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Resumen Civil II - Catedra Muller Año 2019

Civil II (Universidad Nacional del Litoral)

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BOLILLA 1
Relación Jurídica
Es todo vínculo entre dos o más sujetos con relación a determinados bienes o intereses,
orgánicamente regulado por el derecho, nacido de un determinado hecho definido por las normas
jurídicas. Su objeto son ciertas prestaciones de dar, hacer o no hacer, garantizadas por la
aplicación de una sanción.
Se clasifican según su contenido en:
 PATRIMONIALES: aquellos que tienen un valor pecuniario. A su vez pueden ser:
- Derechos Reales: son los que se ejercen directamente sobre las cosas, vale decir, que
importan una relación directa e inmediata entre el titular del derecho y la cosa objeto de él.
- Derechos Personales: Son aquellos que establecen relaciones entre personas determinadas,
en razón de las cuales el respectivo titular puede exigir de alguien la prestación debida. Se
llaman también derechos creditorios u obligaciones.
- Derechos Intelectuales: el derecho que tiene el autor de una obra científica, literaria o
artística para disponer de ella y explotarla económicamente por cualquier medio.

 EXTRAPATRIMONIALES: derechos no tienen, por si, significación pecuniaria, y por tanto no


integran el patrimonio del deudor. A su vez pueden ser:
- Derechos Personalísimos: refieren a la persona en sí misma. Derechos innatos del hombre
cuya privación importaría el aniquilamiento o desmedro de su personalidad, tales como el
derecho a la vida, salud, libertad, honor, etc.
- Derechos de Familia: conferidos al titular en razón de su carácter de miembro de una familia.
También pueden clasificarse según el sujeto pasivo en:
 ABSOLUTOS: son oponibles erga omnes.
- Derechos Personalísimos
- Derechos Reales
- Derechos intelectuales

 RELATIVOS: solo se oponen a ciertas personas.


-Derechos Personales
-Derechos de Familia
Obligación (art. 724)
La obligación es una relación jurídica, es decir una relación humana regulada por el derecho, en
virtud de la cual el acreedor tiene el derecho a exigir del deudor una prestación destina a
satisfacer un interés lícito y, ante el incumplimiento, a obtener forzadamente la satisfacción de
dicho interés.
Definiciones antiguas
En la antigua Roma, la obligación era considerada como un vínculo estrictamente personal que
permitía al acreedor ejercer poderes efectivos sobre la persona del deudor. Su derecho era
bastante parecido al de propiedad, sólo que se ejercía sobre la persona del deudor, que más que
sujeto pasivo de la relación jurídica era su objeto. Con el paso del tiempo, esa potestad se
transformó en un poder limitado a la agresión patrimonial, siendo que los bienes del deudor
pasaron a respaldar el pago de la deuda.
Se propusieron variadas definiciones de la obligación a lo largo del tiempo, que fueron
evidenciando la evolución de los enfoques a su respecto. Así, por ejemplo, de acuerdo a las

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Institutas de Justiniano (cuyo antecedente inicial se remonta al jurista Gayo, en el siglo II), se
consideraba que "La obligación es un vínculo jurídico que nos constriñe a pagar algo a otro,
según el derecho civil".
Más modernamente, en Europa, se definió a la obligación como una relación jurídica, en virtud de
la que una persona determinada llamada deudor, está vinculada a un comportamiento
patrimonialmente valorable para satisfacer un interés, aunque no sea patrimonial, de otra persona
determinada, llamada acreedor, que tiene derecho al comportamiento por parte de la primera
(Giorgianni).
Desde una posición más objetiva, atendiendo esencialmente al cumplimiento en sí y a la
satisfacción del acreedor, se sostuvo que la obligación era una relación jurídica patrimonial entre
dos personas, en virtud de la cual, una de ellas (deudor) es responsable para con la otra
(acreedor) de que se verifique un acontecimiento determinado que por lo general es debido por el
deudor (Betti).
Naturaleza jurídica
a) Teoría Subjetiva: sostenida por Savigny, entiende que la obligación es una potestad del
acreedor ejercida sobre un hecho del deudor.

b) Teoría Objetiva: basada en las ideas de Ihering, entiende que la obligación es un título a
una prestación-relación de patrimonios. Para Ihering, el ordenamiento jurídico protege el
interés del acreedor en que se cumpla la prestación. El crédito sería el título que permitiría
lograr esa prestación.

c) Teoría Bipolar: (o del vínculo jurídico complejo) entiende que la facultad es un deber-facultad.
Por un lado, el deber del deudor de cumplir con la prestación; y por el otro la facultad del
acreedor de recurrir a los medios legales para satisfacer su interés.

Relaciones jurídicas intermedias (situaciones intermedias entre el derecho real y la obligación)


Las obligaciones Propter Rem o ambulatorias son obligaciones a causa de la cosa. Es decir,
aquellas obligaciones que pesan sobre quien es actualmente dueño o poseedor de la cosa
determinada. La obligación viaja o ambula junto con la cosa a la cual accede. Tiene notas
comunes al derecho crediticio y del derecho real. Se asemeja a la obligación porque el deudor no
responde solo con la cosa en razón de la cual nace la obligación Propter Rem, sino con todo su
patrimonio. Sin embargo, se asemeja al derecho real debido a que se transmite con la cosa.
Por ejemplo: ocurre en la obligación de condómino de pagar proporcionalmente los gastos de la
cosa común, en el crédito por medianería, en las expensas, etc.
Elementos de la obligación
SUJETOS
Se denomina sujetos de la obligación a las personas humanas o jurídicas entre quienes se
establece el vínculo obligacional. Podemos encontrar a los sujetos:
-Activos (acreedores): aquellas personas que tienen el derecho a exigir la prestación.
-Pasivos (deudores): aquellas personas que deben cumplir la prestación.
También pueden ser únicos o múltiples. Determinado o determinables.
-Determinación posterior del acreedor: cheques y otros títulos al portador.

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-Determinación posterior del deudor: obligaciones propter rem.


Capacidad
Desde la ley 26.579, a partir de los 18 años se es mayor de edad y se tiene plena capacidad para
ejercer sus derechos (capacidad de ejercicio – Art.25). Además, el art. 24 establece los incapaces
de ejercicio.
Respecto a los menores, el CCyC establece un sistema de adquisición de la capacidad de
ejercicio en forma gradual y flexible según la edad y grado de madurez del menor. Así tenemos
menores que no cuentan con la edad y grado de madurez suficiente, los cuales no pueden ejercer
por sí mismos sus derechos y lo hacen por medio de sus representantes legales y los menores
que sí cuentan con la edad y grado de madurez suficiente que podrán ejercer por sí mismos los
actos que les son permitidos por el ordenamiento jurídico. Si falta la capacidad de derecho para
un determinado acto, dicho acto es de nulidad absoluta, no podrá sanearse. Si falta la capacidad
de ejercicio (capacidad de hecho), el acto es de nulidad relativa, podrá confirmarse.
EL VÍNCULO JURÍDICO
Se manifiesta por la sujeción del deudor a ciertos poderes del acreedor, que constriñe al
deudor a cierto comportamiento concreto, la prestación. En caso de no llevarla a cabo, el deudor
soporta los poderes de agresión patrimonial del acreedor.
El vínculo se manifiesta en dos aspectos, pues da derecho al acreedor para ejercer una acción
tendiente a obtener el cumplimiento y para oponer una excepción tendiente a repeler una
demanda de repetición. Aunque no hasta coerción efectiva, la relación jurídica obligacional es
coercible.
Existen diversas atenuaciones del vínculo, como el favor debitoris (presunción favorable al deudor
en caso de duda acerca de si está o no obligado), la exclusión de los poderes del acreedor
respecto de determinados bienes que integran el patrimonio del deudor, límites temporales o
prescripciones, la abdicación (renuncia) de una limitada esfera de libertad por parte del deudor
etc…
El débito y la responsabilidad: la coacción
El pandectismo Alemán del Diglo XIX, a partir de Brinz y Von Amira, comenzó a formular la
distinción mencionada. Esta doctrina halló su raíz en el Derecho Romano, a través de la
correspondencia entre el deber de cumplir (deuda) y la posibilidad de sujetar a la persona misma
del deudor (responsabilidad). Más tarde la ejecución solo pudo ser llevada a cabo en el
patrimonio, no sobre la persona del obligado, de manera que la relación de responsabilidad se
tornó patrimonial.
En un primer momento encontramos una relación de deuda en la cual el acreedor tiene una
expectativa a la prestación (cumplimiento).
Y en una segunda instancia en la que, de no verificarse el pago de la deuda, se habilita al
acreedor a obtener la satisfacción de dicho interés forzadamente o por medio de una
indemnización. Esta segunda es una relación de responsabilidad, el acreedor tiene poderes
dirigidos a obtener su satisfacción, que recaen sobre el patrimonio del deudor. El acreedor está
investido de un poder de agresión que consiste en la facultad de emplear las vías legales
tendientes a obtener la ejecución específica de los debido, o un equivalente indemnizatorio.
EL OBJETO
Se define al objeto es el bien apetecible para el acreedor; este objeto es identificable con lo que el
art.724 denomina “interés”. Por ejemplo: en una obligación de hacer, la prestación sería la

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actividad que debe desplegar el deudor para obtener el resultado pretendido por el acreedor, este
resultado será el objeto.
En la obligación, el contenido es denominado “prestación”, la misma constituye un plan de
conducta futura del deudor que responde al interés del acreedor. Dichas prestaciones pueden ser:
 POSITIVAS: realización de una conducta
- reales: obligación de dar
- personales: obligación de hacer
 NEGATIVAS: abstención de una conducta (de no hacer)
Requisitos de la prestación (art. 725)
La prestación que constituye el objeto de la obligación debe ser
- material y jurídicamente posible. La posibilidad necesaria para que la obligación nazca es la
existente al momento de su nacimiento. Si posteriormente la prestación se vuelve imposible, la
obligación se extingue. La posibilidad debe ser objetiva (no dependiente de las circunstancias
personales del deudor), definitiva y absoluta (que impida el cumplimiento de manera
irreversible). Las imposibilidades subjetiva, temporaria o reversible no obstan al nacimiento,
sin perjuicio de considerarlas impedimento si tales circunstancias frustran el interés del
acreedor de modo definitivo.
- Lícita: la prestación no debe contrariar el ordenamiento jurídico en su totalidad. La invocación
de la ilicitud de la conducta debe ser realizada por el deudor y corre a su cargo la prueba.
- Determinada o determinable
- Susceptible de valoración económica: lo que el deudor deba dar, hacer o no hacer siempre
debe tener un valor económico. Si la prestación careciera de valor económico la obligación no
entraría al patrimonio del acreedor.
- Debe corresponder a un interés patrimonial o extrapatrimonial del acreedor.
CAUSA
En este caso nos referimos a la causa-fuente que es el hecho que da origen a la obligación. No
hay obligación sin causa, es decir, sin que derive de algún hecho idóneo para producirla, de
conformidad con el ordenamiento jurídico (art. 726).
El CCC reconoce que la causa pueden ser hechos jurídicos (cualquier acontecimiento al que el
ordenamiento jurídico le otorga capacidad jurígena de derechos), simples actos lícitos (acción
voluntaria no prohibida por la ley de la que resultan relaciones jurídicas) o actos jurídicos (hechos
voluntarios lícitos que tienen por fin inmediato la creación de relaciones). El hecho o acto que
generó la obligación no debe estar prohibido por el Derecho.
Clasificación de las fuentes, su evolución
Ante la necesidad de determinar cuáles podían ser las causas fuentes que daban origen a las
obligaciones, surgieron diversos criterios y clasificaciones:
 Clasificación clásica (Derecho Romano): reconocían 4 fuentes;
a) El contrato
b) El cuasicontrato
c) El delito
d) El cuasidelito

 Los glosadores: le agregaron a la clasificación romana, la ley.

 Fuentes modernas: aparte de las fuentes vistas, la doctrina suele aceptar otras fuentes;

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a) El enriquecimiento sin causa: se da cuando una persona incrementa su patrimonio en


detrimento de otra sin que exista una causa lícita que lo justifique (art. 1794). El
perjudicado ejerce una acción “in rem verso” que es “volver las cosas al estado anterior”.
b) La voluntad unilateral: se da cuando una persona por su exclusiva voluntad crea una
obligación y se constituye en deudor de una prestación a favor de otra persona en ese
momento desconocida (ejemplo: promesa de recompensa a favor de quien encuentre la
cosa extraviada).
c) Abuso del derecho: cuando alguien ejerciendo un derecho, lo hace abusivamente,
ocasionando un perjuicio a otra persona (art. 10).
d) La responsabilidad civil (art. 1708 y sgts.)
e) La gestión de negocios (art. 1781)
f) El empleo útil (art.17911)

Prueba de la existencia de la obligación y presunción de causa legítima (art. 727)


La existencia de la obligación no se presume. A causa de esto, el acreedor debe probar que es
titular de un derecho personal. El Código determina el principio de interpretación a favor del
deudor (favor debitoris). Ante una relación en la cual existan dudas sobre la existencia de deberes
de conducta con contenido patrimonial de una persona a favor de otra, debe interpretarse como
que no existe obligación.
La interpretación respecto de la existencia y extensión de la obligación es restrictiva, si hay dudas
sobre la extensión de los deberes del deudor o los derechos del acreedor, debe estarse siempre
por la interpretación más favorable al deudor, es decir, a su liberación.
Probada la obligación, se presume que nace de fuente legítima mientras no se acredite lo
contrario. La carga de la prueba corresponde a quien alegue lo contrario, es decir, el deudor.
El deber moral (art. 728)
Lo entregado en cumplimiento de deberes morales o de conciencia es irrepetible.
El código derogado definía las obligaciones naturales o morales como aquellas que, fundadas en
el derecho natural y la equidad, no confieren acción para exigir su cumplimiento, pero que,
cumplidas por el deudor, autorizan a retener lo que se ha dado por razón de ellas.
Buena fe (art. 729)
Deudor y acreedor deben obrar con cuidado, previsión y según las exigencias de la buena fe. Se
trata en esta ocasión de la buena fe lealtad como principio general del ejercicio de los derechos.
El Código establece en diversas normas el principio general de que los derechos reconocidos a
cada persona deben ser ejercidos de buena fe, aludiendo a la necesidad de que las partes
ejerzan sus derechos de manera correcta y leal (buena fe lealtad).
El principio de la buena fe crea un estándar abierto de conducta exigible a las partes de la
obligación, cuya determinación en el caso concreto queda diferida a quienes deban decidir la
cuestión litigiosa que se presenta. El obligado que actúa de buena fe prevé las consecuencias
posibles de su conducta, de manera de cumplir acabadamente con el deber prestacional debido y
evitar causar daños. Quien así no actúa no obra conforme a la buena fe, su conducta es
antijurídica y se expone a las sanciones legales o convencionales que correspondan.
La unificación de las obligaciones civiles y comerciales
Ambos derechos son complementarios el uno del otro, el D. Comercial puede considerarse como
subdivisión del D. Civil. Ambos son partes del Derecho Priva, es decir que en sis relaciones existe
por lo menos un interés de algún particular.

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Con la sanción del CCyC se unifica la legislación civil y comercial que se concentra en la teoría
general de las obligaciones y los contratos y en la inclusión en el cuerpo del Código de algunos
contratos típicos. Esto se debe a la gran relación de ambos, ya que las dos ramas regulan las
relaciones de los individuos, ya sea con otros individuos o con los bienes.
Como una consecuencia natural de la unificación el CCyC exige que instituciones que se
encontraban duplicadas se regulen de acuerdo con criterios predominantemente “civiles” o
“comerciales”.
Derecho de crédito y derecho real
 Criterio monista: es el que asimila el derecho real con la obligación. Por ejemplo, surgió una
teoría que explicaba el derecho real como una obligación pasivamente universal. Una de las
críticas a esta teoría consiste en que la oponibilidad erga omnes es propia de todos los
derechos subjetivos, y no solo de los derechos reales.
 Criterio dualista: es el que admite y señala las diferencias entre el derecho real y la
obligación:

DERECHOS REALES DERECHOS CREDITORIOS


Otorgan poder sobre una cosa determinada Crean una relación jurídica que une a dos
personas y por la cual el acreedor puede exigir
la prestación debida
Elementos: Elementos:
-titular -Acreedor
-la cosa -Deudor
-Objeto
-Causa
-Vínculo Jurídico
Absolutos Relativos
Creados exclusivamente por la ley (limitados) Creados, por lo general, por los particulares.
También pueden derivar de la ley y de hechos
ilícitos (ilimitados)
Confieren al titular derecho de preferencia y de No conceden estos derechos
persecución
No están sujetos a prescripción liberatoria Están sujetos a prescripción liberatoria
Están sujetos a prescripción adquisitiva No están sujetos a prescripción adquisitiva
(usucapión)

La obligación importa una situación excepcional que incide sobre el patrimonio del deudor
obligado. La diferencia entre ambos tipos de derechos consiste en que la abstención impuesta por
la existencia de un derecho real no disminuye las facultades de otras personas, requiriendo
solamente que no dañen al titular del derecho y quedando todos sus derechos intactos. Por el
contrario, la abstención que constituye el objeto del derecho de crédito, cuando la obligación es
de no hacer, disminuye sobre un punto concreto las facultades legales del deudor: su obligación
le impide hacer una cosa que le sería permitida según el Derecho común. La existencia de un
derecho de crédito constituye siempre una carga excepcional para el deudor.

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BOLILLA 2
Otras fuentes de la Obligación
 GESTIÓN DE NEGOCIOS (art. 1781 y sigs)
Hay gestión de negocios cuando una persona (Gestor) asume oficiosamente la gestión de un
negocio de otro (Dueño del negocio) por un motivo razonable (ej: evitarle daños), sin intención de
hacer una liberalidad y sin estar autorizada ni obligada convencional o legalmente.
Requisitos:
- Realización útil de un negocio lícito ajeno
- Ausencia de una liberalidad, no debe tratarse de un caso de disposición de la propia actividad
a favor de otro, queriendo no obtener nada a cambio.
- Falta de autorización, mandato o representación legal, no se basa en acuerdos entre las
partes, sino que la actividad debe realizarse a instancias del gestor.
- Motivación razonable (equidad, justicia)
- Falta de prohibición del gestionado
Obligaciones del gestor
Frente al dueño del negocio (art. 1782)
a) Avisar sin demora al dueño del negocio que asumió la gestión, y aguarda su respuesta,
siempre que la espera no resulte perjudicial;
b) Actuar conforme a la conveniencia y a la intención, real o presunta, del dueño del negocio;
c) Continuar la gestión hasta que el dueño del negocio tenga posibilidad de asumirla por sí
mismo o, en su caso, hasta concluirla;
d) Proporcionar al dueño del negocio información adecuada respecto de la gestión;
e) Una vez concluida la gestión, rendir cuentas al dueño del negocio.
Frente a terceros (art. 1784)
El gestor queda personalmente obligado frente a terceros. Sólo se liberal si el dueño del negocio
ratifica su gestión, o asume sus obligaciones; y siempre que ello no afecto a terceros de buena fe.
Obligaciones del dueño del negocio (art. 1785)

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Si la gestión es conducida útilmente, el dueño del negocio está obligado frente al gestor, aunque
la ventaja que debía resultar no se haya producido, o haya cesado, a:
a) Reembolsarle el valor de los gastos necesarios y útiles, con los intereses legales desde el día
en que fueron hechos;
b) Liberarlo de las obligaciones personales que haya contraído a causa de la gestión;
c) Repararle los daños que, por causas ajenas a su responsabilidad, haya sufrido en el ejercicio
de la gestión;
d) Remunerarlo, si la gestión corresponde al ejercicio de su actividad profesional o si es
equitativo en las circunstancias del caso.
Responsabilidad del gestor
Por culpa (art.1786)
El gestor es responsable ante el dueño del negocio por el daño que le haya causado por su culpa.
Su diligencia se aprecia con referencia concreta a su actuación en los asuntos propios; son
pautas a considerar, entre otras, si se trata de una gestión urgente, si procura librar al dueño del
negocio de un perjuicio, y si actúa por motivos de amistad o de afección.
Por caso fortuito (art. 1787)
El gestor es responsable, aun del daño que resulte por caso fortuito, si:
a) Actúa contra la voluntad expresa del dueño del negocio;
b) Si emprende actividades arriesgadas, ajenas a las habituales del dueño del negocio;
c) Si pospone el interés del dueño del negocio frente a uno suyo;
d) Si no tiene las aptitudes necesarias para el negocio, o su intervención impide la de otra
persona más idónea;
Excepto en cuanto la gestión le haya sido útil a aquel.
Solidaria (art. 1788)
Son solidariamente responsables:
a) Los gestores que asumen conjuntamente el negocio ajeno, frente al gestionado y frente a
terceros;
b) Los varios dueños del negocio, frente al gestor.
Ratificación (art. 1789)
El dueño del negocio queda obligado frente a terceros por los actos cumplidos en su nombre si:
a) Ratifica la gestión. La ratificación es un acto jurídico unilateral por intermedio del cual el
gestionado convalida la actuación del gestor;
b) Asume las obligaciones del gestor. Con excepción de terceros de buena fe que se vean
afectados por aquel acto (art.1784);
c) La gestión es útilmente conducida. Es decir que es llevada de manera diligente y eficaz.
Aplicación de las normas de mandato
Las normas del mandato se aplican supletoriamente a la gestión de negocios.
Si el dueño del negocio ratifica la gestión, aunque el gestor crea hacer un negocio propio, se
producen los efectos del mandato, entre partes y respecto a terceros, desde el día en que aquella
comenzó.
Conclusión de la gestión (art. 1783)

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a) Cuando el dueño le prohíbe al gestor continuar actuando. El gestor, sin embargo, puede
continuarla, bajo su responsabilidad, en la medida en que lo haga por un interés propio. No
podrá generar un recupero baja la figura de gestión de negocio, en todo caso si de
enriquecimiento sin causa.
La oposición del dueño resultara ineficaz cuando:
- Cuando el gestor tiene un interés legítimo en la gestión;
- Cuando sin la realización del negocio no habría podido cumplirse oportunamente un deber
impuesto al dueño por razones de orden público;
- Cuando se impone por graves consideraciones morales (ej: evitar el suicidio).

b) Cuando el negocio concluye.

 EMPLEO ÚTIL (art. 19791 y sigs.)


Quien sin ser gestor de negocios, ni mandatario, realiza un gasto, en interés total o parcialmente
ajeno, tiene derecho a que le sea reembolsado su valor, en cuanto haya resultado de utilidad,
aunque después ésta llegue a cesar.
Se refiere a un gasto y no a una administración. Es un gasto que realiza una persona y que
tendrá esta figura para reclamar que se le devuelva el dinero gastado. El fundamento de este
instituto es el enriquecimiento sin causa (subespecie) en el que estaría inmerso el beneficiario del
gasto realizado.
El gasto no solo puede repercutir en el patrimonio del beneficiario, sino que también se puede
referir a la persona del enriquecido (se brinda asistencia o alimentos por necesidad, sin tener el
deber legal).
El reembolso incluye los intereses desde la fecha en que el gasto se efectuó.
Ejemplos:
-Gastos funerarios
-El dueño de una finca adquiere tecnología para riego y al aplicarla logra administrar agua
suficiente para sus plantaciones y las de su vecino, podrá reclamar el reembolso, Ellos será así
aunque su intención hubiere sido hacer una inversión en su propio interés.
Requisitos
1) La persona debe actuar sin ser gestor de negocios, ni mandatario;
2) Que se realice un gasto, cuyo interés debe ser total o parcialmente ajeno;
3) Que represente alguna utilidad para el beneficiario.
Gastos funerarios (art. 1792)
Están comprometidos en el empleo útil (art. 1791), los gastos funerarios que tienen relación
razonable con las circunstancias de la persona y los usos del lugar. Siempre y cuando sean
hechos por una persona no obligada a hacerlo.
La cuantía del reembolso surgirá del parámetro de la circunstancia de la persona y los usos del
lugar, es decir que, la persona que realizó la erogación deberá demostrar los gastos que hizo, las
sumas abonadas de manera detallada, la importancia de cada uno de los rubros abonados, la
fortuna del difunto y los usos del lugar. Así, todo gasto que esté por encima de este parámetro
deberá ser solventada por quien hizo este desembolso.
 ENRIQUESIMIENTO SIN CAUSA (art. 1794 y sigs)

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Toda persona que sin una causa lícita se enriquezca a expensas de otro, está obligada, en la
medida de su beneficio, a resarcir el detrimento patrimonial del empobrecido. Si el
enriquecimiento consiste en la incorporación a su patrimonio de un bien determinado, debe
restituirlo si subsiste en su poder al tiempo de la demanda.
Requisitos:
1) Enriquecimiento. Toda ventaja, utilidad o provecho apreciable en dinero. Puede ser un
ingreso, una revalorización, una disminución del pasivo o cuando se evita una disminución del
activo.
2) Empobrecimiento. Mermas causadas por el egreso de bienes del patrimonio, así como
también el no ingreso.
3) Ausencia de una causa lícita. El enriquecido carece de un título justificativo que le permita
mantener el bien en su patrimonio.
4) Inexistencia de otra acción. El empobrecido no debe tener otra vía de derecho a su disposición
para obtener la debida indemnización de su perjuicio.
Improcedencia de la acción (art. 1795)
La acción no es procedente su el ordenamiento jurídico concede al damnificado otra acción para
obtener la reparación del empobrecimiento.
La “actio in rem verso” se identifica con la idea de volver las cosas al estado anterior persiguiendo
el restablecimiento del equilibrio patrimonial y se considera de carácter residual.
Puede ser interpuesta por el empobrecido, sus sucesores e incluso los acreedores a través de la
vía de acción subrogatoria, siempre y cuando no exista otra vía adecuada para reclamar el
reembolso.
Pago indebido
Está regulado como una especie del enriquecimiento sin causa. Se produce cuando el pago
efectuado carece de fundamentos, y por lo tanto no produce efectos extintivos, pues no existe
obligación antecedente de restituir, a cargo de quien recibió la prestación. En estos casos quien
hizo el desembolso tiene derecho a “repetir el pago”, es decir, que le devuelvan lo que pagó.
Casos (art. 1796)
El pago es repetible si:
a) la causa del deber no existe, no subsiste, porque no hay obligación válida; esa causa deja de
existir; o es realizado en consideración a una causa futura que no se va a producir;
b) paga quien no está obligado, o no lo está en los alcances en que paga, a menos que lo haga
como tercero;
c) recibe el pago quien no es acreedor, a menos que se entregue como liberalidad;}
d) la causa del pago es ilícita o inmoral;
e) El pago es obtenido por medios ilícitos.
Irrelevancia del error (art. 1797)
La repetición del pago no está sujeta a que haya sido hecho con error.
Alcances de la repetición (art. 1799)
La repetición obliga a restituir lo recibido, conforma las reglas de las obligaciones de dar para
restituir (art 759 y ss).
Situaciones especiales (art. 1799)

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En particular:
a) La restitución a cargo de una persona incapaz o con capacidad restringida no puede exigir
el provecho que haya obtenido;
b) En el caso del inciso b) del art. 1796, la restitución no procede si el acreedor, de buena fe,
se priva de su título, o renuncia a las garantías; quien realiza el pago tiene subrogación
legal en los derechos de aquél;
c) En el caso del inciso d) del art. 1796, la parte que no actúa con torpeza tiene derecho a la
restitución; si ambas partes actúan torpemente, el crédito tiene el mismo destino que las
herencias vacantes (será beneficiario el Estado Argentino, la CABA o la provincia donde el
pago se realiza).

 DECLARACIÓN UNILATERAL DE LA VOLUNTAD (art. 1800 y sigs)


Consiste en el poder de la sola voluntad del deudor para crearse obligaciones a su cargo
perfectamente válidas y exigibles, antes de la concurrencia de la voluntad del acreedor. La
obligación surgirá cuando se emita la declaración.

Regla general (art. 1800)


La declaración unilateral de voluntad causa una obligación jurídicamente exigible en los casos
previstos por la ley o por los usos y costumbres. Se le aplican subsidiariamente las normas
relativas a los contratos (art. 957 y ss).
Reconocimiento y promesa de pago (art. 1801)
La promesa de pago de una obligación realizada unilateralmente hace presumir la existencia de
una fuente válida, excepto prueba en contrario. Para el reconocimiento se aplica el art. 733.
El reconocimiento es el acto jurídico unilateral por el cual alguien admite que se encuentra
obligado con respecto a otra persona. Es irrevocable.
 Cartas de crédito (art. 1802)
Las cartas de crédito son un instrumento comercial en virtud de las cuales, el banco o una entidad
financiera por cuenta y orden de un cliente se obliga a pagar a un tercero una suma de dinero en
la medida que se cumplan los términos y las condiciones contenidas en la carta crédito.
Las obligaciones que resultan para el emisor o confirmantes (banco o entidad financiera) de las
cartas de crédito emitidas por banco u otras entidades autorizadas son declaraciones unilaterales
de voluntad. En estos casos puede utilizarse cualquier clase de instrumento particular.
Es una figura muy utilizada para la compraventa internacional, entre otras funciones.
 Promesa pública de recompensa (art. 1803 y sigs)
Es una declaración unilateral de voluntad mediante la cual una persona se obliga a cumplir una
prestación a favor de la persona que, entre muchas, obtenga un determinado resultado o preste
un cierto servicio, generalmente de índole afectiva o extrapatrimonial.
Elementos:
-Promesa
-Publicidad

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-Indeterminación del sujeto


-Obligatoriedad
Obligatoriedad (art. 1803)
El que mediante anuncios público promete recompensar, con una prestación pecuniaria o una
distinción, a quien ejecute determinado acto, cumpla determinados requisitos o se encuentre en
cierta situación, queda obligado por esa promesa desde el momento en que llega a conocimiento
del público.
Plazo expreso o tácito (art. 1804)
La promesa formulada sin plazo, expreso ni tácito, caduca dentro del plazo de seis meses del
último acto de publicidad, si nadie comunica al promitente el acaecimiento del hecho o de la
situación prevista.
Para que proceda recompensa, no basta que el acaecimiento del hecho se produzca antes de
cumplirse los seis meses, sino que es necesario que el promitente se encuentre notificado con
anterioridad al vencimiento del plazo de caducidad.

Revocación (art. 1805)


La promesa sin plazo puede ser retractada en todo tiempo por el promitente. Si tiene plazo, sólo
puede revocarse antes del vencimiento, con justa causa.
En ambos casos, la revocación surte efecto desde que es hecha pública por un medio de
publicidad idéntico o equivalente al utilizado para la promesa. Es inoponible a quien ha efectuado
el hecho o verificado la situación prevista antes del primer acto de publicidad de la revocación.
Atribución de la recompensa. Cooperación de varias personas (art. 1806)
Si varias personas acreditan por separado el cumplimiento del hecho, los requisitos o la situación
previstos en la promesa, la recompensa corresponde a quien primero lo ha comunicado al
promitente de forma fehaciente.
Si la notificación es simultánea, el promitente debe distribuir la recompensa en partes iguales; si
la prestación es indivisible, la debe atribuir por sorteo.
Si varias personas contribuyen a un mismo resultado, se aplica lo que los contribuyentes han
convenido y puesto en conocimiento del promitente por medio fehaciente. A falta de notificación
de convenio unánime, el promitente entrega lo prometido en partes iguales a todos y, si es
indivisible, los atribuye por sorteo; sin perjuicio de las acciones entre los contribuyentes, las que
en todos los casos se dirimen por amigables componedores.
 Concurso público (art. 1807 y sigs)
Se trata de una promesa dirigida a quienes reúnen determinadas condiciones, y que realizan
trabajos artísticos, científicos, literarios, etc; les permite acceder a becas de estudio, bienes,
cargos etc. Es un supuesto de declaración de voluntad donde es promitente se obliga a premiar a
quien resulte vencedor de acuerdo a las condiciones exigidas.
La promesa de recompensa al vencedor de un concurso, requiere para su validez que el anuncio
respectivo contenga el plazo de presentación de los interesados y de realización de los trabajos
previstos.
El dictamen del jurado designado en los anuncios obliga a los interesados. A falta de designación
se entiende que la adjudicación del premio queda reservada al promitente.

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El promitente no puede exigir la cesión de los derechos pecuniarios sobre la obra premiada si esa
transmisión no fue prevista en las bases del concurso.
Destinatarios (art. 1808)
La promesa referida en el art. 1807 (concurso público) puede ser efectuada respecto de cualquier
persona o personas determinadas por ciertas calidades que deben ser claramente anunciadas.
No pueden efectuarse llamados que realicen diferencias arbitrarias por raza, sexo, religión,
ideología, nacionalidad, opinión política o gremial, posición económica o social, o basadas en otra
discriminación ilegal (relacionado con art. 43 CN “acción de amparo”).
Dictamen del jurado (art. 1809)
El dictamen del jurado obliga a los interesados. Si el jurado decide que todos o varios de los
concursantes tienen el mismo mérito, el premio es distribuido en partes iguales entre los
designados. Si el premio es indivisible, se adjudica por sorteo.
El jurado puede declarar desierto, es decir que ninguno cumple con los requisitos y por lo tanto
ninguno gana, cualquiera de los premios llamados a concurso.

 Garantías unilaterales (art. 1810 y sigs)


Constituyen un instrumento que contiene una declaración unilateral de voluntad a través de la
cual una persona con una sólida posición financiera, denominada “garante” (generalmente un
banco o entidad financiera), se obliga a pagar un determinado importe a otra (beneficiario), a
efectos de garantizar la prestación de un tercero (ordenante o principal) a simple demanda del
beneficiario mismo, y, por regla, con renuncia a hacer valer cualquier excepción relativa a la
existencia o valide del vínculo garantido, al cual el garante permanece extraño.
Están regidas por las disposiciones de este Capítulo las llamadas “garantías de cumplimiento a
primera demanda”, “a primer requerimiento” y aquellas en que de cualquier otra manera se
establece que el emisor garantiza el cumplimiento de las obligaciones de otro y se obliga a
pagarlas, o a pagar una suma de dinero u otra prestación determinada, independientemente de
las excepciones o defensas que el ordenante pueda tener, aunque mantenga el derecho de
repetición contra el beneficiario, el ordenante o ambos.
El pago faculta a la promoción de las acciones recursorias correspondientes.
En caso de fraude o abusos manifiestos del beneficiario que surjan de prueba instrumental y otra
de fácil y rápido examen, el garante o el ordenante puede requerir que el juez fije una caución
(Garantía que da una persona del cumplimiento de un pacto, obligación o contrato mediante la
presentación de fiadores, juramento u otra medida) adecuada que el beneficiario debe satisfacer
antes del cobro.
Relaciones jurídicas involucradas:
a) Relación entre el ordenante o principal (deudor) y el beneficiario (acreedor);
b) Relación entre el ordenante y el garante (emisor);
c) Relación entre el garante y el beneficiario.
Acciones recursorias luego del pago:
a) Garante contra ordenante: no es habitual ya que el garante cuenta con una contragarantía
exigida al ordenante previamente. Las contragarantías consisten en una suma líquida de
dinero depositada en una cuenta bancaria abierta por el garante, una prenda de valores
mobiliarios, prenda de mercaderías, etc.

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b) Ordenante contra beneficiario: procede cuando el beneficiario no debió hacer cobrado del
garante. El garante carece de acción pues dado el carácter autónomo y abstracto de la
garantía su legitimación no puede ampararse en el contrato base.
c) Garante contra beneficiario: su procedencia es excepcional en los casos en que el
ordenante no satisfaga la obligación, ni tampoco actúe contra el beneficiario, en estos casos
podrá, el garante, subrogarse en los derechos del ordenante y acciona contra el beneficiario.
Sujetos (art. 1811)
Pueden emitir esta clase de garantías:
a) Las personas jurídicas públicas (art. 146);
b) Las personas jurídicas privadas en las que sus socios, fundadores o integrantes no
responden ilimitadamente (art. 148);
c) En cualquier caso, las entidades financieras y compañías de seguros, y los importadores y
exportadores por operaciones de comercio exterior, sean o no parte directa de ellas.
Quedan excluidas las personas físicas y aquellas personas jurídicas en las que sus integrantes
respondan en forma ilimitada por las deudas del ente. Esto se debe a la necesidad de proteger el
patrimonio de las personas físicas de las consecuencias derivadas de la calidad abstracta de la
garantía que obliga al pago de la prestación son poder cuestionar su procedencia.
Forma (art. 1812)
Las garantías previstas en esta Sección deben constar en instrumento público o privado.
Sin son otorgadas por entidades financieras o compañías de seguros, pueden asumirse también
en cualquier clase de instrumento particular (no firmado).
Cesión de la garantía (art. 1813)
Los derechos del beneficiario emergentes de la garantía no pueden transmitirse separadamente
del contrato o relación con la que la garantía está funcionalmente vinculada, antes de acaecer el
incumplimiento o el plazo que habilita el reclamo contra el emisor, excepto pacto en contrario.
Esta prohibición se funda en la idea de que di media fraude o abuso del beneficiario la acción
recursoria puede recaer en un cesionario insolvente (3ro subadquiriente).
Una vez ocurrido el hecho o vencido el plazo que habilita ese reclamo, los derechos del
beneficiario pueden ser cedidos independientemente de cualquier otra relación. Esto se debe a
que el beneficiario ya no tendrá un derecho a la garantía, sino un derecho a crédito.
Sin perjuicio de ellos, el cesionario queda vinculado a las eventuales acciones de repetición que
puedan corresponder contra el beneficiario según la garantía.
Irrevocabilidad (art. 1814)
La garantía unilateral es irrevocable a menos que se disponga en el acto de su creación que es
revocable. Este principio de irrevocabilidad se debe a favor de la seguridad jurídica del
beneficiario, es fundamental para éste último tener la seguridad de que la garantía exista hasta
que el deudpr cumpla con su prestación.

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BOLILLA 3
Efectos de las obligaciones
Son las consecuencias jurídicas que derivan de la obligación.
Según el tiempo de producción pueden ser:
o Inmediatos: se producen desde el nacimiento de ellas.
o Diferido: quedan suspendidos en el tiempo por la existencia de algún plazo o condición.
 Instantáneo: el efecto se agota de una sola vez, con el cumplimiento de una única prestación.
 Permanente: los efectos se prolongan en el tiempo.
Además, se clasifican en:
PRINCIPALES Normales - cumplimiento voluntario
- cumplimiento forzado
- cumplimiento por un tercero

Anormales - indemnización
SECUNDARIOS Medidas precautorias
Acciones diversas
Efecto de las obligaciones con relación al acreedor (art. 730)
La obligación da derecho al acreedor a:
a) Emplear los medios legales para que el deudor le procure aquello a que se ha obligado;
b) Hacerlo procurar por otro a costas del deudor. No podrá realizarse si se trate de dar cosas
ciertas que se encuentren en el patrimonio del deudor o si se trata de obligaciones de hacer en
las que se han considerado condiciones especiales del deudor;

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c) Obtener del deudor las indemnizaciones correspondientes. Implica la satisfacción del crédito
por el equivalente en los casos en que concurran presupuestos de la responsabilidad civil.
Si el incumplimiento de la obligación, cualquiera sea su fuente, deriva en litigio judicial o arbitral,
la responsabilidad por el pago de las costas, incluidos los honorarios profesionales, de todo tipo,
allí devengados y correspondientes a la primera o única instancia, no debe exceder del 25% del
monto de la sentencia, laudo, transacción o instrumento que ponga fin al diferendo.
Si las regulaciones de honorarios practicadas conforme a las leyes arancelarias o usos locales,
correspondientes a todas las profesiones y especialidades superan dicho porcentaje, el juez debe
proceder a prorratear los montos entre los beneficiarios.
Para el cómputo del porcentaje indicado no se debe tener en cuenta el monto de los honorarios
de los profesionales que han representado, patrocinado o asistido a la parte condenada a costas.
Efectos con relación al deudor (art. 731)
El cumplimiento exacto de la obligación confiere al deudor el derecho a obtener la liberación y el
de rechazar las acciones del acreedor.
Actuación de auxiliares. Principio de equiparación (art. 732)
El incumplimiento de las personas de las que el deudor se sirve para la ejecución de la obligación
se equipara al derivado del propio hecho del obligado.
Reconocimiento de la obligación (art. 733)
El reconocimiento consiste en una manifestación de la voluntad, expresa o tácita, por la que el
deudor admite estar obligado al cumplimiento de una prestación.
En caso de ser tácita debe cumplir con los requisitos del art. 264 y debe resultar de actos por los
cuales se la puede conocer con certidumbre.
Exige establecer la causa de esa obligación, la prestación debida, los datos relativos al tiempo en
que ha nacido la obligación, etc.
Especies de reconocimiento (art.734)
El reconocimiento puede referirse a:
- un título o causa anterior, reconoce una obligación ya existente.
-una promesa autónoma de deuda, una obligación que nace a partir de este reconocimiento
Reconocimiento causal (art. 735)
Si el acto de reconocimiento agrava la prestación original o la modifica en perjuicio del deudor,
debe estarse al título originario, si no hay nueva y lícita causa del deber.
Caracteres:
-Unilateral
-Declarativo
-Irrevocable
Efectos
Constitución del reconocimiento como medio de prueba de la obligación reconocida, y la
interrupción de la prescripción pendiente.

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BOLILLA 4
Acción directa (art. 736 y sigs)
Es la que compete al acreedor para percibir lo que un tercero le debe a su deudor, hasta el
importe de su propio crédito.
Por ejemplo: la sublocación (art. 1216)
Caracteres:
1) El acreedor la ejerce por derecho propio y en su exclusivo beneficio: lo que el acreedor
perciba por la acción ingresa directamente a su patrimonio y no al patrimonio del deudor.
2) El actor sólo puede reclamar hasta el importe de su propio crédito.
3) Es excepcional y de interpretación restrictiva, solo procede en los casos previstos en la ley.
Esto se debe a que es una excepción al principio de que los contratos no benefician ni
perjudican a terceros.
Requisitos (art. 737)
a) Un crédito exigible del acreedor contra su propio deudor;
b) Una deuda correlativa exigible del tercero demandado a favor de su deudor;
c) Homogeneidad de ambos créditos;
d) Ninguno de los créditos debe haber sido objeto de embargo anterior a la promoción de la
acción directa;
e) Citación del deudor a juicio.
Efectos (art. 738)
a) La notificación de la demanda causa el embargo del crédito a favor del demandante;
b) El reclamo solo puede prosperar hasta el monto menor de las dos obligaciones;
c) El tercero demandado puede oponer al progreso de la acción todas las defensas que tenga
contra su propio acreedor y contra el demandante.
d) El monto percibido por el actor ingresa directamente a su patrimonio;

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e) El deudor se libera frente a su acreedor en la medida en que corresponda en función del pago
efectuado por el demandado.
Acción subrogatoria (art. 739 y sigs)
Es la que permite al acreedor de un crédito cierto ejercer los derechos patrimoniales de su deudor
cuando éste es remiso en hacerlo (no actua o los abandona) y esa omisión afecta el cobro de su
acreencia.
El acreedor no goza de preferencia alguna sobre los bienes obtenidos por medio de la acción
subrogatoria. Lo obtenido ingresa al patrimonio del deudor y beeficiará a todos los acreedores.
Se la denomina “subrogatoria, oblicua o indirecta”. Subrogatoria porque el acreedor subroga
(reemplaza) al deudor en sus derechos. Oblicua o indirecta porque lo que se cobre ingresará en
el patrimonio del deudor, lo cual indirectamente beneficiará a todos los acreedores.
Esta acción se otorga a cualquier acreedor de un crédito cierto contra el deudor, sin interesas si el
crédito es exigible o no. Comprende todas las acciones y derechos patrimoniales del deudor,
salvo los excluidos por el art. 741.
Requisitos:
1) Titularidad de un crédito cierto, aunque no sea exigible
2) Inacción del deudor
3) Perjuicio para el acreedor
Citación del deudor (art. 740)
El deudor debe ser citado para que tome intervención en el juicio respectivo. El Código Porcesal
Civil y Comercial de la Nación la prevé expresamente exigiendo la citación al deudor, quien en un
plazo de 10 días podrá:
a) Formular oposición, fundada en que ya ha interpuesto la demanda o la manifiesta
improcedencia de la subrogación.
b) Interponer la demanda, en cuyo caso se le considerará como actor y el juicio proseguirá con el
demandado.
Si este opta por no participar, el juicio continua con el acreedor subrogante como actor. Sin
perjuicio de ello, el deudor podrá intervenir como tercero interesado, ser citado a absolver
posiciones y reconocer documentos, siéndole la sentencia oponible.
Derechos excluidos (art. 741)
Están excluidos de la acción subrogatoria:
a) Los derechos y acciones que por su naturaleza o por disposición de la ley, solo pueden ser
ejercidos por su titular;
b) Los derechos y acciones sustraídos de la garantía colectiva de los acreedores;
c) Las meras facultados, excepto que de su ejercicio pueda resultar una mejora en la situación
patrimonial del deudor.
Defensas oponibles (art. 742)
Pueden oponerse al acreedor todas las excepciones y causas de extinción de su crédito, aun
cuando provengan de hechos del deudor posteriores a la demanda, siempre que estos no sean
en fraude de los derechos del acreedor.

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Si el crédito se halla extinguido, por hechos anteriores o posteriores a la demanda, la acción no


procede. Excepto que se trate de conductas fraudulentas perpetradas entre el deudor y el tercero
para frustrar la acción subrogatoria.
Garantía común de los acreedores
Todos los bienes del deudor están afectados al cumplimiento de sus obligaciones y constituyen la
garantía común de sus acreedores, con excepción de aquellos que este Código o leyes
especiales declaran inembargable o inejecutables (art.242).
Este conjunto de bienes de una persona se denomina patrimonio. El patrimonio es una
universalidad jurídica de sus derechos reales y personales, bajo la relación de un valor
pecuniario. Que sea la garantía común de los acreedores significa que el patrimonio de la
persona queda afectado al cumplimiento de sus obligaciones. Conforme a ello, los acreedores
tienen la facultad para satisfacer su crédito. Esta prerrogativa tiene dos limitaciones:
-Cuantitativa: solo los bienes necesarios para satisfacer su crédito.
-Cualitativa: cuando, por razones de humanidad y motivos sociales, se excluyen legalmente
bienes de esta garantía patrimonial, calificándoselos de inembargables.
Los patrimonios especiales autorizados por la ley solo tienen por garantía los bienes que la
integran.
Si se trata de los bienes particulares afectados directamente a la prestación de un servicio
público, el poder de agresión de los acreedores no puede perjudicar la prestación del servicio (art.
243).

