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Así, la relación que se establece entre estas ideologías y el deseo humano trasciende el
simple hecho de querer poseer algo, ya que, en palabras de Zizek (2012) “el deseo no es
sólo el deseo de una cosa, es el deseo de seguir deseando” y es a través del cine, no
necesariamente, pero si especialmente, del Hollywoodense que se transmiten dichas
imágenes y elementos simbólicos que le indican al hombre cuál sería la mejor forma de
vivir y termina por moldear de una u otra forma sus sueños.
Por otro lado, Zizek (2012) muestra el capitalismo como una de las ideologías más fuertes
gracias a su carácter inestable, indica a su vez que es el estado de crisis en que se
desenvuelve cotidianamente lo que le permite funcionar y mantenerse vigente. Sin
embargo, durante su análisis muestra también cómo la mejor forma de alejarse de una u
otra ideología es situarla donde pertenece y resignificarla tal y como lo especifica con el
ejemplo de los Nazis y las canciones de Rammstein.
Sin embargo, el capitalismo, el movimiento nazi no son las únicas formas ideológicas a las
que se refiere el filósofo, él también hace alusión a la trama propuesta en películas tan
populares como Titanic, indicando que en aquella historia de amor que a partir de la muerte
puede trascender y considerarse eterno también existe un tono simbólico que pone al
espectador en una situación de fantasía y deseo continuo. Así, establece el filósofo que
“todo símbolo o indicador político ideológico eficaz depende del gozo petrificado. De un
sufrimiento excesivamente placentero” (Zizek, 2012) y es por esto que, en vez de terminar
el idílico romance por razones propias de la cotidianidad, surge un evento inesperado que
aunque termina el amor de forma “material” lo lleva a una inmortalidad, es decir une el
placer y el dolor.
La propuesta de Zizek en que se relaciona el cine con la ideología que nutre a los sujetos
continuamente termina en la posibilidad y de hecho en la necesidad de cuestionarse por la
identidad propia a través de lo que él llama la histeria. En última instancia, determina que
es a través de esta que es posible dudar de ser quienes los otros dicen que somos y que, a
pesar de necesitar ese Otro ficticio que legitime quién soy, la realidad es que estamos solos.
Referencias Bibliográficas