humanidad como nunca lo había he,ho basta
entonces. Si los pueblos fuertes hallaban la de rrota en su lucha por
la paz y la armonía, ¿qué podía esperar nuestro en-ante grupo de al-
cohólicos? Con el mismo fervor con que antes luchamos y oramos
por nuestro restablecimiento personal, comenzamos nuestra busca por
los principios que permitieran la supervivencia de A. A. En milla-
res de yunques de dolorosa experiencia se martilló la estructura de
nuestra sociedad.

Incontables veces, en multitud de ciudades y aldeas, pusimos de


nuevo en escena la historia de Eddie Rickenbacker y sus valientes
compañeros cuando su avión se desplomó en el Pacífico. Corno noso-
tros, se vieron repentinamente salvados de la muerte, pero aún flotan-
do sobre un .mar peligroso. ·Qué bien lo sabían ellos. que su bienestar
común era lo más importante. Ninguno podía ser egoísta en cuanto al
agua o al pan. Cada uno tenía que pensar en los demás,. y sabía que
en su fidelidad para con los demás estaba su fortaleza. Y tuvimos su-
ficiente fidelidad para lograr sobreponerse a los peligros y defectos
de su frágil embarcación, todas las pruebas de la incertidumbre, do-
lor, temor y desesperación, y aún a la muerte de uno de ellos .

Así ha sido con A. A . Mediante la lealtad y el esfuerzo hemos


logrado sobrevivir a pesar de grandes pruebas e increíbles experien-
cias. Esas lecciones viven en las Doce Tradiciones de Al:ohólicos
Anónimos, las cuales - Dios mediante- nos conservarán unidos bas-
ta cuando El nos .necesite.
- ·4 -
TRADICION SEGUNDA

Para el prop6sito de nuestro grupo solo existe una autoridad funda-


mental: un Dios bondadoso que se manifiesta en la conciencia de
nuestro grupo. Nuestros líderes no son más que fieles servidores;
no gobiernan.

¿De dónde obtiene A.A. su dirección? ¿Quién lo gobierna?


Eso es también enigmático para todos los amigos y recién llegados.
Cuando se les dice que nuestra ·sociedad no tiene presidente con auto-
ridad para dirigirla, ni tesorero que pueda exigir el pago de cuotas,
ni junta directiva que tenga el poder de expulsar al miembro que
cometa una falta, cuando comprenden que ninguno de los A.A. pue-
de dar una orden ni exigir obediencia, nuestros amigos se quedan
abismados, y exclaman: "Eso no puede ser así. Tiene que haber algo
malo en alguna parte". Esos individuos prosaicos leen entonces la
Tradición Segunda y ven que la única autoridad fundamental que go-
bierna a A.A . es un Dios amante, y que El mismo se manifiesta
en la conciencia del grupo. Con cierta incertidumbre le preguntan a
un miembro experto de A.A . si en realidad eso puede ser así.
El miembro, cuerdo en todo respecto, les contesta inmediata.mente,
"¡Sí! definitivamente es así" . Los amigos mascullan que tal cosa les
parece algo. vaga, nebulosa y más que ingenua . Luego comienzan a
lanzarnos miradas especulativas, aprenden algo de la historia de A.A.
y acaban por comprender la pura verdad.
¿Cuáles son esas verdades de la vida de A . A. que nos trajeron
ese principio aparentemente impráctico?.
Fulano de tal, un buen A . A., se ,muda -supongamos- a Mid-
dleton, E.U.A. Sintiéndose ahora solo, reflexiona que quzá no pueda
permanecer sobrio, o ni siqu iera vivo, a menos que les comunique- a
otros alcohólicos lo que -a él se ·1e dió tan desinteresadamente. Siente
el apremio de algo ético y espiritual, porque ve _que tiene muy cerca
de sí a centenares que están sufriendo y a quienes puede ayudar. Ade-
más, echa de menos a su propio grupo. Necesita de otros a!cohóli-
co.s, tanto como ellos lo necesitan a él. Visita a los predicadores, mé-
dicos, editores, policías y taberneros ... y el resultado es que ahora
Middleton tiene un grupo y que él es el fundador de ese grupo.
Por ser fundador del grupo, se vuelve, al principio, jefe del
grupo. ¿Quién otro podría serlo? Sin embargo, muy pronto, su asu-
mida autoridad para dirigirlo todo, comienza a ser compartida con
los primeros alcohólicos a quienes ayudó. En ese momento, el benig-
no dictador se convierte en presidente del comité que él y sus amigos
han formado. Ellos son la jerarquía del grupo en su período de
formación, jerarquía de autoelección, por supuesto, pues no puede
serlo de otra manera. Al cabo de unos cuantos meses, A. A . florece
en Middleton.

- 5 -
El fundador y sus amigos conducen- espiritualmente a los A . A.
arriendan salones, hacen arreglos con los hospitales y ruegan a
sus esposas que preparen grandes cantidades de café. Siendo, hu-
manos, el fundador y sus amigos se siente1J. algo ufanos por la tarea
que desempeñan. Se dicen unos a otros: "Tal vez sería una buena idea
que siguiésemos ejerciendo nuestra autoridad sóbre los A. A. de esta
población. Después de todo; ya tenemos experiencia. Además, cuánto
bien no les hemos hecho a esos beodos . ¡Debieran estar agrade-
cidos!". Es verdad que los fundadores y sus amigos son a veces más
sabios y más humidles de como los hemos descrito, pero no. siempre
Jo son a esta altura de los acontecimientos.

Los dolores y accidentes propios del desarrollo comienzan a


acosar al grupo. Los mendigos piden limosnas. Los tímidos desfalle-
cen. Problemas y problemas empiezan a aparecer. P ero, lo más
importante, se o.yen murmullos de descontento entre los miem-
bros dados a la política, que pronto se vuelven un damor: "¿Creen
esos viejos que van a dominamos toda la vida? ¡Ya es hora de que
hagamos nuestra elección!". El fundador y sus amigos se sienten he-
ridos y deprimidos. Van de crisis en crisis, de amigo en amigo, rogan-
do pero nada sacan, pues ha comenzado la revuelta. La conciencia
del grupo va hacerse cargo de las cosas.
Viene luego la elección. Si el fundador y sus amigos han servido
bien, pueden - muy sorprendidos - ser elegidos por algún tiem-
po. Si, sin embargo, se han opuesto con demasiado ahinco a la ola
creciente de demoéracia, pueden ser depuestos intempestiva.mente. En
cualquiera de los dos casos, el grupo tiene ahora un comité rotatorio,
de muy li.mitada autoridad. Bajo ningún concepto pueden sus miem-
bros dominar o dirigir el grupo. Son servidores.. Suyo es en ocasio-
nes el ingrato. privilegio de atender a las tareas domésticas del grupo.
Encabezados por el presid_ente, se encargan de las relaciones del
grupo con el mundo exterior y hacen arreglos para concertar reunio-
nes; su tesorero, rigurosamente responsable, pasa el sQmbrero para
recoger el dinero que debe llevar al banco, paga el arriendo y demás
cuentas, y rinde regularmente su informe durante las sesiones ordina-
rias. El secretario se encarga de tener a la mano Jiter:itura informa-
tiva, atiende a las llamadas por teléfono, contesta la corresponden-
cia y envía los avisos para anunciar las reuniones. Esos son los sen-
cillos servicios que hacen que el grupo continúe funcionando. El co-
mité no da consejos espirituales. no juzga la conducta de ninguno, no
imparte órdenes. Cada uno de los miembros del comité puede ser
eliminado en las próximas elecciones, si es que ha tratado de im-
ponerse. Y así hacen el tardío descubrimiento de que son en reali-
dad servidores, no senadores. Esa es la experiencia de todos ellos. En
esa forma, es como la conciencia del grupo impone las condiciones
que hacen posible .el que .los dirigentes del grupo puedan ser sus ser-
vidores.
·- 6 -
Eso nos trae directamente a la pregunta: "¿Tiene A. A . una
verdadera dirección?" . La respuesta es muy enfática: "Sí, aun cuan-
do no parezca tenerla". Pero, volvamos al depuesto fundador y a
sus amigos. ¿Qué les ha acontecido? En cuanto les pasa la ansie-
dad y la tristeza, se nota en ellos un cambio casi imperceptible. Fi-
nalmente se dividen en dos clases, que A. A. denomina vulgar-
mente como "estadistas ancianos" y "viejos descontentos". El estadis-
ta anciano es el que comprende lo sabia que ha sido la decisión del
grupo, que no abriga rencor al verse reducido a una posi:ión menos
importante, y cuyo juicio, madurado por considerable. experiencia,
es justo; es el individuo dispuesto a esperar el desarrollo de los acon-
tecimientos. El viejo descontento es el que sigue convencido de que
sin él no prosperará el grupo, y el que constante.mente intriga para
ver si lo reeligen, y que sigue siendo presa de su propia conmise-
ración. Algunos suelen sangrar en tal forma que -agotados todo su
espíritu y principios- vuelven a emborracharse. En o::asiones parece
que todo el paisaje está repleto de esa clase de sangrantes viejos des-
contentos. Casi todos los más antiguos miembros de nuestra sociedad
han pasado por esa experiencia, hasta cierto punto. Felizmente, la ma-
yoría sobreviven y pasan a ser estadistas ancianos. Se convierten en
verdaderos y permanentes bastiones de A . A. De ellos emanan las
opiniones calmadas, el conocimiento seguro y el ejemplo humilde que
pueden resolver los momentos de crisis. Cuando el grupo está más
perplejo vuelve a ellos a pedirles consejo. Los estadis-tas ancianos
vienen a ser el instrumento de expresión de la conciencia del grupo;
en realidad, son la voz pura de Alcohólicos Anónimos. No dirigen
por mandato sino por ejemplo. Tal es la experiencia que nos ha lle-
vado a la conclusión de que la conciencia de nuestro grupo, bien
guiada por sus ancianos, es más sabia que si tuviese un solo conductor.

Cuando A. A. tenía apenas tres años de experiencia, o::urrió


alga que nos demostró ese principio. U no de los originadores de
A. A., muy contra sus propios dese9s, se vió forzado a obedecer la
opinión del grupo. Aquí la historia en sus propias palabras .

"Cierto día en que .me hallaba en un hospital de Nueva York ha-


ciendo un trabajo de Duodécimo Paso, el dueño del hospital, a quien
llamaré Charlie, me llamó a su despacho. "Bill -me dijo-, me pa-
rece una vergüenza que andes tan mal de fondos. Te rodean bebe-
dores que se están mejorando y ganando dinero. Pero tú le dedi:as
todo tu tiempo a este trabajo y no ganas nada. Eso no es justo" .
Charlie sacó de su escritorio un viejo es!ado de cuentas. Me lo pasó y
continuó: "Ahí puedes ver qué tanto dinero ganaba este hospital en
1920. Miles de pesos al mes. Podría estar ganando lo mismo ahora,
y lo haría, si tú .me ayudases. ¿Por qué no traes tu trabajo aquí? Te
daría una oficina, podrías sacar una buena suma para gastos y muy
buenas ganancias. Hace tres años, cuando mi médico jefe, Silkworlh,
comenzó a explicarme la idea de ayudarles a los borrachos mediante

- 7-
la espiritualidad, me pareció que ésas eran ideas de locos, pero he
cambiado de parecer. Llegará el día en que tu manada de exborra-
chos llenará el Madison Square Garden, y .me parece que mientras
tanto no debes perecer de hambre. Lo que te propongo no es con-
trario a la ética. Puedes volverte un terapeuta sin diploma, y tener
más éxito que los que están en la profesión".

"Quedé convencido. La conciencia me mortificó un poquito, pero


al fin ví que lo que Charlie proponía era algo muy honrado. No ha-
bía nada de malo en que yo me volviera un terapeuta sin diploma.
Pensé en Lois llegando exhausta a casa después de trabaja todo el
día, a preparar la comida para una multitud de borrachos que no
pagaban nada por su alimentación. Pensé además en la gran canti-
dad de dinero que aún adeudaba a mis creedores de Wall Street.
Pensé en algunos de mis amigos alcohólicos, que seguían ganando
tanto dinero como siempre ¿Por qué no podía yo hacer otro tanto?

"Aunque le pedí a Charlie un plazo para considerar lo que me


proponía, ya tenía resuelto lo que iba a hacer. Yendo muy de prisa
en el tranvía con destino a Brooklyn, sentí algo que me pareció una
revelación divina. Fue apenas una frase, pero muy convincente. En
realidad, tomada precisamente de la Biblia una voz me repetía, "El
trabajador merece su salario". Al llegar a casa, encontré a Lois co-
cinando como de costumbre, mientras tres borrachos hambrientos la
observaban desde la puerta de la cocina. La llamé a un lado y le dí
la gloriosa noticia. Pareció que le interesaba, pero no se mostró tan
emocionada como pensé que se pondría .

Esa noche teníamos reunión. Aunque ninguno de los alcohóli-


cos a quienes ali.mentábamos parecía volverse hombre sobrio, otros
sí lo estaban y se hallaban en nuestra sala con sus respectivas espo-
ssa. Me apresuré a contarles la historia de la oportunidad qu ese me
presentaba. Nunca olvidaré sus caras impasibles, ni lo fijamente que
me miraron. Casi sin entusiasmo acabé mi historia. Hubo un prolon-
gado silencio" .

"Casi tímidamente, uno de mis amigos comenzó a hablar. "Bien


sabemos qué tan necesitado estás Bill. Eso nos preocupa mucho. A
menudo nos hemos preguntado si no fuera posible que hiciéramos al-
go para remediar las cosas. Pero creo que expreso la opinión de todos
cuando digo que mucho más nos preocupa lo que acabas de decirnos".
La voz del locutor se volvió más confiada. "¿No ves, --<:ontinuó--
que nunca podrás volverte profesional? Por más generoso que Char-
lie haya sido con nosotros, ¿no ves que esta cosa no puede enlazarse
con su hospital ni con ningún otro? Dices que la propuesta de Char-
lie no tiene nada de inmoral. Claro está, es moral, pero lo que tene-
mos no funciona sólo con el fundamento de_ la moral; tiene que ser
algo mejor. Claro que la idea de Charlie es buena, pero no lo suficien-

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temente buena. Esto es una cuestión de vida o muerte, y sólo lo rr.e-
jor puede servirnos!". Mis amigos me lanzaban miradas desafiado-
ras a medida que el orador continuaba" Bill, no nos has dicho tú mis-
mo a menudo en estas reuniones, que fo bueno es enemigo de lo
mejor? Pues bien, éste es sencillamente un caso de lo mismo. No
puedes hacernos tal cosa!".
"Así habló la conciencia del grupo. El grupo tenía razón y yo
estaba equivocado; la voz que sentí en el tranvía no era la voz de
Dios. Aquí estaba la verdadera voz, emanandQ de mis amigos. La es-
cuché, y -gracias a Dios- obedecí" .

TRADICION TERCERA

El único requisito para ser miembro de A.A.,


es querer dejar de beber.

Esta Tradición está repleta de significado. Porque A.A . le dice


a todo verdadero bebedor. "Usted es miembro de A. A . si usted lo
dice. Usted puede declararse uno de los nuestros; nadie puede im-
pedírselo. No importa quién sea usted, ni cuánto haya descendido,
ni cuáa graves sean sus complicaciones sentimentales -aun sus crí-
me_n es- no podríamos impedirle ser uno de los A. A. No deseamos
tenerlo fuera de nuestra sociedad. No tenemos ni pizca de miedo
de que pueda hacernos el menor daño, por torcido o violento que
sea usted. Sólo queremos estar seguros de que tenga la misma opor-
tunidad que nosotros tuvimos para lograr la sobriedad. De modo
que, usted es un A. A . desde el momento en que declare que lo es".

Para el establecimiento de ese principio de calidad de miembro


fueron necesarios varos años de terrible experiencia. En un princi-
pio, nada nos parecía tan frágil, tal fáril de romper como un gru-
pa <le A . A . Casi ninguno de los alcohólicos nos hacía caso; la ma-
yoría de quienes se nos unieron parecían vacilan!es velas en medio
de la borrasca. Repet idas veces se apagaron las dudosas llamas pa-
ra no volver a encenderse. Nuestro silencio y constante pensamiento
era "A cuál de nosotros le tocará ser el próximo".

Uno de los miembros nos permite dar un vistazo a lo que fue-


ron aquellos tiempos . "En una ocasión -nos dice- cada grupo de
A.A . tenía infinidad de reglas que debían obed~cer los miembros.
Todos estaban aterrados de pensar que algo o alguien iba a hacer
zozobrar la embarcación para arrojarnos a todos a la bebida. La
oficina de nuestra F undación pidió a los grupos que enviasen sus lis-
tas de reglas "protectoras". La lista total resultó larguísima. Si to-
das las reglas se hubiesen hecho obedecer en todas partes, nadie hu-

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biera podido ser miembro de A.A. A tal extremo llegaban nuestra
ansiedad y nuestro miedo".
"Habíamos resuelto. que no admitiríamos como miembro de
A. A. sino a una clase hipotética de individuos a quienes llamába-
mos "alcohólicos puros" . Exceptuando el hecho de que bebieran,
y los desastrosos resultados que de ello obtenían, no podían tener
más complicaciones. Así era que, los pordioseros, vagabundos, asila-
dos, presidiarios excéntricos, locos y mujeres públicas quedaban defi-
nitivamente por fuera. Si señor, no nos mezclábamos sino con los al-
cohólicos puros y respetablse! Cualesqµiera otros nos destrnirían, sin
la menor duda. Además, si recibiésemos a gente tan extraña, la gente
decente no tendría nada que ver con nosotros. Tendimos una tupida
cerca de protección alrededor de A . A. " .
"Tal vez eso suene ahora cómico. Puede que se piense que los
antiguos miembros éramos más que intolerantes. Pero puedo asegu-
rar que en ese entonces la situación no se nos hacía nada jocosa .
Eramos inflexibles porque creíamos que nuestras vidas y nuestros ho-
gares estaban amenazados, y eso no tenía nada de risible. ¿Intole-
rantes, dice usted? Más bien diría que estábamos asustados. Claro
está que comenzamos a obrar como cualquier persona que está asus~
tada. Después de todo, ¿no es el miedo la verdadera base de la in:
tolerancia? Sí señor, éramos intolerantes" .
¿Cómo íbamos a saber que tales temores carecían de fundamen-
to? ¿Cómo íbamos a saber que millares de esas personas tan ate-
rradoras se curarían en forma tan sorprendente y se habrían de con-
vertir en nuestros mejores trabajadores y más íntimos amigos? ¿Po-
dría haberse creído en ese tiempo que los A.A. iban a tener un por-
centaje de divorcios muy inferior al promedio? ¿Podría haber-
se creído que personas tan molestas se iban a convertir en nues-
tros mejores fuaestros de paciencia y tolerancia? ¿Quién hubiera
podido imaginarse que una sociedad compuesta por todos los carac-
teres concebibles, fuera capaz de salvar todos los obstáculos de raza,
credo, filiación política e idioma, sin el menor trabajo?
¿A qué se debió que finalmente A . A. anulase todos los re-
glamentos sobre admisión de miembros? ¿Por qué dejamos que
cada cual decida si es o no alcohólico y si desea o no ser uno de
los nuestros1 ¿Por qué dejamos que se diga, contrario a la experien-
cia de la sociedad y de los gobiernos de todo el mundo, que ni casti-
garíamos ni privaríamos de sus derechos como socio a ninguno de
los A. A.? ¿Que jamás debemos obligar a ninguno a que pague cuo-
:as, a que crea en algo o esté de acuerdo con algo?
La respuesta, que ahora vemos en la Tradición Tercera, era de lo
nás sencillo que pueda imaginarse. Finalmente la experiencia nos en-
eñó que quitarle a un alcohólico su total oportunidad equivale a
-10-
veces a pronunciarle su sentencia de muerte, y a menudo a condena,-
lo a inacabable sufrimiento. ¿Quién se atreve a ser juez, jurado y ver-
dugo de su propio hermano enfermo?
A medida que los _grupos fueron viendo esas posibilidades fue-
ron abandonando todas las reglRs que tenían para los miembros. Las
experiencias dramáticas ci,ue se fueron sucediendo unas a otras ter-
minaron por afianzar esa resolución hasta volverla nuestra tradición
universal. He aquí dos ejemplos:
Corlía el año dos del calendario de A . A. En ese entonces
existían apenas dos grupos, sin nombre, de alcohólicos que luchaban
por sostener honradamente su cometido.
En uno de aquellos grupos apareció un recién llegado, llamó a
la puerta y pidió que lo dejasen ingresar. Habló francamente con el
más antiguo miembro del grupo. Pronto demostró que el suyo era un
caso desesperado, y que solo ansiaba recuperarse "Pero -preguntó-
" ¿me dejarán ustedes folmar parte de su grupo, siendo así que soy
también víctima de un vicio aún más despreciado que el alcoholis-
mo? Puede ser que ustedes no me quieran en su grupo. No es así?".
Se presentó el dilema. ¿Qué debía hacer el grupo? El miembro
más antiguo llamó a otros dos, y en reserva los informó sobre tan
peliaguda situación. "¿Qué hacemos", - "les dijo"- Si lo dejamos ir,
no tardará en perecer. Si lo admitimos, sólo Dios sabe la multitud de
disgustos que podrá causarnos. ¿Qué debemos contestarle, sí o no?".
Al principio los antiguos sólo repararon en las objeciones. "Te-
nemos que ver, -dijeron- únicamente con los alcohólicos. N o será
mejor que sacrifiquemos a este individuo por bien de los demás?".
En esa forma continuó la discusión mientras la suerte del recién lle-
gado colgaba de un hilo. Entonces uno de los tres miembros habló
en otro tono. "A qué te.memos, en fin de fines? A nuestra re-
putación. Te.memos mucho lo que el público pueda decir de noso-
tros, más bien que a los d isgustos que este akohólico extraño pue-
da traernos. Mientras hablábamos, cinco palabras se me han venido
repetidas veces a la imaginación: "¿Qué hubiera hecho el Todopode-
roso?". Ahí terminó la discusión. ¿Qué más hubiera podido decirse?
Regocijado el recién llegado. se dedicó entusiasmado a desem-
peñar tareas del Duodécimo Paso. Sin cansarse nunca, llevó el men-
saje de A . A. a veintenas de personas. Puesto que ese grupo fue uno
de los primeros que se fundaron, esas veintenas de personas se .mul-
tiplicaron en millares. Nunca molestó a nadie a causa de su otra
dificultad. A . A. había dado su primer paso hacia la formación de
la Tradición Tercera.
Poco tiempo después de habérsenos presentado ese individuo do-
blemente estigmatizado, pidió admisión en otro de los grupos un ven-

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dedor a quien llamaremos Ed. Era un hombre de gran dinamismo.
Atrevido como los más, y a quien cada minuto se le ocurría alguna
nueva idea para mejorar a A. A . Presentaba cada idea a sus com-
pañeros con el mismo entusiasmo con que distribuía pomada para
lustrar automóviles. Pero tenía una idea que no. era tan fácil de ven-
cer. Ed, era ateo. Su principal obsesión era la de que A . A . pros-
peraría más sin tantas "necedades sobre Dios". Intimidaba a todos
los miembros, y todos esperaban que muy pronto habría de emborra-
charse, pues en ese entonces, los A.A. se inclinaban al lado. de la pie-
dad. Tiene que sufrir un fuerte castigo. una persona que blasfema de
esa manera, se pensaba. Pero, bien desconsoladoramente, Ed no toma-
ba ni gota de licor.
Finalmente llegó la hora para que Ed hablara en una de las reu-
niones. Todos temblábamos, porque sabíamos la que se nos esperaba.
Comenzó por elogiar nuestro compañerismo, nos contó cómo su fa-
milia se había vuelto a unir. Ensalzó la virtud de la honradez, y re-
cordó el placer de las tareas del Duodécimo Paso, y luego soltó una
andanada: ¡No puedo aguantar más esas necedades acerca de Dios!
¡Son sólo simplezas para los débiles ¡Este grupo no las necesita! ¡No.
me las seguiré aguantando! ¡Al diablo con ellas!".
Una oleada de resentimiento cundió por el auditorio. y movió a
todos los miembros a tomar una resolución: "¡Tenemos que salir
de él!".
Los miembros más antiguos lo llamaron aparte y le dijeron con
firmeza: "Aquí no se puede hablar de ese modo. O se deja de esas
cosas, o se larga". Muy sarcásticamente, Ed les respondió: "¡No me
vengan con esas!" . Estir6 el brazo y tomó del eSl!ante un manojo de
papeles. ·Encima de ellos estaba el prólogo del libro Alcoh6!icos Anó-
nimos, que en ese entonces se estaba preparando para su publica-
ción. Luego leyó en alta voz: "El único requisito para ser miembro
de A. A. es querer dejar de beber". I,mplacablemente. continuó:
"Cuando ustedes escribieron esa frase, ¿estaban o no, de acuerdo
con ella? .
Desalentados, los antiguos se miraron unos a otros, porque com-
prendieron que Ed tenía toda la razón. Y Ed continuó siendo miembro.
No solo siguió asistiendo a las reuniones, también continuó abs,.
temio, mes tras mes. Mientras más tiempo pasaba sin tomar licor,
con mayor vehemencia se expresaba contra Dios. Los del grupo ya
estaban tan desesperados que hasta dejaron la caridad a un lado.
"¿Cuándo, cuándo, -se decían uno a otros-- volverá -a emborrachar-
se ese hombre?".
Algún tiempo después, Ed se empleó como vendedor y se ausentó
de la ciudad. Al cabo de unos días tuvimos noticias de él. Envió un
telegrama pidiendo dinero, y todos los miembros sabían muy bien
lo :que eso quería decir. Luego comenzó a llamar por_ teléfono. En
-12-
aquellos tiempos, nosotros íbamo:s a cualquier parte cuando se trat:~-
ba de tareas del Duodécimo Paso, sin tener en cuenta lo poco prome-
tedor que pareciese el caso. Pero aquella vez nadie se movió. "¡ De-
jémoslo solo! ¡Que se las entienda solo y aprenda su lección!" . .
Al cabo de do& semanas, Ed llegó una noche a casa de uno de los
miembros y, sin que nadie lo sospechase, &e acostó. Al día siguiente,
cuando el jefe de la familia y uno de sus amigos se estaban desayu-
nando, sintieron ruido en el eguido piso. Para colmo. de su conster-
nación, se les presentó Ed. Con una sonrisa burlona, les dijo: "¿Ya
ustedes dijeron sus oraciones matinales?". -Pronto se dieron cuenta
de que hablaba en serio. Poco a poco les fue relatando su historia.
De paso por uno de los estados vecinos, Ed se había alojado en
un hotel barato. Cuando. le hubieron fallado todas las súplicas de ayu-
da, pasaron por su afiebrada mente estas palabras: "Me han abando-
nado. Me han abandonado. los míos. Llegó el fin . .. todo ha termina-
do para mí". Moviéndose de un lado a otro. en la cama, su mano tro-
pezó con una; cómoda, y tocó un libro. Era la Biblia. Ed no contó más
de lo que vio o sintió en ese cuarto de hotel. Era entonces el año, de
1938. Desde entonces no ha vuelto a beber .
En nuestros días, cuando se reúnen los antiguos mie.mbros que
conocieron a Ed, siempre exclaman: "Qué hubiera sucedido. si hubié-
ramos expulsado a Ed por blasfemo?. ¿Qué hubiera sido de él y de
todos aquellos a quienes él más tarde ayudó?".
Así fue como la mano de Dios nos dejó entrever desde el co-
mienzo. que cualquier alcohólico puede ser miembro de nuestra so-
( iedad cuando él diga que lo es.

TRADICION CUARTA

Cada grupo debe ser autónomo, excepto en asuntos que afecten a


otros grupos o a A.A., considerada como un todo.

Autonomía es una palabra bustante grande. Pero en cuanto a


nosotros se refiere, sólo. significa que todos los grupos de A. A.
pueds;n arreglar sus asuntos exactamente como mejor les convenga,
c:xc cplo. en casos en que A. A. como un todo esté amenazada .
Vit:ne ahora la cuestión planteada en la Tradición Primera. ¿No es
iüll:ta y peligrosa tanta libertad?
A través de los años se han ensayado todas las desviaciones ima-
ginabks de los Doce Pasos y las Tradiciones. Tenía que ser así, pues-
:o que somos un gran número de individualistas impulsados por am-
bi<.iuucs egoístas. Hijos del caos, en forma desafiadora hemos ju-
gado con toda clase de peligros, pero hemos surgido de ellos sin daño
u!guno y, así lo creemos, más sensatos que antes. Esas mismas des-
-13-
viaciones crearon un vasto pro.ceso de ensayos y errores que, gracias a
Dios, nos han hecho lo que ahora somos.
Cuando se publicaron las Tradiciones de A. A . por vez pri-
mera, en 1945, teníamos la seguridad de que un grupo de A . A.
era capaz de afrontar todos los embates posibles. Nos toco ver que el
grupo, tal como el individuo, debía eventualmente conformarse a
cualesquiera principios demostrados que le garantizasen su supervi-
vencia. Habíamos descubierto que había perfecta seguridad en los
métodos de prueba y error. Nos habíamos vuelto tan confiados en ese
principio, que la dec1aración original de la Tradición de A . A .
llevaba esta frase significativa: "Cualesquiera dos o tres alcohólicos
que se reunan con el objeto. de permanecer sobrios, pueden llamarse
a sí mismos un grupo de A. A . , siempre que como tales no tengan
ninguna otra afiliación".
Eso significaba, naturalmente. que habíamos adquirido suficien-
te valor para poder declarar cada grupo de A. A . como entidad in-
dividual, capaz de confiar en su propia conciencia como guía de sus
acciones. Al conceder tamaña libertad, nos fue preciso enarbolar tan
solo dos señales de peligro. Un grupo no debía hacer nada que pu-
diera causarle grave daño a la sociedad de A.A. considerada como un
todo. Hubiera sido demasiado peligroso que comenzáramos a llamar
algunos grupos "no abstemios". otros "abstemios", otros "republica-
nos" o "comunistas", y aun otros "católicos" o "protestantes'. El
grupo de A.A. debía de mantener su rumbo, o perderse totalmente.
La sobriedad debía ser su único objetivo. En los demás respectos ha-
bría perfecta libertad y albedrío. A cada grupo. le quedaba el dere-
cho a estar equivocado.
Cuando la sociedad de A. A. se hallaba aún en su infancia,
comenzaron a formarse multitud de grupos impacientes por hacer
algo distinto. En cierta ciudad, que llamaremos Middleton, se había
fundado uno especialmente entusiasta. Las gentes de la población lo
apoyaban en masa. Absortos en ideas quiméricas, los miembros .más
antiguos soñaron multitud de innovaciones. Soñaron que la pobla-
ción necesitaba tener un enorme centro alcohólico, una especie de
modelo que sirviese de ejemplo a los grupos de A. A. en todas
partes. Comenzando por el primer piso tendrían un club; en el segun-
do piso se les quitaría a los borrachos el efecto. del licor y se les
daría dinero para que pagasen sus deudas atrasadas; el tercer piso
alojaría la sección educativa -ajena a toda clase de polémicas, natu-
ralmente. En su imaginación, tan brillante centro debería elevarse
varios pisos más, pero con los tres primeros tendría para empezar.
Claro que todo demandaría una buena cantidad de dinero, dinero aje-
no. Y aunque sea difícil creerlo, a la gente rica del pueblo le pareció
maravillosa la idea.
Hubo, sin embargo, unos pocos alcohólicos com:ervadores que no
estaban de acuerdo con el proyecto. Escribieron a las oficinas centrales
- 14-
de la Fundación en Nueva York, preguntando su opmton. Tenían por
entendido que los .miembros más antiguos, para remachar la cosa pen-
saban pedir carta constitucional. Esos pocos temían y dudaban.

Por supuesto que na faltó un promotor u organizador de la em-


presa, un super-promotor. Con su elocuencia calmó todos los temo-
res, a pesar de que la Fundación advirtió que no podría conceder car-
ta constitucional, y que las aveoturas que mezclasen los grupos de
A.A. con auntos de medicina y educación no habían dado resultado
en ninguna parte. Para asegurar mejor las cosas, el promotor organizó
tres corporaciones y se hizo. pre~idente de todas ellas. Recién pintado,
el nuevo centro resplandía. La acogedora atmósfera se extendió por
toda la población. Todo comenzó inmediatamente a funcionar a las
mil maravillas. Para asegurar la operación continua y a prueba de
errores, se· adoptaron sesenta y una reglas y preceptos.

Pero desgraciadamente, tan brillante perspectiva no tardó en


ensombreserse. La confusión reemplazó a la serenidad. Se descubrió
que algunos de los borrachos ansiaban educarse, pero tenían dudas
de si en realidad eran alcohólicos. Los defectos de otros podían cu-
rarse tal vez con sólo un préstamo. A otros les gustaba la idea de
ser miembro de un club, pero para ellos todo se reducía a que desea-
ban la compañía de otras personas. En ocasiones. las nubes de aspi-
rantes se dedicaban a todos los tres pisos . Algunos comenzaban por
el tercero. y acababan en el primero, convirt iéndose en miembros del
club. Otros comenzaban en el club, se emborrachaban, se hospitali-
zaban y acababan por la educación del tercer piso. Se percibía tanta
actividad como en una colmena, pero con la diferencia de que todo
era confusión. Un grupo de A. A., como tal, sencilla.mente no. po-
día hacerse cargo de esa clase de proyectos. Lo cual se vino a de~
cubrir demasiado tarde, y vino la inevitable explosión. La desespe-
ración del miedo y el desencanto se apoderó del grupo.

Cuando se aclaró la situación, alga maravilloso había sucedido.


El promotor en jefe le escribió a la Fundación diciendo que ojalá hu- _
biese hecho caso a la experiencia de A . A. Luego procedió a hacer
algo que se convirtió en clásico, envió una tarjeta del tamaño más o
menos de una postal. En la cubierta decía: "Grupo Middleton N<? 1
Regla N<? 62". Dentro de la tarjeta, que estaba doblada, no había sino
una picante frase: "No te tomes a tí mismo demasiado en serio".

Fue así como, bajo la Tradición· Cuarta de A . A . uno de los


grupos hizo uso. de su derecho a equivocarse. Además, les prestó un
gran servicio a todos los Alcohólico Anónimos, porque tuvo la hu-
mildad de aplicar bien la lección que aprendió. Aprendió en pellejo
propio, pero, con una sonrisa, se dedicó a cosas mejores. H asta el
arquitecto jefe, de pie sobre las ruinas de su sueño, no pudo menos
que reírse de sí mismo, y tal es el colmo de la humildad.

- 15 -
TRADICION QUINTA

Cada grupo tiene un solo objetivo: llevarle el mensaje al


alcoh6lico que aún está sufriendo.

"Zapatero a tus zapatos" . . . es mejor que hagas una cosa su-


premamente bien y no muchas mar hechas. Tal es el tema central de
esta Tradición. De ella emana la unidad de nuestra sociedad. La vida
o existencia misma de nuestra comunidad requiere que se conser-
ve ese principio.
Los Alcohólicos Anónimos pueden compararse con un grupo de
médicos que hubiesen encontrado. una cura para el cáncer, y de cuyo
trabajo aunado dependiese el alivio de cuantos sufren de esa enferme-
dad. Verdad es que cada uno de esos médicos podría también ser es-
pecialista en otra cosa. Cada uno de ellos podría muy bien sentir en
ciertos momentos que prefercría dedicarse más bien a su propia espe-
cialidad que seguir trabajando con el grupo . Pero una vez que hu-
biesen descubierto la cura, una vez que comprendiesen que sólo me-
diante el común esfuerzo podrían lograr su cometido, todos se senti-
rían obligados a dedicarse de lleno al alivio de las víctimas del cán-
cer. Deslumbrados por er milagroso descubrimiento, todos dejarín a
un lado sus ambiciones. sin que les importase lo grande que fuese ·
el sacrificio personal.
Del mismo modo están ligados en el deber los miembros de
Alcohólicos Anónimos, quienes han demostrado que pueden ayudar-
les a las víctimas del alcoholismo como otros rara vez podrían ha-
cerlo. füa rara habilidad que tiene cada miembro de A. A. para
identificarse con los recién llegados y contribuír a su recuperación,
no depende de su sabiduría, elocuencia o habilidad perrnnal. Lo úni-
co que importa es que sea un alcohólico que haya en:;ontrado la cla-
ve de la sobriedad. Esas herencias de sufrimiento. y recuperación
paran fácilmente de un alcohólico a otro. Son nuestro don de Dios,
y el conferirlo a otros semejantes a nosotros es el único objeto que
hoy en día nos anima a los miembros de A. A. en todo el mun-
do,
Hay otra razón para esa unidad de propósito. y es la gran para-
doja de A. A.: sabemos que pocas veces podemos conservar la pre-
ciosa dádiva de la sobriedad a menos que la pasemos a otros Si un
grupo de médicos poseyese una cura para el cáncer, a todos les re-
mordería la conciencia si no cumpliesen con su misión y más bien
busc:::sen el bien propio. Sin embargo, tal fracaso no pondría en pe-
ligro su propia supervivencia. En cuanto a nosotros, si descuidamos
a quienes aún sufren, ponemos en inmediato peligro nuestras vidas y
nuestra cordura o sanidad. Impulsados por el deseo de nuestra propia
conservación, de nuestro deber y de nuestro. amor, no es extraño que
hayamos llegado a la conclusión de que nuestra sociedad tiene solo una

- 16 - -
alta m1S1on que cumplir: llevar el mensaje de A. A. a todos quien<:>s
aún ignoran que tienen salvación.
Para hacer resaltar la sabiduría del objeto único de A. A. uno
de los miembros cuenta la siguiente historia:
"Cierto día en que me sentía muy inquieto, pensé que era mejor
llevar a cabo alguna tarea de D uodécimo Paso. Era mejor asegural-
me de no ir a dar un resbalón. Pero primero era necesario que en-
contrase a un borracho para ayudarle" .
"Tomé el tranvía hasta el hospital de la población, y allí me di-
rigí al Dr. Silkworth y le pregunté si había algún posible cliente: "Na-
da que valga la pena, -me dijo--. Solo hay un individuo en el ter-
cer piso, que tal vez sea una posibilidad. Pero es un irlandés bastante
rudo. En mi vida había visto hombre tan terco. D ice a gritos que si
su socio Jo tratase mejor, y que si su esposa lo dejase solo pronto
resolvería él mismo su problema de alcohólico. Ha tenido un ataque
bastante grave de delirium tremens, está bien atontado y desconfía
de todos cuantos se le acercan. No creo que fea un caso muy hala
gador. Qué le parece? Pero si luc-har con él ha de servirle a usted
de algo, ¿por qué no hace el ensayo?".

"Al poco rato me hallé sentado al lado de un hombrazo. Deci


didamente poco amistoso, me miró con ojos que más bien eran ra-
nuras de su cara roja e hinchada. T uve que convenir en que el
médico no había exagerado; en realidad el caso no tenía nada de
prometedor. Pero le conté mi propia historia, le expliqué cuán ma-
ravillosa era nuestra comunidad, qué bien nos entendíamos unos
con otros. Hice hincapié en la desesperación que se apodera de los
borrachos . Insistí en que muy pocos son los borrachos que logran
mejorarse sin la ayuda externa, pero. que, gracias a la unión, nuestros
grupos logran lo que no pe.demos hacer nosotros solos individual-
mente. Me interrumpió para manifestar su desprecio de todas
esas ideas y me aseguró que él mismo era capaz de arreglar rns
· asuntos con su esposa, con su socio y con su al~oholismo. sin ayu-
da extraña. Luego me preguntó con gran sarcasmo: "Cuánto cues-
ta todo eso?". T uve la satisfacción de poder contestarle que no le
costaría nada. Vino luego su segunda pregunta: "Cuánto sale a ga-
nar usited? . Claro es que mi respuesta fue: "Mi propia sobriedad y
una vida feliz": Aun dudando, me preguntó: "¿Puede ser cierto ·que
sólo haya venido para ayudarme y ayudarse a sí mismo?". "Sí, -le
contesté-. Eso es absolutamente todo. No salgo a ganar absoluta-
mente nada" .
Luego, aún vacilando, me aventuré a hablar sobre el lado espi-
ritual de nuestro programa. Y ahí fue Troya! T an pronto como se
me salió la palabra "espiritual", lanzó una exclamación, y continuó:
"Ahora caigo, usted busca a quien convertir para alguna maldita secta

-17 -
religiosa. ¿De dónde saca eso de que no va a sacar nada? Yo soy
miembro de una gran religión que lo es todo para mí. Usted es bien
atrevido en venir a hablarme de religión!".
Gracias a Dios que encontré la respuesta apropiada. Fundada
cabalmente en eT objeto único de A. A. "Usted tiene fe, -le dije-.
Tal vez más profunda que la que yo tengo. Quizá sab~ más de reli-
gión que yo. Por eso no puedo hablar con usted de religión. Ni si-
quiera quiero intentarlo. También estoy seguro de que usted puede
definirme la humildad a la perfección. Pero juzgando por lo que me
ha dicho de sí mismo y de cómo piensa resolver sus problemas, creo
que sé dónde se equivo.cu". "Muy bien -dijo-, dígame la verdad".
"Pues bien, -continué:- usted no es .más que un irlandés presun-
tuoso que se cree capaz de dirigirlo todo".
Eso sí que To conmovió. Pero a medida que se iba calmando co-
menzó a escucharme lo que le decía acerca de que la humildad es
la clave que conduce a la sobriedad. Al fin de cuentas se conven-
ció de que yo no estaba tratando de cambiarle su refigión y de que
sólo trataba de ayudarle a encontrar algo en su propia religión que
pudiese servirle para recuperarse. De ahí en adelante todo marchó
muy bien.
"Ahora, -terminó diciendo el miembro antiguo- , supongamos
que yo hubiera tenido que hablarle a ese hombre de reiigión. Supon-
gamos que le hubiera dicho qué A. A . nece~itaba mucho dinero;
que A. A. se dedicaba a la educación, a los hospitales, a la reha-
bilitación de los individuos. Supongamos que le hubiera propuesto
ayudarle en sus asuntos domésticos. ¿A dónde hubiera ido a parar?
Claro está que nada habría podido lograr".
Años después. el rudo irlandés solía decir con gran placer: "Mi
padrino me vendió una idea, y esa idea fue la sobriedad. En aquelfos
tiempos, eso. era lo único que yo estaba capacitado para comprar".

TRADICION SEXTA

Un grupo de A.A. nunca debe respaldar, financiar o prestar el nom-


bre de A.A. a ninguna entidad allegada o empresa aje11a para evitar
que los problemas de dinero, propiedad y prestigio nos desvíen de
nuestro objetivo primordial.

En el momento en que nos dimos cuenta de que teníamos la res-


puesta contra el alcoholismo, era natural que sintiésemos que tam-
bién teníamos la respuesta para muchos problemas más. Los grupos de
A. A. pensaban muchos de los nuestros, podían dedicarse a los ne-
gocios, podían financiar cualquier empresa que tuviese que ver con
los alcohólicos. En rearidad, sentíamos que era nuestro deber em-
plear toda la influencia de A . A. en pro de todas las empresas que
fuesen dignas de su apoyo.
He aquí algunas de las cosas que soñamos: A los hospitales no
les gustan los alcohólicos, pues bien, fundaríamos una serie propia
de . hospitales. Era necesaria educar al público en lo referente al
alcoholismo, de modo qué a nosotros nos tocaba educar al pú-
blico, hasta soñábamos con escribir los libros de las escuelas y de
los· colegiós _de medicina. N'os dedicaríamos a recoger a los alcohó
licos refugiados en los barrios bajos, escogeríamos a los curables y
colocaríamos a_ los inc~rables ·en asilos donde pudieran ganarse la
vida en especies de ce.t)tros sujetos a cuarentena. Hasta- nos parecía
posible qué _tales centros podrían producir dinero suficiente para
dedicarlo a otras . qbn¡.s de b,eneficencia . Pensábamos seriamente en
redactar .de nuev~ las leyes <;!él• país, en hace:r que declarasen que
los alcohólicos son enfermos. _Llegaría el momento. en que no fuera
pó~ible llevar , borrachos a la cárcel; en que los jueces nos declara-
sen guardianes de todos los beodos. Extenderíamos nuestras activi-
dades a las regiones de los morfinómanos y los criminales. Forma-
ríamos grupos de deprimidos y paranoicos, mientras peor fuese el
caso, más nos · habría de agradar. Era natural que si se podía derro-
tar el alcoholismo, también era posible atacar cualquier clase de pro-
blema. a ..

Se nos 'ocurrió qu~ podíamos llevar lo que teníamos a las fá-


bricas y hacer que se amas~n los obreros y los capitalistas. Nues-
tra ijímite honradez habría de purificar la política. Abrazados a
la .religipn y a la medicina, íbamos .a resolver sus prC?blemas. Habien-
do apréndido : a vivir en· med\O de la felicidad, les enseñaríamos a
to.dos el ca.mino de la felicidád. Pensábamos que Akoh~icos Anó-
nimos era la punta de lanza de una nueva cruzada espiritual. En
nues~ras manos estaba la transformación del mundo.-
Sí, lo¡¡ miembros de A . A. soñábamos esos sueños. Y era natu-
ral, pues la mayoría de los alcohólicos somos idealistas en banca-
rrota. ·Casi todos hemos deseado hacer .mucho bien, lograr grandes
empresas y sintetizar grandes ideales. To.dos · somos amigos de la
perfección y, no habiéndola logrado, hemos ido al otro extremo para
dedicarnos a la beb_ida y a olvidarlo , todo. .La Divina Prnvidencia,
por intermedio de A:A. puso a nue_stro alcance las .mejores expec-
tativas. ¿Por qué, entonces, no podfa111os compartir nuestro modo de
vivir . con todos los demás? ·
.•
Y así fue como ensayamos con hospitales de A. A., todos fra-
casaron porque es imposible dedicar un grupo de A. A . a los nego-
cios; muchos cocineros echan a perder la sopa. Los A. A . se de-
dicaron luego a la educación, y cuando comenzaron a hablar en
pro de los méritos de una o de otra .marca, vino la confusión de la
gente. ¿Iba A.A. a componer a los borrachos, o era una empre-

- 19 -
sa educativa? ¿Se dedicaban a cosas espirituaies, o a asuntos de
medicina? ¿Formaban parte de una empresa de .reformadores? Lle-
nos de consternación, nos vimo~ ligados a toda clase de e,mpresas,
unas buenas y otras regulares. Viendo que los alcohóTicos iban a
parar en masa a los asilos, comenzámos a gritar: "Debiera haber
una ley. Los A.A. comenzaron a presentarse en las reuniones de co-
mités legislativos y a abogar por la reforma judicial. Esas eran .bue-
nas noticias para la prensa, pero de ahí no pasaban. Comprendimos
que no tardaríamos en mezclarnos en la política. Y basta en el seno
de nuestra sociedad vimos que era forzoso quitar el nombre de A.A.
a los clubes y casas de Duodéci'mo Paso.
Esas aventuras arraigaron en nosotros la profunda convicción
de que en ningún caso debemos de apoyar empresas nfines a la
nuestra, por buenas que éstas sean. Nosotros, los Alcohólicos Anóni-
mos, no podemos ser eI todo para todos, ni débemos tratar de serlo.
Hace algunos años, ese principio de "no apoyo" fue sometida .a
la prueba vital. Algunas de las grandes empresas destiladoras de al-
cohol trataron de dedicarse a la educación en cu'es,tiones alcohóli-
cas. Sería una gran cosa, pensaban, . que las empresas dedicadas a
fabricar licores le demostrasen al público que tenían el sentido de
Ja responsabilidad. Deseaban decir que el alcohol debiera gozarse
pero sin abusar de él; los grandes bebedores debieran beber menos,
y los que se babia,n convertido en problema -los alcohólicos- de-
bían dejar de beber.
En una de sus asociaciones comerciales se pfanteó la pregunta de
cómo debía manejarse la campaña. Naturalmente, se valdrían de la
radio, la prensa y er cine para probar sus opiniones. Pero, ¿a quién
nombrarían como director de la campaña? Inmediatamente pens.a-
ron en íos Alcohólicos Anónimos. Si· lograban encontrar en nuestras·
filas un experto en relaciones con el público, ¿por qué no habría de
ser él la persona ideal? Claro está que estaría bien empap1do del pro-
blema. Sus conexiones con A.A. serían valiosas, porque nuestra co-
munidad era muy bien vista por el público y no tenían ni un ene-
migo en todo el mundo.
No tardaron en descubrir a su hombre, un A.A. con la experien-
cia necesaria•. lnmediatamen compareció a la jefatura de A.A. en
Nueva York, a preguntar: ¿Existe en nuestra tradición algo que
sugiera que no debo aceptar esta clase de puesto Esa erase de edu-
cación me parece muy buens y no tiene nada de polémica. ¿Les
parece a ustedes que pueda_tener algo de uialo?
A simple vista, parecía ser algo bueno. Luego vinieron las _du-
das. La asociación deseaba emplear el nombre de nuestro miembro en
todos sus anuncios; se le iba a describir éomo director de publicidad
de esa campaña, y· como miembro de Alcohólicos Anónim<>&. Claro·
-20- -
está que no podría existir objeción a qu·e una asociación. de esa natu-
raleza emplease a un miembro de A.A. meramente por su talento y
por sus conocimientos sobre el alcoholismo. Pero eso no era todo,
pues en este caso no sófo era necesario que el miembro dejase a un
lado su anonimato, sino que también conectase el nombre de Al-
cohólicos Anónimos a ese proyecto educativo en parti::ular, y que
esa fuese sabido por millones de persona~. Aparecia enton::es que
A.A. estaba dando su respaldo a una empresa educativa, al estilo
de una asociación de comerciantes en licores.
En cuanto nos dimos cuenta de ese hecho comprometedor, le
preguntamos al presunto director de publicidad cuál era su opinión
al respecto. "¡Caramba! -exclamó-, claro que no puedo acep!ar el
puesto. Tan pronto se publique el primer anuncio, pondrán el gri:o
en el cielo todos los ab:;temios. Inmediatamente se. dtdkarán a bus-
car a un A.A. honrado para que le haga la propaganda a sus ideas
sobre educación. Los miembros de nuestra sodedad tomarán lado en
una pofémica entre abstemios y no ab~lemios. La mi•ad de la g'!nte
creerá que estamos de parte de los unos y la otra mitad pensará que
estamos de parte de los otros. ¡Qué barbaridad!".
"A pesar de todo. -le dijimos-, usted tiene todo el derecha
de aceptar el puesto".
"Ya lo sé. -nos contestó-, pero no se tra1a de rue~tiones de
derecho. Alcohólicos Anónimos me salvó la . vida, y los prefiero.
No seré yo quien venga a causarles un gran maJ, y eso sí que
se lo causaría!" . ·
En la concerniente a respaldos, nuestro amigo lo había dicho
todo. Vimos. como nunca lo habíamos · visto hasta entonces, que el
nombre de A. A. no puede aso::iarse con ninguna otra causa que no
sea Ta nuestra.

