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Prohibida la reproducción parcial o total de este texto sin permiso de la Fundación BBVA
Banco Continental
Impreso en Perú
Primera edición, marzo de 2009
500 ejemplares
ISBN: 978-612-45455-6-6
Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú: 2009-02458
Registro de Proyecto Editorial en la Biblioteca Nacional del Perú: 31501310900130
Autores:
Sección inicial: Mariana Eguren, Patricia Rhor, Jossie Galindo, Natalia González
Primera Parte: Luis Voysest
Segunda Parte: Rodrigo Zevallos, Luis Voysest
Lecturas: Antonio Zapata, Rolando Rojas
Diseño:
(N) Comunicaciones
Directora de arte y diseño: Mili Bellido
Diagramación: Isabel Regalado, Ricardo Zúñiga
Ilustración: Paul Yanque
Fotografías: Diario El Comercio (Dante Piaggio: pp. 55, 149. Azucena León: pp. 58, 69. Luis Choy: p. 68. Bernabé Calderón: p. 71. Alberto
Orbegozo: p. 74. Richard Hirano: p. 77. Miguel Bellido: pp. 79, 86. Rolly Reyna: p. 80. Francisco Vallejos: p. 85. Hugo Ned Alarcón: pp.
100, 104. Juan Ponce Valenzuela: p. 188)
Equipo editorial:
Diseño del proyecto y coordinación pedagógica: César Ruiz de Somocurcio, Patricia Rhor, Jossie Galindo
Revisión pedagógica: Patricia Rhor, Jossie Galindo
Revisión de contenidos: Natalia González
BUSCAMOS Y
RECONOCEMOS
INFORMACIÓN EL NIÑO QUE SE HIZO ARTESANO
MIENTRAS
LEEMOS 1
Enrique era un niño ayacuchano que obtenía las mejores notas en la escuela
cuando se trataba de hacer dibujos y pintar paisajes. En los mercados, había
observado numerosas piezas del arte de Ayacucho: retablos, tablas de Sarhua,
esculturas en piedra de Huamanga, mates burilados y otros. A él le gustaban,
particularmente, los retablos y, desde pequeño, les comentó a sus papás:
“Cuando sea grande, voy a ser un maestro retablista”. Había escuchado decir
que estos maestros también eran personalidades, como Joaquín López Antay,
quien tuvo muchos ahijados y fue un hombre muy querido en los pueblos de
Ayacucho.
2
Así que Enrique estaba fascinado no solo por
el arte del retablo, sino también por el rol que
desempeñan estos maestros en la sociedad. Sabía
que los pueblos y las comunidades encargaban
sus trabajos a los maestros que tenían una
conducta responsable y sabían aconsejar a las
personas. Todos los domingos iba con sus padres
al mercado de artesanos y contemplaba las
diversas formas de los retablos. Veía las piezas
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la vida agrícola de la región, la herranza, los
bautizos, los matrimonios, etc. De tanto ir al
mercado y conversar con los artesanos, Enrique
fue haciendo amigos y aprendiendo algunas cosas
sobre la fabricación de los retablos.
3
Aprendió, por ejemplo, que los artesanos tienen que saber muchas técnicas
y no solo sobre el retablo. En realidad, los artesanos retablistas son expertos
también en hacer cruces para las festividades, baúles, candelabros de hojalata,
entre otros. Pero, sobre todo, aprendió la importancia que estos objetos tienen
en los pueblos y las comunidades rurales. Allí, las cruces y los retablos tienen
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solicitan buenas cosechas y lluvias. En época de herranza del ganado, es decir,
cuando se les pone una marca en la oreja u otra parte del cuerpo para distinguir
a sus propietarios, los campesinos dedican ofrendas a los wamanis o cerros.
Estos rituales llaman a la fertilidad y a la buena salud de sus ganados.
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