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El Hombre y La Tierra - Tomo 1 - C3a9lisc3a9e Reclus PDF
El Hombre y La Tierra - Tomo 1 - C3a9lisc3a9e Reclus PDF
^STORIAI,
HOMBRE Y LA TIERRA
fà SET 24 1909
V V , -MEXICO- Ǥfe\/
EL HOMBRE Y LA TIERRA
HISTORIA
A L B E R T O f \ f l R T Í N ( Administrador
Calle Consejo de Ciento, 140. — Apartado de Correos, 266.
13829
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PRIttER T O t t O
CONSULTA
166031
E L Í S E O R E C L U S
EL HOMBRE
VERSIÓN ESPAÑOLA
POR
A. LORENZO
Y LA TIERRA
BAJO L A REVISIÓN
DE
O D Ó N DE B U E N
La Geografía es la Historia en el
Espacio, lo mismo que la Historia es
la Geografía en el Tiempo.
TOMO PRIMERO
ORÍGENES.
MEDIOS TELÚRICOS. - TRABAJO. - PUEBLOS RETRASADOS.
FAMILIAS, CLASES, PUEBLOS. - RITMO DE LA HISTORIA.
IRANIA. - CAUCASIA. - POTAMIA.
BARCELONA
E S C U E L A M O D E R N A
1 9 0 6
LIBRO PRIHERO
LOS A N T E P A S A D O S
ES PROPIEDAD
IMPRENTA ELZEVIRIANA *
DE BORRAS Y MES7RES
PREFACIO
H
ACE algunos años, después de haber escrito las últimas líneas de
una larga obra, La Nueva Geografía Universal, expresaba el
deseo de poder un día estudiar al Hombre en la sucesión de
las edades, como le había observado en las diversas regiones del G l o b o
y establecer las conclusiones sociológicas á que había llegado. Trazaba
y o el plan de un nuevo libro en que se expondrían las condiciones del
suelo, del clima, de todo el ambiente en que se han cumplido los acon-
tecimientos de la Historia, donde se mostrase la concordancia de los
Hombres y de la Tierra, donde todas las maneras de obrar de los pueblos
se explicasen, de causa á efecto, por su armonía con la evolución del
planeta.
i -a
sucesivamente varias humanidades para extinguirse y resurgir aún, en
vano formularíamos reglas de evolución removiendo la niebla incoercible blan por decirlo así en clases ó en castas, no solamente diferentes, sino
opuestas en intereses y en tendencias, hasta francamente enemigas en
con la esperanza de darle una forma precisa y definitiva.
todos los períodos de crisis. T a l es, bajo mil formas, el conjunto de
N o ; pero en esa avenida de los siglos, que los hallazgos de los ar-
hechos que se observa en todas las comarcas del universo, con la infinita
q u e ó l o g o s prolongan constantemente en lo que fué la noche del pasado,
diversidad que determinan los lugares, los climas y la madeja cada vez
podemos al menos reconocer el lazo íntimo que reúne la sucesión de los
más enredada de los'acontecimientos.
hechos humanos y la acción de las fuerzas telúricas, y nos es permitido
E l segundo hecho colectivo, consecuencia necesaria del desdoble de
seguir en el tiempo cada período de la vida de los pueblos correspon-
los cuerpos sociales, es que el equilibrio roto de individuo á individuo,
diente al cambio de los medios, observar la acción combinada de la Na-
de clase á clase, oscila constantemente sobre su eje de reposo: la viola-
turaleza y del Hombre mismo reaccionando sobre la tierra que le ha
ción de la justicia clama siempre venganza. D e ahí, incesantes oscilacio-
formado. L a emoción que se siente contemplando todos los paisajes del
nes. Los que mandan tratan de permanecer los amos, mientras que los
planeta en su variedad sin fin y en la armonía que les da la acción de las
sojuzgados pugnan por reconquistar su libertad; después, arrastrados
fuerzas étnicas siempre en movimiento, esa misma música de las cosas, se
por la violencia de su impulso, intentan reconstituir el poder en su pro-
resiente viendo pasar los hombres cubiertos con sus vestidos de fortuna
vecho. De
ó de infortunio, pero todos en estado igual de vibración armónica con la
ese modo, guerras civiles, complicadas con guerras extran-
tierra que les lleva y les nutre, el cielo que les ilumina y les asocia á las
jeras, con destrucciones y ruinas, se suceden en un enredo continuo con
energías del cosmos. Y así como la superficie de la tierra nos presenta
término diferente según el poder respectivo de los elementos en lucha: ó
incesantemente bellos paisajes que admiramos con toda la potencia .del
bien los oprimidos se someten después de agotar su fuerza de resisten-
ser, del mismo modo el curso de la historia nos muestra en la sucesión
cia; mueren lentamente y se extinguen, careciendo y a de la iniciativa
de los acontecimientos escenas admirables de grandeza que nos ennoble-
que constituye la vida; ó bien triunfa la reivindicación de los hombres
cemos conociéndolas y estudiándolas. L a geografía histórica concentra
libres, y en el caos de los sucesos pueden discernirse verdaderas revolu-
en dramas incomparables, en realizaciones espléndidas, todo lo que pue-
ciones, es decir, cambios de régimen político, económico y social, debi-
de evocar la imaginación. dos á la comprensión más clara de las condiciones del medio y á la
hn nuestra época de crisis aguda en que la sociedad se encuentra tan energía de las iniciativas individuales.
profundamente conmovida, en que el remolino de evolución se vuelve Un tercer g r u p o de hechos, resultado del estudio del hombre en
tan rápido que el hombre, poseído de vértigo, busca un nuevo punto de todas las edades y en todos los países, demuestra que toda evolución en
a p o y o para la dirección de su vida, el estudio de la historia es de un la existencia de l o ; pueblos proviene del esfuerzo individual. En la per-
interés tanto más precioso, cuanto su dominio, incesantemente aumen- sona humana, elemento primario de la sociedad, ha de buscarse el cho-
tado, ofrece una serie de ejemplos más ricos y más variados. La sucesión que impulsivo del medio, que se traduce en acciones voluntarias par í
de las edades se convierte para nosotros en una gran escuela cuyas ense- esparcir las ideas y participar en las obras que modificarán la marcha de
ñanzas se clasifican ante nuestro espíritu, y hasta acaban por agruparse las naciones. E l equilibrio de las sociedades sólo es instable por la difi-
en leyes fundamentales. cultad impuesta á los individuos en su franca expansión. La sociedad
La primera categoría de acontecimientos que observa y comprueba el libre no puede establecerse sino por la libertad absoluta suministrada en
historiador nos muestra como, por efecto de un desarrollo desigual en su desarrollo completo á cada hombre, primera célula fundamental, que
se agrega en seguida y sé asocié como le place-á las otras células de la
los individuos y en las sociedades, todas las colectividades humanas, á
cambiante humanidad. En proporción directa de esa libertad y de ese
excepción de las hordas estancadas en el naturismo primitivo, se desdo-
desarrollo inicial del individuo, las sociedades ganan en valor y nobleza:
K-
LIBRO PRIMERO
del hombre nace la voluntad creadora que construye y reconstruye el
inundo.
Itimi.«,
P i ü
K-
LIBRO PRIMERO
del hombre nace la voluntad creadora que construye y reconstruye el
inundo.
P i ü
J^a sucesión de las edades es para
nosotros la gran maestra.
CAPÍTULO PRIMERO
pues, á participar con los suyos, pero con los suyos solamente, un ori-
gen colectivo: cada tribu, en sus imaginaciones primeras, se crea una
descendencia bien distinta. En las primeras edades, tales como nos las
han conservado, con cierto parecido, las poblaciones más antiguas, el
hombre profesa instintivamente el poligenismo; pero entre todas las
especies diversas, hay una, la suya, que, con toda candidez y orgullo,
tiene por la raza humana por excelencia.
1 - 4
Según Manouvrier, sería probable que ese «mono-hombre», el Homo de ha de buscarse al hombre antiguo, sino, todo lo lejos posible, entre
javanenszs, no poseyese el lenguaje articulado, ese carácter el m i s pre-
sus abuelos, los animales, allá donde irradian los primeros resplandores
ciado de la humanidad propiamente dicha.
de la inteligencia y de la bondad.
La estrechez frontal, que se prolonga mucho sobre el cráneo de Las sociedades animales nos muestran, en efecto, sea en germen,
Innil, permite negar que la «circunvolución de Broca» haya sido más
sea en estado de realización ya muy avanzada, los más diversos tipos de
desarrollada en el pithecanthropo que en los antropoides Cerca de
nuestras sociedades humanas, siéndonos posible buscar en ellas todos
Bahía, en el Brasil, se ha descubierto en un montón'de conchas un crá-
nuestros modelos: en sus grupos tan variados encontramos ese mismo
neo humano de caracteres muy primitivos, en el que se ha querido ver
j u e g o de los intereses y de Las pasiones que incesantemente solicitan y
semejanza con la pieza de Trinil*, pero cuya edad no ha sido suficiente-
modifican n u e s t r a
mente establecida.
vida y determinan
I-sos hallazgos parecen indicar que el hombre, bajo su forma actual las marchas p r o -
habría nacido en las regiones de vida exuberante, donde el sol lanza sus gresivas ó retrógra-
mas ardientes rayos y donde la lluvia cae más copiosamente; las varieda- das de la civiliza-
des de negritos se han desarrollado también en la zona ecuatorial, patria ción; pero las ma-
de las grandes especies antropoides emparentadas con el hombre. n i f e s t a c i o n e s del
A tal nacimiento, era necesario, al parecer, la naturaleza tropical en animal, más Cándi-
todo su poder creador (Hreckel Johnston). Si en casi todas las comarcas das, menos comple-
a lo menos fuera de las llanuras, cuentan los hombres que sus primeros jas, desprovistas de
abuelos descendían de las altas montañas que limitan su horizonte, esas la envoltura de fra-
leyendas provienen de un puro efecto de óptica. Las altas cimas que se ses, escritos, leyen-
dirigen al cielo rompiendo las nubes, ¿no parecerían al primate, animal das y comentarios
privilegiado, la morada de los dioses, á cuyos pies vería en su imagina- que disfrazan núes ENSAYODE REC
° N S T I T U C I Ó N DEL CRÁNEO DEI. P I T H E C A N T H R O P O
P O R E l . D R . M A N O U V R I E R EN I 8 Q 5
ción el nacimiento de sus primeros padres? tra h i s t o r i a , son
más fáciles ele estudiar, y el observador logra ver en su derredor los pe-
¡ E l h o m b r e e s un .lio» r a í d o , , u e s e a c u e r d a d e l o s < ¡,-|«»s! queños y diversos mundos en el corral, en el matorral vecino, en la
atmósfera y en las aguas.
así cantaba Lamartine. No es un «dios-caído», porque sube más bien «En el tiempo en que las bestias hablaban», los hombres las com-
pero^recuerda todo un infinito. Salido de generaciones sin número, otros prendían. Los seres de dos y de cuatro patas, de piel lisa, de plumas y
hombres ó antropoides, animales, plantas, organismos primarios, recuer- (le escamas no tenían secretos los unos para los otros, y el acuerdo era
da por su estructura todo lo que sus antepasados han vivido durante la tan completo, que el pueblo, superior á los filósofos por la justa aunque
prodigiosa duración de las edades; resume bien en sí todo lo que le pre- subconsciente inteligencia de las ¿osas, continuó mucho tiempo, conti-
cedió en la existencia, del mismo modo que en su vida embrionaria nua todavía aquí y allá, entreteniéndose con los animales en esos cuentos
presenta sucesivamente las formas diversas de las organizaciones más que constituyen una parte tan importante de la literatura, hasta la más
sencillas que la suya. No es, pues, únicamente en las tribus salvajes don- importante de todas, porque es ciertamente la más espontánea: ignora
Según Manouvrier, sería probable que ese «mono-hombre», el Homo de ha de buscarse al hombre antiguo, sino, todo lo lejos posible, entre
javanenszs, no poseyese el lenguaje articulado, ese carácter el m i s pre-
sus abuelos, los animales, allá donde irradian los primeros resplandores
ciado de la humanidad propiamente dicha.
de la inteligencia y de la bondad.
La estrechez frontal, q u e se prolonga mucho sobre el cráneo de Las sociedades animales nos muestran, en efecto, sea en germen,
l rinil, permite negar que la «circunvolución de Broca» haya sido más
sea en estado de realización ya muy avanzada, los más diversos tipos de
desarrollada en el pithecanthropo que en los a n t r o p o i d e s C e r c a de
nuestras sociedades humanas, siéndonos posible buscar en ellas todos
Bahía, en el Brasil, se ha descubierto en un montón"de" conchas un crá-
nuestros modelos: en sus grupos tan variados encontramos ese mismo
neo humano de caracteres muy primitivos, en el que se ha querido ver
j u e g o de los intereses y de Las pasiones que incesantemente solicitan y
semejanza con la pieza de Trinil*, pero cuya edad no ha sido suficiente-
modifican n u e s t r a
mente establecida.
vida y determinan
I-SOS hallazgos parecen indicar q u e el hombre, bajo su forma actual las marchas p r o -
habría nacido en las regiones de vida exuberante, donde el sol lanza sus gresivas ó retrógra-
mas ardientes rayos y donde la lluvia cae más copiosamente; las varieda- das de la civiliza-
des de negritos se han desarrollado también en la zona ecuatorial, patria ción; pero las ma-
de las grandes especies antropoides emparentadas con el hombre. n i f e s t a c i o n e s del
A tal nacimiento, era necesario, al parecer, la naturaleza tropical en animal, más Cándi-
todo su poder creador (ILeckel, Johnston). Si en casi todas las comarcas das, menos comple-
a lo menos fuera de las llanuras, cuentan los hombres que sus primeros jas, desprovistas de
abuelos descendían de las altas montañas que limitan su horizonte, esas la envoltura de fra-
leyendas provienen de un puro efecto de óptica. Las altas cimas que se ses, escritos, leyen-
dirigen al cielo rompiendo las nubes, ¿no parecerían al primate, animal das y comentarios
privilegiado, la morada de los dioses, á cuyos pies vería en su imagina- que disfrazan núes ENSAYODE RFC
® N S T I T U C I Ó N DEL CRÁNEO DEI. P I T H E C A N T H R O P O
más fáciles ele estudiar, y el observador logra ver en su derredor los pe-
¡ E l h o m b r e e s un .lio» r a í d o , , u e s e a c u e r d a d e l o s <¡,-los! queños y diversos mundos en el corral, en el matorral vecino, en la
atmósfera y en las aguas.
así cantaba Lamartine. No es un «dios-caído», porque sube más bien «En el tiempo en q u e las bestias hablaban», los hombres las com-
pero^recuerda todo un infinito. Salido de generaciones sin número, otros prendían. L o s seres de dos y de cuatro patas, de piel lisa, de plumas y
hombres ó antropoides, animales, plantas, organismos primarios, recuer- (le escamas no tenían secretos los unos para los otros, y el acuerdo era
da por su estructura todo lo q u e sus antepasados han vivido durante la tan completo, que el pueblo, superior á los filósofos por la justa aunque
prodigiosa duración de las edades; resume bien en sí todo lo que le pre- subconsciente inteligencia de las ¿osas, continuó mucho tiempo, conti-
cedió en la existencia, del mismo modo que en su vida embrionaria nua todavía aquí y allá, entreteniéndose con los animales en esos cuentos
presenta sucesivamente las formas diversas de las organizaciones más que constituyen una parte tan importante de la literatura, hasta la más
sencillas q u e la suya. No es, pues, únicamente en las tribus salvajes don- importante de todas, porque es ciertamente la más espontánea: ignora
en una vía diferente de la q u e el hombre ha s e g u i d o , ; n o se mueven de su ancha pata, hasta que co- (Comparado con el esqueleto de chimpancé
en el sentido de una vida social que no es ciertamente inferior al mienza el blanco la g u e r r a de de la página 16).
caos en que bregan los humanos en constante lucha? I-as hormigas, exterminio contra el animal de c i m i l l o s «le marfil. En C o u a - k i c a , en
las abejas, los castores, los perros de las praderas que, salidos de sus Guatemala, sobre la vertiente del Pacífico, tales distritos visitados p o r
madrigueras, viven en repúblicas dichosas; las grullas, que dibujan los murciélagos vampiros han sido forzosamente a b a n d o n a d o s p o r el
en el aire azul los dos rasgos concretos de su v u e l o c o n v e r g e n t e ; todos 1-5
EL H O M B R E Y L A TIERRA
hombre, impotente para guardar su rebaño, y amenazado él mismo de nes primitivas, y muchas veces se ha intentado y a : al menos los arqueó-
muerte cuando una abertura de su cabaña permitía la entrada al temible logos pueden desarrollar la serie de las edades de la prehistoria con una
chupador de sangre. En fin, los infinitamente pequeños, sin hablar de amplitud y una lógica superior á la de los escritores que, al impulso de
los microbios del aire, son á veces adversarios á los que ha de ceder el la ola de los d e t a l l e s de la historia escrita, cesan de percibir el movi-
colono. miento de las grandes ¡deas regeneradoras.
