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Indice
Primera parte
EL LENGUAJE ESCRITO Y SUS PROBLEMAS

El lenguaje escrito 11
La lectura 11
La escritura 15
Anomalías de la lectoescritura: la dislexia y otros misterios 17
Los tests «predictivos» y «diagnósticos» 20
Los «errores disléxicos» 24
Dislexia sin organicidad 26
La organicidad relativamente cierta del retraso lector 28
Frecuencia del retraso específico de la lectura 29
Causas de retraso en el aprendizaje de la lectoescritura 31

Segunda parte
TEST DE ANALISIS DE LECTURA Y ESCRITURA (T.A.L.E.)
Elaboración del test 43
Justificación del test 43
Tests estudiados 47
Elaboración del test 49
a) Subtest de lectura 49
b) Subtest de escritura 51
Determinación de la muestra de población 52
Material del test 54
Normas de administración 57
A. Normas de administración del subtest de lectura 58
B. Normas de administración del subtest de escritura 60
Normas de valoración 63
A. Normas de valoración de la lectura 63
B. Normas de valoración de la escritura 73

Tercera parte
CARACTERISTICAS EVOLUTIVAS DE LA LECTURA Y ESCRITURA

A. La lectura 85
B. La escritura 89
Referencias 96
PRIMERA PARTE
A modo de introducción:

El lenguaje escrito y
sus problemas
Josep Toro
EL LENGUAJE ESCRITO

El lenguaje escrito no es sólo una exigen- mismo, es un modo de reflejar la reali-


cia sistemática planteada umversalmente a dad, el lenguaje escrito implicará el mis-
todo niño escolarizado; el lenguaje escrito mo fenómeno pero transponiendo las
es un conglomerado de conductas, mani- coordenadas temporales a las espaciales y
fiestas o encubiertas, altamente elaborado y superponiéndolas. El habla dura un tiem-
complejo, fruto de muchos factores, some- po; la escritura, lo escrito, se fija en el
tido a múltiples influencias, y, de hecho, espacio. En ambos casos se utilizan «sím-
imprescindible para alcanzar los niveles de bolos»; unos, auditivos; visuales, los otros.
desarrollo general propios del hombre me- En las dos modalidades del lenguaje,
dio de nuestras sociedades desarrolladas. un sujeto determinado puede ser emisor
La adquisición de información, la culturi- (habla o escribe) o receptor (escucha o
zación, los aprendizajes en general, la co- lee). Las conductas que entraña la «emi-
municación interpersonal, hacen imprescin- sión» o la «recepción» varían absolutamen-
dible el dominio de la lecto-escritura. De te según se trate de lenguaje oral o len-
hecho, la lecto-escritura ha sido, y es, guaje escrito dadas las características de los
agente imprescindible en la transmisión estímulos implicados. La conducta de
cultural intergeneracional e iñterhiimana quien hable será oral, articulatoria; la con-
en general. ducta de quien escriba será manual. La
Históricamente —filogenética y ontoge- conducta de quien escuche estará controla-
néticamente— el lenguaje escrito exige la da por estímulos auditivos, la conducta de
presencia previa del lenguaje oral. No es quien lea estará controlada por estímulos
ésta la ocasión de subrayar la naturaleza y visuales. Pero la conducta verbal articula-
características del «segundo sistema de se- toria es traducible a esa conducta manual
ñales», su carácter simbólico, los fenóme- que llamamos escritura, y más concreta-
nos de generalización y discriminación que mente a los estímulos visuales, gráficos,
implica, su especial modo de reflejar la fruto de la conducta manual.
realidad, su forzoso aprendizaje en un En la terminología tradicional diríamos
medio social, su dramático papel en la
interacción personal. Lo cierto es que la que, si el lenguaje oral es un sistema de
conducta verbal, comprensiva y expresiva, símbolos, la lectoescritura implica una
es condición imprescindible para el apren- simbolización del lenguaje oral, es decir,
dizaje de lectura y escritura. un sistema de símbolos de símbolos. Por
consiguiente, no puede sorprender que la
El lenguaje oral —la conducta verbal— lectoescritura sea siempre la adquisición
es un aprendizaje social. Conviviendo, in- posterior al lenguaje oral.
teractuando con otros seres humanos, el
niño discrimina, generaliza, imita y resul-
ta reforzado de tal modo que es capaz de La lectura
adquirir esa conducta básica que es el len- Desde una perspectiva propia del análi-
guaje. sis experimental de la conducta, definire-
Si el lenguaje oral, considerado en sí mos la lectura oral como un conjunto de

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respuestas verbales articulatorias, emitidas mulos visuales unitarios, van siendo perci-
selectivamente ante un conjunto de estí- bidas como tales. Son las auténticas uni-
mulos visuales constituidos por lo que lla- dades del lenguaje hablado puesto que
mamos letras, sílabas, palabras o textos. Si cuentan con esa connotación que llama-
la respuesta verbal es sistemáticamente co- mos significado, y del lenguaje escrito
rrecta, por ejemplo, si ante los elementos porque, además, los espacios entre ellas
gráficos la se emite siempre el sonido «la», constituyen un claro discriminativo. En
es que los estímulos visuales en cuestión cualquier caso, la palabra, unitariamente
(los elementos gráficos) han alcanzado po- considerada, debe ser discriminada como
der de control sobre aquella respuesta ver- tal. La respuesta verbal debe ser controla-
bal. Dicho de otro modo, los estímulos da por la palabra escrita.
visuales implicados han dejado de ser neu-
tros —cosa que ocurría antes de «aprender La consolidación de este proceso sintéti-
a leerlos»— para pasar a ser discriminati- co permite el incremento de la fluidez y
vos. Cuando tal cosa ocurre, se ha produ- velocidad lectoras. El lector avezado, se-
cido el aprendizaje. gún muestran los estudios de los movi-
mientos oculares que se producen durante
Por consiguiente, el aprendizaje de la la lectura, sólo fija su mirada en un nú-
lectura —la enseñanza de la lectura— es mero limitado de letras, no precisando de
un proceso mediante el que se modifica el deletreo propiamente dicho. La familiari-
carácter que ciertos estímulos visuales tie- zación con la lectura lleva a atender aque-
nen para el sujeto o, mejor dicho, para llos estímulos visuales que resulten más
ciertas respuestas del sujeto. Como se dijo significativos, que encarnen más cantidad
ya, los elementos gráficos en cuestión, de de información, es decir, que hayan llega-
ser neutros pasan a ser discriminativos, lo do a adquirir mayor poder de control.
cual implica que en su presencia el sujeto Atendiendo a las palabras, tales elementos
tenderá a responder adecuadamente, espe- parecen ser fundamentalmente los lexemas
cíficamente. (TSVEJKOVA, 1977).
Este proceso, harto complejo y suma- Estos «procedimientos» de análisis y sín-
mente discutido, atraviesa distintos mo- tesis, de discriminación de estímulos vi-
mentos o fases. Por un lado, se da la suales simples y de estímulos visuales com-
discriminación de esos estímulos visuales plejos, parecen aprenderse de modo si-
que denominamos letras. En la trama de multáneo e indisoluble. El deletreo con-
un conjunto complejo de trazos, la pala- duce a la lectura de palabras y la lectura
bra, el niño debe proceder a su análisis de palabras implica deletreo. Cuando en
aislando cada una de sus unidades, las la enseñanza de la lectura se habla de
letras. El «aislamiento visual» de cada letra método analítico y de método global se
va acompañado, y queda facilitado, por la está haciendo referencia a unas tecnologías
atribución a cada letra, de un sonido, de que, respectivamente, hacen hincapié en
una verbalización determinada. La rela- los procesos analíticos y en los sintéticos.
ción entre letra y verbalización es unívoca. Atendiendo a la aparente indisolubilidad
El proceso de discriminación visual se ma- de ambos procesos, una gran parte de las
nifiesta a través de una conducta verbal polémicas nacidas entre los defensores de
específica: fonema, nombre de la letra en una y otra metodología resultan gratuitas
cuestión, etc. También puede manifestarse e incluso pintorescas. Análisis y síntesis,
señalando la letra a requerimiento del in- discriminaciones elementales y discrimina-
terlocutor que, en este caso, se transforma ciones complejas, son dos caras de la mis-
en emisor de la conducta verbal. En cual- ma moneda dialécticamente conexas.
quier caso puede hablarse de «recifrado Al referirme a los procesos sintéticos he
sonoro». mencionado la preferente fijación visual
Paralelamente se produce un proceso de en los elementos significativos de las pala-
síntesis. Las palabras, conjuntos de estí- bras (y de las oraciones). Este hecho nos

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enfrenta con el fenómeno de la significa- señante» en general. Porque ciertamente
ción y por consiguiente con la compren- es sobre todo la conducta del maestro la
sión lectora. No es éste el momento de que es capaz de reforzar las respuestas
describir cómo se aprenden los significados acertadas del niño, hasta conseguir que
de las palabras por ser capítulo propio del «las letras» sean discriminad vas, es decir,
lenguaje en general. Pero sí cabe valorar lleguen a controlar las respuestas —la lec-
ahora el hecho de que el lector consuma- tura— adecuadas. La ineludible acción so-
do experimenta que su lectura no sólo está cial en el aprendizaje de la lectura radica,
controlada por los estímulos visuales en sí pues, junto a la imprescindible presenta-
mismos considerados, sino también por el ción de modelos e instrucciones, en las
significado que encierran. Leer supone ir respuestas del maestro tras la «lectura» del
elaborando auténticas conjeturas semánti- niño. Su aprobación, sus gestos de asenti-
cas que son verificadas sobre la marcha. miento, su elogio, su interés, su mirada
Una vez aprehendida una parte del signi- afectuosa, eso es lo que cuenta.
ficado de un texto, el lector anticipa de
algún modo lo que va a leer. Es más, los Ciertamente, toda esta actuación del
estudios de los movimientos oculares nos maestro, o de otros equivalentes sociales,
ponen de manifiesto la presencia de au- no es sólo reforzante positivamente. El
ténticas comprobaciones, con fijaciones o castigo, en el sentido técnico del vocablo,
«regresos» de la mirada hacia lo ya supues- también está implicado, concretamente
tamente leído (TSVETKOVA, 1977). cuando el maestro incurre en desaproba-
ción y crítica. Esta estimulación aversiva
Así pues, los procesos de síntesis permi- también puede ser ejercida por hechos ta-
ten incrementar la velocidad al fijarse la les como la «corrección» de un error come-
atención visual en determinadas letras o tido al leer, la percepción del propio fra-
sílabas, mas no en todas. Pero, al propio caso verificado al observar la lectura de
tiempo, se produce un reiterado «frenado» otros, etc. Para no hablar del castigo, en
merced a las verificaciones de lo conjetura- el sentido más coloquial de esta palabra,
do durante el proceso lector. Se salta hacia desde la bofetada a las «orejas de burro».
adelante, mas también^ hacia atrás. Sin En principio, se trata siempre de estimula-
embargo, estos retornos van disminuyendo ción aversiva.
con la edad, con el incremento del apren-
dizaje. El niño que empieza a leer incluso Sabemos que todo castigo, si lo es de
puede no llegar a plantearse el significado verdad, tiende a disminuir la conducta a
del texto que tiene ante sus ojos. En su la que sigue. Pero también sabemos que
caso, parte de los regresos de su mirada toda estimulación aversiva provoca ansie-
suponen comprobaciones textuales-articu- dad. Si sólo funcionara el primer fenóme-
latorias más que semánticas. no, todo niño castigado de un modo u
otro por sus errores en la lectura —o en lo
Todo este complejísimo proceso permi- que sea— dejaría de cometerlos. Pero en
te, como ya ha quedado dicho, que unos la práctica vemos que esto no es así en
estímulos visuales (letras, sílabas, palabras, multitud de casos. Ocurre que si la lectura
frases) se constituyan en estímulos discri- es una conducta predominantemente casti-
minativos susceptibles de controlar ciertas gada, la situación de leer con todos sus
respuestas verbales del lector, respuestas componentes, incluyendo el maestro y la
que deben formar parte ya de su reperto- escuela, puede transformarse en un con-
rio verbal. Ahora bien, para que un estí- junto de estímulos condicionados aversi-
mulo llegue a constituirse en discriminati- vos. En tal momento la lectura desencade-
vo respecto de una respuesta, dicha res- nará una ansiedad cada vez más intensa
puesta ha debido resultar reforzada al ser en el niño. La ansiedad, por un lado,
emitida en presencia de aquél. Esta es la puede desorganizar los comportamientos
parte del proceso que en gran medida instrumentales del niño, incluso los adap-
concierne directamente al maestro, al «en- tados —por ej., los aspectos correctos de

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su lectura, el comportamiento en clase, emocional, es decir, del comportamiento
etcétera—, mientras que, por otro, pone encubierto.
en marcha las conductas de evitación con-
siguientes. En estas circunstancias vemos En cuanto a su función reforzadora de
al niño que no sólo no lee bien, sino que la lectura, no puede hacerse distinción al-
«hace el payaso en clase», o «siempre está guna entre el significado sensorial y ei
en la luna» o «está bloqueado», o tiene emocional. Ambos significados la mantie-
«problemas de atención»... (TORO, 1978). nen, la motivan, al tiempo que la hacen
lo que realmente es, vehículo trascenden-
Sin embargo, en el niño de aprendizaje tal de comunicación.
lector correcto, promedio, en el que domi- Así pues, un niño que ya haya aprendi-
na una historia de reforzamiento positivo, do la lectura (en cuanto conducta simple-
el castigo —el imprescindible producido al mente articulatoria) llegará a ser reforzado
percibir de un modo u otro sus propios y controlado por el significado de la mis-
errores— sí puede servir para mejorar la ma en función del grado de adquisición
lectura. Se incrementan las conductas re- de todas las complejidades propias del
forzadas, las dominantes, y disminuyen las lenguaje oral. Es decir, un lenguaje pobre,
castigadas que suelen coincidir con las ex- p. ej. el propio de un medio social defici-
tinguidas por ausencia de teforzamiento. tario culturaímente, no puede facilitar el
En cualquier caso, la influencia inter- control de la conducta lectora en función
personal es inevitable en las primeras fases del texto. Cuando el nivel del lenguaje
del aprendizaje de la lectura. Posterior- del niño es adecuado, las imágenes y las
mente o paralelamente los reforzadores se- emociones provocadas por lo que lee son
rán otros, p. ej., los implicados directa o capaces de reforzar intermitentemente su
indirectamente en la adquisición de la in- conducta lectora. En tal caso, contamos
formación encarnada en lo leído. Cuando con un niño «aficionado a la lectura», un
tal cosa ocurre puede decirse ya que la niño habituado a interactuar compleja-
lectura resulta reforzante por sí sola, sin merite con su entorno mediante el lengua-
intervención ajena, que el sujeto está «ha- je en todas sus modalidades. Además, la
bituado» a leer. No puede olvidarse que lectura queda facilitada por el conocimien-
en los albores del aprendizaje de la lectura to de las palabras y cadenas de palabras
existen otros estímulos que también resul- (locuciones) usuales en el lenguaje, que
tan significativos; entre ellos, las diferen- disminuye así el número de fijaciones vi-
cias o semejanzas existentes entre el nivel suales precisas para leer y comprender.
medio de lectura alcanzado por el grupo y
el conseguido por el niño en cuestión, la Por consiguiente la llamada «lectura
dedicación o frecuencia de lectura de un mecánica» no es más que la lectura contro-
modelo social concreto (p. ej., el padre), lada exclusivamente por los aspectos físi-
los comentarios verbales elogiosos o des- cos, gráficos, visuales, del texto. La «lectu-
aprobatorios de la lectura del niño realiza- ra comprensiva», además, supone que la
dos al margen de la situación escolar, etc. lectura, así como otras conductas inmedia-
tas o mediatas del sujeto, está determina-
Insistimos, los reforzadores sociales son da por los significados del texto. Sin em-
imprescindibles hasta la adquisición de la bargo, el alcanzar la comprensión no im-
lectura propiamente dicha. Como hemos plica unos aprendizajes esencialmente dis-
apuntado ya, en ese momento la lectura tintos de los propios del aprendizaje de la
puede ser «silenciosa» y lo leído resulta «lectura mecánica». Las leyes del condicio-
«comprendido». Los fenómenos que abarca namiento funcionan igual en uno y otro
esta comprensión son muy complejos y he- caso. Las diferencias radican esencialmente
mos aludido a ellos con anterioridad. En en los distintos requisitos conductuales y
esta fase la lectura es reforzada por el sig- circunstancias sociales exigidos por tales
nificado de lo leído. Todo ello correspon- adquisiciones. No pueden, pues, estable-
de al terreno de lo cognitivo y de lo cerse diferencias esenciales entre lo «abs-

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tracto» y lo «concreto», la «forma» y el —la semejanza respecto del modelo escri-
«contenido», el «significante» y el «signifi- to— refuerza la escritura correcta (movi-
cado». Por lo menos en lo que concierne a miento manual) aun prescindiendo de la
la naturaleza de los procesos de adquisi- intervención personal del maestro.
ción. Así pues, unos estímulos visuales neu-
tros, el modelo de escritura a copiar, las
La escritura letras, se constituyen en estímulos discri-
minativos de una conducta manual (escri-
Abordemos ahora la escritura. En un bir) que tiene como consecuencia la apari-
principio, escribir, aprender a escribir, sue- ción de otros estímulos visuales, las letras
le ser copiar, reproducir o imitar ciertas escritas por el sujeto, semejantes a las pri-
conductas manuales que dan lugar a de- meras.
terminados estímulos visuales. El niño de-
ber ir adquiriendo unas conductas motri- Otra cosa es lo que ocurre en la escritu-
ces manuales básicas que suelen desarro- ra al dictado y en la escritura espontánea.
llarse a través de la reproducción de mo- La escritura al dictado implica el aprendi-
delos gráficos. Tales modelos son estímu- zaje de la correspondencia existente en un
los visuales. El niño «escribe» de acuerdo código o idioma dado entre fonemas y
con ellos cuando alcanzan función discri- grafemas. En otras palabras, los estímulos
minativa, cuando controlan su conducta sonoros, auditivos, emitidos por la persona
manual. La reproducción del modelo gráfi- que dicta o habla, deben convertirse en
co, y la consiguiente comparación entre lo discriminativos respecto de las respuestas
realizado y aquél, supone una posibilidad manuales propias de la escritura. Cierta-
de autocorrección (reforzamiento o casti- mente, se trata de un proceso mucho más
go), que se añade a la acción social sufi- complejo que la copia. Un proceso que
cientemente expuesta al tratar de la lectu- comienza por el análisis de los sonidos
ra. Por descontado, el primer modelo a verbales. El .flujo verbal de quien habla,
imitar estaría constituido por la mano del de quien «dicta», debe ser descompuesto
maestro —o equivalente— en el momento en sus elementos. El aprendiz tiene que
de trazar el escrito en cuestión. Existiría, adquirir la habilidad de discriminar los
pues, un modelo manual motor estrecha- fonemas. Este análisis resulta facilitado,
mente relacionado con el modelo escrito. una vez más, por el conocimiento que el
Ambos serían modelos visuales, siendo el sujeto tiene de la palabra o palabras en
segundo fruto del primero, su consecuen- cuestión. Su propia articulación puede ser,
cia en el tiempo. y de hecho es, analizada. La discrimina-
ción de los fonemas oídos suele acompa-
Hasta aquí el proceso que analizamos es ñarse de la discriminación de los movi-
totalmente superponible al del aprendiza- mientos que los sustentan gracias a la pro-
je del dibujo. Las topografías son semejan- pia cenestesia. Una vez los fonemas son
tes y los estímulos discriminativos tam- discriminados por el sujeto, es decir, cuan-
bién. Este hecho ha llevado a algunos do ya puede responder ante ellos diferen-
(FREINET, 1968) a presentar el dibujo co- cialmente, tales fonemas deben ser reteni-
mo requisito del aprendizaje del lenguaje dos secuencialmente manteniendo un or-
escrito, lo que no es sostenible en absolu- den adecuado.
to. Es cierto que el niño, para escribir y A partir de ese instante, y también si-
para dibujar, debe aprender a sentarse, a multáneamente, se va aprendiendo la
situar su cuerpo en cierta posición ante la equivalencia entre el sonido oído y el sig-
mesa, a ejercer una determinada prensión no escrito. Cada fonema queda asociado a
del lápiz, a moverlo y detenerlo en su un grafema. En este momento del proce-
discurrir por el papel, etc. Pero el dibujo so, la superposición entre aprendizaje de
no conduce a la escritura, ni la escritura la lectura y adquisición de la escritura es
precisa del dibujo para su aprendizaje. muy clara. Los fonemas son emitidos ante
Una vez iniciado el proceso, el acierto los trazos de lo escrito y se traza la escritu-

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ra según unos fonemas. Señalemos que el manual controlada por estímulos verbales,
control que los fonemas ejercen sobre la lo significativo, lo discriminativo no es el
conducta de escribir en una situación de significado de tales estímulos sino sus ca-
dictado, no es el único que se produce. racterísticas físicas, sonoras, fonéticas.
Cabe pensar que, especialmente en las Cuenta el sonido articulado, pero no su
primeras etapas de tal aprendizaje, tam- semántica.
bién ejerce control sobre la acción manual
la respuesta visual condicionada provocada La escritura espontánea es el proceso de
por el fonema en cuestión. En tal caso, y mayor complejidad. Las respuestas de la
valga a título de ejemplo, el sonido «pa» escritura carecen de modelo físico inme-
provocada la imagen visual «pa», y ésta, a diato visual o sonoro. Los estímulos discri-
su vez, controlada la operante manual que minativos, no del acto o situación general
lleva a escribir «pa». Precisamente este fe- de escribir, sino de la sucesión de respues-
nómeno es una de las razones que llevan a tas manuales concretas, implican el deno-
subrayar la relación de este proceso con el minado lenguaje interior (conducta verbal
aprendizaje previo de la lectura que per- no manifiesta).
mite el condicionamiento de las respuestas
sensoriales condicionadas concretas. Lógicamente, no puede existir escritura
espontánea sin que previamente se haya
Así pues, la escritura al dictado está con- adquirido la habilidad de escribir copian-
trolada por los sonidos oídos y por las do o escuchando. Y todo ello interactuan-
imágenes literales suscitadas por aquéllos. do y superponiéndose a la lectura. La es-
Ya hemos señalado que el análisis sonoro critura espontánea supone un complejísi-
debe ir seguido de la retención de los fo- mo proceso de codificación y decodifica-
nemas en el mismo orden en que fueron ción, de análisis y síntesis sucesivos e in-
emitidos y escuchados. Precisamente ese tercalados. La precisión de escribir puede
orden, una vez establecidas las equivalen- surgir de la necesidad de transmitir o ma-
cias entre fonemas y grafemas, es el que nifestar una información (carta a un ami-
debe mantenerse en la escritura. La orga- 'go, trabajo solicitado por el maestro, etc.).
nización de los grafemas en secuencias de La información en cuestión es, en primera
letras, en palabras, es el proceso de sínte- instancia, pensamiento: verbalizaciones in-
sis que también encierra la escritura. ternas, imágenes visuales y auditivas, emo-
ciones, y muchas otras cosas. Todos estos
La escritura al dictado asimismo consti- elementos deben ser significantes. Las
tuye una rara variedad de lo que se ha equivalencias han tenido que ser aprendi-
dado en llamar control verbal de la con- das. Una vez elaboradas tales verbalizacio-
ducta motora, fenómeno éste que es pa- nes (respuestas sensoriales condicionadas y
riente muy cercano de lo que LURIA cenestésicas), el sujeto debe proceder a su
(1968) califica como «función directiva» análisis fonémico a fin de entregarse a la
del lenguaje. Tales denominaciones hacen consiguiente transcripción grafémica a la
referencia a que la conducta motora de un que ya hemos hecho referencia.
individuo es susceptible de ser modificada
a través del lenguaje de los que interac- Hemos hablado de lenguaje interior. Su
túan con el o incluso del suyo propio. Se estudio y delimitación es uno de los temas
trata de algo estrechamente implicado en más apasionantes de la psicología actual.
el seguimiento de instrucciones, cumpli- Ciertamente, no vamos a desentrañarlo
miento de órdenes, sugerencias, etc. En aquí. Pero insistamos, la escritura espontá-
todos estos casos la conducta del sujeto nea implica, junto a la inevitable adquisición
depende de una conducta verbal, y más del lenguaje oral, la existencia de una «re-
concretamente del significado de tal con- presentación interior» o imagen del mismo
ducta verbal. Si decimos que el dictado es con capacidad de control suficiente sobre
una rara variedad de este fenómeno es el acto de escribir. Se trata de un autodic-
porque, pese a consistir en una conducta tado donde el modelo —el estímulo dis-

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criminativo— no es la conducta verbal de natario del texto, las respuestas emociona-
otra persona. les del propio escritor al leer lo escrito, la
sonoridad de los fonemas que se manifies-
Señalemos, para finalizar, que los refor- ta mediante su lectura, y mil cosas más.
zadores de esta conducta, la escritura es- En el aprendiz, en el niño, lo reforzador
pontánea, son sumamente complejos, y será sobre todo que su maestro le exprese
muy diversos. Pueden ser las respuestas de un modo u otro la corrección de lo
previstas por el sujeto en el teórico desti- realizado.

ANOMALIAS DE LA LECTOESCRITURA: LA DISLEXIA Y


OTROS MISTERIOS

Llegados a este punto, conviene hablar referirse a un niño no escolarizado por el


brevemente de los retrasos o deficiencias motivo que fuere.
de la lecto-escritura. Si habitualmente fal- De hecho, en la práctica se está califi-
tan ideas claras acerca de lo que la lecto- cando de disléxico a cualquier niño de
escritura es en sí y de sus mecanismos de nivel intelectual correcto, sin anomalías
aprendizaje, es lógico que en las anoma- sensoriales, con escolaridad aparentemente
lías de la lectoescritura el confusionismo suficiente, que no aprende a leer o que no
todavía sea mayor. Cuando un niño, en su lo hace adecuadamente. Esto es lo que
lectura, invierte las sílabas, confunde algu- está sucediendo. Obsérvese que cuando se
nas letras, titubea, se retrasa respecto a sus dice de un niño en tales circunstancias
compañeros, etc., está en condiciones de que es disléxico o que sufre una dislexia,
que le sucedan las cosas más inverosímiles. se le está diagnosticando. No se está di-
Un «especialista» puede decir a sus padres ciendo simplemente que no ha aprendido
que todo ocurre por los «trastornos afecti- a leer correctamente. Si sólo se pretendiera
vos» propios de su traumática primera in- significar esto, se diría así o de modo pa-
fancia. Otro «especialista» puede afirmar recido. Pero, no; se acude a una palabra
que se trata de un problema propio de la que, por el hecho de ser utilizada, se
«estructura de la personalidad» del niño. quiera o no, dice algo más. Se está cata-
O mil cosas parecidas. Sin embargo, lo logando, calificando, clasificando la lectu-
más frecuente es que los «especialistas», ra y el niño en cuestión. Establecer una
incluyendo muchos maestros, digan a los categoría diagnóstica es negar el conti-
atribulados padres que el niño es «disléxi- nuum que, en otro caso, existiría entre los
co», que padece «una dislexia», o que su- disléxicos y los no-disléxicos. El disléxico
fre una «dislexia de evolución». es rancho aparte.
¿Y qué significa realmente decir que un El que ingenuamente se interese por
niño es disléxico? ¿Qué significa realmen- este confuso tema puede pensar que la
te eso que se llama «dislexia»? ¿Cuáles son dislexia debe ser una entidad nosológica
lis consecuencias de este tipo de actuacio- definida; con mayor o menor rigor, pero
nes diagnósticas? Vamos a intentar re- definida. Nada más lejos de la realidad.
flexionar ai respecto. En voz alta y con En una obra realmente interesante, aun-
brevedad. que yo discrepe de ella por el mismo
No se habla de dislexia en el caso de un planteamiento del problema, TORRAS
deficiente mental que no aprende a leer. DE BEA (1977) dedica un ilustrativo
Tampoco se habla de dislexia cuando el apéndice a la «historia» del concepto de
sofeto en cuestión es un niño ciego o sor- dislexia. Su rastreo por el tiempo y por la
do. Asimismo nadie utiliza esa palabra al bibliografía sólo tiene una conclusión:

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confusión. No hay acuerdo alguno ni en alteración genética o un trastorno de la
la definición de la dislexia ni en su etío- lateralización. Todo va en favor de una
patogenia. (De pasada medítese sobre este causalidad interna, intrínseca al individuo.
obligado capítulo o apartado dedicado a la Tampoco cambian cuando se nos dice que
«etíopatogenia» en la mayor parte de las los motivos de la insuficiencia lectora se
obras dedicadas al tema. Se trata de una encarnan en un trastorno de la organiza-
terminología absolutamente médica. Sólo ción témporo-espacial, del lenguaje, de los
se habla de «etíopatogenia» en relación a procesos de simbolización, etc. Tal como
un «trastorno» o «enfermedad».) suelen defenderse estas supuestas causas,
Sin embargo, contamos con una defini- parece que estén ahí, que las sufra el niño
ción (?) «oficial» de la dislexia. Es la acep- sin razón alguna, por arte de birlibirlo-
tada y defendida por la Federación Mun- que, o por alguna anomalía constitucio-
dial de Neurología. Reza así: nal, «madurativa», es decir, orgánica. Si
fuera esto último lo defendido, seguiría-
«Trastorno manifestado por la dificul- mos sin apartarnos de la organicidad. Si
tad en aprender a leer a pesar de no se defiende nada en concreto como
contar con una instrucción convencio- causa de esos supuestos trastornos «inter-
nal, una inteligencia adecuada y medios», nos quedamos igual que antes.
oportunidades socioculturales. De-
pende de ciertas incapacidades cogni- En resumen, para la mayoría, implícita
tivas fundamentales que suelen ser de o explícitamente, retraso en el aprendizaje
origen constitucional» (citado por lector es igual a dislexia. Y dislexia es algo
GORDON MILLICHAP, 1975). que sucede al individuo y que está relacio-
Por consiguiente, como era lógico supo- nado con unos fenómenos descritos por las
ner, la «academia» define sin definir y se palabras «constitución», «herencia», «le-
decanta por el «origen constitucional», es sión», «disfunción», «maduración», «latera-
decir, por la organicidad de la dislexia. Eso lización», etc. Organicidad, señores, orga-
es lo que comprueba TORRAS DE BEA nicidad.
en su obra antes citada. De los autores Pero centrémonos más en el tema. Pue-
que ha revisado, 42 por 100 defienden la de discutirse si el inicio del aprendizaje de
lesión cerebral o el trastorno funcional ce- la lectura, y por consiguiente de su ense-
rebral como causa de dislexia; 27 por 100 ñanza, implica un grado determinado de
creen que existe una alteración hereditaria maduración del sistema nervioso central.
y genética; un 8 por 100 opina que la Y puede discutirse porque apenas hay na-
causa radica en trastornos de la lateraliza- da tan ambiguo, confuso y contradictorio
ción, es decir, de algo que en última ins- como el concepto de maduración, sobre
tancia también hace referencia a caracterís- todo aplicado al cerebro de un niño de
ticas orgánicas. Sumen ustedes los porcen- seis, siete, ocho o más años. Puede discu-
tajes y vean qué conclusión se sigue. Para tirse asimismo, claro está, porque nadie ha
la inmensa mayoría de «especialistas» la podido jamás aislar o definir algún criterio
causa de la dislexia es un trastorno orgá- madurativo fisiológico propio de la lectura
nico. o la escritura. De hecho las palabras «ma-
Y eso es lo que queda implicado en la duración» y «madurez», junto con la de
práctica cotidiana cuando se diagnostica «inmadurez», son moneda de uso corriente,
una dislexia. Eso es lo que se entrevé tras triste cajón de sastre, deus ex-machina de
la etiqueta. Eso es lo que acaban pensan- psicólogos, psiquiatras y educadores, apli-
do los padres del niño afectado y muchos cable absolutamente a todo: lectura, con-
maestros. Y muchos diagnosticadores de ducta social, lenguaje, respuestas emocio-
dislexia. Téngase en cuenta que las cosas nales, sistema nervioso, etc. (Se riza el
no cambian porque se opine que la causa rizo cuando la ambigua e indefinida «in-
es una lesión cerebral, una disfunción ce- madurez» acompaña a palabras de signifi-
rebral (¿qué será exactamente eso?), una cado tanto o más ambiguo e indefinido.

