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Occidente y el legado Vicerrectoría Académica IP-CFT

Dirección de Desarrollo Curricular

cultural heredado
2019

Docente: Sergio Jauregui, 2019.

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2 Occidente y el legado cultural heredado | Cultura y valores.

Occidente y el legado cultural heredado

Introducción

Occidente es un vocablo habitual en nuestras vidas, palabra que funciona de forma similar a un apellido: arte occidental, historia
occidental, cocina occidental, y continúa. Esta palabra aparece cuando evidenciamos ciertas características bien definidas que
comprendemos como “occidentales”, propias de nuestra cultura, pero que así también compartimos con gran parte del mundo. Pero,
realmente, ¿qué representará este concepto?

A lo largo de la lectura de este apunte revisaremos el concepto de Occidente, como característico de nuestra tradición cultural, su
periodificación y algunos conceptos relativos a su construcción y representación.

Concepto de Occidente como característico de nuestra tradición cultural

Geográficamente, nos referimos en la actualidad a Occidente como dos continentes: Europa, su lugar de origen, y América, por la
extensión propia de los procesos de colonización, independencia e interdependencia con el primero. Ahora bien, cuando nos
referimos a Occidente hablamos de ciertos elementos característicos de las culturas que habitan estos lugares y que ha permeado
en todas las culturas de nuestro mundo. Enumerar las características sería una labor infinita, en cuanto cada particularidad es en sí
necesaria de análisis, pero podemos definir con claridad desde donde provienen los elementos fundamentales que configuran nuestra
tradición cultural:

a) El legado griego es la inspiración para la construcción de Occidente. Aunque la antigua Grecia no es el punto de inicio de
Occidente, es de donde proviene nuestra forma de pensar: la filosofía. Es el paradigma creado por los filósofos griegos, con
Aristóteles en su cúspide, la forma en que comprenderemos nuestra realidad, así también como la base e inspiración de
muchos de nuestros valores hoy en día. Será la cultura romana y los Ilustrados de la edad moderna quienes rescatarán su
tradición y de esta se inspirarán para configurar gran parte de nuestras instituciones y tradiciones.
b) El legado romano es la base de Occidente. Es en la antigua Roma donde, inspirados por la cultura de la Magna Grecia y
luego de las polis más importantes de la antigua Grecia, donde se formarán las instituciones clásicas que rescataremos
para regular nuestra sociedad. También es en esta donde encontraremos la organización de nuestra sociedad: la familia
como el pilar fundamental. Además, la gran extensión territorial será, en gran parte, donde nacerán las distintas culturas
comprendidas por Occidente, y serán estas mismas las que busquen siempre relacionarse entre sí, a través del diálogo o
las armas, y restaurar o instaurar un imperio tan basto como el original.
c) El cristianismo y la religión católica representan los valores de Occidente. Apareciendo en los tiempos del Imperio romano,
en el siglo I d.C., tomará relevancia hasta recién el siglo II d.C. en la sociedad, y se integrará en el siglo III d.C. en las
instituciones imperiales. Gracias a la relación entre el judaísmo, el origen del cristianismo, y la filosofía platónica, de la
antigua Grecia, rápidamente logrará interiorizarse en la sociedad y la cultura del antiguo Imperio, ocupando tanto el lugar
de la fe, a través de la religión, como el de la razón, a través del enorme trabajo filosófico y, posteriormente, teológico. Así
logrará modelar la cultura y orientarla desde fines de la antigüedad clásica hasta fines de la Edad Media, donde resguardará
el legado grecorromano.
d) Los pueblos germánicos representan la diversa configuración de Occidente. Asentados desde el siglo II d.C. dentro del
territorio del Imperio romano, se convertirán en una parte importante de este al pasar el tiempo, y también serán los
herederos directos posterior a su caída. Asentados en distintos dominios, se transformarán cada uno en culturas únicas,
ricas por sí, pero cohesionadas por aquellas características comunes heredadas: la fe, la razón, el pensamiento y su
organización social, política y cultural, y así se convertirán, dividirán y mezclarán hasta convertirse en estados reconocidos
por nosotros hoy en día.
e) La Ilustración, movimiento cultural surgido en la Edad Moderna, y que también se encarga de periodificar la historia y
ubicarse en esta, serán quienes rescatarán la herencia cultural y algunos valores de la antigua Grecia y Roma para
adaptarles a sus tiempos e implementándoles, ajustándolos y orientándolos hacia la forma en que los conocemos hoy en
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día, en donde vemos desde la tradición de las ciencias modernas hasta la gobernabilidad de las naciones y los ideales
políticos a los que aspiramos.
Periodificación de Occidente

