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ORACIONES NOTABLES

(Génesis 32:9-12) Después, Jacob oró: “Oh, Dios de mi padreg Abrahán y Dios de mi padre
Jacob Isaac, tú, Jehová, me has dicho: ‘Regresa a tu tierra y adonde están tus parientes, y yo te trataré
bien’. 10 Yo no merezco el amor leal ni la fidelidad que me has mostrado a mí, tu siervo. Cuando
crucé el Jordán, solo tenía mi bastón, pero ahora tengo tanto que he llegado a formar dos
campamentos. 11 Te suplico que me salves de las manos de mi hermano Esaú, pues tengo
miedo de que venga y me ataque a mí, así como a los niños y a sus madres. 12 Porque tú has
dicho: ‘De veras te trataré bien y haré que tu descendencia sea como los granos de arena del
mar, que son tan numerosos que no se pueden contar’”.
(Deuteronomio 9:25-29) ”Así que me postré delante de Jehová 40 días y 40 noches. Me postré
Moisés así porque Jehová dijo que los aniquilaría. 26 Empecé a orarle a Jehová y a suplicarle: ‘Oh,
Señor Soberano Jehová, no destruyas a tu pueblo. Ellos son tu propiedad,g a quienes rescataste
con tu grandeza y sacaste de Egipto con mano poderosa. 27 Acuérdate de tus siervos Abrahán,
Isaac y Jacob. No hagas caso de la terquedad ni de la maldad ni del pecado de este pueblo.
28 Si no, la gente del país del que nos sacaste dirá: “Jehová no pudo llevarlos a la tierra que les
había prometido y, como los odiaba, los sacó para matarlos en el desierto”. 29 Porque ellos son
tu pueblo y tu propiedad,g a quienes sacaste con tu gran poder y tu brazo poderoso’.
(Job 1:21) y dijo: “Desnudo salí de la matriz de mi madre, y desnudo volveré. Jehová ha dado
Job y Jehová ha quitado. Que siga siendo alabado el nombre de Jehová”.
(1 Samuel 2:1-10) Entonces Ana hizo esta oración: “Mi corazón está alegre gracias a Jehová;
Ana Jehová me da fuerzas.g Mi boca se abre para responder a mis enemigos, porque tus actos de
salvación me hacen feliz. 2 No hay nadie santo como tú, Jehová. No hay nadie aparte de ti.
No hay roca como nuestro Dios. 3 Dejen de hablar con orgullo. Que no salgan de su boca
palabras arrogantes, porque Jehová es un Dios que todo lo sabeg y evalúa las acciones
correctamente. 4 Los arcos de hombres fuertes se hacen pedazos, pero quienes son débilesg
reciben fuerzas. 5 Los que tenían comida de sobra tienen que trabajar para ganarse el pan, pero
los hambrientos ya no pasan hambre. La mujer estéril ha tenido siete hijos, pero la que tenía
muchos se ha quedado sola.g 6 Jehová quita y dag la vida. Él hace bajar a la Tumbag y él hace
salir de ella. 7 Jehová empobrece y enriquece. Él humilla y él eleva. 8 Levanta del polvo al
humilde y alza del montón de cenizasg al pobre para sentarlos con príncipes y darles un lugar de
honor. De Jehová son los cimientos de la tierra, y sobre ellos coloca el terreno productivo. 9 Él
protege los pasos de sus leales, pero a los malvados los hace callar en la oscuridad, porque el
hombre no vence por su propia fuerza. 10 Jehová hará pedazos a los que luchan contra élg y
tronará contra ellos desde el cielo. Hasta en el último rincón de la tierra, Jehová juzgará. Le dará
poder a su rey. Le dará fuerzas ag su ungido”.
(2 Samuel 7:18-29) Ante eso, el rey David fue y se sentó delante de Jehová, y dijo: “Señor
David Soberano Jehová, ¿quién soy yo? ¿Qué es mi familiag para que me hayas traído hasta aquí?
19 Y, como si esto no fuera suficiente, oh, Señor Soberano Jehová, también dices que la casa de
tu siervo durará hasta un futuro lejano; y esto es leyg para toda la humanidad, Señor Soberano
Jehová. 20 ¿Qué más puedo decirte yo, tu siervo David, si tú me conoces perfectamente, Señor
Soberano Jehová? 21 Por causa de tu palabra y de acuerdo con tu corazóng has hecho todas
estas cosas tan grandes y se las has revelado a tu siervo. 22 Por eso eres realmente grande,
Señor Soberano Jehová. No hay nadie como tú y no hay Dios aparte de ti; todo lo que hemos
oído con nuestros propios oídos lo confirma. 23 ¿Y qué otra nación en la tierra es como tu pueblo
Israel? Dios mío, tú fuiste y los rescataste para que fueran tu pueblo; te hiciste un nombre al
realizar cosas grandes e impresionantes por ellos. Por tu pueblo, al que rescataste de Egipto
para que fuera tuyo, expulsaste a las naciones y sus dioses. 24 Estableciste a tu pueblo Israel
como tu propio pueblo para siempre. Y tú, oh, Jehová, has llegado a ser su Dios. 25 ”Ahora,
Jehová Dios, mantén para siempre la promesa que hiciste sobre tu siervo y su casa, y cumple lo
que has prometido. 26 Que tu nombre sea engrandecido para siempre y así la gente diga:
‘Jehová de los ejércitos es Dios de Israel’. Y que la casa de tu siervo David esté firmemente
establecida delante de ti. 27 Porque tú, Jehová de los ejércitos, el Dios de Israel, le has hecho
una revelación a tu siervo al decir: ‘Te construiré una casa’.g Por eso tu siervo tiene el valor deg
hacerte esta oración. 28 Oh, Señor Soberano Jehová, tú eres el Dios verdadero y tus palabras
son verdad. Y le has prometido estas cosas buenas a tu siervo. 29 Así que dígnate bendecir la
casa de tu siervo, y que esta continúe para siempre delante de ti. Porque tú, Señor Soberano
Jehová, lo has prometido. Y que la casa de tu siervo sea bendita para siempre con tu bendición”.