18
Cuando se habla de «afectividad inmadu- los casos de agrafia, afasia, acalculia, etc.,
ra» o de «inmadurez afectiva», por ejem- con las respectivas conductas implicadas.
plo, se está rozando la simple poesía.)
Una vez detectado y verificado el hecho
En todo caso, y en lo que concierne a la indiscutible de la alexia, se cae en la cuen-
lectura, resulta incluso ridículo plantearse ta de que existen niños que experimentan
el tema de la «inmadurez cerebral». Por importantes dificultades y graves retrasos
tanto, dejémoslo de lado. Pero no pode- en el aprendizaje de la lectura. Se trata de
mos olvidar que existe al margen de la niños aparentemente muy normales en
«inmadurez» mucha patología cerebral im- cualquier otra de sus características obser-
plícita en el concepto de dislexia. Una vez vables. La tentación se manifiesta insupe-
más, el ingenuo pensará que cuando el río rable. Dado que ciertas características del
suena... Seamos claros: jamás se ha de- hecho en cuestión son semejantes a algu-
mostrado o verificado la existencia de tras- nas de las observadas en la alexia o dis-
tornos orgánicos que justifiquen la llama- lexia propiamente dichas, la respuesta de
da «dislexia de evolución». Una persona ciertos «autores» ha sido la misma ante
nada sospechosa, el neuropsicólogo BEN- ambos fenómenos: darles el mismo nom-
TON (1966), tras verse obligado a incluir bre y por tanto semejante conceptuación.
en su obra el consabido capítulo dedicado
a la dislexia, lo finaliza así: Probablemente todo empezó cuando
hacia 1917 el oftalmólogo escocés HIN-
«La base neurológica de la dislexia SHELWOOD separó las dificultades en el
evolutiva continúa siendo oscura. La aprendizaje de la lectura observables en
hipótesis que establece que debe resi- muchos niños de otros cuadros como el
dir necesariamente sobre una verda- retraso mental, los déficit sensoriales, etc.
dera afectación cerebral no se ve apo- Para HINSHELWOOD se trataba de la
yada por un número suficiente de «ceguera congènita para las palabras». Se
pruebas concretas.» estaba ante la «dislexia de evolución». Las
pruebas acerca del carácter «congènito» de
Entonces, ¿por qué se sigue utilizando tal «dislexia», sólo estaban en el ánimo del
d diagnóstico de dislexia y, además, con oftalmólogo. Desde entonces hasta hoy
esa semántica de organicidad? Analizando han transcurrido unos sesenta años. La re-
las cosas, contemplándolas a lo largo del tahila de autores dedicados a estudiar la
tiempo, uno piensa que la única explica- «dislexia» durante este tiempo es intermi-
ción posible radica en la rutina, en la nable, pero las cosas no han cambiado.
ausencia de sentido crítico. (Y autocríti- Sigue habiendo niños afectos de ceguera
co.) Sólo razones «históricas», de la histo- congènita para las palabras... Pero si en
ria de la neurología, justifican esta forma un principio sólo los diagnosticaban muy
de actuar. Se trata de la historia de la contados y afamados especialistas, ahora
misma palabra «dislexia». O de su herma- puede hacerlo —y lo hace— cualquier hi-
na: «alexia». jo de vecino mínimamente leído.
En efecto, los términos alexia (o «cegue- La cadena que une al señor HINSHEL-
ra verbal») y otros derivados aparecen en WOOD con el hijo de vecino cuenta con
d ámbito de la neurología para designar múltiples eslabones, forjados en la tradi-
la incapacidad absoluta o relativa para leer ción oral y escrita que ineludible y casi
observable en ciertas personas afectas de impasiblemente se transmiten y han trans-
determinadas alteraciones cerebrales. Al- mitido de unos a otros, desde ORTON
gunas lesiones cerebrales, radicadas en hasta CRITCHLEY, desde QUIROS hasta
áreas más o menos específicas, dan lugar a JADOULLE. Y siempre diciendo cosas se-
una desaparición o pérdida de la conducta mejantes. Y siempre sin aportar pruebas
lectora en sujetos que leían, es decir, que suficientes. Y siempre conceptuando, en
ya habían aprendido a leer. Se trata de un última instancia, al niño como si de un
fenómeno semejante al que se observa en adulto se tratara; de un adulto lesionado

19
cerebral, claro está. Quede claro que cuan- ¿Qué decir de este género de razona-
do se diagnostica de disléxico a un niño miento (?). En primer lugar, algo ya
que no lee correctamente, y esto se hace apuntado previamente. El que un adulto,
de modo semejante a lo que se haría ante al afectarse su cerebro, deje de dibujar
un adulto de rendimiento lector parejo, ciertas figuras geométricas de modo correc-
en términos técnicos podemos decir que se to, no tiene por qué equivaler a que un
está produciendo un simple fenómeno de niño todavía no las dibuje correctamente.
generalización del estímulo. En este caso Recordemos: una cosa es la pérdida de
se trata, claro está, de una generalización una función cerebral y otra cosa la no
gratuita. Y las generalizaciones gratuitas adquisición de una habilidad. Las adquisi-
se engloban, según saben los psicólogos ciones siempre implican interacción entre
sociales, en el área del prejuicio. La pala- individuo y entorno. Las «pérdidas de fun-
bra dislexia, aplicada a un déficit en el ción» pueden explicarse mediante la mera
aprendizaje de la lectura de un niño, es la organicidad.
manifestación de un prejuicio.
Así pues, el que un niño no rinda ade-
cuadamente en el test de BENDER (o en
Los tests «predictivos» y «diagnósticos» el que sea) y además no lea bien, no sig-
nifica obligatoriamente que no lea bien a
En relación, directa o indirecta, con este causa de que no realiza correctamente
tema de la organicidad de la dislexia, pue- ejercicios como los que se le proponen
den hacer su aparición en la escena unos mediante ese test. Si tal cosa sucediera
personajes al parecer ineludibles en nues- querría decir que las conductas precisas
tra psicología de hoy: los tests. para realizar acertadamente el test son re-
quisitos imprescindibles para leer. Al mar-
Veamos una situación típica, real como gen de lo que nos pueda indicar un análi-
la vida misma. Un niño no lee de acuerdo sis conductual de la lectura, lo cieno es
con lo esperable a su edad. Se le adminis- que son muchos los niños que leen correc-
tra el «test de BENDER», consistente en tamente y no realizan adecuadamente el
mostrarle unas figuras geométricas que el test de BENDER. Y esto —podemos afir-
pequeño debe reproducir, dibujándolas en
un papel. Si el niño no rinde de modo marlo con conocimiento de causa— pue-
adecuado en esta prueba, corre el riesgo de ocurrir también con los tests de PIA-
inminente de que se le conceptúe como GET-HEAD, STAMBACK, FROSTIG, etc.
«disléxico». ¿Por qué? Las razones son os- En la práctica sucede que no se adminis-
curas, pero algunas pistas son fáciles de tran estas pruebas a los niños que leen y
seguir. Una de ellas —volvemos a las anda- escriben correctamente. En consecuencia
das— es que determinados lesionados ce- no suele verificarse el hecho que comen-
rebrales —adultos— no realizan adecuada- tamos.
mente este test. (La llamada apraxia cons- Que estos tests suelen realizarse de mo-
tructiva está implicada con ello.) En conse- do anómalo por muchos niños que no han
cuencia, si un niño no ha aprendido a leer aprendido a leer o escribir adecuadamen-
correctamente y realiza de modo deficien-
te el test de BENDER, alguien puede insi- te, es algo que está fuera de toda duda.
nuar o defender que su insuficiente lectu- Muchos son los trabajos realizados que así
ra se debe a una afectación cerebral. Por lo indican. Ahora bien, la existencia de
consiguiente, puede llamarle «disléxico». correlación entre unas variables no supone
Y aún se le calificará así con mayor con- que fatalmente existan relaciones de cau-
vencimiento si el niño en cuestión, al re- salidad entre ellas. El hecho de que los
solver la prueba citada, comete ciertos niños de lectura insuficiente, comparados
errores que se parecen algo a los que ma- con los buenos lectores, propendan a co-
nifiesta al leer, por ejemplo, si dibuja una meter más errores en la señalización verbal
de las figuras invertidas y lee «b» por «d». de las dimensiones espaciales, en la repro-
ducción gestual de secuencias rítmicas per-

20
- Di das auditiva o visualmcnte, en la copia niño determinado, la lectoescritura correc-
de dibujos geométricos, etc., no es razón ta le será imposible.
para suponer que tales habilidades «cau-
«n» la lectura, que su ausencia o déficit Así pues, una batería de tests que abor-
motiven el mal aprendizaje lector. Lo que dara tales habilidades previas imprescindi-
nos dice la estadística —estamos hablando bles permitiría «predecir» e incluso «diag-
de datos que son exclusivamente de índole nosticar», no una «dislexia», sino un retra-
estadística— no es otra cosa que, por so en el aprendizaje de la lectoescritura.
ejemplo, un niño mal realizador del test Baterías real o supuestamente predictivas
áe BENDER tiene más probabilidades de del rendimiento lector hay muchas. Que
coincidir con un niño mal lector que las sean útiles, poquísimas. Que aborden con
«jne tiene un niño de buen rendimiento certeza estas habilidades requisitas o pre-
en aquel test. vias de manera completa, prácticamente
ninguna. ¿Por qué sucede tal cosa? Ya se
Todo esto no se dice aquí a humo de ha apuntado antes: porque tales baterías
pojas. Hay por estos pagos mucho «técni- se elaboran eligiendo entre una serie de
co» suelto que anda diagnosticando dis- tests aquellos que, tras su administración a
h-m* —recordemos que seguimos sin saber una población infantil, más correlacionan
que cosa es .ésta— gracias a tests de con el rendimiento lector actual o poste-
orientación espacial», «ritmo», «percepto- rior de dicha población. Pero tales baterías
anotricidad», «psicomotricidad» y otras lin- nunca se elaboran analizando la lectura (o
dezas semejantes. (Incluso los hay que son la escritura), descomponiéndola en sus in-
capaces de llegar a tal diagnóstico sin ni gredientes, delimitando las habilidades
siquiera analizar la lectura o la escritura realmente previas, es decir, analizando el
dd niño en cuestión.) Y nada de todo proceso de aprendizaje.
esto está justificado. Nadie puede diag-
nosticar una insuficiencia lectora por el Veamos algún ejemplo. La batería de
irndimiento en tests de este tipo. La veri- INIZAN (1963) puede serlo. Tras seleccio-
ficación de anomalías o insuficiencias en la nar trece pruebas siguiendo criterios nota-
fectoescritura sólo puede llevarse a cabo blemente subjetivos, nunca explícitos, y
«metiendo a juicio la lectoescritura del evidentemente ambiguos, el autor consti-
sujeto. El resto es ornamentación. tuye su batería predictiva con aquellas
—ocho— que alcanzan una correlación
En consecuencia, la comprobación de con el rendimiento lector superior a 0.5.
que un niño no reproduce una secuencia Estas pruebas son muy variadas: copia de
rítmica, pongamos por caso, sólo permite figuras geométricas; reconocimiento de di-
diagnosticar» que dicho niño no reprodu- ferencias entre dibujos simétricos; cons-
ce secuencias rítmicas. Y nada más. Para trucciones con cubos; reproducción inme-
poder asegurar que un niño no lee correc- diata de una narración; denominación de
tamente, los tests utilizados debieran te- objetos tras su visualización; articulación y
ner como objetivo la verificación de la no reproducción de ritmos percibidos visual y
existencia en el repertorio conductual del auditivamente. Este conjunto de pruebas
sujeto de una serie de habilidades que alcanza una correlación con el rendimiento
realmente sean requisitos para la lectura o lector de 0.83. ¡Excelente! ¡Ya tenemos
k escritura. La lectoescritura es un com- una «batería predictiva»!
portamiento sumamente complejo que, Pero, ¿puede sorprender una correlación
como todo lo intelectivo, tiene una estruc- tan elevada? No; en absoluto. Esa correla-
turación jerárquica. Así pues, para su exis- ción podía ser predicha de antemano. En
tencia conductual precisa de la presencia efecto, las pruebas son muy variadas y
de otras habilidades más simples, previas, plantean a los sujetos problemas visuales,
•reemplazables, en el repertorio del suje- auditivos, motores, verbales expresivos y
» Si alguna o algunas de estas habilida- comprensivos, retentivos, etc. Y se admi-
des todavía no ha sido adquiridas por un
nistran a niños de maternal. ¿Puede al-

21
guien dudar que una batería de este tipo les, en dos pruebas: reproducción de di-
correlacionará muy elevadamente con el bujos geométricos y discriminación de di-
C.I.? ¿Y no es el C.I. un correcto «pre- ferencias en dibujos. Es esta otra razón de
dictor» del nivel de lectura alcanzado ulte- peso para no considerar las conductas en
riormente? ¿Va a producirse alguna dife- cuestión como previas específicas de la lec-
rencia realmente significativa al predecir el tura.
rendimiento lector futuro de un niño o Estas baterías, repitámoslo una vez más,
grupo de niños utilizando la batería de son variadas, extensas y complejas. Guar-
INIZAN o el test de TERMAN-MERRILL, dan parecido con el test de BINET-SI-
pongamos por caso? No se olvide que es MON o la escala de WECHSLER. Por ello
precisamente alrededor de 0.8 donde suele resultan predictivas. Como esos tests. Pero
situarse la correlación entre C.I. y rendi- esa predicción, esa correlación con la lec-
miento lector. Lo cierto es que las habili- tura o con el rendimiento escolar en gene-
dades implicadas en la batería de INI- ral, no deja de ser una simple verdad de
ZAN, dada la metodología seguida para Perogrullo. Para rendir correctamente en
su elección, no tienen por qué ser requisi- esas baterías o en los tests citados, es pre-
tos de la lectura. Aunque alguna de ellas ciso haber aprendido a hacerlo. En conse-
sí lo sea. cuencia, afirmar una predicción como las
que aquí tratamos no es más que decir
Otro ejemplo de estas baterías, mucho que probablemente aprenderá más aquel
más completo y riguroso, es el constituido que más haya aprendido. Cuantas más ha-
por el conjunto de pruebas diseñado por bilidades haya adquirido un sujeto en un
HIRSCH y JEFFERSON (1968). Estas in- momento dado y cuanto más complejas
vestigadoras trabajaron con 37 pruebas de sean, tantas más habilidades podrá adqui-
todo tipo y acabaron seleccionando para la rir en'adelante y tanto más complejas po-
confección de su I.P. (Indice Predictivo), dran ser éstas. Y, claro está, la lectura es
las siguientes: manipulación del lápiz; seis algo sumamente complejo. Como la escri-
figuras del test de BENDER; discrimina- tura. Ya lo hemos visto. Precisan de mul-
ción auditiva entre pares de palabras; nú- titud de requisitos.
mero de palabras utilizado en la narra-
ción de un argumento; denominación ge-
nérica de grupos de objetos; discrimina- De todo esto pueden extraerse algunas
ción de diferencias en dibujos invertidos; consecuencias. En primer lugar, no hay
emparejamiento de palabras; reproducción tests que puedan diagnosticar «dislexias» o
de dos palabras dichas al empezar la se- retrasos en la lectura o la escritura a no ser
sión. Esta batería permite, según los resul- tests de lectura y escritura propiamente
tados presentados por las autoras, detectar dichos. Segundo, no hay razón para pen-
el 91 por 100 de los niños en edad prees- sar que las «baterías predictivas» comple-
colar que serán malos lectores posterior- jas sean, en términos generales (cálculo de
mente. i probabilidades), mejores pronosticadores
del rendimiento lector que los tests de
De nuevo, nos hallamos ante un con- inteligencia complejos. Tercero, ni los
junto de pruebas suficientemente variado tests de inteligencia complejos ni las bate-
y complejo para tener alta correlación con rías predictivas al uso tienen por qué im-
el C.I. Asimismo, dado el procedimiento plicar habilidades que sean requisitos es-
seguido, tampoco hay garantías de que las pecíficos de la lectura o la escritura (lo
habilidades descritas sean requisitos de la que no excluye que alguna sí lo sea).
lectura. Aprovechemos la oportunidad pa- De hecho, un auténtico test predictivo,
ra señalar que dos baterías complejas co- que alcance una correlación perfecta con el
mo las de INIZAN y de HIRSCH y JEF- rendimiento lector, sólo puede basarse,
FERSON tan altamente correlacionadas como ya hemos dicho, en el análisis del
con el rendimiento lector, tan predictivas, proceso de aprendizaje de la lectura. Al
sólo coinciden, y aún en aspectos parcia- abordar las conductas o habilidades requi-

22
s o s o previas a la lectura, sería un test de la causalidad. Y, claro, se trabajan las
preUctura que, en cuanto tal, sí sería tam- «causas».
bién un test diagnóstico.
Otras veces el niño falla en tests de
«orientación espacial». Los hay de muchos
Todo este embrollo de los tests, tests tipos. Algunos de los más utilizados sue-
que en principio no podemos aceptar co- len basarse en que el niño denomine ade-
mo intrínsecos a la lectura, ha sido puesto cuadamente las fcüfias derecha e izquierda
sobre el tapete por algunas de sus conse- de su propio cuerpo o de otras personas o
cuencias prácticas. En efecto, los niños de un dibujo. Estas habilidades son consi-
que leen mal o insuficientemente y deradas como algo que forma parte de ese
rtan pasado por exploraciones con- cajón de sastre llamado «psicomotritidad»,
vencionales más o menos predictivas o cuando no son más que las respuestas ver-
má«; o menos diagnósticas, corren el riesgo bales ante discriminativos visuales o pro-
de ser «reeducados» (¡hermosa y acertada pioceptivos. Suelen fallar en ellas muchos
palabra! ¡vive Dios!) mediante ejercicios y niños con retraso psicomotor. En conse-
tareas que suelen tener muy en cuenta los cuencia se «reeduca» la «psicomotricidad».
resultados alcanzados en esos tests, incluso Y a ello pueden dedicar largas horas y
marginando sus reales y evidentes proble- numerosas sesiones. Concluyamos: cuando
mas lectores. La enseñanza de la lectura a un niño «reeducado» ya ha aprendido a
niños con déficit —insisto en que la lla- nombrar correctamente su mano derecha y
man «reeducación»—, suele ostentar mu- su mano izquierda —y es sólo un ejem-
chas incongruencias dada esa confusión plo— no tiene por qué estar en mejores
entre correlación y relación causal. Por condiciones de aprender a leer que antes.
ejemplo, supongamos que un niño no lee Puede asegurarse sin duda alguna que la
correctamente y que es sometido a una denominación de las dimensiones espacia-
exploración «psicomotriz». Supongamos les convencionales no es requisito de la
asimismo que se Jeadministra un «test de lectura. Otra cosa sería la discriminación
ritmos». Y supongamos por fin, cosa esta- visual de las dimensiones delante-detrás o
dísticamente probable, que su rendimien- de los elementos primero y último, en
to en tal prueba deficiente. A partir una secuencia de estímulos visuales. Esa sí
del momento que se compruebe tamaña es una habilidad requisita de la lectura y,
desgracia, muy posible que su «reedu- si un niño no la ha adquirido, debe ense-
cador» se dedique a hacerle aprender una nársele (sin «reeducarle» nada).
serie de actividades relacionadas con la re-
producción de ritmos. Y lo curioso es que En resumen, que el niño mal lector,
con seguridad se entregará a tal tarea con para aprender a leer, puede verse someti-
b sana intención de que el niño en cues- do a una serie de exigencias y enseñanzas
tión aprenda a leer. Así nos encontramos que poco o nada tienen que ver con la
a muchos niños que no han aprendido a lectura. Y todo por las falsas concepciones
leer correctamentee —sin que les suceda previas, las tergiversaciones de los resulta-
nada más— dedicados a dar palmadas, dos exploratorios, y la falta de conoci-
mover los pies, percutir tambores, etc., mientos acerca de lo que realmente es la
todo ello, eso sí, de modo muy sincopado. lectura. Y muchas de estas afirmaciones
Y toda esta actividad puede realizarse sin están plenamente comprobadas. Ilustré-
que nunca S¡8 haya demostrado que esas moslo con algún ejemplo. El programa de
conductas sean requisitos de la lectura, es FROSTIG-HORME, dedicado a «reeducar»
decir, sirvan para leer. (Los que dan tanta la «organización perceptiva», puede servir.
importancia a la motricidad, ¿jamás se han Después de los ríos de tinta que ha contri-
planteado por qué puede aprender a leer buido a secretar —obsérvese que el test de
perfectamente un poliomielítico o un niño FROSTIG tiene muchos puntos de contac-
que pasa su vida en una silla de ruedas?) to con el de BENDER—, 11 de 12 estu-
Lo dicho: la correlación se confunde con dios indican qué «los progresos en lectura

23
no pueden ser considerados como resulta- deficiencias en la lectura no son sino tos
do del uso sistemático del programa de que cabe esperar que ocurran con mayor
FROSTIG-HORME». Así pues, para apren- frecuencia atendiendo a las leyes de la
der a leer no es preciso «trabajar» habilida- discriminación. En efecto, ¿puede sorpren-
des como la constancia de la forma, la der que cueste más diferenciar «b» y «d»
orientación espacial, la coordinación viso- que «s» y «t»? ¿O que sea más difícil
manual, la discriminación figura-fondo, distinguir entre «al» y «la» que entre «po»
etc. (GHAMMILL Y WIEDERHOLT, f «ti»? ¿Acaso los estímulos visuales «b» y
1973). «d» no tienen muchos más elementos co-
munes que los estímulos «s» y «t»?, ¿no es
cierto que «al» y «la» constituyen unos es-
tímulos mucho más semejantes que «po» y
Los «errores disléxicos» «ti»? Para entender la mayor frecuencia de
errores en el aprendizaje de algunas de
Pero volvamos a nuestro tema central. estas discriminaciones y la menor frecuen-
Recuerden: la -dislexia. Hemos visto que, cia en las otras, ¿es realmente preciso acu-
al margen del retraso lector, y de la utili- dir a explicaciones más complejas que las
zación de tests que poco dicen, no existen apuntadas? Podemos asegurar que, sin ha-
criterios diagnósticos claros. Sin embargo, ber revisado caso alguno de niño con una
para muchos autores, un factor esencial lectura anómala, cualquier estudiante de
que lleva al diagnóstico de dislexia es el análisis de la conducta es capaz de prede-
género de errores que el sujeto comete. cir los errores que van a ser más frecuentes
GORDON MILLICHAP (1975) es uno de atendiendo exclusivamente a las caracterís-
tantos que tiene a bien enumerarlos. Para ticas de los estímulos y no a las caracterís-
este autor, especialista en «disfunciones» ticas de los sujetos. Pero cuando se habla
(dislexia, disfasia, discalculia, disgrafia, et- de dislexia se califica a los sujetos. Nadie
cétera) de reconocida fama, los errores pro- habla de estímulos visuales —o letras, o
pios de la dislexia son los siguientes: sílabas— disléxicos...

1. Fallos en distinguir letras con imáge- Sorprende que tantos se sorprendan de


nes especulares. que lo difícil tenga un aprendizaje más
2. Inversiones silábicas. costoso que lo fácil. Regresemos a MILLI-
3. Sustituciones de letras. CHAP: ¿Acaso pueden concebirse más
4. Omisiones de letras. errores en la lectura que los citados por él?
5. Adiciones de letras. Prácticamente están todos, incluyendo las
Tras esta enumeración añade: repeticiones, vacilaciones, no lectura, etc.
Aceptemos que quien incurre en estos fa-
«Un niño con dislexia repite el sonido llos es quien no ha aprendido a leer, o
inicial de las palabras, se salta palabras o está aprendiendo, o ha aprendido mal. Lo
líneas, hace pausas entre palabras y fracasa auténticamente grave es el desconocimien-
en pronunciar algunas sílabas de palabras to supino que suele darse acerca de las
nuevas» (pág. 30). leyes del aprendizaje. La psicología del
En la práctica cotidiana vemos cómo es- aprendizaje es probablemente el área más
tos arriesgados supuestos —auténticos desarrollada de la psicología científica con-
atentados científicos— se concretan asi- temporánea. Sin embargo, una gran parte
duamente. «Luisito debe ser un disléxico del enjambre de personas preocupadas por
porque invierte sílabas; muchas veces lee la lectura, ni siquiera conocen la portada.
"la" por "al".» «Sonia seguramente tiene ¿Cómo lamentarnos —porque algunos nos
una dislexia porque confunde a menudo lamentamos apenada y sinceramente— de
" p " y "q".» ¿No les suena esta melodía? que a nuestros maestros nadie les enseñe
las leyes del aprendizaje, si afamados y
Intentemos aclarar las cosas. Todos esos populares «especialistas» en estas materias
errores tan «típicos» de muchos niños con carecen incluso de ropa interior?

24
En este punto no resisto la tentación de sas, pues van desde las pruebas de
ncar a colación un ejemplo entre muchos satisfacción por parte del enseñante
«ros. Nadie puede dudar de que MI- hasta el acceso a la cultura, de la
CHEL LOBROT es uno de los más impor- misma manera que las sanciones por
tantes teóricos de la pedagogía contempo- el fracaso son terroríficas, ya que con-
cánea. Su intervención en ese vigoroso sisten en una especie de exclusión so-
movimiento denominado genéricamente cial, o en todo caso en un aislamiento
«Pedagogía institucional» ha sido decisiva. escolar. A pesar de esto, hay niños
Diversos Estados han confiado en su aseso- que no logran aprender a leer y a
da para encauzar sus realizaciones educati- escribir» (págs. 42-43 de la edición
vas. Pues bien, MICHEL LOBROT (1972) castellana).
tiene escrita una interesante obra dedicada
a ia lengua escrita y sus anomalías. No se He aquí, pues, cómo una personalidad
trata de hacer aquí una crítica de dicha de la talla —por lo menos en cuanto a
obra. Señalaré tan sólo que, a mi modo sonoridad— de LOBROT centra su exposi-
«le ver, junto a reflexiones y planteamien- ción y crítica de las «teorías del aprendiza-
tos realmente interesantes, incurre en afir- je» en algún escrito o trabajo que no cita
maciones absolutamente gratuitas cuando en absoluto y que data de ¡1920! Y él
no ingenuas. Pero vayamos a lo que en escribe la obra que comentamos en 1972.
este momento interesa. En una obra dedi- Para LOBROT esos 52 años parecen haber
cada al aprendizaje de la lectura y a sus transcurrido en el vacío, en la nada. Todo
anomalías, un especialista en enseñar y sigue como entonces. Nada ha cambiado,
aprender, es capaz de despachar la que se nada nuevo se ha producido, nada se ha
ha dado en llamar «Psicología del aprendi- aportado. Sinceramente, realizaciones de
zaje» con las siguientes palabras: este orden me parecen de una falta de
seriedad radical. Aunque —y esto es lo
«... la dislexia pone en duda las ela- peor— no suelen pasar de ser simples ma-
boraciones más eruditas de los teóri- nifestaciones de ignorancia, una ignoran-
cos del aprendizaje, especialmente los cia que, por otro lado, es muy propia de
americanos de los años 1920, que co- nuestra vecina intelligentzia francesa, tan
rresponden «grosso modo» a las creen- casera, tan narcisista ella. Observen: en la
cias espontáneas del pensamiento po- obra que comentamos, LOBROT utiliza
pular. Según estas elaboraciones y una bibliografía de 158 citas. De estas
creencias, todo aprendizaje obedece citas sólo 16 corresponden a autores no
al proceso de «consolidación». Esto es, franceses o de cultura francesa. Y en nin-
ante todo la presentación, «exposi- gún caso se menciona trabajo alguno co-
ción» del objeto del aprendizaje, y rrespondiente a las teorías del aprendizaje,
secundariamente el conjunto de re- la enseñanza programada de la lectura, la
compensas ligadas a la acción de psicología del condicionamiento, etc. Ni
aprender. Según estas elaboraciones y un solo autor anglosajón ni del área socia-
creencias, basta que esta presentación lista europea que se inscriba en estas áreas
se haga un número suficiente de ve- ha merecido la cita de LOBROT (no diga-
ces y que las recompensas existan pa- mos ya su aprobación).
ra que el aprendizaje se produzca ne-
cesariamente. Ahora bien, si hay un Y ocurre que cuando un autor como
terreno en que estas presentaciones y LOBROT expone sus criterios tiende a de-
recompensas abundan y sobreabun- sinformar y a confundir a los que partici-
dan, es ciertamente el del aprendizaje pan de parecida falta de información.
de leer y escribir. En todas las socie- Conste que si me entretengo en el ejem-
dades desarrolladas, el niño pasa por plo LOBROT es puramente por verificar
lo menos un curso entero aprendien- cada día la notable y parcialísima influen-
do a leer y a escribir exclusivamente y cia que sobre nuestros preocupados por el
las recompensas del logro son inmen- niño tienen los autores franceses, encerra-

25
dos en una cultura que han identificado la haber hallado que un «18 por 100 de
con el ombligo del mundo. Es muy difícil trabajos hablan de trastornos emocionales
en un párrafo tan breve como el antes como estando en la base del desarrollo
reproducido decir tantas medias verdades, disléxico». Asimismo se dice que la causa
junto con algunas falsedades de evidente de la dislexia radica en alteraciones de la
envergadura. No es cierto que los «teóricos función simbólica, o del esquema corpo-
del aprendizaje» digan que para aprender ral, o de la función de repetición, etc.
basta «exponer» ante el sujeto el «objeto Por descontado que es preciso aceptar la
del aprendizaje» y recompensarle. Jamás existencia de «trastornos emocionales» en
nadie ha afirmado tal cosa. Para aprender la mayor parte de los niños que no apren-
es imprescindible que el sujeto actúe, res- den a leer correctamente. Sin embargo, en
ponda, no esté pasivo. LOBROT no sabe cada uno de ellos habrá que plantearse si
lo que es un proceso de discriminación. la perturbación emocional era previa al
LOBROT no tiene ni ¡dea de lo que es un fracaso lector o consecuencia del mismo o
reforzamiento. Confunde un aprendizaje ambas cosas a la vez. Asimismo es posible
molecular, simple, con un aprendizaje que algunas de las habilidades implicadas
molar, complejo. Plantea las «recompen- en esos complejos conductuales denomi-
sas» como algo implicado en saber leer, nados «función simbólica», «esquema cor-
cuando el problema técnico y práctico es poral», «función de repetición» y otros,
qué reforzadores actúan cuando «pa» es sean requisitos reales de la lectura. En tal
leído como «pa». Nos dice que las sancio- caso pueden darse anomalías en el apren-
nes por el fracaso son terroríficas —cosa a dizaje lector si esas habilidades son insufi-
veces cierta— cuando lo aversivo es la pro- cientes o inexistentes. Sin embargo, plan-
pia experiencia de fracaso. Plantea tales tear esas supuestas causas es dejar sin res-
«sanciones» como castigo que debiera su- puesta a'la pregunta principal: «¡Por qué
primir errores, desconociendo los efectos es insuficiente la función simbólica de un
desorganizadores de la ansiedad e ignoran- niño? ¿Por qué no existe suficiente cono-
do lo que es un comportamiento de evita- cimiento del llamado esquema corporal en
ción. Y corona el cuadro diciendo que cienos casos? ¿Por qué está alterada la
quien pone en duda las teorías del apren- función de repetición?
dizaje es... ¡la dislexia! Curiosamente
vuelve la oración por pasiva. Precisamente Tales preguntas, sólo admiten una de
son las.teorías del aprendizaje, mejor, los dos respuestas. O estas anomalías tienen
fenómenos reales, plenamente verificados, una etiología orgánica o no la tienen. Si
del aprendizaje, quienes ponen en duda se defiende que la tienen, debemos volver
la dislexia. Partiendo de la universalidad a referirnos a la crítica de la organicidad
de las leyes del aprender, leyes naturales como fundamento de la dislexia. Si se
al fin y a la postre, la dislexia se diluye postula que carecen de base orgánica es
entre los dedos. que constituyen otras tantas insuficiencias
de los respectivos procesos de aprendizaje,
Más cerremos este paréntesis. puesto que todas estas habilidades son
aprendidas, adquiridas. (Confiemos que a
estas alturas nadie va a salir a la palestra
Dislexia sin organiádad defendiendo su innatismo.)
Hemos planteado nuestra crítica al con- Así pues, si eliminamos la organicidad
cepto de «dislexia» en función de la orga- (herencia, constitución, lesión, disfúnción,
nicidad en él implicada. Sin embargo es sexo, etc.) de la dislexia, nos quedamos
preciso reconocer que en este momento exclusivamente con el proceso de aprendi-
son bastantes los autores que aceptan la zaje de la lectura. Es decir, debemos cen-
existencia de una dislexia sin etiología or- trar el problema en toda la interacción
gánica. TORRAS DE BEA (1977), en la individuo-medio concerniente al aprendi-
revisión bibliográfica ya antes citada, seña- zaje de la lectura (y de la escritura). Si lo

