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GEOGRAFIA

^STORIAI,

Publioaoiones de la Esouela Moderna


Cortes, 596-BARCELiONñ
an

HOMBRE Y LA TIERRA

IET. FIO MARINO BNOS.

fà SET 24 1909
V V , -MEXICO- Ǥfe\/
EL HOMBRE Y LA TIERRA

HISTORIA

A L B E R T O f \ f l R T Í N ( Administrador
Calle Consejo de Ciento, 140. — Apartado de Correos, 266.

13829
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EL HOMBRE Y LA TIERRA
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Materias contenidas en el

PRIttER T O t t O

LOS ANTEPASADOS. — HISTORIA ANTIGUA

Orígenes. - Medios telúricos.


T r a b a j o . - Pueblos retrasados. - Familias, Clases,
Pueblos. - Ritmo de la Historia. - Irania.
Caucasia. - Potamía.

CONSULTA

166031
E L Í S E O R E C L U S

EL HOMBRE
VERSIÓN ESPAÑOLA
POR

A. LORENZO

Y LA TIERRA
BAJO L A REVISIÓN
DE

O D Ó N DE B U E N

La Geografía es la Historia en el
Espacio, lo mismo que la Historia es
la Geografía en el Tiempo.

TOMO PRIMERO

Los Antepasados. - historia Antigua.

ORÍGENES.
MEDIOS TELÚRICOS. - TRABAJO. - PUEBLOS RETRASADOS.
FAMILIAS, CLASES, PUEBLOS. - RITMO DE LA HISTORIA.
IRANIA. - CAUCASIA. - POTAMIA.

BARCELONA

E S C U E L A M O D E R N A

56, - CALLE DE BAILÉN, - 56

1 9 0 6
LIBRO PRIHERO

LOS A N T E P A S A D O S
ES PROPIEDAD

Orígenes. - Medios telúricos. - T r a b a j o .


Pueblos retrasados. - Familias, clases, pueblos.
Ritmo de la Historia.

IMPRENTA ELZEVIRIANA *
DE BORRAS Y MES7RES

Rambla Cataluña, 14.


BARCELONA : : ; ¡906
EL H O r t B R E ES LA NATURALEZA
F O R A A N O O CONCIENCIA &E SI A I S A A

PREFACIO

H
ACE algunos años, después de haber escrito las últimas líneas de
una larga obra, La Nueva Geografía Universal, expresaba el
deseo de poder un día estudiar al Hombre en la sucesión de
las edades, como le había observado en las diversas regiones del G l o b o
y establecer las conclusiones sociológicas á que había llegado. Trazaba
y o el plan de un nuevo libro en que se expondrían las condiciones del
suelo, del clima, de todo el ambiente en que se han cumplido los acon-
tecimientos de la Historia, donde se mostrase la concordancia de los
Hombres y de la Tierra, donde todas las maneras de obrar de los pueblos
se explicasen, de causa á efecto, por su armonía con la evolución del
planeta.

Este libro es el que presento actualmente al lector.


Sabía de antemano que ninguna investigación me haría descubrir esa
ley de un progreso humano quimérico, cuyo espejismo se agita sin cesar
en nuestro horizonte, y que huye de nosotros y se disipa para reaparecer
modificada después. Aparecidos ¿orno un p u n t o en el infinito del espacio,
no conociendo nada de nuestros orígenes ni de nuestros destinos, hasta
ignorando si pertenecemos á una especie animal única ó si han nacido

i -a
sucesivamente varias humanidades para extinguirse y resurgir aún, en
vano formularíamos reglas de evolución removiendo la niebla incoercible blan por decirlo así en clases ó en castas, no solamente diferentes, sino
opuestas en intereses y en tendencias, hasta francamente enemigas en
con la esperanza de darle una forma precisa y definitiva.
todos los períodos de crisis. T a l es, bajo mil formas, el conjunto de
N o ; pero en esa avenida de los siglos, que los hallazgos de los ar-
hechos que se observa en todas las comarcas del universo, con la infinita
q u e ó l o g o s prolongan constantemente en lo que fué la noche del pasado,
diversidad que determinan los lugares, los climas y la madeja cada vez
podemos al menos reconocer el lazo íntimo que reúne la sucesión de los
más enredada de los'acontecimientos.
hechos humanos y la acción de las fuerzas telúricas, y nos es permitido
E l segundo hecho colectivo, consecuencia necesaria del desdoble de
seguir en el tiempo cada período de la vida de los pueblos correspon-
los cuerpos sociales, es que el equilibrio roto de individuo á individuo,
diente al cambio de los medios, observar la acción combinada de la Na-
de clase á clase, oscila constantemente sobre su eje de reposo: la viola-
turaleza y del Hombre mismo reaccionando sobre la tierra que le ha
ción de la justicia clama siempre venganza. D e ahí, incesantes oscilacio-
formado. L a emoción que se siente contemplando todos los paisajes del
nes. Los que mandan tratan de permanecer los amos, mientras que los
planeta en su variedad sin fin y en la armonía que les da la acción de las
sojuzgados pugnan por reconquistar su libertad; después, arrastrados
fuerzas étnicas siempre en movimiento, esa misma música de las cosas, se
por la violencia de su impulso, intentan reconstituir el poder en su pro-
resiente viendo pasar los hombres cubiertos con sus vestidos de fortuna
vecho. De
ó de infortunio, pero todos en estado igual de vibración armónica con la
ese modo, guerras civiles, complicadas con guerras extran-
tierra que les lleva y les nutre, el cielo que les ilumina y les asocia á las
jeras, con destrucciones y ruinas, se suceden en un enredo continuo con
energías del cosmos. Y así como la superficie de la tierra nos presenta
término diferente según el poder respectivo de los elementos en lucha: ó
incesantemente bellos paisajes que admiramos con toda la potencia .del
bien los oprimidos se someten después de agotar su fuerza de resisten-
ser, del mismo modo el curso de la historia nos muestra en la sucesión
cia; mueren lentamente y se extinguen, careciendo y a de la iniciativa
de los acontecimientos escenas admirables de grandeza que nos ennoble-
que constituye la vida; ó bien triunfa la reivindicación de los hombres
cemos conociéndolas y estudiándolas. L a geografía histórica concentra
libres, y en el caos de los sucesos pueden discernirse verdaderas revolu-
en dramas incomparables, en realizaciones espléndidas, todo lo que pue-
ciones, es decir, cambios de régimen político, económico y social, debi-
de evocar la imaginación. dos á la comprensión más clara de las condiciones del medio y á la
hn nuestra época de crisis aguda en que la sociedad se encuentra tan energía de las iniciativas individuales.
profundamente conmovida, en que el remolino de evolución se vuelve Un tercer g r u p o de hechos, resultado del estudio del hombre en
tan rápido que el hombre, poseído de vértigo, busca un nuevo punto de todas las edades y en todos los países, demuestra que toda evolución en
a p o y o para la dirección de su vida, el estudio de la historia es de un la existencia de l o ; pueblos proviene del esfuerzo individual. En la per-
interés tanto más precioso, cuanto su dominio, incesantemente aumen- sona humana, elemento primario de la sociedad, ha de buscarse el cho-
tado, ofrece una serie de ejemplos más ricos y más variados. La sucesión que impulsivo del medio, que se traduce en acciones voluntarias par í
de las edades se convierte para nosotros en una gran escuela cuyas ense- esparcir las ideas y participar en las obras que modificarán la marcha de
ñanzas se clasifican ante nuestro espíritu, y hasta acaban por agruparse las naciones. E l equilibrio de las sociedades sólo es instable por la difi-
en leyes fundamentales. cultad impuesta á los individuos en su franca expansión. La sociedad

La primera categoría de acontecimientos que observa y comprueba el libre no puede establecerse sino por la libertad absoluta suministrada en

historiador nos muestra como, por efecto de un desarrollo desigual en su desarrollo completo á cada hombre, primera célula fundamental, que
se agrega en seguida y sé asocié como le place-á las otras células de la
los individuos y en las sociedades, todas las colectividades humanas, á
cambiante humanidad. En proporción directa de esa libertad y de ese
excepción de las hordas estancadas en el naturismo primitivo, se desdo-
desarrollo inicial del individuo, las sociedades ganan en valor y nobleza:
K-

LIBRO PRIMERO
del hombre nace la voluntad creadora que construye y reconstruye el
inundo.

La «lucha de las clases,» la busca del equilibrio y el arbitraje sobe-


rano del individuo son los tres órdenes de hechos que nos revela el estu-
cho de la geografía social y que, en el caos de las cosas, se muestran
bastante constantes para que pueda dárseles el nombre de «leyes.» Ya
es mucho conocerlas y poder dirigir según ellas la propia conducta y la
parte de acción en la gerencia común de la sociedad, en armonía con las
influencias del medio, de aquí en adelante conocidas y escrutadas. La
observación de la Tierra nos explica los acontecimientos de la historia, y
ésta nos hace volver á su vez hacia un estudio más profundo del planeta,
hacia una solidaridad más consciente de nuestro individuo, tan pequeño
y tan grande á la vez, con el inmenso universo.

Itimi.«,

P i ü
K-

LIBRO PRIMERO
del hombre nace la voluntad creadora que construye y reconstruye el
inundo.

La «lucha de las clases,» la busca del equilibrio y el arbitraje sobe-


rano del individuo son los tres órdenes de hechos que nos revela el estu-
cho de la geografía social y que, en el caos de las cosas, se muestran
bastante constantes para que pueda dárseles el nombre de «leyes.» Ya
es mucho conocerlas y poder dirigir según ellas la propia conducta y la
parte de acción en la gerencia común de la sociedad, en armonía con las
influencias del medio, de aquí en adelante conocidas y escrutadas. La
observación de la Tierra nos explica los acontecimientos de la historia, y
ésta nos hace volver á su vez hacia un estudio más profundo del planeta,
hacia una solidaridad más consciente de nuestro individuo, tan pequeño
y tan grande á la vez, con el inmenso universo.

P i ü
J^a sucesión de las edades es para
nosotros la gran maestra.

CAPÍTULO PRIMERO

HISTORIA Y GEOGRAFÍA.-ORÍGENES ANIMALES DEL.HOMBRE—NEGRI-

TOS Y PIGMEOS—MORADAS DEL HOMBRE ANCESTRAL


i

L OS rasgos de la superficie planetaria indican el efecto de las accio-


nes cósmicas á que ha estado sometido el Globo durante la serie
de los tiempos.
Los continentes y las islas que surgieron de las profundidades del
mar y ePOcéano mismo, con sus golfos, los lagos y los ríos, todas las
individualidades geográficas de la Tierra en su variedad infinita de na-
turaleza, de fenómenos y de aspecto, llevan las marcas del trabajo ince-
sante de las fuerzas c,ue obran siempre para modificarlas. A su vez, cada
una de esas formas terrestres ha llegado á ser, desde su aparición, y
continua siendo, en todo el curso de su existencia, la causa secundaria
E L HOMBRE Y LA TIERRA

pues, á participar con los suyos, pero con los suyos solamente, un ori-
gen colectivo: cada tribu, en sus imaginaciones primeras, se crea una
descendencia bien distinta. En las primeras edades, tales como nos las
han conservado, con cierto parecido, las poblaciones más antiguas, el
hombre profesa instintivamente el poligenismo; pero entre todas las
especies diversas, hay una, la suya, que, con toda candidez y orgullo,
tiene por la raza humana por excelencia.

Es indudable que la lista de los nombres de poblados y de pueblos


se compone principalmente de palabras que tienen p o r significación
primitiva el sentido «Hombre», en una acepción exclusiva, como si
todos los otros g r u p o s de individuos de faz humana no hubieran sido, á
los ojos de los elegidos, más que un compuesto informe perteneciente á
alguna animalidad secundaria.
Hasta cuando las denominaciones étnicas tienen una significación es-
pecial debida al país, á la procedencia ó á algún rasgo particular, esas
denominaciones pierden su sentido originario, durante el curso de los
siglos, para tomar, en el pensamiento de los que las llevan, un valor ex-
cepcional, único, verdaderamente divino. No hay s a l v a j e s — y , á este res-
pecto, ¿qué nación puede considerarse completamente desprendida del
primer salvajismo?—no hay salvajes que no miren los pueblos que les
rodean desde la altura de la propia dignidad de «pueblo elegido».

Pero el aislamiento no puede prolongarse, y , por la sucesión de los


acontecimientos, alianzas y relaciones de comercio, guerras y tratados,
aprendieron los hombres que, si no á una misma raza, pertenecen al
menos á una agrupación de seres que se asemejan de una manera íntima
y que tienen rasgos esenciales, tales como la estación recta, el uso del
fuego y la lengua articulada, que les distinguen claramente de todos los
otros animales. En momentos de común angustia, y frecuentemente de sexo
á sexo por el instinto del amor, se llegó hasta producirse la fraternidad
entre gentes de tribus diferentes; después, cuando grandes civilizaciones
hubieron puesto en contacto toda una parte considerable de la humani-
dad, como en la India, en tiempo tde Budha, y durante el período del
ecumeno griego y latino, bajo los Antoninos, se esparció la idea de la
unidad humana: hasta odiándose, los hijos de la Tierra común se gloria-
ron de pertenecer á una sola y única-descendencia; la monogenia encon-
G. Vacher de Lapouge, les Sélections sociétés, pág. 11
tró sus apóstoles.
Como documento de transición entre las dos teorías netamente con- de la pureza de su sangre, tiene millones y millones de abuelos, entre
trarias, monogenista y poligenista, el libro del Génesis, por otra parte los cuales se hallan representados los tipos más diversos. Por eso los
procedente de múltiples orígenes legendarios, puede citarse en favor de antropólogos que se aventuran á seriar el género humano en «razas»
una ó de otra hipótesis, puesto que refiere la creación de un A d á n , que distintas, sea que crean realmente en orígenes poligénicos, sea que, por
fué el «dominador de todos los animales vivieptes sobre la tierra 1 y, una clasificación más ó menos aceptable, quieran facilitar el estudio del
luego alude á los hombres que poblaban los campos cuando ocurrió el Hombre, han ido á parar á singulares errores, según la importancia es-
primer asesinato del hermano por el hermano 1 . Desde entonces no ha pecial que han atribuido á tal ó cual elemento diferencial: color de la
cesado la moral humana, en su práctica general, d e . c o n t e n e r análoga piel, estatura, miembros y esqueleto, forma y dimensiones del cráneo,
contradicción á la que encuentran los cristianos en su libro sagrado. aspecto de la cabellera, lenguaje y caracteres morales.
Por grande que sea el orgullo de la pureza de raza en los pueblos A s í , en tanto que Bluinenbach distingue cinco razas clásicas, blan-
que ponen empeño en evitar todo contacto con los otros hombres, lo cos, amarillos, rojos, aceitunados y negros, y que Y i r e y cuenta sola-
mismo que las familias aristocráticas modernas que tienen la pretensión mente dos, Topinard enumera dieciséis, después diez y nueve; Nott y
de la «sangre azul», el hecho es que en el torrente circulatorio de la Gliddon cuentan ocho, divididas en sesenta y cuatro familias; Haeckel
humanidad, mezclándose las tribus de remolino en remolino, como las desarrolla una serie de treinta y cuatro razas, y Deniker, admirablemente
aguas de un río, la «miscegenación», es decir, la mezcla de las razas, se pertrechado de las medidas (¡ue han recogido en todos los rincones
ha operado á través de todo el mundo. Para los rabinos de la Edad Me- del mundo los modernos sabios viajeros, clasifica cuidadosamente veinti-
dia, el hombre, creado de arcilla viva, habrá sido formado de siete espe- nueve razas diversas que forman diecisiete g r u p o s étnicos. Mas quedan
cies de tierras, para significar sin duda que comprendía en sí los descen- en duda muchos representantes de la humanidad, y surge la pregunta de
eendientes de todos los colores y todos los miembros de la humanidad si será posible hacerles entrar en una ú otra de las diversas categorías
futura 5 . A s í mismo, el hombre actual contiene en sí los tipos que le
han precedido, porque en toda raza mezclada el atavismo conserva sus Sabemos ahora que todas esas construcciones, por ingeniosas que
derechos. sean, son variables. Desde Darwin, la antigua teoría de las especies que
Podría imaginarse que una tribu encerrada en una cárcel de rocas fijaba definitivamente ciertas formas sin mezcla posible con otros tipos
haya quedado pura de todo cruzamiento, pero en cuanto hubo contacto de diferente origen, quedó abandonada. Formulada únicamente para aco-
hubo mezcla. De hecho todo los hombres son razas mezcladas; hasta los modarse á las cosas presentes, la idea de especie cambia según los natu-
tipos más opuestos, el negro y el blanco, están unidos hace siglos en ralistas: cada uno abarca en su concepción un conjunto de formas más ó
compuestos étnicos nuevos, que han conservado más ó menos fielmente menos extenso. Veamos, por ejemplo, ¿cuál es la especie madre del
los caracteres distintivos que los constituyen en individualidades c o l e c - perro? ¿Habrá de verse en él un lobo, una zorra, un chacal, una hiena ó
tivas y merecen un nombre especial. La mezcla de las cosas se cumple varias otras formas primitivas, que la domesticación y un género de vida
de muy diverso modo de generación en generación: aquí de manera in- diferente han desarrollado y modificado gradualmente en innumerables
sensible durante la paz; allá bruscamente, con violencia, en la guerra; variedades? E l hecho es que lobos y chacales.se cruzan con los perros y
pero la obra se prosigue siempre. Es en vano que tal ó cual patriota dan nacimiento á individuos cuya raza se conserva y se propaga al in-
niegue la mezcla de raza con raza: cada hombre, hasta el más orgulloso finito; por otra parte, los perros que vuelven al estado salvaje, según los
países toman formas que les aproximan al lobo, al chacal, ó á la zorra.
1 Genesis, n, 19.
1 Ibid., iv, 12.
' Fr. Spiegel, Ausland, 1872. n.° 10. 1 Colajanni, Razze superior i, razze inferior!.
i Dónde empieza la especie inmutable entre límites absolutos? ; Dónde la
seguro que entre otros pue-
variedad con sus modificaciones incesantes? No se sabe.
blos de pigmeos y tribus de afri-
Y esas dificultades que se presentan respecto de la raza canina exis-
canos bien proporcionados han -1V ' ' :
ten también acerca de otros animales domesticados ó no; existen respecto
de sangre.
del hombre, en el cual la separa-
Donaldson Smith dice que los ^ ^
_____ entre el Homo
enanos que ocupaban en otro I í
ij patus y el Homo alpinas es mayor
tiempo toda la región que se ex- jlil^Yj
Wp'M <l u e diferencia
tiende al norte de los lagos Sté- ^ H H j H ffi^vi •
especies de cánidos'. A pe-
phanie y Rudolf, han perdido su I v S C W ^ l •
¿ s a r d e los innumerables ejemplos
tipo originario por efecto de ma- B^*] •
de «miscegenación», que escan-
trimonios con tribus de alta es- B á K ^ g r/
dalizan en los Estados Unidos á
tatura, y que los Dume actuales ^^^^Kf'vR^
• • ' o s hijos de los antiguos propic-
son no más que un resto de la IL JmI
I I ' ^ P I k ' 1 tarios de esclavos, de consi- antigua raza 1 . A s í mismo los jflfr^iPá 1 W
H Bdw^^KWflfeH derarse á los negros como una L'a-Tua (Wa-twa) de la región H ^ ^ ^ B jM
especie ó una «sub-especie»* dis- del lago Kivu, los «Hijos de M
H M ^ . ^ K i ^ ^ H raza la Hierba», hombrecitos que ^ ^ H B ^ H ^ f l
negros, los Ua-Hutu, ^ I M
mi • ^ " himple variedad de la gran espe- por ejemplo, miran con aver- :
cie humana? sión, son aceptados por otros, I
Y si negros y blancos deben especialmente por los Ua-Tussi, ^MMwKw'l JjK¡"f"||
ser comprendidos en una misma como «grandes amigos » y las dos
humanidad de origen, , q u é dire- entremezclan de buen fl^Hll
mos de los «negritos» de Luzon, grado. Las mujeres pigmeas de la ^ ^ H ^ H B H H I I
de los Andamanes y de los ena- Uganda (Johnston) se conside- ^ ^ ^ H ^ W I
nos esparcidos en el continente ran dichosas uniéndose á negros
de Africa? Los mismos negros de gran estatura. ^^^^K^/J fl^Bu iySB
ven en los A k k a , los Ha-Binga y probable ^^^^•ÉM^^^^^AaSg
los Ba-Bongo seres de otra espe- que los pigmeos, cuyas osamen-
ORIGENES ANIMALES DEL HOMBRE
cie, y los orgullosos blancos los
(Esqueleto de gorila comparado en tamaño tas se encuentran mezcladas con ESQUELETO HUMANO

y posición con el esqueleto humano) consideran como especies de mo-


las de hombres de razas gran- ComParado cl 6°'«» * " t»S- 8.
nos de forma humana. Diversas
des en tantas cavernas de Europa) especialmente en Francia, Rusia,
tribus degeneran y desaparecen quizá por la falta de todo cruzamiento:
Sicilia, Cerdeña (Sergi), y tantos /macas peruanos, hayan desapare-
tal puede ser el caso de los enanos de las riberas del Sangha. Es
cido por efecto de los cruzamientos, siendo absorbidos gradualmonte
1 Vacher de Lapouge, Les Sélections sociales, pág. 12.
' Tarde, Revue Scientifique, 15 junio 1895.
Tkrough unkttown African countries, págs. 274 y 275.
; D ó n d e empieza la especie inmutable entre límites absolutos? ; D ó n d e la
seguro que entre otros pue-
variedad con sus modificaciones incesantes? No se sabe.
blos de pigmeos y tribus de afri-
Y esas dificultades que se presentan respecto de la raza canina exis-
canos bien proporcionados han -1V ' ' :
ten también acerca de otros animales domesticados ó no; existen respecto
de sangre.
del hombre, en el cual la separa-
Donaldson Smith dice que los ^ ^
_____ entre el Homo
enanos que ocupaban en otro I í
ij pa-ns y el Homo alpinas es mayor
tiempo toda la región que se ex- jlil^Yj
Wp'M <l u e diferencia
tiende al norte de los lagos Sté- ^ H H j H ffi^vi •
• - ^ Y ^ e s p e c i e s de cánidos'. A pe- phanie y Rudolf, han perdido su I v S C W ^ l •
¿ s a r d e los innumerables ejemplos tipo originario por efecto de ma- •'¿flig- j K ^ ] •
.SaHI^'I^^^^^^H de «miscegenación», que escan- trimonios con tribus de alta es- B á K ^ g r/
dalizan en los Estados l'nidos á tatura, y que los Dume actuales ^^^^Kf'vR^
• • ' o s hijos de los antiguos propic- son no más que un resto de la IL JmI
I I ' ^ P I k ' 1 tarios de esclavos, de consi- antigua raza 1 . A s í mismo los jflfr^iPá 1 W
H Bdw^^KWflfeH derarse á los negros como una L'a-Tua (Wa-twa) de la región H ^ ^ ^ B jM
especie ó una «sub-especie»* dis- del lago Kivu, los «Hijos de M
H M ^ . ^ K i ^ ^ H raza la Hierba», hombrecitos que ^ ^ H B ^ H ^ f l
negros, los Ua-Hutu, ^ I M
mi • ^ " simple variedad de la gran espe- por ejemplo, miran con aver- :
cie humana? sión, son aceptados por otros, I
Y si negros y blancos deben especialmente por los Ua-Tussi, ^MMwKw'l JjK¡"f"||
ser comprendidos en una misma como «grandes amigos » y las dos
humanidad de origen, , q u é dire- entremezclan de buen fl^Hll
mos de los «negritos» de Luzón, grado. Las mujeres pigmeas de la ^ ^ H ^ H B H H I I
de los Andamanes y de los ena- Uganda (Johnston) se conside- ^ ^ ^ H ^ W I
nos esparcidos en el continente ran dichosas uniéndose á negros
de Africa? Los mismos negros de gran estatura. ^^^^K^/J fl^Bu iySB
ven en los A k k a , los Ha-Binga y probable ^^^^•ÉM^^^^^AaSg
los Ba-Bongo seres de otra espe- que los pigmeos, cuyas osamen-
ORIGENES ANI.MAI.ES DEL HOMBRE
cie, y los orgullosos blancos los
(Esqueleto de gorila comparado en tamaño tas se encuentran mezcladas con ESQUELETO HUMANO

y posición con el esqueleto humano) consideran como especies de mo-


las de hombres de razas gran- ComParado cl 6°'«» * " t»S- 8.
nos de forma humana. Diversas
des en tantas cavernas de Europa) especialmente en Francia, Rusia,
tribus degeneran y desaparecen quizá por la falta de todo cruzamiento:
Sicilia, Cerdeña (Sergi), y tantos /macas peruanos, hayan desapare-
tal puede ser el caso de los enanos de las riberas del Sangha. Es
cido por efecto de los cruzamientos, siendo absorbidos gradualmonte
1 Vacher de Lapouge, Les Sélections sociales, pág. 12.
' Tarde, Revue Scientifique, 15 junio 1895.
Tkrough unknown African countries, págs. 274 y 275.
IO

en la masa general de las poblaciones circundantes 1 : han vuelto á la


tantos grupos glosológicos, otros tantos mundos humanos mutuamente
especie.
extranjeros 1 . He aquí, pues, cual es, para la historia de la humani-
Los anatómicos que estudian el esqueleto desde el punto de vista del
transformismo, es decir, como un aparato modelado lentamente, de ge-
neración en generación, por un trabajo de acomodación al medio y de
perfeccionamiento, comprueban por el estudio comparado de los diferen-
tes tipos, que las razas actuales no parecen ser derivadas las unas de las
otras por una especie de gradación jerárquica, sino que deben de consi-
derarse más bien como ramas paralelas que se remontan verosímilmente
á un antepasado común de origen anterior á los mismos cuadrumanos;
quizá sería necesario ver en este tipo primitivo un descendiente de
los marsupiales, salidos ellos mismos de las moneras por antepasados
anfibios*.

Pero sepamos limitarnos. No tratemos de remontar con el pensamien-


to hasta las épocas tan lejanas de nosotros en que el hombre, salido de
la animalidad primitiva, constituyó la especie ó las razas humanas. Deten-
gámonos en el período en que nuestros antepasados, realizando la mayor
de las conquistas, aprendieron á modular sus gritos, inarticulados antes,
y á transformar sus aullidos y gruñidos en un verdadero lenguaje. Pues
en ese gran giro de la historia, las naciones estaban constituidas en
g r u p o s absolutamente distintos, y las lenguas que tomaron cuerpo se
Según Schlichter, Plano ortográfico
dieron radicales de orígenes completamente diferentes, obedeciendo Demker, etc.
cada cual á su propio genio para la formación y el acento de las palabras, ESCALA AL CENTRO I: IOOOOQOOO.

para la lógica y el ritmo de la frase \ 12. Alcoa, Ba-Bonco, Adouma(Falkenstein,etc.)


Negritos_de flsia
13. lia-Yaga. Ba-Binga. etc. (Crampel, Crozel
Los dialectos arios, semíticos, uralianos, bereberes, bantus y algon- 1. Negritos Aetas de Luzon. y Herr).
2. Negritos de Mindanao. 14. Ba-Yaeli (Kund).
quines son mutuamente irreductibles: son los lenguajes de pueblos que, .5. Sakai, Península malaya.
4. Muang, Choiya, etc.. id. Pigmeos discutidos
en la época en que se desató su lengua, se encontraban en medios muy 5. Semang, id. 15.Dogbo, Arenga, etc. (cruzadoscon San) (r).
6. Andamanes. 16.Mossaro y otros.
diferentes y constituían en realidad especies ó humanidades aparte. • 17.San (Bushmen).
Negrillos de Africa
18.Kimo, Madagascar (Flacourt) (?).
Uatando de aquellos tiempos antiguos la historia de los hombres, puede 7. Akka, Tikki-Tikki (Schweinfurth), 19.Lemhan, Golfo Pérsico (Wahrmund v Uieu-
8. Ua-Mbutti, etc. (Stanley). lafoy).
decirse que comienza por el poligenisno. A la sazón, las naciones espar-
9- — y otros (Grogan Sharp). 20. Raza 110 denominada, Marruecos (Hali-
cidas sobre la Tierra no podían tener conciencia alguna de su unidad: 10. Ba-Tua, Ua-Tua, Ba-Topo, etc. (Stanley). 1 burton).
11. Achongo, Ba-Bongo, Ba-Bulu, c t c . ' ( D u 21. Fósiles Cerdeña (?).
Chaillu, Marche). 22. Fósiles de Mentón v de Schweizersbikl.
J. Kollmann, Globus, n.° 21, 5 junio 1902; Frobenius, Geographische Kulturkunde, pa-
gina 22. dad, el punto de partida cierto en la sucesión de los tiempos: el naci-
Ernesto Hieckel, Anthropogenic, 5. a edición alemana, 2.0 vol., pág. 584. miento poligénico, en diversas partes de la Tierra, de lenguajes irre-
Renán, ITistoirc du peufile <TIsrael, I. pág. 2; Hreckel, Anthropogenic, dicha edición, 2 0 vo-
lumen, pág. 679. ' Kaidherbe; Hovelacque, Linguistique.
12

ductibles correspondientes á diversos modos de sentimiento y de pensa-


Quizá el pithecanthropo' fósil que descubrió el médico l í u g . Dubois
miento.
en 1894, en las cenizas volcánicas del cuaternario antiguo de Java, cerca
- ¿Cuántos de esos lenguajes nacieron así, y cuál fué la duración del
de Trinil, en compañía de animales fósiles, algunos de los cuales perte-
ciclo durante el cual los diversos antepasados de los hombres actuales
necían á géneros hoy desaparecidos, sea el intermediario buscado, el
adquirieron esa facultad capital, condición primera del ser humano,
«eslabón que faltaba de la cadena» que une el hombre á sus antepasados
tal como nosotros la comprendemos hoy? No puede saberse, y por
otra parte es seguro que en la lucha por la existencia muchas de esas
lenguas primitivas han desaparecido: en cuanto á las que persisten, 110
se ha terminado todavía el inventario; apenas se han clasificado metódi-
camente más que los g r u p o s de dialectos hablados por las naciones prin-
cipales. Falta estudiar y fijar con precisión el lugar de todas las series de
formas verbales usadas por los diversos pueblos del mundo entero. Sin
embargo, puede intentarse el trazado de unos mapas glosológicos provi-
sionales que, poniendo de manifiesto el estado actual de la poligenia lin-
güística, atestigüen á la vez las prodigiosas conquistas realizadas pol-
las lenguas invasoras.

Más alia dé aquellas edades que vieron el nacimiento intelectual del


hombre verdadero, el ser á quien el uso de la palabra había de hacer q\ic.
progresara tan maravillosamente no era en realidad sino un animal que
se hacía entender por gestos, ladridos y maullidos semejantes á los de
nuestros amigos el perro y el gato, los candidatos á la humanidad más
próximos á nosotros'. T o d o ese período antiguo, al que podría darse el
nombre de «pro-lalia» ó de «pre-lenguaje», puede considerarse como CRÁNEO DE NEANDERTHAL (Perfil)
Epoca paleolítica.
anterior á la humanidad especial: el Hombre no constituyó la especie
(Este fragmento de cráneo está colocado sobre soportes para darle la posición
nueva sino cuando cesó de ser alalus
exacta que ocupa en la cabeza reconstituida).

del mundo animal: por su actitud y por su estatura ( i m , 6 5 7 ) , que es la


bl estudio de las tonnas animales que nos unen á los cuadrúpedos y
del hombre medio; por su cráneo, c u y a capacidad (900 á 1,000 centíme-
á los reptiles pertenece á la era preantropológica, caracterizada por el
tros cúbicos), excede cerca de la mitad á la mayor cabida cerebral d<" los
Pliopithecus antiquus, del cual se ha encontrado un fragmento de mandí-
cráneos pertenecientes á los más grandes antropoides conocidos, el pithe-
bula cerca de Sansan, en el valle de Gers, y que parece ser el animal más
canthropo parece realmente formar parte de nuestra estirpe humana,
próximo al hombre que se conoce; de ahí, sin duda, sea repugnancia
uniéndonos á los h¡lobatos ó «gibbons», monos que se acercan más á
instintiva que tenemos hacia el mono: nos reconocemos demasiado en él.
nosotros por la conformación y que descenderían como nosotros de los
Ya lo dijo el viejo Ennius:
mismos antepasados animales 5 .
Simia quam s¿milis lurpissima bestia nobis.
' Condorcet, Esquisse <Tun tablean historique des progrés de FEspri/ humain. Eug. Dubois, Pi/hecan/hropus erec/us, Einemenschenahnliche Uebergangsjorm aus Java,
1 II. Drummond, Aseen/ of Man. Batavia, 1894; Manouvrier, Revue Scientifique, 30 noviembre 1895: 7 marzo 1896.
2 Ernesto H®ckel, The las/ Link, pág. 22 á 28.

1 - 4
Según Manouvrier, sería probable que ese «mono-hombre», el Homo de ha de buscarse al hombre antiguo, sino, todo lo lejos posible, entre
javanenszs, no poseyese el lenguaje articulado, ese carácter el m i s pre-
sus abuelos, los animales, allá donde irradian los primeros resplandores
ciado de la humanidad propiamente dicha.
de la inteligencia y de la bondad.
La estrechez frontal, que se prolonga mucho sobre el cráneo de Las sociedades animales nos muestran, en efecto, sea en germen,
Innil, permite negar que la «circunvolución de Broca» haya sido más
sea en estado de realización ya muy avanzada, los más diversos tipos de
desarrollada en el pithecanthropo que en los antropoides Cerca de
nuestras sociedades humanas, siéndonos posible buscar en ellas todos
Bahía, en el Brasil, se ha descubierto en un montón'de conchas un crá-
nuestros modelos: en sus grupos tan variados encontramos ese mismo
neo humano de caracteres muy primitivos, en el que se ha querido ver
j u e g o de los intereses y de Las pasiones que incesantemente solicitan y
semejanza con la pieza de Trinil*, pero cuya edad no ha sido suficiente-
modifican n u e s t r a
mente establecida.
vida y determinan
I-sos hallazgos parecen indicar que el hombre, bajo su forma actual las marchas p r o -
habría nacido en las regiones de vida exuberante, donde el sol lanza sus gresivas ó retrógra-
mas ardientes rayos y donde la lluvia cae más copiosamente; las varieda- das de la civiliza-
des de negritos se han desarrollado también en la zona ecuatorial, patria ción; pero las ma-
de las grandes especies antropoides emparentadas con el hombre. n i f e s t a c i o n e s del
A tal nacimiento, era necesario, al parecer, la naturaleza tropical en animal, más Cándi-

todo su poder creador (Hreckel Johnston). Si en casi todas las comarcas das, menos comple-
a lo menos fuera de las llanuras, cuentan los hombres que sus primeros jas, desprovistas de
abuelos descendían de las altas montañas que limitan su horizonte, esas la envoltura de fra-
leyendas provienen de un puro efecto de óptica. Las altas cimas que se ses, escritos, leyen-
dirigen al cielo rompiendo las nubes, ¿no parecerían al primate, animal das y comentarios
privilegiado, la morada de los dioses, á cuyos pies vería en su imagina- que disfrazan núes ENSAYODE REC
° N S T I T U C I Ó N DEL CRÁNEO DEI. P I T H E C A N T H R O P O

P O R E l . D R . M A N O U V R I E R EN I 8 Q 5
ción el nacimiento de sus primeros padres? tra h i s t o r i a , son
más fáciles ele estudiar, y el observador logra ver en su derredor los pe-
¡ E l h o m b r e e s un .lio» r a í d o , , u e s e a c u e r d a d e l o s < ¡,-|«»s! queños y diversos mundos en el corral, en el matorral vecino, en la
atmósfera y en las aguas.
así cantaba Lamartine. No es un «dios-caído», porque sube más bien «En el tiempo en que las bestias hablaban», los hombres las com-
pero^recuerda todo un infinito. Salido de generaciones sin número, otros prendían. Los seres de dos y de cuatro patas, de piel lisa, de plumas y
hombres ó antropoides, animales, plantas, organismos primarios, recuer- (le escamas no tenían secretos los unos para los otros, y el acuerdo era
da por su estructura todo lo que sus antepasados han vivido durante la tan completo, que el pueblo, superior á los filósofos por la justa aunque
prodigiosa duración de las edades; resume bien en sí todo lo que le pre- subconsciente inteligencia de las ¿osas, continuó mucho tiempo, conti-
cedió en la existencia, del mismo modo que en su vida embrionaria nua todavía aquí y allá, entreteniéndose con los animales en esos cuentos
presenta sucesivamente las formas diversas de las organizaciones más que constituyen una parte tan importante de la literatura, hasta la más
sencillas que la suya. No es, pues, únicamente en las tribus salvajes don- importante de todas, porque es ciertamente la más espontánea: ignora

Sociedad de Antropologa, sesión del 19 noviembre 1895.


su propio origen.
A. Nehring, .7 noviembre ,895.
Nalurwisscischaftlichc Wochemchnft,
E l hombre se inclina á creerse el «rey de la creación», y sus religio-
1 4
H O M B R E Y LA T I E R R A
i5

Según Manouvrier, sería probable que ese «mono-hombre», el Homo de ha de buscarse al hombre antiguo, sino, todo lo lejos posible, entre
javanenszs, no poseyese el lenguaje articulado, ese carácter el m i s pre-
sus abuelos, los animales, allá donde irradian los primeros resplandores
ciado de la humanidad propiamente dicha.
de la inteligencia y de la bondad.
La estrechez frontal, q u e se prolonga mucho sobre el cráneo de Las sociedades animales nos muestran, en efecto, sea en germen,
l rinil, permite negar que la «circunvolución de Broca» haya sido más
sea en estado de realización ya muy avanzada, los más diversos tipos de
desarrollada en el pithecanthropo que en los a n t r o p o i d e s C e r c a de
nuestras sociedades humanas, siéndonos posible buscar en ellas todos
Bahía, en el Brasil, se ha descubierto en un montón"de" conchas un crá-
nuestros modelos: en sus grupos tan variados encontramos ese mismo
neo humano de caracteres muy primitivos, en el que se ha querido ver
j u e g o de los intereses y de Las pasiones que incesantemente solicitan y
semejanza con la pieza de Trinil*, pero cuya edad no ha sido suficiente-
modifican n u e s t r a
mente establecida.
vida y determinan
I-SOS hallazgos parecen indicar q u e el hombre, bajo su forma actual las marchas p r o -
habría nacido en las regiones de vida exuberante, donde el sol lanza sus gresivas ó retrógra-
mas ardientes rayos y donde la lluvia cae más copiosamente; las varieda- das de la civiliza-
des de negritos se han desarrollado también en la zona ecuatorial, patria ción; pero las ma-
de las grandes especies antropoides emparentadas con el hombre. n i f e s t a c i o n e s del
A tal nacimiento, era necesario, al parecer, la naturaleza tropical en animal, más Cándi-

todo su poder creador (ILeckel, Johnston). Si en casi todas las comarcas das, menos comple-
a lo menos fuera de las llanuras, cuentan los hombres que sus primeros jas, desprovistas de
abuelos descendían de las altas montañas que limitan su horizonte, esas la envoltura de fra-
leyendas provienen de un puro efecto de óptica. Las altas cimas que se ses, escritos, leyen-
dirigen al cielo rompiendo las nubes, ¿no parecerían al primate, animal das y comentarios
privilegiado, la morada de los dioses, á cuyos pies vería en su imagina- que disfrazan núes ENSAYODE RFC
® N S T I T U C I Ó N DEL CRÁNEO DEI. P I T H E C A N T H R O P O

ción el nacimiento de sus primeros padres? tra h i s t o r i a , son


POR EL. D R . M A N O U V R I E R F.N I 8 Q 5

más fáciles ele estudiar, y el observador logra ver en su derredor los pe-
¡ E l h o m b r e e s un .lio» r a í d o , , u e s e a c u e r d a d e l o s <¡,-los! queños y diversos mundos en el corral, en el matorral vecino, en la
atmósfera y en las aguas.
así cantaba Lamartine. No es un «dios-caído», porque sube más bien «En el tiempo en q u e las bestias hablaban», los hombres las com-
pero^recuerda todo un infinito. Salido de generaciones sin número, otros prendían. L o s seres de dos y de cuatro patas, de piel lisa, de plumas y
hombres ó antropoides, animales, plantas, organismos primarios, recuer- (le escamas no tenían secretos los unos para los otros, y el acuerdo era
da por su estructura todo lo q u e sus antepasados han vivido durante la tan completo, que el pueblo, superior á los filósofos por la justa aunque
prodigiosa duración de las edades; resume bien en sí todo lo que le pre- subconsciente inteligencia de las ¿osas, continuó mucho tiempo, conti-
cedió en la existencia, del mismo modo que en su vida embrionaria nua todavía aquí y allá, entreteniéndose con los animales en esos cuentos
presenta sucesivamente las formas diversas de las organizaciones más que constituyen una parte tan importante de la literatura, hasta la más
sencillas q u e la suya. No es, pues, únicamente en las tribus salvajes don- importante de todas, porque es ciertamente la más espontánea: ignora

Sociedad de Antropologa, sesión del 19 noviembre 1895.


su propio origen.
A. Nehring, .7 noviembre ,895.
Nalurwisscischaftlichc Wochemchrift,
E l hombre se inclina á creerse el «rey de la creación», y sus religio-
esos animales tienen también su civilización que quizá e q u i v a l g a á la
nes parten de esta idea fundamental. .Se c o m p r e n d e : el ser que v e todos
nuestra.
los r a y o s c o n v e r g e r á su morada, todas las apariencias tomar una reali-
vSi el hombre no hubiera te-
dad en su cerebro, ha de considerarse forzosamente c o m o el centro de
nido á la vista más que los ejem-
todo y c o m o superior á t o d o : por la p r o l o n g a d a reflexión y el e x a m e n
plos dados por sus compañeras
constante de la vida, llega á co-
las bestias; si no hubiese obte-
.'• nocer el valor y el l u g a r relati-
nido su a p o y o en las luchas de
• v o de los s e r e s , ' l o mismo q u e la
la existencia; si, por otra parte,
igualdad virtual, en la evolución
no se hubiera ingeniado para
•• - g e n e r a l , de todas las formas q u e sustraerse á la acción de los ene-
... se desarrollan á través de las migos ó para triunfar de ellos,
^afJr'^^^^^l edades. hubiera permanecido 1111 b í p e d o
- Ir jp f mL^^^^^I
wL '''y&VM&^^^^B hombre ni siquiera puede salvaje entre los cuadrúpedos,
pretender la superioridad que sin más bienes que su herencia
VMK^^^H podría darle el hecho de ser la de bestia, y ningún p r o g r e s o se
BW /'l^^^H o b r a más recientemente brotada hubiera cumplido en su destino;
• H '^^r •I^^^H del funcionamiento de las fuer- quizá hubiera sucumbido. No fal-
tan comarcas, aun en nuestros
- I A ^ ^ ^ H
días, en que el hombre no ha
R^ V Ü ^ t ^ ^ H épocas remotas,
p o d i d o sostenerse contra sus ri-
B j P fl^^^^H muchas especies han p o d i d o na-
vales en la batalla de la vida.
W i t ^ i / ^ L Í C e r ('e 'as acc > o n e s físicas y fisio-
mMii - K W Í ^ I ^ ^ ^ ^ I químicas del medio terrestre mo- Ciertas plantaciones en las
dificado incesantemente; sabido inmediaciones de S i n g a p o u r que-
es que, s e g ú n Q u i n t o n , t o d o el daron desiertas á causa de las
IfcM^^^^^^^^^H 'nundo de las aves, p o r su for- terribles visitas del tigre real;
mación, c o r r e s p o n d e á un p e r í o . en diversas partes de A f r i c a se
mm^f^^g^^M do posterior á la del hombre. han dispersado los espantados
Por último, entre las especies indígenas, viendo las huellas de
ORÍGENES ANIMALES DEI. HOMBRE
pertenecientes á familias que los elefantes, que se fraguan ca-
(Esqueleto de chimpancé comparado en tamaño
y posición con un esqueleto humano) existen desde las edades más le- minos á través de los bosques,
janas, muchas, evolucionando aplastando las ramas bajo el peso ESQUELETO HUMANO

en una vía diferente de la q u e el hombre ha s e g u i d o , ; n o se mueven de su ancha pata, hasta que co- (Comparado con el esqueleto de chimpancé
en el sentido de una vida social que no es ciertamente inferior al mienza el blanco la g u e r r a de de la página 16).

caos en que bregan los humanos en constante lucha? I-as hormigas, exterminio contra el animal de c i m i l l o s «le marfil. En C o u a - k i c a , en
las abejas, los castores, los perros de las praderas que, salidos de sus Guatemala, sobre la vertiente del Pacífico, tales distritos visitados p o r
madrigueras, viven en repúblicas dichosas; las grullas, que dibujan los murciélagos vampiros han sido forzosamente a b a n d o n a d o s p o r el
en el aire azul los dos rasgos concretos de su v u e l o c o n v e r g e n t e ; todos 1-5
EL H O M B R E Y L A TIERRA

hombre, impotente para guardar su rebaño, y amenazado él mismo de nes primitivas, y muchas veces se ha intentado y a : al menos los arqueó-
muerte cuando una abertura de su cabaña permitía la entrada al temible logos pueden desarrollar la serie de las edades de la prehistoria con una
chupador de sangre. En fin, los infinitamente pequeños, sin hablar de amplitud y una lógica superior á la de los escritores que, al impulso de
los microbios del aire, son á veces adversarios á los que ha de ceder el la ola de los d e t a l l e s de la historia escrita, cesan de percibir el movi-
colono. miento de las grandes ¡deas regeneradoras.
En las regiones en que los mosquitos, arremolinados formando L a prehistoria, como conjunto de estudios (pie unen el hombre actual
nubes, casn sobre los aterrorizados seres vivientes, era imposible la con el hombre de los tiempos pasados y nos permite asistir á la evolu-
lucha antes que los médicos entomólogos descubriesen el poder de los
mosquitos anofeles respecto del transporte de los microbios, y enseña- N." 2. F ó s i l e s h u m a n o s e n c o n t r a d o s en el M u n d o

ron y propagaron los medios de combatirlos bajo su forma larvaria. En


las riberas del lago Pootchartrain y de muchos lagos de la Luisiana, en
los islotes herbosos del Bahr-el-Ghazal que habitan los N'uér y los Denka
sería imposible vivir y permanecer si 110 se embadurnasen con arcilla, de
ocre ó de ceniza.

E11 tales sitios, apenas podría el hombre pasar y huir; pero en la


mayor parte de las extensiones terrestres ha podido luchar, acomodarse
al medio, y , sea por sus fuerzas aisladas, sea por la alianza con otros
animales, ha logrado hacerse en el mundo esa gran plaza «pie presupone,
en su lucha por la existencia, el dominio efectivo sobre gran número de
especies animales y la superioridad incontestable sobre los otros, excep-
to, por limitado tiempo, sobre los invisibles microbios. Plano homafográftco
I. 325 000OOO

Respecto de las edades obscuras, desprovistas de fechas precisas,


parece que ha de faltar el hilo conductor, y, no obstante, aun en esas 1. Trinil, fragmento de cráneo y fémur de , Calaveras, cráneo (discutido).
pithecanthropo, hallado por M. Eugenio 1 Carson City, id.
mismas tinieblas, los hombres que vivieron y se sucedieron en numero- Dubois. •1- l-aguna Santa, id.
sas generaciones han dejado suficientes huellas de su existencia para «pie 0 ( Chickasaw, frag. de cráneo (edad discutida). 5. I'ontimclo, id.
1 Túmulos de Illinois, dos huesos frontales, id. 6. Ultima Speranza, id.
el sabio haya podido constituir con ellas una ciencia nueva: la prehistoria. (Vca.sc mapa n.° 3 para los fúsiles humanos encontrados en Europa).
En efecto, si los pueblos anteriores á la escritura carecen de anales
propiamente dichos, si hasta se ignoran los nombres que llevaban y las ción continua en el tiempo, constituye una ciencia de origen muy re-
lenguas por las cuales emitían su pensamiento, al menos se han encon- ciente: la proclamación oficial de su nacimiento data de la segunda mitad
trado en la tierra innumerables documentos huesos de hombres y de del siglo XIX, cuando Lyell estableció en el congreso j n g l é s como hecho
animales domésticos, instrumentos, armas, amuletos, j o y a s , piedras indiscutible la existencia del hombre y de su industria durante el período
talladas de toda especie, c u y o estudio y clasificación han revelado en sus cuaternario, es decir, en una época en que las tierras y las aguas estaban
grandes rasgos, las civilizaciones de nuestros antepasados prehistóricos. distribuidas de una manera muy distinta de la actual y en que prevalecía
Hasta es posible c|ue se llegue un día á fijar de una manera general la un clima diferente. Pero antes que la verdad forzase las puertas de los
sucesión de los períodos cronológicos en el desarrollo de esas poblacio- congresos y de las academias, gran número de trabajadores aislados, de
EL HOMBRE Y LA TIERRA

HALLAZGOS ANTROPOLOGICOS

paso de todos los innovadores que no admitían con humildad los dogmas
de ciencia contrastada oficialmente, la multitud de observadores á quie-
nes el estudio de los terrenos conducía á reconocer los fósiles del hombre
y los testimonios de su industria en la época cuaternaria, era cada vez
más numerosa y activa. A l fin los A y m a r d , los Ami-Boué, los Tournal,

N.° 3. O s a m e n t a s p a l e o l í t i c a s h u m a n a s de la E u r o p a occidental

(Véase la leyenda de la página 20).


I Arpiño (Italia), 2 esqueleto, (E). 22. Bcausemblant, cráneo (E).
I Isola del I.iri, cráneo (E).
23. Solutré, muchas osamentas (D).
Orvieto, fragmento craneano (C).
24. Dolémont (Suiza), esqueleto (D).
L'Olmo, cráneo (C).
25. Thayngcn (E).
Castcnedolo, muchas osamentas (C). 26. Nagv-Sap (Austria), cráneo y IVagmen
Savona, esqueleto (C).
to eranean^ (C).
Barma Grande, muchas osamentas (E).
27. BrOnn, cráneo y osamentas (B).
Perales (España), cráneo (E).
,g 1 Predmost, 1 o esqueletos (B).
Sordes (Francia), 2 esqueletos (E).
' < Sthipka, mandíbula (E).
1 Aurignac, 17 esqueletos (B). , Podbaha, cráneo (Bl.
lAubert, hueso frontal (E). y" 1 Brüx, cráneo (E).
1 Malarnaud, mandíbula'(Á). 30. \'oisec (l.ituania) (E).
'Mas d'Azil (E).
31. Kgishcim (Alsacia), (A).
Sallèles-Cabardès, maxilar (A). 32. I.ahr (Alemania), osamentas (B).
Bruniquel (E). 33. Cannstadt, fragmento craneano (C).
Chancelade, esqueleto (B). , Gailenrcuth, osamentas (C).
W.augeric basse, esqueleto (A). 1 Taubach, molar (E).
/I.a Madeleine, esqueleto (B). 35- Neanderthal, esqueleto (A).
Cro-Magnon, esqueleto (B). 6 1 La Nauiette (Bélgica), mandíbula (A).
Placard, cráneo (B). ' Furfooz, cráneo (B ).
Marcel ly-sur-Eure, frag. craneano (A). 37- Spy, 2 esqueletos (A).
'Brechamps, cráneo (A). iKngis, restos de osamentas (B).
(IGrenelle, esqueleto (B). 38. Kngihoul (B).
Clichy, esqueleto (B).
'Smecrmass, mandíbula (B).
Moulin-Quignon, mandíbula (D). y). Gal ley Mili (Inglaterra) (E).
Chal<ins-sur-Marnc, osain. diversas (C). 1 Tilbury, esqueleto (A).
Arcv-sur-Cure. mandíbula íE). 4 ' Bury-S aint-Edmunds, cráneo ( \ )
Gravenoir (E). 4 1. Kirkdale (C).
La Denise, muchas osamentas (E). • 42. Settle, peroné (C).
Meyrueis, cráneo (C). 43. Hamilton (Irlande), frag. craneano (E).
Le Bau de l.'Arbusicr (E).
Según M. EKOEKRAND
Ah!¡giiedad cierta. ti: Edad discutid,
• C:. fot'»' dudosa. — /): Fósiles rcco-
nocidos de eda i redente. - /i: /•'altan informes.

•recis de paleontologie liumaiuc;-Vv. Lcnornymd, Les premieres Ctvihsahons.


E L HOMBRE Y LA TIERRA

HALLAZGOS ANTROPOLOGICOS

paso de todos los innovadores que no admitían con humildad los dogmas
de ciencia contrastada oficialmente, la multitud de observadores á quie-
nes el estudio de los terrenos conducía á reconocer los fósiles del hombre
y los testimonios de su industria en la época cuaternaria, era cada vez
más numerosa y activa. A l fin los A y m a r d , los Ami-Boué, los Tournal,

N.° 3. O s a m e n t a s p a l e o l í t i c a s h u m a n a s de la E u r o p a occidental

(Véase la leyenda de la página 20).


I Arpiño (Italia), 2 esqueletos (E). 22. Bcausemblant, cráneo (E).
I Isola del Uri, cráneo (E).
23. So luiré, muchas osamentas (D).
Orvieto, fragmento craneano (C).
L'Olmo, cráneo (C). 24. Dolemont (Suiza), esqueleto (D).
Castenedolo, muchas osamentas (C). 25. Thayngcn (E).
Savona, esqueleto (C). 26. Nagv-Sap (Austria), cráneo y fragmen-
Barma Grande, muchas osamentas (K). to cranean^ (C).
Perales (España-), cráneo (E). 27. BrOnn, cráneo y osamentas (li).
Sordos (Francia), 2 esqueletos (E). ,g 1 Predmost, 1 o esqueletos (B).
1 Aurignac, 17 esqueletos (15). ' (Sthipka, mandíbula (E).
lAubert, hueso frontal (E). , Podbaha, cráneo (B).
y" 1 Brüx, cráneo (E).
1 Malarnaud, mandíbula'(Á).
'Mas d'Azil (K). 30. Voisec (Lituania) (E).
Sallèles-Cabardès, maxilar (A). 31. Egisheim (Alsaeia), (A).
Bruniquel (E). 32. I.ahr (Alemania), osamenlas (B).
Chancelade, esqueleto (B). 33. Cannstadt, fragmento craneano (C).
W.augcrie basse, esqueleto (A). , Gailenreuth, osamentas (C).
/La Madeleine, esqueleto (B). I Taubach, molar (E).
Cro-Magnon, esqueleto (B). 35- Neanderthal, esqueleto (A).
Placard, cráneo (B). 6 1 La Naulctte (Bélgica), mandíbula (A).
Marcelly-sur-Eure, frag. craneano (A), ' Furfooz, cráneo (B).
mrechamps, cráneo (A), 37- Spy, 2 esqueletos (A).
/('•renelle, esqueleto (B).
lEngis, restos de osamentas (B).
Clichy, esqueleto (B).
38. 'Engihoul (B).
Moulin-Quignon, mandíbula (D).
Chalons-sur-,Marne, osain. diversas (C). 'Smeermass, mandíbula (B).
A rey-sur-Cu re, mandíbula i'E). y). Gal ley llill (Inglaterra) (E).
Gravenoir (E). 1 Tilbury, esqueleto (A).
4 ' Bury-S aint-Edmunds, cráneo ( \ )
^ 1. Kirkdale (C).
l a Denise, muchas osamentas (E). • 42. Settle, peroné (C).
Meyrucis, cráneo (C). 43. Hamilton (Irlande), frag. craneano (E).
I-e liau de l.'ArbuSicr (E).
Según M. EKOEKRAND
Ah!¡giiedad cierta. />: Edad discutid!
• C:. f:dad dudosa. — /).- Fósiles reco-
nocidos de eda t redente. - E: Eatfan informes.

\'retís de paleontologie humaine-.-Vx. Lcnornymd, Les premieres Cwihsahons.


EL HOMBRE Y LA TIERRA

En lo sucesivo no habrá y a historiador que niegue la antigüedad del con gran celo, es que los diversos representantes de la humanidad, en su
Hombre y que lo represente nacido ó creado de repente de la tierra roja evolución necesariamente complicada con retrocesos parciales, van ele-
ó de la espuma del mar hace unos cinco ó seis mil años; la continuidad de vándose de período en período, por el arte cada vez más ingenioso y
la raza humana por lentas evoluciones, desde los tiempos más antiguos, sabio de completar su individuo, de acrecentar su fuerza por medio de
es el hecho capital reconocido de una manera universal, y admira la pro- objetos exteriores sin vida: piedras, maderas, osamentas y cuernos. Pri-
digiosa serie de siglos que han debido transcurrir para dar tiempo á meramente, el primate, de quien descendemos, se limitaba á recoger las
que se cumplieran los inmensos progresos que se han realizado durante ramas muertas y las piedras, como lo hacía su hermano el mono, y se
el curso de la prehistoria. servía de ellas como de armas é instrumentos. Era aquella la edad de la

En efecto, imagínense las edades de la pro-lalia, que precedieron á humanidad que, bajo ciertos aspectos, perpetúa todavía el feroz Seri del

las modulaciones del pensamiento en forma de palabra; después los de Méjico que lleva aún la piedra redonda que le sirve de maza.

la pro-piriaT anteriores á la invención del fuego, y se comprenderá cuan- Vino después el período «eolítico» ó de simple utilización de la pie-
t a esfuerzos y conquistas se han necesitado para traer al hombre desde dra, período que comenzó quizá sobre la base del «landemiano», en ple-
su estado primitivo de bestia, no sabiendo aún articular palabras, ni ali- no eoceno medio (Cels). A l g u n o s innovadores, los herejes de la época,
mentar la llama encendida por el rayo ó el volcán, al rango de animal aprendieron á emplear los guijarros de forma desigual: mazas, puñales,
primate y sabio, hábil para formular sus ideas p o r las correspondientes sierras, punzones, cepillos, raspadores y otros instrumentos naturales,

palabras y cuidadoso de la llama santa que arde en el hogar de sucabaña. que se limitaban á retocar con otras piedras para aumentar su corte ó su
punta; quizá hasta se servían de los dientes para morder el sílex, si
no se engañó Castañeda en su descripción de los indios cazadores del
El espacio de tiempo en que se sucedieron esas grandes evoluciones
siglo XVI.
puede dividirse, según su importancia, en períodos mucho más diferen-
tes unos de otros que lo que son las divisiones de antigua, medioeval y Ese empleo de los instrumentos primitivos, que se continúa todavía

moderna, usados en nuestra historia. en diversas comarcas bajo la forma antigua, fué el verdadero principio
de la industria propiamente dicha: ya se modelaban las piedras de sílex
Desde los remotos ciclos en que nuestros antepasados se iniciaron en
que los arqueólogos han encontrado en los mismos sitios donde los ante-
la palabra, después, pasados muchos siglos, en la captura del f u e g o , el
pasados las abandonaron después de usarlas, y que permanecieron entre
hombre, determinado por el medio cambiante, cambió él también durante
los restos, en tanto que las maderas y otras materias perecederas se con-
la serie de las edades, diferenciándose cada vez más de los animales que
vertían en polvo, como se revela, en la cuenca anglo-franco-belga, la
con él habían tomado su origen en el centro común del movimiento.
edad «reuteliana», en que el hombre vivía en compañía del FJeplws anti-
Por los vestigios de su paso en las cavernas y sobre las riberas de las
quns y del Rhinoceros Merkii'.
aguas, por los variadísimos restos de su industria durante la serie de
siglos transcurrida antes de la época de la historia escrita, los arqueólo- Después nuevas revoluciones y cambios graduales trajeron la suce-
sión de las edades durante las cuales «e aprendió á taUar las piedras y á
g o s han podido referir sumariamente su existencia en las diversas partes
darles todas las formas útiles para hacer de ellas instrumentos de trabajo
del mundo y en sus modos numerosos de civilización sucesiva, llegando
ó armas de combate; vinieron á continuación los siglos en que hubo
hasta el intento de describir esos diferentes pueblos prehistóricos, clasi-
artistas que se ocuparon en transformar sus instrumentos y sus armas en
ficarlos según sus parentescos y sus contrastes, trazar sobre el mapa sus
verdaderos objetos de l u j o : ese fué el tiempo precursor al período que
caminos de emigración y de conquista y buscar su filiación á través del
caos de los pueblos entremezclados.
Rutot, Sur l' Homme préquaternaire, pág. 19.
E l hecho culminante que resulta de las investigaciones proseguidas

mmmm
2
4 EL HOMBRE Y LA TIERRA

v i ó nacer la industria de los metales. Esas dos últimas etapas de la pie-


dra tallada y de la piedra pulimentada son las que se designan común
mente bajo el nombre de «paleolítico» y de «neolítico».
t

.Mas ¿cuáles fueron las etapas del progreso entre los períodos sucesi-
vos de la humanidad primera? I octavia no puede responderse más que
por hipótesis diversas, porque en plena prehistoria, e n . e l curso de los
ciclos de duración desconocida—miríadas ó millones de a ñ o s — t r a n s c u -
rridos desde que el Homo sapiens tomó posesión del planeta, los cambios
del medio han sido frecuentemente tan considerables que han constituido
verdaderas revoluciones, ora bruscas y violentas, ora á largo período y
tanto más seguras en sus efectos. En consecuencia, los indígenas han
tenido que sufrir en su historia las vicisitudes correspondientes: tan
pronto les ha sido preciso cambiar de residencia como modificar su gé-
nero de vida en el mismo lugar ; á veces la raza, destruida casi por com-
pleto, ha debido comenzar nueva existencia, reconquistar penosamente
los progresos adquiridos ya por sus antepasados, como si diversas hu-
manidades se hubiesen dedicado sucesivamente á ensayar la vida.
De modo que erupciones de lavas, terremotos y hundimientos, inun-
daciones de ríos é invasiones del mar han cambiado frecuentemente la
forma exterior del relieve t e r r e a r e , destruyendo los pueblos en parte ó
hasta en totalidad. ¡Cuán numerosas son, por ejemplo, las tradiciones
de diluvios que recubrieron todo el mundo habitable! A la historia
caldea del diluvio universal, reproducida en el Génesis, se unen tradicio-
nes análogas venidas de China, de la India, de E g i p t o , del N u e v o Mun-
do, especialmente de todas las comarcas bajas expuestas á la devastación
por las crecidas de los ríos. En otras partes, especialmente en las regio-
nes volcánicas, en los «países del fuego», otras leyendas, igualmente
justificadas por los acontecimientos anteriores, refieren las lluvias de
piedras, los desprendimientos de montañas, las apariciones ó desapari-
ciones súbitas de lagos, el enterramiento de ciudades.

La alternación de los períodos glaciares, ó más bien, el vaivén del


frente de hielo, que trae consigo el cubrirse zonas terrestres bajo las
nieves, los hielos y los restos pedregosos, se ha producido también des-
pués que el hombre salió de la animalidad primera. En realidad, la his-
toria de la Tierra no contiene más que un solo periodo de los hielos, el

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CARACTERES SOMÁTICOS DE L O S E U R O P E O S OCCIDENTALES
LENGUAS DELOS EUROPEOS OCCIDENTALES
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LATINOS GERMANOS
RAZAS PRINCIPALES PELASGOS
RAZAS SECUNDARIAS Portuguásy gallego
L AltínÁn Gran ru.to
Español 8 «I Griego
Nòrdica ^ f l / f l ate/ndri Blanc*
Ibero Insular Catalán. " Albanési
Sub -.S'ordir a * Holanda y f/curtenca Pegue.fi/) „
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Li! orai ò A !lauto Medi 1er r. • D'ut tun arquen Polaca
Occid. o Cere noia Francés 3 _ a* Turco
.Vor Occidental Noruego Lituani o
Walón 6 Magyar
Orientai Sueca I— Teli egue, moravo. •ende\ »e I
/tal ¿xi fio
L Imite Oc de los. ThrcvMotigoJes Vial li lisina Bùlgaro ' Fin Landes, este. hue
Fruilandia 8 Islandés
Serbia, ho su tei co ir
Atirió Ho a ó Din àrie a RomancJif y l.ailino SB ^ " . samayodo
S. de los Lapones Semovcdos Sub Adriatica M I INGLESES [J Eslobeno. s lo u a co, ero ti lo
Ritmano
Zi/Lxa/'o HEZ! CELTAS ARABES (
Caracteres mezclados ó insuíicien leni en te conocidos
. Ji Brettin.ga/o.gaèlico. trae '
BEREBERES f
'Kuvno.Bi-axl-Lilow.ikvy Berdilcliof las principales ciudades d , Europa yur IÚ.UH in.yorio.Jiu/ia
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ESCALA: 1:25.000 000 " "f ....*"> iQoo Kilon,
ammBSatäSSn • • • • • •

que dura aún para la Groenlandia y los archipiélagos polares; pero si-
g u i e n d o las alternativas del clima, su masa c o n g e l a d a avanza ó retrocede,

N.° 4 . — A v a n c e d e l o s h i e l o s

Según Oc Gecr, ChamberUn, ele. Plano polar equidistante

Glaciares actuales /Mares cubiertos de hielos


Espacios cubiertos durante los periodos glaciales
Espacios e n que no se encuentra ninguna huella glacial
Limite meridional t¡el suelo actualmente helado

ESCALA MERIDIANA I: 100 000 000-


i- 1
o 1000 2000 3000 4000 soookil.

y asi es como, de estación en estación, d e ciclo en ciclo, cada lugar de


la zona q u e bordea los hielos puede tener su « p e r í o d o » , encontrarse in-
vadido por un tiempo, l u e g o desprenderse de n u e v o .

• • H N N H N N I • H H M M H H H B H H I I
EL HOMBRE Y LÁ TIERRA

Los progresos y los retrocesos del hielo determinan, pues, revolucio-


vas del «bastón» permanecerán desconocidas, porque esta arma se ha
nes para el conjunto de las plantas y de los animales, que han de reti-
reducido á polvo, pero la edad de la «piedra» se revela todavía á nues-
rarse ó que pueden emprender la marcha hacia adelante. De ese modo,
tros ojos.
cada una de esas oscilaciones marca una etapa muy diferente en la civili-
Es verdad que la industria del oligoceno superior llamada «de T h e -
zación de los pueblos limítrofes del glaciar.
nay», según los objetos estudiados por Bourgeois en el valle del Cher,
Mas, si las fechas de los diversos avances del glaciar polar es aún
está considerada como 110 habiendo sido perfectamente establecida: se
desconocida, el límite preciso que las morainas terminales han alcanzado
conservan dudas acerca de la procedencia de las piezas más bellas «de ese
en su viaje hacia el Sud está en muchos puntos marcado de la manera
yacimiento» que posee el museo de San Germán. Pero otros documen-
más clara: se reconocen los avances pedregosos del «Gran Norte», de la
-tos muy antiguos, los sílex del P u y - C o u r n y , encontrados cerca de A u r i -
Groenlandia, del Spitzberg y de la Kscandinavia bajo los aluviones más Uac, p o r . R a m e s , son incontestablemente auténticos, reconocidos como
recientes y el tejido de las raíces del bosque y del césped. Los mapas tales por los arqueólogos de Europa, y esas piedras, admirablemente uti-
que han trazado diversos g e ó l o g o s en Europa y en la América del Norte lizadas por nuestros remotos antepasados, pertenecen á la edad miocena
coinciden notablemente, y demuestran cuán estrecho era relativamente superior: son actualmente los más venerables testimonios de nuestro pa-
entonces el dominio del género humano en el hemisferio septentrional, sado1. Los sílex que descubrió Pretswich sobre las mesetas cretáceas
en comparación de lo que es en nuestros días. L o era tanto más, si se del K e n t son también considerados por la mayor parte de los g e ó l o g o s
considera que los grandes macizos de montañas como los A l p e s , los Piri- como indudablemente antiguos, de la edad media del plioceno, que pre-
neos y el Cáucaso tenían entonces ríos de hielo mucho más extensos, y cedió á las cuatro últimas progresiones glaciares. Sucediéronse después
que eminencias menores, Y o s g o s , Morvan, Cevennes y Karpatos vertían otras industrias eolíticas, de Saint-Prest, de Reutel, de Mesvin \ hasta
también en los glaciares sus corrientes de hielos, de rocas y de barro. las industrias clásicas de Caelles, de Saint-Acheul, de Moustier, tan co-

Tomemos como ejemplo una de las comarcas de Europa mejor estu- nocidas por la multitud de las armas y de los instrumentos que han

diadas por los g e o l ó g o s y los arqueólogos, la región de los Países Bajos suministrado las excavaciones de la E u r o p a media, desde el valle del

que recorren el Escalda y el Mosa en sus llanuras inferiores. En esas Ródano hasta el del Dnieper.

comarcas, la coincidencia de períodos industriales humanos con fenóme- La Francia meridional, en las cuencas del Garona y del A u d e , en la
nos de irrupciones glaciares se ha producido cinco veces distintas, nos vertiente de las altas tierras centrales, presenta una serie continua de
dicen los sabios: por cinco veces, durante ese espacio de tiempo, los producciones industriales durante el vaivén de los avances y retro-
glaciares árticos invadieron el norte de Europa rechazando ante sus mu- cesos del hielo: las revoluciones debidas, en los países del N'orte,
ros de cristal las aguas, los bosques y sus claros habitados •á las progresiones y á las retiradas sucesivas de la masa cristalina causa-
ron ciertamente también, por una especie de choque hacia atrás, modifi-
No es indispensable el hallazgo de osamentas humanas para afirmar á caciones muy importantes en la cultura de las comarcas del S u d , pero 110
la presencia anterior del hombre: el descubrimiento de sus instrumentos, la suprimieron por completo. No hubo «hiatus», según la expresión de
de sus habitaciones, de todas las huellas de su vida basta á demos- los arqueólogos; pero en diversos puntos de la Europa media hubo de-
trarlo, y aun á dar una idea psicológica más completa que la que sumi tención completa y la civilización hubo de comenzar de nuevo por agru-
nistraba el encuentro de cráneos bien conservados. Las edades primiti- paciones de colonos venidos de países 110 devastados \

1 Rutot, Capitán, Klaatsch, etc.


1 Rutot, Etat achul de ¡a quesHon <le FAntiquitd de l'liomme, «Boletín de la Sociedad beljta '' A. Rutot, memoria citada.
de Geología», 1903. Moriz Hcernes, Der diliviale Mensch in Europa, págs. 7 y S,
En diversas comarcas de E u r o p a , los hallazgos a r q u e o l ó g i c o s y el C o m o quiera que sea, otros recuerdos evidentes del hombre antiguo

aspecto del suelo donde se han o p e r a d o las e x c a v a c i o n e s permiten asis- se han hallado en el último período de los glaciares, en las edades en que
vivían dos g r a n d e s animales e x t i n g u i d o s ó ausen-
tir, por decirlo así, al c o m b a t e del hombre
tes de la Suiza actual, el Elephas primigenius y el
contra el glaciar. A s í se han descubierto,
Cervus tarandus. L o s hallazgos de Sch- *fTv^'TTf-^TLa.. n - - , _
á la mitad del s i g l o XIX, en las llanuras del
weizersbild, cerca de Schafthouse, recuer-
S u f f o l k y del Bedfordshire, vestigios indu-
dan esta antigua Groenlandia,
dables del trabajo del hombre, flechas de
siendo además fácil de compren-
sílex y otros instrumentos, pertenecientes á
PUNTAS RASPADORAS der que las huellas de
las capas de terreno depositadas inmediata-
Valle del Vezere la estancia del hombre
mente después de la retirada de los hielos,
'/, tamaño. (Col. Vibraye). hayan desaparecido
cuando los ríos actuales no habían tenido
en las comarcas monta- TIPOS DE HARPONES DE A S T A DE RENO
tiempo aún para ahondar su cauce en el suelo don-
ñosas, donde muchas Resguardo bajo la roca de'"Laugerie, (valle Vezere)
de se encontraron esos restos de la industria huma-
veces descendieron los
na '. En Suiza es principalmente donde los A l p e s , tamaño (Col. Vibraye).
glaciares de los gran-
seguían armónicamente las oscilaciones de los hie-
des campos de nieves de los A l p e s , arrastrando en su carrera las
los polares y se comprueban mejor los esfuerzos
rocas desprendidas de las paredes, empujándolas ante sí hasta formar
del hombre para conquistar el suelo sobre los hie-
morainas enormes que cubrían el suelo en una extensión de miles de ki-
los en regresión.
lómetros cuadrados, ó labraban profundamente la tierra dejándola cubierta
S e g ú n R ü t i m e y e r (1870), el testimonio más an- de restos.
t i g u o de la estancia del interglaciar en los A l p e s HACHA DE SÍLEX
A u n q u e los fósiles humanos se conservan difícilmente en las capas
proviene de las orillas del l a g o de W e t z i k o n , don- hallada en la gruta del
Moustier, valle del Vezere. superficiales de los terrenos y sólo en condiciones m u y favorables, espe-
de descubrió y estudió lo que c r e y ó ser un resto
' , tamaño. ( C. Vibraye) cialmente en las grutas, b a j o capas protectoras de concreciones calcá-
de cestería, es decir, tres palillos cortados en punta
reas, los exploradores han encontrado a l g u n a s osamentas m u y an-
en su extremidad inferior y entretejidos con
tiguas de aquellos artesanos que
mimbres partidos *.
tallaban los sílex, las obsidianas,
S e ha hecho notar después que los castores,
las astas y los marfiles en las eda-
m u y numerosos en tiempos pasados en los l a g o s des interglaciales y las épocas más
de Suiza, podían haber sido los o b r e r o s que la- recientes. Por desgracia, gran nú-
PT N T A Y R A S P A D O R DOBLE
braron esos palillos y que los mimbres partidor, mero de esos restos han sido des-
Valle del Vezere
podían haberse enredado por el esfuerzo de las enterrados por e x c a v a d o r e s incom-
' tamaño. (Col. Vibraye).
olas que vienen á romperse á la orilla. Otros petentes, que no se han rodeado de P Ü N T J S D E ASTA DE

no han visto en esos «cestos» más que ramitos de pinos roídos p o r el


las garantías suficientes para p o n e r Resguardo bajo la roca de Laugene (bajo Vézére.
tiempo
la autenticidad d e s u hallazgo al
, tamaño. (Col. Vibraye)'.
a b r i g o d e toda s o s p e c h a , y n o han
' Ch. Lyell, Antiquity of Man, cap. xn y xui.
* Albert Heim. Gletscherkunde. sabido dar una descripción suficientemente precisa de su procedencia.
* Carl Schnelcr, Vierteljalirsschrifl der naturforschenden Gesellschaft. 1S76

: —
«Miles de sepulturas prehistóricas han sido destruidas.» (Manouvrier).
ojo, y por el aplanamiento del cráneo, que indica mucha semejanza con
' Sus fragmentos han sido dispersados, y los documentos osteológicos de los monos: según Schwalbe, habría de considerársele más bien como una
los museos son escasos, á pesar del gran número de exploraciones más ó formación intermedia entre el hombre y el pithecanthropo, que como un
menos fructuosas, realizadas en las cavernas. antepasado del hombre actual: en el árbol genealógico de las especies
Diversos fragmentos encontrados en las ca- superiores, esta raza constituiría una rama especial.
pas inferiores de la formación pampeana parecen Wilser propone también clasificar una nueva raza, la de Yoisek, se-
datar de una época anterior á los tiempos glacia-
A N Z U E L O DE A S I A DE R E N O
les de la Europa occidental, y , en todo caso, N.° 5. G r u t a s del b a j o V é z é r e
cuya punta ha sido rota.
Laugerie (bajo Vézère) son más antiguos que los objetos de la misma
1 , tamaño. (Col. Vibraye) naturaleza revelados hasta nuestros días por los
investigadores en las comarcas de Europa. Sin
embargo, parece incontestable que dos molares humanos, hallados en el
yacimiento de Taubach, cerca de Weimar, pertenecen á la época templa-
da del fin del plioceno, antes de las edades del mammut y del reno, en
los tiempos del Elephas antiquus y del Rhinoceros Merckii: huellas de
fuego, sílex y osamentas talladas, restos de comidas en las que la caza
de entonces había suministra-
do los manjares, atestiguan la
existencia del hombre tercia-
rio europeo.
L'LNTAS DE FLECHA DE ASIA DE RENO
Otros fragmentos huma-
Resguardo bajo la roca de Laugerie (bajo Vézère)
nos procedentes de Krapina,
j tamaño. (Col. Vibraye).
en Croacia, han permitido á
los arqueólogos precisár sus afirmaciones sobre esas épocas lejanas: el
hombre de la raza local poseía entonces una dentadura que se asemejaba
mucho á la de los grandes antropoides '.
l : 100000
('•radas á esos restos y á otros hallados anteriormente, los sabios
especialistas han creído poder dividir 1 El Moustier. 7 La Mouthe.
2 La Magdalena. 8 Font de Gaumc.
los hombres de la época paleolítica en 3 Laugerie alto. 9 Gombarelles.
4 Laugerie bajo. 10 La Calévic.
PUNTA DE ASTA DE RENO varias razas, de las cuales, la más an- 5 Cro-Magnon. 11 Les Grézes.
6 Les Eyzies.
• Con incisión para el mango tigua, llamada de Neanderthal-Spy, por i
l.augerie (bajo Vézère), Las grutas no enumeradas son menos importantes
los dos lugares de hallazgo de los fósiles
tamaño. (Col. Vibraye).
humanos, se distingue por el considera- gún un esqueleto fósil de Livonia, encontrado en 1902, que excede todos
ble abultamiento de las bóvedas superciliares, verdadero resguardo del los otros tipos humanos en dolicocefalia ( O ' ó j ) .
En cuanto al hombre de Cro-Magnon, que vivía en la época magda-
Albert Heim, Gorjanovic'-Kramberger, Klaatsch, Moriz Heernes, etc. leniana, en las cavernas de Perigord y del Limousin, era verdaderamente
un hombre de elevada estatura, frente alta, cráneo noblemente redondea-
progreso continuo en el hombre, desde el punto de vista de las dimensio-
do y notable por sus cualidades artísticas: hasta se puede sospechar si la
nes del cerebro y de la forma del cráneo. Hasta es muy probable que
raza de Cro-Magnon, aunque parece haber sido violenta y bárbara, pron-
haya sucedido de muy diferente modo.
ta á dar y recibir la muerte, había llegado, bajo ciertos aspectos, á alcan-
A pesar de la opinión común, la capacidad del cráneo no se habría
zar un grado de cultura culminante';, desde el punto de vista del arte,
aumentado desde los tiempos! paleolíticos: la mayor parte de los cráneos
todas las generaciones siguientes, 'durante las edades ^neolíticas, repre-
fósiles son superiores en capacidad al término medio de los cráneos ac-
sentan un periodo de gran retroceso.
tuales, debido á que
los antepasados de los
tiempos cuaternarios
110 podían vivir como
muchos de nuestros
c o n t e m p o r á n e o s : la
lucha por la existen-
cia era más áspera,
más variada, pedía es-
fuerzos más constan-
tes, más presencia de
ánimo, ingenio é in-
ventiva1. L a historia
de la humanidad su-
pone una evolución
continua con alterna-
tivas de ganancias y
pérdidas en fuerzas,
destreza, agudeza de
los sentidos, vigor
intelectual, y en esa CRÁNEO DEL HOMBRE DE CRO-MAGNON (Frente)
CRÁNEO DEL HOMBRE DE C R O - M A G N O N (Perfil) Epoca magdaleniana
fermentación de las
F.poca magdaleniana
sociedades, los pro- (Museo de Historia naturaTáe.Parts.-^Antropología)
' Museo de Historia natural de Parts, Antropología)

gresos de conjunto pueden coincidir con un valor nuevo de los indi-


Los autores que se ocupan de las hipótesis relativas á estas razas pre- viduos.

históricas, procuran adivinar las condiciones de procedencia y de medio E l misionero Fisher, que vivió largo tiempo entre los pigmeos de
en que se encontraban los diversos poblados cuyos campamentos han Wa-twa (Africa Ecuatorial), comprobó que aventajan mucho á los negros
descubierto; pero la parte de las opiniones personales es harto grande de gran talla, en presteza y en agudeza intelectual'.

en las teorías diversas para que puedan arriesgarse afirmaciones precisas


1 Vacher de Lapouge, Les Selections sociales, págs. 113 y 119.
en materia tan incierta. En todo caso, nada prueba que haya habido " Western Uga?tda, Geogr. Journal, 1904.

1-8
un hombre de elevada estatura, frente alta, cráneo noblemente redondea-
p r o g r e s o continuo en el hombre, desde el punto de vista de las dimensio-
do y notable p o r sus cualidades artísticas: hasta se puede sospechar si la
nes del cerebro y de la forma del cráneo. Hasta es m u y probable que
raza de C r o - M a g n o n , a u n q u e parece haber sido violenta y bárbara, pron-
haya sucedido de m u y diferente modo.
ta á dar y recibir la muerte, había llegado, bajo ciertos aspectos, á alcan-
A pesar de la opinión común, la capacidad del cráneo no se habría
zar un g r a d o de cultura culminante';, desde el punto de vista del arte,
aumentado desde los tiempos! paleolíticos: la mayor parte de los cráneos
todas las generaciones siguientes, 'durante las edades ^neolíticas, repre-
fósiles son superiores en capacidad al término medio de los cráneos ac-
sentan un periodo de gran retroceso.
tuales, debido á que
los antepasados de los
tiempos cuaternarios
no podían vivir como
muchos de nuestros
c o n t e m p o r á n e o s : la
lucha por la existen-
cia era más áspera,
más variada, pedía es-
fuerzos más constan-
tes, más presencia de
ánimo, ingenio é in-
ventiva1. L a historia
de la humanidad su-
pone una evolución
continua con alterna-
tivas de ganancias y
pérdidas en fuerzas,
destreza, agudeza de
los sentidos, vigor
intelectual, y en esa CRÁNEO DEL HOMBRE DE CRO-MAGNON (Frente)
CRÁNEO DEL HOMBRE DE C R O - M A G N O N (Perfil) Epoca magdaleniana
fermentación de las
F.poca magdaleniana
sociedades, los pro- (Museo de Historia naturaTáe.Parts.-^Antropología)
' Museo de Historia natural de Parts, Antropología)

gresos de conjunto pueden coincidir con un valor nuevo de los indi-

L o s autores que se ocupan de las hipótesis relativas á estas razas pre- viduos.

históricas, procuran adivinar las condiciones de procedencia y de medio E l misionero Fisher, que vivió largo tiempo entre los pigmeos de
en que se encontraban los diversos poblados c u y o s campamentos han Wa-twa ( A f r i c a Ecuatorial), comprobó que aventajan mucho á los negros

descubierto; pero la parte de las opiniones personales es harto grande de gran talla, en presteza y en agudeza intelectual'.

en las teorías diversas para que puedan arriesgarse afirmaciones precisas


1 Vacher de Lapouge, Les Selections sociales, págs. 113 y 119.
en materia tan incierta. En todo caso, nada prueba q u e haya habido " Western Ugattda, Geogr. Journal, 1904.

1-8
mm SM

Se han arriesgado algunas medidas del tiempo que permiten obtener


ríos actuales — son muy poca cosa en comparación de las decenas y
unos primeros puntos de a p o y o para la historia del Hombre bajo nues-
centenas de miles de años con que puede decirse que juegan los arqueó-
tros templados climas del hemisferio septentrional.
logos de la prehistoria, cuando nos hablan de la duración probable de
Los cálculos aproximativos hechos sobre el depósito de los aluviones
los tiempos empleados por nuestros abuelos para elevarse gradualmente
en el lago de los Cuatro Cantones y en el de T h o u n e han dado dieciséis
desde el estado de civilización eolítica al conocimiento de las letras, sin
mil años al g e ó l o g o Heim, y quince mil á Bruckner y á Bek, como el
contar que proceden en sus cálculos como si la Naturaleza se hubiera
período probable transcurrido desde la última retirada de los hielos hel- contentado con un primer ensayo de humanidad, para proseguirle sin tre-
véticos gua y sin retoque á través de la sucesión indefinida de los pithecan-
En los Estados Unidos, los restos de un depósito glacial, terminado thropos y de los hombres. Pero ;quién nos dice que la energía terres-
por una moraina frontal, se extendían como una muralla, desde Long- tre no ha debido rehacerse varias veces para triunfar y llevar á estado
Island hasta las riberas del Ohio y del Michigan, después al Oeste, hasta viable esta especie humana que, de progreso en progreso, ha acabado
la frontera de la Puissance, al pié de las montañas Rocosas, y resulta por tener conciencia de sí misma y de todo lo que le rodea, hasta el pun-
que, según el trabajo de erosión que las lluvias y los ríos han realizado to de poder considerarse como el «alma de la Tierra?»
á través de esos montones d.e restos, los g e ó l o g o s han evaluado de muy Un hecho es cierto, que atestigua la larguísima duración de la exis-
diverso modo el período en que los hielos del «gran invierno» comenza- tencia humana sobre el planeta: la especie se nos presenta como habién-
ron á retirarse hacia el norte, abandonando la moraina depositada obli- dose propagado de un extremo al otro del Mundo desde tiempos in-
cuamente á través de la América. L a s evaluaciones más recientes ha- memoriales.
blan de cerca de diez mil años antes que nosotros, y Winchell, precisan- En los principios de la historia escrita, principios que varían desde
do el número, le lija en setenta y ocho siglos \ algunos siglos á diez millares de años para los diversos países, según
Los aluviones de los ríos, — medida por lo demás muy i n c i e r t a , — h a n la sucesión de los descubrimientos hechos por los civilizados, arios,
podido también servir de medida á la vida de la humanidad. De este semitas ó turanios, los continentes estaban poblados en casi toda su ex-
modo, se han encontrado en el delta del Nilo cacharros cubiertos por tensión, lo mismo que las grandes islas situadas en la proximidad de las
capas de depósito anuales, unos contados, otros solamente evaluados, costas: los únicos espacios completamente desiertos eran, como en la ac-
según los cuales esos restos del trabajo humano se remontarían á i5ooo tualidad, las ásperas regiones de las montañas, las superficies nevadas ó
años V Observaciones análogas se han hecho en las capas aluviales del heladas, las turberas temblorosas, las arenas y las rocas desprovistas de
Mississipi; pero tales comprobaciones son de naturaleza demasiado vaga toda vegetación.
para que se pueda, antes de nueva discusión, concederles grande im- En Asia apenas hay comarca donde los nómadas, árabes, baloutches ó
portancia. mongoles no se hayan aventurado y hasta habitado temporalmente des-
C o m o quiera que sea, los períodos de tiempo que nos indican los ob- pués de las lluvias tempestuosas que producen la súbita germinación de
servadores de la morfología terrestre como transcurridos durante las eda- las hierbas.

des de la geología moderna—retirada de las llanuras y formación de los Sin embargo, quedan algunos desiertos de A r a b i a , especialmente al
norte de Hadramaut, donde nadie osa aventurarse, vista la soltura de las
arenas en las cuales puede enterrarse el hombre en pocos instantes.
I Albert Heim, Ueber das absolute Alter der Eiszeit, Vierteljahrsschrift der Gesellschaft in
Zürich, x x x i x , 1894.
En A f r i c a quedaron inaccesibles vastas extensiones del Sahara du-
II N.-H. Winchell, American Geologist, v o l . X , 1892, päg. 80; Mac Gee, American Anthropo- rante todo el período conocido de la historia: tales al oeste del E g i p t o y
logist, vol. V, octubre 1892, pag. 337. de sus últimos oasis, Farafreh, Kargeh, Dakhel, las formidables hileras
1 Mac Gee Earth, the Home of Men, pag. 15, Anthropological Society of Washington
de dunas que se desarrollan sobre una anchura de mil kilómetros en la ron á través del mundo. Es difícil imaginarse cuan penosa había de
dirección de T i b e s t i . ser la colonización antes de trazarse los caminos en los b o s q u e s y los
Las dunas de Iguidi en el Sahara occidental," son también cuidadosa- pantanos, antes que se po-
mente evitadas por las caravanas, y el D j o u f , ó « V i e n t r e del desierto»,
al noroeste de T i m b u c t u , es una depresión, tal v e z salina, que defienden ra los brazos de mar.
Y , sin e m b a r g o , la ex- H

ocasiones, por é x o d o s rá- ^ ^ H B ^ ^ É '

del lugar de o r i g e n . Ad- ABI^BRÍÉ^*''* fll


mira ver, en las dos masas A
continentales, como las ^^^^^^^SfifálJSl^BL '
a g r u p a c i o n e s del mismo •
tronco y de lenguas herma- fl
ñas se encuentran separa-
• H Z E K & S V • j a m ? •:-'/

as unas de otras, a m i e s
de kilómetros de distancia

tua que atestigüe el anti-

do durante un número in- ESTATUA COLOSAL PREHISTÓRICA

definido de siglos y que DE LA ISLA DE PASCUAS (OCEANIA) (Perfil)

pueden considerarse prác-


han encontrado huellas de (Britisk Museum, Londresj.
ESTATUA COLOSAL PREHISTÓRICA
ticamente como verdaderos
una civilización prehistóri-
DE LA ISLA DE I.A PASCUA (OCCEANÍA)
a b o r í g e n e s : tales son las tribus americanas, que el naturalista A g a s s i
ca casi g r a n d i o s a . 1Z
( Vista de la cara posterior) (Britisk Museum, Londres). imaginaba habían sido o b j e t o de una «creación distinta» de la del M u n d o
La población completa
Antiguo.
de los espacios continentales atestigua la l a r g a duración de las edades
Estos g r u p o s de indígenas, Üe gentes «nacidas de la tierra», habitan
durante las cuales las diversas razas del g é n e r o humano se p r o p a g a -
1-9
EL HOMRRE Y LA TIERRA

comarcas cuyo medio está caracterizado de una manera completamente


especial por el clima ó por el suelo: en ese ambiente particular, los resi-
dentes han de adoptar un género de vida muy distinto del de los veci-
nos más inmediatos.
Conviene, pues, estudiarlos aparte, para hacer constar bien los efec-
tos poderosos y duraderos de un medio que no se modifica sino con
gran lentitud y , por consiguiente, obrando lo mismo sobre los grupos
calificados de razas como sobre el individuo. El conjunto del g r u p o
étnico sometido á esas influencias constituye, por decirlo así, un ser hu-
mano de proporciones enormes y que vive durante períodos prodigiosa-
mente prolongados.

Cada período de la vida de los pueblos


corresponde al cambio de los medios.

CAPÍTULO II

CLASIFICACIÓN D E LOS H E C H O S S O C I A L E S . — F R I A L D A D Y CALOR.


SEQUÍA Y HUMEDAD. — MONTAÑAS Y ESTEPAS. — BOSQUES.
ISLAS, PANTANOS, L A G O S . — R Í O S . — M A R . — C O N T R A S T E D E LOS MEDIOS.
EL HOMBRE MISMO F.S UN MEDIO PARA EL HOMBRE.

L A desigualdad de los rasgos planetarios ha producido la diversidad


de la historia humana» y cada uno de esos rasgos ha determinado
su acontecimiento correspondiendo al medio de la infinita varie-
dad de las cosas Más brevemente nos dice de Greef que «la vida es la
correspondencia con el medio.» Por ultimo Ihering se expresa así: « E l
suelo es todo el pueblo».

T a l es el principio fundamental de la mesología ó «ciencia de los me-


dios», que, hace más de dos mil años formulaba y a Hipócrates ante sus

1 H. Drummond, Ascent of Man.


EL HOMRRE Y LA TIERRA

comarcas cuyo medio está caracterizado de una manera completamente


especial por el clima ó por el suelo: en ese ambiente particular, los resi-
dentes han de adoptar un género de vida muy distinto del de los veci-
nos más inmediatos.
Conviene, pues, estudiarlos aparte, para hacer constar bien los efec-
tos poderosos y duraderos de un medio que no se modifica sino con
gran lentitud y , por consiguiente, obrando lo mismo sobre los grupos
calificados de razas como sobre el individuo. El conjunto del g r u p o
étnico sometido á esas influencias constituye, por decirlo así, un ser hu-
mano de proporciones enormes y que vive durante períodos prodigiosa-
mente prolongados.

Cada período de la vida de los pueblos


corresponde al cambio de los medios.

CAPÍTULO II

CLASIFICACIÓN D E LOS H E C H O S S O C I A L E S . — F R I A L D A D Y CALOR.


SEQUÍA Y HUMEDAD. — MONTAÑAS Y ESTEPAS. — BOSQUES.
ISLAS, PANTANOS, L A G O S . — R Í O S . — M A R . — C O N T R A S T E D E LOS MEDIOS.
EL HOMBRE MISMO F.S UN MEDIO PARA EL HOMBRE.

L A desigualdad de los rasgos planetarios ha producido la diversidad


de la historia humana» y cada uno de esos rasgos ha determinado
su acontecimiento correspondiendo al medio de la infinita varie-
dad de las cosas Más brevemente nos dice de Greef que «la vida es la
correspondencia con el medio.» Por ultimo Ihering se expresa así: « E l
suelo es todo el pueblo».

T a l es el principio fundamental de la mesología ó «ciencia de los me-


dios», que, hace más de dos mil años formulaba y a Hipócrates ante sus

1 H. Drummond, Ascent of Man.


KL H O M B R E Y L A TIERRA

discípulos de Atenas. Las verdades generales que enunció fueron repeti- dividida en veinticinco títulos, y admira notarse á primera vista que ese
das y amplificadas después por diversos escritores tales como Montaigne, cuadro no establece diferencia entre las condiciones á las que todos los
Hodin, Montesquieu, pero con tan escasa precisión en los hechos que sus
advertencias quedaron sin aplicación seria en el dominio de la geografía N.° 6. H a b i t a c i o n e s de Esquimales
(Véanse págs. 42 y siguientes)
y de la historia. En el siglo XIX comenzaron las observaciones metódicas
cuyo conjunto ha tomado el nombre de «ciencia» aun antes de merecerlo:
al menos, los medios por los cuales se trata de determinar los orígenes
históricos de los pueblos de Judea, de Grecia y de Italia han sido descri-
tos en admirables monografías.
X o basta reconocer de una manera general la influencia de la Natura-
leza sobre el Hombre, se necesita también hacer que conste la parte que
corresponde especialmente en esta influencia á cada una de las condicio-
nes particulares del medio. Reconociéndolo así, durante la época mo-
derna ha habido sabios que se han entregado al más ingenioso análisis \
.i la más laboriosa investigación de los hechos para clasificar cada uno
según la acción determinante más ó menos considerable que ejerce sobre
los hombres.
La escuela de Le Play se ha distinguido sobre todo en este estucr/o
de clasificación de los agentes que regulan la actividad del hombre, y
M. de Tourville, desarrollando la obra de su maestro 1 , ha formulado la
clasificación de todos esos agentes, lista que su escuela considera como
un «instrumento de trabajo que ha dado á la ciencia social un impulso
comparable al que la química debe á su nomenclatura», como un «ins-
trumento preciso y completo que permite analizar exacta y rápidamente Según R• E. Pea/y.
Plano cónico.
las sociedades mas complicadas». Es decir demasiado: ese instrumento,
I 9 000 000

de la mayor utilidad en las manos del que le emplea en vista de informes


sobre g r u p o s sociales ya conocidos, puede ser muy peligroso manejado Anniversary Lodge. Invernada de 4 Cabo Albert. Campamento abando-
Peary en 1896. nado.
por los investigadores que no subordinan su uso al conocimiento detalla- Etah ó Ita. Campamento semiperma- 5-12 Campamentos abandonados en-
nente. Invernadas de Peary en contrados por M. Sverdrup, en su
do de la geografía y de la historia locales; porque la importancia de lo£ 1897 y 1898. expedición de 1898 y años si-
Cabo Sabine. Invernada desastrosa guientes.
hechos no se presenta siguiendo un orden regular, siempre el mismo:
de la expedición Greely en 1890. t
varía en todo tiempo y en todo lugar, para todo pueblo y todo indivi-
duo. A q u í la frialdad, las tempestades, las olas son los grandes impul- hombres están sometidos indistintamente, cualquiera que sea su estado
sores de los hombres; allá es el sol espléndido, la brisa suave. de cultura, y las que se aplican solamente al hombre moderno.

La clasificación de los hechos sociales debida á M. de Tourville está H a y , sin embargo, una distinción bien marcada que señalar entre
los hechos de naturaleza, que no pueden evitarse, y los que pertenecen
1 Science Sociale, tomo II, págs. 502 y siguientes; — Edmond Dcmolins, Les Erangah
a un mundo artificial, que se pueden rechazar ó ignorar completa-
datijourd huí, págs. 431 y siguientes.
1 - 10

i-vm
IíL H O M B R E Y LA TIERRA FRIALDAD Y CALOR 43

mente. El suelo, el clima, el género de trabajo y de alimento, las rela- palmípedas, tienen una flora rápidamente desarrollada de gramíneas que
ciones de sangre y de alianza, el modo de agrupación, he ahí hechos alcanzan hasta 5 metros de altura; 1 familias de esquimales viven al Norte
primordiales que tienen su parte de influencia en la historia de cada hasta el campamento de Etah (Ita), á 1,300 kilómetros del polo, y el via-
hombre, lo mismo que de cada animal, en tanto que el salario, el patro- jero Péary se ha hecho acompañar por ellas mucho más al Norte en sus
nato, el comercio, la circunscripción de Estado son hechos secundarios expediciones; al S, los representantes del género humano son detenidos
á los cuales no fueron sometidas las sociedades en los tiempos primitivos. por el mar á una distancia mucho menor del Ecuador, en la Tierra del
Verdad es que muchas veces, la parte artificial de la existencia supera en Fuego, á 3,800 kilómetros del polo antártico.
los individuos las condiciones naturales de la vida; s i n , e m b a r g o , una
clasificación que tiene un carácter general ha de colocar ciertamente en
primer "término el medio de origen que ejerció la acción determinante
sobre las poblaciones primitivas. A n t e todo ha de estudiarse el medio
estático, después hay que informarse del medio dinámico.

C o m o elemento primordial, conviene evidentemente colocar a la ca-


b e l l o s fenómenos de la temperatura, con sus considerables desnive-
les, á veces igualmente mortales del frío extremo y del extremo calor,
y su acción directa: la sequedad del suelo ó la producción de humedad.
Los mapas estáticos demuestran con perfecta claridad que el clima re-
parte los hombres sobre la superficie del G l o b o , agrupándolos en masas
densas en las regiones templadas, siempre que estén suficientemente re-
gadas, y en las de la zona tropical, rarificando, por el contrario, los habi-
tantes en las tierras heladas, y hasta haciendo el vacío absoluto en espa-
cios demasiado fríos para que el hombre pueda mantener en ellos su
ESQUIMAL EN SU KA1AK
calor vital.
(Museo de Etnografía ).
En general, la densidad kilométrica de los hombres, es decir, el ma-
yor número de habitantes por kilómetro cuadrado, reproduce por sus ¿No es evidente, respecto de ambos lados del G l o b o , que si las islas
contrastes los constrastes mismos del clima: del lado de los polos, la polares son evitadas por el hombre, á causa de los fríos se puede hacer

línea isotérmica de cero coincide casi exactamente con el límite de habi- constar en este caso la influencia decisiva del medio? A n t e s que el Hom-

tabilidad que la naturaleza ha trazado al género humano. Casi todas las bre, emancipado relativamente por la ciencia, hubiese asociado sus es-

islas desiertas del Norte se encuentran en los parajes polares ó subpolares, fuerzos para librarse algo de la dominación del clima, ninguno de sus

bajo el áspero clima de las nieblas y de las escarchas, de las nieves y de representantes hubiese sabido penetrar más allá de los pequeños territo

los hielos: por instinto, las poblaciones emigrantes, rechazadas por las rios de los esquimales en esas regiones terribles del frío polar, cuya
entrada estaba mejor defendida que la del antiguo paraíso caldeo. La
revoluciones terrestres ó por otros hombres, han retrocedido ante esas
teoría según la cual el Hombre, disponiendo de una fuerza innata, sería
terribles regiones, ó han perecido sin haber tenido tiempo de acomodarse
á esc demasiado áspero medio, donde, 110 obstante algunos sitios excep- 1 Hermann G. Siinmons, Etudes botaniipics de Fexpedition Svcrdrup, La Gcographie, 15 le-
cionales, revestidos de una capa de estiércol depositada por millones de brero 1904.
completamente independiente en su medio, está en absoluto desacuerdo Pero esas extensiones tristes, donde los Esquimales acampan en me-
con los hechos observados, y nadie tiene y a el derecho de repetir las dio de los hielos, les suministran muy escasamente los recursos necesa-
palabras de G o b i n e a u : «Bastaría que el grupo blanco más puro, más inte- rios á la existencia. No es, pues, probable que esas tribus hayan tenido
ligente y más fuerte, residiese, por un concurso de circunstancias invenci-
Densidad de la población ártica.
bles, en el fondo de los hielos polares ó bajo los rayos del ecuador para
que todas las ideas, todas las tendencias, todos los esfuerzos convergiesen
á él» '. La experiencia ha desmentido tan atrevidas aserciones y se han
visto recientemente, en las regiones polares, expediciones compuestas de
viajeros pertenecientes á la raza que Gobineau exalta sobre todas, entre-
garse á la antropofagia y hasta apresurar la muerte de los famélicos. Las
relaciones oficiales han disimulado ligeramente esos incidentes lúgubres.
Los Esquimales ó Innuits, es decir, los «Hombres» de la América del
Norte, lo mismo que los Lapones de Europa, los S a m o y e d o s y los T c h u k t -
chis de Asia, llevan en toda su persona y su género de vida el testimo-
nio evidente de la acción dominante del frío. En primer lugar son pocos.
1 > que proviene de la pobreza de recursos que les ofrece la tierra ártica,
cubierta de hielos en la mayor parte «le su extensión. En un espacio de-
unos 7,000 kilómetros de Este á Oeste, desde la costa oriental de la Groen-
landia hasta el territorio de los Tchuktchis, en la Siberia, — región de
unos veinte millones de kilómetros cuadrados, igual á cuarenta veces
Francia, — hay menos de cincuenta mil esquimales de raza pura ó cruzada,
y , entre ellos los indígenas que, habiendo quedado completamente sepa-
rados del mundo europeo, han conservado su pureza de sangre, 110 exce-
den seguramente de quince mil : el país de los Esquimales es, proporcio-
nalmente, cuatro ó cinco mil veces menos poblado que el resto de la Tierra.

Tan clara y poco densa es la población de esos hiperbóreos, que en


Plano polar canidislaiüc
muchos puntos los grupos se han perdido de vista, ignorando los unos la
Menos ríe 1-habitante por kil.' cuadrado y puntos habitados
existencia de los otros. Tal sucedía con la banda más septentrional de los
De 1 k 25
Groenlandeses, compuesta de una veintena de individuos errantes en las De 25 á 50 „ „ „
heladas soledades del Norte, entre el estrecho de Smyth y el mar Paleo- De mas de 50 „

cristico. Cuando los encontró Koss, en 1818, en la playa de Etah, al norte


ESCALA MERIDIANA DE I >80 000 000.
de la bahía de Melville, aquellas gentes quedaron estupefactas de ver otros
hombres, y los creyeron descendidos de la luna ó ascendidos de los abis-
o 1000 2 0 0 0 3000kil.

mos: se habían imaginado constituir por sí solos la humanidad entera. por lugar de nacimiento las comarcas de gran frialdad que actualmente
habitan, á menos que el clima local se haya enfriado poco á poco, obli-
gando á los aborígenes á modificarse incesantemente, á cambiar su g é n e r o
1 /rn'galile des Races
1 —11
EL HOMBRE Y L A TIERRA

de vida para acomodarse á la naturaleza ambiente. S e presume que los


exteriormente los músculos. Ellos mismos, bajo sus espesos y peludos
habitantes del Gran Norte han sido rechazados gradualmente de las regio-
trajes de pieles, semejan bolas y parece que ruedan cuando andan.
nes más templadas hacia las costas del Océano Polar, y muchos arqueólo-
A s í como el hombre en contacto
g o s ven en ellos Magdalenianos que siguieron la retirada de los hielos en
• frecuente con el caballo, chalán, pa-
la dirección del Norte. En sus viajes, los Esquimales fueron evidente-
lafrenero ó j o c k e y , toma un aspecto
mente guiados por las facilidades de la caza y de la pesca: acompañaron
caballar, el Esquimal pescador de ce-
á los bueyes almizclados, las ballenas, las morsas y las focas. A l l í donde
faltaban esos animales, allí falta también todo vestigio de habitaciones
innuits, especialmente en el archipiélago polar del Noroeste

Cuando la historia menciona por primera vez los esquimales, varias


de sus agrupaciones ocupaban aún comarcas de un clima menos áspero.
Hace nueve siglos, cuando los normandos desembarcaron muy al sud del
país de los innuits actuales, sobre las costas del Helluland y del Vinland,
los hombres con quienes tuvieron que combatir no eran A l g o n q u i n e s ,
cazadores de piel roja, sino Skroellingers, es decir, Karalits, puros Esqui-
males, emparentados con los del archipiélago polar. táceos, ofrece de una ma- CRANEO DE INNUIT CRÁNEO DE ALGONQUIN

En nuestros días está casi en todas partes bien marcado el límite nera admirable la fisono-
entre las dos razas y corresponde con los rasgos de Ja naturaleza: «Donde mía de la foca, rostro aplas-
están los árboles están los indios; donde comienza el musgo comienza el tado con los escasos pelos
esquimal» dice el proverbio. En la América oriental las guerras de ex- del bigote erizados, ex-
terminio han dado á esta frontera natural la consagración de la sangre presión dulce, ligeramen-
vertida. « L a tierra es demasiado pequeña para contener las dos razas», te azorada y un conjunto
decía un Innuit al viajero B o a s ' . ¿No es ese el lenguaje que se repite oleoso. Tiene también las
entre enemigos de raza y de clase en todo el mundo? costumbres de la foca, al-
La acción del medio se muestra con evidencia en la apariencia física ternando largas perezas á
de los Innuits puros, porque es más difícil de hacer constar en los Groen- una actividad forzada. Am-
landeses del sur, que son casi todos mestizos de Dinamarqués y están so- pliamente vestido al exte-
metidos á instituciones religiosas y políticas de origen extranjero. Los rior, el esquimal ha de ati-
verdaderos Innuits tienen la cabeza alargada 3 , pero sin fuertes relieves; borrarse al interior con
sus orejas están pegadas á la cabeza, bajo una cabellera áspera y grasa; masas de comida de que los
su nariz es ancha y poco-abultada, excediendo apenas de la redondez de europeos no pueden for-
las mejillas; sus ojillos se ocultan bajo párpados espesos y ligeramente marse idea. vSe habla de
TIPOS COMPARADOS DEL VERDADERO INNUIT Y DEL PIEL-ROJA
tirantes; los pies y las manos, de forma redondeada, no permiten dibujarse 10, 12 y 14 kilogramos de
ALGONQUIN DEL LABRADOR
grasa, aceite y carne em-
Ounnar Isachsen, Pttermann's Mitteilungen, vn, 1903.
butidos y tragados, de una sentada, por un solo innuit ó «come-crudo»;
Petcrmatm's ErgUmungshe/t, n.° 80.
Indica cefálico medio de los esquimales, según Ripley, Denikar. etc.: 76,8 en el vivo. 'cal es el significado de la palabra «esquimal» dada por los A l g o n q u i -
48 EL HOMBRE Y LA TIERRA

nes á sus vecinos del Norte ; pero esas prodi- m

Tratantes en pieles y misioneros, como Petitot, han vivido durante


giosas francachelas se compensan frecuente-
meses en esas horribles madrigueras '. A A
mente por ayunos muy prolongados y menos
Cuando esos prisioneros quedan libres por \ M
peligrosos para la salud '.
el sol de estío, derriban el iglou, lo destrozan,
Entre los lnnuits del Labrador, la gran
y pronto la fusión de la nieve hace desapare- 1 |
prueba de los jóvenes, el examen final que les
cer los innobles restos. i
permitía entrar en la compañía tle los hombres
Naturalmente, el clima impedía antes al
consistía en un ayuno de varios días: tenien-
Innuit toda agricultura, penosamente introdu- 1 ¡jh
do á su disposición una comida abundante cida después en algunos jardines: los natura- I '¡1
y suculenta, preferían desfallecer; no la to- les no tienen más alimento vegetal que bayas
caban . y frambuesas, y , en tierra firme, la «tripa de
La forma de las habitaciones, lo mismo que roca», liquen de gusto amargo; como tam- I (9 «
el vestido y el alimento, es impuesta por las bién, á manera de verduras, las materias ver- \ V | 4 M )
condiciones del medio. En ciertos sitios, es- des no digeridas que encuentran en los intes- \|1 4 B
pecialmente en la Groenlandia meridional, los tinos de los renos. «» r
árboles de deriva «pie aporta la corriente per- Casi todo el alimento de los ínnuits es ani- IR /•
miten emplear la madera en la construcción mal, obtenida por la cría de ganado ó por la lf / M
de sus cabanas; en la Groenlandia oriental se caza y la pesca. Los Tchuktchis del interior I
utilizan las piedras; pero la exigencia del cli- tienen grandes rebaños de renos; los Esqui- I / *
ma obliga á los constructores á fabricar su males del Labrador viven principalmente de I \ M
iglou en la profundidad del suelo: las paredes la caza, y los de la Tierra de.Baffm se ven fre-
P
se forman con montones de barro cubierto cuentemente obligados, durante semanas en-
de césped ó con capas de musgo, revesti- teras, á perseguir la caza de las llanuras; cari-
das exteriormente con nieve. En algunas re- bus y bueyes almizclados, porque el «frazis» de
giones del país esquimal septentrional se cons- las costas, ó hielo ribereño, se extiende dema-
truye sólo con nieve la choza redonda, á la siado á lo largo de las orillas, impidiendo el
que se entra arrastrándose^ por un estrecho empleo de los barcos de pesca. Paro los Es-
corredor, y allí, durante varios meses de in- } quimales de la Groenlandia, que habitan al
vierno viven hasta diez familias, absolutamen- borde de mares profundos á los que limpia la
te en cueros, sin más fuego que el de la lám- corriente costanera, son casi exclusivamente
para, en una atmósfera sofocante que llega pescadores de focas, y sabido es con qué des-
A RAÍAS K INSTUI MLNTOS
gradualmente á ser horrible por la acumula- treza, qué maravilloso instinto saben desplegar DE LOS ESQUIMALES

ción de las inmundicias. Parece imposible para alcanzar su presa, sea en estío en las I larprmcs diversos.

ARMAS L': INSTRUMENTOS


que el hombre viva en semejante medio, pero aguas libres, sea en invierno debajo del hielo agujereado por una espe-
DE LOS ESQUIMALES ;á que no es capaz de habituarse el hombre? cie de estrecha chimenea por el cálido aliento del animal.
Pagaya y harpones.
F.lie Reclus, Les Primitifs, pin- 31 passim Quiuze ans sous le cercle polairc.
48 EL HOMBRE Y LA TIERRA

nes á sus vecinos del Norte ; pero esas prodi- m

Tratantes en pieles y misioneros, como Petitot, han vivido durante


giosas francachelas se compensan frecuente-
meses en esas horribles madrigueras '. A A
mente por ayunos muy prolongados y menos
Cuando esos prisioneros quedan libres por \ M
peligrosos para la salud '.
el sol de estío, derriban el iglou, lo destrozan,
Entre los lnnuits del Labrador, la gran
y pronto la fusión de la nieve hace desapare- 1 |
prueba de los jóvenes, el examen final que les
cer los innobles restos. i
permitía entrar en la compañía tle los hombres
Naturalmente, el clima impedía antes al
consistía en un ayuno de varios días: tenien-
Innuit toda agricultura, penosamente introdu- 1 ¡jh
do á su disposición una comida abundante cida después en algunos jardines: los natura- I '¡1
y suculenta, preferían desfallecer; no la to- les no tienen más alimento vegetal que bayas
caban . y frambuesas, y , en tierra firme, la «tripa de
La forma de las habitaciones, lo mismo que roca», liquen de gusto amargo; como tam- I (9 «
el vestido y el alimento, es impuesta por las bién, á manera de verduras, las materias ver- \ V | 4 M )
condiciones del medio. En ciertos sitios, es- des no digeridas que encuentran en los intes- \|1 4 B
pecialmente en la Groenlandia meridional, los tinos de los renos. «» r
árboles de deriva que aporta la corriente per- Casi todo el alimento de los ínnuits es ani- IR /•
miten emplear la madera en la construcción mal, obtenida por la cría de ganado ó por la lf / M
de sus cabanas; en la Groenlandia oriental se caza y la pesca. Los Tchuktchis del interior I
utilizan las piedras; pero la exigencia del cli- tienen grandes rebaños de renos; los Esqui- I / *
ma obliga á los constructores á fabricar su males del Labrador viven principalmente de I \ M
iglou en la profundidad del suelo: las paredes la caza, y los de la Tierra de.Baftin se ven fre-
P
se forman con montones de barro cubierto cuentemente obligados, durante semanas en-
de césped ó con capas de musgo, revesti- teras, á perseguir la caza de las llanuras; cari-
das exteriormente con nieve. En algunas re- bus y bueyes almizclados, porque el «frazis» de
giones del país esquimal septentrional se cons- las costas, ó hielo ribereño, se extiende dema-
truye sólo con nieve la choza redonda, á la siado á lo largo de las orillas, impidiendo el
que se entra arrastrándose^ por un estrecho empleo de los barcos de pesca. Paro los Es-
corredor, y allí, durante varios meses de in- } quimales de la Groenlandia, que habitan al
vierno viven hasta diez familias, absolutamen- borde de mares profundos á los que limpia la
te en cueros, sin más fuego que el de la lám- corriente costanera, son casi exclusivamente
para, en una atmósfera sofocante que llega pescadores de focas, y sabido es con qué des-
A RAÍAS E INS'l'Rt M E M O S
gradualmente á ser horrible por la acumula- treza, qué maravilloso instinto saben desplegar
DE LOS ESQUIMALES
ción de las inmundicias. Parece imposible para alcanzar su presa, sea en estío en las I larponcs j¡versos.

ARMAS l': INSTRUMENTOS


que el hombre viva en semejante medio, pero aguas libres, sea en invierno debajo del hielo agujereado por una espe-
DE LOS ESQUIMALES ;á que no es capaz de habituarse el hombre? cie de estrecha chimenea por el cálido aliento del animal.
Pagaya y harpones.
F.lie Reclus, Les Primitifs, pin- 31 passim Quiuze ans sous le cercle polaire.
mmm

Los instrumentos y las armas del Esquimal, destinados á herir el ser


que huye bajo las aguas, son obras maestras de destreza. L o s artistas
esquimales rivalizan en celo para dibujar, tallar y , sobre todo, grabar y
esculpir ( P a y n e ) . Hasta se dice, que el ingenio de los Esquimales del
A l a s k a se ha revelado por el descubrimiento d é l a hélice; en mecánica
habrían ido más allá que los griegos como inventores. A las puntas
de sus flechas, aplicaban la corta hélice uniformemente encorvada hacia
la izquierda 1 .
Sin embargo, á pesar de la maravillosa sagacidad del cazador, suele
faltar la caza; el hambre, el hambre terrible, domina á veces, y esa cala-
midad, inminente siempre, explica rasgos de costumbres que no com-
prenden las poblaciones sedentarias que cuentan con sus cosechas
anuales. A s í los lazos de familia se atan y desatan forzosamente según
las necesidades de la pesca y de la caza.
Si una mujer del campamento Point-Barrow, resulta débil para llevar
carga en una expedición, queda por eso mismo divorciada y permanece
en la colonia con los ancianos y los niños; el marido se hace acompañar
por una mujer más fuerte, capaz de sufrir todas las fatigas y de expo-
nerse á todos los peligros del viaje.
Otras veces, la salud común obliga á los pescadores á dejar tras de si
un compañero enfermo ó herido, lo mismo q,ue, durante las tempestades
los marineros-europeos abandonan, desesperados, el compañero que cae
al mar. Como*en todos los países del mundo, en el Gran Norte han ocu-
rrido escenas de antropofagia durante los períodos de hambre absoluta;
pero en muchas comunidades innuits se han regulado previamente los
sacrificios por el interés común. Con frecuencia los padres se dejan mo-
rir de hambre para que los hijos coman ; hay madres que, en bien de la
gran familia, entregan sus criaturas de pecho. <
Hace algunos años que el descubrimiento de unos yacimientos de oro
en el K l o n d v k e , en las márgenes del Y u k o n y en el cabo Nome, ha cam- "
biado toda la economía política de las poblaciones innuits, encargada
de suministrar en lo sucesivo á los mineros blancos, pescados, aceite y
grasa. Los Tchuktchis del litoral, especialmente, se han enriquecido ' y
pueden mantener bien á sus padres; pero antes, los ancianos, incapaces j

1 lid. Klause. Globus, vol. LXXIX, n.° i, 3 enero 1901


- liberli, Ptttrmanris Mitieihmgen, XI, 1903. pág 258.
• \ •&SB• M B• B H• B H• B S•S 1 1 I ...'• - ----III •-:..-. ..-ÍÍ-.

LA CAZA DE LOS MAKES POLARES: FOCAS RECREÁNDOSE

de seguir á los hombres fuertes en sus cazas y amenazados de perecer de


inanición en los campamentos aislados, pedían su fin, y llegado aquel caso,
los hijos y los amigos más "queridos se veían obligados, por la cos-
tumbre á la vez que por su afecto, á cumplir este deber homicida; á ellos
correspondía dar al padre ó al compañero el narcótico anestésico, con-
tarle después la carótida y extenderle después sobre su lecho de musgo.
En Point-Barro\v se continúa la terrible ceremonia, entregando á los
perros la carne del anciano, los cuales, á la vez, son devorados por la
comunidad, para que el alma del ser que ha dejado de existir se libre de
los malos espíritus y sea útil á los vivos. Después de estos ritos lúgu-
bres, se ayuna mucho tiempo, todos observan silencio, y , cuando empie-
zan de nuevo las conversaciones, se evita toda combinación de sílabas
ne pueda recordar el nombre del muerto.
A pesar de esos dramas Vjue hace inevitable la amenaza del hambre,
no hay poblaciones donde la necesidad absoluta de la ayuda mutua sea
más solidaria que entre los esquimales. Muy habladores, fáciles á las
confidencias, se visitan de cabana en cabaña y de pueblo en pueblo;
cuando están bien provistos de alimentos y la caza y la pesca les deja
tiempo libre, emprenden viajes de centenares de kilómetros para visitar
á los amigos. T o d o extranjero tiene derecho á cobijarse en su iglou.
EL HOMBRE Y LA TIERRA

• Esa bondad natural, ese espíritu de perfecta solidaridad, que llevan


el A d r a r se extiende un inmenso arco de regiones sin habitantes ó
el hombre hacia el hombre, son la regla entre los Aleutas y los Groen-
casi desiertos, que comprenden el G o b i , la Kachgaria, el desierto de
landeses.
Karinan, la Arabia y el Sahara; hasta la Ceara, en el territorio del Nue-
vo Mundo, se encuentra á veces englobada en el dominio de la atmósfe-
Nuestros antepasados, durante el período greco-romano y en la Edad ra demasiado seca, á pesar de la vecindad del Atlántico, y los habitantes
Media, se imaginaban que el calor era demasido fuerte en la región
tropical, para que pudieran vivir los hombres: se repetía q u e el clima, N.° 8 . R e g i o n e s d e sequedad

verdaderamente «tórrido», era bastante abrasador para asarlos, y el


color de los africanos parecía indicar, en efecto, un principio de cocción.
L o s grandes viajes de descubrimiento emprendidos por los Gama,
los Colón y los Magallanes, dos mil años después de la circumnavegación
del A f r i c a por los fenicios de Necho, probaron que no es así, y que el
hombre puede habitar y vivir sobre las tierras iluminadas por el Sol
zenital. El calor no opone, pues, como el frío, un obstáculo infranquea-
ble á la extensión de la raza humana, ó, por mejor decir, el extremo de
las altas temperaturas, que haría el medio insoportable al hombre, no se
presenta sobre el planeta terrestre. El mapa de las líneas isotérmicas
ofrece territorios climáticos donde la temperatura media pasa de 30 gra- Plan o cilindrico equivalente

dos; en muchas comarcas los calores estivales se elevan frecuentemente, Menos d e 1 habitante por kil.cuadrado y puntos habitados.
De 1 á 25
ó hasta con regularidad, á una cuarentena de grados, y á veces, allí De 25 á 5 0
donde el ardor del sol es reverberado por las rocas ó las arenas, el ter- De mas de 50 »

I! 160 000000.
mómetro indica, aun á la sombra, como 1111 soplo «le incendio que parece
o 3000 eoookil
intolerable, pero que el hombre, habituado, soporta, no obstante, sin
1 Khalka mongol, mar de las Hierbas. 9 Sinai
sentirse perjudicado orgánicamente. 2 Meseta de los Ordos. 10 Desierto arábigo
3 Gobi. 11 Eritrea.
.Si en la zona tórrida hay vastas extensiones más ó menos completa- 4 Dzungaria. 12 Desierto de los Somalis.
5 Taklamakan. 13 » d e Libia.
mente deshabitadas, no es debido á un e x c e s o de calor, sino, unas veces 6 Estepas de los Turkmenios. 14 Sahara.
7 Desiertos del Irán. 15 Ceara. región de despoblación intermiten-
al exceso de vapor de agua, otras á la falta de humedad en el aire. Los 8 » de la Arabia. te por causa de sequedad.
climas que agradan al hombre ofrecen una proporción de vapor aéreo NOTA.—Las altas mesetas y las montañas elevadas del Asia, del Altai al Himalaya, perma-
necen inhabitadas por el frío. Las estepas de los Kirghiz, en ^ s inmediaciones del lago Balkhach,
que representa á lo más las nueve décimas y á lo menos los dos tercios de pobladas en otro tiempo y que se repueblan hoy, habían sido desvastadas por las guerras. El
dominio de las selvas explica la débil densidad de las poblaciones de la A m a z o n i a .
la que indica el punto de saturación: en cuanto la proporción desciende
al cuarto, al quinto ó á menos aún, las condiciones se hacen desfavora-
bles á la existencia. Por lo demás, las comarcas que ordinariamente ca- se ven obligados á emigrar temporalmente hacia la Amazonia. En el

recen de la cantidad suficiente de vapor están igualmente privadas de espacio de unos doce millones de kilómetros cuadrados que comprende
la zona desierta del Mundo A n t i g u o con los oasis intermediarios, la po-
agua en el suelo: son espacios casi desprovistos de vegetación, sin ani-
blación alcanza solamente un millón de individuos, ciento veinte veces
males y , por consiguientes, sin hombres.
menos que el térmico medio de los continentes.
Debido á la sequedad del aire y de la tierra, desde la Mongolia hasta
1 - 1 3

_
54 EL HOMBRE Y LA TIERRA SEQUEDAD Y HUMEDAD

Los lnnuits, que hemos tomado como tipo de las poblaciones someti- •más que unas blusas, mantos ó taparrabos; las cabanas en que se
das á la acción del clima más áspero, no son ciertamente unos «primiti- recogen por la noche están formadas por esterillas de mimbres entre-

vos» desde el punto de vista de la raza, porque durante el infinito de los tejidos, sin necesidad, como los Esquimales de conservar una llama. El

siglos de crecimiento, los medios han cambiado continuamente; pero en alimento de esos A f e r ó «Errantes» es de lo más sencillo, porque la tem-
peratura no les obliga á activar la combustión interior: un poco de
comparación de las agrupaciones diversas de la zona tropical, esos habi-
mijo, leche, manteca, la carne
tantes del «Gran Norte» pueden ser considerados como aborígenes,
«salidos del suelo», por decirlo así. A l contrario, los g r u p o s étnicos
más aislados de las regiones tórridas, los T o u a r e g s ' d e l Sahara, por ejem-
plo, ó los Nubios, los Bedjas, los Danakiles, ó los Somalia, costeños del
litoral ardiente del Mar liojo ó. del Océano índico, #on poblaciones
ya muy mezcladas, q u e , desde luengos siglos, pertenecen al mundo his-
tórico.
Por sus abuelos, estuvieron en relaciones frecuentes con la India,
E g i p t o y Fenicia y formaron parte del dominio de la civilización himia-
rita; Meroé, sobre el A l t o Nilo, fué una de sus capitales y un centro de
gran cultura; desde hace lo menos treinta y seis centenas de años, cono-
cen el bronce y el hierro, puesto que en un templo de T e b a s existen
pinturas murales que representan Puntis ó Somalis que llevan armas
semejantes á las usadas actualmente por sus descendientes. Después del
nacimiento de las religiones modernas, los Bedjas se convirtieron al cris-
tianismo y después al mahometismo ; los Danakiles y los Somalis se han
cruzado con los A r a b e s y confiadamente se dan el título de compatriotas
del profeta, lo mismo que el de fieles de su dios; algunos hasta preten- '
den pertenecef á la misma familia de Mahoma. Sin embargo, esos pue-
d e m o s los tienen para gloriti- T1P0 D E SOMALÍ
blos que han sido modificados de modo tan diverso, pueden, lo mismo
car la vida y la buena comida:
que los Esquimales, presentarse como ejemplos típicos de la acción del
«Si el hambre me aprieta, dice un héroe árabe, no la escucho, la enga-
clima.
ño, la olvido, la paseo, la mato»
Obsérvase, en primer lugar, cuanta semejanza física ofrecen entre sí,
en la estructura y en el nfovimiento, esas gentes del litoral tórrido, y a También en el Nuevo Mundo, el Papago de la Sonora permanece

sean de raza árabe, galla ó nigricia. M u y diferentes de los hiperbóreos, fácilmente sin beber dos ó tres días bajo un sol implacable. Y, nó •

pequeños y gruesos de rostro mofletudo, de vientre abultado y de movi- obstante, á pesar de las tablas sabias de los médicos que dosifican 1* can-

miento de balanceo, los hijos del Sol son flacos y nerviosos, ágiles, tidad de ázoe, de carbono y de água que se suptfne indispensable á todo

diligentes, de admirable velocidad en la carrera; tienen los rasgos firmes organismo humano, Beduinos y Papagos tienen una fuerza y una destreza

y precisos; el o j o vivo se destaca atrevidamente del párpado, y la admirables. Los Papagos son corredores prodigiosos: j u g a ñ d o al ka-

cabellera, única protección del cráneo contra los rayos de fuego, cae
Schanfara, poema traducido por F. Fresnel.
como crin sobre los hombros. Por vestido, Danakiles y Somalis no usan
El. HOMBRE Y LA TIERRA SEQUEDAD Y HUMEDAD

chañekon, es decir, á la «pelota de pie», corren de 5o á 65 kilómetros norte, permanece, á pesar de todo, siendo un pequeño centro industrial
en una tarde '. y administrativo, aunque convertida en capital del A l a s k a (1903) y ,

El carácter desnudo y monótono de los paisajes, rocas, arcillas ó á pesar de que la explotación de las minas, de los bosques y las pes-

arenas grises, interrumpidos por raros oasis de verdura, ó que no ofrecen querías de salmones permiten enriquecerse allí rápidamente, consi-

sino malezas y hierbas raras, ha de encontrarse también en el carácter deración'primaria á los ojos de los americanos y de otros muchos.

intelectual y moral de las agrupaciones humanas que viven en esas Saliendo de la villa de Sitka, edificada en otro tiempo para los fun-

comarcas de sequedad y de calor. La vida apenas puede cambiar muy cionarios rusos y que actualmente sirve de factoría á algunos negociantes,

débilmente ese medio formidable y violento: los pensamientos y las toda excursión es tenida por imposible. El agua se acumula en charcos

costumbres quedan casi idénticos de siglo en siglo, muy sencillos, so- en las desigualdades del suelo; hasta en las pendientes más empinadas,

brios, precisos, imperativos en su uniformidad. las raíces entretejidas de las coniferas retienen el agua de lluvia que

Pero encabezas calentadas por los rayos de un sol ardiente, nacen fá- hincha los musgos como enormes esponjas; caen las gotas de rama en

cilmente las cóleras y los furores. En esas comarcas las venganzas se rama; venas líquidas descienden por los huecos de los árboles; las

persiguen con una rabia feroz, y en los grandes movimientos nacionales, ramas tronchadas, viscosas y medio podridas, cubren el suelo graní-

en las guerras de independencia ó de invasión, los naturales fanatizados tico convertido en fango corriente: que los aguaceros atraviesen el

llevan la intrepidez hasta los extremos límites de lo posible, hasta lo im- ramaje ó que el lodo suba de la tierra, ello es (jue se está siempre en

posible ha podido parecer durante ciertos períodos de la historia, espe- un baño de agua ó de vapores. Desciendan las nubes ó suban las

cialmente cuando las primeras invasiones mahometanas y en la repentina nieblas, entremezclándose incesantemente, el hombre -se encuentra

rebelión de los madhistas contra los invasores ingleses. aprisionado en el fluido elemento que le empapa y le penetra. En
tal medio, no es extraño que los residentes, harto escasos, lleven una
El contraste absoluto de esas regiones secas por la atmósfera, áridas
vida monótona y falta de animación juvenil. La principal preocupación
por el suelo, nos le suministran las comarcas en que la humedad del
es buscar dónde refugiarse.
aire y la abundancia de las lluvias hacen casi imposible la estancia del
hombre. A este respecto, la costa Qccidental del Nuevo Mundo pre- En muchas comarcas que bañan constantemente las aguas y las

senta notables contrastes. nieblas, no ha podido el hombre fijar su residencia, á pesar de las
ventajas que podría reportarle: este es el caso, entre otras tierras del
Mientras que en ciertas partes del litoral, así como la península
Océano Indico, de la gran isla de Kerguelen, que antes se creyó ser la
mejicana de la California, es decir, el «Chaud Four», y las playas del
punta avanzada de un continente austral; es de una superficie evaluada
Perú meridional, apenas tienen más habitantes que mineros, pescadores
en cuatro ó cinco mil kilómetros cuadrados y ofrece superficies cubiertas
de perlas y rudos comerciantes en metal y en sales químicas, las dos
de verdura que podrían fácilmente cultivarse; los rebaños, según las
regiones lluviosas del norte y del sur, por un lado el litoral del A l a s k a y
experiencias practicadas por el navegante James Ross, se desarrollarían
por otro e l archipiélago de los Chonos, han permanecido igualmente
allí tan bien como en las Falkland de los mares americanos, situadas bajo
desiertos, á pesar de la riqueza forestal de la comarca, la fertilidad natural
una latitud más próxima al polo. La posición geográfica de Kerguelen,
del suelo y la excelencia de puertos resguardados.
— bajo el grado 49,—correspondiente á la de París, en el hemisferio sep-
La ciudad de Juneau, que, aparte de los lugares auríferos, alterna-
tentrional, no es para espantar á los viajeros, y la temperatura media de
tivamente invadidos y abandonados por los buscadores y los mineros,
la isla, de unos 4 grados centígrados, es la de Cristianía y de Moscou,
es, como aglomeración normal, la más considerable de los parajes del
ciudades c u y o clima es muy favorable á un vigoroso desarrollo del hom-
/ bre. A d e m á s , Kerguelen, que posee excelentes puertos, perfectamente
1 Mac Gee, The American Anthropologist, octubre 1895,
1—u

•BRR
El. HOMBRE Y LA TIERRA SEQUEDAD Y HUMEDAD

chañekon, es decir, á la «pelota de pie», corren de 5o á 65 kilómetros norte, permanece, á pesar de todo, siendo un pequeño centro industrial
en una tarde '. y administrativo, aunque convertida en capital del A l a s k a (1903) y ,

El carácter desnudo y monótono de los paisajes, rocas, arcillas ó á pesar de que la explotación de las minas, de los bosques y las pes-

arenas grises, interrumpidos por raros oasis de verdura, ó que no ofrecen querías de salmones permiten enriquecerse allí rápidamente, consi-

sino malezas y hierbas raras, ha de encontrarse también en el carácter deración'primaria á los ojos de los americanos y de otros muchos.

intelectual y moral de las agrupaciones humanas que viven en esas Saliendo de la villa de Sitka, edificada en otro tiempo para los fun-

comarcas de sequedad y de calor. La vida apenas puede cambiar muy cionarios rusos y que actualmente sirve de factoría á algunos negociantes,

débilmente ese medio formidable y violento: los pensamientos y las toda excursión es tenida por imposible. E l agua se acumula en charcos

costumbres quedan casi idénticos de siglo en siglo, muy sencillos, so- en las desigualdades del suelo; hasta en las pendientes más empinadas,

brios, precisos, imperativos en su uniformidad. las raíces entretejidas de las coniferas retienen el agua de lluvia que

Pero encabezas calentadas por los rayos de un sol ardiente, nacen fá- hincha los musgos como enormes esponjas; caen las gotas de rama en

cilmente las cóleras y los furores. En esas comarcas las venganzas se rama; venas líquidas descienden por los huecos de los árboles; las

persiguen con una rabia feroz, y en los grandes movimientos nacionales, ramas tronchadas, viscosas y medio podridas, cubren el suelo graní-

en las guerras de independencia ó de invasión, los naturales fanatizados tico convertido en fango corriente: que los aguaceros atraviesen el

llevan la intrepidez hasta los extremos límites de lo posible, hasta lo im- ramaje ó que el lodo suba de la tierra, ello es (pie se está siempre en

posible ha podido parecer durante ciertos períodos de la historia, espe- un baño de agua ó de vapores. Desciendan las nubes ó suban las

cialmente cuando las primeras invasiones mahometanas y <-n la repentina nieblas, entremezclándose incesantemente, el hombre -se encuentra

rebelión de los madhistas contra los invasores ingleses. aprisionado en el fluido elemento que le empapa y le penetra. En
tal medio, no es extraño que los residentes, harto escasos, lleven una
El contraste absoluto de esas regiones secas por la atmósfera, áridas
vida monótona y falta de animación juvenil. La principal preocupación
por el suelo, nos le suministran las comarcas en que la humedad del
es buscar dónde refugiarse.
aire y la abundancia de las lluvias hacen casi imposible la estancia del
hombre. A este respecto, la costa occidental del Nuevo Mundo pre- En muchas comarcas que bañan constantemente las aguas y las

senta notables contrastes. nieblas, no ha podido el hombre fijar su residencia, á pesar de las
ventajas que podría reportarle: este es el caso, entre otras tierras del
Mientras que en ciertas partes del litoral, así como la península
Océano Indico, de la gran isla de Kerguelen, que antes se creyó ser la
mejicana de la California, es decir, el «Chaud Four», y las playas del
punta avanzada de un continente austral; es de una superficie evaluada
Perú meridional, apenas tienen más habitantes que mineros, pescadores
en cuatro ó cinco mil kilómetros cuadrados y ofrece superficies cubiertas
de perlas y rudos comerciantes en metal y en sales químicas, las dos
de verdura que podrían fácilmente cultivarse; los rebaños, según las
regiones lluviosas del norte y del sur, por un lado el litoral del A l a s k a y
experiencias practicadas por el navegante James Ross, se desarrollarían
por otro e l archipiélago de los Chonos, han permanecido igualmente
allí tan bien como en las Falkland de los mares americanos, situadas bajo
desiertos, á pesar de la riqueza forestal de la comarca, la fertilidad natural
una latitud más próxima al polo. La posición geográfica de Kerguelen,
del suelo y la excelencia de puertos resguardados.
— bajo el grado 49,—correspondiente á la de París, en el hemisferio sep-
La ciudad de Juneau, que, aparte de los lugares auríferos, alterna-
tentrional, no es para espantar á los viajeros, y la temperatura media de
tivamente invadidos y abandonados por los buscadores y los mineros,
la isla, de unos 4 grados centígrados, es la de Cristianía y de Moscou,
es, como aglomeración normal, la más considerable de los parajes del
ciudades c u y o clima es muy favorable á un vigoroso desarrollo del hom-
/ bre. A d e m á s , Kerguelen, que posee excelentes puertos, perfectamente
1 Mac Gee, The American Anthropologist, octubre 1895,
1—u

•BRR
IIOflMItJfflIMMfflMWCffix'' '••'-:*•••

abandonadas las abundantísimas minas de oro de Caravaya, sobre la ver-


tiente oriental de los Ancles peruanos, durante todo el curso 1 del si-
glo XIX, por los buscadores españoles, á pesar de su afán para la
rebusca de las pepitas. Del mismo modo, las pendientes andinas
del Ecuador, que se inclinan al Este hacia el surco profundo que recorre
el Amazonas, permanecen casi sin habitantes, no obstante el valor de sus
yacimientos y la variedad de sus preciosos vegetales.

Muchas veces se han atrevido los aventureros á llegar á las torrente-


ras orientales de la Sierra Nevada magdaleniana, entre Río Hacha y
Santa Marta, con la esperanza de recoger allí una gran cosecha de o r o ;
pero las lluvias, que no faltan cada día, forman baches que son un me-
ISLAS KEKOUELKN

P a n o r a m a tic P o r t - G a z e l l e , c e r c a (le la c a s c a d a d e la P o i n t e - D u c k dio favorable al desarrollo de los mosquitos y otros insectos, chupadores
A; montaña, península, observatorio. — B; depósito de víveres. v de sangre y portadores de microbios, acaban siempre por desanimar á
C; cabo Ashfcld, entrada de Port-Gazelle.
los mineros. Por lo demás, es indudable que los obreros de mañana,
con mejores instrumentos que los de ayer, más avisados científicamente
resguardados contra el formidable viento noroeste, se encuentra exacta-
y más hábiles para^combatir las calamidades, se establecerán triunfal-
mente á la mitad del camino en la línea de navegación entre el C a b o y
mente sobre los mismos lugares de donde sus antecesores huyeron.
v Melburne: compréndese fácilmente cpie el Gobierno francés haya te-
nido empeño en asegurarse la posesión de una tierra que, si se utilizase, En muchas comarcas donde la humedad del aire 110 es suficiente para

podría tener grandísima importancia en la economía general del planeta ; impedir la residencia del hombre, la humedad del suelo pone en entredi-

pero los marinos, los balleneros y los escasos naturalistas que han visi- cho el país. Por eso en Irlanda los quakmg bogs ó «turberas tembloro-

tado Kerguelen para pasar allí algunos meses, entre la lluvia y las tem- sas» y, en muchas regiones del Nuevo Mundo, los tremendales y tembla-

pestades, no han referido su estancia de modo que animara á las tentati- deras son evitados cuidadosamente por los viajeros y no pueden dedicar-
se al cultivo sino después de'mucho tiempo de haber dejado secar el suelo.
vas de colonización, al menos en las costas occidentales, expuestas á
tempestad eterna, rodeadas de una niebla intensa; ni los albatros en- Recientemente aún, el interior de la gran isla de Terranova era país

cuentran donde anidar entre las rocas. L o s hombres viven allí muy á desconocido, á pesar de sucederse en el litoral muchas ciudades y villas

su pesar y siempre con el deseo de abandonar cuanto antes aquella á la orilla de las bahías pescadoras ó de las ensenadas resguardadas. Se

«Tierra de Desolación», asi denominada por C o o k en su viaje de 1776. hablaba de aventureros audaces que se habían atrevido á hacer viajes de

Para acomodarse al clima, los insectos de la isla, especialmente las mos- exploración de una ribera á la otra, á través de las rocas, lagos, charcas,

cas, y la única mariposa indígena, han perdido las alas, porque sólo les pantanos y los espacios cuajados de coniferas enanas, de tal modo entre-
mezcladas que era imposible andar sobre el suelo; no había más remedio
servían de estorbo, y a que se verían arrastrados por el viento sin tener
que andar sobre el mismo bosque, que forman una red compacta de
tiempo de abrirlas'.
ramas desiguales en las que el viajero puede guardar penosamente el
Por razones analogas, muchos valles tropicales, admirablemente férti-
equilibrio. Para hacer accesible la comarca, ha sido preciso abrir, á eos"
les ó muy ricos en metales, permanecen abandonados por el hombre,
ta de grandes gastos, carreteras y ferrocarriles en los que, durante las
que se niega á vivir bajo lluvias continuas. Por esa causa han sido
tormentas invernales, los viajeros corren el peligro de verse bloqueados
por las nieves.
1 Studcr, Ausflug auf der Insel Kerguelen, Btrner Taschcnbuch, 1881.
SEQUEDAD Y HUMEDAD
EL HOMBRE Y LA TIERRA

N. u 9. K e r g u e l e n

9 Volcar?

E s t a d o d e l o s conocimientos al too m.

Profundidades
i; 1 5 0 0 0 0 0
SEQUEDAD Y HUMEDAD

Balceniceps rex, «el padre del zapato», como le llaman los árabes, líquida'. Este sistema de habitación no ha subsistido hasta nuestros

á causa de su enorme pico en forma de calzado. días'. En relaciones constantes con los europeos, de origen castellano

Los Denkas y los Nuers van siempre desnudos; los vestidos les al oeste, de lengua inglesa al este, los

incomodarían para andar por el agua, y las telas húmedas conservadas Uaraun poseen actualmente sólidas em- * J ^ H
sobre la piel, serían causa inevitable de fiebres. Y , como sucede siem- barcaciones, que les sirven de casitas en
pre, el uso se ha transformado en moral, por lo que los Nuers se aver-
cuanto la cabaña ordinaria es invadida / líMjl^ájÉfifc
gonzarían de vestirse: les bastan las cicatrices del tatuado, los anillos,
los brazaletes y las sortijas. L o s cuidados del cuerpo exigen que se
unten la piel para defenderse de la humedad: el Denka suele revolcarse desbordan, no tienen más que entrar en A

alegremente por la ceniza, después de quemar hierbas secas, como hacen


las muías cuando se les quita el aparejo, y se levanta después todo gris,
ó de gris azulado, cuando el color de la piel se transparente bajo el
p o l v o ; pero el pastor rico, propietario de muchos rebaños, se unta todo
el cuerpo con una substancia oleosa que cubre con boñigas regularmente
aplicadas.
En muchos otros países del mundo, en la India y en la Indo-
china, y sobre todo en el Matto G r o s s o brasileño, en el Gran
Chaco del Paraguay y de la Argentina viven otras gregarias de hom-
bres anfibios, ¡análogos á la de los Nuers, que, como ellos, andan en
el agua y disputan el pescado á las aves buceadoras, llegando á cons-
tituir su familia sobre un suelo tembloroso, formado de cañas podridas,
que ocultan aguas profundas. Estos seres, separados de los demás
hombres, son verdaderos prisioneros del pantano, donde todo natural
que no estuviera gradualmente acostumbrado al medio perecería irremi-
siblemente.
L o s Uaraún ó Guaraunos, que Humboldt describió después de otros
viajeros y" á quienes hizo célebres, son también cautivos de la naturaleza • ncunstancias de la \" ^ T B ^ ^ S W ' ^
que les r o d e a . . En la época en que les visitó el gran viajero, es decir, vida. ^ f i W W i
en los primeros años del siglo XIX, los Uaraun, cuatro ó cinco veces más A s í es que, para ' f y v - b
numerosos de lo que son en la actualidad, habitaban aún en las cimas hacer caminos, no se
. V LANDESCOT
de los árboles en el período de las inundaciones, cuando todas las islas
limitan, como sus ve-
del bajo Orinoco, entre los cuarenta brazos fluviales, estaban cubiertos
cinos de los países emergidos, á abrir una trocha en el bosque, sino
por el manto gris de las aguas desbordadas. Uniendo por sus extre-
que después de derribados los árboles, los colocan transversalmente
midades terminales las ramas de cinco ó seis palmeras euterpe, estable-
sobre la vía y los atan con cuerdas de fibras de palma; de este modo,
cen bajo ese múltiple techo de hojas un ligero suelo para sostener su
' Voyage aux regions équitioxiales.
morada aérea, dominando varios metros la extensión de la lámina I'lassard, Bulle/in de la Sociéle de Géographie de París, junio 1868.
64
los bordes del horizonte. Y parecen tanto más extraños cuanto más de
c é r c a s e l e s v e ; porque, á pesar del razonamiento, la vista, l ó g i c a á su
manera, no puede menos de tomar los zancos por verdaderas prolonga-
sin modificarse, y se c a n d n a e n * I s a < ^ ¿ ^ E „
ciones de las piernas, y las que parecen rodillas se doblan hacia

DDESCENSO " I R R I O Í I : : , U - — — — . - atrás y no hacia adelante, como en los otro mortales. E l gran bas-

cuanto a sus muertos, ios suspenden en tón que los Lamusquets manejan con gran destreza, y que en ocasiones
fango, los envuelven en una espesa capa de a r c d f c y les sirve de balancín, de.brazo ó de sostén, contribuye á la extrañeza de
, 1 A,k«1PQ cerca de sus cabanas, o los atan
r ! su aspecto: diríase que son gigantescas langostas. E n algunos distritos
U s r a m a S d e l O S
E o pocas horas quedan los cadáveres perfecta-
l o s pasean por el n o . E n * e » ^ » ^ ^ ^ aun no transformados en bosques por las plantaciones, todos los habitan-
tes usan los zancos: hasta los niños no temen aventurarse sobre los zancos
paternales, y con frecuencia vénse mujeres andando sobre la maleza, casi
siempre vestidas de negro, que parecen grandes cuervos subidos sobre
mente disecados por los peces, > "ramas secas.

La montaña es, entre los distintos medios que presenta la Tierra,


uno de los que, por su conjunto de condiciones (ísicas, determina, con la
mayor fuerza en sus habitantes, un carácter particular, hábitos y costum-

das, ademas, por las concii rivii;zación. De ese modo, en la bres propias de singular y notable originalidad. Esos montes, levanta-
dos como murallas sobre las llanuras, contrastan bruscamente con los
desiertos y las estepas que invitan al hombre al libre curso, al cambio
de lugar en un espacio ilimitado. El mundo parece completamente ce_

después con juncos y capas de barro p rrado por esos bruscos muros, y , frecuentemente, en efecto, el límite es
A q u e l l o s habitantes no pueden caminar en lia tan preciso que parece marcado por las cortaduras de las rocas que for-
man la raíz de la montaña. Las poblaciones se aglomeran en su base,
numerosas, activas, llenas de vida, como las aguas de un lago que baten
el pie de los acantilados; pero más lejos, inmediatamente encima, co-
mienzan las asperezas pedregosas, los espacios desnudos y desiguales
evitados por el hombre.

: : R . » - * » - R ™ R R ; : ; : Pero la presión de las poblaciones en busca de alimento hace pene-


trar en muchos sitios enjambres sociales por las puertas de sus muros, y
- n n J sus piernas aquellos esbeltos zancos. Cuando 1
aquellas regiones, en apariencia inaccesibles, se pueblan en las extensio-
— r l U o - s o s zancudos de las ^ J ^
nes favorables á la estancia de los colonos.
Los países montañosos encierran, ocultos por los muros exteriores,

z u - so b r e r — - - - espacios perfectamente limitados, mundos aparte bien distintos, que

sl fueran magos que tuvieran e ^ ^ ^ cas¡ s u m e r g i d o


son bastante amplios y provistos de recursos para subvenir á las necesi-
dades dé una gran población, y destinados, por su mismo aislamiento, a
i - je.
64
los bordes del horizonte. Y parecen tanto más extraños cuanto más de
c é r c a s e l e s v e ; porque, á pesar del razonamiento, la vista, l ó g i c a á su
manera, no puede menos de tomar los zancos por verdaderas prolonga-
sin modificarse, y se c a n d n a e n * I s a < ^ ¿ ^ E „
ciones de las piernas, y las que parecen rodillas se doblan hacia

DDESCENS ° " I R R I O Í I : : U - — — - atrás y no hacia adelante, como en los otro mortales. E l gran bas-

cuanto a sus muertos, ios suspenden en tón que los Lamusquets manejan con gran destreza, y que en ocasiones
fango, los envuelven en una espesa capa de a r a l l a y les sirve de balancín, de.brazo ó de sostén, contribuye á la extrañeza de
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r ! su aspecto: diríase que son gigantescas langostas. E n algunos distritos
U s r a m a S d e l O S
E o pocas horas quedan los cadáveres perfecta-
l o s pasean por el n o . E n * e » ^ » ^ ^ ^ aun no transformados en bosques por las plantaciones, todos los habitan-
tes usan los zancos: hasta los niños no temen aventurarse sobre los zancos
paternales, y con frecuencia vénse mujeres andando sobre la maleza, casi
siempre vestidas de negro, que parecen grandes cuervos subidos sobre
mente disecados por los peces, > "ramas secas.

La montaña es, entre los distintos medios que presenta la Tierra,


uno de los que, por su conjunto de condiciones (ísicas, determina, con la
mayor fuerza en sus habitantes, un carácter particular, hábitos y costum-

das, ademas, por las conm rivii;zación. De ese modo, en la bres propias de singular y notable originalidad. Esos montes, levanta-

R ; " . —
dos como murallas sobre las llanuras, contrastan bruscamente con los
desiertos y las estepas que invitan al hombre al libre curso, al cambio
de lugar en un espacio ilimitado. El mundo parece completamente ce_

después con juncos y capas de barro p rrado por esos bruscos muros, y , frecuentemente, en efecto, el límite es
A q u e l l o s habitantes no pueden caminar en lia tan preciso que parece marcado por las cortaduras de las rocas que for-
man la raíz de la montaña. Las poblaciones se aglomeran en su base,
numerosas, activas, llenas de vida, como las aguas de un lago que baten
el pie de los acantilados; pero más lejos, inmediatamente encima, co-
mienzan las asperezas pedregosas, los espacios desnudos y desiguales
evitados por el hombre.

: : R . » - > » - R ™ R R ; : ; : Pero la presión de las poblaciones en busca de alimento hace pene-


trar en muchos sitios enjambres sociales por las puertas de sus muros, y
- n n J sus piernas aquellos esbeltos zancos. Cuando 1
aquellas regiones, en apariencia inaccesibles, se pueblan en las extensio-
— r l U o - s o s zancudos de las ^ J ^
nes favorables á la estancia de los colonos.
Los países montañosos encierran, ocultos por los muros exteriores,

z u - s o b r e r — - - - espacios perfectamente limitados, mundos aparte bien distintos, que

sl fueran magos que tuvieran e ^ ^ ^ cas¡ s u m e r g i d o


son bastante amplios y provistos de recursos para subvenir á las necesi-
dades dé una gran población, y destinados, por su mismo aislamiento, a
i - je.
PAÍSES" M O N T A Ñ O S O S
»
EL HOMBRE Y LA TIERRA

deras y de campiñas arboladas, q u e el múltiple muro del Jura oculta al


noroeste y transforma en un valle interior.

N.° 10. V a l l e Queyras

6»50'

6°aoE.deGr. 6'scr
l'atesson - ToussauiL. Bruxelles.
ENTRADA DEL VALLE QUEYRAS

Curvas de nivel de 1000, 2000 y 3000 metros

ser cuna de una civilización particular. A s í se constituyeron e n ' e l Nue- „-.-'Bosques Acantilados
v o Mundo los conjuntos étnicos claramente determinados de los Nahuatls I ' 400000
mejicanos, de los Muyscas, los Quichuas y de los A y m a r a s . Diversos o 6 10 15 20 25(01.

valles, rodeados de soberbio anfiteatro de montes nevados q u e les vier-


Pero si los p l i e g ú e s e l e las móntañas encierran vastas comarcas habi-
ten abundantes aguas, son otros tantos j a r d i n e s : tal es el maravilloso
tables, dando asilo á naciones compuestas de millones de hombres, la
valle de ICachmir, con sus grandes l a g o s , sus praderas apenas emergidas.
m a y o r parte de las altas regiones ocultan sus habitantes en estrechos
L a misma Suiza, en una mitad de su e x t e n s i ó n , es una banda de pra-
PAISES MONTAÑOSOS ^
EL HOMBRE Y LA TIERRA

miento de emigración se hace en sentido inverso. Los habitantes de los


valles, fondos cerrados que rodean rocas, y que ordinariamente, entre
altos circos montañosos son indudablemente gentes de la llanura que
breñas grises, sólo se ve un pobre tapiz de verdura, manchado frecuente-
se vieron obligadas á dirigirse á las alturas, huyendo de los enemigos ó
mente de piedras rodadas y á veces amenazado de rocas pendientes.
del hambre, buscando retiro seguro ó terrenos vírgenes. Los valles
Estas prisiones comunican muy difícilmente con el resto del mundo,
superiores de los montes son excelentes lugares de refugio; á ellos
y hasta en muchas regiones montañosas, su centro natural de atracción
acudieron de las regiones más opuestas restos étnicos pertenecientes á
se halla, no sobre su vertiente más inclinada, sino sobre la vertiente
las más diversas razas acomodadas primitivamente á los medios más
opuesta, en una cuenca fluvial diferente. De este lado, sólo facilitan el
distintos.
paso umbrales accesibles por pendientes herbosas, que recorren los
rebaños, mientras que del lado por donde corren las aguas, la única Entre tantas y tan distintas gentes acantonadas en los valles c e -

salida es una estrecha y peligrosa fisura, y el viajero suele'preferir el rrados de las montañas, ninguna podría ser considerada como típica,

riesgo del escalo de rocas enormes á meterse en aquella garganta, donde puesto que esas huidas, esos éxodos, han tenido lugar en diversos perío-

las aguas descienden en cascadas, alternando con profundos estanques dos de la historia, con acompañamiento de vicisitudes diversas; pero,

entre paredes abruptas. A s í , antes de la construcción del camino mo- aunque sean diferentes por su origen y costumbres los habitantes de los

derno, costosamente abierto á través de las rocas que dominan el Guil, el altos valles, se parecen por ciertas condiciones «leí medio, y. por consi-

nant furioso del valle Q u e y r a s , este h o y o estaba unido al mundo por la guiente, presentan muchos rasgos comunes. En primer lugar, la

garganta de Isoard, que se abre al norte hacia Briancon. rarefacción del aire les impone fenómenos de respiración análogos: en

. De tal modo son difíciles los pasajes, que se les da, en los A l p e s de efecto, el hombre que vive á 2,000 ó 3,00.» metros sol,re el mar no recibe

la Francia meridional, el nombre de clus ó cluses, atestiguando que son en una misma aspiración la misma cantidad de o x í g e n o que en las re-

verdaderos h o y o s sin comunicación con el mundo exterior: hay que apri- giones bajas, y esta insuficiencia de gas vivificante le e x p o n e , durante el

sionarse ó escoger otro camino de salida. T o d o mapa detallado de. las ascenso, á ese «mal de las montañas», que proviene «le la no eliminación

montañas muestra á centenares Valles del Infierno, Fines del Mundo, «le los principios tóxicos «pie que«lan en el organismo.

Valchiusas, Vaucluses, Klemmes, Klissuras, conteniendo cada uno su pe- A consecuencia de la «anemia barométrica» \ los visitantes de las

queña humanidad perdida, su lugar de asilo para algunas familias, en- altas mesetas están expuestos á enfermedades particulares, diferentes

claustradas en un estrecho recinto de rocas y de nieves. de las que se desarrollan en las bajas llanuras. Pero, el ser humano

Si las cabanas están cerradas, los hombres y las ideas lo están tam- puede aclimatarse, merced á una modificación fisiológica: los glóbulos

bién'. Reducidos á sus solos recursos, muy escasos, las poblaciones rojos, de los «,ue se cuentan unos cinco millones por milímetro cúbico de

aisladas de esos vaucluses, ó valles cerrados, .10 puede? evidentemente sangre, en los hombres «,ue viven en los campos «leí litoral marino, se

presentar una civilización compleja como la de los habitantes de la elevan á ocho millones y más en los que residen á 4,000 metros de

llanura inferior. Han de atenerse á una industria rudimentaria, al altura. No solamente la sucesión «le las familias, sino el individuo

cultivo de su pequeño hoyo de tierras arables, al cuidado de sus reba- mismo puede acomodarse muy rápidamente, por el aumento de los

ños, á la caza de los animales rupestres. glóbulos sanguíneos, á la existencia en el aire rarificado de las a l t u r a s ' .
El resultado de esos cambios ha permitido á los montañeses distinguirse
Según una leyenda que muchos historiadores adoptaron sin reflexión,
obedeciendo á la rutina del lenguaje, las gentes de la llanura habrían
descendido de la montaña, siguiendo el curso de los ríos; pero el movi- Tyndall, Bert. Jourdanet, Du Mtxiquí au point de vue di son ¡nfluenee sur la vie de
T Homme.

• Fresh,icld. Whympcr. Tyndall ; - V i a u l t , Société de Géographie commercia* de Bordeaux.


Sesión del 4 de marzo de 1895.
Gustave Droz, Autour ¡Tune source.
EL HOMBRE Y L A TIERRA

Godemar, los habitantes de la villa de los A n d r i e u x se reunían en otro


uniformemente de las gentes de la llanura por las dimensiones de la
tiempo al fin del verano en el puente de su torrente, y después, pasados
caja torácica. L o s Quichúas y los A y m a r a s , lo mismo que los Tué-
los 102 días de desaparición, — d e s d e el i.° de noviembre al 10 de febre-
tanos, admiran por la estructura maciza del tronco, al cual se unen
ro, — cuando el sol mostraba nuevamente su disco de oro, le ofrecían una
miembros que á las gentes de las llanuras les parecen deformes. Hasta
tortilla redonda, como para imitar, lo mejor posible, por aquella grosera
los descendientes puros de los españoles que se establecieron hace tres
imagen, la forma y el color de la divinidad y hacérsela así favorable para
ó cuatro siglos sobre las mesetas de Colombia y de Méjico difieren sin-
todos los pobres productos de su infecundo s u e l o ' .
gularmente de sus hermanos de raza castellana por las dimensiones del
A la falta de luz, corresponde la falta de salubridad: el hombre se
busto.
desarrolla mal al. pie de las pendientes siempre sombrías y húmedas;

T o d o s los viajeros que visitamos las montañas durante la bella esta- sus articulaciones se entumecen, se vuelve raquítico y frecuentemente se

ción y que nos complacemos en respirar el aroma de las hierbas, en le desarrollan paperas, puede descender hasta el cretinismo. Los países

coger las brillantes flores de las laderas, en pasear á orillas de los torren- de montañas son siempre los que cuentan mayor -número de achacosos

tes, bajo las ramas de los álamos, no solemos tratar de i m a g i n á r n o s l o de toda especie: escrofulosos, cojos, ciegos y sordos. H a y villa en los

que fué la vida de los mo,atañeses primitivos, lo que es la de sus descen- A l p e s que tenía antes, y con justicia, el nombre de « Villard-Goitreux»;

dientes encerrados en esos altos reductos, tan pintorescos y agradables los perros, hasta las gallinas, andan pesadamente, arrastrándose. El es-
tado higiénico de la población ha cambiado completamente durante la
en v e r a n o .
segunda mitad del siglo XIX, porque la instrucción, con *us consecuen-
Caminos sinuosos, t r a z a d o s serpenteando sobre precipios, hasta ferro-
cias prácticas, ha penetrado ampliamente en el valle, quizá las industrias
carriles atravesando promontorios en galerías bajo las rocas, nos conducen
químicas han contribuido algo á modificar la constitución del a i r e ' .
á esos pequeños universos, cerrados en otro tiempo, donde, cansados de
la vida, rendidos de cuerpo y de espíritu/vamos á restablecer nuestro El Himalaya, los Pirineos, el Cáucaso, los Andes americanos tienen

equilibrio físico, intelectual y moral. Sobre esas alturas todo nos también sus poblaciones de enfermizos: la mayoría de los habitantes

parece bello, pero los naturales saben cuán dura es la existencia en esos tienen bocio ó papera, en el largo valle colombiano del Cauca. Y no

estrechos dominios. L o mismo que en las regiones polares, hay valle de son solamente las desgraciadas poblaciones de los altos valles cerrados

los A l p e s privado de sol durante una parte del año, y la claridad de las que padecen por la prolongada ausencia del sol: las gentes de las

invierno no da un rayo directo, una luz franca : no se nota sino una dismi- poblaciones situadas fuera de la montaña, que viven asimismo á la sombra
nución de la obscuridad nocturna. A lo lejos, detrás de las altas crestas, de sus muros, sufren-también por la misma causa. 1.a disminución de la
se extiende el reflejo del astro amado, y al medio día las gentes del valle luz y del calor solares trae forzosamente consigo una limitación propor-
siguen con mirada ansiosa el resplandor de aurora que allá arriba toca cional en la amplitud de las ideas y en la libertad de espíritu.
el perfil de la montaña, después se debilita y se extingue poco á poco, A las ya temibles condiciones del medio, se junta, en los altos valles
dejando una triste penumbra sobre las formas cadavéricas de los bajos de las montañas, la claustración impuesta por las nieves del invierno.
fondos. E n los altos valles de los montes, lo mismo que en los archi- L o s cautivos de esas regiones se encuentran entonces en pleno país polar:
piélagos del océano Glacial, «la obscuridad es más difícil de soportar las nieves se amontonan en los fondos, se arremolinan sobre las alturas y
se acumulan al borde de los precipicios, amenazando descender en vio-
que el frío».
lentas avalanchas y aplastar los grupos de cabañas ocultas en las hondo-
¡ Q u é alegría para esas gentes de la sombra cuando el astro, en la
primavera, muestra su limbo superior, después su disco entero, apare- ' Ladoucette, llistoire... des Habites-Alpes.
' Louis Cuisinícr, Notes manuscrites.
ciendo como un dios, y seguramente adorado como tal! En el V a l l e
PAÍSES MONTAÑOSOS

nadas. Para no morir aplastados, hay que refugiarse en cuevas, naturales


se les reconocía por su gran crucifijo, gozaban de gran reputación como
ó artificiales, y por medio de galerías, bajo las nieves, mantener la Ubre
médicos. Tras años de vida errante, esos indios del Perú volvían á su
comunicación' del aire con el exterior. Los víveres acumulados duran- país, llevando orgullosamente su saco de dinero, á veces acompañados de
te el buen tiempo, rara vez son suficientes á las familias trogloditas, que una caravana de muías cargadas; entonces reconocían los hijos nacidos
no tienen, como las marmotas, el recurso de dormirse alimentadas por su durante su ausencia y adiestraban á los jóvenes para continuar su vida de
exceso de g r a s a ; ordinariamente, los hombres adultos abandonan en su amoladores'.
infecta soledad á los ancianos, las mujeres y los niños, y despenden
Ignorantes de los odios locales, los mercaderes de la montaña, que
hacia la llanura para v e r si en ella logran medios de existencia, al mismo
recorrían países en plena gue-
tiempo buscan aventura, porque el montañés encerrado siente la necesi-
rra, no tomaban partido por
dad de ensanchar su prisión : de lo alto de los promontorios que rodean unos ni por otros; mas consi-
su valle, ve el mundo á sus pies, ve abrirse ante sí el infinito, y d e s e e n - derando buena toda industria,
de camina siempre más allá, impulsado por la alegría del espacio. llegaban hasta venderse tem-
' Son los suizos, de todos los habitantes de E u r o p a , los que se encuen- poralmente para guerrear.
tran no en mayor número, sino más metódicamente distribuidos en todas T a l e s eran los suizos de la
las partes de la Tierra, debido á que la expansión gradual de las indus- Edad Media, quei villan' bru-
trias, viajando en todas las comarcas hacia las cuales irradian sus n o s , el li, de quien habla A r i o s t o :
Rhin el Ródano, el Tessino y el Danubio les enseña el arte de d.stnbuir- matar y saquear, había llega-
se los campos de e x p l o t a c i ó n : en ninguna parte ha sido mejor compren- do á ser su función social.
dida la ciencia de la expatriación.
Alábase el valor de los
1 a emigración parcial de los montañeses, durante la e s t a c ó n de los
montañeses, otra consecuen-
fríos ha debido producirse en todos los tiempos hasta regularizarse con cia del medio que habitan y
un r i t m o perfecto; los habitantes de las llanuras inferiores, así visitados de su género de vida. Ha-
periódicamente, se han acostumbrado á esos pasajes de extranjeros, de la biendo .quedado libres y her-
misma manera que al vuelo de las aves de paso. Los acogían con bene- manos en su estrecho dominio,
volencia, puesto que les traían los productos de la tierra natal, cosas úti- merced al muro de defensa
les ó bellas, como cristales, plantas preciosas, animales raros, y les ofre- que les protege, esas gentes A T A L A Y A : VILLA DE TROGLODITAS

cían también su trabajo temporal á cambio de pan. L a necesidad les de los altos lugares pueden (GRA.N CANARIA)
De una fotografía (Sociedad de Geografía)
h a b í a ingeniado á crearse oficios especiales; sabían hacerse indispensa- imaginarse, por una ilusión
bles y merced á sus servicios, pasar de población en poblacion sin ser natural al hombre, que los privilegios del medio son debidos á su propia
molestados. Recientemente aún, antes que la inmigración europea y la virtud, y tienen en escasa-estimación á la multitud esclavizada'que pulula
construcción de los ferrocarriles hubiesen cambiado toda la econom.a debajo de ellos-en la llanura. Cada uno de sus valles constituye una
social de la América del Sur, la tribu boliviana de los Collahuayas, que pequeña república, frecuentemente aliada en federación con los valles de
forma parte de la nación de los Apolistas, en las montañas de A p o l o b a m - las inmediaciones, formando así u , mundo inatacable tanto tiempo como
ba enviaba todos sus adultos á las comarcas de las inmediaciones hasta dure la unión contra los enemigos de abajo.
Lima, Valparaíso, Buenos Aires y hasta el mismo Río Jane.ro para ven-
der drogas simples, piedras imantadas y remedios. Los más hábiles, q u e
Lina Beck-Bernard, Hugo Rock, Bolla.-«, etc,

I - 18
PAÍSES MONTAÑOSOS

nadas. Para no morir aplastados, hay que refugiarse en cuevas, naturales


se les reconocía por su gran crucifijo, gozaban de gran reputación como
ó artificiales, y por medio de galerías, bajo las nieves, mantener la Ubre
médicos. Tras años de vida errante, esos indios del Perú volvían á su
comunicación' del aire con el exterior. Los víveres acumulados duran- país, llevando orgullosamente su saco de dinero, á veces acompañados de
te el buen tiempo, rara vez son suficientes á las familias trogloditas, que una caravana de muías cargadas; entonces reconocían los hijos nacidos
no tienen, como las marmotas, el recurso de dormirse alimentadas por su durante su ausencia y adiestraban á los jóvenes para continuar su vida de
exceso de g r a s a ; ordinariamente, los hombres adultos abandonan en su amoladores'.
infecta soledad á los ancianos, las mujeres y los niños, y descienden
Ignorantes de los odios locales, los mercaderes de la montaña, que
hacia la llanura para v e r si en ella logran medios de existencia, al mismo
recorrían países en plena gue-
tiempo buscan aventura, porque el montañés encerrado siente la necesi-
rra, no tomaban partido por
dad de ensanchar su prisión : de lo alto de los promontorios que rodean unos ni por otros; mas consi-
su valle, ve el mundo á sus pies, ve abrirse ante sí el infinito, y descien- derando buena toda industria,
de camina siempre más allá, impulsado por la alegría del espacio. llegaban hasta venderse tem-
' Son los suizos, de todos los habitantes de E u r o p a , los que se encuen- poralmente para guerrear.
tran no en mayor número, sino más metódicamente distribuidos en todas Tales eran los suizos de la
las partes de la Tierra, debido á que la expansión gradual de las indus- Edad Media, quci villa>1' bru-
trias, viajando en todas las comarcas hacia las cuales irradian sus nos, el li, de quien habla A r i o s t o :
Rhin el Ródano, el Tessino y el Danubio les enseña el arte de distribuir- matar y saquear, había llega-
se los campos de explotación: en ninguna parte ha sido mejor compren- do á ser su función social.
dida la ciencia de la expatriación.
Alábase el valor de los
I a emigración parcial de los montañeses, durante la e s t a c ó n de los
montañeses, otra consecuen-
fríos ha debido producirse en todos los tiempos hasta regularizarse con cia del medio que habitan y
un r i t m o perfecto; los habitantes de las llanuras inferiores, así visitados de su género de vida. Ha-
periódicamente, se han acostumbrado á esos pasajes de extranjeros, de la biendo .quedado libres y her-
misma manera que al vuelo de las aves de paso. Los acogían con bene- manos en su estrecho dominio,
volencia, puesto que les traían los productos de la tierra natal, cosas úti- merced al muro de defensa
les ó bellas, como cristales, plantas preciosas, animales raros, y les ofre- que les protege, esas gentes A T A L A Y A : VILLA DE TROGLODITAS

cían también su trabajo temporal á cambio de pan. L a necesidad les de los altos lugares pueden (GRAN CANARIA)
De una fotografía (Sociedad de Geografía)
había ingeniado á crearse oficios especiales ; sabían hacerse indispensa- imaginarse, por una ilusión
bles y merced á sus servicios, pasar de población en poblacion s.n ser natural al hombre, que los privilegios del medio son debidos á su propia
molestados. Recientemente aún, antes que la inmigración europea y la virtud, y tienen en escasa-estimación á la multitud esclavizada'que pulula
construcción de los ferrocarriles hubiesen cambiado toda la economía debajo de ellos-en la llanura. Cada uno de sus valles constituye una
social de la América del Sur, la tribu boliviana de los Collahuayas, que pequeña república, frecuentemente aliada en federación con los valles de
forma parte de la nación de los Apolistas, en las montañas de A p o l o b a m - las inmediaciones, formando así ut, mundo inatacable tanto tiempo como
ba enviaba todos sus adultos á las comarcas de las inmediaciones hasta dure la unión contra los enemigos de abajo.
Lima, Valparaíso, Buenos Aires y hasta el mismo Río Jane.ro para ven-
der drogas simples, piedras imantadas y remedios. Los más hábiles, q u e
Lina Beck-BernarJ, Hugo Reck, BolIa:rt, etc,

I - 18
minas ó las canteras. Las poblaciones se resguardan contra el frío ó
Antes de la construcción de los caminos, los montañeses podían ga-
rantirse contra toda agresión, gracias á sus escondrijos naturales, al labe- contra el calor de las pendientes calcinadas; huyen de la roca desnuda ó

rinto de sus cortaduras y ele sus vallecillos, á sus ásperas rocas, cuyos demasiado escarpada y buscan las cuencas graciosas, regadas, defendidas

pasos y puntos de acceso sólo ellos conocían. "Las f o r t a l e z a s naturales N.° I I . L a s dos v e r t i e n t e s del Valais

de los montes les bastaban, sin necesidad de recurrir al arte vil de las mu-
rallas; así se explica el sostenimiento de las comunidades independientes
en medio de los grandes Estados políticos. Los Guanches de la (irán
Canaria, ocultos en los agujeros de las rocas, se han defendido mucho
tiempo contra los ojeadores españoles. Los A b o r y otros Himalayos del
Este, no solamente protegidos por sus rocas, sino también por los agua-
ceros que riegan sus montañas durante el período de los monzones, no
tienen amos todavía, aunque sea Inglaterra la nación conquistadora con
quien tienen que habérselas.
No existe región montañosa, Pirineos, A l p e s , Balkanes, Cáucaso,
cordillera de los A n d e s , que en su historia moderna y hasta presente, no
dé ejemplo de sociedades distintas, constituidas en repúblicas, indepen-
dientes de las agrupaciones políticas de la llanura inferior. L a posición
de Lhassa en el país de. las grandes Nieves, al otro lado de la doble hile-
ra del Himalaya y del Trans-Himalaya, ha hecho que sea una de las úl-
timas ciudades que haya profanado una expedición militar.

