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ADORANDO EN EL DESIERTO.

Deuteronomio 8.2–7 (RVR60)

2 Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el
desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar
o no sus mandamientos.

3 Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus
padres la habían conocido, para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo
que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre.

4 Tu vestido nunca se envejeció sobre ti, ni el pie se te ha hinchado en estos cuarenta años.

5 Reconoce asimismo en tu corazón, que como castiga el hombre a su hijo, así Jehová tu Dios te
castiga.

6 Guardarás, pues, los mandamientos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y temiéndole.

7 Porque Jehová tu Dios te introduce en la buena tierra, tierra de arroyos, de aguas, de fuentes y
de manantiales, que brotan en vegas y montes;

EN EL DESIERTO SE REVELA LAS VERDADERAS INTENCIONES DEL CORAZON.

Éxodo 14.10–12 (RVR60)

10 Y cuando Faraón se hubo acercado, los hijos de Israel alzaron sus ojos, y he aquí que los
egipcios venían tras ellos; por lo que los hijos de Israel temieron en gran manera, y clamaron a
Jehová.

11 Y dijeron a Moisés: ¿No había sepulcros en Egipto, que nos has sacado para que muramos en el
desierto? ¿Por qué has hecho así con nosotros, que nos has sacado de Egipto?

12 ¿No es esto lo que te hablamos en Egipto, diciendo: Déjanos servir a los egipcios? Porque mejor
nos fuera servir a los egipcios, que morir nosotros en el desierto.

Éxodo 17.1–4 (RVR60)

1 Toda la congregación de los hijos de Israel partió del desierto de Sin por sus jornadas, conforme
al mandamiento de Jehová, y acamparon en Refidim; y no había agua para que el pueblo bebiese.

2 Y altercó el pueblo con Moisés, y dijeron: Danos agua para que bebamos. Y Moisés les dijo: ¿Por
qué altercáis conmigo? ¿Por qué tentáis a Jehová?

3 Así que el pueblo tuvo allí sed, y murmuró contra Moisés, y dijo: ¿Por qué nos hiciste subir de
Egipto para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados?

4 Entonces clamó Moisés a Jehová, diciendo: ¿Qué haré con este pueblo? De aquí a un poco me
apedrearán.

Números 11.4–6 (RVR60)


4 Y la gente extranjera que se mezcló con ellos tuvo un vivo deseo, y los hijos de Israel también
volvieron a llorar y dijeron: ¡Quién nos diera a comer carne!

5 Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los pepinos, los melones, los
puerros, las cebollas y los ajos;

6 y ahora nuestra alma se seca; pues nada sino este maná ven nuestros ojos.

EN EL DESIERTO APRENDEMOS A DEPENDER DE DIOS.

Éxodo 16.14–15 (RVR60)

14 Y cuando el rocío cesó de descender, he aquí sobre la faz del desierto una cosa menuda,
redonda, menuda como una escarcha sobre la tierra.

15 Y viéndolo los hijos de Israel, se dijeron unos a otros: ¿Qué es esto? porque no sabían qué era.
Entonces Moisés les dijo: Es el pan que Jehová os da para comer.

Éxodo 17.5–6 (RVR60)

5 Y Jehová dijo a Moisés: Pasa delante del pueblo, y toma contigo de los ancianos de Israel; y toma
también en tu mano tu vara con que golpeaste el río, y ve.

6 He aquí que yo estaré delante de ti allí sobre la peña en Horeb; y golpearás la peña, y saldrán de
ella aguas, y beberá el pueblo. Y Moisés lo hizo así en presencia de los ancianos de Israel.

PARA ADORAR EN EL DESIERTO NECESITAMOS PERSPECTIVA.

Éxodo 33.8–18 (RVR60)

8 Y sucedía que cuando salía Moisés al tabernáculo, todo el pueblo se levantaba, y cada cual
estaba en pie a la puerta de su tienda, y miraban en pos de Moisés, hasta que él entraba en el
tabernáculo.

9 Cuando Moisés entraba en el tabernáculo, la columna de nube descendía y se ponía a la puerta


del tabernáculo, y Jehová hablaba con Moisés.