26
anómalo es exclusivamente el proceso de porque'lee mal. Esta circularidad explica-
aprendizaje, podemos hablar de «anomalía tiva tiene connotaciones curiosas, pero
del aprendizaje de la lectura», de «retraso siempre perjudiciales para el niño. Si lee
de la lectura» o, quizá lo mejor, de *retra- mal porque es disléxico y no porque se le
to específico de la lectura». Al utilizar la enseña o ha enseñado mal, ya podemos
palabra «retraso» hacemos referencia indi- responsabilizarlo a él de su mala lectura.
recta a los procesos de aprendizaje al tiem- Y lavarnos las manos.
po que subrayamos la separación en rendi- Por otro lado, dar un nombre —«dis-
miento lector respecto del niño promedio. lexia»—, tras una serie de exploraciones más
Al calificarlo de «específico de la lectura» o menos sofisticadas, es un acto propio de
corroboramos la integridad de los otros una situación médica o paramédica. Quié-
aprendizajes. Pero no «diagnosticamos»; rase o no, en un acto de tal índole se
describimos. De hecho, no es ésta nove- roza, cuando no se plantea paladinamen-
dad alguna, y mucho menos una origina- te, la noción de enfermedad, de trastorno.
lidad personal. Hay excelentes trabajos ya Los padres del pequeño sobreentienden
en los que se niega el concepto de dislexia esto tras el etiquetado. Otras veces ya se
f el abordaje del problema lector se reali- les presentan así las cosas desde un princi-
za a través de ese tipo de catalogación pio. La reacción suele ser ambigua. Por un
«véase RUTTER y YULE, 1975). lado, acostumbra a producirse un cierto
sosiego porque «ya se ha llegado a un
Pero retomemos el hilo. Lo cierto es
diagnóstico». Se rompe la incertidumbre
que hay quien defiende la existencia de
gracias a palabras de un «especialista». «Ya
una supuesta entidad denominada «dis-
sabemos qué tiene el niño: es un disléxi-
kxia», sin organicidad. Por tanto su etiolo-
co*. Por otro lado, aparece una ansiedad
gía sería «psicológica», es decir, emocional,
nueva. Algo pasa al niño. Está enfermo o
pedagógica, motivacional. El problema
por lo menos es diferente a los otros. El
que provoca este planteamiento, aun reco-
tiempo que transcurre hasta «curar la dis-
nociendo el acierto que supone la no
lexia» es un tiempo vivido desasosegada-
aceptación o inclusión de la organicidad
mente. Y, además, el niño es «reeduca-
ecológica, es el establecimiento de una
do». No se le enseña a leer correctamente,
categoría diagnóstica gratuita.
se le reeduca. Y el proceso puede durar
Podemos ponernos de acuerdo —sería tiempo. Y el niño ir progresiva y gradual-
un convenio— en hacer sinónimo «dis- mente cobrando conciencia de que algo le
lexia» de «retraso lector», o de «lectura in- ocurre. En casa, ante el psicólogo, en la
suficiente», o de «lectura incorrecta». Po- consulta del psiquiatra, junto a su reedu-
demos hacerlo. Pero los resultados de esta cador, tendrá múltiples ocasiones de ver
sinonimia no son neutros. Ni tienen por cuánto se diferencia de sus compañeros,
qué ser inocuos. Fíjense: el diagnóstico cuántas cosas tiene que hacer que los de-
«dislexia», como todo diagnóstico, queda más no hacen. Y, además, no lee correc-
plenamente referido al sujeto, describe tamente. La autoimagen, global o parcial-
una característica del individuo. En conse- mente, se hace negativa. Y aparece la an-
cuencia, nada nos dice de la historia de siedad. Y sus secuelas: desorganización,
aprendizaje ni de su estado actual en el conductas de evitación, etc. Todo ello en
niño en cuestión, que es realmente donde interacción con unos padres no plenamen-
reside el problema. Estos diagnósticos dan te serenos, quizá bastante angustiados,
lugar a esas explicaciones circulares tan con un maestro liberado de responsabili-
frecuentes entre nosotros. Un niño no lee dades o hiperresponsabilizado, con unos
correctamente. Se observa su mala lectura compañeros superiores a él en su rendi-
y se dice que es un disléxico. A partir de miento escolar.
ese instante puede decirse que lee mal Estamos refiriéndonos a un axioma bien
porque es un disléxico; del mismo modo conocido de la llamada psicología médica.
quizá también se diga que es un disléxico El acto diagnóstico no es neutro. Las pala-

27
bras catalogadoras cuentan con significado —de «dislexias»— en los niños de habla
emocional. El diagnóstico adquiere credi- inglesa que en los niños castellanoparlan-
bilidad a partir de la posición de prestigio tes. Además, cuando la casi totalidad de
o poder de quien diagnostica. Para el pro- los niños de lengua castellana saben leer
fesional, diagnosticar es un comporta- correctamente a los 10 años de edad, mu-
miento socialmente reforzado y por tanto chos de lengua inglesa todavía leen con
de alta frecuencia. Para el diagnosticado importantes dificultades a los 14 años. Es
algo cambia de sí mismo, de su imagen, claro que las complejidades fonéticas y la
de su conducta, tras el diagnóstico. Y el falta de correspondencia unívoca entre fo-
diagnóstico también modifica el entorno. nemas y grafemas hace mucho más difícil
Los espejos encarados van devolviéndose el aprendizaje de la lectura y escritura en
entre sí la imagen reflejada. inglés. Si no fuera así, si en verdad no se
tratara de un problema de aprendizaje de
Así pues, sinceramente creo que es pre- unas discriminaciones más complejas en
ciso rechazar el concepto, el término mis- un idioma que en otro, en una palabra, si
mo de dislexia (y muchos otros semejan- lo significativo no radicara en factores am-
tes), para pasar a describir, previo análisis, bientales (los idiomas), habría que pensar
procesos y situaciones. Con el mismo áni- —seamos lógicos— que la raza sajona, sus
mo pienso que no es un juego de palabras genes, sus neuronas, es inferior a la latina,
el defender expresiones como «retraso es- por lo menos en los que a la lectura se
pecífico de la lectura». O de la «escritura». refiere... También debiera dar que pensar
O de «ir en bicicleta». Sin más. No nos la existencia de más retrasos en el aprendi-
estamos refiriendo a fenómenos especiales, zaje de la lectura entre los niños pobres
con entidad propia. Insisto: no abordamos que entre los niños ricos. ¿Habrá que su-
características específicas de un niño, sino poner que sus cerebros son diferentes?
de su historia de aprendizaje, concreta- Quizás; sin embargo, es más probable que
mente del aprendizaje lector. esas «dislexias» de los niños de nivel socio-
A título de digresión, permítaseme una económico bajo se resuelvan mejor me-
sola ilustración. diante la lucha de clases o un programa
pedagógicb adecuado que a través de la
Es archisabida la mayor frecuencia de manipulación neurona! o genética.
retrasos en el aprendizaje de la lectura

LA ORGANICIDAD RELATIVAMENTE CIERTA


DEL RETRASO LECTOR

Todo cuanto llevamos dicho nos vuelve Una excelente aunque breve revisión de
a conducir al tema de la organicidad en el PAULS y KIDD (1981) aporta una escla-
déficit de aprendizaje de lectura. Hemos recedora luz sobre el tema en cuestión. Es
apuntado la ausencia de datos dignos de evidente que existe retraso específico en la
credibilidad en favor de la organicidad. lectura de carácter familiar. Concretamen-
Aunque de pasada hemos rozado el tema te, y ya en el año 1950 HALLGREN,
de la influencia genética en los retrasos trabajando con una muestra de 116 casos
específicos de lectura, parece conveniente de retraso lector (89 varones y 27 hem-
aportar en este momento algunos datos al bras), descubre que en sus 391 parientes en
respecto. Porque lo cierto es que no puede primer grado, también habían resultado
negarse cierta influencia biológica en ciertos afectados por el retraso 160, es decir el
casos de retraso específico de lectura. Y que 40,9 por cien.. En concreto, habían expe-
dicha influencia, cuando existe, parece se- rimentado retraso específico de la lectura
guir los canales prescritos por la herencia 47 por cien de los padres y hermanos, 38
biológica. por ciento de las madres y 35 por cien de

28
ks hermanas. Este trabajo, ya veterano, sólo era experimentado por 9 hermanos de
sugería, a juicio de su autor, la existencia los afectados.
de un rasgo dominante autosómico cuya En cualquier caso la significativa mayor
expresión era modificada por el sexo. concordancia de retraso en la lectura expe-
Ulteriores estudios han seguido aportan- rimentada por los gemelos monozigóticos
do datos semejantes. sugiere claramente k existencia de un fac-
tor genético determinante, o por lo menos
En el año 1967, ZERBIN-RUDIN lle- predisponente, de k anomalía a la que
vó a cabo un importante, y casi definitivo, estamos haciendo referencia. No obstante,
estudio gemelar. Por un lado, estudió 17 el hecho de que la. correlación entre geme-
pares de gemelos monozigóticos. Halló en los monozigóticos no alcance sistemática-
ellos que, en el 100 por cien de los casos, mente el 100 por cien, como el trabajo de
ambos miembros de la pareja estaban afec- BAKWIN ha indicado, sugiere la influen-
tos de retraso lector. En cambio al estudiar cia paralela de factores ambientales. Como
34 parejas de gemelos dizigóticos, sólo 12 han concluido PAULS y KIDD (1981),
de esas parejas incluían a ambos miembros «el retraso en la lectura es familiar y,
como afectos de retraso en la lectura. suponemos que, por lo menos en parte, k
Según refieren PAULS y KIDD (1981), razón de esta frecuencia familiar del tras-
todos los estudios realizados después del' torno reside en un mecanismo genético
que acabamos de comentar, excepto uno, subyacente. Lo que desconocemos es en
han confirmado que el retraso lector se qué consiste dicho mecanismo genético. Se
produce en los d&s componentes de cual- han propuesto distintos modelos, siendo el
quier pareja de gemelos monozigóticos, mencionado con mayor frecuencia el de
cuando, claro está, uno de ellos experimen- una dominancia autosómica con una pene-
trancia reducida y modificada por el sexo».
ta dicha anomalía.
Estas conclusiones nos parecen altamen-
Según parece, el trabajo que constituye te significativas. Hacen hincapié en k pre-
k excepción es el de BAKWIN (1973). disposición o disposición más que en la deter-
Este investigador estudió 31 pares de ge- minación definitiva. La interacción con el
melos monozigóticos, uno de cuyos miem- medio es imprescindible aún en esos casos
bros ostentaba retraso específico en k más claramente contabilizables. Y la inte-
lectura, observando que el otro miembro racción con el medio es, en el campo de la
de la pareja experimentaba el mismo tras-' lecto-escritura, eso que llamamos el proce-
torno en 26 de los casos. Sin embargo, al so de aprendizaje, es decir, el procéso de k
estudiar 31 pares dizigóticos, el trastorno enseñanza del niño.

FRECUENCIA DEL RETRASO ESPECIFICO


DE LA LECTURA

Todo cuanto hasta aquí se ha dicho fiar del término «dislexia». Hemos preferi-
debiera servir como preámbulo —largo do el de retraso específico de la lectura o, si se
preámbulo— para delimitar qué es lo que quiere, de trastorno del desarrollo de la lectura.
debe entenderse por retraso específico en Creemos que este tipo de expresiones no
k lectura. Una vez la definición fuera la determina etiologías y carece de connota-
adecuada, habría que preguntarse de inme- ciones tanto neurológicas como emociona-
dkto por la frecuencia o incidencia del les. De hecho, la segunda de ellas es la
trastorno. utilizada por el DSM-III (1980). Dentro
de ese sistema taxonómico, el trastorno en
Hemos sugerido con anterioridad ks cuestión es definido como «un déficit sig-
distintas razones que nos llevan a descon- nificativo en el desarrollo de la habilidad

29
de leer, no relacionado con la edad crono- lectora. Para que un niño quedara incluido
lógica, la edad mental, o la escolaridad dentro de esta clasificación debía obtener
inadecuada». Por otro lado, indica que un en un test individual de lectura una pun-
«déficit significativo» es algo que difiere tuación de veintiocho meses como mínimo
según la edad, aceptándose que puede por debajo de su edad cronológica. En
considerarse así un desfase de uno o dos segundo lugar, delimitaron los criterios del
años en el aprendizaje de la lectura en las retraso lector. Este calificativo implicaba un
edades comprendidas entre 8 y 13 años. rendimiento en un test individual de lectu-
ra cifrado en veintiocho meses como míni-
Por supuesto, como es muy propio del mo por debajo del nivel predicho en fun-
DSM-III, en ningún momento se hacen ción de la edad del niño y de su cociente
precisiones de índole etiológica. Subraya- intelectual medido mediante la escala de
remos, de pasada, que se hace hincapié en Wechsler.
que la sintomatología más frecuentemente
asociada con el trastorno en cuestión es de Pues bien, utilizando estos criterios ob-
carácter verbal, lingüístico. Es más, se tuvieron una prevalencia del 6,6 por 100
subraya la incidencia de dificultades en el en lo que a torpeza lectora se refiere y del
lenguaje y en el habla de los familiares de 3,7 por 100 en lo que a retraso lector
los sujetos afectos. Esta precisión permite concierne. YULE subraya que el 8 por
poner de manifiesto el absurdo, tan difun- cien de estos casos se superponían.
dido entre nosotros, de buscar la pista de
los retrasos lectores por el camino de la Analizados diferencialmente, se observó
psicomotricidad y sus derivados. que en general los niños afectos de torpez?
lectora tendían a presentar anomalías neu-
Por fin, el propio DSM-III postula co- rológicas y del desarrollo asociadas a dicho
mo criterio diagnóstico el rendimiento ob- trastorno. En cambio, los niños con retra-
tenido por el niño afectado en tests de so lector fundamentalmente propendían a
lectura estandarizados y administrados in- experimentar trastornos del lenguaje. Por
dividualmente. Se espera que el niño con otro lado, la proporción de varones/hem-
trastorno del desarrollo en la lectura rinda bras en el caso de la torpeza era de 2/1, y
en dichos tests de modo significativamente de 3,3/1 en el caso del retraso lector. En
inferior al esperado dado su nivel escolar opinión de los autores (YULE, 1981), los
su edad cronológica y su edad mental. . niños con retraso lector, definido tal como
No queda bien definido en el DSM-III hemos citado anteriormente, parecen cons-
la cuantía del retraso preciso en orden a un tituir un subgrupo significativo tanto psi-
correcto diagnóstico. Se trata, por supues- cológica como educativamente.
to, de algo arbitrario. Es ésta una cuestión Por fin, subrayaremos que un tercio de
estrechamente ligada con la incidencia del los niños afectos de retraso específico de la
trastorno en la población general. En efec- lectura, presentaban un comportamiento
to, según el criterio sea más estricto o más antisocial clínicamente significativo. Este
lato, las incidencias serán menores o ma- hecho lleva a los investigadores a formular
yores. la hipótesis de que ciertos comportamien-
tos delictivos pueden ser consecuencia de
Ello nos lleva de la mano a abordar la las respuestas desadaptativas propias del
epidemiología del retraso específico de la fracaso escolar. Por nuestra parte, creemos
lectura. Para ilustrar este punto vamos a que estas asociaciones fenoménicas ponen
resumir brevemente algunos de los presu- de manifiesto la estrecha relación existente
puestos y resultados del estudio de la isla entre el retraso lector, los llamados «tras-
de Wight realizado por el equipo de RUT- tomos del aprendizaje» y los «trastornos
TER. Nos centraremos ahora en los datos del comportamiento», evaluando estos úl-
suministrados por YULE (1981). Este timos tal como lo hace el antes menciona-
grupo investigador definió las dificultades do DSM-III.
en lectura según dos criterios distintos. Por
un lado, definieron la denominada torpeza En cualquier caso conviene poner de

30
relieve que, según el estudio epidemiológi- los que pueda defenderse la existencia de
co que estamos comentando, la prevalencia factores biológicos predisponentes, el aná-
del retraso específico de la lectura quedaría lisis del proceso de aprendizaje resulta
simada entre un 3,7 por cien y, en todo definitivo para entender lo sucedido. Por
caso, un 6,6 por cien. Hay que comparar otro lado, no es preciso plantearse la orga-
estas cifras con el 15'20 por cien que tan nicidad en términos exclusivamente gené-
frecuente es en las estadísticas americanas, ticos. También los casos de afectación
estadísticas que han venido a difundir el cerebral, cuando ésta pueda demostrarse,
alarmismo más desatado en el campo edu- deben ser evaluados del mismo modo. No
cativo y escolar. Se trata de un fenómeno hay duda de que una afectación cerebral es
basado en la utilización de criterios muy compatible con el aprendizaje de la lecto-
poco restrictivos y muy mal delimitados, escritura, por lo menos eso es lo que debe
cosa que ha ocurrido en otros cuadros o afirmarse en líneas generales. Es evidente
síndromes como es el de la hipercinesia o que existen niños con lesiones cerebrales
hiperactividad infantil (trastorno deficitario manifiestas, demostradas, capaces de apren-
de la atención según la versión del der a leer con toda perfección. Además,
DSM-III). conviene no olvidar que las hipótesis loca-
lizacionistas resultan claramente trasnocha-
Poco podemos decir de lo que sucede en das especialmente cuando de los aprendi-
España, dado que los trabajos epidemioló- zajes complejos se trata.
gicos, tanto en el campo de los trastornos
de la lectura como en cualquier otro, Por fin, conviene señalar otra cara de la
brillan por su ausencia. Sin embargo, la misma moneda. CELESTIN FREINET
influencia del alarmismo americano, junto (1968) afirma, y no tenemos por qué
con la contaminación de las deformaciones dudar de sus palabras, que en sus escuelas
conceptuales provenientes del área francesa jamás había visto un sólo niño disléxico.
han dado lugar a la divulgación de un Y FREINET no seleccionaba sus alumnos.
concepto cualitativo y cuantitativo del pro- Dicho pedagogo simplemente utilizaba lo
blema que nos ocupa, con características que él denominaba los «métodos natura-
claramente deformadas y deformantes. les», una técnica pedagógica que en la
práctica imposibilita que un niño inicie la
En este modesto trabajo intentamos po- lectura sin contar con los requisitos para
ner de manifiesto la insuficiencia de las ello. Y a quien esto escribe le es sumamen-
concepciones organicistas —y secundaria- te agradable citar a este pedagogo por
mente de las exclusivamente emociona- hallarse totalmente alejado de sus plantea-
les—. Pretendemos poner de manifiesto la mientos, aunque bastante cercano de algu-
necesidad de que en la minoría de casos en nas de sus realizaciones.

CAUSAS DE RETRASO EN EL APRENDIZAJE DE


LA LECTOESCRITURA

Según se ha dicho ya, el aprendizaje de den retrasar o impedir la adquisición de la


la lectura es el resultado de una situación lectoescritura —y de muchas otras habili-
social, como casi todo aprendizaje comple- dades— en las edades y situaciones habi-
jo. Ello supone que es en la situación de tuales. Pero también es cierto, por lo me-
aprendizaje de la lectura y en todas sus nos teóricamente, y en la mayor parte de
implicaciones donde será preciso investigar los casos prácticamente, que introduciendo
la «patogenia» de un retraso lector. Es en la situación de aprendizaje las modifi-
cierto que la mayor parte de las afectacio- caciones adecuadas pueden alcanzarse
nes cerebrales, incluyendo las condiciones unos niveles correctos de lectura y escri-
orgánicas del llamado retraso mental, pue- tura.

31
Esta última afirmación, con sus matices con toda seguridad, es un niño que no lee
hipotéticos, deja de ser dudosa o probabi- o que «no lee bien».
lística cuando se trata de esos niños que
plantean retrasos más o menos importan- Ya sabemos que es frecuente oír hablar
tes y específicos de su lectoescritura y que, de retrasos en h lectoescritura por «blo-
como ya hemos visto, suelen ser diagnosti- queos emocionales», «problemas afecti-
cados de «disléxicos». Es decir, puede afir- vos», «inhibiciones». En muchos casos, es-
marse paladinamente que, excluyendo tas expresiones carecerán de significado o
ciertas alteraciones orgánicas graves en las aplicación alguna, siendo sólo prejuicios
que incluimos el retraso mental y las ano- del observador. En otros, supondrán que
malías sensoriales, todos los retrasos en el se ha intuido la causa, el problema, pero
lenguaje escrito infantil se deben a deter- no se da con la descripción verbal adecua-
minadas características de las situaciones da por desconocimiento de los fenómenos
de aprendizaje. que están en juego.
Es cierto que la lectoescritura puede
Luego no cabe hablar de «retrasos ma- quedar retrasada en un niño excesivamen-
durativos», «disfúnciones», «disarmonías», te emotivo, es decir, en un niño que ma-
«insuficiencias específicas endógenas», etc. nifiesta y experimenta muchas respuestas
Estos términos no son más que verbaliza- emocionales excesivas, perturbadoras.
ciones interpretativas de un fenómeno cu- Cuando la lectoescritura, o la escolaridad
ya esencia desconoce quien las utiliza. toda, le resulta aversiva, no sólo tenderá a
Pero conviene tener una idea clara de lo «inhibirse» (respuestas de evitación), sino
que es una situación de aprendizaje. Es que la persistencia de la acción punitiva o
cierto que lo más importante radica en la coercitiva puede dar lugar a auténticas
especial y concreta interacción que se esta- perturbaciones de índole emocional. Ya
blece entre maestro y alumno en el mo- hemos aludido de algún modo a estos he-
mento específico de la enseñanza de la chos al referirnos al aprendizaje de la lec-
lectura y la escritura. Pero también lo es tura.
que las conductas allí manifestadas, espe- Sin embargo, la existencia de respuestas
cialmente por parte del niño, son conse- emocionales ansiosas en las situaciones de
cuencia de los condicionamientos sobreve- aprendizaje escolar o la falta de conductas
nidos en situaciones similares anteriores. hábiles básicas imprescindibles para iniciar
En otras palabras, el niño puede no el aprendizaje de la lectoescritura, puede
aprender porque la situación de aprendi- deberse a acontecimientos extraescolares,
zaje, considerada en sí misma, aquí y aho- con frecuencia familiares.
ra, está planteada erróneamente, ineficaz-
mente. Pero también puede fracasar por- Imaginemos, por ejemplo, un niño que
que hayan estado erróneamente plantea- ha recibido, a lo largo de la primera época
das las situaciones de aprendizaje anterio- de su vida, gratificaciones indiscriminadas,
res al momento en que se manifiesta el ayudas excesivas, reforzamiento por con-
problema. ductas consistentes en «no hacer», ausencia
de normas claramente establecidas, falta
En efecto, un niño que inicia su apren- de oportunidades para aprender conductas
dizaje con una programación de estímulos nuevas, es decir, todo aquello que suele
deficiente, una ausencia persistente de re- conllevar esa conducta paterna y/o mater-
forzamiento de sus aciertos, una acción na llamada «sobreprotección». Ese niño
correctora fundamentalmente punitiva, tiene grandes probabilidades de fracasar
una exigencia claramente superior a sus en las situaciones de aprendizaje escolar,
niveles reales, etc., suele ser un niño sin puesto que carece del repertorio de con-
«interés por la lectura», con respuestas ductas imprescindible. El aprendizaje es-
emocionales más o menos acusadas, con colar —y, por ende, de la lectoescritura—
posibles «desadaptaciones escolares», y, requiere, entre otras cosas, el manteni-

32
miento de una postura corporal concreta, por su ausencia. Para lo cual —pido per-
una cierta continuidad en la tarea inicia- dón por la obviedad— es preciso que las
da, un determinado control de la conduc- habilidades en cuestión sean realmente re-
ta en función de órdenes verbales, la no quisitas. Ya me he referido antes a todos
evitación de la relación interpersonal, la esos niños que, sin haber aprendido a leer
experiencia de que los reforzadores suce- bien, pasan días, meses, y aún años, en
den a cierto «esfuerzo», la tendencia a que manos de «reeducadores especializados»,
el propio comportamiento del adulto pre- dedicados a mejorar unas habilidades que
sente controle el del niño y no a la inver- quizá nada tengan que ver con los fallos
sa, etc. El niño «sobreprotegido» típico ca- de su lectoescritura.
rece de estos requisitos. Luego no rendirá
académicamente, no aprenderá. La situa- Por supuesto, dada la organización je-
ción escolar le resultará aversiva dado el rárquica de las habilidades humanas, cual-
fracaso y otros avatares. Y puede tener quiera de las conductas previas a la lectura
respuestas emocionales anómalas. que no se dé en el repertorio de un niño,
puede deber su ausencia a la inexistencia
En resumen, los retrasos e insuficiencias de sus propios comportamientos requisi-
habituales en la lectoescritura pueden de- tos. Y así sucesivamente.
berse a:

1. Ausencia de las conductas o 2. Factores propios de la situación


habilidades previas a la lectoescritura de aprendizaje (o de enseñanza)
propiamente dicha
Se trata de las conductas llamadas «re-
quisitas» en la jerga de la especialidad. Aquí está implicada toda la interacción
Partimos de un hecho: lectura y escritura existente entre enseñante, enseñado y ma-
son comportamientos sumamente comple- terial de trabajo. Estos factores que traban
jos que implican combinaciones y asocia- el aprendizaje de la lectoescritura pueden
ciones de otros más simples. Cuando esas clasificarse así:
habilidades más simples no hayan sido ad- a) Estímulos discriminativos inadecua-
quiridas, el inicio del aprendizaje de la dos o mal programados. La programación
lectoescritura no será satisfactorio. Las con- de los estímulos discriminativos constituye
ductas «requisitas» son múltiples, abarcan- la materia prima de los llamados «méto-
do desde la discriminación visual entre el dos» de enseñanza de la lectura. El mate-
primero y último de una serie hasta, pon- rial de trabajo puede ser deficiente, al
gamos por caso, la prensión del lápiz. Así margen de las relaciones interpersonales
pues, si son requisitas de la lectoescritura que se establezcan entre enseñante y
y no se hallan en el repertorio del sujeto, alumno. Habitualmente, en el ámbito es-
lectura y escritura no se adquirirán de mo- colar, la programación de la lectura debie-
do adecuado. ra ser muy individual, muy pensada para
Precisamente la determinación del nivel cada niño, especialmente en el inicio de
alcanzado en cada una de las habilidades su aprendizaje. Los niños de una clase, al
previas o requisitas por parte de un niño empezar a leer, inmediatamente antes de
de insuficiente lectoescritura, es una fase empezar a leer, no tienen por qué estar
imprescindible, la primera, de su enseñan- igualados en lo que a requisitos de la
za. Así pues, en casos de este género, con lectura se refiere, a no ser, claro está, que
carencias previas, esa labor que absurda- la escuela haya trabajado para que así sea
mente se suele llamar «reeducación de la y lo haya conseguido. Lógicamente habrá
lectura» (o «de la psicomotricidad», o «del diferencias individuales que pueden ser
niño»; ya vimos: cualquier cosa) supone importantes. No todos los niños podrán
enseñar o implantar en el niño en cues- ser medidos por el mismo rasero. Así
tión las conductas requisitas que brillan pues, la lectura deberá empezarse a ense-

33
ñar a cada niño a un nivel de complejidad se, conocer las exigencias conductuales
coincidente con su nivel de requisitos. concretas y reales del método.
Los fallos o errores más frecuentes con- b) Contingencias de respuesta inade-
sisten en quemar etapas, en dar por su- cuadas o insuficientes. Sabemos que el
puesta la consecución de ciertos aprendi- aprendizaje de una operante exige, entre
zajes imprescindibles sin la consiguiente otras cosas, su reforzamiento. Si las res-
verificación. Sin comprobarlo, en el seno puestas correctas del niño no son reforza-
de un grupo escolar no debiera darse por das (aprobadas, corroboradas, sonreídas,
hecho aprendizaje alguno en área alguna, felicitadas, comprobadas, etc.) tales res-
pero especialmente en la lectoescritura. puestas no tienen por qué aumentar de
Recordemos que se trata de unas conduc- frecuencia. Esta es una de las razones por
tas, lectura y escritura, sumamente com- las que los aprendizajes iniciales de habili-
plejas, de niveles de integración progresi- dades de este género sólo pueden —o de-
vamente superiores. En una estructura bieran ser— individuales. Se precisa la in-
conductual así jerarquizada, cualquier teracción directa, inmediata y en principio
aprendizaje no realizado o erróneamente continua de enseñante y niño. El reforza-
realizado puede conducir a la incapacidad miento de las respuestas correctas es lo
lectora total o, más comúnmente, parcial. único que permite que los estímulos dis-
Tampoco podemos olvidar que el maes- criminativos (letras, textos, etc.) sean ta-
tro no siempre tiene ideas claras acerca de les. Por otro lado, ya se ha dicho, el refor-
la programación de la lectoescritura. En la zamiento implica las respuestas emociona-
formación de muchos enseñantes brilla les positivas imprescindibles para el apren-
por su ausencia el conocimiento de los dizaje en general y para la adecuada rela-
distintos niveles de complejidad de las ción niño-maestro.
conductas implicadas. Muchas veces suele Asimismo, el castigo sistemático (críti-
desconocerse lo que debe enseñarse prime- cas, correcciones, expresiones faciales, in-
ro y lo que debe enseñarse después, aque- sultos, comparaciones negativas, observa-
llo que debe enseñarse como un fin en sí ción del éxito de los demás, etc.) puede
mismo y aquello que debe enseñarse por impedir el aprendizaje satisfactorio de la
ser requisito de otra enseñanza posterior. lectoescritura. Recordemos que el castigo
sistemático, al ir asociado a unos estímulos
Las discusiones acerca de la idoneidad
determinados (letras, libro, maestro, papel
de los métodos, p. ej., el llamado «glo-
y lápiz, etc.) permite que tales estímulos
bal», y el llamado «analítico», no suelen
demostrar más que desconocimiento de las adquieran también función aversiva. En
leyes del aprendizaje y de la propia lectu- tal caso, despertarán la ansiedad del niño,
ra. Ya vimos que sus diferencias-residen lo que pondrá en marcha sus conductas de
fundamentalmente en exigir inicialmente evitación, tendiendo a desorganizarse la
al niño unas discriminaciones (y generali- conducta general y bloqueándose el apren-
zaciones) molares o moleculares respectiva- dizaje académico propiamente dicho. (BA-
mente, como fase previa a la homogenei- YES, 1977; TORO, 1978.)
dad total. En consecuencia, para un niño En consecuencia, ausencia de reforza-
concreto, uno de tales métodos sería más miento y castigo sistemático o excesivo son
recomendable que el otro —o los otros, los dos errores básicos del sistema de con-
cualesquiera que sean— siempre que en el tingencias, los que en primera instancia
repertorio conductual de dicho niño exis- deberán ser tenidos en cuenta. Pero pue-
tieran las habilidades previas correspon- den hacerse otras precisiones, planteando
dientes a las exigencias discriminativas las cosas a mayor nivel de profundidad.
propias del método en cuestión. Y asegu- En lo que al reforzamiento se refiere, cabe
rar tal cosa supone explorar o saber de que en el ánimo del maestro esté la inten-
antemano los niveles discriminativos espe- ción de reforzar sistemática e intermiten-
cíficos del niño y, cosa que suele olvidar- temente los aciertos del niño, pero que