(1 Crónicas 29:10-19) David entonces alabó a Jehová ante los ojos de toda la congregación.
David David dijo: “Alabado seas por toda la eternidad,g oh, Jehová, Dios de nuestro padre Israel.
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11 Tuyos, oh, Jehová, son la grandeza, el poder, la hermosura, el esplendor y la majestad,g
porque todo lo que hay en los cielos y en la tierra es tuyo. Tuyo es el reino, oh, Jehová. Tú te
elevas a ti mismo como cabeza de todo. 12 Las riquezas y la gloria provienen de ti, y tú lo
gobiernas todo. En tus manos hay fuerza y poder, y tus manos son capaces de engrandecer y
fortalecer a todos. 13 Y ahora, oh, Dios nuestro, te damos las gracias y alabamos tu hermoso
nombre. 14 ”Pero ¿quién soy yo y quién es mi pueblo para poder hacerte estas ofrendas
voluntarias? Pues todo proviene de ti, y lo que te hemos dado viene de tus propias manos.
15 Ante ti, somos residentes extranjeros e inmigrantes,g igual que todos nuestros antepasados.
Porque nuestros días sobre la tierra son como una sombra, sin esperanza. 16 Oh, Jehová nuestro
Dios, toda esta riqueza que hemos reunido para construirte una casa para tu santo nombre viene
de tus propias manos; todo es tuyo. 17 Oh, Dios mío, sé muy bien que tú examinas el corazón y
te gusta la integridad.g En la sinceridadg de mi corazón, he ofrecido voluntariamente todas estas
cosas, y me alegra mucho ver a tu pueblo, aquí presente, hacerte ofrendas voluntarias. 18 Oh,
Jehová, Dios de Abrahán, Isaac e Israel —nuestros antepasados—, mantén estas intenciones y
pensamientos en el corazón de tu pueblo para siempre, y dirige su corazón hacia ti. 19 Y dale un
corazón completog a mi hijo Salomón para que obedezca tus mandamientos, tus recordatorios y
tus normas, y para que haga todas estas cosas y construya el templog para el que yo hice
preparativos”.

Salomón (1 Reyes 3:6-9) Salomón respondió: “Tú le demostraste gran amor leal a tu siervo David, mi
padre, porque él anduvo en tus caminos con fidelidad, justicia y rectitud de corazón. Has seguido
demostrándole ese gran amor leal hasta el día de hoy al haberle dado un hijo que se siente en
su trono. 7 Y ahora, Jehová mi Dios, tú me has hecho rey a mí, tu siervo, en el lugar de David
mi padre aunque solo soy un joven inexperto.g 8 Tu siervo está entre tu pueblo, al que tú
escogiste, un pueblo tan grande que no se puede numerar ni contar. 9 Concédele a tu siervo un
corazón obediente para juzgar a tu pueblo, para distinguir entre lo bueno y lo malo, porque
¿quién es capaz de juzgar a este pueblo tuyo tan numeroso?”.g
(1 Reyes 8:22-61) Entonces Salomón se puso de pie frente al altar de Jehová, delante de toda
Salomón la congregación de Israel. Extendiendo las manos a los cielos, 23 dijo: “Oh, Jehová, Dios de
Israel. No hay ningún Dios como tú arriba en los cielos ni abajo en la tierra. Tú cumples el pacto
y les muestras amor leal a tus siervos, los que andan en tus caminos con todo su corazón.
24 Has cumplido la promesa que le hiciste a tu siervo David, mi padre. Hiciste la promesa con tu
boca y hoy la has cumplido con tu mano. 25 Y ahora, oh, Jehová, Dios de Israel, cumple la
promesa que le hiciste a tu siervo David, mi padre, cuando le dijiste: ‘Si tus hijos prestan
atención a sus pasos andando en mis caminos como lo has hecho tú, siempre habrá delante de
mí un descendiente tuyo que se siente en el trono de Israel’. 26 Y ahora, oh, Dios de Israel, por
favor, que se cumpla la promesa que le hiciste a tu siervo David, mi padre. 27 ”Pero ¿acaso
morará Dios en la tierra? Si ni los cielos, ni siquiera el cielo de los cielos, pueden contenerte,
¡mucho menos esta casa que he construido! 28 Ahora presta atención a la oración y la súplica de
este siervo tuyo. Oh, Jehová mi Dios, escucha los ruegos por ayuda y la oración que tu siervo
está haciendo hoy delante de ti. 29 Que tus ojos miren día y noche esta casa —el lugar del que
dijiste ‘Mi nombre estará ahí’— para escuchar la oración que tu siervo haga hacia este lugar. 30 Y
escucha la súplica de tu siervo y las súplicas que haga tu pueblo Israel hacia este lugar.
Escúchalas desde tu morada en los cielos. Escúchalas y perdónanos. 31 ”Si alguien peca contra
otra persona y se le obliga a hacer un juramentog —y tiene que asumir las consecuencias de
ese juramento—g y entonces, estando bajo el juramento,g se presenta ante tu altar en esta casa,
32 escúchalo desde los cielos y actúa. Juzga a tus siervos: declara culpableg al malo y haz que
sus actos recaigan sobre su propia cabeza; declara inocenteg al justo y recompénsalo de acuerdo
con su justicia. 33 ”Cuando tu pueblo Israel sea derrotado por un enemigo por haber seguido
pecando contra ti, y se vuelvan a ti, glorifiquen tu nombre, oren y te supliquen en esta casa,
34 entonces escúchalos desde los cielos, perdona el pecado de tu pueblo Israel y tráelos de
vuelta a la tierra que les diste a sus antepasados. 35 ”Cuando los cielos estén cerrados y
no llueva por haber seguido pecando ellos contra ti, y oren hacia este lugar, glorifiquen tu
nombre y dejen su pecado porque tú los volviste humildes,g 36 entonces escúchalos desde los
cielos y perdona el pecado de tus siervos, de tu pueblo Israel —porque les enseñarás el buen
camino en que deben andar—, y haz llover sobre la tierra que le diste a tu pueblo en herencia.
