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Dialéctica de lo concreto.

Resumen por.
Eliel Arias Ávila.

El mundo de la pseudoconcrecion y su destrucción.

La dialéctica trata de la “cosa misma”, pero la “cosa misma” no se manifiesta al


hombre de manera tan simple y perceptual, y es por eso que el pensamiento
dialéctico hace una línea divisoria entre la representación (la forma) y el concepto
real aparente.
La realidad se presenta al hombre como el campo donde ejerce su actividad
práctico – utilitaria y sobre cuya base surge la intuición práctica inmediata de la
realidad. Con base a esta relación, el hombre forma sus representaciones con lo
que lo fenoménico, la práctica utilitaria de cada día crea el “pensamiento común”
que es la forma ideológica del obrar de cada día. Pero el mundo que se revela en
la práctica fetichizada, en el traficar y manipular, no es el mundo real, aunque a
nuestros ojos y sentidos tenga consistencia y la validez de este mundo real
aparente, sino que es así mismo “el mundo de la apariencia”, el de la
pseudoconcrecion que a fondo es una ambigüedad obscura de verdad y engaño,
como una puesta en escena, que se puede ver lo que los artistas hacen del telón
hacia afuera, pero que cuando es cerrado no se puede mirar más allá de este.

El conjunto de fenómenos que llevan el ambiente cotidiano y que se mueven en


nuestro diario caminar humano, que con su regularidad, inmediatez y evidencia, se
introducen en la conciencia de los individuos agentes asumiendo un aspecto
independiente y hasta natural, forma el mundo de la pseudoconcrecion, y a él se
atribuye:

 El mundo de los fenómenos externos. Estos tienen interacción en la


superficie de los procesos esenciales, dicho de otra manera, están por
encima de lo que realmente pasa.
 El mundo de traficar y manipular. La praxis fetichizada y no la praxis
revolucionaria y crítica de la humanidad.
 El mundo de las representaciones comunes. Que es el efecto que causan a
nivel conciencia, las practicas fetichizadas dispuestas, impuestas y puestas.
 El mundo de los objetos fijados. Que aparentemente luce como algo natural
o “normal” pero que no pasa de ser el resultado de la actividad social de los
hombres.
El fenómeno, como ya decíamos, es un claro obscuro que presenta y al mismo
tiempo “no” la esencia del fenómeno; la demuestra aparentemente, pero de forma
inadecuada, así que de cierta manera, la única forma en que podemos dar cuenta
de la esencia del fenómeno es observando su actividad (movimiento).
El fenómeno indica algo que no es el mismo, y que existe gracias a su contrario, la
esencia se descubre mediante actividad especial, descomponiendo la “realidad”
en su estructura, se aparta el fenómeno y así estar en condiciones de captar la
esencia.
El concepto de la cosa, es la comprensión de ella y comprender lo que la cosa
significa es conocer su estructura.

La totalidad concreta.

La idea de la totalidad que comprende la realidad en sus leyes internas y todo lo


que hay debajo de ella, se opone al empirismos que considera las manifestaciones
fenoménicas y causales, y no llega a la comprensión de los procesos de desarrollo
de lo real.
Sin embargo los conceptos centrales en los que se revelan los aspectos
esenciales de la realidad tienen un extraño cambio, ya no están monopolizados en
algunas mentes, como solía suceder en la edad media donde el oscurantismo
centraba el saber en algunos grupos selectos, sino que ahora están sujetos a
cambios y posibilidades, ya que ahora se adquieren por común.
Hablar de la totalidad es hablar de realidad, pero ¿Qué es la realidad? Si es un
complejo de hechos, de elementos simplísimos y directamente inderivables, de
esto se desprende que lo concreto es el conjunto de todos los hechos, y después
que la realidad en su concreción es “esencialmente incognoscible”, ya que es
posible añadir a todo fenómeno nuevas facetas o conocimientos y por lo tanto la
realidad es infinitamente una suma de saberes y no es posible comprender la
estructura concreta en si misma.
Realmente la totalidad no radica en abarcar todos los hechos, sino se comprende
totalidad como realidad como un todo estructurado y dialectico, en el cual puede
ser comprendido racionalmente cualquier hecho. Sin la comprensión de que la
realidad es totalidad concreta que se convierte en estructura significativa para
cada hecho, el conocimiento de la realidad concreta no pasa de ser algo místico, o
la incognoscible cosa en sí.
Si la realidad es entendida como concreción, como un todo con estructura propia,
que se desarrolla, que se va creando, de tal concepción de la realidad se
desprenden ciertas conclusiones metodológicas que sirven de guía hacia la
verdad.
La totalidad concreta como concepción dialéctico – materialista del conocimiento
de lo real, ya significa por tanto un proceso indivisible cuyos elementos son:
 La destrucción de la pseudoconcrecion; de la aparente y fetichista
objetividad del fenómeno, y el conocimiento de su autentica objetividad.
 El conocimiento del carácter histórico del fenómeno, en el cual se
manifiesta de modo particular la dialéctica de lo singular y lo general
humano.
 El conocimiento de contenido objetivo y del significado del fenómeno, de su
función objetiva y del lugar histórico de que ocupa en el seno del todo
social.

Si el conocimiento no ha llevado a cabo todo lo anterior y aun se confunde la


pseudoconcrecion con la concreción, entonces el conocer queda prisionero de
esta intuición fetichista cuyo fruto es la mala totalidad.
La realidad social es comprendida aquí como un conjunto o totalidad de
estructuras autónomas que se influencian recíprocamente y el sujeto es sustituido
por la movilización autónoma de las estructuras.

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