12/10/2020 EL RELATO PROHIBIDO 2ª PARTE

EL RELATO PROHIBIDO 2ª PARTE

junio 13, 2019

VENECIA Y EL COMIENZO DEL CONTROL DEL MUNDO

No todos los patricios romanos estaban de acuerdo con Constantino en hacer del cristianismo la religión
oficial del Imperio, ni de los cambios a nivel de cargos que se habían puesto en manos de esta secta
cristiana y mucho menos a la división de los territorios, máxime cuando tras el Concilio de Calcedonia la
división ya era real. Por todo ello, y por quedarse en una situación de clara desventaja con todos
estos movimientos, un grupo de estos patricios decide cambiar de aires y se instalan en Venecia. No hago
referencia a las famosas donaciones de Constantino al Papa Silvestre I de los territorios pontificios porque
hay discrepancias entre los investigadores; no obstante, yo creo que esta fue la causa más importante de
esta “rebelión” de patricios.
Al mismo tiempo que esto ocurría, otro pueblo que habitaba la zona sur de Rusia, Kazajistán, Ucrania,
Crimea, llamada los jázaros se convierten en los mayores aliados del nuevo Imperio romano de Oriente
haciendo frente a los califatos árabes. Este nuevo kanato independiente adopta como religión oficial el
judaísmo.
Es realmente en el siglo noveno cuando el poder de los jázaros declina por el avance de la Rus de Kiev, la
nueva Rusia, y se trasladan a Venecia donde se emparentan a estos grandes clanes y se convierte, lo que a
partir de ahora llamaremos “la secta”, al judaísmo.
Pero el hecho que cambió el rumbo de la secta, de los hijos de Leviatán, fue que en 1204 el Papa Inocente
III invade Constantinopla asesinando y masacrando a quienes se les ponen por delante y los que logran
salvarse se guarnecen bajo la protección del Zar de Rusia; obviamente, la Iglesia católica condenó al Zar a
muerte.
Este hecho provocó que en Venecia se decidiese crear una gran Marina de Guerra para impedir que un acto
como ese se pudiese repetir y, además, para proteger el ya consolidado negocio de especias que habían
impulsado estas familias que conformaban la secta.
Este acontecimiento, propició otro que cambiaría el mundo y que fue el nacimiento de lo que siglos después
se conocería por los “historiadores” en Inglaterra, a nivel coloquial, como los “goldsmith” y era que esta
secta se hizo “custodios” del oro de otros comerciantes: para que los comerciantes no tuvieran que viajar
con el metal preciso y exponerse a que les robasen, la secta, los hijos de Leviatán, les emitía unas cartas de
pago reconociendo que tenían fondos suficientes como para llevarse esas mercancías que, posteriormente,
se haría cargo de su pago a través de ellos mismos. Nació no sólo la banca, sino la primera Bolsa de
pagarés del mundo; de hecho, ya a principios del siglo XIII ya empezaron a negociar con la deuda
gubernamental, el gran negocio que les haría, a partir de entonces, controlar económicamente todas las
naciones de la Tierra.
En 1453, con la caída de Constantinopla a manos de los turcos, los hijos de Leviatántrasladan su sede
central a los Países Bajos, más concretamente a Holanda.
Evidentemente, la Guerra de los Ochenta Años, para la independencia de Holanda de los españoles no fue
algo improvisado. Las guerras se ganan con dinero y en 1566 Guillermo de Orange comienza la lucha
contra la monarquía católica española. Como iremos viendo la obsesión de la secta fue siempre y en todo
lugar destruir la sociedad católica y cristiana.
La estrategia siempre sería la misma, financiar a ambos bandos y la destrucción, por una parte, de la escala
de valores cristianos, y por otra, las soberanías de los países.
DESEMBARCO EN INGLATERRA
Johan Palmstruch, el banquero nacido en Letonia, criado en Holanda y residente en Suecia, se defendía
contra una persecución que parecía más bien inquisitorial. Una nación entera quería saber adónde había
ido a parar su dinero, y la mejor respuesta que Palmstruch fue capaz de mascullar consistió en describir el
caos de aquellos últimos días del primer banco central del mundo, cuando los clientes y los investigadores
del Gobierno hacían cola frente a las puertas del banco protestando e insultando: «¡Ladrón, puerco...!». Y él
se preguntó: «¿Quién, en medio de este tumulto diario, de las amenazas, las malas palabras, los desafíos y
las discusiones, en peligro de muerte..., es capaz de hacer asientos y llevar así un libro de contabilidad?».

