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OWICAS

CENTRO DE INVESTIGACIONES ECCN

FACULTAD DE CIENCIAS ECONONMICAS

\ UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA
a

DE INDIGENAS 1820-1890
RESGUARDOS

T E C A E S
5 &
U "
N LNUGAR
pIgLi o
Ae THANQUILO | SION
ey RaGa |
eO_--ICR S
et ESTUROSUA
ao GE ll ALAS + GE VII LEGA
TRE PO
ce ANTO NIO RES
ae Investigadores CIE

\ Medellin, Agosto de 1977 ats


4

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rma parte de Inves~
El presente cap{tulo fo oria de la Propie-
Hist
tigacién que sobre " 1819-1936 " adelan-
dad Agraria en Co lo mb ia
igaciones Econ6émicas
ta el Centro de Invest
de Antioquia. Inte-
(CIE) de la Universidad o: Jorge villegas,
aj
gran el Equipo de Trab
o Restrepo.
Fabio Zambrano y Antoni

con el apoyo o finan-


La investigaci6n cuenta
el programa ARED.
ciacién de la U, de A.,
a de la ensefianza del
(Asociaci6n para la Reform
Derecho)

000626!) saree

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DE _INDIGENAS 1820-1890
RESGUARDOS

Antecedentes.

iola sobre la poblacién ind{gena se


/ El impacto brutal de la conquista espaf
a casi a extinguirse. Durante el
evidencia en su répida disminucién. Lleg
la bfisqueda insaciable de oro
perfodo posterior (comienzos de la colonia)
emar la explotacién de los indios.
y riquezas lleva al conquistador a extr
oblamiento de los americanos ,
La Corona Espafiola, alarmada por el rfpido desp
uistadores. ELa Coro-
trata de morigerar el apetito desenfrenado de los conq E

indigena para asi poder perpetuar_la


4 na est4 interesada en mantener vivo al
otacién de su fuerza de trabajo.
politica de dominacién basada en la expl
explotacién, el RESGUARDO
Crea una instituci6n_que busca racionalizar esta
o procede de diversas for-
INDIGENA, en el afio 1591,, Para crear el resguard
osa, se les Limi-
mas: en los lugares donde existe poblacién indigena numer
nto. En las zonas
ta la tierra y se les entrega para su usufruto en conju
zonas, se reu~
donde las tribus son poco numerosas, se las traslada a otras
s, donde se
nen miembros de varias bus, asenténdolas en nuevas poblacione

les entrega y delimita la tierra. Estas tierras son posesién comin de los
Ss oe

ven-
indigenas y no pueden ser entregadas en propiedad a los individuos ni

didas.

Cacique o el Pe-
den el interior del resguardo el poder es ejercido por el

quefio Cabildo, nombrado por elecci6n de los indigenas, y tiene como tareas
-
fundamentales: la asignacién de trabajo a los indigenas, recolectar tribu
les
to real y, escoger los trabajadores para cumplir el compromiso de situar

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la mano de obra a los mineros y hacendados blancos.

La cantidad de terreno otorgada al resguardo es generalmente exigua. En

promedio no excede a 1.5 hect&reas por cabeza 1 /, dato que corroboran los

estudios de Juan Friede sobre los resguardos parcelados a raiz de las leyes

posteriores a la independencia. 2/ Sin embargo, hemos encontrado resguar-

dos como el de Pasca con 15.000 fanegadas que al dividirse, en 1836, le

correspondieron a cada indigena 53 hectdreas a m4s de dos lotes de 1.2000

fanegadas cada uno, destinados a escuelas y gastos de mensura.3/Ignoramos si

este caso se debi6 a disminucién considerable de la poblacién o a generosi-

| dad en concesién inicial. Generalmente el terreno del reguardo se divide

en dos zonas: una constituida por pequefias parcelas entregadas individual-

mente a cada indigena, cabeza ‘de familia, para producir lo necesario para

el sutento suyo y de su familia. El resto, zona comunal, compuesta por las

tierras de reserva, las tierras de siembras comunales y Los potreros de pas-

tos ejidales; esta tierra es cultivada en comin y el indigena del resguardo

est4 obligado a pagar varios dias al afio de trabajo en esta zona de cultivos

comundles; con su producido se pagan los tributos debidos a la


eree ee a creas,

1/ fFals Borda, Orlando. -Historia de la cuestién agraria en Colombia.


Bogoté, Publicaciones de la Rosca, 1975. p. 56.

2./ Friede, Juan. El indio en lucha por la tierra. Bogot&, Punta de Lanza,
1976. pp. 121-122: "El censo levantado por el partidor José Rubén Cérdoba,
demostré una poblacién de 672 personas... ", luego de incluir el lote para
gastos, dos porciones para el culto religioso (a peticién de los mismos indi-
genas) y “algunos de la montafia, que para proteger los nacimientos de los rios
no se permitia utilizar para el cultivo, el repartidor encontré que habia 650
después de
hectéreas disponibles para el reparto y que el nGmero de comuneros,
corres-
hacer algunos ajustes en el censo levantado, era igual a aquellas. Le
pondia a cada indio en el reparto efectuado en 1927, una hectdrea de tierra"

al del Trebajo, (36 38), Oct-Dic'33: El Pro


Bol eti n de la Ofi cin a Nac ion
3/ .
Tlema agrario en Cundinamarca

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| Corona Espafiola. Adem4s el indigena tenia otras obligaciones como la de
dar su trabajo al exterior del Resguardo: La Mita Minera y el Concie
rto A-
grario. Estas obligaciones consiten en facilitar un porcentaje de
la po-
blacién indigena del resguardo, en edad activa, (aproximadamente una
cuarta
parte del total), para que durante cierto perfodo del afio (tres o cuatro

meses ) desempefiaran labores en las minas y haciendas de los alrededores.

La contratacién de estos trabajadores forzados no se hacfa individualmente,

sino con las autoridades del resguardo (Pequefio Cabildo o Cacique) y, el

producido de su trabajo, generalmente se destinaba para el pago de las obli

gaciones reales del resguardo.

Las leyes que crearon el resguardo prohibian la residencia de extrafios en

su interior, especialmente, blancos y mestizos. Esta medida no fue operan-


,
te.

El nfmero de resguardos fue considerable, especialmente, en las regiones

donde era m4s numerosa la poblacién indigena y con mayor desarrollo cultu-

ral en el mom la conquista (Cundinamarca, Boyac&, Cauca y Narifio)1/.

El resguardo fue perdiendo fuerza, en especial en las zonas i rea

y Boyacd. Las causas son varias: la presién de los terratenientes blancos

- sobre las tierras de los indigenas va forzando sh reparticién, la disminu-


7

_l/ Fals Borda, Orlando. Op. cit., p. 57: " Los Resguardos fueron bas-
tantes en solo Boyacd, durante la colonia se contaron alrededor de 100. En
1928 habfa 88 en\el departamento de Narifio. Segin fuentes oficiales hoy
quedan todavia 84 Resguardos, 54 de ellos en el Cauca..."

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en
de Ja ru de za de l tr ab ajo en las minas y haci
n a causa
c ign de, la poblaci6é
ge na s, etc . De ot ra pa rte, la aguda escasez
indi
das, 1a desercién de los
ar formas de asentar
de-
ter rat enii ent es a bu sc
de mano de obra, fuerza a los
o
i rras.
tie Es asi como se vaa § generalizand
finitivamente trabajadores en sus
ent reg ar tie rra s a los ind i nas que llegan concer tados a
ige
la costum bre de
i én. : los agr ega-
reg
tem por ale s den tro de las hac iendas. De aqui surgir
trabajos
nd at ar io s, apa rce ros , etc ., qu e po blaron el camp o colombiano.
dos, arre

y mes-
inardé su invasién por los blancos
La despoblaci6n del resguardo orig
eral
expresasS. Este fendmeno se dé, gen
tizos, a pesar de las prohibiciones
del resguardo a blancos y mes
mente bajo la forma de arriendos. de tierras
r los tributos reales. An-
tizos para con el producto de los arriendos paga
la Corona Espafiola
te la imposibilidad de frenar esta practica, extendida,
y no del
opta por declarar que el producido de los arriendos es renta real

Yesguardo.

2 -

de la Real Corona, decimos que de pocos dias a esta parte se han salido del

dicho nuestro pueblo muchos indios e indias, dejando sus hohios y labran-

zaS... y se han venido a esta ciudad y a la de Tunja y otras partes y se

recogen en las casas de los vecinos y se conciertan con los espafioles y

otras personas y as{ se va despoblando el dicho nuestro pueblo por no acu-

dir a pagar la demora (tributo) que les cabe ni hacer otros servicios que

son obligados, huyendo del trabajo" 1/,

goté. Gonzalez,
1/ Universid ad Nacional.E1 Resguardo
Margarita. 1970,
en el Nuevo Reino de Granada.
ae


eententtMetmeinee oonar
TOP rteee
he. a

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= § =

Por estos motivos. el nesguardo entra en decadencia, que, sumada a la cons-

‘tante presién ejercida por los terratenientes en torno


a las tierras del
vesguardo, lleva a la Corona Espafiola a reformarlos.
Esto sucede por los
afios de 1778 cuando el Fiscal de la Real Audiencia
de Santa Fe, Antenio
Moreno y Escandén, efectfia una serie de reagrupaciones de resguardos
, consis
tente en unir dos o m4s en uno s6lo, en ocasiones trasladind
olos a otros
terrenos. " El mévil real de dicha politica fue la demanda creciente ejer-

@idd> por la oligarqufa criolla sobre las tierras del resguardo "1/.

LOS _INDIGENAS Y LA GUERRA DE INDEPENDENCIA.

La mayor, parte de los indigenas. vié la guerra de independencia como una

\
disputa entre " blancos" y no Se interesaron en ella, a no ser en calidad

de reclutas forzosos, Al sur, en la regién de Pasto, la poblacién, mayori-

tariamente indigena, opuso una resistencia feroz y empecinada a los patrio-

tas. En el fondo, los indigenas, se sentian mis ligados al Rey de Espafia

que a los criollos Neogranadinos. Los excesos de los conquistadores y colo

nizadores espafioles y sus descendientes, los criollos, amenazaban con extin-

guir la poblacién indigena, fmica mano de obra en la regién. Esta situacién

obligé en varias oportunidades al rey a legislar amparaéndolos. Amparo que,

debe entenderse claramente, s6lo buscaba salvaguarddr - la existencia del in-

digena para eternizar su dominacién. _Sin embargo, toda esta legislaci6n

cafa en oidos sordos, El aforismo " se obedece pero no se cumple " se vol-

viéd norma. Por estas razones, los indigenas, siempre prefirieron el poder

Teal, lejano y con aparentes visos humanistas, al tangible y brutal del con-

1/ Ibid.

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a...
-6-

quistador espajiol, o su hijo: el criollo neogranadino. £1 desprecio de es~

| te filtimo por los indfgenas qued6 plasmado en el Memorial de Agravios: "Los

naturales conquistados y sujetos hoy al dominio espafiol, son muy pocos o son

nada, en comparacién con los hijos de los europeos que hoy pueblan estas ri-

caS posesiones",

LOS __RESGUARDOS Y LA REPUBLICA

& ) El resguardo fue visto de forma diametralmente opusta por los indios y los

criollos. Parael indigena, era la posibilidad de preservarse de la destruc-


!
} cién ‘de su raza y de ser convertido en trabajador asalariado miserable. Los
criollos, triunfadores en la guerra de independencia, consideraban el resguar
-
do una prisién para el ind{gena.

La contradicci6n es clara: Los indfigenas buscan preservar su identidad perma-

neciendo dentro del resguardo. Los criollos buscan obligarlos a trabajar sus

haciendas, convirtiéndolos en peones o "agregados", previa destruccién de


su
posesi6n agraria. Este es el dilema y se resolverS a favor del m&s fuerte.

El 5 de julio de 1820 Bolivar expidié un decreto sobre resguardos, cyyos


objetivos basicos fueron: lo. Devolucién a los indigenas, en calidad de
propietarios legitimos, de todas las tierras de los resguardos y 20. repar-
ticién de parcelas a las familias indfgenas 1/. Se ordené la reparticién

1/ Articulo lo. "Se devolverén a los naturales, como propietarios legitimos,


todas las tierras que formaban los resguardos segfin sus titulos, cualquieta
que sea el aleguen para poseerlas los actuales tenedores",. ;
Articulo 30. "integrados los resguardos en lo que les haya usurpado, los
Jueces politicos repartirén a cada familia tanta extensién de terreno cuanto

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-7T-

a partir de criterios excesivamente vagos, y si bien esto puede explicar-

se por las condiciones excepcionalmente dificiles del Estado durante la


guerra de la independencia, el: hecho es que la vaguedad se mantuvo como una

constante a través de todo el proceso de desmonte de los fesguardos.

} Como consecuencia directa de la forma de reparticién aparecieron las llama-

das " tierras sobrantes "5 que como se vera mis adelante, jugaron un papel

muy importante en la expropiacién legal de parte de las tierras de los res-

guardos. De acuerdo al decreto estudiado, estas tierras " sobrantes "fueron

destinadas al arriendo yel producto de éste al pago de tributos y sueldos

de los maestros de las escuelas indigenas.

El @rticulo 40. dice: " Si repartidos los resguardos a las familias, como

se ha dicho, quedaren tierras sobrantes, las arrendarén por remate los mis-

"mos Jueces Politicos, a los que mis dieren, y afianzaren mejor; prefiriendo
siempre por tanto a los actuales poseedores." Obsérvesecomo la parte
n del elemen
final del articulo es el reconocimiento técito de la penetracié

to no indigena en el Ambito de los resguardos.

, aunque al mis-
El artficulo S50. prohibfa el arriendo de la parte adjudicada
a intervenci6én del
mo tiempo dejaba abierta la posibilidad de hacerlo, previ

Juez Politico.

Los artfceulos 12, 13 y 14 al prohibir determinados hechos, reconocen, es


TTT

una, teniendo presente el nt-


Conti i6n: cémodamente pueda cultivar cada nsién total de los res-
neve depersonas de que consta la familia y la exte
guardos nt .".

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-8-

més, denuncian,el grado de expolicién a que estaban sometidos los miembros

de los resguardos.

a el pago de sa-
-|E1 articulo 12 prohibe el trabajo indigena gratuito y orden
lario previamente estipulado, "en contrato formal celebrado a presencia y

[ consentimiento del Juez Politico". El articulo 13 somete a las cofradfas |

a las disposiciones del articulo anterior y especifica que éstas no podrén

| hacer pastar sus ganados en los resguardos sin pagar arrendamiento y que los
indfigenas no estén obligados a cuidar dicho ganado gratuitamente.

El artficulo 14 hace referencia a la opresién eclesidstica sobre los indige-

. nas! " Cesardn absolutamente desde este momento ( como escandalosas y con-

— al espiritu de la religién, a la disciplina de la iglesia y a todas

las leyes), las costumbres de no administrar los sacramentos a los feligre-

ses, mientras no han pagado los devevhad de cofradias y congrua (renta para

el sostenimiento personal del eclesiastico); la de obligarlos a que hagan

fiestas a los santos; y la de exigirles -derechos parroquiales, de que estan

exentos los ‘naturales por estipendio que dé el Estado a los Curas...".

Por medio del articulo 15 los indigenas eran asimilados a los hombres libres

en lo referente a libertad de circulaci6én, actividades comerciales y ejerci~

cio de oficios: " Los naturales, como los dem4s hombres libres de la Repti-

blica, pueden ir y venir con sus pasaportes, comerciar sus frutos y efectos,

llevarlos al mercado o ferias que quieran, y-ejercer su industria y talentos

libremente, del modo que ellos elijan, sin que se les impida ".

El articulo final del decreto dice que éste "... no sdlo se publicard del
modo acostumbrado, sino que los Jueces Politicos instruir4n de su contenido

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= 19 we

a los naturales, instandoles a que reclamen cualquiera infraccién que se


cometa “.

En términos generales se puede aceptar que esta medida era la consecuencia

légica de cierta ideologia igualitarista que inspiraba a los dirigentes po-

liticos de 1820 - igualitarismo no sélo formal sino también muy restringido,


y, como se puede ver por la posicién de estos mismos dirigentes frente a la es

q clavitud -. En realidad, convertir a los indigenas en propietarios priva-

dos de sus propias tierras y declararlos libres para circular y comerciali-

zar sus productos, no ponia en cuestién, en lo més minimo, los intereses

{ de la clase propietaria. De ahi procede la entusidsta unanimidad con que

b- esta medida fue recibida por todos los sectores politicos.

Pero hay algo més. Bajo las grandes declaraciones de principios subyace

un inquietante hecho histérico, al que se ha aludido en la primera parte de

1 este trabajo: la cadena de atropellos legales, que durante la colonia y

_particularmente en su fase final, materializaba la constante aspiracién de

la élite criolla a apropiarse de la tierra de los ,resguardos. Entre 1820 y

1832 la presencia subrepticia de estos intereses es apenas perceptible en

la legislacién. Sin embargo, a partir de 1832 se hard cada vez m4s expl{-

cita aunque siempre conservando el disfraz ideolégico, presenténdose como

-una tarea de: igualacién de los indigenas a los dem4s ciudadanos libres del

pais.

tEl 11 de octubre de 1821, el Congreso de Cficuta expidié una ley mediante la

cual se extingue el-tributo y se reparte en propiedad la tierra de los yes-

guardos, asigndndole a cada familia de indigenas tributarios una parcela,


oat
oe

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is #s
de acuerdo a la extensi6n del. resguardo y al néimero de individuos que com-

pongan la familia 1/.

| El articulo 20. exime a los indigenas por cinco afios del pago de derechos

parroquiales y contribuciones civiles, exclusivamente en relaci6én con los

resguardos y otros bienes comunales; sin embargo deberén pagar impuestos


por los bienes de propiedad particular.

J EL articulo 50. ordena la formacién de listas de indigenas con derecho a

participar en la reparticién, segfin el criterio establecido en el articulo ;

40., es decir, los tributarios. Manda reunir informacién sobre extensién

de los resguardos, dificultades para su divisi6n, los medios para verificar-

la, gastos que dehen hacerse y forma como deben recaudarse los dineros para

sufragar dictps gastos. Como se vera mis adelante, al analizar la ley de

6 de marzo de 1832, por fin se " descubrié'" de donde deberfan proceder los

-.\,dineros necesarios para pagar los gastos de divisién: del arrendamiento y


'
‘.fsobre todo de la venta de parte de las tierras de los resguardos.