Bienes que constituyen la garantía (art. 743)


Los bienes presentes y futuros del deudor constituyen la garantía común de sus acreedores. El
acreedor puede exigir la venta judicial de los bienes del deudor, pero solo en la medida necesaria
para satisfacer su crédito. Todos los acreedores pueden ejecutar estos bienes en posición
igualitaria, excepto que exista una causa legal de preferencia.
Los acreedores pueden ser:
- Privilegiados: privilegio es la calidad que corresponde a un crédito a ser pagado con
preferencia a otro (art. 2573). Pueden ser privilegios generales (recae sobre todos los bienes
del deudor) o especiales (su asiento es un bien determinado).
- Munidos de una garantía real: tienen establecido un derecho real a su favos sobre un buen
determinado del deudor. Por ejemplo:
 la hipoteca: derecho real de garantía, tiene asiento sobre bienes inmuebles del
deudor.
 la prenda: retención de una cosa mueble del deudor en garantía del cumplimiento.
 la anticresis: derecho real de garantía que recae sobre cosas registrables
individualizadas, cuya posesión se entra al acreedor o a un tercero designado por las
partes, a quien se autoriza a percibir los frutos para imputarlos a la deuda.
- Quirografarios: acreedores que no gozan de ningún privilegio. Su derecho entra a hacerse
efectivo sobre los bienes del deudor después de haber sido desinteresados los acreedores
privilegiados y los munidos de una garantía real. Si los bienes que quedan no alcanza,
concurren a prorrata entre sí, excepto disposición legal en contrario (art. 2581).
Bienes excluidos de la garantía común (art. 744)

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Quedan excluidos de la garantía prevista en el art. 743:


a) Las ropas y muebles de uso indispensable del deudor, de su cónyuge o conviviente, y de sus
hijos;
b) Los instrumentos necesarios para el ejercicio personal de la profesión, arte u oficio del deudor;
c) Los sepulcros afectados a su destino, excepto que se reclame su precio de venta,
construcción o reparación;
d) Los bienes afectados a cualquier religión reconocida por el Estado;
e) Los derechos de usufructo, uso y habitación, así como las servidumbres prediales, que solo
pueden ejecutarse en los términos de los arts. 2144, 2157 y 2178;
f) Las indemnizaciones que corresponden al deudor por daño moral y por daño material derivado
de lesiones a su integridad psicofísica;
g) La indemnización por alimentos que corresponde al cónyuge, conviviente y a los hijos con
derecho alimentario, en caso de homicidio;
h) Los demás bienes declarados inembargables o excluidos por otras leyes (jubilaciones,
pensiones, sueldos, salarios, inmuebles inscriptos como bien de familia).
Medidas cautelares
Son medidas judiciales que sirven para resguardar la posibilidad de percibir un crédito. Pueden
ser solicitadas antes o después de deducir la demanda. Estas meidas están destinadas a prevenir
el egreso de bienes del deudor, a fin de que no se torne insolvente cin el perjuicio consiguiente de
los acreedores.
 Embargo: es una orden judicial que inmoviliza un bien determinado en el patrimonio del
deudor, quien queda impedido para enajenar el objeto. Si es una cosa inmueble, se inscribe
en el Registro de la Propiedad; si es mueble registrable, mediante anotación del embargo en
el respectivo registro; si es mueble no registrable, por secuestro de la cosa y depósito judicial.
 Secuestro: se desapodera a una persona de una cosa litigiosa, o embargada o de un
documento, que tiene el deber de presentar o de restituir.
 Inhibición general de bienes: importa la prohibición de vender o gravar los bienes, y procede
en todos los casos en que habiendo lugar a embargo este no pudiera hacerse efectivo por no
conocerse bienes del deudor, o por no cubrir estos el importe del crédito.
 Prohibición de innovar: procede cuando existe peligro de que la modificación de la situación
de hecho o de derecho pueda influir en la sentencia, o convertir su ejecución ineficaz o
imposible.
 Prohibición de contratar: significa la prohibición de contratar sobre determinados bienes.
 Administración judicial: sustitución de quien tiene a su cargo la administración de bienes.

Prioridad del primer embargante (art. 745)


El acreedor que obtuvo el embargo de bienes de su deudor tiene derecho a cobrar su crédito,
intereses y costas, con preferencia a otros acreedores.
Esta prioridad sólo es oponible a los acreedores quirografarios en los procesos individuales. Es
decir, en los procesos en que se atiende al interés del acreedor que, en ejercicio de su acción,
logra embargar primero uno o más bienes determinados del deudor, ya que, en el supuesto de
concurso (proceso universal) gobierna el principio de la pars conditio creditorum, es decir, que
todos los acreedores concurren en un pie de igualdad a intentar cobrar sus acreencias.
Si varios acreedores embargan el mismo bien del deudor, el rango entre ellos se determina por la
fecha de la traba de la medida.

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Los embargos posteriores deben afectar únicamente el sobrante que quede después de pagados
los créditos que hayan obtenido embargos anteriores.

BOLILLA 5
CLASES DE OBLIGACIONES
Clasificación del CCyC:
- Obligaciones de dar
Obligaciones de dar cosa cierta
Para transferir el uso a la tenencia
Para constituir derechos reales
Para restituir
Obligaciones de genero
Obligaciones de dar bienes que no son cosas
Obligaciones de dar dinero
- Obligaciones de hacer
- Obligaciones de no hacer
- Obligaciones alternativas
- Obligaciones facultativas
- Obligaciones con cláusula penal y sanciones conminatorias

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- Obligaciones divisibles
- Obligaciones indivisibles
- Obligaciones de sujeto plural
Obligaciones simplemente mancomunadas
Obligaciones solidarias
- Obligaciones concurrentes
- Obligaciones disyuntivas
- Obligaciones principales
- Obligaciones accesorias
Clasificación según el tiempo de cumplimiento:
- Ejecución inmediata: la prestación no se encuentra postergada por ninguna modalidad.
- Ejecución diferida: la prestación se encuentra postergada por un plazo o condición.
- Ejecución única: (o instantanea) cuando el cumplimiento es efectivizado de una sola vez.
- Ejecución permanente: el cumplimiento se prolonga en el tiempo. Esta última puede ser:
 Ejecución continuada: reiterada en el tiempo sin solución (interrupción) de
continuidad.
 Periódicas o de tracto sucesivo: el cumplimento va siendo efectivizado de manera
salteada.
Clasificación según modalidades:
- Puras: no están sujetas a ninguna modalidad.
- Modales: están sujetas a modalidades que pueden ser:
 Condición: la existencia de la obligación depende del acaecimiento de un hecho futuro
e incierto.
 Plazo: La exigibilidad de la obligación está supeditada a un lapso de tiempo.
 Cargo: Al adquiriente de un derecho se le impone una obligación accesoria y
excepcional
Clasificación según la prestación:
- Positivas: La prestación consiste en una acción.
- Negativas: La prestación consiste en una abstención.
Clasificación según la complejidad:
- Simples o de prestación singular: una prestación.
- Compuestas o de prestación plural: varias prestaciones. A su vez, estas pueden ser:
 Conjuntivas: todas las obligaciones deben ser cumplidas por el mismo deudor.
 Disyuntivas: el deudor cumple entregando una de ellas. Esta comprende:
- Alternativas: el deudor debe varias prestaciones independientes y distintas entre
si, y cumple realizando una de ellas.
- Facultativas: el deudor debe una única prestación denominada principal, pero tiene
la facultad de sustituirla por otra accesoria.
Clasificación según la índole del contenido:
-De medios: el deudor promete su actividad mediante la cual normalmente es obtenible el
resultado esperado por el acreedor, aunque su consecución no está garantizada por el deudor.
Por ejemplo, la defensa de un abogado en un juicio.

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-De resultados: el deudor promete un objetivo determinado.


OBLIGACIONES DE DAR
El objeto de estas obligaciones consiste en entregar una cosa o un bien. Las obligaciones de dar
se clasifican en:
 Dar cosa cierta
 Para transmitir el uso o tenencia
 Para constituir derechos reales
 Para restituir
 De género
 Dar bienes que no son cosas
 Dar dinero

 Obligaciones de dar cosa cierta


Son aquellas que tienen por objeto la entrega de una cosa determinada al momento de
contraerse la obligación.
Efectos (art. 746)
El deudor de una cosa cierta está obligado a conservarla en el mismo estado en que se
encontraba cuando contrajo la obligación, y entregarla con sus accesorios, aunque hayan sido
momentáneamente separados de ella. Estos últimos pueden consistir en cosas o deberes, es
decir pueden ser, por ejemplo, puertas, ventanas, cañerías o documentación, instrucciones, etc.
Este deber se extiende desde el nacimiento de la obligación, hasta la oportunidad fijada para su
cumplimiento.

Entrega (art. 747)


El pago de este tipo de obligación se materializa con la entrega de la cosa por el deudor al
acreedor, esto es, la tradición.
Cualquiera de las partes tiene derecho a requerir la inspección de la cosa en el acto de su
entrega. La recepción de la cosa por el acreedor hace presumir la inexistencia de vicios aparentes
y la calidad adecuada de la cosa, sin perjuicio de lo dispuesto sobre la obligación de saneamiento
en la Sección 4°, Capítulo 9, Título II del Libro Tercero.
La ley extiende la garantía a aquellos vicios ostensibles o notorios cuyo conocimiento exige cierta
preparación científica o técnica.
Entrega de la cosa mueble cerrada o bajo cubierta (art. 748)
Cuando se entrega una cosa mueble bajo cubierta y sin inspeccionar al tiempo de la tradición, el
acreedor tiene un plazo de caducidad de tres días desde la recepción para reclamar por defectos
de cantidad, calidad o vicios aparentes.
 Obligaciones de dar cosa cierta para transferir el uso o la tenencia (art. 749)
Cuando la obligación de dar una cosa determinada tenga por objeto transferir solamente el uso o
la tenencia de ella, se aplican las normas contenidas en los títulos especiales (Título II y Título VIII
del libro cuarto “Derechos reales”).
 Obligaciones de dar cosa cierta para constituir derechos reales
Tradición (art. 750)

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Título es el acto jurídico del cual surge la voluntad de transmisión del derecho real por su titular, y
la correlativa adquisición por otra persona. El acreedor no adquiere ningún derecho real sobre la
cosa antes de la tradición, excepto disposición legal en contrario.
El acto que materializa lo determinado por el título (denominado “modo”) no se agota en la
tradición, sino que también quedan emplazados en tal categoría la inscripción registral (si se trata
de bienes registrables). La publicidad de la adquisición (registral o posesoria, en muebles no
registrables) es condición de su oponibilidad.
Se mantiene, en nuestro derecho, el sistema de adquisición de los derechos reales mediante el
título y el modo.
Mejoras (art. 751)
En las obligaciones sujetas a modalidades el nacimiento de la obligación no coincide con la
oportunidad prevista para su cumplimiento. En estos supuestos, entre el nacimiento y el
cumplimiento, la cosa puede experimentar modificaciones intrínsecas susceptibles de ocasionar
un aumento de su valor.
Mejora es el aumento del valor intrínseco de la cosa. Las mejoras pueden ser:
- Naturales: aquellas que la cosa recibe por obra espontánea de la naturaleza.
- Artificiales: provenientes del hecho del hombre. Estas a su vez, pueden ser:
 Necesarias: aquellas que hacen a la conservación de la cosa
 Útiles: significan un evidente provecho para cualquier poseedor.
 De mero lujo, recreo o suntuarias: concebidas por la utilidad que éstas representan para
quien las realiza.

Mejora natural. Efectos (art. 752)


La mejora natural es un hecho extraordinario e imprevisible que afecta la identidad del objeto y el
cumplimiento de la obligación. Es por esto que autoriza al deudor a exigir un mayor valor. Si el
acreedor no lo acepta, la obligación queda extinguida, in responsabilidad para ninguna de las
partes. Su fundamento es evitar el enriquecimiento sin causa del deudor.
Mejora artificial (art. 753)
El deudor está obligado a realizar las mejoras necesarias, sin derecho a percibir su valor. No tiene
derecho a reclamar indemnización por las mejoras útiles ni por las de mero lujo, recreo o
suntuarias, pero puede retirarlas en tanto no deterioren la cosa.
Frutos (art. 754)
Los frutos son las cosas que in bien produce de modo renovable, sin alterar su sustancia. Pueden
ser:
o Naturales
o Industriales, producidos por la industria del hombre o la cultura de la tierra
o Civiles, rentas que las cosas produce, remuneraciones.

A su vez pueden ser:


 Percibidos: si han sido deparados de la cosa, o cobrados si son civiles.
 Pendientes: si no han sido separados de la cosa o cobrados. El fruto civil devengado
(exigible), pero no cobrado, es pendiente.

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Hasta el día de la tradición (de la entrega de la cosa) los frutos percibidos le pertenecen al
deudor; a partir de esa fecha, los frutos devengados y los no percibidos le corresponden al
acreedor. Rige el principio que postula que la propiedad de los frutos se adquiere con su
percepción.
Riesgo de la cosa (art. 755)
El propietario soporta los riesgos de la cosa. Los casos de deterioro o pérdida, con o sin culpa, se
rigen por lo dispuesto sobre la imposibilidad de cumplimiento (art. 955 y 956).
Se aplica la regla según la cual el deudor, al ser el dueño de la cosa es quien se perjudica
durante la vigencia de la obligación.
Si la imposibilidad de cumplimiento sucede por causas atribuibles al deudor, la obligación se
convierte en la de pagar una indemnización por daños y perjuicios. En cuanto al valor de la cosa a
tomar en cuenta en caso de pérdida o destrucción, es el propio de aquella en el último momento
de su existencia física o jurídica. Y si fuera deterioro el valor de ella sin el deterioro sufrido.
Concurrencia de varios acreedores
Se plantea cuando un deudor celebra acuerdo con diferentes sujetos, en virtud de los cuales
promete la entrega de una misma cosa para constituir derechos reales sobre ella. Si todos los
acreedores son de buena fe y a título oneroso, se sigue el siguiente orden de preferencia.
Bienes inmuebles (art. 756):
a) El que tiene emplazamiento registral y tradición;
b) El que ha recibido la tradición;
c) El que tiene emplazamiento registral procedente;
d) En los demás supuesto, el que tiene título de fecha cierta anterior;
d.1 Si ambos acreedores presentan instrumentos públicos bastará con comparar las fechas
consignadas.
d.2 En cambio, si ambos presentan títulos privados, vence el acreedor que pueda acreditar
fecha cierta más antigua en su título.
En caso de títulos heterogéneos prevalece quien pueda invocar fecha más antigua oponible al
adversario.
Bienes muebles (art. 757):
a) El que tiene emplazamiento registral precedente, si se trata de bienes muebles
registrables;
b) El que ha recibido la tradición, si fuese no registrable;
c) En los demás supuestos, el que tiene título de fecha cierta anterior (se aplican las mismas
reglas que en el inciso b del art. 756)
En el caso de bienes registrables no hay buena fe sin inscripción. En los demás casos la buena fe
requerida es aquella que consiste en no haber conocido ni podido conocer la falta de derecho de
ella.
Los adquirientes a título gratuito, independientemente de que hayan sido de buena o mala fe,
quedan al margen de esta regulación debido a que no han tenido a su cargo contraprestación
alguna, y a diferencia del acreedor a título oneroso no experimentarán un daño efectivo.
Acreedor frustrado (art. 758)
El acreedor de buena fe que resulta frustrado en su derecho, conserva su acción contra el deudor
para reclamar los daños y perjuicios sufridos.

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 Obligaciones de dar para restituir


En este supuesto, el dueño es el acreedor de la restitución.
Regla general (art 759)
En la obligación de dar para restituir, el deudor debe entregar la cosa al acreedor, quien por su
parte puede exigirla.
Si quien debió restituir se obligó a entregar la cosa a más de un acreedor, el deudor debe
entregarla al dueño, previa citación fehaciente a los otros que la hayan pretendido.
Entrega del bien a quien no es propietario
Bienes no registrables (art. 760): puede presentarse la situación en la que el deudor de una
obligación de dar cosa cierta para restituirla a su dueño, tratándose de cosas muebles no
registrables, celebre obligaciones con terceros respecto de la misma cosa, circunstancia que
plantearía un conflicto entre el dueño y el tercero. La ley otorga preferencia al tercero a quien se
le ha efectuado la tradición, siempre que sea a título oneroso, de buena fe y la cosa no sea
robada ni perdida (art.1895). Si el tercero es de mala fe, el acreedor puede reivindicarla.
Bienes (mueble o inmueble) registrables (art. 761): se otorga preferencia al dueño acreedor, en
efecto, independientemente de que el tercero haya contratado a título oneroso, tratándose de una
cosa registrable cabe presumir siempre la mala fe del tercero, pues la buena fe exige que cumpla
con el examen previo de la documentación y constancias registrales, así como el cumplimiento de
los actos de verificación pertinentes establecidos en el respectivo régimen especial (art. 1902).
 Obligaciones de género
La obligación de dar es de género si recae sobre cosas determinadas solo por su especie y
cantidad. Es decir, el objeto sobre el que recae está configuradp de manera más amplia, por
referencia a un conjunto de cosas no consideradas individualmente sino por su pertenencia como
miembros de un grupo que cumple con determinados parámetros objetivos fijados por las partes
para precisar lo debido.
Las cosas debidas en una obligación de género deben ser individualizadas. La elección
corresponde al deudor, excepto que lo contrario resulte de la convención de las partes. La
elección debe recaer sobre cosa de calidad media, y puede ser hecha mediante manifestación de
voluntad expresa o tácita. En cuanto a la oportunidad que debe considerarse realizada la
elección, cabe inferir que se produce cuando la manifestación de voluntad de la parte a cuyo
cargo se encuentra la elección ha sido o debió ser conocida por la contraria.
Período anterior a la individualización (art. 763)
En el transcurso de tiempo entre la celebración de la obligación hasta la elección, rige el principio
de que el género nunca perece. De allí que el caso fortuito no pueda ser invocado por el deudor
para liberarse, a menos que acredite que por caso fortuito han perecido todos los ejemplares de
la especie, en cuyo caso se aplican las reglas de imposibilidad de cumplimiento (art. 955 y 956).
Una vez realizada la elección, la obligación mutará a la de obligación de dar cosa cierta,
quedando alcanzada por las normas que regulan aquella.
 Obligaciones relativas a bienes que no son cosas (art. 764)
Las normas de los parágrafos 1°, 2°, 3° y 4° se esta Sección (obligaciones de dar, de dar para
constituir derechos reales, de dar para restituir, de género) se aplican, en lo pertinente, a los
casos en que la prestación debida consiste en transmitir, o poner a disposición del acreedor, un
bien que no es cosa (derechos).

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BOLILLA 6
 Obligaciones de dar dinero (art. 765)
La obligación es de dar dinero si el deudor debe cierta cantidad de moneda, determinada o
determinable, al momento de constitución de la obligación. Si por el acto por el que se ha
constituido la obligación, se estipuló dar moneda que no sea de curso legal en la República, la
obligación debe considerarse como de dar cantidades de cosas y el deudor puede liberarse
dando el equivalente en moneda de curso legal.
El carácter de curso legal de una moneda significa que el dinero goza de sanción y de
proclamación estatal, y como consecuencia de ello, es irrecusable (que no puede ser rechazada)
como instrumento de pago cuando es ofrecido por el deudor en cumplimiento de su obligación. La
solución luce orientada a incentivar el pago en moneda nacional de deudas pactadas en moneda
extranjera.
El deudor solo podrá hacer uso del derecho de conversión cuando en la convención nada se haya
estipulado al respecto, es decir, cuando solo se haya establecido el pago en moneda extranjera
sin que la entrega de la cosa sea elemento esencial de la obligación, o sin que se establezcan
formas alternativas de adquirir la cosa si no se encuentra en el mercado nacional, o de valorizar
en forma diferente a la cotización oficial de la moneda.
En este sentido, se ha expresado que no se trata de una norma de orden público, por lo que las
partes podrán pactar la entrega específica en moneda extranjera.
Obligaciones del deudor (art. 766)

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El deudor debe entregar la cantidad correspondiente de la especie designada. De este modo se


conserva el criterio nominalista según el cual se prohíbe la actualización monetaria, indexación
por precios o variación de costos previstos en los art. 7 y 10 de la ley 23.928.
Como contraposición está el valorismo el cual determina que las obligaciones dinerarias no se
determinan por su valor nominal sino en función del poder adquisitivo de la moneda.
Intereses
Los intereses pueden ser definidos como los aumentos que las deudas pecuniarias devengan en
forma paulatina durante un tiempo dado. Atendiendo a su origen pueden ser:
 Voluntarios / convencionales: son los que surgen de la voluntad de las partes de un acto
jurídico (bilateral o unilateral). De acuerdo a su finalidad se clasifican en:

- Compensatorios: son aquellos que se adeudan como contraprestación o precio por la


utilización del capital ajeno.
Art. 767 “La obligación puede llevar intereses y son válidos los que se han convenido entre el
deudor y el acreedor, como también la tasa fijada para su liquidación. Si no fue acordada por
las partes, ni por las leyes, ni resulta de los usos, la tasa de interés compensatorio puede ser
fijada por los jueces.”

- Punitorios: se tratan de intereses moratorios convencionales a los que e les aplica el


régimen normativo de la cláusula penal (art. 769).

 Legales: son aquellos que tiene como fuente directa la ley. Pueden ser:

- Retributivos: son impuestos por la ley con la finalidad de mantener o reestablecer un


equilibrio

patrimonial, con independencia del estado de mora del deudor.

- Moratorios: son aquellos que se deben en caso de mora del deudor en el cumplimiento de
su obligación. A partir de su mora el deudor debe los intereses correspondientes. La tasa se
determina:
a) por lo que acuerden las partes;
b) por lo que dispongan las leyes especiales;
c) en subsidio, por tasas que se fijen según las reglamentaciones d
Anatocismo (art. 770)
Consiste en la capitalización de intereses devengados, que se suman al capital, generando a
partir de ello, nuevos intereses. La regla, en consecuencia, es que no se deben intereses de los
intereses. Sin embargo, existen cuatro excepciones:
• Voluntad de las partes. Se limita fuertemente el lapso de la capitalización, estableciéndose que
no puede ser menor a seis meses, evitando conductas abusivas. La prohibición es de orden
público, por lo que será de nulidad absoluta la cláusula que la vulnere.
• Por demanda judicial de la obligación. Solo hay posibilidad de aplicar el anatocismo desde la
fecha de notificación de la demanda.
• Por liquidación judicial de la obligación. La capitalización se produce desde que el juez
manda a pagar la suma resultante y el deudor es moroso en hacerlo.
• Por disposición legal. Por ejemplo, en la cuenta corriente.

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Facultades judiciales (art. 771)


En el artículo en comentario se consagra en forma expresa la facultad de los jueces de reducir los
intereses, cuando la tasa fijada o el resultado que provoque la capitalización de intereses excede
sin justificación, y desproporcionadamente, el costo medio del dinero para deudores y
operaciones similares en el lugar donde se contrajo la obligación.
Los intereses pagados en exceso se imputan al capital, y una vez extinguido este, pueden ser
repetidos. Ello es así, pues el pago de los intereses excesivo constituye un pago sin causa, por lo
que los importes pagados indebidamente deben ser imputados a reducir el capital y, cuando este
quede extinguido, procede su restitución al deudor.
Lo dispuesto en esta norma se aplica a los intereses compensatorios, moratorios, punitorios
legales y al resultado de la aplicación del anatocismo, en los casos en los que la ley lo permite.
Con relación a los intereses punitorios convencionales, rige lo dispuesto en el artículo 794.
Cuantificación de un valor (art. 772)
Si la deuda consiste en cierto valor, el monto resultante debe referirse al valor real al momento
que corresponda tomar en cuenta para la evaluación de la deuda.
Puede ser expresada en una moneda sin curso legal que sea usada habitualmente en el tráfico.
Una vez que el valor es cuantificado en dinero se aplican las disposiciones de esta Sección.
Tienen por objeto un monto determinado de dinero, aquellas tienen por objeto un valor abstracto o
una utilidad, constituida por bienes, que habrá de medirse en dinero necesariamente en el
momento del pago. La diferencia entre las obligaciones de dar dinero y las de valor es que, en las
primeras, se debe dinero y se paga con dinero; en las restantes, se debe un valor y se paga en
dinero. Un claro ejemplo de estas últimas es la indemnización por daños y perjuicios.
OBLIGACIONES DE HACER (art. 773)
La obligación de hacer es aquella cuyo objeto consiste en la prestación de un servicio o en la
realización de un hecho, en el tiempo, lugar y modo acordados por las partes.
Prestación de un servicio (art. 774)
La prestación de un servicio puede consistir:
a) En realizar cierta actividad, con la diligencia apropiada, independientemente de su éxito. Las
cláusulas que comprometen a los buenos oficios, o a aplicar los mejores esfuerzos están
comprendidas en este inciso;
b) En procurar al acreedor cierto resultado concreto, con independencia de su eficacia;
c) En procurar al acreedor el resultado eficaz prometido. La cláusula llave en mano o producto en
mano está comprendida en este inciso.
Realización de un hecho (art. 775)
El obligado a realiza un hecho debe cumplirlo en tiempo y modo acordes con la intención de las
partes o con la índole de la obligación. Si lo hace de otra manera, la prestación se tiene por
incumplida, y el acreedor puede exigir la destrucción de lo mal hecho siempre que tal exigencia
no sea abusiva.
Es el acreedor quien tiene la carga de probar el defecto en la ejecución, así como su entidad y
que el deudor no ha cumplido con la calidad convenida. No se podrá optar por la destrucción si lo
realizado difiere de lo pactado en aspectos secundarios o superfluos, o si el acreedor no objeta lo
que el deudor está realizando, a pesar de advertir que se verifican serias diferencias.

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Incorporación de terceros (art. 776)


La prestación puede ser ejecutada por persona distinta del deudor, a no ser que, de la
convención, de la naturaleza de la obligación o de las circunstancias resulte que éste fue elegido
por sus cualidades para realizarla personalmente. Esta elección se presume en los contratos que
suponen una confianza especial.
Las partes pueden acordar el carácter fungible o infungible de la prestación. Será fungible cuando
el interés del acreedor se satisfaga con la actividad, sin importar el sujeto que la realice. No será
fungible cuando solo se satisface si el deudor realiza la conducta debida, pues la persona es
relevante para la ejecución de la obligación.
Esta fungibilidad puede ser expresa o presunta.
Ejecución forzada (art. 777)
El incumplimiento imputable de la prestación le da derecho al acreedor a:
a) Exigir el cumplimiento específico;
b) Hacerlo cumplir por terceros a costas del deudor;
c) Reclamar los daños y perjuicios.
OBLIGACIONES DE NO HACER (art. 778)
Es aquella que tiene por objeto una abstención del deudor o tolerar una actividad ajena. Su
incumplimiento imputable permite reclamar la destrucción física de lo hecho y los daños y
perjuicios.

Debe solicitar autorización judicial para obtener la destrucción física de lo hecho por el deudor en
contravención a la obligación.
Les resulta aplicable las disposiciones generales relativas a las obligaciones de hacer.
OBLIGACIONES ALTERNATIVAS (art. 779)
La obligación alternativa tiene por objeto una prestación entre varias que son independientes y
distintas entre sí. El deudor está obligado a cumplir una sola de ellas.
Características:
a) originariamente su objeto es plural o compuesto;
b) su causa es única;
c) reconocen un único vínculo;
d) el objeto del pago también es único;
e) las prestaciones debidas tienen que ser independientes y distintas entre sí;
f) la capacidad de elección del deudor entre varias prestaciones, debiendo cumplir con una sola
de ellas.
Elección. Sujetos. Efectos (art. 780)
Excepto estipulación en contrario, la facultad de elegir corresponde al deudor. La opción que
corresponde a varias personas requiere unanimidad. Si la parte a quien corresponde la elección
no se pronuncia oportunamente, la facultad de opción pasa a la otra. Si esa facultad se ha

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deferido a un tercero y éste no opta en el plazo fijado, corresponde al deudor designar el objeto
del pago.
En las obligaciones periódicas, la elección realizada una vez no implica renuncia a la facultad de
optar en lo sucesivo.
La elección es irrevocable desde que se le comunica a la otra parte o desde que el deudor
ejecuta alguna de las prestaciones, aunque sea parcialmente.
Una vez realizada, la prestación escogida se considera única desde su origen, y se aplican las
reglas de las obligaciones de dar, de hacer o de no hacer, según corresponde.
Obligación alternativa regular (art. 781)
En los casos en que la elección corresponde al deudor y la alternativa se da entre dos
prestaciones, se aplican las siguientes reglas:
a) Si una de las prestaciones resulta imposible por causas ajenas a la responsabilidad de las
partes, o atribuibles a la responsabilidad del deudor, la obligación se concentra en la restante; si
la imposibilidad proviene de causas atribuibles a la responsabilidad del acreedor, el deudor tiene
derecho a optar entre dar por cumplida su obligación; o cumplir la prestación que todavía es
posible y reclamar los daños y perjuicios emergentes de la mayor onerosidad que le cause el
pago realizado, con relación al que resultó imposible;
b) Si todas las prestaciones resultan imposibles, y la imposibilidad es sucesiva, la obligación se
concentra en esta última, excepto si la imposibilidad de alguna de ellas obedece a causas que
comprometen la responsabilidad del acreedor; en este caso, el deudor tiene derecho a elegir con
cuál queda librado;
c) Si todas las prestaciones resultan imposibles por causas atribuibles a la responsabilidad del
deudor, y la imposibilidad es simultánea, se libera entregando el valor de cualquiera de ella; si lo
son por causas atribuibles a la responsabilidad del acreedor, el deudor tiene derecho a dar por
cumplida su obligación con una y reclamar los daños y perjuicios emergentes de la mayor
onerosidad que le ocasione el pago realizado, con relación al que resultó imposible;
d. Si todas las prestaciones resultan imposibles por causas ajenas a la responsabilidad de las
partes, la obligación se extingue.
Obligación alternativa irregular (art. 782)
En los casos en que la elección corresponde al acreedor y la alternativa se da entre dos
prestaciones, se aplican las siguientes reglas:
a) si una de las prestaciones resulta imposible por causas ajenas a la responsabilidad de las
partes, o atribuibles a la responsabilidad del acreedor, la obligación se concentra en la restante; si
la imposibilidad proviene de causas atribuibles a la responsabilidad del deudor, el acreedor tiene
derecho a optar entre reclamar la prestación que es posible, o el valor de la que resulta imposible;
b) si todas las prestaciones resultan imposibles y la imposibilidad es sucesiva, la obligación se
concentra en la última, excepto que la imposibilidad de la primera obedezca a causas que
comprometan la responsabilidad del deudor; en este caso el acreedor tiene derecho a reclamar el
valor de cualquiera de las prestaciones;
c) si todas las prestaciones resultan imposibles por causas atribuibles a la responsabilidad del
acreedor, y la imposibilidad es simultánea, el acreedor tiene derecho a elegir con cuál de ellas
queda satisfecho, y debe al deudor los daños y perjuicios emergentes de la mayor onerosidad
que le reporte el pago realizado; si los son por causas atribuibles a la responsabilidad del deudor,
el acreedor tiene derecho a elegir con el valor de cuál de ellas queda satisfecho;

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d. si todas las prestaciones resultan imposibles por causas ajenas a la responsabilidad de las
partes, la obligación se extingue.”
Elección por un tercero (art. 783)
Las opciones conferidas al deudor y al acreedor en los artículos 1781 y 1782 también pueden ser
ejercidas, a favor de aquellos, por un tercero a quien le haya sido encargada la elección.
Elección de modalidades o circunstancias (art. 784)
Si en la obligación se autoriza la elección respecto de sus modalidades o circunstancias, se
aplican las reglas precedentes sobre el derecho de realizar la opción y sus efectos legales.
En supuestos en que la alternatividad recae en las modalidades de su ejecución (lugar de pago, o
de cosas, hechos y lugar de entrega), se aplican las reglas generales como si la variedad se
tratara de la prestación en sí misma, y no en las circunstancias apuntadas.
Obligaciones de genero limitado (art. 785)
Las disposiciones de esta Sección se aplican a las obligaciones en las que el deudor debe
entregar una cosa incierta pero comprometida dentro de un número de cosas ciertas de la misma
especie.
La norma hace extensiva las disposiciones relativas a las obligaciones alternativas respecto de
aquellas obligaciones en las que el deudor se obliga a entregar una cosa incierta comprendida
dentro de un número de cosas ciertas de la misma especie (por ejemplo, el deudor debe entregar
al acreedor uno de los cuatro caballos que tiene en su establo).
OBLIGACIONES FACULTATIVAS (art. 786)
La obligación facultativa tiene una prestación principal y otra accesoria. El acreedor solo puede
exigir la principal, pero el deudor puede liberarse cumpliendo la accesoria. El deudor dispone
hasta el momento del pago para ejercitar la facultad de optar.
El carácter facultativo de esta clase de obligaciones no se refiere a la prestación debida —
principal—, sino a la posibilidad que la ley otorga al deudor al permitirle sustituirla por otra —
accesoria—, especificada en el título de la obligación, configurándose una dación en pago
autorizada por los contrayentes.
La facultad sustitutiva puede recaer en las modalidades o circunstancias de cumplimiento de la
obligación, a saber: tiempo, lugar o forma del pago (contado, cuotas, con intereses).
La facultad de sustituir la prestación debida por otra puede emanar tanto de la voluntad de los
particulares (contrato o testamento), como también surgir de una disposición legal (por ejemplo, el
art. 1559 ccyc autoriza al donatario a liberarse de la obligación de alimentos a favor del donante,
devolviendo los bienes donados, o su valor si los hubiese enajenado).
Extinción (art. 787)
La obligación facultativa se extingue si la prestación principal resulta imposible, sin perjuicio de la
responsabilidad que pueda corresponder.
Siempre se considera a la prestación accesoria como dependiente de la principal (art. 856 ccyc).
La vida de la obligación accesoria depende de la vigencia de la principal. Cuando existe
imposibilidad de pago respecto de la prestación principal, la obligación facultativa se extingue
integralmente, aunque la prestación accesoria sea susceptible de pago.
Como indica la parte final del artículo, la regla contiene excepciones:

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a) si la imposibilidad de pago acontece luego de que el deudor se encuentre constituido en mora


(art. 886 ccyc), supuesto en el cual el caso fortuito no lo libera (art. 1733, inc. c, ccyc);
b) cuando el deudor se adelanta a satisfacer la prestación accesoria antes de que el contrato
pueda quedar resuelto debido al incumplimiento de la prestación principal, ya que el acreedor
queda desinteresado en virtud de una dación en pago
Caso de duda (art 788)
En caso de duda respecto a si la obligación es alternativa o facultativa, se la tiene por alternativa.
Debido a que la obligación facultativa establece una opción excepcional en beneficio del deudor
que, como tal, debe interpretarse restrictivamente si no se halla estipulada en el acto jurídico del
que nace.
Opción entre modalidades de circunstancias (art 789)
Si en la obligación se autoriza la opción respecto de sus modalidades o circunstancias, se aplican
las reglas precedentes.

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BOLILLA 7
OBLIGACIONES CON CLÁUSULA PENAL Y SANCIONES CONMINATORIAS (art. 790)
La cláusula penal es aquella por la cual una persona, para asegurar el cumplimiento de una
obligación, se sujeta a una pena o multa en caso de retardar o de no ejecutar la obligación.
Representa un acuerdo accesorio que las partes añaden a otra obligación (principal) para
asegurar su cumplimiento. Tiene una finalidad compulsiva y resarcitoria.
Clases de sanciones conminatorias:
 Moratoria: es la que se aplica en caso de retardo imputable en el cumplimiento de la
obligación y su pago es acumulable a la ejecución de la prestación.
 Compensatoria: es la que corresponde en caso de inejecución definitiva de la obligación
principal, no es acumulable, sino que la sustituye compensando los daños y perjuicios sufridos
por el acreedor.
Caracteres:
Por su parte, la cláusula penal presenta los siguientes caracteres:
1) Expresa, puesto que su interpretación es restrictiva.
2) Accesoria, siempre se presenta en relación a una obligación principal impuesta.
3) Subsidiaria, el objeto de la obligación lo constituye la prestación debida; la cláusula penal solo
se aplica para el caso de incumplimiento de esta última, es decir reemplaza la prestación
incumplida.
4) Condicional, dado que es de aplicación solo en caso de producirse el acontecimiento futuro e
incierto de incumplimiento de la obligación principal por parte del deudor.
5) Inmutable, no puede ser modificada por excesivo que fuera su monto, esto en coherencia con
el irrestricto respeto al principio de la autonomía de la voluntad. Si bien esta sigue siendo la regla
existen algunas excepciones a las cuales nos referiremos en el comentario de los artículos
posteriores.
Objeto (art. 791)
La cláusula penal puede tener por objeto el pago de una suma de dinero, o cualquiera otra
prestación que pueda ser objeto de las obligaciones, bien sea en beneficio del acreedor o de un
tercero.
El principal interesado en beneficiarse con la cláusula penal será el mismo acreedor de la relación
jurídica obligacional, pero nada obsta a que sea un tercero ajeno a ella.

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Incumplimiento (art. 792)


El deudor que no cumple la obligación en el tiempo convenido debe la pena, si no prueba la
causa extraña que suprime la relación causal.
La eximente del caso fortuito debe ser interpretada y aplicada restrictivamente.
Sin perjuicio de la necesidad de concurrencia de las dos primeras condiciones (incumplimiento
objetivamente considerado, y vencimiento del plazo), la cuestión medular es la valoración de la
imputabilidad del deudor en el incumplimiento de la obligación principal. En concreto, se adscribe
a la posición que sustenta que cuando existe una cláusula penal se agrava la responsabilidad del
deudor en el incumplimiento.
El criterio valorativo para determinar la ausencia de autoría en el incumplimiento es de excepción,
pues el deudor, al pactar la cláusula penal, asume voluntariamente una responsabilidad que es
superior a la que ya existe sin este accesorio.
Relación con la indemnización (art. 793)
La pena o multa impuesta en la obligación suple la indemnización de los daños cuando el deudor
se constituyó en mora; y el acreedor no tiene derecho a otra indemnización, aunque pruebe que
la pena no es reparación suficiente.
La cláusula penal compensatoria contenida en un contrato sustituye la indemnización, y resulta
inmutable para acreedor y deudor aun cuando el acreedor resulte desfavorecido por tener
derecho a reclamar una indemnización mayor o el deudor resulte perjudicado por imponérsele
una pena superior al monto que le correspondería por el resarcimiento derivado del
incumplimiento de la prestación.
El principio de inmutabilidad cede cuando en el contrato se pacta que esa multa o sanción resulta
adicional a la eventual responsabilidad por incumplimiento de una obligación determinada, puesto
que se trata de normas disponibles para las partes.
Ejecución (art. 794)
Para pedir la pena, el acreedor no está obligado a probar que ha sufrido perjuicio, ni el deudor
puede eximirse de satisfacerla, acreditando que el acreedor no sufrió perjuicio alguno.
Los jueces pueden reducir las penas cuando su monto desproporcionado con la gravedad de la
falta que sancionan, habida cuenta del valor de las prestaciones y demás circunstancias del caso,
configuran un abusivo aprovechamiento de la situación del deudor.
Determinación de cláusula penal abusiva:
Existe una combinación de factores objetivos y subjetivos que lleva a concluir la existencia de una
cláusula penal abusiva y que, en principio, permitiría considerar que aquí se estaría en presencia
de un caso particular de lesión, pero adquiriendo algunos matices particulares.
El criterio subjetivo es la situación del deudor, de la que el acreedor se aprovecha abusivamente.
Es el deudor quien debe acreditar su situación de inferioridad, que se presume iuris tantum
(presunción que admite prueba en contrario) si se acredita la notable desproporción. Los
elementos objetivos son la gravedad de la falta, el valor de las prestaciones y las demás
circunstancias del caso.
Es esencial tomar como punto de referencia el valor de los daños a los que la cláusula penal
suple, pero adicionándosele el componente punitivo. Esto es, si la cláusula penal es moratoria,
habrá que determinar el valor del daño moratorio. Si es compensatoria, el valor del daño derivado
del incumplimiento definitivo, sumado a el plus de sanción que es propio de la cláusula penal.

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Existen también otras circunstancias que el caso puede presentar, y que no deben ser obviadas
del análisis: la naturaleza de la obligación, la situación de las partes, los actos que han otorgado,
gastos, beneficios, etc.
Acreditados los requisitos de procedencia, el juez deberá declarar su nulidad, que es parcial, y
proceder a su reajuste.
Intervención de oficio por los jueces
Cuando el orden público se encuentra comprometido, los jueces deben intervenir de oficio,
reduciendo las cláusulas penales abusivas. Tal situación es evidente en las relaciones de
consumo, y también en los contratos por adhesión a condiciones generales.
Puede que se pacte una cláusula penal cuyo monto, también en forma desproporcionada y
configurándose un abusivo aprovechamiento de la situación del acreedor, sea ostensiblemente
exiguo en función de las circunstancias del caso concreto. Se las considera como cláusulas de
eximición de responsabilidad. Son inválidas aquellas cláusulas que importan renuncia o
restricción de derechos de la parte débil, o que desnaturalizan el contrato.
Obligaciones de no hacer (art. 795)
En las obligaciones de no hacer el deudor incurre en la pena desde el momento en que ejecuta el
acto del cual se obligó a abstenerse. No admiten conceptualmente el estado de mora, pues su
violación implica un incumplimiento definitivo.
Opciones del deudor (art.796)
El deudor puede eximirse de cumplir la obligación con el pago de la pena únicamente si se
reservó expresamente este derecho.
No se trata de un caso de obligación facultativa prevista en el art. 786 ccyc y ss., sino de un
supuesto de pactum displicentiae o multa de arrepentimiento.
Opciones del acreedor (art. 797)
El acreedor no puede pedir el cumplimiento de la obligación y la pena, sino una de las dos cosas,
a su arbitrio, a menos que:
- se haya estipulado la pena por el simple retardo: nos encontramos frente a un caso de cláusula
penal moratoria, es decir aquella obligación accesoria que se impone por el retardo relativo en el
cumplimiento. En estos casos el acreedor puede exigir el cumplimiento y, a su vez, la pena
tasada por el incumplimiento temporal de la prestación.
- que se haya estipulado que por el pago de la pena no se entienda extinguida la obligación
principal: contempla el caso de una cláusula penal compensatoria, en la cual las partes han
previsto contractualmente que el pago de la pena no extingue la obligación principal. Tal como
hemos comentado en el artículo anterior, se trata de la aplicabilidad del principio de la autonomía
de la voluntad a situaciones jurídicas disponibles para las partes (art. 958 ccyc).
Disminución proporcional (art. 798)
Si el deudor cumple sólo una parte de la obligación, o la cumple de un modo irregular, o fuera del
lugar o del tiempo a que se obligó, y el acreedor la acepta, la pena debe disminuirse
proporcionalmente.
Se trata de un supuesto de excepción al principio de la inmutabilidad de la cláusula penal,
que implica la manutención de las condiciones en las que ha sido pactada.

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El ccyc contempla no solo el supuesto de cumplimiento parcial sino también el de cumplimiento


irregular —cumplimiento de modo, tiempo o lugar distinto al pactado—, eliminando discrepancias
interpretativas sobre la cuestión. La reducción requiere que el cumplimiento parcial o defectuoso
haya sido útil para el acreedor, o sea, debe haber sido satisfactorio, aunque sea parcialmente. El
deudor no tiene derecho a cumplir parcialmente, en consecuencia, requiere que el pago parcial
haya sido aceptado por el acreedor, aunque sea tácitamente.
Con relación a la reducción de la pena, esta deberá realizarse de conformidad a lo previsto por
las partes, o en su defecto la determinará el juez de manera proporcional, ajustándose la pena a
la diferencia existente entre la prestación cumplida y la restante prestación por cumplir que ha
quedado inconclusa en cuanto al modo, tiempo o lugar.

Divisibilidad (art. 799)


Sea divisible o indivisible la obligación principal, cada uno de los codeudores o de los herederos
del deudor no incurre en la pena sino en proporción de su parte, siempre que sea divisible la
obligación de la cláusula penal. Ello, con indiferencia de la divisibilidad o no de la obligación
principal del negocio jurídico. Por lo tanto, puede esta última no ser divisible y, sin embargo, los
codeudores responder en su proporción ante su incumplimiento, en tanto las prestaciones a los
que se obligaron en virtud de la cláusula penal permitan su ejecución parcialmente sin
desnaturalizar la obligación de la pena.
Esta previsión legal priva al acreedor de exigir el cumplimiento total de la pena a uno de ellos.
Indivisibilidad (art. 800)
Si la obligación de la cláusula penal es indivisible, o si es solidaria, aunque divisible, cada uno de
los codeudores, o de los coherederos del deudor, queda obligado a satisfacer la pena entera.
Nulidad (art. 801)
La nulidad de la obligación con cláusula penal no causa la de la principal. La nulidad de la
principal causa la de cláusula penal, excepto si la obligación con cláusula penal fue contraída por
otra persona, para el caso que la principal fuese nula por falta de capacidad del deudor.
Contempla la situación en la cual la obligación de la cláusula penal es contraída por un tercero.
Ante la declaración de nulidad de la obligación principal, el art. 801 ccyc limita la validez de la
cláusula penal solo al caso en que la causa de la comentada nulidad sea la incapacidad del
deudor.
Nos encontramos ante una obligación disímil y autónoma de la obligación principal declarada
nula, cuyo presupuesto es la nulidad por incapacidad. entre una y otra difieren los sujetos del acto
(acreedor de la obligación nula y tercero) y el objeto (responder ante la declaración de nulidad de
otra obligación por incapacidad del deudor).
Salvo disposición legal o convencional en contrario: la obligación accesoria sigue la suerte de la
principal: la extinción, nulidad o ineficacia de esta conlleva la extinción de aquella. La cláusula
penal es, sin lugar a dudas, el ejemplo más claro de una obligación accesoria convencional.
Extinción de la obligación principal (art. 802)
Si la obligación principal se extingue sin culpa del deudor queda también extinguida la cláusula
penal.
Implica una suerte de derivación lógica en torno a que lo accesorio sigue la suerte de lo principal.
Si opera la prescripción sobre la obligación principal, también lo hará sobre la cláusula penal; la

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obligación principal determina la competencia del juez aun sobre la obligación accesoria prevista
en la cláusula penal; entre otras.
Obligación no exigible (art. 803)
La cláusula penal tiene efecto, aunque sea puesta para asegurar el cumplimiento de una
obligación que al tiempo de concertar la accesoria no podía exigirse judicialmente, siempre que
no sea reprobada por la ley.
Representa una excepción al carácter accesorio de la cláusula penal, ya que esta última puede
exigirse aun en el caso en el cual la obligación principal resulte inexigible. El caso más común
será el de la cláusula penal impuesta a un deber moral. Debemos precisar que, en estos casos, la
obligación principal debe ser natural desde el mismo momento en que ha sido constituida la
cláusula penal, pues en caso contrario, es decir, cuando ha sido constituida sobre una obligación
civil que se transforma en natural la obligación accesoria seguirá la misma suerte que esta última
en razón justamente de ese carácter “accesorio” de la misma.
Sanciones conminatorias (art. 804)
Los jueces pueden imponer en beneficio del titular del derecho, condenaciones conminatorias de
carácter pecuniario a quienes no cumplen deberes jurídicos impuestos en una resolución judicial.
Las condenas se deben graduar en proporción al caudal económico de quien debe satisfacerlas y
pueden ser dejadas sin efecto o reajustada si aquél desiste de su resistencia y justifica total o
parcialmente su proceder.
Estas sanciones gozan de una doble función, por un lado, implican, al momento de que el juez las
imponga ante el caso de reticencia, una verdadera función conminatoria, pues la finalidad de esta
consiste en constreñir al deudor al cumplimiento, es decir su objetivo tiene un carácter preventivo.
Pero en una segunda etapa tiene un objetivo estrictamente sancionatorio, el cual deriva del
incumplimiento objetivo de la conducta a seguir impuesta por la manda jurisdiccional.
La observancia de los mandatos judiciales impartidos a las autoridades públicas se rige por las
normas propias del derecho administrativo.
Caracteres:
- Conminatorias, constituyen medidas compulsivas tendientes a actuar sobre la voluntad del
sujeto obligado.
- Accesorias e instrumentales, derivan de un deber preliminar impuesto por una manda judicial.
- Pecuniarias.
- Excepcionales y de aplicación restrictiva.
- Ejecutables con independencia de la condena en el juicio principal.
Al derivar de diversas fuentes, pueden acumularse con la indemnización por daños y perjuicios.
OBLIGACIONES DIVISIBLES (art. 805)
Son aquellas que tienen por objeto prestaciones susceptibles de cumplimiento parcial. Para
pensar una posible división, resulta necesario que se trate de una obligación plural activa o plural
pasiva.
Requisitos (art. 806)
La prestación jurídicamente divisible exige la concurrencia de los siguientes requisitos:

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a) Ser materialmente fraccionable, de modo que cada una de sus partes tenga la misma calidad
del todo.
b) No quedar afectado significativamente el valor del objeto, ni ser antieconómico su uso y goce,
por efecto de la división.
La divisibilidad siempre está conectada a razones materiales y económico-funcionales. En
algunos casos ya sea por imperio de la ley o por voluntad de las partes la prestación divisible se
considera indivisible, sin que pueda regir el principio de fraccionamiento. La indivisibilidad puede
ser material o voluntaria; la divisibilidad solo puede ser material.
Deudor y acreedor singulares (art. 807)
Si solo hay un deudor y un acreedor, la prestación debe ser cumplida por entero, aunque su
objeto sea divisible. Esta exigencia, es conocida como principio de integridad.