En las regiones en que los mosquitos, arremolinados formando L a prehistoria, como conjunto de estudios (pie unen el hombre actual
nubes, casn sobre los aterrorizados seres vivientes, era imposible la con el hombre de los tiempos pasados y nos permite asistir á la evolu-
lucha antes que los médicos entomólogos descubriesen el poder de los
mosquitos anofeles respecto del transporte de los microbios, y enseña- N." 2. F ó s i l e s h u m a n o s e n c o n t r a d o s en el M u n d o
HALLAZGOS ANTROPOLOGICOS
paso de todos los innovadores que no admitían con humildad los dogmas
de ciencia contrastada oficialmente, la multitud de observadores á quie-
nes el estudio de los terrenos conducía á reconocer los fósiles del hombre
y los testimonios de su industria en la época cuaternaria, era cada vez
más numerosa y activa. A l fin los A y m a r d , los Ami-Boué, los Tournal,
N.° 3. O s a m e n t a s p a l e o l í t i c a s h u m a n a s de la E u r o p a occidental
HALLAZGOS ANTROPOLOGICOS
paso de todos los innovadores que no admitían con humildad los dogmas
de ciencia contrastada oficialmente, la multitud de observadores á quie-
nes el estudio de los terrenos conducía á reconocer los fósiles del hombre
y los testimonios de su industria en la época cuaternaria, era cada vez
más numerosa y activa. A l fin los A y m a r d , los Ami-Boué, los Tournal,
N.° 3. O s a m e n t a s p a l e o l í t i c a s h u m a n a s de la E u r o p a occidental
En lo sucesivo no habrá y a historiador que niegue la antigüedad del con gran celo, es que los diversos representantes de la humanidad, en su
Hombre y que lo represente nacido ó creado de repente de la tierra roja evolución necesariamente complicada con retrocesos parciales, van ele-
ó de la espuma del mar hace unos cinco ó seis mil años; la continuidad de vándose de período en período, por el arte cada vez más ingenioso y
la raza humana por lentas evoluciones, desde los tiempos más antiguos, sabio de completar su individuo, de acrecentar su fuerza por medio de
es el hecho capital reconocido de una manera universal, y admira la pro- objetos exteriores sin vida: piedras, maderas, osamentas y cuernos. Pri-
digiosa serie de siglos que han debido transcurrir para dar tiempo á meramente, el primate, de quien descendemos, se limitaba á recoger las
que se cumplieran los inmensos progresos que se han realizado durante ramas muertas y las piedras, como lo hacía su hermano el mono, y se
el curso de la prehistoria. servía de ellas como de armas é instrumentos. Era aquella la edad de la
En efecto, imagínense las edades de la pro-lalia, que precedieron á humanidad que, bajo ciertos aspectos, perpetúa todavía el feroz Seri del
las modulaciones del pensamiento en forma de palabra; después los de Méjico que lleva aún la piedra redonda que le sirve de maza.
la pro-piriaT anteriores á la invención del fuego, y se comprenderá cuan- Vino después el período «eolítico» ó de simple utilización de la pie-
t a esfuerzos y conquistas se han necesitado para traer al hombre desde dra, período que comenzó quizá sobre la base del «landemiano», en ple-
su estado primitivo de bestia, no sabiendo aún articular palabras, ni ali- no eoceno medio (Cels). A l g u n o s innovadores, los herejes de la época,
mentar la llama encendida por el rayo ó el volcán, al rango de animal aprendieron á emplear los guijarros de forma desigual: mazas, puñales,
primate y sabio, hábil para formular sus ideas p o r las correspondientes sierras, punzones, cepillos, raspadores y otros instrumentos naturales,
palabras y cuidadoso de la llama santa que arde en el hogar de sucabaña. que se limitaban á retocar con otras piedras para aumentar su corte ó su
punta; quizá hasta se servían de los dientes para morder el sílex, si
no se engañó Castañeda en su descripción de los indios cazadores del
El espacio de tiempo en que se sucedieron esas grandes evoluciones
siglo XVI.
puede dividirse, según su importancia, en períodos mucho más diferen-
tes unos de otros que lo que son las divisiones de antigua, medioeval y Ese empleo de los instrumentos primitivos, que se continúa todavía
moderna, usados en nuestra historia. en diversas comarcas bajo la forma antigua, fué el verdadero principio
de la industria propiamente dicha: ya se modelaban las piedras de sílex
Desde los remotos ciclos en que nuestros antepasados se iniciaron en
que los arqueólogos han encontrado en los mismos sitios donde los ante-
la palabra, después, pasados muchos siglos, en la captura del f u e g o , el
pasados las abandonaron después de usarlas, y que permanecieron entre
hombre, determinado por el medio cambiante, cambió él también durante
los restos, en tanto que las maderas y otras materias perecederas se con-
la serie de las edades, diferenciándose cada vez más de los animales que
vertían en polvo, como se revela, en la cuenca anglo-franco-belga, la
con él habían tomado su origen en el centro común del movimiento.
edad «reuteliana», en que el hombre vivía en compañía del FJeplws anti-
Por los vestigios de su paso en las cavernas y sobre las riberas de las
quns y del Rhinoceros Merkii'.
aguas, por los variadísimos restos de su industria durante la serie de
siglos transcurrida antes de la época de la historia escrita, los arqueólo- Después nuevas revoluciones y cambios graduales trajeron la suce-
sión de las edades durante las cuales «e aprendió á taUar las piedras y á
g o s han podido referir sumariamente su existencia en las diversas partes
darles todas las formas útiles para hacer de ellas instrumentos de trabajo
del mundo y en sus modos numerosos de civilización sucesiva, llegando
ó armas de combate; vinieron á continuación los siglos en que hubo
hasta el intento de describir esos diferentes pueblos prehistóricos, clasi-
artistas que se ocuparon en transformar sus instrumentos y sus armas en
ficarlos según sus parentescos y sus contrastes, trazar sobre el mapa sus
verdaderos objetos de l u j o : ese fué el tiempo precursor al período que
caminos de emigración y de conquista y buscar su filiación á través del
caos de los pueblos entremezclados.
Rutot, Sur l' Homme préquaternaire, pág. 19.
E l hecho culminante que resulta de las investigaciones proseguidas
mmmm
2
4 EL HOMBRE Y LA TIERRA
.Mas ¿cuáles fueron las etapas del progreso entre los períodos sucesi-
vos de la humanidad primera? I octavia no puede responderse más que
por hipótesis diversas, porque en plena prehistoria, e n . e l curso de los
ciclos de duración desconocida—miríadas ó millones de a ñ o s — t r a n s c u -
rridos desde que el Homo sapiens tomó posesión del planeta, los cambios
del medio han sido frecuentemente tan considerables que han constituido
verdaderas revoluciones, ora bruscas y violentas, ora á largo período y
tanto más seguras en sus efectos. En consecuencia, los indígenas han
tenido que sufrir en su historia las vicisitudes correspondientes: tan
pronto les ha sido preciso cambiar de residencia como modificar su gé-
nero de vida en el mismo lugar ; á veces la raza, destruida casi por com-
pleto, ha debido comenzar nueva existencia, reconquistar penosamente
los progresos adquiridos ya por sus antepasados, como si diversas hu-
manidades se hubiesen dedicado sucesivamente á ensayar la vida.
De modo que erupciones de lavas, terremotos y hundimientos, inun-
daciones de ríos é invasiones del mar han cambiado frecuentemente la
forma exterior del relieve t e r r e a r e , destruyendo los pueblos en parte ó
hasta en totalidad. ¡Cuán numerosas son, por ejemplo, las tradiciones
de diluvios que recubrieron todo el mundo habitable! A la historia
caldea del diluvio universal, reproducida en el Génesis, se unen tradicio-
nes análogas venidas de China, de la India, de E g i p t o , del N u e v o Mun-
do, especialmente de todas las comarcas bajas expuestas á la devastación
por las crecidas de los ríos. En otras partes, especialmente en las regio-
nes volcánicas, en los «países del fuego», otras leyendas, igualmente
justificadas por los acontecimientos anteriores, refieren las lluvias de
piedras, los desprendimientos de montañas, las apariciones ó desapari-
ciones súbitas de lagos, el enterramiento de ciudades.
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CARACTERES SOMÁTICOS DE L O S E U R O P E O S OCCIDENTALES
LENGUAS DELOS EUROPEOS OCCIDENTALES
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LATINOS GERMANOS
RAZAS PRINCIPALES PELASGOS
RAZAS SECUNDARIAS Portuguásy gallego
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que dura aún para la Groenlandia y los archipiélagos polares; pero si-
g u i e n d o las alternativas del clima, su masa c o n g e l a d a avanza ó retrocede,
N.° 4 . — A v a n c e d e l o s h i e l o s
• • H N N H N N I • H H M M H H H B H H I I
EL HOMBRE Y LÁ TIERRA
Tomemos como ejemplo una de las comarcas de Europa mejor estu- nocidas por la multitud de las armas y de los instrumentos que han
diadas por los g e o l ó g o s y los arqueólogos, la región de los Países Bajos suministrado las excavaciones de la E u r o p a media, desde el valle del
que recorren el Escalda y el Mosa en sus llanuras inferiores. En esas Ródano hasta el del Dnieper.
comarcas, la coincidencia de períodos industriales humanos con fenóme- La Francia meridional, en las cuencas del Garona y del A u d e , en la
nos de irrupciones glaciares se ha producido cinco veces distintas, nos vertiente de las altas tierras centrales, presenta una serie continua de
dicen los sabios: por cinco veces, durante ese espacio de tiempo, los producciones industriales durante el vaivén de los avances y retro-
glaciares árticos invadieron el norte de Europa rechazando ante sus mu- cesos del hielo: las revoluciones debidas, en los países del N'orte,
ros de cristal las aguas, los bosques y sus claros habitados •á las progresiones y á las retiradas sucesivas de la masa cristalina causa-
ron ciertamente también, por una especie de choque hacia atrás, modifi-
No es indispensable el hallazgo de osamentas humanas para afirmar á caciones muy importantes en la cultura de las comarcas del S u d , pero 110
la presencia anterior del hombre: el descubrimiento de sus instrumentos, la suprimieron por completo. No hubo «hiatus», según la expresión de
de sus habitaciones, de todas las huellas de su vida basta á demos- los arqueólogos; pero en diversos puntos de la Europa media hubo de-
trarlo, y aun á dar una idea psicológica más completa que la que sumi tención completa y la civilización hubo de comenzar de nuevo por agru-
nistraba el encuentro de cráneos bien conservados. Las edades primiti- paciones de colonos venidos de países 110 devastados \
aspecto del suelo donde se han o p e r a d o las e x c a v a c i o n e s permiten asis- se han hallado en el último período de los glaciares, en las edades en que
vivían dos g r a n d e s animales e x t i n g u i d o s ó ausen-
tir, por decirlo así, al c o m b a t e del hombre
tes de la Suiza actual, el Elephas primigenius y el
contra el glaciar. A s í se han descubierto,
Cervus tarandus. L o s hallazgos de Sch- *fTv^'TTf-^TLa.. n - - , _
á la mitad del s i g l o XIX, en las llanuras del
weizersbild, cerca de Schafthouse, recuer-
S u f f o l k y del Bedfordshire, vestigios indu-
dan esta antigua Groenlandia,
dables del trabajo del hombre, flechas de
siendo además fácil de compren-
sílex y otros instrumentos, pertenecientes á
PUNTAS RASPADORAS der que las huellas de
las capas de terreno depositadas inmediata-
Valle del Vezere la estancia del hombre
mente después de la retirada de los hielos,
'/, tamaño. (Col. Vibraye). hayan desaparecido
cuando los ríos actuales no habían tenido
en las comarcas monta- TIPOS DE HARPONES DE A S T A DE RENO
tiempo aún para ahondar su cauce en el suelo don-
ñosas, donde muchas Resguardo bajo la roca de'"Laugerie, (valle Vezere)
de se encontraron esos restos de la industria huma-
veces descendieron los
na '. En Suiza es principalmente donde los A l p e s , tamaño (Col. Vibraye).
glaciares de los gran-
seguían armónicamente las oscilaciones de los hie-
des campos de nieves de los A l p e s , arrastrando en su carrera las
los polares y se comprueban mejor los esfuerzos
rocas desprendidas de las paredes, empujándolas ante sí hasta formar
del hombre para conquistar el suelo sobre los hie-
morainas enormes que cubrían el suelo en una extensión de miles de ki-
los en regresión.
lómetros cuadrados, ó labraban profundamente la tierra dejándola cubierta
S e g ú n R ü t i m e y e r (1870), el testimonio más an- de restos.
t i g u o de la estancia del interglaciar en los A l p e s HACHA DE SÍLEX
A u n q u e los fósiles humanos se conservan difícilmente en las capas
proviene de las orillas del l a g o de W e t z i k o n , don- hallada en la gruta del
Moustier, valle del Vezere. superficiales de los terrenos y sólo en condiciones m u y favorables, espe-
de descubrió y estudió lo que c r e y ó ser un resto
' , tamaño. ( C. Vibraye) cialmente en las grutas, b a j o capas protectoras de concreciones calcá-
de cestería, es decir, tres palillos cortados en punta
reas, los exploradores han encontrado a l g u n a s osamentas m u y an-
en su extremidad inferior y entretejidos con
tiguas de aquellos artesanos que
mimbres partidos *.
tallaban los sílex, las obsidianas,
S e ha hecho notar después que los castores,
las astas y los marfiles en las eda-
m u y numerosos en tiempos pasados en los l a g o s des interglaciales y las épocas más
de Suiza, podían haber sido los o b r e r o s que la- recientes. Por desgracia, gran nú-
PT N T A Y R A S P A D O R DOBLE
braron esos palillos y que los mimbres partidor, mero de esos restos han sido des-
Valle del Vezere
podían haberse enredado por el esfuerzo de las enterrados por e x c a v a d o r e s incom-
' tamaño. (Col. Vibraye).
olas que vienen á romperse á la orilla. Otros petentes, que no se han rodeado de P Ü N T J S D E ASTA DE
: —
«Miles de sepulturas prehistóricas han sido destruidas.» (Manouvrier).
ojo, y por el aplanamiento del cráneo, que indica mucha semejanza con
' Sus fragmentos han sido dispersados, y los documentos osteológicos de los monos: según Schwalbe, habría de considerársele más bien como una
los museos son escasos, á pesar del gran número de exploraciones más ó formación intermedia entre el hombre y el pithecanthropo, que como un
menos fructuosas, realizadas en las cavernas. antepasado del hombre actual: en el árbol genealógico de las especies
Diversos fragmentos encontrados en las ca- superiores, esta raza constituiría una rama especial.
pas inferiores de la formación pampeana parecen Wilser propone también clasificar una nueva raza, la de Yoisek, se-
datar de una época anterior á los tiempos glacia-
A N Z U E L O DE A S I A DE R E N O
les de la Europa occidental, y , en todo caso, N.° 5. G r u t a s del b a j o V é z é r e
cuya punta ha sido rota.
