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El traumatismo craneoencefálico.
• Puntaje de Glasgow.
• Tamaño y reactividad pupilar.
• Movimientos de extremidades.
• Frecuencia respiratoria.
• Frecuencia cardiaca.
• Presión arterial.
• Temperatura.
• Glasgow menor a 8.
• Pérdida del reflejo laríngeo.
• Insuficiencia respiratoria.
• Hipoxia (PaO2 menor a 65 mm Hg).
• Hipercapnia (PaCO2 mayor a 45 mm Hg).
Hiperventilación espontánea que produce una disminución de la PaCO2 a
menos de 30 mm Hg.
• Respiración irregular.
Urgencias.
Los pacientes tratados en el servicio de urgencias, con manitol a atlas dosis,
tienden a mostrar mayor sobrevida, mejor respuesta pupilar y mejor pronóstico en
la evaluación clínica a los seis meses, que aquellos manejados con dosis estándar
y dosis altas de manitol pero que requirieron cirugía descompresiva.
La solución salina hipertònica al 7.5% fue mas afectiva que el manitol para
tratar la hipertensión intracraneal. El promedio de episodios de hipertensión
intracraneal por día y la duración diaria de los episodios de hipertensión fueron
significativamente mas bajos en el grupo de solución salina hipertònica. La tasa de
falla clínica fue significativamente mas baja en el grupo de solución salina
hipertònica.
Una saturación de oxigeno baja o una presión arterial baja, detectadas en la fase
pre-hospitalaria de la atención, se asocian con un mal pronóstico. Una saturación
arterial de oxígeno de 80% o menor se asoció con un 47% de mortalidad,
comparada con 15% de mortalidad cuando la saturación de O2 fue mayor del 80%.
El transporte del paciente con trauma severo del sitio o escenario del accidente a
un centro de trauma, se asocia con una disminución significativa en la mortalidad.
Los pacientes trasladados directamente al centro de trauma tiene una estancia
hospitalaria menor, aunque la mortalidad no es diferente a las de los paciente que
son llevados inicialmente a un hospital rural y posteriormente son transferidos al
centro de trauma.
El uso de mascarilla laríngea es efectivo como manejo de la vía aérea donde no es
posible visualizarla en forma adecuada y cuando el paciente está en posición
lateral.
Los signos clínicos típicos son dolor en el cuello, espasmo en los músculos
paraespinales y esternocleidomastoideo. El dolor del cuello generalmente se
desarrolla inmediatamente después del accidente y puede incrementar en pico de
1-2 días después del evento.
• Dolor en la espalda baja y entre las escápulas.
• Limitación de los grados de movilidad del cuello.
• Cefalea, vértigo, mareos, visión borrosa.
• Entumecimiento de hombros y brazos.
• Parestesia y debilidad en piernas y brazos, dependiendo de la presencia y
del sitio de alguna contusión medular.
• Existe edema retrofaríngeo y disfagia.
• Insomnio (ansiedad general y ansiedad al viajar en auto) o depresión.
• Debilidad en las piernas, reflejos hiperactivos en los tendones de las piernas,
respuesta plantar exagerada.
Urgencias.
Para la evaluación neurológica de esguince cervical, se debe investigar la
presencia de lesión neurológica de acuerdo a los siguientes datos:
Exámenes especializados:
En caso de que el paciente presente datos de daño neurológico central o
periférico, se debe indicar estudio de potenciales evocados y electromiografía.
2) Definir los factores de bajo riesgo que permitan mover el cuello. Si estos
factores no están presentes, y
la sintomatología es más severa, se debe solicitar rayos X.
Factores de bajo riesgo:
Una simple colisión en la parte posterior del vehículo (excluyen ser empujado en el
tráfico, ser golpeado por autobús o un camión pesado, arrollamiento o golpe por
vehículo a velocidad alta)
Permanecer sentado mientras se consigue cama en el servicio de urgencias.
Caminar todo el tiempo.
Urgencias.
Retraso del dolor de cuello (no inmediato)
Estado ambulatorio todo el tiempo
Ausencia de relajación de columna cervical
3) Evaluar la rotación del cuello en 45° en personas que hayan presentado estos
factores de bajo riesgo.
Si pueden rotar 45° el cuello hacia la derecha y a la izquierda, no requieren rayos X
de cuello.
Si no pueden rotar, si requieren rayos X.
Tratamiento no farmacológico:
• Brindar información al paciente acerca de su padecimiento.
• Indicar ejercicios activos comedidos para mantener la movilidad de cuello.
• Frío local en las primeras 72 horas.
• Calor superficial local después de las 72 horas.
• Recomendaciones posturales.
• Incrementar en forma progresiva actividad física y manejo de cargas.
Urgencias.
Medidas que deben evitarse:
• Uso de collarín en esguince Grado I
• Reposo absoluto
• Cirugía (Excepto en complicaciones Grado IV)
• Almohadas “cervicales”
• Inyecciones intratecales o intrarticulares
• Antiinflamatorios esteroideos
FACTOR DE DOLOR:
Dolor inicialmente alto en intensidad
Pobre respuesta al tratamiento
FACTOR DE DISCAPACIDAD:
Dolor inicialmente alto en intensidad
Discapacidad inicialmente alta
Catastrofismo
Nivel de educación
Sensibilidad al frío
Urgencias.
Neumotorax.
El traumatismo torácico es todo aquel que se produce sobre la caja torácica,
pulmones, corazón, grandes vasos intratoracicos y resto de estructuras
mediastínicas.
Aproximación inicial.
Como en todo politraumatizado, es mandatorio seguir el protocolo A-B-C.