Principio de división (art. 808)


Si la obligación divisible tiene más de un acreedor o más de un deudor, se debe fraccionar en
tantos créditos o deudas iguales, como acreedores o deudores haya, siempre que el título
constitutivo no determine proporciones distintas. (principio de igualdad y su excepción)
Cada una de las partes equivale a una prestación diversa e independiente. Los acreedores tienen
derecho a cobrar y los deudores no responden por la insolvencia de los demás.
Límite de la divisibilidad (art. 809)
La divisibilidad de la obligación no puede invocarse por el codeudor a cuyo cargo se deja el pago
total de la deuda.
Sería el caso en que, pese a que el objeto de la obligación sea una prestación divisible, se haya
dejado de lado el principio de la divisibilidad y se haya establecido convencionalmente que pesa
sobre un solo codeudor el pago de toda la deuda.
Derecho al reintegro (art. 810)
En los casos en que el deudor para más de su parte en la deuda:
a) Si lo hace sabiendo que en la demasía para una deuda ajena se aplican las reglas de la
subrogación por ejecución de la prestación por un tercero.
b) Si lo hace sin causa, porque cree ser deudor del todo, o porque el acreedor ya percibió la
demasía, se aplican las reglas del pago indebido.
Esta acción solo podrá ejercerse contra los codeudores por la parte que a ellos les hubiese
correspondido en la obligación cumplida.
Participación (art. 811)
La participación entre los acreedores de lo que uno de ellos percibe de más se determina
conforme a lo dispuesto en el art. 841. Esto es:
-según lo pactado
-la fuente y la finalidad de la obligación o, en su caso, la causa de la responsabilidad
-las relaciones de los interesados entre sí
-las demás circunstancias.

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Si por aplicación de estos criterios no es posible determinar las cuotas de contribución, se


entiende que participan en partes iguales.
Esta norma es aplicable para las obligaciones indivisibles y las solidarias.
Caso de solidaridad (art. 812)
Si la obligación divisible es además solidaria, se aplican las reglas de las obligaciones solidarias,
y la solidaridad activa o pasiva, según corresponda.
OBLIGACIONES INDIVISIBLES (art. 813)
Son indivisibles las obligaciones no susceptibles de cumplimiento parcial. En este tipo de
obligaciones indivisibles, el cumplimiento parcial no existe como posibilidad, por ellos es siempre
indivisible la obligación de entregar un cuerpo cierto, aunque fuese materialmente posible su
división. Esto tiene su razón de ser, pues el objeto de la deuda de un cuerpo cierto no es la cosa
a entregar, sino el hecho en sí de su entrega.
Casos de indivisibilidad (art. 814)
a) Si la prestación no puede ser materialmente dividida;
b) Si la indivisibilidad es convenida; en caso de dua sobre si ese convino que la obligación sea
indivisible o solidaria, se la considera solidaria.
c) Si lo dispone la ley.
Prestaciones indivisibles (art. 815)
Se consideran indivisibles las prestaciones correspondientes a las obligaciones:
a) De dar cosa cierta;
b) De hacer, excepto si han cosido convenidas por unidad de medida y el deudor tiene derecho a
la liberación parcial;
c) De no hacer;
d) Accesorias, si la principal es indivisible.
Derecho de los acreedores al pago total (art. 816)
Cada uno de los acreedores tiene derecho de exigir la totalidad del pago a cualquiera de los
codeudores, o a todos ellos, simultánea o sucesivamente.
Este principio tiene que ver con el carácter compacto de la prestación, deduciéndose que la
insolvencia de alguno de los deudores la soportan los codeudores y no el acreedor, que puede ir
contra los restantes en forma sucesiva hasta agotar su interés.
Derecho a pagar (art. 817)
Cualquiera de los codeudores tiene derecho a pagar la totalidad de la deuda a cualquiera de los
acreedores.
Los efectos de las obligaciones indivisibles están regidos por los principios de propagación y de
prevención. Por lo que, según el primer principio, los hechos ocurridos entre uno de los
coacreedores y uno de los codeudores, relacionados con el cumplimiento de la prestación debida,
producen efectos entre ellos, y por extensión, respecto de los demás coacreedores y codeudores;
es decir, el pago realizado por uno de los deudores propaga sus efectos cancelando la obligación
para todos los demás.
Por otra parte, en virtud del principio de prevención, el coacreedor que demanda el pago de la
deuda a uno de los codeudores tiene derecho de que el pago le sea hecho a él. Por su parte, el

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codeudor demandado es quien debe pagar la deuda, y solo puede hacerlo en manos del acreedor
que previno.
Modos extintivos (art. 818)
La unanimidad de los acreedores es requerida para extinguir el crédito por transacción, novación,
dación en pago y remisión. Igual recaudo exige la cesión del crédito, no así la compensación.
No corresponde admitir la remisión de la deuda para uno de los acreedores de la prestación
indivisible, porque no son personalmente dueños del crédito. Si no hay unanimidad, la novación,
dación en pago, remisión o cesión del crédito no propaga sus efectos y, el resto de los
coacreedores conserva su derecho a reclamar el pago íntegro del crédito, siendo inoponible el
acto jurídico realizado por el acreedor sin consentimiento de los restantes sujetos activos de la
obligación.
- Transacción: es un contrato por el cual las partes, para evitar el litigio, o ponerle fin, haciéndose
concesiones recíprocas, extinguen obligaciones dudosas o litigiosas. (art. 1641)
- Novación: es la extinción de una obligación por la creación de otra nueva, destinada a
reemplazarla. (art. 933)
- Dación en pago: la obligación se extingue cuando el acreedor voluntariamente acepta en pago
una prestación diversa a la adeudada. (art. 942)
- Remisión: cuando el acreedor entrega voluntariamente al deudor el documento original en que
consta la deuda. (art. 950)
- Cesión del crédito: hay cesión de deuda si el acreedor, el deudor y un tercero, acuerdan que
éste debe pagar la deuda, sin que haya novación. Si el acreedor no presta conformidad para la
liberación del deudor, el tercero queda como deudor subsidiario.
- Compensación: tiene lugar cuando dos personas, por derecho propio, reúnen la calidad de
acreedor y deudor recíprocamente, cualesquiera sean las causas de una y otra deuda. Extingue
con fuerza de pago las dos deudas, hasta el monto de la menor, desde el tiempo en que ambas
obligaciones comenzaron a coexistir en condiciones de ser compensables.
Responsabilidad de cada deudor (art. 819)
La mora de uno de los deudores o de uno de los acreedores, y los factores de atribución de
responsabilidad de uno u otro, no perjudican a los demás.
Esto se debe al principio de la personalidad de las situaciones de mora, culpa y dolo. La
propagación de efectos solo tiene efecto con relación a la prestación. No se comunican los
efectos de aquellos hechos que sean independientes de la prestación ocurridos entre algún
coacreedor y algún codeudor, que solo producen consecuencias personales.
Contribución (art. 820)
Si uno de los deudores paga la totalidad de la deuda, o repara la totalidad de los daños, o realiza
gastos en interés común, tiene derecho a reclamar a los demás la contribución del valor de lo que
ha invertido en interés de ellos, con los alcances que determina el art. 841.
El deudor que pagó la deuda en su totalidad, puede exigir de los demás deudores el reintegro de
sus respectivas cuotas partes, ya sea por medio de la acción recursoria o por el pago con
subrogación.
Participación (art. 821)

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Si uno de los acreedores recibe la totalidad del crédito o de la reparación de los daños, o más que
su cuota, los demás tienen derecho a que les pague el valor de lo que les corresponde conforme
a la cuota de participación de cada uno de ellos, con los alcances que determina el art. 841. Esto
es:
-según lo pactado
-la fuente y la finalidad de la obligación o, en su caso, la causa de la responsabilidad
-las relaciones de los interesados entre sí
-las demás circunstancias.
Si por aplicación de estos criterios no es posible determinar las cuotas de contribución, se
entiende que participan en partes iguales.
En el caso de que la obligación sea de dar una cosa cierta, el pago efectuado a uno de los
coacreedores convierte a todos en condóminos del objeto. Los acreedores que quieran reclamar
su parte tendrán que recurrir a las acciones destinadas a la cesación del estado de indivisión, que
es la venta de la cosa.
Tienen igual derecho si el crédito se extingue total o parcialmente, por compensación legal.

Prescripción extintiva (art. 822)


La prescripción extintiva cumplida es invocable por cualquiera de los deudores contra cualquiera
de los acreedores. La interrupción y la suspensión del curso de la prescripción extintiva se rigen
por lo dispuesto en el Libro Sexto.
La prescripción, su interrupción y su suspensión propagan sus efectos beneficiando y
perjudicando a todos los acreedores y deudores.
Normas subsidiarias (art. 823)
Las normas relativas a las obligaciones solidarias son subsidiariamente aplicables a las
obligaciones indivisibles.
Indivisibilidad impropia (art. 824)
Las disposiciones de este parágrafo se aplican a las obligaciones cuyo cumplimiento solo puede
ser exigido por todos los acreedores en conjunto, o realizado por todos los deudores en conjunto,
excepto las que otorgan a cada uno el derecho de cobrar o pagar individualmente.
Se trata de las obligaciones indivisibles impropias. El efecto principal de las mismas es que
acreedores y deudores deben actuar en conjunto. Por lo tanto, ningún acreedor tiene derecho a
pretender el cobro individualmente a un deudor, y ningún deudor puede, ni está obligado a
cumplir la prestación independientemente de los demás codeudores. El deudor demandado por
una obligación indivisible impropia tiene el derecho de citar a sus codeudores.
En estos casos la mora y los factores subjetivos propagan sus efectos a todos los demás.
Un ejemplo de las obligaciones indivisibles impropias es la de escriturar cuando el inmueble
vendido pertenece a varias personas, la de restituir la cosa depositada cuando sean varios
depositantes, etc.

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BOLILLA 8
OBLIGACIONES CON SUJETO PLURAL
Son aquellas en las que hay más de un deudor (pluralidad pasiva), más de un acreedor
(pluralidad activa) o más de un acreedor y un deudor (pluralidad mixta).
La pluralidad de los sujetos puede ser:
- Conjunta: cuando hay concurrencia de sujetos acreedores o deudores en una misma
obligación.
- Disyunta: cuando acreedores o deudores se excluyen entre sí. Se trata de una falsa pluralidad,
por cuanto el sujeto está provisoriamente indeterminado dentro de una pluralidad de sujetos
posibles, situación que concluye con la elección de quien será el sujeto singular de la obligación.
Las obligaciones de sujeto plural son:
 Obligaciones simplemente mancomunadas
 Obligaciones solidarias
 Obligaciones concurrentes
 Obligaciones disyuntivas

 Obligaciones simplemente mancomunadas (art. 825)


Son aquellas en las que el crédito o la deuda se fracciona en tantas relaciones particulares
independientes entre sí como acreedores o deudores haya. Las cuotas respectivas se consideran
deudas o créditos distintos los unos de los otros.
Efectos (art. 826)
Los efectos de las obligaciones mancomunadas se rigen por lo dispuesto en la Sección 6°
(obligaciones divisibles e indivisibles) de este Capítulo, según su objeto sea divisible o indivisible.

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Caracteres:
- pluralidad de sujetos
- unidad de prestación
- unidad de causa
- pluralidad de vínculos
 Obligaciones solidarias (art. 827)
Hay solidaridad en las obligaciones con pluralidad de sujetos y originadas en una causa única
cuando, en razón del título constitutivo o de la ley, su cumplimiento total puede exigirse a
cualquiera de los deudores, por cualquiera de los acreedores. Es decir, puede exigirse el
cumplimiento íntegro de la deuda, sin importar su naturaleza (divisible- indivisible).
La palabra “solidaria” proviene de la expresión latina “solidum” que expresa un concepto de
“totalidad”.
Fuentes (art. 828)
La solidaridad no se presume y deber surgir inequívocamente de la ley o del título constitutivo de
la obligación. Ello por cuanto constituye una excepción al principio del derecho común, en virtud
del cual, ante la pluralidad de obligado la regla es el fraccionamiento de la deuda.
No hay solidaridad tácita o inducida por analogía. Un ejemplo que surge de la ley es el art. 160
“Responsabilidad de los administradores. Los administradores responden en forma ilimitada y
solidaria frente a la persona jurídica, sus miembros y terceros, por los daños causados por su
culpa en el ejercicio o con ocasión de sus funciones, por acción u omisión”.
Criterio de aplicación (art. 829)
Con sujeción a lo dispuesto en este parágrafo y en los dos siguientes, se considera que cada uno
de los codeudores solidarios, en la solidaridad pasiva, y cada uno de los coacreedores, en la
solidaridad activa, representa a los demás en los actos que realiza como tal
Circunstancias de los vínculos (art. 830)
En virtud de la representación recíproca entre los sujetos existen ciertos actos que propagan sus
efectos y otros que no. Esto permite que puedan existir defensas personales de algunos de los
sujetos y defensas comunes a todos ellos.
Las circunstancias de capacidad y modalidad son defensas personales. Por lo tanto, la
incapacidad y la capacidad restringida de alguno de los acreedores o deudores solidarios no
perjudica ni beneficia la situación de los demás; tampoco la existencia de modalidades a su
respecto.
Defensas (art. 831)
Las defensas y excepciones pueden ser comunes o personales:
- Defensas comunes: amparan a cualquier integrante del frente común de acreedores o
deudores, aunque el hecho haya provenido de uno solo de ellos. Ejemplo: el caso en que un
acreedor inicia una demanda a los fines de interrumpir la prescripción, ante la excepción de
prescripción que oponga un deudor, cualquier acreedor puede oponerse a la mencionada
excepción.
- Defensas particulares o personales: siempre van a favorecer a alguno de los cointeresados,
como sucede en los supuestos de ausencia de capacidad de hecho, o bien por un vicio de la

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voluntad que lleve aparejado la nulidad del acto (error, dolo o violencia). Pueden oponerse
exclusivamente por el deudor o acreedor a quien correspondan y sólo tienen valor frente al
coacreedor a quien se refieran.
- Defensas personales con efecto expansivo: las mismas, sin perder el carácter personal,
pueden ser aprovechadas por los demás cointeresados, posibilitando en esos casos una
reducción del monto de la deuda. Algunos ejemplos son:
a) Remisión parcial de la deuda efectuada por un acreedor a favor de un codeudor solidario
(Juan, Pedro y Pablo deben a María, solidariamente, la suma de $60.000, y participan en la
comunidad de intereses por partes iguales. María hace remisión parcial de la deuda a favor de
Juan. Ahora, si María pretendiera iniciar una demanda contra Pedro y Pablo por la deuda
originaria de $60.000, estos pueden invocar el efecto expansivo de la remisión de Juan, para
reducir proporcionalmente el monto demandado, que debiera ser de $40.000).
b) La confusión entre el acreedor y uno de los deudores solidarios sólo extingue la cuota de la
deuda que corresponde a este. La obligación subsistente conserva el carácter solidario tal como
lo prescribe claramente el art. 835 CCyC.
Cosa juzgada (art. 832)
La sentencia dictada contra uno de los codeudores no es oponible a los demás, pero estos
pueden invocarla cuando no se funda en circunstancias personales del codeudor demandado.
El deudor no puede oponer a los demás coacreedores la sentencia obtenida contra uno de ellos;
pero los coacreedores pueden oponerla al deudor, sin perjuicio de las excepciones personales
que este tenga frente a cada uno de ellos.
Se aplica la regla de que la cosa juzgada tiene efectos secundum eventum Litis, por lo que quien
no fue parte en el juicio no se le puede aplicar las consecuencias del pronunciamiento judicial,
pero ello no impide que éste la alegue contra quien intervino en el proceso.
Los codeudores que no tuvieron intervención en el juicio, no pueden invocar la cosa juzgada que
se sustentó en circunstancias personales del demandado.
El acreedor que no intervino puede oponer al deudor que intervino la excepción en análisis, pero
debe alegrar otras defensas basadas en cuestiones personales entre ambos que puede fundarse
en una nulidad relativa fundada en un vicio de la voluntad.
 Solidaridad pasiva
Existe solidaridad pasiva cuando varios codeudores están obligados a pagar íntegramente la
prestación debida al acreedor común, de manera que este tiene derecho a exigir el cobro total a
todos o a cada uno de ellos.
Derecho a cobrar (art. 833)
El acreedor tiene derecho a requerir el pago a uno, a varios o a todos los codeudores, simultánea
o sucesivamente.
Derecho a pagar (art. 834)
Cualquiera de los deudores solidarios tiene derecho a pagar la totalidad de la deuda, sin perjuicio
de lo dispuesto en el artículo 837.
Se agrega, al igual que en el caso de las obligaciones indivisibles, que puede ser en forma
simultánea o sucesiva. Con ello queda claro que la insolvencia del deudor la soportan los
codeudores. Sin embargo, si uno de los acreedores solidarios ha demandado judicialmente el

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cobro al deudor, el pago solo puede ser hecho por este al acreedor demandante (principio de
prevención).
Modos extintivos (art. 835)
Con sujeción a disposiciones especiales, los modos extintivos inciden, según el caso, sobre la
obligación, o sobre la cuota de algún deudor solidario, conforme a las siguientes reglas:
a) La obligación se extingue en el todo cuando uno de los deudores solidarios paga la deuda;
b) La obligación también se extingue en el todo si el acreedor renuncia a su crédito a favor de uno
de los deudores solidarios, o si se produce novación, dación en pago o compensación entre el
acreedor y uno de los deudores solidarios;
c) La confusión entre el acreedor y uno de los deudores solidarios solo extingue la cuota de la
deuda que corresponde a este. La obligación subsistente conserva el carácter solidario;
d) La transacción hecha con uno de los codeudores solidarios, aprovecha a los otro, pero no
puede serles opuesta.”
Extinción absoluta de la solidaridad (art. 836)
Si el acreedor, sin renunciar al crédito, renuncia expresamente a la solidaridad en beneficio de
todos los deudores solidarios, consintiendo la división de la deuda, esta se transforma en
simplemente mancomunada.

Extinción relativa de la solidaridad (art. 837)


Si el acreedor, sin renunciar al crédito, renuncia expresa o tácitamente a la solidaridad en
beneficio de uno solo de los deudores solidarios, la deuda continúa siendo solidaria respecto de
los demás, con deducción de la cuota correspondiente al deudor beneficiario. Puede ocurrir que,
a pesar de que un deudor ha sido liberado de la solidaridad, tenga que contribuir con los demás
codeudores a pagar la parte de un codeudor insolvente.
La renuncia a la solidaridad puede ser también tácita, cuando el acreedor se limita a demandar a
cada codeudor la parte que le corresponde en la deuda, o acepta un pago parcial realizado por un
codeudor solidario sin formular reservas, o documenta la deuda mediante la suscripción de
distintos pagarés librados individualmente por cada codeudor y por la parte que a cada uno
corresponde.
Responsabilidad (art. 838)
La mora de uno de los deudores solidarios perjudica a los demás. Si el cumplimiento se hace
imposible por causas imputables a un codeudor, los demás responden por el equivalente de la
prestación debida y la indemnización de daños y perjuicios. Las consecuencias propias del
incumplimiento doloso de uno de los deudores no son soportadas por los otros.
Interrupción y suspensión de la prescripción (art. 839)
La interrupción y la suspensión del curso de la prescripción extintiva están regidas por lo
dispuesto en el Título I del Libro Sexto.
La prescripción, al igual que su suspensión o interrupción tiene efectos expansivos a los demás
deudores.
Contribución (art. 840)

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El deudor que efectúa el pago puede repetirlo de los demás codeudores según la participación
que cada uno tiene en la deuda. La acción de regreso no procede en caso de haberse remitido
(liberado) gratuitamente la deuda.
Habitualmente el recupero se logra mediante una acción separada, llamada acción de regreso.
Determinación de la cuota de contribución (art. 841)
Las cuotas de contribución se determinan sucesivamente de acuerdo con:
a) Lo pactado;
b) La fuente y finalidad de la obligación o, en su caso, la causa de la responsabilidad;
c) Las relaciones de los interesados entre sí;
d) Las demás circunstancias.
Si por aplicación de estos criterios no es posible determinar las cuotas de contribución, se
entiende que participan en partes iguales.
Caso de insolvencia (art. 842)
La cuota correspondiente a los codeudores insolventes es cubierta por todos los obligados.
En el supuesto en el que el codeudor que pagó la deuda no pueda obtener el reintegro de la
porción perteneciente a uno de los demás codeudores porque este es insolvente, dicha parte es
soportada por el codeudor que efectuó el pago y por los demás deudores solventes, a prorrata del
interés que cada uno de ellos tenga en la deuda.
Cuando el acreedor dispensa la solidaridad, o efectúa una remisión parcial de la deuda a favor de
uno de los codeudores, este debe contribuir para soportar la parte correspondiente a otro
codeudor que sea insolvente, porque no corresponde que los demás codeudores carguen con el
total del déficit provocado por la insolvencia de aquel codeudor.
Muerte de un deudor (art. 843)
Si muere uno de los deudores solidarios y deja varios herederos, la deuda ingresa en la masa
indivisa y cualquiera de los acreedores puede oponerse a que los bienes se entreguen a los
herederos o legatarios sin haber sido previamente pagado. Después de la partición, cada
heredero está obligado a pagar según la cuota que le corresponde en el haber hereditario.
 Solidaridad activa
Existe solidaridad activa cuando varios coacreedores tienen derecho, en conjunto o
individualmente, a exigir al deudor común el pago íntegro del crédito.
Derecho al cobro (art. 844)
El acreedor, o cada acreedor, o todos ellos conjuntamente, pueden reclamar al deudor la totalidad
de la obligación.
El deudor queda liberado efectuando el pago a uno solo. Constituye un instrumento de utilidad
para facilitar el cobro del crédito por los acreedores, ya que legitima a cualquiera de ellos a
reclamar y percibir la totalidad del mismo, pero encierra riesgo para los demás acreedores, por la
insolvencia posible del que recibe el crédito. La solidaridad activa solo es convencional.
Prevención de un acreedor (art. 845)
Si uno de los acreedores solidarios ha demandado judicialmente el cobro al deudor, el pago solo
puede ser hecho por este al acreedor demandante.

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Si el pago se realiza en manos de otro coacreedor, carecerá de efectos liberatorios y será


inoponible al que previno. La razón de ser del principio de prevención ha de verse en la toma de
posesión del crédito que implica la demanda judicial, y en que el acreedor que lo ha demandado
lo ha hecho en nombre y representación de todos.
Las condiciones que deben darse para que opere el derecho de prevención son la existencia de
una demanda judicial y la notificación de la demanda al deudor. Si existen varias demandas
iniciadas por distintos acreedores, tendrá el derecho quien haya notificado primero.
Modos extintivos (art. 846)
Sujeto a disposiciones especiales, los modos extintivos inciden, según el caso, sobre la
obligación, o sobre la cuota de algún acreedor solidario, conforme con las siguientes reglas:
a) La obligación se extingue en el todo cuando uno de los acreedores solidarios recibe el pago del
crédito.
b) En tanto alguno de los acreedores solidarios no haya demandado el pago al deudor, la
obligación también se extingue en el todo si uno de ellos renuncia a su crédito a favor del deudor,
o si se produce novación, dación en pago o compensación entre uno de ellos y el deudor;
c) La confusión entre el deudor y uno de los acreedores solidarios solo extingue la cuota del
crédito que corresponde a este;
d) La transacción hecha por uno de los coacreedores solidarios con el deudor no es oponible a
los otros acreedores, excepto que estos quieran aprovecharse de esta.

Participación (art. 847)


Los acreedores solidarios tienen derecho a la participación con los siguientes alcances:
a) Si uno de los acreedores solidarios recibe la totalidad del crédito o de la reparación del daño, o
más que su cuota, los demás tienen derecho a que les pague el valor de lo que les corresponde
conforme a la cuota de participación de cada uno;
b) En los casos del inciso b) del artículo 846, los demás acreedores tienen derecho a la
participación, si hubo renuncia al crédito o compensación legal por la cuota de cada uno en el
crédito original; y si hubo compensación convencional o facultativa, novación, dación en pago o
transacción, por la cuota de cada uno en el crédito original, o por la que correspondería a cada
uno conforme lo resultante de los actos extintivos, a su elección;
c) El acreedor solidario que realiza gastos razonables en interés común tiene derecho a reclamar
a los demás la participación en el reembolso de su valor.
Cuotas de participación (art. 848)
Las cuotas de participación de los acreedores solidarios se determinan conforme lo dispuesto en
el artículo 841. Esto es:
a) Lo pactado;
b) La fuente y la finalidad de la obligación o, en su caso, la causa de la responsabilidad;
c) Las relaciones de los interesados entre sí;
d) Las demás circunstancias.
Si por aplicación de estos criterios no es posible determinar las cuotas de contribución, se
entiende que participan en partes iguales.

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Se extiende el derecho de los acreedores a participar, además de en el crédito, en lo percibido en


concepto de reparación de daño.
Muerte de un acreedor (art. 849)
Si muere uno de los acreedores solidarios, el crédito se divide entre sus herederos en proporción
a su participación en la herencia. Después de la partición, cada heredero tiene derecho a percibir
según la cuota que le corresponde en el haber hereditario.
 OBLIGACIONES CONCURRENTES (art. 850)
Obligaciones concurrentes son aquellas en las que varios deudores deben el mismo objeto en
razón de causas diferentes. Se trata de un caso de pluralidad de deudores (pluralidad pasiva).
Se dan como caracterizantes de la figura tres requisitos:
• Pluralidad de deudores.
• Mismo objeto debido.
• Causa fuente diferente para cada obligado concurrente.
• Identidad del acreedor.
En la definición se remarca la esencia de las mismas, que es la diversidad de causas del deber
para cada obligado concurrente.

En comparación con las obligaciones solidarias, comparten los elementos de pluralidad de sujetos
pasivos, unidad del objeto debido, pluralidad de vínculos, el derecho del acreedor a requerir el
pago total a cualquiera de los deudores, simultánea o sucesivamente. Se diferencian en que en
las solidarias la causa-fuente es única, la ley o la voluntad de las partes y los vínculos aparecen
coligados, de manera que le infunden una estructura unitaria.
En las obligaciones concurrentes, la causa-fuente es diferente para cada uno de los obligados, lo
que hace que los vínculos sean independientes entre sí, como ocurre en las simplemente
mancomunadas.
Con relación al objeto debido, que debe ser el mismo para todos los obligados, puede no ser igual
en la extensión. Por ejemplo, la pluralidad de responsables en la producción de un hecho que
derive de causas distintas, principal y dependiente, padres e hijos en el caso en que estos últimos
sean imputables, dueño y guardián de la cosa, etc.
Efectos (art. 851)
Excepto disposición especial en contrario, las obligaciones concurrentes se rigen por las
siguientes reglas:
a) El acreedor tiene derecho a requerir el pago a uno, a varios o a todos los codeudores,
simultánea o sucesivamente;
b) El pago realizado por uno de los deudores extingue la obligación de los otros obligados
concurrentes;
c) La dación en pago, la transacción, la novación y la compensación realizadas con uno de los
deudores concurrentes, en tanto satisfagan íntegramente el interés del acreedor, extinguen la
obligación de los otros obligados concurrentes o, en su caso, la extinguen parcialmente en la
medida de lo satisfecho.

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d) La confusión entre el acreedor y uno de los deudores concurrentes y la renuncia al crédito a


favor de uno de los deudores no extingue la deuda de los otros obligados concurrentes.
e) La prescripción cumplida y la interrupción y suspensión de su curso no producen efectos
expansivos respecto de los otros obligados concurrentes.
f) La mora de uno de los deudores no produce efectos expansivos con respecto a los otros
codeudores;
g) La sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada dictada contra uno de los codeudores no es
oponible a los demás, pero estos pueden invocarla cuando no se funda en circunstancias
personales del codeudor demandado;
h) La acción de contribución del deudor que paga la deuda contra los otros obligados
concurrentes se rige por las relaciones causales que originan la concurrencia.
Debe tenerse presente que en las obligaciones concurrentes no existen relaciones internas entre
los codeudores, y que el límite para el reclamo por parte del acreedor es el agotamiento total de
su derecho, pues este nunca puede cobrar más del valor de lo debido. Aplicar directamente las
normas de las obligaciones solidarias puede equivocadamente hacer jugar una propagación de
efectos indebida, dando por extinguida la obligación cuando en realidad el objeto debido solo fue
cumplido parcialmente.

Normas subsidiarias (art. 852)


Las normas relativas a las obligaciones solidarias son subsidiariamente aplicables a las
obligaciones concurrentes.
 OBLIGACIONES DISYUNTIVAS
Es cuando el sujeto de la obligación es uno de varios posibles, el cual debe ser individualizado
para el momento del cumplimiento de la obligación.
Los sujetos que integran el nexo obligacional se encuentran sometidos a una condición
resolutoria de que sea elegido para recibir el pago otro acreedor, si la disyunción es activa, u otro
deudor para satisfacer la deuda, si la disyunción es pasiva.
Ante la falta de previsión expresa, la ley disponga a quién corresponde la elección del que debe
realizar el pago. Una vez hecha la elección, son obligaciones de sujeto único y no existe derecho
de reembolso ni contribución con relación a los otros sujetos obligados.
Alcances (art. 853)
Si la obligación debe ser cumplida por uno de varios sujetos, excepto estipulación en contrario, el
acreedor elige cuál de ellos debe realizar el pago. Mientras el acreedor no demande a uno de los
sujetos, cualquiera de ellos tiene derecho a pagar. El que paga no tiene derecho de exigir
contribución o reembolso de los otros sujetos obligados.
Disyunción activa (art. 854)
Si la obligación debe ser cumplida a favor de uno de varios sujetos, excepto estipulación en
contrario, el deudor elige cuál de estos realiza el pago. La demanda de uno de los acreedores al
deudor no extingue el derecho de este a pagar a cualquiera de ellos. El que recibe el pago no
está obligado a participarlo con los demás.

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Reglas aplicables (art. 855)


Se aplican, subsidiariamente, las reglas de las obligaciones simplemente mancomunadas.
No son obligaciones de sujeto múltiple, ya que al momento del pago es uno solo el obligado, pese
a la aparente pluralidad inicial. Es la obligación que debe ser cumplida por uno de varios sujetos
designados.
Un ejemplo de ellas lo encontramos en el derecho comercial, en materia de letra de cambio, se
admite que esta pueda contener la indicación de varios tomados en forma alternativa, en cuyo
caso los derechos cambiarios solo pueden ser ejercitados por cada beneficiario de la letra
excluyendo a los demás.
 OBLIGACIONES PRINCIPALES Y ACCESORIAS (art. 856)
Obligaciones principales son aquellas cuya existencia, régimen jurídico, eficacia y desarrollo
funcional son autónomos e independientes de cualquier otro vínculo obligacional.
Los derechos y obligaciones son accesorios a una obligación principal cuando dependen de ella
en cualquiera de los aspectos precedentemente indicados, o cuando resultan esenciales para
satisfacer el interés del acreedor. La accesoriedad se determina en base a un criterio funcional y
económico.
Las obligaciones accesorias tienen su origen en la voluntad de las partes o en la ley. Ejemplos de
las de génesis convencional son la cláusula penal y la fianza. Tanto una como otra pueden ser
pactadas al tiempo de contraer la obligación principal, o con posterioridad.
La accesoriedad también puede ser de génesis legal, considerándose como un ejemplo de ella la
obligación de indemnizar los daños como consecuencia del incumplimiento de la obligación
principal contraída.
Las obligaciones accesorias pueden ser:
• Obligaciones accesorias con relación al objetoTampoco se consideran obligaciones accesorias
las cláusulas que constituyen pactos con el fin de afectar la obligación principal a una modalidad.
Un ejemplo de estas es la cláusula penal.
• Obligaciones accesorias con relación al sujeto. Son las que refieren a las personas obligadas.
Es el caso de quienes las contrajeren como garantes o fiadores. Esta especie de accesoriedad
actúa en el plano de las garantías, adicionando otros sujetos pasivos en posiciones variables.
• Derechos accesorios del acreedor. Son derechos reales, prenda e hipoteca, y no de
obligaciones accesorias, aunque desde la perspectiva de la relación con la obligación principal
resultan alcanzados por los efectos de la interdependencia, aunque tengan régimen legal propio.
Efectos (art. 857)
La extinción, nulidad o ineficacia del crédito principal, extinguen los derechos y obligaciones
accesorios, excepto disposición legal o convencional en contrario.
Las contingencias que afectan las obligaciones principales, relativas a su existencia, validez y
eficacia, se extienden a las accesorias, siendo estas ineficaces para determinar la normativa,
legitimidad y subsistencia de las principales.
Por ejemplo, la novación que afecte a la obligación principal extingue las accesorias. Sin
embargo, el principio de que lo accesorio sigue a lo principal tiene excepciones, en casos en que
la obligación accesoria tiene mayor virtualidad que la principal. Verbigracia, la obligación
accesoria tiene mayor virtualidad o eficacia jurídica que la principal cuando una cláusula penal se

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establece para garantizar el cumplimiento de una obligación natural, pudiendo exigirse la


accesoria y la principal no.

BOLILLA 9
Rendición de cuentas (art. 858)
Se entiende por cuenta la descripción de los antecedentes, hechos y resultados pecuniarios de un
negocio, aunque consista en un acto singular.
Hay rendición de cuentas cuando se las pone en conocimiento de la persona interesada,
conforme a lo dispuesto en los artículos siguientes.
La rendición de cuentas es la demostración ordenada, sistematizada y documentada, a través de
la cual se cumple el deber legal de informar a otro, las operaciones, procedimientos y resultado
de un negocio.
Sentada esta distinción, la rendición de cuentas es una obligación de hacer inherente a toda
gestión de negocios ajenos o parcialmente ajenos o cualquiera sea su carácter. En efecto, la
rendición de cuentas constituye una obligación inherente al ejercicio de profesiones u actividades
lucrativas y también de toda operación realizada en interés ajeno, sea ello por virtud del principio
de la autonomía privada, por la índole de la actividad desarrollada o por disposición legal (art. 860
ccyc).
Requisitos (art. 859)
La rendición de cuentas debe:
a) Ser hecha de modo descriptivo y documentado;
b) Incluir las referencias y explicaciones razonablemente necesarias para su comprensión;
c) Acompañar los comprobantes de los ingresos y egresos, excepto que sea de uso no
extenderlos;

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d) Concordar con los libros que lleve quien las rinda.


Debe describir la operatoria, el procedimiento seguido y los resultados obtenidos del negocio
respectivo.
Debe efectuarse conforme a los libros del sujeto pasivo o deudor, debiendo necesariamente
existir una correspondencia entre las cuentas y los asientos contables; estos últimos tienen
preponderancia en caso de discordancia, por cuanto se efectúan con anterioridad a la rendición.
El acreedor puede contradecir la presentación efectuada por el obligado siempre que funde sus
observaciones con base a estos mismos parámetros. Es decir, fundadamente, con precisión y
respaldo documental.
Obligación de rendir cuentas (art. 860)
Están obligados a rendir cuentas, excepto renuncia expresa del interesado:
a) Quien actúa en interés ajeno, aunque sea en nombre propio;
b) Quienes son parte en relaciones de ejecución continuada, cuando la rendición es apropiada a
la naturaleza del negocio;
c) Quien debe hacerlo por disposición legal.
La rendición de cuentas puede ser privada, excepto si la ley dispone que deba ser realizada ante
un juez.
La acción judicial por rendición de cuentas puede ser el motivo específico de una acción deducida
en juicio que ha tenido su origen en la negativa u omisión del obligado a rendirlas en tiempo
oportuno y debida forma, o motivado por la negativa del acreedor o dueño del negocio a
recibirlas.
Dentro del supuesto de rendición de cuentas judicial puede tramitar como incidente de un proceso
principal sin que implique en todos los casos la existencia de una controversia, sino que dicha
rendición deriva de la administración natural de bienes ajenos.
Oportunidad (art. 861)
Las cuentas deben ser rendidas en la oportunidad en que estipulan las partes, o dispone la ley.
En su defecto, la rendición de cuentas debe ser hecha:
a) Al concluir el negocio;
b) Si el negocio es de ejecución continuada, también al concluir cada uno de los períodos o al
final de cada año calendario.
Aprobación (art. 862)
La rendición de cuentas puede ser aprobada expresa o tácitamente. Hay aprobación tácita si no
es observada en el plazo convenido o dispuesto por la ley o, en su defecto, en el de treinta días
de presentadas en debida forma.
Sin embargo, puede ser observada por errores de cálculo o de registración dentro del plazo de
caducidad de un año de recibida.
Relaciones de ejecución continuada (art. 863)
En relaciones de ejecución continuada si la rendición de cuentas del último período es aprobada,
se presume que también lo fueron las rendiciones correspondientes a los períodos anteriores.
Saldos y documentos del interesado (art. 864)

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Una vez aprobadas las cuentas:


a) Su saldo debe ser pagado en el plazo convenido o dispuesto por la ley o, en su defecto, en el
de 10 días;
b) El obligado a rendirlas debe devolver al interesado los títulos y documentos que le hayan sido
entregados, excepto las instrucciones de carácter general. Esta obligación tiene su razón de ser
en que esa documentación es de propiedad del dueño del negocio o acreedor y solo le fueron
entregados con el fin de cumplir con la gestión encomendada. extinguido este fin, carece de
sentido y de justificación que dicha documentación de propiedad del dueño del negocio
permanezca en poder del rendidor.
Si el saldo no es pagado en el plazo correspondiente, el sujeto activo o acreedor podrá iniciar el
proceso de ejecución del mismo
Medios extintivos
Pago. Disposiciones generales
El pago es el cumplimiento de la prestación que hace el objeto de la obligación.
Elementos del pago:
SUJETOS
- Legitimado activo: es el deudor, ya que es quien asumió dicho compromiso frente al acreedor,
aunque nada obsta a que el pago sea realizado por terceros ajenos a la relación obligacional,
atento a que lo que se busca es la satisfacción del acreedor mediante el cumplimiento de la
obligación.
- Legitimado pasivo: es el acreedor. Sin embargo, pueden aceptar la prestación terceros ajenos
a la obligación primitiva, siempre que se encuentren debidamente habilitados o autorizados para
percibir el mismo.
PRESTACIÓN DEBIDA
Se entiende como “prestación” a la conducta debida por el legitimado activo, el comportamiento
del deudor dirigido al cumplimiento de aquello que le corresponde al acreedor.
OBJETO DEL PAGO
Es el interés que tiene el acreedor en dicha relación jurídica. Lo que lo diferencia de la prestación
el hecho de que el objeto puede consistir en un interés patrimonial o extrapatrimonial del
acreedor.
CAUSA DEL PAGO
Deber jurídico que origine la prestación.
Naturaleza jurídica del pago
- Pago como hecho jurídico. La producción de sus efectos propios no requiere actividad
voluntaria del deudor, sino que lo importante es que dichos efectos se producen aun cuando la
consecuencia jurídica no haya sido querida o procurada por el agente.
- Pago como acto jurídico. Por su carácter de acto voluntario lícito que tiene por finalidad
inmediata la extinción de obligaciones. En razón de ello, se requerirá para su validez la capacidad
en el deudor que paga, así como también la presencia de objeto, causa fuente y causa fin.
- Pago como acto debido. Originada en el derecho italiano, consideraba que existía una tercera
categoría más allá de los actos y hechos jurídicos, que era la de los actos debidos. Es

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característica del pago cierta coerción del ordenamiento jurídico a realizarlo: el deudor paga
porque, caso contrario, incurriría en responsabilidad.
- Teoría ecléctica. Postura intermedia entre el pago como acto jurídico y como hecho jurídico.
Reglas aplicables (art. 866)
Las reglas de los actos jurídicos se aplican al pago, con sujeción a las disposiciones de este
Capítulo.
La gran mayoría de la doctrina consideraba al pago como un acto jurídico cuyo fin inmediato era
la extinción de la obligación. Esta corriente mayoritaria, prevalente en la doctrina nacional, es la
que adopta el ccyc al establecer que al pago se le aplicarán las reglas de los actos jurídicos.
Reglas de los actos jurídicos aplicables al pago
- el pago como acto voluntario: el pago es un acto voluntario del deudor, cuando este lo realiza
en forma espontánea. Para que sea considerado un acto voluntario, el pago debe ser ejecutado
con “discernimiento, intención y libertad” (art. 260 ccyc).
- capacidad respecto de las personas intervinientes: las mismas serán analizadas en los arts.
875 y 885 ccyc.
- legitimidad respecto del objeto de pago: remisión a lo analizado en los comentarios a los arts.
876, 877 y 878 ccyc

Objeto del pago (art. 867)


El objeto del pago debe reunir los requisitos de identidad, integridad, puntualidad y localización.
El objeto del pago responde esencialmente a la pregunta: ¿qué debo pagar? el objeto del pago
debe coincidir con el cumplimiento de la prestación. En tal virtud, si la obligación es de dar, debe
coincidir el objeto con la cosa que debe ser entregada. Si la obligación es de hacer, la prestación
del deudor deberá concordar con el hecho esperado por el acreedor. si la obligación es de no
hacer, la abstención debida es lo que espera el acreedor.
Estos requisitos son los que enumera este artículo: identidad, integridad, puntualidad y
localización, y se encuentran analizados en los arts. 868, 869, 870, 871, 873 y 874 ccyc,
aplicables a cualquier tipo de obligación.
Al contrario, la falta de observancia de alguno de los requisitos mencionados implica la realización
de un pago imperfecto que da derecho al acreedor a rehusarse a recibir el mismo, con la
consiguiente posibilidad de iniciar las acciones judiciales correspondientes para perseguir su
ejecución forzada, mediante el inicio de las acciones judiciales.
Identidad (art. 868)
El acreedor no está obligado a recibir y el deudor no tiene derecho a cumplir una prestación
distinta
Dicho artículo pone su foco en el requisito de identidad de la prestación y por tal motivo abarca a
todas las obligaciones sin distinción, ya sea la obligación de dar, de hacer o de no hacer. Sin
embargo, el principio de identidad no es absoluto, y si ambas partes se ponen de acuerdo,

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pueden extinguir la obligación con una cosa distinta de la debida, pero en este caso nos
encontraríamos ante otro modo de extinción, cual es la dación en pago (art. 942 ccyc).
Integridad (art. 869)
El acreedor no está obligado a recibir pagos parciales, excepto disposición legal o convencional
en contrario. Si la obligación es en parte líquida y en parte ilíquida, el deudor puede pagar la parte
líquida.
Se considera que el pago cumple con este principio (integridad) cuando este incluye el bien
debido con sus accesorios.
El convenio sobre pago parcial puede ser explícito si las partes lo pactan expresamente, sea en
forma verbal o escrita, o puede ser acordado tácitamente, en el caso, que el deudor pague
parcialmente la deuda y el acreedor acepte voluntariamente el mismo, conforme el art. 264 ccyc.
El mismo art. 869 ccyc introduce la primera excepción al indicar que el deudor se encuentra
facultado a pagar solo la parte líquida de la deuda, en aquellos casos en los que la obligación sea
en parte líquida y en parte ilíquida. La deuda líquida es “aquella cuya existencia es cierta y cuya
cantidad se encuentra determinada”. Esta excepción se basa en el hecho de que al no
encontrarse determinada la parte ilíquida de la obligación no puede exigirse su pago hasta que se
determine la misma, so pena de efectuarse un pago incompleto de lo debido.
Obligación con intereses (art. 870)
Si la obligación es de dar una suma de dinero con intereses, el pago solo es íntegro si incluye el
capital más los intereses.
Los intereses son accesorios del capital, es por ello que un pago no se reputa íntegro si no
incluye los intereses debidos.

Lo establecido para los intereses rige también en el caso en que las partes hayan acordado una
cláusula penal moratoria como reparación del retardo en el cumplimiento de la obligación o como
indemnización en el caso de incumplimiento definitivo de la obligación (art. 793 ccyc).
Tiempo del pago (art. 871)
El pago debe hacerse:
a) Si la obligación es de exigibilidad inmediata, en el momento de su nacimiento;
b) Si hay un plazo determinado, cierto o incierto, el día de su vencimiento. El plazo determinado
puede ser cierto o incierto, según que se encuentre determinado el término del pago, conociendo
el deudor con precisión la fecha en que este deberá realizarse (por ejemplo, 14/11/2017), o que el
plazo dependa de un hecho futuro que inevitablemente acontecerá (por ejemplo, cuando ocurra el
próximo eclipse de luna);
c) Si el plazo es tácito, en el tiempo en que, según la naturaleza y circunstancias de la obligación,
debe cumplirse. Es el que, sin aparecer establecido de manera expresa (plazo expreso), resulta
del contexto y de las circunstancias de la obligación constituida. No obstante, y aunque se
desprende del tenor de la obligación que se ha querido conceder un plazo a favor del deudor,
queda sin determinar su duración. En tal supuesto, y salvo acuerdo entre los interesados para
concretar el plazo, éste deberá ser establecido por el juez. Por ejemplo: la oferta sin plazo de
aceptación: si se realiza a persona que no se encuentra presente, el “proponente queda obligado
hasta el momento en que puede razonablemente esperarse la recepción de la respuesta,
expedida por los medios usuales de comunicación” (art. 974 CCyC);

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d) Si el plazo es indeterminado, en el tiempo que fije el juez, a solicitud de cualquiera de las


partes, mediante el procedimiento más breve que prevea la ley local. En las obligaciones de plazo
indeterminado, el término de cumplimiento no fue acordado por ninguna de las partes, aunque se
encuentre precisado el hecho (mejoría de fortuna del deudor) a partir del cual el acreedor puede
iniciar acciones para recibir lo que le es debido. Tampoco es una obligación de plazo tácito, en
tanto el acreedor no puede unilateralmente exigir el pago, ya que el plazo de cumplimiento lo fija
el juez, acción judicial mediante.
El principio de puntualidad se encuentra relacionado con el tiempo en que debe producirse el
cumplimiento de la obligación, es decir, en la oportunidad pactada por las partes, o en la
oportunidad que la ley lo establezca y, en defecto de ambas, cuando el juez lo indique.
La cuestión del plazo se encuentra relacionada con el modo de computar los intervalos del
derecho conforme la regulación del art. 6° ccyc, en el que se indica que “Los plazos vencen a la
hora veinticuatro del día del vencimiento respectivo. El cómputo civil de los plazos es de días
completos y continuos, y no se excluyen los días inhábiles o no laborables”. Es dable recordar
que dicho artículo rige en forma subsidiaria y para el caso en que las partes no hayan acordado al
respecto, atento a que la libertad negocial permite que estas dispongan que el computo del plazo
se efectúe de manera distinta.
Hasta que el juez no fije el plazo de cumplimiento, el deudor no se encuentra constituido en mora,
debido a que la deuda no resulta exigible.
Pago anticipado (art. 872)
El pago anterior al vencimiento del plazo no da derecho a exigir descuentos.
El pago anticipado de la deuda introduce una modificación unilateral por parte del deudor, que no
debe perjudicar al acreedor. Salvo que el acreedor acepte realizar alguno; ello es una
consecuencia del efecto vinculante que reviste el contrato para las partes, al que deben
someterse como a la ley misma (art. 959 ccyc).
Lugar de pago designado (art. 873)
El lugar de pago puede ser establecido por acuerdo de las partes, de manera expresa o tácita. Se
considera que el lugar fue acordado en forma tácita, si el mismo surge de las circunstancias en
que la obligación debe ser cumplida. Así, en la compraventa de semoviente, el lugar en que debe
ser cumplida la obligación es en el corral de los animales; en una locación de obra, cual puede
ser pintar un inmueble, el lugar de pago coincide con la ubicación del inmueble.
Sin perjuicio de ello, si bien el acuerdo de partes, referido a la fijación del lugar de pago, es la
regla principal, se aplica en caso de silencio y en forma residual, lo establecido en el art. 874
ccyc.
Importancia de la determinación del lugar del pago:
- determina la competencia judicial en razón del territorio, atento que entenderá en la contienda el
juez competente “del lugar en que deba cumplirse la obligación expresa o implícitamente” (art. 5°,
inc. 3, cPccn).
- cobra relevancia en lo referente a los gastos que origine el cumplimiento de la prestación
debida. El deudor es quien carga con los gastos que origine la entrega de la cosa. En este
sentido, el deudor carga con los gastos de traslado de la misma, así como con los gastos que se
originen por la documentación necesaria para realizar la transmisión del dominio, como sellados,
certificados y honorarios del escribano.