M u y * fuertes para la defensa, cuando no han sido enervados por el


monaquisino, como lo son los Tibetanos, los montañeses se muestran co-
munmente muy débiles para el ataque: relativamente poco numerosos,
forman tantos clanes distintos como valles existen; su separación había
sido trazada de antemano en la estructura de la montaña. Frecuente- f. 250 009

mente fueron los montañeses saqueadores, pero 110 conquistadores. To-


La cifra que acompaña cada uno de los nombres de pueblo, es la de la población en el censo
das las guerras en que se ha visto comprometida la vida de naciones en- de 1900. L11 los limites del mapa, la población residente al norte de! Ródano, *obre la
vertiente expuesta al sol, comprende 24.S90 habitantes, repartidos en 19 centros. El número
teras, se han desarrollado en las llanuras de los habitantes de las 19 villas situadas al >ur del Ródano es de 12,066, siendo de notar
que algunas de estas villas, como Hérémenee, Chandolin y Saint-I.uc se hallan instaladas
Por lo demás, cada macizo de montaña forma un conjunto tan grande sobre el lomo de montañas bien expuestas al sol del medio día.

y tan vario que puede ofrecerse como en resumen de toda la Tierra, pues
por murallas de rocas. En algunas comarcas de Etiopía, por ejemplo,
en él se encuentran todos los contrastes procedentes d é l a diferencia de
las cortaduras de separación, formadas por los torrentes, son de tal
latitudes, de los terrenos, de las pendientes, de las calorías. Los g r u p o s
mo lo profundas, que resultan* prácticamente «infranqueables y limi-
de habitantes se forman naturalmente en razón del clima, de la exposi-
tan los reinos. El volcán Kilimandjaro 110 tiene menos de 83 Estados
ción del suelo, á menos de una causa especial de atracción, tal como las
independientes en un espacio de 800 kilómetros cuadrados, que habi-
1 R. von Ihering, Les In do-Iiuropeens avante 1 lis taire.
tan unos sesenta mil individuos: los límites naturales formados p o r los
ESTEPAS Y NOMADAS
EL HOMBRE Y LA TIERRA

zar el genio del hombre é impulsarle en la vía del descubrimiento y del


progreso intelectual? No ciertamente; se necesita una parte de obs-
táculos para solicitar un esfuerzo incesante; si las dificultades son dema-
siado grandes, la especie sucumbe; mas también perece allí donde la
adaptación al medio se cumple con demasiada facilidad. La lucha es
necesaria, pero una lucha que se ajuste á las fuerzas del hombre y de la
que éste pueda salir triunfante.

En comparación de las montañas con valles cerrados, las estepas, las


praderas sin fin, con sus débiles relieves del suelo, sus arroyos y lagunas
sin profundidad y sus escasos ríos, son el país por excelencia del libre
curso y del horizonte ilimitado; se extienden indefinidamente como el
mar, y como sobre el mar es fácil convencerse de la redondez del planeta
por la forma de los objetos que se perfilan á lo lejos sobre el cielo.
En parte alguna se siente más la alegría del espacio que en esas lla-
nuras sin límites, descritas con tanta dulzura por los («ogol y los T o u r g e -
niev y cantadas con tanto entusiasmo por los Petófi. La tierra uniforme,
gris, sin objeto saliente que detenga la mirada, deja vagar la imagina-
ción libremente, y, en ese mundo ilimitado que no detiene en ningún
sitio el curso del pensamiento, podría uno creerse hijo del aire como el
antílope ó como el pájaro. Por lo demás, el viento es siempre el gran
monarca de esas regiones bajas: allí sopla como sobre el mar, llevándo-
se la arena, arrancando hasta el césped. En muchos puntos, el Mongol
de la estepa se apresura á recoger su tienda de fieltro en cuanto la tem-
pestad se anuncia, porque sabe de antemano que no tardaría en ser derri-
bada y rota por los remolinos de la ráfaga

Libres de ir y venir á su antojo, las gentes de la estepa no se dise-


minan por eso al azar, sino que, conformándose con los atractivos locales
de las fuentes ó de los fondos herbosos, se agrupan voluntariamente
en familias y en tribus, según sus afinidades: la necesidad de la a y u d a
mutua y el llamamiento espontáneo del hombre al hombre, fundan comu-
nidades semejantes á los rebaños de herbívoros, asociados ahora á su
%

suerte por la domesticación. Pero las fuentes pueden agotarse; las


hierbas comidas hasta la raíz, no suministran y a alimento al g a n a d o ; la
Hans Meyer, Kilimandjaro, pag. 235.
Maurice Lugeon. Archives de la Société Vaudoise des Sciences naturelles, 15 junio 1901 1 James Gilmour, More about the Mongols, p:ig. 187
ROSQUES Y HOSQUEÑOS

La enredada masa de las plantas tropicales, húmeda y sombría, no se


caza huye á otros sitios: se impone entonces la necesidad de emigrar
parece á los templos solemnes de los bosques septentrionales, á las ha-
hacia regiones de la estepa más favorablemente situadas, y poco á poco
yas, á los pinos ó abetos regularmente espaciados. No se penetra allí
se establece una especie de ritmo en las idas y venidas de la tribu, regu-
con el mismo sentimiento de emoción religiosa, sino más bien con una
lado por las estaciones. Los cambios de lugar, de pasto en pasto, son
especie de terror: el matorral de espeso ramaje entretejido de bejucos,
los únicos que se realizan en la vida normal del Hombre de las Hierbas.
no recibe al visitante en paseos naturales de suelo liso cubierto de hojas,
tapizado de musgo y alegrado con florecillas. Si se abandona la pista
La vida en la llanura libre, pero desnuda, sin árboles, sin variedad de
estrecha todo es obstáculo: el tronco, la raíz, las cuerdas entremezcladas
aspectos, resulta, pues, demasiado monótona, demasiado unificada para que
de parásitos. A p e n a s desde la cima desciende algún v a g o reflejo de luz
los habitantes de la estepa puedan modificarse y progresar espontánea-
en el caos de las ramas y de las hojas. A cuarenta metros sobre el suelo,
mente bajo la influencia del medio. A menos de sacudidas violentas causa-
el bosque se expansiona á veces en una superficie de bellísimas flores, y las
das por las incursiones de extranjeros, por largas sequías, por incendios ú
aves vuelan alegremente en el aire libre, rozando con sus alas las ondas
otros acontecimientos que les fuercen á la emigración, se mantienen en el mis-
de aquel mar de follaje mientras que abajo, en la obscuridad profunda,
mo grado-de civilización durante un período indefinido de siglos, Pero esas
el hombre camina penosamente, tropezando con las raíces, á menos que
revoluciones imprevistas pueden producirse repentinamente, y entonces
tome una senda abierta por los elefantes ó los tapires.
la población entera de la estepa, con hijos, mujeres y ancianos, con anima-
les y objetos de campamento se retira en conjunto. El éxodo es completo. El bosque continuo, la selva sin límites, amazónica, india ó congolesa,

A g r e g a c i o n e s de agricultores que viven separadas unas de otras, en constituye sobre la Tierra el elemento conservador por excelencia: las

medios diversos, unas en los valles de las montañas, otras en las márgenes agregaciones se mantienen allí, sin cambios apreciables, en su estado pri-

de los lagos, á la orilla de los arroyos ó en los claros de los bosques, no mitivo, mucho mejor que los habitantes de los oasis, de las montañas ó de

podrían reunirse en grandes ejércitos, y quedarían retenidas por la fuerza las regiones heladas, porque el medio se modifica en su derredor con

de atracción de sus intereses locales, por ese espíritu conservador que ha extremada lentitud, y, pueden vivir durante largos siglos completamente

esclavizado todas las sociedades agrícolas. Pero los pastores nómadas, apartados de los otros hombres, á causa de la obscuridad que les rodea y

unificados por las ocupaciones, las costumbres, el género de vida, lo mismo á la dificultad de los caminos que penetran en sus retiros \ En esos .

que por el aspecto de la naturaleza ambiente, no tienen semejantes lazos bosques se encuentran aún, si no primitivos, los que más se acercan

que romper: acostumbrados á la carrera á través de las estepas, pueden al tipo originario, tal como procuramos concebirle. En muchas regio-

reunirse fácilmente; 110 dejando rezagados tras de sí; una nación entera nes, los nombres de «salvaje», . s e l v á t i c o » , «hombre de los bosques»,

puede agruparse en un solo pliegue de la estepa. orang-utang son completamente sinónimos. Que se suprima el bos-
que y por ello mismo desaparecerá la tribu, de tal modo ésta es depen-

Si ciertas regiones de la Fierra, como la llanura herbosa, facilitan los diente de su medio. «Quien mata una encina, mata un servio», decía

cambios de lugar y hasta comunican al hombre el instinto de emigración, un proverbio de la Balkania, cuando las villas del país se ocultaban aún

hay, por el contrario, lugares de residencia que pueden ser considerados en estrechos valles, bajo la sombra de los grandes árboles.

como verdaderas prisiones, de tal modo se halla bruscamente limitado el Viviendo como en cuevas, bajo la tibieza de un aire húmedo, las tri-
dominio de la habitación. Tal es el bosque primitivo, no el bosque que bus selváticas tienen generalmente un matiz mucho más blanco que las
se ha talado transformándole en parques, con paseos, campos de tiro y gentes de las sabanas, tostados por el sol. Los rasgos de los selváticos
de carreras, sino la selva, cuyos árboles gigantes, misteriosos, seculares,
Marcos Jiménez de la Espada, No fas manuscritas.
ha respetado el hombre hasta el presente. Green, Influence of the Forests in checking Invasions.
con la tribu que la hablaba. Bien conocida es la historia de la tribu

son más suaves, más redondeados que los d é l o s indígenas vecinos perte- venezolana de los Atuses, que se extinguió, no dejando más que un loro

necientes á la región de las sabanas; el carácter es también menos solido para perpetuar su idioma '. Este hecho raro inspiró á prosistas y poetas,

y vigoroso ; es observación general que los hombres que viven al a.re V toda una literatura gravita alrededor de esa ave de los Atuses. Pero lo

libre tienen el espíritu más firme, la inteligencia más clara, la actitud «pie se ha visto principalmente en esta historia es la melancolía de las

más atrevida, la acogida más noble y benévola que los tímidos retirados cosas, la cruel ironía del destino, haciendo de un volátil sin pensamiento
el único heredero del genio y de la vida moral de un pueblo. Vese ade-
á los bosques.
más la suerte fatal de todos los que, viviendo aparte sin ayudarse los
L a más ignorante de las tribus del N u e v o Mundo, la de los Aimo-
unos á los otros, se encuentran á merced de los acontecimientos, y desti-
res ó Botocudos, que habitaba en la profundidad de las selvas del Brasil,
nados á la servidumbre ó á la muerte.
sobre el Doce y el Jequitinhonha, no sabía construir chozas, ni tejer
No solamente tienen los aislados que temer todo del destino, á causa
hamacas, ni trenzar cestos, ni modelar cacharros, ni cultivar el suelo;
de su corto número y de la falta de cohesión, sino (pie son inhábiles para
pero viviendo con las bestias de la selva y participando, por decirlo as,,
modificarse, su apartada vida les hace conservadores.
de sus costumbres, esos indios y sus congéneres tienen un conocimiento
Entre los selváticos es doríde se encuentran los individuos que repre-
singularmente preciso de todo el mundo animal que les rodea; en nin-
sentan los tipos más antiguos por la forma del cuerpo y por.la concep-
guna parte se ha llevado tan lejos el instinto de la comprensión mutua,
ción de las cosas. Las poblaciones enanas del Africa y de la Insulinda
y, no obstante, no se ha practicado la cría de animales, sea para alimen-
únicamente subsisten en los bosques más espesos: su vida misma está liga-
to, sea para servicios directos, como tracción, transporte de fardos o co-
da de una manera absoluta á la duración de la selva primitiva! ¡ Qué poco
laboración en la caza; porque las condiciones materiales del medio se
cambiarán las ideas en ese medio en que apenas penetran otros hombres!
oponen absolutamente á ello. ¿Cómo conducirían el ganado en los es-
Hasta
pesos matorrales donde apenas es posible deslizarse, donde las gentes de
en la Europa civilizada, surcada en todos sentidos por tantos
algunas tribus, los C o r n a d o s - « c o r o n a d o s » ó « t o n s u r a d o s » - s e cortan
caminos, los leñadores, los carboneros y los resineros, que acampan bajo
el cabello por temor de enredarse en las ramas?
los árboles, son siempre los guardianes fieles de las tradiciones del tiem-
Por la naturaleza de su vida, las gentes de los bosques han de divi-
po viejo, de los cuentos y de los poemas que las gentes de la campiña
dirse al infinito, en grupos poco numerosos, hasta en simples agrega-
abierta han olvidado ya. Kilos son también los decididos mantenedores de
ciones de familias, procurando por la cosecha y la caza, acaso por una
las libertades antiguas: los almadreñeros de L y o n s , los leñadores de la
agricultura rudimentaria, sostener su vida. Hay nación, evaluada
C h a u x , los taponeros de la Garde-Freinet fueron siempre, aun antes d é l a
por los viajeros en miles de individuos, que se halla esparcida por vastas
República, fervientes republicanos, y si no constituyen poblaciones inde-
extensiones que en atravesarlas se emplearían varias jornadas; familias
pendientes, les basta vivir apartados de los aldeanos y ciudadanos de las
aisladas, recogidas en bosques, ó bien, los días d e fiesta ó apalabre,
inmediaciones para conservar un modo de pensar mucho más antiguo.
tantas gentes reunidas como se encontrarían en las aldeas de E u r o p a ,
Hay tenaces católicos, á quienes la duda invade á pesar suyo, que ce-
he ahí todos los naturales que los exploradores encuentran en las selvas
lebran con envidia la inquebrantable «fe del carbonero».
del Nuevo Mundo.
Las lenguas se fragmentan, como las razas, en semejante medio. Cualesquiera que sean las causas geográficas de su aislamiento, las

Cada una de esas pequeñas humanidades modifica gradualmente su ha- familias ó las tribus dejadas fuera de la humanidad, siempre activa y en

blar, y , en el curso de un corto número de generaciones, el lenguaje se


divide en varios dialectos muy distintos. A consecuencia de un comba- ' Alex. de Humboldl, Voyagc au regiotis equinoxiales.

te desgraciado, de una inundación fluvial, puede desaparecer una lengua 1 — 2<l


con la tribu que la hablaba. Bien conocida es la historia de la tribu

son más suaves, más redondeados que los d é l o s indígenas vecinos perte- venezolana de los Atuses, que se extinguió, no dejando más que un loro

necientes á la región de las sabanas; el carácter es también menos solido para perpetuar su idioma Este hecho raro inspiró á prosistas y poetas,

y vigoroso ; es observación general que los hombres que viven al a,re V toda una literatura gravita alrededor de esa ave de los Atuses. Pero lo

libre tienen el espíritu más firme, la inteligencia más clara, la actitud que se ha visto principalmente en esta historia es la melancolía de las

más atrevida, la acogida más noble y benévola que los tímidos retirados cosas, la cruel ironía del destino, haciendo de un volátil sin pensamiento
el único heredero del genio y de la vida moral de un pueblo. Vese ade-
á los bosques.
más la suerte fatal de todos los (pie, viviendo aparte sin ayudarse los
L a más ignorante de las tribus del N u e v o Mundo, la de los Aimo-
unos á los otros, se encuentran á merced de los acontecimientos, y desti-
res ó Botocudos, que habitaba en la profundidad de las selvas del Brasil,
nados á la servidumbre ó á la muerte.
sobre el Doce y el Jequitinhonha, no sabía construir chozas, ni tejer
No solamente tienen los aislados que temer todo del destino, á causa
hamacas, ni trenzar cestos, ni modelar cacharros, ni cultivar el suelo;
de su corto número y de la falta de cohesión, sino que son inhábiles para
pero viviendo con las bestias de la selva y participando, por decirlo asi,
modificarse, su apartada vida les hace conservadores.
de sus costumbres, esos indios y sus congéneres tienen un conocimiento
Entre los selváticos es doríde se encuentran los individuos que repre-
singularmente preciso de todo el mundo animal que les rodea; en nin-
sentan los tipos más antiguos por la forma del cuerpo y por.la concep-
guna parte se ha llevado tan lejos el instinto de la comprensión mutua,
ción de las cosas. Las poblaciones enanas del Africa y de la Insulinda
y , no obstante, no se ha practicado la cría de animales, sea para alimen-
únicamente subsisten en los bosques más espesos: su vida misma está liba-
to, sea para servicios directos, como tracción, transporte de fardos o co-
da de una manera absoluta á la duración de la selva primitiva! ¡ Qué poco
laboración en la caza; porque las condiciones materiales del medio se
cambiarán las ideas en ese medio en que apenas penetran otros hombres!
oponen absolutamente á ello. ¿Cómo conducirían el ganado en los es-
Hasta
pesos matorrales donde apenas es posible deslizarse, donde las gentes de
en la Europa civilizada, surcada en todos sentidos por tantos
algunas tribus, los C o r n a d o s - « c o r o n a d o s » ó « t o n s u r a d o s » - s e cortan
caminos, los leñadores, los carboneros y los resineros, que acampan bajo
el cabello por temor de enredarse en las ramas?
los árboles, son siempre los guardianes fieles de las tradiciones del tiem-
Por la naturaleza de su vida, las gentes de los bosques han de divi-
po viejo, de los cuentos y de los poemas que las gentes de la campiña
dirse al infinito, en grupos poco numerosos, hasta en simples agrega-
abierta han olvidado ya. Ellos son también los decididos mantenedores de
ciones de familias, procurando por la cosecha y la caza, acaso por una
las libertades antiguas: los almadreñeros de L y o n s , los leñadores de la
agricultura rudimentaria, sostener su vida. Hay nación, evaluada
C h a u x , los taponeros de la Garde-Freinet fueron siempre, aun antes d é l a
por los viajeros en miles de individuos, que se halla esparcida por vastas
República, fervientes republicanos, y si no constituyen poblaciones inde-
extensiones que en atravesarlas se emplearían varias jornadas; familias
pendientes, les basta vivir apartados de los aldeanos y ciudadanos de las
aisladas, recogidas en bosques, ó bien, los días -de fiesta ó apalabre,
inmediaciones para conservar un modo de pensar mucho más antiguo.
tantas gentes reunidas como se encontrarían en las aldeas de E u r o p a ,
Hay tenaces católicos, á quienes la duda invade á pesar suyo, que ce-
he ahí todos los naturales que los exploradores encuentran en las selvas
lebran con envidia la inquebrantable «fe del carbonero».
del Nuevo Mundo.
Las lenguas se fragmentan, como las razas, en semejante medio. Cualesquiera que sean las causas geográficas de su aislamiento, las

Cada una de esas pequeñas humanidades modifica gradualmente su ha- familias ó las tribus dejadas fuera de la humanidad, siempre activa y en

blar, y , en el curso de un corto número de generaciones, el lenguaje se


divide en varios dialectos muy distintos. A consecuencia de un comba- ' Alex. de Humboldt, Voyage au regiotis eqttinoxtalts.

te desgraciado, de una inundación fluvial, puede desaparecer una lengua I — 2<l


constante esfuerzo, tienen ese mismo espíritu tenaz de c o n s e r v a r o n . pero la soledad ha convertido para ellos aquel país en un lugar de horror.
Por lo demás, en igualdad de circunstancias, la evolución del pensa-
miento se hace más rápida en proporción del número de individuos que Lo mismo que los insulares, las gentes de los pantanos y de

de ella participan. Así es que una isla perdida en el Océano, habttada


sin embargo, sea á consecuencia de un naufragio, sea por colonizacion N.° 12. T r i s t a o d e A c u n h a

voluntaria, se convierte siempre en un microcosmo muy distinto de las


tierras más próximas por las costumbres y las instituciones de los ind.vt-

dúos que le componen.


U n a de las islas del pequeño archipiélago de Hirt ó Saint-Kdda,
situada al largo de las Hébridas, posee una comunidad de ese género,
compuesta de una veintena de familias que viven en un verdoso valle,
ocupada únicamente en la cría de carneros y en la caaa de aves marinas;
durante los inviernos rigurosos aquellos habitantes morirían de hambre
si de Escocia no se les enviasen barcos con provisiones. E l medio de ese
pequeño mundo aparte difiere tanto del de la Gran Bretaña, que la lle-
gada de un barco era suficiente, antes de que las comunicaciones fuesen
tan frecuentes, para que se extendiera un contagio de catarros entre los
Gaels de Saínt-Kilda. Además, los niños recién nacidos sucumben alh
con gran frecuencia á la «enfermedad de los ocho díás», especie de téta-
nos que proviene probablemente de que los habitantes toman de las aves
marinas su principal alimento, su calefacción, su alumbrado y el plumón
de su lecho.
En las islas Vestmaneyar, cerca de la costa meridional de Islandia, el
mismo régimen produce los mismos terribles efectos'.
En cuanto á los insulares encerrados e n j a prisión natural más temible,
la tierra de Tristán de Acunha, rodeada dé fríos y de tempestades, gozan
cumplidamente de la salud que dan todas las buenas condicionesde higiene,
hasta poseen lo que vanamente reclaman los trabajadores de E u r o p a : la
comida asegurada ; pero, sin embargo, se sienten tan estrechos, que cada
Profundidades en metros
año reclaman del gobierno británico el don de otra patria. A su alrededor
>00 200 <000.
el espacio es demasiado amplio y falta la solidaridad moral. Sabiendo
que la humanidad existe, quieren sentir su influencia y su solicitud. r: 150000
Más al Sur, otra isla, G o u g h ó D i e g o Alvarez, tiene graciosos valles, — vt
iokil-
encantadores paisajes, y los marinos náufragos han vivido allí sin pena; Los pocos habitantes de la isla (64 en 1897) están instalados en la proximidad de Falmouth Bav.
bien expuestos al sol del mediodía.

' H. U b o n n c , Du télenos des noveau-nes. (Gazef/e hebd. de MéeTeanf... 1888). los lagos pueden encontrarse completamente aislados, y, en ese
caso, conservan las viejas costumbres durante siglos: los cambios suele unirlos. L o s valles cerrados de las montañas, los bosques y los
que se operan en el mundo exterior se cumplen á lo lejos sin to- pantanos, los islotes y los lagos son elementos conservadores en la his-
carles. toria de la humanidad; los ríos son, comparátivamente, los principales
C o m o ejemplo de una de esas poblaciones que quedan enteramente agentes de la vida por la navegación, por los progresos agrícolas, por
fieles á las costumbres antiguas, puede citarse la gregaria de los Urus, las emigraciones continuadas, y esto es lo que. se denomina con la pa-
que bogan en balsas en el lago de Titicaca. A l principio del siglo XVII labra de significación amplia: «civilización».
nos habla el historiador Herrera de esos hombres que no tienen, para Pensando en los beneficios de toda especie, asegurados al hombre
morada'y las necesidades de su existencia, otros materiales que la totora, por el movimiento de los ríos, preciso es repetir la frase de Píndaro:
ó sean las cañas que crecen y flotan en espesos lechos sobre l a s bahías «¡ E l agua es lo mejor que hay 1»
poco profundas del lago. Según relaciones que reposan probablemente T a l ha sido la influencia capital de las aguas corrientes sobre la his-
sobre simples juegos de palabras, los Urus, despojados de todo orgullo toria del h o m b r e — m o v i l i z a d o él mismo por efecto de la inconstancia del
de raza, decían en otro tiempo á los Quichuas que no eran hombres, sino nivel, — que algunos pensadores, especialmente L e ó n Metchnikoff, en
simples «gusanillos». sus Grandes Ríos históricos, han descuidado indebidamente todos los
De tres siglos acá, la vida d é l o s Urus no ha cambiado: todavía demás elementos del medio en sus estudios sobre el desarrollo de las na-
residen sobre balsas de totora, en chozas bajas, formadas de canas ciones. Durante el período transitoro i que siguió á las edades primiti-
V parcialmente cubiertas de arcilla. Comunmente sujetan su embar- vas y que abarca los grandes períodos de civilización ya muy avanzada
cación á una roca ó á un grupo de hierbas de la orilla, y no se aven- del E g i p t o y de la Potamia caldea, de la China, del Indus y del Ganges,
turan á distancias sino en buen tiempo. Entonces tienden su vela, para terminar en los tiempos helénicos, sólo han visto á los ríos como
tejida de juncos, y gobiernan muy hábilmente el lecho de cañas que agentes del progreso humano.
les sirve de embarcación. El fondo de su alimentación está también Por efecto de circunstancias diversas en el medio geográfico, ciertos
suministrado por la totora, cuyas raíces comen con la carne de los cursos de agua, cortados por cierres naturales, ú obstruidos por hierbas
pescados y de las aves acuáticas. Una parte de su caza la venden y extendiéndose en pantanos, se hallan privados de su acción favorable
á los Quichúas y á los A y m a r a s de la orilla, pero jamás, dice Basadre, al hombre en todo ó en parte de su trayecto. Los hay que las poblacio-
consienten en habitar en chozas en tierra firme ni en contraer uniones nes del interior no pueden abordar, á causa de los bosques medio anega-
con otros que con sus contribuios. Cuando una contrariedad les dos ó de cañaverales impenetrables que defienden las indecisas orillas,
obliga á andar por la orilla, se balancean y caen como si estuvieran constantemente modificadas por la lentitud de sus aguas y las oscilacio-
embriagados. nes de la corriente.
En los mismos Estados Unidos, donde las fuerzas industriales moder- H a y todavía gran número de ríos, sobre todo en las regiones tropi-
nas dan al «civilizado» una verdadera omnipotencia en materia de des- cales, de vegetación frondosa, que son forzosamente evitados por las
trucción, los Seminólas de la Florida han podido escapar parcialmente á tribus ribereñas diferentes de los poblados de bateleros; en otros
la captura y al asesinato por los soldados de la Unión, gracias á l o s panta- tiempos, antes que comenzara el trabajo de arreglo del planeta, la mayor
nos, á las corrientes y á las tierras blandas de los E v e r g l a d e s . En la parte de los cursos de agua, hasta ^los que tuvieron después mayor in-
actualidad se visitan sus campamentos por curiosidad siguiendo amplias fluencia en los destinos de la humanidad, como el bajo Eufrates, el Nilo
vías bien conservadas. y el Yangtsé fueron mucho tiempo inabordables á los habitantes de las
tierras emergidas. Green ,cita. el ejemplo de los ríos de Inglaterra,
Si el a g u a estancada ó tranquila aisla los hombres, el agua corriente que han tenido una importancia tan considerable en el organismo na r
1-21
cional, y de los cuales se apartaban los ribereños cuidadosamente antes tes A s í es como Viena, una de las ciudades más grandes del mundo,
de la época romana y la de los pueblos marinos invasores: las antiguas ha huido mucho tiempo de las márgenes del Danubio, casi hasta nuestros
días. Sobre las márgenes del Rhin sinuoso, retorciéndose como una
N.° 13. A n t i g u o y m o d e r n o c a u c e d e l Rhin serpiente cortada, Schifferstadt, una «ciudad de bateleros» hubo de esta-
blecerse hasta lejos del río, sobre un ribazo ribereño.

\ El río normal, tal como se mostraba acá y acullá en algunos países


privilegiados, y tal como en otros sitios le ha orientado el hombre acer-
cándose á sus orillas, se ha convertido por eso mismo en el creador de
los grandes movimientos históricos. Corre libremente, con una onda, si
no igual, al menos continua, y los que residen en sus márgenes ven pasar
constantemente los islotes de espuma, las hierbas y las ramas de los árbo-
les entremezclados por la corriente.
No hay medio de sustraerse á la obsesión de ese río, vencedor del es-
pacio y del tiempo; de esa agua profunda y ancha, siempre corriente,
reflejando las generaciones en su espejo, inmutable como el destino y ,
sin embargo, tan variada, tan cambiante por sus crecidas y sus descensos,
sus olas, sus ondulaciones y sus arrugas, el reflejo de sus rayos y los
visos de sus aguas. ¿ De dónde viene ese río poderoso? L o s primitivos,
acampados en sus márgenes, no podían formarse de ello idea alguna.

¿Cuál fué el «misterio del Nilo» y de tantos otros ríos, c u y a proce-


dencia ignoraban los ribereños, imaginándoseles, en consecuencia, sali-
dos del altar de un dios, ó bien siendo ellos mismos dioses?
Si veían montañas á lo lejos, allí colocaban naturalmente el origen
de la corriente, pero no bajo la forma de simples manantiales brotando
entre las piedras: la aparición del agua se hacía con acompañamiento de
prodigios. A s í , la e p o p e y a del Ramayána nos muestra la «divina Gan-
g a cayendo de los cielos sobre la cabeza de Si v a » ; luego, después de
haber corrido sobre el cráneo del gran dios, «sumergiéndose á través de
los tres mundos» y despertando la alegría en el universo entero.

¿Dónde va ese río? T a m p o c o lo sabe el primitivo, pero la onda que


Pradera Bosques Antiguos ribazos- huye siempre atrae su mirada, y se siente arrastrado á seguirla para visi-

Cotas de altitud en metros tar con ella los países desconocidos.^ L a corriente le solicita incesante-
i : 200ooo mente al viaje, lo mismo que las aves que ve cruzar el valle en largas
bandadas.

ciudades estaban edificadas sobre las colinas del interior, lejos de


los pantanos y de los bosques que bordeaban las aguas corrien- ' John Richard Green, The Making of England.
¡Cuántos símbolos trágicos suscitaron los poetas en la Sirena ó en la ser viviente por excelencia y que es al mismo tiempo el dispensador de
L o releí, en la ninfa encantadora que surge del agua cristalina y nos la vida. Sin embargo, la influencia de este agente, de este trabajador
atrae á lo profundo! Pero antes de haber tomado una significación te- incansable, no deja jamás de impresionar profundamente, aun á aquellos
mible, la leyenda tenía el sentido más sencillo del mundo: la diosa que que no están habituados á un solo paisaje, sino que, por la amplitud
atraía á la muerte á tantos jóvenes fuertes y valientes era la onda pura y de sus impresiones y de sus conocimientos, abarcan, por decirlo así,
rápida con sus reflejos cristalinos, sus finísimas arenas y sus remolinos

insidiosos!
La vista del agua corriente impone una parte del ideal en la existencia
de todo hombre, hasta en el de inteligencia menos abierta. Un hermoso
trabajo de erudición debido á C u r t i u s ' pone de manifiesto como el
pueblo g r i e g o , algo despojado del naturismo primitivo, ve todavía en las
aguas vivas, seres que obran y trabajan apasionadamente, tomando parte
con amor ó con odio en los múltiples acontecimientos de la existencia de
los hombres de los países que le rodean. Y si vive la fuente, si fecunda
como el Eurotas, - ó mata como el Estigio, como la hidra de L e r n a ,
¡cuánto más poderoso, ora como aliado, ora como enemigo, puede ser el
río que arrasa las ciudades, anega los campos y detiene los ejércitos en
sus riberas!
Por eso la travesía de un río fué considerada siempre como un acto
de gravedad positiva que exigía plegarias, sacrificios y acciones de gra-
cias. Se hablaba al río como á un dios, ó al menos como á un genio;
pero, aliándose con otros dioses, podíase también tomar venganza de los
ríos malos que habían ahogado hombres. De ese modo, según la leyen-
da, Ciro castigó al Gindos, un afluente del T i g r i s , haciendo trabajar todo TIPO DE B A R C O -DJENNE ( D E CORTEZA DE A R B O L ) SOBRE EL NIGER ( V é a s e p á g . 9 1 )

su ejército durante un año para dividirle en trescientos sesenta canales Dibujo de George Roux, según una fotografía comunicada por el Museo de Historia natural.

Desde ese punto de vista, X e r x e s , condenando el Helesponto á ser azo-


el universo, y se han hecho ciudadanos del mundo entero. Por
tado, obedecía á las ideas de su tiempo; porque el estrecho de olas
ello el gran naturalista Hudson, que v i v i ó mucho tiempo en la ribera
rápidas no era á sus ojos más que un curso de agua como el T i g r i s y el
del Río N e g r o de Patagonia, trataba en vano de representarse, en sueño
Eufrates.
ó en sus fantasías imaginativas, paisajes diferentes de aquellos cuya ima-
L o s civilizados modernos, cuya vida se ramifica al infinito en mil pe-
gen había penetrado en su c e r e b r o : siempre y en todas partes se
queñas preocupaciones y en impresiones múltiples que se borran mutua-
le representaba la meseta silvestre, la pendiente rápida que descendía
mente, apenas pueden formarse idea del atractivo, del poder ejercido por
á la ribera y la amplia corriente que desaparecía á la vuelta de un pro-
la vista de una corriente continua, que parece en la Naturaleza como el
montorio en la luz ó en la sombra

1 Ernst Curtius, Beitrage der Terminotogie und Onomatologie dcr alten Geographie. Akade- Cuanto más sencillo es el paisaje fluvial, más domina el espíritu c o m o
mic der Wissenschaftcn zur Berlin, 1886.
» Herodoto, Histoires, I, 189-190.
Hudson, Idle days in Pataeonia.
ysill

el único que pueda concebirse. L o s que residen en I » -»**--


Mississipí, uno de los ríos que mejor conservan su indrvrduaUdaden
conjunto del curso por la anchura del cauce, la regular,dad de la ola, la
uniformidad de las riberas y el sombrío muro del bosque lejano o « c .
priera»,' apenas pueden rechazar la ide'a de que aquella masa rqurda, des-
cendiendo con potencia irresistible, sea el eje central de todo el mundo
habitable Y si los hombres de pensamiento y de fuerza intelectual no
pueden triunfar de esas impresiones duraderas ¿cómo admirarse del arra:-
g o que pueda tener sobre la imaginación de los ribereños, escasamente
cultos, un rio como la inmensa corriente del Amazonas, tan largo tan
ancho, tan poderoso, que corta en dos, como un ecuador visrble, toda la
América meridional? No ha mucho, los T a p u y o s amazonianos no podran
admitir que hubiera residencia humana fuera de una ú otra orilla del n o .

L a s obras de los primeros exploradores, S p i x , Martius, Bates, W a -


Uace están llenas de las observaciones más extrañas hechas por sus bar-
queros: nada de lo que se les decía de la naturaleza de los otros pa.ses
concordaba con su comprensión de las cosas. Los egipcios de hace se.s
mil años concebían el mundo á semejanza de su valle n i l ó n » , es dec.r,
como una larga fisura, ocupada en el eje por un río y bordeada de desrer-

tos y de montañas
Al borde de las aguas siempre en movimiento, de los «caminos
q u e andan», la navegación puede decirse que estaba descubierta de ante-
mano: ; n o bastaba el tronco de un árbol movido por la c o m e n t e para
atraer los niños que se solazaban en la orilla: no se aprovechaban las
aves pescadoras y á veces un animal silvestre de ese vehículo natural.
A s í mismo, arrastrado á su pesar por la súbita avenida de los nos, el
hombre ha viajado muchas veces sobre la corriente de las aguas, trans-
portado sobre alguna isla flotante de terrenos ó de árboles é n t r e t e o s
por sus ramajes, ó hasta en su misma morada levantada a flote.
L a fuerza de la necesidad se convirtió así en la educadora del salvaje:
la balsa suministrada por la Naturaleza y sobre la cual se había asocrado
por el espanto á los animales de la sabana ó del bosque quedo en su me-
moria, y pudo imitarle sin peligro en cuanto el agua se mostro p r o p r c a .
Y cuando un árbol flotante, quizá ahuecado por un lado por la canes de

• Bonola, Bulletin de la Sociéti khédiviall de Geographie, 1896. iu» 10.


RIOS Y RIBEREÑOS

la madera, vió que constituía naturalmente una barquichuela bien estable


sobre el agua que no rodaba al azar por la corriente, ¿no se sentiría la
necesidad instintiva de retenerle cerca de la población y servirse de él en
ocasión oportuna, sea para dejarse llevar por la corriente, para atravesar
el río y hasta para remontarlo?
Los alegres experimentos de los niños y de los jóvenes les enseñarían
regularmente que, nadando medio suspendidos en los troncos flotantes y
golpeando el agua con los pies, ó empleando las manos, ramas de árbo-
les ú objetos de otra especie, podían practicar instintivamente el trabajo
que se convirtió después en el arte del remo y del virado, transfor-
mando. su esquife en un ser de apariencia animada, a u n q u e siempre
dócjl al impulso del amo. De ese tronco ahuecado por la Naturaleza al
que tuvo cavidades ensanchadas por el hombre, por medio del fuego ó
por un instrumento, la transición era fácil, y debió de hacerse á las ori-
llas de muchas corrientes por innumerables individuos: de ahí esos barcos
monoxilos que se encuentran en todas las comarcas de la Tierra.
Hasta sin proponérselo, el hombre primitivo aprendió á proveer sus
barcos de velas, merced á las hojas y espesas ramas que plega el viento,
dando velocidad al conjunto del aparato. Pista embarcación del salvaje
puede considerarse como perfecta, en atención á los materiales de que
está construida: tales son el barco de corteza de árbol del Niger, el
tronco ahuecado de álamo del Tarim, la piragua de abedul empleada
por los Hurones y los O d j i b w a y s del gran Norte. El hombre blanco no
tiene esquife que pueda luchar con ese barco primitivo, por la ligereza,
la facilidad de conservación y reparación y la abundancia de materiales
empleados; el «viajero» indio ó mestizo encuentra á la orilla de todos los
ríos lo que necsita para construirse un barco; merced á esa piragua por-
tátil, puede atravesar, sin detenerse, todas las regiones canadienses,
desde los grandes L a g o s á las montañas Rocosas.
L o admirable es, pues, no ver casi todas las tribus salvajes conocer el
arte de la navegación, sino encontrar algunas que, viviendo en las orillas
de los ríos, no se arriesguen sobre sus aguas. En este caso se encuen-
tran los Botocudos, que ni se atreven á nadar y *no saben construir
barcos '. S e comprende que, en ciertos ríos de las cuencas del Orinoco

Paul Ehrenreich, Pe.'ermatm's Mitteilungen, 1891, Hei't V.


RÍOS Y RIBEREÑOS 93

el río y sus afluentes, sus bifurcaciones, sus furos ó paranamiriin;


y del Amazonas, donde abundan las pirangas, temibles pececillos q u e
esos «salvajes» han visitado otra naturaleza que no es la suya, saben
se lanzan ávidamente sobre el hombre para desgarrarle con sus agudos
tratar con otros pueblos y se hallan bien en medio de civilizaciones muy
dientes, las poblaciones ribereñas, temiendo fundadamente á las aguas, se
abstengan de aprender la natación; pero ¿cómo explicarse que no naden
N.° 14. C a m i n o s a m a z ó n i c o s d e l o s M o j o s
ni naveguen unos indígenas en las corrientes donde la inmersión casi no
ofrece peligro? Evidentemente ha de haber en este caso una supersti-
ción religiosa persistente á través de las edades, á pesar del cambio de
medio: habiendo vivido en otro tiempo en las márgenes de corrientes-
prohibidas, por la necesidad de la defensa, y por demasiado peligrosas,-
han hecho de esta prohibición un precepto inviolable que han conservado
en todas sus emigraciones, de río en río.
A s í , á pesar del ejemplo contrario que presentan algunas tribus, y á
pesar del absurdo lógico de las potencias militares que, volviendo á la
barbarie' primera se imaginaron todavía que los profundos cursos de
agua son límites entre los hombres, entre los pueblos, semejantes á los to-
rrentes de agua salvaje que" corren por el fondo de las cortaduras y desfi-
laderos, se puede considerar el descubrimiento progresivo de la navegación
Sobre los ríos del planeta como un hecho de orden general realizado sobre
mil puntos diversos.
¡ Cuántos progresos se hallan comprendidos de antemano en este ma-
ravilloso invento, que añade al movimiento del hombre el de la Natura-
leza, y que completa l a potencia individual del ser nuestro infinitamente
pequeño, con la dé un dios poderoso, de fuerza incomparable, infi T
nita, relativamente á nosotros, como la del Mississipí ó del río de las
Amazonas! Y , no obstante, los primeros navegantes, sacudidos sobre
un tronco de árbol que rueda y zozobra, debieron de ser objeto de risas
despreciativas: los sensatos, los prudentes, que quedarían á la orilla se
burlarían alegremente de aquellos aventureros, de aquellos locos, que,
arriesgando su vida, se alejaban de la tierra dura, del suelo firme que
Territorio de los M o j o s
pisaron sus abuelos. Rápidos y cataratas

Dueños del infinito por la navegación, al menos en su dirección l i - 1: 20000000


:5o* '
neal, los ribereños, desde su período primitivo, pudieron aprovecharse \
' ' ' iwoktf.

ampliamente de su conquista. S o b r e los altos afluentes del Amazonas, en


la Bolivia, viven tribus, como los Mojos, que no osarían penetrar en el bos- diversas. Esos remeros no tiemblan á la aproximación, de los rápidos
que vecino más de un tiro de flecha ó á mayor distancia que la que al- y cascadas; cuando, llevados por la corriente, oyen mugir la ola á sus
canza el ladrido de un perro, pero que conocen en miles de kilómetros pies, saben virar á tiempo para deslizarse entre las rocas, evitar los re-
I -'¿3
molinos y ganar de desvío en desvío la sabana de agua tranquila, el re- el hombre á repetirlo, no sólo á la orilla de las aguas corrientes, sino
manso que se extiende al pie de las caídas. Donde el desnivel de la también sobre las colinas y en los claros de los bosques. Esos humildes
corriente es demasiado fuerte, utilizan las grietas de las peñas, los beju- principios de la agricultura pueden verse como se renuevan en nuestros
cos entrelazados sobre la orilla, las pendientes naturales de los ribazos y días sobre las playas emergidas de los grandes ríos americanos.
las playas arenosas para llevar su barco río arriba ó río abajo.
Más abajo, en el gran río convertido en mar en movimiento, aprenden
á huir de las tempestades, refugiándose en medio de los arrastres de
hierba ó 'ctaunar ana, que amortiguan las olas; y también á resistir
al viento, que les rechazaría río arriba, atando su barco á un tronco
de árbol flotante que se sumerge á varios metros de profundidad en la
corriente y continúa corriendo con un movimiento igual siempre.
Para la subida por el río, que dura meses y meses, saben utilizar los
vientos alisios, que soplan en sentido inverso de la corriente, y los ra-
majes laterales que, cuando las avenidas, se llenan contra corriente. En
esos viajes, los bateleros no ganan solamente en fuerza y destreza, sino
que aprenden también las industrias locales, se habitúan á hablar
lenguas diversas y traen á sus familias conocimientos y enseñanzas de
toda clase. Pero ignoran los espacios que podrían recorrerse á pie
entre los cursos fluviales; ha sido por otros pueblos ó por sus propias
CANOA DE CORTEZA DE Á L A M O B L A N C O S O B R E L O S R Á P I D O S DE LA A M É R I C A D E L N O R T E
exploraciones como los geógrafos blancos han averiguado la existencia Dibujo de George Roux, según una fotografía.
de «sabanas» ó «campos» libres de vegetación florestal en el inmenso
¡Cuánto debemos, pues, á las aguas corrientes, á todos esos dioses
cercado del territorio amazónico
tópicos! Ellos nos han arrancado á la inercia primitiva, nos han invita-
Iniciador de la navegación y , por la navegación, de la enseñanza
do al movimiento, nos han transformado en una humanidad progresiva
mutua, el río fué también el primer agente natural para enseñar la agri-
que se renueva sin cesar, nos han enseñado, por la aproximación á los
cultura, casi sin esfuerzo de iniciativa por parte del ribereño. En sus tra-
otros hombres, las mil diversas industrias y , finalmente, han contribuido
bajos de erosión y de depósito, la acumulación incesante de tierras
á darnos el pan. Estamos así adheridos á los ríos por la memoria cons-
aluviales, el curso de agua, no solamente aporta el suelo nutricio, sino
ciente ó insconsciente de innumerables acontecimientos: sabemos que
también raíces, granos y fragmentos de plantas que brotan rápidamente
sus valles fueron las vías históricas de los pueblos en marcha y que la
en él nuevo suelo, y que el indígena examina con interés á causa de su
vida de las naciones se ha desarrollado sobre sus riberas.
rareza. Si la planta le conviene, si sumistra alimento para él y para los
animales amigos, cada nueva inundación le permitirá imitar la Natura- Las grandes civilizaciones de que hemos salido y sin las cuales no

leza : quizá recoja las semillas, las raíces flotantes y las confíe al limo habría humanidad en el sentido moderno de la palabra, no hubieran
\ ,
virgen que depositan las aguas. Seguramente este trabajo, para el cual
vivido si no hubiera habido río Amarillo, río Azul, Sindh ni Ganga, Eu-
basta bajarse, se hizo en mil puntos de la tierra, y poco á poco aprendió
frates ni río de E g i p t o , Níger ni Senegal. Con piedad filial pronuncia
el hombre pensante tan grandes nombres.
Durante el curso de las edades, la acción primera de un elemento del
1 Spix y Martius; Gibbon; Hcrndon; Rales; Wallace; H. y O. Coudrcau, etc.
medio se cambia, pues, siempre en su contraria. En el origen, el gran
des independientes, sabiendo acomodarse bien á su medio para sacar de
río separaba los hombres; las faunas difieren parcialmente sobre las dos
él su subsistencia y su cultura; pero allí donde los ribereños del Océano
orillas del Amazonas; así, en una época histórica reciente, ciertas tribus,
«uardan sus libres comunicaciones con el interior del continente, sea por
inhábiles para vencer la corriente, no pasaban jamás de una orilla á la
llanuras desecadas fáciles de atravesar, sea por cursos de agua de régi-
otra: el enorme foso lleno de agua en movimiento formaba un límite lo
men normal, pueden gozar al mismo tiempo de las ventajas del conti-
mismo para los hombres que para los animales. Y sin embargo, ese
nente y apropiarse gradualmente las que ofrece el mar.
obstáculo, infranqueable para los ribereños primitivos, se ha convertido
En ciertos parajes, la _
en el gran vehículo de los civilizados, el medio de transporte para las
ola se presta benévola-
cosas, los hombres y las ideas. Seguidamente el batelero de los ríos se
mente á las tentativas de
hace el viajero por tierra, el comerciante, el hombre múltiple y diverso
los hombres. A l l á don-
que se encuentra bien en todos los pueblos; tal es el Diola del Sur, que
de el río se continúa en
se encuentra en todas partes, hasta más allá del Níger, y que hizo
estuario y el estuario en
su primer aprendizaje en las marismas del litoral.
golfo, la navegación si-
g u e naturalmente la mis-
Los mismos fenómenos históricos se observan respecto de las relacio-
ma dirección en la ve-
nes de los pueblos con el mar. ¡ Cuántas tribus, venidas de la estepa,
cindad de las costas,
de la montaña, de los bosques ó de los ríos, han tenido que detener-
unas veces espontánea-
se sobre la playa ó sobre el acantilado extremo, sobre el «Fin de las
mente por la voluntad
tierras» — Finisterre ó L a n d s e n d , — e s p a n t a d a s por la extensión de las
de los remeros que per-
aguas, sin límites visibles, por el monstruoso estruendo del choque
siguen su caza, sea invo-
de las olas! E l mar, que había de llevar un día de mundo en mundo
luntariamente por el ca-
los orgullosos buques, fué para los hombres de las tierras un límite in-
pricho de los vientos ó
franqueable, dominados por el terror.
de las corrientes. La
Por lo demás, ciertas partes del litoral marino habían de ser para sus
transición se hace así,
habitantes verdaderas prisiones, no menos cerradas que los h o y o s de
del río al mar: el apren-
las montañas ó los claros perdidos en los bosques profundos. Además
dizaje del agua salada
de las islas y los archipiélagos de la costa, la zona litoral comprende es-
comienza en las aguas
pacios claramente separados de la tierra firme, dunas, pantanos ó rocas
dulces. Bahías protegi-
que permanecen casi inabordables del lado de las extensiones continen- DIOLA DE L.AS R I B E R A S DEI. SUD
das contra el viento ó
tales. Los residentes, privados así de toda relación fácil con el país de Según una fotografía
pasos garantidos contra
más allá, quedan forzosamente recluidos en su estrecho territorio. Son
la marejada por islas ó cadenas de escollos, especialmente á lo largo.,
como plantas á las que falta el suelo nutricio: tales fueron largo tiempo
de las costas dálmatas, aseguran á^ los ribereños facilidades de navega-
los maraichins de la Vendée.
ción análogas á las que se tienen en los ríos, y esquifes del mismo géne-
Las poblaciones estrictamente marítimas, que quedaron casi comple- ro hubieron de construirse en sus orillas.
tamente separadas de las continentales, lograron, sin embargo, en varias
La navegación fluvial se cambia así poco á poco en costera, y ésta
comarcas obtener espacios y recursos suficientes para vivir en socieda-
en marítima. Con frecuencia el batelero es impulsado hacia alta mar;

I — 24
medio se cambia, pues, siempre en su contraria. En el origen, el gran
des independientes, sabiendo acomodarse bien á su medio para sacar de
río separaba los hombres; las faunas difieren parcialmente sobre las dos
él su subsistencia y su cultura; pero allí donde los ribereños del Océano
orillas del Amazonas; así, en una época histórica reciente, ciertas tribus,
«uardan sus libres comunicaciones con el interior del continente, sea por
inhábiles para vencer la corriente, no pasaban jamás de una orilla á la
llanuras desecadas fáciles de atravesar, sea por cursos de agua de régi-
otra: el enorme foso lleno de agua en movimiento formaba un límite lo
men normal, pueden gozar al mismo tiempo de las ventajas del conti-
mismo para los hombres que para los animales. Y sin embargo, ese
nente y apropiarse gradualmente las que ofrece el mar.
obstáculo, infranqueable para los ribereños primitivos, se ha convertido
En ciertos parajes, la _
en el gran vehículo de los civilizados, el medio de transporte para las
ola se presta benévola-
cosas, los hombres y las ideas. Seguidamente el batelero de los ríos se
mente á las tentativas de
hace el viajero por tierra, el comerciante, el hombre múltiple y diverso
los hombres. A l l á don-
que se encuentra bien en todos los pueblos; tal es el Diola del Sur, que
de el río se continúa en
se encuentra en todas partes, hasta más allá del Níger, y que hizo
estuario y el estuario en
su primer aprendizaje en las marismas del litoral.
golfo, la navegación si-
g u e naturalmente la mis-
Los mismos fenómenos históricos se observan respecto de las relacio-
ma dirección en la ve-
nes de los pueblos con el mar. ¡ Cuántas tribus, venidas de la estepa,
cindad de las costas,
de la montaña, de los bosques ó de los ríos, han tenido que detener-
unas veces espontánea-
se sobre la playa ó sobre el acantilado extremo, sobre el «Fin de las
mente por la voluntad
tierras» — Finisterre ó L a n d s e n d , — e s p a n t a d a s por la extensión de las
de los remeros que per-
aguas, sin límites visibles, por el monstruoso estruendo del choque
siguen su caza, sea invo-
de las olas! El mar, que había de llevar un día de mundo en mundo
luntariamente por el ca-
los orgullosos buques, fué para los hombres de las tierras un límite in-
pricho de los vientos ó
franqueable, dominados por el terror.
de las corrientes. La
Por lo demás, ciertas partes del litoral marino habían de ser para sus
transición se hace así,
habitantes verdaderas prisiones, no menos cerradas que los h o y o s de
del río al mar: el apren-
las montañas ó los claros perdidos en los bosques profundos. Además
dizaje del agua salada
de las islas y los archipiélagos de la costa, la zona litoral comprende es-
comienza en las aguas
pacios claramente separados de la tierra firme, dunas, pantanos ó rocas
dulces. Bahías protegi-
que permanecen casi inabordables del lado de las extensiones continen- DIOLA DE LAS RIBERAS DEL SUD
das contra el viento ó
tales. Los residentes, privados así de toda relación fácil con el país de Según una fotografía
pasos garantidos contra
más allá, quedan forzosamente recluidos en su estrecho territorio. Son
la marejada por islas ó cadenas de escollos, especialmente á lo largo.,
como plantas á las que falta el suelo nutricio: tales fueron largo tiempo
de las costas dálmatas, aseguran á^ los ribereños facilidades de navega-
los maraichins de la Vendée.
ción análogas á las que se tienen en los ríos, y esquifes del mismo géne-
Las poblaciones estrictamente marítimas, que quedaron casi comple- ro hubieron de construirse en sus orillas.
tamente separadas de las continentales, lograron, sin embargo, en varias
La navegación fluvial se cambia así poco á poco en costera, y ésta
comarcas obtener espacios y recursos suficientes para vivir en socieda-
en marítima. Con frecuencia el batelero es impulsado hacia alta mar;

I — 24
RÍOS Y MARES ^

bancos de arena, y adquiere confianza bogando sobre las olas inmensas'.


Los mares tienen, además, una fuerza de atracción muy particular,
procedente de la alternativa del flujo y del reflujo, invitando dos veces
por día á los habitantes del litoral á andar sobre el lecho momentánea-
mente abandonado por la marea: da gusto avanzar persiguiendo las olas
y huir delante de ellas cuando se lanzan de nuevo al ataque de la orilla.

Se habitúa al conocimiento del mar, á adivinar los abismos que encu-


bre, á estudiar su acción sobre las plantas y los animales. Para las
gentes de costa, el alimento habitual consiste casi exclusivamente en
pescados y otros «frutos de mar» que se encuentran principalmente
entre los charcos, entre las piedras de los arrecifes, ó en medio de los
fondo? de arena ó del fango.
Pero la difícil persecución de la caza marina y, en los jóvenes, el es-
píritu de aventura arrastraría á los ribereños del Océano á traspasar la
zona sometida á las mareas. ¿Cómo hubieran podido escapar los niños
al entusiasmo del j u e g o y de la lucha contra las olas? Ven las ondas
alinearse en largos rizos, hincharse cada vez más á la aproximación de la
orilla, avanzando como las columnas de un ejército en batalla; pronto se
erizan en agudas crestas, se curvan en crines de espuma y se desploman
sucesivamente, añadiendo cada una el ruido de su pesada masa al trueno
continuo de las rompientes, al silbido de las chispas que se lanzan obli-
cuamente á la playa. Este movimiento, este tumulto dan nueva embria-
guez al adolecente, ebrio y a de su fuerza: se precipita en el hervor de
las aguas; se bate contra la ola que le levanta, le derriba y le arrastra
sobre los guijarros, pero, valiéndose de un brusco reflujo, reaparece en
la superficie al otro lado de las aguas que caen, y vésele, en fin, j u g a n d o
como un tritón sobre la rizada onda que se desarrolla á lo largo.

Gracias á esos j u e g o s de fuerza y de destreza, luchando el hombre desde


su infancia con el poderoso mar, llega á moverse en él como un anfibio.

L o que cuentan los viajeros de los Carolinos, de los Polinesios y


otros insulares que viven en las aguas tibias de los mares tropicales toca
en lo maravilloso. Durante horas, Jiasta días enteros, los nadadores
oceánicos se mantienen sobre las olas como en su elemento natural.
En el siglo XVIII cuando los viajes que nos revelaron las costumbres •

Breusig, Die Geschichte der Nautik bei den Alten.


EL MAR Y SUS RIBEREÑOS IOI
TOO

cíe los habitantes de la mar del S u d , los buques echaban el ancla á


muchos kilómetros de la orilla de las islas por temor de los arrecifes, y
pronto se encontraban circundados de toda la población de las tierras
vecinas, hombres", mujeres y niños, que rodeaban las monstruosas em-
barcaciones dando gritos de alegría.
L a navegación no tardaría en aliarse á la natación, y en un principio
por los medios más rudimentarios. A s í los «gran BatangaS», gentes de
piel negra, de origen Bantu, que viven en el litoral africano, entre el
Kamerun y el Gabon, se sirven de esquifes que no pesan más de siete
á ocho kilogramos, que el batelero toma bajo el brazo cuando desem-
barca; por la forma general, esas embarcaciones largas, estrechas,
apenas ahuecadas, pueden compararse á los caballos de madera. Los
Batangas se sostienen sobre ellos á horcajadas, maniobrando con sus
piernas para dirigir, equilibrar el barco y evitar los golpes de las
olas que podrían llenarlo. Los europeos veían con admiración aque-
llos caballeros y sus ex-
trañas cabalgaduras des-
lizarse como insectos so-
bre el agua, dominando
con movimientos bruscos
aquellas olas tan temi- JEFE SIOUAN Y SUS ARTEFACTOS DE I'ESCA (SUMATRA)

das del quebrado litoral S e g ú n lyia fotografía

donde los marineros más


los Galápagos lo menos dos siglos antes de la llegada de los españoles,
experimentados no se
y llegaron probablemente hasta la isla de Pascua, donde, según algunos
aventuraban sin temor.
autores, dejaron como testimonio de su visita las extrañas esculturas
En mares en que la rompiente no es menos formidable, sobre las
transportadas hace poco al peristilo del Britisk Museum.- En los
costas de Coromandel, por ejemplo, los ribereños se sirven de calama-
mares donde soplan vientos ^regulares, alternando del día á la noche ó de
ram ó almadías, sobre los cuales se desarrollan libremente las olas, ame-
una estación á otra, las gentes audaces y aventureras se encuentran par-
nazando á cada asalto llevarse á los remeros. A s í mismo sobre las costas
ticularmente solicitadas, siendo naturalmente impulsados á viajar de isla
brasileñas, á lo largo de Bahía y de Pernambuco, suele encontrarse, muy
en isla, en los sitios que surgen las tierras á poca distancia unas de otras;
lejos de tierra, una jangada, simple construcción provista de una vela,
de ese modo hubo de hacerse la navegación en el mar E g e o , donde las
pobre reunión de madera ligera, sobre la cual voltea la ola, rociando al
etapas están marcadas de antemano, y la navegación 'debía de hacerse
remero, que ordinariamente suele verse obligado á amarrarse á su apara-
como por la atracción de imanes sucesivos.
• to fijando en él también su cantimplora y su pesada piedra de ancla.
Pero no todos l<*s mares son benignos ni todos los vientos propicios,
A bordo de embarcaciones de esa clase, unos marinos de la costa
y son escasos los parajes que merezcan realmente el nombre de Golfo de
americana, pertenecientes al grupo étnico de los Quichuas, descubrieron
I — 25
las Damas que los primeros pilotos españoles dieron al «Pacífico» meji-
cano, porque, como decían, el brazo de una mujer bastaba para dirigir la
embarcación. Ciertas partes del Océano, situadas en el recorrido de los
vientos rápidos, de las ráfagas y de los ciclones, se elevan y sefthunden
en ondulaciones poderosas donde, á veces en un caos hirviente de olas
entrechocadas, parece que todo esquife habría de desaparecer rápida-
mente. Y , sin embargo, tal es la fuerza de atracción que ejerce este mar
siempre en movimiento, *y tal es, por otra parte, la necesidad y el
hambre que sienten muchos pueblos establecidos sobre una costa estéril,
cerca de las aguas de pesca abundante, que, hasta en esos peligrosos sitios
el marino sea ventura sobre débiles tablas industriosamente reunidas.
S o b r e el contorno de los continentes, en las islas y en los archipiéla-
g o s , no hay lugar que no conserve en su nomenclatura toda una historia
siniestra de naufragios y desastres. Para los ribereños de la costa breto-
na, el nombre de «bahía de los Muertos» no es un término geográfico
como tantos otros, y al pronunciarlo piensan en la serie de dramas que allí
se han realizado en la e p o p e y a terrible de las existencias humanas devora-
das por el mar: se les representan los buques con los mástiles rotos, las
velas desgarradas, empujados de modo irresistible hacia la costa; oyen
el choque de la quilla rozando la arena, el arrastre de las anclas y de las
cadenas sobre las piedras; durante las noches tempestuosas, paréceles
oir los gritos, los lamentos de los desesperados, de los moribundos, hasta
*

de los muertos, sobre los mugidos de las olas.


Y si el mar obra tan poderosamente sobre los espíritus de las pobla-
ciones costeras más ó menos civilizadas y hasta de los marineros de
nuestras marinas modernas, á pesar de las nuevas invenciones, de las
maravillas de la máquina, de los itinerarios razonados, cuánta mayor de-
biera de ser su influencia determinante sobre insulares alejados de la
costa, viviendo, como las gentes de las Hébridas, de las O r k n e y , de
las Shettland ó de los Fáróer, sobre rocas casi sin árboles, revestidas
de un musgo escaso, cortadas bruscamente en acantilados por la erosión
de la ola y sin otra comunicación con la playa y el mar mugiente que es-
trechas fallas ó chimeneas casi verticales por donde se desciende p o r
TIPO D E CANOAS NEO-ZELANDESAS, HECHAS DE TRONCOS DE P A L M E R A S
medio de cuerdas.
(La re/a es de pahuas reunidas)
L a vida de los ríos obra poderosamente sobre el hombre, pero ¡cuán Dibujo de G. Roux, según una fotografía del Museo de Etnografía
poca cosa es un Mississipí, un río de las Amazonas, sin hablar de un Rhin
ó ele un Escalda, en comparación de.las extensiones oceánicas! Siguien-
do la forma y el contorno de las orillas, las latitudes, el régimen de los
vientos y de las corrientes, el mar es benigno ó terrible, manso ó formi-
dable, pero siempre aparece vivo, activo, apasionado, dotado aparente-
mente de una voluntad á la vez colectiva y múltiple en su conjunto y en
ca,da una de sus olas, en cada rompiente, en cada copo de espuma.

UNA «JANGADA» BRASILEÑA

Dibujo de G. Roux, según un documento fotográfico.

T o d a s nuestras leyendas, todas nuestras literaturas, desde la OdtSfa


celebrando la temible y poderosa vida del Océano «de las mil voces»,
nos hablan de él, pero los marinos sienten de muy distinta manera su
grandeza. No habiendo de limitarse, como los hombres de tierra, á gus-
tar sencillamente los goces estéticos, viven por y para el mar: es su ge-
nerador, su compañero y con frecuencia su asesino; le aman, le adoran,
pero se sienten fascinados, hechizados, aterrorizados por la vista de las
aguas, y viéndolas, piensan que dormirán un día en una capa de algas ó

m
de arenas. S u constante impresión da seriedad á la existencia: el mari-
nero conserva siempre en su plácida mirada como un reflejo de la muerte
que tantas veces ha desafiado.

E l gran contraste de los m e d i o s — c a m p i ñ a s del interior y playas ma-


rinas—determina una singular oposición entre las gentes de tierra y las
de mar. Del uno al otro ambiente todo ha cambiado, la naturaleza y
los individuos con ella. S e necesita formar parte de una humanidad y a
muy avanzada para abarcar en su espíritu y fundir en una unidad más alta
las impresiones tan diferentes y las ideas frecuentemente tan contradicto-
rias que sienten y profesan las gentes de la tierra firme y las de la
costa estremecida por el choque de las olas: por todas partes, en los orí-
genes, se manifiesta como un desdoblamiento entre los dos grupos de po-
blaciones actualmente unidos en el conjunto mundial. « L a historia se ha
engrandecido por grados con la grandeza de los mares» 1 y se hace una
cuando todas las cuencas marítimas se han unido en el inmenso Océano.
Una marcha de guerra, á menudo desviada por las incursiones y las
conquistas, separaba los enemigos. Establecidos en islas ó penínsulas,
los rudos marinos querían reservarse la posesión de sus pesquerías de
peces, de conchas, quizá de corales, de ámbar, de perlas y se pro-
veían para el tráfico de los objetos preciosos con los países lejanos. Se-
gún las circustancias, eran comerciantes ó piratas: en tal lugar de cambio
donde no hubieran podido ser los más fuertes, se presentaban como mer-
caderes honrados, cambiando sus géneros de conformidad con las reglas
convenidas del derecho de gentes que imponen los intereses recíprocos;
en otras partes se presentaban c o m o enemigos, saqueando ciudades,
matando los hombres y llevándose mujeres y niños para reducirlos á
FARO DE LA ISLA DE U N S T , El. PUNTO MAS AL NORTE DE I.AS I S L A S SI1ETLAND
la esclavitud.
Dibujo de G. Roux, según una fotografía.
El odio tradicional entre primitivos que difieren por el medio, la pro-
fesión y la comprensión general de las cosas, justificó durante mucho de la tierra firme. Alternativamente traficantes ó piratas, según las

tiempo esas atrocidades. conveniencias del momento, eran á la vez destructores por el estrago, la

L o s Fenicios.y los Cartagineses en los tiempos antiguos, los V i k i n g s muerte y la esclavitud; civilizadores poi-que traían mercancías, por las

en la Edad Media y recientemente los Berberiscos y los corsarios malayos ideas nuevas que sembraban en su camino, á veces también por los cru-

y chinos son ejemplos de esos pueblos marítimos, enemigos de las gentes zamientos que hacían nacer familias más aptas para la modificación y
para el progreso.

1 Ratzel, Anthropogcographie, I, pág. 2 7 3 ; — L a Réveillére, Conquctc de l'Occan.


E s ciertamente indispensable estudiar aparte y de una manera deta-
1-26
de arenas. S u constante impresión da seriedad á la existencia: el mari-
nero conserva siempre en su plácida mirada como un reflejo de la muerte
que tantas veces ha desafiado.

E l gran contraste de los m e d i o s — c a m p i ñ a s del interior y playas ma-


rinas—determina una singular oposición entre las gentes de tierra y las
de mar. Del uno al otro ambiente todo ha cambiado, la naturaleza y
los individuos con ella. S e necesita formar parte de una humanidad y a
muy avanzada para abarcar en su espíritu y fundir en una unidad más alta
las impresiones tan diferentes y las ideas frecuentemente tan contradicto-
rias que sienten y profesan las gentes de la tierra firme y las de la
costa estremecida por el choque de las olas: por todas partes, en los orí-
genes, se manifiesta como un desdoblamiento entre los dos grupos de po-
blaciones actualmente unidos en el conjunto mundial. « L a historia se ha
engrandecido por grados con la grandeza de los mares» 1 y se hace una
cuando todas las cuencas marítimas se han unido en el inmenso Océano.
Una marcha de guerra, á menudo desviada por las incursiones y las
conquistas, separaba los enemigos. Establecidos en islas ó penínsulas,
los rudos marinos querían reservarse la posesión de sus pesquerías de
peces, de conchas, quizá de corales, de ámbar, de perlas y se pro-
veían para el tráfico de los objetos preciosos con los países lejanos. Se-
gún las circustancias, eran comerciantes ó piratas: en tal lugar de cambio
donde no hubieran podido ser los más fuertes, se presentaban como mer-
caderes honrados, cambiando sus géneros de conformidad con las reglas
convenidas del derecho de gentes que imponen los intereses recíprocos;
en otras partes se presentaban c o m o enemigos, saqueando ciudades,
matando los hombres y llevándose mujeres y niños para reducirlos á
FARO DE LA ISLA DE U N S T , El. PUNTO MAS AL NORTE DE I.AS I S L A S SI1ETLAND
la esclavitud.
Dibujo de G. Roux, según una fotografía.
El odio tradicional entre primitivos que difieren por el medio, la pro-
fesión y la comprensión general de las cosas, justificó durante mucho de la tierra firme. Alternativamente traficantes ó piratas, según las

tiempo esas atrocidades. conveniencias del momento, eran á la vez destructores por el estrago, la

L o s Fenicios.y los Cartagineses en los tiempos antiguos, los V i k i n g s muerte y la esclavitud; civilizadores porque traían mercancías, por las

en la Edad Media y recientemente los Berberiscos y los corsarios malayos ideas nuevas que sembraban en su camino, á veces también por los cru-

y chinos son ejemplos de esos pueblos marítimos, enemigos de las gentes zamientos que hacían nacer familias más aptas para la modificación y
para el progreso.

1 Ratzel, Anthropogcographie, I, pág. 273; — I . a Réveillére, Conqucte de l'Occan.


E s ciertamente indispensable estudiar aparte y de una manera deta-
1-26
io6 L O S MEDIOS DIVERSOS

liada la acción especial de tal ó cual elemento del medio, frío ó calor, binado con el medio, se complica con muchas enfermedades, contagios

montaña ó llanura, estepa ó bosque, río ó mar, sobre tal ó cual pueblo repentinos que cambian de conformidad con el país y las latitudes, y se

determinado; mas por un esfuerzo de abstracción pura es como puede propagan al infinito en el conjunto efe las fuerzas que determinan la

presentarse ese rasgo particular del medio como si existiera separada- humanidad.

mente, y así es como se trata de aislarle de todos los demás para estudiar A l medio-espacio, caracterizado por los mil fenómenos exteriores, ha

su influencia esencial. de añadirse el medio-tiempo, con sus transformaciones incesantes y sus

Aun allí donde esta influencia se manifiesta.de una manera absoluta-


mente preponderante en los destinos materiales y morales de una socie-
dad humana, no deja de mezclarse á una multitud de otros incentivos,
concomitantes ó contrarios en sus efectos, lil medio es infinitamente
complejo, y el hombre, por consiguiente, se ve solicitado por miles de
fuerzas diversas que se mueven en todos sentidos, añadiéndose las unas á
las otras, unas directamente, otras siguiendo ángulos más ó menos obli-
cuos, ó contrariando mutuamente su acción.
D e ese modo, la vida del insular no está únicamente determinada por
la inmensidad de las olas que le rodean : es preciso tener en cuenta el
grado de latitud bajo el cual pasa su existencia, la marcha anual del sol
que le ilumina, las oscilaciones de la temperatura, la dirección y el ritmo
de los vientos, la acción, menos conocida, pero no menos positiva, de
las corrientes magnéticas con todos sus fenómenos de declinación, incli-
nación y de intensidad; conviene también consignar, alrededor del CALERA FENICIA

Dibujo de G. Roux, según una reconstitución del Museo del Louvre


g r u p o social que se estudia, la estructura de las rocas, la consistencia y
el color del suelo, el aspecto y la variedad de las plantas y de los ani- infinitas repercusiones. Si la historia comienza por ser «toda geogra-
males, el conjunto de los paisajes circundantes; en una palabra, todo lo fía», como ha dicho Michelet, la geografía se vuelve gradualmente
que en la Naturaleza exterior puede obrar sobre los sentidos. Cada «historia» por la reacción continua del hombre sobre el hombre. Cada
uno de nosotros es, en realidad, un resumen de todo lo que ha visto, nuevo individuo que se presenta, con acciones que admiran, con inteli-
oído y vivido, de todo lo que ha podido asimilarse por las sensaciones. gencia innovadora, con pensamientos contrarios á la tradición, resulta
Todavía ese medio primitivo constituido por el ambiente de las cosas, un héroe creador ó un mártir; pero, feliz ó desgraciado, obra y el
no es más que una débil parte del conjunto de las. influencias á que el mundo se encuentra cambiado. L a humanidad se forma y se reforma
hombre está sometido. L a s necesidades de la existencia determinan un con sus alternativas de progresos, de retrocesos y de estados mixtos,
modo de alimentación que varía según las comarcas; así la desnudez ó el cada una de las cuales contribuye de diverso modo á modelar, amasar y
vestido, la vida al aire libre ó las diversas habitaciones, grutas y techos reamasar la raza humana.
de hojas, cabañas y casas, obran y reaccionan sobre el modo de sentir y ¿Cómo enumerar todos esos hechos cuya acción se sucede con las
de pensar, creando así, en gran parte, lo que se llama «civilización», sociedades y las remueve constantemente? Las emigraciones, los cruza-
estado incesantemente variable de adquisiciones nuevas, mezcladas á mientos, las proximidades de pueblos, las idas y venidas del comercio,
supervivencias más ó menos tenaces. A d e m á s , el g é n e r o de vida, coin- las revoluciones políticas, las transformaciones de la familia, de la pro-
C o m o quiera que sea, las adaptaciones diversas de los pueblos, siem-
piedad, de las religiones y de la moral, el aumento ó la disminución del
pre complicadas con luchas y combates, no deben, sin embargo, ser con-
saber, son otros tantos hechos que modifican el ambiente y al mismo tiem-
sideradas como el resultado de la guerra contra la Naturaleza ó contra
po influyen sobre la parte de la*hutnanidad bañada en el nuevo medio.
otros hombres. Casi siempre, en perfecta ignorancia del Verdadero sen-
Pero nada se p i e r d e : las causas antiguas, aunque [atenuadas, obran aún
tido de la vida, nos complacemos en hablar del progreso como siendo
de modo secundario, y el investigador puede hallarlas en las corrientes
debido á la conquista violenta: no hay duda que la fuerza del músculo
ocultas del movimiento contemporáneo, lo mismo que el agua, desapare-
acompaña siempre á la fuerza de la voluntad, pero no puede reemplazarla.
cida del lecho primitivo de la superficie, se vuelve á e n t o n g a r en las ga-
En lenguaje ordinario se emplean las palabbras «lucha», «victoria» y
lerías de las cavernas profundas. A s í ha podido decirse con toda verdad
«triunfo», como si fuera posible utilizar otra vida que la de la Naturaleza
que «los muertos gobiernan á los vivos». « E l muerto c o g e al v i v o » .
para llegar á modificar las formas exteriores: es preciso saber acomo-
S e g ú n un proverbio cafre, de que pueden aprovecharse los blancos
darse á sus fenómenos, aliarse íntimamente á sus energías y asociarse
como los negros, «el hecho es hijo de otro hecho, y no ha de olvidar
á un número creciente de compañeros que la comprendan para hacer
jamás su genealogía». ^
o b r a que dure.
»»
Pero todas esas fuerzas varían de lugar á lugar, de edad á edad: en
C o m o se ve, el medio general se descompone en innumerables ele-
vano, pues, ha habido geógrafos que han tratado de clasificar, en un
mentos: unos pertenecientes á la naturaleza exterior y que se les suele de-
orden definitivo, la serie de los elementos del medio que influyen sobre
signar como el «medio» por excelencia, el ambiente propiamente dicho;
el desarrollo de un pueblo; los fenómenos múltiples, entrecruzados de la
otros de orclen diferente puesto que provienen de la misma marcha de
vida no se dejan numerar en un orden metódico. Harto difícil es la
las sociedades y se han producido sucesivamente, aumentando hasta el
obra, y no tiene más que un valor de convención y de apreciación per-
infinito, por multiplicación, la complexidad de los fenómenos activos.
sonal cuando se trata de un solo individuo. No hay duda que éste ha
Este segundo medio dinámico, unido al medio estático primitivo,
de tratar de «conocerse á sí mismo», como le han enseñado y repetido
constituye un conjunto de influencias en el que es siempre difícil, fre-
los filósofos; mas para conocerse á sí mismo, necesita conocer también
cuentemente imposible, reconocer las fuerzas preponderantes, tanto más
las influencias exteriores que le han modelado, estudiar la historia de sus
cuanto que la importancia respectiva de esas fuerzas primeras ó segun-
ascendientes, examinar en detalle los medios anteriores de su raza, adi-
das, puramente geográficas ó ya históricas, varía según los pueblos y
vinarse en el estado subconsciente, recordar las palabras ó las acciones
los siglos. A q u í son los- fríos intensos que causan la despoblación de
decisivas que le ha hecho escoger, como Hércules, entre los dos ó mejor
una comarca, la muerte de la raza, ó que, obligando á los hombres á inge-
dicho entre los mil caminos de la vida. Y cuanto más grandes son las
niarse para acomodarse á un medio demasiado rudo, contribuyen indi-
dificultades de estudio, cuando el pensamiento abarca vastas comunida-
rectamente al p r o g r e s o ; allá, el mar ó el río es el agente principal de la
des, naciones enteras que hasta han cambiado de nombre, de dueño, de
civilización; acullá es el contacto repetido con pueblos extranjeros, de
fronteras y de dominio durante el curso del t i e m p o s e engañan absolu-
diferente cultura, lo que fué la causa determinante del adelanto.
tamente sobre el origen de sus abuelos.
El cruzamiento de un pueblo ya muy avanzado en la ciencia y en las
También los historiadores, hasta investigadores como Taine, tan no-
artes con elementos de otra procedencia y de cultura inferior es nece-
table por su penetrante sagacidad, se limitan ordinariámente á descri-
sariamente el punto de partida de un nuevo retoño progresivo ó regre-
bir los medios y las edades inmediatamente próximas para interpretar
sivo: se ha visto respecto de Roma bajo la influencia de los griegos, y ,
de una manera general, respecto de todas las tribus del mundo bárbaro
1 Mougeolle, Statique des Civilisations.
que visitan los civilizados.
1-27 •
de Sagres, se transformó en un punto de partida para el descubrimiento
los h e c h o s . y los caracteres, método parcialmente bueno para dar ideas
de los continentes desconocidos. L a llanura constituye, para el movi-
generales .y medias, pero muy peligroso cuando se estudian genios o r i g i -
miento de la civilización, un mundo completamente diferente cuando está
nales, es decir, precisamente aquellos c u y o carácter, determinado por ele-
cubierto de árboles, cuando en ella brotan hierbas silvestres ó las
mentos distintos del medio ordinario, reacciona contra su ambiente. Tan
mieses, cuando la entrecruzan los caminos ó se destinan á la edificación
difíciles son los problemas de la historia relativos á la sucesión de los rae-
de viviendas humanas.
dios, que de ordinario se les separa sumariamente, arguyendo una pre-
Hay también rasgos de la Naturaleza que, sin haber cambiado en
tendida diferencia esencial de lo que se llama las «razas». Después de
nada, ejercen una acción muy diferente por el efecto de la historia gene-
haber tratado de comprender las influencias inmediatas que obran de una
ral que modifica el valor relatiyo de todas las cosas. L a forma de
manera evidente, se ponen todos los demás rasgos del carácter nacional
Grecia, por ejemplo, ha quedado la misma, e x c e p t o algunos detalles
á cargo d é l a supuesta raza. ¿Pero qué es la raza misma con todas sus
resultado de las erosiones y de los acarreos; pero ¡cuán diferente signi-
características de estatura, de proporciones, de rasgos, de amplitud c e r e -
ficación tuvieron esos mismos contornos y esos mismos relieves cuando
bral, sino el producto de los medios anteriores mutiplicándose al infinito,
el movimiento de la civilización se dirigía hacia Grecia viniendo de
durante todo el período transcurrido desde la aparición de los troncos-
Chipre, de Fenicia, de E g i p t o , ó, después, cuando el centro de gravedad
ipiciales del género humano '? L ó que se llama «herencia de los carac-
de la historia se situó en R o m a ! Entonces se produjo un contraste de
teres adquiridos» * JIO es más que esta acción sucesiva de los ambientes.
los acontecimientos, comparable al de la luz que se esparce á la aurora
L a raza está determinada como el individuo, pero ella emplea el tiempo
sobre la vertiente de una montaña y de la sombra que le invade al ano-
necesario.
checer. 1 Y no hacen surgir la vida de la Naturaleza triste, inerte en
apariencia, la proximidad de una capital, la de un puerto, de una mina,
L a historia de la humanidad, en su conjunto y en sus partes, no-
de un filón de hulla? El mismo desarrollo de las naciones implica esa
p u e d e , pues, explicarse feino por la adición de los medios con «intereses
transformación del medio: el tiempo modifica incesantemente el espacio.
compuestos» durante la sucesión de los siglos; mas para comprender
bien la evolución realizada, es necesario apreciar también en qué medida
los medios mismos han evolucionado por el hecho de la transformación
general, y modificado su acción en consecuencia. D e modo que tal
montaña que antes extendía grandes glaciares en las llanuras, y cuyas,
formidables pendientes nadie se atrevía á subir, ha cesado de detener el
movimiento de las naciones cuando amplios desfiladeros, apenas obstrui-
dos p o r las nieves ó hasta completamente libres, han abierto un camino
entre las breñas, y vías subterráneas han franqueado el paso, que han-
recorrido carruajes llenos de ociosos y durmientes. A s í también, tal río
que pudo ser un poderoso obstáculo á tribus débiles é inhábiles para la
n£Y e g a PÍó„n, se ha convertido después en la grande arteria de vida para
los. bateleros de sus márgenes.
A la orilla del Océano, tal «Fin.de las Tierras», c o m o el promontorio-

' Fricdrich Ratzcl, Volkerhinde, II, pág. 5.


* Matteuzzi, Les Facteurs de CEvolulion des Peuples, pág. 19.
TÜTot'
\7 < r;
TRABAJO
Del hombre nace la voluntad creadora
que construye y reconstruye el mundo.

CAPÍTULO III

EL TRABAJO.—LA IMITACIÓN.—AYUDA MUTUA.

DISCUSIONES, GUERRA.—INICIACIÓN DEL'CULTIVO DEL SUELO.

ASOCIACIÓN CON L O S ANIMALES.

I
L A diversidad principal que presentan actualmente los hombres es
la del género de trabajo determinado por las necesidades de la
vida. Originariamente, el antropopiteco vivía de semillas y de
frutos, como lo atestiguan sus uñas, sus dientes, sus músculos, toda su
anatomía 1 ; pero el aumento de las familias, la extensión del territorio
poblado, la falta de los alimentos habituales y el hambre, terrible conse-
jera, cSmbiaron las costumbres del hombre al mismo tiempo que cambia-
ba su medio. En su consecuencia, púsose el hombre á perseguir al
animal para comerle, y se hizo cazador^ pescador, matador de animales,
obedeciendo á las condiciones de la Naturaleza ambiente.
Esta acomodación al medio se ha hecho de las maneras más diversas,
: i

1 C u v i e r ; — F r . Houssay, Les Industries des Animaux, pág. 14.

I — 28
¡'.i'
EL HOMBRE Y LA TIERRA

digan lo que quieran la mayoría de los autores, que nos dan á este res-
pecto un orden de sucesión preciso y riguroso. Confiado en ellos, el
público admite fácilmente como verdades adquiridas las hipótesis cómo-
das y plausibles que dispensan de reflexionar. En virtud de esta rutina,
se nos dice que la humanidad ha pasado sucesivamente por estados de
civilización muy distintos, pero de ritmo regular. L o s tiempos primiti-
vos para todos los hombres serían aquellos en que se sustentaban con la
recolección al día de los frutos silvestres, la caza y la pesca; vendría
después el período de la vida pastoril, y la agricultura seguiría á su vez
á las edades de la existencia nómada dedicada á la guarda de rebaños.
'Condorcet, enumerando los «diez períodos» que distingue en la historia
de la humanidad, designa expresamente la «formación de los pueblos
pastores» y «el paso al estado agrícola» como las dos primeras etapas
del gran viaje del p r o g r e s o realizado hasta nosotros 1 ; pero el estudio
detallado de la Tierra prueba que esa pretendida sucesión de los estados
es una pura concepción del espíritu en desacuerdo con los hechos. La
diferencia en los medios de conquistar el alimento tuvo en todas partes
por causa determinante la diferencia misma del ambiente natural. El
hombre del bosque abundante en caza, el ribereño del río y del mar
abundantes en pesca, el habitante de las estepas infinitas donde abundan
los rebaños, y el montañés encerrado en un estrecho valle, debían de
tener géneros de vida diferentes, resultantes de las condiciones domina-
doras del medio.
Sin mencionar las costumbres particulares procedentes en tal ó cual
tribu, carnívora ó frugívora, de las tradiciones y del atavismo heredados
de la animalidad anterior, puede decirse de una manera general que el
estado, si no universal, al menos normal, fué el de la recolección, com-
prendida en su más amplio sentido, es decir, la utilización de todo lo que
al buscador famélico parecía conveniente. El hambre hace omnívoro: el
individuo perdido en el bosque llega á tomar por alimento toda clase de
insectos y despojos; comerá hierba y gusanos, gustará con más ó menos
repugnancia las bayas y las setas, con peligro de envenenarse, pero
ordinariamente con la prudencia común á los animales salvajes. Y lo
que el individuo se ve obligado á hacer, en nuestros días lo mismo que

1 Esquisee d'un tablean historique des proles de lEsprit humain.


en tiempos antiguos, tribus enteras y hasta naciones se han visto obliga-
das á practicarlo igualmente, sea de una manera permanente antes de
haber arreglado" la tierra para satisfacer sus necesidades, sea para una
estación ó durante todo un período de hambre '.
S e g ú n los países, el modo primitivo de la recolección de frutos silves-
tres puede ser determinado p o r las circunstancias de un medio espe-
cial, de modo que tome un carácter único en el mundo. L o s indígenas
que viven en el desierto arenoso de la Australia nord-occidental, y
que se ven obligados á recorrer la comarca en busca de los «puntos de
agua», que agotan sucesivamente, comienzan p o r quemar en su derre-
dor, á veces en un espacio de o c h o ó diez kilómetros de radio, la maleza
de Spiuifex y otras plantas secas; después e x t i n g u i d o el incendio,
hombres y niños, armados de un palo puntiagudo, exploran cuidadosa-
mente las cenizas para recoger en ellas l o s lagartos, sierpes, ratas, lom-
brices y semillas q u e el fuego, pasando rápidamente sobre el suelo, ha
asado ligeramente sin carbonizarles. Después, consumida la despensa,
ó agotada el agua, la tribu se dirige hacia otro sitio, donde repite el
mismo procedimiento, cumpliendo así regularmente, p o r un viaje circu-
lar, el ciclo del año de manantial en manantial y por una rotación de
incendios parciales prudentemente estudiados de a n t e m a n o ' .

En la maleza y en los bosques, el hombre que en ellos estaba reducido


á la recolección primitiva hubo de buscar en el mismo suelo los granos,
los bulbos y las raíces, trabando así conocimiento con los primeros ele-
mentos que habían de ayudarle un día á descubrir la agricultura. Veía
germinar las semillas en plantas nuevas, cogía los brotes que nacían en
la base de una rama envejecida, y tal tubérculo q u e encontraba en el
suelo había levantado la tierra con su débil t a l l o •

L a agricultura estaba, por decirlo así, en estado de prefloración en su


espíritu; no le faltaba para obrar más q u e la paciencia, la larga previ-
sión, la alianza con el tiempo.

El estado nómada, q u e suele colocarse en una etapa de civilización


anterior en el tiempo á la agricultura, p a r e c e , al contrario, e x i g i r más
larga preparación.

1 L i n k , Urwelt und Altcrthum.

! Davki W-
C a m b i e , Scottish Geographical Magazine, Marcfa .868, pág. . .6.
Fd. Hahn, Demeter und Baubo, pág. 5.
\

COSECHA, AGRICULTURA • 117


116 EL HOMBRE Y LA TIERRA

A s í los Nuers, acantonados en los pantanos y sobre las islas flotantes


E l ejemplo del Nuevo Mundo-en toda su extensión, desde el archi-
del Bahr-el-Djebel y del Bahr-el-Zeraf; ¿no están condenados al trabajo
piélago A r t i c o hasta las islas que dirigen sus puntas hacia la Antártida,
exclusivo de la pesca de semillas y de pescado, mientras permanezcan pri-
atestigua de manera clarísima que la agricultura para nacer no necesitó
vados de comunicaciones fáciles con las tierras desecadas del continente?
suceder al estado pastoril, puesto que se practicaban por gregarias ó na-
¿No estaban también, en una parte del mundo distante de la cuenca niló-
ciones que vivían en diversas partes del doble continente, en tanto que
tica, los insulares de las Lofoten dedicados forzosamente á la pesca marí-
en ninguna parte se encontraban pastores nómadas. Es cierto que los
tima antes que l a circulación de los vapores hubiese unido este litoral
Quichuas poseían un animal doméstico, la llama, pero la empleaban úni-
al resto de Europa?
camente para el transporte de las mercancías, y la masa de la pación
En otros sitios, cuando los agricultores hubieron y a domesticado
permanecía estrictamente sedentaria y agrícola: nadie podía abandonar
animales y aprendido á utilizar la leche de las hembras, la misma Natu-
su campo sin orden de los amos.
raleza asignó el estado pastoral á los habitantes de extensas comarcas,
Ningún hombre de genio había descubierto todavía en América el
inhabitables y a para los cazadores á causa de la escasez de la caza, ó no
arte de adiestrar las hembras para suministrar leche abundante fuera del
utilizables para los labradores, á consecuencia de la insuficiencia de las
período de la cría, y , hasta en el Mundo A n t i g u o , existen varias nacio-
lluvias: esas tierras no se prestan sino al paso de los ganados que, des-
nes que tienen horror á la leche. Los chinos y los japoneses, que tan
pués de haber comido la hierba de un distrito, se transportan rápida-
diversos conocimientos han recibido del Occidente, é indirectamente su
mente hacia otras partes de la estepa igualmente ricas en pastos. El
misma civilización no han aprendido jamás á alimentarse con la leche
labrador que se há instruido en el arte de hacer pacer los animales alre-
de la vaca doméstica. E s además probable que esta conquista de la
dedor de su vivienda y que requiere, sea su ayuda en el trabajo, sea su
humanidad exija muchos esfuerzos y tiempo, quizá también condiciones
leche, sea hasta su misma carne, y consiguientemente los protege contra
fisiológicas excepcionales en el animal, porque, en estado natural, los
las fieras, ese puede atrevidamente hacerse pastor y abandonar la región
animales no tienen leche más que para sus crías; la secreción cesa en
*
de los bosques ó las riberas del mar ó de los ríos para seguir á süs ani-
cuanto se les quita sus pequeños. Hahn e x p o n e la hipótesis que el p r i - males domesticados á las praderas sin límites, hasta los pastos de las
mer empleo de la leche consistió en hacer con ella homenaje á los dio- montañas próximas, al laclo opuesto de las rocas y de los torrentes.
s e s ' ; acaso se derramaría en libación, implorando el perdón por la suerte Unos terrenos de otro carácter, aquí espacios de arenas, de arcillas, de
de los terneros quemados sobre los altares. rocas ó de guijarros; allá mesetas nevadas ó desfiladeros que forman
zonas intermediarias entre países de producciones diferentes y permane-
E l desarrollo de la industria humana no se ha realizado, pues, si-
cen vedados por la Naturaleza á los labradores y á los pastores; entre
guiendo el orden antes imaginado, sino que ha debido modificarse de
dos territorios utilizados, esas regiones difíciles no pueden recorrerse
diverso modo según la naturaleza del medio. T o m e m o s como ejemplo
sino por traficantes solos ó agrupados acompañados de animales de
algunas de las poblaciones del Mundo A n t i g u o . L a s tribus de enanos
carga.
que en el A f r i c a central viven á la sombra de los bosques ilimitados,
En toda región natural, los contrastes del suelo, de la vegetación
¿podían tener otra industria dominante que la de la recolección silvestre
y de productos se completan por otros contrastes, el de las poblaciones
y la caza rudimentaria, á menos que las poblaciones vecinas, sus supe-
y su industria. E l ambiente explica el origen de esas diferencias entre
riores en fuerza física, no les permitieren ó vinieren á enseñarles la agri-
los hombres, y por qué tal forma inferior de civilización puede conser-
cultura y los cambios?
varse de siglo en siglo, independientemente de los progresos que modi-
1 Terrien de la Coupcrie, Chínese and Babylonian Record.
fican más ó menos rápidamente las naciones agrícolas, nacidas en las
1 Ed. Hahn, obra citada, págs. 23 y siguientes.
1 — 20"
regiones en que, condiciones favorables, han permitido la domesticación sequías prolongadas. L a vegetación espontánea del suelo, el aspecto

de los animales y el cultivo de plantas alimenticias. En todo tiempo la del terreno y algunos ensayos practicados con el arado le indican los

playa marítima y la ribera fluvial, la floresta ó la estepa, el desierto y el


N.° 16. Y u x t a p o s i c i ó n de t e r r i t o r i o s d i v e r s a m e n t e explotados
oasis, la áspera meseta y la montaña tuvieron habitantes adaptados
á la industria que imponía el medio.
L o que admira principalmente en la diversidad de los medios emplea-
dos por el hombre para la conquista del alimento, es que las civilizacio-
nes particulares
correlativas á
esas c o n d i c i o -
nes, se acercan
en el espacio mu-
cho más que en
la sucesión del
tiempo: se ve en
esto hechos de
orden geográfi-
co más que he-
chos históricos.

ÁRABE AGRICULTOR DE ARGELIA YENDO AL MERCADO I„ 0 S ÍndÍOS T i -

rDe
> una rfotografía.
, n e h s del «Gran
Norte» america-
no son cazadores, pescadores ó agricultores según los recursos que pre-
sentan las comarcas, florestales, lacustres ó aluviales
En el norte del A f r i c a los nómadas son caballeros, camelleros, cabre-
ros ó boyeros, según las diversidades del sueló y del clima \
Suele suceder que en un país donde se entremezclen dos regiones
naturales, el desierto y las campiñas más ó menos regadas, la población
1— P r a d e r a s y cultivos de los valles
pertenezca simultáneamente á dos estados: cada individuo, á la vez agri-
2 Cultivo de los ribazos
cultor y pastor, adquiere una sagacidad notable, una singular agudeza 3—Alpages
de los sentidos y un raro espíritu .de previsión en virtud de su doble
Cotes en metros.
industria. Llegada la época de las labores, monta en el camello, llevan-
1 125 000*

do su ligero arado y su saco de semillas, en busca de una tierra fecunda ' i * - ¿k».
y suficientemente húmeda para que 110 haya que temer el efecto de las sitios favorables; siembra allí su grano, y si el espacio utilizado no es
suficiente, va más lejos á la descubierta de otro campo temporal. Para
1 P. Hermann, fíull. de la Soc. be/ge de Géographie, 1904, n.° 5. pág. 342.
' A. de Preville, Les Sociélés africaines. el paso de los rebaños, necesita conocer el país en una gran extensión,
miles y miles de kilómetros cuadrados; ha de saber por tradición ó por diferentes de la civilización según la estación del año. L o s Khotonts,
estudio personal cuántas semanas ó meses podrá permanecer sobre el que viven en medio de los Mongoles y que, probablemente, han inmigra-
campo escogido; si existe fuente ó arroyo en las inmediaciones; qué do del Turkestán, no se entregan á la vida nómada sino después de
tribus, pacíficas ó guerreras, encontrará; qué caminos, qué días del año
se le ofrecen para la «ürashumancia» N.° 17. T r a s h u m a n c i a de la P r o v e n z a al «Oelfinado

Las modificaciones políticas y sociales debidas al conjunto del pro-


greso humano dan también por resultado el cambio de las fronteras
entre los estados de civilización: siguiendo las vicisitudes de los conflictos
y las invasiones de los pueblos se ve, como en la A m é r i c a del Norte y
en la Mongolia meridional, que los agricultores invaden las comarcas de
los pueblos cazadores ó pastores y los anexionan al dominio del arado;
otras veces, al contrario, se produce una vuelta ofensiva de los nómadas
que, reconquistando el suelo sobre los residentes, dejan que la hierba y
la maleza se apodere nuevamente de los campos cultivados y , completa-
mente impotentes para conquistar su pan por la siembra, han de* alimen-
tarse con la caza ó con la carne de los animales que se presentan en los
barbechos incultos: ese es el caso de un retroceso de civilización, de que
son ejemplos la antigua Caldea, el Haurán y ciertas regiones del A s i a
central. «
En el Nuevo Mundo, donde faltan los pueblos pastores, la transición
no puede hacerse sino desde el estado de primitivos que se ocupan de
caza ó de pesca al de civilizados, pastores, agricultores é industriales.
Ningún grado de civilización es absolutamente uno, porque la misma
Naturaleza es diversa y las evoluciones de la historia, especialmente de-
terminadas, se cumplen por todas partes de una manera diferente. Ape-
nas h a y sociedad de agricultores en que no haya cazadores y pescadores.
L o s Pieles Rojas, tan ardientes en la caza del bisonte, eran también
celosos recolectores de arroz, casi agricultores: sembraban y recolecta-
ban también el maiz. Una de las grandes fiestas era para los O d j i b e w a s
( C h i p p e w a y ) la recolección en los pantanos y los lagos las espigas de
arroz salvaje (zizania aquatica). E l nombre de Menominec, que se 1 : 2 000 0 0 0
j
i "10 h 5 0 . 76 ^ T o o kil
encuentra en tantos lugares de la cuenca alta del Mississipí, recuerda la \

antigua importancia de esta recolección «.


haber sembrado sus campos. L o s Cosacos de la Transbaikalia, ricos en
P o r lo demás, los mismos individuos pueden pertenecer á estados
campos bien cultivados, entran en estío en el interior de la Mongolia,
1
La Tuitisie (publicación oficial), I, págs. 58 y 59. dichosos por vagar durante varios meses en aquellas vastas soledades.
1 A.-E. Jenks, i</h R'eport ofihe Burean of Ethtiológy, págs. 1013 y 1137.
Y ¿qué otra cosa es la «vida de los A l p e s » para los aldeanos suizos, que
I -30
una rotación del estado de agricultura al de pastor 1 á la manera de los y de todas las desgracias consiguientes, que el acontecimiento sea para

Kalmukos, de los ICalkhas y de los Buriatos? En cuanto la vegetación la población que lo ha sufrido una causa poderosa de progreso. No hay
duda que los individuos han sufrido, han perdido quizá el producto de
se inicia, riegan sus praderas, escardan sus cultivos; después suben hacia
su trabajo y sus provisiones; ¿pero qué son esas pérdidas en compara-
.sus vinas, de las cuales recomponen sus fosos y sus muros de sostén: el
ción de las adquisiciones intelectuales q u e puede dar la adaptación á un
estío se anuncia y los' rebaños se elevan alegremente hacia los altos
nuevo medio?
pastos, la hierba fresca y sabrosa de las montañas; cuando los fríos des-
cienden hacia las llanuras, hay que bajar deprisa, pero los leñadores Es verdad que á veces el desastre trae algo más que ruinas materiales;

quedan en los bosques y los troncos de árbol corren sobre los planos ha habido poblacio-

inclinados y. viajan arrastrados por la corriente de los ríos. nes que han s i d o
diezmadas ó exter-

Siguiendo los medios secundarios de cada país, las poblaciones se minadas por esas

distribuyen en sociedades parciales: el conjunto de la humanidad se c a t á s t r o f e s de la

resume en cada uno de sus grupos. Hasta puede decirse que cada semi- Naturaleza, y en ese

lla ofrece en cierta medida ese resumen del género humano, porque los caso es preciso que

diversos trabajos, desde los que se practican en la choza de un s a l v a j e , — la tribu herida se

tal como la preparación de un manjar tradicional,—hasta los más refina- r e c o n s t i t u y a con

dos, como la lectura y la escritura, es decir, la comunión de los pensa- gran pena; que,

mientos á distancia, se cumplen bajo un mismo techo. T o d o estado de por una especie de

la civilización comprende una infinidad de supervivencias que datan cada reviviscencia de la

una de períodos históricos diferentes, pero que se unen en un organismo cual halle en sí mis-

armónico, gracias á la vida que incorpora las tradiciones de todo origen ma las huellas atá-

y de toda edad en una sola concepción general. vicas, vuelva á las


i n s t i t u c i o n e s del
L a s fuerzas necesarias á la producción de la regeneración en el
pasado, y vuelva á
hombre y en la sociedad son debidas siempre á un impulso procedente.
tomar penosamen- K A L M U H O DE I.A T U A N S B A 1 K A L I A
del exterior, hasta en el mismo niño genial animado por un sentimiento
te las costumbres De una fotografía.
de rebeldía contra las prácticas ó las obligaciones hereditarias. A veces
antiguas [en su lucha por la vida, lucha en la cual es, además, posible
el impulso procedente de la naturaleza inorgánica es brutal, imperioso,
que el g r u p o de hombres amenazado sucumba definitivamente. En el
sin apelación. U n a explosión volcánica, una inundación fluvial, una
eterno esfuerzo hacia lo mejor de la existencia y del bienestar, el hombre
invasión del mar, Tos estragos de un ciclón, han obligado en distintas
resulta algunas veces el más débil y retrocede entonces hacia el salvajis-
ocasiones á los habitantes de un país á abandonar la tierra natal para
mo primitivo; otras veces triunfa de los obstáculos y progresa tanto
refugiarse en comarcas hospitalarias. En ese caso el cambio del medio
más hacia un estado más elevado. 1
trae consigo forzosamente cambios de ideas, otra concepción de la natu-
raleza ambiente, otra manera de asociarse á-las circunstancias, diferentes
del medio anterior. Puede suceder, pues, que, á pesar de la catástrofe A las causas exteriores de cambio procedente de la naturaleza inani-
mada, se juntan, en los grupos humanos, las que provienen del impulso
1 A. A. Klemenz, Soc d'Anthr. Pctersbourg, 190"-— Ghbns, 21 noviembre 1901, p á g . ^ i o .
dado á la inteligencia por la enseñanza mutua, cuya forma ordinaria es el
juego. L a libre diversión es uno de los mayores educadores del hombre que pertenecemos y que continuamos es nuestro gran educador y nos

L o que llamamos el j u e g o y que distinguimos con tanto cuidado del tra- ofrece preciosos ejemplos para todos los actos de la vida.

bajo, fué, después del alimento, la forma más antigua de la actividad de En primer lugar, la ciencia por excelencia, la que consiste en buscar y

los hombres 4 . A s í como la madre se divierte enseñando á su hijo de en encontrar el alimento, ¿no ha sido admirablemente enseñada al hombre

pecho los movimientos, los ademanes y los sonidos que le acomodarán por sus hermanos mayores, vertebrados é invertebrados? Si el hombre,

gradualmente á su medio, así también los niños y los jóvenes entre sí sien- animal también, sufría por ignorar las artes de la recolección, de la caza y

ten profunda alegría haciendo en todos sus j u e g o s el ensayo de la vida. de la pesca, ¿no se multiplicaban los ejemplos que debía seguir á su alre-

E s tal su potencia de imaginación, que, estando solos, se complacen dedor? En la playa, los cangrejos y otros crustáceos indican los puntos

en representar escenas en las que son á la vez actores, pacientes y espec- de la arena ó del limo donde se ocultan determinados «frutos de mar»;

tadores; ¡pero con cuánta mayor pasión, con qué desenfrenado entu- todo animal que iba á recolectar frutos, á la excavación en busca de raí-

siasmo, con qué sinceridad en la fantasía se entregan á sus juegos ces, al cebo ó á la pesca fué cuidadosamente observado p o r el famélico, y

cuando participan muchos en él y cada uno tiene su papel en el drama ó éste probó á su vez las comidas más diversas, bayas y frutas, hojas y raíces,

la comedia! S o n alternativamente cazador y caza, vencedor y vencido, animales chicos y grandes que veía servir de alimento á sus hermanos

juez y víctima, culpable é inocente; pasan por todas las fases imagina- inmediatos. A d e m á s , el hombre ha podido preguntar á sus educadores

bles d é l a existencia, sienten todas las emociones, y , siguiendo las ten- el arte de almacenar sus víveres para los tiempos de escasez: los térmitas,

dencias naturales de su ser, aprenden á desarrollar tal ó cual de sus las hormigas, las abejas, los g e r b o s , las ardillas y los perros de las pra-

cualidades directoras: lo que adquieren tiene en su ser raíces tanto más deras le han enseñado á construirse silos para conservar en ellos el exce-

fuertes cuanto su manifestación se ha hecho inconscientemente; enton- dente de alimento recogido en las estaciones de abundancia: hay villa de

ces se imaginan ser creadores. Prodúcese en ellos como una especie de térmites, construida con un método arquitectónico muy superior al de las

ritmo entre la vida práctica ordinaria y la vida de imaginación que da el villas humanas de la misma comarca; ofrece un conjunto maravilloso de

j u e g o , y esta última existencia suele parecer la más real porque en ella galerías, de graneros, de secaderos y de almacenes que constituyen un

ponen toda su fuerza con la mayor intensidad. No es un simple recreo, mundo1. Por último, ¡cuántos medios terapéuticos, hojas, maderas

como lo practican las gentes gastadas, privadas de su impulso natural, es ó raíces, ha visto emplear á los animales el enfermo ó el herido!

la realización misma del ideal de infancia ó de juventud. Por lo demás, Hasta es posible que en varias comarcas deba el hombre los princi-
este ideal del hombre que se divierte no difiere del que ve flotar ante sí pios en agricultura al ejemplo de los animales. Según el naturalista
en el reposo de su pensamiento. H a y quien en sus j u e g o s aprende Mac G e e , el trabajo de la tierra americana dirigido á obtener una cose-
á quedar libre, á ser un compañero frañco y bueno; hay quien se inge- cha anual parece haber tenido origen en pleno desierto, especialmente
nia para mandar ó se habitúa á servir. En las diversiones, como en la en el país de los indios Papajos ó Papagos, parte del A r i z o n a próxima
vida seria, se ven tiranos y esclavos. al golfo de California, donde los indígenas tienen á la vista el trabajo de
las hormigas «laboriosas», cuyas colonias se extienden por la llanura en
«
decenas de millones, y han puesto en producción la cuarta parte si no la
A u n sin saberlo, el hombre, j u e g u e ó trabaje, se deja siempre arras-
tercera de toda la Papaguería. Cada colonia tiene su campo de cereales
trar por el ejemplo de o t r o ; la mayor parte de las espontaneidades
bien conservado y el aire bate el grano con una limpieza perfecta.
aparentes no son sino imitación. A s i como historiador puede hacerlo
El natural amor propio, suscitado á la vista de esos prodigios, había
constar en el origen mismo de la humanidad, el mundo de los animales á

1 Karl Groos, Die Spiele der Tiere; Die Spiele der Menschen. 1 Tuckey, Seluveinfurth, etc.
1 G. Perrero, Les Formes primitives du Travail.
juego. L a libre diversión es uno de los mayores educadores del hombre que pertenecemos y que continuamos es nuestro gran educador y nos

L o que llamamos el j u e g o y que distinguimos con tanto cuidado del tra- ofrece preciosos ejemplos para todos los actos de la vida.

bajo, fué, después del alimento, la forma más antigua de la actividad de En primer lugar, la ciencia por excelencia, la que consiste en buscar y

los hombres 4 . A s í como la madre se divierte enseñando á su hijo de en encontrar el alimento, ¿no ha sido admirablemente enseñada al hombre

pecho los movimientos, los ademanes y los sonidos que le acomodarán por sus hermanos mayores, vertebrados é invertebrados? Si el hombre,

gradualmente á su medio, así también los niños y los jóvenes entre sí sien- animal también, sufría por ignorar las artes de la recolección, de la caza y

ten profunda alegría haciendo en todos sus j u e g o s el ensayo de la vida. de la pesca, ¿no se multiplicaban los ejemplos que debía seguir á su alre-

E s tal su potencia de imaginación, que, estando solos, se complacen dedor? En la playa, los cangrejos y otros crustáceos indican los puntos

en representar escenas en las que son á la vez actores, pacientes y espec- de la arena ó del limo donde se ocultan determinados «frutos de mar»;

tadores; ¡pero con cuánta mayor pasión, con qué desenfrenado entu- todo animal que iba á recolectar frutos, á la excavación en busca de raí-

siasmo, con qué sinceridad en la fantasía se entregan á sus juegos ces, al cebo ó á la pesca fué cuidadosamente observado p o r el famélico, y

cuando participan muchos en él y cada uno tiene su papel en el drama ó éste probó á su vez las comidas más diversas, bayas y frutas, hojas y raíces,

la comedia! S o n alternativamente cazador y caza, vencedor y vencido, animales chicos y grandes que veía servir de alimento á sus hermanos

juez y víctima, culpable é inocente; pasan por todas las fases imagina- inmediatos. A d e m á s , el hombre ha podido preguntar á sus educadores

bles d é l a existencia, sienten todas las emociones, y , siguiendo las ten- el arte de almacenar sus víveres para los tiempos de escasez: los térmitas,

dencias naturales de su ser, aprenden á desarrollar tal ó cual de sus las hormigas, las abejas, los g e r b o s , las ardillas y los perros de las pra-

cualidades directoras: lo que adquieren tiene en su ser raíces tanto más deras le han enseñado á construirse silos para conservar en ellos el exce-

fuertes cuanto su manifestación se ha hecho inconscientemente; enton- dente de alimento recogido en las estaciones de abundancia: hay villa de

ces se imaginan ser creadores. Prodúcese en ellos como una especie de térmites, construida con un método arquitectónico muy superior al de las

ritmo entre la vida práctica ordinaria y la vida de imaginación que da el villas humanas de la misma comarca; ofrece un conjunto maravilloso de

j u e g o , y esta última existencia suele parecer la más real porque en ella galerías, de graneros, de secaderos y de almacenes que constituyen un

ponen toda su fuerza con la mayor intensidad. No es un simple recreo, mundo1. Por último, ¡cuántos medios terapéuticos, hojas, maderas

como lo practican las gentes gastadas, privadas de su impulso natural, es ó raíces, ha visto emplear á los animales el enfermo ó el herido!

la realización misma del ideal de infancia ó de juventud. Por lo demás, Hasta es posible que en varias comarcas deba el hombre los princi-
este ideal del hombre que se divierte no difiere del que ve flotar ante sí pios en agricultura al ejemplo de los animales. Según el naturalista
en el reposo de su pensamiento. H a y quien en sus j u e g o s aprende Mac G e e , el trabajo de la tierra americana dirigido á obtener una cose-
á quedar libre, á ser un compañero frañco y bueno; hay quien se inge- cha anual parece haber tenido origen en pleno desierto, especialmente
nia para mandar ó se habitúa á servir. En las diversiones, como en la en el país de los indios Papajos ó Papagos, parte del A r i z o n a próxima
vida seria, se ven tiranos y esclavos. al golfo de California, donde los indígenas tienen á la vista el trabajo de
las hormigas «laboriosas», cuyas colonias se extienden por la llanura en
«
decenas de millones, y han puesto en producción la cuarta parte si no la
A u n sin saberlo, el hombre, j u e g u e ó trabaje, se deja siempre arras-
tercera de toda la Papaguería. Cada colonia tiene su campo de cereales
trar por el ejemplo de o t r o ; la mayor parte de las espontaneidades
bien conservado y el aire bate el grano con una limpieza perfecta.
aparentes no son sino imitación. A s i como historiador puede hacerlo
El natural amor propio, suscitado á la vista de esos prodigios, había
constar en el origen mismo de la humanidad, el mundo de los animales á

1 Karl Groos, Die SpieJe der Tiere; Die Spiele der Menschen. 1 Tuckey, Scluveinfurth, etc.
1 G. Perrero, Les Formes primitives du Travail.
EL HOMBRE Y LA TIERRA

necesariamente de impulsar al Piel Roja á imitar la obra de la h o r m i g a :


cada año visita las regiones del Sur para traerse maíz, pepitas de cala-
baza y judías, que á su vuelta, al principio de la estación de las lluvias,
tira en las tierras regadas y en el suelo de los barrancos húmedos. Esa

•de buscar y conservar el alimento, á él también, ó á sus propios ante-


pasados, no menos debe el arte de escoger una vivienda ó de hacerse un
-abrigo. Más de una caverna le sería desconocida si no hubiese visto al
PERROS DE I.AS P R A D E R A S Y SUS SII.OS murciélago rodear la fisura de la roca en c u y o fondo se abre la puerta
De una fotografía.
secreta de las galerías subterráneas. Muchas buenas ideas le fueron dadas

práctica de siembra data probablemente de las edades más antiguas por el ave constructora de nidos, tan hábil en el arte de entretejer fibras,

y hasta parece haber sido en ese país la principal causa de la organiza- lanas y crines y hasta de coser las hojas. E l mundo de los insectos pudo

ción de los p a p a g o s en tribu L a agricultura, dice Mac G e e , en otra enseñar diversas industrias, sobre todo la araña, que teje entre dos ra-

m e m o r i a a , fué en sus orígenes una «industria del desierto». E s esta, mitas tan maravillosas redes, á la vez dúctiles, elásticas y firmes. E n el

sin duda, una afirmación demasiado categórica; pero al menos es cierto bosque se complace o y e n d o el ruido rítmico que hace el gorila g o l p e a n d o

que la antigua hipótesis, relativa al nacimiento del cultivo en las tierras una c a l a b a z a 1 ; sigue los caminos abiertos por el jabalí, la danta ó el

más fecundas, ha de ser también revisada. •elefante; observando las huellas del leqn, sabe hacia qué lado encontrará
el a g u a en el desierto, y el vuelo de las aves elevado á gran altura, le hace

Si el hombre debe mucho á su educador el animal respecto al modo adivinar el paso más fácil para la travesía de la montaña, y , sobre la re-

Itili:
1 Mac Gee, The American Anthropologist, X, 1895.
* La misma recopilación, VII, 1897.
1 Karl Groos, Dic Spicle der Menschcn, pág. 49. ¡ i

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lenguaje, la lectura, la escritura, el cálculo, la práctica de las artes y de
d o n d e , del mar, el estrecho más corto, la isla invisible desde la c o s t a .
las ciencias suponen la preexistencia y la cultura de la aptitud para la
Frecuentemente el instinto común al animal y al hombre enseno-
imitación: sin el instinto y el talento de imitar, no habría vida social ni
á éste el arte de fingir, de huir ó de disfrazarse en el momento de peli-
vida profesional. ; N o ha comenzado la literatura primitiva por la danza.
gro, y los ejemplos del animal lo mismo que los recuerdos de la propia
raza, le habían enseñado á «hacer el muerto», es decir, á p e r m a n e c e r
inmóvil para no atraerse sobre su cabeza el picotazo ó el zarpazo. Las- N.° 18. T e r r i t o r i o d e l o s i n d i o s P a p a j o s

madres pueden también aprovechar, para la educación de sus hijos, el


arte con que las aves dan la comida á los suyos, de medir el a l i m e n t a
y el tiempo del vuelo y de soltar los pajarillos y a dueños del espacio.
Finalmente, el hombre ha recibido del ave el inestimable sentido de la
belleza, y , más aún, el de la creación poética. ¡Cómo olvidar la alondra
que se lanza recta á la altura dando gritos de alegría, ó al ruiseñor que,
durante las noches de amor, llena el sonoro bosque con sus modulacio-
nes ardientes ó melancólicas! En la actualidad aprende á imitar al ave
para construir aereonaves; lo mismo que antes imitó al pez para modelar
esquifes con una espina dorsal que sirviera de quilla, aristas convertidas
en jambas y aletas transformadas en remos y en timón
E l dominio de la imitación comprende el mundo de los hombres to-
mismo que el de los animales. Hasta que una gregaria esté en contacto
con otra para que la necesidad de parecerse por tal ó cual carácter se
haga pronto sentir. En un mismo g r u p o étnico, el individuo que se
distingue de los otros por algún rasgo notable ó por algún trabajo p e r -
sonal se convierte también en un modelo para sus compañeros, y por
ello cambia en otro tanto el centro de gravedad intelectual y moral de 1: 6 000 000
toda la sociedad. Ordinariamente la imitación se hace de una manera o i'o 100 ?óo jóo k 11.
inconsciente, como por una especie de contagio, pero no por eso deja
de modificar á aquel á quien afecta y queda modificado en todo su ser. es decir, por pantomimas, actitudes rítmicas, acompañadas de la caden-

Las imitaciones conscientes tienen una parte menos importante en la vida, cia de los instrumentos y del sonido de la voz humana? ; Y la primera

pero todavía muy considerable, puesto que el hombre deseoso de hacerse forma de la justicia, es decir, del talión: « ¡ o j o por o j o y diente por

semejante á los otros puede ser impulsado por las facultades diversas de diente!» no es imitación pura? T o d o el código de las leyes no fué en

su ser, sea por simpatía, cuando se trata de un amigo, sea por obedien- otro tiempo más que la costumbre: se había convenido tácitamente en

cia, respecto de un amo, ó por fantasía, por moda y también por el repetir sin cesar, bajo la forma antigu^, lo que había sido hecho desde

deseo y la comprensión razonada de lo mejor*. tiempo inmemorial, y á este respecto la ley inglesa, que procura con
tanto empeño apoyarse en los «precedentes» se repite como una cam-
L a mayor parte, si no todas las funciones de orden intelectual, e l
pana c u y o sonido es siempre el mismo. L a regla de las conveniencias
• R: von Ihering, Les Indo-Ruropéens avant THistoirc, trad. de Meulenaere, pág. 197.
sociales es devolver visita por visita, comida por comida, regalo por
* Guibert, Societé<T Anthropologie de Pares, sesión de 18 abril 1873.
1 — :»2
regalo, y la moral misma ha nacido en su esencia de la idea del deber, que sin la ayuda mutua la vida misma sería imposible. T o d a vez q u e
i a s plantas, los animales y los hombres han logrado desarrollarse en
del pago, de la restitución de un servicio al hombre, á un g r u p o colec-
tribus, en pueblos inmensos, y que entre ellos un gran número de indi-
tivo, á la humanidad '.
v i d u o s han recorrido su espacio normal de vida durante días, meses ó

L a imitación se confunde en muchas circunstancias con la a y u d a


mutua, q u e fué en el pasado, que es aún en nuestros días y que será en
N.° 19. P a s o s d e l a s a v e s
todos los tiempos el principal agente de progreso del hombre. C uando ( Véase pág. 127)
en la segunda mitad del siglo XIX Danvin, Wallace y sus émulos e x p u -
sieron tan admirablemente el sistema de la evolución orgánica, por la
adaptación de los seres al medio, la mayor parte de los discípulos no
miraron más q u e el lado del asunto desarrollado por Danvin con más
detalles y se dejaron seducir por una hipótesis simplista, no viendo en el
drama infinito del mundo viviente sino la «lucha por la existencia».
Sin embargo, el ilustre autor de Origin of Specíes .y de Descent of Man
había hablado también del «acuerdo para la existencia»; había cele-
brado «las comunidades que, gracias á la unión del mayor número de
miembros asociados, prosperan bien y llevan á buen término la más rica
progenitura» «.

Pero ¡cuántos pretendidos «darwinistas» quisieron ignorar comple-


tamente todos los hechos de ayuda mutua y se pusieron á vociferar con
una especie de rabia, como si la vista de la sangre les excitase *al asesi-
DaprzJJA Pillpirn

nato: « E l mundo es un circo de gladiadores...; toda criatura está adies-


1; 40000000.

trada para el c o m b a t e ! » 3 Y bajo la cubierta de la ciencia, ¡cuántos 1500 kil


violentos y crueles se encontraron de pronto justificados en sus actos de
La configuración de los continentes es el factor predominante en los itinerarios de las aves de
apropiación egoista y de conquista brutal; satisfechos de contarse entre paso. Ciertas especies siguen, cada una con sus preferencias, las vías pehísgicas (numeradas
de 1 á 8 en rasgos plenos) y quedan á la vista de las costas; otras aves vuelan todo lo posible
los fuertes, cuántas veces han lanzado el grito de guerra contra los débi- sobre las tierras, á poca distancia del litoral y después penetran en el interior á lo largo de los
ríos (itinerarios puntilladosV
les: « A y de los v e n c i d o s ! »
No hay duda q u e el mundo presenta al infinito escenas de lucha y de
carnicería entre todos los seres que viven sobre el g l o b o , desde las años, es prueba de q u e los elementos de acuerdo han predominado sobre

semillas en conflicto por la conquista de un terruño y los huevos de pes- los elementos de lucha. E l sencillo «buen día» q u e en todos los países

cado que se disputan el mar, hasta los ejércitos en batalla exterminán- del mundo se cambia bajo las formas más diversas, indica cierto acuerdo

dose con furor por el acero, las balas y los obuses; pero los cuadros entre los hombres, procedente de un sentimiento al menos rudimentario

opuestos son todavía más numerosos, puesto q u e la vida predomina, y de buena voluntad de los unos respecto de los otros. Un proverbio
árabe lo expresa de la manera más noble: « U n a higuera mirando otra
1 G. Tarde, Les lois de V Imitation. higuera aprende á dar frutos.» S i bien es verdad q u e otro proverbio,
s Desceñí of Man, 2. a edición pág. 163.
3 Huxley, StruggJe for Existe/ice, and its bearing upon Man.
lleno todavía de los antiguos odios, limita esa buena voluntad á los
regalo, y la moral misma ha nacido en su esencia de la idea del deber, que sin la ayuda mutua la vida misma sería imposible. T o d a vez que
i a s plantas, los animales y los hombres han logrado desarrollarse en
del pago, de la restitución de un servicio al hombre, á un g r u p o colec-
tribus, en pueblos inmensos, y que entre ellos un gran número de indi-
tivo, á la humanidad '.
v i d u o s han recorrido su espacio normal de vida durante días, meses ó

L a imitación se confunde en muchas circunstancias con la a y u d a


mutua, que fué en el pasado, que es aún en nuestros días y que será en
N.° 19. P a s o s de las a v e s
todos los tiempos el principal agente de progreso del hombre. C uando ( Véase pág. 127)
en la segunda mitad del siglo x i x Darwin, Wallace y sus émulos e x p u -
sieron tan admirablemente el sistema de la evolución orgánica, por la
adaptación de los seres al medio, la mayor parte de los discípulos no
miraron más que el lado del asunto desarrollado por Danvin con más
detalles y se dejaron seducir por una hipótesis simplista, no viendo en el
drama infinito del mundo viviente sino la «lucha por la existencia».
Sin embargo, el ilustre autor de Origin of Species .y de Descent of Man
había hablado también del «acuerdo para la existencia»; había cele-
brado «las comunidades que, gracias á la unión del mayor número de
miembros asociados, prosperan bien y llevan á buen término la más rica
progenitura» «.

Pero ¡cuántos pretendidos «darwinistas» quisieron ignorar comple-


tamente todos los hechos de ayuda mutua y se pusieron á vociferar con
una especie de rabia, como si la vista de la sangre les excitase *al asesi-
DaprzJJA Pillpirn
nato: « E l mundo es un circo de gladiadores...; toda criatura está adies-
1; 40000000.

trada para el c o m b a t e ! » 3 Y bajo la cubierta de la ciencia, ¡cuántos 1500 kil


violentos y crueles se encontraron de pronto justificados en sus actos de
La configuración de los continentes es el factor predominante en los itinerarios de las aves de
apropiación egoista y de conquista brutal; satisfechos de contarse entre paso. Ciertas especies siguen, cada una con sus preferencias, las vías pelásgicas (numeradas
de 1 á 8 en rasgos plenos) y quedan á la vista de las costas; otras aves vuelan todo lo posible
los fuertes, cuántas veces han lanzado el grito de guerra contra los débi- sobre las tierras, á poca distancia del litoral y después penetran en el interior á lo largo de los
ríos (itinerarios puntilladosV
les: « A y de los v e n c i d o s ! »
No hay duda que el mundo presenta al infinito escenas de lucha y de
carnicería entre todos los seres que viven sobre el g l o b o , desde las años, es prueba de que los elementos de acuerdo han predominado sobre

semillas en conflicto por la conquista de un terruño y los huevos de pes- los elementos de lucha. E l sencillo «buen día» que en todos los países

cado que se disputan el mar, hasta los ejércitos en batalla exterminán- del mundo se cambia bajo las formas más diversas, indica cierto acuerdo

dose con furor por el acero, las balas y los obuses; pero los cuadros entre los hombres, procedente de un sentimiento al menos rudimentario

opuestos son todavía más numerosos, puesto que la vida predomina, y de buena voluntad de los unos respecto de los otros. Un proverbio
árabe lo expresa de la manera más noble: «Una higuera mirando otra
1 (i. Tarde, Les lois de VImitutiou. higuera aprende á dar frutos.» Si bien es verdad que otro proverbio,
s Desceñí of Man, 2. a edición pág. 163.
3 Huxley, Struggle for Existe/ice, and its bearlng upon Man.
lleno todavía de los antiguos odios, limita esa buena voluntad á los
miembros de una misma nación: «No mires á la palmera, dice el árabe^ dadas de pájaros de la isla L o y s a n al Oeste del archipiélago havayano.
Entre esos animales, la solidaridad va hasta la bondad y el sacrificio,
porque la palmera no habla al extranjero. »
tal como el hombre las concibe y las practica, aunque no siempre.

Son ¡numerables los ejemplos de ayuda mutua citados en las obras- Cuando un cazador tira, para recrear su ociosidad, sobre una banda de

de los naturalistas, y no hay uno solo que no puecla encontrarse bajo grullas y hiere una de ellas, la cual no volando más que con un ala corre

formas poco diferentes entre los h o m b r e s ' . Las hormigas y las abejas
suministran á este respecto hechos tan elocuentes, que admira el olvido
momentáneo en que los han dejado los protagonistas de una lucha cons-
tante y sin compasión entre todos los seres que combaten por la exis-
tencia. No hay duda que se producen guerras entre tal ó cual especie
de hormigas; también entre las hormigas hay conquistadores y propie-
tarios de esclavos; pero hay que reconocer igualmente que se ayudan
entre sí hasta el punto de nutrirse mutuamente en caso de necesidad y
de dedicarse á trabajos agrícolas y hasta industriales, tales como el culti-
vo de ciertos hongos y la transformación química de los granos y , p o r
último, que se sacrifican las unas por las otras con una devoción absoluta.
Hay colonias de hormigas, que comprenden hasta millones de hormigue-
ros habitados por especies aliadas, que presentan escenas de buena inte-
ligencia y de paz c o r d i a l A la vista de todas esas maravillas mentales,
se siente inclinación á repetir las palabras de D a r w i n : «el cerebro de la
hormiga es tal vez un prodigio superior al del cerebro del hombre».

Y entre las aves, los cuadrúpedos y los bimanos, ¡cuántos hermosos


ejemplos de solidaridad que une ciertas especies! La confianza mutua
entre individuos de la gran familia es tal, que ninguno tiene necesidad
de aprender el valor: los más pequeños pajarillos aceptan el combate
con un ave de rapiña; se ha visto á la nevatilla hacer frente á un ali-
moche y al gavilán. Los grajos, conscientes de su fuerza, dan cara al
águila y la acosan con sus burlas. En las tierras arcillosas que dominan
el río Colorado, en el Gran Oeste americano, se establecen tranquila-
mente colonias de golondrinas debajo de la roca donde pasa el halcón. GRULLA HERIDA SOSTENIDA I'OR SUS COMPAÑERAS

Ciertas especies no tienen casi más enemigo que el hombre, y en las


Dibujo de G. Roux.
condiciones ordinarias viven en paz con todo el universo, protegidas
por su perfecta unión, tales son los «republicanos» del C a b o , las coto- peligro de caer, se reforma inmediatamente la banda, y ' d o s compañeras,

rras y p a p a g a y o s de los bosques americanos y hasta hace poco las b a n - una de derecha y otra de izquierda, sostiene con su vuelo el fatigado é
ineficaz de la amiga desgraciada. Hasta pequeños pajarillos se unen á
1 P. Kropotkin, Mutual aid among the Animáis, « Nineteenth Century», 1890.
los emigrantes para acompañarlos sobre el Mediterráneo: se han visto
1 Forel, Bates. Romane?, etc.
I —33
alondras descender con bandadas de grullas después de haber atravesado -ancianos que se practica en diversos países — e n t r e los Hattas, de Su-
el m a r 1 ; si han sido auxiliadas ó no directamente, lo cierto es que al matra, y a n t e s entre los Tchuktchi siberianos ya mencionados — e s un

menos deben de haber sido acogidas para el gran viaje. hecho que convendría citar más como ejemplo de ayuda mutua que

E s , pues, contraria á toda verdad la aserción de los pesimistas que •como testimonio de la barbarie de las poblaciones donde tienen lugar

hablan del mundo animal como si se compusiera únicamente de destruc- tales sucesos. En una comunidad en que todos viven para todos, en

tores desgarrándose á bocados y zarpazos y bebiendo la sangre de las que la prosperidad del g r u p o entero es el objeto principal de cada uno

víctimas*. Dígase lo que se quiera, la lucha por la vida no es la ley por y en que la dificultad de vivir es á veces grande á consecuencia de la
falta de alimento ó del frío excesivo, a l ' a n c i a n o , que recuerda su vida
excelencia, y el acuerdo mutuo es con mucho superior en la historia del
pasada en el esfuerzo de la lucha común y que se siente ya impotente
desarrollo de los seres. L a mejor prueba de ello la tenemos en el hecho
para continuarla, comprende perfectamente la lógica de las cosas: la
de que las especies más dichosas con su destino no son las mejor armadas
v i d a le pesa de modo diferente que al anciano de las naciones civilizadas,
para la rapiña y la matanza, sino al contrario, las que provistas de armas
<iue, por los hábitos morales y las relaciones de sociedad, continúa
poco perfeccionadas, se ayudan mutuamente con más e m p e ñ o : no son
siendo útil en cierta medida, ó al menos puede imaginárselo. «Comer
las más feroces, sino las más amantes.
•el pan de los otros», cuando se comprende tan bien la indispensable
necesidad del alimento por excelencia para los colaboradores más activos
L o mismo puede decirse respecto de los «primitivos» ó «salvajes»
d e la comunidad, acaba por convertirse en un verdadero suplicio, y por
entre los hombres, porque los testimonios de la prehistoria, lo mismo
eso las personas de edad, y a inutilizados, escandalizados y horrorizados
que el estudio de las poblaciones contemporáneas, nos muestran un gran
<Ie sí mismos, piden á los suyos les ayuden á partir hacia el país del
número de tribus que viven en paz y hasta en la armonía de una posesión
reposo eterno ó de una nueva vida eternamente j o v e n . ¿Son verdade-
común de la tierra y de un trabajo también común; los ejemplos de po-
ramente mejores las familias modernas con sus padres envejecidos, cuan-
blaciones guerreras armadas solamente para el combate y viviendo exclu-
do sufriendo éstos enfermedades atroces, piden llorando que se les libre
sivamente de depredaciones sorf muy raras, aunque citadas con frecuen-
del suplicio continuo ó de los dolores agudos, y que, so pretexto de
cia. E s de moral constante entre los participantes que el individuo, si
amor filial ó conyugal, se les deja gemir lamentablemente durante sema-
la escasez se hace sentir, debe ponerse á ración para que las provisiones
nas, meses ó años?
puedan durar más tiempo, y á menudo los grandes, lejos de abusar de
su fuerza, se privan en beneficio de los pequeños. E l hecho capital de La forma comunitaria de la propiedad, que prevaleció en casi todos
la historia primitiva, tal como se nos presenta en casi todos los países los países del mundo y que se mantiene acá y allá, hasta en las comarcas
del mundo, es que la gens, la tribu, la colectividad, es considerada como más completamente acaparadas por propietarios individuales, permite
el ser por excelencia, al que cada individuo da su trabajo y hace el sacri- hacer constar que la ayuda mutua fué el ideal y la regla en los pueblos
ficio entero de su persona. L a ayuda mutua es tan perfecta, que en agrícolas que alcanzaron un grado de civilización muy avanzada. Allí
diferentes circunstancias se extiende hasta más allá de la muerte: así en también el cuidado de cada uno debió de ser la propiedad de todos,
las Nuevas Hébridas, cuando moría un niño, su madre ó su tía se mata- como lo atestiguan las mismas palabras que sirven para designar la co-
ban voluntariamente para ir á cuidarle en el otro mundo \ lectividad de los aldeanos asociados. t Tales son las «universidades» de
Hasta el asesinato ó, por mejor decir, la muerte voluntaria de los los Vascos, los «mir» ó pequeños «universos» de los Rusos, las «zadru-
.ghi» ó «amistades» de los Serbios, las «fraternidades» de los Buriatos.
1 L. Buxhaum, Der zoologische Garlen, 1886, pág. 133.
E l término de «comuna» que el uso del latín y de sus lenguas deriva-
1 P. Kropotkin, Nmetcenih Century, noviembre 1890, pág. 702.
a Gilí, en Waitz et Gerland, Anthropologie, pág 641. b a s ha generalizado en el mundo, se aplica á todos los hombres «que
l.A PAZ Y LA Gl'ERRA
EL HOMBRE Y L A TIERRA

toman parte en las cargas», es decir, á todos los que se ayudan mutua- Por un singular trastorno de las cosas, el choque brutal entre los

mente. Y de la comuna nace la comunión, la participación en el festín hombres, la «guerra mala», como la llama Homero, es lo que muchos

y el cambio de los pensamientos íntimos; porque el «hombre no vive escritores afectan celebrar y hasta á veces glorifican sinceramente, como

solamente de pan», y la ayuda mutua no ha cesado de producirse por la la mayor educadora de la humanidad. Preciso es ver en ello la super-

comunicación de las ideas, la enseñanza y la propaganda. No hay un vivencia de las antiguas creencias en la virtud del sacrificio, causadas

hombre, ni el más egoísta, que no se esfuerce en inculcar en la inteligen- por el terror de lo desconocido, por el miedo á los espíritus malos que
van por los aires, á los manes insaciables que quieren renacer haciendo
cia ajena su manera de concebir las cosas, y cuanto más la sociedad
morir los vivos. «Sabe eme se necesita sangre para que v i v a el mundo
progresa, más aprende el individuo aislado, aun inconscientemente, en
y los dioses, sangre para conservar la nación entera y perpetuar la espe-
ver semejantes en los que le rodean. L a vida, que fué simplemente ve-
cie». Si no se hubiera derramado sangre, ni pueblos, ni naciones, ni
getativa, en los tipos inferiores de la animalidad, lo mismo que para los
reinos conservarían la existencia. « ¡ T u sangre vertida, oh mediador,
hombres que vivían en la brutalidad primera, toma un carácter muy dife-
extinguirá la sed de la tierra, que se animará con nuevo v i g o r ! » Así
rente y mucho más amplio en aquellos en quienes la inteligencia y e l
cantaban los Khonds de la India Central, degollando una víctima pro-
corazón se ha engrandecido. A d q u i r i e n d o la conciencia de vivir añaden
piciatoria para repartir la carne, fecundar los campos y santificar sus
un nuevo objetivo al objetivo primero, que se limitaba á la conservación
hogares'.
de la existencia: el círculo infinitamente desarrollado abarca para lo su-
cesivo el bienestar de la humanidad entera'. Ninguna ciudad, ninguna muralla se fundó en tiempos pasados entre
ciertos pueblos, sin que la primera piedra hiciese derramar la sangre de

Pero hay retrocesos, terribles á veces, en la marcha del progreso hu- una víctima. Según la leyenda, el Radjahdhava, pilar de hierro que

mano. L a ayuda mutua, que tanto ha contribuido á desarrollar de hom- indica el centro de las ciudades que se sucedieron en el solar en que

bre á hombre y de pueblo á pueblo todos los elementos de mejora actualmente se eleva la ciudad de Delhi, se baña continuamente en san-

mental y moral, suele ceder frecuentemente el puesto á la lucha intestina, g r e ; fué plantado en el mismo sitio donde el innumerable ejército de los

al feroz desencadenamiento de los odios y de las venganzas. E s e furor hombres serpientes, es decir, de los indígenas, fué enterrado vivo, á la
gloria de Youdichtira, hijo de Pandou.
de exterminio entre los hombres nació casi en todas partes entre los ca-
zadores, los matadores de profesión. La caza que hace el carnívoro á Es cierto que las guerras, fenómeno histórico' complejo que abraza
los animales, que es y a una verdadera guerra, desarrollando en el hom- toda la sociedad en el conjunto de la vida, pueden haber sido, en virtud
bre como en el animal los instintos de crueldad y astucia, pudo llegar á de su misma complejidad, ocasión de progreso, á pesar de la destrucción,
ser indirectamente la causa de la guerra propiamente dicha, de las em- de las ruinas y de los males de toda especie que directamente han cau-
presas de enconado odio dirigidas al exterminio de los semejantes; por- sado. No hay duda que tal conflicto entre tribus ó naciones, precedido
que el cazador, preocupado siempre con la idea de encontrar alimento de viajes de exploración que suministraron interesantes noticias sobre
suficiente, "no puede menos que ver con desagrado al rival que le disputa comarcas poco conocidas, después, terminada la lucha, tuvo por conclu-
su presa: llega el momento en que el odio estalla y en que el hombre sión tratados de alianza y relaciones frecuentes de comercio y de amistad.
v u e l v e las armas contra el h o m b r e ' . Esta primera guerra nacida de la Esas relaciones fueron favorables, por cuanto ensancharon el horizonte
caza, tiene por objeto la supresión de concurrentes, ¡ y cuántas otras le si- de pueblos que antes se ignoraban, aumentaron su haber y desarro-
' g u e n , todas inspiradas por el mismo rudo deseo de captura y de dominioL llaron sus conocimientos; pero la verdad es que, lejos de ser resul-

' A. Comte, Philosophie positive, 1869, pág. 494- ' Elie Reclus, Les Primitifs, pág. 374.
5 G. de Molinari, Grandeur et Décadence de la Guerre, pág. 6 y 7.
I -31
LA PAZ Y LA CIERRA
EL HOMBRE Y L A TIERRA

toman parte en las cargas», es decir, á todos los que se ayudan mutua- Por un singular trastorno de las cosas, el choque brutal entre los

mente. Y de la comuna nace la comunión, la participación en el festín hombres, la «guerra mala», como la llama Homero, es lo que muchos

y el cambio de los pensamientos íntimos; porque el «hombre no vive escritores afectan celebrar y hasta á veces glorifican sinceramente, como

solamente de pan», y la ayuda mutua no ha cesado de producirse por la la mayor educadora de la humanidad. Preciso es ver en ello la super-

comunicación de las ideas, la enseñanza y la propaganda. No hay un vivencia de las antiguas creencias en la virtud del sacrificio, causadas

hombre, ni el más egoísta, que no se esfuerce en inculcar en la inteligen- por el terror de lo desconocido, por el miedo á los espíritus malos que
van por los aires, á los manes insaciables que quieren renacer haciendo
cia ajena su manera de concebir las cosas, y cuanto más la sociedad
morir los vivos. «Sabe eme se necesita sangre para que v i v a el mundo
progresa, más aprende el individuo aislado, aun inconscientemente, en
y los dioses, sangre para conservar la nación entera y perpetuar la espe-
ver semejantes en los que le rodean. L a vida, que fué simplemente ve-
cie». Si no se hubiera derramado sangre, ni pueblos, ni naciones, ni
getativa, en los tipos inferiores de la animalidad, lo mismo que para los
reinos conservarían la existencia. « ¡ T u sangre vertida, oh mediador,
hombres que vivían en la brutalidad primera, toma un carácter muy dife-
extinguirá la sed de la tierra, que se animará con nuevo v i g o r ! » Así
rente y mucho más amplio en aquellos en quienes la inteligencia y e l
cantaban los Khonds de la India Central, degollando una víctima pro-
corazón se ha engrandecido. A d q u i r i e n d o la conciencia de vivir añaden
piciatoria para repartir la carne, fecundar los campos y santificar sus
un nuevo objetivo al objetivo primero, que se limitaba á la conservación
hogares'.
de la existencia: el círculo infinitamente desarrollado abarca para lo su-
cesivo el bienestar de la humanidad entera'. Ninguna ciudad, ninguna muralla se fundó en tiempos pasados entre
ciertos pueblos, sin que la primera piedra hiciese derramar la sangre de

Pero hay retrocesos, terribles á veces, en la marcha del progreso hu- una víctima. Según la leyenda, el Radjahdhava, pilar de hierro que

mano. L a ayuda mutua, que tanto ha contribuido á desarrollar de hom- indica el centro de las ciudades que se sucedieron en el solar en que

bre á hombre y de pueblo á pueblo todos los elementos de mejora actualmente se eleva la ciudad de Delhi, se baña continuamente en san-

mental y moral, suele ceder frecuentemente el puesto á la lucha intestina, g r e ; fué plantado en el mismo sitio donde el innumerable ejército de los

al feroz desencadenamiento de los odios y de las venganzas. E s e furor hombres serpientes, es decir, de los indígenas, fué enterrado vivo, á la
gloria de Youdichtira, hijo de Pandou.
de exterminio entre los hombres nació casi en todas partes entre los ca-
zadores, los matadores de profesión. La caza que hace el carnívoro á Es cierto que las guerras, fenómeno histórico' complejo que abraza
los animales, que es y a una verdadera guerra, desarrollando en el hom- toda la sociedad en el conjunto de la vida, pueden haber sido, en virtud
bre como en el animal los instintos de crueldad y astucia, pudo llegar á de su misma complejidad, ocasión de progreso, á pesar de la destrucción,
ser indirectamente la causa de la guerra propiamente dicha, de las em- de las ruinas y de los males de toda especie que directamente han cau-
presas de enconado odio dirigidas al exterminio de los semejantes; por- sado. No hay duda que tal conflicto entre tribus ó naciones, precedido
que el cazador, preocupado siempre con la idea de encontrar alimento de viajes de exploración que suministraron interesantes noticias sobre
suficiente, "no puede menos que ver con desagrado al rival que le disputa comarcas poco conocidas, después, terminada la lucha, tuvo por conclu-
su presa: llega el momento en que el odio estalla y en que el hombre sión tratados de alianza y relaciones frecuentes de comercio y de amistad.
v u e l v e las armas contra el h o m b r e ' . Esta primera guerra nacida de la Esas relaciones fueron favorables, por cuanto ensancharon el horizonte
caza, tiene por objeto la supresión de concurrentes, ¡ y cuántas otras le si- de pueblos que antes se ignoraban, aumentaron su haber y desarro-
' g u e n , todas inspiradas por el mismo rudo deseo de captura y de dominioL llaron sus conocimientos; pero la verdad es que, lejos de ser resul-

' A. Comte, Philosophie positive, 1869, pág. 494- 1 Elie Reclus, Les Primitifs, pág. 374.
5 G. de Molinari, Grandeur et Décadence de la Guerre, pág. 6 y 7.
I -31
po después de las ¡causas que los originaron: toman carácter atávico.
tado de la guerra, provenían, por el contrario, del movimiento producido
después en sentido inverso, y si las matanzas no se hubieran perpetrado, ¿No han dado, con toda sinceri-
dad, los profesores alemanes al pue-
si las alianzas hubieran antecedido á la efusión de sangre, no se hubieran
blo de Francia el nombre de «ene-
obtenido á costa de ningún sacrificio. Sucede que el pueblo no recuer-
migo hereditario»? Y , dicho senci-
da los hechos pacíficos, los acontecimientos que no han provocado terror
llamente, ¿no es verdad, que duran-
ni desesperación: sólo recuerda los «años terribles» y refiere á esas
te mucho tiempo, fué costumbre,
fechas fatales los resultados de todas clases, malos ó buenos, que es ne-
cesario distinguir claramente unos de otros y repartir de otro modo,
según las causas que los han determinado. No hay que hacerse ilusio-
nes: el odio nace de la guerra y le engendra; el amor entre los hombres
tiene por causa la armonía de los esfuerzos. A la ayuda mutua han de
referirse una vez más las felices consecuencias que parecen derivarse de

las luchas intestinas.


¡Pero cuántas veces la guerra ha llevado sus consecuencias hasta su
límite extremo; cuántas veces ha sido lógica hasta el fin, produciendo
el exterminio completo de una tribu y hasta de un pueblo, de una raza,
suprimiendo así toda posibilidad de progreso, puesto que no quedaban
y a seres vivientes que pudieran gozar de é l ! E l odio, como el amor, se
inicia fácilmente entre los hombres; estalla en pasión súbita entre los
jóvenes que cortejan una misma mujer; lanza igualmente una contra
otra las tribus que quieren poseer un mismo sitio de caza, de pesca ó de
existencia. Y no es sólo el conflicto de los intereses lo que inspira el
o d i o : basta que las diferencias de aspecto, de estatura, de color y de
aptitudes sean muy marcadas para que broten espontáneamente las ene-
mistades. L a s hormigas negras y las hormigas rojas realizan terribles
batallas; hombres negros, rojos, amarillos, morenos y blancos entrecho-
can también fácilmente impulsados por la imaginación natural de perte-
necer á otras razas, quizá á otras humanidades.
S e odia también á causa del contraste que forman los géneros de
vida: desde el origen, al segundo día de la creación, la leyenda bíblica
muéstranos dos hombres, un pastor y un labrador, que se dispu-
El. P I L A R DE H I E R R O «RADJAIIDI! A V A » EN DEI.lll
tan hasta la muerte de uno de ellos. Verdad es que, según la misma
leyenda, ese odio provenía de Dios, quien, rechazando la ofrenda del Dibujo de O . R o u y , según una fotografía..

labrador, hizo nacer el rencor contra el hermano privilegiado. Y los


odios, avivados sin cesar por las narraciones, por los cantos guerre- en el lenguaje corriente á través del estrecho, tratarse de «cerdo inglés»
ros y por la renovación de los conflictos se prolongan mucho tiem- y de «rana francesa»? También existe el odio de villa á villa. ;Por
ESCLAVITUD, ESFUERZO INDIVIDUAL
1

qué? Porque se odiaron los padres y los abuelos. La ferocidad se bosques brasüeños veía caer de un gran árbol (Bertholetiaexcelsa) una
pesada nuez, gruesa como la cabeza de un hombre, que, rompiéndose
transforma en deber
sobre el suelo ó sobre una raíz, lanzaba sus semillas á lo lejos, ¿cómo
L a esclavitud, consecuencia de la guerra, no se comprende sino por
no había de comprender que aquellos granitos contenían en germen otros
el desconocimiento absoluto de todo derecho en el hombre dominado.
tantos árboles semejantes al que acababa de despojarse de ellos? Frutos
El esclavo no tiene y a las cualidades humanas, , no tiene «alma», no-
de menores dimensiones, como la balsamina «impaciente», se desem-
existe. Y lo que es verdad del esclavo que se. tiene bajo la mano se
barazan de sus semillas de una manera análoga; mejor aún, el cacahuete
convierte también en verdad para el esclavo eventual ó futuro, del ene-
se entierra él mismo, y al niño que le observa le da una lección directa de
migo ó del que pertenece á una tribu extranjera: no puede tener dere-
agricultura; por último, las hierbas rastreras que, de distancia en distan-
chos, no puede esperar ningún respeto. Las excepciones qué se
cia, muerden el suelo y plantan en él sus raicillas como verdaderos dien-
producen respecto de las necesidades del comercio, de las práticas tradi-
tes, y los vegetales de tubérculos, que se rodean en la tierra de una
cionales de la hospitalidad ó la recepción de embajadores se separan de
enjambre de otras tantas bolsas nutricias, enseñan también al hombre, de
la moral corriente, se ponen al abrigo de sanciones religiosas; pero no
la manera más evidente, los procedimientos que han de seguirse para re-
por eso deja de considerarse justo hacer «presa» contra el enemigo,,
novar de año en año la generación vegetal. H a y pocos niños campesi-
el «hombre de nada» \
nos, entre los que disponen de algún tiempo ocioso, en quienes no se haya

L a unión de los hombres por el trabajo en común se completa natu- desarrollado espontáneamente el amor del cultivo. ¿Quién de nosotros

ralmente, desde las edades de la animalidad, por la utilización y aun por no ha plantado su árbol frutal? Y lo que actualmente hace cada niño,

transformaciones de la Naturaleza. A s í hubieron de asociarse los primi- lo hicieron también los pueblos niños en las diversas regiones de la

tivos para hacerse, como los monos y tantos otros animales, camas de Tierra, bajo diferentes formas, según los contrastes de los medios.

hierbas y techos de ramas yuxtapuestas y hasta entretejidas. ¿No se L a agricultura nació, pues, en mil puntos diferentes; pero se com-
construyen nidos las aves y algunos peces? ¿No edifica el castor esclu- prende bien que muchos primitivos hayan sido más inclinados á procu-
sas que contienen una morada para su familia? ¿No tiene el mono una. rarse el alimento por la caza y por la guerra que por el cultivo del suelo;
vivienda bien acomodada, á la altura media de los árboles, con t e c h o porque el labrado de las tierras y los trabajos de la siembra y de la reco-
y suelo de ramas? 5 C o m o ellos, el hombre aprendió espontáneamente lección, cuando se hacen en grande, exigen una aplicación sostenida, re-
á proveerse con amplitud de los productos vegetales de la tierra: ¿no le flexión y paciencia, mientras que la persecución de la caza ó del hombre
habían enseñado, marmotas, abejas y hormigas á hacer provisiones en es principalmente una obra de pasión: aunque impulsado por el hambre,
verano para el invierno? el primitivo ve en la caza una verdadera diversión que la perspectiva de
La diversidad de medios y la diferencia de circunstancias originaron un accidente cualquiera, hasta la misma muerte, hace más intensa y
formas especiales de agricultura, debidas, no á la iniciación del hombre más excitante. En este caso la excitación acaba por transformarse
por sus «hermanos inferiores», sino á su propio genio, á su espíritu de en locura: en la lucha el hombre y a no raciocina; no tiene más que un
observación, guiado por las necesidades de la existencia. Las explosio- deseo: morder su presa; desgarrarla á dentelladas; dividirla en trozos
nes de semillas que se hacen con violencia, hasta con ruido, no podían
menos de atraer la atención de los hombres; cuando el salvaje de l o s L a domesticación de los animales ha de ser en muchas ocasiones más
fácil que la utilización de las plantas, puesto que muchos de ellos se pre-
1 Leôn Cladei, La /''¿te native de Saint-Barthélémy Porte-Glaive.
Eduard Meyer, Die Sklaverei im Altert hum, piig. 10.
3 Tylor, Antkropology, p;ig. 229. Guillaume Ferrero, Des Formes primitives du Travail, «Revue Scientilique», 14 mayo 1896.

1-35
los corrales de Europa, y todo induce á pensar que ese volátil comenzó,
sentaron al h o m b r e 1 , y viviendo la misma vida, las especies se compren-
como la paloma, por pedir refugio y alimento al hombre, y que al fin,
dían mutuamente. En el territorio de Carnot, en el Africa ecuatonal, los
habituados completamente á ese nuevo medio, temió aventurarse en la
animales de la selva, domesticados fácilmente, constituyen una especie de
selva ó sobre las abrasadoras arenas '. La industria del hombre no tuvo
república de lo más curioso; entre aquellos numerosos comensales del
que ejercerse en esta evolución del animal: bastaron la simpatía, la
hombre, distinguíase en 1898 un gran mono amarillo, que por su propia
bondad natural y la comunidad de intereses.
autoridad se había constituido en vigilante: llevaba á pacer los carneros,
como lo hacen los perros de Europa, y mordía enfurecido las patas de
los que se apartaban del rebaño. Después, cuando los animales pacían
tranquilamente, montaba sobre el que tenía más cerca y le despojaba de
parásitos; evidentemente mostraba interés en hacerse el asociado del
hombre, y si se concluyó el trato, fué por su iniciativa personal'.

H a y comarcas en que puede decirse que esta asociación es forzosa,


v a que el suelo y el clima colocan al hombre y los animales en condicio-
nes de estricta interdependencia. E n los ranchos y corrales de Nuevo
Méjico, del Arizona y de la Sonora, los buitres «basureros» se hacen
necesariamente comensales de la familia, y de una parte y de otra, entre
las aves y los hombres nace un sentimiento colectivo de propiedad
común y de solidaridad; cuando se presenta un extraño, el buitre se
mantiene á cierta distancia con aire sospechoso, después, cuando sale el
intruso, el buitre se acerca con satisfacción manifiesta: como las aves
domésticas, pertenece á la gran familia del corral.
L a paloma gusta también de la vecindad del hombre, y frecuente-
mente cuando el águila ó el halcón se ciernen en el espacio, busca un
refugio cerca de la cabaña del hombre y hasta bajo su techo. E l lobo
UNO DE L O S .MONOS DEJ. T E R R I T O R I O CARNOT (AFRICA ECUATORIAL) MONTADO
menos familiar, es, si no un comensal, al menos un parásito del SOBRE UN CARNERO PARA DESPOJARLE DE PARÁSITOS

indio mejicano. Sabido es que viene por la noche á rodear el hogar Dibujo de G. Roux, de una fotografía.
para recoger las sobras de la comida, y se evita con cuidado espantarle;
se le reconoce como una vaga parentela, y en cambio de la tolerancia Por un fenómeno análogo, el hombre y el animal se comprendieron
q u e se le asegura durante sus visitas nocturnas, se espera de el una pro- á menudo recíprocamente en otros medios para buscar el alimento
tección eficaz contra los genios malechores de las noches. común. A s í , los cuclillos del Africa meridional y los Hotentotes han

L a domesticación de los animales no es más que un grado superior sabido asociarse perfectamente para la explotación de las colmenas de

de la familiaridad primera, procedente del cambio de servicios y del abejas: los primeros se encargan de^descubrir el nido, después lo indi-

hábito. En la Sonora y el Arizona el pavo es tan doméstico como en can por medio de gritos penetrantes al hombre, quien responde por un

' Victor Meunier, Les Singes domestiques.


' W. J. Mac Gec, The Beghmmgot Zoocullure, «American Anthropologist», 1897.
• Blom, Mouvemmt géographique, 6 noviembre 1898.
los corrales de Europa, y todo induce á pensar que ese volátil comenzó,
sentaron al h o m b r e 1 , y viviendo la misma vida, las especies se compren-
como la paloma, por pedir refugio y alimento al hombre, y que al fin,
dían mutnamente. En el territorio de Carnot, en el Africa ecuatonal, los
habituados completamente á ese nuevo medio, temió aventurarse en la
animales de la selva, domesticados fácilmente, constituyen una especie de
selva ó sobre las abrasadoras arenas '. La industria del hombre no tuvo
república de lo más curioso; entre aquellos numerosos comensales del
que ejercerse en esta evolución del animal: bastaron la simpatía, la
hombre, distinguíase en 1898 un gran mono amarillo, que por su propia
bondad natural y la comunidad de intereses.
autoridad se había constituido en vigilante: llevaba á pacer los carneros,
como lo hacen los perros de Europa, y mordía enfurecido las patas de
los que se apartaban del rebaño. Después, cuando los animales pacían
tranquilamente, montaba sobre el que tenía más cerca y le despojaba de
parásitos; evidentemente mostraba interés en hacerse el asociado del
hombre, y si se concluyó el trato, fué por su iniciativa personal'.

H a y comarcas en que puede decirse que esta asociación es forzosa,


v a que el suelo y el clima colocan al hombre y los animales en condicio-
nes de estricta interdependencia. E n los ranchos y corrales de Nuevo
Méjico, del Arizona y de la Sonora, los buitres «basureros» se hacen
necesariamente comensales de la familia, y de una parte y de otra, entre
las aves y los hombres nace un sentimiento colectivo de propiedad
común y de solidaridad; cuando se presenta un extraño, el buitre se
mantiene á cierta distancia con aire sospechoso, después, cuando sale el
intruso, el buitre se acerca con satisfacción manifiesta: como las aves
domésticas, pertenece á la gran familia del corral.
L a paloma gusta también de la vecindad del hombre, y frecuente-
mente cuando el águila ó el halcón se ciernen en el espacio, busca un
refugio cerca de la cabaña del hombre y hasta bajo su techo. E l lobo
UNO DE L O S .MONOS D E L T E R R I T O R I O CARNOT (AFRICA ECUATORIAL) MONTADO
menos familiar, es, si no un comensal, al menos un parásito del SOBRE UN CARNERO PARA DESPOJARLE DE PARÁSITOS

indio mejicano. Sabido es que viene por la noche á rodear el hogar Dibujo de G. Roux, de una fotografía.
para recoger las sobras de la comida, y se evita con cuidado espantarle;
se le reconoce como una vaga parentela, y en cambio de la tolerancia Por un fenómeno análogo, el hombre y el animal se comprendieron
q u e se le asegura durante sus visitas nocturnas, se espera de el una pro- á menudo recíprocamente en otros medios para buscar el alimento
tección eficaz contra los genios malechores de las noches. común. A s í , los cuclillos del Africa meridional y los Hotentotes han

L a domesticación de los animales no es más que un grado superior sabido asociarse perfectamente para la explotación de las colmenas de

de la familiaridad primera, procedente del cambio de servicios y del abejas: los primeros se encargan de^descubrir el nido, después lo indi-

hábito. En la Sonora y el Arizona el pavo es tan doméstico como en can por medio de gritos penetrantes al hombre, quien responde por un

' Victor Mcunier, Les Singes domestiques.


• Blom, Mouvement géograpliique, 6 noviembre 1898. ' W. J. Mac Gec, The Beghmmgot Zoocullure, «American Anthropologist», 1897.
silbido; en seguida van de acuerdo al pillaje del botín, á la repartición
;
de los víveres, porque el hombre, obligado al reconocimiento por su in-
terés, deja siempre á su compañero una parte suficiente del hallazgo.
! . . -

Existe el mismo género de asociación para la pesca. La golon-


drina de mar, g u í a al batelero lapón sobre el Pallajerri, probablemente
también sobre los otros lagos de la comarca, y , mediante participación,
en el festín, le designa los bancos de pescados donde el pescador podrá
tender sus redes con toda seguridad. Otros muchos tratados sin pala-
bras, lo que no impide su observancia, se celebran también entre el

hombre y las aves pescadoras.


A n t e s que el chino aprendiera á domesticar el Cormorán y á estre-
charle el cuello con un anillo para impedirle la deglución del pez captu-
rado, fué comensal del volátil, pescando juntos en los ríos y en los lagos.
En muchos ríos del interior, la alianza, l i b r e - p a r t e s iguales entre el
hombre y el ave — ñ o ha sido violada aún en beneficio del más fuerte.
También se han formado ligas, no para el alimento, sino para la defensa,
especialmente contra las serpientes.
En la Martinica, en Sainte Lucie, las aves de la selva se reúnen
tumultuosamente para señalar al hombre la presencia del trigonocéfalo,
y celebran con gritos de triunfo y cantos de felicitación, á la gloria del
vencedor, la muerte del detestado enemigo.
Nuestra alianza con el perro, el compañero principal del hombre en
la lucha por la existencia, presenta análogo origen. S e ha observado
frecuentemente que perros salvajes, ó vueltos al estado libre, se asocian
hasta por docenas para obligar á la carrera á un animal que sería harto
temible ó demasiado rápido para uno solo de sus perseguidores.
A s í mismo, en ocasión de hallarse unos hombres cazando animales
grandes por su propia cuenta, se han visto cánidos tomar también
parte en la caza, contando con que después de la captura el jefe de mon- CHINO PESCANDO CON LA A Y U D A DE LOS CORMORANES

tería no dejaría de darles un trozo de la presa que habían ayudado Dibujo de G. Roux, según documento fotográfico.

á capturar. A s í se selló el tratado de alianza entre los cazadores,


obra de cooperación del hombre con los animales; para ciertas especies
hombres y perros, y de la asociación debió de nacer, tarde ó temprano,
fué la única razón de alianza. Las gacelas y otros rumiantes, que se
la servidumbre del animal, menos fuerte por la inteligencia y la volun-
asociaron á los ribereños del Nilo, son en su mayor parte comensales que,
tad. D e esa manera llegaron los pueblos cazadores á domesticar los
antes de ser animales domésticos utilizados por el hombre como ali-
halcones. mento, eran verdaderos amigos, protegidos por un contrato tácito escru-
L a amistad primera, espontánea, tuvo también su importancia en la
pulosamente observado.

1-36
ASOCIACIÓN DEL HOMBRE Y DEL ANIMAL 147

En muchas poblaciones, sobre todo en la América meridional, los


A este respecto, los Denkas, pastores ribereños del alto Nilo, en las
jóvenes, y más aun las mujeres, tienen un talento maravilloso para en-
regiones en que vagando el río á través de las llanuras es frecuentemente
cantar los animales. H a y cabaña de indio rodeada de una colección
obstruido por islas flotantes, pueden ser considerados como hallándose _
de animales diversos entre los cuales hay dantas, corzos, didelfos
en la época de transición. L a cría del ganado, que pace en el mar
y hasta jaguares; vense allí monos que saltan por las ramas sobre la
onduloso de largas hierbas, es la única ocupación de aquellos negros, su
cabaña, pécaris hocicando por el suelo, tucanes, p a p a g a y o s que posan
único ideal; el animal compañero es para ellos, como para los Brahma-
aquí ó allá. Las grandes aves agamis y los perros son los defensores
nes hiridus una especie de dios; no hay juramento más fuerte y más res-
de toda la gran familia, y un extranjero no logrará penetrar en la cabaña
petado que la palabra jurada por los antepasados de la vaca.
si no es introducido por los mismos huéspedes.
Para sí mismos los Denkas no tienen más que chozas ó simples, alber-
Con todos esos familiares, un europeo moderno proveería su cocina,
gues, mas para las vacas enfermas construyen enfermerías admirable-
pero el indio respeta la vida de los animales criados por él: pertenecen
mente limpias sobre tierras siempre secas, que se elevan en islas en
á la casa, y si prestan servicios domésticos para la guarda ó para la vigi-
medio de la llanura; viven casi únicamente de la leche de sus animales,
lancia, la violencia no tuvo en ello participación: de la libre asociación
vacas y cabras, que se dejan ordeñar complacientemente, y no matan
nació la comunidad de vida.
jamás animales sanos. L a s vacas denkas, graciosos seres que parecen
Por lo demás, es cierto que, gracias á ese compañerismo, la evolu-
antílopes, son respetadas todo el tiempo que es posible; sus amos,
ción de los animales que se adhieren al hombre se hace mucho más
muy sobrios, aunque muy fuertes, sólo comen una vez al día, al ponerse
rápida, del mismo modo que en la sociedad humana la inteligencia del
el sol, y se alimentan con la carne de los bóvidos enfermos ó heridos; no
alumno se desarrolla en proporción de las cualidades correspondientes
obstante, sucede a veces, en tiempo de escasez, que sangran sus animales
de sus educadores.
para beber su sangre, que mezclan con la crema. L a comunidad de cos-
tumbres les ha hecho venerar las serpientes inofensivas que saben son L o que es verdad para nuestra especie lo es también para las otras.

muy golosas de la leche, y cada vivienda tiene varios de esos ofidios fa- Se comprende difícilmente que los mismos partidarios de la teoría de la

miliares á los que se conoce individualmente y se llama por su nombre «. evolución hayan podido pretender, después de haber visto á los animales
domésticos asociados al hombre, que la progresión intelectual de los
Del mismo modo, los civilizados del vecino E g i p t o domestican los
seres, desde el estado rudimentario de los microbios hasta el organismo
cocodrilos. En la A n t i g ü e d a d , las gentes de Denderah dícese que eran
complicado y á la astucia sutil del chacal y de la zorra, á la prudencia
muy hábiles para encantar esos animales, comunes en el Nilo en aquella
del elefante, esté marcada por una ley fatal de fijación.
época, y se servían de ellos como de monturas.
Según esa hipótesis, el animal permanece encerrado en un círculo del
A n t e s que unos mal aconsejados europeos ejerciesen su destreza ma-
que no puede salir. L o s perros de caza y la pieza perseguida no pueden
tando los saurios del lago de Pir Mangho, cerca de Karatchi ( K u r a -
variar sus astucias, los insectos y los vertebrados industriosos no apren-
chee), aquellos animales sagrados acudían fielmente al llamamiento de
derán jamás un-nuevo procedimiento, y ningún pájaro cantor modificará
sus guardianes y se dejaban montar por pintores piadosos que adorna-
sus acentos. Es posible que la evolución de la inteligencia animal se
ban sus hocicos con p i n t u r a s ' . L o s chiquillos de Palembang juegan
haya hecho con mayor lentitud que la del hombre, desde que éste se po-
también con los cocodrilos, que se hallaban bien alimentados por los
seyó de instrumentos, pero se continúa en todas las especies prósperas.
restos de cocina que caen de las casas sobre pilotes edificados en el río.
H a y similitud de evolución entre el hombre y sus hermanos inferiores.
1 Georg Schwcinfurth, Im Herzen Afrikas.
« Richard Burton, Siud revisüed; Hermann von Schlaginhveit, Rasa, in India, und Donde quiera que se han constituido pequeñas sociedades, mundos
Hochasiai.
ASOCIACIÓN DEL HOMBRE Y DEL ANIMAL 147

En muchas poblaciones, sobre todo en la América meridional, los


A este respecto, los Denkas, pastores ribereños del alto Nilo, en las
jóvenes, y más aun las mujeres, tienen un talento maravilloso para en-
regiones en que vagando el río á través de las llanuras es frecuentemente
cantar los animales. H a y cabaña de indio rodeada de una colección
obstruido por islas flotantes, pueden ser considerados como hallándose _
de animales diversos entre los cuales hay dantas, corzos, didelfos
en la época de transición. L a cría del ganado, que pace en el mar
y hasta jaguares; vense allí monos que saltan por las ramas sobre la
onduloso de largas hierbas, es la única ocupación de aquellos negros, su
cabaña, pécaris hocicando por el suelo, tucanes, p a p a g a y o s que posan
único ideal; el animal compañero es para ellos, como para los Brahma-
aquí ó allá. Las grandes aves agamis y los perros son los defensores
nes hiridus una especie de dios; no hay juramento más fuerte y más res-
de toda la gran familia, y un extranjero no logrará penetrar en la cabaña
petado que la palabra jurada por los antepasados de la vaca.
si no es introducido por los mismos huéspedes.
Para sí mismos los Denkas no tienen más que chozas ó simples, alber-
Con todos esos familiares, un europeo moderno proveería su cocina,
gues, mas para las vacas enfermas construyen enfermerías admirable-
pero el indio respeta la vida de los animales criados por él: pertenecen
mente limpias sobre tierras siempre secas, que se elevan en islas en
á la casa, y si prestan servicios domésticos para la guarda ó para la vigi-
medio de la llanura; viven casi únicamente de la leche de sus animales,
lancia, la violencia no tuvo en ello participación: de la libre asociación
vacas y cabras, que se dejan ordeñar complacientemente, y no matan
nació la comunidad de vida.
jamás animales sanos. L a s vacas denkas, graciosos seres que parecen
Por lo demás, es cierto que, gracias á ese compañerismo, la evolu-
antílopes, son respetadas todo el tiempo que es posible; sus amos,
ción de los animales que se adhieren al hombre se hace mucho más
muy sobrios, aunque muy fuertes, sólo comen una vez al día, al ponerse
rápida, del mismo modo que en la sociedad humana la inteligencia del
el sol, y se alimentan con la carne de los bóvidos enfermos ó heridos; no
alumno se desarrolla en proporción de las cualidades correspondientes
obstante, sucede a veces, en tiempo de escasez, que sangran sus animales
de sus educadores.
para beber su sangre, que mezclan con la crema. L a comunidad de cos-
tumbres les ha hecho venerar las serpientes inofensivas que saben son L o que es verdad para nuestra especie lo es también para las otras.

muy golosas de la leche, y cada vivienda tiene varios de esos ofidios fa- Se comprende difícilmente que los mismos partidarios de la teoría de la

miliares á los que se conoce individualmente y se llama por su nombre «. evolución hayan podido pretender, después de haber visto á los animales
domésticos asociados al hombre, que la progresión intelectual de los
Del mismo modo, los civilizados del vecino E g i p t o domestican los
seres, desde el estado rudimentario de los microbios hasta el organismo
cocodrilos. En la A n t i g ü e d a d , las gentes de Denderah dícese que eran
complicado y á la astucia sutil del chacal y de la zorra, á la prudencia
muy hábiles para encantar esos animales, comunes en el Nilo en aquella
del elefante, esté marcada por una ley fatal de fijación.
época, y se servían de ellos como de monturas.
Según esa hipótesis, el animal permanece encerrado en un círculo del
A n t e s que unos mal aconsejados europeos ejerciesen su destreza ma-
que no puede salir. L o s perros de caza y la pieza perseguida no pueden
tando los saurios del lago de Pir Mangho, cerca de ICaratchi ( K u r a -
variar sus astucias, los insectos y los vertebrados industriosos no apren-
chee), aquellos animales sagrados acudían fielmente al llamamiento de
derán jamás un-nuevo procedimiento, y ningún pájaro cantor modificará
sus guardianes y se dejaban montar por pintores piadosos que adorna-
sus acentos. Es posible que la evolución de la inteligencia animal se
ban sus hocicos con p i n t u r a s ' . L o s chiquillos de Palembang juegan
haya hecho con mayor lentitud que la del hombre, desde que éste se po-
también con los cocodrilos, que se hallaban bien alimentados por los
seyó de instrumentos, pero se continúa en todas las especies prósperas.
restos de cocina que caen de las casas sobre pilotes edificados en el río.
H a y similitud de evolución entre el hombre y sus hermanos inferiores.
1 Georg Schwcinfurth, Im Herzen Afrikas.
« Richard Burton, Siud revisiled; Hermann von Schlaginhveit, Rasa, in India, und Donde quiera que se han constituido pequeñas sociedades, mundos
llochasiai.
en miniatura que tienen por sus intereses comunes una individualidad
colectiva, esos g r u p o s tienden á utilizar las condiciones exteriores del
medio para crearse un g r u p o geográfico bien determinado: los hombres
tratan de adaptarse á los' rasgos de la Naturaleza ambiente de manera
que formen un todo, tribu ó nación, con su fisonomía particular.