Siguiendo dicho protocolo orienta hacia el trauma torácico la presencia en la
inspección de: respiración rápida y superficial, cianosis, ventilación asimétrica,
distensión de venas del cuello (la ingurgitación yugular y la disociación
electromecánica se asocian a traumatismo torácico). Palpación de toda la caja
torácica buscando zonas de dolor, crepitación, enfisema subcutáneo, lesiones
cutáneas, desplazamiento traqueal.
Percusión y auscultación de ambos campos pulmonares y valoración de
asimetrías.
Hay que diferenciar lesiones con compromiso vital agudo (neumotórax a tensión,
neumotórax abierto, hemotórax masivo, taponamiento cardíaco, traumatismo de
grandes vasos) y las de potencial compromiso vital (neumotórax y hemotórax
simple, contusión pulmonar, volet costal, rotura de vía aérea, traumatismo
cardíaco, lesiones diafragmáticas, fracturas costales simples, traumatismo de
esófago,...).
Exploraciones complementarias:
A todo paciente con un traumatismo torácico de entidad se debe monitorizar la TA,
pulsioximetría, ritmo cardíaco. Se realizará Rx de tórax inicial si su situación lo
permite y si se puede se hará anteroposterior y lateral ( la radiografía cervical
lateral, tórax anteroposterior y pelvis son básicas en cualquier politraumatizado en
Urgencias ).
TC torácico en los pacientes con dudas diagnósticas, valoración de mediastino,
campos pulmonares, en pacientes estabilizados hemodinámica y
respiratoriamente.
Ecocardiograma: transesofágico para diagnóstico de lesión aórtica. Transtorácico
puede ser suficiente en sospecha de taponamiento cardíaco.
Existen otras exploraciones a realizar en sospechas determinadas como
esofagoscopia en patología esofágica, fibrobroncoscopia.
Urgencias.
Neumotórax a tensión
Producido por entrada de aire en la cavidad pleural, desde el exterior (neumotórax
abierto, en los traumatismos penetrantes) o desde el interior.
En el neumotórax a tensión la cantidad de aire es importante, generalmente en
relación a mecanismos valvulares se produce desplazamiento de las estructuras
mediastínicas hacia el lado contralateral, con compromiso de ambos pulmones y
del retorno venoso (insuficiencia respiratoria aguda y shock).
Diagnóstico: clínico no se debe esperar a la radiología en caso de inestabilidad. A
la exploración hay distensión de las venas del cuello (no si concurre hipovolemia),
hipoventilación uni o bilateral e hiperresonancia a la percusión del hemitórax
afecto.
Neumotórax abierto
Una lesión abierta en tórax pondrá en comunicación la pleura con el exterior. Si el
orificio de comunicación equivale a dos tercios del tamaño de la tráquea, la
ventilación será ineficaz. La herida abierta puede funcionar como una válvula,
causando un neumotórax a tensión.
Hemotórax masivo
Consiste en la acumulación rápida de sangre en el espacio pleural de más de 1500
ml. Es más frecuente en los traumatismos abiertos.
Diagnóstico: situación de shock e insuficiencia respiratoria. Exploración:
hipoventilación, matidez a la percusión del hemitórax afecto y distensión de las
venas del cuello a pesar de la hipovolemia.
Confirmación: radiografía de tórax con aumento de la densidad de un hemitórax.
Neumotórax a tensión.
Tratamiento: inmediato al diagnóstico clínico con inserción un catéter del nº 14 en
el segundo espacio intercostal, línea medioclavicular, del lado afecto para
descomprimir la cavidad pleural, se observará salida de aire por el mismo y se
confirmará con una radiografía de tórax. Una vez confirmado el diagnóstico, se
colocará un tubo de tórax en el 4º-5º espacio intercostal, línea axilar media.
Neumotórax abierto.
Tratamiento: cerrar el orificio de entrada con un apósito cerrado por 3 de sus 4
bordes, de forma que permita la salida del aire desde la cavidad pleural pero no su
entrada. Posteriormente se colocará un tubo de drenaje en un lugar diferente al de
la herida. En general, requiere revisión y reparación quirúrgica de la herida
torácica.
Urgencias.
Hemotórax masivo.
Tratamiento: reposición de volumen (cristaloides, coloides ó sangre) y drenaje
torácico con tubo torácico de 32 F en el 4º-5º espacio intercostal en línea media
axilar. La toracotomía está indicada si se drenan 1500 ml de sangre en los
primeros momentos, especialmente si el paciente está inestable, o si el ritmo de
drenaje es de 200-400 ml/h en las primeras cuatro horas.
Bibliografía: Comité de trauma del Colegio Americano de Cirujanos. ATLS, Programa Avanzado de Apoyo
Vital en Trauma para Médicos, Séptima edición.
Brunicardi Charles. Principios de Cirugía de Schwartz. McGraw-Hill. México. 9ª edición, 2010.
Neumotórax simple.
Implica una entrada limitada de aire a la cavidad pleural, sin ser progresivo. Se
manifiesta como dolor, disnea, hiperresonancia a la percusión e hipoventilación. Si
supera el 20% del volumen pulmonar produce insuficiencia respiratoria por colapso
pulmonar. Diagnóstico: radiografía simple de tórax. Tratamiento: drenaje pleural.
Hemotórax
Diagnóstico: radiografía simple de tórax, siendo visibles cantidades superiores a
200-300 ml.
Tratamiento: drenaje mediante un tubo pleural grueso introducido en el 4º-5º
espacio intercostal, línea axilar media. La persistencia del sangrado sugiere origen
arterial (intercostales, mamarias...). La toracotomía está indicada si se drenan 1500
ml de sangre en los primeros momentos, especialmente si el paciente está
inestable, o si el ritmo de drenaje es de 200-400 ml/h.