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- pago cobra virtualidad en el derecho internacional privado, en aquellos supuestos en los cuales
las partes no designaron el derecho aplicable, en cuyo caso “el contrato se rige por las leyes y
usos del país del lugar de cumplimiento” (art. 2652 ccyc).
- cobra importancia al momento de determinar la comisión que debe pagarse al consignatario en
caso de que no haya sido acordada por las partes. En tal situación “se debe la que sea de uso en
el lugar de cumplimiento de la consignación” (art. 1342 ccyc).
Lugar de pago no designado (art. 874)
Si nada se ha indicado, el lugar de pago es el domicilio del deudor al tiempo del nacimiento de la
obligación. Si el deudor se muda, el acreedor tiene derecho a exigir el pago en el domicilio actual
o en el anterior. Igual opción corresponde al deudor, cuando el lugar de pago sea el domicilio del
acreedor.
Esta regla no se aplica a las obligaciones:
a) De dar cosa cierta; en este caso, el lugar de pago es donde la cosa se encuentra
habitualmente.
b) De obligaciones bilaterales de cumplimiento simultáneo; en este supuesto, lugar de pago es
donde debe cumplirse la prestación principal.”
Validez (art. 875)
El pago debe ser realizado por persona con capacidad para disponer.
Es de destacar que en las obligaciones de dar resulta menester que quien transmite la propiedad
de la cosa debe ser el dueño y debe tener capacidad para enajenarla y disponer de la cosa que
entrega. Por ende, en caso de que se efectuara en pago la entrega de una cosa ajena, dicho acto
es inoponible a su verdadero propietario.
Pago en fraude a los acreedores (art. 876)
El pago debe hacerse sin fraude a los acreedores. En este supuesto, se aplica la normativa de la
acción revocatoria y, en su caso, la de la ley concursal.
El fraude constituye un vicio de los actos jurídicos, y en materia de pago, uno de los límites más
importantes que pesan sobre el deudor es el respeto de los derechos de sus acreedores, ya que
se verá impedido de realizar todo acto de disposición que tenga la intencionalidad de frustrar la
garantía que, sobre su patrimonio, poseen los acreedores.
Se considerará fraudulento aquel pago que realice de mala fe el deudor y que con él provoque su
insolvencia o la agrave. Para que el pago sea considerado fraudulento, debe reunir los siguientes
requisitos:
a) Que el crédito sea de causa anterior al acto impugnado, excepto que el deudor haya actuado
con el propósito de defraudar a futuros acreedores;
b) Que el acto haya causado o agravado la insolvencia del deudor;
c) Que quien contrató con el deudor a título oneroso haya conocido o debido conocer que el acto
provocaba o agravaba la insolvencia.
De acreditarse el pago fraudulento, este será inoponible para los acreedores que han sufrido
perjuicio, por lo cual, pese a ser válido entre las partes, no podrá hacerse valer respecto de
aquellos.
Serán de aplicación las disposiciones de la ley concursal que disponen al respecto:

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- En el concurso preventivo, el deudor concursado está impedido de hacer pagos a los


acreedores por causa o título anterior a la apertura del concurso.
- En la quiebra, son ineficaces los pagos efectuados por el deudor durante el “período de
sospecha”, siempre que estos sean anticipados y cuyos vencimientos según el título debían
producirse el día de la quiebra o con posterioridad. De igual modo, por efecto del
desapoderamiento, son ineficaces todos los actos de disposición, entre ellos, el pago.
Pago de créditos embargados o prendados (art. 877)
El crédito debe encontrarse expedito. El pago de un crédito embargado o prendado es inoponible
al acreedor prendario o embargante.
c) El embargo del crédito: el embargo del crédito es una medida que solicita al juez el acreedor
embargante para garantizar un crédito propio y que se comunica al deudor del crédito a fin de
que el deudor del acreedor embargante no perciba la totalidad del crédito; ejemplo de ello es
el embargo del sueldo, la medida trabada por el acreedor embargante se pone en
conocimiento del empleador (tercero que es deudor del crédito) quien, ante la traba del
embargo, se encuentra impedido de entregar la totalidad del crédito-sueldo al empleado
(acreedor de crédito-sueldo). El embargo se encuentra formalmente trabado sobre el crédito,
una vez que haya sido notificado el tercero deudor (art. 533 cPccn); en tal situación, si el
tercero (deudor del crédito) paga la totalidad del mismo al acreedor (deudor del acreedor
embargante) el pago no será válido y es declarado inoponible frente al acreedor embargante.
Créditos inembargables
a) Las jubilaciones y pensiones, salvo por alimentos y litisexpensas (art. 46, inc. c, de la ley
18.037).
b) El salario mínimo vital y móvil, salvo por deudas de alimentos y litisexpensas (art. 120 de la ley
20.744).
c) La remuneración anual complementaria (aguinaldo) de los empleados públicos (art. 5° de la ley
12.915).
d) La indemnización por accidentes laborales (art. 11, inc. 1, de la ley 24.557).
e) El crédito por alimentos (art. 744, inc. g, CCyC).
f) Las indemnizaciones debidas al deudor por daño moral (art. 744, inc. f, CCyC).
g) Las indemnizaciones debidas al deudor por daño material derivado de lesiones a su integridad
psicofísica (art. 744, inc. f, CCyC).
c) La prenda del crédito: la prenda queda constituida cuando se cumpla con la notificación de su
existencia al deudor del crédito prendado (art. 2233 ccyc) y se procede a la entrega del título de
crédito donde consta la constitución del derecho real de garantía (art. 2219 ccyc). Al igual que
sucede con el embargo del crédito, la prenda vincula a tres personas:
1) el acreedor prendario, titular del derecho real de prenda, que recae sobre un crédito que su
deudor tiene contra un tercero;
2) el deudor prendario, que es quien constituye la prenda sobre un crédito propio; y
3) el deudor del crédito prendado.
Propiedad de la cosa (878)

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El cumplimiento de una obligación de dar cosas ciertas para constituir derechos reales requiere
que el deudor sea propietario de la cosa. El pago mediante una cosa que no pertenece al deudor
se rige por las normas relativas a la compraventa de cosa ajena.
Nadie puede transmitir un derecho mejor o más extenso del que tiene, sin perjuicio de las
excepciones legalmente dispuestas. Si el acreedor hubiera tomando conocimiento antes de la
entrega que la cosa no es propiedad del deudor, puede negarse a su recepción y exigir al deudor
el pago de la prestación en debida forma.
Si el acreedor es de buena fe y le es entregada por el deudor una cosa que no es de su
propiedad sin que el acreedor lo supiera, pueden brindarse dos opiniones. O bien considerarse
que el pago es nulo de nulidad relativa o, como lo sostiene otra opinión, que en tal caso no se
presenta un supuesto de nulidad, sino de incumplimiento por falta de adecuación entre la
prestación debida y la conducta cumplida por el deudor.
Legitimación activa (art. 879)
El deudor tiene el derecho de pagar. Si hay varios deudores, el derecho de pagar de cada uno de
ellos se rige por las disposiciones correspondientes a la categoría de su obligación.
Efectos del pago por el deudor (art. 880)
El pago realizado por el deudor que satisface el interés del acreedor, extingue el crédito y lo
libera.
Ejecución de la prestación por un tercero (art. 881)
La prestación también puede ser ejecutada por un tercero, excepto que se hayan tenido en
cuenta las condiciones especiales del deudor, o hubiere oposición conjunta del acreedor y del
deudor. Tercero interesado es la persona a quien el incumplimiento del deudor puede causar un
menoscabo patrimonial, y puede pagar contra la oposición individual o conjunta del acreedor y del
deudor.
En el caso de los terceros interesados, ellos poseen el ius solvendi o derecho de pagar, y pueden
efectuar el pago aun contra la voluntad del deudor y del acreedor, y recurrir inclusive al pago por
consignación ante la negativa del acreedor a recibírselo. En cambio, los terceros no interesados
también pueden efectuar el pago en los supuestos en los cuales no exista oposición conjunta del
acreedor y del deudor.
A modo de ejemplo, revestirían el carácter de terceros interesados el poseedor de un inmueble
hipotecado, un condómino, un fiador en un contrato de locación, etc.

Efectos que produce la ejecución de la prestación por un tercero (art. 882)


La ejecución de la prestación por un tercero no extingue el crédito. El tercero tiene acción contra
el deudor con los mismos alcances que:
a) El mandatario que ejecuta la prestación con asentimiento del deudor;
a) El gestor de negocios que obra con ignorancia de este;
c) Quien interpone la acción de enriquecimiento sin causa, si actúa contra la voluntad del deudor.
Puede también ejercitar la acción que nace de la subrogación por ejecución de la prestación por
un tercero.
La obligación continúa vigente, toda vez que la deuda subsiste en cabeza del deudor, quien
deberá satisfacer la misma al tercero que ha efectuado el pago por él. Por lo tanto, solo ha

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existido un cambio de acreedor, quedando facultado el tercero a exigir la restitución del pago que
ha efectuado al deudor de la obligación. Se configura una subrogación del tercero en la posición
jurídica del acreedor.
Legitimación para recibir pagos (art. 883)
Tiene efecto extintivo del crédito el pago hecho:
a) Al acreedor, o a su cesionario o subrogante; si hay varios acreedores, o el derecho al cobro de
cada uno de ellos se rige por las disposiciones correspondientes a la categoría de su obligación;
b) A la orden del juez que dispuso el embargo del crédito;
c) Al tercero indicado para recibir el pago, en todo o en parte;
d) A quien posee el título de crédito extendido al portador, o endosado en blanco, excepto
sospecha fundada de no pertenecerle el documento, o de no estar autorizado para el cobro. Los
títulos al portador son aquellos que facultan su cobro a quien los tenga en su poder, sin que exista
un beneficiario individualizado en el documento;
e) Al acreedor aparente, si quien realiza el pago actúa de buena fe y de las circunstancias resulta
verosímil el derecho invocado; el pago es válido, aunque después sea vencido en juicio sobre el
derecho que invoca.”
Derechos del acreedor contra el tercero (art. 884)
El acreedor tiene derecho a reclamar al tercero el valor de lo que ha recibido:
a) En el caso del inciso c) del artículo 883, conforme a los términos de la relación interna entre
ambos;
b) En los casos de los incisos d) y e) del artículo 883, conforme a las reglas del pago indebido.
Si el acreedor originario fallece, quedan legitimados para reclamar el pago sus herederos.
Pago a persona incapaz o con capacidad restringida y a terceros no legitimados (art. 885)
No es válido el pago realizado a una persona incapaz, ni con capacidad restringida no autorizada
por el juez para recibir pagos, ni a un tercero no autorizado por el acreedor para recibirlo, excepto
que medie ratificación del acreedor.

Mora
La mora es el estado en el cual el incumplimiento material se hace jurídicamente relevante.
Mora del deudor y del acreedor (art. 886)
La mora del deudor se produce por el solo transcurso del tiempo fijado para el cumplimiento de la
obligación.
El acreedor incurre en mora si el deudor le efectúa una oferta de pago de conformidad con el
artículo 867 y se rehúsa injustamente a recibirlo.
Excepciones de la mora automática (art. 887)
La regla de la mora automática no rige respecto de las obligaciones:

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a) Sujetas a plazo tácito; si el plazo no está expresamente determinado, pero resulta tácitamente
de la naturaleza y circunstancias de la obligación, en la fecha que conforme a los usos y la buena
fe, debe cumplirse;
b) Sujetas a plazo indeterminado propiamente dicho; si no hay plazo, el juez a pedido de parte, lo
debe fijar mediante el procedimiento más breve que prevea la ley local, a menos que el acreedor
opte por acumular las acciones de fijación de plazo y de cumplimiento, en cuyo caso el deudor
queda constituido en mora en la fecha indicada por la sentencia para el cumplimiento de la
obligación.
En caso de duda respecto a si el plazo es tácito o indeterminado propiamente dicho, se considera
que es tácito.
El Código solamente reconoce dos excepciones al principio de mora automática: las obligaciones
sujetas a plazo tácito, donde es menester interpelar al deudor para constituirlo en dicho estado; y
las obligaciones a plazo indeterminado propiamente dicho, supuesto en el que debe requerirse
fijación judicial de plazo.
Existen dos sistemas de constitución en mora:
• Mora “ex re”. También llamada mora automática, se produce por el solo transcurso del tiempo
sin que sea necesario que el acreedor efectúe interpelación alguna al deudor.
• Mora “ex persona”. Este sistema requiere de un acto previo del acreedor, llamado
interpelación, para constituir en mora al deudor. La interpelación es un acto por medio del cual
efectúa una exigencia de pago al deudor.
La ausencia de interpelación permitiría deducir que el acreedor no había sufrido daño alguno ante
el incumplimiento y que, además, al existir requerimiento previo, se le estaba brindando al deudor
una última oportunidad para que cumpliera, evitándose los graves efectos que una mora
automática provocaría.
Efectos de la mora del deudor
La mora es configurativa del incumplimiento relativo de la obligación imputable al deudor, por lo
cual a partir de él se producen una serie de efectos o consecuencias que deberá asumir el
moroso. Los principales son:
- Se produce la apertura de las acciones de responsabilidad contra el deudor, ya que este debe
indemnizar al acreedor por los daños e intereses moratorios. Sin perjuicio de ello, el accipiens
puede intentar la ejecución forzada o la ejecución por un tercero. Si no obtiene el cumplimiento
forzado, tendrá derecho a acumular la indemnización de los mayores daños provocados por el
incumplimiento total de la obligación.
- Indemnización del daño moratorio. Queda constreñido al pago del daño ocasionado.
- Cláusula penal. El deudor que no cumple la obligación en el tiempo convenido debe la pena, si
no prueba la causa extraña que suprime la relación causal. La eximente del caso fortuito debe ser
interpretada y aplicada restrictivamente.
Cese de mora del deudor
La situación de mora del deudor se extingue:
- Por el pago efectuado por el deudor o por la consignación del mismo. Sin embargo, el pago
debe ser comprensivo de la prestación adeudada y los intereses moratorios.
- Ante la configuración de la imposibilidad del pago. Cuando la prestación deviene imposible con
posterioridad a la constitución del estado de mora, la mora del deudor se transforma en

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incumplimiento definitivo. No obstante, el deudor seguirá adeudando el daño moratorio que su


mora ha ocasionado hasta el momento en que la obligación se transformó de imposible
cumplimiento.
Mora del acreedor
Puede ocurrir que si la obligación no se cumple oportunamente, ello se deba a la conducta del
acreedor que imposibilita la ejecución de la obligación.
Para la constitución en mora del acreedor se requiere que exista falta de cooperación y
obstaculización imputable al acreedor, ya sea a título de culpa o dolo, y debe existir un
ofrecimiento real de pago por parte del deudor con negativa injustificada del acreedor a recibirlo.
Los efectos son similares a los de la mora del deudor:
- El acreedor es responsable por los daños moratorios sufridos por el deudor;
- los riesgos que soportaba el deudor en torno a la conservación de la cosa se trasladan al
acreedor, que se responsabilizará en caso de pérdida o deterioro;
- suspensión del curso de los intereses compensatorios convenidos durante el plazo de la
obligación que estaban a cargo del deudor;
- en caso de pérdida de la prestación por resultar de imposible cumplimiento luego de estar el
acreedor constituido en mora, la obligación se extingue quedando liberado el deudor.
La mora del acreedor cesa cuando:
a) El acreedor acepta el pago;
b) El deudor renuncia expresa o tácitamente a valerse de los efectos;
c) Imposibilidad de cumplimiento de la prestación, sin perjuicio de los daños moratorios;
d) Extinción de la obligación por validez del pago por consignación efectuado por el deudor.
Eximición (art. 888)
Para eximirse de las consecuencias jurídicas derivadas de la mora, el deudor debe probar que no
le es imputable, cualquiera sea el lugar de pago de la obligación.
Se debe tener en cuenta qué clase de deber ha asumido el deudor, distinguiéndose la obligación
de diligencia de aquella en la cual se ha comprometido a la obtención de un fin esperado por el
acreedor. Es decir que, si bien en la primera el factor de atribución es la culpa (o el dolo), en la
segunda es el riesgo creado a la garantía.
Cuando la mora es subjetiva, deberá el deudor acreditar su ausencia de culpabilidad para
demostrar que el retardo en el cumplimiento no le es imputable. En cambio, cuando la mora y la
responsabilidad de ella son de naturaleza objetiva, la imputación se efectúa con abstracción de
toda idea de culpabilidad y en base a un parámetro objetivo de atribución (riesgo creado,
garantía, equidad, deber calificado de seguridad, etc.), por lo cual la única eximente válida para
que ella no sea imputable al deudor, será la acreditación de una causa ajena: hecho del acreedor,
hecho de un tercero por quien no deba responder o el caso fortuito.
Pago a mejor fortuna (art. 889)
Las partes pueden acordar que el deudor pague cuando pueda, o mejore de fortuna; en este
supuesto, se aplican las reglas de las obligaciones a plazo indeterminado.
Se considera que un plazo es indeterminado cuando no ha sido fijado en modo preciso ni en
forma convencional, legal o judicial. Sin embargo, puede ser subclasificado en indeterminado

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tácito (el que, si bien no está fijado, surge tácitamente de la naturaleza y circunstancias de la
obligación) e indeterminado propiamente dicho (el plazo está indeterminado y no puede ser
inferido tácitamente de ninguna manera). Aquí se trata de un plazo indeterminado propiamente
dicho.
Entonces, será el juez quien deberá fijar el plazo del cumplimiento, atendiendo a las
circunstancias del caso y a la condición económica del deudor, la que deberá probar en el
proceso judicial. En tal sentido, hasta tanto no se establezca un plazo para el cumplimiento, no
correrán para el solvens las consecuencias previstas para la mora del deudor.
Carga de la prueba (art. 890)
El acreedor puede reclamar el cumplimiento de la prestación, y corresponde al deudor demostrar
que su estado patrimonial le impide pagar. En caso de condena, el juez puede fijar el pago en
cuotas.
Muerte del deudor (art.891)
Se presume que la cláusula de pago a mejor fortuna se establece en beneficio exclusivo del
deudor; la deuda se transmite a los herederos como obligación pura y simple.
Beneficio de competencia (art. 892)
El beneficio de competencia es un derecho que se otorga a ciertos deudores, para que paguen lo
que buenamente puedan, dejándoles lo indispensable para una modesta subsistencia, con cargo
de devolución si mejoraran de fortuna. Debe ser solicitado por el deudor, quien debe oponerlo.
Una vez efectuado ello, se produce una división del crédito, quedando el acreedor limitado a
cobrar solo la parte que el deudor beneficiado pueda buenamente pagar. Así, el deudor quedará
obligado al pago del saldo que no abona hasta que mejore de fortuna y se halle en condiciones
de afrontar la totalidad de la deuda.
Si las partes no se pusieran de acuerdo en torno al monto que pagará el deudor en este caso, y a
la forma en que lo afrontará, deberá disponerlo el juez. Es importante destacar que el beneficio es
de carácter personalísimo e intransmisible, y eminentemente excepcional.
Al tratarse de un beneficio de carácter excepcional, la enumeración de personas incluidas resulta
taxativa, lo cual excluye cualquier posibilidad de que otro deudor distinto de los sujetos
mencionados pueda obtener el beneficio de competencia.
Personas incluidas (art. 893)
El acreedor debe conceder este beneficio:
a) A sus ascendientes, descendientes y colaterales hasta el segundo grado, si no han incurrido en
alguna causal de indignidad para suceder;
b) A su cónyuge o conviviente;
c) Al donante en cuanto a hacerle cumplir la donación.”
Prueba del pago
Carga de prueba (art. 894)
La carga de la prueba incumbe:
a) En las obligaciones de dar y de hacer, sobre quien invoca el pago;
b) En las obligaciones de no hacer, sobre el acreedor que invoca el incumplimiento.
Medios de prueba (art. 895)

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El pago puede ser probado por cualquier medio excepto que de la estipulación o de la ley resulte
previsto el empleo de uno determinado, o revestido de ciertas formalidades, por lo cual la prueba
del mismo no puede ser ajena al cumplimiento de las formas establecidas. Por ejemplo, un pago
efectuado a favor de un menor de edad durante el trámite de un proceso judicial solo puede ser
acreditado mediante la boleta del depósito efectuado en la cuenta bancaria de titularidad del
beneficiario.
Recibo (art. 896)
El recibo es un instrumento público o privado en el que el acreedor reconoce haber recibido la
prestación debida.
Es un simple documento firmado por el acreedor, que permite acreditar la recepción de la
prestación debida, y que posee el carácter de confesión extrajudicial por medio de la cual la
persona que tiene facultad para recibir el pago da cuenta de que lo ha recibido.
El recibo de pago no posee, como regla general, formalidad alguna, aunque la doctrina
mayoritaria entiende que debe realizarse por escrito. La excepción a esta regla general de libertad
de formas para la confección del recibo, la constituyen los supuestos en los cuales el recibo deba
realizarse por escritura pública, porque así lo establece la ley.
Derecho a exigir el recibo (art. 897)
El cumplimiento de la obligación confiere al deudor derecho de obtener la constancia de la
liberación correspondiente. El acreedor también puede exigir un recibo que pruebe la recepción.
El contrarrecibo es una constancia emitida por el deudor por medio de la cual manifiesta que le ha
sido entregado el recibo por el acreedor. A fin de posibilitar que el acreedor también pueda
obtener una prueba de la entrega del recibo, se suele expedir en doble ejemplar, haciéndosele
firmar al deudor la copia que queda en poder del acreedor.
Inclusión de reservas (art. 898)
El deudor puede incluir reservas de derechos en el recibo y el acreedor está obligado a
consignarlas. La inclusión de estas reservas no perjudica los derechos de quien extiende el
recibo.
Presunciones relativas al pago (art. 899)
Se presume, excepto prueba en contrario que:
a) Si se otorga un recibo por saldo, quedan canceladas todas las deudas correspondientes a la
obligación por la cual fue otorgado;
b) Si se recibe el pago correspondiente a uno de los períodos, están cancelados los anteriores,
sea que se deba una prestación única de ejecución diferida cuyo cumplimiento se realiza
mediante pagos parciales, o que se trate de prestaciones sucesivas que nacen por el transcurso
del tiempo.
c) Si se extiende recibo por el pago de la prestación principal, sin los accesorios del crédito, y no
se hace reserva, estos quedan extinguidos;
d) Si se debe daño moratorio, y al recibir el pago el acreedor no hace reserva a su respecto, la
deuda por ese daño está extinguida.”
Imputación del pago
Imputación por el deudor (art. 900)

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La imputación del pago puede ser definida como el conjunta de reglas y normas que permiten
brindar solución a los problemas que se suscitan cuando el deudor debe cumplir con varias
obligaciones de la misma naturaleza que se encuentran pendientes de cumplimiento, y el pago
que efectúa a tal fin no es suficiente para cancelar a todas ellas. En consecuencia, cuando ello
ocurre, dichas normas determinan cuál es el procedimiento que debe seguirse en tal caso.
Si las obligaciones para con un solo acreedor tienen por objeto prestaciones de la misma
naturaleza, el deudor tiene la facultad de declarar, al tiempo de hacer el pago, por cuál de ellas
debe entenderse que lo hace. La elección debe recaer sobre deuda líquida y de plazo vencido. Si
adeuda capital e intereses, el pago no puede imputarse a la deuda principal sin consentimiento
del acreedor.
Si se imputara el pago al capital estando pendiente de cancelación los intereses de cualquier tipo,
podría considerarse que la emisión del recibo del capital por el acreedor sin reserva alguna sobre
los intereses implica una renuncia tácita respecto de estos. La imputación al capital dejando
impagos los intereses implicaría una disminución de las rentas que aquel devenga, aunque siga
en poder del deudor una cantidad igual o superior al capital que las producía en un monto mayor.
Imputación por el acreedor (art. 901)
Si el deudor no imputa el pago, el acreedor se encuentra facultado a hacerlo en el momento de
recibirlo, conforme a estas reglas:
a) Debe imputarle a alguna de las deudas líquidas y exigibles;
b) Una vez canceladas totalmente una o varias deudas, puede aplicar el saldo a la cancelación
parcial de cualquiera de las otras.
Imputación legal (art. 902)
Si el deudor o el acreedor no hacen imputación del pago, se lo imputa:
a) En primer término, a la obligación de plazo vencido más onerosa para el deudor;
b) Cuando las deudas son igualmente onerosas, el pago se imputa a prorrata. Se deberá imputar
el pago proporcionalmente a todas las deudas existentes. Requiere previamente que las deudas
sean de plazo vencido.
Pago a cuenta de capital e intereses (art. 903)
Si el pago se hace a cuenta de capital e intereses y no se precisa su orden, se imputa en primer
término a intereses, a no ser que el acreedor dé recibo por cuenta de capital.

BOLILLA 10
Pago por consignación
El deudor tiene el derecho de obtener la liberación de la deuda efectuando el pago por
consignación – es decir, mediante intervención judicial – que es procedente en diferentes
supuestos.
La consignación judicial es un mecanismo compulsivo, tendiente a vencer la reticencia del
acreedor, o bien a sortear diversos obstáculos que dificultan o impiden realizar el pago en forma
directa.
Consignación judicial

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Casos (art. 904)


El pago por consignación procede cuando:
a) El acreedor fue constituido en mora. El acreedor incurre en mora si se rehúsa
injustificadamente a recibir el pago o bien cuando no colabora con el deudor para que se
concrete, y esa falta de colaboración dificulta seriamente la liberación del deudor;
b) Existe incertidumbre sobre la persona del acreedor. La casuística es variada, pudiendo
destacarse el supuesto de que concurran varias personas reclamando el mismo derecho y el
deudor tenga razones serias y fundadas para dudar acerca de quién reviste la verdadera calidad
de acreedor, o bien cuando nadie reclame el crédito al deudor y este pretenda liberarse sin saber
a quién pagar. Otro supuesto se verificaría cuando el deudor tiene conocimiento de que existe el
acreedor, pero no conoce su actual paradero y no se ha declarado judicialmente la ausencia con
presunción de fallecimiento.
c) El deudor no puede realizar un pago seguro y válido por causa que no le es imputable. Se
suscita la imposibilidad de un pago seguro cuando, por ejemplo, pese al deber impuesto por el
art. 897 ccyc, el acreedor no accede a extender el pertinente recibo. También estaría subsumido
en la norma el caso del acreedor que no acepta las reservas que el deudor desee hacer constar
—por ejemplo, de repetir lo pagado— al momento de realizar el pago.
Requisitos (art. 905)
El pago por consignación está sujeto a los mismos requisitos del pago (Art. 865 y sgs.). En
consecuencia, tiene que ser efectuado respetando lo convenido por las partes en cuanto a las
personas, objeto, modo y tiempo. Caso contrario, la consignación resultará inválida y no tendrá
efecto liberatorio.
Forma (art. 906)
El pago por consignación se rige por las siguientes reglas:
a) Si la prestación consiste en una suma de dinero, se requiere su depósito a la orden del juez
interviniente, en el banco que dispongan las normas procesales.
b) Si se debe una cosa indeterminada a elección del acreedor y este es moroso en practicar la
elección, una vez vencido el término del emplazamiento judicial hecho al acreedor, el juez
autoriza al deudor a realizarla. Una vez que ello sucede, la consignación debe regirse por el
mismo procedimiento aplicable a la consignación de cosas ciertas. Así, efectuada la elección por
el deudor, e intimando previamente al acreedor a recibir la cosa elegida, de no hacerlo queda
legitimado a consignarla.
.c) Si las cosas debidas no pueden ser conservadas o su custodia origina gastos excesivos, el
juez puede autorizar la venta en subasta, y ordenar el depósito del precio que se obtenga.
Quien desea efectuar el pago por consignación lo hace a través de una demanda, poniendo el
objeto debido a disposición del juez, a fin de que este lo atribuya al acreedor dando fuerza de
pago al depósito efectuado por el deudor, provocando su liberación. El acreedor puede aceptar o
impugnar la consignación. En este último caso, se hará necesario el dictado de una sentencia
judicial que se expida respecto de la legitimidad del pago intentado por el deudor.
Efectos (art. 907)
La consignación judicial, no impugnada por el acreedor, o declarada válida por reunir los
requisitos del pago, extingue la deuda desde el día en que se notifica la demanda.

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Si la consignación es defectuosa, y el deudor subsana ulteriormente sus defectos, la extinción de


la deuda se produce desde la fecha de notificación de la sentencia que la admite.
La consignación válida produce idénticos efectos que los que provoca el pago. Sin embargo, son
tres las consecuencias de mayor importancia que ocasiona la consignación:
- Extingue la obligación con todos sus accesorios;
- Detiene el curso de los intereses moratorios o compensatorios.
- Traslada los riesgos de la prestación consignada hacia el acreedor a favor de quien se efectuó
la compensación.
Deudor moroso (art. 908)
El deudor moroso puede consignar la prestación debida con los accesorios devengados hasta el
día de la consignación.
Se establece la posibilidad de que sea un deudor moroso quien realice el pago por consignación.
Ello puede ocurrir porque habiendo vencido el plazo para realizar el pago el acreedor se niegue a
recibírselo, pretendiendo alegar con posterioridad su incumplimiento total y absoluto. Si el deudor
moroso quisiera pagar, deberá hacerlo con todos los accesorios derivados de su mora y estará
legitimado para consignar el pago si lo efectúa con esos accesorios devengados hasta el
momento de la consignación.
Desistimiento (art. 909)
El deudor tiene derecho a desistir de la consignación antes de que la acepte el acreedor o de que
haya sido declarada válida. Con posterioridad, solo puede desistir con la conformidad expresa del
acreedor, quien en ese caso pierde la acción contra los codeudores, los garantes y los fiadores.
Esta última regla se debe a que lo consignado adquiere el carácter de pago, y por ende sería
irrevocable de manera unilateral. Una vez que esto ocurre, los bienes consignados pasan a
integrar el patrimonio del accipiens, razón por la cual solo con su conformidad podrá el deudor
retrotraer su voluntad.
Es principio general en materia de consignación que el sujeto que debe cargar con las costas de
ella es quien, con su conducta, ha ocasionado injustamente la necesidad de efectuar el juicio de
consignación. Quien sea vencido en el juicio deberá soportar los gastos y costas.
Consignación extrajudicial
El instituto de la consignación privada está previsto únicamente para el caso de obligaciones de
dar sumas de dinero, y es una opción que se le brinda al deudor. La finalidad del mismo es evitar
que por una consignación que importe el depósito de una suma de dinero, se tenga que acudir a
los estrados judiciales.

Procedencia y trámite (art. 910)


Sin perjuicio de las disposiciones del Parágrafo 1°, el deudor de una suma de dinero puede optar
por el trámite de consignación extrajudicial. A tal fin, debe depositar la suma adeudada ante un
escribano de registro, a nombre y a disposición del acreedor, cumpliendo los siguientes recaudos:
a) Notificar previamente al acreedor, en forma fehaciente, del día, la hora y el lugar en que será
efectuado el depósito;
b) Efectuar el depósito de la suma debida más los intereses devengados hasta el día del
depósito; este depósito debe ser notificado fehacientemente al acreedor por el escribano dentro

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de las cuarenta y ocho horas hábiles de realizado; si es imposible practicar la notificación, el


deudor debe consignar judicialmente.
Debe distinguirse entre los escribanos de título y los de registro. Es escribano de título aquel que
no tiene a su cargo un registro de escrituras públicas, ni es titular del mismo, ni tampoco se
desempeña como adscripto a dicho registro. En cambio, es escribano de registro quien, previa
habilitación de la autoridad competente para el ejercicio de la función, es titular de un registro.
Este último está habilitado para llevar a cabo una consignación extrajudicial o privada.
Derechos del acreedor (art. 911)
Una vez notificado del depósito, dentro del quinto día hábil de notificado, el acreedor tiene
derecho a:
a) Aceptar el procedimiento y retirar el depósito, estando a cargo del deudor el pago de los gastos
y honorarios del escribano;
b) Rechazar el procedimiento y retirar el depósito, estando a cargo del acreedor el pago de los
gastos y honorarios del escribano;
c) Rechazar el procedimiento y el depósito, o no expedirse. En ambos casos, el deudor puede
disponer de la suma depositada para consignarla judicialmente.”
Derechos del acreedor que retira el depósito (art. 912)
Si el acreedor retira lo depositado y rechaza el pago, puede reclamar judicialmente un importe
mayor o considerarlo insuficiente o exigir la repetición de lo pagado por gastos y honorarios por
considerar que no se encontraba en mora, o ambas cosas. En el recibo debe hacer reserva de su
derecho, caso contrario se considera que el pago es liberatorio desde el día del depósito. Para
demandar tiene un término de caducidad de treinta días computados a partir del recibo con
reserva.
Se prevé la posibilidad de que el acreedor retire la suma depositada, sin darle el carácter de
pago, ya sea porque considera que es insuficiente (reclama el resto por vía judicial) o porque
considera que no se encontraba en mora (pretende repetir del deudor los gastos y honorarios).
De ocurrir ello, el acreedor debe emitir un recibo en donde se haga reserva expresa de su
derecho, ya que, caso contrario, se presume que el deudor ha pagado lo que adeudaba y
quedaría liberado.
Impedimentos (art. 913)
No se puede acudir al procedimiento previsto en este Parágrafo si antes del depósito, el acreedor
optó por la resolución del contrato o demandó el cumplimiento de la obligación.
Como fue señalado, el pago por consignación extrajudicial debe servir como herramienta práctica
y económica para la realización de la prestación y la extinción de las obligaciones, sin
intervención judicial. Pero, en tanto esta sea ineludible para dilucidar la existencia del crédito o su
vigencia por hallarse controvertidas, el ejercicio del ius solvendi solo encuentra resguardo
mediante la consignación judicial.
Parece evidente en este caso que el principio de buena fe exige que el acreedor, notificado de la
voluntad de pago del deudor en la forma prevista en el art. 910 ccyc (notificación fehaciente del
día, hora y lugar del pago extrajudicial que se pretende realizar), le haga saber a aquel su
voluntad resolutoria o que demandó el cumplimiento. Es que, si la norma impide al deudor acudir
a la vía extrajudicial de la consignación, es necesario que el acreedor le notifique que ha optado
por resolver el contrato o que demandó el cumplimiento de la obligación, evitando que la otra
parte incurra en gastos notariales.

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Pago por subrogación (art. 914)


El pago por subrogación transmite al tercero que paga todos los derechos y acciones del
acreedor. La subrogación puede ser legal o convencional.
El término subrogación nos brinda la idea de sustitución. El pago por subrogación (también
llamado subrogación por ejecución de la prestación por un tercero) tiene lugar cuando lo efectúa
un tercero, y en razón de ello, se sustituye al acreedor en la obligación que lo une respecto del
deudor. Cuando el tercero es quien paga en lugar del deudor, se produce la satisfacción del
interés del acreedor, pero no la extinción de la deuda, que subsiste en cabeza del deudor. Por
ende, el crédito del accipiens a quien el tercero le ha pagado se traslada al patrimonio de este
último, quien puede exigir al deudor el pago de lo que ha efectuado por él.
Requisitos:
- Que el tercero cumpla con la prestación, por lo cual debe dar satisfacción al acreedor con el
objeto de la obligación.
- El tercero que paga debe tener capacidad para efectuar dicho pago a través de la subrogación,
ya que esta figura requiere todos los elementos esenciales del acto jurídico.
- El tercero debe efectuar el pago con fondos propios o ajenos, pero que no sean del deudor, ya
que habría pago por parte del deudor, y no por subrogación.
- Que el crédito que satisface el tercero exista y sea susceptible de transmisión.
- Que la transmisión del crédito se realice a partir del momento del pago.
Subrogación legal (art. 915)
La subrogación legal tiene lugar a favor:
a) Del que paga una deuda a la que estaba obligado con otros, o por otros. El primero de los
supuestos incluye aquellas obligaciones en las que cada codeudor está obligado al pago íntegro
frente al acreedor, por lo que, si alguno de aquella paga toda la deuda, se subroga contra el resto
de los obligados en aquello que exceda su cuota parte, sin depender del asentimiento de los
codeudores.
En cuanto al pago que realizan los terceros que están obligados por otros, se puede mencionar el
caso del fiador (supuesto expresamente previsto en el art. 1592 ccyc), y el de quien constituye
una hipoteca u otorga una cláusula penal para asegurar el cumplimiento de una deuda ajena,
entre otros.
b) Del tercero, interesado o no, que paga con asentimiento del deudor o en su ignorancia;
c) Del tercero interesado que paga aun con la oposición del deudor;
d) Del heredero con responsabilidad limitada que paga con fondos propios una deuda del
causante. En cuanto al heredero con responsabilidad limitada (art. 2317 ccyc) que paga con
fondos propios deudas del causante, se subroga en los derechos del acreedor que desinteresó y
pasa a tener un crédito a su favor en la sucesión.
No debe perderse de vista que la situación también está prevista por el art. 2320 ccyc, que
consagra el derecho al reembolso por parte del heredero o legatario que paga una porción de las
deudas o de los legados superior a su parte. En tal caso, se le reconoce expresamente acción
contra sus coherederos o colegatarios por el reembolso del excedente, hasta el límite de la parte
que cada uno de ellos debía soportar personalmente, incluso en caso de subrogación en los
derechos del que recibe el pago.

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Al margen de los dos supuestos especiales previstos en los incs. a) y d) que se verán a
continuación, es posible formular la regla en los siguientes términos: todo tercero que paga se
subroga por ley en los derechos del acreedor, salvo el tercero no interesado que paga contra la
voluntad del deudor.
Tercero interesado es la persona a quien el incumplimiento del deudor puede causar un
menoscabo patrimonial, y por ello se justifica que pueda pagar contra la oposición individual o
conjunta del acreedor y del deudor (art. 881). De ello deriva el reconocimiento del ius solvendi al
tercero interesado y la consecuente facultad de recurrir a la vía de la consignación para ejercer
ese derecho.
En el caso del tercero no interesado, si se verifica oposición tanto por parte del deudor como del
acreedor, carece de derecho a pagar (art. 881 ccyc). Pero si paga mediando únicamente
oposición del deudor, el pago es siempre válido aunque no pueda aquel subrogarse en los
derechos del acreedor, en cuyo caso puede ejercitar la acción que nace del enriquecimiento sin
causa (arg. art. 882 ccyc).
Subrogación convencional por el acreedor (art. 916)
El acreedor puede subrogar en sus derechos al tercero que paga.
El acreedor recibe el pago de un tercero y le transmite expresamente todos sus derechos
respecto de la deuda. Para que la subrogación convencional pueda llevarse a cabo, deben
reunirse los siguientes requisitos:
- La subrogación debe ser expresa, ya que no debe quedar duda alguna de la intención de
subrogar, por lo cual debe evidenciarse el acuerdo de voluntades entre el acreedor originario y
quien paga.
- Debe realizarse con anterioridad al pago o en forma simultánea al mismo.
- Debe efectuarse por escrito, y puede ser realizada en el mismo recibo de pago o en instrumento
por separado.
- Una vez realizada, debe serle notificada al deudor para que la subrogación surta efectos.
Subrogación convencional por el deudor (art. 917)
El deudor que paga al acreedor con fondos de terceros puede subrogar al prestamista. Para que
tenga los efectos previstos en estas normas es necesario que:
a) Tanto el préstamo como el pago consten en instrumentos con fecha cierta anterior;
b) En el recibo conste que los fondos pertenecen al subrogado;
c) En el instrumento del préstamo conste que con ese dinero se cumplirá la obligación del deudor.
La subrogación puede ser llevada a cabo por el deudor cuando este paga a su acreedor,
transmitiéndole a un tercero que le ha suministrado los medios para efectuar el pago, los
derechos del acreedor contra él. Es decir, la subrogación se produce a instancias del deudor, ya
que al desinteresar al acreedor con fondos que no son propios, le transmite a su prestamista los
derechos y acciones que le correspondían al accipiens originario.
Efectos (art. 918)
El pago por subrogación transmite al tercero todos los derechos y acciones del acreedor, y los
accesorios del crédito. El tercero subrogante mantiene las acciones contra los coobligados,
fiadores y garantes personales y reales, y los privilegios y el derecho de retención si lo hay.
Límites (art. 919)

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La transmisión del crédito tiene las siguientes limitaciones:


a) El subrogado solo puede ejercer el derecho transferido hasta el valor de lo pagado;
b) El codeudor de una obligación de sujeto plural solamente puede reclamar a los demás
codeudores la parte que a cada uno de ellos les corresponde cumplir;
c) La subrogación convencional puede quedar limitada a ciertos derechos o acciones.
Subrogación parcial (art. 920)
Si el pago es parcial, el tercero y el acreedor concurren frente al deudor de manera proporcional.
Cabe aclarar, de la conformidad del acreedor, puesto que no está obligado a recibir pagos
incompletos (art. 869 ccyc), al tiempo que se verifica la insuficiencia de bienes del deudor para
pagar en forma íntegra la deuda. En tal caso, se establece que el tercero solvens y el acreedor
parcialmente subrogado concurren con igual derecho sobre la parte que les es debida a prorrata,
es decir, que se distribuyen de manera proporcional los bienes del deudor. Ello, salvo convención
en contrario entre los acreedores. Ostentan iguales derechos creditorios.

BOLILLA 11
Otros modos de extinción
El código luego de referirse al “pago” se refiere a “Otros modos de extinción” y regula los
siguientes modos de extinción:

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 Compensación
 Confusión
 Novación
 Dación en pago
 Renuncia y remisión de la deuda
 Imposibilidad de cumplimiento
Compensación (art. 921)
La compensación de las obligaciones tiene lugar cuando dos personas, por derecho propio,
reúnen la calidad de acreedor y deudor recíprocamente, cualesquiera que sean las causas de una
y otra deuda. Extingue con fuerza de pago las dos deudas, hasta donde alcance la menor, desde
el tiempo en que ambas comenzaron a coexistir en condiciones de ser compensables.
La compensación es un modo extintivo de las obligaciones que consiste en la liquidación
recíproca de dos créditos cuyas partes son, al mismo tiempo, deudor y acreedor. Esto significa
que quien tiene que cumplir es también acreedor de quien debe recibir una satisfacción.
Por ejemplo, si Juan tiene una deuda de $100.000 con Pedro por la compra de un automóvil y,
simultáneamente, Pedro tiene una deuda de $50.000 con Juan por servicios profesionales
brindados, ambas se extinguen con fuerza de pago hasta el alcance de la menor, desde que
comenzaron a coexistir. Una vez operado este instituto jurídico, subsistirá un crédito de Pedro
contra Juan por $50.000.
En definitiva, se extinguen obligaciones de aquellas personas que, por derecho propio, son
recíprocamente acreedoras y deudoras, produciéndose el fenómeno de la neutralización. Resulta
indispensable que se trate de créditos que provengan de títulos o causas disímiles, no pueden
compensarse obligaciones correlativas nacidas de un mismo vínculo contractual. Es decir que
quien vende una propiedad a otra persona no puede compensar su cumplimiento con la no
recepción del precio estipulado.
Especies (art. 922)
La compensación puede ser:
1) Compensación legal: es la que dispone la ley de pleno derecho cuando se encuentran reunidos
ciertos requisitos. Procede aún contra la voluntad de alguna de las partes, aunque ello no
signifique que deba ser alegada por el interesado.
2) Compensación convencional: también llamada contractual, es la que surge de la autonomía de
la voluntad de las partes (art. 958 ccyc). Nace de la libre decisión de los interesados en
circunstancias en que no están presentes todos los recaudos necesarios para que opere una
compensación legal.
La única exigencia sustancial para que se configure este instituto es que cada uno de los sujetos
pueda disponer del crédito recíproco que pretende compensar.
3) Compensación facultativa: también tiene lugar cuando falta alguno de los requisitos para que
opere la compensación legal. Sin embargo, tiene la peculiar característica de que únicamente
puede ser opuesta por quien goza de un beneficio o ventaja adicional a la que solo ella puede
renunciar. Por ejemplo: A debe entregar a B un caballo de carrera y B un caballo común; solo B
puede plantear la compensación, por la gran diferencia de valor entre ambos animales.
4) Compensación judicial: es la que decreta un juez al momento de dictar sentencia en un pleito,
declarando admisibles total o parcialmente los créditos invocados por las partes en la demanda y
eventual reconvención.