Frecuentemente sus límites son muy claros y hasta han determinado


ó dictado la elección del lugar de residencia. U n a isla, un islote ó una
península, un valle de montañas rodeado de altas rocas, una meseta cir-
cunscrita por precipicios, una llanura fecunda dominando estériles escar-
pas, los contornos lujuriantes de un manantial, son otros tantos cuerpos
preexistentes de que se ha hecho el alma un .grupo humano.
L a sociabilidad natural del hombre fué el origen vital de todas esas
células distintas. En todo tiempo, hasta en las épocas en que las tribus
primitivas erraban en las selvas y en las llanuras, la sociedad naciente
ensayaba la producción de esos grupos que más tarde habían de agran-
darse hasta formar ciudades: las yemas destinadas á brotar en tan pode-
rosos ramajes apuntaban y a en la superficie del tallo.
E n pleno salvajismo," pues, han de estudiarse las fuerzas creadoras
obrando para el nacimiento de las aglomeraciones humanas que habían
de constituir un día ciudades, metrópolis, grandes repúblicas. En parte
alguna encontramos poblaciones en las que el ideal sea el completo
aislamiento, á menos q u e vivan en un terror constante del extranjero:
su existencia se convierte en un lento suicidio.
L a necesidad de soledad perfecta es una aberración que pueden per-
mitirse, en un estado de cultura avanzado, unos desgraciados locos por
el delirio religioso ó destrozados por los delirios de la vida, como los
F a k i r e s y los Anacoretas, y todavía obran así porque á pesar de todo
se sienten solidarios de la Naturaleza ambiente, que les trae cada día el
pan necesario en cambio de rezos y bendiciones. Si el devoto estuviera
enajenado en un éxtasis perfecto, exhalaría el alma en el lugar mismo de
su postramiento, y el desesperado se dejaría morir como el animal herido
que se oculta en la sombra del bosque.

Pero el hombre sano de la sociedad salvaje, cazador, pescador


ó pastor, gusta de encontrarse con sus compañeros. E l cuidado de su
labor le obliga con frecuencia á acechar solitariamente la caza, á perse- FALCONERO DE B E G D ' A R R A T (TIBET)
guir el pescado en un estrecho esquife batido por las olas, á alejarse del SEGÚN FOTOGRAFÍA DE SVEN HEDING
albergue común para buscar mejores pastos; pero en cuanto los amigos
pueden reunirse, provistos de víveres en abundancia, vuelven al campa-
mento común, punto inicial de la ciudad.
Según las interesantes investigaciones de los etnólogos americanos,
en las comarcas mejicanas del Norte se encuentran las poblaciones que
mejor han logrado hasta nuestros días mantenerse apartados de los otros
hombres, á causa de la cintura de desiertos que les rodea del lado de la
tierra y del estrecho que limita la isla del T i b u r ó n , la parte más impor-
tante de su dominio. C o m o viven fuera de los caminos de emigración
de los pueblos, ignorados de los mercaderes, vigilando siempre para
huir de todo ser viviente que no sea pieza de caza, los Seris han conser-
vado también las condiciones primitivas de la humanidad, que hace
poco no habían alcanzado aún el período eolítico: no sabían siquiera
retocar una piedra rota, aunque se servían de un guijarro en bruto atado
con una cuerda de bejucos ó raíces.

Estaban, pues, en un estado social anterior á las «edades de piedra»,


pero tenían sobre todos los demás hombres, y poseen todavía sobre sus
contemporáneos, la ventaja de la velocidad, puesto que no hay animal
al que no cansen á la carrera: gracias á esa rapidez de marcha han
podido vivir á pesar de todo, escapando á las matanzas en masa que
practicaron sucesivamente los españoles y l u e g o los mejicanos «civili-
zados».
L o s Seris, por horror á sus vecinos, se han hecho notorios por sus
hábitos de escatofagia. Tienen por alimento principal durante una gran
parte del año el higo chumbo ó tuna, y como una parte de esos frutos,
que comen en cantidades enormes, pasan á través del organismo sin
haber sufrido modificación, el indio puede volver, durante la estación de
la escasez, al lugar de la antigua abundancia, á recoger los restos de las
comidas y molerlos para hacer de ellos un nuevo alimento. S e ensalza
esta harina como teniendo una virtud nutritiva muy adecuada, especial-
mente para los guerreros \

Cada una de las pequeñas sociedades primitivas que encuentran en


un círculo estrecho las condiciones materiales de su vida y de su evolu-

1 Mac Gee, XVII, Report of the Bureau of Ethuology, pág. 209.

1-37
ción, tendería naturalmente á mantenerse en su forma primera si los mil rios fértiles, torbellino infinito donde los hombres y las cosas nacen y
desaparecen como la polvareda que atraviesa un rayo de sol!
contactos, suaves ó violentos, de todos esos diversos organismos polí-
ticos y sociales no cambiasen incesantemente el equilibrio, modificando D e ese conflicto incesante entre la vida y la muerte, tan pronto pa-
rece dominar la una como la otra, según el punto de vista en que uno se
la Naturaleza misma por continuas mezclas y fenómenos de penetración
coloca; mas ¿la perpetua transformación del universo no lleva consigo la
N." 20. T e r r i t o r i o d e l o s i n d i o s S e r i s equivalencia de las dos fuerzas, su identidad perfecta, siendo toda vida
un conjunto de vidas?

Pero limitándose á la sola perspectiva que presenta la evolución es-


pecial del hombre y de los animales que le rodean, es cierto que desde
los orígenes conocidos hasta la época actual, nuestro mundo humano se
ha desarrollado de manera que ha reunido sus g r u p o s esparcidos en una
sociedad general cada vez más coherente, y ha formado con la Tierra que
le sostiene un todo cada vez más íntimo. Eso es lo que, en su concep-
ción particular y subjetiva, llaman los hombres el «progreso».

W 00 Cr
D'tiprcj V.J.1ÍC Occ.

I - 1000 000

y de intususcepción. A s í se han producido en la vida de la humanidad


movimientos sucesivos de integración que han arrancado cada tribu,
cada nación, después cada población continental del aislamiento de su
existencia primitiva y han acabado por constituir el género humano en
su integridad.
Pero durante la larga evolución, ¡qué confusión de acontecimientos
diversos, qué caos aparente de fuerzas entrecruzadas añadiéndose las
unas á las otras ó neutralizándose mutuamente, qué acción confusa de
causas simultáneas y múltiples que traen consigo innumerables efectos de
complejidad admirable, mezclas pacíficas y luchas guerreras, asociación
para la obra común y destrucción de trabajos que parecerían hechos
para siempre, población de regiones desiertas y devastación de territo-
PUEBLOS RETRASADOS
Los iniciadores fueron ellos mismos
iniciados por la Naturalezar

CAPÍTULO IV

PREHISTORIA CONTEMPORÁNEA.—ALIMENTOS.
VIVIENDAS Y FORTALEZAS. — VILLAS LACUSTRES. — LUGARES DE CITA.
S E N D A S Y CAMINOS. — D I S T R I B U C I Ó N D E LAS VILLAS.
INDUSTRIAS.—ORNAMENTOS.

L OS múltiples cambios que se han producido entre los hombres


desde su origen y que, en el conjunto, son designados en el len-
g u a j e corriente como el «progreso», como la marcha de la civi-
lización misma, no nos son conocidos de una manera directa sino en el
período de la historia propiamente dicha, es decir, de los monumentos
escritos, con fechas y nombres propios. Pero antes de esos tiempos en
que la humanidad, y a consciente de sí misma, al menos por sus diversas
naciones representantes, cuidaba de transmitir á las „edades futuras los
acontecimientos sucesivos de su existencia, una aurora anunciaba el día,
y en esta media luz se perciben algunos restos de edificios y de institu-
»

1 - 3 8
trata de reconstituir su evolución en los antiguos medios geográficos más
ciones, se comprueba la existencia de ciertos pueblos cuyos éxodos y
ó menos diferentes del ambiente actual.
conflictos se siguen vagamente; se recogen también tradiciones y le-
Difícil es, ciertamente, v e r por el pensamiento, con precisión sufi-
yendas c u y o verdadero sentido se trata de interpretar, y esos restos
ciente, el género de vida seguido en tiempos pasados por las poblaciones
sirven para establecer narraciones sumarias en que las suposiciones
primitivas cuyos huesos y armas se recogen; pero en muchos sitios la
plausibles llenan las lagunas dejadas por documentos incontestados, á la
Naturaleza ha cambiado poco desde esas edades lejanas, y por otra
manera que, en una inscripción mutilada, intercala el sabio las letras que
parte, se tiene siempre como elemento de comparación los países donde
faltan. Esta historia incompleta, primitiva, es la Protohistoria cuyos
se encuentran actualmente tribus que tienen costumbres análogas á las
límites indecisos retrocederán gradualmente hacia los orígenes más anti-
de las poblaciones que han desaparecido sin dejar más que testimonios
g u o s á medida que la ciencia p r o y e c t e en el pasado una luz más intensa.
de su forma particular de civilización.
Prehistoria y protohistoria acaban, y la historia propiamente dicha
comienza en períodos muy diversos, según los pueblos y los lugares. Las distancias corresponden al tiempo: de comarca á comarca se

Gracias á la floración precoz de la civilización en las comarcas del viaja tan bien como de siglo en siglo. E l hecho es que Miklucho-Maklai

Mundo A n t i g u o , ribereñas del Océano Indico y del Mediterráneo, las se hallaba, en un pasado remoto, escuchando á aquellos ancianos de la

miradas de la ciencia histórica penetraron allí mucho antes, cinco, seis Nueva-Guinea que le hablaban de la época, poco alejada de ellos, en que

y diez mil años anteriormente al período actual, mientras que en otros el fuego era desconocido para su tribu, y en que no habían llegado

países, donde no se han descubierto documentos, las relaciones de los á saber reproducirle artificialmente: cuando un carbón se apagaba en

indígenas no permiten remontar en la historia más allá de algunas gene- una choza había que ir á buscar una brasa á otra choza. ¿No están los

raciones. Así el Nuevo Mundo, en su conjunto, no nos es histórica T a Olas, descubiertos en la espesura de los bosques de Celebes, más

mente conocido sino desde hace cuatro siglos, y algunos vislumbres nos profundamente sumergidos en la sombría noche de los tiempos antiguos,

revelan solamente, antes de la llegada d é l o s europeos, la sucesión de los anteriores al conocimiento de todo lo que, aparte del alimento, se nos

acontecimientos principales en el pasado de las naciones más civilizadas. ha hecho indispensable? Además, si hay progreso para gran número de
grupos étnicos y especialmente para aquellos de que nosotros, los civili-
Puede decirse, además, que la prehistoria se continúa todavía para las
zados, hemos salido, ¡cuántas poblaciones retrogradan, volviendo hacia
poblaciones de una grandísima parte de la Tierra, que, á pesar de su
las viviendas de otro tiempo sin aire y sin f u e g o !
unión oficial al resto del mundo, no dejan de estar sumergidas en plena
.civilización tradicional y se mantienen en su aislamiento intelectual
y moral. Hasta en las naciones de la Europa occidental, en los círculos En primer lugar, ¿cuáles fueron los alimentos de nuestros antepasa-
más brillantemente iluminados por el esplendor de la cultura moderna, dos? La observación de nuestros contemporáneos «primitivos» nos
los buscadores de costumbres, de tradiciones, de cantos populares, des- responde suficientemente. El alimento de los incultos difiere aún según
cubren incesantemente supervivencias y huellas de la antigua prehisto- el clima, la naturaleza del suelo y el grado d - civilización alcanzado por
ria. Gracias á esta coexistencia de las edades sucesivas de la humanidad, los indígenas en la sucesión de las edades prehistóricas. L o s insulares,
á esa penetración de las épocas, y sobre todo al estudio de los pueblos aun aquellos para quienes la Naturaleza no se ha mostrado avara, como
llamados «primitivos» ó más bien «retrasados», muy débilmente influí- en muchos archipiélagos oceánicos, debían, todavía recientemente, limi-
dos todavía por los grandes pueblos conquistadores, se aprende á cono- tarse á las frutas, á las semillas y á lo* brotes v e r d e s . d e las plantas
cer por análisis los hombres de otro tiempo, nuestros antepasados, y se indígenas, á menos que añadiesen á sus comidas alguna caza suministrada
por los escasos representantes de la fauna terrestre y los pescados
ó frutos de mar que las aguas daban en abundancia.
' Palabra creada por G. de Mortillet? ó por Wilson (Prchistar ic Aunáis of Sicotia,vi)?
si esos fragmentos no fuesen
En las proximidades del desierto, en las tierras pedregosas del d u n a
utilizados de mil maneras, en
uniforme, el régimen de los habitantes había de ser también muy poco
los terraplenes, las construc-
variado, en tanto que las comarcas continentales, muy ricas en especies
ciones y los abonos agrícolas.
diversas, ofrecían á los residentes todos los elementos posibles de la ali-
S e les hace desaparecer, pero
mentación más escogida. E l medio hace el alimento del animal lo
el festín se prosigue incesante-
mismo que el del hombre, y , según los lugares y los tiempos, las diferen-
mente bajo formas cada vez
cias pueden ser tan considerables, que el manjar más suculento de un
más variadas, puesto que á
individuo es para otro el más repugnante: hay gastrónomo que prefiere
cada comida se juntan los man-
los insectos y los gusanos, otro la manteca rancia, la carne podrida o
jares exóticos importados por
las materias verdes y medio digeridas que se encuentran en el estomago
el comercio de una extremidad
del reno. Un mongol, compañero de Prjvalskiy, vomitaba dé asco vien-
á otra del mundo.
do á unos europeos comer pato, y él se alimentaba con tripas de carnero
no lavadas. Naciones enteras se contentan con semillas y frutas, mien- A l g u n o s de los «monto-

tras que otras necesitan carne sanguinolenta, y muchas poblaciones, en nes de conchas» dejados so-

diversos países d e la Tierra, hasta beben sangre humana, sea por cruel- bre el litoral de numerosas

dad guerrera, sea por respeto al enemigo, para hacer pasar á su propio riberas marinas tienen dimen-

cuerpo el alma de un v a l i e n t e - c o m o lo hacen los malayos de Singa- siones prodigio-

pur, comiendo carne de t i g r e , - s e a por alguna otra ilusión religiosa o sas, atestiguan-

patriótica, sea también á consecuencia de hambres que cambiaron al do gran cultura

hombre en animal de presa. , Cuántas veces se ha dado el caso de que


unos marinos extraviados en el Océano han recurrido al sorteo para que
uno de ellos sirviera de alimento á los otros! Dunmore L a n g atribuye
la gran proporción de caníbales entre los insulares polinesios a la fre-
cuencia de tales casos: sin embargo, el carácter religioso domina en
las prácticas de la antropofagia. Ciertos alimentos y condimentos
que son necesarios á la mayor parte de los hombres son inútiles para
otros: la sal, de que no puede prescindir el civilizado de Europa, re-
p u g n a á ciertas tribus del centro africano, que quizás se satisfacen con
las sales de potasa ó de sosa que encuentran en sus alimentos de origen

vegetal.
' L o s «restos de cocina», montones de conchas que se encuentran en
las costas dinamarquesas, lo mismo que las ostrerías de la América espa-
ñola, los sambaqui del litoral brasileño y los montículos de desperdicios
acumulados bajo las ruinas de las poblaciones lacustres, son restos de
HABITACION DE S U M A T R A (Véase pág. 159. )
comidas continuadas de generación en generación, que se continúan to-
Dibujo de G , Roux, de una fotografía.
davía; en ciertas ciudades se acumularían por millones de metros cúbicos,
1-39
entre los ribereños del mar, porque no son individuos aislados, fami-
lias dispersas, quienes pueden haber elevado esos montículos de con-
chas de ostras y otros moluscos que tienen hasta 300 metros de largo
sobre 30 á 60 metros de ancho y 3 metros de altura. No se cuen-
tan menos de 69 sambaqui en las costas de mar Pequeño, en el Brasil
meridional ( A . L o f g r e n ) . Reuníanse, pues, los pescadores en gran nú-
mero en aquella época para sus comidas de conchas, á las cuales aña-
dían pescados de diversas especies, como también ciervos, corzos, cer-
dos, bueyes, perros, gatos, castores y nutrias, c u y o s huesos roídos se
ven en los montones de restos.

Desde las épocas en que se amontonaron aquellos lechos de conchas,


muchas especies y variedades animales han desaparecido ó al menos se
han modificado notablemente. Por otra parte se ha podido observar
que varias formas animales existían y a en regiones de las que los histo-
riadores las creían ausentes. Respecto de las especies vegetales se han
hecho análogas observaciones: hay árboles frutales que se creían impor-
tados de Asia durante la dominación romana que existían libremente en CAFRES CONSTRUYENDO UNA CABANA

la E u r o p a occidental mucho antes de los tiempos históricos. A juzgar


Según una fotografía.
por los huesos de frutas encontrados en las grutas, los trogloditas del
Mas de Azil conocían dos variedades de cerezas y tres de ciruelas en la necesidad de huir de sí mismo por una locura temporal cuyo uso or-
época en que se formaban las capas de «guijarros coloreados». El dinario reglamentaron las supersticiones y los cultos.

nogal existía y a en las Galias en la época terciaria. Por último, al prin-


cipio del período magdaleniano, el hombre conoció el trigo, puesto que A n t e s de la historia, las viviendas no eran menos variadas q u e los
esculpió en relieve las e s p i g a s 1 . L a viña existía también en la E u r o p a alimentos, puesto que dependían del medio, y todas las formas de habi-
occidental, porque se la encuentra en las terminare de las llanuras taciones de otros tiempos se conservan en nuestras edades de civilización
italianas durante la edad del bronce. En aquella época los italianos acelerada. El suelo cubierto de nieve daba al Esquimal materiales de
bebían verdadero vino de uva, c u y o uso se extendería probablemente construcción muy diferentes que el desierto pedregoso ó el frondoso
de Oeste á Este y 110 al contrario, como antes se creía. E n las mismas bosque suministraban al árabe ó al hindú. Hasta cuando los hombres,
edades prehistóricas y hasta en los principios de la historia propiamente y a ricos y cultos, han tenido empeño en construirse bellos monumen-
dicha, los hombres de los palafitos alpinos, en V á r e s e y en Lubliana tos de madera, ladrillo, piedra ó mármol, la naturaleza ambiente
bebían vino del cornejo ó sanguino, y sobre la vertiente septentrional de queda grabada sobre el palacio. « E l clima se escribe en la arquitec-
los A l p e s , desde S a b o y a al Austria, la bebida fermentada en uso era la tura: un techo puntiagudo prueba la lluvia; plano, el sol; cargado de
que se fabricaba con frambuesas y zarzamoras*. T o d o s esos líquidos piedras, el viento» Pero no hay edificios romanos ó góticos, ni una
producían la embriaguez, porque sabido es que el hombre sabía sentir la sola habitación, ni un mal cobertizo utilizado en las primeras edades de

1 Ed. Piette, Bul!. de la Soc. <fAnthropolcgie de París, sesión del 18 de abril de 1895.
1 G. de Mortillet, Les Boissons fermentéis, «Bull, Soc. de Anthropologie», 1897, fase. 5 Victor Hugo, Le Rhin.
entre los ribereños del mar, porque no son individuos aislados, fami-
lias dispersas, quienes pueden haber elevado esos montículos de con-
chas de ostras y otros moluscos que tienen hasta 300 metros de largo
sobre 30 á 60 metros de ancho y 3 metros de altura. No se cuen-
tan menos de 69 sambaqui en las costas de mar Pequeño, en el Brasil
meridional ( A . L o f g r e n ) . Reuníanse, pues, los pescadores en gran nú-
mero en aquella época para sus comidas de conchas, á las cuales aña-
dían pescados de diversas especies, como también ciervos, corzos, cer-
dos, bueyes, perros, gatos, castores y nutrias, c u y o s huesos roídos se
ven en los montones de restos.

Desde las épocas en que se amontonaron aquellos lechos de conchas,


muchas especies y variedades animales han desaparecido ó al menos se
han modificado notablemente. Por otra parte se ha podido observar
que varias formas animales existían y a en regiones de las que los histo-
riadores las creían ausentes. Respecto de las especies vegetales se han
hecho análogas observaciones: hay árboles frutales que se creían impor-
tados de Asia durante la dominación romana que existían libremente en CAFRES CONSTRUYENDO UNA CABANA

la E u r o p a occidental mucho antes de los tiempos históricos. A juzgar


Según una fotografía.
por los huesos de frutas encontrados en las grutas, los trogloditas del
Mas de Azil conocían dos variedades de cerezas y tres de ciruelas en la necesidad de huir de sí mismo por una locura temporal cuyo uso or-
época en que se formaban las capas de «guijarros coloreados». El dinario reglamentaron las supersticiones y los cultos.

nogal existía y a en las Galias en la época terciaria. Por último, al prin-


cipio del período magdaleniano, el hombre conoció el trigo, puesto que A n t e s de la historia, las viviendas no eran menos variadas q u e los
esculpió en relieve las e s p i g a s 1 . L a viña existía también en la E u r o p a alimentos, puesto que dependían del medio, y todas las formas de habi-
occidental, porque se la encuentra en las terminare de las llanuras taciones de otros tiempos se conservan en nuestras edades de civilización
italianas durante la edad del bronce. En aquella época los italianos acelerada. El suelo cubierto de nieve daba al Esquimal materiales de
bebían verdadero vino de uva, c u y o uso se extendería probablemente construcción muy diferentes que el desierto pedregoso ó el frondoso
de Oeste á Este y 110 al contrario, como antes se creía. E n las mismas bosque suministraban al árabe ó al hindú. Hasta cuando los hombres,
edades prehistóricas y hasta en los principios de la historia propiamente y a ricos y cultos, han tenido empeño en construirse bellos monumen-
dicha, los hombres de los palafitos alpinos, en V á r e s e y en Lubliana tos de madera, ladrillo, piedra ó mármol, la naturaleza ambiente
bebían vino del cornejo ó sanguino, y sobre la vertiente septentrional de queda grabada sobre el palacio. « E l clima se escribe en la arquitec-
los A l p e s , desde S a b o y a al Austria, la bebida fermentada en uso era la tura: un techo puntiagudo prueba la lluvia; plano, el sol; cargado de
que se fabricaba con frambuesas y zarzamoras*. T o d o s esos líquidos piedras, el viento» Pero no hay edificios romanos ó góticos, ni una
producían la embriaguez, porque sabido es que el hombre sabía sentir la sola habitación, ni un mal cobertizo utilizado en las primeras edades de

1 Ed. Piette, Bul!. de la Soc. dAnthropologie de París, sesión del 18 de abril de 1895.
1 G. de Mortillet, Les Boissons fermentéis, «Bull, Soc. de Anthropologie», 1897, fase. 5 Victor Hugo, Le Rhin.
V I V I E N D A S D E L O S P R I M I T I V O S

vían, como los monos, sobre las elevadas ramas del eriodendron, han
que no se vean todavía ejemplos peor ó mejor conservados. L a s su-
sido desalojadas á tiros por los baghirmios mercaderes de e s c l a v o s ' .
pervivencias de la vivienda primitiva se muestra hasta en las c u d a d e s
N.° 21. H a b i t a c i o n e s d e O c e a n i a
más suntuosas. j N o se encuentran, buscando bien, trogloditas en París
150°
y en Londres? ¿No se ven también gentes que viven bajo la choza,
grosera morada de ramas y restos, sin contar los que pasan la noche

echados en tierra?
En las comarcas de temperatura tropical, donde sin duda el hombre
se desarrolló en su juventud primera, las espesuras de.la maleza s.rven
todavía de habitaciones comunes á poblaciones numerosas. A n t e s se
apreciaban como viviendas perfectas las cimas de los grandes arboles,
que ofrecían un suelo natural en el punto de divergencia de las p n n c ,
pales ramas, extendiéndose sobre la parte superior una espesa cub.erta
de follaje que resguardaba de los ardores del sol y la v i o l e n c a de las

lluvias y de las tempestades.


C o m o sus primos, los cuadrumanos, los bimanos habitaban lo mas
cerca posible de las frutas y de las bayas que les servían de ahmento, y ,
en caso de defensa contra los asaltantes, no tenían que hacer más que
romper las ramas de
D'apràs L. FrobcnuLs
su fortaleza viviente y
emplearlas á guisa de
o iOQO sooo 10000 Kil.
dardos, lanzas ó mazas. 1 Tipo nigricio (La mayor parte de Austra- va-Guinea norte-occidental).
Cuando era gran- lia, Tasmania, Nias, etc.). 5 Tipos 1 y 2 mezclados (Luisiadas).
2 Tipo Baria (Islas Salomón, sudeste de la 6 Tipos 1 y 3 mezclados (Archipiélago Bis-
de la espesura y esta- Nueva-Guinea, Ceram, Palaos, parte de marek, Nucva-Caledonia, Fidji, Austra-
las Filipinas, noroeste de Sumatra). lia oriental, Nueva-Zelandia).
ba formada de árboles 3 Tipo malo-asiático (la mayor parte de la 7 Tipo 3 con elementos del tipo 1 (Samoa,
Polinesia y de la Micronesia.—Sawoe). Tuamotu, Havaiï).
unidos en una sola 4 Tipo sobre estacas (Sumatra, Java, Borneo, 8 Tipos 3 y 4 mezclados. (La mayor parte de
Célebes, etc. Australia septentrional, Nue- las Filipinas, Haimahera, Timor-Laoet).
masa por las ramas
El tipo de habitación nigricia se compone de una sola superficie curva que forma los lados y
entrecruzadas y por el techo; el tipo malo-asiático se caracteriza por un techo con dos pendientes que reposa sobre pa-
CABANA CONSTRUIDA EN EL EXTREMO-NORTE redes laterales. El tipo Baria está construido sobre estacas, pero se distingue del tipo n.° 4 por la
los cables de las plan- presencia de vigas longitudinales sujetas entre dos filas de estacas verticales.
CON HUESOS DE BALLENA
tas parásitas, podía ABREVIATURAS
Bi. : Archipiélago Bismarck. N. : Nias. Sa. : Sawoe.
Según un grabado de Olaüs Magnus. ^ ^ q u e s e libra _ C. : Ceram. N. C. : Nueva-Caledonia. Sam. : Samoa.
F. : Fidji. N. G. : Nueva-Guinea. Tua. : Tuamotu.
sen batallas en el follaje, entre los arborícolas y los invasores llegados Hav. : Havai'j. N. Z. : Nueva Zelanda. P. : Palaos.
L. : Luisiadas. S. : Islas Salomón.
por senderos aéreos. Pero en la sociedad contemporánea, en que los
Todavía son muy numerosas las madrigueras en que viven g r u p o s de
medios de ataque tienen un efecto inmediato y fulminante, se ha hecho
familias á la manera de los animales en los bosques. E s esa una especie
imposible á las tribus selváticas conservar sus viviendas de ramaje. Sa-
bido es que los Uaraun del delta del Orinoco no habitan y a las a m a s de
G. Xachtigal, Sahara und Sudan
sus palmeras durante las crecidas del río, y que las tribus saras, que vi-
de albergue perfectamente indicado en una gran extensión de la Tierra, tienen á mano y del trabajo que e x i g e su manipulación. E l tipo curvi-

en países de bosques, de malezas ó de cañaverales: hay lugares que líneo suele ser el más fuerte: recuerda las chozas del castor, los hormi-
gueros y termiteros, los nidos de las aves, de los peces, de los insectos
presentan á la vez ventajas para el refugio, la defensa y la salubridad,
y hasta las telas de araña
que sería frecuentemente disputado entre el hombre, el oso ú otros ani-
males; así como hay refugios naturales, bien defendidos de los vientos, A ese tipo de choza, para el cual bastaba encorvar las ramas que

de las tempestades y de los rayos demasiado ardientes del sol, que ofre- forman círculo, atarlas por el extremo á modo de bóveda primitiva, y á
veces empastarlas con arcilla para darles mayor consistencia, sucedió el
cen lechos de musgo, de césped ó de hojas, verdaderamente deliciosos,
tipo rectilíneo, para cuya realización había que derribar árboles y colo-
que, aun en nuestros días, los civilizados que en el curso de su vida han
car longitudinalmente los troncos unos sobre otros. Ese modo de
tenido ocasión de comparar la venturosa existencia en los bosques con la
construcción tiene la gran ventaja de prestarse á todos los crecimientos
regularidad monótona de la residencia en las casas cerradas, más de una
necesarios: las «casas largas» que construían los Iroquis y otros indios
vez, en sus horas de insomnio, habrán recordado con dulce melancolía
de América, lo mismo que los edificios de igual clase construidos en
el tiempo en que, tendidos sobre mullida hierba, veían las estrellas y
muchas islas de la mar del S u d para recibir los jóvenes ó los huéspedes
la vía láctea palpitar dulcemente entre las ramas en apariencia in-
de la tribu, no hubieran podido edificarse bajo forma diferente. Pero
móviles.
allí mismo donde el arte del constructor está bastante desarrollado para
En esos deliciosos retiros, se aumentan fácilmente las condiciones de
dar á las cabañas todas las formas que se deseen, el espíritu de conser-
comodidad por sencillísimos procedimientos: por ejemplo, reuniendo en
vación y la tradición de raza bastan para mantener de siglo en siglo los
ramillete las cimas de varias ramas dispuestas en círculo se forma una
tipos hereditarios. En tal concepto, Africa está dividida en dos mitades,
especie de choza cónica,, á la que se puede dar una abertura suficiente y
aunque entremezclando sus fronteras: el g r u p o del país de las cabañas
formar paredes por medio de ramas entrecruzadas'. Partiendo de aquí
redondas y la región de las chozas angulares 5 . Otras comarcas prefie-
se llega fácilmente á construcciones de concepción más inteligente: tron-
ren, unas las cúpulas, otras las p u n t a s ' . L a arquitectura de las tumbas
cos de árboles reunidos en forma de paredes exteriores; palos y haces
obedece á las mismas leyes que las de las casas, porque se supone que
para las divisiones interiores; hojas dispuestas en espesas capas para los
los muertos han de tener las costumbres de los vivos 1
techos; troncos aislados que sirven de columnas; ramaje espinoso que
rodea la vivienda para protegerla contra los ataques de las fieras ó de
otros hombres; tal fué el principio de la cabaña, que cambió natural- A d e m á s de sus bosques y sus malezas, la Naturaleza ofrece también sus

mente de proporciones y de arquitectura según la especie de la vegeta- cavernas á los contemporáneos para que establezcan en ellas su residencia.

ción local. E n todos los países del Oriente asiático, el bambú, esa planta L o mismo para el hombre que para el animal, la gruta y la oquedad

de rápido crecimiento, tan notable por su forma, su ligereza y su faci- vaciada por la erosión de las aguas al pie de la roca saliente, son alber-

lidad de empleo, es el principal elemento de que disponen los arquitec- gues naturales perfectamente indicados. En ciertas comarcas, sobre

tos rústicos. En las regiones templadas y sobre los declives de los todo en las regiones calcáreas atravesadas por galerías y antros ramifi-

montes donde falta el bambú, la madera propiamente dicha sirve para la cados, todas las poblaciones eran trogloditas: se hubiese podido obser-
var el país en grandes extensiones sin ver un solo individuo, ocultos
construcción de las cabañas, islas ó chalets.
Las dos formas típicas de esos edificios rudimentarios, el círculo y el \
1 Elie Rcclus, Notas manuscritas.
cuadrado ó rectángulo, dependen naturalmente de los materiales que se
1 Frobcnius, Petermann's Mitteilungen, 1897, pág. 265.
3 Bcsset, Bull. Soc. Géogr., 4. 0 trim. 1904.
* Elie Reclus, Notas manuscritas.
1 Viollet-le-Duc, Ilistoire de VHabitation húmame, pág. 67.
todos en la profundidad de las rocas. Por el trabajo asociado, los roca, al abrigo de algún cobertizo natural que medio les protegiera

habitantes de aquellos lugares tenebrosos los apropiaban á sus necesida- contra la intemperie.

des, obstruyendo la entrada por rocas ó troncos de árboles móviles, A pesar de todos esos inconvenientes y peligros, las cavernas se con-
nivelando el suelo ó rompiendo los resaltos de la bóveda. taron ciertamente y se cuentan aún en el número de las habitaciones
1. .
Pero allí también tuvieron nuestros antepasados que luchar en un más utilizadas. H a y grutas en que las concreciones calcáreas deposita-
principio contra las fieras, sea para expulsarlas, sea para entenderse tá- das sobre el suelo primitivo han sido excavadas en un espesor que ha
citamente para la partición del domicilio, porque la gruta era una habi- alcanzado en varios puntos hasta ocho metros, y esta masa enorme de
tación tan deseable para los unos como para los otros. L o s arqueólogos escombros se componía p o r completo de huesos, residuos y carbones:
han encontrado muchas huellas del cambio de propietarios: algunos gracias á los fragmentos recogidos en esas cavernas, los arqueólogos han
de esos subterráneos constituyen verdaderas ciudades por el desarrollo de podido adivinar y reconstituir después las edades prehistóricas
sus galerías, donde encontraron asilo tribus enteras con sus rebaños, sin
que les atemorizara un sitio, sobre todo cuando disponían de varias Una vez instalado en su fisura de roca, el hombre, accesible siempre
puertas de salida, desconocidas por los sitiadores, y podían tomar sus á la pasión de lo bello, supo transformar su medio: nivelar el suelo para
provisiones en el campo. Mas también ¡cuántos subterráneos poco ex- reposar cómodamente, canalizarle para
tensos se convirtieron en sepulturas de sus habitantes, cuando un enemi- que corrieran las aguas, destruir los
g o superior en número cerraba la entrada de la caverna para matarlos resaltos para evitar tropiezos, abrir
de hambre, ó encendía fuego de paja ó de hojas húmedas para ahogar- habitaciones suplementarias para al-
los con el humo! T a n atroces hechos de guerra no pertenecen exclusi- macenar sus riquezas ó alo-
vamente á las edades prehistóricas; aun en nuestros días y por medio jar los hijos y los amigos.
de abominaciones de esta especie ha habido pretendidos civilizados que L a roca misma le suminis-
han creído cubrirse de gloria. traba los recursos necesa-
Ni aun en tiempo de paz están seguros los trogloditas de vivir tran- rios para ese tra-
quilamente en sus viviendas rocosas: el agua que destila en la piedra, bajo de acomo-
decorando el techo con sus blancos ornamentos, hace inhabitables ciertas dación, tales co-
partes de la gruta, en tanto que otras, con el techo agrietado, amena- mo corredores,
zan hundirse á la menor sacudida de temblor sísmico. Hay muchas salas, piedras
grutas, habitadas en otro tiempo, que actualmente son inaccesibles á para las escale-
causa de los desprendimientos; otras están expuestas á la invasión de ras, etc. Cierta- CASAS EXCAVADAS EN LAS ROCAS EN TRÓO (VALLE DEL I.OIR)

las aguas, como la del Mas de Azil, en la Francia pirenaica, cruzada por tamente que en
Fotografía sacada de Sites et Monuments.
un río, el Rize ( A r i s e ) engrosado á veces por las ondas de crecidas que los progresos de
se elevan 13 y 14 metros sobre su nivel ordinario 1 . A s í ha sucedido la vivienda, gracias á la arquitectura al aire libre, no han sido todo ven-
que por cinco veces los hombres de la edad del reno, instalados en la tajas; cada mejora se adquiere á costa de inconvenientes. Los troglo-
gruta, sobre la orilla izquierda del A r i s e , fueron expulsados por las ditas, abandonando sus antros paras instalarse en albergues artificiales
inundaciones y huyeron sobre las altas anfractuosidades exteriores de la expuestos al sol y al aire libre han perdido bajo diferentes aspectos: la

1 Ed. Piette, Ballet¡n de la Societi d'Anthropo/ogie de París, 18 abril 1895. 1 Julicn Fraipont, Les Caverves el leurs Habitants.

1-41
todos en la profundidad de las rocas. Por el trabajo asociado, los roca, al abrigo de algún cobertizo natural que medio les protegiera

habitantes de aquellos lugares tenebrosos los apropiaban á sus necesida- contra la intemperie.

des, obstruyendo la entrada por rocas ó troncos de árboles móviles, A pesar de todos esos inconvenientes y peligros, las cavernas se con-
nivelando el suelo ó rompiendo los resaltos de la bóveda. taron ciertamente y se cuentan aún en el número de las habitaciones
1. .
Pero allí también tuvieron nuestros antepasados que luchar en un más utilizadas. H a y grutas en que las concreciones calcáreas deposita-
principio contra las fieras, sea para expulsarlas, sea para entenderse tá- das sobre el suelo primitivo han sido excavadas en un espesor que ha
citamente para la partición del domicilio, porque la gruta era una habi- alcanzado en varios puntos hasta ocho metros, y esta masa enorme de
tación tan deseable para los unos como para los otros. L o s arqueólogos escombros se componía p o r completo de huesos, residuos y carbones:
han encontrado muchas huellas del cambio de propietarios: algunos gracias á los fragmentos recogidos en esas cavernas, los arqueólogos han
de esos subterráneos constituyen verdaderas ciudades por el desarrollo de podido adivinar y reconstituir después las edades prehistóricas '.
sus galerías, donde encontraron asilo tribus enteras con sus rebaños, sin
que les atemorizara un sitio, sobre todo cuando disponían de varias Una vez instalado en su fisura de roca, el hombre, accesible siempre
puertas de salida, desconocidas por los sitiadores, y podían tomar sus á la pasión de lo bello, supo transformar su medio: nivelar el suelo para
provisiones en el campo. Mas también ¡cuántos subterráneos poco ex- reposar cómodamente, canalizarle para
tensos se convirtieron en sepulturas de sus habitantes, cuando un enemi- que corrieran las aguas, destruir los
g o superior en número cerraba la entrada de la caverna para matarlos resaltos para evitar tropiezos, abrir
de hambre, ó encendía fuego de paja ó de hojas húmedas para ahogar- habitaciones suplementarias para al-
los con el humo! T a n atroces hechos de guerra no pertenecen exclusi- macenar sus riquezas ó alo-
vamente á las edades prehistóricas; aun en nuestros días y por medio jar los hijos y los amigos.
de abominaciones de esta especie ha habido pretendidos civilizados que L a roca misma le suminis-
han creído cubrirse de gloria. traba los recursos necesa-
Ni aun en tiempo de paz están seguros los trogloditas de vivir tran- rios para ese tra-
quilamente en sus viviendas rocosas: el agua que destila en la piedra, bajo de acomo-
decorando el techo con sus blancos ornamentos, hace inhabitables ciertas dación, tales co-
partes de la gruta, en tanto que otras, con el techo agrietado, amena- mo corredores,
zan hundirse á la menor sacudida de temblor sísmico. Hay muchas salas, piedras
grutas, habitadas en otro tiempo, que actualmente son inaccesibles á para las escale-
causa de los desprendimientos; otras están expuestas á la invasión de ras, etc. Cierta- CASAS EXCAVADAS EN LAS ROCAS EN TRÓO (VALLE DEL LOIR)

las aguas, como la del Mas de Azil, en la Francia pirenaica, cruzada por tamente que en
Fotografía sacada de Siles et Monumenls.
un río, el Rize ( A r i s e ) engrosado á veces por las ondas de crecidas que los progresos de
se elevan 13 y 14 metros sobre su nivel ordinario 1 . A s í ha sucedido la vivienda, gracias á la arquitectura al aire libre, no han sido todo ven-
que por cinco veces los hombres de la edad del reno, instalados en la tajas; cada mejora se adquiere á costa de inconvenientes. Los troglo-
gruta, sobre la orilla izquierda del A r i s e , fueron expulsados por las ditas, abandonando sus antros paras instalarse en albergues artificiales
inundaciones y huyeron sobre las altas anfractuosidades exteriores de la expuestos al sol y al aire libre han perdido bajo diferentes aspectos: la

1 Ed. Piette, Ballet¡n de la Socleti d'Anthropo/ogie de París, 18 abril 1895.


1
Julicn Fraipont, Les Caverves el leiirs Habitants.

1-41
gruta, tibia en invierno, deliciosamente fresca en verano, ofrece excelen- habitaciones subterráneas, pero además constituye un conjunto comple-

tes condiciones higiénicas que se encuentran en muy pocas casas. Flin- to por las galerías que enlazan unos con otros los pisos de las casas,

ders Petrie, el famoso excavador del suelo egipcio, hallándose en los y los hacen comunicar, abajo con las fuentes, arriba con la ciudadela.

palacios de Europa, echaba frecuentemente de menos las salas de la


N.° 22. P l a n o d e g a l e r í a s s u b t e r r á n e a s e n un p u e b l o de T ú n e z meridional
tumba que había escogido como residencia durante sus excavaciones de
(Véase pág. 178)
las pirámides de Gizeh L o s burgueses de Chuster, en el antiguo país
de Elam, comprenden también esos goces, puesto que sus casas tienen
todas cuevas excavadas en los conglomerados de antiguos cantos
rodados procedentes de las montañas del Zagros: en esas cavernas ar-
tificiales, algunas de veinte metros de profundidad bajo los edificios,
pasan las familias los veranos.
E n todos los países del mundo, hasta en los más acomodados á las
formas de la civilización moderna, hay trogloditas que, adaptándose á
las necesidades de la civilización, del tiempo y del lugar, han conservado
el antiguo modo d? habitación. En 1890 había en Italia unos cien mil
trogloditas que habitaban más de 37,000 subterráneos.
En Francia, especialmente en las colinas calcáreas que bordean el
Carona, el Loira y sus afluentes, existen verdaderas poblaciones que
ocupan grutas naturales ó artificiales; pero esos trogloditas no se limi-
tan al grosero albergue que les ofrece la tierra, sino que amueblan y
adornan cuidadosamente sus habitaciones, en las que se ven relojes,
cuadros y libros. Los lugares escogidos para los pueblos subterráneos
suelen ser en todas partes acantilados de toba poco elevados, situados
á lo largo de los ríos y dando frente al sol del medio día. Hay munici-
pios, especialmente en la margen del Loir, que tienen más habitantes de
las cuevas que de las casas al aire libre, siendo aquéllas más cómodas
que millones de edificios construidos en la superficie de la tierra 4 .
T a l sucede en Roches, cerca de Montoire, donde las habitaciones, las
bodegas y los establos están mejor conservados que muchas habita-
ciones modernas de aquellos contornos: hasta una iglesia, hoy arruina-
1 Entrada á la habitación. 6 Patios.
da, había sido excavada en la roca. L a ornamentación entra por mucho 2 Rampas de acceso. 7 Dormitorios.
3 Cuarto para alojar los extranjeros. 8 Cocinas, una al aire libre.
en esas grutas artificiales: hay esculturas romanas, góticas y del Rena- 4 Cisternas. 9 Almacén de trigo.
5 Establos.
cimiento que manifiestan á los arqueólogos la edad de los trabajos de
excavación. E l mamelón del T r ó o , como la villa de Roches, tiene muchas Hay higueras y almendros que deslizan sus raíces entre las grietas de
las rocas, y el acantilado está bordeado de jardinillos en terraplenes
1 Ten Yeárs' Diggtng ¡11 Egypt, pág. 12.
1 Capitan, Reme de l'Ecole d'Anthropologie. donde abundan plantas aromáticas como el tomillo, el romero y la
salvia'. Puede citarse el T r o o como el lugar en que la supervivencia
de la vida de las cavernas se ha conservado más tiempo, progresando
hasta adaptarse á las costumbres modernas.
S e hacen extraños acomodamientos en esos países de trogloditas: el
pasaje cubierto de Pont-Touchard, cerca de Saumur, se ha convertido en
una t a b e r n a , donde los bebedores saborean el vino espumoso b a j ó l a s
enormes piedras del dolmen. También existen en la India templos sun-
tuosos excavados en la roca. L a antigua ciudad de los muertos divi-
nizados se halla junto á la ciudad de los v i v o s . Petra, la «Ciudad de la

CASA BLANCA.—CAÑÓN DE CHELLY, ARIZONA (Véase pág. 174)

De una fotografía.

piedra, les bastaba excavar poco á poco la roca, descendiendo de piso


en piso.

Más al norte, en el Hauran, se habían excavado grandes ciudades


subterráneas en cenizas de volcanes, y los habitantes, disponiendo de
varias salidas en las grietas ignoradas de la meseta, se encontraban abso-
lutamente inatacables: hasta se habían establecido allí mercados y tien-
das. L o s trogloditas de los Trichones embellecían sus hipogeos, y toda-
vía se-ven allí bellísimas esculturas que datan de las primeras edades de
la humanidad civilizada A l g u n o s de esos subterráneos están todavía
habitados, pero apenas se utilizan las cisternas más que para abrevar los
UN TEMPLO HE PETRA EXCAVADO GRADUALMENTE EN LA PIEDRA rebaños.
De una fotografía.
Había en Europa criptas de palacios y catedrales que rivalizaban en
belleza arquitectónica con los edificios construidos encima. Los siglos
Piedra», con sus maravillosos laberintos decorados con estatuas é ins-
se han ido superponiendo como los sillares de piedra: ocultos antes en
cripciones, no es sino un inmenso sepulcro, después de haber sido una
la tierra, los edificios se han ido desarrollando al sol.
capital de lujo y de fausto real, hace mil ochocientos años, bajo unos
Pero si la roca dura de ciertas grutas se ha prestado á los trabajos de
dueños que querían imitar á R o m a ; pero no necesitaban transportar la

1 Wetzstein, Hauran und die Traclionen.


Ardoin-Dumazet, Voyage en I-ranee.
1 - 4 2
VIVIENDAS Dli LOS PRIMITIVOS

embellecimiento hasta permitir que en ellas se hicieran grutas y pala- del Tirol y de Suiza, donde concurren condiciones análogas y donde los

cios, las excavaciones practicadas en la tierra movediza han quedado sien- pastores tienen también á su disposición piedras de todas formas para

do las humildes viviendas de los salvajes ó de los cavadores todavía des- los cimientos y las hiladas, árboles para la armadura y el mueblaje, s e

pojadas de toda comodidad. L o s A l g o n q u i n e s y los Hurones de la


N. u 23. C a s a B l a n c a e n e l C a ñ i n d e C h e l l y , Arizona
América septentrional, que vivían fuera del bosque y no podían construir
(Véase p.ig. 174)
cabanas, se cavaban agujeros en la llanura y después los cubrían en su
mitad con un techo de césped. Los Pieles-Rojas, reemplazando á los
cavadores europeos de toda raza que han conquistado el país sobre los
indígenas, han recurrido al m i s m o procedimiento para h a c e n * una vi-
vienda al menos provisional: el dug-out, el simple «escombro», análogo
á los de las Hébridas y de Escocia-, ó á aquellos agujeros que
cavan los mineros de las altas mesetas tibetanas para ponerse al abrigo
de los rudos vientos del Norte que arrasan furiosamente el suelo hasta,
levantar los guijarros como si fuera polvo leve. Recientemente los
ejércitos ruso y japonés han reproducido ese trabajo en proporciones
gigantescas por el cavado de galerías aspilleradas en la dura tierra de las
llanuras de Hun-ho. A ese mismo orden de trabajos corresponden las
chozas de nieve sabiamente construidas en que se cobijan los Esquimales
durante los largos meses de invierno.

Pasadas las primeras edades de la infancia humana, nuestros antepa-


sados aprendieron, por la experiencia, por preocupaciones de arte y
bajo el cúmulo de la necesidad, á modificar la forma de las viviendas
primitivas bajo los árboles ó en la espesura de las selvas, en las rocas,
en la tierra ó en la nieve. Mucho antes de los tiempos consignados en
\*redes do «mocllbn»
Paredes
m de cdoube»
la historia, sabía el hombre elevar construcciones sobre el suelo, pero
muy diferentes unas de otras, según los materiales que ofrecía la natura-
Paredes construidas recientemente por los Navajos
leza del lugar. En cuanto supo cortar instrumentos de piedra y torcer
cuerdas poderosas, pudo serrar ramas de los árboles, desarraigar los E s c a / a aproximada 1 : 200

troncos y aun cortarlos por su base, colocar unos sobre otros, cubrirlos
con techos, ponerles puertas, ventanas y tabiques. D e ese modo se ele-
El plano superior es el de las construcciones instaladas en la roca, á 30 metros
varon izbas sármatas, en todo semejantes á las que en el día habita como sobre el nivel del valle; el plano inferior, el de las construcciones de la llanura.

heredero el müjik ruso.


En otros países, en las montañas del Kachmir, del Nepal, del S i k k i m , han edificado chalets de semejante arquitectura, c u y o s diversos materia-
les se combinan de un modo pintoresco. Cuando algunas poblaciones
1 Fr. Garnier, L'HabilaLion humaine. aprendieron á vivir de la carne de los animales domésticos, tuvieron
VIVIENDAS Dli LOS PRIMITIVOS

embellecimiento hasta permitir que en ellas se hicieran grutas y pala- del Tirol y de Suiza, donde concurren condiciones análogas y donde los

cios, las excavaciones practicadas en la tierra movediza han quedado sien- pastores tienen también á su disposición piedras de todas formas para

do las humildes viviendas de los salvajes ó de los cavadores todavía des- los cimientos y las hiladas, árboles para la armadura y el mueblaje, s e

pojadas de toda comodidad. L o s A l g o n q u i n e s y los Hurones de la


N. u 23. C a s a B l a n c a e n e l C a ñ i n d e C h e l l y , Arizona
América septentrional, que vivían fuera del bosque y no podían construir
(Véase p.ig. 174)
cabanas, se cavaban agujeros en la llanura y después los cubrían en su
mitad con un techo de césped. Los Pieles-Rojas, reemplazando á los
cavadores europeos de toda raza que han conquistado el país sobre los
indígenas, han recurrido al m i s m o procedimiento para h a c e n * una vi-
vienda al menos provisional: el dug-out, el simple «escombro», análogo
á los de las Hébridas y de Escocia-, ó á aquellos agujeros que
cavan los mineros de las altas mesetas tibetanas para ponerse al abrigo
de los rudos vientos del Norte que arrasan furiosamente el suelo hasta,
levantar los guijarros como si fuera polvo leve. Recientemente los
ejércitos ruso y japonés han reproducido ese trabajo en proporciones
gigantescas por el cavado de galerías aspilleradas en la dura tierra de las
llanuras de Hun-ho. A ese mismo orden de trabajos corresponden las
chozas de nieve sabiamente construidas en que se cobijan los Esquimales
durante los largos meses de invierno.

Pasadas las primeras edades de la infancia humana, nuestros antepa-


sados aprendieron, por la experiencia, por preocupaciones de arte y
bajo el cúmulo de la necesidad, á modificar la forma de las viviendas
primitivas bajo los árboles ó en la espesura de las selvas, en las rocas,
en la tierra ó en la nieve. Mucho antes de los tiempos consignados en
\*redes do «mocllbn» Paredes
m de cdoube»
la historia, sabía el hombre elevar construcciones sobre el suelo, pero
muy diferentes unas de otras, según los materiales que ofrecía la natura-
Paredes construidas recientemente por los Navajos
leza del lugar. En cuanto supo cortar instrumentos de piedra y torcer
cuerdas poderosas, pudo serrar ramas de los árboles, desarraigar los Esca/a aproximada 1 : 200

troncos y aun cortarlos por su base, colocar unos sobre otros, cubrirlos
con techos, ponerles puertas, ventanas y tabiques. D e ese modo se ele-
El plano superior es el de las construcciones instaladas en la roca, á 30 metros
varon izbas sármatas, en todo semejantes á las que en el día habita como sobre el nivel del valle; el plano inferior, el de las construcciones de la llanura.

heredero el müjik ruso.


En otros países, en las montañas del Kachmir, del Nepal, del S i k k i m , han edificado chalets de semejante arquitectura, c u y o s diversos materia-
les se combinan de un modo pintoresco. Cuando algunas poblaciones
1 Fr. Garnier, L'HabilaLion humaine. aprendieron á vivir de la carne de los animales domésticos, tuvieron
también á su disposición las pieles de los animales sacrificados y se sir-
vieron de ellas para tender abrigos sobre sus cabezas en las llanuras.
Después, cuando las tribus descubrieron el arte de tejer las telas, por
ese medio encontraron la manera de erigir tiendas; en otras partee ad-
quirieron los hombres la habilidad de endurecer la tierra por el sol ó
por el fuego, y conocían el medio de preparar ladrillos y de colocarlos
formando muros, hiladas ó pirámides; por último, en esas diversas Cormas
de habitación, primitivas ó secundarias, nacieron modos intermediarios
de construcción, caracterizados todos por algún rasgo distintivo concer-
niente al medio local y
al medio de origen, por-
que al cambiar de país
los constructores recuer-
dan siempre el aspecto
de las viviendas que ha-
bitaban en su primera
patria'. A s í se v e que RUPESTRES E N LA G R A N CANARIA

De una fotografía comunicada por la Sociedad de Geografía.


en la G u y a n a inglesa,
las tribus A r e c u n a , Ma-
cusi y otras Caribes del mente escasa en sus llanurás; sólo la encuentran en bosquecillos distan-
interior se construyeron tes unos de otros, pero el instinto de conservación les lleva á imitar á
cabañas exactamente se- sus abuelos que vivían en las orillas y sobre el a g u a 1 . A s í también en
mejantes á las de sus la Papusia, el estilo de arquitectura de las casas elevadas sobre las
hermanos ó iniciadores tierras húmedas de la costa se ha conservado en el interior, y acaso tam-
Uaraunos ó Guaraunos bién deba explicarse de esta manera la erección de viviendas de dos pisos,
del litoral fangoso. Aun- en las que el piso bajo, guarnecido de hojas ó de esterillas, se aprovecha
que su país de savanas, para establo ó para depósito de provisiones». Por análogo fenómeno de
de suelo perfectamente supervivencia de las formas y de acomodación al medio se explica el
seco, se encuentra en origen del chalet suizo.
MURALLAS CICLÓPEAS DE BASALTO EN METALANIM
ISLA PONAPÉ, CAROLINAS
condiciones diferentes al
delta del Orinoco, edifi- L a s necesidades de la defensa se cuentan en el número de las causas
Según una fotografía del Geographical Journal
can también cabañas so- mayores en la manera de construir las habitaciones humanas. La idea
bre estacas, y los palos que emplean pertenecen á la "misma especie de de seguridad hizo que se escogiera la vecindad de las rocas como ele-
palmera (Euterpe oleracea) planta muy ávida de humedad y relativa- mento de murallas protectoras: se quiso imitar las defensas naturales

] F- imT h u r n , Journal of the Anthropological Institule, vol. XI, 1883.


Moseley, Notes by a Naturalist on the Challenger, pág. 396.
Viol let le Duc. Histoire de la Habitación humaine, pág. 358.
1-43
VILLAS RUPESTRES Y LACUSTRES
174 EL HOMBRE Y LA TIERRA

suministradas por los desfiladeros y las cavernas. E n muchos países del Colombia y los ingenieros que construyen plazas de guerra? Sobre

mundo, lo mismo en A s i a y en E u r o p a que en A m é r i c a y hasta en este asunto, el presente se liga estrechamente al pasado.

algunas islas de la Oceanía, se han encontrado murallas de las llamadas


«ciclópeas», p o r q u e instintivamente se les atribuye á cíclopes, á unos Lo mismo sucede respecto de las ciudades lacustres «Palafitos»

g i g a n t e s que precedieron á nuestra débil humanidad. E s o s fragmentos ó «Terramares», descubiertas en diferentes comarcas del mundo, espe-

de rocas fueron primeramente empleados en el estado q u e los suministra cialmente en nuestra E u r o p a occidental. Durante el invierno de I85 3

la Naturaleza, y el constructor se limitaba á juntarlos artísticamente con


argamasa: la costumbre tomó en esto, c o m o en toda práctica antigua, N.° 24. Villa l a c u s t r e de P a l a d r u

un carácter r e l i g i o s o ; el hombre primitivo hubiera considerado una


impiedad mancillar la santidad de la piedra derribando los resaltos de

las rocas é igualando las superficies


E n toda comarca se aumenta la fuerza de la defensa p o r la posición
escogida para los l u g a r e s sagrados donde la tribu había reunido sus
tesoros, donde había puesto su «alma». E n los países m u y acciden-
tados, cubiertos- de rocas, llenos de pantanos, misteriosos por sus
b o s q u e s ó espesas malezas, los indígenas procuraban ocultar el reducto
central, colocándolo lejos de las sendas, de modo q u e el e n e m i g o pasase
á distancia, sin verle, acechado, g u i a d o por falsas vías, y donde la
ocultación era imposible; se hacía difícil el acceso al lugar defendido,
con empalizadas, puertas falsas, trampas, celadas, caminos pérfidos q u e
retardaran ó hasta impidieran completamente los asaltos: el interior de
A f r i c a es m u y rica en laberintos de esta naturaleza s , y el arte moderno

los imita aún en los jardines.


E n las comarcas descubiertas se c o l g a b a n ordinariamente los fuertes
sobre rocas de difícil acceso, y a u n q u e vivamos aún en una é p o c a de
combates y de asaltos, y que, en cada país se encierren miles y miles de
hombres en ciudadelas edificadas sobre rocas abruptas, no dejó de ser
grande la admiración q u e se p r o d u j o cuando viajeros a r q u e ó l o g o s des-
cubrieron en A m é r i c a tribus q u e vivían absolutamente aisladas sobre
€seola de la cartela €scala del mapa
enormes peñascos, limitados por acantilados verticales, que únicamente
l: »<""> 1: sooo
comunicaban con la llanura por entalladuras practicadas en la roca.
i ««• »0 «00 1 «Ulltem. • ' i» Jo" jíoMétroi
¿ Q u é diferencia h a y , pues, en el fondo entre esos rupestres, que
suben escalando sus rocas y q u e bajan con la destreza de verdaderos á 1854, en ocasión de un descenso extraordinario de d a s a g u a s del l a g o
monos, entre los Zuñis y los Moquis del A r i z o n a , los T u n e b o s de de Zurich, se encontraron cerca de Obermeilen los restos de una anti-
gua población construida sobre estacas á cierta distancia de la orilla;
1 De Gobineau, Histoire des Perses, tomo I, pág. 31,
* Véase Bul!, de la Soc. de Geografhie belge, 1905-
VILLAS LACUSTRES
EL HOMBRE Y LA TIERRA
iy6

desde aquella fecha los investigadores han descubierto en centenares de lafitos y de su flora demuestra cuán poderosa ha sido desde aquella época

sitios los vestigios de otras poblaciones lacustres, que contentan en la toma de posesión del hombre sobre la Naturaleza: las plantas que

número incalculable objetos trabajados por nuestros antepasados durante


N.° 2 5 . Villa l a c u s t r e , T u r i c u m , Zurich
los s i d o s de la prehistoria. Una sola población acuática, la de Conc.se,
en las márgenes del lago de Neuchátel, suministró á las colecciones de
Suiza, desde el primer año, más de veinticinco mil ejemplares de la ,n-
dustria pasada, y todavía faltaba excavar en el f , n d o del lago una capa

fangosa de más de un metro de espesor.


T a n numerosos han sido los hallazgos, que es fácil reconstruir con el
pensamiento los g r u p o s de esas cabanas lacustres con sus barcos amarra-
dos, sus escalas colgantes sobre el agua, los sencillos mobilianos del
interior, las armas, las herramientas, los amuletos y las j o y a s , l o , cestos,
los granos y las frutas que les servían de alimento, los animales que
vivían con el hombre y aquellos c u y a carne comían los lacustres,
lo demás, para rehacer esas cabanas basta imitar las que todavía existen
en diferentes sitios sobre las orillas del mar en Billiton, en Borneo, en
la Papusia y sobre el litoral sud-americano, no lejos de Maracaibo.
Y cuantas poblaciones, que en un principio fueron simples palafitos
ó poblaciones lacustres, se desarrollaron poco á poco, sin que sea di-
fícil encontrar el núcleo primitivo: tales son Nidau, en las márgenes del
lago de Bienne, Zurich, al extremo de la hermosa cascada que lleva
su nombre. Otros palafitos, gradualmente consolidados y transforma-
dos en tierra firme, han recibido fortalezas ó casas de recreo, como
Isoleta en el lago de Várese, ó Roseninsel, en el de Starnberg. Las
ciudades de Bamberg y W u r z b u r g comenzaron también siendo ciudades

fluviales'. '
L a mayor parte de los g r u p o s de estacas se reunieron á la costa por
Turicum lacustre Turicum romano Zurich oe la Edad Media Zurich de 1900
efecto de haberse rellenado con los aluviones, las turbas y hasta con los
restos de las antiguas poblaciones, los estrechos comunmente poco pro-
Orilla antigua <—
fundos que separaban el islote del litoral. L o s palafitos del lago Pa- Orilla de 1900

ladru soportaban aún sus cabañas en la época carlovingia \ Semejantes Curvas de nivel de 10 en 10 m.

fenómenos han tenido lugar á la orilla del mar, y por causas análogas; i : ?s000

la antigua T i r o , el Pharos de Alejandría, la Djezireh de A r g e l , V e n e c a y lOOoMetros

C h i o g g i a son de ello los ejemplos más conocidos. E l estudio de los pa-


el hombre cultivaba entonces han sido mejoradas ó reemplazadas por
1 Jeitteles, Auslaitd, 1872, n.° 45. o
* Chantre, Comptes-rendus de P Academie des Sciences, 1872, n. 3. otras variedades, más productivas, mientras que las especies salvajes,
1-44
VILLAS LACUSTRES
EL HOMBRE Y LA TIERRA
iy6

desde aquella fecha los investigadores han descubierto en centenares de lafitos y de su flora demuestra cuán poderosa ha sido desde aquella época

sitios los vestigios de otras poblaciones lacustres, que contentan en la toma de posesión del hombre sobre la Naturaleza: las plantas que

número incalculable objetos trabajados por nuestros antepasados durante


N.° 2 5 . Villa l a c u s t r e , T u r i c u m , Zurich
los s i d o s de la prehistoria. Una sola población acuática, la de Conc.se,
en las márgenes del lago de Neuchátel, suministró á las colecc.ones de
Suiza, desde el primer año, más de veinticinco mil ejemplares de la ,n-
dustria pasada, y todavía faltaba excavar en el f , n d o del lago una capa

fangosa de más de un metro de espesor.


T a n numerosos han sido los hallazgos, que es fácil reconstruir con el
pensamiento los g r u p o s de esas cabanas lacustres con sus barcos amarra-
dos, sus escalas colgantes sobre el agua, los sencillos mobiliar.os del
interior, las armas, las herramientas, los amuletos y las j o y a s , l o , cestos,
los granos y las frutas que les servían de alimento, los animales que
vivían con el hombre y aquellos c u y a carne comían los lacustres,
lo demás, para rehacer esas cabanas basta imitar las que todavía ex.sten
en diferentes sitios sobre las orillas del mar en Billiton, en Borneo, en
la Papusia y sobre el litoral sud-americano, no lejos de Maraca.bo.
Y cuantas poblaciones, que en un principio fueron simples palafitos
ó poblaciones lacustres, se desarrollaron poco á poco, sin que sea di-
ficil encontrar el núcleo primitivo: tales son Nidau, en las márgenes del
lago de Bienne, Zurich, al extremo de la hermosa cascada que lleva
su nombre. Otros palafitos, gradualmente consolidados y transforma-
dos en tierra firme, han recibido fortalezas ó casas de recreo, como
Isoleta en el lago de Várese, ó Roseninsel, en el de Starnbcrg. Las
ciudades de Bamberg y W u r z b u r g comenzaron también siendo c.udades

fluviales'. '
L a mayor parte de los g r u p o s de estacas se reunieron á la costa por
Turicum lacustre Turicum romano Zurich oe la Edad Media Zurich de 1900
efecto de haberse rellenado con los aluviones, las turbas y hasta con los
restos de las antiguas poblaciones, los estrechos comunmente poco pro-
Orilla antigua ,—
fundos que separaban el islote del litoral. L o s palafitos del lago Pa- Orilla de 1900

ladru soportaban aún sus cabañas en la época carlovingia \ Semejantes Curvas d e nivel de 10 en 10 m.

fenómenos han tenido lugar á la orilla del mar, y por causas análogas; i : ?s000

la antigua T i r o , el Pharos de Alejandría, la Djezireh de A r g e l , Venec.a y lOOoMetros

C h i o g g i a son de ello los ejemplos más conocidos. E l estudio de los pa-


el hombre cultivaba entonces han sido mejoradas ó reemplazadas por
1 Jeitteles, Auslaitd, 1872, n.° 45. o
* Chantre, Comptes-rendus de /' Academie des Sciences, 1872, n. 3. otras variedades, más productivas, mientras que las especies salvajes,
1-44
manos tienden á verse, á medir los intervalos que los separan del vecino,
las «malas hierbas» son todavía idénticas á las que pululaban hace
á abrir una senda en la dirección de su cabaña. A p a r t e de-los S e r i s
miles de años
y de diversas poblaciones de la gran selva del Amazonas, donde las
condiciones del medio, privándoles de todo contacto con los vecinos, se
Estudiando cada comarca en detalle, se podría observar que la
mayor parte de los tipos de antiguas viviendas tienen todavía en ella su
N.° 26. Villas de T r o g l o d i t e s e n T ú n e z y e n T r í p o l i
representación, pero á esíe respecto hay regiones particularmente inte-
resantes. En la región de la Mauritania que abraza la isla Djerba, el
desierto vecino y los montes del litoral, en T ú n e z y en T r í p o l i se ven
todas las formas de albergue: restos de construcciones marítimas sobre
estacas, ksours berberiscos, fuertes y casas modernas, tiendas de nóma-
das, grutas excavadas en largas galerías en la roca y reveladas solamente
al exterior por agujeros circulares semejantes á embudos, aberturas que
conducen á patios interiores semejantes á pozos y se ramifican en caver-
nas talladas regularmente; por último, pirámides de fuertes y de bastio-
nes por donde los sitiados pueden huir de reducto en reducto, tales son
las variedades de viviendas que presenta esa estrecha comarca ribereña
de las Sirtes 1 . En Matmata, la oficina de correos, lugar respetado por
excelencia, se halla instalada en una gruta.

L o s sitios de las viviendas humanas que se agrupan en aldeas, en


villas y en ciudades se acomodan naturalmente á su medio para utilizar
si»
sus ventajas: cualidades del terreno, círculo protector de colinas ó mon-
tañas, proximidad del manantial de agua pura, del bosque, de la can-
tera que suministran madera y piedra, del remanso bien resguardado
donde flotan los esquifes. Pero á las condicionas favorables del medio
1: aoooooo
aproximado se juntan las del medio lejano: las tribus, los pueblos, las
iooKil
naciones se agrupan de diverso modo sobre la tierra en virtud de sus Metameur, Mednin, Howaya (cerca de Chumrasen): villas que contienen ksours ó almacenes de
trigo, de varios pisos y terminados por una serie de bóvedas en plena cimbra.
atracciones recíprocas, guiadas instintivamente por las relaciones mu-
Duirat, Beni-Barka y Getoffa (cerca de Beni-Barka): construcciones difíciles de distinguir de los
tuas de cambios que necesitará su existencia, en cuanto se libren del acantilados rocosos en que esas villas están situadas.
Chnini Chumrasen: cavernas naturales, adaptadas ó artificiales, en Q1 flanco de ios ribazos.
salvajismo primitivo en que la horda sólo vive para sí misma, á la vez Nalut, Namut, Kabao: poblaciones situadas en la cima de escarpes rocosos.
Zerawa, Matmata Kabira, Hadej, Nalut, Zentan, alrededores de Gariana; trogloditas de llanuras
tímida y feroz como una manada efe lobos. y mesetas.
Tatahuin (Fum-Tatahuin), Tujan: casas de piedras, exteriores á la superficie del terreno.
A l manifestarse los sentimientos de curiosidad, los llamamientos de
simpatía, las necesidades de socorro y de ayuda mutua, los g r u p o s hu- han hecho por eso mismo hostiles» á toda aproximación, los g r u p o s
étnicos de que la Tierra está poblada gustan de verse y de reunirse
1 Kolb, Cullurgeschichte, 1. pág. 46. ' á intervalos más ó menos cortos.
» Mahicr de-Mathuisieulx, Notas manuscritas; Hcnry M. Johnston, Gsogr. Journal,
L a mayor parte de las tribus limítrofes tienen lugares de cita, esco-
enero 1898.
PUNTOS DE C I T A , EERIAS Y VILLAS
!8O EL HOMBRE Y LA TIERRA

se celebra en medio de matorrales y pinos jóvenes de colinas desiertas:


gidos comunmente en sitios fácilmente accesibles por caminos naturales,
la soledad se puebla de repente, después se abandona á la caza salvaje.
ríos, gargantas ó desfiladeros de montañas: allá se celebran las fiestas,
Mejor aún, los montañeses, supuestos enemigos hereditarios, aunque
se cumplen las palabras y se cambian los objetos que faltan á unos y
buenos amigos en el fondo, los vascos españoles de Roncal y los vascos
sobran á otros. Los Pieles-Rojas que en el siglo pasado recorrían toda-
franceses de Baretous se reúnen en mercado solemne sobre la cum-
vía libremente las extensiones selváticas y las praderas de la cuenca del
bre del Pirineo, en la Piedra de San Martín, el dominio de las nieves y
Mississipi, se complacían en tomar como lugar de reunión las penínsu-
de la lluvia
las que dominábanla confluencia de los r í o s — t a l era la punta triangular
que separa el Monongahela y el A l l e g h e n y , — ó colinas bien descubier-
tas, de vista amplia y libre, desde donde se veía de lejos á los compañe-
ros que caminaban por las praderas ó navegaban en los ríos ó los
l a g o s — c o m o los dos islotes de Manitou, entre los lagos Michigan y
Hurón.

T o d a v í a en pleno siglo XIX, en cada primavera se veían acudir de


todas partes multitudes de Pieles-Rojas al Gran Campamento, que son
vastas llanuras herbosas que dominan al Oeste las montañas del W y o -
ming meridional, cerca de la cumbre de separación entre los Océanos.
Podía considerársele como el Nijni-Novgorod de América. Habíase
adoptado la tregua entre los guerreros; todos cambiaban sus géneros,
luchaban en los combates de fuerza y de destreza, arriesgaban su haber
al j u e g o y se servían admirablemente del lenguaje de los signos como de
idioma universal. Los fríos del invierno impedían el nacimiento de una
ciudad en aquel sitio; si las condiciones del clima hubiesen sido favora-
bles, hubiera nacido y a en aquel lugar favorecido una ciudad moderna. I'ORT T A M P A , MODERNA CIUDAD LACUSTRE

E n las comarcas ricas en caza, en pesca, en ganados ó en cultivos, la


De una fotografía.
agrupación se hace tanto más considerable, en igualdad de condiciones,
cuanto mayor es la abundancia de víveres. El emplazamiento futuro de Esos primeros cambios suelen ser acompañados de una industria

las ciudades se indica en el lugar de encuentro natural entre los diversos incipiente: bancos de sílex para el corte de armas, y de instrumentos de

centros de producción: las distancias se miden en proporción de la trabajo, de arcilla para la fabricación de cacharros, tierras á propósito

fuerza de atracción y el movimiento seguirá la línea de menor esfuerzo para la construcción de pipas, venas de metal para el forjado y la fundi-

para la mayor suma posible de c a m b i o s P e r o sucede también que los ción de j o y a s , conchas elegantes para servir de adornos y monedas, son

lugares escogidos para los cambios de géneros y los encuentros pacíficos otros tantos motivos para reunirse en tales sitios, los cuales, si ocupan
una situación favorable como centro de alimentación, reúnen todos los
sean precisamente aquellos que se sabe han de quedar deshabitados, sin
elementos para la formación de un g ( U p o permanente.
dueños, eriales^, lindes de bosques, crestas de montañas estériles. Así
la famosa feria de la Latiere, entre Saintonge, Perigord y A n g o u m o i s Pero el hombre no se guía solamente por sus intereses inmediatos en

1 Arduin-Dumazet, vol. XLI, págs. 157 y 158.


' E. Cammaerts, J-G Kohl et lagéographie des communicaHons.
1-45
DISTANCIA DE LAS POBLACIONES

la dirección de su v i d a : el miedo á lo desconocido y el terror del miste- menores fracciones en regiones más populosas; un verdadero ritmo re-
rio fijan también las poblaciones en la proximidad de los lugares temi- gulado p o r el paso del hombre preside á la distribución de los g r u p o s
humanos.
dos, sintiéndose atraídas por el objeto mismo de su temor. S i se elevan
vapores de las grietas del suelo como de una fragua donde los dioses Examinando los mapas detallados, se nota fácilmente el contraste
forjan el r a y o ; si se o y e n repercutir extraños ecos sobre las rocas como que presentan los lugares de habitación de espacio normal y aquellos
voces de genios burlones; si un fenómeno inexplicado ilustra algún otros a los cuales han impuesto un desorden aparente las modificaciones
rincón de la Tierra, sea un fragmento de hierro caído del cielo, sea una del medio. Durante mucho tiempo la jornada habitual de un caminante
llama ó un manantial vivo que brota de la roca, sea una nube misteriosa con sus reposos necesarios para comer y dormir, fué la única medida de
que toma forma humana y vuela por los aires, la religión consagra el distancia que marcaba sobre el terreno los lugares de etapa y de bifurca-
lugar, se elevan santuarios, acuden los fieles, y si el terreno sagrado se c o n ; pero la domesticación de los animales de carrera permitió al hom-
encuentra bien situado bajo otros aspectos, puede salir de ellos una bre alargar la extensión de una jornada de viaje, y , como consecuencia,
los lugares de reposo que se suceden sobre las vías históricas alternaron
Meca ó una Jerusalén.
Por último, el odio entre los hombres, el miedo al saqueo y al pillaje por orden de importancia, según que los viajeros que en ellos se detie-

dieron también nacimiento á g r u p o s de habitaciones, y hasta en nuestros ngn sean simples peatones ó peatones y jinetes.

días débese á las mismas causas la construcción de ciudades poderosas. Es evidente que otros animales de montura ó de carga diferentes del
U n a de las preocupaciones constantes de nuestros antepasados consistía caballo, como el camello en el A s i a central y las regiones mediterráneas,
en precaverse de las incursiones enemigas; hay comarcas donde no el elefante en las Indias orientales y el buey en el Africa meridional,
podía concebirse la existencia de una población sino rodeada de troncos modificarían ligeramente, según la velocidad de su marcha, las distan-
y de una empalizada, y en que se utilizaban todas las ventajas del terreno cias normales entre los puntos de parada y , por consiguiente, entre los

para establecer una residencia que fuera al mismo tiempo un refugio. g r u p o s de viviendas humanas. Las etapas son relativamente cortas en

Con esa idea, un islote separado de la tierra firme por un estrecho pro- los países en que los animales sirven con preferencia al transporte de las

fundo ofrecía sitio á propósito para la construcción de una ciudad marí- mercancías, por ser su paso más lento que bajo el peso del hombre, que

tima ó lacustre, desde donde se podía á la vez acechar la aproximación les espolea con impaciencia.

de los enemigos y presentar buena acogida á . l o s amigos. L a s rocas es- Otras distancias entre los g r u p o s de habitaciones, como aldeas, villas
carpadas y de paredes perpendiculares, desde donde, en caso de ataque, o ciudades, determinadas de antemano por las condiciones del relieve
pudiera destrozarse á ios asaltantes bajo lluvia de piedras, constituían del litoral, del clima, de la flora, d e la fauna ú otras condiciones del
también fortalezas naturales muy apreciadas para la vigilancia domi- medio, fijan la longitud de los caminos naturales ó se trazan gradual-
nando el espacio á la manera de las águilas. mente por el paso del hombre. A s í , respecto de los pueblos pastores,
En los países quebrados, en que rasgos bruscos, paredes de mon- el vaivén trashumante entre los pastos escasos de la montaña y las pra-
tañas, profundos barrancos, ríos caudalosos ú orillas del mar limitan las deras abundantes de la llanura, fija los lugares de residencia temporales
pequeñas sociedades primitivas, son muy desiguales las distancias que o permanentes para una parte de la población local. Viendo un mapa
separan los diversos focos de la actividad humana. L o contrario ocurre heCh °' qUC ind¡flue las Posiciones respectivas de cada centro de
en las comar'cas que presentan un carácter uniforme sobre vastas exten- actividad humana, el que sabe interpretarle puede decirse que tiene á la
siones, por el suelo, el relieve y el clima: allá las poblaciones ó campa- vista todo un cUrso de historia general, al mismo tiempo que mil histo-
mentos de las tribus ocupan el espacio á intervalos regulares, á una j o r - nas locales y particulares: comprende las relaciones que se establecen
nada de camino en los países de población escasa, á media jornada ó á de causa á efecto y de efecto á causa entre los lugares de la montaña y
DISTANCIA DE LAS POBLACIONES

la dirección de su v i d a : el miedo á lo desconocido y el terror del miste- menores fracciones en regiones más populosas; un verdadero ritmo re-
rio fijan también las poblaciones en la proximidad de los lugares temi- gulado p o r el paso del hombre preside á la distribución de los g r u p o s
humanos.
dos, sintiéndose atraídas por el objeto mismo de su temor. S i se elevan
vapores de las grietas del suelo como de una fragua donde los dioses Examinando los mapas detallados, se nota fácilmente el contraste
forjan el r a y o ; si se o y e n repercutir extraños ecos sobre las rocas como que presentan los lugares de habitación de espacio normal y aquellos
voces de genios burlones; si un fenómeno inexplicado ilustra algún otros a los cuales han impuesto un desorden aparente las modificaciones
rincón de la Tierra, sea un fragmento de hierro caído del cielo, sea una del med.o. Durante mucho tiempo la jornada habitual de un caminante
llama ó un manantial vivo que brota de la roca, sea una nube misteriosa con sus reposos necesarios para comer y dormir, fué la única medida de
que toma forma humana y vuela por los aires, la religión consagra el distancia que marcaba sobre el terreno los lugares de etapa y de bifurca-
lugar, se elevan santuarios, acuden los fieles, y si el terreno sagrado se c o n ; pero la domesticación de los animales de carrera permitió al hom-
encuentra bien situado bajo otros aspectos, puede salir de ellos una bre alargar la extensión de una jornada de viaje, y , como consecuencia,
los lugares de reposo que se suceden sobre las vías históricas alternaron
Meca ó una Jerusalén.
Por último, el odio entre los hombres, el miedo al saqueo y al pillaje por orden de importancia, según que los viajeros que en ellos se detie-

dieron también nacimiento á g r u p o s de habitaciones, y hasta en nuestros ngn sean simples peatones ó peatones y jinetes.

días débese á las mismas causas la construcción de ciudades poderosas. Es evidente que otros animales de montura ó de carga diferentes del
U n a de las preocupaciones constantes de nuestros antepasados consistía caballo, como el camello en el A s i a central y las regiones mediterráneas,
en precaverse de las incursiones enemigas; hay comarcas donde no el elefante en las Indias orientales y el buey en el Africa meridional,
podía concebirse la existencia de una población sino rodeada de troncos modificarían ligeramente, según la velocidad de su marcha, las distan-
y de una empalizada, y en que se utilizaban todas las ventajas del terreno cias normales entre los puntos de parada y , por consiguiente, entre los

para establecer una residencia que fuera al mismo tiempo un refugio. g r u p o s de viviendas humanas. Las etapas son relativamente cortas en

Con esa idea, un islote separado de la tierra firme por un estrecho pro- los países en que los animales sirven con preferencia al transporte de las

fundo ofrecía sitio á propósito para la construcción de una ciudad marí- mercancías, por ser su paso más lento que bajo el peso del hombre, que

tima ó lacustre, desde donde se podía á la vez acechar la aproximación les espolea con impaciencia.

de los enemigos y presentar buena acogida á . l o s amigos. L a s rocas es- Otras distancias entre los g r u p o s de habitaciones, como aldeas, villas
carpadas y de paredes perpendiculares, desde donde, en caso de ataque, o ciudades, determinadas de antemano por las condiciones del relieve
pudiera destrozarse á ios asaltantes bajo lluvia de piedras, constituían del litoral, del clima, de la flora, d e la fauna ú otras condiciones del
también fortalezas naturales muy apreciadas para la vigilancia domi- medio, fijan la longitud de los caminos naturales ó se trazan gradual-
nando el espacio á la manera de las águilas. mente por el paso del hombre. A s í , respecto de los pueblos pastores,
En los países quebrados, en que rasgos bruscos, paredes de mon- el vaivén trashumante entre los pastos escasos de la montaña y las pra-
tañas, profundos barrancos, ríos caudalosos ú orillas del mar limitan las deras abundantes de la llanura, fija los lugares de residencia temporales
pequeñas sociedades primitivas, son muy desiguales las distancias que o permanentes para una parte de la población local. Viendo un mapa
separan los diversos focos de la actividad humana. L o contrario ocurre heCh °' qUC ind¡flue las Posiciones respectivas de cada centro de
en las comar'cas que presentan un carácter uniforme sobre vastas exten- actividad humana, el que sabe interpretarle puede decirse que tiene á la
siones, por el suelo, el relieve y el clima: allá las poblaciones ó campa- vista todo un cUrso de historia general, al mismo tiempo que mil histo-
mentos de las tribus ocupan el espacio á intervalos regulares, á una j o r - rias locales y particulares: comprende las relaciones que se establecen
nada de camino en los países de población escasa, á media jornada ó á de causa á efecto y de efecto á causa entre los lugares de la montaña y
J84 EL HOMBRE Y LA TIERRA
C A MINOS Y SENDAS

los de la llanura, entre orilla é isla, estuario y promontorio, oasis y valle


minos. En los bosques tropicales, el indígena utilizaba simplemente los
fluvial. No hay estudio más instructivo que el de los puntos en que el
agujeros practicados por el elefante, el tapir ó algún otro animal feroz;
hombre ha dejado sus huellas sobre la superficie de la tierra habitable;
en la isla de Java, el volcán Gedé, sobre Buitcny.org, hubiese sido in-
pero es preciso que la representación de la superficie planetaria sea per-
abordable si los rinocerontes no hubiesen abierto anchas sendas hasta el
fectamente semejante; de lo contrario, conduce á explicaciones ilusorias
que desmiente la realidad.

E n cuanto dos ó más g r u p o s de individuos establecieron relaciones


mutuas, comenzó la red de las vías de comunicación, muy indeterminada
y modesta en su origen, pero suficiente para modificar en algo é l aspecto
de la Naturaleza, y sobre todo para darle un encanto particularísimo,
una intimidad muy dulce á los ojos del que vive en ella y conoce todos
sus misterios. L a senda, necesariamente sinuosa, á causa de la des-
igualdad de las pendientes, de los obstáculos pequeños ó grandes q u e # e
hallan en el espacio que ha de recorrerse, serpentea por curvas desigua-
les, muy prolongadas en la llanura, cortas y bruscas en los declives, que
el caminante sigue gozando inconscientemente del ritmo perfecto de las
sinuosidades que se suceden, como armonizándose por una geometría
natural con todas las ondulaciones del suelo. Por un acuerdo tácito,
acomodándose á la ley del menor esfuerzo, los pies de cada uno de los
pasajeros, contribuyen á trazar la misma vía; cuando las condiciones se
mantienen sin cambio notable, el camino guarda su trazado inmutable-
mente de siglo en siglo, en tanto que se suceden las generaciones de los
pueblos, conquistadores y conquistados. H a y sitios en que las llu-
vias, formando lagos temporales, obligan al pasajero á trazar por los
Rennsbeg Ó Renntteig
lados sendas que se ramifican al infinito en elegantes curvas. En otros
_ ' '000 000
sitios, sobre colinas terrosas ó compuestas de rocas d e s m e n u z a r e s , se 0 ! Si ToKiI.

ahonda el camino profundamente como una torrentera entre declives


herbosos sobre los cuales los árboles entrelazan sus ramas. Abajo, á borde del cráter. También en el desierto se encuentra la dirección de
las fuentes ó de los vados fluviales observando las huellas de los ani-
través del arroyo, vense piedras echadas de distancia en distancia para
males.
que el viajero pueda pasarle á pie seco. T o d o s esos accidentes, en que
el hombre encuentra su acción sobre la Naturaleza, añaden á la existen- En el mar los insulares guiaron primeramente sus barcos por el vuelo

cia una poesía infinita. de las aves para alcanzar otras tierras, y alguna cima de montaña hubie-
/ ra permanecido infranqueable si la linea constantemente seguida por las
aves de paso no hubiese indicado claramente la posición del desfiladero.
En muchos sitios los hombres no tuvieron más que seguir los vesti-
Para los caminos marítimos también se guiaban los marineros por el
gios ó las indicaciones de los animales para establecer la red de los ca-
vuelo de las aves, lo mismo que por los vientos regulares donde domi-
1-46
nan los alisios, los monzones y las brisas alternas. El mar, antes del superior á la de los habitantes actuales de la comarca. A l g u n a s tribus

período del vapor, que dió independencia al barco, tuvo, como la tierra, americanas que han vuelto al s a l v a j i s m o - e n t r e otras los A r u a c o s de

sus vías históricas trazadas sobre las olas movedizas '. la Sierra Nevada de Santa M a r t a - h a n conservado formas de cons-

Los monumentos más antiguos del trabajo del hombre son las trucciones ciertamente primitivas, como los puentes compuestos de

sendas: en su comparación, los más venerables montones de ladrillos arboles vivos que se inclinan uno hacia otro entrelazándose las ramas

encontrados en Caldea ó sobre las riberas del Nilo, son obras de a y e r . principales, añadiendo redes de enredaderas y bejucos al piso rudi-
mentario.
Trazadas por el paso de todos, .y compuestas en realidad de mil va-
riantes ligeramente distintas que han acabado por confundirse, esas E l hombre civilizado, que tiene actualmente grandes exigencias para
pistas deben tomar tal desfdadero, tal curva del valle, tal declive de la sus vías de comunicación, caminos, canales y ferrocarriles, se inclina á
colina, desarrollándose entre esos puntos fijos indicados por el relieve creer que sus antepasados los primitivos carecían casi por completo de
del suelo. E l más sabio ingeniero no lo haría m e j o r , ' y la senda trazada medios de recorrer el mundo, y eso es un error: no poseyendo vehícu-

. p o r él no tendría seguramente el arte de acomodarse de modo pinto- los, nuestros abuelos los cazadores ó los pastores nómadas, se servían

resco á la Naturaleza contorneando ó superando los obstáculos por perfectamente de sus miembros, y las hazañas pedestres que ahora se
consideran como excepcionales eran entonces cosa corriente y sin im-
graciosas sinuosidades.
portancia, como se ve en el norte de Méjico entre los Seris, los Yaquis
Sin embargo, seco el suelo de los valles, en muchos sitios se ha cam-
y los Tarahumara.
biado el trazado de esas pistas: para evitar los pantanos, los charcos,
las masas de vegetación frondosa y las emboscadas, los viajeros preferían Tribus enteras abandonaban una residencia para buscar otra, segui-
seguir las cimas de las colinas, lo que les permitía vigilar las dos ver- das de sus enfermos y sus heridos, y eran alcanzadas en el camino por
tientes. E l Rennsteig de la T u r i n g i a es el tipo más notable de esos las parturientas que se habían detenido algunos días en cualquier sitio
caminos históricos, abandonados desde que pudieron establecerse los de refugio. No pocas veces ha sorprendido á viajeros que recorrían á
caminos en todos los valles c u y o s bosques fué gradualmente cruzando caballo caminos bien trazados, verse durante toda la jornada acompa-
el h o m b r e : al presente, por una especie de piedad histórica, trátase de ñados por indios , que caminaban saltando á través del ramaje en la
reconocer todos los vestigios del antiguo trazado, pero el nuevo modo espesura, salvando todos los obstáculos y deslizándose como serpientes
introducido por la civilización moderna tolera muy escasamente la entre los bejucos. Gracias á esa facilidad de traslación, tanto mayor
existencia de esos caminos de las cimas. cuanta menor era la fortuna adquirida que ligaba á las poblaciones á su
primera residencia, los indígenas emigraban frecuentemente en masa á

H a y poblaciones, llamadas salvajes, que han sabido dar pruebas de cientos, á miles de kilómetros á veces, á países diferentes por las pro-

ciencia y de audacia arquitectónicas construyendo puentes y desliza- ducciones y el clima. Las investigaciones de los etnólogos americanos

deros sobre torrentes, precipicios y aun valles enteros. han dado el resultado admirable de hallar tribus del mismo origen y de

En muchas comarcas, especialmente en el T i b e t oriental y en A m é - la misma lengua dispersas sobre todo el inmenso territorio que se

rica, en el país de los Incas,-las oroyas, tarabitas y diversos tipos de extiende desde la isla V a n c o v e r á la Florida y desde el Mediterráneo

«funiculares» empleados para la travesía de gargantas profundas y canadiense hasta la Sierra Madre. Diríase que la casualidad había

de un acantilado á otro, deben considerarse indudablemente como cons- presidido á la dispersión de los g ^ p o s étnicos, de tal modo habían

* trucciones heredadas de pueblos que gozaron antes de una cultura sabido «triunfar del espacio los emigrantes en sus viajes de conquista, de
huida ó de simple capricho. T o d a la mitad occidental del Mundo A n -
tiguo fué teatro de un movimiento análogo cuando ocurrió la ruptura
Gcorg Schwcinfurth, De VOrigine des Egyptiens.

t
COMERCIO Y FRANCOS VIAJEROS

entre las islas de Mabuiag y de Buron, se debe á" un navegante in-


del equilibrio romano; ¿no se vio entonces en las Galias, en la penín- dígena1,
sula de Iberia y hasta en los mismos límites del desierto africano, pue-
blos venidos del Cáucaso y del Tian-Chañ?
E l tráfico mantenía constantemente las relaciones, aun entre tribus
D e ese modo la red de los caminos — e n unas partes sendas de escalo
muy sedentarias: los cambios de productos, de mercancías, de mitos y
en las montañas, en otras simples pistas sobre las peñas, huellas profun-
das excavadas en los caminos, cintas entremezcladas en la hierba de N.° 28. M a p a Esquimal

las estepas, caminos líquidos del mar borrados por el viento - compren-
día el mundo entero, y nuestros abuelos, decididos caminantes, aunque 'Pikierfu C. Ohlsen

sin conocer exactamente la posición respectiva de los lugares, no ig-


Kudhuktuarsuk
noraban la dirección que habían de seguir para llegar al país mara-
villoso cuya leyenda habían o í d o ' .
Por lo demás, las poblaciones primitivas de numerosas comarcas se
habían sin duda elevado á nociones geográficas suficientemente precisas.
^¿bnagn?em
Los viajeros modernos han encontrado frecuentemente salvajes quienes,
para explicarlas el camino que habían de seguir, han sabido trazar per- Ka nga r s J f ^OU/VD

fectamente, sobre la arena ó sobre el papel, mapas de aspecto muy artís-


tico, á veces, señalando caminos y distancias aproximadas. L o s mejores
mapas dé los países todavía poco conocidos, los que contienen mayor
número de indicaciones, son debidos á indígenas, g e ó g r a f o s sin saberlo.
L o s A r u a c o s , y a mencionados, se consideran «orgullosos de ser cartó-
grafos», dice de Brettes: los sacerdotes enseñan á los niños la religión, C.Athoü
la genealogía de las familias y la g e o g r a f í a ' . Medio siglo antes, casi
Q.Atholl
toda la cartografía del Sahara, entre el N í g e r y los montes del Atlas,
había sido hecha por negros, Á r a b e s y T u a r e g s que dibujaban sobre
piedra ó sobre arena 3 . E n otro tiempo, y quizá todavía en la actua-
lidad, los pilotos de las Carolinas y de las islas Marshall poseían medos,
verdaderos mapas compuestos de conchas ó guijarros, que representa-
__ '¿t deVorigirud. 7 ¿ ° W d e Gr. 68' [
ban las islas, y varillas colocadas en diversos sentidos para indicar el
Este mapa fué trazado de un rasgo por el esquimal Kallihuera, en iS<o, á bo'rdo del vanor
ecuador, el meridiano, las jornadas de navegación, las corrientes y
f Z - ' T ' c f P ' ' á n O/nmanney Sirviéndose de un lápiz, que manefaba por prim ra vez
\¡1 itinerario que había de seguirse '. E l estrecho de Torres, lleno de i C O f dc l k , c r l 1 1 . a l , C a b o Y o r k . indicó las rocas, glaciares y montañas y dkJK
nombres por los cuales conccia los puntos notables. y

escollos, se recorre aún con mucho riesgo, y el único documento que


de ideas se han hecho siempre de poblado á poblado, no sólo por los
se posee para guiarse, especialmente en el peligroso estrecho abierto
prisioneros de guerra, c u y a mayoi^ parte acababan por ser más ó
1 Edraond Dcmolins, Les Grandes Routes des Peuples. ^ menos miembros adoptivos de la tribu victoriosa, ¡ino también por
5 De Brettes, Bu//. Soc. íTAnlhr., n.° 3. '903 P- 335 >' passim.
3 Henry Duveyrier, Les Tonareg du Nord..
" Hernhcim, Beitrag ztir Sprache dcr Marshall Insebr, — Kubary, Milteilungen der geo- Haddon, Report 0/the Anlhr. Exfeditio« to Torres Slrails, Yol. V, 1902, p. 60.
graphischen Gesel/scha/t ¡n Hamburg, 1880.

\
COMERCIO Y FRANCOS VIAJEROS

entre las islas de Mabuiag y de Buron, se debe á" un navegante in-


del equilibrio romano; ¿no se vio entonces en las Galias, en la penín- dígena",
sula de Iberia y hasta en los mismos límites del desierto africano, pue-
blos venidos del Cáucaso y del Tian-Chañ?
E l tráfico mantenía constantemente las relaciones, aun entre tribus
D e ese modo la red de los caminos — e n unas partes sendas de escalo
muy sedentarias: los cambios de productos, de mercancías, de mitos y
en las montañas, en otras simples pistas sobre las peñas, huellas profun-
das excavadas en los caminos, cintas entremezcladas en la hierba de N.° 28. M a p a Esquimal

las estepas, caminos líquidos del mar borrados por el viento - compren-
día el mundo entero, y nuestros abuelos, decididos caminantes, aunque 'Pikierfu C. Ohlsen

sin conocer exactamente la posición respectiva de los lugares, no ig-


Kudhuktuarsuk
noraban la dirección que habían de seguir para llegar al país mara-
villoso cuya leyenda habían o í d o ' .
Por lo demás, las poblaciones primitivas de numerosas comarcas se
habían sin duda elevado á nociones geográficas suficientemente precisas.
^¿bnagn?em
Los viajeros modernos han encontrado frecuentemente salvajes quienes,
para explicarles el camino que habían de seguir, han sabido trazar per- Ka nga r s J f ^OU/VD

fectamente, sobre la arena ó sobre el papel, mapas de aspecto muy artís-


tico, á veces, señalando caminos y distancias aproximadas. L o s mejores
mapas de los países todavía poco conocidos, los que contienen mayor
número de indicaciones, son debidos á indígenas, g e ó g r a f o s sin saberlo.
L o s A r u a c o s , y a mencionados, se consideran «orgullosos de ser cartó-
grafos», dice de Brettes: los sacerdotes enseñan á los niños la religión, C.Athoü
la genealogía de las familias y la g e o g r a f í a ' . Medio siglo antes, casi
Q.Atholl
toda la cartografía del Sahara, entre el N í g e r y los montes del Atlas,
había sido hecha por negros, Á r a b e s y T u a r e g s que dibujaban sobre
piedra ó sobre arena 3 . E n otro tiempo, y quizá todavía en la actua-
lidad, los pilotos de las Carolinas y de las islas Marshall poseían medos,
verdaderos mapas compuestos de conchas ó guijarros, que representa-
__ '¿t deVorigirud. 7 ¿ ° W d e Gr. 68' [
ban las islas, y varillas colocadas en diversos sentidos para indicar el
Este mapa fué trazado de un rasgo por el esquimal Kallihuera, en iSso, á tordo del vaoor
ecuador, el meridiano, las jornadas de navegación, las corrientes y
f Z - ' T ' c f P ' ' á n O/nmanney Sirviéndose de un lápiz, que maneaba por p r i t r a vez
\¡1 itinerario que había de seguirse '. E l estrecho de Torres, lleno de i C O f d c , P , k , e r l U a I , C a b o V o r k < i n d i c ó I a s rocas, glaciares y montañas y dkJK
nombres por los cuales concern los puntos notables. y

escollos, se recorre aún con mucho riesgo, y el único documento que


de ideas se han hecho siempre de poblado á poblado, no sólo por los
se posee para guiarse, especialmente en el peligroso estrecho abierto
prisioneros de guerra, c u y a máyoi^ parte acababan por ser más ó
1 Edraond Dcmolins, Les Grandes Routes des Peuples. ^ menos miembros adoptivos de la tribu victoriosa, ¡ino también por
5 I)e Brettes, Bu//. Soc. íTAnlhr., n.° 3. '903 P- 335 >' passim.
3 Henry Duveyrier, Les Tóuareg dtt Nord..
" Hernhcim, Beitrag ztir Sprache der Marsliall Insebr, — Kubary, Milteilungen der geo- Haddon, Rcport ofthe AnUtr. Expedition to Torres S/rar/s, Yol. V, 1902, p. 60.
graphischcn Gesellschaft in Hamburg, 1880.

\
COMERCIO Y FRANCOS VIAJEROS

tribus especiales á las que su trabajo útil protegía eficazmente en todos tiempo tuvieron una influencia capital en el desarrollo humano, porque
sus viajes. Hasta en el curso de las guerras de exterminio, esos viaje- merced á ellos aprendieron los hombres su parentesco común. Hubo

ros francos, hombres y mujeres, tenían un carácter sagrado, porque un tiempo en que esos transeúntes, y e n d o y viniendo de pueblo en pue-

toda costumbre se transforma gradualmente en ritos religiosos. En blo á través de la Tierra, representaban con sus ¡das y venidas la circu-

todos tiempos fué conocido lo que los obreros franceses llaman el grand lación sanguí-

trimard y los ingleses tramp-sistem, especie de obrero ambulante y nea y nerviosa


aventurero que trabaja donde puede, vive miserable y no fija su residen- en el i n m e n s o
cia, y gracias á esos nómadas se hizo, más que lo que se cree, la educa- c u e r p o social.
ción del mundo; de uno á otro se transmitía todo, cosas y pensamientos, Como lo hace
de un extremo á otro de la tierra 1 . notar muy justa-
mente un misio-
Difícilmente se puede comprender en nuestros días la parte q u e
nero, hablando
tomaron las tribus de mercaderes en la
de las costum-
historia de la humanidad, porque los
bres tan hospi-
buhoneros é industriales errantes han
t a l a r i a s d e los
Mongoles, ¿có-.
mo no había de
acogerse con
a l e g r í a al ex"
ZINGAROS ITALIANOS CAMINO DE ESPAÑA
tranjero, que es
á la vez un pe- Según una fotografía.

riódico respecto de las noticias del exterior y un mensajero por los


saludos que transmite y las comisiones que realiza? E l cumplimiento
de esos pequeños servicios, podía tardar meses y años, pero acababa
por verificarse-. Del mismo modo, en Méjico, antes que el país se
cubriese de una red de vías férreas, los indios no vacilaban en em-
prender un viaje pedestre, que durara meses, desde las orillas del golfo
CARAVANA DE GITANOS ACAMPADA A LA ENTRADA DE UN PUEBLO EN EL MEDIODIA de California al istmo de T e h u a n t e p e c , para hacer un simple encargo

De una fotografía. y satisfacer un capricho, el tiempo no les costaba nada.

El ejemplo de los Romanichel ó Bohemios, conocidos en toda Europa


perdido casi toda su importancia como transmisores de noticias, desde con nombres diversos, nos muestra la evolución extraordinaria que se
que los correos, las estafetas, la posta, los telégrafos y los teléfonos les cumple en el destino de las tribus de viajeros desde que los pueblos no
han reemplazado, no representando y a más que la supervivencia despre- necesitan esos intermediarios de tráfico y de ciencia, porque esos nó-
ciada ó hasta aborrecida de una clase antes venerada; pero en otro madas sabían cuidar el ganado y hasta los h o m b r e s : ' h e m o s mencionado

1 James Gilmuur. More about Hie Mongols, pág. 12.


1 A. F. Bandolier, The .Gilded Man, 1893, p. 7-
COMERCIO Y FRANCOS VIAGF.ROS

los A p o l o b a m b a s de Bolivia, que recorren toda la parte meridional


del Adriático al país del ámbar por el paso entre A l p e s y Cárpatos, la
del continente americano y á quienes se a c o g e bien pn todas partes.
travesía de las Galias por los dos valles del Saona y del Sena, la entrada
L o s caminos son la muerte de esos hombres errantes, que antes se
(le la península Ibérica por los desfiladeros que existen á lo largo de la
esperaban con impaciencia en los plazos acostumbrados. Sin discutir
concavidad del mar de los Vascos. Por lo demás, las mismas ventajas
aquí la época en que los zíngaros penetraron en E u r o p a , pueden estu-
que aseguraban la preeminencia á ciertas vías para el lento movimiento
diarse indirectamente las costumbres de esos g r u p o s de familias viajeras
entre sus congéneres de la India, tales como los Bandjaris y los Po-
N.° 29. C a m i n o s del á m b a r
vindahs. L o s eminentes servicios que en otro tiempo prestaban á la
sociedad les hacían amigos de todos: se acudía á ellos, se les interrogaba
después de haber cambiado con ellos bendiciones y salúdete; luego,
en tanto que los padres trataban con sus visitantes los negocios de
comercio, los hijos jugaban con chucherías que se les había regalado, y
las jóvenes, tendiendo la mano á las mujeres, les pedían la buenaventura.
En los países civilizados de Europa, por el contrario, los Bohemios, á
quienes su género de vida nómada ha diferenciado completamente de las
naciones sedentarias c u y o territorio recorren, han^acabado por ser con-
siderados como no pertenecientes á la humanidad: como si fueran apes-
tados se les deja fuera de p o b l a d o ; se inventan -para ellos reglamentos
de policía sospechosos y brutales; se les prohibe el legítimo comercio,
se les empuja casi forzosamente al robo y al merodeo, y en ciertos
puntos hasta se les deporta en masa. T a l es, para vergüenza de esta
sociedad moderna impotente para hacer el bien, la medida que se tomó
á mediados del siglo XIX en el país Vasco y en el Bearn.

A u n en nuestros días están indicados los caminos en otros tiempos


' seguidos por los francos viajeros, no sólo por el relieve del suelo al cual
había q u e conformarse, sino también por objetos de comercio descu-
biertos en las antiguas etapas y en los lugares de mercado. A s í como
¿tóMtó* execciones d. in,lcr cmeríHo Camine: d, los maatdtru
en la América del Norte los «cazadores de pieles» y otros viajeros
. i: 15000000
practican en distintos sitios escondrijos donde ocultan armas y provisio-
0 «>» WJ * 1 1 - loioKil.
nes, así también los caravaneros prehistóricos de E u r o p a y de A s i a
de los cambios durante las edades prehistóricas, debían darle también e¡
dejaban de trecho en trecho, á lo largo de los caminos, provisiones
primer lugar en los tiempos de la historia escrita, y á lo largo de esos
escondidas en subterráneos que se encuentran actualmente. Debido á
caminos se fundaron las ciudades populosas ó se desarrollaron los gran-
esos descubrimientos, puede trazarse un mapa sumario de E u r o p a indi-
des acontecimientos en la vida de las*naciones.
cador de las vías que los pueblos anteriores á la historia habían fraguado
A s í como hubo francos viajeros, libres de traficar entre los pueblos
de un extremo á otro del continente: tales son el camino del Cáucaso al
en lucha, existirían también lugares francos en cuyas inmediaciones
mar Báltico, el de los Palus Meótides al valle del Danubio, el camino
quedaban prohibidas toda clase de hostilidades por común acuerdo.
1-48
L a razón íntima de esta elección era sencillamente la necesidad, porque cias especiales que daban este favor á tal ó cual punto geográfico diferían
según las comarcas y los tiempos. T a l sitio favorablemente situado se
N.° 30. A r d é c h e y C é c c
había escogido en virtud de una convención formal, pero casi siempre

N . ° 31. Q r u t a d e Tharaux

1.1800
1 1 1
r: 200ooo 0 '0 50 7V .00 M

A Sala prehistórica, osamentas y restos de cacharros.


15 Sala utilizada en la Edad Media como leprosería- una . v i n U * v • ..
Atravesando la cadena del Bouquet, el Ardéche, desde Vallon hasta Aigu&ze, el Céze, desde la con- la gruta. F a' una r e J a l d e hierro'la separa del resto de

fluencia del Claysse hasta la cascada de Sautadet, están bordeados de acantilados donde se
hallan gran número de grutas, la mayor parte inexploradas. Se han señalado: i gruta de
Saint-Marcel, más de dos kilómetros de longitud, cacharros y osamentas; 2 gruta de Ebbe C •• -
%
hasta el istmo de Pas-de-Moussc; 3 boquete de Foussoubie; 4 gruta de Tharaux. Hay tam-
bién muchas excavaciones sobre la meseta de Saint-Remfcze. (Martel, Mazauric).
debió de producirse el hecho espontáneamente en e. lugar q u e Ia Natu .

era preciso á toda costa encontrarse pacíficamente en un mercado para l : a m d , C a r a COm° m 4 s 4 Pr°PÓsit°: consentimiento tácito responde
obtener los objetos indispensables á la existencia; pero las circunstan- caracter resen-ado y justamente reee.oso de los puehios primitivos,
L a razón íntima de esta elección era sencillamente la necesidad, porque cias especiales que daban este favor á tal ó cual punto geográfico diferían
según las comarcas y los tiempos. T a l sitio favorablemente situado se
N.° 30. A r d é c h e y C é c c
había escogido en virtud de una convención formal, pero casi siempre

N . ° 31. Q r u t a d e Tharaux

1.1800
1 1 1
r: 200ooo 0 '0 50 .00M

A Sala prehistórica, osamentas y restos de cacharros.


15 Sala utilizada en la Edad Media como leprosería- una min'H, . •
Atravesando la cadena del Bouquet, el Ardéche, desde Vallon hasta Aiguéze, el Céze, desde la con- la gruta. F a' una r e J a l d e hierro la separa del resto de

fluencia del Claysse hasta la cascada de Sautadet, están bordeados de acantilados donde se
hallan gran número de grutas, la mayor parte inexploradas. Se han señalado: i gruta de
Saint-Marcel, más de dos kilómetros de longitud, cacharros y osamentas; 2 gruta de Ebbe C •• -
%
hasta el istmo de Pas-de-Moussc; 3 boquete de Foussoubie; 4 gruta de Tharaux. Hay tam-
bién muchas excavaciones sobre la meseta de Saint-Remfcze. (Martel, Mazauric).
debió de producirse el hecho espontáneamente en e. lugar q u e Ia Natu .

era preciso á toda costa encontrarse pacíficamente en un mercado para fea .nd.cara como más á propósito: el consentimiento tácito responde

obtener los objetos indispensables á la existencia; pero las circunstan- caracter reservado y justamente r e e e I o s o de .os pueblos primitivos,
decididos á romper á la primera alarma. En todo país y en todas las ellas, preparar las pieles para hacerse tapices y vestidos, reemplazar las

épocas han tenido lugar, en esos sitios francos para los cambios, los ligaduras de hierbas ó de bejucos por aquéllas, mucho más fuertes, que

encuentros y la alegría de verse aún entre enemigos. En el Sus ma- le suministraban las tripas y los tendones. T a n t o si permanecía herbí-

rroquí la regla admitida prohibe toda venganza en un día de mercado voro p o r gusto, por costumbre y gracias á la abundancia del alimento

(Brides). vegetal, como si se hacía carnívoro, ó á lo menos omnívoro, pudo


dominar la tierra en su provecho y llegar á ser un Tese'o, un Hércules,
Las residencias del hombre, las sendas que traza, los sitios de campa-
un destructor de los monstruos c u y o imperio había aprendido á dispu-
mento y de mercado hablan principalmente de paz, pero la guerra se
tarles: acababa de nacer una nueva edad de la humanidad. Cuando el
enconaba también entre los g r u p o s solicitados por intereses diversos, y
hombre añadió otras armas á la piedra, al guijarro cortante,
la industria naciente tenía que proveer á la vez á los progresos y á las
á la maza y al hacha; cuando las hubo modelado en puntas,
pasiones de todos, á dar fuerza á los pueblos para la a y u d a mutua ó
lisas y dentadas, y cuando tuvo á su disposición la piedra de
para la lucha. Estos testimonios de las conquistas graduales de la
honda, la flecha, la javalina, el dardo y la cer-
humanidad han podido conservarse principalmente en las grutas, bajo
batana, poseyó, y de una manera definitiva, la
la protección de las rocas y de las concreciones calcáreas depositadas
fuerza material: á pesar del mamut y del masto-
desde la estancia de los trogloditas. .Señalemos principalmente las
donte, del oso y del león de las cavernas, de
cavernas del mediodía de Francia, del Vezere y del Dordoña en el Cere
los cocodrilos y de los ofidios, él se hizo el amo,
y en el A r d e c h e .
salvo, no obstante, en algunas comarcas, donde

Durante el largo período que los hombres, como sus primos los mo- tenía que luchar con nu-

nos, no tuvieron á su disposición más que las armas naturales, los mús- bes de mosquitos ú otros

culos, las uñas y los dientes, á los cuales en ocasiones añadían la rama infinitamente pequeños;

arrancada de un árbol inmediato ó las piedras desprendidas de la roca, hay especies de murcié-
EVOLUCIÓN DEL PUÑAL
debieron de permanecer principalmente arborícolas, ó á lo menos habi- lagos vampiros que ha-
Epoca de Epoca
cen algunos países com- Strepy chelcana
tantes del bosque que les suministraba un resguardo contra las fieras,
y su alimento hubo de ser forzosamente el que también encontraban pletamente inhabitables: ( Colección Rulot.)
HACHA
en el mundo vegetal, hojas y bayas, cortezas, raíces y tubérculos; pero para escapar á la muerte unos colonos de Costa-
DE LA ÉPOCA CHELEANA

después que la larga serie de los años y de los siglos, cada uno con su Rica han tenido que huir de las costas occiden-
Osinchc.
contingente de experiencias y progresos, cuando un A r q u í m e d e s primi- tales situadas al sud del monte Herradura.
( Colección Rulot.)
tivo hubo aprendido á distinguir el arma cortante, el sílex agudo de la L a génesis del instrumento primitivo em-

piedra tosca é informe, el hombre se hizo á su vez el igual de las fieras, pleado por el hombre desde los orígenes de la industria, parece ser muy

y pudo descender de su habitación colgante para combatirlas sobre su sencillo. En cuanto aprendió á servirse de objetos exteriores, como

terreno y en perfecta igualdad de armas: á las garras y á los colmillos armas é instrumentos, guardaría seguramente con cuidado los palos y las

podía oponer el hacha. Y a no tenía necesidad de huir, podía luchar, piedras que había apreciado; se daría cuenta en el empleo de los objetos

y sus costumbres y su destino cambiaron en consecuencia. suministrados por la Naturaleza, de la ventaja q u e j e proporcionaba una
forma determinada para aumentar su fuerza y su destreza; aprendía á
Convertido en el rival de las fieras, hábil y a en derramar la sangre,
comparar las diversas ramas ó raíces por la flexibilidad ó la fuerza de re-
el hombre pudo aprender á bebería, como lo veía hacer al Machairodus
sistencia de la madera, por sus cualidades como dardo, como maza ó
y á otros animales; supo' despedazar las carnes para alimentarse con
1-49
E L HOMBRE Y LA TIERRA INSTRUMENTOS, TELAS

c o m o arma arrojadiza; descubrió, por ejemplo, el bumerang que emplean instrumentos usuales, utilizados al infinito, como nosotros empleamos
los salvajes de Australia y que los civilizados de nuestros días, á conse- actualmente los clavos, las agujas, los alfileres y los raspadores. Por
cuencia de una regresión parcial, son incapaces de utilizar. A s í mismo, miríadas y miríadas extraería del suelo que circundaba su vivienda por
el hombre primitivo veía la diferencia de los guijarros con que armaba el trabajo incesante de la vida, esas piedras cortantes y punzantes, que
su mano y que tiraba con mayor precisión y con un conjunto de movi- se desechaban en cuanto el corte se embotaba. El obrero inteligente,
mientos mejor coordinados que los del mono. En muchos países el retocándolas con habilidad por medio de nuevos golpes dados sobre el
salvaje se sirve todavía de la piedra, y la tira á lo lejos con temible se- corte ó sobre la punta, consiguió utilizarlas mucho tiempo, como anti-
guridad. D e ahí, en la leyenda judía, la muerte del gigante Goliat, que guas amigas ( R u t o t ) .
c a y ó con la frente abierta de una pedrada, y , en los países de Oriente, T a l e s fueron los objetos de transición entre el peñasco ó el guijarro
primitivos lanzados por el hombre y el ^ ^ ^
arma tallada con arte. Los más bellos ^ ^ ^ ^ ^ E ^ S ^
instrumentos pulimentados, y , de pro- í
greso en progreso, las obras maestras de
la estatuaria, nacieron del empleo de la • ¡ i ¡
piedra apropiada, procedente ella misma ^ R f H
piedra uso de ^ H j ^ ^ V ^ B ^ B
esta piedra tosca se practica aún, y el
campesino vuelve á él con una ^ ^ H
de fervor piadoso, especialmente para
la delimitación de los campos y de los II ACHA-.M A R T I L L O HACHA PULIDA
Estaciones lacustres
caminos. En las islas Arran, en medio Robenhausen
suizas
de la bahía irlandesa de G a h v a y , los pes- (Col. Vib raye.) (Col. Vibrayc.)
UACILAS D E S Í L E X TALLADO ( LÍPOCA PALEOLÍTICA)
cadores usan todavía anclas de piedra; '/j tamaño.
Saint-Achcül, cerca de Amiens (Sommc)
hasta las viviendas construidas con peñascos, los cloghan, en forma de
tamaño.
colmenas, continúan siendo allí frecuentes'.
los pastores de la Susiana, que no se aventuran en los terrenos de pasto
Los arqueólogos han clasificado según las piedras los diferentes
sin llevar la honda al hombro, creyéndose cada uno un David por el tino períodos de civilización durante la prehistoria: edades eolíticas, paleolí-
y la destreza 1 . ticas, neolíticas. L a mayor ó menor destreza empleada en formar los
Cuando la piedra, el arma primitiva, se rompía sobre la roca inme- instrumentos de piedra, primeramente sencillos fragmentos, después una
diata, el que la había arrojado observaba con satisfacción el corte de las talla cada vez más inteligente y , por último, un pulimento que llegó á
aristas y las recogía para nuevos usos, tales como el golpe, el corte y el ser perfecto dió los elementos de la división cronológica primitiva, y se
raspado. Transcurrieron muchos siglos, ciclos, como sabemos, durante comprende, porque la piedra puede durar siglos y aun atravesar los
los cuales los hombres aprendieron á servirse de los sílex, de las obsi- periodos geológicos, mientras las industrias paralelas: escultura en ma-
dianas ú otras piedras de fragmentos cortantes, para hacer de ellas sus dera, marfil ó cuerno, fabricación de telas y vasos y otros diferentes

1 G. de Mortiilet, Le Préhistorique.
1 Frcdérich llouasay, Anuales de Geographia, uño 111. Haddon and Brown, Proceedings Geogr. Socjulio 1894.
E L HOMBRE Y LA TIERRA INSTRUMENTOS, TELAS

c o m o arma arrojadiza; descubrió, por ejemplo, el bumerang que emplean instrumentos usuales, utilizados al infinito, como nosotros empleamos
los salvajes de Australia y que los civilizados de nuestros días, á conse- actualmente los clavos, las agujas, los alfileres y los raspadores. Por
cuencia de una regresión parcial, son incapaces de utilizar. A s í mismo, miríadas y miríadas extraería del suelo que circundaba su vivienda por
el hombre primitivo veía la diferencia de los guijarros con que armaba el trabajo incesante de la vida, esas piedras cortantes y punzantes, que
su mano y que tiraba con mayor precisión y con un conjunto de movi- se desechaban en cuanto el corte se embotaba. El obrero inteligente,
mientos mejor coordinados que los del mono. En muchos países el retocándolas con habilidad por medio de nuevos golpes dados sobre el
salvaje se sirve todavía de la piedra, y la tira á lo lejos con temible se- corte ó sobre la punta, consiguió utilizarlas mucho tiempo, como anti-
guridad. D e ahí, en la leyenda judía, la muerte del gigante Goliat, que guas amigas ( R u t o t ) .
c a y ó con la frente abierta de una pedrada, y , en los países de Oriente, T a l e s fueron los objetos de transición entre el peñasco ó el guijarro
primitivos lanzados por el hombre y el ^ ^ ^
arma tallada con arte. Los más bellos ^ ^ ^ ^ ^ E ^ S ^
instrumentos pulimentados, y , de pro- í
greso en progreso, las obras maestras de
la estatuaria, nacieron del empleo de la • ¡ i ¡
piedra apropiada, procedente ella misma ^ R f H
piedra uso de ^ H j ^ ^ V ^ B ^ B
esta piedra tosca se practica aún, y el
campesino vuelve á él con una ^ ^ H
de fervor piadoso, especialmente para
la delimitación de los campos y de los II ACHA-.M ARTILLO HACHA PULIDA
Estaciones lacustres
caminos. En las islas Arran, en medio Robenhauscn
suizas
de la bahía irlandesa de G a h v a y , los pes- (Col. Vib raye.) (Col. Vibraye.)
HACHAS DE SÍLEX TALLADO ( L'-[)OCa PÜLCULÍTICA)
cadores usan todavía anclas de piedra; '/j tamaño.
Saint-Achcül, cerca de Amiens (Sommc)
hasta las viviendas construidas con peñascos, los cloghan, en forma de
tamaño.
colmenas, continúan siendo allí frecuentes'.
los pastores de la Susiana, que no se aventuran en los terrenos de pasto
Los arqueólogos han clasificado según las piedras los diferentes
sin llevar la honda al hombro, creyéndose cada uno un David por el tino períodos de civilización durante la prehistoria: edades eolíticas, paleolí-
y la destreza 1 . ticas, neolíticas. L a mayor ó menor destreza empleada en formar los
Cuando la piedra, el arma primitiva, se rompía sobre la roca inme- instrumentos de piedra, primeramente sencillos fragmentos, después una
diata, el que la había arrojado observaba con satisfacción el corte de las talla cada vez más inteligente y , por último, un pulimento que llegó á
aristas y las recogía para nuevos usos, tales como el golpe, el corte y el ser perfecto dió los elementos de la división cronológica primitiva, y se
raspado. Transcurrieron muchos siglos, ciclos, como sabemos, durante comprende, porque la piedra puede durar siglos y aun atravesar los
los cuales los hombres aprendieron á servirse de los sílex, de las obsi- periodos geológicos, mientras las industrias paralelas: escultura en ma-
dianas ú otras piedras de fragmentos cortantes, para hacer de ellas sus dera, marfil ó cuerno, fabricación de telas y vasos y otros diferentes

1 G. de Mortiilet, Le Préhistorique.
1 Frcdcrich llouasay, Anuales de Gcographia, uño 111. Haddon and Brown, Proccediugs Geogr. Soc., julio 1894.
trabajos se aplican á substancias que perecen en el curso de las edades y
no pueden indicar períodos generales.

Suministrando guijarros, el suelo ofrecía armas; del mismo modo


puede decirse que el primitivo tampoco tuvo necesidad de inventar las

a ^ r rege
4 5
TELAR PARA TEJER DE LA ISLA UALAN, ARCHIPIÉLAGO DE L A ? CAROLINAS
RECOGIDO CUANDO EL VIAJE DE La Coquille (L822-L825)

i . U r d i d o r . — 2. Telar. — 3. Trabajo de coloración, aumentado. — 4 . Nudo de los tejedores


indígenas.—5. Nudo de los tejedores europeos

telas, puesto que la Naturaleza las da gratuitamente, á lo menos en las


comarcas tropicales donde se presume que nacieron las raras humanas.
A l l í existen ciertas especies de cactus, de bananos y otrrs plantas de
• A L F A R E S EN L A C I U D A D D E K E N E H , S O B R E E L N'ILO
gruesas ramas que se rodean en la base en telas naturales de libras entre-
Según una fotografía
cruzadas, que son realmente tejidos, modelos de aquellos con que el
hombre se envuelve en el día. Esos tejidos pueden imitarse hoy fácil-
mente, consolidados y comprimidos por la mano del hombre; no falta
mas que hacerlos duraderos, sea batanándolos para despojarlos de
cuerpos extraños, sea e n c a p á n d o l o s en una agua mordiente para librar-
los de la descomposición. Y a en los tiempos prehistóricos hubo j ó -
venes audaces que aprendieron á imitar á la Naturaleza, entrelazando
fibras escogidas y preparadas; después vinieron sucesivamente todas las
simplificaciones de la industria, el telar en que se tienden se cruzan y se
entrecruzan los hilos dejando pasar en el entredós la trama que lleva la
f 1]
.>.• I lanzadera, naciendo á continuación todos los esplendores de los tejidos
desde el lino, al algodón y á la seda.

A s í también puede decirse que comenzó la alfarería sin la interven-


ción del hombre, dado que ciertas placas curvadas de arcilla que se
forman por efecto de la desecación solar, y las capas de barro deposita-
das por el agua entre las mallas de las r e d e s e r a n y a verdaderas vasijas
de tan comodo empleo como las grandes conchas recogidas sobre las
orillas. El a g u a vertida sobre un suelo apisonado lleva consigo á veces
partículas finas de tierra que, una vez secas, presentan una cohesión su-
ficiente para formar baldosillas u t i l i c e s . Natural era, pues, darles la
consistencia deseada, extraerlas el agua por la presión é igualarlas con
la palma de la mano. Según la dimensión de las construcciones proyec-
tadas la cantidad de materias ó el volumen de agua que había de conte-
ner el vaso, se medía el tamaño del ladrillo ó la capacidad del recipiente
luego se exponía al sol el objeto fabricado, que se endurecía poco á
poco. L a habilidad práctica y la experiencia, precisadas durante los
anos y los siglos de generación en generación, acaban por asegurar al
trabajo toda la perfección que podía adquirir por la sola industria ma-
nual: lo plano del suelo daba el ladrillo, la redondez de la pierna forma-
ba la teja.

Tarde ó t e r a p r a n o h a b ¡ a d e ^ ^ ^ ^ ^ . ^

del al arero. L a mujer no estaba, lejos del sitio que su marido tritu-
raba la arcilla; de cuando en cuando caerían por casualidad sobre el

Elic Reclus, Notes mamiscrites.

I - 50
TRABAJOS METALÚRGICOS

suelo, sobre los moldes y las vasijas de tierra ascuas y ramas encendi-
d a s ; además el mismo hogar podía haber sido construido con ladrillos,
y después de millares de observaciones voluntarias ó involuntarias, no
podría menos de notarse la acción del f u e g o y la diferencia producida
por la cocción en la materia arcillosa: el arte del alfarero se había, pues,
completado en sus elementos primitivos. E n cuanto á la invención
mecánica del torno, que tanto facilita el trabajo para dar precisión y
elegancia á las redondeces de la vasija, sabido es que fué precedida p o r
un movimiento de rotación que los alfareros daban á la bola de arcilla
que amasaban entre las dos manos; tal es todavía el método practicado
por las mujeres uolof para tornear sus escudillas'. En diversas comar-
cas y pueblos se ha conservado la antigua industria de las edades líricas
entre los alfareros, especialmente en Ornolac, en los Pirineos, y en las
márgenes del Nilo.

Un descubrimiento esencial, el punto de partida de toda la mecánica,


fué la invención de la rueda, acontecimiento capital c u y o mérito igno-
ran los arqueólogos á quién pueda ser atribuido. L o cierto es que el HERREROS NEGROS HE!. SENEGAL

Nuevo Mundo no conoció el carro hasta la llegada de los españoles; no De una fotografía (Muscum (flfis/oire Katurelle).

se conocía allí más q u e el trineo, mientras que en el Mundo A n t i g u o


vemos aparecer por todas partes, en los orígenes de la historia, el mara- quintales de la Groenlandia, que no sabían fundir los metales y que por
villoso aparato en que el hombre se coloca con su equipaje, compuesto su industria habitual, estaban todavía en la edad de la piedra y de los
de la caja montada sobre un eje entre dos ruedas q u e rechinan á cada huesos, utilizaban, no obstante, algo los trozos de hierro meteótico ó
tracción del motor, hombre ó animal. nativo que encontraban en sus costas. Mientras que en la Europa occi-
Esa conquista, junto con la de los metales, es la verdadera aurora del dental el orden de sucesión normal en el empleo de los metales se hizo

mundo moderno. <lel cobre al hierro pasando por el b r o n c e - a l e a c i ó n de cobre y estaño


- l o s negros y los Uralianos comenzaron por el uso del hierro, y fueron
Los trabajos metalúrgicos no se han sucedido en todas las comarcas quienes, por dos vías, las del Sud y del Este, fueron, como herreros, los
por el mismo orden, habiendo debido variar los métodos según la abun- imitadores de los « A r i o s » de Europa y de Asia.
dancia y la naturaleza del mineral, como también según los progresos I'or lo demás, como observa Lenormant \ el hierro meteórico, el
anteriormente realizados por las diversas poblaciones. A s í se observa fragmento de astro caído del cielo y que en un principio pudo creerse
q u e los salvajes ribereños del lago Superior, en la A m é r i c a del Norte, haber sido un presente especial enviado á su pueblo por un dios bené-
aprendieron á batir el cobre nativo de los yacimientos de Ontonagon y fico, debió de ser en muchos países el punto d e p a r t i d a de los trabajos
de K e w e e n a w para fabricar con él adornos y armas. También los E s -
metalUrgía - E s e metal <L™ no necesita afinarse y que basta fundir

' Lnjard y Regnault, Bul!. Soc. dAnthrop. sesión de 19 diciembre 1895, pág. 737. Les Premié/es Civilis,atioiis.

»
TRABAJOS METALÚRGICOS

suelo, sobre los moldes y las vasijas de tierra ascuas y ramas encendi-
d a s ; además el mismo hogar podía haber sido construido con ladrillos,
y después de millares de observaciones voluntarias ó involuntarias, no
podría menos de notarse la acción del f u e g o y la diferencia producida
por la cocción en la materia arcillosa: el arte del alfarero se había, pues,
completado en sus elementos primitivos. E n cuanto á la invención
mecánica del torno, que tanto facilita el trabajo para dar precisión y
elegancia á las redondeces de la vasija, sabido es que fué precedida p o r
un movimiento de rotación que los alfareros daban á la bola de arcilla
que amasaban entre las dos manos; tal es todavía el método practicado
por las mujeres uolof para tornear sus escudillas'. En diversas comar-
cas y pueblos se ha conservado la antigua industria de las edades líricas
entre los alfareros, especialmente en Ornolac, en los Pirineos, y en las
márgenes del Nilo.

Un descubrimiento esencial, el punto de partida de toda la mecánica,


fué la invención de la rueda, acontecimiento capital c u y o mérito igno-
ran los arqueólogos á quién pueda ser atribuido. L o cierto es que el HERREROS NEGROS HE!. SEXEGAL

Nuevo Mundo no conoció el carro hasta la llegada de los españoles; no De una fotografía (Muscum (flfis/oire Katurelle).

se conocía allí más q u e el trineo, mientras que en el Mundo A n t i g u o


vemos aparecer por todas partes, en los orígenes de la historia, el mara- quintales de la Groenlandia, que no sabían fundir los metales y que por
villoso aparato en que el hombre se coloca con su equipaje, compuesto su industria habitual, estaban todavía en la edad de la piedra y de los
de la caja montada sobre un eje entre dos ruedas q u e rechinan á cada huesos, utilizaban, no obstante, algo los trozos de hierro meteórico ó
tracción del motor, hombre ó animal. nativo que encontraban en sus costas. Mientras que en la Europa occi-
Esa conquista, junto con la de los metales, es la verdadera aurora del dental el orden de sucesión normal en el empleo de los metales se hizo

mundo moderno. <lel cobre al hierro pasando por el b r o n c e - a l e a c i ó n de cobre y estaño


- l o s negros y los Uralianos comenzaron por el uso del hierro, y fueron
Los trabajos metalúrgicos no se han sucedido en todas las comarcas quienes, por dos vías, las del Sud y del Este, fueron, como herreros, los
por el mismo orden, habiendo debido variar los métodos según la abun- imitadores de los « A r i o s » de Europa y de Asia.
dancia y la naturaleza del mineral, como también según los progresos I'or lo demás, como observa L e n o r m a n t ' , el hierro meteórico, el
anteriormente realizados por las diversas poblaciones. A s í se observa fragmento de astro caído del cielo y que en un principio pudo creerse
q u e los salvajes ribereños del lago Superior, en la A m é r i c a del Norte, haber sido un presente especial enviado á su pueblo por un dios bené-
aprendieron á batir el cobre nativo de los yacimientos de Ontonagon y fico, debió de ser en muchos países el punto d e p a r t i d a de los trabajos
de K e w e e n a w para fabricar con él adornos y armas. También los E s -
metalUrgía - E s e metal <L™ no necesita afinarse y que basta fundir

' Lnjard y Regnault, Bul!. Soc. dAnthrop. sesión de 19 diciembre 1895, pág. 737. Les Premié/es Civilisjatioiis.

»
EL HOMBRE Y LA TIERRA EL A R T E PRIMITIVO Y L O S ARTISTAS

para emplearle en la fabricación de toda especie de instrumentos, sumi- En aquellas primeras edades en que las clases no estaban aún sepa-
nistró á los inventores de aquellas lejanas épocas la ocasión «providen- radas y en que el gran cuerpo social sólo había parcialmente diferencia-
cial» de tomar sus primeras lecciones sobre el tratamiento de los meta- do sus órganos, el arte no tenía probablemente sus adeptos especiales
les, como lo indican el nombre egipcio del hierro, ba-en-pse, «materia que vivieran fuera de la comunidad. Cada cual era su propio decora-
del cielo», y la antigua doctrina relativa al «firmamento», que se imagi- dor, su propio artista, del mismo modo que, respecto de todas las nece-
naba como una bóveda de hierro c u y o s fragmentos caen á veces á la sidades de la existencia, cada cual era su propio abastecedor, y en el
tierra. También los g r i e g o s dieron al hierro un nombre (sideros) de- peligro su propio campeón.
rivado indudablemente de una palabra aplicada al mundo «sideral»:
Cuando el primitivo se hallaba de acecho en la maleza esperando una
para ellos, el hierro era un pequeño astro desprendido del empíreo.
presa para atravesarla de un flechazo, ó se deslizaba arrastrando á través
Este metal era conocido en E g i p t o desde los orígenes de la historia,
de las hierbas y las ramas para sorprender la caza en reposo, cuántas
puesto que se ha encontrado una barra de hierro fundido en el interior
veces vería cuadros conmovedores que se grabarían fuertemente en su
de la pirámide de C h e o p s ; pero sea por desconfianza, relativamente á
memoria: el poderoso felino avanzando prudentemente la zarpa y mos-
un objeto de fabricación moderna, sea por temor á los dioses lanzadores
trando sus colmillos dispuestos á morder; el paquidermo que rodea un
de meteoritos, los egipcios consideraban impuro el hierro; T y p h o n
árbol con su trompa y le desarraiga de un tirón; el ciervo que hiergue
mató á Osiris con un arma de ese metal, y la herrumbre que, en un
con orgullo su ramosa cornamenta en el claro del bosque. Cuando
clima húmédo, corroe pronto el cuerpo metálico, era considerada como
soñaba p o r la noche cerca de los tizones que despedían v a g o s resplan-
sangre condensada de aquel dios. U n o de esos antiquísimos instru-
dores, se le representarían de nuevo aquellas violentas impresiones, y
mentos fabricados de hierro meteòrico ha sido hallado por Schliemann para recordarlas siempre ó representarlas á otros, las reproducía por el
en las ruinas de T r o y a '. dibujo.

Pero esos diversos trabajos del minero y del herrero permiten y a Un fragmento de sílex le servía para grabar la escena sobre el mango
mpm
determinar, en la m a y o r parte de las civilizaciones locales, una edad o el puño de su arma, c u y o precio aumentaba así indefinidamente; pero
I bastante aproximada de los siglos conocidos ó á lo menos entrevistos ese precio era completamente moral en aquella é p o c a : el arte, sincero y
por el historiador: los arqueólogos tratan de fijar sus fechas, y este tra- desinteresado, era por eso mismo el gran arte; el artista había aprendido
bajo se les facilita cada vez más por la multitud de documentos que se a trabajar tan solo para su propia alegría y la de los suyos: esculpía figu-
reúnen en las colecciones. Buena prueba es Glasinaí, en Croacia, quien ritas para la mujer que amaba y suspendía en el poste de la cabaña la
nos suministra objetos en cantidad de veintenas de millar de piedra, efigie del abuelo ó del animal tutelares, saliendo, como se ve, de las con-
bronce y hierro. diciones mismas de la vida y no tenía «super-hombres» por creadores,
como se complacen en imaginar artistas contemporáneos infatuados con
L o s progresos industriales de toda especie que se han realizado du- la idea de su propio mérito. Los iniciadores fueron iniciados por la
rante el período prehistórico, exceden seguramente con mucho en im- Naturaleza, no mortales de origen distinto pertenecientes á un mundo
portancia á todos los que registra la historia propiamente dicha, y «supraterrestre»
debían naturalmente solicitar la pasión, la alegría artística del traba-
En los momentos de ocio que les permitía el acecho de la caza y la
j a d o r , y , por consecuencia, dar nacimiento al arte, compañero necesario
satisfacción del hambre, buscaría el hombre otras manifestaciones del
del trabajo libre.
arte aparte de la escultura ó el grabado del asta, del hueso, de la ma-

1 Stanislas Meunier, Revue scientifique, 7 mayo, 1896, pag. «¡Sj. I'ulrick Geddes, Every Man his own Crilic, pag. 40.

1-51
dera ó de la piedra: unos colores, el ocre rojo ó amarillo y el j u g o comprende treinta y ocho figuras de hombres y animales, pintados en

espeso de ciertos frutos se encontraban á su disposición, y supo aprove- cuatro colores. L a escena representa una razzia de rebaños hecha por
los Bosjesmanes, perseguidos por cafres armados de escudos y de aza-
charse de ellos para pintar sobre las paredes lisas de las rocas los objetos
g a y a s : las gentes de la maleza tienen arcos y flechas, y , según el cuadro
que veía ó las formas que complacían su vista.
se sirven de ellos con buen é x i t o ; todo pa-
A p e n a s hay pueblos primitivos que no hayan recurrido á la pintura
rece indicar que éstos han de obtener la
para satisfacer su inclinación al arte ó bien, utilitariamente, para mani-
victoria
festar á aliados ó á hermanos los hechos que necesitaban conocer para el
común beneficio. Sin embargo, la mayor parte de esas pinturas, e x -
En sus diversas manifestaciones, la pin-
puestas á las destructoras influencias de los meteoros, á la lluvia, al
tura, como el grabado y la escultura, de-
viento, al sol, al hielo y al deshielo de la roca, no han podido conser-
bían servir á varios fines. Primeramente
varse durante el curso de las edades, y casi todas se han borrado ó des-
á la necesidad de vivir con la naturaleza
conchado, mientras que los objetos esculpidos ó grabados se conserva-
ambiente, de hacerla resaltar por sí misma
ban como en un j o y e r o bajo los montones de tierra ó de piedras. Hay
después de haberla conquistado; fué tam-
comarcas en que la falta de rocas que ofrezcan lienzos al pincel del hom-
bién la relación de los acontecimientos, sea
bre y la extrema humedad impidieron á los naturales practicar el arte de
para el círculo estrecho de la tribu y para
la pintura, y , en este caso, perpetuaban sus pensamientos ó transmitían
un corto período de la vida, sea para cons-
süs mensajes á los pasajeros marcando los árboles ó entrecruzando las
tituir verdaderos anales durante un largo
ramas, pero, de todos modos, el arte y la necesidad de hablar á distan-
período de tiempo. Además, la pintura,
cia quedaban satisfechos.
particularmente sobre las pieles trabajadas
por los salvajes de América del Norte, fué
E n el período cercano á nosotros las tribus, que suelen citarse como
á veces una nomenclatura, un medio de
ejemplos de gregarias con civilización casi rudimentaria, se cuentan
contabilidad, como lo emplean todavía en
precisamente, gracias á la sequedad del clima y á la existencia de masas
muchos países civilizados los panaderos y
rocosas, en el número de los grupos humanos que han recurrido á la
proveedores diarios. L a s formas pintadas
pintura.
tienen también un sentido simbólico y se
E n ' l a s márgenes del Grenelg, en la Australia nord-occidental, el
refieren á las imaginaciones del pueblo re-
ilustre G e o r g e G r e y ha visto verdaderos cuadros en varios colores-
lativamente al más allá. Por último, es UN CAFRE Y SUS ADORNOS

blanco, negro, amarillo y r o j o , — r e v e s t i d o s de una g o m a que forma


muy probable que en muchas circunstancias De una fotografía.
barniz; pero el arte indígena ha desaparecido actualmente, puesto que
las figuraciones diversas practicadas sobre las pieles y las rocas constitu-
hasta los artistas han sido asesinados. yan una verdadera escritura ideográfica; desde este doble punto de vista
T a m p o c o suelen verse y a en el Africa meridional pinturas permanen- han de ser especialmente estudiados como expresión del lenguaje.
tes sobre las rocas e n n e g r e c i d a s — l a s obras han perecido con la raza de
los artistas, Sañ ó «gente de la maleza» (Bosjesmannen, B u s h m e n ) , — Según el arqueólogo Piette, gran excrutador de cavernas, las pintu-
pero varias de esas obras de arte han sido transportadas á los museos de ras de «la capa de cantos coloreados» que existe en los depósitos pre-
Maritzburg y de Bloemfontein, y reproducciones se encuentran en las
C A J F C V 0 L 2 9 0 V
importantes colecciones de E u r o p a . L a mayor de esas composiciones atUL dc la Soc- de
T 7 Í R ' ° '
Giographic de Neuekátel, TOMO IX, 1896-97.
^ SIGUIENTES.—FRÉDÉRICH
EL HOMBRE Y LA TIERRA PINTURAS É INSCRIPCIONES

históricos de la gruta del Mas d'Azil, sucediendo inmediatamente á la Indirectamente, las obras de arte dejadas por nuestros antepasados
edad del reno, serían una especie de jeroglíficos; son en su mayor parte de la prehistoria han contribuido también á hacernos conocer algunos
bandas y círculos de color rojo, que parecen haber indicado nombres rasgos de la civilización durante aquellas edades lejanas. En ellas puede
y representaban también hechos é ideas aprenderse vagamente cuáles eran los tipos físicos de los personajes
Del mismo modo, las inscripciones grabadas sobre las rocas del valle puestos en escena; puede tratarse de clasificarlos según sus tipos y refe-
del Infierno y del valle de Fontanalba, inscripciones que habían valido rirlos a tal ó cual de las razas convencionalmente designadas como los
á unos lagos vecinos el elementos distintos del género humano. De ese modo, durante el pri-
nombre de «lagos de las mer período «glíptico», en los tiempos en que numerosos elefantes reco-
Maravillas», no han de-
j a d o la menor duda en
los que las han desci-
frado: las imágenes
grabadas, que repre-
sentaban instrumentos,
animales, t r a b a j o s de
agricultura y que atesti-
COMO LOS INDÍGENAS DE NEU-LAUENBURG guan las costumbres pa-
(ARCIUI'IÉLAGO BIS.MARCK, MELANESIA ALEMANA)
cíficas de aquella antigua
REPRESENTAN LOS FANTASMAS
población de las mon-
c . r , tañas, no constituyen
Según una fotografía. ' J

solamente un conjunto

artístico interesantísimo, ha de verse también en ellas una especie de es-


critura simbólica'. C o m o lo hace notar muy justamente von Ihering»,
la escritura nació con la propiedad del ganado. Las marcas de color so-
bre la piel del buey vivo fueron los primeros signos de escritura, y las
primeras tablillas de escribir se paseaban vivas por la pradera. L a apli-
cación de la marca sobre la piel del b u e y viviente condujo al empleo de
DIBUJOS V PINTURAS PRIMITIVAS DF. NEU-LAUENBURG
la piel del buey muerto para inscribir en ella hechos que se tenía em- (ARCHIPIÉLAGO BIS.MARCK MELANESIA ALEMANA)

p e ñ o en recordar. E l cuero se revistió de documentos escripturales: en


De una fotografía.
él se consignaron los tratados entre las naciones y se escribieron leyes.
l)e esos groseros materiales, que sirvieron á los primeros Judíos y á los
rrían los verdes campos, la orilla de los lagos y de los ríos y hasta los
prim eros Romanos, nació después el uso del pergamino entre los letra-
altos valles que acababan de abandonar los hielos, derretidos por el tibio
dos de Pergamo.
soplo del Mediodía, los artistas cincelaban el marfil con figuras de mujer,
que en su mayor parte eran velludas y presentaban caracteres esteatopí-
1 Ed. Piette, Bull. de la Soc. d'Anthropologie de París, sesión de 18 de abril 189$.
s Arturo Issel, Le Rupi scolpite tulle alte Valli dctle Alpi Maritime, pág. 242.
gicos como las «Venus hotentotes».
' Des Indo-Europccus avant PHistoire, trad. por 0 . de Meulcnaere, pág. 29 y siguientes.
Kn época posterior, las poblaciones de los tiempos magdalenianos
1-52
históricos de la gruta del Mas d'Azil, sucediendo inmediatamente á la Indirectamente, las obras de arte dejadas por nuestros antepasados
edad del reno, serían una especie de jeroglíficos; son en su mayor parte de la prehistoria han contribuido también á hacernos conocer algunos
bandas y círculos de color rojo, que parecen haber indicado nombres rasgos de la civilización durante aquellas edades lejanas. En ellas puede
y representaban también hechos é ideas aprenderse vagamente cuáles eran los tipos físicos de los personajes
Del mismo modo, las inscripciones grabadas sobre las rocas del valle puestos en escena; puede tratarse de clasificarlos según sus tipos y refe-
del Infierno y del valle de Fontanalba, inscripciones que habían valido rirlos a tal ó cual de las razas convencionalmente designadas como los
á unos lagos vecinos el elementos distintos del género humano. De ese modo, durante el pri-
nombre de «lagos de las mer período «glíptico», en los tiempos en que numerosos elefantes reco-
Maravillas», no han de-
j a d o la menor duda en
los que las han desci-
frado: las imágenes
grabadas, que repre-
sentaban instrumentos,
animales, t r a b a j o s de
agricultura y que atesti-
COMO LOS INDÍGENAS DE NEU-LAUENBURG guan las costumbres pa-
(ARCHIPIÉLAGO BISMARCK, MELANESIA ALEMANA)
cíficas de aquella antigua
REPRESENTAN LOS FANTASMAS
población de las mon-
c . r , tañas, no constituyen
Según una fotografía. ' J

solamente un conjunto

artístico interesantísimo, ha de verse también en ellas una especie de es-


critura simbólica'. C o m o lo hace notar muy justamente von Ihering»,
la escritura nació con la propiedad del ganado. Las marcas de color so-
bre la piel del buey vivo fueron los primeros signos de escritura, y las
primeras tablillas de escribir se paseaban vivas por la pradera. L a apli-
cación de la marca sobre la piel del b u e y viviente condujo al empleo de
DIBUJOS V PINTURAS PRIMITIVAS DE NEU-LAUENBURG
la piel del buey muerto para inscribir en ella hechos que se tenía em- (ARCHIPIÉLAGO BISMARCK MELANESIA ALEMANA)

p e ñ o en recordar. E l cuero se revistió de documentos escripturales: en


De una fotografía.
él se consignaron los tratados entre las naciones y se escribieron leyes.
De esos groseros materiales, que sirvieron á los primeros Judíos y á los
rrían los verdes campos, la orilla de los lagos y de los ríos y hasta los
prim eros Romanos, nació después el uso del pergamino entre los letra-
altos valles que acababan de abandonar los hielos, derretidos por el tibio
dos de Pergamo.
soplo del Mediodía, los artistas cincelaban el marfil con figuras de mujer,
que en su mayor parte eran velludas y presentaban caracteres esteatopí-
1 Ed. Piette, Bull. de la Soc. d'Anthropologie de París, sesión de 18 de abril 189$.
s Arturo Issel, Le Riipi scolpite tulle alte Valli dctle Alpi Maritime, pág. 242.
gicos como las «Venus hotentotes».
' Des hido-EuropécHS avant PHistoire, trad. por 0 . de Meulcnaere, pág- 29 y siguientes.
En época posterior, las poblaciones de los tiempos magdalenianos
1-52
211

presentaban un tipo más aproximado al de los habitantes a c t u a l e s 1 ; pero cado, á lo menos para aprovechar su carne, puesto que se 15 representa
sus esculturas, muy groseras é incompletas, no pueden suministrar indi- con su cabestro, primero en escultura, en bajo relieve, después en ras-

t
caciones muy precisas, y muchos an- gos grabados. .

tropólogos hacen sus reservas acerca Después, en la época cervidiana, cuando el clima se hizo más húmedo
de esas tentativas de identificación en- y la duración de las nieves obligó á dejar el caballo, se domesticó el
tre las razas prehistóricas y las razas
actuales. Juzgando sólo por su in-
dustria y el género de existencia que
revela, los «Magdalenianos» del Veze-
re y del Dordoña parecen tener tal
semejanza con los Lapones ó Esqui-
males ó Innuits de nuestros días, que
C A J A S DE M A R F I L E S C U L P I D O ( O G O W F . ) ^ ^ H A N Y I S T O E N E S O S H A B ¡ .

Congo francés . . .
tantes de la Escandí na vía septentrio-
nal y del «Gran Norte» americano los descendientes de las pobla-
ciones prehistóricas de la Galia. Rechazados incesantemente hacia el
Norte por el cambio de clima que fundía los hielos y las nieves, los
Magdalenianos, resto único de naciones en otro tiempo considerables,
seguirían á los renos hacia las regiones polares, c u y o s contornos g e o -
gráficos, diferentes de las líneas actuales, faci-

#
litaban el paso de uno á otro continente.
L u d w i g Wilsen, el célebre autor de los Ger-
manen, expone como, según él, los hombres
UNA CHOZA DECORADA EN EL LUGAR DE A P A T O E (INDIA NEERLANDESA)
de Cro-Magnon, rechazados á la Escandinavia
meridional, recibieron allí el bautismo forti- De una fotografía holandesa.

ficante del clima y se transformaron en una


raza esencialmente privilegiada, la de los reno. Por Ultimo, cuando las lluvias sucedieron i las nieves, los aborí-
genes aprendieron á domesticar una especie de buey, revestido de una
CONCHA DE L A S ISLAS A r i o s , que después han civilizado el mundo \
SALOMÓN E l estudio de los antiguos marfiles per- cubierta o ceñido de una amplia cincha '.
cn que están esculpidos or- , • .
namentos que representan mite también darse cuenta de cuales eran la Junto á la pintura propiamente dicha, qnc representaba personajes y
una cara: los ojos están for- . , . i_„
rnados por dos aves y los caza del primitivo y sus asociados entre todos objetos de la naturaleza circundante, los primitivos practicaban también
dientes por sus alas. ^ ^ ^ ^ q u e e s c u l p i ó ó g r a b ó el sílex de
la simple decoración por medio de figuras diversas, de colores de matices
los artistas. A s í se sabe que en la época de Solutré, todavía durante sencillos, de líneas rectas ó curvas, sencillas ó » . r e c r u z a d a s . A este
el período paleolítico ó de la piedra tosca, el caballo estaba domesti- respecto se observa entre las tribus un desarrollo artístico mayor ó

1 Ed. Piette, Bull. de la Soc. cTAnlhr., sesión de 3 de mayo 1894.


1 E. Piette, memoria citada.
* Globus, 13 abril 1905.
"

MÚSICA DE L O S PRIMITIVOS 2 , 3

menor segifn el número de las formas de ornamentación que han sabido


descubrir. L o s australianos primitivos no se habían elevado hasta el
conocimiento de la espira ó de la greca 1 ; los negros no influidos por los
musulmanes ignoran también las espiras y las volutas, en tanto que
los polinesios y los americanos, aun aquellos que por la civilización
general son muy inferiores á los africanos, poseen un arte ornamen-
tal de una evolución muy avanzada; los salvajes de la G u y a n a y del
Amazonas conocen la espira y la greca, les agradan las figuras polí-
gonas, saben entrelazar las formas, ocultarlas, inscribir las, unas en las
otras de una manera muy compleja. Por medio de la alternancia y del
doble plano de simetría, obtienen dibujos que agradan tanto á la vista
como el arte á r a b e 1 . C o m o hubiera podido citarse de antemano, la
gran variedad de las formas exteriores en el mundo de las plantas, de las
aves y de las conchas contribuye singularmente á desarrollar el gusto
artístico de los indígenas. L o s Papuas de la Nueva Guinea, bañados en
el medío de la más suntuosa naturaleza, saben adornar maravillosa-
mente sus instrumentos y sus cabañas de modo que apasionan á los
antropólogos 5.

En la época magdaleniana, la que los prehistoriadores citan más fre-


cuentemente por sus producciones de arte, los elementos geométricos de
la ornamentación son todavía muy rudos: los grandes progresos comien-
zan á manifestarse con la época del bronce.

MÚSICOS DE BA GOBO
Entre los instrumentos que se encuentran en las excavaciones de las
De una fotografía.
residencias primitivas y que subsisten todavía entre los pueblos atrasa-
dos, hay varios que se destinan á alegrar los ocios con la música, acom- danza. Sabemos que muchos animales son muy sensibles á la música
pañada del ritmo de los movimientos corporales y de los pasos, pero en bajo sus diversas formas, aun como simple medida, y que más de un
las grutas no se ha encontrado más que un solo instrumento musical pro- prisionero ha podido de ese modo encantar arañas, ratas y otros com-
piamente dicho, el silbato '. Buscando los orígenes de este arte, hemos paneros de cautiverio. Por las dulces modulaciones de la voz, del sil-
de remontarnos al mundo de las aves, en que algunas se hallan maravi- bido y los instrumentos de viento, el hombre atrae las serpientes y las
llosamente dotadas para el canto, y en el que varios géneros á lo menos, hace balancearse rítmicamente sobre la cola. L a ruidosa música militar
entre otras diversas especies de grullas, practican muy graciosamente la arrastra consigo los caballos, y, según los Mongoles un violinista que
saca de su instrumento sonidos latírnosos, hace correr lágrimas por los
1 Brough S m i t h ; — F . Regnault, lililí, de la Soc. dAnthropologie, fcb. VI, pág. 536. ojos del camello
5 F. Regnault, memoria citada, pág. 540.
3 De Clercq, Ethnographie de /a Nouvelle- Guiñee hollandaise.
4 Ch. Letourneau, Evolution littéraire, pág. 308. 1 James Gilmour, Mongoha.

1-53
No hay leyenda más verdadera que la de Orfeo, cuya lira haca salir hombre en una vaga inconsciencia, dejando solamente la agradable im-
las fieras de sus madrigueras, las cambia en fraternales compañeras del presión de vivir: así es como el negro toca su tam-tam ó su marimba.
hombre y llega hasta dar vida durmiente á la piedra para transformar los E l indígena se comunicaba también con sus amigos lejanos; se entre-
peñascos en murallas que por sí mismas se yuxtaponen y se erigen en tenía con ellos, sabiendo que el g o l p e de su tambor era comprendido á
ciudades. Orfeo es una personificación perfecta del arte en las edades lo lejos por un compañero ó por su amada

prehistóricas, y podemos afirmar con toda certidumbre que su lira ha Cuando los misioneros jesuítas, profundos conocedores del corazón
hecho más para el progreso humano que la maza de Hércules. No sabe- humano, subían ó bajaban p o r las márgenes de los ríos de América,
mos lo que resta de aquellas lejanas épocas, pero no puede dudarse que cantaban constantemente, á la cadencia de los remeros, sus más vehe-
los aires silbados por el campesino que lleva el ganado al abrevadero y mentes y armoniosos himnos, esperando que los indios, ocultos en las es-
la mayor parte de los ritmos campestres á que se adaptan'nuevas pala- pesuras de la orilla, serían sensibles al encanto de sus v o c e s : la obra de
bras de siglo en siglo y de país en país son una herencia de los tiempos conversión que dió por resultado la fundación de la comunidad teocrá-
anteriores á la historia. ¿Y qué son los cantos sino los moderadores de tica del Paraguay, comenzó por cantos c u y o eco repercutía de playa en
las pasiones, los ordenadores de la vida diaria y los" reguladores del playa por las soledades fluviales. Desde aquella época, no pocos viaje-

pensamiento y de la acción? Con la danza, la pantomima y los cuentos ros, á quienes sus armas perfeccionadas no hubiesen salvado, han de-

de formas tradicionales, los cantos fueron en todas partes el principio de bido la vida á su caja de música, á su acordeón y hasta á una simple

la literatura; por ellos se inició la humanidad en las artes. trompeta *.

Desde las primeras edades, la música, c u y o s progresos han sido tan


W o man singt, d a lass dich r u h i g nieder
portentosos en la expresión de los sentimientos y en la evocación del
Bdse Menschen haben keine Lieder \
ideal humano, ha perdido mucho, sin embargo, como auxiliar del trabajo
en todas las ocupaciones ordenadas de la vida, y apenas si todavía se Cuando los negros esclavos, que hablaban los idiomas más diver-
canta aquí ó allá para algunos trabajos de fuerza, como la virada del sos, hubieron sido transportados á las plantaciones americanas, desde
cabrestante a b o r d o de los grandes barcos, ó el amasado del pan en todas las comarcas de Africa, pronto perdieron el uso de los acentos
algunas tahonas de provincias; casi en todas partes, el ritmo de los pis- maternales y aun entre ellos se vieron obligados á emplear la lengua de
tones, de las bielas y de las ruedas ha reemplazado al canto del hombre sus amos; por lo mismo se encontraron sin voz en sus relaciones con los
y al sonido de la flauta ó del violín. L a mujer no canta y a haciendo indígenas del Nuevo Mundo en los lugares donde éstos no habían sido
girar el huso, el ruido de las máquinas cubriría ahora su voz en el es- exterminados por completo. E l odio, hasta el horror, separaron á los
truendo de la filatura. Antiguamente se acompañaban las operaciones representantes de las dos razas, negra y roja: entre oprimidos nacen
dolorosas con una cantinela que Adormecía el sufrimiento: el taraceo, la facdmente los rencores; agrada vengarse de los ultrajes del poderoso
circuncisión y la infibulación hacían sufrir menos al paciente por la dulce sobre el compañero de sufrimiento. No obstante, en diversas comarcas
cadencia de las v o c e s 1 , y , durante las ceremonias fúnebres, ascendían y de América se hizo una reconciliación inconsciente entre las dos razas,
descendían alternativamente los lamentos rítmicos de las plañideras; gracias á la música. A pesar de la aversión de hombre á hombre, los
elevándose y bajando sucesivamente, mecían y calmaban la desespera- instrumentos africanos se esparcieron en medio de las selvas primitivas;
ción ó la amargura del duelo. Frecuentemente la música no servía sino
\
para adormecer el pensamiento, para cambiar el estado consciente del F" d e Habich, Vías del Pacífico al Maratón.
3'
Jacc"ucs Ara«°. ^yages dun aveugle autour da monde.

' Karl Bücher, Arbeít und Rythmns. ci-aniares.


a n t a r e ^Ald Tunisono
u L T d ldea ;las* voces
" " Tno hay malhechores
^ ». «°nd e te acojan
No hay leyenda más verdadera que la de Orfeo, cuya lira haca salir hombre en una vaga inconsciencia, dejando solamente la agradable im-
las fieras de sus madrigueras, las cambia en fraternales compañeras del presión de vivir: así es como el negro toca su tam-tam ó su marimba.
hombre y llega hasta dar vida durmiente á la piedra para transformar los E l indígena se comunicaba también con sus amigos lejanos; se entre-
peñascos en murallas que por sí mismas se yuxtaponen y se erigen en tenía con ellos, sabiendo que el g o l p e de su tambor era comprendido á
ciudades. Orfeo es una personificación perfecta del arte en las edades lo lejos por un compañero ó por su amada

prehistóricas, y podemos afirmar con toda certidumbre que su lira ha Cuando los misioneros jesuítas, profundos conocedores del corazón
hecho más para el progreso humano que la maza de Hércules. No sabe- humano, subían ó bajaban p o r las márgenes de los ríos de América,
mos lo que resta de aquellas lejanas épocas, pero no puede dudarse que cantaban constantemente, á la cadencia de los remeros, sus más vehe-
los aires silbados por el campesino que lleva el ganado al abrevadero y mentes y armoniosos himnos, esperando que los indios, ocultos en las es-
la mayor parte de los ritmos campestres á que se adaptan'nuevas pala- pesuras de la orilla, serían sensibles al encanto de sus v o c e s : la obra de
bras de siglo en siglo y de país en país son una herencia de los tiempos conversión que dió por resultado la fundación de la comunidad teocrá-
anteriores á la historia. ¿Y qué son los cantos sino los moderadores de tica del Paraguay, comenzó por cantos c u y o eco repercutía de playa en
las pasiones, los ordenadores de la vida diaria y los" reguladores del playa por las soledades fluviales. Desde aquella época, no pocos viaje-

pensamiento y de la acción? Con la danza, la pantomima y los cuentos ros, á quienes sus armas perfeccionadas no hubiesen salvado, han de-

de formas tradicionales, los cantos fueron en todas partes el principio de bido la vida á su caja de música, á su acordeón y hasta á una simple

la literatura; por ellos se inició la humanidad en las artes. trompeta *.

Desde las primeras edades, la música, c u y o s progresos han sido tan


W o man singt, d a lass dich r u h i g nieder
portentosos en la expresión de los sentimientos y en la evocación del
Bdse Menschen haben keine Lieder \
ideal humano, ha perdido mucho, sin embargo, como auxiliar del trabajo
en todas las ocupaciones ordenadas de la vida, y apenas si todavía se Cuando los negros esclavos, que hablaban los idiomas más diver-
canta aquí ó allá para algunos trabajos de fuerza, como la virada del sos, hubieron sido transportados á las plantaciones americanas, desde
cabrestante a b o r d o de los grandes barcos, ó el amasado del pan en todas las comarcas de Africa, pronto perdieron el uso de los acentos
algunas tahonas de provincias; casi en todas partes, el ritmo de los pis- maternales y aun entre ellos se vieron obligados á emplear la lengua de
tones, de las bielas y de las ruedas ha reemplazado al canto del hombre sus amos; por lo mismo se encontraron sin voz en sus relaciones con los
y al sonido de la flauta ó del violín. L a mujer no canta y a haciendo indígenas del Nuevo Mundo en los lugares donde éstos no habían sido
girar el huso, el ruido de las máquinas cubriría ahora su voz en el es- exterminados por completo. E l odio, hasta el horror, separaron á los
truendo de la filatura. Antiguamente se acompañaban las operaciones representantes de las dos razas, negra y roja: entre oprimidos nacen
dolorosas con una cantinela que Adormecía el sufrimiento: el taraceo, la fácilmente los rencores; agrada vengarse de los ultrajes del poderoso
circuncisión y la infibulación hacían sufrir menos al paciente por la dulce sobre el compañero de sufrimiento. No obstante, en diversas comarcas
cadencia de las v o c e s 1 , y , durante las ceremonias fúnebres, ascendían y de América se hizo una reconciliación inconsciente entre las dos razas,
descendían alternativamente los lamentos rítmicos de las plañideras; gracias á la música. A pesar de la aversión de hombre á hombre, los
elevándose y bajando sucesivamente, mecían y calmaban la desespera- instrumentos africanos se esparcieron en medio de las selvas primitivas;
ción ó la amargura del duelo. Frecuentemente la música no servía sino
\
para adormecer el pensamiento, para cambiar el estado consciente del F" d e Habich, Vías del Pacífico al Maratón.
3'
Jacc"ucs Ara«°. ^yages dun aveugle autour da monde.

' Karl Bücher, Arbeít und Rythmns. ca m


ana rteas r. e ^Al Tunisono
d u L T d de
l a ;las* voces
" " Tno hay malhechores
^ ». «°nd e te acojan
'i i

MÚSICA DE LOS PRIMITIVOS

pronto el tam-tam y la marimba reconciliaron á los hombres á quienes la


diferencia de piel, más aun que la guerra, había hecho odiarse mutua- tres p o r tres, un acorde gratísimo al oído, que armonizaba admirable-
mente con todos los otros rumores de la Naturaleza, y , sobre todo, en
mente. L o s ladinos de Guatemala, de quienes sorprenderá saber que
el Mediodía, con el canto de las cigarras.
aprendieron á tocar el instrumento sirviéndoles de maestros los negros
despreciados, tocaban con no menos entusiasmo que los negros del
C o n g o , aunque con menos gracia. « E l genio artístico, dice Gobineau,
nació del enlace de los blancos con los n e g r o s » .
A d e m á s , como lo demuestra el economista Karl Bücher en su memo-
ria sobre el « T r a b a j o y el Ritmo», la música y la danza han hecho más
aún: rimando el trabajo han impulsado al trabajador, le hfin animado á
trabajar bien, le han dado la alegría creadora que renueva incesante-
mente la iniciativa y la energía. C o m o factor económico sobre todo ha
tenido importancia el ritmo musical en la historia de la civilización.
Juzgúese por las supervivencias en los trabajos de formas primitivas, en
este siglo de máquinas, en que el obrero se convierte en servidor de la
madera y del metal, en vez de ser su dominador. E l buen trabajador
realiza siempre su tarea con ritmo y medida: el herrero se goza haciendo
caer y recaer cadenciosamente el martillo sobre el y u n q u e ; el carpintero
clava los clavos y cepilla las tablas á tiempos iguales; el tonelero hace
resonar sus barricas como tambores. Y a el hombre aislado se excita y
se complace en el trabajo por el sonido mesurado y regular de su herra-
mienta; hasta el ligero y casi imperceptible rumor que producen las
agujas haciendo media ó el movimiento de un objeto brillante y silen-
cioso bastan para dar animación al trabajo, para hacer de él una función
normal de la vida.
E l efecto del ritmo es mucho mayor cuando muchas personas, unidas
por una tarea solidaria juntan al ruido mesurado los sonidos de sus
herramientas de trabajo; en este caso ninguno entre los obreros puede
sustraerse al esfuerzo común; los músculos se distienden por el llama-
miento mismo de la cadencia; se trabaja en conjunto y no se puede repo-
sar sino en conjunto. Los empedradores concuerdan siempre las alterna-
MÚSICOS SUDANESES
tivas de sus pisones de hierro ó de madera, y por una asimilación de las
De una fbtogralía.
más naturales les dan el nombre de «señoritas», como si se balanceasen
danzando con muchachas bellas sobre el empedrado. Y los trilladores En los nos, como en el Océano, fos remeros sumergen sus remos y los
que pronto dejarán de oirse hasta en los más apartados rincones de Eu- retiran del agua en un conjunto perfecto, regulado por los movimientos
ropa, habían imaginado, en la sucesión de sus golpes de trillo, siempre del que «.ene la barra, y en los buques, los que izan los cables, los vira-
dores del cabrestante, unen el efecto armónico de las voces al esfuerzo
I — 51
solidario de los músculos para doblar su fuerza colectiva. L o s gritos, del embellecimiento de su persona como los presumidos de la sociedad

los suspiros, los sonidos breves y las notas prolongadas alternan y se civilizada; suelen pasar largas horas elevando el edificio de su cabellera,

suceden armoniosamente, á veces se desarrollan hasta en verdaderos y la moda para la elección de las plumas, de las espinas, de las cuentas

cantos. E n la actualidad, los cultivadores de la tierra, en Oriente, cavan


la tierra por grupos, sirviéndose de la herramienta, siguiendo una me-
dida que regulaban antiguamente la flauta y el tambor, el canto y la
danza de una muchacha en las épocas de libertad y alegría, ó el palo y
el látigo en las edades de opresiones asirías ó faraónicas.
Por último, se mide la marcha del soldado por la caída del paso, el
balanceo del cuerpo y el j u e g o alternativo de los músculos: según un
proverbio militar frecuentemente sometido á prueba, los soldados ganan
las batallas, no por sus armas, sino por sus piernas. S e sabe también
que los animales que llevan campanillas ó cascabeles son más persisten-
tes á la fatiga que los que no los usan: la música del cobre que resuena
les ayuda al. trabajo tanto como el orgullo de haber sido escogidos por
el hombre como conductores de rebaños ó de recuas; el asno que re-
suena sus campanillas delante de los caballos tiene algo de T i r t e o . Por
todas partes se comprueba, pues, la feliz influencia de ese pulso del
trabajo dado por la medida, los sonidos alternados y la música, y por las
vías inconscientes de la vida, esta cadencia está determinada sin duda
por otro pulso, el ritmo de las arterias, el latido del corazón que ponen
en actividad el organismo entero como el vaivén de un pistón en la má-
quina de v a p o r .