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La investigación sobre el Stockholms Banco, de Palmstruch, había descubierto que no sólo faltaban
decenas de miles de dá-leros (el dáler era la moneda sueca de la época) de su caja fuerte, sino también
que la casi quiebra del banco había costado a la Corona real sueca una enorme suma de
dinero. Palmstruch recibió la orden de devolver lo que el banco había perdido. Y si nopudiera hacerlo, éste
sería ejecutado. Estábamos, al fin y al cabo, en 1668, no en 2008, y los actos de Palmstruch como hombre
con capacidad para imprimir dinero a voluntad habían diezmado los ahorros personales de los suecos,
arruinado su economía nacional y obligado al Gobierno a intervenir para evitar que la catástrofe fuera
completa.

La sentencia sobre Palmstruch fue conmutada en 1669, y fue liberado de la cárcel en 1670. Un año más
tarde, cuando este hombre, el primer banquero central de la historia, murió, no era conocido como un mago
monetario, sino como un delincuente que había llevado al desastre la economía de una de las primeras
potencias europeas. En el transcurso de media década había habido un boom del crédito y un aumento del
nivel de vida asociado al mismo; luego hubo un aumento repentino de la inflación seguido de un
hundimiento del crédito y una recesión.

Dicho de otro modo, en pocos años, Suecia había experimentado lo mejor y lo peor de la banca central.
Pero Johan Palmstruch y todas las demás personas involucradas en elStockholms Banco habían hecho
también otra cosa: habían iniciado la era moderna de las finanzas globales y todo lo fantástico y lo terrible
que se deriva de ellas. Para entender adecuadamente cómo los «chicos de Basilea» respondieron ante la
conflagración financiera de 2007 a 2012, resulta útil comprender cómo, de entrada, llegaron a ostentar tanto
poder. Y ésa es una historia que empieza con Johan Palmstruch. (Extracto del capítulo primero- Reseñas
21-Los Alquimistas)
La realidad es que Johan Palmstruch era el hijo de un mercader de Ámsterdam. Siendo aún joven se instaló
en Estocolmo, que en ese período iniciaba una época de prosperidad de la que ya gozaban los Países
Bajos con esta secta veneciana emigrada allí, y tuvo una gran idea que luego imitarían los hijos de
Leviatán. Palmstruch conocía bien los entresijos del exitoso sistema bancario holandés. Gracias a sus
contactos, consiguió una entrevista con el rey Carlos X Gustavo de Suecia, quien quedó bastante
impresionado por sus conocimientos financieros y, deseando modernizar las finanzas suecas, le autorizó a
constituir el Banco de Estocolmo. Parte de los beneficios del Banco irían a la corona, por supuesto. Era el
30 de noviembre de 1656. Es decir, un particular emitía la moneda y, eso sí, hacía “partícipe” de sus
beneficios al que mandaba.
Dicen que todo en este mundo se mueve de E a W, y puede que tengan razón; si miramos las grandes
civilizaciones, empezaron en Mesopotamia, Egipto, Grecia, Roma, España, Inglaterra, estados Unidos,
China, etc. Pero no adelantemos acontecimientos.
La secta, los hijos de Leviatán, tenía su mirada puesta en Inglaterra; necesitaban un aliado fuerte para
luchar y destruir las grandes monarquías católicas y, al mismo tiempo, era un centro estratégico del
comercio mundial.
El problema estaba en su monarquía absolutista, pero con voluntad y dinero todo se podía solucionar.
No cabe duda que la inglesa era monarquía sustentada en el “derecho divino” de los reyes proclamado
como un lugarteniente de Dios en “Verdadera Ley de las monarquías libres”, donde el Estado era una
propiedad privada de la familia gobernante; en la que el campesinado estaba vinculado a la tierra y está a
esa nobleza que estaba entroncada con la monarquía.
También es cierto, que el Primado de Cantorbery quiso reforzar el anglicanismo acercándolo a Roma y que
de esta manera la Iglesia recuperase sus tierras y bienes y que, precisamente ese hecho, reforzó el
protestantismo, pero también es cierto que un personaje como GerardWinstanley y su nueva ideología, “el
comunitarismo cristiano” no entraba dentro de la filosofía de vida de la Iglesia de aquella época. Y es que la
decapitación de Carlos I Estuardo en 1649 no marcó sólo la primera de las revoluciones, sino el nacimiento
de un cambio estructural de la economía que se apoyaba en un arma nueva que eran las ideologías.
La sociedad inglesa vivía el nacimiento de nuevas fortunas enriquecidas con la piratería y el tráfico de
esclavos, por lo que los hijos de Leviatán necesitaban controlar esa gran nación.
Los “niveladores” o “levellers” que aportaban otra nueva ideología con pensamiento mal
llamado “protodemocrático” y que en realidad sirvió como inspiración a la “partitocracia”; los “ranters” con
ideología panteísta; los “cuáqueros” de George Fox, etc., nada nació por generación espontánea, todo
formaba parte de un plan perfectamente ideado por los hijos de Leviatán.
