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Resumen

Encíclica Humanae Vitae del Papa Pablo VI

Esta encíclica está dirigida a todos los hombres de buena voluntad y trata
sobre la regulación de la natalidad. La transmisión de la vida humana ha sido
siempre para los esposos, como colaboradores libres y responsables de Dios
Creador. Ante los cambios sociales que transforman la sociedad y las nuevas
cuestiones que han surgido, la Iglesia no ignora esta materia relacionada con la
vida y la felicidad de los hombres.
En la encíclica HV se explica el rápido desarrollo demográfico y la tentación de
algunas autoridades de oponer a los peligros medidas radicales. En la encíclica
se hace esta pregunta: ¿No sería indicado revisar las normas éticas hasta
ahora vigentes, como una fecundidad menos exuberante pero más racional y
voluntaria con un control lícito y prudente de los nacimientos?
El amor conyugal es ante todo plenamente humano, sensible y espiritual al
mismo tiempo. Es un amor total, una forma singular de amistad personal en la
que los esposos comparten generosamente todo gozosos de poderse
enriquecer con el don de sí. Es un amor fiel y exclusivo hasta la muerte,
asumido libremente, fidelidad que es siempre posible, noble y meritoria,
manantial de felicidad profunda y duradera. Es un amor fecundo, que además
de la comunión de los esposos se prolonga suscitando nuevas vidas, con la
procreación y la educación de la prole, pues los hijos son el don más excelente
del matrimonio y contribuyen al bien de los propios padres.
En el respeto a la naturaleza y la finalidad del acto matrimonial, los esposos se
unen en casta intimidad, y a través de los cuales se transmite la vida humana,
con actos honestos y dignos, que no dejan de ser legítimos si por causas
independientes de la voluntad de los cónyuges se prevén infecundos, porque
continúan ordenados a expresar y consolidar su unión. Dios ha dispuesto con
sabiduría leyes y ritmos naturales de fecundidad que por sí mismos distancian
los nacimientos. La Iglesia, exigiendo que los hombres observen las normas de
la ley natural interpretada en su constante doctrina, enseña que cualquier acto
matrimonial debe quedar abierto a la transmisión de la vida.
Con el llamamiento final a los hermanos, hijos y hombres de buena voluntad, a
observar la moral con inteligencia y amor, ya que el hombre no puede hallar la
verdadera felicidad más que en el respeto de las leyes grabadas por Dios en su
naturaleza
La encíclica, que el mismo Papa Francisco en 2014 llamó profética (Bagnasco,
2015), y que fue cuestionada dentro y fuera de la Iglesia, como el mismo Beato
Pablo VI intuyó en la propia encíclica, sigue teniendo una validez actual
indiscutible en nuestro tiempo.

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