E l primitivo aplicaba también el arte á su propia persona. Existen


gregarias en que van desnudos, pero jamás se ha encontrado pueblo
alguno que no haya cuidado de adornar su cuerpo, y si la humanidad ha
contado aquí ó allá seres aislados que no hayan tratado de embellecerse,
pertenecen evidentemente á los malditos y á los desesperados. En la
vida habitual, antes como ahora, el hombre procura siempre agradar ó al
menos agradarse. MALAY0 DLI LA ISLA PAGAI V SUS ADORNOS FESTIVOS

No posee en su propio organismo recursos semejantes á los del ani-


mal, ave, reptil ó cuadrúpedo, que se embellece por las plumas ó los y de las telas que han de brillar $obre su cuerpo suele apasionarles más

colores brillantes durante el período del amor. L a s alegres miradas, el que la caza ó la guerra. ¡Con qué cándida piedad se exhibe el salvaje

encanto de la sonrisa, el aire de fuerza y de salud no le bastan: necesita para mostrar en todo su esplendor los colores hermosos, vivos y contras-

galas y adornos exteriores; no hay duda que los primitivos cuidan tanto tados con que ha revestido sus miembros! Las tierras grasas, las arci-
TATÜAGKS

más, en semejante asunto, la distinción buscada ocasionaba una afea-


lias, los ocres, y , en las regiones tropicales, especialmente en la América
miento de la persona, porque así como por jactancia el civilizado se
del Sud, los frutos que tiñen el cuerpo como el janipabeiro y el achiote,
alaba de sus vicios ó
son, entre los objetos de tráfico, los más solicitados. L o s adornos y las
de sus crímenes, el
p i n t u r a s no difieren
salvaje se envanece
sólo según los mate-
de que á sus manos .
riales que suministran
les falten falanjes, de
c i e r t o s p a í s e s , sino
sus mandíbulas mella-
también según la for-
das, de sus labios dis-
ma de las cabelleras y
tendidos por anchos
el color de los rostros:
aretes ó de las cicatri-
los artistas juzgan con
ces de su frente. Con
sabia c o q u e t e r í a el
frecuencia también, el
efecto producido por
hombre que se des-
sus artificios. A los
figura ó se mutila pue-
medios exteriores de
de tener otras razones
hacerse bello, ó, se-
aparte de la vanidad ó
gún las ocasiones,"te-
la identificación de la persona: el
rrible, los primitivos añadían y aña-
que está en duelo sacrifica volun-
den aún, en muchas comarcas, las
tariamente una p a r t e d e s u c u e r p o
marcas indelebles del c u e r p o : heri-
al amigo ó pariente que ha per-
das, muescas, escarificaciones ó su-
dido, sea para seguirle en lo des-
presión de miembros, tatuages ó ta-
conocido, al menos por un frag-
raceos, pinturas y dibujos. El de-
mento de su ser que haya vivido,
seo de agradar ó de aterrorizar no
sea para reconciliarse al volver
fué la única razón de esos sufri-
al hogar el espíritu del muerto.
mientos voluntarios, de esas tortu-
S e entremezclan varias cau-
ras y hasta de esas mutilaciones: la
sas que conducen al mismo ob-
mayor parte de las tribus y en ellas
jeto. Vemos, por ejemplo, que
cada persona tenían que precisar su
los amuletos destinados á prote-
individualidad, e x p o n e r su origen,
ger á los que los llevan contra
HOMBRE TATUADO DE MOGEMOK
proclamar su gloria, e x p o n e r sus
todo sortilegio, son al mismo HOMBRE TATUADO DE MOOEMOK
(ISLA MACKENSIE, CAROLINAS)
ambiciones, eternizarse en la me-
(ISLA MACKENSIE, CAROLINAS)
(Delante) tiempo alhajas: el collar de co-
moria de los siglos. (Detrás)
ral que la elegante mundana se
E l hombre culto de nuestros días tiene su pasaporte, su cédula, su
pone al cuello, la defiende contra los malos espíritus, pero ella hace
libreta ó sus insignias; el hombre de los tiempos pasados exponía sus
valer,, además, la blancura de su tez y la opulencia de sus hombros.
títulos á la vista de todos sobre su cara ó sobre su cuerpo. Por lo de-
l - 55
TATÜAGKS

más, en semejante asunto, la distinción buscada ocasionaba una afea-


lias, los ocres, y , en las regiones tropicales, especialmente en la América
miento de la persona, porque así como por jactancia el civilizado se
del Sud, los frutos que tiñen el cuerpo como el janipabeiro y el achiote,
alaba de sus vicios ó
son, entre los objetos de tráfico, los más solicitados. L o s adornos y las
de sus crímenes, el
p i n t u r a s no difieren
salvaje se envanece
sólo según los mate-
de que á sus manos .
riales que suministran
les falten falanjes, de
c i e r t o s p a í s e s , sino
sus mandíbulas mella-
también según la for-
das, de sus labios dis-
ma de las cabelleras y
tendidos por anchos
el color de los rostros:
aretes ó de las cicatri-
los artistas juzgan con
ces de su frente. Con
sabia c o q u e t e r í a el
frecuencia también, el
efecto producido por
hombre que se des-
sus artificios. A los
figura ó se mutila pue-
medios exteriores de
de tener otras razones
hacerse bello, ó, se-
aparte de la vanidad ó
gún las ocasiones,"te-
la identificación de la persona: el
rrible, los primitivos añadían y aña-
que está en duelo sacrifica volun-
den aún, en muchas comarcas, las
tariamente una p a r t e d e s u c u e r p o
marcas indelebles del c u e r p o : heri-
al amigo ó pariente que ha per-
das, muescas, escarificaciones ó su-
dido, sea para seguirle en lo des-
presión de miembros, tatuages ó ta-
conocido, al menos por un frag-
raceos, pinturas y dibujos. El de-
mento de su ser que haya vivido,
seo de agradar ó de aterrorizar no
sea para reconciliarse al volver
fué la única razón de esos sufri-
al hogar el espíritu del muerto.
mientos voluntarios, de esas tortu-
S e entremezclan varias cau-
ras y hasta de esas mutilaciones: la
sas que conducen al mismo ob-
mayor parte de las tribus y en ellas
jeto. Vemos, por ejemplo, que
cada persona tenían que precisar su
los amuletos destinados á prote-
individualidad, e x p o n e r su origen,
ger á los que los llevan contra
HOMBRE TATUADO DE MOGEMOK
proclamar su gloria, e x p o n e r sus
todo sortilegio, son al mismo HOMBRE TATUADO DE MOOEMOK
(ISLA MACKENSIE, CAROLINAS)
ambiciones, eternizarse en la me-
(ISLA MACKENSIE, CAROLINAS)
(Delante) tiempo alhajas: el collar de co-
moria de los siglos. (Detrás)
ral que la elegante mundana se
E l hombre culto de nuestros días tiene su pasaporte, su cédula, su
pone al cuello, la defiende contra los malos espíritus, pero ella hace
libreta ó sus insignias; el hombre de los tiempos pasados exponía sus
valer,, además, la blancura de su tez y la opulencia de sus hombros.
títulos á la vista de todos sobre su cara ó sobre su cuerpo. Por lo de-
l - 55
El tatuado, muy grosero en su forma rudimentaria, como se practica mañana, una obra c u y a ejecución exigía años, con frecuencia todo el pe-
aún en muchas tribus, ha llegado á ser un arte de los más refinados, ríodo de la juventud. L a larga y penosa operación podia poner alguna
pero sólo en las comarcas cuyas poblaciones pueden, á la vez que pro- vez la vida en peligro, pero en ciertas tierras oceánicas sólo á ese precio
gresar por la inteligencia y la industria, librarse de la tiranía del ves- se era hombre ó mujer: ninguna mano impura, es decir, no tatuada,
tido. El Esquimal no.se tatúa porque se cubre completamente de pieles. hubiera podido servir la comida; ninguna figura que hubiera quedado
Rasgos, líneas ó sencillamente puntos, luego en estado natural hubiese podido imponer respeto. El tatuado era para
círculos y cruces son ordinariamente las marcas el hombre el sím-
indelebles introducidas en la piel por los artis- de la libertad.
tas tatuadores. Florecillas grabadas en la frente, Y ciertamente, j
en las mejillas, en la barba, el brazó ó el pecho el Maorí y el Mar- ¡
de las jóvenes, son graciosos ornamentos que quesiano, soberbia- I
atestiguan con frecuencia un arte verdadero, y mente tatuados,
después de pasada la impresión de extrañeza que presentaban un be- I
causa su vista, se admiran aquellos conjun- l i o espectáculo d e I
tos de dibujos, grecas, rombos, cruzamiento orgullosa desnu- I
detriángulos y de círculos, que se armonizan de dez, tan historia- |
modo maravilloso con la estatura de los indivi- dos, teniendo sobre |
duos, hombres y mujeres, de ciertos poblados el fondo rojo del
africanos en la parte occidental del continente. cuerpo rasgos azu- I
El triunfo del tatuado es el que nos presentan, les que se desarro-
en un estilo bien diferente, pero no menos inte- liaban en elegantes j
resante, los insulares de varios archipiélagos po- curvas, diferencian- j
linesios y los Japoneses. do el dibujo según I
Parece extraño que el tatuado haya llegado la forma del relie- I
TATUADO DE .MUJER

.MOUEMOK (CAROLINAS)
á su perfección artística en esas islas oceánicas, aquí ^^^^^^^^BMgH^B^^^H
en su mayor parte de escasa extensión y , por los rasgos, allá sua- I
consiguiente, privadas de una población densa donde pudieran nacer vizando los contor- ^ ^ ^ B t t w ' "
espontáneamente verdaderas escuelas. En primer lugar se reconoce la
que la antigua zona de extensión de este arte comprendía sólo los para- nobleza y la gracia TATUAGE JAPONÉS EN LA ESPALDA DE UN SOLDADO INGLÉS

jes tropicales de la Polinesia, donde los árboles frutales, las plantas al bello equilibrio una fotografía.
alimenticias y los pescados suministran alimento muy abundante y donde
de las dos mitades correspondientes de la persona, para imponerle una
el artista gozaba, en consecuencia, de muchas horas diarias para la con-
anatomía nueva, que fijara la mirada.
tinuación de su trabajo: la ociosidad en una naturaleza bella y fecunda,
En el Japonés, que sin duda es parcialmente de origen oceánico, el
que daba al hombre fuerza, agilidad y belleza, dejaba al tralxijador inge-
tatuado, modificado según el modelo de la pintura nacional, ha tomado
nioso, exceptuado del trabajo forzado por la existencia, el tiempo nece-
un carácter muy diferente del de los polinesios: se ha emancipado de la
sario para emprender sobre el paciente, también sin la preocupación del
simetría que parecía imponer las formas armónicas, ó por mejor decir,
ha abandonado la geometría corporal, sustituyéndola por la unidad de acto j u z g a d o contrario al honor, se le tachaba el tatuado con marcas
su dibujo, formando notables é imprevistos cuadros en que serpentean innobles.
libremente los dragones y se entrevén aves y rostros femeninos «á través L a vestidura, que vino á reemplazar los adornos grabados sobre la
de la florida enramada. piel, debía en gran parte prestar al hom-
E l tatuado, desaparecido casi de la sociedad contemporánea que se bre el mismo servicio de adornar, de sa-
respeta, ó á lo menos cobardemente oculto bajo los vestidos, era una tisfacer su vanidad personal y de seña-
verdadera vestidura que respondía al genio del individuo, y no sufría la larle á la admiración de todos. Sin
influencia de la moda sino de una generación á otra; pero esa investi- embargo, la mayor parte de los mora-
dura incorporada á la persona habrá evidentemente de perder toda su listas, obe-
importancia en una sociedad nueva que adopta el uso de un vestido exte- deciendo á
rior, móvil, fácil de cambiar á cada momento según las alternativas de la las preocupaciones del
temperatura, la diferencia de las ocupaciones, los caprichos y las pasio- tiempo presente y transpor-
nes del individuo. Los rasgos grabados sobre el cuerpo se habían tándolas al pasado, han convenido
hecho para ser vistos, para inspirar la admiración, el amor ó el terror; en ver en un sentimiento de pudor la razón
es, pues, natural no darse y a la pena ni someterse al peligro de trazar primera de los vestidos de toda especie que
sobre el cuerpo imágenes destinadas á permanecer ignoradas, y por usan los h o m b r e s ' ; sobre este asunto, acep-
tanto, el tatuado había de caer fatalmente en desuso, desde los tiempos tan la leyenda de la Biblia, que nos muestra
prehistóricos, en todos los pueblos que habían adoptado la costumbre de la primera pareja humana viviendo en el pa-
endosarse pieles, clámides, togas y calzado, y signo de casta ó de cofra- raíso en su bella desnudez, vistiéndose des-
día entre gentes que no querían revelar á todos la asociación de que pués de hojas en cuanto comieron un fruto
forman parte, como pasaporte ante amigos lejanos ó como testimonio que da el conocimiento del bien y del mal*.
simbólico de algún voto de cólera ó de amor; de ese modo se ha conser- Si tal hubiera sido realmente el móvil á
vado hasta nuestros días entre los Bosniacos del culto católico, como que obedeció el hombre al cubrir su cuerpo,
entre los peregrinos de L o r e t o 1 , quizá porque en ellos el tatuado con- ¿por qué muchos pueblos primitivos, Aus-
vencional comprende siempre una c r u z ' . Pero el origen de esta cos- tralianos, Mincopios y Botocudos muestran su
tumbre, mucho más antigua que el Cristo, se refiere á las religiones de desnudez sin vergüenza? Y sobre todo, ¿por
la Naturaleza, y no se somete á ella sino antes del solsticio de primavera qué otros salvajes decoran sus formas natu-
y cuando se ha entrado en la edad de la pubertad. A l perder su carác- rales con franjas, conchas, perlas, cuentas ro- C A N A C A D E I.A N U EV A - C A I - E D O N I A

ter de gran arte, honrado por todos, para convertirse en una práctica de jas y cristalería, atrayendo así la atención en Y SUS ADORNOS NATURALES

misterio y aun de despreciable vanidad, el tatuado hubo necesariamente lugar de evitarla? ¿Por qué los Canacas de
De una fotografía.
de envilecerse poco á poco y volver á las formas rudimentarias de su N ueva-Caledo n i a y otros insulares melane-
principio. Y a no es lo que fué en sus bellos días, la historia de la raza sios; por qué los cafres de Lourenzo-Márquez, no usan otra pieza de
y la alegre celebración de su ideal 3 . Cuando un individuo cometía un vestido más que una sencilla envoltura á la extremidad del miembro
• viril, sea una vaina de hojas puntiagudas ó un péqueño turbante de
1 F.nrico Fcrri, No íes manuscrita.
! Ciro Trushelka, Les.restes illyriens en Bosnie. Schürtz, Grundzüge einer Philosophie der Tracht, págs. 9. 10.
* Genesis, III, 2, 7.
3 Watke, Ausland 1873, núm. 4,
1-56
tela, sea una c o n c h a ó una v e r d a d e r a caja de madera, y hasta en los
p u d o r y los vestidos que impone pueden también ser o r i g i n a d o s p o r el
cafres ricos, de marfil ó de o r o ' ? S e c o m p r e n d e que en muchas co-
marcas de malezas espinosas, proteja cuidadosamente el habitante la
parte e x p u e s t a de su c u e r p o por una funda ó un paño, c o m o llevan casi
todos los p u e b l o s s a l v a j e s ; p e r o no pueden considerarse c o m o un ves-
tido protector, ni menos c o m o un v e l o p ú d i c o esos adornos b r e v e s q u e
no p u e d e n tener otro resultado que atraer las miradas hacia los ó r g a n o s
s e x u a l e s : algunas franjas de color y una c o n c h a brillante atraen igual-
mente la atención del hombre hacia la mujer. L a potencia de atracción
de los s e x o s , el uno hacia el otro, se aumenta naturalmente en p r o p o r -
ción de los ornamentos que ocultan y revelan al mismo tiempo el hom-
bre á la mujer y la mujer al h o m b r e . E l p u d o r ha de ser vencido, y con
frecuencia se realza con c o q u e t e r í a : es la historia de la ninfa que h u y e régimen de la p r o p i e d a d

hacia los sauces, medio ocultándose á medias, quizá inconscientemente, allá donde la mujer per-
tenece en absoluto á su
para excitar hasta el límite el ardor del amante q u e la p e r s i g u e .
amo'. E l es quien o c u l -
Sin e m b a r g o , no h a y un h e c h o de orden social q u e no t e n g a o r í g e -
ta á su esclava, y , Cn
nes múltiples, y tal es el caso del empleo del v e s t i d o : s e g ú n las circuns-
las comarcas donde esa apropiación
tancias, ha p o d i d o servir para desviar la atención, mientras q u e c o m u n -
completa de la mujer ha penetrado
mente sirve para fijarla, y el mundo animal nos suministra e j e m p l o s en
más en las costumbres, en el oriente
ambas direcciones. S i el ave se adorna para atraer la hembra, la perra
islámico, p o r e j e m p l o , el rostro es lo
se sienta, es decir, oculta su ó r g a n o sexual cuando quiere alejar el
que la esclavizada ha de ocultar prin-
macho, es natural que la mujer se cubra también parcialmente cuando le
cipalmente, d o n d e no ha de manifes-
c o n v e n g a rechazar las caricias del h o m b r e . L a tendencia á vestirse
tar e x p r e s i ó n , fisionomía ni pensa-
p r o v e n d r á también, en muchas tribus, de la r e p u g n a n c i a q u e natural-
miento.
mente causa la vista de los e x c r e m e n t o s , y que se refiere hacia la parte
Pero aparte de todas las causas se-
del c u e r p o que funciona c o m o ó r g a n o e x c r e t o r . Ocúltase espontánea-
cundarias ó indirectas, puede admitirse
mente lo que pueda inspirar cierta r e p u g n a n c i a , y se o b s e r v a , en efecto,
q u e el deseo de agradar y , en s e g u n -
sobre todo en A f r i c a , donde la esteatopigia es más amplia q u e en nin-
do lugar, el de suscitar la pasión, fue-
g u n a otra parte, la generalizada costumbre que tienen las mujeres de
I N S T R U M E N T O S U S A D O S EN L A S I S L A S D E ron entre los primitivos las causas
cubrirse las posaderas. Por lo demás, se c o m p r e n d e q u e la vista de los
LA S O C I E D A D Y R E C O G I D O S D U R A N T E primeras de esa necesidad de adornos
ó r g a n o s de manducación, boca, dientes, l e n g u a , d e s g a r r a n d o y chu- EL VIAJE DE La Coquille, 1822-1825
q u e , d u r a n t e el c u r s o d e l o s s hi d o s
p a n d o las carnes, puedan causar asco también, y muchos salvajes se 1. Espanta moscas. 4- i n s t r u m e n t o s , '
2. Azuela de hierro. para el tatuage lla c r e a d o
la c o s t u m b r e d e los p u e b l o s
guardarían bien de comer en público \ quizá también para evitar q u e los 3- Azuela de basalto. 5. Vaso de madera • -r t
males espíritus se aprovechen para entrar en el cuerpo. Por último, el civilizados y a c a b a d o por cubrir por
completo el c u e r p o , hasta no permitir que se v e a - c o m o sucede entre
1 Waitz ct Gerland, Elhnographie, passim.
* P. Haan, Bu 11. de la Soc. iTAnthr. sesión 15 julio 1897. ~
Kar von der Steinen, Central-Brasilia.
tela, sea una c o n c h a ó una v e r d a d e r a caja de madera, y hasta en los
p u d o r y los vestidos que impone pueden también ser o r i g i n a d o s p o r el
cafres ricos, de marfil ó de o r o ' ? S e c o m p r e n d e que en muchas co-
marcas de malezas espinosas, proteja cuidadosamente el habitante la
parte e x p u e s t a de su c u e r p o por una funda ó un paño, c o m o llevan casi
todos los p u e b l o s s a l v a j e s ; p e r o no pueden considerarse c o m o un ves-
tido protector, ni menos c o m o un v e l o p ú d i c o esos adornos b r e v e s q u e
no p u e d e n tener otro resultado que atraer las miradas hacia los ó r g a n o s
s e x u a l e s : algunas franjas de color y una c o n c h a brillante atraen igual-
mente la atención del hombre hacia la mujer. L a potencia de atracción
de los s e x o s , el uno hacia el otro, se aumenta naturalmente en p r o p o r -
ción de los ornamentos que ocultan y revelan al mismo tiempo el hom-
bre á la mujer y la mujer al h o m b r e . E l p u d o r ha de ser vencido, y con
frecuencia se realza con c o q u e t e r í a : es la historia de la ninfa que h u y e régimen de la p r o p i e d a d

hacia los sauces, medio ocultándose á medias, quizá inconscientemente, allá donde la mujer per-
tenece en absoluto á su
para excitar hasta el límite el ardor del amante q u e la p e r s i g u e .
amo'. E l es quien o c u l -
Sin e m b a r g o , no h a y un h e c h o de orden social q u e no t e n g a o r í g e -
ta á su esclava, y , Cn
nes múltiples, y tal es el caso del empleo del v e s t i d o : s e g ú n las circuns-
las comarcas donde esa apropiación
tancias, ha p o d i d o servir para desviar la atención, mientras q u e c o m u n -
completa de la mujer ha penetrado
mente sirve para fijarla, y el mundo animal nos suministra e j e m p l o s en
más en las costumbres, en el oriente
ambas direcciones. S i el ave se adorna para atraer la hembra, la perra
islámico, p o r e j e m p l o , el rostro es lo
se sienta, es decir, oculta su ó r g a n o sexual cuando quiere alejar el
que la esclavizada ha de ocultar prin-
macho, es natural que la mujer se cubra también parcialmente cuando le
cipalmente, d o n d e no ha de manifes-
c o n v e n g a rechazar las caricias del h o m b r e . L a tendencia á vestirse
tar e x p r e s i ó n , fisionomía ni pensa-
p r o v e n d r á también, en muchas tribus, de la r e p u g n a n c i a q u e natural-
miento.
mente causa la vista de los e x c r e m e n t o s , y que se refiere hacia la parte
Pero aparte de todas las causas se-
del c u e r p o que funciona c o m o ó r g a n o e x c r e t o r . Ocúltase espontánea-
cundarias ó indirectas, puede admitirse
mente lo que pueda inspirar cierta r e p u g n a n c i a , y se o b s e r v a , en efecto,
q u e el deseo de agradar y , en s e g u n -
sobre todo en A f r i c a , donde la esteatopigia es más amplia q u e en nin-
do lugar, el de suscitar la pasión, fue-
g u n a otra parte, la generalizada costumbre que tienen las mujeres de
I N S T R U M E N T O S U S A D O S EN L A S I S L A S D E ron entre los primitivos las causas
cubrirse las posaderas. Por lo demás, se c o m p r e n d e q u e la vista de los
LA S O C I E D A D Y R E C O G I D O S D U R A N T E primeras de esa necesidad de adornos
ó r g a n o s de manducación, boca, dientes, l e n g u a , d e s g a r r a n d o y chu- EL VIAJE DE La Coquille, 1822-1825
que, durante el curso de los sidos
p a n d o las carnes, puedan causar asco también, y muchos salvajes se 1. E s p a n t a m o s c a s . 4- i n s t r u m e n t o s , h
'
2. Azuela de hierro. lla c r e a d o la c o s t u m b r e de los p u e b l o s
guardarían bien de comer en p ú b l i c o q u i z á también para evitar q u e los 3- Azuela de basalto.
para el tatuage
5. Vaso de madera • -r t
males espíritus se aprovechen para entrar en el cuerpo. Por último, el civilizados y acabado por cubrir por
completo el c u e r p o , hasta no permitir que se v e a - c o m o sucede entre
1 Waitz ct Gerland, Elhttographie, passim.
* P. Haan, Bu 11. de la Soc. iTAnthr. sesión 15 julio 1897. ~
Kar von der Steinen, Central-Brasilien.
las mujeres musulmanas, rodeadas de un verdadero sudario — más que el I ' - la isla de Flinders, cerca de Tasmania, los naturales estuvieron á
v a g o resplandor de los ojos. No es el pudor lo que dió origen al ves- punto de rebelarse porque los ingleses les habían prohibido pintarse con
tido y le dió sus dimensiones actuales, fué, al contrario, el adorno pri- ocre rojo mezclado con g r a s a : « ¡ N o s hacéis así odiosos á las mujeres!»
mitivo y especial del sexo lo que localizó primero y desarrolló después N.° 32. V e s t i d o s d e Africa
el pudor, evolución subsecuente de los convencionalismos establecidos. ( Véase pág. 230)

La susceptibilidad de los sentimientos, ficticia en gran parte, se hizo agu-


dísima en virtud de la universalidad de la costumbre; pero que cambia la
forma del vestido por efecto de la moda, y el pudor cambia en seguida
de lugar 1 : la misma mujer que descubre sus hombros y su garganta
en un baile, aunque guardando su natural modestia, consentiría en mo-
rir antes que presentarse así en la calle delante de los transeúntes.
Por lo demás, un sentimiento análogo al del pudor propiamente
dicho se manifiesta en toda ocasión en que él uso lo e x i g e . L a mujer
lengua ó botocudo á quien se sorprendiera sin disco labial se creería tan
deshonrada como un chambelán de nuestros días que se presentara en
una fiesta oficial sin su uniforme cubierto de condecoraciones. L a india
de las márgenes del Río Negro, poniéndose una saya delante de A l f r e d
Wallace, estaba tan avergonzada como lo estaría una mujer civilizada
quitándose la suya en público. En el archipiélago de las Filipinas es el
ombligo el centro del pudor, y no debe descubrirse jamás; así como en
China es inconveniente hablar del pié, y en las pinturas decentes está
siempre cubierto por el vestido; se desprecia á las mujeres que dejan ver 0« d« Gr

las pantorrillas ó las rodillas 5 . Ho/as de palmera


Algodón Corteza Pieles y cueros
En otro tiempo, especialmente el hombre usaba adornos sexuales
para embellecerse, porque en aquella sociedad violenta en que cada
I 72 000000
mujer encontraba varón que la conquistase, todas tenían la seguridad de
MooKil.
ser esposas, en tanto que el hombre, viéndose frecuentemente adelan-
tado por otros raptores de mujeres, corría el riesgo de quedar mucho exclamaban los adolescentes, muertos después sin haber sido jamás sen-
tiempo sin compañera; necesitaba agraciar, hacerse desear á toda costa;
, 3 k h Í g Í C n C y á l a l i m P Í e z a , tal como lo comprendían los amos del
del mismo modo que el gallo hiergue su cresta roja y ostenta su cola de país, en la actualidad sus únicos habitantes.
plumas multicolores, así el macho humano trata de hacerse bello por
En nuestros días no es el hombre el que pone más empeño en ador-
medio de pinturas de ocre, de achiote, de janipabeiro, de franjas y de
narse, es la mujer, expuesta en los países civilizados, más que el varón
telas brillantes, de alas de águila, de garras de animales, de cabelleras
a llevar una vida solitaria; i ella corresponde, p u e , , buscar .as sedas
de enemigos vencidos, de tautados y de cicatrices.
finas y delicadas, las joyas, las piedras brillantes, dedicar al tocador lar

1 Elie Reclus, .Votes mamiscrites.


* Havelock Ellis, Humanité nouvcllc, i o octubre 1899.

1-57
PROTECCIÓN CONTRA LAS INTEMPERIES

• — _____

g a s horas y á veces someter su c u e r p o á verdaderas torturas con la espe-


v o l v e r l a s del ,ado de donde sop,a el viento, p e r o sin darse la p e n a de
ranza de ser admirada.
garantir la p a r t e del c u e r p o naturalmente abrigada

E n ese caso, c o m o respecto de las modas de los países cálidos y tem-


Sin e m b a r g o hay circunstancias, en las que, á no dudarlo, el h o m b r e
£ os es e v i d e n t e que el p u d o r natural no es !a causa primera de Ta
toma vestido ó a b r i g o para garantirse contra el tiempo. E n las comar-
ostum re el vestido a d q u i r i d a p o r los hombres de los tiempos Idó-
cas en q u e las lluvias abundan en e x t r e m o , c o m o en la Papusia y ciertas neos. Por l o demás, e , origen utilitario de los vestidos usados contra el
partes del Brasil interior, el vestido del i n d í g e n a no es-ordinariamente n o no ie m a n i f e t a r s e ,os sent¡mientos ^ ^
más que un techo. C o m o lo ha notado v o n der Steinen, la fuerza de los
on los mismos que r e s p e c t o de los vestidos procedentes de otro origen
a g u a c e r o s , que arrastra hojas y ramas desprendidas de los árboles, suele
L o s j ó v e n e s groen,andeses, p o r e j e m p l o , saben dar un aspecto m u y e l e !
ser un p e l i g r o para el habitante q u e no p r o t e g e su cabeza y . s u espalda
por medio de conos de hojas s o b r e las cuales el a g u a y los d e s p o j o s se zflecos
: de r r b y oademás
r : color, r d a d o s 4 sus
' ^ ^ — ^ ^ -
han p o d i d o , en los l u g a r e s no g o b e r n a d o s p o r
deslizan rápidamente. A este origen local del vestido se han añadido
después las demás causas enumeradas p o r los a r q u e ó l o g o s , incluso la la m I n " T CO "SerVar % e r ° S ad0r "°S t a t M d ° » *
v a n i d a d : el h o m b r e utiliza todas las circunstancias para hacerse admirar mej Has las manos. L o s esquimales del Alaslca occidenta., entr
y

y admirarse él mismo. os uales h a y ciertas tribus particu,ármente coquetas, saben también


E l mapa de la página anterior demuestra suficientemente q u e los c o m p o n e r sus trajes de piel de p e l o y de colores variados, c u y o conjunto
materiales no faltan en parte a l g u n a para c u b r i r s e ; á falta de pieles de alcanza un aspecto perfectamente artístico
Pero con vestidos aceitosos, difíciles de obtener, á Ja v e , preciosos y
animales ó de plantas textiles, se usan h o j a s de palma y los habitantes
duraderos, es „ „ p o s i b l e conservar limpio el c u e r p o . E s s e g u r o que l o l
del b o s q u e ecuatorial utilizan maravillosamente simples cortezas. ue 1 d ^ ^
d o onsiderados en son miicho
E n los países m u y fríos, e x p u e s t o s á los fuertes vientos del mar, tam-
bién necesitan cubrirse los h o m b r e s : e n v o l v e r s e en pieles de espeso
r a / - ° n ' I a íl l m P i e * a Será el a d o r n o p o r —e x c e— -
su pie,> q u c i o s
p e l a j e era para ellos, b a j o a q u e l l o s terribles climas, cuestión de v i d a ó
de lencia.

muerte. Sin e m b a r g o , la fuerza de resistencia de los indígenas á la frial-


dad de aquellas r e g i o n e s p r ó x i m a s á los círculos polares ártico y antàr-
tico es tal, que pueden e x p o n e r s e frecuentemente á las intemperies en
estado de desnudez. N o sólo parecen indiferentes á la sensación del frío,
sino q u e se m u e v e n c ó m o d a m e n t e en condiciones q u e no tardarían en
causar la muerte de un e u r o p e o . D a r w i n y otros viajeros, han visto
varias v e c e s f u e g i n o s desnudos q u e caminaban b a j o la nevada ó la g r a -
nizada; mujeres q u e amamantaban sus hijos al pleno aire de invierno,
sin q u e las criaturas pareciesen sufrir por ello, alejándose con precau-
ción de un f u e g o cerca del cual unos blancos desembarcados en la costa
todavía temblaban de frío L a práctica usual, para los f u e g i n o s que
han podido procurarse pieles de g u a n a c o ú otras cubiertas calientes, es

1 Ch. Darwin, Voyage ofa Naturatisi round the World.


-

CLASES, POBLflbOS
I
3 El punto de equilibrio es la perfecta
igualdad de derechos entre los
individuos.

CAPÍTULO v

GRUPOS FAMILIARES. _ M A T R I A R C A L V PATRIARCADO. - PR0PIFDAD


CONSTITUCIÓN ,,B LAS CLASES. - MONARQUÍA Y SERVIDUMBRE '
LENGUAS. ESCRITURA. - RELIGIONES. - MORAL.

E '. móvil, es decir, el deseo de agradar, q u e impulsaba á cada indi-


v i d u o primitivo á adornar su persona tenía p o r sanción natural la
un,on de los sexos, y , por consecuencia, había de p r o d u c i r la cons-
titucion de los g r u p o s familiares. P e r t , así c o m o los adornos varían se-

7 m e d Í O S y ' 0 S m a t e H a l e S d C q U e d h ° m b r e P « « » disponer, así tam-


b.en las formas sociales determinadas por la unión entre los s e x o s han
cambiado s.nguiarmente en diferentes lugares y en épocas sucesivas.
En los animales de especies diversas se encuentran todos .os m o d o , de
1-38
unión; se hallan igualmente en el mundo de los hombres primitivos, en
la protohistoria y en la historia misma: promiscuidad sin regla precisa, historia en gran número de comarcas en que la apropiación de una mu-

comunidad práctica siguiendo ciertas condiciones, poligamia y polian- jer por un hombre fué considerada como un atentado contra la sociedad.

dria, jerarquía de las esposas y de los esposos, levirado, es decir, herencia Del mismo modo que ha podido repetirse en todo tiempo, en recuerdo

impuesta ó facultativa de la mujer dejada por un hermano primogénito; de la apropiación del suelo por algunos individuos: « L a propiedad es el

por último, monogamia temporal ó permanente. Sin embargo, se ima- robo», así también ha debido exclamarse: «el matrimonio es el rapto»

gina fácilmente que existiera en general una misma manera de vivir para E l hombre que quitaba una mujer á sus conciudadanos para hacer de

todos esos hombres primitivos, de quienes no ha quedado memoria alguna, ella su cosa, su adquisición personal y privada, no podía menos de ser

y que se parecerían probablemente á las poblaciones salvajes de nuestros considerado como un raptor, como un traidor á la comunidad.

días, entre las cuales se observan instituciones diversas. A s í .ha habido Pero en asunto de esta índole, las modificaciones bruscas de las cos-

muchos sociólogos que admitían de una manera general, pero sin prueba tumbres, las revoluciones habían de ser muy numerosas. La pasión

alguna, que «la promiscuidad completa de los hombres y de las mujeres, no se acomoda á las prácticas tradicionales, sino que oponiéndose á

en una misma horda, fué el estado primordial de nuestra especie». Mas ellas, transforma todo y acaba por crear instituciones nuevas, resultando

¿por qué había de ser así, y a que más allá del hombre, en el mundo que los hermanos de la horda primitiva, que no osaban apoderarse per-

animal, vemos aparecer todas las formas de «gamia», y , entre ellas, sonalmente de una «hermana», es decir, de una mujer de su misma

varias que atestiguan una elección mutua de los individuos? » tribu, no tenían escrúpulo en hacer capturas en tribus extranjeras- fre-
cuentemente el enamorado, oculto entre la maleza cerca de la fuente
L o s experimentos instituidos por Darwin, y después por H o u z e a u *
donde * joven iba á.tomar agua, caía sobre su presa para llevarla en
Espinas, Romanes y tantos otros, han puesto fuera de duda que la «fami-
lia» existe realmente, aunque bajo aspectos muy diversos, en los g r u p o s triunfo a la villa ^ a t a i y poseerla como único dueño, no como marido
societario."
antepasados de la animalidad. Hasta en varias especies se encuentran
ejemplos de esa familia monogámica de amor constante é inalterable que T a l fué el principio de los matrimonios exogámicos, primeramente

los moralistas oficiales consideran como la única que tenga derecho al realizados á la fuerza, por raptos, antes de que las frecuentes reinciden-

título de «matrimonio». Sin embargo, es indudable que ese género de c a s les diesen un carácter normal aceptado por todos. No falta país en

unión se encuentra entre los menos comunes, y que la mezcla de los nuestros días donde los raptos de las jóvenes y mujeres se hacen con

sexos, produciéndose en apariencia de una manera caprichosa, es el positiva violencia, sin tácita complicidad de la víctima ó de los padres

hecho más ordinario. Parece, pues, muy probable que las mismas cos- A n t e todo ha de tenerse en cuenta el estado de guerra que existió entre

tumbres han prevalecido entre la mayor parte de los hombres. En una tantos g r u p o s humanos en todas las partes del mundo; cuando todas te

sociedad distinta, expuesta á todos los peligros por parte de los elemen- pasiones impulsivas están exasperadas, cuando la vida y la libertad del

tos, de los animales y de las tribus enemigas, la personalidad colectiva semejante están á la merced de quien quiere tomarlas, y las mismas artes

comprendía todos los individuos, hombres, mujeres y niños, de una ma- de captura y asesinato son consideradas como gloriosas y dignas de elo-

nera tan íntima que la propiedad privada no podía constituirse para g i o , el raptor puede apropiarse las cautivas creyéndose en el pleno g o c e

separar los unos de los otros: todos formaban igualmente parte de la de su derecho; A q u i l e s reivindica como suya á Briséis, y , hasta en las

gran familia. naciones que se titulan civilizadas, el soldado, entregado al atavismo


feroz de sus instintos, se permite todaHicencia de violación y de pillaje.
C o m o dice Oscar Browning hubo ciertamente un período de la
Pero entre muchas poblaciones de primitivos que se hallan en paz, sea
1 Transactions of the Roya/ Histórica/ Society, vol. VI. 1892, p. 97. por cierto tiempo, sea de una manera permanente, no ha dejado de ser
sancionada por la costumbre la práctica del rapto de mujeres. Así los
Siah-Poch, ó « N e g r o - V e s t i d o s » , del H i n d u - K u c h estaban estrictamente que en los matrimonios actuales acompañan novios y novias, representan

obligados por la tradición á tomar mujer en una tribu diferente de la


N.° 33. Algunas f o r m a s d e m a t r i m o n i o s e n las Indias
suya, y al efecto, deslizándose cerca de la cabaña donde dormía la j o v e n
deseada, el amante lanzaba al interior una flecha ensangrentada, dis-
puesto, si era preciso, á verter verdaderamente la sangre de quienes se Nisampatam
Biliari*
opusieran á su deseo. T a l fué también el caso de los antiguos Germa-
nos, que empleaban la palabra brut-Juft' (carrera de la novia), en el lellore
sentido de matrimonio
A s í mismo, en la Balkania occidental, el Mirdite, ó « B u e n - V i v i d o r » ,
Madras
de religión cristiana y de costumbres republicanas, consideraba como MangdorerrÍ¿F.

una deshonra no tener por esposa una mujer raptada al musulmán de la


C anninore1
llanura, el enemigo hereditario. Este solía defender valientemente su hija Pondicherry

ó hermana que se trataba de arrebatarle; pero, sabiendo que el rapto de Calicut"

mujeres era para los montañeses una regla tradicional, una «ley de la «•• Laquedivcs
naturaleza», aceptaba ordinariamente con tranquilidad el hecho consu- i CrcnganoreV
Cochinl
mado, considerando además que, en una de esas treguas que interrum-
pen de tiempo en tiempo las guerras de frontera, 'podía contar casi con
seguridad con el p a g o de un precio de compra, fijaclo jfbr la «pstumbre. iTutiCQrin

En este caso, la fuga vino á ser la forma intermediaria entre el rapto


primitivo y la pura c o m p r a — c o m o se practicaba en otro tiempo entre
los Tcherkesses del C á u c a s o ; — d e ahí derivan las ceremonias más ó
menos complicadas del matrimonio de dinero, que, por las condiciones Maldives

de la propiedad, es naturalmente la regla en las sociedades cultas del


mundo europeo.

Si todavía existe el rapto positivo, mucho mejor subsisten los ritos E á» Gr.

tradicionales que atestiguan la forma primitiva de los matrimonios e x o g á -


micos «. L o s ejemplos de esta supervivencia se aglomeran en la historia. 1:10000000

En Grecia y en la India se recuerda aún el matrimonio «heroico», unión sooKil.

practicada por el procedimiento denominado Rakchassa; en todas las


I 'iI-« d H a ;| a " t r C S . m a í r Í m 0 n Í 0 S P a g a m o s i' Prác- 7- Rodiya, poliandria exogáinica
partes de la Tierra se hallan tribus que simulan la forma primitiva del tica del infanticidio.
2. Iroula, promiscuidad. v « M a h , matrimonio con la hermana me-

3. Nair, matrimonios complejos sobre la base nor . poligamia endogàmica.


rapto; el robo de las Sabinas por los Romanos se reproduce en todas del matriarcado. 9- Judíos de Cranganorc. monogamia estricta,
4- Foliyar, poliandria. o. Nazarenos de Quilón, monogamia religiosa.
partes por j u e g o s y fiestas en que se echa mano á las espadas y todavía
5- Moplah, poligamia (mahometanos). 11. Católicos de Goa, Saint-Thomas, Pondi-
«nerry, etc.
se blanden las mazas pero en que y a no se derrama sangre. Quién 6. Sahhai, id. id. '
12. Protestantes de Mangaíore y Madura.
sabe si, por efecto de un trabajo continuo de evolución, los mozos Tamils y Cingalianos, matrimonios por las ñores.

1 Max Müller, Essais de Mythobgie comparte, trad. de G. Perrot, p. 307.


5 Mac Lellan, Primitive Marriage. - saberlo los hombres Ce armas que de „ „ a parte y de otra combatían
1-59
en tiempos pasados por conquistar ó guardar la presa amorosa. Pero las pueden dejarse á la madre, para que conserve su carga y dirección, sin
instituciones, como los pueblos, tienen múltiples orígenes: supervivencia que el padre se crea obligado á respetarla y tratarla como igual- ella es
de odios y cariños se entremezclan en un mismo drama en que á los acto- generadora, nodriza, sirviente; pero él resulta siempre el dueño absoluto.
res sólo les inspira el placer. En todo tiempo, dígase lo que se quiera,
N
- ° 34. P a í s de las " A m a z o n a s "
unas atracciones mutuas han debido originar directamente la unión entre
7°¡ ^ ~ ^ ^
el hombre y la mujer. Un capítulo del Mahá-Bhárata contiene la des-
cripción de todos los modos legales del matrimonio en número de ocho,
que responden evidentemente á las costumbres de naciones distintas que
se han fundido en diferentes épocas en el gran crisol del Hindostán.

L a s diversas formas de unión sexual, desde el régimen de la pro-


miscuidad hasta el libre contrato por consentimiento mutuo, no serían
comprendidos si se olvidase que en el matrimonio el hijo es el tercer
término*de la trinidad familiar; él es quien, en el conjunto social, tuvo la
parte de acción más importante, el que modeló el hombre á su imagen ',
el que dió su cohesión primera al g r u p o de individuos de ambos sexos,
que vivían á la aventura, lo mismo que más tarde dió su razón de ser á
la familia monog¿miCa. Sin la influencia preponderante del hijo no
podría explicarse el período déP» matriarcado, cuya existencia era aún
ignorada hasta no hace mucho tiempo y que tantos documentos reciente-
mente estudiados y tantos hechos de observación prueban haber preva-
lecido durante muchos siglos en gran número de pueblos. Algunos
autores 1 hasta han querido establecer que la humanidad entera, en una
evolución primitiva, habría pasado por esta fase: el gobierno de las 1:12 000 000
madres; pero lo que hace más que dudosa esta hipótesis es que no se 0 »00 1¿0 300 «00 580 k¡l.

encuentra la institución del matriarcado entre los pueblos primitivos muy SeKin Coudreau, I » mujeres „„ p ¿ 5 M han

inferiores, tales como las tribus más atrasadas del Brasil y los indios de toma su nombre C1 B r « „ río d s I , América del S ¿ ' de qUe

la costa californiana, y para buscar las formas de la familia matriarcal


El matriarcado propiamente dicho implica ya cierto refinamiento de
hay que dirigirse á grupos étnicos que tengan tras de sí un largo pasado
costumbres, es muy superior á las edades de la fuerza bruta y de la pro-
de civilización 3. E l estado más bárbaro de la sociedad es aquel en que el
miscuidad, si existieron alguna vez, del mismo modo que el período de
hombre domina, no por ser el padre, sino porque es el más fuerte,
la prop,edad poseída en común por todos los derecho-habitantes de un
el que aporta la mayor cantidad de alimento y reparte los golpes, sea á
g r u p o familiar. A u n en la época en que la horda arrastraba consigo
los enemigos, sea á los débiles de la horda. Por lo demás, los hijos
todo el rebano de los hijos, éstos se a h u p a r í a n naturalmente detrás de
» generadora, contribuyendo así á darle poco á poco la dirección de la
1 Guyau, Moral d'Epicure, p. 160.
' Bacholen, Mutterrecht. familia, que c o n s t a n c i a s felices desarrollarían en poder social y hasta
1 Heinrich Cunow, Bases ¿cotiomiques du Matrlarcat (Devenir social, enero 1898). político. Siendo desconocido el padre, ó al menos no tenido en cuenta
en tiempos pasados por conquistar ó guardar la presa amorosa. Pero las pueden dejarse á la madre, para que conserve su carga y dirección, sin
instituciones, como los pueblos, tienen múltiples orígenes: supervivencia que el padre se crea obligado á respetarla y tratarla como igual- ella es
de odios y cariños se entremezclan en un mismo drama en que á los acto- generadora, nodriza, sirviente; pero él resulta siempre el dueño absoluto.
res sólo les inspira el placer. En todo tiempo, dígase lo que se quiera,
N
- ° 34. P a í s de las " A m a z o n a s "
unas atracciones mutuas han debido originar directamente la unión entre
7°¡ ^ ~ ^ ^
el hombre y la mujer. Un capítulo del Mahá-Bhárata contiene la des-
cripción de todos los modos legales del matrimonio en número de ocho,
que responden evidentemente á las costumbres de naciones distintas que
se han fundido en diferentes épocas en el gran crisol del Hindostán.

L a s diversas formas de unión sexual, desde el régimen de la pro-


miscuidad hasta el libre contrato por consentimiento mutuo, no serían
comprendidos si se olvidase que en el matrimonio el hijo es el tercer
término*de la trinidad familiar; él es quien, en el conjunto social, tuvo la
parte de acción más importante, el que modeló el hombre á su imagen ',
el que clió su cohesión primera al g r u p o de individuos de ambos sexos,
que vivían á la aventura, lo mismo que más tarde dió su razón de ser á
la familia monog¿miCa. Sin la influencia preponderante del hijo no
podría explicarse el período déP» matriarcado, cuya existencia era aún
ignorada hasta no hace mucho tiempo y que tantos documentos reciente-
mente estudiados y tantos hechos de observación prueban haber preva-
lecido durante muchos siglos en gran número de pueblos. Algunos
autores 1 hasta han querido establecer que la humanidad entera, en una
evolución primitiva, habría pasado por esta fase: el gobierno de las 1:12 000 000
madres; pero lo que hace más que dudosa esta hipótesis es que no se 0 »00 1¿0 300 «00 580 k¡l.

encuentra la institución del matriarcado entre los pueblos primitivos muy SeKin Coudreau, las mujeres „„ p ¿ 5 M han

inferiores, tales como las tribus más atrasadas del Brasil y los indios de toma su nombre C1 B r . „ río da I , América del S ¿ ' de qUe

la costa californiana, y para buscar las formas de la familia matriarcal


El matriarcado propiamente dicho implica ya cierto refinamiento de
hay que dirigirse á grupos étnicos que tengan tras de sí un largo pasado
costumbres, es muy superior á las edades de la fuerza bruta y de la pro-
de civilización 3. E l estado más bárbaro de la sociedad es aquel en que el
miscuidad, si existieron alguna vez, del mismo modo que el período de
hombre domina, no por ser el padre, sino porque es el más fuerte,
la prop,edad poseída en común por todos los derecho-habitantes de un
el que aporta la mayor cantidad de alimento y reparte los golpes, sea á
g r u p o familiar. A u n en la época en que la horda arrastraba consigo
los enemigos, sea á los débiles de la horda. Por lo demás, los hijos
todo el rebano de los hijos, éstos se a h u p a r í a n naturalmente detrás de
» generadora, contribuyendo así á darle poco á poco la dirección de la
1 Guyau, Moral d'Epicure, p. 160.
' Bacholen, Mutterrecht. familia, que circunstancias felices desarrollarían en poder social y hasta
1 Heinrich Cunow, Bases ¿cotiomiques du MatrlarCat (Devenir social, enero 1898). político. Siendo desconocido el padre, ó al menos no tenido en cuenta
como ser aventurero, la madre reunía alrededor ele su hogar aquellos á dad de defensor ó de conquistador ,. Sin embargo, no es cierto que la
quienes había criado y adiestrado para la vida. L a maternidad se des- misma guerra haya dado siempre la supremacía á los hombres, porque
arrollaba así en medio de la barbarie primitiva y daba el primer impulso la leyenda relativa á las amazonas, en el A n t i g u o y en el Nuevo Mundo,
á la civilización futura S o b r e las costas de la América meridional, es harto general para
que no se admita el ' ~ - r r ^ w x ™ -
hecho de una antigua
dominación p o l í t i c a '/W

no se trata sólo de le- /

de mujeres que fueron j|

existido amazonas en fj
tribus políticas distin- -Í/SS»!'
COMBATE I)E L.AS AMAZONAS
tas, es incontestable Vlfl'l
Bajo relieve antigpo.— Fragmento de un escudo que diversas poblacio-
(Museo de! Louvre)
nes han reconocido en / - - \
absoluto lasupremacía / JgW ^ ^ ^
donde los lazos de la familia se hallan muy relajados para la mayor parte
de los hombres y donde prevalece una semipromiscuidad, el matriarcado
se organiza naturalmente \ en otras, los hombres, /
Quedando fuera de duda la influencia capital del hijo sobre la consti-
tución del matriarcado, es cierto que la acción del medio geográfico ha
de haber tenido también alguna parte en esta evolución social. A s í es
dependientes de la fa- >>'
que en los países donde el principal medio de encontrar el alimento
milia maternal. Hero- H B ^ ^ A
consistía en recoger los frutos y en rebuscar las raíces, las mujeres, a
doto, en un pasaje
quienes sus funciones de madres y de nodrizas indicaban desde luego 1 AMAZONA IMHO.MEYANA
célebre
Licios dice que los
llevaban el n
para ocupar el primer lugar, tenían además otras probabilidades en su De una fotograba.

favor como dispensadoras de la vida material. Esas probabilidades nombre de la madre en lugar del del padre, y que su estado se regulaba
aumentaban todavía en las regiones poco amenazadas por la guerra, por el de su generadora. Las inscripciones licias confirman la afirmación
donde el hombre no se elevaba repentinamente al primer lugar en cali- del gran viajero historiador, no mencionando más que los nombres de la

Ernst Grosse, Die Anfánge der Kunst, p. 36.


1 Elie Reclus, Republique fránfalse, 23 febrero 1877
® Libro I, 173.
* Liard-Courtois, Apr'es le Bague, p. 11".
I - 6 0
MATRIARCADO

madre «. A los ejemplos de matriarcado en la antigüedad recogidos por


Bachofen, Mac Lellan y otros muchos viajeros han añadido los hechos
I . 7 trabaj° del h°mbre' "ue " «nduce
pertenecientes al mundo contemporáneo entre las poblaciones incultas. animales al pasto, quien los euida y protege contra el enemigo, animales

Para no escoger más que una forma típica de ese estado social, feroces y merodeadores; quien ordeña las vacas y fabrica lo queso

pueden citarse los montañeses del Assam, al sud del Brahmaputra, los < , - „ posee a la v e , la f u e r . y la superioridad en el g r u p o económico:'
C a r r o s y los Khasias, que aun en nuestros días, á pesar de la influencia
N.° 35. P a í s e s del M a t r i a r c a d o
de los Hindus y de otras poblaciones de tipo patriarcal, se dividen en
clanes que han conservado el nombre de mahari, es decir, «matrias».
Emparentados con los Tibetanos, que también conservan restos de
ginecocracia, esos pueblos ven siempre en la mujer el jefe de la familia.
L a virgen garó ó khasia ha^e al joven la proposición de tomarle por
marido, y ella procede al rapto del esposo escogido, acompañada de sus
amigos y de los servidores del clan materno. E l divorcio pertenece á la
mujer; á ella corresponde, cuando le place, tirar cinco conchas al aire
para que la separación sea pronunciada y vuelva el marido á su matria
primera, abandonando los hijos á la dominadora.
Hasta cuando el hombre haya sido tolerado durante toda su vida, es
preciso que se divorcie el día de su muerte: sus cenizas son enviadas ársu
lugar de origen, mientras que la mujer es quemada con honor en su
matria; después, las urnas de los hijos serán colocadas al lado de la urna
materna

Clasificando todos los hechos relativos á la constitución de la familia


primitiva en las diversas comarcas del mundo, Cunow ha podido demos-
trar claramente que existe una estrecha dependencia entre la constitución
i: 3 ooo ooo
familiar y las condiciones económicas del medio. Debido á eso, no se
han encontrado jamás instituciones francamente matriarcales en los
Tío ki|

pueblos pastores.
Hasta en las hordas errantes en que la descendencia se regulaba por
las supervivencias matriarcales del pasado no impiden e! dominio efec-
la familia maternal, como entre los Ova-Herreros del Africa meridional tivo del hombre.
antes que la conquista — quizá hasta la destrucción por un ejército colo-
Pero allí donde la agricultura .lega á ser el trabajo exclusivo de las
nial de Europa — no haya modificado sus costumbres, la mujer distaba
mujeres, onde los maridos y los hijos están casi siempre ocupados
mucho de llevar el cetro: la mujer obedecía, porque la fortuna procede
fu ra, en la caza, la pesca ó la guerra', la situación es'absolutamente

1 Bachofen, Mutterrecht; M. Kowalevvsky, Tabican des Origines el des Evolutions de la


diferente, a.l, corresponde á la mujer l a misión útil por excelencia en la
Familk et de la Propriété. economía genera, de la tribu. La agricultura le suministra cosechas de
1 Dalton, Ethnology of Bengal.
cantidad cas. constante, en tanto que los productos aportados por el
PATRIARCADO

hombre varían según las aventuras, los azares y el tiempo. La prospe-


ridad común depende en absoluto de la buena gestión de las madres, de
su espíritu de orden, de la paz y de la concordia que introducen en el
hogar. E l afecto natural que les dedican los hijos agrupados á su
rededor se desarrolla en una especie de religión. No puede tomarse
decisión alguna sin ser antes consultadas; dispensadoras absolutas de la
fortuna familiar, acaban por ser las reguladoras de todos los asuntos
sociales y políticos: aunque los más fuertes, los hombres se inclinan ante
la soberanía moral.
Entre los W y a n d o t de la América del Norte <, el gran consejo de la
nación se componía de 44 mujeres y 4 hombres, los cuales en realidad
no eran más que los agentes ejecutivos de la voluntad femenina \ Pero
en las sociedades más desarrolladas, en que la agricultura ha tomado tal
importancia que el hombre abandona casi por completo la caza y la pesca
para labrar con fuerza el surco, el eje social cambia en el grupo de los
individuos, y de la gran familia matriarcal evoluciona la gran familia pa-
triarcal, como la encontramos entre los antiguos chinos, los japoneses y
EL GFTAN C O N S E J O UE I.AS . M U J E R E S ENTRE LOS WYANDOT
los romanos ( H . C u n o w ) .
Dibujo de Georgcs Roux según una fotografía.
Por lo demás, la palabra «matriarcado» se presta á confusión. Ima-
gínase fácilmente que la autoridad de la madre sobre los hijos implica verdadero matriarcado; pero el marido, cualquiera que sea la deferencia
la dominación en la familia, ó á lo menos la igualdad de la mujer con el hacia la heredera que le da fortuna y nombre, no por eso deja de ser el
padre; pero esas son cosas muy diferentes. jefe, el dueño positivo

El poder maternal no impide de ningún modo la brutalidad del ma- L a poliandria es una forma de unión que deriva naturalmente del
r i d o : no hay en esto, por decirlo así, más que simplificación del trabajo matriarcado. En la unión del hombre y de la mujer, los dos elementos
en el gobierno de la familia. I)e ese modo, en los Orang-Lauts, que tienden á mantener á pesar de todo su personalidad y por consecuencia
habitan la península de Malacca, los hijos pertenecen á la madre sola, lo á predominar según que el uno ó el otro se halle favorecido por el medio.
cjue es verdaderamente el régimen del matriarcado, y , sin embargo, la Pues la mujer, dueña absoluta de sus hijos, subordinado el hombre á su
mujer lleva una existencia desgraciadísima: el marido la p e g a y no le poder y siendo su voluntad única en la familia, no tenía que comba-
permite comer en su presencia '1. tir una opinión hostil, tomando sucesivamente, ó á la vez, varios favo-
También en Bearn, lo mismo que en el Japón, el marido de una here- ritos: como reina, no tenía más que escoger; pero siendo su corazón
dera, la mayor de los hijos, va á vivir á la casa de ella y de la misma voluntariamente fiel conservador de las primeras impresiones, aun en
recibe el nombre, que es á la vez el de la tierra y que se convierte en el plena poliandria, solía tomar la costumbre de conservar la cohesión
de toda su familia: podría concluirse de esto en la existencia de un familiar, dándose por esposos comunes »todos los hijos .de una misma
madre. T a l era la forma de matrimonio que prevalecía antiguamente
.1 Heinrich Cunow, Le Devenir social, abril, 1898, págs. 335 ¿ 3 4 1 .
' J. W . Powell, Wyandot Government.
1 Laloy, Anthropologie, t, VIII, 1897, pág. 1 ib. Jacques Lourbct, A'evue de Mor ale social, 1899, pág. 164.

1-61
PATRIARCADO

hombre varían según las aventuras, los azares y el tiempo. La prospe-


ridad común depende en absoluto de la buena gestión de las madres, de
su espíritu de orden, de la paz y de la concordia que introducen en el
hogar. E l afecto natural que les dedican los hijos agrupados á su
rededor se desarrolla en una especie de religión. No puede tomarse
decisión alguna sin ser antes consultadas; dispensadoras absolutas de la
fortuna familiar, acaban por ser las reguladoras de todos los asuntos
sociales y políticos: aunque los más fuertes, los hombres se inclinan ante
la soberanía moral.
Entre los W y a n d o t de la América del Norte el gran consejo de la
nación se componía de 44 mujeres y 4 hombres, los cuales en realidad
no eran más que los agentes ejecutivos de la voluntad femenina \ Pero
en las sociedades más desarrolladas, en que la agricultura ha tomado tal
importancia que el hombre abandona casi por completo la caza y la pesca
para labrar con fuerza el surco, el eje social cambia en el grupo de los
individuos, y de la gran familia matriarcal evoluciona la gran familia pa-
triarcal, como la encontramos entre los antiguos chinos, los japoneses y
EL GPAN CONSEJO L>E I.AS . M U J E R E S ENTRE LOS WYANDOT
los romanos ( H . C u n o w ) .
Dibujo de Georgcs Roux según una fotografía.
Por lo demás, la palabra «matriarcado» se presta á confusión. Ima-
gínase fácilmente que la autoridad de la madre sobre los hijos implica verdadero matriarcado; pero el marido, cualquiera que sea la deferencia
la dominación en la familia, ó á lo menos la igualdad de la mujer con el hacia la heredera que le da fortuna y nombre, no por eso deja de ser el
padre; pero esas son cosas muy diferentes. jefe, el dueño positivo

El poder maternal no impide de ningún modo la brutalidad del ma- L a poliandria es una forma de unión que deriva naturalmente del
r i d o : no hay en esto, por decirlo así, más que simplificación del trabajo matriarcado. En la unión del hombre y de la mujer, los dos elementos
en el gobierno de la familia. I)e ese modo, en los Orang-Lauts, que tienden á mantener á pesar de todo su personalidad y por consecuencia
habitan la península de Malacca, los hijos pertenecen á la madre sola, lo á predominar según que el uno ó el otro se halle favorecido por el medio.
cjue es verdaderamente el régimen del matriarcado, y , sin embargo, la Pues la mujer, dueña absoluta de sus hijos, subordinado el hombre á su
mujer lleva una existencia desgraciadísima: el marido la p e g a y no le poder y siendo su voluntad única en la familia, no tenía que comba-
permite comer en su presencia '1. tir una opinión hostil, tomando sucesivamente, ó á la vez, varios favo-
También en Bearn, lo mismo que en el Japón, el marido de una here- ritos: como reina, no tenía más que escoger; pero siendo su »orazón
dera, la mayor de los hijos, va á vivir á la casa de ella y de la misma voluntariamente fiel conservador de las primeras impresiones, aun en
recibe el nombre, que es á la vez el de la tierra y que se convierte en el plena poliandria, solía tomar la costumbre de conservar la cohesión
de toda su familia: podría concluirse de esto en la existencia de un familiar, dándose por esposos comunes u o d o s los hijos .de una misma
madre. T a l era la forma de matrimonio que prevalecía antiguamente
.1 Heinrich Cunow, Le Devenir social, abril, 1898, págs. 335 ¿ 3 4 1 .
' J. W . Powell, Wyandot Government.
1 Laloy, Anthropologie, t, VIII, 1897, pág. 1 ib. Jacques Lourbct, A'evue de Mor ale social, 1899, pág. 164.

1-61
en el T í b e t — el país de los Bods — y en todas las poblaciones del venido á ser el tipo casi universal del matrimonio en las sociedades mo-
mismo origen. dernas, como el matriarcado ha debido tener su origen, no sólo en la
L a poliginia es, en el patriarcado, la institución correspondiente á prehistoria, sino aun en la prehumanidad. La diferencia de los medios
la de la poliandria en el matriarcado. Sin embargo, no siempre es y de la evolución ha hecho surgir necesariamente numerosísimas diver-
absoluto el contraste entre los dos tipos de matrimonio que caracterizan gencias de detalle; sin embargo, puede decirse de una manera muy
la dominación de las madres y la de los padres, y así, el ejemplo que los general que el matriarcado se explica por un hecho natural, «eí naci-
autores se complacen en citar como testimonio del antiguo matriarcado miento del hijo», y que el patriarcado tiene por origen un acto de fuerza,
indica, no obstante, la transición entre los dos sistemas: Draupadi, la el rapto, la conquista, hechos de orden histórico '.
esposa de los cinco hijos de Pandu, es la «reina», no la dueña de la fa- No ha sucedido el patriarcado por una evolución lenta á las primeras
milia; á pesar de haberse dado varios maridos, no ha conservado el formas matrimoniales de la agrupación natural de los hijos, como supone
gobierno de la casa, sino que obedece. L a forma patriarcal se mezcla, Mac Lellan, sino que, por el contrario, esta institución proviene de
pues, en este caso particular, á la forma matriarcal. causas violentas, de acontecimientos bruscos y la evolución ha sido com-
Otro ejemplo que suele citarse es el de los Nairs de la costa de Mala- pletamente distinta, independiente, lo que no ha impedido combinaciones
yalam ó Malabar; pero también en ese caso los dos regímenes se entre- y mezclas hasta lo infinito entre los dos tipos de matrimonios.
mezclan. Verdaderamente las mujeres nairs, perteneciendo á la antigua
nación guerrera y dominadora, escogen y varían sus esposos, pero están E l origen de la primera «familia» en el sentido patriarcal, familia
obligadas á tomarlos entre los brahmanes, la casta invasora venida del muy diferente de lo que en nuestros días se entiende por esta palabra,
Norte, armada de ciencia y de astucia, hábil para gobernar amparándose fué exactamente el mismo que el origen del Estado. El jefe vencedor
bajo los homenajes tributados á una soberanía oficial. se apodera de un país y de todos los habitantes que en él se hallan: es
L o s tipos de estas uniones varían según la mayor ó menor influencia un fundador de imperio. A cada guerrero que forma parte de la banda
de los elementos étnicos representados, pero todos ofrecen el carácter de conquistadora le toca su parte de botín, tierra, cosas y hombres. Todo
un compromiso entre instituciones diversas y se arreglan de una manera el que en lo sucesivo obedezca en calidad de esclavo ó de concubina
extraña y complicada. E l ejemplo más original de semejantes matrimo- • forma parte de la «familia», término que primitivamente designó el con-
nios es quizá la «gran unión» colectiva: hombres brahmanes y mujeres junto de los bienes, muebles é inmuebles, hijos y servidores'.
nair se agrupan en sociedades de varios individuos, hasta de doce por Y el mismo pater-familias, el cabeza de la familia, no era considerado
sexo, en la que cada individuo, hombre y mujer, tiene derecho sobre los en su origen como el generador, sino únicamente como el protector de
otros individuos del s e x o opuesto '. No es esto el matriarcado ni el todo el pequeño Estado que le había tocado por conquista ó por herencia:
patriarcado, sino un sistema doble de poligamia y de poliandria, un el «padre» podía llegar á serlo por mediación de un servidor ó de un
sabio retroceso hacia la promiscuidad, pero bajo una forma estrictamente pariente; hasta después de muerto adquiere hijos legítimos por la insti-
regulada entre propietarios asociados. S e ha necesitado toda una tución del «levirato», que obliga al hermano á casarse con la mujer*del
mezcla de astucia y de depravación teológicas para llegar á semejantes hermano difunto.
combinaciones. L o s tipos sociológicos son tan entremezclados como
A d e m á s de la guerra, hecho capital en la fundación de esta primera
las razas.
familia patriarcal, las otras condiciones d e h género de vida .contribuye-
E l patriarcado, que, bajo diversas formas, fuera de la unión libre, ha ron á la toma de posesión del poder por el hombre. Entre los g r u p o s

1 Ludwig Gumplowicz, Neue deutsche Rundschau, vol. I, 1895, P¿g- 1143 y siguientes.
1 Mac Lellan, Primitivo Marriage. ' Michel Bréal y Anatole Baillv, Dictionnaire etymoíogique latín.
que viven únicamente de la caza, el varón lleva el alimento al albergue, partes, entre las poblaciones esencialmente patriarcales, se conservan
en tanto que la mujer cuida de los hijos y se ocupa de los trabajos de aún algunos restos del antiguo matriarcado, rarísimos á veces, como
la casa. E s , pues, inevitable que en tal situación g o c e el padre de la entre los Ba-Lubas del Kasai, en que las mujeres son verdaderas escla-
mayor autoridad: como dios dispensador de la carne y de la sangre, vas, adquiridas por dinero, pero donde presiden como «antiguas» á la
puede creerse que tiene algún derecho á la adoración de los suyos. bendición de las siembras En otras partes, especialmente en las socie-
E n t r é los pueblos nómadas, los varones, como más fuertes, capturan, dades bereberes, la mujer, aunque sierva, protege al extranjero como
doman y matan el ganado, y por lo mismo toman todos los derechos una divinidad. Asimismo, en nuestra Edad Media, la mano de la mujer
sobre las mujeres, más débiles, designadas por la Naturaleza para la pre- reemplazaba el contacto de un altar; pero de tal modo se han debilitado
paración de la comida y para el cuidado de los hijos del hombre y de los las huellas de eso en las sociedades modernas, fundadas sobre el derecho
pequeñuelos de la bestia. En igualdad de condiciones el patriarcado del marido ó del padre, que la virtud misma, virius, era antes conside-
debe, en consecuencia, afirmarse singularmente entre esos pastores, rada como el monopolio del varón Y naturalmente, esa pretensión
sobre todo cuando al mismo tiempo son guerreros y tratan de sojuzgar exclusiva á la virtud hubo de engendrar todos los males: celos feroces
otras poblaciones, cada nueva remesa de cautivos reacciona sobre la fami- del marido propietario, brutalidad en la educación de los hijos, crema-
lia del vencedor y rebaja proporcionalmente los derechos de la esposa. ción de las viudas, práctica y finalmente deber del infanticidio.
A consecuencia-de la lucha entre los dos principios, derivados, uno S a b i d o es que ciertas comarcas de la India guerrera se habían some-
de la solidaridad natural entre el hijo y la madre, otro de la violencia tido á ese régimen. ¿No hemos visto en el curso mismo de nuestras
ejercida por los raptores varones, los dos tipos de matrimonio, el ma- muy recientes civilizaciones, hasta en pleno «siglo de las luces», los
triarcado y el patriarcado se han desarrollado uno junto al otro en la Radjputas ó «Hijos de Reyes», tipos del honor tradicional, casarse inva-
serie de las edades y siguiendo las vicisitudes de los hombres, tomando riablemente por la vía del rapto, dejar que ardieran sus madres sobre la
ó perdiendo fuerza relativa, sin conservar jamás como institución el hoguera paternal, y matar casi siempre sus hijas, temerosos de no poder
punto de equilibrio consistente en la perfecta igualdad de derechos entre casarlas con el suficiente esplendor y riqueza?
los individuos, y , por consiguiente, entre los sexos. En este caso se evidencia que el g r u p o social formado por el clan, la
Sin embargo, en Sumatra eran claramente reconocidas las tres formas • tribu ó la nación y consolidado por la moral tradicional, tiene más in-
de matrimonio: el jugur, por el cual el hombre compraba la mujer; el fluencia que los sentimientos naturales manifestados en el matrimonio
anibel-anak, por la cual la mujer compraba el hombre, y el scmando y en el parentesco. Estas afecciones, estas conveniencias personales han
ó matrimonio de los iguales de adaptarse á las convenciones dictadas por la opinión pública ó son
A s í también entre los Hassanyés y los Hamites del A l t o Nilo se reco- cruelmente desatendidas. L a voluntad común del g r u p o se impone p o r
nocía frecuentemente á la mujer casada su parte en los productos del dictadura, con tanto mayor poder cuanto la tradición es de origen más
cultivo. En el antagonismo continuo de los regímenes, el patriarcado remoto y menos razonada: « ¡ A s í se ha hecho siempre!» Habría, pues,
es? como lo demuestra la historia, el que solió prevalecer, en vista de las muerte rápida de toda asociación por falta de renovación si las vicisitu-
dificultades de la lucha por la existencia, que e x i g e el empleo de la des de la vida no se encargasen de modificar las agrupaciones por aso-
fuerza, y del resultado de los conflictos que se producen en las mismas ciaciones cruzadas ó rupturas violentas.
\
familias.
L a mezcla de las tradiciones y de las ideas demuestra que en todas Bajo su forma primitiva, la sociedad principiante de los hombres

j GarmiJn, Bulletin de la Socidle belge de Géographie, nov. .905.


1 Lubbock, Origines de la Civilisation, 1 G. de Greef, Le Transformisme social.

1-62
AGRUPACIONES .SOCIALES

á quienes las necesidades de la a y u d a mutua y de la lucha han l i g a d o en se indican sobre todo p o r los dibujos del tatuage, las marcas cicatríciales
una sola banda, no ha tenido aún tiempo de constituirse en un conjunto
bien definido y los individuos no se han sujetado todavía de una manera N.° 36. País del Honor y del Infanticidio
m u y sólida. L a extensión de esas a g r u p a c i o n e s v a r í a : entre los A e t a s
de L u z ó n , Blumentritt los e v a l u a b a en 20 ó 30 asociados; en la A u s t r a l i a
central, son de 30 á 5o ( F i s o n ) ; en el Brasil, los B o t o c u d o s se asociaban
de 80 ó 100 c o m p a ñ e r o s ; los Bushemens del A f r i c a meridional eran más Wd':
DELH
numerosos, de 100 á 200 ( B u r c h e l l ) . w m - ^íiíftl'Síi^
^fSSfHB
Pero la horda no es, por decirlo así, más que la materia humana de I f » B t ó f
que la sociedad más sabia, a g r u p a d a en clans, en tribus y en naciones
extrae sus elementos para organizarse, c o n f o r m e á las mil c o m b i n a c i o n e s
que c o n v i e n e n al g é n e r o de vida y al ideal de las comunidades en for-
mtmMméw A G R A 3-

mación.
A este respecto, la variedad de las constituciones es infinita y los I B ® ! !
Djodhpur.
individuos han de acomodarse á ellas de la manera más diferente, s e g ú n
los medios, los cruzamientos, las alianzas y las conquistas. L a integra-
ción de los g r u p o s secundarios en las unidades nacionales más extensas
tiende á hacerse siempre de manera que salve las individualidades étni-
cas tradicionales, p e r o la herencia del pasado se modifica constantemente.
.Sabido es c o m o las tribus de los Pieles R o j a s y las de la A u s t r a l i a
tratan de conservar la memoria y el o r g u l l o de su origen por los iotem
y los kobong, es decir, por los símbolos de los animales ó de las plantas
c u y o nombre v e n e r a d o llevan las diversas tribus
Principalmente entre los p u e b l o s cazadores es donde la tradición toté-
mica se conserva mejor, p o r q u e el representante del clan está frecuente-
mente e x p u e s t o á encontrarse en el b o s q u e ó la sabana con el animal de
q u e se dice h e r m a n o .
L. de Gr.
Ciertas naciones se han dedicado por completo á algún dios protec-
t o r : tales son los L i e b r e s , los S e r p i e n t e s , los L o b o s , los Z o r r o s ; otros se
^ K 6000 000
c o m p o n e n de una multitud de clanes ó hasta de familias que viven al
lado unos de otros c o m o animales de especies diversas en una colección
de fieras *: tales son las villas de los indios M o q u i s y Zuñís en las pro-
y los adornos de la piel; pero en esto la religión y los o r í g e n e s se me Z -
vincias de T u s a y a n y de C o r i b a ( A r i z o n a y N u e v o M é j i c o ) . En otras clan de diverso modo con el arte. 1

partes especialmente en A f r i c a y en Oceanía, las tradiciones de herencia

1 Fison and Howitt. Anlhrop. Tnstilute, 1884; Starcke, lüvnille primitive. E l instinto de apropiación que, desde los orígenes se había manifes-
' Schurz, Die Speiseverbote.
tado en la animalidad y la prehumanidad entre los padres y las madres,
AGRUPACIONES SOCIALES

á quienes las necesidades de la ayuda mutua y de la lucha han ligado en se indican sobre todo p o r los dibujos del tatuage, las marcas cicatriciales
una sola banda, no ha tenido aún tiempo de constituirse en un conjunto
bien definido y los individuos no se han sujetado todavía de una manera N.° 36. País del Honor y del Infanticidio

muy sólida. L a extensión de esas agrupaciones varía: entre los A e t a s


de Luzón, Blumentritt los evaluaba en 20 ó 30 asociados; en la Australia
central, son de 30 á 5o ( F i s o n ) ; en el Brasil, los Botocudos se asociaban
de 80 ó 100 compañeros; los Bushemens del Africa meridional eran más Wd':
DELH
numerosos, de 100 á 200 (Burchell).
Pero la horda no es, por decirlo así, más que la materia humana de
M R - ^íiíftl'Síi^
^fSSfHB
I f » B t ó í
que la sociedad más sabia, agrupada en clans, en tribus y en naciones
extrae sus elementos para organizarse, conforme á las mil combinaciones
que convienen al género de vida y al ideal de las comunidades en for-
mtmMméw A G R A 3-

mación.
A este respecto, la variedad de las constituciones es infinita y los I B ® ! !
Djodhpur.
individuos han de acomodarse á ellas de la manera más diferente, según
los medios, los cruzamientos, las alianzas y las conquistas. L a integra-
ción de los g r u p o s secundarios en las unidades nacionales más extensas
tiende á hacerse siempre de manera que salve las individualidades étni-
cas tradicionales, pero la herencia del pasado se modifica constantemente.
.Sabido es como las tribus de los Pieles Rojas y las de la Australia
tratan de conservar la memoria y el orgullo de su origen por los iotem
y los kobong, es decir, por los símbolos de los animales ó de las plantas
c u y o nombre venerado llevan las diversas tribus
Principalmente entre los pueblos cazadores es donde la tradición toté-
mica se conserva mejor, porque el representante del clan está frecuente-
mente expuesto á encontrarse en el bosque ó la sabana con el animal de
que se dice hermano.
L. d e Gr.
Ciertas naciones se han dedicado por completo á algún dios protec-
tor: tales son los Liebres, los Serpientes, los L o b o s , los Zorros; otros se
^ K 6000 000
componen de una multitud de clanes ó hasta de familias que viven al
lado unos de otros como animales de especies diversas en una colección
de fieras *: tales son las villas de los indios Moquis y Zuñis en las pro-
y los adornos de la piel; pero en esto la religión y los orígenes se me Z -
vincias de T u s a y a n y de Coriba (Arizona y Nuevo Méjico). En otras clan de diverso modo con el arte. 1

partes especialmente en Africa y en Oceanía, las tradiciones de herencia

1 Fison and Howitt. Anlhrop. Tnstilute, 1884; Starcke, lüvnille primitive. E l instinto de apropiación que, desde los orígenes se había manifes-
' Schurz, Die Speiseverbote.
tado en la animalidad y la prehumanidad entre los padres y las madres,
HORDAS, CLANES Y FAMILIAS ->53

entre los generadores y los hijos, en el conjunto de los clanes y de las


N o se atribuían el llano, el río ó el bosque como su dominio partí-
tribus no podía limitarse á las personas; se extendía también á las cosas.
L a propiedad se constituyó; sin embargo, no fué la propiedad tal N.° 37. Clanes de la aldea de Oraibl

como los economistas la comprenden h o y . L o s primitivos se inclinaban

Al.DEA DE ORAIBI, AUIZONA

Nótese la entrada de las cámaras subterráneas, las Kiva, cuyo uso es


principalmente la celebración de los ritos. Cseala át la carleb
£scala aproximada del plano
«: 6 0 0 0 0 0
I 2000

naturalmente á considerar como perteneciéndoles la piedra que habían wtUtfrtfc

tallado ó el vaso que habían formado por sus manos, y hasta cuando A. Oso. " F. Halcón. I\. Caña. P. Buho.
B. Araña. G. Katcina.
daban á otros ese objeto fabricado por ellos, el libre don establecía cla- L. Lagarto. Q. Arco.
<". Serpiente. H. Loro.
I). Aguila. M. Conejo. t R. Melón.
I. Hurón.
ramente su calidad de propietario, pero no se imaginaban que la cantera K: Sol. X. Arena. S. Mita (mariposa)
J. Trigo.
O. Coyote. T. Grulla.
de donde habían extraído el sílex ó el campo de lava que les había sumi- V. Mescal (jugo fermentado de la pita).

nistrado la obsidiana necesaria á su industria pudiesen ser su propiedad


personal. culac, ni siquiera hubieran podido figurarse que tal apropiación fuera
1 - <-„1
posible, porque en las costumbres de la tribu materna ó en las de otras
•con, la lucha por la existencia resultante produjo combates, y , como
agrupaciones que recorrían la Tierra no había nada que pudiera prepa- •consecuencia, ta, individuo que se había distinguido, c a p t u r é , p 0
rarles á esa concepción de las cosas. ¿No bastaba para la provisión de
ejemplo, todos los habitantes de .una c a b a i a , pudo creerse autorizado
alimento seguir libremente la pista del animal á través de la extensión
por eso mismo- * emp.ear sus nuevos esclavos, sea en la guarda de, t
herbosa ó cubierta de bosque, ó remar ó bogar hacia las focas ó los
baño que hacían pacer en la sabana circundante, sea en el cultivo del
bancos de pescado? Nuestro antepasado tenía siempre ante sí el espacio
campo q „ habian roturado. Habiendo parecido á la comunidad su
ilimitado, y hasta cuando comenzó á cultivar el suelo, se reservaba cam-
bravura digna de una recompensa especial, se le había dejado e. botín
biar el emplazamiento de la siembra después de su cosecha, conside- conquistado. J

rando como bien venido á todo compañero que venía á tomar la tierra .
Una de las pa,abras sánscritas más comunmente empleadas en el
que abandonaba. E l recolector no se consideraba propietario del terreno,
c o m o no lo es la marmota después de haber recolectado su cosecha de i c la" 1 : SeTÍd° ^ <<bata,la» " " literalmente sig-
nihca la «lucha p o r las vacas» '.
araño al fin del otoño.
Desde ,os períodos prehistóricos, la propiedad, debida á la captura ó
Unicamente, en la ausencia de todo derecho escrito, un sentimiento
: CUa q m e r a °tra — • - — * • * > » por indicios de posesión, t e
de equidad debía de regularlas relaciones entre las diversas agrupaciones,
" la! " " " " ^ — * P*>° * carne de, anima,. L o s caba-
y una especie de «derecho de gentes», nacido del estado mismo de las
lé i"':" ^ K g U l r 21 « ^ época magdaleniana, á j u z g a r por
cosas, impediría al g r u p o de cazadores, de pescadores ó de cavadores, a cabezada q u e se ve representada sobre un grabado de cabal,o y p o r
la implantación de su industria en un territorio habitado por otro g r u p o ,
cubierta rayada que se distingue sobre otro dibujo, en ,a gruta de Com
siendo esas convenciones tácitas, favorables al interés de todos, general- W U d e E y z i e s , d o „ d e K ^ h a i i a d o u n p r e d ^

mente observadas. L a propiedad colectiva se constituía, pues, sin que


^ ^ ™ < i ™ « m b i é n señales de cubiertas y
límites precisos indicasen el reparto de los dominios entre las tribus,
quedando frecuentemente espacios desiertos, lindes ó «marcas» sin ocu- I l r " " b C S t Í a h U b ¡ " a " - — - o anima5!
pantes, cuidadosamente evitados de una parte y de otra para quitar todo
La guerra bajo sus mi, formas fué una de las grandes causas la más
pretexto de conflicto. A s í pudieron mantenerse durante mucho tiempo
= n t e de todas, qu e produjeron ,a constitución de ,a p r o
unas propiedades colectivas en que el trabajo y el convenio mutuo
pr. ada A n t e s ,a mayor parte de ,os economistas se complacían en
tenían por corolario el g o c e de todos; pero el mero hecho de que tribus
n u,r a ,a apropiación de, sue,o e, más noble origen, el trabajo; pe
bien distintas unas de otras detentasen cierto territorio común pertene-
•a observación de ,o que sucede entre ,os primitivos actua.es d mués
ciente al conjunto de los individuos, implicaba y a el principio de la
<,ue ese punto de partida hubo de ser muy excepcional. La . a b o "
futura propiedad privada en el sentido moderno de la palabra.

En efecto, todo cambio producido en el interior de cada comunidad rnidad por uno de sus
— *
ó todo conflicto exterior podían modificar el equilibrio en beneficio de Iceder s 7 ™ P« P-sen éstos en

un miembro particular del pequeño cuerpo social, clan ó tribu. Una mente e o
dOS °,COmPañer0 "" ^ ^ 1 « "
distinción especial concedida á un gran cazador, á un guerrero afortu- por as c ; ° ntr,bUyenteS - LaS P-'" Producidas

nado, á un hábil profeta ó médico, solía permitirle acaparar una parte igualdades d 'naS ' ^ ^ *»
« d e s de posesion q u e se introdujeron en e, g o b i e r n o de ,'as socie-
mayor de animales, del suelo ó de los productos para sí y para todos los
s u y o s , clientes ó esclavos. O bien, por haber disminuido en su distrito
el espacio que se había reservado el clan por el aumento de la pobla-
256 EL HOMBRE Y LA TIERRA PROPIEDAD DE LOS ANIMALES Y DEL SUELO

Pero cualquiera que sea la forma que haya tomado en la historia la consérvase la tradición. E l lord inglés que recorre sus dominios de
apropiación de un campo, de un distrito ó de una provincia por un solo- Irlanda comprende perfectamente el sentido oculto de las miradas que le
individuo, quedan siempre en el recuerdo de los hombres y en el dere- lanzan los campesinos.
cho tradicional ó escrito huellas de una forma anterior de propiedad
colectiva.
En muchas comarcas los propietarios de terrenos particulares trába-

REPRESENTAClÓ.N DE UN CABALLO (GRUTA DE COMBA11EL.LES)

'/„ del tamaño del dibujo prehistórico.

REPRESENTACIONES DE ANIMALES (GRUTA DE COMBARELLEsj


jan juntos los días festivos, y la tierra vuelve á ser común, especial-
El grupo de animales es la representación, a la escala aproximada de . : 40, de una
mente en Guam, la isla principal de las Marianas". L a ilusión del parte de la pared de la g r u t a ; la c a b e z a de caballo es el «/, de tamaño del dibujo prehis-
tórico ; las lineas del sombreado son r a y a s de pintura negra.
pasado renace alegremente: ¡qué júbilo en los pueblos del antiguo
Hearn, cuando todos, desde el anciano hasta los niños, se reúnen en La guerra, pues, por sus consecuencias, es el factor más temible de
las granjas para deshojar las espigas de maíz, escuchando las historias- la desigualdad entre los hombres. Un joven guerrero más fuerte, más
de la abuela ó los cantos de las j ó v e n e s ! ágil, más diestro, más astuto que los otros y poco cuidadoso del respeto
A l l í donde las tierras están divididas según su naturaleza y donde los tradicional debido á los ancianos y á las costumbres, tenía grandes pro-
campos cultivados se han convertido estrictamente en propiedades par- babilidades de elevarse sobre sus compañeros y de ser reconocido como
ticulares, la comunidad conserva aún algunos derechos colectivos sobre jefe, no sólo durante las expediciones guerreras, sino también de una
los bosques y los pastos, y las tierras sin valor quedan propiedad de manera permanente en las treguas y en la paz.* Ese fué el principio de
todos, y hasta donde la expropiación de los pobres ha sido completa, la institución que tomó su forma definitiva en la monarquía, es decir, el
gobierno de uno solo, colocado de derecho ó de hecho, sobre las leyes.
1 National Geogr. faga~.hu, M a y o 1905, p.ig. 236. Millones de Luis X I V en germen precedieron al « R e y - S o l » .
1-6I
256 EL HOMBRE Y LA TIERRA PROPIEDAD DE LOS ANIMALES Y DEL SUELO

Pero cualquiera que sea la forma que haya tomado en la historia la consérvase la tradición. E l lord inglés que recorre sus dominios de
apropiación de un campo, de un distrito ó de una provincia por un solo- Irlanda comprende perfectamente el sentido oculto de las miradas que le
individuo, quedan siempre en el recuerdo de los hombres y en el dere- lanzan los campesinos.
cho tradicional ó escrito huellas de una forma anterior de propiedad
colectiva.
En muchas comarcas los propietarios de terrenos particulares traba-

REPRESENTAClÓ.N DE UN CABALLO (GRUTA DE CO.MBARELLES )

'/„ del tamaño del dibujo prehistórico.

REPRESENTACIONES DE ANIMALES (GRUTA DE CO.MBARELLES)


jan juntos los días festivos, y la tierra vuelve á ser común, especial-
El grupo de animales es la representación, a la escala aproximada de . : 40, de una
mente en Guam, la isla principal de las Marianas". L a ilusión del parte de la pared de la g r u t a ; la c a b e z a de caballo es el «/, de tamaño del dibujo prehis-
tórico ; las lineas del sombreado son r a y a s de pintura negra.
pasado renace alegremente: ¡qué júbilo en los pueblos del antiguo
Hearn, cuando todos, desde el anciano hasta los niños, se reúnen en La guerra, pues, por sus consecuencias, es el factor más temible de
las granjas para deshojar las espigas de maíz, escuchando las historias- la desigualdad entre los hombres. Un joven guerrero más fuerte, más
de la abuela ó los cantos de las j ó v e n e s ! ágil, más diestro, más astuto que los otros y poco cuidadoso del respeto
A l l í donde las tierras están divididas según su naturaleza y donde los tradicional debido á los ancianos y á las costumbres, tenía grandes pro-
campos cultivados se han convertido estrictamente en propiedades par- babilidades de elevarse sobre sus compañeros y de ser reconocido como
ticulares, la comunidad conserva aún algunos derechos colectivos sobre jefe, no sólo durante las expediciones guerreras, sino también de una
los bosques y los pastos, y las tierras sin valor quedan propiedad de manera permanente en las treguas y en la paz.* Ese fué el principio de
todos, y hasta donde la expropiación de los pobres ha sido completa, la institución que tomó su forma definitiva en la monarquía, es decir, el
gobierno de uno solo, colocado de derecho ó de hecho, sobre las leyes.
1 National Geogr. .1 faga~.hu, M a y o 1905, p.ig. 236. Millones de Luis X I V en germen precedieron al « R e y - S o l » .
1-6I
JEFES MILITARES

C o m o lo ha hecho notar muy justamente Gumplowicz, la monarquía


es tan antigua como la humanidad: hasta es más antigua, puesto que
existía y a en el mundo animal 1 . C o m o la mayor parte de las institucio-
nes humanas, ésta había nacido entre nuestros antepasados los animales
de la sabana y del bosque: muchas familias de animales tenían su rey,
como refieren las fábulas. Especialmente ciertas especies de monos
tienen jefes reconocidos, debiendo á su Aierza física, al poder de sus
brazos, al v i g o r de sus mordiscos el respeto de que le rodean los otros
monos de la banda. Las mismas pasiones tienen de una parte y de otra
consecuencias análogas, y durante el curso de las edades las prácticas se
han continuado siempre dp generación en generación y de abuelo animal
á herederos humanos,, conforme al natura]£itávico.
Por otra parte, las lenguas, intérpretes del pensamiento, nos mues-
tran de uña manera evidente la génesis de la realeza: en casi todas las
lenguas humanas, los títulos aplicados á los jefes y á los nobles han
salido del hecho de la l u c h a ' ; el «emperador» es el que manda y dirige
la batalla; el «dictador» dicta órdenes á sus soldados; el mariscal, el
general, el condestable, son encargados de dirigir la caballería, el «du-
que» ó «herzog» conduce las bandas; el «jarl» ó «earl» es el hombre
fuerte por excelencia, el valiente que hiere de muerte, el «caballero», VACA MARCADA Y ADORNADA (PAÍS DE LOS MASAIS, AFRICA ORIENTAL)

el «escudero», el «lacayo» permanecen juntos en el combate 3 . Sin


embargo, algunos títulos expresan sólo de una manera general el hecho de su persona, queda hombre por el afecto, los sentimientos de respeto
simple de la dominación, en paz ó en guerra, tal es el nombre de « r e y » . y de veneración, y precisamente al que le ha arrebatado su dignidad
En las lenguas germánicas las palabras koning, kouig, king atribuyen al acaba frecuentemente por amar, respetar y venerar más que á todos los
que manda una inteligencia y un conocimiento superior de las cosas. otros; como «perro humillado» se arrastra á los pies del amo, que le
Y a el subdito se humilla ante su amo; corresponde á generaciones ava- insulta y le p e g a .
salladas durante mucho tiempo convertirse en cortesanas. En el mundo anterior al hombre nació y se desarrolló ese espíritu de
L a monarquía ha podido consolidarse fácilmente por cuanto el hom- obediencia y de abandono moral que permitió el nacimiento de las mo-
bre mismo es un animal «domesticable*» como el perro y tantas otras narquías en tantas sociedades humanas, y que, durante el curso de la
especies. Domado, por el halago ó por el temor, mantenido después historia, facilitó la fundación de esos famosos imperios donde millares de
en la servidumbre por el hábito, el hombre abandona sus fuerzas y su hombres se sentían dichosos prosternándose en el p o l v o ante el paso de
vida al que posee la voluntad; pero, aunque despojándose de la dignidad uno de sus semejantes. ¡Cuántas veces el último homenaje de los que
perecían p o r el capricho de un monarca se ha elevado hacia e í que con
1 L u d w i g Gumplowicz, Nene Deutsche Rundschau, vol. 1895. un signo les enviaba á la muerte! ¡Cesar, morí tur i te salutantf no
s Brchm, Thierleben. era la suprema ironía de la desesperación, sino el último acto de la ado-
3 T h o m a s Carlyle, Sartor Resartus.
ración.
4 L u d w i g Gumplowicz, artículo citado, pág. 6.
2ÓO EL HOMBRE Y LA TIERRA SERVILISMO É INDEPENDENCIA

En uno de los pequeños Estados de las islas Palaos, los jefes llevan IOS lugares Y en todas las edades. No obstante, conviene saber cómo
el título de mad1 ó «muerte»: nadie, según creen, puede mirarles sin corresponden normalmente desde el punto de vista geográfico las formas
morir instantáneamente. políticas de las sociedades á las diversas formas terrestres en la evolución
L a tendencia á la imitación es también uno de los fenómenos natura- primitiva de la humanidad, y á este respecto pueden establecerse reglas
les que más han contribuido á desarrollar el espíritu monárquico en la generales, que prevalecieron en tanto que la constitución de los grandes
humanidad: el débil quiere modelarse sobre el fuerte, el pobre sobre el listados c e n t r a l i z a d o s , teniendo á su disposición f o r m i d a b l e s medios
rico, el feo sobre el hermoso y aun el hermoso sobre el horrible que es coercitivos, no llegó á borrar los contrastes originarios.
soberano. Tomemos, por ejemplo, un país montañoso, c u y a población, forzosa-
Era, pues, inevitable que el hecho de imitación espontánea fuese por> mente esparcida, se reparte en débiles comunidades en valles de escasa
grados erigido en l e y , en deber. ¿Qué súbdito osaría sustraerse á la extensión, bien limitados por gargantas de paso difícil y por aristas de
obligación de copiar á su amo, allí donde la fuerza está sólidamente rocas frecuentemente obstruidas p o r las nieves y los hielos: en esos pe-
constituida? L a imitación se hace lejana, respetuosa, por la población queños mundos cerrados, cada uno tiene su trabajo definido p o r las con-
entera, y esa imitación, cambiándose poco á poco en una especie de es- d.«ones del medio, y las jornadas se cumplen bien; siega y cercado
tupor, convierte en serviles el pensamiento y la palabra. horticultura, corte de leña, pastoreo de. g a n a d o y fabricación del queso
A s í en las islas Eidji,-cuando un j e f e caía caminando sobre un sen- son las tareas que se imponen durante toda la parte viviente del año
dero escabroso, todos sus acompañantes fingían caer, y si uno solo que- y para un gran número de los naturales del país, el trabajo con,inda du-
daba en pie sus compañeros le maltrataban como insolente y rebelde \ rante U e s , a g ó n fría, á causa de la emigración temporal. L a defensa es
Del mismo modo, cuando el «Gran R e y » , anciano y cacoquímico, se f a c í en atención á lo escarpado de las rocas y á lo inaccesible de los
quejaba del peso de los años, ¿qué cortesano renunciaba al mérito de caminos, y en el caso en que estas condiciones no impidieran el ataque
ser como su señor débil y achácoso? Si una reina tiene Ta - desgracia de los enemigos, la táctica que ha de seguirse no tiene complicaciones
de ser fea, semejarse á su fealdad es la gran belleza; si es deforme, con- que obliguen á los montañeses á someterse á un j e f e único en interés
viene aparentar una deformidad parecida. ' ; i' • •' de la patria minúscula: cada individuo, por sus costumbres y la con-
H a y sólidos privilegios que se reservan los soberanos y que están ducta de su vida, confía en sí mismo; puede entenderse bien con el «pri-
prohibidos al común de los mortales; pero éstos tienen siempre el re- mero de los pares», con el combatiente reconocido por todos como el
curso de remedar á sus amos por medio de gestos permitidos como de mas valiente ó el más astuto, y esto mismo constituye para éste una
buen gusto. especie de autoridad efectiva en tiempo de peligro público, pero que no
sancionaría la opinión en tiempo ordinario y que, por consiguiente, es
Un viejo instinto humano conduce a la bajeza. (HUGO)
easi nulo. E l peligro del mando no toma un carácter de gravedad temi-
Paralelamente hay otras pasiones que obran en medios diferentes ble sino cuando las tribus de montañeses descienden en masa de sus altu-
é impulsan á la insurrección, suscitando el heroísmo. En parte alguna ras nara conquistar las llanuras bajas y fundar imperios en ellas, donde
son idénticas las circunstancias, y , por consiguiente, los resultados polí- cambian rápidamente de costumbres y acaban por perderse en las nació-
ticos de la lucha entre diferentes g r u p o s de hombres sometidos á una nes próximas más civilizadas.
voluntad superior y tal otro g r u p o c u y o s miembros, en diversos grados, Los valles de Himalaya y del H i n d u - k u c h / l o s del Szetchuen, del
conservan todo ó parte de su voluntad individual, han de variar en todos Caucaso, de los A l p e s , de los Pirineos, de los A l p e s meridionales ofrecen
muchos ejemplos de esas pequeñas democracias locales que subsistieron
' Miklukho MaklaV, Jzvestiya Rousskavo Gcograf. Obchtehestva, 1877.
' J. Soury, /iludes historiques sur... rAsic antériture, pág. 321. durante miles de años, conservándose varias de ellas bajo formas moder-
1 - 6 5
..

REPÚBLICAS Y MONARQUÍAS

ñas. En la península de Malacca y en las grandes islas indo-malayas, en nosas, en costas marítimas y en archipiélagos se encuentran distritos que

las islas china de Haínan y japonesa de Formosa, las regiones del inte-
N.° 38. Fragmentación de un territorio montañoso, hace 600 años
rior, irradiando sus valles alrededor de un macizo en forma de espina (Véase pág. 262)
dorsal, están también, ó al menos lo estaban antes, habitadas por pobla-
ciones republicanas cuyas instituciones se determinaban por la división
de las tierras altas en dominios distintos.
Sin embargo, la arquitectura del macizo ó de todo el sistema de mon-
tañas puede tender á facilitar la constitución de un imperio. A s í los
valles lacustres en que están situadas las ciudades de T e z c u c o y de Méjico
y que sirven de a p o y o á todo un círculo de mesetas debían dar por su
posición misma una gran preponderancia á las poblaciones que las habi-
taban, y éstas se aprovecharon de ello para sojuzgar los habitantes de
los valles divergentes, mucho más débiles y sin cohesión natural. Asi-
mismo, las familias gobernantes de los Incas, á las cuales se habían some-
tido las naciones de los A y m a r a s y de los Quichuas, viviendo sobre las
alturas andinas, entre las dos cordilleras, poseían, gracias á la forma del
relieve continental, una potencia de ataque verdaderamente formida-
ble, de que no dejaron de usar contra todos los poblados vecinos que
habitaban sobre las pendientes exteriores de los montes, de un lado la
vertiente del Pacífico, del otro los bosques de la Amazonia.
En Europa mismo, un país de montañas y de amplios valles interme-
i: 3 5 0 0 0 0 0
diarios, Suiza, que presenta un carácter mixto desde el punto de vista M
'00 .50 kil.*
geográfico, ofrece también una doble evolución en su historia: de una
T e r r i t o r i o s eclesiásticos d. Uri
parte la defensa victoriosa de su independencia, gracias al acantona- 2. Kyburg.
A. Abadía de Saint-Gal!. c. Stanz.
3. Habsburg.
IL Obispado de Constanza. / Hasiithal.
miento de los pastores en depresiones de difícil acceso á las gentes de la g. Alto-Valais. 4- l'alkenstein, Thierst, etc.
C. Abadía de Saint-Blasien. 5- De Freiburg ¡i Soleure y
//. Viegc (Visp).
llanura; de otra, la extensión conquistadora de la comunidad sobre las D. Obispado de Estrasburg.
i. Valle de Aosta. Brisgan (Zahringen).
E. Obispado de Bale. 6. Lenzburg y Alta-Alsa-
campiñas inferiores. Por eso la poderosa Berna, á la vez llanura y mon- F. Obispado de Lausana. j. Tarentaire.
cia (Hohenstaufen).
G. Abadía de Saint-Claude. k. Ginebrés.
7- Neuchatel.
taña, oligarquía y república, se apoderó del país de V a u d , <}ue oprimió H. Obispado de Ginebra. /. Sa boy a.
8. Brandis, etc.
I. Obispado de Sión. m. Barochage de Pontarlier.
9. Unspunnen, etc.
duramente hasta el fin del siglo X V I I I , y los pequeños Estados asociados Abadía de Murbach. «. Francas-Montañas (1383).
10. Tellenberg.
K. Abadía de Dissentis. o. Tirol.
que rodean el lago de los «Cuatro Cantones» tuvieron bajo su domina- 11. Wissenberg, etc.
L. Abadía de Glaris. / . Valtelina.
12. Gruyère.
M. Obispado de Coire. q. Valles del Tesino.
ción política el Tesino y. durante mucho tiempo la Valtelina, á la manera r. Bellinzona. 13- Chablais.
T e r r i t o r i o s democráticos J. Bludenz, Sargans, etc. 14- Faucignv.
que las águilas aterran á los carneros. t. Prattigau, Razunes, etc.
15. Cossonay, etc.
ó dudosos 16. Bourgogne.
Diversas comarcas no montañosas ofrecen á sus habitantes condicio- a. Zurich. T e r r i t o r i o s feudales 17. Lorraine. *
>>. Rapperschwyj. 18. Maison de Wittelsbach.
ó dudosos
nes análogas á las que presentan los valles de escasa extensión, sea que c. Schwytz.
1. Toggenburg.
19- Bergallia.
20. Lombardia.
se ramifiquen alrededor de un macizo ó estén dispuestas á ambos lados
de una larga arista. Hasta en llanuras continentales, en regiones panta- por sus condiciones naturales favorecen el nacimiento de pequeñas comu-
..

REPÚBLICAS Y MONARQUÍAS

ñas. En la península de Malacca y en las grandes islas indo-malayas, en nosas, en costas marítimas y en archipiélagos se encuentran distritos que

las islas china de Haínan y japonesa de Formosa, las regiones del inte-
N.° 38. Fragmentación de un territorio montañoso, hace 600 años
rior, irradiando sus valles alrededor de un macizo en forma de espina (Véase pág. 262)
dorsal, están también, ó al menos lo estaban antes, habitadas por pobla-
ciones republicanas cuyas instituciones se determinaban por la división
de las tierras altas en dominios distintos.
Sin embargo, la arquitectura del macizo ó de todo el sistema de mon-
tañas puede tender á facilitar la constitución de un imperio. A s í los
valles lacustres en que están situadas las ciudades de T e z c u c o y de Méjico
y que sirven de a p o y o á todo un círculo de mesetas debían dar por su
posición misma una gran preponderancia á las poblaciones que las habi-
taban, y éstas se aprovecharon de ello para sojuzgar los habitantes de
los valles divergentes, mucho más débiles y sin cohesión natural. Asi-
mismo, las familias gobernantes de los Incas, á las cuales se habían some-
tido las naciones de los A y m a r a s y de los Quichuas, viviendo sobre las
alturas andinas, entre las dos cordilleras, poseían, gracias á la forma del
relieve continental, una potencia de ataque verdaderamente formida-
ble, de que no dejaron de usar contra todos los poblados vecinos que
habitaban sobre las pendientes exteriores de los montes, de un lado la
vertiente del Pacífico, del otro los bosques de la Amazonia.
En Europa mismo, un país de montañas y de amplios valles interme-
i: 3 5 0 0 0 0 0
diarios, Suiza, que presenta un carácter mixto desde el punto de vista
M '00 .50 kil.*
geográfico, ofrece también una doble evolución en su historia: de una
T e r r i t o r i o s eclesiásticos d. Uri
parte la defensa victoriosa de su independencia, gracias al acantona- 2. k'yburg.
A. Abadía de Saint-Gal!. c. Stanz.
3. Habsburg.
/ Haslithal.
miento de los pastores en depresiones de difícil acceso á las gentes de la B. Obispado de Constanza. 4- Falkenstein, Thierst, etc.
C. Abadía de Saint-Blasien. g. Alto-Valais.
//. Viege(Visp). 5- De Freiburg ¡i Soleure y
llanura; de otra, la extensión conquistadora de la comunidad sobre las D. Obispado de Estrasburg.
i. Valle de Aosta. Brisgan (Zahringen).
E. Obispado de Bale. 6. Lenzburg y Alta-Alsa-
campiñas inferiores. Por eso la poderosa Berna, á la vez llanura y mon- F. Obispado de Lausana. j. Tarentaire.
cia (Hohenstaufen).
G. Abadía de Saint-Claude. k. Ginebrés.
7- Neuchatel.
taña, oligarquía y república, se apoderó del país de V a u d , <}ue oprimió H. Obispado de Ginebra. /. Sa boy a.
8. Brandis, etc.
I. Obispado de Sión. m. Barochage de Pontarlier.
9. Unspunnen, etc.
duramente hasta el fin del siglo XVIII, y los pequeños Estados asociados Abadía de Murbach. «. Francas-Montañas (1383).
10. Tellenberg.
K. Abadía de Dissentis. o. Tiro!.
que rodean el lago de los «Cuatro Cantones» tuvieron bajo su domina- 11. Wissenberg, etc.
L. Abadía de Glaris. / . Valtelina.
12. Gruyère.
M. Obispado de Coire. q. Valles d e i Tesino.
ción política el Tesino y. durante mucho tiempo la Valtelina, á la manera r. Bcllinzona. 13- Chablais.
T e r r i t o r i o s democráticos J. Bludcnz, Sargans, etc. 14- Faucignv.
que las águilas aterran á los carneros. t. Prattigau, Razunes, etc.
15. Cossonay, etc.
ó dudosos 16. Bourgogne.
Diversas comarcas no montañosas ofrecen á sus habitantes condicio- a. Zurich. T e r r i t o r i o s feudales 17. Lorraine. *
>>. Rapperschwyl. 18. Maison de Wittelsbach.
ó dudosos
nes análogas á las que presentan los valles de escasa extensión, sea que c. Schwytz. 19- Bergallia.
1. Toggenburg. 20. Lombardia.
se ramifiquen alrededor de un macizo ó estén dispuestas á ambos lados
de una larga arista. Hasta en llanuras continentales, en regiones panta- por sus condiciones naturales favorecen el nacimiento de pequeñas comu-
nidades distintas <jue gozan de una positiva autonomía en un organismo
I';. r- federal.
De ese modo, el régimen primitivo determinado por la naturaleza
misma de los lugares, había de conservarse hasta en los tiempos moder-
nos en países como el de los Frisones, donde las comunicaciones se
habían hecho difíciles, del lado del mar por la falta de profundidad y la
violencia de las tempestades, del lado de tierra por los pantanos y las
praderas temblorosas. L o s espacios secos y fértiles que ocupan la zona
intermediaria eran otros tantos islotes respetados por el vaivén de las con-
quistas y estaban poblados por gentes que de siglo en siglo habían
adquirido la práctica de la libertad: podían esperar el olvido, á menos
que el desastre de un diluvio les forzase á salir de sus retiros para tomar
parte en las guerras de sus vecinos.
A l g u n o s oasis esparcidos en las arenas, como los de E g i p t o y de Ara-
bia, lo mismo que ciertas islas vecinas unas de otras y poco diferentes en
extensión y en recursos, especialmente las del mar E g e o y de ciertos pasa-
jes insulindianos ofrecían ventajas análogas para facilitar una constitución
republicana de sus habitantes. Poblaciones de pastores que viven cada
una en un pliegue de la estepa han podido también conservarse durante
largos siglos en un bello equilibrio de paz y de libertad; pero en cuanto
un conquistador los reunía en una horda, es decir, en un «campo de
guerra», ó rechazados en masa por alguna revolución de la Naturaleza
ó de la historia, se veían forzadas de rechazo á extenderse violentamente
por el mundo, todo cambiaba bruscamente en su género de vida y en su
influencia sobre los otros hombres.

No hay azote comparable al ele una nación oprimida que hace recaer
la opresión, como por furor de venganza, sobre los pueblos que oprime
á su vez. L a tiranía y la opresión se ordena jerárquicamente en la in-
mensidad de las multitudes que tienen á su cabeza un amo universal, en
su base una masa envilecida de esclavos, y como intermediarios una turba
de subordinados de una parte y sobreimpuestos de otra, que imponen
rabiosamente á sus inferiores las violencias que ellos mismos habían
sufrido antes.
•ü 1
La organización política de un conjunto considerable de hombres
depende en gran parte de su número, porque la dominación de un amo
misterioso sobre desconocidos por mediación de «lugartenientes», de
LIBERTAD Y OPRESIÓN

«procónsules» ó de «virreyes» es mucho más difícil de conservar que los


privilegios de un camarada, de un compañero de existencia sobre las
centenas ó miles de hombres que le rodean.

Es de toda evidencia que las vicisitudes y las rebeldías locales sólo


tienen un escaso valor histórico en comparación de las revoluciones que
abrazan naciones enteras por una serie de reacciones directas ó indirec-
tas. De ahí el resultado capital cumplido en la evolución por todos los
hechos que rompieron el aislamiento de las tribus, para mezclarlas con
otras sociedades, próximas ó lejanas, ó unirlas en una sola masa por
federaciones ó conquistas. Los cambios del relieve y de los contornos
terrestres procedentes de conmociones volcánicas, derrame de lavas, des-
prendimientos, inundaciones y tempestades tuvieron su influencia en el
Gimbio de residencia.de los pueblos y en su reconstitución, lo mismo que
los contagios y las plagas de todas clases, las guerras, las persecuciones
Y las retiradas. L o s descubrimientos de pasos á través de las montañas,
los bosques, los ríos, los brazos de mar se cuentan también en el número
de los grandes acontecimientos ocurridos en la prehistoria. Verdad es
que estos últimos hechos pasarían en su mayor parte desapercibidos,
cumpliéndose en detalle por mil iniciativas locales.

Diferentes por las costumbres, los usos, el color y el matiz de la piel


el cráneo, la estructura de los órganos que contribuyen á l a emisión de la
voz, los g r u p o s humanos que el medio separaba en hordas, tribus y na-
ciones, se han encontrado tan absolutamente aislados los unos de los
otros, que la boca no se ha acomodado á pronunciar los mismos sonidos
m el oído á percibirlos. Las lenguas se han formado como los tipos
nacionales, y , como esos mismos tipos, han buscado su estado de equili-
brio, los unos sencillamente para conservarse, los otros para ganar poco
a poco en extensión.

A l r e d e d o r del mundo histórico actual, constituido por las civilizacio-


nes conscientes, se dibuja el mundo prehistórico de las lenguas no escri-
tas, o recogidas solamente por las sociedades de evangelizadon r.ligiosa
francesas, alemanas y principalmente anglo-sájonas; y esos diferentes
modos de hablar, c u y o número se eleva á muchos miles, evolucionan de
muy diferente modo según las condiciones que les rodean: el aisla-
miento, las relaciones amistosas con los vecinos ó las presiones laterales
I -66
LENGUAS ,
267

que les obligan á cambiar (le lugar, á transformarse y hasta á p e r e c e r . a c u p u a , , e[ l a b e r . n t o s e e n c u e n t r M m

í Z z ??ció"entre ,os y~:z


En Oceanía, en las numerosas tierras de la Insulindia, se ha producido
la lucha entre las l e n g u a s g e n e r a l e s de g r a n extensión, tales c o m o el
maori, el m a l a y o y los idiomas locales. E l contacto y los cambios
comerciales, que han tenido por consecuencia definitiva unir y unificar
L o s " O " * la A m é r i c a del N o n e , .os Q u i c h u a s con sus nudos

los individuos, resulta que después de los millones de años de curso recí- N.° 39. Lenguas de los P i e l e s - R o j a s
(Véase pág. 266)
p r o c o , las g r a n d e s l e n g u a s de tráfico han e x t e n d i d o su área sobre g r a n -
des superficies; sin e m b a r g o , no faltan pequeñas tribus, en C e l e b e s , en
la N u e v a G u i n e a y en A u s t r a l i a , q u e poseen cada una, c o m o nidos
de p á j a r o s , su hablar diferente. D e l mismo modo, en el continente de
A f r i c a , las g r a n d e s lenguas conquistadoras, el árabe, el suaheli, el
haussa, varios idiomas bantus y en l a actualidad las j e r g a s inglesas
y otras se imponen s o b r e los l e n g u a j e s naturales; ¡ p e r o cuántas pe-
queñas comunidades hay d o n d e se entienden aún por medio de pala-
bras desconocidas en otro l u g a r !

L a A m é r i c a meridional es el continente donde la población primitiva


está todavía más e s p a r c i d a , y donde, por c o n t r a s t e , está más amplia-
mente representada la serie de los v o c a b u l a r i o s distintos. Hay miles de
• 20-W.«ftGr
g r u p o s amazónicos cada uno con su dialecto, gracias á la paz establecida D'aprcsJWfomclL
Bosquejo cónico
entre unas tribus de cultura e q u i v a l e n t e y sin ascendiente especial. Sin I : 50000000

e m b a r g o al O e s t e , en las montañas, el quichua, el aquara, el tahuelche " "" "iB" MOOkü


1. Algonquinos,
tuvieron en tiempos pasados un g r a n poder de absorción, y , en el Brasil 2. Iroqueses, 20. Athapascan.
3- Siux. 21. Chinkokan y Wanlatpuan.
central, el v a i v é n de los bateleros sobre los ríos hizo del guarani una 4- Uchean. 22. Kalapooian y Salichan.
5- Timuquanan. 23. Yakonan y Kusan.
l e n g u a que mereció ser llamada lingoa geral. Por último, en la A m é - 6. Muskugies ó Creeks. 24- Takilman, Lutuamian y Sastean.
7- Tonikan. 25. Quoratean, Weitspekan, Chimarikan y
rica septentrional, las l e n g u a s de los Pieles-Rojas estaban en guerra 8. Natchez. W ichoskan, •>
9- Chitimachan. 26. I'alaihnihan y Yanan.
c o m o las mismas tribus, y se c o m p r u e b a que muchas de ellas parecían 10. Attacapan. 27. Copehan.
11. Adaizan. 28. Pajunan y Wachoan.
hallarse en vía de d e s a p a r i c i ó n : en California, en el O r e g ó n , sobre todo
12. Caddoan. 29.) Kulanapan, Yukian.
en la vertiente del Pacífico, la presión de los conquistadores h a redu- •3- Karankawan. 30.1 Moquelumnan.
14- Kiowan. 3 ' . Costanoan, Mariposan, Esselenian v Mo-
cido á las naciones indias en un espacio cada día más estrecho. 15. Chochones. quelumnan. J

16. Wakashan ó Chimakuan. 32. Sal i nan, Chumachan y Mariposan.


17- Salichan. 33- Yuman.
A s í c o m o la l e n g u a transmite f u g i t i v a m e n t e el pensamiento emanado
18. Kitunahan. 34- I'iman, Seri.
del g r u p o , la mano trata de defenderla, de conservarla, hasta de eterni- 19- Chahaptian. 35. Tañoan, Kercsan.
36. Zuñí, Coahuiltccan y Athapascan.
zarla, puesto q u e en todas partes encontramos signos g r a b a d o s : marcas Se han conservado los nombres americanos por carecer de nombres usados en francés.
simbólicas, pictografías y j e r o g l í f i c o s c u y o o b j e t o es la escritura en que
de - cuerdas, los D a h o m e y a n o s de la G u i n e a i o n sus secadas ó signos
los r a s g o s responden á los sonidos. T o d o s los a r q u e ó l o g o s nos mues-
tran d i b u j o s rupestres, elementales en su m a y o r parte, pero perfecta-
mente e s c o g i d o s para responder á ideas sencillas. L a cruz, el círculo,
LENGUAS ,
267

que les obligan á cambiar (le lugar, á transformarse y hasta á perecer. a c u p u a , , e[ l a b e r . n t o s e e n c u e n t r M m

En Oceanía, en las numerosas tierras de la Insulindia, se ha producido


la lucha entre las lenguas generales de gran extensión, tales como el Í Z Z " ?CÍÓ" e n t r e ,OS y nuestros alfT-
maori, el malayo y los idiomas locales. E l contacto y los cambios
betos. Los tndros de la América del Norte, los Quichuas con sus nudos
comerciales, que han tenido por consecuencia definitiva unir y unificar
N.° 39. Lenguas de los P i e l e s - R o j a s
los individuos, resulta que después de los millones de años de curso recí- (Véase pág. 266)

proco, las grandes lenguas de tráfico han extendido su área sobre gran-
des superficies; sin embargo, no faltan pequeñas tribus, en Celebes, en
la Nueva Guinea y en Australia, que poseen cada una, como nidos
de pájaros, su hablar diferente. Del mismo modo, en el continente de
Africa, las grandes lenguas conquistadoras, el árabe, el suaheli, el
haussa, varios idiomas bantus y en la actualidad las j e r g a s inglesas
y otras se imponen sobre los lenguajes naturales; ¡pero cuántas pe-
queñas comunidades hay donde se entienden aún por medio de pala-
bras desconocidas en otro l u g a r !

L a América meridional es el continente donde la población primitiva


está todavía más esparcida, y donde, por contraste, está más amplia-
mente representada la serie de los vocabularios distintos. Hay miles de
• 20-W.«ftGr
g r u p o s amazónicos cada uno con su dialecto, gracias á la paz establecida D'aprcsJWfomclL
Bosquejo cónico
entre unas tribus de cultura equivalente y sin ascendiente especial. Sin I : 50000000

embargo al Oeste, en las montañas, el quichua, el aquara, el tahuelche " "" "iB" MOOkü
1. Algonquinos,
tuvieron en tiempos pasados un gran poder de absorción, y , en el Brasil 2. Iroqueses, Athapascan. 20.
3- Siux. Chinkokan y Wanlatpuan. 21.
central, el vaivén de los bateleros sobre los ríos hizo del guarani una 4- Uchean. Kalapooian y Salichan. 22.
5- Timuquanan. Yakonan y Kusan. 23.
lengua que mereció ser llamada lingoa geral. Por último, en la A m é - 6. Muskugies ó Creeks. 24.
Takilman, Lutuamian y Sastean.
7- Tonikan. 25.
Quoratean, Weitspekan, Chimar,kan y
rica septentrional, las lenguas de los Pieles-Rojas estaban en guerra 8. Natchez. W ichoskan, •>
9- Chitimachan. 26. I'alaihnihan y Yanan.
como las mismas tribus, y se comprueba que muchas de ellas parecían 27. Copehan.
10. Attacapan.
' i . Adaizan. 28. Pajunan y Wachoan.
hallarse en vía de desaparición: en California, en el O r e g ó n , sobre todo 29.) Kulanapan, Yukian.
12. Caddoan.
30.1 Moquelumnan.
en la vertiente del Pacífico, la presión de los conquistadores ha redu- 13- Karankawan.
14- Kiowan. 31. Costanoan, Mariposan, Esselenian y Mo-
cido á las naciones indias en un espacio cada día más estrecho. 15. Chochones. quelumnan. J

16. Wakashan ó Chimakuan. 32. Sal i nan, Chumachan y Mariposan.


A s í como la lengua transmite fugitivamente el pensamiento emanado 17- Salichan. 33- Yuman.
18. Kitunahan. 34- Piman, Seri.
del g r u p o , la mano trata de defenderla, de conservarla, hasta de eterni- 19- Chahaptian. 35. Tañoan, Keresan.
36. Zuñí, Coahuiltecan y Athapascan.
zarla, puesto que en todas partes encontramos signos g r a b a d o s : marcas Se han conservado los nombres americanos por carecer de nombres usados en francés.
simbólicas, pictografías y jeroglíficos c u y o objeto es la escritura en que
de - cuerdas, los Dahomeyanos de la Guinea i o n sus secadas ó signos
los rasgos responden á los sonidos. T o d o s los arqueólogos nos mues-
tran dibujos rupestres, elementales en su mayor parte, pero perfecta-
mente escogidos para responder á ideas sencillas. L a cruz, el círculo,
ESCRITURA 269

inscritos sobre fragmentos de calabaza sostenían correspondencias muy


querían imponer sus prácticas aun á los no creyentes, ciertos escritores
vivas y detalladas á través de todo el país.
han creído que podrían afirmar que algunas poblaciones, viviendo sin re-
En todos los pueblos se calificó la lengua de «maternal» en todo
ligión, carecían por completo de la idea de un más allá; que, sencilla-
tiempo y con buen derecho: las madres fueron siempre las pacientes
mente ocupadas de los intereses inmediatos de su vida diaria, se limitaban
educadoras de la infancia. E l padre se calla, pero la madre repite las
á buscar su bienestar material sin preguntarse la causa de los fenómenos
palabras, hace la cotorra para animar al hijo á, que lo haga también.
que les rodeaban, sin cuidarse de su origen en el mundo desconocido.
La mujer suministra el primer vocabulario, el primer cuaderno de can-
ciones, la primera recopilación de cuentos; ella es quien conserva y per-
mite así el desarrollo de todas las adquisiciones de la humanidad. Un viajero que tenía
una cita con unos Ju-
Además, «todo lo que hay de verdaderamente indispensable para el régi-
kaguires e n l a con-
men de la vida nos ha sido enseñado por las mujeres: la sonrisa, la bella fluencia del K o l y m a y
del Korkodon (Siberia
expresión, la urbanidad y el arte de agradar » oriental) encontró, no
los indígenas, sino es-
ta carta grabada en la
corteza'de un abedul,
y la leyó a s í : Este ve-
L a s influencias directas del suelo y del clima que el hombre sufre en rano han j remontado
cuatro familias el Kor-
primer lugar y que aprende á combatir creando y desarrollando indus- kodon (1); un hombre
(designado por su sig-
trias, acomodando de diverso modo su género de existencia á medios no totémico') murió y
fue enterrado en 3.
diferentes y ayudándose mutuamente de hombre á hombre, de poblado
Las familias se esta-
á poblado y de nación á nación, se complican con reacciones que se blecieron más arriba
en tres tiendas; des-
producen en su inteligencia, sugiriéndole explicaciones ingenuas de pués dos de ellas, com-
prendiendocuatro pes-
todos los hechos del mundo exterior. E l niño, hombre ó pueblo no cadores, partieron ha-
cia el origen del Kor-
puede admitir la menor vacilación respecto á la causalidad de todo lo kodon en dos barcas
grandes, en tanto que
que impresiona sus sentidos: e x i g e una respuesta á todos los problemas las otras familias, que
110 contaban más que
que se le ponen delante; pero, no teniendo aún ciencia positiva, para con dos pescadores y
110 tenían más que u n a
comprender el universo ha de contentarse con alucinaciones de su vista, tienda remontaron el
afluente Ras'socha (2).
con sueños inciertos de su pensamiento, con interpretaciones que le dan
su miedo ó su deseo: no sabe, pero cree, y se sentiría irritado si se
expusiera la menor duda sobre el objeto de su fe, de que participan con
PICTOGRAFIA DE LOS JUKAOUIRES
la misma seguridad los amigos y los compañeros de clan, todos los que se
encuentran bajo la acción de un medio idéntico. Este conjunto de creen- Aseguran que existen pueblos esencialmente irreligiosos: tales son los
cias ilusorias y de esperanzas quiméricas, esas leyendas incoherentes Ta-Ola ú «Hombres de los Bosques» que los dos Sarrazin han descu-
sobre el mundo visible é invisible, esas narraciones primitivas que la bierto en las profundidades silvestres de Celebes.
tradición recoge y que el poder de la herencia transforma en dogmas
Para dar cuerpo á esta afirmación, se cita el ejemplo de excavaciones
absolutos son lo que se llama la «religión».
practicadas en terrenos donde existieron poblaciones prehistóricas, donde
Por odio á determinado culto dominante, cuyos poderosos intérpretes no se ha hallado ningún objeto que pareciese haber servido para las
ceremonias de un culto: en medio de tantos instrumentos, muchos de los
1 Remy de Gourmont, Le Chcmin de Veiours; Patrick Geddes. cuales tuvieron un uso todavía inexplicado, no se ve ninguno que pa-
1 - 0-7
SENTIMIENTO RELIGIOSO

rezca haber sido empleado p o r los sacerdotes para e v o c a r los dioses


benéficos ó para conjurar los g e n i o s malos. A u n q u e el hecho fuera o del M e r u un dueño supremo, un dios único, á la vez creador, conser-

incontestable y las herencias legadas por nuestros antepasados no hubie- v a d o r y destructor. A s i , p o r una extraña contradicción, los budistas

sen c o n t e n i d o — c o s a p o c o p r o b a b l e — n i fetiches, ni amuletos, ni varillas c u y a doc.trma 6 más bien las diversas doctrinas atestiguan un estudió

mágicas, no se estaría autorizado para deducir de ello que el h o m b r e conctenzudo y p r o f u n d o de la naturaleza presente y del otro mundo, han

primitivo, simple máquina de funciones corporales, no hubiese sido soli- N.° 40. Religiones del Dahomey

citado por la curiosidad de lo desconocido. Ignorar la causa de un (Véase pág. 272)

hecho y , no obstante, suponerla p o r imaginación p u r a es un contra-


sentido natural de todos los hombres.

Pero ¿sobre qué testimonios se a p o y a n para e x p o n e r la opinión de


q u e , entre las tribus que viven aún ó vivían recientemente fuera de la
influencia directa de los blancos, muchas son extrañas á toda idea reli-
giosa? S o b r e los de los misioneros ú otros v i a j e r o s cristianos que habían
de tener una tendencia natural á considerar su propia religión c o m o la
única r e a l : cuando á la enunciación de sus creencias, católicas ó protes-
tantes, eran a c o g i d a s con risas de burla ó p o r una admiración estúpida,
sacaban en s e g u i d a en conclusión q u e sus interlocutores no eran seres
religiosos. A s í fueron j u z g a d o s en un principio casi todos los p u e b l o s
de civilización no e u r o p e a . A u s t r a l i a n o s , C a f r e s , H o t e n t o t e s y Poline-
sios, á pesar de tener una mitología tan completa y c u y o estudio ha sido
tan útil en todas las cuestiones de mentalidad comparada, fueron en
tiempos pasados clasificados entre los p u e b l o s desprovistos de religión.
Por l o demás, h a y salvajes á quienes agrada desatender las p r e g u n t a s
indiscretas. U n v i a j e r o encuentra en la isla de C e y l á n unos j ó v e n e s
V e d d a h de aspecto d i g n o , sólidos, melenudos y barbudos, y les pre-
g u n t a : « ¿ H a y un D i o s ? — N o lo s a b e m o s — ¿ V i v e n el sol y la luna?—
i: 1500 000
¡ Q u i é n l o s a b e ! — ¿ Q u é es del alma después de la m u e r t e ? — L o ignora-
0 60 lookíl.
m o s . — ¿ T e n é i s miedo de los d e m o n i o s en el b o s q u e ? — N o » . Semejantes
h e c h o s no prueban más que una cosa, la incompatibilidad de humor Sido d e c l a r a d o s antireligiosos, p o r q u e el e x c e s o m i s m o d e s u s s e n t i -

entre los V e d d a h y sus interlocutores blancos '. m i e n t o s s u s c i t a b a en e l l o s el d e s e o d e p e r d e r s e en el i n f i n i t o d e las c o s a s


l i s c i e r t o q u e h a y t r i b u s ó p o b l a c i o n e s q u e , v i v i e n d o en u n medio
favorable de paz y de bienestar, se han cuidado r e l a t i v a m e n t e p o c o d e
O t r o origen de confusión p r o v i e n e de la calificación de «ateas» que
los m i s t e r i o s d e la v i d a y d e l a m u e r t e , y , c e l o s a s d e su . i b e r t a d , n o h a n
filósofos y t e ó l o g o s han dado á las sectas, aun siendo profundamente
d e j a d o q u e s o b r e ellas se c o n s t i t u y e r a u n a casta de s a c e r d o t e s , p e r o no
religiosas, que no ponen á la cabeza del panteón, en la cima del O l i m p o
por eso dejaban de estar compuestas de «animales religiosos»', como

1 Rütimeyer, Globos, n.° 13, 2 abril 1903.


A. de Quatrefages, V.Espici humaìm, pá B s. 3 „ y sIgllie„tC5.
SENTIMIENTO RELIGIOSO
2/3

todos sus otros congéneres humanos. Por esta definición de animal reli-
raban al dios de sus antepasados del Dahomey, la serpiente V o d u .
g i o s o dada al hombre, Quatrefages tenía la intención de constituir un
Hasta los cristianos, en c u y o nombre niegan ciertos filósofos la reli-
«reino humano» aparte, suspendido, por decirlo así, entre el cielo y la
giosidad á esos animales, á pesar de que su nombre significa «poseedores
tierra; pero por eso mismo los «hermanos menores» del hombre se halla-
del s o p l o » ó «que tienen un al-
ron colocados en la misma categoría del hermano mayor. Muchos filó-
ma», han solido faltar á la lógica
sofos modernos, entre otros Comte, están dispuestos á admitirle, al menos
en su historia religiosa, puesto
en cierta estrecha medida, y T i t o Vignoli reconoce el origen del mito en
que algunas asambleas de la Igle-
el animal lo mismo que en el hombre
sia, afirmando la responsabilidad
Las obras antiguas están llenas de historietas ó de relatos graves,
de tal ó cual animal, le condenó
mostrándonos la firme creencia de nuestros antepasados en la semejanza
á la hoguera, á la horca ó al
originaria de las concepciones entre todos los seres organizados. Los
hacha. ¿Y no va acompañado
animales pasaban por iguales desde todos los puntos de vista, y podían
cada evangelista de su animal
ser hasta nuestros superiores, y a que muchos de ellos fueron escogidos
emblemático? En realidad cada
como objeto del culto. ¿No se adora en mil pueblos del mundo, y espe-
pueblo se inclina fácilmente á
cialmente en el país africano de Uidá ( W h y d a h ) , la serpiente que nace
dotaf á los seres vivientes de
de la T i e r r a y que, arrollándose en círculo y mordiéndose la cola es
ábs propias creencias. Los con-
el ser (pie no tiene fin, el símbolo de la Eternidad? En la leyenda he-
cilios cristianos
braica, la serpiente representa la misma inteligencia, la ciencia del
conjuraban á los
Bien y del Mal. En las religiones hindas, tan ricas en transformacio-
animales en nombre
nes de toda especie, de la planta al animal y del animal al dios, ¿no
de la «Santísima
es Ganesa, es decir, el Elefante, el que llegó á ser el tipo de la sabiduría,
Trinidad», y la
y , en la isla de Bali, no han hecho de él, con Durga y Siva, la tercera
mitología de la
persona de la Trinidad? ¿No son el mono Hanuman y sobre todo la
Edad Media, ha-
vaca sagrada de los Brahmanes las divinidades grandísimas hacia las cua-
ciendo de los ani-
les se dirigen las miradas de doscientos millones de hombre«? Apis y
males los Intérpre-
A n u b i s reinaron durante muchos siglos sobre los ribereños del Nilo, GANESA, EL ELEFANTE, TIPO DE LA SABIDURIA

tes de la Virgen ó
y el dios de los Judíos no dió la fuerza soberana entre los que inmediata- ( Miisto Guimet.)
de Satanás, santos
mente le rodeaban á unos toros alados ó «querubines», y á unos «serafi-
nes» ó grandes saltamontes? También rindieron un culto religioso las ó demonios, les atribuía siempre el más seguro conocimiento de la
«santa religión».
tribus primitivas á los animales del bosque, de la sabana y del mar, al
ciervo, al carabao, al corzo, al antílope, al castor, al oso, al bisonte, Del mismo modo, los Peruanos, hijos de los Quichuas y de los
al casuario, á la foca y á la ballena, todos animales que g r u p o s de familias Aimaras, que fueron ellos mismos adoradores del Sol, han conser-
reivindicaban orgullosamente como antepasados. Por una especie de vado mucho de su antiguo culto para imaginarse que las llamas, sus
atavismo, unos negros de H a i t i — y se les achacaba á gran c r i m e n — a d o - animales de carga, no dejan nunca, á la salida 'del astro, de volverse
hacia él y de saludarle con ligeros balidos. Demasiado tímidos para
atreverse, á pesar de sus sacerdotes venidos de ultramar, á prosternarse
1 Tito Vignoli, Myth and Science.
ante el orbe sublime que de repente abrillanta los montes, los A n d i n o s
SENTIMIENTO RELIGIOSO
2/3

todos sus otros congéneres humanos. Por esta definición de animal reli-
raban al dios de sus antepasados del Dahomey, la serpiente V o d u .
g i o s o dada al hombre, Quatrefages tenía la intención de constituir un
Hasta los cristianos, en c u y o nombre niegan ciertos filósofos la reli-
«reino humano» aparte, suspendido, por decirlo así, entre el cielo y la
giosidad á esos animales, á pesar de que su nombre significa «poseedores
tierra; pero por eso mismo los «hermanos menores» del hombre se halla-
del s o p l o » ó «que tienen un al-
ron colocados en la misma categoría del hermano mayor. Muchos filó-
ma», han solido faltar á la lógica
sofos modernos, entre otros Comte, están dispuestos á admitirle, al menos
en su historia religiosa, puesto
en cierta estrecha medida, y T i t o Vignoli reconoce el origen del mito en
que algunas asambleas de la Igle-
el animal lo mismo que en el hombre
sia, afirmando la responsabilidad
Las obras antiguas están llenas de historietas ó de relatos graves,
de tal ó cual animal, le condenó
mostrándonos la firme creencia de nuestros antepasados en la semejanza
á la hoguera, á la horca ó al
originaria de las concepciones entre todos los seres organizados. Los
hacha. ¿Y no va acompañado
animales pasaban por iguales desde todos los puntos de vista, y podían
cada evangelista de su animal
ser hasta nuestros superiores, y a que muchos de ellos fueron escogidos
emblemático? En realidad cada
como objeto del culto. ¿No se adora en mil pueblos del mundo, y espe-
pueblo se inclina fácilmente á
cialmente en el país africano de Uidá ( W h y d a h ) , la serpiente que nace
dotaf á los seres vivientes de
de la T i e r r a y que, arrollándose en círculo y mordiéndose la cola es
ábs propias creencias. Los con-
el ser (pie no tiene fin, el símbolo de la Eternidad? En la leyenda he-
cilios cristianos
braica, la serpiente representa la misma inteligencia, la ciencia del
conjuraban á los
Bien y del Mal. En las religiones hindas, tan ricas en transformacio-
animales en nombre
nes de toda especie, de la planta al animal y del animal al dios, ¿no
de la «Santísima
es Ganesa, es decir, el Elefante, el que llegó á ser el tipo de la sabiduría,
Trinidad», y la
y , en la isla de Bali, no han hecho de él, con Durga y Siva, la tercera
mitología de la
persona de la Trinidad? ¿No son el mono Hanuman y sobre todo la
Edad Media, ha-
vaca sagrada de los Brahmanes las divinidades grandísimas hacia las cua-
ciendo de los ani-
les se dirigen las miradas de doscientos millones de hombre«? Apis y
males los Intérpre-
A n u b i s reinaron durante muchos siglos sobre los ribereños del Nilo, GANESA, EL ELEFANTE, TIPO DE LA SABIDURIA

tes de la Virgen ó
y el dios de los Judíos no dió la fuerza soberana entre los que inmediata- ( Miisto Guimet.)
de Satanás, santos
mente le rodeaban á unos toros alados ó «querubines», y á unos «serafi-
nes» ó grandes saltamontes? También rindieron un culto religioso las ó demonios, les atribuía siempre el más seguro conocimiento de la
«santa religión».
tribus primitivas á los animales del bosque, de la sabana y del mar, al
ciervo, al carabao, al corzo, al antílope, al castor, al oso, al bisonte, Del mismo modo, los Peruanos, hijos de los Quichuas y de los
al casuario, á la foca y á la ballena, todos animales que g r u p o s de familias Aimaras, que fueron ellos mismos adoradores del Sol, han conser-
reivindicaban orgullosamente como antepasados. Por una especie de vado mucho de su antiguo culto para imaginarse que las llamas, sus
atavismo, unos negros de H a i t i — y se les achacaba á gran c r i m e n — a d o - animales de carga, no dejan nunca, á la salida 'del astro, de volverse
hacia él y de saludarle con ligeros balidos. Demasiado tímidos para
atreverse, á pesar de sus sacerdotes venidos de ultramar, á prosternarse
1 Tito Vignoli, Myth and Science.
ante el orbe sublime que de repente abrillanta los montes, los A n d i n o s
2
74 F.L H O M B R E Y LA TIERRA
RELIGIOSIDAD ENTRE LOS ANIMALES

admiten á su benigno compañero de viaje por suplente en esta obra


fuerza individual, busca un sostén en el mundo exterior para asegurarse
religiosa
cuando le asalten los temores, separar los peligros que le amenazan
Los caravaneros musulmanes de Persia y de Arabia, habiendo y realizar las aspiraciones que le trabajan.
observado que los animales del c o n v o y , camellos, caballos y muías se
Q u e sea el temor el sentimiento inicial, como dicen los libros sagra-
paran en cuanto oyen la voz del muezín, que, á la cabeza de la caravana dos y c l á s i c o s — « e l
invita á los fieles á la oración, deducen que hasta los animales conocen temor de Dios es el -
su deber hacia AUah *. principio de la sabi-
Pero sin recurrir á las fábulas, basta estudiar los animales que viven d u r í a » — ó que sea, de
con nosotros para ver funcionar en ellos el sentimiento religioso casi tan , una manera más am-
claramente como entre los hombres, y si carecen de la palabra para plia, el deseo de lo me-
expresar sus sensaciones, tienen los movimientos del cuerpo, los adema- jor, la aspiración á la
nes, las miradas, las diferentes entonaciones de la voz y ese estremeci- felicidad, como lo de-
miento misterioso que manifiestan los sentimientos y los pensamientos. muestra Feuerbach ',
E s cierto que entre los «candidatos á la humanidad» el perro, el gato el hombre quiere unir- §
y demás animales domésticos participan frecuentemente de los tewores se á todo lo que, fuera
súbitos de que el hombre, el jefe de la familia, se siente poseído: serig de él, parece á su ima-
religiosos como su amo, sienten también el terror de lo desconocido, y su ginación un medio.,
imaginación suscita fantasmas, tratan de remontar del efecto á la causa, de auxilie^ e f i c a z y
pero no saben interpretar el suceso y se dan de él explicaciones espan- que le hace tal por el
tosas \ ardor de su pasión.
¿No se ha observado también entre los animales una inexplicable pa- T a l es ciertamente el
sión por objetos detérminados que no les son de utilidad práctica? Es principio original de
que en ellos ven como una especie de amuleto, como un fetiche, análogo la religión, siempre el
%
mismo.
á los que usan los negros. Por último, la afección profunda, victoriosa
I.OS EVANGELISTAS SAN I.UCAS V SAN MARCOS V SUS
de todas las rutinas, resistente á todas las pruebas que tal animal dedica L a creencia del in-
ANIM A LES EM BI.EM Á TICOS
al hombre, su amigo, ¿no lleva en sí un verdadero culto religioso exac- dividuo, del g r u p o , de
Escultura del pórtico de la iglesia de Saint-Gilíes
tamente de la misma naturaleza que aquel en que nos abrasamos por los la comunidad ó de la (Vaucluse) (siglo x i u )

que diviniza nuestro amor? nación toma en segui-

En el fondo, todas las religiones, las del animal como las del hombre, da el carácter especial que le imponen el medio geográfico primitivo
todos los cultos, por diferentes que aparezcan, por hostiles que recípro- y el medio histórico, secundario y complejo. Es un hecho de signi-
camente puedan ser, tienen orígenes análogos y se desarrollan siguiendo ficac.on profunda que el nombre dado por los antiguos Germanos
una marcha paralela. Cada ser humano, arrastrado en el torbellino g e - a su mas alta divinidad sea precisamente el de Oski ó « D e s e o » : dos mil
neral de la vida y deseoso, no obstante, de salvarse, de desarrollar su anos después la filosofía viene á atestiguar esta etimología, reconociendo
que el d.os creado por el hombre es seguramente la personificación de
1 P. Germain, Actes de 1a Sociélf identifique du Chili.
' Hermán n Vambery, Sittenbilder at/s dem Morgenland.
1 Girard de Rialle, Origine des Religions. Das Wesen des Christenthums;-Das Wesen der Religion.
RELIGIÓN Y PEREZA INTELECTUAL

sus aspiraciones. L o que queremos, ha de concederlo una potencia


ideal imaginada por nosotros: se crea para satisfacernos.

T o d a s las religiones tuvieron también en su origen un elemento nu-


tricio de importancia capital, la necesidad de reposo intelectual, que se
manifiesta de dos maneras: por el reposo y por la embriaguez.
E s una fatiga pensar, comparar, raciocinar, conducir su vida, encade-
nar sus acciones, transformar lógicamente voluntades en realizaciones,
y ¿qué ha de hacerse para evitarse esa fatiga, sino desatinar á placer, .
dejarse arrastrar por la voluptuosidad de la imaginación desarreglada,
por la del misticismo, que hace posible toda imposibilidad, por las deli-
cias de la locura ó hasta por las de la muerte, que suprime todo saber y
todo querer? A la actividad sucede el sueño por un ritmo normal; del
mismo modo es natural la alternativa de la vida racional á la que despre-
cia toda razón y busca otra justificación de su existencia. D e ahí esa
necesidad de los licores fermentados ó de los venenos enloquecedores
que se encuentran bajo mil formas en todos los pueblos de la Tierra y que
marcan tan agradablemente la vida de los desgraciados y aun la de los
dichosos. E l famélico se da así los dulces sueños de los eternos festines:
el que no es amado se procura la felicidad inmensa de la adoración apa-
UN EU Al ADERO DE OPIO
sionada, y viene la tranquilidad al que desea reposo.
De u n a fotografía.

fiel y hasta al testimonio de sus sentidos, se celebran ceremonias colecti-


Ese cansancio del esfuerzo y esa necesidad de éxtasis que se manifies-
vas durante las cuales el individuo abdica completamente; hay horas
tan más ó menos en todos los hombres toman en todo tiempo y en todo
impuestas en las cuales es necesario levantarse, sentarse, inclinarse, pro-
país un carácter general por el hecho de la semejanza de los medios,
nunciar ciertas palabras, obedecer á ciertas ondulaciones, á estribillos
del contagio, de la imitación, y así es como nacen las asociaciones reli-
tradicionales, respirar ciertos olores, embriagarse con ciertas bebidas
giosas, que ocupan á veces grandes extensiones de apariencia unitaria.
v m r y moverse conforme á movimientos impuestos por un jefe ó por tra-
Cada una de esas multitudes que, por un movimiento colectivo, se
diciones inmemoriales. A s í aprende á hacer piruetas como un derviche
encuentra arrastrada por la misma pasión, obedeciendo al mismo viento
danzante, o se vuelve anestésico como un A i s a g u a atravesado por agujas
de angustia, de desesperación, de delirio, de locura, se complace en
o «sube al séptimo cielo» como un Pablo ó un Mahoma, ó se hace «ase-
conformarse á las mismas prácticas, á procurarse las mismas alucinacio-
sino» para obedecer la voluntad de un V i e j o de la Montaña. L a vida
nes ordinariamente por los mismos medios.
ordinaria del hombre de salud moral se reemplaza por una vida nueva de
Miles de religiones han alcanzado bastante importancia para consti- sueño y de locura.
tuirse en corporaciones con sus oficiantes, sus sacerdotes; algunas tie-
nen hasta sus semidioses ó sus dioses visibles, cuyas palabras, ademanes
L a manera con que el ser humano conquista su alimento constituye
y hasta las acciones más insignificantes reemplazan los razonamientos del
el eje de su enajenamiento religioso lo mismo que de todos sus pensa-
1-69
M H

PRACTICAS RELIGIOSAS

mientos, de su género de vida, de sus costumbres, de su ciencia y de su


arte. A l r e d e d o r de su modo de ganar el pan se mueve el círculo de su
actividad mental E l cazador y el pescador introducirán siempre en
sus cuentos y poesías el animal que persiguen y le colocarán entre sus
dioses; el nómada, caminando incesantemente con sus rebaños, se verá
siempre sobre esta tierra ó en el lejano mundo que sueña, acompañado
de sus camellos, bueyes ú ovejas, y mantendrá entre ellos el orden de
presencia acostumbrado; por último, ¿podría haber nacido la parábola
de la inmortalidad del alma, que desde hace miles de años tuvo constante-
mente por elemento primordial la semilla nutritiva echada en la tierra,
fuera de una nación de agricultores? Si un pueblo cambia de patria por
fuerza de guerra ó por emigración voluntaria, sus leyendas y sus tradi-
ciones se acomodan en seguida al nuevo medio, y hasta en nuestras gran-
des religiones modernas, budismo y catolicismo, el código d é l a s creencias
oficiales más estrictamente arreglado por los sacerdotes acaba por modi-
ficarse, aunque conservando su antiguo cuadro de ceremonias.

Espontáneamente el hombre primitivo, sintiendo fermentar la vida en


sí, atribuye á todos los objetos que le rodean una vida análoga á la suya.
Si una piedra viene á darle un g o l p e , odia á la piedra que cree animada
de intenciones enemigas; si tropieza contra un saliente del suelo, se
vuelve contra esa aspereza como si hubiera sido mala para él; ama la
rama que le acaricia con sus hojas, la flor que le regocija con su perfume,
é injuria al ramo que le azota al paso, la espina que le desgarra, la baya
amarga que engaña su deseo.

Cada impresión, agradable ó desagradable, suscita en seguida placer


ú odio; se siente sujeto á todo su medio por un cúmulo de sentimientos
que le entretienen en una constante ilusión religiosa relativamente al
mundo exterior. Bajo su forma rudimentaria, muy fácil de observar
UN CLÉRIGO TAOISTA. — C O N S A G R A C I Ó N DE UN ÍDOLO
entre los animales, y entre los niños, que golpean ó rompen furiosamente
Dibujo de G. Roux según documentos del Museo Guimct.
las cosas de que se quejan, ese animismo parece ridículo á los que ven
perfectamente la relación de causa á efecto entre la piedra indiferente Los mil accidentes de la vida diaria son en su mayor parte de una g é -
y la mano hostil que la arrojó; pero la concepción errónea de la vida nesis difícil de comprender: como el conocimiento d^ los fenómenos no
universal continúa hallándose hasta nuestros días en las ideas morales se ha revelado aún más que en nuestro muy próximo horizonte, y , ¡in
y en la historia religiosa. embargo, la necesidad de explicarse todo obra necesariamente bajo una
forma a lo menos rudimentaria, el hombre primitivo se siente natural-
1 Ernst Grosse, Die Anfiinge der Kunst, pág. 35. mente inclinado á buscar en los objetos que le circundan las causas mis-

¿ • fas.
M H

PRACTICAS RELIGIOSAS

mientos, de su género de vida, de sus costumbres, de su ciencia y de su


arte. A l r e d e d o r de su modo de ganar el pan se mueve el círculo de su
actividad mental E l cazador y el pescador introducirán siempre en
sus cuentos y poesías el animal que persiguen y le colocarán entre sus
dioses; el nómada, caminando incesantemente con sus rebaños, se verá
siempre sobre esta tierra ó en el lejano mundo que sueña, acompañado
de sus camellos, bueyes ú ovejas, y mantendrá entre ellos el orden de
presencia acostumbrado; por último, ¿podría haber nacido la parábola
de la inmortalidad del alma, que desde hace miles de años tuvo constante-
mente por elemento primordial la semilla nutritiva echada en la tierra,
fuera de una nación de agricultores? Si un pueblo cambia de patria por
fuerza de guerra ó por emigración voluntaria, sus leyendas y sus tradi-
ciones se acomodan en seguida al nuevo medio, y hasta en nuestras gran-
des religiones modernas, budismo y catolicismo, el código d é l a s creencias
oficiales más estrictamente arreglado por los sacerdotes acaba por modi-
ficarse, aunque conservando su antiguo cuadro de ceremonias.

Espontáneamente el hombre primitivo, sintiendo fermentar la vida en


sí, atribuye á todos los objetos que le rodean una vida análoga á la suya.
Si una piedra viene á darle un g o l p e , odia á la piedra que cree animada
de intenciones enemigas; si tropieza contra un saliente del suelo, se
vuelve contra esa aspereza como si hubiera sido mala para él; ama la
rama que le acaricia con sus hojas, la flor que le regocija con su perfume,
é injuria al ramo que le azota al paso, la espina que le desgarra, la baya
amarga que engaña su deseo.

Cada impresión, agradable ó desagradable, suscita en seguida placer


ú odio; se siente sujeto á todo su medio por un cúmulo de sentimientos
que le entretienen en una constante ilusión religiosa relativamente al
mundo exterior. Bajo su forma rudimentaria, muy fácil de observar
UN CLÉRIGO TAOISTA. — C O N S A G R A C I Ó N DE UN ÍDOLO
entre los animales, y entre los niños, que golpean ó rompen furiosamente
Dibujo de G. Roux según documentos del Museo Guimct.
las cosas de que se quejan, ese animismo parece ridículo á los que ven
perfectamente la relación de causa á efecto entre la piedra indiferente Los mil accidentes de la vida diaria son en su mayor parte de una g é -
y la mano hostil que la arrojó; pero la concepción errónea de la vida nesis difícil de comprender: como el conocimiento d^ los fenómenos no
universal continúa hallándose hasta nuestros días en las ideas morales se ha revelado aún más que en nuestro muy próximo horizonte, y , ¡in
y en la historia religiosa. embargo, la necesidad de explicarse todo obra necesariamente bajo una
forma a lo menos rudimentaria, el hombre primitivo se siente natural-
1 Ernst Grosse, Die Anfiinge der Kunst, pág. 35. mente inclinado á buscar en los objetos que le circundan las causas mis-
ANIMISMO, PANTEISMO

teriosas de los sucesos que le sorprenden. En el inmenso teatro de la denan siguiendo cierta jerarquía que tiene seme-
vida, cada ser le parece tener un papel especial de utilidad ó de daño janza en todo el mundo '.
para su propia persona, «centro del universo»; cada uno le parece habi- La fiera, lo mismo que el poderoso animal
tado por un espíritu favorable ó adverso: cada fuente tiene su náyade; amigo se cuentan entre los grandes fetiches. Los
cada árbol su dríada; todo está maravillosamente animado, y se convierte personajes excepcionales, los magos curanderos
en fetiche hasta el guijarro, hasta la brizna de hierba. T o d o oculta un y el rey, «comedor de hom-
alma, que dormita quizá, pero que es fácil despertar ó que despierta por bres», ocupan también un
sí misma. Es la edad del pandemonismo, de donde después había de sur- f rango muy elevado en el
gir el panteísmo
infinito de las personas di-
E l hombre, rodeado por los espíritus como por una nube infinita de
vinizadas,
mosquitos, pasa, pues, su existencia en una plática constante, profiriendo a s i c o m °
reproches por un lado y acciones de gracias por otro.
ft^mLfittí también los
Creyéndose el núcleo inicial del mundo, el salvaje ha de imaginarse
que todos los fenómenos de la Naturaleza se cumplen para él, se unen
^^•fjfeyJ/^^^fl^HKE^B^Es tivos de la
para espantarle ó se animan para hacer su alegría. « ¡ E s t o sólo á mí me
Naturaleza
ocurre!» exclama todavía el cándido egoista. Alternativamente, y á
^ R que, aun-
veces en el intervalo de algunos instantes, le parece que unos espectros
quecompo-
se levantan en su derredor en forma de arbustos y de piedras, después
• niéndose
le sonríen las estrellas y las hojas le murmuran dulces palabras. Puesto
que todo en derredor del hombre puede, según las circunstancias,
mero infi-
aterrorizar ó tranquilizar, convertirse en genio favorable ó demonio, le
nito de mo-
será imposible clasificar por orden lógico las divinidades, ora benévolas,
léculas i n -
ora malignas, que se mueven alrededor de él. Por lo demás, las mitolo-
dependien-
gías se entremezclan de tribu á tribu, de pueblo á pueblo, y , á conse-
tes, apare-
cuencia de la diferencia de los nombres que se convierten en otros tantos
ce n , no
personajes diversos, aunque se apliquen al principio á los mismos se-
obstante,
res de imaginación, el todo forma un conjunto absolutamente inextri-
como indi-
cable
viduos gi-
gantescos:
T a l ó cual coincidencia rara, tal ó cual circunstancia extraña, produ-
los Ríos,
ciendo lo que se figura ser un «milagro», puede dar á un objeto particu- vvjr ^ i f i s p ; r
" R ® ^ 1 4 ,
T U M B A D E UN J E F E I N D I 0 ( C 0 L 0 M B L A BR1T, las Monta-
lar una importancia de primer orden en las alucinaciones del hombre; sin
F i g u r a s á <jue los n a t u r a l e s dan el ñas, los
embargo, los seres adorados, verdaderos ó imaginarios, los « f e t i c h e s » — mas t e r r i b l e a s p e c t o p o s i b l e p a r a r e c h a z a r á los m a l o s e s p í r i t u s que
impiden a los m u e r t o s p a s a r al o t r o m u n d o . Promonto-
muy bien llamados así por los portugueses, fcitifos ó « f a c t i c i o s » — s e or- Dibujo de G. Roux, según documentos fotográficos. rios, el vas-
1 F.lie Reclus, Notas manuscritas.
' Draper, Ilistoirc du Dévebppcmcnt intelléctucl de lEurope. De Brosses, Du Culte des dieux-fétiches, París 1760
FETICHISMO

to Océano, las Nubes, la Lluvia, los R a y o s solares, la misma Tierra, la A n t e s de la invención del neutro, que es de origen moderno, toda forma
fecunda G a y a de la cual hemos salido todos y á la cual hemos todos de exterior estaba representada por un sustantivo masculino ó femenino >.
volver. L o s puntos cardinales, regiones del espacio indefinido, son tam- A esas almas de la Tierra que asedian al hombre por todas partes se
bién dioses para los Mongoles, los Y a k u t e s , y los rusos yakutizados juntan las almas de los que han vivido, de los que no han nacido aún:
Por último, el Cielo, en toda su inmensidad, no es para aquellos cuyo
planeta abraza en su redondez infinita más que un sólo y gran individuo
á quien se ha de temer y suplicar como cualquier otro cuerpo con el cual
el hombre se halla igualmente en contacto. En toda lógica se ha podido,
pues, considerar al pueblo chino, no ha mucho adorador de los genios
de la Tierra y del Cielo, como habiendo pasado apenas en su evolución
el período del fetichismo, y , en verdad, qué adoradores podrían imagi-
narse desarrollados fuera de esta religión u n i v e r s a l ' ?
Los millones y millares de millones de seres temidos que representan
las almas de tantos cuerpos distintos, pueden resumirse en un inmenso
fetiche como la Tierra ó el Cifclo. L a s dimensiones prodigiosas de esos
dioses superiores no impiden que se crea también en la influencia de los
torbellinos de diosecillos infinitamente pequeños, y precisamente los chi-
nos, que celebran la fiesta del Cielo en tan minuciosas ceremonias, dedi-
can todavía mucha mayor solicitud en las mil observancias que e x i g e el
culto del fang-chóui, es decir, de la multitud infinita de los espíritus del
aire y del a g u a ; en parte alguna ha tomado el arte mágico de hacerse
favorables los genios mayor importancia que en la « F l o r del Medio».
L a historia moderna del mundo chino ha sido* determinada en gran
parte por la resistencia del pueblo «amarillo» á la brutalidad del inge-
niero europeo que viene con insolencia y sin respeto á remover la tierra EX-VOTO DE HIERRO FORJADO EN SAINT-bÉONARD (TI ROL)
sagrada y á violar sus espíritus. Entre nosotros, europeos, ¡ qué revo-
lución se operaría si de repente se privase á nuestros hijos de sus muñe- el naturismo se convierte en «animismo'» ó más bien se confunde con él,
cas y j u g u e t e s 3 ! porque la muerte hiere incesantemente en su rededor, y los soplos miste-
riosos, las «almas», los «espíritus» de los seres expirantes van á confun-
El «naturismo» es esa religión que nace espontáneamente de la creen- dirse con las energías, de naturaleza igualmente desconocida, que salen
cia en los innumerables genios representantes de las fuerzas activas de la de la tierra y de los árboles.
Naturaleza: todo vive, como lo atestiguan la mayor parte de nuestras
El hombre se ve constantemente rodeado por esa^ fuerzas de diverso
lenguas, que dan carácter sexual, «él», «ella», á todos los objetos.
origen pero de poder i g u a l ; sin embargo, las enfermedades y la mue'rte,
interviniendo en su existencia por súbitas y á veces terribles apariciones,
1 Deutsche Rundschau, Jahrgang XVII; Hcft, 12.
5 1'ierre Laffite, General View of Chínese Civilis,ilion.
3 Lubbock, Anlhropological Rcview, oct. 1869. Mae Müller, Rssais de Mythologie comparce, trad. G. Ferrol, pág. 72.
hacen que se deje llevar fácilmente por su instinto á reconocer en ellas desaparecía, pero sólo en apariencia y si no había encontrado refugio en
las más temibles diosas. L o s Georgianos tratan á los azotes pestilencia- otro cuerpo '; la parte más sutil de su ser, convertida en más invisible
les de «grandes señores» y se dirigen á ellos en lenguaje adulador que el aire, se movía aquí ó allá alrededor de la antigua morada, sobre-
E l salvaje quiere conjurar la muerte cuando se presenta como ene- todo en las agitadas hojas. A u n en nuestros días, en el país de Verviers,
miga, para quitarle compañeros, amigos y parientes, y la invoca como se prohibe á los niños tirar piedras en los cercados', en la fiesta de los
aliada y como protectora para que hiera al animal que persigue, á la Muertos, para no herir las almas.
fiera que le ataca ó al odiado adversario. Cree sentir el contacto de las
almas de los muertos, salidas de todos los cadáveres caídos en su derre- Pero vivientes como son, ¿cómo pueden esas almas sostenerse fuera
dor; percibe que se arremolinan en el aire en una proximidad propicia de las condiciones necesarias á la conservación de su existencia? Ahí
ó inquietante, según el estado de paz ó de guerra que prevalece en la comienza el milagro. S e creía que los espíritus errantes privados de su
población. S e ven esas almas, se las o y e tan bien, que para huir de cuerpo le habían perdido á su pesar, p o r - e f e c t o de alguna astucia de
ellas, los que las temen, tratan de extraviarlas en el bosque, cerrando los brujo, de alguna violencia de los genios malos \ Por tanto, era preciso
caminos, cambiando el emplazamiento de las cabañas, tapiando las puer- combatir resueltamente esos enemigos. L a piedad filial y esa solidari-
tas, disfrazándose para no ser reconocidos, hasta abandonando el antiguo dad humana que algunos pesimistas niegan, aunque liga los vivos á aque-

lenguaje para hablar otro nuevo \ llos que y a no existen, exigían, pues, del primitivo que tratase de r e p o -

E n t r e esas almas en pena, había felizmente muchas que llegaban ner la muerte en un medio que le conviniese.

á tener un cuerpo que habitar. Los parientes del muerto solían ser Primeramente se trataba de darle una morada que pareciese ser de su
advertidos en sueños del sitio en que se hallaba aquel cuerpo y de la g u s t o ; s o b r e t o d o en esta ocasión los ritos funerales habían de variar
transformación que había sufrido: unas veces oían su voz en un árbol según la naturaleza de las .comarcas y las industrias locales: en tal pobla-
y comprendían que allí se había refugiado; otras se revelaban en un ción se enterraría el muerto cerca de la piedra de su h o g a r ; en otra se
animal del bosque, que había tomado la semejanza del ser desaparecido. encerraría su alma en un muñeco de madera ó en una efigie de cera, en
Cumplíase una transmigración de las almas de la vida precedente en un girón de tela que se colgaba en el techo de la cabana. L a rama de un
otras vidas nuevas, todo objeto de la naturaleza circundante, la roca ó el árbol sagrado, una armazón de madera, la proa de un barco eran tam-
manantial, la planta ó el animal podían convertirse en asilo del fugitivo. bién lugares de residencia atribuidos á los muertos. Del mismo modo
U n a sola cosa era cierta, la continuidad de la vida, hecho que los salva- la llama santa debía, en muchas poblaciones, destruir el cuerpo y unirse
jes comprendían de la manera más sencilla; sin poder estudiarle desde.el íntimamente al soplo del hombre, su alma verdadera. L o s más bravos
punto de vista del desprendimiento de los gases de la combinación orgá- daban á sus muertos la más digna de las sepulturas. Su propio cuerpo.
nica en formas nuevas, nuestros antepasados conservaban la invencible Los Rattas, de Sumatra, los T c h u k t c h i , de Siberia, y otros se comían
certidumbre de que las almas de los muertos les acompañaban siempre sus ancianos.
y se encontraban con ellos, como en el tiempo de su existencia anterior, Una manera más refinada de incorporarse el alma de los muertos con-
en relaciones de amistad ó de odio. sistía en beber los líquidos que corren del cadáver descompuesto: asi-
A s í , aunque teniendo miedo de la muerte, esa transformación prodi- era como en muchas tierras de la Insulindia debían proceder las esposas
giosa que retira el soplo del pecho y hace pudrir las carnes, creían en la para permanecer fieles á sus esposos; de ese modo absorbían en detalle
persistencia de la vida bajo mil formas. El difunto no estaba muerto, el cuerpo del dueño hasta que no quedase en lacabaña más que una mo-

Eug. Monseur. Cours ( f i f i s toire religieuse, pág. S.


1 Sakhokia, BuUetin de la Socicte dAnthropologic, sesión de 16 de abril de 1904.
Elie Reclus, La Mort, «Sociéte Nouvelle», 1895.
5 Elie Rcclus, Les Primitifs.
hacen que se deje llevar fácilmente por su instinto á reconocer en ellas desaparecía, pero sólo en apariencia y si no había encontrado refugio en
las más temibles diosas. L o s Georgianos tratan á los azotes pestilencia- otro cuerpo '; la parte más sutil de su ser, convertida en más invisible
les de «grandes señores» y se dirigen á ellos en lenguaje adulador que el aire, se movía aquí ó allá alrededor de la antigua morada, sobre-
E l salvaje quiere conjurar la muerte cuando se presenta como ene- todo en las agitadas hojas. A u n en nuestros días, en el país de Verviers,
miga, para quitarle compañeros, amigos y parientes, y la invoca como se prohibe á los niños tirar piedras en los cercados', en la fiesta de los
aliada y como protectora para que hiera al animal que persigue, á la Muertos, para no herir las almas.
fiera que le ataca ó al odiado adversario. Cree sentir el contacto de las
almas de los muertos, salidas de todos los cadáveres caídos en su derre- Pero vivientes como son, ¿cómo pueden esas almas sostenerse fuera
dor; percibe que se arremolinan en el aire en una proximidad propicia de las condiciones necesarias á la conservación de su existencia? Ahí
ó inquietante, según el estado de paz ó de guerra que prevalece en la comienza el milagro. S e creía que los espíritus errantes privados de su
población. S e ven esas almas, se las o y e tan bien, que para huir de cuerpo le habían perdido á su pesar, p o r - e f e c t o de alguna astucia de
ellas, los que las temen, tratan de extraviarlas en el bosque, cerrando los brujo, de alguna violencia de los genios malos \ Por tanto, era preciso
caminos, cambiando el emplazamiento de las cabañas, tapiando las puer- combatir resueltamente esos enemigos. L a piedad filial y esa solidari-
tas, disfrazándose para no ser reconocidos, hasta abandonando el antiguo dad humana que algunos pesimistas niegan, aunque liga los vivos á aque-

lenguaje para hablar otro nuevo \ llos que y a no existen, exigían, pues, del primitivo que tratase de r e p o -

E n t r e esas almas en pena, había felizmente muchas que llegaban ner la muerte en un medio que le conviniese.

á tener un cuerpo que habitar. Los parientes del muerto solían ser Primeramente se trataba de darle una morada que pareciese ser de su
advertidos en sueños del sitio en que se hallaba aquel cuerpo y de la g u s t o ; s o b r e t o d o en esta ocasión los ritos funerales habían de variar
transformación que había sufrido: unas veces oían su voz en un árbol según la naturaleza de las .comarcas y las industrias locales: en tal pobla-
y comprendían que allí se había refugiado; otras se revelaban en un ción se enterraría el muerto cerca de la piedra de su h o g a r ; en otra se
animal del bosque, que había tomado la semejanza del ser desaparecido. encerraría su alma en un muñeco de madera ó en una efigie de cera, en
Cumplíase una transmigración de las almas de la vida precedente en un girón de tela que se colgaba en el techo de la cabana. L a rama dJ un
otras vidas nuevas, todo objeto de la naturaleza circundante, la roca ó el árbol sagrado, una armazón de madera, la proa de un barco eran tam-
manantial, la planta ó el animal podían convertirse en asilo del fugitivo. bién lugares de residencia atribuidos á los muertos. Del mismo modo
U n a sola cosa era cierta, la continuidad de la vida, hecho que los salva- la llama santa debía, en muchas poblaciones, destruir el cuerpo y unirse
jes comprendían de la manera más sencilla; sin poder estudiarle desde.el íntimamente al soplo del hombre, su alma verdadera. L o s más bravos
punto de vista del desprendimiento de los gases de la combinación orgá- daban á sus muertos la más digna de las sepulturas. Su propio cuerpo.
nica en formas nuevas, nuestros antepasados conservaban la invencible Los Rattas, de Sumatra, los T c h u k t c h i , de Siberia, y otros se comían
certidumbre de que las almas de los muertos les acompañaban siempre sus ancianos.
y se encontraban con ellos, como en el tiempo de su existencia anterior, Una manera más refinada de incorporarse el alma de los muertos con-
en relaciones de amistad ó de odio. sistía en beber los líquidos que corren del cadáver descompuesto,: asi-
A s í , aunque teniendo miedo de la muerte, esa transformación prodi- era como en muchas tierras de la Insulindia debían proceder las esposas
giosa que retira el soplo del pecho y hace pudrir las carnes, creían en la para permanecer fieles á sus esposos; de ese modo absorbían en detalle
persistencia de la vida bajo mil formas. El difunto no estaba muerto, el cuerpo del dueño hasta que no quedase en lacabaña más que una mo-

Eug. Monseur. Cours ( f i f i s toire religieusc, pag. S.


1 Sakhokia, Bulktin de la SociétéctAiithropologic, sesión de 16 de abril de 1904.
Elie Reclus, La Mort, «Sociéte Nouvelle», 1895.
5 Elie Rcclus, Les Primitifs.
EL HOMBRE Y LA TIERRA MORADAS DE LOS ESPÍRITUS 387

mía desecada. L o s A l i v u r u ( A l f u r u ) de las islas A r o e , al oeste de la partes se les remite á las hormigas para que el esqueleto limpio en se-
Papuasia, mezclan á sus tortas de s a g ú los fragmentos de los c u e r p o s de g u i d a pueda ser c o n s e r v a d o c o m o fetiche l .

sus parientes y se les asimilan así en el espacio de algunas semanas; en B a j o cualquier forma que persistan los cuerpos, no deja de suponerse
los banquetes fúnebres hacen circular una c o p a de h o n o r en que el que viven siempre, y c o n v i e n e alimentarlos regularmente, sea p o r g r a n -

arrak se mezcla al j u g o del c a d á v e r , y todos beben un sorbo para co- des comidas, que pueden resultar m u y costosas á la familia ó á la c o m u -
nidad, sea p o r la ofrenda
m u l g a r con el m u e r t o ' . bras: así era c o m o los grie-
de migitas y gotitas, que se
Pero hay tribus q u e , habiendo a b a n d o n a d o por sí mismas la r e p u g - g o s y los romanos inclina-
j u z g a b a n suficientes c o m o
nante práctica, la han i m p u e s t o . á sus e s c l a v o s : comen sus muertos por ban sus c o p a s de bebida so-
alimentos de simples som-
bre el f u e g o para que un

ORNAMENTOS SAGRADOS DE l.AS PIRAGUAS DF. I.A AI.DEA DE SIKILIKI (ISLA DE


UAI.ÁN CAROLINAS), RECOGIDOS CUANDO EL VIAJE DE La Coquílle (1822-1825)

delegación. Por una substitución análoga, los T i b e t a n o s entregan á los


perros los cadáveres de sus deudos, y los Parsis restituyen los c u e r p o s
á la madre Naturaleza por medio de los buitres y otros animales aficio-
nados á la carne putrefacta. L o s antiguos E t i o p e s pintaban sobre su
c u e r p o la imagen de los parientes ó a m i g o s desaparecidos \ que es l o
que nosotros hacemos llevando sobre nosotros medallones, cabellos ÍDOLOS PRINCIPALES DE LA ALDEA DF. SIKILIKI, (,SLA DE U A L A V , CAROLINAS)

ó recuerdos de nuestros muertos. I, 2, 3. ídolos principales. — 4, 5. ídolos inferiores.

L a manducación de los cadáveres, a u n q u e procedente de un senti-


miento de solidaridad de los más íntimos de parte de los sobrevivientes, hilillo del precioso líquido les concillase los dioses y los g e n i o s . Se pro-
es m u y rara entre los hombres, y por l o común se deja á los muertos veía al muerto de un báculo para q u e al otro lado de la tumba continuase
que v u e l v a n á los elementos primitivos por vía de descomposición lenta. el v i a j e de la vida, quizá por sitios más dichosos; en las comarcas en
L a s carnes son casi siempre sacrificadas, en tanto que, en muchas tribus que el hombre había sabido y a domesticar animales de carga, se le
se conservan los huesos, sobre todo los cráneos y las tibias; los ribereños daba el caballo ó el b u e y p o r c o m p a ñ e r o , y el V i k i n g de las costas sep-
del O r i n o c o entregan los cadáveres á los dientes de los peces, en otras tentrionales recibía un barco para continuar sus ¿ a j e s de descubri-
miento y de conquista sobre las nuevas riberas.
' A . Bastían, RechtsverhUltnisse der Vólker; — Elie Reclus, Rente internationale des
Sciences, n.° 12. 1881.
' Lecky, Rationalism in Europe. ' Félix Regnaul, Bulletin de la Sorteté d Anthropotogie, sesión de 9 de enero de 1896.
MANDUCACIÓN DE LOS CADÁVERES ^

Si el numerario era conocido entre los amigos del muerto, se le daba


una moneda á lo menos para que traficase todavía útilmente con las
gentes de ultratumba; por un respeto supersticioso de las antiguas cos-
tumbres, los contemporáneos de Sócrates y de Séneca observaron, como
muchos europeos observan todavía en diversos puntos, esa práctica
funeraria. Por último, cuando el difunto era un gran jefe, se le hacía
acompañar en la hoguera ó en la fosa sangrienta por toda una corte de
guerreros, de mujeres y de esclavos.
De ese modo, en la inmensa multitud de muertos que llenan el espa-
cio, tan numerosos como las hojas de los árboles ó que los granos de
arena de la orilla, se establece una jerarquía análoga á la que prevalece
en la sociedad de las diversas tribus: entre las poblaciones igualitarias, los
íesaparecidt>s son considerados por iguales; entre aquellas en que el po-
der d é l o s unos se ha fundado sobre la servidumbre de los otros, el trata-
miento de los muertos varía d é s d e l a apoteosis al absolut^desprecio.' La
creación de un cuerpo sacerdotal debió de acusar la diferencia de acep-
ción reservada á los muertos, puesto que magos y sacerdotes se erigen en
jueces, en dispensadores de los castigos y de las recompensas de ultra-
tumba. Mas, á pesar de los juicios que pronuncia el hombre de religión,
una duda subsiste siempre. Los calvinistas, como se sabe, proclamaban,
según san Pablo y san A g u s t í n , el dogma de la predestinación: la suerte
de los hombres está fijada de antemano, echada á suerte; como en Taiti,
las almas ciegas, saliendo de los cuerpos al azar, encuentran dos piedras,
la una abre el camino de la vida eterna, la otra el de la eterna m u e r t e ' .

L o s sacerdotes, como los jefes, se habían elevado sobre la multitud


por una selección natural: los hombres de inteligencia excepcional ó de
gran experiencia, lo mismo que los astutos compadres, los mejores y los
peores, habían de adquirir un ascendiente considerable por las explica- INDÍGENA DE LAS ISLAS NICOBAR SECANDO LOS HUESOS DE SU PADRE
AI. HOGAR DE t SU CHOZA
ciones verdaderas ó plausibles que habían sabido dar de los prodigios de
la vida-y por los consejos que habían distribuido en tiempo oportuno. Dibujo de G. Roux según un documento fotográfico.