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Requisitos de la compensación legal (art. 923)


Requisitos de la compensación legal. Para que haya compensación legal:
a) Ambas partes deben ser deudoras de prestaciones de dar;
b) Los objetos comprendidos en las prestaciones deben ser homogéneos entre sí;
c) Los créditos deben ser exigibles y disponibles libremente, sin que resulte afectado el derecho
de terceros.
No serán exigibles:
- los créditos sujetos a una condición suspensiva, ya que su existencia y eficacia depende del
acaecimiento de un hecho futuro e incierto (art. 343 CCyC).
- los créditos sujetos a un plazo de cumplimiento que esté pendiente (art. 350 CCyC). En este
caso, la exigibilidad de la obligación está supeditada al acaecimiento de este hecho futuro y
cierto;
- las obligaciones que no subsisten civilmente, como las obligaciones naturales;
- los créditos nacidos de un acto nulo de nulidad absoluta, que es determinada para tutelar el
orden público y no resulta pasible de confirmación (art. 386 CCyC y concs.).
Efectos (art. 924)
Una vez opuesta, la compensación legal produce sus efectos a partir del momento en que ambas
deudas recíprocas coexisten en condiciones de ser compensadas, aunque el crédito no sea
líquido o sea impugnado por el deudor.
La compensación legal, como se ha mencionado precedentemente, produce la extinción de
arribas obligaciones ministerio legis, es decir, de pleno derecho y sin necesidad de intervención
de ningún órgano jurisdiccional, hasta el límite de la menor y desde el momento en que ambas
relaciones jurídicas hayan comenzado a coexistir.
Las personas que pueden alegar la compensación legal son:
a) Las partes, facultativamente, en la medida de su conveniencia.
b) Los acreedores de alguna de las partes, siempre que se den los requisitos generales de la
acción subrogatoria.
c) El fiador, quien puede compensar la obligación que nace de la fianza con lo que el acreedor le
deba y también con los créditos que el deudor principal tenga contra éste.
d) Cualquiera de los deudores de una obligación solidaria puede invocar la compensación del
crédito del acreedor con el crédito de él, o de otro de los codeudores solidarios.
Fianza (art. 925)
El fiador puede oponer la compensación de lo que el acreedor le deba a él o al deudor principal.
Pero este no puede oponer al acreedor la compensación de su deuda con la deuda del acreedor
al fiador.
En primer lugar, el fiador puede compensar con el acreedor un crédito que, de forma personal,
tenga con este con la obligación surgida del contrato de fianza. Si bien parece que este supuesto
se aleja del requisito de la reciprocidad de las obligaciones, lo cierto es que el fiador —aunque
accesorio— es un verdadero deudor.
Por lo tanto, en la medida en que se coloca en la misma situación que el deudor afianzado, no
habría inconveniente para que, por derecho propio, oponga la compensación.
En segundo lugar, el fiador puede, por excepción al principio de personalidad de las deudas,
oponerle al acreedor un crédito que tenga a su favor el deudor principal de la obligación
afianzada. Es que el acreedor no puede pretender que el fiador le pague lo que él no puede

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exigirle al deudor principal por la probable oposición de una compensación. De este modo, pues,
se ahorra una cadena de acciones superfluas.
Por el contrario, el deudor afianzado no tiene la potestad de compensar lo que le deba el acreedor
al fiador. En efecto, en este supuesto no se encuentra presente el requisito de la reciprocidad por
derecho propio de las obligaciones; crucial para oponer la compensación. El acreedor no es, a su
vez, deudor personal del obligado principal, sino de su fiador.
En el primer caso, se produce la extinción de la obligación del fiador y la satisfacción del interés
del acreedor, pero subsiste la relación jurídica de aquel con el deudor afianzado. En este
supuesto, el fiador (que compensó un crédito personal) tendrá a su favor una acción regresiva
contra el deudor principal. En el segundo caso, si la compensación fuese total de la obligación
afianzada, se extingue la relación entre todos los partícipes del contrato.
Pluralidad de deudas del mismo deudor (art.926)
Si el deudor tiene varias deudas compensables con el mismo acreedor, se aplican las reglas de la
imputación del pago del art. 900 ccyc y ss.
Compensación facultativa art. 927
La compensación facultativa actúa por la voluntad de una sola de las partes cuando ella renuncia
a un requisito faltante para la compensación legal que juega a favor suyo. Produce sus efectos
desde el momento en que es comunicada a la otra parte.
La compensación facultativa, entonces, depende estrictamente de la voluntad de la parte
favorecida, quien decide renunciar a su beneficio. Esto significa que puede invocarla aun cuando
la otra parte no preste su conformidad e, incluso, intente impedirlo.
El ejemplo clásico de este instituto jurídico ha sido traído por colmo, quien aducía que una parte
que es acreedora de un caballo de carrera y, al mismo tiempo, deudora de un caballo común (por
títulos diferentes), tendría la facultad de renunciar a su ventaja y oponer la compensación
facultativa.
Otros casos: • de una obligación civil y una natural;
• de una obligación civilmente válida y una afectada a un vicio de nulidad relativa;
• de un crédito exigible y uno sujeto a plazo suspensivo no cumplido;
La declaración de voluntad mediante la cual el acreedor renuncia a una utilidad que está en su
favor provoca que se reúnan los requisitos de la compensación legal. Por lo tanto, desde ese
momento ambas deudas comienzan a coexistir en condiciones de ser compensadas.
Compensación judicial (art.928)
Cualquiera de las partes tiene derecho a requerir a un juez la declaración de la compensación
que se ha producido. La pretensión puede ser deducida simultáneamente con las defensas
relativas al crédito de la otra parte o, subsidiariamente, para el caso de que esas defensas no
prosperen.
La compensación judicial es la que decreta un magistrado al momento de dictar sentencia en un
pleito, declarando admisibles total o parcialmente los créditos invocados por las partes en la
demanda y eventual reconvención. esto significa que la condena versa sobre un objeto
homogéneo. Por ejemplo, Juan demanda a Pedro por cobro de una suma de dinero, y este alega
que es acreedor de aquel por daños, pero como el monto de estos debe ser fijado judicialmente,
Pedro contrademanda a Juan a efectos de que se liquide su crédito y se compense su importe,
hasta donde ambos coexistan, con el crédito del actor. El juez decretará o no esta compensación.

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Exclusión convencional (art. 929)


La compensación puede ser excluida convencionalmente. En la medida en que el pacto de
exclusión no altere el orden público, será válido y deberá ser respectado por la autoridad judicial.
Obligaciones no compensables (art. 930)
No son compensables:
a) Las deudas por alimentos;
b) Las obligaciones de hacer o no hacer;
c) La obligación de pagar daños e intereses por no poderse restituir la cosa de que el propietario
o poseedor legítimo fue despojado;
d) Las deudas que el legatario tenga con el causante si los bienes de la herencia son
insuficientes para satisfacer las obligaciones y los legados restantes;
e) Las deudas y créditos entre los particulares y el Estado nacional, provincial o municipal,
cuando:
i) Las deudas de los particulares provienen del remate de bienes pertenecientes a la Nación,
provincia o municipio; de rentas fiscales, contribuciones directas o indirectas o de otros pagos que
deben efectuarse en las aduanas, como los derechos de almacenaje o depósito. Así, el precio
adeudado por la adjudicación de tierras públicas, o por la venta de bienes correspondientes a una
herencia vacante, no podrá ser compensado con la deuda que el estado tiene con los adquirentes
a raíz de otro título. El fundamento de esta disposición es evitar un entorpecimiento en el ingreso
de dinero a las arcas públicas por créditos fiscales, que están reservados para satisfacer
necesidades colectivas.
ii) Las deudas y créditos pertenecen a distintos ministerios o departamentos. La solución de la ley
es razonable en tanto cada departamento y ministerio, como entidad descentralizada y
autárquica, posee una administración contable disímil.
iii) Los créditos de los particulares se hallan comprendidos en la consolidación de acreencias
contra el Estado dispuesta por ley. En definitiva, la sanción de una ley de consolidación provoca
la ausencia de alguno de los requisitos sustanciales de la compensación legal; sea la exigibilidad
del crédito por haberse diferido su cobro, o bien la homogeneidad de las prestaciones en tanto el
crédito fue convertido en un título de deuda pública.
f) Los créditos y las deudas en el concurso y quiebra, excepto en los alcances en lo que prevé la
ley especial. Es una consecuencia lógica del principio de paridad que debe reinar entre los
acreedores en los procesos regulados por la ley 24.522. Este principio se vería conculcado si
se pudieran compensar las deudas del concursado o fallido, que se tornan exigibles una vez
abierto el concurso o declarada la quiebra.
En este supuesto, los acreedores —que, a su vez, son deudores— verían satisfechos sus
créditos (o, al menos, una parte), en clara violación al proceso de liquidación regulado por la ley
especial. De este modo, se sustraerían del pago de su propia deuda, impidiendo que ese activo
entre al patrimonio del concursado o fallido, en claro perjuicio a la masa de acreedores. Por lo
tanto, los acreedores que también resulten deudores en estas circunstancias deberán, por un
lado, hacer el pago respectivo de su deuda y, por el otro, verificar su crédito como el resto de los
acreedores, integrando la masa. ello, excepto en los alcances que prevé la ley de concursos y
Quiebras (art. 130 y concs.).
g) La deuda del obligado a restituir un depósito irregular. El fundamento de la prohibición radica
en que la obligación del depositario es una obligación de honor. El depositante tiene en especial
consideración la persona del deudor al momento de contratar, por lo que resultaría injusto que, al

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requerir la restitución, se pudiese oponer la compensación, en clara frustración a la confianza


depositada.
Confusión (art. 931)
La obligación se extingue por confusión cuando las calidades acreedor y de deudor se reúnen en
una misma persona y en un mismo patrimonio.
Cuando ello ocurre, se produce una imposibilidad de cumplimiento, puesto que nadie puede
exigirse a sí mismo la realización de la prestación debida, por lo cual la ley declara extinguida la
obligación.
Naturaleza jurídica
• Teoría de la paralización o inhibición de la acción. una vez removido dicho obstáculo (por ej.:
si ambas calidades vuelven a disociarse en el futuro), la acción recobre su plena eficacia..
• Teoría del medio extintivo de la obligación. Se sostiene que es un medio extintivo, y la
posibilidad cierta de que la obligación extinguida pueda, por un hecho posterior, resurgir al
restablecerse separadamente las calidades de acreedor y deudor.
Requisitos:
a) Sucesión del deudor en la posición del acreedor, o del acreedor en la postura del deudor,
ocupando íntegramente la misma. Dicha sucesión puede darse, como veremos, a título universal
o a título singular.
b) Las calidades de acreedor y de deudor deben ser reunidas en una única obligación.
c) El crédito y la deuda deben corresponder a una misma persona y a un mismo patrimonio. La
confusión puede producirse de dos formas diferentes:
• Cuando el deudor de una persona sucede a ésta en el crédito, o viceversa, y
• Cuando un tercero sucede al deudor y al acreedor en el crédito. La sucesión puede ser universal
o singular:
- Universal. El deudor debe heredar en la plena propiedad del crédito al acreedor. Por ejemplo, la
confusión no se produce cuando el crédito está sometido a un usufructo.
- Singular. Se dará, en la práctica, si el librador de un cheque o de una letra de cambio, luego de
que los mismos hayan sido transmitidos por vía de endoso, vuelve a recibir tales instrumentos en
carácter de pago de una deuda. Se convierte en acreedor (portador del cheque o letra de cambio)
y deudor (librador de dichos títulos de crédito).
La confusión puede ser total o parcial.
Efectos (art. 932)
La obligación queda extinguida, total o parcialmente, en proporción a la parte de la deuda en que
se produce la confusión.
Los efectos de la confusión quedan circunscriptos a la cuota parte del deudor o acreedor en
cuyas cabezas coexisten las dos calidades, en las obligaciones mancomunadas de objeto
divisible
En el supuesto de obligaciones solidarias, y en las indivisibles, la confusión entre uno de los
acreedores solidarios y el deudor, o entre uno de los codeudores solidarios y el acreedor, solo
extingue la obligación correspondiente a ese deudor o acreedor, y no las porciones alícuotas que
pertenecer a los otros coacreedores o codeudores.

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Cese de la confusión
Podría suceder que, por algún acto jurídico válido, se separen las calidades de acreedor y deudor
que habían venido a reunirse en la misma persona. En ese caso, se renovará el vínculo de la
obligación. ello, aun cuando tal cese no será eficaz con respecto a terceros que pudieran sufrir
una lesión en sus derechos.
Esto podría ocurrir, por ejemplo:
a) si en una sucesión mortis causa, producida la confusión como acreedor y deudor del heredero
testamentario, se declarara la nulidad del testamento;
b) si el heredero es declarado indigno y pierde su vocación hereditaria;
Las causas que provocan la extinción de la obligación pueden ser necesarias o voluntarias. Por
ejemplo, causa necesaria sería una sucesión mortis causa, habiéndose producido la confusión
de las calidades de deudor y acreedor en el heredero testamentario. Constituye supuesto de
causa voluntaria, si el acreedor que hereda a su deudor luego cede su crédito. Al separarse las
calidades de acreedor y deudor, el cesionario podrá exigir el cumplimiento por parte de su
cedente.
Novación (art. 933)
La novación es la extinción de una obligación por la creación de otra nueva, destinada a
reemplazarla.
Implica un acto jurídico bilateral a través del cual el acreedor y el deudor sustituyen una obligación
por otra que difiere en sus elementos esenciales. La extinción de la obligación primitiva no solo es
efecto de la novación, sino también la causa de la nueva obligación que se gesta por el acuerdo.
Por ejemplo, supóngase que Juan le debe a Pedro $200.000, y que ambas partes deciden, de
común acuerdo, tener por extinguida esa obligación primigenia y cambiarla por otra consistente
en la entrega de un automóvil determinado.
Requisitos
a) la existencia de una obligación primigenia
b) la creación de una nueva obligación (que tiene su causa en la anterior), destinada a sustituir a
la primitiva;
c) la voluntad de las partes de realizar el acuerdo novatorio; es decir, la intención de novar, de
sustituir la obligación primitiva por la nueva.
Especies de novación
- Novación por cambio de objeto: el cambio en la prestación originaria debe ser de
trascendencia.
Por ejemplo, habrá novación por cambio de objeto en caso de que se sustituya:
a) una obligación de dar sumas de dinero por una obligación de dar cosa cierta;
b) una obligación de dar por una obligación de hacer;
- Novación por cambio de causa: La novación puede operar por un cambio de la causa fuente;
esto es, del presupuesto de hecho con virtualidad suficiente como para generar la obligación. Por
ejemplo, supóngase que Juan le debe a Pedro una indemnización por daños y perjuicios derivada
de un hecho ilícito. En vez de iniciar las acciones judiciales correspondientes, las partes deciden
de común acuerdo novar tal obligación y convertirla en un préstamo a favor de Juan, que deberá
devolver la suma debida en un plazo de tiempo determinado, con más sus intereses. Antes la

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causa de deber era el hecho ilícito cometido, mientras que ahora es el contrato de préstamo o
mutuo.
- Novación por otro cambio esencial en la obligación: en este sentido, se ha considerado que
las siguientes mutaciones importan novación:
a) el agregado o supresión de una condición, ya que el derecho efectivo se transforma en
contingente o viceversa;
b) el agregado o supresión de un cargo resolutorio;
c) la transformación de una obligación simplemente mancomunada en solidaria, etc.
- Novación por cambio de sujeto: puede suceder por cambio de deudor, de acreedor o de
ambos.
Voluntad de novar (art. 934)
La voluntad de novar es un requisito esencial de la novación. En caso de duda, se presume que
la nueva obligación contraída para cumplir la anterior no causa su extinción.
Como la novación implica una renuncia a la obligación originaria, tiene necesariamente un criterio
de interpretación restrictiva (artículo 948 del ccyc).
El ánimo de novar puede surgir de forma expresa, cuando las partes directa, positiva e
inequívocamente exteriorizan su intención de extinguir la obligación primitiva y reemplazarla por
una nueva. No obstante, también puede surgir de modo tácito en caso de que el móvil de novar
pueda inferirse con certidumbre de los hechos cumplidos. Por ejemplo, la nueva obligación
contraída podría resultar incompatible con la anterior. Supóngase que Juan y Pedro celebran un
contrato de locación por un departamento con un canon mensual de $5.000, y que luego
suscriben un contrato de compraventa respecto de la misma propiedad (imputando el precio de
los alquileres devengados a las cuotas para adquirir el inmueble).
Modificaciones que no importan novación (art. 935)
La entrega de documentos suscriptos por el deudor en pago de la deuda y, en general, cualquier
modificación accesoria (muchas veces referidas al tiempo, lugar o modo de cumplimiento) de la
obligación primitiva, no comporta novación.
La entrega de documentos suscriptos por el deudor en pago de la deuda no presume que se haya
querido sustituir una obligación por otra. Al respecto, debe interpretarse que la documentación en
pagarés u otros documentos de crédito similares simplemente obedece al propósito de facilitar el
cobro de una deuda que, como tal, permanecerá idéntica.
Novación subjetiva
Novación por cambio de deudor (art. 936)
La novación por cambio de deudor requiere el consentimiento del acreedor. Tal disposición
resulta razonable en tanto el acreedor está renunciando a su derecho contra el deudor, lo que
puede tener una afectación en su patrimonio. En caso contrario, se posibilitaría al deudor a
traspasar su deuda a quien resulte insolvente, en claro perjuicio al sujeto activo de la obligación.
En caso de duda se entenderá que el acreedor simplemente ha aceptado un nuevo deudor como
refuerzo de garantía. Por lo tanto, al mantenerse incólume la obligación del deudor primitivo, el
acreedor, ante el incumplimiento de la prestación, podrá accionar contra ambos.

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Novación por cambio de acreedor (art. 937)


La novación por cambio de acreedor requiere el consentimiento del deudor. Si este
consentimiento no es prestado, hay cesión de crédito.
Diferencias con la cesión del crédito
Para comenzar, cabe destacar que en la cesión de créditos la obligación primigenia no se
extingue. Mantiene intacta su existencia y eficacia, modificándose únicamente su sujeto activo.
Por lo tanto, se transmiten al nuevo acreedor los privilegios, garantías y accesorios que le
correspondían al primitivo.
En cambio, en la novación por cambio de acreedor, por la aplicación de los principios generales,
se extingue la obligación originaria con todos sus accesorios y garantías. Precisamente, se trata
del nacimiento de una nueva obligación, pero con un acreedor diferente.
Circunstancias de la obligación anterior (art. 938)
No hay novación, si la obligación anterior:
a) Está extinguida, o afectada de nulidad absoluta; cuando se trata de nulidad relativa, la
novación vale, si al mismo tiempo se la confirma;
b) Estaba sujeta a condición suspensiva y, después de la novación, el hecho condicionante
fracasa; o a condición resolutoria retroactiva, y el hecho condicionante se cumple; en estos casos,
la nueva obligación produce los efectos que, como tal, le corresponden, pero no sustituye a la
anterior.
Circunstancias de la nueva obligación (art. 939)
No hay novación y subsiste la obligación anterior, si la nueva:
a) Está afectada de nulidad absoluta, o de nulidad relativa y no se la confirma ulteriormente;
b) Está sujeta a condición suspensiva, y el hecho condicionante fracasa; o a condición resolutoria
retroactiva y el hecho condicionante se cumple.
Efectos (art. 940)
La novación extingue la obligación originaria con sus accesorios. El acreedor puede impedir la
extinción de las garantías personales o reales del antiguo crédito mediante reserva; en tal caso,
las garantías pasan a la nueva obligación solo si quien las constituyó participó en el acuerdo
novatorio.
Para el caso de pluralidad de acreedores, la novación entre uno de los acreedores solidarios y el
deudor extingue la obligación de esto para con los otros acreedores. Por otro lado, frente al
supuesto de pluralidad de deudores, si se produce novación entre el acreedor y uno de los
deudores solidarios, se extingue en el todo.
Novación legal (art. 941)
Las disposiciones de esta Sección se aplican supletoriamente cuando la novación se produce por
disposición de la ley.
Uno de los ejemplos más claros de novación legal (con abstracción de la voluntad de las partes)
surge de ley de concursos y Quiebras que, en su art. 55, dispone que el acuerdo homologado
“importa la novación de todas las obligaciones con origen o causa anterior al concurso”. Esto
significa, que el acuerdo homologado en el marco del proceso extingue las obligaciones primitivas
que tenía el concursado con los acreedores y las sustituye por otras nuevas que subsisten,
incluso, en caso de incumplimiento y ulterior declaración de quiebra.

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BOLILLA 12
Dación en pago (art. 942)
La obligación se extingue cuando el acreedor voluntariamente acepta en pago una prestación
diversa de la adeudada.
Por ejemplo, supóngase que Juan tiene una deuda con Pedro por la entrega de una pintura de
Pablo Picasso, que al momento de cumplimiento intenta liberarse haciendo entrega de una
pintura de salvador Dalí, y que el acreedor la recibe voluntariamente prestando conformidad. En
este supuesto, se producirá el modo extintivo de las obligaciones de la dación en pago. Siempre y
cuando no se afecte a derechos de terceros, ni el orden público.
Reglas aplicables (art. 943)
La dación en pago se rige por las disposiciones aplicables al contrato con el que tenga mayor
afinidad. La dación en pago es un modo extintivo en el cual el acreedor recibe voluntariamente
como pago de la obligación una prestación diferente a la convenida originariamente. Por ejemplo,
se aplicarán las reglas de la compraventa (art. 1123 ccyc) si este modo extintivo importa la
entrega de una cosa. En este escenario, el deudor revestirá la calidad de vendedor, al par que el
acreedor, el carácter de comprador que paga el precio, compensándolo con su crédito.
El deudor responde por la evicción (art. 1044 ccyc y ss.) y los vicios redhibitorios de lo entregado
(art. 1051 ccyc y ss.). En efecto, a fin de brindar una adecuada satisfacción a los intereses del
acreedor, todo sujeto que transmite una cosa a título oneroso debe responder por aquellos. Así
las cosas, por ejemplo, el deudor responde por evicción del derecho cedido si un tercero
demostrase ser titular del crédito que se ha dado en pago.
Ahora bien, la evicción o los vicios redhibitorios de la cosa no afectan la extinción de la obligación
primitiva, que asume carácter definitivo. En efecto, el acreedor desposeído por quien reivindica la
cosa dada en pago tiene derecho a ser indemnizado como comprador, aunque no puede hacer
revivir la obligación.
Naturaleza jurídica
La dación en pago es un acto jurídico bilateral complejo que requiere la conjunción de voluntades
del deudor y el acreedor.
Requisitos
Para que opere el instituto de la dación en pago se necesita la presencia de los siguientes
requisitos:
- la existencia de una obligación primitiva;
- la realización de una prestación diferente a la debida;
- el consentimiento de las partes; y
- la recepción en calidad de pago.
Prueba
La carga de la prueba de la existencia de la dación en pago pesa sobre quien la alega. A tal fin,
puede valerse de todos los medios probatorios.
En sentido contrario, el acreedor que pretenda desvirtuar que operó este modo extintivo de las
obligaciones, al recibir la prestación diferente sin hacer salvedad o reserva alguna, deberá probar

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la causa distinta del crédito. Es decir, deberá comprobar el origen que pudo justificar la ejecución
de la nueva prestación por el deudor.
Efectos
La dación en pago extingue la obligación principal con todos sus accesorios (art. 857 ccyc y
concs.). esto incluye hipotecas, fianzas, prendas, cláusulas penales, privilegios, intereses, etc.
Renuncia y remisión
La renuncia es una declaración de voluntad por la cual una persona abandona un derecho que le
pertenece. Ello puede llevarse a cabo en la medida en que la renuncia no esté prohibida y solo
afecte intereses privados.
Caracteres (art. 944)
Toda persona puede renunciar a los derechos conferidos por la ley cuando la renuncia no está
prohibida y solo afecta intereses privados. No se admite la renuncia anticipada de las defensas
que puedan hacerse valer en juicio.
Renuncia onerosa y gratuita (art. 945)
Si la renuncia se hace por un precio, o a cambio de una ventaja cualquiera, es regida por los
principios de los contratos onerosos. La renuncia gratuita de un derecho solo puede ser hecha por
quien tiene capacidad para donar.
Naturaleza jurídica
La renuncia es un acto jurídico, conforme el art. 259 ccyc, por lo cual es voluntario, lícito y posee
la finalidad inmediata de aniquilar derechos.
No cabe duda de que, en la renuncia onerosa, se trata de un acto jurídico bilateral. Por el
contrario, en lo que respecta a la renuncia gratuita la mayoría de la doctrina se inclina por
sostener que es un acto jurídico unilateral (ver distintas posiciones en el comentario al art.
947ccyc). En este contexto, según se trate de uno u otro supuesto, la normativa remite a las
reglas aplicables a los contratos onerosos o de donación. Por lo tanto, la renuncia onerosa podrá
ser realizada por quien tenga capacidad para contratar a título oneroso mientras que la renuncia
gratuita solo podrá ser efectuada por quien tenga capacidad para donar (art. 1548 ccyc).
Por otra parte, la renuncia será total o parcial en la medida en que se abandone todo el derecho o
tan solo una parte.
Derechos renunciables e irrenunciables
 Derechos renunciables: Aquellos derechos patrimoniales en tanto tengan en miras el interés
individual, pueden ser renunciados.
b) el derecho a resolver un contrato;
c) el derecho de retención;
e) el derecho a cobrar una deuda que se desprende de una relación contractual incumplida;
g) el derecho a una prescripción ya cumplida;
h) el derecho al cobro de honorarios por trabajos ya ejecutados, etc.
 Derechos irrenunciables: los derechos extrapatrimoniales y los patrimoniales en los que esté
en juego el orden público.

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Derechos en los que está en juego el orden público: no se trata de prerrogativas concedidas en
exclusivo interés individual, sino de derechos instituidos en resguardo del interés general. Por lo
tanto, aun cuando se trate de derechos patrimoniales, no puede renunciarse:
- al derecho a alimentos futuros;
- al derecho al cobro de sueldos, aguinaldos e indemnizaciones previsto en las leyes laborales;
- al derecho al cobro de honorarios derivados de servicios que todavía no fueron prestados;
- a los derechos previsionales y de seguridad social, etc.
Derechos extrapatrimoniales: se trata de derechos inalienables, no disponibles, que exceden el
ámbito del interés puramente individual, para proyectarse al plano del interés social fuertemente
ligado al orden público.
- Derechos de familia
-Derechos al estado de las personas
- Derechos personalísimos
Aceptación (art. 946)
La aceptación de la renuncia por el beneficiario causa la extinción del derecho. Mediante la
aceptación se impide que el titular del derecho retrotraiga su voluntad y deje sin eficacia el acto
abdicativo. La aceptación de la renuncia por parte del deudor, entonces, provoca la extinción
irrevocable del derecho que se abandona, con todos sus accesorios (art. 857 ccyc y concs.).
Por otra parte, la renuncia solo produce efectos entre acreedor y deudor, y no puede afectar
derechos de terceros. Por lo tanto, los acreedores que se vean perjudicados, sin perjuicio de otras
medidas que pudieran corresponderles, estarán legitimados para deducir una acción revocatoria
(art. 338 ccyc).
Retractación (art. 947)
La renuncia puede ser retractada mientras no haya sido aceptada, quedando a salvo los derechos
adquiridos por terceros.
La retractación es una manifestación de voluntad a través de la cual se revoca la decisión de
abdicar de determinado derecho o facultad.
Retractación expresa o tácita
La retractación puede ser efectuada de forma expresa o tácita. La primera implica una
comunicación fehaciente e inequívoca de la voluntad de retractarse. La segunda requiere que la
conducta llevada adelante por el acreedor, con posterioridad a la renuncia, resulte absolutamente
incompatible con la intención de abandonar el derecho. Por ejemplo, supóngase el caso de quien,
pese a haber comunicado la renuncia de un crédito (que todavía no recibió aceptación del
deudor), inicia un proceso judicial a fin de cobrarlo.
Efectos
Por último, la retractación, si bien resulta eficaz con respecto al deudor y consolida el derecho del
acreedor en su conformación originaria, no puede alterar derechos de terceros. Esto significa que,
pese a la revocación de la decisión, quedarán a salvo los derechos que los terceros hubieren
adquirido con motivo de la renuncia. Por lo tanto, a modo de ejemplo, puede señalarse que los
fiadores, avalistas o acreedores del deudor que hayan embargado el bien que era objeto de la
prestación no pueden ser perjudicados en sus derechos adquiridos.
Prueba (art. 948)

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La voluntad de renunciar no se presume y la interpretación de los actos que permiten inducirla es


restrictiva. Por lo que, en caso de incertidumbre, se estará por la perdurabilidad del derecho.
Ello no implica que la renuncia necesariamente deba ser expresa; esto es, a través de una
comunicación fehaciente. Puede haber una renuncia tácita en la medida en que los hechos que
permitan inducirla, interpretados restrictivamente, sean verdaderamente convincentes y revelen
de forma indudable la intención de ejercer el acto abdicativo.
Forma (art. 949)
La renuncia no está sujeta a formas especiales, aun cuando se refiera a derechos que constan en
un instrumento público.
Por lo tanto, en virtud de tratarse de un acto jurídico no formal, podrá concertarse por cualquier
modo de manifestación de la voluntad. Puede ser efectuada de manera verbal o por escrito, por
instrumento público o privado. Ello no significa que para algunos supuestos específicos la
normativa exija que la abdicación sea realizada de modo expreso o bien a través de una forma en
particular, como puede ser la escritura pública.
Un ejemplo de lo primero es el artí. 836 ccyc, que dispone que la renuncia absoluta a la
solidaridad debe ser realizada de modo expreso; mientras que un ejemplo de lo segundo es el art.
2299 ccyc, que requiere que la renuncia de la herencia sea expresada en escritura pública o en
acta judicial incorporada al expediente.
Remisión (art. 950)
Se considera remitida la deuda, excepto prueba en contrario, cuando el acreedor entrega
voluntariamente al deudor el documento original en que consta la deuda.
Si el documento es un instrumento protocolizado y su testimonio o copia se halla en poder del
deudor sin anotación del pago o remisión, y tampoco consta el pago o la remisión en el
documento original, el deudor debe probar que el acreedor le entregó el testimonio de la copia
como remisión de la deuda.
Tal como fuera resaltado en el comentario al art. 944 ccyc, mientras la renuncia se refiere al
abandono de cualquier clase de derechos (sea personal, real o intelectual), la remisión se
circunscribe a los derechos creditorios.
La remisión puede ser total o parcial en la medida en que se agote todo el derecho creditorio o
tan solo una parte del mismo. A su vez, puede ser expresa o tácita. La remisión será expresa
cuando haya una manifestación de voluntad positiva e inequívoca del acreedor enderezada a
producir el efecto abdicativo. En este caso, la aceptación del deudor cerrará toda posibilidad de
retractación. Esta expresión podrá hacerse bajo cualquier forma: verbal o escrita, por instrumento
público o privado.
Por otra parte, la remisión será tácita cuando pueda inferirse válidamente de la conducta del
acreedor. Esto es, que se pueda inducir de modo categórico, con certidumbre, la voluntad del
sujeto activo de abandonar o declinar el crédito que le corresponde. Al respecto, el art. 950 ccyc
plantea específicamente el supuesto de remisión tácita, consistente en la entrega por parte del
acreedor al deudor del instrumento en que consta la deuda (esto es, la letra de cambio, cheque,
pagaré, etcétera). En este caso, el documento es un medio de comprobación necesario y
suficiente de la existencia de la obligación.
La tenencia efectiva por parte del deudor del instrumento del que emerge su deber es casi
asimilable a la inexistencia de la obligación. Es que dependería de su exclusiva voluntad dejar sin
vigencia la prueba del vínculo.

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Requisitos para la remisión tácita:


- entrega del documento por el acreedor
- entrega voluntaria: con la intención específica de renunciar al cobro de la deuda. En este
sentido, no procederá la remisión si el documento es robado, hurtado o extraviado. De todos
modos, se presume que si el instrumento está en poder del deudor, su entrega fue realizada
de forma voluntaria. Por lo tanto, corresponderá al acreedor, en caso de querer desvirtuar tal
presunción, probar en sentido contrario.
- Recepción por el deudor
- Conexidad entre el crédito y el documento
- El documento debe ser original.
Normas aplicables (art. 951)
Las disposiciones sobre la renuncia se aplican a la remisión de la deuda hecha por el
acreedor.Tal decisión es razonable dada la relación de género-especie que media entre ambas.
Efectos (art. 952)
La remisión de la deuda produce los efectos del pago. Sin embargo, la remisión en favor del
fiador no aprovecha al deudor. La solución es lógica en tanto la extinción de una obligación
accesoria no propaga sus efectos con respecto a la obligación principal (principio de
interdependencia entre las obligaciones principales y las accesorias). La hecha a favor de uno de
varios fiadores no aprovecha a los demás.
En caso de que la remisión fuera parcial, por supuesto, solo se extinguirá en parte el crédito y la
deuda, subsistiendo la relación obligatoria con otro contenido.
Pago parcial del fiador (art. 953)
El fiador que pagó una parte de la deuda antes de la remisión hecha al deudor, no puede repetir
el pago contra el acreedor. Regula el supuesto de que hubiera habido un pago parcial de la deuda
por parte del fiador, en forma previa a la remisión. En tal caso, el fiador que pagó una parte de la
deuda antes de la remisión hecha al deudor, no puede repetir el pago contra el acreedor.
Al respecto, cabe señalar que tal pago parcial del fiador antes de la remisión hecha por el
acreedor al deudor debe entenderse efectuado como a cuenta de lo debido y no como un precio
por su liberación. En este sentido, la ley presume de manera razonable que el acreedor hizo la
remisión sobre el saldo de la deuda (esto es, habiendo computado el pago del fiador).
En este escenario, el fiador no tendrá acción de repetición contra el acreedor por el pago parcial
oportunamente realizado. Ello es así, ya que se trató de un pago debidamente efectuado sobre
una porción de la deuda vigente en ese entonces y que en ningún momento fuera remitida por el
acreedor.
Si se tratase de un pago a cuenta, como un análisis integral del ordenamiento jurídico lo requiere,
nada privaría al fiador a dirigir contra el deudor afianzado la acción de repetición correspondiente.
Entrega de la cosa dada en prenda (art. 954)
La restitución al deudor de la cosa dada en prenda causa solo la remisión de la prenda (de la
garantía), pero no la remisión de la deuda. Esto tiene que ver con que el derecho real de prenda
es un accesorio que viene a garantizar a la deuda, por lo tanto, su extinción de ninguna manera
provoca la extinción de la obligación principal.
Imposibilidad de cumplimiento (art. 955)

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La imposibilidad sobrevenida, objetiva, absoluta y definitiva de la prestación, producida por caso


fortuito o fuerza mayor, extingue la obligación, sin responsabilidad.

Si la imposibilidad sobreviene debido a causas imputables al deudor, la obligación modifica su


objeto y se convierte en la de pagar una indemnización de los daños causados.
- Objetiva. El impedimento debe estar referido al contenido de la prestación en sí, con abstracción
de cualquier otro elemento.
- Absoluta. No puede ser vencida por las fuerzas humanas.
- Definitiva. No puede ser cumplida con posterioridad a la ocurrencia del hecho impeditivo.
Si el deudor ha asumido a su cargo el responder aun por caso fortuito, no podrá exonerar su
responsabilidad y responderá por el incumplimiento.
Imposibilidad temporaria (art. 956)
La imposibilidad sobrevenida, objetiva, absoluta y temporaria de la prestación tiene efecto
extintivo cuando el plazo es esencial, o cuando su duración frustra el interés del acreedor de
modo irreversible.
El Código establece que la imposibilidad temporal tendrá efecto extintivo cuando su duración
frustra el interés del acreedor de modo irreversible o cuando el plazo sea esencial (es decir, que
el tiempo en que debe cumplirse la prestación ha sido un elemento determinante para que el
acreedor la celebre, ya que de no cumplirse en esa fecha resulta inútil).

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BOLILLA 13
Disposiciones comunes a los derechos personales y reales
Disposiciones comunes a la prescripción liberatoria y adquisitiva
La prescripción cumple una doble función: por un lado, es un modo de adquisición de ciertos
derechos reales y, por el otro, es un modo de extinción de la facultad del acreedor de reclamar el
cumplimiento de la obligación por el transcurso del tiempo. Aunque se la conciba como un
instituto único, se entiende que hay dos clases de prescripción.
La prescripción tiene 3 elementos necesarios:
• Un derecho susceptible de ser adquirido o perdido.
• Inactividad del propietario acreedor. El modo extintivo opera por la inacción voluntaria, sin que
tenga relevancia la intención. En esto se distingue de la caducidad, en la que la conducta es
absolutamente indiferente.
• Transcurso del tiempo. Se requiere una ponderación razonable en la que la extensión temporal
no afecte la necesidad de seguridad jurídica ni importe una efectiva privación del acceso a la
justicia.
El fundamento de ambas prescripciones se encuentra en la conveniencia general de dar
conclusión a situaciones de incertidumbre respecto de la situación de determinadas personas con
relación a determinados derechos. En el caso de la liberatoria, también en el de poner un límite
temporal al ejercicio de acciones, para que el debate sobre lo ocurrido y sus circunstancias se
produzca dentro de un lapso razonable, adecuado a la naturaleza del hecho o acto, a fin de
morigerar los efectos deletéreos que el tiempo suele producir sobre los medios y elementos de
prueba.
Ámbito de aplicación (art. 2532)
En ausencia de disposiciones específicas, las normas de este Capítulo son aplicables a la
prescripción adquisitiva y liberatoria.
Las legislaciones locales podrán regular esta última en cuanto al plazo de tributos. Se entiende,
referido a lo relativo a los tributos locales, que obedece al diseño constitucional argentino, en el
que la materia tributaria local se encuentra comprendida dentro de las facultades no delegadas
por las provincias en el gobierno federal (arts. 75 y 121 cn).
Carácter imperativo (art. 2533)
Las normas relativas a la prescripción no pueden ser modificadas por convención. Esto se ha
entendido que se trata de una institución teñida de orden público. Las partes no pueden por
medio de la convención dejar a un lado las normas en las que el interés público está
comprometido, por lo que no se les permite modificar por medio del acuerdo de voluntades los
plazos establecidos por la ley, las causales de suspensión, interrupción o dispensa, etc.
Sujetos (art. 2534)
La prescripción opera a favor y en contra de todas las personas, excepto disposición legal en
contrario.
Los acreedores y cualquier interesado pueden oponer la prescripción, aunque el obligado o
propietario no la invoque o la renuncie.

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El de los sujetos legitimados activamente para deducir la prescripción, sea como acción o
excepción, son:
- en el caso de la extintiva, el deudor o el interesado en impugnar un acto jurídico o resistir el
reconocimiento de un derecho no obligacional a su contendor;
- en la adquisitiva, el poseedor.
- los acreedores del deudor o del poseedor, o cualquier interesado que se ve perjudicado por la
no invocación o renuncia del obligado o propietario.
Renuncia (art. 2535)
La renuncia a la prescripción ganada es un acto abdicativo por cual el titular de la de la facultad
de oponer la prescripción la resigna, dejando subsistente el crédito del acreedor o derecho real
del titular frente al cual ha corrido el plazo de prescripción.
La prescripción ya ganada puede ser renunciada por las personas que pueden otorgar actos de
disposición. La renuncia a la prescripción por uno de los codeudores o coposeedores no surte
efectos respecto de los demás.
No procede la acción de regreso del codeudor renunciante contra sus codeudores liberados por la
prescripción.
Invocación de la prescripción (art. 2536)
La prescripción puede ser invocada en todos los casos, con excepción de los supuestos previstos
por la ley.
El carácter imprescriptible puede provenir:
• Por la naturaleza de los bienes o derechos comprometidos:
- Las acciones civiles derivadas de los delitos de lesa humanidad.
- Acciones de protección de derechos personalísimos y, en general, las de prevención del daño.
Esto surge del ordenamiento constitucional, del orden legal y de los valores jurídicos.
- Bienes públicos del Estado.
- Propiedad indígena.
• Por la naturaleza de la acción.
- Acción de nulidad absoluta de los actos jurídicos. El paso del tiempo y la inactividad de la parte
no pueden otorgar validez a un acto prohibido por la ley al contravenir el orden público, la moral o
las buenas costumbres.
- Acciones de estado de familia. No solo es de interés individual, sino que compete al Estado y a
la familia del titular.
- Acción para recuperar los bienes del ausente reaparecido
Modificación de los plazos por ley posterior (art. 2537)
Los plazos de prescripción en curso al momento de entrada en vigencia de una nueva ley se rigen
por la ley anterior.
Sin embargo, si por esa ley se requiere mayor tiempo que el que fijan las nuevas, quedan
cumplidos una vez que transcurra el tiempo designado por las nuevas leyes, contado desde el día
de su vigencia, excepto que el plazo fijado por la ley antigua finalice antes que el nuevo plazo
contado a partir de la vigencia de la nueva ley, en cuyo caso se mantiene el de la ley anterior.

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Situaciones que se pueden dar:


• Si al momento en que entra en vigencia la nueva ley ya está ganada porque se ha completado el
plazo requerido por la ley anterior, los derechos del deudor están adquiridos y al amparo
constitucional; la ley nueva no opera retroactivamente.
• Si al momento en que entra en vigencia la nueva ley el plazo de prescripción está en curso, el
plazo de prescripción es el fijado por la ley anterior, y el derecho a la liberación, a la consolidación
de la relación o a la adquisición por el poseedor se producirán al momento en que venza aquel
plazo contado desde que se inició su curso.
• Pero, si de la aplicación de la ley anterior resultase que el plazo de prescripción pendiente para
la liberación, consolidación o adquisición fuere mayor al plazo fijado por la nueva ley contado
desde su fecha de vigencia, se entiende cumplido una vez que transcurra el tiempo designado por
la nueva ley, contado desde el día de su vigencia.
• Si al momento de entrada en vigencia de la nueva ley el curso de la prescripción no se hubiese
iniciado, se aplica el plazo de prescripción fijado en la nueva ley, por su aplicación inmediata.
Pago espontáneo (art. 2538)
El pago espontáneo de una obligación prescripta no es repetible. Por pago espontáneo debe
entenderse el hecho sin que medien vicios que afecten la voluntariedad del acto. la norma no
formula distinciones con relación al pago hecho por terceros, cuestión a la que cabe estar a lo
regulado en el art. 882 ccyc.
Puede agregarse asimismo ante una obligación prescripta, que el acreedor no está obligado a
recibir el pago por parte del deudor, no quedando tampoco a favor de ella la posibilidad de
consignar judicialmente.
La norma requiere que la obligación esté prescripta y que el solvens la haya cancelado
espontáneamente. La primera circunstancia se verifica cuando haya transcurrido íntegramente el
plazo de prescripción, y la segunda es la espontaneidad de la entrega, por propio impulso y sin
presiones, aunque hubiere creído que estaba obligado a hacerla.
La ley presume que existiendo una entrega espontánea el desplazamiento importa el
cumplimiento de un deber moral. Sin embargo, el solvens puede alegar haber sufrido un error y
que la entrega no fue voluntaria, por estar excluida la intención que presupone la voluntad.
Suspensión de la prescripción
Importa la paralización de su curso por causas contemporáneas o sobrevinientes a su comienzo y
contempladas en la ley. Mientras actúa la causa de la suspensión, el lapso que transcurre es inútil
para prescribir; pero el cómputo del plazo se reanuda cuando la causa cesa, sumándose el lapso
restante al transcurrido con anterioridad.
Su razón de ser es que la inactividad por parte del acreedor, que traería aparejada la extinción de
la obligación, podría deberse o ser consecuencia de una imposibilidad material o jurídica de obrar,
por lo que no sería justo castigar su pasividad con la pérdida del derecho a reclamar. Por ello,
considerar las causas de suspensión, implica la posibilidad de justificar adecuadamente la
inactividad del acreedor.
Efectos (art. 2539)

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La suspensión de la prescripción detiene el cómputo del tiempo por el lapso que dura, pero
aprovecha el período transcurrido hasta que ella comenzó.
El modo en que opera la causal de suspensión sobre el plazo de prescripción puede ser de dos
formas.
a) Impide que comience su curso, si la causal de suspensión existe en el momento que debería
comenzar su cómputo. Por ejemplo, si durante el matrimonio uno de los cónyuges queda obligado
frente al otro.
b) Detiene el curso de una prescripción que está corriendo. Por ejemplo, si el deudor contrae
matrimonio con aquel frente a quien estaba obligado.
Se mantienen las causales de suspensión tradicionales entre cónyuges; padres, tutores y
curadores y sus hijos, pupilos y curados; entre el heredero con responsabilidad limitado y los
bienes del acervo hereditario; convivientes; entre la persona jurídica y sus administradores o
personas que desempeñen la función de fiscalización, durante el ejercicio de sus cargos.
Alcance subjetivo (art. 2540)
La suspensión de la prescripción no se extiende a favor ni en contra de los interesados, excepto
que se trate de obligaciones solidarias o indivisibles.
Por otra parte, se consagra el carácter personal del efecto de la suspensión de la prescripción,
por el cual solo se produce entre los interesados. La detención del curso de la prescripción que
produce la existencia de una causal de suspensión opera únicamente entre quien se encuentra
incurso en ella, sin extenderse a los demás interesados. Así, si el acreedor contrae matrimonio
con uno de sus deudores, el cómputo del plazo de prescripción se detiene frente al cónyuge, pero
continúa corriendo para los codeudores del crédito.
La norma vigente establece que las obligaciones solidarias constituyan una excepción al carácter
personal de la suspensión de la prescripción, por lo que propaga sus efectos. En consecuencia, la
regla en materia de solidaridad es que el acreedor o acreedores de una obligación solidaria de la
que alguno de cuyos deudores se encuentra en una situación que provoca la suspensión del
curso de la prescripción pueden prevalerse de ella, pues tiene efecto expansivo.
En las obligaciones indivisibles la suspensión de la prescripción que beneficia a uno de los
acreedores propaga sus efectos a los demás, y estos pueden invocarlas a su favor.
Suspensión por interpelación fehaciente (art. 2541)
El curso de la prescripción se suspende, por una sola vez, por la interpelación fehaciente hecha
por el titular del derecho contra el deudor o el poseedor. Esta suspensión solo tiene efecto
durante seis meses o el plazo menor que corresponda a la prescripción de la acción.
La interpelación es una declaración recepticia por la que el acreedor o propietario reclama
inequívocamente la cesación de la violación de su derecho. En el caso de las obligaciones, el
acreedor reclama el cumplimiento de la obligación; en el caso de los derechos reales, el dueño
exige la cesación del hecho del otro que afecta su derecho real.
La manifestación de voluntad debe ser extrajudicial, pues si es judicial constituye una causal de
interrupción de la prescripción. Debe realizarse por un medio fehaciente, un instrumento que haga
fe de su fecha (instrumento público), como una carta documento, telegrama colacionado,
actuación notarial, etc.
Por tratarse de una declaración recepticia, ella operar a partir del momento en el que llega al
destinatario. A partir de la cero hora del día siguiente al que llega a la esfera del destinatario se
detiene el cómputo del plazo de la prescripción.

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La norma legal establece que solo tiene efecto durante 6 meses o el plazo menor que
corresponda a la prescripción de la acción.
Suspensión por pedido de mediación (art. 2542)
El curso de la prescripción se suspende desde la expedición por medio fehaciente de la
comunicación de la fecha de la audiencia de mediación o desde su celebración (por acuerdo de
partes) lo que ocurra primero.
Para que la comunicación de la fecha de la audiencia pueda ser tomada como momento inicial, se
requiere que sea efectuada por un medio fehaciente (carta documento, telegrama, actuación
notarial, etc.).
La mediación concluye con el acta de acuerdo o de fracaso. Transcurridos 20 días corridos desde
la fecha de la misma, cesa la suspensión del curso de la prescripción y a partir del día siguiente
se reanuda el curso del plazo. La suspensión se produce entre el peticionante de la mediación y
los citados. No se produce respecto de otros posibles legitimados pasivos, con respecto de los
cuales el curso del plazo continúa corriendo, excepto que la mediación refiera a obligaciones
solidarias o indivisibles.
Casos especiales (art. 2543)
El curso de la prescripción se suspende:
a) Entre cónyuges, durante el matrimonio;
b) Entre convivientes, durante la unión convivencial. Comienza la suspensión de la prescripción
desde que la unión tiene efectos jurídicos, es decir a los dos años de acuerdo a lo establecido en
art. 510 de este cuerpo normativo;
c) Entre las personas incapaces y con capacidad restringida y sus padres, tutores, curadores o
apoyos, durante la responsabilidad parental, la tutela, la curatela o la medida de apoyo;
d) Entre las personas jurídicas y sus administradores o integrantes de sus órganos de
fiscalización, mientras continúan en el ejercicio del cargo;
e) A favor y en contra del heredero con responsabilidad limitada, respecto de los reclamos que
tienen por causa la defensa de derechos sobre bienes del acervo hereditario.
Interrupción de la prescripción
La interrupción de la prescripción inutiliza el lapso pasado como si no hubiera sucedido;
debiéndose iniciar un nuevo cómputo. La prescripción se encuentra interrumpido por todo el lapso
en el que perduren sus efectos.
Efectos (art. 2544)
El efecto de la interrupción de la prescripción es tener por no sucedido el lapso que la precede e
iniciar un nuevo plazo.
En principio, el reconocimiento de la obligación o del carácter de propietario es una causa
instantánea. Sin embargo, existen reconocimientos que se prolongan en el tiempo, como las que
abren un procedimiento (petición judicial, solicitud de arbitraje, etc.). Las causas susceptibles de
prolongación en el tiempo provocan el mismo efecto interruptivo que las instantáneas, pero no
reinician el plazo de prescripción inmediatamente, sino que postergan el reinicio del plazo hasta el
momento que cesan de acuerdo a las alternativas que se presenten.