Para una mejor comprensión, la historia de Occidente ha sido dividida en distintos periodos, los cuales son considerados en función
de las similitudes de la cultura, con un hito histórico transformador de esta misma tanto en su inicio como en su fin. La división
proviene de un erudito alemán en el siglo XVII, Christoph Keller, conocido como Cellarius, quien recogerá criterios que ya venían
divulgándose siglos atrás y los formulará de una manera definitiva, la cual será intervenida en el siglo XX para agregar una cuarta
Edad.

A continuación, revisaremos un pequeño resumen de cada una de estas:

a) La Edad Antigua comprende todos los procesos propios vividos por las culturas comprendidas entre la invención de la
escritura hasta la caída del Imperio romano de Occidente en la segunda mitad del siglo V. Es en este periodo donde
encontraremos a la antigua Grecia y Roma, quienes serán reconocidos como la antigüedad Clásica, expresión que se refiere
justamente a estas culturas y a su historia. Es en esta antigüedad Clásica donde encontramos, provenientes de Grecia, la
filosofía, las inspiraciones para nuestra organización política, la inspiración para las ciencias y el origen de las artes de
Occidente, y, desde Roma, la organización de la sociedad y de las instituciones políticas, sin olvidar que serán la cuna en
la que crecerá el Cristianismo, a través de una extensión que abarcaba gran parte de lo actualmente comprendido como
Europa, así también como en porciones cercanas de África y Asia, quienes además lograban mantener elementos comunes
en las culturas conquistadas y anexionadas.
b) La Edad Media será el periodo comprendido entre el siglo V y XV en el continente, que comenzará en estos tiempos, a ser
conocido como Europa, y que representará aquellos territorios dominados principalmente por la porción occidental del ya
caído Imperio Romano. Es en este periodo donde el cristianismo servirá de protector de la cultura clásica frente a los
increíbles embates vividos por la humanidad: seguidillas de invasiones, guerras, hambrunas y enfermedades. Este mismo
periodo se divide en la Alta Edad Media, entre el siglo V y X donde los mayores esfuerzos estarán en restaurar el Imperio;
y la Baja Edad Media, entre el X y XV, donde encontramos la conformación de la burguesía, la restauración del comercio y
la disminución de algunos factores de riesgo para la vida en las ciudades. El cristianismo será, en ambas etapas,
predominante tanto en la temporalidad como en la espiritualidad de las sociedades y las culturas, y así este se transformará
radicalmente junto a estas, así lo requiera la extensión de su influencia. Naturalmente, el encuentro con el continente
americano y la caída de Bizancio, anteriormente la porción oriental del Imperio Romano, que fue asediada durante siglos y
que conllevó consecuencias que alterarían definidamente a las culturas de Occidente y el cercano Oriente.
c) La Edad Moderna es el periodo comprendido entre los siglos XV y XVIII, donde también se da esta misma periodización.
Durante fines de la Baja Edad Media, Occidente experimentará grandes transformaciones: el debilitamiento de la Institución
de la Iglesia Católica debido a los procesos de reforma y las convulsionadas contrarreformas que debió implementar, así
también como una relativa tranquilidad en tierra y mar que permitía retomar la vida en ciudades y abandonar los campos.
La restauración del comercio a gran escala solicitaba mejor organización de las ciudades, las cuales podían permitirse
mejorar las condiciones del comercio. Aunque la colonización africana y los contactos con Asia habían fortalecido las labores
comerciales de algunas culturas, el encuentro con América sería fundamental para exigir una mayor concentración y
perfeccionamiento técnico y de eficiencia sobre las distintas labores comerciales que mantenían, de las cuales dependería
enormemente España para comprar bienes y abastecer al Nuevo Mundo. La caída de Bizancio canalizaría todas estas
transformaciones y las complejizaría: su cultura, que ya no era basada en la antigua Roma sino que en la herencia griega,
al escapar en éxodo hacia Occidente, volvería a restaurar en este el interés en las culturas clásicas que servirán como
fuente de inspiración para el humanismo y, posteriormente, la Ilustración, movimientos que llevarán a quebrar la estrecha
relación entre razón y fe, dividiéndolas e insertando el paradigma científico en las distintas culturas europeas y americanas,
además de los ideales liberales, que marcarán nuestra tradición política, económica y social hasta la actualidad. La
Revolución Francesa y la Independencia de Estados Unidos serán símbolos del pensamiento ilustrado encarnado en los
ideales que representan cada uno: naciones independientes, ajustadas a su identidad cultural, capaces de gobernarse por
la participación de los ciudadanos.
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d) La Edad Contemporánea es el último periodo, que comprende entre finales del siglo XVIII hasta la actualidad.
Representa todos los procesos de Occidente posterior a la victoria del liberalismo y de la gobernabilidad conjunta de las
sociedades, sobre el antiguo régimen de realezas dinásticas y vitalicias que prevalecía hasta entonces. Además de la
expansión de Occidente sobre todas las culturas del mundo, globalizándolo completamente, las ciencias modernas dotaron
al ser humano de instrumentos culturales cada vez más desarrollados y complejos en su funcionamiento. La ciencia misma
ha logrado desarrollarse aceleradamente, comprometiendo a las distintas culturas del mundo, transformando sus
tradiciones, identidad y valores, que, orientado por los valores ilustrados, nos ha configurado hasta las sociedades que
conocemos hoy en día: dinámicas, flexibles y aceleradas.
Sincretismo, etnocentrismo y relativismo cultural, y su relación con el desarrollo cultural