37 ”Si en el país hay hambre, una epidemia, un viento abrasador, tizón, plagas de langostas o
langostasg voraces, o si el enemigo los cerca en alguna de las ciudades del país,g o si ocurre
cualquier otra clase de plaga o enfermedad, 38 sea cual sea la oración, sea cual sea la súplica
que haga cualquier persona o todo tu pueblo Israel cuando extienda las manos hacia esta casa
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(porque cada uno sabe cuál es la plagag de su propio corazón), 39 entonces escucha desde los
cielos, desde tu morada, perdónalos y actúa. Págale a cada uno según su conducta, porque tú
conoces su corazón (solo tú conoces bien el corazón de cada persona), 40 para que te teman
todos los días que vivan en la tierra que les diste a nuestros antepasados. 41 ”Además, respecto
al extranjero que no es parte de tu pueblo Israel y que viene de una tierra distante por tu
nombreg 42 (porque oirán de tu gran nombre, tu poderosa mano y tu poderoso brazo), y viene y
ora hacia esta casa, 43 escúchalo desde los cielos, desde tu morada, y haz todo lo que el
extranjero te pida, para que todos los pueblos de la tierra conozcan tu nombre, te teman —como
lo hace tu pueblo Israel— y sepan que tu nombre ha sido invocado sobre esta casa que he
construido. 44 ”Si tu pueblo va a la guerra a luchar contra su enemigo por el camino en que los
envíes y oran a Jehová en dirección a la ciudad que has escogido y hacia la casa que he
construido para tu nombre, 45 entonces escucha desde los cielos su oración y su súplica, y
hazles justicia. 46 ”Si pecan contra ti (porque no hay nadie que no peque) y tú te enfureces con
ellos y los entregas a un enemigo y sus vencedores se los llevan cautivos al país del enemigo,
sea lejos o cerca, 47 y ellos recobran el juicio en el país al que los llevaron cautivos y se vuelven
a ti y te suplican en el país de sus vencedores diciendo ‘Hemos pecado y hemos fallado, hemos
actuado muy mal’, 48 y se vuelven a ti con todo su corazón y con toda su almag en el país de
los enemigos que se los llevaron cautivos y te oran en dirección a la tierra que les diste a sus
antepasados y la ciudad que has escogido y la casa que he construido para tu nombre,
49 entonces escucha desde los cielos, desde tu morada, la oración y la súplica de ellos, y hazles
justicia 50 y perdona a tu pueblo, que pecó contra ti. Perdona todas las ofensas que cometieron
contra ti. Harás que sus vencedores los traten con compasión y les tengan lástima 51 (porque
ellos son tu pueblo y tu herencia, que sacaste de Egipto, del horno para fundir hierro). 52 Presta
atencióng a la súplica de tu siervo y de tu pueblo Israel, y escúchalos siempre que te llamen.g
53 Porque tú los separaste como herencia tuya de todos los pueblos de la tierra, tal como
declaraste mediante tu siervo Moisés cuando sacaste de Egipto a nuestros antepasados, oh,
Señor Soberano Jehová”. 54 En cuanto Salomón acabó de ofrecerle a Jehová toda esta oración y
súplica frente al altar de Jehová, se levantó de allí, donde había estado arrodillado con las
manos extendidas a los cielos. 55 Ya de pie, bendijo a toda la congregación de Israel diciendo
con voz fuerte: 56 “Alabado sea Jehová, quien le ha dado a su pueblo Israel un lugar donde
descansar, tal como lo prometió. No ha fallado ni una sola palabra de toda la buena promesa
que hizo mediante su siervo Moisés. 57 Que Jehová nuestro Dios esté con nosotros tal como
estuvo con nuestros antepasados. Que no nos deje ni nos abandone. 58 Que atraiga nuestros
corazones hacia él, para que andemos en todos sus caminos y obedezcamos los mandamientos,
las normas y las decisiones judiciales que mandó obedecer a nuestros antepasados. 59 Y que
Jehová nuestro Dios tenga presentes día y noche estas palabras con las que le he suplicado a
Jehová, para que él haga justicia a su siervo y a su pueblo Israel según haga falta cada día.
60 Así todos los pueblos de la tierra sabrán que Jehová es el Dios verdadero. ¡No hay otro!
61 Sirvan con un corazón completog a Jehová nuestro Dios andando según sus normas y
obedeciendo sus mandamientos como lo están haciendo ahora”.
(2 Crónicas 14:11) Asá entonces le rogó a Jehová su Dios y le dijo: “Oh, Jehová, para ti no hay
Asá diferencia entre ayudar a los que son fuertesg y ayudar a los que son débiles. Ayúdanos, Jehová
nuestro Dios, porque confiamosg en ti, y es en tu nombre que vinimos a enfrentarnos con esta
multitud. Jehová, tú eres nuestro Dios. No permitas que simples hombres mortales te venzan”.
(2 Crónicas 20:5-12) Entonces Jehosafat se puso de pie en medio de la congregación de Judá y
Jehosafat Jerusalén en la casa de Jehová, delante del patio nuevo, 6 y dijo: “Oh, Jehová, Dios de nuestros
antepasados, ¿no eres tú Dios en los cielos? ¿No tienes dominio sobre todos los reinos de las
naciones? En tus manos hay fuerza y poder, y nadie puede contra ti. 7 Oh, nuestro Dios, ¿verdad
que expulsaste delante de tu pueblo Israel a los habitantes de esta tierra y entonces se la diste
de forma permanente a la descendencia de tu amigo Abrahán? 8 Y ellos se establecieron en ella
y te construyeron allí un santuario para tu nombre. Decían: 9 ‘Si nos ocurre una calamidad —sea
por la espada, un juicio desfavorable, una epidemia o hambre—, nos pondremos de pie ante esta
casa y ante ti (porque tu nombre está en esta casa) y angustiados acudiremos a ti por ayuda, y
tú nos escucharás y nos salvarás’. 10 Ahora están aquí los hombres de Ammón, Moab y la región
montañosa de Seír. Cuando Israel salió de la tierra de Egipto, tú no permitiste que invadiera el
territorio de ellos; se apartó y no los destruyó. 11 Y ahora nos lo pagan viniendo aquí a sacarnos
de tu propiedad, que tú nos diste como herencia. 12 Oh, Dios nuestro, ¿no los vas a castigar?