Laugerie (bajo Vézère) son más antiguos que los objetos de la misma
1 , tamaño. (Col. Vibraye) naturaleza revelados hasta nuestros días por los
investigadores en las comarcas de Europa. Sin
embargo, parece incontestable que dos molares humanos, hallados en el
yacimiento de Taubach, cerca de Weimar, pertenecen á la época templa-
da del fin del plioceno, antes de las edades del mammut y del reno, en
los tiempos del Elephas antiquus y del Rhinoceros Merckii: huellas de
fuego, sílex y osamentas talladas, restos de comidas en las que la caza
de entonces había suministra-
do los manjares, atestiguan la
existencia del hombre tercia-
rio europeo.
L'LNTAS DE FLECHA DE ASIA DE RENO
Otros fragmentos huma-
Resguardo bajo la roca de Laugerie (bajo Vézère)
nos procedentes de Krapina,
j tamaño. (Col. Vibraye).
en Croacia, han permitido á
los arqueólogos precisár sus afirmaciones sobre esas épocas lejanas: el
hombre de la raza local poseía entonces una dentadura que se asemejaba
mucho á la de los grandes antropoides '.
l : 100000
('•radas á esos restos y á otros hallados anteriormente, los sabios
especialistas han creído poder dividir 1 El Moustier. 7 La Mouthe.
2 La Magdalena. 8 Font de Gaumc.
los hombres de la época paleolítica en 3 Laugerie alto. 9 Gombarelles.
4 Laugerie bajo. 10 La Calévic.
PUNTA DE ASTA DE RENO varias razas, de las cuales, la más an- 5 Cro-Magnon. 11 Les Grézes.
6 Les Eyzies.
• Con incisión para el mango tigua, llamada de Neanderthal-Spy, por i
l.augerie (bajo Vézère), Las grutas no enumeradas son menos importantes
los dos lugares de hallazgo de los fósiles
tamaño. (Col. Vibraye).
humanos, se distingue por el considera- gún un esqueleto fósil de Livonia, encontrado en 1902, que excede todos
ble abultamiento de las bóvedas superciliares, verdadero resguardo del los otros tipos humanos en dolicocefalia ( O ' ó j ) .
En cuanto al hombre de Cro-Magnon, que vivía en la época magda-
Albert Heim, Gorjanovic'-Kramberger, Klaatsch, Moriz Heernes, etc. leniana, en las cavernas de Perigord y del Limousin, era verdaderamente
un hombre de elevada estatura, frente alta, cráneo noblemente redondea-
progreso continuo en el hombre, desde el punto de vista de las dimensio-
do y notable por sus cualidades artísticas: hasta se puede sospechar si la
nes del cerebro y de la forma del cráneo. Hasta es muy probable que
raza de Cro-Magnon, aunque parece haber sido violenta y bárbara, pron-
haya sucedido de muy diferente modo.
ta á dar y recibir la muerte, había llegado, bajo ciertos aspectos, á alcan-
A pesar de la opinión común, la capacidad del cráneo no se habría
zar un grado de cultura culminante';, desde el punto de vista del arte,
aumentado desde los tiempos! paleolíticos: la mayor parte de los cráneos
todas las generaciones siguientes, 'durante las edades ^neolíticas, repre-
fósiles son superiores en capacidad al término medio de los cráneos ac-
sentan un periodo de gran retroceso.
tuales, debido á que
los antepasados de los
tiempos cuaternarios
110 podían vivir como
muchos de nuestros
c o n t e m p o r á n e o s : la
lucha por la existen-
cia era más áspera,
más variada, pedía es-
fuerzos más constan-
tes, más presencia de
ánimo, ingenio é in-
ventiva1. L a historia
de la humanidad su-
pone una evolución
continua con alterna-
tivas de ganancias y
pérdidas en fuerzas,
destreza, agudeza de
los sentidos, vigor
intelectual, y en esa CRÁNEO DEL HOMBRE DE CRO-MAGNON (Frente)
CRÁNEO DEL HOMBRE DE C R O - M A G N O N (Perfil) Epoca magdaleniana
fermentación de las
F.poca magdaleniana
sociedades, los pro- (Museo de Historia naturaTáe.Parts.-^Antropología)
' Museo de Historia natural de Parts, Antropología)
históricas, procuran adivinar las condiciones de procedencia y de medio E l misionero Fisher, que vivió largo tiempo entre los pigmeos de
en que se encontraban los diversos poblados cuyos campamentos han Wa-twa (Africa Ecuatorial), comprobó que aventajan mucho á los negros
descubierto; pero la parte de las opiniones personales es harto grande de gran talla, en presteza y en agudeza intelectual'.
1-8
un hombre de elevada estatura, frente alta, cráneo noblemente redondea-
p r o g r e s o continuo en el hombre, desde el punto de vista de las dimensio-
do y notable p o r sus cualidades artísticas: hasta se puede sospechar si la
nes del cerebro y de la forma del cráneo. Hasta es m u y probable que
raza de C r o - M a g n o n , a u n q u e parece haber sido violenta y bárbara, pron-
haya sucedido de m u y diferente modo.
ta á dar y recibir la muerte, había llegado, bajo ciertos aspectos, á alcan-
A pesar de la opinión común, la capacidad del cráneo no se habría
zar un g r a d o de cultura culminante';, desde el punto de vista del arte,
aumentado desde los tiempos! paleolíticos: la mayor parte de los cráneos
todas las generaciones siguientes, 'durante las edades ^neolíticas, repre-
fósiles son superiores en capacidad al término medio de los cráneos ac-
sentan un periodo de gran retroceso.
tuales, debido á que
los antepasados de los
tiempos cuaternarios
no podían vivir como
muchos de nuestros
c o n t e m p o r á n e o s : la
lucha por la existen-
cia era más áspera,
más variada, pedía es-
fuerzos más constan-
tes, más presencia de
ánimo, ingenio é in-
ventiva1. L a historia
de la humanidad su-
pone una evolución
continua con alterna-
tivas de ganancias y
pérdidas en fuerzas,
destreza, agudeza de
los sentidos, vigor
intelectual, y en esa CRÁNEO DEL HOMBRE DE CRO-MAGNON (Frente)
CRÁNEO DEL HOMBRE DE C R O - M A G N O N (Perfil) Epoca magdaleniana
fermentación de las
F.poca magdaleniana
sociedades, los pro- (Museo de Historia naturaTáe.Parts.-^Antropología)
' Museo de Historia natural de Parts, Antropología)
L o s autores que se ocupan de las hipótesis relativas á estas razas pre- viduos.
históricas, procuran adivinar las condiciones de procedencia y de medio E l misionero Fisher, que vivió largo tiempo entre los pigmeos de
en que se encontraban los diversos poblados c u y o s campamentos han Wa-twa ( A f r i c a Ecuatorial), comprobó que aventajan mucho á los negros
descubierto; pero la parte de las opiniones personales es harto grande de gran talla, en presteza y en agudeza intelectual'.
1-8
mm SM
des de la geología moderna—retirada de las llanuras y formación de los Sin embargo, quedan algunos desiertos de A r a b i a , especialmente al
norte de Hadramaut, donde nadie osa aventurarse, vista la soltura de las
arenas en las cuales puede enterrarse el hombre en pocos instantes.
I Albert Heim, Ueber das absolute Alter der Eiszeit, Vierteljahrsschrift der Gesellschaft in
Zürich, x x x i x , 1894.
En A f r i c a quedaron inaccesibles vastas extensiones del Sahara du-
II N.-H. Winchell, American Geologist, v o l . X , 1892, päg. 80; Mac Gee, American Anthropo- rante todo el período conocido de la historia: tales al oeste del E g i p t o y
logist, vol. V, octubre 1892, pag. 337. de sus últimos oasis, Farafreh, Kargeh, Dakhel, las formidables hileras
1 Mac Gee Earth, the Home of Men, pag. 15, Anthropological Society of Washington
de dunas que se desarrollan sobre una anchura de mil kilómetros en la ron á través del mundo. Es difícil imaginarse cuan penosa había de
dirección de T i b e s t i . ser la colonización antes de trazarse los caminos en los b o s q u e s y los
Las dunas de Iguidi en el Sahara occidental," son también cuidadosa- pantanos, antes que se po-
mente evitadas por las caravanas, y el D j o u f , ó « V i e n t r e del desierto»,
al noroeste de T i m b u c t u , es una depresión, tal v e z salina, que defienden ra los brazos de mar.
Y , sin e m b a r g o , la ex- H
as unas de otras, a m i e s
de kilómetros de distancia
CAPÍTULO II
CAPÍTULO II
discípulos de Atenas. Las verdades generales que enunció fueron repeti- dividida en veinticinco títulos, y admira notarse á primera vista que ese
das y amplificadas después por diversos escritores tales como Montaigne, cuadro no establece diferencia entre las condiciones á las que todos los
Hodin, Montesquieu, pero con tan escasa precisión en los hechos que sus
advertencias quedaron sin aplicación seria en el dominio de la geografía N.° 6. H a b i t a c i o n e s de Esquimales
(Véanse págs. 42 y siguientes)
y de la historia. En el siglo XIX comenzaron las observaciones metódicas
cuyo conjunto ha tomado el nombre de «ciencia» aun antes de merecerlo:
al menos, los medios por los cuales se trata de determinar los orígenes
históricos de los pueblos de Judea, de Grecia y de Italia han sido descri-
tos en admirables monografías.
X o basta reconocer de una manera general la influencia de la Natura-
leza sobre el Hombre, se necesita también hacer que conste la parte que
corresponde especialmente en esta influencia á cada una de las condicio-
nes particulares del medio. Reconociéndolo así, durante la época mo-
derna ha habido sabios que se han entregado al más ingenioso análisis \
.i la más laboriosa investigación de los hechos para clasificar cada uno
según la acción determinante más ó menos considerable que ejerce sobre
los hombres.
La escuela de Le Play se ha distinguido sobre todo en este estucr/o
de clasificación de los agentes que regulan la actividad del hombre, y
M. de Tourville, desarrollando la obra de su maestro 1 , ha formulado la
clasificación de todos esos agentes, lista que su escuela considera como
un «instrumento de trabajo que ha dado á la ciencia social un impulso
comparable al que la química debe á su nomenclatura», como un «ins-
trumento preciso y completo que permite analizar exacta y rápidamente Según R• E. Pea/y.
Plano cónico.
las sociedades mas complicadas». Es decir demasiado: ese instrumento,
I 9 000 000
La clasificación de los hechos sociales debida á M. de Tourville está H a y , sin embargo, una distinción bien marcada que señalar entre
los hechos de naturaleza, que no pueden evitarse, y los que pertenecen
1 Science Sociale, tomo II, págs. 502 y siguientes; — Edmond Dcmolins, Les Erangah
a un mundo artificial, que se pueden rechazar ó ignorar completa-
datijourd huí, págs. 431 y siguientes.
1 - 10
i-vm
IíL H O M B R E Y LA TIERRA FRIALDAD Y CALOR 43
mente. El suelo, el clima, el género de trabajo y de alimento, las rela- palmípedas, tienen una flora rápidamente desarrollada de gramíneas que
ciones de sangre y de alianza, el modo de agrupación, he ahí hechos alcanzan hasta 5 metros de altura; 1 familias de esquimales viven al Norte
primordiales que tienen su parte de influencia en la historia de cada hasta el campamento de Etah (Ita), á 1,300 kilómetros del polo, y el via-
hombre, lo mismo que de cada animal, en tanto que el salario, el patro- jero Péary se ha hecho acompañar por ellas mucho más al Norte en sus
nato, el comercio, la circunscripción de Estado son hechos secundarios expediciones; al S, los representantes del género humano son detenidos
á los cuales no fueron sometidas las sociedades en los tiempos primitivos. por el mar á una distancia mucho menor del Ecuador, en la Tierra del
Verdad es que muchas veces, la parte artificial de la existencia supera en Fuego, á 3,800 kilómetros del polo antártico.
los individuos las condiciones naturales de la vida; s i n , e m b a r g o , una
clasificación que tiene un carácter general ha de colocar ciertamente en
primer "término el medio de origen que ejerció la acción determinante
sobre las poblaciones primitivas. A n t e todo ha de estudiarse el medio
estático, después hay que informarse del medio dinámico.
línea isotérmica de cero coincide casi exactamente con el límite de habi- constar en este caso la influencia decisiva del medio? A n t e s que el Hom-
tabilidad que la naturaleza ha trazado al género humano. Casi todas las bre, emancipado relativamente por la ciencia, hubiese asociado sus es-
islas desiertas del Norte se encuentran en los parajes polares ó subpolares, fuerzos para librarse algo de la dominación del clima, ninguno de sus
bajo el áspero clima de las nieblas y de las escarchas, de las nieves y de representantes hubiese sabido penetrar más allá de los pequeños territo
los hielos: por instinto, las poblaciones emigrantes, rechazadas por las rios de los esquimales en esas regiones terribles del frío polar, cuya
entrada estaba mejor defendida que la del antiguo paraíso caldeo. La
revoluciones terrestres ó por otros hombres, han retrocedido ante esas
teoría según la cual el Hombre, disponiendo de una fuerza innata, sería
terribles regiones, ó han perecido sin haber tenido tiempo de acomodarse
á esc demasiado áspero medio, donde, 110 obstante algunos sitios excep- 1 Hermann G. Siinmons, Etudes botaniipics de Fexpedition Svcrdrup, La Gcographie, 15 le-
cionales, revestidos de una capa de estiércol depositada por millones de brero 1904.
completamente independiente en su medio, está en absoluto desacuerdo Pero esas extensiones tristes, donde los Esquimales acampan en me-
con los hechos observados, y nadie tiene y a el derecho de repetir las dio de los hielos, les suministran muy escasamente los recursos necesa-
palabras de G o b i n e a u : «Bastaría que el grupo blanco más puro, más inte- rios á la existencia. No es, pues, probable que esas tribus hayan tenido
ligente y más fuerte, residiese, por un concurso de circunstancias invenci-
Densidad de la población ártica.
bles, en el fondo de los hielos polares ó bajo los rayos del ecuador para
que todas las ideas, todas las tendencias, todos los esfuerzos convergiesen
á él» '. La experiencia ha desmentido tan atrevidas aserciones y se han
visto recientemente, en las regiones polares, expediciones compuestas de
viajeros pertenecientes á la raza que Gobineau exalta sobre todas, entre-
garse á la antropofagia y hasta apresurar la muerte de los famélicos. Las
relaciones oficiales han disimulado ligeramente esos incidentes lúgubres.
Los Esquimales ó Innuits, es decir, los «Hombres» de la América del
Norte, lo mismo que los Lapones de Europa, los S a m o y e d o s y los T c h u k t -
chis de Asia, llevan en toda su persona y su género de vida el testimo-
nio evidente de la acción dominante del frío. En primer lugar son pocos.