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En 1649 los hijos de Leviatán fundan el Banco de Inglaterra a imagen y semejanza del de
Johan Palmstruch, y se estrenan financiando a ambos bandos en la “Guerra de los Nueve Años”, y justo en
1721 se crea oficialmente la “partitocracia” aprovechando todos estos movimientos ideológicos que les
permite agrupar las opciones en dos bandos y ellos elegir, financiar, domesticar y proponer a los
candidatos.
En Inglaterra ya no sólo habían acabado con la monarquía absolutista y dominaban el sistema financiero,
sino que ellos, los hijos de Leviatán, iban a dirigir la política del país a través de la “partitocracia” en un
nuevo sistema de monarquía que ni reina ni gobierna.
La fórmula para agrupar el voto en dos partidos y de esa manera poder controlar la política es interesante
de conocer. Se utilizó un asunto religioso para dividir claramente a la sociedad; hay que tener en cuenta que
se estaba estrenando el nuevo invento y no podían permitir que apareciesen decenas de partidos, ya que
eso sería incontrolable por ellos, y ellos, los hijos de Leviatán, iban a controlar la monarquía a través de sus
marionetas que iban a ser los políticos agrupados y cantando al son que ellos marcasen.
Y así los “tories” debían apoyar al candidato católico, Duque de York, y los “Whig” que eran los
presbiterianos escoceses. Todo esto con el tiempo cambiaría, pero continuarían ambos partidos como
conservadores y laboristas. Acababan de poner en funcionamiento un sistema que, junto con los bancos
centrales, les daría el control del mundo.
SIGUIENTE VICTIMA: FRANCIA
Con Francia era más de lo mismo, necesitaban controlar Francia y topaban con una monarquía absolutista;
pero el caso de Francia iba a cambiar el mundo; por una parte, con la revolución que iban a poner en
marcha querían implantar la primera república europea y, además, garantizarse la liberación de la
segregación a la que eran sometidos los judíos, y es que el poder que manejaban no pasaba desapercibido,
como nadie obviaba que las naciones se acababan endeudando con ellos hasta que se convertían vasallos
de los hijos de Leviatán. De hecho, en 1306 en Rey de Francia Felipe IV ya los había expulsado porque
habían arruinado el país, y no había sido el único, también habían sido expulsados de esa Inglaterra que
ahora ellos dominaban en 1290 y a lo largo de la historia se repetiría su expulsión de diferentes países
ciento veinticinco veces, y siempre por el mismo motivo, por lo que tenían que “blindarse” y la Revolución
Francesa iba a ser ese primer paso que irían perfeccionando promulgando leyes y desarrollando el
victimismo.
Y así fue, los agentes de los hijos de Leviatán movieron sus hilos como siglos después haría la CIA para
ellos y desestabilizó esa nación hasta que en 1789 la cabeza de Luis XVI Rey de Francia y Navarra rodó
por el suelo.
Con la llegada de Napoleón y con la liberación de los judíos de esa segregación, en 1800 se funda el Banco
de Francia, y aquí hay que hacer un alto para hablar de una familia que a partir de este momento de la
historia dominaría el mundo: los Rothschild.
Para dar entrada a tan distinguida familia, que coincide con la Francia de Napoleón, vamos transcribir una
serie de datos de “La gran conspiración”:
Europa, a finales del siglo XVIII, estaba compuesta por una combinación de grandes y pequeños reinos,
ducados y Estados que participaron constantemente en peleas entre ellos.
La mayoría de las personas estaban al nivel de los siervos – sin derechos políticos. La escasos “privilegios”
que se les concedió por sus “dueños” podrían ser retirados en cualquier momento.
Fue durante este período de tiempo un joven apareció en la escena europea, que iba a tener un tremendo
impacto en el futuro curso de la historia del mundo, su nombre era MayerAmschel Bauer. En años
posteriores, su nombre, que él mismo se había cambiado, se convirtió en sinónimo de riqueza, poder e
influencia.
Él fue el primero de los Rothschild – el primer banquero verdaderamente internacional.
Mayer Amschel Bauer nació en Frankfurt, Alemania, en 1743. Hijo de Moisés AmschelBauer, prestamista
itinerante y orfebre que, cansado de sus viajes en Europa del Este, decidió establecerse en la ciudad donde
nació su primer hijo. Abrió una tienda de préstamo de moneda, en Judenstrasse (o calle de los Judíos).
Sobre la puerta de la tienda, colocó un escudo rojo de gran tamaño.
A muy temprana edad, Mayer Amschel Bauer demostró que poseía la capacidad intelectual inmensa, y su
padre pasó gran parte de su tiempo enseñándole todo lo que pudo sobre el negocio de prestar dinero, y las
lecciones que había aprendido de muchas fuentes.
Pocos años después de la muerte de su padre, Mayer Amschel Bauer fue a trabajar como empleado en un
banco de propiedad de los Oppenheimer de Hannover. Su capacidad superior fue rápidamente reconocida y
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su avance dentro de la empresa no se hizo esperar.