Fracturas costales
Son las lesiones más frecuentes, pudiendo considerarse marcador de la gravedad
del traumatismo torácico. Los arcos posteriores de la 5ª-9ª costillas son las más
afectadas. Las fracturas de las primeras costillas implican traumatismos de alta
energía( así como la fractura de escápula ), mientras que las fracturas bajas se
asocian a lesiones intraabdominales. Se manifiestan como dolor, crepitación a la
palpación y grado variable de insuficiencia respiratoria en relación al dolor.
Diagnóstico: se confirma con la radiografía simple de tórax. Tratamiento: es
mediante analgesia ( imprescindible un adecuado control del dolor con AINES o si
es necesario con bomba PCA ) y fisioterapia respiratoria.
Tórax inestable.
El tórax inestable consiste en el movimiento paradójico de algunos segmentos
torácicos durante la inspiración, al perder la caja torácica su rigidez.
El diagnóstico del tórax inestable es clínico. La radiografía de tórax puede
mostrar fracturas costales a menudo múltiples y de doble trazo.
Urgencias.
La contusión pulmonar es la ocupación del espacio alveolar por sangre y restos
celulares, ocasionando hipoxemia. Se produce en la zona del traumatismo o de
forma contralateral, con más frecuencia en posición periférica. El diagnóstico es
radiológico: infiltrados pulmonares asimétricos, sin broncograma aéreo que
tienden a aumentar durante los siguientes días al traumatismo.
Tratamiento: analgesia ( asegurar un buen control del dolor es imprescindible en
estos cuadros con AINES ó preferiblemente mediante catéter epidural sobre todo
en el caso del volet ) y fisioterapia respiratoria. Se procederá a ventilación
mecánica en caso de insuficiencia respiratoria aguda.
Fractura esternal
Más raras, dolor, deformidad y crepitación a la palpación. Se confirma el
diagnóstico con una radiografía lateral de tórax y/o TAC torácico. Tratamiento:
reposo y analgesia, salvo que exista una gran desviación de los fragmentos que
precise reparación quirúrgica.
Urgencias.
Trauma Abdominal Cerrado y Abierto.
Evisceración (excepto del epiplón): Aunque una tercera parte de los pacientes que
son sometidos a laparotomía por esta indicación no presentan hallazgos
intraabdominales, deben ser sometidos a la intervención para reducir el contenido
eviscerado y corregir el defecto de la pared abdominal.
Herida transabdominal por arma de fuego: 95% de los proyectiles que penetran a
la cavidad abdominal producen lesiones viscerales.
Después de excluir a este grupo de pacientes, se debe proceder a identificar a
quienes requieren cirugía, para realizar así un manejo selectivo, que significa
seleccionar o identificar a aquellos pacientes en los cuales la intervención
quirúrgica es necesaria. En realidad, realizar laparotomías innecesarias puede ser
tan nocivo como no realizarlas en los que las requieren, como lo demuestran las
cifras de morbilidad e inclusive mortalidad por laparotomías no terapéuticas. Para
el efecto, se procede a una revisión secundaria, más completa, cuyo propósito final
es determinar si el paciente requiere observación, exámenes complementarios,
intervención quirúrgica o una combinación de éstos.
En la historia clínica, y de acuerdo con los mecanismos de trauma descritos, es
importante averiguar:
En trauma cerrado:
Si el paciente era peatón o pasajero; en este caso la posición del paciente dentro
del vehículo. Por ejemplo, el impacto lateral produce trauma hepático en el chofer y
trauma esplénico en el acompañante.
Urgencias.
Cantidad de energía aplicada durante el impacto, medida con base en la
deformación del vehículo. En accidentes de tránsito de alta velocidad no es inusual
tener mínimos síntomas y hallazgos físicos y luego ocurrir su deterioro entre seis a
24 horas.
En trauma penetrante:
Si el trauma es cortante o contuso-penetrante y el tamaño aproximado.
En los casos de herida por arma de fuego, como ya se explicó, la probabilidad de
lesión es casi 100%, por lo que es indicación de cirugía, si el proyectil penetró la
cavidad.
El examen cuidadoso repetido es probablemente la clave para el diagnóstico
temprano de la lesión intraabdominal. Es esencial evaluar al paciente como un
todo y no distraerse con el hallazgo de lesiones extraabdominales concomitantes.
Aproximadamente 5% de los pacientes con trauma abdominal cerrado significativo
tienen trauma concomitante de cráneo, tórax, extremidades, lo cual puede afectar
el tiempo necesario para observar y definir intervención.
Las lesiones de órganos intraabdominales únicos tienen una mortalidad
relativamente baja, cuando se asocian a lesiones extraabdominales. Las lesiones
que involucran cerebro, pulmón o grandes vasos tienen tratamiento prioritario a
menos que estén asociadas a sangrado intraabdominal significativo.
El dorso del paciente debe ser evaluado y en ocasiones es necesaria la ayuda de
dos o tres personas para la movilización en bloque. De igual forma, en trauma
penetrante se debe buscar los orificios de entrada y salida por arma de fuego. En
los casos de heridas por arma cortopunzante se debe examinar y documentar cada
una de ellas.
Se debe ser cuidadoso en examinar marcas, abrasiones y huellas o daños de la
piel, por ejemplo: los que ocurren con los cinturones de seguridad.
Muchos de los signos y síntomas vistos en lesiones de vísceras intraabdominales
son comunes con los ocasionados por hematomas de pared abdominal, fracturas
costales, pelvis o columna. Se debe realizar el examen rectal para determinar el
tono del esfínter, la integridad de la pared del recto, la presencia de sangre, la
posición de la próstata y el examen genital.
