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Juan 16:7-8
Pero yo les digo la verdad: Les conviene que yo me vaya; porque si no me voy, el
consolador no vendría a ustedes; más si me voy se los enviaré.
Hechos 1:8
Pero recibirán poder, cuando haya venido sobre ustedes el Espíritu Santo, y me serán
testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.
Mateo 28:18
Por tanto, vayan y hagan discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Introducción
La palabra que predicamos en el transcurso del trimestre que acaba de culminar fue
“Definició n” y la que viene, en el marco de esta conferencia es “Planificació n”, son dos
palabras claves para que podamos avanzar de una forma má s veloz, para realizar la
visió n con má s efectividad, extenderla de una forma má s rá pida y conseguir cumplir
todas nuestras metas, estamos en medio de una guerra de la vida contra la muerte.
I. VIDA
1.2. Es la visió n por la que Jesú s vivió , trabajo, sufrió , murió y resucito, y es la
visió n que nos confió como discípulos e iglesia.
2. Estamos capacitados con la unció n para impartir la vida de Dios a las personas.
Juan:1:4. En Cristo estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad. NVI.
2.1. Nosotros hemos recibido la vida de Cristo, no solo para consumo personal,
sino para ministrarla e impartirla a todos los que está n muertos sin Dios y si
esperanza.
2.2. Estamos llamados por el Señ or a llenar de la vida de Cristo cada lugar que
pisemos, a predicar a tiempo y fuera de tiempo.
Lucas 4:18-19. El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido
para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los
quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los
ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; 19 a predicar el año agradable del
Señor.
3. La unció n ha sido derramada en nuestros corazones para traer vida a los que
está n muertos en delitos y pecados.
4. Tenemos la vida del mismo Dios fluyendo en nosotros y tenemos que impartirla a
las familias, a hombres y mujeres, destrabar con la vida todo aquello que está
muerto.
Efesios 2:4-6. Pero Dios es tan rico en misericordia y nos amó tanto que, aunque
estábamos espiritualmente muertos a causa de nuestros pecados, nos “vivificó” con
Cristo, solo por su gracia infinita somos salvos. Además nos elevó con Cristo de la
tumba a la gloria y nos hizo sentar con Él en los cielos. BAD.
II. ESPÍRITU
1.3. Es el Espíritu Santo quien pone palabras de vida en tu boca para que con la
vida resucites a los muertos en pecado.
2. El Espíritu Santo te abre el entendimiento para que puedas vivir plenamente y sin
temor, en medio de un sistema anti Dios, para que conquistes y llenes de gente
redimida cada lugar donde hagas vida.
2.1. La vida del Espíritu Santo te equipa con su poder para destruyas los nidos
del diablo, para que lo saques del entorno familiar, de tu territorio asignado,
para que destrabes financieramente, para que sanes enfermos, expulses
demonios, y liberes a la gente.
2.2. La vida del Espíritu Santo te da las ideas divinas, el poder de hacer las
riquezas y romper con la vida de miseria de las gentes.
3. La llenura del Espíritu Santo te da la valentía, la osadía y el poder para testificar
sin miedo y sin temor a un mundo oprimido por el diablo. Hechos 2:14-21 NTV.
Hechos 2:41-42. Los que creyeron sus palabras, unos tres mil en total, se bautizaron
y se unieron a los demás creyentes que se congregaban regularmente para escuchar
las enseñanzas de los Apóstoles y para participar en los servicios de comunión y
oración.
Hechos:4:4. Pero muchos de los que habían oído el mensaje lo creyeron, así que el
número de creyentes ascendió a un total aproximado de cinco mil hombres sin
contar mujeres y niños.
III. NACIONES.
1.1. La palabra nos enseñ a que todo lo que comencemos pequeñ o, pero con
diligencia y determinació n, nunca se quedará del mismo tamañ o, sino que
seguirá creciendo hasta que se convierta en aquello para lo que el Señ or lo
determinó .
2. Mateo 28:19 nos habla de que fuimos escogidos, no solamente para llevar el
mensaje a nuestras comunidades, sino a todas las naciones del mundo.
2.1. “Vallan y hagan discípulos a todas las naciones”. Fuimos escogidos por Dios
para algo grande y no podemos rebajarnos para menos que eso.
2.2. Empiezas con una célula en tu territorio asignado y por tu diligencia eres
llevado a las naciones, porque esa es la meta, siempre encontraras mucho
má s, en la medida que continú es con la pasió n del Espíritu.
3.2. La unció n te lleva y fortalece mas allá de tus fuerzas, por eso tienes que orar,
predicar, ministrar, caminar, ofrendar, diezmar y pactar bajo la unció n.
3.4. Enseñanza: Las puertas de Dios son oportunidades para ser eficaces y
asertivos en todo lo que emprendamos para É l.
Romanos 15:17-20. Por tanto, mi servicio a Dios es para mí, motivo de orgullo en
Cristo Jesús. No me atreveré a hablar nada sino de lo que Cristo ha hecho por medio
de mí para que los gentiles lleguen a obedecer a Dios. Lo ha hecho con palabras y
obras, mediante poderosas señales y milagros, por el poder del Espíritu de Dios. Así
que, habiendo comenzado en Jerusalén, he completado la proclamación del
evangelio de Cristo por todas partes hasta la región de Ilírico. Mi propósito ha sido
predicar el evangelio donde Cristo no sea conocido.
IV. Conclusión
1. Lo que empezó en Jerusalén se propagó por todas las naciones, hay un comienzo
para tu ministerio pero no hay un final, es eterno y podemos llegar má s allá que
donde comenzamos
1.1. Si empezaste con una célula, un discipulado, una casa; ponle pasió n, activa la
unció n, predica y enseñ a apasionadamente y todas las puertas se te abrirá n.
No hay puertas cerradas para los Ungidos del Señ or. Seleucia, Chipre,
Salamina, Perge, Antioquia.
Filipenses 3:12-14. No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino
que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por
Cristo Jesús. 13 Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero
una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a
lo que está delante, 14 prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento
de Dios en Cristo Jesús.