Poco después regresó a Fráncfort, donde fue capaz de comprar el negocio que su padre había establecido
en 1750. El gran escudo rojo todavía se encuentra en la puerta. Reconociendo el verdadero significado del
escudo rojo (su padre lo había adoptado como un emblema de la bandera roja, que era el emblema de
los judíos revolucionarios en Europa oriental), un hexagrama rojo que, bajo la instrucción de Rothschild
terminará sobre labandera de Israel cerca de dos siglos más tarde.
Mayer Amschel Bauer cambió su nombre a Rothschild, de esta manera la Casa Rothschild empezó a existir.
La palabra alemana para “escudo rojo” es “rothschild” [red shield en inglés]
La base de una parte de la acumulación de riqueza fue forjada durante la década
de 1760cuando Amschel Rothschild renovó su amistad con el general von Estorff para el que hacía los
recados mientras trabajaba en el Banco Oppenheimer.
Cuando Rothschild descubrió que el general, que fue adjunto de la corte del príncipeGuillermo de Hanau,
estaba interesado en monedas raras, decidió sacar el máximo provecho de la situación. Empezó a ofrecer
valiosas monedas y baratijas a precios de descuento, de esta manera, pronto se congració con los
miembros más influyentes de la corte.
Un día fue conducido a la presencia del príncipe William. Su Alteza compró un puñado de medallas y
monedas raras. Esta fue la primera transacción entre un Rothschild y un jefe de Estado. Poco tiempo
después, Rothschild estaba haciendo negocios con los demás príncipes.
En poco tiempo Rothschild intentó otra maniobra para asegurarse un puesto, con varios príncipes locales,
para promover sus propios fines. Él les escribía cartas que jugaban con su vanidad, mientras les estaba
pidiendo su patrocinio.
Una carta típica sería el siguiente:
“Ha sido mi fortuna particular, muy buena para servir a su noble serenidad en varias ocasiones y su
satisfacción más que suficiente. Estoy dispuesto a ofrecer todas mis energías y toda mi fortuna para servir a
su noble serenidad cada vez que en el futuro le plazca. Un incentivo especialmente eficaz para este fin que
se me ha encomendado, sería que su noble serenidad me distinguiera con un nombramiento como uno de
los proveedores en la Corte Real. Estoy siendo audaz para pedir esto, con más confianza en la seguridad
de que, al hacerlo, no estoy dando ningún problema, mientras que por mi parte, esta distinción levantaría mi
posición comercial y sería de gran ayuda para mí en muchos otros aspectos para hacer mi propio camino y
fortuna aquí en la ciudad de Fráncfort. ”
Su táctica dio sus frutos. El 21 de septiembre de 1769, Rothschild pudo clavar un cartel con el emblema
de Hess-Hanau al frente de su tienda. En caracteres de oro que decía: “M.A. Rothschild, proveedor de la
corte de su ilustre alteza, el príncipe Guillermo de Hessen, Conde de Hanau. Guillermo I, príncipe de
Hessen-Kassel.”
Permitidme fabricar y controlar el dinero de una nación y ya no me importará quién la gobierne.
El 29 de agosto de 1770 Mayer Amschel se casó con Gutele Schnaper (23 agosto 1753; F. 7 mayo 1849)
con quien tuvo cinco hijas y cinco hijos (Amschel, Salomon, Nathan, Kalman y Jakob). En 1780 compró la
casa en el callejón de los judíos (Judengasse) Elon página 66
Rothschild había enviado a su hijo, Nathan, a Inglaterra para hacerse cargo del negocio familiar en ese país.
Después de una breve estancia en Manchester, donde operaba como un comerciante, Nathan, por
instrucciones de su padre, se trasladó a Londres y se instaló como un banquero. Para obtener la operación
en curso Rothschild dio a su hijo a los tres millones de dólares que había desfalcado de Guillermo de Hess.
Con su enorme acumulación de ganancias mal habidas de la familia, estableció sucursales de la Casa de
los Rothschild en Berlín, Viena, París y Nápoles.
Rothschild puso un hijo a cargo de cada rama.
Los hijos de Rothschild se hicieron cargo de los negocios bancarios de su padre, mientras el hijo
mayor Amschel Mayer permaneció en la casa matriz en Fráncfort.