Porque nosotros no podemos contra esta gran multitud que viene a atacarnos, y no sabemos qué
hacer, pero nuestros ojos miran hacia ti”.
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(1 Reyes 18:36, 37) Hacia la hora de presentar la ofrenda de grano del atardecer, el profeta se
Elías acercó al altar y dijo: “Oh, Jehová —Dios de Abrahán, de Isaac y de Israel—, que hoy se sepa
que tú eres Dios en Israel, que yo soy tu siervo y que he hecho todo esto porque tú me lo
dijiste. 37 ¡Respóndeme, oh, Jehová! Respóndeme para que este pueblo sepa que tú, Jehová,
eres el Dios verdadero y que tú estás haciendo que sus corazones vuelvan a ti”.
(Jonás 2:1-9) Entonces Jonás le oró a Jehová su Dios desde el vientre del pez 2 y dijo:
Jonás “Angustiado llamé a Jehová, y él me respondió. Desde las profundidadesg de la Tumbag
grité por ayuda. Tú oíste mi voz. 3 Cuando me lanzaste a las profundidades, al corazón de
altamar, las corrientes me envolvieron. Todo tu oleaje y tus grandes olas pasaron sobre mí. 4 Y
dije: ‘¡Se me ha llevado lejos de tu vista! ¿Cómo volveré a contemplar tu santo templo?’. 5 Las
aguas me envolvieron y amenazaron mi vida;g la profundidad del mar me rodeó. Las algas se
enredaron en mi cabeza. 6 Me hundí hasta los cimientos de las montañas. Las barras de la
tierra iban a encerrarme para siempre. Pero sacaste mi vida del hoyo, oh, Jehová mi
Dios. 7 Mientras mi vida se desvanecía, fue a Jehová a quien recordé. Entonces mi oración
llegó a ti, a tu santo templo. 8 Los devotos de ídolos inútiles abandonan a su fuente de amor
leal.g 9 Pero yo, con expresiones de gratitud, te haré sacrificios a ti. Los votos que he hecho,
los cumpliré. La salvación viene de Jehová”.
(2 Reyes 19:15-19) Y Ezequías se puso a orar delante de Jehová y a decir: “Oh, Jehová, Dios
Ezequías de Israel, que estás sentado en tu trono sobreg los querubines, solo tú eres el Dios verdadero de
todos los reinos de la tierra. Tú hiciste los cielos y la tierra. 16 ¡Oh, Jehová, inclina tu oído y
escucha! ¡Oh, Jehová, abre tus ojos y mira! Escucha las palabras que Senaquerib ha enviado
para desafiar al Dios vivo. 17 Oh, Jehová, es un hecho que los reyes de Asiria han devastado las
naciones y sus tierras. 18 Y han echado sus dioses al fuego, porque no eran dioses, sino objetos
hechos por manos humanas, eran madera y piedra. Por eso pudieron destruirlos. 19 Pero ahora,
oh, Jehová nuestro Dios, por favor, sálvanos de sus manos para que todos los reinos de la tierra
sepan que solo tú eres Dios, oh, Jehová”.
(Jeremías 20:7-12) Me has engañado, oh, Jehová, y caí en el engaño. Usaste tu fuerza contra
Jeremías mí y ganaste. Ahora se ríen de mí todo el día; toda la gente se burla de mí. 8 Porque, cada vez
que hablo, tengo que gritar y anunciar: “¡Violencia y destrucción!”. Y las palabras de Jehová han
hecho que la gente me insulte y se burle de mí todo el día. 9 Entonces dije: “No hablaré de él y
no hablaré más en su nombre”. Pero sus palabras se volvieron en mi corazón como un fuego
ardiente encerrado en mis huesos, y me cansé de contenerlas; no pude soportarlo más.
10 Porque oí muchos rumores malintencionados; el terror me rodeaba. “¡Denúncienlo!
¡Vamos a denunciarlo!”. Todos los que andaban deseándome la paz estaban pendientes de mi
caída: “Quizás él cometa alguna estupidez, y así podamos vencerlo y vengarnos de él”. 11 Pero
Jehová estuvo conmigo como un temible guerrero. Por eso los que me persiguen tropezarán
y no vencerán. Pasarán una gran vergüenza, pues no se saldrán con la suya. Su humillación
durará para siempre, nunca será olvidada. 12 Pero tú, oh, Jehová de los ejércitos, estás
examinando al justo; tú ves los pensamientos más íntimosg y el corazón. Déjame ver tu
venganza contra ellos, porque a ti te he confiado mi caso legal.
