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Con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente. e hizo voto diciendo: Jehová de los
Ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva,y te acordares de mí, y no te olvidares de tu
sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no
pasará navaja sobre su cabeza.
Elcana se llegó a Ana su mujer, y Jehová se acordó de ella. ... Dio a luz un hijo, y le puso por
nombre Samuel, diciendo: Por cuanto lo pedí a Jehová. 1 Samuel 1:11,19-20
En aquellos días Ezequías enfermó de muerte. Y vino a él el profeta Isaías y le dijo: Jehová dice
así: Ordena tu casa, porque morirás y no vivirás. Entonces volvió Ezequías su rostro a la pared,
e hizo oración a Jehová, y dijo: Oh, Jehová, te ruego que te acuerdes ahora que he andado delante de
ti en verdad y con íntegro corazón, y que he hecho lo que ha sido agradable delante de tus ojos.
Y lloró Ezequías con gran lloro. Le dijo Jehová a través del profeta Isaías: He oido tu oración, y
visto tus lágrimas; he aquí que yo añado a tus días 15 años. Isaías 38:1-5
Se le apareció Jehová a Salomón en sueños, y le dijo Dios: Pide lo que quieras que yo te dé. Y
Salomón dijo: Ahora pues, Jehová Dios mío, tú me has puesto a mí, tu siervo, por rey en lugar de David
mi padre; y yo soy joven, y no sé cómo entrar ni salir. Y tu siervo está en medio de tu pueblo al cual tú
escogiste; un pueblo grande que no se puede contar ni numerar por su multitud. Da, pues, a tu siervo
corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién
podrá gobernar este tu pueblo tan grande?
Y agradó delante del Señor que Salomón pidiese esto. Y dijo Dios a Salomón: Por cuanto
hubo esto en tu corazón, y no pediste riquezas, bienes y gloria, ni la vida de los que te
quieren mal, ni pediste muchos días, sino que has pedido para tí sabiduría y ciencia para
gobernar a mi pueblo, sobre el cual te he puesto por rey, sabiduría y ciencia te son dadas; y
también te daré riquezas, bienes y gloria, como nunca tuvieron los reyes que han sido antes de
tí, ni tendrán los que vengan después de tí. 1 Reyes 3:5-10, 2 Crónicas 1:11-12
Cuando llegó la hora de ofrecerse el holocausto, se acercó el profeta Elías y dijo: Jehová Dios de
Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y por
mandato tuyo he hecho todas estas cosas. Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca este
pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú vuelves a tí el corazón de ellos.
Entonces cayó fuego de Jehová, y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y aún
lamió el agua que estaba en la zanja. Viéndolo todo el pueblo, se postraron y dijeron: Jehová es
el Dios, ¡Jehová es el Dios! 2 Reyes 18:36-38
Le dijo Eliseo a su siervo: No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los
que están con ellos. Y oró Eliseo y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea.
Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente
de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo. 2 Reyes 6:16-17
A Tí, oh Dios de mis padres, te doy gracias y te alabo, porque me has dado sabiduría y fuerza, y ahora me
has revelado lo que te pedimos; pues nos has dado a conocer el asunto del rey. Daniel 2:23
Levántate, oh Jehová; no se fortalezca el hombre; sean juzgadas las naciones delante de tí. Pon, oh
Jehová, temor en ellos; conozcan las naciones que no son sino hombres. Salmo 9:19-20
Oración de Jonás por liberación
Entonces oró Jonás a Jehová su Dios desde el vientre del pez y dijo: Invoqué en mi angustia a
Jehová, y él me oyó; desde el seno del Seol clamé, y mi voz oiste. Me echaste a lo profundo, en medio de
los mares, y me rodeó la corriente; todas tus ondas y tus olas pasaron sobre mí. Entonces dije: desechado
soy de delante de tus ojos; mas veré aún tu santo templo. Las aguas me rodearon hasta el alma, me rodeó
el abismo; el alga se enredó a mi cabeza. Descendí a los cimientos de los montes; la tierra echó sus
cerrojos sobre mí para siempre; mas tú sacaste mi vida de la sepultura, oh Jehová Dios mío. Cuando mi
alma desfallecía en mí, me acordé de Jehová, y mi oración llegó hasta tí en tu santo templo. Los que
siguen vanidades ilusorias, su misericordia abandonan. Mas yo con voz de alabanza te ofreceré
sacrificios; pagaré lo que prometí. La salvación es de Jehová.