34
este le dé escasas opciones por la incorrec- en los aprendizajes académicos. El fracaso
ción de sus respuestas. No cabe duda que en ellos incrementa la ansiedad estable-
en tal caso, el error reside en una exigen- ciéndose un círculo vicioso típico.
cia excesiva. Supone que no han sido
aprendidas y por tanto no han sido refor- Al margen de lo escolar, están ciertos
zadas unas respuestas o conductas más factores que el niño aporta a la situación
simples que las actualmente pretendidas. en función de las circunstancias familiares.
Este hecho nos llevaría a la «programación Ya hemos hablado antes de las consecuen-
de estímulos» antes citada. Todo niño cias negativas de la actitud sobreprotectora,
puede ser reforzado, y por ende aprender, careciendo el niño de disposiciones básicas
si las exigencias se adecúan a su nivel de para el trabajo o para ser controlado por
habilidades o conocimientos. un adulto en situación de grupo, al tiem-
po que goza de muy escasa resistencia a la
Otro aspecto a valorar es la incoherencia frustración. Podemos mencionar aquí la
de las contingencias. Un mismo niño pue- actitud punitiva en la que el control fami-
de estar sometido a contingencias diferen- lia sobre la conducta del niño se pretende
tes en función de su conducta de lectoescri- ejercer mediante el castigo, provocándose
tura. Es posible que mientras su maestro así una ansiedad muy frecuente que no
tiende a programar su aprendizaje y refor- tiene por qué quedar reservada al medio
zar sus respuestas de modo correcto, su familiar, trasladándola el niño consigo a la
madre, pongamos por caso, intentando escuela, con la consiguiente repercusión en
«ayudar» tienda a exigir a destiempo, a las actividades que se desarrollen en su
castigar sistemáticamente, etc. En casos seno.
parecidos, no sólo hallamos los efectos Pudieran enumerarse aquí ciertas condi-
perjudiciales de quien actúa erróneamen- ciones generales que afectan muy directa-
te, sino también los propios de una nor- mente al organismo del niño. Cabría citar
mativa incoherente, reflejada en una pro- desde la miopía o la hipoacusia —tantas
bable desorganización de la lectoescritura veces existentes y tantas veces desapercibi-
del niño en cuestión. Y, con toda proba- das— hasta la desnutrición, pasando por
bilidad, en la desorganización de otros estados gripales, sueño escaso, menguado
comportamientos. ejercicio físico, etc. Son factores que influ-
c) Condiciones generales inadecuadas yen en los rendimientos dada la modifi-
o aversivas. En este capítulo pueden citar- cación que suponen en el sustrato orgáni-
se multitud de factores. La situación en co del aprendizaje. Claro está, si algunas
que se desenvuelve la relación niño-ense- de estas condiciones afectan al niño, no
ñante que debe dar lugar al aprendizaje un día o una semana, sino durante perío-
de la lectoescritura puede estar interferida dos significativos de su aprendizaje, los
por muchas circunstancias adversas. La ins- déficits pueden ser graves, al tiempo que
titución escolar, en cualquiera de sus ele- en ciertas circunstancias del grupo escolar
mentos que actúen sobre el niño, puede también cabe que pasen desapercibidos.
dar lugar a una estimulación aversiva exce- Las consecuencias se suelen ver más tarde.
siva al margen de lo que ocurre en la El maestro, al igual que el niño, aporta
«clase de lectura o de escritura». Un niño a la situación de aprendizaje una serie de
concreto puede estar ansioso por el recha- influencias que nada tienen que ver con
zo de sus compañeros, por el trato que le los aspectos más tecnológicos de la ense-
da «el profesor de matemáticas», por la ñanza. También para él la tarca de ense-
forma de abordar por parte de la dirección ñar puede constituirse en estimulación
sus problemas de conducta, por las burlas aversiva condicionada. Si la dirección de la
que recibe su obesidad, etc. Cualquiera escuela es conflictiva, si la remuneración
de estas circunstancias, y muchas otras, es insuficiente, si su integración en el
dada la generalización de estímulos y res- equipo de enseñantes es mediocre o nula,
puestas, puede dar lugar a interferencias si las condiciones concretas de trabajo son

35
inconvenientes, en resumen, si su situa- el anterior, dedicado a los «factores pro-
ción sociolaboral general provoca su ansie- pios de la situación de aprendizaje». Pero
dad, el aula, el material de trabajo, los he decidido plantearlo aparte por ostentar
niños pueden provocársela también. Y el el conjunto de conductas problemáticas a
maestro angustiado, o irritable, o nervio- que ahora hacemos referencia ciertas carac-
so, o deprimido, evidentemente no va a terísticas muy específicas. Con el nombre
enseñar con «normalidad». Los errores se de conductas excesivas perturbadoras nos
multiplican. referimos a un conjunto de comporta-
Citemos de pasada algo que suele olvi- mientos que resultan prácticamente in-
darse: la influencia del niño, de cada ni- compatibles con el aprendizaje académico,
ño, y de su rendimiento sobre la conducta y por tanto con el aprendizaje de lectura y
del maestro. La atención del niño, sus escritura. Tales conductas suelen denomi-
miradas, sus sonrisas, su seguimiento de narse corrientemente —y aun eruditamen-
instrucciones, cada uno de sus aprendiza- te— de distintos modos: distraibilidad,
jes correctos van a reforzar las conductas falta de atención, hiperactividad, inquie-
correspondientes del maestro y a satisfa- tud psicomotriz, excitabilidad, etc. En tér-
cerle emocionalmente. Pero el niño proble- minos técnicos podemos decir que el co-
ma, de conductas perturbadoras, distraí- mún denominador a todas ellas consiste
do, revoltoso, que rinde mal, que no en que los estímulos discriminativos espe-
aprende, va a conseguir efectos opuestos. cíficos de la situación de aprendizaje (li-
Se trata de un niño que realmente castiga bro, voz y palabras del maestro, silla y
a su maestro. Y éste tenderá a irritarse, a pupitre, mirada y mano del maestro, pa-
angustiarse, a emocionarse negativa y ex- pel y lápiz, etc.) no controlan las conduc-
cesivamente ante él. Las respuestas del tas deseadas (leer, escribir, mirar, estar
maestro ante un niño así y ante su propia sentado, callar, etc.). También puede de-
ansiedad pueden ser múltiples, desde la cirse que otros estímulos (el compañero
evitación (sacándolo de la clase, omitiendo sentado junto a él, el roce de la tiza de la
«preguntarle», «olvidándolo» como proble- pizarra, el cabello de la niña que está
ma, procurar que pase de curso o cambie sentada delante suyo, el panorama que
de escuela, etc.) hasta la agresividad más o muestra el ventanal, etc.) controlan una
menos velada (críticas, insultos, expulsio- serie de conductas indeseables para la si-
nes, etc.), pasando por el desconcierto, el tuación de aprendizaje (volver la cabeza y
cambio frecuente de normas, los rechazos hablar, reír y mover las piernas, estirar el
y los pretendidamente compensadores cabello de la niña, asomarse al ventanal,
«acercamientos», sin olvidar el frecuentísi- etcétera).
mo y abonadísimo atribuir todo lo que Todo este cúmulo de comportamientos
ocurre a la familia del niño o, lo que es perturbadores, tormento frecuente de pa-
peor, a algo «que le pasa» al alumno, algo dres y maestros, constituye algo sumamen-
«interno» o «inconsciente». En cualquiera te complejo dada la gran cantidad a aso-
de estos casos, el maestro, sometido y con- ciaciones estímulo-respuesta, situacionales
trolado por la conducta del niño, se con- y biográficas, que suponen. Son muchas
duce de tal manera que no consigue ense- las causas a considerar al margen de ciertas
ñar bien, que es de lo que se trata. irregularidades neurológicas que no hacen
Para el enseñante, el imprescindible al caso. Vamos a referirnos a las más habi-
análisis conductual objetivo de la situación tuales.
de aprendizaje de los alumnos implica el
situarse a sí mismo en el seno mismo de la Muchas de estas conductas perturbado-
situación analizada. ras suelen asentarse sobre el fracaso esco-
lar. Si las conductas adaptadas, sentarse,
callar, leer y escribir correctamente, etc.,
3- Conductas excesivas perturbadoras no son reforzadas, los estímulos que de-
Este apartado quizá pudiera incluirse en bieran controlarlas no lo harán así, dejan-

36
do al sujeto «libre» de someter otras con- modo u otro. Mediante ellas el niño evita
ductas a otros estímulos. Si un niño fraca- hacer aquello que suscita su ansiedad.
sa por carecer de requisitas para las exi- Esta especie de división de factores es
gencias en un momento dado, no puede totalmente descriptiva. En los casos co-
experimentar reforzamiento alguno, y no rrientes, suelen darse todos conjuntamente
se darán las conductas deseadas, pudiendo aunque en dosificaciones diferentes. El ar-
darse otras. Si un niño, para poner otro quetipo sería un niño con unas conductas
caso, sí tiene las conductas o habilidades hiperactivas ya condicionadas en el medio
imprescindibles y carece de suficiente de- familiar, que inicia sus aprendizajes con
dicación de su maestro, tampoco será re- cierto fracaso por las dificultades que
forzado con la intermitencia deseada y plantean tales conductas a un maestro con
ocurrirá lo mismo: tendrá ocasión de po- demasiados alumnos en clase, aumentan-
ner en marcha muchas de las conductas do las perturbadoras por los intentos del
(obsérvese que éste es uno de los más maestro en orden a «corregirlas» directa-
graves inconvenientes de las clases dema- mente (reforzamiento), manteniéndolas
siado numerosas, en las que se hace invia- por las respuestas del grupo, experimen-
ble la imprescindible individualización de tando una ansiedad leve pero creciente,
la relación maestro-alumno). empeorando los rendimientos, imitando
Asimismo, las conductas perturbado- quizá al maestro si actúa punitivamente,
ras tienen su dinámica propia. Muchas de apareciendo cierta agresividad manifiesta o
ellas están reforzadas por la atención social encubierta en el niño, y veinticinco mil
del grupo o de algún miembro del grupo: hechos más que hacen de todo ello una
carcajadas, miradas, sonrisitas, comenta- situación sumamente compleja. Y fre-
rios, colaboraciones concretas, etc. Otras cuente.
muchas veces, al igual que ocurre en el Apuntemos que la solución de este tipo
ámbito familiar, tales comportamientos de situaciones, la supresión de estas con-
cuentan con el reforzamiento social del ductas perturbadoras, no puede pasar ex-
propio maestro. En efecto, las miradas al clusivamente por la extinción de las mis-
niño que «se distrae» o «hace el tonto», los mas. En todos los casos va a ser preciso, y
comentarios, los avisos, es decir, toda la a veces de modo exclusivo, el conseguir un
interacción social mantenida merced a ta- rendimiento suficiente y suficientemente
les conductas puede, y de hecho debe, reforzado. Si existen conductas incompati-
actuar como reforzamiento de los propios bles con las conductas de aprendizaje aca-
comportamientos que se pretenden su- démico, el educador debiera plantearse co-
primir. mo objetivo primordial el incremento de
estas últimas. Sólo cuando tal cosa esté en
Por otro lado, todo niño ansioso por el trance de ocurrir, debiera abordar la su-
motivo que sea (castigo familiar, rechazo presión de las perturbadoras. En otras pa-
del grupo, fracaso escolar, relación negati- labras, y ciñéndonos al tema que nos ocu-
va con el maestro, etc.) es susceptible de pa, si un niño presenta deficiencias en su
manifestar su desasosiego a través de un lectoescritura a causa de sus conductas per-
comportamiento desorganizado del tipo turbadoras de la situación de aprendizaje,
que comentamos. Y ello ocurrirá en la va a ser necesario enseñarle a leer y escri-
mayor parte de los casos usuales. (Por des- bir para que disminuyan aquéllas.
contado en casos más extremos aparecerán
conductas emocionales más intensas: llan- De modo quizá excesivamente esque-
to, agresividad, etc.) mático, podemos afirmar que en un mo-
mento dado de la escolaridad de un niño
Muchas de estas conductas perturbado- —en un momento dado del aprendizaje
ras deberán ser catalogadas como conduc- de su lectoescritura— no es tan cierto que
tas de evitación, puesto que el fracaso es- no aprende porque se distrae o se mueve
colar suele estar siempre presente de un mucho, como que se distrae y se mueve

37
mucho porque no aprende. Pero ambos en que la especialización del profesional y
fenómenos ocurren. Por eso hablamos de la especificidad de la técnica deberán ser
círculo vicioso. Se trata de una interacción mayores, las conductas requisitas que de-
de factores. ban aprenderse inicialmente serán más
simples, la cantidad de asociaciones entre
Todos los factores que hasta aquí hemos estímulos, respuesta y reforzamientos ten-
citado como posibles causantes de un drá que ser muy superior, los modelados
aprendizaje insuficiente de la lectoescritu- («shaping») de las respuestas y las atenua-
ra no se excluyen entre sí, ni mucho me- ciones («fading») de los estímulos deberán
nos. Por el contrario, suelen ser comple- ser más minuciosos y precisos, el tiempo a
mentarios y normalmente unos se dan co- dedicar tenderá a incrementarse, etc. Pero,
mo consecuencia de los otros, dada la repetimos, las etapas del aprender, las ta-
evolución temporal de la conducta. En reas del enseñar, son esencialmente las mis-
consecuencia un niño puede carecer de ha- mas para todos los niños.
bilidades requisitas, pongamos por caso,
lo que interfiere la situación actual de Este planteamiento conlleva una conse-
aprendizaje, apareciendo una serie de con- cuencia de indudable trascendencia peda-
ductas perturbadoras. Todo, pues, puede gógica, profesional, e incluso ética. En lo
y suele darse en muchos niños. Pero esta que a la lectoescritura se refiere —así co-
artificiosa disección puede facilitar —eso mo en la mayor parte de los aprendiza-
pretende— el análisis de cada caso. jes—, no es válido, ni honesto, responsa-
bilizar o culpar a un niño en concreto de
Aunque pueda parecer una perogrulla- su fracaso. La responsabilidad, la culpa es
da, de todo lo dicho se desprende que la siempre del método, y por consiguiente
«terapéutica» o «reeducación» de los retra- de quien lo elabora o aplica. La existencia
sos en lenguaje escrito consiste en enseñar de niños «difíciles» implica la aplicación
a leer y escribir al niño en cuestión. Pero de técnicas inadecuadas o la intervención
tal enseñanza implica una gran cantidad de personas incapacitadas, por lo menos
de factores, todos los hasta aquí citados, y para la tarea en cuestión.
aún otros que no se han apuntado para
evitar la prolijidad de la exposición.
Un planteamiento psicológico, terapéu-
El maestro, reeducador, psicólogo o tico o pedagógico auténticamente científi-
cualquier persona, especializada en corre- co exige de quien lo adopta una autocríti-
gir los retrasos de la lectoescritura debe ca permanente, la disposición mantenida
saber programar los estímulos, administrar de autocorregirse, la adaptación continua-
las consecuencias de cada conducta, acon- da de la acción a los resultados de la
sejar a la escuela del niño, modificar las misma. Ello sólo es posible sin dogmatis-
conductas de los familiares del niño que mos: con humildad; sin falsas suficiencias;
causen parte de sus insuficiencias, analizar con auténtica información.
y controlar sus propias reacciones, etc. To- Todo ello tiene graves implicaciones en
do ello es enseñar a leer y escribir al que la práctica. Un niño que no ha aprendido
va retrasado. a leer adecuadamente, ni puede quedar
relegado, abandonado, «porque es así» o
Ahora bien estas tareas no son esencial- «porque es disléxico», ni puede ser exigido
mente distintas de las que deben ponerse punitivamente «porque es un gandul» o
en práctica al plantearse la enseñanza de «porque hay que apretarle mucho», ni
la lectoescritura del retrasado mental, el puede ser tratado o reeducado «con tanto
paralítico cerebral, o cualquier tipo de ni- afecto y cariño» que resulte gratificado
ño cuya insuficiencia esté plena y clara- precisamente por no leer. Y, sin duda,
mente «justificada» por la patología que cotidianamente, todo esto se da; ya lo
padezca. Las diferencias básicas radicarán creo que se da.

38
4. Anomalías cognitívas analizar si el déficit en la lectura se debía
básicamente a los procesos perceptivos o a
Los últimos tiempos han visto cómo se los procesos mnémicos implicados en di-
acumulaba información en favor de inter- cha actividad. Sus conclusiones apuntan a
pretaciones cognitívas de determinadas al- que los déficit de codificación y de organi-
teraciones implicadas en el retraso específi- zación de la información recibida parecen
co de la lectura. El tema central se identi- ser los responsables de los problemas expe-
fica con el procesamiento de la informa- rimentados por los malos lectores. Asimis-
ción. Posiblemente hayan sido MORRI- mo, han apuntado que tales déficit no son
SON y COLS. (1977) quienes más aporta- exclusivamente verbales, sino que se apli-
ciones hayan realizado en este área, un área can a las formas abstractas así como a las
que viene a complementar las anomalías letras.
determinadas por la situación de aprendi- Hacemos hincapié en este enfoque por-
zaje definida tal como se ha hecho en los que, quizá,, pudiera servir de enlace funda-
anteriores apartados. Es evidente que el mental entre las supuestas anomalías o
sistema visual, elemento central en la lec- disposiciones biológicas y los retrasos lec-
tura, recibe una gran cantidad de informa- tores en algunos de los casos en que éste
ción. No obstante esta información se se produce. En cualquier caso, si el centro
pierde por completo a menos que resulte del problema residiera en una anomalía
atendida, codificada, y transferida a la me- cognitiva, la «terapéutica» continuaría sien-
moria a corto plazo. MORRISON y COLS. do la misma, es decir, una pedagogía bien
se han dedicado a través de una serie de hecha, y, por tanto, individualizada, per-
investigaciones notablemente sofisticadas a sonalizada.

39
SEGUNDA PARTE

Test de análisis de
lectura y escritura
(T.A.L.E.)
Elaboración del test
JUSTIFICACION DEL TEST también, por ser la situación escolar de
claro carácter interpersonal, de las conduc-
Han sido varias, complejas y entrelaza- tas «sociales». La relación con el maestro y
das, las razones que nos han llevado a la con los compañeros implica unos estímu-
elaboración del Test de Análisis de Lectura los discriminativos y condicionados y unas
y Escritura (T.A.L.E.). Recordando que contingencias de trascendente significa-
todo test no es más que un instrumento ción.
de medida, una situación estándar para la
recolección de datos, las razones o motivos Pues bien, en ese complejo contexto, la
de la elaboración del T.A.L.E. pueden re- lectura y la escritura se erigen como pie-
dras de toque básicas. Su «fragilidad» es
sumirse como sigue, atendiendo a los dis- evidente. Su identificación con los retrasos
tintos campos de su posible aplicación: escolares es prácticamente total. La lectura
y la escritura se constituyen en auténticas
encrucijadas de fenómenos psicológicos de
a) Asistencia todo tipo, en complicado rompecabezas.
Cualquier fallo en cualquier pieza desen-
Es bien sabido que en el campo de la cadenaría el retraso, el no aprendizaje.
psiquiatría infantil y psicología escolar, el
insuficiente rendimiento del niño consti- Por consiguiente, el psicólogo infantil,
tuye el objeto de consulta más frecuente, el equipo psiquiátrico, debe contar con un
seguido a notable distancia por cualquier instrumento diagnóstico que le permita,
otra anomalía. Además, cuando el retraso lo más detallada y rápidamente posible,
escolar no es el objeto central de la con- averiguar el nivel general y las característi-
sulta, es habitual que se presente como cas esenciales de la lectura y escritura del
«otro síntoma» acompañante del esencial. niño problema en cuestión.
Nadie puede sorprenderse de que las cosas Puede pensarse que para ello no se pre-
sean así puesto que el rendimiento escolar cisa de una prueba concreta, que basta la
habitual supone una actividad obligatoria observación y análisis directo de la lectoes-
para todo niño, cuyas exigencias debe sa- critura del niño de que se trate. En parte,
tisfacer forzosamente cualquiera que sea su es eso algo muy cierto. Sin embargo, dado
repertorio básico de conductas específicas. que el diagnóstico implica la delimitación
Y tales conductas o habilidades son com- de todas las características del lenguaje es-
plejísimas, implicando de un modo u otro crito que diferencian al niño problema del
muchos —quizá la mayor parte— de los normal, es preciso conocer los niveles y
aprendizajes previos del niño en cuestión. frecuencias de las características esenciales
Obsérvese que no se trata tan sólo de las de la lectura y escritura de la población
conductas denominadas «académicas», sino normal, promedio, correspondiente a la

43
edad y lo nivel escolar del niño en estu- ra suministrar un test de lectura y escritura
dio. No basta oírle leer o verle escribir, sin como el que se propone. Obsérvese que
más. Es preciso, en éstas como en muchas también el «reeducador» precisa de la
otras conductas, comparar,. constatar, no comparación con la población normal, en
juzgar intuitivamente. la medida en que su tarea tiene que cen-
Obsérvese que hemos hecho hincapié en trarse en lo ciertamente deficitario o erró-
las «características» de la lectoescritura. neo. Y esto siempre es una consideración
Queremos significar con ello que no basta relativa, pero tal relatividad debe precisar-
con el estudio de variables como velocidad se con referencia a la población promedio
de lectura, cantidad de errores, compren- de edad y/o nivel escolar.
sión de un texto, etc. Aunque se trata de Todo esto no significa que el diagnósti-
unos elementos imprescindibles, para un co y la «reeducación» o enseñanza especial
auténtico análisis de la conducta escrita y de las insuficiencias de la lectura o escritu-
leída resultan claramente insuficientes, de- ra deban limitarse a la administración de
masiado groseros. una prueba como el T.A.L.E. Habitual-
La necesidad de llegar al diagnóstico de mente se vienen utilizando diversas bate-
deficiencias aparentemente «pequeñas» o rías de tests que están destinadas a anali-
«sin importancia» radica en que todo diag- zar distintas «aptitudes» del niño. Pese a
nóstico debe conllevar las bases de la reha- que muchas de las empleadas con cierta
bilitación. La fijación del nivel de lectura frecuencia merecen grandes dudas acerca
y escritura de un niño deficitario supone de su relación con la lectoescritura, no
en realidad y en términos del análisis ex- cabe duda que algunas son francamente
perimental de la conducta, fijar el nivel útiles —p. ej., ciertos tests de «organiza-
basal de todas y cada una de las caracte- ción perceptiva visual»— tanto para el
rísticas esenciales. Sólo a partir de esos diagnóstico como para la enseñanza. Sin
cimientos, de ese punto de partida, es embargo, para que tal utilidad sea cierta
posible elaborar adecuadamente el perti- forzosamente debe ocurrir que las conduc-
nente programa de rehabilitación, es decir, tas exigidas y medidas por tales tests sean
de enseñanza. conductas realmente imprescindibles para
la lectura o la escritura, es decir, formen
Esta afirmación lleva implícito algo que, pane ineludible del repertorio de conduc-
no por sabido, deja de ser trascendente. tas requeridas. Y, tristemente, ello ocurre
No existe un programa de enseñanza váli- muy pocas veces.
do para todos los niños con retrasos en la
lectoescritura. Existen, eso sí, unas leyes En consecuencia, el estudio de ciertas
del aprendizaje, del condicionamiento, conductas implicadas en la lectura y la
que son universales y cuya identidad debe escritura, y no consistentes explícitamente
quedar reflejada en la tecnología que se en leer y escribir, pueden resultar impres-
aplique. Pero sus concreciones a cada caso cindible si los resultados de un análisis
son, de algún modo, únicas. La tan caca- detallado de la lectura o escritura indican
reada «personalización de la enseñanza» que la deficiencia —p. ej., la falta de dis-
nada tiene que ver con lo que a veces no criminación entre letras distintas— implica
es más que una extraña mística de las la existencia de unos repertorios de habili-
relaciones entre niño y maestro. En térmi- dades situados a niveles claramente infe-
nos objetivos, tal «personalización» no riores a los mínimos exigidos por el test de
puede ser otra cosa que la programación lectura o escritura. Asimismo, la adminis-
de los aprendizajes del niño en cuestión, tración de otros tests puede realizarse para
junto con la aplicación de una técnica de verificar ciertas hipótesis elaboradas tras la
enseñanza específica, cimentada por com- obtención de los resultados del test en
pleto en un análisis lo más detallado posi- cuestión.
ble de las conductas de lectura y escritura.
Por fin, el reeducador, el psicólogo, el
Este «análisis detallado» es lo que debie- psiquiatra infantil deben contar con un

44
instrumento que, a través de sucesivas ración», sea con cualquier otro objetivo. Si
aplicaciones, les permita considerar la efi- la razón de obrar así es una mayor eficacia
cacia de los programas y medidas adopta- en la enseñanza de la lectoescritura, los
das para la enseñanza de cada niño pro- criterios de homogeneización no pueden ser
blema. La necesidad de «autocorregir» el groseros, sino lo más detallados y minu-
método es permanente. ciosos posible. Y debieran ser suministra-
dos por una técnica de análisis suficiente-
mente elaborada.
b) Enseñanza Por supuesto, esta necesidad es absolu-
ta, ineludible, en las escuelas de enseñan-
za especial, dedicadas a niños afeaos de
Obviamente, los maestros también de- retraso mental de distintos niveles y tipos.
ben contar con un instrumento adecuado
En tales casos, interviniendo ya la patolo-
que les resuelva algunos de los problemas
gía de manera clara, los grupos de ense-
que les plantea la lectoescritura de sus
alumnos. Este supuesto se cumple tanto ñanza de lectura y escritura —al nivel que
en la enseñanza normal como en la lla- sea— no pueden constituirse en función
mada «especial». de la edad cronológica, la edad mental o
el cociente intelectual, prescindiendo de
Ciertamente, el maestro de una clase las consideraciones criticas de todo tipo
concreta, de una edad determinada, tiene que nos merezcan este tipo de medidas y
en su propio grupo de alumnos, en los conceptos. Los criterios sólo pueden estar
niveles promedio de lectura y escritura, los referidos a la actividad específica a la que
puntos de referencia adecuados para juz- se dedica el grupo en cuestión y lo justi-
gar la calidad y suficiencia de la lectoescri- fica.
tura de un niño dado. Por otro lado, y al
igual que otros profesionales, su experien- Por fin, aunque se trata de una entidad
cia personal concreta puede resultar valio- «menor», la institución escolar suele preci-
sísima. sar de un medio rápido y lo más completo
posible para situar al niño en un nivel
Sin embargo, todo maestro debe llegar pedagógico definido, p. ej. con ocasión
a discriminar cuáles son las insuficiencias o del ingreso de un alumno en nuevo cen-
anomalías del lenguaje escrito de un niño tro. Dada la trascendencia de la lectoescri-
determinado que exigen una enseñanza tura y sus complejas implicaciones, la in-
especial, o, por lo menos, la intervención formación suministrada por una prueba
del psicólogo o profesional especializado. como la pretendida aquí, puede ser va-
Si en la escuela en cuestión existe ya un liosa.
psicólogo escolar, éste ya actuará —o de-
biera hacerlo— adecuadamente. Pero co-
mo la norma, por lo menos entre noso- c) Investigación
tros, es la inexistencia del psicólogo escolar
y la «soledad» del maestro, es preciso que Lectura y escritura, precisamente por su
éste cuente con el medio que le suministre complejidad, trascendencia social, signifi-
los criterios que precisa. Ha de saber —y cado individual y edades habituales de
saber justificar— cuándo una tarea deter- aprendizaje, constituye un fenómeno in-
minada queda ya fuera de su competencia tensamente abordado, desde distintos en-
o cyándo, para proseguirla, necesita una
foques y con diferentes finalidades, por
asesoría especializada.
investigadores de todo tipo.
Por otro lado, la institución escolar co- La mayor parte de las investigaciones
mo tal puede —quizá mejor, debe— pre- que suelen plantearse en este terreno van
tender la constitución de grupos homogé- dirigidas al estudio de cómo y por qué se
neos que faciliten la enseñanza de la lec- aprende a leer y escribir y cómo y por qué
tura y escritura, sea con fines de «recupe- no se aprende a hacerlo. En otras pala-

45
bras, pretenden estudiar las fases y moti- ciente garantía, es decir, la «normalización»
vos del aprendizaje y las razones o circuns- de la prueba en cuestión.
tancias que implican una insuficiencia en Cabe objetar que para el tipo de inves-
la lectoescritura. En el trasfondo de todo tigaciones señalado, no hace falta precisar
ello se asienta la necesidad de aprovechar y detallar tanto la entidad de la variable
los frutos de tales investigaciones para ela- dependiente. Ciertamente, es una posibi-
borar unos métodos de enseñanza de la lidad dado que las circunstancias socioló-
lectura y la escritura que sean lo más efi- gicas y patológicas tomadas como ejemplo,
caces posible tanto para el niño normal y enunciadas así, resultan altamente bur-
como para el deficitario, retrasado o en- das, groseras o poco operativas. Se trata de
fermo. un problema metodológico real que no es
En este tipo de investigaciones es preci- ésta ocasión de resolver. Pero, cuando me-
so distinguir ciertos aspectos esenciales. nos, conviene señalar que precisamente la
Por un lado, y tal como suelen plantearse supuesta ineficacia de unos datos realmen-
habitualmente las mismas, la lectoescritura te analíticos de la lectoescritura, en inves-
desempeña un claro papel de variable de- tigaciones de esta índole, puede llevar a
pendiente. Se acostumbra a estudiar sus criticar el planteamiento inicial y por con-
modificaciones en función de un cierto siguiente, si no la hipótesis de trabajo,
número de circunstancia^ o fenómenos por lo menos el modo de hacer operativa
que en general suelen ser sociales o pato- la «variable independiente».
lógicos. Así puede planearse una investi-
gación para estudiar la lectoescritura pro- Este tipo de investigaciones, a las que
pia del niño rural, el retrasado mental, el podríamos denominar «sociales» o «de gru-
árabe, el internado en orfelinatos, el hipo- po», no pueden, sin duda, decirnos cómo y
acúsico, el sobreprotegido, el enseñado por qué se aprende a leer o a escribir.
mediante el «método global», el niño de Pero sí pueden decirnos en qué circuns-
clase obrera, el inmigrante, el lesionado tancias no ocurre o no ocurre «normal-
cerebral, etc. mente» tal aprendizaje. En realidad debie-
ra considerarse la posibilidad de elaborar
En todos estos casos, insistimos, se trata ciertos «perfiles» del lenguaje escrito, pro-
de buscar qué niveles de lectoescritura al- pios de circunstancias específicas. En cual-
canza la población en cuestión. El diseño quier caso, creemos, es ésta una tarea que
experimental que suele ser habitual tiende está por hacer.
a crear un grupo experimental, suficiente- Sabemos que el estudio del cómo y el
mente homogéneo, en los aspectos signifi- por qué requiere, ciertamente, técnicas
cativos, que se diferencia del grupo con- más finas. Este tipo de investigaciones no
trol precisamente en aquello que consti- puede resolverse mediante «grupos». En el
tuiría la supuesta variable independiente. momento presente, sólo las técnicas deri-
En este contexto, debe quedar muy cla- vadas del análisis experimental de la con-
ro que ya no es posible trabajar analizan- ducta permiten llegar a tales conclusiones.
do los niveles de lectura o escritura grosso Y, debe quedar muy claro, un test como
modo. Es preciso llegar a discriminaciones el aquí presentado carece de toda utilidad
más finas, a percibir diferencias que pu- al respecto.
diéramos llamar «mínimas» o «cualitati- Con anterioridad hemos hecho algunos
vas». Para poder obrar así, es preciso con- comentarios acerca de la utilidad de cier-
tar con un instrumento de medida capaz tos tests en el «diagnóstico» de las insu-
de suministrar información acerca de esas ficiencias o anomalías de la lectoescritura.
características finas; es decir, una prueba Señalábamos que la administración de es-
que suministre criterios para analizar las tas pruebas pudiera quedar justificada en
variables en cuestión, lo que implica no la medida que la conducta exigida consti-
sólo su desglose, sino también la existen- tuyera un requisito o componente de la
cia de unos puntos de referencia de sufi- lectura o escritura. Atendiendo a los ma-