(Daniel 9:3-21) Así que recurrí ag Jehová, el Dios verdadero, y le supliqué en oración junto con
Daniel ayuno, tela de saco y cenizas. 4 Le oré a Jehová mi Dios e hice una confesión. Dije: “Oh,
Jehová, el Dios verdadero, grande e imponente, el que cumple su pacto y les muestra amor leal
a los que lo aman y obedecen sus mandamientos, 5 hemos pecado, hemos hecho lo que está
mal, hemos actuado con maldad y nos hemos rebelado; nos hemos desviado de tus
mandamientos y de tus decisiones judiciales. 6 No les hemos hecho caso a tus siervos los
profetas, que hablaron en tu nombre con nuestros reyes, nuestros príncipes, nuestros
antepasados y todo el pueblo.g 7 Oh, Jehová, la justicia es tuya, pero, como hoy se puede ver, la
vergüenzag es nuestra, de los hombres de Judá, de los habitantes de Jerusalén y de todo Israel,
de los que están cerca y de los que están lejos, en todas las tierras adonde los dispersaste por
haberte sido infieles. 8 ”Oh, Jehová, la vergüenzag es nuestra, de nuestros reyes, de nuestros
príncipes y de nuestros antepasados, porque hemos pecado contra ti. 9 La misericordia y el
perdón son de Jehová nuestro Dios, pues nosotros nos hemos rebelado contra él. 10 No hemos
obedecido la voz de Jehová nuestro Dios; no hemos seguido las leyes que él nos dio por medio
de sus siervos los profetas. 11 Todo Israel ha pasado por alto tu Ley y se ha desviado
desobedeciendo tu voz, de modo que derramaste sobre nosotros la maldición y el juramento que
se mencionan en la Ley de Moisés, el siervo del Dios verdadero, porque hemos pecado contra ti.
12 Élg cumplió las palabras que había dicho contra nosotros y contra los gobernantes que nos

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gobernarong al traer gran calamidad sobre nosotros. Nunca ha ocurrido nada igual bajo los cielos
como lo que ocurrió en Jerusalén. 13 Toda esta calamidad nos ha caído encima, tal como está
escrito en la Ley de Moisés. Pero nosotros no hemos suplicado el favorg de Jehová nuestro Dios
alejándonos de nuestros errores y demostrando que entendemos tu verdad.g 14 ”Así que Jehová
se mantuvo atento y nos envió esta calamidad, porque Jehová nuestro Dios es justo en todo lo
que ha hecho; pero nosotros no hemos obedecido su voz. 15 ”Pues bien, oh, Jehová nuestro
Dios, el que sacó a su pueblo de la tierra de Egipto con mano poderosa y se hizo un nombre
que dura hasta hoy, hemos pecado y hemos actuado con maldad. 16 Por favor, Jehová, de
acuerdo con todos tus actos justos, aleja tu furia e ira de tu ciudad, de Jerusalén, tu santa
montaña; porque, debido a nuestros pecados y los errores de nuestros antepasados, Jerusalén y
tu pueblo son objeto de burla por parte de todos los que nos rodean. 17 Y ahora, oh, Dios
nuestro, escucha la oración de tu siervo y sus súplicas. Por causa de ti mismo, oh, Jehová, haz
que tu rostro brille sobre tu santuario, que está desolado. 18 ¡Oh, Dios mío, inclina tu oído y
escucha! Abre tus ojos y mira nuestra desolación y la ciudad que lleva tu nombre; porque no te
suplicamos debido a nuestros actos justos, sino debido a tu gran misericordia. 19 Oh, Jehová,
escucha. Oh, Jehová, perdona. ¡Oh, Jehová, presta atención y actúa! No tardes, oh, Dios mío,
por causa de ti mismo, porque tu ciudad y tu pueblo llevan tu nombre”. 20 Mientras yo todavía
estaba hablando, orando, confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel y suplicándole a
Jehová mi Dios por la santa montaña de mi Dios, 21 mientras todavía estaba orando, Gabriel, el
hombre al que yo había visto antes en la visión, vino adonde yo estaba más o menos a la hora
de la ofrenda de la tarde, cuando me encontraba muy agotado.
(Esdras 9:6-15) Y dije: “Dios mío, me siento tan avergonzado y abochornado que no me atrevo a
Esdras levantar mi rostro hacia ti, Dios mío. Y es que nuestros errores se han multiplicado sobre
nuestras cabezas, y nuestras culpas se han amontonado hasta llegar al cielo. 7 Desde los días
de nuestros antepasados hasta ahora, nos hemos hecho muy culpables. Y, por nuestros errores,
tanto nosotros como nuestros reyes y nuestros sacerdotes hemos sido entregados en manos de
los reyes de otros países. Nos han matado a espada, nos han llevado al cautiverio, nos han
saqueado y nos han humillado, y lo mismo pasa hoy. 8 Pero por un breve momento nos has
mostrado favor, Jehová nuestro Dios. Has permitido que algunos escapemos y nos has dado una
posición segurag en tu lugar santo para que brillen nuestros ojos, oh, Dios nuestro, y para
devolvernos un poco el ánimo durante nuestra esclavitud. 9 Porque, aunque somos esclavos, tú,
nuestro Dios, no nos has abandonado durante nuestra esclavitud. Nos has mostrado amor leal y
nos has concedido el favor de los reyes de Persia. Así nos devolviste el ánimo para levantar tu
casa y reconstruir sus ruinas, y nos diste un muro de piedrag en Judá y en Jerusalén. 10 ”Y,
después de todo esto, ¿qué podemos decir, Dios nuestro? Hemos dejado tus mandamientos,
11 los cuales nos diste por medio de tus siervos los profetas. Tú nos dijiste: ‘La tierra en la que
van a entrar para conquistarla es impura porque la gente de esas tierras es impura. Ellos tienen
prácticas detestables y han llenado la tierra de un extremo a otro con su impureza. 12 Por tanto,
no casen a las hijas de ustedes con los hijos de ellos, ni acepten las hijas de ellos para los hijos
de ustedes. Y nunca busquen la paz de ellos ni su prosperidad. Así ustedes se harán fuertes,
comerán lo bueno de la tierra y se la dejarán en herencia a sus hijos para siempre’. 13 Y,
después de todo lo que nos ha pasado por nuestras malas acciones y nuestra gran culpa
—aunque tú, Dios nuestro, no nos has tratado como merecemos por nuestros errores, sino que
nos has permitido escapar a los que estamos aquí—, 14 ¿acaso volveremos a desobedecer tus
mandamientos y formaremos alianzas matrimonialesg con gente que tiene esas prácticas
detestables? ¿No te enojarías tanto que nos destruirías por completo, sin que nadie escape ni
sobreviva? 15 Oh, Jehová, Dios de Israel, tú eres justo, porque algunos hemos sobrevivido hasta
este día. Estamos ante ti con nuestra culpa, porque no se puede estar de pie ante ti después de
lo que hemos hecho”.
