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CAPITULO II - "NO OS CONFORMÉIS A LA MENTALIDAD DE ESTE MUNDO"

(Rom 12,2)
La Iglesia y el discernimiento de algunas tendencias de la teología moral
actual
Enseñar lo que es conforme a la sana doctrina (cf. Tt 2, 1) [nn. 28-30]
● [28]
«Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres» (Jn 8, 32) [nn. 31-34]
● [31]

I. LA LIBERTAD y LA LEY (Oscar)


Del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás» (Gén 2, 17) [nn. 35-37]
● [35] Gen 2, 16-17. “No comerás de ese árbol” (prohibición de Dios).
● La Revelación enseña que el poder de decisión sobre el bien y el mal le
corresponde solo a Dios. Con todo, el hombre posee una libertad muy amplia.
Pero no es ilimitada.
● Esto significa que el hombre está llamado a aceptar la ley moral que Dios le da.
● La libertad del hombre encuentra su verdadera y plena realización en esta
aceptación, porque Dios conoce lo que es bueno para el hombre.
● La ley de Dios no atenúa ni elimina la libertad del hombre, sino que la garantiza y
promueve.
● Crítica: hay corrientes culturales contemporáneas cuyas orientaciones éticas
tienen en su centro un pretendido conflicto entre la libertad y la ley. Estas atribuyen
a cada individuo o grupo social la facultad de decidir sobre el bien y el mal. La
reivindicación de tal autonomía moral deriva prácticamente en una soberanía
absoluta.
● [36] Este requerimiento de autonomía ha influido incluso en la teología moral
católica.
● Algunos han llegado a teorizar una completa autonomía de la razón en el ámbito
de las normas morales relativas al rector ordenamiento de la vida, distinguiendo
una moral “meramente humana”.
● Consecuencia: Contra las SS.EE y la doctrina recta, la negación de que la ley
moral natural tenga a Dios como autor y que el hombre participe de la ley eterna.
● [37] En la misma línea, algunos teólogos moralistas han introducido indebidamente
una distinción entre un “orden ético” (origen humano y valor meramente mundano)
y un “orden de la salvación”.
● Se ha llegado incluso a la negación de que la Revelación tenga un contenido
moral específico y universalmente válido. Igualmente, la negación de una
competencia doctrinal específica de la Iglesia y del Magisterio sobre las normas
concernientes al “bien humano”.
● De ahí, la necesidad de aclarar desde la fe las nociones fundamentales sobre la
libertad humana y la ley moral.
Dios quiso dejar al hombre «en manos de su propio albedrío» (Eclo 15, 14) [nn. 38-
41]
● [38] Citando a GS 17, la verdadera libertad humana es signo eminente de la
imagen divina. Esto implica el reconocimiento de que Dios deja en manos del
hombre el libre albedrío, como una expresión de su participación en la soberanía
divina.
● Asimismo, la dimensión del “gobernar el mundo” (cf. Gen 1,28) como
reconocimiento de una libertad responsable del hombre, que deriva en una
autonomía de las realidades temporales (cf. GS 36).
● [39] La dimensión de ese encargo (responsabilidad) no abarca solo el cuidado del
mundo, sino de sí mismo. Sin embargo, el Vat. II advierte sobre un falso concepto
de esta autonomía, que deriva en último término en un carácter ateo.
● [40] Siguiendo al Concilio, la actividad de la razón humana encuentra su verdad y
autoridad en la ley eterna (la sabiduría divina).
● La ley moral proviene de Dios y en Él tiene siempre su origen. Pero, es al mismo
tiempo la ley propia del hombre.
● Citando a Tomás de Aquino, se recuerda que “la ley natural no es otra cosa que
la luz de la inteligencia infundida en nosotros por Dios. Gracias a ella conocemos
lo que se debe hacer y lo que se debe evitar”.
● Sin embargo, la justa autonomía de la razón práctica no significa que el hombre
pueda crear por sí mismo los valores y normas morales.
● [41] La verdadera autonomía moral del hombre significa la aceptación de la ley
moral o mandamiento de Dios: Dios impuso al hombre este mandamiento… (Gen
2,16).
● La libertad del hombre y la ley de Dios se encuentran y están llamadas a
compenetrarse entre sí. La obediencia a Dios no es una heteronomía.
● Puede hablarse válidamente de una “teonomía”, o bien, “teonomía participada”.