El examen físico es importante, pero no es confiable. En efecto, en el paciente
politraumatizado se reportan cifras de 16% de falsos positivos y hasta 20% de
falsos negativos al examen físico. Además, 40% de los pacientes con
hemoperitoneo no presentan signos clínicos en el examen físico inicial. Esto
explica que 45% del sangrado por lesiones hepáticas se descubre en la autopsia y
no se sospecha clínicamente y que del 20% de los pacientes con trauma
esplénico, 20% se descubrieron en forma tardía.
En conclusión, el examen físico, aunque es importante para guiar el diagnóstico,
no es 100% sensible y puede conducir a un manejo inaceptable por retardo en el
tratamiento, si no se acompaña de exámenes complementarios y un seguimiento
clínico apropiado.
Estudios de laboratorio.
Hemoglobina (HB), hematocrito (HTO) y hemograma.
Urgencias.
Los niveles iniciales no reflejan la cantidad del sangrado intraabdominal.
Se necesitan varias horas para que ocurra hemodilución y ésta sea reflejada en el
hematocrito. Sin embargo, el valor inicial puede servir de base para la
comparación.
Amilasas
Cuando se usan niveles de amilasas para diagnóstico de trauma pancreático
ocurren muchos falsos positivos y negativos. En efecto, se puede encontrar una
amilasemia elevada en ausencia de trauma pancreático, como en los casos de
lesión de yeyunoíleon o trauma de parótida.
Exámenes radiológicos.
Radiografía de tórax.
Se debe realizar de rutina en el paciente con trauma importante o trauma múltiple
para evaluar cavidades pleurales, campos pulmonares, integridad de diafragma y
presencia de neumoperitoneo.
Radiografía de abdomen
Su utilidad esta limitada a detectar cuerpos extraños radioopacos, tales como
proyectiles o esquirlas.
Radiografía de pelvis
Se debe obtener de rutina en el paciente politraumatizado no evaluable desde el
punto de vista clínico, es decir con Glasgow inferior a 12 o con falta de respuesta al
estímulo doloroso. En el paciente factible de examinar, se considera innecesaria.
Lavado peritoneal diagnóstico (LPD).
Sigue siendo un instrumento importante para el manejo del trauma abdominal. Sin
embargo, es muy importante tener en cuenta que dificulta significativamente la
valoración clínica subsecuente del abdomen. La sensibilidad del LPD es muy alta,
pero disminuye cuando se trata de mejorar especificidad mediante la reducción en
el límite de glóbulos rojos para considerarlo positivo. Es un paso certero en la
evaluación del paciente severamente traumatizado, y por lo tanto debe ser
practicado tempranamente en el paciente hipotenso ya que sus resultados orientan
el enfoque diagnóstico y el tratamiento a realizar (65,66). No está exento de
complicaciones, por lo que debe ser realizado por personal capacitado para el
efecto. A pesar de tres décadas de prueba y de los avances tecnológicos, el LPD
sigue siendo un importante instrumento en el diagnóstico del trauma abdominal.
Indicaciones del LPD (Recomendación grado C).
1. Hipotensión, taquicardia o anemia inexplicada.
2. Examen abdominal dudoso en heridas por arma cortopunzante penetrante.
3. Examen físico no confiable, por la asociación con trauma craneoencefálico,
alteraciones del sensorio o déficit neurológico por trauma raquimedular.
4. Examen físico dudoso por posibles lesiones asociadas: fracturas de costillas
inferiores, fractura de pelvis, trauma de columna, hematomas de pared.
5. Asociación con trauma mayor ortopédico y/o torácico.
6. Observación imposible por prioridad de otros procedimientos.
Urgencias.
Contraindicaciones.
Se pueden clasificar en absolutas y relativas.
Ultrasonido:
Es un medio diagnóstico rápido, seguro y costo efectivo en el diagnóstico del
trauma abdominal (Recomendación grado B).
El valor del ultrasonido se limita a identificar líquido en la cavidad pericárdica,
espacio de Morison, receso esplenorrenal y saco de Douglas.
En estas zonas declives se puede identificar claramente líquido libre, por el drenaje
natural hacia estas áreas, y además por el contraste con las estructuras sólidas
vecinas: corazón, riñón, hígado y bazo.
Aunque el LPD y la tomografía axial computadorizada han sido considerados
clásicamente como los estándares de oro para el diagnóstico del trauma
abdominal, estos han ido en retroceso frente al ultrasonido. El primero por ser un
método invasivo y por su falta de especificidad, lo que conduce a laparotomías no
terapéuticas o innecesarias, y el segundo por el tiempo que se requiere para su
realización, el transporte del paciente, la necesidad de personal entrenado para la
lectura y su costo.
El ultrasonido es una modalidad diagnóstica única e ideal en el manejo del trauma
abdominal. El equipo puede ser rápidamente movilizado al área de reanimación y
el examen se puede realizar al lado de la cama del paciente. Una valoración
ecográfica rápida , del abdomen y del pericardio realizada por el cirujano, permite
obtener una aproximación muy confiable durante “la hora de oro” del paciente
traumatizado.
En el trauma abdominal abierto el papel del Ultrasonido se centra en la evaluación
del taponamiento cardíaco en la fase temprana.
Urgencias.
Esta modalidad diagnóstica tiene grandes valor y utilidad en el enfoque del trauma
abdominal cerrado, en la valoración del paciente politraumatizado y en sospecha
de taponamiento cardíaco. Esto permite al cirujano priorizar la reanimación y
evaluación del paciente.