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Interrupción por reconocimiento (art. 2545)


El curso de la prescripción se interrumpe por el reconocimiento que el deudor o poseedor efectúa
del derecho de aquel contra quien prescribe.
El curso de la prescripción liberatoria se interrumpe por el reconocimiento que hace el deudor de
su obligación. El curso de la prescripción adquisitiva se interrumpe por medio del reconocimiento
de la calidad de propietario que hiciera el poseedor que viene prescribiendo.
La carga de la prueba pesa sobre quien invoca el reconocimiento y debe apreciarse con
severidad. La causal de interrupción por reconocimiento es la más perdurable, ya que una vez
manifestada la voluntad, no tiene posibilidades de ser tenida por no sucedida.
Se refiere a un deudor o poseedor que se encuentra prescribiendo, con un plazo aún no
cumplido; pues, de lo contrario, se trataría de una renuncia.
Puede ser expreso o tácito. Un supuesto de interrupción por reconocimiento tácito se encuentra
en el art. 2592, inc. e, ccyc que prevé que el ejercicio del derecho de retención por el acreedor,
tolerado por el deudor, interrumpe el curso de la prescripción del crédito al que accede.
Interrupción por petición judicial (art. 2546)
El curso de la prescripción se interrumpe por toda petición del titular del derecho ante autoridad
judicial que traduce la intención de no abandonarlo, contra el poseedor, su representante en la
posesión, o el deudor, aunque sea defectuosa, realizada por persona incapaz, ante tribunal
incompetente, o en el plazo de gracia previsto en el ordenamiento procesal aplicable.
Duración de los efectos (art. 2547)
Los efectos interruptivos del curso de la prescripción permanecen hasta que deviene firme la
resolución que pone fin a la cuestión, con autoridad de cosa juzgada formal.
La interrupción del curso de la prescripción se tiene por no sucedida si se desiste del proceso o
caduca la instancia.
Interrupción por solicitud de arbitraje (art. 2538)
El curso de la prescripción se interrumpe por la solicitud de arbitraje. Los efectos de esta causal
se rigen por lo dispuesto para la interrupción de la prescripción por petición judicial, en cuanto sea
aplicable.
El arbitraje tiene naturaleza mixta, por su origen es contractual y por su finalidad es jurisdiccional,
ya que es un acuerdo de voluntades entre las partes de una controversia en virtud del cual le
encomiendan a un tercero la misión jurisdiccional de resolverla, desplazando la competencia de
los tribunales judiciales. El Código regula el contrato de arbitraje:
Art. 1649°. Definición. Hay contrato de arbitraje cuando las partes deciden someter la decisión de
uno o más árbitros todas o algunas de las controversias que hayan surgido o puedan surgir entre
ellas respecto de una determinada relación jurídica, contractual o no contractual, de derecho
privado en la que no se encuentre comprometido el orden público.
El voluntario es aquel al cual se someten las partes en forma espontánea mediante la celebración
de un compromiso sin que medie como antecedente un acuerdo previo en virtud del cual se haya
convenido que las diferencias que surgieran entre las partes se someterían a árbitro (compromiso
arbitral).

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El obligatorio, en cambio, es el que viene impuesto por un acuerdo previo o la ley (acuerdo
arbitral). De acuerdo a la norma bajo comentario, la solicitud de arbitraje formulada por uno de los
posibles contenedores o ambos, dirigida al árbitro designado, si tiene carácter institucional
interrumpe el curso de la prescripción.
Los efectos de esta causal se rigen por la norma relativa a la interrupción por petición judicial, en
cuanto sea aplicable, teniendo en cuenta que es una forma especial de juicio. Esta forma especial
de juicio está regida, en principio, por el procedimiento que las partes han establecido, lo que
disponga el tribunal arbitral o el reglamento de la entidad administradora o lo que disponga el
derecho de la sede, que las partes pueden haber convenido. Por ejemplo, la revocación unilateral
del acuerdo es asimilable al desistimiento procesal, por lo que se tendrá como no sucedida la
interrupción causada por la solicitud de arbitraje.
Alcance subjetivo (art. 2549)
La interrupción de la prescripción no se extiende a favor ni en contra de los interesados, excepto
que se trate de obligaciones solidarias o indivisibles.
Dispensa de la prescripción
Requisitos (art. 2550)
El juez puede dispensar de la prescripción ya cumplida al titular de la acción, si dificultades de
hecho o maniobras dolosas le obstaculizan temporalmente el ejercicio de la acción, y el titular
hace valer sus derechos dentro de los seis meses siguientes a la cesación de los obstáculos.
En el caso de personas incapaces sin representantes el plazo de seis meses se computa desde
la cesación de la incapacidad o la aceptación del cargo por el representante.
Esta disposición es aplicable a las sucesiones que permanecen vacantes sin curador, si el que es
designado hace valer los derechos dentro de los seis meses de haber aceptado el cargo.
Se trata de una prescripción ya cumplida, en la cual, por dificultades fáticas y maniobras dolosas
que deben haber colocado al titular del derecho en una situación impediente de ejercitar los actos
conservatorios de su derecho, el juez está facultado a borrar los efectos de la prescripción
ocurrida y permitir el reclamo.
Disposiciones procesales relativas a la prescripción
Vías procesales (art. 2551)
La prescripción puede ser articulada por vía de acción (por ejemplo, acción declarativa) o de
excepción (por ejemplo, como defensa planteada ante la promoción de una acción).
Facultades judiciales (art. 2552)
El juez no puede declarar de oficio la prescripción. Esta limitación es propia del ejercicio de todo
derecho subjetivo de carácter privado, ya que el juez no puede declarar de oficio un derecho que
el interesado no tiene interés en hacer valer.
Oportunidad procesal para oponerla (art. 2553)
La prescripción debe oponerse dentro del plazo para contestar la demanda en los procesos de
conocimiento, y para oponer excepciones en los procesos de ejecución.
Los terceros interesados que comparecen al juicio vencidos los términos aplicables a las partes,
deben hacerlo en su primera presentación.
Se prevé la introducción de la defensa de prescripción en los procesos de conocimiento o en los
procesos ejecutivos, estableciéndose que —en cada uno de ellos— ella debe oponerse dentro del

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plazo para la articulación de defensas frente al planteo inicial, lo que en el proceso de


conocimiento corresponde al plazo para contestar la demanda y en los ejecutivos, en el
establecido para oponer excepciones.
- Procesos de conocimiento: Es aquel que tiene por objeto una pretensión tendiente a que el
órgano judicial (o arbitral) dilucide y declare, mediante la aplicación de las normas pertinentes
a los hechos planteados y (eventualmente) discutidos, el contenido y alcance de la situación
jurídica existente entre las partes. Los pronunciamientos que recaen en esta clase de
procesos consiste en una declaración de certeza acerca de la existencia o inexistencia del
derecho reclamado por el actor.
- Procesos de ejecución: son aquellos que sin resolver de fondo el asunto tienen por objeto el
pago inmediato de una deuda o el cumplimiento de una obligación sobre la base de un título
ejecutivo.
Prescripción liberatoria
La prescripción liberatoria es una excepción para repeler una acción por el solo hecho que el que
la entabla ha dejado durante un lapso de tiempo de intentarla, o de ejercer el derecho al cual ella
se refiere. Se aplica a toda clase de bienes y derechos que la ley no haya exceptuado y requiere
la conjugación del factor tiempo con la inacción del titular durante el período designado por la ley.
Comienzo del cómputo
Regla general (art. 2554)
El transcurso del plazo de prescripción comienza el día en que la prestación es exigible.
El conteo principia desde el día en que la acción puede ser ejercida judicialmente para reclamar el
cumplimiento de la prestación debida o, en su defecto, para lograr forzadamente la satisfacción
del interés del acreedor.
El concepto de prestación exigible importa que no exista obstáculo jurídico válido para que el
acreedor pueda ejercer la acción reclamando ante los tribunales el cumplimiento de la misma o la
indemnización por el incumplimiento.
La iniciación del término de la prescripción es independiente del conocimiento que el interesado
tenga de que su acción había nacido.
Como principio general, no se tiene en cuenta el conocimiento que pueda tener el accipiendi de la
viabilidad de ejercer su acción. Sin perjuicio de ello, el Código regula puntualmente el conteo del
plazo de prescripción a partir del conocimiento para algunas hipótesis. Por ejemplo, el plazo para
interponer la demanda de un año, que se computa, para el que sufre el impedimento, desde que
se recuperó la salud mental, y para el cónyuge sano, desde que conoció el impedimento.
Rendición de cuentas (art. 2555)
El transcurso del plazo de prescripción para reclamar la rendición de cuentas comienza el día que
el obligado debe rendirlas o, en su defecto, cuando cesa en la función respectiva. Para demandar
el cobro del resultado líquido de la cuenta, el plazo comienza el día que hubo conformidad de
parte o decisión pasada en autoridad de cosa juzgada.
Esta rendición de cuentas puede ser aprobada expresa o tácitamente: hay aprobación tácita si no
es observada en el plazo convenido o dispuesto por la ley o, en su defecto, en el de 30 días de
presentadas en debida forma. Una vez aprobadas las cuentas, su saldo debe ser pagado en el
plazo convenido o dispuesto por la ley o, en su defecto, en el de 10 días.

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Prestaciones periódicas (art. 2556)


El transcurso del plazo de prescripción para reclamar la contraprestación por servicios o
suministros periódicos comienza a partir de que cada retribución se torna exigible.
El artículo precisa como momento inicial del plazo para reclamar el abono del precio establecido
como contraprestación por servicios o suministros periódicos, cuando cada retribución puede ser
exigida al suministrado. El artículo 1176 define al contrato de suministro y destaca como
característica típica la dación de bienes o servicios en forma periódica o continuada, por el cual el
suministrado se compromete a abonar un precio por cada entrega o grupo de ellas. Se prevé que,
a falta de convención o uso en contrario, el precio de las prestaciones singulares debe ser
abonado dentro de los 10 días del mes calendario siguiente al de la entrega. Es decir, será
exigible el día once del mes siguiente, iniciándose desde allí el cómputo de la prescripción.
No se aplica esta norma a las obligaciones que tengan por objeto una única prestación de pago
fraccionado.
Prestaciones a intermediarios (art. 2557)
El transcurso del plazo de prescripción para reclamar la retribución por servicios de corredores,
comisionistas y otros intermediarios se cuenta, si no existe plazo convenido para el pago, desde
que concluye la actividad conforme a las características peculiares del negocio.
Cuando la intermediación es de un solo objeto, el cese de la actividad coincidirá con la
finalización del negocio procurado, no ocurriendo de igual manera cuando es por varios negocios.
A modo de ejemplo, se puede citar la regulación respecto de la comisión debida al agenciero cuyo
derecho surge al momento de la conclusión del contrato con el tercero y del pago del precio al
empresario, siendo exigible al momento de ser liquidada, lo cual debe verificarse dentro de los 20
días hábiles del abono mencionado.
Honorarios por servicios prestados en procedimientos (art. 2558)
El transcurso del plazo de prescripción para reclamar honorarios por servicios que han sido
prestados en procedimientos judiciales, arbitrales o de mediación, comienza a correr desde que
vence el plazo fijado en resolución firme que los regula; si no fija plazo, desde que adquiere
firmeza.
Si los honorarios no son regulados, el plazo comienza a correr desde que queda firme la
resolución que pone fin al proceso; si la prestación del servicio profesional concluye antes, desde
que el
El nuevo régimen no regula plazos diferenciados de prescripción para exigir su abono cuando
están regulados o para pedir la determinación de los mismos, sino que establece un plazo único
de 5 años para reclamar los honorarios por servicios profesionales prestados. Por esta razón,
cuando los honorarios no están determinados judicial o convencionalmente, el plazo principia
desde que se puede exigir judicialmente su regulación.
En primer término, comienza el cómputo del plazo de prescripción del derecho a la determinación
de los honorarios y, posteriormente, a su percepción.
Una vez firma la regulación o consentido el monto pactado de los honorarios, la prescripción del
derecho a su percepción accionando judicialmente su cobro da comienzo desde que vence el
plazo de pago fijado en la resolución donde se cuantificaron los honorarios o, ante su omisión,
desde que adquiere el pronunciamiento firmeza.

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Créditos sujetos a plazo indeterminado (art. 2559)


Si el crédito está sujeto a plazo indeterminado, se considera exigible a partir de su determinación.
El plazo de prescripción para deducir la acción para la fijación judicial del plazo se computa desde
la celebración del acto. Si prescribe esta acción, también prescribe la de cumplimiento.
Además, el acreedor puede acumular la acción de determinación del plazo con la de
cumplimiento de la obligación. En este caso, ya no existirá plazo de prescripción de la acción de
reclamación de abono del crédito porque se ejerció plenamente hasta lograr una sentencia, razón
por la cual nacerá el cómputo de un nuevo plazo de prescripción.
Para la primera hipótesis de reclamación de fijación del plazo, como para reclamar el
cumplimiento, corren plazos de prescripción autónomos de 5 años. Sin embargo, la prescripción
de la primera acción produce la pérdida del derecho para reclamar el cobro del crédito.
Plazos de prescripción
Plazo genérico (art. 2560)
El plazo de prescripción es de cinco años, excepto que esté previsto uno diferente en la
legislación local.
Sin embargo, el Código ha reglado la imprescriptibilidad de determinadas acciones en razón del
orden público, como por ejemplo la nulidad absoluta o las acciones de estado de familia.
Plazos especiales (art. 2561)
- El reclamo del resarcimiento de daños por agresiones sexuales infligidas a personas
incapaces prescribe a los diez años. El cómputo del plazo de prescripción comienza a partir
del cese de la incapacidad.
- El reclamo de la indemnización de daños derivados de la responsabilidad civil prescribe a los
tres años.
- Las acciones civiles derivadas de delitos de lesa humanidad son imprescriptibles. La ley
25.778 elevó a rango constitucional la “Convención sobre Imprescriptibilidad de los Crímenes
de Guerra y de los Crímenes de Lesa Humanidad”, adoptada por la AG de ONU en 1968. En
esa convención se declaran imprescriptibles las acciones penales o las penas contra delitos
de lesa humanidad, y la esta norma les concede la misma naturaleza a las acciones civiles
derivadas de dichos crímenes.
Plazo de prescripción de dos años (art. 2562)
Prescriben a los dos años:
a) El pedido de declaración de nulidad relativa y de revisión de actos jurídicos;
b) El reclamo de derecho común de daños derivados de accidentes y enfermedades del trabajo;
c) El reclamo de todo lo que se devenga por años o plazos periódicos más cortos, excepto que se
trate del reintegro de un capital en cuotas;
d) El reclamo de los daños derivados del contrato de transporte de personas o cosas;
e) El pedido de revocación de la donación por ingratitud o del legado por indignidad;

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Cómputo del plazo de dos años (art. 2563)


En la acción de declaración de nulidad relativa, de revisión y de inoponibilidad de actos jurídicos,
el plazo se cuenta:
a) Si se trata de vicios de la voluntad, desde que cesó la violencia o desde que el error o el dolo
se conocieron o pudieron ser conocidos;
b) En la simulación entre partes, desde que, requerida una de ellas, se negó a dejar sin efecto el
acto simulado;
c) En la simulación ejercida por tercero, desde que conoció o pudo conocer el vicio del acto
jurídico;
d) En la nulidad por incapacidad, desde que esta cesó;
e) En la lesión, desde la fecha en que la obligación a cargo del lesionado debía ser cumplida;
f) En la acción de fraude, desde que se conoció o pudo conocer el vicio del acto;
g) En la revisión de actos jurídicos, desde que se conoció o pudo conocer la causa de revisión.
Plazo de prescripción de un año (art. 2564)
Prescriben al año:
a) El reclamo por vicios redhibitorios;
b) Las acciones posesorias;
c) El reclamo contra el constructor por responsabilidad por ruina total o parcial, sea por vicio de
construcción, del suelo o de mala calidad de los materiales siempre que se trate de obras
destinadas a larga duración. El plazo se cuenta desde que se produjo la ruina;
d) Los reclamos procedentes de cualquier documento endosable o al portador, cuyo plazo
comienza a correr desde el día del vencimiento de la obligación;
e) Los reclamos a los otros obligados por repetición de lo pagado en concepto de alimentos;
f) La acción autónoma de revisión de la cosa juzgada.
Prescripción adquisitiva
La prescripción adquisitiva es un derecho por el cual el poseedor de una cosa inmueble, adquiere
la propiedad de ella por la continuación de la posesión, durante el tiempo fijado por la ley. Se
aplica a cosas inmuebles en general, y a ciertas cosas muebles hurtadas o perdidas, refiriéndose
a derechos reales de goce y requiriendo la conjugación del factor tiempo fijado por la ley con la
posesión continuada de la cosa.
Regla general (art. 2565)
Los derechos reales principales se pueden adquirir por la prescripción en los términos de los
artículos 1897 y siguientes.
La prescripción adquisitiva tiene esencia común con la liberatoria, como es su carácter imperativo,
el alcance subjetivo, su invocación, como asimismo, se ve afectado el curso de su plazo por la
suspensión y la interrupción y coinciden en las disposiciones procesales aplicables.

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Art. 1897°. Prescripción adquisitiva. La prescripción para adquirir es el modo por el cual el
poseedor de una cosa adquiere un derecho real sobre ella, mediante la posesión durante el
tiempo fijado por la ley.
Art. 1898°. Prescripción adquisitiva breve. La prescripción adquisitiva de derechos reales con
justo título y buena fe se produce sobre inmuebles por la posesión durante diez años. Si la cosa
es mueble hurtada o perdida el plazo es de dos años.
Si la cosa es registrable, el plazo de la posesión útil se computa a partir de la registración del
justo título.
Art. 1899°. Prescripción adquisitiva larga. Si no existe justo título o buena fe, el plazo es de veinte
años.
No puede invocarse contra el adquirente la falta o nulidad del título o de su inscripción, ni la mala
fe de su posesión.
También adquiere el derecho real el que posee durante 10 años una cosa mueble registrable, no
hurtada ni perdida, que no inscribe a su nombre, pero la recibe del titular registral o de su
cesionario sucesivo, siempre que los elementos identificatorios que se prevén en el respectivo
régimen especial sean coincidentes.
Art. 1900°. Posesión exigible. La posesión para prescribir debe ser ostensible y continua.
Art. 1902°. Justo título y buena fe. El justo título para la prescripción adquisitiva es el que tiene por
finalidad transmitir un derecho real principal que se ejerce por la posesión, revestido de las formas
exigidas para su validez, cuando su otorgante no es capaz o no está legitimado al efecto.
La buena fe requerida en la relación posesoria consiste en no haber conocido ni podido conocer
la falta de derecho a ella.
Cuando se trata de cosas registrables, la buena fe requiere el examen previo de la
documentación y constancias registrales, así como el cumplimiento de los actos de verificación
pertinente establecidos en el respectivo régimen especial.
Caducidad de los derechos
La caducidad es un modo de extinción de ciertos derechos en razón de la omisión de su ejercicio
durante el plazo prefijado por la ley o la voluntad de los particulares.
En el mecanismo de la caducidad también incide el transcurso de cierto tiempo en el cual el titular
permanece inactivo. Sin embargo, en este caso, se extingue el derecho, no la acción, y no
subsiste deber moral alguno. Algunos supuestos de caducidad tienen origen convencional (v.gr.,
en materia de seguros, cuando en las condiciones se establecen plazos determinados para
realizar denuncias) y otros provienen de la ley (v.gr., el plazo de un año para que el marido
impugne la paternidad).
Efectos (art. 2566)
La caducidad extingue el derecho no ejercido.
Entre los autores contemporáneos, Pizarro y Vallespinos precisan que en la misma se está frente
a un derecho que solo alcanza a configurarse mediante la realización de ciertos actos positivos o
negativos. La ejecución de estos actos constituye un elemento que integra el supuesto para que
se configure el derecho y, hasta que esto no ocurre, solo es una mera expectativa. Es decir, la ley
exige una determinada conducta para que el derecho se consolide.

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Criterio Caducidad Prescripción


Alcance de los efectos Extingue el derecho Extingue la acción, dejando
subsistente el derecho
como deber moral
Origen Convencional o legal Legal
Fundamentación No tiene en cuenta siempre el interés Interés público de liquidar
colectivo, sino que procura consolidar situaciones jurídicas
intereses individuales pendientes.
Renuncia Irrenunciable, salvo cuando ya haya Es renunciable sin ninguna
sucedido y no esté comprometido el limitación
orden público
Interrupción y suspensión No Sí
Dispensa No Sí
Plazos Breves Largos
Naturaleza de los Afecta, además de derechos de Derechos de naturaleza
derechos sobre los que naturaleza sustancial y de fundo, sustancia o de fondo
influye derechos procesales.
Aplicación de oficio Sí, cuando está involucrado el interés No
público

Suspensión e interrupción (art. 2567)


Los plazos de caducidad no se suspenden ni se interrumpen, excepto disposición legal en
contrario. Esta norma encuentra fundamento en la necesidad de que ciertos actos se cumplan
dentro de un breve tiempo por exigencias de la vida jurídica. Únicamente la ley puede establecer
las excepciones al principio general de inexorabilidad y no paralización de los plazos de
caducidad.
Nulidad de la cláusula de caducidad (art. 2568)
Es nula la cláusula que establece un plazo de caducidad que hace excesivamente difícil a una de
las partes el cumplimiento del acto requerido para el mantenimiento del derecho (cláusula
abusiva) o que implica un fraude a las disposiciones legales relativas a la prescripción (cláusula
en fraude a la ley). El fraude a la ley consiste en eludir obligaciones que la ley impone o en
atribuirse derechos que ella no reconoce, plasmadas a través de normas de orden público.
Actos que impiden la caducidad (art. 2569)
Impide la caducidad:
a) El cumplimiento del acto previsto por la ley o por el acto jurídico;
b) El reconocimiento del derecho realizado por la persona contra la cual se pretende hacer valer
la caducidad prevista en un acto jurídico o en una norma relativa a derechos disponibles.
Caducidad y prescripción (art. 2570)
Los actos que impiden la caducidad no obstan a la aplicación de las disposiciones que rigen la
prescripción.

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La norma reconoce la autonomía de los plazos de caducidad de los de prescripción, en cuanto al


inicio del cómputo de cada uno de ellos, como a las vicisitudes que puedan presentarse en su
recurrir, como puede ser si es aplicable o no la suspensión o interrupción de los términos.
Se debe tener en cuenta que, en algunos casos, el plazo de caducidad es más prolongado que el
de prescripción, aun cuando es dable corroborar que normalmente es en sentido contrario.
Un ejemplo de esta mixtura se presenta en el plazo de prescripción anual para reclamar por vicios
redhibitorios, dado que el adquirente tiene la carga de denunciar expresamente la existencia del
defecto oculto al garante dentro de los 60 días de haberse manifestado. Si el defecto se
manifiesta gradualmente, el plazo se cuenta desde que el adquirente pudo advertirlo. Sin
embargo, la norma impone como sanción al incumplimiento de esta carga la extinción de la
responsabilidad por defectos ocultos, excepto que el enajenante haya conocido o debido conocer
la existencia de los defectos. Es decir, se impone un plazo de caducidad.
Renuncia a la caducidad (art. 2571)
Las partes no pueden renunciar ni alterar las disposiciones legales sobre caducidad establecidas
en materia sustraída a su disponibilidad. La renuncia a la caducidad de derechos disponibles no
obsta a la aplicación de las normas relativas a la prescripción.
Se trata de la renuncia a la caducidad de quien se beneficia con la extinción del derecho no
ejercido, que solo podrá ser aceptada si no se encuentra en juego el orden público. Por otra parte,
reitera el principio de autonomía entre el plazo de caducidad y el de prescripción al marcar que la
renuncia a la caducidad no implica la inaplicabilidad de las normas de la prescripción.
Facultades judiciales (art. 2572)
La caducidad solo debe ser declarada de oficio por el juez cuando está establecida por la ley y es
materia sustraída a la disponibilidad de las partes.
La disposición excluye la posibilidad de que el juez pueda decretar la caducidad de oficio cuando
haya sido establecida convencionalmente por no estar en juego ningún interés público. Sí lo
autoriza cuando se verifique que ha sido preestablecida por la ley y es materia sustraída de la
esfera de disponibilidad de las partes.

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BOLILLA 14
Privilegios (art. 2573)
Privilegio es la calidad que corresponde a un crédito de ser pagado con preferencia a otro. Puede
ejercitarse mientras la cosa afectada al privilegio permanece en el patrimonio del deudor, excepto
disposición legal en contrario y el supuesto de subrogación real en los casos que la ley admite. El
privilegio no puede ser ejercido sobre cosas inembargables declaradas tales por la ley.
En tal sentido, se dice que son una calidad del crédito destinada a dar seguridad en la medida
relativa en que puede otorgarse.
El Código asume implícitamente que existen dos clases de privilegios: los generales y los
especiales, teniendo en cuenta su asiento. Son especiales aquellos en los que el asiento está
constituido por una o más cosas determinadas, y generales los que tienen como asiento un
conjunto de bienes indeterminados, como el patrimonio del deudor.
La regla general es que para el ejercicio de la preferencia de cobro que acuerda el privilegio es
necesario que el bien que constituye su asiento se encuentre en el patrimonio del deudor al
momento de ser invocada por el acreedor privilegiado. En este sentido, el privilegio se distingue
de las preferencias que confieren los derechos reales, porque tales derechos expanden su
oponibilidad a terceros y confieren ius preferendi. Los privilegios constituyen una menor garantía,
pues tienen su efecto limitado por esta regla: solo puede ser invocados en tanto la cosa que
constituye su asiente se encuentra en el patrimonio del deudor.
La regla de que el privilegio solo puede ser ejercido mientras el asiento se encuentre en el
patrimonio del deudor reconoce excepciones:
a) Cuando el crédito está garantido por un derecho real. Como consecuencia del carácter
absoluto que revisten este tipo de derechos, el tercero poseedor del asiento es colocado en el
deber jurídico de soportar la ejecución de la cosa afectada al pago de un crédito de su anterior
titular. La publicidad de los derechos reales elimina el riesgo de sorpresa de los terceros
poseedores.
b) Cuando se ha producido la subrogación real en los casos que la ley admite . El privilegio
ostenta cierta debilidad como garantía, precisamente porque solo puede ser invocado por el titular
activo del crédito cuando la cosa sobre la que asienta esté en el patrimonio del deudor. Lo que
justifica esa limitación del privilegio es evitar la sorpresa del adquirente en virtud de la falta de
publicidad de los privilegios, pero nada justifica que el acreedor no pueda invocar el privilegio si la
cosa que le servía de asiento fue sustituida por otra cosa individualizada que ha entrado con
motivo de la salida de la primera.
c) Cuando la ley les confiere efecto reipersecutorio. Por ejemplo, la transferencia de una nave
no extingue el privilegio, sino que su propiedad se transfiere al comprador con todos los
privilegios que lo graven.
Los caracteres de los privilegios son:
• Fuente legal exclusiva.
• Excepcionales. Concedidos para ciertos créditos.

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• Accesorios. Solo es concebible un privilegio en razón de un crédito determinado, y son


transmitidos con él.
• Indivisibles. Afectan íntegramente el bien o bienes en que se asienta el privilegio, subsistiendo
la preferencia hasta la total extinción del crédito.

Origen legal (art. 2574)


Los privilegios resultan exclusivamente de la ley. El deudor no puede crear a favor de un acreedor
un derecho para ser pagado con preferencia a otro, sino del modo como la ley lo establece.
Ellos constituyen una excepción al principio de la concurrencia igualitaria de los acreedores sobre
la garantía común que es el patrimonio del deudor, por lo que su interpretación debe ser
restrictiva.
Renuncia y postergación (art. 2575)
El acreedor puede renunciar a su privilegio, esto se debe a que los privilegios son una preferencia
otorgada en el interés privado del acreedor, por lo que es un derecho disponible del cual el
acreedor puede abdicar.
El acreedor y el deudor pueden convenir la postergación de los derechos del acreedor respecto
de otras deudas presentes o futuras; en tal caso, los créditos subordinados se rigen por las
cláusulas convenidas, siempre que no afecten derechos de terceros.
El privilegio del crédito laboral no es renunciable, ni postergable. Esto para sustraer al acreedor,
en situación de vulnerabilidad, de la presión del deudor o de terceros. La irrenunciabilidad de los
privilegios laborales fue consagrada en la LCT con fundamento en que los derechos de los
trabajadores se consideran de orden público.
A pesar de ello, se excepciona este principio para permitir que los trabajadores tengan
participación en el acuerdo que proponga el deudor, teniendo en miras la conservación de la
fuente de trabajo. Esta renuncia debe ser ratificada ante el juez del concurso y con citación de la
asociación gremial que corresponda al rubro del trabajador. Si el trabajador renuncia al privilegio y
vota afirmativamente el acuerdo preventivo, pero esto no resulta eficaz, recupera el privilegio y
puede hacerlo valer en la quiebra.
En las ejecuciones individuales, no son admisibles la renuncia ni el pacto de subordinación de los
créditos laborales.
Indivisibilidad. Transmisibilidad (art. 2576)
Los privilegios son indivisibles en cuanto al asiento y en cuanto al crédito, independientemente de
la divisibilidad del asiento o del crédito. Los privilegios son una especie de las garantías, por lo
que resultan indivisibles, en el sentido de que la preferencia de cobro subsiste hasta tanto el
crédito haya sido pagado íntegramente, sin atender el carácter indivisible o divisible que tenga la
cosa que le sirve de asiento o el crédito. La totalidad de la cosa y cualquiera de sus partes
garantiza el total y cada una de las partes del crédito hasta que este sea íntegramente satisfecho.
La indivisibilidad se presenta en dos aspectos:
La transmisión del crédito incluye la de su privilegio. Por ser el privilegio una calidad del crédito es
un accesorio de él.
Extensión (art. 2577)
El privilegio no se extiende a los intereses, ni a las costas, ni a otros accesorios del crédito,
excepto disposición legal expresa en contrario.

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Un ejemplo de excepción a esta regla son los créditos laborales, cuyo privilegio comprende
también los intereses por dos años contados a partir de la mora y las costas.

Cómputo (art. 2578)


Si se concede un privilegio en relación a un determinado lapso, este se cuenta retroactivamente
desde el reclamo judicial, excepto disposición legal en contrario.
Por ejemplo, la norma que ampara las remuneraciones debidas al trabajador por 6 meses, que se
cuentan hacia atrás desde la fecha del reclamo judicial.
La ley puede establecer un modo diverso de contar este plazo, como en el caso de los créditos
laborales, para los que se establece que los intereses cubiertos por el lapso de dos años se
cuentan a partir de la mora.
Procesos universales. Régimen aplicable (art. 2579)
En los procesos universales los privilegios se rigen por la ley aplicable a los concursos, exista o
no cesación de pagos.
Es decir, los privilegios generales se rigen por la ley de Concursos, aun en los procesos
sucesorios a través de los cuales se transmita un patrimonio solvente. Desaparece la dicotomía
de normas que regían los privilegios generales, según la sucesión se concursara (se aplicaba la
Ley de Concursos y Quiebras) o no (Código derogado).
Privilegios generales (art. 2580)
Los privilegios generales solo pueden ser invocados en los procesos universales (Concursos y
sucesiones).
La duplicidad de normas relativas a los privilegios generales regidos mientras el deudor no fuera
constituido en insolvencia por el Código derogado, y si era declarado en quiebra por la Ley de
Concursos y Quiebras, llevó a que la doctrina se dividiera. Un sector mayoritario interpretó que
existía una derogación virtual de las disposiciones del Código que establecían los privilegios
generales, ya que ellos no podían ser invocados en las ejecuciones individuales. Sostenían que
este criterio era una contribución a la unificación del régimen de los privilegios, pues si se
entendían derogadas las normas civiles sobre privilegios generales, solo quedaban vigentes las
de la Ley de Concursos. Además, se destacaba que el acreedor que ostentara un privilegio
general y pretendiera prevalecer sobre un acreedor común o quirografario obraba abusivamente,
porque si tenía a su disposición un privilegio que tenía por asiento todo el patrimonio del deudor o
todos los bienes inmuebles o los muebles, contrariaba la buena fe al pretender valerse de él
frente a un acreedor carente de todo privilegio.
Créditos quirografarios (art. 2581)
Son acreedores quirografarios aquellos a quienes la ley no les reconoce ninguna prioridad de
cobro.
Los acreedores sin privilegio concurren a prorrata entre sí, excepto disposición expresa en
contrario de este Código, lo que significa que lo hacen en forma proporcional entre el monto total
de las deudas quirografarias que pesan sobre el patrimonio del deudor y el monto de cada uno de
los créditos comunes.

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No obstante, entre ellos puede existir una prioridad proveniente del hecho de que alguno tenga
trabado un embargo sobre un mismo bien del deudor. En este caso, el primer embargante cobra
prioritariamente su crédito, intereses y costas, y sobre el saldo hará efectivo el segundo y
sucesivos acreedores beneficiarios de embargos. Esta prioridad es aplicable en las ejecuciones
individuales, o sea aquellas en las que un acreedor persigue a su deudor y en los procesos
sucesorios. En cambio, es inaplicable en los concursales, en los que los embargos no confieren
prioridad alguna.

Privilegios especiales
Enumeración (art. 2582)
Tienen privilegio especial sobre los bienes que en cada caso se indica:
a) Los gastos hechos para la construcción, mejora o conservación de una cosa, sobre esta. Se
incluye el crédito por expensas comunes en la propiedad horizontal;
b) Los créditos por remuneraciones debidas al trabajador por seis meses y los provenientes de
indemnizaciones por accidentes de trabajo, antigüedad o despido, falta de preaviso y fondo de
desempleo, sobre las mercaderías, materias primas y maquinarias que, siendo de propiedad del
deudor, se encuentren en el establecimiento donde presta sus servicios o que sirven para su
explotación.
Cuando se trata de dependientes ocupados por el propietario en la edificación, reconstrucción o
reparación de inmuebles, el privilegio recae sobre estos;
c) Los impuestos, tasas y contribuciones de mejoras que se aplican particularmente a
determinados bienes, sobre estos;
d) Lo adeudado al retenedor por razón de la cosa retenida, sobre esta o sobre las sumas
depositadas o seguridades constituidas para liberarla;
e) Los créditos garantizados con hipoteca, anticresis, prenda con o sin desplazamiento, warrant y
los correspondientes a debentures y obligaciones negociables con garantía especial o flotante;
f) Los privilegios establecidos en la Ley de Navegación, el Código Aeronáutico, la Ley de
Entidades Financieras, la Ley de Seguros y el Código de Minería.
Esta norma crea privilegios especiales para los créditos que menciona y señala su asiento. Cabe
tener en cuenta que en los procesos universales los créditos del deudor a los que se confiere
prioridad pueden aparecer en otras categorías de créditos, como los gastos de justicia o reserva
de gastos.
Extensión (art. 2582)
Los privilegios especiales se extienden exclusivamente al capital del crédito, excepto en los
siguientes casos:
a) Los intereses por dos años contados a partir de la mora, de los créditos laborales mencionados
en el inciso b) del artículo 2582;
b) Los intereses correspondientes a los dos años anteriores a la ejecución y los que corran
durante el juicio, correspondientes a los créditos mencionados en el inciso e) del artículo 2582;
c) Las costas correspondientes a los créditos enumerados en los incisos b) y e) del artículo 2582;
d) Los créditos mencionados en el inciso f) del artículo 2582, cuya extensión se rige por los
respectivos ordenamientos.

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Subrogación real (art. 2584)


La subrogación real es una institución que opera cuando un bien se incorpora al patrimonio de
alguien y sigue la suerte jurídica del bien desplazado, cuyo lugar ocupa el bien incorporado. El
bien subrogado entra en el patrimonio gravado con los mismos derechos.
El privilegio especial se traslada de pleno derecho sobre los importes que sustituyen los bienes
sobre los que recae, sea por indemnización precio o cualquier otro concepto que permite la
subrogación real.
La regla de la subrogación real permite reforzar la garantía, permitiendo que el acreedor siga
teniendo preferencia de cobro, aunque el bien haya salido del patrimonio del deudor, siempre que
en lugar de la cosa perdida o transferida que formaba el asiento del privilegio haya entrado otro
bien. Por ejemplo, si el asiento del privilegio especial está asegurado y se produce el siniestro, el
privilegio pasa a la indemnización.
La doctrina ha establecido requisitos para que la subrogación real se produzca:
a) Deben existir uno o más bienes determinados en el patrimonio deudor afectados a un
privilegio. No es aplicable a los privilegios generales.
b) Debe producirse la pérdida o enajenación del bien afectado al privilegio. Si la cosa se
transmitiese a título gratuito, no podría hablar de sustitución.
c) El ingreso del nuevo bien debe producirse por la misma causa por la que se produjo la pérdida
o salida de los bienes perdidos o enajenados.
d) Debe existir un lazo directo de vinculación entre lo salido y lo ingresado.
Reservas de gastos (art. 2585)
Antes de pagar el crédito que goza de privilegio especial, del precio del bien sobre el que recae,
se debe reservar los importes correspondientes a su conservación, custodia, administración y
realización.
En todos los casos, también debe calcularse una cantidad para atender los gastos y los
honorarios generados por las diligencias y tramitaciones llevadas a cabo sobre el bien y en
interés del acreedor.
Son denominados gastos de justicia. Se trata de gastos que se realizan por ante o para ante la
justicia para que el crédito del acreedor sea satisfecho o reconocido como tal. El reconocimiento
de la prioridad se basa en el enriquecimiento injusto que se produciría si esas inversiones o
labores desarrolladas en pos del cobro no son preferidas al crédito que se intenta que sea
reconocido o percibido.
La reserva de gastos está formada por las sumas que se reservan en oportunidad de liquidar el
asiento de un privilegio especial para atender a los gastos de conservación, administración y
realización del bien en particular que constituye el asiento del privilegio especial. No tiene carácter
de privilegio, pues no son créditos del deudor que preexistieran al momento de la ejecución, sino
que han nacido con motivo de su tramitación.
En las ejecuciones individuales, los créditos que conforman la reserva de gastos son preferentes
a los del acreedor con privilegio especial, en tanto que los gastos de justicia lo son respecto del
crédito del ejecutante. El juez deberá determinar el carácter de honorario y los beneficiarios.
Conflicto entre los acreedores con privilegio especial (art. 2586)

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Hay conflicto de privilegios cuando dos privilegios se asientan sobre un mismo bien. En tal caso,
la ley debe resolver el conflicto. Los privilegios especiales tienen la prelación que resulta de los
incisos del artículo 2582, excepto los siguientes supuestos:
a) Los créditos mencionados en el inciso f) del artículo 2582 tienen el orden previsto en sus
respectivos ordenamientos;
b) El crédito del retenedor prevalece sobre los créditos con privilegio especial si la retención
comienza a ser ejercida antes de nacer los créditos privilegiados;

c) El privilegio de los créditos con garantía real prevalece sobre los créditos fiscales y el de los
gastos de construcción, mejora o conservación, incluidos los créditos por expensas comunes en
la propiedad horizontal, si los créditos se devengaron con posterioridad a la constitución de la
garantía;
d) Los créditos fiscales y los derivados de la construcción, mejora o conservación, incluidos los
créditos por expensas comunes en la propiedad horizontal, prevalecen sobre los créditos
laborales posteriores a su nacimiento;
e) Los créditos con garantía real prevalecen sobre los créditos laborales devengados con
posterioridad a la constitución de la garantía;
f) Si concurren créditos comprendidos en un mismo inciso y sobre idénticos bienes, se liquidan a
prorrata.
Derecho de retención
Legitimación (art. 2587)
Todo acreedor de una obligación cierta y exigible puede conservar en su poder la cosa que debe
restituir al deudor, hasta el pago de lo que este le adeude en razón de la cosa.
Tiene esa facultad solo quien obtiene la detentación de la cosa por medios que no sean ilícitos.
Carece de ella quien la recibe en virtud de una relación contractual a título gratuito, excepto que
sea en interés del otro contratante.
Se trata de un remedio al que puede recurrir el acreedor con el objeto de compeler al deudor a
pagar la deuda, de modo que mientras no se verifique el pago, podrá retener la cosa que fue su
objeto. El ejercicio de esta facultad es independiente de la voluntad del deudor e incluso no
depende de una autorización judicial, estando solo supeditado a la concurrencia de los
presupuestos que la ley menciona.
El crédito debe ser exigible, por lo que el retenedor debe acreditar su existencia, como así
también que no esté sujeto a modalidades.
Para que sea viable, debe verificarse una conexión entre la cosa retenida y el crédito. Es preciso
que su crédito refiera a la relación existente entre él y el propietario, es decir, que la obligación
haya nacido por ocasión de la cosa.
Sus caracteres son:
- Accesorio de una obligación, en seguridad de cuyo cumplimiento es otorgado.
- No es subsidiario.
- Ejercitable como excepción.

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- Indivisible, desde que puede ser ejercido por la totalidad del crédito sobre cada parte de la cosa
que forma el objeto.
- Transmisible.
Cosa retenida (art. 2588)
Toda cosa que esté en el comercio puede ser retenida, siempre que deba restituirse y sea
embargable según la legislación pertinente. Esto se debe a que la la inembargabilidad impide la
ejecución de los bienes, pero además los coloca fuera de la garantía común, excluyéndolos del
poder de agresión del acreedor.
El objeto de retención son las cosas (objetos materiales susceptibles de valor), que deben ser
ciertas y determinadas. A su vez, la cosa debe estar en el comercio. Al respecto, son bienes fuera
de comercio aquellos cuya transmisión se encuentra expresamente prohibida por la ley o por
actos jurídicos.
Ejercicio (art. 2589)
El ejercicio de la retención no requiere autorización judicial ni manifestación previa del retenedor.
El juez puede autorizar que se sustituya el derecho de retención por una garantía suficiente.
Cabe admitir la legitimación del dueño de la cosa para solicitar la sustitución, de otro acreedor, el
sucesor de los derechos con relación a la cosa y del deudor. El juez podrá autorizar a que se
sustituya el derecho de retención por una garantía suficiente, lo que constituye un extremo que
deberá ser ponderado en cada caso en función de las circunstancias. La posibilidad de sustitución
fue incorporada para evitar posibles abusos del retenedor, sin olvidar las finalidades perseguidas
por la ley al conceder la facultad de retener como un modo de compeler el cumplimiento de la
obligación.
Atribuciones del retenedor (art. 2590)
El retenedor tiene derecho a:
a) Ejercer todas las acciones de que dispone para la conservación y percepción de su crédito, y
las que protegen su posesión o tenencia con la cosa retenida;
b) Percibir un canon por el depósito, desde que intima al deudor a pagar y a recibir la cosa, con
resultado negativo;
c) Percibir los frutos naturales de la cosa retenida, pero no está obligado a hacerlo.
Si opta por percibirlos, debe dar aviso al deudor. En este caso, puede disponer de ellos, debiendo
imputar su producido en primer término a los intereses del crédito y el excedente al capital.
Obligaciones del retenedor (art. 2591)
El retenedor está obligado a
a) No usar la cosa retenida, excepto pacto en contrario, en el que se puede determinar los
alcances de dicho uso, inclusive en lo relativo a los frutos;
b) Conservar la cosa y efectuar las mejoras necesarias a costa del deudor;
c) Restituir la cosa al concluir la retención y rendir cuentas al deudor de cuenta hubiera percibido
en concepto de frutos.
Efectos (art. 2592)
La facultad de retención:

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a) Se ejerce sobre toda cosa cualquiera sea la proporción del crédito adeudada al retenedor;
b) Se transmite con el crédito al cual accede;
c) No impide al deudor el ejercicio de las facultades de administración o disposición de la cosa
que le corresponden, pero el retenedor no está obligado a entregarla hasta ser satisfecho su
crédito;
d) No impide el embargo y subasta judicial de la cosa retenida, por otros acreedores o por el
propio retenedor. En estos casos, el derecho del retenedor se traslada al precio obtenido en la
subasta, con el privilegio correspondiente;
e) Mientras subsiste, interrumpe el curso de la prescripción extintiva del crédito al que accede;
f) En caso de concurso o quiebra del acreedor de la restitución, la retención queda sujeta a la
legislación pertinente.
Extinción (art. 2593)
La retención concluye por:
a) Extinción del crédito generalizado;
b) Pérdida total de la cosa retenida; (Si es parcial, el derecho de retención subsiste por esa parte)
c) Renuncia; (Expresa o tácita, pero no se presume y es de interpretación restrictiva)
d) Entrega o abandono voluntario de la cosa. No renace, aunque la cosa vuelva a su poder;
e) Confusión de las calidades de retenedor y propietario de la cosa, excepto disposición legal en
contrario;
f) Falta de cumplimiento de las obligaciones del retenedor o si incurre en abuso de su derecho.

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BOLILLA 15
La responsabilidad civil
La responsabilidad civil es la obligación de resarcir que surge como consecuencia del daño
provocado por un incumplimiento contractual (responsabilidad contractual) o de reparar el daño
que ha causado a otro con el que no existía un vínculo previo (responsabilidad extracontractual),
sea en naturaleza o bien por un equivalente monetario, habitualmente mediante el pago de una
indemnización de perjuicios.
Evolución. La constitucionalización del Derecho Privado. Bloque de constitucionalidad. La
descodificación.
El Código Civil de Vélez, con fundamento en el derecho francés, concibió la responsabilidad civil
como una repuesta del Derecho Privado ante daños causados a individuos por deudores o
culpables. El reproche ante la conducta del dañador resultaba central, pues no se admitía la
responsabilidad sin culpa y el factor de atribución era subjetivo.
Por efecto de la revolución industrial, que significo el comienzo del uso de maquinarias riesgosas,
que causaron daños a trabajadores y terceros, apareció la teoría del riesgo. De acuerdo a esta
teoría, que consagraba un factor de atribución de responsabilidad objetivo, el reproche del agente
resultaba ya indiferente, pues el sistema jurídico priorizaba la idea de resarcimiento de las
víctimas. Con la reforma 17.711/1968, la preocupación central recayó en los medios para
alcanzar una más amplia reparación de la víctima.
Así la responsabilidad civil evolucionó de una deuda de responsabilidad a un crédito de
indemnización, prevaleciendo el concepto de injusticia del daño y garantía del resarcimiento a la
víctima sobre la injusticia de la conducta generadora.
En la actualidad los estudios sobre la responsabilidad civil atienden a la regulación específica de
los derechos inherentes a la persona como la dignidad, identidad y la vida, la consagración de los
bienes de incidencia colectiva (ej. Protección del ambiente), protección de determinados grupos
como los consumidores y usuarios, entre otros.
Pero, además, se observa un cambio en la responsabilidad civil del proceso de
constitucionalización del derecho privado. En este aspecto se han incluido normas fundamentales
en el tratamiento de cuestiones típicamente analizadas por el derecho privado. Así, por ejemplo,
la disputa derivada de relaciones contractuales entre consumidores y fabricantes son
interpretadas a la luz de los arts. 42 y 43 de la Constitución Nacional.
En este contexto también se produjo la “descodificación” del derecho privado, desdibujándose la
idea de integridad de los códigos y una verdadera fragmentación legislativa, caracterizada por la
sanción de numerosas leyes especiales (microsistemas legislativos).