Dichoso el hombre que se complace en la ley del Señor (cf. Sal 1, 1-2) [nn. 42-45]
● [42] En línea con GS 17, la libertad del hombre no solo no es negada por su
obediencia a la ley divina, sino que solamente mediante tal obediencia permanece
en la verdad y es conforme a la dignidad humana.
● Se habla de ley natural porque la razón que la promulga es propia de la
naturaleza humana.
● [43] El Vat. II remite a la doctrina clásica de Santo Tomás sobre la ley eterna de
Dios. Y San Agustín la define como “la razón o la voluntad de Dios que manda
conservar el orden natural y prohíbe perturbarlo”. De tal manera, Dios llama al
hombre a participar de su providencia.
● En tal contexto se sitúa la ley natural, como expresión humana de la ley eterna de
Dios.
● [44] La Iglesia se ha referido a menudo a la doctrina tomista sobre la ley natural
asumiéndola en su enseñanza moral. Citando a León XIII: “la ley natural es la
misma ley eterna ínsita en los seres dotados de razón, que los inclina al acto y fin
que les conviene”
● Así, el hombre puede reconocer el bien y el mal gracias a aquel discernimiento
que él mismo realiza mediante su razón iluminada por la Revelación divina y por la
fe.
● [45] En cuanto a la reflexión teológico-moral de la Iglesia, que suele distinguir entre
la “ley antigua” y “la nueva”, estas distinciones se refieren siempre a la ley cuyo
autor es el mismo y único Dios, y cuyo destinatario es siempre el hombre.
● Así, la acogida de este designio es la única vía para la consolidación de dicha
libertad.
«Como quienes muestran tener la realidad de esa ley escrita en su corazón» (Rom
2, 15) [nn. 46-50]
● [46] El presunto conflicto entre libertad y ley se replantea actualmente en relación
con la ley natural. En este contexto, incluso los hechos morales son considerados
a menudo como si fueran datos estadísticamente constatables, explicables según
categorías de los mecanismos psico-sociales.
● Otros moralistas, sensibles al prestigio de la libertad, a menudo la conciben en
oposición o contraste con la naturaleza material y biológica.
● Así, distintas concepciones coinciden en olvidar la dimensión creatural de la
naturaleza y en desconocer su integridad.
● [47] En este contexto, surgen las objeciones de fisicismo y naturalismo contra la
concepción tradicional de la ley natural. Según algunos, estos argumentos estarían
presentes incluso en algunos documentos del Magisterio de la Iglesia.
● [48] Ante esta interpretación, conviene mirar con atención la recta relación que hay
entre la libertad y la naturaleza humana, y concretamente, el lugar que tiene el
cuerpo humano en las cuestiones de la ley natural.
● Crítica: una libertad que pretende ser absoluta acaba por tratar el cuerpo humano
como un ser en bruto, desprovisto de significados y de valores morales hasta que
no lo revista de su proyecto. Asimismo, sus dinamismos no podrían constituir
puntos de referencia para la opción moral. Estas discusiones culminan en una
reducción o división del hombre mismo. Estas teorías morales no están conformes
con la verdad sobre el hombre y su libertad.
● [49] Una doctrina que separe el acto moral de las dimensiones corpóreas de su
ejercicio es contraria a las enseñanzas de las SS.EE. y de la Tradición. Se
recuerda la tradición paulina sobre los que serán “excluidos del Reino” (cf. 1 Cor
6,9-10), asumida por Trento: son “pecados mortales” o “prácticas infames”, cuya
aceptación voluntaria impide a los creyentes tener parte en la herencia prometida.
● [50] Es así como se puede comprender el verdadero significado de la ley natural,
la cual se refiere a la naturaleza propia y originaria del hombre, a la “naturaleza de
la persona humana” (cf. GS 51), que es la persona misma en la unidad de alma y
cuerpo.
● La ley moral natural evidencia y prescribe las finalidades, derechos y deberes
fundamentales en la naturaleza corporal y espiritual de la persona humana.
● No es una normatividad meramente biológica, sino ha de ser concebida como el
orden racional por el cual el hombre es llamado por el Creador a dirigir y regular
su vida y sus actos, y más concretamente, a usar y disponer del propio cuerpo.
«Pero al principio no fue así» (Mt 19, 8) [nn. 51-53]
● [51] El presunto conflicto entre libertad y naturaleza repercute también sobre la
interpretación de algunos aspectos específicos de la ley natural, principalmente:
sobre su universalidad e inmutalibilidad.