TRADICION SEPTIMA

Todo grupo de A.A. debe mantenerse a .sf mismo,


negándose a recibir contribuciones de afuera.

¿Alcohólicos que se mantengan a sí mismos? ¿Quién ha oído nun-


ca semejante cosa? Sin embargo, ern fue lo que des:ubrimos que
debíamos ser. Ese principio es prueba evidente del cambio efectua-
do en todos norntros por A. A. Todo el mundo sabe que los al-
cohólicos activos declaran a grHos que carecen de desdichas que el
dinero no pueda curar. Siempre hemos andado con fa mano exten-
dida. Desde tiempos inmemoriales hemos dependido de alguien, por
lo menos en cuanto a dinero atañe. Cuando quiera que una sociedad
·· compuesta exclusivamente de alcohólicos dice que va a pagar sus
deudas, eso sí que es una verdadera noticia.
-21-
Probablemente, ninguna otra de las tradiciones de A. A. tuvo
nacimiento tan doloroso como el de ésta . En un principio todos ca-
recíamos de dinero. Si a eso agregamos la habitual suposición de que
la gente debe darle dinero. a los alcohólicos que traten de no emborra-
charse, puede comprenderse. el porqué creyésemos que merecíamos se
nos diesen bastantes billetes. Qué de cosas maravillosas podrían ha-
cer A . A . si tuviese dinero.! Pero, en forma harto sorprendente,
la gente adinerada pensaba de otro modo. . Se hacían la cuenta de
que puesto que estábamos sobrios, ya era tiempo de que costeásemos
nuestros gastos. Y por eso nuestra asociación se quedó pobre, por-
que tenía que serlo..

Había además otra razón para nuestra pobreza colectiva. Pronto


se hizo aparente que a pesar de que los alcohólicos gastasen mucho
dinero en casos del Duodécimo Pasó, odiaban contribuír en las reu-
niones cuando se pedía dinero para otras cosas. Nos sorprendió mu-
cho encontrar que éramos extremadamente avaros·. De modo que
A. A. comenzó siendo pobre y continuó siéndolo, al tiempo que sus
miembros se volvían ricos.

Los alcohólicos son gente que o lo da, todo o no da nada. Nues-


tras reacciones en cuanto a dinero parecen comprobarlo. A medida
que A.A. pasó de su infancia a su 2dolescencia, fui.mos cambiando
la idea de que necesitábamos grandes sumas de dinero, a la de que
no debiéramos tener nada. De todas las bocas salían estás palabras:
"A . A. y el dinero no puededen mezclarse. Vamos a tener que se-
parar lo espiritual de lo material"'. Comenzamos a pensar de esa ma-
nera porque en varias ocasiones algunos miembros trataron de ex-
plotar en provecho propio sus conexiones con A. A., y temimos
que se nos fuese a explotar. De vez en cuando algún agradecido be-
nefactor había dotado alguna de las casas, y por eso había influen-
cia extraña en nuestros asuntos . Se nos había regalado un hospital,
y casi en seguida el hijo de nuestro benefactor se convirtió en su
principal paciente y aspirante a gerente. A . uno ·de los grupos se le
dieron cinco : mil dólares para. que hiciese .c on ellos lo que quisiese.
El trastorno que nos causó ese montón de dinero nos perjudicó por
muchos años. Asustados con esas complicaciones, algunos de los gru-
pos rehusaron tener ni siquiera un centavo en sus arcas.

Pese a tales temores, tuvimos que recono.c er- que· la sociedad de


A . A. necesitaba funcionar. Los sitios de reunioón nos costaban
algo. Pero evitar disturbios en regioñes enteras, era necesario organi-
zar pequeñas oficinas, instalar teléonos y emplear de lleno algunos se-
cretarios. A pesar de numerosas protestas, se lograron esas cosas. Vi-
mos que de no ser así, no había esperanza para quienes llegasen a
nuestra puerta. Esos sencillos servicios exigían el gasto de pequeñas
cantidades de dinero que éramos capaces de pagar y que estábamos
dispuestos a pagar nosotros mismos. Por fin dejó de oscilar el pén-

- 22-
dulo y de ahí nació la Tradición Séptima, tal como hoy en día la
conocemos.
A ese respecto, Bill goza mucho contando fa siguiente historia,
que tiene su moraleja: Cuando se pub!i::ó en el "Saturday Evening
Post" el artículo de Jack Alexander, en 1.941, millares d~ cartas
frené;icas, de akohóli': os desesperados y de ms familias, llegaron rn•
mo avalancha a la casifla de correos de la Fundación en Nueva York.
''Nuestro personal de la oficina, - dice Bill- consistía en dos per-
sonas; un fiel secretario y yo. ¿Cómo íbamos a atender n esa ava-
Ianc ha de solicitudes de ayuda? Se hacía imperaiivo conseguir em-
pleados fijos. Así fue como pedimos a los grupos de A. A. que envia-
sen contribuciones voluntarias. ¿Podría cada mi~mbro enviarnos un
dólar cada año? De otra manera esa conmovedora corréspoml~ncia
no podría contestarse.
"Me sorprendió ver que los grupos reaccionaban muy lentamen!e.
Me paseaba por la oficina vociferando que los miembros eran una
manada de avaros. De repente asomó por la puerta la de<greñada y
doliente cabeza de un antiguo conocido. Ef tipo perfecto del A. A.
caído de nuevo en garras del alcohol. En su cara se reflejaban los
efectos de los tragos ingeridos el día anterior. Recordando algunas
de mis borracheras, sentí que mi corazón rebosaba de comp¡jsión .
Le hice parnr adel'ante y le di un billete de cinco dólares. Como mi
ingrern semanal era de apenas treinta dólares, la contribu:ión fue bas-
tante fuzrte. Mi esposa Lois d que necesitaba dinero para la ca~a,
pero ern no me detuvo. El profundo alivio que SP. pin'Ó en el rostro
de .mi amigo me lfenó de placer. Me sentí especialmente magnánimo
al pensar en todos los exborrachos que no nos enviaban ni siquiera
un dólar cada uno, y ahí estaba yo dando con el mayor gusto una
contribución de cinco dólares para aliviarle las penas a un borracho.
"La reunión de esa noche se Tievó a cabo en la casa del Club, en
la calle 24. Durante el intermedio, el tesorero nos contó tímidamente
que el club estaba en la bancarrota. (Eso era en la épo~a en que no
se podía mezcfar dinero con A . A.). Pero finalmente el tesorero
dijo: "Si no pagamos, el casero nos va a echar a la calle. De modo
que, tengan la bondad de dar bastante esta noche".
"Todo lo oía yo muy claramente, porque estaba tratando de con-
vencer a un recién llegado que se había fentado a mi rado. Cuando
el sombrero de contribuciones pasó cerca de mí, y micn•ras segu(a
hablándole a mi vecino, saqué de mi bolsillo una mon~da d.! cin-
cuenta centavos. No sé por qué se me hizo tan grande. Apresurada-
mente la vofví a guardar y deposité una de diez centavos. En esos
tiempos los billetes nunca se daban como contribución.
"Luego desperté a la realidad. Yo, que hacía alarde de mi gene-
rosidad esa mañana, le daba ahora a mi propio club menos que lo
que daban los alcohólicos que habían olvidado enviarle sus dólares

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a la Fundación. Comprendí que mi regalo de cinco dólares no había
sido sino una manera de exaltar .mi egoísmo, lo cual era malo para
mí mismo y malo para el borracho a quien se los dí . Había en
A. A. uu lugar donde la espiritualidad y el dinero se mezclaban,
y ese lugar era el sombrero en que se depositaban las contribuciones
voluntarias".
Hay otra historia que se refiere al dinero. U na noche de 1948,
los Custodios de la Fundación celebraban su reunión trimestral. Se
discutía un asunto muy importante . Cierta dama había dejado en su
testa.mento un regalo de diez mil dólares para Alcohólicos Anóni-
mos. Se discutía si debiéramos, o no recibir el regalo .
Tuvimos un debate bastante acalorado . La F undación sí que ne-
cesitaba el dinero; los grupos no estaban enviando lo sufi:iente para
mantener la oficina, habíamos estado echando mano de todas nuestras
entradas, pero eso no bastaba, y las reservas se esfumaban como la
nieve en la primavera. Necesitábamos los diez mil dólares . "Puede
ser, -agregaban algunos-, que los grupos nu nca serán capaces de
sostener la oficina . No podemos permitir que se cierre, porque se
trata de algo vital. Sí, recibamos el dinero. De ahora en adelao~e
debemos recibir cuanto se nos dé, porque vamos a necesitarlo".
En seguida habló la oposición. Dijo que la junta directiva tenía
conocimiento de que entre las personas que aún no habían muerto
pero que nos habían incluído en sus testamentos, se contaban algu-
nas cuyas contribuciones sumadas nos darían más de medio millón
de dólares. Sólo Dios sabía cuanto más dinero se nos habría legado
y del que nosotros aún no teníamos la menor noti-::ia. Si no r~busá-
bamos recibir dinero de fuera de nuestro grupo, pronto La Funda-
ción sería inmensamente rica. En comparación con lo que esperába-
mos recibir algún día, los diez mil dólares no eran gran cosa, pero,
como pasa con el primer trago que ingiere un alcohólico, vendrían a
causar, si los recibíamos, una desastrosa. reacción en cadena. ¿A
dónde íbamos a parar? Quien paga los músicos, generalmente esco-
ge la mú~ica, y si la F undación iba a recibir dine ro de extraños, los
Custodios podrían sentirse autorizados a disponer n uestro asuntos ~in
consultar con A.A . Privados de toda responsabilidad, todos y
cada uno de los Alcohólicos Anónimos se despreocuparían, diciendo:
"La Fundación tiene mucho dinero, ¿Por qué preocuparnos?". La pre-
sión de tanto dinero en caja, haría que los Custodios inventasen toda
clase de maneras de hacer el bien y apartarían a A . A. de sus
propósitos fundamentales. Cuando eso sucediese, se habría extinguido
nuestra comunidad. Los Custodios quedarían aislados y expuestos a
ruda crítica por parte de los A.A. y del público en general. Esas eran
las posibilidades en pro y en contra que era necesario tener en cuenta.
Así fue como nuestros Custodios escribieron una pági na brillan-
te en la historia de A .A . Declararon que A.A. debe permane-

- 24 -
cer siempre pobre. Apenas lo necesario para subsistir, y una reserva
prudencial, sería la futura política financiera de la Fundación. La
decisión fue bien difícil, pero los custodios no aceptaron los diez mil
dólares, y además adoptaron formalmente la irrevocable resolución de
no aceptar en lo futuro ningún regalo. En ese momento, estamos se-
guros de ello, se encajó en las tradiciones de A.A. el principio de
la pobreza de nuestra asociación como un todo.

Cuando esos hechos se hicieron públicos, Ta reacc10n fue pro-


funda. La gente, acostumbrada a inacabables ca,mpañas para recoger
fondos con propósitos de caridad, empezó a ver en A. A. un espec-
táculo extraño y vivificante. Los editoriales de encomio y aprobación
g<:.neraron una oleada de confianza en la integridad de los Alcohó-
licos Anónimos, y dichos editoriales, tanto de los periódicos locales
como de los extranjeros, declararon que los irresponsables se habían
vuelto responsables, y que haciendo que la independencia en asun-
tos de dinero formase parle de su tradición, Alcohólicos Anónimos
había revivido un ideal casi completamente olvidado.

TRADICION OCTAVA

A.A. nunca tendrá carácter profesional, pero nuestros centros de


servicios pueden emplear trabajadores especiales.

Alcohólicos Anónimos nunca tendrá una clase profesional.


Hemos entendido hasta cierto punto el muy antiguo dicho, "Pues-
to que tan libremente se nos ha dado, libremente d·b?mos dar". He-
mos descubierto que en cuanto ar profe~ ionalismo le a•añ'.', el din~ro
y la espiritualidad no se mezclan, casi nirguna recupcra ~ión del at ·oh,-
lismo ha resultado del trabajo de los mejores profesionales d~I mundo
bien fuesen médicos o religiosos. No desacreditamos el profesiona-
lismo en otras actividades, pero aceptamos el hecho escueto de que
no resultan para nuestro trabajo. Cada vez que hemos ensayado el
empleo de profesionales para llevar a cabo tareas del Duodé::imo
Paso, el resultado ha sido siempre el mismo: nuestro objeto único ha
salido derrotado.
Sencillamente, los alcohóficos no le hacen caso a quien haga
trabajo del Duodécimo Parn por paga. Casi desde un principio, he-
mos tenido la seguridad de que el trabajo cara a cara con un al-
cohólico desesperado no puede tener más fundamento que ef deseo
de ayudar y recibir ayuda. Cuando un miembro de A. A. habla
por paga, bien sea en una reunión o dirigiéndose sólo a un recién
llegado, puede él también sentir los malos efectos de su actitud. El
aliciente del dinero le compromete y también a todo lo que diga o haga
en beneficio del probable nuevo socio. Eso ha sido siempre tan evi-

- 25 -
dente, que sólo muy pocos miembros de A. A. han trabajado alguna
vez a sueldo en tareas del Duodécimo Paso.
Pic:se a tal certeza, es una gran verdad que pocos temas han sido
causa de mayor discusión entre nosotros que el asunto del profesio-
nalismo.. Cuidanderos encargados de barrer pisos, cocineros dedicados
a preparar pasteles de carne, secretarios de las oficinas, autores ocu-
pados en escribir libros; todos ellos han sido acremente atacados por
críticos que alegaban que "estaban haciendo, dinero a costa de
A. A. " . Sin tener en cuenta que tales tareas nada tenían que ver
con el trabajo del Duodécimo Paso, los críticos alegaban que esos in-
dividuos eran A. A. profesionales, pese a que hacían para nosotros
unos trabajos harto desagradables y que nadie .más estaba dispuesto
a hacer. Aun mayor furor pudo verse cuando algunos miembros de
A. A. comenzaron a administrar casas de reposo y granjas para al-
cohólicos, cuando otros se emplearon en algunas empresas como ex-
pertos para ayudar a resolver el problema del alcoholismo en la in
dustria, cuando otros se volvieron enfermeros en las salas del hos-
pital dedicadas a vícti,mas del alcoholismo, cuando otros se dedica-
ron a tareas educativas sobre el alcoholismo. En todos esos casos, y
en muchos otros, se alegó que la experiencia y los conocimientos de
A. A. se estaban vendiendo por dinero y que, por consiguiente
esos individuos también eran profesionales.
Finalmente, sin embargo, pudo verse con claridad la línea di-
visoria entre el profesionalismo y el no profesionalismo. Cuando se
hubo convenido en que el trabajo del Duodécimo Paso no podría ven-
derse por dinero, obramos sabiamente. Pero cuando declaramos que
nuestra sociedad no podría servirse de empleados para desempeñar
ciertos servicios, y que no estaba bien que llevásemos nuestros cono-
cimientos a otros campos, estábamos siendo aconsejados por el te-
mor, temor que hoy en día se ha disipado casi por completo ante la
luz de la experiencia.
Tomemos, por ejemplo, el caso del cuidandero y cocinero del
club. Si un club ha de funcionar, es necesario que sea un lugar habi-
table y hospitalario. Ensayamos con voluntarios, que bien pronto se
aburrieron de barrer pisos y preparar café siete días a la semana.
Pronto dejaron de ir. Y, algo aun más importante, LID club deshabi-
tado no tiene quién conteste las llamadas telefónicas, pero sí es una
invitación para cualquier borracho que tenga llave de la puerta. De
modo que se hacía necesario el que alguien estuviese en el club a toda
hora. En caso de que empleásemos a un alcohólico, solo recibiría lo
que le pagásemos a un no alcohólicos por desempeñar el mismo ofi-
cio. Ese trabajo no puede calificarse como tarea del Duodécimo Paso,·
su objeto es tan .solo el de hacer posible el trabajo del Duodécimo
Paso. Es cuestión de servicio, lisa y llanamente.
Tampoco podía A. A. funcionar por sí solo sin empl::ados de
tiempo completo. En las oficinas de la Fundación y de lntergrupos,
- 26 -
no nos era posible emplear como secretarios a los no alcohólicos; era
necesario tener gente bien enterada de A . A. Pero en el momento
en que los empleamos, los ultraconservadores y los timoratos aulla-
ron "Profesionalismo!". En una ocasión, la situación de esos fieles
servidores se hizo casi insoportable. No se les pedía que hablasen du-
rante las reuniones porque "estaban sacando provecho de A. A.".
Hasta hubo casos en que los demás so: ios los despreciaron. Hasta
los más caritativos los calificaban de "un mal necesario". Los comi-
tés se valieron de esa actitud para rebajarles los sueldos. Podrían re-
cuperar parte de su virtud, se pensaba, si trabajaban para A.A. a
muy bajo costo. Durante varios años persistió ese modo de pensar.
P ero luego vimos que un secretario muy trabajador contestaba el te-
léfono docenas de veces en el curso del día, escuchaba las quejas de
unas veinte esposas quejumbrosas, se entendía con la hospitalización
y el respaldo de diez recién llegados, y uc,aba todos sus dones de di-
plomático para aplacar a un borracho recalcitrante que se quejaba
del trabajo que hacía y de lo .mucho que se le pagaba, es claro que
pasaba de injusto calificar a tal empleado como profesional. No es-
taba profesionalizando el trabajo del Duodé::i.mo. Paso sino, simplemen-
te haciéndolo posible. Estaba ayudando a darles a quienes llegaban a
la puerta la oportunidad que se merecían. Los voluntarios y sus ayu-
dantes podían ayudar en gran manera, pero era injusto csp::rar que
día tras día se encargasen de desempeñar tan duras tareas.

En las oficinas de la Fundación se repitió la misma historia.


Ocho toneladas de li.bros y de información, cada mes, no se empacan
y se distribuyen solas por todo el mundo. Sacos de cartas sobre to-
do¡¡ los posibles problemas de los A. A . , desde las de un esquimal
solitario, basta todos los problemas que se presentan a millares de
grupos en vías de formación, deben ~.er atendidos por gente que sepa
lo que está haciendo. Es necesario mantener contactos apropiados con
el mundo exterior. Ex!ender la mano salvadora de A . A . Por eso
empicamos secretarios administradores. Les pagamos buen sueldo, y
se ganan lo que se les paga. Son secretarios profesionales, pero, cier-
tamente, no son A . A. profesionales.

Tal vez en el corazón de todos los miembros de A.A. existiría


siempre el temor de que alguien va a explotar nuestro nombre con afán
de lucro. La sola insinuación de tal posibilidad es siempre suficiente
para levantar verdaderas tempestades, y hemos des~ubierto que las
tempestades atacan con igual furia al jm.to. y al pecador. Siempre
son irrazonables.
Ningún otro individuo ha sufrido tantos embates de esas tem-
pestades emocionales como los que han soportado aquellos miembros
de A.A. que se han aventurado a aceptar empleo en entidades extra-
ñas que tratan el problema del alcoholismo.
- 27 -
Una universidad quería que un .miembro de A.A. educase al públi~o
sobre el alcoholis.mo. Una corporación deseaba emplear un director
de personal bien familiarizado con el asunto del alcoholismo. Una
granja de tratamiento perteneciente al estado necesitaba un ad-
ministrador capaz de lidiar borrachos. Una ciudad necesitaba un ex-
perto en asuntos sociales, que entendiese bien lo que el alcohol pue-
de hacerle a una familia. Una comisión del estado necesitaba un in-
vestigador a sueldo. Esos son apenas unos pocos de los empleos que
se han ofrecido a algunos miembros A.A. como individuos. En al-
gunas ocasiones, ciertos miembros de A.A. han comprado granjas
o casas de reposo donde poder asilar a algunos alcohólicos de gra-
do avanzado. La cuestión era, y aún lo es a veces, ¿pueden tales ac-
tividades calificarse de profesionalismo según la tradición de A . A.?

Creemos que la respuesta es "No. Los miembros que escojan esas


actividades como su única ocupación no profesionalizan las tareas de
Duodécimo Paso". El camino que nos condujo a esa conclusión fne
largo y escabroso. En un principio no nos dábamos cuenta cabal de
la naturaleza del problema. Antiguamente, en cuanto un A . A. se em-
pleaba en alguna de esas empresas, se sentía inmediatamente ten-
tado a usar el nombre de A . A. con fines de publicidad o para alle-
gar fondos. Las granjas de beodos, empresas educativas, los gobier-
nos de los estados y sus comisiones hacían alarde de que tenían
miembros de A . A. a su servicio. Indiscretamente, los A. A. así em-
pleados rompían su anonimato para hacerle la propaganda a la ac-
tividad de su preferencia. Por tal razón, no pocas causas dignas de
encomio, .y todos sus allegados, fueron víctimas de la crítica injusta
por parte de algunos grupos de A.A. Con mucha frecuencia esos
ataques iban encabezados por el grito de "Profesionalismo!! Ese tipo
se está beneficiando a costa de A. A. !". Pero ninguno de ellos ha-
bía sido contratado para hacer trabajo del Duodécimo Paso. En esos
casos, las infracciones no podían muy bien calificarse de profesio-
nafü,mo, sino de violación del anonimato. Se comprometía el obje-
iivo primordial de A. A. y se usaba incorrectamente el nombre de
Alcohólicos Anónimos;

Es muy significativo, hoy en día que casi ninguno de los A. A .


deja de permanecer anónimo ante el público, que casi todos esos te-
mores han desaparecido. Vemos que no tenemos ni el derecho ni
la necesidad de desautorizar a los A. A. que deseen obrar como in-
dividuos en actividades .más amplias. En realidad, sería antisocial
que se lo prohibiésemos. No podemos declarar a Alcohólicos A nó-
nimos una sociedad tan exclusiva como para que todos nuestros l:0-
1;0. imi:::ntos y nuestra experiencia sean Secreto de Estado. Si un
miembro de A. A., actuando en su calidad de ciudadano, puede
convertirse en mejor investigador científico, educador, jefr de perso-
nal, etc ., ¿por qué no per.mitírselo? Todos salimos así ganando, y

-28 -
nada se pierde. Bien es cierto que algunas de las empresas a las que
los A. A . se han afiliado han resultado mal concebidas, pero eso no
tiene nada que ver con el principio de que se trata.
} Esa es pues la cadena de circunstancias que vino finalmente a
amoldar la tradición de no profesionalizar a A.A. Nuestro trabajo
del Duodécimo Paso nunca debe recibir compensación en dinero. pe-
ro quienes nos prestan süs servicios profesionales merecen que se les
pague por su trabajo.

TRADICION NOVENA

A.A . como tal, nunca debe ser organizada; pero podemos crear juntas
de servicios o comités que sean directamente responsables
ante aquellos a quienes sirven.

Cuando la Tradición Novena se redactó por vez primera, decía


que "Alcohólicos Anónimos necesita la menor organización posible".
Años después, hemos aprendido a pensar de otra manera. Hoy en
día podemos decir con certeza que Alcohólicos Anónimos - A.A .
considerado como un todo- nunca debe organizarse . Entonces en
aparente contradicción con lo dicho, procedemos a crear juntas de
servicios especiales y comités organizados. ¿Cómo entonces es po-
sible que tengamos un movimiento sin organización, pero que sea
capaz _de crear y que crée una organización de servicios para sí?
Estudiando esa paradoja, hay quienes pregunten. "¿Qué quieren de-
cir con eso de que no tienen organización?".
Vamos a verlo: ¿Quién ha oído de alguna nación, religión o
partido político, o aún más, de alguna asociación de beneficencia que
carezca de reglas para sus asociados? ¿Quién ha oído hablar de al-
guna sociedad que no pueda imponer castigos a sus miembros ni exi-
gir la obediencia de los demás y a que expulsen o casliguen a los
infractores de sus reglas? Por consiguiente. toda nación, toda sode-
dad, sea cual fuere su clase, tiene que ser un gobierno. administrado
por seres humanos. La facultad para dirigir o gobernar es la base
de la organización en todas partes.
Sin embargo, Alcohólicos Anónimos es la excepción. No se
ajusta a ese molde. Ni su Conferencia de Servicios Generales, ni
la Junta de Custodios, ni el más humilde comité de tm grupo pue-
de dar una orden a un miembro de A.A . y hacer que se cumpla,
ni . mucho menos castigar sus infracciones . Muchas veces lo hemos
ensayado, pero siempre he.mos fracarndo. Algunos grupos han intenta-
do expulsar a algún miembro o miembros, pero -los expulsados ·siempre
han regresado a las reuniones, deciendo: "De esto depende nuestra
vida; ustedes no pueden expulsarnos". Lós comités han dado a veces
instrucciones a muchos .miembros de A. A. que suspendan sus ser-
- 29 - .
v1c1os a algún infractor consuetudinario, sólo para que se tes contes-
te: " La manera como yo haga mis tareas de Duodécimo Paso. sólo
a mí me , ,;,cierne". "¿Quiénes sori ustedes para juzgarme?". Eso no
quien. de: que los miembros de Alcohólicos Anónimos no están
dispu~slo:. :i recibir consejos de los miembros más experimentados,
pero, con toda seguridad, no aceptarán órdenes de ellos. Nadie tie-
ne tan poca popularidad como un antiguo A. A. rebosante de sabi-
duría, que se haya mudado a otro vecindario y trate de decirle a un
gran grupo cómo debe comportarse. El y todos sus semejantes que
"se sientan alarmados por el bien de A.A." no encuentran sino
resistencia o, peor aun, risas.

Pudiera pensarse que la Oficina Central de A.A. en N ueva York


podría ser la excepción. Con seguridad que debiera tener cierta
autoridad. Pero desde hace mucho tiempo, los custodios y secretarios
descubrieron que tan solo pueden dar consejos y eso con moderación.
Hasta tuvieron que inventar un par de frases que aún aparecen en la
mitad de las cartas que escriben: "Claro está que usted es perfec-
tamente libre de manejar este asunto como mejor le plazca. Pero la
experiencia de la mayoría de los A. A. parece indicar que .. . " Esa
actitud dista mucho de la de un gobierno central. ¿No es verdad?
Reconocemos que a los alcohólicos no se les puede exigir obedien-
cia ni individual ni colectivamente .

En esta coyuntura nos parece oír que alguien muy religioso dice:
"Están convirtiendo la desobediencia en virtud" . Lo secunda un
siquiatra que agrega: "Chiquillos desobedientes! Nunca llegarán a
conformarse con las reglas de la sociedad". E l hombre de la calle
dice: "No los comprendo, deben de ser todos unos locos". Pero
todos esos observadores no han descubierto que hay algo que es
peculiar a los Alcohólicos Anónimos . A menos que cada uno de los
miembros de A. A. siga como mejor pueda los Doce Pasos hacia el
restablecimiento, es .muy seguro. que está firmando su sentencia de
muerte. Su embriaguez y sus fracasos no son castigos impuestos por
ninguna autoridad; son el resultado de su desobedienda personal a
los principios espirituales.

La misma severa amenaza se cierne sobre el grupo mismo. A


menos que exista conformidad aproximada a las Doce Tradiciones
de A. A., el grupo también está expuesto a dete1üorarse y a extin-
guirse. Por eso nosotros los miembros de A. A. tenemos que obe-
decer a principios espirituales, primero porque es forzoso que lo ha-
gamos, y finaLmente porque nos agrada la clase de vida que nos trae
esa obediencia . Los grandes sufrimientos y el gran amor son los dis-
ciplinarios de los A. A. ; no necesita.mos tener otros.
Es evidente ahora que nunca debemos formar una junta que nos
gobierne, pero también es claro que siempre hemos de necesitar
- 30 -
trabajadores que nos sirvan . E sa es la diferencia entre el espíritu
de autoridad conferida y el espírisu de servicio; dos conceptos infi-
nitamente distanciados el uno del otro Con ese espíritu de servicio
elegimos los comités rotatorios informales de los grupos de A.A., la
Oficina de Intergrupos para cada área y la Conferencia de Servicios
Generales para los A.A., como un todo. Aún nuestra Fundación,
que antes fuera una Junta independiente, depende ahora directamen-
te de nuestra asociación. Sus custodios son cuidanderos y dispensa-
dores de nuestros servicios mundiales.

De la misma manera que cada A. A. persigue su sobriedad per-


sonal, el objeto que persigue . cada uno de lo servicios es hacer ase-
quible esa sobriedad a cuantos la deseen. Si nadie se encarga de los
trabajos de un grupo, si su teléfono carece de quien Jo conteste, si
nadie contesta las cartas, la sociedad Alcohólicos Anónimos, tal co-
mo la conoce,mos dejaría de existir. Nuestras líneas de comunicación
con el mundo exterior quedarían interrumpidas y no podríamos ayu-
darles a quienes necesitan de nuestra ayuda.

La sociedad de Alcohólicos Anónimos necesita funcionar, pe-


ro al mismo tiempo tiene que evitar los peligros de gran riqueza,
prestigio e influencia intocables que necesariamente sirven de tenta-
ción a otras asociaciones. A pesar de que la Tradición Novena pa-
reciera a simple vista referirse a un asunto meramente práctico, al
funcionar pone de presente a una sociedad que carece de organiza-
ción, animada tan sólo por el espíritu de servicio, esto es. a una ver-
dadera comunidad.

TRADICION DECIMA

A .A. no tiene opini6n acerca de asuntos aienos a sus actividades;


por consiguiente su nombre nunca debe mezclarse en polémicas
públicas.

Desde su fundación, Alcohólicos Anónimos nunca se han visto


dividido por ninguna polémica de alguna importancia. Ni tampoco
ha terciado nuestra sociedad alguna vez en controversias mundanas.
Eso, sin embargo, no a sido una virtud adquirida a fuerza de tra-
bajo. Podría casí decirse que nacimos con ella, porque, como Jo ha
expresado uno de nuestros miembros hace poco, "casi nunca me ha
tocado oír ninguna acalorada discusión religiosa, política o de refor-
mas entre los miembros de A.A . Como quiera que no discutimos
esos asuntos en privado, se cae de su peso. que nunca lo haremos en
público".

- 31 -
Como guiados por un profundo instinto, nosotros, los A.A.
comprendimos desde muy temprano en nuestra historia que nunca de-
b~mos, por .más que se nos provoque, terciar en ninguna discusión,
aunque nos parezca digna de encomio . La historia nos da infi-
nidad de ejemplos de naciones esforzadas y de grupos que acabaron
por ser destruídos porque se les indujo o se les tentó hasta hacer
que tomasen parte en alguna controversia . Otros fueron destruídos
porque la creencia en sus propias virtudes los llevó a tratar de im-
poner sobre el resto de la humanidad su propio modo de pensar u
obrar. En nuestros tiempos hemos visto morir a millones de perso-
nas, víctimas de las guerras políticas o económicas, a menudo im-
pulsados por diferencias de raza o de religión. Vivimos contemplando
la inminente posibilidad de un nuevo holocausto para determinar có-
mo deben gobernarse los hombres y cómo deben repartirse los pro-
ductos de la naturaleza y del esfuerzo humano. E~e .es el clima espi-
ritual en que nació la sociedad de los Alcohólicos Anónmos y, gra-
cias a Dios, ha seguido progresando.

Volvemos a insistir en que la repugnancia que sentimos hacia


la lucha entre nosotros o contra cualquiera otro no debe conside-
rarse como virtud especial que nos haga sentir superiqres a los de-
más. Tampoco quiere eso decir que los miembros de A.A. res-
taurados como ciudadanos del mundo, vayan a rehusar cumplir sus
obligaciones individuales de obrar como les parezca correcto sobre
los asuntos de nuestra época . Pero en cuanto se refiere a A.A.
considerado como un todo, eso es algo diferente . A ese respecto re-
chazamos los intentos de hacerno entrar en controversias públicas,
porque sabe.mos que nuestra sociedad perecerá si así lo hace. Cree-
mos que la conservación y la extensión de Alcohólicos Anónimos es
algo aún más importante que la influencia que pudiéramos tener co-
lectivamente para respaldar cualquiera otra causa. Puesto que nues-
tra recuperación del alcoholismo es para nosotros nuestra propia vi-
. da, es imperativo que preservemos en toda su plenitud nuestros me-
dios de supervivencia .

Esto puede parecer que deseamos insinuar que los miembros de


A . A . nos hemos dedicado repentinamente al pacifismo y nos he-
mos convertido en una gran familia alegre y regocijadá-. Claro que
eso no es así. Somos tan humanos como los demás, y no dejamos de
tener nuestros _problemas. Antes de normalizarnos un poco, la so-
ciedad de A. A. más bien parecía una prodigiosa tremolina que
cualquier otra cosa, por lo menos en la superficie. Un director de
una gran corporación, que acababa de votar el gasto de varios cen-
tenares de miles de dólares para su empresa, era capaz de armar un
gran escándalo durante una reunión en que se discutiese el gasto de
veinticinco dólares para c·o mprar los sellos de correo que necesitá-
bamos. - Disgustados con las intenciones de algunos sobre la admi-

- 32 -
nistración de un grupo, la mitad de sus miembros se retiraban airados
para formar un nuevo grupo más de acuerdo con sus deseos. Algu-
nos antiguos miembros, repentinamente convertidos en fariseos, han
lanzado acusaciones. Se han dirigido enconados ataques contra perso-
nas que se sospechaba capaces de malas intenciones. Pero a pesar
de todo ese ruido, nuestras insignificantes desavenencias nunca le
hicieron a A . A . el .menor daño. También debemos dejar constan-
cia de que sólo estábamos aprendiendo a vivir _juntos y de que to-
das nuesrrar discusiones réñíart que ver siempre· éon~ la manera de
hacer más eficaz nuestra sociedad y poder servir mejor a un mayor
número de alcohólicos.
"La Washington Society" una asociación de alcohólicos de ha-
ce un siglo, estuvo a punto de descubrir la solución del alcoholismo.
En un principio se componía sólo de alcohólicos que trataban de
ayudarse unos a otros. Los primeros socios sentían que era nece-
sario dedicarse exclusivamente a ese fin. En muchos aspectos, los
Washingtonianos se parecían a los Alcohólicos Anónimos de ahora.
El número de socios llegó a pasar de cien mil. Si los hubieran de-
jado solos y si ellos hubieran perseverado en perseguir el fin que
se proponían, hubieran hallado la solución. · Pero no fué así. Muy al
contrario, los Washingtonianos permitieron que los políticos y los
reformadores, ·t anto alcohólicos como antialcohólicos, se valiesen
de la sociedad para sus propios fines. La abolición de la escla-
vitud por ejemplo, era un enconado. punto de la política de aque-
llos tiempos. No tardaron los Washingtonianos en terciar de uno o de
otro lado de la contienda. Tal vez la sociedad hubiera podido sobre-
vivir la controversia de la abolición de la esclavitud, pero estaba
perdida desde el momento en que resolvió reformar las costumbres
del país con respecto a la bebida. Cuando los Washingtonianos se
convirtieron en cruzados de la temperancia, tardaron pocos años en
perder por completo su eficacia como aliviadores de los alcohólicos.
Alcohólicos Anónimos no ha echado en saco roto la lección
aprendida de los Washingtonianos. Estudiando las ruinas de esa so-
ciedad, los A. A. originales decidieron man.tener siempre a Alcohó-
licos Anónimos lejos de toda clase de controversias_. Y así se colocó
la primera piedra de los cimientos para la Tradición Décima: "Alco-
hólicos Anónimos nó. tiene opinión acerca de asuntos ajenos a sus
actividades; por consiguiente, su nombre nunca: debe mezclarse en
polémicas públicas" .

- 33 ~
TRADICION UNDECIMA

Nuestra política de relaciones públicas se basa más bien en la


atracción que en la promoción; debemos mantener siempre
nuestro anonimato personal ante la prensa, la radio,
la televisión y el cine.

De no contar con sus legiones de gentes de buena voluntad,


A. A. nunca hubiera llegado a tener la importancia que hoy en día
tiene. En todo el .:nundo, es inmensa la publicidad favorable y muy
diversa que ha venido a servir como medio principal para atraer al-
cohólicos a nuestra comunidad. E n las oficinas, hogares y clubes de
los A . A. suena constantemente el teléfono. Una voz dice "leí un ar-
lÍ~ulo en la prensa ... ", otra: "Oímos un programa de la radio . .. "
y aún otra, "vimos una película .. . ", o: "Vimos algo sobre A.A. en
televisión . . . " No es exagerado decir que la mitad de los miembros
de A. A. nos han llegado gracias a los medios de comunicación.
Y no todos los que preguntan sobre nuestra sociedad son alco-
hólicos o sus parientes. Los médicos leen artículos en sus revistas y
llaman a pedirnos más informes sobre Alcohólicos Anónimos. Los
religiosos leen artículos en los periódicos de su congregación, y tam-
bién nos hacen preguntas. Los patronos de· fábricas o dinxtores de
grandes empresas aprueban nuestras actividades y desean averiguar
cómo pueden luchar contra el alcoholismo en sus propias empresas.
Por consiguiente, nos vimos confrontados por la gran respon-
sabilidad de organizar la mejor política de relaciones públicas para
Alcohólicos Anónimos. Después de pasar por muchos períodos de
dolorosa experiencia hemos resuelto ya lo que esa política debe ser.
Es todo lo contrario de la costumbre corriente en cuanto a promo-
ción. Descubrimos que teníamos que depender del principio de la
atracción como contrario al de la pro.moción.
Veamos en qué forma esas dos ideas tan contrar:ias - la atrac-
ción la promoción- fun(.'ionan en la práctirn . Cuando un partido
político desea ganar una elección, se dedica a hacer alarde de sus
virtudes como conductor, para así obtener más votos que el con-
trario. Una · empresa de caridad que desee conseguir dinero, pone
en los membretes de sus cartas el nombre de las personas distin-
guidas que puedan apoyarla. La mayor parte de la vida política,
económica y religiosa en el mundo depende del dominio de la pu-
bli: idad . La gente que simboliza causas e ideas llena una profunda
necesidad humana. Los A.A. no dudamos eso, pero tenemos que con-
venir en que estar ante los ojos del público es peligroso, especial-
mente para nosotros. Por temperamento, casi todos nosotros hemos
sido impetuosos promotores, y la idea de una sociedad compuesta

- 34-
casi exclusivamente de promotores nos atemorizaba. Considerando ese
factor tan explosivo, sabíamos que era necesario dominarnos a no-
.sotros mismos.
Maravillosa ha sido la forma en que esa restricción de nues-
tras ambiciones ha venido a beneficiarnos. Nos ha traído publicidad
más favorable que la que . hubiésemos podido. obtener por todas las
artes y habilidades del mejor de los propagandistas. No hay duda de
que A.A. necesitaba publicidad en alguna forma, y por eso nos
valimos de la idea de que era mucho mejor para nosotros que nues-
tros amigos nos la dieran. Y eso precisamente fue lo que sucedió,
basta un extremo casi increíble. Los veteranos de la prensa, acostum-
brados a dudarlo todo, han hecho todo cuanto han podido para dise-
minar el mensaje de Alcohólicos Anónimos. Para ellos, nosotros
somos algo más que una mina de buenas crónicas. En casi todas par-
tes, los periodistas, hombres y mujeres, han venido a unírsenos co-
mo amigos.
En un principio, la prensa na podía comprender nuestros moti-
vos para rechazar toda publicidad personal. Se mostraban sincera-
mente maravillados ante nuestra insistencia por conservar el anoni-
mato. Pero al fin vieron la luz. Se encontraron con algo inusitado
en este mundo: una sociedad que alegaba querer darle publicidad
a sw1 principios y a sus obras, pero no a sus miembros individuaJes.
Esa actiiud nuestra los llenó de placer. Desde entonces, esos amigos
han es: rito crónicas sobre A. A. con un entusiasmo. de que no se-
ría capaz el más fogoso de nuestros miembros.
Hubo, eso s.í, una épo.ca en que la prensa de los Estados Unidos
era más partidaria de que nuestra identidad personal permaneciese
anónima, que lo que lo eran algunos de nuestros miembros. En una
o:asión, como un centenar de nuestros socios optó por hacerse cono,-
cer del público. Con muy buenas intenciones, declararon que eso deil
anonimato era cosa muy anticuada, digna sólo de los primeros tiem-
pos de Alcohólicos Anónimos. Tenían la seguridad de que nuestra co-
munidad progresaría más rápidamente y avanzaría más si empleaba los
modernos métodos de publicidad.. Los A. A., decían, incluían a mu-
chas personas de fama lo.cal, nacional e internacional. Si todos está-
bamos dispuestos, y muchos estaban, ¿por qué no hacer públicas las
listas de los miembros y en esa forma darle aliento a otros par:a que
se nos uniesen? Los argumentos sonaban bien, pero afortunadamente
nuestros periodistas amigos no eran de la misma opinión.
La Fundación dirigió cartas a casi todos los periódicos de los
Estados Unidos, explicando nuestra política en cuanto a relaciones
públicas fundadas en la atracción más bien que en la promoción,
y haciendo hincapié en que el anonimato de los A.A. era su mejor
protección. Desde ese entonces, los redactores eliminan- constante-
mente nombre y fotos en los · artículos que escriben sobre A.A.;
-35-
con .frecuencia han tenido que recordarles a algunos individuos ambi•
ciosos que la sociedad de A. A. tiene la política de no revelar los
nombres de sus asociados. Por ese motivo han sacrificado muchas
buenas crónicas. La fuerza de su cooperación nos ha ayudado mucho.
Sólo quedan unos pocos miembros· que. deliberadamente ponen sus
nombres en conocimiento del público.
Esa, e nresumen, es la manera como se desarrolló la Tradición
Undécima de Alcohólicos Anónimos. Para nosotros, sin embargo,
representa algo más que una sana política de relaciones con el pú-
blico. Es algo más que la negación del envanecimiento personal.
Esa Tradición nos recuerda en forma práctica y constante que las
ambiciones personales no tienen lugar en A. A. Mediante esa tradi-
ción, cada miembro es guardián de nuestra sociedad .

TRADICION DUODECIMA
El anonimato es la base espiritual de todas nuestras Tradiciones,
recordándonos siempre que debemos anteponer
los principios a las personas.
La sustancia espiritual del anonimato es el sacrificio. Como
quiera que las Doce Tradiciones de A.A . repetidamente nos exi-
gen que dejemos a un lado los deseos personales en pro del bien
C!)mún, comprendemos que el espíritu del sacrificio, cuyo símbolo
más apropiado es el Pnonimato, viene a ser la base de todas ellas.
La comprobada voluntad de los A. A. para someterse a esos sacri-
ficios, es lo que da a todas las personas una gran fe en nuestro por-
venir.
Pero en un principio, el anonimato no ,tuvo su origen en nues-
tra fe; sino que era hijo de nuestros tempranos temores. Nuestros
primeros grupos de alcohólicos eran sociedades secretas . Los nuevos
interesados nos descubrían por intermedio de unos cuantos amigos de
confianza . La sola insinuación de la publicidad, por más que sólo
se tratase de nuestro trabajo, nos causaba sobresaltos. A pesar de
que éramos exbebedores todavía pensábamos que era necesario ocul-
tarnos de la desconfianza y el desprecio del púbico .
Cuando apareció el gran libro, en 1939, lo llamamos "Alcohóli-
cos Anónimo~". En el prólogo hicimos esta reveladora declaración.:
"Es muy importante que seamos anónimos porque somos muy pocos,
por el momento, para atender al irresistible número de peticiones
personales que pueden resultar de esta publicación. Como somos co-
merciantes o profesionales no podríamos muy bien atender a nues-
tras ocupaciones en ese caso". Entre líneas se advierte fácil.mente nues-
tro temor de que el acceso de un gran número de personas pusiese
en peligro nuestro anonimato.
A medida que li;,s grupos se multipiicaban, también surgían pro-
blemas relacionados con el anonimato. Entusiasmados con la recu-
-36-
pe.radón de algún hermano alcohólico, en ocasiones discutíamos
abiertamente los detalles más íntimos y conmovedores del caso, de-
talles que únicamente el padrino ha debido conocer. La ofendida
víctima procedía entonces a acusarnos de haber violado su secreto.
Cuando esos cuentos comenzaron a circlllar fuera del círculo de Al-
coholico Anónimos, se hizo sentir con fuerza la pérdida de fe en
nuestra promesa de secreto. Con frecuencia fúe causa de que se re
tirasen algunos posibles nuevos socios. Claro está que el nombre de
cada miembro, y su historia tenían que mantenerse en reserva si esos
eran sus deesos. Esa fue nuestra primera lección sobre la aplicación
práctica del anonimato.
Con característica intemperancia, sin embargo, algunos de los re-
cién llegados no se preocupaban por que guardásemos su secreto .
Deseaban contar a gritos que eran miembros de A.A., y así lo hacían.
Los alcohólicos recién recuperados acudían a contarle a quienquiera
que los escuchase los detalles de sus carns part'iculares . Otros vola•
ban a hablar ante los micrófonos y a hacerse retratar. A veces se
emborrachaban y desencantaban a los miembros de sus grupos. Ha-
bían pasado del papel de miembros de A. A. al de simples vanidosos.
El fenómeno de estos contrastes nos puso realmente a pensar. Te-
níamos ante nosotros -la pregunta: "¿Qué tan anónimos deben ser
los miembros de Alcohólicos Anónimm?". Nuestro desarrollo nos
mostraba que no podríamos seguir siendo una sociedad secreta, pero
también comprendíamos que no podríamos convertirnos en un circo.
La escogencia de una vía intermedia entre esos dos extremos nos to-
mó .mucho tiempo.
Por regla general, casi todos los recién llegados deseaban que
sus familias se enterasen inmediatamente de Jo que estaban tratando
de hacer. También querían decírselo a quienes habían tratado de
ayudarlos -a sus médicos, consejeros espirituales y amigos ínti-
mos-. A medida que iban adquiriendo confianza en sí mismos, se
sentían con el derecho de explicarles la nueva vida a sus jefes y a
sus relacionados comerciales. Cuando se presentaba la oportunidad
de ayudar, les resultaba fácil hablarle a todo el mundo acerca de
A. A. Esas tranquilas exposiciones les ayudaban a perderle el mie-
do al estigma del alcohólico y además ayudaban a que toda la comu-
nidad se enterase de la existencia del grupo de A. A. A ellas de-
bemos el que muchos nuevos hombres y mujeres se presenten a
A.A. Pese a que esa no era una f011ma muy er,ricta de mantener el
secreto cabía muy bien dentro del espíritu de la asociación.
Pero pronto se vió que ese método de comunicación oral era
demasiado limitado. Nuestro trabajo como tal necesitaba publicidad.
Los grupos de A. A. debieran ser accesibles a tan!os alcohólicos
desesperados como fuese posible. Por consiguiente, muchos de los
grup-0s comenzaron a tener reuniones a las que podían concurrir tos
amigos interesados y el público, de modo que los ciudadanos pudie-

- 37-
sen dal'Bo cuenta pora( miamos de lo que era A. A. LJl reacci6n de
esas reuniones fue ampliamente satisfactoria. Pronto los grupos co-
menzaron a recibir solicitudes para que· lo oradores de Alcohólicos
Anónimos pronunciaran discursos ante_ organizaciones· cívica, socie•
dades médica, etc. Siempre y cuando que no se diyulgase el nom-
bre de los oradores y que se advirtiese a los periodistas que no pu-
blicaen nombres ni retratos, todo resultaba muy bien.
Vinieron luego nuestras primeras incursiones- en el campo de la
publicidad en grande, que resultaron sorprenderse. Un periódico im-
portante, el "Cleveand Plain Dealer" publicó artícuos que hicieron
subir el número de nuestros socios, de unos pocos a varios centena-
res, de la noche a la mañana: La·s noticias acerca de la cena que
el Sr. Rockefeller ofreció a los Alcohólicos Anónimos, ayudaron a
duplicar el número total de miembros en el curso de un año. El fa-
moso artículo que Jack Alexander publicó en el Sa-turday Evening
Post convirtió a A . A. en una institución nacional. En esa forma
fueron siendo cada día mayores las oportunidades de reconocimiento
de los méritos de A . A. Las empresas de cine querían nuestros re-
tratos. La radio y finalmente la televisión nos asediaron con solici-
tudes de que nos presentásemos. ¿Qué era lo mejor que podíamos
hacer?
A medida que crecía la marea de aprobación pública, caímos en
la cuenta que podría hacernos muchísimo bien o muchísimo mal.
toda estaba en que supiésemos cómo orientarla . Sencillamente no
podíamos exponernos a que algunos miembros se presentasen como
los Mesías de A . A . ante el público. El instinto de propagandistas
podría ser nuestra propia perdición. Bastaría con que uno se embo-
rrachase en público o emplease nuestro nombre para ventaja propia,
y se nos habría causado daño irreparable. A nivel público (prensa, ra-
dio, televisión y cine) se imponía el ciento por ciento del anonimato.
Era el caso en que los principios debían anteponerse a las persona-
lidades, sin excepción ninguna.
Esas experiencias rios enseñaron que el anonimato es la verda-
dera humildad militante. Es la cualidad espiritual que hoy en día
sirve de pauta a la vida de A. A. en todas parles. Gracias al es-
píritu del anonimato, tratamos de dejar a un lado nuestros deseos
de distinción personal como miembros de A. A., tanto ante los de-
más miembros como ante el público .e n general. Y al dejar a un lado
esas aspiraciones, creemos que cada uno de nosotros teje un manto
protector de nuestra sociedad, bajo el cual podremos trabajar y pro-
gresar unidos.
Estamos convencidos de que la humildad, por medio del anoni-
mato, es la mayor protección que siempre podrá tener Alcohólicos
Anónimos.
"LOS DOCE PASOS DE A.A."