* El artfeulo 11 sanciona legalmente el hecho, atrés aludido, de la penetracién

del elemento no indigena en el 4mbito de los resguardos: " En las


eetae areneeerer

1/ Art. lo. "Los indigenas de Colombia, llamados indios en el Cédigo Es-


pafiol, no pagarén en lo venidero el impuesto conocido con el degradante nom-
bre de tributo; ni podraén ser destinados a servicio alguno por ninguna clase
de personas, sin pagarles el correspondiente salario que antes estipulen.
Ellos quedan en todo iguales a los demfs ciudadanos y se regirén por las mis-
mas Leyes", :
Art. 30. "Los Resguardos de tierras asignadas a los indigenas por las
leyes espafiolas, y que hasta ahora han posefdo en comin, o en poreiones dis-
tribuidas a sus familias sélo para su cultivo, segfin el Reglamento del Liber-
tador Presidente de 20 de mayo de 1820, se les repartirdn en pleno dominio y
propiedad, luego que lo permitan las circunstancias y antes de cumplirse los
cinco afios de que habla el artficulo 20."

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-ll-

parroquias de indigenas podrdn establecerse cualesquiera otros ciudadanos


pagando el correspondiente arrendamiento por los solares que ocupen sus Cca~

sas; pero de ningiin modo perjudicarén a los indigenas en sus pastos, semen

teras u otros productos de sus resguardos".

Con respecto a la abolicién del tributo indigena por la ley 11 de octubre

J de 1821, dice David Bushnell: "En un principio la medida fue aceptada ca-
si sin ningtna discusién, en razén de que el tributo no habia sido una fuen

te importante de ingresos en Venezuela ni en la Nueva Granada. La situaci6n

local era diferente en el Ecuador, pero el Ecuador se encontraba atin bajo_

las normas espafiolas, y las objeciones de sus pobladores no indigenas no

fueron tenidas en cuenta hasta que aparecié Sucre en la escena con su ejér-

cito de liberaciéon, procediendo a poner en ejecucién la ley de Cicuta. Bo-

livar rectificé posteriormente la medida de su lugarteniente. En principio

é1 no aprobaba el tributo, como si lo aprobaban los aristécratas blancos

de Bens celts temfia que pasara mucho tiempo antes de que los indigenas pu-

dieran pagar en contribuciones ordinarias lo que habian vendido pagando en

} forma de tributos. Como forzosamente necesitaba dinero para llevar a cabo

la campafia del Perf, utiliz6 sus facultades extraordinarias para suspender

el cumplimiento de la ley en los departamentos surefios. Incuso en Bogota se

consideré justificada la medida eendaida en julio de 1824 fueron revocadas

las "facultades extraordinarias" de Bolivar, un decreto de Santander prolon-

g6 expresamenteel tributo en el Ecuador mientras durase la lucha". 1/

1f Bushnell, David. El Régimen de Santander en la Gran Colombia. Bogotd,

Tercer Mundo, p. 203+

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-12-

[El tributo nunca fue popular entre los indigenas. Es m&s, durante la €poca

colonial se suceden las criticas con respecto a la situacién de los indige-

nas, mosStrando simpre el cardécter gravoso de estos tributos. Afirmar como

lo hace Liévano Aguirre que "Su status tributario era, pues, privilegiado

y excepcional por cuanto estaban exentos de los demis impuestos y de los mis

gravosos, y porque la cuantia del tributo indigena era notablemente inferior

a la suma erogable de todos los impuestos que debfan pagar los vasallos blan

cos ymestizos en los Dominios", es problemético, por decir lo menos. Como

comparacién abstracta, en términos de cantidades tributadas, es cierto lo

que afirma Liévano, Bexe por ese mismo cardcter abstracto la afirmacién in-

troduce un elemento apologético. Téngase en cuenta la gran diferencia, tan-


¥

to de riqueza como de productividad, entre la sociedad "blanca" y la indi-

gena. Ademés, la afirmacién de Liévano no se compadece con la asfixia tri-

butaria que los aquejé durante la época colonial, segiin se puede comprobar

por infinidad de testimonios documentales.

)
Porque si esto no fuera asi, cémo explicar la protesta de los indigenas con

‘ tra su situacién, tal como surge en las Capitulaciones de los Comunero


s: "Que
] hallandose en el estas mis deplorable la miseria de todos los indios, que

si como la escribo porque la veo y conozco, la Ppalpase Vuestra


Alteza, cree
ré que, mirdndolos, con la debida caridad, con emecinienee:
que pocos ana-
coretas tendran mas estrechez en su vestuario y comida, porgueTeirg
limita-
das luces y tenues facultades de ningfin modo alcanzan a Satisfac
er el creci-
do tributo que se les exige con tanto apremio, asi
a éstos como a los mula-
tos requintados, Sacando. os Corregidores los tributos con tanto rigor,
%
que no es creible, a lo que concurren Lug Curas por el
interés de sus asigna

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- 13 -

dos estipendios..." Los indigenas luchaban, pues, por aliviar su situacién

tributaria; claro esté, que para ellos la solucién no estaba en quedar asi-
milados al estatuto tributario de la poblacién no indigena, a disyuncién

entre tributo o sistema impositivo regular s6lo existia desde la perspectiva


del Estado, para el cual primaba el aspecto fiscal sobre cualquier consi-

deracién con respecto a la situacién social de los indigenas.

[ Si bien es cierto que los indigenas se manifestaron en contra del tributo,

no parece que en ningiin momento hubieran solicitado a las nuevas autorida—

des republicanas la liquidacién de los resguardos. Sin embargo, tampoco

surgi6é una oposicién frontal por parte de los indfgenas a la reparticién

en propiedad privada de las tierras por ellos posefdas. Como consecuencia

del largo proceso de aculturacién a gow fishian estado sometidos durante la

dominacién espafiola, no les era extrafia la idea de propiedad que dominaba

el entorno social de los resguardos. En la 7a. Capitualacién de los Comu-

ec-
neros qued6 plasmado el deseo de los indfigenas participantes en la insurr
>>
n les queden no; —
cién: ™... y que todos los resguardos que de presente posea
de ellos como tales:
sélo en el uso, sino en cabal propiedad para poder usar oe

, ie a
- duefios. hr

arcadias felices de vida colec


Adem&s, los resguardos distaban mucho de ser
in Colmenares, han demostrado
tiva. duan Friede , Margarita Gonzdlez y Germ
esta institucién habia sido duramen
a partir de documentacién primaria cémo
nda-
oca colonial. La ocupacién de hecho y el arre
{ te golpeada durante la ép
igenas por parte de los mestizos, los
miento extralegal de las tierras ind
-
es, eran hechos cotidianos. Frecuente
PTT TT

res y adn 1 os ter rat eni ent


blancos pob
nte las tierras comunales,
mente lo: s mismos indigenas ocuparon individualme

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- 14-

/ t
Cerca de 16 indios
a es te
ST E:
casos como
ra me nte
g ra
segu se di eron mis
y

an inclusi ve i
de las tierras de 1a comunidad y los
ricos dé Samacé disponi
a . . 1 r2sguardo"
r2sg ot.
caciques y capitanes gozaban de las mejores tierras dentro del

Inmediatamente entré en vigencia la ley, comenzaron a aparecer los obstaculos


para su cumplimiento. En Quito, Bolivar al suspender la acetates del tribu

to también suspendi6é la divisién y reparticién de las tierras, medida apenas

légica, pues para mantener el tributo habia que evitar la disolucién de la-

institucién. Adem4s, ™ En otras partes de Colombia su ejecucién se vié seria

mente estorbada por las dificultades técnicas para medir y distribuir diver-
sos tipos de tierras, por falta de fondos para pagar estas operaciones y por

la oposicién de los mismos indios, quienes presentaron numerosas demandas con

tra la medida "2/.

En realidad, la oposicién indigena empezé a manifestarse en forma creciente

a medida que fueron sufriendo las gravosas condiciones que acompafiaban la

entrega de parcelas en propiedad, agudiz4ndose esta situacién cuando ellos

mismos se enfrentaron a las consecuencias de la réparbiclén de tierras, gene-

ralmente desiguales en cuanto a su rendimiento econémico, generdndose asi

contradicciones entre los miembros de los resguardos.

La resistencia de los indigenas fue tenaz. Debido al conocimiento exacto


de su impotencia para enfrentarse abiertamente a la repartic
ién, el indige-
na apelara siempre a la oposicién legal.

1 Colmenares, Germén. Histéria Econémica y Social de ¢ i Lj


Cali. 1973. Universidad del Valle. p.173. © Colombia 1537-1719,
2 Bushnell, David. Op. Cit. p. 204,

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- 15 -

Reimplantaci6n del Tributo.

E1 15 de Octubre de 1828, Simon Bolivar, decreté la


contribucién personal
de e indig
genas 1
l/, Asf se derogé la ley de 11 de octubre de
1821. Objeto
de apasionadas polémicas, esta medida merece un
andlisis detallado.

El titulo primero del citado decreto trata de lve "Nombres, tasa y tiempo

de la contribucién que deben pagar los indigenas " 2/. El articulo 30.
vuelve a la tradicién.colonial de los plazos de pago: ™ La contribucién
personal de indigenas se deber& pagar en dos plazos que se cumplirdn en 30

de junio y 31 de diciembre de cada ajio...".

Los titulos 20. y 30. tratan sobre las funciones de los recaudadores y las

exenciones que favorecian a los indigenas. Entre éstas las m4s significati-

vas son: ™ Quedardn eximidos los indigenas de todo servicio en el ejército,

eo. ™ (Articulo 15). El artficulo 17 reafirma la prohibicién del trabajo

gratuito de los indigenas, que ya habia sido promulgada tanto en 1820 como

en 1821.

gEl titulo 4o. reglamenta, en su finico articulo, las funciones de los pe-
Evidentemente se
quefios cabildos y empleados de las parroquias indigenas.

" lo. Los indfgenas colombianos pagaraén desde la edad de diez


Neeeieeeamplides. hasta la de cincuenta,de también cumplidos , una contri-
indigenas".
bueién que se llamard contribucién personal
de tres
2./" articulo 20. Esta contribucién sera igualmente para todos la
1 afio. > : :
algcs aaaa Los indigenas que ademfs de las tierras de comunidad o
’ capital en propieda
Na sean un L d de valor de mil. o mis
mds peso
P s en fin
bucién y que-
arén de pagar esta contri
sre wetness6ED tena muebles,deldej
comin de los ciudadanos ".
daréna suj e s a las ordinarias
Budeto

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= 16<

trata, tras una cobertuta paternalista, de devolverle al cabildo indigena


su antigua funcién de colaborador en la recaudacién del tributo, Obsér-
vese cémo el primer inciso del paragrafo finico del articulo 18 habla de "Ge

lar la conducta de sus subordinados, a fin de evitar los excesos en la be-

bida o en otra especie’: mientras que el 40. ordena " Notificar con oportu

nidad a los curas cuando algtn indigena se halle enfermo de gravedad, para

que pueda ser socorrido con los auxilios espirituales y corporales que la
necesidad demande ". Pero si se miran los incisos 20.-y 30., salta a la vis

ta que estén al servicio de la terrenal tarea de’ asegurar y facilitar el

cobro de la contribucién personal: " 20. Dar aviso a los Recaudadores de


los indigenas que se hayan: ausentado de la parroquia, o de los que hayan

venido a ella de otras parroquias ", Y " 30. Concurrir con su influjo y
diligencia a la reacudacién de la contribucién personal, cuando la persona

spargada al efecto se presente en las parroquias, aviséndolo anticipadamen


wn} ay EB
iL?pera los contribuyentes, a fin de que al primer requerimiento
ejecuten el
byvn
Sopago ", :
F El titulo 50., " De los resguardos o tierras de indigenas ", se
separa, en
parte, de la orientacién dada por el Congreso de Ciicuta en
relacién a la
| forma de reparticién de las tierras de indigenas. En el articulo 19 se ha-
bla de asignaci6n a cada familia de " la parte necesaria para
su habitacién
y cultivo particular ", mientras que la ley de 1821 orde
na la reparticién en
pleno dominio y propiedad. Ademis, este mismo articulo en su parte final,
establece el mantenimiento de terrenos para uso comin
: " eee a mAs de lo que
necesiten en comin para sus ganados y otros usos."

En sintesis, Bolivar vuelve a la concepcién espafiola del


resguardqa, Sin

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-17-

bargo, @l articu ; -
eaperens 1o 20 se mantiene en 1a linea de 1a legislacién republi-
. , ;
a precedente
panes © 2 pues autoriza el arrendamiento de las tierras sobrantes,
ticado en publi
pract® publica subasta y prefiriendo a los indigenas " en conecurren-
cia de otros ciuda danos, Siempre
i que los arrendamientos sean para si y pres-

ten la seguridad necesaria ",

Cudles fueron las razones que movieron a Bolivar a restablecer el tributo ?

Unos han visto aqui la comprobacién del caraécter profundamente conservador

del Libertador, mientras que otros creen ver su excepcional comprensién del

problema indigena. Ambas concepciones tienen la desventaja de enfocar el

problema a partir de factores subjetivos, aislando 14 decisién politica del

contexto histérico.

{Bushnell sefiala cémo, desde 1826, Bolivar habia empezado a hacerle frente

al desastroso estado del presupuesto de la Gran Colombia, afectado partiou-

larmente por el peso de la deuda externa. En uso de sus facultades adios

dinarias tom6 enérgicas medidas con la intencién de reglamentar la recauda-

cién y de elevar el monto de los impuestos percibidos. Se establecieron san

ciones penales para la evasién y el contrabando. Se reimplanté el derecho

de consumo sobre las mercancias importadas. Se cre6 el impuesto per capita,

1/.
" para todos los hombres libres, sin excepcién de clase, condicién o estado

no fue pues una


El establecimiento de la eontribucién personal de indigenas
fiscal, que modificé
medida aislada, sino parte de una estrategia de tipo
te.
muchos aspectos de la legislacién vigen

la restaura
La disputa surgida entre Bolivar y Santander como consecuencia de
la alcabala, da en gran parte la clave del.
cién, por parte del primero, de
nsns eeenee

Op- Cit. p.337.


1/ Bushnell, David.

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SeenSseSe |

objetivo especificamente fiscal buscado por Bolivar con la reintroduccién

del tributo. Refiriéndose a la reimplantacién de la alcabala, Bushnell go.

menta la posicién de Bolivar: " La correspondencia oficial de Bolivar demues


un comienzo en la
tra igualmente que el consideraba sus decretos como sélo

direecién correcta. Indicaba francamente su absoluta desaprobacién de la con

tribucién directa y su fuerte preferencia por el sistema financiero espafiol;

la alcabala no estaba de acuerdo con ' las doctrinas de los economistas


: > t

pero tenfa la gran ventaja de ser habitual ""1/. Ahora bien, es evidente

gue la contribuci6én personal de indigenas tenfa también igual ventaja. La

ley de 1821 sometié a los indfgenas al régimen de impuestos ordinario, el

cual, segfin el testimonio general de la época funcionaba muy mal, y era pues

de esperarse, que sélo muy lentamente los indigenas pudieran empezar a tri-

butar segfin el nuevo y desorganizado sistema. Se habfa pues abandonado un,

sistema habitual y relativamente seguro de tributacién, por otro deficiente

y sobre todo extrafio a.las costumbres de los indfigenas, pudiéndose esperar

que a la incapacidad de la burocracia se afiadiera el rechazo de aquellos.

Bolivar, enfrentado al problema presupuestal, trat6 de solucionarlo y ase-

gurar el aporte de los indfigenas.

La_ Ley de 6 de Marzo de 1832.

Constituida la Nueva Granada, el 6 de marzo de 1832, se expidié la primera

ley que muestra un verdadero afén por liquidar los resguardos. Reglamenté
el repartimiento y aboli6é la conttibucién personal de indfgenas..-

En su articulo lo. se ‘pone el ambicioso limite de un afio para el cumplimien

1/ Ibid. p. 337.

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- 19 .

to de las disposiciones de la ley de 1821 1/

ticulo 30. funci : .


ah tona como un virtual mecanismo de expropiacién, al orde-
la separacié ;
jean Uh BEEP én de 8 a 20 fanegadas, antes de la distribucién, que se des-
tinarén para fomentar y aumentar la misma poblacién, mediante la venta o el

arrendamiento en pGblica subasta de dichas tierras. _2/

El articulo 40. obra en la misma direccién: "La —— de resguardo de cada

comunidad, deber4 distribuirse en doce porciones de igual valor. Se destina~-

rén 2 0 por lo menos 1 de estas porciones para mantener con su producto la


escuela parroquial, segfin sea mayor o menor la extensién de los resguardos

relativamente al niimero de los indigenas. Otra de estas porciones se desti-

nara para cubrir con el producto de su venta los gastos muy precisos e indis-

pensables de medicién y repartimiento; el sobrante, si lo hubiere, acrecera

el terreno partible entre los indigenas. Si éstos se convinieren en pagar

dichos gastos, la porcién expresada acreceré igualmente a dicho terreno par-

tible entre ellos."

Los articulos 50. y 60. reglamentan la forma en que se debe llevar a cabo la

distribucién de las parcelas en propiedad. 3/ [En esta ley hay un esfuerzo

de te-
por establecer criterios més objetivos de distribucién, pues adem&s

lf “Aarticulo lo. El Roder Ejecutivo dictaré providencias eficaces, para que


acién de la presen-
3 lo m&s dentro del término de un afio, después de la public
11 de Octubr e’ de 1821,
te ley, queden cumplidas las disposiciones de la de
los indigenas.
sobre distribucién de los resguardos de tierras entre
se-
2/ “articulo 30. Antes de verificarse toda distribucién, se separarén,
resguardos, de ocho a veinte fane-
gin sea mayor o menor la exten sion de los
cién y sus contornos, las cuales
gadas de tierra en drea de la yespectiva pobla vendién-
poblacién,
serén destinadas para fomenta ry y aumentar la misma

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|

~- 20 -

ner en cuenta el nfimero de miembros de la familia indfgena a la que se lg

va a adjudicar su parte, se exige que no se tenga unicamente como criterj,

la extensi6n material, “sino también al wayer o menor valor de ellas, seggy

la calidad y posicién del terreno y otras vantajas o desventajas que aumenten


© disminuyan su precio." Se establece también que para la adjudicacié6n ge
prefiera a aquella familia que al tiempo de verificar dicha adjudicaci6n ten.

ga en ese lugar una casa u otro establecimiento.

x Aunque en el artfculo 70. se prohibe la venta de la parte adjudicada antes

del término de diez afios, inmediatamente se pasa a establecer excepciones

que en realidad abren las puertas para la enajenacié6n de las parcelas de los

indigenas. Luego de establecer la prohibicién general, el artfculo dice:

",.. sino s6lo en el caso de que haya de variar de domic3 lio, y con previa

licencia del jefe Politico del cant6n", y un renglén mis abajo: “gin embar-

go, el Poder Ejecutivo podra conceder de enajenar sus tierras a los ind{ge-

nas de alguna o algunas provincias, con las precauciones que estime convenien

tes, siempre que ei” Gobenadae de la Provincia, con previo acuerdo de la cf-_

mara respectiva, informe que es necesario o conveniente el que ase


se practi-

que; en todo caso la enajenacién se hard en piiblica almoneda",

~
La cadena de excepciones que plantea el articulo 7o. da la idea
de que los
indfigenas estuvieran ansiosos de salir de sus parcelas. En realidad, se

dose o arrendandose en pfiblica almoneda los respectivos solares para edifi-


car en ellos".
3/ "“articulo 50. Las porciones restantes se reunirfn en un cuerpo para
distribuirse proporcionalmente en propiedad entre los indfgenas..."