Se abrieron subsidiarias en Viena, Londres, París y Nápoles. Amschel Mayer vonRothschild (1773
– 1855) se hizo cargo de la casa matriz en Fráncfort tras la muerte de su padre. Fráncfort siguió
siendo el principal centro de reunión de la familia.
Salomón Rothschild Fundador familia banquera de Austria (1774 – 1855) abrió un banco en Viena
en 1821. Entre otros, otorgó un crédito al gobierno austriaco de 900.000 florines. El
príncipe Metternich y la casa Habsburg le quedaron adeudados. Se convirtió en el más importante

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financiador del estado austriaco y uno de los más grandes terratenientes. El banco en Viena
perduró hasta 1938 cuando Hitler anexionó Austria a la Alemania nazi.
Jacob “James” Mayer (1792–1868) fue enviado a Paris en 1811, facilitando así las operaciones de
la familia por toda Europa.

Nathan Mayer Rothschild Fundador familia banquera de Inglaterra (1777 – 1836) En 1798 Nathan
Mayer Rothschild fue enviado a Inglaterra (la primera sucursal en el extranjero) y fue comerciante
textil en Manchester hasta 1800. En 1808 fundó el banco N.M. Rothschild & Sons en Londres,
que aún sigue operando con éxito. Nathan invirtió el dinero del arriendo de soldados de Guillermo
I en oro de la Compañía Británica de las Indias Orientales (Honourable East India Company);
posteriormente, este oro fue necesario para financiar la campaña del Duque de Wellington y
aprovecharon esta situación privilegiada para financiar al ejército de Wellington en Portugal,
traficando con grandes cantidades de oro del gobierno británico.