1 > que proviene de la pobreza de recursos que les ofrece la tierra ártica,
cubierta de hielos en la mayor parte «le su extensión. En un espacio de-
unos 7,000 kilómetros de Este á Oeste, desde la costa oriental de la Groen-
landia hasta el territorio de los Tchuktchis, en la Siberia, — región de
unos veinte millones de kilómetros cuadrados, igual á cuarenta veces
Francia, — hay menos de cincuenta mil esquimales de raza pura ó cruzada,
y , entre ellos los indígenas que, habiendo quedado completamente sepa-
rados del mundo europeo, han conservado su pureza de sangre, 110 exce-
den seguramente de quince mil : el país de los Esquimales es, proporcio-
nalmente, cuatro ó cinco mil veces menos poblado que el resto de la Tierra.
mos: se habían imaginado constituir por sí solos la humanidad entera. por lugar de nacimiento las comarcas de gran frialdad que actualmente
habitan, á menos que el clima local se haya enfriado poco á poco, obli-
gando á los aborígenes á modificarse incesantemente, á cambiar su g é n e r o
1 /rn'galile des Races
1 —11
EL HOMBRE Y L A TIERRA
En nuestros días está casi en todas partes bien marcado el límite nera admirable la fisono-
entre las dos razas y corresponde con los rasgos de Ja naturaleza: «Donde mía de la foca, rostro aplas-
están los árboles están los indios; donde comienza el musgo comienza el tado con los escasos pelos
esquimal» dice el proverbio. En la América oriental las guerras de ex- del bigote erizados, ex-
terminio han dado á esta frontera natural la consagración de la sangre presión dulce, ligeramen-
vertida. « L a tierra es demasiado pequeña para contener las dos razas», te azorada y un conjunto
decía un Innuit al viajero B o a s ' . ¿No es ese el lenguaje que se repite oleoso. Tiene también las
entre enemigos de raza y de clase en todo el mundo? costumbres de la foca, al-
La acción del medio se muestra con evidencia en la apariencia física ternando largas perezas á
de los Innuits puros, porque es más difícil de hacer constar en los Groen- una actividad forzada. Am-
landeses del sur, que son casi todos mestizos de Dinamarqués y están so- pliamente vestido al exte-
metidos á instituciones religiosas y políticas de origen extranjero. Los rior, el esquimal ha de ati-
verdaderos Innuits tienen la cabeza alargada 3 , pero sin fuertes relieves; borrarse al interior con
sus orejas están pegadas á la cabeza, bajo una cabellera áspera y grasa; masas de comida de que los
su nariz es ancha y poco-abultada, excediendo apenas de la redondez de europeos no pueden for-
las mejillas; sus ojillos se ocultan bajo párpados espesos y ligeramente marse idea. vSe habla de
TIPOS COMPARADOS DEL VERDADERO INNUIT Y DEL PIEL-ROJA
tirantes; los pies y las manos, de forma redondeada, no permiten dibujarse 10, 12 y 14 kilogramos de
ALGONQUIN DEL LABRADOR
grasa, aceite y carne em-
Ounnar Isachsen, Pttermann's Mitteilungen, vn, 1903.
butidos y tragados, de una sentada, por un solo innuit ó «come-crudo»;
Petcrmatm's ErgUmungshe/t, n.° 80.
Indica cefálico medio de los esquimales, según Ripley, Denikar. etc.: 76,8 en el vivo. 'cal es el significado de la palabra «esquimal» dada por los A l g o n q u i -
48 EL HOMBRE Y LA TIERRA
ción de las inmundicias. Parece imposible para alcanzar su presa, sea en estío en las I larprmcs diversos.
dos; en muchas comarcas los calores estivales se elevan frecuentemente, Menos d e 1 habitante por kil.cuadrado y puntos habitados.
De 1 á 25
ó hasta con regularidad, á una cuarentena de grados, y á veces, allí De 25 á 5 0
donde el ardor del sol es reverberado por las rocas ó las arenas, el ter- De mas de 50 »
I! 160 000000.
mómetro indica, aun á la sombra, como 1111 soplo «le incendio que parece
o 3000 eoookil
intolerable, pero que el hombre, habituado, soporta, no obstante, sin
1 Khalka mongol, mar de las Hierbas. 9 Sinai
sentirse perjudicado orgánicamente. 2 Meseta de los Ordos. 10 Desierto arábigo
3 Gobi. 11 Eritrea.
.Si en la zona tórrida hay vastas extensiones más ó menos completa- 4 Dzungaria. 12 Desierto de los Somalis.
5 Taklamakan. 13 » d e Libia.
mente deshabitadas, no es debido á un e x c e s o de calor, sino, unas veces 6 Estepas de los Turkmenios. 14 Sahara.
7 Desiertos del Irán. 15 Ceara. región de despoblación intermiten-
al exceso de vapor de agua, otras á la falta de humedad en el aire. Los 8 » de la Arabia. te por causa de sequedad.
climas que agradan al hombre ofrecen una proporción de vapor aéreo NOTA.—Las altas mesetas y las montañas elevadas del Asia, del Altai al Himalaya, perma-
necen inhabitadas por el frío. Las estepas de los Kirghiz, en ^ s inmediaciones del lago Balkhach,
que representa á lo más las nueve décimas y á lo menos los dos tercios de pobladas en otro tiempo y que se repueblan hoy, habían sido desvastadas por las guerras. El
dominio de las selvas explica la débil densidad de las poblaciones de la A m a z o n i a .
la que indica el punto de saturación: en cuanto la proporción desciende
al cuarto, al quinto ó á menos aún, las condiciones se hacen desfavora-
bles á la existencia. Por lo demás, las comarcas que ordinariamente ca- se ven obligados á emigrar temporalmente hacia la Amazonia. En el
recen de la cantidad suficiente de vapor están igualmente privadas de espacio de unos doce millones de kilómetros cuadrados que comprende
la zona desierta del Mundo A n t i g u o con los oasis intermediarios, la po-
agua en el suelo: son espacios casi desprovistos de vegetación, sin ani-
blación alcanza solamente un millón de individuos, ciento veinte veces
males y , por consiguientes, sin hombres.
menos que el térmico medio de los continentes.
Debido á la sequedad del aire y de la tierra, desde la Mongolia hasta
1 - 1 3
_
54 EL HOMBRE Y LA TIERRA SEQUEDAD Y HUMEDAD
Los lnnuits, que hemos tomado como tipo de las poblaciones someti- •más que unas blusas, mantos ó taparrabos; las cabanas en que se
das á la acción del clima más áspero, no son ciertamente unos «primiti- recogen por la noche están formadas por esterillas de mimbres entre-
vos» desde el punto de vista de la raza, porque durante el infinito de los tejidos, sin necesidad, como los Esquimales de conservar una llama. El
siglos de crecimiento, los medios han cambiado continuamente; pero en alimento de esos A f e r ó «Errantes» es de lo más sencillo, porque la tem-
peratura no les obliga á activar la combustión interior: un poco de
comparación de las agrupaciones diversas de la zona tropical, esos habi-
mijo, leche, manteca, la carne
tantes del «Gran Norte» pueden ser considerados como aborígenes,
«salidos del suelo», por decirlo así. A l contrario, los g r u p o s étnicos
más aislados de las regiones tórridas, los T o u a r e g s ' d e l Sahara, por ejem-
plo, ó los Nubios, los Bedjas, los Danakiles, ó los Somalia, costeños del
litoral ardiente del Mar liojo ó. del Océano índico, #on poblaciones
ya muy mezcladas, q u e , desde luengos siglos, pertenecen al mundo his-
tórico.
Por sus abuelos, estuvieron en relaciones frecuentes con la India,
E g i p t o y Fenicia y formaron parte del dominio de la civilización himia-
rita; Meroé, sobre el A l t o Nilo, fué una de sus capitales y un centro de
gran cultura; desde hace lo menos treinta y seis centenas de años, cono-
cen el bronce y el hierro, puesto que en un templo de T e b a s existen
pinturas murales que representan Puntis ó Somalis que llevan armas
semejantes á las usadas actualmente por sus descendientes. Después del
nacimiento de las religiones modernas, los Bedjas se convirtieron al cris-
tianismo y después al mahometismo ; los Danakiles y los Somalis se han
cruzado con los A r a b e s y confiadamente se dan el título de compatriotas
del profeta, lo mismo que el de fieles de su dios; algunos hasta preten- '
den pertenecef á la misma familia de Mahoma. Sin embargo, esos pue-
d e m o s los tienen para gloriti- T1P0 D E SOMALÍ
blos que han sido modificados de modo tan diverso, pueden, lo mismo
car la vida y la buena comida:
que los Esquimales, presentarse como ejemplos típicos de la acción del
«Si el hambre me aprieta, dice un héroe árabe, no la escucho, la enga-
clima.
ño, la olvido, la paseo, la mato»
Obsérvase, en primer lugar, cuanta semejanza física ofrecen entre sí,
en la estructura y en el nfovimiento, esas gentes del litoral tórrido, y a También en el Nuevo Mundo, el Papago de la Sonora permanece
sean de raza árabe, galla ó nigricia. M u y diferentes de los hiperbóreos, fácilmente sin beber dos ó tres días bajo un sol implacable. Y, nó •
pequeños y gruesos de rostro mofletudo, de vientre abultado y de movi- obstante, á pesar de las tablas sabias de los médicos que dosifican 1* can-
miento de balanceo, los hijos del Sol son flacos y nerviosos, ágiles, tidad de ázoe, de carbono y de água que se suptfne indispensable á todo
diligentes, de admirable velocidad en la carrera; tienen los rasgos firmes organismo humano, Beduinos y Papagos tienen una fuerza y una destreza
y precisos; el o j o vivo se destaca atrevidamente del párpado, y la admirables. Los Papagos son corredores prodigiosos: j u g a ñ d o al ka-
cabellera, única protección del cráneo contra los rayos de fuego, cae
Schanfara, poema traducido por F. Fresnel.
como crin sobre los hombros. Por vestido, Danakiles y Somalis no usan
El. HOMBRE Y LA TIERRA SEQUEDAD Y HUMEDAD
chañekon, es decir, á la «pelota de pie», corren de 5o á 65 kilómetros norte, permanece, á pesar de todo, siendo un pequeño centro industrial
en una tarde '. y administrativo, aunque convertida en capital del A l a s k a (1903) y ,
El carácter desnudo y monótono de los paisajes, rocas, arcillas ó á pesar de que la explotación de las minas, de los bosques y las pes-
arenas grises, interrumpidos por raros oasis de verdura, ó que no ofrecen querías de salmones permiten enriquecerse allí rápidamente, consi-
sino malezas y hierbas raras, ha de encontrarse también en el carácter deración'primaria á los ojos de los americanos y de otros muchos.
intelectual y moral de las agrupaciones humanas que viven en esas Saliendo de la villa de Sitka, edificada en otro tiempo para los fun-
comarcas de sequedad y de calor. La vida apenas puede cambiar muy cionarios rusos y que actualmente sirve de factoría á algunos negociantes,
débilmente ese medio formidable y violento: los pensamientos y las toda excursión es tenida por imposible. El agua se acumula en charcos
costumbres quedan casi idénticos de siglo en siglo, muy sencillos, so- en las desigualdades del suelo; hasta en las pendientes más empinadas,
brios, precisos, imperativos en su uniformidad. las raíces entretejidas de las coniferas retienen el agua de lluvia que
Pero encabezas calentadas por los rayos de un sol ardiente, nacen fá- hincha los musgos como enormes esponjas; caen las gotas de rama en
cilmente las cóleras y los furores. En esas comarcas las venganzas se rama; venas líquidas descienden por los huecos de los árboles; las
persiguen con una rabia feroz, y en los grandes movimientos nacionales, ramas tronchadas, viscosas y medio podridas, cubren el suelo graní-
en las guerras de independencia ó de invasión, los naturales fanatizados tico convertido en fango corriente: que los aguaceros atraviesen el
llevan la intrepidez hasta los extremos límites de lo posible, hasta lo im- ramaje ó que el lodo suba de la tierra, ello es (jue se está siempre en
posible ha podido parecer durante ciertos períodos de la historia, espe- un baño de agua ó de vapores. Desciendan las nubes ó suban las
cialmente cuando las primeras invasiones mahometanas y en la repentina nieblas, entremezclándose incesantemente, el hombre -se encuentra
rebelión de los madhistas contra los invasores ingleses. aprisionado en el fluido elemento que le empapa y le penetra. En
tal medio, no es extraño que los residentes, harto escasos, lleven una
El contraste absoluto de esas regiones secas por la atmósfera, áridas
vida monótona y falta de animación juvenil. La principal preocupación
por el suelo, nos le suministran las comarcas en que la humedad del
es buscar dónde refugiarse.
aire y la abundancia de las lluvias hacen casi imposible la estancia del
hombre. A este respecto, la costa Qccidental del Nuevo Mundo pre- En muchas comarcas que bañan constantemente las aguas y las
senta notables contrastes. nieblas, no ha podido el hombre fijar su residencia, á pesar de las
ventajas que podría reportarle: este es el caso, entre otras tierras del
Mientras que en ciertas partes del litoral, así como la península
Océano Indico, de la gran isla de Kerguelen, que antes se creyó ser la
mejicana de la California, es decir, el «Chaud Four», y las playas del
punta avanzada de un continente austral; es de una superficie evaluada
Perú meridional, apenas tienen más habitantes que mineros, pescadores
en cuatro ó cinco mil kilómetros cuadrados y ofrece superficies cubiertas
de perlas y rudos comerciantes en metal y en sales químicas, las dos
de verdura que podrían fácilmente cultivarse; los rebaños, según las
regiones lluviosas del norte y del sur, por un lado el litoral del A l a s k a y
experiencias practicadas por el navegante James Ross, se desarrollarían
por otro e l archipiélago de los Chonos, han permanecido igualmente
allí tan bien como en las Falkland de los mares americanos, situadas bajo
desiertos, á pesar de la riqueza forestal de la comarca, la fertilidad natural
una latitud más próxima al polo. La posición geográfica de Kerguelen,
del suelo y la excelencia de puertos resguardados.
— bajo el grado 49,—correspondiente á la de París, en el hemisferio sep-
La ciudad de Juneau, que, aparte de los lugares auríferos, alterna-
tentrional, no es para espantar á los viajeros, y la temperatura media de
tivamente invadidos y abandonados por los buscadores y los mineros,
la isla, de unos 4 grados centígrados, es la de Cristianía y de Moscou,
es, como aglomeración normal, la más considerable de los parajes del
ciudades c u y o clima es muy favorable á un vigoroso desarrollo del hom-
/ bre. A d e m á s , Kerguelen, que posee excelentes puertos, perfectamente
1 Mac Gee, The American Anthropologist, octubre 1895,
1—u
•BRR
El. HOMBRE Y LA TIERRA SEQUEDAD Y HUMEDAD
chañekon, es decir, á la «pelota de pie», corren de 5o á 65 kilómetros norte, permanece, á pesar de todo, siendo un pequeño centro industrial
en una tarde '. y administrativo, aunque convertida en capital del A l a s k a (1903) y ,
El carácter desnudo y monótono de los paisajes, rocas, arcillas ó á pesar de que la explotación de las minas, de los bosques y las pes-
arenas grises, interrumpidos por raros oasis de verdura, ó que no ofrecen querías de salmones permiten enriquecerse allí rápidamente, consi-
sino malezas y hierbas raras, ha de encontrarse también en el carácter deración'primaria á los ojos de los americanos y de otros muchos.
intelectual y moral de las agrupaciones humanas que viven en esas Saliendo de la villa de Sitka, edificada en otro tiempo para los fun-
comarcas de sequedad y de calor. La vida apenas puede cambiar muy cionarios rusos y que actualmente sirve de factoría á algunos negociantes,
débilmente ese medio formidable y violento: los pensamientos y las toda excursión es tenida por imposible. E l agua se acumula en charcos
costumbres quedan casi idénticos de siglo en siglo, muy sencillos, so- en las desigualdades del suelo; hasta en las pendientes más empinadas,
brios, precisos, imperativos en su uniformidad. las raíces entretejidas de las coniferas retienen el agua de lluvia que
Pero encabezas calentadas por los rayos de un sol ardiente, nacen fá- hincha los musgos como enormes esponjas; caen las gotas de rama en
cilmente las cóleras y los furores. En esas comarcas las venganzas se rama; venas líquidas descienden por los huecos de los árboles; las
persiguen con una rabia feroz, y en los grandes movimientos nacionales, ramas tronchadas, viscosas y medio podridas, cubren el suelo graní-
en las guerras de independencia ó de invasión, los naturales fanatizados tico convertido en fango corriente: que los aguaceros atraviesen el
llevan la intrepidez hasta los extremos límites de lo posible, hasta lo im- ramaje ó que el lodo suba de la tierra, ello es (pie se está siempre en
posible ha podido parecer durante ciertos períodos de la historia, espe- un baño de agua ó de vapores. Desciendan las nubes ó suban las
cialmente cuando las primeras invasiones mahometanas y <-n la repentina nieblas, entremezclándose incesantemente, el hombre -se encuentra
rebelión de los madhistas contra los invasores ingleses. aprisionado en el fluido elemento que le empapa y le penetra. En
tal medio, no es extraño que los residentes, harto escasos, lleven una
El contraste absoluto de esas regiones secas por la atmósfera, áridas
vida monótona y falta de animación juvenil. La principal preocupación
por el suelo, nos le suministran las comarcas en que la humedad del
es buscar dónde refugiarse.
aire y la abundancia de las lluvias hacen casi imposible la estancia del
hombre. A este respecto, la costa occidental del Nuevo Mundo pre- En muchas comarcas que bañan constantemente las aguas y las
senta notables contrastes. nieblas, no ha podido el hombre fijar su residencia, á pesar de las
ventajas que podría reportarle: este es el caso, entre otras tierras del
Mientras que en ciertas partes del litoral, así como la península
Océano Indico, de la gran isla de Kerguelen, que antes se creyó ser la
mejicana de la California, es decir, el «Chaud Four», y las playas del
punta avanzada de un continente austral; es de una superficie evaluada
Perú meridional, apenas tienen más habitantes que mineros, pescadores
en cuatro ó cinco mil kilómetros cuadrados y ofrece superficies cubiertas
de perlas y rudos comerciantes en metal y en sales químicas, las dos
de verdura que podrían fácilmente cultivarse; los rebaños, según las
regiones lluviosas del norte y del sur, por un lado el litoral del A l a s k a y
experiencias practicadas por el navegante James Ross, se desarrollarían
por otro e l archipiélago de los Chonos, han permanecido igualmente
allí tan bien como en las Falkland de los mares americanos, situadas bajo
desiertos, á pesar de la riqueza forestal de la comarca, la fertilidad natural
una latitud más próxima al polo. La posición geográfica de Kerguelen,
del suelo y la excelencia de puertos resguardados.