● Cita a San Aguntín: la ley deriva de aquella luz que se llama verdad… que se
imprime en el corazón del hombre como la imagen del anillo que pasa a la cera,
pero sin abandonar el anillo. Gracias a esta “verdad” la ley natural implica la
universalidad: se impone a todo ser dotado de razón y que vive en la historia. En
la medida en que expresa la dignidad de la persona humana y pone la base de sus
derechos y deberes, la ley natural es universal en sus preceptos y su autoridad se
extiende a todos los hombres.
● [52] Los preceptos positivos, que prescriben cumplir algunas acciones y cultivar
ciertas actitudes, obligan universalmente y son inmutables: porque unen en el
mismo bien común a todos los hombres de cada época de la historia.
● Estas leyes universales y permanentes corresponden a conocimientos de la
razón práctica y se aplican a los actos particulares mediante el juicio de la
conciencia.
● Los preceptos negativos de la ley natural (también) son universalmente válidos:
obligan a todos y cada uno, siempre y en toda circunstancia. Son prohibiciones
que vetan una determinada acción semper et pro semper, sin excepciones.
● La Iglesia siempre ha enseñado que nunca se deben escoger comportamientos
prohibidos por los mandamientos morales (sean del AT o NT). Jesús mismo afirma
la inderogabilidad de estas prohibiciones (cf. Mt 19,17-18).
● [53] Crítica: la gran sensibilidad contemporánea por la historicidad y la cultura
lleva a algunos a dudar de la inmutabilidad de la ley natural, y en consecuencia, de
la existencia de normas objetivas de la moralidad.
● No se puede negar que el hombre existe en una cultura concreta. Pero éste no se
agota en ninguna cultura. El progreso mismo de la cultura demuestra que en
hombre existe algo que las trasciende. Este “algo” es precisamente la naturaleza
del hombre.
● La Iglesia afirma que, en todos los cambios, subsisten muchas cosas que no
cambian, ya que tienen su fundamento último en Cristo, que es el mismo ayer, hoy
y siempre.
● Cristo es el “Principio” que, por asumir la naturaleza humana, la ilumina
definitivamente en sus elementos constitutivos y en su dinamismo de caridad
hacia Dios y el prójimo.
● Se reconoce que es necesario buscar y encontrar la formulación de las normas
morales universales y permanentes que sea más adecuada a los diversos
contextos culturales. Asimismo, que esta “verdad de la ley moral” se desarrolla a
través de los siglos.
● Pero deben ser expresadas y determinadas según las circunstancias históricas
del Magisterio de la Iglesia, precedida y acompañada por el esfuerzo de lectura y
formulación propio de la razón de los creyentes y la reflexión teológica.

II. CONCIENCIA y VERDAD (Félix)
El sagrario del hombre [nn. 54-56] .
● [54]. La relación entre libertad del hombre y la ley de Dios tiene su base en la
conciencia moral. Allí el hombre descubre una ley que él no se da a sí mismo, que
lo llama siempre a amar y a hacer el bien y a evitar el mal. (GS16)
● La relación entre libertad y ley está vinculado con la interpretación que viene
reservada a la conciencia moral.
● [55]. Algunos dicen: la función de la conciencia se habría reducido a una aplicación
de normas morales generales a cada caso de la vida de la persona, que no son
capaces de acoger y respetar toda la irrepetible especificidad de todos los actos
concretos de las personas. Las normas no pueden sustituir la toma de decisiones
sobre cómo comportarse en casos particulares; ni son un criterio objetivo
vinculante para los juicios de conciencia. Sí ayudan al hombre a dar una
impostación ordenada de su vida personal y social. La conciencia es compleja: se
relaciona con los psicológico, afectivo y con el ambiente social y cultural de la
persona.
● Algunos autores ponen de relieve el carácter creativo de la conciencia y llaman a
sus actos “decisiones”. Solo tomando “autónomamente” estas decisiones se
alcanza la madurez moral. La intervención del magisterio de la Iglesia podría
ocasionar conflictos de conciencia.
● [56]. Para justificar esto algunos proponen un doble estatuto de la vida moral: 1)
Nivel doctrinal y abstracto y 2) reconocimiento de la originalidad de la existencia
concreta. Esto permite la excepción a la regla general para actuar con buena
conciencia incluso sobre lo que la ley moral califica como intrínsecamente malo.
De ahí derivan soluciones pastorales contrarias al magisterio y justifican una
hermenéutica creativa.
El juicio de la conciencia [nn. 57-61] .