Pero volvamos otra vez hacía atrás en la historia. Tras la derrota de Napoleón en 1814 se convoca el
Congreso de Viena cuyo fin era reajustar las fronteras europeas y que los países retornaran al antiguo
régimen monárquico. Evidentemente, eso no lo podían consentir los hijos de Leviatán, por lo que comienzan
a fraguar un plan que culmina en 1848 con las revoluciones que adoptarían el nombre de “Primavera de los
pueblos”; me imagino que os sonará porque muchos años después replicaron el invento en la famosa
“Primavera árabe”.
Estamos en este momento en una primera fase de este macabro plan, y en ese momento la lucha era por
acabar con los monarcas absolutistas y entregar el gobierno a un pueblo que ellos, los hijos de Leviatán,
con el control del dinero y la “partitocracia”, podían manipular sin el menor problema.
MARX Y ENGELS
Si transcribimos “Los protocolos de los sabios de Frankfurt” de Laureano Benítez, podemos leer lo siguiente.
Si el primer rebelde de la historia fue Lucifer, que se sublevó contra Dios en su pretensión de «asaltar los
cielos», su más fiel lacayo, su chambelán predilecto fue KisselMoses Mordecai Levi Marx, «el gurú rojo»,
jugador, bebedor —asiduo del Club de la Taberna, de Tréveris—, amante de orgías, casado con una
aristócrata prusiana —él, tan amigo de los proletarios—
Marx era descendiente de una familia de rancio abolengo talmúdico. El autor WolfgangWaldner sugiere que
Marx trabajó inicialmente como espía de la policía para el régimen prusiano. Algo sucedió en el transcurso
de su actividad que le obligó a mudarse a Londres en 1848, huyendo de la policía prusiana. ¿Dónde
recaló?: pues en casa de los Rothschild, ¡oh, casualidad!
La familia Rothschild descendía del judío Amschel Moses Bauer (1710-1755), quien fundó en el nº 69 de
la Judengasse de Frankfurt un negocio de orfebrería y cambio de monedas. El nombre «Rothschild»
significaba «escudo rojo», pues ése era el distintivo que colgaba a la entrada de la tienda, ya que el rojo era
el pabellón de los judíos protestantes en el este de Europa.
Al parecer, fue su hijo Mayer Amschel Bauer quien adoptó ese nombre como apellido y distintivo de la
dinastía, cuando heredó el negocio de su padre.
Los Rothschild pertenecían a la logia masónica Judenlodge, ubicada en el mismo Frankfurt. Michael Hess,
director de la escuela judía reformada Philantropin, también fue una figura destacada de esta logia. Lo que
son las cosas, fue uno de los gurús de Marx. ¡Oh,casualidad!
Como ya en el último tercio del XVIII los judíos cabalistas ejercían el control de las finanzas mundiales a
través de la familia Rothschild, se planeó capturar el poder político a través del trabajo de Adán Weishaupt,
con la creación de la orden Illuminati, obra de una troika formada Mayer Amschel Rothschild, Weishaupt, y
Jakob Frank, un judío polaco que era el líder de la Cábala en 1783.
Mayer fue el financiador de Weishaupt, y a él se le atribuye una tremenda frase con la que explicaba el
horizonte último de la democracia y los poderes mundiales: «No importa a quién vote el pueblo: siempre nos
votará a nosotros».
En 1872, el cuartel general Illuminati se trasladó a Frankfurt —por cierto, la sede de
losilluminati en Ingoldstadt se convirtió en sinagoga—, hecho bastante revelador, a lo cual hay que añadir
otra curiosa «coincidencia»: en Frankfurt se fundó también la escuela de sociología que elaboró el
marxismo cultural. Otra casualidad.
El verdadero ideólogo de los Illuminati fue Jakob Frank, cuyo horizonte era subvertir las religiones del
mundo, estrechamente emparentado con el objetivo sionista de la Cábala de instituir un gobierno global

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para que sea gobernado por el Mesías esperado.