1. Admitimos que éramos impotentes ante el alcohol, que nuestras


vidas se habían vuelto ingobernables.

2. Llegamos al convencimiento de que sólo un Poder Superior a noso-


tros m ismos podría devolvernos el sano juicio.

3. Decidimos poner nuestra voluntad y nuestras vidas al cuidado de


Dios, tal como nosotros lo concebimos.

4. Sin ningún temor hicimos un inventario moral de nosotros mismos.

5. Admitimos ante Dios, ante nosotros mismos y ante otro ser humano
la naturaleza exacta de nuestras faltas.

6. Estuvimos dispuestos a dejar que Dios elimine todos estos defectos


de carácter.

7. Humildemente le pedimos a El que nos librase de nuestros defectos.

8. Hicimos una lista de todas aquellas personas a quienes habíamos


a
ofendido y estuvimos. dispuestos- reparár ·el délflO -que· Íes causa-
mos.

9. Reparamos directamente a cuantos nos fue posible el daño que


les habíamos causado, sa lvo en aquellos casos en que el hacerlo
perjudicaría a ellos mismos o a otros.

1O. Continuamos haciendo nuestro inventario personal y cuando nos


equivocábamos lo admitíamos inmediatamente.

11. Buscamos a través de la oración y la meditación mejorar nuestro


contacto consciente con Dios tal como lo concebimos, pidiéndole
solamente que nos dejase conocer Su Voluntad para con nosotros
y nos diese la fortaleza para aceptarla.

12. Habiendo experimentado un despertar esp iri t ual como resultado


de estos pasos, tratamos de llevar este mensaje a los alcohólicos y
practicar estos principios en todos nuestros actos.
· Este sel lo aP,are9.e en Literatura
aprobada por la Conferencia.

YO SOY RESPONSABLE .
Cuando cualquiera dondequiera ,
extienda su mano p idiendo ayuda,
quiero que la mano de A.A. esté siempre allí
y por esto .. .
YO SOY RESPONSABLE.
Título en Inglés :

TWELVE STEPS ANO TWELVE TRADITIONS

ALCOHOLICOS ANONIMOS es una comunidad d e hom·


bres y mujeres que comparten su mutua experiencia, fortaleza
y esperanza para resolver su problema común y ayudar a otros
a recuperarse d el alcohol ismo.

El único requisito para ser miembro de A.A. es el deseo


de dejar la bebida. Para ser miembro de A.A. no se pagan hono -
rarios ni cuotas; nos mantemos con nuestras propias contri·
buciones.

A.A. no está afiliada a ninguna secta religiosa, part ido


político, organización o institución alguna; no desea interve-
nir en controversias; no respalda ni se opone a ninguna causa.

Nuestro objetivo primord ia l es matenernos sobrios y


ayuda r a otros alcohólicos a alcanzar el estado de sobriedad .

DOCE PASOS Y DOCE TRAD ICIONES

Copyright 1952, 1953, por A.A. Grapevine lnc. y


por Alcohol ics Anonymous Publishing, lnc. (conocida
ahora como Alcoho lics Anonymous World Services lnc.

Impreso y Distribuido por:

Oficina de Servicios Generales de A.A.


Para Colombia y América del Sur
Apdo. Aéro 3070 - Medell ín · Colombia S.A.
1mpreso en Colombia · Con autorización de
A.A. World Services, lnc.
Prohibida la reproducción total o parcial
Doce Pasos
EDICION REVISADA

Alcohollcs Anonymous
World Servlces, lnc
COI\ITENIDO

Los Doce Pasos

Primer Paso
"Admitimos que éramos impotentes ante el alcohol - que nuestras
vidas se habían vuelto ingobernables''.

Qui é n admite la derrota total? La admisión de impotencia es el pri-


mer paso en el camino hacia la liberación. La relación que la humil-
dad tiene con la sobriedad. La obsesión mental más la alergia física.
Por qué todo miembro de AA debe tocar fondo?

Segundo Paso
"Llegamos al convencimiento de que sólo un Poder superior a noso-
tros mismos podría devolvernos el sano juicio".

En q ué podemos creer? AA no exige creencias; los Doce Pasos son


sólo sugerencias. La importancia de una mentalidad abierta. Varie-
dad de caminos hacia la fe. Sustitución de AA como Poder superior.
El dilema del desilusionad o. Lo s escollos de la indiferencia y el
prejuicio. La fe perdida se VL1elve a encontrar en AA . Los proble mas
de la intelectualidad y la autosuficiencia. Pensamientos positivos y
negativos. La propia rectitud. La actitud desafia nte es una caracte -
rística sobresaliente de los alcohólicos. El Segundo Paso es el punto
de partida hacia la cordura·. Relación correcta co·n Dios.
)
Tercer Paso
"Decidimos poner nuestra voluntad y nuestras vidas al cuidado de
Dios, tal como nosotros los concebimos''.

El Tercer Paso es como la apertura de una puerta cerrada. Có mo


permitiremos que Dios entre en nuestras vidas? La llave es la buena
voluntad. La dependencia como medio de independencia. El peligro
de la autosuficiencia. La entrega de nuestra voluntad a un Poder
superior. El abuso de la fuerza de voluntad. Es necesario el esfuerzo
personal y sostenido para conformarse a la voluntad de Dios.

Cuarto Paso
"Sin ningún temor hicimos un inventario moral de nosotros mismos".

Cómo los instintos pueden excederse de sus funciones normales.


El Cuarto Paso constituye un esfuerzo para descubrir nuestras debili -
dades . . Problema básico de extremismos en impulsos instintivos. Un

3
inventario moral mal orientado puede producir culpa, grandiosidad,
o el inculpar a otros. Las ven t ajas pueden c ompararse con las desven-
tajas. La autojustificación es peligrosa. La buena voluntad de hacer el
inventario produce luz y confianza. El Cuarto Paso es el comienzo de
una práctica para toda la vida. Los síntomas comunes de la insegu-
ridad emocional son la ansiedad, la ira, la autocompasión y la
depresión. El inventario revisa las relaciones personales. La impor-
tancia de la acuciosidad.

Quinto Paso
"Admitimos ante Dios, ante nosotros mismos, y ante otro ser huma-
no la naturaleza exacta de nuestras faltas'~.

Los Doce Pasos desinflan el ego. El Quinto Paso es difícil pero indis·
pensable para la sobriedad y 1~ paz de la mente. La confesión es una·
disciplina antigua. Sin una admisión valerosa de los defectos, pocos
podrían permanecer sobrios. Qué recibimos del Quinto Paso? El co-
mienzo de un verdadero parentesco con el hombre y con Dios. Se
pierde el sentido de aislamiento; ·se recibe y se concede perdón; se
aprende -humildad; se gana honestidad y realismo acerca de nosotros
mismos. La necesidad de una completa honradez. El peligro de la
racionalización. Cómo conseguir la persona en quien debemos
confiar. los resultados son la tranquilidad y el sentido de la presen-
cia de Dios. La unidad con Dios y el hombre nos preparan para los
siguientes pasos.
Sexto Paso
"Estuvimos dispuestos a dejar que Dios eliminase todos estos defec-
tos de carácter':

El Sexto Paso es indispensable para nuestro crecimiento espiritual. El


comienzo de una 't area para toda la vida. El reconocimiento de la
diferencia entre esforzarse por un objetivo, y la perfección. Por qué
debemos continuar esforzándonos? "Estar dispuestos" es todo lo
que importa. Necesidad de entrar en acción. La demora es peligrosa.
Rebelarse puede ser fatal. Punto en el cual abandonamos nuestros
objetivos limitados y nos encaminamos a lo que constituye la volun-
tad de Dios para con nosotros.

Séptimo Paso .
"Humildemente le pedimos a El que nos librase de nuestros defec-
tos':

Qué es la humildad? Qué significa para nosotros? Es el camino hacia


la verdadera libertad del espíritu humano. Una ayuda indispensable
para la supervivencia. El valor de la deflación del ego. F racasos y
miser ias tran sformadas por la humi ldad . Fortaleza derivada de la

4
debilidad. El dolor es el precio de entrada a una nueva vida. El temer
concentrado en uno mismo es el principal activador de los defectos.
El Séptimo Paso es un cambio de actitud que nos permite salir de
nosotros mismos y encaminarnos hacia Dios.

Octavo Paso
"Hicimos una lista de todas aquellas personas a quienes habíamos
ofendido, v estuvimos dispuestos a reparar el daño que les cau-
samos''.
Este y los dos próximos pasos se refieren a las relaciones personales.
Aprender a vivir con otros es una aventura fascinante. Obstáculos:
renuencia a perdonar; no admitir que le hemos causado daño a
otros; olvidos deliberados. Necesipad de un reconocimiento exhaus-
tivo del pasado. Profundizar en e l discernimiento que resulta de la
escrupulosidad. Clases de daños que se hacen a otros. Como evitar
juicios extremos. Mirar objetivamente. El Octavo Paso es el principio
del fin del aislamiento.

Noveno Paso
"Reparamos directamente a cuantos nos fue posible el daño que les
habíamos causado, salvo en aquellos casos en que el hacerlo perju-
dicaría a ellos mismos va otros''.
Una mente tranquila es el primer requ1s1to para el buen juicio . La
escogencia del tiempo oportuno para hacer reparaciones. Qué es el
valor? Prudencia significa tomar riesgos calculados. Las reparacio-
nes comienza n cuando ingresamos a AA. La paz mental no puede
) comprarse a expensas de otros. Necesidad de la discreción. El estar
dispuesto a aceptar las consecuencias de nuestro pasado y de asumir
la responsabilidad por el bienestar de otros constituye el espíritu
del Noveno Paso.

Décimo Paso
"Continuamos haciendo nuestro inventario personal y cuando nos
equivocábamos lo admitíamos inmediatamente''.
Podemos mantenernos sobrios y guardar un balance emocional bajo
todas Ias condiciones? El autoexamen se convierte en un hábito
soste nido. Admitir, aceptar, y pacientemente corregir defectos.
Resaca emocional. Cuando hemos .hecho la paz con el pasado, los
retos del presente se pueden encarar. Variedades del inventario. 1ra,
resentimiento, celos, envidia, autocompasión, orgullo herido, todo
esto lleva a la botella. El autocontrol primer objetivo. Seguro contra
la "grandiosidad". Miremos tanto los fac t ores positivos como los
negativos. Examen de motivos.

5
Undécimo Paso
"Buscamos a través de la orac,on v la meditación mejorar nuestro
contacto consciente con Dios como nosotros los entendemos, pidién-
dole solamente que nos dejase conocer Su voluntad para con
nosotros v nos diese la fortaleza para cumplirla':
La meditación y la oración son los conductos principales haci a el
Poder superior. El autoexamen y sus conexiones con la oración y la
meditación. Un fundamento indestructible para la vida. Cómo debe-
mos meditar? La meditación no tiene fronteras. Una aventura indi-
vidual. El primer resultado es el equilibrio emocional. Acerca de la
oración. Petición diaria <:Jel conocimiento de la voluntad de Dios para
con nosotros y la gracia para cumplirla. Los resultados reales de la
oración son incuestionables. Las recompensas de la oración y la
meditación.

Duodécimo Paso
"Habiendo experimentado un despertar espiritual como resultado de
estos pasos, tratamos de llevar este mensaje a l;s, alcohólicos v de
practicar estos principios en todos nuestros actos':

La alegría de vivir es el tema del Duodécimo Paso. Acción es la pala-


bra clave. -La entrega que no solicita recompensa. El amor que no tie-
ne precio. Qué es el despertar espiritual? Un nuevo estado mental y
del ser que se recibe como un don. La disponibilidad para recibir este
don radica en la práctica de los Doce Pasos. Una magnífica realidad.
Los beneficios de ayudar a otros alcohólicos. Tipos de trabajo con el
Duodécimo Paso. Problemas que pueden presentarse. Considera-
ciones acerca de la práctica de estos principios en todos nuestros
actos. La monotonía, el dolor y la calamidad pueden volverse útiles
con la práctica de los pasos. Dificultades que pueden surgir. La
práctica de los "dos pasos". Forma de cambiar a los "doce pasos".
Pruebas de fe. El crecimiento espiritual como respuesta a nuestros
problemas. Hay que darle prioridad al crecimiento espiritual. Domi-
nación y exceso de dependencia. La actitud de ,;dar y recibir". La
dependencia de Dios es necesaria para la recuperación de Ios alco-
hólicos. "Practicar estos principios en todos nuestros actos". Las
relaciones domésticas en AA El cambio de nuestros criterios respec-
to a los asuntos materiales, y de los sentimientos de importancia
personal. Los instintos recuperan sus verdaderos propósitos. La ·
comprensión es la clave para las actitudes adecuadas, así como la
acción correcta es la clave para el buen vivir.

6
PRIMER PASO

"Admitimos que éramos impotentes ante el alcohol,


que nuestras vidas se habían vuelto ingobernables"

Quién está dispuesto a admitir la completa derrota? Prácticamente nadie,


por supuest o . Todos los instintos naturales se rebelan contra la idea de la
impotencia personal. Es verdaderamente espantoso tener que admitir
que, con la copa en la mano hemos deformado nuestras mentes hacia
una obsesión de beber tan destructiva que sólo un acto de la Provi-
dencia puede remover.

No existe ningún fracaso como este. El alcohol, convertido en un


acreedor implacable, nos despoja de toda suficiencia y toda voluntad
para resistir a sus demandas. Cuando se acepta esta dura realidad, nuestra
bancarrota como seres humanos es completa.

Pero al ingresar a AA, empezamos a vislumbrar esta humillación absoluta


con otra perspectiva. Nos damos cuenta de que únicamente por medio de
la derrota total, pod remos dar los primeros pasos hacia la liberación y la
fortaleza. Nuestra admisión de la impotencia personal se convierte en el
sólido cimiento sobre el cual podremos construir una existencia feliz y
útil.

Sabemos que es muy poco el be neficio que puede lograr un alcohólico


que ingrese a AA, si no acepta desde el principio su devastadora debilidad,
con todas sus cons.e cuencias. Mie ntras no adquiera un estado de humildad,
su sobriedad, si es qu e consigue alguna, será muy precaria. No encon-
trará la verdadera fel icidad. Este es uno de los hechos de AA, compro·
bado más allá de toda duda, por una inmensa experiencia. El principio
d e que no encontraremos una fortaleza duradera mientras no acepte-
mos la derrota completa, es uno de los fundamentos sobre los cuales ha
crecido y florecido nuestra comunidad .

La mayoría de nosotros rechazó al principio toda tentativa de admisión


de la derrota total, cuando nos vimos confrontados con ella. Nos había-
mos acercado a AA esperando que se nos enseñara la confianza en noso-
tros mismos. Pero se nos dijo que, en lo que concierne al alcohol, esa
confianza no sólo era inapropiada, sino que constituía una desventaja.
Nuestros padrinos declararon que éramos víctimas de una obsesión mental
tan sutilmente poderosa que ninguna fuerza de voluntad humana podría
abatir. No pod(a pensarse en una victoria personal sobre esta compulsión,
sin una ayuda ajena. Profundizando implacablemente nuestro dilema,
nuestros padrinos señalaron nuestra creciente sensibilidad hacia el alcohol,
y nos dijeron que era una alergia. Tiránicamente el alcohol blandía sobre
nuestras cabezas una espada de doble filo: primero nos golpeaba con un

7
frenético deseo que nos condenaba a seguir bebiendo, y lu ego con una
alergia del organismo que despiadadamente nos hacía destruir a nosotros
mismos en el proceso. Han sido muy contados, en verdad, quienes han
podido ganar este combate desigual. Es un hecho comprobado estadís-
ticamente que los alcohólicos casi nunca se recuperan con sus propios
recursos. Y esto ha sido cierto, aparentemente, desde cuando el hombre
aprendió a fabricar el vino.

En las primeras épocas de AA, unicamente los casos más desesperados


pudieron tragar y digerir esta amarga verdad. Aún' aquellos "desahu-
ciados" tuvieron frecuentemente dificultades para darse cuenta del
estado angustioso de su situación. Pero unos pocos lo lograron, y cuando
s·e aferraron a los principios de AA con todo el fervor con que los náufra-
gos se sostienen al salvavidas, casi invariablemente empezaron a recupe-
rarse. Esa fue la razón por la cual la primera edición del libro Alcohóli -
cos Anónimos, publicada cuando nuestra comunidad era todavía muy
pequeña, canten (a solamente ejemplos de casos muy graves. Muchas
personas en situación menos apremiante ensayaron nuestro programa,
pero no pudieron tener éxito debido a que no fueron capaces de admitir
su situación de impotencia.

Es muy satisfactorio poder anotar que ese cuadro cambió en los años
siguientes. Personas alcohólicas que todavía tenían salud, familia, trabajo
y bienes materiales empezaron a reconocer su alcoholismo. A medida
que fue creciendo esa tendencia, se vieron acompañados por personas
más jóvenes que casi podían considerarse alcohólicos en potencia. Todos
ellos pudieron evitar los últimos diez o quince años de vida infernal que
había soportado el resto de nosotros. Puesto que el Primer Paso requ ie-
re la admisión de que nuestras vidas se habían vuelto ingobernables,
cómo podría esta clase de personas dar este paso?

Se hizo obviamente necesario "levantar el fondo" a que habíamos llegado


muchos de nosotros, para que ellos pudieran tocarlo también. Recor-
dando nuestras historias personales de bebedores pudimos mostrar que,
muchos años antes de habernos dado cuenta de nuestra falta de control,
nuestra bebida ya no era solamente un hábito, sino el com ien zo de una
progresión fatal. A quienes lo dudaban, les decíamos: "Tal vez usted no
sea alcohólico, después de todo. Por qué no ensaya a beber controla-
damente, teniendo en cuenta lo que le hemos informado sobre el alcoho-
lismo?". Esta actitud trajo resultados prácticos e inmediatos. Descubri-
mos entonces que cuando un alcohólico ha sembrado en la mente de otro
alcohólico la verdadera naturaleza de su enfermedad, éste ya nunca podrá
volve_r a ser el mismo. Después de cada parranda empezará a murmurar
para sí: "Tal vez estos AA tengan razón ... " Luego de varias experiencias
sim ilares, a veces años antes de la aparición de dificuÍtades extremas,
regresará a nosotros plenamente convencido. Habrá llegado al fondo tan

8
realmente como nosotros. El mismo alcohól se habrá encargado de ser
nuestro mejor abogado.

Por qué esta insistencia de que es necesario para cualquier AA haber toca-
do pr imero el fondo? La respuesta es que muy pocas personas tratarán
sinceramente de practicar el programa de AA si no han llegado a ese
fondo personal. Porque la práctica de los once pasos subsiguientes impli-
ca la adopc ión de acciones y actitudes que casi n in gún alcohólico que
aún esté bebiendo puede soñar siquiera en aceptar. Quién desea ser rigu-
rosamente honesto y tolerante? Quién quiere confesar sus defectos a otra
persona, o reparar todos los daños que ha ocasionado? A quién le interesa
someterse a un Poder supe rior, y mucho menos pensar en la oración y la
meditación? Quién desea sacrificar su tiempo y energía para tratar de
llevar el mensaje de AA a ot ra persona que esté sufriendo? No, al alco-
hó lico común y corriente, egocéntrico en extremo, no le interesa esta
perspectiva, a menos que se vea obligado a ell a para salvar su vida.

Bajo el látigo del alcoholi smo fuimos conducidos a AA y allí descubrimos·


la naturaleza fatal de nuestra situac ión. Entonces, y sólo entonces, abri-
mos nuestras mentes a la convicc ión y estuvimos tan dispuestos a escu-
char como puede estarlo un moribundo. Nos dispusimos a hacer
cualquier cosa que fuera necesaria para que se quitara de nosotros la
inclemente obsesión.

SEGUNDO PASO

"Llegamos al convencimiento de que sólo un Poder superior


a nosotros mismos podría devolvernos el sano juicio"

Cuando leen el enunciado de este Segundo Paso, muchos de los recié n


llegados a AA se ven enfrentados a un dilema, que en ocasiones es muy
grave. Cuántas veces los hemos escuchado exclamar: "Miren lo que han
hecho de nosotros! Nos han convencido de qu e somos alcohólicos y que
nuestras vidas son ingobernables. Cuando ya nos han reducid~ a un esta·
do de absoluta indefensió n, vienen a declararnos que solamente un Poder
superior puede remover nuestra obsesión. Algunos de nosotros no cree-
mos en Dios, otros no podemos creer, y hay otros que, aunque creen en
Dios, no alcanzan a esperar que El haga el milagro. Está bien, ya ustedes
lograron ponernos en esta situación, pero cómo vamos a salir de ella?"

Veamos primero el caso de quien dice que no desea creer en Dios, o sea
el tipo beligerante. Se encuentra en un estado mental que sólo puede
describirse como salvaje. Toda su concepción de la vida, de la que se
siente complacido, se halla amenazada. Ya es suficientemente malo tener
que admitir que el alcohol Io ha vencido. Pero ahora, reponiéndose del

9
dolor de tal admisión, se encara con algo total mente imposi ble. Siempre
ha sostenido la idea de que el hombre, levantado majestuosa mente d esd e
una célula del limo primogenio, es la punta de lanza de la evolución, y
es por consiguiente el único Dios que reina sobre el universo. Deberá
renunciar a toda esta idea para salvarse?
En esta coyuntura, su padrino en AA se ríe. Con esto se colma la medida
para el recién llegado. Es el principio del fin . Efectivamente, es el principio
del fin de la antigua vida, y el comienzo de su asomo a la nueva vida.
Su padrino le dirá probablemente: "Tómalo con calma. El salto que vas a
tener que dar es mucho más amplio de lo que pensabas. Así nos ha
pasado : a nosotros. Así le pasó a un amigo mío quien fue en cierta
ocasión Vicepresidente de la Sociedad Americana de Ateísmo, pero que
aceptó este nuevo enfoque con un amplio margen". A lo cual el recién
llegado responderá: "Bien . Yo sé que me estás diciendo la ve rdad. Sin
duda es un hecho que AA está lleno de personas que pensaban como yo
pienso. Pero, en qué forma, bajo las circunstancias actuales, puedo
"tomarlo con calma?" Esto es lo que deseo saber".

"Esa es una magnífica pregunta", conviene el padrino. " Creo que puedo
decirte cómo tranquilizarte. Por lo demás, t ampoco será necesario que
trabajes muy duro en esto. Escucha, si lo deseas, estas tres afirma-
ciones: Primera, que Alcohólicos Anónimos no te ex ig e que creas en
nada. Todos sus Doce Pasos no son más que sugerencias. Segunda, que
para adquirir y mantener la sobriedad, no es necesario que te tragu es
inmediatamente el Segundo Paso. Ahora que lo recuerdo, yo mismo
tuve que tomarlo en pequeñas dosis. Tercera, que lo único q ue se necesi·
ta es una mente abierta y dispuesta a escuchar. No sigas debatiendo y
deja de preocuparte con cuestiones tan profundas, como el tratar de
averiguar si fue primero el huevo o la gallina . Nuevamente te repito, lo ·
único que se necesita es una mente abierta".

El padrino continúa: ' "Mira, por ejemplo, mi propio caso. Yo tuve una
educación académica. Naturalmente, respetaba, veneraba y casi que ado-
raba la ciencia. La verdad sea dicha, todavía lo hago, except o que ya no
le rindo adoración. Una y otra vez, mis maestros me insistieron en el
principio básico del progreso científico, que es investigar e investigar,
para volver a investigar, siempre con la mente abierta. Cuando me asomé
por primera vez a AA, mi reacción fue idéntica a la tu ya. Pensé que
este asunto de AA no ·10 podría tragar entero. Me pareció totalmente
anticientlfico. No me cabía en mente entrar a considerar semejante canti-
dad de tonter/as.

"Pero luego desperté. Tuve que admitir que AA mostraba resultados y


éx itos prodigiosos. Observé que mi actitud respecto a tales resultados no
tenía nada de cientlfica. No era AA quien tenía cerrada la mente, era yo.
En el mismo instante en que dejé de discutir, empecé a ver y a sentir. En

10
ese punto, el Segundo Paso empezó gradual y suavemente a infiltrarse en ~ ,
mi vida. No sabría decirte en qué día o en qué momento empecé a creer
en un Poder superior a mí mismo, pero puedo afirmarte que ahora s(
tengo esa creencia. Lo único que tuve que hacer para adquirirla, fue
dejar de pelear y tratar de practicar el resto del programa con el mayor
entusiasmo que pude.

"La mía no es más que una opinión de un hombre, basada en su propia


experiencia. Debo asegurarte que los miembros de AA trazan innume·
rabies rutas en su propia búsqueda de la fe. Si no te llama la atención la
que te he indicado, puedes tener la seguridad de que llegarás a descubrir
una que te sirva, siempre y cuando mantengas la disposición para mirar y
escuchar. Muchos otros hombres como tú han empezado a resolver su .
problema por el método de la sustitución. Puedes, si lo deseas, hacer de
AA tu "poder superior". En AA hay un gran número de personas que
han podido resolver su problema de alcohol. En este aspecto conforman
un grupo que ciertamente es superior a tí, puesto que tú no has llegado
siquiera a aproximarte a una solución. Puedes tener fe en ellos. Aún este
mínimo de fe te bastará. Encontrarás a muchos miembros que han
remontado sus dificultades en esta forma. Todos te contarán que, tan
pronto como lograron cruzar este obstáculo, vieron que su fe se amplia-
ba y profundizaba. Aliv iados de la obsesión de beber, con sus vidas
transformadas de manera inconmensu rable, empezaron a creer en un
Poder superior, y muchos de ellos empezaron a habla r de Dios".

Consideremos ahora la situación de aquellos que una vez tuvieron fe,


pero la perdieron. En este grupo quedan incluidos los que se dejaron
arrastrar ·a la indiferencia, lo que se llenaron de autosuficiencia y por eso
permitieron que su fe se extinguiera, los que tienen p rejuicios contra la
religión, y los que tomaron una actitud desafiante porque Dios no les
cumplió todas sus aspiraciones. Puede la experiencia de AA ofrecer una
respuesta para que todos ellos encuentren nuevamente una fe eficiente?

En ocasiones es más difícil aceptar el programa de AA para aquellos que


han perdido o rechazado la fe que para quienes nunca la tuvieron, porque
los primeros creen que ya intentaron la fe y no les sirvió de nada. Ya co-
nocen el camino de la fe y el camino sin la fe. Puesto que de ambas mane-
ras obtuvieron una amarga frustración, llegaron a la conclusión que no
va lía la pena volverlas a ensayar. Los grandes obstáculos de la indife-
rencia, la autosu fici encia d e uso tan corriente, el prejuicio, y la obstina-
ción desafiante fueron fr ecuentemente más poderosos e irremovibles para
aquellas personas, que las o bjeciones interpuestas por los agnósticos no
convencidos o por los ateos mili tantes. La religión dice que puede
p robarse la ex istencia de Dios. El agnóst ico dice que no puede probarse.
Y e l ateo afirma q ue se puede p robar que Dios n o ex iste. Obviamente
el dilema de qu ien a ba11d0nó su te es la ti em enda confusión en que

11
quedó. Se cree perdido y no tiene siquiera e l alivio de una convicción. No
alcanza a lograr, as( sea en grado m/nimo, la seguridad que tiene el
creyente, el agnóstico, o el ateo. Es el único perplejo.

Muchos de los AA pueden decirle a tal persona: "Nosotros también nos


desviamos de la fe de nuestra infancia, pues el exceso de confianza juvenil
nos sobrepasó. Claro que nos alegramos de haber tenido buenos hogares
y una práctica religiosa que nos dejó algunos valores. Todavía nos
quedaba la seguridad de que debíamos ser honrados, justos y ·tolerantes;
que debíamos tener ambiciones y trabajar duro para cumplirlas.
Llegamos a convencernos de que con esas normas elementales y un cierto
grado de decadencia nos bastaría.

"A medida que el éxito material basado en estos escasos atributos empe-
zó a llegarnos, creímos estar ganando la batalla de la vida. Aquello fue
emocionante y nos hizo sentir muy felices. Para qué molestarnos con
abstracciones teológicas y deberes religiosos, o el estado de nuestras
almas en esta vida o en la otra? El aqu/ y ahora eran suficientemente
buenos para nosotros. Con el deseo de ganar podríamos seguir adelante.
Pero el alcohol empezó a jugar su partida en contra nuestra. Finalmente,
cuando empezamos a ver "ceros" en nuestra puntuación, y nos dimos
cuenta que con un golpe más quedaríamos definitivamente fuera del
juego, tuvimos que empezar a buscar la fe que habíamos perdido. Fue
en AA donde vinimos a encontrarla y así puedes hacerlo tú".

Veamos ahora otra clase de problema: el ho_m bre o la mujer con inte-
lectualidad autosuficiente. A estos, muchos de nosotros podemos
decirles: "Sí, nosotros fuimos como ustedes, demasiado listos, y de esto
no derivamos ningún bien. Nos encantaba que la gente nos considerase
precoces. Utilizamos nuestra educación para inflarnos como orgullosos
balones, pero haciendo lo posible para que los demás no lo notaran.
Secretamente pensábamos que podíamos flotar sobre el prójimo, debido
a nuestra capacidad cerebral. El progreso científico nos enseñó que no
había nada que el hombre no pudiera hacer. El conocimiento era todopo-
derosc1. El intelecto podía conquistar la naturaleza. Puesto que éramos
mucho más inteligentes que las demas personas (o por lo menos, así lo
creíamos), nos correspondía el botín de la victoria, ya que poseíamos el
pensamiento. El dios del intelecto desplazó al Dios de nuestros padres.
Pero aquí también el alcohol tenía otras ideas. Nosotros, que todo lo
hablamos ganado en serie, nos convertimos en perdedores de tiempo
completo. Vimos que teníamos que reconsiderar nuestras ideas porque
de no hacerlo moriríamos. En AA encontramos muchas personas que
hablan llegado a pensar como nosotros. Nos ayudaron a reducir nuestra
grandiosidad hasta su tamaño normal. Nos mostraron con su ejemplo
q'ue el intelecto y la humildad podían ser compatibles, siempre y cuando·
la . humildad se colocara en primer lugar. Cuando empezamos a hacerlo,

12
recibimos el don de la fe, una fe que obra. Esta fe está d isponible para
ustedes, también".

Otra gran cantidad de miembros de AA dirá: "Nosotros llegamos a estar


hastiados de la religión y cuanto tuviera que ver con ella. Decíamos que
la Biblia no era más que un sartal de tonterías; podíamos citarla versí-
culo por versículo, y no encontrábamos más que utopías para los "bea-
tos". En algunas partes su moralismo era imposiblemente bueno, en otras
intolerablemente malo. Pero lo que realmente nos mortificaba era el
moralismo de los fanáticos religiosos. Despreciábamos la hipocresía, la
intolerancia y los alardes de bondad de muchos creyentes. Nos encanta-
ba el poder afirmar el hecho real de que millones de "buenos hombres
de religión" se estaban asesinando unos a otros en nombre de Dios..
Todo esto no significaba más, por supuesto, que habíamos sustituído el
pensamiento positivo por uno negativo. Después de haber ingresado a
AA, tuvimos que reconocer en nuestra actitud una característica manera
de alimentar nuestro ego personal. Al señalar farisaicamente los p·ecados
de los demás, nos colocábamos inconscientemente en una posición de
superioridad. Además, podíamos evitarnos el trabajo de mirar nuestros
propios defectos. El sentimiento de la propia virtud, que tanto criticá-
bamos en Ios demás, era precisamente el mal que nos aquejaba. Esta
curiosa modalidad de autoen~alzamiento era nuestra ruina, por lo menos
en lo que concierne a la fe. Pero, finalmente, al ser conducidos a AA,
pudimos aprender mejor las cosas.

"Como ha sido repetidamente observado por los siquiatras, la actitud


desafiante es una característica de muchos alcohólicos. Por eso no es
de extrañar que muchos de nosotros hayamos pretendido desafiar al
mismo Dios. En ciertas ocasiones lo hicimos porque Dios no nos había
dado todas las cosas buenas· que le habíamos exigido, como los niños
codiciosos que elaboran listas de regalos navideños imposibles de satis-
facer. Sin embargo, con mayor frecuencia la causa de nuestro desaliento
hábía sido una calamidad que, a nuestro criterio, nos había sobrevenido
porque Dios había desertado de nosotros. La chica con quien pensá-
bamos casarnos prefirió a otra persona; le pedimos a Dios que la hiciera
cambiar de opinión, pero no lo hizo. O rezamos para que Dios nos diera
hijos sanos, con un resultado totalmente distinto: nuestros hijos fueron
enfermos, o no pudimos tenerlos. Pedimos que se nos mejorara el
empleo, y no obtuvimo·s ninguna promoción. Los seres queridos, d e
quienes tan profundamente dependíamos, nos fueron arrebatados por
"actos de Dios". Luego, cuando nos convertimos en unos borrachos,
le pedimos a Dios que nos ayudara, pero nada aconteció. Con esto canee·
lamos nuestra esperanza, y resolvimos acabar con la fe.

Cuando encontramos a A/.1 se nos reveló la falacia de nuestra actitud. En


ninguna ocasión habíamos pedido a Dios que nos mostrase Su voluntad

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para con nosotros ; por el contrar io, habíamos estado dicié ndole cont i-
nuamente lo que debía hacer. Vimos que nadie podía creer en Dios al
mismo tiempo que lo desafiaba. La fe significa confia nza, no desafío. En
AA conocimos los frutos de esa confianza, rep resentada en muchos
hombres y mujeres que se había escapado de la cat ást rofe final. Los
vir,:ios reunirse y superar sus penas y tribulaciones. Los v irnos aceptar t ran-
quilamente situaciones .difíciles, sin necesidad de esconderse o hacerse
recriminaciones. Esto no era sólo fe, sino fe actuante, fe efica z bajo toda
clase de circunstancias. Tuvimos que concluir que, cualquiera que fuera
el precio que delHamos pagar en humildad, tendríamos que pagarlo".
Analicemos ahora el caso del hombre lleno de fe, pero que no puede
sobreponerse al alcohol. Cree que es devoto, y observa escrupulosamente
su religión. Está seguro de que todavía cree en Dios, pero tiene la vaga
sospecha de que Dios ya no cree en él. Hace promesas y más promesas.
Pero después de hacerlas, no solamente vuelve a beber, sino que cada vez
lo hace con peores consecuencias. Trata valientemente de luchar contra
el alcohol, implorando la ayuda de Dios, pero esa ayuda no le llega. Qué
ser~ lo que pasa con esta persona?
El alcohólico que tiene buenas intenciones pero no obtiene buenos resul-
tados es un caso desalentador para los sacerdotes, médicos, amigos y fami-
liares. -No piensan lo mismo los miembros de AA. Muchos de nosotros
hemos sido como él y hemos podido encontrar la respuesta a tan compl i-
cada situación. Esta respuesta se refiere a la calidad de la fe, no a su canti-
dal Aquí radicaba nuestro punto débiÍ. Suponí~mos que teníamos
humildad y eso no era cierto. Suponíamos que practicábamos seriamente
nuestra religión, pero al analizarnos honradamente, vimos que sólo la
llevábamos superficialmente. O, yendo al otro extremo, nos habíamos
dejado llevar por el sentim.entalismo, confundiéndolo con el verdadero
sentido religioso. En ambos casos, estábamos dando nada a cambio de lo
que queríamos. La verdad era que no habíamos limpiado debidamente
nuestra casa para que la gracia de Dios pudiera entrar en nosotros y
expulsar la obsesión de beber. Nunca habíamos hecho un examen
concienzudo, en un sentido profundo y significativo, de nuestra realidad.
No h;ibíamos tratado de reparar los daños que habíamos causado. Nunca
habíamos dado algo a otra persona sin esperar recompensa. Ni siquiera
sabíamos orar correctamente. Siempre habíamos dicho "concédeme mis
deseos", en vez de '.' Hágase Tu Voluntad". No apreciábamos el amor,
humano o divino. Por eso permanecíamos engañados e incapaces de
recibir la gracia suficiente para restaurarnos el sano juicio.
Son muy pocos en realidad los alcohólicos activos 'qu e tienen una idea
siquiera aproximada de lo irracionales que son, o que, conociendo su
insensatez, se resuelvan a afrontarla. Algunos prefieren empezar a llamar-
se "bebedores problemáticos", pero no pueden soportar la idea de que
se encuentran enfermos mental mente. Se ven incitados a esta actitud por
un mundo que no distingue la diferencia entre el bebedor normal y el

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alcohólico. El sano juicio se define como "solidez mental". Ningún
alcohólico, al analizar fríamente su conducta destructiva (y no importa
si los destrozos que ha ocasionado se muestran en los muebles de su casa
o en su estructura moral), puede alegar que posee la "solidez mental".

Por lo anterior, el Segundo Paso es el punto de reordenamiento para


todos nosotros, agnósticos, ateos, antiguos .cr~yentes. Todos podemos
dar este paso. La verdadera humildad y una mentalidad receptiva nos
pueden conducir a la fe. Cada una de las reunion.es de AA es una seguri-
dad adicional de que Dios nos devolverá el sano juicio si logramos rela-
cionarnos adecuadamente con El.

TERCER PASO

Decidimos poner nuestra voluntad y nuestras vidas


al cuidado de Dios, tal como nosotros lo concebimos"

Practicar el Tercer Paso es como intentar abrir una puerta que aparente•
mente está cerrada y asegurada con cerrojo. Para ello lo único que se
necesita es una llave y la decisión de abrir la puerta. Para nuestro caso
sólo hay una llave, que se llama buena voluntad. Una vez que la ·buena
voluntad ha quitado el cerrojo, la puerta se abrirá casi por sí misma.
Cuando miramos a través de la puerta, podemos leer una inscripción:
"Esta es la vía hacia una fe que obra". En los dos primeros Pasos del
programa, hemos estado ocupados en reflexionar. Supimos que éramos
impotentes ante el a lcohol, pero también percibimos que la fe, de cual-
quier clase que sea, aún en el mismo grupo de AA, es posible para toda
persona. Tales conclusiones no requieren acción, sino simplemente
aceptación.

Al igual que todos los pasos restantes, el Tercero pide acción positiva;
porque solamente por medio de la acción podremos despojarnos de la
voluntad personal que ha impedido la entrada de Dios, o s i se prefiere,
de un Poder superior, a nuestras vidas. La fe es absolutamente necesaria,
pero ella sola no basta para nuestro propósito. Porque podemos tener fe
y--al mismo tiempo dejar a Dios por fuera de nuestras vidas. Por consi·
guienté, nuestro problema ahora consiste en saber cómo y por qué me·
dios espec íficos vamos a permitir qlle El entre. El Tercer Paso representa
nuestro primer intento para este objetivo. Toda la efectividad dei progra-
ma de AA, tendrá como base y será el resultado de la so lidez y el entu-
siasm o con que "decidimos poner nuestra voluntad y nuestras vidas
al cuidado de Dios, tal como nosotros lo concebimos".

Para cualquier persona mundana y práctica, este Paso puede parecer di-
fícil, si no imposible. Porque, está bien que se tenga un ferviente deseo,
pero cómo se hace para entregar la vida y la voluntad al Dios en quien

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se cree? Afortunadamente, quienes lo hemos intentado, con las mismas
aprensiones, podemos certificar que todos, absolutamente todos,
podemos empezar a hacerlo. Además podemos añadir que sólo se necesita
empezar, aunque ese comienzo sea tímido. Una vez que se ha colocado·
la llave en el cerrojo y se logra abrir una mínima parte, quedará más fácil
ir abriendo poco a poco la puerta. Aunque puede suceder que nuestra
obstinación la vuelva a cerrar de un golpe, como efectivamente lo hace
con frecuencia; siempre nos será posible volverla a abrir si conservamos
la llave de la bueña voluntad.
Tal vez esto suene remoto y misterioso como si habláramos de la teoría
de la relatividad o de complicados problemas de física nuclear. Podemos
asegurar que no es así. Por el contrario, es sumamente práctico y sencillo.
Cada una de las personas, hombres y mujeres, que han ingresado a AA,
con el propósito de permanecer dentro de la comunidad, han empezado a
practicar el Tercer Paso sin haberse dado cuenta. En efecto, en todo lo
concerniente al alcÓhol, cada uno de ellos ha decidido entregar su vida
al cuidado, orientación y protección de Alcohólicos Anónimos. Se ha
operado ya un acto de buena voluntad para abandonar las antiguas
ideas y actitudes respecto al alcohol, y adoptar en lo sucesivo las suge-
ridas por AA. Cualquier recién llegado, con buena voluntad, reconoce
en AA una bahía segura para anclar el buque zozobrado de su propia
existencia. Si esto no es poner la volunt_a d y la vida al cuidado de una
providencia ajena, entonces qué es?
Pero supongamos que el instinto se subleva, como seguramente lo hará, y
empieza a clamar: "Bueno, acepto que con relación al alcohol yo tenga
que depender de AA, pero me reservo el derecho a mantener mi indepen-
dencia en todos mis otros asuntos. No tengo por qué anularme totalmen-
te. Si acabo por entregar mi vida·y mi voluntad a Algo o Alguien distinto
de mí, en qué me voy a convertir? Voy a acabar siendo el agujero 'de una
rosca? Este razonamiento es natural, porque el instinto y la lógica siem-
pre tratará" de incitar al egoísmo y frustrar así el desarrollo espiritual.
Lo malo está en que semejante raciocinio no toma eri cuenta lo hechos
reales, que parecen ser los siguientes: mientras mayor disposición mos-
tremos a depender de un Poder superior, mayor será nuestra indepen-
dencia real. Por tanto, la dependencia que se practica en AA es en real i-
d ad un medio de adquiri r la verdadera independencia del espíritu.

Examinemos por un momento esta noción de dependencia tal como


acontece en la vida diaria. Es sorprendente descubrir cómo, en este
campo, vivimos totalmente dependientes sin que nos demos cuenta de
ello. Toda casa moderna tiene alambres eléctricos que conducen la ener-
gía y la luz hacia el interior. Nos sentimos fascinados con esta depen-
dencia, tratamos siempre de evitar que ocurra algún daño que nos prive
del suministro de la corriente. Al aceptar que somos dependientes de esta
maravilla científica, gozamos de una mayor independencia personal. No
sólo contamos con mayor independencia, sino con mayores comodidades

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y seguridades. La energía fluye donde la necesitamos. La electricidad,
esa extraña fuerza que muy pocos comprenden, satisface silenciosa y
certeramente nuestras más simples necesidades. Pero también nos ofrece
alivio en grandes necesidades; para probarlo, sólo debemos preguntarle al
enfermo que depende de un pu lmón de acero, cuánta confianza tiene en
ese aparato eléctrico que sustenta el hilo de su vida.

Pero cómo es de diferente nuestra conducta cuando se pone en juego


nuestra independencia mental o emocional. Con cuánta persistencia
reclamamos el derecho a decidir por nosotros mismos lo que debemos
pensar y la forma como debemos actuar. Se da por sentado que escucha-
remos atentamente los pros y los contras de cada problema. Tendremos
muy en cuenta los consejos que qu ieran darnos, pero todas las decisiones .
quedarán sujetas a nuestro albedr lo. No dejamos que nadie se entrometa
en tales momentos. Además, creemos que no hay nadie digno de confian-
za. Nos sentimos ciertos de que nuestra inteligencia, aliada con nuestra
fuerza de voluntad, podrá,· controlar correctamente nuestra vida interior
y garantizarnos el éxito en el mundo que nos rodea. Esta temeraria
actitud, en la que cada cual hace el papel de Dios, suena grata al oído
pero no resistE: la prueba definitiva; para saber si funciona bien, cada
alcohólico puede ensayar a mirarse en el espejo.

Si la imagen en el espejo resulta muy desagradable de contemplar, como


generalmente sucede, el alcohólico puede dar una ojeada a los resultados
que la gente normal obtiene con la autosuficiencia. Por todas partes
notará personas llenas de ira y temor, verá la sociedad despedazándose
con furia, dividiéndose en fragmentos que se dicen uno a otro: "nosotros
tenemos la razón y ustedes están equivocados". Cada grupo de presión,
sf cree contar con fuerza suficiente, tratará de imponer despiadadamente
sus opiniones a los demás. En todas partes se divisa el mismo panorama,
individual o colectivamente. El único resultado de tanta lucha es una paz
cada vez más precaria y una hermandad cada vez más debilitada. La acti-
tud de la autosuficiencia no está dando dividendos. Para decirlo con fran -
queza, no es más que una camisa de fuerza que conduce a la ruina.

Quienes somos alcohólicos podemos considerarnos muy afortunados.


Cada uno de nosotros.ha tenido un encuentro personal, casi fatal, con la
autosuficiencia; bajo su influencia, ha llegado a sufrir tanto que no le ha
sido posible aspirar a algo mejor. No fue por virtud, sino por las circuns-
tancias, como llegamos a A_A; tuvimos que admitir la derrota, fuimos
adquiriendo los rudimentos de la fe y ahora queremos tomar la decisión
de colocar al cuidado de un Poder superior nuestras vidas y voluntades.

Comprendemos muy bien que la palabra "dependencia" no goza de


buena acogida entre los siquiatras, los sicólogos y, claro está, los alcohó-
licos. Al igual que nuestros amigos de la siquiatría, sabemos que hay

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· va riedades erróneas de depend encia. Hemos padecido en carne p ropia
muchas de ellas. La persona adul ta, por ejemplo, no debiera tener un a
fuerte dependencia emocional de sus padres. Hay una edad en que la
persona debe haberse zafado de tal dependencia, y si no lo ha hecho,
debe proceder cuanto antes. Esta forma de dependencia ha ocasionado
muchos desastres, y ha llevado a muchos alcohólicos a concluir que la
dependencia, de cualquier clase que sea, puede causar daños intolerables.
Pero quienes han dependido del grupo de AA o dé un Poder superior no
han experimentado resultados inconvenientes.

Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial se puso a prueba este princi-


pio espiritual. Muchos miembros de AA entraron al servicio militar y
fueron destinados a diferentes partes del mundo. Serían capaces de
aguantar la disciplina, sostenerse en el fragor de las batallas y soportar la
monotonía y las angustias de la guerra? Sería suficiente para su ánimo
la dependencia que habían aprendido en AA?. Pues sí. Pasaron la prueba.
Inclusive se registraron menos casos de recaídas entre los que estaban en
el frente que entre los AA que se habían quedado en la seguridad de sus
hogares. Fueron tan capaces de sobrellevar las penas y dificultades como
los demás soldados. En Alaska o en las cabezas de playa de Salerno, su
dependencia en un Poder superior les ayudó. Lejos de ser una desventaja,
esta dependencia se convirtió en su mayor recurso de fortale za,
Entonces cómo puede, exactam!lnte, una persona continuar entregando
su voluntad y su vida al cuidado de un Poder superior? Ya hizo un
comienzo, como vimos, al empezar a confiar en que AA sería una solu-
ción a su problema de alcohol. Ya en esta etapa existe Ia probabilidad
de que se haya convencido de que tiene además muchos otros proble·
mas, distintos al alcohol, y que no podrá resolver algunos de ellos a pesar
del entusiasmo y determinación con que los afronte. Hay problemas
que simplemente no mejoran, y por eso lo desesperan y amenazan su
incipiente sobriedad. Nuestro amigo se ve todavía consumido por los
remordimientos. Lo atenaza el sentimiento de culpa cuando piensa en su
pasado. Todavía recuerda con amargura a quienes odia o envidia. Su
inseguridad económica lo preocupa, se estremece de pánico al darse
cuenta de todos los puentes que el alcohol quemó en su trayectoria.
Finalmente, cómo podrá volver a organizar ef caos que le costó la pérdi·
da del afecto y lo separó de su familia? Su resolución, su valor solitario
y su sola voluntad no serán suficientes. Sabe que necesitará depender de
la ayuda de Algo o Alguien más.