10 Y viendo todo el pueblo la columna de nube que estaba a la puerta del tabernáculo, se
levantaba cada uno a la puerta de su tienda y adoraba.

11 Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero. Y él volvía al
campamento; pero el joven Josué hijo de Nun, su servidor, nunca se apartaba de en medio del
tabernáculo.

12 Y dijo Moisés a Jehová: Mira, tú me dices a mí: Saca este pueblo; y tú no me has declarado a
quién enviarás conmigo. Sin embargo, tú dices: Yo te he conocido por tu nombre, y has hallado
también gracia en mis ojos.
13 Ahora, pues, si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que me muestres ahora tu camino, para
que te conozca, y halle gracia en tus ojos; y mira que esta gente es pueblo tuyo.

14 Y él dijo: Mi presencia irá contigo, y te daré descanso.

15 Y Moisés respondió: Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí.

16 ¿Y en qué se conocerá aquí que he hallado gracia en tus ojos, yo y tu pueblo, sino en que tú
andes con nosotros, y que yo y tu pueblo seamos apartados de todos los pueblos que están sobre
la faz de la tierra?

17 Y Jehová dijo a Moisés: También haré esto que has dicho, por cuanto has hallado gracia en mis
ojos, y te he conocido por tu nombre.

18 El entonces dijo: Te ruego que me muestres tu gloria.

ADORADORES NIVEL AVANZADO.

Habacuc 3.17–19 (RVR60)

17 Aunque la higuera no florezca, Ni en las vides haya frutos, Aunque falte el producto del olivo, Y
los labrados no den mantenimiento, Y las ovejas sean quitadas de la majada, Y no haya vacas en
los corrales;

18 Con todo, yo me alegraré en Jehová, Y me gozaré en el Dios de mi salvación.

19 Jehová el Señor es mi fortaleza, El cual hace mis pies como de ciervas, Y en mis alturas me hace
andar.

Habacuc 3.17–19 (RVR60)

17 Aunque la higuera no florezca, Ni en las vides haya frutos, Aunque falte el producto del olivo, Y
los labrados no den mantenimiento, Y las ovejas sean quitadas de la majada, Y no haya vacas en
los corrales;

18 Con todo, yo me alegraré en Jehová, Y me gozaré en el Dios de mi salvación.

19 Jehová el Señor es mi fortaleza, El cual hace mis pies como de ciervas, Y en mis alturas me hace
andar.

Hechos de los Apóstoles 16.23–26 (RVR60)

23 Después de haberles azotado mucho, los echaron en la cárcel, mandando al carcelero que los
guardase con seguridad.

24 El cual, recibido este mandato, los metió en el calabozo de más adentro, y les aseguró los pies
en el cepo.

25 Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían.
26 Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel
se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron.

Salmo 77.7–14 (RVR60)

7 ¿Desechará el Señor para siempre, Y no volverá más a sernos propicio?

8 ¿Ha cesado para siempre su misericordia? ¿Se ha acabado perpetuamente su promesa?

9 ¿Ha olvidado Dios el tener misericordia? ¿Ha encerrado con ira sus piedades? Selah

10 Dije: Enfermedad mía es esta; Traeré, pues, a la memoria los años de la diestra del Altísimo.

11 Me acordaré de las obras de JAH; Sí, haré yo memoria de tus maravillas antiguas.

12 Meditaré en todas tus obras, Y hablaré de tus hechos.

13 Oh Dios, santo es tu camino; ¿Qué dios es grande como nuestro Dios?

14 Tú eres el Dios que hace maravillas; Hiciste notorio en los pueblos tu poder.

Salmo 63.1–4 (RVR60)

1 Dios, Dios mío eres tú; De madrugada te buscaré; Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, En
tierra seca y árida donde no hay aguas,

2 Para ver tu poder y tu gloria, Así como te he mirado en el santuario.

3 Porque mejor es tu misericordia que la vida; Mis labios te alabarán.

4 Así te bendeciré en mi vida; En tu nombre alzaré mis manos.

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