(Nehemías 1:4-11) Al oír eso, me senté y me puse a llorar. Y estuve de duelo durante días,
Nehemías ayunando y orándole al Dios de los cielos. 5 Dije: “Oh, Jehová, Dios de los cielos, el Dios grande
e imponente que cumple su pacto y les muestra amor leal a los que lo aman y obedecen sus
mandamientos, 6 por favor, mantén tus oídos atentos y tus ojos bien abiertos, y escucha la
oración de tu siervo, la oración que hoy te hago. Día y noche oro por tus siervos, los israelitas, y
confieso los pecados que el pueblo de Israel ha cometido contra ti. Hemos pecado, tanto yo
como la casa de mi padre. 7 Sin duda alguna nos hemos corrompido y hemos pecado contra ti al
desobedecer los mandamientos, las normas y las decisiones judiciales que le diste a tu siervo
Moisés. 8 ”Por favor, recuerda lo que le dijisteg a tu siervo Moisés: ‘Si ustedes me son infieles, yo
los esparciré por los pueblos. 9 Pero, si vuelven a mí y obedecen mis mandamientos, aunque
5
hayan sido esparcidos hasta el último rincón de la tierra, de allí los juntaré y los traeré al lugar
que he escogido para que mi nombre resida en él’. 10 Ellos son tus siervos y tu pueblo. Tú los
rescataste con tu gran poder y con tu poderosa mano. 11 Jehová, por favor, mantén tus oídos
atentos a la oración de tu siervo y a la oración de los siervos tuyos que con gusto temen tu
nombre. Por favor, haz que a tu siervo le vaya bien hoy. Haz que el rey se compadezca de mí”.
En ese tiempo yo era copero del rey.
(Nehemías 9:5-38) Y los levitas Jesúa, Cadmiel, Baní, Hasabneya, Serebías, Hodías, Sebanías y
Ciertos Petahías dijeron: “Levántense y alaben a Jehová su Dios por toda la eternidad.g Oh, Dios,
levitas alabado sea tu glorioso nombre, que está por encima de cualquier bendición y alabanza. 6 ”Solo
tú eres Jehová. Tú hiciste los cielos, sí, el cielo de los cielos y todo su ejército. Hiciste la tierra y
todo lo que hay en ella, los mares y todo lo que hay en ellos. Tú los mantienes a todos vivos. Y
el ejército de los cielos se inclina ante ti. 7 Tú eres Jehová, el Dios verdadero. Tú escogiste a
Abrán, lo sacaste de Ur de los caldeos y le diste el nombre de Abrahán. 8 Como viste que su
corazón te era fiel, hiciste un pacto con él para darle a él y a su descendencia la tierra de los
cananeos, los hititas, los amorreos, los perizitas, los jebuseos y los guirgaseos. Y cumpliste tus
promesas, porque eres justo. 9 ”Así que, cuando viste el sufrimiento de nuestros antepasados en
Egipto y oíste sus gritos de auxilio junto al mar Rojo, 10 diste señales e hiciste milagros para
castigar al faraón, a sus siervos y a toda la gente de su tierra, porque sabías que habían tratado
con arrogancia a tu pueblo. Y te hiciste un nombre que permanece hasta hoy. 11 Dividiste el mar
delante de tus siervos, y ellos lo cruzaron sobre suelo seco. Arrojaste a sus perseguidores a las
profundidades del mar como una piedra que se arroja a las aguas agitadas. 12 De día guiaste a
tu pueblo con una columna de nube y de noche con una columna de fuego. Así les alumbraste
el camino por donde tenían que ir. 13 Bajaste al monte Sinaí y hablaste con ellos desde el cielo.
Les diste decisiones judiciales justas, leyes confiablesg y normas y mandamientos buenos.
14 También les diste a conocer tu sábado santo. Les diste mandamientos, normas y una ley por
medio de tu siervo Moisés. 15 Cuando tuvieron hambre, les diste pan del cielo, y cuando tuvieron
sed les sacaste agua del peñasco. Les dijiste que entraran en la tierra que habías juradog darles
y que la ocuparan. 16 ”Pero ellos, nuestros antepasados, se hicieron arrogantes y tercos,g y
no obedecieron tus mandamientos. 17 Se negaron a obedecer y no se acordaron de las obras
extraordinarias que realizaste delante de ellos. Más bien, se hicieron tercosg y nombraron un líder
para volver a Egipto como esclavos. Pero tú eres un Dios dispuesto a perdonar,g compasivog y
misericordioso, pacienteg y lleno de amor leal.g Por eso no los abandonaste. 18 Ellos se hicieron
un becerro de metalg y se pusieron a decir: ‘Este es tu Dios, que te sacó de Egipto’. Y
cometieron graves faltas de respeto. 19 A pesar de eso, como tu misericordia es tan grande,
no los abandonaste en el desierto. De día la columna de nube no se apartó de ellos para
guiarlos por el camino y de noche siempre estaba la columna de fuego para alumbrarles el
camino por donde tenían que ir. 20 Además, les diste tu buen espíritu para que tuvieran
entendimiento.g No les negaste tu maná y les diste agua cuando tuvieron sed. 21 Por 40 años los
alimentaste en el desierto. No les faltó nada. Su ropa no se gastó y sus pies no se hincharon.