Hasta este punto su influencia era legítima; pero nada deprava tanto
como el éxito, y su consideración misma había de arrastrarlos á hipó- para curar las enfermedades físicas del hombre, sea parV apartar de él la

critas pretensiones de saber. L a magia se convirtió en un oficio, sea mala suerte echada por otros brujos ó por los genios, y este oficio fué
retribuido, porque sin presente al dios y á su intérprete no hay salva-
ción. L a parte de ciencia verdadera, mezclada á la supuesta ciencia,
1 Marillier. Remy de Gourmont, Chernia de Velmirs, p. iS.
1-72
ALIMENTO DE L A S ALMAS
29i

gracias á la cual podían atraer el favor de las divinidades de lo alto y


mago, no bastaba un poco de sangre, se necesitaba mucha y la sed del
conjurar el odio de las potencias del aire, tuvo sus maestros y sus discí-
dios no estaba jamás satisfecha: de ahí el deber para el adorador de sa-
pulos: se constituyeron sociedades formadas con períodos de noviciado
crificar lo que le era más querido. Antes que el ángel del Eterno detu-
y grados de iniciación, y poco á poco se estableció así en cada tribu un
viera la mano de A b r a h a m , pronto á degollar á su hijo Isaac, muchos
g r u p o de privilegiados, tanto más temibles cuanto que á sus trapacerías
otros padres debieron matar sus hijos, dando al temible espíritu las pri-
conscientes ó inconscientes mezclaban más conocimiento real de los
micias de toda existencia animal que naciera en sus dominios. E l padre
hechos. E l medíais latino conjuraba la enfermedad por sus impreca-
no podía rescatarse sino por la muerte del hijo. A l este del lago Ste-
ciones'. E l brujo algonquin consulta los animales del tótem rodeándose
de tortugas, cisnes, cornejas y urracas (Schoolcraft); otros se ocultan

para hablar directamente con el Dios del Cielo.
Esta institución de una sociedad superior, imaginándose ó preten-
diendo conocer las cosas del más allá, entregó las poblaciones y las nacio-
nes al régimen del terror incesL 0 £e,^porque era inevitable que la casta,
subdividida en cofradías secunc, re .&s, especulase, aunque inconsciente-
1
mente, sobre la credulidad de los Cándidos, su espanto de la muerte y de
lo desconocido, para aumentar su poder y su riqueza. Convertida en
intermediaria entre los hombres y los espíritus, por deber y por interés
tenía que representar á éstos como muy malos para justipreciar su inter-
vención en una tasa tanto más elevada. « E l gran K a l i t a — d i c e n los
brujos de l'alaos, hablando del genio que gobierna los i n s u l a r e s — g u s t a
de comer hombres» *. Complacerse en derramar sangre, repiten los
Taitianos cuando practican sus infanticidios, es «tener entrañas de
Dios»1. ¿No es también un « D i o s fiero y celoso» el amo aislado en el SEPULTURA DE UN JEFE GA1.0

cielo de los Judíos? Y en una augusta indiferencia, Zeus se sienta en la A sus pies, vasijas y pequeños recipientes contienen provisiones y plantas aromaticas destinadas
a la curacon de las heridas. El cuerpo reposa sobre el carro, del cual Unicamente ha respe-
cima del Olimpo para regocijarse con la lucha de esos pueblos perece-
tado el tiempo el cubo y las yantas de hierro.
deros, los T r o y a n o s y A c a y o s , que se degüellan mutuamente á sus pies'.
Ese odio sanguinario, esa terrible envidia de los infinitos genios ó del phanie, los Boranes satisfacen al dios W a k , el «Cielo», abandonándole
amo de los genios, sólo podía tener un medio único de ser conjurados, los hijos nacidos durante los primeros años de matrimonio, cuatro años
el sacrificio: así como en un incendio destructor de los bosques, el entre los unos, ocho entre los otros; los recién nacidos son expuestos en
salvaje favorecía el f u e g o , del mismo modo daba un poco de sangre al la maleza y devorados por las fieras. Después de este período de puri-
dios-ávido que quería bebería á mares; al menos así ganaba tiempo. ficación, los Boranes, convertidos en Rabas, se consideran en paz con su
Pero donde quiera que la población vivía bajo el terror inspirado por el dios: un sacerdote los circuncida y procrean hijos á quienes quieren
L a leyenda de A b r a h a m indica una etapa de la humanidad; simboliza
1 Pictct, Aryas, t. II, pp. 644-645.
la dulcificación de las costumbres que se produjo en la historia del pue-
1 Miklukho-Maklay, Bulle! in de la SocieU de Geographie russe, 1S7S.
® William Ellis, Polyncsiau Rcsearches.
1 Iliade, XX. Maud, Geogr. Journal, mayo, 1904. p. 56S.
ALIMENTO DE L A S ALMAS
29i

gracias á la cual podían atraer el favor de las divinidades de lo alto y


mago, no bastaba un poco de sangre, se necesitaba mucha y la sed del
conjurar el odio de las potencias del aire, tuvo sus maestros y sus discí-
dios no estaba jamás satisfecha: de ahí el deber para el adorador de sa-
pulos: se constituyeron sociedades formadas con períodos de noviciado
crificar lo que le era más querido. Antes que el ángel del Eterno detu-
y grados de iniciación, y poco á poco se estableció así en cada tribu un
viera la mano de A b r a h a m , pronto á degollar á su hijo Isaac, muchos
g r u p o de privilegiados, tanto más temibles cuanto que á sus trapacerías
otros padres debieron matar sus hijos, dando al temible espíritu las pri-
conscientes ó inconscientes mezclaban más conocimiento real de los
micias de toda existencia animal que naciera en sus dominios. E l padre
hechos. E l medíais latino conjuraba la enfermedad por sus impreca-
no podía rescatarse sino por la muerte del hijo. A l este del lago Ste-
ciones'. E l brujo algonquin consulta los animales del tótem rodeándose
de tortugas, cisnes, cornejas y urracas (Schoolcraft); otros se ocultan

para hablar directamente con el Dios del Cielo.
Esta institución de una sociedad superior, imaginándose ó preten-
diendo conocer las cosas del más allá, entregó las poblaciones y las nacio-
nes al régimen del terror inceSp 0 *e,^porque era inevitable que la casta,
subdividida en cofradías secunc, re .&s, especulase, aunque inconsciente-
1
mente, sobre la credulidad de los Cándidos, su espanto de la muerte y de
lo desconocido, para aumentar su poder y su riqueza. Convertida en
intermediaria entre los hombres y los espíritus, por deber y por interés
tenía que representar á éstos como muy malos para justipreciar su inter-
vención en una tasa tanto más elevada. « E l gran K a l i t a — d i c e n los
brujos de l'alaos, hablando del genio que gobierna los i n s u l a r e s — g u s t a
de comer hombres» *. Complacerse en derramar sangre, repiten los
Taitianos cuando practican sus infanticidios, es «tener entrañas de
Dios»1. ¿No es también un « D i o s fiero y celoso» el amo aislado en el SEPULTURA DE UN JEFE GA1.0

cielo de los Judíos? Y en una augusta indiferencia, Zeus se sienta en la A sus pies, vasijas y pequeños recipientes contienen provisiones y plantas aromaticas destinadas
a la curae.cn de las heridas. El cuerpo reposa sobre el carro, del cual Unicamente ha respe-
cima del Olimpo para regocijarse con la lucha de esos pueblos perece-
tado el tiempo el cubo y las yantas de hierro.
deros, los T r o y a n o s y A c a y o s , que se degüellan mutuamente á sus pies'.
Ese odio sanguinario, esa terrible envidia de los infinitos genios ó del phanie, los Boranes satisfacen al dios W a k , el «Cielo», abandonándole
amo de los genios, sólo podía tener un medio único de ser conjurados, los hijos nacidos durante los primeros años de matrimonio, cuatro años
el sacrificio: así como en un incendio destructor de los bosques, el entre los unos, ocho entre los otros; los recién nacidos son expuestos en
salvaje favorecía el f u e g o , del mismo modo daba un poco de sangre al la maleza y devorados por las fieras. Después de este período de puri-
dios-ávido que quería bebería á mares; al menos así ganaba tiempo. ficación, los Boranes, convertidos en Rabas, se consideran en paz con su
Pero donde quiera que la población vivía bajo el terror inspirado por el dios: un sacerdote los circuncida y procrean hijos á quienes quieren
L a leyenda de A b r a h a m indica una etapa de la humanidad; simboliza
1 Pictct, Aryas, t. II, pp. 644-645.
la dulcificación de las costumbres que se produjo en la historia del pue-
1 Miklukho-Maklay, Bulle! in de la Societé de Geographie russe, 1S7S.
® William Ellis, Polyncsiau Rcsearches.
1 Iliade, XX. Maud, Geogr. Journal, mayo, 1904. p. 56S.
SACERDOTES Y SACRIFICIOS

blo judío é hizo sustituir los degüellos y los holocaustos de animales en


bueno y muy noble con sus compañeros de tribus, ¿no es precisamente la
los sacrificios humanos, pero después de esta época, cuántas veces aun el
de nuestros jóvenes contemporáneos, á quienes se enseña que es glorioso
miedo al dios llevó á los genitores á clavar el cuchillo en el cuerpo de
sus hijos. Tanto es así que en las ciudades fundadas por Josué aplasta-
ban en los dinteles de sus puertas los cadáveres de los j ó v e n e s ; del mismo
modo A g a m e n ó n , el «rey de los reyes», ofreció al dios su hija Ifigenia, y
Jefté entregó al verdugo la niña que se adelantaba con sus compañeras
para recibirla con danzas y canciones. Más aún, el «santo» rey David
sacrificó á su pueblo para hacerse perdonar una desobediencia al dios
v e n g a d o r : «Puesto que he pecado contra tí, toma mi pueblo y mata
hasta que te hartes».

Sin embargo, no siempre era necesario derramar la sangre de los


s u y o s : la guerra suministraba el medio de apagar la sed de los dioses y
los genios á expensas de tribus ó de naciones enemigas, y se ve, en
efecto, desaparecer pueblos enteros para satisfacer la venganza de los
espíritus encarnizados. A s í ofrecieron los Judíos á su Y a h v e h los habi-
tantes de toda la «tierra de promisión» y en las escasas circunstancias en
que, por un movimiento de piedad instintiva ó á consecuencia de una
promesa hecha inconsideradamente, tuvieron que librar de la muerte
á algunos indígenas, se acusaban de ello como de un crimen. Si se
puede remontar hasta los orígenes de las sociedades para sorprender en
él esta idea de sangre ofrecida en sacrificio á los genios, se comprueba,
por otra parte, la supervivencia de ella hasta nuestros días, puesto que
después de las batallas los vencedores cantan sus Te Deum al dios de los
ejércitos.

No existe antigua forma de religión primitiva que, bajo la acción de


las mismas causas, no haya persistido más ó menos en nuestras civiliza-
ciones modernas. T a l es el culto de las cabezas cortadas que prevaleció
entre tantas tribus prehistóricas y que se encuentra todavía entre ciertos
D a y a k s de Borneo. E l salvaje que limita á su propio clan la parte de la
BRUJOS SUDANESES INVOCANDO UN ORÁCULO SEGUN LA POSICIÓN
humanidad hacia la que tiene deberes morales, se cree obligado en es- DE LOS PALILLOS Y DE LOS GUIJARROS
tricta virtud á ir á cortar cabezas en las tribus extranjeras para presen- Dibujo de G. Roux, según una fotografía.
tarlas á la mujer que ha escogido ó á la tribu que representa: sin asesi-
nato de que gloriarse ni siquiera es considerado como h o m b r e : verter matar un enemigo, ó un negro ó un amarillo de cualquier país d e s c o n t -

sangre humana es el primer deber de un candidato á la virilidad. Y la ado. E l Dayak se alaba de tener un puñal por antepasado A s í tam-

educación que ha recibido este hijo del bosque, que no obstante es muy
De Bnckcr, Archijel Judien.

I -
bién es un gran honor en nuestras modernas sociedades ser tenido por
descendiente de hombres que se han ilustrado por el uso del hacha de
armas, del cuchillo ó del arcabuz.
E l asesinato religioso, inspirado y arreglado en sus detalles por la
magia, en muchas ocasiones debía ser acompañado de comidas antropo-
fagias. Es cierto que el canibalismo puede tener entre los fugitivos

ALTAR ERIGIDO EN HONOR DE DIANA

(Museo del Louvre).

como primera causa el hambre, como le ha causado tantas veces durante


el período histórico en las ciudades sitiadas, en las balsas de náufragos
perdidas en el mar, en las expediciones aventureras en medio de los
hielos, de las nieves ó de los bosques vírgenes; pero entre los hombres,
lo mismo que entre los animales, esos hechos son excepcionales; se pro-
ducen, no obstante, en el Africa nigeriana, donde la ciudad de lbadan
tenía aún no hace veinte años, sus mercados siempre abastecidos de
SACRIFICIOS HUMANOS

carne humana, considerada como simple vianda de matadero. Por el


contrario, las comidas en que el hombre se nutre con su semejante p o r
acto religioso son siempre ceremonias que tienen un carácter de nobleza
y de gravedad. Si se trata por un guerrero de devorar el corazón ó el
cerebro de un enemigo para incorporarse el valor y el pensamiento del
adversario muerto en la pelea, el acto es importantísimo en la existen-
cia del hombre que por él se dobla en energía física y en fuerza moral
Pero la manducación de la carne presenta una significación mucho
mayor cuando se trata de una víctima más que humana. Parece á pri-
mera vista que semejante hecho sea completamente imposible, puesto
que los dioses son más poderosos que el hombre; sin embargo, éste
inspirado p o r la pasión frenética del y o , puede realizar milagros gra-
• « a s a la sutileza de los sacerdotes. Suele ocurrir que en los peligros
supremos de una nación, las víctimas ordinarias de los sacrificios
buey o cordero inmaculado, hermosas doncellas, bellos y perfecto!
mancebos, no basten i conjurar la cólera del dios, y en este caso ha
sido preciso ofrecerle hijos de reyes, los reyes mismos y hasta hijos de
Dios: los fieles condenados en principio sin posibilidad aparente deremi-
sion, pudieron así renovar su carne y su sangre por la carne y la sangre
de un dios, que muere, pues, para resucitar en seguida; que se da en
sacrificio, pero que resurge como juez soberano de vivos y muertos

A s , todas las religiones actuales que se presentan bajo formas tan di-
versas y tan complicadas en apariencia, derivan por igual de esa primera
necesidad que atormenta al primitivo: tiene sed de comprender, ó al me-
nos de tener una explicación, verdadera ó falsa, de los fenómenos de la
Naturaleza, de los problemas de la muerte y del más allá. En Ios espí-
ntus sinceros esta necesidad de saber se presenta bajo una forma pura y
da una gran nobleza á la evolución religiosa: la investigación de la verdad
se une a la bondad del corazón y á la profundidad del pensamiento. En
los antiguos tiempos como en nuestros días, quizá de una manera más
v a g a pero no menos apasionada, habría hombres que tendrían el senti-
miento, aunque obscuro y lejano, de que existían causas generales deter-
minantes de los innumerables Hechos aislados y-distintos •; en el caos de
lo fimto sentirían un infinito a. que querrían dar nombre, y bajo cuyas

Max Miiller. Onsi„ „ D!„hpp,m,nl * la R,lis¡m.


SACRIFICIOS HUMANOS

carne humana, considerada como simple vianda de matadero. Por el


contrario, las comidas en que el hombre se nutre con su semejante p o r
acto religioso son siempre ceremonias que tienen un carácter de nobleza
y de gravedad. Si se trata por un guerrero de devorar el corazón ó el
cerebro de un enemigo para incorporarse el valor y el pensamiento del
adversario muerto en la pelea, el acto es importantísimo en la existen-
cia del hombre que por él se dobla en energía física y en fuerza moral
Pero la manducación de la carne presenta una significación mucho
mayor cuando se trata de una víctima más que humana. Parece á pri-
mera vista que semejante hecho sea completamente imposible, puesto
que los dioses son más poderosos que el hombre; sin embargo, éste
inspirado p o r la pasión frenética del y o , puede realizar milagros gra-
• « a s a la sutileza de los sacerdotes. Suele ocurrir que en los peligros
supremos de una nación, las víctimas ordinarias de los sacrificios
buey o cordero inmaculado, hermosas doncellas, bellos y perfecto!
mancebos, no basten i conjurar la cólera del dios, y en este caso ha
sido preciso ofrecerle hijos de reyes, los reyes mismos y hasta hijos de
Dios: los fieles condenados en principio sin posibilidad aparente deremi-
sion, pudieron así renovar su carne y su sangre por la carne y la sangre
de un dios, que muere, pues, para resucitar en seguida; que se da en
sacrificio, pero que resurge como juez soberano de vivos y muertos

A s , todas las religiones actuales que se presentan bajo formas tan di-
versas y tan complicadas en apariencia, derivan por igual de esa primera
necesidad que atormenta al primitivo: tiene sed de comprender, ó al me-
nos de tener una explicación, verdadera ó falsa, de los fenómenos de la
Naturaleza, de los problemas de la muerte y del más allá. En Ios espí-
ntus sinceros esta necesidad de saber se presenta bajo una forma pura y
da una gran nobleza á la evolución religiosa: la investigación de la verdad
se une a la bondad del corazón y á la profundidad del pensamiento. En
los antiguos tiempos como en nuestros días, quizá de una manera más
v a g a pero no menos apasionada, habría hombres que tendrían el senti-
miento, aunque obscuro y lejano, de que existían causas generales deter-
minantes de los innumerables Hechos aislados y-distintos •; en el caos de
lo fimto sentirían un infinito a. q U e querrían dar nombre, y bajo cuyas

Max Miiller. Onsi„ „ D!„hpp,m,nl * la R,lisim.


mil manifestaciones buscaban un lazo de unidad que constituyen una es-
constituye un todo solidario que acciona y reacciona por todas partes,
pecie de monoteísmo y de panteísmo á la vez. Otra fuerza obraba aún
unas sobre otras: los reyes han entronizado los dioses, y éstos, en com-
en el hombre para hacer de él un ser religioso, el amor, que le inclinaba
pensación, prolongan la duración de las monarquías y de las iglesias.
hacia todo ese mundo exterior que goza de una vida análoga á la suya,
hacia los manantiales y los arroyos, los árboles y las rocas, los montes y
T o d a religión se hace una ética para su uso, ó por mejor decir, toma
las nubes, el cielo resplandeciente, la aurora, el crepúsculo, el amplio sol
del fondo común á todos los hombres las regias de conducta que le con-
y todos los astros diseminados en el espacio.
viene prescribir, de lo que resulta naturalmente que los intérpretes de
todo culto se tengan por los creadores de la moral: y se lo imaginan con
La evolución religiosa debía, por el desarrollo mismo de sus causas,
tanto más motivo, cuanto que brujos y magos, explicando á su antojo las
llevar al hombre á- una singular ilusión. A Jove principium, dice el
voluntades de lo alto, se han atrevido también á constituirse en ejecutores
proverbio. Nada más falso. Son los hombres quienes han creado las
de esas voluntades; después de haber sentenciado las penas, se compla-
divinidades haciendo de ellas los jefes y los sacerdotes, instituyendo je-
cen en aplicarlas ó en hacerlas aplicar p o r sus fieles: justicieros por las pa-
rarquías, subordinando los débiles á los fuertes, los pobres á los ricos, los
labras, quieren serlo también por los actos. En los tiempos originarios de
Cándidos á los astutos, pero armando también á los oprimidos con el sen-
la vida de las naciones, antes que los fenómenos de diferenciación se rea-
timiento.de la rebeldía. L a sociedad imaginaria de los cielos corres-
lizasen en las funciones sociales primitivas, vemos comunmente c o n -
ponde á la sociedad real de la Tierra, y cuando las naciones tuvieron
fundirse las autoridades en la misma persona, sacerdote ó juez.
reyes que aspiraban á la monarquía universal, crearon al mismo tiempo
Pero aunque se imaginen por el pensamiento vivir como seres s u p e -
el dios soberano que dominaba desde el empíreo á los hombres y á los
riores, de naturaleza divina, fuera de la sociedad ambiente, los magos y
genios. A todas las oscilaciones de la humanidad respondía un movi-
los jueces no dejan de ser hombres como los demás, que toman ideas
miento de la misma naturaleza en el mundo de los dioses: la elevación y
y preocupaciones de la herencia ancestral. C o m o castigo á los q u e
la decadencia de los amos de la Tierra se doblaba en el espacio de la
quieren castigar, comienzan por aplicar la pena del talión, es decir, un
exaltación y del obscurecimiento de las divinidades de lo alto, porque
«sufrimiento ó una privación idéntica á la producida, herida por herida,
la imaginación de los hombres se modela siempre sobre la realidad.
enfermedad p o r enfermedad, muerte p o r muerte.
Mas por efecto de la persistencia de las instituciones, de la duración
Existe muy acreditado el error de identificar el talión con la venganza:
de las tradiciones, del hábito de las prácticas hereditarias, todos los que
un castigo idéntico á la falta pareció muy equitativo al principio, y hasta
se beneficiaban por el antiguo estado de cosas trataban de prolongarle
en el mismo condenado pudo confundirse su idea con la de la penitencia:
más allá del tiempo normal, y así se explica que reyes, sacerdotes y sus
el pecador arrepentido halla justo castigarse ó ser castigado de la misma
parásitos se hayan empeñado en conservar las imágenes que sus prede-
manera que pecó y en la medida de su falta
cesores habían creado en los cielos, en perpetuar las ceremonias religio-
L a venganza, el « g o l p e por g o l p e » de los niños, no es el único punto
sas y todos los convencionalismos morales que de ello se derivaban.
<le partida de la evolución penal. Según Tarde, este origen, aunque el
E l consentimiento unánime de millones y millones de hombres durante
más aparente, es de valor secundario: su génesis parece ser el castigo do-
muchas generaciones sucesivas, acabó por dar á vanas representaciones
méstico, correspondiente, por una parte, á la censura, por otra al remor-
solidez concreta, y , llegado el momento del peligro, cuando los amos
dimiento. s

recurren á los dioses, sus criaturas, el llamamiento de los poderosos de


A esta pena del talión, relativamente aceptada como justa, porque no
la tierra á los poderes del cielo no queda sin eco, porque el conjunto
de toda la organización política y social á que los dioses pertenece
1 <;. Tarde, Les Trans formaltón s <iu Droit, págs. 18, 21.
29S EL HOMBRE Y LA TIERRA
RELIGIONES Y JUSTICIA 2(J9

era comprendida, ¡ cuántos otros castigos, hasta el tormento y la muerte,


A h o r a bien, los actos del hombre varían infinitamente con el impulso
fueron infligidos por violaciones verdaderas ó supuestas de la moral pol- <le sus instintos y de sus atracciones; oscilan entre los extremos, teniendo
los detentadores del poder político y religioso! por móviles, de una parte, el amor y el sacrificio ilimitado, de otra, el
E l precepto fundamental del derecho imaginado p o r los que de él se furor del odio y de la venganza. « ¡ Cuántos males ha podido suscitar la
beneficiaban, consistía en apropiarse virtualmente la verdad, la justicia, religión ! » dijo el poeta. La religión añade ferocidad doble á la ferocidad
y, en recompensa, atribuirse la posesión real de los bienes terrestres. primera, así como en ocasiones exalta la ternura hasta el delirio. Con
T a l es una de las principales causas de esa institución que se ha llamado las diversidades de los medios, de las condiciones, de las herencias de
el tabú en las islas oceánicas y que se designa bajo tantas otras denomi- o d i o legadas por la guerra, contribuye á diferenciar las morales particula-
naciones, especialmente leyes, deberes y convencionalismos en el resto res de nación á n a c i ó n * « ¡ V e r d a d aquí, error allá!»
del mundo. Prohibición absoluta al v u l g o , á la turba de profanos y de
Pero si se toma la palabra «moral» en el fentido r e s t r i n g i d o - e l más
subditos, á veces á las mujeres y á los hijos, bajo pena de multa, de pri-
usual de conducta absolutamente conforme al altruismo, es cierto que
sión, de suplicios, de tocar á las frutas y manjares reservados á la mesa
la religión no ha podido ejercer sobre ella ninguna acción, como no sea
de los superiores, de participar en los placeres de los grandes, de ele-
para obscurecerla ó desnaturalizarla, perturbando las relaciones naturales
varse hasta el conocimiento de las revelaciones supremas. L a desigual- e n t r e los seres vivientes. Estas relaciones son primordiales: la moral al-
dad era el resultado humano de la apropiación de las riquezas, de la truista es tan antigua, más antigua aún, que la humanidad.
fuerza del poder; era preciso además darle una sanción divina, hacer de
Verdad es que los animales no han podido repetirse las famosas reglas
ella una de las fases del Universo.
formuladas por Budha, Confucio ó Cristo: « N o hagáis á otro lo que no
En todo caso, la religión, la «revelación d é l o alto», nada tiene q u e ver
•querríais que se os hiciera» y : «Haced á otro lo que deseéis que se os
con el sentimiento innato de la justicia, derivada enteramente de la moral,
haga». Pero si no tenían la palabra para predicarse esta moral los unos
concepción de las reglas que han de seguirse en las relaciones sociales. á los otros, han sabido practicarla. La adhesión absoluta, el sacrificio de
Por efecto de esa ilusión de óptica que se produce lo mismo en el la vida por el ser amado ó por la comunidad de parientes y amigos, se
mundo moral que en el material, los hombres suelen equivocarse sobre encuentran en la historia ordinaria de muchos g r u p o s animales, d e s d i el
el sentido real del movimiento cuando ellos mismos y el ambiente cam- hormiguero al nido y desde la covada á las familias superiores. Como
bian de lugar en sentido inverso: se creen inmóviles é imaginan que la <l.ce perfectamente un historiador filósofo, «la equidad y la bondad son
Naturaleza huye. Dan un carácter de permanencia dogmática á sus ilu- las dos columnas del equilibrio moral; semejantes á aquel olivo con que
siones religiosas contrastándolas con la conducta de la vida que suponen Uhses hizo el pie de su tálamo nupcial, arraigaron cuando nació la pri-
esencialmente incierta y desprovista de recta moral. L o contrario es lo mera tribu, y ninguna tempestad los desarraigará»
cierto: la moral existe por el hecho mismo de que esos individuos, anima-
Es incontestable que la ayuda mutua fué desde el origen uno de los
les ú hombres, viven en sociedad, mientras que las religiones, refiriéndose
más poderosos factores del progreso". ¿No es verdad también que en es-
sólo á lo desconocido y no viviendo más que de alucinaciones é hipóte-
tas ultimas décadas asistimos á la transformación del mundo antiguo en
sis, son un fenómeno secundario en el desarrollo general de los hombres.
<in mundo nuevo para c u y a creación la Ciencia se asocia hasta los radian-
E s muy cierto, no obstante, que en el curso de su duración las reli-
tes celestes y une á sus propias fuerzas las del Universo?
g i o n e s reaccionan muy enérgicamente sobre la conducta de los hombres
L a ayuda mutua, en toda s¿ amplitud, tal fué, en medio de los infini-
que las profesan: dirigen las pasiones humanas conforme á sus dogmas y
tos peligros de la existencia primitiva, la salvaguardia de los desgraciados
á los intereses de su culto, y lo que llaman especialmente «moral» es la
práctica de la vida que mejor les conviene.
And re Lcfebrc, Religions et Mythologies compartes.
300 EL HOMBRE Y LA TIERRA

y d¿ la raza misma. D e tal manera ha necesitado el hombre la ayuda


» i mutua que, solitario, se crea dos personalidades que se interrogan y se
iftM
responden. V i v o s los unos para los otros, aunque sacando la fuerza ini-

I cial de nuestro propio individuo; pretensión candida, infantil, ó quimera


•• "í de desesperado fué siempre querer, cada uno por sí, bastarse á sí mismo.
Puesto que las condiciones mismas de la vida lo e x i g e n , la estrecha soli-
daridad de hombre á hombre, es decir, la moral humana en su esencia,,
— ^ fué practicada siempre, no sólo entre los que están en estrecho contacto,
fJ: U
m sino también entre los muertos y los vivos, entre 4os que recorren su ca-
rrera consciente y los que existen aún.

•y 2'^vj ¡ Q u é precepto moral puede exceder en fuerza y en amplitud al dicho


.1 recogido por Radloff entre las poblaciones salvajes del A l t a i : «¡Cuando

[s
v a y a s á morir, no tires tu pan; antes de abandonar un campo, siém-
brale!»
ki DIVISIONES
<
%

f 3 f. s u
1 H. Vanbery, Sittenbildcr a:is dem Morgenlan.i, pág. 31
& B Y RITttO b E Lfl HISTORIA
Hl
gj|
Cada estremecimiento terrestre
corresponde d un balanceo de los cielos.

C A P Í T U L O VI

EL SOL LEVANTE Y EL S O L PONIENTE.


MERIDIANOS INICIALES. - C O N V E R G E N C I A Y DIVERGENCIA DE L A S RUTAS.
MARCHA DE L A CIVILIZACIÓN.

R
m- EMONTANDO en el pasado tan lejos como nos lo permite la
perspectiva de los acontecimientos conocidos ó descubiertos
por los sabios modernos, se observa y se comprueba q u e ,
hasta una época reciente, la mayor parte de la superficie terrestre estaba
dividida en áreas étnicas aisladas J a s unas de las otras, ó al menos b a s -
¡1 - .
íi'i t tante distintas para que la coherencia geográfica del territorio quedase
ignorada de los mismos habitantes.

Ninguna tribu de la América del Norte tenía la concepción de un


continente que se extiende desde el archipiélago polar hasta las tibias
I - 76

iMií: Mi:".*!,
¡i I
300 EL HOMBRE Y LA TIERRA

y d¿ la raza misma. D e tal manera ha necesitado el hombre la ayuda


» i mutua que, solitario, se crea dos personalidades que se interrogan y se
iftM
responden. V i v o s los unos para los otros, aunque sacando la fuerza ini-

I cial de nuestro propio individuo; pretensión candida, infantil, ó quimera


de desesperado fué siempre querer, cada uno por sí, bastarse á sí mismo.
Puesto que las condiciones mismas de la vida lo e x i g e n , la estrecha soli-
daridad de hombre á hombre, es decir, la moral humana en su esencia,,
— ^ fué practicada siempre, no sólo entre los que están en estrecho contacto,
fJ: U
m sino también entre los muertos y los vivos, entre 4os que recorren su ca-
rrera consciente y los que existen aún.

•y 2'^vj ¡ Q u é precepto moral puede exceder en fuerza y en amplitud al dicho


.1 recogido por Radloff entre las poblaciones salvajes del A l t a i : «¡Cuando

[s
v a y a s á morir, no tires tu pan; antes de abandonar un campo, siém-
brale!»
ki DIVISIONES
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1 H. Vanbery, Sittenbilder a:is dem Morgenlan.i, pig. 31

.
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« * B Y RITttO b E Lfl HISTORIA
Hl
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Cada estremecimiento terrestre
corresponde d un balanceo de los cielos.

C A P Í T U L O VI

EL SOL LEVANTE Y EL S O L PONIENTE.


MERIDIANOS INICIALES. - C O N V E R G E N C I A Y DIVERGENCIA DE L A S RUTAS.
MARCHA DE L A CIVILIZACIÓN.

R
m- EMONTANDO en el pasado tan lejos como nos lo permite la
perspectiva de los acontecimientos conocidos ó descubiertos
por los sabios modernos, se observa y se comprueba q u e ,
hasta una época reciente, la mayor parte de la superficie terrestre estaba
dividida en áreas étnicas aisladas J a s unas de las otras, ó al menos b a s -
¡1 - .
íi'i t tante distintas para que la coherencia geográfica del territorio quedase
ignorada de los mismos habitantes.

Ninguna tribu de la América del Norte tenía la concepción de un


continente que se extiende desde el archipiélago polar hasta las tibias
I - 76

iMií: Mi:".*!,
¡i I
MUNDO HISTÓRICO

aguas del mar de las A n t i l l a s ; hasta las tribus, que en sus largas emi- Esta zona de las tierras proto-históricas, de contornos muy indeci-
graciones habían recorrido el país de una á otra vertiente, no podían sos, se divide naturalmente, según la forma de sus orillas y su relieve, lo
formarse sino una idea muy v a g a de las regiones atravesadas, y sus mismo que por la repartición de los focos de civilización indígena, en
huellas se habían perdido como la estela de un barco en el mar. Asi- cuerpos geográficos bien determinados: las islas Chipre, Rodas, E u b e a ,
mismo, en la A m é r i c a meridional, las tierras de escasa elevación, q u e
forman la mayor extensión del gran cuerpo continental, y la mitad de las N.° 41. Territorios del Sol levante al Sol poniente.
regiones montañosas pertenecían á tribus errantes ó sedentarias, que (Véase pág. 304)

tenían un reducido horizonte geográfico. E n cuanto á las naciones


cultas de las mesetas, desde el A n a h u a c al Titicaca, estaban, por decirlo
así, suspendidas en el inmenso espacio, sin relaciones con el resto de la
humanidad.
L a América entera se halló separada del mundo histórico hasta una
época, solamente algunos siglos, anterior al descubrimiento de Guanahani
por Cristóbal Colón ; hasta pueden contarse muchas poblaciones ameri-
canas que permanecieron desconocidas largo tiempo después del descubri-
miento del doble continente ; no han sido unidas sino muy recientemente 1: 2 5 0 000 000

por los'viajeros al conjunto del g é n e r o humano. isoookiL

1. Imperio del Sol levante, el Japón.


S i el N u e v o Mundo ha permanecido hasta los últimos siglos fuera 2. País del rocío matinal, la Corea.
3. Imperio del Medio, la China.
del ciclo de la historia, el g r u p o de las masas continentales llamado 4" M an 5 ^ L % d e C a á í s P e - « ' l u m i n a d o por el Sol l e v a n t e » , - u n o de los nombres del
« Mundo A n t i g u o » tampoco le pertenece por completo. A n t e s de Vasco Demavend, cuya masa domina el mar.
5. Oriente. El nombre asirio de la Siria era Akkaru, que sigirifica Occidente.
de Gama, el A f r i c a formó parte de él solamente p o r la cuenca del Nilo y „~«Vu«Sfu50 Mlida del Sol » . - L o s países que costean el Mediterrá-
neo oriental llevan támbién el nombre de Levante.
7' 1 e í . 9 r ' e 8 ° " e s P e r o s — « p o n i e n t e » . — Nombre dado sucesivamente por los
por su litoral mediterráneo, E g i p t o , Cirenaica y Mauritania; inmensos griegos á Italia, por los romanos á España y á las islas del Atlántico oriental.
espacios en la vasta extensión del A s i a apenas habían entrado en el EGIÍKÍOSl^ndrés Lefévre) 3 S v e c e s á I t a l i a ; l o s A u s o n e s eran los «orientales» de los
8. MogreD. El país del poniente en árabe.
círculo del conocimiento humano, con las grandes tierras oceánicas y los 9. Reino de los Algarves - El Gharb, — igual nombre que el anterior.
10. O s t S e e - « mar oriental » . - N o m b r e dado por los Alemanes al Báltico.
g r u p o s insulares del mar del S u d . Asia, de Assia, para los asirios, el país del Sol Uvante.
Europa, de Ereb, para los Asirios, el país del Sol poniente.
L o s países que, en la lejana perspectiva de los tiempos, se nos p r e -
o c c i d e L r ? U ° A « f i , n r e i f h , a y H P r ? V Í n C Í ^ y P ° b l a c i ° n e s designadas por su posición oriental ú
sentan como surgiendo de la obscuridad de la noche para aclararse con I I T I N ! n S ' de E *, ,e .' y » « . se tiene Chan-tung, Chan-Nsi, Kwan-
M / Í I „ ! W » ' L"ao-tung, K i a n g - N s i ; en Alemania, Westfalia; en Inglaterra Essex,
luz crepuscular, se suceden desdé el Atlántico al Pacífico, en g r a d o diver- casos en n n ) P TV^| X i^Y, ESTM,NSTER , ; (
casos en que el calificativo es explícito (Pirineos Orientales).
F * N D . E S ' 0 S A E N D E - Ostkerke, etc. No mencionamos los

samente luminoso y en límites desiguales. L o s territorios que sintieron »ír/ríí® y K, s e í?' '^"
1 m u c h o menos: mar del Norte. Suffolk, Norfolk, departa-
mento del Norte, Normandía, Southerons (nombre dado á los ingleses por los escoceses), etc.
la influencia g r i e g a y romana, la meseta de Irán y los montes de Arabia,
la India y la llanura que recorren los ríos chinos constituyen esta zona S i c i l i a ; las penínsulas, A t i c a , A r g ó l i d a , Italia; las cuencas fluviales,
de la primera historia, c u y o sinuoso eje se marca al Oeste por la d e p r e - Nilo, Eufrates, Indus y Ganges, f í o A m a r i l l o y río A z u l ; las mesetas y
sión del Mediterráneo, al Este por el diafragma de montañas llamado las montañas A n a h u a c y Tibet, Pirineos y Cáucaso. Esas diversas indi-
Immaus por los A n t i g u o s (Himalaya). Quizá podrían añadirse las islas vidualidades de la superficie planetaria se subdividen á su vez en cuerpos
del Océano Indico que forman el séquito de las penínsulas gangéticas y menores, y por otra parte se agrupan en vastas comarcas que presentan
la Insulinda propiamente dicha. los mismos caracteres generales, rasgos comunes, frecuentes relaciones
mutuas ; la proximidad territorial, las semejanzas y los choques de causa y de luz deslumbradora, se reservaría especialmente al Sahara y á los
á efecto en el desarrollo histórico permiten reunir bajo una misma deno- otros desiertos de la zona tórrida, de los dos lados del E c u a d o r de
minación países geográficamente distintos, habitados p o r pueblos dife- donde resudaría en buena lógica que la palabra « N o r t e » habría de
rentes. aplicarse á la vez á las tierras heladas del hemisferio boreal y á las del
Verdad es que se pueden designar las partes de la T i e r r a por su hemisferio austral; pero semejante convención sería demasiado contraria
posición relativamente á los puntos cardinales ; pero en este caso los tér- á todos los usos para tener la menor probabilidad de ser adoptada, y por
minos empleados no pueden tener sino un sentido muy relativo : t o m á n - consiguiente el término « Sud », conservando forzosamente una signifi-
dose cada individuo, como lo es de hecho, por el centro del universo, cación de g e o g r a f í a estricta, no se refiere sino á la posición de las tierras
tiene su « n o r t e » y su «mediodía», su «oriente» y su « o c c i d e n t e » ; y relativamente al polo ártico. D e una manera general, conforme al l e n -
por pura concesión y abandono de la realidad especial á su persona, g u a j e ordinario, el Ecuador limita el Norte y el Sud, pero, más e s p e c i a l -
consiente en servirse de expresiones conformes al uso geográfico. mente y sin explicación necesaria, representa la división natural indicada
D e ese modo el Provenzal dice ser « del Mediodía », aunque su lugar p o r las mismas formas continentales : A m é r i c a se encuentra naturalmente
natal no esté ni al sud ni al norte, y el nombre de « L e v a n t i n o s » se dividida en Norte y Sud por el mar Caribe y el pedúnculo de los
aplica de una manera general á todos los habitantes de costumbres y de . istmos ; el Mediterráneo es otra zona de separación formada por la Na -
lenguas europeas que viven en los puertos occidentales del A s i a . turaleza, entre Europa, continente septentrional, y Africa, continente
Sin embargo, á consecuencia del gradual cambio de residencia de meridional. Más al Este, la línea divisoria es menos clara ; no obstante,
los centros de civilización, sucede forzosamente que tal ó cual país recibe el contraste de los climas del Norte y del Sud se marca perfectamente
nombres que indican precisamente que la posición relativa de la comarca por las vertientes opuestas de las montañas que, bajo diversos nombres,
ha cambiado por completo. Por ejemplo, el A s i a (•anterior», que fué se continúan del Cáucaso y del Demavend al Himalaya. Pero c o m p l e -
para los Asirios el Occidente p o r excelencia, se convirtió para los Bizan- tamente al este del continente asiático, la línea de división entre Norte
tinos en la comarca del S o l levante, la Anatolia (Natolia, N a d o l o ) ; y S u d es difícil de trazar: se confunde con la raíz de la gran península
después, el «Imperio de O r i e n t e » , el heredero de Roma para una buena indo-china.
mitad del antiguo mundo ecuménico, abrazó en su extenso dominio el
exarcado de Rávena, situado en esa misma península de Italia, llamada Frecuentemente también se ha tratado de establecer una diferencia-
antes Hesperia, la « T i e r r a del S o l poniente». oión precisa entre el Este y el Oeste, y y a , según las ideas dominantes y
L a s palabras « E s t e » y « O e s t e » cambian, pues, de sentido en el las diversas comarcas, los g e ó g r a f o s han escogido líneas meridianas de
curso de las edades, y , para obtener más precisión en el significado real partición, dividiendo el mundo en dos mitades, consideradas la una como
de estos términos, se ha debido, como en la botánica y en la zoología, oriental, la otra como occidental. E l meridiano de París, el de Greenwich,
añadir un calificativo al nombre de los países: «Oriente eslavo», «Oriente que se ha adoptado ahora, salvo algunas excepciones sin importancia, p o r
g r i e g o » , «Oriente chino», « E x t r e m o Oriente». A s í , en los Estados los marinos del mundo entero, no podrán tener más que un valor muy con-
Unidos, se distingue entre el « E s t e » , el « O e s t e » y el « G r a n O e s t e » vencional para la facilidad de los cálculos astronómicos entre la ascensión
(Far West). L o s canadienses hablan también del «Gran N o r t e » . y el descenso del S o l , entre el Oriente y el Poniente; pero no coinciden en
S e ha tratado, no obstante, de dar á los términos muy relativos que nada con una línea de separación natural. Entre todos los meridianos que
sirven para designar los puntos cardinales, un valor convencional defini- los astrónomos han llevado de polo á polo, uno solo, el que había de unir
tivo, comprendido por todos los g e ó g r a f o s . De este modo la palabra
i Cari Ritter, De la Conjiguration des Continents, trad. de E. Reclus, «Revue Germani-
« S u d » ó « Mediodía », asociada casi siempre á la idea de calor excesivo que», nov. 1859.

1 — 76
3O6 EL HOMBRE Y LA TIERRA ESTE Y OESTE 307

la Groenlandia á las tierras antárticas pasando por la isla de Hierro, pare- medio del Mediterráneo y de los otros mares interiores. P e r o esta
cía confundirse con una división geográfica, puesto que sigue en casi toda frontera, en gran parte artificial, especialmente en la travesía del A s i a
su longitud el foso del Atlántico entre el A n t i g u o y el Nuevo,Mundo. La Menor, pasa p o r medio de poblaciones sujetas á las mismas influencias
conservación de este meridiano habría acabado por fijar la significación
de las palabras Este y Oeste, dándoles por sinónimos las expresiones N.° 42. Algunos meridianos Inicíales.

Mundo A n t i g u o y N u e v o Mundo. Hasta cierto punto de vista, la cosa


hubiera sido justa, puesto que la América, situada al Occidente de Europa,
ha sido descubierta por navegantes que singlaban hacia el O e s t e ; pero
estudiando el conjunto de las tierras que siguen su orden, se hace constar
que la masa del doble triángulo americano coqtinúa exactamente la curva
del A s i a alrededor de la gran depresión oceánica : desde el punto de vista
de la génesis de las tierras, se encuentra, pues, al este del Mundo A n t i -
g u o , y la línea meridiana más lógica resulta la que pasa por el estrecho
de Bering en la inmensidad del Pacífico.
Si hay empeño, como es conveniente, en escoger una línea de sepa-
ración normal entre el Este y el Oeste, no sólo á causa de sus ventajas
Sscalo del Ecuador 1: 45ù Oùù 000
geográficas, sino especialmente en razón de la influencia que ese trazado o jooo toooo kil.
de división ha determinado en la historia misma, se podrá fijar, hacia el
principio de las edades entrevistas por la ciencia del pasado, én la zona POSICIONES CON RELACIÓN X LOS DE
MERIDIANOS INICIALES
Greenwich Paris Bering
media del Mundo A n t i g u o á c u y o s dos lados los acontecimiéntos tomaron (grado») (grado») (grado»;
1. Washington 2' O" W 22' 15" w
el carácter más original y distinto. Una primera división de ese género, 11 178,6889
26' 9' 45" w
2. St. Michel (Azores) M. Chaucourtois 79o

Isla de Hierro (Ferro) 28 o 30' o" W '44.7750


muy justificada respecto á ciertas consideraciones, es la que dió sus nom- 3- 39' -0" w o' o" w «39.'0«3
San Fernando (Espana) 42' o" W 2 0 °
2' 15" W
t Greenwich 6° 1 29,8000
bres al Asia y á E u r o p a : para los Asirios, el país de A s i a , c u y o nombre 20' 15" W "7,3333
6. Paris 2" 20' i5 2°
o
7- (M. ß o u i h i l l i e r de Beaumont) 12° 20' !i>
125,7750
10° o' o" E 119,1083
se ha modificado diversamente después, era la región iluminada por los Pulkowa
3 ulkowa fPetersburool.
(Petersburgo). . . . 30 o 19' l5
8.
59' o" E
9- Udjein 75° 52' o 3«' 45" E
rayos del Sol levante ; y el país de Ereb — Europa — comprendía todas 10. Pekín (Observatorio imperial). 116° 28' 49 8' 3 4 " E 49.679«
las comarcas que se extienden hacia la púrpura de la tarde. E s cierto
11. T o k i o
12. Conical Hill (M. de Sarrauton).
'3- ,Bering
, (E. Reclus)
139° 46' ' 5
17 o 30' o
169 o o' o
26' o" E
to' 15" W
171° 20' 15" W
'39 %
34,1528

que la división geográfica entre los dos continentes, marcada por las 14. Linea á c u y o paso se adelanta un día la fechad bordo de los b u q u e s que van hacia eoí O e s t e
y se retrasa otro tanto á bordo de los barcos que van hacia el Este.
ramificaciones orientales del Mediterráneo, corresponde á una diferencia _ , ^ c i i r a s 0 d , e l borde inferior del cuadro corresponden á la división del E c u a d o r e n 360°,
contados de o° á i8o° Este y de o" á .80° Oeste de Greenwich ; las cifras del borde s u p e r i o í
considerable en el movimiento histórico de las comarcas ribereñas; sin corresponden á la división del Ecuador en 240 grados, contados en un solo sentido de Este á

embargo, los resultados generales de la historia comparada nos prueban con e í 1 4 » W r Greenwich a n ° qU * a l r a v i e s a la , s l a ' ^ t m a n o f f (Diomedes) y está identificado
La división de M de Sarrauton está determinada por el faro del Cabo Verde, c u y o meri-
que es preciso buscar mucho más al este d é l a costa de Siria el meridiano diano (unos 17° 30' W Greenwich) está numerado 140; propone la división del Ecuador en
240 grados y el meridiano inicial corta entonces el continente americano cerca del Cabo del
de división entre las dos mitades del mundo que mejor merecen los Príncipe de Gales á través de Conical Hill.

nombres convencionales de Este y Oeste, de Oriente y Occidente.


Parecería muy natural á primera vista fijar esta línea de separación de suelo y de clima, participando en los mismos movimientos históricos
en el límite de las cuencas fluviales que se inclinan de un lado hacia los y compuestas en gran parte de elementos de la misma procedencia étnica.
mares de la India y de la China y de otro hacia el Atlántico p o r inter- Es necesario retroceder al verdadero límite entre el mundo occidental y
3O6 EL HOMBRE Y LA TIERRA ESTE Y OESTE 307

la Groenlandia á las tierras antárticas pasando por la isla de Hierro, pare- medio del Mediterráneo y de los otros mares interiores. P e r o esta
cía confundirse con una división geográfica, puesto que sigue en casi toda frontera, en gran parte artificial, especialmente en la travesía del A s i a
su longitud el foso del Atlántico entre el A n t i g u o y el Nuevo,Mundo. La Menor, pasa p o r medio de poblaciones sujetas á las mismas influencias
conservación de este meridiano habría acabado por fijar la significación
de las palabras Este y Oeste, dándoles por sinónimos las expresiones N.° 42. Algunos meridianos inicíales.

Mundo A n t i g u o y N u e v o Mundo. Hasta cierto punto de vista, la cosa


hubiera sido justa, puesto que la América, situada al Occidente de Europa,
ha sido descubierta por navegantes que singlaban hacia el O e s t e ; pero
estudiando el conjunto de las tierras que siguen su orden, se hace constar
que la masa del doble triángulo americano coqtinúa exactamente la curva
del A s i a alrededor de la gran depresión oceánica : desde el punto de vista
de la génesis de las tierras, se encuentra, pues, al este del Mundo A n t i -
g u o , y la línea meridiana más lógica resulta la que pasa por el estrecho
de Bering en la inmensidad del Pacífico.
Si hay empeño, como es conveniente, en escoger una línea de sepa-
ración normal entre el Este y el Oeste, no sólo á causa de sus ventajas
Sscalo del Ecuador 1: 45ù Oùù 000
geográficas, sino especialmente en razón de la influencia que ese trazado o jooo toooo kil.
de división ha determinado en la historia misma, se podrá fijar, hacia el
principio de las edades entrevistas por la ciencia del pasado, én la zona POSICIONES CON RELACIÓN X LOS DE
MERIDIANOS INICIALES
Greenwich París Bering
media del Mundo A n t i g u o á c u y o s dos lados los acontecimiéntos tomaron (grado») (grado») (grado»;
1. Washington 2' O" W 22' 15" w
el carácter más original y distinto. Una primera división de ese género, 11 178,6889
26' 9' 45" w
2. St. Michel (Azores) M. Chaucourtois 79o

Isla de Hierro (Ferro) 28 o 30' o" W '44.775o


muy justificada respecto á ciertas consideraciones, es la que dió sus nom- 3- 39' -0" w o' o" w i39.'0«3
San Fernando (Espana) 42' o" W 2 0 °
t Greenwich 6°
2' 15" W 129,8000
bres al Asia y á E u r o p a : para los Asirios, el país de A s i a , c u y o nombre 6. Paris
20' i5" W "7,3333
2" 20' i5 2°
o 125,7750
7- (M. ßouthillier de Beaumont) 12° 20' !Í> 10° o' o" E
se ha modificado diversamente después, era la región iluminada por los 8. Pulkowa
3 ulkowa fPetersburool.
(Petersburgo). . . . 30o 19' l5 119,1083
59' o" E
9- Udjein 75° 52' o 3«' 45" E
rayos del Sol levante ; y el país de Ereb — Europa — comprendía todas 10. Pekín (Observatorio imperial). II 6o 28' 49 8' 34" E
%
11. T o k i o 49,679«
' 3 9 ° 46' ' 5 26' o" E 34,'528
las comarcas que se extienden hacia la púrpura de la tarde. E s cierto 1 2 . Conical Hill (M. de Sarrauton). 17o 30' o to' ib" W '39
'3- ,Bering
, (E. Reclus) 169 o o' o 1 7 1 o 20' 15" W
que la división geográfica entre los dos continentes, marcada por las 14. Linea á c u y o paso se adelanta un día la fechad bordo de los b u q u e s que van hacia eoí O e s t e
y se retrasa otro tanto á bordo de los barcos que van hacia el Este.
ramificaciones orientales del Mediterráneo, corresponde á una diferencia _ , ^ c i i r a s 0 d , e l borde inferior del cuadro corresponden á la división del E c u a d o r e n 360 o ,
contados de o° á i8o° Este y de o" á .80° Oeste de Greenwich ; las cifras del borde s u p e r i c i
considerable en el movimiento histórico de las comarcas ribereñas; sin corresponden á la división del Ecuador en 240 grados, contados en un solo sentido de Este á

embargo, los resultados generales de la historia comparada nos prueban con e í 1 4 » W r Greenwich a n ° qU * a l r a v i e s a la , s l a ' ^ t m a n o f f (Diomedes) y está identificado
La división de M de Sarrauton está determinada por el faro del Cabo Verde, c u y o meri-
que es preciso buscar mucho más al este d é l a costa de Siria el meridiano diano (unos 17° 30' W Greenwich) está numerado 140; propone la división del Ecuador en
240 grados y el meridiano inicial corta entonces el continente americano cerca del Cabo del
de división entre las dos mitades del mundo que mejor merecen los Príncipe de Gales á través de Conical Hill.

nombres convencionales de Este y Oeste, de Oriente y Occidente.


Parecería muy natural á primera vista fijar esta línea de separación de suelo y de clima, participando en los mismos movimientos históricos
en el límite de las cuencas fluviales que se inclinan de un lado hacia los y compuestas en gran parte de elementos de la misma procedencia étnica.
mares de la India y de la China y de otro hacia el Atlántico p o r inter- Es necesario retroceder al verdadero límite entre el mundo occidental y
O RI E N T E Y OCCIDENTE

nal y central, esta ancha banda de separación está formada de una serie
el mundo oriental de modo que se rechace del lado del Oeste toda la
de eminencias que comprende el nudo capital del sistema montañoso de
vertiente de los dos ríos g e m e l o s , el T i g r i s y el Eufrates, lo mismo que
la Eurasia y no está cortada sino á raros intervalos por pasos accesibles
las principales cimas del Irán. Esta región de Persia y de Media, de
á los guerreros y á los mercaderes. Esas puertas difíciles eran las únicas
Asiria y de Caldea, está íntimamente asociada en su historia con los
países del Mediterráneo, en tanto que sus relaciones con el mundo de
Oriente fueron siempre menos activas y más frecuentemente inte- N . " Z o n a de despoblación entre el Orlente y el Occidente.

rrumpidas.

L a verdadera zona de separación está indicada en el centro de A s i a


por una región territorial que se distingue por el alto relieve del suelo á
la vez que por la escasez de los habitantes. E n t r e la Mesopotamia,
c u y a s inmensas multitudes levantaron en otro tiempo la T o r r e de Babel,
y las llanuras gangéticas de la India, donde se cuentan hasta ochocientos
habitantes por kilómetro cuadrado, una zona media q u e apenas contiene
uno ó dos individuos por término medio para el mismo espacio, se dirige
desde el g o l f o de Omán hacia el Océano A r t i c o ; comienza inmediata-
mente al oeste de la cuenca del Indus en las regiones casi desiertas del
Baluchistán, sembradas de escasos oasis, continuándose por los montes
de Khirtar y Sulaiman-dagh y conteniendo en sus ásperos valles tribus
de montañeses frecuentemente diezmados por la g u e r r a . A l noroeste del
Indostán, las altas cimas del Hindu-kuch y otras, inferiores sólo al Hima-
laya, marcan los límites de partición, prolongándose por las mesetas de
tan difícil acceso, á las cuales se ha dado el nombre de « T e j a d o del
Mundo », y que, flanqueadas al Norte por aristas paralelas, van á juntarse Menos de 1 habitante por kil¿ cuadrado
De / á 5 habitantes » » »
en el macizo de los «Montes Celestes». A l otro lado de esas potentes
De 5 A 25 » » ,, »
rocas con diadema de glaciares, la zona poco habitada continúa en la De 25 á 50 » » »
Más de 50 » „ „ »
gran depresión siberiana hacia las riberas salinas del l a g o Balkach, des-
r 120 ooo ooo
pués al norte de la cadena del T a r b a g a t a i , hacia las estériles soledades 0
*
1000
»
3000
' • •"«000» •»000
3000
• iKM.. •»
de Semipalatinsk, la « Estepa del H a m b r e » ; p o r último, el entredós casi
desierto comprendido entre las cuencas del Obi y del Yenisei va á unirse
á las tundras de suelo congelado. L a s investigaciones de Gmelin y que permitían comunicar las poblaciones de las dos vertientes, las civili-

otros naturalistas han demostrado que, á lo menos respecto de la fauna, zaciones respectivas del Occidente y del Oriente. Del mismo modo que

la verdadera separación entre E u r o p a y A s i a se halla en esas tierras bajas un deslizamiento del suelo puede oóstruir repentinamente la corriente de

y áridas y no sobre las verdosas alturas de los Montes Urales. un río, la incursión de una tribu de montañeses podía cerrar c o m p l e t a -
mente el tránsito entre el Este y el Oeste, cortando nuevamente el Mundo
E l Mundo A n t i g u o está así dividido en dos mitades distintas, teniendo
en dos. Y esto se produjo varias veces.
una masa continental casi de igual extensión. En toda su parte meridio-
EL HOMBRE Y LA TIERRA CENTROS DE CIVILIZACIÓN

A f g h a n o s y T u r k m e n o s detuvieron frecuentemente el paso de los p u n t o : en la lucha por el poder, el Occidente obtuvo la ventaja hasta
ejércitos ; con más frecuencia aún no se aventuraron éstos más que á la nuestros días; las naciones de esta vertiente acreditan á la vez más ini-
entrada de las gargantas, temiendo el largo y áspero camino en temibles ciativa progresiva y mayor potencia de regeneración. Y , sin embargo,
comarcas, sin albergues para reposar ni provisiones. Para atravesar esas todo parecía indicar que el Este fuese la mitad privilegiada del p l a n e t a :
formidables barreras, necesitaron los Daríos, los A l e j a n d r o s , los Mahmud, vistas en su conjunto, las naciones de la vertiente oriental tuvieron su
los Baber y los A k h b a r todos los recursos en hombres y en dinero de período de superioridad r e a l ; hasta pudo preverse que la tomarían de
poderosos imperios. A u n en nuestros días, las regiones montañosas de nuevo y que, así como el Atlántico despojó al Mediterráneo de su p o s i -
la línea de partición oponen grandes obstáculos al tránsito, á pesar de ción suprema sobre la Tierra, gradualmente empequeñecida, el Gran
los caminos, los caravanserails y los puertos de refugio. Océano asumirá sobre el foso del A t l á n t i c o la preponderancia que le

A d o p t a n d o este criterio, se establece claramente p a j a todas las e x - aseguran su extensión y el semicírculo de sus riberas, espina dorsal de
*

tensiones terrestres el sentido general de las expresiones Este y Oeste. todo el organismo continental.
Del lado oriental, toda la parte de A s i a que se inclina hacia el mar de las
Indias propiamente dicho y hacia el Pacífico se continúa por las grandes Sin tratar de establecer aquí de qué comarcas partieron los primeros
islas y los archipiélagos que existen en la vasta superficie de las aguas impulsos, es p r o b a b l e que la plaza material ocupada hace tres mil años
casi hasta las costas de A m é r i c a . Del lado occidental, las penínsulas por las naciones que y a tenían conciencia de su vida en la historia del
anteriores de A s i a y las cuencas del Caspio y del Obi se juntan á Europa, mundo, era menor al occidente que al oriente del diafragma asiático.
á todo el mundo mediterráneo, al continente africano y más allá del Los valles y las mesetas que poblaban los Medas y los Persas, las l l a n u -
Atlántico abrazan las tierras americanas. Porque ese doble continente ras de la Asiria y de la Caldea, la comarca de los Hittites, de los hijos de
que mira hacia el Este por sus estuarios, por los valles de sus grandes Israel y de Ismael, las costas de los Fenicios, las de los S á b e o s y de los
ríos y las pendientes de sus fecundas llanuras, pertenecen incontestable- Himiaritas, las orillas del Nilo, las islas de Chipre y de Creta, por último,
mente, tanto bajo la relación de su historia, como por su orientación las partes del Asia anterior donde germinó la civilización que después
geográfica, al cosmos europeo. Permanece vuelto hacia E u r o p a , hasta había de florecer tan maravillosamente en Grecia, al otro lado del mar
que se abra ampliamente la gran puerta de Panamá para dar toda su E g e o , todas esas comarcas sólo formaban un estrecho territorio en com-
iniciativa comercial á Valparaíso, al Callao y San Francisco. paración de las vastas extensiones del A s i a sud-oriental, desde el Indus

No hay duda que la mayor parte de las naciones y de las tribus, al río Amarillo, y hasta la Siberia meridional, tan rica en inscripciones

permaneciendo largo tiempo separadas unas de otras en humanidades de las edades desaparecidas. Y aun ha de añadirse á ese vasto territorio

distintas, prosegiñan su existencia sin tener la menor idea de esa diferen- asiático una gran parte del archipiélago malayo, c u y a civilización es

ciación entre Oriente y Occidente ; pero desde las primeras edades en ciertamente de fecha antiquísima. Finalmente, las tierras oceánicas,

que los grandes pueblos del Mundo A n t i g u o tuvieron conocimiento de esparcidas sobre una extensión líquida tan grande como todas las masas

su historia, conocieron el valor que tiene esa cumbre que separa las dos continentales del Mundo A n t i g u o , parecen haber formado parte de un

vertientes. L a evolución humanarse verifica de diferente modo en cada área c u y o desarrollo histórico era superior al de las poblaciones europeas

lado, y cada siglo aumentó la divergencia originaria de esta evolución, en la época de los Pelasgos.

gravitando por un lado hacia el gran mar, y por otro hacia la cuenca del E s cierto que las tribus salvajes de E u r o p a durante"la edad de piedra
Mediterráneo. ¿ Cuál de esas manifestaciones estaba destinada á produ- se extendieron en todos sentidos y recorrieron comarcas muy distantes
cir más importantes consecuencias y á contribuir en m a y o r escala á la unas de otras ; pero la condición política y social de esas tribus no ofrecía
educación del g é n e r o humano ? Actualmente no cabe duda sobre este cohesión suficiente para que fuese posible fijar la memoria de todas sus
CIVILIZACIÓN ORIENTAL Y OCCIDENTAL

idas y venidas. Sus viajes permanecieron ignorados como si jamás


incontestable, sólo reposa evidentemente sobre el recuerdo del largo
hubieran tenido lugar, en tanto que las emigraciones también d e s c o n o -
antagonismo existente entre poblaciones lanzadas unas contra otras por
cidas de los insulares del Pacífico se encontraban al menos unidas, por el
la guerra ó por los intereses comerciales en las diversas épocas de su
lazo de las navegaciones malayas, al mundo de la India insular y conti-
vida política y social: en realidad la simple exposición de los hechos ha
nental : de ese modo los orientales podían formarse una idea de ese mar
sido tomada por una explicación. Entre una civilización decadente y
inmenso, sembrado de una vía láctea de islas é islotes, que se extiende
una sociedad en plena vida de crecimiento, las condiciones no son i g u a -
en la anchura de la costa de A s i a á distancias grandísimas. E n aquellas
les : para juzgarlas con perfecta equidad, es preciso colocarse en períodos
lejanas regiones no hubieran podido concebir el Océano, como lo hicie-
correspondientes de su vida colectiva. Sería injusto, por ejemplo, com-
ron los g r i e g o s , como un simple río que encerraba con su estrecha
parar los Estados Unidos en su triunfante juventud con la China en su
corriente las tierras continentales; el indio y el malayo le considerarían
edad senil. .Separando, pues, esa supuesta diferencia esencial de las
más bien como un espacio sin límites que iba á perderse en el infinito de
razas, han de estudiarse las condiciones telúricas del mundo oriental,
los cielos.
buscando en ellas las causas del retraso de su desarrollo, comparado con
E l Este se encontraba así entonces grandemente adelantado sobre el
los progresos del Occidente.
Oeste, á la vez por la extensión de su dominio conocido y por la mayor
En primer lugar, el Gran Océano, con sus millares de islas, sólo tiene
cohesión de sus pueblos. Pero transcurridos treinta siglos, y sin que
para su inmensa extensión líquida una corta proporción de tierras e m e r -
haya habido regresión por su parte, porque de una manera general la
gentes, aparte del árido continente australiano; los centros de civiliza-
evolución se ha hecho en todo lugar en el sentido de lo mejor por
ción, tales como Samoa, Taiti, los g r u p o s de T o n g a y de Fidji, separados
el aumento de los conocimientos, ha sido singularmente distanciado.
unos de otros por largas distancias y con escasa población, no podían
Hasta se ha emitido la idea que la precocidad de la civilización oriental
ejercer influencia considerable, por ser los archipiélagos demasiado
podría haber sido la causa de esa detención del desenvolvimiento; por-
estrechos para dar nacimiento á un gran foco de irradiación intelectual.
que demasiado apresuramiento en el esfuerzo trae siempre consigo más
La Nueva Zelanda, bastante amplia para llegar á ser la residencia de una
rápido cansancio '. H a y escritores que se entregan á fantasías místicas,
nación poderosa, se halla demasiado apartada de las vías históricas, en
y tomando por base de sus argumentos una especie de predestinación,
los solitarios mares del Sud ; por lo demás, se ha colonizado tarde y
han tratado de explicar el contraste entre el Este y el Oeste p o r una
apenas se han sucedido en su territorio treinta generaciones.
diferencia de raza original é indestructible. L o s dos mundos, dicen, se
En cuanto á las islas ecuatoriales, desde Borneo á la Papuasia
diferencian en principio desde sus comienzos; el espíritu de los orienta-
(Nueva Guinea), son grandes y están muy favorablemente situadas en el
les es nebuloso y quimérico, inclinado á los refinamientos sutiles y á las
ángulo sud-oriental del continente de A s i a , en el eje del movimiento
ambigüedades contradictorias, y obra en sentido inverso de la inteligen-
general de la civilización ; la riqueza misma de su vegetación forestal y
cia de los occidentales, q u e está dotada del genio de la observación, de
las facilidades de la existencia permitieron á los aborígenes mantenerse
una rectitud natural de pensamiento, de la comprensión de las cosas. El
en su aislamiento primitivo, y la mayor parte de esos archipiélagos mag-
mito de la Serpiente en el Paraíso Terrestre, simbolizando á los ojos de
níficos quedaron así fuera de la marcha del progreso. L o s aventureros
esos escritores la influencia perniciosa del Oriente, dominaría todas las
malayos, lo mismo que los colonos Me razas diferentes, se contentaron
relaciones de un mundo á otro.
con ocupar las costas ; el interior quedó inexplorado, y á veces se halló
Concepción semejante, q u e daría á los occidentales una superioridad
completamente cerrado por el espesor de los bosques, donde se oculta-
ban los « corta cabezas ». Sólo dos grandes islas, las más próximas al
1 Gaétan Delaunay, Mémoire sur Pin/eriorité des Civilisations pricoces.
continente asiático, Sumatra y Java, se. unen al mundo civilizado del

I — 78
CIVILIZACIÓN ORIENTAL Y OCCIDENTAL

idas y venidas. Sus viajes permanecieron ignorados como si jamás


incontestable, sólo reposa evidentemente sobre el recuerdo del largo
hubieran tenido lugar, en tanto que las emigraciones también d e s c o n o -
antagonismo existente entre poblaciones lanzadas unas contra otras por
cidas de los insulares del Pacífico se encontraban al menos unidas, por el
la guerra ó por los intereses comerciales en las diversas épocas de su
lazo de las navegaciones malayas, al mundo de la India insular y conti-
vida política y social: en realidad la simple exposición de los hechos ha
nental : de ese modo los orientales podían formarse una idea de ese mar
sido tomada por una explicación. Entre una civilización decadente y
inmenso, sembrado de una vía láctea de islas é islotes, que se extiende
una sociedad en plena vida de crecimiento, las condiciones no son i g u a -
en la anchura de la costa de A s i a á distancias grandísimas. E n aquellas
les : para juzgarlas con perfecta equidad, es preciso colocarse en períodos
lejanas regiones no hubieran podido concebir el Océano, como lo hicie-
correspondientes de su vida colectiva. Sería injusto, por ejemplo, com-
ron los g r i e g o s , como un simple río que encerraba con su estrecha
parar los Estados Unidos en su triunfante juventud con la China en su
corriente las tierras continentales; el indio y el malayo le considerarían
edad senil. .Separando, pues, esa supuesta diferencia esencial de las
más bien como un espacio sin límites que iba á perderse en el infinito de
razas, han de estudiarse las condiciones telúricas del mundo oriental,
los cielos.
buscando en ellas las causas del retraso de su desarrollo, comparado con
E l Este se encontraba así entonces grandemente adelantado sobre el
los progresos del Occidente.
Oeste, á la vez por la extensión de su dominio conocido y por la mayor
En primer lugar, el Gran Océano, con sus millares de islas, sólo tiene
cohesión de sus pueblos. Pero transcurridos treinta siglos, y sin que
para su inmensa extensión líquida una corta proporción de tierras e m e r -
haya habido regresión por su parte, porque de una manera general la
gentes, aparte del árido continente australiano; los centros de civiliza-
evolución se ha hecho en todo lugar en el sentido de lo mejor por
ción, tales como Samoa, Taiti, los g r u p o s de T o n g a y de Fidji, separados
el aumento de los conocimientos, ha sido singularmente distanciado.
unos de otros por largas distancias y con escasa población, no podían
Hasta se ha emitido la idea que la precocidad de la civilización oriental
ejercer influencia considerable, por ser los archipiélagos demasiado
podría haber sido la causa de esa detención del desenvolvimiento; por-
estrechos para dar nacimiento á un gran foco de irradiación intelectual.
que demasiado apresuramiento en el esfuerzo trae siempre consigo más
La Nueva Zelanda, bastante amplia para llegar á ser la residencia de una
rápido cansancio '. H a y escritores que se entregan á fantasías místicas,
nación poderosa, se halla demasiado apartada de las vías históricas, en
y tomando por base de sus argumentos una especie de predestinación,
los solitarios mares del Sud ; por lo demás, se ha colonizado tarde y
han tratado de explicar el contraste entre el Este y el Oeste p o r una
apenas se han sucedido en su territorio treinta generaciones.
diferencia de raza original é indestructible. L o s dos mundos, dicen, se
En cuanto á las islas ecuatoriales, desde Borneo á la Papuasia
diferencian en principio desde sus comienzos; el espíritu de los orienta-
(Nueva Guinea), son grandes y están muy favorablemente situadas en el
les es nebuloso y quimérico, inclinado á los refinamientos sutiles y á las
ángulo sud-oriental del continente de A s i a , en el eje del movimiento
ambigüedades contradictorias, y obra en sentido inverso de la inteligen-
general de la civilización ; la riqueza misma de su vegetación forestal y
cia de los occidentales, q u e está dotada del genio de la observación, de
las facilidades de la existencia permitieron á los aborígenes mantenerse
una rectitud natural de pensamiento, de la comprensión de las cosas. El
en su aislamiento primitivo, y la mayor parte de esos archipiélagos mag-
mito de la Serpiente en el Paraíso Terrestre, simbolizando á los ojos de
níficos quedaron así fuera de la marcha del progreso. L o s aventureros
esos escritores la influencia perniciosa del Oriente, dominaría todas las
malayos, lo mismo que los colonos Me razas diferentes, se contentaron
relaciones de un mundo á otro.
con ocupar las costas ; el interior quedó inexplorado, y á veces se halló
Concepción semejante, q u e daría á los occidentales una superioridad
completamente cerrado por el espesor de los bosques, donde se oculta-
ban los « corta cabezas ». Sólo dos grandes islas, las más próximas al
1 Gaétan Delaunay, Mémoire sur Pin/eriorité des Civilisations pricoces.
continente asiático, Sumatra y Java, se. unen al mundo civilizado del

I — 78
EL HOMBRE Y LA TIERRA CIVILIZACIONES DEL PACÍFICO
3*4

A s i a oriental; la primera de una manera muy incompleta, puesto que los y socialmente central, se sabe que no hace mucho se aislaba cuidadosa-

bosques del interior y las mesetas estaban aún ocupados por bárbaros, mente, reuniendo sus fuerzas sobre sí mismo, como si hubiese constituido
un mundo aparte.
enemigos de todo comercio con el extranjero. Si Java goza p o r com-
pleto del privilegio de estar asociada al dominio de la cultura hinda,
lo debe á la facilidad de acceso que ofrecen sus dos riberas y á su confi- N.° 44. Emigraciones oceánicas.

guración geográfica. (Véase pág. 313)

Pero esa tierra maravillosa, aumentada por algunos distritos de


Sumatra y de un corto número de islas próximas, que participan de la
misma civilización, no constituye, comparada con la inmensidad del
Océano, un territorio bastante extenso para suministrar un foco de luz
que ilumine el mundo insular del E x t r e m o Oriente. Además, el
g r u p o de las grandes islas, tomado en su conjunto, ha contribuido
ciertamente, por la extensión misma de su laberinto, á impedir que se
forme la unidad-histórica de las regiones insulares. Borneo, Celebes, las
principales tierras de las Filipinas, la Nueva Guinea — por sí misma casi
c o n t i n e n t a l — y la costa árida del continente vecino, la Australia, son
otras tantas comarcas en las que el extranjero, marino náufrago ó colono
aventurero, corría el riesgo de ser acogido como enemigo, quizá hasta
como pieza de caza. Por último, el estrecho de Torres, la principal
puerta oceánica entre la Insulinda y la Polinesia, está casi completa-
mente cerrado por arrecifes madrepóricos.
Asimismo, no fué posible encontrar en tiempos pasados, sobre las
riberas continentales, un centro común de civilización para el mundo
oriental. Por notable que fuese el p r o g r e s o del pensamiento en las
comunidades que nacieron sobre las orillas del Indus y de la « Madre
G a n g a » , en C e y l á n , sobre las costas del Malabar y de Coromandel, en
las cuencas de los ríos indo-chinos, en las llanuras floridas del Y a n g t s e - lío* E.deGr
140« W
D uprií A cU Pualrtfaga. .
Kia'ng y en la « T i e r r a A m a r i l l a » de las « Cien Familias», esas diversas
Emigraciones mélanésiens - Emi ¿raciones indonésicas
civilizaciones no se agruparon jamás en un todo político, y el lazo, harto
l: 60 000 000
relajado, que las unía sólo se mantuvo durante un corto período, bajo la
«MO Idi
influencia del proselitismo religioso. L a s comunicaciones entre esas
diversas comarcas fueron siempre escasas é inciertas. T r i b u s numerosas
que habitaban en g r u p o s independientes todas las regiones de las mon- E l conjunto del espacio ocupado por los orientales cultos presenta

tañas, se repartían en fragmentos distintos el territorio de las naciones casi la forma de un abanico ; es este un hecho geográfico evidente. El

civilizadas. Si el Japón, gracias al vapor triunfante que reduce todas eje de la cuenca del Indus, donde se cantaron y rezaron los primeros

las distancias, ha tomado en estos últimos tiempos una posición política poemas v é d i c o s , apunta hacia el S u d o e s t e ; las corrientes unidas del
RUTAS DE EXTREMO ORIENTE

L a larga hendidura del mar R o j o , que unía el país de los Hymiaritas


G a n g e s y del Brahmaputra se unen en el laberinto de su delta corriendo
y la Etiopía al E g i p t o del delta, apunta directamente hacia el mar de
directamente hacia el S u d ; los ríos de la Indo-China se dirigen hacia el
Siria, de que la separaba una estrecha y arenosa p l a y a ; el serpenteado
Sudeste, en tanto que los ríos de la China, y con ellos el movimiento de
la civilización, descienden hacia el mar oriental. Puede decirse q u e las
diversas actividades de esas comarcas están animadas de una fuerza c e n - N.° 45. Caminos divergentes del Extremo Orlente.

t r í f u g a : no tienen punto de foco natural; además, la península indo-


china, situada en el hueco del mundo oriental, constituye más bien una
barrera tle separación que un terreno de unión entre Chinos é H i n d u s :
sus cadenas de montañas paralelas, parcialmente habitadas por tribus
salvajes, son otros tantos obstáculos intermediarios. Por otra parte, la
meseta del T i b e t , por donde parece que deberían pasar los caminos n a -
turales entre la China y la península gangética y que, desde el punto de
vista geométrico,' contiene el verdadero medio de las tierras s u d - o r i e n -
tales del Asia", prolonga sus nevadas crestas á tales alturas y bajo un
clima tan duro que sus diseminadas poblaciones están obligadas á r e f u -
giarse en los profundos valles que hienden el suelo.
A l Noroeste está limitado el mundo oriental por los rasgos de fuerza
de las altas aristas nevadas, y en muchos sitios por espacios áridos casi
inhabitables. L a s líneas de comunicación con el mundo occidental,
siempre precarias y frecuentemente interrumpidas, pasaban por peligro-
sos desfiladeros de montañas ó por largos rodeos á través de las estepas
siberianas ; además unas vías marítimas muy revueltas y sólo conocidas
por algunos navegantes, se dirigían hacíalas comarcas de Occidente, sea
á lo largo de las costas casi desiertas del Mekran actual para entrar en el
g o l f o Pérsico, sea pasando p o r la estrecha puerta del mar R o j o y contor-
neando la península de A r a b i a , igualmente pobre en «puntos de a g u a » ,

necesarios á uña navegación principiante.


Caminos mayores V • Caminos menores
Por tan tupidas redes, casi g o t a á gota, había de irse destilando la
i: 3 2 000 000
quintaesencia de la civilización antes que pudiera alcanzar el torrente de
la cultura o c c i d e n t a l ; pero por un notable contraste, las venas por donde isooKil.

había de hacerse el derrame de un mundo á otro están dispuestas p r e c i -


samente en sentido contrario de las vías históricas del Asia extrema. En valle del Nilo se abre en la misma dirección ; el g o l f o Pérsico, conti-
tanto q u e éstas se extienden ampliamente y no tienen otra finalidad nuado al Noroeste por el curso del Eufrates, se dirige en línea recta
común que la inmensa cintura marítima, los caminos del Este convergen hacia el ángulo del Mediterráneo, donde se halla la isla de Chipre. Más
uniformemente, aunque por líneas curvas ó cortadas, hacia la cuenca del al Norte, todos los ríos, todos los caminos de comercio que descienden
Mediterráneo helénico y romano. i - 79
Oriente lo mismo que en la de Occidente* y , en muchas comarcas, allí,
de la A n a t o l i a , del A s i a anterior y de las llanuras sármatas al mar N e g r o
por ejemplo, donde el movimiento de los pueblos se ha propagado á lo
se convierten en afluentes de los mares helénicos á través del Bosforo y
del Helesponto. Hasta la gran península anatólica se divide en pequeñas
N.° 46. Convergencias deTlos caminos del Asia anterior.
penínsulas secundarias que encierran las depresiones todas que se dirigen
hacia Grecia. Y tenemos que el maravilloso cosmos del A t i c a , del Pelo-
poneso y de las tierras adyacentes vino á ser, gracias á la convergencia
de las vías, el punto de unión necesario de todas las civilizaciones asiáti-
cas y el foco de elaboración y de renovación de todos aquellos primeros
elementos para las naciones helénicas. T a l lué, descrito en breves f r a -
ses, el contraste histórico de las dos mitades del mundo durante las
primeras edades donde penetra nuestra mirada.

L a manera corriente de considerar la historia es esencialmente e g o -


céntrica, es decir, tiene por razón de s e r l a excepcional importancia dada
por el escritor á su propia patria. Cada nación, considerando el país
natal c o m o el verdadero centro de la T i e r r a , se imaginaba que toda
historia debía empezar por la del « p u e b l o e s c o g i d o » : tal fué en otro
tiempo el Judío; l o mismo hizo el Chino. Esa apreciación ha debido ceder
naturalmente á más amplia comprensión de las c o s a s ; pero, bajo la
influencia de un mismo móvil de vanidad colectiva, de relativa estrechez
de espíritu, hay autores que todavía profesan ideas muy parciales sobre
la marcha de la historia, y así hay gran número de escritores que nos
dicen que « l a civilización se mueve de Oriente á Occidente siguiendo el
movimiento del S o l » , fundándose evidentemente en el desarrollo especial
de las naciones de lenguas arias, que siguen un itinerario más ó menos
sinuoso, dirigiéndose desde la meseta de Irán hacia las orillas del Sena
y del Támesis. „

Hasta se ha intentado dibujar en los mapas este eje del progreso y


precisar en cifras las medidas de las etapas Sin embargo, los e j e m -
plos abundan y sobreabundan para demostrar que la marcha de la civili-
zación no está regulada con esa tatalidad, y que muy frecuentemente la
historia se ha orientado en sentido inverso. Dada una región, central
con pendiente natural inclinada hacia todo el contorno del horizonte, lo
cierto es que los p r o g r e s o s de la cultura se cumplirán en la dirección de

largo de un río ó bien ha procedido de tierras p o c o fértiles y forzosa-


> R . Brück, UHumanité, son Dóvcloppemcnt et sa Durée. y
Oriente lo mismo que en la de Occidente* y , en muchas comarcas, allí,
de la A n a t o l i a , del A s i a anterior y de las llanuras sármatas al mar N e g r o
por ejemplo, donde el movimiento de los pueblos se ha propagado á lo
se convierten en afluentes de los mares helénicos á través del Bosforo y
del Helesponto. Hasta la gran península anatólica se divide en pequeñas
N.° 46. Convergencias deTlos caminos del Asia anterior.
penínsulas secundarias que encierran las depresiones todas que se dirigen
hacia Grecia. Y tenemos que el maravilloso cosmos del A t i c a , del Pelo-
poneso y de las tierras adyacentes vino á ser, gracias á la convergencia
de las vías, el punto de unión necesario de todas las civilizaciones asiáti-
cas y el foco de elaboración y de renovación de todos aquellos primeros
elementos para las naciones helénicas. T a l lué, descrito en breves f r a -
ses, el contraste histórico de las dos mitades del mundo durante las
primeras edades donde penetra nuestra mirada.

L a manera corriente de considerar la historia es esencialmente e g o -


céntrica, es decir, tiene por razón de s e r l a excepcional importancia dada
por el escritor á su propia patria. Cada nación, considerando el país
natal c o m o el verdadero centro de la T i e r r a , se imaginaba que toda
historia debía empezar por la del « p u e b l o e s c o g i d o » : tal fué en otro
tiempo el Judío; l o mismo hizo el Chino. Esa apreciación ha debido ceder
naturalmente á más amplia comprensión de las c o s a s ; pero, bajo la
influencia de un mismo móvil de vanidad colectiva, de relativa estrechez
de espíritu, hay autores que todavía profesan ideas muy parciales sobre
la marcha de la historia, y así hay gran número de escritores que nos
dicen que « l a civilización se mueve de Oriente á Occidente siguiendo el
movimiento del S o l » , fundándose evidentemente en el desarrollo especial
de las naciones de lenguas arias, que siguen un itinerario más ó menos
sinuoso, dirigiéndose desde la meseta de Irán hacia las orillas del Sena
y del Támesis. „

Hasta se ha intentado dibujar en los mapas este eje del progreso y


precisar en cifras las medidas de las etapas Sin embargo, los e j e m -
plos abundan y sobreabundan para demostrar que la marcha de la civili-
zación no está regulada con esa tatalidad, y que muy frecuentemente la
historia se ha orientado en sentido inverso. Dada una región, central
con pendiente natural inclinada hacia todo el contorno del horizonte, lo
cierto es que los p r o g r e s o s de la cultura se cumplirán en la dirección de

largo de un río ó bien ha procedido de tierras p o c o fértiles y forzosa-


> R . Brück, UHumanité, son Dóvcloppemcnt et sa Durée. y
mente casi desiertas hacia llanuras fecundas en cosechas y en hombres, los
progresos de toda clase se verifican siguiendo las condiciones del medio.
L a historia del progreso en los diez mil años últimos, de Babilonia
á C h i c a g o , esa otra Babilonia, por A t e n a s , R o m a , París, L o n d r e s y
Nueva Y o r k , es, pues, un fenómeno de tal modo evidente, que de él se
ha inferido la l e y de la coincidencia de los movimientos aparentes de la
civilización y del sol.
No obstante, ateniéndose al estudio estricto de la historia, especial-
mente la de los asiáticos orientales, y separando toda nocióh hipotética,
conviene hacer constar q u e la propagación de las fuerzas que constituyen
la civilización se hace de pueblo á pueblo á través del gran cuerpo de la
humanidad, de la misma manera que en el organismo humano la vida se
p r o p a g a de célula á célula, á la vez del centro hacia la periferia y de la
periferia hacia el centro.
Por lo demás, el mundo actual, en q u e los focos de civilización se
hallan á la vez sobre los puntos más opuestos del g l o b o , desde la A u s -
tralia á la Gran Bretaña y desde el Japón al C a b o de Buena Esperanza y
al estuario del Plata, ¿ no es la demostración perfecta de que la cultura
se ha extendido libremente en todos sentidos? ¿ Y cómo podría dividirse
claramente la historia en cortes de duración, teniendo como trazado y
superficie de aplicación la Tierra misma con todas sus desigualdades,
todos sus elementos fundamentales repartidos sin orden visible, relieve,
rocas, clima, flora y fauna? L a vida no se recorta en fórmulas.

Por una ilusión análoga á la que hace ven la civilización caminando


de Oriente á Occidente, en un orden inferior de fenómenos, los hombres
primitivos creyeron fácilmente en la existencia de islas ó de regiones de
los muertos, situadas del lado del Oeste más allá del horizonte. Si
se trazaran mapas de ese g é n e r o siguiendo las indicaciones de los indí-
genas, se demostraría la grandísima preponderancia de las posiciones
occidentales en los presuntos sitios de las glorias y de los infiernos mis-
teriosos, donde las almas de los muertos, relegadas lejos de la tierra de
los vivos, al otro lado de los montes, de los mares ó al menos del espacio
visible, vuelven á la vida de las sombras 1 . ¿ N o hemos soñado todos

» Fr. Ratzel, ¿Mythen und Einfälle über den Ursprung der Völker, « G l o b u s » , 14 Julio
1900; Johannes Zemmrich, Internationale Archiv für Ethnologie, 1891.

r
C I V I L I Z A C I O N E S S U C E S I V A S Y>SUS A R E A S DE I N F L U E N C I A

Civilizaciones de hace iñoo años; caminos y áreas de influencia


Civilizaciones de hace 7000 a ñ o s . c a m m o s y a r e « , »

Civilizaciones de hace 600 años; caminos y áreas de influencia


Civilizaciones de hace *5oo a ñ o s ; caminos y áreas
O
- .. IOIKHI kil.
ESCALA I - . I 2 5 . 0 0 0 . 0 0 0 . P
MARCHA DE L A CIVILIZACIÓN

haber sido t r a n s p o r t a d o s á lo lejos, hacia el S o l poniente, viéndonos


e n v u e l t o s en p l e n a luz en los cambiantes p a ñ o s de oro y de p ú r p u r a ?

N.° 47. Algunos caminos de la civilización eurasiàtica.

, •
• ----- Caminos Militados lo menos desde 7000 años
- - . . . 4500 .
- . . . 2500 .
******* . . . . . 600
» " • » » - - . . . 300 •
i: 55(^00 000
O '»i«' ' -
1100 ' IMOkil.

L a s g e n e r a c i o n e s se suceden de una manera continua, cada instante


se lleva células gastadas y trae células nuevas, nacen individuos q u e
i - 80
MARCHA DE L A CIVILIZACIÓN

haber sido t r a n s p o r t a d o s á lo lejos, hacia el S o l poniente, viéndonos


e n v u e l t o s en p l e n a luz en los cambiantes p a ñ o s de oro y de p ú r p u r a ?

N.° 47. Algunos caminos de la civilización eurasiàtica.

, •
• ----- Caminos utilizados lo menos desde 7000 años
- - . . . 4500 .
- . . . 2500 .
******* . . . . . 600
» " • » » - - . . . 300 •
i: 55(^00 000
O '»i«' ' -
1100 ' IMOkil.

L a s g e n e r a c i o n e s se suceden de una manera continua, cada instante


se lleva células gastadas y trae células nuevas, nacen individuos q u e
I - 80
EL HOMBRE Y LA TIERRA MARCHA DE LA CIVILIZACIÓN 323
322

reemplazan á los muertos. Los movimientos de evolución se producen, estrechan en vez de ganar en amplitud. E l ritmo de los acontecimientos

pues, de una manera insensible, pero cuando se les estudia á intervalos se conforma, pues, a leyes muy complejas, y resulta que por una simple

de años, de décadas, de siglos, se notan contrastes, se distinguen fisono-


mías diferentes en el conjunto de los individuos y de sus ideas : la socie- N.° 48. Algunos caminos de la civilización mundial hasta el viaje de Maf?allanes-Del Cano.
dad no sigue y a la misma dirección, tiene otra "marcha, una nueva
orientación. Las generaciones se distinguen una de otra «como los
nudos de una gramínea ». En el árbol cortado por la sierra se ven los
brotes anuales de la vegetación ; asimismo los siglos transcurridos mues-
tran pasos sucesivos, avances lentos ó súbitos, luego retrasos y deten-
ciones aparentes.

Esas diferencias en el movimiento general de la Humanidad y en la


marcha particular de los grupos humanos, ¿se cumplen al azar, sin ley,
ó, por el contrario, con cierta regularidad? Parece que la sucesión de
las ideas directivas y la de los hechos que de ellas se desprenden se pro-
ducen con una especie de ritmo, como si una péndola regulase sus
alternancias, y al efecto diferentes teorías han querido explicarlas.
•Vico, en su Scienza Nuova, nos muestra las sociedades evolucionando
durante la serie de las edades por corsi y ricorsi, es decir, por progresos
y regresos regulares, describiendo círculos en el tiempo y reproduciendo
siempre un mismo estado de cosas después del término del circuito.
E s esta una concepción algo infantil en su sencillez, y ningún discípulo
de V i c o ha podido admitirla sin modificarla: es harto evidente, en efecto,
que no es posible citar ningún período de la historia que reprodujese de
modo idéntico otro período : las condiciones geográficas, económicas,
políticas y sociales pueden ofrecer ciertas semejanzas notables, pero el
conjunto de la situación presenta también diferencias esenciales, proce-
dentes de las acciones y de las reacciones que se han producido al infi- Caminos utilizados al menos desde 7000 años
4500 <•
nito en el inmenso organismo de la Humanidad. A s í , no se ha cesado • . . . 2500
de comparar cándidamente el mundo á un simple movimiento de vaivén, 600 ••
300 ,,
á una serie de avances y retrocesos, y se habla también de una-« espiral
Sscala al Ecuador 1: 360 000 000
de civilización », cuyos ciclos, aumentados sin cesar, se desarrollan inde- 20000 «¿I.
ÍOOO 10000
finidamente durante el curso de las edades.

Sin embargo, hay que reconocer que esa espiral es de forma bien poco
geométrica y que cada acontecimiento viene á torcer la curva. Sucede figura del lenguaje podemos permitirnos asimilarla á una oscilación ó

también que, en los períodos locales de retroceso hacia la barbarie se modo regular de girar. L o que es cierto es que desde muchos puntos de
EL HOMBRE Y LA TIERRA DESARROLLO DE LAS SOCIEDADES

vista los diversos g r u p o s de hombres, tribus, naciones, Estados, presentan se apodere de un territorio extranjero para que se e x p o n g a á caer en
fenómenos de vida como los animales y las plantas : nacen, se fortifican, estado de decadencia moral: basta que en su propio seno se produzcan
declinan y mueren, y el estudio profundo indica para todos esos fenóme- escisiones permanentes que conduzcan á la formación de clases enemigas,
nos causas que pueden clasificarse en categorías de una manera general, de castas hereditariamente hostiles, y entonces, tanto si muchos se repar-
bien que las diversas sociedades se entremezclan las unas en las otras y ten el poder como si le detenta uno solo; que unos «aristócratas» c o n -
que las instituciones, las religiones, las morales, las civilizaciones se vertidos en mejores por la fuerza de las armas, por un privilegio de naci-
arrogan naturalmente ciertos derechos sobre sus dominios respectivos. miento ó por el prestigio de la fortuna, se hayan arrogado el derecho de
Gracias á este estudio comparado, ciertas evoluciones de una sociedad mandar á la multitud; ó también que unos sacerdotes, entre todos los
permiten, pues, predecir por analogía cuáles serán sus consecuencias más ávidos de autoridad, se propongan la doble posesión de las almas y

inevitables. y de los cuerpos, lo cierto es que la guerra, sorda ó declarada, reina entre
L a s condiciones más favorables al desarrollo de un g r u p o humano, las diversas partes de la sociedad, y que, por tanto, poderosos elementos
tribu ó pueblo, consisten para éste en vivir en paz, pero no aislado, de regresión tratan de sobreponerse á todas las causas de p r o g r e s o .
en cambios frecuentes de visita con sus huéspedes, en relaciones activas A veces triunfan, y entonces se observa un paralelismo histórico entre
con sus vecinos, teniendo, por lo demás, cada individuo su parte de ese acontecimiento y otros que se produjeron en otro país en circuns-
tierra y de trabajo. D e este modo no existe razón alguna para q u e la tancias análogas. Hasta puede tener el fenómeno su semejante al lado
libertad y el valor del g r u p o disminuyan ; éste hasta tiene grandes p r o - opuesto del mundo ; en Oriente y en Occidente situaciones c o r r e s p o n -
babilidades de desarrollarse normalmente y de progresar en inteligencia dientes se desenlazan naturalmente de la misma manera, de tal modo,
y en moralidad. Por el contrario, cuando una sociedad se encuentra que un historiador filósofo, Ferrari, ha querido erigir en l e y las seme-
comprometida en guerras encarnizadas, puede temerlo todo y fatalmente janzas de aspecto que presentan la China y E u r o p a ; tan cierto es, que
la desgracia le alcanzará. Si es vencida, habrá de humillarse, envilecerse á pesar de las diferencias esenciales procedentes del contraste entre los
y adular al vencedor que la diezma y e m p o b r e c e ; si queda victoriosa, medios, las oscilaciones generales de las dos civilizaciones se marcan
aclamará á sus jefes triunfantes, los elevará sobre los otros ciudadanos, por curvas de periodicidad notablemente similares.
les dará privilegios y , por consiguiente, ocasiones de obrar mal: cierta- E l estudio profundo de las civilizaciones permite discernir diferentes
mente seguirá una era de reacción que puede llegar hasta la p r o c l a m a - tipos de evolución característicos. A s í como hay naciones que aparecen
ción de un cacique de los caciques, de un César, de un dueño absoluto súbitamente, por decirlo así, en el horizonte de la historia y forman de
que confisque en su provecho las libertades de todos, y el mal será tanto g o l p e parte de la civilización mundial, otras pasan de la vida á la muerte
mayor y más duradero cuanto la nación favorecida por el dios de las por un proceso que puede ser lento ó rápido, tranquilo ó acompañado
batallas aumente la superficie de su territorio, sea por conquistas inme- de sobresaltos.
diatas, sea por colonias, y se haga dueña de poblaciones reputadas como D e los Potamianos, c u y o orgulloso desarrollo nos muestran recien-
inferiores ó hasta reducidas á esclavitud. A u n q u e la anexión por la tes descubrimientos, no quedan más que tumbas en las vastas s o l e d a -
fuerza sea de pequeña ó grande extensión, aldea, poblado ó reino, ese des que se denominaron Babilonia y Nínive. ¿ N o han reemplazado
robo á mano armada no dejará de tener consecuencias funestas para el rápidamente la Inquisición y la opresión hermosas «ciudades españolas,
inicuo d e t e n t a d o r ; no podrá conservar su conquista sino á fuerza de que se habían desarrollado maravillosamente bajo la influencia de
crímenes propios de un conquistador: brutalidad, injusticia, violencia y los Moros, por extensiones deshabitadas, por los despoblados y las

asesinato. dehesas ? Los Tasmanios, todavía en número de 7,000 cuando el primer


Pero no es necesario que una sociedad haga la guerra de invasión ó viaje de C o o k en 1770, fueron sistemáticamente suprimidos en un cente-
I - 81
Por lo demás, los vaivenes, la serie de las acciones y reacciones, de
nar de a ñ o s : el último hombre de esta nación se extinguía en 1869 y
los progresos y los retrocesos que constituyen la historia, han de c o n -
en 1876 la última mujer : esa es la muerte violenta, como la q u e sufren
cordar con las grandes oscilaciones del planeta, influido él mismo p o r los
actualmente los A r m e n i o s . Estamos reducidos al trabajo reciente de la
astros, y principalmente por el Sol, el gran foco de la luz, del calor y
inducción histórica en cuanto al número de las poblaciones que elevaron
del magnetismo terrestres. E l período marcado por el crecimiento y
monumentos esparcidos desde las islas del Gran Océano hasta el conti-
decrecimiento alternativos de las manchas del S o l es uno de esos r e g u l a -
nente africano, desde la isla de Pascua á las Carolinas y á Zimbabue.
dores cosmogónicos con que los sabios, astrónomos, g e ó g r a f o s , e c o n o -
¡ Cuántas otras civilizaciones no se ofrecen á nuestra consideración mas
mistas, han tratado de determinar la acción sobre el clima, las cosechas,
que por vagos indicios !
la serie de años abundantes y de años escasos, de los tiempos de p r o s -
L a evolución se produjo también por el paso de la salud relativa á
peridad material y de los de malestar. S e ha creído encontrar así un
la enfermedad. E g i p t o no está muerta ciertamente, pero ¡ q u é cambios
ritmo de unos once años, que resulta tan poco definido como la alterna-
sucesivos y fases dolorosas en su existencia, desde que la vemos aparecer
ción de las manchas solares. Bruckner ha hecho constar también, á lo
y a poderosa hija de los dioses ! Grecia, China, India no son y a naciones
menos para las comarcas de la E u r o p a occidental, la existencia de triple
iniciadoras como lo fueron en ciertas fases de su historia, y , sin embargo,
duración, que comprende alternativamente una serie de años más ó
los elementos vivaces no faltan allá como en otras partes. ¡ Q u é diremos
menos húmedos, que, por contraposición, dan á las sociedades un ritmo
de un país q u e , habiendo perdido su libertad, v e aumentar rápidamente
económico y político correspondiente.
su población !
Independientemente de esos períodos c u y a duración ni siquiera
Un tercer proceso en la marcha de la historia nos muestra el paso
alcanza la de una vida humana ordinaria, se piensa en hacer constar
de una forma de evolución á otra. A s í la irradiación de la Roma actual
extensos balanceos terrestres y celestes, cuya influencia repercutiría
es de un orden muy diferente q u e la acción e x t e r i o r ejercida sucesiva-
necesariamente sobre la historia de la humanidad ; ¿ no parece evidente
mente por la R o m a antigua, la Roma imperial y la Roma papal. Aquí
q u e los grandes ciclos cósmicos han de acompañarse de fenómenos que
tenemos un ejemplo típico de la vitalidad de un organismo que retiene
repercutan en la vida de los hombres subordinados á la Naturaleza ? No
elementos de salud en su g r a v e enfermedad, y q u e renace de nuevo
puede dudarse respecto de las alternativas que producen el aumento de
después de parecer que ha estado en la agonía.
los hielos de un polo y el deshielo del otro; y puede creerse con ciertos
H a y , por último, intervolución, es decir, que por la fuerza de las
matemáticos 1 que las oscilaciones seculares de la corriente magnética á
cosas, ciertos pueblos sufren h o y fatalmente una interpenetración recí-
derecha é izquierda del polo corresponden también á un «año g r a n d e » en
proca, que, por decirlo así, les insufla una nueva vida. D e ese modo,
el desarrollo del g é n e r o humano. P e r o ¿ cuál es la duración exacta de
los pueblos latinos, respecto de los cuales es de buen tono deplorar la
la revolución completa de la a g u j a imantada al este y al oeste del polo
decadencia, aunque fuesen realmente decaídos, no podrían menos de
boreal de la Tierra ? T o d a v í a no se sabe con exactitud, puesto que las
hallar el equilibrio del hombre sano por la sola cohesión con sus vecinos
primeras observaciones no se hicieron con el rigor necesario: los anales
reputados superiores. L a civilización europea recibe la infusión de
del magnetismo terrestre son en gran parte hipotéticos, y las evaluacio-
sangre nueva por el acceso de los japoneses á su manera de o b r a r ; los
nes finales á que han llegado los diversos sabios presentan aún grandes
últimos Pieles R o j a s son absorbidos por la circulación americana; todos
vacíos. S e g ú n Chazallon *, la brújula apuntaba hacia el Norte verda-
los pueblos «entran en la danza», y sus elementos mejores se adiestran
dero en el año 1663, y , después de haber declinado constantemente hacia
por ello poderosamente. En lo sucesivo la cuestión de progreso abarca

toda la Tierra. 1 R. Brílck, UHumanité, son Dóveloppement, sa Duróe.


1
Anuales du fíureau des Longitudes.
Por lo demás, los vaivenes, la serie de las acciones y reacciones, de
nar de a ñ o s : el último hombre de esta nación se extinguía en 1869 y
los progresos y los retrocesos que constituyen la historia, han de c o n -
en 1876 la última mujer : esa es la muerte violenta, como la q u e sufren
cordar con las grandes oscilaciones del planeta, influido él mismo p o r los
actualmente los A r m e n i o s . Estamos reducidos al trabajo reciente de la
astros, y principalmente por el Sol, el gran foco de la luz, del calor y
inducción histórica en cuanto al número de las poblaciones que elevaron
del magnetismo terrestres. E l período marcado por el crecimiento y
monumentos esparcidos desde las islas del Gran Océano hasta el conti-
decrecimiento alternativos de las manchas del S o l es uno de esos r e g u l a -
nente africano, desde la isla de Pascua á las Carolinas y á Zimbabue.
dores cosmogónicos con que los sabios, astrónomos, g e ó g r a f o s , e c o n o -
¡ Cuántas otras civilizaciones no se ofrecen á nuestra consideración mas
mistas, han tratado de determinar la acción sobre el clima, las cosechas,
que por vagos indicios !
la serie de años abundantes y de años escasos, de los tiempos de p r o s -
L a evolución se produjo también por el paso de la salud relativa á
peridad material y de los de malestar. S e ha creído encontrar así un
la enfermedad. E g i p t o no está muerta ciertamente, pero ¡ q u é cambios
ritmo de unos once años, que resulta tan poco definido como la alterna-
sucesivos y fases dolorosas en su existencia, desde que la vemos aparecer
ción de las manchas solares. Bruckner ha hecho constar también, á lo
y a poderosa hija de los dioses ! Grecia, China, India no son y a naciones
menos para las comarcas de la E u r o p a occidental, la existencia de triple
iniciadoras como lo fueron en ciertas fases de su historia, y , sin embargo,
duración, que comprende alternativamente una serie de años más ó
los elementos vivaces no faltan allá como en otras partes. ¡ Q u é diremos
menos húmedos, que, por contraposición, dan á las sociedades un ritmo
de un país q u e , habiendo perdido su libertad, v e aumentar rápidamente
económico y político correspondiente.
su población !
Independientemente de esos períodos c u y a duración ni siquiera
Un tercer proceso en la marcha de la historia nos muestra el paso
alcanza la de una vida humana ordinaria, se piensa en hacer constar
de una forma de evolución á otra. A s í la irradiación de la Roma actual
extensos balanceos terrestres y celestes, cuya influencia repercutiría
es de un orden muy diferente q u e la acción e x t e r i o r ejercida sucesiva-
necesariamente sobre la historia de la humanidad ; ¿ no parece evidente
mente por la R o m a antigua, la Roma imperial y la Roma papal. Aquí
q u e los grandes ciclos cósmicos han de acompañarse de fenómenos que
tenemos un ejemplo típico de la vitalidad de un organismo que retiene
repercutan en la vida de los hombres subordinados á la Naturaleza ? No
elementos de salud en su g r a v e enfermedad, y q u e renace de nuevo
puede dudarse respecto de las alternativas que producen el aumento de
después de parecer que ha estado en la agonía.
los hielos de un polo y el deshielo del otro; y puede creerse con ciertos
H a y , por último, intervolución, es decir, que por la fuerza de las
matemáticos 1 que las oscilaciones seculares de la corriente magnética á
cosas, ciertos pueblos sufren h o y fatalmente una interpenetración recí-
derecha é izquierda del polo corresponden también á un «año g r a n d e » en
proca, que, por decirlo así, les insufla una nueva vida. D e ese modo,
el desarrollo del g é n e r o humano. P e r o ¿ cuál es la duración exacta de
los pueblos latinos, respecto de los cuales es de buen tono deplorar la
la revolución completa de la a g u j a imantada al este y al oeste del polo
decadencia, aunque fuesen realmente decaídos, no podrían menos de
boreal de la Tierra ? T o d a v í a no se sabe con exactitud, puesto que las
hallar el equilibrio del hombre sano por la sola cohesión con sus vecinos
primeras observaciones no se hicieron con el rigor necesario: los anales
reputados superiores. L a civilización europea recibe la infusión de
del magnetismo terrestre son en gran parte hipotéticos, y las evaluacio-
sangre nueva por el acceso de los japoneses á su manera de o b r a r ; los
nes finales á que han llegado los diversos sabios presentan aún grandes
últimos Pieles R o j a s son absorbidos por la circulación americana; todos
vacíos. S e g ú n Chazallon *, la brújula apuntaba hacia el Norte verda-
los pueblos «entran en la danza», y sus elementos mejores se adiestran
dero en el año 1663, y , después de haber declinado constantemente hacia
por ello poderosamente. En lo sucesivo la cuestión de progreso abarca

toda la Tierra. 1 R. Brílck, UHumanité, son Dóveloppement, sa Duróe.


1
Anuales du fíureau des Longitudes.
el Oeste hasta 1814, época en que el ángulo de declinación formado con
el meridiano terrestre excedía 22 '/, grados, vuelve hacia este meridiano
para coincidir con él en el año 2 i 5 i . El período total, ó, por mejor
decir, el semiperíodo, porque habría también que tener en cuenta el
curso de la a g u j a durante su declinación hacia el Este, sería, pues, da
488 años. Brück da otra evaluación: 5i 7 años '. P o r último, John Parker,
añadiendo más de un siglo al resultado del precedente cálculo, fija la du-
ración del año magnético en 645 años, y piensa que este año se cpnfunde
con la revolución del planeta alrededor del centro de la órbita solar
C o m o se ve, es temeraria la pretensión del conocimiento del período
de oscilación m a g n é t i c a : la a g u j a imantada, incesantemente flotante,
tiene en apariencia el aspecto más caprichoso ; su movimiento varia de
año en año, de minuto en minuto, de segundo en segundo. Sería mas
imprudente aún arriesgar un plan de concordancia r e g u l a r entre las
oscilaciones del magnetismo terrestre y las de la historia de los hombres.
L a tentativa de este género hecha por el matemático Brück condujo á las
afirmaciones más extrañas : habiendo fijado en 22702 años — ni uno más,
ni uno menos — la duración total de la humanidad, el autor divide la
historia en 44 períodos magnéticos, los dos primeros comprendidos entre
la creación del mundo y el diluvio. En 1900 cumplió exactamente el
g é n e r o humano 5924 años, lo que representa para él el principio de la
edad madura, y diez pueblos-jefes se han sucedido á su c a b e z a ; más de
otros treinta seguirán hasta que una revolución g e o l ó g i c a destruya la
corteza terrestre y , con ella, los que la habitan. En la exposición de
esta hipótesis se ha supuesto que ciertas fechas marcaban otras tantas
explosiones sociales: 493, 1009, 0 2 3 , y , no obstante, el autor se ve
obligado á explicar al admirado lector la significación de esas fechas
fulgurantes q u e indican respectivamente el c< nacimiento de la idea cris-
tiana», el «aniquilamiento de las ideas paganas», la emancipación de la
idea cristiana, «verdadera ante todas las cosas». Es decir, que el ritmo
de la historia no tendría otra regla que la fantasía del escritor.

Á cada fase de la sociedad corresponde una concepción particular Y GARGANTAS

de la historia. L a teocracia tiene sus historiadores que ven las cosas y

1 Annales du Bureau des Longitudes, p. V.


8
Journal of the oAmerican geographical and statislical Society, 1870.
juzgan los hombres á su manera, abandonándose á lo que creen ser la
inspiración d i v i n a ; la monarquía tiene también sus escritores que c o m -
prenden los acontecimientos según su educación y su comprensión p r o -
pia, y que pintan la vida de la humanidad sujeta como una sombra que
contrasta con el glorioso esplendor del soberano ; las aristocracias diver-
sas, la burguesía moderna poseen también intérpretes especiales que
ven, oyen y piensan p o r los sentidos y según los intereses y las p r e o c u -
paciones de sus amos. Por último, en cada nación, en cada ciudad, en
cada p e q u e ñ o clan de civilizados, cada institución se hace representar
en la historia por una imagen concebida desde su punto de vista propio,
rechazando á último término todo el resto del mundo. Compárense dos
relaciones de forma imparcial debidas á escritores honrados, pero de
patriotismos rivales, que expliquen una batalla realizada á la plena luz
de este siglo y que a p o y e n sus discursos en documentos detallados, en
estadísticas reputadas como exactas, ¡ qué diferencia entre las dos v e r -
siones ! y ¿ q u é pensar entonces de la historia de los tiempos, sobre los
cuales no poseemos más que libros ó simples fragmentos escritos, sin el
examen ni la comprobación de ninguna crítica, p o r los representantes
de un solo pueblo ó hasta de una sola casta, en vista del interés de un
pequeño g r u p o ó de un solo individuo? Evidentemente, los hechos
materiales relatados por los antepasados no pueden inspirar la menor
confianza, puesto que no son ilustrados p o r la discusión de testimonios
contradictorios : los detalles no tienen más interés que el de la anécdota.
En la investigación de la verdad histórica, hay que limitarse á conside-
rar como adquiridos los fenómenos generales, los grandes movimientos
de vaivén que hace constar la marcha de la civilización tomada en su
conjunto.

Pero no basta conocer la incertidumbre de los anales y leyendas


reunidas bajo el nombre de historia; lo que hemos aprendido una vez
continúa obsesionando nuestro cerebro, y , á pesar nuestro, toda clase de
errores y mentiras toman en nuestros recuerdos el lugar de verdades.
Sin hablar de las narraciones bíblicas, reconocidas por todos como mitos,
todavía referidas en las escuelas bajo la misma forma que los aconteci-
mientos verdaderos, ¿ no es verdad que la enseñanza de la historia ha
conservado su carácter autoritario y despótico ? L o s personajes d o m i -
nantes, aquellos ante los cuales se hacen desfilar los siglos, son los
I - 82
EL HOMBRE Y LA TIERRA CONCEPCIONES . Y PREOCUPACIONES
33«

hombres funestos que suscitaron el odio entre los pueblos y fundaron la una ó la otra de las dos edades y a transcurridas; pero hemos entrado
su gloria sobre el choque y el destrozo de los ejércitos: Sesostris, ese resueltamente en la de los Hombres.
matón que vivió para hacerse reproducir en escultura colosal ante
todos los templos, ese fanfarrón que hizo grabar sus hazañas, verdaderas Más pronto ó más tarde, la historia se dividirá en dos p e r í o d o s : el

ó falsas, en todas las p a r e d e s ' ; A l e j a n d r o el Macedonio, bárbaro que del Azar y de la bárbara Ignorancia, el de la Ciencia ó de la Razón,

triunfó de los persas merced al g e n i o de Grecia y que empeñó su como y a decían los Enciclopedistas. Ha habido demasiado apresura-

orgullo en que se le divinizara como dios de A s i a *; César, que miento en hacer remontar la historia moderna al advenimiento de la

representaba en R o m a la democracia victoriosa y q u e , coronándola, Reforma período en que los que pretendían estar en posesión de la

la privó en lo sucesivo de toda l i b e r t a d ; Napoleón, « l a Revolución verdad querían.también imponerla por la fuerza. « L a humanidad no
acaba por andar derecha hasta después de haber probado todas las
con botas y espuelas », que l e g ó un siglo de venganza á las naciones
maneras de andar t o r c i d a » ( S p e n c e r ) .
vencidas.
Purificar la historia de la influencia ejercida por esos errores es, En ese nuevo cosmos, puramente humano, el estudio de la historia
pues, la tarea por excelencia de los escritores que se colocan en un no admite y a , como en otros tiempos, la intervención divina del milagro,
punto de vista verdaderamente humano, superior á todos los odios de cambiando á capricho la sucesión de los acontecimientos, ni la apoteosis
razas, de naciones y de partidos. Hombres estudiosos en gran número de algunos personajes legendarios, colocados fuera de los simples m o r -
se han dedicado á esta obra, y , gracias á ellos, puede decirse que la tales y dispensados por su genio de someterse al curso ordinario de las
historia cambia de alma ; se renueva por el sentido moderno, infinita- c o s a s : en lo sucesivo la ciencia del desarrollo humano está bajo la

mente más amplio, que da á su enseñanza ; no se atiene á un solo pueblo, dependencia de los mismos métodos que las otras disciplinas intelectua-

como la Historia pretendida universal de Bossuet, ni á una sola clase, les; no progresa sino por la observación rigurosa, la comparación estricta

como la mayor parte de las obras que se ponen en manos de los niños y é imparcial, y la clasificación de los hechos, cuidadosamente ordenada

de los jóvenes ; estudiando la Humanidad entera en su masa profunda ; en el espacio y en el tiempo.

comparando el desarrollo sucesivo, paralelo ó entrecruzado de los p u e - Cualesquiera que sean las l e y e s ó á lo menos las apreciaciones gene-
blos, con sus mitos, sus intereses y sus pasiones, renueva el mundo en rales á que este largo trabajo conduzca á los historiadores, éstos hacen
vista del bien de todos. A s í como el hombre hizo antiguamente sus constar y a , sin excepción alguna, que la serie de los acontecimientos se
dioses á su imagen, el historiador reconstruye nuestra experiencia, d e s - cumple por una alternación de impulso y de reposo, por una serie de
prendiendo de la multitud indistinta de los hechos el ideal que en todo acciones y de reacciones, ó de flujo y de reflujo, de « cours y de recours »

tiempo, aunque inconscientemente, nos dirigió hasta una época próxima. como decía V i c o . Hombres y pueblos « dan una vuelta y se van », p e r o

E l armazón de los hechos generales que sirvió á los historiadores anti- se van para volver en un círculo siempre mayor.

g u o s nos queda aún y hasta se engrandece constantemente por las Desde los orígenes de los tiempos históricos no ha cesado de aumen-
adquisiciones de los investigadores ; el edificio mismo se reconstruye en tar la amplitud de las oscilaciones, y los mil pequeños ritmos locales se
proporciones más amplias, siguiendo otro plan, con ordenación más han mezclado poco á poco en un ritmo más a m p l i o : á las ínfimas alter-
lógica, sin las capillas ni salas de honor anteriormente reservadas. Vico naciones de la vida de las ciudades suceden las oscilaciones más genera-
nos dijo que la historia se descompone en tres épocas, de los Dioses, de les de las naciones, después el gran balanceo mundial, haciendo vibrar
los Héroes y de los H o m b r e s : se querría retenernos aún por fuerza en toda la Tierra y sus pueblos en un mismo movimiento. Y en tanto que

' Fr. Lenormand, Les Premières Civilisations.


1 J. Michelet, La Bible de fHumanité.
1 Elie Reclus, Notas manuscritas.
EL HOMBRE Y LA TIERRA CONCEPCIONES . Y PREOCUPACIONES
33«

hombres funestos que suscitaron el odio entre los pueblos y fundaron la una ó la otra de las dos edades y a transcurridas; pero hemos entrado
su gloria sobre el choque y el destrozo de los ejércitos: Sesostris, ese resueltamente en la de los Hombres.
matón que vivió para hacerse reproducir en escultura colosal ante
todos los templos, ese fanfarrón que hizo grabar sus hazañas, verdaderas Más pronto ó más tarde, la historia se dividirá en dos p e r í o d o s : el

ó falsas, en todas las p a r e d e s ' ; A l e j a n d r o el Macedonio, bárbaro que del Azar y de la bárbara Ignorancia, el de la Ciencia ó de la Razón,

triunfó de los persas merced al g e n i o de Grecia y que empeñó su como y a decían los Enciclopedistas. Ha habido demasiado apresura-

orgullo en que se le divinizara como dios de A s i a *; César, que miento en hacer remontar la historia moderna al advenimiento de la

representaba en R o m a la democracia victoriosa y q u e , coronándola, Reforma período en que los que pretendían estar en posesión de la

la privó en lo sucesivo de toda l i b e r t a d ; Napoleón, « l a Revolución verdad querían.también imponerla por la fuerza. « L a humanidad no
acaba por andar derecha hasta después de haber probado todas las
con botas y espuelas », que l e g ó un siglo de venganza á las naciones
maneras de andar t o r c i d a » ( S p e n c e r ) .
vencidas.
Purificar la historia de la influencia ejercida por esos errores es, En ese nuevo cosmos, puramente humano, el estudio de la historia
pues, la tarea por excelencia de los escritores que se colocan en un no admite y a , como en otros tiempos, la intervención divina del milagro,
punto de vista verdaderamente humano, superior á todos los odios de cambiando á capricho la sucesión de los acontecimientos, ni la apoteosis
razas, de naciones y de partidos. Hombres estudiosos en gran número de algunos personajes legendarios, colocados fuera de los simples m o r -
se han dedicado á esta obra, y , gracias á ellos, puede decirse que la tales y dispensados por su genio de someterse al curso ordinario de las
historia cambia de alma ; se renueva por el sentido moderno, infinita- c o s a s : en lo sucesivo la ciencia del desarrollo humano está bajo la

mente más amplio, que da á su enseñanza ; no se atiene á un solo pueblo, dependencia de los mismos métodos que las otras disciplinas intelectua-

como la Historia pretendida universal de Bossuet, ni á una sola clase, les; no progresa sino por la observación rigurosa, la comparación estricta

como la mayor parte de las obras que se ponen en manos de los niños y é imparcial, y la clasificación de los hechos, cuidadosamente ordenada

de los jóvenes ; estudiando la Humanidad entera en su masa profunda ; en el espacio y en el tiempo.

comparando el desarrollo sucesivo, paralelo ó entrecruzado de los p u e - Cualesquiera que sean las l e y e s ó á lo menos las apreciaciones gene-
blos, con sus mitos, sus intereses y sus pasiones, renueva el mundo en rales á que este largo trabajo conduzca á los historiadores, éstos hacen
vista del bien de todos. A s í como el hombre hizo antiguamente sus constar y a , sin excepción alguna, que la serie de los acontecimientos se
dioses á su imagen, el historiador reconstruye nuestra experiencia, d e s - cumple por una alternación de impulso y de reposo, por una serie de
prendiendo de la multitud indistinta de los hechos el ideal que en todo acciones y de reacciones, ó de flujo y de reflujo, de « cours y de recours »

tiempo, aunque inconscientemente, nos dirigió hasta una época próxima. como decía V i c o . Hombres y pueblos « dan una vuelta y se van », p e r o

E l armazón de los hechos generales que sirvió á los historiadores anti- se van para volver en un círculo siempre mayor.

g u o s nos queda aún y hasta se engrandece constantemente por las Desde los orígenes de los tiempos históricos no ha cesado de aumen-
adquisiciones de los investigadores ; el edificio mismo se reconstruye en tar la amplitud de las oscilaciones, y los mil pequeños ritmos locales se
proporciones más amplias, siguiendo otro plan, con ordenación más han mezclado poco á poco en un ritmo más a m p l i o : á las ínfimas alter-
lógica, sin las capillas ni salas de honor anteriormente reservadas. Vico naciones de la vida de las ciudades suceden las oscilaciones más genera-
nos dijo que la historia se descompone en tres épocas, de los Dioses, de les de las naciones, después el gran balanceo mundial, haciendo vibrar
los Héroes y de los H o m b r e s : se querría retenernos aún por fuerza en toda la Tierra y sus pueblos en un mismo movimiento. Y en tanto que

' Fr. Lenormand, Les Premières Civilisations.


1 J. Michelet, La Bible de l'Humanité. 1 Elie Reclus, Notas manuscritas.
E L HOMBRE Y LA T I E R R A
LIBRO SEGUNBO
las vueltas y revueltas aumentan su amplitud, otra palpitación se cumple
en sentido inverso, tomando cada individuo por centro de llamada y
arreglando más armónicamente su vida con los círculos más extensos de
las ciudades, de las naciones y del mundo. L a sociedad es el «Gigante»
de innumerables sentidos de q u e habla Aristóteles, pero ese mismo
gigante no se comprende sino por los mil análisis del hombre individual,
por « l a apreciación delicada» (Gobineau) de cada minuto del presente.

HISTORIA ANTIGUA
E L HOMBRE Y LA T I E R R A
LIBRO SEGUNBO
las vueltas y revueltas aumentan su amplitud, otra palpitación se cumple
en sentido inverso, tomando cada individuo por centro de llamada y
arreglando más armónicamente su vida con los círculos más extensos de
las ciudades, de las naciones y del mundo. L a sociedad es el «Gigante»
de innumerables sentidos de q u e habla Aristóteles, pero ese mismo
gigante no se comprende sino por los mil análisis del hombre individual,
por « l a apreciación delicada» (Gobineau) de cada minuto del presente.

HISTORIA ANTIGUA
«

LIBRO SEGUNDO

HISTORIA ANTIGUA
Irania. - Caucasia. - Potamia. - Fenicia.
Palestina. - Egipto. - Libia. - Grecia.
Islas y costas helénicas. - Roma. - Oriente chino.
India. - M u n d o s lejanos.

\
• »

PREFACIO

A la cabeza de cada uno de nuestros estudios históricos» habría


de colocarse un cuadro de la cronología correspondiente,
establecida según las investigaciones de los sabios más auto-
rizados ; pero las primeras edades de Irania, hasta sus grandes conflictos
con los reyes y los pueblos de Babilonia, del A s i a A n t e r i o r y de Grecia
sólo nos son conocidos en sus grandes líneas, y no hay documento
alguno que permita aún aventurar fechas exactas.
Preciso es limitarse á decir con Morgan que la primera aurora
histórica de esas comarcas aparece, en el infinito del pasado, hace unos
diez mil años. Puede evaluarse, según el mismo autor y Terrien de la
Couperie, en cuarenta ó cincuenta siglos antes que nosotros la época de
la gran potencia elamita, cuando los reyes de la meseta descendieron
como dueños á las llanuras de la Mesopotamia y sus pueblos emigraban
á la Bactriana, y más allá de los montes, á la China lejana. L o s nombres
propios no se hacen numerosos y los personajes no se muestran con su
genealogía probable, y la época plausible de su obra, sino en las edades
mismas en que la sucesión de los acontecimientos comienza también á
contarse por los años de eras distintas, en Babilonia desde Nabonasar,
en Grecia desde la institución de las Olimpiadas, en R o m a desde la f u n -
dación de la « C i u d a d » . A s í K u r , nuestro Ciro, que salió el primero de
la leyenda irania para entrar poderosamente en los destinos conscientes
del mundo, figura y a en los cuadros de la cronología comparada. Según
Oppert, ese conquistador subió al trono de los persas y de los medas
hace 2460 años (en 1900 de la era llamada cristiana) y su advenimiento
coincidió con las tres fechas sincrónicas :

A ñ o 216 de la era de las Olimpiadas.


A ñ o 193 de la fundación de R o m a .
A ñ o 187 de la era de Nabonasar.
4

Á Kur sucedió K a m b i s e s ; después vinieron los Akheménidas, q u i e -


nes, desde Darío I á Darío III, reinaron cerca de doscientos años, siendo
el último vencido por A l e j a n d r o de Macedonia. L a individualidad polí-
tica de Irán se detiene en ese conquistador en un primer ciclo de la
historia.
He aquí, según M. de Maspero, la fecha del advenimiento y de la « ¡ Todo era informe y vacío ! »
Pero el agente ordenador fué el emigrante
muerte de los principales reyes asirios y de los miembros de las dinastías descendido de la montaña.

meda y persa.
ERA DC NABONASAR OLIMPIADAS ERA CRISTIANA, ANTES
Reyes asirios —
AC J.

» » - 885,-- 860

SALMANASAR III . . . . » » — 860, - 825 CAPÍTULO PRIHERO


TUGULTIPALESHARRA 11 . . » 20 26, 49 — 745, - 7 2 7
SARG6N 11 25, 42 54. 7' — 7 22 > — 705
SENNACHERIB 4». 66 7'. 95 - 7<>5. - 681 ASIA ANTERIOR É I R A N I A . - ARIANISMO. - MESETA, MONTAÑAS
66, 80 109 - 681, - 6 6 7
Y VIAS N A T U R A L E S . - BACTRIANA, ARACOSIA, GEDROSIA.
80, 122 109, I 51 - 667, - 625
IRÁN Y T U R Á N . — HISTORIA DEL ELAM.
Reyes m e d a s -
ZOHAK Y KAUEH. — COSTUMBRES Y CREENCIAS. — MEDAS Y PERSAS
1 14, .63 "44. 192 -633. - 58 4
PERSAS Y GRIEGOS.
ASTYAGES 163, 198 1 Q2, 227 - 584, — 549

Reyes p e r s a s
187, 218 216, 247 - 56O, — 529
CIRO
KAMBISES 3.8, 225 247. 2 54 — 52Q, — 522 ARECE arbitrario comenzar por Irania la descripción de la Tierra
DARLO I 226, 262 255, 291 — 521, — 485 y de los Pueblos. Sin embargo, ciertas consideraciones nos
XERXES 262, 282 291, 3" - 485, — 465
muestran que es bien lógico obrar así, y que para nosotros, la
ARTAXERXES 1 . . . . . 282, 323 3". 352 - 4 65,
— 424
342 353. •71 — 423. — 405 historia propiamente dicha ha de partir de esa meseta central, desde
DARLO II. . . . . . . 324.
ARTAXERXES 11 342, 388 37'. 4>7 — 405, — 361 donde los acontecimientos se han desarrollado de una parte hacia el
ARTAXERXES III 388, 409 4'7 438 - 359. - 3 3 8
Oriente, de otra hacia el Occidente.
DARIO III 411, 4'7 440, 446 — 336. - 33O
Procediendo p o r eliminación, es natural que se separen en primer
termino de las primeras investigaciones los dos continentes del N u e v o
la leyenda irania para entrar poderosamente en los destinos conscientes
del mundo, figura y a en los cuadros de la cronología comparada. Según
Oppert, ese conquistador subió al trono de los persas y de los medas
hace 2460 años (en 1900 de la era llamada cristiana) y su advenimiento
coincidió con las tres fechas sincrónicas :

A ñ o 216 de la era de las Olimpiadas.


A ñ o 193 de la fundación de R o m a .
A ñ o 187 de la era de Nabonasar.
4

Á Kur sucedió K a m b i s e s ; después vinieron los Akheménidas, q u i e -


nes, desde Darío I á Darío III, reinaron cerca de doscientos años, siendo
el último vencido por A l e j a n d r o de Macedonia. L a individualidad polí-
tica de Irán se detiene en ese conquistador en un primer ciclo de la
historia.
He aquí, según M. de Maspero, la fecha del advenimiento y de la « ¡ Todo era informe y vacío ! »
Pero el agente ordenador fué el emigrante
muerte de los principales reyes asirios y de los miembros de las dinastías descendido de la montaña.
meda y persa.

ERA DC NABONASAR OLIMPIADAS ERA CRISTIANA, ANTES


Reyes asirios —
AC J.

» » - 885,-- 860

SALMANASAR III . . . . » » — 860, - 825 CAPÍTULO PRIHERO


TUGULTIPALESHARRA 11 . . » 20 26, 49 — 745, - 7 2 7
Sarg6n 11 25, 42 54. 7' — 722,-— 705
SENNACHERIB 4». 66 7'. 95 - 7<>5. - 681 ASIA ANTERIOR É I R A N I A . - ARIANISMO. - MESETA, MONTAÑAS
66, 80 9*' 109 - 681, - 6 6 7
Y VIAS N A T U R A L E S . - BACTRIANA, ARACOSIA, GEDROSIA.
80, .22 109, .5. - 667, - 625
IRÁN Y T U R Á N . — HISTORIA DEL ELAM.
Reyes m e d a s -
ZOHAK Y KAUEH. — COSTUMBRES Y CREENCIAS. — MEDAS Y PERSAS
1 14, .63 "44. .92 -633. - 58 4
PERSAS Y GRIEGOS.
ASTYAGES 163, 198 1 Q2, 227 - 584, — 549

Reyes p e r s a s
187, 2.8 216, 247 - 56O, — 529
CIRO
KAMBISES 2.8, 225 247. 2 54 — 52Q, — 522 ARECE arbitrario comenzar por Irania la descripción de la Tierra
DARLO I 226, 262 255, 29. — 521, — 485 y de los Pueblos. Sin embargo, ciertas consideraciones nos
XERXES 262, 282 291, 3" - 485, — 465
muestran que es bien lógico obrar así, y que para nosotros, la
ARTAXERXES 1 . . . . . 282, 323 3". 352 - 4 65,
— 424
342 353. •71 — 423. — 405 historia propiamente dicha ha de partir de esa meseta central, desde
DARLO 11. . . . . . . 324.
ARTAXERXES 11 342, 388 37'. 4>7 — 405, — 361 donde los acontecimientos se han desarrollado de una parte hacia el
ARTAXERXES III 388, 409 4'7 438 - 359. - 3 3 8
Oriente, de otra hacia el Occidente.
DARIO III 411, 4'7 440, 446 — 336. - 33O
Procediendo p o r eliminación, es natural que se separen en primer
termino de las primeras investigaciones los dos continentes del N u e v o
*

y el c o n t o r n o e x t e r i o r d e las r i b e r a s o c e á n i c a s s e d i b u j a á m i l e s d e k i l ó -
Mundo, d e s c u b i e r t o s u n tarde, l o mismo q u e el A f r i c a continental,
m e t r o s ; mas por otra parte cinco mares p e n e t r a n por sus extremidades
d o n d e tantos p u e b l o s han q u e d a d o sin c o h e s i ó n , y las islas de l a O c e a n . a
dispersadas a l o l e j o s s o b r e un e s p a c i o ilimitado. Conviene evidente-
mente p r o c e d e r en primer l u g a r al estudio de una parte del Mundo N.° 49. Meseta de Pamir, centro de r e p u l s i ó n .

A n t i g u o , q u e es d o b l e m e n t e central, á la v e z p o r la g e o g r a f t a y p o r la
historia. A h o r a bien, esta r e g i ó n es indudablemente la q u e abraza en
un c o n j u n t o l o s Pamir, es decir, el g r a n macizo de irradiación de las
montaftas y de las a g u a s , y las llanuras de la Mesopotamia, d o n d e el
T i g r i s y el E u f r a t e s se j u n t a n , s e entrecruzan, se vjjrifican c o n sus

corrientes y c o n sus civilizaciones diversas.


E s t o s dos f o c o s g e o g r á f i c o s , tan distintos p o r la función, forman el
contraste m a y o r en la r e g i ó n intermediaria del O r i e n t e al O c c i d e n t e ,
siendo la Irania el p u n t o de paso y unión natural. R e s p e c t o del r e h e v e ,
de la dispersión de las a g u a s , del m o v i m i e n t o de los aires, de los f e n ó m e -
nos del clima, los Pamir de la g r a n meseta y los macizos q u e en ella se
• 3«"
a p o y a n c o n s t i t u y e n de una manera evidente la clave de b ó v e d a de la
arquitectura continental. P e r o este punto absolutamente central, m a t e -
rialmente considerado, era por naturaleza hostil al h o m b r e ; es un centro
de repulsión ; los p u e b l o s en marcha y los v i a j e r o s se v e n o b l , g a d o s a
hacer g r a n d e s r o d e o s para evitarle ; en tanto que al O e s t e , el otro cen-
tro al que p u e d e darse el n o m b r e de « p o t a m i a n o » i causa de sus dos
ríos fué un p u n t o de cita de las naciones y un gran f o c o de civilización.
D e ese m o d o se han diferenciado en el A s i a occidental dos unidades
4J«»
g e o g r á f i c a s q u e se hallan frente á frente en contraste a b s o l u t o : la prtmera
h a v e n i d o á s e r para el h o m b r e un « p o l o n e g a t i v o » , s e g ú n la e x p r e s . o n
de E l i e de B e a u m o n t , aplicado á la O v e r n i a y á las tierras centrales de
F r a n c i a ' ; la otra, r e g a d a diametralmente p o r el T i g r i s y el E u f r a t e s , es
• Ciudades cle menos de 5000 habitantes
por el contrario, el « p o l o p o s i t i v o » , un l u g a r de atracción y v d a , el O „ 5000 a 25000
O »
v e r d a d e r o corazón de t o d o el g r u p o continental. » 25000 A 50000 y
át » 51)000 á 10000»
E s t a comarca del A s i a A n t e r i o r , q u e se une p o r el p e d ú n c u l o estrecho • * más de lOOOttO »
de la Persia del norte, á l o l a r g o del E l b u r z y d e l C á u c a s o de los T u r k -
I : 10000000
m e n e s á t o d o s los caminos d e l A s i a oriental; pasando al norte y al sud
o ' Too Too ioo "ioo*KI I.

de los Pamir, es á la v e z región continental y r e g i ó n marítima p o r e x c e -


lencia E n efecto, o c u p a casi el medio g e o m é t r i c o del M u n d o A n f g u o ,
a v a n z a d a s h a s t a e s a s m a s a s t e l ú r i c a s y les a p o r t a n á la vez las v e n t a j a s
del c l i m a o c e á n i c o , d e l a s l l u v i a s , d e la v e g e t a c i ó n y las f a c i l i d a d e s d e
i Introduction á la Carie géologique. I - 85
acceso : estos mares son otros tantos caminos, sea directamente por sus
láminas de a g u a , sea por sus playas, que han seguido los pueblos más
diversos, los representantes de los tipos de toda raza y de toda lengua.
E n parte alguna se encuentra situación análoga á la del A s i a Anterior, a
c u y o rededor convergen el g o l f o Pérsico, el mar R o j o , el Mediterráneo,
el Ponto E u x i n o , el Caspio, simple resto de lo que fué en otro tiempo,
á través de la Siberia occidental, una avanzada del Océano A r t i c o . El
A s i a anatólica y persa estaba, pues, indicada de antemano, por el
hecho mismo de su construcción geográfica, á ser el lugar por e x c e -
lencia para la preparación al trabajo, para la enseñanza de la humani-
dad : lo que llamamos « civilización » tuvo en esa comarca su principal
punto de partida, á la vez hacia el Occidente europeo y hacia el
Oriente chino.

A p a r t e de la maravillosa cuenca de la Mesopotamia, que se inclina


hacia el g o l f o Pérsico donde vierte sus aguas, pero que, gracias á la
proximidad de otros cuatro mares, comunica fácilmente con todas las
vertientes marítimas del Mundo A n t i g u o , el A s i a Anterior, tomada en el
sentido más amplio que pueda darse á ese término g e o g r á f i c o , posee una V 1 S T A T O M A D A Á V I S T A DE P Á J A R O D E L T A K L A - M A K A N A L O R I E N T E D E L PAMIR

segunda cuenca fluvial, que hubo de tener también alta importancia his-
Según una fotografía de Svcn Hcdin.
tórica, muy inferior,-sin e m b a r g o , á la de la Mesopotamia propiamente
dicha. No obstante, varias decenas de siglos anteriores al nuestro, esta
región especial estaba mucho más abundantemente regada que en nues- á tener conciencia de sí mismos. Las vastas comarcas que, al otro lado

tros días, la vegetación la cubría en extensiones mucho más considera- del Cáucaso y el mar Negro, s e prolongaban en espacios inexplorados

bles, y los terrenos de cultivo por la población en ella residente estaban donde soplaba el viento y se arremolinaban las nieves, no existían en el

menos limitados por el desierto. Este segundo centro de civilización conocimiento de los hombres que escribían anales en tablillas de arcilla.

era el que recorren los dos grandes cursos de a g u a llamados en el día el Asimismo, al Oriente, las naciones de ultramontaña quedaban ignoradas ;

Sir y el A m u , ríos c u y a disposición recuerda, aunque de lejos, la de las unas poblaciones bárbaras se encontraban allí prácticamente aisladas : la

corrientes gemelas del T i g r i s y del Eufrates, y que han sido señalados á horda, la tribu ó quizá hasta la nación vivían aparte, constituyendo

este respecto como ejemplos de «gemelaridad fluvial» '. organismos distintos, siendo otros tantos microcosmos, que no conocían
y no querían conocer el v a g o parentesco que les unía. Pero la región
C o m o se ve, el cuadrilátero de la Irania ó Persia propiamente dicha,
central del mundo A n t i g u o de que el Irán formaba parte con E g i p t o , el
esa meseta tan bien encajada entre dos llanuras fluviales de gran fecun-
didad, tiene tanta mayor importancia natural cuanto que corresponde A s i a A n t e r i o r , Potamia, A r a b i a y % Bactriana estaban y a en relación
%

por sus orígenes á la región donde se ven aparecer los primeros alinea- íntima para los cambios de ideas y formaban una especie de unidad p r i -
mientos de la historia de los pueblos que más antiguamente llegaron maria entre la multitud de los hombres que poblaban el mundo : ha de
verse allí como una especie de e c u m e n o , anterior algunos miles de
1 Carl Rittcr, Configuration des continents. años al que formó hace dos mil el mundo r o m a n o - g r i e g o ; sus represen-
tantes eran los que, en la leyenda caldea, se habían reunido para erigir C o m o el patriotismo es todavía una de esas pasiones á que se obedece
la torre de Babel á su gloria común. ciegamente, el lugar de nacimiento de la lengua aria suele ser designado
por los sabios rusos como habiendo tenido alguna participación las
Y no es eso todo : la Irania, tan importante en la historia del Mundo llanuras sármatas ; los alemanes, un distrito germánico, y los escandina-
A n t i g u o como hecho natural de contacto y de unión entre las naciones vos, parte de la Suecia actual. No es posible pronunciarse aún, pero
del A s i a occidental ya conscientes de su solidaridad, lo ha llegado á ser una cosa es cierta : la palabra «ario » que sirve al conjunto de los l e n -
más aún por su posición particular como lugar de expansión de los
pueblos que, hacia el Este y hacia el Oeste, se sirven igualmente de
lenguas derivadas del hablar primitivo llamado « a r i o » , y c u y o genio ha
tomado actualmente la dirección general del pensamiento en el conjunto
de la humanidad. En Irania se halla el lazo de unión entre los lenguajes
europeos y los de la India septentrional: ambos g r u p o s g l o s o l ó g i c o s , á
los que ahora hay que añadir las lenguas europeas introducidas en el
Nuevo Mundo y.en todos los países de colonización, comprenden o c h o -
cientos millones de hombres, exactamente la mitad de los que se ha
supuesto existen sobre la Tierra, y esta mitad parece deber cambiarse
pronto en una proporción muy superior, gracias á la fuerza de iniciativa
que pertenece incontestablemente á los pueblos de lenguas arias : en
todas partes se aprende á hablar y á pensar como ellos.

Sin duda ha pasado y a el tiempo en q u e se profesaba como dogma


histórico que las civilizaciones y las razas de Europa habían tenido Irania
por cuna común y única. L a evolución que se cumple hoy á nuestra
vista, la adopción de idiomas arios como lenguajes de uso para tantos
pueblos diversos, blancos como los Bascos, rojos como los Iroqueses y
1)1 AGRAMA DK P1CTET

negros como los Haitianos, demuestra que el empleo de una lengua no


implica en modo alguno parentesco de raza, y que el dominio del ario,
guajes europeos y asiáticos de un mismo origen, es de segura proceden-
tan extenso actualmente, ha podido ser muy mínimo : se aumentó en
cia iraniana y sanscrita: significa « n o b l e » , y el nombre moderno de
otro tiempo como se aumenta en nuestros días, por el ascendiente de
Persia « Irán » es por todos considerado como un derivado
pueblos civilizadores y por la acción de esos viajeros francos, gentes i

Quizá sea la meseta irania el punto de partida de la dispersión de


que atravesaban pacíficamente el mundo llevando objetos preciosos,
las primeras tribus arias hacia todos los puntos del espacio : un diagrama
remedios, recetas mágicas y diciendo « l a b u e n a v e n t u r a » . Pueden
famoso de P i c t e t 1 compara la importancia de las modificaciones sufridas
contarse esos profesores trashumantes, de quienes los Tziganes son los
por las lenguas arias, desde su origen común, con la longitud de un
descendientes ó imitadores poco considerados, entre los propagadores
camino que hubieron de recorrer los pueblos que las hablan. Además,
de lenguas actualmente invasoras.

Pregúntase, pues, dónde residieron los primeros profesores de las 1 Otto Schrader, Sprachvergleichung und Urgeschichte. — Salomen Reinach, /.'Origine
des A ryens.
formas verbales que emplean ó deletrean mil millones de hombres. 1
l.es Origines ¡ndo-Eurfipéennes.

I — 86
un pasaje del Zend-Avesta dice textualmente que el p u e b l o iranio t u v o occidental de los Pamir, en el Karategin, el Darvaz y el Badakchan.
q u e retirarse ante una invasión del frío, y hay conformidad general en ; Cuántos son esos Galtcha y Y a g n a u b ? A l g u n o s miles apenas, conser-
considerar las llanuras situadas al norte de la cuenca del A m u como la vando el tipo, el idioma y , si no la religión, á lo menos las prácticas
comarca abandonada. religiosas de los antepasados, la reverencia del hogar doméstico. Por lo
L o s elementos semíticos ( H e h n ) y tártaros ( T o m a s c h e k ) tomados demás, los Galtcha tienen perfecta conciencia de la nobleza de su raza;
en gran número por las lenguas arias nos vuelven aún por el p e n s a - por eso designan como su ascendiente á aquel c u y o nombre resuena con
miento á la meseta de Irania, es decir, á Persia, situada precisamente mayor prestigio en el mayor número de bocas : ellos, los p o b r e s monta-
entre la llanura semítica de la Caldea y las estepas turánicas de la ñeses que se comparan con los cuervos hambrientos que escarvan las
Transcaspiana. nieves para picotear entre ellas algunas semillas, se dicen descendientes
P o r último, en el dominio de Irán se encuentran los restos de de A l e j a n d r o , el vencedor de Asia. Un hecho de lo más interesante
poblaciones primitivas que mejor han conservado el carácter de l«*s desde el punto de vista a n t r o p o l ó g i c o coloca á los Galtcha, c u y a figura

tribus arias en su estado de barbarie. L o s montañeses encerrados por corresponde á lo que tenemos por el más perfecto tipo de belleza, entre

las altas paredes del H i n d u - K u c h , que se inclinan al Sud para verter sus los hombres más braquicéfalos, es decir, que tienen una cabeza relativa-

aguas en el Kabul, son considerados por todos los etimólogos como los mente muy ancha, mientras que los fanáticos del arianismo «germá-

menos mezclados de todos los A r i a s : ellos son los que merecen el n o m - nico » consideran las cabezas largas como indicio de incontestable s u p e -

bre de Aristoi ó de « A r i a s por e x c e l e n c i a » , si la etimología propuesta rioridad

p o r Brunnhofer 1 se tiene po^ aceptable. L a naturaleza circundante,


montes soberbios casi infranqueables, ásperos desfiladeros, cascadas y L a Persia propiamente dicha, de población indudablemente aria en
rocas, maleza donde no se penetra sino con el hacha en la mano, habrán gran parte, pero muy mezclada por los cruzamientos, no aparece en la
resguardado á esos montañeses de todo cruzamiento con las gentes de historia en siglos tan remotos como las llanuras regadas por el T i g r i s y
naciones diversas, que pasaban más abajo por las campiñas abiertas. el Eufrates; la comarca aria es, pues, inferior en apariencia á la comarca
Esos indígenas, á quienes sus vecinos musulmanes dieron en los tiempos semítica por la antigüedad de la cultura; pero eso no puede ser sino una
modernos el nombre de Kafir ó «Infieles», menos p o r su no conversión ilusión, porque, por la inclinación misma del relieve, p o r las condiciones
que á causa de su indomable espíritu de independencia, se parecen más geográficas del medio, la Persia es anterior, por decirlo así, á la Meso-
á los europeos que ningún otro pueblo de A s i a : hasta los hay con ojos potamia : es imposible q u e aquélla no haya suministrado los hombres.
azules y cabellera rubia. S u lengua, ciertamente aria, se aproxima al En efecto, los pantanos fétidos en que se extienden los ríos desbordados
sánscrito, y su culto, muy respetuoso del f u e g o , recuerda las ceremonias y que se secan al sol cuando las aguas vuelven á su cauce, fueron c o m -
descritas en los Vedas h i n d u s : ningún soplo impuro debe extinguir la pletamente inhabitables ; el cultivo que se hizo por grados, rechazando
llama. Sus instrumentos, muebles, diversas costumbres, la manera de ante sí la maleza y los cenagales, descendió gradualmente de los valles
contar por veintenas, hablan también en favor del parentesco que une persas. Los colonos siguiendo la pendiente del suelo por las saludables
estos Kafir del H i n d u - K u c h á los A r i a s del A s i a y de Europa i . campiñas que bordean los torrentes, fueron los primeros elementos
A s í también, cuando los rusos llegaron'á la Turkmenia, descubrie- étnicos de las llanuras bajas ; á ellos 1 corresponde el- mérito de haber
ron, en medio de un caos de poblaciones más ó menos mezcladas, g r u p o s regularizado los ríos y las corrientes, de haber transformado las malezas
estrictamente arios refugiados hacia los altos valles, sobre la vertiente en vergeles y en campos, de haber creado un foco de progreso en un

1
Vom A ral bis zur Gatigd, p. 14.
5 Ravertv ; — T h e o b a l d ; — Masson : — V i g n e s ; — Biddulph. 1 Vacher de Lapouge, VAryen, p. 26.
lugar caótico y mortífero para el hombre. Quizá á ese estado de cosas
alude la antigua leyenda caldea, apropiada después por los H e b r e o s :
« ¡ T o d o estaba informe y vacío ! » Pero el agente ordenador fué el emi-
grante descendido de la montaña.

L a parte occidental de la meseta de Irania, la que, en el lenguaje


moderno, ha tomado el nombre de Persia, es de forma más regular y
más « u n a » que la parte oriental: su historia debía, en consecuencia,
desarrollarse de una manera más igual y majestuosa.
En las épocas primitivas, cuando las poblaciones constituidas en
medios geográficos próximos conservaban su existencia independiente,
algunas partes del territorio iranio escapaban á esta unidad histórica.
Pero no considerando sino la meseta propiamente dicha, se observa que,
en su conjunto, está admirablemente dispuesta para formar un todo polí-
tico muy sólido. A l Noroeste, varios macizos montañosos vigilan, como
otras tantas ciudadelas, los desfiladeros, las gargantas y los altos valles
por los cuales hubieran podido deslizarse los invasores procedentes de
las regiones caucásicas. Sobre toda la longitud del frente occidental se
alinean, en un ancho reborde, los pliegues de los montes que dominan
las llanuras de la Mesopotamia. Otras cadenas limítrofes que parten del
ángulo sud-oriental de la Caspiana limitan la Persia al Nordeste y la
separan de las arenas y de las tierras de aluvión que riega el O x u , en
una estrecha cinta de cultivos. Por la parte del Este, vastas soledades, CASCADAS DE TOP-E-KAZAB EN LAS MONTAÑAS DE BAKHTYARI

inhabitables en una gran parte de su extensión, separan el triángulo De u n a f o t o g r a f í a d e J. d e M o r g a n ( M i s i ó n a r q u e o l ó g i c a en Persia).

occidental de la Persia y el laberinto de los valles orientales que pueblan


los A f g h a n o s . Por último, dos mares bañan los cimientos de la meseta:
ante ellos se elevaban unos montes escarpados en pisos s u c e s i v o s ;
al Norte, la cuenca profunda de la Caspiana, que se prolonga hacia las
cuando penetraban por el Norte bandidos nómadas en cortas cuadrillas
frialdades boreales hasta espacios tan lejanos que en otro tiempo p u d i e -
sobre las alturas de la meseta, pronto chocaban contra espesas masas de
ron parecer infinitos ; al Sud, el golfo en semicírculo que reúne el Océano
hombres y emprendían apresuradamente el camino de la llanura. Antes
de las Indias á las riberas mucho tiempo desconocidas. Muy poderosas
de A l e j a n d r o , ningún conquistador venido de Occidente había logrado
para el ataque, las poblaciones que ocupaban las altas tierras del Irán y
instalarse como dueño más allá del borde de la meseta.
guardaban sus puertas por el lado del Eufrates, tenían, por .otra parte,
E s e rígido aislamiento geográfico había de hacer del Irán la resi-
la inmensa ventaja de'ser casi inabordables sobre una gran parte de su
dencia de imperios muy sólidamente constituidos. A l l í nació, después
muro de recinto : por todas partes había obstáculos, paredes inaccesi-
de otros Estados que no menciona la historia, el imperio de los Elamitas
bles, arenas abrasadoras, bahías rodeadas de áridas rocas. Si piratas
dominados por sus poderosos Nakhontes ; después se vió surgir de allí
extranjeros desembarcasen en multitud sobre las costas meridionales,
el reino de los Medas, el más grandioso aún de Ciro y de sus sucesores
I - 87
35o EL HOMBRE Y LA TIERRA MONTAÑAS DE LOS BAKHTYARIS

los A k h e m é n i d a s ; allí fué también donde después de las expediciones Zaghar, que significa «desfiladero estrecho entre altas montañas en la
triunfantes de A l e j a n d r o el Macedonio se agruparon los Partos en una frontera de un país e n e m i g o » .

nación muy vigorosa que hizo frente á los Romanos ; después se formó Resulta de ello que los habitantes de la áspera región, los Bakhtya •

allí la dinastía de los Sassanidas, ante los cuales vino á eclipsarse por ris, permanecieron prácticamente independientes durante todo el período

completo la fortuna de R o m a . Después de la invasión de los Mahome-


tanos, se fundaron otras dinastías sobre la meseta de Irán, y , aun en
N.° 50. Alineaciones montañosas de los Bakhtyaris.
nuestros días, el reino iranio, conocido con el nombre de Persia, según
una de sus provincias, ha conservado sus fronteras naturales, aunque en
el tiempo actual en que la ciencia militar está tan poderosamente servida
por las fuerzas industriales, hayan decaído singularmente de su impor-
tancia las antiguas condiciones del relieve y del clima, y que ese terri-
torio, relativamente empequeñecido en el inmenso torbellino de la
historia humana, no sea más que un motivo de apuesta entre Inglaterra
y Rusia.
L a Irania fué también una de las comarcas donde en parte se p r e p a -
raron los más preciosos elementos de nuestro haber intelectual y n u e s -
tros progresos futuros. Recuérdese la influencia de la Persia en la
evolución religiosa por la religión del fuego, por la de Zardoucht ó
Zoroastro, por los Maniqueos, el mahometismo quiite y los B a b i s ; su
carácter en el movimiento lírico del pensamiento con los Saadis, los
Hafiz y los Firduzis; su gran actividad en las artes, todavía p r e p o n d e -
rantes en todo el Oriente, desde la India á T u r q u í a .

Las montañas que se perfilan en aristas paralelas á lo largo del


reborde s u d - o c c i d e n t a l del Irán constituyen otras tantas murallas
difíciles de atravesar; los ríos nacidos en el interior del laberinto
escapan á su prisión por una serie de estrechos desfiladeros, de «esclu-
s a s » que se suceden por cortes bruscos en ángulo recto, inaccesibles
en su mayor p a r t e : las sendas de escalo pasan casi todas por las brechas
de los altos m u r o s ; para ir de un lugar de las tierras elevadas hacia
o
una parte de la llanura inferior, situada no obstante en una misma cuenca 300 Kll
«

fluvial, los pastores llegan á tener que hacer veinte ascensiones y otros
tantos descensos. Por lo demás, nadie más que los montañeses podrían
aventurarse en semejantes comarcas, por encima de las crestas que histórico ; lo serían probablemente también en épocas anteriores como

exceden en algunos sitios de la altura de cuatro mil metros. El nombre lo son todavía en la actualidad. En ese Oriente que se dice dominado

de Zagros que se da todavía á esas montañas, viene, dicen, del árabe por el espíritu monárquico hereditario, se ve la existencia de repúblicas
35o EL HOMBRE Y LA TIERRA MONTAÑAS DE LOS BAKHTYARIS

los A k h e m é n i d a s ; allí fué también donde después de las expediciones Zaghar, que significa «desfiladero estrecho entre altas montañas en la
triunfantes de A l e j a n d r o el Macedonio se agruparon los Partos en una frontera de un país e n e m i g o » .

nación muy vigorosa que hizo frente á los Romanos ; después se formó Resulta de ello que los habitantes de la áspera región, los Bakhtya •

allí la dinastía de los Sassanidas, ante los cuales vino á eclipsarse por ris, permanecieron prácticamente independientes durante todo el período

completo la fortuna de R o m a . Después de la invasión de los Mahome-


tanos, se fundaron otras dinastías sobre la meseta de Irán, y , aun en
N.° 50. Alineaciones montañosas de los Bakhtyaris.
nuestros días, el reino iranio, conocido con el nombre de Persia, según
una de sus provincias, ha conservado sus fronteras naturales, aunque en
el tiempo actual en que la ciencia militar está tan poderosamente servida
por las fuerzas industriales, hayan decaído singularmente de su impor-
tancia las antiguas condiciones del relieve y del clima, y que ese terri-
torio, relativamente empequeñecido en el inmenso torbellino de la
historia humana, no sea más que un motivo de apuesta entre Inglaterra
y Rusia.
L a Irania fué también una de las comarcas donde en parte se p r e p a -
raron los más preciosos elementos de nuestro haber intelectual y n u e s -
tros progresos futuros. Recuérdese la influencia de la Persia en la
evolución religiosa por la religión del fuego, por la de Zardoucht ó
Zoroastro, por los Maniqueos, el mahometismo quiite y los B a b i s ; su
carácter en el movimiento lírico del pensamiento con los Saadis, los
Hafiz y los F i r d u z i s ; su gran actividad en las artes, todavía p r e p o n d e -
rantes en todo el Oriente, desde la India á T u r q u í a .

L a s montañas que se perfilan en aristas paralelas á lo largo del


reborde s u d - o c c i d e n t a l del Irán constituyen otras tantas murallas
difíciles de atravesar; los ríos nacidos en el interior del laberinto
escapan á su prisión por una serie de estrechos desfiladeros, de «esclu-
s a s » que se suceden por cortes bruscos en ángulo recto, inaccesibles
en su mayor p a r t e : las sendas de escalo pasan casi todas por las brechas
de los altos m u r o s ; para ir de un lugar de las tierras elevadas hacia
o
una parte de la llanura inferior, situada no obstante en una misma cuenca 300 Kll
«

fluvial, los pastores llegan á tener que hacer veinte ascensiones y otros
tantos descensos. Por lo demás, nadie más que los montañeses podrían
aventurarse en semejantes comarcas, por encima de las crestas que histórico ; lo serían probablemente también en épocas anteriores como

exceden en algunos sitios de la altura de cuatro mil metros. El nombre lo son todavía en la actualidad. En ese Oriente que se dice dominado

de Zagros que se da todavía á esas montañas, viene, dicen, del árabe por el espíritu monárquico hereditario, se ve la existencia de repúblicas
INDEPENDENCIA DE LOS BAKHTYARIS
EL HOMBRE Y LA TIERRA
35a

federales que se conservan de siglo en siglo \ E s cierto que los anales pos étnicos diferentes, y aun se explican esas diferencias por el relieve

mencionan los Lurs y los Bakhtyaris como avasallados, ora por los orogràfico de la comarca. S e encuentran cuatro nacionalidades distintas

Caldeos, ora por los Asirlos, los Elamitas ó por los Persas; pero algunas entre los S u i z o s : Alemanes, Franceses, Italianos, R o m a n c h e s ; otras

ofrendas aportadas con grande y respetuosa ceremonia bastaban á la tantas á lo menos existen entre los Bakhtyaris. L o s unos parecen ser

vanidad de los dominadores, y éstos, satisfechos del homenaje, se g u a r - A r i a s puros, otros son indudablemente de origen semítico ; la mayor

daban bien de atacar á los Bakhtyaris en sus múltiples fortalezas de parte son considerados como de sangre turca, p o r último, los hay que

grandes murallas y de desfiladeros impracticables. Por el contrario, los


príncipes akheménidas, en todo el esplendor de su poder, pagaban un N.° SI. Camino de Babilonia á Ecbatana.

derecho de pasaje á los Coreanos ó Bakhtyaris cuando se dirigían de

Ecbatana á Babilonia ó de Persópolis á Suse s .


E s o s temidos montañeses, con tanta mayor facilidad permanecen
dueños de su territorio cuanta mayor movilidad han conservado en su
modo de ser, siendo sucesivamente nómadas como pastores de rebaños,
Sf
después sedentarios como agricultores; transhuman la montaña de arriba
abajo varias veces al año. según las estaciones, y en ocasiones se agru-
pan en multitudes ó se dispersan como cabras monteses entre los p r e c i -
picios. En este género de vida han ganado un gran espíritu de libertad,
un fiero sentimiento de independencia igualitaria que les llevan á d e s -
preciar á sus vecinos menos favorecidos por la Naturaleza. S u nombre
de pueblo, q u e significa « d i c h o s o » , « v a l i e n t e » , « i n v e n c i b l e » , indica
las causas que les han producido la libertad y les han dado su noble y
orgulloso aspecto y la claridad de la mirada. Consienten á veces en
servir como voluntarios en el ejército persa, pero á condicion de perma-
necer juntos y no ser diseminados en diversos regimientos. En cuanto
se lesionan sus derechos hereditarios, se insurreccionan, y frecuente-
jooKil
mente descendieron como vengadores sobre las ciudades próximas. No
acogen ningún funcionario en sus montañas, pero son bondadosos y
afables para el extranjero, y de esa buena hospitalidad se han a p r o v e - presentan más bien el tipo del mongol, y numerosas subvariedades indi-

chado algunos ingleses y aun alguna inglesa, desde 1890, para pasar can la mezcla en proporciones variables. Pero esos pueblos de origen
múltiple hablan todos dialectos de tipo persa, gracias al genio iranio
entre ellos la estación estival.
que les ha civilizado. L a gran variedad de las poblaciones en el país de
A u n q u e los Bakhtyaris se parecen mucho, á % consecuencia de las
los Bakhtyaris se explica por el ihovi^iento de las guerras producidas
condiciones del clima y del género de vida impuesto p o r la Naturaleza,
alrededor de sus macizos. S e g ú n las vicisitudes de victorias y derrotas,
aunque se les encuentra « c o m o un aire de familia», pertenecen de g r u -
unas tribus y unos ejércitos de nacionalidades muy diferentes fueron
rechazados de las antemontañas ó de las mesetas y se acantonaron en
; ^ ^ N ^ U ^ r ^ t - , 6-, Arrien, V U , , 5 ; Perro! y CHi-
esas fortalezas naturales del país de Elam : hay tradiciones locales que
piez, v. 499.
EL HOMBRE Y LA TIERRA
3^4

refieren la venida de esos g r u p o s originariamente distintos y frecuente- En su conjunto, Persia se halla comprendida en la zona llamada
mente superpuestos en señores y en vasallos de una manera feudal. La templada, aunque ciertas partes de sus costas, á lo largo de los mares
inducción histórica aproxima ahora los términos Bakhtyari, Bactriana y indios, deban una temperatura abrasadora á la dirección de los vientos,
la familia de los B a k que penetra en China, pero las inscripciones de los á la falta de las l l u -
conquistadores mencionan rara vez esos habitantes de altos valles cerra- vías y a su exposición
dos que no buscaban la vida más fácil de las llanuras y que evitaban á los ardores .del M e -
también los horrores de la guerra. L o s anales de los grandes imperios diodía. S e g ú n el tra-
elamita, babilonio, asirio, meda y persa ignoran la existencia de esos zado, en gran parte
residuos humanos que viven sin pena ni gloria. hipotético, de las l í -
0 neas isotermas, la
A p a r t e de esas poblaciones y algunas otras menos considerables, á temperatura media de
las cuales permite el relieve de la comarca mantenerse en un aislamiento Persia sería casi la
relativo, los habitantes de las altas tierras iranias, por la facilidad de los misma de Francia, si-
contactos y d e - l o s cruzamientos, debían unirse fácilmente en un solo tuada, no obstante,
cuerpo de nación. Pero esta unidad política correspondiente á la unidad mucho más al Norte,
geográfica de la meseta no implica en manera alguna la unidad de razas p e r o con menor alti-
entre los elementos étnicos reunidos espontáneamente ó traídos de las tud y hallándose bien
diversas regiones del contorno. A l contrario, esos elementos presenta- expuesta á las corrien-
ban originariamente grandísimos contrastes, y no podía ser de otra tes aéreas y oceánicas
manera, puesto que las comarcas próximas difieren mucho por el suelo del Sudoeste. Mas es-
y el clima; montañas de la Armenia y llanuras bajas de la Caldea, valles ta temperatura media,
áridos del Mekran y riberas ardientes del g o l f o Pérsico, regiones a r e n o - con el balanceo anual
sas por donde corre el O x u s y estepas de la Caspiana, otros tantos de fuertes oscilaciones
países de naturalezas opuestas que tienen por habitantes aquí agriculto- estacionales del frío al
res, allá nómadas, acullá bandidos, gentes las más diversas por el len- calor, es de aquellas
g u a j e , las tradiciones y las costumbres, negros y Semitas, A r i a s y que la experiencia de
Turanios. la humanidad indica
Pero esos habitantes de toda procedencia, que los acontecimientos como una de las más m m

complejos de la humanidad han hecho encontrarse sobre la meseta de la saludables y f a v o r a -


Tll'O DE BAKHTYAKI NÓMADA
Irania occidental, han sufrido allí una transformación más ó menos bles al desarrollo i n -
Dibujo de G. Roux, según una fotografía.
rápida de su primera naturaleza, y toda la masa humana formada de telectual de las pobla-
esos elementos diversos ha sido amásada en una nueva pasta. Los ciones. Estas condiciones físicas d e l m e d i o , presidiendo á la mezcla de
montañeses descendidos de los altos valles nevados, los ribereños del los elementos étnicos distintos que venían á entrechocar y á unirse
litoral árido y abrasador, unos y otros, aunque en sentido inverso, se sobre las altas tierras del Irán, contribuyeron á determinar ese bello
han acomodado al clima, nuevo para ellos, de esas tierras oreadas por tipo persa, uno de los que, con el de los Georgianos y Circasianos,
un céfiro suave. se acerca más á la belleza, tal como la comprendemos: las mismas c a u -
uno de ellos completamente rodeado por las aguas del lago de Urmiah ;
sas modelaron también el genio iranio, tan notable p o r la flexibilidad y
gran número de pasajes divergen del Azerbeidjan hacia todos los países
la claridad de la comprensión. Los niños de las escuelas, agrupados
circundantes; al Este hacia las costas del Caspio, al Norte hacia el valle
sobre las esterillas, admiran al viajero europeo : sus ojos brillan con un
del Araxa, al Oeste hacia el l a g o de V a n , al Sudoeste hacia el T i g r i s y el
ardor inteligente; sacuden su cabecita rizada y dan á su rostro la e x p r e -
Eufrates. A s í los pescadores ribereños del mar, los agricultores y los
sión más graciosa y encantadora.

E l espacio trapezoide de Persia, comprendido entre las murallas N.° 52. Mapa físico de Persia.
desiguales de los montes, no está bien preparado p o r la Naturaleza para
la feliz floración de la « planta hombre ». L e j o s de ello, gran parte de
esas altas tierras consiste en extensiones rocosas, arcillosas, areniscas ó
salinas completamente inhabitables: la meseta se abre hacia su centro
formando una concavidad de suaves pendientes que descienden hasta
dejar tras sí una altura de 300 ( 1 4 0 ? ) metros solamente sobre el nivel del
mar. A l g u n o s ríos corrían en otro tiempo hacia esta depresión central;
un mar interior ó á lo menos un extenso l a g o llenaba la c a v i d a d ; pero
la desecación general del clima ha evaporado aquellas sábanas de agua,
ha agotado los ríos, ha esterilizado esos espacios por las eflorescencias
salinas, y la población ha debido limitarse á la ocupación de los valles
herbosos y de las zonas fértiles que se extienden á lo largo de la base de
los montes. Hasta entre las aristas paralelas de varias cadenas monta-
ñosas que se suceden en la parte §ud-occidental de la meseta, existen
espacios diseminados sin agua donde el hombre no ha podido esta-
blecerse. Si el molino de viento es de origen persa, como lo afirman
los indígenas, su causa es el soplo constante que barre violentamente
los vastos espacios desiertos y los picos aislados en medio de los terre-
nos que fueron mares. I 25000000
Estudiando los contornos de esas regiones forzosamente estériles o laoo . 2000 Kil
del Irán, se v e que en su conjunto ocupan con sus anejos las tierras más
bajas, que afectan una forma casi triangular hacia el centro, el sud y
pastores de las comarcas transcaucásicas, los montañeses karducos y
el este del país. Por otra parte, las regiones fértiles que invitan al
armenios de los macizos occidentales tenían frecuentes ocasiones de mez-
hombre á la residencia y á la agricultura, están dispuestas en dos b a n -
clarse y rozarse con los habitantes del A t r o p a t e n o y-con los emigrantes
das que se encuentran bajo un ángulo agudo en la parte noroccidental
procedentes de las comarcas meridionales ú orientales del Irán siguiendo
de la meseta.
la base de las montañas. L a yuxtaposición de las dos bandas de cultura
Este territorio penetra un espacio de más de 5oo kilómetros entre
y de población que se unen en esta comarca no podía menos de darle
dos filas de altas montañas; poderosos macizos lo limitan tafñbién al
una vitalidad poderosa, comparable á las llamas vivas que brotan al
norte ; los conos de volcanes aislados se levantan aquí y allá, hallándose
uno de ellos completamente rodeado por las aguas del lago de Urmiah ;
sas modelaron también el genio iranio, tan notable p o r la flexibilidad y
gran número de pasajes divergen del Azerbeidjan hacia todos los países
la claridad de la comprensión. Los niños de las escuelas, agrupados
circundantes; al Este hacia las costas del Caspio, al Norte hacia el valle
sobre las esterillas, admiran al viajero europeo : sus ojos brillan con un
del Araxa, al Oeste hacia el l a g o de V a n , al Sudoeste hacia el T i g r i s y el
ardor inteligente; sacuden su cabecita rizada y dan á su rostro la e x p r e -
Eufrates. A s í los pescadores ribereños del mar, los agricultores y los
sión más graciosa y encantadora.

E l espacio trapezoide de Persia, comprendido entre las murallas N.° 52. Mapa físico de Persia.
desiguales de los montes, no está bien preparado p o r la Naturaleza para
la feliz floración de la « planta hombre ». L e j o s de ello, gran parte de
esas altas tierras consiste en extensiones rocosas, arcillosas, areniscas ó
salinas completamente inhabitables: la meseta se abre hacia su centro
formando una concavidad de suaves pendientes que descienden hasta
dejar tras sí una altura de 300 (140?) metros solamente sobre el nivel del
mar. A l g u n o s ríos corrían en otro tiempo hacia esta depresión central;
un mar interior ó á lo menos un extenso l a g o llenaba la c a v i d a d ; pero
la desecación general del clima ha evaporado aquellas sábanas de agua,
ha agotado los ríos, ha esterilizado esos espacios por las eflorescencias
salinas, y la población ha debido limitarse á la ocupación de los valles
herbosos y de las zonas fértiles que se extienden á lo largo de la base de
los montes. Hasta entre las aristas paralelas de varias cadenas monta-
ñosas que se suceden en la parte §ud-occidental de la meseta, existen
espacios diseminados sin agua donde el hombre no ha podido esta-
blecerse. Si el molino de viento es de origen persa, como lo afirman
los indígenas, su causa es el soplo constante que barre violentamente
los vastos espacios desiertos y los picos aislados en medio de los terre-
nos que fueron mares. I 25000000
Estudiando los contornos de esas regiones forzosamente estériles o iaoo . 2000 Kil
del Irán, se v e que en su conjunto ocupan con sus anejos las tierras más
bajas, que afectan una forma casi triangular hacia el centro, el sud y
pastores de las comarcas transcaucásicas, los montañeses karducos y
el este del país. Por otra parte, las regiones fértiles que invitan al
armenios de los macizos occidentales tenían frecuentes ocasiones de mez-
hombre á la residencia y á la agricultura, están dispuestas en dos b a n -
clarse y rozarse con los habitantes del A t r o p a t e n o y-con los emigrantes
das que se encuentran bajo un ángulo agudo en la parte noroccidental
procedentes de las comarcas meridionales ú orientales del Irán siguiendo
de la meseta.
la base de las montañas. L a yuxtaposición de las dos bandas de cultura
Este territorio penetra un espacio de más de 5oo kilómetros entre
y de población que se unen en esta comarca no podía menos de darle
dos filas de altas montañas; poderosos macizos lo limitan tafñbién al
una vitalidad poderosa, comparable á las llamas vivas que brotan al
n o r t e ; los conos de volcanes aislados se levantan aquí y allá, hallándose
contacto de dos brasas. A d e m á s , la diversidad de los elementos étnicos Savalan es el A<?navanta, donde se hizo la revelación divina para los *
fieles de Zoroastro ' ; fué una montaña más santa aún que el Demavend
reunidos en la avenida de las montañas, entre las cimas «divinas»,
y el Ararat, ó por mejor decir la santidad, como una llama, viajaba de
Demavend, Elvend, Savalan, Ararat, había de facilitar el nacimiento
cima en cima al mismo tiempo que los portadores de antorchas que
de una gran civilización. A l l á , en el triángulo T e h e r á n , T a b r i s , H a m a -
caminaban por sus bases.
dan, se encuentra el centro de gravedad de todo el mundo médico
y persa que se había instalado sobre la meseta de Irán, y allí p e r -
manece aún.
N.° 53. Azerbeidjan.

VISTA DE LA VILLA DE MARAGHA AL PIE DEL SEIIEND (AZEKBEIDJAN)

S e g ú n u n a f o t o g r a f í a d e J. d e M o r g a n ( M i s i ó n a r q u e o l ó g i c a en Pcrsia).