● [57]. Rm 2,14-15: sentido bíblico de la conciencia y su vinculación con la ley: la
conciencia pone al hombre ante la ley, siendo ella misma testigo para el hombre
de su (in)fidelidad ante ella.
● [58]. El diálogo del hombre consigo mismo es el diálogo del hombre con
Dios. Buenaventura: La conciencia es un heraldo y mensajero de Dios; es
testimonio de Dios mismo, cuya voz y juicio penetran la intimidad del hombre,
invitándolo a la conciencia. El misterio y dignidad de la conciencia moral radica
en ser el espacio santo donde Dios habla al hombre.
● [59]. Pablo dice el modo en que la conciencia es testigo: Se trata de
razonamientos que acusan o defienden a las personas en relación a sus
comportamientos. “Razonamientos” evidencia el carácter propio de la
conciencia, que es el de ser un juicio moral sobre el hombre y sus actos: juicios
de condenación o absolución.
● El juicio de la conciencia es un juicio práctico: ordena lo que el hombre debe
hacer o no hacer o bien, valora un acto ya realizado por él. Se aplica a una
situación concreta. Primer principio de la razón práctica: Se debe amar, hacer el
bien y evitar el mal. Este principio pertenece a la ley natural y constituye su mismo
fundamento. La ley natural ilumina las exigencias objetivas y universales del bien
moral. La conciencia es la aplicación de la ley a cada caso particular.
● La conciencia formula la obligación moral a la luz de la ley natural así: obliga
a hacer lo que el hombre, mediante el acto de su conciencia, conoce como un bien
que le es señalado aquí y ahora.
● [60]. El juicio de la conciencia tiene un carácter imperativo: el hombre debe
actuar en conformidad con dicho juicio. Si se actúa en contra o si actúa no estando
seguro de si determinado acto es correcto o bueno, es condenado por su misma
conciencia, norma próxima de la moralidad personal. La dignidad y autoridad
de la conciencia y sus juicios derivan de la verdad sobre el bien y sobre el mal
moral. Esta verdad está indicada por la “ley divina”, norma universal y objetiva de
la moralidad. La conciencia no es una fuente autónoma y exclusiva para decidir lo
que es bueno o malo, pero en ella está grabado un principio de obediencia a la
norma objetiva.
● [61] El juicio de la conciencia lleva a asumir la responsabilidad del bien realizado
y del mal cometido. Sin embargo, el veredicto de la conciencia queda en el hombre
como un signo de esperanza y misericordia, pues recuerda el perdón que se ha de
pedir, el bien que hay que practicar y las virtudes.
● En el juicio práctico de la conciencia se manifiesta el vínculo de la libertad
con la verdad: La conciencia se expresa con actos de “juicio”, que reflejan la
verdad sobre el bien.
Buscar la verdad y el bien [nn. 62-64]
● [62]. La conciencia, como juicio de un acto, no está exenta de la posibilidad de
error. Puede errar por ignorancia invencible: una ignorancia de la que el sujeto
no es consciente y de la que no puede salir por sí mismo. Y cuando el hombre no
se preocupa de buscar la verdad y el bien y se habitúa en el pecado la conciencia
queda casi ciega.
● Para tener una conciencia recta (1 Tim 1,5): buscar la verdad y juzgar según
ésta; debe se iluminada por el Espíritu Santo (Rm 9,1), debe ser pura, (2 Tim 1,3)
y debe manifestar claramente la verdad (2 Cor 4,2).
● Pablo en Rm 12,2 invita a la vigilancia de la conciencia pues cabe la posibilidad de
error. Ella no es un juez infalible. Su error puede ser fruto de una ignorancia
invencible. Cuando pasa esto la conciencia no pierde su dignidad.
● [63]. La dignidad de la conciencia deriva de la verdad: en el caso de la conciencia
recta se trata de la verdad objetiva acogida por el hombre. En el caso de la
conciencia errónea se trata de lo que el hombre, equivocándose, considera
subjetivamente verdadero.
● El mal cometido a causa de una ignorancia invencible, o de un error de juicio no
culpable, puede no ser imputable a la persona que lo hace; pero tampoco en esta
caso, aquél deja de ser un mal, un desorden con relación a la verdad sobre el
bien.
● El bien no reconocido no contribuye al crecimiento moral de la persona que lo
realiza, no se perfecciona y no sirve para disponerla al bien supremo.
● La conciencia compromete su dignidad cuando es errónea culpablemente, o
sea, cuando el hombre no trata de buscar la verdad, el bien y cuando la conciencia
se hace casi ciega como consecuencia de su hábito al pecado.