22 ”Les diste reinos y pueblos, y se los distribuiste por partes. De modo que ocuparon la tierra de
Sehón —es decir, la tierra del rey de Hesbón— y la tierra de Og, el rey de Basán. 23 También
hiciste que sus hijos fueran tan numerosos como las estrellas de los cielos. Luego los llevaste a
la tierra que, como les habías prometido a sus antepasados, iban a conquistar. 24 De modo que
sus hijos entraron en la tierra y la ocuparon. Tú sometiste delante de ellos a los cananeos, que
eran los habitantes de esa tierra. Y entregaste en sus manos a los reyes y a los pueblos de esa
tierra para que hicieran con ellos lo que quisieran. 25 Conquistaron ciudades fortificadas y tierras
fértiles,g y se quedaron con casas llenas de todo tipo de cosas buenas, cisternas ya excavadas,
viñas, olivares y muchos árboles frutales. Así que comieron, se saciaron y engordaron.
Disfrutaron de tu gran bondad. 26 ”Sin embargo, se hicieron desobedientes, se rebelaron contra ti
y le dieron la espalda a tu Ley.g Mataron a tus profetas, quienes les dieron advertencias para
que volvieran a ti. Y cometieron graves faltas de respeto. 27 Por eso hiciste que cayeran en
manos de sus enemigos, que constantemente los hicieron sufrir. Pero, cuando estaban en
problemas, te pedían ayuda a gritos, y tú los oías desde los cielos. Como tu misericordia es tan
grande, les dabas salvadores que los rescataban de las manos de sus enemigos. 28 ”Pero, en
cuanto su situación mejoraba, volvían a hacer cosas malas delante de ti. Entonces tú los
abandonabas en manos de sus enemigos, quienes los dominaban.g Ellos volvían a suplicarte
ayuda, y vez tras vez tú los oías desde los cielos y los rescatabas, porque tu misericordia es
muy grande. 29 Tú les dabas advertencias para que volvieran a obedecer tu Ley, pero ellos eran
arrogantes y se negaban a escuchar tus mandamientos. Pecaron porque no siguieron tus normas,
que dan vida a quienes las obedecen. Se empeñaron en darte la espalda, fueron tercosg y se
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negaron a escuchar. 30 Durante muchos años fuiste muy paciente con ellos y les diste
advertencias con tu espíritu a través de tus profetas, pero se negaron a escuchar. Al final hiciste
que cayeran en manos de los pueblos de esas tierras. 31 Y, como tu misericordia es tan grande,
no acabaste con ellos ni los abandonaste, porque eres un Dios compasivog y misericordioso. 32 ”
Y ahora, oh, Dios nuestro, Dios grande, poderoso e imponente, tú que has cumplido tu pacto y
que has mostrado amor leal, no veas como poca cosa todo lo que hemos sufrido nosotros,
nuestros reyes, nuestros príncipes, nuestros sacerdotes, nuestros profetas, nuestros antepasados
y todo tu pueblo desde los días de los reyes de Asiria hasta hoy. 33 Tú has sido justo en todo lo
que nos ha pasado, porque tú has actuado fielmente. Somos nosotros los que hemos actuado
muy mal. 34 Nuestros reyes, nuestros príncipes, nuestros sacerdotes y nuestros antepasados
no obedecieron tu Ley ni prestaron atención a tus mandamientos ni a los recordatoriosg que les
diste. 35 Incluso durante su reinado, mientras disfrutaban de las muchas cosas buenas que les
diste y estaban en la tierra extensa y fértilg que les entregaste, ellos no te sirvieron ni
abandonaron sus malas prácticas. 36 Y míranos hoy: somos esclavos. Sí, somos esclavos en la
tierra que les diste a nuestros antepasados para que comieran de su producto y de sus cosas
buenas. 37 Su abundante producto es para los reyes que has puesto sobre nosotros por causa de
nuestros pecados. Ellos dominan a su antojo nuestros cuerpos y nuestro ganado. Estamos
sufriendo mucho. 38 ”Así que, en vista de todo esto, estamos haciendo una promesa solemne,
poniéndola por escrito y dándole validez con el sello de nuestros príncipes, nuestros levitas y
nuestros sacerdotes”.
(Habacuc 3:1-19) La oración del profeta Habacuc, expresada con canciones de duelo:g 2 Oh,
Habacuc Jehová, he oído los relatos acerca de ti. Oh, Jehová, estoy impresionado con tus acciones. ¡Haz
que revivan a lo largo de los años!g Haz que se conozcan a lo largo de los años.g Acuérdate de
mostrar misericordia durante la confusión. 3 Dios vino desde Temán, el Santo vino desde
el monte Parán. (Sélah).g Su majestad cubrió los cielos y la tierra se llenó de su alabanza. 4 Su
resplandor fue como la luz. Dos rayos salieron de su mano, donde estaba escondida
su fuerza. 5 Delante de él iban las enfermedades y las fiebres altas le seguían los pasos. 6 Se
detuvo e hizo temblar la tierra. Con una mirada hizo que las naciones se estremecieran. Las
montañas eternas fueron hechas pedazos y las colinas antiguas se inclinaron. Los caminos de
hace mucho tiempo son suyos. 7 Vi problemas en las tiendas de Cusán. Las telas de tienda
de la tierra de Madián temblaron. 8 ¿Es contra los ríos, oh, Jehová, es contra los ríos contra los
que arde tu furia? ¿O estás furioso con el mar? Porque montaste en tus caballos, y tus carros
salieron victoriosos.g 9 Ya sacaste y preparaste tu arco. Las varasg reciben su comisión con un
juramento.g (Sélah). Tú dividiste la tierra con ríos. 10 Las montañas se retorcieron de dolor al
verte. Un aguacero barrió la tierra. Las aguas profundas hicieron oír su rugido. Levantaron sus
manos en alto. 11 El sol y la luna se quedaron en su elevada morada. Tus flechas salieron
como la luz. Tu lanza brilló como un relámpago. 12 Atravesaste la tierra con indignación.