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- 21 -

trataba mas bien


bi 4
del efecto de las presiones de los interesados en comprar-

jas a bajo i s : \
JO precio. Frecuentemente los potenciales compradores eran los m1S~
mos funcionari 5 ose + ae
rios a los que la ley erigia en defensores de los indigenas.

En ejecucién de la ley de 6 de marzo de 1832 se dict6 el decreto del 9 de


abril del mismo afio. El articulo 4o. de la ley hablaba de 1 0 2 porciones

destinadas a mantener con su producto la escuela parroquia. E1 articulo

100. del decreto ilustra la forma de administracién de dicha o dichas partes:

",.. Se arrendaraén al que mis ofrezca, en paiblica subasta, y el Jefe Politico

del Cantén nombraré un vecino honrado que recaude los productos del arrenda-

miento, asigndndole por su trabajo un tanto por ciento que no exceda del

seis". Sobra advertir que el "vecino honrado" bien podria ser sm Giana de

la regién.

Por su parte el articulo 90. del decreto permite conocer el destino del pro-

ducto de las 8 a 20 fanegadas vendidas o arrendadas para “fomentar y aumen~

tar la misma poblacién", Estos ingresos se destinaban para los gastos de

la escuela, attando las porciones separadas de acuerdo al articulo 40. de la

ley no fueran suficientes para cubrir dichos gastos. En caso de que si lo

fuesen, "... podrén destinarse para los gastos de la policia urbana". Las

de
tierras de los resguardos estaban, pues, destinadas a: fomento y aumento
de agrimensores y repartido-
la poblacién, gastos de escuela. parroquial, pago

res, pago del encargado de la administracién de la policfa. Esto de por si

.
parece exorbitante, a mo ser que los resguardos fueran grandes latifundios
de 1832 tomaba el
Sin embargo 1 o m4s significativo es el hecho de que la ley
it £3 .
.
resgu ardo como un bloqu e, &
z
inmed iatam ente ("ant es de verificarse toda dis-

tribucién") empezaba el proceso de separaci6n de porciones, es decir, re-

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~ 22

cortaba Ja tierra disponible del resguardo, aplicando las partes Separadas

a los gastos antes citados,y luego, "las porciones restantes" se volvian 5

considerar en bloque para distribufrlas en propiedad entre los indigenas,


La expropiacién legal de 1832 qued6 magistralmente denunciada por Eugeni


o
Diaz: " Del pedasu de la tierra que me tocS, y nus comimus y nus bebimus con
Baustista de eso no me duele, sino de las tierras que nos quitar
on para la
poblacién y escuela; porque con la misma raz6n debfan de haber quitado

tierras de las haciendas "i/.

Protesta Indigena y Suspensién del Repartimiento.

En algunas partes, donde la tradiei6n y los vinculos de cohesién del Res-

guardo se hib¥sn ido quebrantando, los caciques. a cuyo nombre estaban los
titulos de tierras del resguardo, pero cuya posesi6n pertenecfa
al conjunto
Ge sus miembros, usurparon los derechos del conjunto y reclamaron
para sf
grandes extensiones de tierras del résguardo: " Muchos caciques, tales como
los de Jayo, (Resguardo de los Milagros), de Tejoy (Resguardo de
la Cruz). y
otros solicitan la parcelacién de las tierras de tales resgua
rdos en benefi- .
cio de sus propios familiares, apelando a las autoridades
Republicanas para
que consideren este patrimonio, que antes era colectivo,
como su propiedad
particular. Sobra decir que tales aspiraciones fueron inmediatamen
te satis-
fechas a favor de los peticionarios, con lo cual perdi6é
la poblacién indige-
na de estos grupos el histérico respaldo que le dieron los Resgua
rdos duran-

1/ Diaz, Eugenio. Museo de Cuadros y Costumbres; Maria Ticince. Bogota.


Biblioteca Banco Popular. Tomo II.

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- 23 -

te los siglos de la colonia", /


, Los indigenas luchan con las Gnicas armas que estan a su alcance:las leyes.
recis comprender que el profundo arraigo a la letra de las leyes dentro
Es preciso

del indio obedece a la clara razén de que para ellos esta es la finica herra-
mienta que consideran con alguna posibilidad para su defensa.

Uno y no el mis pequefio de los obstéculos, continuaba siendo la tenaz resis-

tencia que oponian los indfigenas a la reparticién. Vedmos un documento en el

cual las autoridades indigenas de los resguardos de San Sebastian, Caquiona,

Pancitara y Guachiconé piden al gobernador de la provincia del Cauca la sus

pensién de las leyes sobre el reparto:

"Sefior Gobernador de la Provincia del Cauca:"

Los mandones de los pueblos de indigenas de Caquiona, San Sebastian, Pancitard

y Guachicono, comprendidos en el Cantén de la Ciudad de Almaguer, ante V.S.

con debido respeto y conforme a derecho decimos: que en cumplimiento de la ley

sobre repartimiento de tierras de indios, se nos ha intimado por el Alcalde


el de las tie-
Municipal Segundo de esta ciudad, que debia pasar a practicar
encia en los de San Se-
rras de nuestro pueblo y en esto emprender esta dilig
... (ile-
bastian y Guachicono, la que no pudo verificar por las difucultades

gible).
le mandan devolver,
"Pero hoy se siguen los derechos que ya hemos reclamado y
ha de ...
para evitar el perjuicio que se nos causa, pero como..+ (roto) se
‘(roto) el que se cumpla la disposicién de la ley, ocurrimos a la piedad de

ta de las razones que vamos


V. S., suplicdndolo que, en vis
| em mene aesoes

Op. Cite P- 105


VY Friede, Juan.

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- 24 -

e lo as is te n de nuestra deplorable 5.
cimientos qu
a proponer y de los cono rtimien
imposibilitan el expresado repa
rc un st an ci as , qu e
tuacién y demas ci
i6 al préximi o Congr eso Pp por e 1 con-
a representacion
to, se digne él] usar nuestr
i
e que estima de justiciia.
a con el inform
ducto... (roto) apoyandol

e nu es tr os pu eb lo s y lo s de mis de este Cantén estan sj-


Es bien notorio, qu Solaa-
l nosol
sumamente estéril,
mon taf ias y ris cos , cuya mayor parte es
tuados en
pa ra mo mu y ri gi do , si no po r lo escarpado de ellos
mente por ser terrenos de es,
nt ienen. También lo
ch as pef ias ri da s e inaccesibles que co
y por las mu
a extension,
po nd ie nt es a ca da pueblo no tienen much
es
que los terrenos corr
por esto, .
ha bi ta n so n ba st an te s en nGmero y que tanto
que los indios que los
s y redudidos a
da exp ues to, nos ve mos sumamente estrecho
como por lo que que

nte aqu ell as par tes de los ref eridos terrenos, que producen
cultivar solame
que per-
s fru tos , sin pod er ade lan tar nuestras sementeras , sina a lo
alguno
pro-
consiguiente son pequefias y apenas
mite la tierra fértil, las que por
aso y ordinario alimento y el de nues
ducen lo més necesario, para nuestro esc
reza y miseria es general, pa-
tras familias; y... (illegible) que nuestra pob
bajos de campo, ni de
que ni hay proporcién de dar ensanche a nuestros tra
mitir la es-
aumentar nuestras facultades con crfas de animales, por no per

trechez y situacién delos terrenos, y si se ve alguna u otra cabeza de ga-

nado vacuno o lanar, o alguna otra bestia son en muy poco namero, porque no

tenemos tierras abundan de crias.

"Esta su.e. (roto) discrecién, tan cierta como notoria, es demasiado suficien

te para que se conozca que si se llevaré a efecto el repartimiento, quedamos:

reducidos a un estado el m4s deplorable, que multiplicando nuestra pobreza

nos reduciria a la filtima y acaso nos obligaria para morir de necesidad a

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#255

abandonar nuestros pueblos para buscar en otras partes subsistencia para no


ver perecer nuestra familia: porque cefiidos a los limites del
corto (pedazo
de tierra) que se sefiale a cada uno, cuya mayor parte debe ser infitil, ni po-

dremos hacer una labranza suficiente para nuestra subsistencia ni criar los
animales precisos para nuestro alivio. Nuestros hijos, que si se casan y

forman nuevas familias, no tendrén ya en donde establecerse, porque enajena-

dos los terrenos no les quedaré la libertad que ahora tenemos de terminar sus

casas y posesiones en aquellas partes més fitiles que no est4n ocupadas por

otros y Se verdn obligados a expatriarse para buscar subsistencia. A m&s de


esto nos veremos obligados a experimentar la introduccién de otras gentes en

nuestros pueblos y los perjuicios que a ésta son contingentes; porque desti-

néndose una parte de los terrenos para las comunidades en su divisién, es

natural que éstos elijan para si lo mejor que pongan en éllos su posesién a,

que las vendan a otros extrafios porque nosotros carecemos de facultades para

comprarles el terreno que les toque; a m4s de vernos privados con dolor de

esta parte fitil en que podriamos trabajar, experimentariamos muchas inquie-

tudes y perjuicios".

"Podrfiamos (roto) aqui otras razones que se presentan a la vista, que favore-
cen nuestro reclamo, pero las omitimos porque éllas no escdpanse de la pene-

tracién de VS, ni de nuestros representantes en el Congreso, de cuya benigni-

dad esperamos que as{ contuvieren... el procurar una felicidad para estable-

cer la expresada ley, asi también procurardn el remedio de nuestros males en

vista de las razones que proponemos a manifestar, que es inaceptable en es-

tos pueblos cuyas circunstancias quiz4 no... (ilegible) prever. Por

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- 26 -

tanto humildemente suplicamos, que se digne a ceder a nuestra solicitud por


un efecto de la notoria bondad con que se interesa para la felicidad de es-

ta raza de los miserables indios que, destituidos de amparo y recurso, nos

acogemos a la proteccién de VS para que se compadezca de nuestra amarga si-

tuacién. Almaguer, 26 de Agosto de 1833.” 1/

A. pesar de las protestas de los indigenas, se dicté la ley de 2 de Junio de

1834, adicional de la de 6 de Marzo de 1832, cuyo objetivo fue acelerar la


reparticién. En sus artfculos lo., 180. y 190. se observa el afan, casi, se

podria decir, la desesperacién del gobierno por la lentitud con la que se

habia conducido la empresa hasta ese momento. _2/ 5

Desde 1821, se entendia que el derecho a participar en el reparto derivaba

s© 1/ bid. pp. 193-194.


i

2/ “Articulo lo. Para llevar a efecto las disposiciones de las leyes de


1l de Octubre de 1821 y de 6 de Marzo de 1832, sobre el repartimiento de los
resguardos de indigenas, las CAémaras de Provincia en su préxima reunién, oi-
dos los informes de Gobernadores, quienes los pedirdn a los Jefes Politicos,
dictaraén todos los reglamentos que sean necesarios para la ejecucién de di-
chas leyes y remocién de los obstdculos que presenten las diversas localida-
des. Estos datos o informes los presentarén los Gobernadores er el primer
dia de la instalacién de la Camara de Provincia".
"Articulo 180. Los Gobernadores de las Provincias quedan encargados de
hacer ejecutar pronta y escrupulosamente las disposiciones de las Camaras de
Provincia, y de aclarar y resolver las dudas que ocurran sobre dicha dispo-
sicién".
thyticulo 190. El Poder Ejecutivo dictaré las érdenes v providencias
m&és eficaces a fin de que el repartimiento y distribucién de los resguardos
tenga su pronto y debido cumplimiento.”

3/ “Articulo 20. Las Cémaras de Provincia, ademés de las disposiciones de


Tas Leyes antedichas, observaraén, como base de sus determinaciones, las re-
glas que se contienen en los articulos siguientes:

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También se intrody;
Jo
la intervencién de agrimens
ores para las labores de
divisién de los
reSguardos:
Articulo 50 " Los avaluadores y agrimensores|

firiendo siempr
pre a los agrimensores cienti
ficos 1 / Esta innovacién aumen
t6 las dificultades
difi en la realizacién del reparto.
En la Memoria de Hacien
da de 1840
40 5 se afirma
‘ :3
" Algo se ha adelantado el Gltimo
afo en este difi-
cil negocio, pues se han con
seguido repartir en algunos
Cantones, aunque no
Sin gravisimos inconvenient
es: la falta de agrimensores es
‘lo principal"
como S@ verd mis adelante los
"inconvenientes" fueron muy
complejos y se-
guramente la falta de agrimenso
res no fue el mis importante.

la. Los indigena


s de cualquier edad que han estado tributan
hayan tributado, tendrén derecho para do, o que
si y su familia;
2a. Los indigenas que no hayan tributado, y cuyo
padre fue tributario,
tendrén derecho a una parte de terreno respecto a su
persona en el caso de
estar eman cipados; mas no recibirafi terreno para su familia, por
no ser tri
butarios;
3a. Las indigenas solteras que tengan hijos, recibiré terr
n enos para si
y para estos, siempre que las dichas indigenas sean hijas de
tributario o na
turales de soltera, pues las leyes llamaban a tributar indistintame
nte a los
hijos de soltera;
4a. Las indigenas casadas con vecinos tendrén derecho para si siempre
que sean hijas de tributario o naturales de soltera; concurriendo esta cir-
cunstancia, y si tuvieren hijos de coe antes Ge haberse casado, recibi
rén terreno también para sus hijos por razén del inciso tercero3 :
5a. Los indigenas tributarios tendraén derecho para si y su familia,
afin cuando su mujer sea vecina.
Pardgrafo fnico. Como el = es lo finico que da aati ae
ninguna otra persona que no sea de las que van expresadas tendré derecho a
toauwegosedce cualquiera que sean los servicios que haya hecho, a excepcién
de aquellos indigenas que no hayan tributado porque hayan obtenido los em-
pleos del pequefio cabildo, a los cuales dispensaban las leyes del tributo.
" z
6 de Marzo de 1832. "“Articulo 60. Para la més cumplida ejecu-
Lhe Auses disposiciones se practicardn las dimensiones y evaluaciones con
‘venientes por peritos imparciales, que nombraraé la respectiva autoridad
pablica 3 con noticia y aquiescencia del correspondiente cabildo de indigenas"

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- 28 -

Para cerrarle el paso a las peticiones de Los indigenas para que se suspen-

diera el reparto, el articulo 13 determina: " En ningén Tribunal ni Juzgado


se oirdn reclamaciones cuyo fnico y determinado objeto sea pedir que no se

repartan los resguardos ". En el articulo 14 se hace frente a otra de las

causas de bloqueo del repartimiento, los intereses de les no indigenas den-

tro del resguardo, particularmente los arrendatarios, que como se ha dicho

antes, habfan penetrado alli desde épocas pasadas: " Esto no impide que los

duefios de mejoras o cualesquiera otras personas que tengan que repetir contra

los indigenas, puedan hacer uso de sus derechos ante los tribunales compe-

tentes; m4s estas reclamaciones no podrén hacerse sino después de verifica-

do el repartimiento ".

La misma ley reconoce las dificultades que se presentan para lograr su obje

tivo y en su filtimo artficulo prevee la posibilidad de suspensién del repar-

timiento: ™ Sin embargo de lo-dispuesto en la presente Ley, el Poder Eje-

cutivo podré suspender el reparfimiento de los resguardos en aquellos Can-

tones en que le parezca conveniente, a virtud de peticién expresa de la res~

pectiva Camara de Provincia, previo el informe del Gobernador de la misma".

Efectivamente, de acuerdo a esta disposicién se suspenden los repartimien-

tos en varias provincias. Por Decreto de 21 de Noviembre de 1835 se ordena

la suspensién en los Cantones de la Provincia de Cartagena. La Camara Pro-

vincial al hacer la solicitud, argumenta asf:

" Ya que no todos los pueblos indigenas tienen resguardos demarcados; que

algunos de los que poseen carecer de documenos de propiedad tan necesarios

para conocer el terreno que comprendan; que otros resguardos estén compren-

didos en 4rea tan reducida, que hecha la reparticién quedarfa una porcién

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- 29 -

insignificante a cada indigena; y finalmente, que haciéndose poco uso del


arado en aquella provincia, se necesita de un grande espacio de tierras
para variar sus sementeras y labores cada afio, cuando por otra parte seria
no
preciso hacer pago de agrimensores, avaluadores y jueces a lo que talvez
alacanzaria el valor total del terreno "1//.

Al suspender el reparto en la Provincia de Riohacha (Decreto del 27 de No-

viembre de 1835) se afixma que "... aparece que no es facil hacer el repar-

timiento... por estar situadas las parroquias de indios en puntos inaccesi-

bles por sus serranfas y montafias, lo que dificulta enteramente la medicién

de dichos resguardos " 2/.

En 1836, el Decreto del 14 de Noviembre suspende el reparto en el Chocd.