● [65]. Formar la conciencia es hacerla objeto de continua conversión a la verdad y
al bien (Mt 6,22-23). El corazón convertido es la fuente de los juicios verdaderos
de la conciencia. Es necesario pero no suficiente conocer la ley de DIos. Es
indispensable una “connaturalidad” entre el hombre y el verdadero bien, que se
desarrolla en las actitudes virtuosas: cardinales y teologales.
● La Iglesia y su Magisterio son ayuda para la formación de la conciencia . Por la
voluntad de Cristo, la Iglesia católica es maestra de la verdad y su misión es
anunciar y enseñar auténticamente la verdad, que es Cristo, y al mismo tiempo,
declarar y confirmar con su autoridad los principios de orden moral que fluyen de
la misma naturaleza humana. La Iglesia se pone siempre al servicio de la
conciencia, ayudándola a no ser zarandeada aquí y allá por cualquier viento de
doctrina.
III. LA ELECCIÓN FUNDAMENTAL y LOS COMPORTAMIENTOS
CONCRETOS
Sólo que no toméis de esa libertad pretexto carne» (Gál 5, 13) [nn. 65-68]
● 65. La libertad no es sólo elección de la acción particular, sino también, dentro
de esa elección, es decisión sobre sí y disposición de la propia vida, a favor o
en contra del Bien, la Verdad y Dios.
● Las decisiones dan forma a toda la vida moral de un hombre determinado: cauce
de decisiones particulares.
● Algunos hablan de una libertad fundamental que actúa la opción fundamental a
la que se atribuye la función clave en la vida moral, pero de forma trascendental y
atemática. Los actos particulares derivados de ella serían sólo signos o síntomas
de ella. Su objeto inmediato son los bienes particulares (o categoriales). Sin
embargo dicen los teólogos dicen que ninguno de esos bienes puede
determinar la libertad del hombre aunque sólo pueda expresar su opción
mediante la realización o rechazo de ellos.
● Se llega a una distinción entre la opción fundamental y las elecciones deliberadas
de un comportamiento concreto. Para quienes circunscriben el bien y mal moral a
la opción fundamental se trata de una disociación. Se delinea una escisión en dos
niveles de moralidad: el orden del bien y mal depende de la voluntad, mientras que
comportamientos determinados en cuanto rectos o equivocados dependen de la
proporción entre bienes y males premorales o físicos que siguen a la acción. Ésto
lleva a reservar la calificación propiamente moral de la persona sólo a la opción
fundamental.
● 66. En la doctrina cristiana la elección fundamental es la elección/obediencia
de la fe (cf. Rom 16,26), por la que el el hombre se entrega entera y libremente a
Dios, y le ofrece "el homenaje total de su entendimiento y voluntad". Una fe que
actúa por la caridad.
● La cláusula fundamental en el Decálogo es “Yo, el Señor, soy tu Dios” (Ex 20,2).
Ésta configura las demás prescripciones. La elección fundamental de Israel se
refiere al mandamiento fundamental.
● La moral de la nueva alianza está dominada por la llamada de Jesús a su
seguimiento. El discípulo responde a esa llamada con una decisión y elección
radical. Esta llamada es la máxima exaltación posible de la libertad del hombre y,
al mismo tiempo atestigua la verdad y la obligación de los actos de fe y de
decisiones que se pueden calificar de opción fundamental. La llamada encuentra
su analogía en Pablo: “habéis sido llamados a la libertad”, condicionado a “con tal
que no toméis de esa libertad pretexto para la carne”. Así invita a la vigilancia,
pues la libertad sufre siempre la insidia de la esclavitud. Pues justo en este sentido
se disocia el acto de fe (opción fundamental) de la elección de los actos
particulares.
● 67. Las teorías expresadas en el n.65 “son contrarias a la misma enseñanza
bíblica, que concibe la opción fundamental como una verdadera y propia elección
de la libertad y vincula profundamente esta elección a los actos particulares”. La
capacidad de orientación vital que procede de la elección fundamental se ejerce
de hecho en las elecciones particulares. La llamada opción fundamental 1) se
diferencia de una intención genérica, 2) se actúa siempre mediante elecciones
conscientes y libres, 3) es revocada cuando el hombre compromete su libertad en
elecciones conscientes de sentido contrario, en materia moral grave.