Al principio es muy probable que ese "alguien" sea su amigo más


cercano en AA. Cree en la afirmación de que todos los problemas se
irán solucionando, aunque sienta ahora su efecto con mayor rigor, puesto
que ya no tiene el alcohol para que alivie su dolor. Naturalmente, el
padrino le hará ver que su vida continúa ingobernable aunque ya no beba,
puesto q!,le sólo se ha hecho un escaso trayecto en el camino de la recupe·

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ración. La abstención conseguida por la admisión de la condición de alco-
hólico y la asistencia a unas cuantas reuniones son muy buenas en sí,
pero todav fa se está muy lejos de la sobriedad permanente y la vida útil
y feliz. Es aquí donde entran en acción los otros pasos del programa de
AA. Unicamente la acción continuada en estos pasos como forma de vida
traerá como consecuencia el resultado anhelado.

Luego se explicará que los demás pasos del programa de AA sólo pueden
ser practicados con éxito, cuando se ha hecho un intento sincero y
persistente con el Tercero. Esta afirmación tomará por sorpresa a los
recién llegados que no han hecho más que padecer el aniquilamiento del
ego y la creciente convicción de que la vol.untad humana no tiene ningún
valor. Han llegado a persuadirse correctamente, de que hay muchos pro-.
blemas, además del alcohol, que no podrán solucionarse por los esfuer-
zos aislados de una persona. Pero ahora resulta que sí hay ciertas cosas
que únicamente puede lograr la persona interesada. Sólo por si' mismo, y
a la luz de sus circunstancias, necesita desarrollar la cualidad de la buena
voluntad. Cuando adquiera esa cualidad, sólo él tendrá que resolver hasta
qué punto la habrá de ejercitar. El tratar de hacerlo es un acto de volun-
tad. Todos los Doce Pasos lo requieren, de manera continua y personal,
para asimilar sus _principios y adecuarse a cumplir la voluntad de Dios.

Cuando tratamos de hacer que nuestra voluntad se adecúe a la voluntad


de Dios, es cuando empezamos a utilizarla correctamente. Para todos
nosotros, esta ha sido una revelación maravillosa. Todos nuestros proble-
) mas se han derivado del mal uso de nuestra fuerza de voluntad Con ella
hemos tratado de apabullar/os, en vez de buscar ponerla de acuerdo
con los designios que Dios tiene para nosotros. El propósito de los Doce
Pasqs de AA es hacer este acuerdo gradualmente posible, y con el Tercer
Paso se abre la puerta hacia esa realización.

Una vez que hemos podido asimilar y estar de acuerdo con estas ideas,
nos resulta mucho más fácil empezar a practicar el Tercer Paso. En todas
las ocasiones en que nos vemos confusos, indecisos o perturbados eltlo·
cionalmente, podemos hacer una pausa, pedir un poco de tranquilidad
y decir simplemente: "Dios,concédeme la serenidad para aceptar las cosas
qu~ rio puedo cambiar... valor para cambiar aquellas que puedo y sabidu·
ria para reconocer la diferencia. Que se cumpla Tu voluntad, no la mfa'~

CUARTO PASO

"Sin ningún temor hicimos un inventario


moral de nosotros mismos"

Los instintos con q ue fuimos creados tienen propósitos definidos. Sin

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ellos no seríamos seres humanos completos. Si los hombres y mujeres
no se esforza ran por lograr seguridad personal, n<;> se p reocuparan por
co_se_char los alimentos o construir su albergue, no podrían sobrevivir.
Si no cuidaran de reproducirse, la tierra no estaría poblada. Si no exis-
tiera el instinto social, si los hombres no se relacionaran entre sí, no
habría sociedad. Por eso, los deseos de relación sexual, ,de seguridad
material y emocional, de compañía, son perfectamente necesarios y
co~ ~ e R.[qyienen de Dios.

~ stos instintos, tan necesarios para nuestra existencia, se exceden·


frecuentemente de sus funciones normales. De manera ciega, poderosa
y muchas veces -sutil, nos conducen, nos domin_an e i!lsisten en manejar.
nuestras vidas. A menudo nos tiranizan los deseos de sexo, de seguridad
material y emocional y de ocupar un lugar prominente en la sociedad.
Cuando se salen de su cauce, los deseos naturales del hombre le originan
grandes tribulaciones, llegando prácticamente a conformar todos sus
problemas. Ningún ser humano, por bueno que sea, está exento de estas
dificultades. Casi todos los problemas emocionales graves, pueden consi-
derarse como efectos de algún instinto mal orientado. Cuando ésto suce-
de, _nuestro gran patrimonio natural, que son los instintos, se convierte
en una carga física y mental. . ,
El Cuarto Paso es nuestro esfuerzo vigoroso y esmerado por descubrir
cuáles han sido y en qué consisten las cargas y desventajas que hay en
cada uno de nosotros. Queremos hallar exactamente cómo, cuándo y
dónde se han deformado nuestros deseos naturales. Tratamos de ver honra-
damente la infelicidad que por esta causa se ha inferido a otras personas y
a nosotros mismos. Al descubrir nuestras deformaciones emocionales,
podemos movilizarnos hacia su corrección. Sin un esfuerzo voluntario
y persistente para hacerlo, es muy escasa la sobriedad y la felicidad que
podemos lograr. Sin un inventario cuidadoso y valeroso, muchos de noso-
tros hemos visto que se encuentra muy lejana la fe que puede obrar en
nuestro diario vivir.

Antes de entrar a detallar el inventario personal, demos una ojeada má s


profunda al problema básico. Los ejemplos simples que vamos a expo-
ner adquieren un gran significado cuando pensamos en ellos. Supongamos
que una persona coloca el deseo sexual por encima de toda otra consi-
deración. En tal c~so, ese imperioso estímulo destruirá sus posibilidades
de encontrar seguridad material y emocional, a la vez que le impedirá
conservar su posición dentro de la sociedad. Otra persona podrá desa-
rrollar una obsesión desenfrenada por la seguridad económica, y sólo
pensará en acumular y guardar el dinero. Podrá llegar entonces al
extremo de convertirse en un avaro, que se recluye y niega su propio ser
a los familiares y amigos.
Ño siempre el anhélo de seguridad se expresa en términos de dinero. Con

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cuánta frecuencia vemos a un ser humano aterrorizado y dispuesto a
depender completamente de alguien más fuerte para su seguridad y
protección. Este ser débil, al fracasar en su intento de afrontar las respon·
sabilidades de la vida con sus propios recursos, nunca podrá crecer y
madurar. La desilusión y la impotencia son su dividendo. Con el tiempo,
sus protectores lo abandonan o mueren, y se ve una vez más solitario y
amedrentando.

Hemos conocido también hombres y mujeres que se dejan llevar por el


deseo del poder y se dedican a tratar de manejar a sus semejantes. Estas
personas arrojan por la ventana todas las oportunidades de tener una vida
segura · y un feliz ambiente familiar. Cuando/quiera que un ·ser humano
se convierte en el carrypo de batalla de sus propios instiñtos, no puede_
tener paz.

Pero no es ese sólo el peligro. Cada vez que una persona impone de
manera irracional sus instintos sobre otras personas, aparece la infeli·
cidad. Si la consecución de riqueza tropieza con otras personas en el
camino, se levantarán la ira, los celos y la venganza. Cuando el sexo se
desboca, hay una conmoción similar. Las 'exigencias desmesuradas de
atención, protección y amor motivarán en las personas afectadas senti-
mientos de dominación o de rebelión, dos emociones tan malsanas
como las gxigencias que las provocaron. Cuando se vuelve incontrolable
el deseo de prestigio personal, ya sea en el círculo de amigos o en la mesa
de conferencias internacionales, hay siempre otras personas que sufren y
que a veces se rebelan. Este choque de instintos puede ll egar a producir
desde un desaire hostil hasta una incendiaria revolución. De esta manera
nos colocamos en situación de conflicto no sólo con nosotros mismos,
sino con otras personas que también tienen sus propios instintos.

Los alcohólicos debieran poder darse c uenta de que, especialmente en


ellos, el instinto descontrolado es la causa subyacente de su f,orma
destructiva de beber. Hemos bebido 1'íª ahogar sentimientos de temor,
frustración y depresión. Hemos bebil o 1ara evitar el sentimiento de cu lpa
por nuestras pasiones, y después hemos bebido para resucitar estas mis-
mas pasiones. Hemos bebido para sent1m importantes, para disfrutar
sueños delirantes de pompa y poder. No es agradabH J:iservar esta per-
versa enfermedad del alma. Los i11stintos desatados"1lrS'u rlan de la inves-
t igación. Tan pronto como intentamos seriamente detec~ s vemos
sometidos a tremendas reacciones.

S i nuestro temperamento se inclina hacia el lado depresivo, estaremos


propensos a sumergirnos en el sentimiento de culpa y el auto-desprecio.
Nos rebajamos en la vileza, obteniendo una dolorosa satisfacción.
Mientras más morbosamente cont inuamos esta melancólica activ idad,
más nos acercam¿s a· un punto ta l de desesperación que el perdernos •

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jefinitivamente nos parecerá la única solución. Habremos perdido toda~-
perspectiva y, por supuesto, toda humildad. Porque esta act itud será
un orgullo magnificado. Asf no estaremos haciendo un inventario moral,
sino un proceso bien conocido por medio del cual la persona depresiva
ha sido anteriormente conducida a la botella y la extinción.

Si, por el contrario, nuestra disposición natural se inclina hacia el fari-


seismo y la grandiosidad, nuestra reacción será exactamente la opuesta.
Nos sentiremos ofendidos por la sugerencia que AA nos hace de hacer
nuestro inventario. Sin duda mostraremos orgullosamente la buena vida
que pretendíamos llevar antes de que el alcohol nos arruinara. Procla-
maremos que nuestros defectos de carácter (si es que los admitimos), han
sido causados por nuestro excesivo beber. En tal caso, pensaremos que,
lógicamente, lo único que necesitaremos es la abstención para que nues-
tras cualidades anteriores vuelvan a aparecer por el sc)lo hecho de dejar
de beber. Si éramos magníficas personas, excepto· por el alcohol,
qué necesidad tenemos de un inventario ahora que ya no bebemos?

También puede ocurrírsenos otra excusa maravillosa para evitar el inven-


tario. Declaramos que todos nuestros problemas y desajustes actuales
se deben a la conducta y comportamiento de otras personas para con
nosotros. Son esas personas las que necesitan el inventario. Creemos que
si nos trataran mejor, seríamos distintos. Por consiguiente, pensamos que
nuestra indignación es razonable y justificada, que nuestros resenti-
mientos son "correctos". La culpa no es nuestra, sino de los demás. •

Cuando estamos en esta etapa de raciocinio, nuestros padrinos llegan a


rescatarnos. Pueden hacerlo, porque son los portadores de la experiencia
comprobada de AA con el Cuarto Paso. Al melancólico le darán un
consuelo mostrándole que su caso no es raro ni diferente, que sus
defectos de carácter no son probablemente más numerosos o peores que
los de cualquier miembro de AA. El padrino podrá probar esta afirma-
ción hablando libremente pero sin exhibicionismo de sus propios
defectos, pasados .y presentes. Este proceso calmado y realista es suma·
mente tranquilizador.

El padrino señalará que el recién llegado tiene muchas cualidades para


contrarrestar sus defectos. Con esto se logra evitar el concentrarse única-
mente en la parte morbosa y se adquiere un equilibrio. Tan pronto
como empiece a ser más objetivo, el recién llegado podrá mirar sin temor
sus propios defectos.

Muy distinta es la manera de tratar con aquellos que no consideran nece-


sario el inventario personal. Esto se debe a que q1,1ienes están dominados
por el orgullo no pueden ver sus propios defectos. Estas personas no
necesitan que les levante el ánimo, sino que se les ayude a descubrir una

22
brecha por donde pueda brillar·la luz de la razón, a través de la muralla
que su ego ha constru ído.
En primer lugar, puede decírséles que la mayoría de los miembros de
AA han sufrido intensamente de auto justificación durante sus días de
bebedores. Para muchos de nosotros, esta justificación era la fuente de
toda clase de excusas no sólo para beber sino para toda clase de conduc-
ta alocada y perjudicial. Eramos unos artista~ para inventar disculpas.
Teníamos que beb_e r porque nos estaba yendo bien o nos estaba yendo
mal; ten (amos que beber porque éramos abrumados por el amor de
nuestros familiares, o porque no nos daban ningún afecto; teníamos
que beber porque estábamos adquiriendo gran éxito con nuestro trabajo,
o porque estábamos fracasando eón él; porque nuestra nación había
ganado una guerra o perdido la paz, y así ad-infinitum.

Llegamos a creer q_u!!_ las "circunstancias" nos habían obli~ado a beber.


Tratamos de modificar esas circunstancias, y al no poder hacerlo a
nuest ra entera satisfacción, nuestro beber se hi zo más pronunciado y nos
convertimos en alcohólicos. Nunca se nos ocurrió que necesitábamos
cambiar nosotros para acomodarnos a las circunstancias, cualesquiera que
fuesen. ·

Pero en AA fuimos aprendiendo lentamente que debíamos hacer algo con


nuestros sentimientos de venganza, de autocómpasión y de orgullo injusti-
ficado. Tuvimos que darnos cuenta de que cada vez que tratábamos de
parecer importantes, la gente ·se volv fa contra nosotros; que cuando
albergábamos rencores y planeábamos venganzas por esas actitudes
ajenas, lo que hacíamos realmente era golpearnos a nosotros mismos con
el garrote que bl an diábamos para los demás. Aprendimos que si nos veía-
mos seriamente afectados, nuestra primera necesidad era calmar ese
estado de perturbación, sin importarnos la cosa o persona que lo había
causado.

Con frecuencia nos tomó mucho tiempo el poder apreciar en qué forma
nos habían gobernado estas erráticas emociones. Pod(amos verlas muy
rápidamente en los demás, pero muy lentamente en nuestro caso perso-
nal. Primero que todo, tuvimos qué admitir que teníamos muchos de es-
tos defectos, aunque al reconocerlos sufrimos dolor y humillación. Tuvi-
mos que dejar de echar la culpa sobre otras personas. Esto requirió un gran
esfuerzo y mucha disposición .por nuestra parte. Pero cuando logramos
remontar los primeros dos o tres obstáculos de esta naturaleza, se nos
hizo mucho más ciará el panorama y la ruta por seguir nos pareció más
fácil. Porque habíamos empezado a ganar la perspectiva de nosotros mis-
mos, o dicho de otra manera, habíamos empezado a ganar verdadera
humildad.

Por supuesto que el tipo depresivo y el_ tipo grandilocuente y ávido de

23
poder son personalidades extremas, que abundan tanto en AA como en .
el munto exterior. Frecuentemente tales personalidades se encuentran
tal claramente definidas como en los ejemplos que hemos dado anterior-
mente. Pero con mayor frecuencia aún nuestras personalidades contienen
elementos de los dos tipos. Los seres humanos son siempre distintos, y
por eso cada uno de nosotros, al hacer su inventario personal, tendrá
necesidad de determinar cuáles son exactamente sus defectos de carácter.
Habiendo encontrado la horma de sus zapatos, tendrá que empezar a
caminar con ellos con la confianza de que se encuentra por el camino
indicado.

Veamos ahora si hay necesidad de elaborar una lista de los defectos de


personalidad más destacados, y que todos nosotros tenemos en mayor
o menor grado. Para quienes tienen bases religiosas, en dicha lista se
incluirían violaciones graves a principios morales. Otros dirán que no es
más que una enumeración de defectos de carácter; para otros, será un
índice de desajustes mentales. Algunos se molestarán si empezamos a
hablar de inmoralidad, por no decir pecado. Pero todos quienes tengan
un mínimo de sensatez estarán de acuerdo en un punto: que hay mucha
parte funcionando mal en los alcohólicos, y que hay mucho por hacer al
respecto si queremos conseguir sobriedad, progreso ·y habilidad para
enfrentarnos a la vida.

Para evitar confusiones referentes a la denominación de todos esos defec·


tos, utilicemos una lista, universalmente aceptada, de las mayores fallas
humanas; los Siete Pecados Capitales: orgullo, avaricia, lujuria, ira, gula,
envidia y pereza. No es por coincidencia que el orgullo o soberbia enca-
beza la prqcesión. Porque la soberbia, que conduce a la autocompla-
: cencia, que siempre está al vaivén de los temores conscientes· o incons-
cientes, es la fuente primordial de dificultades para los seres humanos,
el obstáculo principal a todo progreso. La soberbia nos engaña y obliga
a exigir, a nosotros mismos y a otras personas, ·desoropósitos tales que no
pueden cumplirse sin violentar o abusar de los instintos que Dios nos
ent regó.

Cuando la satisfacción de nuestros instintos sexuales, de seguridad y de


sociedad se convierte en el objetivo primordial de nuestras vidas, aparece
el orgullo para justificar nuestros excesos.

Todos estos traspiés generan miedo, que es en sí mismo una enfermedad


del alma. El miedo, a su vez, origina más defectos de carácter. El miedo
irracional de no poder satisfacer nuestros instintos nos lleva a codiciar
los bienes ajenos, a apetecer el sexo y el poder, a reaccionar con ira
. cuando sentimos amenazadas nuestras exigencias, a envidiar a los demás
porque pueden real izar sus ambiciones rri ientras nosotros fracasamos.
Nos·~_!(cedemos en la comida y la bebida, acaparamos niucho más de lo

24
necesario, con el temor de no tener suficiente. Con tremenda alarma,
pjlrm.anecemos ociosos cuando debemos trabajar. Con apatía· vamos ·
dejando todo para hacerlo después, o cuándo mucho, trabajamos de mala
gana y a medias. Estos temores son como plagas que van royendo los·
ci,:nientos de la vida que tratamos de edificar.
·Por eso, cuando AA sugiere un exhaustivo inventario moral, puede ~re-
·'cer que se nos pide mucho más de lo que podemos dar. Tanto el orgullo
como el miedo impiden al recién llegado que trate de verse honestamente
como es. El orgullo le dice: "No necesitas pasar por este trance ... ", el
miedo 1~ previene: "No te atrevas a mirar...". Sin embargo, el testimonio
de los miembros de AA que han· intentado seriamente el inventario mo:
ral, afirman que el miedo y el orgullo en esta ocasión no son más que
espantajos. Cuando se tiene la mejor voluntad para intentar el inventario-
Y la disposición para llevarlo a cabo concienzudamente, una nueva luz
empieza a iluminar la neblina. A medida que persistimos, va naciendo. una
nueva confianza, hasta llegar finalmente a un estado indescriptible de
alivio cuando podemos por fin vernos tal como somos. Estos son los
primeros frutos d_el Cuarto Paso.

Hacia esta etapa el recién llegado debe haber sacado las siguientes conclu,
siones: que sus defectos de carácter, representativos de instintos descon-
trolados, han sido la causa primordial de su forma de beber y de su fraca-
so en la vida; que mientras no haga el mayor esfuerzo posible por elimi-
nar !os d·efectos más notori~s, Íe· será muy difícil aspirar a fa sobriedad y
la paz mental; que debe remover toda la cimentación defectuosa de su
vida, para reemplazarla por una nueva estructura sobre bases sólidas.
Deseoso de comentar la búsqueda de sus propios defectos, preguntará:
"Qué debo hace r? Cómo puedo hacer un inventario de mí mismo?"

Puesto que el Paso Cuarto es solamente el comienzo de una práctica que


habrá de durar tod¡¡ la vida, podemos sugerir que primero tome nota de
aquellas imperfecciones que más le molestan y son más aparentes. Utili-
zando su mejor criterio respecto a lo que ha sido bueno y lo que ha sido
incorrect o, puede hacer un esquema general de su conducta en relación
con 101 inst intos_ primari~s del sexo, la seguridad y_ la relación social.
Repasando su vida an_ter ior, pu~_d e ponerse en acción considerando
preguntas como las siguientes:

Cuándo, en qué forma y en cuáles circunstancias exactas, mi necesidad


egoísta de relación sexual hizo daño a otras personas y a m(? Cuáles
personas resultaron perjudicadas, y en qué grado? Llegué a destruir mi
matrimonio y a t raumati zar a mis hijos? Resultó deteriorada en alguna
forma mi posición social? De qué manera reaccioné ante estas situa-
ciones? Me ví afectado por un inextinguible sentimiento de culpa? O, por
el contrario, insistí en absolverme con la idea de que eran ellos quienes
me perseguían? Cómo ha sido mi re-acción an te los fracasos sentimentales·

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ó sexuales? Cuándo se me rechazó, sentí deseos de venganza o tomé et 1
camino de la depresión? Traté de violentar a otras personas para que me
dieran to que yo creía merecer? Si encontré acogida fría o poco cariñosa
en mi cónyuge, tomé ese hecho como disculpa para la promiscuidad?

Para la mayoría de los alcohólicos son también muy importantes las pre-
guntas que se refieren a la conducta financiera y la seguridad emocional.
En estas áreas se presenta con demasiada frecuencia la acción del temor,
ta codicia, ta ambición y él orgullo. Al repasar su vida de trabajo y su tra-
yectoria económica, casi todos los alcohólicos llegarán a preguntas como
estas: Además de mi problema de bebida, a qué otras causas puedo atri-
buir m i inestabilidad económica? Tuve miedo o algún sentimiento de _
incapacidad para mi profesión, en forma tal que dejé perder la confianza
en mí mismo y me ví por ello envuelto en conflictos? Traté de ahogar ese
sentimiento de incapacidad por medio de la mentira, el engaño, o la
evasión de mis respónsabilidades? Llegué a pensar que los demás no reco-
nocían mis aptitudes excepcionales? Sobrevaloré mis condiciones perso-
nales tratando de ser un personaje? Traicioné a mis amigos o asociados
a causa de mi ambición? Fuí extravagante en mis gastos, al punto de pedir
dinero prestado sin preoc~parm·e-de si lo p~dría pagar después? O fuí
cicatero y me negué a atender debidamente las necesidades de mi familia?
Fuí totalmente honrado en mis operaciones comerciales? Hasta dónde
me dejé llevar por el halago del dinero "fácil" en negocios oscuros?
. . -
Muchas de las mujeres de negocios encontrarán naturalmente que estas
preguntas pueden muy bien aplicarse a su caso. Pero Ias amas de casa
alcohólicas también ocasionan inseguridad económica en la familia
inflando los costos de mercado, manipulando el presupuesto familiar,
jugando el dinero de las necesidades caseras, llevando a la ruina a su espo-
so por la irresponsabilidad, el derroche y la extravagancia.

En general, todos los alcohólicos que por causa de la bebida han perdido
su trabajo, su familia y sus amigos, necesitarán examinarse a sí mismos
en forma descarnada para establecer hasta dónde los defectos de perso-
nalidad han contribuido a deteriorar la propia seguridad.

Los síntomas más comunes de inseguridad emocional son la angustia, la


ira, la autocompasión y la depr~sión. Provienen de causas que en ocasio-
nes se localizan dentro de nosotros mismos, y a veces nos llegan del exte-
rior. Para hacer el inventario debemos considerar muy cuidadosamente
todas las relaciones personales que nos causan problemas continuos o
periódicos. Debe recordarse que este tipo de inseguridad crecerá con
mayor vigor en las áreas donde los instintos se sienten amenazados. Con
tal fin será pertinente un interrogatorio directo como el ejemplo que
damos a continuación: Mirando objetivamente el pasado y e l presente,
cuáles situaciones sexuales me han originado ansiedad, amargura, frustra-
ción o depresión? Puedo ver en dónde ha estad o mi falla? Llegaron esas ,

26
condiciones a molestarme, por afectar directamente mi egoísmo, o por
no responder a mis demandas irracionales? O, en caso de que aparente·
mente mis problemas hayan sido causados por otras personas, por qué
carezco de la habilidad para aceptar condiciones que no puedo cambiar?
De esta clase serán las pre!:luntas fundamentales que pueden aclarar los
orígenes de mi insatisfacción y me indican si yo podré alterar mi propia
conducta para ajustarme serenámente a la autodisciplina.

Supongamos que la inseguridad económica me lleva a padecer constante·


mente estos sentimientos. Puedo entonces preguntarme hasta qué punto
mis propios errores han dado nutrición a mis dolorosas ansiedades. Si la
causa de ellas se ubica en otras personas, qué puedo hacer al respecto? Si
soy incapaz de cambiar la situación tal como está, tendré la buena volun·
tad para tomar las medidas necesarias y conformar mi vida a dichas
condiciones? ~n cada caso particular, estas y otras preguntas parecidas
ayudarán a encontrar las motivaciones profundas.

Pero el mayor sufrimiento que hemos padecido se ha originado en la


deformada relación que hemos tenido con la familia, los amigos y la
sociedad en general. Hemos sido especialmente torpes y porfiados con
esto. Hemos sido incapaces de reconocer un factor primordial, que es
nuestra total insuficiencia para formar v·erdaderas asociaciones con otros
seres humanos. Nuestra egomanía construyó dos abismos muy peligrosos;
o bien insistíamos en dominar a las personas que conocíamos, o llegá·
bamos a depender exageradamente de ellas. Si nos apoyamos demasiado
en otras personas, tarde o temprano acabarán pQr fallarnos, puesto que,
como seres humanos, posiblemente no podrán ac~der perpetuamente
a nuestras incesantes demandas. De esta manera nuestra inseguridad crece
v· se acelera. Cuando habitualmente tratamos de manipular a los demás
pa'ra que actúen conforme a nuestros deseos, acaban por rebelarse y resis·
't írsenos vigorosamente. Cuando esto acontece, se hieren nuestros senti·
mientas, nos creemos perseguidos y desarrollamos el deseo de venganza.
Mientras más esfuerzos hacemos por controlarnos, al ver que volvemos a
fallar, mayor será nuestro sufrimiento, más agudo y constante. Ni una
sola vez hemos buscado ser uno más entre los de nuestra familia, un ami·
go entre los amigos, un trabajador más en nuestra empresa, un miembro
útii" de la sociedad. Siempre tratamos de llegar a la cima, Ó, por el contra··
rio, de escondernos debajo de todos. Esta conducta egocéntrica impi·
dió la relación de compañerismo con nuestros semejantes. Fue muy
escasa nuestra comprensión de la verdadera hermandad.

Algunos podrán poner en tela de juicio varias de las consideraciones que


hemos hecho, porque qui zá pien~an qu~ sus defectos de carácter no lle•
garon a tales extremos. A estas personas podemos sugerirles que traten
de investigar concienzudamente, con ánimo de llegar a revelar los defec-
tos reales que se rel acionan con los planteami entos bajo discusión. ,

27
Frecuentemente, nuestro primer inventario no nos parece muy malo,
pero hemos visto· posteriorment-e que hemos tenido ocultos defectos
muy importantes bajo una gruesa capa de auto justificación. Cualesquiera
que fuesen, esos defectos emboscados fueron los que nos llevaron al
alcoholismo y la miseria.

Por todo Jo anterior, al tomar nuestro inventario debemos tener


presenté la importancia de tratar de llegar hasta el fondo. Para ello, es
muy sensato escribir nuestras preguntas y respuestas, con lo cual se nos
facilitará la apreciación honesta y la claridad de pensamiento. Esta será
nuestra primera prueba tangible de nuestra total buena voluntad para
avanzar en nuestro cometido.

QUINT O PASO

"Admitimos ante Dios, ante nosotros mismos, y ante otro


ser humano, la naturaleza exacta de nuestras faltas"

Todos los Doce Pasos de AA nos piden actuar en forma contraria a nues-
tros deseos naturales.. . todos ellos desinflan nuestro ego. Cuando se trata
de desinflar el ego, pocos pasos son más difíciles de tomar que el Quinto.
Pero ningún otro paso es más necesario para la sobriedad y la paz mental
duraderas.

La experiencia de AA nos ha enseñado que no podemos vivir solos con


nuestros apremiantes problemas y los defectos de carácter que los causan
o los agravan. Si hemos recorrido con la luz del ·cuarto Paso todos los
recodos de nuestra historia, y al hacerlo han aparecido en relieve aque-
llas experiencias que quisiéramos no recordar; si hemos llegado a
comprender de qué manera nosotros mismos y_otras personas hemos sido
heridos por nuestras acciones y pensamientos erróneos, entonces se nos
hará más apremiante que nun·c a la necesidad de dejar de vivir llevando a
cuestas esos tormentosos fantasmas del pasado. Necesitamos hablar con
alguien acerca de ellos.

Es tan intensa, sin embargo, nuestra resistencia a hacer ésto, que al princi·
pio los AA tratamos de eludir el Quinto Paso. Buscamos una manera más
fácil de hacerlo, que usualmente consta de una admisión general poco
dolorosa de que cuando bebíamos éramos simplemente unos malos
actores. Entonces, para llenarnos de razón, añadimos dramáticas descrip· _
ciones de aquella parte de nuestra conducta de bebedores que nuestros
amigos probablemente ya conocen muy bien.

Pero no decimos nada de las cosas que realmente nos molestan y perju-
dican. Nos decimos a nosotros mismos que hay ciertos recuerdos humi-

28
llantes o penosos que no debernos compartir con los demás. Los guarda-
remos en secreto para que ninguna persona los conozca. Esperarnos que
se vayan a la tumba con nosotros.

Sin embargo, si la experiencia de AA tiene algón significado, este proce-


der no sólo es insensato sino peligroso. Pocas actitudes han causado
mayores problemas que el resistirnos a tornar el Quinto Paso. Algunas
personas son incapaces de permanecer sobrias; otras seguirán recayendo
periódicamente hasta cuando logren realmente organizar de nuevo sus
vidas. Aún los antiguos miembros de AA, que han estado sobrios durante
años, pagan frecuentemente tarifas muy caras por tratar ·de evitar este
paso. Ellos podrán decirnos cómo quisieron llevar su carga en secreto; lo
mucho que sufrieron de irritabilidad, ansiedad, remordimiento, depre-
sión; y la forma en que, buscando inconscientemente alivio a su situa-
ción, llegaron en ocasiones a acusar a sus mejores amigos de los mismos
defectos de carácter que estaban tratando de esconder. Siempre estos
antiguos vieron que el al ivio nunca llegó al confesar los pecados de otras
personas. Cada uno tuvo que confesar sus propias culpas.

Esta práctica de admitir los defectos personales ante otra persona es, por
supuesto, muy antigua. Cada siglo la ha revalidado, y caracteriza la vida
de todas las personas espiritualmente asentadas y verdaderamente reli-
giosas. Pero hoy en día no es la religión la única abogada de este prin-
.cipio salvador. Los siquiatras y los sicólogos enfatizan la profunda nece-
' sidad que tiene cada ser humano de mirarse a sí mismo a conocer sus pro-
pias características de personalidad, así como de discuti rlas con otra
persona comprensiva y confiable. En cuanto concierne a los alcohó-
licos, AA va aún más lejos. La mayoría de nosotros podríamos declarar
que sin una valerosa admisión de nuestros defectos ante otro ser huma-
no no nos sería posible permanecer sobrios. Parece obvio que la gracia de
Dios no podrá entrar para expulsar nuestras obsesiones destructivas,
mientras no estemos dispuestos a ensayar esta práctica. ·

Qué vamos a recibir del Quinto Paso? En primer lugar, podremos vernos
libres de aquella terrible sensación de aislamiento que siempre nos ha
acompañado. Casi sin excepción, los alcohólicos hemos sido tortu-
rados por la soledad. Aún antes de que nuestra bebida se empeorara y la
gente empezara a alejarse de nuestro lado, casi to-;:los nosotros sufrimos
la sensación de que no podíamos pertenecer. O bien éramos tímidos y
no nos atrevfamos a acercarnos a los demás, o incurríamos en la actitud
ruidosa de llamar la atención y pedir compañía, sin obtenerla, por lo
menos de acuerdo con nuestra manera de pensa~. Siempre existió una
misteriosa barrera que no podíamos derribar ni comprender. Era como
si fuésemos actores en un escenario, y nos diésemos cuenta de repente
que no sabíamos ni un simple renglón del papel que se nos había asigna-
do. Esa fue una de las razones por las cuales llegamos a amar tanto al

29
alcohol. Porque nos permitió actuar extemporáneamente. Pero aún el
alcohol se volvió contra nosotros; y nos vimos finalmente golpeados y
abandonados en una terrible soledad.

Cuando llegamos a AA, y por primera vez en nuestras vidas estuvimos


_entre personas que paree ían comprendernos, nos pareció tremendamente
excitante esa sensación de pertenecer. Creímos que el problema del aisla-
miento se había solucionado. Pero muy pronto descubrimos que si bien
no estábamos solos en un sentido social, todavía sufriamos muchas de
las_ antiguas punzadas de la exclusión ansiosa. Mientras no hubimos
charlado con completa sinceridad acerca de nuestros conflictos, y hubi-
mos escuchado a alguien más hacer la misma cosa, todavía no sentíamos
que pertenec famas a algo. El Quinto Paso fue nuestra respuesta. Fue el
comienzo de la verdadera afinidad con el hombre y con Dios.

Este paso vital fue tampién el medio por el cual empezamos a obtener la
sensación de que podríamos ser perdonados, sin importar Io que había-
mos pensado o ejecutado. Frecuentemente, mientras trabajamos en este
paso con nuestros padrinos o consejeros espirituales, fue cuando por
primera vez nos sentimos capaces de perdonar verdaderamente a los
demás, sin importarnos la profundidad del daño que ere íamos nos habían
causado. Nuestro inventario moral nos había persuadido de que era
deseable un perdón general para todos, pero sólo cuando resueltamente
afrontamos el Quinto Paso vimos interiormente que podíamos disponer-
nos a recibir el perdón y a otorgarlo.

Otro gran dividendo que podemos esperar del hecho de confiar nuestros
defectos a otro ser humano es la humildad, una palabra frecuentemente
mal entendida. Para aquellos que han logrado progreso en AA, significa
un reconocimiento claro de qué y quiénes somos realmente, seguido de
un sincero intento de convertirnos en lo que debiéramos ser. Por consi-
guiente, nuestro primer movimiento hacia la humildad debe consistir en
reconocer nuestras deficiencias. No puede corregirse ningún defecto
mientras no veamos claramente cómo es. Pero debemos hacer más que
verlo. La mirada objetiva hacia nosotros mismos que logramos con el
· Cuarto Paso fue, ante todo, una mirada. Todos nosotros vimos, por ejem-
plo; que carecíamos de honradez y t~lerancia, que nos ve famas some-
tidos en ocasiones a los ataques de la conmiseración o las ilusiones de
grandeza personal. Y aunque esta fue una humillante experiencia, no
significó necesariamente que habíamos adquirido mucha humildad real.
Aunque reconocimos los defectos, estos todavía estaban allí. Teníamos
que hacer algo acerca de ellos.. Y muy pronto verificarnos que o no
queríamos o no deseábamos alejarlos por nuestra propia cuenta.

El gran provecho que podemos tener bajo la influencia del Quinto Paso
es la adquisición de un mayor realismo y por consiguiente una mayor -

30
honradez acerca de nosotros mismos. Cuando hacemos el inventario,
empezamos a sospechar el alcance del problema que nos había causado
el autoengaño. Esto nos trajo a una reflexión perturbadora. Si durante
todas nuestras vidas habíamos más o menos logrado engañarnos, cómo
podríamos estar seguros ahora de que no estábamos siendo afligidos por
el mismo espejismo? Cómo podríamos tener la seguridad de haber hecho
un verdadero catálogo de nuestros defectos y haberlos admitido real-
mente, aún en nuestro interior? Ya que todavía nos sentíamos atacados
por el temor, la conmiseración, y los sentimientos adoloridos, era proba-
ble que tal vez no pudiéramos apreciarnos realmente. La sensación de
culpa y el remordimiento exagerado podrían causarnos que llegáramos
a dramatizar y ver magnificados nuestros defect.os. O tal vez la ira y el
orgullos heridos se convertían en una cortina de humo tras de la cual
esconderíamos algunos de nuestros defectos a la vez que culpábamos a
los demás por ellos. Posiblemente, también, todavía nos ve iamos en
desventaja por muchas dificultades grandes y pequeñas que ni siquiera
sabíamos que existían.

Fue para nosotros una consecuencia casi evidente que la apreciación soli-
t&fia o íntima, y la admisión de nuestros defectos basada en dicha inti-
midad, tal vez no sería suficiente para nosotros. Necesitábamos contar
con una ayuda externa si queríamos tener la seguridad de conocer y
admitir la verdad acerca de nosotros mismos, I'ª ayuda de Dios y de otro
ser humano. Sólo dándonos a conocer completamente, sin guardar nada
oculto, solamente estando dispuestos a recibir consejo y orientación
podríamos poner el pie en el camino hacia un pensamiento correcto, una
honestidad sólida, y una humildad genuina.

Sin embargo muchos de nosotros todavía no podíamos avanzar. Nos diji-


mos, "Por qué no dejar que 'Dios como nosotrós lo concebimos' nos
diga en dónde hemos estado fallando? Si el Creador nos dió nuestras
vidas y fue la primera causa de ellas, entonces-El debe conocer hasta el
mínimo detalle de lo que nos ha ocasionado problemas hasta ahora. Por
qué no hacerle nuestras admisiones a El directamente? Para qué necesi-
tamos traer a alguien más a esta escena?"

En esta etapa, las dificultades de tratar de hablar directamente con Dios


son de dos clases. Aunque tal vez al principio nos sintamos maravillados
al darnos cuenta de que Dios nos conoce totalmente, muy pronto nos
podremos sentir acostumbrados a esa situación. De alguna manera, el
sentirnos solos con Dios no parece tan dificultoso como encarar a otra
persona. Mientras no nos sentemos a hablar en voz alta sobre todo
aquello que hemos escondido durante largo tiempo, nuestra buena dispo-
sición para limpiar totalmente nuestra casa no pasará de ser una mera ·
teoría. Cuando somos honrados con otra persona, tenemos la confirma-
ción de que hemos sido honrados con nosotros mismos y con Dios.

31
La segunda dificultad es esta: cuando estamos solos lo que llega hasta
nosotros puede ser modificado p_o r nuestra propia manera ingenua o
distorsionada de pensar. El beneficio de hablar con otra persona es que
podemos obtener directamente los comentarios y consejos sobre nuestra
situación, y no existirá duda en nuestras mentes acerca de lo que consti-
tuye realmente ese consejo. Es muy peligroso seguir solos en la dirección
de los asuntos espirituales. Cuántas veces hemos escuchado personas muy
bien intencionadas pretender que tienen la orientación de Dios cuando
era demasiado evidente que estaban profundamente equivocadas. Al
carecer tanto de la práctica como de la humildad, se han engañado a sí
mismos al punto de poder justificar los mayores disparates con el funda-
mentó de que eran dictados por Dios. Vale la pena hacer notar que
muchas personas que han alcanzado un gran desarrollo espiritual casi
siempre insisten en revisar con amigos o consejeros espirituales la orien·
tación que creen haber recibido de Dios. Seguramente, . entonces, un
novicio no debiera permitirse a sí mismo la oportunidad de cometer
errores tontos, y tal vez trágicos, con esta manera de pensar. Es verdad
que el comentario o consejo q¡;e recibimos de otra persona no es infa-
lible, pero probablemente es mucho más específico que cualquier orienta-
ción directa que podamos recibir mientras estamos tan inexpertos en
establecer contacto con un Poder superior a nosotros mismos.

Nuestro siguiente problema será descubrir la persona en quien podamos


confiar. Aquí debemos proceder con mucho cuidado, recordando que la
prudencia es una virtud escasa y difícil de conseguir. Tal vez necesitemos
compartir con esta persona algunos hechos personales qu e los demás
no debieran saber. Tal vez deseamos hablar con alguien que tenga expe-
riencia, quien no sólo haya estado sin beber algún tiempo sino también
haya sido capaz de sobreponerse a serias dificultades. Dificultades, tal
vez, parecidas a las nuestras. Esta persona puede muy bien ser nuestro
padrino, pero no es esta necesariamente una condición. Si se ha logrado
desarrollar una confianza en esa persona, y su temperamento y proble-
mas son parecidos a los nuestros, hay una gran probabilidad de que sea
una buena elección. Además, ese padrino ya tiene la ventaja de saber
algo acerca de nuestro caso.

Tal vez, la relación que tengamos con él es de tal manera que sótó nos
permite revelarle una parte de nuestra historia. Si esta es la situación, de
todas maneras debemos hacerlo, porque es necesario iniciar tan pronto
como estemos listos. Puede suceder, sin embargo, que escojamos a
alguien más para tratar revelaciones más difíciles y profundas. Este indi-
viduo puede ser alguien completamente ajeno a AA, por ejemplo, nues-
tro médico, o nuestro confesor o ministro religioso. Para algunos de noso·
tros, la mejor elección ha recaído en alguien completamente extraño.

las verdaderas pruebas rlE- la situación son nuestra buena voluntad para
confiar nuestros secretos y la total confianza en la pe rsona que hemos
escogido para compartir esta primera revelación de toda nuestra historia.

Aun cuando se haya encont rado la persona adecuada, se necesita una


gran resolución para llegar hasta el1a. Nadie podría decir que el progra-
ma de AA no necesita fuerza de voluntad. Esta es una de las ocasiones
en que tal vez se necesite.acopiar toda la fuerza de voluntad. Sin embargo,
felizmente, existen muchas probabilidades de que nos encontremos con
una persona muy agradable. Cuando hemos explicado cuidadosamente
nuestra misión, y se comprende bien por parte de la persona que ha de
recibir nuestras confidencias la importancia de la ayuda que nos puede
-suministrar, esa conversación comenzará fácilmente. y muy pronto fluirá
con naturalidad, Antes de transcurrir mucho tiempo, nuestro oyente-
podrá narrarnos una o dos anécdotas acerca de su propia historia que nos
colocará en un a situación mucho más cómoda. Mientras tratemos de no
esconder nada, nuestra sensación de al ivio aumentará minuto a minuto.
Esas emociones que hemos represado durante tantos años rompen su
confinamiento y milagrosamente se desvanecen a medida que las vamos
exponiendo. Al disminuir el dolor, una saludable tranquilidad va a tomar
su lugar. Y cuando se combinan la humildad y la serenidad, puede ocu-
rrirnos algo que se convierte en un gran momento para nosotros. Muchos
de los AA, que fueron agnósticos o ateos, nos dicen que fue durante esta
etapa del Quinto Paso cuando empezaron a sentir realmente la presencia
de Dios. Y aún aque ll os que habían tenido fe llegaron a adqu irir una
conciencia de Dios como nunca la habían sentido antes.

Esta sensación de unidad con Dios y con el hombre, este renacer y surgir
del aislamiento a través de un compartir abierto y honrado de nuestra
terrible carga de culpabilidad, nos conduce a un lugar de descanso en el
cual nos podemos preparar para los sigu ientes pasos hacia una sobriedad
completa y llena de significado.

SEXTO PASO

"Estuvimos dispuestos a dejar que Dios eliminase


todos estos defectos de carácter"

"Este es el paso que separa a los hombres de los muchachos... " Así lo
declara un-sacerdote muy querido y gran am igo de AA. Explica que la
persona que tiene la suficiente buena voluntad y honradez para tratar
de aplicar una y otra vez el Sexto Paso a sus faltas, sin reservas de nin!}J-
na clase, ha avanzado mucho espiritualmente, y por consiguiente merece
que se diga de él que es una persona que está tratando sinceramente de
crecer a la imagen y semejanza de su propio Creador.

33
Desde luego, la pregunta frecuentemente discutida de si Dios puede, y
d·esea, bajo ciertas condiciones, remover defectos de carácter, tendrá
una respuesta afirmativa de parte de cualquier miembro de AA Para él,
esta proposición no s~rá una teoría; será tal vez el hecho más importa nte
de su vida. Generalmente se referirá a ello de la siguiente manera:
Sin dudá alguna, estaba vencido, absolutamente derrotado. Mi propia
fuerza de voluntad no me serv la de nada con el alcohol. Los cambios de
ambiente, los mejores esfuerzos de mi familia, amigos, médicos, y sacer-
dotes resultaron inútiles con mi alcoholismo. Sencillamente no pod1a
dejar de beber, y ningún ser humano pudo lograr que yo lo hiciera.
Pero cuando tuve la buena voluntad de organizar mi vida y luego le pedí
a un Poder superior, Dios como yo lo concebía, que me liberase, mi obse-
sión pcii' beber desapareció. Se disipó.

En las reuniones de· AA en todo el mundo, esta clase de testimonios se


escuchan todos los días. Cualquiera puede ver claramente que a cada
miembro sobrio de AA se le ha dispensado una liberación i de· esa obse-
sión pertinaz y potencialmente fatai. Así es que, de una manera cabal y
literal, todos los miembros de AA "estu·vieron enteramente dispuestos"
a dejar que Dios eliminase de sus vidas la manía del alcohol. Y Dios ha
procedido a hacer exactamente eso.

Habiéndosenos dispensado una completa liberación del alcoholismo,


por qué entonces no podríamos lograr por los mismos medios una
liberación perfecta de cada una de nuestras dificultades o defectos?
Este es un enigma de nuestras existencias cuya respuesta completa
solamente puede estar en la mente de Dios. Con todo, podemos darnos
cuenta de parte de la respuesta cuando menos.

Cuando hombres y mujeres se saturan de alcohol a tal grado que destru-


yen sus vidas, cometen el acto más antinatural. Al desafiar su deseo
instintivo de autopreservación, parece que están empeñados en destruir-
se. Atentan contra su instinto más profundo. Al ser humillados por
la terrible paliza que les propina el alcohol, la gracia de Dios puede
llegar a ellos y expulsar la obsesión. En este punto su poderoso instinto
de vivir empieza a colaborar con el deseo de su Creador de darles una
nueva vida. Porque tanto la naturaleza como Dios aborrecen el suicidio.

Pero muchas de nuestras dificultades no entran en esta categoría. Toda


p,ersona normal quiere, por ejemplo, comer y reproducirse, ser alguien en
la sociedad de sus semejantes. Y desea estar razonablemente a salvo y
seguro mientras trata de obtener esas cosas. En verdad, Dios lo hizo así.
El no destinó al hombre para que se destruyera a sí mismo con el alcohol;
peros( lo dotó de instintos que le ayudaran a sobrevivir.

34
No se evidencia en ninguna parte, al menos en esta vida, que nuestro
Creador espera de nosotros que eJi_minemos totalmente nuestros impulsos
instintivos. Hasta donde sabemos, no existe constancia de que Dios haya
removido de ningún ser humano todos sus impulsos naturales.

Puesto que la mayoría de nosotros nace con una abundancia de deseos


naturales, no es de extrañar que frecuentemente dejemos que éstos se
excedan de su propósito. Cuando nos conducen ciegamente, o exigimos
en forma voluntariosa que nos proporcionen más satisfacciones o placeres
de los ·_que son posibles o debidos, ese es el punto en el cual nos
apartamos del grado de perfección que Dios desea para nosotros aquí en la
tierra. Esta es la medida de nuestros defectos de carácter, o, si se quiere,
de nuestros pecados.

Si se lo pedimos, Dios ciertamente perdonará nuestras negligencias. Pero


sin nuestra cooperación, en ningún c¡iso nos vuelve bÍantoscoino la nieve
y nos conserva en esa forma. Nosotros debemos esforzarnos por lograr la
buena voluntad para esa cooperación. El só.lo pide de nosotros que trate·
mos hasta donde nos sea posible . de progresar en la formación del
carácter.

· Así el Sexto Paso, "estuvimos enteramente dispuestos a dejar que Dios


eliminase todos estos defectos de carácter", es la forma en que AA expre·
sa la mejor actitud posible que uno puede tomar para empezar esta tarea
de toda la vida. Esto no quiere decír que todos nuestros defectos de
carácter van a ser eliminados como lo fue el impulso de beber. Puede que
unos pocos se nos quiten, pero con muchos de ellos tendremos que
contentarnos con mejorar pacientemente. Las palabras claves "entera·
mente dispuestos" subrayan el hecho de que nosotros aspiramos a lo
mejor en lo que conozcamos o podemos aprender.

Cuántos de nosotros tenemos tal grado de disposición? En un sentido


absoluto, prácticamente nadie. Lo mejor que podemos hacer, con toda la
honradez que podamos reunir, es tratar de .estarlo. Aún entonces los me·
jores de nosotros podemos descubrir con tristeza que existe un momento
crítico, un punto en el cual decimos, "No. Esto todavía no lo puedo
dejar". Y a menudo pisaremos terrenos aún más peligrosos cuando prego·
namos, "Esto no lo dejaré nunca". Tal es la fuerza que tienen nuestros
instintos para extralimitarse. No importa hasta qué punto hayamos
progresado, siempre descubriremos deseos que se oponen a la gracia de
Dios.