Pisoteasteg a las naciones con furia. 13 Saliste para la salvación de tu pueblo, para salvar
a tu ungido. Has aplastado al líder de la casa del malvado. La derrumbaste desde el techog
hasta los cimientos. (Sélah). 14 Traspasaste la cabeza de sus guerreros con sus propias armasg
cuando salieron como una tempestad contra mí. Estaban entusiasmados con la idea de devorar
en secreto al que sufre. 15 Atravesaste el mar con tus caballos, atravesaste las extensas aguas
agitadas. 16 Oí el mensaje y me estremecí por dentro;g mis labios temblaron al oírlo. Mis huesos
empezaron a pudrirse; mis piernas se pusieron a temblar. Pero espero el día de angustia con
calma, porque viene contra el pueblo que nos ataca. 17 Aunque la higuera no florezca y las vides
no den fruto, aunque no haya cosecha de aceitunas y los camposg no produzcan alimento,
aunque las ovejas desaparezcan del corral y no haya vacas en los establos, 18 aun así, estaré
muy alegre gracias a Jehová, estaré feliz gracias al Dios de mi salvación. 19 El Señor Soberano
Jehová es mi fuerza; él hará que mis pies sean como los de una ciervag y me hará pisar
lugares altos.
(Juan 17:1-26) Después de decir estas cosas, Jesús levantó la mirada al cielo y dijo: “Padre, ha
Jesús llegado la hora. Glorifica a tu hijo para que tu hijo te glorifique a ti, 2 así como le has dado
autoridad sobre todas las personasg para que él les dé vida eterna a todos los que le diste.
3 Esto significa vida eterna: que lleguen a conocerte a ti,g el único Dios verdadero, y a quien tú
enviaste, Jesucristo. 4 Yo te he glorificado en la tierra; he completado la obra que me encargaste.
5 Así que ahora, Padre, glorifícame a tu lado con aquella gloria que yo tenía junto a ti antes de
que el mundo existiera. 6 ”Les he dado a conocerg tu nombre a quienes me diste del mundo.
Eran tuyos y me los diste, y han obedecido tus palabras. 7 Ahora han llegado a saber que todas
las cosas que me diste vienen de ti; 8 porque les he dado el mensaje que me diste y ellos lo han
7
aceptado y realmente han llegado a saber que vine como representante tuyo, y han creído que tú
me enviaste. 9 Pido por ellos; no pido por el mundo, sino por los que tú me has dado, porque
son tuyos; 10 y todo lo mío es tuyo y lo tuyo es mío, y yo he sido glorificado entre ellos. 11 ”Yo
ya no estoy en el mundo, pero ellos están en el mundo, y yo me voy a ti. Padre santo, cuídalosg
por causa de tu propio nombre, el que tú me diste, para que sean unog así como nosotros
somos uno.g 12 Cuando estaba con ellos, yo los cuidaba por causa de tu propio nombre, el que
tú me diste; y los he protegido, y ninguno de ellos ha sido destruido, excepto el hijo de
destrucción, para que se cumplieran las Escrituras. 13 Pero ahora voy a ti, y digo estas cosas
mientras todavía estoy en el mundo para que ellos sientan plenamente mi felicidadg en su
interior. 14 Les he comunicado tus palabras, pero el mundo los ha odiado porque no son parte del
mundo, igual que yo no soy parte del mundo. 15 ”No te pido que los saques del mundo, sino que
los protejasg del Maligno. 16 Ellos no son parte del mundo, igual que yo no soy parte del mundo.
17 Santifícalosg por medio de la verdad; tu palabra es la verdad. 18 Así como tú me enviaste al
mundo, yo también los envié al mundo. 19 Y me santifico por ellos para que ellos también sean
santificados mediante la verdad. 20 ”No te pido solo por ellos, sino también por los que pongan
su fe en mí gracias a las palabras de ellos, 21 para que todos ellos sean uno. Tal como tú,
Padre, estás en unión conmigo y yo estoy en unión contigo, que ellos también estén en unión
con nosotros; así el mundo creerá que tú me enviaste. 22 Les he dado la gloria que me diste
para que ellos sean uno igual que nosotros somos uno: 23 yo en unión con ellos y tú en unión
conmigo para que estén completamente unidos.g Así el mundo sabrá que tú me enviaste y los
amaste a ellos como me amaste a mí. 24 Padre, quiero que los que me diste estén conmigo
donde yo esté para que vean la gloria que me has dado, porque me amaste antes de la
fundación del mundo. 25 Padre justo, el mundo realmente no ha llegado a conocerte, pero yo te
conozco y ellos han llegado a saber que tú me enviaste. 26 Les he dado a conocer tu nombre, y
seguiré dándolo a conocer, para que el amor con que tú me amaste esté en ellos y yo esté en
unión con ellos”.
(Marcos 14:36) Decía: “Abba,g Padre, para ti todo es posible; quítame esta copa. Pero que
Jesús no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres”.
(Hechos 4:24-30) Al oír esto, le oraron juntos a Dios y dijeron: “Señor Soberano, tú eres el que
Discípulos hizo el cielo, la tierra, el mar y todas las cosas que hay en ellos, 25 y eres el que por espíritu
de Jesús santo dijo por boca de nuestro antepasado David, tu siervo: ‘¿Por qué se alborotaron las
naciones y meditaron en cosas inútiles los pueblos? 26 Los reyes de la tierra tomaron su posición
y los gobernantes se reunieron como uno solo contra Jehovág y contra su ungido’.g 27 Y así fue,
porque tanto Herodes como Poncio Pilato se unieron en esta ciudad con gente de las naciones y
pueblos de Israel contra tu santo siervo Jesús, a quien tú ungiste, 28 para hacer lo que tu poder
y tu voluntadg habían predeterminado que ocurriera. 29 Y ahora, Jehová,g ten en cuenta sus
amenazas y haz que tus esclavos sigan hablando de tu palabra con gran valor, 30 mientras tú
extiendes la mano para hacer curaciones y mientras se realizan milagrosg y cosas
impresionantesg mediante el nombre de tu santo siervo Jesús”.

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