46
nuales de muchos tests, cabría pensar que Escritura. Mas para comenzar su elabora-
esto es cierto en todos los casos. Pero las ción, era preciso descartar la existencia de
verificaciones sólo se han llevado a cabo algún test que ya cumpliera con los requi-
—y no siempre con el rigor requerido— en sitos planteados.
algunos de ellos. En general no suele acla- Y a ello nos dedicamos; a recoger prue-
rarse la función concreta y precisa de la bas en principio las más divulgadas, acre-
conducta medida por el test en una etapa ditadas o nombradas, procediendo al co-
concreta y precisa del aprendizaje de la rrespondiente análisis crítico de las misma:
lectura o la escritura. Habitualmente no en función de los objetivos bosquejados.
suele pasarse de afirmaciones tan burdas
como: «los niños que obtienen bajas pun-
tuaciones en este test acostumbran a expe- TESTS ESTUDIADOS
rimentar retrasos en la lectura». Se trata
de meras correlaciones, que pueden ser Como se ha indicado ya, dadas las ca-
altamente interesantes, por supuesto, pero racterísticas requeridas de un supuesto test
de lo que precisamos es de relaciones de de lectura y escritura, procedimos a revisar
causa a efecto, por un lado, y de situar y analizar aquellos más utilizados, citados
unas conductas concretas en el seno de y acreditados a juicio de distintos autores
una lectoescritura concreta, por otro. y publicaciones (latinos, anglosajones y
Para ello se precisa contar con una des- latinoamericanos).
composición —y unos criterios de descom- Nuestro estudio se ha centrado en los
posición— de la lectura y la escritura que siguientes tests.
sólo una prueba analítica, completa y nor- — L'ALOUETTE. Test d'analyse de la
malizada puede dar. No se olvide que las lecture et de la dislexie. Autor: P. Lefa-
aplicaciones básicas de estos trabajos sue- vrais. Editions du Centre de Psychología
len implicar el intento de alcanzar un me- Appliquée. París, 2. 1 edición. 1967.
jor conocimiento de la «patología», de la
«clínica de la lectoescritura». — GILMORE ORAL READING TEST.
Autores: John V. Gilmore y Eunice C.
Las mismas correlaciones que habitual- Gilmore. Harcourt, Brace and World, Inc.
mente suelen hacerse resultan demasiado New York, 1968.
groseras por la molaridad, la excesiva am-
plitud de los datos que se toman de la — READING DIAGNOSTIC TESTS.
lectoescritura estudiada. No basta decir Autores: Arthur I. Gates y Anne S. Me
que «un mal rendimiento en organización Killop. Teachers College Press. New York,
perceptiva correlaciona con un nivel bajo 1962.
de lectura». Es preciso señalar, si es posi- — DURRELL ANALYSIS OF REA-
ble, qué características de la «percepción DING DIFFICULTY. Autor: Donald D.
visual» correlacionan con cada una de las Durrell. Harcourt. Brace and World, Inc.
características significativas de la lectura. New York, 1955.
Conviene que las investigaciones «de gru-
po» —como son éstas— tengan en cuenta — DIAGNOSTIC READING SCALES.
la minuciosidad y la finura que nos han Autor: George D. Spache. California Test
enseñado el análisis neuropsicológico y el Bureau. Monterrey (California), 1963.
análisis experimental de la conducta. — BOTEL READING INVENTORY.
Todas estas consideraciones, explícitas Autor: Morton Botel. Follet Publishing
muchas de ellas desde un principio, atis- Company. Chicago, 1966.
badas, tan sólo intuidas, otras, nos plan- — GROUP DIAGNOSTIC READING
tearon la necesidad de contar con el ins- APTITUDE AND ACHIEVEMENT
trumento preciso que satisfaciera tales exi- TESTS. Autores: Marion Monroe y Eva
gencias. De ahí nació el objetivo de elabo- Edith Sherman D. H. Nevins Printing Co.
rar el Test de Análisis de la Lectura y la Bradenton (Florida), 1966.

47
No creemos oportuno reseñar aquí las no coinciden con nuestro propósito de
características técnicas de todas estas prue- analizar la lectura propiamente dicha, la
bas. Baste señalar que, al margen su apli- lectura establecida. Digamos de paso que
cación al idioma francés o al inglés, nin- la mayor parte de esos tests «prelectores»
guna de ellas cuenta, a nuestro modo de carecen de justificación, de valor predicti-
ver, con todas las características que hemos vo, a poco que se analicen los auténticos
considerado imprescindibles. requisitos de la lectura.
En consecuencia, no podía pensarse en Por fin, subrayaremos la incomparecen-
solucionar el problema con una simple cia de tests de escritura en la enumeración
adaptación de alguno de dichos tests. reseñada. Alguno de los citados cuenta
con elementos escritos, ciertamente, pero
Por otro lado, no se cita aquí ninguno no pasan de ser meros complementos. Y
de los numerosísimos tests que podríamos tests de escritura propiamente dichos, y
llamar de «prelectura», es decir, de requisi- elaborados con un mínimo de condicio-
tos para la lectura, dado que sus objetivos nes, no hemos sabido hallarlos.

48
ELABORACION DEL TEST

Decidida la elaboración del T.A.L.E. en lo que a la conducta «lectura» estricta-


quedó definido como una prueba destina- mente se refiere, la sucesión de niveles de
da a determinar los niveles generales y las complejidad propios de la enseñanza del
características específicas de la lectura y castellano muy poco tiene que ver con lo
escritura de cualquier niño en un momen- que sucede en otros idiomas, y concreta-
to dado del proceso de adquisición de ta- mente en el inglés. Las complejidades fo-
les conductas. Ello supone la existencia de néticas del idioma inglés, y, sobre todo,
unos criterios de normalidad lo más preci- las difíciles equivalencias entre fonemas y
sos posible tanto en lo que concierne a grafemas, son tan superiores a las del cas-
los niveles generales como en lo que afecta tellano, que en esta última lengua resulta
a las características específicas. absurdo plantearse 8 o 9 niveles de com-
plejidad correspondientes a otras tantas
edades.
a) Subtest de lectura De hecho, en nuestro sistema de ense-
ñanza, y en lo que a la corrección de la
La revisión crítica de los tests de lectura lectura se refiere, en principio no parecen
aparentemente más significativos, ya ex- existir diferencias significativas, matiza-
puesta en el anterior apartado de este tra- bles, cuantificables, entre los 10 y 14 años
bajo, permitía el esbozo de un modelo de de edad de la población normal. En otras
prueba de lectura que sirviera de platafor- palabras, a los 10 años de edad los meca-
ma de trabajo o punto de referencia ini- nismos conductuales de la lectura suelen
cial. En principio algunos de los tests estar prácticamente establecidos en el niño
americanos dispuestos para la exploración promedio de la población escolarizada.
de los niveles de lectura comprendidos en-
tre los 6 y los 14 años, fueron los que más Estas consideraciones nos llevaron a pla-
llamaron nuestra atención, aunque sólo near nuestro subtest de lectura para 4 ni-
fuera por las amplias posibilidades de ma- veles de edad coincidentes con los 4 pri-
tización evolutiva que suponen tantos ni- meros cursos de la Enseñanza General Bá-
veles. Por consiguiente, se pensó estructu- sica. Ya en los anteriores planes de ense-
rar el test según 8 o 9 niveles de compleji- ñanza, el inicio del Bachillerato a los 10-
dad, diversos y sucesivos. 11 años de edad, implicaba abandonar la
lectura —y la escritura— como objetivo
Toda vez que los niveles de edad deben inmediato de la enseñanza, para ocupar su
corresponder, en la población normal, con lugar de instrumento de aprendizaje de
los niveles pedagógicos, se inició una se- otras materias. En tal momento ya no se
lección de textos castellanos utilizados en está aprendiendo a leer; básicamente se
las escuelas españolas en los niveles corres- está adquiriendo información merced a la
pondientes a aquellas edades. El análisis lectura ya aprendida.
de tales textos ya permitió confirmar algo
que se había intuido desde un principio, La concreción del proyecto se inició se-
pero que precisaba su verificación práctica: leccionando los textos —párrafos— más

49
adecuados para cada edad o nivel escolar. Estos textos, pues, deben variar en com-
En este punto la colaboración del Equipo plejidad a medida que aumentan las eda-
Pedagógico de «Rosa Sensat» fue insusti- des o niveles escolares de aplicación. Al
tuible. Cada uno de los textos selecciona- seleccionar —o, mejor, preseleccionar—
dos fue presentado a otros tantos grupos los textos que debían ser experimentados
de 10 niños de cada nivel, que quedaron en los grupos piloto, la complejidad pro-
constituidos en grupos piloto. Se trataba gresiva de los cuatro niveles (cinco, inclu-
de verificar su idoneidad y la detección de yendo los dos de primer curso de E.G.B.)
posibles imprevistos. Los niños de cada se concretó en los siguientes puntos:
grupo, considerados «normales» en lectura, 1. Palabras progresivamente más largas.
procedían de distintas escuelas y niveles 2. Palabras progresivamente más infre-
socio-económicos. cuentes.
3. Frases progresivamente más largas.
Esta labor inicial puso de manifiesto la 4. Tamaño de las letras progresivamen-
necesidad de contar con dos textos de di- te más reducido.
ferente nivel de complejidad para ser leí- 5. Espacios interlineales progresivamen-
dos por niños del primer nivel de E.G.B. te menores.
Se observó que, según la escuela en cues- 6. Signos de puntuación progresiva-
tión, los niños promedio de dicho curso y mente más frecuentes y variados.
edad habían alcanzado unos niveles distin-
tos de aprendizaje de la lectura. En efec- Así, los textos correspondientes al cuar-
to, mientras ciertos centros escolares ini- to y último nivel de complejidad implica-
cian la enseñanza de la lectura al comien- ban una lectura prácticamente «adulta».
zo del l . e r cuno de E.G.B., otros la empie- Los textos definitivos, tras la lectura de
zan en el curso anterior (5 años) y alguno todos los seleccionados inicialmente, por
incluso antes, a lo largo de toda la ense- parte de los grupos piloto, fueron dos pa-
ñanza misteriosamente llamada «prees- ra cada nivel. Uno de ellos, junto con las
colar». series de letras, sílabas y palabras, debía
servir para analizar la lectura oral, mien-
Una vez seleccionados los textos en tras el otro, paralelo o equivalente al pri-
cuestión, se elaboraron las series de letras, mero, estaba destinado a juzgar la com-
sílabas y palabras que permitieran «anali- prensión de la lectura silenciosa.
zar» la conducta de lectura o, lo que es lo La serie de letras definitiva incluye to-
mismo, detallar los errores más frecuentes das las que componen el alfabeto castella-
en cada nivel. En un principio se pensó no. Son presentadas, en forma de mi-
que la lectura de letras, sílabas y palabras núsculas y mayúsculas, según los tipos de
sólo seria exigible a niños de 1.° y 2.° imprenta más habituales. Asimismo se de-
nivel de E.G.B. Sin embargo, se decidió cidió añadir una serie de letras en cursiva
comprobar el acierto de tal decisión. La para, dentro del l . c r nivel de E.G.B., ser
conclusión fue negativa, e incluso sorpren- administrada a aquellos niños cuyo apren-
dente desde un cierto punto de vista. En dizaje se hubiera iniciado utilizando tales
los grupos piloto antes citados se observó caracteres.
que ciertos niños de 3.° y 4.° nivel de
E.G.B. cuya lectura de los textos corres- La serie de sílabas incluye veinte. Entre
pondientes era prácticamente normal, in- las múltiples sílabas posibles se eligieron
currían en algunos errores al leer letras, aquellas que, sin dar lugar a un número
sílabas o palabras sueltas. Por consiguien- excesivo, permitiera presentar el máximo
te, se decidió administrar las series de le- de variantes en función de las respectivas
tras, palabras y sílabas a todos los niños, combinaciones de letras. Así se selecciona-
prescindiendo de edad o nivel escolar. Só- ron algunas sílabas directas (consonante
lo los textos variarían en función de tales precediendo a una vocal), p. ej., «lu»;
factores. sílabas inversas (vocal precediendo a con-

50
sonante), p. ej., «op»; sílabas líquidas (dos ausencia de modelos. Obras destinadas a
consonantes juntas), p. ej., «bra»; sílabas estudiar el aprendizaje de la escritura,
con letras susceptibles de dar lugar a «ro- aunque sorprendentemente escasas, hay
taciones», p. ej., «din»; etc. algunas. Pero, como ya dijimos, auténticos
Algo parecido ocurre con la serie de tests de escritura, no. Y mucho menos lo
palabras. Se ha pretendido incluir en ellas que hemos pretendido desde el principio:
el máximo de combinaciones silábicas po- una prueba que, en el caso de insuficien-
sibles sin hacer exhaustiva la lista, ni mu- cias o anomalías, permitiera obtener resul-
cho menos. Asimismo se han introducido tados conjuntos y relaciones mutuas entre
algunas palabras carentes de significado. lectura y escritura.
Con ellas se pretende evitar la «fluidez» de Desde un principio estaba claro que en
lectura que se produce al reconocer una la conducta de escribir cabía distinguir dos
palabra familiar. La palabra no reconocida aspectos básicos, a saber, el grafismo y la
exige una discriminación de sus compo- ortografía. El curso de la gestación de la
nentes gráficos mucho más minuciosa. Así prueba nos llevó a considerar otros aspec-
pueden detectarse ciertos errores que de tos, p. ej. la sintaxis, no previstos en la
otro modo quizá pasaran desapercibidos. primera fase.
En total, la serie consta de 50 palabras, de
las cuales 6 carecen de significado. La escritura del niño se recoge en tres
situaciones distintas: copia, dictado y es-
De esta cincuentena de palabras, 2 critura espontánea.
constan de una sola sílaba, 21 con bisíla-
bas, 20 son trisílabas, 6 están compuestas En la copia los modelos a reproducir
de 4 sílabas y 1 cuenta con 5 sílabas. son sílabas (15), palabras (15) y frases (3).
Cada uno de estos elementos, y a tercios
Quizá la fase más laboriosa de la elabo- iguales, cuenta con tipos de letra mayús-
ración del subtest de lectura radicó en la cula, minúscula y cursiva. Las frases se
delimitación y definición de los errores presentan en orden de complejidad cre-
que debían ser tenidos en cuenta. En ciente. Dadas las características propias de
principio se partió de una enumeración la conducta de «copiar» y la relativa sim-
básica sugerida por la experiencia con ni- plicidad de los objetivos de este apartado,
ños que presentan insuficiencias en la lec- sú administración a los grupos piloto no
tura, sea en una situación escolar, sea en significó ninguna rectificación de lo pre-
un contexto clínico. Algunos de tales erro- visto.
res —su mayoría— pueden ser cuantifica- En la escritura al dictado, se precisaba
dos con una relativa facilidad, lo que per- para cada nivel un texto fijo y adecuado.
mite, a efectos de test, puntuarlos objeti- Para determinarlo fue de gran utilidad la
vamente una vez definidos y detectados. labor de selección de textos destinados a la
En cambio, otros, por no poder ser objeti- lectura. De hecho, para cada nivel, se han
vados claramente y prestarse a interpreta- adoptado unos textos paralelos a los utili-
ciones subjetivas, se deeidió desestimarlos zados en las pruebas de lectura oral y
a efectos de la tabulación final de subtest. lectura silenciosa. El «paralelismo», claro
aunque mantengamos la recomendación está, fue verificado mediante los grupos
de que sean tenidos muy en cuenta por el piloto.
examinador.
La escritura espontánea planteó una se-
rie de problemas de difícil solución. En
b) Subtest de escritura principio se trata de que el niño escriba
sin la transcripción inmediata o directa de
En lo que concierne a la elaboración de unos estímulos visuales (copia) o auditivos
una prueba de escritura las dificultades a> (dictado). En ello radica esencialmente la
solventar han sido mucho mayores. Prác- «espontaneidad». Pero la libertad de ac-
ticamente hemos partido de una casi total ción implicada en ello interfiere la necesa-

51
ría estandarización de una situación de ramente delimitados, que definan con to-
test. Tras estudiar distintas disyuntivas u da precisión la conducta final de un su«
opciones, nos inclinamos por mantener la puesto programa de aprendizaje. En con-
«libertad de escritura» del niño, pero den- secuencia, a diferencia de, p. ej., la orto-
tro de la descripción de un tema obligado, grafía, la determinación de errores resulta
que en principio significara una experien- sumamente ambigua, convencional.
cia relativamente frecuente en los niños de Al plantearnos este problema, tuvimos
las edades abordadas. Así podía conseguir- muy en cuenta los criterios de Ajuriague-
se, aunque sólo en muy escasa medida, un rra y cois. (1964). Decidimos aceptar en
mínimo de uniformidad. principio su enumeración de errores o
La delimitación y definición de los erro- anomalías del grafismo. En el trabajo ci-
res siguió un proceso semejante al expues- tado se llegan a considerar 38 de ellos.
to al tratar del subtest de lectura. Sin Ciertamente, este número nos pareció ex-
embargo, este paralelismo afecta única- cesivo. Esta opinión quedó confirmada al
mente a los aspectos ortográficos, tanto en aplicar tales criterios a los grupos piloto
lo que concierne a la ortografía natural iniciales. En la mayor parte de los casos no
como a la convencional o arbitraria. En eran posibles muchas de las minuciosas
este caso, y a diferencia de la lectura, matizaciones de Ajuriaguerra y cois., y, lo
dada la existencia del registro gráfico, la que es más importante, a efectos prácticos
cuantificación es posible prácticamente en bastantes de ellas nos parecieron gratuitas,
todos los tipos de errores. carentes de significado o trascendencia.
Por fin optamos por limitar a 9 los «erro-
Lo realmente difícil ha sido alcanzar cri- res» de grafismo implicados.
terios mínimamente significativos en otras
dos esferas ajenas a la ortografía: el «con- (Junto con el tamaño del grafismo, los
tenido» de la expresión espontánea y el aspectos considerados en total han sido
grafismo. 10.)

El análisis del texto desarrollado por el


niño en la escritura espontánea, daba pie Determinación de la muestra de población
a valorar ciertos *factores sintácticos» pro-
pios del repertorio expresivo verbal de los La determinación de la muestra de po-
niños de estas edades. No obstante, la blación que debía permitir la elaboración
falta de uniformidad en esta prueba, que del T.A.L.E. constituye un capítulo im-
antes hemos citado, dificulta la valoración portante de nuestro trabajo. Tal relevancia
objetiva mediante referencias estadísticas. estaba justificada por el hecho de que la
En este caso han tenido que adoptarse misma población seleccionada debía per-
auténticos «convenios» provisionales, es mitir la realización de otras investigaciones
decir, se han establecido ciertos criterios que realizamos paralelamente. En efecto,
que en parte pueden —y deben— ser junto a la elaboración del T.A.L.E., pre-
considerados válidos, pero que sin duda tendimos analizar la posible influencia
precisan de ulteriores verificaciones y ma- ejercida sobre la lectoescritura por la clase
tizaciones. Son claros, por ejemplo, los social, la lengua materna y el sexo de la
errores sintácticos dada la existencia de un población infantil (TORO, 1977). (Los re-
criterio de normalidad obvio. En cambio, sultados de estos trabajos serán objeto de
la calificación de los «aspectos positivos» ulterior publicación.)
del texto resulta altamente aleatoria. So-
mos perfectamente conscientes de ello. En concreto, nuestra muestra se selec-
cionó entre niños barceloneses situados en
El grafismo, estrechamente vinculado a los niveles I, II, III y IV de Enseñanza
la «topografía» de la escritura, ha plantea- General Básica. Este ha sido el criterio
do problemas muy distintos. En este terre- central. Asimismo se decidió que las es-
no no existen unos criterios objetivos, cla- cuelas donde los niños recibían tal ense-

52
TABLA A

20 varones
40 nivel social alto
20 hembras
80 lengua castellana
20 varones
40 nivel social bajo
20 hembras
160 niños 20 varones
(cada nivel E.G.B.) 40 nivel social alto
20 hembras
80 lengua catalana 20 varones
40 nivel social bajo
20 hembras

Desglose cuantitativo y cualitativo de cada uno de los 4 grupos de 160


niños utilizados en la normalización del T.A.L.E.

TABLA B

Nivel I Nivel II Nivel III Nivel IV

Sub-grupo MCA 19 20 21 17
II
FCA 19 19 21 17
II
NVA 21 20 19 15
II
F VA 20 20 16 16
II
MCB 19 22 21 20
II
FCB 21 20 20 21
II
MVB 22 18 20 17
FVB 20 20 21 21

TOTAL 161 159 159 144

Composición de la muestra definitiva. Cada subgrupo está designado


por siglas representativas de los criterios que lo definen:
M (masculino) = varones F (femenino) = hembras; C = lengua mater-
na castellana, V = lengua materna catalana; A = nivel socioeconómico
alto, B = nivel socioeconómico bajo.

53
ñanza cumplieran con un mínimo de con- 6 años y 6 meses — 7 años; para el
diciones y preocupaciones psicopedagógi- 1.er nivel
cas. La exigencia de este mínimo de «cali- f años y 6 meses — 8 años, para el
dad» venía dada por la necesidad de contar 2." nivel
con unos juicios que fueran realmente fia- 8 años y 6 meses — 9 años, para el
bles acerca del rendimiento escolar de los 3r,íí nivel
alumnos, de que existiera una exigencia y 9 años y 6 meses — 10 años, para el
eficacia suficientes en la enseñanza de lec- 4.° nivel
tura y escritura, y que se comprendiera Así se eliminaban los menores (aunque
todo este problema hasta el punto de de edad oficialmente apropiada) y los ma-
aceptar la colaboración que se proponía. yores de cada clase.
Se determinó que la población total ex- 6. Sufrieran, según juicio y conocimien-
plorada sería de 640 niños en total, corres- to de la escuela, de alguna manifestación
pondiendo 160 niños a cada uno de ios 4 significativa de carácter neurològico o psi-
niveles de E.G.B. Cada uno de estos cua- copatológico.
tro grupos cuantitativa y cualitativamente
7. Hubieran realizado en catalán el
queda desglosado en el Tabla A.
aprendizaje de su lectura y escritura, cual-
Los niños comprendidos en la muestra quiera que fuera su idioma familiar.
corresponden a 14 escuelas distintas. Al- En la práctica, se procuró que cada sub-
gunas de ellas suministraron los subgrupos grupo estuviera compuesto por algún niño
básicos, mientras otras sólo colaboraron más de los previstos, a fin de poder suplir
para completar aquéllos, ya que las distin- con los excedentes, algunos de los que tu-
tas combinaciones de nivel/edad/rendi- vieran que desestimarse por una u otra
miento/lengua/clase/sexo no siempre pu- razón. Pese a tales precauciones algunos
dieron ser satisfechas con facilidad, para subgrupos no quedaron completos, aun-
poder obtener las cifras totales previstas en que no se resienta de ello la normalización
cada caso. de la prueba dada la ínfima cantidad de
Prescindiendo de los criterios de sexo y ausencias. En cualquier caso, una vez rea-
clase social, que resultaron bastante claros lizada la corrección de todos los protocolos
desde un principio, las escuelas debían eli- cumplimentados, y desestimados aquellos
minar todos aquellos niños que: que por lo que fuere no satisfacían todos
los requisitos (incluyendo la normas de
1. Tuvieran déficit de rendimiento es- administración), la muestra definitiva
colar significativos. quedó establecida tal como aparece en la
Tabla B.
2. Fueran considerados como escasa-
mente dotados, prescindiendo de si exis-
tían confirmaciones objetivas o no de ello. MATERIAL DEL TEST
3. Estuvieran repitiendo curso por cual- El test de lectura y escritura consta de
quier razón que fuere. unas cartulinas impresas, un cuadernillo
4. Existiera una situación bilingüe en el para el registro de la lectura, otro para el
seno de la familia. registro de la escritura y un tercero para
anotar los resultados obtenidos.
5. Contaran con una edad que no co-
rrespondiera al curso que estaban estu-
diando: concretamente se decidió que sólo Material específico para la lectura:
podían formar parte de la muestra aque-
llos niños que durante el 3. c r trimestre — 1 cartulina tamaño 26 x 21 cm. con 30
del año escolar contaran con una edad letras del alfabeto castellano impresas
comprendida entre: en mayúscula.

54
1 cartulina tamaño 26 x 21 cm. con — 1 hoja con las preguntas pertenecientes
letras del alfabeto castellano impresas a los 4 niveles de lectura comprensiva.
en minúscula.
1 cartulina tamaño 26 x 21 cm. con 20 Material específico por la escritura
sílabas impresas en letra minúscula.
— 4 cartulinas tamaño 20 x 16 cm. con
1 cartulina tamaño 26 x 21 cm. con 50 un texto diferente impreso en cada
palabras impresas en letra minúscula. una de ellas, y que corresponde a los
5 cartulinas tamaño 20 x 16 cm. con 4 niveles. Se utilizan para el dictado.
un texto diferente impreso en cada — 1 cuadernillo de registro de la escritura
una de ellas correspondiente a los ni- con tres apartados. El primero de ellos
veles IA — IB, II, III y IV. En el rever- corresponde al subtest de copia y en él
so está indicado el nivel. están impresas unas sílabas, palabras y
4 cartulinas tamaño 20 x 16 cm. con frases que el niño ha de copiar. Hay 2
un texto diferente en cada una de hojas en blanco, una para el dictado y
ellas, correspondientes a ios cuatro ni- otra para la escritura espontánea.
veles, que se emplean para la lectura NOTA: Para escribir se debe suminis-
comprensiva. En el reverso está indica- trar al niño un lápiz de uso normal n.° 2.
do el nivel correspondiente.
— 1 plantilla para valorar el grafismo.
1 cuadernillo de registro de los errores
cometidos en la lectura (sílabas, pala-
bras y texto), así como las respuestas Cuadernillo de resultados
dadas en comprensión lectora, y que
servirá para valorar el test, una vez — Un cuadernillo en el que tras valorar
finalizada la administración del cada subtest de lectura y escritura se
mismo. anotan los resultados.

55
Normas de administración

La administración de cualquier test in- conseguir la susodicha «colaboración» del


dividual, como indica el más simple y sujeto puede ser superior en esta prueba
anodino de los manuales, debe comenzar que en otras. El conocimiento de la histo-
por «establecer una buena relación con el ria escolar del niño, concretamente de su
niño». Esto no significa más que la situa- lectoescritura, puede facilitar las cosas.
ción de test no debe resultar aversiva para Antes de iniciar la administración de la
el sujeto. Por el contrario, la interacción prueba, el examinador debe constituirse
niño-examinador debe ser tal que la con- en fuente de reforzamiento. Debe apro-
ducta exigida en el test reporte de algún bar, elogiar, gratificar aquellas conductas
modo reforzamiento positivo. Si tal cosa del niño —especialmente presentes en la
se produce, se contará con la imprescindi- situación— que resulten correctas, que su-
ble «colaboración» del niño. La finalidad pongan iniciativas constructivas, etc. Para
está clara: es preciso tener garantías de ello, puede ser preciso solicitar previamen-
que el niño pone de manifiesto a lo largo te la realización de algunas actividades al
del test todo su repertorio —ya adquiri- margen de la lectoescritura. Su programa-
do— de conductas de lectura o escritura. ción puede ser trascendental.
Pero precisamente, la historia de estos Una vez iniciada la prueba —y elegido
comportamientos, el proceso de adquisi- el nivel adecuado— las realizaciones co-
ción de tal repertorio, y las situaciones rrectas del niño o, en su caso, las aproxi-
escolares y familiares en que suele ser exi- maciones a las mismas deben ser aproba-
gido, van a determinar en gran manera la das, valoradas positivamente. En el exami-
actitud general del niño explorado, su «co- nador no puede haber crítica, valoración
laboración» en el test en cuestión. Obsér- del error: un simple gesto, un movimiento
vese que el material con que el niño va a de cabeza, puede resultar punitivo para
trabajar y la situación de «examen» son determinado tipo de niños, y reducir sus
prácticamente iguales que las que halla en conductas posibles de lectura o escritura.
su vida escolar. Ello significa que la gene-
ralización de las respuestas —motrices y El niño inconstante, fácilmente fatiga-
emocionales— aprendidas en su experien- ble, de atención dispersa, debe recibir re-
cia cotidiana va a ser mucho más probable forzamiento siempre que su conducta sea
que en otros tests. adecuada. Obviamente, no se le debe
atender en esos momentos de «no-lectura»
Asimismo, dado que el T.A.L.E. va a o «no-escritura». Si se hiciera, pudieran
ser utilizado fundamentalmente en niños resultar gratificados esos comportamientos
de lectoescritura insuficiente o anómala, disminuyendo la frecuencia de sus conduc-
su fracaso habitual en tales actividades, las tas deseables, perturbándose la marcha de
críticas recibidas, la conciencia de rendir la prueba.
por debajo del grupo, etc., facilitan que
esta situación de test se constituya en aver- Sin embargo, no deben darse ayudas
siva. Si es así, las respuestas posibles no se concretas consistentes en actos del exami-
darán. Por consiguiente, el esfuerzo por nador susceptibles de sustituir, en los re-

57
sultados del test, las conductas inexistentes tener la impresión de que se está juzgan-
en el sujeto. La objetividad debe ser máxi- do su velocidad. En caso contrario, su ren-
ma. No se trata de una situación facilita- dimiento podría quedar notablemente
dora de aprendizajes de conductas, sino perturbado.
verificadora de los repertorios ya exis-
tentes. En el «Registro de lectura», y correspon-
diendo a cada uno de los subtests, existe
La exploración, en principio, puede ini- un apartado bajo el epígrafe «Observacio-
ciarse tanto por la lectura como por la nes». En él debe anotarse cualquier inci-
escritura. No obstante, se recomienda co- dencia, perturbación, imprevisto, etc., que
menzar por la primera, ya que si resulta no quede registrado en la sistematización
prácticamente inexistente, no se precisa, propia del subtest en cuestión.
por razones obvias, la exploración de la
escritura. Por el contrario, puede darse el
caso de un niño con repertorio de lectura a) Lectura de letras
suficiente para ser explorado que, por re-
sultarle claramente aversiva tal actividad, Se entrega al sujeto la cartulina donde
convenga iniciar la administración del están impresas las letras mayúsculas. Se le
T.A.L.E. por la escritura a fin de poder dice:
reforzarle sus rendimientos en la situación
de test e intentar la consiguiente generali- tLee estas letras en voz alta siguiendo
zación de estímulos. este orden.*
Al decir esto el examinador le señala las
primeras filas de letras de la cartulina en
A. Normas de administración del subtest sentido izquierda-derecha.
de lectura
Una vez finalizada esta lectura, se en-
trega al sujeto la cartulina donde están
El subtest de lectura está dividido a su impresas las letras minúsculas. El exami-
vez en distintos subtests. nador dice:
Al niño no se le dan instrucciones gene- »Ahora lee estas otras letras.»
rales para toda la prueba de lectura. Antes
de iniciar cada subtest se le administrarán En el «Registro de lectura» (apartado
las instrucciones correspondientes al mis- «Lectura letras»), el examinar anotará en
mo y sólo a él. la columna «Lectura», junto a la letra estí-
mulo, la respuesta del sujeto, siempre y
Deberá anotarse en el apañado corres- cuando sea errónea. Son estas respuestas
pondiente del cuadernillo de «Registro de erróneas las que posteriormente serán cali-
lectura» el tiempo de duración de cada ficadas y cuantificadas. Téngase en cuenta
subtest, medido desde la finalización de que se dice al niño que lea las letras; no
las instrucciones del examinador hasta el que las nombre o denomine. Por consi-
momento en que el sujeto acaba su come-
guiente, ante la letra escrita «f», es tan
tido. Ello significa que debe contarse con
correcto que el niño diga «efe», como que
un cronómetro, el cual debe ser utilizado
con toda discreción, evitando que resulte emita el sonido «f...f...f...», o que se apo-
significativo para el niño, sea como mero ye sobre una vocal («fe» o «fa»).
motivo de distracción, sea como factor Se ha de anotar, como en todos los
aversivo. subtests, el tiempo de duración del mismo
que es el promedio del tiempo empleado
Sin embargo, nunca debe decirse al su- en la lectura de letras mayúsculas y del
jeto que lea deprisa, incluso en el caso de destinado a la lectura de letras minúscu-
que él mismo le preguntara. Nunca ha de las.