— bajo el grado 49,—correspondiente á la de París, en el hemisferio sep-
La ciudad de Juneau, que, aparte de los lugares auríferos, alterna-
tentrional, no es para espantar á los viajeros, y la temperatura media de
tivamente invadidos y abandonados por los buscadores y los mineros,
la isla, de unos 4 grados centígrados, es la de Cristianía y de Moscou,
es, como aglomeración normal, la más considerable de los parajes del
ciudades c u y o clima es muy favorable á un vigoroso desarrollo del hom-
/ bre. A d e m á s , Kerguelen, que posee excelentes puertos, perfectamente
1 Mac Gee, The American Anthropologist, octubre 1895,
1—u
•BRR
IIOflMItJfflIMMfflMWCffix'' '••'-:*•••
P a n o r a m a tic P o r t - G a z e l l e , c e r c a (le la c a s c a d a d e la P o i n t e - D u c k dio favorable al desarrollo de los mosquitos y otros insectos, chupadores
A; montaña, península, observatorio. — B; depósito de víveres. v de sangre y portadores de microbios, acaban siempre por desanimar á
C; cabo Ashfcld, entrada de Port-Gazelle.
los mineros. Por lo demás, es indudable que los obreros de mañana,
con mejores instrumentos que los de ayer, más avisados científicamente
resguardados contra el formidable viento noroeste, se encuentra exacta-
y más hábiles para^combatir las calamidades, se establecerán triunfal-
mente á la mitad del camino en la línea de navegación entre el C a b o y
mente sobre los mismos lugares de donde sus antecesores huyeron.
v Melburne: compréndese fácilmente cpie el Gobierno francés haya te-
nido empeño en asegurarse la posesión de una tierra que, si se utilizase, En muchas comarcas donde la humedad del aire 110 es suficiente para
podría tener grandísima importancia en la economía general del planeta ; impedir la residencia del hombre, la humedad del suelo pone en entredi-
pero los marinos, los balleneros y los escasos naturalistas que han visi- cho el país. Por eso en Irlanda los quakmg bogs ó «turberas tembloro-
tado Kerguelen para pasar allí algunos meses, entre la lluvia y las tem- sas» y, en muchas regiones del Nuevo Mundo, los tremendales y tembla-
pestades, no han referido su estancia de modo que animara á las tentati- deras son evitados cuidadosamente por los viajeros y no pueden dedicar-
se al cultivo sino después de'mucho tiempo de haber dejado secar el suelo.
vas de colonización, al menos en las costas occidentales, expuestas á
tempestad eterna, rodeadas de una niebla intensa; ni los albatros en- Recientemente aún, el interior de la gran isla de Terranova era país
cuentran donde anidar entre las rocas. L o s hombres viven allí muy á desconocido, á pesar de sucederse en el litoral muchas ciudades y villas
su pesar y siempre con el deseo de abandonar cuanto antes aquella á la orilla de las bahías pescadoras ó de las ensenadas resguardadas. Se
«Tierra de Desolación», asi denominada por C o o k en su viaje de 1776. hablaba de aventureros audaces que se habían atrevido á hacer viajes de
Para acomodarse al clima, los insectos de la isla, especialmente las mos- exploración de una ribera á la otra, á través de las rocas, lagos, charcas,
cas, y la única mariposa indígena, han perdido las alas, porque sólo les pantanos y los espacios cuajados de coniferas enanas, de tal modo entre-
mezcladas que era imposible andar sobre el suelo; no había más remedio
servían de estorbo, y a que se verían arrastrados por el viento sin tener
que andar sobre el mismo bosque, que forman una red compacta de
tiempo de abrirlas'.
ramas desiguales en las que el viajero puede guardar penosamente el
Por razones analogas, muchos valles tropicales, admirablemente férti-
equilibrio. Para hacer accesible la comarca, ha sido preciso abrir, á eos"
les ó muy ricos en metales, permanecen abandonados por el hombre,
ta de grandes gastos, carreteras y ferrocarriles en los que, durante las
que se niega á vivir bajo lluvias continuas. Por esa causa han sido
tormentas invernales, los viajeros corren el peligro de verse bloqueados
por las nieves.
1 Studcr, Ausflug auf der Insel Kerguelen, Btrner Taschcnbuch, 1881.
SEQUEDAD Y HUMEDAD
EL HOMBRE Y LA TIERRA
N. u 9. K e r g u e l e n
9 Volcar?
E s t a d o d e l o s conocimientos al too m.
Profundidades
i; 1 5 0 0 0 0 0
SEQUEDAD Y HUMEDAD
Balceniceps rex, «el padre del zapato», como le llaman los árabes, líquida'. Este sistema de habitación no ha subsistido hasta nuestros
á causa de su enorme pico en forma de calzado. días'. En relaciones constantes con los europeos, de origen castellano
Los Denkas y los Nuers van siempre desnudos; los vestidos les al oeste, de lengua inglesa al este, los
incomodarían para andar por el agua, y las telas húmedas conservadas Uaraun poseen actualmente sólidas em- * J ^ H
sobre la piel, serían causa inevitable de fiebres. Y , como sucede siem- barcaciones, que les sirven de casitas en
pre, el uso se ha transformado en moral, por lo que los Nuers se aver-
cuanto la cabaña ordinaria es invadida / líMjl^ájÉfifc
gonzarían de vestirse: les bastan las cicatrices del tatuado, los anillos,
los brazaletes y las sortijas. L o s cuidados del cuerpo exigen que se
unten la piel para defenderse de la humedad: el Denka suele revolcarse desbordan, no tienen más que entrar en A
DDESCENSO " I R R I O Í I : : , U - — — — . - atrás y no hacia adelante, como en los otro mortales. E l gran bas-
cuanto a sus muertos, ios suspenden en tón que los Lamusquets manejan con gran destreza, y que en ocasiones
fango, los envuelven en una espesa capa de a r c d f c y les sirve de balancín, de.brazo ó de sostén, contribuye á la extrañeza de
, 1 A,k«1PQ cerca de sus cabanas, o los atan
r ! su aspecto: diríase que son gigantescas langostas. E n algunos distritos
U s r a m a S d e l O S
E o pocas horas quedan los cadáveres perfecta-
l o s pasean por el n o . E n * e » ^ » ^ ^ ^ aun no transformados en bosques por las plantaciones, todos los habitan-
tes usan los zancos: hasta los niños no temen aventurarse sobre los zancos
paternales, y con frecuencia vénse mujeres andando sobre la maleza, casi
siempre vestidas de negro, que parecen grandes cuervos subidos sobre
mente disecados por los peces, > "ramas secas.
das, ademas, por las concii rivii;zación. De ese modo, en la bres propias de singular y notable originalidad. Esos montes, levanta-
dos como murallas sobre las llanuras, contrastan bruscamente con los
desiertos y las estepas que invitan al hombre al libre curso, al cambio
de lugar en un espacio ilimitado. El mundo parece completamente ce_
después con juncos y capas de barro p rrado por esos bruscos muros, y , frecuentemente, en efecto, el límite es
A q u e l l o s habitantes no pueden caminar en lia tan preciso que parece marcado por las cortaduras de las rocas que for-
man la raíz de la montaña. Las poblaciones se aglomeran en su base,
numerosas, activas, llenas de vida, como las aguas de un lago que baten
el pie de los acantilados; pero más lejos, inmediatamente encima, co-
mienzan las asperezas pedregosas, los espacios desnudos y desiguales
evitados por el hombre.
DDESCENS ° " I R R I O Í I : : U - — — - atrás y no hacia adelante, como en los otro mortales. E l gran bas-
cuanto a sus muertos, ios suspenden en tón que los Lamusquets manejan con gran destreza, y que en ocasiones
fango, los envuelven en una espesa capa de a r a l l a y les sirve de balancín, de.brazo ó de sostén, contribuye á la extrañeza de
, 1 A , K « 1 P Q cerca de sus cabanas, o los atan
r ! su aspecto: diríase que son gigantescas langostas. E n algunos distritos
U s r a m a S d e l O S
E o pocas horas quedan los cadáveres perfecta-
l o s pasean por el n o . E n * e » ^ » ^ ^ ^ aun no transformados en bosques por las plantaciones, todos los habitan-
tes usan los zancos: hasta los niños no temen aventurarse sobre los zancos
paternales, y con frecuencia vénse mujeres andando sobre la maleza, casi
siempre vestidas de negro, que parecen grandes cuervos subidos sobre
mente disecados por los peces, > "ramas secas.
das, ademas, por las conm rivii;zación. De ese modo, en la bres propias de singular y notable originalidad. Esos montes, levanta-
R ; " . —
dos como murallas sobre las llanuras, contrastan bruscamente con los
desiertos y las estepas que invitan al hombre al libre curso, al cambio
de lugar en un espacio ilimitado. El mundo parece completamente ce_
después con juncos y capas de barro p rrado por esos bruscos muros, y , frecuentemente, en efecto, el límite es
A q u e l l o s habitantes no pueden caminar en lia tan preciso que parece marcado por las cortaduras de las rocas que for-
man la raíz de la montaña. Las poblaciones se aglomeran en su base,
numerosas, activas, llenas de vida, como las aguas de un lago que baten
el pie de los acantilados; pero más lejos, inmediatamente encima, co-
mienzan las asperezas pedregosas, los espacios desnudos y desiguales
evitados por el hombre.
6»50'
6°aoE.deGr. 6'scr
l'atesson - ToussauiL. Bruxelles.
ENTRADA DEL VALLE QUEYRAS
ser cuna de una civilización particular. A s í se constituyeron e n ' e l Nue- „-.-'Bosques Acantilados
v o Mundo los conjuntos étnicos claramente determinados de los Nahuatls I ' 400000
mejicanos, de los Muyscas, los Quichuas y de los A y m a r a s . Diversos o 6 10 15 20 25(01.
salida es una estrecha y peligrosa fisura, y el viajero suele'preferir el rrados de las montañas, ninguna podría ser considerada como típica,
riesgo del escalo de rocas enormes á meterse en aquella garganta, donde puesto que esas huidas, esos éxodos, han tenido lugar en diversos perío-
las aguas descienden en cascadas, alternando con profundos estanques dos de la historia, con acompañamiento de vicisitudes diversas; pero,
entre paredes abruptas. A s í , antes de la construcción del camino mo- aunque sean diferentes por su origen y costumbres los habitantes de los
derno, costosamente abierto á través de las rocas que dominan el Guil, el altos valles, se parecen por ciertas condiciones «leí medio, y. por consi-
nant furioso del valle Q u e y r a s , este h o y o estaba unido al mundo por la guiente, presentan muchos rasgos comunes. En primer lugar, la
garganta de Isoard, que se abre al norte hacia Briancon. rarefacción del aire les impone fenómenos de respiración análogos: en
. De tal modo son difíciles los pasajes, que se les da, en los A l p e s de efecto, el hombre que vive á 2,000 ó 3,00.» metros sol,re el mar no recibe
la Francia meridional, el nombre de clus ó cluses, atestiguando que son en una misma aspiración la misma cantidad de o x í g e n o que en las re-
verdaderos h o y o s sin comunicación con el mundo exterior: hay que apri- giones bajas, y esta insuficiencia de gas vivificante le e x p o n e , durante el
sionarse ó escoger otro camino de salida. T o d o mapa detallado de. las ascenso, á ese «mal de las montañas», que proviene «le la no eliminación
montañas muestra á centenares Valles del Infierno, Fines del Mundo, «le los principios tóxicos «pie que«lan en el organismo.
Valchiusas, Vaucluses, Klemmes, Klissuras, conteniendo cada uno su pe- A consecuencia de la «anemia barométrica» \ los visitantes de las
queña humanidad perdida, su lugar de asilo para algunas familias, en- altas mesetas están expuestos á enfermedades particulares, diferentes
claustradas en un estrecho recinto de rocas y de nieves. de las que se desarrollan en las bajas llanuras. Pero, el ser humano
Si las cabanas están cerradas, los hombres y las ideas lo están tam- puede aclimatarse, merced á una modificación fisiológica: los glóbulos
bién'. Reducidos á sus solos recursos, muy escasos, las poblaciones rojos, de los «,ue se cuentan unos cinco millones por milímetro cúbico de
aisladas de esos vaucluses, ó valles cerrados, .10 puede? evidentemente sangre, en los hombres «,ue viven en los campos «leí litoral marino, se
presentar una civilización compleja como la de los habitantes de la elevan á ocho millones y más en los que residen á 4,000 metros de
llanura inferior. Han de atenerse á una industria rudimentaria, al altura. No solamente la sucesión «le las familias, sino el individuo
cultivo de su pequeño hoyo de tierras arables, al cuidado de sus reba- mismo puede acomodarse muy rápidamente, por el aumento de los
ños, á la caza de los animales rupestres. glóbulos sanguíneos, á la existencia en el aire rarificado de las a l t u r a s ' .
El resultado de esos cambios ha permitido á los montañeses distinguirse
Según una leyenda que muchos historiadores adoptaron sin reflexión,
obedeciendo á la rutina del lenguaje, las gentes de la llanura habrían
descendido de la montaña, siguiendo el curso de los ríos; pero el movi- Tyndall, Bert. Jourdanet, Du Mtxiquí au point de vue di son ¡nfluenee sur la vie de
T Homme.
T o d o s los viajeros que visitamos las montañas durante la bella esta- sus articulaciones se entumecen, se vuelve raquítico y frecuentemente se
ción y que nos complacemos en respirar el aroma de las hierbas, en le desarrollan paperas, puede descender hasta el cretinismo. Los países
coger las brillantes flores de las laderas, en pasear á orillas de los torren- de montañas son siempre los que cuentan mayor -número de achacosos
tes, bajo las ramas de los álamos, no solemos tratar de i m a g i n á r n o s l o de toda especie: escrofulosos, cojos, ciegos y sordos. H a y villa en los
que fué la vida de los mo,atañeses primitivos, lo que es la de sus descen- A l p e s que tenía antes, y con justicia, el nombre de « Villard-Goitreux»;
dientes encerrados en esos altos reductos, tan pintorescos y agradables los perros, hasta las gallinas, andan pesadamente, arrastrándose. El es-
tado higiénico de la población ha cambiado completamente durante la
en v e r a n o .
segunda mitad del siglo XIX, porque la instrucción, con *us consecuen-
Caminos sinuosos, t r a z a d o s serpenteando sobre precipios, hasta ferro-
cias prácticas, ha penetrado ampliamente en el valle, quizá las industrias
carriles atravesando promontorios en galerías bajo las rocas, nos conducen
químicas han contribuido algo á modificar la constitución del a i r e ' .