Se solicit6 la medida " porque obstéculos de pura localidad lo impiden abso


con
lutamente", agregando que a pesar de"las muchas disposiciones dictadas
as y afin a
tal fin desde 1834, adaptables en apariencia a las circunstanci
parroquiales, la
la limitada capacidad de la mayor parte de las autoridades
insuficientes para
experiencia ha hecho ver que las leyes de la materia son
-
llevar a efecto un repartimiento general "_3/

nsién en los Cantones


El Deereto de 29 de Diciembre de 1837 orden6 la suspe

de Pasto y Tuquerres. En 1838, Diciembre 7, se procedié en el mismo sen-


cién al desfalco que causaria
tido con respecto al Cantén de Neiva, " en aten
mae goeen er anew en econ owt

1/ Friede, Juan. Op. Cit. P+ 107

2/ Ibid. p. 107

3 Ibid. p. 107

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- 30 -

en ellas la operaci6n de mensura y distribucién, a las dificultades que la

embarazarian y a la repungnancia manifiesta de la generalidad de los inte~


resados " 1/,

A partir de 1834 el proceso de liquidacién de los resguardos manifiesta dos

tendencias nitidas y contradictorias. Mientras que la ley urge para que se

lleve a su culminacién el reparto y enfatizan su carécter irreversible,

varios decretos lo suspenden, como se acaba de ver.

Es mAs, la ley de 23 de Junio de 1843, en su articulo lo., extiende la pro-

hibicién de enajenacién, de las parcelas entregadas en propiedad a los ind{

genas, a 20 afios. Recuérdese que el articulo 7o de la ley de 6 de Marzo de

1832 establecfa un término de 10 afios.

Este ir y venir de la legislacién tan desconcertante a primera vista, podria

explicarse, tentativamente, por las peculiares relaciones entre las hacien-

das y los resguardos.

En las regiones donde las relaciones entre resguardos de tierras pobres o

exiguas y las haciendas estaban consolidadas a través de la venta de fuerza

de trabajo de los indigenas-como consecuencia de la imposibilidad en que se


encontraban para conseguir sus medios de subsistencia minimos en
el trabajo
dentro del resguardo-, no se planteaba, pues, para los hacendad
os 1a necesi
dad de impulsar la expropiacién de los resguardos e instalar a los
indfigenas
en sus haciendas en calidad de aparceros o arrendatarios 2 /,

1L/ bid. p. 107.


2/ ™ Esta prohibicién, (vender la parcela adjudicada) prolongada a veinte

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- 31-

El interés de los terratenientes se circunscribfa a las


mejores tierras de
jos resguardos, aquellas m4s aptas para la ganaderfa extensiva, mientras que

se dejaba subsistir el resguardo arrinconado en las laderas y tierr


as menos

fértiles. Lo anterior tenfa la ventaja de poder disponer de la mano de obra


indigena, Sin tener que ubicarla en tierras de la hacienda.

Diego Mendoza en su " Ensayo sobre la evolucién de la propiedad en Colombia",


escrito en 1897, expone las posibles causas que impidieron el cumplimiento

de estas leyes y obligaron muchas veces a que fueran suspendidas: " Los terre

nos de comunidad habfan sido dados en arrendamiento por los indfgenas, y cuan

do la ley ordené que se repartiesen, no habfa en muchos casos, expirado el

plazo de los respectivos contratos; y por no verse envueltos en Litigios re-

ferentes a mejoras, a la indemnizacién de los dafios y prejuicios que los

arrendatarios les exigirfan, los indios se oponian al reparto" 1/.

Se podria agregar que los mismos arrendatarios tenian razones para oponerse,

pues el repartimiento podia perjudicar a muchos de ellos que no estaban en con-

diciones econ6émicas para llevar adelante un costoso litigio, de cuyas conse-


en
cuencias adem4s era imposible predecir nada, dado el estado de miseria

que se encontraban la mayorfa de los indigenas.


wewreeeeee eee

indigenas;
afios por la ley del 23 de Junio de 1843, es en si favorable a los
de los nuevos amos
pero demuestra la inconsecuencia de la doctrina ideolégica
concede a los indi-~
en la Repfiblica. En nombre de la libertad ania) se reparticién de los
disponer de sus bienes y se ordena la verif cado
mi smno tie mpo se limita esta libert ad una vez verifi
meses
res o alFaiso
erbd
guz ‘Ta: Isher esta Limitacién?
r s . En nombre de qué derecho se promulga : ocaron
a ent e
fu é en no mb inte
re de los miismos in re
tereses que prov
To d in di
i ca r que
d sobre el repartimient o, es decir, de los intere-
la eetietin de ae Teye co s, qu ie ne s, te mf an pe rd er un a’ mano de obra segura y
s
ses de los vecino blan
ra ci én de lo s in di genas. ( Frie de , Juan. Op. Cit. p.104
bara ta co n la em ig
dad en Colombia.
L/ Mendoza Pérez Diego. Ensayo sobre la evolucién de la propie

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- 32 -

No es gratuito que la ley de 2 de junio de 1834, atrds comentada, le salga

al paso a las pretensiones de los arrendatarios, ordenando que las reclama-

ciones por mejoras y otras se harian después de efectuado el repartimiento,

Segfin Mendoza Pérez la oposicién ie los indfigenas también se debi6é a que:

"haa tierras que constitufan los resguardos no eran todas de una misma cali-

dad y al paso que unas eran propias para el cultivo, otras sélo servian para

el pastoreo de ganado. Algunas familias habfan construfdo sus habitaciones

en los terrenos comunes y habian plantado en ellos sus huertas. No se re-


signaban a abandonar aquello que tenfan por suyo y a trasladarse a los puntos.

que le designase el sorteo". 1/

Que la diferencia de calidad de las tierras de los resguardos era un grave

problema, qued6 corroborado por la comunicacién de los indigenas de Almaguer,

antes citada. La ocupacién de las tierras comunales por los mismos indige-

has puede ya verse a través de la documentacién sabre resguardos del siglo

) XVIII.

Otra razén para la resistencia de los indigenas radica, segfin Diego


Menodza,
si los frecuentes abusos por parte de los funcionarios,
excudindose tras las
complicaciones y oscuridades de la legislacién sobre resguardos. Para apo~-
yar su tesis el autor cita a Lino de Pombo, quien en 1836,
ante el Congreso
Constitucional de la Nueva Granada declaraba: “Con frecuencia se han diri-
gido quejas por los indigenas sobre la operacién del repartimiento, en
la cual se ha abusado a veces de su sencillez e ignorancia
para despojarlos
de una parte de su propiedades en ilegal provecho de

En Revista de la Academia Colombiana de Jurisprudencia. Bogotd, No. 145-146.


1942. p. 30.
l/ Ibid. p. 30
bi.

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- 33 -

” .
neargados de reparti
partirlas”. En 1837 Lino de Pombo volvia sobre el mis-
los €
no tema y afirmaba: "En varias provincias se ha estado Llevando a efecto”
con arreglo a las leyes de la materia y a las disposiciones reglamentarias
gictadas por las c4maras provineiales la dificultosa y poco definida opera-

cién de repartimientos de los resguardos de indigenas; pero el ejecutivo,

usando de su facultad legal, mand6 suspenderla en los cantones de la pro-

yincia del Choc6é, a solicitud de su cémara, y por decreto de 14 de noviembre.


piversas reclamaciones han elevado los indigenas de algunos distritos parro-
quiales, quej&ndose de inexactitudes o abusos en la distribucién de sus res~

guardos: estas reclamaciones han sido acogidas siempre con interés, y en su


hechos
vista se han expedido las érdenes necesarias para el remedio de los

que las motivaban". 1

interés como dice De Pombo,


Que las reclamaciones hayan sido acogidas con
que hayan sido remediadas las si
es algo que no hay que poner en duda, pero
&
merce discutirse; en la actualidad
_ tuaciones de injusticia es algo que no
opiacién de los indigenas de sus tie-
no es necesario demostrar que la expr
o. Pero lo que aqui interesa del tex~
rras de resguardo es un hecho consumad
a definicién" de la operacién de re-
to citado es el reconocimento de la "poc

partimiento de los resguardos.

la legislacién no sélo se presta-


Se habfa sostenido desde el principio que
s
sin o que afin inv ita ba a sus eje cut ores a aprovecharse de sus mecanismo
ba
a una preocupaci6n
en su propio beneficio. En ninguna de las leyes se not
econdmicos, el proceso de divisién
seria por fundar en criterios objetiv s
os,

Re ee merene

‘l/ Ibid. p. 30

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a en

s econ6micas de
anto a las condicione
y adjudicacién. La indefinicién en cu
n de
pa rt ix in di vi du al me nt e er an la c ausa de la aparicié
las parcelas a re
expropia
lla mad as "ti err as sob ran tes ", que eran inmediatamente objeto de
las

poc o es con vin cen te el sis tem a de autorizar a los mismos en-
cién legal. Tam
ducto
gad os de la rep art ici én, la sep aracién de las partes con cuyo pro
car
roles jerdrquicos, tan minucic-
ellos mismo iban a ser pagados._1/ Los cont
pfiblica subasta como sistema de lle
sos en el papel, y la utilizacién de la
partes sobrantes, solo convencen a
var a cabo el arriendo o la venta de las
onaba el aparato politico
quienes ignoren completamente la forma como funci
ignoren como fun-
y los organismos judiciales de aquel entonces 0 a quienes
rural.
cionan dichas instituciones ahora mismo, particularmente en la zona

M4s allf de los textos, en la vida cotidiana sileciosa, se fragu6 la despia-

dada, aungue legalisticamente embozada, expropiaci6én de los nesgupesos y

poco benanele era para los indigenas el derecho a elevar quejas en papel se-

llado, que eran “acogidas siempre con interés” Por esto asombra el comenta-

rio de Mendoza Pérez, quien a pesar de su indudable lucidez, concluye su a-

n4lisis de los resguardos con estas palabras: "Deplorables eran los abusos

de que se quejaban los indios; pero el hecho mismo de que pudieran haven.

sus quejas y de que hubiera quien los oyera y tratara de poner remedio, indi-

la Repiblica mucho mejor que en


ca que la condicién social de ellos era bajo .
a ee ee re

1/ Ley de 2 de Junio de 1834: "Articulo 60, El sueldo de los agrimensores


avaluadores, jueces y los demds gastos que sean precisos para llevar a efec-
to el repartimiento, se deducirén de la porcién de terreno que debe separar-
se para estos gastos en caso de que los indigenas no se convengan en abonar-
los. Las Cémaras de Provincia, en la designacién de estos gastos, procura-
ran hacerlo con la ieee ventaja posible de los indigenas".

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- 35 -

jos tiempos coloniales "aU.

El negocio més dificil

Fl informe del Gobe


ober nador de BogotS a
rna
la Camara Provincial
reconoce las di-
icultades: d e la partii ci€n:s
ficul
"Resguardo de indigenasé es
éste uno
: de los ne-
gocios més dificiles y que mis tie
mpo quita a la Gobernacién, Unas veces
con justicia y otras sin ella, pero con
stantemente concurren por bandadas
los indfgenas con reclamaciones
y solicitudes que hoy no pueden res
olverse
porque la ordenanza 47 del afio ant
erior dispuso que se suspendiese el
repar
timiento de los resguardos de Fémequ
e, FGquene, Nemoc6n, Engativ4, Zipacén
y Suba"™.

En el afio 1839 el balance es poco halagtiefio para los interesados en la


ex~
tincién de los resguardos. La Memoria de Hacienda reconoce que "Van a cum-

plirse diez y ocho afios desde que se expidié6 la primera ley para que sé@ re-

partiesen los resguardos de indigenas.,. Pero hoy aGn no estan cumplidas

estas disposiciones y falta mucho por hacerse".

La ley de 23 de Junio de 1843, cuyo encabezamiento hace énfasis en " la pro-

tecci6én de los indigenas", amplia en 20 afios més el término para autorizar

la venta de las parcelas repartidas, y en su articulo 20. prohibe la hipo~

teca o gravémen de la porciones repartidas 2/.

amiento que
Por medio del articulo 50. se ordena que los contratos de arrend

1/ Mendoza Pérez, Diego. Op. Cit. P. 31


nas el articulo
2/ “Artficulo lo. La prohibicién que impuso a los indige e
rzo de 1832, de.no poder enajenar la porcion
ién de tie
de los resguardos,se
= saaLeeuiobersagulacads en el repartimiento

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- 386 -

realicen los indigenas sobre sus tierras sean hechos con participacién

y consentimiento del Personero Protector, i so pena de n ulidad de dichos

contratos.

En el articulo 60. se pone como término a los arrendamientos el de 3 afios y

Se exonera a los indigenas del pago de


mejoras. En su conjunto esta ley,
mis cuidadosamente, continua el objetivo
de la legislacién anterior: llevar
a su culminacién la repartici6n de los resguard
os.

El viraje definitivo ocurre en 1850. En el contexto de descentralizaci6n


que se iniciaba por aquella 6poca, se lesentrega
a las C4maras de Provincia
todo lo referente a los resguardos. El articulo 40. de la ley de 22 de Ju-
nio del mismo afio dice: "Corresponde a las Cémar
as de Provincia arreglar la
medida, repartimiento, adjudicacién y libre
enajenacién de los resguardos de
-indigenas, pudiendo, en consecuencia,
autorizar a éstos para disponer de
sus
propiedades del mismo modo y por los mismo
~
s titulos que los dem4s granadinos"”
w

Zi hasta 1843 los legisladores


no habfan dado el paso definitiv
o en la diso-
lucién de los resguardos, es
decir, autorizar la venta de
las poreiones en-
tregadas en propiedad, en-1850,
de un Plumazo se echa por el
suelo este fil-
timo obstéculo sellando el destin
o de los resguardos.

Esta medida, Segtin


Friede, fue favora
ble a los interese
s de los indige
g nas::
"La Ley de 1850 que desc
entraliza la legislacién
sobre el reparto de los

extiende a veinte afios


“tt més, contados desde Ja
s
Articulo 20. Estazs comprendi* Sancié6n de la presente
da en la pro Lise ee ley",
gravar o hipotecar especial hibicién de enajenar, la de
°
o generalmente las expresada
s porciones"
1/ "Articulo 30. Serén pro
curadores protectores de los
Soneros municipales o com
unales", indigenas los per-

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- 37 -

resguardos, puede considerarse favorable a los indios, por cuanto deja en

nanos de las gobernaciones la filtima decisién sobre el reparto, y éstasS, me

jor que el Poder Central, podfan decidir sobre su conveniencia 0 inconvenien


cia". Esto fue indudablemente cierto con respecto a algunas regiones, pero
en otras partes hay testimonios, como el que aporta FalS Borda sobre la

consolidacién de la hacienda "Las Julias" en Cundinamarca, sobre la compra


a menos precio de las parcelas de los indios. E1 terrateniente José Marfa
Maldonado habia comprado las tierras reservadas para la escuela del lugar
en 1851. Luego "a partir de este lote y hasta 1868, hizo 16 compras distin~

tas a los 'indigenas' de Saucfo-para consolidar una propiedad de 100 fanega~

das (65 hectéreas). Hab{fa pagado en promedio a $20.00 por fanegada de tie~

rra que oficialmente se habfa avaluado entre $25.00 y $50.00. Hizo produ-

cir la tierra con los peones-conciertos que habia desplazado, desarrollando

la ganaderia y sembrando pasto carretén. Su hijo vendié la finca al comer-

ciante chocontano Juan Porras en 1896, quien sigui6 comprando otros 31 lotes

y agrandando la propiedad hasta hacerla de 252 hectdreas, imponiendo el nue~

vo concierto en toda su amplitud™._1/

El destino de los rouguaracs a partir de 1850 dependiéd de la din&mica eco-

némica de las regiones en las cuales estaban situadas, mas que de cualquier

otro factor; all{ donde habia posibilidades de producir para el mercado, co-~
la ca-
mo fue el caso de Cundinamarca 5 que alimentaba una zona muy poblada y

pital del pais, la presién sobre los resguardos fue inexorable. En el Cau

r-
ca, cuya declinacién econémica es muy notable hacia esta época, los resgua

dos tuvieron una tregua hasta principios de este siglo.

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- 38 -

RESGUARDOS: 1850 - 1890.

A partir de la ley de 22 de junio de 1850, correspondi6 a las Camaras de al

vincia "arreglar la medida, repartimiento, adjudicaci6n y libre enajenacion

de los resguardos de indigenas, pudiendo, en consecuencia, autorizar a éstos

para disponer de sus propiedades del mismo modo y por los propios titulos

que los demis granadinos".


gr

Esta fue la filtima norma sobre resguardos de carécter nacional, pues a partir

de la Constitucién de 1853, la orientacién federalista del pais, dejé en ma-

nos de las provincias, primero y luego de los estados soberanos todo lo re-

ferente a los resguardos.

La Constitucién de 1853 puso las bases para el sistema federal. al reconocer

la autonom§a municipal de las provincias, determinando cufles asuntos eran

de ineumbencia del gobierno general y cudéles del gobierno provincial. La le-

gislacién nacional. anterior siguié vigente, pero desde 1855, cuando se empe-

zaron a crear los Estados Soberanos Federales, éstos fueron autorizados para

darse su propia Legislacién en los asuntos de su competencia y para derogar

las leyes nacionales que se opusieran a la nueva legislacién estatal.

La Constitucién de 1858 consagré el estatuto federal al declarar que "La Cons-

titucién s6lo debia regir el modo de ser general de la Confederacién, y por

consiguiente todos los objetos que no atribuyese a 6stia eran de la competen—

cia de los Estados". 1/ Esta situacién se prolongé hasta la derrota del fe-

deralismo en la guerra de 1885 y la posterior expedici6én de la Constitucién

1/ Vélez, Fernando. "Datos para La Historia del. Derecho Nacional". Medellin,


Imprenta del Departamento, 1891. P. 13

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- 39 -

de 1886.

£
speién hecha delcl Estad
recep ;
o del Cauca, los demis estados tn a
: . ;
ifica
dific acciones sus
ustanciales a la legislacién sobre resguardos.
La orientacién

general de las leyes expedidas a partir de 1820s: mantuvo en todas


partes y
las legislaciones estatales no efectuaron sino pequefios
ajustes.