58
b) Lectura de sílabas corresponde al nivel de E.G.B. que el ni-
ño ya haya cursado o al que esté cursando
Se entrega al niño la cartulina donde en el momento de ser administrada la
está impresa la serie de sílabas. Se le dice: prueba siempre y cuando ello ocurra en el
tLee esto en voz alta siguiendo este tercer trimestre del año escolar. Su edad
orden.* cronológica y su edad mental o cociente
intelectual no serán tenidos en cuenta.
Al decir esto, el examinador le señala la
primera columna de sílabas, en el sentido Se le entrega al niño la cartulina que
arriba-abajo. contiene el correspondiente texto impreso,
diciéndole:
En el «Registro de lectura» (apañado
«Lectura sílabas»), el examinador anotará *Lee esto en voz alta lo mejor que se-
la respuesta del niño, siempre que sea pas.*
errónea, junto a la sílaba estímulo, en la Al explorar un niño de primer curso de
columna «Lectura». E.G.B., dadas las notables diferencias de
Se anotará el tiempo invertido en este nivel lector halladas en este nivel y edad,
subtest. debe elegirse el texto IA o el IB, de diver-
sa complejidad, en función de si ha exis-
tido o no aprendizaje de la lectura previa-
c) Lectura de palabras mente al inicio de tal curso.
Si el niño manifiesta una significativa
Se entrega al niño la cartulina donde dificultad en la lectura del texto que le
está impresa la serie de palabras. Se le corresponde, debe procederse a la lectura
dice: del inmediato inferior, y así sucesivamen-
«Lee estas palabras siguiendo este or- te, hasta llegar a un texto —si lo hay—
den.* que sea leído con un número de errores
Al decir esto, el examinador le señala la correspondiente al promedio propio de un
primera columna de palabras, en el senti- nivel escolar determinado.
do arriba-abajo. En el «Registro de lectura» (apañado
El examinador anotará en el «Registro «Lectura texto»), y sobre el propio texto
de lectura» (apañado «Lectura palabras»), allí reproducido, deben anotarse todos los
en la columna «Lectura» y junto a la pala- errores de la lectura del sujeto.
bra estímulo, aquellas respuestas del niño Se anota el tiempo transcurrido desde el
que sean erróneas. inicio de la lectura del texto hasta el final
Algunas de las palabras presentadas ca- de la misma.
recen de significado. Si, al llegar a ellas,
el niño se detiene, o titubea, decirle: é) Comprensión lectura
«Continúa leyendo. Aunque no entien- Se elige el texto de lectura silenciosa
das qué quiere decir alguna palabra, no te conespondiente al nivel de E.G.B. que el
preocupes.» niño ya haya cursado o al que éste cursando
Anotar el tiempo invenido en este sub- en el momento de ser administrada la
test. prueba siempre y cuando ello ocurra en el
tercer trimestre del año escolar.
d) Lectura de textos Antes de entregar la cartulina corres-
pondiente al sujeto, se le dirá:
En este subtest no se cuenta con una <.Ahora vas a leer en voz baja (.sólo para
serie de estímulos única, como ocurría en tí). Fíjate bien en lo que lees, porque
el caso de las letras, sílabas y palabras. Por después te haré algunas preguntas sobre lo
consiguiente, debe elegirse el texto que que has leído. Léelo una sola vez, y,

59
cuando hayas terminado, dtmelo. Una so- quier incidencia u observación significa-
la vez, pero ¡fijándote bien! ¿Lo has com- tiva.
prendido?»
Hay que cerciorarse de que, ciertamen- a) Copia
te, han sido comprendidas las instruccio-
nes. En caso contrario, habrá que repetir- Se entrega al sujeto el «Registro de es-
las. critura», abierto por la página correspon-
diente al apañado «Copia». Al propio
Hay que anotar el tiempo transcurrido tiempo se le dice:
desde que se le entrega la cartulina hasta
que da fin a su lectura. t Copia todo esto en las líneas de pun-
tos» —se le señalan— tque hay a continua-
Durante la lectura silenciosa, es preciso
ción de cada palabra. Escribe con tu letra
observar y anotar conductas tales como
normal. Escribe siempre en minúsculas,
mover los labios, susurrar, recorrer las lí-
aunque aquí esté en letra mayúscula.»
neas con el dedo, etc.
Si el niño es muy pequeño, puede de-
Si se observa que el sujeto repite la cirse «en letra pequeña». El examinador
lectura, es preciso impedírselo sin brus- debe quedar convencido de que el niño
quedad alguna. ha entendido que no debe reproducir la
Una vez finalizada la lectura silenciosa, «letra de imprenta», sino que debe escribir
se formulan las preguntas correspondientes toda la hoja con «su letra». Si pese a todo:
al texto leído. Las respuestas se anotarán los esfuerzos, el niño meramente «copia»,
en el «Registro de lectura» (apartado «Lec- es decir «reproduce exactamente» la letra
tura silenciosa (comprensión)»), para que impresa, no se insistirá más sobre ello,
la valoración posterior pueda hacerse con pero deberá ser tenido en cuenta al valo-
mayor objetividad. Así pues, aunque al rarlo.
oír la respuesta del niño se aprecie que
ésta es correcta, conviene transcribirla lite- En este ejercicio, así como en todos los
ralmente. de escritura, el niño utilizará un lápiz pre-
parado al efecto, de dureza normal (prefe-
Si el niño da un número de respuestas rentemente el n.° 2 habitual en el merca-
erróneas —o no respuestas— superior al do). Así pues, no utilizará bolígrafo, plu-
promedio correspondiente a su nivel, se le ma o rotulador.
entregará la cartulina de lectura silenciosa
correspondiente al nivel inmediato infe- Debe cronometrarse, y anotarse, la du-
ración total de este subtest.
rior, obrando así sucesivamente hasta que
su rendimiento se sitúe dentro de lo que
es promedio en un nivel escolar dado. tí) Dictado
En el caso de que una respuesta sea Para el dictado, se elegirá el texto co-
dudosa, debe repetirse la pregunta en rrespondiente al nivel de E.G.B. que el
cuestión, e incluso puede insistirse: «dime niño ya haya cursado o al que esté cursan-
algo más». Pero no hay que «ayudar» al
niño sugiriéndole pasajes del texto leído. do en el momento de ser administrada la
prueba siempre y cuando ello ocurra en el
tercer trimestre del año escolar.
Se entrega al niño el «Registro de escri-
B. Normas de administración del subtest tura» abieno por la página correspondien-
de escritura te al apañado «Dictado». Se le dice:
La parte del T.A.L.E. dedicada a la es- nAhora escribirás en esta página lo que
critura consta de tres subtests o apartados. yo te diré.»
En todos ellos, al margen de lo aquí esta- Conviene que el niño comprenda, del
blecido, se tomará buena nota de cual- modo que sea, que debe escribir a su

60
velocidad habitual. Algunos niños creen <¡Ahora harás una redacción. Escribe
hallarse sometidos, en este subtest, a una aquí todo lo que se te ocurra sobre lo que
prueba de velocidad. En tales casos, au- tú quieras.»
mentan los errores, preferentemente las
omisiones y las sustituciones. Si el niño vacila, se le apuntarán unos
temas posibles:
Tras las instrucciones, se iniciará el dic-
tado del texto. No debe dictarse palabra «Puedes escribir sobre una excursión
por palabra; si así se hiciera, no se daría que hayas hecho, sobre una salida al cam-
ocasión para la producción de «uniones» y, po o a la playa, o sobre un viaje.»
én parte, «fragmentaciones». En conse-
cuencia, siempre deben dictarse frases. Si
el sujeto solicita que se le repita o vuelva Se ha podido comprobar que la mayor
a dictar una palabra, se procederá a leerle parte de los sujetos titubean al tener que
de nuevo toda la frase implicada. Una elegir un tema. En cambio, al indicarles
misma frase no debe ser repetida más de alguno como los citados, suelen iniciar in-
dos veces. mediatamente la escritura. Probablemente
la sugerencia de otros temas, p. ej. «La
Debe controlarse y anotarse la velocidad familia», «la escuela», etc., en algunos ni-
de escritura del niño. El tiempo transcurri- ños puede suscitar respuestas emocionales
do desde que se inicia el dictado hasta interferidoras de la actividad solicitada.
que finaliza la prueba ya da suficiente
idea de ello. Si la extensión de lo escrito es demasia-
do reducida (1 o 2 líneas a partir del 2.°
Si la transcripción del texto dictado re- nivel), el examinador deberá insistir a fin
sulta muy dificultosa, con elevado número de que el sujeto continúe. Sin embargo,
de errores, se debe dictar a continuación en ningún momento el examinador apor-
el texto correspondiente al nivel inmediato tará ideas o sugerencias concretas al tema
inferior, y así sucesivamente hasta alcanzar en cuestión. No debe olvidarse que se pre-
un nivel adecuado. Sin embargo, si la de- tende estudiar la «espontaneidad» y «flui-
ficiencia es auténtica y sobre todo si el dez» de la escritura del sujeto.
grafismo resulta excesivamente laborioso,
los ejercicios de dictado no se realizarán Se anotará el tiempo invertido por el
sin pausa. Es preciso evitar la fatiga —al sujeto en la realización de la prueba.
igual que en todas las pruebas de escritu- En el cuadernillo de «Resultados» (apar-
ra—, introduciendo los descansos perti- tados «Lectura: observaciones y conclusio-
nentes. nes» y «Escritura: observaciones y conclu-
siones») se subrayarán o describirán una
c) Escritura espontánea serie de características concernientes a la
magnitud y topografía de diversas conduc-
Se entrega al sujeto el «Registro de es- tas del sujeto relacionadas con la lectura y
critura», abiero por la página correspon- la escritura. Algunas de estas observacio-
diente al apartado «Escritura espontánea». nes, situadas en el contexto general de la
Se le indica lo siguiente: prueba, pueden ser sumamente valiosas.

61
Normas de valoración

A. NORMAS DE VALORACION DE LA estos casos sólo se contabilizará un sólo


LECTURA error, aunque se repita más de un fone-
ma. Deben excluirse los casos de tartamu-
Una vez administrada la prueba se pro- dez o disfemia.
cederá a su análisis —valoración—. Para
ello deben tenerse muy presentes los crite- Rectificación: el sujeto lee equivocada-
rios de error, ya que en general, y a efec- mente una letra, sílaba o palabra, percibe
tos de cuantificación, el número de errores su error, y procede de inmediato a una
es lo que más se tiene en cuenta. lectura correcta (p. ej., «capé-café»).
Sustitución: el sujeto sustituye una letra
En el «Registro de lectura», tal com se
por otra. Este fenómeno se da preferen-
convino, se habrán anotado las respuestas
temente en la lectura de consonantes
erróneas del niño en lectura de letras, síla-
(p. ej., «rota-sota»). Se excluyen todas aque-
bas y palabras. Estas respuestas erróneas se
llas permutas de letras que se describen en
transcribían en las correspondientes co-
el apartado «Rotación».
lumnas de «Lectura». Al pasar a la fase de
valoración, se anotará en las columnas de Rotación: el sujeto sustituye una letra
«error», y junto a cada una de esas res- por otra, siempre y cuando tales letras
puestas erróneas transcritas, el tipo de sean de las denominadas «móviles». Se lla-
error cometido de acuerdo con los criterios man «letras móviles» a aquellos pares de
que se indicarán. letras en los que cada uno de sus miem-
bros suelen ser, gráficamente, la «imagen
en espejo» del otro. Estos pares de letras
Definición de los errores y características suelen ser:
de la lectura
P q
d b
No lectura: el sujeto no emite respuesta
verbal alguna —no lee— ante una letra, P d
una sílaba o una palabra determinada. q b .
m w
Vacilación: el sujeto se detiene más n u
tiempo del habitual, titubea o vacila antes
de leer una letra, sílaba o palabra, pero (p. ej., «bata» - «data»).
acaba haciéndolo. Sustitución de palabras: el sujeto susti-
Repetición: el sujeto vuelve a leer —re- tuye una palabra por otra. Obviamente
pite— lo ya leído. Puede hacerlo una o este error no puede darse más que en la
varias veces seguidas. A veces repite sólo «lectura de palabras» y en la «lectura de
una sílaba (p. ej., «me-mesa»); otras, en texto». Analizando el cambio de una pala-
cambio, vuelve a leer toda una palabra bra por otra, se observará que en tal fenó-
p. ej., «mesa-mesa»). A veces incluso puede meno se implican sustituciones, adiciones,
llegar a repetir dos o más palabras (p. ej., omisiones, etc. En este caso no se tiene en
«para los días - para los días»). En todos cuenta, a efectos de valoración, ninguno

63
de estos errores parciales. Se contabilizará inestables». Implican dudas, confusiones,
un error por cada palabra sustituida aun- respuestas emocionales, etc. Puede pensar-
que sea el caso de lectura de dos o más se en estos casos que los aprendizajes de
palabras seguidas. Normalmente la pala- las conductas discriminativas en cuestión
bra sustituida guarda una cierta similitud posiblemente no estén suficientemente
gráfica y fonética con aquella que la reem- consolidados o sean muy recientes, o in-
plaza (p. ej., «pirámide» - «primavera»; cluyan respuestas emocionales. Esto es de
«balcón» - «blanco»). clara aplicación en las repeticiones y en las
rectificaciones. En este último caso, el in-
Adición: el sujeto añade el sonido co- teresado pone de manifiesto que, pese al
rrespondiente a una letra al leer sílabas o error inicial, cuenta con el pertinente re-
palabras (sueltas o formando parte de un pertorio rectificativo. Las vacilaciones su-
texto); (p. ej., «pía» - «pala»; «patata» - ponen fundamentalmente latencias de res-
«patatas»). puesta muy largas que —quizá más que
Adición de palabras: en la lectura del los otros errores— pueden depender de
texto, el sujeto emite una palabra comple- factores emocionales.
ta que no aparece escrita. Estas palabras
suelen ser adverbios, preposiciones o con- Estos errores que se acaban de definir
junciones. no agotan en absoluto todos los errores
posibles. Sin duda son los más frecuentes.
Omisión: el sujeto omite una letra en la Por otra parte, han sido tenidos en cuenta
lectura de sílabas, palabras o texto (p. ej., dada su fácil discriminación por un exami-
«espuela» - «espela»). nador mínimamente adiestrado y por ser
Omisión de palabras: en la lectura del totalmente cuantificables. Durante todo el
texto, el sujeto omite una palabra comple- proceso de elaboración del T.A.L.E. se tu-
ta. Estas palabras omitidas suelen ser ad- vieron en cuenta, además, algunos errores
verbios, artículos, pronombres, preposicio- de otra índole, que posteriormente fueron
nes o conjunciones, y en general monosí- desestimados por prestarse a interpretacio-
labas. nes subjetivas. Por tal motivo no se halla
en este manual una tabulación de los mis-
Inversión: el sujeto lee como si estuviera mos. No obstante es importante que sean
invertido el orden de colocación de las tenidos en cuenta de modo que, aun
letras (p. ej., «piel» - «peil»; «glo» - cuando su cuantificación no resulte signi-
«gol»). ficativa a efectos del T.A.L.E. sea posible
una más perfecta valoración cualitativa de
No todos estos errores, claro está, tienen la lectura del niño.
la misma envergadura ni idéntica signifi-
cación. Hemos creído útil establecer una Así pues convendrá tomar buena nota
clasificación arbitraria, convencional, que de los siguientes errores:
permita mayores matizaciones en el enjui-
ciamiento de la lectura de un niño concre- Silabeo: el sujeto descompone las pala-
to. La clasificación en cuestión es la si- bras en sus sílabas. La lectura se hace
guiente: intermitente.
Errores graves: se incluyen los que su- Puntuación: el sujeto no lee respetando
ponen ausencia total de una discrimina- las pausas ni las modificaciones en la emi-
ción adecuada, manifestándose a través de sión de voz que debieran quedar controla-
la ausencia de respuesta (no lectura) o la das por los distintos signos de puntuación:
emisión definitiva de una respuesta erró- comas, puntos, interrogantes, etc. Tam-
nea (sustituciones, rotaciones, adiciones, bién puede introducir pausas o aquellas
omisiones e inversiones). modificaciones en ausencia de los signos
de puntuación pertinentes.
Errores leves: estos errores suponen lo
que podríamos llamar «discriminaciones Acentuación: el sujeto no acentúa foné-

64
ticamente de modo adecuado la lectura de de cada una de estas sumas debe escribirse
ciertas palabras. en el apartado correspondiente del cuader-
Fonética: el sujeto pronuncia incorrecta- nillo de «Resultados».
mente algún fonema (letras, sólabas), Por ejemplo, si en el «Registro de lectu-
(p. ej., «11 = y»). Lógicamente en tales casos ra», apartado «Lectura de sílabas», se con-
suele tratarse de anomalías del habla del tabilizan 3 sustituciones, se anotará la ci-
sujeto más que de su lectura. fra «3» sobre la línea punteada (...) corres-
pondiente a «sustit.», en el apartado «síla-
Señalado: el sujeto va indicando con el bas» que aparece en la página 2 del cua-
dedo cada palabra, recorriendo con él las dernillo de «Resultados».
líneas del texto que lee, etc.
Asimismo deberán sumarse todos los
Omisión de líneas: el sujeto omite la errores, cualquiera que sea su tipo, come-
lectura de una o varias líneas completas. tidos en cada uno de los distintos apar-
En tal caso conviene anotar si rectifica tados (letras, sílabas, palabras y texto). El
o no. resultado de cada una de estas sumas debe
Distancia: conviene precisar la distancia escribirse en el apartado correspondiente
existente entre los ojos del sujeto y la del cuadernillo de «Resultados».
cartulina que lee, especialmente cuando Por ejemplo, si en la «Lectura de pala-
resulte excesivamente corta o larga. bras», según consta en el «Registro de lec-
tura», el niño ha cometido 2 sustituciones,
Actitud: en este apartado implicamos 1 omisión y 5 vacilaciones, se anotará la
una serie de conductas que suelen resultar cifra «8» (2 + 1 + 5) sobre la línea
altamente significativas. Es preciso obser- punteada ( ) correspondiente a «TO-
var —y registrar— la aceptación con que TAL», en el apartado «Palabras» que apare-
el sujeto aborda la prueba; la existencia o ce en la página 2 del cuadernillo de «Re-
no de tensión emocional; la presencia de sultados».
algún tipo de rechazo, su reacción ante
errores o fracasos percibidos por él mismo; (Dadas las especiales características del
los comentarios que haga, especialmente subtest «Comprensión de la lectura», las
los que se refieran a la lectura, al exami- normas de valoración se dan en la pági-
nador y en general a la situación del test; na , tras las tablas correspondientes a
el grado de firmeza, decisión o seguridad los restantes subtests de lectura.) Por su-
con que procede a la lectura; etc. puesto, el rendimiento de un sujeto deter-
minado debe ser comparado con el rendi-
Una vez administrado el test de lectura miento promedio de la población normal
y registrados todos los errores cometidos correspondiente a su propio nivel de
por el sujeto, es preciso proceder a la com-
paración de los resultados obtenidos con E.G.B.
los de la población general. Para ello debe Las primeras tablas corresponden a
recurrirse a las tablas que se exponen en los errores de lectura. En ellas puede ob-
las próximas páginas. Sin embargo para servarse la adecuación de un sujeto dado
una valoración más rápida del test, en el tanto en el número total de errores come-
cuadernillo de «resultados» constan las tidos como en la cantidad de errores de
puntuaciones medias correspondientes a un solo tipo en que se haya incurrido.
los errores totales y parciales, propios de El T.A.L.E. pretende ser una prueba
cada nivel de E.G.B., así como los prome- fundamentalmente analítica, descriptiva,
dios de tiempo invertido. En consecuen- «cualitativa». Así pues, no se ha intentado
cia, el examinador deberá sumar los erro- que, tras la valoración de la lectura —y lo
res de cada tipo cometidos en cada uno de escritura— de un sujeto concreto, se proce-
los diferentes apartados («Lectura de le- da a dar de él una calificación o nota global.
tras», «Lectura de sílabas», «Lectura de pa- Precisamente se pretende que el juicio ge-
labras» y «Lectura de texto»). El resultado neral que merezca la lectoescritura de un

65
niño determinado, con sus consiguientes examinador de todas las conductas impli-
implicaciones prácticas, sea el resultado cadas en la lectura y escritura del sujeto en
del estudio y consideración por parte del la situación de test.

TABLA 1
ERRORES EN LECTURA LETRAS (PROMEDIOS)

Nivel I Nivel II Nivel III Nivel IV


Errores totales 11-12 8-9 5-6 3-4
(X) 11'58 8'72 5'22 3'45
a 6'77 5'25 4'06 3'05
No lect. 2,5 1 0,5 0
Vacil. 2 2,5 1,5 1
Repet. 0 0 0 0
Rect. 0,5 0,5 0,5 0
Sust. 5,5 4,5 2,5 1,5
Rot. 0,5 0,5 0 0
* Si

TABLA 2
ERRORES EN LECTURA SILABAS (PROMEDIOS)

Nivel I Nivel II Nivel III Nivel IV


Errores totales 3-4 2-3 1-2 1
(X) 3'46 2'15 1'33 0'99
a 4'3 2'30 1'58 1'51
Vacil. 0,5 0,5 0 0
Repet. 1 0 0 0
Rectif. 0,5 0 0 0
Sust. 1 0,5 0,5 0,5
Rotac. 0,5 0,5 0 0
Adic. 1 0 0 0
Omis. 0 0 0 0
Invers. 0,5 0 0 0

66
TABLA 3
ERRORES EN LECTURA PALABRAS (PROMEDIOS)

Nivel I Nivel II Nivel III Nivel IV


Errores totales 15 10-11 8-9 5-6
(X) 15'1 10'21 8'29 5'79
a 11 7'46 6'41 4'51
Vacil. 5 4 3 2,5
Repet. 1 0,5 0,5 0,5
Rect. 2 1 1 1
Sust. 3,5 2 1,5 1
Rot. 0,5 0 0 0
Sust. p a l . 0,5 0,5 0 0
Adic. 0,5 1 0,5 0
Omis. 1 1 0,5 0,5
Invers. 0,5 0,5 0 0

TABLA 4
ERRORES EN LECTURA TEXTO (PROMEDIOS) ( * )

Nivel IA Nivel IB Nivel 11 Nivel 111 Nivel IV


Errores totales 1-2 3 4-5 7-8 11-12
(X) 1'20 2'91 4'28 7'57 11'64
a 1,94 4,20 3,77 5,57 8,68
Vacil. 0,5 1 1,5 2,5 4
Repet. 0 0,5 0,5 1 1,5
Rectif. 0 0,5 0,5 0,5 1
Sust. 0 0 1 0,5 1
Rotac. 0 0 0 0 0
Sust. pal. 0 0 0 1 1,5
Adic. 0 0 0,5 0,5 0,5
Adic. pal. 0 0 0 0,5 0,5
Omis. 0 0 0,5 2,05 1
Omis. pal. 0 0 0 0 0,5
Invers. 0 0 0 0 0

(*) No son comparables entre sí los resultados de los distintos niveles


de E.G.B., por no utilizarse el mismo texto.

67
TABLA 5
VELOCIDAD LECTURA

Nivel I Nivel II Nivel III Nivel IV


X 48" 33" 30" 26"
Letras Mdn 43" 32" 29" 25"
a 17" 7" 7" 6"
X 30" 21" 17" 16"
Sílabas Mdn 26" 19" 17" 15"
a 17" 7" 4" 2"
X 2'8" 1'12" 59" 52"
Palabras Mdn 1'5" Í'IO" 57" 50"
a 1'16" 21" 15" 12"

TABLA 6
VELOCIDAD LECTURA TEXTO (*)

Nivel IA Nivel IB Nivel II Nivel III Nivel IV


X 12" 39" 32" 53" J'25"
Mdn. 11" 34" 31" 48" 1'24"
cr 5" 1" 12" 17" 21"

(*) No son comparables entre sí los resultados de los distintos niveles


de E.G.B., por no utilizarse el mismo texto.

68
Comprensión de la lectura

La valoración de este subtest adopta un Pregunta n.° 5


criterio distinto. Aquí no se trata de veri- 1 punto: «muy largo»; «largo».
ficar errores sino, por el contrario, el nú- 112 punto: «muy grande».
mero de respuestas correctas, a fin de Pregunta n.° 6
compararlo con el promedio de respuestas 1 punto: «cuando está contento».
correctas de cada nivel.
Pregunta n.° 7
Algunas de las preguntas formuladas só- 1 punto: «en el jardín».
lo tienen una única respuesta válida. Y 112 punto: «en el patio».
por tanto cualquier otra contestación debe
ser desestimada. Pero en cambio en otras Pregunta n.° 8
preguntas, aun correspondiéndoles una 1 punto: «para no ensuciar la casa»; «para
respuesta idónea, pueden aceptarse como no ensuciar».
válidas ciertas respuestas menos elaboradas Pregunta n.° 9
o aproximadas a lo esperado. Damos a 1 punto: «con una pelota».
continuación una relación de posibles res- Pregunta n.° 10
puestas consideradas como absolutamente 1 punto: «roja»; «encarnada»; «colorada».
satisfactorias y a las que por tanto se con-
cederá 1 punto, y otras respuestas válidas
pero incompletas a las que se concederá
112 punto. NIVEL II

Pregunta n.° 1
1 punto: «es conductor de autobús»; «es
PUNTUACIONES DE LAS RESPUESTAS conductor»; «en el autobús»; «es chófer».
CORRECTAS PARA LOS DISTINTOS Pregunta n." 2
TEXTOS DE LECTURA COMPRENSIVA 1 punto: «rubio».
Pregunta n.° 3
1 punto: «azules como el cielo»; «azules»
NIVEL I H2 punto: «como el cielo».
Pregunta n.° 4
Pregunta n.° 1 1 punto: «siempre sucias»; «sucias»; «man-
1 punto: «Pablo». chadas».
Pregunta n.° 2 Pregunta n.° 5
1 punto: «seis». 1 punto: «porque se mancha con la grasa
Pregunta n.° 3 del autobús»; «por la grasa del autobús»;
1 punto: «negro». «porque se las ensucia en el autobús».
Pregunta n.° 4 Pregunta n.° 6
1 punto: «Dic». 1 punto: «con alcohol».

69
Pregunta n.° 7 bién se da 1 punto si nombra dos de
1 punto: «con gorra y uniforme»; «con un estos árboles.
uniforme». 112 punto: si nombra una sola clase de
1/2 pumo: «con una gorra»; «con un mo- estos árboles: «abetos»; «pinos»; «enci-
no azul»; «con un traje azul». nas»; «árboles viejos».
Pregunta n.0 8 Pregunta n.° 8
1 punto: «para no ensuciarse el traje»; 1 punto: «con una sierra eléctrica».
«para no ensuciarse». 112 punto: «con una sierra».
Pregunta n.0 9 Pregunta n.° 9
1 punto: «no»; «nunca». 1 punto: «en un camión».
Pregunta ».0 10 Pregunta n.° 10
1 punto: «en un pueblo muy pequeño»; 1 punto: «a la ciudad».
«en un pueblo pequeño»; «en un pueblo
de 20 casas».
1/2punto: «en un pueblo». NIVEL IV

Pregunta n." 1
NIVEL III 1 punto: «las paredes de madera y el te-
cho de ramas»; «de madera».
112 punto: «el techo de ramas»; «de tron-
Pregunta n.° 1 cos».
1 punto: «un muchacho alegre»; «un niño
alegre»; «el hijo del leñador»; «un niño Pregunta n." 2
que vive en un valle»; «un niño que 1 punto: «palmeras».
vive con sus padres». Pregunta n.° 3
112 punto: «un muchacho»; «un niño que 1 punto: «la espuma blanca y la vela de
que vive en el bosque». algún barco»; «la espuma de las olas y
Pregunta n.° 2 alguna vela».
1 punto: «en medio de un valle»; «cerca 1/2 punto: (sólo da una de las 2 ideas) «la
de un riachuelo»; «cerca de un río». espuma blanca»; «la espuma de las olas»;
112 punto: «cerca del bosque»; «en el «la vela de un barco».
campo»; «en la montaña». Pregunta n.° 4
Pregunta n.° 3 1 punto: «en la playa»; «en la orilla».
1 punto: «un riachuelo de aguas limpias»; 112 punto: «en el puerto».
«un riachuelo»; «un río». Pregunta n.° 5
112 punto: «el bosque». 1 punto: «una bolsa y un cuchillo».
Pregunta n.° 4 1/2 punto: (sólo uno de los dos objetos):
1 punto: «leñador»; «corta leña»; «corta ár- «una bolsa»; «un cuchillo».
boles». Pregunta n.° 6
112 punto: «corta madera». 1 punto: «para meter las esponjas»; «para
Pregunta n.° 5 meter las perlas».
1 punto: «al salir el sol». 1/2 punto: «para meter las ostras».
112 punto: «muy de mañana»; «muy Pregunta n.° 7
pronto»; «muy temprano». 1 punto: «al anochecer»; «al hacerse de
Pregunta n.° 6 noche».
1 punto: «al bosque». 1/2 punto: «por la noche».
112 punto: «a la montaña». Pregunta n.° 8
Pregunta n.0 7 1 punto: «para venderlas»; «para ganar di-
1 punto: «abetos, pinos y encinas»; tam- nero».