Algunos de los que creen haberlo hecho bien tal vez refuten esto, así es
que tratemos de profundizar un poco más. Prácticamente todo mundo
desea librarse de sus ·impedimentos más notorios y destructivos. Nadie
quiere ser tan orgulloso, que se le tilde de.fanfarrón, ni tan ambicioso

35
que se le llame ladrón. Nadie quiere encolerizarse hasta el grado de matar,
ser lujurioso hasta llegar a la violación, o tan glotón que arruine su' salud.
Nadie quiere sufrir atrozmente por el malestar crónico que produce la
envidia o quedarse paralítico por la pereza. Desde luego, la mayoría de
los seres humanos no sufre de estos defectos en extremos tan exagerados.

Quienes hemos escapado de esos extremos nos sentimos inclinados a feli-


citarnos por ello. Sin embargo, podemos hacerlo? Después de todo, no ha
sido el interés propio, puro y simple lo que nos ha permitido a muchos
de nosotros evadir los extremos! No se requiere mucho esfuerzo espiritual
para evadir los excesos que nos traerán penalidades. Pero dónde estamos
entonces.cuando nos enfrentamos a los aspectos menos violentos de esos
mismos defectos?

Lo que debemos reconocer ahora es que nos alegramos mucho de algunos


de nuestros defectos. En realidad los amamos. Quién, por ejemplo, no
quiere sentirse un poquito superior a los que· lo rodean, o aún completa-
mente superior? No es verdad que dejamos que la codicia se ponga la
máscara de la ambición? Parece imposible pensar que apetecemos la
lujuria; sin embargo, cuántos hombres y mujeres hablan de amor, y
creen lo que dicen, de suerte que pueden ocultar la lujuria en un rincón
oscuro de sus mentes? Y aún manteniéndose dentro de los Iímites
convencionales, muchas personas tienen que admitir que sus sueños
románticos · no son más que. el disfraz apropiado para sus imayinarias
excursiones sexuales.
La ira farisaica puede resultamos también muy agradable. De una manera
, perversa puede causarnos satisfacción el hecho de que muchas personas
nos resultan molestas porque esto nos proporciona un confortable senti- .
miento de superioridad. El chismorreo mordaz mezclado con nuestra ira,
una forma cortés de asesinar por medio de la destrucción del carácter,
tiene también para nosotros sus sat isfacciones. En este punto no estamos
tratando de ayudar a los que criticamos, sino proclamando inconsciente-
mente nuestra hipocresía.

Cuando la glotonería no llega a un grado ruinoso, tenemos una palabra


muy poco severa para describir nuestra condición: la llamamos "disfru-
tar de nuestro bienestar". Vivimos en un mundo carcomido por la
envidia. En mayor o menor grado, todos nosotros estamos infectados
por ella. De este defecto debemos derivar sin duda una torcida pero defi-
nida satisfacción. De no ser así por qué gastamos tanto tiempo en desear
lo que no tenemos, en vez de trabajar por obtener! o, o buscando torpe-
mente atributos que nunca tendremos, en lugar de adaptarnos a la
realidad, y aceptarla? Y con cuanta frecuencia trabajamos duro con la
intención de disfrutar más tarde de la seguridad y Ia pereza; sólo que a
este apremio lo llamamos "buscar una jubilación". Consideremos,
también, nuestro talento para dejar todo para después, lo cual es otra

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variedad de la pereza. Casi todos podríamos presentar una buena lista de-
tales defectos, y pocos de nosotros pensarían seriamente en renunciar a
ellos, al menos mientras no nos ocasionen problemas excesivos.

Algunas personas, por supuesto, pueden llegar a la conclusión de que real-


mente están dispuestas a ser liberadas de sus defectos. Pero aún esas
personas, si , hacen una lista de los defectos menos severos, se verán
obligadas a admitir que prefieren quedarse con algunos de ellos. Por
corisi!J,liente, parece obvio que pocos de nosotros podemos estar dispues-
tos rápida y fácilmente a aspirar a la perfección moral y espiritual; sólo
queremos llegar a un punto que nos permita seguir viviendo. P~r supuesto
la ubicación de ese punto dependerá de nuestras diversas opiniones acerca
de lo que es más fundamental. Así es que la diferencia entre "muchachos_
y hombres" es la diferencia entre esforzarse por un objetivo determinado
por nosotros mismos, o esforzarse por el _objetivo perfecto que es Dios.

Muchos preguntaremos al instante, "Cómo podemos aceptar la total


implicación del · Sexto Paso? Eso sería la perfección!" Esta parece una
pregunta difícil, pero en la práctica no lo es. Solamente el Primer Paso,
donde hicimos una total admisión de que éramos impotentes ante el
alcohol, se puede practicar con absoluta perfección. Los restantes once
pasos expresan ideales perfectos. Son metas hacia las cuales mi ramos, y
parámetros para ir apreciando nuestro progreso. Visto bajo esa luz, el
Sexto Paso sigue siendo difícil, pero no completame~imposible. Lo
único aprem iante es comenzar, y seguir intentándolo.

Si utili zando este paso hemos de conseguir algún provecho real en pro-
blémas distintos al alcohol, necesitaremos aventurarnos de nuevo en la
generosidad. Necesitaremos levantar nuestros ojos hacia la perfección, y
estar listos a marchar en esa dirección. Rara vez tendrá importancia la
forma vacilante en que marchemos. La única pregunta puede ser,
" Estamos dispuestos?"

Al mirar otra vez aquellos defectos de los que ~odavía no tenemos la


buena voluntad de desprendernos, deberíamos borrar los difíciles
y apresurados renglones que hemos escrito. Tal vez estaremos todavía
obligados en algunos casos a decir, "Esto no puedo dejarlo todavía ... ",
pero no debiéramos decirnos a nosotros mismos, "Esto no lo dejaré
jamás".,

Dispongámonos a lo que parece ser un peligroso final que hemos dejado


ab ierto. Se sugiere que deberíamos estar enteramente dispuestos a aspi-
rar a la perfección. Nos damos cuenta que cierta clase de demora, sin
embargo, se puede perdonar. Esa palabra, en la mente de un alcohólico
racionalista, pudiera significarle que se le ha concedido un largo plazo.
Podría decir, "Esto es muy fácil! Seguro, me encaminaré hacia la perfec-

37
eión, pero desde luego no voy a apresurarme. Tal vez pueda posponer
indefinidamente el enfrentarme a algunos de mis problemas". Por supues-
to, esto no funciona. Esta variedad de autoengaño tendrá que seguir el
camino de muchas otras agradables racionalizaciones. Por lo menos,
tendremos que luchar a _brazo partido con nuestros peores
defectos de carácter y tomar acción para eliminarlos tan ráp_idamente
como podamos.

En el momento en que decimos, "No, nunca!" nuestras mentes se cierran


a la gracia de Dios. La demora es peligrosa, y la rebeldía puede ser fatal.
Este es el punto exacto en el cual abandonamos los objetivos limitados,
y nos encaminamos hacia la voluntad que Dios ha dispuesto para nosotros.

SEPTIMO PASO

"Humildemente le pedimos a El que nos librase de


nuestros defectos"
Puesto que este paso en sí mismo trata de manera tan específica de la .
humildad, deberíamos hacer una pausa en este punto para considerar
lo que es la humildad y lo que puede significar para nosotros el practi-
carla.

Ciertamente, el logro de un mayor grai:lo de humildad es el princ1p10


fundamental de cada uno de los Doce Pasos de AA. Porque sin cierta
dosis de humildad, ningún alcohólico puede permanecer sobrio. Casi
todos · 1os AA han descubierto, también, que a menos que desarrollen
esta apreciable cualidad mucho más de lo que se puede requerir para la
sobriedad, no tendrán mucha oportunidad de llegar a ser verdadera·
mente felices. Sin ella, la vida no tiene un fin muy útil, o, en la adver-
sidad, no pueden reunir la fe que se necesita para afrontar cualquier
emergencia.

La humildad, como palabra y como el ideal, es muy maltratada en


nuestro mundo. No solamente no se comprende la idea; a menudo
la palabra misma no es del agrado de muchos. Muchas personas no han
conocido ni siquiera de vista lo que significa la humildad como forma de
vida. En muchas de las conversaciones que escuchamos a diario, y en
gran parte de lo que leemos, resalta el orgullo del hombre por sus propias
realizaciones.

Con gran inteligencia, los hombres de ciencia han estado obli"gando a la


naturaleza a revelar sus secretos. Los inmensos recurlios que se apro-
vechan en la actualidad pronostican tal cantidad de bendiciones materiales,
qÚe muchos han llegado a creer que tenemos por delante unm ilenio for- ·
jado por el hombre. La pobreza desaparecerá, y habrá tal abundancia que

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los seres humanos podrán tener toda la seguridad y todas las satisfac-
ciones personales que deseen. La teoría parece ser que una vez satisfechos
los instintos primarios de cada ser humano, no quedará mucho de qué
pelearse. El mundo será feliz entonces, y quedará libre para concentrarse
en la cyltura y en la formación del carácter. Unicamente con la inteligen-
cia y el esfuerzo, los hombres habrán determinado su propio destino.

Por supuesto ningún alcohólico, y seguramente n_ingún miembro de AA,


quiere desaprobar los logros materiales. Y no entramos en discusión con
los muchos que en forma tan apasionada se aferran a la creencia de que la
satisfacción de nuestros deseos naturales básicos constituye el objetivo
principal de la vida. Pero estamos seguros que en el mundo ninguna
clase de personas ha hecho nunca una confusión peor al tratar de vivir
con esta fórmula, que los alcohólicos. Durante miles de años hemos esta-
do exigiendo más de lo que nos corresponde de seguridad, prestigio y
amoríos. Cuando parecía que estábamos teniendo éxito, bebíamos para
buscar sueños mayores aún. Cuando estábamos frustrados, aunque fuera
en parte, bebíamos para olvidar. Nunca había suficiente de lo que pensa-
mos que queríamos.

En todos esos esfuerzos, ta·n bien intencionados muchos de ellos, el


obstáculo paralizador había sido nuestra falta de humildad. Habíamos
carecido de la perspectiva para ver que la formación del carácter y los
valores espirituales tenían que estar en primer lugar, y que las satisfac-
ciones materiales no eran el objetivo de la vida. De una manera muy
característica, nos habíamos desviado completamente al confundir los
fines con los medios. En lugar de considerar la satisfacción de nuestros
deseos materiales como los medios por los cuales podríamos vivir y fun-
cionar como seres humanos, habíamos considerado esas satisfacciones
como el último fin y el objetivo de la vida.

Claro está, muchos de nosotros pensábamos que el buen carácter era


algo deseable, pero obviamente esa cualidad era necesaria para obtener
la satisfacción personal. Con un despliegue adecuado de honradez y
moralidad, tendríamos una mejor oportunidad de conseguir lo que en
realidad deseábamos. Pero cada vez que teníamos que escoger entre el
carácter y la comodidad, la formación del carácter se perdía en el polvo
que dejaba' nuestra persecución de lo que creíamos era la felicidad. Pocas
veces consideramos a la formación del carácter como algo deseable en sí
mismo, algo que valía la pena tratar de conseguir, ya fuera que estuvie·
sen o no satisfechas nuestras necesidades instintivas. Nunca se nos ocurrió
hacer de la honradez, la tolerancia, y del amor verdadero al hombre y a
Dios la base cuotidiana de la vida,

Esta falta de arraigo a cualquier val 0r permanente, esta ceguera hacia el

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verdadero objetivo de nuestra vida, produjo otro mal resultado. Porque
mientras estuvimos convencidos de que podíamos vivir únicamente con
nuestra propia fuerza e inteligencia personales, era imposible tener una
fe operante en un Poder superior. Esto era verdad aun cuando creíamos
que existía Dios. Pudimos realmente tener creencias religiosas sinceras
que resultaron estériles porque todavía tratábamos nosotros mismos de
hacer el papel de Dios. Mientras _colocáramos. primero la confianza en
nosotros mismos, una genuina dependencia de un Poder superior era
completamente imposible. Ese ingrediente básico de tqda humildad, el
deseo de buscar y hacer la voluntad de Dios, había faltado.

Para nosotros, el proceso de ganar una nueva perspectiva fue increíble-


mente doloroso. A través de repetidas humillaciones nos vimos obliga-
dos a aprender algo acerca de la humildad. Fue solamente al final de un
largo camino, marcado por sucesivas derrotas y humillaciones, y un
estruendoso final de nuestra autosuficiencia, cuando empezamos a sentir
la humildad como algo distinto a un estado de desesperación servil . A
todo recién llegado a Alcohólicos .A.nónimos se le dice, y pronto se da
cuenta por sí mismo, que la humilde admisión de impotencia ante el
alcohol es el primer paso hacia la liberación de ese yugo paralizador.
Así que vemos la humildad por primera vez como una necesidad. Pero
este es el comienzo. El alejarnos completamente de nuestra aversión a la
idea de ser humildes, el alcanzar una visión de la humildad como el
camino hacia la verdadera libertad del espíritu humano, el llegar a tener ·
la buena voluntad de trabajar por la humildad como algo deseable en sí
mismo, nos tomó a la mayoría de nosotros mucho, mucho tiempo. Toda
una vida dedicada al egocentrismo no puede cambiar de rumbo abrupta-
mente. La rebeldía sigue nuestros pasos al principio.

Cuando finalmente admitimos sin reservas que somos impotentes ante el


alcohol, estamos propensos a dar un suspiro de alivio, para decir, " Bueno.
Gracias a Dios que esto pasó! No tendré que pasar por esto otra vez!".
Entonces nos damos cuenta, a menudo para nuestra consternación, que
este es solamente el primer mojón en el nuevo camino. que estamos reco-
rriendo. Aguijoneados todavía por la pura necesidad, llegamos de mala
gana a luchar a brazo partido con aquellos graves defectos que· nos
hicieron bebedores problemáticos, defectos que tienen que ser tratados
para evitar retroceder en el alcoholismo una vez más. Desearemos estar
libres de algunos de esos defectos, pero en algunos casos esto parecerá
ser una tarea imposible ante la cual retrocedemos. Y nos aferramos con
una persistencia apasionada a otros de ellos que son los mismos que
perturban nuestro equilibrio, porque todavía gozamos con ellos más de la
cuenta.

Cómo podemos acopiar la resolución y la buena voluntad que nos


faciliten la liberación de tales compulsiones y deseos irresistibles?

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De nuevo somos impulsados a seguir el camino por la conclusión inelu-
dible que extraemos de la experiencia de AA, la que sin duda debemos
poner a prueba con toda el alma, o de otro modo caemos en el camino.
En esta etapa de nuestro progreso estamos bajo una fuerte presión y
coacción para hacer las cosas como es debido. Estamos obligados a
escoger entre los sufrimientos por tratar de hacerlo o el castigo seguro
por no hacerlo. Estos pasos iniciales en el camino se dan a regañadientes,
pero los damos. Podemos todavía no tener un buen concepto de la humil-
dad como una virtud personal deseable, pero la reconocemos .como una
ayuda necesaria para nuestra supervivencia.

Pero cuando le hemos dado una mirada cabal a esos defectos, los hemos
discutido con otra persona, y hemos llegado a estar dispuestos para que .
sean eliminados, nuestro parecer acerca de la humildad empieza a tener
un significado más amplio. Para esta etapa, según toda probabilidad,
hemos alcanzado hasta cierto punto la liberación de nuestras desventajas
más arrolladoras. Disfrutamos de momentos en los cuales hay algo pare-
cido a la verdadera tranquilidad de espíritu. Para aquellos de nosotros
que hasta ahora sólo hemos conocido la excitación, depresión o ansiedad
(en otras palabras, todos nosotros). esta paz recién encontrada resulta un
don i'napreciable. Algo nuevo.ha sido adicionado. En donde antiguamente
la humildad había significado el amargo alimento para reconocer los
errores, empieza ahora a significar el ingrediente nutritivo que pueda
darnos la serenidad.

Esta percepción renovad¡¡ de la humildad inicia otro cambio revolucio-


nario de nuestro punto de vista. Nuestros ojos empiezan a abrirse a los
inmensos valores provenientes del doloroso pinchazo a nuestro amor
propio. Hasta ahora, nuestras vidas habían estado dedicadas en gran parte
a huír del dolor y los problemas. Huíamos de ellos como de la peste.
Nunca quisimos enfrentarnos a la realidad del sufrimiento. El escape por
medio de la botella era siempre nuestra solución. La edificación del carác-
ter a través del sufrimiento podía estar bien para los santos, pero desde
luego a nosotros no nos atraía.·
Entonces, en AA, m iramos y escuchamos. Por todas partes vimos el
fracaso y la miseria transformados por la humildad en ventajas inapre-
ciables. Escuchamos historia tras historia de cómo la humildad había
sacado fuerza de la debilidad. En cada caso, el dolor había sido el precio
de admisión a una nueva vida. Pero este precio de adm isión había
comprado más de Io que nosotros esperábamos. Esto trajo un grado de
humildad que pronto descubrimos que cura el dolor. Empezamos a te·
merle menos al dolor, y a desear la humildad más que nunca.

Durante el proceso de aprender más acerca de la humildad, el más


profundo resultado .de todos fue el cambio de nuestra actitud hacia Dios.
Y esto fue cierto hubiésemos sido creyentes o no creyentes. Empeza-

41
mos a superar la idea de que el Poder superior era una especie de susti:
tuto que solamente se invocaba en una emergencia. La idea de que podía-
mos vivir nuestras propias vidas, con una pequeña ayuda de Dios de vez
en cuando, empezó a evaporarse. . Muchos de nosotros que nos
habíamos considerado religiosos despertamos a la limitación de esta acti-
tud. Al no aceptar poner a Dios en primer lugar, nosotros mismos nos
hab ramos privado de su ayuda. Pero ahora las palabras, "Por m ( mismo
nada soy, el Padre hace las obras", empezaron a adquirir un significado
brillante y esperanzador.

Vimos que no era necesario estar siempre apaleados y vencidos por la


humildad. Ella pudo llegar perfectamente tanto por nuestra voluntaria
aspiración como pudo hacerlo por el continuo sufrimiento. Un momento
crucial en nuestras vidas tuvo lugar cuando buscábamos la humildad
como algo que realmente deseábamos, más bien que como algo que está-
bamos obligados a· tener. Esto señaló el momento cuando pudimos
comenzar a ver la completa implicación del Séptimo Paso: "humilde-
mente le pedimos a El que nos eliminase nuestros defectos".

Cuando concretamente enfocamos lo que es tomar el Séptimo Paso,


estaría bien si nosotros los AA nos preguntáramos una vez más cuáles son
exactamente nuestros objetivos más profundos. Cada uno de nosotros
desea vivir en paz consigo mismo y ,con sus semejantes. Deseamos que se
nos asegure que la gracia de Dios pueda hacer por nosotros I o que no
podemos hacer nosotros mismos. Hemos visto que los defect os dé carác-
ter fundados en deseos miopes o indignos son los obstáculos que obstru-
yen nuestro camino hacia esos objetivos. Ahora vemos cl aramente que
hemos estado haciendo peticiones irrazonables a nosotros mismos, a los
demás y a Dios.

El principal activador de nuestros defectos ha sido el miedo egocéntrico,


que es primordialmente el miedo de que perdiéramos algo que ya poseía-
mos o falláramos en conseguir ·algo que exigíamos. Al vivir sobre una
base de exigencias insatisfechas, nos manteníamos en un estado de conti-
nua perturbación y frustración.

Por consiguiente, no tendríamos paz a menos que pudiésemos encontrar


los medios de reducir esas exigencias. La diferencia entre una exigencia y
una sencilla petición resulta obvia para cualquiera.

En el Séptimo Paso es donde hacemos el cambio en nuestra actitud que


nos permite, con la humildad como nuestra guía, salir -de nosotros
mismos hacia lo~ demás y hacia Dios. Todo el énfasis del Séptimo PjSO se
centra en la humildad. Realmente nos dice que deberíamos estar dispues-
tos ahora a ensayar la humildad.para buscar la eliminación de nuestros
defectos lo mismo que hicimos cuando admitimos que éramos impo-

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tentes ante el alcohol y llegamos a creer que un Poder supérior a nosotros-,
mismos podía devolvernos el sano juicio. Si ese grado de humildad pudo
permitirnos encontrar la gracia por la cual esa mortal obsesión había de
ser desterrada, entonces debemos tener la esperanza del mismo resultado
respecto a cualquier otro problema que eventualmente tuviéramos.

OCTAVO PASO

"Hicimos una lista de todas aquellas personas a quienes


habíamos ofendido y estuvimos dispuestos a reparar
el daño que les causamos"

Los Pasos Octavo y Noveno tienen que ver con las relaciones personales.
Primero, damos una mirada hacia atrás y tratamos de descubrir en dónde
hemos tenido la culpa; después hacemos un vigoroso intento para reparar
el daño que hemos hecho; y tercero, habiendo quitado de esa manera los
escombros del pasado, consideramos cómo, con el conocimiento recién
adquirido de nosotros mismos, podemos desarrollar las me_jores relaciones
con cada uno de Ios seres humanos que conozcamos.

Esta es una tarea muy larga. Una tarea que podemos llevar a cabo con
una habilidad creciente, pero que en realidad nunca termina. Aprender
cómo vivir en la más grande armonía, asociación y fraternidad con todos
los I hombres y mujeres, de cualquier clase, es una aventura fascinante y
conmovedora. Todo miembro de AA ha descubierto que puede progresar
poco en esta nueva aventura de vivir mientras no se vuelva atrás y haga
realmente un preciso y despiadado examen de los escombros humanos
que ha dejado en su trayectoria. Hasta cierto grado, él ya ha hecho esto
cuando hizo el inventario moral, pero ahora ha llegado el momento de
redoblar sus esfuerzos para ver a cuántas personas ha hecho daño, y en
qué forma. Volve·r a abrir heridas emocionales, algunas viejas, algunas tal
vez olvidadas, y algunas todavía dolo rosa mente enconadas, se parecerá al
principio a una inútil y desatinada operación de cirujía. Pero si ese traba-
jo se inicia de buena voluntad, se revelarán tan rápidamente las grandes
ventajas que se reducirá el dolor cuando un obstáculo tras otro se desva-
nezcan.
Estos obstáculos sin embargo, son muy reales. ET primero, y uno de los
más difíciles, tiene que ver con el perdón. En el momento que conside-
ramos una relación deteriorada y destrozada con otra persona, nuestras
emociones pasan a la defensiva. Para evitar mirar los agravios que le
hemos hecho a otro, fijamos resentidos la atención en la injuria que él
nos ha hecho a nosotros. Esto es particularmente cierto s•i él tiene, en
verdad, un mal comportamiento. Triunfalmente nos valemos de su mala
conducta como la excusa perfecta para minimizar u olvidar la nuestra.
En este punto preciso necesitamos parar abruptamente. No tiene mucho

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sentido cuando un asno ll ama orejón a su compañero. Recordemos que
los alcohólicos no son los únicos molestados por emociones morbosas .
. Más aún, generalmente nuestra conducta de bebedores ha agravado los
defectos de los demás. Repetidamente hemos agotado la paciencia de
nuestros mejores amigos hasta el punto de hacerla estallar, y hemos saca-
do lo peor en aquellos que no esperaban mucho de nosotros. En muchos
casos estamos tratando en realidad con prójimos enfermos, personas
cuyós infortunios hemos incrementado. Si estamos ahora a punto de
pedir perdón para nosotros mismos, por qué no podemos ponernos en
camino perdonándolos, a todos sin excepción?

Cuando hacemos la lista de las personas que hemos perjudicado, la


mayoría de nosotros tropezamos con otro obstáculo serio. Tuvimos una
fuerte sacudida cuando nos dimos cuenta que nos estábamos preparando
para hace r la admisión cara a cara de nuestra miserable conducta ante
aquellos que habíamos lastimado. Había sido bastante molesto cuando en
confianza habíamos admitido esas cosas ante Dios, ante nosotros mismos,
y ante otro ser humano. Pero la perspectiva de visitar o escribir ahora a
las personas implicadas nos abrumaba, especialmente cuando recordá-
bamos el mal concepto en que nos tenían muchos de ellos. Hub o casos,
también, en donde habíamos perjudicado a otros que todavía por fortu-
na ignoraban que se les había hecho daño. Por qué, pregonábamos, no
olvidar el pasado? Por qué tenemos que acordarnos de esa gente? Estas
eran algunas de las formas en las c uales el miedo conspiraba con el orgu-
llo para entorpecer la elaboración de la lista de todas las personas que
habíamos ofendido.

Algunos de nosotros, sin embargo, tropezamos con un obstáculo muy


diferente. Nps aferrábamos a la pretensión de que cuando bebíamos no
le habíamos hecho daño a nadie sino a nosotros mismos. Nuestras
tamil ias no sufrían, porque siempre pagábamos las cuentas y rara vez
bebíamos en casa. Nuestros socios en los negocios n.o .s ufrían, porque
normalmente estábamos en el trabajo. Nuestra reputación no había sufri-
do, porque estábamos seguros que pocos sabían de nuestra bebida.
Quienes lo sabían nos aseguraban a veces que, después de todo, una
animada juerga era sólo un desliz pa ra un hombre bueno. Por consi-
guiente, qué daño real habíamos hecho? Seguramente, nada que no
pudiéramos enmendar fácil mente con unas pocas disculpas casuales. ·

Esta actitud, por supuesto, es el resultado final de un deliberado intento


de ·olvid,ar. Es una actitud que sólo podrá cambiarse con un sincero y
profundo anál isis de nuestros actos y motivaciones.

Aunque en algunos casos no podemos hacer restituciones, y en otros


casos la acción tendrá que ser aplazada, debiéramos sin embargo hacer un
preciso y exhaustivo examen de cómo nuestra vida pasada ha afectado a

44
otr"as personas. En muchos casos descubriremos que aunque el daño
hecho a otros no ha sido grande, el daño emocional que nos hemos hecho
a nosotros mismos sí lo ha sido. Muy profundos, a veces comp\etamente
olyidados, persisten conflictos emocionales por debajo del nivel de la
conciencia. Cuando acontecieron, pudieron haber dado a nuestras emo-
ciones una deformación violenta que desde entonces ha desteñido
nuestras personalidades y alterado nuestras vidas hacia lo peor.

Aunque el propósito de hacer restituciones a otros es de la mayor impar·


tancia, es igualmente necesario que el examen de nuestras relaciones
personales nos suministre toda la información posible acerca de nosotros
mismos y de nuestras dificultades fundamentales. Puesto que nuestras
relaciones defectuosas con otros seres humanos han sido casi siempre la.
causa inmediata de nuestros infortunios, incluyendo nuestro alcoholismo,
ningún campo de investigación podría producir más satisfacción y recom-
pensas más valiosas que este. La reflexión calmada y cuidadosa sobre
nuestras relaciones personales puede hacer más profunda nuestra visión
personal. Podemos ir más allá de aquellas cosas que estaban mal en noso·
tros, para ver aquellos defectos que fueron fundamenta les, defectos que
algunas veces eran responsables del modelo completo de nuestras vidas.
Sabemos que la minuciosidad en éste aspecto tiene espléndidas recom·
pensas.

Podríamos en seguida preguntarnos a nosotros mismos lo que queremos


significar cuando decimos que le hemos hecho "daño" a otras personas.
De todas maneras, qué clase de "daño" se hacen las personas unas a
otras? Para defin ir la palabra "daño" en una forma práctica, podríamos
llamarla el resultado de instintos en conflicto, que causan a la gente un
daño ffsico, mental, emocional, o espiritual. Si tenemos un mal genio
permanente, despertamos el enojo en los demás, Si mentimos o enga-
ñamos, privamos a los demás no solamente de sus bienes materiales, sino
de su seguridad y tranquilidad espiritual. Realmente les hacemos una invi-
tación a volverse despreciativos y vengativos. Si nuestra conducta sexual
es egoísta, podemos provocar celos, infelicidad, y un fuerte deseo de
tomar represalias en la misma moneda.

Esa mala conducta no es de ninguna manera un catálogo completo de


los daños que hacemos. Pensemos en algunos de los más sutiles que a
veces pueden ser totalmente desastrosos. Supongamos que en nuestra
vida familiar somos avaros, irresponsables, insensibles, o fríos. Supon-
gamos que somos irritables, críticos, impacientes y mal humorados.
Supongamos que prodigamos atención a un miembro de la familia y
descuidamos a los demás. Qué sucede cuando tratamos de dominar a toda
la familia, bien sea con mano de hierro o por el abuso constante de una
dirección estricta de cómo debieran vivir sus propias vidas minuto a minu·
to? Qué sucede cuando nos sumimos en la depresión, la conm1serac16n

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rezumando: por todos los poros, e imponiéndola sobre aquellos que nos
rodean? Ese grado de daño hecho a otros, la clase que hace que la vida
diaria con nosotros cuando somos alcohólicos activos sea imposible y
a menudo insoportable, podría extenderse casi indefinidamente. Cuando
llevamos tales características de personalidad al negocio, la oficina y la
sociedad de nuestros semejantes, pueden hacer el daño tan extenso como
el que hemos causado en el hogar.

Habiendo examinado cuidadosamente todo este sector de las relaciones


humanas, habiendo decidido exactamente cuáles de nuestras caracte-
rísticas de personalidad han lesionado o molestado a otros, podemos
cómenzar ahora a registrar en la memoria las personas a quienes hemos
ofendido. No será muy difícil caer en cuenta de las personas allegadas
y queridas que hemos ofendido_. Entonces, cuando volvamos a través de
nuéstra vida tan lejos como la memoria pueda llegar, nos veremos urgidos
a hacer una lista'de todas las personas que, én uno u otro grado, hemos
afectado. Deberíamos, por supuesto, considerar y pensar cada caso
cuidadosamente. Desearemos seguir nosotros mismos el curso de admitir
las cosas que hemos hecho, a la vez que perdonamos las injur ias, reales
o imaginarias, que nos han hecho. Deberíamos evitar los juicios extremos,
tanto al juzgarnos a nosotros mismos como al hacerlo con las otras perso-
nas involucradas. No debemos exagerar nuestros defectos ni los ajenos.
Un punto de vista tranquilo y objetivo será nuestra meta constante.

Cada vez que vacilemos al hacer la lista, podemos fortalecernos y ani-


marnos al recordar lo que la experiencia de AA ha significado en este
paso para los demás. Este es el principio del fin del aislamiento de
nuestros semejantes y de Dios.

NOVENO PASO

"Reparamos directamente a cuantos nos fue posible


el daño que les habíamos causado, salvo en aquellos casos
en que el hacerlo perjudicaría a ellos mismos o a otros"

El buen juicio, la escogencia cuidadosa del momento oportuno, el valor,


y la prudencia, son las cualidades que necesitaremos para hacer el Noveno
Paso.

Después de haber hecho la lista de las personas a quienes hemos hecho


daño, de haber reflexionado cuidadosamente sobre cada caso, y de haber
tratado de asumir la actitud correcta para proceder, veremos que la
'enmienda directa divide a aquellos que debiéramos aborda'r en varias
clases. Estarán aquellos con qÚienes debiéramos tratar tan pronto com_Ó
estemos razonablemente seguros de que podemos mantener nuestra •

46
sobriedad. Estarán aquel los a quienes solamente podernos hacer una
-restitución parcial, por miedo a que u·na relación cornple-ta les ha-ga más .
mal que bien a ellos o a los demás. Habrá otros casos en donde la acción
debería ser aplazada, y aún otros casos en los cuales por la misma natu-
raleza de la situación nunca podremos hacer un contacto directo y perso·
nal.

Muchos de nosotros empezarnos a hacer cierta clase de reparaciones


directas 'desde el día en que ingresarnos a Alcohólicos Anónimos. En el
momento que le contamos a nuestros familiares que realmente vamos a
ensayar el programa, el proceso ha comenzado. En este campo rara vez
existen problemas respecto al tiempo y la cautela. Desearnos entrar a la
casa vociferando la buena nueva. Después de regresar de nuestra primera.
reunión, ·o tal vez después de haber terminado de leer el libro Alcohó-
licos Anónimos, por lo general deseamos sentarnos con _algunos miem-
bros de la familia y admitir de buena gana el daño que les hemos hecho
por nuestra bebida. Casi siempre desearnos ir más lejos y admitir otros
defectos que han hecho difícil la vida con nosotros. Esta será una ocasión
diferente, en contraste con aquellas resacas rnatim_ iles cuando alterna·
barnos entre injuriarnos a nosotros mismos y culpar a la familia (o a
todo el ·mundo) de nuestros problemas. En esta primera charla, sólo es
necesario que- hagamos una admisión general de nuestros defectos. Puede
ser insensato en este punto volver a repetir ciertos episodios angustiosos.
El buen juicio nos indicará que debiéramos tomarnos nuestro tiempo.
Aunque podamos estar completamente dispuestos a revelar lo peor,
debernos estar seguros de recordar que no podernos comprar nuestra
propia tranquilidad espiritual a expensas de los demás.

Casi el mismo acercamiento se aplicará en los negocios o en el trabajo.


Pensaremos inmediatamente en unas pocas perso'fias que lo saben todo
acerca de nuestra bebida, y ·qu-iénes· han sido más afectados por ella.
Pero aún en estos casos, puede que necesitemos emplear un poco más
la discreción qu_e cuando lo hicimos con la familia. Puede que no desee-
mos decir nada por varias semanas, o por más tiempo. Primero deseare-
mos estar razonablemente seguros de no equivocarnos respecto a AA.
Entonces nos sentiremos listos para ir hacia esas personas, contarles lo
que es AA, y lo que estamos tratando de hacer. A cambio de esos antece-
dentes ·podemos libremente admitir el daño que hemos hecho Y presen·
tar nuestras disculpas. Podernos pagar, o prometer pagar, cualquier obli-
gación que tengamos, ya sear• financiera o de cualquier otra clase. A
menudo nos sorprenderá la generosa acogida de muchas personas a
nuestra discreta honradez. Aún nuestros críticos más severos e implaca-
bles van más allá de un simple arreglo· con nosotros en la primera tentativa.

Esta· atmósfera de aprobación y alabanza resu lta propensa a ser tan


estirn_ulaf!te que perdamos el equilibrio al crear un ap~tito insaciable por

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obtener más de lo mismo. O podemos ser volcados en la otra d irección
cuando, en algunos casos, recibamos una recepción fría y escéptica.
Esto nos tentará a discutir, Ó a hacer h-incapié insistentemente en nuestro
punto de vista. O tal vez nos incitará a caer en el desaliento y el pesi -
mismo. Pero si de antemano nos hemos preparado bien, ta les reacciones
no nos harán desviar de nuestro propósito firme e imperturbable.

Después de pasar esta prueba preliminar de hacer reparaciones, podemos


disfrutar de tal sensación de alivio que ll eguemos a la conclusión de que
nuestra t ~rea ha terminado. Desearemos descansar en nuestros laureles.
Puede acontecernos la tentación de omitir los encuentros más humi-
llantes y aprensivos qu e todavía nos faltan. A menudo inventamos excu-
sas plausi61es para hurtar el cuerpo a estos asuntos. O podemos andar con
dilaciones, diciéndonos a nosotros mismos que no es el momento
todavía, cuando en realidad hemos dejado pasar muchas oportunid.ades
propias para corregir un error grave. No hablemos de prudencia mientras
estemos con evasivas.

Tan pronto como empecemos a sentirnos seguros con nuestra forma de


vida y hayamos empezado, por nuestra conducta y ejemplo, a convencer
a aquellos que nos rodean que e n verdad estamos cambiando hacia lo
mejor, es normalmente seguro hablar con toda franqueza con aq uellos
que han sido gravemente afectados, aún con aquellos que no conocen
o sólo están un poco enterados del mal que les hemos hecho. Las únicas
excepciones que haremos serán los casos donde nuestros descubrimientos
puedan causar daño. Esas conversaciones pueden empezar en una forma
casual o natural. Pero si la oportunidad no se presenta, en cualquier
momento desearemos hacer acopio de nuestro valor, dirigirnos directa -
mente a la persona implicada, y colocar nuestras car tas sobre la mesa. No
necesitamos sumirnos en el remordimiento exagerado ante aquellos a
quienes hemos J!echo daño, pero las reparaciones a este nivel debieran ser
francas y generosas.

Debe haber solamente una consideración que debiera restringir nuestro


deseo de hacer un descubrimiento completo del daño que hemos hecho.
Esta se presentará en algu na que otra situación en donde hacer una
completa revelación perjudic'a rá gravemente a la persona a quien tratamos
de hacer reparaciones. O, 1o más importante, a otras personas. No
podemos, por ejem pi o, descargar sobre Ios hombros de nuestros confia-
dos esposos o esposas una relación detallada de una aventura extracon-
yugal. Y .aún en aquellos casos en donde debe discutirse el asunto, trate-
mos de evitar el perjudicar a terceras personas, cualesquiera que ellas
sean. No ali geramos nuestra carga cuando imprudentemente hacemos más
pesada la cruz de los demás.

Muchas preguntas difíciles pueden surgir en otras P,Sferas de la vida donde

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está involucrado este mismo princ1p10. Supongamos, por ejemplo, que·
nos hemos bebido una· buena cantidad de dinero de nuestra empresa, ya
sea tomándolo "prestado" o mintiendo en los "gastos de representa-
ción". Supongamos que esto puede seguir pasando desapercibido, si no
decimos nada. Confesamos inmediatamente nuestras irregularidades a la
empresa, con la certeza de que seremos despedidos y nos quedaremos sin
empleo? Vamos a ser tan estrictamente honrados al hacer las reparaciones
que ·no nos importe lo que le ·suceda a ia familia· y al hogar? O consul-
tamos primero a aquellos que están gravemente afectados? Ponemos el
asunto delante de nuestro padrino o consejero espiritual, pidiendo
sinceramente la ayuda y la dirección de Dios, mientras nos decidimos a
hacer .la cosa· como es debido cuando esta se aclare, cueste lo que cueste?
Por supuesto. no existe una contestación adecuada que pueda ajustarse a
todos estos dilemas. Pero todos ellos requieren la buena voluntad de
reparar los daños tan rápido y hasta donde pueda ser posible en una
determinada serie de condiciones. ·

Sobre todo, debiéramos tratar de estar absolutamente seguros de que no


nos estamos demorando por causa del miedo. Porque la buena disposi-
ción para aceptar todas las consecuencias de nuestros actos pasados, y
para asumir al mismo tiempo la responsabilidad del bienestar de los
demás, conforma el verdadero espíritu del Noveno Paso.

DECIMO PASO
"Continuamos haciendo nuestro inventario personal
y cuando nos equivocábamos lo admitíamos inmediatamente"

Cuando trabajamos los primeros nueve pasos, nos preparamos para la


aventura de una nueva vida. Pero cuando consideramos el Décimo Paso
comenzamos a pon~r en práctica, día por día, la forma de vivir de AA,
en cualquier circunstancia. Luego viene la prueba más difícil: podemos
permanecer sobrios, emocionalmente e.quilibrados y vivir con buenos
resultados bajo todas las condiciones?
Una constante observación de nuestras ventajas y desventajas, y un deseo
real de aprender y crecer por este medio, son necesidades reales para
nosotros. Los alcohólicos hemos aprendido esto en una forma difícil.
Por supuesto, personas más experimentadas en todas las épocas y lugares
han practicado en forma implacable el autoexamen y la crítica. Porque
la persona sensata siempre se ha dado cuenta de que nadie puede lograr
mucho con su vida mientras el·autoex;men no se vuelva un hábito, mien-
tras ~o sea capaz de admitir y aceptar lo que descubra, y mientras no
trate de corregí r paciente y persistentemente Io que está mal.

Cuando un hombre tiene una terrible resaca porque ayer bebió en exceso.

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no puede vivir bien el d fa de hoy. Pero existe otra c lase de r esaca_ q_ue
todos hemos experimentado, estemos bebiendo ~ -no. Es la resaca
emocional, el resultado directo del exceso de emociones negativas de ayer
y a veces de hoy (la ira, el miedo, los celos y sentimientos similares). Si
deseamos vivir serenamente hoy y mañana, necesitamos desde luego,
eliminar esas resacas. Es\o no significa que necesitemos vagar mórbida-
mente en el pasado. Se requiere la admisión y la corrección de los
defectos ahora. Nuestro inventario nos permite arreglar con el pasado.
Cuando hemos hecho esto, podemos realmente dejar! o detrás de
nosotros. Cuando tomamos cuidadosamente nuestro inventario, y logra-
mos quedar en paz con nosotros mismos, nos resulta la convicción de que
los desafíos del mañana se podrán afrontar cuando se vayan presentado.

Aunque todos los inventarios son parecidos en principio, el factor tiempo


distingue el uno del otro. Existe un inventario que consiste en-· "una
inspeccción hecha al azar", que se toma a cualquier hora del día, cuando
nos encontramos enredados. Existe el otro que tomamos al final del día,
cuando revisamos los acontecimientos de las horas pasadas. En este punto
hacemos un balance, dándonos crédito por las cosas bien hechas, y
apuntando los débitos por los errores. Hay otras ocasiones cuando solos,
o en compañia de nuestro padrino o consejero espiritual, hacemos una
cuidadosa revisión de nuestro progreso desde la última ocasión. La mayo-
ría de los AA participan anual o semestralmente en reuniones de inven-
tario. A muchos de nosotros nos gusta también tener la experiencia de
un retiro ocasional fuera del mundo donde podamos estar tranquilos
durante un d (a o más para meditar y hacer un examen detenido de
nosotros mismos.

No son estas prácticas unas aguafiestas perdederas de tiempo? Deben los


AA gastar muchas de sus horas Iibres volviendo a repetir sus pecados de
omisión o comisión? Claro que no. El énfasis en el inventario resulta
pesado sólo porque un gran número de nosotros nunca ha adqu irido real-
mente el hábito de la autoevaluación. Una vez que esta saludable prácti-
ca se ha vuelto una rutina, será tan interesante y provechosa que el
tiempo que nos tome no estará perdido.

Porque esos minutos y a veces horas empleados en el autoexamen están


destinados a hacer mejores y más felices todas las otras horas del día.
Y finalmente nuestro inventario se convierte en una parte normal de
nuestro diario vivir, más bien que algo extraño o desechable.

Antes de preguntarnos lo que es el inventario de "una inspección hecha al


azar' ~ consideremos el ambiente mental más propicio para su eficacia.

Es l!n, axioma espiritual que cada vez que estamos perturbados, no

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importa cuál sea la causa, hay algo mal en nosotros. Si alguien nos lastima '
y- nos sentimos heridos, también estamos equivocados. Pero no existen
excepciones a esta regla? Qué pasa con'la ira "justificada"? Si alguien nos
engaña, no tenemos derecho a estar furiosos? No podemos estar comple·
tamente enojados con la gente hipócrita? Para nosotros los AA esas son
excepciones pel ígrosa·~. -Hemos descubierto que la ira justificada debería
dejarse a aquel! os mejor calificados para manejarla. ·

Pocas personas han sido más vapuleadas por Ios resentimientos que
nosotros los alcohólicos. Poco importaba sí nuestro resentimiento era
justificado o no. Un arranque de cólera podía echar a perder un día, y un
resentimiento bien fomentado podía hacernos miserablemente inefec-
tivos. No tuvimos nunca la . destreza para distinguir la ira justificada de .
la que no lo era. En nuestra opinión, nuestra ira siempre estaba justifí·
cada. La ira, ese lujo ocasional de personas equilibradas, podía mante-
nernos indefinidamente en una alteración emocional. Esas "juergas en
seco" a menudo nos conduc/an directamente a la botella. Otras pertur·
bacíones (los celos, la envidia, la autocompasíón, o el orgullo lastimado)
tenían el mismo efecto.

El inventarío de "la inspección hecha al azar" tomado en medio de tales


perturbaciones puede ser de g·ran ayuda para calmar· las emociones tempes·
tuosas. Este inventarío encuentra su principal aplicación en situaciones
que se presentan en la marcha de cada día. Es aconsejable posponer,
cuando sea posible, la consideración de dificultades de la larga duración
para ocasiones que se programan deliberadamente para ese fin. El inven-
tarío rápido está dirigido a nuestras altas y bajas de cada día, especial-
mente aquellas oportunidades donde las personas o los nuevos aconte-
cimientos nos hacen perder el equilibrio y nos incitan a cometer errores.

En todas esas situaciones necesitamos el autodominio, el análisis honrado


de lo que está en juego, la buena voluntad para admitir la culpa cuando es
·nuestra, e igual buena voluntad para perdonar cuando la culpa está en
otra parte. No necesitamos desanimarnos cuando caemos en el error de
nuestros viejos hábitos, porque esas disciplinas no son fáciles. Busca·
remos el progreso, no la perfección.

Nuestro primer objetivo será el desarrollo de la autodiscíplína. Esta cua-


lidad tiene una importancia primordial. Cuando hablamos o actuamos
impulsivamente o a la Íigera, la capacidad para ser impa rciales y tole-
rantes se evapora en e·I acto. Una perorata poco amable o un juicio volun·
tarioso y rápido puede arruinar nuestra relación con otra persona por
todo un día, o tal vez por todo un año. Nada tiene más recompensas·
que la moderación en lo que hablamos o escribimos. Debemos evitar la
crítica irascible y .la discusión impositiva y frenética, así como el mal
humor y el desdén silencioso. Estas son trampas emocionales incita·,

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das por el orgullo y la venganza. Cuando nos tiente el señuelo, debiéramos
prepararnos para recapacitar y pensar. Porque no podemos ni pensar ni
actuar con buenos resultados mientras el hábito del autodominio no sea
automático en nosotros.

Los problemas desagradables o inesperados no son los únicos que exigen


autocontrol. Debemos tener el mismo cuidado cuando empecemos a
alcanzar algún grado de importancia y de éxitos materiales. Porque nadie
ha amado tanto los triunfos personales como nosotros; nos bebíamos los
éxitos como un vino que nunca podía faltar para hacernos sentir alegres.
Cuando transitoriamente nos ll egó la buena suerte, le dábamos rienda
suelta a las fantasías de victorias más grandes aún sobre las gentes y las
circunstancias. Así cegados por la orgullosa confianza en nosotros
mismos, estábamos listos a hacer el papel de "personajes" .. Por supuesto,
la gente, aburrida o lastimada, nos volvía la espalda.

Ahora que estamos en AA, sobrios, y cuando hemos ganado de nuevo la


estimación de nuestros amigos y asociados en los negocios, vemos que
todavía necesitamos ejercer una vigilancia especial. Como un seguro
contra el deseo de "ser personajes" podemos examinarnos para recordar
que estamos sobrios en el día d e hoy sólo por la gracia de Dios y que
cualquier éxito que podamos tener es mucho más Suyo que nuestro.

Por último, empezamos a ver que todas las personas, incluyéndonos a


nosotros, estamos en algún grado enfermos emocionalmente así como
también frecuentemente equivocados. Nos acercamos a la verdadera
toierancia y vemos lo que significa el amor r~al a nuestros semejantes. Se
'!olverá más y más evidente cuando vemos hacia adelante que no tiene
objeto enco lerizarnos o sentirnos lastimados por personas que, como
nosotros, están sufriendo los dolores del crecimiento.

Este cambio radical de nuestro punto d e vista tomará tiempo, tal vez
mucho tiempo. No muchas personas pueden verazmente afirmar que
aman a todo el mundo. La mayoría de nosotros debemos admitir que
hemos amado sólo a unos pocos, que hemos sido completamente indife·
rentes con los muchos mientras ninguno de ellos nos creó problemas;
y en cuanto a los demás, bueno: realmente les hemos tenido antipatía o
los hemos odiado. Aunque estas actitudes son bastante comunes, los
AA vemos que necesitamos algo mucho mejor con el fin de conservar
nuestro equilibrio. No podemos mantenerlo si odiamos profunda·
mente. Debemos abandonar poco a poco la idea de que podemos amar
posesivamente a unos pocos, que podemos ignorar a muchos, y que
podemos continuar temiendo u odiando a alguien.

Podemos tratar de dejar de hacer demandas irrazonables a aquellos que


amamos. Podemos demostrar bondad donde nunca la habíamos demos· ·

52
trado. Con aquellos que no nos gusten podemos empezar a practicar la
justicia y la cortesía, tal vez apartándonos de nuestro estilo para enten-
derlos y ayudarlos.

Cada vez que le faltemos a cualquiera de esas personas, podemos admi-


tirlo prontamente, siempre ante nosotros mismos y también ante ellos,
cuando la admisión sea provechosa. La cortesía, la bondad, la justicia
y el amor son las ideas fundamentales por las cuales podemos entrar
prácticamente en armonía con todo el mundo. Cuando se presente la
duda siempre podemos hacer una pausa, para decir, "No se haga mi
voluntad sino la Tuya". Y podemos con frecuencia preguntarnos a noso-
tros mismos, "Actúo con los demás como 'desearía que los demás lo
hicieran conmigo,' en el día de hoy?

Cuando llega la noche, tal vez antes de ir a dormir, muchos de nosotros


hacemos un balance del día .. Este es un buen momento para recordar
que al tomar el inventario no siempre se anotan fallas. Es un mal día en
verdad cuando no hagamos algo bueno. En realidad, las horas de la
mañana se ocupan generalmente en .cosas constructivas, como las buenas
intenciones, los buenos pensamientos, y los buenos actos. Aun cuando
hayamos tratado y fracasado, podemos apuntar eso como uno de los más
grandes créditos de todos. Bajo esas condiciones, los dolores del fracaso
se convierten en ventajas. De ellas recibimos el estímulo que necesitamos
para seguir adelan te. Alguien que sabía d_e lo que estaba hablando obser-
vaba a lguna vez que el dolor erjl la piedra de toque de todo progreso espi-
ritual. Con cuánta sinceridad podemos los AA estar de acuerdo con él,
porque sabemos que los dolores de la bebida tuvieron que venir antes que
la sobriedad, y la confusión mental antes que la serenidad.

