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individualismo hiperconsumista
Diego Levis79
La sociedad de la Pantalla
Uno de los principales rasgos de la sociedad contemporánea, tal como ve-
nimos señalando desde hace cerca de 20 años, es la presencia ubicua de la
pantalla electrónica en nuestras vidas. La pantalla media nuestra relación con
el mundo y con nuestros semejantes, incidiendo profundamente en nuestra
experiencia vital y en nuestra percepción de la realidad, dando lugar a lo
que podemos caracterizar como sociedad de la Pantalla. Usamos una panta-
lla para hablar, escribir, informarnos, trabajar, bromear escuchar música, ver
videos y fotos, jugar, curiosear en la vida de otros y mostrar fragmentos de
nuestra vida, entre tantísimas otras actividades.
En todo momento y lugar, la pantalla nos indica lo que podemos
hacer y cómo hacerlo, y también lo que no podemos hacer, nos indica lo
que tenemos que mirar y nos oculta aquello que considera que no debemos
ver u oír. Es ubicua.
La promesa cibernética
La Pantalla es la faz visible del proceso de digitalización sociocultural que
caracteriza al tecnocapitalismo contemporáneo. Delante de cada pantalla hay
una persona que mira y actúa y detrás un sistema informático creado, re-
gulado y administrado directa o indirectamente por humanos que prediseña,
registra, controla y procesa lo que hacemos. La Pantalla se presenta como
un gran ventanal en el que muchas veces se confunden el afuera y el adentro
generando una situación de tensión entre la promesa de pluralidad y libertad
que ofrece y la expansión de la concentración empresarial, la creciente homo-
genización cultural y la naturalización de mecanismos de control social y de
condicionamiento sociocultural que en efecto produce.
Desde sus orígenes a finales de la década de 1940, las máquinas infor-
máticas fueron vistas alternativamente como una amenaza para las libertades
individuales y civiles, y como una herramienta capaz de contribuir a mejorar
las condiciones de vida de los seres humanos. Esta oposición se puede ras-
trear en las ideas de Norbert Wiener, fundador de la cibernética (ciencia de
raíz matemática que refiere al estudio del control y la comunicación en máqui-
nas y seres vivos)80 quien si bien advierte acerca del carácter potencialmente
destructivo que podría tener la cibernética, también imagina que el desarrollo
de la nueva disciplina se podría utilizar en beneficio de la humanidad dando
lugar a la aparición de un nuevo modelo de sociedad de carácter igualitario
sustentado en la libre circulación de la información 81.
A partir de la década de 1970, los poderes políticos y económicos
comienzan a promover el desarrollo conjunto de la informática y de las te-
lecomunicaciones (telemática) como un factor de crecimiento económico y
social. Desde entonces, y en especial a partir de la finalización de la Guerra
Fría a comienzos de la década de 1990, coincidiendo con el desarrollo de
la informática personal y de la World Wide Web, la promesa cibernética
ocupa el centro de las propuestas y predicciones de desarrollo humano.
80
El propósito de la cibernética, expresado por Norbert Wiener en 1950, es “desarrollar una
lengua y unas técnicas que permitan no sólo encarar los problemas generales de comunicación
y regulación, sino además establecer un repertorio adecuado de ideas y métodos para
clasificar sus manifestaciones particulares por conceptos” (Wiener 1988:17). Los principios
de la cibernética han participado en el desarrollo de la informática, la inteligencia artificial,
las ciencias cognitivas, la bioelectrónica y la robótica, entre otros campos de estudio.
81
El ideal cibernético contempla una sociedad estable, regulada por medio de mecanismos
sociales objetivamente controlables a través de la organización automática de toda la
información del mundo codificada en lenguaje binario.
Sociedad de la Pantalla: dejar atrás el individualismo hiperconsumista 249
Conectados y expuestos
Las pantallas portátiles de celulares, tabletas y otros dispositivos informáticos
de tamaño y peso reducidos acrecienta la tendencia iniciada a mediados de
la década de 1980, con la entrada en el hogar de la computadora personal y
posteriormente de Internet, a unificar en un mismo aparato trabajo y entrete-
nimiento, hasta entonces, salvo pocas excepciones, claramente diferenciados
Aunque lejos de los parabienes anunciados por la promesa cibernética, el uso
de pantallas y de servicios telemáticos permite realizar múltiples actividades
de distinta índole, inimaginables hasta hace pocas décadas, modificando (y en
muchos casos facilitando) de forma significativa, muchos aspectos de la vida
cotidiana de una gran parte de la humanidad.