● Separar la elección fundamental de las particulares significa contradecir la
integridad sustancial o la unidad personal, “no hace justicia a la finalidad racional
inmanente al obrar del hombre y a cada una de sus elecciones deliberadas”. “La
moralidad de los actos humanos no se reivindica solamente por la intención, por la
orientación u opción fundamental”.
● “La moralidad no puede ser juzgada si se prescinde de la conformidad u oposición
de la elección deliberada de un comportamiento concreto respecto a la dignidad y
a la vocación integral de la persona humana.”
● En el caso de los preceptos morales positivos, la prudencia ha de jugar siempre el
papel de verificar su incumbencia en una determinada situación. Los preceptos
morales negativos no admiten ninguna excepción legítima.
● Una vez reconocida concretamente la especie moral de una acción prohibida por
una norma universal, el acto moralmente bueno es sólo aquel que obedece a la ley
moral y se abstiene de la acción que dicha ley prohíbe.
● 68. Consideración pastoral
● Según las corrientes del n.65, el hombre que opta por la fe y caridad “podría
mantenerse moralmente bueno, perseverar en la gracia de Dios, alcanzar la propia
salvación, aunque algunos de sus comportamientos concretos sean contrarios
deliberada y gravemente a los mandamientos de Dios.”
● Segun Trento: «La gracia de la justificación [con ella la gracia santificante] que se
ha recibido no sólo se pierde por la infidelidad, por la cual se pierde incluso la fe,
sino por cualquier otro pecado mortal».
Pecado mortal y venial [nn. 69-70]
● 69. Postura heterodoxa sobre los pecados
● Algunos teólogos (como en el n.65) subrayan que la oposición a la ley de Dios
solamente puede ser fruto de un acto que compromete a la persona en su
totalidad, es decir, un acto de opción fundamental.
● Se verificaría solamente en el rechazo de Dios, que se realiza a un nivel de
libertad no identificable con un acto de elección ni al que se puede llegar con un
conocimiento sólo reflejo.
● Consecuentemente sería difícil aceptar que el hombre sea capaz, en un breve
período de tiempo, de romper radicalmente el vínculo de comunión con Dios.
● Esta postura afirma que es necesario medir la gravedad del pecado según el
grado de compromiso de libertad de la persona que realiza un acto, y no según la
materia de dicho acto.

● 70. Postura magisterial


● Reconciliatio et paenitentia confirma distinción entre pecados mortales y veniales,
según la tradición.
● El Sínodo de los obispos de 1983 afirma la doctrina de Trento que recuerda que es
pecado mortal lo que tiene como objeto una materia grave y que, además, es
cometido con pleno conocimiento y deliberado consentimiento.
● Trento no considera solamente la materia grave. Una condición necesaria suya, el
pleno conocimiento y consentimiento deliberado.
● «Se deberá evitar reducir el pecado mortal a un acto de "opción fundamental" —
como hoy se suele decir— contra Dios», concebido ya sea como explícito y formal
desprecio de Dios y del prójimo, ya sea como implícito y no reflexivo rechazo del
amor.
● La orientación fundamental (de fe) puede, pues, ser radicalmente modificada por
actos particulares.
● De la consideración de la esfera psicológica no se puede pasar a la constitución
de una categoría teológica de tal modo que, en el plano objetivo, cambie o ponga
en duda la concepción tradicional de pecado mortal.
● La disociación entre opción fundamental y decisiones deliberadas de
comportamientos determinados, comporta el desconocimiento de la doctrina
católica sobre el pecado mortal: un acto de rechazo a Dios, su ley, la alianza de
amor prefiriendo volverse a sí mismo, a alguna realidad creada y finita, a algo
contrario a la voluntad divina («conversio ad creaturam»), de modo directo y formal
o de modo equivalente.
IV. EL ACTO MORAL (Gerardo)
Teleología y teleologismo [nn. 71-75]
● [71] Relación entre libertad del hombre y la ley de Dios.
○ Se relaciona por el ámbito vital y profundo de la CONCIENCIA MORAL
○ Se manifiesta y realiza en ACTOS HUMANOS
○ Los actos humanos buscan alcanzar al Creador. Son libres y conllevan
felicidad y plenitud
● Actos Humanos.
○ Son actos morales. Denotan y expresan la deliberación de quien los hace.
Se pueden calificar moralmente. Demuestran la PROFUNDA FISONOMÍA
ESPIRITUAL. Esto quiere decir que son resultados de una decisión libre,
que se (re)crea constantemente; somos nuestros “somos en cierto modo
nuestros mismos progenitores, creándonos como queremos y, con nuestra elección,
dándonos la forma que queremos”.
