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El Fugitivo comienza un diario luego de que unos turistas llegan a la isla desierta en la cual

se esconde.1Aunque considera esta presencia un milagro, teme que ellos puedan atraparlo
y entregarlo a las autoridades. Cuando los turistas ocupan el museo que se encuentra en
la cima de la colina, sitio donde él había vivido hasta entonces, el Fugitivo se refugia en los
pantanos. A través del diario descubrimos que éste es un escritor venezolano sentenciado
a reclusión perpetua. Él cree que se encuentra en la isla (imaginaria) de Villings, parte del
archipiélago de islas Ellice (actualmente Tuvalu), aunque no está seguro. Todo lo que sabe
a ciencia cierta es que en la isla existe una extraña enfermedad cuyos síntomas son
similares a los del envenenamiento por radiación.
Entre los turistas se encuentra una mujer que observa el atardecer todos los días desde el
acantilado al oeste de la isla. El Fugitivo espía a la mujer, llamada Faustine, y termina por
enamorarse de ella. Faustine es visitada con frecuencia por un hombre, un científico con
barba llamado Morel, con quien habla en francés. El Fugitivo decide tomar contacto con
ella, pero la mujer no reacciona ante su presencia. Él supone que ella ha decidido
ignorarlo, pero sus encuentros con los otros turistas son similares. Nadie en la isla toma
nota de su presencia. Él menciona que las conversaciones entre Faustine y Morel se
repiten semana tras semana y tiene miedo de estar volviéndose loco.
En forma tan repentina como habían aparecido, los turistas desaparecen. El Fugitivo
regresa al museo e investiga, pero no encuentra evidencia de que allí hayan vivido
personas durante su ausencia. En un comienzo, atribuye toda la experiencia a una
alucinación producida por envenenamiento de la comida; sin embargo, los turistas
reaparecen esa misma noche. Si bien parecen surgir de la nada, éstos conversan como si
hubieran estado allí por cierto tiempo. El Fugitivo los observa desde cerca (aunque
evitando tener un contacto directo) y nota otras cosas extrañas. En el acuario encuentra
copias idénticas de los peces muertos que había encontrado el día de su llegada. Durante
un día en la piscina, ve a los turistas dando saltitos para entrar en calor, cuando en
realidad el calor es insoportable. En el cielo observa el fenómeno más extraño de todos: la
presencia de dos soles y dos lunas.
El Fugitivo imagina toda suerte de teorías sobre lo que está pasando en la isla, pero solo
averigua la verdad cuando Morel revela a los turistas que ha estado grabando sus
acciones de la semana anterior con una máquina de su invención que es capaz de
reproducir la realidad. Afirma que la grabación capturará sus almas y que, al reproducirla,
podrán revivir esa semana para siempre. De ese modo, él podrá pasar la eternidad junto a
la mujer que ama. Aunque Morel no la nombra, el Fugitivo está seguro de que habla de
Faustine.
Después de escuchar que las personas grabadas en experimentos previos están muertas,
uno de los turistas especula (acertadamente) que ellos también van a morir. La reunión
termina abruptamente y Morel se retira furioso. El Fugitivo recoge las notas de Morel y se
entera de que la máquina se mantiene en funcionamiento porque el viento y las mareas la
alimentan con energía cinética inagotable. Deduce entonces que el fenómeno de los dos
soles y dos lunas ocurre cuando la grabación se solapa con la realidad: uno es el sol real y
el otro representa la posición del sol en el momento de la grabación. Las otras cosas
extrañas que ocurren en la isla tienen una explicación similar.
El Fugitivo imagina todos los posibles usos para la invención de Morel, incluyendo la
creación de un segundo modelo para resucitar personas. A pesar de esto, siente repulsión
por el «nuevo tipo de fotografías» que habitan la isla, pero con el pasar del tiempo acepta
su existencia como mejor que la suya propia. Aprende a operar la máquina y se inserta a
sí mismo en la grabación para que parezca que él y Faustine están enamorados, aunque
ella tal vez se haya acostado con Alec y Haynes. Esto le molesta pero tiene confianza en
que no importará en la eternidad que pasarán juntos. Por lo menos está seguro de que ella
no es la amante de Morel.
En la entrada final del diario, el Fugitivo describe cómo espera que su alma se transfiera a
la grabación mientras muere. Le pide un favor al hombre que invente una máquina capaz
de fusionar almas basada a la invención de Morel. Quiere que el inventor los busque y lo
deje entrar en la conciencia de Faustine como un acto de clemencia:
«Búsquenos a Faustine y a mí, hágame entrar en el cielo de la conciencia de Faustine.
Será un acto piadoso.