á esos pequeños universos, cerrados en otro tiempo, donde, cansados de
la vida, rendidos de cuerpo y de espíritu/vamos á restablecer nuestro El Himalaya, los Pirineos, el Cáucaso, los Andes americanos tienen
equilibrio físico, intelectual y moral. Sobre esas alturas todo nos también sus poblaciones de enfermizos: la mayoría de los habitantes
parece bello, pero los naturales saben cuán dura es la existencia en esos tienen bocio ó papera, en el largo valle colombiano del Cauca. Y no
estrechos dominios. L o mismo que en las regiones polares, hay valle de son solamente las desgraciadas poblaciones de los altos valles cerrados
los A l p e s privado de sol durante una parte del año, y la claridad de las que padecen por la prolongada ausencia del sol: las gentes de las
invierno no da un rayo directo, una luz franca : no se nota sino una dismi- poblaciones situadas fuera de la montaña, que viven asimismo á la sombra
nución de la obscuridad nocturna. A lo lejos, detrás de las altas crestas, de sus muros, sufren-también por la misma causa. 1.a disminución de la
se extiende el reflejo del astro amado, y al medio día las gentes del valle luz y del calor solares trae forzosamente consigo una limitación propor-
siguen con mirada ansiosa el resplandor de aurora que allá arriba toca cional en la amplitud de las ideas y en la libertad de espíritu.
el perfil de la montaña, después se debilita y se extingue poco á poco, A las ya temibles condiciones del medio, se junta, en los altos valles
dejando una triste penumbra sobre las formas cadavéricas de los bajos de las montañas, la claustración impuesta por las nieves del invierno.
fondos. E n los altos valles de los montes, lo mismo que en los archi- L o s cautivos de esas regiones se encuentran entonces en pleno país polar:
piélagos del océano Glacial, «la obscuridad es más difícil de soportar las nieves se amontonan en los fondos, se arremolinan sobre las alturas y
se acumulan al borde de los precipicios, amenazando descender en vio-
que el frío».
lentas avalanchas y aplastar los grupos de cabañas ocultas en las hondo-
¡ Q u é alegría para esas gentes de la sombra cuando el astro, en la
primavera, muestra su limbo superior, después su disco entero, apare- ' Ladoucette, llistoire... des Habites-Alpes.
' Louis Cuisinícr, Notes manuscrites.
ciendo como un dios, y seguramente adorado como tal! En el V a l l e
PAÍSES MONTAÑOSOS
cían también su trabajo temporal á cambio de pan. L a necesidad les de los altos lugares pueden (GRA.N CANARIA)
De una fotografía (Sociedad de Geografía)
h a b í a ingeniado á crearse oficios especiales; sabían hacerse indispensa- imaginarse, por una ilusión
bles y merced á sus servicios, pasar de población en poblacion sin ser natural al hombre, que los privilegios del medio son debidos á su propia
molestados. Recientemente aún, antes que la inmigración europea y la virtud, y tienen en escasa-estimación á la multitud esclavizada'que pulula
construcción de los ferrocarriles hubiesen cambiado toda la econom.a debajo de ellos-en la llanura. Cada uno de sus valles constituye una
social de la América del Sur, la tribu boliviana de los Collahuayas, que pequeña república, frecuentemente aliada en federación con los valles de
forma parte de la nación de los Apolistas, en las montañas de A p o l o b a m - las inmediaciones, formando así u , mundo inatacable tanto tiempo como
ba enviaba todos sus adultos á las comarcas de las inmediaciones hasta dure la unión contra los enemigos de abajo.
Lima, Valparaíso, Buenos Aires y hasta el mismo Río Jane.ro para ven-
der drogas simples, piedras imantadas y remedios. Los más hábiles, q u e
Lina Beck-Bernard, Hugo Rock, Bolla.-«, etc,
I - 18
PAÍSES MONTAÑOSOS
cían también su trabajo temporal á cambio de pan. L a necesidad les de los altos lugares pueden (GRAN CANARIA)
De una fotografía (Sociedad de Geografía)
había ingeniado á crearse oficios especiales ; sabían hacerse indispensa- imaginarse, por una ilusión
bles y merced á sus servicios, pasar de población en poblacion s.n ser natural al hombre, que los privilegios del medio son debidos á su propia
molestados. Recientemente aún, antes que la inmigración europea y la virtud, y tienen en escasa-estimación á la multitud esclavizada'que pulula
construcción de los ferrocarriles hubiesen cambiado toda la economía debajo de ellos-en la llanura. Cada uno de sus valles constituye una
social de la América del Sur, la tribu boliviana de los Collahuayas, que pequeña república, frecuentemente aliada en federación con los valles de
forma parte de la nación de los Apolistas, en las montañas de A p o l o b a m - las inmediaciones, formando así ut, mundo inatacable tanto tiempo como
ba enviaba todos sus adultos á las comarcas de las inmediaciones hasta dure la unión contra los enemigos de abajo.
Lima, Valparaíso, Buenos Aires y hasta el mismo Río Jane.ro para ven-
der drogas simples, piedras imantadas y remedios. Los más hábiles, q u e
Lina Beck-BernarJ, Hugo Reck, BolIa:rt, etc,
I - 18
minas ó las canteras. Las poblaciones se resguardan contra el frío ó
Antes de la construcción de los caminos, los montañeses podían ga-
rantirse contra toda agresión, gracias á sus escondrijos naturales, al labe- contra el calor de las pendientes calcinadas; huyen de la roca desnuda ó
rinto de sus cortaduras y ele sus vallecillos, á sus ásperas rocas, cuyos demasiado escarpada y buscan las cuencas graciosas, regadas, defendidas
pasos y puntos de acceso sólo ellos conocían. "Las f o r t a l e z a s naturales N.° I I . L a s dos v e r t i e n t e s del Valais
de los montes les bastaban, sin necesidad de recurrir al arte vil de las mu-
rallas; así se explica el sostenimiento de las comunidades independientes
en medio de los grandes Estados políticos. Los Guanches de la (irán
Canaria, ocultos en los agujeros de las rocas, se han defendido mucho
tiempo contra los ojeadores españoles. Los A b o r y otros Himalayos del
Este, no solamente protegidos por sus rocas, sino también por los agua-
ceros que riegan sus montañas durante el período de los monzones, no
tienen amos todavía, aunque sea Inglaterra la nación conquistadora con
quien tienen que habérselas.
No existe región montañosa, Pirineos, A l p e s , Balkanes, Cáucaso,
cordillera de los A n d e s , que en su historia moderna y hasta presente, no
dé ejemplo de sociedades distintas, constituidas en repúblicas, indepen-
dientes de las agrupaciones políticas de la llanura inferior. L a posición
de Lhassa en el país de. las grandes Nieves, al otro lado de la doble hile-
ra del Himalaya y del Trans-Himalaya, ha hecho que sea una de las úl-
timas ciudades que haya profanado una expedición militar.
y tan vario que puede ofrecerse como en resumen de toda la Tierra, pues
por murallas de rocas. En algunas comarcas de Etiopía, por ejemplo,
en él se encuentran todos los contrastes procedentes d é l a diferencia de
las cortaduras de separación, formadas por los torrentes, son de tal
latitudes, de los terrenos, de las pendientes, de las calorías. Los g r u p o s
mo lo profundas, que resultan* prácticamente «infranqueables y limi-
de habitantes se forman naturalmente en razón del clima, de la exposi-
tan los reinos. El volcán Kilimandjaro 110 tiene menos de 83 Estados
ción del suelo, á menos de una causa especial de atracción, tal como las
independientes en un espacio de 800 kilómetros cuadrados, que habi-
1 R. von Ihering, Les In do-Iiuropeens avante 1 lis taire.
tan unos sesenta mil individuos: los límites naturales formados p o r los
ESTEPAS Y NOMADAS
EL HOMBRE Y LA TIERRA
A g r e g a c i o n e s de agricultores que viven separadas unas de otras, en constituye sobre la Tierra el elemento conservador por excelencia: las
medios diversos, unas en los valles de las montañas, otras en las márgenes agregaciones se mantienen allí, sin cambios apreciables, en su estado pri-
de los lagos, á la orilla de los arroyos ó en los claros de los bosques, no mitivo, mucho mejor que los habitantes de los oasis, de las montañas ó de
podrían reunirse en grandes ejércitos, y quedarían retenidas por la fuerza las regiones heladas, porque el medio se modifica en su derredor con
de atracción de sus intereses locales, por ese espíritu conservador que ha extremada lentitud, y, pueden vivir durante largos siglos completamente
esclavizado todas las sociedades agrícolas. Pero los pastores nómadas, apartados de los otros hombres, á causa de la obscuridad que les rodea y
unificados por las ocupaciones, las costumbres, el género de vida, lo mismo á la dificultad de los caminos que penetran en sus retiros \ En esos .
que por el aspecto de la naturaleza ambiente, no tienen semejantes lazos bosques se encuentran aún, si no primitivos, los que más se acercan
que romper: acostumbrados á la carrera á través de las estepas, pueden al tipo originario, tal como procuramos concebirle. En muchas regio-
reunirse fácilmente; 110 dejando rezagados tras de sí; una nación entera nes, los nombres de «salvaje», . s e l v á t i c o » , «hombre de los bosques»,
puede agruparse en un solo pliegue de la estepa. orang-utang son completamente sinónimos. Que se suprima el bos-
que y por ello mismo desaparecerá la tribu, de tal modo ésta es depen-
Si ciertas regiones de la Fierra, como la llanura herbosa, facilitan los diente de su medio. «Quien mata una encina, mata un servio», decía
cambios de lugar y hasta comunican al hombre el instinto de emigración, un proverbio de la Balkania, cuando las villas del país se ocultaban aún
hay, por el contrario, lugares de residencia que pueden ser considerados en estrechos valles, bajo la sombra de los grandes árboles.
como verdaderas prisiones, de tal modo se halla bruscamente limitado el Viviendo como en cuevas, bajo la tibieza de un aire húmedo, las tri-
dominio de la habitación. Tal es el bosque primitivo, no el bosque que bus selváticas tienen generalmente un matiz mucho más blanco que las
se ha talado transformándole en parques, con paseos, campos de tiro y gentes de las sabanas, tostados por el sol. Los rasgos de los selváticos
de carreras, sino la selva, cuyos árboles gigantes, misteriosos, seculares,
Marcos Jiménez de la Espada, No fas manuscritas.
ha respetado el hombre hasta el presente. Green, Influence of the Forests in checking Invasions.
con la tribu que la hablaba. Bien conocida es la historia de la tribu
son más suaves, más redondeados que los d é l o s indígenas vecinos perte- venezolana de los Atuses, que se extinguió, no dejando más que un loro
necientes á la región de las sabanas; el carácter es también menos solido para perpetuar su idioma '. Este hecho raro inspiró á prosistas y poetas,
y vigoroso ; es observación general que los hombres que viven al a.re V toda una literatura gravita alrededor de esa ave de los Atuses. Pero lo
libre tienen el espíritu más firme, la inteligencia más clara, la actitud «pie se ha visto principalmente en esta historia es la melancolía de las
más atrevida, la acogida más noble y benévola que los tímidos retirados cosas, la cruel ironía del destino, haciendo de un volátil sin pensamiento
el único heredero del genio y de la vida moral de un pueblo. Vese ade-
á los bosques.
más la suerte fatal de todos los que, viviendo aparte sin ayudarse los
L a más ignorante de las tribus del N u e v o Mundo, la de los Aimo-
unos á los otros, se encuentran á merced de los acontecimientos, y desti-
res ó Botocudos, que habitaba en la profundidad de las selvas del Brasil,
nados á la servidumbre ó á la muerte.
sobre el Doce y el Jequitinhonha, no sabía construir chozas, ni tejer
No solamente tienen los aislados que temer todo del destino, á causa
hamacas, ni trenzar cestos, ni modelar cacharros, ni cultivar el suelo;
de su corto número y de la falta de cohesión, sino (pie son inhábiles para
pero viviendo con las bestias de la selva y participando, por decirlo as,,
modificarse, su apartada vida les hace conservadores.
de sus costumbres, esos indios y sus congéneres tienen un conocimiento
Entre los selváticos es doríde se encuentran los individuos que repre-
singularmente preciso de todo el mundo animal que les rodea; en nin-
sentan los tipos más antiguos por la forma del cuerpo y por.la concep-
guna parte se ha llevado tan lejos el instinto de la comprensión mutua,
ción de las cosas. Las poblaciones enanas del Africa y de la Insulinda
y, no obstante, no se ha practicado la cría de animales, sea para alimen-
únicamente subsisten en los bosques más espesos: su vida misma está liga-
to, sea para servicios directos, como tracción, transporte de fardos o co-
da de una manera absoluta á la duración de la selva primitiva! ¡ Qué poco
laboración en la caza; porque las condiciones materiales del medio se
cambiarán las ideas en ese medio en que apenas penetran otros hombres!
oponen absolutamente á ello. ¿Cómo conducirían el ganado en los es-
Hasta
pesos matorrales donde apenas es posible deslizarse, donde las gentes de
en la Europa civilizada, surcada en todos sentidos por tantos
algunas tribus, los C o r n a d o s - « c o r o n a d o s » ó « t o n s u r a d o s » - s e cortan
caminos, los leñadores, los carboneros y los resineros, que acampan bajo
el cabello por temor de enredarse en las ramas?
los árboles, son siempre los guardianes fieles de las tradiciones del tiem-
Por la naturaleza de su vida, las gentes de los bosques han de divi-
po viejo, de los cuentos y de los poemas que las gentes de la campiña
dirse al infinito, en grupos poco numerosos, hasta en simples agrega-
abierta han olvidado ya. Kilos son también los decididos mantenedores de
ciones de familias, procurando por la cosecha y la caza, acaso por una
las libertades antiguas: los almadreñeros de L y o n s , los leñadores de la
agricultura rudimentaria, sostener su vida. Hay nación, evaluada
C h a u x , los taponeros de la Garde-Freinet fueron siempre, aun antes d é l a
por los viajeros en miles de individuos, que se halla esparcida por vastas
República, fervientes republicanos, y si no constituyen poblaciones inde-
extensiones que en atravesarlas se emplearían varias jornadas; familias
pendientes, les basta vivir apartados de los aldeanos y ciudadanos de las
aisladas, recogidas en bosques, ó bien, los días d e fiesta ó apalabre,
inmediaciones para conservar un modo de pensar mucho más antiguo.
tantas gentes reunidas como se encontrarían en las aldeas de E u r o p a ,
Hay tenaces católicos, á quienes la duda invade á pesar suyo, que ce-
he ahí todos los naturales que los exploradores encuentran en las selvas
lebran con envidia la inquebrantable «fe del carbonero».
del Nuevo Mundo.