Cundinamarca.
CUeee

Las consecuencias de la ley de 22 de junio de 1850 se hacen ——


en el.
Estado de Cundinamarca donde, como se dijo antes, el proceso
de disolucién
de los resguardos fue bastante agudo. La hey: wierd como medio para la con-
centraci6n en pocas manos de la tierra de los resguardos. Tos mismos docu-

mentos oficiales afirmaban que era conveniente esta expropiaci6n legal, basdn-

dose en la presunta incapacidad de los indigenas para manejar sus asuntos y

reconociendo que éstos, de hecho,ya habian perdido en muchos casos el control

sobre sus tierras. Asi, segfin la Camara de Cundinamarca (1851): "El indio es

naturalmente perezoso, no poSee capital ninguno con que mejorar sus terrenos .no

tiene constancia en sus empresas y no cuiddndose de su porvenir, s6lo cul-

“tiva una pequefia huerta alrededor de la choza. Pero afin hay més, con la Lli-

bre enajenacién no se hard en gran parte otra cosa, que legitimar los contra-
tos que indebidamente existen, pues la mayor parte de los indigenas tienen
1 Pp :
dado en ! empefio' sus terrenos. Este } ‘empefio’ tra
fio! es un c ontrato de empréstito

que el indigena pue-


dejando al que dé prestado la posesién del terreno, hasta
sat!
da volver la cantidad que se le di6".

a la apologfa de la
Vistas las cosas desde esta perspectiva es apenas légic

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a - —

- 40 -

ador
autorizaci6n de enajenar las tierras de resguardos hecha por el gobern

de Cundinamarca en mensaje a la Cémara de Provincia: "La facultad que se dé

a los indios para enajenar libremente los resguordos, es el bien mis notable
3 s . : . 5

que hoy podéis hacer a ellos y a la industria agricola de la Provincia". 1/

La Memoria de Hacienda de 1851 reconoce, sin embargo, que la venta de las

tierras de los resguardos se llevaba a cabo en forma perjudicial para los

indigenas: "... desde el momento en que el indfgena se determina a vender,

busea una persona que llene las férmulas a que esté legalmente sujeto el con-

trato y a esta persona le vende por un precio infimo, pagando la remocién de

los obst&culos con una parte del valor del terreno que vende; celebran el

contrato en privado,:estipulan cualquier precio y proceden a salvar las f6r-

mulas legales; practicando el avalfio, hechos los pregones y verificado el re-

mate, que recae precisamente en la persona con quien han contratado, como

vais a verlo, entrega cl rematador el valor del remate en presencia de la

autoridad ante quien se hace y del personero parroquial, que dicen las leyes

ser el protector de indigenas, recibe el indio el dinero, y al salir, no mis,

del local donde se celebra el remate, lo devuelve, reteniendo solamente el

precio estipulado". _2/

Las investigaciones realizadas por Hernéndez Rodriguez en los archivos del

Departamento de Cundinamarca, han demostrado cuan frecuente era la venta de

derechos con anterioridad a la partici6én del resguardo. 1 resguardo El Cerro,

1/ £1 Constitnucional de Cundinamarca. Diciembre 6 de 1851

2_/ Memoria de Hacienda de 1851.

2 = :
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- 41 ~-

en Suba, fue dividido en 1878, Correspondiéndoles a 699 indigenas unas parce~


jas de 4,500 varas cuadradas u otras de 2.250, de acuerdo a la calidad de ‘a

tierrae "Antes de concluirse las filtims diligencias de partici6n, varias

personas presentaron sus titulos de adquisici6n de algunos de los derechos

pro indiviso que les correspondfan a los indigenas del resguardo. [1 sefior
Miguel L. Gutiérrez, hacendado de la regién, demostré haber comprado 30 de-
rechos. Otras personas habfan adquirido varios derechos y entre ellos el

sefior Zoilo Espinosa habia comprado 105. En total, nueve personas ajenas al

resguardo habfanobtenido el derecho de 199 indfgenas. Las autoridades re-

conocieron la legitimidad de dichas cesiones y la tierra les fue entregada a


los compradores, segfin aparece en las notas puestas al pie de la documentacién

oficial respectiva". 1/

En sintesis, toda la informacién confirma que la -legislacién sobre resguardos

simplemente sanciona los hechos econémicos subyacentes. Ain mis, cuando era

de esperar que la ley favoreciera al indigena, las presiones del poder al

servicio de los interesados en apoderarse de las tierras de los resguardos,

impedfan la puesta en marcha del proceso legal o desviaban su aplicaci6n.

El largo pleito de los indfgenas del resguardo de Fontibén contra el cura p&-
legal-
rroco ilustra perfectamente la incapacidad de aquellos para defenderse

mente. El parroco posefa a t{tulo de Fundacién una gran parte del resguardo
ricos. Los
y otra parte la habfa vendido como si fuera suya a dos vecinos

lJ Wernindez Rodriguez, Guillermo. De los Chibchas a la colonia y a la re-


en Colombia). BogotS, Bi-
Pablica (del clan a la encomienda y al latifundio 19.
blioteca BSsica Colombiana, Coleultura, 1975. pp. 318-3

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~ 42 -

ad o a Igna
aci Wet na > quuiiee n
cio o Ospi
co mo ap od er
pleito, nombrando
indigenas entablaron té la res~
1847, Ospina solici
En
ep té y of re ci é as is tirlos gratuitamente.
ac
7 del res g uardo. Se opu-
ab an se
terrenos que los indios juzg
titucién de los y va-
rd om o de ff br ic a de la iglesia
el pdrroco, el ma yo
sieron inmediatamente
rdos. i ios Pp erdieron el
Los ind
contiguas a los resgua
rios duefios de tierras
Corte Suprema, y se
a in st an ci a, pe ro Os pina demand6 ante 1a
pleito en primer
anterior, continud
ida d de lo act uad o. El cura, a pesar de lo
declaré la nul
rigar
fue ran de su pro pie dad . Ademas , empez6 a int
vendiendo tierras como si
io cabildo y de
los ind ige nas des con oci eran 1a autoridad del pequef
para que
lo
que le rev oca ran el pod er al apoderado. Efectivamente
esta manera lograr
on del pleito.
logré, pues los indfgenas desistier

pué s los ind ige nas rec apa cit aro n y se dirigieron al juez reti-
Poco tiempo des
de
a su apoderado. El juez, que estaba
rando el desistimiento y confirmando
asunto, y Ospina, enterado de estos ma-
acuerdo con el cura, le dié largas al
persua-
nejos, emma a la carga. Asi narra los hechos el apoderado: "... me

de torcidos manejos... el
di de que los indigenas eran realmente vietimas
y en contra de los in-
juez estaba de acuerdo con el cura y los propietarios
Juan Cacique y Animas 3
dios e ilegalmente les arrebaté las capellanfas de Don
en, El
Nifio Jesis y Santisimo Sacramente y las cofradfas de Animas, La Virg
ro, San
Rosario, San Pedro, Santiago, Descendimiento, Jesfis — San Isid
ido
Miguel, Santa Rosa, Dolores, San Ignacio, San Juan y Porquera..(1)convenc

de la ninguna jurisdiccién con que en el estado del proceso se dict6 este

auto, Lo apelé". 1/

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al alcalde ui
miembros del pequef i
io cabildo cambifng
ndo ne i
del cura, qui. ene Los por otros Sumisostailoshdic
amid
s nhuevamente tados
ofl GEE Levocaron
R, EiSuscalis
el poder a Ospina. Al
al magistr 1 mimi smo ti. empo
ado que habfa
do de los indigenas. a Ospina lefty
=
, pitino ee

é1
cual, como es ob :
vio, fue durame
nte atacado,
pues como lo dice
el mismo. Ospina:

que si tal proyecto


pasaba, perderfan un
a gran parte de su fo
rtuna, consis-
tente en compras de de
rechos de indigenas...
todos hicieron causa co
min a
fin de hacerme aparecer co
mo interesado, para despre

colipccnpittintieninictdinmemaee
stigiar mi proyecto",
El proyecto no pasé. _y

Otra forma de expropiacién legal, a


la cual ya se aludi6 en este trabajo,
el
Pago en tierras de los gastos de la mensura

Ui
de los resguardos, siguidé hacien-
do las delicias de los agrimensores. En 1852 un periddico informaba que la
firma de agrimensores Ponce Solano realizaba las mens
uras de los resguardos
de Engativa, Suba, Fontibén, Cota, Usme, Tocancipé,
Cucunuba y Ubaté, reci-
biendo tierras a cambio de la mensura. _2/

d/ Fl Tiempo, Mayo 12 de 1857

Ef °E, Neogranadino, Febrero 14 de ea

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¥%

83 Gi E
*,
Sa \
Y oO pe
ifcE
be
- 44 -
4,4
me “Rp
Antioquia.

: a dede!Antioquia se repartieron los resguardos de acuerdo a Ja


: la Provincia
En
legislacién nacional, segfin las atribuciones que ésta di6 a las provincias

a partir de 1848.

La Ordenanza 3a. de 20 de septiembre de 1848, en su arficulo finico, fundado

en la atribucién 17 del. articulo 30. de la ley de 3 de junio de 1848, 1/

dispuso que los resguardos hasta esa fecha en Jos distritos parroquiales de
BuriticS, Cérdoba, La Estrella, Pefiol, Sabanalarga y Sopetrén, eran enajena-
bles por los que lo posefan, como los demis bienes inmucbles. Fl mismo afio
la Ordenanza 21, dispuso"... que los terrenos de los resguardos repart
idos
hasta esa fecha en las fracciones del Chuseal, Sabaletas y San Antonio de P

Pereira, eran enajenables por sus poseedores de Ja misma manera que los de-
més bienes raices". 2/ Ua Ordenanza 24 de 1848 ordené la rectificacién de

los terrenos de los resguardos de los indigenas de Cafiasgordas, de acuerdo

a las disposiciones de las leyes de 6 de marzo de 1832 y 2 de junio de 1834,

Constituido el Estado Soberano en 1856, la legislaci6n estata


l sobre resguar-
dos se mantuvo dentro de los marcos de la legislacié
n nacional.

En 1869 se expidié una ley (estatal) sobre prot


eccién de indigenas, la nfimero
161 de 29 de septiembre, que organizaba lo
referente a protectores de ind{-
genas. En su articulo 32 se determina que las func
iones del protector no se

1/ Ley de 3 de junio de 1848 "orgénica de la


administracién y régimen mmi-
cipal”. Artficulo 30. Son atribuciones y debe res exclusivos de la Camara Pro-
vincial... 17. Arreglar todo lo relativo a resguardos de indigenas, asf
para
su medida y repartimiento, como para su adju
dicacién y enajenacién. Esta ley
fue adicionada por la de 22 de junio de 1850,
2 5
2/roaas las citas de la legislaci6n antioqueiia fueron tomadas de Vélez,
Ter-
nando, Op.Cit. pp. 247 y ss.

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parian extenSivas 4 los indi
ividu °S que llevase
n vida civilizad
a
ta ley 220 de 13 de agosto a
© 1873 autorizs al Poder Ejecutiyo
para disponer
lo conveniente respecto del arreg] 1 1
resguardos de indfigenas de los
gistritos de Frontino y Cafiasgorda
s.

En 1884, la ley 188 de 21 da j unio ; 6 al Poder Ejecutivo "para arre-


» autoriz
g tar lo relativo a los resguardos :
de indfgenas de Cafiasgordas, Frontino, T-
?
tuang
8 o y 7 Jardin, ? a fin de que se asegure la propiedad
y se imparta la protec-
ci6in debida a las personas, sean o no indfigenas, que hayan adqui
rido tierras
en esos resguardos".

Cauca

Como se dijo atrds, en el Cauca las condiciones econémicas eran favorables

para la coexistencia de los resguardos y el latifundio, de ahf que aquellos

subsistieran sin mayores problemas, después de 1850. 1/ Lo anterior no sig-

nifica que Los resguardos llevaran una existencia tranquila. Las invasiones

i-
por parte de elementos no indfigenas fueron frecuentes, as{ como las tentat

vas de expropiaci6n mediante argucias legales. La legislaci6n estatal, al


;
ad de los resguardos con la estruc
menos en principio, reflejo la compativilid

tura econ6mica del Estado.

re 19, la cual j
El Estado Soberano del Cauca expidi6 en 1859 la ley 90 de octub

re y poco poblado, aparta-


* . ramento del Cauc a ‘pob Macizo Colom-
mmu e
ne 2e fav
na de EL
o ce
ore
vd R resguardos del
a 10s
ot e
do de los cent
LS roes de co ( 82) y el.
osaA l por inanicién (18
er on el re ; s ee .
biano. §6lo desapa re ci 92 7) ". Fr ie de , ae o u t
r repartic i6 n (1 de.
shee - ae po resantes documentos sobre la agonia de resg
En la misma obra dos inte
El Rosal, pp. 206 y 208.

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dsj 2
wiis woe

ae VE
3
aa
- 46 -

AIS

=: ~

. .

la legislacién nacional vigente hasta


te PryKo

por cuanto se separa de


es interes3#te
de las tierras de los resguardos y °
\ese momento, al prohibir la enajenacién
+/ [a citada ley en su ar-
decretar la posesién de éstas en forma comunal.
e resguardos_2/ y las ordenan-
ticulo 28 derogé la legislaci6n nacional sobr
sido
y venta de resguardos, que habian
zas provinciales sobre distribucién
de junio de
expedidas en desarrollo de las leyes de 3 de junio de 1848 y 22

1850.

contratos de cnaje-
De acuerdo al articulo 100. de la ley 90 "Son nulos Jos
de indigenas que se hayan hecho sin
naci6én de todo o parte de los resguardos
ulo 40. de la ley
autorizacion de la C4mara de provincia, conforme al artic
dadas por leyes ante-
de 22 de junio de 1850, oa virtud de autorizaciones
censo o hipoteca sobre -
riores; lo mismo que los contratos de imposicién de
efectuado a pre-
los mismos resguardos, aunque tales negociaciones sc hayan
se hayan hecho por los
texto de venta o donacién de las mejoras que en ellos

indigenas u otros poseedores".

El artfculo 19 de la misma ley dice: "Cuando un indigena que no sea hijo de

a la enajena-
1/ Articulo 11. ‘Hasta que por una ley especial no se permit
y sera
de los resguardos, ‘continuardn los indigenas poseyéndolos en comfin;
to de venta de
nula toda enajenacién que de ello se haga, aunque sea a pretex
mejoras". Todas las citas de la legislacién del Tstado del Cauca son tomadas
s An-
de Balcazar Pardo, Marino, "Disposiciones de Indigenas, Baldios y Estado
tisociales (Vagos, Maleantes y Rateros)", Popaydn, 1954.

2/ Articulo 28. "Quedan derogadas las leyes la, 2a, 3a, y 4a. Tratado lo,
Parte 6a. de la R.G., y las Ordenanzas Provinciales que se hayan dictado so-
bre distribucién y venta de resguardos". i
Las leyes citadas en el articul o de acuerdo a la Recopilaci6n Granadina, corres-
ponden en su orden a las leyes de 11 de octubre de 1821, 6 de marzo de 1832,
2 de junio de 1834 y 23 de junio de 1843.

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- 47 -

familia» carezca de la posesién de Porci6n alguna


del resguardo, se le dard
yuna parte de los terrenos reservados para el servicio comin de la ceeient
dad." Se trata sin duda de una medida favorable para los indigenas.
Sin
embargo, en el estado actual de esta investigaci6n es imposible afirmar que

ge le di6é cumplimiento, como se yi6é antes muchas de las leyes sobre indige-

nas, especialmente en aquello que favorecfa a éstos, se quedaban en el papel.

fets- O21? San algunas determinaciones, fue incorporada a la ley (nacional)


g9 de 1890, en su articulo 20.

En los demas aspectos la ley 90 no se separa de la legislaci6én nacional


sobre resguardos desarrollada entre 1820 y 1843.1/

En 1873 se produce un viraje en la legislacién sobre resguardos del Estado

del Cauca. La ley 44 de octubre 17 ordena la divisién y autoriza la enaje-

nacién, con determinadas restricciones. En su articulo lo dice: "Todos los

resguardos de indigenas que hay en el Estado, son divisibles conforme a las

prescripciones de la.presente ley". Luego en el articulo 25 autoriza la ven-

ta de las porciones repartidas, con la condicién de que el inéigena se pon-

ga previamente de acnerdo "con el respectivo Cabildo de la parcialidad, el

Precursor del Circuito o del Distrito respectivo.


i
La ley 47 de 23 de septiembre de 1875 reitera la visibilidad y enajenabili-

dad de los resguardos con las siguientes modificaciones respecto a la ley 44:

1/ Artienlo 12. “Cuando no se pueda averiguar o descubrir cufles son los


indigenas o sus descendientes que tienen derecho al resguardo; el Gobernador
tales res-
de la Provincia, hechas las indagaciones convenientes, declara que
o poblaci ones que en ellos, o
guirdos pertenecen como ejidos a la poblacién
a
en sus inmediaciones estén situados”.
distritos en que
Articulo 13. "Las Corporaciones municipales de aquellos
haya resguardos de los cuales no se haya segregado la porcién correspondiente
con arreglo a las leyes para el drea de poblacién; llenaran este deber, desti-
fa 60 hectireas, segtin la extensi6n del resguardo las
nde? & tal. objeto:
mleccsidades de 10 2
de la poblaci6n". cf. de 1832, articulo So.
ley 5 d le 6 62 m:rzooe

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la divisién se vealizaré de acuerdo a 1: 3s norm
a de division de comunidades
¥Y segGn otras disposiciones; 1/ pra la enajenacién, sdlo.es necesario e]
Permiso del Ju
ez del Circuito, "y el Juez no podré otor
gar tal permiso si no
Se Justifica la conveniencia y la
necesidad de 1 enajenacion" (artfc
ulo 30.)

En 1879 se expidiéd la Gltima


ley estatal sobre proteccién
de indigenas. Los
dos primeros considerados son
bastante significativos pues
reflejan la inquie-
tud de los legisladores
frente al destino de los
resguardos, asi como la
im-
Posibilidad de dar un vir
aje que cambiara la orient
aciéon de la legislacién
de resguardos, modelada desde los com
ienzos de la Repiblica a partir de
los
Principios de divisién y libre ena
jenacién. £1 primer considerando
dice "Que
de casi todos los puntos del
Estado se reclama una medida
que asegure a la
clase de indigenas los
pocos terrenos o resgua
rdos a que al fin se ha
visto
reducida esta raza desher
edada, y prohibida © evite
el que se siga el despojo
de los lugares de asilo,
con abuso de la ignoranci
a de los indios y so pre
tex-
to de compras y arrendamientos"
, 2/

Dado el tono dram tico de est


a declaracién, se podria esp
erar que los legisla-
dores estuvieran dispuestos
a tomar medidas radicales par
a evitar el despojo
de q que ellos mismos hablan.
Vana ilusién; en el considera
ndo 20. se reconoce
la gran restriccion, la propie
dad privada: "Que es necesario
dictar una me-
dida que sin ponerse a la dispos
icién de la Constitucién Nacion
al, que dice:
"la propiedad taiz no puede adquir
irse con otro cardcter gue el de
enajenable
y divisible a voluntad exclusiva
del. propietario y de trasmisible
a los here-

acién del mal terrible que


1/ Articulo lo. "Las propiedades de los
indigenas reconocidas con el nomb
de 'Resguardos', y poseidas por ellos re
en comin son divisibles, como todas las
dem4s propiedades comuneras del Esta
do, de acuerdo con las disposicione
tivas al. asunto y a las de la presente ley" s rela-
,
2/ Ley nfimero 41 de 4 de octubte de 1879 (Lst
ado Soberano del Cauca).
= - + pene

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- 49 -

J
se Sif ue de la Pp pérdida de los pedazos de tierra que la humanidad, la justicia ve
ja conveniencia han aconsej : Sees :
habitadores del pats".
y . . Jado dejar a los primitivos

= gu articulo 30.'la ley decreta que los


resguardos se seguirén dividiendo

de acuerdo a las disposiciones del Cédigo Civil del Estado, En cuanto a las au

medidas defensivas tan enunciadas en los considerandos, vale 1a pena sefialar

que estén concehidas desde la perspectiva del derecho civil, conservandose


solamente algunas pequefias excepciones para favorecer a los indfgenas _1/

situacién legal de los resguardos de 1886 a 1890.