70
Pregunta n.° 9 el cuadernillo de «Resultados», concreta-
1 punto: «en la ciudad». mente en la página 4, apartado «Com-
prensión lectora»; en la línea de puntos
Pregunta n.° 10 correspondiente al nivel en cuestión. En
1 punto: «porque tenían que bajar a las ese mismo apartado aparecen los prome-
profundidades»; «por la profundidad». dios de la población normal.
Una vez concretada la puntuación total Los resultados generales pueden con-
obtenida, este resultado debe anotarse en templarse en la Tabla 7.

TABLA 7
COMPRENSION DE LA LECTURA (*)

Nivel I Nivel II Nivel III Nivel IV


Respuestas
correctas 6-7 7-8 7 5-6
1 6'8 7'5 7'1 5'7
a 2,2 1,4 1,6 2,5

(*) No son comparables entre sí los resultados de los distintos niveles,


por no utilizarse el mismo texto.

71
B. NORMAS DE VALORACION DE LA ESCRITURA

DEFINICION DE LOS ERRORES Y — Leves diferencias de tamaño


CARACTERISTICAS DE LA ESCRITURA ( 2 mm.) o gran diferencia pero apare-
ciendo esporádicamente: 1 punto.
a) Grafismo — Tamaño siempre homogéneo:
0 puntos.
Todo lo referente al grafismo se estudia Oscilación: el trazo es oscilante, «tem-
en el subtest de *Escritura espontánea». Se bloroso». Se otorga una puntuación según
ha observado que tanto la copia como el los criterios relativos siguientes:
dictado predeterminan ciertas característi-
cas del grafismo. — Grafismo muy tembloroso y de mo-
do muy persistente: 2 puntos.
Tamaño de las letras: se han tenido en
cuenta 5 posibles tamaños distintos de las — Grafismo ligeramente tembloroso y
letras, adoptando como criterio 5 longitu- sólo en pocos fragmentos: 1 punto.
des distintas en su dimensión vertical. Ha — Letra o grafismo firme: 0 puntos.
sido elaborada una plantilla mediante la
que puede catalogarse cada tipo de letra líneas anómalas: las lineas escritas por
en un tamaño definido. Cuando este ta- el sujeto experimentan disposiciones irre-
maño es muy variable en un mismo suje- gulares. Se tendrán en cuenta los siguien-
to, debe medirse el tipo de letra conside- tes casos:
rado promedio por el examinador. Las cin- Lineas fragmentadas:
co categorías son las siguientes: Líneas onduladas:
A — superior a 5 mm. Líneas ascendentes:
B — entre 3,5 y 5 mm. Líneas descendentes:
C — entre 2,5 y 3,5 mm. Se otorgan puntuaciones según los crite-
D — aproximadamente 2,5 mm. rios relativos siguientes:
E — inferiora2,5 mm. — Anomalías lineales muy frecuentes y
Irregularidad: en realidad se trata de un muy acusadas: 2 puntos.
caso particular de la variable «tamaño» de — Anomalías lineales escasas o leves:
la escritura. La «irregularidad» se produce 1 punto.
cuando existen variaciones sensibles en el
tamaño de distintas letras (o, mejor, frag- — Líneas continuas, uniformes: 0 pun-
mentos de la escritura). En este caso no se tos.
da unai puntuación absoluta, como sería la Interlineación: se consideran las caracte-
suma de irregularidades del tamaño. Se rísticas de homogeneidad ostentadas por
otorga una puntuación siguiendo estos cri- los espacios interlineales. Las puntuaciones
terios relativos: otorgadas siguen los siguientes criterios re-
— Grandes diferencias de tamaño (2- lativos:
5 mm.); apareciendo con gran diferencia: — Distancias entre líneas muy irregula-
2 puntos. res: 2 puntos.

73
— Distancias entre líneas algo irregula- las letras curvas cerradas (a, d, o, f, etc.).
res: 1 punto. La puntuación seguirá los siguientes crite-
— Equidistancia entre líneas: 0 puntos. rios relativos:
Zonas: las tres zonas o áreas espaciales — Arcos o ángulos muy acusados y fre-
sobre las que se distribuyen las letras ma- cuentes: 2 puntos.
nuscritas no son respetadas regularmente. — Arcos o ángulos algo acusados y de
Al igual que ocurría con el «tamaño», se escasa frecuencia: 1 punto.
utiliza la plantilla antes citada para poder — Sin distorsiones en los trazos curvos:
juzgar este aspecto de la escritura con la 0 puntos.
máxima objetividad y rapidez. Para el es-
tudio de las «zonas», conviene aprovechar Trazos verticales: Las rayas verticales de
las mismas líneas utilizadas en el estudio las letras (t, d, 1, p..., etc.) resultan inco-
del tamaño de las letras. La puntuación rrectas por cambios de dirección, o por
sigue los criterios relativos que a continua- cualquier otra anomalía. La puntuación si-
ción se citan: gue los siguientes criterios relativos.
— Zonas muy desiguales, con frecuen- — Cambios de dirección muy acusados
cia: 2 puntos. y frecuentes: 2 puntos.
— Zonas desiguales sólo en 2 o 3 oca- — Cambios de dirección escasos y le-
siones: 1 punto. ves: 1 punto.
— Zonas uniformes: 0 puntos. — Sin cambios de dirección en los tra-
zos verticales: 0 puntos.
Superposición: una letra es trazada, total
o parcialmente, encima de otra («col-
lages»). Se ha establecido la siguiente pun- b) Ortografía natural
tuación:
Los errores de ortografía natural se ob-
— Más de 10 superposiciones en las 30 servarán tanto en la copia, como en el
primeras palabras: 2 puntos. dictado o en la escritura espontánea. Su
— De 4 a 10 superposiciones: 1 punto. gravedad e importancia así lo exige. Sin
— 3 o menos superposiciones: 0 pun- embargo, la cuantificación de los mismos
tos. sólo se hará a partir del dictado y la copia.
Dado que la extensión del texto corres-
Soldadura: el sujeto une dos letras que pondiente a la escritura espontánea es «li-
en principio había escrito separadas. La bre», la tabulación de los errores ortográ-
unión se hace mediante un trazo que no ficos naturales no ha sido posible en este
es prolongación natural del trazado ñnal sub-test; no hay criterios objetivos de
de la letra ni inicio del de la siguiente. comparación. No obstante, insistimos, de-
(Suele realizarse cuando el sujeto se da be tomarse buena nota de los errores de
cuenta de que la separación es errónea.) tal tipo hallados en la escritura espontá-
La puntuación sigue estos criterios rela- nea. El examinador experimentado puede
tivos: llegar a conclusiones realmente útiles al
considerar dichos errores en el contexto de
— Más de 10 soldaduras en las 30 pri- la prueba.
meras palabras: 2 puntos.
Recordemos que la ortografía natural
— De 3 a 10 soldaduras: 1 punto. implica la equivalencia entre fonemas y
— 3 o menos soldaduras: 0 puntos. grafemas en el caso del dictado. (Lo que
ocurre en la copia es obvio). Los errores
Curvas: las curvas del grafismo resultan que contabilizamos son los siguientes:
excesivamente arqueadas, angulosas, etc.
Este criterio es aplicable tanto a las letras Sustituciones: una de las letras escritas
curvas abiertas (m, n, v, b, c, etc.) como a no corresponde a la que debiera suscitar el

74
fonema emitido. Es decir, la letra correcta partir de los errores producidos en la copia
es reemplazada por otra (p. ej., «micro» y en el dictado (aunque en la copia son
por «miedo»). prácticamente desestimables). Sin embar-
Rotaciones: Ai igual que ocurría en la go, también es de suma importancia de-
lectura, se trata de un caso particular de tectar y analizar los errores de este tipo
sustitución. Se da cuando la letra correcta cometidos en la escritura espontánea.
es sustituida, al escribir, por otra que pue- Acentuación: el sujeto omite un acento
de considerarse como la misma habiendo o traza un acento indebidamente. Tam-
«girado» o «rotado» en el plano del papel bién puede tratarse de la acentuación ina-
(p. ej., «cadallo» por «caballo»; «hapa» decuada de una palabra (transposición si-
por «hada»). Las valoramos al margen lábica del acento), lo que no es sino un
de las otras sustituciones por ser más pro- caso especial de lo primeramente apunta-
bable que estén relacionadas, al igual que do (p. ej., «cafe por café»; «patatá» por
en la lectura, con otro género de discrimi- «patata»).
naciones visuales.
Puntuación: el sujeto omite o añade in-
Omisiones: el niño deja de escribir al- debidamente un signo de puntuación.
guna de las letras que han sido dictadas o Cambios consonínticos: en este aparta-
copiadas (p. ej., «silla» por «sillas»; «capo» do se tienen en cuenta una serie de errores
por «campo»). que, de hecho, son sustituciones. Sin em-
Adiciones: se añade una letra a la trans- bargo, las aquí reseñadas se diferencian de
cripción correcta de lo dictado (p. ej., las sustituciones propiamente dichas, en
«cuberir» por «cubrir»; «los» por «lo»). que el error no implica una falta de equi-
valencia entre fonema y grafema, sino la
Inversiones: se escriben todas las letras mera inobservancia de las reglas ortográfi-
incluidas en una sílaba pero en orden cas convencionales. Los errores posibles de
opuesto al correcto (p. ej., «pulma» por este género son los siguientes:
«pluma»; «al» por «la»).
Uniones: dos o más palabras se escriben «b» por «v» («boz» por «voz»)
sin solución de continuidad (p. ej., «enel «v» por «b») «vueno» por «bueno»)
patio» por «en el patio»; «misamigos» por «j» por «g» («daja» por «daga»)
«mis amigos»; «vamos alacasa» por «vamos «g» por «j» («bago» por «bajo»)
a la casa»). Obviamente se contabilizará «r» por «rr» («bara» por «barra»)
una unión cada vez que se produce, de «rr» por «r» («trio» por «río»)
modo que el escrito «alacasa», pongamos «11» por «y» («mallo» por «mayo»)
por caso, supondría 2 uniones. «y» por «11» («cayar» por callar»)
«x» por «ch» (influencia idioma catalán:
Fragmentaciones: una palabra es escrita «xocolate» por «chocolate»).
introduciendo en ella claras soluciones de
continuidad, como si realmente se tratara Asimismo se considera cambio conso-
de dos o más palabras (p. ej., «des pués» nántico la omisión o adición indebida de
por «después»; «re dondo» por «redondo»). «h» («an» por «han»; «ohí» por «oí»).
Claro está, no puede confundirse una au-
téntica fragmentación con el hecho fre- Por fin, entrarán también en este tipo
cuente de que dos letras de una misma de errores arbitrarios la sustitución mutua
palabra sean escritas con discontinuidad de «m» y «n» situadas antes de «p» o «b».
en el trazo. En teoría este error pudiera entrar en la
serie de errores de ortografía natural, pero
se decidió incluirlos aquí dadas las dificul-
c) Ortografía arbitraria tades de discriminación fonética que en-
cierran estos sonidos articulados (p. ej.,
Por las mismas razones que en el caso «canpo» por «campo»; «emvolver» por «en-
anterior, las cuantificaciones se hacen a volver»).

75
d) Velocidad Tiempo: cambio del tiempo adecuado
de un verbo (p. ej., «ayer cantemos una
Como dato significativo de la escritura, canción»).
se tomará en cuenta el tiempo invertido Orden: estructuración inadecuada de la
en la copia, y el dictado y la escritura frase desde el punto de vista sintáctico,
espontánea. con situación incorrecta de sujeto, predi-
cado, verbo y complemento. Ciertamente,
el «desorden» puede ser literario, pero
e) Sintaxis no es propio de estas edades (p. ej., «va-
mos Luis y yo a jugar»).
Por razones obvias, los errores sintácti- Estilo «telegráfico»: simple enumeración
cos sólo pueden ser tenidos en cuenta en de frases que quedan redactadas sin hila-
la escritura espontánea. Es preciso conside- ción por ausencia de preposiciones, con-
rar la relación existente entre el número junciones, etc. (p. ej., «niña fue casa abue-
total de errores y la mayor o menor ex- lo»). Obsérvese que en este caso no habla-
tensión del texto escrito. Se trata de un mos de omisiones de palabras, dado que
dato mucho más significativo que el mero este tipo de error lo reservamos cuando la
número total de errores. Sin embargo, en omisión se da esporádicamente en una fra-
la tabulación realizada sólo se han tenido se, p. ej., «la niña fue a la casa abuelo».
en cuenta los promedios de errores propios Además el niño que escribe en estilo tele-
de cada nivel, dada la enorme dificultad gráfico lo hace sistemáticamente. Se con-
de poner en relación los errores cometidos tabilizará un error por cada frase redactada
con la longitud y otras características cua- «telegráficamente».
litativas de lo escrito. Señalaremos, no Son muchos los errores sintácticos que
obstante, que en las tabulaciones efectua- pueden cometerse en la escritura espontá-
das este problema queda amortiguado al nea y que no es posible cuantificar. En el
haberse situado cada nivel a partir de una apartado e) sólo se han citado los que en
muestra de 160 sujetos. este test se han tenido en cuenta por sus
Los errores sintácticos tomados en consi- posibilidades de tabulación. Sin embargo,
deración han sido los siguientes: es preciso tomar buena nota de todos los
Número: uso incorrecto del singular o errores o fallos que aparezcan en el texto
del plural (p. ej., «los niños iba...»; «los en cuestión. Entre los más interesantes a
hombre...»). retener, destacamos los siguientes:
Género: uso incorrecto del masculino o Incoherencia en el texto. Lo escrito se
del femenino (p. ej., «el niño estaba con- reduce a una serie de frases o palabras
tenta»). carentes de sentido.
Omisión palabras: supresión indebida Enumeración de palabras: no se formula
de artículos, preposiciones, conjunciones y frase alguna. Tan sólo existe una sucesión
demás partículas (p. ej., «Paco cogió de palabras que no guardan relación entre
tren...»; «todos van campo...»). sí (p. ej., «caballo papá fuente nene»).
Adición palabras: supresión indebida de Enumeración perseverativa de frases: se
artículos, preposiciones, conjunciones, ad- mantienen constantes la mayor parte de
verbios, etc. (p. ej., «fuimos a el jugar»). los elementos de la oración, variando tan
Sustitución de palabras: permuta inco- sólo un sustantivo, o el verbo, o algún
rrecta de artículos, adverbios, preposicio- complemento (p. ej., «el niño tenía coches
nes conjunciones, etc. El bilingüismo debe y trenes y pelotas y soldados y...», «fuimos
tenerse en cuenta (p. ej., «estoy a casa de al campo y comimos y saltamos y después
María»; «llévame la pelota» por «tráeme la comimos y jugamos y saltamos...»).
pelota»). Catalanismos: el uso de giros o palabras

76
de origen catalán fue relativamente fre- ciales, propios de cada nivel de E.G.B.,
cuente en nuestra muestra. Deben ser te- así como los promedios de tiempo inveni-
nidos en cuenta, especialmente cuando re- do. En consecuencia, el examinador debe-
sultan excesivos. Por descontado, deberán rá sumar los errores de cada tipo cometi-
ser tenidas en cuenta las locuciones pro- dos en cada uno de los diferentes aparta-
pias de otras lenguas o dialectos. dos («Grafismo», «Ortografía copia», «Orto-
grafía dictado» y «Sintaxis», así como las
palabras y locuciones de cada uno de los
f) Contenido expresivo tipos que se incluyen en el apartado «Con-
tenido expresivo». El resultado de cada
En este caso no se trata de detectar una de estas sumas debe escribirse en el
errores. Por el contrario, se pretende cali- apartado correspondiente del cuadernillo
ficar ciertos aspectos positivos de la sin- de «Resultados».
taxis. Dado que, además, se intenta calificar
cuantificando, es ésta una materia plagada Por ejemplo, si en el «Registro de escri-
de dificultades. Sin embargo, y a partir de tura», apartado «Dictado», se contabilizan
la escritura espontánea, se han tenido en dos fragmentaciones de palabras en un ni-
cuenta los siguientes factores: ño de cuarto curso de E.G.B., se anotará
la cifra «2» sobre la línea punteada
Oraciones: número total de oraciones ( ) correspondiente a «Fragm.» en el
escritas. Obsérvese que no se trata de pa- «nivel III» del apartado «Ortografía dicta-
labras, ni de palabras-frase, sino de autén- do» que aparece en la página 6 del cua-
ticas oraciones, lo cual obliga a contabili- dernillo de «Resultados».
zar de hecho el número de verbos.
Calificativos: número total de los mis- Asimismo deben sumarse todos los erro-
mos. res, cualquiera que sea su tipo, cometidos
en cada uno de los distintos apartados
Adverbios: número total de los mismos. («Grafismo», «Ortografía natural», «Orto-
Causa-consecuencia: número de veces grafía dictado» y «Sintaxis»). Igualmente
en que aparecen conjunciones y locuciones deben sumarse todas las palabras y locucio-
propias de las oraciones que expresan rela- nes del apartado «Contenido expresivo». El
ciones de causa y consecuencia: consecuti- resultado de cada una de estas sumas pue-
vas, causales, condicionales, finales, adver- de contrastarse con las Tablas que se expo-
sativas, etc. Sin pretender hacer exhaustiva nen a continuación y deben escribirse en
la lista citaremos las siguientes: «porque»,, el lugar correspondiente («total») del cua-
«puesto que», «como», «a causa de», «si», dernillo de «Resultados».
«con tal que», «en el caso de que», «para»,
«para que», «a fin de que», «pero», «no Por ejemplo, un niño de cuarto curso
obstante», «sin embargo», «en cambio», de E.G.B. produce en su escritura espon-
«aunque», «a pesar de que», «en cambio», tánea 2 calificativos, 2 adverbios y 3 con-
etcétera. junciones o locuciones de causa-consecuen-
cia. Además de anotarlas por separado en
Una vez administrado el test de escritu- las columnas correspondientes del aparta-
ra y registrados (detectados) los errores co- do «Contenido expreisov» de la página 7
metidos por el sujeto, es preciso proceder del cuadernillo de «Resultados», se deberá
a la comparación de los resultados obteni- anotar el número «7» en la línea de pun-
dos con los de la población general. Para tos ( ) que en el mismo apartado se
ello debe recurrirse a las tablas que se sitúe bajo el rótulo «Total».
exponen en las páginas siguientes.
Sin embargo, para una valoración más Recordemos que los errores sintácticos se
rápida del test, en el cuadernillo de «Re- suman en su totalidad desde un principio.
sultados» constan las puntuaciones medias No hay, pues, cuantificaciones parciales,
correspondientes a los errores totales y par- por tipos, de los mismos.

77
TABLA 8
TOTAL ERRORES GRAFISMO (*)

Nivel I Nivel II Nivel III Nivel IV


Errores totales 5-6 5-6 6-7 5-6
X 5,26 5,76 6,45 5,65
a 1,58 1,88 2,07 1,93

(*) No son comparables entre sí los resultados obtenidos en los distin-


tos niveles de E.G.B.

TABLA 9
PORCENTAJES DE POBLACION CORRESPONDIENTES A CADA PUNTUACION

Error Nivel I Nivel II Nive 1 III Nivel IV


Modelo % Modelo % Modelo % Modelo %
Tamaño letras A 5 A 2 A 4,5 A 0,5
B 44,5 B 42,5 B 28,5 B 27
C 42 C 48,5 C 56,5 C 58,5
D 6 D 7,5 D 11 D 14
No
escribe 2,5
Punt. % Punt. % Punt. % Punt. %
Irregularidad 2 10 2 10 2 16 2 6
1 79 1 70 1 70,5 1 61,5
0 17,5 0 20 0 13,5 0 32,5
No
escribe 2,5
Punt. % Punt. % Punt. % Punt. %
Oscilación 2 0 2 0 2 0 2 0
1 2 1 4,5 1 2,5 1 0
0 97,5 0 95,5 0 97,5 0 100
No
escribe 2,5
Punt. % Punt. % Punt. % Punt. %
Líneas 2 23,5 2 13,5 2 9 2 7,5
anómalas 1 69 1 78 1 83,5 1 83,5
0 5 0 8,5 0 7,5 0 9
No
escribe 2,5

78
Error Nivel I Nivel II Nivel III Nivel IV

Punt. % Punt. % Punt. % Punt. %


Interlineación 2 7 2 11,5 2 10 2 4
1 72 1 72,5 1 81 1 80
0 18,5 0 16 0 9 0 16
No
escribe 2,5
Punt. % Punt. % Punt. % Punt. %
Zonas 2 19 2 17 2 27,5 2 29,5
1 74 1 90 1 70 1 63
0 4,5 0 3 0 2,5 0 7,5
No
escribe 2,5
Punt. % Punt. % Punt. % Punt. %
Superposición 2 0 2 0,5 2 5 2 3,5
1 2 1 4,5 1 14,5 1 15
0 95,5 0 95 0 80,5 0 81,5
No
escribe 2,5
Punt. % Punt. % Punt. % Punt. %
Soldaduras 2 0 2 0 2 0 2 0
1 10 1 14 1 8,5 1 5,5
0 87,5 0 88 0 91,5 0 94,5
No
escribe
Punt. % Punt. % Punt. % Punt. %
2 5 2 14 2 22,5 2 14,5
Curvas 1 21 1 40,5 1 47 1 54,5
0 71,5 0 45,5 0 30,5 0 31
No
escribe 2,5
Punt. % Punt. % Punt. % Punt. %
Trazos 2 2 2 6 2 16,5 2 6
verticales 1 33,5 1 56,5 1 62 1 55
0 62 0 27,5 0 21,5 0 38
No
o c r r i rta 0 <=!

Mediante las Tablas 8 y 9 puede situarse a cualquier sujeto en relación


con la población general de su nivel E.G.B. en cuanto a errores totales y
parciales del grafismo.

79
TABLA 10
ERRORES ORTOGRAFIA NATURAL (PROMEDIOS )(*)

Nivel I Nivel II Nivel III Nivel IV


Errores totales 3-4 3-4 1 2-3
1 3,53 3,82 0,97 2,52
a 4,20 4,61 1,30 3,04
Sustitución 1 1-2 0-0,5 1
Rotación 0 0 0 0
Omisión 1 1 0-0,5 0-1
Adición 0 0 0-0,5 0-1
[nvers. sil. 0 0 0 0
Unión 1 0-1 0-0,5 0
Fragment. 0 0-1 0-0,5 0

(*) No son comparables entre sí los resultados de los distintos niveles.

TABLA 11
ERRORES ORTOGRAFIA ARBITRARIA (PROMEDIOS) (*)

Nivel I Nivel II Nivel III Nivel IV


Errores totales 0-1 7-8 8 5-6
X 0,80 7,67 8 5,66
a 0,92 3,53 2 2,85
Acentuac. 0 2 4 3
Puntuac. 0 0 0 0
C. consonant. 0-1 5-6 2-3 2-3

(*) No son comparables entre sí lo? resultados de los distintos niveles.

Se ha elaborado otra Tabla que reúne todos los errores ortográficos más
significativos de la copia.

80
TABLA 12
ERRORES ORTOGRAFIA EN COPIA

Nivel I Nivel II Nivel III Nivel IV


Errores totales 7-8 3-4 2-3 1-2
X 7,35 3,61 2,75 1,53
a 5,68 3,22 3,21 1,84
Sustitución 2-3 1-2 1 0-1
Rotación 0-1 0 0 0
Omisión 2-3 1 0-1 0-1
Adición 0-1 0-1 0 0
Inversión 0 0 0 0
Unión 0-1 0 0 0
Fragment. 0 0 0 0
C. cons.
(ort. arb.) 1 0-1 0-1 0-1

TABLA 13
VELOCIDAD ESCRITURA COPIA

Nivel I Nivel II Nivel III Nivel IV


X 11*18" 7'6" 6' 4,28"
Mdn. 10'18" Ti" 5'10" 4'25"
a 5'27" 1 '45 1'13" 52"

TABLA 14
VELOCIDAD ESCRITURA DICTADO (*)

Nivel I Nivel II Nivel III Nivel IV


X 2'49" 4'56" 5' 15" 5'3"
Mdn. 2'55" 4'39" 7'56" 4'56"
o l'l " 2'19" 48" 45"

(*) No son comparables entre sí los resultados de los distintos niveles.

81
TABLA 15
TOTAL ERRORES SINTACTICOS (PROMEDIOS) (*)

Nivel I Nivel II Nivel III Nivel IV


Total errores 1 1-2 2-3 2-3
X 0,95 1,39 2,57 2,42
a 1,03 1,55 2,01 1,98

(*) No son comparables entre sí los resultados de los distintos niveles


de E.G.B.

TABLA 16
CONTENIDO EXPRESIVO

m
» Nivel I Nivel II Nivel III Nivel IV
o C
o X 4,19 6,65 13,5 13,5
2 o
«tio Mdn. 3,91 6,13 9,23 10,72
0 a 2,41 2,56 4,18 4,9
0,72 1,22
Tota] con se. bios cativos

X 0,15 0,53
rt3¡Wísa - Adver- Califi-

Mdn. 0,07 0,23 0,4 1,26


0 0,42 0,89 1,04 1,4
X 1,12 2,31 3,23 3,83
Mdn. 0,74 1,92 2,80 3,53
a 1,25 1,82 2,51 2,5
cuencia

1 0,27 0,42 0,88 1,18


Mdn. 0,13 0,22 0,71 0,97
a 0,56 0,78 1 1,22
X 1,62 3,16 4,95 6,28
o 1,68 2,61 3,34 3,65

82
TERCERA PARTE
Conclusiones

Características
evolutivas de la lectura
y la escritura
La elaboración del T.A.L.E. permite nuyen. Recordémoslos en sus promedios
disponer de una serie de datos aptos para, por alumno:
debidamente utilizados, arrojar alguna luz 1 . « nivel 10,92
sobre ciertas características evolutivas del
2.° nivel 8,93
aprendizaje de la lectura y la escritura cas-
tellanas en nuestra población infantil. 3 . « nivel 5,21
4.° nivel 3,31
Evidentemente estos datos, pese a todo La gradación, insistimos, parece lógica.
de carácter relativamente global, no per- Sin embargo, y en relación con lo espera-
miten analizar el pequeño detalle y mu- do, se nos antoja que los errores son exce-
cho menos las relaciones de causa a efecto sivos, habida cuenta que se trata de la
existentes en el aprender. El estudio de discriminación lectora más simple (letras)
estas relaciones causales, de las conductas y que está producida por la población que
implicadas y los estímulos que las contro- lee con «normalidad» a juicio de sus maes-
lan, de los requisitos afectados en un mo- tros. Además, es preciso recordar que en
mento dado, etc., es algo que sólo puede el T.A.L.E. se acepta como respuesta co-
resolverse a través del estudio individual rrecta tanto la denominación de la letra en
Je un niño concreto. Es más, de un niño cuestión («efe»), como la emisión del fo-
concreto, en una situación de aprendizaje nema («f...f...f...»), o su «apoyo» sobre
concreta, destinada a una conducta con- una vocal («fe»). Esta impresión peyorativa
creta. se agudiza al analizar las características de
Nuestros datos corresponden a grupos los errores cometidos.
promedio de población, quedan concreta-
dos de curso en curso, y por tanto sólo 1.2. Lectura de letras: tipos de errores
pueden atender a la sucesión de conductas
lectoescritoras globales, sin otras implica- En la Tabla 1 se exponía la distribución
ciones. Unicamente es posible abordar de las medias de errores totales así como
cambios secuenciales molares. las correspondientes a cada uno de los seis
Pero, en cualquier caso, aunque sea a errores tomados en consideración. Los cua-
grandes pinceladas, sí se pueden sacar dros 1, 2, 3 y 4 permiten constatar gráfi-
ciertas conclusiones evolutivas generales re- camente la importancia relativa de cada
feridas a la población infantil general. Y error a lo largo de los cuatro cursos así
eso es lo que hemos hecho o pretendido como la relación entre errores graves y le-
hacer. ves, tal como los hemos definido en las
normas de valoración del test.
A. LECTURA Analizando los datos que se exponen,
puede observarse lo siguiente:
1.1. Lectura de letras: errores torales a) A medida que aumentan edad y ni-
vel de E.G.B., disminuye el porcentaje de
Lógicamente, a medida que aumenta errores graves y, en consecuencia, aumenta
la edad —y el cuno— los errores dismi- el porcentaje de errores leves. En el nivel I

85
la diferencia en favor dé los errores graves producen significativamente muchos me-
es de 56 por 100, porcentaje que dismi- nos errores que en la lectura de letras.
nuye hasta un 6 por 100 en el 4.° nivel. Ciertamente, en el T.A.L.E. el número de
estímulos es mucho menor, en el caso de
b) Pese a esa disminución, más de la las sílabas, lo cual prácticamente resuelve
mitad de los errores en lectura de letras el problema, pero también es cierto que
cometidos por los niños de 4.° nivel son se incrementa la complejidad del estímulo
graves, es decir, suponen ausencia total de y por consiguiente la dificultad de la dis-
la discriminación correcta. criminación.
c) De todos los errores cometidos, cual-
quiera que sea el nlpeí en cuestión, prác- 2.2. Lectura de sílabas: tipos de errores
ticamente ta mitad son sustituciones.
d) La mo lectura» es sumamente im- Los errores totales, que acabamos de co-
portante en el l A nivel, donde ocupa el mentar, se distribuyen dentro de cada ni-
segundo lugar en los porcentajes de erro- vel de enseñanza según indican los cua-
res. Alcaliza la cuarta posición en el 4.° dros 5, 6, 7 y 8. De la consideración de
nivel, con tan sólo un 4 por 100, pero todos estos datos puede desprenderse lo
sigue existiendo. siguiente:
e) La rotación es muy poco importante a) Los errores graves, al igual que en la
en todos los niveles hasta llegar a ser prác- lectura de letras, dominan sobre los leves,
ticamente inexistente (1 por 100 en 4.° pero en este caso sin que tienda a produ-
nivel). Esta baja frecuencia da ¡dea de su cirse nivelación al aumentar los cursos. Las
trascendencia cuando se presenta. Obsér- diferencias se mantienen prácticamente
vese que en ese mismo nivel (4.°) las res- constantes.
tantes sustituciones alcanzan el 4 por 100. b) Las sustituciones también ocupan el
f) La importancia relativa de las vacila- primer lugar de los errores. Pero así como
ciones aumenta a medida que aumenta el en la lectura de letras alcanzaban un por-
nivel E.G.B. centaje promedio de 4 por 100, en la
lectura de sílabas sólo alcanzan el 26 por
g) Rectificaciones y repeticiones son de 100.
cuantía y evolución escasamente significa-
tivas. c) Las vacilaciones se mantienen en un
porcentaje prácticamente constante a lo
largo de los 4 cursos.
1.2. Lectura de sílabas: errores totales d) Las rotaciones juegan aquí un papel
significativo. Siendo su intervención prác-
Al igual que en la lectura de letras, ticamente nula en la lectura de letras,
también aquí nos encontramos con la per- ahora —habiendo 8 tipos de errores en
tinente disminución de errores al incre- lugar de 6— se mueven alrededor del 15
mentarse la edad y los niveles de enseñan- por 100 y de modo constante. Es preciso
za. Según se indicó, la gradación es la subrayar, aquí, que en la elaboración del
siguiente (promedio de errores por test, al programar la lista de sílabas se
alumno): introdujeron premeditadamente grupos si-
1.er nivel 3,56 lábicos qué permitieran verificar la pro-
2.° nivel 2,22 ducción de rotaciones.
3. c r nivel 1,32 e) Adiciones, omisiones e inversiones
4.° nivel 1,02 son los errores graves de menor frecuencia.
Obsérvese que en cualquier edad las adi-
Los errores se hacen mínimos en los dos ciones superan significativamente a las
últimas cursos. Observemos él interesante omisiones. Debemos aclarar que estas adi-
hecho de que en la lectura de sílabas se ciones suelen estar constituidas por voca-

86
les, vocales que se incorporan de modo lectura de letras y de sílabas. Concreta-
que «facilitan» la lectura. (El niño descom- mente en los niveles 3.° y 4.° las diferen-
pone una sílaba de dos consonantes y la cias entre errores leves y graves (en favor
consonante que queda aislada recibe apo- de aquéllos) es de 24 por 100. Parece
yo vocálico, p. ej., «pía» se lee «pa-la»). como si el reconocimiento de las palabras
Las inversiones, claramente presentes en el facilitara su lectura, disminuyendo los
primer nivel, tienden a disminuir. errores graves.
f) Rectificaciones y repeticiones ocu- b) Asimismo, las vacilaciones ocupan el
pan posiciones poco representativas en primer lugar de los errores parciales (alre-
cualquier sentido. dedor del 40 por 100 del total). Las susti-
tuciones, que ocupaban el primer lugar en
1.3. Lectura de palabras: errores totales la lectura de letras y de sílabas, se sitúan
aquí en el segundo, a considerable distan-
Recordemos los promedios de cantidad cia de las vacilaciones. Estas vacilaciones,
de errores por individuo según los diferen- que ostentan la primacía, pudieran consis-
tes niveles de E.G.B.: tir parcialmente en el tiempo preciso para
1.« nivel 14,47 el reconocimiento —¿lectura silenciosa?—
2.° nivel 10,32 antes citado.
3. cr nivel 7,53 c) Sin embargo, las sustituciones siguen
4.° nivel 5,68. ocupando un significativo lugar. Disminu-
Téngase en cuenta que se trata de 50 yendo a medida que aumentan los niveles
estímulos discriminativos visuales comple- de enseñanza (de 25 por 100 en 1.° a 16
jos (palabras). Una vez más se comprueba por 100 en 4.°), se sitúan en un 20 por
la esperada disminución de errores cU au- 100 aproximadamente.
mentar edad y nivel de enseñanza. Pero, d) Las rotaciones ocupan el último lu-
una vez más también, se comprueba que gar de la lista (1 por 100); son práctica-
los errores existen siempre. mente inexistentes. Una vez más, su posi-
ble presencia puede considerarse como au-
2.3. Lectura de palabras: tipos de errores téntica «señal de alarma».
La participación relativa de cada error e) De todos los errores de baja presen-
en el número total de errores queda refle- tación (menos de un 10 por 100), las omi-
jada en los cuadros 9, 10, 11 y 12. De su siones ocupan siempre el primer lugar.
observación pueden extraerse las siguientes f) Adiciones, inversiones y sustitución
conclusiones: de palabras son errores de bajísima fre-
a) Los errores leves son aquí significa- cuencia en todos los niveles.
tivamente superiores a los errores graves. g) Rectificaciones y repeticiones ocupan
Se invierte la relación que existía en la los consabidos lugares intermedios.

