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Máster Universitario en Intervención Psicológica en el Desarrollo y la Educación 1

Curso Trastornos por déficit de atención y del Comportamiento


Materiales para la prevención del fracaso escolar en el TDAH

PRACTICAR LA LECTURA SIN ODIAR LA LECTURA

Isabel Orjales Villar

No se puede amar la lectura de adulto si se ha odiado leer desde niño y no se puede


aprender a leer ni reeducar la lectura cuando aparecen problemas, si el niño
desarrolla una “fobia” a esta actividad. Independientemente de si tu hijo tiene un
nivel de lectura pobre o si necesita reeducación específica en éste área, reforzar la
lectura implica dos objetivos:

1. Practicar la lectura de forma suficiente para ejercitar las habilidades


cognitivas implicadas.
2. Reducir progresivamente el rechazo a la lectura para asegurarnos una
práctica lo suficientemente continuada como para conseguir el objetivo
anterior.

Si no se cuidan ambos aspectos, las mejoras conseguidas en la velocidad o


comprensión lectora con una práctica diaria tortuosa (por ejemplo, de forma
intensiva durante el verano) se diluirán en los meses siguientes debido a la
disminución progresiva de la tolerancia ante este tipo de tareas. Es decir, si en
verano conseguías a duras penas y con amenazas ponerlo a leer 15 minutos, en
invierno necesitarás dos veces más broncas y amenazas para conseguir ponerlo la
mitad de ese tiempo. ¿No te suena familiar?

Pero ¿Cómo conseguir que un niño lea sin “traumas”?

Durante años traté de buscar el modo de que los niños con TDAH que
apenas mantienen la atención en tareas que no les motivan y que tienen, además,
un trastorno comórbido de lectura, practicasen lo suficiente como para poder
obtener mejoras significativas. Encontré materiales de lectura, juegos de
ordenador y libro-juegos muy atractivos pero seguía teniendo dificultades para
engancharlos en una práctica prolongada. Así por ejemplo, encontré unos libros
extraordinarios del tipo de aquellos de “Elige tu propia aventura” en los que el niño
debe decidir tras leer cada capítulo o tras leer cada hoja a dónde quiere que se
dirija el personaje (“ Si quieres que suba al torreón vete a la página 24 pero si
quieres que baje al sótano, salta a la 15”). El libro incluía textos cortos con dibujos
muy atractivos y, en cada hoja, se planteaba un pequeño reto que resolver: buscar
dos fantasmas iguales o seguir las baldosas de un color para resolver un laberinto,
por poner algunos ejemplos. Superado el juego que plantea cada hoja, los chicos
podían saltar de una parte del libro a otra hasta dar con la página final en la que se
resolvía toda la historia. Estos libros de Ediciones B resultaban muy adecuados
para niños capaces de leer 3 pequeños textos sin saturarse (de otro modo la
actividad no sería divertida). La primera reacción de los chicos ante estos libros
fue espectacular, de pronto parecían amar la lectura y se mantenía leyendo hasta
una hora sin pestañear. Ni que decir tiene que a las madres les faltó tiempo para ir
a adquirir 4 ó 5 libros de esa misma colección. La decepción llegó cuando los
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chicos, a los tres días, dejaron de interesarse por ellos. ¿Cuál fue el error? Dejar
que se saturasen. Si bien los niños podían elegir a qué pagina ir, sólo había un
camino correcto que les llevase al final de la historia así que, con frecuencia, sus
elecciones acababan en la primera página y tenían que empezar de nuevo.
Moraleja: debemos cuidar la motivación y dejar al niño siempre con ganas de
volver a coger el libro al día siguiente.

Debía ahora resolver cómo mantener a los niños motivados para la práctica
prolongada. Caí en la cuenta, entonces, de que los niños se sienten motivados hacia
una tarea si ésta se les da bien (que no era nuestro caso) o si no permitimos que se
saturen con dicha actividad. Es decir, si quería que no odiasen la lectura, debía
interrumpir la práctica con ese material antes de que la fatiga hiciera su aparición.
Pero eso suponía que a los 5 minutos o como mucho a los 10 minutos de empezar
la lectura, la actividad hubiera que interrumpirse, ¿cómo lograr, entonces, que los
niños además de motivados practicaran el tiempo suficiente para obtener mejoras?
Y encontré una estrategia que funcionó. Se trata de una idea muy simple: diseñar
menús de actividades de lectura que no superasen cada una los 5 o 10 minutos
de duración de modo que los padres pudieran diseñar sesiones con 2, 3 o 4
actividades cortas que encadenadas de tal modo que el niño inicie una actividad
de lectura y, antes de que se canse, cambie a una segunda actividad, que a su vez se
abandonará para dar lugar a la siguiente. De este modo, con materiales atractivos y
trabajando el 80% de la sesión con un nivel de lectura algo más bajo que el máximo
que puede alcanzar, los niños se mantendrían leyendo rato suficiente como para
notar los progresos. Así, por ejemplo, encadenar 5 actividades de lectura
(intercalando el nivel de dificultad para evitar el agotamiento) podría traducirse en
45 minutos de práctica total sin la sensación de fatiga que tendría el niño si tuviera
que dedicar ese mismo tiempo a leer un único libro.