Cuando le demos un vistazo a la columna del debe de nuestro diario,


deberíamos examinar cuidadosamente nuestros motivos en cada pensa-
miento o acción que parezcan estar .equivocados. En muchos casos
nuestros motivos no serán ·d ifíc¡'les de ver y de entender. Cuando nos
sentimos orgullosos, iracundos, celosos, ansiosos o temer-osos, nos
comportamos consecuentemente. En este punto solamente necesitamos
reconocer que actuamos o pensamos mal, tratando de visualizar cómo
podríamos haberlo hecho mejor, y de resolver con la ayuda de Dios
llevar esas lecciones al día de mañana, haciendo, por supuesto, cualquier
reparación que todavía falte.
Pero en otras o~asiones solamente el examen más íntimo revelará nues-
tros verdaderos motil/os. Hay casos donde nuestro antiguo enemigo, la
racionalización, ha intervenido y ha justificado una conducta que real-
mente estaba equivocada. La tentación en este punto es imaginar que
tuvimos buenos motivos y razones cuando en realidad no los tuvimos.

"Criticamos constructivamente" a. alguien que lo necesitaba, cuando

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nuestro verdadero motivo era ganar una discusión inútil. O, al no estar
presente la persona implicada, creímos que estábamos ayudando a los
demás a comprenderla, cuando en realidad nuestro verdadero motivo
era rebajarla para sentirnos superiores. Algunas veces lastimamos a aque-
llos que amamos porque "necesitan que se les enseñe una lección",
cuando realmente lo que deseamos es castigarlos. Nos sentimos depri-
midos y nos lamentábamos por ello, cuando en verdad estábamos espe-
cialmente buscando simpatía y atención: Este extraño rasgo de la mente
y las emociones, este deseo perverso de ocultar un motivo malo por
debajo de uno bueno, penetra los_asuntos humanos desde la cumbre hasta
el fondo . Esta sutíl y elusiva clase de fariseismo puede ser el fundamento
del acto o el pensamiento más pequeño. Aprender ~iariamente a reco-
nocer, admitir y corregir esos defectos constituye la esencia de la edifi-
cación del carácter y del buen vivir. Un sincero arrepentimiento por los
daños hechos, una genuina gratitud por las bendiciones recibidas, y la
buena voluntad para intentar conseguir mejores cosas mañana, serán las
ventajas permanentes que buscaremos.

Habiendo considerado así nuestro día, no omitiendo tomar la debida


nota de las cosas bien hechas, y habiendo escudriñado nuestros corazones
sin ningún temor o complacencia, podemos verdaderamente darle gracias
a Dios por los beneficios que hemos recibido y dormir con la conciencia
tranquila.

UNDECIMO PASO

"Buscamos a través de la oración y la meditación


mejorar nuestro contacto consciente con Dios como
nosotros lo entendemos, pidiéndole solamente que
nos dejase conocer Su voluntad para con nosotros y
nos diese la fortaleza para cumplirla"

La oración y la meditación son nuestros principales medios de contacto


consciente con Dios.

Los AA somos gente activa, que gozamos de la satisfacción de


enfrentarnos a la realidad de la ex istencia, generalmente por primera vez
en nuestras vidas, y que tratamos vigorosamente de ayudar al próximo
alcohólico que llegue. De modo que no es sorprendente que a menudo
tengamos la tendencia a menospreciar la meditación y la oración como
algo realmente innecesario. Creemos, sin duda, que podrían ayudarnos a
enfrentar una emergencia ocasional, pero al principio muchos de nosotros
somos propensos a considerarlas como alguna misteriosa habilidad de
clérigos de la cual podemos eventualmente conseguir un beneficio de
segundo orden. O tal vez no creemos en nada de esto.

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Para algunos recién llegados y para .aquellos que habiendo sido agnós-
ticos, que todavía consideran el grupo de AA como "Poder Superior", el
poder de la oración, a pesar de toda la lógica y la experiencia en prueba
de ella, puede ser todavía poco convincente o completamente objetable.

Aquellos de nosotros que una vez pensamos en esa forma podemos desde
luego entender y comprender. Recordamos bien cómo algo muy profun-
do dentro de nosotros continuaba rebelándose contra la idea de incli-
narnos ante cualquier Dios. La lógica de muchos de nosotros podía
"probar" que Dios no existía. Por qué los accidentes, las enfermedades,
la crueldad, y la injusticia en el mundo? Cuál era la razón de todas aque-
llas vidas desgraciadas que fueron el resultado directo de un nacimiento
infortunado y de circunstancias incontrolables? Seguramente no podía.
haber justicia en esta combinación de cosas, y por lo tanto no existía
Dios.

Algunas veces adoptamos una tact1ca ligeramente distinta. Nos decía-


mos a nosotros mismos que indudablemente_. la gallina había existido
antes que el huevo. Sin duda el universo tuvo una "primera causa" de
alguna índole, el Dios del Atomo, tal vez, unas veces caliente y otras
veces frío. Pero por supuesto no existía ninguna prueba de un Dios que
conociera y se interesara por los seres humanos. AA nos gustaba, y está-
bamos prontos a reconocer que había hecho milagros. Pero retroce-
díamos tan obstinadamente ante la meditación y . la oracion, como el
dent ífico que no aceptaba hacer cierto experimento por miedo a que este
probara que su teoría preferida estaba equivocada. Desde luego f inal -
mente hicimos el experimento, y cuando se derivaron resultados ines-
perados, nos sentimos diferentes; en realidad nos vimos diferentes; y
de esa manera nos convencieron la meditación y la oración. Sabemos
que esto mismo puede sucederle a cualquiera que lo intente. Se ha dicho
bien que "los únicos que se burlan de la oración son aquellos que nunca
la han ensayado lo suficiente".

Aquellos de nosotros que hemos llegado a utilizar regularmente la


oración no podríamos prescindir de ella, así como no rechazaríamos el
aire, el alimento, o la luz del sol. Y por la misma razón. Cuando recha-
zamos el aire, o la luz, o el alimento, el cuerpo sufre. Y cuando nos aleja-
mos de la meditación y la oración, del mismo modo privamos a nuestras
mentes, emociones e intuiciones de un apoyo fundamental y necesario.
Así como el cuerpo puede fallar en sus funciones por falta de alimento,
así también puede fallar el alma. Todos necesitamos la luz de la realidad
de Dios, el alimento de Su fortaleza, y la atmósfera de Su gracia. Los
hechos de la vida de AA confirman esta verdad de una manera asom-
brosa.
Ex iste un encadenamiento directo entre el examen de sí mismo, la medi-
tación y la oración. Tomadas separadamente, estas prácticas pueden traer

55
mucho alivio y beneficio. Pero cuando están lógicamente relacionadas
y entrelazadas, el resultado es una base firme para la vida. De vez en
cuando se nos puede conceder una visión de esa realidad fundamental
que es el reino de Dios. Y seremos consolados y se nos garantizará que
nuestro propio destino estará seguro mientras tratemos, a pesar de nues-
tra vacilación, de encontrar y hacer la voluntad de nuestro propio
Creador.

Como hemos visto, la búsqueda de nosotros mismos es el medio por el


cual introducimos la nueva visión, la acción, y la gracia para iluminar el
lado oscuro y negativo de nuestra naturaleza. Este es un paso en el desa-
rrollo de esa clase de humildad que hace posible para nosotros recibir la
ayuda de Dios. Sin embargo es solamente un paso. Desearemos ir más
adelante.

Desearemos que florezca y cre~ca lo bueno que hay en todos nosotros,


aún en el peor de nosotros. Necesitaremos desde luego asegurar el aire y
la abundancia de alimento. Pero primero que todo desearemos fa luz del
sol; casi nada crece en la oscuridad. La meditación constituye nuestro
paso hacia el sol. Cómo, entonces, podemos meditar?

Es considerable la experiencia de la meditación y la oración a través de


los siglos. Las bibliotecas y los lugares de adoración en todo el mundo
son un tesoro para los investigadores. Se supone que el miembro de AA,
practicante de una religión que enfatice la meditación, volverá a la prác-
tica de esta devoción como nunca antes. Pero qué sucede con el resto
de nosotros que, menos afortunados, no sabemos siquiera cómo
empezar?

Bueno, podríamos empezar en esta forma. Primero vemos verdadera-


mente una buena oración. No tendremos que ir lejos a buscar. Los hom-
bres y mujeres más admirables de todas las religiones nos han dejado una
maravillosa provisión. En este punto consideremos una que es clásica.

Su autor fue un hombre que durante varios siglos ha sido considerado


como un santo. No nos vamos a parcializar o ahuyentar por ese hecho,
porque aunque no era un alcohólico pasó, como nosotros, por un remo-
lino emocional. Y cuando llegó al otro lado de esa dolorosa experiencia,
logró expresar en esta oración lo que él pudo ver, sentir, y desear:

"Señor, hazme un instrumento de paz; que donde haya odio, siembre


amor; donde haya injuria, perdón; donde haya duda, fe; donde haya
desesperación, esperanza; donde haya sombras, luz; donde haya tri steza,
alegría. iüh! iDivino IV]aestro! concédeme que no busque ser consolado,
sino cqnsolar; que no busque ser comprendido, sino comprender; que no
busque ser amado, sino amar, porque dando, recibo; perdon ando, es

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como Tú nos perdonas; y muriendo en Tí, nazco para la vida eternal •
Amén.
Como principiantes en la meditación, podríamos ahora releer esta
oración varias veces muy lentamente, saboreando cada palabra y
tratando de abarcar el profundo significado de cada frase y de cada idea.
Será mejor si podemos abandonar toda resistencia a lo expresado ali í.
Porque en la meditación no hay lugar para la discusión. Descansamos
tranquilamente con los pensamientos de alguien que sabe, de suerte que
podamos experimentar y aprender.

Como si estuviéramos tendidos en una playa iluminada por el sol, desean•


semos y respiremos profundamente la atmósfera espiritual con la cual nos
rodea la gracia de ·esta oración. Lleguemos a tener la buena voluntad de
participar y de ser fortalecidos y levantados por el claro poder espiritual,
la belleza, y el amor de los cuales son portadoras esas magníficas
palabras. Miremos ahora al mar y consideremos lo que constituye su mis·
terio; y elevemos nuestros ojos al lejano horizonte, más allá del cual .
buscaremos todas aquellas maravillas todavía inadvertidas.

"Pamplinas!" dice alguien. "Estas son tonterías. Eso no es práctico" .


Cuando tales pensamientos se presentan, debiéramos recordar, con un
poco de tristeza, cuánta importancia le dábamos a la imaginación•cuando
trataba de crear la realidad con la bebida. Nos deleitábamos con esa clase
de pensamiento, no es cierto? Y aunque estamos sobrios hoy en día, no
intentamos a menudo hacer la misma cosa? Tal vez nuestra dificultad
no era que utilizáramos la imaginación. Tal vez la dificultad real era
nuestra casi total incapacidad de dirigir la imaginación hacia los obje-
tivos adecuados. No hay nada de malo en la imaginación constructiva;
toda buena realización se basa en ella. Después de todo, ninguna persona
puede constru ir una casa mientras no imagine primero un plano para ella.
La meditación es algo similar; nos ayuda a imaginar nuestro objetivo espi·
ritual antes de que intentemos movernos hacia él. Así que regresemos a
esa playa iluminada por el sol (o a la planicie o a la montaña como Ústed
prefierá).

Cuando por esos sencillos mecanismos, nos hemos puesto en una dispo-
sición de ánimo que nos permite concentrarnos en la imaginación
constructiva, podríamos proceder en esta forma:

Una vez más leemos nuestra oración, y de nuevo tratamos de ver lo que
constituye su íntima esencia. Pensaremos ahora en quién la rezó por
primera vez. Ante todo, deseaba llegar a ser un " instrumento". Luego
pidió la gracia para llevar amor, perdón, armonía, verdad, fe, esperanza,
luz y alegría a cada ser humano que conociera. En seguida vino la expre-
sión de una aspiración y una esperanza para él mismo. Esperaba, con la
ayuda de Dios, ser capaz de encontrar también algunos de esos tesoros.

57
Trataría de hacerlo por lo que él llamaba " el olvido de sí mismo". Qué
quiso decir con eso, y cómo se propuso real izarlo?
Le pareció mejor dar consuelo que recibirlo; comprender que ser com-
prendido; perdonar que ser perdonado.
Esto podría ser un fragmento de lo que se llama meditación, tal vez
nuestro verdadero primer intento, una somera incursión en el reino del
espíritu. Posteriormente, deberíamos observar nuestra situación actua l,
y pensar en lo que podría suceder en nu estras vidas, de ser capaces de
acercarnos más al ideal que hemos estado tratando de vislumbrar. La
meditación es algo que siempre puede perfeccionarse más. ·No t iene
fronteras, en amplitud o en profundidad. Ayudados por las· enseñanzas
y el ejemplo que podamos encontrar, la meditac ión es esencialmente una
aventura individual, algo que cada uno de nosotros va logrando a su
manera. Pero su obj_etivo siem~re es el mismo: mejorar nuestro co ntacto
consciente con Dios, con su gracia, sabiduría y amor. Y recordemos
siempre que la meditación es en realidad intensamente práctica. Uno de
sus primeros frutos es el equilibrio emocional. Con ella podemos ampliar
el conducto entre nosotros mismos y Dios como nosotros lo entendemos.

Tratemos ahora acerca de la oración. La oración es la elevación del cora-


zón y la mente hacia Dios y en este sentido incluye la meditación. Y
cómo podemos ocuparnos de ella? Y cómo se complementa con la medi-
tación? La oración, como se entiende comúnmente es una petición a
Dios. Habiendo abierto nuestro conducto como mejor podamos,
tratamos de pedir aquellas cosas justas de las cuales nosotros y los demás
estamos más necesitados. Y pensamos que todo el alcance de nuestras
necesidades está bien definido por esa parte del Undécimo Paso que dice:
" ... que nos dejase conocer Su voluntad para con nosotros y nos diese
la fortaleza para cumplirla". Esta petición será siempre oportuna a cual-
quier hora de nuestro día.

En la mañana pensamos en las horas venideras. Tal vez pensemos en el


trabajo de ese día y en las oportunidades que este puede permitirnos para
ser útiles y serviciales, o en algún problema que pueda traer. Posible-
mente en el día de hoy veremos la continuación de un problema grave
que no pudimo·s · solucionar ayer. Nuestra tentación inmediata será pedir
soluciones específicas para problemas específicos. y la capacidad para
ayudar a otras personas en la forma que creemos más adecuada• para
ellas. En ese caso, estamos pidiendo a Dios que actúe según nuestro
parecer. Por lo tanto, debiéramos considerar cuidadosamente cada peti-
ción para ver cuál es su verdadero mérito. Aun así, cuando se hagan peti-
ciones específicas, será bueno agregar a cada una de ellas esta reserva:
" ... si es Tu voluntad". Pedimos sencillamente que hasta el final del día
Dios ponga en nosotros la mejor comprensión de Su voluntad, y que nos
conceda la gracia para cumplirla.

58
Al avan zar el día y verno s enfre ntado s a situac io nes y dec isio nes d ifí-
ciles, podemo s hacer u na pausa, y renovar la senci lla pet ición : "Hágase
Tu volunt ad, no la mía". S i en esos caso s nuestra pert u rbac ió n emo-
ciona l es grande, seguramente co nservaremos más nuestro equilibrio,
siempre que recordemos, y nos r epita mos a nosotros mismos, una orac ión
p redilecta o una frase que nos haya inter esado en nuestra lectura o medi-
tación. El repetirla a menudo una y otra vez no s permitirá despejar üñ
conducto obstruido con la ira, el mºiedo, la frustración, o la desavenencia,
y nos permite volver a la ayuda más segu ra en momentos de tensión,
(nuestra búsqueda de la voluntad de Dios, no d e la nuestra). En esos
momentos críticos, si nos recordamos a nosotros mismos que "es mejor
consolar que ser consolado, comprender que ser comprendido, amar que
ser amado", estaremos siguiendo el propósito del Undécimo Paso.

Por supuesto, es razonable y comprensible la pregunta que se hace a


menudo: "Por qué no podemos llevar directamente a Dios un dilema
perturbador, y en la oración conseguir de El las respuestas certeras y
definiti vas a nuestras peticiones?

Esto se puede hacer, pero tiene sus r iesgos. Hemos visto a miembros de
AA pedir con mucho ardor y fe la dir ección ex plícita d e Dios en asuntos
que abarcan todos los aspectos, desde solucionar una tremenda crisis
financiera o doméstica, hasta corregir la más pequeña falta personal,
como la lentitud. Muy a menudo, sin embargo, los pensamientos que
parecen venir de Dios no -son respuestas. Demuestran ser racionali-
zaciones inconsc ientes aunque bien intencionadas. El miembro de AA,
o cualquier persona que trate de dirigir rigurosamente su vida por esta clase
de oración, por esta demanda egoísta de respuestas de Dios, es un indi·
viduo particularmente desconcertante. A cualquier pregunta o crít ica de
sus acciones ofrece instantáneamente su confianza en la ·oración para la
or ientación de todos los asuntos grandes y pequ eños. Puede haber olvi-
dado la eventua Iidad de que sus ansiosos pensamiento s y la tendencia
humana a racional izar, hayan desvirtuado lo que él llama orientación.
Con - las mejores intenciones; intenta imponer su voluntad en toda c lase
de situaciones y problemas con la confortable seguridad de que está
actuando bajo la dir ección específica de Dios. Bajo tal ilusión puede, por
supuesto, crear grandes estragos sin la menor intención de hacerlo.

También caemos en otra tentación similar. Nos creamos ideas en cuanto


a lo qu e podría ser la voluntad d e Dios ·para con otra s personas. N~s d·e c.i-
mos, " Este debiera ser curado de su fatal enfermedad" ... o "Est e debiera
ser al_iviado de su dolor emocional". .. y oramos por esas cosas especí-
ficas. Tales oraciones, por supuesto, son actos fundamentalmente buenos,
pero a menudo est án basados en la suposición de que conocemos la
voluntad de D íos para eón la persona por -la cual oramos: Esto signif ica que

59
paralelamente a una sincera oración puede haber una cierta cantidad de
presunción y vanidad en nosotros. La experiencia de AA nos indica que.
en tales casos, debiéramos orar para que se haga la voluntad de Dios,
cualquiera que sea, para los demás así com0 para nosotros.

En AA hemos visto que los buenos resultados de la oración son incuestio-


nables. Estos son temas de conocimiento y experiencia. Todos aquellos
que han persistido han encontrado una fortaleza que por lo regular no es
la propia. Han encontrado una sabiduría más allá de su capac idad normal.
Y han encontrado cada vez más una tranquilidad espiritual que puede
mantenerse firme a pesar de las circunstancias defíciles.

Descubrimos que recibimos orientación para nuestras vidas en la medida


que dejamos-de hacer peticiones a Dios para que nos la otorgue de acuer-
do con nuestros términos. Casi cualquier AA con exper iencia contará
cómo· sus asuntos han tomado cambios extraordinarios e inesperados
hacia lo mejor cuando trataron de mejorar su contacto consciente con
Dios. También informará que de toda temporada de aflicción y sufri-
miento, cuando la mano de Dios parecía pesada o aún injusta, se apren-
dieron nuevas lecciones. para vivir, que descubri.eron nuevos recursos de
valor y que finalmente en forma ineludible, vine; la convicción de .q ue
Dios 'se mueve' en una forma misteriosa para hacer Sus maravillas".

Todas estas debieran ser noticias alentadoras para aquellos que rechazan
la oración porque no creen en ella, o porque se sienten separados de la
ayuda y la dirección de Dios. A todos nosotros, sin excepción, se nos
presentan ocasiones en que sólo podemos orar con el más grande esfuerzo
de la voluntad. Ocasionalmente vamos aún más lejos. Nos sobrecoge una
rebeldía tan deprimente que sencillamente no podemos orar. Cuando
esto acontece, no debiéramos pensar muy mal de nosotros mismos.
Debiéramos simplemente tratar de reanudar la oración tan pronto como
sea posible, haciendo lo que sabemos que es lo mejor para nosotros.

Tal vez una de las más grandes recompensas de la meditación y la oración


es la sensación de pertenecer. Ya no vivimos en un mundo completa-
mente hostil. Ya no estamos perdidos, asustados y sin objetivo. En el
momento en que captamos siquiera una visión momentánea de la volun-
tad de Di9s;'en el momento en que empezamos a ver la verdad, la justicia,
y el amor como las cosas reales y eternas de la vida, ya no sentimos la
profunda contrariedad que nos ocasiona la evidencia de lo contrario que
nos rodea en asuntos puramente humanos. Sabemos que Dios nos cuida
amorosamente. Sabemos que cuando nos volvemos a El, todo estará bien
con nosotros, aqu / y en el más allá.

60
DUODECIMO PASO

"Habi_endo experimentado un despertar espiritual como resultado


de estos pasos, tratamos de llevar este mensaje a los alcohólicos,
v de practicar estos principios en todos nuestros actos"

La alegría de vivir es el tema del Duodécimo Paso de AA, y acción es su


palabra clave. Aquf nos extrovertimos hacia nuestros compañeros alco-
hólicos que todavía sufren. Aquí tenemos la experiencia de la clase de
dádiva que no pide recompensas. Aquí empezamos a practicar todos los
DÓce Pasos del programa en nuestra vida diaria, éli suerte que nosotros y •
aquellos que nos rodean podamos encontrar la sobriedad emocional.
Cuando se compre·nde el Duodécimo Paso en su total implicación, este
realmente habla de la clase de amor que no tiene precio en la etiqueta .

Nuestro Duodécimo Paso también dice que como resultado de practi-


car todos los pasos, cada uno de nosotros ha encontrado algo que se
llama un despertar espiritual. Para el nuevo miembro de AA esto a menu•
do le parece in.verosímil y poco probable. "Qué quiere decir 'un despertar
espiritual?"

Tal vez existan tantas definiciones del despertar espiritual como personas
que lo han experimentado. Pero desde luego cada despertar genuino tiene
algo en común con todos los demás. Y esas cosas que tiene en común no
son difíciles de entender. Cuando un hombre (o una mujer) tiene un
despertar espiritual·, el significado más importante es que él ahora ha
llegado a ser capaz de hacer, sentir y creer aquello que no podía hacer
antes con su sola fuerza y recursos individuales. Se le ha concedido un
don que alcanza un nuevo estado de la conciencia y del ser. Ha sido
puesto en un camino que le dice que realmente está yendo a alguna
parte, que la vida no es un callejón sin salida, ni algo que haya que
soportar o dominar. En un sentido muy real ha sido transformado,
porque se ha aferrado a una fuente de fortaleza de la que hasta ahora,
en una o en otra forma, se había privado a sí mismo. Se encuentra en
posesión de un grado de honestidad, tolerancia, desinterés, tranquilidad
espiritual y amor, grado del cual se había creído completamente inca-
paz. Lo que ha recibido es un don gratuito, y sin embargo generalmente,
al menos en alguna pequeña parte, él mismo se ha preparado para reci-
birlo.

La manera como los miembros de AA se disponen a recibir este don,


está en la práctica de los Doce Pasos de nuestro programa. Así que con-
sideremos brevemente lo que hemos estado tratando de hacer hasta
este punto:

61
El Primer Paso nos dejó ver una paradoja asombrosa: vimos q ue éramos
totalmente incapaces de liberarnos de la obsesión del alcohol mientras
no _admitiéramos nuestra impotencia ante él. En el Segundo Paso vimos
que, puesto que no pod famos nosotros mismos devolvernos el sa no
juicio, algún Poder superior tenía necesariamente que hacerlo si quería·
mos sobrevivir. Por consiguiente, en el Tercer Paso pusimos nuestra
voluntad y nuefüa vida al cuidado de Dios como nosotros lo conce·
bimos. De momento, quienes éramos ateos o agnóstieos descubrimos
qu,e nuestro propio grupo, o AA como un todo, sería suficiente
como 'Poder sÚperior. Al em~ezar con el Cuarto P~so·, comenzamos a
buscar· en nosotros mismos los motivos que nos habían llevado a una
bañcarrota física, moral y espiritual. Hicimos un minucioso e intrépido
inventario moral. Al considerar el Quinto Paso, decidimos que un inven·
tario, tomado a solas, no era suficiente. Comprendimos que teníamos
que dejar el mortal oficio de ·vivir solos con nuestros conflictos, y con
honradez confiárselos a Dios y a otro ser humano. En el Sexto Paso,
muchos de nosotros nos resistimos, por la razón práctica de que no deseá·
bamos que fueran eliminados todos nuestros defectos de carácter, porque
todavía amábamos algunos de ellos más de la cuenta. Sin embargo sa·
bíamos , que teníamos que llegar a un acuerdo con el pr incipio funda•
mental del Sexto Paso. Por eso decidimos que aunque tuviéramos to·
davfa algunos defectos de carácter a los cuales no podíamos renunciar,
deberíamos sin embargo abandonar nuestra obstinada y rebelde depen·
ciencia de ellos. Nos dijimos a nosotros mismos, " Tal vez esto no pu edo
hacerlo hoy, pero voy a dejar de pregonar 'No, nunca"'. Luego en el
Séptimo Paso, humildeme11te le pedimos a Dios que eliminara nuestros
defectos como El quisiera, de acuerdo con las circunstancias del momen·
to en que lo pidiéramos. En el Octavo Paso, continuamos nuestra limpie·
za interior, porque vimos que no solamente estábamos en co nflicto
con nosotr9s mismos, sino también con perso nas y situaciones en el mun·
do en que vivíamos. Tuvimos que empezar a lograr nuestra paz; para ello
hicimos una lista de las personas a quie nes habíamos p~judicado y estu·
vimos ~ispuestos a arreglar las cosas. Seguimos haciendo esto en e l Noveno
Paso al hacer reparaciones directas a los implicados, s·a lvo cuando al
hacerlo los perjudicaría a ellos o a otras personas. Ahora, en el Décimo
Paso, habíamos empezado a conseguir una base para la vida diaria, y con
mucha atención nos dimos cuenta que necesitábamos continuar haci en·
do nuestro inventario y que cuando estuviéramos equivocados debe·
riamos admitirlo prontamente. En el Undécimo Paso vimos que si un
Poder superior nos había devuelto el sano juicio y nos había permitido
vivir con alguna tranquilidad espiritual en un mundo profundamente
agitado, ese Poder superior merecía conocerse mejor, por un contacto
tan directo como fuera posible. Notamos que, el uso continuo de la medi·
tación y la oración, pudo abrir un conducto tal que en donde antes
había un hilillo, había ahora un río que nos conducíá hacia la fuerza segu-
ra y la prudente dirección de Dios, a medida que íbamos siendo má"s
competentes para entenderlo.

62
Así, practicando esos pasos, tuvimos un despertar espir itual que defi-
nitivamente no ofrecía la menor duda. Al m ira r a aquellos que estaban
solamente empezando y todav ía dudaban, el r·esto de nosotros estuvo
en capacidad d e ver cómo empezaba el cambio. Gracias a un gran n~me-
ro de tales experiencias, pudimos predecir qu e el incrédulo que todavía
afirmaba que no había "aspecto espiritual", y que todavía consideraba
como Poder superior a su querido grupo de AA, podría dentro de poco
amar a Dios y a llamarlo por Su nombre.

Ahora bien, nos falta considerar el resto del Duodécimo Paso: La mara-
villosa energía que orig_ina y la acción positiva por medio de la cual se
transmite nuestro mensaje .al alcohólico que aún sufre, y que finalmente
traduce los Doce Pasos en acción permanente sobre todos nuestros
asuntos, constituye el resultado, la magnífica realidad de A lcohólicos·
Anónimos.

Aún el más nuevo de los rec¡'én ll egados encuentra recompensas inimayi-


nables cuando trata de ayudar a su hermano alcohólico, que está todavía
más ciego que él. Esta es en verdad la clase de dádiva que no exige nada.
No espera que su hermano que s4fre le pague, o siquiera lo ame. Y enton-
ces descubre que por la divina paradoja de esta dádiva ha encontrado
su propia recompensa, ya sea que su hermano haya o no recibido algo
todavía. · Su propio carácter puede ser todavía gravemente defectuoso,
pero por alguna razón sabe que Dios le ha permitido hacer un comienzo
extraordinario, y siente que se encuentra a l borde de nuevos misterios, 1
alegr fas, y experiencias con los cuales nunca había siquiera soñado.

Casi todo miembro de AA declara que no hay satisfacción más profun-


da, ni alegría más grande que un trabajo de Paso Doce bien hecho. La
esencia de lo que recibimos cuando llevamos el mensaje de AA a otro
alcohólico, está en observar cómo los ojos de hombres y mujeres se
abren admirados cuando se mueven desde la oscuridad hacia la luz, palpar
cómo sus vidas se van llenando. rápidamente con un nuevo objetivo y
significado, ver cómo vuelven a unirse las fami lias, contemplar al a lco-
hólico proscrito recibido nuevamente como ciudadano en su comunidad,
y sobre todo, comprobar cómo van despertando esas personas ante la
presencia de un Dios amoroso en sus vidas.

Esta no es la única clase de trabajo de Paso Doce. Nos sentamos en las


reuniones de AA y escuchamos, no sólo para recibir algo nosotros
mismos, sino para entregar la tranquilidad y el apoyo que nuestra presen-
cia pueda traer. Si nos llega el turno de hablar en una reunión, de nuevo
tratamos de llevar el mensaje de AA, y este es un trabajo de Paso Doce
ya sea que nuestra audiencia conste de una o muchas personas. Existen
muchas oportunidades aún para aque llos de nosotros que nos sentimos
incapaces de hablar en las reuniones o que estamos en una situación en la

63
que no podemos hacer el trabajo de Paso Doce de persona a ¡.,ersona.
Podemos encargarnos de tareas que no llaman la atención pero que son
importantes para hacer posible un buen trabajo de Paso Doce, tai' vez
poniendo en orden el café y los pasteles después de las reuniones, en
donde tantos recién llegados excépticos y suspicaces han encontrado la
confianza y el consuelo en la risa y la.conversación. Este es un trabajo de
Paso Doce en el mejor sentido de la palabra. "Lo que gratuitamente has
recibido, entrégalo en la misma forma ..." es la esencia de esta parte del
Duodécimo Paso.

A menudo podemos pasar por experiencias del Duodécimo Paso en


donde ·pareceremos estar equivocados temporalmente. Aparecerán como
grandes reveses, pero más tarde se verán como trampolines hacia mejores
cosas. Por ejemplo, podemos poner todo nuestro afán en conseguir
que una persona en particular deje de beber, y después de hacer todo ·
lo que podemos durante meses, la vemos recaer. Tal vez esto ocurrirá
en una sucesión de casos, y nos sentiremos profundamente desanimados
respecto a nuestra habilidad para llevar 'el mensaje de AA. O podemos
encontrar la situación contraria, en la cual estamos muy alegres porque
·parece que hemos tenido éxito. En este caso, se nos presentará la tenta-
ción de volvernos posesivos con esos recién llegados. Tal vez tratemos de
darles consejo con. ·r especto· a sus asuntos, que en realidad no· estamos
en capacidad de dar o no debiéramos dar. Entonces nos lastimamos y
confundimos cuando rechazan el consejo, o cuando lo aceptan y con ello
se causa una confusión más grande todavía. A veces por una gran
cantidad de trabajo de Paso Doce llevamos el mensaje a t antos alcohó·
licos que nos colocan en una posición de confianza. Nos nombran,
digamos, coordinador del grupo. Aquí se nos presenta la tentación
de excedernos al manejar las cosas, y esto a veces tiene como result ado
el rechazo y otras consecuencias difíciles de soportar.

Pero con toda evidencia a la larga nos damos cuenta que esos son sólo
los dolores del crecimiento, y que podemos sacar buen provecho de ellos
si nos volvemos más y más a todas los Doce Pasos para encontrar las
respuestas.

Ahora viene la pregunta más importante de todas: Cómo haremos para


practicar esos principios en todos nuestros asuntos? Podemos amar esta
norma de vida con tanto anhelo como amamos el pequeño segmento
·que descubrimos cuando tratamos de ayudar a otro alcohólico a alcanzar
la sobriedad? Podremos llevar a nuestra vida familiar, a veces tan pertur-
bada, el mismo espíritu de amor y tolerancia que llevamos a nuestro
grupo de AA? Podremos tener con esas personas que han sido tan
afectadas y deterioradas por nuestra propia enfermedad, la misma clase
de_confianza y fe que tenemos en nuestros padrinos? Podremos llevar

64
diariamente el espíritu de AA a nuestro trabajo? Podremos enfrentar
las responsabilidades recién reconocidas ante el mundo en general?
Podremos Ilevar nuevos propósitos y nueva devoción a la religión que
hemos escogido? Podremos encontrar una nueva alegría de vivir al tratar
de hacer algo acerca de todas estas cosas?

Además, ·cómo llegaremos a aceptar los aparentes fracasos o éxitos?


Podemos ahora aceptar y resolver cualqu iera de las dos situaciones sin
desesperación o arrogancia? Podemos aceptar la pobreza, la enfermedad,
la soledad, y la aflicción con valor y serenidad? Podemos resueltamente
contentarnos con las satisfacciones más humildes, pero a veces más
duraderas, mientras se nos niegan los éxitos más prometedores y
brillantes?

La respuesta de AA a todas esas preguntas acerca de la vida es: "Sí, todas


esas cosas son posibles". Sabemos esto porque vemos la monotonía,
el dolor, y aún la calamidad transformadas para un buen uso por aquellos
,· que insisten en tratar de practicar los Doce Pasos de AA. Y si esos son
hechQs reales de la vida para lo~ ¡nuchos alcohólicos que se han recupe-
rado en AA, pueden ll egar a serlo para muchos alcohólicos más.

Los miembros de AA por supuesto, aún los mejores, no alcanzan tales


éxitos como algo consistente. Sin tomar necesariamente esa primera
copa, a menudo estamos completamente fuera de rumbo. Nuestros
problemas empiezan a veces con la Indiferencia. Estamos sobrios y felices
con nuestro trabajo en AA. Las cosas marchan bien en e l hogar y en el
negocio. Naturalmente nos fel icitamos por lo que más tarde resulta ser un
punto de vista demasiado fácil y superficial. Temporalmente dejamos
( '' de crecer porque nos sentimos satisfechos de no necesitar todos los Doce
Pasos de AA, pues creemos que lo estamos haciendo bien con unos pocos
de ellos; tal vez únicamente con el Primero y esa parte del Duodécimo
en doride "llevamos el mensaje". En el lenguaje de AA, ese estado iluso·
rio se conoce como "paso-doble". Y esto puede continuar por años.

Los mejores intencionados de no·sotros podemos caer por la ilusión del


"paso-doble". Tarde o temprano el período de la n~be rosada se disipa
y la vida empieza a parecernos aburrida. Empezamos a pensar que,
después de todo, AA no merece la pena. Llegamos a sentirnos descon-
certados y desanimados.

Entonces tal vez la vida, como suele hacerlo, nos depara de repente una
contingencia que no podemos empezar a tragar, y menos aún digerir.
Fallamos en conseguir una promoción en el trabajo. Perdemos ese buen
· empleo. Tal vez existan graves dificultades domésticas o sentimentales,
o tal vez ese chico que creíamos que Dios estaba cuidando llega¡ a ser
una víctima en la guerra.

65
Entonces qué pasa? Hemos conseguido los alcohólicos en AA, o podemos
conseguir, los recursos para enfrentar las calamidades que nos llegan?
Esos eran problemas de la vida que nunca podíamos enfrentar. Podemos,
ahora, con la ayuda de Dios como nosotros lo entendemos, manejarlos
tan adecuada y valientemente como lo hacen a menudo nuestros amigos
no alcohólicos? Podemos transformar esas calamidades en ventajas, en
recursos de crecimiento y confia nza para nosotros mismos y para
aquellos que nos rodean? Bueno, seg uramente tenemos una oportunidad
si pasamos del "paso-doble" a los "doce pasos", si tenemos la buena
voluntad para recibir esa _gracia de Dios que nos puede ma11tener y forta-
lecer en cualquier catástrofe.

Nuestros problemas básicos son los mismos de todo el mundo, pero


cuando hacemos un esfuerzo sincero por "practicar esos principios en
todos nuestros asuntos", el miembro d e AA bi en fundamentado parece
tener la habilidad, por la gracia de Dios, de tomar con calma esos proble-
mas y convert irlos en demostraciones de te. Hemos visto a miembros de
AA padecer estoicamente, y a menudo con buen humor, enfermedades
crónicas y fatales. A veces hemos visto familias destrozadas separadas
por la _desavenencia, las tensiones, o _la infidelidad, que pueden recon-
ciliarse_gracias a la forma de vida de AA.

Aunque el potencial de ingresos de la mayoría d e los miembros de AA


es relativamente elevado, tenemos algunos miembros que nunca pare-
cen restablecerse económicamente, y aún otros que tropiezan con serios
reveses financieros. Ordinariamente vemos que tales situaciones son
afrontadas con entereza y con fe.

Al igual que la mayoría de las personas, hemos visto que podemos


aceptar nuestras contingencias cuando se presenten. Pero también
como los demás, el mayor desat ío se nos presenta en los menores y más
continuos problemas de la vida. Nuestra respuesta est.á en buscar aún
más desarrollo espiritual. Solamente por este medio podemos mejorar
nuestras posibilidades para llevar una vida realmente fel iz y útil. Y cuan-
do crecemos espiritualmente, descubrimos que nuestras antiguas acti-
tudes hacia nuestros instintos necesitan sufrir drásticas revisiones. Nues-
tros deseos de seguridad emocional y d e riqueza, de prestigio y de pod er
personal, de amoríos, y de satisfacciones familiares, todos esos deseos
tienen que ser morigerados y ordenados de nuevo. Hemos aprendido
que la satisfacción de los instintos no puede ser el ún ico fin y objetivo
de nuestras vidas. Si colocamos primero los instintos, tendremos la
carreta delante del caballo; seremos arrastrados hacia atrás, a la desi-
lusión. Pero cuando estamos dispuestos a colocar primero el crecimiento
espiritual, entonces y sólo _ento nces tendremos una verdadera opor-
tunidad.

66
Después de haber llegado a AA, si continuamos creciendo, comienzan
a cambiar profundamente nuestras actitudes y acciones hacia la seguridad
(seguridad emocional y seguridad económica). Nuestras exigencias de
seguridad emocional (a nuestra manera) nos habían impulsado constan-
temente a . relaciones imposibles con otras personas. Aunque a veces
estábamos completamente inconscientes de esto, el resultado siempre
había sido el mismo. O bien habíamos tratado de hacer el papel de Dios
y de dominar a aquellos que nos rodeaban, o habíamos insistido en
depender demasiado de ellos. Cuando la gente nos había permitido mane-
jar sus vidas temporalmente como si fueran todavía niños, nos habíamos
sentido muy felices y seguros de nosotros mismos. Pero cuando final-
mente se resistieron o huyeron nos sentimos amargamente heridos y
desengañados. Les echábamos la culpa, por ser completamente incapaces.
de ver que nuestras exigencias irrazonables habían sido la causa de ello.

Cuando habíamos tomado la dirección contraria y habíamos insistido,


como niños nosotros mismos, que la gente nos protegiera y cuidara de
nosotros, que el mundo nos adeudaba la vida, entonces el resultado había
sido igualmente infortunado. Esto hizo a menudo que la gente que más
habíamos amado nos apartara a los empujones y tal vez se alejara de
nosotros por completo. Nuestra desilusión había sido difícil de soportar.
No podíamos imaginarnos por qué nos trataban así. No habíamos visto
que aunque éramos adultos en años, todavía nos comportábamos pueril-
mente, tratando de convertir a todos (amigos, esposas, esposos, al mundo
mismo) en padres protectores. Nos habíamos negado a aprender la dura
lección de que la dependencia excesiva de otras personas resulta fallida
porque todas las personas son falibles, y aún los m"ejores de ellos nos
fallarán a veces, especialmente cuando nuestras exigencias de atención
(' se vuelven irrazonables.

Cuando pudimos lograr cierto progreso espiritual, vimos completamente


esos engaños. Se hizo claro que si queríamos sentirnos emocionalmente
seguros entre gente adulta, tendríamos que colocar nuestras vidas sobre
una base de "concesiones mutuas", tendríamos que desarrollar el senti-
miento de estar en asociación o hermandad con nuestros semejantes.
Comprendimos que necesitábamos dar constantemente de nosotros
mismos sin exigir recompensa. Cuando persistimos en hacerlo, gradual-
mente fuimos descubriendo que atraíamos a los demás como nunca
antes. Y aún si nos fallaban, podíamos ser comprensivos sin sentirnos
seriamente afectados.

Cuando progresamos todavía más, nos dimos cuenta de que la mejor


fuente posible de es~abilidad emocional es el mismo Dios. Vimos que la
dependencia de Su perfecta justicia, perdón y amor era saludable, y
funcionaría donde nada más podría hacerlo. Si realmente dependíamos

67
·de Dios, no podíamos hacer muy bien el papel de Dios ante nuestros
semejantes ni sentiríamos el vivo deseo de depender completamente de la
protección y del cuidado humanos. Esas fueron las nuevas actitudes que
finalmente trajeron a muchos de nosotros la fortaleza interior y la paz,
que no podían ser sacudidas profundamente por los defectos d e los de-
más, ni por cualquier calamidad ajena a nuestra propia responsabilidad.

Aprendimos que este nuevo punto de vista era algo especialmente nece-
sario para nosotros los alcohólicos. Porque el alcoholi smo había sido un
problema de aislamiento, aunque hubiésemos estado rodeados de gente
que nos amaba. Pero cuando la obstinación había alejado a todo el
mundo y el aislamiento había ll egado a ser completo, nos ind ujo a h acer
el papel d e personajes en cantinas baratas y lu ego nos puso en camino de
depender, solos en la ca ll e, de la car idad de los transeú~tes. Estábamos
todavía tratando de encontrar segur idad emocional al dominar o d epen-
der de los demás. Aun cuando nuestras fortunas no : hubieran di smi -
nu ído tanto y no obstante encontrarnos solos en ei mundo, todavía
tratábamos inútilmente de estar seguros por alguna clase de dominación ·
o dependencia malsana. Para aquellos quienes fuimos así, AA tuvo un
significado muy especial. Gracias a él em pezamos a tener buenas relacio-
nes con la gente que nos comprende; ya no t enemos que estar so los.

Muchas personas casadas que están en AA tienen hogares muy felices.


Hasta un grado sorprendente, AA ha compensado el deterioro de la vida
familiar ocasionado por años de alcoholismo. Pero al igual que en todas
las otras sociedades, tenemos problemas sexuales y conyugales, y a veces
angustiosamente graves. Sin embargo, las rupturas y separaciones matri-
niales son poco comunes en AA. Nuestro principal problema no es
cómo permanecer casados, sino cómo ser más felices en el matrimonio
por la eliminación de las graves deformaciones emocionales, que tan fre-
cuentemente se ha derivado del alcoholismo.

Casi todo ser humano de seguro experimenta, en algún momento de su


vida el deseo apremiante de encontrar un compañero d el sexo contrario
con quien pueda hacer la unión más completa posible (espiritual, mental, .
emocional y física). Este poderoso impulso es la raíz de las gra ndes
realizaciones humanas, una energía creativa que influye profundamente
en nuestras vidas. Dios nos hi zo así. Por consiguiente, nu estra pregunta
será esta: De qué manera, por ignorancia, compulsión, u obstinación,
empleamos mal este don para nuestra propia destrucción? Los miembros
de AA no podemos pretender ofrecer respuestas completas a preguntas
eternas, pero nuestra experiencia suministra resp uestas seguras que a
nosotros nos han dado buenos resultados.

68
Cuando el alcoholismo golpea, pueden producirse situ aciones muy anor-
males que obran contra la vida y la arman/a conyugales. Si el hombre
resulta afectado, la esposa debe convertirse en jefe del hogar, y frecuente·
mente en el sostén de la familia. Cuando los asuntos empeoran, el esposo
se convierte en un niño enfermo e irresponsable, a quien hay que pro-
teger y sacarlo de interminables apuros y atolladeros. En forma muy
gradual, y generalmente sin darse cuenta de la realidad, la esposa se ve
obligada a convertirse en la madre de un muchacho descarriado. Y si
temperamentalmente ella tiene un marcado instinto maternal, la situa-
ción se agrava. Resulta obvio que no puede marchar bien una sociedad
conyugal bajo esas condiciones. La esposa continúa generalmente hacien·
do lo mejor que puede, mi entras el alcohólico alternativamente ama
y aborrece su maternal cuidado. Se establece por eso una relación que
puede traer mucha ruina más tarde. No obstante bajo la influencia
de los Doce Pasos de AA, esas situaciones frecuentemente se arreglan.

Sin embargo, cuando la distorsión ha sido mu y grande, puede ser nece-


sario un largo período de esfuerzo paciente. Después de que el esposo.
ingresa a AA, la esposa puede llegar a estar descontenta, y aún muy re·
sentida de que Alcohólicos Anónimos haya hecho exactamente lo que
todos sus años de devoción habían fracasado en hacer. Su esposo puede
llegar a estar tan envuelto en AA y con sus nuevos amigos que se. aleje
del hogar en forma más desconsiderada que cuando bebía. Al ver su
desdicha, le recomienda los Doce Pasos de AA y trata de enseñar le a vivir.
Ella cree naturalmente que durante a~os ha probado mejor capacidad que
él para la tarea de vivir. Entonces se incrim inan el uno al otro y se pre·
guntan cuándo volverá su matrimonio a ser feliz. Pueden aún empezar
a sospechar que nunca lo ha sido.

La compatibi lidad puede estar, por supuesto, tan deteriorada que resulte
necesar io la separación. Pero esos casos son poco frecuentes. El alcohó·
lico al ~:larse cuenta de lo que su esposa ha soportado, y comprendiendo
ahora totalmente lo mucho que hizo para perjudicarla a ella y a los
niños, casi siempre acepta sus responsabilidades conyugales con la buena
voluntad de reparar lo que pueda y de aceptar lo que no pueda. En forma
· persistente ensaya todos los Doce Pasos de· AA en su hogar, generalmente
con buenos resultados. En este punto comienza firme pero amorosa·
mente a comportarse como un socio en luyar de hacerlo como un mal
muchacho. Y sobre todo está convencido finalmente de que las aventu -
ras amorosas no son una forma de vida para él.

AA tiene muchos alcohólicos solteros que desean casarse y están en


disposición de hacerlo. Algunos se casan con compañeros de AA. Cómo
salen esos matrimonios? En general resultan muy ventajosos. El sufrí·
miento común como bebedores, su común interés en AA y en las cosas

69
espirituales, dan un realce a tales uniones. Es solamente cuando "un mu -
chacho tropieza con una chica en el recinto de AA" y resulta el amor a
primera vista, cuando pueden produc irse las dificultades. Los dos compa-
ñeros y eventuales cónyuges necesitan ser miembros sólidos de AA, y cono-
cerse durante el tiempo suficiente para saber que su compatibilidad espi-
ritual, mental y emocional es una rea lidad y no una il usión pasajera.
Necesitan estar tan seguros como sea posible de q u e no hay desventajas
emocionales en cualquiera de los dos, que puedan presentarse bajo las
presiones posteriores para deteriorarlos. Estas consideraciones son igual -
mente válidas e importantes para los miembros de AA que se casen con
alguien "ajeno" a AA. Con una clara comprensión y actitudes adu ltas,
se obtienen resultados muy felices.

Y qué pu ede decirse de muchos miembros de AA que, por una variedad


de razones, no pueden tener una vida familiar? Al principio muchos de
ellos· se sienten solos, lastimados y excluídos cuando son testigos d e tan-
ta felicidad hogareña a su alrededor. Si no pueden tener esta cl ase de
felicidad, puede AA ofrecerles satisfacciones d e similar valor y durabi-
lidad? Sí, cada vez que traten con ahínco de buscarlas. Rodeados de
tantos amigos de AA, esos llamados "solitarios" nos cuenta n que ya no
se sienten solos. En sociedad con los demás (hombres y mujeres) pueden
dedicarse a un gran número de ideas, personas y proyectos constructivos.
Libres de las responsabilidades conyugales, pueden participar en empresas
que se les niegan a hombres y mujeres de familia. Diariamente vemos a
tales miembros prestar enormes servicios y recibir en recompensa grandes
alegrías.

En cuanto se relacionaba con la posesión de dinero y de cosas materiales,


nuestro punto de vista sufrió el mismo cambio revo lucionari o. Con unas
pocas excepciones, todos nosotros habíamos sido derrochadores. Despil-
farrábamos el dinero en todas las direcciones con el deseo de darnos
gusto e impresionar a otras personas. En nuestra época de bebedores,
actuábamos como si la provisión d e dinero fu era inagotab le, aunque
entre una y otra borrachera nos íbamos a veces al otro extremo y casi
llegábamos a ser mezquinos. Sin darnos cuenta estábamos justamente
acumulando fondos para la siguiente juerga. El dinero era el símbolo d el
placer y la presunción. Cuando nuestro beber se había vuelto mucho
peor, el dinero era solamente un requisito urgente que podía proporcio-
narnos la próxim a copa, y el consuelo del. olvido que transitoriamente
nos traía.

