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Apuestas políticas desde la estética de sujetos no heteronormado

PREGUNTA PROBLEMA:

¿Cuáles son las formas en que se construye una apuesta política desde el reconocimiento
social no binario ni heteropatriarcal de un sujeto, en una app de citas como Badoo?

Objetivo general
Describir desde una perspectiva de género no binaria la app de citas Badoo, como las
categorías de género no binarias ni heteropatriarcales generan desde la estética una
apuesta política.

Describir desde una perspectiva de género no binaria la app de citas Badoo, como sus
usuarios desde la disidencia estética y no heteropatriarcal generan una apuesta política.

Objetivos específicos
● Interpretar los perfiles de los usuarios de la app.

● Analizar los componentes de identidad de género que Badoo ofrece a sus usuarios.

● Establecer las formas estéticas en como los usuarios se representan.

● Conceptuar como el usuario desde su apuesta estética se vuelve un sujeto político.

PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA:


La sociedad define cómo se espera que actuemos, hablemos, nos vistamos y nos
comportemos según nuestro rol de género. Por ejemplo, se espera que las mujeres y las
niñas, se vistan de forma femenina, sean educadas, complacientes y maternales. A su vez,
se espera que los hombres y los niños se vistan de manera varonil, sean fuertes, agresivos
e intrépidos.

Cada sociedad, grupo étnico y cultura tiene expectativas en relación con los roles de
género, pero estos pueden variar mucho entre un grupo y otro, también pueden cambiar
con el tiempo dentro de la misma sociedad. Por ejemplo, en los Estados Unidos en 1914, el
rosado era considerado un color masculino, y el azul, un color femenino.

Ahora bien,el problema que aquí nos atañe no es el de enmarcar a la mujer u hombre
disidente en un tipo de preferencia heterosexual, de hecho se trata de todo lo contrario,
percibir a una mujer u hombre heterosexual, homosexual, bisexual o con una identidad de
género diversa, como un sujeto politico, cuya identidad no se limita a los estereotipos de
una sociedad heteronormada y que desde esa disidencia le apuesta a un cambio de las
hegemonía heteropatriarcales.
Por otra parte existe un listado de categorías, tal como lo presenta Badoo,en donde la
identidad de género se divide en más de 37 sugerencias de la app, esto genera para los
expertos una gran confusión entre orientación sexual e identidad sexual, plantea Viviana
Wapñarsky, psicóloga y sexóloga clínica. "Una cosa es quién nos atrae y otra, quién soy (en
cuanto al género e identidad). Me parece que con el afán de querer abarcar mucho, han
mezclado todo y crean más confusión”, sostiene la especialista en sexología, miembro de la
comisión directiva de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana (SASH).
Además, la aplicación fue actualizada con la ayuda de GLAAD, la organización que
monitorea los medios de comunicación y aboga por la gente transgénero, lesbiana,
homosexual y bisexual.
Para Jacques Rancière, filósofo francés, profesor de política y de estética, hoy emérito de la
Universidad de Paris VIII y European Graduate School. la estética está íntimamente
vinculada con la realidad y, por ende, con la esfera de lo político y lo ético. La estética no es
simplemente una especificidad del mundo del arte sino que forma parte del conjunto de
aspectos que rigen a toda sociedad y que afectan el sensorium. La estética, entonces, no
está desligada del mundo real ni de la sociedad ni de las reglas que la rigen. Cuando
escribía en el siglo XIII su Educación estética del hombre.

Por su parte, de ​acuerdo con la teoría de Carl Jung, el Ánima sería el componente femenino
en el hombre, es decir, la mujer atrapada de manera inconsciente dentro de cada hombre.
El Animus, es el componente masculino en la mujer; el hombre atrapado dentro de la mujer.
Son nuestras contrapartes sexuales que conviven inconscientemente y entonces esta no
sería una razón más que suficiente para desaprender lo masculino y lo femenino desde la
perspectiva de una sociedad que castra desde que nacemos características determinadas
que no se "acoplan" a lo que sentimos y no nos atrevemos a decir, a lo que queremos
expresar ese determinado día, pues la esencia misma de nuestra cultura se encuentra en
re-interpretar o re-significar la manera que cada persona busca expresarse y sentirse
desde su individualidad apostándole a el cambio social desde su escenificación en la
misma.