Es un procedimiento no invasivo, que puede hacerse en forma expedita y al lado
de la cama del paciente, en reanimación, sin necesidad de transporte. Además, el
procedimiento se puede repetir con seguridad de acuerdo con las necesidades del
paciente y puede ahorrar costos en comparación con el LPD y la tomografía en la
evaluación del trauma. El concepto actual es que la información que no es posible
con el examen físico y radiografía convencional es suministrada fácilmente por eco
durante el proceso de reanimación.
En Europa y en Japón su uso es rutinario. El transductor se considera el
fonendoscopio del cirujano y por este motivo la técnica está ganando popularidad
frente al LPD y TAC. En Estados Unidos, la mayoría de los investigadores han
demostrado sensibilidad entre 80% y 99%, en la detección de hemorragia
intraabdominal.
No se requieren entrenamiento largo ni gran experiencia para su uso en la forma
expuesta. Los cirujanos de trauma con un entrenamiento mínimo pueden lograr
buena sensibilidad y especificidad en la detección de líquido intraabdominal. De
acuerdo con estudios recientes, se requieren al menos una semana de práctica
supervisada y al menos la realización de 100 exámenes.
Bibliografia: Comité de trauma del Colegio Americano de Cirujanos. ATLS, Programa Avanzado de Apoyo
Vital en Trauma para Médicos, Séptima edición.
Brunicardi Charles. Principios de Cirugía de Schwartz. McGraw-Hill. México. 9ª edición, 2010.
Evaluación inicial.
Los primeros pasos han de ser llevados a cabo en el sitio del trauma o bien en la
sala de emergencia, según sea la urgencia de la situación clínica, la habilidad del
personal de la escena, las facilidades con que disponga y las necesidades del
paciente.
Si es que el paciente tiene un daño obvio que requerirá evaluación hospitalaria el
principio es “no movilizarlo” o, en caso de requerirlo, hacerlo cuidadosamente
apoyando la columna completamente y teniendo en cuenta su mantención alineada
apoyando la cabeza y asegurándose de que ella y el cuerpo se muevan al unísono.
El mantener la espina alineada significa mantenerla en la línea que, previo al
traumatismo, era normal para el paciente.
Se debe tener presente que todo paciente con lesión neurológica puede
enmascarar sintomatología de lesión en otros órganos debido a la ausencia de
dolor.
Inmovilización Espinal:
De los pacientes con traumatismos mayores el 5% presenta inestabilidad a nivel de
la columna cervical, de ellos, 2/3 (3,3%) se presentan sin déficit neurológico3.
Todo paciente con un traumatismo mayor debe ser rescatado con la colocación de
un collar ortopédico y proceder posteriormente al traslado en una tabla espinal
corta y luego colocarlo en una tabla espinal larga con sus amarras
correspondientes con el fin de asegurar un manejo sin movimientos intempestivos
que puedan aumentar el daño. En el sitio de atención el paciente puede ser
evaluado en la misma tabla sin necesidad de hacer traslados que impliquen
movilidad de la columna vertebral.
La región cervical es la porción de la columna con mayor rango de movilidad, es
también el sitio más común de lesión. Una persona que sufre un traumatismo que
sea capaz de ocasionarle inestabilidad cervical, éste se convierte en un sitio muy
probable de daño medular o de compresión de una raíz nerviosa; por lo tanto,
antes de que un paciente traumatizado sea movilizado, se le debe colocar un collar
ortopédico o cualquier estructura rígida capaz de contener la movilización del
cuello3.
La columna dorsal desde T1 a T10 posee una considerable estabilidad intrínseca
debido a la presencia de la parrilla costal y a su relativa inmovilidad. Las lesiones
en esta región son poco comunes y la columna usualmente permanece estable
mecánicamente, a menos que se presenten múltiples fracturas costales
concomitantemente.
Urgencias.
La columna toracolumbar desde T11 a L2 es una zona de transición entre una
región torácica relativamente rígida y la región lumbar, que posee un rango de
movilidad mayor. Esta zona es el segundo sitio más común de fracturas vertebrales
y dislocaciones. Lesiones a este nivel deben ser consideradas inestables, por lo
que los pacientes deben permanecer en decúbito supino y ser movidos
cuidadosamente en forma equilibrada, evitando flectar o extender la columna.
Las fracturas de la columna lumbar baja son menos comunes que las de la unión
toracolumbar; de todas formas las mismas consideraciones respecto a la
inestabilidad son aplicables a estas dos regiones.
EVALUACIÓN NEUROLÓGICA
Una evaluación neurológica detallada es esencial para poder realizar una
valoración adecuada de la gravedad del traumatismo así como también para
evaluar la subsecuente mejoría o deterioro de las funciones neurológicas. El
examen neurológico tiene dos componentes (sensitivo y motor), los cuales deben
ser descritos separadamente.
Cuando un punto sensitivo o motor no es evaluable, el examinador debe dejarlo
consignado (se recomienda registrarlo como «NT»).
VALORACIÓN IMAGENOLÓGICA
Objetivos del estudio imagenológico
Valorar alineación de la columna
Identificar fracturas o daño ligamentoso.
Determinar si las estructuras nerviosas están comprimidas por hueso o tejidos
blandos.
Radiografías
La valoración inicial se comienza con radiografías. En la región cervical el estudio
radiográfico más importante es la radiografía lateral, pues es la que permite
pesquisar la mayoría de las fracturas y dislocaciones cervicales. La radiografía
cervical debe incluir la articulación Atlanto-Occipital, las 7 vértebras cervicales y la
articulación C7-T1.