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Volviendo a la materia de responsabilidad civil, se incorpora la función de prevención, que se


suma a la clásica función resarcitoria. Cabe mencionar que la 3er función, punitoria o disuasiva,
queda restringida al Derecho de Consumo, bajo la denominación “daño punitivo”, ley de Derecho
de Consumo 24240 art. 52.
Funciones de la responsabilidad (art. 1708)
Las disposiciones de este Título son aplicables a la prevención del daño (actuar para impedir su
producción, continuación o agravamiento) y a su reparación (resarcir).
Es importante destacar que las dos funciones de la responsabilidad no son excluyentes y, llegado
el caso, pueden concurrir total o parcialmente.
La premisa de indemnizar pecuniariamente las consecuencias inmediatas o mediatas —según el
caso— que generare un evento dañoso en un principio tuvo un carácter netamente sancionatorio
para el dañador y luego fue girando hacia la idea de reparación de la víctima de un daño
injustamente sufrido. Ha logrado generalizada acogida la interesante postura sustentada por
Lambert Faivre, en cuanto a que la responsabilidad civil ha evolucionado desde una "deuda de
responsabilidad" hacia un "crédito de indemnización”.
Vale destacar que todo el articulado posterior, que desarrolla el contenido de este primer artículo,
es aplicable tanto a la responsabilidad contractual como a la extracontractual, superándose de
esta manera la distinción que mantenía el código derogado.
En el ámbito del derecho del consumo las funciones son tres: prevenir, reparar y sancionar, esta
última mediante los daños punitivos.
Prelación normativa (art. 1709)
En los casos en que concurran las disposiciones de este Código y las de alguna ley especial
relativa a responsabilidad civil, son aplicables, en el siguiente orden de prelación:
a) Las normas indisponibles de este Código y de la ley especial;
b) La autonomía de la voluntad;
c) Las normas supletorias de la ley especial;
d) Las normas supletorias de este Código.
En materia de responsabilidad civil, puede señalarse como ejemplo la determinación de cuál es la
norma aplicable en caso de concurrencia del régimen específico de ciertas responsabilidades
agravadas (v. gr., la legislación especial en materia ambiental -art. 29, LGA 25.675- o de residuos
industriales -art. 40, ley 25.612- o de residuos peligrosos -art. 45. ley 24.051-) con el sistema
general de la responsabilidad objetiva previsto en el Código para la intervención de cosas y de
ciertas actividades. No hay dudas de que prevalece siempre la regla especial por sobre la
regla general. La enumeración de esas escalas legales no es imperativa sino susceptible de
interpretación judicial. Se determina el siguiente orden de prioridad:
Se trata de reglas de buen sentido, que resultan de la interacción de dos viejos principios
jurídicos: aquel según el cual la ley especial prevalece sobre la general (specialia generalibus
derogant) y el que establece que las normas indisponibles prevalecen sobre las supletorias.
Función preventiva y punición excesiva
Deber de prevención de daño (art. 1710)
Toda persona tiene el deber, en cuando de ella dependa, de:
a) Evitar causar un daño no justificado;

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b) Adoptar, de buena fe y conforme a las circunstancias, las medidas razonables para evitar que
se produzca un daño, o disminuir su magnitud; si tales medidas evitan o disminuyen la magnitud
de un daño del cual un tercero sería responsable, tiene derecho a que este le reembolse el valor
de los gastos en que incurrió, conforme a las reglas del enriquecimiento sin causa;
c) No agravar el daño, si ya se produjo.
El módulo de comportamiento se emplaza, primero, en el ámbito de la antijuridicidad, y encuentra
su fundamento en el deber de cooperación, información y advertencia del daño y, esencialmente,
en el abuso del derecho, ya que hay obligación jurídica de obrar siempre que la abstención no
implique el ejercicio abusivo de la libertad de actuar o no actuar.
Una vez comprobada la antijuridicidad de la conducta, debe analizarse la relación causal. La
posición que prevalece sostiene que normalmente la omisión influye como concausa del daño
ocurrente y puede existir causalidad conjunta. Resulta contrario a la razonabilidad que alguien
pueda sostener que su omisión es inocua, cuando podría impedir el daño. Por ejemplo, si una
persona está herida de muerte y otro la abandona, esta conducta omisiva constituye causa
acumulativa con la que puso quien lo llevó a este estado. Es la solución adoptada por el Código,
ratificando que el daño es el efecto conjunto de la omisión del agente con el actuar de un tercero.
Se distinguen varios modos de actuar jurídicamente:
- Actos de acción. Comportamientos positivos que causan un daño injustificado por acción.
- Actos de comisión por omisión. Abstención de adoptar precauciones para que su actividad no
cause daños. El hecho negativo es empleado como medio para dañar y el agente contribuyó a
crear la situación de peligro que luego ocasionó el daño.
- Actos de omisiones simples. Meras abstenciones en las que el autor deja que ocurra el
acontecimiento que no contribuyó a causar, cuando la conducta es exigible de acuerdo a la
totalidad del ordenamiento, al orden público, la buena fe y el abuso del derecho. De esta manera,
se infringe el principio general de diligencia.

Acción preventiva (art. 1711)


La acción preventiva procede cuando una acción u omisión antijurídica hace previsible la
producción de un daño, su continuación o agravamiento. No es exigible la concurrencia de ningún
factor de atribución.
La tutela sustancial inhibitoria tiene como objeto directo la prevención del daño mediante una
orden para impedir (en caso de amenaza de lesión) o para que cese su producción (si es
previsible su reiteración). Constituye una protección judicial de urgencia sustantiva, cuyos
presupuestos son un comportamiento lesivo, un daño injusto y una relación de causalidad
adecuada entre dicho comportamiento y el daño causado.
Las dos figuras típicas que componen la acción preventiva son
- Las medidas autosatisfactivas: la procedencia de estas medidas autosatisfactiva está
supeditada a la concurrencia simultánea de circunstancias infrecuentes derivadas de la
urgencia impostergable en la que el factor tiempo aparece como perentorio. La medida
autosatisfactiva es una solución urgente no cautelar, que procura aportar una respuesta
jurisdiccional adecuada a una situación que reclama una expedita intervención del órgano
judicial. Su vigencia y mantenimiento no dependen de la interposición coetánea de una
pretensión principal.

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- La tutela anticipada: permite adelantar el resultado de la sentencia definitiva a favor del


sujeto procesal impedido de aguardar el agotamiento de los estadios que conduzcan a su
firmeza definitiva. Se distingue de la medida autosatisfactiva porque esta agota la litis y la
segunda es accesoria del proceso principal.
Los requisitos de procedencia de la acción preventiva son los siguientes:
1) Conducta antijurídica. El hecho generador debe ser ilícito, en términos de una amenaza de
producción de daño o de agravamiento de la magnitud del daño en curso. Implica la amenaza
inminente de los daños definitivos y del peligro de permanencia en la situación actual.
2) Interés del peticionante individual, individual homogéneo o colectivo, patrimonial o
extrapatrimonial.
3) Posibilidad concreta de adoptar una conducta positiva o de abstención para evitar el daño.
4) Relación de causalidad entre la conducta debida y el resultado probable.
No es necesario que concurra un factor de atribución. Procede contra actos de los particulares o
del poder público, y también protege bienes de los particulares o de dominio público o privado del
Estado.
La tutela de prevención es un instituto de derecho sustancial (de fondo) y constituye una de las
funciones de la responsabilidad civil. En conclusión, subsisten las medidas cautelares propias de
los códigos procesales, a las que se agrega la tutela preventiva, que puede consistir en una
medida autosatisfactiva o en una tutela anticipada.
Legitimación (art. 1712)
Están legitimados para reclamar quienes acreditan un interés razonable en la prevención del
daño.
En el ámbito contractual, la legitimación preventiva corresponde solo al contratante cumplidor. El
interés puede ser individual o colectivo. La noción de interés razonable se vincula con el interés
no reprobado por el ordenamiento jurídico que configura el daño resarcible.

Sentencia (art. 1713)


La sentencia que admite la acción preventiva debe disponer, a pedido de parte o de oficio, en
forma definitiva o provisoria, obligaciones de dar, hacer o no hacer, según corresponda; debe
ponderar los criterios de menor restricción posible y de medio más idóneo para asegurar la
eficacia en la obtención de la finalidad.
La sentencia puede ser dictada de modo provisorio (medidas cautelares) o definitivo (sentencia
definitiva), principal (autónoma, como las medidas autosatisfactivas) o accesorio (tutela
preventiva), a pedido de parte o de oficio, en un proceso ya iniciado o promovido solo a eses
efectos, otorgándosele al juez amplias facultades para dictar mandatos de dar, hacer o no hacer.
Punición excesiva (art. 1741). Facultades del juez (art. 1715)
Si la aplicación de condenaciones pecuniarias administrativas, penales o civiles respecto de un
hecho provoca una punición irrazonable o excesiva, el juez debe computarla a los fines de fijar
prudencialmente su monto.
La multa resultará excesiva cuando rebasa el quantum que la finalidad de la sanción aconseja a
fin de disuadir de conductas futuras.

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En el supuesto previsto en el artículo 1714 el juez puede dejar sin efecto, total o parcialmente, la
medida.
La Nación suprimió la sanción pecuniaria disuasiva o daño punitivo del CCC, con el fin de que la
autoridad de aplicación mantenga sus potestades, inhibiendo a la autoridad jurisdiccional de
resolver estas cuestiones. Se mantiene la punición excesiva, ya que su campo de aplicación se
extiende más allá de la supresión mencionada, quedando comprendidas otras sanciones civiles,
como las conminatorias y en materia de daño punitivo de la Ley 24.240.
Ley 24.240 – Art. 52 bis. Daño Punitivo. Al proveedor que no cumpla sus obligaciones legales o
contractuales con el consumidor, a instancia del damnificado, el juez podrá aplicar una multa civil
a favor del consumidor, la que se graduará en función de la gravedad del hecho y demás
circunstancias del caso, independientemente de otras indemnizaciones que correspondan.
Cuando más de un proveedor sea responsable del incumplimiento responderán todos
solidariamente ante el consumidor, sin perjuicio de las acciones de regreso que les correspondan.
La multa civil que se imponga no podrá superar el máximo de la sanción de multa prevista en el
artículo 47, inciso b) de esta ley.
Cabe concluir que se eliminó la sanción pecuniaria disuasiva en una forma más amplia que la
subsistente para el derecho del consumo, manteniendo la vigencia del artículo 52 bis de la
24.240, que lo denomina “daño punitivo”.
Función resarcitoria
Los presupuestos de la función resarcitoria son la antijuridicidad, factores de atribución, daño
sufrido y nexo causal.
Deber de reparar (art. 1716)
La violación del deber de no dañar a otro, o el incumplimiento de una obligación, da lugar a la
reparación del daño causado, conforme con las disposiciones de este Código.
Los orígenes de la distinción entre el incumplimiento contractual y el acto ilícito como fuente de la
responsabilidad pueden rastrearse hasta el Derecho Romano: la tradicional clasificación se
estructuró en torno a la distinción entre contractus y delicta. Los códigos decimonónicos
consagraron distintas normas a cada uno de los dos sectores.
Actualmente se afirma que la responsabilidad civil es un fenómeno unitario, sin perjuicio de
algunas diferencias de regulación entre las esferas contractual y extracontractual. Es decir,
comparten la misma finalidad de resarcir todo daño injustamente sufrido, y los mismos elementos
(antijuridicidad, daño, relación causal y factor de atribución).
El CCC establece que, cualquiera sea la fuente del deber de reparar el daño (la violación del
deber general de no dañar [extracontractual], o el incumplimiento obligacional [contractual]), la
responsabilidad se rige, en principio, por las mismas reglas.
Sin embargo, unificar la responsabilidad no implica diluir la distinta estructura del contrato y el
hecho ilícito, sino fusionar las consecuencias de ambos, sometiéndolas generalmente a las
mismas reglas.
Antijuridicidad (Art. 1717)
Cualquier acción u omisión que causa un daño a otro es antijurídica si no está justificada.
Es antijurídico todo hecho que daña, salvo que exista una causa de justificación, sin necesidad de
prohibición legal expresa en cada caso (antijuridicidad material).

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El fundamento actual de la antijuridicidad gira en torno al deber general de no dañar, que está
expresamente previsto. En el código derogado, este elemento era formal y subjetivo, porque se
requería que el hecho dañoso estuviera “expresamente prohibido por leyes ordinarias,
municipales o reglamentos de policía” y que los agentes obraran con dolo, culpa o negligencia.
El CCC consagra una antijuridicidad objetiva y material, siendo antijurídica cualquier acción u
omisión que causa daño sin justificación. A diferencia del Derecho Penal, el ilícito civil es atípico,
ya que no es necesario que la ley describa en cada caso la conducta prohibida.
Es decir, la antijuridicidad es independiente del factor de atribución: tan ilícito es un hecho dañoso
doloso o culposo como el de una cosa riesgosa o viciosa, o el incumplimiento dañoso de una
obligación de resultado. También es antijurídico el acto involuntario que causa daño, dado que
infringe el deber general de no dañar, aunque la indemnización se discierna por razones de
equidad.
Con respecto a la omisión antijurídica, el Código estructura la cuestión del ilícito omisivo sobre la
base de dos directivas. En primer lugar, también en materia de omisiones la antijuridicidad es
material o atípica, ya que basta con la violación del deber general de no dañar. Podrá decirse que
habrá un deber de actuar para evitar daños cuando la abstención pueda configurar un abuso del
derecho de no actuar.
El hecho de que el Código contemple la antijuridicidad como un elemento de la responsabilidad
civil no implica excluir la posibilidad de que pueda existir responsabilidad por actos lícitos. Más
allá de los casos de Responsabilidad del Estado por su accionar lícito, se prevén algunas en el
derecho privado, como los daños causados en estado de necesidad, que pese a mediar
justificación que quita antijuridicidad, generan la obligación de reparar en la medida en la que el
juez lo considere equitativo.
Legítima defensa, estado de necesidad y ejercicio regular de un derecho (art. 1718)
Está justificado el hecho que causa un daño:
a) En ejercicio regular de un derecho. Por ejemplo, los daños sufridos por un comerciante como
consecuencia de que otro instala un negocio del mismo ramo cerca del suyo, los del deudor a raíz
de que su acreedor embarga y remata sus bienes, etc. Tiene como límite el abuso del derecho,
que se configura cuando este no es ejercido dentro de los fines del ordenamiento jurídico, la
buena fe, moral y buenas costumbres.
b) En legítima defensa propia o de terceros, por un medio racionalmente proporcionado, frente a
una agresión actual o inminente, ilícita y no provocada; el tercero que no fue agresor ilegítimo y
sufre daños como consecuencia de un hecho realizado en legítima defensa tiene derecho a
obtener una reparación plena;
c) Estado de necesidad. Para evitar un mal, actual o inminente, de otro modo inevitable, que
amenaza al agente o a un tercero, si el peligro no se origina en un hecho suyo; el hecho se halla
justificado únicamente si el mal que se evita es mayor que el que se causa. En este caso, el
damnificado tiene derecho a ser indemnizado en la medida en que el juez lo considere equitativo
(responsabilidad por actos lícitos).
Asunción de riesgos (art. 1719)
La exposición voluntaria por parte de la víctima a una situación de peligro no justifica el hecho
dañoso ni exime de responsabilidad a menos que, por las circunstancias del caso, ella pueda
calificarse como un hecho del damnificado que interrumpe total o parcialmente el nexo causal. La
única excepción es cuando la aceptación de riesgos pueda calificarse como un hecho del
damnificado que interrumpe total o parcialmente el nexo causal. En este caso, la exoneración no

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se producirá a nivel de la antijuridicidad, sino de la relación causal. Se trata de una exposición


imprudente a un peligro concreto, que tiene aptitud para erigirse en causa adecuada del perjuicio
(aceptar ser transportado por quien conduce manifiestamente en estado de ebriedad).
Quien voluntariamente se expone a una situación de peligro para salvar la persona o los bienes
de otro tiene derecho, en caso de resultar dañado, a ser indemnizado por quien creó la situación
de peligro, o por el beneficiado por el acto de abnegación. En este último caso, la reparación
procede únicamente en la medida del enriquecimiento por él obtenido.
Consentimiento del damnificado (art. 1720)
Sin perjuicio de disposiciones especiales, el consentimiento libre e informado del damnificado, en
la medida en que no constituya una cláusula abusiva, libera de la responsabilidad por los daños
derivados de la lesión de bienes disponibles.
Factores de atribución (art. 1721)
La atribución de un daño al responsable puede basarse en factores objetivos o subjetivos. En
ausencia de normativa, el factor de atribución es la culpa.
La culpa constituirá una norma de remisión del sistema cuando:
a) Medie vacío legal en el CCC y en la legislación especial;
b) Si a la laguna normativa le sigue una laguna interpretativa, porque tampoco hay en la
legislación ninguna previsión legal que permita una interpretación analógica de otros factores
objetivos ni de riesgo creado ni de la actividad riesgosa o peligrosa.
La incorporación de la culpa como factor residual de atribución, con alcance limitado, importa
asignarle el carácter de norma de cierre y sustento último de la responsabilidad en el Derecho
Privado patrimonial.
Esta culpabilidad importa una situación psicológica del sujeto, que se traduce en la omisión de
cierta actitud que el Derecho impone a la conducta social.
Factor objetivo (art. 1722)
El factor de atribución es objetivo cuando la culpa del agente es irrelevante a los efectos de
atribuir responsabilidad. En tales casos, el responsable se libera demostrando la causa ajena,
excepto disposición legal en contrario.
Solo se libera por la imposibilidad de cumplimiento objetiva, absoluta y definitiva no imputable al
obligado, esto es por caso fortuito o fuerza mayor.
La responsabilidad objetiva se configura, en el terreno contractual, cuando el deudor no obtuvo el
resultado prometido. En el Código, los factores objetivos comprenden el riesgo, la garantía el
abuso del derecho y el exceso de la normal tolerancia entre vecinos. Algunos supuestos de
responsabilidad objetiva son:
- Por el riesgo y vicio de las cosas, incorporándose expresamente las actividades riesgosas por
naturaleza, por los medios empleados o las circunstancias de su realización;
- Daños por actos involuntarios;
- Responsabilidad del principal por el hecho del dependiente y de quien se sirve para el
cumplimiento de sus obligaciones;
- Responsabilidad del transportista de personas y cosas por la avería o pérdida de las cosas del
transportado;
- Responsabilidad de los padres por el hecho de sus hijos;
- Responsabilidad del dueño y del ocupante de un edificio por las cosas arrojadas o caídas;

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En la legislación especial existen supuestos de responsabilidad objetiva, como la Ley de


Residuos Peligrosos presume que todo residuo peligroso es cosa riesgosa, y asigna
responsabilidad a su generador por la creación del riesgo. La Ley General del Ambiente solo
exonera de responsabilidad demostrando que los daños se produjeron por culpa excesiva de la
víctima o de un tercero, sin mediar culpa concurrente del sindicado como responsable, y pese a
haber adoptado todas las medidas destinadas a evitarlo.
Responsabilidad objetiva (art. 1723)
Cuando de las circunstancias de la obligación, o de lo convenido por las partes, surge que el
deudor debe obtener un resultado determinado, su responsabilidad es objetiva.
La responsabilidad contractual tiene como presupuesto fundamental al incumplimiento de una
obligación. Probada la existencia del mismo, y de los daños conectados por una relación de
causalidad, habrá responsabilidad del deudor, salvo que este demuestre que la obligación se ha
extinguido por algún motivo.
Por ello, a diferencia de lo que sucede en el terreno extracontractual, en la responsabilidad
contractual el factor de atribución no se extrae del análisis del hecho que produjo el daño (con no
sin cosas riesgosas o viciosas, actividad riesgosa, culpa o dolo, por un dependiente o hijo menor),
sino de la extensión de lo debido por el obligado.
• Teoría del riesgo. Por otra parte, la teoría del riesgo constituye un soporte fundamental de la
atribución objetiva de responsabilidad. La rama del riesgo creado se independiza del
aprovechamiento económico, y considera suficiente la introducción del elemento con aptitud para
dañar a los fines de asignar el deber de resarcir con él que creó el riesgo.
• Garantía. En materia contractual, hay garantía por evicción y por vicios redhibitorios. En
términos generales, la primera refiere a la privación o turbación de derechos transmitidos, y
genera la responsabilidad del enajenante aunque la turbación o privación tenga causa anterior a
la adquisición. A su vez, la garantía por vicios redhibitorios (defectos ocultos de la cosa que la
hacen impropia para su destino) compromete al sindicado como responsable aunque los ignore.
En el ámbito extracontractual, hay garantía del principal por los daños que causen quienes se
hallan bajo su dependencia, caso en el cual la prueba de haber obrado con diligencia no libera al
principal.
• Equidad, utilizada como fundamento para imponer indemnizaciones por, por ejemplo,
actos involuntarios o casos de legítima defensa/estado de necesidad. No es lo mismo ser
responsable que ser deudor de una indemnización equitativa, porque el responsable lo es por las
consecuencias inmediatas y mediatas previsibles en la medida en que corresponda, y la
indemnización de equidad se desentiende de esas pautas, siendo fijada por otros datos
circunstanciales.
• Abuso del derecho. Existe un acto ilícito que da lugar a indemnización si hay daño y si
concurren los demás presupuestos de la responsabilidad civil. Sin embargo, no es un ilícito típico,
sino un acto ilícito abusivo
• Exceso en la normal tolerancia entre vecinos. Art. 1973°. Inmisiones. Las molestias que
ocasionan el humo, calor, olores, luminosidad, ruidos, vibraciones o inmisiones similares por el
ejercicio de actividades en inmuebles vecinos, no deben exceder la normal tolerancia teniendo en
cuenta las condiciones del lugar y aunque medie autorización administrativa para aquellas.
Factores subjetivos (art. 1724)
Son factores subjetivos de atribución la culpa y el dolo.

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La culpa consiste en la omisión de la diligencia debida según la naturaleza de la obligación y las


circunstancias de las personas, tiempo y lugar. Comprende la imprudencia, negligencia y la
impericia en el arte o profesión. La culpa proviene de un acto voluntario, realizado con los
elementos internos de discernimiento, intención y libertad. Sin embargo, en el acto culposo, la
voluntad del sujeto va dirigida hacia su realización, mas no a la consecuencia nociva.
• Imprudencia. acción precipitada, no adecuada o irreflexiva. Importa falta de previsión o
precaución.
• Negligencia. No se toman las precauciones debidas, siendo la conducta omisiva de la actividad
que hubiera evitado el resultado.
• Impericia. Importa desconocer las reglas propias del arte, ciencia y profesión, actuando con
incapacidad técnica y apartándose del estándar del comportamiento medio del buen profesional.
Las cuatro directivas básicas previstas para ponderar la culpa son:
1) Circunstancias de la obligación o en las que se produjo el hecho. Por ejemplo, en el
contrato de transporte es mayor la diligencia debida en el transporte de personas que de
cosas.
2) Circunstancias de las personas. Por ejemplo, no es igual la diligencia esperada de un
chofer experimentado que de uno principiante.
3) Circunstancias de tiempo. Por ejemplo, el conductor debe extremar las precauciones si está
lloviendo.
4) Circunstancias de lugar.
El dolo se configura por la producción de un daño de manera intencional o con manifiesta
indiferencia por los intereses ajenos. Se caracteriza por que el agente obra con la intención de
producir un daño, el que prevé en base al conocimiento que tiene de las circunstancias que
rodean la realización del hecho.
Existen varias clases de dolo:
- Dolo directo. La intención refleja la finalidad inmediata y el autor tiene la voluntad concreta de
dañar.
- Indirecto o eventual. La intención está dirigida a otro resultado, pero igual se afronta la
acción. Por ejemplo, si se quiere herir con el disparo y se mata. Se ejecuta el acto con total
indiferencia porque, si bien no se quiere el daño, no descarta que pueda producirse e
igualmente se actúa.
- Dolo obligacional. La malicia refiere a la inejecución deliberada, consciente, en la que no se
cumple pudiendo hacerlo. No constituye una nueva categoría de incumplimiento doloso, ya
que se trata de la mera inejecución deliberada que configura el dolo en el incumplimiento
extracontractual.
Valoración de la conducta (art. 1725)
Cuanto mayor sea el deber de obrar con prudencia y pleno conocimiento de las cosas, mayor es
la diligencia exigible al agente y la valoración de la previsibilidad de las consecuencias.
Cuando existe una confianza especial, se debe tener en cuenta la naturaleza del acto y las
condiciones particulares de las partes.
Para valorar la conducta no se toma en cuenta la condición especial, o la facultad intelectual de
una persona determinada, a no ser en los contratos que suponen una confianza especial entre las
partes. En estos casos, se estima el grado de responsabilidad, por la condición especial del
agente.

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Relación causal (art. 1726). Tipos de consecuencias (art. 1727)


Son reparables las consecuencias dañosas que tienen nexo adecuado de causalidad con el
hecho productor del daño. Excepto disposición legal en contrario, se indemnizan las
consecuencias inmediatas y las mediatas previsibles. La teoría de la relación de causalidad
cumple una doble función: determinar la autoría y establecer la extensión del resarcimiento.
- Consecuencias inmediatas: consecuencias de un hecho que acostumbran a suceder según
el curso natural y ordinario de las cosas.
- Consecuencias mediatas: consecuencias que resultan solamente de la conexión de un
hecho con un acontecimiento distinto. Si este segundo acontecimiento es previsible, la
consecuencia que resulta también lo es, y se imputa igualmente al responsable.
- Consecuencias causales: consecuencias mediatas que no pueden preverse, donde no hay
relación causal adecuada, ya que entre el hecho originario y el daño se interponen otros
hechos no previsibles de acuerdo al curso normal de los acontecimientos.
Previsibilidad contractual (art. 1728)
Para establecer la extensión del resarcimiento, se establece el sistema de la causalidad
adecuada, en virtud del cual el responsable debe reparar las consecuencias que, en función de
las reglas de la experiencia, habrían resultado previsibles para un hombre medio puesto en el
momento del hecho. Sin embargo, cuando se trata de contratos negociados por las partes, esa
regla cede ante la de este artículo, que toma en cuenta las consecuencias que las partes
previeron o pudieron prever al tiempo del contrato. Si bien ambas reglas se fundan en lo que
resulta previsible, la primera toma como parámetro al “hombre medio”, mientras que la segunda
indaga en el caso concreto de las partes. Asimismo, la causalidad adecuada pone al intérprete en
el momento del hecho generador de responsabilidad, mientras que esta norma toma en cuenta lo
previsible por las partes al momento de celebrar el contrato.
La razón de esta regla se encuentra en el respeto del esquema de riesgos y beneficios que los
contratantes reflejaron en su acuerdo, que se vería desvirtuado de aplicarse la teoría de la
causalidad adecuada. Precisamente porque la regla bajo estudio presupone que las partes han
podido negociar los términos del contrato, y prever de común acuerdo un esquema de riesgos y
beneficios, ella no resulta aplicable a los contratos de consumo, que se regirán por las reglas
generales.
Tampoco se aplica la regla si media dolo del deudor, para lo cual basta con el incumplimiento
deliberado, sin que sea necesaria la prueba de la intención de dañar al acreedor. Cuando existe
dolo del deudor, la responsabilidad se fija tomando en cuenta estas consecuencias también al
momento del incumplimiento (es decir, según el art. 1727).

Hecho del damnificado (art. 1729)


Puede ocurrir que el propio damnificado haya contribuido a la producción del daño que sufre. Por
ejemplo, el peatón que cruza la calle con el semáforo en rojo, el paciente que no sigue las
prescripciones médicas, etc. En estos casos, existe un aporte causal de la víctima que o bien
destruye la relación causal entre el hecho del sindicado como responsable y el daño, eximiéndolo,
o bien concurre con aquel y actúa como concausa del perjuicio, lo que justifica la reducción de la
indemnización en la medida de la incidencia causal del hecho del damnificado.
La responsabilidad puede ser excluida o limitada por la incidencia del hecho del damnificado en la
producción del daño, excepto que la ley o el contrato dispongan que deba tratarse de su culpa, de
su dolo, o de cualquier otra circunstancia especial.

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Para que opere la interrupción del nexo de causalidad basta con el simple hecho de la víctima, sin
que sea necesario que ese hecho sea culpable. Sin embargo, hay casos en los que la ley y el
contrato disponen que debe mediar culpa o dolo de la víctima, como en los casos de
damnificados en situación de vulnerabilidad. Por ejemplo, la Ley Nacional de Tránsito: “El peatón
goza del beneficio de la duda y presunciones en su favor, en tanto no incurra en graves
violaciones a las reglas de tránsito”.
Caso fortuito. Fuerza mayor (art. 1730)
Se considera caso fortuito o fuerza mayor al hecho que no ha podido ser previsto o que, habiendo
sido previsto, no ha podido ser evitado. El caso fortuito o fuerza mayor exime de responsabilidad,
excepto disposición en contrario. Este Código emplea los términos “caso fortuito” y “fuerza mayor”
como sinónimos.
La inevitabilidad es un factor fundamental, ya que aun habiendo sido previsto el hecho, si no ha
podido ser evitado, también constituye un caso de fuerza mayor. El daño no debe haber sido
facilitado por la culpa del responsable, y no debe constituir una contingencia propia del riesgo de
la cosa o de la actividad.
El caso fortuito obsta la imputación causal del resultado al demandado, y por lo tanto no surge
responsabilidad alguna a su cargo. Existen algunas excepciones, como la asunción contractual de
la fuerza mayor. También la ley a veces dispone que no libere el caso fortuito ordinario, exigiendo
eximentes calificadas. Es el caso que requiere que, para eximir al hotelero, el daño haya sido
causado por caso fortuito o fuerza mayor ajena a la actividad hotelera.
Hecho de un tercero (art. 1731)
Para eximir de responsabilidad, total o parcialmente, el hecho de un tercero por quien no se debe
responder debe reunir los caracteres del caso fortuito.
La eximente se configura con el hecho de un tercero extraño, no dependiente o subordinado del
sindicado como responsable, que con su intervención hace imposible la ejecución o provoca el
daño, en forma exclusiva o excluyente. Únicamente libera de responsabilidad si reúne los
caracteres del caso fortuito, siendo imprevisible o inevitable para el sindicado como responsable,
además de exterior a él, al riesgo de la cosa de la que es dueño o guardián, o a la actividad que
explota.
Si el hecho del tercero concurre causalmente con el del demandado, ambos responderán por el
total de la indemnización frente a la víctima.
Imposibilidad de cumplimiento (art. 1732)
El deudor de una obligación queda eximido del cumplimiento, y no es responsable, si la obligación
se ha extinguido por imposibilidad de cumplimiento objetiva y absoluta no imputable al obligado.
La existencia de esa imposibilidad debe apreciarse teniendo en cuenta las exigencias de la buena
fe y la prohibición del ejercicio abusivo de los derechos.
Dicha imposibilidad debe ser:
• Sobrevenida. Acaecida con posterioridad al nacimiento del vínculo obligatorio.
• Objetiva. Constituida por un impedimento inherente a la prestación en sí. Es subjetiva cuando
se relaciona con condiciones personales o patrimoniales del deudor, salvo que se relacionen
directamente con la prestación en sí misma.
• Absoluta. La prestación no puede ser cumplida de modo alguno, lo que contrasta con la
relativa, en la que el cumplimiento sería posible, pero más gravoso para el deudor. El juez debe
evaluar si para cumplir es necesario desplegar medios anormales o excepcionales ajenos al

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programa de prestación, o si implicaría peligro para la vida, salud y convicciones religiosas del
deudor, de modo tal que no sería razonable exigir su cumplimiento.
• Definitiva. La meramente transitoria podrá eximirlo de responsabilidad por el daño moratorio,
salvo en los casos en los que el plazo sea esencial o la demora frustra el interés del acreedor de
modo irreversible, que autorizan a hablar de un incumplimiento absoluto que produce los mismos
efectos.
• No imputable al obligado.
Si la imposibilidad reúne los caracteres enumerados, la obligación se extingue y el deudor se
libera de responsabilidad. En cambio, si es producida por culpa del deudor, la obligación modifica
su objeto y se convierte en la de pagar una indemnización de los daños causados.
Responsabilidad por caso fortuito o por imposibilidad de cumplimiento (art. 1733)
Aunque ocurra el caso fortuito o la imposibilidad de cumplimiento, el deudor es responsable en los
siguientes casos:
a) Si ha asumido el cumplimiento, aunque ocurra un caso fortuito o una imposibilidad;
b) Si de una disposición legal resulta que no se libera por el caso fortuito o por imposibilidad de
cumplimiento;
c) Si está en mora, a no ser que esta sea indiferente para la producción del caso fortuito o de la
imposibilidad de cumplimiento; (Uno de los efectos de la mora es la traslación de los riesgos de
una prestación, que a partir de ese momento pasan a estar en cabeza del deudor incumplidor,
salvo que el deudor demuestre que el estado de mora fue indiferente para la producción de la
imposibilidad de pago)
d) Si el caso fortuito o la imposibilidad de cumplimiento sobrevienen por su culpa (es el caso, por
ejemplo, del deudor que, en vez de guardar en el establo al animal que debía entregar al
acreedor, lo deja a la intemperie, como consecuencia de lo cual muere al ser alcanzado por un
rayo en medio de una fuerte tormenta.);
e) Si el caso fortuito y, en su caso, la imposibilidad de cumplimiento que de él resulta, constituyen
una contingencia propia del riesgo de la cosa o la actividad (Así, la falla en los frenos de un
automotor debido a un defecto de fabricación puede ser imprevisible e irresistible para su
conductor, pero no lo exime de responsabilidad frente a la tercera víctima del accidente de
tránsito, por tratarse de una contingencia propia del riesgo que representa la circulación
automotriz.);
f) Si está obligado a restituir como consecuencia de un hecho ilícito.

Prueba de los factores de atribución y de las eximentes (art. 1734)


Excepto disposición legal, la carga de la prueba de los factores de atribución y de las
circunstancias eximentes corresponde a quien los alega.
Siendo el factor de atribución un elemento valorativo, no es este el que habrá de probarse, sino
las circunstancias fácticas conducentes a la elaboración de ese juicio por los magistrados.
Asimismo, si el factor de atribución es la culpa, el artículo 1735 consagra una excepción al
principio general de la carga de la prueba, pues autoriza al juez a distribuir la carga de la prueba
ponderando cuál de las partes se halla en mejor situación para probar.
La responsabilidad contractual tiene al incumplimiento como presupuesto fundamental. Por lo
tanto, suele confundirse la prueba del factor de atribución con la del incumplimiento: el acreedor

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debe probar la existencia misma de la obligación y el incumplimiento. Ahora bien, demostrar el


incumplimiento equivale a probar que el deudor no siguió el plan prestacional que constituía el
objeto de la relación, por lo que habrá que determinar qué era lo debido. Si la obligación era de
medios, la prueba del incumplimiento equivaldrá a la de la culpa del deudor (responsabilidad
subjetiva) mientras que, si era de resultado, bastará con acreditar que no se alcanzó el fin
(responsabilidad objetiva).
La eximente en la responsabilidad objetiva la causa ajena, ya sea el hecho del damnificado, el
hecho de un tercero o caso fortuito o fuerza mayor. Las eximentes en la responsabilidad subjetiva
son la falta de culpa (diligencia adecuada) y la violencia.
Facultades judiciales (art.1735)
No obstante, el juez puede distribuir la carga de la prueba de la culpa o de haber actuado con la
diligencia debida, ponderando cuál de las partes se halla en mejor situación para aportarla. Si el
juez lo considera pertinente, durante el proceso debe comunicar a las partes que aplicará este
criterio, de modo de permitir a los litigantes ofrecer y producir los elementos de convicción que
hagan a su defensa.
La teoría de las cargas probatorias dinámicas aparece excepcionalmente, con aplicación acotada
a la prueba de la culpa, y previa comunicación oportuna a las partes.
Prueba de la relación de causalidad (art. 1736)
La carga de la prueba de la relación de causalidad corresponde a quien la alega, excepto que la
ley la impute o la presuma. La carga de la prueba de la causa ajena, o de la imposibilidad de
cumplimiento, recae sobre quien la invoca.
Probar la relación de causalidad implica acreditar la existencia de una relación de causalidad
material (desde el punto de vista de las ciencias naturales) entre el hecho y el daño, a lo que debe
sumarse la prueba de que ella es adecuada (el resultado dañoso era previsible para un hombre
medio en el momento del hecho). Si se está en presencia de una consecuencia mediata, será
preciso acreditar el carácter previsible del suceso que se haya interpuesto entre el daño y el
hecho original.
Si el perjuicio cuya reparación se reclama fue causado por el incumplimiento de un contrato,
además de la existencia de causalidad material entre ese incumplimiento y el daño será menester
probar que esa consecuencia había sido prevista por las partes, o que pudieron haberla previsto
al momento de celebrar el negocio.
Es decir que será, en principio, el actor quien deberá probar el vínculo causal, mientras que el
demandado deberá acreditar la causa ajena.
No se permite la aplicación en materia causal de la teoría de las cargas probatorias dinámicas.
BOLILLA 16
Daño resarcible
Concepto de daño (art. 1737)
Hay daño cuando se lesiona un derecho o un interés no reprobado por el ordenamiento jurídico,
que tenga por objeto la persona, el patrimonio, o un derecho de incidencia colectiva.
Otra característica que tipifica al daño es la inclusión de los bienes tutelados. El Código señala
como bienes protegidos como asiento sobre el que recae el perjuicio a la persona, el patrimonio y
los bienes colectivos. Cabe enfatizar la fuerte presencia del derecho colectivo en el nuevo

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derecho privado y el reconocimiento de derechos individuales y los de incidencia colectiva, los


patrimoniales o extrapatrimoniales y los derechos colectivos de las comunidades indígenas.
Es resarcible el daño individual o colectivo, no repudiado por el ordenamiento jurídico, teniendo
en cuenta la entidad del interés tutelado del damnificado.
El daño puede ser individual o colectivo. En el individual, se afecta un derecho o un interés lícito y
no contrario al derecho que tiene por objeto el patrimonio o la persona. En el colectivo se afecta
un derecho o un interés que recae sobre un bien de incidencia colectiva. El esquema de daños
del CCC, sobre la base de los bienes jurídicos incluidos, es el siguiente:
1) Se reconocen expresamente los daños individuales tradicionales, patrimoniales o morales.
2) Los daños individuales homogéneos están comprendidos en el sistema porque se trata de una
pluralidad de daños individuales, en los que las dificultades que se presentan son de naturaleza
procesal.
3) Los daños colectivos sobre derechos de incidencia colectiva son expresamente receptados.
La norma prevé el daño-lesión. Se alude a la indemnización del detrimento o menoscabo causado
a una trilogía de bienes tutelados: la persona, el patrimonio y los derechos de incidencia colectiva.
El daño causa lesión a un derecho o interés no contrario al ordenamiento jurídico. El daño
individual o colectivo puede ser patrimonial o no patrimonial, o ambos.
• Daño actual. Aquel ya ocurrido al tiempo en que se dicta la sentencia.
• Daño futuro. Todavía no ha sucedido, aunque su causa generadora ya existe. Puede ser:
- Cierto. Se presenta como indudable o con un alto margen de probabilidad.
- Incierto. Eventual, hipotético.
• Daño patrimonial. Repercute en el patrimonio, de manera directa o indirecta. Siempre que se
cause a otro algún perjuicio susceptible de apreciación pecuniaria, o directamente en las cosas de
su dominio y posesión, o indirectamente por el mal hecho a su persona o a sus derechos.
• Daño extrapatrimonial o moral. Se caracteriza por su proyección moral, sea que el hecho
generador lesione un derecho subjetivo patrimonial o extrapatrimonial, teniendo en cuenta los
efectos de la lesión.
• Daño moratorio. Derivado exclusivamente del estado de mora, por la insatisfacción temporaria
del acreedor.
• Daño compensatorio. Corresponde a la inejecución definitiva.
Indemnización (art. 1738)
La indemnización comprende:
-Daño patrimonial: ya sea la pérdida o disminución del patrimonio de la víctima, el lucro cesante
en el beneficio económico esperado de acuerdo a la probabilidad objetiva de su obtención y la
pérdida de chances. En la pérdida de chances, lo que se frustra es la probabilidad de ganancias
futuras, en las que lo que se indemniza no es todo el beneficio esperado. Esto debe ser evaluado
según el principio de razonabilidad, conforme al curso natural y ordinario de las cosas en orden a
la previsibilidad de las consecuencias.
-Daño extrapatrimonial: incluye especialmente las consecuencias de la violación de los derechos
personalísimos de la víctima, de su integridad personal, su salud psicofísica, sus afecciones
espirituales legítimas y las que resultan de la interferencia en su proyecto de vida.

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La diferenciación no obsta que puedan ser alegados y reclamados conjuntamente.


Requisitos (art. 1739)
Para la procedencia de la indemnización debe existir un perjuicio directo o indirecto, actual o
futuro, cierto y subsistente. La pérdida de chance es indemnizable en la medida en que su
contingencia sea razonable y guarde una adecuada relación de causalidad con el hecho
generador.
No debe confundirse la certeza del daño con el daño futuro, ya que el daño cierto puede ser
actual si ya se produjo, o futuro cuando se producirá segura o probablemente con posterioridad a
la sentencia.
La pérdida de chance también reúne el presupuesto de la certeza, porque la frustración de la
probabilidad de su realización siempre es cierta. En la chance existe certidumbre sobre pérdida
de las expectativas o probabilidades objetivas de obtener un beneficio económico. El monto de la
chance indemnizable no es el equivalente a todo el beneficio esperado como en el lucro cesante,
indemnizándose no la ventaja misma, sino la probabilidad de obtener el beneficio, el que siempre
será más reducido que la totalidad de la ventaja.
En suma, el daño cierto puede ser:
- actual (ya se produjo o se producirá antes de la sentencia)
- futuro (se producirá inexorablemente después del pronunciamiento judicial).
- Directo: afecta directamente al titular del interés lesionado. El damnificado directo es la víctima
inmediata, aquel sobre el cual recae el daño en sus bienes o persona.
- Indirecto: afecta a terceros relacionados. El indirecto es la víctima mediata, terceros cuyos
intereses lícitos también son afectados, repercutiendo “por rebote”.
- Subsistente: si no desapareció, ni se reparó al momento en que debería ser resarcido.
Reparación plena (art. 1740)
La reparación del daño debe ser plena. Consiste en la restitución de la situación del damnificado
al estado anterior al hecho dañoso, sea por el pago en dinero o en especie.
La víctima puede optar por el reintegro específico, excepto que sea parcial o totalmente
imposible, excesivamente oneroso o abusivo, en cuyo caso se debe fijar en dinero. En el caso de
los daños derivados de la lesión del honor, la intimidad o la identidad personal, el juez puede, a
pedido de parte, ordenar la publicación de la sentencia, o de sus partes pertinentes, a costa del
responsable.
Debe distinguirse, en primer lugar, la valoración del daño de la cuantificación de su
indemnización. Valorar el daño implica la determinación cualitativa previa de su existencia,
naturaleza, contenido intrínseco y extensión, mientras que cuantificar la indemnización significa
establecer el monto reparatorio. Por eso cuando se afirma que la reparación debe ser plena o
integral se sostiene que debe indemnizarse todo el daño causado, no significando la totalidad del
daño material y moral, sino todo el daño jurídico, dentro de los límites que la ley ha fijado.
La Corte sostiene que la indemnización debe ser integral, ya que si no lo fuera y quedara
subsistente el daño, no existiría tal indemnización, que requiere eximir de todo daño y perjuicio
mediante un cabal resarcimiento.
En la doctrina se afirma que el principio de la reparación integral supone indemnizar el daño
emergente y el lucro cesante; la necesidad de estimar los daños al momento de la sentencia, la
fijación de intereses sobre la indemnización, la reparación del daño futuro y de la pérdida de las
chances. La reparación íntegra se asienta en cuatro reglas fundamentales:

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A) El daño debe ser fijado al momento de la decisión;


B) La indemnización no debe ser inferior al perjuicio;
C) La apreciación debe formularse en concreto;
D) La reparación no debe ser superior al daño sufrido.
La reparación plena admite ciertos supuestos de limitación expresamente previstos en el nuevo
Código por razones de equidad, daño involuntario, estado de necesidad o de fuente convencional.
Sin embargo, las cláusulas limitativas de responsabilidad se tienen por no escritas si afectan
bienes indisponibles o la tutela de la persona humana.
• Equidad. Art. 1742°. Atenuación de la responsabilidad. El juez, al fijar la indemnización, puede
atenuarla si es equitativo en función del patrimonio del deudor, la situación personal de la víctima
y las circunstancias del hecho. Esta facultad no es aplicable en caso de dolo del responsable.
• Daño involuntario. Art. 1750°. Daños causados por actos involuntarios. El autor del daño
causado por un acto involuntario responde por razones de equidad. Se aplica lo dispuesto en el
artículo 1742. El acto realizado por quien sufre fuerza irresistible no genera responsabilidad para
su autor, sin perjuicio de la que corresponde a título personal a quien ejerce esa fuerza.
• Estado de necesidad. Art. 1718°. “(…) para evitar un mal, actual o inminente, de otro modo
inevitable, que amenaza al agente o a un tercero, si el peligro no se origina en un hecho suyo; el
hecho se halla justificado únicamente si el mal que se evita es mayor que el que se causa. En
este caso, el damnificado tiene derecho a ser indemnizado en la medida en que el juez lo
considere equitativo”.
• Fuente convencional. Art. 1743°. Dispensa anticipada de la responsabilidad. Son inválidas las
cláusulas que eximen o limitan la obligación de indemnizar cuando afectan derechos
indisponibles, atentan contra la buena fe, las buenas costumbres o leyes imperativas, o son
abusivas. Son también inválidas si liberan anticipadamente, en forma total o parcial, del daño
sufrido por dolo del deudor o de las personas por las cuales debe responder.
La reparación en especie presupone volver las cosas al estado anterior, pero está sujeta a
determinados requisitos:
1) Pedido de parte.
2) Posibilidad material y jurídica.
3) No debe resultar excesivamente onerosa o abusiva para el deudor. Importa pagar por
equivalencia la totalidad de los daños, valuados en dinero, en una suma única y completa que no
incluye los supuestos de pago mediante una renta mensual.
Indemnización de las consecuencias no patrimoniales (art. 1741)
Está legitimado para reclamar la indemnización de las consecuencias no patrimoniales el
damnificado directo. Si del hecho resulta su muerte o sufre gran discapacidad también tienen
legitimación a título personal, según las circunstancias, los ascendientes, descendientes, cónyuge
y quienes convivían con aquel recibiendo trato familiar ostensible.
La acción solo es transmisible a los sucesores si fue deducida en vida por el causante.
Atenuación de la responsabilidad (art. 1742)
El juez, al fijar la indemnización, puede atenuarla si es equitativo en función del patrimonio del
deudor, la situación personal de la víctima y las circunstancias del hecho. Esta facultad no es
aplicable en caso de dolo del responsable.