TABLA 16
PROMEDIO DE ERRORES POR PALABRA Y DE ERRORES POR SILABA EN
LA LECTURA DE TEXTO

Errores Errores
palabra sílaba
Nivel 1.° A 0,07 0,04
Nivel 1.° B 0,06 0,04
Nivel 2.° 0,1 0,05
Nivel 3.° 0,1 0,05
Nivel 4.° 0,08 0,03

87
1.4. Lectura de texto: errores totales c) A medida que aumentan los niveles
de enseñanza, las sustituciones de pala-
Recordando que los distintos textos, co- bras, prácticamente desestimables en los 2
rrespondientes a cada nivel de enseñanza, primeros cursos, llegan a ocupar un signi-
no son comparables entre si, recordemos ficativo segundo lugar en los 2 niveles su-
los promedios de errores por alumno, se- periores, reemplazando a las sustituciones
gún su nivel de enseñanza: de letras. Se trataría de «errores de recono-
Nivel 1.° A 1,15 cimiento». Una palabra es un estímulo
Nivel 1.° B 2,89 complejo y algunos de sus componentes,
Nivel 2.° 4,38 si no se analizan los restantes, pueden
inducir a errores.
Nivel 3.° 7,45
Nivel 4.° 11,5 d) Las repeticiones, aun disminuyendo
Para intentar una cierta homogeneiza- progresivamente, resultan significativas en
ción de tales resultados, en la Tabla 16 se todos los niveles.
han reunido los promedios de errores/pa- e) Las omisiones tienden a hacerse no-
labra y errores/sílaba obtenidos a lo largo tar a partir del segundo nivel.
de estos 5 niveles de enseñanza. Como í) Rotaciones e inversiones son práctica-
puede observarse la variación es mínima. mente inexistentes. Es lógico que así sea,
Especialmente, la cantidad de errores por puesto que en la *lectura de texto» del niño
sílaba es prácticamente constante. Quizá promedio existe otro factor que desempe-
pudiera hablarse de un cierto incremento ña un papel primordial: la comprensión
de los errores al pasar a la lectura de 2.° de lo leído. Una rotación o una inversión
nivel, donde las palabras son de compleji- puede despojar de significado a una pala-
dad significativamente superior a las de bra. Así pues en muchos casos la inversión
los primeros niveles. o rotación inicial se convierte en una recti-
Por tanto, aceptando la progresiva com- ficación. Será más lógica la rotación en
plejización y dificultad lectora del material sílabas puesto que, por lo que al significa-
presentado, apenas varía la proporción de do y sus consecuencias se refiere, da igual
errores cometidos en los diferentes niveles leer «bla» que «pía». En cambio no es lo
al leerlos textos correspondientes. mismo leer «balcón» que «dalcón». En
consecuencia, cuando aparezcan rotaciones
e inversiones en la lectura de un texto,
2.4. Lectura de texto: tipos de errores además habrá que plantearse el tema de la
Los cuadros 13, 14, 15, 16 y 17 mues- comprensión.
tran los porcentajes de participación de También resultan casi inexistentes las
cada tipo de error en el total de errores omisiones de palabras, excepción hecha
registrado en cada nivel de E.G.B. Pueden del 4.° nivel, aunque tampoco en él resul-
extraerse las siguientes conclusiones. tan significativas.
a) Al igual que en la lectura de pala- g) Las adiciones, adiciones de palabras
bras, los errores leves superan siempre a y rectificaciones ocupan posiciones inter-
los errores graves, aun cuando la diferen- medias de muy escasa participación.
cia tiende a disminuir al aumentar los cur-
sos. Vuelve a plantearse que, probable-
mente, la familiaridad, el reconocimiento
e incluso el significado pueden facilitar la 1.5. Comprensión de la lectura
lectura.
La Tabla 7 muestra todos los resultados
b) También aquí las vacilaciones ocu- que es preciso tener presente en cuanto a
pan en todos los niveles un significativo la comprensión de lo leído. Pocos comen-
primer lugar, centrado alrededor del 34 tarios pueden hacerse, habida cuenta que
por 100. se trata de textos diferentes y por consi-

88
guíente no es posible comparar los resulta- Se observa una progresiva reducción del
dos. En este apartado es necesario hacer tamaño a medida que transcurre la edad.
una precisión. La no respuesta o la res- Los dos primeros niveles utilizan mayorita-
puesta incorrecta de un niño concreto a las riamente (89 por 100) tamaños oscilantes
preguntas de «comprensión» pueden no entre 3,5 mm. y 2,5-3,5 mm. práctica-
ser índice de «no comprensión». En efecto mente a partes iguales. Esta situación varía
la comprensión significa captar los signifi- en el 3- cr nivel, prosiguiendo el cambio
cados del texto, lo cual es un fenómeno en el 4.°. El predominio del modelo C
de comprensión del lenguaje en general. (2,5-3,5 mm.) es absoluto, concretamente
Sin embargo, los errores pueden producir- supone en el 4.° nivel un 58,5 por 100.
se por falta de retención, de memoriza- El modelo B (3,5-5 mm.) queda reducido
ción, de lo leído. Y ello puede ocurrir por a 27 por 100. Entretanto el modelo D
múltiples factores, a pesar de las precau- (2,5 mm.) va siendo utilizado con mayor
ciones tomadas al elaborar textos y pre- frecuencia a lo largo de los 4 niveles: 6
guntas. por 100 — 7,5 por 100 — 11 por 100 —
14 por 100.
Señalaremos que prácticamente no exis-
B. ESCRITURA te escritura cuyo tamaño sea superior a
5 mm. (modelo A) o inferior a 2,5 mm.
(modelo E). Por consiguiente su presencia
1.1. Grafismo: errores totales en un niño concreto debe ser considerada
significativa.
El grafismo, globalmente considerado,
no permite comparaciones entre los distin-
tos niveles o edades, ni el suministro de 3.1. Gramismo: irregularidad
datos cuantitativos rigurosos. Algunos de
los «errores» están definidos de modo am- Las puntuaciones relativas se mantienen
biguo y resultan de valoración algo subje- constantes a lo largo de los tres primeros
tiva. La atribución de puntos es levemente niveles. Predominan las diferencias de ta-
arbitraria. Por otro lado no podemos com- maño de carácter leve, inferiores a 2 mm.
parar unas cantidades de errores que se Tales diferencias son habituales en un 70
basan en la «escritura espontánea», escritu- por 100 de la población. El resto de la
ra con evidentes oscilaciones en grupos e población se reparte bastante equitativa-
individuos, incluyendo sobre todo la lon- mente entre los que mantienen un tama-
gitud del texto. ño de letra homogénea y aquellos cuya
letra experimenta oscilaciones entre 2 y
En la Tabla 8 pueden observarse, no 5 mm.
obstante, los promedios de errores de gra-
fismo correspondientes a los cuatro niveles Sin embargo, en el 4.° nivel, hacia los
estudiados. Conviene aclarar, pese a las 10 años de edad se observa un incremento
salvedades apuntadas, a las «arbitrarieda- significativo (32,5 por 100) de los niños
des» citadas, que, dadas las dificultades con letra homogénea mientras los que
del tema, consideramos satisfactorio todo producen irregularidades importantes se
lo obtenido. reducen a 6 por 100.

2.1. Grafismo: tamaño de las letras 4.1. Grafismo: oscilación

A través del apartado correspondiente a Se trata de una variable no significativa


la Tabla 9 puede seguirse la evolución del en la evolución del niño normal. Práctica-
tamaño o «altura» del grafismo a lo largo mente ningún niño produce «letra tem-
de estos cuatro años de escolarización in- blorosa». Ello ha quedado claramente de-
fantil. mostrado en el T.A.L.E.

89
Este mismo hecho supone la anormali- quier edad una cierta irregularidad. De
dad de la posible presencia de oscilaciones hecho, a los 10 años de edad, sólo el 75
en la letra de un niño concreto. Quizá por 100 de la población infantil respeta
ello suponga anomalías neurológicas. las 3 zonas. Es más, parece que a medida
que aumenta la edad y pasan los cursos las
zonas quedan menos respetadas.
5.1. Grafismo: líneas anómalas Concretamente a los 6 años el 19 por
100 de la población incurre en desigual-
Como era lógico esperar las anomalías dades importantes, mientras a los 10 años
importantes de la lineación van disminu- comete tales «errores» el 29,5 de la pobla-
yendo con la edad. Concretamente tales ción.
errores del grafismo pasan de 23,5 por 100
en el l . c r nivel de enseñanza a 7,5 por Parece, pues, que la mayor fluidez de la
100 en el 4.°. Ahora bien, esta mejora escritura propia del progreso práctico con-
progresiva no redunda en un incremento lleva un incremento de irregularidades de
paralelo de ausencia de anomalías. Por el este orden. Es decir, la mayor velocidad
contrario, queda claro que en cualquier puede implicar menor preocupación for-
edad, y, más específicamente a los 10 mal.
años, todavía, la inmensa mayoría de los
niños escriben con lineación levemente 8.1. Grafismo: superposición
anómala, concretamente el 91 por 100. A
los 10 años sólo el 9 por 100 mantienen La mayor parte de la población, en
una horizontalidad perfecta. cualquier edad o curso, no incurre en su-
perposiciones. Sin embargo aquí ocurre al-
go semejante a lo observado en el caso de
6.1. Grafismo: interlineación las «zonas». En efecto, a medida que
avanzan la edad y el nivel escolar tiende a
Se trata de un aspecto de la escritura aumentar la población que incurre en su-
que guarda parecido o relación con la li- perposiciones. Concretamente los que lle-
neación (líneas anómalas). De hecho se van a cabo de 4 a 10 superposiciones en
trata de aspectos algo complementarios: a 30 palabras pasan progresivamente de
unas líneas anómalas corresponden unas constituir el 2 por 100 de la población
interlineaciones irregulares con probables (primer nivel) al 15 por 100 en el cuarto
distancias oscilantes. En cualquier caso, lo nivel.
cierto es que las características de este
Aquí también parece ocurrir que el au-
terror gráfico» se mantienen prácticamente
mento de la fluidez, de la velocidad, de la
constantes a lo largo de las cuatro edades
práctica, implica un menor respeto for-
y niveles estudiados. Alrededor del 75 por
mal.
100 de todas las poblaciones alcanzan la
puntuación 1 (irregularidades leves y poco
frecuentes). La corrección absoluta se ma- 9-1- Grafismo: soldaduras
nifiesta aproximadamente en un 15 por
100 de la población. Como cabía esperar, dado que las sol-
daduras suelen ser auténticas rectificacio-
nes o autocorrecciones, este error tiende a
7.1. Grafismo: zonas disminuir con el incremento de edad,
aunque de forma leve porque la corrección
es bastante notable desde el principio.
He aquí una característica de la escritura
altamente valorada en la caligrafía tradi- En ningún grupo hay sujetos que reali-
cional; el mantenimiento de las 3 zonas o cen más de 10 soldaduras en las 30 pala-
áreas. Las diferencias en los resultados ob- bras implicadas. Los que incurren en 3-10
tenidos en los 4 grupos son muy escasas, soldaduras pasan de constituir un 10 por
dando idea de que se mantiene a cual- 100-14 por 100 en los dos primeros niveles

90
a ser un 5,5 por 100 de la población en el que permiten seguir el curso evolutivo de
cuarto nivel. En este momento el 94,5 por esta conducta.
100 de los niños no hace soldadura al-
a) A medida que aumenta la edad se
guna.
reduce el tamaño del tipo de letra. Se
trata de una habilidad motora que, como
10.1. Grafismo: curvas todas, evoluciona de los movimientos más
Estadísticamente hablando es muy difí- amplios a los más reducidos. Será fruto de
cil decidir cuáles son los criterios de nor- una discriminación (reforzamiento diferen-
malidad, especialmente en el caso de los cial) progresiva. Por otro lado, existen fac-
niños mayores, de 10 años. En efecto el tores imitativos dado el mayor tamaño de
trazado de unas curvas regulares, supues- los tipos de letra modelo que se utilizan
tas inicialmente como correctas, va dismi- en el inicio del aprendizaje de la escritura.
nuyendo en frecuencia a medida que au- b) Hasta los 10 años no empieza a con-
menta la edad de los niños. A los 6 años seguirse una cierta homogeneidad en el
de edad (primer nivel de E.G.B.) las cur- volumen de las letras.
vas trazadas son «perfectas» en el 71,5 por
100 de la población. En cambio, a los 9 y c) El no mantenimiento de las tres zo-
10 años de edad esa realización teórica- nas, el trazado irregular de los trazos ver-
mente perfecta sólo es alcanzada por el 30 ticales, las superposiciones de letras y la
por 100 de la población aproximadamen- irregularidad de las curvas son otros tantos
te. Es más, a los 9 y 10 años son clara «errores» que tienden a aumentar con el
mayoría —alrededor del 70 por 100— los incremento de edad y curso. Las cosas ocu-
que trazan curvas irregulares. Concreta- rren como si en un principio, en lo que a
mente, a esas edades, entre un 14 por 100 estos aspectos se refiere, la escritura estu-
y un 22 por 100 exhiben las puntuaciones viera intensamente controlada por los mo-
(2 puntos) que implican mayores diferen- delos explícitos, formales del grafismo. En
cias respecto del modelo teórico. ausencia progresiva de tales modelos, al-
gunas de sus características tienden a per-
También aquí, pues, se observan las derse (extinción) habida cuenta que otros
consecuencias de la desformalización de la factores —p. ej., aumento de velocidad—
escritura con el paso del tiempo. pueden conseguir que resulte reforzado el
trazado de ciertas líneas que resultan in-
11.1. Grafismo: trazos verticales compatibles con el modelo inicial. Posi-
blemente estas variantes de la «normali-
Se observa que la consecución de una dad» son las qiie dan especificidad indivi-
verticalidad perfecta de los trazos corres- dual a la escritura.
pondientes es mucho más frecuente en el d) Lo anteriormente expuesto lleva a no
primer nivel de enseñanza que en los pos- poder hablar de «errores» en sentido estric-
teriores. Probablemente éste es otro resul- to, es decir, como desviación mayoritaria
tado de la lógicamente intensa preocupa- respecto de un modelo ideal, puesto que
ción inicial por la forma de la escritura en los niveles ulteriores lo mayoritario es
(caligrafía). Sin embargo, a partir del 2.° lo considerado «erróneo» en los niveles ini-
nivel de enseñanza dominan los trazos ciales.
verticales irregulares. Los niños que así
obran constituyen alrededor del 60 por e) El no mantenimiento de la horizon-
100 de las poblaciones implicadas. talidad de las líneas y de las distanciar
entre las líneas es mayoritario y práctica-
mente constante en todas las edades y cur-
12.1. Evolución general del grafismo sos estudiados.
Del análisis de las diez características f) La letra oscilante no se da práctica-
del grafismo que hemos tenido en cuenta, mente nunca, por lo que puede ser alta-
cabe delimitar una serie de fenómenos mente significativa su aparición.

91
1.2. Ortografía natural rre en errores de ortografía natural, a cual-
quier edad que sea, nos hallamos ante
Dado que la ortografía natural se cuan- una insuficiencia de absoluta importancia.
tifica a partir de los datos que suministra Se tratará de algo altamente significativo
la escritura al dictado, los distintos niveles que puede ponernos en contacto con una
no son comparables, por lo que es difícil serie de anomalías básicas, en distintas ha-
obtener una directriz evolutiva precisa. bilidades intelectivas. El tipo de errores
debe poner sobre la pista de la entidad de
Los resultados correspondientes a errores tales enomalías.
totales y parciales han sido reproducidos .
en la Tabla 10.
Las razones n.° de errores/n.° de síla- 2.2. Ortografía arbitraría
bas son las siguientes:
1.« nivel 0,08 Tampoco son comparables los resultados
2.° nivel 0,03 obtenidos por los niños de los distintos
3. er nivel 0,007 niveles por ser distinta la complejidad y
4.° nivel 0,01 longitud de los textos dictados respectivos.
Se produce una discriminación de erro- Los resultados de los errores totales y
res a medida que aumentan los niveles de parciales obtenidos por los distintos gru-
enseñanza, con una cierta modificación pos se han presentado en la Tabla 11.
del fenómeno en el 4.° curso. Como intento de lograr unos criterios
Un aspecto de especial relevancia es comparativos, veamos lo que ocurre al
que, en cualquier curso o edad, los errores contabilizar la proporción n.° de errores/
ortográficos de este tipo son escasísimos. n.° de sílabas:
Obsérvese que inversiones de letras e in- 1.« nivel 0,02
versiones de sílabas prácticamente no se 2.° nivel 0,07
dan en las poblaciones estudiadas y los 3. cr nivel 0,06
restantes errores sólo alcanzan promedios 4.° nivel 0,04
de una sola incidencia. Existe, pues, una notable homogenei-
Nos pone este hecho frente a la carac- dad en la proporción de errores ortográfi-
terística básica de la denominada ortogra- cos convencionales a lo largo de los sucesi-
fía natural. Siendo un ingrediente de la vos niveles.
escritura, constituye un requisito básico, Por otro lado, los errores que se presen-
fundamental, ya que implica el aprendi- tan con alguna frecuencia se limitan a
zaje de las equivalencias entre los sonidos anomalías en los signos de puntuación y a
del lenguaje y los signos escritos, entre los sustituciones de consonantes (incluyendo
fonemas y los signos gráficos (grafemas). el uso indebido u omitido de «h»). Los
De otro modo, en la ortografía natural es errores de puntuación son de frecuencia
imprescindible el adecuado funcionamien- prácticamente nula.
to de la discriminación auditiva, la cual,
según se ve, se constituye en un requisito Es lógico que exista esta diferencia de
básico, y de adquisición universal en el incidencia entre unos y otros errores. En
niño promedio. Es lógico que así sea efecto, las «puntuaciones» implican una
cuando la discriminación auditiva es tam- conducta escrita que debe ser controlada
bién el fundamento de la adquisición del por la conducta verbal (fonema) del que
propio lenguaje oral. dicta. En este sentido lo que ocurre se
parece a lo que sucede con la ortografía
Y este lenguaje ya está suficientemente natural. En cambio la «acentuación» y la
adquirido por el niño promedio que em- utilización correcta de las consonantes que
pieza a aprender a escribir. aquí se valoran suponen unas conductas
Por consiguiente, cuando un niño incu- escritas cuyos discriminativos no son exclu-

92
sivamente las características fonéticas de la 3. ERRORES SINTACTICOS
conducta verbal del que dicta. Implican
además —por lo menos en un principio— Puesto que la sintaxis se analiza en la
el conocimiento de las llamadas «reglas escritura espontánea los resultados no son
ortográficas» que son instrucciones verbales comparables en absoluto. No sólo varía la
(discriminativos) que el interesado debe longitud del texto en función de la edad,
memorizar y, por tanto, haber aprendido sino también en función de cada indivi-
previamente. Por otro lado, también duo. Las razones son obvias. No es posi-
cuenta la imagen visual «mental» (respues- ble, pues, sacar conclusiones evolutivas a
ta sensorial condicionada) que se tenga de partir del material disponible.
la palabra en cuestión, y que, claro está,
también debe ser aprendida.
1.4. Contenido expresivo: número
3.2. Ortografía: errores en la copia de oraciones
En este caso los resultados obtenidos en En la tabla 16 se dan todos los resulta-
los distintos niveles sí son comparables dos correspondientes a «contenido expre-
puesto que la tarea exigida es siempre la sivo».
misma. En la Tabla 12 se observa clara-
mente la progresiva disminución de erro- El primer aspecto estudiado corresponde
res que pasan de una media de 7,5 en el al número de oraciones. Como cabía espe-
l . c r nivel a 1 en el 4.° nivel. rar, a medida que aumenta la edad y
pasan los cursos los niños incrementan el
Obsérvese que en la copia el modelo es número de oraciones que les permite des-
gráfico, visual, y está permanentemente arrollar el tema propuesto. Progresivamen-
presente ante el sujeto, por lo que sus te se pasa de un promedio de 4 a 5 ora-
posibilidades de control de la escritura son ciones en el primer nivel de enseñanza a
infinitamente superiores a las que se dan un promedio de 11 a 12 oraciones en el
en el dictado. En este último caso el mo- cuarto nivel.
delo es auditivo, requiere «traducción»
(morfema-grafema), y no está presente en Este fenómeno tiene que estar influido
el acto de la escritura. Pese a tales facili- por distintos factores. Por un lado, un
dades, existen errores en todas las edades. mayor desarrollo del lenguaje expresivo
que de modo concreto supone que las
Esto significa que el modelo gtáfico, pe- imágenes evocadas por el tema de redac-
se a sus características funcionales conduc- ción suscitan más conducta verbal a medi-
tuales, no siempre controla adecuadamen- da que pasa el tiempo. Asimismo, las aso-
te la escritura. En un principio, en fase de ciaciones verbales son más complejas.
aprendizaje, tal modelo puede no contro- También influye una mayor cantidad de
lar por no haberse constituido el aspecto imágenes fruto de la experiencia acumula-
específico implicado —una sílaba, una le- da por el sujeto. Por fin, cabrá considerar
tra, etc.— en estímulo discriminativo. la importancia de un progresivo incremen-
Ahora bien, también puede ocurrir que el to de las frecuencias y longitudes de la
control de la escritura sea ejercido por la conducta de escribir.
imagen de la palabra en cuestión, imagen
evocada por la palabra modelo escrita que
puede ser errónea en función de un 2.4. Contenido expresivo: uso de
aprendizaje previo escaso o equivocada- calificativos
mente discriminativo. Con seguridad esto
es lo que ocurre en los últimos cursos o En la evolución del lenguaje infantil, la
edades: el control ejercido por la palabra adquisición de los calificativos se inicia in-
escrita es interferido por el control llevado mediatamente después del aprendizaje de
a cabo por la respuesta sensorial condicio- los sustantivos y coincidiendo con el inicio
nada que aquélla provoca. del uso de los verbos. Ello implica un uso

93
práctico que cabría considerar como fre- aunque no cuantificado, cabe añadir que
cuente. los adverbios utilizados se limitan básica-
Por otro lado, existe un claro consenso mente a «muy» y «después».
en reconocer que un factor fundamental De nuevo nos hallamos ante una nota-
de la llamada «riqueza del lenguaje» con- ble ausencia de «matices» al incrementarse
siste en la frecuente y acertada utilización la longitud de una descripción verbal, y,
de los calificativos. El calificativo permite por ende, ante un problema de la ense-
matizar, definir, delimitar y de hecho ñanza.
complejizar la realidad descrita verbal-
mente.
Pues, bien, en nuestra representativa 4.4. Contenido expresivo: relaciones de
Je la población normal se observa una causa y consecuencia
casi ausencia total del uso de calificativos.
Los niños van incrementando la longitud Las conjunciones y locuciones que aquí
del redactado, es decir, van aumentando el se contabilizan permiten que a través del
número de oraciones, pero éstas no resul- lenguaje la realidad se refleje «en profun-
tan más «calificadas». Es más, de hecho didad». El llamado «razonamiento lógico»
resultan menos «calificadas» puesto que el está forzosamente implícito en el uso.
número de calificativos se mantiene entre acertado uso, de tales expresiones. Pues,
0,5 y 1 mientras el número de oraciones bien, la utilización de las mismas es esca-
se incrementa progresivamente al pasar los sísima en todas las edades estudiadas. Es
cursos. La relación es la siguiente: 0/4,5, más, las conjunciones y locuciones que ex-
0,5/7, 0,5/10 y 1/11,5. presan relaciones de causa y consecuencia
son prácticamente constantes a medida
Esta real pobreza del lenguaje nos plan- que se suceden los niveles de enseñanza.
tea un evidente problema de aprendizaje Las relaciones n.° de locuciones/n.° de
del idioma y más concretamente del oraciones en los 4 niveles son las siguien-
aprendizaje lingüístico en el ámbito es- tes:
colar.
Nivel I: 0,15
Nivel II: 0,07
3.4. Contenido expresivo: uso de Nivel III: 0,10
adverbios Nivel IV: 0,09

Algo parecido ocurre en el uso de ad-


verbios. Ciertamente, a medida que au- 5.4. Evolución del «contenido expresivo»:
menta la edad se incrementa su uso abso- resumen
luto (1 adverbio como promedio en el l . c r
nivel, y 4 adverbios como promedio en el De acuerdo con lo esperado, el número
4.° nivel). Sin embargo, de hecho no hay de oraciones utilizado por un niño para
incremento en tal utilización porque, co- desarrollar un tema se incrementa a medi-
mo ya sabemos, también aumenta el uso da que aumenta su edad y se prolonga su
de oraciones. De hecho la relación número escolaridad.
adverbios I número de oraciones se mantie- Lo que ya no era tan esperable es la
ne prácticamente constante a lo largo de escasa presencia de calificativos, adverbios
estos cuatro cursos: y locuciones de causa y consecuencia. Cier-
Nivel I: 0,22 tamente el lenguaje de nuestros niños se
Nivel II: 0,35 «enriquece» a base de un incremento de
Nivel III: 0,33 verbos y sustantivos, es decir, de las pala-
Nivel IV: 0,35 bras controladas por los objetos y sus mo-
vimientos. Pero todo lo que permite mati-
Además, como dato de observación, zar, calificar, delimitar, es decir, discrimi-

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nar, brilla por su ausencia y de un modo miento de la realidad, es decir, en los pro-
que se nos antoja alarmante. cesos discriminativos. Y la discriminación
Asimismo cabe pensar que la falta de constituye el fenómeno central del proceso
verbalizaciones referentes a la causalidad cognitivo y general del individuo.
de los fenómenos puede tener implicacio-
nes negativas importantes. Aunque el te- 1.5. Velocidad escritura copia
ma de redacción propuesto, tendente a
sugerir un lenguaje meramente descripti- En este caso las distintas edades y nive-
vo, puede facilitar tal fenómeno, lo cierto les son comparables dada la invariabilidad
es que la realidad descrita no es vista prác- del modelo a copiar. Nada hay aquí digno
ticamente nunca a través de las relaciones de mención. Tan sólo señalar —atendien-
significativas encarnadas en dicha realidad. do a los resultados expuestos en la Tabla
No hay ninguna razón para pensar que 13— que se produce la lógica disminución
la ausencia de estas características del len- de tiempos al aumentar edad y curso.
guaje es debida a que los niños de la Concretamente se pasa de un tiempo
población utilizada no han alcanzado la promedio de 11' 18" en el l . c r nivel a un
edad «suficiente». Estos argumentos, de tiempo de 4' 28" en el 4.° nivel.
índole «madurativa», son inadmisibles.
Adjetivos, adverbios y expresiones causales
pueden —y deben— ser aprendidas por 2.5. Velocidad escritura dictado
niños de 6 años en adelante. El que no
ocurra así supone un importante problema La Tabla 14 muestra los resultados. Aquí
en el que se implica la enseñanza del sí que no puede extraerse conclusión evo-
lenguaje y su utilización con fines pedagó- lutiva alguna ya que los textos utilizados
gicos o en una situación pedagógica. Esta como modelo no son uniformes. De he-
falta de «riqueza expresiva» entraña toda cho, los tiempos invertidos dependen de
una serie de insuficiencias en el conoci- la longitud del texto.

MATERIAL DEL TEST


El material reseñado en las páginas 50-51 puede conseguirlo en
librerías o en nuestras oficinas:
Tomás Bretón, 55 • 28045 Madrid
Teléfono 91 468 11 02
editorial@visordis. es
www. visordis. es
Dicho material está dividido en 4 sobres que contienen:
Sobre 1: Material de administración.
Sobre 2: Registro de lectura (10 ejs.)
Sobre 3: Registro de escritura (10 ejs.)
Sobre 4: Resultados finales (10 ejs.)

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96
El dominio dé la lecto-escritura es un elemento imprescin-
dible para la adquisición de información, la comunicación
interpersonal y está presente en la mayor parte de los
aprendizajes además de ser un instrumento imprescindi-
ble en la transmisión del conocimiento de una generación
a otra. Por otra parte, frecuentemente, cuando un alumno
tiene problemas de rendimiento escolar, éstos suelen iden-
tificarse con dificultades en lectura y escritura. De ahí que
sea necesario un instrumento diagnostico que permita ave-
riguar el nivel de lectura y escritura de un determinado
alumno. El presente libro describe la elaboración del Test
de Análisis de Lectura y Escritura, diseñado con fines de
asistencia, enseñanza e investigación, así como las normas
de administración y valoración. Frente a los tests de pre-
lectura que analizan los requisitos para la lectura, este test
trata de analizar la lectura establecida. El T.A.L.E. es defi-
nido como «una prueba destinada a determinar los niveles
generales y las características específicas de la lectura y
escritura de cualquier niño en un momento dado del pro-
ceso de adquisición de tales conductas». El libro incluye al
final un capítulo sobre las características evolutivas de la
lectura y la escritura.

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