Personajes[editar]
Principales[editar]
Fugitivo
El fugitivo no se sabe bien su nombre y solo nos damos cuenta de las causas de
su destierro y de su huida hacia la isla. Salvo el fugitivo, todos los demás
personajes forman parte de una grabación; carece de nombre y funge como
narrador-protagonista. Su estado de paranoia y locura queda reflejado en su diario
abriendo la posibilidad de que todo se trate de una alucinación.
Faustine
Es el personaje más ambiguo de la novela: luce como gitana, habla francés como
una sudamericana, y le gusta hablar sobre Canadá.
Morel
Es un científico genio que lleva intencionalmente a un grupo de esnobs hacia la
muerte. El fugitivo lo detesta celosamente, pero al final termina justificando sus
acciones.
Secundarios[editar]
Dalmacio Ombrellieri
Un vendedor de alfombras italiano que vive en Calcuta. Es quien le cuenta al
fugitivo sobre la existencia de la isla y le indica cómo llegar allí.
Alec
Es joven de rasgos orientales y ojos verdes que hace negocios con lanas. Podría
ser el amante de Faustine o de Dora, o simplemente su confidente. Como el resto
de los miembros del grupo, ve a Morel como una figura mesiánica.
Dora
Es una mujer rubia con una gran cabeza que es amiga de Alec y Faustine. El
fugitivo espera que ella, y no Faustine, sea la amante de Alec. Considera que ella
puede ser el objeto del amor de Morel cuando sospecha que Morel no puede estar
enamorado de Faustine.
Irene
Es una mujer alta con brazos largos y una expresión de disgusto. Ella no cree que
vaya a morir por ser expuesta a la máquina. El fugitivo cree que si Morel no está
enamorado ni de Dora ni de Faustine, debe estarlo de ella.
La mujer vieja
Siempre está en compañía de Dora, probablemente sean parientes. La noche del
discurso de Morel, ella está borracha. A pesar de esto, el fugitivo considera que
ella puede ser el amor del que Morel habla, si es que no está enamorado de
alguna otra de las mujeres.
Haynes
Cuando Morel va a dar su discurso él está dormido. Dora dice que está en la
habitación de Faustine y que no será posible sacarlo de ahí. Morel se vé forzado a
hablar sin su presencia.
Stoever
Es uno de los que se da cuenta de que todos van a morir mientras Morel da su
discurso. Cuando increpa a Morel y éste se retira de la habitación, los demás
miembros del grupo no le permiten ir tras él. Luego se calma pero el fanatismo del
grupo hacia Morel prevalece sobre su instinto de supervivencia.
Temas principales[editar]
Inmortalidad
Dentro de los límites del relato, la invención de Morel es la invención de la
inmortalidad espiritual. Tanto Morel como el fugitivo la prefieren antes que a la
inmortalidad física, porque consideran que es la única verdadera: consideran que
la razón por la cual no se ha llegado a alcanzar la inmortalidad es el hecho de que
se ha trabajado solamente en conseguir la inmortalidad centrándose en la idea
primitiva de esta (la física), dejando de lado la que realmente importa: la
inmortalidad de la conciencia
Amor y soledad
Para el fugitivo la soledad representa a la muerte, mientras que el amor representa
la vida. Lo deja claro cuando dice «Ya no estoy muerto, estoy enamorado». Es
posible que los sentimientos de Morel sean parecidos. La muerte puede
representar la soledad para él porque perderá contacto con la gente que ama al
ejecutar su tiránico plan.
Control
El fugitivo se esfuerza inútilmente para volver a tomar control de su vida luego de
su injusto apresamiento. Cuando encuentra un lugar que puede controlar (la isla)
pone en peligro su vida para llegar a ella. Pero desafortunadamente la isla es
propiedad de Morel en todo sentido, y el fugitivo se esfuerza en vano. Su amor por
Faustine renueva su esperanza pero cuando se da cuenta de que esa relación es
imposible se da por vencido y se ilusiona con que algún inventor en el futuro le
otorgue lo que no puede obtener. Por el contrario, Morel es una figura
todopoderosa con total control de su entorno: cuando no puede hacerse con el
amor de su amada, inventa una máquina que la pondrá bajo su control forzándola
a pasar la eternidad junto a él.

Teorías[editar]
En el comienzo de la novela se
menciona que piratas japoneses
hacen naufragar a un barco, este
barco puede llegar a ser el barco de
Morel. ¨Ni los piratas chinos, ni el
barco pintado de blanco del Instituto
Rockefeller la tocan. Es el foco de
una enfermedad, aún misteriosa, que
mata de afuera para adentro. Caen
las uñas, el pelo, se mueren la piel y
las córneas de los ojos, y el cuerpo
vive ocho, quince días. Los
tripulantes de un vapor que había
fondeado en la isla estaban
despellejados, calvos, sin uñas —
todos muertos—, cuando los
encontró el crucero japonés Namura.
El vapor fue hundido a cañonazos¨
La enfermedad que da muerte al
protagonista y al resto de personajes,
es causada por radiación, los
síntomas de la enfermedad descrita
en el libro es similar a los síntomas
de la radiación.

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