I 3 500 000

Brunnhofer, gracias á sus descubrimientos sobre la orientación 0 « '00 ,50 200 Kll.

geográfica de los nombres citados en los Vedas, se c r e y ó en el caso de


afirmar que los A r i a s que cantaron los antiguos himnos habitaban p r e -
cisamente esas regiones del A t r o p a t e n o y las comarcas vecinas, al Oeste D e las dos zonas iránicas que conVergen hacia el ángulo del A t r o -

hacia la Armenia, al Este hacia el Khorassan. E l volcán extinguido pateno, una, la que de Este á Oeste sigue la base meridional del Cáucaso

que actualmente se llama Savalan es el único monte desde el cual pueda iránico y del Elburz, ha adquirido en la historia una importancia de

verse á la vez el mar — el Caspio, — el curso del río Rasa — el Araxa, —


y las gloriosas cimas nevadas del Himavat — el A l b o r d j ó Elburz. El 1 Hermann Brunnhofer, Vom Arai bis %ur Gangá, p. I I .
EL HOMBRE Y LA TIERRA

primer orden, gracias á las vías naturales que la continúan, de un lado


hasta las extremidades de A s i a , de otro hacia E u r o p a y Á f r i c a . La
zona occidental, que s e extiende á lo l a r g o de las montañas limítrofes en
la dirección del S u d , debe ciertamente su gran valor histórico á las
relaciones que establece entre las diversas provincias del Irán, sobre
todo entre la Media y la Persia propiamente dichas; pero la ruta natural
acaba por perderse á medias en las regiones casi desiertas que se incli-
nan hacia el mar índico, y unas vías laterales que descienden en ángulo
recto á través de las montañas del lado de la Caldea desvían al Oeste el
movimiento de los pueblos y de las ideas.
U n a de esas vías laterales, utilizando una brecha muy ancha de los
montes occidentales, rodea el Elvend p o r el Norte en una especie de
escalera que ha debido practicarse desde tiempo inmemorial, porque la
diferencia d é l o s productos y de las civilizaciones entre las dos comarcas
adyacentes, de la altura y de la llanura, hace las comunicaciones indis-
pensables: de la meseta descendían gentes en gran número, y por su
parte los de abajo ascendían á los altos terraplenes.
A c a m p a d o s sobre la grada superior de aquella entrada, los ejércitos
de Persia ocupaban una posición casi i n e x p u g n a b l e ; mas, por otra
parte, habían de sentir deseos de descender para conquistar la llanura.
L a historia nos enseña que los soberanos de Persia tomaron casi siempre
la ofensiva, y que frecuentemente, lanzando sus ejércitos como avalan-
chas, invadieron las campiñas bajas, no sólo hasta el Eufrates, sino hasta
el Mediterráneo y el A r c h i p i é l a g o . E l reflujo de las poblaciones v e n c i -
das v o l v í a los Persas hacia sus montañas, y las batallas decisivas se
libraron siempre en los pasos del T i g r i s ó del Eufrates ó en las puertas
occidentales de los montes Zagros. L a s tradiciones nos hablan de los
grandes conflictos que surgieron á la entrada de las llanuras entre los
Elamitas, es decir, los Persas de aquel tiempo, y los Caldeos ó Asirios.
L o s reyes del Irán cometieron la imprudencia de aventurarse en la
llanura para sostener el choque de sus adversarios, corriendo el riesgo
de ser vencidos con mucha mayor facilidad que en los desfiladeros de
sus montañas: así vino Darío á hacerse derrotar por A l e j a n d r o en los
campos de Á r b e l l e s ; después, en esa misma región fué donde los e j é r c i -
tos romanos de Craso, de Valeriano y de Juliano el Filósofo quedaron
arrollados por los Persas, y la «batalla de las batallas», que dió la
Persia á los Mahometanos, se libró también en las tierras bajas entre el
río y los canales del T i g r i s .
L a gran vía histórica del norte del Irán conserva la misma dirección
que el diafragma asiático formado por la serie de altas aristas que se

N.° 54. Elburz oriental. Mazanderan.

(Véanse págs. 362 y 364)

Ü3 500000
1 , 1
0 5 0 100 150 kíl.

continúa hasta el Immaus ó Himalaya. L a parte occidental de esta vía


está trazada con precisión por la Naturaleza: la arista del Elburz, el
antiguo A l b o r d j , que llevaba y a este nombre en los primitivos tiempos
1 - 90
Persia á los Mahometanos, se libró también en las tierras bajas entre el
río y los canales del T i g r i s .
L a gran vía histórica del norte del Irán conserva la misma dirección
que el diafragma asiático formado por la serie de altas aristas que se

N.° 54. Elburz oriental. Mazanderan.

(Véanse págs. 362 y 364)

L3 500000
1 . 1
0 50 100 150 kíl.
\

continúa hasta el Immaus ó Himalaya. L a parte occidental de esta vía


está trazada con precisión por la Naturaleza: la arista del Elburz, el
antiguo A l b o r d j , que llevaba y a este nombre en los primitivos tiempos
1 - 90
E L H O M B R E Y L A T I E R R A CAMINO A LO L A R G O D E L E L B U R Z

históricos, se perfila en el cielo paralelamente á la ruta que sigue la base daba al conjunto del A l b o r d j una personalidad divina, gracias, quizá, á

meridional de los montes. Según los libros sagrados de los Iranios, el erupciones de lava, y seguramente á sus nieves, á sus columnas de v a p o -

A l b o r d j es la primera montaña que salió de las manos de Ormuzd, y el


dios le confió el deber de verter las aguas y de hacer nacer los hombres. N.° 55. E'barz occidental, Ghilan.

L a religión iraniana ve en el A l b o r d j el país de las siete partes simétri-


cas de la Tierra, que corresponde á los siete cielos de los planetas y á

MANANTIAL DE AGUA CALIENTE EN TUNEKABUM (MAZANDERAN)

De u n a f o t o g r a f í a d e J. d e M o r g a n ( M i s i ó n a r q u e o l ó g i c a en Pcrsia).

los siete círculos del infierno, á los siete colores del arco iris, á los siete
metales del interior de las rocas y á los siete días de la semana, á los
siete pecados capitales y á las siete virtudes cardinales. P o r q u e el hom-
bre tuvo en todo tiempo la idea del número, del ritmo y de la a r m o n í a ; I! 3500000

pero, en su puerilidad primitiva, buscó las leyes en la repetición idéntica JOOKII

de los hechos y en groseras analogías, no en la correspondencia íntima


de las causas y de los efectos. E l « Monte de los Genios » ó Demavend res, á sus diluvios repentinos, á sus manantiales y surtidores de aguas
termales. E s el antiguo monte del K a ç y a p a (kaspion orosJ, «al que
primero ilumina el s o l » , c u y o nombre se comunica al mar « C a s p i o » ,
extendido en su base.
A l este del Demavend existen numerosas brechas : es la región de
las « Cien Puertas » ó de los « Cien Pylônes », los Hekalompylos, donde
centenares de sendas descienden hacia los bordes del Caspio, ofreciendo
en esta parte de su contorno una zona bastante amplia de campiñas muy
fértiles, el Mazanderan actual. T a m b i é n la ciudad de H e k a t o m p y l o s ,
que D e Gobineau identifica con la moderna Damghan fué en distintas
ocasiones, b a j o la dominación de los Partos, la capital del mundo
iranio. Comerciantes, colonos y agricultores se agruparon allí en un
centro vital, y a famoso en la más remota antigüedad, puesto que la
tribu de los Parnios, que tenía allí sus factorías, se le señala como riquí-
sima en la lejana India
Por el contrario, la cadena del Elburz, al oeste del formidable
volcán, presenta muy pocas brechas: sobre el estrecho litoral del PUENTE DE LEIS SOBRE EL KIZIL-UZEN (GHILAN)

Caspio apenas había camino ; de esa parte, la avenida costeña que se


D e u n a f o t o g r a f í a d e J. de .Morgan ( M i s i ó n a r q u e o l ó g i c a en Persia).

abría ante los viajeros estaba cortada por torrentes rápidos, interrum-
pida por vastos promontorios de difícil acceso, habitada p o r poblaciones
Norte en las llanuras. En este punto, las cortaduras de los montes
guerreras muy dispuestas á exigir tributos á los pasajeros. Práctica-
dan acceso á varios senderos que se dirigen hacia el á n g u l o sud-oriental
mente, esta serie de desfiladeros sinuosos que se prolongan sobre un
del mar y hacia el curso inferior del río G u r g e n . E l punto g e o g r á f i c o
espacio de 800 kilómetros entre los desiertos transcaspianos y las
ocupado actualmente por la « Ciudad de las Estrellas » ó la « Ciudad de
llanuras de la Transcaucasia, queda cerrada á las emigraciones étnicas :
las Muías», — Astrabad ó Asterabad, — es un sitio histórico p o r e x c e -
á pesar de la apariencia que esta cornisa del litoral toma sobre el mapa,
lencia, donde había de nacer una estación de caravanas y renacer
no ha de considerársele como formando una vía histórica de significa-
inmediatamente después del pasaje destructor de un conquistador. Se
ción mayor. Casi todos los extranjeros que se aventuraron sobre esta
trató, como'es consiguiente, de fortificar la entrada de la escalera de los
ribera, se vieron obligados á detenerse en su camino, unas veces para
montes, y se vieron además al otro lado*del G u r g e n los restos de una
combatir los montañeses del país de Ghilan y tratar de apoderarse del
muralla que, partiendo de las orillas del Caspio, se p r o l o n g a á lo lejos
suelo sobre que se habían aventurado, otras para franquear la cadena
en el desierto y que los indígenas atribuyen al héroe legendario,
del Elburz y seguir, sobre la vertiente opuesta, la gran ruta de las
A l e j a n d r o el de los dos Cuernos. L a persistencia misma de ese nombre
naciones que prolonga la faz meridional de los montes.
de G u r g e n ó « de los L o b o s » aplicado á un escaso curso de agua, con
A l este del Caspio, la vía media del A s i a se bifurca: una mitad sigue frecuencia casi agotado, prueba la importancia capital que tuvieron
la base meridional del Cáucaso iranio, en tanto que la otra desciende al esos puntos estratégicos, porque el G u r g e n no es sino el Hirkhan,
cuyo nombre fué dado á toda la Hircania (Hyrkania), es decir, á las r e -
" Histoire des Perses, t. I, p. 149.
giones que se extienden desde la India al Caspio ó «mar de Hircania ».
* Hermann Brunnhofer, Urgeschichte der oAryer in Vorder und Central-Asien, «Erster
Band», p. 1 3 1 .
Sin embargo, las puertas históricas abiertas á través de esta parte
I - 9 1
del diafragma del A s i a no tienen más que un valor secundario. Los el istmo de S u e z ó p o r el estrecho de B a b - e l - M a n d e b , hasta el Irán,
pasos del G u r g e n conducen á espacios desiertos ó muy poco pobla- pasando por la cuenca del Eufrates. Las comarcas mediterráneas, p r o -
dos q u e , durante el período que nos es conocido, estuvieron casi longando su eje hacia la isla de Chipre y el g o l f o de Alexandrette,
siempre ocupados por bandidos. L o s caminos laterales á derecha é apuntaban también hacia el alto Eufrates y las mesetas iránicas. E l mar
izquierda son peligrosos ó á lo menos difíciles de recorrer : á derecha, es Negro, donde venían á parar las vías de toda E u r o p a p o r el Don, el
decir, hacia el Este, se perfilan las montañas del Cáucaso de los Turk-
menios en varias aristas paralelas, que han de contornearse al N o r t e por
N.° 56. Caminos de la meseta de I r a n i a .
una sucesión de etapas que coinciden con los oasis ó al menos con las
tierras húmedas situadas á la extremidad septentrional de los valles.
Semejante viaje era mucho más largo y peligroso que el recorrido de la
ruta meridional que prolonga sobre la meseta de Irán la base de
las aristas circundantes.
El punto de paso por excelencia entre las dos vertientes del
diafragma a s i á t i c o . d e b í a encontrarse, pues, en el sitio donde los dos
ríos paralelos, llamados en el día el M u r g h - a b y el Heri-rud, atraviesan 'a¿han~"s

de parte á parte las aristas del Paropamisus : allí h a y valles fértiles que
ocupan las dos vertientes, y pudieron nacer dos ciudades que después se
contaron entre las más populosas de la Tierra, de una parte Herat, de
la otra Merv ; las travesías de arenas estériles son mucho más cortas que rman

en las otras regiones limítrofes de la Irania, y hasta se puede, dirigién-


dose al Noroeste, ganar el curso del O x u s y sus campiñas ribereñas por
comarcas q u e riegan torrentes abundantes que descienden de las
montañas próximas. En este punto todo el sistema del relieve asiático
se halla escotado como por un extenso g o l f o en el q u e las poblaciones
se han reunido en gran número y donde, de tiempo en tiempo, la
presión de las emigraciones y de los conquistadores ha rechazado á Caminos mayores
Caminos menores
los habitantes al otro lado cíe las montañas: allí se dibuja la gran
curva de camino natural del A s i a media. 1: 20 000 000
100 5 0 0 ^ioótfKil.

E l estudio del Mundo antiguo, en su conjunto relativamente al Irán,


muestra de una manera evidente la importancia capital de esta ruta D neper, el D'nester y el Danubio, estaba bordeado de caminos cuya
histórica de Persia como tronco común de las' principales vías g e o g r á - línea de convergencia alcanza el zócalo peVsa por la Transcaucasia y los
ficas que vamos á enumerar. pasos vecinos del Ararat. Por último, hay caminos que irradian desde
E l continente de A f r i c a no tenía antiguamente relaciones con A s i a Persia hacia todas las comarcas de O r i e n t e : uno contorneando la base
sino por sus costas nord-orientales y p o r el país de los Hymiaritas á la oriental de las grandes mesetas pamirianas para ganar la puerta de la
entrada del mar R o j o : la influencia africana debía, pues, propagarse por Dzungaria y todas las demás por los desfiladeros y las faldas de las altas
del diafragma del A s i a no tienen más que un valor secundario. Los el istmo de S u e z ó p o r el estrecho de B a b - e l - M a n d e b , hasta el Irán,
pasos del G u r g e n conducen á espacios desiertos ó muy poco pobla- pasando por la cuenca del Eufrates. Las comarcas mediterráneas, p r o -
dos q u e , durante el período que nos es conocido, estuvieron casi longando su eje hacia la isla de Chipre y el g o l f o de Alexandrette,
siempre ocupados por bandidos. L o s caminos laterales á derecha é apuntaban también hacia el alto Eufrates y las mesetas iránicas. E l mar
izquierda son peligrosos ó á lo menos difíciles de recorrer : á derecha, es Negro, donde venían á parar las vías de toda E u r o p a p o r el Don, el
decir, hacia el Este, se perfilan las montañas del Cáucaso de los Turk-
menios en varias aristas paralelas, que han de contornearse al N o r t e por
N.° 56. Caminos de la meseta de I r a n i a .
una sucesión de etapas que coinciden con los oasis ó al menos ccjn las
tierras húmedas situadas á la extremidad septentrional de los valles.
Semejante viaje era mucho más largo y peligroso que el recorrido de la
ruta meridional que prolonga sobre la meseta de Irán la base de
las aristas circundantes.
El punto de paso por excelencia entre las dos vertientes del
diafragma a s i á t i c o . d e b í a encontrarse, pues, en el sitio donde los dos
ríos paralelos, llamados en el día el M u r g h - a b y el Heri-rud, atraviesan 'a¿han~"s

de parte á parte las aristas del Paropamisus : allí h a y valles fértiles que
ocupan las dos vertientes, y pudieron nacer dos ciudades que después se
contaron entre las más populosas de la Tierra, de una parte Herat, de
la otra Merv ; las travesías de arenas estériles son mucho más cortas que rman

en las otras regiones limítrofes de la Irania, y hasta se puede, dirigién-


dose al Noroeste, ganar el curso del O x u s y sus campiñas ribereñas por
comarcas q u e riegan torrentes abundantes que descienden de las
montañas próximas. En este punto todo el sistema del relieve asiático
se halla escotado como por un extenso g o l f o en el q u e las poblaciones
se han reunido en gran número y donde, de tiempo en tiempo, la
presión de las emigraciones y de los conquistadores ha rechazado á Caminos mayores
Caminos menores
los habitantes al otro lado cíe las montañas: allí se dibuja la gran
curva de camino natural del A s i a media. 1: 20 000 000
100 5 0 0 ^ioótfKil.

E l estudio del Mundo antiguo, en su conjunto relativamente al Irán,


muestra de una manera evidente la importancia capital de esta ruta D neper, el D'nester y el Danubio, estaba bordeado de caminos cuya
histórica de Persia como tronco común de las' principales vías g e o g r á - línea de convergencia alcanza el zócalo peVsa por la Transcaucasia y los
ficas que vamos á enumerar. pasos vecinos del Ararat. Por último, hay caminos que irradian desde
E l continente de A f r i c a no tenía antiguamente relaciones con A s i a Persia hacia todas las comarcas de O r i e n t e : uno contorneando la base
sino por sus costas nord-orientales y p o r el país de los Hymiaritas á la oriental de las grandes mesetas pamirianas para ganar la puerta de la
entrada del mar R o j o : la influencia africana debía, pues, propagarse por Dzungaria y todas las demás por los desfiladeros y las faldas de las altas
VÍAS HISTÓRICAS DEL IRÁN

tierras del A s i a c e n t r a l : son los caminos por donde desde la más remota
salían iniciados en un g r a d o superior de civilización. ¡ D e ahí la impor-
antigüedad se hizo el precioso tráfico del jade y de otras substancias de
tancia capital de Persia en el conjunto de la historia humana ! No sin
gran valor y escaso volumen con el E x t r e m o Oriente. Y toda esa inmensa
razón todos los pueblos occidentales y orientales, europeos, americanos,
ramificación de las vías históricas, desarrollándosé de Este á Oeste á tra-
vés del mundo, tenía un pasaje común siguiendo c o m o un hilo conductor
N.° 57. Pais de los Turkmenios,
la vertiente meridional de los montes del Caspio, sobre el zócalo iránico.
C o m o se v e , las tierras de la meseta persa, p o r el hecho mismo de
su relieve geográfico, han llegado á ser un camino necesario de la. civili-
zación que se propaga por todo el m u n d o ; pero se podría creer que
otras regiones ofrecen ventajas análogas en los países del Norte, donde
. se extienden llanuras infinitas, frecuentemente recorridas en todos s e n -
tidos durante el curso de las edades por' pueblos emigrantes. Verdade-
ramente los éxodos, las magníficas excursiones son mucho más fáciles
que sobre la meseta de Irán, por las tierras de abajo, estepas ó desiertos
de Dzungaria, de Siberia y de la Rusia oriental; pero esas regiones
estaban habitadas casi exclusivamente por nómadas c u y o estado de c u l -
tura no podía modificarse fácilmente á causa de la gran uniformidad de
las condiciones de la vida. L o s invasores procedentes del Este ó del
Oeste se perdían allí como en un m a r ; de un lado á otro de la inmensa
Asía&b
llanura, el desplazamiento de las naciones se realizaba sin cambiar su
civilización ; habiendo salido nómadas é incultos de las puertas de Dzun-
garia, se presentaban á las de los Carpatos con costumbres idénticas:
la sacudida moral que había efe operar una revolución en su existencia no
se producía sino á miles de kilómetros de distancia de su país de origen.
De muy distinto modo ocurría, como hemos visto, sobre las altas
tierras del Irán, gracias al contraste que presenta este país con todas las
regiones circunvecinas. T a n t o si los emigrantes venían de las llanuras
de la Mesopotamia, como si procedían de los valles caucásicos, de los
arenales del Turkestán ó de la cuenca del Indus, se encontraban por ello
mismo transportados á un medio completamente nuevo, y el camino que
les estaba trazado de antemano les ofrecía la ocasión de aprender y aun
hindus y chinos consideran las comarcas del Irán como un país de a n t e -
de transformarse bajo la influencia de una civilización diferente de la
pasados : las leyendas que muestran los primeros hombres descendiendo
suya. S e puede comparar la vía septentrional de Persia, entre Meched
de aquellos montes tienen un fondo de verdad.
y Hamadan, á una especie de laminador en el q u e las poblaciones
han sometido sus ideas y sus costumbres, como metales dúctiles, á una
A l Norte del diafragma que une el Elburz al Pamir, c u y o s eslabones
nueva elaboración, de modo que habiendo entrado bárbaros en el país,
intermediarios llevan nombres diferentes: Cáucaso iránico, umbral de
37°

los T u r k m e n i o s , montañas del K h o r a s s a n , Paropamisus é H i n d u - K u c h , relaciones naturales con el resto del continente. Nacido en el corazón

las cuencas fluviales q u e forman los hielos y las a g u a s descendidas de mismo del Thian-chañ, r e c o r r e por sus afluentes s u p e r i o r e s p e q u e ñ o s

la v e r t i e n t e occidental de los e n o r m e s macizos, mesetas y montañas del valles n e v a d o s y desfiladeros salvajes : la c o m a r c a p e r t e n e c e á un clima

T h i a n - C h a ñ y de los Pamir, c o n s t i t u y e n las comarcas más avanzadas


m
hacia el E s t e q u e por esa parte del m u n d o h a y a n recibido p o b l a c i o n e s N.° 58. Montañas y territorios del Asia central.

civilizadas. H a s t a en la é p o c a en q u e el a g u a era allí más a b u n d a n t e ,


podría decirse q u e e s o s territorios quedaban « i m p e r f e c t o s » en compara-
ción de la M e s o p o t a m i a ; hasta cierto punto eran esbozos incompletos de
la Naturaleza, p u e s t o q u e había montañas y desiertos q u e les p r i v a b a n
de sus relaciones normales con el resto del M u n d o A n t i g u o . Limitadas ¡ /i m%
al N o r t e , al N o r d e s t e y al O e s t e p o r las r e g i o n e s arenosas ó arcillosas de
recorrido difícil, esas comarcas se unen, sin e m b a r g o , á las campiñas del
S u d p o r los valles herbosos de l o s montes intermedios, p u d i e n d o c o n s i -
derarse c o m o g a n g l i o s q u e se suceden sobre un filete nervioso q u e se
desarrolla en sinuosidades en la base de las mesetas, a t r a v e s a n d o el
d i a f r a g m a montañoso del A s i a para pasar unas llanuras siberianas en la
depresión de la Persia septentrional y d e s c e n d e r al O e s t e h a c i a la cuenca
común del T i g r i s y d e l E u f r a t e s . E s cierto que las tierras q u e riegan el
Sir y el A m u no son un c e n t r o de c o n v e r g e n c i a para las vías históricas
c o m o l o es Babilonia, p o r e j e m p l o , a d o n d e v a n á parar las vías de
A r a b i a y de A f r i c a , de F e n i c i a y del A s i a M e n o r , de los países del
M e d i t e r r á n e o y del mar N e g r o , del C á u c a s o y de todas las comarcas de
l a lejana H i r c a n i a , del Irán y de la I n d i a ; p e r o no obstante, se r e c o -
nocen allí lazos y ramificaciones secundarias, q u e tienen grandísima
¿4»
importancia en la e c o n o m í a g e n e r a l del mundo, p u e s t o q u e esos valles
están atravesados p o r caminos de comercio q u e p o n e n el Oriente en Bíffl &

comunicación con el O c c i d e n t e . 68° E . de Gr. 730 78° • '-¡ji,'i*i a*


U n a primera c u e n c a fluvial m u y septentrional, la de T c h u , contiene Site
la plenitud del Issik-kul, ó « l a g o C a l i e n t e » , q u e apenas m e r e c e ser
1: 10 0 0 0 000
m e n c i o n a d o c o m o sitio de residencia, no siendo, p o r decirlo así, sino
600KÍI.
una indicación g e o g r á f i c a , un punto de e s p e r * ; sus a g u a s son bebidas
p o r las arenas, y el desierto penetra allí, no d e j a n d o á los agricultores,
es decir, á los civilizados, más q u e un e s p a c i o demasiado estrecho. demasiado r i g u r o s o para q u e la población no sea m u y diseminada y pueda
tener otra industria q u e el cuidado de los r e b a ñ o s . L a agricultura, con-
L a zona de población no comienza hasta el l a x a r l e s d e los G r i e g o s ,
dición primera de la civilización, sólo es p o s i b l e en la llanura de F e r g h a - HH
el Silis de los a n t i g u o s Scitas, c o n o c i d o en nuestros días b a j o el nombre
na, a n t i g u o l a g o de aluviones horizontales, perfectamente r e g a d o p o r las
1 1
de Sir ó Sir-daria. E s t e primer río es menos rico q u e su rival del S u d en
m

RKSffij
ÉM:

CUENCA DEL SIR-DARIA

abundantes aguas del Sir y de sus numerosos afluentes. Esa cuenca es asiática ha estado privada de toda relación directa con las comarcas de
ultra-Caspio y la civilización se ha visto atrofiada sobre el terreno por
otra Lombardía por la belleza y variedad de sus cultivos, por la m a g n i -
falta de cambios intelectuales.
ficencia de sus horizontes de montañas que limitan los cultivos al Norte
y al S u d , como otros A l p e s y otros A p e n i n o s ; el país, uno de los más
N.° 59. Relieve del Asia central.
hermosos del Mundo, famoso en las comarcas de la civilización iránica
por la dulzura y la tranquila claridad de su atmósfera, es « t o d o azul »,
dice el viajero U j f a l v y , deliciosamente matizado de un tinte de t u r q u e s a :
el cielo es azul, lo mismo que el agua de los l a g o s y de los arroyos, el
plumaje de los cuervos y de los mirlos, las piedras de los campos y las
paredes de los edificios.
Pero esta magnífica llanura no pudo adquirir en tiempos pasados
gran valor histórico por ser de proporciones relativamente estrechas, y
sus cultivos, bruscamente detenidos del lado del Oeste por extensas
soledades, no se unieron fácilmente al resto del Mundo hasta los
tiempos modernos, merced á la invención de las comunicaciones
rápidas. L a potencia de los Iranios, y más tarde la de los Griegos,
no pasó de ese alto valle del Sir, de donde partía á través de las
montañas, « e l camino de la S e d a » , practicado por los mercaderes hacia
la lejana China. Cerca del punto donde se eleva actualmente la ciudad
de K h o d j e n d se hallaba el puesto avanzado de los Persas, c u y o nombre,
Kyra, se interpretó como refiriéndose al fundador legendario del
imperio y que los G r i e g o s tradujeron por el nombre de Cyrópolis.
No lejos de allí, pero más adelante, los Macedonios edificaron « A l e j a n -
dría la más lejana » — Alexandria é eskliaté.
Casi inmediatamente más abajo de este punto, apenas pasado la
confluencia del río y de los tributarios que riegan T a c h k e n t y sus inme-
68»E.de Gr
diaciones, comienza el desierto : el Sir ha perdido y a en los canales de
irrigación gran parte del agua que le habían suministrado los g l a c i a r e s ;
10000000
los arroyos que hacia él se dirigen se han secado antes de alcanzar su
' corriente, y las arenas impulsadas por el viento le obligan á cambiar fre-
cuentemente de dirección, á empobrecerse más, dejando aquí y allá en
las llanuras charcos pantanosos. A l otro lado, el río, que serpentea al L a cuenca del O x u s ó A m u - d a r i a , situada bajo un clima más meri-
Noroeste hasta el mar de A r a l , no podría regar á derecha é izquierda dional y más generoso, á quinientos ó seiscientos kilómetros más cerca
más que una estrecha cinta de verdura, zona insuficiente para que en del ecuador, mucho más rica en aguas vivas y teniendo á su disposición
ella establecieran poblaciones agrícolas un muro viviente, impenetrable comunicaciones naturales más directas con la India y el Irán por las gar-
á los bandidos turkmenios de la e s t e p a : así es c o m o la bella Lombardía gantas del Paropamisus,tuvo, por consecuencia, una historia más activa,
CUENCA DEL SIR-DARIA

abundantes aguas del Sir y de sus numerosos afluentes. Esa cuenca es asiática ha estado privada de toda relación directa con las comarcas de
ultra-Caspio y la civilización se ha visto atrofiada sobre el terreno por
otra Lombardía por la belleza y variedad de sus cultivos, por la m a g n i -
falta de cambios intelectuales.
ficencia de sus horizontes de montañas que limitan los cultivos al Norte
y al S u d , como otros A l p e s y otros A p e n i n o s ; el país, uno de los más
N.° 59. Relieve del Asia central.
hermosos del Mundo, famoso en las comarcas de la civilización iránica
por la dulzura y la tranquila claridad de su atmósfera, es « t o d o azul »,
dice el viajero U j f a l v y , deliciosamente matizado de un tinte de t u r q u e s a :
el cielo es azul, lo mismo que el agua de los l a g o s y de los arroyos, el
plumaje de los cuervos y de los mirlos, las piedras de los campos y las
paredes de los edificios.
Pero esta magnífica llanura no pudo adquirir en tiempos pasados
gran valor histórico por ser de proporciones relativamente estrechas, y
sus cultivos, bruscamente detenidos del lado del Oeste por extensas
soledades, no se unieron fácilmente al resto del Mundo hasta los
tiempos modernos, merced á la invención de las comunicaciones
rápidas. L a potencia de los Iranios, y más tarde la de los Griegos,
no pasó de ese alto valle del Sir, de donde partía á través de las
montañas, « e l camino de la S e d a » , practicado por los mercaderes hacia
la lejana China. Cerca del punto donde se eleva actualmente la ciudad
de K h o d j e n d se hallaba el puesto avanzado de los Persas, c u y o nombre,
Kyra, se interpretó como refiriéndose al fundador legendario del
imperio y que los G r i e g o s tradujeron por el nombre de Cyrópolis.
No lejos de allí, pero más adelante, los Macedonios edificaron « A l e j a n -
dría la más lejana » — Alexandria é eskliaté.
Casi inmediatamente más abajo de este punto, apenas pasado la
confluencia del río y de los tributarios que riegan T a c h k e n t y sus inme-
68»E.de Gr
diaciones, comienza el desierto : el Sir ha perdido y a en los canales de
irrigación gran parte del agua que le habían suministrado los g l a c i a r e s ;
10000000
los arroyos que hacia él se dirigen se han secado antes de alcanzar su
' corriente, y las arenas impulsadas por el viento le obligan á cambiar fre-
cuentemente de dirección, á empobrecerse más, dejando aquí y allá en
las llanuras charcos pantanosos. A l otro lado, el río, que serpentea al L a cuenca del O x u s ó A m u - d a r i a , situada bajo un clima más meri-
Noroeste hasta el mar de A r a l , no podría regar á derecha é izquierda dional y más generoso, á quinientos ó seiscientos kilómetros más cerca
más que una estrecha cinta de verdura, zona insuficiente para que en del ecuador, mucho más rica en aguas vivas y teniendo á su disposición
ella establecieran poblaciones agrícolas un muro viviente, impenetrable comunicaciones naturales más directas con la India y el Irán por las gar-
á los bandidos turkmenios de la e s t e p a : así es c o m o la bella Lombardía gantas del Paropamisus,tuvo, por consecuencia, una historia más activa,
EL HOMBRE Y LA TIERRA CUENCA DEL AMU-DARIA 3 7 5
374

una vida más intensa que el país de Ferghana. Decenas de millones de atraviesa completamente la cadena, abriendo así como una gran puerta,

hombres podrían vivir cómodamente en esa amplia cuenca perfecta- donde los Macedonios no podían menos de edificar una Alejandría,

mente regada en toda su extensión, y , según las leyendas y las tradicio- ciudad militar que es hace mucho tiempo famosa bajo el nombre de

nes, la población fué en e x t r e m o densa en esta región. L a parte más Herat y que se designa frecuentemente como la «llave de la India».

rica de este territorio constituía la famosa Bactriana, c u y a ciudad p r i n -


cipal — Ta BaxxCa, — casi idéntica de nombre al de Bakhtyari de las
N.° 60. Irania exterior.
montañas iránicas, indica probablemente una etapa de los emigrantes
que partieron de ese país para colonizar la China bajo el mando de un
Nakhonta, que se cree fué después el emperador C h i - H o a n g t i La
l e y e n d a nos muestra al fabuloso Zoroastro predicando á sus primeros
discípulos en la Bactriana; más tarde ese país se convirtió en un foco de
propaganda búdica, para convertirse á continuación, bajo la dominación
de los Seleucidas y de sus sucesores independientes, en el centro del
movimiento helénico en el Asia central. En el Vendidád, el nombre
Bactres, Bákhdi, « e l país de los A l t o s Estandartes», es una expresión
simbólica de la realeza y de la potencia guerrera 2 .

A l norte de la Bactriana, sobre la vertiente opuesta del valle del


O x u s , nacieron otras ciudades importantes : tales como, en la Sogdiana,
Marcanda (Samarkand), á la que rodeaba un muro de 13 kilómetros en
la é p o c a de A l e j a n d r o y que había de ser un día la suntuosa capital de
Tamerlan ; al oeste de la Bactriana y de la Sogdiana, la Margiana, es
decir, el fecundo valle del Margos ó Murghab, y la Kharezmia, por otro
nombre los « P a í s e s B a j o s » , que forma el delta del O x u s , habían de
alcanzar también gran importancia por sus productos y por su civiliza-
ción, gracias á su extremada abundancia de a g u a ; sobre todo la Mar-
giana, la «tierra más fértil del M u n d o » , donde uno de los Seleucidas 1: 10000 000

había hecho erigir á su gloria la ciudad de Antioquía márgica, de la que 500 kil.

se dice que, incluyendo sus jardines, estaba rodeada de un muro de


El antiguo nombre Alexandreia unido á Merv debería hallarse en aposicióq á Herat.
275 kilómetros en circunferencia, ciudad que adquirió considerable valor
en la economía del antiguo Irán, por el hecho de su posición en la e s c o -
tadura del Paropamisus, en un sitio que es á la vez un punto de cita Y sin embargo, esas regiones q u e tuvieron su periodo de gran

para el comercio y para los pueblos en marcha.' E l río que riega los prosperidad se han convertido en soledades t en casi toda su extensión.

cultivos de esta A n t i o q u í a antigua, el Merv moderno, proviene de una Verdaderamente «la guerra ha pasado por a l l í » ; pero la comarca

brecha baja de los montes, y , más al Oeste, otro río paralelo al primero hubiera podido florecer nuevamente como tantas otras regiones devasta-
das, si las comarcas del alto Iaxartes, del alto O x u s , del S o g d y del
' Terrien de la C o u p e r i e , Oriental and Babyl'onian Record. Margos no hubieran estado, por decirlo así, « en el aire », aventuradas
1 Fr. Lenormant, Les Origines de rNistoire, t. II, p. 509.
CIVILIZACIÓN DE LA BACTRIANA

en medio de nómadas, enemigos hereditarios de la agricultura, entre


montañas y mesetas difíciles de franquear y soledades más terribles aún,
puesto que interrumpen toda comunicación con otros países civilizados.
Del lado de Oriente, la Bactriana, dominada por las escarpas de los
Pamir, no puede comunicar durante algunos meses del año con las
vertientes de la Kachgaria más que por gargantas nevadas, solamente
accesibles á los pastores y á los g r u p o s de intrépidos mercaderes que les
acompañan. A l Oeste y al Sud, la única vía natural que une el valle
del O x u s y los países del Irán exterior al Irán interior y al resto del
Mundo es la ruta que, pasando al sud del diafragma asiático ó P a r o p a -
misus, une la Armenia y Babilonia por la Persia y la Media. Podría
compararse esta vía á un hilo delgado que uniera la Bactriana á las
costas del Mediterráneo y á E u r o p a . Mientras este hilo era respetado,
el Irán exterior y los países del O x u s y del Iaxartes se mantenían en
relaciones de cultura y de progreso con el mundo occidental; pero c o r -
tado el hilo por hechos de guerra ó por otros acontecimientos, los
países exteriores recaían en un estado de barbarie relativa.

En efecto, resulta del estudio comparado de los pueblos que, durante


todos los períodos de su prosperidad ó al menos de su poder político, la
Bactriana estuvo en libres relaciones de comercio, ó hasta en unión de VISTA DE SAMARKANDA

Estado, con las comarcas de la vertiente opuesta. A s í , durante las De u n a f o t o g r a f í a .

A *
edades de la proto-historia, cuando la fe y el culto que á los modernos
nos parecen constituir la religión aria por excelencia, el mazdeismo, los Macedonios y de los G r i e g o s seleucidas. Después, cuando la fuerza
tomaban su origen en la cuenca del O x u s , los Arias, considerados, no inicial que tenía su punto de a p o y o en las riberas del Mediterráneo se
como antepasados de una. raza « i n d o - e u r o p e a » que abraza una mitad hubo casi enteramente gastado, y que los sucesores directos de A l e j a n -
del Mundo, sino como pueblo que habla una lengua emparentada cqji dro hubieron de abandonar las provincias orientales de su imperio, el
nuestros idiomas de filiación pre-sanscrita, parecían haber dominado Estado g r i e g o independiente que se constituyó en la Bactriana continuó
sobre las altas tierras del A s i a , desde las pendientes del T h i a n - c h a ñ y estando en relaciones con los Partos del S u d y hasta con los habitantes de
de los Pamir hasta las del Azerbeidjan. « E l corazón del Irán original la India : uno de los monarcas de la comarca, Demetrio, que vivía hace
era Balkh », dice Gobineau '. Después de este período, durante el cual unos veintiún siglos, fué conocido bajo el título de « rey de los Indios ».
Bactres ejerció quizá cierta hegemonía sobre las poblaciones d é l a misma A d e m á s , la fuerza de impulsión dada á la Bactriana por las p o b l a -
raza que habitaban el reverso meridional de" los montes, les quedó ciones civilizadas venidas de Occidente haUía hecho de es je país un
mucho tiempo asociada en la fortuna y en la adversidad, puesto que lugar de etapa entre el Mediterráneo y el río A m a r i l l o . En la época en
c a y ó sucesivamente bajo la dominación de los Medas, de los Persas, de que la Bactriana helenizada se había convertido en el centro de la c u l -
tura en el A s i a central, los Chinos, que habían recibido sus ciencias y
sus artes de emigrantes venidos anteriormente del mismo país, se halla-
1
Histoire des Perses, 1 . 1 , p. u .
ban en comunicaciones frecuentes á toavés del continente con las p o b l a -
I - 94
c i e n e s de la vertiente opuesta *. L a s dos provincias de Bactriana y de
S o g d i a n a eran designadas p o r ellos con el n o m b r e de G r a n d e Y a v a n i a ó
de « G r a n G r e c i a » , semejante al q u e los R o m a n o s de los mismos s i g l o s
daban á la parte meridional de Italia. Hasta o c u r r i ó , durante cierto
e s p a c i o de t i e m p o , q u e esa c u e n c a del alto O x u s , conocida por la
denominación de T c h i n ó S a m o k i e n - - es decir, S a m a r k a n d , — fué una
dependencia del Imperio del M e d i o . Á la sazón era un f o c o de p r o p a - ^
g a n d a b ú d i c a , c o m o l o había sido, más de mil años antes, el centro de
las misiones mazdeistas, y c o m o ella v i n o á ser d e s p u é s una de las
g r a n d e s escuelas del m a h o m e t i s m o .
E l aislamiento q u e se hizo en la Bactriana entre los tiempos h e l é n i -
cos y los s i g l o s del Islam, p r o v i e n e , no tanto de la Naturaleza, que, no
obstante, había l e v a n t a d o . l a muralla del Paropamisus, c o m o de las inva-
siones étnicas vomitadas por las r e g i o n e s septentrionales. Amplia-
mente abiertas por el lado del Norte y del N o r o e s t e p o r las estepas de
los nómadas, las campiñas del l a x a r t e s y del O x u s debían considerarse
tanto más amenazadas cuanto mejor estuvieran cultivadas y más c u b i e r -
tas de ciudades ricas. L a s hordas de bandidos, a c e c h a n d o en las i n m e -
diaciones de las colonias avanzadas y en l ó s desfiladeros de las montañas,
a p r o v e c h a b a n la primera ocasión para lanzarse s o b r e las colonias, q u e
les e n t r e g a b a , sea la g u e r r a intestina, sea la traición de un a m b i c i o s o ,
sea c u a l q u i e r otro acontecimiento. C u a n t o más se repetían las i n c u r -
siones y más c a m b i a b a la p r o p o r c i ó n de las razas, los invasores tomaban
en muchos puntos el l u g a r de los a n t i g u o s residentes, quienes eran
e x t e r m i n a d o s ó rechazados hacia los a l t o s valles. A l fin, el elemento
ario, demasiado debilitado para resistir, se halló r o t o en muchos sitios,
á l o l a r g o de las pendientes del H i n d u - K u c h , ó no p u d o conservarse en
ciertas c i u d a d e s más q u e t o l e r a d o , servil, frecuentemente á condición de :¡!$5is

abandonar su l e n g u a y sus dioses. A s í T u r c o s y Mongoles, conocidos


b a j o diversos nombres: Turkmenios ó Turcomanos, Kirghiz, Kara- LA ALDEA DEL ASK Y EL VALLE DEL LAR

• Kalpak, K a i z a k , B u r u t , U z b e g , o c u p a n l a m a y o r parte de la d o b l e Vista tomada desde la meseta de Reline.

cuenca del l a x a r l e s y del O x u s , mezclados á los S a r t o s , es decir, á las


Tipo de aldea persa de las montañas.
t
lJ l nli ltí l
g e n t e s de raza cruzada, entre los cuales se halla el e l e m e n t o ario todavía S e g ú n u n a f o t o g r a f í a d e J. M o r g a n
( M i s i ó n a r q u e o l ó g i c a en P e r s í a ) .
representado. L o s únicos parientes cercanos de los Iranios de la meseta

i T e r r i c n de la C o u p e i i e , Oriental and llabylonian Record. .: HE .B lüill!


meridional son los T a d j i k , es decir, los « Coronados » de las ciudades de
la Bactriana oriental, en la proximidad de los montes, y todavía su tipo
es bastante impuro y su l e n g u a j e muy mezclado de palabras y de giros
turcos y mongoles. A la llegada de los Rusos á la T u r k m e n i a , y a no
había g r u p o estrictamente ario más que en los pequeños valles de las
altas montañas, sobre la vertiente occidental de los Pamir, en el Karate-
g i n , el Darvaz y el Badakchan.
L o s pueblos nómadas venidos de las regiones septentrionales, p o r
sus invasiones en las tierras arias de los dos ríos aralo-cáspicos, habían
contribuido doblemente á transformar la naturaleza de la comarca res-
pecto del suelo y del clima, primero por la devastación brutal, la d e s -
trucción de los jardines, arboledas y bosques ; después por el cambio de
régimen, por la sustitución de las costumbres pastorales á las a g r í c o -
las. Cegaron los canales, ó cuando no los dejaron obstruirse ; en vez
de regular el curso de los ríos, contribuyeron, por el pataleo ¿Le los
ganados en las orillas, á la formación de una continuidad de pantanos y
de regueros irregulares, y de ese modo ensancharon le estepa a y u d a d o s
p o r las variaciones del clima, dando un sentido geográfico más preciso
á ese nombre de « T u r a n » , que, desde la antigüedad más remota, se
quiere oponer al de Irán. Entre las dos regiones que separa la cadena
del diafragma asiático, al este del Caspio, en todas partes se sostiene la
oposición de la llanura y de la meseta, y , en m a y o r extensión, la de los
pueblos sedentarios y pacíficos de las hordas nómadas y guerreras.

L a meseta del Irán, que las diversas cadenas y macizos del Cáucaso
índico y de sus prolongaciones occidentales separan de la Bactriana, de
la Margiana, de las soledades del Turán y del Caspio ó mar de Hircania,
se descompone en dos grandes regiones naturales : al Oeste, la Irania
propiamente d i c h a ; al Este, las diversas comarcas que en otro tiempo se
denominaron A r a c o s i a , Drangiana, Gedrosia, y que actualmente se
designan con los nombres de A f g h a n i s t a n y Balutchistan. L a región
oriental, c u y o s valles se entrecruzan con los de la Bactriana, tiene casi
la misma extensión que la del Occidente, pero difiere de ella por la
naturaleza del suelo, que presenta en su conjunto una variedad de relieve
mucho más considerable, una estructura más compleja, y por consi-
guiente, más favorable á la conservación de las diversidades étnicas.
WM
m
.8

EL HOMBRE Y LA TIERRA BUSCA DE AGUA


3 8O

Estas dos mitades de la meseta iránica presentan cierta analogía de


rasgos : una y otra están rodeadas de montañas limítrofes, con numero-
sos macizos, con murallas divergentes ó paralelas; ambas están e x c a v a -
das hacia el medio en una cavidad adonde se dirigen ó se dirigían
las aguas de la vertiente interior antes de la desecación parcial de la
comarca. Existe, no obstante, un contraste en la orientación de las
pendientes: en tanto que la inclinación general de la meseta occiden-
tal está en el sentido de Noroeste á Sudeste, la de la región oriental
lo está de Noreste á Sudoeste.
L o s recintos de las montañas y la disposición geográfica de sus
pendientes, inclinándose extensamente hacia un recipiente central,
debían determinar una semejanza correspondiente en la vida de las p o -
blaciones residentes. A l g u n a s de ellas se encontraban completamente
*

encerradas, y las que p o r la naturaleza tenían libres comunicaciones con


el exterior eran arrastradas en gran parte p o r la inclinación del suelo y
la dirección de las aguas hacia el interior del país : la formación de CANALES DE RIEGO (PLANO Y CORTE)

tribus distintas, de nacionalidades de límites étnicos precisos, fué f a v o -


A, a , b, d, e, / , g, k. P o z o s . 1 D, J, H. Suelo regado.
recida de ese modo ; países de contornos bien determinados son la c o n - C . E. Orificio del canal. | B) R, S. Roca y buen s u e l o .

dición primera del patriotismo primitivo.


L a escasez de las lluvias y de las aguas corrientes ha hecho á los
habitantes de la comarca en extremo industriosos para la busca y c o n -
servación de aguas subterráneas. En ninguna región de la Irania se es
más hábil para la adivinación de manantiales profundos y para la cons-
trucción de karez, esos canales llamados kanát en la Persia propiamente
dicha, que se continúan á lo largo de las pendientes á algunos metros
bajo el suelo, con el declive hecho perfectamente para facilitar el curso
del agua sin que una excesiva velocidad de la corriente produzca erosio-
nes. Ciudades y villas se alinean á lo largo de esas vivificantes arterias.
Ciertos karez han sido abiertos formando galería en la roca viva ; otros
pasan en sifón bajo torrenteras: uno de esos canales, en el valle del
Bori, del Belutchistan actual, ha sido cavado b a j o el lecho de un ESCALERA SUBTERRÁNEA A L PASO DE UN CAMINO

torrente de 90 metros de ancho, por donde baja la corriente después de


d. T i e r r a s a m o n t o n a d a s por los trabajos de e x c a v a c i ó n .
las lluvias en una sábana de metro y medio de profundidad y con una p. Pozos.
E. Escalera.
velocidad de 9 kilómetros por hora 1 .
Según un trazado hecho en Azerbeidjan por J. de Morgan
(Misión arqueológica en Persia).
1 A . C. Y a t e , Loralai, « S c o t t i s h G e o g r a p h i c a l M a g a z i n e » . Julio 1897, p. 360.
1 — 96
Actualmente el grueso de la población que habita las comarcas valle del H e r i - R u d , á través de las montañas llamadas actualmente de
ll
II
lili
denominadas Afghanistan y Balutchistan se compone de elementos arios Barkhut, que continúan el gran Paropamisus, los viajeros conocen varios
por el tipo, el lenguaje y el modo de p e n s a r ; hasta se transparentan pasajes fáciles, y uno de ellos, el paso de K h o m b u , de 945 metros
costumbres religiosas análogas á las de los Kafires y de los Galtchas á
través de las prácticas nuevas entre numerosas tribus afghanes c o n v e r -
N.° 61. Brechas que conducen á Herat.
i' tidas al Islam. No es dudoso que en los orígenes de la historia escrita,
los residentes de esta parte de la meseta aria fueran de raza mucho más
pura porque se encuentran, entre los habitantes actuales, Mongoles
de diversas naciones l ó mismo que Semitas judíos y árabes, que se sabe
descienden de conquistadores y emigrantes venidos durante los últimos
veinticinco siglos. Así, aunque el conjunto del territorio, con sus dos
murallas guarnecidas de bastiones del Norte y del Este, el Océano que
le limita al S u d y los desiertos y los resaltos de montañas que le separan
de Persia, sea comparable á una especie de' plaaa de armas, encerrando
gran número de fuertes destacados donde las tribus pueden defender
mucho tiempo su independencia, existen, no obstante, brechas anchas y
profundas que dejan penetrar sobre la meseta á los que se van p r e -
sentando. . . . . - ,
L a más importante de estas aberturas es la "que comunica el ángulo
noroccidental del Afghanistan actual, es decir, el valle del Heri-Rud, con
las llanuras situadas al norte del Paropamisus, en c u y a región varios
caminos se abren de una á otra vertiente, y cada uno tuvo su importan-
cia histórica. Primeramente sería fácil seguir el cauce frecuentemente
seco ó las orillas del río : siguiendo su curso en las campiñas donde se
eleva la ciudad de Herat, á unos novecientos metros de altura, bastaría
Según los mapas del Ejército de las Indias.
seguir la corriente del H e r i - R u d para entrar en la serie de desfiladeros
que corta completamente en dos el diafragmá del Cáucaso índico, y de I : 2 500 000

ese modo se acabaría por ganar la gran llanura en que se ramifican los „ ^ ~ Too ¡SO Kil

canales de riego del T e d j e n ; pero las gargantas en que se introduce


el río, y á veces la violencia de sus crecidas, han impedido á los emi- de altura, apenas tiene 300 metros de elevación sobre las llanuras sub-
grantes y mercaderes seguir este camino y prefieren siempre franquear yacentes al Norte y al S u d
más al Este una de las brechas que se abren á través de la prolongación Las comunicaciones naturales son, pues, fáciles de una á otra v e r -
del Paropamisus. Otra vía, que une por la línea más recta las dos tiente del Paropamisus. Pero lo que da á las numerosas puertas de la
cuencas de Merv y de Herat, se eleva á 1536 metros, escasa altura en montaña una importancia excepcional en la historia de las naciones, es
comparación de todas las que se suceden más al Este á través del Hindu-
K u c h , hasta railes de kilómetros. Pero entre este camino directo y el 1 Lessar, Geographical Journal, Enero 1883.
cuyas aguas se vierten en la profunda depresión del Drangiana, el S e i s -
tan actual, desemboca, cerca de las montañas que dominan las llanuras
del Tndus, en un centro de vida análogo al de H e r a t : es el punto donde
en el día se eleva la ciudad de ICandahar, cuya leyenda, como la de

N.° 62. Diafragma montañoso entre la Bactriana y el Pendjab.

CAMPAMENTO TURCOMANO EN LAS INMEDIACIONES DE SAMARKAND

De una fotografía. 4

que esos diversos caminos, convergiendo á la cuenca del Herat, se c o n -


tinúan por una larga avenida atravesando en una extensa curva toda la
Ariania oriental para poner en relaciones geográficas las llanuras del
O x u s y las que atraviesan los Siete Ríos. Verdad es que directamente
al sud de Herat se perfila una cordillera cuyas brechas tienen aún
2000 metros de elevación, pero hacia el Oeste esa arista desciende rápi-
1: 5000 000

damente y puede rodearse y dirigirse al S u d á través de una región de ÍSOKM.


suaves ondulaciones de terreno que se mantienen á iooo ó á 1200
metros de altura, por donde podría viajarse fácilmente en coche de
Herat y de otras muchas ciudades asiáticas, refiere que fué fundada,
cuatro caballos l.
sea por el primer hombre, sea por uno de los suyos. E l verdadero
Este camino natural, siguiendo en casi toda su extensión unos valles
sentido de esta relación es que en esos puntos en que se reúnen forzo-
samente grandes corrientes históricas, hubieron de formarse aglomera-
1 Henry Rawlinson, Geographical Journal, 1893, p. 17. 1 - 9«
cuyas aguas se vierten en la profunda depresión del Drangiana, el S e i s -
tan actual, desemboca, cerca de las montañas que dominan las llanuras
del Tndus, en un centro de vida análogo al de H e r a t : es el punto donde
en el día se eleva la ciudad de ICandahar, cuya leyenda, como la de

N.° 62. Diafragma montañoso e n t r e la Bactriana y el P e n d j a b .

CAMPAMENTO TURCOMANO EN LAS INMEDIACIONES DE SAMARKAND

De una fotografía. 4

que esos diversos caminos, convergiendo á la cuenca del Herat, se c o n -


tinúan por una larga avenida atravesando en una extensa curva toda la
Ariania oriental para poner en relaciones geográficas las llanuras del
O x u s y las que atraviesan los Siete Ríos. Verdad es que directamente
al sud de Herat se perfila una cordillera cuyas brechas tienen aún
2000 metros de elevación, pero hacia el Oeste esa arista desciende rápi-
1: 5000 000

damente y puede rodearse y dirigirse al S u d á través de una región de ísoKM.


suaves ondulaciones de terreno que se mantienen á iooo ó á 1200
metros de altura, por donde podría viajarse fácilmente en coche de
Herat y de otras muchas ciudades asiáticas, refiere que fué fundada,
cuatro caballos l.
sea por el primer hombre, sea por uno de los suyos. E l verdadero
Este camino natural, siguiendo en casi toda su extensión unos valles
sentido ele esta relación es que en esos puntos en que se reúnen forzo-
samente grandes corrientes históricas, hubieron de formarse aglomera-
1 H e n r y R a w l i n s o n , Geographical Journal, 1893, p. 17. 1 - 9«
horquilla llamada actualmente H a d j i - k a k ó « Paso de los Peregrinos »,
ciones urbanas en gran número en cuanto las naciones se pusieron
nombre que recuerda las caravanas de musulmanes en marcha hacia las
en movimiento.
Pero ese camino tan cómodo, abierto desde las orillas caspias hasta
N." 63. Garganta de Bamian.
las del mar de las Indias, tiene por punto de partida á su extremidad
67° 68° 69«
septentrional la región casi desierta que recorren los nómadas alrededor
de los oasis de l a Margiana ; l u e g o , después de haber descrito su enorme
curva en la parte menos populosa del país afghan, desemboca directa-
mente por las brechas del Sulaiman-dagh en las llanuras más abrasa-
doras y menos habitadas de las en que serpentea el Indus. Por esta vía
larga y tortuosa la atracción recíproca de los pueblos era e s c a s a ; f r e -
cuentemente la chispa eléctrica no podía brotar á causa de la distancia.
Mucho más al este y al norte del camino de Merv á Kandahar debía
producirse la aproximación más enérgica entre las multitudes humanas,
porque en este l u g a r la anchura de la meseta de separación entre las
campiñas del O x u s y las de los Siete Ríos apenas excede de 300 k i l ó m e -
tros en línea recta, y los dos puntos extremos, de partida y de llegada,
se encuentran en comarcas populosas. En otro tiempo se agolpaban en
la Ractriana millones de h o m b r e s ; por otra parte, el ángulo norocci-
dental de la península del Hindostán contiene una población que parece
haber sido siempre bastante densa y que se continúa al Este p o r m u l -
titudes agrícolas en número p r o d i g i o s o ; por último, un valle que se
ensancha de distancia en distancia para formar pequeñas depresiones
ofrece un camino fácil sobre gran parte del espacio montañoso inter-
mediario : es el del antiguo Cophen, el río actualmente llamado
de K a b u l .
Las fuerzas de atracción q u e las dos comarcas de la Bactriana y de
la llanura hindú ejercían una sobre otra, sobre los mercaderes, los
misioneros y los guerreros, había, pues, de determinar la concurrencia
Según los mapas del Ejército de las Indias.
de los más fáciles senderos de montañas. En esta parte de la alta arista
del H i n d u - K u c h , se presentan varios caminos, pero, de todos, los más I : 2 500 000
I I I
fáciles son los que, pasando por las brechas de K a r a k o t a l y de Bamian, 0 so 100 isoKil.

franquean la gran cordillera á diversas alturas entre 3000 y 4000 metros, Casi no es necesario i n d i c a r l a s divergencias que presentan las cartas n." 62 y n.° 63,
trazadas según documentos diferentes.
sea para descender directamente por el valle de un afluente del K a b u l ,
sea para ganar este mismo río en su largo cauce granítico. Otra
ciudades santas de la Mesopotamia y del litoral del mar Rojo. D e ese
garganta de la misma ruptura de los montes permite tomar un camino
modo ese conjunto de brechas constituye un centro vital de la más alta
lateral que se dirige al Sudoeste hacia el Seistan y la Persia: es la
ARACOSIA, DRANGIANA, GEDROSIA 389
388 EL HOMBRE Y LA TIERRA

importancia histórica; quizá no haya en el mundo otro que pueda territorio del antiguo Kadru, « e l país de los M o r e n o s » , así llamado
por el color de sus habitantes, los Brahnis, los « E t i o p e s » de H e r o -
comparársele. C o m o es consiguiente, no podía menos de fundarse ciu-
doto '. L o s G r i e g o s cambiaron el nombre de Kadru por el de G e d r o -
dades poderosas en las inmediaciones de esos pasajes utilizados en todo
sia : es el Balutchistan actual.
tiempo por los viajeros pacíficos y ambicionados por los conquistadores.
Por allí, indudablemente, se estableció en la aurora de nuestra historia
el vaivén de los pueblos de lengua aria entre las dos vertientes del N." 64. Seistan ó Drangiana.
Cáucaso índico.
Fuera de esas vías históricas y de sus accesos, las comarcas de la
antigua A r a c o s i a están dispuestas de manera que protegen contra todo
cambio las poblaciones residentes. L o s macizos de montañas, que cons-
tituyen cada cual un dominio separado, favorecen la conservación de los
regímenes antiguos y el mantenimiento de las costumbres primitivas ; no
hay duda que muchas poblaciones de lugares apartados permanecieron
en -los mismos sitios, en idénticas condiciones de vida, durante las
edades antiguas, lo mismo que en los siglos posteriores á la expedición
de A l e j a n d r o . L a Drangiana, equidistante de la montaña y de la llanura
ardiente, es un lugar de reposo, donde, á pesar de la proximidad de los
grandes caminos de paso y de los centros de civilización, hubo de p e r -
mitirse la penetración de la cultura y su desarrollo bajo una forma
original. L a historia antigua de ese país ha de estudiarse aún.
En las regiones meridionales que se extienden al sud de la d e p r e -
sión por donde corre el río Helmand y donde duermen los lagos salados
del vSeistan, otras regiones montuosas están habitadas también p o r tri-
bus sedentarias, que se hallan protegidas por las ásperas rocas de su
Según los mapas del Ejército de las l_ndi,is.
recinto, semejantes á las murallas de una ciudadela. Pero ahí se detiene
I : 8 000 000
la semejanza de los m e d i o s : primeramente esos macizos son notable- baci i i . n l 1 =*=
0 100 200 300 sooKil.
mente menos elevados, por término medio, que los montes destacados
del formidable muro del H i n d u - K u c h , y , por consecuencia de su orien- La forma y la extensión de los lagos salados donde desembocan el Helmand y los otros ríos
del Seistan están sometidos á variaciones continuas.
tación, ofrecen muchos menos retiros favorables. Después, situados
bajo un clima diferente, muy seco, de lluvias irregulares y rara vez sufi-
cientes, esos montes no dejan germinar vegetación bastante abundante E s natural que los ribereños del mar de las Indias y del g o l f o

para que los habitantes de la comarca puedan contar sobre cosechas Pérsico trataran de establefer un tráfico regular y comunicaciones f r e -

anuales, y con frecuencia la falta de recursos suficientes les obliga á la cuentes á lo largo del litoral. Esta vía, la historia lo denuncia, fué

emigración parcial ó colectiva, pacífica ó guerrera. Por otra parte, el practicada, en efecto, no sólo por débiles caravanas sino también por

ataque de sus reductos se facilita por la existencia de numerosas llanuras 1 Hermann Brunnhofer, Urgeschichte der Arier in Vorder-und Centrai-Asien, Erster
intermedias que se ramifican en anchas avenidas á través de todo el Band, p. 109.

I - 97
e j é r c i t o s : sin embargo, la falta de agua en los arroyos de la costa, el nuía en la dirección del Noreste. Un pasaje célebre de Herodoto (I, 101)
corto número de habitantes y los p e l i g r o s de la sed y del hambre a l e j a - enumera las seis tribus (genea) de los Medas, y de la interpretación de
ron frecuentemente á los mercaderes y á los guerreros de este camino
natural, que por otra parte no presenta obstáculos materiales; no son N.° 65. Poblaciones de Irania.

las rocas, sino las áridas arenas lo que hace de la Gedrosia una región
de sufrimiento y de espanto para los viajeros. L a s incursiones de b a n -
didos, que suelen aparecer de repente como bandadas de cuervos, han
de temerse también en aquel país abrasado. En todo tiempo, el camino
marítimo de los puertos vecinos del Indus á los del g o l f o Pérsico fué
más frecuentado que el de tierra, y las pocas ciudades que se muestran
de distancia en distancia sobre la costa deben principalmente su i m p o r -
tancia relativa y su población á la visita de los barcos de cabotaje.

E l estudio de los elementos étnicos reunidos entre los Pamir y la


Potamia muestra desde el origen de la historia tres razas yuxtapuestas :
Semitas, A r i a s y — a r d i e n t e controversia lingüística1—«Turanios».
Los primeros se detenían al pie del Zagros, los dos últimos se disputa-
ban la posesión de la meseta sin que pueda decirse q u e habían sido sus
primeros ocupantes. « L o s Turanios a n t i g u o s » de quienes aquí se
trata y c u y o parentesco con los Turanios A l t a y a n o s (Tártaros, Mon-
goles, T u r c o s , Húngaros, Finlandeses) es sólo materia de conjetura,
habían entrado probablemente por el ángulo sud-oriental del Caspio ;
después, escalando la meseta de Irán, habían invadido la Atropatena, i: 20 000 000
• 1 1 i
región de la antigua Media. Más al S u d , ocupaban también gran parte 0 100 500 1000 Kil
de los valles de la alta Suciana. Por último, los A k k a d s ó « montañe-
ARIOS ARIOS Y SEMITAS Y
ses», del mismo origen, habían descendido á las llanuras de la Meso- TURANIOS
DR A V I D I A NOS
SEMITAS
TURANIOS

potamia, donde encontraron poblaciones de diferentes procedencias,


venidas quizá del S u d y del Sudoeste y compuestas principalmente de
1. Persas propiamente d ¡ - 7: Albanios del Cáucaso. 13. Indios.
Semitas más ó menos modificadas pí)r otros elementos. 2. Elamitas. [chos. 8. Turkmenios. 14. S e m i t a s propiamente
S o b r e las altas tierras de la Irania, los rivales y combatientes p e r t e - 3. Bactrianos. 9- Medas. dichos.
4. Sogdianos. 10. Raghianos. 15. Asirios.
necían en gran mayoría á las dos razas aria y turania, que buscaban y a 5. Pactianos. 11. Hircanios. 16. Árabes.
6. Alarodios. 12. Brahni ( E t i o p e s ) .
el equilibrio en la a g r u p a c i ó n ' d e sus naciones respectivas; el sud y el * 17. Caldeos.

Se notará cierta divergencia entre el texto y las indicaciones del mapa ; aquí son considerados
este de la meseta, desde la A r a c o s i a hasta la provincia de Persia (Per-
los Elamitas como arianizados.
side) estaban ocupados por poblaciones arias, su preponderancia dismi-

sus nombres, intentada por Oppert y Lenormant, parece resultar que


J. d'Oppert, J. de Morgan, Hommel, etc. — Halévy, G u y a r d , etc. dos tribus, una especialmente designada como la « raza de los A r i a s » y
1
Question sumirienne.
e j é r c i t o s : sin embargo, la falta de agua en los arroyos de la costa, el nuía en la dirección del Noreste. Un pasaje célebre de Herodoto (I, 101)
corto número de habitantes y los p e l i g r o s de la sed y del hambre a l e j a - enumera las seis tribus (genea) de los Medas, y de la interpretación de
ron frecuentemente á los mercaderes y á los guerreros de este camino
natural, que por otra parte no presenta obstáculos materiales; no son N.° 65. Poblaciones de Irania.

las rocas, sino las áridas arenas lo que hace de la Gedrosia una región
de sufrimiento y de espanto para los viajeros. L a s incursiones de b a n -
didos, que suelen aparecer de repente como bandadas de cuervos, han
de temerse también en aquel país abrasado. En todo tiempo, el camino
marítimo de los puertos vecinos del Indus á los del g o l f o Pérsico fué
más frecuentado que el de tierra, y las pocas ciudades que se muestran
de distancia en distancia sobre la costa deben principalmente su i m p o r -
tancia relativa y su población á la visita de los barcos de cabotaje.

E l estudio de los elementos étnicos reunidos entre los Pamir y la


Potamia muestra desde el origen de la historia tres razas yuxtapuestas :
Semitas, A r i a s y — a r d i e n t e controversia lingüística1—«Turanios».
Los primeros se detenían al pie del Zagros, los dos últimos se disputa-
ban la posesión de la meseta sin que pueda decirse q u e habían sido sus
primeros ocupantes. « L o s Turanios a n t i g u o s » de quienes aquí se
trata y c u y o parentesco con los Turanios A l t a y a n o s (Tártaros, Mon-
goles, T u r c o s , Húngaros, Finlandeses) es sólo materia de conjetura,
habían entrado probablemente por el ángulo sud-oriental del Caspio ;
después, escalando la meseta de Irán, habían invadido la Atropatena, i: 20 000 000
• 1 1 i
región de la antigua Media. Más al S u d , ocupaban también gran parte 0 100 500 1000 Kil
de los valles de la alta Suciana. Por último, los A k k a d s ó « montañe-
ARIOS ARIOS Y SEMITAS Y
ses», del mismo origen, habían descendido á las llanuras de la Meso- TURANIOS
DR A V I D I A NOS
SEMITAS
TURANIOS

potamia, donde encontraron poblaciones de diferentes procedencias,


venidas quizá del S u d y del Sudoeste y compuestas principalmente de
1. Persas propiamente d ¡ - 7: Albanios del Cáucaso. 13. Indios.
Semitas más ó menos modificadas pí)r otros elementos. 2. Elamitas. [chos. 8. Turkmenios. 14. S e m i t a s propiamente
S o b r e las altas tierras de la Irania, los rivales y combatientes p e r t e - 3. Bactrianos. 9- Medas. dichos.
4. Sogdianos. 10. Raghianos. 15. Asirios.
necían en gran mayoría á las dos razas aria y turania, que buscaban y a 5. Pactianos. 11. Hircanios. 16. Árabes.
6. Alarodios. 12. Brahni ( E t i o p e s ) .
el equilibrio en la a g r u p a c i ó n ' d e sus naciones respectivas; el sud y el * 17. Caldeos.

Se notará cierta divergencia entre el texto y las indicaciones del mapa ; aquí son considerados
este de la meseta, desde la A r a c o s i a hasta la provincia de Persia (Per-
los Elamitas como arianizados.
side) estaban ocupados por poblaciones arias, su preponderancia dismi-

sus nombres, intentada por Oppert y Lenormant, parece resultar que


J. d'Oppert, J. de Morgan, Hommel, etc. — Halévy, G u y a r d , etc. dos tribus, una especialmente designada como la « raza de los A r i a s » y
1
Question sumirienne.
EL HOMBRE Y LA TIERRA IRANIA Y TURANIA
39 2

otra como la de los M a g o s ó de los « M e j o r e s » , eran del mismo origen egoísmo, á dar á los A r i a s del Irán una misión preponderante desde
que el pueblo p e r s a ; p e r o las otras cuatro divisiones étnicas constituían el punto de vista numérico lo mismo que político, inclinándose á colocar
quizá el fondo « t u r a n i o » de la población rural, dividida en dos g r u p o s , en primer término los Persas propiamente dichos.
agricultores sedentarios y pastores nómadas 1. Hace veintiséis siglos, la Por lo demás, terminada la lucha entre los pueblos, después entre
región de las altas tierras, comprendida entre la vertiente del A r a x a y la las lenguas, continuó en otro terreno y particularmente en cuanto-al
meseta de Irán, estaba todavía habitada por poblaciones no mezcladas modo de pensar y de obrar entre la religión dualista de los A r i a s y el
con los Arias. Hasta cierto punto puede simbolizarse el antagonismo magismo ó chamanismo de los Turanios 1 ; p e r o esta oposición fué sorda
de los Turanios y de los Arias que habitaban la meseta existente entre
el Caspio y el mar de Omán por la lucha secular entre esas dos fraccio-
nes de una misma familia, Medas y Persas.
En la versión médica de las inscripciones grabadas por orden de los
soberanos akheménidas, todas las palabras del lenguaje político y admi-
nistrativo están tomadas directamente del idioma ario de las clases supe-
riores," es decir, del persa (que no ha de confundirse con el persa del
día, impregnado de árabe desde la conquista m a h o m e t a n a ) ; pero la
masa del pueblo dominado al noroeste de la meseta de Irán, continuó
mucho tiempo hablando la lengua no aria, y los r e y e s de Persia hubieron
de adoptarla como una de las lenguas oficiales del imperio. En los
textos trilingües que vemos aún sobre las superficies lisas de ciertas
C O R T E DE I.OS A L U V I O N E S Q U E C O N T I E N E N I.AS R U I N A S DE L A A N T I G U A C I U D A D DE AMOI.
rocas, el segundo lugar, después del persa, le ocupa una lengua a g l u t i -
Según una fotografía de J. de Morgan
nativa en que ciertos especialistas creen reconocer un parentesco con los (Misión arqueológica en Persia).
idiomas t u r c o s : esta lengua era el lenguaje popular ( ¿ m e d a ? ¿neo-
17. T t r r e n o de antiguos aluviones sobre el cual fué construida la ciudad.
anzanita?) que, representando la tradición, recibió, en consecuencia, /. Suelo firme.
»1, p, C , P, R. Cimientos, empedrado, alcantarillado.
un rango honorífico ante el babilonio, seguido á su vez del egipcio
d. Altura de las ruinas.
en los edictos cuatrilingües En dos puntos de la antigua Media, n. Altura actual de los aluviones.

mencionados por S p i e g e l » , los exploradores han señalado inscripcio-


nes en una sola lengua, seguramente turania, dicen, que hablaban los
é inconsciente, y no impidió la manifestación de otro antagonismo que,
antiguos habitantes del país dominado por los conquistadores arios.
en cierto modo, ha subsistido hasta nuestros días.
L o s sabios no pueden aventurarse aún á asegurar en qué pro-
L o s indígenas del Irán, inclinados naturalmente, como los otros
porción se hallaban representados esos dos elementos étnicos en la
pueblos, á darse un valor de primer orden entre los g r u p o s étnicos, no
mezcla de las poblaciones de la Media, aunque el hecho de la c o m u -
se engañaron cuando reivindicaron para su país una influencia p r e p o n -
nidad de origen entre nuestras lenguas de la E u r o p a occidental y el
derante, comparándole con las regiones 'circundantes, frecuentemente
lenguaje ario de los Persas nos conduzca, por instinto natural de
designadas bajo el nombre de Turán. Esa palabra, pronunciada m u -

« Fr. Lenormant, Les Origines de l'Histoire, t. II, p. 489 y s>g- chas veces por los Iranios con expresión de odio y de desprecio, análoga
' Oppert, Le Peuple el la langue des ¿Médes; Lenormant, passim ; J. Halévy, La prólen
due langue cTAccad; Les prélendus mots sumériens, J. de Morgan.
' Erán, p. 34. 1 Fr. Lenormant, Les prewiéres Civilisalions.

I - 98
394

á la que manifestaban los Chinos respecto de los «diablos extranjeros»,


se aplicaba especialmente á la? poblaciones errantes que recorrían las
vastas llanuras situadas al norte del Paropamisus, entre las fajas de
verdura que bordean el O x u s y el Iaxartes. Por extensión, el término
T u r a n comprendió todos los territorios del Norte asiático hasta el
Océano Glacial y el mar de B e r i n g : en realidad, los Persas, lo mismo
que los Judíos y los Helenos, se habían considerado como formando
la humanidad única por excelencia, un pueblo divino, considerando
todo el resto como montón informe de seres indignos, casi sin derecho
al nombre de hombres. En su conjunto, el Libro de los Reyes, de
Firduzi, no es sino la historia de la guerra santa entre los héroes y los
monstruos, entre los genios buenos y malos, entre el Irán, que r e p r e -
senta el bien, y el T u r á n , símbolo de todo lo malo. Por lo demás,
la denominación de Turanios, adoptada por toda una escuela de a n t r o -
p ó l o g o s para designar las poblaciones no arias del norte del A s i a ,
prueba que la ciencia moderna sufre todavía la influencia de las pasio-
nes y de las ideas q u e animaban á los antiguos habitantes de la Irania.
C o m o ellos, y por una especie de instinto de raza ó de lengua, a c e p t a -
mos la herencia de orgullo y parécenos que esos Turantes, nacidos
fuera de nuestro mundo de elección, son en todo nuestros inferiores.
E l contraste entre « A r y a y T u r a » y después entre Irán y Turán '
estaba tan claramente indicado por la Naturaleza, que se ha perpetuado
entre nosotros tras miles de años y miles de kilómetros del tiempo y del
lugar en que t u v o origen.

LÁPIDA DE HOURIN—CHEIHK—KHAN
E l territorio del Elam, en la acepción primitiva de ese nombre,
lo formaban los primeros resaltos del Zagros que dominan de lejos la Según una fotografía de J. de Morgan
(Misión arqueológica en Persia).
Mesopotamia y la ribera marítima que redondea su curva entre el Irán La i n s c r i p c i ó n c u n e i i o r m c de la derecha del relieve es posterior á éste. Léese en e l l a :
y la A r a b i a ; pero en el curso de las edades el término e n g l o b ó hacia « T a r d o n n i s , p r e f e c t o , h i j o de Sin-ipsah ( s i n c o n s u e l o ) , ha repuesto esta i m a g e n c u a n d o
se c a í a ; la ha restaurado. Shamash y Adad a n i q u i l e n el n o m b r e y la raza de q u i e n la
el Este toda la muralla montañosa hasta el reborde de la meseta, y destruya ».
¿ Q u é pensar de la a n t i g ü e d a d de esta lápida c u y a restauración data de una é p o c a á lo
hacia el Oeste la Suciana, que, en el sentido primero de la palabra, no menos c o n t e m p o r á n e a de G o u d e a ? ( J . de M o r g a n ) , de G o u d e a , q u e vivía 56 s i g l o s a n t e s q u e
nosotros. Esta lápida se encuentro á corta distancia de R a i m a n , mapa n.° 69.
era más que el valle bajo del K a r u n ; poco á poco los dos términos, Elam
y Suciana, se emplearon el uno por el otro. A s í se explica que Suza,
que, aislada, pertenecería geográficamente á la Potamia, forma parte del conjunto iranio. En los primeros tiempos de la historia recons-
tituida, en la época en que los pueblos civilizadores de Caldea eran

1 Fr. L e n o r m a n t , obra citada.


conocidos bajo el nombre de A k k a d i a n o s y de Sumérjanos, los E l a m i -
de cacharros atestiguan la presencia del hombre. L o s sabios i n v e s t i g a -
tas, de una cultura no menos avanzada sin duda, miraban desdeño-
dores han descubierto tabletas de tierra cruda cubiertas de signos q u e
samente á sus rivales de la llanura y sostenían su capital en una
no han sido completamente descifrados aún, pero que representan i n d u -
posición avanzada hacia el enemigo hereditario ; otro París ante otra
dablemente piezas de contabilidad que datan de unos 6000 años. El
meseta central.

N.° 66. Plano de Suza.

i: 25 000

ó 200 too 600 eòo looo Métrés.

FRAGMENTO DE UN BAJO-RELIEVE ENCONTRADO EN l857, QUE REPRESENTA


1. Ciudadela. 3. Acrópolis real.
EL PLANO DE SUZA 2. Palacio de Darío ( A p a d a n a ) .

Los vislumbres más remotos que arrojan las investigaciones recien-


nombre del rey más antiguo que se ha encontrado se remonta casi á la
tes sobre ese país, se remontan, según Morgan \ á un centenar de
misma época.
siglos. En aquel tiempo'el g o l f o Pérsico avanzaba más al Norte en las
Desde esos primeros indicios históricos hasta la destrucción de
tierras, y el elefante, el rinoceronte, el león y el antílope recorrían las
Suza por los A r i o s , es decir, durante un período de más de tres mil
llanuras pantanosas al pie de los m o n t e s : las huellas de esos animales
años, la reconstitución de la historia del Elam no es sino la narración
se encuentran hoy á veinte metros bajo tierra ; piedras talladas y restos
del antagonismo incesante que existió entre los príncipes de Suza y los
de las ciudades de Caldea. Las inscripciones dan fe de e l l o : la lengua
i Histoire de l'Élam.
1 - fie
de cacharros atestiguan la presencia del hombre. L o s sabios i n v e s t i g a -
tas, de una cultura no menos avanzada sin duda, miraban desdeño-
dores han descubierto tabletas de tierra cruda cubiertas de signos q u e
samente á sus rivales de la llanura y sostenían su capital en una
no han sido completamente descifrados aún, pero que representan i n d u -
posición avanzada hacia el enemigo hereditario ; otro París ante otra
dablemente piezas de contabilidad que datan de unos 6000 años. El
meseta central.

N.° 66. Plano de Suza.

i: 25 000

ó 200 too 600 eòo looo Métrés.

FRAGMENTO DE UN BAJO-RELIEVE ENCONTRADO EN l857, QUE REPRESENTA


1. Ciudadeta. 3. Acrópolis real.
EL PLANO DE SUZA 2. Palacio de Darío ( A p a d a n a ) .

Los vislumbres más remotos que arrojan las investigaciones recien-


nombre del rey más antiguo que se ha encontrado se remonta casi á la
tes sobre ese país, se remontan, según Morgan \ á un centenar de
misma época.
siglos. En aquel tiempo'el g o l f o Pérsico avanzaba más al Norte en las
Desde esos primeros indicios históricos hasta la destrucción de
tierras, y el elefante, el rinoceronte, el león y el antílope recorrían las
Suza por los A r i o s , es decir, durante un período de más de tres mil
llanuras pantanosas al pie de los m o n t e s : las huellas de esos animales
años, la reconstitución de la historia del Elam no es sino la narración
se encuentran hoy á veinte metros bajo tierra ; piedras talladas y restos
del antagonismo incesante que existió entre los príncipes de Suza y los
de las ciudades de Caldea. Las inscripciones dan fe de e l l o : la lengua
i Histoire de l'Élam.
1 - fie
oficial de la Suciana era alternativamente semítica ( ó babilónica) y
turania (más especialmente anzanita), según que el vencedor reinaba en
Babilonia ó en Suza.
Las guerras no impedían, sin embargo, el establecimiento de las
relaciones de comercio entre los habitantes de Caldea, Semitas ó semiti-
zados, y los T u r a n i o s apoyados en la muralla iránica.
L o s Elamitas pertenecían á una era de cultura muy antigua ; hasta
puede decirse que era más antigua que la de los ribereños de los grandes
ríos de abajo, puesto que habitaban y a su territorio cuando la llanura
apenas emergía del agua, lo que sería causa de que los Babilonios deno-
minasen aquel país la antigua tierra de Elam. Tenían una industria
muy desarrollada; sabían labrar la tierra y sembrar el mijo y el trigo, y
fué en su país donde, viniendo de la India por el g o l f o Pérsico, se había
introducido desde los tiempos prehistóricos, el cultivo de la caña de
azúcar, lo que valió á aquellas comarcas el nombre de K h u z ( S u z a )
«País del azúcar»
Sabían aparejar dos caballos de frente para el tiro de su carro de
g u e r r a ; se servían de catapultas para derribar las murallas; adornaban
su cerámica con formas variadas y fundían los metales, el oro, la plata y
el cobre. C o m o astrónomos y matemáticos, participaban de la ciencia
de los Caldeos, practicaban cálculos, predecían los eclipses y conocían
« e l áureo número», ó sea el período de diecinueve años en que el
Sol y la L u n a coinciden en la misma situación con relación á la T i e r r a .
Dividían el tiempo en años, meses, semanas y días, exactamente como
sus vecinos potamios ; por último, poseían la escritura, tesoro de los
tesoros.

El período glorioso de la potencia elamita se remonta á cuarenta y


dos siglos antes de nosotros. En aquella época reinaban en Suza unos
reyes bajo el nombre de Nakhonte ó Nakhunta, c u y a dominación se
extendía hacia el Oeste hasta el Mediterráneo, sin que podamos decir
qué relación de causa á efecto une esta extensión á la invasión de CORONAMIENTO J*E L A S COLUMNAS DF. L A APADANA DE ARTAXERXES

E g i p t o por los Pastores q u e , un siglo más ó menos, parece de la misma (SUZA DF. L O S HEVES AKIIEMÉNIDAS)

fecha, pero pertenece ciertamente al mismo ciclo de conmoción de los


Musco del Louvrc,

1 Carl Ritter, Asien, vol. IX, ps. 229 y sig.

. • • • . • • . . :..;,.•'.; . . . . . . . . . ... ¡
pueblos. S u expansión hacia el Oriente fué tal, que, más allá de la
Bactriana, la China recibió el c h o q u e inicial: los habitantes de las
montañas de los Bakhtyaris hicieron brotar la chispa que produjo la
civilización china
A q u e l vasto imperio elamita duró poco ; encontramos hace treinta
y nueve ó cuarenta siglos, al célebre Hammurabi, r e y de Babilonia,
dominando en Suza. Después, tras dos siglos de luchas, c u y a s fases
están aún en la penumbra, r e y e s poderosos tienen su corte en la capital
de la Suciana, y entre ellos, un tal Chinchinak, hijo de Chutruk
Nakhonte, miembro de esta dinastía, constructor y a r q u e ó l o g o , recons-
t r u y ó más de veinte templos, e x h u m ó y restauró las antiguas estelas,
transcribiendo religiosamente el texto en lengua semítica, á veces viejo
de dos mil años, y añadiendo en lengua turania su nombre, el de su
mujer y los de sus hijos

Hasta entonces la meseta permanecía sin historia ; los habitantes


de Irán no hicieron uso de la escritura antes de la época de los A k h e -
ménidas, y los v a g o s indicios que se descubren actualmente demuestran
que poco á poco la imantación del mundo persa cambiaba del S u d al
Norte, en el mismo sentido que el centro del poder en la cuenca de
los dos ríos. A la gran influencia de Caldea en el mundo oriental
sucedió la de Asiria, y aun, de ese lado, el reborde de la meseta fué
anexionada al imperio de los Sars conquistadores, y , por consiguiente,
una ciudad ribereña del T i g r i s , N í n i v e , se hizo la poderosa rival
de Suza.

L o s pueblos de entre Caspio y g o l f o Pérsico, á partir de la consti-


tución de la potencia asiria, parecieron poseídos de una furia de d e s -
trucción y de matanza. Las guerras se sucedieron sin interrupción,
pero se complicaron singularmente por la incursión de nuevos pueblos
venidos del Norte : los Kimerianos q u e , viniendo de las llanuras sár-
matas, habían invadido el A s i a Menor y la Armenia por el occidente
del Ponto E u x i n o ; después los Scitas procedentes de la cuenca del
mar de A r a l . \

E l Elam fué devastado varias veces p o r S a r g ó n y Sennacherib,


hasta que por último, hace 2530 años según unos, 2546 según otros,

1 T e r r i e n de la Couperie, Babylonian and Oriental Record.
1 Capitan, Hisloire de l'Élam, « R e v u e de l'École de Anthropologie
Suza, la capital milenaria, fué arrasada por Assurbanipal. « A b r í sus el estandarte protector de Persiá; p e r o desgraciadamente los herreros

tesoros, tomé el oro y la plata, sus riquezas... Me apoderé de C h u c h i - no conservaron su custodia : se la quitaron los soberanos para cubrirle

nak, el dios que habita los bosques y c u y a divina imagen no había visto de púrpura y de brocado, para adornarle con diamantes y zafiros, rubíes
y turquesas; le pusieron en una urna que para ser transportada necesi-
aún persona alguna... Destrocé los leones alados y los toros que vela-
taba el esfuerzo de muchos hombres, y el pueblo la desconoció. La
ban guardando los templos ». El vencedor se embriaga con su canto
historia nos dice que la capilla portátil c a y ó en manos de los Musulma-
de destrucción, y ningún interés podían tener para él las tabletas de
nes cuando el formidable choque de Kadesieh, y que los vencedores se
arcilla cocida que componían los archivos de la administración ; mas
repartieron los restos ; pero « no era aquélla la bandera verdadera », se
para nosotros, los restos que dejaron los bárbaros conquistadores tienen
dicen los Persas en secreto, y todos confían en que se encontrará un día
más valor que el oro de que tan ávidos se muestran Después de
el mandil del herrero. Bajo una forma diferente, también lo esperamos
la caída de Suza, el Elam, « e l más antiguo de los Estados del A s i a
nosotros.
anterior», desapareció de la escena del mundo 2 .
U n o s treinta años después de la caída de Suza, Nínive, la capital de
los orgullosos Sars, sucumbió á su vez bajo los golpes de los Medas, unos A n t e s de haber sufrido el y u g o de los grandes imperios conquista-

cincuenta años antes que Ciro, el rey de los reyes, subiese al trono persa. dores, las numerosas tribus de los montes y de la meseta, que gozaban

E l hecho más antiguo de la historia iránica, conservado como un

<F MjI \<<IT


diamante en barro impuro, nos muestra, en medio del fárrago l e g e n -
dario de las crónicas contradictorias, que los antiguos Persas, destinados
á sufrir la dura opresión de los reyes, tuvieron también sus días de
noble reivindicación : el acontecimiento permanece envuelto en la s o m -
bra de un período desconocido y no se sabe qué personajes se habían
CARACTERES CUNEIFORMES COPIADOS EN PERSÉP0L1S EN IÓ2I
arrogado el imperio, pero la tenaz memoria del pueblo y la precisión de
la narración, tal como la transmite la e p o p e y a persa, no permite duda
acerca de esta revolución de los antiguos tiempos *, encajada en la todavía de su autonomía política, se encontrarían en una situación
extraña fábula del monstruoso Z o h a k , que llevaba sobre sus hombros análoga á la de los Bakhtyaris de nuestros días, y , como ellos, llevarían
dos enormes serpientes que sólo se alimentaban de cerebros humanos. una existencia muy sencilla y pura, alternando sus ocupaciones entre
Diecisiete hijos del herrero Kaueh habían sido y a trepanados por las el cuidado de sus grutas y la cría de sus ganados en los altos prados.
serpientes reales y no le quedaba más que uno, designado p o r el tirano Una antigua leyenda de la historia de los Medas, referida por
para sufrir el mismo destino. Entonces K a u e h enarbolando su mandil Herodoto, enseña que, únicos entre todos los pueblos, los habitantes de
de herrero en un palo y seguido de otros trabajadores blandiendo sus esas altas mesetas no obedecían las l e y e s de la guerra y no conocían
herramientas, se precipitó sobre Z o h a k : el monstruo, acobardado, sino las de la justicia. Noble y recta sería en su origen una nación
h u y ó hacia el Demavend, donde el héroe Feridun le clavó sobre un en que la educación de la infancia "consistía en tres c o s a s : «montar
peñasco del volcán. Durante miles de años el mandil de K a u e h fué á caballo, tirar el arco y decir la v e r d a d » , y en que la costumbre
prohibía decir lo que no era permitido hacer '. S e recuerda la e x c l a -
1 J. de Morgan, ¿Mission archéologique en Perse, prefacio.
* G . Maspero, Histoire ancienne des peuples de l'Orient, p. 470. 1
Histoiresd'Herodote, lib. I, ps. 136, 138.
3 Mohi, Livre des Rois.
I - 100
Suza, la capital milenaria, fué arrasada por Assurbanipal. « A b r í sus el estandarte protector de Persiá; p e r o desgraciadamente los herreros

tesoros, tomé el oro y la plata, sus riquezas... Me apoderé de C h u c h i - no conservaron su custodia : se la quitaron los soberanos para cubrirle

nak, el dios que habita los bosques y c u y a divina imagen no había visto de púrpura y de brocado, para adornarle con diamantes y zafiros, rubíes
y turquesas; le pusieron en una urna que para ser transportada necesi-
aún persona alguna... Destrocé los leones alados y los toros que vela-
taba el esfuerzo de muchos hombres, y el pueblo la desconoció. La
ban guardando los templos ». El vencedor se embriaga con su canto
historia nos dice que la capilla portátil c a y ó en manos de los Musulma-
de destrucción, y ningún interés podían tener para él las tabletas de
nes cuando el formidable choque de Kadesieh, y que los vencedores se
arcilla cocida que componían los archivos de la administración ; mas
repartieron los restos ; pero « no era aquélla la bandera verdadera », se
para nosotros, los restos que dejaron los bárbaros conquistadores tienen
dicen los Persas en secreto, y todos confían en que se encontrará un día
más valor que el oro de que tan ávidos se muestran Después de
el mandil del herrero. Bajo una forma diferente, también lo esperamos
la caída de Suza, el Elam, « e l más antiguo de los Estados del A s i a
nosotros.
anterior», desapareció de la escena del mundo 2 .
U n o s treinta años después de la caída de Suza, Nínive, la capital de
los orgullosos Sars, sucumbió á su vez bajo los golpes de los Medas, unos A n t e s de haber sufrido el y u g o de los grandes imperios conquista-

cincuenta años antes que Ciro, el rey de los reyes, subiese al trono persa. dores, las numerosas tribus de los montes y de la meseta, que gozaban

E l hecho más antiguo de la historia iránica, conservado como un

<F MjI \<<IT


diamante en barro impuro, nos muestra, en medio del fárrago l e g e n -
dario de las crónicas contradictorias, que los antiguos Persas, destinados
á sufrir la dura opresión de los reyes, tuvieron también sus días de
noble reivindicación : el acontecimiento permanece envuelto en la s o m -
bra de un período desconocido y no se sabe qué personajes se habían
CARACTERES CUNEIFORMES COPIADOS EN PERSÉPOLIS EN IÓ2I
arrogado el imperio, pero la tenaz memoria del pueblo y la precisión de
la narración, tal como la transmite la e p o p e y a persa, no permite duda
acerca de esta revolución de los antiguos tiempos *, encajada en la todavía de su autonomía política, se encontrarían en una situación
extraña fábula del monstruoso Z o h a k , que llevaba sobre sus hombros análoga á la de los Bakhtyaris de nuestros días, y , como ellos, llevarían
dos enormes serpientes que sólo se alimentaban de cerebros humanos. una existencia muy sencilla y pura, alternando sus ocupaciones entre
Diecisiete hijos del herrero Kaueh habían sido y a trepanados por las el cuidado de sus grutas y la cría de sus ganados en los altos prados.
serpientes reales y no le quedaba más que uno, designado p o r el tirano Una antigua leyenda de la historia de los Medas, referida por
para sufrir el mismo destino. Entonces K a u e h enarbolando su mandil Herodoto, enseña que, únicos entre todos los pueblos, los habitantes de
de herrero en un palo y seguido de otros trabajadores blandiendo sus esas altas mesetas no obedecían las l e y e s de la guerra y no conocían
herramientas, se precipitó sobre Z o h a k : el monstruo, acobardado, sino las de la justicia. Noble y recta sería en su origen una nación
h u y ó hacia el Demavend, donde el héroe Feridun le clavó sobre un en que la educación de la infancia "consistía en tres c o s a s : «montar
peñasco del volcán. Durante miles de años el mandil de K a u e h fué á caballo, tirar el arco y decir la v e r d a d » , y en que la costumbre
prohibía decir lo que no era permitido hacer S e recuerda la e x c l a -
1 J. de Morgan, ¿Mission archéologique en Perse, prefacio.
* G . Maspero, Histoire ancienne des peuples de l'Orient, p. 470. 1
Histoiresd'Herodote, lib. I, ps. 136, 138.
3 Mohi, Livre des Rois.
I - 100
mación del gran rey meda A s t y a g e s , á punto de ser vencido por el j u z g a r por la próxima parentela de los términos que designan las unida-
principillo persa Ciro : «¡ Cómo tienen tanto valor esos comedores de des, las decenas y las centenas, se introdujo el sistema de numeración
pistachos!» 1 que, desprendiéndose
Una particularidad del lenguaje primitivo de los Arias, tal como se c o m p l e t a m e n t e del
nos ha revelado por el estudio de los diversos dialectos derivados de uso de las metáforas
aquél, supone grandes cualidades pacíficas en las primeras poblaciones y de los sinónimos,
de la raza. E n efecto, las palabras relativas á ocupaciones tranquilas fijó d e f i n i t i v a m e n t e
se parecen en su mayor parte ó proceden de un tronco común ; asimis- para cada número tér-
mo, los términos que designan los animales domésticos son parientes en minos de sentido con-
los lenguajes arias del Oriente y del Occidente, en tanto que las palabras creto, lo que fué una
referentes á cosas de la guerra, de la caza y á los animales silvestres, de las revoluciones
pertenecen casi todas á las lenguas de origen posterior; indicando así más importantes de la
que en todos los países de inmigración, á un período de gran tranquili- historia humana. Esta
dad primitiva sucedieron siempre épocas de perturbación serie de las cifras pri-
S e g ú n el « L i b r o de los R e y e s » , los primeros Iranios no comían mitivas se detenía in-
aún la carne de los animales y no conocían otro alimento que las raíces, clusivamente en las
las semillas y las frutas. Firduzi refiere cómo se l o g r ó transformar centenas, porque los
Zohak, joven príncipe dulce y bueno, en un monstruo de maldad : se le nombres de « mil» di-
hizo tomar un huevo, después m u c h o s ; se le habituó gradualmente á fieren en los dialectos
comer carne, asada primero, después cruda, y se acabó por c o n v e r - indo-europeos 1 ; sin
tirle en aquel abominable caníbal de quien triunfó el herrero K a u e h embargo, contenía en
llevando como estandarte su mandil de cuero. Esa educación san- germen la teoría del
grienta e s un símbolo : la revolución producida en las costumbres por sistema de numera-
la nueva alimentación carnívora coincidió probablemente con grandes ción, sin el cual no
guerras entre los habitantes de la meseta iránica y las gentes de la podría concebirse el
llanura baja. d e s a r r o l l o científico

L o s documentos dejados por la historia primitiva son insuficientes del mundo moderno.

para enumerar todas las partes de la inmensa herencia legada á la huma- Por último, surge
REY ACOMPAÑADO DE SUS SERVIDORES
nidad por el mundo iránico : descubrimientos y oficios, concepciones la duda de si los P e r -
filosóficas, poemas, mitos y narraciones. Pero es muy probable que la sas habían descubier- Grupo sobre el que se halla el ferucr.
(Véase página 428).
parte de esos antepasados en nuestro saber actual sea muy superior al to el arte de repre- Según un bajo-relieve de Persépolis.
conocimiento que tenemos de ellos. sentar la Tierra bajo
Créese que les somos deudores de los primeros procedimientos que la forma de una bola. ¿ Q u é era sino aquella copa maravillosa que
permitieron la elaboración de las matemáticas. E n t r e los Iranios, y á consulta Ciro y sobre la cual estaban grabados los contornos de las

i Nicolás de Damas, citado p o r D i e u l a f o y , L'Art antique de la Terse, p . 23.


s Max Müller, Essais de ¿Mythologie comparée, t r a d . C . Perrot, ps. 53, 54. 1 Max M ü l l e r , Essais de ¿Mylhologie comparée, trad. P e r r o t , ps. 65 y 6 7 .
siete partes del mundo ? ¿ Puede verse en ella otra cosa que un ensayo
de figuración del g l o b o ?

L o s cultos primitivos, que se mezclaron con otros elementos para


constituir después el mazdeismo y valieron á las regiones de Irania
el nombre de «comarcas puras», parecen haber sido el de la labranza,
que hace colaborar al Hombre con la Tierra, y el de la llama p u r i -
ficante ; esta doble adoración quedó mucho tiempo encerrada en el
círculo estrecho de las familias, sin la temible intervención de una
casta sacerdotal.
E l culto del F u e g o es ciertamente de todos el más sencillo, el más
normal y fácil de comprender y de justificar científicamente. E n cuanto
el hombre, libre del terror primitivo, comenzó á reflexionar sobre los
efectos y las causas en el inmenso universo que le rodea, hallaría natural
adorar el gran astro de donde, para la Tierra y sus habitantes, procede
toda vida. A n t e s del alba hace frío, todo está triste, el hombre p e r m a -
nece inquieto por los sueños de la n o c h e ; mas apenas el sol redondea
sobre el horizonte su curva centellante, la Naturaleza se estremece
de amor, las flores se entreabren, los pájaros cantan, los hombres,
dichosos por el despertar, se ponen á trabajar con alegría. Después,
cuando el astro, habiendo recorrido su carrera, se oculta rojo y sun-
tuoso en su lecho de nubes, cuando el ancho disco se ha sumergido en
el Océano, todos van al reposo, y el sueño entorpece los seres, p r e p a -
rándolos para el renuevo del día siguiente. L a fuerza del S o l pasa al
f u e g o , reflejo terrestre, chispa del sublime hogar, que penetra en la RUINAS DE PEKSÉPOL1S, ORAN ESCALERA DE HONOR

savia de los árboles, en la sangre de los animales y de los hombres, en


nuestros músculos y en nuestros cerebros. Q u e el Sol cese de brillar, Dibujo de G. Roux, según una fotografía.

y sobre la T i e r r a todo desaparecería al mismo tiempo. Q u e el calor


disminuya á consecuencia de un viaje excéntrico en el infinito, entra- árbol de la religión mazdeista, la más antigua sea el culto del Sol y de
ríamos en « e l gran invierno» l , y nuestra civilización tan decantada se su representante en la Tierra la Llama deslumbrante, que arde y puri-
volvería b á r b a r a ; los glaciares que habían retrocedido hacia el polo fica. Esa religión primera, cuyas huellas ha borrado parcialmente la
emprenderían nuevamente su curso para descender del círculo glacial evolución general de la humanidad, conservaba en el iranismo c a r a c -
y arrasar otra vez las campiñas y todas las obras del hombre. teres tan vivos y precisos que respecto de él los pueblos se encontraban

E s , pues, plausible q u e de todas las raíces q u e elevaron el gran todavía en su estado de emoción primitiva.
Verdad es que en todo tiempo el animal y el hombre habían c o n o -
1 James C r o l l , Climate and Time. cido el f u e g o , sea en los cráteres de los volcanes, sea en los árboles
i — 101
encendidos p o r el r a y o , sea también en el choque de los fragmentos de un veneno sutil; para extinguir respetuosamente la llama se ha de

del sílex ó en las ramas de diferentes especies que se encienden por agitar la mano según los ritos prescritos. L a brasa es, sobre la piedra

la fricción ; ¡ pero cuán prodigioso fué el descubrimiento que enseñó el del hogar, lo que para el Universo es el .Sol triunfante que preside cada

arte de conservar la brasa ó la llama, y , lo que es mejor, de producirles día la obra del trabajo.

á voluntad ! En comparación de ese descubrimiento primero, todas las


invenciones de que tanto nos enorgullecemos son poca cosa, simples
transmutaciones de la fuerza inicial que nos fué dada cuando, merced á
su g e n i o , v i ó un hombre brillar la chispa ante sus o j b s : desde entonces
existieron en germen todas las industrias. Había nacido la más noble
figura de la historia mítica y de la historia real, la de Prometeo, «el
raptor del F u e g o » .
Compréndese que las primeras prácticas de la creación del fuego
hayan sido consideradas como santas y que los jefes de familia hayan
considerado como un deber producir el f u e g o según el antiguo p r o c e d i -
miento, por el frote de un palito puntiagudo de madera fuerte girando
sobre el a g u j e r o otro palo de madera blanda. E l f u e g o doméstico
quedó, durante miles de años, rodeado de todos los signos exteriores de
una veneración profunda; y es curioso que las mismas ceremonias se
hallan idénticas entre los panteístas y los politeístas arios de la India,
entre los dualistas iránicos y los fetichistas de A f r i c a y del Nuevo
Mundo ; prueba de que el culto del F u e g o había precedido entre unos y
otros á las evoluciones religiosas y al d o g m a propiamente dicho.
E s e culto primitivo que respondía á una conquista de la mayor
importancia, realizable en todas partes y casi independiente de las c o n -
diciones geográficas, fué, de todas las religiones, la que pudo pasarse
más tiempo sin ceremonial sacerdotal: la conservación del fu<?go era el INSTRUMENTOS ARATORIOS DEL MAZANDERAN

oficio natural de la madre de familia, de la que conserva la vida en el


1 y 2. A r a d o . — 3. Herramienta para el c u l t i v o del a r r o z . — 4 . P o d a d e r a de m a n g o largo.
hogar. A h o r a mismo, después de miles de años, quizá diez mil, quizá 5. Hacha.

cien mil, ese culto suele expresarse sin palabras, pero con solemne reve-
Según una fotografía de J. de Morgan (Misión arqueológica en Persia).
rencia, en innumerables habitaciones: entre los Gatchas, por ejemplo,
pueblo pamirio primitivo que no tiene sacerdotes, la brasa se despoja
religiosamente cada mañana de las cenizas que la cubren ; y es tal el Esta religión primitiva de la llama vivificante ha persistido en todo

respeto que inspira su calor, q u e es al mismo tiempo luz, que se g u a r - tiempo, penetrando las otras religiones, aun aquellas q u e nacieron del

darían mucho de tocar el carbón flameante con objetos impuros, ni espanto de la muerte: no hay iglesia en que no brille una pequeña llama

siquiera con el aliento, porque desde los orígenes comprendió el hombre inextinguible, y donde no haya vírgenes que simbolicen la duración de

que el soplo, tomado de la pura atmósfera, se carga á cada expiración la vida nacional por la adoración perpetua, encargadas de conservar el
encendidos p o r el r a y o , sea también en el choque de los fragmentos de un veneno sutil; para extinguir respetuosamente la llama se ha de

del sílex ó en las ramas de diferentes especies que se encienden por agitar la mano según los ritos prescritos. L a brasa es, sobre la piedra

la fricción ; ¡ pero cuán prodigioso fué el descubrimiento que enseñó el del hogar, lo que para el Universo es el .Sol triunfante que preside cada

arte de conservar la brasa ó la llama, y , lo que es mejor, de producirles día la obra del trabajo.

á voluntad ! En comparación de ese descubrimiento primero, todas las


invenciones de que tanto nos enorgullecemos son poca cosa, simples
transmutaciones de la fuerza inicial que nos fué dada cuando, merced á
su g e n i o , v i ó un hombre brillar la chispa ante sus o j b s : desde entonces
existieron en germen todas las industrias. Había nacido la más noble
figura de la historia mítica y de la historia real, la de Prometeo, «el
raptor del F u e g o » .
Compréndese que las primeras prácticas de la creación del fuego
hayan sido consideradas como santas y que los jefes de familia hayan
considerado como un deber producir el f u e g o según el antiguo p r o c e d i -
miento, por el frote de un palito puntiagudo de madera fuerte girando
sobre el a g u j e r o otro palo de madera blanda. E l f u e g o doméstico
quedó, durante miles de años, rodeado de todos los signos exteriores de
una veneración profunda; y es curioso que las mismas ceremonias se
hallan idénticas entre los panteístas y los politeístas arios de la India,
entre los dualistas iránicos y los fetichistas de A f r i c a y del Nuevo
Mundo ; prueba de que el culto del F u e g o había precedido entre unos y
otros á las evoluciones religiosas y al d o g m a propiamente dicho.
E s e culto primitivo que respondía á una conquista de la mayor
importancia, realizable en todas partes y casi independiente de las c o n -
diciones geográficas, fué, de todas las religiones, la que pudo pasarse
más tiempo sin ceremonial sacerdotal: la conservación del fu<?go era el INSTRUMENTOS ARATORIOS DEL MAZANDERAN

oficio natural de la madre de familia, de la que conserva la vida en el


1 y 2. A r a d o . — 3. Herramienta para el c u l t i v o del a r r o z . — 4 . P o d a d e r a de m a n g o largo.
hogar. A h o r a mismo, después de miles de años, quizá diez mil, quizá 5. Hacha.

cien mil, ese culto suele expresarse sin palabras, pero con solemne reve-
Según una fotografía de J. de Morgan (Misión arqueológica en Persia).
rencia, en innumerables habitaciones: entre los Gatchas, por ejemplo,
pueblo pamirio primitivo que no tiene sacerdotes, la brasa se despoja
religiosamente cada mañana de las cenizas que la cubren ; y es tal el Esta religión primitiva de la llama vivificante ha persistido en todo

respeto que inspira su calor, q u e es al mismo tiempo luz, que se g u a r - tiempo, penetrando las otras religiones, aun aquellas q u e nacieron del

darían mucho de tocar el carbón flameante con objetos impuros, ni espanto de la muerte: no hay iglesia en que no brille una pequeña llama

siquiera con el aliento, porque desde los orígenes comprendió el hombre inextinguible, y donde no haya vírgenes que simbolicen la duración de

que el soplo, tomado de la pura atmósfera, se carga á cada expiración la vida nacional por la adoración perpetua, encargadas de conservar el
RELIGIÓN DEL TRABAJO

f u e g o continuo de la brasa ó de la llama. Pero en los cultos confiados á


la gerencia de los sacerdotes, el simbolismo ha reemplazado á la reali-
dad concreta, y la fe ha dejado de ser viva, como lo es todavía en las
montañas de Irania y en muchas villas de Europa, donde las mujeres
cubren cuidadosamente el f u e g o de la noche, para encontrar á la mañana
los carbones v i v o s que transmiten el ardor oculto al sarmiento que chis-
porrotea. En todo tiempo fueron esas mujeres las verdaderas sacerdo-
tisas del f u e g o . " •
Otra religión nació para los antepasados de los Iranios cuando uno
de los inventores de esos tiempos antiguos imaginó fijar un palo pun-
tiagudo ó un cuchillo de sílex á un arado primitivo arrastrado por
bueyes domésticos, que eran los animales más respetados después del
perro, el que, dicho sea de paso, era y a un amigo y se le nombraba
inmediatamente después de los hombres libres '.
No se sabe dónde se hizo ese descubrimiento de la aereación metó-
dica del suelo fecundo, pero la veneración que los A r i a s orientales de
los Vedas profesan por la labranza, demuestra q u e esa práctica les era
hereditaria, y guía el ingenio del investigador hacia las mesetas de
donde habían bajado. P o r otra parte, se encuentra también el c o n o c i -
CARRETA DE LABRADOR EN KNOSROVAH

miento del arado al pie de la vertiente occidental del I r á n ; en la


Dibujo de G . Dambuyant, de una totografia.
Mesopotamia, en una época que es á lo menos de siete mil años. Desde
esas comarcas de la Cis-Irania y de la Trans-Irania, el descubrimiento
nistrado el pan del hombre era el mijo 1 ;' pero cuando el agricultor
de la labranza se esparció sobre gran parte del Mundo A n t i g u o , sea
tuvo á su disposición un instrumento que le permitió remover más fácil-
directamente, sea reemplazando al cultivo á la azada, mucho más sen-
mente y con mayor profundidad y anchura el suelo, otras plantas nutri-
cillo, usado precedentemente.
tivas le reemplazaron poco á poco en la alimentación, el trigo y la
La revolución cumplida en la sociedad, y , p o r consecuencia, en el
cebada, c u y a patria buscan los botánicos en las montañas del Irán y del
mundo del pensamiento, p o r efecto de la reja del arado, es de aquellas
A s i a Menor.
que profundizaron más en la vida de las naciones y las impulsaron más
L a perspectiva de las edades aproxima los acontecimientos realiza-
hacia vías nuevas. De ese modo, la forma del labrado, convertida en
dos en una época lejana, y , por consecuencia, el historiador arriesga
esos tiempos modernos en símbolo del espíritu conservador por e x c e -
engañarse viendo en un mismo cuadro, cuyos planos se confunden, los
lencia, fué en cierta época un acontecimiento revolucionario. Además,
descubrimientos sucesivos efectuados en tiempos lejanos. Pero si es
ese cambio en las prácticas del labrador tuvo, según parece, por conse-
verdad, como suele admitirse, que la utilización de los animales domés-
cuencia producir la substitución de un alimento por otro en la nutrición
ticos y la invención de la rueda hayan casi coincidido con el perfeccio-
de las poblaciones iránicas. E l cereal que hasta entonces había sumi-
namiento de la labranza y la adquisición de un alimento más rico, el

, De Gobineau, Histoire des Poses, t. I, p. 24.


1 Hahn, Demeter und Raubo, Die Haustiere und ihre Beziehungen $ur Wii tschaft des
Menschen.

I - 102
hombre del mundo ario se habría visto envuelto en un ciclo maravilloso del individuo : en las prácticas de esas religiones nada podía degradar al
de progreso en las artes, la ciencia y el pensamiento. S e comprende fiel. L a corrupción y el embrutecimiento no se hicieron sentir sino con

que nuestros antepasados, poseídos de candido entusiasmo por las v i c - la observación forzada de los ritos y la necia repetición de las fórmulas;

torias que acababan de obtener sobre el destino, hayan forjado en su el culto no se convirtió en causa de regresión mental hasta el momento

cerebro una religión nueva, la de la Agricultura, con sus fiestas del en que c a y ó bajo la dirección de los sacerdotes conservadores, quienes,

T r a b a j o , de la Siembra y de la S i e g a : « ¿ C u á l es la buena obediencia en pago, se hicieron conceder el diezmo, el quinto ó el tercio de los

á la verdadera f e ? » pregunta un pasaje del A v e s t a . «La vigorosa bienes.

A esas creencias
de los iránicos primi-
tivos, q u e se descu-
PLANO
bren de una manera
muy clara en el A v e s t a
y en los otros libros
litúrgicos de Persia,
se mezclaron natural-
mente todas las reli-
giones del naturismo
y del animismo : a d -
miración del cielo y
de las nubes ; venera-
ción del agua vivifi-
cante, que brota de la
roca y que se agotará
pronto al sol si no se
MENDIGO VIAJERO (PERSIA)
ocultase en canales

COMPARTIMENTOS MAZDKISTAS DE EXPOSICIÓN DE LOS CUERPOS subterráneos; temor


Dibujo de G. Roux, de una fotografía.
de los malos genios
De una fotografía de J. de Morgan (Misión arqueológica en Persia).
que nacen de las emociones irracionales del hombre, todos esos sen-
timientos formaban parte de la religión íranica antes de que se for-

cultura del t r i g o » , responde Ormuzd. «Cuando brota el trigo, los mulase el mazdeismo, adoración del « A l t í s i m o » , del « S a p i e n t í s i m o » ,

demonios se asustan ; cuando se le siega, gritan de espanto ; cuando se que adquirió gran importancia en Irania y en la historia del p e n s a -

le muele, desaparecen». miento humano y que, englobando todas las formas religiosas pre-

E l culto primitivo del F u e g o , del T r a b a j o , del A r a d o , de los B u e y e s cedentes, les añadió la noción del antagonismo absoluto entre el Bien

domésticos y del Pan vivificante nació del sentimiento de la gratitud, al y el Mal.

mismo tiempo que una admiración bien justificada, y esta veneración Poco importa que el fundador, un Zaratvastra, Zarathustra, Zadutch
primera no contribuiría en manera alguna al rebajamiento intelectual ó Zoroastro cualquiera haya sido un personaje positivo, nacido en la
RELIGIÓN MAZDEISTA

rodea de una zona ondulante que ha de proteger por medio de una


Bactriana, en R h a g a e ó en la Atropatena, ó bien un tipo legendario, muralla de piedra para detener las dunas. T a l e s son las condiciones
creado posteriormente: ¿ era, según una etimología plausible, aunque que simbolizan los_personajes épicos de Rustem el Iranio y de Afrasiab
incierta, « e l buen l a b r a d o r ? » 1 ¿ Á qué título se le consideraba como el el Turanio, de Feridun el rey bueno y de Z o h a k el tirano, en c u y a s
primer sacerdote, el primer guerrero, el primer labrador, es decir, como espaldas se y e r g u e n serpientes ávidas de cerebros humanos.
el representante de todas las clases victoriosas y sumisas? No s a b e -
mos : basta que su nombre simbolice la religión esencialmente dualista
del Irán. N.° 67. Imperios y Centros.

Si las religiones primitivas del F u e g o , del T r a b a j o , de la Naturaleza


y de los Genios no están, en los fenómenos de su nacimiento y de su
desarrollo, necesariamente unidas á condiciones geográficas especiales,
no sucede lo mismo respecto del mazdeismo, tal como lo proclama
Zoroastro. E s e culto debe ciertamente en gran parte su carácter tan
preciso á la naturaleza del Irán.
No hay duda que la conciencia de un combate eterno de dos fuerzas
no tiene nada de especial á Persia, y cada nación, cada individuo, lo
encuentra en sí. V e m o s .sin cesar en nosotros y alrededor nuestro el
ritmo de todas las cosas y de sus contrarias: luz y tinieblas, salud
y enfermedad, alegría y tristeza, risas y lágrimas, amor y odio, vida y
muerte. Del mismo modo el hombre se desdobla en espíritu y materia,
aunque la unidad de su naturaleza le sea demostrada de una manera
evidente por su vida misma; se habla también de los sexos como si
fueran principios opuestos, y , por último, desde el punto de vista polí-
tico y moral, todas las sociedades se descomponen en partidos y en
en amigos y enemigos, en ciudadanos y extranjeros, en G r i e g o s y B á r -
baros, hasta en hijos del cielo y diablos del infierno.
Pero Persia nos presenta, fuera del individuo, esa lucha de los dos
i: 20000000
principios bajo formas materiales que habían de recordarle incesante- i i
o 100 S00 IOOO K i l .
mente á los fieles. En primer l u g a r el gran hecho geográfico del con-
traste preciso entre la alta meseta y las llanuras bajas: estepas turkmenas
de un lado y campiñas de la Mesopotamia de otro, contraste que a c e n -
Y en el mito religioso* el contraste se continúa por la creación de
tuarían más las costumbres hostiles de las naciones en contacto, aquí de
dos gemelos divinos, nacidós en la misma matriz, iguales en poder y
los Iranios, allá de los Turanios. En fin, sobre la misma meseta se
ambos servidos por innumerables ejércitos de genios. U n o de estos
produce la oposición brusca entre los jardines de las ciudades y los
dioses es A h u r a Mazda ú Ormuzd, es decir, el S e ñ o r sapientísimo, el
arenales ó las salinas. En diferentes comarcas del Irán cada ciudad se
Mazda por e x c e l e n c i a ; el otro es «Angro-Mainu, A h r i m a n , es decir,
1 Según A. V. Williams Jackson — Zoroaster, the Prnphet of Ancient Irán— Zar-uchira el Espíritu autoritario, de servidumbre, el malo. Entre los dos se
significa « e l camello salvaje», palabras difíciles de explicar simbólicamente.
I - 103

\
rodea de una zona ondulante que ha de proteger por medio de una
Bactriana, en R h a g a e ó en la Atropatena, ó bien un tipo legendario, muralla de piedra para detener las dunas. T a l e s son las condiciones
creado posteriormente: ¿ era, según una etimología plausible, aunque que simbolizan los_ personajes épicos de Rustem el Iranio y de Afrasiab
incierta, « e l buen l a b r a d o r ? » 1 ¿ Á qué título se le consideraba como el el Turanio, de Feridun el rey bueno y de Z o h a k el tirano, en c u y a s
primer sacerdote, el primer guerrero, el primer labrador, es decir, como espaldas se y e r g u e n serpientes ávidas de cerebros humanos.
el representante de todas las clases victoriosas y sumisas? No s a b e -
mos : basta que su nombre simbolice la religión esencialmente dualista
del Irán. N.° 67. Imperios y Centros.

Si las religiones primitivas del F u e g o , del T r a b a j o , de la Naturaleza


y de los Genios no están, en los fenómenos de su nacimiento y de su
desarrollo, necesariamente unidas á condiciones geográficas especiales,
no sucede lo mismo respecto del mazdeismo, tal como lo proclama
Zoroastro. E s e culto debe ciertamente en gran parte su carácter tan
preciso á la naturaleza del Irán.
No hay duda que la conciencia de un combate eterno de dos fuerzas
no tiene nada de especial á Persia, y cada nación, cada individuo, lo
encuentra en sí. V e m o s .sin cesar en nosotros y alrededor nuestro el
ritmo de todas las cosas y de sus contrarias: luz y tinieblas, salud
y enfermedad, alegría y tristeza, risas y lágrimas, amor y odio, vida y
muerte. Del mismo modo el hombre se desdobla en espíritu y materia,
aunque la unidad de su naturaleza le sea demostrada de una manera
evidente por su vida misma; se habla también de los sexos como si
fueran principios opuestos, y , por último, desde el punto de vista polí-
tico y moral, todas las sociedades se descomponen en partidos y en
en amigos y enemigos, en ciudadanos y extranjeros, en G r i e g o s y B á r -
baros, hasta en hijos del cielo y diablos del infierno.
Pero Persia nos presenta, fuera del individuo, esa lucha de los dos
i: 20000000
principios bajo formas materiales que habían de recordarle incesante- i i
o 100 S00 IOOO K i l .
mente á los fieles. En primer l u g a r el gran hecho geográfico del con-
traste preciso entre la alta meseta y las llanuras bajas: estepas turkmenas
de un lado y campiñas de la Mesopotamia de otro, contraste que a c e n -
Y en el mito religioso* el contraste se continúa por la creación de
tuarían más las costumbres hostiles de las naciones en contacto, aquí de
dos gemelos divinos, nacidós en la misma matriz, iguales en poder y
los Iranios, allá de los Turanios. En fin, sobre la misma meseta se
ambos servidos por innumerables ejércitos de genios. U n o de estos
produce la oposición brusca entre los jardines de las ciudades y los
dioses es A h u r a Mazda ú Ormuzd, es decir, el S e ñ o r sapientísimo, el
arenales ó las salinas. En diferentes comarcas del Irán cada ciudad se
Mazda por e x c e l e n c i a ; el otro es «Angro-Mainu, A h r i m a n , es decir,
1 Según A. V. Williams Jackson — Zoroaster, the Prnphet of Ancient Irán— Zar-uchira el Espíritu autoritario, de servidumbre, el malo. Entre los dos se
significa « e l camello salvaje», palabras difíciles de explicar simbólicamente.
I - 103

\
/

debate incesantemente la suerte del m u n d o : cada uno de nosotros es


era cristiana 1 : de ahí nos han venido los nuevos libros sagrados, f o r -
como una ficha en el j u e g o entre esos prodigiosos luchadores. Sin
mados probablemente por gran parte de restos de los antiguos.
embargo, el hombre no ha de abandonarse completamente én ese con-
flicto á que se entregan sobre su cabeza las divinidades de lo alto : si
N." 68. Ecbatana y el Elvend.
inclina constantemente su fuerza del lado del bien, logrará, después de
(Véanse páginas 4 1 8 y siguientes)
siete mil siglos de espera, hacer que triunfe Ormuzd, y de la manera
más noble, por la conversión de A h r i m a n , convertido también en dios 18°20 «a°ao
de justicia y de amor universal.
T a l fué la religión, muy elevada respecto de ciertos aspectos, que
los Persas enseñaron á las naciones de las llanuras circundantes desde
la época d é l o s A k h e -
ménidas pero que
pronto se desnatura-
lizó á consecuencia de
cruzamientos con los
diversos cultos l o c a -
les y de la transforma-
ción que le hicieron
sufrir sus sacerdotes
interesados en la uti-
LA COLINA DE LAS RUINAS DEL PALACIO DE ECBATANA
lidad y en el poder.
De u n a f o t o g r a f i a d e J. d e Morgan
( M i s i ó n a r q u e o l ó g i c a en Persia).
El núcleo principal
de la religión maz-
deista fué siempre la Atropatena, « e l País del gran S a c e r d o t e » , donde
residía aquel poderoso jefe de los magos, respetado c o m o un igual por
los soberanos del Irán. A q u e l l o s pontífices nos legaron toda una serie
de bellas monedas de plata q u e representan al gran sacerdote adorando
el f u e g o con su legendario estandarte de K a u e h , el herrero. Preten- «e°2o «8»30-
diendo interpretar la voluntad suprema, ejercieron indudablemente una
profunda influencia ; pero el culto doméstico, que hacía del j e f e de i: 250000

familia el verdadero sacerdote, se sostuvo á lo menos hasta la época de


los Sasanidas s .
1. Inscripción trilingüe. 1 I 3. Camino hacia Rhagae.
2. Camino hacia Bisutun y la Potamia. I 4. » » Persépolis.
No hay duda que el A v e s t a , tal como le poseemos actualmente, ha
sido refundido por los magos en el país de los Medas en el siglo ill de la
L o s libros rejuvenecidos envejecieron á su vez, y la religió
1 De Gobineau, Histoire des Perses, passim.
' Id., t. I, p. 106.
1 Darmesteter.
4i6 EL HOMBRE Y LA TIERRA
LOS MEDAS Y LOS PERSAS

deísta, bajo su forma antigua, se perdió casi por completo, en tanto izquierda de punta ó de corte. S u esfuerzo se dirigía principalmente
que los cuentos populares, las fábulas, los enigmas, los proverbios, en del lado del Oeste : en el país de los ríos se habían constituido grandes
su mayoría se han conservado textualmente, de modo que remontán- imperios, y era natural que el centro del poder del Irán cambiase p a r a -
dose lo más lejos posible en el pasado hacia los orígenes iránicos, estas lelamente sobre el reborde de la meseta.
preciosas é ingenuas expresiones del pensamiento humano, se encuen-
tran casi idénticos. En su misma composición, esas narraciones, repro-
N.° 69. Pasaje del Zagros.
ducidas de boca en boca sin que se ejerza ninguna censura entre la
(Véase p á g . 4 1 9 )
madre y el hijo, conservan el carácter de a n t i g ü e d a d : no Se ha hecho
transmisión alguna de pensamiento de modo más conservador, á pesar
de las innumerables variantes procedentes de la nación, de la civiliza-
ción ambiente y de la personalidad del narrador. Del mismo modo se
han perpetuado los cuentos de hadas casi sin cambio en el mundo cris-
tiano, como si se legaran de madre á hija, sin que en ellos haya p e n e -
trado la idea'de un Dios personal, siendo fácil reconocer en las relaciones
modernas y en las de la Edad Media todo lo que los sacerdotes y los
escritores han intercalado, porque el viejo fondo anterior al cristianismo
existe en ellas perfectamente distinto, y pueden cumplirse revoluciones
de la mayor importancia social sin que se modifique el estado primi-
tivo de la fantasía p o p u l a r : así es como en las numerosas recopila-
ciones de cuentos rusos apenas se èncuentran huellas de la servidumbre
de los mujiks

E l cambio frecuentísimo de residencia-de la ciudad escogida como


centro de la nación para el ataque ó para la defensa — hecho capital
que fija la atención del historiador de la Irania, — se e x p l i c a por la
posición geográfica de Persia. Atravesada por los caminos necesarios
que debían tomar las poblaciones agrícolas entre el Oriente y el O c c i - i : 500000
dente, la comarca fijaba su atención ora á un lado, ora al otro, según las ' 1

sensaciones ó los peligros, cambiando, por consiguiente, el centro de


1. Camino hacia la Potamia. 2. Camino hacia Bisutun y Ecbatana.
gravedad del país de siglo en siglo, y frecuentemente de una manera
Las inscripciones de H u r i n - C h e i k h - K h a n se encuentran á una treintena de kilómetros
repentina. L a sólida y precisa individualidad geográfica del Irán, con al oeste de Khalman, fuera de los límites del mapa.
su reborde de altas montañas, permite compararla á un luchador á
quien combaten alternativamente varios adversarios : según los asaltos
Cuando Babilonia ó alguna otra ciudad de la baja Mesopotamia era
que sufre ha de cambiar de postura con frecuencia, hiriendo á derecha é
la gran dominadora de las llanuras, concentrábase la fuerza de los habi-
1 Eugène Hins, La Russie dévoilée au moyen de la Littérature populaire. L'Épopée ani- tantes de la meseta en Suza, en Persépolis ó en otros lugares de la
male, ps. 8 y 9. Persia meridional ; cuando Nínive tomó lugar preferente en la región de
1—101 •
la Mesopotamia superior, fué Ecbatana el gran foco de dominación para penetró en la garganta del ZagrQs y se acercó probablemente hasta el

las poblaciones de la Irania. sitio en que se elevaba la ciudad naciente de Ecbatana ; S a r g ó n , obser-

Hace veinticinco ó veintiséis siglos, cuando la historia de esta parte vando un método

del Irán comenzó á precisarse, la preponderancia de los Medas existía constante, mudó de

probablemente desde muchas generaciones, pero no había sido dócil- posición las pobla-

mente aceptada por las otras poblaciones de la meseta, y ese antago- ciones que some-

nismo debió tener por resultado disminuir la potencia de la confederación tió, y colonizó con

iránica bajo la hegemonía de las tribus del Noroeste. L a lucha entre elementos sirios y
fenicios algunos va-
lles de la Media ;
. más de una vez fue-
ron presentados ca-
ballos de las l l a n u -
ras niseanas como
tributo al vencedor,
pero los dominado-
res ninivitas citan
con tanta compla-
cencia el menor
éxito obtenido so-
bre sus vecinos,
« los poderosos Me-
das», que se adivi-
na : la nación no
LÁPIDA É INSCRIPCIÓN CUADR1 LINGUE DE BISUTUN
fué s u b y u g a d a .
De una fotografía.

En el momento

Medas y A s i r i o s reemplazaba, pues, la que, durante miles de años, en que la potencia


asiría alcanzaba su
había existido entre Sucianos y C a l d e o s ; pero la posición de los I r a -
mayor extensión ,
nios del norte, privilegiada por la posesión de la fortaleza natural de
una sacudida de los
la Atropatena, era mucho más fuerte que la de los Elamitas, estando SOLDADOS DE INFANTERÍA MEDAS Y PERSAS

pueblos p r o c e d e n -
Suza, la capital, expuesta á los ataques en el valle bajo de los montes 1 %
tes del A s i a central De un bajo-relieve del M u s c o del Louvre.
avanzados.
puso nuevamente
Muchas veces, durante más de dos siglos, las hordas guerreras de
todo en tela de juicio. L o s Salces (Scitas) invadieron todo el A s i a
los reyes de Asiría se lanzaron al asalto de los desfiladeros, y con fre-
anterior, desde la Bactriana hasta la proximidad del delta nilòtico ; en
cuencia lograron operar razzias felices y sumisiones temporales. Uno
siete ú ocho años, hacia el fin del reinado de Assurbanipal, saquearon
de los primeros S a r s llegó hasta el lago de Urmiah ; Salmanasar III
la Mesopotamia superior, fué Ecbatana el gran foco de dominación para penetró en la garganta del ZagrQs y se acercó probablemente hasta el

las poblaciones de la Irania. sitio en que se elevaba la ciudad naciente de Ecbatana ; S a r g ó n , obser-

Hace veinticinco ó veintiséis siglos, cuando la historia de esta parte vando un método

del Irán comenzó á precisarse, la preponderancia de los Medas existía constante, mudó de

probablemente desde muchas generaciones, pero no había sido dócil- posición las pobla-

mente aceptada por las otras poblaciones de la meseta, y ese antago- ciones que some-

nismo debió tener por resultado disminuir la potencia de la confederación tió, y colonizó con

iránica bajo la hegemonía de las tribus del Noroeste. L a lucha entre elementos sirios y
fenicios algunos va-
lles de la Media ;
. más de una vez fue-
ron presentados ca-
ballos de las l l a n u -
ras niseanas como
tributo al vencedor,
pero los dominado-
res ninivitas citan
con tanta compla-
cencia el menor
éxito obtenido so-
bre sus vecinos,
« los poderosos Me-
das», que se adivi-
na : la nación no
LÁPIDA É INSCRIPCIÓN CUADR1 LINGUE DE BISUTUN
fué s u b y u g a d a .
De una fotografía.

En el momento

Medas y A s i r i o s reemplazaba, pues, la que, durante miles de años, en que la potencia


asiría alcanzaba su
había existido entre Sucianos y C a l d e o s ; pero la posición de los I r a -
mayor extensión ,
nios del norte, privilegiada por la posesión de la fortaleza natural de
una sacudida de los
la Atropatena, era mucho más fuerte que la de los Elamitas, estando SOLDADOS DE INFANTERÍA MEDAS Y PERSAS

pueblos p r o c e d e n -
Suza, la capital, expuesta á los ataques en el valle bajo de los montes 1 %
tes del A s i a central De un bajo-relieve del M u s c o del Louvre.
avanzados.
puso nuevamente
Muchas veces, durante más de dos siglos, las hordas guerreras de
todo en tela de juicio. L o s Salces (Scitas) invadieron todo el A s i a
los reyes de Asiría se lanzaron al asalto de los desfiladeros, y con fre-
anterior, desde la Bactriana hasta la proximidad del delta nilòtico ; en
cuencia lograron operar razzias felices y sumisiones temporales. Uno
siete ú ocho años, hacia el fin del reinado de Assurbanipal, saquearon
de los primeros S a r s llegó hasta el lago de Urmiah ; Salmanasar III
420 EL HOMBRE Y LA TIERRA IMPERIO D E L O S PERSAS

la Media, A s i r i a , A r m e n i a , Babilonia, Palestina y Fenicia, y después alianza. L a Mesopotamia había ayudado á la Media á derrotar á Ní-
desaparecieron sumergidos en el número de las poblaciones vencidas. n i v e : el pacto de amistad, sellado entre Nabupalussur, rey de B a b i -
L a ola devastadora no había hecho más que pasar, pero el equilibrio lonia, y K y a x a r e s , rey de Ecbatana, fué observado por sus sucesores
de las naciones se había trastornado. Nabukudurussur ( N a b u c o d ò n o s o r ) por una parte y A s t i a g e s p o r otra.
L o s Medas, á quienes la naturaleza montañosa de su comarca había
librado de una destrucción completa, fueron los primeros en restable- N.° 70. País de los Persas.
cerse, y , pasado el peligro, no pensaron más que en acabar con los

•Kachan '
eso 980

INSCRIPCIONES DE LOS PARTOS É INSCRIPCIONES PERSAS EN BISUTUN

D e u n a f o t o g r a f i a d e J. de M o r g a n ( M i s i ó n a r q u e o l ó g i c a en Persia).

Asirios. El imperio médico se estableció sobre las ruinas del imperio


ninivita, la capital fué arrasada y su nombre no aparece más en la 1:10000 000

historia. ó 100 200 aoo «¿o ^soo Kil.


\
E l imperio de los Medas extendió rápidamente su dominio desde las
costas del golfo Pérsico á las del Pontó É u x i n o , y desde el valle del L a Lidia había resistido á los primeros ataques de los Iranios ; s i n -
Helmand al del Halys en A s i a Menor, pero fué una potencia relativa- tiéndose de fuerza igual, los combatientes hicieron la paz, que duró
mente pacífica. A l día siguiente de las hazañas de los S a r g ó n y de los tanto como el imperio meda ; p e r o un jefe persa tomó las armas con-
Assurbanipal, admira que se hable de períodos de paz y de tratados de tra su s e ñ o r ; A s t i a g e s fué vencido por K u r , personaje más ó menos
1 — 106
IMPERIO D E L O S PERSAS
422 EL HOMBRE Y LA TIERRA 423

organización feudad de sus principados, dieron el primer lugar á una


legendario, y el imperio de los Medas y de los Persas cedió el puesto
ciudad de su territorio cuando llegaron á ser el pueblo dominador,
al de los Persas y ele los Medas.
A p e n a s elevado al trono, Ciro reunió en una sola potencia agre-
N.° 71. Blsutun y sus inmediaciones.
siva todos los elementos é t n i c o s , antes hostiles, que se hallaban en
(Véase pág. 424)
su imperio, y , como tantos otros déspotas antes y después que él,
trató de reconciliar los partidos opuestos lanzándoles como devasta- 17°20- H-7030-

dores sobre las comarcas e x t r a n j e r a s . D e ese modo comenzó, para


continuar bajo los A k h e m é n i d a s , ese largo período de c'onquistas y
de anexiones que s u b y u g ó tantas naciones diversas y las reunió en
un inmenso rebaño militar.
Bajo tan formidable impulso, casi todo el mundo conocido acabó
por entrar en los límites del imperio de los Persas y de los Medas:
la Mesopotamia y la Armenia, el A s i a Menor, la Siria, el mismo
E g i p t o , la Cirenaica hasta el Jardín de las Hespérides, el país de
los Scitas hasta las estepas del Norte y las montañas heladas del
Imaus, por último, las regiones nord-occidentales de la India, que
A l e j a n d r o el Macedónico reivindicó más tarde como sucesor de los
A k h e m é n i d a s : de Este á Oeste, el territorio sometido á los reyes
persas se extendió sobre un espacio de cuatro á cinco mil kilóme-
tros en distancia lineal.
En aquella gran época, Persia era lo que el imperio romano fué
siete ú ochocientos años d e s p u é s : el sueño de la monarquía univer-
sal no estuvo jamás tan cerca de su realización . Y no solamente
sobresalía Persia por la extensión de sus dominios, sino que también
ocupaba el l u g a r preferente por su gran cultura intelectual, el m o v i -
miento filosófico y la tolerancia de las i d e a s . P e r o el peligro era
grande para el jefe de semejante i m p e r i o : á la muerte de Ciro, el
D aprcs J. de. Morgan...
Irán parecía abrazar el mundo entero y el soberano de la comarca
i: 250000
estaba colocado tan alto en su omnipotencia, que la « e m b r i a g u e z del
1— •• 1
o 6 10 isKil.
harto, del muy pesado extraviando su razón» hizo de él, lo que nos
describe la historia, un K a u s , un Kjimbises r. Inscripciones de Bisutun. 1 3. Camino hacia el paso del Zagros.
2. » deTakht-i-ChiriS. | 4. » . » Ecbatana.
E l centro de gravedad del inmenso imperio iba á sufrir nuevo
cambio bajo la influencia de los acontecimientos. Primeramente los
y Persépolis, situada en el centro de la Persia propiamente dicha, se
Persas, antes poco cuidadosos de tener una capital, considerada la
elevó sobre todas las ciudades por su majestad; sin embargo, las
sedes ordinarias del imperio fueron Ecbatana como residencia de estío
» De Gobineau, Histoire des Perses, t. I, p. 5ao.
IMPERIO D E L O S PERSAS

y , c o m o residencia de invierno, una nueva Suza reconstruida sobre


doble forma de mando había de d ^ S ^ ^ ^ S ^ S ^ S F
las ruinas de la antigua. Estas dos ciudades poseían la ventaja de autocràtico ; sin embarg-o,
hallarse no lejos de los puntos de ataque del mundo occidental que
los Iranios tenían que combatir. D e esos lugares de avanzada, los
reyes de los reyes, prontos á dirigir sus armas sobre uno ú otro de
los puntos amenazados, vigilaban los pueblos de la Mesopotamia y los
ribereños del Mediterráneo desde E g i p t o al Ponto E u x i n o . A título
de advertencia á las naciones de Occidente, Darío, hijo de- Hystaspes,
hizo grabar entre Ecbatana y el paso del Zagros, sobre la pared de una
roca calcárea compacta, las magníficas inscripciones trilingües — persa,
a n z a n i t a y asiría, — d e Behistun, Bisutun ó Bagistana, «la mansión de
los dioses». « Y o , Darío, el Gran R e y , el R e y de los R e y e s , el R e y
de Persia, el R e y de las Provincias, el hijo de Hystaspes, el nieto de
Arsames, el A k h e m é n i d a . . . », así comienza la orgullosa relación.
E n la época en que Darío celebraba así su propia gloria en esos
términos enfáticos, que frecuentemente son la prueba cierta de la
decadencia moral y bien pronto de la decadencia material de las na-
ciones, casi todos los países civilizados del A s i a occidental se e n c o n -
traban yuxtapuestos en la unidad de su vasto imperio.
L a conquista realizada por los Medas y los Persas no era tan
opresiva en su esencia como lo son en el día las anexiones « patrió-
ticas » que imponen á los vencidos un cambio de idioma y de cultura;
cada pueblo conservaba sus leyes, sus costumbres, hasta su adminis-
tración indígena bajo el dominio del gran rey: los subditos sólo
I 1 '
quedaban sujetos á los impuestos y al servicio militar. El señor,
dominando una multitud de naciones, pequeñas y grandes, se c o m p l a -
cía en esa diversidad de razas y de lenguas en la multitud de los do-
minados, y no tenía idea alguna de la constitución posible de un
estado político en que todos los miembros formasen un solo orga-
nismo nacional y no tuvieran más q u e una sola manera de pensar:
le bastaba con ser el dominador incontestable, con imponer su vo-
oficiales por victorias d u - t
luntad absoluta á todo un mundo de sátrapas dóciles y de hacerla , BAJO-RELIEVE DEL PALACIO DE DARÍO

ejecutar por millones de soldados adiestrados á latigazos. Respecto Closas. Ademas, el sobera-
de los príncipes feudales de Persia, el « r e y de los r e y e s » era poco no, rodeado de cortesanos, De una fotografia.

más que el «primero entre sus pares», mas para los vencidos del e x - unas batallas libradas á un extremo tan|

tranjero era un dueño absoluto. Evidentemente, el etecto de esta


' De Gobineau, Histoire des Perses, t. I, p. 4 Q 3
IMPERIO D E L O S PERSAS

y , c o m o residencia de invierno, una nueva Suza reconstruida sobre


doble forma de mando había de d ^ S ^ ^ ^ S ^ S ^ S F
las ruinas de la antigua. Estas dos ciudades poseían la ventaja de autocràtico ; sin embarg-o,
hallarse no lejos de los puntos de ataque del mundo occidental que
los Iranios tenían que combatir. D e esos lugares de avanzada, los
reyes de los reyes, prontos á dirigir sus armas sobre uno ú otro de
los puntos amenazados, vigilaban los pueblos de la Mesopotamia y los
ribereños del Mediterráneo desde E g i p t o al Ponto E u x i n o . A título
de advertencia á las naciones de Occidente, Darío, hijo de- Hystaspes,
hizo grabar entre Ecbatana y el paso del Zagros, sobre la pared de una
roca calcárea compacta, las magníficas inscripciones trilingües — persa,
a n z a n i t a y asiría, — d e Behistun, Bisutun ó Bagistana, «la mansión de
los dioses». « Y o , Darío, el Gran R e y , el R e y de los R e y e s , el R e y
de Persia, el R e y de las Provincias, el hijo de Hystaspes, el nieto de
Arsames, el A k h e m é n i d a . . . », así comienza la orgullosa relación.
E n la época en que Darío celebraba así su propia gloria en esos
términos enfáticos, que frecuentemente son la prueba cierta de la
decadencia moral y bien pronto de la decadencia material de las na-
ciones, casi todos los países civilizados del A s i a occidental se e n c o n -
traban yuxtapuestos en la unidad de su vasto imperio.
L a conquista realizada por los Medas y los Persas no era tan
opresiva en su esencia como lo son en el día las anexiones « patrió-
ticas » que imponen á los vencidos un cambio de idioma y de cultura;
cada pueblo conservaba sus leyes, sus costumbres, hasta su adminis-
tración indígena bajo el dominio del gran rey: los subditos sólo
I 1 '
quedaban sujetos á los impuestos y al servicio militar. El señor,
dominando una multitud de naciones, pequeñas y grandes, se c o m p l a -
cía en esa diversidad de razas y de lenguas en la multitud de los do-
minados, y no tenía idea alguna de la constitución posible de un
estado político en que todos los miembros formasen un solo orga-
nismo nacional y no tuvieran más q u e una sola manera de pensar:
le bastaba con ser el dominador incontestable, con imponer su vo-
oficiales por victorias d u - t
luntad absoluta á todo un mundo de sátrapas dóciles y de hacerla , BAJO-RELIEVE DEL PALACIO DE DARÍO

ejecutar por millones de soldados adiestrados á latigazos. Respecto Closas. Ademas, el sobera-
de los príncipes feudales de Persia, el « r e y de los r e y e s » era poco no, rodeado de cortesanos, De una fotografia.

más que el «primero entre sus pares», mas para los vencidos del e x - unas batallas libradas á un extremo tan|

tranjero era un dueño absoluto. Evidentemente, el etecto de esta


' De Gobineau, Histoire des Perses, t. I, p. 4 Q 3
ARQUITECTURA DE LOS PERSAS
426 EL HOMBRE Y LA TIERRA

I: ' - . - . ' • '


imitadores, sino q u e dieron á sus obras un carácter particular c o r r e s -
lejano de su poderoso imperio habían terminado como convenía á su
gloria, y no dudaba del sentido profundo que la posteridad habría pondiente á su genio propio, á los materiales que empleaban y á

de dar á sus conflictos con el pequeño pueblo g r i e g o . Ha de re- las condiciones especiales en que se realizaba su trabajo. Lo que

conocerse también, aunque las victorias de Milciades y de Temís- es bien s u y o son las soberbias terrazas y las maravillosas escaleras

tocles nos llenan de orgullo y simbolizan á nuestros ojos el trabajo que permitían á las procesiones solemnes, peatones, jinetes y carros

del pensamiento libre y de la iniciativa personal, que la victoria, desarrollarse con amplitud extraordinaria; lo son también las colum-

por el mismo brazo de A l e j a n d r o , correspondió á los Persas.


P e r o mucho antes de las batallas decisivas que fijaron la si-
N.° 72. Persépolis.
tuación entre los Helenos y los Iranios, incesantes contactos y r e l a -
ciones comerciales muy activas habían puesto en comunicación las dos
civilizaciones. Esta evolución se realizó desde l u e g o por intermedio
de los pueblos del A s i a Menor, unos emparentados con los G r i e g o s ,
otros más ó menos helenizados; después por aventureros del A t i c a
y de las islas del Peloponeso, antepasados de los buscadores de f o r -
tuna q u e ' e m i g r a n hoy en tan gran número, que iban á su vez á- e n -
señar sus artes y oficios.
U n a prueba incontestable de la influencia g r i e g a se v e en las
ruinas de Persépolis, que llevan el nombre colectivo de « t r o n o de
Djemchid», personaje legendario asimilado por los Persas á Darío,
hijo de Hystaspes. E s evidente que esas prodigiosas construcciones,
erigidas en la é p o c a en que los A k h e m é n i d a s vencedores lanzaban
sus victoriosos ejércitos sobre todas las comarcas adyacentes, son en
gran parte obras de imitación. L o s soberanos de Persia, asombrados
por las gigantescas construcciones que habían sitiado y conquistado
en sus viajes, quisieron erigir en su país palacios tan bellos como I: 25 000
los del extranjero, y seguramente llevaron consigo hábiles artesanos S " ' I I I
o 200 400 600 aoo 1000 Metros.
de E g i p t o , de Fenicia, del A s i a anterior, de la E u r o p a h e l é n i c a ; en
prueba de ello, se ven letras griegas sobre las piedras numeradas, y 1. T r o n o de Djemchid. 2. Ciudad baja de Istaker.
3. Colinas de Istaker.
Plinio habla de un tal T e l e p h a n i o , de F ó c e a , c o m o de un gran a r -
tista que vivió en la corte de Darío.
L o s historiadores especialistas 1 han emprendido la tarea de d e - ñas diez ó doce veces más altas que anchas, con sus pesados ca-

terminar la parte de los diversos elementos que se unieron en la piteles compuestos de parejas de animales postrados, toros, cabras

grandiosa arquitectura de Persépolis, y , gracias á ellos, se ha a c a - ó unicornios. L a luz del sol, cortada por sombras negras, pene-

bado por reconocer que los constructores persas no fueron únicamente traba por el ancho orificio del techo entre las vigas de cedro, ilu-
minando el trono de oro y de marfil, los pavimentos de baldosas
s esmaltadas y las cortinas de púrpura guarnecidas con franjas de oro.
1 Coste y Flandin, Perrot y Chipiez, Dieulatoy.
EL HOMBRE Y LA TIERRA GRIEGOS Y PERSAS 4 2 g

E l conjunto ofrecía seguramente un carácter especial que no se e n - Unos, ciudadanos libres, recordaban con orgullo que todo el poder
cuentra fuera de la meseta de Irán y apenas presenta un v a g o pa- de Darío y de X e r x e s había venido á romperse contra sus lanzas, y
rentesco con el estilo de las construcciones h e l é n i c a s : el principal se sentían llenos de desprecio por el mundo pululante de los «Bár-
contraste proviene de que la arquitectura griega nació en todas partes baros», los esclavos del «Gran R e y » ; los otros, aspirando á la d o -
del suelo por la iniciativa local, mientras que sobre , las altas tierras minación en su misma patria, hallaban que el poder incontestable de
de Irania se desarrolló principalmente para satisfacer á la majestad un amo c u y a palabra era obedecida desde las regiones tórridas del
real y no se continuó en obras vivas en el arte nacional de Persia. desierto á las estepas glaciales del Norte, presentaba un espectáculo
L o s arquitectos iránicos imitaron también á los asirios y caldeos, de admirable grandeza, y soñaban un orden de cosas en que Grecia
p e r o con gran independencia de concepción y verdadera originali- tendría también amos que pronunciaran juicios recibidos p o r todos
dad. Júzguese por sus toros alados colocados á la puerta de los con reverencia y docilidad. E l monarca disponía además de la fuerza
edificios: son mayores, esculpidos con más elegancia y están mejor vergonzosa que da la corrupción : dinero, telas preciosas, la carga
acabados que los toros de los palacios asirios; además, los artistas de un barco bien vendida tenían frecuentemente el poder de cam-

persas no han recurrido al extraño artificio de sus predecesores ni- biar convicciones que parecían inquebrantables. ¿ No se v i ó á Te-

nivitas, quienes obedeciendo á un sentimiento g r o s e r o de la pers- místocles, el vencedor de Salamina, convertirse en Sátrapa de Persía

pectiva, daban cinco patas á sus monstruosos animales. Y g o b e r n a d o r de ciudades griegas por la raza, la lengua y las cos-

L a s tumbas reales son, de todos los monumentos de la a r q u i - tumbres en nombre del « R e y de los Reyes?.»

tectura persa, los más originales y en los que menos se nota la i n - Uno de los personajes de la familia de los A k h e m é n i d a s , Ciro
fluencia de los modelos extranjeros. Es probable que en sus obras, el j o v e n , que trató en vano de arrancar el imperio á su hermano
.se respetara parcialmente el estilo de los antiguos trogloditas irá- A r t a x e r x e s Mnemon, aparece en la historia como una especie de semi-
nicos : las habitaciones subterráneas de los muertos debían parecerse griego, con la exterioridad de la cultura helénica y muy hábil
á las de los vivos. El plan general de esos hipogeos es siempre el para seducir los escritores y artistas que venían á su c o r t e ; así, en
mismo : sobre la abertura que da acceso á la sala funeraria se d e s - circunstancias análogas, durante ese gran siglo x v m en que se p r e -
arrolla una procesión de estatuas llevando el pavés sobre el cual el pararon luchas gigantescas de naciones y de ideas, se vió á los lite-
rey difunto adora el f u e g o sagrado flameando sobre un altar. La ratos y á los sabios acudir desde Occidente hacia Federico de Prusia
figura más alta, que se cierne en la parte superior del cuadro de roca y Catalina de Rusia para tratar con ellos del ideal y proponerles
labrada, es el feruer alado, simbolizando quizá el mejor « y o » del planes de reforma con la cándida esperanza de que esos potentados
suplicante, que y a sube al cielo, llevando á Ormuzd los actos ó al aceptarían sus p r o y e c t o s para la mejora del g é n e r o humano. «¡Del
menos las buenas intenciones, del que vivió. Norte nos viene hoy la l u z ! » se decía en aquella época, dirigién-
A la influencia del helenismo sobre los Iranios correspondía la de dose á los déspotas amables, c u y a única civilización consistía en saber
la monarquía de los A k h e m é n i d a s sobre las pequeñas repúblicas de .hablar bien el francés. D e ese modo, el elocuente Jenofonte, con el
Grecia. Las relaciones de los mercaderes, las descripciones referi- cerebro todavía replefo de las enseñanzas de Sócrates, busca m o d e -
das por artistas y artesanos, la magnificencia de los embajadores y los entre los Persas, y el hombre por excelencia es para él el gran
de su séquito causaban impresión grandísima sobre la v i v a imagi-
Ciro, «tan hábil para gobernar los hombres con el empleo de la«as-
nación de los Helenos, y los partidos en lucha en cada una de las tucia »
pequeñas comunidades, por la fuerza de las cosas, habían de tener la
vista fija en el coloso que proyectaba su sombra hacia el Occidente. 1 Cyropédie, lib. I, cap. i.

I — 107
EL HOMBRE Y LA T I E R R A

A s í se preparaba la unión : los Persas se hacían G r i e g o s y éstos


se volvían Persas. Cuando A l e j a n d r o , v e n g a d o r de las guerras mé-
dicas, fué llevado al corazón de A s i a , con el reflujo de los Griegos
y de los Macedonios, no se anunció en manera a l g u n a como civi-
lizador helénico deseoso de educar los b á r b a r o s : no trató sino de
hacerse Persa él mismo y de sustituir á Darío como « r e y de A s i a » ,
de tomar por límites exactos de su imperio los mismos que habían
tenido los dominios del soberano con c u y a hija se c a s ó . D e sus
capitales, una, Suza, era especialmente persa, mientras la otra, Ba-
bilonia, tenía la ventaja de mandar naturalmente al mundo oriental,
como centro de las grandes vías de comunicación de toda el A s i a a n -
terior. Y cosa curiosa, la memoria de A l e j a n d r o « el de los dos cuer-
dos» es mucho más popular entre los pueblos del A s i a que en el
mundo g r i e g o : se le tomó realmente por lo que deseaba ser, por
un conquistador asiático. Sin embargo, su advenimiento indica bien
un punto de división entre dos e r a s : desde aquel momento el país de
Las leyendas viajan con los pueblos,
los Helenos y la Irania pertenecían á un mismo mundo ecuménico;
de montaña en montaña.
esas comarcas, que constituían antes dominios enteramente distintos,
se hacían solidarias ert sus movimientos; la humanidad consciente
se había doblado.
CAPÍTULO II

* .

C Á U C A S O : RELIEVE, VERTIENTES, PASOS. — Ü A G H E S T A N Y MLNGRELIA.

POBLACIONES. — A N T I - C Á U C A S O : RELIEVE Y CAMINOS.


ARMENIOS Y K U R D O S . — HISTORIA.

E
L Cáucaso pertenece al mundo antiguo, más p o r su misterio
que por su historia. Era tan poco conocido, que ordinaria-
mente se le denominaba el « M o n t e » por excelencia, tomán-
dole indiferentemente por un extenso conjunto de montañas, p o r un
pico solitario ó p o r * u n macizo aislado, comparable al monte Argeo
ó al monte Ararat. Por contraste, algunos se imaginaban que la »egión
montuosa del Cáucaso se extendía hasta los límites del mundo, hasta
los espacios helados donde reina la. noche eterna. Sin embargo, nume-
rosos mitos referidos de diversos modos por los pueblos, desde la m e -
EL HOMBRE Y LA T I E R R A

A s í se preparaba la unión : los Persas se hacían G r i e g o s y éstos


se volvían Persas. Cuando A l e j a n d r o , v e n g a d o r de las guerras mé-
dicas, fué llevado al corazón de A s i a , con el reflujo de los Griegos
y de los Macedonios, no se anunció en manera a l g u n a como civi-
lizador helénico deseoso de educar los b á r b a r o s : no trató sino de
hacerse Persa él mismo y de sustituir á Darío como « r e y de A s i a » ,
de tomar por límites exactos de su imperio los mismos que habían
tenido los dominios del soberano con c u y a hija se c a s ó . D e sus
capitales, una, Suza, era especialmente persa, mientras la otra, Ba-
bilonia, tenía la ventaja de mandar naturalmente al mundo oriental,
como centro de las grandes vías de comunicación de toda el A s i a a n -
terior. Y cosa curiosa, la memoria de A l e j a n d r o « el de los dos cuer-
dos» es mucho más popular entre los pueblos del A s i a que en el
mundo g r i e g o : se le tomó realmente por lo que deseaba ser, por
un conquistador asiático. Sin embargo, su advenimiento indica bien
un punto de división entre dos e r a s : desde aquel momento el país de
Las leyendas viajan con los pueblos,
los Helenos y la Irania pertenecían á un mismo mundo ecuménico;
de montaña en montaña.
esas comarcas, que constituían antes dominios enteramente distintos,
se hacían solidarias ert sus movimientos; la humanidad consciente
se había doblado.
CAPÍTULO II

* .

C Á U C A S O : RELIEVE, VERTIENTES, PASOS. — Ü A G H E S T A N Y MLNGRELIA.

POBLACIONES. — A N T I - C Á U C A S O : RELIEVE Y CAMINOS.


ARMENIOS Y K U R D O S . — HISTORIA.

E
L Cáucaso pertenece al mundo antiguo, más p o r su misterio
que por su historia. Era tan poco conocido, que ordinaria-
mente se le denominaba el « M o n t e » por excelencia, tomán-
dole indiferentemente por un extenso conjunto de montañas, p o r un
pico solitario ó p o r * u n macizo aislado, comparable al monte Argeo
ó al monte Ararat. Por contraste, algunos se imaginaban que la »egión
montuosa del Cáucaso se extendía hasta los límites del mundo, hasta
los espacios helados donde reina la. noche eterna. Sin embargo, nume-
rosos mitos referidos de diversos modos por los pueblos, desde la m e -
EL HOMBRE Y L A TIERRA LEYENDAS DEL CÁUCASO
432 433

seta de Irán hasta las riberas mediterráneas, señalan esos montes como tados por las aguas del C a s p i o , pero una arista submarina se p r o -

una región donde tenían su origen pueblos poderosos y en la cual se l o n g a de Oeste á Este entre dos depresiones profundas del mar interior

habían realizado acontecimientos de la mayor importancia en el destino y va á unirse sobre la orilla transcaspiana la cordillera ribereña á que

del hombre. Pero « l o s extremos se tocan », mucho más en el mundo


caótico de la ignorancia que en el conflicto de las pasiones humanas.
N.° 73. Relieve del Cáucaso y de los montes de Armenia.
L o s mismos prodigios, los mismos acontecimientos que se señalaban
como habiendo tenido lugar sobre las cimas del monte Cáucaso, eran
los que se habían cumplido para los Hindus sobre l'os picos del H i m a -
laya y para los Iranios sobre el E l v e n d ó el D e m a v e n d ; eran igualmente
los que, del otro lado del Mundo A n t i g u o , habían de producirse sobre
las cimas de los montes occidentales. E l A t l a s lleva el Cielo — ó la
T i e r r a , — lo que la lógica se niega á comprender, aunque para la fábula
es un j u e g o ; asimismo el « m o n t e de punta d o b l e » , es decir, el Elburz
actual, es la cuna de los Dioscuros, las dos estrellas Castor y Polux,
y el ropaje orlado de sus nieves se refiere 'al velo inmenso del firma-
mento. S e g ú n la leyenda helénica, herencia de naciones más antiguas,
un Titán, «ladrón de f u e g o » , fué clavado sobre el monte Cáucaso por
envidia de los d i o s e s ; pero antes que él, muchos otros Prometeos
habían sido fijados en la cima de una montaña y aplastados bajo el peso
de las rocas. A s í gritaba en v a n o Zohak en una caverna del D e m a -
vend, y después Encelade tendía sus músculos impotentes para derri-
bar la masa del Etna. Las leyendas viajan con los pueblos de cima
en cima.
Por p o c o conocido que fuese el monte Cáucaso como orientación,
forma y relieve, á lo menos estaba designado muy justamente como un
límite entre dos mundos. E l Cáucaso es un fragmento del « d i a f r a g m a » Curvas de nivel de 0.100.200.500.1000.
que separa el continente del A s i a en dos vertientes, del Norte y del 2000,3000,4000 et 5000 metros.

S u d , y que se continúa en E u r o p a por crestas interrumpidas, montes


R IOOOOOOO
de la T a u r i d e , A l p e s , Pirineos y montes C á n t a b r o s ; pero de toda esa i i' * • ,.,
o 200 coo eookil.
sucesión de aristas, ninguna es más clara y más francamente recortada
que la del Cáucaso propiamente dicha, que se perfila desde el mar
Caspio hasta el mar N e g r o ; la continuidad del resalto terrestre está se da á veces el norrfbre de « C á u c a s o de los T u r k m e n i o s » , y que,

bien marcada de una parte y de otra. L a extremidad occidental de la bajo diversas denominaciones vulgares, limita al Nordeste la meseta de

muralla caucásica se aguza en forma de punta de lanza hacia la penín- Irán por eslabones paralelos para ir á fundirse en las altas murallas

sula de Taman para reaparecer, tras una corta interrupción, en las de Hindu-Kuch.

montañas de Crimea ; los macizos orientales parecen bruscamente limi- L a s dos vertientes del Cáucaso, al Norte y al Sud, contrastan de
i - 108
EL HOMBRE Y LA TIERRA CONTRASTE DE L A S DOS V E R T I E N T E S 435
434

una manera absoluta. Hacia al Septentrión las montañas descienden Ese contraste físico entre las dos vertientes caucásicas se refleja
por grados, sea por macizos laterales, sea por « p e q u e ñ o s Cáucasos» en la historia de las naciones. Evidentemente los hombres de la estepa,
ó aristas secundarias alineadas paralelamente á la gran cadena, si- caminando hacia adelante sin hallar otros obstáculos que montículos de
guiendo un orden decreciente de altura ; p e r o en el conjunto la pen- movediza arena, bajas salinas, pantanos sin profundidad, han de tener
diente es rápida, y los jinetes, galopando en el p o l v o de la estepa,
distinguen en pleno cielo, sobre los bosques sombríos y los hielos
resplandecientes, las cimas vaporosas más
elevadas. L a llanura baja circunda por
todas partes el pie de los montes, á la ma-
nera de un mar que bate la base de los
acantilados. Por otra parte esa extensión
casi horizontal fué, en efecto, un mar en
una época g e o l ó g i c a no muy distante de
nosotros: en esa depresión de las tierras
se unieron los golfos avanzados del mar
N e g r o y del Caspio, y aun queda esa admi-
rable depresión del Manitch de doble ver-
tiente, que, desde el punto de vista de la
g e o g r a f í a física, es incontestablemente el
foso que divide E u r o p a y A s i a .
L a cara del Cáucaso que da frente al
TIPO DE OSETA sol no domina sino llanuras fluviales l i m i -
tadas por montes visibles desde la gran
cresta y se une á otros sistemas de montañas y de mesetas. Un alto
eslabón transversal de cerca de un millar de metros, en su arista
más baja, sub-franqueado por el ferrocarril de Tiflis á Batum, reúne
los macizos más elevados del Cáucaso al conjunto de los montes que
se han designado alguna vez con el nombre de Anti-Cáucaso. A l sud
de los valles del Kura y del Rion, todo el espacio comprendido entre
los dos mares está ocupado por unas alturas que en varios sitios pasan ALDEA OSETA (VÉASE RÁG. 4 3 8 )

de la zona donde puede residir el hombre. A l g u n a s cimas altísimas,


^ Dibujo de G. Roux, según una fotografía.
conos de antiguos volcanes, el A l a g o z , el Ararat, el Bingoldagh, d o -
minan la región con sus puntas nevadas. De distancia en distancia otras costumbres y una evolución política y social diferente de la de
se levantan cimas soberbias, desde donde se v e el caos aparente de los montañeses, rodeados por todas partes de valles profundos por
las cadenas que se perfilan, de un lado hacia la meseta de Irán, de donde los habitantes comunican difícilmente con otras patrias. Por
otro hacia el gran cuadrilátero del A s i a Menor y la costa de Siria. una parte, la población tendrá tendencias á la vida instable y nómada ;
436 EL HOMBRE Y LA TIERRA
TRAVESÍA DEL CÁUCASO

primeramente hará su aparición, después, rechazada por otros emigran- Cis-Caucasia á la Trans-Caucasia, se levanta hacia el punto débil de
tes, abandonará el país sin dejar huellas en él. Por otra, los pueblos la cadena por un ancho valle, al Norte e l . d e l T e r e k , al S u d el del
acantonados en su macizo de montañas ó encerrados en su valle de Kura, los dos ríos más caudalosos del C á u c a s o ; los alineamientos de
cultivo, estrechamente limitados, estarán compuestos de pastores y de las montañas no presentan en la región de la arista baja sino una cen-
agricultores residentes acostumbrados á un g é n e r o de vida estable, tena de kilómetros de espesor. E l punto más elevado de la garganta,
teniendo instituciones permanentes y relaciones determinadas con las
naciones limítrofes. L a historia suele abarcarles en sus descripciones
N.° 74. Paso del Darial.
y en sus relatos, en tanto que permanece por largo tiempo ignorante
de las hordas fugitivas y lejanas que se agitan al otro lado del Cáucaso.
E n los orígenes de la humanidad consciente, los montes de entre
Caspio y Ponto E u x i n o presentan, pues, dos fases de carácter bien
distinto : el lado de la civilización relativa y el de la barbarie; la luz
al Mediodía, y la sombra sobre la vertiente del Norte. Sin embargo,
podían sobrevenir cambios de una á otra región, pero más aún por vías
indirectas que por los pasos directos de las montañas. S e ha demos-
trado, durante el curso de los siglos, que los movimientos de emigración
y de conquista se han hecho muy frecuentemente desde el A s i a anterior
y las llanuras sármatas — la Rusia meridional — propagándose al Oeste,
por la T r a c i a europea, á lo largo de las orillas del mar N e g r o . En
otro tiempo los Kimerianos y los Scitas, lo mismo que los T u r c o s en
época más reciente, hicieron así el gran circuito siguiendo las costas,
de conformidad con la « l e y del menor esfuerzo».
Sin embargo, por áspero que sea el acceso, p o r dificultades que
presente la múltiple muralla del Cáucaso, colocado oblicuamente entre
los dos mares, sobre una longitud de un millar de kilómetros y sepa-
rando una de otra comarcas muy diferentes por la naturaleza del suelo
y del clima, hubo pueblos que, aterrorizados por la huida ó impulsados
p o r entusiasmo victorioso de expediciones guerreras, vinieron frecuen-
I: 2GGOCOO
temente á chocar contra esos montes é intentaron franquearlos. Hubo
0 '0 20 30 1J soKll.
ocasiones m u y excepcionales, épocas de grandes trastornos naciona-
l e s , en que por escotaduras favorables en las altas aristas, se presen-
llamada h o y el «monte de la^ C r u z » — K r e s t o v a y a Gora — (2263 me-
taban bandas armadas tratando de forzar un paso, ó bien se produjo un
tros), no alcanza el límite de las nieves persistentes que, en ciertas
movimiento de emigración lenta. ,
partes del Cáucaso, no se halla sino á 35oo y hasta 4000 metros de
L a primera de esas puertas naturales se abre hacia la mitad del
altura. El camino que ha de seguirse para atravesar la montaña en
istmo, medido de Este á Oeste, en el l u g a r más estrecho, donde se
este sitio está tanto mejor indicada cuanto que la cordillera del Norte,
cuentan unos 5oo kilómetros de mar á mar. D e ambos lados, de la prolongación de la arista mayor del Cáucaso occidental, está c o m p l e -
I — 109
436 EL HOMBRE Y LA TIERRA
TRAVESÍA DEL CÁUCASO

primeramente hará su aparición, después, rechazada por otros emigran- Cis-Caucasia á la Trans-Caucasia, se levanta hacia el punto débil de
tes, abandonará el país sin dejar huellas en él. Por otra, los pueblos la cadena por un ancho valle, al Norte e l . d e l T e r e k , al S u d el del
acantonados en su macizo de montañas ó encerrados en su valle de Kura, los dos ríos más caudalosos del C á u c a s o ; los alineamientos de
cultivo, estrechamente limitados, estarán compuestos de pastores y de las montañas no presentan en la región de la arista baja sino una cen-
agricultores residentes acostumbrados á un g é n e r o de vida estable, tena de kilómetros de espesor. E l punto más elevado de la garganta,
teniendo instituciones permanentes y relaciones determinadas con las
naciones limítrofes. L a historia suele abarcarles en sus descripciones
N.° 74. Paso del Darial.
y en sus relatos, en tanto que permanece por largo tiempo ignorante
de las hordas fugitivas y lejanas que se agitan al otro lado del Cáucaso.
E n los orígenes de la humanidad consciente, los montes de entre
Caspio y Ponto E u x i n o presentan, pues, dos fases de carácter bien
distinto : el lado de la civilización relativa y el de la barbarie; la luz
al Mediodía, y la sombra sobre la vertiente del Norte. Sin embargo,
podían sobrevenir cambios de una á otra región, pero más aún por vías
indirectas que por los pasos directos de las montañas. S e ha demos-
trado, durante el curso de los siglos, que los movimientos de emigración
y de conquista se han hecho muy frecuentemente desde el A s i a anterior
y las llanuras sármatas — la Rusia meridional — propagándose al Oeste,
por la T r a c i a europea, á lo largo de las orillas del mar N e g r o . En
otro tiempo los Kimerianos y los Scitas, lo mismo que los T u r c o s en
época más reciente, hicieron así el gran circuito siguiendo las costas,
de conformidad con la « l e y del menor esfuerzo».
Sin embargo, por áspero que sea el acceso, p o r dificultades que
presente la múltiple muralla del Cáucaso, colocado oblicuamente entre
los dos mares, sobre una longitud de un millar de kilómetros y sepa-
rando una de otra comarcas muy diferentes por la naturaleza del suelo
y del clima, hubo pueblos que, aterrorizados por la huida ó impulsados
p o r entusiasmo victorioso de expediciones guerreras, vinieron frecuen-
I: 2GGOCOO
temente á chocar contra esos montes é intentaron franquearlos. Hubo
0 '0 20 30 1J soKll.
ocasiones m u y excepcionales, épocas de grandes trastornos naciona-
l e s , en que por escotaduras favorables en las altas aristas, se presen-
llamada h o y el «monte de la^ C r u z » — K r e s t o v a y a Gora — (2263 me-
taban bandas armadas tratando de forzar un paso, ó bien se produjo un
tros), no alcanza el límite de las nieves persistentes que, en ciertas
movimiento de emigración lenta. ,
partes del Cáucaso, no se halla sino á 35oo y hasta 4000 metros de
L a primera de esas puertas naturales se abre hacia la mitad del
altura. El camino que ha de seguirse para atravesar la montaña en
istmo, medido de Este á Oeste, en el l u g a r más estrecho, donde se
este sitio está tanto mejor indicada cuanto que la cordillera del Norte,
cuentan unos 5oo kilómetros de mar á mar. D e ambos lados, de la prolongación de la arista mayor del Cáucaso occidental, está c o m p l e -
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ÊL HOMBRE Y LA TIERRA PASO A L E S T E D E L CAUCASO
438

de la brecha, la ola móvil de los emigrantes habrá de replegarse,


tamente cortada por las aguas del T e r e k ; sólo hay una cresta que atra-
girando en las llanuras como un inmenso remolino, p r o y e c t a n d o hasta
vesar y el viajero que ha remontado por gargantas y valles el curso
su cresta el reflujo en alguna depresión del reverso de la montaña. Eso
del río y contorneado el enorme macizo del K a z b e k , franquea un
mismo, en efecto, es lo que se p r o d u c e : inundación de las aguas,
estrecho muro y desciende al valle de un afluente del K u r a .
inundación de los hombres obedeciendo á las mismas leyes. A s í vemos
A h o r a bien, desde los orígenes de la historia se comprueba que
poblaciones de procedencia iránica, los Osses ú Ossetas, que á sí
mismos se dan el nombre de Iron, se habían establecido sólidamente N.° 75. Daghestan, Puertas de Hierro.

sobre la vía de paso y ocupaban las dos paredes de entrada y salida,


y gracias á esta toma de posesión, pudieron defender ese importante
camino del Cáucaso, que debía de ser un centro de atracción por
excelencia para los pueblos emigrantes; p e r o el peligro hubo de ser á
veces gravísimo, sobre todo en la época en que la irrupción de los
bárbaros descendía hacia el Mediodía, y á él se debe que hará próxi-
mamente catorce siglos, dos emperadores, el de R u m y el de Irán,
Justiniano y Chosrav A n u r c h i v a n ( C h o s r o a s el J u s t o ) , unieron sus
esfuerzos para guardar las puertas del Darial, en el desfiladero central,
contra los invasores Khasar.
Otra puerta natural del Cáucaso es la que se abre al Este, á lo
largo de las costas del Caspio. Las montañas se inclinan de ese lado
muy bruscamente y dejan entre sus promontorios amplios valles por
los cuales serpentean los torrentes que descienden de las altas nieves.
Hasta el mismo pie de los acantilados, las playas del mar ofrecen
ancho y. cómodo camino, debido ai descenso de las aguas marinas, c u y o
nivel actual se halla á 27 metros más bajo que el del mar de A z o v .
Por ese pasaje penetraron en dirección de Sud á Norte las diversas
poblaciones emigrantes que bajaron de la meseta de Irán ó de las altas
tierras vecinas, Medas y Persas, T u r c o s y Tártaros, T a t s y Talichs.
E l Cáucaso representa una inmensa barrera que los pueblos en 1: 2 0 0 0 000
i 1 t
marcha tratan de franquear por su punto débil. Por un fenómeno de o 10 20 es 40 soKil.

empuje etnológico perfectamente análogo al movimiento producido


por las aguas en un estanque, los emigrantes chocan contra el muro, los Tats y los Talichs de la cuenca del K u r a penetrar á lo lejos en

y no pueden atravesarle, puesto que la única puerta de esclusa abierta estrecho pasadizo de las «Puertas de Hierro"»; del mismo modo el

en el espesor del muro es aquella en que están establecidos los Osses, territorio de los Tártaros Azerbeidjani se continúa al Norte por el de

a p o y a d o s sobre las obras de defensa construidas en la garganta de los Tártaros Rumik, y éstos tienen por vecinos en las llanuras de la

D a r i a l : no tienen, pues, más recurso q u e deslizarse hacia la derecha Cis-Caucasia, sus antecesores, los Tártaros N o g a i , mientras que otros

en una larga vena p o r el pasaje que sigue el litoral del Caspio. Fuera Tártaros aún, los Karatchai, fueron empujados p o r la fuerza de la emi-
EL HOMBRE Y LA TIERRA PASO A L ESTE DEL CÁUCASO
44°

gración hasta los valles caucásicos de la vertiente septentrional. Pero el Nordeste y el Norte, y así es como sucesivamente pudieron desli-
la corriente de esos pueblos procedentes del S u d por el paso de la zarse hacia el interior del macizo las multitudes de esos fugitivos y
ribera caspia se encuentra en las llanuras bajas con una inundación conquistadores q u e , con los emigrantes de la vertiente meridional,
de otras poblaciones turanias que llegaron por la ancha abertura prac- se reúnen en una admirable Babel de naciones heterogéneas.

ticada entre los montes Urales y el mar Caspio.


