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Algunos de los rasgos que han caracterizado a los dictadores o caudillos latinoamericanos

son, principalmente, el autoritarismo y una represión sin precedentes contra todo aquel que

se le oponga, también se ha visto que están desprovistos de una ideología dominante y su

interés principal es mantenerse en el poder, es por esta razón que generalmente cuando

llegan al poder se presentan con la imagen de salvadores o restaurados de la política, que

vienen a ofrecer una “verdadera democracia”. Estos caudillos, en principio, llegan

impulsando el progreso con nuevas reformas, su comienzo en el poder se caracteriza por un

gran avance en el desarrollo y la organización del país, estas estrategias les ayudan a ser

queridos por el pueblo y a ganar, por tanto, más adeptos, con la falsa imagen de bienestar

en escenarios que generalmente eran precarios

Como antecedentes históricos en el caudillismo de América Latina se tiene, en principio, a

la Revolución Francesa, que se presentó como respuesta al absolutismo monárquico de la

época, con ella se desarrolló la idea de la “buena dictadura” con el objetivo de imponer una

“democracia” desde el Gobierno. De igual forma, se plantea el antecedente a la herencia

ibérica, cuando en la guerra de reconquistas contra los moros permitió que los militares

obtuvieran mucho poder en las poblaciones y se les viera a estos como protectores del

pueblo. De igual manera, y algo en lo que muchos concuerdan, es que el caudillismo viene

heredado de los encomenderos coloniales, y que este surgió principalmente de los

hacendados, es decir, de aquellas personas que en el momento de las independencias tenían

el poder por medio de las extensiones de tierras de las que eran poseedores. Se dice que

nadie más podía estaba preparado para tener el poder más que aquellos que ya lo tenían por

medio de sus tierras, era en las haciendas donde se posaba una gran cantidad de riquezas,
no solo por ser dueños de grandes extensiones de tierras, sino también, por asumir la

providencia para la vida de los campesinos. Es por esa razón que la hacienda, en el siglo

XIX, era la única que podía restituir y sobrevivir al ámbito comercial de aquella época.

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