En conclusión una aproximación más cercana al asunto de la sexualización de la ropa nos


dará una idea más o menos verdadera de cómo y porqué llamamos a la ropa de forma
categórica como de hombre o de mujer pero más importante aún, entender cómo estos
paradigmas sociales afectan la expresión del ser humano en este caso la mujer y le
imponen una carga de prejuicios que la llevan a sentirse ajena a su forma vestir.

MARCO TEÓRICO:

Autores:

Judith Butler: ​la crítica a la metafísica de género y el modelo de la performatividad teatral


Inspirada en las obras de Adrienne Rich y Michel Foucault,
La ​teoría queer es un conjunto de ideas sobre el género y la sexualidad humana que
sostiene que los géneros, las identidades sexuales y las orientaciones sexuales no están
esencialmente inscritos en la naturaleza biológica humana, sino que son el resultado de una
construcción social, que varía en cada sociedad.

Butler sostiene que en la modernidad occidental, se ha construido e instituido un régimen


normativo en lo concerniente al género y la sexualidad: la heteronormatividad o
heterosexualidad obligatoria (Butler,1990/2007, p. 8 Femenías, 2002). Este régimen define
cuáles son las identidades de género inteligibles y correctas, y castiga aquellas que no lo
son. Según los cánones de la heteronorma-tividad, solo existen dos identidades sexuales
verdaderas, a saber: “hombre” y “mujer”. Se trata de dos modelos morfológicos ideales en
los que se constata una coherencia perfecta entre sexo biológico, género y deseo.
“Los géneros ‘inteligibles’ son los que de alguna manera instauran y mantienen relaciones
de coherencia y continuidad entre sexo, género, práctica sexual y deseo”Así, por ejemplo,
para ser considerado como “hombre” dentro de los patrones de esta matriz cultural, un
individuo debe contar con órganos genitales definidos como masculinos, seguir prácticas de
género adscriptas normalmente a la masculinidad y orientar su deseo a sujetos del sexo
femenino. En caso de no existir una concordancia perfecta entre estos tres aspectos de la
sexualidad, el sujeto en cuestión es estigmatizado como anormal y sometido a rigurosas
consecuencias punitivas. Efectivamente, para Butler, la matriz cultural heterosexualista
“exige que algunos tipos de ‘identidades’ no puedan ‘existir’: aquellas en las que el género
no es consecuencia del sexo y otras en las que las prácticas del deseo no son
‘consecuencia’ ni del sexo ni del género” (Butler, 1990/2007, p. 73). Estas identidades falsas
o ininteligibles son víctimas de una severa violencia excluyente que las condena a una
suerte de “suspensión de la vida,o [a] una sentencia de muerte sostenida”(p. 24). Desde la
perspectiva de Butler el régimen heterosexista ha sido naturalizado en el sentido común de
Occidente, es decir, se ha
convertido en un estado de cosas obvio que parece estar inscrito en la estructura ontológica
de la realidad. Para la autora, la naturalización de la heteronormatividad tiene como
consecuencia la invisibilización de su carácter eminentemente violento y de su condición de
constructo contingente. En el momento de escribir Gender trou-ble, señala Butler

Michael Warner y la heteronormatividad:

Es un término acuñado por Michael Warner que hace referencia “al conjunto de las
relaciones de poder por medio del cual la sexualidad se normaliza y se reglamenta en
nuestra cultura y las relaciones heterosexuales idealizadas se institucionalizan y se
equiparan con lo que significa ser humano”.
La heteronormatividad "es algo más que una ideología o un prejuicio o una fobia contra
gays y lesbianas; se produce en casi todos los aspectos de las formas y disposiciones de la
vida social: la nación, el Estado y la ley; el comercio, la medicina y la educación; en las
convenciones y afectos de la narratividad y otros espacios de la cultura".
La base ideológica de la heteronormatividad es el binarismo sexual; es decir, la reducción
del ser humano a dos categorías distintas y complementarias: hombres y mujeres. Estas
dos categorías tienen asignados papeles sociales, culturales, económicos, sexuales…
diferentes y se supone que complementarios a pesar de que, en realidad, están
profundamente jerarquizados y se les ha asignado un valor muy desigual.

Simone de Beauvoir «No se nace mujer, se llega a serlo» (Beauvoir, 1987 II: 13);

La argumentación de Simone de Beauvoir en 1949, con su postulado de la construcción


cultural que conforma el ser mujer, postula el hecho de que la identidad femenina se
determina por la cultura. Deconstruyendo la idea de la base biológica que establece el ser
mujer. En su obra el segundo sexo clave para el feminismo, ya se transmite que el género
es una construcción cultural sobre el sexo. Y, por tanto, no existe una esencia femenina,
algo que caracterice a la mujer como tal.

Beauvoir y el androcentrismo

La visión “androcéntrica” segmenta a mujeres y hombres y refuerza estereotipos de unas y


otros según los papeles (roles) que deben cumplir en diversos ámbitos de la vida pública y
privada.
Es importante considerar que esta visión androcéntrica no sólo minimiza o desvaloriza a las
mujeres, también impone un tipo de masculinidad para los hombres y anula el
reconocimiento de otras formas de vivirla, ya que el “modelo masculino” que aparece como
representación de la humanidad reúne un conjunto de atributos caracterizados por la
condición social, preferencias sexuales, credos religiosos y apariencia física.

Al igual que sucede con la representación de lo femenino, el modelo de masculinidad se


distingue por ser joven, jefe de familia, profesional, físicamente apto, blanco y heterosexual.
De ahí que todos aquellos que no cumplen con estos atributos, dígase personas con
discapacidad, adultas mayores, pobres, homosexuales, indígenas, etcétera, son
menospreciados con expresiones lingüísticas o imágenes que refuerzan la vigencia de
estereotipos sexistas claramente discriminatorios.

Por lo tanto, el androcentrismo como ideología sexista estigmatiza a las mujeres y los
hombres que no correspondan con los estereotipos que rigen el “deber ser” de las
personas, según su sexo.

Carl Jung

La polaridad universal entre el principio masculino y el femenino tiene lugar también dentro
de cada hombre y cada mujer. Somos la unión de un óvulo y un espermatozoide, tenemos
hormonas masculinas y femeninas, lo que significa que tenemos acceso a un amplio
abanico de energías masculinas y femeninas.

El ​animus y el ​ánima ​son arquetipos internos o representaciones inconscientes. ​Jung​,


psiquiatra visionario cuya obra mantiene hoy una extraordinaria vigencia, denominó ​animus
a la parte masculina de la psique de la mujer, y ​ánima a las cualidades femeninas de la
psique del hombre. La polaridad masculina implica movimiento, es la acción de engendrar,
de penetrar, la capacidad de explorar el mundo y de ir en busca de lo que se quiere. Es la
iniciativa, la lógica, la mente. La polaridad femenina es la capacidad de entrega y de
receptividad, la ternura, fecundidad, contemplación e intuición. El cuerpo frente al espíritu.

Ambos arquetipos generan atracción a través de la proyección de esa imagen interna en el


exterior. Jung dice que en los amores a primera vista uno es “tomado” por la fuerza interna
del arquetipo, es decir que aquello que nos atrae de un hombre o una mujer es el propio
animus​ o ​ánima.​

Jacques Rancière

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