Fracturas de los cuerpos vertebrales, de los procesos espinosos y del proceso
Odontoídeo son en general, claramente vistos en la radiografía lateral. El daño en
los pedículos, facetas y masas laterales son vistos con mayor claridad en la
radiografía antero-posterior. La visión transoral es usada para clarificar fracturas
sobre el proceso Odontoides, así como también, para evaluar la articulación entre
C1 y C2.
Los pacientes con signos y/o síntomas que sugieren daño espinal torácico o
lumbosacro y aquellos que han sufrido daño en vehículos motorizados o caen de
altura deben ser sometidos a radiografía anteroposterior y lateral de columna para
identificar posibles fracturas y/o subluxaciones.
El daño más común en la columna torácica y lumbar son las fracturas por
compresión secundaria a carga axial, las cuales son fácilmente vistas en
radiografías laterales; sin embargo, la valoración con radiografía de la extensión
del daño al canal espinal causado por fracturas, resulta difícil y con frecuencia
incorrecto; en especial cuando se toman radiografías de columna cervical lateral
que abarcan sólo hasta C6.
Urgencias.
Quemadura.
Es la deshidratación súbita del tejido generada por diferentes agentes, cuya
característica es la desnaturalización proteica, destrucción celular y abolición de su
metabolismo, provocando pérdida de continuidad en la piel. Estas lesiones tienen
extensión y profundidad variable y se acompañan de un complejo síndrome
humoral.
Las quemaduras son lesiones dolorosas que dejan secuelas físicas, funcionales y
psicológicas. La mayoría de las veces ocurren en el hogar y pueden ser
prevenidas.
QUEMADURAS ELÉCTRICAS.
El traumatismo eléctrico se produce por el paso de corriente a través del
organismo. La mayoría de los accidentes eléctricos son por corrientes alternas
(domésticos). El daño va a depender de varios factores como: tipo de corriente
(alterna o continua siendo la primera más lesiva), intensidad, recorrido a su paso
por el organismo, tiempo de contacto y resistencia de los tejidos.
QUEMADURAS QUÍMICAS.
En general, la quemadura química es una patología de urgencia medicoquirúrgica
compleja de manejar. La mayoría son debidas a accidentes laborales o
domésticos, por lo que la prevención es de especial importancia en estos casos.
Suelen ser poco extensas pero profundas, destacando las lesiones «por
salpicadura» que forman escaras puntuales y delimitadas que en ocasiones
requieren tratamiento quirúrgico.
La destrucción tisular se debe al calor en caso de reacciones exotérmicas, así
como a las distintas reacciones químicas que conllevan a la desnaturalización de
las proteínas.
ETIOLOGÍA.
Las principales causas de quemaduras son líquidos calientes, el sitio más común
es en el hogar y dentro de ellas la cocina y el baño, la edad más frecuente de
presentación es en los menores de cinco años.
La población más afectada son las clases sociales desprotegidas en los extremos
de la vida (niños y ancianos).
Existen diversos agentes causales de quemaduras: por inhalación, radiación,
electricidad, agentes físicos o químicos.
La pérdida de la barrera cutánea facilita la entrada en la herida de la propia flora
del paciente y de microorganismos procedentes del ambiente hospitalario. Con
frecuencia la herida contiene tejido desvitalizado o francamente necrótico, que
rápidamente se contamina con bacterias. Cuando las bacterias llegan a tejido
viable, por lo general debajo de la escara, se produce una infección invasora, ya
sea localizada, sistémica, o de ambos tipos. Los estreptococos y los estafilococos
eran las causas predominantes de infección de las heridas por quemadura en la
era preantibiótica, y continúan siendo patógenos importantes en el momento
actual. Con el advenimiento de los antimicrobianos, P. aeruginosa se convirtió en
un problema grave para el tratamiento de las heridas por quemadura. Al
disponerse de antibióticos más eficaces contra este microorganismo, los hongos
(sobre todo Cándida albicans, especies de Aspergillus y agentes de la
mucormicosis) se han convertido en patógenos cada vez más importantes de los
pacientes quemados. También se han encontrado infecciones por el virus del
herpes simple en las heridas por quemadura, sobre todo en la cara. La frecuencia
de la infección discurre paralela a la extensión y la intensidad de la lesión
producida por la quemadura. Las quemaduras graves producen defectos tanto de
la inmunidad celular como humoral, lo que tiene un gran impacto sobre la infección.
Por ejemplo, después de quemaduras importantes se produce una disminución del
número y de la actividad de los linfocitos T colaboradores circulantes, un aumento
de los linfocitos T supresores y una disminución de los niveles de
Urgencias.
inmunoglobulinas. También se ha demostrado que después de las quemaduras se
altera la función de los neutrófilos. La elevación de las cifras de múltiples citocinas
de los pacientes quemados es compatible con la idea, muy extendida, de que
estos pacientes muestran una alteración de la respuesta inflamatoria. El aumento
de la permeabilidad de la pared intestinal a las bacterias y a sus componentes,
como la endotoxina, también contribuye a la alteración de la regulación inmunitaria
y a la sepsis. Por consiguiente, el paciente quemado está predispuesto a la
infección, no sólo en el sitio de la quemadura, sino también en localizaciones
remotas.
QUEMADURAS ELÉCTRICAS.
TIPOS DE TRAUMATISMOS ELÉCTRICO:
DIRECTO: paso de la corriente por el organismo.
Bajo voltaje (<1000 V): es el 80% de los traumatismos eléctricos siendo
especialmente frecuente en el ámbito doméstico y en los niños. Las lesiones son
pequeñas y profundas quemaduras dístales (manos, boca) y arritmias graves.
Alto voltaje (>1000 V): produce lesiones graves como quemaduras de diversos
grados, afectación multiorgánica, destrucción tisular, etc. Similar al síndrome por
aplastamiento.