Expedida la Constitucién el 4 de septiembre de 1886, desaparecicron los Esta-

dos Soberanos y con ellos sus legislaciones. Cudl era en estas nuevas con-

diciones la situaciGn jurfidica de los resguardos?.

En 1887 la Gobernacién del Tolima consult6 al Ministerio de Gobierno sobre

la divisién de varios resguardos y la administracién de los bienes de los

nn
1/ Artficulo 8. "Los protectores o abogados que nombren las parcialidades
de sus ca-
o tribus o los particulares interesados, bien por si, o por medio
n de
bildos o Juntas de Administracién, proverén los juicios de reivindicaci6é
cs a los
los terrenos de resguardos o por cualquier otro titulo pertenccient
indfgenas que hayan sido arrebatados o usurpados a las parcialidades tribus
etc., y los de resci-
0 particulares, so pretexto de compra o arrendamiento,
prescripciones legales
sién de contrato en los verificados de’ acuerdo con las
GR ne NES

en los casos de lesién enorme, dolo, etc. terreno por pe-


Parégrafo. Para comprobar la lesi6n enorme se hardé valuar el
ritos nombrados en igual nGmero por cada parte interesada y lo restante del
juicio se seguir’ como lo disponen las leyes de procedi miento .
Articulo 100. "Contra el derecho de propiedad de los indigenas que conserven
sido desposefdos de ellos de una manera
titulos de sus resguardos y que hayan
peren- ;
viclenta 0 dolosa, no podrdn oponerse, ni serén admisibles exeepciones
torias de ningnna naturaleza. Y a los indigenas a quienes se les haya priva~
do de parte o del todo de sus resguardos, por alguno de los medios aqui indi-
cados, se les restituird la propiedad y posesién, pudiendo los interesados
que a este efecto se resta-
hacer uao del interdicto de adquirir la posesién,
blece", é

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- 50 -

"En lo relat.
® we e op

onstlta en estos términos:


solvié 1 ac 1
mismos. EL Ministerio re Debe Usia_
i ija. . atenerge ,
eci al. que rij .
disposicién esp
vo a resguardos no hay
go Ci.
te, a las reg las gen era les que — * odi
si lo estima convenien
y que est an en rel aci én con el Capitulo Iv de)
nes
vil sobre comunidad de bie
al so ba div isi én de bie nes comunes, y a lo esta~
Titulo a del Cédigo Judici
wv

tuido en el articulo 224 de la Ley 57 de 1887". /

i rno aprobo bd Ja
i de Gobie
i terio siguiente
La sigui
6 menos
m de un afio despu
s és el Minis
UIMm poco
Ww : 2
E CMauca: “Las parcialidades
resolucién de la Gobernacién del departamento del
; «2

i
las disp osic nes civile
ione
icio ivil gen n para
s es q que rige
de indigenas se hallan sometidas a

en las leyes nacionales vigentes;


todos los ciudadanos; estén comprendidas
en jurisdicci6én alguna;
los Cabildos de indigenas no son legales y no ejerc

y los empleados del orden administrativo son incompetentes para conocer en

instancia alguna de los asuntos que versen entre indigenas, excepto en aque-

llos caso a que se refiere el Decreto nfmero 57 de 1887, ‘sobre policfa ruralit2/

En 1889 la Gobernacién del departamento de Bolivar declar6 que los Cabildos

de indigenas no tenian cardcter legal ni ejercian jurisdiccién por lo que no

podfa ee personeria juridica. . Esta declaracién fue sometida


al
examen del Ministerio Gobierno, el cual resolvié lo siguiente:
' '

"Es evidente que los Cabildos de indigenas no tienen cardcter legal. conforme

2/ Diario Oficial de11 de septie

tioae3FoeCSdinGe Giese een, ae Leyes Adseionales y Refomotorine Rel


mbre de 1887, nGmero 7.166.
Citado por
0 S Givil, de Com
ercio, Penal,
la Rep&blica de Colombia", Imp q ani ién y dh ici
renta de "La Lames eget “i
’ ach. v . a ° ™
2/ Diario Oficial de 15 de
junio de 1888, nfimero 7.418, Citado por Angarita,
Manuel J., Op. Cit. p- 72.

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‘a —
- 51

las actuales instituci a. 8 .


e ones, ni: ejercen jurisdiccién para podérseles conce-
der P arsoneria Jjuridicas
43 pero: si pueden nombrar quien los represente en 1a
jon de sus n egocios
gestion i ante las autoridades o corporaciones". 1/

pas anteriores Resoluciones permiten ver claramente que para el Estado ya no

existian, juridicamente hablando, los resguardos. Era la consecuencia légica

de esa legislaci6n que culminé en la ley de 22 de junio de 1850. Los indige-

nas estaban, pues, en la mis completa indefensién. A la asimilacién de los


término la ley
resguardos a la comunidad de bienes del derecho civil le puso

89 de 25 de noviembre de 1890. Esta ley reconocié la existencia legal de los

resguardos, les atribuyd un estatuto juridico especificoque inclufa la deter-


Ademés, introdujo
minacién de las funciones y derechos del pequefio exbifides
resguardos en los
normas de carfcter positivo para la superviviencia de los
nos. 2/
aspectos referentes a la divisién y venta de los terre

los cabildos. En el arti-


El capitulo II esté dedicado a la organizacién de
enas tendré un pequeiio, nombra-
culo 30. se dice qne toda parcialidad de indig
forme a sus costumbres", cuya du-
do por los miembros de la parcialidad, ‘Noon
del
racién seri de un afio. Para tomar posesién de sus puestos, los miembros
ser reconocidos. por la parcia-
cathdo necesitan como finica formalidad la. de
to’. Es-
lidad ante el cabildo Sesante, "y a presencia del Alealde del Distri

de la ley 90 de 1859 (Estudo Soberano


te articulo corresponde al articulo lo.
la ley del Estado del Cauca
del Cauca), con una salvedad, muy significativa:

l/ Diario Oficial de 17 de junio de 1889, nfimero 7.813. Citado Ibid.


"Las comunidades de indigenas reducido s ya
2/ 1291. Articulo 20.
Ley 89 de l, rale s de la Repf ibli ca
@ la vida civi tampoco se regirén por las leyes gene
rnarén por las disp osic ione s
en asuntos de resguardos. _En tal virtud' se gobe :
oP
consignadas a continuaci6n. 2
ae

o A"_*

Salle

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- §2 -

no exigia la presencia del Alcalde del Distrito. L/ AL menos formalment, >

aqui.
7

;
era menos proteccionista que la ley que sé coment aa aq

econdmico de las pay_


‘Segfin el articulo 40 " En todo lo relative al gobierno
les hayan
tie nen los peq uef ios cab ild os todas las facultades que
cialidades,
no se opongan a lo que pre-~
transmitido sus usos particulares, con tal que
rutan los miembros de
vienen las Leyes, ni violen las garantias de que disf
i
i adanos". -ranscri ¢;.
pciénon fig,
scripcié
cial
la parc i dad, en su calii dad de cind
iali Esta norma, tran

emente interesante en cuan-


del artficulo 20. de la ley 90 de 1859, cs indudabl

to respeta las tradiciones indigenas. Sin embargo no se debe exagerar su

alcance. Los “usos y estatutos particulares" de los indigenas estaban nece-


o de un
sariamente, en su mayor parte, en contra de unas leyes que eran efect
del ciudadano
sistema social diferente; es mis, la calidad y las garantias

en cuanto implican la concepcién propia de .una sociedad basada en la propie-

dad privada, era incompatible con las bases mismas de la sociedad indfigena,

o de lo que de ella quedaba, pues no se puede ignorar la pérdida y deforma-

cién de las tradiciones indigenas como consecuencia de varios siglos de domi-

nacién.

EL articulo 7o. define las Fanetones del eabiide Tormacién del censo f=

familias que forman la parcialidad; custodia de los titulos de propicdad; for-

macién de un cuadro de la asignacién de los ,solares del resguardo que el ca-

bildo hubiera hecho entre las familias; distribucién equitativa (con aproba-

-eién del Alcalde del Distrito) entre los miembros ae la comunidad de las por™
ciones del resguardo que se mantengan en comin; hacer respetar la posesién de

1 pues-
Ley 90 de 1859 (Cauca). Articulo lo.-",..Para tomar posecién lade desusser
miembros. del Cabildo de otra formalidad que yer
6S, no necesitan los
conocidos: por la parcialidad ante el Cabildo cesante.

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- 53 -

cada familia; arrendar, por término que no exceda de tres afios, los bosques

del resguardo que no estén posei-


o frutos naturales de €stos y los terrenos
gos por algén indfgena y disponer la inversién que deba darse a los productos
ge tales arrendamientos, e impedir la venta, arriendo o hipoteca de alguna

porcién del resguardo. Este articulo es copia fiel del artficulo 50. de la

irénico que los regenera~


citada ley 90. Dicho sea de paso, no deja de ser
de 1859.
dores de 1890 se tuvieran que inspirar en los radicales
ientos de defensa legal de
jos articulos 12 y 13 se refieren a los procedim
y 100. de
ieda d de los resg uard os y corresponden a los articulos 9.
la prop
la ley 41 de 1879 (Estado del Cauca) ya comentados.

20. de
itu lo 30. , den omi nad o "De los resguardos" reproduce el capitulo
El cap
eji-
lo ref ere nte a dec lar ato ria de los resguardos vacantes como
la ley 90 en
porcién para area
én situados; peepeeacian de
dos de la poblacién en que est
de la ley 90,
ién . En el art icu lo 20 se gepeollice el articulo 19
de poblac
afios y casado.
nes de que sea mayor de 18
pero con las determinacio
el
‘tr ae de "Lo s pro tec tor es de indigenas", reproduce
El capitulo 40. que
rucy
del Est ado del cau ca, adecuando a la nueva est
90
capitulo 30. de la ley
que deben intervenir
se nil
is la de sg na ci én de los funcionarios
tira judicial del pa
la
e preseribia
mb ié n de sa pa re ci d el protector adhoc qu
Ta
como protectores.
ON SOO

que poseyeran
ir en la s co nt ro ve rs ias entre comunidades
ley 90 para interven
Ce

. . si
resguardos diferentes
plica normas de-
te rr en os de resguardosy im
bre di visi 6é n de
El capitulo 50., so al menos
que ponen de manifiesto
idad de los resgu ardos,
fensivas de 1 a integr comuni-
tener el d esmoro
namiento de las
sl ad or es de de
s leg ji
la intencién de lo

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= fhe

dades indfigenas. Se exige 311i "Que la particién, que en todo caso se harf

judicialmente, se solicite ante el Juez del Circuito por todos los miembros

del cabildo menor de la parcialidad, y tengan el apoyo o voluntad de la ma-~

yoria absoluta de los indigenas cuyos nombres figuran en la lista o padrén


. \ *
aprobado". Se exige también que los hijos de familia sean representados por

sus padres, y los menores que no tuvieren padres, por un curador ad litem.

La remuneracién para el partidor se fijard a juicio de peritos, "y el Juez

podré moderarla, a peticién del Cabildé o de la mayorfa de los interesados"

El pago del partidor y los otros gastos de la particién se podrdnhacer en

un lote de terreno vendido en pfiblica subasta.

Segtin el articulo 39 “hecha la divisién de los terrenos de resguardo, cesarén

las funciones de los Cabildos de las panctsltdades

Se ha visto a través de todo este trabajo cémo la autorizacién de la venta

de las parcelas adjudicadas‘a los indigenas, abrié el camino para la expro-

piacién legal de éstos. La ley 89 puso una barrera legal a esta situacién,

barrera compleja, pues al mismo tiempo que se defiende a los indigenas, se

los constituye en seres inferiores. Adem&s, los interesados en. hacerse a

las tierras de los resguardos, segufan teniendo el poder para influir en lass

instancias legales que podian autorizar o no la venta. 1/

1 Articulo 40.- “Los indigenas asimilados por la presente Ley a la condi-


cién de menores de edad, para el manejo de sus porciones en sus resguardos,
podrén vender éstas con sujeci6n a las reglas prescritas' por el derecho comdéin
para la venta de bienes raices de los menores de 21 afios; debiendo, en conse-
cuencia, solicitarse licencia judicial, justificdindose la necesidad o utili-
dad. Obtenido el permiso, la venta se hard en pablica subasta, conforme a las
disposiciones del procedimiento judicial.
Serd4n nulas y. de ningfin valor las ventas que se Nicieren en contravencién a 10
dispuesto en este articulo, asi como las hipotecas que afecten terrenos de res-
guardo, afin hecha la partici6én de éstos.

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~ 55 =

RLDUCCION DE SALVAJES (1850-1890)

jntecedentes Coloniales
if

os pueblos indigenas que s ufriero ; .


L nel impacto de lg conouista espafiola fueron
. .
q ilad oS O Sometidos, Segun Su resistencia o las posibilidades
idamente aniqu
rapida

de § u expLota
p ci6n por
t p parte de los espajiol
fi es. No es del caso historiar las
juchas de los indi -
indigenas contra .
el invasor, aqui simplemente se trata de esbo-

zay un marco de referencia para tratar el tema de la reduccién de salvajes en


el pericdo republicano.

se ha minimizado, en nuestro medio, la capacidad defensiva de los indigenas,

exagerando la aplastante superioridad militar de los espafioles. Sin embargo

es bueno recordar que algunos pueblos que ocupaban regiones de importancia

extratégica para los espafioles y que pox lo tanto fueron enfrentados por éstos

a costa de grandes esfuerzos econémicos’y militares, se adaptaron a la lucha

y compensaron sus deficiencias técnicas mediante la invencién de nuevas tacti-

cas de guerra. [Es conocido el caso de los Pijaos quienes resistieron hasta

bien entrado el siglo XVII. Los pueblos, denominados bajo este nombre por los

Santa Te y las
espafioles, bloquearon por mucho tiempo las comunicaciones entre
les en el
regiones del Sur y hostigaron y destruyeron los asentamientos espafio
siglo XVII,
Occidente del Pais. Los Paeces resistieron hasta principios del

dos por la expedicién del Presidente


fueron, por fin, vencidos pero no aniquila
territorio
Juan de Borja en 1607. En principio no se trataba de conquistar su

la regién de po-
sino de diezmarlos para aliviar la presién que ejercian sobre
ica atin
ia de es te pueblo es interesante pues en la Repibl
Payén, 1/ La histor
Ti eras dingo tieienk

de Colombia,
Juan friede y la Historia
BS 7

1/ Sobre este tema ver los Co 977.


Tomo 1, deJorge Melo, Ed. La CarkS@s>
~ 7 ee rene mena te gy

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- 56 -

yacidad guerrera fue ;


; 5
su cat
ampli 5
y
s z ont identidad
aes _ amen e
mantenian relativamente su odavia en 0 eS . s,
resist
era2 les del Cau
a Cae
ada por 10s cau dil los lib
utiliz
cedor en la guerra de los Mil Dias. pp 1917
gobierno ve n
a las tropas del

un leva ntam ient o indig e


protagonizaron
intin Lame, Na
dirigidos por Manuel Qu &
iad o. Dura nte Ty
ia oficial h a silenc
.
es : Vios
duramente reprimido, que la histor
pers i dos y ahora m ismo
egui
lucha por sus tierras,
lencia" fuer on otra vez

ents el
Juan Triede ha estudiado la historia de los Andaki, poniendo de pres
comb inad o de fuer za y dome stic acié n ideolégica que Sobre ellos g
sistema
de un caso tipico, el seguimiento ee
ejercié. Ln la medida en que se trata
ar los métodos utilizados Por
andlisis del profesor rriede, permite sintetiz

el estado espanol.

y frente al peligro
Pasado el primer impulso de la expansion conquistadora
de aniquilamienty
de las incursiones de los Andaki se organizan expediciones
poco eficaces cuando
financiadas por los Cabildos, relativamente costosas y
sel-
las tropas eran llevadas por estrategia indigena a tener que pelear en la

estas expedicio-
va. Para impulsar el interés privado en la participaci6én en

nes se autorizaba a esclavizar a los Andaki capturado durante las exped iciones,,

Segtin un sistema muy socorrido durante la conquista eSpatiola se consider6 la

posibilidad de aprovechar las rencillas entre Pdez y Andaki, instalando pobla-

cioén P4ez cerca de las tierras Andaki: ."Opinan que siendo los Paez inclina-

1/ Enel siglo XVIT un Alcalde de Timand informaba asi: "“... y seria para
el servicio de Su Najestad, que estos indios traidores y tan grandes guerre
ros se declaren por esclavos, pues con ésto se animarian todos a entrar ens
Provincias, sin embargo de sus evidentes riesgos y costos..." Friede Juan,
Op. Cit., p. 208

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ar ee

- 57 -

do: sa la 5guerra '... defeenderian


s . — . oe
sus tierras' y al mismo tiempo Timané. Ade-
4g como son andarieg
mis €80S y trasegadores descubrirdZ n las trochas usadas por los
.

andakt, sirviendo después de guias". No fué facil para los pueblos cercanos
a los Andaki liberarse de sus incursiones, pues en 1734 se acude a la movili-

zacion general para enfrentarlos. £1 Cabildo de Timand ordena a todos los"...

vecinos y toradores, estantes .y habitantes de cualquier estado, calidad y con-


dicién que sea, de catorce afios para arriba hasta sesenta... concurran a esta

villa con sus armas dentro del término de quince dias de la publicacién de es-

te auto”.