Ahora bien, como conocemos hoy Occidente no tiene comparación con sus formas anteriores. Este milenario proceso ha sido la
suma de diversas herencias propias de distintas sociedades y culturas que han sido trascendentales para comprendernos hoy en
día. El desarrollo cultural es como denominamos dichas transformaciones: las culturas, como trabajamos en el apunte anterior, se
transforman constantemente, adaptándose a una serie de particularidades individuales, dando pie así al surgimiento de dos posturas:
el etnocentrismo y el relativismo cultura.

Sincretismo es un intento de conciliación, parcial o total, de dos pensamientos o ideas distintas. Habitual es hablar de sincretismo
religioso o cultural, siendo el primero la mezcla de características propias de tradiciones religiosas distintas (por ejemplo, las animitas,
que combinan la tradición cristiana con tradiciones religiosas altiplánicas propias de Sudamérica), y el segundo la mezcla de
características propias de culturas distintas (por ejemplo, la occidentalización de culturas orientales, como la propia de Japón, que
mezcla elementos identitarios autóctonos con un arraigado liberalismo y énfasis en el desarrollo científico).

El sincretismo que ha ejercido Occidente sobre otras culturas ha sido evidente, y ha desembocado naturalmente en un fuerte
etnocentrismo de lo occidental como predominante en las culturas. El etnocentrismo representa la actitud de un grupo de personas,
etnia o cultura de validarse como predominante sobre los otros, planteando criterios comunes, quienes deben adecuarse a las normas
que imponga la cultura mandante, opuesta en definición al relativismo cultural, que plantea que, por ser diversas y particulares las
culturas, no pueden ser comparadas de acuerdo a los mismos criterios.

Ha sido el pensamiento occidental, su herencia grecorromana, los valores de la cristiandad, el sincretismo con los pueblos
germánicos y la tradición ilustrada, en conjunto, lo que ha transformado las culturas de todo el mundo para la actualidad. Así también,
Occidente se ha convertido en un rasgo homogéneo global en casi todas las culturas, abiertas y muchas veces receptivas a este y
a sus ideales: inclinándose hacia un etnocentrismo que plantea como criterios aquellos estándares que afectan directamente a cada
persona en su individualidad y desarrollo integral.

Bibliografía

Amorós Puente, C., Muguerza, J., & Ruano de la Fuente, Y. (2008). Occidente: razón y mal. Fundación BBVA.
Oñate, T., & David, C. (2013). Crítica y crisis de Occidente: al encuentro de las interpretaciones. Dykinson.
Retamal Favereau, J. (1983). ¿Y después de Occidente, qué? Santiago de Chile: Editorial Conquista.
Sáez Rueda, L. (2015). El ocaso de Occidente. Herder Editorial.
Soto Antaki, M. (2018). Pensar Occidente (Pensar el mundo 3). Taurus.
Tiraldo Robles, C. (2014). Japón y Occidente: estudios comparativos. Prenzas de la Universidad de Zaragosa.
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