● [72] La MORALIDAD, se relaciona con la LIBERTAD del ser humano que busca el
BIEN AUTÉNTICO. El ser humano conoce la LEY ETERNA por medio de la
RAZÓN NATURAL.
○ El obrar es MORALMENTE BUENO cuando la ELECCIÓN es LIBRE,
ordenada con el verdadero bien y se ordena a Dios, su FIN.
○ Dios es el fin del ser humano, en Él se vuelve pleno y perfectamente feliz.
○ La tensión está entre: “el valor moral de un acto y el fin último del hombre”
○ Mt 19, 17 Jesús remite a mandamientos, que son el camino. La ley tutela el
bien. Solo el acto, en orden al bien, conduce a la vida.
○ El orden racional del ACTO HUMANO, orientado al bien y la verdad, es
conocido por la RAZÓN; esto constituye la MORALIDAD.
○ El ACTO HUMANO se valora no solo por funcionalidad, fin o intención, sino
por el ORDENACIÓN VOLUNTARIA con el fin último, el bien supremo que
es Dios. En caso contrario, ACTO HUMANO no se sintoniza con el
verdadero bien de la persona, la elección de tal acción hace moralmente
mala a nuestra VOLUNTAD y se pone en contradicción con DIOS.
○ OJO: acto humano es sinónimo de obrar y de acción humana.
● [73] La REVELACIÓN y la FE nos ayuda a conocer la NOVEDAD de la
MORALIDAD de los ACTOS.
○ Los ACTOS debe estar en mayor o menor coherencia con la DIGNIDAD y
VOCACIÓN de ser HIJO DE DIOS, por Jesucristo y el Espíritu.
○ Los ACTOS van en conformidad o divergencia con la imagen del Hijo.
○ San Cirilo: Cristo con su imagen no da rasgos de naturaleza divina que
resplandece a través de: la santificación y la justicia y la vida buena y
virtuosa. En definitiva por nuestras obras.
○ La VIDA MORAL posee una CARÁCTER TEOLÓGICO. El orden
deliberado de los ACTOS HUMANOS a DIOS es RACIONAL y LIBRE,
CONSCIENTE y DELIBERADA. La responsabilidad de los actos quedan
sometidos a juicio de Dios.
○ OJO: “el hombre es responsable de sus actos y está sometido al juicio de
Dios, juez justo y bueno que premia el bien y castiga el mal, como nos lo
recuerda el apóstol Pablo: Estaremos al descubierto ante el tribunal de
Cristo para recibir conforme a lo que hizo durante su vida mortal, el bien o
el mal (2 Co 5, 10).
○ OJO: Dios es el sumo BIEN y FIN (telos) del hombre.
● [74] ¿cómo juzgar moralmente? ¿intención? ¿ordenación? ¿circunstancias?
¿consecuencias? ¿objeto?
○ A este problema se le conoce como FUENTES DE LA MORALIDAD. Se
debe hace un cuidadoso discernimiento por parte del MAGISTERIO.
○ Los criterios para valorar la rectitud moral a veces se van por caminos de
ponderación: comportamientos capaces de maximalizar los bienes y
minimizar los males. OJO, los moralistas católicos se distancian de
UTILITARISMOS y PRAGMATISMOS, porque no hacen referencia al
verdadero fin último: DIOS.
○ No se puede obviar la necesidad legítima de encontrar argumentos
racionales, pero se debe tener en cuenta que el orden moral, establecido
por la ley natural, es accesible por la razón humana.
● [75] La moral racional, o moral autónoma, pude llevar a falsas soluciones, que se
basan en una mala comprensión del objeto del obrar moral. No es suficiente que la
voluntad se implique con elecciones. O bien que la libertad y su ejercicio hace
referencia objetiva a la verdad sobre el bien, por elecciones de comportamientos
concretos. Ratzinger dice que estos teologismos son consecuencialismo o
proporcionalismos. CONSECUENCIALISMO obtiene criterios rectos de un obrar
por el cálculo de consecuencias, derivado de la ejecución de una decisión.
PROPORCIONALISMO pondera valores y bienes, por los efectos bueno o malos,
efectivamente posibles en una situación determinada.
● La teorías ética teleológicas (proporcionalismo y consecuencialismo) consideran
que el sujeto es responsable de la consecución de los valores que se persiguen. El
problema es que los comportamientos concretos pueden ser valorados como
rectos o equivocados pero sin valorar realmente la voluntad. Es decir, un acto
malo puede ser considerado admisible si la intención del sujeto se concreta por
una ponderación de los bienes implicados.