La ideología de Jakob Frank fue decisiva para la elaboración del «Manifiesto Comunista» por Karl Marx, ya
que el cabalista rechazaba todas las leyes morales, y declaraba que la única forma de llegar a una nueva
sociedad era a través de la destrucción total de la civilización actual, para lo cual el asesinato, la violación,
el incesto y el beber sangre eran acciones perfectamente aceptables y rituales necesarios. De esta
metodología subversiva cabe colegir que el tal Frank era satanista: y lo era.
El cabeza de la dinastía en 1848, a la llegada de Marx a Londres, era Lionel Nathan Rothschild, quien era el
verdadero líder en la sombra del Comunismo marxista, porque los Rothschild y otros banqueros estaban
acometiendo desde hace tiempo la tarea de la promoción del sionismo a través de las ideas liberales,
masónicas y protestantes que bullían en el ambiente de la época desde principios del siglo XIX —incluso se
llegó a atribuir a Lionel la redacción de «Los Protocolos de Sion»—.
Una de las claves de este sionismo era el odio visceral a Rusia, que Marx compartía plenamente, porque el
Imperio zarista era el bastión más inexpugnable del cristianismo, y porque consideraban a las razas eslavas
de orden inferior.
Marx estaba emparentado curiosa y sospechosamente con Lionel, hasta el punto de que eran primos
terceros de sangre: Nathan Mayer Rothschild se casó con Hannah Barent-Cohen, hija de Levi Barent-
Cohen; y Lydia Diamantschleifer —nieta por vía paterna deBarent Cohen, cuyo otro
hijo Salomon David Barent-Cohen— se casó con Sara Brandes, bisabuela de Karl Marx.
Marx fue el agente utilizado por los Rothschild una subvertir la democracia, y controlar el naciente
socialismo, que ya existía en Alemania, Gran Bretaña, Francia y otros lugares. Fue así como Lionel Nathan
suministró cuantiosos fondos a Marx, por valor de miles de libras esterlinas. Dos de los cheques que
demuestran estas donaciones se puede ver en el Museo Británico —posteriormente, la familia Rothschild
también donó ingentes cantidades de dinero a Leon Bronstein, más conocido como el camarada «Trotski»,
para financiar la revolución bolchevique—.
A estos fondos hay que sumar los cerca de 6 millones de francos franceses que le dio su amigo Friedrich
Engels, según el Instituto de Estudios Marxistas-leninistas de Moscú.
Marx también recibía donaciones de dinero por parte de sociedades secretas, como la «Liga de los Justos»,
muy relacionada con la «Societé des Saisons» —la Sociedad de las Estaciones—. Todas estas sociedades
ocultistas trabajaban inspirando las revueltas de las masas y los movimientos revolucionarios, obreros y
sindicales. Él mismo pertenecía —al igual que Engels—, a la sociedad «Hermandad Obrera». Su
pertenencia masónica es muy clara, como se puede ver en las fotografías done Marx posa haciendo «la
señal del maestro del segundo velo», consistente en introducir la mano derecha bajo la chaqueta, al estilo
de Napoleón, otro masón. Lenin y Stalin también posaron de esa guisa, por cierto.
Aunque en apariencia pocos intereses comunes puede haber entre los «banksters» y un movimiento
proletario que busca la eliminación de las castas burguesas dirigentes y explotadoras, es preciso tener en
cuenta que tanto la extrema derecha como la extrema izquierda son colectivistas, y se basan en un
estatalismo totalitario favorecedor de monopolios y centralismos, objetivo muy apetecible para la plutocracia
financiera, siempre ávida de acaparar todos los recursos posibles y eliminar la competencia, «un pecado»,
en palabras de John Rockefeller.
¿Qué puede haber en común entre el socialismo y un banco líder?: el punto es que el socialismo autoritario,
el comunismo marxista, exige una fuerte centralización del Estado. Y donde hay una centralización del
Estado, necesariamente debe haber un banco central, y donde tal banco existe, se especula con el trabajo
de los pueblos.
Como señala Anthony Sutton en su obra «Wall Street y la Revolución bolchevique», «El control monopolista
de las industrias fue una vez el objetivo de J. P. Morgan y J. D. Rockefeller, pero, hacia el final del siglo XIX,
Wall Street comprendió que el modo más eficiente para conseguir un monopolio sin rival era meterse en la
política, y conseguir que la sociedad trabajara para los monopolistas, bajo el disfraz del “bien público”».
Bakunin —primero colaborador y después agrio opositor de Marx—, en su «Carta a los internacionales de
Bolonia» destapa la colaboración entre Lionel Nathan y Marx, afirmando del banquero que «teniendo un pie
en el banco, acaban de colocar en estos últimos años otro pie en el socialismo», y haciendo del sionismo el
elemento aglutinador de esa aparente amistad contra natura: «La solidaridad judía, esta solidaridad tan