Y mandó Jehová al pez, y vomitó a Jonás en tierra. Jonás 2:1-10
En aquel tiempo, respondiendo Jesús dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque
escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños. Sí, Padre, porque así
te agradó. Mateo 11:25-26
He aquí vino un leproso y se postró ante él, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. Jesús
extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero, sé limpio. Y al instante su lepra desapareció.
Mateo 8:2-3
Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a
lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oido. Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por
causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado.
Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! Y el que había muerto salió. Juan
11:41-44
Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a
tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a tí; Como le has dado potestad sobre toda carne, para que
dé vida eterna a todos los que le diste. Y esta es la vida eterna: que te conozcan a tí, el único Dios
verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.
Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese. Ahora, pues, Padre,
glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese.
He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han
guardado tu palabra.
Ahora han conocido que todas las cosas que me has dado, proceden de tí; porque las palabras que me
diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de tí, y han creído que
tú me enviaste.
Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son, y todo lo mío es
tuyo, y lo tuyo, mío; y he sido glorificado en ellos. Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el
mundo; y yo voy a tí. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno,
así como nosotros.
Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y
ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese.
Pero ahora voy a tí; y hablo esto en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos. Yo les he
dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo
soy del mundo. Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.
Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo,
para que también ellos sean santificados en la verdad.
Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos,
para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en tí, que también ellos sean uno en nosotros;
para que el mundo crea que tú me enviaste.
La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú
en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has
amado a ellos como también a mí me has amado.
Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean
mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundacion del mundo.
Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y estos han conocido que tú me enviaste.
y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté
en ellos, y yo en ellos. Juan 17:1-26
Yendo hacia adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase
de mí esta copa; pero no sea como yo quiero sino como tú.
Otra vez fue y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que
yo la beba, hagase tu voluntad. Mateo 26:39, 42
Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Lucas 23:34
Puestos en libertad, Pedro y Juan, vinieron a los suyos y contaron todo lo que los principales
sacerdotes y los ancianos les habían dicho. Y ellos, habiéndolo oído, alzaron unánimes la voz,
y dijeron: Soberano Señor, tú eres el Dios que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos
hay; que por boca de David tu siervo dijiste: ¿Por qué se amotinan las gentes, y los pueblos piensan
cosas vanas? Se reunieron los reyes de la tierra, y los príncipes se juntaron en uno contra el Señor y
contra su Cristo.
Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes
y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel, para hacer cuanto tu mano y tu consejo habían
antes determinado que sucediera.
Y ahora, Senor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra,
mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu
santo Hijo Jesús.
Cuando hubieron orado el lugar tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo y hablaban con
denuedo la palabra de Dios. Hechos 4:23-31
Oración de Jesús
Esta enseñanza la dio Jesús a sus discípulos cuando éstos reconocieron que no sabían orar. Al
igual que ellos, tampoco nadie sabe hacerlo, por lo que terminó Jesús diciendo: "si ustedes siendo
malos saben darle buenas cosas a sus hijos, ¿cuánto más su Padre celestial dará el Espíritu Santo a los
que se lo pidan?" [Lucas11:13] Solo con la ayuda del Espíritu Santo podemos orar al Padre, pues
nosotros no sabemos orar como conviene. El Espíritu Santo mismo intercede por nosotros
conforme a la voluntad de Dios. Ro.8:26-27
Si la oración es dirigida al Padre, se entiende claramente que son los hijos los que tienen tal
privilegio. Todos los humanos somos criaturas de Dios, pero, aunque muchos no lo entiendan o
no quieran aceptarlo, no todos son hijos. Solamente aquellos que hemos recibido a Jesús, los
que creemos en su nombre, hemos sido hechos hijos de Dios. [Juan 1:12] Como resultado, al
recibir a Jesús y convertirnos en hijos, somos sellados con el Espíritu Santo, quien está para
ayudarnos en todo, especialmente, intercediendo por nosotros en la oración. Es el Espíritu
Santo quien da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. Romanos 8:16
Por lo tanto, ayudados por el Espíritu Santo, oramos al Padre en el nombre de Jesús. Es Jesús
el ÚNICO que puede darnos acceso para llegar al Padre. Ningún otro nombre tiene tal potestad.
Dijo Jesús:
"De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiéreis al Padre en mi nombre, Él os lo dará" Juan
16:23