Al hacernos miembros de AA, esas actitudes fueron bruscamente in-


vertidas, yendo a menudo demasiado lejos en la dirección contraria. El

70
espectáculo de años de despilfarro nos llenó de pánico. No había tiempo,
pensábamos, para reconstruir nuestras deterioradas fortunas. Cómo
podríamos ocuparnos de aquellas enormes deudas , tener un hogar decen·
te, educar a los niños, y ahorrar algo para la vejez? La importancia
económica ya no era nuestro principal objetivo; ahora clamábamos
por la segurid ad material. Aun cuando estuvimos bien restablecidos en
nuestros negocios, esos temores continuaron atormentándonos. Eso nos
hizo muy avaros y tacaños otra vez. Debíamos te11er una
completa seguridad económica. Olvidamos que muchos alcohólicos en
AA tienen un potencial de ingresos considerablemente más alto qu.e el
promedio; olvidamos la enorme buena vol untad de nu~stros hermanos de
AA, deseosos de iacilitarnos mejores trabajos cuando los mereciéramos;
olvidamos la verdadera o posible inseguridad económica de todo ser
humano en el mundo. Y, lo peor de todo, nos olvidamos de Dios. En
asuntos de dinero sólo teníamos fe en nosotros mismos, y esta fe -no era
muy grande.

Todo esto quería decir, por supuesto, que estábamos todavía muy
desconcertados. Cuando el trabajo parecía un simple medio para cbnse·
guir dinero más bien que una oportunidad de servicio; cuando la adquisi·
ción d e dinero para la independencia económica parecía más importante
que la debida dependencia en Dios, éramos todavía las v íctimas de temo-
res irrazonables. Y ~sos temores hacían completamente imposible una
existencia serena y útil, a cualquier nivel económico.

Pero cuando pasó el ti empo vimos que con la ayuda de los D-0ce Pasos
de AA podíamos perder esos temores, sin importar nuestras perspectivas
materiales. Podíamos alegremente hacer un trabajo h~milde sin preocu·
parnos del mañana. Si nuestras circunstancias eran buenas, ya no temía·
mos un .cambio ,hacia lo peor, porque habíamos aprendido que es~s difi-
cultades pod /an ser transformadas en grandes valores. Nos importaba
tanto nuestra condición material, ·como nuestra condición espiritual.
El dinero gradualmente llegó a ser nuestro servidor y no nuestro -amo.
Se convirtió en un medio para intercambiar amor y servicio con aque-
llos que nos rodean. Cuando con la ayuda de Dios, aceptamos tranqui·
lamente nuestra suerte, vimos que podíamos viv ir en paz con nosotros
mismos y enseñar a quienes todavía sufrían los mismos temores, que
también ellos podr ían superarlos. Vimos que la liberaci ón del temor era
más importante que la Iiberación de la necesidad.

Tomemos nota en este punto de nuestra actitud hacia los problemas de


la importancia personal, el poder, la ambición y el mando. Esos fueron
esco llos en los cuales muchos de nosotros llegamos a naufragar en nuestra
carrera de bebedores.

71
Casi todo muchacho en los Estados Un idos sueña con llegar a ser presi-
dente. Desea ser el p rimer hombre de su país. Cuando crece y ve la im po-
sibilida d d e és to, puede sonre ír amabl emente ante el sueño de su infan-
cia. En una edad más avanzada descubre que la verdadera felicidad
no se encuentra precisamente en tratar de ser el número uno, o siqu iera
el primer velocista e n la d esgarradora lucha por el dinero, los amoríos,
o la presunción. Aprende que puede estar satisfecho mientras juegue
· bien los n aipes que la vida [e reparta. Es todavía ambic ioso, pero n o en
forma absurda, porque puede a hora ver y aceptar la verdadera realidad.
Está dispuesto a permanecer conform e.

Pero no así con los alcohól icos. Cuando AA est ab a en la infancia, varios
eminentes psicólogos y doctores hici eron un estudio exhaustivo de un
numeroso grupo de los i"lamados bebedores problemát icos. Los doctores
no estaban tratando de e ncontrar lo diferentes que éramos el un o del
otro; buscaban encontrar, si existía, cualquier característica que este gru-
po d e alcohó iicos tuv iera en común. F inalmente llegaron a una conclu-
sión que produjo conmoción en ·l os miembros de AA de esa época.
Estos distinguidos hombres tuvieron el descaro de decir que la mayoría
de los alcohólicos ·bajo investigac.ión era n todav ía pu er iles; emoc ional-
mente susceptibles y ·pomposos.

Cómo nos resintió a los alcohólicos esa opi nión! No creíamos que
nuestros sueños adu ltos fueron a menudo realmente pueri les. Y ·conside-
ra ndo el trato du ro que n os había dado la vida, nos parecía perfecta-
mente n atural que fuéramos susceptibles. En lo que se refiere a nuestra
conduct~ grandiosa, insist íamos en que sólo hab íamos tenido una
grande y leg ítima ambición de ganar la batalla de la vida.

Desde hace años, sin embargo, la mayoría de nosotros hemos llegado a


estar de acuerdo con aquellos doctores. Hemos tenido mucha m ás agu-
deza para observarnos a nosotros mismos y a aquellos que nos rodean.
Hemos visto que éramos aguijoneados por temores o ansiedades irrazo-
nables al hacer de la vida un asunto de ganar tamil, dinero y lo que pensá-
bamos que era mando. Así el fa lso orgullo se convirtió en el reverso de
esa ru inosa moneda marcada "Mi~do". Simplem.ente teníamos que ser
el _número uno para cub rir por completo nuestras profundas inferiori-
dades. Con los éx itos esporádicos nos jactábamos de las más grandes
proezas por hacer; en el fracaso nos sentíamos amargados. Si no obt e·
níamos éxitos materiales nos sentíamos deprimidos y acobardados.
Entonces decía la gente que éramos de una clase "inferior". Pero ahora
nos vemos como asti llas del mismo palo. En el fondo todos habíamos
sid o anormalmente temerosos. Poco importaba que· nos hu biésemos

72
sentado a la orilla de la vida para beber hasta el olvido o que imprudente
o deliberadamente nos hubiésemos sumergido más allá de nuest ra capa-
cidad . El resultado fue el mismo, todos nosotros casi habíamos perecido
en un mar de alcohol.

Pero en la actualidad, ya como miembros de AA, estos impulsos defor-


mados han sido encauzados lo más posible hacia su verdadero objetivo
y dirección. Ya no nos esforzamos por dominar o mandar a aquellos que
nos rodean con el f in de acrecentar la vanidad. Ya no buscamos fama y
honra con el fin de ser alabados. Cuando por el dedicado servicio a la
familia, los amigos, los negocios y Ja comunidad, nos atraemos el afecto
general y a veces somos escogidos para puestos de más grande responsa-
bilidad y confianza, tratamos de · estar hum ildemente agradecidos y de.
esforzarnos aún más con un espíritu de servicio y amor. Ya sabemos que
el verdadero liderazgo depende del ejempJo inteligente y no del vano
alarde de poder y gloria.

t
Todavía más mar-avilloso es el sentimiento de que no tenemos que distin-
guirnos particularmente entre nuestros compañeros con el fin de ser
útiles y profundamente felices. No muchos -de nosotros podemos ser
l_íderes de importanc ia, ni deseamos serlo. El servicio prestado .gustosa-
mente, las obligaciones honradamente enfrentadas, -las dificultades bien
aceptadas y resu-eltas con la a·yuda de Dios, el conocimiento de .que
en el hogar o en el mundo exterror somos socios de un esfuerzo común,
la verdad bien entendida de que a los ojos de Dios todos los seres huma-
nos son importantes, la prueba de que el amor que se da ·sin reserva
trae seguramente una )usta recompensa, la certeza de que ya no e'Stamos

' aislados y· solos en prisiones construidas por nosotros mismos, la segu-


ridad de que no necesitamos estar por más tiempo como pez fuera del
agua sino que podemos encajar y pertenecer a este esquema de · 1as
cosas de Dios, esas ·son las satisfacciéines,permanentes y leg ítlmas·de -vivir
correctamente para la cual no podrían ser sustitutos ninguna cantidad de
pompa y •c ircunstancias y ningún montón de posesiones mater4ales. La
verdadera ambición no es lo que pensábamos que era. La verdadera
ambición es el deseo profundo de vivir 'Útilmente y caminar 'humilde-
mente bajo la gracia de Dios.

Estos pequeños estudios de los Once Pasos llegan ahora al final. Hemos
estado considerando tantos problemas que puede parecer que AA consta
pr incipalmente de dilemas y de una caza de dificultades. Hasta cierto
grado , esto es verdad. Hemos estado hablando de problemas porque
so mos personas problemáticas que hemos encontrado una solución y
d eseamos compartir nuestro conocimiento de esa solución con todos los

73
que puedan utilizarla. Porque solamente al aceptar y resolver nuestros
problemas, podemos empezar y ponernos bien con nosotros mismos, con
el mundo que nos rodea, y con El que preside sobre todos nosotros. La
comprensión es la clave de los principios y las actitudes correctas, y la
acción adecuada es la clave del buen vivir; por lo tanto, la alegría de vivir
correctamente es el tema d el Duodécimo Paso de AA.

Oue cada día que pase de nu estras vidas, pueda cada uno de nosotros
sentir más profundamente el significado oculto de la sencilla oración
de AA:

DIOS, concédeme la
SERENIDAD para aceptar las cosas 4ue no puedo cambiar...
VALOR para cambiar aquellas que puedo,
y SABIDURIA para reconocer la diferencia.

74
,
A. A.

COMO TRABAJA EL PROGRAMA

Este Sello aparece en literatura aprobada por la Con/erencia. .


COMO TRABAJA EL PROGRAMA

Es muy raro ver fracasar a una persona que haya seguido en-
teramente nuestros Pasos. Los únicos que no se recuperan son los
individuos que no quieren o carecen de capacidad para darse del
todo al programa . No saben ser honrados consigo mismos . Lástima
que haya seres tan desdichados. Pero no hay que culparlos, nacie-
ron así. La verdad es que carecen de absoluta capacidad para cap-
tar y desarrollar un modo de vida que hace imperativa la más rigu-
rosa sinceridad. Huelga decir que tares personas tienen .muy pocas
probabilidades de éxito. Se dan casos también de personas que su-
fren graves trastornos emocionales y mentales, aunque muchas de
éstas logran su recuperación si cuentan' con capacidad suficiente
para ser honradas.
En términos generales nuestros historiales reflejan lo que era
antes nuestro modo de ser, lo que nos aconteció y lo que somos
hoy. Si en verdad el lector desea conseguir lo que nosotros hemos
alcanzado, y está dispuesto a poner a contribución el mayor empe-
ño para lograrlo, no cabe Ta menor duda de que estará en condi-
ciones hábiles para dar determinados pasos.
Debemos señalar que después de dar algunos de estos pasos,
nos detuvimos obstinadamente, pugnando por seguir adelante .
Creíamos que podríamos hallar un camino más fácil y cómodo, pe-
ro lo cierto es que no pudimos! encontrarlo. Es por ello que os pe-
dimos con la mayor vehemencia, que seaias estoicos e íntegros des-
de el comienzo. Algunos de nosotros tratamos de sujetarnos a nues-
trQs viejos moldes y el resultado fué enteramente nulo, hasta que
nos decidimos a orientar nuestros pasos por eT nuevo sendero.
Es preciso recordar en todo momento que estamos tratando
con el alcohol, que es: astuto. desconcertante y poderoso. Sin ayuda
resulta demasiado para nosotros. ¡Ah, pero podemos apelar a un
amigo que es más fuerte que él, un AMIGO TODOPODEROSO
-DIOS. Ojalá el _lector ya lo haya conocido.
Los términos medios no nos sirvieron de nada. Nos hartába-
mos en el tramo decisivo de nuestra jornada. Pué entonces cuan-
do con entero desprendimiento pedimos a ese Poder Superior ayuda
y protección para resolver nuestro problema.
He aquí los pasos que dimos y que sugerimos a todos 16 alco-
hólicos interesados como Programa de Recuperación.
1. Admitimos que éramos impotentes ante el alcohol, que nues-
tras vidas se habían vuelto ingobernables.
2. Lregamos al convencimiento de que sólo un Poder Superior
a nosotros mismos podría devolvernos el sano juicio.
3. Decidimos poner nuestra voluntad y nuestras vidas al cuidado
de Dios; tal como nosotros Lo concebimos.
4. Sin ningún temor hicimos un inventario moral de nosotros
mismos.
5. Admitimos ante .Dios, ante nosotros mismos y ante otro ser
humano la naturaleza exacta de nuestras faltas.
·6 . Estuvimos dispÚ~stos ··a dejar que. Dios eliminase todos estos
defectos de carácter. · · ·· · · ··
7. Humildemente le pedimos a EL que nos librase de nuestros de-
fectos.
8. Hicimos una Tista de todas aqueHas personas a quienes había-
mos ofendido y estuvimo dispuestos a reparar el daño que les
causamos.
9. Reparamos directamente a cuantos nos fué posible el daño
que les habíamos causado, salvo en aquellos casos en que el
hacerlo perjudicaría a ellos mismos o a otros.
10. Continuamos haciendo nuestro inventario personal y cuando nos
equivocábamos lo ádmitíamos inmediatamente.

11 . Buscamos a través de la oración y la meditación mejorar


nuestro contacto consciente con Dios tal como nosotros Lo
concebimos, pidiéndole solamente que nos dejase conocer Su
vol'untad para con nosotros y nos diese la fortaleza para acep-
ta~fa.
12. Habiendo experimentado un despertar espiritual como resulta-
do de estos pasos, tratamos de llevar este mensaje a los al-
cohólicos y de practicar estos principios en todos nuestros actos.

Al contemplar este· 'programa de acción muchos nos resistíamos


a creer que pudiésemos cumplir al pie de la letra con los mandatos
de tan solemne cartilla. Ignorábamos, naturalmente, que a pesar der
éxito alcanzado con el mismo, nadie ha observado íntegramente estos
principios. Consiguientemente, el alcohólico que quiera beneficiarse
del programa en general para su recuperación, debe despojarse de
ese ingenuo temor. No somos santos, ni es preciso serlo para conseguir
la renovación anhelada. Lo que importa es que uno procure engrande-
cer su vida marchando por rutas espirituales. Los principios que he-
mos sentado constituyen la brújula que nos orientará hacia ese pro-
greso. Propiamente dicho, lo que pretendemos es el adelantamiento
constante, y no la perfección espiritual.
La descripción deT alcohólico, el capítulo sobre los agnósticos
y nuestras aventuras antes y después de compenetrarnos del pro-
grama, hacen resaltar de manera manifiesta tres inevitables con-
clusiones:
a) Que éramos alcohólicos y no podíamos manejar nuestras
propias vidas.
b) Que probablemente ningún poder humano hubiera podido
remediar la condición alcohólica en que nos haílábamos.
c) Que Dios podía remediarla, y la remediaría de manera efi-
caz si Lo buscábamos.

Reproducción del Libro "ALCOHOLICOS ANONIMOS"


Copyright 1955
Alcoholics Anonymous Publisbing, Inc.
(Ahora conocido como Alcoholics Anonymous World
Service. Inc.)
Impreso y Distribuído. por:
Oficina de Servicios de A . A . para Cofombia
y América del Sur.
TeTéfono: 45 43 09 - Apartado Aéreo 3070
Medellín - Colombia
con el permiso de A.A. World Services Inc., Box 459
Grand Central Station, New York 10017
44
PREGUNTAS
TITULO EN INGLES:
44 QUESTIONS ANO· ANSWERS
ABOUT THE A.A. PROGRAM OF
RECOVERY FROM ALCOHOLISM

"Alcohólicos Anónimos es una comunidad de hombres y


mujeres que comparten su mutua experiencia, fortaleza y es-
peranza para resolver su problema común y ayudar a otros a
recuperarse del alcoholismo.
El único requisito para ser miembro de A.A. es el deseo de
dejar la bebida. Para ser miembro de A.A. no se pagan honorarios
ni cuotas; nos mantenemos con nuestras propias contribuciones.
A.A. no está afiliada a ninguna secta religiosa, partido político,
organización o institución alguna; no desea intervenir en contro-
versias, no respalda ni se opone a ninguna causa. Nuestro objetivo
primordial es mantenemos sobrios y ayudar a otros alcohólicos a
alcanzar el estado de sobriedad"

Copyright 1952
Alcoholics Anonymous World Services, Inc.
Mail Address: Box 459
Grand Central Post Office
New York, N. Y. 10017

Impreso y Distribuído por:


Oficina de Servicios Generales de A.A.
Para Colombia y América del Sur
Apartado Aéreo 3070 - Medellín - Colombia S. A.
Impreso en Colombia - Con la autorización de
A.A. World Services Inc.
Prohibida la reproducción parcial o total.
PREGUNTAS V RESPUESTAS ACERCA DE

ALCOHOLICOS ANONIMOS
Probablemente, varios millones de personas han oído hablar o han
leido acerca de Alcoholicos Anónimos, desde su iniciación en 1935.
Algunos conocen más o menos su programa de recuperación del alcoho-
1ismo, que ha ayudado a cientos de millares de bebedores problema.
Otros tienen solamente una vaga idea de que A.A. es una asociación que
de un modo u otro les ayuda a los borrachos a dejar de beber.

Este folleto fué proyectado para qu ienes estén interesados en A.A.


para sí mismos, para un amigo o pariente o simplemente porque desean
estar mejor informados acerca de esta comunidad poco común.

En las paginas siguientes se incluyen las respuestas a muchas de las


preguntas especfficas que se han hecho en el pasado sobre A.A. Dichas
respuestas vienen a formar la historia de esta sociedad más o menos
indefinida de hombres y mujeres que comparten entre sí un gran interés:
el deseo de mantenerse sobrios y de ayudar a otros alcohól icos que están
de acuerdo en que la bebida se les ha vuelto un problema.

Los millares de hombres y mujeres que han ingresado a la sociedad


de A.A. en los ú ltimos años, no son misioneros altruístas. Su empeño
y voluntad para ayudar a otros alcohólicos, puede más bien calificarse
de interés propio bien entendido. Los miembros de A.A. dependen en
gran parte de continuar en contacto con los alcohólicos.

Después de leer este folleto, puede ser que usted tenga algunas pregun-
tas que no hayan sido contestadas completamente. Si en su localidad
hay un grupo de A.A. , sus miembros tendrán mucho gusto en darle
información ad icional. En caso de no existir un grupo de A.A. cercano
a su localidad no vacile en escribir directamente a: Alcoholics Anony-
mous, Post Office Box 459, Grand Central Station, Nueva York, o al
Apartado Aéreo No. 3070 Medell(n, con la seguridad de que no divulga-
remos su nombre.

-3-
EL ALCOHOLISMO Y LOS ALCOHOLICOS

No hace mucho que el alcoholismo era considerado como problema


moral. Hoy en día muchos lo consideran primordialmente como un
problema de salud. Para el bebedor problema mismo, el alcoholismo
seguirá siendo siempre un asunto intensamente personal. El alcohólico
que se dirige a A.A ., a menudo hace preguntas que se refieren a su propio
caso, a sus temores y a sus esperanzas de mejorar su vida.
Qué es el Alcoholismo? y./

Hay diversas y muy distintas interpretaciones del alcoholismo.

La explicación que les parece más sensata a la mayoría de los miem-


bros de A.A. es que el alcoholismo es una enfermedad, una enfermedad
progresiva que no puede curarse pero que, al igual que muchas otras
enfermedades, puede contenerse. Yendo aún más allá, muchos de los
A .A . opinan que esa enfermedad es la combinación de una afinidad
física por el alcohol y de la obsesión por la bebida, que a pesar de sus
consecuencias, es imposible contener con sólo la fuerza de voluntad.

Antes de haber sentido la influencia de A.A., muchos alcohólicos


que no pueden dejar de beber se consideran moralmente débiles o, en
algunos casos, se sienten víctimas de algún desequilibrio mental. A.A.
cree que los alcohólicos son más bien enfermos que pueden mejorarse
de su dolencia siguiendo un programa sencillo y que ha resultado eficaz
para otros miles de hombres y mujeres.

Una vez que el alcoholismo se ha apoderado de un individuo, no


puede decirse que la víctima esté cometiendo una falta moral. En ese
estado, el alcohólico no puede valerse de su fuerza de voluntad, porque
ya ha perdido la facultad de resolver si usa el alcohol o si se abstiene de
él. Lo importante, entonces, es hacerle frente a la enfermedad y valerse
de la ayuda que se le brinda para combatirla. Debe además existir el
deseo sincero de "restablecerse". La experiencia ha demostrado que el
programa de A.A. resulta eficaz para cualquier alcohólico que tenga
sinceros deseos de dejar la bebida; generalmente no produce resultados
para el hombre o mujer que no esté absolutamente seguro de querer
dejar el alcohol. ·

- 4 -
Cómo Puedo Saber si Soy Verdaderamente un Alcohólico?
/
Sólo usted puede tomar esa decisión. A muchos de los actuales miem-
bros de A.A.les habían dicho q ue ell os no eran alcohó licos, que sólo necesi-
taban más fuerza de voluntad, un cambio de amb iente, más descanso o
algunas d istracciones nuevas para recuperarse. Finalmente se d irigieron
a A.A. porque sentían sinceramente que el alcoho l los había derrotado
y que estaban d ispuestos a ensayar cualqu ier cosa que los librara del
incontrolable deseo de beber.
A lgunos de esos hombres y mujeres sufrieon terrib les exper iencias a
causa del alcohol antes de estar dispuestos a adm it ir que el alcohol no les
conv.enía. Se volvieron negligentes, robaron, mintieron, estafaro n, y hasta
mataron en med io de sus borracheras. Abusaron de sus patrones y de
su·s propias fam ilias. Perdieron toda noció n de responsab il idad en cuanto
a sus relaciones sociales. Malgastaron su caudal mater ial, mental y esp i-
ritual.
Otros muchos que t uvieron experiencias menos trágicas también se
d irigieron a A.A. No estuv ieron nunca presos ni hospitalizados. Sus
excesos en la beb ida hab ían sido notados apenas por los miembros de
la fam ilia y por los am igos más cercanos, Pero sab ían lo suficiente acerca
de la beb ida para reconocer los síntomas del alcoholismo y entender
que se trataba de una enfermedad progresiva. No deseaban partic ipar en
esa clase de progreso.
Entre los A.A. se d ice que no ex isten personas que sean un poqu ito
alcohó licas, o alcohól icas a med ias. O se es alcohó lico o no se es. Y
so lo el ind ividuo mismo puede decir si para él el alcohol se ha convertido
en un problema incontrolab le.
Puede un Alcohólico Volver a Beber "Normalmente?" t"

Hasta donde ha pod ido determ inarse, ningún alcohólico ha vuelto


a dejar de serlo. El so lo hecho de haberse absten ido del alcohol d urante
varios meses o años, nunca ha sido suficient e para que un alcohó lico
pueda beber "normalmente" o socialmente. Una vez que el ind ivid uo
ha traspasado la frontera entre beber mucho y beber irresponsable-
mente, no puede volver atrás, Pocos son los alcohó licos que deliberada-
mente tratan de beber hasta hall arse en apuros, pero los apuros y moles-
t ias parecen ser la consecuencia invevitable que espera a los alcohó licos.
Después de abstenerce por algún t iempo, puede pensar que no corre peli·
gro experimentando con unas cuantas cervezas o unos pocos vasos de
vino suave. Puede engañarse con la fa lsa idea de que si apenas bebe con
las comidas, ev itará meterse en problemas. Pero no tardará en verse
nuevamente en las garras del alcohol, aunque con toda sinceridad desee
limitarse a beber con moderación y en reun iones de sociedad.
La respuesta, basada en la experiencia de A.A., es que quien es alcohó-
lico nunca será capaz de controlar el alcohel durante un período de

- 5- .
tiempo apreciable. Eso deja abierto dos caminos: dejar que la enferme-
dad siga empeorándose progresivamente, con todas sus terribles conse-
cuencias, o abstenerse totalmente del alcohol y desarrollar una nueva
manera de vivir constructivamente.

Puede un Miembro de A.A . Beber Siquiera Cerveza?


Naturalmente, en A.A. no existen preceptos de "carácter obligatorio"
y nadie vigila a los miembros para cerciorarse de si están bebiendo o
no. La respuesta a esta pregunta es que si un individuo es alcohólico no
puede arriesgarse a tomar alcohol en ninguna forma. E I alcohol no deja
de ser alcohol aunque esté en la forma de una martini, un whisky con
soda, un brandy con agua, una copa de champaña o un vaso de cerveza
débil. Para un alcohólico, una bebida alcohólica en cualquier forma
puede ser demasiado, y veinte tragos de licor pueden no bastarle.

Para asegurarses de su sobriedad, el alcohólico tiene que abstenerse


totalmente del alcohol, sin que para nada importe la cantidad y sin que
influyan la mezcla y el grado de concentración que se crea capaz de
soportar.

Claro está, que muy pocos son los que pueden embrorracharse con
solo una o dos botellas de cerveza. El alcohólico lo sabe tan bien como
cualquiera. Puede hasta convencerse de que apenas va a tomarse dos o
tres cervezas y no más durante el día. En algunas ocasiones puede hasta
seguir ese programa durante varios días o semanas. Pero eventualmente
resuelve que ya que está bebiendo, más vale "hacer las cosas bien hechas"
y va aumentando la cantidad de vino o de cerveza, o se pasa a un licor
fuerte y, cuando menos lo piensa, vuelve a quedar donde había princi-
piado.

Yo puedo Dejar de Beber por un Tiempo Entre Una y Otra


Borrachera: Cómo puedo saber si necesito a A.A .?

La mayoría de los A.A. dicen que el todo está en cómo se bebe y no


en cuán a menudo se bebe. Muchos bebedores pueden pasar semanas,
meses y hasta años entre una y otra borrachera. Durante sus períodos de
sobriedad puede que hasta ni siquiera piensen en el alcohol. Sin hacer
gran esfuerzo mental o emocional, pueden tomar o no tomar, y prefieren
no tocar el alcohol.

Luego, por alguna razón inexplicable, o sin razón siquiera, se entregan


a una borrachera prolongada. Dejan a un lado su oficio, descuidan la
familia y demás deberes cívicos y sociales. La borrachera puede durar
apenas una noche o prolongarse por días o semanas. Cuando pasa, la
víctima se siente débil, llena de remordimiento; resuelta a no dejar que
vuelva a ocurrirle1semejante cosa. Pero, es seguro que volverá a ocurrirle.

- 6 -
Este tipo de borracho, que pudiéramos calificar de "periódicos", sor-
prende no solo a quienes le rodean sino que se sorprende él mismo.
No puede comprender cómo es que interesándole tan poco el licor
durante largos períodos de tiempo, llega el momento en que basta con
que empiece a beber para que pierda todo el dominio de sí mismo.
El bebedor periódico puede o no ser alcohólico. Si om en, a a beber
de seguido y si los períodos de sobriedad entre una y otra borrachera
van volviéndose progresivamente más cortos, lo más probable es que
llegue el momento en que tenga que ver que se encuentra ante un pro-
blema verdadero, Si está listo a convenir en que es un alcohólico, ha
dado el primer paso hacia la sobriedad progresivamente constructiva
de que disfrutan miles y miles de A.A.
Otros Dicen que No Soy un Alcohólico. Pero Bebo Más y M ás Cada (
Día. Debería Ingresar a A .A .?
A muchos de los miembros actuales de A.A. les habían asegurado
sus médicos, amigos y parientes que no eran alcohólicos. El alcohó-
lico mismo generalmente complica su problema porque siente repugnan-
cia a encararlo seriamente. No siendo totalmente honrado consigo mis·
mo, el borracho consuetudinario le dificulta la tarea al médico que trata
de ayudarle, Lo sorprendente es que, en realidad, tantos médicos hayan
podido penetrar el engaño de los bebedores típicos y hayan podido
diagnosticar acertadamente el problema.

Nunca se recalcará demasiado el hecho de que la resolución decisiva-


soy un alcohólico- tiene que tomarla el bebedor mismo. Sólo él (no
su médico, ni su familia, ni sus amigos) puede tomar tal decisión. Una vez
que lo haya hecho, habrá ganado la mitad de la lucha para lograr su
sobriedad. Si deja que otros resuelvan lo que sólo a él corresponde
decidir, habrá prolongado innecesariamente las serias consecuencias
de sus intentos de conquistar el alcohol.
Puede una Persona "por Si Sola" Lograr la Sobriedad Leyendo la
Literatura de A .A.?

Unas cuantas personas han dejado de beber después de leer el "Gran


Libro " de A.A., que anuncia los principios básicos del programa de
recuperación del alcoholismo. Pero casi todos los que han podido hacer-
lo, han buscado a otros alcohólicos inmediatamente, para compartir con
ellos su experiencia y su sobriedad.

El programa de los A.A. tiene mejores resultados para el individuo


que lo reconoce y acepta como programa que incluye a otras personas.
Cuando trabaja con otros alcohólicos de su grupo local, el bebedor
problema adquiere, al parecer, apoyo y simpatía. Se encuentra rodeado
por otros que comparten sus experiencias del pasado, sus problemas del

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presente y sus esperanzas para el porven ir. Deja a un lado la sensación de
so ledad que quizás fué uno de los factores importantes que lo llevaron a
la bebida. /
Si Me Hago Miembro de A.A. no lo Sabrá Enseguida Todo el Mundo?

El anonimato es y ha sido siempre la base del programa de A.A.


Después de ser miembros por · algún tiempo, la mayoría de los A.A. no
tienen inconvenie ntes en que se sepa que se han unido a una sociedad
que les ayuda a permanecer sobrios. Trad icionalmente los A.A. nunca
revelan su asoc iación con el movimiento por medio de la rad io, por la
prensa ni por cualqu ier otro med io de publicidad. Y ninguno de ell os
t iene el derecho de revelar la identidad de cualqu iera otro de los m iembros.

Eso quiere decir que los recién iniciados pueden tener la segur idad de
que sus nuevos am igos no divulgarán lo que sepan en relación con sus
problemas como bebedores. Los miembros antigüos del grupo compren-
den lo que sienten los recién llegados y recuerdan sus propias dudas y el
temor que sentían de ser ident ificados púb licamente con la aterradora
palabra de "alcohólicos".
Una vez que se ha hecho miembro de A.A., el recién llegado puede
pensar que en realidad era una simpleza asustarse de pensar que el públi-
co pudiera inform arse de que había dejado de beber. Cuando uno es
bebedor, las noticias de sus aventuras se saben rápidamente, y la mayoría
de los alcohólicos ya han adq uirido fama de borrachos incurables cuando
resuelven unirse a A .A. El hecho de que sean bebedores, con muy raras
excepciones, no es un secreto muy guardado y, en esas c ircunstanc ias
lo raro sería, que la buena noticia de q ue un borracho deje de tomar,
pasase inadvertida.
Cualquiera que sean las c ircunstancias, nadie más que el propio
interesado, o sea el recién afiliado a A.A. tiene el derecho de hacer
declaraciones al respecto, y sólo de modo que en ninguna forma vaya
a perjudicar a la Comunidad.
Cómo Puedo Hacer que Progresen mis negocios, Donde Tengo que
Hacer Muchos Amigos, si Me Abstengo de Beber?
E l beber en sociedad se acepta ahora como parte de las actividades
en que hay que tomar parte para hacer c iertos negoc ios. Muchas de
las reuniones con los clientes y posibles compradores se .hacen coinci-
dir con aq uellas ocasiones en que se acostumbra a tomar cocteles, o algu-
na otra clase de licores, bien sea durante el día o por la noche. Muchos de
los actuales miembros de A.A. ser ían los primeros en declarar que a
menudo llevaron a cabo importantes negociaciones en bares, cuartos de
hoteles y hasta en funciones sociales que tuvieron lugar en casas ()articu-
lares y durante las cuales se bebieron licores.

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Es sorprendente, sin embargo, que en el mundo se hace mucho trabajo
sin necesidad del alcohol. También sorprende a muchos alcohólicos des-
cubrir que hay multitud de dirigentes de negocios e industrias, y muchos
distinguidos profesionales y destacados artistas que lograron triunfar sin
depender para nada del alcohol.
En realidad, muchos de los A.A., admiten que usaban los "contactos
de negocios" como una de las diversas excusas para beber. Ahora que
ya no beben, han descubierto que en realidad logran hacer más que cuan-
do bebían. El abstenerse del alcohol no les ha resultado un estorbo para
ganar nuevos amigos y convencer a la gente que puede contribuír a su
éxito en los negocios.
Lo anterior no significa que todos los A.A. deben repentinamente
evitar todo contacto con sus amigos sociales o comerciales que tomen
bebidas alcohólicas. Si un amigo desea tomarse un coctel o dos antes del
almuerzo, el A.A . generalmente se toma un refresco, un jugo de frutas o
una taza de café. Si un A.A. es invitado a una reunión social en que se
sirvan licores y a la que deba asistir por razón de sus negocios, general-
mente no vacila en ir. Sabe por experiencia aue la mayoría de los demás
invitados se preocupan más por sus propias bebidas que por las de él y que
probablemente no les importe especialmen\e saber lo que esté tomando.

A medida que comienza a sentirse orgulloso de la calidad y cantidad


de su trabajo, el recién iniciado en A.A probablemente encuentre que
el triunfo en la mayoría de las actividades comerciales todavía depende
de lo que se produzca. Esa sencilla verdad no era tan aparente cuando
el bebía alcohol. En esos tiempos, podía haber llegado al convencimiento
de que la simpatía personal, la ingeniosidad y el buen humor era la clave
del triunfo en los negocios. No hay duda de que esas cualidades le ayudan
mucho a la persona que bebe en forma controlada1 pero no le son sufi-
cientes al alcohólico, pues generalmente les da más importancia de la que
realmente tienen.

Puede A.A. Servirle a la Persona que Realmente ha "Tocado Fondo"?


La experiencia ha demostrado que el hacerse miembro de A.A. tiene
buenos resultados para casi todos los que realmente deseen dejar e l
alcohol, sin que importen para nada sus antecedentes económicos o
sociales. La asociacion incluye hoy en día entre sus miembros a muchos
desheredados de la suerte, a muchos que fueron inquilinos de la cárcel
y de otras instituciones públicas.

El individuo sin hogar y sin dinero no queda en si,t uación desventa-


josa al hacerse miembro de A.A. Su problema básico, aquello que le
hace imposible llevar una vida normal, es idéntico al problema central
de todos los demás miembros de A.A. Lo que vale cualquiera de los
,miembros no se juzga por la ropa que vista, por su modo de hablar

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ni por la cantidad de dinero que tenga en el banco. Lo único que cuenta
es que el recién llegado desee sinceramente dejar de beber. En ese caso, se
le dará la bienvenida. Lo más seguro es que se sorprenda cuando descubra
que muchos de los demás miembros de la sociedad hayan pasado por
experiencias aún peores que las suyas, cuando empiecen a contarle sus
historias y aventuras.

Se Ha Dado el Caso de que Los Alcohólicos que Han Dejado de Beber


se Hagan Miembros de A.A .?

La mayoría de los hombres y mujeres que se unen a A.A. lo hacen


cuando han llegado al Iímite más bajo de su experiencia como bebedores,
pero no siempre es ese el caso. Muchas personas se han hecho miembros
mucho despwis de haber tomado el últir.,o trago. Un individuo, recono-
ciendo que no podía controlar el alcohol había dejado ya de beber por
seis o siete años cuando se hizo miembro. Su período de sobriedad,
impuesto por él mismo, no había sido nada envidiable. Gradualmente
aumentaba su tensión nerviosa y se contrariaba hasta por los problemas
más sencillos de su vida cotidiana. Ya estaba resuelto a volver a experi-
mentar con la bebida, cuando un amigo le aconsejó que investigase a A.A.
Desde entonces ha sido miembro durante varios años y dice que no hay
comparación entre su agradable sobriedad de hoy en día y su lastimosa
sobriedad del pasado.

Otros informan que han tenido experiencias semejantes. Aunque


saben que es posible sentir el horror de permanecer sobrios durante
largos períodos de tiempo, dicen que les es mucho más fácil gozar de
su sobriedad y fortalecerla cuando se encuentran con otros alcohóli-
cos y trabajan con ellos en A.A. Al igual que la mayoría de los seres
humanos, ven que no hay razón para hacer las cosas de la manera más
difícil. Si se les pone a escoger entre la sobriedad fuera de la sociedad, o
como miembros de ella, se quedan intencionalmente con A.A.

Por Qué se Interesa A.A. por los Bebedores Problema?

Los miembros de A.A. tienen un interés personal al brindar ayuda a


los demás alcohólicos que aún no han logrado la sobriedad. Primero,
porque saben por experiencia propia que esa clase de actividades, que
generalmente denominan trabajo del "Duodécimo Paso", les ayuda a
mantenerse sobrios. Sus vidas han adquirido un interés importante que
los domina y probablemente les recuerda, haciéndoles ver su experiencia
de otros tiempos, que deben evitar el exceso de confianza que podría
conducirlos a una recaída. Cualquiera que sea la explicación, los A.A.
que dedican libremente su tiempo y sus esfuerzos a ayudarles a los otros
alcohólicos, raras veces tienen mucha dificultad para conservar su propia
sobriedad.

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La segunda razón es que los A.A. desean vivamente ayudarles a los
bebedores problema porque así encuentran una oportunidad de pagar
la deuda que contrajeron con quienes les ayudaron a ellos. Esa es la única
forma práctica cómo un individuo puede pagar su deuda para con A.A.
Todos los miembros saben que la sobriedad no puede compararse y
que ellos mismos no pueden seguir siendo abstemios indefinidamente.
Saben, sin embargo, que el nuevo modo de vivir sin alcohol es suyo con
sólo desearlo, si honradamente lo quieren y si están dispuestos a compar-
tirlo con quienes quieran seguirlo.

Tradicionalmente, A.A. nunca "recluta" a sus miembros, nunca incitan


a nadie a que se haga miembro y nunca solicitan contribuciones de fuera.

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LA COMUNIDAD DE ALCOHOLICOS ANONIMOS

Quien esté convencido de que es un alcohólico y de que


A.A. pueden ayudarle, al ingresar como nuevo miembro,
generalmente tiene ciertas preguntas específicas sobre la
naturaleza, estructura e historia del movimiento mismo.
He aquí algunas de las preguntas más comunes.

Qué es Alcohólicos Anónimos?

Hay dos maneras prácticas de d esc ribir a A.A. La primera es la


descripción conocida de su meta y de sus propósitos, que aparece en
una de las paginas anteriores.

"Alcohólicos Anónimos es una comunidad de hombres y mujeres que


comparten su mutua experiencia, fortaleza y esperanza para resolver
su problema común y ayudar a otros a recuperarse del alcoholismo.
El único requisito para ser miembro de A.A., es el deseo de dejar la
bebida. Para ser miembro de A.A., no se pagan honorarios ni cuotas;
nos mantenemos con nuestras propias contribuciones. A.A., no está
afiliada a ninguna secta religiosa, partido poiítico, organización o institu-
ción alguna; no desea Intervenir en controversias, no respalda ni se
opone a ninguna causa. Nuestro objetivo primordial es mantenernos
sobrios y ayudar a otros alcohólicos a alcanzar el estado de sobriedad".

El "problema común" es el alcoholismo. Los hombres y mujeres


que se consideran miembros de A.A . son, y lo seguirán siendo siempre,
alcohólicos. Llegaron finalmente a la conclusión de que ya no les era
posible controlar de ningún modo el alcohol; ahora se abstienen de él
por completo. Lo importante es que no tratan de luchar contra el pro-
blema por s( solos. Discuten su problema abiertamente con los otros
alcohólicos. El hecho de compartir su "experiencia, fortaleza y esperan-
za" parece ser el e lemento básico que les permite vivir sin el alcohol y,
en la mayoría de los casos, sin siquiera sentir deseos de beber.

La segunda manera de describir a Alcohólicos Anónimos es esbozar


la estructura de la Sociedad. Numéricamente, A.A. consta de más de
675.000 hombres y mujeres en lo~ Estados Unidos, el Canadá y otros
90 países. Estos hombres y mujeres se reunen en grupos locales que
varían en tamaño desde un puñado de exbebedores en algunas localida-
des hasta varios centenares en los centros populosos.

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En las áreas metropolitanas puede haber veintenas de grupos vecinos,
que se reunen para tener sus reuniones independientemente unos de
otros. Muchas de esas reuniones de A.A. son públicas; algunos grupos
tienen también sus "reuniones cerradas" en las que se incita a los miem-
bros a que discurran sobre problemas que tal vez no serían apreciados
en su totalidad por los no alcohólicos.
El grupo local, con sus reuniones locales que permite que los alcohó-
licos y sus familias se reunan en un ambiente de amistad y mutua ayuda,
es el núcleo de la Sociedad de A.A. Actualmente hay diseminados en
todo el mundo más de 2 0.000 grupos incluyendo algunos en hospita-
les, prisiones y otras instituciones.

Como Comenzó A.A.?

Alcohólicos Anónimos tuvo su comienzo en Akron, en 1935, cuando


un hombre de negocios de Nueva York, que había logrado permanecer
sobrio por primera vez en varios años, buscó a otro alcohólico y se le
dió la dirección de un médico de la localidad. Durante los pocos meses
de su sobriedad recientemente adquirida, el neoyorquino había observa-
do que sus deseos de beber disminuían cuando trataba de ayudar a otros
"borrachos" a que tratasen de permanecer sobrios. Trabajando juntos,
el hombre de negocios y el médico descubrieron que su capacidad de
permanecer sobrios parecía estar muy relacionada con la cantidad de
ayuda y estimulo que pudiesen darles a los demás alcohólicos.
Durante los primeros cuatro años, la nueva asociación se desarrolló
lentamente, carecía de nombre, de organización y de material impreso
que la describiera. Se establecieron grupos en Akron, Nueva York,
Cleveland y algunos otros lugares.
En 1939, con la publicación del libro "Alcohólicos Anónimos", del
cual la sociedad derivó su nombre, y con la ayuda de amigos no alcohó-
1icos, la Sociedad comenzó a llamar la atención tanto en este país como
en el exterior.
Con el tiempo, se abrió en Nueva York una oficina principal que se
encargó de atender a la contestación de los millares de cartas que llegan
cada año solicitando informac ión y literatura.
Existen Reglamentos en A .A?
La ausencia de reglamentos y disposiciones de carácter obligatorio
es una de las cualidades más singulares de A.A. como grupo local y
como una asoc iación de alcance mundial. No hay estatutos que digan que
un miembro tiene que asistir a determinado número de reuniones durante
c ierto período d e tiempo.
Como es de suponer, la m ayoría d e los grupos tienen la tradic ión,.
no escrita, d e que cualquiera que siga bebiendo y que po r su compor-

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t amiento interrumpe una reun ió n de A.A. tendrá que ausentarse de ell a;
la misma pe rsona, sin embargo, será bieven ida en cualquier momento
en q ue sus acc iones no causen molestias. En realidad, los demás m iem-
bros del grupo harán cuanto puedan por ayudarle si es que sinceramente
desea dejar de beber.

Cuánto Cuesta Ser Miembro de A .A.?


Pa ra ser miembro de los A.A. no es necesario hacer gastos de ningu na
c lase. E l programa de recuperación de los alcohó licos está a la d isposi-
ció n de cualqui era que desee honradamente dejar de beber, bien sea que
carezca en absol uto de d inero o que posea millo nes.
En la mayor ía de los grupos locales "se pasa el sombrero" durante
las reunio nes para sufragar los gastos de arriendo y pagár los artícu los
que se consuman d urante las reuniones, tales como café, em pareados,
pasteles o cualq uier otra cosa que se sirva. En la gran mayor ía de los
grupos, parte de l d inero q ue se obtiene por contribucio nes voluntarias
pasa a la Ofic ina de Servicos Generales de A.A.y se destina a ayudar
al sost enimiento de los serv ic ios nac ionales e internac ionales de la
soc iedad, . Ese d inero se emplea exclusivamente para los serv ic ios desti-
nados a la ayuda de los grupos nuevos o ya establecidos y para d ifu nd ir
el p rograma de recuperación entre " los mi llomes de alcohó licos que aú n
no lo conocen".
Lo importante es que la calidad de miembro de A.A. no depende
en ninguna manera de que se contribuya a su sostenim iento. Muchos de
los grupos, en realidad, han p uesto un límite defin it ivo a la cantidad con
q ue puede co nt ribu ír cualqu iera de sus m iembros. La sociedad de A.A .
se sostiene sola y no acepta contribuciones de fuentes extrañas.

Quién Dirige a A.A.?

A.A. no t ienen gerentes, n i personal c;l irect ivo con poderes o autori-
dad sobre los demás miembros de la sociedad. En A.A.no hay " gob ierno".
Claro está, sin embargo, q ue hasta e n una organ izac ión de conf ianza hay
que hacer c ierta c lase de trabajo. En los grupos locales, por ejemplo,
algu ien t iene que atender a la consecució n de un lugar aprop iado para
las reuniones; es necesario planear las reuniones y sus programas; se
requiere proveer café y refrescos, que tanto contribuyen a hacer más
agradable el ambiente d urante las reuniones; muchos grupos tamb ién
consideran conveniente asignarle a alguno la responsab ilidad de mantener
e l contacto con el desarrollo nacional e internac ional de A.A.
Cuando un grupo local está recién organ izado, algunos de sus m iem-
bros asumen voluntariamente la responsab ilidad de actuar informal-
mente como serv idores del grupo. Tan pronto como se puede, sin embar-
go, esas respo nsabilidades van pasando, por elección, a otros miembros

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del grupo y por períodos de t iempo limitado. Un grupo típico de A .A.
puede tener un secretario, un comité de programas, un comité de alimen-
tos, un tesorero y un representante de Servicios Genera les que representa
al grupo en las regionales. Los nuevos miembros que hayan pasado un
t iempo razonab le de sobriedad son instados a que asuman parte de las
responsabi lidades de l gupo.

Tanto en lo nacional corno en lo internacional, hay tamb ién ciertas


tareas específicas que llevar a cabo. Es necesar io escrib ir circulares,
impr im irlas y d istribu írlas a los grupos o ind ividuos que las soliciten. Es
necesar io contestar las preguntas que se rec iben de los grupos nuevos o
ya establecidos. Es necesario atender a las so lic itudes de informac ió n
sobre los A.A. y su programa de recuperac ión del alcohol ismo. Es nece-
sario informar a los méd icos, miembros del clero, hombres de negoc ios
y directores de instituciones. Tamb ién es forzoso mantener re lac io nes
con la prensa, la radio, el c ine y otros med ios de comun icación e infor-
mación.

Para atender el só lido desarro llo de A.A. los primeros miembros de


la sociedad, junto con algunos am igos no alcohól icos, establecieron
un consejo custod ia!. La Fundación A lcohólica, que se conoce ahora
corno la Junta de Servicios Generales de A lcohólicos Anón imos. Esta
sirve de guardián de las Trad ic iones de A.A. y de sus servic ios generales,
y además asume responsabilidad por las normas de serv icio y la integri-
dad de la Oficina de Servicios Generales de A.A. en Nueva York.

El lazo de unión entre los grupos de A.A. y la Junta de Servic ios


es la Conferencia de Servic ios Generales de A.A. La Conferencia com-
puesta por aprox imadamente unos 89 delegados regionales, se reu ne con
los Custod ios de la Junta de Servicios y con los d irigentes de la Ofic ina
principal de Nueva York, d urante varios d ías de cada año. La conferencia
es exc lusivamente una agencia de consu ltas y serv ic ios y no t iene autor i-
dad pa ra reg lamentar o gobernar a los m iembros de A .A.

Así, la respuesta a la pregunta "lquién d irige a los A.A." es que la


soc iedad es una organización democrática, q ue no t iene gob ierno central,
y cuya organización formal se mantiene al mínimo.

Es A.A. una Sociedad Religiosa?

A.A. no es una sociedad religiosa, porque a sus m iembros no se les


ex ige ninguna creencia rel igiosa defin ida corno condición para su ingreso.
A pesar de que la asoc iación ha recibido la aprobación y el respaldo de
muchos dirigentes re ligiosos, no está aliada con n inguna organ ización
o secta. Entre sus m iembros se incluyen católicos, protestantes, judíos y
hasta unos cuantos que se consideran ateos o agnósticos.

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El programa de recuperación de A.A. t iene indudablemente como
base la aceptación de c iertos valores esp irituales. Cada m iembro, como
individuo, puede libreme nte interpretaresosvalores como mejor le plazca,
o ni siquiera pensar en ellos, si as í lo desea.

Antes de dirigirse a A.A. , el alcohólico corriente ha llegado al conven-


cimiento de que no puede controlar la bebid a. El alcoho l se ha converti-
do p ara él en algo supe rior a sus fuerzas y la asociación lo acepta en esas
condiciones. A .A. sugiere que, para lograr y conservar la sobriedad, el
alcohólico necesita aceptar que ex iste un Poder Superio r, del cual debe
depender. Algunos alcohólicos prefieren considerar que el grupo mismo
de A.A. es el Poder Superior a e llos, mientras que otros grupos aceptan
aún diferentes conceptos de ese Poder. Pero la mayoría de los A .A .
adoptan el concepto de Dios, tal como puede entenderlo el individuo
mismo.