fuerte que se mantuvo a lo largo de la historia, los une […] Este mundo está ahora, al menos en su mayor
parte, a disposición de Marx por un lado, y de Rothschild por el otro».
En definitiva, el comunismo delineado por Marx bajo las órdenes y la guía de los «banksters» y las
sociedades secretas era promover una «revolución mundial» de diseño, científicamente planificada y
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dirigida, para llegar al Nuevo Orden Mundial —como afirmaba H. G. Wells en una obra publicada en 1939
sobre el NOM—. Ahondando más en el tema, Aldous Huxley vaticinaba que esta utopía totalitaria llegaría a
través del caos social, según la alquimia ocultista condensada en la frase «Solve et coagula», que
impondría un nuevo feudalismo con señores y esclavos.
Esta idea aparece claramente formulada en Los Protocolos de los Sabios de Sion: «Nuestra misión es
aparecer como los libertadores del trabajador. Debemos hacerles creer que van a salir de la opresión si
ingresan en nuestros ejércitos socialistas, anarquistas y comunistas. Debemos hacerles ver que les
ayudamos con espíritu de fraternidad, que estamos animados por esa solidaridad humana que pregona
nuestra masonería socialista».
Bajo el slogan de «Proletarios de todo el mundo, uníos», y «El Manifiesto Comunista», el movimiento
revolucionario y socialista inspirado por Marx y Engels comenzó a utilizar la estrella roja de 5 puntas como
símbolo de su ideal socialista, curiosamente igual que el pentagrama, el emblema ocultista y de las órdenes
satánicas.
Y, todavía más curioso, esa estrella roja de 5 puntas que pasó a ser el emblema del comunismo era
prácticamente idéntica al «escudo rojo» de los Rothschild.
El objetivo del «Manifiesto Comunista» —financiado también por Lionel— era plasmar en un programa
teórico-práctico los principios illuminati pergeñados por Weishaupt y su logia de «perfectibilistas», a través
de lo que podríamos llamar «protocolos comunistas», donde se recogen a la perfección los
principios illuminati para la subversión del mundo, condensados en la frase: «Echemos a los capitalistas de
la tierra, y a Dios del cielo». Aquí vemos en toda su magnitud el eslogan revolucionario satánico de «asaltar
los cielos».
Los protocolos comunistas del «Manifiesto» se integraron íntegramente en los «Protocolos de los Sabios de
Sion», los cuales sirvieron de base ideológica y de praxis subversiva a la revolución de octubre de 1917 —
protagonizada por una troika judeomasónica, y financiada generosamente por la gran banca judía de Wall
Street: Rothschild, Jakob Schiff, Warburg,Kuhn&Loeb, Rockefeller…—, que encarnó en Rusia la dictadura
comunista, es decir, la dictadura illuminati: el anticipo del NOM, en una palabra.
En resumidas cuentas, el comunismo no fue sino el ensayo, el anticipo del futuro Gobierno Mundial, que se
caracterizará por el totalitarismo, el despotismo, la tiranía de una nomenklatura de plutócratas ―que
sustituirá a la nomenklatura de funcionarios bolcheviques ―, el sometimiento total de masas esclavizadas,
la exacción de todos los recursos de la Tierra, la destrucción del cristianismo, y la entronización de Belcebú,
quien inspiró todos los protocolos y manifiestos en los que se fundamentó el bolchevismo.
Belcebú, porque Marx fue satanista, como él mismo confiesa en sus tremendos poemarios, donde proclama
con rotundidad que para él el socialismo no era más que un pretexto, puesto que su objetivo final era el
diabólico plan de arruinar a la humanidad por toda la eternidad, asaltando los cielos con su proletariado para
llevarnos a los infiernos:
«Por tanto, el cielo he perdido, / esto yo bien lo sé. / Mi alma, otrora fiel a Dios, /seleccionada está para el
infierno».
«Ese arte, Dios ni quiere ni rechaza, salta al cerebro desde la negra niebla del Infierno. Hasta el corazón
embrujado, hasta que los sentidos titubean: con Satán he hecho mi trato».
«Los vapores infernales suben y llenan la mente, / hasta que enloquezco y mi corazón es totalmente
cambiado. / ¿Ves esta espada?:/ el Príncipe de las Tinieblas me la vendió. / Para mí marca el compás, y da
las señales. /Cada vez con más osadía, toco el baile de la muerte».
Y es que los hijos de Leviatán conformaron lo que hoy llamamos illuminatis con el fin de controlar el mundo
“El manifiesto comunista” es una chapuza basada en “La República” de Platón interpretando de una manera
un poco forzada aquella máxima que decía que entre amigos todo es común.
En 1834 Robert Owen, el padre del cooperativismo, emplea por primera vez el término “socialista”; y en
1864, en Londres, en la primera Internacional se reúnen sindicalistas ingleses, anarquistas, republicanos
italianos y franceses con el fin de unificar a toda Europa en una sola ideología: el socialismo.

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