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La atenuación no consiste solo en la reducción de la cuantía de la reparación, sino que


comprende también otras modalidades de adecuación de la condena a la equidad, por ejemplo,
admitiendo el pago en cuotas.
No procede la declaración de oficio y es de interpretación restrictiva. Si la obligación tiene
pluralidad de obligados pasivos, concurrentes o solidarios, la atenuación favorecerá solo a quien
reúna los requisitos legales, sin extender sus efectos a los restantes, ya que se trata de un
beneficio personal.
En la indemnización de equidad no rige el principio de la reparación plena del daño, sino que se
atiende a especiales singularidades. El CCC determina que deben tenerse en cuenta 3
parámetros:
a) El patrimonio del deudor.
b) La situación de la víctima.
c) Circunstancias del hecho.
Dispensa anticipada de la responsabilidad (art. 1743)
Son inválidas las cláusulas que eximen o limitan la obligación de indemnizar cuando afectan
derechos indisponibles, atentan contra la buena fe, las buenas costumbres o leyes imperativas, o
son abusivas.
Son también inválidas si liberan anticipadamente, en forma total o parcial, del daño sufrido por
dolo del deudor o de las personas por las cuales debe responder.
Por ejemplo, no será procedente liberar de culpa en caso de daño a la integridad física y psíquica,
salvo que se trate de bienes disponibles, como el consentimiento libre e informado del
damnificado. Allí se establece el principio de que los derechos sobre el cuerpo no tienen valor
económico, sino afectivo, terapéutico, científico, humanitario o social, y son disponibles por su
titular cuando se configure alguno de esos valores.
En los contratos por adhesión a cláusulas generales predispuestas, se tienen por no escritas las
cláusulas que desnaturalizan las obligaciones de predisponente.
La invalidez del acuerdo recae sobre la cláusula prohibida, manteniéndose el resto del contrato,
que puede ser integrado y completado por el juez.
Prueba del daño (art. 1744)
El daño debe ser acreditado por quien lo invoca, excepto que la ley lo impute o presuma, o que
surja notorio de los propios hechos.
La prueba de presunciones permite que el juez arribe a un convencimiento indirecto de los
hechos ante la ausencia o insuficiencia de los medios de prueba. Las presunciones legales son
las directamente establecidas por la ley de fondo o procesal, y pueden ser iuris et de iure o iuris
tantum.
Por otra parte, las presunciones judiciales son las conclusiones que establecen los jueces en
base a las reglas de la experiencia y a partir de la existencia de una pluralidad concordante de
hechos de los que se puede inferir razonablemente el resultando, según las reglas de la sana
crítica.
La norma crea dos excepciones a la misma: los hechos presumidos o imputados por la ley, y los
hechos notorios. En cuanto a estos últimos, son aquellos que surgen de los mimos hechos, daños
que surgen notoriamente de su propia existencia. Por ejemplo, la muerte de un ser querido
presupone daño moral in re ipsa.

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Indemnización por fallecimiento (art. 1745)


En caso de muerte, la indemnización debe consistir en:
a) Los gastos necesarios para asistencia y posterior funeral de la víctima. El derecho a repetirlos
incumbe a quien los paga, aunque sea en razón de una obligación legal;
b) Lo necesario para alimentos del cónyuge, del conviviente, de los hijos menores de 21 años de
edad con derecho alimentario (Si se trata de hijos mayores que estudian o se capacitan
profesionalmente en algún arte u oficio, hasta los 25 años si la prosecución de los estudios le
impide proveerse de medios necesarios para sostenerse independientemente.), de los hijos
incapaces o con capacidad restringida, aunque no hayan sido declarados tales judicialmente; esta
indemnización procede aun cuando otra persona deba prestar alimentos al damnificado indirecto;
el juez, para fijar la reparación, debe tener en cuenta el tiempo probable de vida de la víctima, sus
condiciones personales y las de los reclamantes;
c) La pérdida de chance de ayuda futura como consecuencia de la muerte de los hijos; este
derecho también compete a quien tenga la guarda del menor fallecido.
Indemnizaciones por lesiones o incapacidad física o psíquica (art. 1746)
En caso de lesiones o incapacidad permanente, física o psíquica, total o parcial, la indemnización
debe ser evaluada mediante la determinación de un capital, de tal modo que sus rentas cubran la
disminución de la aptitud del damnificado para realizar actividades productivas o económicamente
valorables, y que se agote al término del plazo en que razonablemente pudo continuar realizando
tales actividades. Se presumen los gastos médicos, farmacéuticos y por transporte que resultan
razonables en función de la índole de las lesiones o la incapacidad.
En el supuesto de incapacidad permanente se debe indemnizar el daño aunque el damnificado
continúe ejerciendo una tarea remunerada. Esta indemnización procede aun cuando otra persona
debe prestar alimentos al damnificado.
La incapacidad sobreviniente comprende esencialmente:
- La alteración, minoración, detrimento o supresión de la capacidad laborativa, o sea la que
repercute en la pérdida de ingresos por la afectación a la aptitud productiva. Este daño debe
acreditarse según su procedencia y cuantiarse según las ganancias;
- La capacidad vital o la aptitud o potencialidad genérica, es decir, la que no es estrictamente
laboral y recae en la idoneidad intrínseca del sujeto para trabajar o producir bienes o ingresos.
Este daño puede presumirse porque la regla es que todas las personas tienen aptitud con valor
mensurable económicamente;
- El daño a la vida de relación o a la actividad social. Algunos autores incorporan este
aspecto como subespecie del daño moral, pero esta incapacidad debe ser objeto de reparación
desempeñe o no una actividad productiva, porque la integridad física tiene en sí misma valor
indemnizable y su lesión afecta diferentes aspectos de la personalidad. La incapacidad
sobreviniente opera como norma abierta porque comprende, con excepción del daño moral, todos
los supuestos susceptibles de reparación patrimonial, incluso los daños a la salud y a la integridad
física y psíquica.
Con respecto a la incapacidad transitoria, esta es la que dura temporariamente, porque
transcurrido un período determinado desaparece, por lo que nunca se consolida definitivamente y
se indemniza a título de lucro cesante. Las reparaciones por incapacidad y por lucro cesante no
son excluyentes entre sí. La primera es la secuela o disminución física o psíquica que pudiera
quedar luego de completado el período de restablecimiento, en tanto que el segundo consiste en

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el resarcimiento de las ganancias dejadas de percibir durante el tiempo que haya demandado la
curación de la víctima.
La cuantía por incapacidad sobreviniente no debe ceñirse a cálculos matemáticos herméticos,
sino que debe fijarse sujeta al prudente arbitrio judicial, ponderando la importancia de las
lesiones, la edad de la víctima, la repercusión en una futura actividad productiva, etc.
Acumulabilidad del daño moratorio (art. 1747)
El resarcimiento del daño moratorio es acumulable al del daño compensatorio o al valor de la
prestación y, en su caso, a la cláusula penal compensatoria, sin perjuicio de la facultad
morigeradora del juez cuando esa acumulación resulte abusiva.
El CCC establece una regla general para la unificación de las dos esferas de la responsabilidad, y
una regulación especial para el cumplimiento de la prestación comprometida mediante un
contrato.
Daño compensatorio es el que deriva del incumplimiento total y definitivo de la prestación, que
convertían la prestación originaria en indemnización de daños y perjuicios. Por ejemplo, en caso
de imposibilidad objetiva, absoluta y definitiva producida por caso fortuito o fuerza mayor se
extingue la obligación sin responsabilidad, pero si la imposibilidad obedece a causas imputables
al deudor la obligación modifica su objeto y se convierte en la de pagar una indemnización por los
daños causados. Estos son los daños compensatorios.
La indemnización por dichos daños no puede acumularse a la ejecución efectiva de la prestación.
Por ello en caso de inejecución definitiva de la obligación por causas imputables al deudor debe el
valor de la prestación frustrada (cumplimiento por equivalente) más los daños del incumplimiento
(daños compensatorios).
Por otra parte, el daño moratorio es el que resulta de la mora del deudor en el cumplimiento de la
obligación, y es acumulable a la indemnización por la prestación principal, generalmente mediante
el pago de intereses a partir de la constitución en mora.
El artículo sienta la directiva de la acumulabilidad de los distintos tipos de daños con el límite
derivado de su abusividad. De modo que al daño moratorio se le puede adicionar el daño
compensatorio, el valor de la prestación principal y la cláusula penal, pero en todos los casos
opera la facultad judicial de morigerar si es abusivo.
Curso de los intereses (art. 1748)
El curso de los intereses comienza desde que se produce cada perjuicio.
El devengamiento de intereses permite, mediante la indemnización moratoria, atender al tiempo
transcurrido desde que el damnificado efectuó o pagó los daños materiales, es decir, desde que
se produjo el daño o realizó los desembolsos y hasta el momento de su pago cancelatorio,
computándose la fecha de producción de cada perjuicio. La sentencia y la modalidad de pago de
una suma total a la época del dictado de la sentencia permiten computar e incluir el cálculo del
daño futuro, por ejemplo el lucro cesante o la incapacidad permanente del damnificado. También
son importantes las pautas que imponen los códigos procesales locales.
Algunas reglas aplicables para la época de fijación del curso de los intereses son las siguientes:
- Cuando se trata de daño moral, por lo general, el perjuicio se produce desde el hecho lesivo;
- Para los gastos pasados, que son daños patrimoniales indirectos, los intereses se devengan
desde que se efectuó cada gasto;

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- Para gastos pasados que son daños patrimoniales directos (destrucción de automóvil), desde
que se produjo el hecho;
-En las obligaciones con fuente en hechos ilícitos, desde que se produjo el daño.
Responsabilidad directa
Sujetos responsables (art. 1749)
Es responsable directo quien incumple una obligación u ocasiona un daño injustificado por acción
u omisión.
De acuerdo al hecho que genera el deber de reparar, la responsabilidad se clasifica en directa en
indirecta. Mientras que en este segundo caso se es responsable por el hecho de otro, en el
primero se responde por el hecho propio, siendo la obligación de reparar impuesta a quien causó
el daño por su acción u omisión.
El incumplimiento de una obligación también da lugar a responsabilidad directa porque, en virtud
del efecto relativo de las obligaciones y los contratos, el incumplimiento, cualquiera sea el hecho
que lo materialice, es siempre imputable al deudor.
Si el deudor asumió una obligación de medios, comprometiendo simplemente un plan de
conducta diligente, tendiente a satisfacer el interés del acreedor, entonces la configuración del
incumplimiento requiere la prueba de su culpa. Si comprometió un resultado, responde
independientemente de su culpa. En la responsabilidad contractual, el análisis no se centra en el
hecho que daña, sino en el incumplimiento, que siempre es imputable al deudor y no, por
ejemplo, a los terceros de los que se sirve para su ejecución.
El segundo caso de responsabilidad directa abarca los daños que causa una persona por su
acción u omisión (responsabilidad extracontractual).
Daños causados por actos involuntarios (art. 1750)
El autor de un daño causado por un acto involuntario responde por razones de equidad. Se aplica
lo dispuesto en el artículo 1742.
El acto realizado por quien sufre fuerza irresistible no genera responsabilidad para su autor, sin
perjuicio de la que corresponde a título personal a quien ejerce esa fuerza. En tales casos el
sujeto es reducido al estado de mero instrumento pasivo de otro, razón por la cual no puede
hablarse de acto. La acción no puede ser imputada al agente aparente, sino al real. Es por ello
que este supuesto queda fuera del resarcimiento de equidad.
Pluralidad de responsables (art. 1751)
Si varias personas participan en la producción del daño que tiene una causa única, se aplican las
reglas de las obligaciones solidarias.
Las obligaciones de solidaridad pasiva son aquellas en las que existe una pluralidad de deudores
y un solo acreedor por la misma causa, de forma tal que el accipiens podrá reclamar a cualquiera
de los deudores el pago íntegro de la deuda. El pago por parte de uno de los codeudores
extingue la obligación respecto de todos. A su vez, la confusión entre el acreedor y uno de los
deudores solidarios solo extingue la cuota de la deuda que corresponde a él, subsistiendo la
obligación y su carácter solidario. Ejemplos de esto son los supuestos en los que media una
actividad peligrosa de un grupo, o cuando no es posible establecer quién de un grupo
determinado ha ocasionado el daño.
Si la pluralidad deriva de causas distintas, se aplican las reglas de las obligaciones concurrentes.
Por ejemplo, la responsabilidad del principal por el hecho del dependiente, el dueño o guardián de

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una cosa viciosa o riesgosa junto al conductor del automóvil o quien operaba la cosa de su
propiedad o bajo su cuidado.
La regla que emana de esta norma es una consecuencia del concepto de obligación solidaria y
concurrente, pues, mientras la primera se caracteriza por tener una misma fuente, en las
obligaciones concurrentes existe una pluralidad de obligaciones que coinciden en su objeto.
Se incluye a todos los autores (quienes llevan a cabo el hecho ilícito, o toman parte en su
realización) como a los consejeros (sin ser partícipes, estimulan la comisión del hecho) y
cómplices (prestan a los autores colaboración antes o después de la comisión del hecho).
Para que uno de los sindicados como autores del daño pueda exonerarse invocando el hecho de
un tercero, es preciso que ese otro hecho revista los caracteres del caso fortuito para su
exoneración total. El hecho del tercero que no reúne los caracteres del caso fortuito no exonera,
ni siquiera parcialmente, al sindicado como responsable.
Esto constituye una excepción al principio de simple mancomunación, según el cual la solidaridad
no se presume, y debe surgir del título constitutivo de la obligación o de la ley.
Encubrimiento (art. 1752)
El encubridor responde en cuanto su cooperación ha causado daño.
El encubrimiento se configura cuando, sin haber prestado ayuda al autor del hecho ilícito, el
sujeto, después de la comisión del delito, ayuda al autor a eludir las investigaciones de la
autoridad, o a sustraerse de la acción de ella, u omite denunciar el hecho, encontrándose
obligado a hacerlo.
No en todos los casos quien actúa como encubridor debe responder por el perjuicio ocasionado,
sino solo cuando su accionar ha cooperado en la producción del daño que sufrió el damnificado,
pues es su aporte causal lo que lo obliga a responder.
No responderá solidariamente con los autores del hecho ilícito, pues debe responder por los
daños ocasionados por su propio hecho, que es independiente de la obligación del autor principal.
Se aplicarán las reglas correspondientes a las obligaciones concurrentes, por ser la causa fuente
diferente.
BOLILLA 17
Responsabilidad por el hecho de terceros
Responsabilidad del principal por el hecho del dependiente (art. 1753)
El principal responde objetivamente por los daños que causen los que están bajo su dependencia
o las personas de las cuales se sirve para el cumplimiento de sus obligaciones, cuando el hecho
dañoso acaece en ejercicio (durante el desarrollo de la actividad encomendada) o con ocasión
(cuando el hecho dañoso únicamente pudo ser ejecutado por el dependiente en tal calidad y por
mediar esas funciones, con motivo de esas funciones) de las funciones encomendadas.
La relación de dependencia se configura siempre que el autor del daño haya dependido para su
accionar de la autorización del principal. Se requiere un virtual poder de dar órdenes y organizar
la tarea del dependiente y que este último actúe en interés del principal.
La falta de discernimiento del dependiente no excusa al principal, quien deberá igualmente
resarcir el menoscabo sufrido por la víctima.
El dependiente podrá responder por razones de equidad; la responsabilidad del principal es
concurrente con la del dependiente.

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Hecho de los hijos (art. 1754)


Ambos padres son solidariamente responsables por los daños causados por sus hijos a terceros,
siempre que se encuentren bajo su cuidado y convivan con ellos. Esta responsabilidad se
desarrolla mientras el hijo sea menor de edad y no tenga el discernimiento correspondiente (hasta
los 13 años para los actos ilícitos y hasta los 10 años para los ilícitos).
En los supuestos de emancipación por matrimonio cesará la responsabilidad de los padres desde
la celebración.
Si el menor tiene discernimiento, deberá responder por la responsabilidad personal que le
corresponde. Frente a esta eventual obligación personal de los hijos, la obligación de los padres
será concurrente, porque la causa fuente es distinta.
Cesación de la responsabilidad paterna (art, 1755)
La responsabilidad de los padres por los hechos del hijo es OBJETIVA, por lo tanto, solo se
eximen acreditando el hecho del damnificado, el de un tercero o el caso fortuito o fuerza mayor.
Cuando el menor es puesto bajo vigilancia de otra persona, sea transitoria o permanente, cesará
la responsabilidad de los progenitores mientras su hijo esté sometido al control y vigilancia de
dicho establecimiento.
Los padres no se eximirán de responder por el solo hecho de que haya existido una delegación
del ejercicio de la responsabilidad parental a un pariente o tercero, en los términos del art. 643.
Dicho cese temporal del cuidado del menor es voluntario de los padres, y no hace cesar la
titularidad de la responsabilidad parental en cabeza de los progenitores.
Para que surja el deber de responder de los padres, el hijo debe habitar con ellos. La
responsabilidad no cesa si la falta de convivencia se produjo por causa atribuible a los padres
(abandono de uno o ambos progenitores).
No podrá imputare responsabilidad a los padres cuando el daño se produzca mientras el menor
se encuentra realizando una actividad inherente a su profesión, o cuando desarrolle tareas bajo el
control de terceros., debido a que el CCyC autoriza al menor con título habilitante a ejercer por su
cuenta su profesión, sin previa autorización. Asimismo, puede administrar y disponer los bienes
que adquiere con el producto de su trabajo y puede estar en juicio civil o penal por cuestiones
vinculadas a ello. Cuando el menor trabaja en relación de dependencia, la eximición de la
responsabilidad de los padres es clara, porque la tarea del menor se encuentra subordinada
jurídicamente a la de su principal, quien le imparte directivas.
Por último, se excluye la responsabilidad de los padres en los supuestos en los que se reclamen
al menor por consecuencias dañosas del incumplimiento de una obligación contraída válidamente
por él (después de los 13 años y con la autorización judicial correspondiente).
Otras personas encargadas (art. 1756)
Se incluye como responsables por el hecho de otros a los tutores, curadores y delegados de la
responsabilidad parental; quienes responderán SUBJETIVAMENTE por los perjuicios
ocasionados por las personas que se encuentren bajo su cuidado. Por lo tanto, pueden liberarse
si acreditan que les ha sido imposible evitar el daño; tal imposibilidad no resulta de la mera
circunstancia de haber sucedido el hecho fuera de su presencia, existe una presunción de culpa a
favor de la víctima.
El deber de responder de los tutores, curadores y delegados es concurrente con el de sus
pupilos, ya sea que se trate de actos voluntario o involuntarios (equidad).

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En el caso de establecimientos que tengan a su cargo personas internadas responden


subjetivamente por la negligencia en el cuidado de quienes, transitoria o permanentemente, han
sido puestos bajo su vigilancia y control. En este caso no existe presunción de culpa a favor de la
víctima, que deberá probar la existencia de negligencia por parte del órgano asistencial
Responsabilidad derivada de la intervención de cosas y de ciertas actividades
Hecho de las cosas y actividades riesgosas (at. 1757)
La teoría del riesgo creado está fundada en que es equitativo que quien con sus actividades rcrea
riesgos para terceros, asuma la responsabilidad por los daños, más si se beneficia
económicamente con tales actividades.
Se conserva la distinción entre vicio y riesgo. El riesgo presupone la eventualidad posible de que
una cosa llegue a causar daño, y el vicio un defecto de fabricación o funcionamiento que la hace
impropia para su destino normal. El riesgo de la cosa es la contingencia del daño que puede
provenir de cualquier cosa, riesgosa o no por su naturaleza, en tanto por las especiales
circunstancias del caso dado, haya resultado apta para llegar a ocasionar el perjuicio y haya
podido tener efectiva incidencia causal en su producción.
Toda persona responde OBJETIVAMENTE por el daño causado por el riesgo o vicio de las cosas,
o de las actividades que sean riesgosas o peligrosas por su naturaleza, por los medios
empleados o por las circunstancias de su realización.
El fin específico del riesgo creado es posibilitar la indemnización del daño causado por el riesgo o
vicio con indiferencia de toda idea de culpa.
No son eximentes la autorización administrativa para el uso de la cosa o la realización de la
actividad, ni el cumplimiento de las técnicas de prevención.
Sujetos responsables (art. 1758)
El dueño y el guardián son responsables concurrentes del daño causado por las cosas. Esta
responsabilidad es objetiva.
Se considera guardián a quien ejerce, por sí o por terceros, el uso, la dirección y el control de la
cosa, o a quien obtiene provecho de ella. Revisten carácter de guardián el propietario, el locatario,
el comodatario, el ladrón, el depositario (cocheras, playas de estacionamiento, talleres de autos),
etc.
El dueño y el guardián no responden si prueban que la cosa fue usada en contra de su voluntad
expresa o presunta (causa ajena, hecho del damnificado, caso fortuito o fuerza mayor).
El dueño y el guardián responde en base a la propiedad y poder o mando sobre las cosas, pero
en las actividades riesgosas en que no solo hay cosas, sino también puede haber conjunción de
tareas, etapas y personas, el legitimado pasivo (sujetos obligados/ responsables) es más amplio:
quien realiza, ejecuta o desarrolla la actividad con un poder fáctico, autónomo e independiente de
dirección sobre ella. Responden quien la realiza, se sirve u obtiene provecho de ella, por sí o por
terceros, excepto lo dispuesto por la legislación especial.
Lo que importa no es la autoría del daño, sino la del riesgo. Por ello son legitimados pasivos todos
los que introducen el riesgo de la actividad, por ejemplo, en los productos elaborados, los
intervinientes en la cadena de producción, comercialización, venta, etc.
Daño causado por animales (art. 1759)

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Los daños causados por animales, cualquiera sea su especie, quedan comprendidos en el
artículo 1757 “hecho de las cosas y actividades riesgosas”. La caga de prueba incumbe a la
víctima y se acepta toda clase de pruebas.
Los legitimados pasivos son el dueño y el guardián, se incluye dentro de guardián a los
profesionales que tienen al animal para la actividad vinculada a su profesión (veterinario,
paseador de perros, etc.).
Si se trata de animales registrados el propietario inscripto será su dueño, en caso contrario, la
posesión determina la calidad de dueño.
En caso de condominio de animales, los condóminos son obligados solidarios por la copropiedad
del animal. Para los daños causados por un grupo de animales, con dueños o guardianes
diferentes, se aplican las reglas de la responsabilidad colectiva, por lo que quedan obligados
solidariamente y sujetos a las eximentes expresas que varían si se trata de autoría anónima (se
libera demostrando que no contribuyó a la producción del daño) o de actividad peligrosa del grupo
(se libera probando que no integraba el grupo).
El tercero también será responsable si con su conducta creó el riesgo o provocó la reacción del
animal que causó el daño, además de actuar culposa o dolosamente al apoderarse o usar el
animal sin consentimiento del propietario.
Responsabilidad colectiva y anónima
Cosa suspendida o arrojada
Si de una parte de un edifico cae una cosa, o si esta es arrojada, los dueños y ocupantes de
dicha parte responden objetiva y solidariamente por el daño que cause. Se incluye toda persona
que habite el inmueble, ya sea un locatario, usufructuario, poseedor, comodatario, depositario,
etc; esta referencia al ocupante no excluye la responsabilidad del dueño.
Quedan excluidos de la responsabilidad aquellos que habiten o sean dueños de otros sectores.
Por ejemplo, si cae una maceta en la vereda, responderán los dueños u ocupantes de las
unidades que den al frente del edificio.
Se presume (iuris tantum) que todos los dueños u ocupantes de la parte del edificio de la que
cayó la cosa son autores del daño, pudiendo acreditar que no han participado en la producción
del perjuicio.
En caso de un edificio sometido al régimen de propiedad horizontal, únicamente procede
demandar al consorcio si la cosa en cuestión tenía carácter de común o provino de un sector
común. Sin embargo, ante la falta de identificación del lugar de donde provino, la demanda contra
el consorcio también sería procedente en la medida en que haya partes comunes que den al
sector de donde la cosa cayó o fue arrojada.
Autor anónimo (art. 1761)
Si el daño proviene de un miembro no identificado de un gripo determinado responden
solidariamente todos sus integrantes. Es necesario que exista un grupo, definido como una
pluralidad de personas que conforman un conjunto definible sobre la base de alguna
característica común. Determinada su existencia es preciso que exista un nexo entre éste y el
daño, estando entre sus miembros el autor o autores que no han podido ser individualizados.
Una vez determinados estos elementos la ley presume iuris tantum la relación causal, e imputa la
autoría a todos los integrantes del grupo, quienes responden solidariamente. Cada uno de los
miembros puede probar que no contribuyó a la producción del perjuicio como eximente.

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Este artículo se aplica tanto a la responsabilidad contractual como a la extracontractual, lo que


permite, por ejemplo, responsabilizar a un grupo de médicos por el daño sufrido por un paciente a
raíz de la mala praxis de alguno de ellos, cuya identidad no se conoce.
Actividad peligrosa de un grupo (art. 1762)
Si un grupo realiza una actividad peligrosa para terceros, todos sus integrantes responden
solidariamente por el daño causado por uno o más de sus miembros. En este supuesto, la autoría
individual del agente es intrascendente, pues se trata de un supuesto de responsabilidad objetiva
y colectiva como consecuencia del riesgo generado por el grupo en sí mismo, en tal caso, los
integrantes responden tanto si media anonimato como si el autor está perfectamente
individualizado.
Requisitos:
- Debe haber un grupo
- Debe realizar una actividad riesgosa
- Debe mediar relación causal entre el riesgo generado por el grupo y el daño cuya reparación
se reclama, acreditándose que el perjuicio fue ocasionado por alguno de los integrantes del
grupo, identificados o no.
El grupo para eximirse podrá demostrar causa ajena (hecho de la víctima, de un tercero o caso
fortuito, este último solo podrá invocarse cuando sea ajeno al riesgo de la actividad desarrollada
por el grupo).
Solo podrá liberarse quien demuestre que no integraba el grupo.

BOLILLA 18
Supuestos especiales de responsabilidad
Responsabilidad de la persona jurídica (art. 1763)
La persona jurídica responde por los daños que causen quienes la dirigen o administran en
ejercicio o con ocasión de sus funciones. En cuanto al factor de atribución, en estos casos es la
garantía, pues la persona jurídica carece de yoda subjetividad, lo que torna inútil valorar su
voluntad o culpa. Se trata de un supuesto de responsabilidad OBJETIVA.
Inaplicabilidad de normas. Responsabilidad del Estado

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Las disposiciones del Capítulo I de este Título no son aplicables a la responsabilidad del Estado
de manera directa ni subsidiaria. La responsabilidad del Estado se rige por las normas y principios
del derecho administrativo nacional o local según corresponda.
En 2014 se promulgó la ley 26944 de Responsabilidad del Estado en el ámbito nacional, que
establece que dicha normativa rige la responsabilidad de los entes públicos por los daños que su
actividad o inactividad produzca a los bienes o derechos de las personas. La responsabilidad de
la administración es objetiva y directa, y se encuentra sustentada en la idea de falta de servicio,
más allá de la eventual responsabilidad que le quepa al dependiente.
Para que se configure la responsabilidad del Estado por su accionar ilícito debe existir:
- daño cierto;
- imputabilidad material de la actividad o inactividad a un órgano estatal;
- Relación de causalidad adecuada entre la actividad o inactividad del órgano y el daño cuya
reparación se persigue;
- Falta de servicio;
En cuanto a la responsabilidad por el accionar lícito, debe configurarse:
- Daño cierto;
- Imputación a una actividad de un órgano estatal;
- Relación directa, inmediata y exclusiva entre la actividad estatal y el daño;
- Inexistencia de un deber jurídico de soportar el daño;
- La persona dañada debe haber sufrido un sacrificio especial, diferenciado del que sufre el
resto de la comunidad.
El fundamento de la obligación del Estado de resarcir ciertos daños causados por su actividad
lícita se encuentra en el beneficio que toda la comunidad recibe de las acciones que la
administración promueve en el interés general, y cuyas consecuencias eventualmente dañosas es
injusto que sean soportadas exclusivamente por un individuo o un grupo limitado, por lo que
deben distribuiré en toda la comunidad, a fin de restablecer la garantía de igualdad.
Responsabilidad del funcionario y del empleado público (art.1766)
Los hechos y las omisiones de los funcionarios públicos en el ejercicio de sus funciones por no
cumplir sino de manera irregular las obligaciones legales que les están impuestas se rigen por las
normas y principios del derecho administrativo nacional o local, según corresponda.
Como funcionario público se entiende a todo aquel que ejerce una función pública, de facto o de
iure, si presta los servicios en forma onerosa o gratuita, los realiza de forma permanente,
temporaria o accidental.
En la jurisdicción nacional resulta aplicable la ley 26944 de Responsabilidad Estatal, que
establece que los funcionarios y agentes públicos responderán por los daños que ocasionen por
el ejercicio irregular de sus funciones, siempre que hayan actuado con dolo o culpa.
Siempre que el accionar del funcionario público se vincule con el ejercicio de la función, se regirá
por las normas del derecho administrativo.
Responsabilidad de los establecimientos educativos (art. 1767)
El titular (entendiéndose éste como aquel que organiza el sistema de educación, quien emprende
el servicio educativo) de un establecimiento educativo responde por el daño causado o sufrido por
sus alumnos menores de edad cuando se hallen o deban hallarse bajo el control de la autoridad
escolar.

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En cuanto al ámbito espacial de la norma, el titular del establecimiento deberá responder, por un
lado, si el daño se ha producido dentro de él, pues en estos supuestos debe presumirse que
sucedió mientras el alumno se encontraba bajo el control de la autoridad educativa. A la misma
conclusión habrá de arribarse si el perjuicio, si bien ocurrió fuera de la institución, tuvo su causa
dentro de ella. La responsabilidad del legitimado pasivo no cesa cuando el daño se produce fuera
del establecimiento educativo, en aquellos supuestos en que el educando debía estar bajo control
de la autoridad de enseñanza.
El establecimiento educativo debe contratar un seguro de responsabilidad civil, de acuerdo a los
requisitos que fije la autoridad en materia aseguradora. Es tarea de la autoridad administrativa
asegurar este deber por parte de las instituciones en cuestión, pues la falta de contralor puede
conducir a que los damnificados se vean impedidos de percibir el resarcimiento correspondiente.
La responsabilidad será OBJETIVA, siendo el factor de atribución la garantía, pues el titular del
establecimiento asegura la indemnidad de los menores que concurren a aprender, como así
también que los educandos no ocasionarán daños a terceros mientras se encuentren bajo su
cuidado. Sin embargo, dicha responsabilidad objetiva es agravada, pues solo puede eximirse
acreditando caso fortuito o fuerza mayor. No podrá eximirse acreditando el hecho del damnificado
o de un tercero, salvo que constituyan un hecho imprevisible e inevitable. Tampoco podrán
invocar el caso fortuito cuando este constituya una contingencia propia de la actividad que se
desarrolla.
Los establecimientos públicos quedan excluidos del ámbito de la norma, y la responsabilidad del
Estado en tales casos se regirá por las reglas específicas que establece la ley de
Responsabilidad estatal y las disposiciones del Código relativa a la misma. Tampoco se aplica a
los establecimientos de educación superior o universitaria.
Profesionales liberales (art. 1768)
Se considera profesionales liberales únicamente a quienes requieren título universitario para el
ejercicio de su actividad y realizan una tarea de índole predominantemente intelectual. La
actividad de profesional liberal está sujeta a las reglas de las obligaciones de hacer.
Estos responden subjetivamente por el daño ocasionado, salvo que se hayan comprometido a un
resultado. La responsabilidad es subjetiva cuando se comprometió a realizar una actividad con la
diligencia adecuada y agravada, sin perjuicio que satisfaga el interés del acreedor o no.
No resultan aplicables a los profesionales liberales las normas referidas a la responsabilidad por
el hecho de las cosas y actividades riesgosas. Si esta limitación no existiese con respecto a las
cosas de las cuales se sirve el experto, entonces su actividad recaería en alguno de estos
supuestos, ya sea por las cosas que utiliza, la índole de la actividad, etc y respondería
objetivamente. Sin embargo, la norma trae una excepción para los casos en los que el daño es
ocasionado no ya por el riesgo de la cosa o de la actividad, sino por el vicio de aquella. Es
necesario que presente un defecto que erija en causa adecuada del daño, por lo que se aplicaría
el art. 1757.
La actividad del profesional liberal no está comprendida en la responsabilidad por actividades
riesgosas previstas en el art. 1757, lo cual no impide hacer valer una responsabilidad objetiva de
la clínica, del fabricante del producto o de cualquier otra persona que resulte dueña o guardiana
de la cosa riesgosa, o despliegue una actividad peligrosa.
Accidentes de tránsito (art. 1769)
Los artículos referidos a la responsabilidad derivada de la intervención de cosas se aplican a los
daños causado por la circulación de vehículos. Estos siniestros viales se guían por las siguientes
pautas generales:

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- El riesgo creado regula la responsabilidad civil por el hecho de las cosas y constituye principio
rector en la materia.
- Pesan presunciones concurrentes de responsabilidad sobre el dueño y el guardián.
- Incumbe al legitimado pasivo (dueño o guardián) acreditar la concurrencia de eximentes.
- La inobservancia de las reglas de tránsito no basta eximir de responsabilidad al conductor, ni
tampoco implica necesariamente responsabilidad. Ambas son presunciones, en cada caso es
necesario verificar las circunstancias integrales, la incidencia de las normas de tránsito y de
los principios generales de la responsabilidad civil.
- La culpa incide como solo como factor de atribución de responsabilidad del dueño o guardián
demandado, sino como eximente de responsabilidad en el hecho de la víctima o de un tercero
por el que no debe responder.
- La culpa y presunciones legales de responsabilidad de la reglamentación del tránsito operan
como eximentes subjetivas (culpa de la víctima o de un tercero) y se añaden al riesgo creado
por el dueño o guardián.
Son legitimados activos para reclamar la indemnización por los daños sufridos el dueño o
propietario registral, el propietario no registral, el tenedor, el poseedor de buena fe, el usuario del
automóvil.
Son legitimados pasivos el dueño o el propietario registral, el guardián, el autor del hecho y otros
responsables indirectos como el principal por el hecho del dependiente o el padre o tutor por el
hecho del hijo o pupilo.
Protección de la vida privada (art. 1770)
El que arbitrariamente se entromete en la vida ajena y publica retratos, difunde correspondencia,
mortifica en sus costumbres o sentimientos, o perturba de cualquier modo su intimidad, debe ser
obligado a cesar en tales actividades, si antes no cesaron, y a pagar una indemnización que debe
fijar el juez, de acuerdo con las circunstancias. Además, a pedido del agraviado, puede ordenarse
la publicación de la sentencia en un diario o periódico del lugar, si esa medida es procedente para
una adecuada reparación.
El ejercicio de la acción no se transmite a herederos, pero los sucesores pueden invocar un daño
propio por la lesión a la intimidad del muerto, La responsabilidad puede ser directa y por hecho
propio, o indirecto por los dependientes. El factor de atribución es SUBJETIVO, fundado en la
culpa o dolo.
Acusación calumniosa (art.1771)
La acusación calumniosa consiste en la falsa imputación de un delito denunciado por querella o
denuncia. Se configura cuando se formula ante la autoridad competente mientras que la simple
de calumnia no requiere querella o denuncia y basta con la falsa imputación de un delito doloso.
En los daños causados por una acusación calumniosa, solo se responde por dolo o culpa grave.
El denunciante o querellante responde por los daños derivados de la falsedad de la denuncia o de
la querella si se prueba que no tenía razones justificables para creer que el damnificado estaba
implicado.
Para que exista acusación calumniosa deben concurrir los siguientes presupuestos:
-Denuncia o querella por un delito ante la autoridad;
-Falsedad de la misma;
-Previsión de la conducta delictiva imputada penalmente. Es requisito que el imputado
penalmente por la acusación calumniosa sea sobreseído en la causa que se le promovió a raíz de
aquella. El denunciante o querellante responde por la falsedad de la denuncia siempre que se

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pruebe que no tenía razones para creer que el acusado estaba implicado, sancionándose la
acusación imprudente realizada con negligencia grave o dolosamente.
Daño ambiental (art. 1772)
Ley 25675, Ley General de Ambiente (sancionada el 6/11/2002)
Las normas de esta ley regirán los hechos o actos jurídicos, lícitos o ilícitos que, por acción u
omisión, causen daño ambiental de incidencia colectiva. Se define al daño ambiental como toda
alteración relevante que modifique negativamente el ambiente, sus recursos, el equilibrio de los
ecosistemas, o los bienes o valores colectivos (art.27).
El que cause el daño ambiental será OBJETIVAMENTE responsable de su restablecimiento al
estado anterior a su producción. En caso de que no sea técnicamente factible deberá realizar una
indemnización sustitutiva que será depositada en el Fondo de Compensación Ambiental que se
crea por la presente (art.28). Solo podrá eximirse de la responsabilidad acreditando culpa
exclusiva de la víctima o de un tercero por quien no debe responder.
Las responsabilidades civiles o penales son independientes de la administrativa. Se presume iuris
tantum la responsabilidad del autor del daño ambiental, si existen infracciones a las normas
administrativas (art.29).
Los legitimados activos, para obtener la recomposición del ambiente dañado, son el afectado, el
Defensor del Pueblo, y las asociaciones no gubernamentales de defensa ambiental, conforme lo
prevé el art. 43 de la CN, y el Estado nacional, provincial o municipal. Deducida la demanda de
daño ambiental colectivo por alguno de los titulares señalados, no podrán interponerla los
restantes, los cuales pueden intervenir como terceros. Sin perjuicio de esto, toda persona podrá
solicitar, mediante acción de amparo, la cesación de actividades generadoras de daño ambiental
colectivo (art. 30).
Si en la comisión del daño ambiental colectivo hubieren participado dos o más personas, o no
fuere posible la determinación precisa, todos serán solidariamente responsables de la reparación
frente a la sociedad, sin perjuicio del derecho de repetición entre sí para lo que el juez
interviniente podrá determinar el grado de responsabilidad de cada persona responsable. En el
caso de que el daño sea producido por personas jurídicas, la responsabilidad se hará extensiva a
sus autoridades y profesionales, en la medida de su participación.
Las normas ambientales son de orden público y no son susceptibles de negociación o renuncia
entre particulares; por su explícita fuente constitucional tampoco el Estado puede soslayar su
cumplimiento consagrando excepciones particulares o provocando derogaciones singulares de
disposiciones de alcance general.
Ejercicio de las acciones de responsabilidad
Daños causados a cosas o bienes. Sujetos legitimados (art. 1772)
La reparación del menoscabo a un bien o una cosa puede ser reclamado (legitimación activa) por:
a) El titular de un derecho real sobre la cosa o bien;
b) El tenedor y el poseedor de buena fe de la cosa o bien.
No se trata de una acción real que surja del derecho de dominio, sino una acción personal. No se
vincula con el derecho que el perjudicado tiene sobre la cosa destruida, sino con el resarcimiento
del daño que sufrió por la lesión a su interés ante la desaparición o deterioro de la cosa, sin
perjuicio de cual sea el derecho que le correspondía sobre ella.
Acción contra el responsable directo o indirecto (art.1773)

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La víctima (legitimado activo) está facultado para dirigir su acción contra el responsable directo
del hecho ilícito, como así también contra quien se encuentre obligado a responder en forma
indirecta por el daño ocasionado.
Serán responsables directos el que haya incumplido la obligación u ocasionado un daño
injustificado por acción u omisión.
Serán responsables indirectos quienes, sin ser autores del menoscabo, se encuentres obligados
a resarcir civilmente el daño ocasionado (principal por el hecho del dependiente, padres por los
hechos de los hijos, etc).
Acciones civil y penal
Interdependencia (art. 1774)
Es importante señalar que se establece el principio de la independencia entre la acción civil y
penal. Las acciones civil y penal resultantes del mismo hecho pueden ser ejercidas
independientemente. En los casos en los que el hecho dañoso configure al mismo tiempo un
delito de derecho criminal, la acción civil puede interponerse ante los jueces penales, conforme a
las disposiciones procesales o leyes especiales.
Suspensión del dictado de la sentencia civil (art.1775)
En caso de que cada acción sea deducida en la jurisdicción correspondiente, surge el riesgo del
dictado de sentencias contradictorias, con la consecuente afectación de la seguridad jurídica. Por
ello es que se consagra el principio de la prejudicialidad penal sobre la civil, de forma tal que no
podrá dictarse sentencia en esta última sede hasta tanto no ahya recaído un pronunciamiento
definitivo en la sede penal.
Esta suspensión se refiere a la sentencia, no al trámite. Aun no existiendo decisión definitiva en
sede penal el proceso civil podrá continuar su trámite, y la suspensión se producirá únicamente
en ocasión de dictarse el llamado de autos a sentencia. Para que proceda la acción debe:
-existir una acción penal en curso, es decir una acción penal que precede a la civil o es intentada
durante su curso;
-Ambas acciones deben nacer de un mismo hecho;
-Sentencia penal definitiva o sobreseimiento para que cese la suspensión.
Existen 3 supuestos de excepción a la suspensión de la acción civil:
1) Extinción de la acción penal (por ejemplo, fallecimiento del imputado, la amnistía, la
prescripción y la renuncia del agraviado);
2) Dilación excesiva del proceso penal que provoque, en los hechos, una frustración efectiva del
derecho a ser indemnizado;
3) Si la acción civil por reparación del daño está fundada en un factor objetivo de
responsabilidad, esta excepción encuentra su fundamento en el hecho de que, dejándose al
margen la posibilidad de que la condena civil recaiga con relación a la culpa o no del
demandado, se aleja el riesgo de sentencias contradictorias.
Condena penal (art. 1776)
El fallo penal hará cosa juzgada únicamente en cuanto a la existencia del hecho principal que
constituye el delito, y en cuanto a la culpa del condenado. De esta forma, no todas las
manifestaciones vertidas por el magistrado penal tendrán relevancia en el proceso de daños.
La sentencia penal no podrá ser revisada en sede civil respecto de la denominada imputación
objetiva, es decir, sobre la materialidad del hecho, su autoría, tipicidad y antijuricidad, Sin

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embargo, la autoridad de la sentencia penal está restringida a las disposiciones que resulten
indispensables para determinar la solución al problema penal.
La decisión que se adopta en la sede punitiva se vincula con la conducta subjetivamente
reprochable de quien ha ocasionado el daño, pero no incluye una valoración del accionar de la
víctima. Es por ello que las manifestaciones que haya hecho el magistrado penal no impedirán al
demandado en el litigio civil invocar el hecho concurrente del dañado. Si el sentenciante penal no
se expidió sobre el hecho de la víctima, se puede reabrir el debate en sede civil.
Los efectos de la sentencia adoptada en sede penal no se restringen únicamente al condenado
en dicha jurisdicción, sino que aquella tiene incidencia también respecto del tercero civilmente
responsable, quien no podrá discutir ni la existencia del hecho principal no la culta del autor. Las
defensas del tercero serán solo las que se vinculen con su responsabilidad indirecta con relación
al autor material del hecho.
Inexistencia del hecho, de autoría, de delito o de responsabilidad penal (art. 1777)
Si la sentencia penal decide que el hecho no existió o que el sindicado como responsable no
participó, estas circunstancias no pueden ser discutidas en el proceso civil. También la decisión
absolutoria que se funda en la falta de autoría por aplicación de in dubio pro reo, Si la absolución
se funda en falta de prueba, no es vinculante para el juez civil.
Si la sentencia penal decide que un hecho no constituye delito penal o que no compromete la
responsabilidad penal del agente, en el proceso civil puede discutirse libremente ese mismo
hecho en cuanto generador de responsabilidad civil. Ciertas conductas que son insuficientes para
fundar la culpa desde el aspecto penal son adecuadas para determinar la negligencia civil. Es
importante que la antijuricidad civil, a diferencia de la penal es atípica.
Puede ser que la absolución se sustente en causa de justificaciones penales (ejemplo obediencia
debida, evitar un mal mayor, etc), en estos casos y toda vez que la ilicitud es la misma para todo
el ordenamiento jurídico, tendrá efectos de cosa juzgada en sede civil. Sin embargo, el juez
puede otorgar al damnificado una indemnización por razones de equidad.
Excusas absolutorias (art.1778)
Las excusas absolutorias penales no afectan a la acción civil, excepto disposición legal expresa
en contrario.
Las excusas absolutorias son determinados supuestos en los cuales el ordenamiento penal, pese
encontrarse configurados los presupuestos del tipo, considera pertinente eximir de punibilidad. Un
ejemplo de estas es el art. 116 del Código Penal “Cuando las injurias fueren recíprocas, el
tribunal podrá, según las circunstancias, declarar exentas de pena a las dos partes o a alguna de
ellas.”.
En estos supuestos el magistrado civil podrá establecer el resarcimiento de los daños
ocasionados a la víctima. Lo mismo ocurre con la exención de la responsabilidad de los
cónyuges, ascendientes, descendientes y afines en línea recta en materia de delitos contra la
propiedad.
Impedimentos de reparación del daño (art.1779)
Existen dos supuestos en los que resulta improcedente otorgar una indemnización a quien
promovió la acción de dalos y perjuicios, que son:
- La prueba de la veracidad de los hechos que fueron objeto de la denuncia que se imputa
calumniosa. Para que la denuncia pueda ser considerada calumniosa, debe ser falsa, ya sea por
el delito no fue cometido o porque el imputado no participó de él. Se faculta al demandado
civilmente por la denuncia calumniosa a probar la veracidad del hecho imputado a fin de obtener

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el rechazo de la demanda. No es preciso que la conducta sea declarada calumniosa en sede


penal con anterioridad al dictado de la sentencia civil. Si es necesario que el juez penal se expida
sobre la veracidad de los hechos que fundan la denuncia originaria, pues la absolución/
sobreseimiento del imputado constituye un elemento esencial. También puede fundar se en la
prescripción.
-En los delitos contra la vida, haber sido coautor o cómplice, o no haber impedido el hecho
pudiendo hacerlo. Constituye una excepción al principio de reparación integral de los
damnificados indirectos del hecho ilícito.
Sentencia penal posterior (art.1780)
Se consagra el principio de mantenimiento de la cosa juzgada en sede civil en los casos en los
que, con posterioridad al dictado de la sentencia, se discuta en jurisdicción penal sobre la
producción o no del mismo hecho. En estos supuestos se prevé, como principio general, que la
decisión adoptada en sede civil se mantiene inmutable. Sin embargo, existe un recurso de
revisión que tiene por objeto la reevaluación de la decisión adoptada en el litigio de daños, aun
cuando haya recaído cosa juzgada al respecto. Debe haber sido promovido por el interesado, no
siendo posible su declaración de oficio. Será procedente en casos de:
• Revisión de la decisión penal. Procede la revisión en supuestos en los que el juez civil haya
valorado determinados extremos tenidos en cuenta en la sentencia penal anterior en cosa
juzgada. Cumplido dicho recaudo, será procedente la revisión en el plano civil. No será
procedente el recurso de revisión en casos en los que no haya existido un pronunciamiento penal
previo, ni tampoco cuando el juez civil no valore lo decidido en sede penal. Tampoco procede
cuando la revisión de la sentencia penal se funde en un cambio de legislación.
• Supuestos de responsabilidad objetiva. Procede la suspensión de la sentencia civil en aquellos
casos en los que el supuesto que se imputa al responsable encuadre en factores objetivos de
atribución. La falta de suspensión del dictado de la sentencia civil genera la posibilidad de que se
dicte una posterior en sede penal que la contradiga. Por ello es que en estos casos procede el
recurso de revisión, pero limitado a los supuestos en los que la eventual absolución del imputado
en la sede punitiva pueda tener incidencia en la sentencia civil, aun cuando se funde en un factor
objetivo de atribución. Por ende, si en el juicio penal se decide que el hecho principal no existió, o
que el imputado no intervino, podrá ser revisada la sentencia que se adoptó en el
pronunciamiento civil. Por ejemplo, si se pretendiera responsabilizar penalmente por homicidio
culposo al conductor de un auto que atropelló a un peatón, la revisión de la sentencia
condenatoria en el juicio de daños procederá si en la decisión penal posterior se dice que la
víctima no fue atropellada y falleció por otra circunstancia, o que el auto no era del imputado y
este no conducía. Por otro lado, no será procedente si la absolución penal se funda en la
existencia de una conducta subjetivamente reprochable del dueño o guardián del automotor, y no
afectará la decisión civil.
• Otros casos previstos por la ley.

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