S i los emigrantes del S u d han seguido en distintas ocasiones la N.° 76. Valles cerrados del Cáucaso occidental.
(Véase pág. 443)
ribera occidental del Caspio para extenderse al Norte en las llanuras
sármatas, el movimiento étnico ha podido producirse en séntido c o n -
trario, y con objeto de evitar esas invasiones de nómadas bárbaros, los
dominadores de la Transcaucasia se ocuparon frecuentemente de for-
tificar el desfiladero, sobre todo en el punto más favorable para la
resistencia, conocido en el día bajo el nombre turco de Dervent ó
« P u e r t a de H i e r r o » . A n t e s de la invención de la artillería, la muralla
de defensa, que se p r o l o n g a b a á una treintena de kilómetros en las
montañas y penetraba en el mar por una alta escollera, era verdade-
ramente infranqueable. Firduzi, en el Libro de los Reyes, atribuye su
construcción al gran macedonio, y la reedificación, á Chosrav Anur-
chivan : entre esos dos edificadores, la crónica mencioná también al
rey persa Y e z d e g e r d II, que vivía en el tiempo de la invasión de los
H u n o s ; el objeto de todos esos reyes consistía en cerrar el paso á
los pueblos «monstruosos» del Norte, á los «terribles G o g s y M a g o g s » ,
ó, según la terminología mahometana, á los Y a d j u j y Madjuj l . El
poeta describe de este modo la obra de A l e j a n d r o : « Habiendo depo-
sitado p o r capas sucesivas lechos de cobres, de hierro, de plomo, de
piedras, de troncos de árboles y de haces de leña, hizo encender y
atizar el todo por cien mil forjadores, hasta que todos los metales se
hubieron fundido en una sola masa». E l muro que vemos hoy se
i: 2000000
considera como el resto de aquella muralla de A l e j a n d r o .
o ló 20 30 40 s'oKil.

Á pesar de A l e j a n d r o y de los otros r e y e s legendarios, los Y a d j u j


y los Madjuj, es decir, los invasores de todas las razas del Norte, T o d a la parte occidental del Cáucaso, comprendida entre el Darial
y el Bosforo cimeriano (kimeriano), presenta una grandísima unidad
pasaron por el camino fatal, que por lo demás no estaba obstruido
en sus elementos étnicos, unidad que corresponde de manera notable
en la parte septentrional. En esta región del Cáucaso, denominada
con la sencillez de su formación orográfica. En primer l u g a r , la
actualmente el Daghestan ó « P a í s de las Montañas», entre la punta
cadena occidental, muy regular en su orientación hacia el Noroeste,
de A p c h e r o n y el valle del S u l a k , los valles irradian hacia el Este,
se presenta realmente como una muralla inaccesible sobre su desarrollo
de unos 200 kilómetros, desde el K a z b e k al Elbruz ó M i n g h i - T a o u ;
' D'Ohsson, Voyage d'Abou el Cassini.
i — no
además, el escaso espesor de*la cordillera, que no dejaba al interior en el Cáucaso antes de la llegada de los Rusos, y puede decirse con

más que un corto número de cuencas favorables á la colonización, toda certidumbre que en la época antehistórica, las condiciones del

obligaba á detener su marcha ó replegarse lateralmente en dirección medio, análogas á las de nuestros días, determinaban una agrupación

al mar á aquellos emigrantes á quienes la lucha por la existencia había de la misma naturaleza entre los escasos habitantes.

conducido al pie del Cáucaso ó de sus cordilleras paralelas al Norte Cualquiera que fuese el origen de tal ó cual tribu de las monta-
ó al S u d . L a montaña no les ofrecía en esta parte de su arista más ñas, la manera de ser de la comarca condenaba á la mayor parte de
que un corto número de brechas transversales que invitaban á los los indígenas á una existencia completamente aislada. L o s valles del
viajeros á la ascensión; los muros paralelos que se suceden de Norte á Cáucaso, no ofreciendo más que una puerta del lado de la llanura,
Sud son muy difíciles de franquear, los más bajos á causa de sus rocas y hallándose limitados por todas partes por las nieves y los glaciares
abruptas y de sus bosques continuos y casi impenetrables, los más altos inaccesibles, constituían otros tantos dominios distintos, á v e c e s hasta
por sus nieves. En cuanto á intentar un viaje circular para rodear verdaderas prisiones, trampas inmensas en que se veían encerrados
de una á otra vertiente la extremidad del Cáucaso occidental, casi ciertos pueblos, que conservaban su individualidad particular. Había
quimérico hubiera sido emprenderlo, p o r q u e los promontorios de la valle de la Svanecia (Suanecia, S v a n i a ) ó del Daghestan que era un
orilla meridional, todos fáciles de defender por corto número de hom- mundo verdaderamente cercado, donde alguna familia aprisionada
bres, se sumergen á centenares en las olas del mar N e g r o . H a c e dos vivía desconocida de las naciones del exterior, formando por sí sola
mil años se instaló un ejército de trabajadores, bajo las órdenes de una pequeña humanidad que ignoraba la existencia de la gran huma-
Mitrídates, para trazar allí un camino en cornisa como el que sigue nidad del extenso mundo. En ninguna otra región montañosa de
el Mediterráneo entre Niza y S p e z i a : era el único medio de unir las E u r o p a y de A s i a se observa la existencia de tantos g r u p o s humanos
dos mitades de su inmenso imperio, al norte y al sud del Ponto E u x i n o ; que se distingan claramente unos de otros y se nieguen á reconocer
pero este camino duró solamente un corto número de décadas, porque ni lazos de parentesco que, no obstante, son incontestables; debido á
los emperadores de R o m a ni los de Bizancio se cuidaron de conservarle; que en ninguna otra comarca como el Cáucaso presenta al mismo
los R u s o s le restablecieron después de un abandono de veinte siglos. tiempo y en el mismo grado caracteres de orden más diferente, ni

A l macizo de montañas, uno en su formación, corresponde una ejerce, por la riqueza natural de su flora y la dulzura de su clima,

población que sea una p o r sus orígenes, sus costumbres y su historia, un poder tan grande de atracción, ni posee, por la forma de sus cuen-

pero á la que el acantonamiento en pequeños g r u p o s ha diferenciado cas de difícil salida, tan poderosa fuerza de fijación.

poderosamente. Á excepción de los Svanés de la alta cuenca del Un pasaje de la Geografía de Strabon, citado muy frecuentemente
Ingur, y de los Karatchai « g e n t e s del T o r r e n t e N e g r o » , de los valles (libro X I , c. II, p. 16), refiere que, según las relaciones de los m e r -
septentrionales vecinos del Elbruz, todos los habitantes de las m o n - caderes «trescientos p u e b l o s » se encontraban á veces sobre el mercado
tañas del Oeste pertenecían al g r u p o de las naciones más ó menos de Dioscurias, la S u k h u m - K a l e h actual. E l g e ó g r a f o g r i e g o , protes-
mezcladas que en otro tiempo se designaban bajo el nombre genérico tando contra esta exageración, evalúa, sin embargo, en setenta el
de T c h e r k e s s e s ó Circasianas. Verdad es que los Kabardes (Kabar- número de las poblaciones diversas de distintas lenguas c u y o s r e p r e -
din, Kabertai) del E s t e , los A d i g h é . del Nordeste, los A b a z e s ó sentantes cambiaban sus géneros en lá ciudad de Dioscurias: estos
A b k h a z e s de la vertiente meridional presentaban entre sí notables datos precisos los debía sin duda Strabon á Moapherne, tío paterno
diferencias, procedentes del suelo, del clima y de las relaciones de de su madre, que había sido g o b e r n a d o r de la Cólquide (lib. X I ,
comercio, pero constituían un g r u p o étnico perfectamente diferen- c. II, p. x8), y puede tanto más creerse en su verdad aproximatíva,
ciado. T a l era, de una manera general, la distribución de los pueblos cuanto qué, sólo para la Transcaucasia, el censo de 1891 enumera
además, el escaso espesor de*la cordillera, que no dejaba al interior en el Cáucaso antes de la llegada de los Rusos, y puede decirse con

más que un corto número de cuencas favorables á la colonización, toda certidumbre que en la época antehistórica, las condiciones del

obligaba á detener su marcha ó replegarse lateralmente en dirección medio, análogas á las de nuestros días, determinaban una agrupación

al mar á aquellos emigrantes á quienes la lucha por la existencia había de la misma naturaleza entre los escasos habitantes.

conducido al pie del Cáucaso ó de sus cordilleras paralelas al Norte Cualquiera que fuese el origen de tal ó cual tribu de las monta-
ó al S u d . L a montaña no les ofrecía en esta parte de su arista más ñas, la manera de ser de la comarca condenaba á la mayor parte de
que un corto número de brechas transversales que invitaban á los los indígenas á una existencia completamente aislada. L o s valles del
viajeros á la ascensión; los muros paralelos que se suceden de Norte á Cáucaso, no ofreciendo más que una puerta del lado de la llanura,
Sud son muy difíciles de franquear, los más bajos á causa de sus rocas y hallándose limitados por todas partes por las nieves y los glaciares
abruptas y de sus bosques continuos y casi impenetrables, los más altos inaccesibles, constituían otros tantos dominios distintos, á v e c e s hasta
por sus nieves. En cuanto á intentar un viaje circular para rodear verdaderas prisiones, trampas inmensas en que se veían encerrados
de una á otra vertiente la extremidad del Cáucaso occidental, casi ciertos pueblos, que conservaban su individualidad particular. Había
quimérico hubiera sido emprenderlo, p o r q u e los promontorios de la valle de la Svanecia (Suanecia, S v a n i a ) ó del Daghestan que era un
orilla meridional, todos fáciles de defender por corto número de hom- mundo verdaderamente cercado, donde alguna familia aprisionada
bres, se sumergen á centenares en las olas del mar N e g r o . H a c e dos vivía desconocida de las naciones del exterior, formando por sí sola
mil años se instaló un ejército de trabajadores, bajo las órdenes de una pequeña humanidad que ignoraba la existencia de la gran huma-
Mitrídates, para trazar allí un camino en cornisa como el que sigue nidad del extenso mundo. En ninguna otra región montañosa de
el Mediterráneo entre Niza y S p e z i a : era el único medio de unir las E u r o p a y de A s i a se observa la existencia de tantos g r u p o s humanos
dos mitades de su inmenso imperio, al norte y al sud del Ponto E u x i n o ; que se distingan claramente unos de otros y se nieguen á reconocer
pero este camino duró solamente un corto número de décadas, porque ni lazos de parentesco que, no obstante, son incontestables; debido á
los emperadores de R o m a ni los de Bizancio se cuidaron de conservarle; que en ninguna otra comarca como el Cáucaso presenta al mismo
los R u s o s le restablecieron después de un abandono de veinte siglos. tiempo y en el mismo grado caracteres de orden más diferente, ni

A l macizo de montañas, uno en su formación, corresponde una ejerce, por la riqueza natural de su flora y la dulzura de su clima,

población que sea una p o r sus orígenes, sus costumbres y su historia, un poder tan grande de atracción, ni posee, por la forma de sus cuen-

pero á la que el acantonamiento en pequeños g r u p o s ha diferenciado cas de difícil salida, tan poderosa fuerza de fijación.

poderosamente. Á excepción de los Svanés de la alta cuenca del Un pasaje de la Geografía de Strabon, citado muy frecuentemente
Ingur, y de los Karatchai « g e n t e s del T o r r e n t e N e g r o » , de los valles (libro X I , c. II, p. 16), refiere que, según las relaciones de los m e r -
septentrionales vecinos del Elbruz, todos los habitantes de las m o n - caderes «trescientos p u e b l o s » se encontraban á veces sobre el mercado
tañas del Oeste pertenecían al g r u p o de las naciones más ó menos de Dioscurias, la S u k h u m - K a l e h actual. E l g e ó g r a f o g r i e g o , protes-
mezcladas que en otro tiempo se designaban bajo el nombre genérico tando contra esta exageración, evalúa, sin embargo, en setenta el
de T c h e r k e s s e s ó Circasianas. Verdad es que los Kabardes (Kabar- número de las poblaciones diversas de distintas lenguas c u y o s r e p r e -
din, Kabertai) del E s t e , los A d i g h é . del Nordeste, los A b a z e s ó sentantes cambiaban sus géneros en lá ciudad de Dioscurias: estos
A b k h a z e s de la vertiente meridional presentaban entre sí notables datos precisos los debía sin duda Strabon á Moapherne, tío paterno
diferencias, procedentes del suelo, del clima y de las relaciones de de su madre, que había sido g o b e r n a d o r de la Cólquide (lib. X I ,
comercio, pero constituían un g r u p o étnico perfectamente diferen- c. II, p. x8), y puede tanto más creerse en su verdad aproximatíva,
ciado. T a l era, de una manera general, la distribución de los pueblos cuanto qué, sólo para la Transcaucasia, el censo de 1891 enumera
444 EL HOMBRE Y LA TIERRA POBLACIONES DEL CÁUCASO 445

sesenta y seis pueblos diferentes, y que se cuentan poco más de se opera entre los pueblos, conforme á las condiciones especiales de su
ochenta para el conjunto del Cáucaso. H a y , pues, coincidencia á mil medio, ciertas tribus se encargaron del transporte, y gracias á su oficio
ochociéntos años de intervalo entre lo dicho por S t r a b o n y los datos pacífico, necesario á todos, adquirieron en todas partes el derecho de
precisos suministrados en nuestros días por los etnólogos y los esta- hospitalidad. D e este modo se tienen muy serios indicios para admitir
dísticos ; la historia atestigua que, á pesar de las emigraciones y los la existencia de un comercio establecido regularmente entre el Cáucaso

cambios de residencia, el fondo étnico ha quedado el mismo: muchos y las orillas del mar Báltico por mediación de los Osses, acaso también

pueblos, ejemplo los Svanes, están acantonados inmutablemente en la por el de los A s e s inmigrados en Escandinavia y que estaban unidos

ciudadela de montañas que habitaban sus abuelos. P o r lo demás, por lazos de parentesco á la población que ocupaba entonces y ocupa

Strabon da una explicación completamente errónea, más bien absurda, todavía las dos vertientes del paso del Darial

de esta prodigiosa variedad de los Caucasianos: « S e r í a preciso atri-


buirla, dice, á la vida etrante que llevan esos p u e b l o s » ; cuando la Comparados á la muralla que se levanta oblicuamente entre los
verdad es todo lo contrario. Esta variedad proviene del semicierre de dos mares — Ponto E u x i n o y Caspio, — los diversos macizos á que
los valles caucásicos en los cuales las tribus están forzosamente aisla- se da alguna vez el nombre de A n t i - C á u c a s o , no tienen regularidad
das, sin poder entremezclar sus vidas, y no conociéndose más que por alguna en su distribución y presentan varios centros de formación y
los encuentros con los mercaderes en los apartados lugares de feria. resistencia, complicados con roturas y pliegués que atestiguan una
A s í dividida en dominios numerosos, la Caucasia no podía c o n s - historia g e o l ó g i c a muy accidentada. En ese dédalo pueden reconocerse
tituir un imperio, un Estado h o m o g é n e o : á lo sumo unos bandidos varias alineaciones de montañas, pero en ninguna parte se ven largas
descendidos de la montaña dominaban temporalmente las poblaciones aristas continuas como el muro caucásico. Las cadenas están recortadas
aterrorizadas de las llanuras adyacentes, ó bien unos conquistadores de sin orden aparente en varios fragmentos secundarios por los torrentes
la campiña abierta penetraban en algún valle tributario ; pero las faci- y los r í o s : aquí el Rion y el T c h o r u k h , allá el A r a x a y el K u r a ; al
lidades de la defensa y las dificultades del ataque, juntos á la casi im- Oeste y al Sudoeste los diversos afluentes del E u f r a t e s ; al Sudeste
posibilidad de los transportes, habían de conservar durante siglos el los del T i g r i s han despojado un cubo enorme de escombros para
equilibrio primero de las numerosas pequeñas nacionalidades yuxta- distribuirle en aluviones en el mar Negro, el Caspio y el g o l f o Pérsico.
puestas. L o s conquistadores llegaron fatalmente del exterior, y no E s o s grandiosos fenómenos de erosión dieron p o r resultado vaciar la
pudieron sostenerse allí sino hasta una época en que las llanuras del mayor parte de las extensiones de agua que antes ocupaban las c a -
Norte, ocupadas por una población muy considerable, les suministra- vidades de esas altas tierras, de las cuales aun queda cierto número,
ban, por la industria y la riqueza, un enorme poder de ataque. Estas grandes y pequeñas. Menos elevado por término medio y de dimen-
condiciones no se han satisfecho hasta el corriente del siglo último, siones más extensas, el Anti-Cáucaso ofrece pendientes forzosamente
que v i ó nacer el poder de Rusia en aquellos sitios. menos rápidas que las de los montes caucásicos, y por consecuencia
Sin embargo, las cien nacioncitas aisladas debían de traficar unas debe retener sus cuencas lacustres más tiempo antes de ser vaciadas
con otras, y p o r contacto, individual se estableció un movimiento co- por los profundos cortes de los cauces fluviales.
mercial que y a fué considerable en los tiempos míticos, como nos lo L o s montes A r m e m o s , que elevan áus escarpas al sud de las c a m -
refiere la l e y e n d a del T o i s ó n de oro. L o s G r i e g o s navegaban d i r e c - piñas transcaucásicas, reposan sobre una base uniforme de unos 2000
tamente hacia las bocas del Phase, el Rion actual, pero recibían sobre metros surcada en diferentes direcciones p o r los torrentes, dominando
todo por intermediarios los metales y otros objetos de valor proceden-
1 Champeaux, Science sociale. - Vivien de St.-Martin, Recherches sur les Populations
tes de la región del Cáucaso. En la división natural del trabajo que primitives du Caucase.

I - 111
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w ; f'-gv)

E L H O M B R E Y L A T I E R R A R E L I E V E D E L A N T I - C Á U C A S O

acá y acullá la base de la meseta desierta ó los p r o f u n d o s valles y el curso sinuoso de los ríos p r o p i a m e n t e dichos, es p u r a m e n t e ilu-
cortados en su base. D e la cortadura del E u f r a t e s á la del Araxa soria. L a misma dirección q u e toman los dos ríos Muhrad-su y Kara-su
y de la llanura del K u r a á la v e r t i e n t e de los montes v u e l t o s hacia el
N.° 77. Raíz de la peninsula de Anatolia.
T i g r i s , el v i a j e r o recorre una comarca d e s i g u a l , d o n d e s o b r e e s p a c i o s
de centenares de k i l ó m e t r o s de l o n g i t u d se v e desde todas partes un
círculo de horizonte dentellado de montañas, y en el cual, gigantes
como el volcán A l a g ó z ó « M o n t e A b i g a r r a d o » y c o m o el Masis, más
c o n o c i d o en el mundo occidental con el nombré de A r a r a t , dominan
ese caos a p a r e n t e , pero en parte alguna de manera á limitar comple-
tamente un dominio g e o g r á f i c o sin fácil salida hacia el e x t e r i o r . E l país
presenta por todas partes obstáculos, q u e p o r todas partes también
se pueden f r a n q u e a r ó sortear. D e ahí resulta a l g o de v a g o é i n d e -
terminado en el a s p e c t o de la c o m a r c a : no se sabe q u é nombre darle,
p o r q u e carece de límites naturales y también á causa de que p o r todos
lados termina p o r zonas de transición. A l O e s t e , la línea de separación
entre el A s i a M e n o r y el A n t i - C á u c a s o se halla marcada, mucho menos
p o r el curso del A l t o E u f r a t e s ó ICara-su, «el A g u a Negra», que
p o r la depresión g e n e r a l de la c o m a r c a en t o d o el l a r g o del meridiano
q u e continúa al Norte la parte más occidental del v a l l e del río.
Á la p r o x i m i d a d del g o l f o de A l e x a n d r e t a , l a llanura d o n d e se
encuentran en nuestros días B i r e d j i k y Marach, se continúa al N o r t e
hacia la c u r v a m u y prolongada de la costa s u d - o r i e n t a l del Ponto
E u x i n o p o r mesetas de acceso relativamente f á c i l : el conjunto de la
r e g i ó n c o n s t i t u y e una cortadura bastante clara de u n o á otro mar,
y p u e d e ser considerada c o m o f o r m a n d o la raíz de la península de
Anatolia. Sin embargo, un muro de montañas oculta al S u d esta
c o m a r c a de transición entre la A r m e n i a y el A s i a M e n o r , y el E u f r a t e s
mismo, varios de sus afluentes, y , finalmente, el D j i h u n , que corre
hacia el Mediterráneo, han de atravesar ese obstáculo por ásperos
desfiladeros. A l Norte, sobre la vertiente del mar N e g r o , existen otras
g a r g a n t a s estrechas d o n d e murmuran los ríos c o r r e s p o n d i e n t e s á las Curvas de nivel de 400, 200, S00, 1000, 2000, 3000 y 4000 metros

de la irregular serie de las murallas meridionales.


E n sus altos v a l l e s , las diversas ramas dominantes del E u f r a t e s
forman parte de una área g e o g r á f i c a completamente diferente de la LOO KIL.

de las llanuras de a b a j o . L a unidad aparente, d a d a p o r el curso de


para formar el alto E u f r a t e s , es la de Oriente á O c c i d e n t e y se refiere
las a g u a s entre las r e g i o n e s montañosas de l o s torrentes superiores
históricamente mucho más al v a l l e del a n t i g u o H a l y s de Capadocia,
POBLACIONES DE LA ARMENIA
EL HOMBRE Y LA TIERRA 449
448

el nombre de Pontos A x e n o s ó A x e i n o s se designó así á causa de los


el moderno Kizil Irmak, que á la de los ríos de la Mesopotamia.
A s c a n i o s de sus riberas: después los marinos griegos modificarían esa
En las regiones septentrionales, el movimiento de las naciones se
palabra para darle en su lengua un sentido de buen augurio.
hacía de Este á Oeste, de la A r m e n i a hacia el A s i a Menor, ó á la
inversa, en tanto que al S u d el vaivén de los hombres tenía lugar en
N." 78. Relieve de los montes de Armenia.
un sentido perpendicular, de Norte á Sud, en las emigraciones, y del
S u d al Norte en las marchas de invasión y de conquista.
4 2 W «4030- 46°30'

L a denominación de A r m e n i a b a j o la cual suele designarse el país


que da frente al Cáucaso, según sus habitantes l o s más civilizados,
no presenta cierto valor sino desde el punto de vista puramente etno-
lógico, y además, aun antes de las matanzas, no eran muchos los
distritos en que los representantes de esta nación se encontraban en
m a y o r í a ; frecuentemente los A r m e n i o s han debido cambiar de resi-
dencia en diversas direcciones bajo la presión de los pueblos vecinos.
Hasta los nombres locales han cambiado muchas v e c e s : el nombre
A r a r a t , h o y exclusivamente aplicado á la gran .montaña del Masis,
tenía antiguamente una significación mucho más amplia. Bajo la forma
asiría Urartu ó A r a r t u , ese término designaba constantemente la parte
nor-oriental de la A r m e n i a , sobre todo la llanura del A r a x a : todavía
para San Jerónimo el Ararat era, no el volcán soberbio, sino la extensa y
fértil campiña q u e se extiende hacia el Caspio. En una palabra, el Ara-
rat era el país de los A l a r o d i o s (ó Araracios) mencionado por H e r o d o t o 1 .
Por otra parte, el nombre de « A r m e n i a » parece haberse dado
antiguamente á la parte sud-occidental de la comarca así denominada
en nuestros días. H e r o d o t o no conocía Armenios sino sobre el alto
Eufrates, cerca de la Frigia y en las montañas, donde el H a l y s tiene
su manantial V L a emigración de ese g r u p o humano se hizo, pues,
en la dirección de Occidente á Oriente y acaba por terminar en el valle
del A r a x a \ Parece q u e hacia el principio de la dinastía de los i: 5 000000
- A k h e m é n i d a s unos A r m e n i o s ó Haikanes — « A s c a n i o s » — poblaron ° 200 ÍOOKÍI.
las inmediaciones del macizo del Ararat, convertido en el centro g e o -
Basta comparar los macizos irregulares del A n t i - C á u c a s o y de
gráfico de su dominio, encontrándose un recuerdo de la antigua estan-
los montes vagamente 1 llamados Taurus armenio, con la larga cadena
cia en el nombre de A c h k e n a z , antigua denominación de los Frigios.
del Cáucaso, estrecha, difícilmente abordable, para comprender cuán
S e g ú n gran número de filólogos, el mar antiguamente conocido con
diferente había de ser el movimiento de la historia en las dos r e g i o -
n e s : los montes y las mesetas del distrito meridional, cortados por
' Libro III, 9 4 ; Fr. Lenormant, Les Origines de VHistoire, t. II, ps. 2, 3 y siguientes.
1 Libro I, 72, 1 9 4 ; VII, 73. caminos de travesía, son mucho más fáciles de franquear que la formi-
» Moisés de Khoréne; Fr. Lenormant, loe. cit., t. II, ps.- 372 y siguientes.
1 - 112
CAMINOS D E L ANTI-CÁUCASO

dable muralla septentrional, que cerraba el camino á pueblos en marcha. plazamientos de poblaciones que allí se han verificado. L o s habitantes,
L a s altas tierras de la Armenia — c u y a parte más maciza y con - acosados por diversos lados, mezclados, fragmentados, se han limitado]
tinuada da frente directamente al Cáucaso y perfila sus cadenas p a r a - en consecuencia, de una manera menos precisa q u e sus vecinos del
lelas ó ramificadas entre la meseta del Irán y el curso superior del C a u c a s o ; los territorios de habitación han cambiado mucho más f r e -
Eufrates, — no pueden considerarse c o m o un cuerpo g e o g r á f i c o en
posesión de un carácter real de unidad, pero se comprende bien que ís.0 79. Caminos del Anti-Cáucaso.

una nación dominante por el número, por la fuerza ó por el valor


relativo de su civilización, haya intentado formar allí un imperio,
hasta un imperio conquistador, y s u b y u g a r las poblaciones de las lla-
nuras circundantes. Sin embargo, hay que observar también que esta
región es atacable sobre todos los puntos de su extensa circunferen-
cia : por todas partes se abren brechas en el muro de la ciudadela.
D e ese modo las poblaciones encerradas en las cuencas del Kura
y del Rion, es decir, en la amplia avenida transcaucásica, podían
sobre muchos puntos buscar una salida para sí mismas ó para el
excedente de sus hombres j ó v e n e s . Una primera puerta fácil tenían
abierta al S u d por el valle del A r a x a ; los que la remontaban, en
bastante número y asaz valientes para rechazar á los aborígenes, reco-
rrían el contorno de toda la mitad oriental del A n t i - C á u c a s o y pene-
traban sin escalo hasta el maravilloso jardín de Erivan, entre las dos
cuencas del A l a g ó z y del Masis, donde podían e s c o g e r , hacia los cien
manantiales del Eufrates, el paso que les pareciese más bajo y peor
defendido. Para los habitantes de las campiñas transcaucásicas, que
se hallan hacia el centro del istmo, el camino de ataque más favo-
rable era el que toma actualmente el camino carretero, por la g a r -
ganta de Delijan y la orilla occidental del G o k - t c h a i ; llegados á esas
alturas, podían, ó descender á la llanura de Erivan, ó ganar al Oeste
la región que divide las pendientes, de que los R u s o s modernos han
cuidado de apoderarse para utilizar sus puntos estratégicos: allí se
elevan las fortalezas de Kars y de A l e x a n d r o p o l . E l alto valle del I I 5 0 0 0 0 0 0

Kura ofrece un cuarto paso, y , por el litoral del mar N e g r o , en el 0 -200 sooKil.

Lazistan, otros pueblos ganan l o s senderos que irradian sobre los


cuentemente; han tenido l u g a r emigraciones en todos sentidos ; las
pastos alrededor de la cuenca del T c h o r u k h .
lenguas, las razas, las tradiciones se han mezclado: hay supuestos T u r -
L a relativa facilidad de acceso que presentaban á los pueblos emi-
cos de origen g r i e g o , Judíos ó K u r d o s que se llaman Armenios. Los
grantes los montes del Anti-Cáucaso y del Taurus, explica las guerras
Kurdos son, por lo demás, los que, desde los orígenes de la historia
incesantes que han ensangrentado esas comarcas y los numerosos d e s -
parecen haber g u a r d a d o mejor el tipo, lo que se comprende, porque
habitan los distritos montañosos más elevados y abruptos : los inva-
sores, buscando caminos fáciles para ir á sus conquistas, se han s e p a -
rado prudentemente de las escarpas áridas y de los valles superiores
frecuentemente obstruidos por las nieves.
Á la diversidad de las razas del A n t i - C á u c a s o y del T a u r u s corres-
ponde la de las religiones, y el motivo de esta gran variedad de cultos
reaparece en las condiciones geográficas del medio, no como era grato
repetir antiguamente, en los «misteriosos decretos de la Providencia».
Las montañas limítrofes del A s i a Menor están situadas hacia el centro
de gravedad de las comarcas donde nacieron el mazdeismo, el judaismo,
el cristianismo, y el conflicto de esas diversas creencias, de esas fuerzas
encerradas en un mismo circo", había de producir necesariamente religio-
nes mixtas, especialmente aquellas que, bajo diferentes formas, recibie-
ron el nombre genérico de « g n o s t i c i s m o » . Después todos esos cultos
fueron condenados á nuevas evoluciones cuando el Islam apareció á su
vez en la escena del A s i a anterior y mediterránea. E s o s son fenómenos
que se refieren al dominio de la mecánica social y se amoldan á sus leyes.
Los Armenios, esparcidos sobre las pendientes de los montes y en
los altos valles alrededor del A r a r a t , no hallaron jamás en sus países
natales recursos suficientes para su sustento, y como tantos otros p u e -
blos montañeses, hubieron de ir á ganarse la vida en comarcas extranje-
ras ; pero lo que les distinguía de otros emigrantes, es que entre ellos
estaba grandemente representado el elemento intelectual. Un hecho
geográfico importante explica en gran parte este privilegio de los
KL LAGO Y LA CIUDADELA DE VAN ( v É A S E PÁG. 4 5 4 )
H a i k a n e s : su patria, comparada á la de los K u r d o s , cuyo territorio
se entremezcla con el s u y o como hilos diversos en un tapiz, consiste Dibujo de G. R o u x , según una fotografía.

sobre todo en terraplenes ampliamente aireados, en vastas campiñas que


un comercio de emigración periódica, las otras se limitaron á la'cría de
bordean riberas lacustres ó que rellenan el fondo de cuencas anti- rebaños, completada, en tiempo y lugar oportunos, por expediciones
guamente inundadas, en tanto que en la vecindad inmediata, unos de bandidaje.
macizos abruptos de montañas, cortadas p o r desfiladeros y gargantas
C o m o quiera que sea, los habitantes del A n t i - C á u c a s o no gozaron
difíciles, dan asilo á pastores, que viven allá arriba, en las nieves,
frecuentemente de la dicha de ser independientes, ni aun durante la
llevando una existencia áspera y peligrosa. E l contraste de la N a t u r a -
existencia del reino llamado de Van : tal o cual conjunto de valles
leza se presenta sobre mil puntos en toda esta región atormentada, no podía constituir un g r u p o autónomo sino en las épocas durante
y una oposición correspondiente se manifiesta en las costumbres y las las cuales no se habían constituido grandes imperios invasores en el
cualidades hereditarias de las poblaciones respectivas. Gracias al Mediodía. No conocemos, p o r lo demás, la historia de la región m o n -
medio, las unas se dedicaron principalmente á la agricultura, asociada á tañosa que se extiende desde el lago de Van al lago de Urmiah, es decir,
I - 118
habitan los distritos montañosos más elevados y abruptos : los inva-
sores, buscando caminos fáciles para ir á sus conquistas, se han s e p a -
rado prudentemente de las escarpas áridas y de los valles superiores
frecuentemente obstruidos por las nieves.
Á la diversidad de las razas del A n t i - C á u c a s o y del T a u r u s corres-
ponde la de las religiones, y el motivo de esta gran variedad de cultos
reaparece en las condiciones geográficas del medio, no como era grato
repetir antiguamente, en los «misteriosos decretos de la Providencia».
Las montañas limítrofes del A s i a Menor están situadas hacia el centro
de gravedad de las comarcas donde nacieron el mazdeismo, el judaismo,
el cristianismo, y el conflicto de esas diversas creencias, de esas fuerzas
encerradas en un mismo circo", había de producir necesariamente religio-
nes mixtas, especialmente aquellas que, bajo diferentes formas, recibie-
ron el nombre genérico de « g n o s t i c i s m o » . Después todos esos cultos
fueron condenados á nuevas evoluciones cuando el Islam apareció á su
vez en la escena del A s i a anterior y mediterránea. E s o s son fenómenos
que se refieren al dominio de la mecánica social y se amoldan á sus leyes.
Los Armenios, esparcidos sobre las pendientes de los montes y en
los altos valles alrededor del A r a r a t , no hallaron jamás en sus países
natales recursos suficientes para su sustento, y como tantos otros p u e -
blos montañeses, hubieron de ir á ganarse la vida en comarcas extranje-
ras ; pero lo que les distinguía de otros emigrantes, es que entre ellos
estaba grandemente representado el elemento intelectual. Un hecho
geográfico importante explica en gran parte este privilegio de los
KL LAGO Y LA CIUDADELA DE VAN ( v É A S E PÁG. 4 5 4 )
H a i k a n e s : su patria, comparada á la de los K u r d o s , cuyo territorio
se entremezcla con el s u y o como hilos diversos en un tapiz, consiste Dibujo de G. R o u x , según una fotografía.

sobre todo en terraplenes ampliamente aireados, en vastas campiñas que


un comercio de emigración periódica, las otras se limitaron á la'cría de
bordean riberas lacustres ó que rellenan el fondo de cuencas anti- rebaños, completada, en tiempo y lugar oportunos, por expediciones
guamente inundadas, en tanto que en la vecindad inmediata, unos de bandidaje.
macizos abruptos de montañas, cortadas p o r desfiladeros y gargantas
C o m o quiera que sea, los habitantes del A n t i - C á u c a s o no gozaron
difíciles, dan asilo á pastores, que viven allá arriba, en las nieves,
frecuentemente de la dicha de ser independientes, ni aun durante la
llevando una existencia áspera y peligrosa. E l contraste de la N a t u r a -
existencia del reino llamado de Van : tal o cual conjunto de valles
leza se presenta sobre mil puntos en toda esta región atormentada, no podía constituir un g r u p o autónomo sino en las épocas durante
y una oposición correspondiente se manifiesta en las costumbres y las las cuales no se habían constituido grandes imperios invasores en el
cualidades hereditarias de las poblaciones respectivas. Gracias al Mediodía. No conocemos, p o r lo demás, la historia de la región m o n -
medio, las unas se dedicaron principalmente á la agricultura, asociada á tañosa que se extiende desde el lago de Van al lago de Urmiah, es decir,
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HISTORIA DE LA ARMENIA

del país de Urartu — idéntico al A r a r a t de los Hebreos, — sino por


con sus quinientas líneas una de las paredes del pedestal de rocas que
los anales asirios, porque el arte de la escritura, enseñada por los escri-
tiene la cindadela de V a n , atribuida p o r la leyenda á la fabulosa Semíra-
bas ninivitas, pero aplicada á un idioma sin relación con el asirio, no
m i s : refiere los altos hechos de un rey A r g i c h t i s I, quien, durante un
penetró en esta c o r n a c a hasta la época de Assurnazirpal. Durante un
eclipse de la potencia asiría anterior al reinado de Tiglatphalazar II
período lo menos de setecientos años, comenzando treinta y cuatro siglos
(Tugultipalesharra), llevó sus conquistas hasta el Mediterráneo sirio.
El orden geográfico de esas inscripciones, muestra la dirección de las
vías históricas: por la misma forma de las mesetas y de los macizos de
montañas, estaba y a indicada y no ha cambiado desde aquella época.
L a civilización de aquellas comarcas bajo la influencia asiría debió ser
superior á la de las poblaciones actuales, puesto que existían canales
de irrigación en los flancos de todas las colinas, sobre todos los valles,
que se intenta hoy restablecer á toda costa. Mucho ha de hacerse para
restaurar la red de canales de riego en toda la antigua A r m e n i a ; la
prolongada sujeción del p u e b l o le ha privado de la energía necesaria
para el bello arreglo de su dominio.

T r a s de los Asirios vinieron los reyes Medas, de los que fué tributa-
ESCITAS ARMADOS DE LANZAS, SEGÚN EL VASO DE KUL-OBA ria la A r m e n i a ; l u e g o suplantó Ciro á los soberanos de la Media, para en-
(Museo del Hermitage, en San Pctersburgo)
sanchar su imperio y sujetar más estrechamente á su p o d e r la nación de

antes de la época actual, la influencia de los Asirios fué preponderante en los Haikanes; por último, al cesar la dominación persa, A r m e n i a tuvo la

Urartu, y aun, b a j o el rey S a r g ó n , la dominación ejercida directamente misma suerte que todas las comarcas conquistadas p o r A l e j a n d r o . E l país

por los conquistadores del S u d parece haber sido aceptada sin ninguna del A r a r a t formó parte desde entonces del mundo sujeto al Occidente

tentativa de resistencia, siendo, á decir verdad, más de una vez v i o l e n -


tamente turbada por invasiones kimerianas y escitas; el nombre de este
último pueblo se encuentra hasta en el de Sacaseno, provincia del A l t o
A r a x a , citado por Strabon. A l g u n o s documentos señalan guerras entre
los príncipes de V a n y los Héteos, establecidos en la Siria del norte l .
S o b r e el territorio de Armenia, perteneciente actualmente al impe-
rio ruso, Nikolski y otros arqueólogos, hasta el año 1895, han descu-
bierto veintitrés grandes inscripciones cuneiformes, y se conocen en
todo un centenar en el conjunto del país armenio, que se prolonga
al S u d y al Este, hasta en el A z e r b e i d j a n ; es verdad que no se han
descifcado aún todas, porque hay modificaciones de los signos asirios
que hacen muy difícil la lectura de esos documentos petrográficos.
D e todos esos monumentos escritos, el más notable es el que cubre

1 A. H. Sayce, Les Hétéens, Armales du Musée Guimet, p. 5o.

á ¿ &
P O T N N I Ñ : N O T i c i n H I S T Ó R I C A

T o d a v í a no es posible trazar un cuadro cronológico de los hechos


relativos á la Potamia. Á consecuencia de excavaciones recientes, sólo
disponemos de los nombres de algunos soberanos, y aun en muchos
casos la dominación de éstos no se extendía más allá de las murallas
de sus c i u d a d e s : Nippur, A g a d e , Kich, Larsam, U r , sin hablar de
Suza y de Babilonia, por lo cual nos limitamos á citar lo? nombres
más conocidos, los inscritos en los pedestales de las estatuas de nues-
tros museos.
Las excavaciones de Nippur suministran un primer ciclo. Los
nombres de Mullil, de Lugal, de Ensagna, cuentan una antigüedad de
8000 años, pero quizá designen ficciones mitológicas.
E n una época que dista de nosotros de cincuenta y seis á sesenta
siglos, puede citarse á Chargina y su hijo Naram-Sin, rey de A g a d e ,
U r b a g u , y D u n g i , r e y e s de U r ; Gudea, su vasallo, señor de Sirpula;
El origen de la civilización es doble en el país
K h u m b a b a y K a r i b u - c h a - C h u c h i n a k , r e y e s de Suza. de los ríos; ha de buscarse á la vez en la
agricultura y 'en el comercio.
Khammurabi (Hammurabi), rey de Babilonia, extendió su domi-
nación sobre toda la Caldea hace unos 3950 años.
A l g u n o s siglos después reinó en Mesopotamia una dinastía, de
origen desconocido, llamada cassite. Uno de los últimos represen- C A P Í T U L O III

tantes de esos reyes, Kurigalzu, vivía treinta y un siglos antes que


nosotros... P o c o después, bajo el reinado de Tugultipalesharra II C I R C O POTÁMICO. - V Í A S HISTÓRICAS. - CIVILIZACIÓN TURANIA.
(véase página 338), comienza la era de las incursiones asirías en la LLEGADA DE LOS SEMITAS. - PARAÍSO TERRESTE, MONTES SAGRADOS,

baja Caldea, donde llegan á ser raros los r e y e s independientes. NAVEGACIÓN, LEYENDA DEL DILUVIO. — CAÍN Y ABEL.

D e los trabajos de Pinches tomamos los nombres de algunos de A G R I C U L T U R A , INDUSTRIA, CONSTRUCCIONES, ASTRONOMÍA, ESCRITURA,

los soberanos de Babilonia, de los cuales el último fué destronado C I U D A D E S É IMPERIOS C A L D E O S Y ASIRIOS.

por K y r o s , R e y de los R e y e s :

Era de Nabonasar Olimpiadas Era vulgar

Nabu nazir (Nabonasar)


Marduk bali dina
Samassu mukin
Nabu apal utzur (Nabopolasar)
Nabu kudu russur (Nabucodonosor) .
. . . .
.
.


.


26,

'43.
• '4
38
100
'43
186
2 9i

55,
109,
>5.,
43
67
129
172
' 7 2 ! 215
- 747' ~ 733
— 7 2 1 , — 709
-
-
-
O67, - 647
6 2 5 , — 604
604, — 561
A L sud de los bruscos declives del alto país de
los rasgos geográficos del territorio en que se desarrollan
las corrientes del T i g r i s y del Eufrates determinaron el
curso de su historia. Á la vista del inmenso circo rodeado de m o n -
Armenia,

. . 186, 188 215, 217 — 5 6 1 , — 559 tes en anfiteatro y atravesado por anchas puertas por las cuales p u -
209 220, 238 — 5 5 6 , — 53«
dieron llegar en multitud los inmigrantes, se comprende que en aquel
circo han debido realizarse grandes cosas. En primer lugar allí
viene á desembocar, p o r uno ú otro camino de Persia, aquella vía
I - 114
P O T N N I Ñ : N O T I C I A H I S T Ó R I C A

T o d a v í a no es posible trazar un cuadro cronológico de los hechos


relativos á la Potamia. Á consecuencia de excavaciones recientes, sólo
disponemos de los nombres de algunos soberanos, y aun en muchos
casos la dominación de éstos no se extendía más allá de las murallas
de sus c i u d a d e s : Nippur, A g a d e , Kich, Larsam, U r , sin hablar de
Suza y de Babilonia, por lo cual nos limitamos á citar lo? nombres
más conocidos, los inscritos en los pedestales de las estatuas de nues-
tros museos.
Las excavaciones de Nippur suministran un primer ciclo. Los
nombres de Mullil, de Lugal, de Ensagna, cuentan una antigüedad de
8000 años, pero quizá designen ficciones mitológicas.
E n una época que dista de nosotros de cincuenta y seis á sesenta
siglos, puede citarse á Chargina y su hijo Naram-Sin, rey de A g a d e ,
U r b a g u , y D u n g i , r e y e s de U r ; Gudea, su vasallo, señor de Sirpula;
El origen de la civilización es doble en el país
K h u m b a b a y K a r i b u - c h a - C h u c h i n a k , r e y e s de Suza. de los ríos; ha de buscarse á la vez en la
agricultura y 'en el comercio.
Khammurabi (Hammurabi), rey de Babilonia, extendió su domi-
nación sobre toda la Caldea hace unos 3950 años.
A l g u n o s siglos después reinó en Mesopotamia una dinastía, de
origen desconocido, llamada cassite. Uno de los últimos represen- C A P Í T U L O III

tantes de esos reyes, Kurigalzu, vivía treinta y un siglos antes que


nosotros... P o c o después, bajo el reinado de Tugultipalesharra II C I R C O POTÁMICO. - V Í A S HISTÓRICAS. - CIVILIZACIÓN TURANIA.
(véase página 338), comienza la era de las incursiones asirías en la LLEGADA DE LOS SEMITAS. - PARAÍSO TERRESTE, MONTES SAGRADOS,

baja Caldea, donde llegan á ser raros los r e y e s independientes. NAVEGACIÓN, LEYENDA DEL DILUVIO. — CAÍN Y ABEL.

D e los trabajos de Pinches tomamos los nombres de algunos de A G R I C U L T U R A , INDUSTRIA, CONSTRUCCIONES, ASTRONOMÍA, ESCRITURA,

los soberanos de Babilonia, de los cuales el último fué destronado C I U D A D E S É IMPERIOS C A L D E O S Y ASIRIOS.

por K y r o s , R e y de los R e y e s :

Era de Nabonasar Olimpiadas Era vulgar

Nabu nazir (Nabonasar)


Marduk bali dina
Samassu mukin
Nabu apal utzur (Nabopolasar)
Nabu kudu russur (Nabucodonosor) .
. . . .
.
.


.


26,

'43.
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186
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- 747' ~ 733
— 7 2 1 , — 709
-
-
-
667, - 647
6 2 5 , — 604
604, — 561
A L sud de los bruscos declives del alto país de
los rasgos geográficos del territorio en que se desarrollan
las corrientes del T i g r i s y del Eufrates determinaron el
curso de su historia. Á la vista del inmenso circo rodeado de m o n -
Armenia,

. . 186, 188 215, 217 — 5 6 1 , — 559 tes en anfiteatro y atravesado por anchas puertas por las cuales p u -
209 220, 238 — 5 5 6 , — 53«
dieron llegar en multitud los inmigrantes, se comprende que en aquel
circo han debido realizarse grandes cosas. En primer lugar allí
viene á desembocar, p o r uno ú otro camino de Persia, aquella vía
I - 114
•ft -V : -V , .. .

458 EL HOMBRE Y LA TIERRA


CIRCO POTÁMICO

m a y o r d e las naciones q u e se p r o l o n g a p o r la b a s e del diafragma


por av arenas-áridas ; solamente da asilo á B e d u i n o s n ó m a -
asiático para bifurcarse s o b r e la meseta de Irán, p o r un lado hacia el
das que se desplazan rápidamente de un l u g a r á otro p a r a que pasten
A z e r b e i d j a n , p o r o t r o hacia H a m a d a n y el p i e del E l v e n d . E l primer sus rebaños la p o b r e hierba de los f o n d o s 6 las h o j a ! esparcidas
paso p e r m i t e d e s c e n d e r al confluente del g r a n Zab y del T i g r i s á
t r a v é s del país de los K u r d o s para g a n a r la l l a n u r a ; el s e g u n d o ,
mucho más f a m o s o en la historia, pasando p o r Bisutun y la g a r g a n t a
del Z a g r o s , alcanza el corazón mismo de la M e s o p o t a m i a en su parte
más fértil y p o p u l o s a . D e s p u é s se abren otras puertas al S u d , las que
descienden de la Persia p r o p i a m e n t e dicha hacia la K e r k h a , el K a r u n
y el distrito en q u e los ríos g e m e l o s se unen en una misma corriente.
A l n o r o e s t e del circo, dos vías m a y o r e s , s e g u i d a s p o r las nacio-
nes, hacen c o m u n i c a r la M e s o p o t a m i a con el A s i a M e n o r y mediata-
mente con t o d o el m u n d o e u r o p e o . F r a n q u e a n d o el umbral d e las
montañas q u e forman los b o r d e s , una d e s e m b o c a en la g r a n llanura,
lacustre en tiempos anteriores, d o n d e el T o k m a - s u viene á juntarse
con el E u f r a t e s ; es la p r i n c i p a l etapa intermedia entre B a g d a d y Cons-
t a n t i n o p l a ; la otra es el camino q u e , a t r a v e s a n d o el E u f r a t e s en su
r e c o d o más o c c i d e n t a l , a p u n t a en la dirección de la b r e c h a del T a u r u s ,
c o n o c i d a especialmente con el n o m b r e de « P u e r t a C i l i c i a » .
P o r último, las alturas del litoral mediterráneo, sobre todo la
costa de Palestina y de S i r i a , q u e p o r l o demás no presentan en parte
a l g u n a resaltos infranqueables, están cortados de distancia en distancia
p o r g a r g a n t a s abiertas s o b r e escalas q u e unen toda la orilla del mar
á la cuenca de los ríos g e m e l o s , el T i g r i s y el E u f r a t e s . De ese
m o d o , el g r a n anfiteatro entre L í b a n o , Taurus y Zagros podía ser
fácilmente visitado, y l o fué, en efecto, p o r g e n t e s de todo clima, d e
t o d a raza, de t o d a l e n g u a y de t o d a civilización. U n s o l o mar, la i: 12 0 0 0 000
larga lengua donde desembocan los d o s ríos reunidos, b a ñ a direc-
«o . 6¿0 " 760 K i l . .
tamente las p l a y a s del circo de M e s o p o t a m i a ; p e r o á distancia otros
Garganta del Zagros. , 0 ....
mares se hallan p r ó x i m o s á esta r e g i ó n , a p o r t a n d o también su tributo b 2. Puerta Cilicia.

d e mercancías, de v i a j e r o s y de ideas. "Desde este p u n t o de vista,


los arbustos. L a iinea media q u a separa las dos -mitades del circo en
y a hemos h e c h o notar que el A s i a anterior, al oeste de Persia, o c u p a
E s t r o w ; c u d e su
una posición g e o g r á f i c a sin i g u a l . r : : f r ' r° ™ —
Sin e m b a r g o , la llanura eufrática se divide en dos partes bien dis- tiempo la 7 ' " ^ - - -
tintas, una que fué v i v a y bien v i v a , la M e s o p o t a m i a propiamente
f e m p o la g r a „ v,a de tráfico entre el mar de las Indias y el M e d i -
dicha, y otra q u e se p u e d e calificar de muerta, p o r q u e está o c u p a d a

to.' p „ ° S r °bSerV'r , U C e " ~ " " » " «1-lU „ N . de Su venia-


CAMINOS D E POTAMIA
46o EL HOMBRE Y LA TIERRA

t e r r á n e o : desde los o r í g e n e s de la civilización, sin d u d a se hicieron El golfo Pérsico, prolongación del valle del T i g r i s - E u f r a t e s , se

p o r allí l o s cambios del o r o , de las perlas, de los diamantes y de las abre maravillosamente hacia el océano Indico c o m o una ría interior,

telas de a l g o d ó n y de seda con l o s g é n e r o s de O c c i d e n t e . preparando los marineros á los v i a j e s sobre el g r a n mar. Ya los

E l Eufrates, continuando directamente el eje del g o l f o Pérsico


hacia el g o l f o de Isos, era una v í a natural más útil y m e j o r situada N.° 81. Desiertos al oeste de la Mesopotamia !.

q u e o t r o camino hecho, el v a l l e del N i l o . Sin e m b a r g o , este último,


casi paralelo al mar R o j o en la mitad inferior de su curso, y comu-
nicando con este g o l f o p r o l o n g a d o p o r cierto n ú m e r o de caminos late-
rales de fácil a c c e s o , d e b í a adquirir también capital importancia en el
tráfico de mundo á mundo, y , p o r c o n s e c u e n c i a , nació seguramente
una c o n c u r r e n c i a m u y ruda y ardiente entre los i m p e r i o s ribereños
de los dos ríos. L o s m o d e r n o s se inclinan á creer q u e las g u e r r a s de
rivalidad comercial son de o r i g e n reciente, y q u e únicamente desde
h a c e p o c o las potencias se disputan los mercados l e j a n o s ; p e r o l o e x -
puesto es un e j e m p l o m e m o r a b l e de l o contrario. L o s Sesostris, los
A s s u r b a n i p a l y los K a m b y s e s eran los representantes c o r o n a d o s de la
banca y de los m o n o p o l i o s de la é p o c a , c o m o lo fueron en la India,
en el s i g l o anterior, los D u p l e i x y los C l i v e , c o m o lo son en este
s i g l o las potencias que se reparten el A f r i c a .
S o b r e las dos g r a n d e s vías naturales del T i g r i s y del E u f r a t e s ,
había a l g u n o s puntos d e s i g n a d o s p o r la Naturaleza para v e n i r á ser
l u g a r e s históricos p o r e x c e l e n c i a . T a l e s son los p a s o s del T i g r i s cerca
del confluente del g r a n Zab y del solar en q u e a n t i g u a m e n t e se e l e -
v a b a la ciudad de Nínive, no l e j o s de los c a m p o s en q u e se libraron
tantas batallas, entre otras la de A r b e l l e s , que dió el imperio persa
á los M a c e d o n i o s . Tal es también la r e g i ó n de los ríos gemelos,
d o n d e las corrientes se a p r o x i m a n y v i e n e á terminar el a n c h o v a l l e
del D i y a l a h . En este s i t i o , d o n d e las dos líneas vitales están en
600 Kll.
contacto, por decirlo así, y en q u e los canales se entremezclan en un
laberinto inmenso, se encuentran las ruinas de la a n t i g u a B a b i l o n i a ;
Caldeos daban á ese golfo el nombre de «río» Nár Marratu\
las de S e l e u c i a , capital de los sucesores de A l e j a n d r o ; de C t e s i p h o n ,
C o n s t i t u y ó una v e n t a j a capital para el desarrollo de la civilización
residencia de la dinastía persa de los Sasanidas, y la actual ciudad
babilónica, p o r q u e este mar casi cerrado poseía en sus archipiéla-
de B a g d a d . A l l í es el v e r d a d e r o centro de g r a v e d a d de toda la M e -
g o s , y al a b r i g o de sus islas c o s t e r a s , fondeaderos f a v o r a b l e s que
sopotamia, p u d i é n d o s e r e c o n o c e r también de una mirada cuáles fueron
los puntos V i t a l e s del Eufrates m e d i o . A l l í comenzaban los caminos 1 En este mapa el nombre L I B A N estí al N . de su posición verdadera.
entre el río y el Mediterráneo d o n d e a c a b a el desierto.
s Alfred Loisv, Les Mythes babyloniens, p. 189.
I - 115
462 E L HOMBRE Y L A TIERRA
APROPIACIÓN DEL SUELO

ofrecían á los bateleros del río como una especie de extensión del
en las regiones herbosas, allá p o r agricultores que utilizan directa-
estuario, y á los marinos propiamente dichos, como un vestíbulo,
mente el agua fluvial para el riego de sus campos. Sin embargo
una antecámara del Océano. A s í , gracias al mar y á los ríos que en
ciertas partes de la comarca baja que recorren el T i g r i s y el E u J e
él desaguan, el área geográfica del mundo que conocían los hombres quedanan durante mucho tiempo inaccesibles á las inmigraciones de
civilizados debía de ser y a considerable al principio de la historia
caldea. L a nomenclatura de los nombres de países grabados sobre
N.° 82. Modos de existencia yuxtapuestos.
los pedestales de las estatuas de Sirpula nos revela la extensión de
las comarcas de donde los barcos importaban los materiales de toda
especie, metales, maderas y piedras para la construcción y el e m b e -
llecimiento de la ciudad: E g i p t o á Occidente, la meseta de Elam á
Oriente eran bien conocidos de los mercaderes de esta región hace
unos cincuenta siglos E s probable que el área de extensión b a b i -
lónica se extendiese al Este mucho más allá de los límites donde se
detuvo después el conocimiento de los G r i e g o s y de los Romanos.
U n t e x t o asirio al que Oppert da una antigüedad de veintiocho ó veinti-
nueve siglos, presenta los mercaderes del rey de Ni ni ve pescando
perlas en el mar de los Monzones y el ámbar amarillo en los mares
en que la Polar está en la cumbre del cielo Y sin embargo, el
imperio de Asiria, situado en el interior de las tierras nada hubiera
podido añadir al saber geográfico de los caldeos que vivían en la
proximidad de los puertos del g o l f o Pérsico. A l contrario, corres-
pondiendo la dominación de los soberanos de Assur á un período de
gran regresión intelectual y moral, es probable que entre las dos
épocas se hubiera estrechado el horizonte mundial.
I: 5500 000.

"Tookll
En su conjunto, la cuenca de los dos ríos, aparte de la región
K.OVEIT, comercio marítimo, exportación.
B A S S O R A , comercio fluvial y palmerales. país de los Uadis.
de las montañas, tiene la forma de un inmenso anfiteatro hacia el cual ARD-EL-ADRAN,

M O H A M M E R A H , comercio fluvial y ma- ¿AGROS,cultivos y transhumancia


se dirigen de todas partes vías convergentes. Como consecuencia, rítimo. MESETA D E I R A N . A , cultivos y jardinería,

N E F U D , desierto arenoso adormideras y rosas.


prodúcese un gran movimiento de inmigración en todas las inmedia-
Al pie de l , s montañas, r e e ¡ 6 „ de a g r i e u l . u r . , . „ „ ¡ „ „ d a p o r d e d u c c i ó n d . ,
ciones hacia la gran c a m p i ñ a : cada valle se despoja del e x c e s o de sus
y entregada ca s ¡ por e o m p t a o á „ J J ™ " " * 1 ' " d e '<" « » » l e s
habitantes siguiendo el curso del r í o ; todos los tipos se hallan r e p r e -
sentados en las ciudades donde se mezclan las poblaciones: la llanura
los contornos; tales son las tierras.aluviales donde el agua se e x , e n
se puebla por contacto, aquí por pastores que caminan con sus rebaños
d-a en lagos y pantanos llenos de ^ ^ ^ ^ ^ J " «««-
1 Léon Heuzey, Découvertes en Chaldée par E. de Sar^ec, p. 1 30. -adosa Las fiebres se juntaban á las dificultades del l u l o T r
3 Recueil des Travaux relatifs á la Philologie et á PArchéologie égyptiennes el assyrien-
nes, ps. 33 y siguientes. - — i — Parcialmente i n u n j ^
fueron l u e g o las «erras más fecundas de la maravillosa Caldea Fué
462 EL HOMBRE Y LA TIERRA
APROPIACIÓN DEL SUELO

ofrecían á los bateleros del río como una especie de extensión del
en las regiones herbosas, allá p o r agricultores que u t i l i z a n directa-
estuario, y á los marinos propiamente dichos, como un vestíbulo,
mente el agua fluvial para el riego de sus campos. Sin e m b a r g o
una antecámara del Océano. A s í , gracias al mar y á los ríos que en
ciertas partes de la comarca baja que recorren el T i g r i s y el Eufrl
él desaguan, el área geográfica del mundo que conocían los hombres
quedarían durante mucho tiempo inaccesibles á las inmigraciones de
civilizados debía de ser y a considerable al principio de la historia
caldea. L a nomenclatura de los nombres de países grabados sobre
N.° 82. Modos de existencia yuxtapuestos.
los pedestales de las estatuas de Sirpula nos revela la extensión de
las comarcas de donde los barcos importaban los materiales de toda
especie, metales, maderas y piedras para la construcción y el e m b e -
llecimiento de la ciudad: E g i p t o á Occidente, la meseta de Elam á
Oriente eran bien conocidos de los mercaderes de esta región hace
unos cincuenta siglos E s probable que el área de extensión b a b i -
lónica se extendiese al Este mucho más allá de los límites donde se
detuvo después el conocimiento de los G r i e g o s y de los Romanos.
U n t e x t o asirio al que Oppert da una antigüedad de veintiocho ó veinti-
nueve siglos, presenta los mercaderes del rey de Ni ni ve pescando
perlas en el mar de los Monzones y el ámbar amarillo en los mares
en que la Polar está en la cumbre del cielo Y sin embargo, el
imperio de Asiria, situado en el interior de las tierras nada hubiera
podido añadir al saber geográfico de los caldeos que vivían en la
proximidad de los puertos del g o l f o Pérsico. A l contrario, corres-
pondiendo la dominación de los soberanos de Assur á un período de
gran regresión intelectual y moral, es probable que entre las dos
épocas se hubiera estrechado el horizonte mundial.
I: 5500 000.

"»Okll.
En su conjunto, la cuenca de los dos ríos, aparte de la región
K.OVEIT, c o m e r c i o m a r í t i m o , e x p o r t a c i ó n .
país de los Uadis.
de las montañas, tiene la forma de un inmenso anfiteatro hacia el cual B A S S O R A , c o m e r c i o fluvial y palmerales. ARD-EL-ADRAN,

M O H A M M E R A H , c o m e r c i o fluvial y ma- ¿AGROS, cultivos y transhumancia


se dirigen de todas partes vías convergentes. Como consecuencia, rítimo. MESETA DE IRANIA, cultivos Y jardinería,
N E F U D , desierto a r e n o s o a d o r m i d e r a s y rosas.
prodúcese un gran movimiento de inmigración en todas las inmedia-
Al pie de l , s montañas, r e e ¡ 6 „ de a g r i c u l t u r a , a r r u i n a d a p „ r d e d u c c i ó n , ,
ciones hacia la gran c a m p i ñ a : cada valle se despoja del e x c e s o de sus d

y entregada c a s ¡ por e o m p l e t o á „ J J ™ " " * 1 ' " de '<" « » » l e s


habitantes siguiendo el curso del r í o ; todos los tipos se hallan r e p r e -
sentados en las ciudades donde se mezclan las poblaciones: la llanura
los contornos; tales son las tierras.aluviales donde el agua se e x , e n
se puebla por contacto, aquí por pastores que caminan con sus rebaños
d-a en iagos y pantanos llenos de ^ ^ ^ ^ ^ J " «««-

1 Léon H e u z e y , Découvertes en Chaldée par E. de Sar^ec, p. 1 30. bondosa L a s fiebres se juntaban á las dificultades ^ J "
3 Recueil des Travaux relatifs á la Philologie et á PArchéologie égyptiennes el assyrien-
nes, ps. 33 y s i g u i e n t e s . u e ™ L I* T r C a n Í 3 S ^ — p a r c i a l i n e n t e inundls"
fueron l u e g o l a s „ e r r a s más f e c u n d . s de la maravillosa Caldea Fué
EL HOMBRE Y LA TIERRA
464 PRIMEROS OCUPANTES D E L SUELO

necesaria toda una larga sucesión de siglos para que ese prodigioso
trabajo de apropiación del suelo de la Mesopotamia se c u m p l i e r a ; mas
cuando los primeros albores de la historia aparecen en ese país hallábase
y a transformado en jardines de cultivo por el trabajo del hombre.
Una de las más antiguas inscripciones conocidas, que data de más de
sesenta siglos, da á la Babilonia de esta época el nombre de K e n g i
«país de los canales y de los rosales» E l mérito de haber iniciado
el cultivo de tierras que han llegado á ser famosas por su fecúndidad,
pertenece probablemente á las diversas razas descendidas de las mesetas
y de los valles del anfiteatro; pero entre los elementos étnicos de
origen diverso que colaboraron al desarrollo de la civilización en la
baja Mesopotamia, los más útiles, según el testimonio de las inscripcio-
nes, no pertenecieron á la raza ó á la lengua de las cuales pretenden
descender los A r i o s verdaderos ó supuestos de E u r o p a : no puede
atribuirse á tribus de idioma indo-europeo la gran importancia alcan-
zada en la cuenca meridional de los dos ríos.

L o s asiriólogos, influidos por la impresión primera que da siempre


el rango supremo al tipo ario, se admiraron de su descubrimiento.
Reconocieron con asombro en las más antiguas inscripciones cuneifor-
mes la reproducción de una l e n g u a que no parece tener ninguno de
los caracteres del iranio ni del semítico, y á algunos de entre ellos
parecía emparentada de una manera estrecha con los idiomas turanios, VALLE DEL PEQUEÑO ZAB EN BECHAST

tales como los diversos dialectos del Ural y del A l t a i . E l lenguaje S e g ú n u n a f o t o g r a f i a d e J. d e Morgan
( M i s i ó n a r q u e o l ó g i c a en Persia).
figurado por esos primeros signos es del tipo aglutinante, sin flexiones,
y corresponde en su conjunto á un modo de hablar completamente camello de una sola giba, pero sí el camello de dos gibas, y en que las
diferente del de los habitantes que inmigraron después en Mesopotamia. plantas cultivadas características no eran la palmera ni la viña, sino las
L o s sonidos guturales, que ocupan lugar tan grande en el lenguaje coniferas. L a patria de esta lengua y de esta escritura mesopotámica
de los Semitas, faltan en él en absoluto y los silbantes son escasos. venidas por la vía de la Suciana, debe buscarse en el Elam. Algunos
Por último, lo que manifiesta de una manera evidente el origen turanio sabios ( W a h r m u n d , D i e u l a f o y , J. de M o r g a n ) han creído encontrar
de esta escritura, es que, según Oppert, las formas elementales de en esta región hombres del tipo n e g r i t o ; otros, A . Bloch entre ellos,
los 180 primeros signos figurativos conocidos recuerdan seres ú objetos ven en el habitante que precedió Semita en Caldea, un hombre de
pertenecientes á un clima diferente del de C a l d e a ; procedían de una tipo negro venido del Sud, pero no perteneciendo'á la raza negra.
comarca en que la fauna y la flora presentaba un aspecto más boreal, E s e pueblo de Oriente, g r u p o de emigrantes, que debió sus pro-
donde no había leones ni leopardos, sino osos y lobos, no se conocía el gresos, que han llegado á ser los nuestros, á etapas sucesivas-á través
de un medio cambiante, siempre felizmente modificado p o r el trabajo,
i j . p. Peters, Nippur. Expédition de l'Université de Pensylvania, 1890. no nos ha legado su nombre de una manera precisa, ' p e r o su gran
I — 116

5s3l£3!v
466 EL HOMBRE Y LA TIERRA
A K K A D I O S Y S E M I T A S

obra está á la vista, es el fondo mismo de nuestra civilización. Los


antiguos reyes de U r , en la baja Caldea, celebrando su gloria sobre
los monumentos primitivos, se designaban como los «soberanos de
Sumir y de A k k a d » ; como la m a y o r parte de los escritores los
interpretan, esos dos nombreá se aplicaban á las « g e n t e s de la llanura»
y á las « g e n t e s de la montaña», — otros sabios descifradores de los
signos cuneiformes leen « g e n t e s del s u d » y « g e n t e s del n o r t e » — ,
pero en la época en que esas primeras inscripciones fueron grabadas
sobre el ladrillo, los montañeses ó A k k a d i o s habían terminado y a su
movimiento *de emigración hacia la l l a n u r a : vivían al lado, sobre todo
al norte, de los Sumirios ó Sumerios, en las campiñas bañadas por
los dos grandes ríos. Uno y otro pueblo parecen haber hablado
lenguas del mismo origen y . su misión era preponderante en com-
paración de las gentes de otra raza, de los Semitas, p o r ejemplo, que
habitaban entonces la
comarca. S o n , pues,
los A k k a d i o s , para
comprenderlos bajo un
solo nombre, á quie-
LA TORRE DE BABEL, SEGÚN UN BAJO-RELIEVE AS,RIO
nes debemos mirar co-
mo nuestros antepasa-
Pu atu, que nene en a k k a d el sentido de « l e c h o fluvial». L a palabra
dos intelectuales para
que designa el T i g r i s , Iddigla, transformado p o r los A s i r i o s en Diglat
las adquisiciones del
que se encuentra aún en nuestros días en el Dijeil, canal de i r r i g a d o n,'
saber que se sucedie-
y Por los israelitas en H i d - d e g e l , tenía en la akkadia una significación
ron en las campiñas de
análoga P e r 0 cualquiera que fuera el ascendiente intelectual y moral
la Mesopotamia y se
de aquellos primeros civilizados, que p o r eso mismo eran civilizadores
transmitieron, por
debían constituir la minoría numérica en la población del país, ó bien
una parte, al valle del
perdieron su preponderancia á consecuencia de una inmigración semítica
Nilo (Maspero, H o m -
cada vez mas considerable, ó quizá decayeron y perecieron á causa
LADRILLO BABILÓNICO CON INSCRIPCIÓN GRABADA mel y otros autores),
de sus mismos privilegios, porque poco á poco se les veía disminuir
y p o r otra á los v a -
y extinguirse en medio del elemento semítico i n u a s o , Una nueva
lles del H o a n g y del Y a n g t z e ( T e r r i e n de la Couperie). fuerza étnica, formada por los Kaldi ó Caldeos - los Kasdim de la
Un testimonio de la antigua hegemonía de los A k k a d i o s nos la Biblia, _ viene á añadirse, aumentando por grados, á las poblaciones
suministra la nomenclatura geográfica : á ellos se atribuye la m a y o r akkad,as y sumerias, y acabó p o r ejercer una influencia suficiente para
parte de los nombres de lugares en la toponimia antigua, y muy. e s p e -
' Fried. Delitzsch, Wo lag das Paradies ps ,60 • cv r
cialmente los de los dos grandes ríos. E l Eufrates no es más que el l Histoire, t. II, ps. 5 3 5 , 5 3 6 . 9' 7 ' ' L e n o r m a " t , Les Origines de
468 EL HOMBRE Y LA TIERRA
SEMITIZACIÓN DE LOS CALDEOS
469

sustituir su nombre al de sus predecesores. No se sabe cuál es el debieron hacerlo los A k k a d i o s , que sin embargo habían g o z a d o durante
origen de ese elemento nacional ; quizá no fuese sino una clase aristo- un largo período de la dominación política y de la iniciativa inte-
crática separada de la masa de los subditos ; pero más se cree que se lectual. A lo menos seis mil años después, las poblaciones de las
compuso de viajeros procedentes en su m a y o r parte de la Arabia riberas del T i g r i s , en el país de Assur, y los habitantes de la Meso-
oriental. L l e g a n d o en g r u p o s compactos unos cuatro mil años antes potamia septentrio-
de los tiempos actuales, fundaron gran número de principados en la nal se identifican
parte meridional de la Mesopotamia y después llegaron á ser los amos con esta raza de Se- WU^m Immñ^B^m^m
en la Babilonia propiamente dicha Siendo semitas como otros inmi- mitasque a c a b ó p o r
grantes venidos del Norte y del Noroeste, impusieron poco á poco ocupar por comple-
su lengua á los residentes de la comarca. E l idioma a k k a d i o se trans- to toda la comarca
formó gradualmente en un l e n g u a j e sagrado, hierático, que se continuó comprendida entre
empleando en los misterios religiosos, como nuestro latín de iglesia, el país de Irán y el
después de cientos y miles de años de haber cesado de hablarse Mediterráneo, en-
vulgarmente por los habitantes del país. ¿ N o son las fórmulas místicas tre los montes de
tanto más poderosas cuanto son menos comprendidas? ¿No tienen Armenia y el océa-

los amuletos tanta m a y o r virtud cuanto menos se adivinan sus signos? no Indico

E l a k k a d era l o menos diez siglos después una l e n g u a muerta que se Hace cuarenta
enseñaba todavía en los seminarios de Babilonia s. Usábase para las y cinco siglos eran
oraciones, para la magia y para la astrología ; en nuestras lenguas especialmente Se-
se conservan, en cierto número, palabras akkadias, lo mismo que en mitas d e l grupo
nuestra mitología han quedado múltiples huellas de su concepción del « cananeo » quie-
universo. En cuanto al nombre de Caldeos, se ha perpetuado i g u a l - nes dominaban en
mente, pero fuera de su sentido primitivo, se le aplica históricamente Babilonia, escogi-
á las poblaciones de la Mesopotamia ; en tiempo de los Romanos no da por ellos como
tenía otra significación q u e la de « a s t r ó l o g o » ó « m a g o » ; ahora se capital de toda la
le reserva, en un sentido especial, á una secta cristiana de origen comarca. L o s nom- HEBREOS EN TRABAJOS DE SERVIDUMBRE

semítico, de la cual existen algunos restos sobre las mesetas del A z e r - bres de los reyes
i)c un bajo-rclicvc do Kujundchik.
beidjan y en las montañas de los kurdos. no dejan ninguna

L a notabilísima l e y e n d a de la confusión de las lenguas que se duda á este respecto \ Pero antes que los « Cananeos », otros Semitas
produjo entre los constructores de la T o r r e de Babel, basta para vinieron á chocar contra las poblaciones de la Mesopotamia, sin haber
demostrar cuántos inmigrantes de toda raza se habían reunido en las conquistado el p a í s : fueron simplemente bandidos, y su .nombre K h a -
tierras ribereñas del bajo Eufrates en aquellas épocas lejanas; pero biru, en el que se reconoce el de los Hebreos mencionados por la Biblia
esos elementos étnicos diferentes, sometidos á la influencia p r e p o n - como los antepasados de los Judíos, parece haber sido sinónimo de
derante de los Semitas, acabaron por «semitizarse» por completo, como « Beduinos». L o s Hebreos de aquel tiempo eran pastores nómadas y ,

» H u g o W i n c k l e r , Die Völker Vorderasiens, p. 11. » H u g o W i n c k l e r , Die Völker Vorderasiens, p. 8.


« Fr. L e n o r m a n t , Les Premières Civilisations, t. II, ps. I 5 I , " 5Z. ' Id., loe. cit., p. 12.

I - 117
468 EL HOMBRE Y LA TIERRA
SEMITIZACIÓN DE LOS CALDEOS
469

sustituir su nombre al de sus predecesores. No se sabe cuál es el debieron hacerlo los A k k a d i o s , que sin embargo habían g o z a d o durante
origen de ese elemento nacional ; quizá no fuese sino una clase aristo- un largo período de la dominación política y de la iniciativa inte-
crática separada de la masa de los subditos ; pero más se cree que se lectual. A lo menos seis mil años después, las poblaciones de las
compuso de viajeros procedentes en su m a y o r parte de la Arabia riberas del T i g r i s , en el país de Assur, y los habitantes de la Meso-
oriental. L l e g a n d o en g r u p o s compactos unos cuatro mil años antes potamia septentrio-
de los tiempos actuales, fundaron gran número de principados en la nal se identifican
parte meridional de la Mesopotamia y después llegaron á ser los amos con esta raza de Se- WU^m Immñ^B^m^m
en la Babilonia propiamente dicha Siendo semitas como otros inmi- mitasque a c a b ó p o r
grantes venidos del Norte y del Noroeste, impusieron poco á poco ocupar por comple-
su lengua á los residentes de la comarca. E l idioma a k k a d i o se trans- to toda la comarca
formó gradualmente en un l e n g u a j e sagrado, hierático, que se continuó comprendida entre
empleando en los misterios religiosos, como nuestro latín de iglesia, el país de Irán y el
después de cientos y miles de años de haber cesado de hablarse Mediterráneo, en-
vulgarmente por los habitantes del país. ¿ N o son las fórmulas místicas tre los montes de
tanto más poderosas cuanto son menos comprendidas? ¿No tienen Armenia y el océa-

los amuletos tanta m a y o r virtud cuanto menos se adivinan sus signos? no Indico

E l a k k a d era l o menos diez siglos después una l e n g u a muerta que se Hace cuarenta
enseñaba todavía en los seminarios de Babilonia s. Usábase para las y cinco siglos eran
oraciones, para la magia y para la astrología ; en nuestras lenguas especialmente Se-
se conservan, en cierto número, palabras akkadias, lo mismo que en mitas d e l grupo
nuestra mitología han quedado múltiples huellas de su concepción del « cananeo » quie-
universo. En cuanto al nombre de Caldeos, se ha perpetuado i g u a l - nes dominaban en
mente, pero fuera de su sentido primitivo, se le aplica históricamente Babilonia, escogi-
á las poblaciones de la Mesopotamia ; en tiempo de los Romanos no da por ellos como
tenía otra significación q u e la de « a s t r ó l o g o » ó « m a g o » ; ahora se capital de toda la
le reserva, en un sentido especial, á una secta cristiana de origen comarca. L o s n o m . HEBREOS EN TRABAJOS DE SERVIDUMBRE

semítico, de la cual existen algunos restos sobre las mesetas del A z e r - bres de los reyes
l)c u n b a j o - r c l i c v c do Kujundchik.
beidjan y en las montañas de los kurdos. no dejan ninguna

L a notabilísima l e y e n d a de la confusión de las lenguas que se duda á este respecto \ Pero antes que los « Cananeos », otros Semitas
produjo entre los constructores de la T o r r e de Babel, basta para vinieron á chocar contra las poblaciones de la Mesopotamia, sin haber
demostrar cuántos inmigrantes de toda raza se habían reunido en las conquistado el p a í s : fueron simplemente bandidos, y su .nombre K h a -
tierras ribereñas del bajo Eufrates en aquellas épocas lejanas; pero biru, en el que se reconoce el de los Hebreos mencionados por la Biblia
esos elementos étnicos diferentes, sometidos á la influencia p r e p o n - como los antepasados de los Judíos, parece haber sido sinónimo de
derante de los Semitas, acabaron por «semitizarse» por completo, como « Beduinos». L o s Hebreos de aquel tiempo eran pastores nómadas y ,

» H u g o W i n c k l e r , Die Völker Vorderasiens, p. 11. » H u g o W i n c k l e r , Die Völker Vorderasiens, p. 8.


« Fr. L e n o r m a n t , Les Premières Civilisations, t. II, ps. i 5 i , i 5 2 . ' Id., loe. cit., p. 12.

I - 117
EL HOMBRE Y LA TIERRA
47° ORIGEN DE L O S SEMITAS
471

como los que les sucedieron en la región y que por otra parte pertene- de Semitas, c o m o en el de tantos otros pueblos, el efecto de un orgullo
cen á la misma raza, hacían rápidas incursiones en las comarcas ricas colectivo de nación es igualmente p l a u s i b l e ; en virtud de esta interpre-
y fértiles de la Potamia cuando se les presentaba ocasión favorable. tación, los Semitas serían las gentes de la « g l o r i a » los hombres por
Á la época en que los anales caldeos hablan de esos molestos vecinos, la excelencia que brillan entre todos los demás como los mejores, los más
semitización de los habitantes estaba y a h e c h a ; unas tribus de lengua inteligentes y los más bellos; su nombre sería idéntico al de « S l a v a » ,
emparentada con la de los K a b i r e s se habían establecido como dueñas y que designa también toda una raza, la que puebla el oriente europeo.'
con residencia fija en el país.

¿ De dónde provienen, pues, esos pueblos de S e m que constituían N.° 83. Algunos Paraísos, montanas del Arca, etc.
el gran imperio de Nínive y de Babilonia? A c a s o este problema sea
insoluble, y a que se ignora si los Semitas constituyen realmente una
raza única, ó si provienen de troncos diferentes, porque nada permite
afirmar que los A s i r i o s del alto T i g r i s , por ejemplo, y los A r a b e s del
mar R o j o y de la extrema A r a b i a tengan los mismos antepasados;
pero admitiendo que la agrupación de las naciones sea desde el punto
de vista genealógico lo que es actualmente respecto del parentesco
de los lenguajes, se tiene el derecho de preguntarse de dónde han
venido á Mesopotamia los elementos más activos de población y de
renovación. S e g ú n S p r e n g e r , los A r a b e s son los Semitas por e x c e l e n -
cia y de su península emigraron sucesivamente las diversas a g r u p a -
ciones, de donde se originaron A s i r i o s y Caldeos, Fenicios y J u d í o s :
Bosquejo homalográjico.
v e en todos los representantes de la raza « o t r o s tantos sedimentos
1:325000000
árabes separados capa tras c a p a » Renán, Schrader, Gesenius y de o 5000 10000 >9000 kil.
Sarzec exponen en otros términos la misma hipótesis. 1. Polo Norte.
7. Pico de Adani, Ceyl an
Sin embargo, puede también preguntarse si el grueso de las nacio- 2. Isla de Praslin, Seyquelles. 8. Ciudad de los Césares, Patagonia.
3. Fuzi-yama, Nippon. 9. ¿ Algún pico de la América del Norte í
nes semíticas desciende de la región de los ante-montes y quizá de 4. Monte Omi, Setchuen. 1 o. Islas Afortunadas, Canarias.
5. K h a n - T e n g r i , Montes Celestes. 11. Eldorado, Nueva Granada.
las montañas de Armenia al norte de las llanuras que recorren los 6. Meru, Himalaya.
12. Hadjar T a u s , lago T z á d é .
grandes r í o s ; ¿ no es natural buscar un centro de natividad humana
(El mapa n.° 84 completa las indicaciones del presente).
en un país rico en manantiales, en terrenos fértiles, en plantas y en
animales, mejor que en el árido desierto donde el hombre ha de penar Cualquiera que sea el origen del nombre, es indudable que las
tanto para sostener su existencia? Hasta se ha aventurado una etimo- leyendas y las plegarías de los Semitas se dirigen hacia el Norte como
logía del nombre de Sem, según la cual esta apelación se debería al patria de los abuelos. E l mito que en todo tiempo excitó más las ima-
país de Sim, parte oriental del T a u r u s armenio, que está realmente ginaciones, el del Paraíso, presenta también el mismo sentido para los
habitado por Semitas emigrantes. E s t a filiación de términos no está que estudian su génesis primitivo. Naturalmente, la multitud de los
quizá justificada, porque la explicación ordinaria que v e en el nombre comentadores, á quienes una palabra, un signo, interpretado conforme

' Die alte Geographie Arabiens, p. 293. 1 Genesius, Bohlen, Fr. Lenormant, etc.
472 EL HOMBRE Y LA TIERRA MONTAÑAS PARADISÍACAS
473

al deseo del e x é g e t a , basta á veces para deducir toda una teoría, se ha A s í las pirámides escalonadas, y lo que de traducción en traducción,
acogido á esta l e y e n d a del Paraíso para explicarla de mil maneras diferen- y de cambio en equivocación, ha llegado á ser, en la historia de las
tes. E l mapa de A s i a representa el sitio del jardín paradisíaco en los más visiones antiguas, la famosa «escala de J a c o b » , no eran otra cosa,
diferentes lugares, sea para satisfacer alguna vanidad nacional, sea para en la forma primera de la l e y e n d a , sino montañas artificiales, tramos de
acomodarse más fácilmente á ciertas concepciones históricas ó religiosas. pisos en gradación p o r donde subían los ángeles llevando su adoración

Hasta se ha supuesto que el polo Norte pudiera ser el verdadero á los dioses. Esos montes, construidos por los hombres, eran otros

lugar del famoso jardín : siendo la región de los hielos la que se enfrió tantos símbolos de la divina c u m b r e ; pirámides de las siete puertas,
consagradas á los siete planetas. Y los «jardines suspendidos» de
antes que todas las otras, debió de ser necesariamente, según el inglés
los reyes babilónicos ¿no eran también paraísos artificiales, que se
E . S. Martín, la residencia de nuestros primeros padres. Mas, sin
sobreponían en terraplenes á grandes alturas sobre pisos abovedados
ir á buscar el paraíso tan lejos de las campiñas de la Mesopotamia,
que recibían aguas abundantes elevadas por poderosas máquinas hidráu-
no es menos cierto que las tradiciones míticas mencionan una « montaña
licas? E s e curso de las aguas simbolizaba los ríos sagrados nacidos
del septentrión», mansión del señor de las luces, del padre de los
sobre las altas cumbres de los montes '.
genios celestes, manantial de las aguas, eje sobre el cual giran los cielos.
L o s templos piramidales de Caldea y de las otras comarcas « potá- Por l o demás, parece probable que los r e y e s babilónicos a p r o v e -
micas» habían tomado por modelo el « a l t o l u g a r » por excelencia, chasen la veneración del pueblo hacia los templos escalonados para

es decir, la montaña sagrada del Norte, y , como ella, tenían la p r e - hacerse enterrar en ellos, lo mismo que sus colegas de E g i p t o se hacían
enterrar en las Pirámides ».
tensión de elevarse hasta el cielo sobre las nubes. Al principio,
cuando la leyenda tomó cuerpo, la montaña era ciertamente un pico E l término persa « p a r a í s o » , de origen probablemente reciente,
bien conocido, una punta venerada, una personalidad terrestre, sagrada á lo más de unos cuatro mil años, no se aplicaba primeramente más que
entre t o d a s ; pero alejándose de la cima protectora que habían visto a los parques de caza, « p a i r i - d a i z a » , sitio cercado de paredes, y no

erigirse sobre su cuna, los pueblos olvidaron su sitio, y en sus viajes de se refería en manera alguna á sitios de felicidad perfecta tales como

emigración, transfirieron sucesivamente su adoración de cima en cima. se les concibe en el sentido actual de la p a l a b r a ; sin embargo, esos

Habiendo desaparecido de su horizonte y aun de su recuerdo los países bosques reservados de los r e y e s persas, situados en las cercanías del

lejanos, se vieron obligados á situar en sus contornos el sitio de su Elvend ó de otro monte grandioso, serían agradabilísimos por la pureza

adoración, y aun á crearle completamente por su constante trabajo. del aire, la frescura de las aguas, la esplendidez de la vegetación y la
abundancia de la caza, toda vez que ese nombre de « p a r a í s o » ha
E l Demavend, el E l v e n d ó cualquier otro monte del oriente iranio
llegado, en nuestras lenguas occidentales, á ser sinónimo de «jardín
fué en un principio el « P a d r e de las comarcas». ¿ Y de qué cumbre
delicioso», y hasta de «beatitud eterna»; no obstante, entre los Iranios,
habla el profeta Isaías 1 glorificando el « t r o n o de la asamblea que se
conservó siempre significación profana : la palabra destinada á expresar
eleva sobre las estrellas del Dios Fuerte hacia el Septentrión ?» Quizá
el lugar místico de felicidad pura es vara \ análoga á la de « E d é n » ,
del Ararat ó del Cáucaso, poco importa, porque la superficie de la
empleada en los libros sagrados de los Hebreos, con la significación
Tierra está erizada de montes sagrados, y hasta en las extensas llanuras
de « l u g a r de la a l e g r í a » ó de la « v o l u p t u o s i d a d » .
se construyen cimas artificiales. E s , pues, una tentativa vana la p r e -
tensión de identificar tal ó cual montaña como habiendo sido el templo T o d o s los paraísos hubieron de tener para el hombre, además de
de todas las naciones á la vez, ó hasta el de un solo pueblo como los
• O p p e r t , Expédition en ¿Mésopotamie, t. III, p s . 56 y s i g u i e n t e s ; C h . y F. L e n o r m a n t
Caldeos ó los Judíos. ¡ A l f r e d Jeremías, Hdlie und Paradles bei den Babyloniern. ^normant.

D i l i m a n , C. de H a r l e z , Fr. L e n o r m a n t , Les Origines de l'Histoire, ps. 64 y s i g u i e n t e s .


» C a p . X I V , v e r s . 13.
I - 118
su belleza p r o p i a , un e l e m e n t o q u e les embelleciese a l infinito, el de un llena un l a g o c u y a s a g u a s j a m á s agitan las t e m p e s t a d e s b l a n c o s ca-
r e c u e r d o de d o l o r o s a s penas. Los q u e les nombraban recordaban mellos pacen e l espeso c é s p e d , y bellos ancianos dé l u e n g a barba
haberse visto forzados á abandonarles huyendo de alguna invasión v e s t i d o s de blanco conversan á l a s o m b r a de frutales c a r g a d o s de fru-
de bandas e n e m i g a s , de algún diluvio ó de t e m b l o r e s de t i e r r a : veían tas. D e s d e hace miles de siglos, una ciudad, Janaidar, habitada p o r
paraísos en a q u e l l o s l u g a r e s , s o b r e t o d o p o r q u e eran perdidos ; p e r o
mm
la esperanza se mezcla de d i v e r s o s modos á las a m a r g u r a s del pasado,
N.° 84. Algunas montañas sagradas y valles paradisíacos en la Eurasia.
y en todos t i e m p o s h u b o también paraísos del deseo, «tierras de p r o -
misión ». L o s antepasados habían sido dichosos, ¿-por q u é no habrían
de serlo i g u a l m e n t e sus descendientes ? A l l á arriba, s o b r e las montañas
blancas ó v a p o r o s a s ; ó más l e j o s aún, al otro lado del horizonte, hacia
aquellas misteriosas regiones donde sale el s o l ; ó en dirección de
a q u e l l o s otros l u g a r e s d o n d e el astro se ponía en la p ú r p u r a de las
n u b e s ; ó quizá en los espacios d e s c o n o c i d o s adonde se dirigían las a v e s
en su's l a r g a s emigraciones, ¿ no encontraría acaso la humanidad el
país de sus e n s u e ñ o s , el l u g a r s a g r a d o d o n d e no habría de sufrir hambre
ni sed, cansancio, s e r v i d u m b r e ni m u e r t e ?
C a d a raza, cada p u e b l o , cada tribu t u v o también sus paraísos,
y la historia g e o g r á f i c a nos los muestra a centenares, b r i l l a n d o c o m o
IBS
clavos de oro sobre la c i r c u n - Proyección Mercator.
i : loooooooo
ferencia 4 e l p l a n e t a , desde las
1000 5000 6000 Kil.
montañas del N i p p o n hasta la
Atlas y H e s p é r i d e s de Mauritania.
ciudad de los Césares, en los va-' Hespérides del Betis.
'4- H e r m ó n , monte sagrado.
i5. Horeb, » »
C a n i g ó ; pico de B r i g u e , monteg s a -
lies de la P a t a g o n i a septentrio- "6. Sinaí, » - »
grados.
17. A m e n t i , (mansión de los m u e r t o s ) y
nal. Hasta puede p r e g u n t a r s e si 4- Paradiso, m o n t e sagrado.
Moni Rose, valle paradisíaco. H e s p é r i d e s de Ciren'aica.
5.
entre las g r a n d e s cimas d e p e - 6. Sierck, c o l i n a d e l Arca. 18. K a z b e c k , m o n t e sagrado.
B r o c k e n , m o n t e del A r c a . 19. Ararat, » »
7-
ADÁN Y EVA noso a c c e s o se hallará una sola 20. S a v a l a n , • » . »
8. O l i m p o de T e s a l i a , mansión de los
21. Sehend, » »
De u n b a j o - r e l i e v e r e c o g i d o p o r G . S m i i h q u e no h a y a s i d o considerada dioses.
22. , E l v e n d , • » »
y reproducido por Delitzsch. A t h o s , monte s a g r a d o .
9- 23. D e m a v e n d , » »
como un « p a r a í s o » , c o m o un Ida,- » »
10. 24. Baja C a l d e a , paraíso terrenal.
« O l i m p o » , por los p u e b l o s que las contemplaban desde su base. Los 11. O f i m p o de Bjtinia, monte sagrado.
25. Valle paradisíaco de K h o r a s s a n . l l l
12. A r g e o , m o n t e sagrado.
26. T a g h a r m a ó Mustagh-ata.
« M o n t e s C e l e s t e s » ó T h i a n - C h a n , al este del Irán, toman su n o m b r e '3- Siria baja, valle paradisíaco.
27- Sulaiman-dagh, Montes sagrados.
de la suposición ó de la creencia q u e en ellos existe un m u n d o superior,
y ¡ cuántos otros macizos ó picos aislados deben nombres' a n á l o g o s á inmortales, siempre dichosos y sonrientes,. Refleja s u s edificios en e l
ún sentimiento de la misma índole ! T a l es el Mustagh-ata, a q u e l gran- a g u a pura. U n a l e y e n d a casi idénticá se cuenta en el V a l a i s sobre el
dioso monte de y5oo metros de altura q u e S v e n - H e d i n trató en v a n o v a l l e perdido q u e a l g u n o s bUscan todavía en al macizo del monte R o s e
de escalar p o r cuatro v e c e s hasta la c i m a : dícese q u e allá arriba existe
l i t
un valle delicioso, donde s e r p e n t e a un río b a j o á r b o l e s f r o n d o s o s , q u e Javelle, Souvenirs d'un odlpiniste.

•asi
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SmBÊl
I V >4H

M
su belleza propia, un elemento que les embelleciese al infinito, el de un llena un lago c u y a s aguas jamás agitan las t e m p e s t a d e s b l a n c o s ca-
recuerdo de dolorosas penas. L o s que les nombraban recordaban mellos pacen e l espeso césped, y bellos ancianos dé luenga barba
haberse visto forzados á abandonarles huyendo de alguna invasión vestidos de blanco conversan á la sombra de frutales cargados de fru-
de bandas enemigas, de algún diluvio ó de temblores de tierra: veían tas. Desde hace miles de siglos, una ciudad, Janaidar, habitada por
paraísos en aquellos lugares, sobre todo porque eran perdidos ; pero
la esperanza se mezcla de diversos modos á las amarguras del pasado, mm
N.° 84. Algunas montañas sagradas y valles paradisíacos en la Eurasia.
y en todos tiempos hubo también paraísos del deseo, «tierras de p r o -
misión ». L o s antepasados habían sido dichosos, ¿ p o r qué no habrían
de serlo igualmente sus descendientes ? A l l á arriba, sobre las montañas
blancas ó v a p o r o s a s ; ó más lejos aún, al otro lado del horizonte, hacia
aquellas misteriosas regiones donde sale el s o l ; ó en dirección de
aquellos otros lugares donde el astro se ponía en la púrpura de las
nubes; ó quizá en los espacios desconocidos adonde se dirigían las aves
en su's largas emigraciones, ¿ no encontraría acaso la humanidad el
país de sus ensueños, el lugar sagrado donde no habría de sufrir hambre
ni sed, cansancio, servidumbre ni muerte?

Cada raza, cada pueblo, cada tribu tuvo también sus paraísos,
y la historia geográfica nos los muestra a centenares, brillando como
IBS
clavos de oro sobre la circun- Proyección Mercator.
i : loooooooo
ferencia 4 e l planeta, desde las
1000 5000 6000 Kil.
montañas del Nippon hasta la
Atlas y H e s p é r i d e s de Mauritania.
ciudad de los Césares, en los va-' Hespérides del Betis.
'4- H e r m ó n , monte sagrado.
i5. Horeb, » »
C a n i g ó ; pico de B r i g u e , monteg s a -
lies de la Patagonia septentrio- "6. Sinaí, » - »
grados.
17. A m e n t i , (mansión de los m u e r t o s ) y
nal. Hasta puede preguntarse si 4- Paradiso, m o n t e sagrado.
Moni Rose, v a l j e paradisíaco. H e s p é r i d e s de Ciren'aica.
5.
entre las grandes cimas de p e - 6. Sierck, c o l i n a d e l Arca. 18. K a z b e c k , m o n t e sagrado.
B r o c k e n , m o n t e del A r c a . 19. Ararat, » »
7-
ADÁN Y EVA noso acceso se hallará una sola 20. S a v a l a n , • » . »
8. O l i m p o de T e s a l i a , mansión de los
21. Sehend, » »
De u n b a j o - r e l i e v e r e c o g i d o p o r G . S m i i h que no haya sido considerada dioses.
22. , E l v e n d , • » »
y reproducido por Delitzsch. A t h o s , monte s a g r a d o .
9-
como un « p a r a í s o » , como un Ida,- » »
23. D e m a v e n d , » »
10.
24- Baja C a l d e a , paraíso terrenal.
« O l i m p o » , por los pueblos que las contemplaban desde su base. Los 11. O f i m p o de Bjtinia, monte sagrado.
25. Valle paradisíaco de K h o r a s s a n . l l l
12. A r g e o , m o n t e sagrado.
26. T a g h a r m a ó Mustagh-ata.
« M o n t e s Celestes» ó T h i a n - C h a n , al este del Irán, toman su nombre '3- Siria baja, valle paradisíaco.
27- S u l a i m a n - d a g h , .montes s a g r a d o s .
de la suposición ó de la creencia q u e en ellos existe un mundo superior,
y ¡ cuántos otros macizos ó picos aislados deben nombres' análogos á inmortales, siempre dichosos y sonrientes,. Refleja sus edificios en e l
Un sentimiento de la misma índole ! T a l es el Mustagh-ata, aquel gran- agua pura. Una leyenda casi idénticá se cuenta en el Valais sobre el
dioso monte de 75oo metros de altura que Sven-Hedin trató en vano valle perdido que algunos bUscan todavía en al macizo del monte R o s e
de escalar por cuatro veces hasta la c i m a : dícese que allá arriba existe
l i t
un valle delicioso, donde serpentea un río bajo árboles frondosos, que Javelle, Souvenirs d'un odlpiniste.

•asi
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I V >4H

M
INDAGACIÓN D E L JARDÍN D E EDÉN

Colocados en el Irán ó en la Armenia por los habitantes de la


de las altas montañas de Oriente hacia las llanuras de Caldea, del mismo
Mesopotamia, los paraísos se localizaron pronto en la cuenca del
modo continuó su marcha, de campiña en campiña, hacia Occidente
Eufrates por los Semitas occidentales, y uno de esos jardines de la
con los pueblos y sus cultos. A s í se imaginó otro Edén ó paraíso
llanura fué el q u e , debido á los libros sagrados de los Judíos, dejó su
entre el Líbano y el A n t i - L í b a n o , en un valle que, según Ptolomeo,
ilusión más largamente continuada p o r la imaginación de los hombres.
era una mansión de «felicidades». Y más lejos hacia el Oeste, en el
¿ Dónde se encontraba exactamente esta admirable campiña que tan
mundo helénico ó más allá todavía, ¿ q u é fueron los diversos jardines
bella ha quedado en el recuerdo de los Hebreos, que hicieron de ella
de las Hespérides, el de la Cirenaica, los de la Mauritania, del Betis y
el lugar de nacimiento de su primer padre, el jardín de'inocencia donde
de las islas Afortunadas, sino otros paraísos, lugares de esperanza que
era desconocido el pecado ? No es posible identificar el lugar de aquel
reemplazaban á los países del dolor? Después, en aquella maravillosa
edén mítico de Caldea, porque las castas sacerdotales de las diversas
época en que se v i ó surgir el Nuevo Mundo sobre la otra orilla del
ciudades rivalizaban en pretensiones, y ciertamente, según la emigración
Atlántico, ¿no declaró el mismo Colón que el gran río cuyas aguas
de los cultos, la construcción y la destrucción de las ciudades, se
se vierten en el g o l f o Triste desciende del Paraíso terrenal, y no buscó
designó el emplazamiento del l u g a r sagrado en los diferentes sitios.
ese paraíso bajo mil formas en mil sitios para v e r si en él encon-
Babilonia fué uno de los puntos de elección. E l antiguo nombre de
traba, sea la fuente de Juvencia, sea los incomparables tesoros del
la ciudad es Tin-tir-ki, lo que incontestablemente quiere decir «el
Eldorado, « e l Hombre d o r a d o ? » A u n se buscaría ese paraíso si la
lugar del árbol de la v i d a » , el árbol que ocupaba el centro del paraíso
geografía no hubiese al fin formado el inventario del planeta y reco-
terrenal; además, una de las denominaciones de la misma Babilonia es
nocido la unidad de las l e y e s en todos sus fenómenos.
la de G a n - D u n y a c h ó K a r - D u n y a c h , es decir, el « P a r q u e » ó residencia
De las múltiples suposiciones relativas al paraíso, la más extraña
del Dios D u n y a c h , personaje que ha quedado en la obscuridad de un
quizá es la de Gordon, el vencedor de T a i - P i n g y el héroe de K h a r -
mito no explicado todavía. Por otra p a r t e , las leyendas designan
tum. Este soldado fanático nos describe la isla de Praslin, en las
expresamente como el verdadero jardín de Edén el confluente de los
S e y q u e l l e s , como habiendo sido el Edén bíblico. E s cierto que no
ríos sagrados el T i g r i s y el Eufrates 1 . Un g r u p o de palmeras existente
corren alrededor del jardín insular los « cuatro ríos » de que habla la
en la punta de K o r n a , sobre el encuentro de las dos corrientes, señala,
antigua escritura, p e r o no importa, corrieron antiguamente: la isla
según los ribereños, el sitio mismo donde s e elevaba el árbol del fruto
estaba unida al continente. E l T i g r i s y el Eufrates, q u e recorren el
temible que nos dió el conocimiento del bien y del mal. Las ruinas de
espacio convertido en nuestros días en el g o l f o Pérsico y el mar de
Eridu, la «ciudad del buen D i o s » , quizá la ciudad más antigua de
Omán, desaguaban en el Océano próximo, en tanto que el Nilo y el
Caldea, se extienden por las inmediaciones de la confluencia, sobre
Gihon, el torrente actual de Jerusalén, se reunían en el valle que llena
la orilla izquierda del Eufrates. S e g ú n la leyenda de los Musulmanes,
en nuestros días el mar R o j o , y , rodeando Socotora, iban á juntarse
probablemente legada por los Israelitas, el cuerpo de A d á n , el ante-
con los dos ríos de Caldea. T o d a s las otras partes del texto se e x -
pasado universal, nacido de la tierra roja, es decir, del limo del E u f r a -
plicaban por Gordon de una manera a n á l o g a : el árbol de vida sería
tes, reposa en las ruinas de K u f a , al sud de Babilonia, no lejos de las
el árbol del pan, el maravilloso nutricio de los insulares, y habría de
puertas del antiguo «jardín de la voluptuosidad» de donde le había
verse el árbol de la ciencia del bien y del mal en el famoso cocotero
desterrado la espada del querubín. de mar ó Lodoicea Secheyllarum \ Un escritor de más amplias miras
A s í como el mito del paraíso terrenal descendió originariamente
en su vista del conjunto g e o g r á f i c o , no va á buscar el jardín de
i

1 Henri Rawlinson, Schrader, Lenormant, etc. mero 5* ^ o ? ^ 1 ^ ^ °rÍ°n' Milteiluneen der Seographischen Gesellscha/t, ,n Wien, nú-

1-119
vida en un estrecho cercado, en un islote de los mares, y se pregunta aprendieron á cultivar la palmera, planta que ha llegado á ser esen-

si no ha de identificarse ese lugar paradisíaco con el mundo conocido cialmente humana, puesto que y a no tiene existencia e s p o n t á n e a : pura

que regaban los cuatro grandes r í o s : el T i g r i s , el Eufrates, el Indus obra de} hombre, de la cual éste hizo un dios Del mismo modo

y el Nilo. Las leyendas, que confunden fácilmente el cielo, la tierra el arte de la navegación debió nacer á la orilla de los grandes cursos

y el infierno, no se cuidan ni remotamente de la precisión de los de agua de la llanura, cuando sobre las altas tierras de la Irania los

detalles. L o s cuatro poderosos cursos de agua eran probablemente pueblos primitivos no habían tenido ocasión alguna de aprender esta

los que más habían fijado la imaginación de los h o m b r e s : era, pues, industria. L o s arroyos y los ríos de la meseta son hilos de agua sin

muy fácil que se les asociase en un mismo cuadro profundidad, prontamente absorbidos p o r la arena del desierto ó la

ALMADÍA CON ODRES INFLADOS


INFLANDO LOS ODRES
De un bajo-relieve de Khorsabad De un bajo-relieve de Khorsabad.

L a existencia de las grandes corrientes fluviales, ¡que modificó tan sequedad del viento ; los lagos escasos, llenos de bancos y pantanos,
poderosamente la idea primera del paraíso — imaginado en primer que ofrecían vados á jinetes y peatones, no podían tampoco dar naci-
término como una montaña del Septentrión, — debió obrar con la miento á la profesión de los bateleros en aquellas épocas lejanas.
misma eficacia sobre el conjunto de las costumbres y de las ideas g e - En el T i g r i s y en el Eufrates, por el contrario, los ribereños tuvieron
nerales. A s í la labor en las tierras grasas, formadas de aluviones todo género de facilidades para hacerse hábiles navegantes. A u n en
fluviales, tomó un carácter muy diferente del de la agricultura en los los sitios donde los dos río^s se deslizaban en sus desfiladeros con una
valles del contorno iránico: en las tierras bajas, en los límites del corriente muy rápida, veíanse troncos de "árboles que descendían al
desierto y , no obstante, en pleno suelo fangoso, « c o n la cabeza en nivel del agua, y no faltaba más que juntarlos formando almadías
el fuego y los pies en el a g u a » , fué como los agricultores potámicos para tener vehículos al servicio de las personas y de los productos.

1 Alfred Loisy, Les ¿Mythes babyloniens.


1 De Sarzec. — Rivières, Bulletin delà Société de Géographie de Argel, 2. 0 trim., 1903.
NAVEGACIÓN FLUVIAL Y MARÍTIMA
48o EL HOMBRE Y LA TIERRA

Llegados á las ciudades de la parte inferior de la corriente, donde


Más abajo, en la región de los bosques, los pueblos de las orillas
la carga se vendía con beneficio, los bateleros de la Mesopotamia se
aumentaron la facilidad del flote de esas almadías sosteniéndolas con
los pellejos de sus animales convertidos en odres.
N.° 85. Manantiales de petróleo en Caldea.
Este último medio, empleado por los. ribereños de los grandes
(Vdase. pág. 482)
ríos de Asiria y de Caldea para atravesar las corrientes, nos prueba
que, aun en la misma época en que el T i g r i s y el Eufrates estaban
bordeados de una zona de cultivo, había poblaciones de pastores que
vivían en la inmediata vecindad de las a g u a s ; el uso de los odres
nació naturalmente en el país de las estepas, donde escasean los árboles
y las plantas de crecimiento espontáneo no tienen frutos que puedan
33«
hervir de recipientes ni existen bejucos que se entretejan formando
canastillos. En esas regiones se aprendió á reemplazar los vasos na-
turales por pieles de animales degollados, á emplearlas para todas las
necesidades domésticas *y á utilizarlas también para la travesía de los
ríos. L a piel de un carnero bien inflada de aire bastaba para trans-
portar un hombre, y aun en los sitios en que el T i g r i s tiene más de un
kilómetro de ancho y la corriente tiene gran violencia, el ribereño no
vacila en arriesgarse solo sobre un odre para atravesar el río, sujetando
su embarcación con los dos brazos y dirigiéndose con el movimiento de
los pies. Ejércitos enteros atravesaron así los cursos de agua, no sólo
en la Mesopotamia, sino también en otras comarcas habitadas por p u e -
blos pastores que habían aprendido espontáneamente ó habían sido e n -
señados por extranjeros á servirse de los mismos medios : A l e j a n d r o y
los Macedonios, que vieron atravesar el T i g r i s á los habitantes de Meso-
potamia, pasaron el O x u s por el mismo procedimiento, como lo habían
hecho antes que ellos y lo hicieron después muchos conquistadores.
E s e modo de navegación todavía se usa en todo país civilizado,
principalmente en los puertos de Holanda, donde se emplean flotado-
res, es decir, cajas de aire, que se amarran al costado de los buques
D'aprii FRMaansdL
cargados y se levantan sobre su línea normal de flotación. L o s trenes
• Manantiales de petróleo. + ^acimiento de ?eso. S 1¿P¡do.
de madera, que descienden hacia París dé los ríos altos del Morvan, se
sostienen por flotadores de la misma especie; la madera de encina recién i: 6 000 000
jooKÍI.
cortada, que tiene un peso específico superior al del agua, necesita, para
mantener la balsa en la superficie de la corriente, que se sujeten en sus
desembarazaban también de todas las partes de sus embarcaciones: los
contornos cierto número de barricas vacías herméticamente cerradas
odres podían emplearse como recipientes de líquidos, ó como sostenes
1 O l i v i e r B e a u r e g a r d , En Asie, Kachmir et Tibet, p. 7 .
I — 120

i-íísií ,• :¡k-£íSíÁ-
NAVEGACIÓN FLUVIAL Y MARÍTIMA
48o EL HOMBRE Y LA TIERRA

Llegados á las ciudades de la parte inferior de la corriente, donde


Más abajo, en la región de los bosques, los pueblos de las orillas
la carga se vendía con beneficio, los bateleros de la Mesopotamia se
aumentaron la facilidad del flote de esas almadías sosteniéndolas con
los pellejos de sus animales convertidos en odres.
N.° 85. Manantiales de petróleo en Caldea.
Este último medio, empleado por los. ribereños de los grandes
(Vdase. pág. 482)
ríos de Asiria y de Caldea para atravesar las corrientes, nos prueba
que, aun en la misma época en que el T i g r i s y el Eufrates estaban
bordeados de una zona de cultivo, había poblaciones de pastores que
vivían en la inmediata vecindad de las a g u a s ; el uso de los odres
nació naturalmente en el país de las estepas, donde escasean los árboles
y las plantas de crecimiento espontáneo no tienen frutos que puedan
33«
hervir de recipientes ni existen bejucos que se entretejan formando
canastillos. En esas regiones se aprendió á reemplazar los vasos na-
turales por pieles de animales degollados, á emplearlas para todas las
necesidades domésticas *y á utilizarlas también para la travesía de los
ríos. L a piel de un carnero bien inflada de aire bastaba para trans-
portar un hombre, y aun en los sitios en que el T i g r i s tiene más de un
kilómetro de ancho y la corriente tiene gran violencia, el ribereño no
vacila en arriesgarse solo sobre un odre para atravesar el río, sujetando
su embarcación con los dos brazos y dirigiéndose con el movimiento de
los pies. Ejércitos enteros atravesaron así los cursos de agua, no sólo
en la Mesopotamia, sino también en otras comarcas habitadas por p u e -
blos pastores que habían aprendido espontáneamente ó habían sido e n -
señados por extranjeros á servirse de los mismos medios : A l e j a n d r o y
los Macedonios, que vieron atravesar el T i g r i s á los habitantes de Meso-
potamia, pasaron el O x u s por el mismo procedimiento, como lo habían
hecho antes que ellos y lo hicieron después muchos conquistadores.
E s e modo de navegación todavía se usa en todo país civilizado,
principalmente en los puertos de Holanda, donde se emplean flotado-
res, es decir, cajas de aire, que se amarran al costado de los buques
D'aprii FRJUaansdL
cargados y se levantan sobre su línea normal de flotación. L o s trenes
• Manantiales de petróleo. + ^acimiento de ?eso. S 1¿P¡do.
de madera, que descienden hacia París dé los ríos altos del Morvan, se
sostienen por flotadores de la misma especie; la madera de encina recién i: 6 000 000

JOOKÍI.
cortada, que tiene un peso específico superior al del agua, necesita, para
mantener la balsa en la superficie de la corriente, que se sujeten en sus
desembarazaban también de todas las partes de sus embarcaciones: los
contornos cierto número de barricas vacías herméticamente cerradas
odres podían emplearse como recipientes de líquidos, ó como sostenes
1 O l i v i e r B e a u r e g a r d , En Asie, Kachmir et Tibet, p. 7 . 1 —120

i-íísií ,• :¡k-£íSíÁ- ••¿•¿•ríe -


»
48 2
EL HOMBRE Y LA TIERRA NAVEGACIÓN MARÍTIMA

de nadadores para la travesía del río ; en c u a n t o á la madera, en a q u e - el interior de las tierras ; el E u f r a t e s , el T i g r i s y el ICarun no se unían
llas comarcas c u y o s habitantes habían transformado t o d o el s u e l o en en un mtsmo delta, y para ir de S u z a á Nínive ó á Babilonia era nece-
tierras l a b o r a b l e s , no d e j a n d o más q u e palmeras en las inmediaciones s a n o aventurarse p o r el mar. Sá-
de sus ciudades y aldeas, e r a m u y apreciada, y la utilizaban p a r a los bese p o r inscripciones cuneiformes
diversos usos domésticos ó para la construcción de v e r d a d e r o s barcos. que S e n n a c h e r i b , después de Assur-
N o a t r i b u y e n d o la historia escrita e x p l í c i t a m e n t e á los C a l d e o s la banipal, tuvieron q u e luchar contra
práctica de la n a v e g a c i ó n marítima, a l g u n o s escritores m o d e r n o s han las olas para conducir expediciones
creído poder a s e g u r a r que antes q u e los F e n i c i o s n i n g u n o s o t r o s O c - de g u e r r a al país de Elam. En aque-
cidentales de A s i a se habían a v e n t u r a d o por alta m a r ; pero diversos lla época, menos de treinta siglos a n -

indicios permiten á von I h e r i n g afirmar q u e los Babilonios tenían tes q u e nosotros, la p l a y a marítima

también s o b r e el p e c h o esa « t r i p l e c a m p a n a » q u e les permitía afron- de C a l d e a estaba lo menos 100 kiló-

tar las olas. L a construcción de barcos, n u e v a conquista de l a indus- - metros más al Norte ; desde hace cien

tria inspirada p r o b a b l e m e n t e á los C a l d e o s p o r la forma del pez años se e v a l ú a el p r o g r e s o anual de

- proa y p o p a p r o l o n g a d a s , quilla q u e representa l a espina v e r t e - los a l u v i o n e s en a l g o más de 5o me-

bral, armazón que reemplaza á las espinas y remos á las aletas, - fué tros

facilitada p o r ciertas condiciones naturales: el p e t r ó l e o que corre L a l e y e n d a del diluvio describe


lentamente en las orillas del T i g r i s ' y en los v a l l e s p r ó x i m o s s u m i n i s - el barco de Sitnapichtim ( Z i s u t h r o s ,
traba en abundancia la brea necesaria. C u a l q u i e r a q u e fuera la forma Chassisadra, A t r a c h a s i s , N o é ) c o m o
de las e m b a r c a c i o n e s , consistían siempre en una ligera armadura, un b a r c o de mar y le da un p i l o t o ,
untada de betún y cubierta de una estera circunstancia q u e no p o d r í a explicarse
E l g o l f o llamado « P é r s i c o » y que fué también el g o l f o Babilónico, si los habitantes de la comarca no
presenta á l o l a r g o de l*s costas de A r a b i a un camino m u y fácil hacia hubieran c o n o c i d o la g r a n n a v e g a c i ó n
la isla de Bahrein, c u y a s perlas tenían un v a l o r tan g r a n d e y en la cual y si la necesidad del timón para d i r i -
innumerables ruinas demuestran haber sido un c e n t r o c o n s i d e r a b l e de g i r la marcha de un barco no hubiera
p o b l a c i ó n y de comercio s . E n ese v i a j e de p r o x i m i d a d de la costa, sido bien c o m p r e n d i d a : en efecto,
los marineros no habían de salir de l a c u e n c a natural q u e les ofrecía s o b r e el T i g r i s ó el E u f r a t e s , todo
el g o l f o b o r d e a d o de p u e r t o s ; en n i n g u n a parte perdían de vista las buen marinero hubiera sido un p i -
costas de la tierra firme ó los a r c h i p i é l a g o s del litoral, y así hicieron su l o t o suficiente, y s o b r e una extensión
aprendizaje antes de aventurarse en el amplio mar, sea al S u d e s t e , en inundada el barco hubiera flotado sin
los espacios sin límites del o c é a n o í n d i c o , sea al O e s t e , en los g o l f o s , dificultad. E l h e c h o de soltar una
estrechos y parajes limitados de las a g u a s i e n i c i a s , chipriotas y creten- paloma, cuando la baja de las a g u a s EL DIOS PEZ

ses. C o m o c a m p o de e v o l u c i ó n , el mar P é r s i c o era h a c e o c h o mil años del diluvio, demuestra también que Re un bajo-relieve de Kalach.

más p r o l o n g a d o q u e en la a c t u a l i d a d : el g o l f o p e n e t r a b a mucho más en


los marinos de Caldea, l o mismo q u e los F e n i c i o s , tenían la c o s t u m b r e
c u a n d o se encontraban en alta mar y se creían cerca de la costa, dé
. R . von Ihering, Les Indo-Européens avanl l'histoire; - Frédéric Houssay, Anuales de
Géographie.
» Stiffe; — L o f t u s ; — A. de Gerlache, Notas manuscritas. 1 Loftus, A i n s w o r t h , Lyell, Cari Rítter, de Morgan, etc.
L E Y E N D A S D I L U V I A L E S

soltar palomas que se elevaban á gran altura y después dirigían el


vamente clasificada, sin la menor duda, entre las producciones míticas
rumbo á la costa más próxima, indicando así la dirección que habtan
de origen caldeo. L a tableta de la biblioteca de Nínive especifica la
de s e g u i r : la paloma era su brújula S e g ú n la l e y e n d a babilónica,
el gran dios pez E a ó Oanes, había amarrado á sus cuernos el barco N.° 86. L e y e n d a s c a l d e a s '.

de salvamento, esperanza de la humanidad segunda, para remolcarle


hacia la cima de un monte á través de la inmensidad de las aguas
desbordadas. E l símbolo tiene ciertamente una significación de gran-
dísimo a l c a n c e : el pez divino no se limita á salvar los hombres guiando
sus barcos sobre la amplia extensión de las aguas donde desembocan
los dos r í o s ; los hace aventurarse á lo lejos para que vayan a b u s -
car los productos útiles en cambio de las mercancías de su propto
país. L o s hombres aprenden á conocerse y se ayudan mutuamente
cambiando los productos de su trabajo y las ideas de su cerebro.
T a n t a fué la importancia del pez simbólico, es decir, de la nave-
gación y del comercio en la historia económica y social del mundo
babilónico, que la l e y e n d a le atribuye todo l o que se hizo de grande
en la c o m a r c a : enseñó á los hombres la práctica de las letras, de las
ciencias y de las artes de toda clase, las reglas de la fundación de las
ciudades y de la construcción de los templos, los principios de las l e y e s
y la g e o m e t r í a ; les mostró las semillas y los f r u t o s ; en una palabra,
dió á los hombres todo lo que contribuye á la dulzura de la v i d a :
« D e s d e su tiempo, nada excelente se ha inventado»'". La leyenda I.M6 0 0 0 0 0 0
• 1 1 1 1 1 1 i
0 500 750 Kil.
nos dice también que Oanes era anfibio, á la vez pez y hombre, con
la cabeza de hombre sobre la de pez y los pies humanos bajo su c o l a ; 5. ¿ I I Z * " S Z Z T & i Z 1 1 S ? : ' ' - * « " > 3- SAVAL.N; 4 . AKABAT;
6. Valle paradisíaco, aldea de PARADISUS.
cada día empleaba su tiempo sobre la tierra, pero á la postura del
C h ú r i n n ^ T i h" i * de B e r o s o esta c i u d a d representa el papel a s i g n a d o á la a n t i g u a
sol se sumergía en el mar y salía de él á la resurrección del astro. C h u r i p p a k del d o c u m e n t o n i n m t a , « a c a s o p o r q u e se habrá visto, c o n razón ó sin e í a en
C h u r i p p a k el a n t i g u o n o m b r e de S i p p a r » . ( A . L o i s y . ) '
E l sentido de este símbolo no es sólo que el origen de la civ.lizac.on 1 1 . TIN-TIK-KI, «el l u g a r del A r b o l de la V i d a » .
12. KUKA, s e p u l t u r a de A d á n .
es doble en los países de los ríos, sino que ha de buscarse á la vez 13. ERIDU; la historia de la C r e a c i ó n c o m i e n z a p o r la f u n d a c i ó n de E r i d u
14. K-ORNA, v e r d a d e r o lugar del A r b o l del Bien y del Mai
en la tierra y en el mar, en la agricultura y en el comercio

ciudad que ha de ser s u m e r g i d a : « Churippak, la ciudad que tú sabes,


L a l e y e n d a del diluvio, de q u e no hace mucho s e había llegado
que estaba situada á la orilla de\ Eufrates... y los grandes dioses,'
á hacer un mito esencialmente hebreo, p o r q u e se le había encontrado
únicamente en los libros sagrados de los Judíos, ha quedado definiti- 1 Hay n u m e r o s o s o l v i d o s en este m a p a : el E l v e n d , el Casius PI N¡ A N A „,KN^ • .
Ararat, son otros tantos montes sagrados ; d'c Damas se t o m ó fa t ^
h o m b r e ; en k a d e c h se enseña el a r r o y o de d o n d e s e c ú n I-i f P l P T
i R. von I h e r i n g , obra citada. a g u a s del D i l u v i o ; en M o b o g , la grieta d*e la roca por'la q ^ r r í r o n et '
' Fragmente de B e r o s o , citados por L e n o r m a n t , Maspero, etc.
n ° P ^ e C O n f u n d Í r s e C O n S Í p p a r ; e s t e e s u n P u n t 0 bien fijado ( P Thureau
3 R C A b l a i n g van ¿ i e s s e n b u r g . ívolution des Idées religieuses dan* la ¿Mésopotanue Dangm A. L o i s y , Nota manuscrita). Una e x p e d i c i ó n le ha identificado con T H l T ^ r '
( v é a s e Müteüungen der deutschen Oriental Gesellsc/iaft n 0 u t } de f ora
páginas 88, 89. bibliotecas P ú b , i c a s . n o ha p e r m i t i d o hasta ^ l ^ m . W *
I - I2l
EL HOMBRE Y LA TIERRA L E Y E N D A S D I L U V I A L E S " ^

su corazón, les l l e v ó á hacer el d i l u v i o » L o q u e los documentos la l e y e n d a caldea que habla del p i l o t o , de la dirección del barco y
establecen a h o r a , la Naturaleza l o indicó de antemano, porque es de las cosas del mar '.
e v i d e n t e q u e s e m e j a n t e mito no hubiera p o d i d o o r i g i n a r s e s o b r e una S i n e m b a r g o , no es s o l a m e n t e en la d o b l e cuenca del T i g r i s y del
meseta dé tierras ávidas de a g u a , c o m o el Irán, d o n d e toda inundación E u f r a t e s d o n d e se han formado tradiciones de un d i l u v i o ; sino que
seria bien recibida 4; ni t a m p o c o en las estepas rocosas q u e habían también se p r o d u j e r o n en otras comarcas sometidas á las mismas c o n -
diciones g e o g r á f i c a s , por e j e m p l o en las r e g i o n e s q u e recorren los
g r a n d e s ríos chinos H o a n g y Y a n g t z e . A s í se repitieron en diversos
l u g a r e s esas relaciones á que los misioneros cristianos dieron tanta
importancia, considerándolas c o m o p r u e b a s de ese s u p u e s t o diluvio
universal de q u e habla la Biblia. E s a s historias, relatadas en comar-

N." 87. Leyendas del Diluvio.

HISTORIA DEL DILUVIO GRABADA SOBRE UN LADRILLO DE ARCILLA

De una fotografía.

U n a de las d o c e placas cjue refieren la e p o p e y a de G i l g a m e s , de la cual el d i l u v i o es un Bosquejo homalográfico.


incidente. La historia de la c r e a c i ó n o c u p a siete ladrillos s e m e j a n t e s . ( Biblioteca de A s s u r -
1:325000000
banipal, d o c u m e n t o d e s c i f r a d o por G . S m i t h en 1 8 7 5 ) .
o 5000 10000 isoookil.
1. L l a n u r a baja de CHINA. 2 POTAMIA

3. TESALIA, l e y e n d a de D e u c a l i ó n , r e c o n s t i t u c i ó n de la h u m a n i d a d por las piedras.


a t r a v e s a d o los pastores h e b r e o s , ni en las r e g i o n e s montañosas del
4. VENEZUELA, valle bajo del O r i n o c o ; la s e g u n d a h u m a n i d a d nace de los frutos del Mauricia
Cáucaso. E l o r i g e n de esa tradición no p o d í a tener l u g a r sino en Jlexuosa.

campiñas bajas d o n d e las lluvias forman grandes e x t e n s i o n e s de a g u a


cas muy distantes entre sí, debían, no obstante, semejarse p o r los
y d o n d e los ríos se d e s b o r d a n con frecuencia, r e c u b r i e n d o la inmensi-
detalles que resultan del a c o n t e c i m i e n t o m i s m o : las g r a n d e s lluvias,
dad de las llanuras, inundando los sembrados y arrasando las ciudades.
la embarcación de Salvamento, su c h o q u e contra uña roca ó una mon-
E n el G é n e s i s se refiere t o r p e m e n t e esta historia del diluvio : el
taña, la primera rama v e r d e ó la primera flor que se encuentra después
n o m b r e del a r c a , tebali, significa « c o f r e » y no « b a r c o » ; no se trata
de la n a v e g a c i ó n p e l i g r o s a , la reconstitución de la sociedad de los
allí de lanzar al a g u a una e m b a r c a c i ó n ; no se h a sabido reproducir
h o m b r e s después de la g r a n catástrofe. P e r o la l e y e n d a no existía
1 Jastrow, Religion oj Babylonia and Assyria. 1 F r . L e n o r m a n t , Les premieres Civilisations, t. II, p. 53.
s F . R. S p i e g e l , Ansland, n.° 10, 1872.
EL HOMBRE Y LA TIERRA LEYENDAS DILUVIALES " ^

su corazón, les l l e v ó á hacer el d i l u v i o » L o q u e los documentos la l e y e n d a caldea que habla del p i l o t o , de la dirección del barco y
establecen a h o r a , la Naturaleza l o indicó de antemano, porque es de las cosas del mar '.
e v i d e n t e q u e s e m e j a n t e mito no hubiera p o d i d o o r i g i n a r s e s o b r e una S i n e m b a r g o , no es s o l a m e n t e en la d o b l e cuenca del T i g r i s y del
meseta dé tierras ávidas de a g u a , c o m o el Irán, d o n d e toda inundación E u f r a t e s d o n d e se han formado tradiciones de un d i l u v i o ; sino que
seria bien recibida 4; ni t a m p o c o en las estepas rocosas q u e habían también se p r o d u j e r o n en otras comarcas sometidas á las mismas c o n -
diciones g e o g r á f i c a s , por e j e m p l o en las r e g i o n e s q u e recorren los
g r a n d e s ríos chinos H o a n g y Y a n g t z e . A s í se repitieron en diversos
l u g a r e s esas relaciones á que los misioneros cristianos dieron tanta
importancia, considerándolas c o m o p r u e b a s de ese s u p u e s t o diluvio
universal de q u e habla la Biblia. E s a s historias, relatadas en comar-

N." 87. Leyendas del Diluvio.

HISTORIA DEL DILUVIO GRABADA SOBRE UN LADRILLO DE ARCILLA

De una fotografía.

U n a de las d o c e placas cjue refieren la e p o p e y a de G i l g a m e s , de la cual el d i l u v i o es un Bosquejo homatográjico.


incidente. La historia de la c r e a c i ó n o c u p a siete ladrillos s e m e j a n t e s . ( Biblioteca de A s s u r -
1:325000000
banipal, d o c u m e n t o d e s c i f r a d o por G . S m i t h en 1 8 7 5 ) .
o 5000 10000 i»ooo kil.
1. L l a n u r a baja de CHINA. 2 POTAMIA

3. TESALIA, l e y e n d a de D e u c a l i ó n , r e c o n s t i t u c i ó n de la h u m a n i d a d por las piedras.


a t r a v e s a d o los pastores h e b r e o s , ni en las r e g i o n e s montañosas del
4. VENEZUELA, valle bajo del O r i n o c o ; la s e g u n d a h u m a n i d a d nace de los frutos del Mauricia
Cáucaso. E l o r i g e n de esa tradición no p o d í a tener l u g a r sino en Jlexuosa.

campiñas bajas d o n d e las lluvias forman grandes e x t e n s i o n e s de a g u a


cas muy distantes entre sí, debían, no obstante, semejarse p o r los
y d o n d e los ríos se d e s b o r d a n con frecuencia, r e c u b r i e n d o la inmensi-
detalles que resultan del a c o n t e c i m i e n t o m i s m o : las g r a n d e s lluvias,
dad de las llanuras, inundando los sembrados y arrasando las ciudades.
la embarcación de Salvamento, su c h o q u e contra uña roca ó una mon-
E n el G é n e s i s se refiere t o r p e m e n t e esta historia del diluvio : el
taña, la primera rama v e r d e ó la primera flor que se encuentra después
n o m b r e del a r c a , tebali, significa « c o f r e » y no « b a r c o » ; no se trata
de la n a v e g a c i ó n p e l i g r o s a , la reconstitución de la sociedad de los
allí de lanzar al a g u a una e m b a r c a c i ó n ; no se h a sabido reproducir
h o m b r e s después de la g r a n catástrofe. P e r o la l e y e n d a no existía
1 Jastrow, Religion oj Babylonia and Assyria. 1 Fr. L e n o r m a n t , Les premiéres Civilisations, t. II, p. 53.
s F . R. S p i e g e l , Ansland, n.° 10, 1872.
T^Tv^rrr

MONTES DEL ARCA


E L HOMBRE Y LA TIERRA

o el paraíso primitivo del hombre, fueron además designadas como


en los países d o n d e jamás han tenido l u g a r inundaciones generales,
los l u g a r e s s a g r a d o s d o n d e la humanidad, purificada p o r las aguas
d o n d e los únicos e f e c t o s temibles son las trombas, los c i c l o n e s ó las
nació una s e g u n d a vez. E n otra dirección, el C á u c a s o , y de una ma-
e x p l o s i o n e s volcánicas. E s a es la causa de q u e , con g r a n admiración de
nera especialísima, el Masis ó Ararat se convirtieron también en
los c o m e n t a d o r e s de los l i b r o s j u d a i c o s , no h a g a n mención a l g u n a de
« m o n t e s del a r c a » para las p o b l a c i o n e s de los valles inferiores. Des-
un d i l u v i o los más a n t i g u o s d o c u m e n t o s iránicos. Semejante fenómeno,
pués, con la emigración de los pueblos y de t o d o su b a g a j e de historias
d e s c o n o c i d o para a q u e l l o s habitantes, no p o d í a e n g r a n d e c e r s e á sus
y l e y e n d a s , continuó hacia el O e s t e la p r o c e s i ó n de los picos s a g r a d o s '
o j o s hasta constituir un cataclismo c o m o el q u e describe el Génesis.
o c u l t á n d o s e s i e m p r e los relieves lejanos tras los macizos más p r ó x i -
T o d a s las naciones en las q u e se formó la l e y e n d a ó en que esta
mos. E l A r g e o es una de esas « m o n t a ñ a s de e t a p a » ; l o mismo que
fué a c o g i d a , tanto por una especie de patriotismo c o m o p o r la n e c e -
el O l i m p o de Bitinia y el de T e s a l i a . Hasta en nuestros Pirineos, el
sidad natural de localizar de una manera v i s i b l e el teatro de sus narra- p . c o de B r i g u e y el C a n i g ó , s e g ú n los pastores rosellonenses, ostentan
ciones, debían necesariamente de buscar en los límites de su horizonte aun en sus cimas los anillos de hierro q u e retuvieron el arca sagrada.
el punto s a g r a d o , sobre a l g ú n valle e l e v a d o , d o n d e los escasos j u s t o s
A f r i c a p o s e e también sus A r a r a t s en el H a d j a r T a u s , roca r e c o r -
salvados del desastre habían tomado posesión de la tierra emergida
tada en a g u j a s extrañas, q u e se levanta cerca de la orilla meridional
ele las a g u a s . L o s habitantes de la Mesopotamia, entre los cuales nació
del T z á d e , en las fecundas llanuras aluviales q u e ha d e p o s i t a d o el río
el mito b a j o la f o r m a q u e le dan los libros s a g r a d o s de los Judíos,
C h a n ». P o r último, los A m e r i c a n o s del N o r t e , constantes lectores
, de los Cristianos y de l o s Musulmanes, indicaban, pues, c o m o l u g a r
de la Biblia y m u y envidiosos del M u n d o A n t i g u o , han q u e r i d o i n t e r -
de descenso del arca, la punta más elevada del semi-círculo de mon-
pretar los libros s a g r a d o s en su p r o p i o f a v o r , y en a l g ú n periódico
tañas q u e veían desarrollarse en su d e r r e d o r , de los montes Cardu-
ha p o d i d o leerse q u e el v e r d a d e r o A r a r a t s o b r e el cual se d e t u v o el
ques ó G o r d e a n o s , es decir, K u r d o s , las cimas de los montes Z a g r o s ,
« c o f r e de N o é » , fué una montaña de su patria.
s o b r e el r e b o r d e occidental del I r á n : allí es d o n d e ha de buscarse
A u n q u e los dos mitos del Paraíso y del D i l u v i o sean m u y dife-
el Nisir, citado p o r las inscripciones cuneiformes. P o r l o demás, la
rentes u n o de o t r o p o r el cuadro en que se hallan comprendidos
Biblia h e b r e a , t o m a n d o sin duda a l g u n a ciertas narraciones asirias,
contienen, sin e m b a r g o , una misma idea, la del nacimiento ó r e n a c i -
dice formalmente que los pasajeros del arca « descendieron del
miento del hombre, la primera v e z en el «jardín de l a v o l u p t u o s i d a d »
O r i e n t e » para ir á habitar las llanuras de la M e s o p o t a m i a
la s e g u n d a en la cima de la montaña d o n d e se d e t u v o el arca. Por
D e s d e ese p u n t o de partida, el l u g a r de parada cambia en todos
l o mismo han tendido naturalmente los p u e b l o s á localizar esos mitos
sentidos, s e g ú n la marcha de l o s pueblos y la p r o p a g a c i ó n de la
en un mismo p u n t o \ añadiéndole la estancia terrestre de los dioses
leyenda. H a c i a el E s t e los Iranios designaron el Elvend, diversas
cimas del A l b o r d j ó E l b u r z y el D e m a v e n d , c o m o otras tantas « mon-
L a l e y e n d a referida en la Biblia » a c e r c a de l o s dos h i j o s de
tañas de N o é » . E l A f g h a n i s t a n , el país de B o k h a r a tienen también
A d á n , el labrador y el pastor, e x p o n e , b a j o una forma transparente
sus « d e s c e n s o s » del arca, y cerca del Meru del H i m a l a y a se levanta
la e v o l u c i ó n que p r o d u j o la a g r i c u l t u r a babilónica en el c o n j u n t o del
el N a u b e n d h a n a m , el « A m a r r e del b a r c o » d o n d e Manú Vaivasvata
amarró su esquife cuando la inundación universal. E n una palabra,
« ^ ~ P E S P è C e "UmaÍne; Fr" F Edén. Les Origi-
todas las montañas q u e fijaron suficientemente la imaginación de los
p u e b l o s para q u e el mito hiciera de ellas la residencia de los dioses pâgL 0 ;;" C l a p p e ^ t o n , w , "*ri*f (véanse ios - p - «3 y 8 4 ,

: 0rigines de PS- 45 y siguientes.

i Génesis, cap. XI, vers. 2.


EL HOMBRE Y LA TIERRA CAIN Y ABEL

saber h u m a n o ; porque indudablemente el mito contenido en esa b o - N.° 89. Plano de la antigua Babilonia.

rrosa relación no es de origen h e b r e o : es demasiado contradictorio (Véase pág. 5oo)

para que se le pueda explicar de otro modo que despojándole de las


<M°20'
falsedades evidentes, introducidas por un copista torpe, probable-
mente un escriba del templo j u d í o . En efecto, aunque los Israelitas

N.° 88. Las Babilonias modernas.

o- d. PARIS OU 2°20- E. de 6REENWICH

¡ ¡ » W <WSkoi*LEY
2020' W de.PARIS ou 0° d<= 6REENWICH.

i: 250 000 «q°20 44<>30

TIERRAS CULTIVADAS
PANTANOS

I o s o í a n o s de París y de L o n d r e s - e s t a s e g u n d a c i u d a d representada por la superficie


en d e r r e d o r del de París — están s u p e r p u e s t o s de manera q u e el Hotel de V i l l e c o i n c i d e
r a y a d a

con Mansión H o u s e . Estos planos estdn á la m i s m a escala q u e el de B a b i l o n i a , página 4 9 . . swijfntiguas murallas todavía existentes U-UX-L Sitio que ocuparon antiguas murallas•
» <3 • tí» localidades actuales.
I: 2 5 0 0 0 0
conocían perfectamente la agricultura en la época en que fué repro-
ducido por ellos el documento relativo a los dos hermanos Caín y
A b e l , los recuerdos de la antigua sociedad patriarcal les mostraban 1. M u d c h e l i b e h ( M a k l u b e h , Babíl).
3- Birs N i m r u d ó T o r r e de Borsippa
en el estado de pastor la verdadera edad de oro de su r a z a : á sus 2. Palacio de N a b u c o d ò n o s o r .
4- A n t i g u o s c a u c e s del Eufrates.
ojos, la condición de pastor, la de los antepasados A b r a h a m , Isaac 5. Hillah

, , . ' ...",'" .- " •y • " t .v •'• .' . --.y,'--''


CULTURA, IRRIGACIONES

y Jacob era la que un deber, piadoso les obligaba á glorificar sobre de madera. L a historia del primer asesinato, referida bajo la forma
todo. D e ahí esa sustitución del pastor al labrador como ser e s p e - judía, es en realidad la primera calumnia.
cialmente favorecido por Dios.
S e g ú n la forma judaica de la leyenda, la divinidad sensual á quien C o m o lugar de nacimiento de nuestras principales leyendas, la
habían seducido las carnes suculentas asadas sobre el altar, e m p a p a - región de los dos grandes ríos nos transmite también la m a y o r parte
das en humeante grasa, recibió con especial complacencia la ofrenda de nuestra herencia de civilización m a t e r i a l : la abundancia de los
del pastor A b e l y rechazó los frutos presentados por el humilde labra- productos indígenas, la variedad de los géneros y de las mercan-
dor. E s t a injusticia flagrante del dios carnívoro fué la causa .del cías importadas de lejos, la convergencia de las vías históricas segui-
primer odio y del primer homicidio. Y sin embargo, el conjunto de das por los emigrantes, el gran número de extranjeros venidos de
la historia evidencia que las bendiciones de la inteligencia, de las todas partes, diferentes todos entre sí por las costumbres, las lenguas
invenciones y de los progresos de toda clase se dirigen precisamente y las ideas, dieron á la vida babilónica tal intensidad, que cierta-
al hermano m a l d i t o ; á él, al labrador, es á quien la leyenda, bajo mente debe datarse de aquella época los descubrimientos fundamen-
su forma primitiva y completa, debía evidentemente favorecer. Caín tales ó al menos las mejoras más importantes que han hecho pasar
tiene la categoría de" primogénito, lo que y a indica una idea de s u - la humanidad de la barbarie primitiva á la civilización consciente de
perioridad en la intención del narrador, p e r o tiene la superioridad sí misma. L a agricultura, en primer lugar, hizo allí maravillosos pro-
principalmente por la comprensión de las cosas, porque Caín cons- gresos, y si no nació allí, puesto que existió en t o d o tiempo y en
truyó la primera c i u d a d ; uno de los suyos fué el primer industrial todas partes bajo sus formas rudimentarias, á lo menos allí adquirió
por haber descubierto el arte de forjar toda clase de instrumentos de el desarrollo que hizo de ella la principal sustentadora del hombre.
cobre y de h i e r r o ; otro de sus nietos inventó el arpa y el órgano, Herodoto consigna la riqueza agrícola de Babilonia en términos, no
es decir, los instrumentos de cuerda y los de viento. ¡Qué más! y a de admiración, sino casi de estupor
hasta un descendiente de Caín, nuevamente convertido en pastor, en- E l sistema potámico de riego — condición esencial del cultivo
señó á otros pastores el arte del tejido. T o d a la civilización pro- intensivo y el más enérgico factor de esta civilización, — atestigua
cede, pues, del primer hombre de genio que supo abrir el surco y poderosos medios de acción y de un gran valor técnico y m o r a l :
retirar de él la espiga de que la muela, extrae la harina que se con- por miles de kilómetros se extendían sobre el suelo, entre el curso
vierte en pan. del Eufrates y el valle bajo del Karun, los hilos artificiales de agua,
¿ N o fué este, en efecto, el resumen de toda la historia económica? c u y o s trabajos eran anteriores á la historia fechada. L a s aguas del
S i nos colocamos en el punto de vista que fué sin duda el de los Nerkha regaban las inmediaciones de Suza desde la época de Karibu,
Caldeos, redactores originarios de la leyenda, Caín es, pues, un p e r - gracias á vastas redes de canales c u y a s huellas se encuentran, «no
sonaje muy diferente del que nos representa nuestra imaginación, sólo en los textos, sino también en el s u e l o » 8 . L a muralla médica
influida por la copia infiel del documento, y el primer asesinato atri- era probablemente el cauce de un canal s . E l Dijeil tomaba el agua
buido al labrador no debe imputársele en manera alguna, porque no del T i g r i s para regar la ribera derecha. Pero el más prodigioso tra-
coincide con la verdad social. Históricamente, en los conflictos de bajo de riego emprendido por los Caldeos era el que proveía de agua
pueblo á pueblo, el ataque no viene del labrador pacífico, sino del 12000 kilómetros cuadrados sobre la orilla izquierda del Tigris, pa-
nómada que va en busca de tierras nuevas. P o r lo demás, la idea
del asesinato había de nacer más fácilmente en el hombre que degüella L i b r o I, Clio v, 193.
J. de Morgan, Travaux de la Délégation en Perse.
y desuella animales que en el q u e se ingenia para construir el arado W . W i l l c o k s , Ancient Irrigation Works on the Tigris
CULTURA, IRRIGACIONES

y Jacob era la que un deber, piadoso les obligaba á glorificar sobre de madera. L a historia del primer asesinato, referida bajo la forma
todo. D e ahí esa sustitución del pastor al labrador como ser e s p e - judía, es en realidad la primera calumnia.
cialmente favorecido por Dios.
S e g ú n la forma judaica de la leyenda, la divinidad sensual á quien C o m o lugar de nacimiento de nuestras principales leyendas, la
habían seducido las carnes suculentas asadas sobre el altar, e m p a p a - región de los dos grandes ríos nos transmite también la m a y o r parte
das en humeante grasa, recibió con especial complacencia la ofrenda de nuestra herencia de civilización m a t e r i a l : la abundancia de los
del pastor A b e l y rechazó los frutos presentados por el humilde labra- productos indígenas, la variedad de los géneros y de las mercan-
dor. E s t a injusticia flagrante del dios carnívoro fué la causa .del cías importadas de lejos, la convergencia de las vías históricas segui-
primer odio y del primer homicidio. Y sin embargo, el conjunto de das por los emigrantes, el gran número de extranjeros venidos de
la historia evidencia que las bendiciones de la inteligencia, de las todas partes, diferentes todos entre sí por las costumbres, las lenguas
invenciones y de los progresos de toda clase se dirigen precisamente y las ideas, dieron á la vida babilónica tal intensidad, que cierta-
al hermano m a l d i t o ; á él, al labrador, es á quien la leyenda, bajo mente debe datarse de aquella época los descubrimientos fundamen-
su forma primitiva y completa, debía evidentemente favorecer. Caín tales ó al menos las mejoras más importantes que han hecho pasar
tiene la categoría de" primogénito, lo que y a indica una idea de s u - la humanidad de la barbarie primitiva á la civilización consciente de
perioridad en la intención del narrador, p e r o tiene la superioridad sí misma. L a agricultura, en primer lugar, hizo allí maravillosos pro-
principalmente por la comprensión de las cosas, porque Caín cons- gresos, y si no nació allí, puesto que existió en t o d o tiempo y en
truyó la primera c i u d a d ; uno de los suyos fué el primer industrial todas partes bajo sus formas rudimentarias, á lo menos allí adquirió
por haber descubierto el arte de forjar toda clase de instrumentos de el desarrollo que hizo de ella la principal sustentadora del hombre.
cobre y de h i e r r o ; otro de sus nietos inventó el arpa y el órgano, Herodoto consigna la riqueza agrícola de Babilonia en términos, no
es decir, los instrumentos de cuerda y los de viento. ¡Qué más! y a de admiración, sino casi de estupor
hasta un descendiente de Caín, nuevamente convertido en pastor, en- E l sistema potámico de riego — condición esencial del cultivo
señó á otros pastores el arte del tejido. T o d a la civilización pro- intensivo y el más enérgico factor de esta civilización, — atestigua
cede, pues, del primer hombre de genio que supo abrir el surco y poderosos medios de acción y de un gran valor técnico y m o r a l :
retirar de él la espiga de que la muela, extrae la harina que se con- por miles de kilómetros se extendían sobre el suelo, entre el curso
vierte en pan. del Eufrates y el valle bajo del Karun, los hilos artificiales de agua,
¿ N o fué este, en efecto, el resumen de toda la historia económica? c u y o s trabajos eran anteriores á la historia fechada. L a s aguas del
S i nos colocamos en el punto de vista que fué sin duda el de los Nerkha regaban las inmediaciones de Suza desde la época de Karibu,
Caldeos, redactores originarios de la leyenda, Caín es, pues, un p e r - gracias á vastas redes de canales c u y a s huellas se encuentran, «no
sonaje muy diferente del que nos representa nuestra imaginación, sólo en los textos, sino también en el s u e l o » 8 . L a muralla médica
influida por la copia infiel del documento, y el primer asesinato atri- era probablemente el cauce de un canal s . E l Dijeil tomaba el agua
buido al labrador no debe imputársele en manera alguna, porque no del T i g r i s para regar la ribera derecha. Pero el más prodigioso tra-
coincide con la verdad social. Históricamente, en los conflictos de bajo de riego emprendido por los Caldeos era el que proveía de agua
pueblo á pueblo, el ataque no viene del labrador pacífico, sino del 12000 kilómetros cuadrados sobre la orilla izquierda del Tigris, pa-
nómada que va en busca de tierras nuevas. P o r lo demás, la idea
del asesinato había de nacer más fácilmente en el hombre que degüella L i b r o I, Clio v, 193.
J. de Morgan, Travaux de la Délégation en Perse.
y desuella animales que en el q u e se ingenia para construir el arado W . W i l l c o k s , Ancient Irrigation Works on the Tigris
IRRIGACIONES, CONSTRUCCIONES

sando entonces al occidente de Opis, y aseguraba de ese modo la N.° 90. Canal de N a h r w a n y m u r a l l a m é d i c a ».

existencia de varios millones de hombres. L a rama principal era el


canal de Nahnvan « e l Nutricio», que se desarrollaba sobre 400 kiló-
metros de longitud, de los cuales 70, desde Dura á la travesía del
A d h i m , estaban cortados en el conglomerado. L a sección era tal,
que en aquella é p o c a en que las montañas frondosas del Azerbeidjan
y del Zagros aseguraban al río un caudal más elevado — el Eufrates
no se desbordaba y a como en tiempo de Strabon, — el T i g r i s todo
entero podía contenerse en el canal artificial. L a s presas y tomas de
agua, los reguladores y la sabia repartición de las corrientes denotan
un gran dominio de los conocimientos hidráulicos.
El riego llenó su objeto durante miles de años; Nabucodò-
nosor restauró la presa de Dura, que las tropas de A l e j a n d r o des-
truyeron en parte. L o s Persas Sassanidas y después los Arabes
Abassidas conservaron el sistema de riegos, sin conseguir, no o b s -
tante, hacer frente á los embalses crecientes: el T i g r i s , cambiando
de cauce, destruyó « e l Nutricio» al este de O p i s é hizo que la

comarca quedara desierta.


L o s animales domésticos que el hombre tiene actualmente por
compañeros en la Mesopotamia, estaban y a ligados á su suerte desde
los tiempos históricos más remotos, y el mismo primer capítulo del
Génesis ( v e r s . 24, e t c . ) , menciona los animales domesticados como
habiéndolo sido siempre. E l caballo estaba en el número de esos
asociados del agricultor en el País de los R í o s , pero el nombre que
se le daba en a k k a d , paikurra, ó « c a r g a d o r del Oriente», prueba
que este animal había sido domesticado sobre las mesetas del Este \
quizá en las estepas que recorre aún en nuestros días el MqutlS Prej-
valskiy, capturado por Groum Grjmailo y por Klementz ». U n o de I! 1500000
los lugares de etapa de la raza fueron indudablemente las famosas 2 5 5 0 75 lOOKil.

campiñas « n i s e a n a s » que alimentaban los más bellos caballos de


Persia. Búscase h o y aquel antiguo paraíso del mundo iránico J, sea L o s habitantes primitivos de las llanuras de aluviones recorridas
en Media, entre Hamadan y T e h e r a n , sea en las inmediaciones de la por el T i g r i s y el Eufrates, tuvieron, durante el período de r o t u r a -
ciudad de Nichapur. ción, los árboles de la llanura y las balsas naturales formadas p o r
los troncos desarraigados que bajaba la corriente para hacerse con
1 F r . L e n o r m a n t , Les premières Civilisations.
Geographical Journal, Junio 1896, p. 6 5 7 . • La muralla médica debía t e r m i n a r e n el a n t i g u o c a u c e del E u f r a t e s y no en el cauce
a H e r o d o t o , Historia, lib. V I I , n.° 40. q u e señala este mapa, c u y a posición data sólo de la Edad Media.
EL HOMBRE Y LA TIERRA METALURGIA, COCCIÓN DE LOS LADRILLOS
49 6
497

ellos habitaciones; pero cambiando el suelo en tierra arable, cuando


bles, las modas y los estilos arquitectónicos, se ha empleado la
los cultivos cubrieron por completo el país, las poblaciones agrícolas
madera, la piedra artificial ó natural, los cantos rodados por el
no pudieron construirse otras habitaciones que chozas ó casas de
torrente, los mármoles, los pórfidos tallados y el hierro.
barro amasado y secado al s o l : cañas, betún, barro pisado, como en
E l País de los Ríos, muy adelantado en industria metalúrgica,
el Lionesado, adobes, como en N u e v o México y en la A r g e l i a men-
fabricaba objetos de cobre, de bronce, de hierro y de oro desde los
• V. I
tiempos prehistóricos: en las sepulturas más antiguas de W a r k a y
N.° 91. Materiales de construcción en Mesopotamia.
de Mugheir, en Suza, se encuentran esos metales trabajados al lado
de instrumentos y de armas de piedra; sólo faltaba la p l a t a ' . El
hierro era de un uso muy extendido, sobre todo en Asiría, gracias
evidentemente á la proximidad de las regiones mineras del Zagros,
del Taurus y de las montañas del Ponto, donde trabajaban los mine-
ros chalibes. En parte alguna, ni en Caldea, ni en E g i p t o se ha
encontrado nada comparable al conjunto de instrumentos que Place
ha descubierto en un almacén del palacio de K h o r s a b a d : todos esos
instrumentos, garfios, ganchos, cadenas, martillos, p i c o s , azadones,
rejas de arado, hoces, aros de ruedas de excelente metal, formaban
un muro tal de hierro, que se emplearon tres días en trasladarlos
de lugar para abrir una zanja, y c u y o peso se e v a l u ó en más de
160 toneladas.

L a principal evolución en el arte de la edificación t u v o lugar


en la misma Babilonia, con ocasión del paso del ladrillo crudo&al
ladrillo cocido. E s e descubrimiento debió hacerse muchas veces antes
Ciudades muertas. o fortalezas.

r. 5 000 Q00
de ser utilizado : el fuego doméstico encendido sobre adobes é im-
pulsado vivamente á causa de algún incidente, ó hasta de un incendio,
1. T i e n d a s de c u e r o ó de pelo. 5. G r u t a s en el c o n g l o m e r a d o y casas de bastaría muchas veces para transformar los cuadros de arcilla pulve-
2. C h o z a s de boñigas con capas de cañas guijarros.
asfaltadas. 6. R e d u c t o s de piedras. rulenta en verdaderas piedras, más duras y más sólidas que los frag-
9 Casas de adobes, m o n u m e n t o s de l a d r i - 7. M o n u m e n t o s de m á r m o l .
mentos de rocas desprendidos de las montañas lejanas. E l endureci-
3 líos. 8. Fuertes de piedras.
4. C h o z a s de cañas. miento de los ladrillos por el f u e g o , permaneció quizá durante siglos
c o m o un simple hecho de observación, que no daría lugar á ningún
dional, tales eran los materiales indicados; el hombre había de elevar
cambio en el modo de construcción con ladrillos crudos, adaptado
su casa p o r medio de la arcilla q u e extraía del suelo. E s e género de
el modo de ser de una sociedad rudimentaria ; pero l l e g ó el día en
construcción tan p o t o sólido, no tardó en derrumbarse y en transfor-
que algún constructor ingenioso tuvo la idea de emplear las piedras
marse en cabañas de tierra herbosa en cuanto cesa de conservarse en
cocidas al f u e g o en todo ó parte .de su edificio, que deseaba hacer
buen e s t a d o ; p e r o esa pequeña casa de arcilla fué, no obstante, el
más duradero ó más bello, y entonces, como dice von Ihering 2,

tipo inicial de nuestras casas modernas, para las cuales, sucesiva-


" A l f r e d Ditte, Revue Scientifique, 25 N o v i e m b r e 1899.
mente ó al mismo tiempo, según los lugares y materiales dispom-
» Les ¡ndo-Européens avant L'Histoire, trad. de M e u l e n a e r c .

1 - 124
EL HOMBRE Y LA TIERRA DESCANSO SEMANAL

« l a cocción del primer ladrillo puede ser considerado como uno de von Ihering, los Caldeos son también deudores á esos inmensos
los hechos más fecundos en consecuencias de todas clases que se trabajos de arquitectura de haberles iniciado en la división del tiempo.
hayan realizado sobre la t i e r r a : sería difícil poder hallar otro que Para tales obras era necesario indicar las horas del trabajo y las de
poder comparársele por el alcance civilizador», porque del ladrillo descanso, así como también escoger un día para el cese completo
nació la ciudad; mientras que el arado aumenta solamente la canti- de los esfuerzos musculares y la reconstitución de la e n e r g í a : ese
dad de alimento, la piedra artificial a g r u p ó los hombres en socieda- día fué el sabatu « s a b a t » , q u e se consagró sencillamente en un prin-
des, les unió p o r el trabajo, por el edificio, les dió la conciencia de cipio á la recuperación de las fuerzas, y que después, entre los j u d í o s
la superioridad de su cultura, de su nación, de su fijeza, é hizo y m u y especialmente entre los cristianos fanáticos, llegó á ser trans-
nacer p o r la disciplina intelectual que necesitaba la construcción, formado en día de rezo, de maceración y de mortal aburrimiento.

CUÁDRUPLE COLUMNA^BABILÓNICA DE LADRILLOS


(Musco del Louvrc).

Cada ladrillo lleva marcada una inscripción ( i n v i s i b l e al exterior) que se estampó antes
de la cocción. Es una fórmula cabalística, un talismán que asegura la eternidad de los m o -
numentos, librándoles de los enemigos, así materiales como inmateriales. ( G o b i n e a u . ) BIRS-NIMRUD, RUINAS DE LA TORRE DE BABEL

toda una serie de investigaciones y de ciencias q u e lanzaron la Las necesidades del trabajo habían regulado tan bien la vida entre
humanidad por una nueva vía de civilización. S e g ú n Peters, el primer los Caldeos, ,que los mismos dioses se vieron obligados á descansar
ladrillo cocido de fecha conocida, pertenece al templo de S a r g o n de el séptimo día. A s í el mundo fué creado en seis días, y el séptimo
A g a d e ( C h a r g i n a ) y no cuenta menos de 5700 años. descansó Dios de su obra, considerándola terminada. Del mismo
L a s montañas artificiales que erigieron los Caldeos, para colocar modo, según la leyenda babilónica, no .reproducida exactamente, á
sobre el zócalo terminal la residencia de sus dioses, no fueron obra este respecto, p o r los libros hebreos, el diluvio terminó en el día del

de arquitectos inconscientes, sino que dieron- origen á verdaderos sabbat, después de estar abiertas seis días las «cataratas celestes»:

constructores m u y sabios en el arte de medir el suelo, de poner los las nubes, trabajadoras obedientes, tenían también derecho á reparar

materiales y de calcular su resistencia; se desarrolló toda una ciencia sus fuerzas. El mito creador de la divinidad no podía menos de darle

geométrica con gran detalles de problemas y de soluciones. Según las mismas costumbres del hombre.
EL HOMBRE Y LA TIERRA DESCANSO SEMANAL

« l a c o c c i ó n del primer ladrillo p u e d e ser c o n s i d e r a d o c o m o u n o de von I h e r i n g , los Caldeos son también deudores á esos inmensos
l o s h e c h o s más fecundos en consecuencias de t o d a s clases que se trabajos de arquitectura de haberles iniciado en la división del tiempo.
h a y a n realizado s o b r e l a t i e r r a : sería difícil p o d e r hallar otro que Para tales obras era necesario indicar las horas del trabajo y las de
p o d e r comparársele p o r el alcance c i v i l i z a d o r » , p o r q u e del ladrillo descanso, así c o m o también e s c o g e r un día para el cese completo
nació la c i u d a d ; mientras q u e el arado aumenta solamente la c a n t i - de los esfuerzos musculares y la reconstitución de la e n e r g í a : ese
dad de alimento, la piedra artificial a g r u p ó los h o m b r e s en s o c i e d a - día fué el sabatu « s a b a t » , q u e se c o n s a g r ó sencillamente en un prin-
des, les unió p o r el t r a b a j o , p o r el edificio, les dió la conciencia de c i p i o á la recuperación de las fuerzas, y q u e después, entre los j u d í o s
la superioridad de su cultura, de su n a c i ó n , de su fijeza, é hizo y m u y especialmente entre los cristianos fanáticos, l l e g ó á ser t r a n s -
nacer p o r la disciplina intelectual que necesitaba la construcción, f o r m a d o en día de rezo, de maceración y de mortal aburrimiento.

CUÁDRUPLE COLUMNA^BABILÓNICA DE LADRILLOS


(Musco del Louvrc).

Cada ladrillo lleva marcada una inscripción ( i n v i s i b l e al exterior) que se estampó antes
de la cocción. Es una fórmula cabalística, un talismán que asegura la eternidad de los m o -
numentos, librándoles de los enemigos, así materiales como inmateriales. ( G o b i n e a u . ) BIRS-NIMRUD, RUINAS DE LA TORRE DE BABEL

toda una serie de investigaciones y de ciencias q u e lanzaron la Las necesidades del trabajo habían regulado tan bien la v i d a entre
humanidad p o r una n u e v a v í a de civilización. S e g ú n Peters, el primer los C a l d e o s , ,que los mismos dioses se v i e r o n o b l i g a d o s á descansar
ladrillo cocido de fecha c o n o c i d a , p e r t e n e c e al t e m p l o de S a r g o n de el séptimo día. A s í el m u n d o fué c r e a d o en seis días, y el séptimo
A g a d e ( C h a r g i n a ) y no c u e n t a m e n o s de 5700 a ñ o s . descansó Dios de su obra, considerándola terminada. Del mismo
L a s montañas artificiales q u e e r i g i e r o n los C a l d e o s , para c o l o c a r m o d o , s e g ú n la l e y e n d a babilónica, no . r e p r o d u c i d a exactamente, á

s o b r e el zócalo terminal la residencia de sus dioses, no fueron o b r a este respecto, p o r los libros h e b r e o s , el d i l u v i o terminó en el día del

d e arquitectos inconscientes, sino q u e dieron- o r i g e n á verdaderos sabbat, d e s p u é s de estar abiertas seis días las « c a t a r a t a s celestes»:

constructores m u y sabios en el arte de medir el suelo, d e p o n e r los las nubes, trabajadoras obedientes, tenían también d e r e c h o á r e p a r a r

materiales y de calcular su resistencia; se desarrolló toda una ciencia sus fuerzas. E l mito creador de la divinidad no p o d í a m e n o s de darle

g e o m é t r i c a c o n g r a n detalles de p r o b l e m a s y de s o l u c i o n e s . Según las mismas costumbres del h o m b r e .


5 o o EL HOMBRE Y LA TIERRA OBSERVACIONES ASTRONÓMICAS 5OI

C o n su" c o r t e j o d e c o n o c i m i e n t o s y d e n o c i o n e s e x a c t a s s o b r e la ficada con recintos q u e p u e d a n c o m p a r a r s e , p o r sus d i m e n s i o n e s , á


d i v i s i ó n d e l e s p a c i o y d e l t i e m p o , e l arte d e r e m o v e r la t i e r r a y de las de Babilonia. I m a g í n e s e , en e f e c t o , una muralla e x t e r i o r de u n o s
a m o n t o n a r los l a d r i l l o s en q u e los C a l d e o s habían adelantado tanto, 90 k i l ó m e t r o s d e d e s a r r o l l o , una altura de IO m e t r o s c o n un e s p e s o r
l e s i n s p i r ó u n g r a n o r g u l l o ; el G é n e s i s , r e f l e j a n d o ese e s t a d o d e su d e 30, y 200 t o r r e s d o m i n a n d o el parapeto del muro. Al Norte
ánimo, refiere que los Constructores de Babel e l e v a n d o sus t o r r e s c e r r a b a las i n m e d i a c i o n e s d e B a b i l o n i a un p r i m e r obstáculo bajo la
hasta l o s c i e l o s , tenían l a a m b i c i ó n p o r m ó v i l p r i n c i p a l : q u e r í a n q u e forma de una muralla y d e su f o s o , c o r t a n d o p o r c o m p l e t o la p e n í n -
su n o m b r e f u e s e r e p e t i d o por toda la T i e r r a , y lo f u é e n efecto, sula en una a n c h u r a de más d e too kilómetros entre los dos ríos

d lnterÍ °r d d es Pacío u ^ano y de sus campiñas, bastante


e x t e n s a s para suministrar el a l i m e n t o de los habitantes durante el
i , ^ / ' ' V: sitio, se d e s a r r o l l a b a n o t r o s recintos p a r a l e l a m e n t e á los del e x t e r i o r
y hacían* q u e la c i u d a d f u e r a a b s o l u t a m e n t e i n e x p u g n a b l e : e n efecto
no fue j a m á s tomada más q u e p o r traición ó á consecuencia dei
a b s o l u t o d e s c u i d o de sus habitantes, que demasiado seguros de la
i m p o s i b i l i d a d de un a t a q u e n o v i g i l a b a n p o r el l a d o del río Ase-
g u r a d o s contra e n e m i g o s e x t e r i o r e s p o r las p r o d i g i o s a s murallas de
B a b i l o n i a , los r e y e s estaban también garantidos contra todo ataque
d e sus s ú b d i t o s p o r la c i n d a d e l a interior q u e t o c a b a las dos orillas
del no, y q u e p o r un túnel p o d í a l a n z a r su g u a r n i c i ó n s o b r e la una
o s o b r e la otra de a m b a s orillas. C i e r t a m e n t e q u e B a b i l o n i a , ni más
m m e n o s q u e las otras c i u d a d e s , n o p u d o e v i t a r su destino; p e r o los
anales n o citan ninguna i n s u r r e c c i ó n del p u e b l o , y , durante siglos,

RECONSTITUCIÓN DE LA TORRE DE BABEL los e n e m i g o s e x t r a n j e r o s se d e t u v i e r o n a n t e sus m u r o s . Todo ello


f u e o b r a del l a d r i l l o , y, como dice von Ihering, « E l ladrillo es la
Seoún la descripción de Herodoto, el templo de Bel se elevaba sobre la séptima Plataforma
de la T o r r e de las Lenguas, á .89 metros de altura sobre la llanura. El actual montón de p i e d r a a n g u l a r d e l mundo b a b i l ó n i c o ».
ruinas Representado en la página 499 forma un cerro de 7 > o metros de c r c u n f e r e n c a
y 6 5 d e a U u r a . d o m i nado p í r u n p í a ? de ladrillos, de una decena de metros, que .es el á n -
guio de una de las terrazas primitivas. ( F r . K a u l e n . )
E l a r t e d e edificar y el d e c a v a r , con sus c o n s e c u e n c i a s cientí-
ficas tan i m p o r t a n t e s : m e d i d a d e l s u e l o , es d e c i r , g e o m e t r í a , y m e d i d a
p o r q u e el C r e a d o r e n v i d i o s o d e su g l o r i a , d e s c e n d i ó ^presamente d e l t i e m p o r e g u l a d a p o r las horas de t r a b a j o y los d í a s de d e s c a n s o
d e l c i e l o para c o n f u n d i r sus l e n g u a j e s y hacer que cesara e l b u e n halló su c o m p l e m e n t o en e l a r t e de la n a v e g a c i ó n , no m e n o s c r e a d o r

acuerdo. en los a n a l e s del saber, p u e s t o q u e se le d e b e n casi p o r completo


Rivales de Dios, puesto q u e q u e r í a n e l e v a r sus t o r r e s hasta l a s los c o n o c i m i e n t o s a s t r o n ó m i c o s . *
m a n s i o n e s eternas, l o s B a b i l o n i o s e x c e d i e r o n en t o d o caso á l a h u m a -
E n la é p o c a en q u e s e admitía q u e cada n a c i ó n , creada e s p e c i a l -
nidad e n t e r a p o r l a s p r o p o r c i o n e s d e murallas d e d e f e n s a : p a r e c e q u e mente por un d i o s para un d e s t i n o p a r t i c u l a r , nacía con cualidades
ni a ú n en n u e s t r o s días, en n u e s t r o s p u e b l o s militares q u e d i s p o n e n o r i g i n a l e s i n d e p e n d i e n t e s del medio, se d e c í a q u e l o s C a l d e o s habían
d e un e n o r m e p r e s u p u e s t o , d e un p e r s o n a l tan g r a n d e d e s o l d a d o s y l l e g a d o á ser más h á b i l e s q u e t o d o s los o t r o s p u e b l o s en el a r t e de
d e u n a industria tan p o d e r o s a , p u e d a hallarse u n a s o l a c i u d a d f o r t i - o b s e r v a r las estrellas. D e s p u é s , c u a n d o s e sintió la n e c e s i d a d d e in-
1-125
es madre de la ciencia, y , á causa de q u e los marinos d e Babilo-
nia tenían la más urgente necesidad de hallar un p u n t o fijo en el
c i e l o , descubrieron el p o l o celeste, o b s e r v a r o n la rotación aparente
de la b ó v e d a estrellada con sus diversas constelaciones guardando
siempre sus distancias relativas, y aprendieron á c o n o c e r los p l a n e -
tas ó astros e r r a n t e s ; se hicieron a s t r ó n o m o s p o r q u e eran marinos,
y los Fenicios fueron sus discípulos. Es verdad que después,
cuando la opresión h u b o aniquilado toda iniciativa en las p o b l a c i o -
nes de la Mesopotamia, los discípulos, que habían e m i g r a d o desde
el a r c h i p i é l a g o de
Bahrein hacia las cos- CÓMO COMPRENDÍAN EL MUNDO LOS ANTIGUOS

tas de Siria y tomado


p o r c a m p o de acción
el más e x t e n s o de los
cinco mares q u e cono-
cían, se convirtieron en
maestros ; unos r e y e s
de A s i r í a y el con-
BAB1L (PUERTA DE DIOS) SOBRE EL EUFRATES quistador Alejandro
Dibujo de G. Roux, de una fotografía.
hicieron e q u i p a r bar-
Macizo de ladrillos de .8o metros de lado y de 4 5 de alto; resto probable de los jardines
suspendidos, construidos por Nabucodònosor. ( F r . Kaulen.)
cos por marinos de
Tiro y de Sidón 1 ;
pero la misma marcha
v e s t i g a r la causa de ese n o t a b l e p r i v i l e g i o , p r e t e n d i ó hallarse en el
de la civilización en Según Hommel.
estado social de las p o b l a c i o n e s c a l d e a s : se dijo q u e los pastores
de la r e g i ó n de los ríos, que pasaban la noche b a j o un cielo claro la cuenca del Mediterráneo cambiaba forzosamente de l u g a r los cen-
y frecuentemente tibio, al lado de sus rebaños, tenían muchas oca- tros de actividad mental y material.

siones de estudiar la c ú p u l a celeste, y q u e de ello se habían apro- Por l o demás, los documentos están á la vista. S e g ú n las in-
vechado para l e e r en ella los s i g n o s indicadores del cambio de las vestigaciones de O p p e r t s o b r e las inscripciones asirías, p u e d e afir-
estaciones. marse q u e los a s t r ó n o m o s de la C a l d e a habían h e c h o o b s e r v a c i o n e s
Pero el a r g u m e n t o no está de acuerdo con la v e r d a d histórica: seguidas sobre la luna, el sol y las estrellas errantes durante un
los C a l d e o s civilizados, a g r u p a d o s en ciudades p o p u l o s a s , no eran espacio de tiempo considerable y habían c o n s i g n a d o la repetición de
pastores y debían su desarrollo intelectual á sus costumbres a g r í c o l a s los eclipses p o r g r u p o s regulares. Conocían m u y bien el p e r í o d o de
y sedentarias. L o s p u e b l o s de sus i n m e d i a c i o n e s , Árabes y Tu- 223 lunaciones, - 18 años n días, el Saras y hasta habían obser-
ramos, que eran pastores nómadas, h u b i e r a n sido en ese caso mu- v a d o uno cien veces mayor i8o5 años ó 22325 lunaciones, c o m o la
cho más f a v o r e c i d o s en sus estudios del c i e l o ; p e r o n o , la necesidad
es la madre de la industria en la más alta acepción de la p a l a b r a ; Friedrich Delitzsch, Wo lag das Parodies? p. 70.
se haya anticipado á los conocimientos de t o d o s los otros pueblos
medida d e la v u e l t a normal de los eclipses al mismo orden. El
r e l a t i v a m e n t e á las d i v i s i o n e s del t i e m p o , s e g u i d a s p o r e l m o v i m i e n t o
e c l i p s e e s c o g i d o c o m o p u n t o inicial d e uno de esos ciclos, especial-
de los astros. E l t r a y e c t o m e d i o d i a r i o d e la luna "sobre la circun-
mente mencionado, nos retrotrae á 13442 años antes d e l año 1900
ferencia d e la esfera celeste, r e g u l a r m e n t e c a l c u l a d o , coincidía exac-
tamente con el de 13° 10' 3 5" que han hallado los matemáticos
N.° 92. Los cinco Mares.
modernos

E l año era conocido en su v e r d a d e r a duración, y a u n q u e , la


división anual comprendiese solamente 360 días, no se descuidaba
intercalar un m e s s u p l e m e n t a r i o en las é p o c a s necesarias p a r a res-
t a b l e c e r el e q u i l i b r i o m e d i o . L o s astrónomos c a l d e o s describían las
manchas d e l s o l y h a b l a b a n del c r e c i m i e n t o y del decrecimiento de
la luz o b s e r v a d o s en l o s p l a n e t a s ; o b s e r v a b a n los a s t r o s de núcleo
y de c o l a y poseían esferas s o b r e las c u a l e s habían g r a b a d o las es-
trellas p o r g r u p o s y c o n s t e l a c i o n e s , e s c r i b i e n d o así s o b r e el c i e l o en
c a r a c t e r e s q u e les p a r e c í a n i n m u t a b l e s ». H a b í a n i n v e n t a d o los sig-
n o s del z o d í a c o ; y la i d e n t i d a d de formas, la a n a l o g í a d e l o s s í m -
b o l o s q u e se r e v e l a n sin n i n g u n a e s p e c i e de c o n t e s t a c i ó n p o s i b l e en
t o d o s l o s z o d í a c o s d e las o t r a s c o m a r c a s , de E g i p t o y d e l o s p a í s e s
e u r o p e o s , lo mismo q u e d e la I n d i a , d e Camboya y de la China,
prueban q u e las o b s e r v a c i o n e s astronómicas hechas por los sabios
d e C a l d e a c o n s t i t u y e n el e l e m e n t o p r i m i t i v o d e t o d o s l o s c í r c u l o s d e
s i g n o s z o d i a c a l e s e x i s t e n t e s en el M u n d o A n t i g u o . E l estudio de esos
d o c u m e n t o s e s t a b l e c e t a m b i é n q u e en la é p o c a en q u e fueron cons-
truidos los p r i m e r o s z o d í a c o s , el sol s e hallaba en el s i g n o del T o r o
en el e q u i n o c c i o de p r i m a v e r a , puesto q u e la constelación de ese
nombre ocupaba el primer lugar. Hace, pues, 61 s i g l o s q u e el sol
entró en ese s i g n o y 40 q u e pasó al signo siguiente: conclúyese
naturalmente que la cintura simbólica había sido i m a g i n a d a en su
•: 1 e 0 0 0 000
c o n j u n t o p o r l o s C a l d e o s á l o m e n o s c u a t r o mil a ñ o s a n t e s d e nues-
7 5 0 kil.
tros días, l o que supone además que hubieron de preceder largos
períodos de preparación científica \
d e la e r a usual de los cristianos, y s e a d m i t e q u e esta f e c h a co-
rresponde á una c o i n c i d e n c i a e n t r e un e c l i p s e solar y la aparición L a s i n v e s t i g a c i o n e s d e esta i m p o r t a n c i a e x i g í a n un p e r s o n a l c o n -
s i d e r a b l e , p o r lo q u e c a d a ciudad tenía su o b s e r v a t o r i o y publicaba
d e la estrella Sirio
Como quiera que sea, n o p u e d e d u d a r s e q u e la ciencia c a l d e a 1 Fr. Kaulen, Assyrien und Dabylonien, p. 174.
5 Hommel, Aufscvt^e und Abhandlungen.
1 Jules Oppert, sAcadémie de Inscriptions et Belles-Lettres, sesión del 12 Septiembre 3 Adhémar Leclére, Revue Scientifique, 16, X, 1897, p. 481.
de 1884.
I - 126

» »
ZODÍACO, SISTEMA DECIMAL

sus e f e m é r i d e s , como l o hacen en l a actualidad los g r a n d e s esta- naciones para una extensión m u y considerable del M u n d o Antiguo.
blecimientos científicos. No hay duda que las combinaciones de la Por el c ó d i g o de H a m m u r a b i v e m o s
a s t r o l o g í a para la predicción de la b u e n a ó mala suerte acabaron q u e el comercio estaba en manos de
p o r entrar en g r a n parte en la tarea de los o b s e r v a d o r e s , p e r o la ricos capitalistas ó b a n q u e r o s que, l o
ciencia p r o p i a m e n t e dicha sacó de ella elementos de p r o g r e s o : los mismo q u e en nuestros días, dirigían
problemas de g e o m e t r í a encontraban su solución y los prácticos se desde arriba sus o p e r a c i o n e s y de-
aventuraban á la construcción de mapas y planos, d o c u m e n t o s v e n e r a - jaban el detalle de las mismas á la
bles c u y o s restos se encuentran todavía en nuestros m u s e o s . Pro- discreción dé a g e n t e s . Los comer-
vista de esas e n o r m e s adquisiciones científicas, p a r e c e que Caldea ciantes acudían desde m u y lejos, de
hubiera debido conservar el p r i v i l e g i o de suministrar á la historia comarcas á donde se llegaba tras
la fecha inicial para la medida de las edades de la humanidad. Una meses ó años de. v i a j e , y había tran-
de esas e r a s , la de N a b o n a s a r , según la c u a l el año vulgar 1901 sacciones que no se terminaban sino
llevaría el número de orden 2648, se m e n c i o n a siempre en los c a l e n - d e s p u é s de idas y venidas entre los
darios u s u a l e s . dos países, de origen y de consumo.