Los dispositivos portátiles brindan, entre muchas otras opciones vincula-
das con el trabajo, el entretenimiento y las relaciones personales, la posibilidad
de conectarse en todo momento y lugar con multitud de personas (conocidas
y desconocidas) en un continuo fluir de mensajes fútiles o no, y de recibir a
través de la pantalla un aluvión de contenidos y servicios de todo tipo y origen.
Así, los usos que hacemos de las redes sociales, las consultas que
realizamos en buscadores Web, las operaciones de compra y venta en línea
y muchas otras actividades que efectuamos utilizando los nuevos medios,
así como nuestros desplazamientos físicos registrados por los sistemas de
geolocalización que llevamos encima, permiten que empresas e institucio-
nes dedicadas al procesamiento automático de datos conozcan de forma
instantánea nuestros intereses y los de otros millones de personas, los es-
tímulos a los que respondemos, cuándo y porque nos conectamos y con
quiénes interactuamos, adonde y qué compramos, entre otros datos de uti-
lidad o interés para quienes los registran y procesan. Cruzados con la in-
formación en poder de los bancos, centros de salud y distintas instituciones
públicas se puede conocer (y predecir) lo que hacemos e influir en nuestras
decisiones y comportamientos.
El proceso de digitalización transforma todo en signo. Como resultado
de esto, además de controlarnos permanentemente, las aplicaciones telemá-
ticas influyen en la conformación de nuestras decisiones y deseos, al per-
mitirnos delegar en ellas distintas tareas cotidianas tales como, por ejemplo,
seleccionar noticias que respondan a nuestros centros de interés, sugerirnos
películas y temas musicales y otros contenidos audiovisuales, asistirnos en
la elección de hoteles y restaurantes acordes a nuestras preferencias y presu-
puesto, entre otros productos y servicios que podamos eventualmente necesi-
tar (y que concuerden con los intereses del eventual proveedor del servicio).
Mediante estas y otras técnicas de condicionamiento se conforma un
nuevo poder disciplinario que en lugar de prohibir, seduce y es complaciente,
que «en lugar de hacer hombres sumisos, intenta hacerlos dependientes»
advierte Han (2015, p. 29).
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que la igualdad y la libertad sean más que meros enunciados, «La utopía no
es una pura fantasía. Es un no-lugar que puede, potencialmente, convertirse
en un lugar», nos recuerda Boris Groys (2016, p. 91).
El primer paso para comenzar a darle forma concreta a ese lugar, es
relacionarnos con el mundo desde fuera de la Pantalla y volver a la Pantalla
para unirnos con nuestros semejantes creando redes duraderas entre personas
que discutan sobre problemas comunes, establezcan objetivos y desarrollen
planes de acción que favorezcan el desarrollo de nuevas condiciones de pro-
ducción simbólica y material que permitan construir un mundo mejor, en
el que quepamos todos los seres humanos, sin ningún tipo de distinciones.
Como nos recuerda el colectivo Ippolita (2012), utilizar juntos una tecnología
convivencial significa transformarse y transformar la realidad que nos rodea.
La tecnología sólo puede servir para facilitar o acelerar algunos procesos, no
es un fin en sí misma. Es este el papel reservado a los nuevos medios: devenir
una herramienta social valiosa para mejorar la vida de las personas.
Referencias
AA.VV. (1995). «World Media Network. Habla el futuro». Suplemento del diario El País.
Berardi, F. (2003). La fábrica de la infelicidad: nuevas formas de trabajo y movimiento
global. Madrid: Traficante de sueños.
Cibergolem (2005). La quinta columna digital: antitratado comunal de hiperpolítica.
Barcelona: Gedida.
Fisher, M. (2016). Realismo capitalista ¿No hay alternativa?. Buenos Aires: La Caja Negra.
Groys, B. (2016). Arte en flujo: ensayos sobre la evanescencia del presente. Buenos Aires:
La Caja Negra.
Han, B.-C. (2015). Psicopolítica. Buenos Aires: Herder.
Ippolita (2012). En el acuario de Facebook. Madrid: Enclave de Libros.
Levis, D. (2009): La Pantalla Ubicua. Buenos Aires: La Crujía, 2ª edic ampliada.
Petrella, R. (1996). «El riesgo de una tecnoutopía». En Le Monde Diplomatique, edición
española n.º 7, p.1.
Wiener, N. (1988). Cibernética y Sociedad. Buenos Aires: Sudamericana.
Žižek, S. (2016). La nueva lucha de clases: los refugiados y el terror. Barcelona: Anagrama.