Las lenguas se fragmentan, como las razas, en semejante medio. Cualesquiera que sean las causas geográficas de su aislamiento, las
Cada una de esas pequeñas humanidades modifica gradualmente su ha- familias ó las tribus dejadas fuera de la humanidad, siempre activa y en
son más suaves, más redondeados que los d é l o s indígenas vecinos perte- venezolana de los Atuses, que se extinguió, no dejando más que un loro
necientes á la región de las sabanas; el carácter es también menos solido para perpetuar su idioma Este hecho raro inspiró á prosistas y poetas,
y vigoroso ; es observación general que los hombres que viven al a,re V toda una literatura gravita alrededor de esa ave de los Atuses. Pero lo
libre tienen el espíritu más firme, la inteligencia más clara, la actitud que se ha visto principalmente en esta historia es la melancolía de las
más atrevida, la acogida más noble y benévola que los tímidos retirados cosas, la cruel ironía del destino, haciendo de un volátil sin pensamiento
el único heredero del genio y de la vida moral de un pueblo. Vese ade-
á los bosques.
más la suerte fatal de todos los (pie, viviendo aparte sin ayudarse los
L a más ignorante de las tribus del N u e v o Mundo, la de los Aimo-
unos á los otros, se encuentran á merced de los acontecimientos, y desti-
res ó Botocudos, que habitaba en la profundidad de las selvas del Brasil,
nados á la servidumbre ó á la muerte.
sobre el Doce y el Jequitinhonha, no sabía construir chozas, ni tejer
No solamente tienen los aislados que temer todo del destino, á causa
hamacas, ni trenzar cestos, ni modelar cacharros, ni cultivar el suelo;
de su corto número y de la falta de cohesión, sino que son inhábiles para
pero viviendo con las bestias de la selva y participando, por decirlo asi,
modificarse, su apartada vida les hace conservadores.
de sus costumbres, esos indios y sus congéneres tienen un conocimiento
Entre los selváticos es doríde se encuentran los individuos que repre-
singularmente preciso de todo el mundo animal que les rodea; en nin-
sentan los tipos más antiguos por la forma del cuerpo y por.la concep-
guna parte se ha llevado tan lejos el instinto de la comprensión mutua,
ción de las cosas. Las poblaciones enanas del Africa y de la Insulinda
y , no obstante, no se ha practicado la cría de animales, sea para alimen-
únicamente subsisten en los bosques más espesos: su vida misma está liba-
to, sea para servicios directos, como tracción, transporte de fardos o co-
da de una manera absoluta á la duración de la selva primitiva! ¡ Qué poco
laboración en la caza; porque las condiciones materiales del medio se
cambiarán las ideas en ese medio en que apenas penetran otros hombres!
oponen absolutamente á ello. ¿Cómo conducirían el ganado en los es-
Hasta
pesos matorrales donde apenas es posible deslizarse, donde las gentes de
en la Europa civilizada, surcada en todos sentidos por tantos
algunas tribus, los C o r n a d o s - « c o r o n a d o s » ó « t o n s u r a d o s » - s e cortan
caminos, los leñadores, los carboneros y los resineros, que acampan bajo
el cabello por temor de enredarse en las ramas?
los árboles, son siempre los guardianes fieles de las tradiciones del tiem-
Por la naturaleza de su vida, las gentes de los bosques han de divi-
po viejo, de los cuentos y de los poemas que las gentes de la campiña
dirse al infinito, en grupos poco numerosos, hasta en simples agrega-
abierta han olvidado ya. Ellos son también los decididos mantenedores de
ciones de familias, procurando por la cosecha y la caza, acaso por una
las libertades antiguas: los almadreñeros de L y o n s , los leñadores de la
agricultura rudimentaria, sostener su vida. Hay nación, evaluada
C h a u x , los taponeros de la Garde-Freinet fueron siempre, aun antes d é l a
por los viajeros en miles de individuos, que se halla esparcida por vastas
República, fervientes republicanos, y si no constituyen poblaciones inde-
extensiones que en atravesarlas se emplearían varias jornadas; familias
pendientes, les basta vivir apartados de los aldeanos y ciudadanos de las
aisladas, recogidas en bosques, ó bien, los días -de fiesta ó apalabre,
inmediaciones para conservar un modo de pensar mucho más antiguo.
tantas gentes reunidas como se encontrarían en las aldeas de E u r o p a ,
Hay tenaces católicos, á quienes la duda invade á pesar suyo, que ce-
he ahí todos los naturales que los exploradores encuentran en las selvas
lebran con envidia la inquebrantable «fe del carbonero».
del Nuevo Mundo.
Las lenguas se fragmentan, como las razas, en semejante medio. Cualesquiera que sean las causas geográficas de su aislamiento, las
Cada una de esas pequeñas humanidades modifica gradualmente su ha- familias ó las tribus dejadas fuera de la humanidad, siempre activa y en
' H. U b o n n c , Du télenos des noveau-nes. (Gazef/e hebd. de MéeTeanf... 1888). los lagos pueden encontrarse completamente aislados, y, en ese
caso, conservan las viejas costumbres durante siglos: los cambios suele unirlos. L o s valles cerrados de las montañas, los bosques y los
que se operan en el mundo exterior se cumplen á lo lejos sin to- pantanos, los islotes y los lagos son elementos conservadores en la his-
carles. toria de la humanidad; los ríos son, comparátivamente, los principales
C o m o ejemplo de una de esas poblaciones que quedan enteramente agentes de la vida por la navegación, por los progresos agrícolas, por
fieles á las costumbres antiguas, puede citarse la gregaria de los Urus, las emigraciones continuadas, y esto es lo que. se denomina con la pa-
que bogan en balsas en el lago de Titicaca. A l principio del siglo XVII labra de significación amplia: «civilización».
nos habla el historiador Herrera de esos hombres que no tienen, para Pensando en los beneficios de toda especie, asegurados al hombre
morada'y las necesidades de su existencia, otros materiales que la totora, por el movimiento de los ríos, preciso es repetir la frase de Píndaro:
ó sean las cañas que crecen y flotan en espesos lechos sobre l a s bahías «¡ E l agua es lo mejor que hay 1»
poco profundas del lago. Según relaciones que reposan probablemente T a l ha sido la influencia capital de las aguas corrientes sobre la his-
sobre simples juegos de palabras, los Urus, despojados de todo orgullo toria del h o m b r e — m o v i l i z a d o él mismo por efecto de la inconstancia del
de raza, decían en otro tiempo á los Quichuas que no eran hombres, sino nivel, — que algunos pensadores, especialmente L e ó n Metchnikoff, en
simples «gusanillos». sus Grandes Ríos históricos, han descuidado indebidamente todos los
De tres siglos acá, la vida d é l o s Urus no ha cambiado: todavía demás elementos del medio en sus estudios sobre el desarrollo de las na-
residen sobre balsas de totora, en chozas bajas, formadas de canas ciones. Durante el período transitoro i que siguió á las edades primiti-
V parcialmente cubiertas de arcilla. Comunmente sujetan su embar- vas y que abarca los grandes períodos de civilización ya muy avanzada
cación á una roca ó á un grupo de hierbas de la orilla, y no se aven- del E g i p t o y de la Potamia caldea, de la China, del Indus y del Ganges,
turan á distancias sino en buen tiempo. Entonces tienden su vela, para terminar en los tiempos helénicos, sólo han visto á los ríos como
tejida de juncos, y gobiernan muy hábilmente el lecho de cañas que agentes del progreso humano.
les sirve de embarcación. El fondo de su alimentación está también Por efecto de circunstancias diversas en el medio geográfico, ciertos
suministrado por la totora, cuyas raíces comen con la carne de los cursos de agua, cortados por cierres naturales, ú obstruidos por hierbas
pescados y de las aves acuáticas. Una parte de su caza la venden y extendiéndose en pantanos, se hallan privados de su acción favorable
á los Quichúas y á los A y m a r a s de la orilla, pero jamás, dice Basadre, al hombre en todo ó en parte de su trayecto. Los hay que las poblacio-
consienten en habitar en chozas en tierra firme ni en contraer uniones nes del interior no pueden abordar, á causa de los bosques medio anega-
con otros que con sus contribuios. Cuando una contrariedad les dos ó de cañaverales impenetrables que defienden las indecisas orillas,
obliga á andar por la orilla, se balancean y caen como si estuvieran constantemente modificadas por la lentitud de sus aguas y las oscilacio-
embriagados. nes de la corriente.
En los mismos Estados Unidos, donde las fuerzas industriales moder- H a y todavía gran número de ríos, sobre todo en las regiones tropi-
nas dan al «civilizado» una verdadera omnipotencia en materia de des- cales, de vegetación frondosa, que son forzosamente evitados por las
trucción, los Seminólas de la Florida han podido escapar parcialmente á tribus ribereñas diferentes de los poblados de bateleros; en otros
la captura y al asesinato por los soldados de la Unión, gracias á l o s panta- tiempos, antes que comenzara el trabajo de arreglo del planeta, la mayor
nos, á las corrientes y á las tierras blandas de los E v e r g l a d e s . En la parte de los cursos de agua, hasta ^los que tuvieron después mayor in-
actualidad se visitan sus campamentos por curiosidad siguiendo amplias fluencia en los destinos de la humanidad, como el bajo Eufrates, el Nilo
vías bien conservadas. y el Yangtsé fueron mucho tiempo inabordables á los habitantes de las
tierras emergidas. Green ,cita. el ejemplo de los ríos de Inglaterra,
Si el a g u a estancada ó tranquila aisla los hombres, el agua corriente que han tenido una importancia tan considerable en el organismo na r
1-21
cional, y de los cuales se apartaban los ribereños cuidadosamente antes tes A s í es como Viena, una de las ciudades más grandes del mundo,
de la época romana y la de los pueblos marinos invasores: las antiguas ha huido mucho tiempo de las márgenes del Danubio, casi hasta nuestros
días. Sobre las márgenes del Rhin sinuoso, retorciéndose como una
N.° 13. A n t i g u o y m o d e r n o c a u c e d e l Rhin serpiente cortada, Schifferstadt, una «ciudad de bateleros» hubo de esta-
blecerse hasta lejos del río, sobre un ribazo ribereño.
Cotas de altitud en metros tar con ella los países desconocidos.^ L a corriente le solicita incesante-
i : 200ooo mente al viaje, lo mismo que las aves que ve cruzar el valle en largas
bandadas.
insidiosos!
La vista del agua corriente impone una parte del ideal en la existencia
de todo hombre, hasta en el de inteligencia menos abierta. Un hermoso
trabajo de erudición debido á C u r t i u s ' pone de manifiesto como el
pueblo g r i e g o , algo despojado del naturismo primitivo, ve todavía en las
aguas vivas, seres que obran y trabajan apasionadamente, tomando parte
con amor ó con odio en los múltiples acontecimientos de la existencia de
los hombres de los países que le rodean. Y si vive la fuente, si fecunda
como el Eurotas, - ó mata como el Estigio, como la hidra de L e r n a ,
¡cuánto más poderoso, ora como aliado, ora como enemigo, puede ser el
río que arrasa las ciudades, anega los campos y detiene los ejércitos en
sus riberas!
Por eso la travesía de un río fué considerada siempre como un acto
de gravedad positiva que exigía plegarias, sacrificios y acciones de gra-
cias. Se hablaba al río como á un dios, ó al menos como á un genio;
pero, aliándose con otros dioses, podíase también tomar venganza de los
ríos malos que habían ahogado hombres. De ese modo, según la leyen-
da, Ciro castigó al Gindos, un afluente del T i g r i s , haciendo trabajar todo TIPO DE B A R C O -DJENNE ( D E CORTEZA DE A R B O L ) SOBRE EL NIGER ( V é a s e p á g . 9 1 )
su ejército durante un año para dividirle en trescientos sesenta canales Dibujo de George Roux, según una fotografía comunicada por el Museo de Historia natural.
1 Ernst Curtius, Beitrage der Terminotogie und Onomatologie dcr alten Geographie. Akade- Cuanto más sencillo es el paisaje fluvial, más domina el espíritu c o m o
mic der Wissenschaftcn zur Berlin, 1886.
» Herodoto, Histoires, I, 189-190.
Hudson, Idle days in Pataeonia.
ysill
tos y de montañas
Al borde de las aguas siempre en movimiento, de los «caminos
q u e andan», la navegación puede decirse que estaba descubierta de ante-
mano: ; n o bastaba el tronco de un árbol movido por la c o m e n t e para
atraer los niños que se solazaban en la orilla: no se aprovechaban las
aves pescadoras y á veces un animal silvestre de ese vehículo natural.
A s í mismo, arrastrado á su pesar por la súbita avenida de los nos, el
hombre ha viajado muchas veces sobre la corriente de las aguas, trans-
portado sobre alguna isla flotante de terrenos ó de árboles é n t r e t e o s
por sus ramajes, ó hasta en su misma morada levantada a flote.
L a fuerza de la necesidad se convirtió así en la educadora del salvaje:
la balsa suministrada por la Naturaleza y sobre la cual se había asocrado
por el espanto á los animales de la sabana ó del bosque quedo en su me-
moria, y pudo imitarle sin peligro en cuanto el agua se mostro p r o p r c a .
Y cuando un árbol flotante, quizá ahuecado por un lado por la canes de
leza : quizá recoja las semillas, las raíces flotantes y las confíe al limo habría humanidad en el sentido moderno de la palabra, no hubieran
\ ,
virgen que depositan las aguas. Seguramente este trabajo, para el cual
vivido si no hubiera habido río Amarillo, río Azul, Sindh ni Ganga, Eu-
basta bajarse, se hizo en mil puntos de la tierra, y poco á poco aprendió
frates ni río de E g i p t o , Níger ni Senegal. Con piedad filial pronuncia
el hombre pensante tan grandes nombres.
Durante el curso de las edades, la acción primera de un elemento del
1 Spix y Martius; Gibbon; Hcrndon; Rales; Wallace; H. y O. Coudrcau, etc.
medio se cambia, pues, siempre en su contraria. En el origen, el gran
des independientes, sabiendo acomodarse bien á su medio para sacar de
río separaba los hombres; las faunas difieren parcialmente sobre las dos
él su subsistencia y su cultura; pero allí donde los ribereños del Océano
orillas del Amazonas; así, en una época histórica reciente, ciertas tribus,
«uardan sus libres comunicaciones con el interior del continente, sea por
inhábiles para vencer la corriente, no pasaban jamás de una orilla á la
llanuras desecadas fáciles de atravesar, sea por cursos de agua de régi-
otra: el enorme foso lleno de agua en movimiento formaba un límite lo
men normal, pueden gozar al mismo tiempo de las ventajas del conti-
mismo para los hombres que para los animales. Y sin embargo, ese
nente y apropiarse gradualmente las que ofrece el mar.
obstáculo, infranqueable para los ribereños primitivos, se ha convertido
En ciertos parajes, la _
en el gran vehículo de los civilizados, el medio de transporte para las
ola se presta benévola-
cosas, los hombres y las ideas. Seguidamente el batelero de los ríos se
mente á las tentativas de
hace el viajero por tierra, el comerciante, el hombre múltiple y diverso
los hombres. A l l á don-
que se encuentra bien en todos los pueblos; tal es el Diola del Sur, que
de el río se continúa en
se encuentra en todas partes, hasta más allá del Níger, y que hizo
estuario y el estuario en
su primer aprendizaje en las marismas del litoral.
golfo, la navegación si-
g u e naturalmente la mis-
Los mismos fenómenos históricos se observan respecto de las relacio-
ma dirección en la ve-
nes de los pueblos con el mar. ¡ Cuántas tribus, venidas de la estepa,
cindad de las costas,
de la montaña, de los bosques ó de los ríos, han tenido que detener-
unas veces espontánea-
se sobre la playa ó sobre el acantilado extremo, sobre el «Fin de las
mente por la voluntad
tierras» — Finisterre ó L a n d s e n d , — e s p a n t a d a s por la extensión de las
de los remeros que per-
aguas, sin límites visibles, por el monstruoso estruendo del choque
siguen su caza, sea invo-
de las olas! E l mar, que había de llevar un día de mundo en mundo
luntariamente por el ca-
los orgullosos buques, fué para los hombres de las tierras un límite in-
pricho de los vientos ó
franqueable, dominados por el terror.
de las corrientes. La
Por lo demás, ciertas partes del litoral marino habían de ser para sus
transición se hace así,
habitantes verdaderas prisiones, no menos cerradas que los h o y o s de
del río al mar: el apren-
las montañas ó los claros perdidos en los bosques profundos. Además
dizaje del agua salada
de las islas y los archipiélagos de la costa, la zona litoral comprende es-
comienza en las aguas
pacios claramente separados de la tierra firme, dunas, pantanos ó rocas
dulces. Bahías protegi-
que permanecen casi inabordables del lado de las extensiones continen- DIOLA DE L.AS R I B E R A S DEI. SUD
das contra el viento ó
tales. Los residentes, privados así de toda relación fácil con el país de Según una fotografía
pasos garantidos contra
más allá, quedan forzosamente recluidos en su estrecho territorio. Son
la marejada por islas ó cadenas de escollos, especialmente á lo largo.,
como plantas á las que falta el suelo nutricio: tales fueron largo tiempo
de las costas dálmatas, aseguran á^ los ribereños facilidades de navega-
los maraichins de la Vendée.
