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Fernanda Castrillón

Código: 1425781
Referencia bibliográfica:

Lectura comentada:

Según Searle en una situación de habla típica existen muchas clases de actos asociados con la
emisión del hablante, entre los cuales se encuentran los actos ilocucionarios, los cuales son
actos de habla o actos lingüísticos de mucha importancia dado que éstos se constituyen como
la unidad básica de la comunicación lingüística en virtud de que son bajo ciertas condiciones la
producción de la instancia en la realización del acto de habla. Esto se encuentra un poco lejos
de lo que se ha aprendido acerca de cómo se da la comunicación, de ligereza se puede pensar
que logramos entendernos porque conocemos el significado de las palabras, pero ese
significado se encuentra dado por otras palabras y es en ese momento donde lo que plantea
Searle toma sentido. Para Searle la comunicación lingüística incluye actos producidos por un
ser con ciertas intenciones, que son los denominados actos de habla, regidos por reglas que
pueden definir el acto como tal, por esto dice: “Realizar un acto ilocucionario es
comprometerse en una forma de conducta gobernada por reglas” y con esto propone:
“explicar la noción de acto ilocucionario enunciando un conjunto de condiciones necesarias y
suficientes para la realización de un género particular de acto ilocucionario”.

Searle plantea que las reglas pueden ser regulativas o constitutivas y que las que rigen los
actos ilocucionarios son reglas constitutivas porque a través de ellas es que se constituye el
acto. Las reglas son apenas apreciables en nuestras emisiones linguisticas, a menudo cuando
se lleva a cabo un acto ilocucionario no somos conscientes de que al hacerlo seguimos
parámetros establecidos socialmente para dicho acto. Otra noción discutida en el camino hacia
explicar la noción de acto ilocucionario es la del contenido proposicional de muchas emisiones
en las que se realiza un acto ilocucionario, aclarando que las proposiciones no son actos: “una
aserción es un acto ilocucionario, pero una proposición no es en absoluto un acto, aunque el
acto de expresar de una proposición sea una parte de la realización de ciertos actos
ilocucionarios” por lo que distingue en una oración dos partes: el elemento indicador de la
proposición y el dispositivo indicador de la función, siendo el ultimo quien define qué acto
ilocucionario se está realizando. Es fácil ver como una misma proposición puede estar
presente en diferentes actos ilocucionarios, por lo que toma importancia el dispositivo
indicador de la función para el propósito definido por Searle pero como se puede apreciar en
nuestra experiencia qué es lo que lleva a que una aserción, un consejo o una disculpa sea
tomada como tal, no solo el hecho de decir te aconsejo que hagas tal o cual, sino el contexto
en el que se da la emisión, pues tal vez una emisión pueda considerarse un consejo en una
charla tranquila y un regaño o recriminación mientras se habla airadamente con alguien.

Desde este punto de vista se le puede dar la razón a Searle no solo en reconocer que a través
de una oración de acuerdo al contexto puede variar el acto de habla realizado, sino que como
un acto de habla está relacionado directamente con una intención, cuando se emiten
expresiones se busca necesariamente realizar una acción con la emisión, en otras palabras
hablar no solo incluye mover la mandibula y articular sonidos sino que hablar también es
actuar. Searle revisa algunas ideas de Paul Grice en donde él dice que el reconocimiento de la
intención del hablante en el oyente le da significado a lo dicho por el hablante, pero al analizar
esto objeta: “esta explicación del significado no muestra la conexión entre el querer decir algo
por parte de alguien mediante lo que dice y lo que eso que alguien dice significa efectivamente
en el lenguaje” y aclara: “el significado más que un asunto de intención, es un asunto de
convención”. Esto quiere decir que no solo basta que alguien reconozca nuestra intención de
querer decir algo, sino que nuestras emisiones deben estar bien formuladas en el sentido de
escoger y organizar las palabras adecuadamente para que a través de ellas se reconozca la
intención de lo que se quiere decir y de esta forma poder entender de qué se habla cuando se
habla.

Una vez mencionadas las nociones de reglas, proposiciones y significado se pasa a analizar el
acto ilocucionario de prometer, en éste análisis Searle enuncia 9 condiciones como ya se había
dicho que son necesarias y suficientes para que se dé una promesa, de las que se extraen 5
reglas para el uso de cualquier dispositivo indicador de función para el acto de prometer. De
todo esto se logra evidenciar que efectivamente para el caso de prometer, las reglas o
condiciones en las que se da convencionalmente una promesa son las que la definen, y de
forma análoga muy seguramente se podría realizar el análisis de otro acto ilocucionario para
encontrar las condiciones bajo las cuales está dado.

Considerar estas cuestiones nos lleva a comprender la comunicación lingüística de una manera
diferente, a analizar situaciones muy comunes en las que nos encontramos con dificultades a
la hora de darnos a entender o de entender lo que alguien más quiere decirnos, siendo de
suma importancia esto para no tener una idea superficial de lo que es el hablar, y así mismo
aprovechar al máximo lo que podemos llegar a hacer con lo que decimos.

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