L o s habitantes de la Potamia r e g u l a b a n las divisiones de su tiempo E l régimen del c a m b i o debía, pues,

p o r d o c e y por siete, c o m o l o atestiguan los meses y las semanas, desarrollarse en m e d i o de esos

p e r o conocían también la división p o r d i e z , y á e l l o s , no á l o s A r a - bres de toda l e n g u a y de toda raza,

b e s , que sólo fueron simples v u l g a r i z a d o r e s , hay q u e remontar el ofreciendo á todos g a r a n t í a s positi-

«sistema decimal». Un abaco ó tabla decimal c o n s e r v a d a por un v a s desde el p u n t o de vista j u r í d i c o .

erudito del R e n a c i m i e n t o , V a l e r i a n o B o l s a n i , en su libro De sacris T o d a s las instituciones de derecho

JEgyptiorum litteris, s ó l o contiene s i g n o s en todo semejantes á los q u e nuestras sociedades modernas

caracteres cuneiformes d e las inscripciones ninivitas y babilónicas; imaginan haber inventado, eran

preciso es v e r en él un v e r d a d e r o m o n u m e n t o c a l d e o , y hasta puede y a conocidas p o r los Caldeos:

p r e g u n t a r s e si acaso la tablita cuadrada q u e r e p o s a s o b r e las rodillas celebraban contratos de socie-

de la estatua del rey G u d e a , teniendo en sus manos u n a r e g l a y un dad y de matrimonios, practica-

c o m p á s , representa a q u e l a n t i g u o a b a c o de numeración d e c i m a l , que ban las hipotecas y las fianzas,

es la más preciada herencia científica l e g a d a por los antiguos 1 . utilizaban los metales c o m o m e -

E n cuanto al s i g n o de la c o m a , t o d a v í a utilizado en nuestro sistema dio de cambio, y sabían reem-

de n u m e r a c i ó n , es un carácter puramente cuneiforme no modificado. plazarles p o r una orden de p a g o ,


frecuentemente muy pesado,

L a s felices condiciones del medio, suelo, clima, a g u a s corrientes, p e r o de transporte m u c h o me-

mar n a v e g a b l e y vientos regulares, que dieron al país de los' ríos n o s p e l i g r o s o , en caso de r o b o ,

tantas y tan v a r i a d a s ventajas, entre otras el i m p u l s o del espíritu cual la stparía ó p o d e r , q u e era OBELISCO D e l rey Manichtüsü

Título de propiedad que data de 5 7 siglos.


científico, hicieron también de B a b i l o n i a el m e r c a d o central de las una placa de arcilla s o b r e la cual
(Museo del Louvre).

i R . Astier, Congrés des Sociétés savantes, T o l o s a , 1 8 9 9 ; Revue identifique, n Abril


se escribía con un estilo la orden de p a g o y después se endurecía
1 8 9 9 , ps. 5 o i y 5O2. al h o r n o .
5o8 EL HOMBRE Y LA TIERRA
COMERCIO, LITERATURA

Todos esos medios de cambio se hallaban singularmente faci-


tura, y l o s sabios e s p e r a n confiadamente
litados por el g r a n descubrimiento de la escritura, materialización
el día en q u e l a s a n t i g u a s b i b l i o t e c a s de
directa y libre c o m u n i c a c i ó n del pensamiento. Los Akkadios, esos
la P o t a m i a sean s u f i c i e n t e m e n t e explora-
T u r a n i o s q u e fundaron las p r i m e r a s c i u d a d e s en la l l a n u r a b a j a d e la
das y c o m p u l s a d a s p a r a q u e la historia de
Mesopotamia, g r a b a b a n y a sus i n s c r i p c i o n e s s e t e n t a s i g l o s a n t e s d e
esas c o m a r c a s les sea c o n o c i d a , c i n c u e n t a
la é p o c a a c t u a l . L a l e y e n d a d e l d i l u v i o , tal c o m o la refiere B e r o s o ,
s i g l o s antes d e nuestros días, en t o d o s sus
atestigua el respeto que los Babilonios profesaban y a á los libros
detalles y más c l a r a m e n t e q u e la de G r e c i a
en l o s o r í g e n e s d e la historia. L a primera recomendación hecha á
d e a n t e s d e las g u e r r a s m é d i c a s y q u e la
Z i s u t h r o s en p r e v i s i ó n del g r a n c a t a c l i s m o , f u é q u e t o m a r a el prin-
de R o m a a n t e r i o r á S c i p i o n
cipio, el m e d i o y el fin de t o d o l o q u e h a b í a s i d o c o n s i g n a d o por
L a primera forma de los caracteres
e s c r i t o y l o e n t e r r a r a b a j o la c i u d a d del S o l , S i p p a r a . E n tanto q u e
trazados, e s t a m p a d o s ó g r a b a d o s s o b r e l o s
la misma l e y e n d a d e la i n u n d a c i ó n universal, reproducida por los
d i v e r s o s materiales c o n s e r v a d o s en las bi-
Hebreos, sólo menciona las p r e c a u c i o n e s necesarias p a r a la p e r p e -
b l i o t e c a s d e las c i u d a d e s caldeas, fué cier-
t u a c i ó n d e las e s p e c i e s a n i m a l e s , el r e l a t o de B e r o s o señala a n t e t o d o
tamente una reproducción ideal de los
la solicitud del Dios salvador para la p r e s e r v a c i ó n de los tesoros
objetos, análoga á los jeroglíficos, y mien-
del pensamiento. P o r l o d e m á s , el m i s m o mito d e la c r e a c i ó n impli-
tras e s e m o d o d e escritura s i r v i ó p a r a la
- c a b a e n t r e l o s B a b i l o n i o s el n a c i m i e n t o d e l o s l i b r o s c o m o necesario
t r a d u c c i ó n d e las ideas á los individuos,
a l del h o m b r e . E r i d u f u é edificada en t o d a su bella o r d e n a c i ó n de
sacerdotes, funcionarios ú otros pertene-
r i q u e z a , es d e c i r , con sus o b s e r v a t o r i o s y sus c o l e c c i o n e s d e tablillas
c i e n t e s á una m i s m a nación y q u e h a b l a -
antes d e q u e « f u e s e s e m b r a d a en ella la semilla d é l a humanidad»
ban la misma l e n g u a , n o p a r e c i ó n e c e s a r i o
F u é tan l a r g o el p e r í o d o d e d e s a r r o l l o científico antes d e los t i e m p o s
cambiarle; pero no tardarían en darse
en q u e la h i s t o r i a c o m i e n z a á p r e c i s a r s e p a r a n o s o t r o s , q u e n o p o d í a
c u e n t a q u e d e p u e b l o á p u e b l o , de A k k a -
entonces imaginarse una época anterior á la d e l o s libros. Cada
d i o s á S e m i t a s , la t r a d u c c i ó n de las figuras
c i u d a d rivalizaba c o n o r g u l l o c o m o c e n t r o literario. Uruk ó Warka
se hacía en c a d a l e n g u a p o r p a l a b r a s d i -
en C a l d e a — el E r e k h d e la B i b l i a y el Orchoé de los geógrafos
ferentes, y q u e la r e p r o d u c c i ó n hablada
G r i e g o s , — f u é t a m b i é n , c o m o S i p p a r a , u n a « c i u d a d d e los libros»;
d e los n o m b r e s p r o p i o s y d e las f o r m a s
Chargina había fundado una b i b l i o t e c a en Nippur; allí f u é donde
l i t ú r g i c a s s e hacía i m p o s i b l e p o r esa cau-
A s s u r b a n i p a l hizo c o p i a r la m a y o r p a r t e d e los t e x t o s d e s t i n a d o s á
sa : fué p r e c i s o , p u e s , añadir á los j e r o
l o s a n a l e s del p a l a c i o de N í n i v e , y c u y o contenido c u b r i r í a más de
g l í f i c o s s i g n o s c o m p l e m e n t a r i o s para
5oo volúmenes de 5oo p á g i n a s en 4. 0 de la forma de los libros
e x p r e s a r sílabas, l e t r a s ó hasta sus-
modernos i.
tituir á la a n t i g u a escritura un n u e v o
Cuanto más l e j o s nos r e m o n t a m o s en el p a s a d o , mayor es la m o d o de figuración e n t e r a m e n t e silá-
antigüedad que los documentos indican p a r a e l o r i g e n d e la e s c r i - b i c a ó a l f a b é t i c a . E s a s modificaciones
CÓDiGO DE LEYES DEL PEY HAMMURABI

Data de cerca de 40 siglos.


s e i n t r o d u j e r o n , en e f e c t o , s u c e s i v a -
» A. Loisy, Les Mythes babyloniens, p. 63, passim. (Museo del Louvre),
* Fr. Lenormant, Les premières Civilisations, t. II. — Hilprecht, Fouilles de Nippur.—
E. Nys, Revue de Droit international et de Législation comparée.
4 Hugo W i n c k l e r , Die Vœlker Vorder-Asiens.

I — 127
m e n t e en l o s c a r a c t e r e s c a l d e o s durante los s i g l o s p o s t e r i o r e s á la N.° 93. Antiguas ciudades de la Caldea

civilización akkadia, á t r a v é s de las e d a d e s babilónicas, asirías y

persas.
Los materiales empleados como tablillas y l o s m o d o s d e escri-
tura c a m b i a r o n t a m b i é n d u r a n t e el c u r s o d e l t i e m p o . Q u i z á se di-
bujaron ó se pintaron las letras s o b r e m a d e r a ; en t o d o caso hubo
u n t i e m p o en q u e se les i m p r i m í a s o b r e arcilla fresca, y L o f t u s en-
contró en las excavaciones de Uruk dos tablillas con la misma
inscripción, una estampada y otra g r a b a d a Este último método
f u é el p r e d o m i n a n t e , y todos los documentos e s c r i t o s de aquellas
antiguas épocas que poseen nuestros museos contienen caracteres
grabados en forma de c l a v o s p o r estilos q u e habían mordido pro-
31° -
f u n d a m e n t e en el ladrillo d u r o . U n a v e z más son l o s materiales los
q u e d e t e r m i n a n el m o d o d e e j e c u c i ó n : la escritura d e l o s Babilonios
t o m ó esta rara a p a r e n c i a c u n e i f o r m e p o r q u e e l l a d r i l l o era el único
objeto cómodo que-se tuvo á mano y p o r q u e hubiera sido difícil
g r a b a r en él c u r v a s , s i e n d o la r a y a firme y recta q u e se fija brus-
c a m e n t e en la p a s t a e l r a s g o más c ó m o d o que podía hacerse.
D e b i d o á m a r a v i l l a s d e i n v e s t i g a c i ó n , d e sabia industria y s a g a -
cidad, los Grotefend, los Rawlinson, l o s O p p e r t , los S m i t h y otros
han l o g r a d o descifrar las i n s c r i p c i o n e s c u n e i f o r m e s d e los A k k a d i o s
28°fc
E.deGr. 1
y de los Asirios, de los M e d a s y de l o s Persas, y el m é r i t o de - a6°30'

esos hombres nos parece tanto m a y o r cuanto q u e los e s c r i b a s de


N a b u c o d o n o s o r y de D a r í o t r o p e z a r í a n con g r a n d e s dificultades p a r a I : 4500 000

hallar el sentido d e las a n t i g u a s c a r t a s . E n miles d e a ñ o s , d u r a n t e l o s 300 Kil.


cuales la nación c a m b i ó d e l e n g u a y se s u c e d i e r o n s o b r e el mismo AGADE y la Sefarvaim bíblica.
SIPPAR,
NIPPUR, Nophar, actualmente Niffer.
A R I C A D ' Durkurgalzu, actualmente Aberkuf.
t r o n o las dinastías d e familias e n e m i g a s , la redacción p r i m i t i v a de los SIRPULA, Sirtella, Sirgula, Z e r g h u b (?), actual-
E R I D U , Ea Nunki, actualmente A b u Chabrein.
mente T e l l L o h .
K U T I , actualmente T e l l Ibrahim.
a n a l e s h u b i e r a l l e g a d o á ser i n c o m p r e n s i b l e si los r e d a c t o r e s dedica- UR, Sin, actualmente Mugheir.
L A R S A M , Sinear, actualmente Senkereh.
U R U K , Unu, Erekh, Orchoe, Warka.
d o s al s e r v i c i o d e las b i b l i o t e c a s no se h u b i e r a n c u i d a d o de h a c e r su
t r a d u c c i ó n en las f o r m a s semíticas m o d e r n a s , aun c o n s e r v a n d o acá y » ^ ( Í formarían^un'segundé dcto ^ "
acullá a r c a í s m o s de c a r á c t e r religioso." Sin embargo, los documentos estas mismas d Ur, Larsam, Babilonia etc ' 'q ' Pediendo
g y N ppur
El litoral del golfo Pérsico se hall'*trazado aproximadamente según J. de Morgan.
no t r a d u c i d o s a g r e g a d o s á a q u e l l o s en q u e l o s s a c e r d o t e s , en v i s t a d e l
ejercicio misterioso de su p o d e r , trataban d e e x p r e s a r s e en un l e n -
d e los s o b e r a n o s , q u e a m e n a z a b a n h u n d i r l o s . F u é n e c e s a r i o crear t o d o
g u a j e i g n o r a d o d e l v u l g o , c o n s t i t u í a n tales m o n t o n e s en l o s palacios
un arsenal d e g r a m á t i c a s , d e l é x i c o s , de c u a d r o s p a r a la i n t e r p r e t a c i ó n

1 L o f t u s ; F r . Kaulen, Assyriett und Babylonien, ps. 89 y 108. « En este mapa, en vez de Kerkha (lefnmerre), debe leerse Kerkha (Seínmerre).
m e n t e en l o s c a r a c t e r e s c a l d e o s durante los s i g l o s p o s t e r i o r e s á la N.° 93. Antiguas ciudades de la Caldea

civilización akkadia, á t r a v é s de las e d a d e s babilónicas, asirías y

persas.
Los materiales empleados como tablillas y l o s m o d o s d e escri-
tura c a m b i a r o n t a m b i é n d u r a n t e el c u r s o d e l t i e m p o . Q u i z á se di-
bujaron ó se pintaron las letras s o b r e m a d e r a ; en t o d o caso hubo
u n t i e m p o en q u e se les i m p r i m í a s o b r e arcilla fresca, y L o f t u s en-
contró en las excavaciones de Uruk dos tablillas con la misma
inscripción, una estampada y otra g r a b a d a \ Este último método
f u é el p r e d o m i n a n t e , y todos los documentos e s c r i t o s de aquellas
antiguas épocas que poseen nuestros museos contienen caracteres
grabados en forma de c l a v o s p o r estilos q u e habían mordido pro-
31° -
f u n d a m e n t e en el ladrillo d u r o . U n a v e z más son l o s materiales los
q u e d e t e r m i n a n el m o d o d e e j e c u c i ó n : la escritura d e l o s Babilonios
t o m ó esta rara a p a r e n c i a c u n e i f o r m e p o r q u e e l l a d r i l l o era el único
objeto cómodo que-se tuvo á mano y p o r q u e hubiera sido difícil
g r a b a r en él c u r v a s , s i e n d o la r a y a firme y recta q u e se fija brus-
c a m e n t e en la p a s t a e l r a s g o más c ó m o d o que podía hacerse.
D e b i d o á m a r a v i l l a s d e i n v e s t i g a c i ó n , d e sabia industria y s a g a -
cidad, los Grotefend, los Rawlinson, l o s O p p e r t , los S m i t h y otros
han l o g r a d o descifrar las i n s c r i p c i o n e s c u n e i f o r m e s d e los A k k a d i o s
28°fc
E.deGr. 1
y de los Asirios, de los M e d a s y de l o s Persas, y el m é r i t o de - a6°30'

esos hombres nos parece tanto m a y o r cuanto q u e los e s c r i b a s de


N a b u c o d o n o s o r y de D a r í o t r o p e z a r í a n con g r a n d e s dificultades p a r a I : 4500 000

hallar el sentido d e las a n t i g u a s c a r t a s . E n miles d e a ñ o s , d u r a n t e l o s 300 Kil.


cuales la nación c a m b i ó d e l e n g u a y se s u c e d i e r o n s o b r e el mismo AGADE y SIPPAR, la Sefarvaim bíblica.
NIPPUR, Nophar, actualmente Niffer.
A R I C A D ' Durkurgalzu, actualmente Aberkuf.
t r o n o las dinastías d e familias e n e m i g a s , la redacción p r i m i t i v a de los S.RPULA, Sirtella, Sirgula, Z e r g h u b (?), actual-
E R I D U , Ea Nunki, actualmente A b u Chabrein.

K U T I , actualmente T e l l Ibrahim.
mente T e l l L o h .
a n a l e s h u b i e r a l l e g a d o á ser i n c o m p r e n s i b l e si los r e d a c t o r e s dedica- UR, Sin, actualmente Mugheir.
L A R S A M , Sinear, actualmente Senkereh.
U R U K , Unu, Erekh, Orchoe, Warka.
d o s al s e r v i c i o d e las b i b l i o t e c a s no se h u b i e r a n c u i d a d o de h a c e r su
t r a d u c c i ó n en las f o r m a s semíticas m o d e r n a s , aun c o n s e r v a n d o acá y » ^ ( í rr:üemAtdeede r p h i s en Egipto-
acullá a r c a í s m o s de c a r á c t e r religioso." Sin embargo, los documentos estasElmismas d Ur, Larsam, Babilonia
se h a l l ' *etc
t r a í d o aproximadamente ' según
y N'ppur'
J. de PMorgan.
ediendo
q g
litoral del golfo Pérsico
no t r a d u c i d o s a g r e g a d o s á a q u e l l o s en q u e l o s s a c e r d o t e s , en v i s t a d e l
ejercicio misterioso de su p o d e r , trataban d e e x p r e s a r s e en un l e n -
d e los s o b e r a n o s , q u e a m e n a z a b a n h u n d i r l o s . F u é n e c e s a r i o crear t o d o
g u a j e i g n o r a d o d e l v u l g o , c o n s t i t u í a n tales m o n t o n e s en l o s palacios
un arsenal d e g r a m á t i c a s , d e l é x i c o s , de c u a d r o s p a r a la i n t e r p r e t a c i ó n

1 L o f t u s ; F r . Kaulen, Assyriett und Babylonien, ps. 89 y 108. « En este mapa, en vez de Kerkha (lefnmerre), debe leerse Kerkha (Seínmerre).
EL HOMBRE Y LA TIERRA
BIBLIOTECAS

d e l a s escrituras a n t i g u a s : esta clase de o b r a s e x p l i c a t i v a s constituye


la mitad d e la l i t e r a t u r a asiría. más p r o t e g i d a q u e l o está adn en d i f e r e n t e s p a í s e s ; s u independencia
e s t a b a g a r a n t i d a en
L a estadística del catastro,
cierto n ú m e r o de c a -
las r e l a c i o n e s d e t a l l a d a s so-
s o s ; su a j u a r , c u a n d o
b r e la e x t e n s i ó n y s o b r e l o s
s e casaba, era el p r e -
rendimientos de las tierras
cio p o r e l q u e renun-
cultivadas, los estados anua-
ciaba á la s u c e s i ó n
les d e l g a n a d o y ó t r o s ele-
paterna Por últi-
mentos del impuesto
m o , la t e o l o g í a no
constituyen una parte
e x i s t í a en la r e c o p i l a -
c o n s i d e r a b l e d e e s o s pro-
ción de Hammurabi,
d i g i o s o s m o n t o n e s de li-
m u y diferente en e s t o
b r o s , q u e o c u p a b a n más
d e las p r e s c r i p c i o n e s
sitio en los p a l a c i o s q u e
judaicas dictadas al-
los mismos habitantes.
g u n o s centenares de
L a m a n í a d e l l i b r o má-
años después, aunque
gico oficial roía y a el
c l a r a m e n t e inspiradas
Estado babilónico, si-
e n las l e y e s babiló-
g l o s antes q u e comen-
nicas
zase la a c c i ó n de G r e c i a .
Por contravencio-
E l código de Hammu-
nes c o m e r c i a l e s el có-
rabi proyecta viva luz
digo caldeo castigaba
s o b r e la s o c i e d a d c a l d e a .
al patrón dos veces
E s c i e r t o q u e las pres-
más q u e a l d e p e n d i e n -
c r i p c i o n e s penales son en
te ; en c a s o d e g o l p e s
él s e v e r a s : a d m i t e el de-
y heridas la i n d e m n i -
r e c h o del talión, c a s t i g a
zación q u e h a b í a q u e
con la m u e r t e simples
p a g a r a l a r t e s a n o era
ofensas, inflige la mutila-
más elevada que la
ción para ciertos c r í m e -
LA. P I E D R A . D E TAK-KERSA
q u e la l e y concedía EL VASO DE XERXES
nes especiales; la p r u e b a
Descubierta á una jornada de Nínive.
p o r el a g u a fría decide
al n o b l e . La misión
sSm&x&xsxgaarit
del médico estaba pre-
en él entre el i n o c e n t e y el c u l p a b l e . Sin embargo, parece humano
c o m p a r a d o con a l g u n a s d e n u e s t r a s l e g i s l a c i o n e s m o d e r n a s : la situación
vista, también las del S l i p i S S S v S
d e l e s c l a v o h e b r e o e r a m u c h o menos d u r a , h a c e 4000 a ñ o s , q u e l a del a r q u i t e c t o , d e l b a r q u e r o y hasta la de la « s a c e r d o t i s a n o c l a u s u r a d a » .
n e g r o antes d e la g u e r r a d e S e c e s i ó n . T a m b i é n la m u j e r estaba m u c h o 1 Dareste, Journal des Savants.
> Chilperic Edwards, The Hammurabi Code and the Sinailic Legislation.
I - 128

11 ^'HMimi.ffraiT
Estas l e y e s , q u e s e g u r a m e n t e existirían c o m o costumbres antes dioses vecinos, el centro de cultura subió p o c o á p o c o hacia el N o r t e

de haber sido p r o m u l g a d a s , s u p o n e n una g r a n p o b l a c i ó n sedentaria y halló su p u n t o de m a y o r estabilidad en el sitio d o n d e los dos ríos,

para la q u e la escritura era de uso corriente, entre la q u e el arte T i g r i s y Eufrates, a p r o x i m a n sus corrientes y entremezclan sus ca-

de edificar y la n a v e g a c i ó n tenían g r a n importancia y en la q u e , nales. A l l í se edificó aquella Babel, que, entre todas las ciudades

finalmente, la agricultura estaba basada s o b r e un amplio sistema de del mundo, conservó p o r más t i e m p o el dominio p o l í t i c o s o b r e v a s -
tos imperios. Sin e m b a r g o , durante las numerosas g e n e r a c i o n e s q u e
riegos.
E n esas comarcas de tierras f e c u n d a s , tan felizmente dispuestas se sucedieron b a j o el p o d e r de los s o b e r a n o s de Babilonia, l a p o d e -

reunión y de cambio entre los rosa metrópoli tuvo ciertamente que sufrir grandes vicisitudes á
c o m o l u g a r e s de
ya comenzado la era de los consecuencia de g u e r r a s y r e v o l u c i o n e s , puesto que hacia la é p o c a
pueblos, había
g r a n d í s i m o s imperios en el
t i e m p o de los o r í g e n e s de
la protohistoria.
U n a inscripción de un
t e m p l o de N i p p e r , á la que
los sabios americanos q u e
estudian aquellas ruinas
a t r i b u y e n 8o y hasta 90
siglos, nos dice q u e « M i -
llel, el rey del universo,
había investido á L u g a l del
g o b i e r n o de la tierra . . .
desde la salida del sol hasta
su o c a s o , desde el golfo
FRAGMENTO
Pérsico hasta el mar s u p e -
DE UN PLANO

DE BABILONIA rior, en la q u e el g l o b o de
fuego desciende para su en q u e nació el i m p e r i o de A s s u r , h a c e más de treinta y seis s i g l o s ,
reposo». E n p l e n a mar, l a isla de C h i p r e había l l e g a d o á ser p r o - el más sorprendente m o n u m e n t o de B a b e l , la famosa torre de pisos de
vincia d e ese imperio d o n d e L u g a l tenía « p o d e r s o b r e todas las cosas B o r s i p p a , d e s i g n a d a p o r la tradición b a j o el n o m b r e de « T o r r e de
para h a c e r v i v i r todos los p u e b l o s en paz » 1. las L e n g u a s » , no era y a más q u e una ruina. H e a q u í c ó m o , á este

D e s d e l a llanura meridional d o n d e se .elevaban, p r ó x i m a s las unas respecto, se e x p r e s a un himno, en l e n g u a a k k a d i a , traducido por

á las otras, las p o d e r o s a s ciudades de N i p p e r , U r , Erekh, Eridu y L e n o r m a n t : « E l t e m p l o de las S i e t e L u c e s fué construido p o r el r e y

S i p p a r , cada una de las cuales tenía su dios ó su diosa \ quienes á más a n t i g u o , p e r o no le p u s o la t e c h u m b r e . . . L a s lluvias y las t e m -

semejanza de l o s r e y e s , pretendían v i v i r independientes de todos los pestades hicieron estallar la construcción de adobes, los revestimientos
de ladrillos se a g r i e t a r o n , l o s macizos se derrumbaron en c o l i n a s » .

1 National Society of Geography, 1897, p. 172. .


M á s deteriorada aún estaba la famosa pirámide c u a n d o Nabucodòno-
* P. Jensen, Assyrisch-Babylonische Mythen und Epen, p. 290. - A. Loisy, Les My- sor emprendió la restauración de la torre, destinada á derrumbarse
thes babyloniens, p. 3.
nes d e l M e d i o d í a : la escritura, la in-
d e n u e v o , a u n q u e p e r m a n e c i e n d o c o m o un t e s t i g o p r o d i g i o s o de las
dustria, las a r t e s y las ciencias. Pero
civilizaciones antiguas.
el p o d e r m o n á r q u i c o s e c o n s t i t u y ó allí
H a s t a c e s a n d o d e ser c a p i t a l de la r e g i ó n de los ríos, Babilonia
d e u n a m a n e r a tan f o r m i d a b l e , q u e l o s
c o n t i n u ó c o n s e r v a n d o d u r a n t e s i g l o s , la s u p r e m a c í a v i r t u a l c o m o c i u d a d
sar d e A s i r í a l l e g a r o n á s e r l o s r e p r e -
p o r e x c e l e n c i a d e la industria y del c o m e r c i o . C u a n d o e l centro del
s e n t a n t e s p o r e x c e l e n c i a d e la m o n a r -
p o d e r militar c a m b i ó d e l u g a r d i r i g i é n d o s e h a c i a e l N o r t e p a r a fijarse
q u í a a b s o l u t a . L a s tribus d e m o n t a ñ e s e s
en la c o n f l u e n c i a d e l T i g r i s , y del g r a n Z a b , la c i u d a d c e n t r a l de
q u e d e s c i e n d e n de l o s v a l l e s i n m e d i a t o s
la M e s o p o t a m i a n o p o r eso d e j ó d e e j e r c e r su p o t e n c i a de fascina-
se c o m p o n e n de Kurdos, que ganan
ción sobre los pueblos y los reyes; algunos soberanos de Assur
penosamente su vida como pastores
e s t a b l e c i e r o n allí la s e d e d e l imperio, y con frecuencia hubo revuel-
y - a g r i c u l t o r e s y están s i e m p r e d i s p u e s -
tas, u n a s r e p r i m i d a s y otras v i c t o r i o s a s , q u e s e a p o y a r o n sobre la
tos a l p i l l a j e c u a n d o se p r e s e n t a oca-
c i u d a d f u e r t e , f u n d a d a p o r N e m r o d , el s e m i d i ó s l e g e n d a r i o . Cuando
sión favorable: un jefe de cuadrilla
el e j é r c i t o de C i r o , d e s p u é s de h a b e r d e s v i a d o el c u r s o d e l E u f r a t e s ,
encuentra allí fácilmente degolladores
e n t r ó en B a b i l o n i a c o m o p o r un c a m i n o r e a l , p e n e t r a n d o en el c a u c e
q u e le a c o m p a ñ e n en sus expediciones
seco d e l río, la c i u d a d e r a c a p i t a l d e un r e i n o i n d e p e n d i e n t e . Ni
g u e r r e r a s ; un soberano recluta tantos
aun l o s P e r s a s c o n q u i s t a d o r e s d e s p o j a r o n d e su c o r o n a á la ciudad
mercenarios sin e s c r ú p u l o s c o m o hom-
c o n q u i s t a d a , y la c o l o c a r o n , c o n P e r s é p o l i s y S u z a , en el r a n g o de
b r e s v á l i d o s h a y a en la c o m a r c a . De
las c a p i t a l e s . Después Alejandro, convertido en d u e ñ o del mundo
e s o s e l e m e n t o s se v a l i e r o n l o s r e y e s d e
explorado, d e s d e el mar J ó n i c o y d e l oasis d e J ú p i t e r A m m o n á las
A s i r i a para o r g a n i z a r e j é r c i t o s crueles,
d e s e m b o c a d u r a s del I n d u s , e s c o g i ó este sitio c o m o c e n t r o de su p o d e r
d i s p u e s t o s á la matanza y al incendio.
y p u n t o d e cita p a r a t o d o s los p u e b l o s civilizados. E s verdad que
P u e s en esta r e g i ó n ninivita, d o n d e cada
la ruina c o m e n z ó p o c o t i e m p o d e s p u é s , c u a n d o la residencia d e los
valle c o n v e r g e n t e suministraba el ma-
s o b e r a n o s f u é transferida á a l g u n a distancia, en la c i u d a d n u e v a de
terial d e g u e r r a en carne y h u e s o , u n a
Seleucia; pero ese cambio de lugar sólo tuvo importancia local,
potencia militar como lo fué Assur,
habiendo quedado hasta n u e s t r o s días, el medio geográfico de la
habría podido disponer igualmente de
M e s o p o t a m i a y d e todas las c o m a r c a s q u e d e ella d e p e n d e n , el c e n t r o
t o d o s los r e c u r s o s científicos é i n d u s -
d e las tierras a l u v i a l e s d o n d e se e n t r e m e z c l a n las c o r r i e n t e s d e los
triales q u e le l l e g a b a n del Mediodía;
ríos g e m e l o s . E l n o m b r e de « B a b i l o n i a » se c i e r n e a ú n s o b r e toda
p e r o n o p a r e c e q u e los A s i r i o s hayan
la c o m a r c a , en t a n t o q u e d e s d e el p u n t o d e v i s t a s i m b ó l i c o designa
a ñ a d i d o m u c h o a l t e s o r o de descubri-
todas las c i u d a d e s p o d e r o s a s d o n d e v i e n e n á a m o n t o n a r s e l o s millo-
mientos i m p o r t a d o s d e C a l d e a . ^
nes d e h o m b r e s , q u e traen c o n s i g o la fiebre del saber pero también
el c o n t a g i o del v i c i o . L a s c o n s t r u c c i o n e s d e l o s r e y e s asi-
rios n o t u v i e r o n o t r o o b j e t o q u e la p r o -

C o m p a r a d o a l d e la M e s o p o t a m i a propiamente dicha, el centro secución de la g u e r r a ó la glorificación

d e civilización d o n d e n a c i ó e l i m p e r i o de A s i r i a , falto casi comple- d e su p e r s o n a ; las p r e o c u p a c i o n e s de


ESTATUA DEL REY ASSUR-BAN-I—PAL

tamente de o r i g i n a l i d a d , p u e s t o q u e lo ha r e c i b i d o t o d o d e l a s r e g i o - ciencia y de religión entraron como


(Musco Británico).
I — 129
nes d e l M e d i o d í a : la escritura, la in-
d e n u e v o , a u n q u e p e r m a n e c i e n d o c o m o un t e s t i g o p r o d i g i o s o de las
dustria, las a r t e s y las ciencias. Pero
civilizaciones antiguas.
el p o d e r m o n á r q u i c o s e c o n s t i t u y ó allí
H a s t a c e s a n d o d e ser c a p i t a l de la r e g i ó n de los ríos, Babilonia
d e u n a m a n e r a tan f o r m i d a b l e , q u e l o s
c o n t i n u ó c o n s e r v a n d o d u r a n t e s i g l o s , la s u p r e m a c í a v i r t u a l c o m o c i u d a d
sar d e A s i r i a l l e g a r o n á s e r l o s r e p r e -
p o r e x c e l e n c i a d e la industria y del c o m e r c i o . C u a n d o e l centro del
s e n t a n t e s p o r e x c e l e n c i a d e la m o n a r -
p o d e r militar c a m b i ó d e l u g a r d i r i g i é n d o s e h a c i a e l N o r t e p a r a fijarse
q u í a a b s o l u t a . L a s tribus d e m o n t a ñ e s e s
en la c o n f l u e n c i a d e l T i g r i s , y del g r a n Z a b , la c i u d a d c e n t r a l de
q u e d e s c i e n d e n de l o s v a l l e s i n m e d i a t o s
la M e s o p o t a m i a n o p o r eso d e j ó d e e j e r c e r su p o t e n c i a de fascina-
se c o m p o n e n de Kurdos, que ganan
ción sobre los pueblos y los reyes; algunos soberanos de Assur
penosamente su vida como pastores
e s t a b l e c i e r o n allí la s e d e d e l imperio, y con frecuencia hubo revuel-
y - a g r i c u l t o r e s y están s i e m p r e d i s p u e s -
tas, u n a s r e p r i m i d a s y otras v i c t o r i o s a s , q u e s e a p o y a r o n sobre la
tos a l p i l l a j e c u a n d o se p r e s e n t a oca-
c i u d a d f u e r t e , f u n d a d a p o r N e m r o d , el s e m i d i ó s l e g e n d a r i o . Cuando
sión favorable: un jefe de cuadrilla
el e j é r c i t o de C i r o , d e s p u é s de h a b e r d e s v i a d o el c u r s o d e l E u f r a t e s ,
encuentra allí fácilmente degolladores
e n t r ó en B a b i l o n i a c o m o p o r un c a m i n o r e a l , p e n e t r a n d o en el c a u c e
q u e le a c o m p a ñ e n en sus expediciones
seco d e l río, la c i u d a d e r a c a p i t a l d e un r e i n o i n d e p e n d i e n t e . Ni
g u e r r e r a s ; un soberano recluta tantos
aun l o s P e r s a s c o n q u i s t a d o r e s d e s p o j a r o n d e su c o r o n a á la ciudad
mercenarios sin e s c r ú p u l o s c o m o hom-
c o n q u i s t a d a , y la c o l o c a r o n , c o n P e r s é p o l i s y S u z a , en el r a n g o de
b r e s v á l i d o s h a y a en la c o m a r c a . De
las c a p i t a l e s . Después Alejandro, convertido en d u e ñ o del mundo
e s o s e l e m e n t o s se v a l i e r o n l o s r e y e s d e
explorado, d e s d e el mar J ó n i c o y d e l oasis d e J ú p i t e r A m m o n á las
A s i r i a para o r g a n i z a r e j é r c i t o s crueles,
d e s e m b o c a d u r a s del I n d u s , e s c o g i ó este sitio c o m o c e n t r o de su p o d e r
d i s p u e s t o s á la matanza y al incendio.
y p u n t o d e cita p a r a t o d o s los p u e b l o s civilizados. E s verdad que
P u e s en esta r e g i ó n ninivita, d o n d e cada
la ruina c o m e n z ó p o c o t i e m p o d e s p u é s , c u a n d o la residencia d e los
valle c o n v e r g e n t e suministraba el ma-
s o b e r a n o s f u é transferida á a l g u n a distancia, en la c i u d a d n u e v a de
terial d e g u e r r a en carne y h u e s o , u n a
Seleucia; pero ese cambio de lugar sólo tuvo importancia local,
potencia militar como lo fué Assur,
habiendo quedado hasta n u e s t r o s días, el medio geográfico de la
habría podido disponer igualmente de
M e s o p o t a m i a y d e todas las c o m a r c a s q u e d e ella d e p e n d e n , el c e n t r o
t o d o s los r e c u r s o s científicos é i n d u s -
d e las tierras a l u v i a l e s d o n d e se e n t r e m e z c l a n las c o r r i e n t e s d e los
triales q u e le l l e g a b a n del Mediodía;
ríos g e m e l o s . E l n o m b r e de « B a b i l o n i a » se c i e r n e a ú n s o b r e toda
p e r o n o p a r e c e q u e los A s i r i o s hayan
la c o m a r c a , en t a n t o q u e d e s d e el p u n t o d e v i s t a s i m b ó l i c o designa
a ñ a d i d o m u c h o a l t e s o r o de descubri-
todas las c i u d a d e s p o d e r o s a s d o n d e v i e n e n á a m o n t o n a r s e l o s millo-
mientos i m p o r t a d o s d e C a l d e a . ^
nes d e h o m b r e s , q u e traen c o n s i g o la fiebre del saber pero también
el c o n t a g i o del v i c i o . L a s c o n s t r u c c i o n e s d e l o s r e y e s asi-
rios n o t u v i e r o n o t r o o b j e t o q u e la p r o -

C o m p a r a d o a l d e la M e s o p o t a m i a propiamente dicha, el centro secución de la g u e r r a ó la glorificación

d e civilización d o n d e n a c i ó e l i m p e r i o de A s i r i a , falto casi comple- d e su p e r s o n a ; las p r e o c u p a c i o n e s de


ESTATUA DEL REY ASSUR-BAN-I—PAL

tamente de o r i g i n a l i d a d , p u e s t o q u e lo ha r e c i b i d o t o d o d e l a s r e g i o - ciencia y de religión entraron como


(Musco Británico).
I — 129
p a r t e mínima en s u a r q u i t e c t u r a . L a s r e c o n s t i t u c i o n e s d e l p a l a c i o de
S a r g o n , tales c o m o l a s dan P l a c e y C h i p i e z , muestran la prodigiosa
c a n t i d a d de t r a b a j o á q u e f u e r o n s o m e t i d a s l a s p o b l a c i o n e s p a r a edificar
á sus a m o s v e r d a d e r a s c i u d a d e s , b a s t a n t e g r a n d e s para c o n t e n e r e j é r c i t o s
d e s e r v i d o r e s y de s o l d a d o s . L a e x t e n s i ó n de l a s terrazas, la s o b e r b i a
p e r s p e c t i v a de las escaleras, l a majestad de las puertas y la altura d e
las t o r r e s d e b í a n inspirar á las g e n t e s del e x t e r i o r u n a santa admi-
r a c i ó n , m e z c l a d a d e t e r r o r , hacia el h a b i t a n t e s u p r e m o d e esos pala-
cios, y esta i m p r e s i ó n se a u m e n t a b a aún p o r e l a s p e c t o g r a n d i o s o y
t e r r i b l e d e l a s estatuas c o l o s a l e s d e h o m b r e s y d e animales q u e g u a r -
daban las e n t r a d a s . Para esculpir e s o s monstruos f o r m i d a b l e s , los
artistas asirios tenían á su d i s p o s i c i ó n los a l a b a s t r o s y l o s basaltos de
las montañas próximas, y podían así asegurar la d u r a c i ó n de sus
o b r a s , aun en m e d i o del m o n t ó n i n m e n s o d e ladrillos d e r r i b a d o s por
un asalto ó c a m b i a d o s en p o l v o p o r el t i e m p o . L o s p i n t o r e s y deco-
r a d o r e s de l o s p a l a c i o s d e A s i r i a p o s e í a n t a m b i é n c o l o r e s m u y d u r a d e -
ros, sales d e p l o m o y d e c o b r e , q u e se creía s e r d e r e c i e n t e descubri-
miento antes q u e l o s a r q u e ó l o g o s h u b i e s e n e x c a v a d o el s u e l o d e N í n i v e .
E l l u g a r p r e c i s o del c e n t r o d e l i m p e r i o a s i r i o fué p r o b a b l e m e n t e
i n d i c a d o p o r la N a t u r a l e z a en el p u n t o d o n d e l o s g r a n d e s b a r c o s d e s -
c e n d e n t e s d e b í a n i n t e r r u m p i r la n a v e g a c i ó n y d o n d e las b a l s a s traídas
p o r el c u r s o a s c e n d e n t e e r a n a l i g e r a d a s de su c a r g a y d e s h e c h a s . Las
i n s c r i p c i o n e s c u n e i f o r m e s han r e v e l a d o la a n t i g u a existencia de una
c i u d a d d e A c h o u r ó A s s u r , situada s o b r e la orilla d e r e c h a d e l T i g r i s ,
p o r b a j o d e la c o n f l u e n c i a d e este r í o c o n el g r a n Z a b . Esta ciudad
e x i s t í a sin d u d a en una é p o c a m u y l e j a n a , p u e s t o q u e s u mismo nom-
b r e e s t a b a casi o l v i d a d o e n las e d a d e s en q u e la nación p e r s a entra
en la h i s t o r i a , y ella f u é p r o b a b l e m e n t e en A s i r i a el p r i m e r centro
d e la c u l t u r a b a b i l ó n i c a y la c a p i t a l d e la c o m a r c a d e s i g n a d a d e s p u é s
con este nombre P a s a d o c i e r t o t i e m p o , el m o v i m i e n t o c e n t r a l del
tráfico s e trasladó un p o c o más al N o r t e , h a c i a la p e n í n s u l a f o r m a d a
1 p o r la reunión del T i g r i s y del g r a n Z a b . A l l í se e l e v ó l a c i u d a d
d e K a l a c h , s e g u n d a residencia i m p e r i a l , a t r i b u i d a a c t u a l m e n t e p o r la
leyenda á Nemrod como la m a y o r p a r t e d e las ruinas d e la doble

1 Fr. Lenormant, Les premiéres Civilisations, t. II, p. 84.


CAPITALES DE ASIRIA

cuenca fluvial p e r o q u e h a b í a n tenido como huéspedes famosísimos


los Salmanasar y los Assurnazirpal. ICalach d e c a y ó á su vez, s i e n d o
reemplazada p o r Nínive, c u y a colina hace frente á ' l a moderna ciudad

N.° 94. Antiguas ciudades de Asirla.

IÉlÉK

i: ftsoo ooo

0 50 100 200 sooKil.

d e M o s s u l t ; sin e m b a r g o , cada u n o de los s o b e r a n o s , c e l o s o d e su


divinidad, se c o m p l a c í a en f u n d a r u n a m o r a d a que le perteneciese
en p r o p i e d a d , y v e i n t i s é i s s i g l o s antes de la é p o c a p r e s e n t e , Sargon
construía su p r o d i g i o s o palacio una v e i n t e n a de k i l ó m e t r o s más al
Norte: Dur-Charuldn r e c u e r d a el n o m b r e del fundador Khorsabad,
CIVILIZACIÓN NINIVITA

denominación más usual, p r o v i e n e de la dinastía persa de los C h o s r a v . carros de g u e r r a , aplastando h o m b r e s y animales, molían los c u e r p o s

Sennacherib r e t r o t r a j o el centro del imperio á N í n i v e , la tercera de los e n e m i g o s . Y o me he e r i g i d o trofeos con m o n t o n e s de c a d á -

capital d e la A s i r í a p r o p i a m e n t e dicha. v e r e s de los cuales se cortaban las extremidades. A todos los q u e

Nínive, tan admirablemente c o l o c a d a en l a reunión de dos impor- caían v i v o s en mi p o d e r , les hacía cortar las m a n o s » . Assurbanipal

tantes v a l l e s , en el p u n t o del río d o n d e se o p e r a b a el transbordo de celebra también su

las mercancías, en medio de l a gran v í a natural que reúne el g o l f o de regocijada ferocidad:

A l e x a n d r e t a á las e l e v a d a s campiñas del A z e r b e i d j a n y al mar C a s p i o , « C a y ó vivo en mis

y hacia el á n g u l o e x t r e m o de un g r a n d í s i m o anfiteatro de montañas, manos y v i v o le hice

debía adquirir fácilmente una gran importancia como mercado y desollar. H i c e arran-

depósito c e n t r a l ; sin e m b a r g o , el terreno o c u p a d o p o r los e s c o m b r o s car los o j o s á su hijo,

de esta ciudad y q u e está delimitado con bastante claridad p o r los pero en l u g a r de echar-

restos de las murallas, no p u e d e evaluarse á más de diez kilómetros le á los perros, le em-

c u a d r a d o s ; este e s p a c i o , del que una g r a n parte estaba r e s e r v a d a á paredé en la puerta

los enormes palacios reales, no hubiera, p u e s , bastado á contener las del S o l en Nínive».

multitudes c o n s i d e r a b l e s mencionadas por un p a s a j e o b s c u r o d e la E s o s altos hechos no

leyenda de Jonás Mas p o r comercial é industriosa q u e fuese la bastaban aún al « s e r -

capital de A s s u r , sus r e y e s hicieron de ella s o b r e t o d o la «madri- v i d o r de A s s u r »: era

g u e r a de los l e o n e s , la ciudad sanguinaria». preciso que engacha-

L o s d u e ñ o s del Norte no eran, como los primeros r e y e s del se á su carro los r e y e s

Mediodía, c o m o el « p a d r e O r k h a m » , seres pacíficos y bondadosos, v e n c i d o s y se hiciese

q u e se o c u p a s e n principalmente de « p r o f u n d i z a r los misterios de los conducir p o r ellos, á

ríos para l a felicidad de sus s u b d i t o s » ; sino q u e se j a c t a b a n de ser latigazos, ante los al-

terribles, espantosos, c o m o su divinidad misma, E l - I l o n , el « f u e r t e » , tares de los g r a n d e s

« e l q u e d a m i e d o » ; referían sus a t r o c i d a d e s con o r g u l l o simple, con dioses para ofrecerles

la calma t r a n q u i l a del d e b e r c u m p l i d o ; por l o demás, ese dios mismo sus acciones de g r a -


C. Girjudon.
se c o n f u n d í a de tal m o d o con ellos q u e se l e s ha p o d i d o n e g a r t o d a cias, en r e c u e r d o de CABEZA DE OFICIAL ASIRIO

(Musco del Louvrc),


religión; no edificaban templos, sus moradas eran los verdaderos los cuerpos mutila-
La idea de la fuerza opresiva se manifiesta en todos los .
santuarios ! ; sus Te Deum no son supervivencias de un pasado dos, de las ciudades miembros fabulosamente vigorosos, orgullosamente e x -
incendiadas, de las po- tendidos... ¡ Pero la cabeza I... La cabeza es nula, helada,
lejano, recitadas en una l e n g u a e x t r a n j e r a , envueltas en el misterio impasible. ( G o b i n e a u . )
de la música, son p r o c l a m a c i o n e s de una claridad i m p e r i o s a : «¡ Y o blaciones aniquiladas.

he tomado las c i u d a d e s p o r asalto, e x c l a m a S a n h e r i b , y he h e c h o de L a rabia de los sar se ejercía hasta contra los m u e r t o s : «Yo trans-

ellas m o n t o n e s de cenizas... Yo he b a r r i d o la c o m a r c a c o m o con p o r t é sus osamentas, dice Assurbanipal hablando de los reyes de

una e s c o b a , y la he c o n v e r t i d o en un d e s i e r t o ! » — ¿ Y q u é no dice E l a m , impuse la inquietud á su s o m b r a y les p r i v é de libaciones».

el d o c u m e n t o c o n o c i d o con el nombre de cilindro de T e y l o r ? — « M i s L o s r e y e s vencidos, encerrados en Nínive en j a u l a s de hierro, estaban


c o n d e n a d o s á romper y á reducir á p o l v o los esqueletos de sus a n t e -
1 Cap. ni, v. 3 ; cap. iv, v. 1 1 .
p a s a d o s para divertir á los ociosos.
» Ernest Renán, Histoire du Peuple d'Israel, t. II, p. 4 5 7 .
I — 180

•••':.•••:,-; . .VI. -VI


CIVILIZACIÓN NINIVITA

denominación más usual, p r o v i e n e de la dinastía persa de los C h o s r a v . carros de g u e r r a , aplastando h o m b r e s y animales, molían los c u e r p o s

Sennacherib r e t r o t r a j o el centro del imperio á N í n i v e , la tercera de los e n e m i g o s . Y o me he e r i g i d o trofeos con m o n t o n e s de c a d á -

capital d e la A s i r í a p r o p i a m e n t e dicha. v e r e s de los cuales se cortaban las extremidades. A todos los q u e

Nínive, tan admirablemente c o l o c a d a en l a reunión de dos impor- caían v i v o s en mi p o d e r , les hacía cortar las m a n o s » . Assurbanipal

tantes v a l l e s , en el p u n t o del río d o n d e se o p e r a b a el transbordo de celebra también su

las mercancías, en medio de l a gran v í a natural que reúne el g o l f o de regocijada ferocidad:

A l e x a n d r e t a á las e l e v a d a s campiñas del A z e r b e i d j a n y al mar C a s p i o , « C a y ó vivo en mis

y hacia el á n g u l o e x t r e m o de un g r a n d í s i m o anfiteatro de montañas, manos y v i v o le hice

debía adquirir fácilmente una gran importancia como mercado y desollar. H i c e arran-

depósito c e n t r a l ; sin e m b a r g o , el terreno o c u p a d o p o r los e s c o m b r o s car los o j o s á su hijo,

de esta ciudad y q u e está delimitado con bastante claridad p o r los pero en l u g a r de echar-

restos de las murallas, no p u e d e evaluarse á más de diez kilómetros le á los perros, le em-

c u a d r a d o s ; este e s p a c i o , del que una g r a n parte estaba r e s e r v a d a á paredé en la puerta

los enormes palacios reales, no hubiera, p u e s , bastado á contener las del S o l en Nínive».

multitudes c o n s i d e r a b l e s mencionadas por un p a s a j e o b s c u r o d e la E s o s altos hechos no

leyenda de Jonás Mas p o r comercial é industriosa q u e fuese la bastaban aún al « s e r -

capital de A s s u r , sus r e y e s hicieron de ella s o b r e t o d o la «madri- v i d o r de A s s u r »: era

g u e r a de los l e o n e s , la ciudad sanguinaria». preciso que engacha-

L o s d u e ñ o s del Norte no eran, como los primeros r e y e s del se á su carro los r e y e s

Mediodía, c o m o el « p a d r e O r k h a m » , seres pacíficos y bondadosos, v e n c i d o s y se hiciese

q u e se o c u p a s e n principalmente de « p r o f u n d i z a r los misterios de los conducir p o r ellos, á

ríos para l a felicidad de sus s u b d i t o s » ; sino q u e se j a c t a b a n de ser latigazos, ante los al-

terribles, espantosos, c o m o su divinidad misma, E l - I l o n , el « f u e r t e » , tares de los g r a n d e s

« e l q u e d a m i e d o » ; referían sus a t r o c i d a d e s con o r g u l l o simple, con dioses para ofrecerles

la calma t r a n q u i l a del d e b e r c u m p l i d o ; por l o demás, ese dios mismo sus acciones de g r a -


C. Girjudon.
se c o n f u n d í a de tal m o d o con ellos q u e se l e s ha p o d i d o n e g a r t o d a cias, en r e c u e r d o de CABEZA DE OFICIAL AS1RIO

(Musco del Louvrc),


religión; no edificaban templos, sus moradas eran los verdaderos los cuerpos mutila-
La idea de la fuerza opresiva se manifiesta en todos los .
santuarios ! ; sus Te Deum no son supervivencias de un pasado dos, de las ciudades miembros fabulosamente vigorosos, orguliosamente e x -
incendiadas, de las po- tendidos... ¡ Pero la cabeza!... La cabeza es nula, helada,
lejano, recitadas en una l e n g u a e x t r a n j e r a , envueltas en el misterio impasible. ( G o b i n e a u . )
de la música, son p r o c l a m a c i o n e s de una claridad i m p e r i o s a : «¡ Y o blaciones aniquiladas.

he tomado las c i u d a d e s p o r asalto, e x c l a m a S a n h e r i b , y he h e c h o de L a rabia de los sar se ejercía hasta contra los m u e r t o s : «Yo trans-

ellas m o n t o n e s de cenizas... Yo he b a r r i d o la c o m a r c a c o m o con p o r t é sus osamentas, dice Assurbanipal hablando de los reyes de

una e s c o b a , y la he c o n v e r t i d o en un d e s i e r t o ! » — ¿ Y q u é no dice E l a m , impuse la inquietud á su s o m b r a y les p r i v é de libaciones».

el d o c u m e n t o c o n o c i d o con el nombre de cilindro de T e y l o r ? — « M i s L o s r e y e s vencidos, encerrados en Nínive en j a u l a s de hierro, estaban


c o n d e n a d o s á romper y á reducir á p o l v o los esqueletos de sus a n t e -
1 Cap. ni, v. 3 ; cap. iv, v. 1 1 .
p a s a d o s para divertir á los ociosos.
» Ernest Renán, Histoire du Peuple d'Israel, t. II, p. 4 5 7 .
I — 180
O c u r r e p r e g u n t a r si no ha d e a t r i b u i r s e á la c o s t u m b r e d e derra- g u i d o p o r los e n e m i g o s , a c a b a b a de a c e p t a r e l m a n d o d e los G r i e g o s
mar s a n g r e , d e a t o r m e n t a r y d e matar, la s u p e r i o r i d a d incontestable y tomaba las p r i m e r a s d i s p o s i c i o n e s p a r a su f a m o s a retirada, no se
d e l o s artistas asirios en la r e p r e s e n t a c i ó n de los h o m b r e s y d e l o s hallase b i e n d i s p u e s t o á discurrir s o b r e la g l o r i a d e la a n t i g u a A s i r í a

animales m o r i b u n d o s ; la o b r a m a e s t r a d e l arte ninivita es la leona y las ironías del d e s t i n o .

herida q u e s e d e f i e n d e t o d a v í a c o n las f a u c e s y las p a t a s delanteras,


N.° 95. Nínive y Khorsabad.
mientras q u e la p a r t e trasera del cuerpo, y a paralizada, se arrastra
estirada s o b r e el s u e l o . «"'O' Q2°20'

LA LEONA HERIDA
Bajo-relieve de Kujundchik.

E (Je Gf~-

L a « M a d r i g u e r a d e los L e o n e s » c a y ó en la s o l e d a d sin q u e la
historia p r e c i s e l o s detalles d e su ruina, s e a en la é p o c a de una
I." 250 000
invasión de los S c i t a s , sea, p o c o después, por u n a victoria d e los
¿ ' A ,1 aoKii.
M e d a s , h a c e u n o s 25oo a ñ o s . C a s i en s e g u i d a fué o l v i d a d a : X e n o -
1. NÍN.VE; la colina situada al Noroeste del recinto es llamada K u j u n d c h i k por los
fonte, que pasó doscientos años después por la p r o x i m i d a d de las T u r c o s ; cont.ene las ruinas del palacio de Sennacherib. P

2. Dur-Charukin ó K H O R S A B A D , palacio de Sargon.


ruinas, no cita s i q u i e r a el n o m b r e d e Nínive, y -nombra, no obstante,
\
ciudades como Larissa y M e s p i l a , q u e h a b í a n s u r g i d o en m e d i o de
l o s restos g r a n d i o s o s d e murallas y d e p i r á m i d e s Se comprende, A l p r e s e n t e , la historia de esas c o m a r c a s del T i g r i s y del E u f r a -
p o r otra p a r t e , q u e en el m o m e n t o crítico en~ q u e X e n o f o n t e , perse- tes, a n t i g u a m e n t e tan p o p u l o s a s , resucita del s u e l o d o n d e e s t a b a ente-
rrada. R e m o v i e n d o los m o n t o n e s d e e s c o m b r o s , s e han v i s t o s u r g i r
» Retraite des Dix Mille, t . III, c. iv. las figuras a u g u s t a s de los a n t i g u o s d i o s e s , y , d e s c e n d i e n t e s de sus

i
adoradores ninivitas, los espectadores árabes se sintieron repentina- terrazas, de las puertas y d e las columnas subsisten, a u n q u e los] ladri-
mente p o s e í d o s de una admiración mezclada de espanto y aun de llos h a y a n caído p u l -
terror r e l i g i o s o . A d e m á s , los montones derrumbados de ladrillos nos verizados \
han conservado miles de tablillas escritas en las q u e los eruditos
m o d e r n o s descifran lentamente los a n t i g u o s mitos y encuentran los P e r o la imagina-
o r í g e n e s de nuestras ciencias. P e r o si el precioso c o n t e n i d o de los ción de los h o m b r e s
palacios nos ha q u e d a d o , las construcciones que l o cobijaban no no q u i e r e admitir la
han durado. Por g r a n d i o s a s q u e fuesen p o r las dimensiones, esas' cesación de la vida.
construcciones de ladrillos crudos ó c o c i d o s no tenían l a eternidad en U n a g r a n ciudad don-
su f a v o r , al menos b a j o su forma p r i m i t i v a ; habían de derrumbarse, de vivieron millones
amontonarse en colinas c o m o la de Birs N i m r u d , como las innu- de hombres, parece
merables tell, q u e están diseminados en las llanuras de Babilonia y v i v i e n t e siempre, aun-
y de la S u c i a n a ; sólo la piedra h a resistido. D e l mismo m o d o q u e q u e sea poblada de
las antiguas torres de Babel, las sucesivas capitales de A s s u r , y las espíritus y de fantas-
ciudades más a n t i g u a s aún de la A k k a d i a , las de la P e q u e ñ a Meso- mas. ¡ P o r eso v e n e -
potamia q u e forman al E s t e del T i g r i s los afluentes del K a r u m , se ramos el s u e l o hoy
han c o n v e r t i d o en cerros de tierra g r i s á c e a : las g u e r r a s , los i n c e n - desierto y en tiempos
dios y el t i e m p o las han destruido fácilmente. r e m o t o s hollado por
D e las dos S u z a s que se han sucedido en esta región durante el paso de tantos hom-
c u a t r o mil años q u i z á , la capital d e l Elam y la residencia de los bres ! Ciudad hubo,
r e y e s A k h e m é n i d a s , no han q u e d a d o más q u e o b j e t o s de escaso v o l u - hacia la cual los inmi-
men, b l o q u e s de diorita, piezas de b r o n c e , v a s i j a s esmaltadas azules, grantes s e dirigían en
blancas, verdes, amarillas, ladrillos estampados y diversos objetos multitudes, q u e ha si-
i n f o r m e s ; pero es tal el c o n j u n t o de tierra cocida a m o n t o n a d a con do t r a n s f o r m a d a en
motivo de los incendios y de los derrumbamientos, que solamente cementerio, y los cadá-
para la A c r ó p o l i s , el más p e q u e ñ o de l o s tres cerros, M o r g a n e v a l ú a v e r e s siguen ahora el
el c u b o á x5ooooo m e t r o s ; ese tell de ¿5 metros de altura está for- camino de los v i v o s .
mado de e s c o m b r o s casi hasta el nivel de la llanura v e c i n a . En Y a cuando Babilonia
N i p p u r han o b s e r v a d o los e x p l o r a d o r e s americanos, sobre una altura era una ciudad j o v e n ,
análoga, la superposición de 2x estratos correspondientes á otras su abuela Erekh ó
tantas ciudades, de las cuales seis tienen más de 6000 años de anti- Warka, la « ciudad
Cl. Giraudon,
güedad. de los libros » caldeos
ASIRIA, GENIO CON C A B E Z A DE ÁGUILA

S e m e j a n t e demolición no ha t e n i d o l u g a r respecto de los monu- era tenida p o r la c i u - (Museo del Louvre).

mentos d e l " « T r o n o de D j e m c h i d » , en Persépolis, g r a c i a s al e m p l e o dad santa p o r e x c e l e n c i a , c o m o l u g a r de sepultura y esta g l o r i a le ha


más liberal de la piedra y á la escasa altura relativa de las p a r e d e s
p r o p i a m e n t e dichas ; el mármol y el pórfido de las escaleras y de las 1 J. de Morgan, Hilprecht, Dieulafoy.

I - 181
quedado. E l solar d e la c i u d a d a n t i g u a está r o d e a d o d e necrópolis
q u e s e e x t i e n d e n á l e g u a s de distancia. E n l o s a n t i g u o s días, l o s r i b e -
reños d e la p a r t e s u p e r i o r a r r o j a b a n sus c a d á v e r e s á las a g u a s santas
H ü
del E u f r a t e s ; d e s p u é s , e n E r e k h m a n o s p i a d o s a s l o s retiraban de ellas
para depositarlos en tierra c o n s a g r a d a : a s i m i s m o , durante nuestra
r'wMM
E d a d M e d i a , s e e n t r e g a b a n l o s c u e r p o s á la c o r r i e n t e del Ródano,
q u e los l l e v a b a á las r e d e s d e l o s A r l e s i e n s e s , c e r c a d e A l i s c a m p s
C a m p o s E l í s e o s , l u g a r d e l último r e p o s o . A e j e m p l o de E r e k h , ¡ c u á n -
ó
I.«
tas o t r a s c i u d a d e s d e M e s o p o t a m i a , c o n s a g r a d a s á su v e z p o r g r a n d e s •i \ m
r e c u e r d o s , se han c o n v e r t i d o también en c e m e n t e r i o s , y , c o m o tales,
en l u g a r e s de p e r e g r i n a c i ó n v e n e r a d o s en t o d o el m u n d o islámico !
i
m
n f í S i l
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ÍNDICES ; mw

ALFABÉTICO

DE LOS MAPAS

Y DE LAS MATERIAS DEL PRIMER TQMO V F*


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l § i

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USSiGtg;

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quedado. E l solar d e la c i u d a d a n t i g u a está r o d e a d o d e necrópolis
q u e s e e x t i e n d e n á l e g u a s de distancia. E n l o s a n t i g u o s días, l o s r i b e -
reños d e la p a r t e s u p e r i o r a r r o j a b a n sus c a d á v e r e s á las a g u a s santas
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del E u f r a t e s ; de_spués, e n E r e k h m a n o s p i a d o s a s l o s retiraban de ellas
para depositarlos en tierra c o n s a g r a d a : a s i m i s m o , durante nuestra
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E d a d M e d i a , s e e n t r e g a b a n l o s c u e r p o s á la c o r r i e n t e del Ródano,
q u e los l l e v a b a á las r e d e s d e l o s A r l e s i e n s e s , c e r c a d e A l i s c a m p s ó
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r e c u e r d o s , se han c o n v e r t i d o también en c e m e n t e r i o s , y , c o m o tales,
en l u g a r e s de p e r e g r i n a c i ó n v e n e r a d o s en t o d o el m u n d o islámico !
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ALFABÉTICO

DE LOS MAPAS

Y DE LAS MATERIAS DEL PRIMER TQMO V F*


V¿33

SSíSfcí

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N a
ÍNDICE ALFABÉTICO
de nombres propíos contenidos en el tomo I

Los n o m b r e s de los pueblos están en c a r á c t e r n e g r o ; los de autores, personajes


históricos, etc., en cursiva; los países, m o n t a ñ a s , ciudades, ríos, etc., en carácter
c o m ú n ó redondo.
Las cifras rectas se refieren al texto; las inclinadas indican que el n ú m e r o c o r r e s -
pondiente se halla en un mapa en la página señalada. - 1. s. quiere decir lámina
suelta.

A A g a d e , 496, 498, 5 1 1 . A l é n i t e s , 52.


Agamemnon, 292. A l e x a n d r o p o l , 450, 431.
A b a z e s ( A b k a z e s ) , 442. Agassiz, 37. Alejandro de Macedonia,
A b b a z i a , 98. A g e t t e s (Las). 73, 119.
4 . 330, 333, 3 4 7 . 348,
A b d u l a b a d , 361. A g p a (isla), 189.
3 5 ° , 360, 388, 422, 426,
Abel, 490, 492. A g r á , 231.
4 3 ° , 455- 4 9 4 .
A b e r t a , 493, 511,319. A h m e d a b a d , 231.
A b h a r (rio), 363. A l e x a n d r i a (c.), 189.
A i g u e z e , IÇ4.
A b - i - D i n a v e r , 423. A i g u i l l e s , 67. A l e x a n d r e i a y e s k h a t é , 372,
A b o m e y , 271. A i g u i l l ó n (río), 194. 375-
A b o r , 77. - A i m o r e s , 80. Alexandrette (golfo), 367.
Abraham, 291, 490. Ainsworth, 483. Alexandria, véase Herart,
A b r i é s , 67. Aix, 121. 375-
Akbhar, 310. Alexandria (Egipto), 176.
Abu-Mohammed, 463. Alfuru, véase Alivuru,
A ^ n a v a n t a , véase Sava- Akheménidas, 338,350,424, 286.
ian , 359- 426, 428, 429, 44X, 4 5 7 , A l g a r v e s (reino de), 303.
A c h k e n a z , véase Phrygio. 524- Alger, 176. I
A c h o n g o , 11. A k k a , 8, / / . A l g o n q u i n o s , 4 6 , 47,170,
A c r ó p o l i s (de Suza), 524. A k k a d , ó A k k a d i e n s , 390. 267.
A c u n h a (Tristan de), 82,83. 395, 466, 4 6 8 , 508, 510. Aliscamps, véase Arlés.
A d a i z a n , 267. A k k a d (v.), 311,319. A l i v u r u , 286.
Adam, 6, 490. A k k a d i a , 524. A l e m a n o s , 1. s., 353.
A d h i m (río), 4 9 4 , 5 / 9 . A k o a , 11. A l p e s , 26, 28, 2 6 1 .
A d i g u é , 442. A l a g o z , 434, 446, 4 5 1 . A l t a A l s a c i a ( p r . ) , 263.
A d o u m a , //. A l a i - t a g h , 371. A l t o V a l a i s (pr.), 263.
A e t a ( N e g r i t o s ) , 1 1 , 250. Alarodios ó Araratios, Alt
A f g h a n o s , 3 1 0 , 348. a ' i » S3, 3 ° o .
391, 448.
A f g h a n i s t a n , 3 7 9 . 3 8 2 , 488. A l t a r (río del).
A l a s k a , 50. 56. 2 3 1 . *
A f o r t u n a d a s (Isln-), v é a s e A m a r i l l o (río),-95, 303.
A lazan (río), 439.
Canarias. A m a z o n e , A m a z o n a s (río
A l b a n e s e s , l á m i n a suelta.
A f r i c a , 8, 17, 35, 8 1 , 142, de), 59, 9 0 , 9 6 , 1 7 9 , 2 1 2 ,
A l b a n i a n o s , del Cáucaso,
229, 250, 3 0 2 , 340, 366, 239-
391- A m a z o n i a , 5 3 , 262.
406, 4 8 9 .
A l b e r t (cabo), 41. Amenti.
Africa m e r i d i o n a l , 116, A l b i n e n s , 73.
A m e r i c a n o s , Americanos
242, 250. Albordj, véase Elburz, 361,
del N o r t e , 44, 244, 2 6 7 ,
A f r i c a n i g e r i a n a , 294, 360
3 0 1 , 489.
I - 183
ÍNDICE ALFABÉTICO

A m é r i c a , 1 7 4 , 302, 3 1 0 . A r i a s , 346, 354, 356, 358, A s i r i o s , 303, 306, 391, B a d a k c h a n , 371, 3 7 9 . B e l l i n z o n a , 263. Brahni, 389,39r.
A m é r i c a del N o r t e , 4 4 , 376, 39°i 3 9 1 , 392. 40?, 397, 4 1 8 , 467, 4 6 8 , 5x0, Bagdad, Baghdad,"753,458, B e n i - B a r k a (villa), 1 7 9 . B r a m o i s , 75, ug.
120,471. 408, 464. 518. 460, 461, 48I,495,496. Beni -Laam, 463. Bran%o (rio), 23g.
A m é r i c a m e r i d i o n a l , 90, Ariania, 358. Astier, 506. B a g i s t a n a , v é a s e Bisutun. B e r b è r e s , 1. s. B r a n d i s , 263.
266, 302. Ariosto (¿V), 73. Asiiages, 338, 402, 4 2 1 . B a h í a , 14, 100. B e r b e r i s c o s , 104. Brasil, 70, 2 3 0 , 2 3 8 , 250.
Ami-Boué, 21. A r i s e (río), 1 6 4 . Athapascan,267. B a h r e i n (isla), 482, 503 B e r d i t c h e f , I. s. Bréal (Miguel) et Bailly,
Amil marduk, 4 5 6 . Aristóteles, 332. A t e n a s , 4 0 , 320, 4 2 5 . B a h r el D j e b e l , 1 1 7 . Bering, 3 0 6 . 3 0 7 . 247.
Amú-daría (rio), Oxus, A r i z o n a , 1 2 5 , 142, 171, A t h o l l ( c u e n c a ) , 189. • B a h r . e l G h a z a s , 18. Bergallia, 263. B r é c h a m p s , 20.
342, 3 4 6 , 3 6 9 , 3 7 1 , 3 7 5 . 1 7 4 , 250. Athos, 475. B a h r el Z e r a f , 1 1 7 . B e r n a , 262. Urehm, 258.
A r l e s , 121, 526. Atlas, 188, 4 7 5 . Bailly (A), y Bréal Mi- Beroso, 4 8 4 , 485, 508.
3S5. B r e t o n e s , ! , s.
A r m e n i a , 3 5 4 , 358, 413, Atrachassis, 483. chel, 247. Bert.
A n a h (ciudad), 519. Brettes (de), 188.
422, 433, 446, 448, 450, A t r e k (río), 3 6 1 , ^ 6 9 . Bak, 354.
A n a h u a c , 302, 303. Bes set, 1 6 3 . Breuil (Capitan y), 255.
Atrópatena, 3 5 7 , 3 5 8 . 359
A n a t o l i a , 303, 304, 3 1 8 , 4 5 1 , 4 5 4 , 47°> 4 7 6 , 5°4- B a k t h y a r i , j * j / , 352, 353. Betis, 475. Breusig, 99.
504-. A r m e n i o s , 326, 4 3 1 , 4 4 5 , 390, 413, 4 1 4 , 4 1 8 . 374. 4 ° r . Beune, 31. B r e v e s (v.), gj.
A n t i g u o M u n d o , 306, 308, 452. A t t a c a p a n , 267. B a k s a (v.), 353,511. Biddulph, 346. Briangon (ciudad), 67.
3 1 1 , 340, 342, 3 4 4 , 366, A r c e (islas), 286. A t t i c a , 303, 3 1 8 . B à i e ( O b i s p a d o de), 263. B i k a n e r , 251. Brides, 196.
489, 505. A r p i ñ o , 20. A t u s e s , 70. B a l i (isla d e ) , 2 7 2 . Billimn, 1 7 6 . B r i g u e ( P i c o de), 4 7 5 , 489.
Andamanes, 8,11. Arquímedes, 196. A u b e r t , 20. * B a l k a n i a , 236. B i n g ü l d a g h , 434, 451. B r i s g a n , 263.
Andes, 71. A r r a n (islas), 1 9 9 . Agustín (Sari), 288. B a l k h , v é a s e B a c t r e s , 375, B i r d j a n d , 367, 421. Broca, 1 4 .
A n d i n o s , 273. Arrien, 352. A u r i g n a c , 2o. 4T3- Biredjik, 446. B r o c k e n , 475.
A n d r i e u x (los) (villa), .71. Atsamés, 424. A u s o n i a , 303. B a l k a c h ( l a g o ) , j j , 308. Birs N i m r u d , v é a s e B a b e l . B r o m l e y , 490.
A n n i v e r s a r y L o d g e , 41. Attaxerxes, I. I I , I I I y A u s t r a l i a , 161, 250, 266, B a l l a r i , 237. B i s m a r k (arch.), 161. Brough-Smith, 212.
A n t i - C á u c a s o , 434, 445, Me mu o ti, 338, 429. 3M. 315- B a - L u b a , 249. Bisutun, Bissutun, B e h i s - Broun (Haddon), 199.
4 4 6 , 450. A r u a c o s , 1 8 7 , 188. A u s t r a l i a n o s , 225, 270. B a l u t c h i s t a n , 308, 3 7 9 tun, B a g i s t a n a , 3 5 3 . 423, Browning (O.), 234.
Antioquía, véase Merv, 374. A s c a n i o s , véase Arme- A v e n t , 75. 382, 389. Bruck (B), 3 1 8 , 3 2 7 .
424, 496-
Antoninos, 5. nios. A v i g n o n , 121. B a m b e r g , 176. Bitinia, 475. Bruckner, 34, 3 2 7 .
A p a c h e s , 129. A s e s , 445. A y e r , 75. Bamian, 386,387. B l a n c - R u s s i e n s , 1. s. B r u n i q u e l , 20.
A p a t o e (aldea), 211. A s h f e l d ( c a b o ) , 58. A y m a r a , 66, 263, 2 7 3 . B a n d j a r i , 192. Bloch (A.), 4 6 5 . B r ü n n , 20.
A p o l d a , 185. Asiáticos Orientales, Aymard, 2 1 , 84. B a r o d a , 251. Blom, 142. Brunnhof er (H.), 346, ^64.
A p o l i s t a s , 72. 320. Azerbeidjan, 3 5 7 . ^ 9 , 3 7 6 . B a r a k , 243. B l u d e n z , 263.
A p o l o b a m b a , 192. B a r k h u t (monte), 383. 389-
A s i a , 1 7 4 , 303, 306, 308, 458, 468, 494, 520. Blumenbach, 7.
A q u i l e s , 235. B a r m a G r a n d e , 20. Bruun, 20, 167.
3 1 0 . 3 1 3 1 3 1 6 . 3 1 8 , 330, A z e r b e i d j a n i , (Tártaros). Blumentritt, 250.
Basadre, 84. Brüx, 20.
A r a b e s , 1. s., 188, 391, 346, 3 4 7 . 360, 364, 366, 439- Boas, 46.
B a j o - A l e m a n e s , 1. s. Bücher (K.), 216.
472. B o d . 246.
4 7 ° . 5°2> 5 ° 6 - B u d h a , 5.
B a s c o s , I. s., 344.
A r a b i a , 3 5 , 53, 264, 274. A s i a A n t e r i o r , 304, 3 3 7 , B B a s s o r a , B a s r a h , 351, 463,
Bodfn, 4 0 ,
B u e n o s A i r e s , 72.
302, 3 1 6 , 343, 468, 482, 3 4 0 , 3 4 2 , 343, 344. B o d o , 243.
Buffon, 20.
504-. Asia Central, 120,366,368, B a b e l , B o r s i p p a , 491, 499. 481. B o h e m i o s , 1 9 1 . 192.
Bug (río), i g 3 .
A r a c o s i a , 413. 37/>4l9- Baber, 310. Bastían, 286. Bohlen (Génesms), 470.
B ú l g a r o s , I. s.
Arago, S a n t i a g o , 2 1 5 . Asia Menor, Asia Anato- B a - B i n g a , 8, / / . B a t a n g a , 100. B o k h a r a 367,369, 488.
Burcheli, 250.
A r a l ( M a r de), 369. l i a , 3°7> 342, 3 7 ° , 399. B a b - e l - M a n d e b (estrecho Bates, 90, 94, 132. BoUaert, 73.
B u r i a t o s , 122, 135.
A r a r a t , M a s i s , 358, 3 6 7 . 409, 4 2 2 , 4 5 2 , 458. de), 367. B a t e p i t o (río), 129. B o l i v i a , 92.
Burton ( R . ) , r-,6. '
4 3 1 , 448, 450, 4 5 2 , 4 5 4 , A s i a O r i e n t a l , 340. Babil, 491, 502. B a - T o p o , 11. Bolzani ( Valeriano), 5 0 6 . B u r u d j i r d , 351.
472. A s i a P e r s a , 342. B a - B o n c o , 11. B a - T o u a , 11. Bono la, 90. B u r u t , 378.
A r a v a l l i ( m o n t e s ) , 251. A s k h a b a d , 369. B a - B o n g o , 8, 1 1 : B a t t a , 285. B o r a n , 291.
B a t u m , 451. Bury-Saint-Edmunds, 20.
A r a x a (río y llanura), 3 5 7 , A s s a m , 242. B a - B u l u , 11. B o r g n e (río), 1/9.
B u s h m e n , / / , 206.
358, 433, 45r- A s s u r ( p a í s de), v é a s e A s i - B a b i l o n i a , 320, 3 2 5 , 3 3 7 , B a u del A r b u s i e r (Le), 20 B o r n e o , 161,176, 292,313,
Buxhaum, 134.
Arbaz, 75,119. ría. 352, 353,3^7, 4^3,415, B a - Y a e l i , 11. 3M-
B y b l o s , 461.
Arbelles, Arbaíki, 360, Assur ó A c h o u r ( c i u d a d ) , 430, 456. 461, 4 7 0 , 49°» B a - Y a g a , 11. Borsippa, véase Babel.
491, 493, 503, 506, 5 1 5 , B é a r n , 244. 256. B o s n i a c o s , 1. s. 224
519• „
Assuibanipál, 338, 400, 516/524,525. Beauniont (F.lias de), 340.
A r c y - s u r - C u r e , 20. Bossu et, 330.
420, 4 8 3 , 486. 508, 5 2 1 , B a b i l o n i o s , 3 9 8 , 5 0 0 , 508. Beauregard(0.) 4S0.
A r d é c h e (río), 194, 1 9 6 . B o t o c u d o s * 70, 9 1 , 225, C a b o ( E I ) ( c i u d a d ) , 58.
Backofen, 242, 246. B e a u s e m b l a n t , 20.
A r d - e l - A d r a n , 463. 534- 250. C a d d o a n , 267.
Backer (de). 292. Beck, 34.
Arduin-Dumazet, 168. Assurnazirpal, 338. Boucher de Perthes, 21. C a f r e s , 15g, 270.
B a c t r e s , 367, 374, 375,
A r e c u n a , 172. A s i r i a (país d e A s s u r ) , 308, Beck- Bernard (L.), 73 Bourgeois, 27. Caín, 490, 492.
A r e n g a , 11. 3 1 1 , 399, 4 1 3 , 4 1 8 , 420, 3 7 6 , 3 8 3 , 4T3- B e d f o r s h i r e , 28. B o r g o f i a , 263. C a l a v e r a s , ig.
A r g e l i a , 496. 462, 469, 475, 480, 497, B a c t r i a n a , 3 3 7 , 343, 354- B e d j a . 54. Bou thilíi er de Beaumont, C a l d e a , 120, 3 5 2 , 395, 4 5 6 ,
A r g e o , 4 3 1 , 475,485, 489 5°3. 5i5. 5 i 8 , ^ 9 . 5 2 S - 371. 375. 4 1 3 - B e d u i n o s , 5 5 , 4 5 9 , 469. 307. 4 6 3 , 4 6 5 , 472, 4 7 5 . 4 7 6 ,
Argichtis, 455- Asterabad, Astrabad, 361, B a c t r i a n o s , 391. Behistun, véase Bisutun. 480, 482, 497, 499, 50 r,
Brahmaputra, 242, 243,
Argólida, 303. 365 -569. B a c u a c h e (río), 150. B e i r u t , 46T.
3^,317- 503, 5 ° 8 . 5 T 7 -
WÊÊÈÊÊÉË

ÌNDICE ALFABÈTICO
ÍNDICE ALFABÉTICO

C a l é v i e ( L a ) , 31. C h i p r e , 303, 3 6 7 . Delitzsch (Fried.), 467, Dupleix, 460.


C e y l a n (isla), 270, 3 1 4 , Christol (Fr.), 21.
C a l i c u t , 237. Ciro, 88, 337, 338, 349, 474. 5°3- Dur C h a r u k i n , v é a s e K h o r -
471. Chrétiens.
400, 402, 403, 422, 4 2 5 , D e i n a v c n d , 3 0 3 , 305, 358, sabad.
C a l i f o r n i a , 56, 1 2 5 , ^ 1 9 1 , C e z e (río), 194. C h u m a c h a n , 267.
429. 361, 362, 364. 400, 432, D u r a (v.), 494, 493,319.
266. C h a b l a i s , 263. C h u m r a s e n , 179.
Callao, 310. C h a h a p t i a n , 2C7. C h u r i p p a k , 483. Ciro el Joven, 429. 475, 483, 488. D u r a n c e (río), 67,121.
C a m b o d g e , 505. Chaillu (du), 11. C h u s s e r , 166, 331, 4-2.1, Crasso, 360. Detnetrio, 377. Duveyrier (Henri), 4.
Cammaerts, 180. C h a l a i s , 73. C r e e k s , 267. Demon (Edmond), 40, 188. D y a l e h , véase D i y a l a h .
463, 481.
C a m p i ñ a n i s e a n a , 494. C h a l l e n g e r ( C a b o ) , 60. Crimea, 432. Denderah, 146. D z o u n g a r i e . D z u n g a r i a , 53,
Chutruk Nakhonte, 399.
C a n a l de N a h r u a n , 493, C h á l o n s sur-Marne, 20. C r o a t e s , 1. s. Denhavi y Clapperton, 489. 3 6 7 , 368.
C i l i c i a (Puerta), 458, 439.
Chamberlin, 23. Cr oll (/aime), 404. Deniker (N.), 7, i x , 24.
496. C i n g h a l a i s , 237.
C h a m b é r y , 121. Cro-Magnon, 20,31, 32, D e n i s e ( L a ) , 20.
C a n a n e o s , 469. C i r c a s i a n o s , 3 5 5 , 442.
C h a m m a r , 463. 210. D e n k a , 1 8 , 60, 146.
C a n a c a s , 225. Cladel (León), 140.
Campeaux, 445. Crozel, Ii. Derbent (Puertas de hie- E b b e ( G r u t a de), 194.
C a ñ a r a i s , 237. Clapperton (Denham y),
Champ o Ilion [el Joven), 539. C r o z i e r ( M o n t e ) , 60. r r o ) , 439, 440. Eberli, 50.
C a n a r i a s (islas), 471, 4 7 7 . 489.
C h a n c e l a d e , 20. C r u z ( M o n t e d e la), 437. Deucalion, 487.
C a n i g ó , 473. C l a y s s e (río), 194. Ecbatane Hamadan, 352,
Chancourtois, 307. C t e s i p h o n , 460, 493, 496, D h a r ( c i u d a d ) , 251.
C a n n a r o r e , 237. Clercq [de), 2 1 2 . 3 5 3 < 3 0 7 , 4 1 3 , 4 2 3 . 458,
C h á n d o l i n , 73. 511, 5*9- Diego Alvarez, véase
C a n n s t a d t , 20. C l i c h y , 20. 4 8 1 , 494.
Cano (del), 323. C h a n - n s i , 303.
Clive, 460. Cuisinier (Louis), 71. Gough. • E c o s s a i s , 303.
Capitán, 2, 27, 166, 255. C h a n - t o u n g , 303. Cuvier, 20, 113. Dieulafoy, //, 402, 426, E c u a d o r , 4 3 , 3 0 5 , 307.
C o a h u i l t e c a n , 267. ! Ksp
C a r i b e s , 172. C h a p u r , C h o a s p e s , 397. Cunow (Heinz), 242, 244, 4 6 5 , 525- E d e s s e , 461.
C o c h i n , 237.
C a r a i b o s ( m a r d e los), 1 7 2 , Charigna, 4 5 6 , 498, 508. 246. Edwards (Chilperich), 513.
C o i r e ( O b i s p a d o de), 263 D j e i l , 467, 4 9 3 .
Ii F l
3°5-
C h a r i (río), 4 8 9 .
Chassisadra, 483.
Colajanni, 7.
C ó l q u i d e , 443.
Curtius (Ernest), 88.
Cyrénaique.
Dilltnan, 473.
D i o l a , 9 6 , 97.
Egishfeim, 20.
E g i p t o , 24, 54, 8 5 , 1 4 6 ,
I w
C a r a v a y a , 59. Chat-el-Arab (río),331,481.
;illäa
m
C y ropolis, véase K h o d j e n d , D i o m e d e (isla). 307. 264, 3 1 7 , 326, 3 4 3 , 3 9 8 ,
Carlyle (77/.), 258.
Carnegie (D.), 115.
C h a u x ( L a ) (villa), 8 1 .
Chazallon, 327.
C o l l a h u a y a , 72.
Colón (Crist.), 52, 3 0 2 , 4 7 7 . 375- D i o s c u r i a s , 441, 4 4 3 . 422, 4 6 2 , 473, 4 9 7 , 505. 1I ÍC'T-iiír'
D i s e n t í s ( A b a d í a d e ) , 263. E g i p c i o s , 90.
C a r o l i n a s , 9 9 , 188, 286,
2 8 7 , 3 1 5 , 326.
C h e l l e s , 27. C o l o m b i a , 70, 1 7 5 .
Colón, 237.
Ditte (Alfred), 497. Ehren/eich (F.), 91. ! Pfeife
C a r s o n C i t y , 19. Chelly (Cañón de), 169, C o l o r a d o (río),/2<?, 1 3 2 .
Diyalah, Dialeh, Gyndos, Ei sen a c h , 183. i S P
l i s i
M
D a g h e s t a n , 4 3 1 , 440, 443. 459> 481, 4 9 5 . 5 I 9 - E l a m , 166, 3 5 3 , 413, 462,
C a r t a g i n e s e s , 104. 171, 174. Combarelles, (Gruta de),
C a s p i o (mar), C a s i s p e , 303, C h i c k a s a w (villa) 19. D a h o m e y , 271, 273. D i z f u l , 331, 463,481. 4 6 5 , 5 2 1 , 524.
31, 255, 256, 2 5 7 .
3 1 0 , 342, 348, 3 5 4 , 3 5 7 ,
3 5 8 , j ó / , 364, 365, 368,
Chi-Hoangki, 374.
C h i m a k u a n , 267.
Comte (Auguste),
C o n c i s e (v.). 176.
1 3 6 , 272.
D a h o m e y a n o s , 267.
D a k h e l , 35.
D j a i n t i a , 243.
D j a i p u r (v.), 231.
E l a m i t a s , 3 4 9 , 3 5 2 , 360,
391, 418. mm
369, 433, 4 4 o , 485,5°4- C h i m a r i k a n , 267. D á l a h o ( M o n t e ) , 417. D j a m m a (río), 231. E l b e (río), 193.
Condor cet, 1 2 , 1 1 4 .
C a s s i q u i a r e , 239. C h i - m o p a v i , 233. D a l m a t e ( C o s t a ) , 98. D j e b e l H a u r a n , 461. E l b u r z , A l b o r d j , 340, 337,
Confucio, 299.
Castañeda, 23. Chitichinak, 399. Dalton, 242. Djemchid, 427. 358, 359» 36I, 364.369,
C o n i c a l H i l l , 307. *
C a s t e n e d o l o , 20. C h i n a , 24, 85, 228, 303, D a m a s c o (golfo), 102,461. D j e r b a (Isla de), 1 7 8 , 1 7 9 . 432, 441, 488.
C o n s t a n z a ( O b i s p a d o de),
C a t a l a n s , 1. s. 306, 3 1 6 , 3 2 5 , 3 2 6 , 3 3 7 , 263. Dam'ouyant, 409. D j i h u n P y r a m o s , 446. E l d o r a d o , 471.
Catalina de Rusia, 429. 3 5 4 , 399. 4&7' 5°5- D a m g h a n , 361, 3 6 4 , 3 6 9 . Djezireh, véase Argelia, El g h a i b ( R e i n o de), 303.
C o n s t a n t i n o p l a , 458.
C a u c a ( v a l l e del), 7 1 . C h i n k o k a n , 267. D a n a k i l , 54. 176. E l l e s m e r e L a n d , 41.
C o n t h e y , 73, 119.
C á u c a s o , 26, 7 1 , 188, 2 6 1 , C h i n o s , 1 1 6 , 144. 1 4 5 , D a n k a l i , 55. D j o d h p u r (v.), 231. Ellis (William), 290.
Cook, 58, 3 2 5 .
3 ° 3 . 305. 340, 3431 357< 244, 3 1 6 , 3 1 8 , 3 7 7 . 394 D a n é s , 1. s . D j o u f (dés), 36. E l v e n d , 3 5 8 , 3 6 0 , 4 1 3 , 432,
C o p e h a n , 267.
366, 4 3 1 , 4 3 2 . 4 3 3 * 4 5 5 - C h i o g g i a (villa), 1 7 6 . C o p h e n (río), v é a s e K a b u l . D a n u b i o , 87, 193, 3 6 7 . D n e p e r (río). 193, 3 6 7 . 472, 473, 475•
C á u c a s o (Ante), véase An- Chi-pau-i-luvi (tribu), 253. C o r o a d o s , 70. D a p s a n g , 371. D n a s t e r , 193, 3 6 7 . Eneerrand, 20.
C h i p e w a y , véase Adji C o r e a ,303. Dareste, 5x3. D o c e (río), 70. E n g i h o u l , 20.
te-Cáucaso.
bewa. Darial (Puerta del), 437, D o g b ó , 11. E n g l s , 2t?.
C á u c a s o Iranio, 359,364. C o r i b a ( P r o v i n c i a de), 250.
D o l e m o n t , 20. E p e r o l l a z , 119.
C a u c a s i a , 444. Chipiez {Perrot y), 3, 16 C o r o m a n d e l , 100, 3 1 4 . 438, 4 4 5 :
C a u c a s i a n o s , 444. Darlo, hijo de Iiistaspes, Donaldson Smith, 9. E r e b , 303, 306.
352, 4 2 6 , 5 1 8 . C o s a c o s , 121.
D o r a (río), 67. Erekh, véase U r u k .
C e a r á , 33. C h i p p i s , 73. C o s s e e n s , (véase B a k h - 3 1 0 , 338, 360, 424. 429,
Drangian.i, 3 7 9 , 3 8 9 . E r f u r t , 185.
C é l é b e s (islas), 1 5 5 , 161, C h i r a s ( C h i r a z ) , 351, 367, tyari. • 430. 5 ' ° - •*„_ , / L J V .
'ivr- r i

M
Darvaz, 347, 379.
Draper, 200. E r i d u , 463, 4 7 6 , 485, 5°8,
266, 269, 3 1 4 . 421. C o s s o n a y , 263. Dravidiens,v?p/.
C e l e s t e s (Montes), 3 0 8 , 4 7 1 . C h i t i m a c h a n , 207. C o s t a n o a n , 267. Darwin (Ch.), 7, 130, 132, 5U, 5*4-
Droz (Gus/ave), 68.
Cels, 23. Chnini, 179. C o s t a R i c a , 17. 230, 234. Eritrea, 5 3 . ¡1 w ? $ « a
Drummona (H.), 12, 39.
C e l t a s , 1. s.,343. C h o a s p e s , véase C h a p u r . Coste et Flandin, 426. David, 198, 292. E r i v a n , 450, 4 5 1 .
Dubois (Eugenio), 13, 19.
C e r a m , 161. C h o c h o n e s , 267. Coudreau (M. et Mme.), 94, D a y a k , 292, 2 9 3 . E r s e s , 1. s.
Duirat, 179.
C e r v i é r e s , 67. C h o i ' y a , //. 239- Delaunay (Gaetan), 312. E r z e r u m , 431.
D é l é m o n t , 20.
Dume, 9.
C e s a n a , 67. C h o n o s ( a r c h . ) , 56. C o u r b o n (río), 173. E s c a n d i n a v i a , 26.
D u n a (río), 193.
César, 4, 324, 330. Chosrav, 438, 440, 520. D e l f i n a d o , 132. E s c a l d a , 103.
Courty (Georges), 267. Dungi, 456.
Césares (ciudad de los). Christiania, 57. D e l h i , 1 3 7 , 251. E s c o c i a , 82, 170.
4 7 1 , 474- C h r i s t m a s , h a r b o u r , 60.
Crampel, //.
C r a n g a n o r e , 237.
D e l i j a n (col. d e ) , 458, 431.
Dunmore Lang, 156.
Esharaddon, 338. f g ¡ l
I — 133
F i u m e , 98. Germano (P-), 274. G r i n n e l l L a n d , 41. Hammurabi, 3 9 9 , 4 5 6 , 507, H i r t (isla), v é a s e S a n K i l -
Espada (M. Giménez de la),
Flacourt, II. G e r m a n o s , 1. s. 236, 275, G r o e n l a n d i a . 25. 26, 44, 513- d a , 82.
79-
F l a m a n d s , 1. s. 345- 48, 203, 303. H a m i t e s , 248. H i s s a r , (m.), 37j.
E s p a ñ o l e s , 1. s., 1 4 9 .
Flandin (Costey), 426. G e r m e r s h e i m ( c i u d a d ) , 86. G r o e l a n d e s e s , 4 4 , 46, 52, H a m u n (lago), 389. H o a n g - h o (río amarillo),
Espinas, 234.
F l i n d e r s (isla de), 229. Gerónimo (San), 448. 203. Hamy, 20. 3 ° 3 , J 7 7 > 487.
E s q u i m a l e s , (Eskimaux),
Flinders Petrie, 166. G h i r l a n (pr.),363, 3 6 4 , 3 6 3 . Grogan, 11. H a n o (aldea), 253 Hœrnes (Moritz), 27, 30.
41, 46, 1 7 0 , 2 1 0 .
F l o r i d a , 84, 187. Gibbon, 94. G r o n e ( c i u d a d ) , 75. Harlez (C. de), 4 7 3 . H o l a n d a , 480.
E s s e l e n i a n , 267.
F o n t a n a l b a ( V a l l e de), 208. G i h o n (río), 4 7 7 . Groos karl, 1 2 4 . H a r o n a b a d (villa), 333. H o l u a n (río), 417.
E s p a r t a , 425.
F o n t d e G a u m e , 31. G i l a (rio), 129. Grosse (Ernest), 278, 229, H a s l i t h a l (pr.), 263. H o l l a n d a i s , 1. s.
E s s e x , 303.
For el, 132. G i l b e r t (arch.), 315. 278. H a s s a n y é , 248. Homero, 1 3 7 .
E s t e s , 1. s.
F o r m o s a (isla), 262. Gilgarnés, 486. Grotefend, 510, 5 1 3 . H a v a i (isla), 161,313. Hommel, 390, 4 6 6 , 503,
E s t r a s b u r g o , 263.
F o u s s o b i e ( G o u l e de), 194. GiU, 134- G r a u m G r j i u a i l o , 494. Havelok El lis, 228. 505.
E t a h , 41, 43, 44-
Fraipont (lulieri), 165. Gihiour(/.), 77, 191, 213. G r u y e r e ( c i u d a d ) , 263. H e b r e o s , 469, 4 7 3 , 476, H o r e b (m.), 47485.
Etiopia, 74, 317.
F r a n c é s , 1. s . , 3 5 3 . G i n e b r a ( O b i s p a d o d e ) , 263. G u a m (isla), 256. 508. H o t e n t o t e s , 1 4 3 . 270.
E t i o p e s ( A f r i c a ) , 286.
F r a n c a s - M o n t a ñ a - , 263. G i n e b r á s (pr.). 26?. G u a n a h a n i (isla), 302. H é b r i d a s (islas), 82, 102, Hotítin Cheikh-Khan, 417.
E t i o p e s (Asia). 3 8 9 , 3 9 1 .
F r a n ç o i s ( c a b o ) , 60. Girar d de Pial le, 274. G u a n c h e s , 74. 170. Houssay (Fr.), 114, 198,
E u b e a , 303.
Fedetico de Prusia, 459. Girandón, 1. s. G u a r a u n o s , v é a s e Uaraun, Hehn, 346. 482.
Eulaeus, véase Chapur.
F r e i b u r g , 26, G i t a n o s , 190, 344. 172. Heim (Albert), 3 4 . Houzeau, 234.
Eufrates, 308,317,342,433,
Freshfield, 69. G i z e h ( v i l l a ) , 166. Guatemala, 17. Hekatompylos ( ciudad), Hovelacque, 10.
445. 450 , 4 5 8 , 459 á
Fresnel (F.), 55. G l a r i s (abadía), 263. G u a v i a r e (río), 239. Damghan, 364,369. Howitt (Frison ana), 250.
4 7 4 , 480 á 496, 511.
Frigios, 448. G l a s i n a i ( c i u d a d ) , 204. G u a y n i a (río), 239. H e l e n o s , 394, 426. H u d j i r - K u c h , 423.
E u f r a t e s ( c u e n c a d e ) , 85,
F r i o u l a n s , 1. s. Gliddon, 7. Gudea, 3 9 5 . 4 5 6 , 506. H e l e s p o n t o , 88, 3 1 8 . Hudson. 89.
3 ° 3 . 3 4 o , 347, 35<fi 3 6 o ,
F r i s o n , 264. Gmelin, 308. Guibert, 128. H e l m a n d (río). 389, 390.
3 6 7 , 468. Hugo (Víctor), 159, 260.
Frobenius (L. et A.), 10, G o a (villa), 237. G u i l (río), 67. H e n d o n ( c i u d a d ) , 490.
Eurasie, 475. Humboldt, 62.
G o a l p a r a (villa), 243. G u i l l e s t r e (ciudad). 67. H e r a t ( c i u d a d ) , 366, 367, H u m b o l d t ( g l a c i a r ) , 41.
E u r o p a , 9, 8 1 , 1 7 4 , 303, 163,229.
G o b i (desierto), 53. G u i s a n n e (río), 67. 389, 413- H ú n g a r o s , véase Magyar.
308, 3 1 0 , 325. 3 2 7 , 344, F u e g i n o s , 230.
Gobineau (De), 44, 332, Gumplowiez (L.), 247, 258. Herder, 4. H u r o n e s , 91, 170,180.
360. F u r f o o z , 20.
364, 3 7 6 , 408, 4 1 4 , 422, G u r g e n (río), 3 6 1 , 3 6 5 369. Heremence(villa), 7 5 , 1 1 9 . Huxley, 130.
E u r o p e o s , 1. s. F u z i - Y a m a , 471.
425- Guyana, 172. H e r i - r u d (río y v a l l e ) . 366,
E u r o t a s (rio), 88.
Gogol, 7 7 . Guyard, 390.
E v e r g l a d e s (ter.), 84. 369,375,389. I
Guyau, 238.
E y z i e s ( L e s ) , 3 1 , 255. G o k - t c h a i , 4 5 0 , 451. H e r m o n (m ), 475, 485.
G w a l i o r ( c i u d a d ) . 251.
G a b e s (villa), 179. Golfo Pérsico 0 Babilonio, Herodoio, 2 4 1 , 389, 3 9 1 . Iaxartes (río), v é a s e Sir-da-
Gyndos, véase Diyalah.
G a b ó n ( r í o ) , 100. / / , 3 1 7 , 396, 421, 4 6 1 , Herr, 11. ria, 3 7 ° , 3 7 5 -
G a e l i c , 1. s . 482. Plerrera, 84. I b a d a n ( c i u d a d ) , 294.
Faidherbe, 10. G a i l e n r e u t h ( c i u d a d ) , 20. Gordott. H Herrmann (F.), 1 r 8. I b m a g m e m ( c a b o ) , 189.
F a l k e n s t e i n , 263. G a l á p a g o s (isla), 1 0 1 . Gorj anovic-Kramberger. Hermdon, 94. I ç a (río), 239.
Falkenstein, II. G a l l o i s , 1. s. G o t h a (ciudad), 185. Haan (P.), 226. H i e r r o (isla), 307. I d a (m.), 475.
F a l k l a n d (islas), 5 7 . G a l l e g o , 1. s. G o u g h (isla), 82. Habich (de), 2 1 5 . H e s p e r i a , H e s p é r i d e s , 303, Iddigla, vease T i g r e ,
F a l m o u t h B a y , 83. G a l l e l l H i l l ( c i u d a d ) , 20. G r a n C a m p a m e n t o (llanu- H a b s b u r g (villa), 263. 3 ° 4 , 475- l e n a (ciudad), 185.
F a o , 463. G a l t c h a , 347, 382,406. ra), 180. H a c h a (río), 59. H é t e o s , 454. Iguidi, 36.
Gama (Vasco de), 52, 3 0 2 . G r a n d e s R u s s i e n s , 1. s. Hoddon, 189, 1 9 9 . Henzey (León), 462. Ihering (P. von), 1 4 , 3 9 ,
F a r a p e h ( o a s ), 35.
G a m a s - A b (río), 423. G r a n g e s (aldea), 75. H a d e j ( v i l l a ) , 179. H i l b u r g h a u s e n ( v i l l a ) , 185. 74, 128, 208, 4 8 2 , 4 9 7 .
F a r ó e r , 102.
G a n g a (río y c u e n c a ) , 87, G r a n C h a c o (pr.), 62. H a d j a r T a o u s (m.), 471, H i l l e h , 463, 491. Isla d e H i e r r o , 3 0 7 .
F a r - W e s t , 304.
314- G r a v e n o i r e (ciudad), 20. 489. Hilprecht, 508, 5 2 5 . Illinois (pr.), 19.
F a u c i g n y , 263.
F e n i c i a , 3 7 0 , 420. G a o h a t i ( c i u d a d ) , 243. G r e c i a , 236, 3 1 1 , 3 1 8 , 326, H a d j i k a k ( c o l i n a ) , 387. H i m a l a y a , 7 1 , 2 6 1 , 305. Ilm (río), 185.
F e n i c i o s , 52, 1 0 4 , 4 7 0 , 483, G a r d e F r e i n e t ( L a ) , (c.), 8 1 . Haeckel (E.), 7 , 1 4 . 308, 3 7 1 , 432, 488. I l m e n a u ( c i u d a d ) , 185.
3 3 ° , 3 3 7 . 428.
503. G a r i a n a , 179. G r i e g o s , 1. s. 345, 377, Hahn (E), 1 1 5 , 1 1 6 , 409. H i m a l a y o s , 74. Immaus, véase Himalaya,
F e r g h a n a (llanura d e ) , 3 7 1 . Garmijn, 249. 430, 444, 523. H a i k a n e s , véase A r m e - H i n d u s , 159, 242, 3 1 6 , 302,361.
Ferrari, 325. . G a r r o , 242, 243. Greef (de), 39, 249. nios. 432 I n c a , 186, 262.
Ferrero, 1 2 4 , 1 4 1 . G a s c u ñ a (pr.), 64. Greely, 4 1 . H a i n a n (isla), 262. H i n d u k u c h , 236, 2 6 1 , 3 0 8 , I n d i a J f c , 24, 54, 1 3 7 , 236,
Ferri (Enrico), 224. Geddes, (P.), 268. Green (R.), 85. H a i t i (isla), 272. 346,357,37.1- 302, 306, 308, 326, 350,
Feuerbach, 275. G é d é ( v o l c á n ) , 185. Greenwich (ciudad), 305, H a i t i a n o s , 344. H i n d o s t á n , 238, 308. 3<M> 4 5 ° , 5°5-
F i d j i (islas), 161, 260, 3 1 3 , G e d r o s i a (pr.), 389, 413. Halévy, 390. Hins (Eugenio), 416.
307- I n d i o s ( A m é r i c a ) , 245.
315• Geer (de), 25. Haliburton, II. Hipócrates, 39.
G r e n e l l e ( c i u d a d ) , 20. I n d i o s (Indias), 391.
Genesius, 470. H a l m a h e r a , 161. Hircania, 391.
Filipinas, 161, 228, 390, G r e n o b l e ( c i u d a d ) , 121. Indo-China, 316.
G e o r g i a n o s , 284, 3 5 5 . H a m a d a n , véase Ecbatana, Hirkhan , véase Gurgen ,
3*4- Grey (Georges), 206. I n d u s (río), 85, 303, 308,
G e r a (río), 185. 3 5 8 , 368, 415. 314,368,^7/.
F i n l a n d e s e s , 1. s. Grezes (les)(ciudad), 31. 365-
Gerlache (A. de), 482. H a m b u r g ( c i u d a d ) , 64. Hirkhanie, véase Hircania, I n f e r n o (valle), 208.
Firduzi, 350, 402. Grimenz, 75.
Gerland ( Waitzy), 226. H a m i l t o n ( c i u d a d ) 20. I n g l e s e s , 1, s.
Fison (and Hoivilh), 250. G r i m i z u a t , 75. 365,4'3>
I n g u r (río), 441. J u d í o s , 1. s . , 2 9 2 , 3 1 8 , 3 9 4 , K a s v i n (v.), 363. K o n k a n i , 237. L a p o n e s , 1. s., 4 4 , 210. M
4 5 1 , 4 7 0 , 4 7 6 , 4 8 4 , 488. Kaulen (Fr), 500, 502, K o r k o d o n (río), 269. L a q u e d i v e s (arch.), 237.
I n n u i t , 46, 54, 2 1 0 .
J u k a g u i r e s , 269. K o r n a ( v a l l e ) , 4 6 3 , 476, L a R o q u e (aldea), 194. M a c a p a (villa), 93.
I n s u l i n d a , 8 1 , 266, 285, 5 ° 5 . 510-
Juliano el Filósofo, 360. 485, 311. Larsam, ó Sinear, 5 1 1 . M a c e d o n i o s , 375. 377,
3 I 4- K a z b e k (m.), 437, 475.
J u m e a u ( v . ) , 56. K o t o n u (ciudad), 271. L a t i n o s , 1. s . 3 4 3 . 480.
K e n g a v e r ( a l d e a ) , 333.
I r a n i o s , 345, 362, 379, K o u d a g o u , 237. L a u g e r i e B a j a ( v a l l e ) , 20,
Juruá (río), 239. K e n n e d y ( c a n a l ) , 41. Mac Gee (W. J), 34, X2 5 ,
39°- . Jussieu (de), 20. K o v e i t ( c i u d a d ) , 463. 29. 126, 1 4 3 , 1 5 0 .
K e r b e l a (villa), 496.
I r a n , I r a n i a , 53, 302, 308, Justiniano, 438. K e r e s a n , 267. Rowalewsky (M.), 242. L a u g e r i e A l t a ( v a l l e ) , 31. Mac Le lian. 242, 247.
3 1 8 , 3 3 7 , 338, 3 3 9 , 3 4 ° . K e r g u e l e n (isla), 5 7 , 5 8 , 6 0 . K r a p i n a (aldea), 30. Lausana (obispado de),2Ój. M a c u s i , 172.
3 4 2 , 343. 344, 346, 348, Krause (Ed.), 50. L a z i s t o n (pr.), 450. Madaktu, 311.
349, 3 5 ° , 354, 3 5 7 , 360,
K K e r i n d (aldea), 353, 417
Krestovaya Cora, véase
K e r k h a (río), 458, 459, Lecky, 286. M a d e i r a ( i í u ) , 93.
3 6 1 , 3 6 6 , 3 6 7 . 369. 4 7 4 , Croix. Lecl'ere (Adhémat), 505. M a d a l e i n e ( L a ) (gruta), 20,
K a b a o (v.), 1 7 9 . 481, 4 9 3 , 5 * r -
486, 488. Kabardes,(Kabardín, Ka- K e r k u k , 496. Kropotkine (F.), 132, 1 3 4 . Lefei're (André) 299, 303. 31-
I r o q u i s , 1 6 3 , 267, 344. K e r m a n c h a h , 353, 496. K u b a n (río), 433. Lejell(Ch), 19. M a d j u j , M a g o g , 440.
b e r t a i ) , 442.
I r o u l a , 237. K e v i r , 421. Kubary, 188. L e m b a n , 11. M a d r a s (ciudad), 237.
K a b u l (v. y río), 346, 3 7 1 ,
Irraouaddi, J / 7 . K e w e e n a w (minas), 202. Kudhukmarsuk(cabo),/<?9. Lenormant (Fr.y Ch.yFr.), M a d u r a ( c i u d a d ) , 237.
389-
Isaac, 2 9 1 , 490. Khalka mongol,53. K u e n - l u n ( m o n t e ) , 371. 203. 3 9 1 . 3 3 0 , 4 4 8 , 4 6 7 , M a g d a l e n i a n o s , 46, 2 1 0 .
K a c h a n (v.),J>5/, J Ó 7 , 4 2 / .
Isachsen (Gurmar), 46. K h a l m a n ( c i u d a d ) , 417. K u f a (v.), 463, 483,311. 468 473, 484. 5 1 8 . M a g e (villa), 73.
K a c h g a r (v.), 37I.
Isère (río), 121. K h a n - a - K h i n , 353. K u h P a r r o (monte). 423. L e n s ( c i u d a d ) , 73. Magallanes, 52, 323.
K a c h g a r daria, 371.
I s l a n d e s e s , 1. s . K h a n - t e n g r i (monte), 471. K u j a t a (isla), 189. L e n z b u r g (villa), 263. M a g r e b (pr.), 303.
K a c h g a r i a (pr.), 5 3 , 3 7 6 .
I s l a n d i a , 82. K h a r e z m i a (pr.), 3 7 4 . K u l a n a p a n , 267. Lessar, 383. M a g y a r , I. s., 3 9 2 .
K a c h m i r (pr.), 66, 170.
I s o l a d e l L i r y , 12, K h a r g e h (oasis), 3 5 . K u m a (río), 433. Letourneau, 2 1 2 , 267. M a h i (río), 231.
K a ^ y a p a , véase D e m a v e n d ,
I s p a h a n (v.), 35 367. 4*1- K h a s i a , 242, 243. Rumbaba, 456. L e v a n t i n o s , 304. Ma/iier de Mathuisieulx,
I s r a e l i t a s , 49o- 364
K h a s a r , 438. K u n a r (río), 385. L l i a s s a (aldea), 74.
K a d e s i e h (v.), 4 2 1 , 5 1 g . 178, 179.
Issel (Arturo), 208. K h i r t a r ( m o n t e ) , 308. Rund, 11. L i a o - t u n g , j-oj-.
K a d r u , 38g. M a h o m a , 277.
I s s k - K u l (lago), 3 7 ° . 3 7 ' - K h i v a ( c i u d a d ) , 369. K u n d u z (río), 387. Liard- Courtois, 2 40.
K a f i r , 346, 382. M a h o m e t a n o s , 56, 350,
lsouard (garganta), 67. K h o d j e n d (Cyropolis), 372, Rupka, I, I V , 1, 3 , 38, 3 9 , L i b a n ( m o n t e ) , 439. 461.
K a i z a h , 378. 36x.
Istaker, véase Persépolis 375- 1 1 3 , 1 5 1 , 2 3 1 , 233, 300, L i b i a (desierto), 33.
Ita, v é a s e E t a h , 41, 43- K a l a c h , 483, 518. 519. M a i m a n s i n h , 243.
3 0 1 , 332, 333. 339, 4 3 ° , Licios, 241.
I t a c u t i a r a (v.), 93. K a l a p o o i a n , 267. K h o m b u ( c o l i n a ) , 383. M a i s u r , 237.
431, 455, 4 5 7 , 5 2 0 - Lidia, 421.
Italia, 303. K a l k h a , 53, 122. K h o n d , 137. Maklubeh, véase Babel.
K u r a (río y c u e n c a ) . 433, L i n a ( v i l l a ) , 73.
I t a l i a n o s , 1. s., 353. Kallihuera, 189. K h o r a s s a n (pr. mts.), 358, M a l a b a r , 246, 3 1 4 .
Link, 115.
K a i m a n (v.), 395. 437, 4 4 5 , 4 4 6 , 451- M a l a c c a , 244, 262.
475- L i o n e s a d o , 496.
K a l m u k o s , 122. Khorsabad ó Dur C h a r u - K u r d o s , 43X. M a l a r n a u d , 20.
L i t u a n o s , 1. s.,343.
Kambyse, 338, 4 2 2 , 460. Rurigalzu, 456. M a l a y a l a m , 237, 246.
kin, 497, 5*9,5*3- L i v e s , 1. s., 24.
K a m e r u n (río), 100. K h o t o n t s , 121. K u s a n , 267. M a l d i v e s ( a r c h . ) , 237.
Jacob, 492. Loéche - Ville, Loéche -
K a n d a h a r , 389, 413- K h u z v é a s e S u z a , 398. K u t a i s ( v a l l e ) , 441. Mallos (J. de), 195.
Janaidar (mit.), 475.
K a n e ( m a r de), 41. Kiang-nsi (pr.), 303. K u t i ( c i u d a d ) , 511. B a i n s , 73. M a l w a , 231.
J a p ó n , N i p p o n , 244, 303,
K a n g a ( c a b o ) , 189. Kich ó Kichu(ciudad), 456, K w a n nsi (pr.), 303. Lofoten (arch.), 117. M a m u t (villa), 179.
3 x 4 , 320, 471, 474-
Kangarsuk (cabo), 189. K w a n - t u n g (pr.), 303. Loftus, 4 8 2 , 510. M a n a i a , 313.
J a p o n é s , 1 1 6 , 222, 223, 511-
Kaueh, 400, 402, 4 1 4 . K w a t a h (valle), 389. Loisy (A.), 508, 5 1 4 . M a n a o s ( v i l l a ) , 93.
244, 326. K i k l a (villa), 179.
K a r a - K a l p a k , 378. Ryaxares, 338, 4 2 1 . L o m b a r d í a (pr.), 263, 372. M a n a u r i c (valle y r í o ) , 31.
J a p u r a (río), 23g. Kilimandjaro, 75.
K a r a k o r u m ( m . ) , 371. K y b u r g ( a l d e a ) . 263. L o n d r e s (ciudad), 160, 320, M a n g a l o r e (valle), 237.
Jas trow, 486. K i m e r i a n o s , 399, 4 3 6 -
K a r a k o t a l ( c o l . ) , 386. K y r a , v é a s e K h o t f j e n d , 372. 490. M a n i q u e o s , 350.
J a u a p i r y (río), 23Ç. Kimo, 11.
K a r a k u m ( d e s i e r t o ) . 369, Manichtusu, 507.
J a v a , 1 3 , 161, 1 8 5 . 3 1 3 K i o w a n , 267. L o r e t o ( v a l l e ) , 224.
M a n i t c h (río), 433, 434.
J a v a r y , 23Ç. 371- K i r g h i z (estepas), 33. L L o r r a i n e (pr.), 263.
M a n i t o u (isla), 180.
Javelle, 4 7 5 - K a r a l i t s , 46. K i r k d a l e , 20. L u i s i a d a s ( a r c h . ) , 161.
Manouvrier, 14, 30.
Jeittele s, 1 7 6 . Karankawan, 267. Kirman, 3 5 3 , 3 0 7 , 4*1- L a b b a i , 237. L u i s i a n a , 18.
M o a r i , 223.
Jenks (A.B.), 120. K a r a s u (río), 446. K i t u n a h a n , 267. Labonne, 82. Lourbet (J.), 245.
M a r a c h a , ( v a l l e ) , 446.
Jensen (P.), 514- K a r a t c h a i (Tártaros), 146, K i v u (lago), 9. L a c r o i x ( g a r g a n t a de), 67. L o u r e n ^ o M á r q u e z , 225.
M a r a g h a (valle), 359.
J e q u i t i n h o n h a (río), 70. Kizil Irmak, ó Halys, 447. L a d i n , 1. s. L o y a s a n (isla), 133.
439, 442. Maratón, 425.
Jeremias (Alfrea), 473- K i z i l K u m (des), 369. Ladoucette, 74. Lubbock (J.), 2H¿,' 282.
K a r a t e g i n (pr.), 3 4 7 , J 7 / , Marche, //.
Jerusalem (v.), 4 6 1 . K i z i l U z e n , 363. Laffite (P.). 282. Lugal, 514.
379- M a r c e l l y - s u r - E u r e , 20.
Johnstan (H.-M.), 9, X4 Klaatsch, 27, 30. L a g u n a S a n t a , 19. Lugeón (M), 76.
Karibu-cha-chuchinak, 456, Marduk balidinna, 4 5 6 .
Klementz, 1 2 2 , 494. L a h r (aldea), 20. L u z , 352.
179. M a r d e las I n d i a s , d e Mous-
493- K l o n d y k e , 50. Lajard (v Regnault), 202. L u t (desierto), 421.
Jonds, 520. sons d e O m á n , O c é a n o
K a r s ( c i u d a d ) , 451. K o k a n (valle), 3 7 ' - Laloy, 244. L u t u a m i a n , 267.
Ionia, 425. I n d i c o , 360, 4 6 2 , 3 0 4 .
K a r u n (río), 351, 4 5 8 , 459, Kolb, 1 7 8 . Lamartine, 14. L u z ó n (isla), 8, 250. •
Josué, 292.' M a r del N o r t e ( M a r del •
463, 4 8 1 , 483, 493. 5 " ' Kollmann, 9. Landescots, Lanus- Lyell (C/i.), 19, 483.
Jourdain, Jordán, 461. O e s t e ) , 303. •
K a s a i , 249. K o l y m a (río), 269. q u e t s , 64. L y o n s , 81.
Jourdanet, 69.
Kasr-i C h i n i n (aldea), 353.
i - 184
ÍNDICE ALFABÉTICO

Meru (monte), 271, 366, M o r o v e s , 1. s. N a u l e t t e ( L a ) (aldea), 20. Nuüki, véase Eridu. O v a - H e r r e r o , 242.
M a r Jónico, 516.
Morgan (J. de), 3 3 7 , 390, N a x (villa), 119. Nys (Ernest), 508. O v a m b o s , 127.
Mar Negro, Ponto Euxino, 367,369, 375,4*3-
396, 4 1 0 , 4 1 5 , 4 1 7 , 420, N e a n d e r t h a l (aldea), 20,30. O v e r n i a , 340.
3 1 8 , 343. 4 J S , 436, 447, M e r o é ( v a l l e ) , 54.
423» 465. 483. 525« Necho, 52. Oxus , véase Amu-daria,
504- Mesopotamia, véase P o t a -
m i a , 308, 337, 340, ¿ 4 2 , M o r g e (rio), 119. N e c k e r a n (valle), 86. 354. 3 6 6 , 3 6 9 .
M a r R o j o , 54, 3 1 6 , 317, N e f u d , 461, 463. Obermeilen, 175.
343. 347- 348, 3 6 8 - Moros, 325.
342, 3 6 6 , 5 0 4 . N e g a p a t a m ( v a l l e ) , 237. O b i d o s , 93.
M e s t o r i a n (v.), 3 6 1 . MortiIlet(de), 154,158,199.
M a r g i a n a (pr.), 3 7 4 . 375, N e g r o (rio), 93, 239. Obry, 489.
M e s v i n , 27. M o r v a n (pr.), 26, 480.
413- Moscou (ciudad). 57. N é g r i l l e s , 11. O c c i d e n t e , 3 1 3 , 3 1 6 , 482. Pablo (San), 306.
M e t a m e u r (valle), 179.
Margos, véase Murghab, Metchnikoff (León), 85. Moseley, 1 7 3 . N e g r i t o s , 8, 1 1 . O c é a n o Indico, véase Mar P a c í f i c o , 1 7 , 266, 303, 3 0 6 .
374- Meulenaere, 128, 208. Mossaro, 11. Ne/iring (A.), 14. d e las I n d i a s , 54, 5 7 , 302, P a c t i a n o s , 391.
M a r i a n n e s (arch.), 315. Meunier (St. y Vie.), 1 4 2 , Mossul, 481,323. N e l l o r e ( v i l l a ) , 237. 348. P a g a i (islas), 2x9.
Mariposan, 267. 204. Mongeolle (P.), 109. N e n d a z (aldea), 7 5 , 119. Océano Pacífico , véase Países B a j o s , 8, 26, 374.
Markanda, véase Samar- M o u l i n - Q u i g n o n , 20. N e p a l (pr.), 170. Pacífico. País d e l o s R í o s , v é a s e Po-
M é x i c o , 262, 496.
kand. Moustier (Le), 2 7 , 3 1 . N e s s e (río), 185. O c e a n í a , 161, 250, 266. tamia.
M é j i c o , 23, 70, 187, 1 9 1 ,
M a r q u i s i a n o , 223. Mouthe (La), j / . N e u c h a t e l ( c i u d a d ) , 263. O d e r (río), 193. P a j u n a n , 267.
262.
M a r s e i l l e (río), 121. M u a n g , 11. N i a s (isla), 161. Odjibeways(Chipeway),9i, P a t a d r u ( v a l l e y lago), 1 7 5 ,
Meyer ( Eduardo), 140.
Martel, 194. N i b i s i s , 519. 120. 176.
Meyer (Hans), 76. M u d c h e l i b e h B a b i l , 401.
Martín (E, G). N i c h a p u r , 494.
M e y r u e i s , 20. M u e r t o s ( B a h í a d e los), 102. O h l s e n ( c a b o , ) 189. P a l a o s (islas), 161,260, 290.
Martin (Spixy), 90, 94. Nicolás de Damas, 402.
Michelet (Jules), 1 0 7 , 330. Mugheir, véase Ur. Ohsson (de), 440. P a l e m b a n g , 146.
M a s - d ' A z i l , 20, 1 5 8 , 164, N i d a n (villa), 176.
M i - c h o n g - i - n i v i (v.), 253. M u h r a d su, 4 4 7 , 451, 459- Olaiis Magnus, 160. P a l e s t i n a , 420, 458.
208. N i e m e n (río), 193.
M i c r o n é s i e , 161. Millier Max, 2 5 5 , 283, 295, O l b i a ( a l d e a ) , 193. Palmen, 131.
Masis, v é a s e A r a r a t . Niffer, véase Nipur.
M i d d l e s e x (pr.), 303. 402, 403. O l m o ( L . ) , 20. Palmyre, Tadmor, 461.
Maspeto, 338, 400, 464, N i g e r , 89, 9 1 , 188.
Mi è ge ( c i u d a d ) , 75. M u r o M é d i c o , 495. O l i m p o d e Bitinia d e T h e s - P a m i r , 340, 3 4 1 , 347, 360,
484. Nikolski, 454.
Miklucho-Maklai, 155, 260, Murbach (Obispado de), salie, 475, 489. 371-
Masson, 346. N i l o (río y c u e n c a ) , 3 4 , 54,
290. 263. Ommaney, 189. Panamá, 310.
M a t m a t a , 178, 179. 85, 87, 202, 2 7 2 . 302,
M e d i o ( I m p e r i o d e l ) , véase Murghab, Margos, 366.369, O mi ( m o n t e ) , 4 7 1 . P a p a g o s o Papajos, 36,55,
Mattenzzi, no 303, 3 1 7 , 460, 466, 4 7 7 .
China. O n t o n a g o n (minas), 202. 125.
375- Nemrod, 516.
Maud, 290. O p i s (valle). 4 9 4 , 495, 519.
Milciade, 426. M u s k n g i e s , 267. N í n i v e ( c i u d a d ) , 325, 400, P a p u a , 212.
Maunsell (F. X.), 481. O p p e r t (J.), 338, 390, 3 9 1 ,
M i n c o p i o s , 225. M u s t a g h a t a , véase T a g l i a r - P a p a s i a , 1 7 3 , 1 7 6 , 230,
M a u r e t a n i a , 178, 3 0 2 , 4 7 5 ,
Mindanao, //. ina. 4 6 0 . 461, 470. 483, 485, 464. 473- 5°3> 5 ° 4 , 5 1 0 - 286,313.
477-
Mindeleff ( Cosma o) ,253. M u s u l m a n e s , 401, 476, 508, 519, 520, 5 2 1 , 523. O r a i b i ( v a l l e ) , 252, 253. P a s c u a s (islas de), 36, 1 0 1 ,
M a z a n d e r a n ( p r . ) . 3 6 1 , 364.
Mingrelia, 431. 488. Nippon,véase Japón. O r a n g - L a ü t , 244. 326.
M a z a r - i - C h e r i f (v.), 371. N i p p u r ( c i u d a d ) , 456. 463,
M i r d i t e , 236. M u y s c a , 66. Orchoél, véase Uruk P a r a d i s o ( m o n t e ) , 475.
385,387•
Mississippi (río), 34, 90, 5ii- O r d o s ( m e s e t a ) , 53. Paradisus (valle), 485.
Mazauric, 194.
M e c h e d (villa), 367, 368, 180. N N i s a m p a t a m ( v . ) . 237. O r e g o n , 266. Parker (John), 328.
Mitrídates, 442. Niséenne, véase campiña O r i n o c o (río), 9 1 , 239, 286, París, 160. 305. 307, 320,
369-
M i t z (1Í0), 185. Nabonassar, 3 3 7 , 3 3 8 , 456, niseana. 487. 490.
M e d a s , 311,349,39T> 4°o.
Moapherne, 443. 506. N o é , 483, 488. O r g e ( m o n t e de), 119. P a r n i o s , 364.
4 0 1 , 4 1 4 , 4 ' 8 , 4 -o, 438.
M o h a i m n e r a h , 331,
463. Nabupalussur, 421. N e g r o ( m a r ) , véase M a r O r i e n t e , 312, 314 Paropamisus.J57.366.375.
4557 5 1 0 > 522.
M ohi, 400. Nabucodònosor, 4 2 1 , 456, Negro. Oriente, j e j , 305,306,309. Parry ( c a b o ) , 41,189.
M e d i a , 308, 360, 413, 494
Moïse (de Khor'ene), 448. 491 & 494, 502, 5 1 0 , 5 1 5 . N o i r m o u t i e r (isla), 64. Orkham, 520. P a r t o s , 350. 364.
Mediterráneo, 187, 342
M o j o s , 92, 93. Nabunahid. N e g r o - V e s t i d o s , (Siah O r k n e y ( a r z o b i s p a d o de). P a s a r g a r d e ( v i l l a ) . 351.
360, 485, 5 0 3 , 504.
Molinari (G. de), 136. Nachtigal (G), 161. Poch), 236. 102. Pas d e M o u s s e (istmo), 194.
M e d n i n (valle) 1 7 9 .
M o n g o l i a , 52, 120, 1 2 1 . N a g i j - S a p ( v a l l e ) , 20. Nophar, véase Nippur. O r m u z ( e s t r e c h o de), 362. P a t a g o n i a , 89, 471, 4 7 4 .
M e d u s (río), 427.
M e i m e n e (villa), 369. M o n g o l , I. s , 1 9 1 , 2 1 3 , N a h u a t l , 66. N o r t e ( m a r del), v é a s e M a r 421. Patesson, Todos los Santos,
Nahrwan, véase Canal. N o r f o l k (pr.), 303. O r n o l a c , 202. ects.
M e i n i n g e n (ciudad 1 , 185 282, 378.
N a ï r , 237, 246. N o r m a n d s , 46. O r o n t e s (río), 459. Payne, 50.
M e k o n g (río), 317. M o n o n g a h e l a , i8cr.
Nakhonte, 3 4 9 , 3 7 4 , 39 8 - N o r m a n d í a (pr ), 303. O r v i e t o , 20. Peary, 43.
M e k r a n ( pr. ), 3 1 6 , 354. Monseur (Eug.), 285.
N a l u t ( v a l l e ) , 179. N o r v é g i e n s , 1. s. O s s e s , O s s e t e s , 4 3 8 , 445.
Montaigne, 40. P i e l e s R o j a s , 120, 126,
357- N a m a u g a n . 371. Nott, 7.
M o n t - D a u p h i n , 67. O s t e n d e , 303. 1 1 7 a , 180, 250.
M e l b o u r n e , 58. Napoleón, 330.
Montefik (villa), 463 Nuevo Mundo, véase Amé- O s t k e r k e . 303. P e c h a v e r , 371, 385.
M e l r i c h s t a d t , 185. N a r a m a n i - k u h , 423.
Montesquieu, 40. rica, 24, 5 3 , 56, 306. O s a l p i , 253. Peiffer, 175.
M e m p h i s (ciudad), 511. Naram Sin, 4 5 6 .
M e n a m (río), 317. M o n t e G e n è v r e , 67. Nueva Caledonia, 161,315. £ ) u a - M b o n t h i , //. Pekín,307. .
N a r b a d a h (río), 251. O u a - T o n a , 8, 1 1 .
M e n o m i n e c . 120. M o n t e s C a r d u c o s ó K u r - Nueva Granada, 471. P é l a s g e s , 1. s.
N a r s a r s u a k (pr.), 189. O u a - T o u s s i , 9.
Merca ti, ?o. d o s , 488. Nueva Guinea, 155 161, Peloponeso, 318.
N a t c h e z , 267. Ouida- Whyd3%271.
M e r c h i s o n L o u n d , 41. M o p l a h , 237. 3*5- P e n d j a b , 3 7 1 , 385.
N a u b e n d h a n a m ( m o n t e ),
M e r o ( c i u d a d ) , 366, 367, Moquelumman, 267. Nubios, 54. O r a l i a n o s ó Ouralo-Al- P e r a l e s , 20.
488.
Moquis, 174, 250. Nuér, 18, 61, 117. taiens, 1. s. P e r ú , 56.
369, 41?'
540 ÍNDICE ALFABÈTICO ÍNDICE ALFABÉTICO 54l

Persia, 274, 308, 340, 342, P o r t o N o v o , 271. Reclus (Elie), 48, 1 3 7 , 2 4 1 ,


San Acheul, 2 7 , 1 9 8 . Savalan, 358, 339, 363, Sharp, 11.
346, 3 4 7 , 348, 3 5 ° , 355, P u e r t o T a m p a , 181. 280. 284, 285, 286, 305,
San Andrés de Rocaper- 4 7 5 , 485. Shetland, 1 0 2 , 1 0 3 .
357, 360, 366, 3 6 7 , 369, P o r t u g u é s , 1. s. 331-
tuis, 194. S a v i è s e , 73, 119. S i a h - P o c h , 236.
413, 428, 429. Potamia, 8 5 , 3 3 5 , 3 4 3 . 3 4 8 , Regnault (y Layard), 202.
S a n B i a s i o , 263. S a v o n a , 20. S i b e r i a , 44, 269, 285, 3 1 1 ,
P e r s a s , 3 1 1 , 352, 360 368, 408, 4 1 2 , 4 4 5 , 449- Regnault (F.), 287.
S a n C i r q , 31. S a w o e , 161. 342, 368.
3 7 2 > 3 Ç i , 422, 426, 43o- P o t a m i a n o s , 325. Reinach (Salomón), 345.
S a n C l a u d i o , 263. Sawyer (H. A), 351. S i - c h o m - i v i , 233.
P e r s ó p o l i s , 331, 3 5 2 , 421, P o v i n d a h , 192. Remy de Gourmont, 268,
Santa L u c í a , 144. Sayce (A. H.), 4 5 4 . S i d ó n , 461, 503.
426, 5 1 6 , 524. Powell(J. W.), 244, 267. 288.
S a n G a l i , 263. S c h i f f e r s t a d t , 86. S i e r c k , 473.
Persia ( g o l f o de), v é a s e P r a s l i n (isla), 471, 4 7 7 . Renan, ro, 4 7 0 , 520.
S a n Juan del Veláis, 75. S c h i p k a ( v a l l e ) , 20. Sierra N e v a d a , 59, 1 8 7 .
Golfo,316 317.342,354. P r a t t i g a u , 263. R e n n s t e i g , 183, 186.
S a n K i l d a ó H i r t , 82. Schlagintweit (Hermann Sierre, 75.
Per rot (G.), 402. Praz L i m b o y P r a z R o t s é , R e u t e L 27.
S a n L e o n a r d o , 7 5 , 1 2 5 , 283. von), 1 4 6 . Sifroch, 495,511,519.
Perrot (v Chipiez), 3 5 2 , 426. 119. Reveillere (La), 104.
S a n L u c o del V a l a i s , 7 5 . Schlichter, 11. Sikiang, 5 / 7 .
P e r u a n o s , 273. P r e d m o s t , 20. Rhagae,505,507,413,413.
S a n M a r c e l o , 194. Schliemann, 204. Sikhim, 170.
Peters (J. P), 464, 498. Prestwich, 27. R h i n , 86, 87. .
S a n M a r t í n d e l Valais, 7 5 . S c h m a l k a l d e n , 185.
PequeñaMeiopotamia,524. R h o d e s , 303. S i l i s , v é a s e Sir d a r i a , 3 7 0 ,
Preville (A. de), 118. S a n M i g u e l ( A c o r e s ) , 307.
R h ó n e , 7 5 , 119, 121. Schmerling, 21.
Petitot, 49. Príncipe de Gales (cabo S a n P r e s t o , 27. 375-
R i c h a r d ( m o n t e ) , 60. Scholcraft, 290.
P e q u e ñ o s R u s o s , 1. s., 24. del), 307. S a n R e m e z e , 194. Stmmons (Hermann G.), 43.
R i c h m o n d ( c i u d a d ) , 490. Schräder (Otto), 3 4 5 , 4 7 0 ,
Petöfi, 7 7 . Prjvalskiy, 115. S a n V e r á n , 67. Sin, v é a s e U r .
R i o n , 433, 441, 4 4 4 , 4 4 5 , 476. S i n a í , 53, 473, 485.
P e t r a , 1 6 8 , 461. Prometeo, 406. Sakai, 11.
45o- Schurz, 2 2 5 , 250. Sinear, véase Larsam.
Peyrony, 3 1 . P r o u t ( r í o ) , 193-
S a k e s , v é a s e S c y t h e s , 419. Schwalbe, 3 1 . S i n g a r , 519.
P e y z a c , 31. P r o v e n z a , 121. Riter (Car.), 305, 342, 3 5 2 ,
Sakhakia, 284. Schweinfurth (G.), / / , 125, ; S i ó n , 7 5 , 119, 219, 263.
Phase, véase R i o n . P r u d h o e L a n d . 41. 398.
S a l a m i n a , 429. 146, 186. S i o n n e , 119.
Phenicios. P u l k o w a , 307. Rtviere, 479.
S a l g e s c h , 73. S c h w e i z e r b i l d , / / , 29. S i o u x , 267.
P h i l i p p s b u r g , 86. Puratu, véase Eufrate. Roches (Les), 166.
S a l i c h a n , 267. S c h w e t z i n g e n , 86. S i p p a r , 485, 496, 5 0 8 , 5 / / ,
P i c o d e A d á n . 471. P u y C o u r n y , 27. R o d i y a , 237. S a l i n a n , 267. S c h w y t z , 263. 5 i 4 , 5i9-
Pictet, 290, 345. P i g m e é s , 11 • R o m a n o s , 2 3 6 , 2 4 4 , 287, S a l i u s (bisse), 7 5 , 1 1 9 . Scipion, 509. Sir daría, 342, 3 7 0 , 371,
Piette (Edmond), 158, 164, Pyramos, véase Djihun. 35o- S a l l è l e s C a b a r d é s , 20. S c i t a s , 370, 4 1 9 , 436, 522. 375-
207. R o m a n c h o s , 1. s., 353. Salmanasar, 338, 4 1 8 . S e b e n i c o , 98. S i r g u l a , v é a s e S i r p u l a , 311.
P i k i e r l u , 189. Romanes, 234. S a l o m ó n (islas), 161. Sefarva'im, v é a s e S i p p a r . Siria, 422, 458, 473, 503,
Pirnas ó P i m a n , 129, 267. R o m a n i c h e l , 191. S a l o u e n (río), 5 / 7 . S e f i d - r u d (río), 363. 5°4- .
Pindar0, 85. Cuatro Cantones (lago), R o m a , 304, 3 2 0 , 3 2 6 , 3 3 7 , S a l z u n g e r ( c i u d a d ) , 185. S e h e n d , 339, 4 5 1 , 4 7 5 , 485- S i n o s , 55.
P i r i n e o s , 26, 7 1 , 1 8 1 , 202, 3 4 , 262. 338,35°.5°9- Samarkand, 367,371,373. S e i n e , 490. S i r k i , 319.
2 6 1 . 303, 489. Quatrefages, 271. 2 7 2 , 5 / 5 . Roseninsel, 176. Samassu mukin. 456. Seïnmerre, véase K e r k h a . S i r p u l a S i r t e l l a , 311.
Pir M a n g h o , 1 4 6 . Q u e y r a s (valle), 6 6 . 67. R o s e (monte), 475. S a m o a (isla), / ó / , 3 1 3 , 5 / 5 . Se'istan, 389, 413. Sitka, 57.
P l a c a r d , 20. Q u i c h u a , 66, 84, 100, R o s s (John), 44, 5 7 . Samokien, véase Samar- S e l e u c i a , 460, 493, 496, Sitnapichtim, 483.
Place, 497. 5 1 8 . 262, 2 7 3 . R o s s (monte), 60. k a n d ^ ^ , 378.
5 " , 519- S k r o e l l i n g e r s , 46.
Plassard, 63. Q u i l o n , 237. Rojo(mar), véase Mar R o j o . S a m o y e d o s , 1. s., 44.
Seleuadas, 374. S l a v a , 1. s., 4 7 1 .
Play (Le), 4°- Quinton, 16. Roux, 89, 9 5 , 103, 105, S a ñ , / / , 206.
S e m a n g , //. S l o v a q u e s , 1. s.
Plinio. Q u a r a t e a n , 267. i ° 7 , x 33> 139, J 4 3 , ' 4 5 , San Fernando (Madrid),
S e m i n ó l e s , 84. S l o v é n e s , 1. s.
P o d b a b a , 20. ' 5 7 , 245. 279, z 8 l > 2 9 3 , 307.
S e m i p a l a t i n s k , 308. S m e e r m a s s , 20.
Point B a r r o s o , 50. 5 1 . 3 5 5 , 4 " , 435, 4 5 3 , 5 ° 2 -
San Francisco, 310. S e m i t a s , 354, 39 o » 39J> Smith (Georg.), 486.
P o l o N o r t e , 471. R o y a l S o u n d , 60.
S a n g h a , 8. 464 á 469, 4 7 6 , 509. Smith S o u n d , 41, 44.
P o l i y a r , 237. R a d j p u t a ñ a , 231. R u d o l f ( l a g o ) , 9.
S a n ko'i (río), 5 / 7 . S é n e c a , 288. Sócrates, 288, 429.
P o l o n é s , 1. s. R a d j p u t e s , 249, 251. R u d o l s t a d t , 185.
Sansan, 12. Senkerek, véase Larsam. S o g d , véase Zarafchan.
P o l u a r (río), 4 2 7 . Radloff, 300. R u m a n o s , 1. s.
S a n t a M a r t a (aldea), 59, Sena, 318. Sogdiana, 374, 5 7 5 , 413.
P o l i n e s i a , 36, 9 9 , 1 6 1 , 3 1 4 . R u s i a , 350, 3 6 8 , 436, 444-
Raghianos^P^- Sogdianos,5p/.
P o l i n e s i o s , 99. 270. R u s o s , 1 3 5 , 282, 345, 4 5 o - 187. Sennacherib, 338, 399, 483,
Rames, 27. S o l e u r e , 263.
P o n d i c h e r r y , 237. Rütimeyer, 5 8 , 2 7 1 . S a n t a r e m , 93. 52 0,523.
Raudagne, 75. S o l i h i o e s , 93, 239.
P o n t o (pr.), 497- Rutot, 23, 26, 2 7 , 1 9 7 , 199- Sarasin hermanos, 269. S e r v i o s , 1. s., 135.
R a p p e r s c h w y l , 263. S o l u t r é , 20, 2 1 1 .
P o n t a r l i e r , 263. S a r g a n s , 263. S e r i s , 23, 129, 1 4 9 , 1 7 9 ,
R a t m a n o f f (isla), 307. S o m a l , 5 5 , 54-
P o n h t c a r t r a i n ( l a g o ) , 18. Sargón, 3 3 8 , 3 9 9 , 419, 454, 187,267. *
Ratzel ( F r i e d ) , 104, n o , S o n n e b e r g , 183.
P o n t d ' A r c , 194- 5 1 8 , 519- Ser-i-pul,353,4i7-
320. S o n o r a , 129, 142,130.
P o n t i m e l o , 19. Sar-i-pul, véase S e r i-pul, Serres (Marcel de), 21.
R á v e n a , 304. S a a l e (río), 185. S o r d e s , 20.
P o n t T o u c h a r d , 168. Sesostris, 3 3 0 , 460.
Raverty, 346. * S a a l f e l d ( c i u d a d ) , 183. 353- S o u a b e , 263.
Puertas de Hierro, véase Setchuen, 261, 4 7 1 .
Ra7vlinson (Henry), 384. Sabermatti (río), 231. Sarranton (de), 307. Soury, 2 6 1 .
Settle, 20.
Derbent. 476.510. Saboya,2Ój\ S a r t o s , 378.
S a c a s e n o , 454. Seuil d e s T u r k m è n e s , 369, S o u t h e r o n s , véase E c o s -
Puerta de Zagros, 3 5 0 , 3 5 3 , R a z u n e s . 24&. Sarzec (de), 470, 479.
R e c h t , 363. S a h a r a , 3 5 , 5 5 , 188, 305. Sassanidas, 350, 460. 37°- sais, 303.
360, 394, 4 1 7 , 419- 458.
Reck(Hugo), 73. S a i l h e t , 243. S a s t e a n , 267. Seume, 215. Spencer (Hebert), 331.
P u e r t o G a z e l l e , 58.
S a u t a d e t ( c a s c a d a ) , 194. Seyquelles, 471. S p e y e r , 86.

i - íbB
•• . • H H B H H H

ÍNDICE ALFABÉTICO ÍNDICE A L F A B É T I C O ¿43

Spiegel (F. JR.), 6, 3 9 2 , 486. T á m e s i s (río), 3 x 8 , 490. T i f l i s , 437, 451. T u s a y a n (pr.), 250. V é t r o z , 75, 119. X
T a ñ o a n , 267. T i g r i s ( n o ) , 308, 340, 342, T u t i c o r i n , 237. V e x , 75, 1 1 9 .
Spix (et Martins), 90.
3 4 7 , 3 5 7 , 3 6 1 . 45*, 4 5 8 Tylor, 1 4 0 . V e y r a s , 75. Xenophon, 429, 523.
Sprenger, 470. T a - O l a , 1 5 5 , 269.
á 4 6 4 , 477 * 495,5**, Tyndall, 69. V é z e r e , 28, 31, 196, 2 1 0 . Xerxes, 8 8 , 3 3 8 , 429, 5 J 3 -
Spruner Menke, 397, 427. T a p a j o z , (río), 93.
5 I 5 , 5 1 6 . 5 1 9 , 523, 524. T z á d é ( l a g o ) , 471, 489. Viault, 69. X i n g u , 93.
S p y , 20. T a r a h u m a r a , 187.
Tarde(Gabriei), 8,130,297 • T i k k i - T i k k i , 11. Vibraye, 28, 29, 199.
S r i n a g a r , 371.
Stanley, 11. T a r e n t a i s e , 263. T i l b u r g , 20. u Vico, 3 2 2 , 3 3 1 . Y
T a r i m (río), 9 1 , 391. T i l b u r y , 20. V i e g e , 263.
Stanz, 263.
T á r t a r o s , 390, 438, 439. T i m u q u a n a n , 267. U a r a u n 62, 63, 160, 1 7 2 . V i e n a , 87, 121. Y a d j u j , G o g , 440.
Starcke, 250.
T a s m a n i o s , 161, 325. T i n e h , 118. U a u p e s , 230. V i e j o V a l l o n , 194. Y a g n a u b , 347.
S t e i n e n ( K a r l v o n der), 230.
T a t , 438, 4 3 9 . U c h e a n , 267. Vignes, 346. Y a k o n a u , 267.
S t e p h a n i e (lago), 9. T i n tir k i , v é a s e B a b y l o n e .
T a t a h u i n , (v.), 179. U d a ' i p u r , 251. Vignoli (Tito), 2 7 2 . Y a k u t e s , 282.
Stiffe, 482. Tiro, 1 7 6 , 46* 1 5°3-
T a u b a c h , 20, 30. U d j e ' i n , 307. V i k i n g , 1 0 4 , 287. Y a n a n , 267.
Strabon, 3 5 2 , 443, 494- Tirol, 263.
Taurus armenien, cilicien. U s a n d a , 9. V i n l a n d , 46. Yangtsé kiang, 85, 314,
Studer, 58. T i s z a (río), 193.
3*9, 449. 45*, 459, 4 7 ° . U i d á , 271, 2 7 2 . Viollet - le - Duc, 1 6 2 . •
S u e c o , 1. s. T o d a , 237. 3*7> 487-
497- Ujfalvy, 372. Virey, 7 .
S u e z (istmo), 3 6 7 . T o g g e n b u r g , 263. Y a q u i , 187.
T a y a c , 31. T o k i o , 307. U l a í , 397. Viso (monte), 6 7 . Yate (A. C.), 380.
S u f f o l k , 28, 303.
Taylor, 520. T o k m a su, 458, 459. U l t i m a S p e r a n z a , 19 V i s t u l e (rio), 193. Yesdegerd, 440.
S u i z a , 28, 6 6 , 1 7 1 , 262.
T c h a m b a l , 251. Tomaschek, 346. Ulises, 299. V i v i e n d e St. M a r t i n , 445. Y e z d , 367, 421.
S u i z o s , 73, 262, 3 5 3 .
T c h è q u e s , 1. s. T o n g a , 3 1 3 . 315. U n s p u n n e n , 263. V l a d i k a v k a s , 437. Y f fren, 179.
Sukhum-Kaleh Dioscurias,
T c h e r k e s s e s , 236,442. T o n i k a u , 267. Unu, véase Uruk. V o ï s e c , 20, 31. Y o r k ( c a b o ) , 189.
441, 443- Tchin, véase Samarkand, Topinard, 7. Y u k i a n , 50, 267.
U r , 8 4 , 4 5 6 , 463, 4 6 6 , 5 1 1 ,
Sula'iman d a g h , 308, J . 5 7 ,
371, 475- 378.
T o r r e s (estrecho), 314-
T o u a r e g , 54, 188.
514- w Y u m a n , 267.

Tchokal, 371. U r a r t u , A r a r t u (pr.), 4 4 8 ,


S u l a i m a n y e h , 490.
S u l a k (rio), 43g. T c h o r u k h , 433, 4 4 5 , 451.
T o u l o n , 237.
454- W a c h o a n , 267. Z
T u r a n i o s , 3 5 4 . 3 9 o - 39*< Wahrmund, I I , 4 6 5 .
S u m a t r a , 101, 161, 248, T c h u (río), 3 7 0 , 371. Urbagu, 4 5 6 .
398, 4 1 2 , 502, 508. U r i , 263. Waitz (y Gerland), 226. Z a b g r a n d e (rio), 451, 459,
285, 3*3- Tchuktchis de Asia, 44,
Tourgeniev, 77. Urmiah, 3 5 7 , 3 5 9 . W a k a s h a n , 267. 481, 5 1 6 , 519.
S u m e r i o s , 3 9 5 , 466. 4 9 , 5 ° . 285. Wallaee (Russel), 9 0 , 130,
Tournal, 21. Uruk, E r e k h , O r c h o é , War- Z a b p e q u e ñ o (río), 459,
S u z a , 196, 351, 3 5 2 , 3 5 3 , T e b a s , 54.
Tourville (de), 40. k a , 84, 463, 4 9 7 . 5°8> 228. 481, 519.
367, 397> 4*3..43°, 4(>3, T e d j e n , 382.
T r a m s i n , 179. 510, 511, 5 1 4 , 5 2 5 , 526. W a l l o n , 1. s. Zaffauk von Orion, 4 7 7 .
4 8 3 , 497. 5 " , 5 l 6 ' 524. T e f f é , 93.
Transba'ikalie, 121. U z b e g , 378. W a n l a t p t u a n , 267. Z a g h a (col.), 353•
S u c i a n a , 198, 413, 524. Téhéran, 358,361,363-
T r a n s c a u c a s i a , 364. 3 6 7 . Warka, véase Uruk. Z a g r o s ( m o n t e ) , 1 6 6 , 360,
S u s i e n s , 418. T e h u a n t e p e c , 19X.
W a r t e (rio), 193.
S v a n e s , ^ 2 , 443- Telephanio, 426. T r a v e r s e t t e ( L a ) , 67. V W a s h i n g t o n , 307.
417, 459, 463, 488, 494,
S v a n e t i e , S v a n i e , 441, 443- Tell Ibrahim, véase Kuti. T r i n i l , 13, 14, *9- 497-
Sven Hedin, 1. s., 90, 1 1 4 , T e l l L o h , véase Sirpula. T r í p o l i , 1 7 8 , 179. Vacher de Lapouge, 4, 8, Watke, 224. Z a g r o s (puerta de), v é a s e
T r i s t á o d ' A c u n h a , 82, 83. W e i m a r , 185. Puerta, 166, 350, 353,
148,328,474- T e l l e n b e r g , 263. 33> 347-
T r o g l o d i t a s , 76, 179. W e i t s p e k a n , 267.
S v e r d r u p , 41. T e l o u g o u , 237. V a l a i s , 75, 263, 4 7 5 . 357-
T r ó n e de D j e m c h i d , véase Weitzecker, 207. Z a r a , 98.
Temístocles, 4 2 6 , 429. V a l l e de A o s t e , 263.
W e r r a (rio), 185.
T e r e k (río), 433, 4 3 7 , 438- Persépolis. V a l e n c e , 121. Zarafchan, Sogd, 369,371,
W e s e r , 193.
Tierra Amarilla, 314. T r ó o ( L e ) , 166, 168. Valeriano, 360. 375-
W e s s e x , 303.
Tabriz, 3 5 8 , 3 5 9 , 3 6 7 . Terrien de la Couperie, 116, Truhelka (Ciro), 224. Valparaíso, 72, 310. Zemmrich (Johannes), 320.
Westemark, 229.
T a c h k e n t , 371, 3 7 2 . T s a n g b o , 317. V a l t e l i n a , 262, 263. Z e n d j a u , 363.
3 3 7 , 378. W e s t m i n s t e r , 303.
T a d j i k , 379- Tuamotu, 161. Vambery (Hennann), 274, Z e n t a n , 179.
Teseo, 197. W e s t f a l i a , 303.
Tadmor, véase Palmyre. Tuckey, 1 2 5 . 300. Z e r a w a , 179.
T e s i n o , 262. Whale Sound, 41,189.
T a g h a r m a , 371, 475. T e x c o c o , T e z c u c o , 262. Tugultipalesharra, 338,455, V a n ( v a l l e y l a g o ) , 3 5 7 , W h y d a h , v é a s e U i d a , 272. Zerghub, véase Sirpula.
Tagh-i-Girrah, T a k - i - G i - T h a r a , véase A d b u l a b a d . 456- 45455- Whymper, 69. Z i b a d j u , 423.
r r a h . j j - j , 417. T a r a u x , 194. T u j a n , 179. V a r e n , 75. W i c h o s k a n , 267. Z i m b a b u e , 326.
Taine, 109. T h a y n g e n , 20. T u n e b o s , 175. V a s c o , 192. Willcocks, ( W.), 4*53- Z i n z a r e , 1. s.
T a i t i , 288, 3 1 3 , 3 * 5 - T h e n a y , 27. T ú n e z , 167, 1 7 8 , 179. V a u d , 262. Williams (Jackson), 412. Zisuthros., 483, 508.
T a ' i t i a n o s , 290. Theobald, 346. T u r a n , 379, 393. V e d d a h , 2 3 7 , 270. Wilser (L.). 3 1 , 2 1 0 . Z l a m a t , 179.
T a k h t - i - C h i r i n , 423. T e s a l i a , 475, 487. T u r c o s , 1. s., 3 7 8 , 390, V e l l a r e , 237. Winchell (N. H), 3 4 . Z o h a b , ( v i l l a ) , 496.
T a k i l m a n , 267. Thian Chan, 370,371,474 V e n e t e s , 193- Winkler (Hugo), 469. Zohak, 400, 4 1 3 , 4 3 2 -
4 3 6 , 4 3 8 , 45*-
Takkersa, 512. T h i e r s t , 263. V e n e z u e l a , 487. W i s s e n b e r g , 263. Zoroaster, 3 5 9 , 4 1 2 .
T u r c o m a n o s , 378.
T a k l a m a k a n , 5 3 , 3 4 3 , 371. T h o u n e , T h u n ( l a g o ) , 34 Venecia, 176. Wittelsbach (casa de), 263. Z u ñ i , 1 7 4 , 267.
T u r i c u m , 177.
T a l i c h , 4 3 8 , 439- V e n t h ó m e , 75. W o a d f o r d , 490. Z ü r i c h , 1 7 5 , 177, 263.
Thurn(Emmannuel im), 17 3 T u r k m e n o s , 53,310.340,
T a m a n (pen.), 432. T i b e t , 186, 246. 303, 3 1 6 366, 369, 1 1 8 , 3 9 1 . V e r n a m i e g e , 75, 119. Wiirzburg, 176.
Tamerlan, 374. T i b e t a n o s , 7 4 , 242, 286 T u r k m e n i a , 346, 3 7 9 . V e r v i e r s , 285. W y a n d a t , 244.
T a m i l , 237. T i b u r ó n , 139, 1 4 9 . / 5 0 . T u r s a c (aldea), 31. V e s t m a n y a r (islas), 82.
^

LISTA DE LOS MAPAS

P¿
NAm. ginas

1 Repartición de los pigmeos


2 F ó s i l e s h u m a n o s e n c o n t r a d o s en el M u n d o
3 Osamentas paleolíticas humanas de la Europa occidental. . .
4 A v a n c e d e los hielos
5 Grutas del bajo Vézére
6 Habitaciones de Esquimales
7 D e n s i d a d d e la p o b l a c i ó n ártica
8 Regiones de sequedad
9 Kerguelen
io Valle Queyras
n Las dos vertientes del Valais
12 Tristáo de Acunha
13 Antiguo y moderno cauce del Rhin
14 Caminos amazónicos de los M o j o s
15 F o n d e a d o r e s de la costa dálmata
16 Y u x t a p o s i c i ó n de territorios diversamente explanados
17 T r a s h u m a n c i a d e l a P r o v e n z a al D e l f i n a d o
18 Territorio de los Indios Papajos
19 Pasos de las aves
20 T e r r i t o r i o de los I n d i o s Seris
21 Habitaciones de Oceanía
22 Plano d e galerías subterráneas en un p u e b l o d e T ú n e z meridional. .
23 C a s a B l a n c a e n el C a ñ ó n d e Chelty^ A r i z o n a
24 Villa lacustre de Paladru
25 Villa lacustre, Turicum, Zurich
26 Villas T r o g l o d i t a s en T ú n e z y en Trípoli
27 Rennsteig
28 Mapa Esquimal
29 Caminos del ámbar
30 Ardéche y Céce
31 Gruta de Tharaux \ . . .
32 Vestidos de Africa
33 A l g u n a s f o r m a s d e m a t r i m o n i o s e n las I n d i a s
34 País d e las « A m a z o n a s »
35 Países del Matriarcado •
36 País del H o n o r y del Infanticidio
37 C l a n e s d e la a l d e a d e O r a i b i . . .
fil- 38 F r a g m e n t a c i ó n d e u n t e r r i t o r i o m o n t a ñ o s o h a c e 600 a ñ o s

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ÍNDICE ALFABÉTICO 547
546 INDICE DE L O S MAPAS

Páginas
Núm.
Núm. ' Páginas
481
85 Manantial de petróleo en C a l d e a p v f
39 L e n g u a s de los P i e l e s - R o j a s 267 Leyendas caldeanas . . . • 485
86
40 Religiones del Dahomey 271 Leyendas diluvianas . . . . 487
41 Territorios del S o l levante al Sol poniente 3°3
87
490
- f i
88 Las Babilonias modernas. . .
42 A l g u n o s meridianos iniciales 3°7 491
P l a n o s de la antigua B a b i l o n i a
43 Z o n a de d e s p o b l a c i ó n entre el Oriente y el O c c i d e n t e 3°9
89
495
m
C a n a l de N a h r w a n y muralla médica » pyNfl
90
44 Emigraciones oceánicas 3*5 Materiales de construcción en M e s o p o t a m i a 496
91
45 C a m i n o s divergentes del E x t r e m o O r i e n t e 3*7 5°4 \ M
92 Los cinco Mares
46 C o n v e r g e n c i a s de l o s c a m i n o s d e l A s i a a n t e r i o r 3J9 511
93 A n t i g u a s c i u d a d e s de la C a l d e a
47 A l g u n o s caminos d e la civilización eurasiàtica 321 519
94 Antiguas ciudades de Asiria .
48 A l g u n o s c a m i n o s d e l a c i v i l i z a c i ó n m u n d i a l h a s t a el v i a j e d e M a g a l l a - Nínive y Khorsabad . . . . 523
95
nes-Del C a n o 3*3
49 Meseta de Pamir, centro de repulsión 341
50 Alineaciones montañosas de los Bakthyaris 351
51 Camino de Babilonia á Ecbatana 353 ; m
52 M a p a f í s i c o de P e r s i a 357
Mapas sueltos
53 Azerbeidjan 359
54 Elburz oriental, Mazanderan 361
2 4 Y 25
55 Elburz occidental, Ghilan 363 Caracteres somáticos y lenguas de los europeos occidentales
320 y 321
56 C a m i n o s d e la m e s e t a d e I r a n i a 367 C i v i l i z a c i o n e s s u c e s i v a s y sus á r e a s d e i n f l u e n c i a . . . .
57 País de los T u r k m e n i o s 3^9
58 Montañas y territorios del A s i a central 371
59 Relieve del Asia central 373
60 Irania exterior 375
61 Brechas que conducen á Herat 383
62 D i a f r a g m a m o n t a ñ o s o e n t r e l a B a c t r i a n a y el P e n d j a b 385
63 G a r g a n t a de Bamian 387
64 Seistan ó D r a n g i a n a 389
65 P o b l a c i o n e s de I r a n i a . 39*
66. Plano de Suza 397
67 Imperios y Centros 4"3
68 E c b a t a n a y el E l v e n d 4*5
f.-^-.M
69 Pasaje del Zagros 41?
70 País de los Persas 421
71 B i s u t u n y sus i n m e d i a c i o n e s 423 .¡•Ti
72 Persépolis
73 R e l i e v e d e l C á u c a s o y de l o s m o n t e s d e A r m e n i a 433
74 Paso del Darial 437
75 Daghestan, Puertas de Hierro ' • 439
76 V a l l e s cerrados del C á u c a s o occidental 44*
77 R a í z de la península de A n a t o l i a 447
78 R e l i e v e de los m o n t e s de A r m e n i a 449
79 C a m i n o s del A n t i - C á u c a s o 451
80 Circo potámico
81 D e s i e r t o s al o e s t e de l a M e s o p o t a m i a 461 Tífc-JlfG
82 M o d o s de existencia yuxtapuestos 463
83 Algunos Paraísos, montañas del A r c a . . . . 471
84 A l g u n a s montañas sagradas y valles p a r a d i s í a c o s en la E u r a s i a . . . 475

m
PAUTA

la colocación de las láminas sueltas

. . . . Portada
Retrato del Autor
C a m p o de h i e l o entre páginas 5o Y 51
Piraguas indígenas, hechas de tronco de álamo, sobre el T a -
rim M e d i o
T i p o de canoas neo-zelandesas, hechas de tronco de palmera.
Pastores de Tellpai dedicándose á la p e s c a e n l a r i b e r a
del T a r i m
Falconero de B e g d'Arrat (Tibet)
A l f a r e s e n la c i u d a d d e K e n e h , s o b r e el N i l o
T r i b u d e p a s t o r e s á r a b e s q u e v i v e n e n las e s t e p a s . . . .
•i R o m a . — P r o c e s i ó n r e l i g i o s a . — S a c r i f i c i o d é l o s S u o v e t a u r i l i a .
Desfiladero £ gargantas
L a c i m a del D e m a v e n d
L a a l d e a d e l A s k y el v a l l e d e l L a r
C o r o n a m i e n t o d e las c o l u m n a s de l a A p a d a n a d e A r t a x e r x e s .
Reconstitución del palacio de Sargón en Dur-Charukin,
según Place

CORRECCIONES Y ADICIONES

Página 20 N.* 28 d e l c u a d r o : en vez de S t h i p k a , léase S c h i p k a .


» 20 N . ° 29: en vez de P o d b a h a , léase P o d b a b a .
M a p a n.° 6: en vez de G l e f i e i , léase I n g l e f i e l d L a n d .
2. a l í n e a d e l título: en vez de d i s c u s i o n e s , léase d i s e n s i o n e s .
M a p a n . ° 2 5 , l e y e n d a : en vez ¿ í T u r i c u m l a c u s t r e , léase V i l l a lacustre.
1 5 . a l í n e a : en vez de C e r e , léase C é c e . t
T í t u l o d e l g r a b a d o ; en vez de O s i n c h e , léase B i n c h e .
e n la 8.* l í n e a : en vez de A r i o s , léase A s i r i o s .
E n la l í n e a 26: en vez de N e r k h a , léase K e r k h a .
M a p a n * 9 3 : en vez de K e r k h a (Ie'inmerre), léase K e r k h a (Se'inmerre).
ÍNDICE DE L A S MATERIAS
del Tomo primero

Páginas

Prefacio j
V *

LIBRO PRIMERO: Los Antepasados

CAPÍTULO I

O R Í G E N E S

Historia y Geografía. — O r í g e n e s animales del Hombre. — Negritos y Pig-


meos. — Moradas del H o m b r e ancestral
• ó

CAPÍTULO II

MEDIOS TELÚRICOS

Clasificación d e los hechos sociales. — Frialdad y c a l o r . — Sequía y hume-


d a d . — Montañas y estepas. — B o s q u e s , islas, pantanos, lagos.—Ríos.
Mar. - C o n t r a s t e s d e l o s m e d i o s . — E l H o m b r e m i s m o es u n m e d i o p a r a
el H o m b r e
m i
| 39

« i i f l CAPÍTULO III
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1
TRABAJO
M k B . - n i
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>n,:EnH
El T r a b a j o . — L a Imitación. — A y u d a mutua. - Disensiones, g u e r r a s . - l n i -
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H ¡ ib" c i a c i ó n d e l c u l t i v o d e l s u e l o . — A s o c i a c i ó n c o n l<*s a n i m a l e s . ^ I I 3

-i?;
íagg® 1: CAPÍTULO IV

f l PUEBLOS RETRASADOS
i
Prehistoria contemporánea. — Alimentos. — Viviendas y f o r t a l e z a s . — Villas
lil i ÍM lacustres. - Lugares de cita. - Sendas y caminos. - D i s t r i b u c i ó n d e las
villas. — Industrias. — Ornamentos .
mm

• •
ÍNDICE DE L A S MATERIAS
552

CAPÍTULO V

FAMILIA.S, CLASES, POBLADOS £$3

Grupos familiares.-Matriarcado y patriarcado. - Propiedad. - C o c -


c i ó n d e las c l a s e s . - Monarquía y servidumbre. - Lenguas. - Esenturas. ^
Religiones. — Moral

CAPÍTULO VI
p S v {f i : 1
DIVISIONES Y RITMO DE L A HISTORIA EK: x-ÍW?^?-

E l S o l l e v a n t e y el S o l p o n i e n t e . - Meridianos iniciales. - Convergencia y


d i v e r g e n c i a d e las rutas. - M a r c h a d e la c i v i l i z a c i ó n

LIBRO S E G U N D O : Historia Antigua


337
Prefacio

CAPÍTULO I

IRANIA
I
A s i a anterior é I r a n i a , - A r i a n i s m o . - Meseta, montañas y vías naturales.
M
Bactriana, Aracosia, Gedrosia. - Irán y - Historia del E am
' •• r.
Zohak y Kaueh. - Costumbres y creencias. - M e d a s y Persas. - Persas ^

y Griegos

CAPÍTULO II

C A U C A S I A

CAPÍTULO III
i :A '•:•:• / : »
POTAMIA

C i r c o potámico. — V í a s históricas. - Civilización turania. - L l e g a d a de los Jj.


. i
S e m i t a s - P a r a í s o t e r r e s t r e , montes sagrados, navegación, leyenda del
Diluvio — C a í n y Abel. — A g r i c u l t u r a , industria, construcciones, astro-
n o m í a , e s c r i t u r a , c i u d a d e s é i m p e r i o s c a l d e o s y asirios 457

529
INDICE ALFABÉTICO . . 545
m •
LISTA DE LOS MAPAS *
PAUTA FARA LA COLOCACIÓN DE LAS LÁMINAS ^

FE DE E R R A T A S ^

ÍNDICE DE LAS MATERIAS

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