EI objeto del acto deliberado [nn. 76-78]
● [76] Teoría que pueden tener afinidad con la mentalidad científica, que ordenan
técnica y economía calculando recursos y beneficios, procedimiento y efectos, solo
justifican comportamientos y elecciones contrarios a LEY DIVINA y LEY
NATURAL.
● Los fieles deben respetar y reconocer PRECEPTOS MORALES enseñados por la
IGLESIA en nombre de DIos. Por ejemplo: Rm 13, 8-10 Pablo relaciona la Ley y el
precepto del amor, sin atenuar los mandamientos. Es un honor obedecer a Dios
antes que a los hombres.
● [77] Los criterios racionales que ofrecen las Teorías sólo tiene en cuenta intención
y consecuencias de la Acción. Pero son únicamente exigencias de
responsabilidad. No es suficiente valorar la calidad moral de una elección concreta
solo por intención y consecuencia, porque “Las consecuencias previsibles
pertenecen a aquellas circunstancias del acto que, aunque puedan modificar la
gravedad de una acción mala, no pueden cambiar, sin embargo, la especie moral”.
● [78] La MORALIDAD del ACTO HUMANO depende fundamentalmente del objeto
elegido racionalmente por la voluntad deliberada.
○ Debemos situarnos en la PERSPECTIVA de la persona que ACTÚA.
○ El objeto del acto del querer es un comportamiento elegido libremente.
○ Es conforme con el orden de la razón, siendo causa de bondad de la
voluntad.
○ No se puede determinar un acto moral, un proceso o evento de orden físico
solamente.
○ Ejemplo:
■ El objeto es el fin próximo de una elección deliberada que determina
el acto del querer de la persona que actúa. En este sentido, como
enseña el Catecismo de la Iglesia católica, «hay comportamientos
concretos cuya elección es siempre errada porque ésta comporta
un desorden de la voluntad, es decir, un mal moral» 127. «Sucede
frecuentemente —afirma el Aquinate— que el hombre actúe con
buena intención, pero sin provecho espiritual porque le falta la
buena voluntad. Por ejemplo, uno roba para ayudar a los pobres: en
este caso, si bien la intención es buena, falta la rectitud de la
voluntad porque las obras son malas. En conclusión, la buena
intención no autoriza a hacer ninguna obra mala. "Algunos dicen:
hagamos el mal para que venga el bien. Estos bien merecen la
propia condena" (Rm 3, 8)»
○ No BASTA la BUENA INTENCIÓN, sino que se necesita la recta elección
de las obras.
■ El acto humano depende de su objeto y si es, o no, ordenable a
Dios, el único BUENO. Así se realiza la perfección de la persona.
■ “El acto es bueno si su objeto es conforme con el bien de la persona
en el respeto de los bienes morales relevantes para ella”.
■ “La ética cristiana, que privilegia la atención al objeto moral, no
rechaza considerar la teleología interior del obrar, en cuanto
orientado a promover el verdadero bien de la persona, sino que
reconoce que éste sólo se pretende realmente cuando se respetan
los elementos esenciales de la naturaleza humana”
■ El ACTO humano es ordenable al fin último, por tanto bueno segun
objeto.
■ el patrono de los moralistas y confesores enseña: «No basta
realizar obras buenas, sino que es preciso hacerlas bien. Para que
nuestras obras sean buenas y perfectas, es necesario hacerlas con
el fin puro de agradar a Dios»
El «mal intrínseco»: no es lícito hacer el mal para lograr el bien (cf. Rom 3, 8) [nn.
79-83]
● [79] Se debe rechazar las tesis teleológicas y proporcionalistas, porque tiene como
imposible el calificar como moralmente malo una elección deliberada de actos y
comportamientos porque la elección es hecha, o la totalidad de consecuencias,
prescinde de la intención de la elección.
○ Por tanto: el JUICIO MORAL es el objeto del ACTO HUMANO. Este acto
debe estar ordenado al bien, a Dios. La ORDENABILIDAD de un ACTO es
aprehendido por la razón en el ser humano, porque lo lleva a una verdad
integral e inclinaciones natural que tiene dimensiones espirituales.
○ Las INCLINACIONES NATURALES son un conjunto de BIENES para la
persona que se pone al servicio del bien de la persona. Estos BIENES
están tutelados por los mandamientos, los cuales, según Santo
Tomás, contienen toda la LEY NATURAL.
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