Algunos alcohólicos, cuando se d irigen por primera vez a la sociedad


de A .A., hacen ciertas salvedades defin idas en cuanto a aceptar cualquier
idea de la existencia de un Poder S uper ior a ellos. La experienc ia ha
demostrado que, si consideran las cosas en forma imparcial y continú an
asistiendo a las reuniones del grupo, muy seguramente encontrarán una
solución aceptable de ese problema, que es netamente personal.

Es A.A. un Movimiento de Temperancia?

No A.A. no está relacionada con ningún· mov imiento de temperancia.


A.A. "no apoya ninguna causa ni se opone a ninguna causa" .Esta frase ,
tomada del plan general ampliamente aceptado en lo referente al objetivo
que persigue la soc iación, puede naturalmente aplicarse a los llamados
movimiento o cruzadas de temperanc ia. Una vez el alcohó lico ha logrado
volverse sobrio y está tratando de segu ir el programa de recuperación
de A.A ., su actitud h ac ia el alcoho l puede compararse a la de un indivi-
duo alérgico con respecto a las cosas que le producen alergia.

Aunque mucho.s de los A.A . comprend an que es posible que el alcohol


les caiga muy bien a algunas personas saben muy b ien que es veneno para
ellos. Por lo general, un A.A. no desea privar a nadie de aquello, que bien
manejado, puede ser una fuente de placer. S implemente acepta que él,
personalmente no puede manejar ese artícu lo.
Hay Muchas Mujeres Alcohólicas en A.A.?
Diariamente aumenta el número de mujeres a qu ienes ayuda la socie-
dad de A.A. en su problema de recuperación. Se ca lcu la q ue por cada
cinco o seis miembros de un grupo de A.A. hay una mujer. Lo mismo que
los hombre del grupo, representan todos los estratos de la sociedad y
todas las clases de alcohólicos.

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La impresión general es que la mujer alcohó lica tiene problemas
especiales. Puesto que la sociedad tiende a colocar a la mujer en un
plano superior al de los hombres, algunas mujeres pueden sentir que el
ab uso del alcohol es más afrentoso para la mujer que para el hombre.
A.A. no hace distinciones de esa clase. Cualquiera que sea la edad,
posicion social, fortuna o educación de una mujer alcohólica, encontrará
que, al igual que a los hombres, los A,A , la comprenderán y la ayudarán.
Dentro de la organización de A.A. en sus grupos locales, las mujeres
desempeñan papeles cada d ía más importantes. Ayudan a atender a los
nuevos miembros y a planear y preparar las reuniones. Son parte inte-
grante de toda la comunidad.

Hay Muchos Jóvenes en A.A.?

Uno de los aspectos más consolables del crecimiento de A.A. es que


constantemente crece el número de jóvenes hombres y mujeres que son
atra ídos por el programa antes de que sus problemas de alcohol ismo
resulten en desastre def ini t ivo. Ahora que la naturaleza progresiva del
alcoholismo se comprende mejor que antes, esos jóvenes reconocen que,
si uno es alcohólico, lo mejor es combatir la enfermedad en sus comienzos.

Cuando la sociedad de A.A. estaba recién fundada, se pensaba general-


mente que los ún icos candidatos lógicos eran los hombres y mujeres
mayores que habían perd ido sus empleos, habían desorganizado por
completo su vida de fam ilia o, en una u otra forma, se habían aislado
de la vida social normal durante varios años.
Hoy en día, muchos de los jóvenes que acuden a A .A . apenas han
pasado de los veinte años de edad. Otros aún no los han cumplido. La
mayoría de los socios andan entre los treinta y los cuarenta, y muchos
aún conservan sus empleos y tienen sus tamil ias. Muchos no han estado
nunca en la cárcel ni en ningún asilo. Pero han presentido la suerte que
les espera, reconocen que son alcohó licos y no ven el objeto que pueda
tene r el que dejen que el alcoholismo siga con ellos su curso desastroso.
La necesidad de recuperarse es tan fuerte en ellos como en los hom-
bres y mujeres mayores que no tuvieron ninguna oportunidad de acud ir a
A.A. en su juventud. Una vez que se vuelven miembros de A.A los jóve-
nes y los viejos rara vez se muestran conscientes de su diferencia en
edades. En A.A. ambos grupos com ienzan una nueva vida desde el
mismo punto: el último trago.
Las reun/or,es de los grupos locales son el centro o núcleo de la
sociedad de A .A. Son, en muchos aspectos, un tipo muy -singular de
reunión y muy seguramente puede parecer muy extraño a los recién
llegados. Las preguntas y respuestas que siguen dan una Idea del modo
como se desarrolla una reunión de A.A. y del papel que desempeña un
recién llegado como parte del grupo.

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Cómo hace una Persona para Unirse a A.A.?
Nadie "se une" a A.A. en el sentido usual de la expresión. No es
necesario llenar una solicitud. (En realidad, muchos de los grupos ni
siquiera tienen lista de los miembros) No hay que pagar cuota de matrí-
cula ni contribuciones de ninguna clase.

La mayoría de las personas se asocian a A.A. con sólo asistir a las


reuniones de un grupo local. Su introducción puede ocurrir de varias
maneras. Habiendo llegado al estado en que sinceramente desean dejar
la bebida, piden dirigirse voluntariamente a alguno de los grupos locales.
Muchos de los grupos figuran en las listas de teléfonos: las direcciones
de otros pueden obtenerse escribiendo a Alcohólics Anonymous. Post
Office Box 459, Nueva York, o al Apartado Aéreo No. 3070 Medellín,
Colombia.
Otros pueden haber sido guiados a un grupo local de A.A. por un
amigo, un pariente, un médico o un consejero espiritual.
Generalmente, un recién llegado a A.A. tiene oportunidad de hablar
con uno o más de los miembros locales antes de asistir a su primera
reunión. Tiene oportunidad de informarse cómo A.A. les ha ayudado a
esas personas. Obtiene información sobre el alcoholismo y A.A. que
puede ayudarle a determinar si está o no hon radamente preparado para
dejar el alcohol. El único requisito para ser miembro es tener el deseo de
dejar la bebida.
A.A. no hace cruzadas para conseguir nuevos miembros. En caso de
que después de asitir a varias reuniones, el recién llegado resuelve que no
le conviene seguir, nadie lo instará a que continúe en la sociedad. Puede
que se le diga que considere imparcialmente lo que debe hacer, pero
nadie tratará de convencerlo de nada. Sólo el alcohólico mismo, y por
sí mismo, puede resolver si necesita o no unirse a A.A.

Qué es Una Reunión "Abierta"?


Una reunión abierta de A.A. es aquella a la que puede asistir cualquier
persona de la comunidad, alcohólica o no alcohólica. La única obligación
en que se incurre al asistir, es la de no hacer públicos los nombres de los
miembros de A.A. fuera de la reunión.

Una reu nión abierta tiene generalmente un "director" y otros orado•


res. El director abre y cierra la reunión y presenta a cada uno de los
oradores. Con raras excepciones, los oradores en esta clase de reuniones
son miembros de A.A. Cada cual, a su vez, narra alguna de sus aventuras
como bebedor que lo condujo a ser miembro de la sociedad. O puede dar
su interpretación del programa de recuperación e indicar lo que para él
significa haberse vuelto sobrio. Todas las opiniones que se den son
personales, pues los miembros no hablan sino en su propio nombre.

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Siempre que se pueda, los programas generalmente tienen a una mujer
como oradora, y en la mayoría de las veces se procura presentar oradores
de las diversas capas sociales y de distintos antecedentes y modos de beber.

La mayoría de las reuniones abiertas al público concluyen con un


, período de conversación entre los asistentes, durante el cual se sirve
café, refrescos, empareados y paste les.

Qué es Una Reunión "Cerrada"?


A una reunión cerrada sólo pueden asistir los miembros del grupo
local o los miembros de otros grupos que estén de visita en la local idad .
E I objeto de las reuniones cerradas es darles a los miembros la oportun i-
dad de que traten sobre aspectos especiales de su problema alcohólico,
que puede ser mejor entendidos por los alcohól icos mismos.

Esas reuniones generalmente se ll evan a cabo tan informalmente


como sea posible y en ell as se incita a los m iembros a que tomen parte
en la discusión sobre los asuntos tratados. Las reuniones cerradas son
espec ialmente provechosas para los rec ién llegados, pues les dan la
oportunidad de hacer preguntas acerca de sus propias preocupaciones
y de aprovechar la experiencia de los m iembros "antigüos" en lo relacio-
nado con el programa de recuperación.

Puedo Llevar Parientes o Amigos a una Reunión de A.A,?

Cualqu iera que se interese por A.A. b ien sea m iembro o no, puede
asist ir a las reun iones abiertas o púb licas de A.A. A los recién llegados,
especialmente, se les inv ita a que lleven a sus esposas, maridos o amigos,
pues si ellos ent ienden el programa de recuperación pueden ayudarles
mejor a adquirir y a conservar la sobriedad. Muchos esposos y esposas
van siempre con su cónyuge y toman parte activa en las actividades
sociales de l grupo local.

(Se recordará que las reun iones "cerradas" son sólo para los alcohó·
licos).

Con que Frecuencia deben Asistir los Miembros de A.A. a las Reuniones?

A Abraham Linco ln le preguntaron una vez cuál era la longitud


aprop iada que debían tener las piernas de una persona. Su respuesta
clásica fué: "Lo sufic ientemente largas para llegar al suelo".

Los A.A. no t ienen que asistir a un número determinado de reuniones


en un período de tiempo determinado. Eso es ún icamente cuestión de l
gusto de cada ind ividuo y de sus necesid ades. La mayoría de los miem·
bros tratan de ir por lo menos a una reunión por semana. Consideran que

- 19 -
con eso les basta para satisfacer su neces idad personal de contacto
con el programa por intermedio de su grupo local. Otros van a las reun io-
nes casi todas las noches, en las áreas donde es posib le hacerlo. Y otros
pueden pasar un t iempo re lat ivamente largo sin ir a una reun ión.
La amonestac ión amistosa, "Siga viniendo a las reu niones" que tan
a menudo oyen los rec ién llegados, se basa en la experiencia de la gran
mayoría de los A .A., quienes saben que la calidad de su sobriedad se
deteriora cuando dejan de ir a las reun iones por mucho t iempo. Muchos
saben, por su propia exper iencia, que si no van a las reuniones corren
peligro de emborracharse y que si as isten con regu laridad les es más
fáci l pe rmanecer sobrios.
Los recién llegados, especialmente, parecen beneficiarse asistiendo a
un gran número de reuniones (o teniendo otros contactos con A.A.)
durante sus pr imeras semanas o meses como miembros de un grupo.
Mu lt iplicando sus oportunidades de conocer y oír a otros A.A, cuyas
experiencias sean semejantes a las suyas, parece que fortalecen su com-
prensión del programa y de lo que pueden beneficiarse.
Casi todo alcohólico, en una u otra oportunidad, ha tratado de
permanecer sobrio "por su propia cuenta" Para muchos de ell os, la
experiencia no ha sido especialmente agradab le, ni eficaz. Mientras
que la concurrencia a las reuniones le ayude al alcohólico a conservar
la sobriedad y a d ivertirse al mismo t iempo, parece que es demostrar
muy buen sentido dejarse guiar por la experiencia de los que "siguen
asistiendo a las reuniones".

Es necesario que un A.A. siga Asistiendo a las Reuniones Toda la Vida?

No es necesario; pero -como lo dijo un miembro- "casi todos lo


queremos, y puede que a la mayoría nos convenga".

A la mayoría de los alcohól icos no les gusta que se les d iga que t ienen
que hacer alguna cosa por mucho t iempo. A primera vista, la idea de
tener que asistir a las reun iones por el resto de la vida, puede parecer
Verdaderamente desconsoladora.
La respuesta, otra vez, es que uno no está obligado a nada en A.A.
S iempre puede escoger entre hacer una cosa o dejar de hacerla; inclusive,
hasta puede hacer la elección dec isiva de buscar o no la sobriedad por
intermedio de A.A.
La princ ipal razón para que un alcohó lico vaya a las reun iones de su
grupo es para ayudarse a permanecer sobrio hoy -no mañana o la semana
entrante o dentro de diez años-. Hoy, el presente, es el ún ico período
de su vida acerca de l cual el A.A. puede hacer algo. No se preocupa
por e l mañana ni por "el resto de la vida". Lo que le importa es conservar
hoy su sobriedad. Ya se preocupará del provenir cuando éste llegue.
- 20 -
De modo q ue el A.A q ue desea hacer lo que pueda para asegurar
su sob riedad en el prese nte, probab leme nte cont inu ará as ist iendo a las
reunio nes. Pero su concurrenc ia siempre será con base a atender a su
sobr iedad inmediata. Mientras se acerque a A.A . sobre esa base, ninguna
de sus act ividades , inclus ive su concu rrenc ia a las reun io nes, pued e
p arecer le una ob ligac ió n a largo p lazo.

Cómo Hago para Tener T iempo de Ir a Las Reuniones, Trabajar con


Otros Alcohólicos y Dedicarme a Otras Actividades de A.A.?

E l rec ién llegado a A.A. qu ien durante sus d ías de bebedor siempre
lograba restarle importanc ia al t iempo que gastaba ingiriendo alcohol, a
veces se desani ma al saber q ue la sobriedad consum irá tamb ién parte d e
su t iempo. S i se trata de u n alcohó lico t íp ico, desea recuperar pronto
" el t iempo perd ido ". Qu iere ded icarle a su trabajo todas sus energ ías,
gozar de las de lic ias de la vida hogareña q ue durante tanto t iempo dejó
en comp leto abandono. Hasta puede que esté de prisa para ded icarse a
la iglesia o a actividades de carácter cívico. Y si no es as í, ¿para qué
sirve la sobr iedad, si no es para vivir u na vida norm al, una vida ll en a
de satisfaccio nes?

A.A., sin emba rgo, no es algo que puede tomarse como u na p íldora.
Por eso A.A. sugiere que la experienc ia de qu ienes han tenido éxito en
el program a de recuperac ió n merece ser ten id a en cuenta. Casi sin excep-
c iones, los hombres y m ujeres que están más sat isfech os con su sobr iedad
son los que van a las reun io nes con regul aridad, que nunca vac il an s i hay
q ue trabajar con otros alcohó licos que b uscan ayuda, y que se interesan
realmente en otras actividades de sus grupos. So n los hombres y mujeres
q ue recuerdan vívidamente y con hon radez las horas sin rumbo que
gastaron en los bares, en los d ías d e t rabajo que perd ieron, la eficienc ia
disminuída y el remord im iento que venía con el malestar que sent ían al
día siguiente de u n a borrachera .

En cont raste con tales recuerdos, las pocas horas que se emp leen
apoyando y forta leciendo su prop ia sobriedad, no vienen a ser gran cosa.

Puede un Recién Llegado Unirse a A.A. Fuera de su Comunidad?

Esta pregunta la hacen ge neralmente las personas qu e al parecer


t ienen muy buenas razones para no q uerer expo nerse a que sus vec inos
los identif iquen como alcohólicos. Puede ser que, por ejemplo, tengan
patrones totalmente ignorantes de l programa de A.A. y posib lemente
hostiles hacia cualquiera que adm ita que t iene e l prob lema con la beb ida.
Puede ser que deseen desesperadamente asociarse con A.A. porque ven
all í la manera de adqu irir y conservar la sobr iedad. Pero puede que no se
atrevan a un irse a un grupo de su prop ia localidad.

- 21 -
La respuesta a esa pregunta es que cualquiera puede formar parte de
un grupo de A.A. donde qu iera que lo desee hacer. Naturalmente, es
mucho más cómodo pe rtenecer al grupo que quede más cercano. Tam-
b ién parece que ésta es la manera más franca de atacar el problema indiv i-
d ual. La persona que se d irige a A.A. en busca de ayuda, es generalmente,
pero no siempre, b ien conocida Como un borracho. 1ndudablemente,
la buena not icia de su sobriedad t iene que extenderse. Muy pocos patro-
nes o vecinos pueden considerar objetab le la fuente de la sobriedad de su
empleado o am igo, bien sea que se trate de un grupo local o de uno
situado a cincuenta mi llas de distancia.

En nuestros d ías, pocas personas corren peligro de perder el empleo


o los amigos simplemente por permanecer sobrias. Si hemos de tomar
la exper ienc ia de muchos mi les de A.A. como guía digna de confianza,
lo mejor que puede hacer el recién llegado es buscar ayuda de l grupo más
cercano, antes de comenzar a preocuparse de la reacción de los demás.

Si me Hago Miembro de A.A. no Perderé a Muchos de Mis Amigos y Me


Privaré de Muchas Diversiones?

La mejor respuesta a esta pregunta es la experiencia de miles de hom-


bres y mujeres que ya se han unido a A.A. En general, su actitud es que
no tuv ieron verdadera amistad ni verdaderas diversiones mientras no se
unieron a A.A. Su manera de ver las cosas en lo referente a amistades y
diversiones, ha camb iado.

Muchos alcohólicos descubren que sus mejores amigos sienten mucho


placer al ver que ell os están haciéndole frente a la realidad de que no son
capaces de manejar el alcohol. A nad ie le gusta ver que un am igo se hace
daño a sí m ismo.

Naturalmente, es muy importante d istinguir entre los verdaderos am i-


gos y los am igos de borrachera que se encuentran casualmente en los
bares y tabernas. Es muy seguro que el alcohól ico cuente con muchos
am igos de esta última clase, cuya jovialidad puede a menudo confundir-
se con am istad. Puede que por algún t iempo eche de menos a esos amigos
tan joviales. Pero serán reemplazados con los centenares de A.A. que
conocerá, hombres y mujeres que lo comprenderán y aceptarán,que están
d ispuestos a ayudarle a mantener su sobriedad en todo momento.

Pocos m iembros de A.A. cambiarían el placer que les da la sobriedad


por lo que les parecía tan d ivert ido cuando eran bebedores.

- 22 -
EL PROGRAMA DE RECUPERACION

Cuando ha asistido a unas pocas reuniones el recién


llegado habrá o/do seguramente referencias a "Los Doce
Pasos". "Las Doce Tradiciones'; "Reca/das•~ "El Gran
Libro" y otros elementos del programa de recuperación.
Los párrafos que siguen describen esos factores e indican
por qué los mencionan con frecuencia los oradores de A .A.

Qué Son Los "Doce Pasos"?

Los "Doce Pasos" son el núcleo del programa de A.A. para la recupe-
ración personal del a lcoholismo.Se presentan simplemente como sugeren-
cias basadas en la experiencia de ensayos y errores de los primeros
miembros de A.A. Describen actitudes y actividades que los miembros
originales creen fueron importantes para ayudarles a lograr la sobriedad.
La Aceptación de los "Doce Pasos" no es obligatoria de ninguna manera.

La experiencia indica, no obstante que los miembros que siguen esos


Pasos con todo fervor y los aplican a su vida cotidiana, parecen sacar
mayor beneficio del programa de A.A., que aquellos miembros que no
les dan mayor importancia. Se ha dicho que es casi imposible seguir
literalmente los Pasos, día por día. Eso puede ser cierto, en el sentido
de que los "Doce Pasos" representan un modo de vivir totalmente
nuevo para la mayoría de los alcohó licos, pero muchos de los miembros
piensan que los Pasos son para ellos casi imprescindibles para poder
conservar la sobriedad.

He aquí los Doce Pasos como aparecieron originalmente en "Alcohóli-


cos Anónimos", el libro de la experiencia de A.A.

1. Admitimos que éramos impotentes ante el acohol, que nuestras


vidas se habían vuelto ingobernables.
2. Llegamos al convencimiento de que sólo un Poder Superior a noso-
tros mismos podría devolvernos el sano juicio.
3. Decidimos poner nuestra voluntad y nuestras vidas al cuidado de
Dios, tal como nosotros Lo concebimos.
4 . Sin ningún temor hicimos un inventario moral de nosotros mismos.
5. Admitimos ante Dios, ante nosotros mismos y ante otro ser humano
la naturaleza exacta de nuestras faltas.
6 . Estuvimos dispuestos a dejar que Dios eliminase todos estos defectos
de carácter.

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7. Humildemente le pedimos a El que nos librase de nuestros defectos.
8. Hicimos una lista de todas aquell as personas a qu ienes habíamos ofen-
dido y estuvimos dispuestos a reparar el daño que les causamos.
9. Reparamos directamente a cuantos nos fue posible el daño que
le habíamos causado, salvo en aquellos casos en que el hacerlo perjud i-
cara a ellos mismos o a otros.
1O. Continuamos haciendo nuestro inventario personal y cuando nos
equivocábamos lo admitíamos inmediatamente.
11. Buscamos a través de la oración y la meditación mejorar nuestro
contacto consciente con Dios tal como Lo concebimos, p idiéndole
solamente que nos dejase conocer Su Voluntad para con nosotros
y nos d iese la forta leza para aceptarla.
12. Habiendo experimentado un despertar espiritual como resultado
de estos pasos, tratamos de llevar este mensaje a los alcohólicos y
de practicar estos principios en todos nuestros actos.

9ué Son Las "Doce Tradiciones"?

Las "Doce Tradiciones" de A.A. son principios que se indican para


asegurar la supervivencia y e l desarrollo de los millares de grupos que
comprenden la Sociedad. Se basan en la experiencia de los grupos mismos
durante los años decisivos de la formación de la asociación.

Las Trad iciones son importantes tanto para los antigüos como para
los recién llegados, porque sirven a manera de advertencia de la verdadera
base de A.A. como una sociedad de hombres y mujeres cuya principal
preocupación es conservar su prop ia sobriedad y ayudarles a otros a
conseguir la suya:

1. Nuestro b ienestar común debe tener la preferencia; el restab lec imiento


personal depende de la unidad de A.A.
2. Para el propósito de nuestro grupo solo existe una autoridad funda-
mental: un Dios bondadoso que se manifiesta en la concienc ia de
nuestro grupo. Nuestros Iíderes no son más que fieles servidores, no
gobiernan.
3. El ún ico requ isito para ser miembro de A.A. es el querer dejar de
beber.
4. Todo grupo debe ser autónomo, excepto en asuntos que afecten otros
grupo o a A.A., considerada como un todo.
5. Cada grupo tiene un solo objetivo: llevarle el mensaje al alcohólico
que aún está sufr iendo.
6. Un grupo de A,A, nunca debe respaldar, financiar o prestar el nombre
de A.A. a ninguna entidad allegada o empresa ajena para ev itar que
problemas de dinero, propiedad y prestigio nos desvíen de nuestro
objetivo primordial.

- 24 -
7,. Todo grupo de A.A. debe mantenerse a sí mismo, negándose a recibir
contribuciones de afuera.
8. A.A. nunca tendrá carácter profesional, pero nuestros centros de
servicios pueden emplear trabajadores especiales.
9. A.A. como ta l, nunca debe ser organizada, pero podemos crear juntas
de servicios o comités que sean directamente responsables ante aque-
llos a quienes sirven.
10. A.A. no tiene opinión acerca de asuntos ajenos a sus actividades; por
consiguiente su nombre nunca debe mezclarse en polémicas públicas.
11. Nuestra polít ica de relac iones públicas se basa más bien en la atracción
que en la promoción, debemos mantener siempre nuestro anonimato
personal ante la prensa, la radio, la televisión y el cine.
12. El anonimato es la base espiritual de nuestras Trad iciones recordán-
donos siempre que debemos anteponer los principios a las personas.

Oué Son "Recaídas"? ,f..

De vez en cuando se da el caso de que se emborrache un hombre o


una mujer que ha logrado la sobr iedad por intermedio de A.A. Para
A lcohólicos Anónimos, una reincidencia de esa clase se conoce general-
mente como una "recaída". Puede ocurrir durante las primeras semanas
o los primeros meses de sobriedad, o aún después que el aléohólico ha
logrado permanecer abstemio por varios años.

Casi todos los A.A. que han tenido esa experiencia dicen que su
"recaída" se debe a causas específicas. Intencionalmente olvidaron
que habían adm itido ser alcohól icos, y fueron víctimas de un exceso
de confianza en cuanto a su capacidad para manejar el alcohol. O dejaron
de ir a las reuniones y de asociarse con otros A.A. O se preocuparon
demasiado por sus negocios o asuntos sociales y olvidaron lo importante
que para e ll os era conservar la sobriedad. O se dejaron apoderar del
cansancio y cayeron por h aber debilitado sus defensas menta les y emo-
cionales.

En otras palabras, la mayoría de las "recaídas" no son cosa que


simplemente sucede.

Tiene A.A. un "Texto" Básico?

La comun idad t iene dos libros básicos que son generalmente acepta-
dos como "textos". El primero es "Alcohólicos Anónimos", también
conocido como e l "Gran Libro". que fué publicado originalmente
en 1939, reimpreso más de una docena de veces y luego reeditado y
revisado en 1955. El segundo es "Doce Pasos y Doce Tradiciones",
publicado en 1953. Es un análisis, hecho por el co•fundador de los

- 25 -
ciento tan co nvincente como el co ntacto personal con un individuo
o un grupo de A.A., cuyas personalidades, negocios y hogares se han
transformado del caos a las sanas realizaciones".

'The Living Church" (Ep/scopal)

"La técnica de Alcohólicos Anón imos se funda en e l principio verda-


derame nte cristiano de que el hombre no puede ayudarse a sí mismo,
sino ayudándole al prójimo. El plan de A.A. ha sido descrito por sus
propios m iembros como un "Autoseguro". Ese autoseguro ha dado
como resu ltado la rehabilitación de la salud física, mental y espiritual
y e l respeto propio de centenares de hombres y mujeres que hub ieran
estado irremediablemente perdidos sin esta rara pero eficaz terapia"·

Quién se encarga de la Publicidad Acerca de A.A.?

La Trad ición de las relaciones de A.A.con el públicoseha fundad<:> s_ie~·


pre en la atracción más que en la promoción. A .A. nunca busca la publ ,c,da '
pero siempre coopera ampliamante con los representantes serios de 1ª
pre nsa, la radio, la televisión, el cine y otros vehículos de publ icidad
que busquen información acerca de su programa de recuperación.

Las noticias acerca de las actividades nacionales e internacionales de


A.A. siempre se inspiran en e l interés de los amigos de la asociación,
nunca en los de A.A. mismo. Localmente, los miembros individuales
a menudo se proponen hacer que la prensa, la radio y la televisión de la
localidad sepan que ex isten grupos nuevos y anuncien las horas de
reun ión.

A.A. agradece profundamente a todos sus amigos que han coadvu?a·


do al reconocim iento del movim iento. Y se s iente igualmente conmovida
de que el anonimato de sus miembros, sobre e l cual descansa el programa,
haya sido tan fielmente respetado por los medios publicitarios.

- 32 -
7,, Todo grupo de A.A. debe mantenerse a sí mismo, negándose a recibir
contribuciones de afuera.
8. A.A. nunca tendrá carácter profesional, pero nuestros centros de
servicios pueden emp lear trabajadores espec iales.
9. A.A. como ta l, nunca debe ser organizada, pero podemos crear juntas
de servicios o comités que sean directamente responsables ante aque-
llos a quienes sirven.
10. A.A. no tiene opin ió n acerca de asuntos ajenos a sus actividades; por
. consiguiente su nombre nunca debe mezclarse en polémicas públicas.
11. Nuestra polít ica de relaciones públicas se basa más bien en la atracción
que en la promoción, debemos mantener siempre nuestro anonimato
personal ante la prensa, la radio, la televisión y el cine.
12. El anonimato es la base espiritual de nuestras Trad iciones recordán -
donos siempre que debemos anteponer los principios a las personas.

Qué Son "Recaídas"? -i.

De vez en cuando se da el caso de que se emborrache un hombre o


u na mujer que ha logrado la sobriedad por intermedio de A.A. Para
Alcohólicos Anónimos, u na reincidencia de esa clase se conoce general-
mente como una "recaída". Puede ocurrir durante las primeras semanas
o los primeros meses de sobriedad, o aún después que el alcohólico ha
logrado permanecer abstemio por varios años.

Casi todos los A.A. que han ten ido esa experiencia d icen q ue su
"recaída" se debe a causas espec íficas. 1ntencionalmente olvidaron
q ue habían adm itido ser alcohól icos, y fueron víctimas de un exceso
de confianza en cuanto a su capacidad para manejar el alcohol. O dejaron
de ir a las reuniones y de asociarse con otros A.A. O se preocuparon
demasiado por sus negocios o asuntos sociales y o lvidaron lo importante
que para ellos era conservar la sobriedad. O se dejaron apoderar del
cansancio y cayeron por haber debil itado sus defensas mentales y emo-
cionales.

En otras pa labras, la mayoría de las "recaídas" no son cosa que


simplemente sucede.

Tiene A.A. un "Texto" Básico?

La comunidad tiene dos libros básicos que son generalmente acepta-


dos como "textos". El primero es "Alcohólicos Anónimos", también
conocido como e l "Gran Libro" . que fué publicado originalmente
en 1939 , reimpreso más de una docena de veces y luego reed itado y
rev isado en 1955. El segundo es "Doce Pasos y Doce Tradiciones",
' publicado en 1953. Es un anál isis, hecho por el co-fundador de los

- 25 -
principios que hasta ahora han asegurado la continu a superv ivencia de
individuos y grupos dentro de A.A. Un tercer libro "Alcohólicos Anón i-
mos Llega a su Mayor Edad", publicado en 1957, es una breve historia
de las dos primeras décadas de la Comunidad.

"Alcohólicos Anónimos" relata las exper)enc ias personales de cerca


de 30 bebedores problema quienes lograron una sobr iedad estable por
primera vez a través de A.A. También relata las primeras sugerencias
sobre pasos y principios a los cuales, según consideran los primeros miem-
bros, d ebe dárseles crédito por su habilidad para vencer el impulso de beber.

"Los Doce Pasos y Las Doce Tradiciones" es el libro compañero,


de enfoque interpretativo e inspiracional.

Estos libros pueden obte nerse por intermedio de un grupo local


0 pueden pedirse a Alcoholics Anonymous, Box 459, Gran Central
Post Office, New York, N .Y. 10017 o a la Oficina de Servicios Generales
de A.A. para Colombia, Apartado Aéreo 3070, Medell ín, Colombia, S.A.

Qué es El "Programa de las Veinticuatro Horas"?

E I programa de las "Veinticuatro Horas" es una frase que se usa para


descr ibir el enfoque básico de A.A. al problema de permanecer sobrio.
E l A.A. nunca promete dejar el alcoho l de por vid a. Nunca hace promesas
de que "mañana" no se tomará un trago. En la época en que acude a A.A.
en busca de ayuda se ha dado cuenta de que, no importa lo sincero que
haya sido en prometerse a sí mismo abstenerce de ingerir alcohol "en el
futuro", por un a u otra razón, se olvidó de sus promesas y se emborra-
chó. Su deseo incontrolab le por la bebida resultó más poderoso que sus
buenas intenciones de no volver a tocar el alcohol.

E I A.A. reconoce que su princ ipal problema es mantenerse sobrio


ahora! Estas ve inticuatro horas son el único período a que puede com-
prometerse en cuanto a la bebida concierne. Ayer ya pasó, Mañana
nunca llega. "Pero Hoy, - d ice el A.A.-, hoy no proba ré alcoho l. Puede
ser que mañana sienta la tentación de tomar, y tal vez tome. Pero mañana
es cosa de la cual me preocuparé cuando le llegue su turno. Mi proble-
ma importante es no beber alcohol durante estas veint icuatro horas".

Junto con el programa de veinticuatro horas, A.A. le da gran impor-


tancia a tres refranes que seguramente el recién llegado ha o ído muchas
veces antes de unirse a A.A.: "Poco a poco se va lejos", "Vivir y dejar
viv ir" y " Haz primero lo primero". Haciendo que estos refranes sean una
base de su actitud hacia los problemas de la vid a cotidiana, el A.A.
corriente se ayuda eficazmente en sus intentos de vivir bien sin el alcohol.

- 26 -
Qué es "The A.A. Grapevine"?

"Grapevine" es una revista, en edición de bolsillo, que se publica


para miembros y amigos que buscan compartir más ampliamente la
experiencia de A.A. La única revista internacional de la sociedad, el
"G rapevine", se edita por un cuerpo de redaccióncompuesto de miembros
de A.A. Números sueltos de la revista pueden obtenerse todos los meses
en las reuniones de los grupos locales, pero la mayoría de los miembros
prefieren recibir sus ejemplares regularmente por suscripción. El precio
de la suscripción anual es de US$ 5.oo y los números sueltos valen
cincuenta centavos de dólar.

Por qué el Programa de A.A. no Les Da Resultado a


Ciertas Personas?

Esta pregunta la hacen a veces algunas personas que han visto a algún
amigo o pariente "ensayar" el program a de A.A. y luego volver a beber.

La respuesta es que el programa de A.A. resulta eficaz sólo para


quienes admiten que son alcohólicos, que sinceramente desean dejar el
alcohol y que tienen siempre presente esa verdad como algo principal-
mente importante.
A.A. generalmente no da buen resultado al hombre o la mujer que
tiene dudas con repecto a si es o no víctima del alcoholismo, o que se
aferra a la ilusión de que podrá beber normalmente en el futuro.
La mayoría de los médicos dicen que ningún alcohólico podrá jamás
volver a beber normalmente. El alcohólico tiene que admitir y aceptar
este principio cardinal. A la par con esa admisión y aceptación debe
existir el sincero deseo de dejar la bebida.

Después de haber estado sobrios por algún tiempo en A .A. algunos


se olvidan de que son alcohólicos, a pesar de lo que el diagnóstico impli-
ca. Su sobriedad les inspira un exceso de confianza en su fuerza de volun-
tad y resuelven experimentar . de nuevo con el alcohol. E I resultado de
esos experimentos para un alcohólico es totalmente el que fuera de
esperarse. El hábito de beber se vuelve progresivamente peor.

A.A. persigue un objetivo primordial, a pesar de que indirectamente


puede acreditarse otros beneficios. En seguida se dan las preguntas que
con frecuencia hacen los recién llegados a la Sociedad

Me ayudará A.A. en mis Problemas Económicos?

Muchos alcohólicos, cuando ya se dirigen a A.A. en busca de ayuda


para su problema alcohólico, han tenido la oportunidad de acumular
considerables problemas de dinero. No es extraño, por eso, que algunos

- 27 -
. . .,...-, la esperanza de que A.A. pueda ayudarles e n alguna forma
abrigue -.L.JS compromisos de dinero más apremiantes.
a aliviar' -
e muy al principio en la expe riencia de A.A. como sociedad,
Descl br' ió que el dinero, o la falta de él, no tenía nada que ver con la
se des_c~d de un recién llegado para adquirir la sobriedad y resolver sus
capacid ,os problemas que se habían complicado aún más debido al
numero uso del alcoho l.
excesivO
¡nversa, la falta de dinero tampoco parecía ser obstáculo para
A la ó l ¡co, sin que importase la magnitud · de sus deudas, siempre
el aleo:;0 aue honrada y sinceramente quisiese hacer frente a las realida-
y cuan ~ vida sin valerse del alcohol. Una vez que el gran problema del
des de 'auedaba descartado, los demás problemas, incluyendo los relacio-
alcohol on asuntos de dinero, parecían resolverse solos. Algunos A.A.,
nados e: ehabilitado económicamente en forma sensacional y en t iempo
se h~n ,... ente breve. Para otros, el camino ha sido largo y escabroso. La
relativa~ básica de esta pregunta es que A.A. existe para un solo objetivo
respuest: ¡nguna forma está relacionado con la prosperidad material o con
que en ,-,cía- Nada prohibe que cualquier miembro de un grupo le brinde
su ausef1 ¡da a un recién llegado, le obsequie un traje o le haga un présta-
una corf1 es cuestión que queda a la discresión del individuo. No obstante,
mo; Eso óneo que algún alcohólico tuviese la idea de que A.A. es una
seria ~r ( ¡ón de caridad.
organizaC
...1ará A.A. a Enderezar mis Asuntos de Familia?
MeAyu.,.
cohol es un factor que frecuentemente complica la vida en
E_I. al empeorando los pequeños d isgustos, sacando a relucir los defec-
fam iha, rácter y trayendo problemas de dinero. Cuando buscan la ayuda
tos de c~uchas personas se encuentran ya en medio de la peor confusión
de A .A. a 5 u vida en fam ilia.
en cuant 0
05
recién llegados, repentinamente conscientes de su propia
A l~urición al caos, se dedican con fervoroso entusiasmo a corregir sus
contnbLJ y reasumir su vida normal de fami lia. Otros, con o sin razón
defectos continúan amargamente resentidos para con los miembros
para ell%ilias.
de sus ~a ·r, e,ccepción, los recién ' llegados que tratan con sinceridad
Casi 5 ~ 8 de A.A., tienen éxito en enmendar la confusión que reine
e l prograrr, ilias. Los lazos que unen ¡¡I alcohólico honrado con su fam ilia
en sus fa adquirir más consistencia que antes. En algunas ocasiones,
parecen r,te, el daño ha sido irreparable y las relaciones con la fami lia
naturaln'l~rriente distintas de lo que pudieran ser. Pero generalmente la
son tota ·ene un desenlace feliz.
historia t 1
. eriencia parece indicar que el alcohólico que se d irige a A.A.
, La e,<Pestar bien con la familia, no porque sinceramente desea dejar
solo para puede experimentar muchas dificultades antes de lograr la
de beber,
- 28 -
.sobriedad. Siempre debe venir primero el deseo sincero de dejar el alco-
hol. Una vez lograda la sobriedad, el alcohólico encontrará que muchos
de los problemas que más le acosan en su vida cotidiana pueden resolver-
se si se atacan teniendo en cuenta la realidad, pues así se tiene ganada la
mitad de la lucha.

Tiene A.A. Hospitales o Casas de Reposo Para los Alcohólicos?


No, "A. A. no tiene hospitales ni casas de reposo" para los alcohóli-
cos. En realidad, nunca se brindan servicios ni facilidades patrocinadas
por A.A. Conservando la tradición de evitar prestar los servicios que otros
pueden dar, A.A. evita cualquier posible equivocación con respecto a su
objetivo primordial que es el de ayudar a los alcohólicos que acuden en
busca de una nueva vida sin el alcohol.
En algunas regiones, los comités de servicios formados por miembros
de A.A . han hecho arreglos con los• hospitales locales para que reciban
alcohÓlicos a quienes ellos patrocinan como individuos y no como
representantes de la Sociedad como un todo.
En otras localidades, algunos A.A. o grupos de A.A. han establecido
casas de reposo que atienden primordialmente a los recién llegados al
programa de recuperación. Debido a su conocimiento especial de los
problemas que se les presenta a los alcohólicos, los dueños o dirigentes
de esas casas a menudo pueden ayudarles a los recién iniciados durante
sus primeros períodos decisivos de sobriedad. Pero dichas casas no tienen
conexión con A.A. fuera de que las administran en algunos casos persa·
nas que adquirieron su propia sobriedad por medio de A.A. En su calidad
de asociación, A .A. nunca se afilia con empresas de negocios de ninguna
clase.

Fomenta A.A. Alguna Actividad Social para los Miembros?


La mayoría de los A.A. son personas sociables, lo cual es un factor
que puede haber sido en parte responsable de que se hayan vuelto alcohó-
licos. Por esa razón, las reuniones de los grupos locales son generalmente
muy animadas.
A.A. como sociedad, nunca ha desarrollado programas formales de
actividades sociales, pues el único objetivo de la asociación es ayudar a
los alcohólicos a volverse sobrios. En algunas regiones los miembros,
enteramente bajo su propia responsabilidad individual, han abierto
salones de club y otras facilidades para los miembros del grupo local.
Esos clubes son totalrnente independientes de A.A. y generalmente
se tiene mucho ·c uidado de evitar que se les identifique con la asociación.

Aún donde no hay un club, no es raro que los grupos locales hagan
arreglos para tener comidas de Año Nuevo, paseos, fiestas y reuniones

- 29 -:-
semejantes. En algunos de las grandes ciudades los A .A. se reunen regular-
mente para almorzar y tienen reuniones amistosas durante los fines de
semana.

Qué Opinan los Médicos Acerca de A.A.?

Desde sus comienzos A.A. ha gozado de la am istad y el apoyo de los


médicos que conocen su programa de recuperación del alcoholismo.
Los médicos, mejor que cualquiera otro grupo, están en posición de apre-
ciar cómo han sido de inciertos, en el pasado, otros enfoques del pro-
blema del alcoholismo. A .A. nunca se ha anunciado como la única
solución al problema, pero el programa de recuperación de A.A. ha
producido buenos resultados tan frecuentemente, después del fracaso
de otros métodos, que hoy los méd icos son los francos impulsores del
programa en sus comunidades.

Una significativa actitud de la profesión médica hacia A.A . ocurrió


en 1951, cuando la Asociación Americana de Salud Púb lica nombró a
Alcohó licos Anónimos como merecedor de l famoso "Premio Lasker" en
"evidente reconocim iento del éxito de A.A . en el tratamiento del
a lcoholismo como enfermedad y en la eliminació n de su estigma social".

A.A. en aún nuevo (o desconoc ido) en algunas comu nidades y no


todos los méd icos están famil iarizados con su programa de recuperación.
Pero damos enseguida alganos extractos de comentarios acerca de A,A,
por aut oridades médicas que figuraron entre las primeras en darse
cuenta de los alcances de la asociación.

"Confío verdaderamente que los poderes benéficos de esa asoc iación


se desarrollarán; que los hombres y mujeres de mi profesión reconocerán
su verdadero valor; porque puedo decir que nuestra profesión nunca ha
rehusado utilizar la fe para mover montañas".

Dr. Foster Kennedy, (Fallecido) eminente neurólogo.

"Después de observar personalmente y durante varios años el efecto


integrante del programa de los Alcohólicos Anónimos en algunos de mis
propios pacientes, y habiendo obse rvado de cerca otros muchos ejemplos
de su trabajo, creo imperativo que nosotros los siquiatras imparciales
observemos éon cordura y detenidamente los esfuerzos de este grupo
de antigüos alcohólicos, que ahora están logrando tantas notables recupe-
raciones en nuestro terreno".
Dr. Harry Tiebout (Fallecido) Greenwich, Conn.

- 30 -
"En mi carácter de médico que ha observado el desarrollo de·Alcohó-
licos Anónimos desde el día en que comenzó, puedo personalmente
certificar la recuperación de veintenas de alcohólicos de un tipo para el
que ot ros métodos médicos habían fallado por completo. Estos hechos
parecen ser de extremada importancia médica, porque deb ido a las
extraordinar ias posibilidades de rápido desarrollo inherentes de ese
grupo, con seguridad marcarán una nueva época en los oscuros anales del
alcoholismo".

Dr. W. D. Silkworth, (Fallecido) Médico jefe


Towns Hospital, Nueva York.

Qué Opinan los Dirigentes Religiosos Acerca de A .A.?

Es seguro que ningún otro movimiento laico de los tiempos modernos


ha disfrutado más abundantemente que A .A. del apoyo del clero de las
pr incipales denominaciones. Lo mismo que los méd icos, los consejeros
espirituales de la humanidad han tenido que habérselas desde hace mucho
tiempo con el alcoholismo. Muchos de ellos son clérigos que han escu-
chado de labios honrados la sincera promesa de abstención del alcohol
que no podían controlar, sólo para verlos después faltar a la palabra
empeñada, dentro de horas, días o semanas. La conmiseración, la com-
prensión y los llamamientos a la conciencia de nada servían al religioso
que trataba de ayudarle a alcohól ico.

Por eso, tal vez no sorprenda que A .A. - aunque brinda más b ien un
modo de vivir y no la senda de una religión- ha sido recibido tan estu-
siastamente por dirigentes de muchas denominaciones difrentes. He
aquí lo que algunos de ellos han dicho en el pasado al referirse a A.A.:

The Directors Bul!etin, periódico de los jesuítas


que se publica en St. Louis, Mo.

"El padre Dowling del personal d irectivo de "The Queen's Work" ,


ha tenido excepcional oportunidad de observar el movimiento de Alco-
hól icos Anón imos.

"Encuentra que la clase de terapia de A.A. incluye la abnegación.


la hum ildad, la caridad, el buen ejemplo y las oportunidades para
una nuevá forma de recreac ión social. Todas las denominaciones están
representadas en el movimiento. Los lectores pueden tener la seguridad
de que ningún art{cuío o libro del movimiento es siquiera un diez por

- 31 -
ciento tan convincente como el contacto personal con un individuo
o un grupo de A .A., cuyas personalidades, negocios y hogares se han
transformado del caos a las sanas realizaciones".

''The Living Church" (Episcopal}

"La técnica de Alcohólicos Anónimos se funda en el principio verda·


deramente cristiano de que el hombre no puede ayudarse a sí mismo,
sino ayudándole al prójimo. El plan de A.A. ha sido descrito por sus
propios miembros como un "Autoseguro". Ese autoseguro ha dado
como resultado la rehabilitación de la salud física, mental y espiritual
y el respeto propio de centenares de hombres y mujeres que hubieran
estado irremediablemente perdidos sin esta rara pero eficaz terapia".

Quién se encarga de la Publicidad Acerca de A.A.?

La Tradición de las relaciones de A.A.con el público se ha fundado siem·


pre en la atracción más que en la promoción. A.A. nunca busca la publicidad,
pero siempre coopera ampliamante con los representantes serios de la
prensa, la radio, la televisión, el cine y otros vehículos de publicidad
que busquen información acerca de su programa de recuperación.

Las noticias acerca de las actividades nacionales e internacionales de


A.A. siempre se inspiran en el interés de los amigos de la asociación,
nunca en los de A.A. mismo. Localmente, los miembros individuales
a menudo se proponen hacer que la prensa, la radio y la televisión de la
localidad sepan que existen grupos nuevos y anuncien las horas de
reunión.

A.A. agradece profundamente a todos sus amigos que han coadyuda·


do al reconocimiento del movimiento. Y se siente igualmente conmovida
de que el anonimato de sus miembros, sobre el cual descansa el programa,
haya sido tan fielmente respetado por los medios publicitarios.

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UNA NUEVA FORMA DE VIDA

Un nuevo nodo de vivir no puede describirse: es necesario experimen·


tarlo. La literatura descriptiva que se funda en amplias generalidades
inspirativas deja muchas preguntas sin contestación, y muchos lectores no
. quedan completamente sat isfechos de haber encontrado lo que buscaban
o necesitaban. Por otra parte, un catálogo de la mecánica y los detalles
de un programa de un modo de vivir, puede mostrar apenas en parte su
valor.

A.A. es un programa para un nuevo modo de vivir sin alcohol, un


programa que está dando resultados eficases para muchas decenas de
miles de personas que lo aceptan y lo aplican con honradez y sinceridad.
Está funcionando en todo el mundo y para hombres y mujeres de todas
las clases sociales.

Ta l vez este folleto haya contestado las principales preguntas, habladas


y sin enunciar, que usted pueda haber tenido en relación con A.A. Y tal
vez hay otras preguntas que puedan contestarse, como las de este folleto,
sólo sobre la base de la experiencia de A .A . con el problema del alcoho·
lismo. Si usted tiene alguna de esas preguntas que hacer, no vacile en
comunicarse con algún grupo de A.A . de su comunidad o de sus cerca-
nías, o escriba a Alcoholics Anonymous Post Office Box 459 Grand
· Central Station, Nueva York o al Apartado Aéreo No. 3070 Medellín,
Colombia.

.- 33
PUBLICACIONES DE A. A.
Aprobadas por la Conferencia

LIBRO ALCOHOLICOS ANONIMOS


LIBRO EMPASTADO
LIBRO A. A. LLEGA A SU MAYOR EDAD
LIBRO VIVIR EN SOBRIEDAD
LIBRO EL SENDERO DE VIDA
LIBRO MANUAL DE SERVICIOS DE A . A.
ESTO ES A. A .
44 PREGUNTAS Y RESPUESTAS
ES A. A. ¿PARA USTED?
EL MARIDO ALCOHOLICO
SEDANTES, ESTIMULANTES Y EL ALCOHOLICO
A . A. POR JACK ALEXANDER
CARTA A UNA MUJER ALCOHOLICA
PREGUNTAS Y RESPUESTAS SOBRE PATROCINIO
LO QUE LE SUCEDIO A JOSE
LOS DOCE PASOS
LAS DOCE TRADICIONES
A. A. EN SU COMUNIDAD
LA AGRUPACION DE A. A.
COMO COMIENZA A. A ., COMO CRECE
A. A. Y LA PROFESION MEDICA
EL EMPLEADO ALCOHOLICO
A. A. EL GRUPO
LA MEJOR DE BILL
LA TRADICION DE A. A. COMO SE DESARROLLO
EL MINISTRO RE!-IGIOSO PREGUNTA ACERCA DE A.A.
DIRECTORIO NACIONAL DE A. A .
A. A . EN PRISIONES
A. A . EN HOSPITALES
COMO COOPERAN LOS MIEMBROS DE A. A.
CON OTROS ESFUERZOS DE LA COMUNIDAD
COMO TRABAJA EL PROGRAMA
TRES CHARLAS A SOCIEDADES MEDICAS
HABLANDO EN REUNIONES DE NO ALCOHOLICOS
LAS TRADICIONES ILUSTRADAS
REVISTA A. A . EL MENSAJE
BOLETIN SERVICIO E INFORMACION
OFICINA DE SERVICIOS GENERALES
Apartado Aéreo No. 3070 Medellín · Colombia

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