INDIRECTO O ARCO VOLTAICO: se debe al campo magnético que se produce
alrededor de las líneas de alta tensión (> 10000 V).
FLASH ELÉCTRICO: se trata de una quemadura por llama. Es una lesión térmica.
RAYO: produce parada respiratoria y muerte inmediata. Lesiones cutáneas
en arborización típica.
HISTORIA CLÍNICA.
-Determinar causa y mecanismo de lesión
• Tiempo en que ocurrió la lesión
• Profundidad de la lesión
• Estado general del paciente
• Presencia de co-morbilidad
• Intervenciones antes de su llegada
• Antecedentes de enfermedades y de uso de fármacos
• Evolución
En todo paciente que haya estado expuesto al fuego se debe sospechar de lesión
por inhalación de productos tóxicos de la combustión. La lesión de vía aérea
requiere de atención inmediata y definitiva que incluye apoyo de la vía aérea.
Sugieren lesión por inhalación:
Quemaduras faciales y en cuello.
Quemaduras de las cejas y vibrisas nasales.
Depósitos carbonaceos y cambios inflamatorios agudos en la orofaringe, esputo
carbonaceo, disfonia, alteraciones del estado de conciencia.
Antecedente de estar en espacios cerrados.
Explosión con quemaduras en cabeza y tórax.
EVALUACIÓN DE LA EXTENCIÓN DE LA QUEMADURA
El Esquema de Lund and Browder es útil para cuantificar la superficie corporal
quemada en los niños.
La cuantificación de la superficie corporal quemada es importante para determinar
la necesidad de restituir líquidos y criterios de traslado o referencia del paciente.
EVALUACIÓN DE LA PROFUNDIDAD DE LA QUEMADURA
La apariencia de la lesión y el llenado capilar son los métodos clínicos útiles para
evaluar la profundidad de la quemadura.
• La profundidad determina en parte el tratamiento del paciente, pero no es
indispensable para calcular los requerimientos de líquidos.
• Las lesiones por quemadura se pueden complicar en sitios con pobre circulación
y/o se agrega una infección.
• La quemadura se profundiza por edema o por la respuesta inflamatoria local.
• La sensibilidad y estímulos dolorosos no son recomendables para calcular la
profundidad de las quemaduras en niños.
La alta incidencia de lesiones por quemadura no accidentales debe hacer
sospechar la posibilidad de abuso o maltrato.
Entre el 6-8% de las quemaduras en menores de tres años no son accidentales.
Si sospecha de lesión no accidental, examine otros signos de abuso.
QUEMADURAS ELECTRICAS.
MANIFESTACIONES CLÍNICAS
MUSCULAR.
Recuerda el Síndrome por Aplastamiento.
Elevación de enzimas (CPK, mioglobina) y potasio.
CPK: útil en diagnóstico y control de respuesta al tratamiento.
Mioglobina: muy nefrotóxica.
CUTÁNEAS.
Quemaduras de distintos grados (dérmicas y subdérmicas).
Alto voltaje: quemadura de entrada y salida.
Urgencias.
VASCULAR.
Trombosis.
CARDIACA.
Bajo voltaje: arritmia maligna que suele ser precoz.
Alto voltaje: taquicardia sinusal y cambios de la onda T.
NEUROLÓGICO.
Frecuentes por rayo o alto voltaje.
Neuropatía periférica aguda (29%) o tardía, daño medular (2-5%),
pérdida de conciencia, cefalea, crisis convulsivas, etc.
ÓSEO.
Fracturas (10%) por tetanización muscular.
OTRAS.
Perforación abdominal, Necrosis pancreática o hepáticas, alteraciones oculares,
etc.
MANEJO INICIAL.
Asegurar la escena al acercarse al paciente para brindar seguridad a quien esta
otorgando la atención inicial
Si el paciente está en llamas, cubrirlo con una manta y hacerlo rodar.
En caso de quemadura por electricidad, desconectar la corriente y después
separar a la persona de la fuente.
Retirar la ropa y joyería en medida de lo posible, ya que retiene calor, aún en
quemaduras por líquidos.
Enfriar las quemaduras para reducir la severidad del daño a la piel, con agua
corriente (8 a 15ºC ) por lo menos durante 20 minutos.
No utilizar hielo ya que puede profundizar la quemadura y aumenta el riesgo de
hipotermia
Evitar la hipotermia especialmente en niños y ancianos.
Cubra la lesión con apósitos y vendaje, sino se tienen al alcance con tela limpia y
seca
Evitar tratamientos tópicos hasta establecer la profundidad de la quemadura
MANEJO DE LA LESIÓN.
No hay evidencias de que algún antiséptico tópico tenga ventaja sobre otro en el
tratamiento de las quemaduras superficiales.
• Los productos con acción antimicrobiana como la sulfadiazina de plata deben
preferirse sobre otros productos que carecen de esta acción terapéutica.
• El vendaje sobre la lesión favorece la reepitelizacion al mantener húmeda la
lesión.
• Aplique sulfadiazina de plata en todas las quemaduras.
• Cubra la lesión con apósitos y vendaje
• Las quemaduras superficiales pueden revisarse cada tercer día.
MANEJO HOSPITALARIO
Vía aérea
Se recomienda que en pacientes con sospecha de lesión de vía aérea se tome una
radiografía de tórax, laringoscopía indirecta, broncoscopia y determinación de
niveles de carboxihemoglobina.
En pacientes con ventilación mecánica el manejo con volumen tidal bajo disminuyo
la mortalidad y los días con ventilador. En ellos se recomienda posición de la
cabecera a 30 grados, cambios de posición corporal hacia los lados cada 2 horas,
higiene bucal cada 6 horas, y profilaxis gastrointestinal.