Los espafioles recurrieron siempre a la intervenci6n armada y a la labor misio-

nera. Después de lograda la reduccién por la.violencia, se la cimentaba por

la asimilaci6n religiosa de los indigenas. Pero cuando el sometimiento no era

completo, los rendimientos de la labor misionera no se demostraron como efecti-

vos. Al respecto, Juan Friede, dice que este fracaso se debi6é a la intoleran-

cia y desconocimiento de la idiosincracia indigena por parte de los misioneros. .

Los indios reaccionaban ante el misionero como lo hacian frente al conquista-

dor, es decir , mediante la agresion armada o la fuga a la selva. £En 1791 un

misionero justificaba el fracaso de las misiones entre los Andaki de la siguien-

te manera: ™... unos hombres que viven peor que brutos, enteramente entrega-

dos a la embriaguez y sencualidad; se devoran unos a otros, sirviéndoles de

alimentos los individuos de su propia especie que hacen prisioneros;... care-

cen de los sentimientos mis intimos de la humanidad ... del mismo modo care-

cen enteramente de religién, y tanto, ove nose les ha conocido has-

ta ahora objetos a quien deben adoracién o culto; ... después de predicarles

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«il
rr ¥
es
y decirles el misioncro que hay un Dios creador de todas la cosas a quien de~

ben adorar, y que castiga a los malos después de muertos en el infierno, iy

gar de tormentos y penas, y a los buenos da su gloria eterna, S¢@ ponemn a reir
y los menos inmodestos, cuando mis, no salen de un asi< seré".
aon
L_/

Durante la época colonial sélo tuvieron éxito las misiones jesuitas en los

Llanos de Casanare. Es conocida la eficacia econémica y la profundidad de la

penetracién religiosa que supo desplegar la Compafiia de Jestis en todas aquellas

regiones que le fueron encomendadas por el poder espafiol. También es cierto

que ha sido objeto de una verdadera apologética reaccionaria que trata de

ocultar el cardcter de dominacién de las misiones jesuitas. La expulsién de

la Compafiia en 1767 dié al traste con todo el trabajo que los jesuitas habian

realizado en el Casanare. Las comunidades que los reemplazaron no lograron

mantener el control sobre los indigenas y para principios del siglo XIX eran

frecuentes las incursiones de indios a los poblados y haciendas de esa regién.

La_Independencia

La guerra de independencia no fué, pues, el principio de la crisis de las mi-

Siones entre los indios salvajes, solamente la agravé. La lucha entre ™ rea-

listas " y " patriotas ", se desarroll6 muchas veces en las zonas de misiones,

La regién del Casanare, por ejemplo, fue uno de los esScenarios principale
s de
ja guerra. Los agentes realistas no desaprovecharon su influjo sobre Los

1/ Todas las citas sobre los Andaki son tomadas d e la obra de Juan
Triede ya
citada, pp. 208a 257.

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- 59 -

sndigenas para malquistarlos


jndfg é e«
S contra :
los criollos. Las misiones fueron efecta-
gas por
P el desgarramiento inter;
> 2
nterior de la igles ;
ia que resulté de la toma de po-
+ nj te
gicién ce loslos clécléri j
rigos y jer arcas a Uno u otro lado de los contendores

pués de la consoli
pespué i6 =
olidacién de la independencia en 1824, la actitud
laicizante
Estado (reformma
jel ESta a de e la la educ
e is
d .
acion, cierre de los conveni3 os menores, etc.) y
influjo de
el influjo 1 tient te
de las corrien tes politic as curopeas en sectores del clero neogra-
nadino, contribuyeron a una mayor decadencia de las misio
nes.

para los nuevoscS gober


1
nante
io
s lg reduccion
ss
de Los indigenas salvajes 1 // se
planteé formalmente como un cambio de actitud con
respecto al gobierno colo-
nial y asi lo formlaron en sus discursos y en
sus leyes, aunque, en realidad,
como Se vera mis adelante se traté de una continuacion de los
métodos espafio-
les.

la ley de 3 de agosto de 1824 es el punto de partida de la legislacién republi-

cana sobre reduccién de indigenas salvajes. En sus considerandos plantean la

reduccién como una tarea misional civilizadora, pero en los hechos se trataba

nis bien de lograr la vinculacién de los pueblos indigenas a la economia del

pais. De acuerdo a esta ley se entregarian tierras baldias a los indigenas

gue abandonaron sus formas de vida y se sometieron a las autoridades de la

Repiblica. En los demis articulos se hace referencia a la organizacién y fi-


SOOAme mecereoeeenanemene

L/ La poblacién " indigena independiente " de la Gran Colombia segtin el cen~


So de 1825 se calculaba en 203.831 individuos, de los cuales 144.711 correspon-
dian a la Nueva Granada. Esta tenia un total de 1.373.110 habitantes.
Citado por Margarita Gonzdlez en " El Proceso de Manumicién en Colombia ", |
‘uadernos Colombianos No. 2, 1974, p218.

be : : ~ 1 ee
ageaelaes

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- 60 -

nanciacién de las misiones. 1 /

En ejecucién de la ley de 3 de agosto se dict6 el decreto de 18 de septiem-

bre de 1824, en el cual se limité a un miximo de 200 fanegadas la asignacién

de tierras a cada familia indigena (articulo 4o.); ademis se orden6 entregar


a los indigenas reducidos, cuando las tierras fueran aptas para la ganaderia,

25 reses a cada comunidad. 5
Estos f
ganados procederian de Los 4aatos a adminis-
is

trados por el Estado o serian comprados con fondos pfiblicos (articulo 60.),

Como se verd mis adelante, estas bien intencionadas érdenes se quedaban en

el papel.

El decreto de lo. de mayo de 1826 al decretar la "proteccién" de las tribus

indigenas, se refiere muy especialmente a las de la Gua jira, Darien y Mos-

quitos (Panami). El articulo lo. dice "Las tribus de indigenas que habitan

las costas de la Guajira, Darien y-Mosquitos, y las demis no civilizadas que


Tee?

existan en el territorio de la Repfiblica, serdn protegidas y tratadas como

colombianos dignos de la consideraciény especial cuidado del gobierno". En


el articulo 3o. el decreto dice que "Igualmente hard (el Poder Ejecutivo)

los arreglos especiales convenientes para su comercio,


tanto con los nacio-
nales como con los extranjeros". Estos dos articulos son el indice de un
problema, no explicitado en el texto legal, que preocupaba el gobierno colon
cee etmereneeeenarene

1/ Ley de 3 de agosto de 1824. Articulo


lo. El poder Ejecutivo de las
tierras baldias que pertenecen a la Repi
blica,
porcionadas a cada una de las tribus de indigenadistribuirg las fanegadas pro-
donar su s gentiles que quieran aban-
vida errante y se reduzcan a formales
Parroquias, regidas oberna-
das en los términos gue esta disp
uesto para las demis de Ta Repi
Articulo 50. Destinard para servicio bi ies”
de aquellas parroquias ios parament
y alhajas que no se necesiten os
en las iglesias de los convento
rie = en aplicado a otras igle s suprimidos 0 a
sias; y en caso de que no haya
mee os los paramentos nece en los conver
p sari os, el Pode r Ejec utiv o hard del tesoro
© +08 gastos indispensables
para el servicio del culto en las
misiones-

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piano. Se trataba de la intervenci+ én
2 britdnica
en Mosquitos y en la Guajira.
Bajo la proteccién de gs
4 gobierno los comerciantes ingleses mantenian relacio-
nes independientes : a
con las tribus indigenas de dichas regiones. Es muy signi-
ficativo el incidente ocurrido
en 1822, a raiz del decomiso de
un barco de ban-
dera brftanica en la costa Guajira. Ante la protesta inglesa, so pretex
to de
la libertad de comercio y Proteccién de sus
siibditos, el gobierno colombiano,
que segin parece habia ordenado el decomi
so para sondear la actitud britdni-
ca, Opto por reconocer el derecho de los
indigenas a comerciar con los ingle-
ses con ciertas restricciones mis bien
nominales. Los guajiros fueron autori
-
zados para " ... comerciar directamente: con los
sibditos britdnicos, cambian-
do principalmente ganado por ron, siempre que
los barcos extranjeros pasaran
por el puerto habilitado mis cercano. Alli se someterian a varios trdmites,
entre ellos una inspeccién destinada a evitar el
trdfico ilegal de arms y

pagarian un impuesto mis que todo simbélico". _l/

Con respecto a la regién de Mosquitos donde era atin mis imaginario el control

del Estado Colombiano, se autorizé el intercambio entre indigenas e ingleses

con la condicién de que estos pagaran un pequefio impuesto a un agente comercial,

colombiano en el exterior. 2 /

Estas medidas implicaban una limitacién de la soberania y un perjuicio para

el fisco que en aquella 6poca dependia en gran parte de las aduanas, pues pa

intermedio de los indigenas se realizaba el contrabando.


rencee a oo

1/ Bushnell, David. Op. Cit., p- 109

2/ Bushnell, David. Op. Cit., p- 209

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- 62 -

o t'

oa
ies Fe” sip -cension de las Pparroquiag
quiag
Ja extenst
de 11 de junio de 1826 establecio
EL decreto ge.
istribuid as en propiedad a los indi
‘ serian luego distribu
en 10.000 fanegadas que la calidad dg, .
segun
a cada familia desde 10 hasta 1 0 0 fanegadas,
nas, "dando
de las nuevas pobla-
(Articulo 30.) se org ani z6 la a dministracion
terreno".
mis influjo
ma Jas personas que tengan
e
ciones nombrando "capitanes fundador
eStableci-
de at ra er los a los nuevos
cap a ce s
sobre los indigenas y que sean
vida Social",
a poc o reduciéfdoles a la
mientos, de fijarles en ellos y ir poco
icu lo S50. se re mi en da qu e se utilice en la reduccigg
(Articulo 40). En el art re co

"un influjo paternal mis bien que la fuerza" y que no se los obligue a practj-

len acostumbrados. En el articulo 90., de a-


cas religiosas a que no se hal
e indigenas en Colombia,
cuerdo a la concepcién dominante en la politica sobr
en el sentido de que la civilizacién es jlevada a los indios por los colonos

y que estos les infunden el amor al trabajo y a la patria, se autoriz6 a per~

sonas no indigenas a poblar las zonas entregadas a los indios reducidos, entre-

gdndole gratuitamente el gobierno tierras en dichas zonas para la edificacién

de sus casas y autorizando también la venta y arriendo de tierras para las

demis labores. El articulo 100. ordena la exencién por 10 afios de pago de

diezmos y primicias, asi como de cualquier otro impuesto a los indigenas re~

ducidos. Los colonos, por su parte, gozaban de la exencién de diezmos y pri-

micias por 5 afios. La ley de 15 de mayo de 1833 reorganizé las misiones del
Casanare, bajo la direccién de un Obispo Auxiliar que deberia residir en la

regién. Las comunidades de los Agustinos Descalzos y Dominicanos fueron en-

cargados de estas misiones con sueldos y vidticos del Gobierno. £n el articu-

lo 11 se insiste en impulsar la penetracién de colonos en las tierras de in-


digenas a través de la entrega de parcelas en Propiedad. Después de unos ates
3 S ands

de silencio en lo referente a legislacién sobre indigenas salvajes,


Jes,
el decreto

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~ 63 -

ge 28 de abril
de 1842 establ
eci6 colegi Os de
1 mis
: iones y casas de eseala para
atender las misiones de Casanare °
> San Martin, Andaqu
i, Mocoa, Guajira y Vera-
guas.
La Memoria del § ecretario
rari de Hacienda
‘i
en 1847, sintetiza muy bien los obje-
tives y la mentalidad
del gobierno en lo refe
rente a la reducc ién. Claro es~
ta4 q que e8 necesari iti
ario leer criticamente estos documentos, pues tras formas cu-
fem
femisticas y Justificativas,
justificati .
tienden
a producir una interpretacién de los he-

‘chos acorde con los intereses que el estado representa. En este caso, por
ejemplo, la Memoria no alude Siquiera a
la presencia britdnica en las bocas

del Toro. Sin embargo, como se observard al leer el texto, las medida
s son un
esfuerzo para controlar politicamente las tribus indigenas
de la regién. La
Memoria dice asi: "Indigenas de Bocas del Toro. Instrucciones al Jefe Poli-

tico de la regién para realizar gradualmente la obra de amalgamar con la fa-

milia Granadina a los indigenas que conservan todavia su primitiva indepen-

dencia en las serranias préximas a aquella costa. Las bases aSignadas por el

Ejecutivo para esta empresa son el fomento de las relaciones comerciales eon

dichos indigenas; dnvardable buena fe y constantes buenos oficios hacia ellos:

difusi6n en su territorio de los conocimientos itiles en las artes mecdnicas,

y de los primeros rudimentos de la educacién social. Prudente y gradual pro-

pagacién de los dogmas de la religién cristiana, de los principios de morali-

dad y del idioma castellano; esfuerzos para decidirlos a reunirse en poblacio-

hes regulares y a solicitar parrocos o para conseguir que salgan poco a poco

de los bosques y fijen su domicilio’ en medio de los Granadinos; la mezcla con-


| del pais; y en fin, la progresiva orga-
tinuada de su raza con la civilizacion
a las instituciones de la
Nizaciénmn del régimen politico Y judicial conforme

STSUia Saet ne eras ei ee ee ele

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4 64m

Repablica, en las nuevas poblaciones que vayan formindose


. Este sistem, Serg
lento, desde luego, en sus resultados; pero seguido con perseverancia los
producird tan lisonjeros como se los apet
ece". 1/

El texto que se acaba de citar contiene


la orientacién bdsica de la Politicg
oficial de reduccién de indigenas: incorporacién grad
ual de los pueblos in~
digenas a la civilizacién; aseguramiento de la sobe
rania nacional mediante la
imposici6n del cristianismo, el idioma castellano y
la fijacién de los indios
en poblados que estén en contacto con las poblaciones indigenas.
La promo-
cién del proceso de mestizaje como forma de elim
inar progresivamente el ele-
mento indigena.

~
Cuando las exigencias econémicas o las neces
idades militares colocaban al go-
bierno frente a poblaciones indigenas hostiles,
aquel no hacia tanto énfasis
en los procedimientos pacificos y progresivos. Tal es el caso de los indige-
nas del rio Opén, donde se intentaba en esa época
las construccién de un cami-
no. En la Memoria citada se dice al respecto de los indio
s del Opoén: "...1a
tradicional relacién de varios actos de ferocidad por su
parte, la mis de las
veces provocados por el bérbaro sistema antiguo de emplear
hacia ellos exclu-
sivamente la fuerza... se estd preparando ai expedici
on con grandes probabi-
lidades de completo suceso... tal vez pudieran ser
fitiles algunas disposicio~-
nes legislativas para perfeccionar la obra de inco
rporacién y civilizacién de
eSa pequefa tribu,’ establecida en un distrito pequefio,
pero importante por su
localidad". 2/
oP neecooaaeeaemaaoea

1/ Memoria del Secretario de Hacienda, 1847

2/ Memoria del Secretario de Hacienda, 1847

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~ 65 -

5 18495 la ley de 29 de mayo, sobre "


Resguardos de Indigenas, Ejidos y Escue-

en la Provineia de Casana
re yel T¥errito
i
cori
rio
5 i
de San Martin", establece en
en
tt : .
ga articulo lo. que “En los Distritos Parroquiales de la Provincia de
Casa-
pare Y; del Ter rit
itorio ¢
de San Martin, :
formados de indigenas, atin cuando éstos
no constituyan la mayor parte de la Poblacién, y que no tenga
n titulos de pro~
le tierr
piedad de resguardos de ti :
a, se aplican, para este objeto, de una a dos le-
guas de terreno baldio contiguo a la cabecera del Distrito... " y mis adela
n-
-
te, en el articulo 30.
s

se aclara que " los terrenos que se adjudiquen como


7 1
-

resguardos de indigenas en virtud de los articulos anteriores, quedan exceptua-

dos del repartimiento mandado a ejecutar por las leyes vigentes". Esta aclara-

cién era necesaria, pues mientras se dictaban leyes en el interior para disol-

ver los resguardos de indigenas, se los utilizaba como instrumento para lograr

la reducci6én.

El establecimiento de resguardos en Casanare y San Martin en 1849, pone de ma-

nifiesto las dificultades en que se encontraba el gobierno para establecer su

control en esas regiones. En la Memoria de Hacienda de 1850 se reconoce este

hecho en un Lenguaje eufmistico: ™ Estas regiones fueron importante teatro


\
de las guerras de liberacién... destruyendo en pocos afios lo que el afan de

tuchos habia conseguido. Las parcialidades de los indios se desbandaron bus-

cando un lugar de reposo, y se lanzaron por entre los bosques desiertos en bus-

ca de una nueva patria, lejos del ruido de los combates del campo de pillaje'.i/
se.
eeeeeaeeat oeree

i/ Memoria de Hacienda, 1850. ms


ay
os

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= 166r=

Reduccién de Salvajes 1850 - 1887

menos arbitrario. La legisla-


El punto de partida de este perioso es mis o
nte las décadas del
cién sobre reduccién sufrié modificaciones continuas dura

s fueron casi nulas. Por


50 y del 60, aunque en la practica las realizacione
el contrario, el corte final en 1887 si es significativo, pues la vigencia
so-
del Concordato con la Santa Sede dié un vuelco completo a la legislacion

bre este asunto.

