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Alberto Magno

a. Estudia el texto de Joseph Pieper sobre Alberto Magno.

b. Realiza un resumen del texto y a final, da una conclusión de los aspectos más interesantes de su
pensamiento de al menos 200 palabras.

Pieper describe a San Alberto Magno como el primer teólogo que abordó abiertamente el
aristotelismo en virtud de conformar una teología escolástica que vinculara su metodología y
sistema de pensamiento. Su devenir religioso y teológico está fuertemente atado a la figura de
Jordán de Sajonia, quien influyó en Alberto para la determinación de ingresar en la orden de los
dominicos, formarse en estudios teológicos y dedicarse a la academia en el ámbito de esta
disciplina. Fue el primer alemán en ocupar una cátedra dentro de la Universidad de París, y entre
sus discípulos se encuentra el propio Santo Tomás de Aquino. Más allá de su actividad académica,
fue una activa figura eclesiástica, que viajó mucho durante su longeva existencia, por lo que,
igualmente, sorprende su vastísima obra teológica, que sobrepasa los cuarenta tomos; en su
literatura existen comentarios de la obra completa de Aristóteles y Dionisio Areopagita, y muestra
un profundo conocimiento de toda la obra de San Agustín.

Es difícil determinar muy acotadamente el perfil filosófico de San Alberto: para algunos puede
definirse como el primer gran aristotélico de la teología, otros ven en su obra trazas de influencia
agustiniana que lo ubican en el ámbito platónico. Pieper explica: “… de la obra de Alberto se
pueden sacar razones tanto para afirmar que fue el ‘creador de aristotelismo cristiano’, como
también para decir que es ‘falso’ ‘caracterizarlo como aristotélico’, que por el contrario habría que
llamarlo ‘antes bien… el vigoroso continuador del… neoplatonismo’.” 1

El carácter activo y disperso de San Alberto Magno se refleja en un aspecto importante de su


legado, y que marcó de manera determinante su perfil teológico-filosófico: su interés por las
distintas ramas de la ciencia natural, por medio del cual, según Pieper, “…dedica a las cosas del
mundo sensible una atención despierta en todas direcciones, extraordinariamente precisa y “no
pretenciosa”, en el sentido de Goethe.” 2 La obra de San Alberto incluye una serie de tratados
sobre ciencias naturales, en donde hace profusas y detalladas descripciones sobre fauna y flora
que tuvo a bien articular durante sus constantes viajes, en las cuales se combina un espíritu
empírico con una perspectiva intelectual, filosófica e incluso poética.

El bagaje científico de San Alberto dio forma una premisa filosófica de la cual él es uno de los
pioneros: el conocimiento natural debe ser aprehendido a través del contacto directo con la
realidad. Aunque parezca evidente, esta noción representaba una coyuntura importante en su
época, pues plantea un sentido de verificación experimental que se impone al criterio de simple
transmisión del conocimiento acumulado, abriendo la posibilidad de enriquecimiento de la ciencia
mediante una perspectiva de cuestionamiento dialéctico de la misma, algo que ahora nos parece
fundamental, pero que para la época medieval fue un cambio de paradigma determinante: “Esto
significa nada menos que, allá donde puede penetrar la experiencia, es evidente la independencia
del hombre con uso de razón frente a cualquier imaginable autoridad.” 3

1
Pieper, J. Alberto Magno. P. 137.
2
Ibid. P. 138.
3
Ibid. P. 140.
Esta noción da testimonio de cómo es que, desde la perspectiva medieval, ya existe una
concepción de los objetos de la naturaleza como entidades con su propia esencia, conformación y
unidad, en lugar de ser considerados meras creaciones divinas cuyo conocimiento y aprehensión
se da únicamente en función del orden divino; Pieper puntualiza que San Alberto Magno es el
pionero en aplicar esta premisa a su perspectiva filosófica y a la vida académica en general, por lo
que su actitud ante la teología y el conocimiento universal observa un nuevo orden de causalidad,
en donde se separa lo que es estrictamente ideológico de lo que es deducible por medio de la
experiencia sensible. Pieper, asimismo, señala que esta postura representa una nueva
caracterización del conflicto filosófico milenario que confronta lo ideal con lo real, lo sensible con
lo inteligible, el nóumeno con el fenómeno, la fe con la razón; en este sentido, debemos
considerar a San Alberto como un pensador moderno e innovador, no sólo por observar la
pertinencia de esta dicotomía universal, sino por colocarla en el contexto de la estructura
teológica: para San Alberto, la razón se concibe como algo más que una construcción formal que
da fe de lo divino, es más bien “…la capacidad del hombre de comprender la realidad con la que se
encuentra”4, concepción que resulta ser un sólido paso hacia la consolidación del pensamiento
científico.

4
Ibid. P. 143.

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