Profilaxis gastrointestinal
Los pacientes con quemaduras graves tienen riesgo de desarrollar úlceras por
estrés. Se recomienda administrar profilaxis con Ranitidina IV 2-4 mg/kg/día cada
6-8 .
Omeprazol IV 1 mg/kg/día (rango 0.2-3.5 mg/kg/día) en una o 2 dosis por día.
Esta indicada la colocación de sonda nasogástrica si presenta nauseas, vómitos o
distensión abdominal.
Control Térmico
Se debe vigilar la temperatura corporal y prevenir la hipotermia.
Se recomienda una temperatura ambiente de 32° para evitar la perdida de calor y
disminuir el metabolismo
Profilaxis Antibiótica
La profilaxis con antibióticos sistemicos no están recomendados de manera inicial
en pacientes quemados, deben reservarse para heridas infectadas. La terapia con
antibióticos tópicos es eficaz.
Manejo del dolor
Se recomienda el uso de analgésicos narcóticos como morfina 0.1 – 0.2 mg/kg de
peso cada 4 horas. IV o IM.
Vigilando estrechamente la estabilidad hemodinámica.
Una opción mas segura, para el tratamiento inicial del dolor para los pacientes
cuya condición cardiovascular pueda ser inestable es el fentanilo 10-20 mcg/Kg de
peso IV.
QUEMADURAS ELECTRICAS
MANEJO INICIAL (Traslado)
• 2 Vías Venosas Periféricas.
• SONDA VESICAL tipo Foley.
• RINGER LACTATO a 500 ml/h (si traslado <2h).
• Mantener DIURESIS=100 ml/h.
• MONITORIZACIÓN ECG.
• Miembros afectados elevados para disminuir edema.
• Cubrir con manta térmica.
Manejo quirúrgico.
En las lesiones circulares, durante las primeras 24 horas, la escarotomia de
emergencia podría ser necesaria para aliviar restricción en el tórax o
dermofasciotomia para reducir la presión en extremidades, siendo recomendable
realizarlos en quirófano. Se recomienda realizar el lavado con solución salina y
cubrir con antibiótico tópico de elección. La escisión tangencial temprana es el
retiro del tejido quemado dentro de los primeros 5 días posquemadura. El cierre
quirúrgico de la herida en quemaduras de 2do grado profundo y tercer grado se
logra con escisión y autoinjerto en una o varias etapas. La escisión tangencial
temprana se debe realizar en porcentajes no mayores de 20% SCTQ para evitar
choque hipovolemico. Sin embargo, con isquemia y soluciones de epinefrina tópica
o subcutánea y fibrina, se puede realizar en porcentajes mayores al 20% En
quemaduras de 3er grado que por su extensión pongan en alto riesgo la vida se
puede realizar desbridamiento facial (retiro de escara y tejido celular subcutáneo
hasta facia).º
La cubierta definitiva en lesiones de 2do grado profundo (espesor parcial profundo)
y 3er grado (espesor total), se realiza con autoinjerto de espesor parcial delgado o
medio, laminados o mallados 1:1.5,1:3 , el área pendiente de cubierta definitiva,
injertos mallados 1:6 y zonas donadoras se debe colocar algún sustituto de piel
(queratinocitos cultivados, biosintetico temporal, etc) para prevenir la desecación e
infección y acelerar el proceso de reepitelizacion.
Las quemaduras con menos de 30% SCTQ se deben tratar de manejar en un solo
tiempo quirúrgico con autoinjertos laminado o mallados 1:1.5,1:3 y procurar no
exceder de las dos horas en tiempo quirúrgico, para evitar la hipotermia y sus
consecuencias. Usar colchón térmico, sala quirúrgica aclimatada, etc.
Sustitutos cutáneos: biológicos y sintéticos.
Urgencias.
CRITERIOS DE REFERENCIA.
Criterios de traslado a un centro de quemados Quemaduras de 2do grado y 3er
grado que afecten mas del 10% de la superficie corporal en pacientes menores de
10 anos.
Quemaduras de 2do grado y 3er grado que afecten mas del 20% de la superficie
corporal total (SCT) en otros grupos de edad.
Quemaduras de 2do grado y 3er grado que comprometan cara, ojos, oidos, manos,
pies, genitales, perine y articulaciones mayores.
Quemaduras de 3er grado superiores al 5%, de la SCT en cualquier grupo de
edad.
Quemaduras eléctricas, incluye lesiones por rayos (Puede haber lesión
considerable por debajo de la piel que puede provocar insuficiencia renal y otras
complicaciones).
Quemaduras químicas graves.
Quemaduras por inhalación.
Quemaduras menores en pacientes con enfermedades pre-existentes graves que
puedan complicar su manejo o prolongar su recuperación.
Urgencias.
Cualquier paciente quemado en quien el trauma sea un riesgo asociado a una alta
morbilidad o mortalidad, siendo tratado primero en un centro de trauma antes de
trasladarlo a un centro de quemados.
Los niños con quemaduras en hospitales sin personal calificado o equipo para su
tratamiento deben ser trasladados a una unidad de quemados.
Quemaduras en pacientes que requieran tratamiento social, emocional o
rehabilitación especial, por periodos prolongados incluyendo los pacientes con
sospecha de niño maltratado o abandonado El traslado de cualquier paciente debe
ser coordinado con el medico de la unidad de quemados.
Bibliografia: http://www.cenetec.salud.gob.mx/descargas/gpc/CatalogoMaestro/
448_GPC_Nixo_gran_quemado/GRR_Nixo_gran_quemado.pdf