Para ayudar a los padres en la tarea del diseñar un menú de actividades atractivas
que estuviera adaptado a las necesidades de sus hijos, escribí un pequeño libro:
Practicar la lectura sin odiar la lectura (Editorial CEPE).
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En este libro se exponen las 2 leyes y 12 reglas de oro de un buen programa de


lectura en casa.

LEY 1: El niño deberá asociar las sesiones de lectura con actividades gratificantes

LEY 2: La práctica deberá ser diaria y adaptada a: (1) su nivel de lectura y (2) su
nivel de tolerancia a la frustración.

Y cada una de estas leyes implica tener en cuenta 6 reglas de oro que se recogen
en el cuadro 2.
Cuadro 2: Programa Practicar la lectura sin odiar la lectura: dos leyes y doce reglas de oro.

UN PROGRAMA DE LECTURA CON DOS LEYES Y DOCE REGLAS DE ORO

LEY 1: EL NIÑO DEBERÁ ASOCIAR LAS SESIONES DE LECTURA CON ACTIVIDADES GRATIFICANTES
Regla 1: Recordaremos que nuestro primer objetivo es vencer la fobia/rechazo a la lectura.
Regla 2: Retiraremos de su habitación todos los libros que no haya leído.
Regla 3: Antes de dormir, tiempo de lectura libre.
Regla 4: Comenzaremos por ofrecerle libros divertidos muy por debajo de su nivel de lectura.
Regla 5: Cada libro que termine de leer, pasará a ser de su propiedad.
Regla 6: Le convenceremos de que ahora le gusta leer.

LEY 2: LA PRÁCTICA DEBERÁ SER DIARIA Y ADAPTADA A SU NIVEL DE LECTURA Y DE TOLERANCIA


A LA FRUSTRACIÓN.
Regla 1: Estableceremos un tiempo fijo y diario para el programa de entrenamiento.
Regla 2: Confeccionaremos un menú con actividades cortas de lectura.
Regla 3: Iniciaremos el programa con solo objetivo: que el niño tolere con cierto agrado el tiempo
de lectura programada.
Regla 4: Las actividades estarán adaptadas al nivel del niño teniendo en cuenta el grado de
automatización de la lectura y su nivel tolerancia a la frustración.
Regla 5: Terminaremos cada actividad antes de que el niño se canse.
Regla 6: Mantendremos el misterio y la sorpresa para despertar en el niño el deseo de seguir
leyendo.

En este libro se facilitan, además, las herramientas necesarias para diseñar un


programa rápido y sencillo que se adapte a las necesidades de nuestro hijo/a:

1. Se incluye una forma sencilla de tantear cuál es el nivel lector y su grado


de rechazo a la lectura para poder adaptar las actividades. Así, con una
pequeña prueba de lectura y nuestra dotes de observación podremos
decidir si nuestro hijo se encuentra en uno de estos tres niveles de
lectura: Nivel palabras, Nivel frases o Nivel textos. Los niños del nivel
palabras serían aquellos que pueden leer palabras con cierta comodidad
y para los que descifrar más de una frase supondría un esfuerzo y
frustración importante. Los del Nivel frases, son aquellos que pueden
leer cómodamente frases sueltas pero que la lectura de más de un
párrafo seguido les agotaría. Los del Nivel textos podrían leer párrafos
cómodamente.
2. Se proponen actividades diferentes, amenas y divertidas que, agrupadas
para cada uno de los tres niveles, pueden servirnos de orientación en la
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confección de ese menú necesario para rotar las actividades de lectura


de nuestro programa.
3. Contiene un listado de libros amenos y divertidos que pueden
ayudarnos en nuestro propósito. El libro incluye un DVD en el que
podemos visualizar una página de cada uno de los cuentos propuestos
para que, de un simple vistazo, podamos valorar si el libro se adecuaría
en tipo de letra, formato, temática e ilustraciones a las necesidades de
nuestro hijo/a.

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