Segtin el periodico La Civilizacién para 1850 "Los partidos politicos por fin

estdn de acuerdo en una cosa: reducir las tribus salvajes a la vida social

y la Gnica manera de hacerlo.es bajo la bandera del cristianismo y el estan-

darte del misionero". 1/

Sin-embargo en la Memoria de Hacienda del mismo aro la referencia al uso de

la violencia institucional como colaboracién de la labor misional es expli-

cita. Refiriéndose a los guajiros dice: "Es un vecino a quien es preciso

vencer con las armas de la religién". Pero por las dudas, el misionero debe

ir acompafiado de las armas: "... el legislador no cuenta con otros medios

para la obra redentora de aquellos salvajes terribles, que cl empleo de la

persuacién en la boca del apostol... Este hombre de paz, protegido por la pre-

sencia del hombre armado para su seguridad, puede hacer’ lo que de otro modo

es posible de verificar". _2/

1/ La Civilizaci6n, Mayo lo. de 1850

2 / Memoria de Ilacienda de 1850. E1 lenguaje de la Memoria de Hacienda no


hace otra cosa que repetir el viejo argumento de los misioneros y funcionarics
de la &poca colonial: el misionero debe ir acompafiado del soldado. £&n 1744
Fray Martin de Idroxo, en un informe sobre las misiones de los Andaki solici-
taba al Rey que"... se sirva de hermanar con su poder al brazo derecho de la
—|

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Manuel Ancizar narra aunaun; de estas
m Solucii ones" que se podria
i considerar como
um ca so tipico para el Si
glo pasado,

enel pais. Cuenta Ancizar cémo los


colonos de la Palma en la
Provincia de
Ocafia habian invadido un territ
orio habitado por indios motilones
:"... no les
dejaron los invasores ni aquel refugi
o, persiguiéronlos de asiento en asiento
y los han compelido a buscar asilo en las distan
tes soledades que riega la
quebrada Orfi, entre dos serranias llenas de asperezas, reduci
dos al niimero de
20 familias, y quitandoles hasta su nombre nacional, pues les dan el apodo de

patajamefios... Los miseros indios solian venir a las estancias de los blancos

a ofrecer su trabajo en cambio de herramientas y habiendo llegado una vez a


la casa de los llamados plore, vecinos de Agua Blanca los recibieron de paz,

les hicieron creer que les darian herramientas y viuditas (mujeres) y los

Convidaron a comer en la cocina. Confiados los indios, creyéndose bajo el

Seguro de la hospitalidad, sagrada para ellos, dejaron las armas y fueron a


Se weeem mewanaseenmeene

iglesia,ta, el
a el eo
siniestro de las de
conquistas fuerzas es, quequi asii lo hizo
seculares, i la Divina
ivina Pro-
ighaat
los gitanos, dando el ae ie on Se
meee para las en Moisés, esforzado caudillo, que = ma do See Gone
comes Se hede los obstinados pueblos que embarazaban a =
C20 oposici a ite BAO ind.ccttaient manistaeana iepion Leesa nee tm RL ayy
Bilis9 ee wit aan Tuan On Cit

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~ 69 =

aero sidad y constancia del


; 1 sosepfior Pedro Guti
érrez, hoy tien
‘nen que ser pers
ogui-
gos, porque Sin saber por
que- Y cuando menos se e Spe
= ¢ raba se rv a ;
ja casa del Seftor Gutié reZ co > presentaron en
n mi‘ l aStuc
ias a ase
Sinarlo y robarlo, Le arra-
lo mismo hicier
on en

n hos- ta
til por todas partes, que
en e] Guayabal han incend
iado una porcién de cas as
El
y en el ha to de p { 1
Tigre e@ rte 1ecle n tes a
1 Prefecto Oty 3
Senor Lic e i on+ s4SeSi
;
naron
jo $ mwy er es y un ninito. Con este mot
tiv oO Ss Se d 1Spuso que se reu\n tera a 1g unaa

gente y Saliera a correrlos, porque si no se


les impone algin respoto pueden
arruinar todas las poblaciones pequefias incendidndolas, a tiempo que parali~
zan la agricultura... Los vecinos del puerto
sitiados por los indios resol-
vieron atacar a los indios quienes envale
ntonados -por el ntimero y por el su-
frimiento de los vecinos hicieron resist
encia, teniendo el descuido de hacer-

lo en una Sabana limpia en donde los vencieron matand


o mis de 100 indios.

Este hecho lo celebro porque estoy convencido de que el indio nace con
el
coraz6n lleno de odiosidad hacia el blanco... Por las relaciones que le dejo

hechas verd usted que, por ahora, ha terminado la reduccién de indios salva-

jes" _1/
las declaraciones sobre la agresividad de los indigenas tan frecuentes en los
documentos de la época deben ser siempre tomadas criticamente, pues la exage-

racién justificativa es a ingrediente que siempre est4 presente en estos re—


jlatos. Sin embargo es un hecho que los indigenas lucharon en forma desepera-

i
( que consideraban sus invas ores. FrecuentemFn ente ap ro-
da y desiguat contra los
ee ere mee

recibi-
«4S EL Tiempo, abril 24 de 1860. El Prefecto, sefiorLiccioni, habia
do en 1855 14,000 hectdreas de baldios en la region soul SeeLe on
ientes que narra la carta. Ver el cuadro sobre adjudicacio
Memoria del Ministerio de Industrias, Tomo V, 1939.

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= 70 °-

ever”

RY tl
@ fuerza pfiblica en logs
A SS!ot
\,

hatos yl a aus
encia 4
»
eZ

my amie nt o d
-
e l o s gobierno
diy
*VYechaban el aisl
et

. En 1868 el
lonos
t a r g o l p e s a los co
a ases
q u e f i o s p o blados par h a del enfrentamiento entre oo.
pe s e c u e n c
como con |
Estado de Boyacd reconocia que tuacig,
ar e ha bi a ll egado a una Si |
san
ad en el Ca
lonos e indigenas la insegurid
+

de asegurar 1,
oya ca declara que no pue
de B
tal que"... el gobierno del rstado |
al sacrificio por log
que estan expucstos
del Casanare
vida de los habitantes
i n os venezolanos mwas barbarog
indios salvajes y a los robos y alevosias de alsu sd al Poder
5 5 terr itori
t
y, Por tanto , anuncia que cederd este
atin que los salvajes
. . ‘ no sé
solo pon:-
po r la Pp penetracién espon
Estos choq ues eran inev itab les
Central". 1/
re, sino por la misma politica estatal
ténea: de colonos en la regién de Casana
-
ion es a los bla nco s en su concepei0n de la distri
de conceder grandes extens
tenian
o veremos mis adelante, las leyes
bucién de los baldios. Aunque, com
ncia de los indigenas, en lo hechos los
en cuenta al entregar baldios la existe
llev aban las de perd er, ya que era frecuente la ocupaciOon efectiva del
indios
te la toma de medidas protectoras
baldio concedido mientras que era inexisten

de las poblaciones que habitaban dichos baldios.

A finales de la década del 60 se reaviva el afin legislador. La ley de junio

5 de 1868, sobre " civilizacién de indigenas" comienza declarando, como de cos-

tumbre, que "Las tribus 9 familias de indigenas no civilizados que existen en

el territorio de la Repiiblica serdn protegidas y tratadas como colombianos

dignos de la atencién y especial cuidado del gobierno". luego, en el articulo

30 la ley autoriza la adjudicacién hasta de 25 hectdreas de tierras baldias 3

las familias que abandonen su vida “errante y se establezcan en determinadas lo

calidades. Como se ve se trata de la eterna repeticién de los principios s¢


reee ren amen

1/ la Repiblica, septiembre 9 de 1868


“—s

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|

nerales de proteccién y de la Pro


mesa de entrega de tierras
rr

de la integracion de los indigenas


a la sociedad "blanca"

Sin embargo, el articulo


49 Marca una notable
Variacién en el trat
amiento del
problema, al menos en
lo gue a la letra de la
ley se refiere, al orde
' ‘ nar la
"eaptura de las trib Fe. ae
us de indigenas que ataq
uen los poblados o los es
table-
cimientos agricolas o gue
estorben el comercio o el
libre trdnsito por los
caminos y rios de la Repiblica
". £1 articulo siguiente introduce
las "reser-
vacl<onesoat?
” para los indi
- -
genas capturados, seguramente a
bajo el influjo de la
politica norteamericana en la expansié
n sobre el Oeste. £1 articulo estable-
ce que "Las tribus o familias de indigenas que se
capturen, recibirdn todos
les auxilios necesarios para su establecimiento en
una localidad fija y se las
instruira en la religion cristiana, en la agricultura y en los usos y prac
ti-
cas de la vida civilizada". También ordena el establecimiento de guarniciosos

“bara que escolten los correos y cargamentos en aquellas partes de las vias

de comunicacién donde haya peligro de que sean asaltados por los salvajes".

La intervencioén de la fuerzas armadas en las tierras de indigenas salvajes

fue siempre propuesta pero pocas veces se llevé a efecto y siempre sin consis~

tencia pues las frecuentes guerras civiles mantenian las guurniciones ocupa-

das en otros. menesteres.

de la tri-
La ley de 4 de junio de 1870 insiste en la reduccién a la vida civil

bus salvajes y " la colonizacién del territorio que ocupan". Sefala una serie
nos de los Es-
de medidas que el Ejecutivo Central, de acuerdo con los gobier

tados, debe tomar: empleo de misioneros cristianos pagados por la Union; es-
indigenas mediante la
tablecimiento de poblaciones de colonos en las regiones
oa
concesién de tierras baldias; destinacion de una parte de la fuerza ptGblica a

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-J2-

Ct
d icolas; auxilio en herramientas, animales x
agr
marfindacién de colonias Lime

mienty a
as pa ra lo s ind ige nas red ucidos y para los colonos; estableci
mill
-r
tr an
an spor te , > el co rr eo y la vida de Les tit
ciones para gara ntiizar el
rant
guarniici
1868.
nos. Esta ley derogé a la de

anterior, asi cong ts


estas leyes deroga a la
La rapidez con que cada una de
mis
. Tas mis tie os
5, Se p Hex’
nci p1o s y de los mos objetivos, cag;
pri
repeticién incesante de los mismos
varia ciones en el sentido de busca
r e] per=
sin ninguna variacién, no indica
inequivoco de la inoperan.
feccionamiento de las normas, sino que es el indice
cia de todas ellas 1/.

miento del
La ley 11 de 27 de abril de 1874 planteaba otro viraje en el trata

problema indigena, teoricamente favorable para los indios, aunque claro estj

que tampoco fue aplicada. Ordena la ley que el Poder Ejecutivo se ponga en

guar el
comunicacion con la tribus de indigenas no reducidos "a fin de averi

namero de tribus independientes, su poblaci6n, estado social y residencia

habitual, y de establecer con ellas relaciones regulares y pacificas que fo-

menten su civilizaci6én y aseguren la tranquilidad de las poblaciones civili-

zadas establecidas en los mismos territorios ". La ley pasa enseguida a re-

conocer el derecho de propiedad de dichas tribus en el territorio que ocupan

con sus trabajos agricolas y de caza y de pesca, a cuyo efecto se trazaran,

de acuerdo con las tribus los limites generales del que a cada tribu se le
. .
. we
Separdndose de la legislacién anterior que exigia el estableci~
w yee s
reconocen"”.

miento de las autoridades civiles en los poblados de los indios reducidos,


. .
tt : .
.
esta ley reconoce el gobierno, autoridades y leyes que los rigen en sus re

1L/ La inoperancia de la lagislacion sobre indios salvajes era un hecho re


el jurista Fernando Vélez afirm refi-
Seti

conocido en el siglo pasado. En 1891


riéndose a este asunto: “Hemos hablado de esas leyes y hemos visto queel105
medios que establecen para lograr su objeto, han sido las misiones ti

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- 73 -

sljo
nes interi> ores".
.
tw "
Tambié2
n 5 © propone a i
Iinducir
i a los in
la ejem digenas
jemplar democracia q
que sesq
Sun el legii slad
or rein
i aba en e]
época: "Empleo pe pais en aquella
rseverante

tuciones republ
son: el nombrami icanas, como
ento de gus jefes
y caudillos por el
s a eccién general: la
nién periddica de
7 bl e reu-
asambleas o cuer
pos representati
vos Para discutir lo
cios de interés comin; s nego~
e] establecimiento de
jueces imparciales Pa
ra ladeci-
sién de las controve
rsias Particulares
; yel reconocimien
to de la Patria comi
a que pertenec en y de lg autorida n
d nacional que los
protege", (Articulo 11,
regla 6a). Mientras que el pa
is civilizado vivi
a sacudido por las
guerras
civiles, la ley orde
na que el poder ejec
utivo ejerza la "mediacién constant
e
e interpuesta entre las
diversas tribus para evi
tar o terminar sus guerra
s
intestinas y decidirlas a
adoptar reglas de conducta
humana y benévola entre
si"
+ (Regla 7a.) La Memoria
de Hacienda de 1874 se gueja
de las dificulta-
des para reducir a los ind
igenas Salvajes y reconoce
retéricamente los efec-
tos negativos de los precedimient
os violentos: "Mis dificil que reunir los
Salvajes en un paraje determ
inado, es retenerlos en 61.
Lo primero suele con-
Seguirse halagéndolos con la promesa
de darles utensilios de caza y pesc
a,
herramientas y vestidos; para’lo
segundo no valen los regalos ni la
palabra
Persuasiva del misionero;
y por eso es preciso apelar
a la fuerza... Esta acti-
tud de atraerlos fingiendo amistad para
luego retenerlos mediante violencia y
Para arrebatarles su libertad resi
ente profuntamente al indigena y con
sobrada
raz6n: mira como una prisién el] caserio en que
se le obliga a vivir, reputa como
Sn a ea tneniaeg
iclee!
fomento de la colonizacién de las tierras ocupadas por los indige
nas. Debemos
agregar que casi ninguna de esas leyes se ha cumplido, y que lo
echo en el asunto, no ha producido ningfn resultado satisf poco que se ha
Puede decirse, actori o. Ese poco,
se ha limitado a la expedicién de 148 eyes". Vélez,
aOr nee oe Fernando.

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é t &
- 74 -

opresores a los que los reti< en att


en alli”. _1/
,

Mas adelante la citada Memoria deja ver


un problema intimamente ligado con ig
reduccién de los indios salvaj
es: esta era condicién necesaria
para faranti-
zar la integridad de las fronteras del pai
s amenazadas especialmente Por la
Presién de los colonizadores brasilero
s y peruanos. Anota al respecto la Me-
Moria de Hacienda que se aca
ba de citar: "Los mis sagrados intereses
de la
Reptiblica exigen que se siga esta lin
ea de conducta (la reduccién de Sal
vajes),
Porque el Ynico medio de impedir gue las col
onias brasileras sigan opodergn-
dose del suelo de la Patria,
es dilatar el dominio dela pob
lacién Civilizada,
especialmente en los territori
os del Caqueté, Casanare y San
Martin", Que no
Se trataba de un problema nuevo
lo demuestra el hecho de que la
Memoria cita
a continuacién unas declaraci
ones del Despacho de Gobierno
en 1848: "Seria
aventurar tal vez la suerte de inmens
os e importantes territori
os, y dejar
a nuestros hijos la eventu
alidad de perderlos, la
imposibilidad de conservar
-
los o la guerra Para rec
uperarlos".

Se intent6 conjurar
el peligro dictando
ja ley 53 de 20 de
junio de 1874, me-
diante la cual se impu
lsaba la colonizacién
del Caqueté y se pr
omovia la nave-
gacién en lo s rios Putumayo y Napo
.
poder ej- ecutiv
-
o para qu
os
e tt
“con alguna soci- edad
© algia n in
:
di- vi. duo o empresario
2
particular, proceda
a contratar la fund
acién de dos o mas
colonias en el terr
i-

i/ Netionde de Ha
eteni de 1874. La
lo referente a la difi s quejas del Secret
cultad de fijar a los in ario de Hacienda en
de el Virrey Caball
ero y Géngora: "Siem re h di ge na s re du cidos, recuerda la
nes para un formal establecim ~ s :
iento, . % 3
“y que sufrir treinta emigra
e
cio

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3 75 =

torio del Caquetd, sobre las riberas de los rios Putumayo y Napo haci
1a as
fronteras con el Ecuador, Peri y Brasil, con el fin de vopender ¢ae “eins

"-Zacién de los indjos salvajes de aquel Territorio..." (Articulo lo.) —


este caso atin el “esfuerzo" legislativo resulté timido; ademis ; como . :=
tumbre, nada se hizo
: en la prdéctica. Los resultados son conocidos:: 1a vtén
del Napo se perdi6 para Colombia y pas6 al Peri; los territorios de la confluen-

cia del Caqueté y del Amazonas termimron en manos del Brasil. ‘ Los indi enas
de estas regiones fueron casi totalmente exterminados por los caucheros ‘ “onei

to colombianos como extranjeros.

La ley 66 de lo. de julio de 1874 dividié el territorio nacional, para efectos

de reducci6én de salvajes, en 6 corregimientos y establecié en cada uno de

ellos una Junta General encargada de la direccién de la reduccién de indigenas

Esta junta estaba compuesta de un Vocal nombrado por el Poder Ejecutivo de la .

Unién, otro nombrado por el Gobernador del Estado, del Director de Misiones en

g
la Diécesis o su delegado, del Rector del Colegio de Misiones, > de un Secretar
2cretar io
i “4

y un Tesorero nombrados por la misma Junta.

Después de dictada esta ley sélo se legislé sobre la reduccién de los indige- |

nas del Sarare y sobre fomento de misiones en el Caqueté y la Guajira


a ,praes

1888 - 1890

La regeneracién entregé a la Iglesia, entre muchas otras cosas, los indigenas


trdnsito de los
salvajes. La ley 153 de 24 de agosto de 1887 preparaba éste
:
indi os de manos del Estado colombiano
:
|a manos de los mision eros. En su ar-

i
tifculo 319 dice: i con el Representante
"El Gobierno podrdA celebrar convenios
a 0-4 as mencionadas tri-
@ la Santa Sede para el fomento de misiones catélicas en 1
eitPi

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ae

- 16 - }a

r aprobacién de Congreso". Este ar~


bus; tales convenios no requieren ulterio
ecto de Con~
a el mi sm o qu e ya figuraba en el proy
er
ticulo, en lo sustancial
de diciembr e del mismo ano-
cordato que habria de celebra rse en Roma el 31
neor dato, consigna SSce
La ley 35 de 1888 (27 de febrero), aprobatoria del Co
se celebren entre la Santa
principio en su articulo 31: "Los Convenios que
en
Colo mbia para el fome nt o de las misiones catélicas
Sede y el Gobierno de
rior apr obacio2 n del Congreso
t
La ley
las tribus birb ara no req uie ren ulte

én sobre indi-
89 de 1890 (25 de noviembre) reo rienta totalmente la legislaci
stos a la iglesia cat6lica. Su ar-
genas salvajes, consumando la entrega de é

ticulo lo. dice: "La legislacign general de la Repiblica no regira entre los

por medio de misiones.


Salvajes que vayan reduciéndose a la vida civilizada
En consecuencia el Gobierno, de acuerdo con la autoridad eclesidstica, deter-
: tt
minarad la manera como esas incipientes sociedades deban ser gobernadas”.
* 2 B i .

Como se ha visto a través de este trabajo, nada ganaron los indigenas mientras

estuvieron bajo el control del Estado Colombiano. Mas adelante se verd co.0

tampoco ganaron nada bajo la soberania de la Santa Sede.

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