ción análogas á las que se tienen en los ríos, y esquifes del mismo géne-
Las poblaciones estrictamente marítimas, que quedaron casi comple- ro hubieron de construirse en sus orillas.
tamente separadas de las continentales, lograron, sin embargo, en varias
La navegación fluvial se cambia así poco á poco en costera, y ésta
comarcas obtener espacios y recursos suficientes para vivir en socieda-
en marítima. Con frecuencia el batelero es impulsado hacia alta mar;
I — 24
medio se cambia, pues, siempre en su contraria. En el origen, el gran
des independientes, sabiendo acomodarse bien á su medio para sacar de
río separaba los hombres; las faunas difieren parcialmente sobre las dos
él su subsistencia y su cultura; pero allí donde los ribereños del Océano
orillas del Amazonas; así, en una época histórica reciente, ciertas tribus,
«uardan sus libres comunicaciones con el interior del continente, sea por
inhábiles para vencer la corriente, no pasaban jamás de una orilla á la
llanuras desecadas fáciles de atravesar, sea por cursos de agua de régi-
otra: el enorme foso lleno de agua en movimiento formaba un límite lo
men normal, pueden gozar al mismo tiempo de las ventajas del conti-
mismo para los hombres que para los animales. Y sin embargo, ese
nente y apropiarse gradualmente las que ofrece el mar.
obstáculo, infranqueable para los ribereños primitivos, se ha convertido
En ciertos parajes, la _
en el gran vehículo de los civilizados, el medio de transporte para las
ola se presta benévola-
cosas, los hombres y las ideas. Seguidamente el batelero de los ríos se
mente á las tentativas de
hace el viajero por tierra, el comerciante, el hombre múltiple y diverso
los hombres. A l l á don-
que se encuentra bien en todos los pueblos; tal es el Diola del Sur, que
de el río se continúa en
se encuentra en todas partes, hasta más allá del Níger, y que hizo
estuario y el estuario en
su primer aprendizaje en las marismas del litoral.
golfo, la navegación si-
g u e naturalmente la mis-
Los mismos fenómenos históricos se observan respecto de las relacio-
ma dirección en la ve-
nes de los pueblos con el mar. ¡ Cuántas tribus, venidas de la estepa,
cindad de las costas,
de la montaña, de los bosques ó de los ríos, han tenido que detener-
unas veces espontánea-
se sobre la playa ó sobre el acantilado extremo, sobre el «Fin de las
mente por la voluntad
tierras» — Finisterre ó L a n d s e n d , — e s p a n t a d a s por la extensión de las
de los remeros que per-
aguas, sin límites visibles, por el monstruoso estruendo del choque
siguen su caza, sea invo-
de las olas! El mar, que había de llevar un día de mundo en mundo
luntariamente por el ca-
los orgullosos buques, fué para los hombres de las tierras un límite in-
pricho de los vientos ó
franqueable, dominados por el terror.
de las corrientes. La
Por lo demás, ciertas partes del litoral marino habían de ser para sus
transición se hace así,
habitantes verdaderas prisiones, no menos cerradas que los h o y o s de
del río al mar: el apren-
las montañas ó los claros perdidos en los bosques profundos. Además
dizaje del agua salada
de las islas y los archipiélagos de la costa, la zona litoral comprende es-
comienza en las aguas
pacios claramente separados de la tierra firme, dunas, pantanos ó rocas
dulces. Bahías protegi-
que permanecen casi inabordables del lado de las extensiones continen- DIOLA DE LAS RIBERAS DEL SUD
das contra el viento ó
tales. Los residentes, privados así de toda relación fácil con el país de Según una fotografía
pasos garantidos contra
más allá, quedan forzosamente recluidos en su estrecho territorio. Son
la marejada por islas ó cadenas de escollos, especialmente á lo largo.,
como plantas á las que falta el suelo nutricio: tales fueron largo tiempo
de las costas dálmatas, aseguran á^ los ribereños facilidades de navega-
los maraichins de la Vendée.
ción análogas á las que se tienen en los ríos, y esquifes del mismo géne-
Las poblaciones estrictamente marítimas, que quedaron casi comple- ro hubieron de construirse en sus orillas.
tamente separadas de las continentales, lograron, sin embargo, en varias
La navegación fluvial se cambia así poco á poco en costera, y ésta
comarcas obtener espacios y recursos suficientes para vivir en socieda-
en marítima. Con frecuencia el batelero es impulsado hacia alta mar;
I — 24
RÍOS Y MARES ^
m
de arenas. S u constante impresión da seriedad á la existencia: el mari-
nero conserva siempre en su plácida mirada como un reflejo de la muerte
que tantas veces ha desafiado.
tiempo esas atrocidades. conveniencias del momento, eran á la vez destructores por el estrago, la
L o s Fenicios.y los Cartagineses en los tiempos antiguos, los V i k i n g s muerte y la esclavitud; civilizadores poi-que traían mercancías, por las
en la Edad Media y recientemente los Berberiscos y los corsarios malayos ideas nuevas que sembraban en su camino, á veces también por los cru-
y chinos son ejemplos de esos pueblos marítimos, enemigos de las gentes zamientos que hacían nacer familias más aptas para la modificación y
para el progreso.
tiempo esas atrocidades. conveniencias del momento, eran á la vez destructores por el estrago, la
L o s Fenicios.y los Cartagineses en los tiempos antiguos, los V i k i n g s muerte y la esclavitud; civilizadores porque traían mercancías, por las
en la Edad Media y recientemente los Berberiscos y los corsarios malayos ideas nuevas que sembraban en su camino, á veces también por los cru-
y chinos son ejemplos de esos pueblos marítimos, enemigos de las gentes zamientos que hacían nacer familias más aptas para la modificación y
para el progreso.
liada la acción especial de tal ó cual elemento del medio, frío ó calor, binado con el medio, se complica con muchas enfermedades, contagios
montaña ó llanura, estepa ó bosque, río ó mar, sobre tal ó cual pueblo repentinos que cambian de conformidad con el país y las latitudes, y se
determinado; mas por un esfuerzo de abstracción pura es como puede propagan al infinito en el conjunto efe las fuerzas que determinan la
presentarse ese rasgo particular del medio como si existiera separada- humanidad.
mente, y así es como se trata de aislarle de todos los demás para estudiar A l medio-espacio, caracterizado por los mil fenómenos exteriores, ha
CAPÍTULO III
I
L A diversidad principal que presentan actualmente los hombres es
la del género de trabajo determinado por las necesidades de la
vida. Originariamente, el antropopiteco vivía de semillas y de
frutos, como lo atestiguan sus uñas, sus dientes, sus músculos, toda su
anatomía 1 ; pero el aumento de las familias, la extensión del territorio
poblado, la falta de los alimentos habituales y el hambre, terrible conse-
jera, cSmbiaron las costumbres del hombre al mismo tiempo que cambia-
ba su medio. En su consecuencia, púsose el hombre á perseguir al
animal para comerle, y se hizo cazador^ pescador, matador de animales,
obedeciendo á las condiciones de la Naturaleza ambiente.
Esta acomodación al medio se ha hecho de las maneras más diversas,
: i
I — 28
¡'.i'
EL HOMBRE Y LA TIERRA
digan lo que quieran la mayoría de los autores, que nos dan á este res-
pecto un orden de sucesión preciso y riguroso. Confiado en ellos, el
público admite fácilmente como verdades adquiridas las hipótesis cómo-
das y plausibles que dispensan de reflexionar. En virtud de esta rutina,
se nos dice que la humanidad ha pasado sucesivamente por estados de
civilización muy distintos, pero de ritmo regular. L o s tiempos primiti-
vos para todos los hombres serían aquellos en que se sustentaban con la
recolección al día de los frutos silvestres, la caza y la pesca; vendría
después el período de la vida pastoril, y la agricultura seguiría á su vez
á las edades de la existencia nómada dedicada á la guarda de rebaños.
'Condorcet, enumerando los «diez períodos» que distingue en la historia
de la humanidad, designa expresamente la «formación de los pueblos
pastores» y «el paso al estado agrícola» como las dos primeras etapas
del gran viaje del p r o g r e s o realizado hasta nosotros 1 ; pero el estudio
detallado de la Tierra prueba que esa pretendida sucesión de los estados
es una pura concepción del espíritu en desacuerdo con los hechos. La
diferencia en los medios de conquistar el alimento tuvo en todas partes
por causa determinante la diferencia misma del ambiente natural. El
hombre del bosque abundante en caza, el ribereño del río y del mar
abundantes en pesca, el habitante de las estepas infinitas donde abundan
los rebaños, y el montañés encerrado en un estrecho valle, debían de
tener géneros de vida diferentes, resultantes de las condiciones domina-
doras del medio.
Sin mencionar las costumbres particulares procedentes en tal ó cual
tribu, carnívora ó frugívora, de las tradiciones y del atavismo heredados
de la animalidad anterior, puede decirse de una manera general que el
estado, si no universal, al menos normal, fué el de la recolección, com-
prendida en su más amplio sentido, es decir, la utilización de todo lo que
al buscador famélico parecía conveniente. El hambre hace omnívoro: el
individuo perdido en el bosque llega á tomar por alimento toda clase de
insectos y despojos; comerá hierba y gusanos, gustará con más ó menos
repugnancia las bayas y las setas, con peligro de envenenarse, pero
ordinariamente con la prudencia común á los animales salvajes. Y lo
que el individuo se ve obligado á hacer, en nuestros días lo mismo que
! Davki W-
C a m b i e , Scottish Geographical Magazine, Marcfa .868, pág. . .6.
Fd. Hahn, Demeter und Baubo, pág. 5.
\
de los animales y el cultivo de plantas alimenticias. En todo tiempo la del terreno y algunos ensayos practicados con el arado le indican los
rDe
> una rfotografía.
, n e h s del «Gran
Norte» america-
no son cazadores, pescadores ó agricultores según los recursos que pre-
sentan las comarcas, florestales, lacustres ó aluviales
En el norte del A f r i c a los nómadas son caballeros, camelleros, cabre-
ros ó boyeros, según las diversidades del sueló y del clima \
Suele suceder que en un país donde se entremezclen dos regiones
naturales, el desierto y las campiñas más ó menos regadas, la población
1— P r a d e r a s y cultivos de los valles
pertenezca simultáneamente á dos estados: cada individuo, á la vez agri-
2 Cultivo de los ribazos
cultor y pastor, adquiere una sagacidad notable, una singular agudeza 3—Alpages
de los sentidos y un raro espíritu .de previsión en virtud de su doble
Cotes en metros.
industria. Llegada la época de las labores, monta en el camello, llevan-
1 125 000*
do su ligero arado y su saco de semillas, en busca de una tierra fecunda ' i * - ¿k».
y suficientemente húmeda para que 110 haya que temer el efecto de las sitios favorables; siembra allí su grano, y si el espacio utilizado no es
suficiente, va más lejos á la descubierta de otro campo temporal. Para
1 P. Hermann, fíull. de la Soc. be/ge de Géographie, 1904, n.° 5. pág. 342.
' A. de Preville, Les Sociélés africaines. el paso de los rebaños, necesita conocer el país en una gran extensión,
miles y miles de kilómetros cuadrados; ha de saber por tradición ó por diferentes de la civilización según la estación del año. L o s Khotonts,
estudio personal cuántas semanas ó meses podrá permanecer sobre el que viven en medio de los Mongoles y que, probablemente, han inmigra-
campo escogido; si existe fuente ó arroyo en las inmediaciones; qué do del Turkestán, no se entregan á la vida nómada sino después de
tribus, pacíficas ó guerreras, encontrará; qué caminos, qué días del año
se le ofrecen para la «ürashumancia» N.° 17. T r a s h u m a n c i a de la P r o v e n z a al «Oelfinado
Kalmukos, de los ICalkhas y de los Buriatos? En cuanto la vegetación la población que lo ha sufrido una causa poderosa de progreso. No hay
duda que los individuos han sufrido, han perdido quizá el producto de
se inicia, riegan sus praderas, escardan sus cultivos; después suben hacia
su trabajo y sus provisiones; ¿pero qué son esas pérdidas en compara-
.sus vinas, de las cuales recomponen sus fosos y sus muros de sostén: el
ción de las adquisiciones intelectuales q u e puede dar la adaptación á un
estío se anuncia y los' rebaños se elevan alegremente hacia los altos
nuevo medio?
pastos, la hierba fresca y sabrosa de las montañas; cuando los fríos des-
cienden hacia las llanuras, hay que bajar deprisa, pero los leñadores Es verdad que á veces el desastre trae algo más que ruinas materiales;
quedan en los bosques y los troncos de árbol corren sobre los planos ha habido poblacio-
inclinados y. viajan arrastrados por la corriente de los ríos. nes que han s i d o
diezmadas ó exter-
Siguiendo los medios secundarios de cada país, las poblaciones se minadas por esas
resume en cada uno de sus grupos. Hasta puede decirse que cada semi- Naturaleza, y en ese
lla ofrece en cierta medida ese resumen del género humano, porque los caso es preciso que
dos, como la lectura y la escritura, es decir, la comunión de los pensa- gran pena; que,
mientos á distancia, se cumplen bajo un mismo techo. T o d o estado de por una especie de
una de períodos históricos diferentes, pero que se unen en un organismo cual halle en sí mis-
armónico, gracias á la vida que incorpora las tradiciones de todo origen ma las huellas atá-
L o que llamamos el j u e g o y que distinguimos con tanto cuidado del tra- ofrece preciosos ejemplos para todos los actos de la vida.
bajo, fué, después del alimento, la forma más antigua de la actividad de En primer lugar, la ciencia por excelencia, la que consiste en buscar y
los hombres 4 . A s í como la madre se divierte enseñando á su hijo de en encontrar el alimento, ¿no ha sido admirablemente enseñada al hombre
pecho los movimientos, los ademanes y los sonidos que le acomodarán por sus hermanos mayores, vertebrados é invertebrados? Si el hombre,
gradualmente á su medio, así también los niños y los jóvenes entre sí sien- animal también, sufría por ignorar las artes de la recolección, de la caza y
ten profunda alegría haciendo en todos sus j u e g o s el ensayo de la vida. de la pesca, ¿no se multiplicaban los ejemplos que debía seguir á su alre-
E s tal su potencia de imaginación, que, estando solos, se complacen dedor? En la playa, los cangrejos y otros crustáceos indican los puntos
en representar escenas en las que son á la vez actores, pacientes y espec- de la arena ó del limo donde se ocultan determinados «frutos de mar»;
tadores; ¡pero con cuánta mayor pasión, con qué desenfrenado entu- todo animal que iba á recolectar frutos, á la excavación en busca de raí-
siasmo, con qué sinceridad en la fantasía se entregan á sus juegos ces, al cebo ó á la pesca fué cuidadosamente observado p o r el famélico, y
cuando participan muchos en él y cada uno tiene su papel en el drama ó éste probó á su vez las comidas más diversas, bayas y frutas, hojas y raíces,
la comedia! S o n alternativamente cazador y caza, vencedor y vencido, animales chicos y grandes que veía servir de alimento á sus hermanos
juez y víctima, culpable é inocente; pasan por todas las fases imagina- inmediatos. A d e m á s , el hombre ha podido preguntar á sus educadores
bles d é l a existencia, sienten todas las emociones, y , siguiendo las ten- el arte de almacenar sus víveres para los tiempos de escasez: los térmitas,
dencias naturales de su ser, aprenden á desarrollar tal ó cual de sus las hormigas, las abejas, los g e r b o s , las ardillas y los perros de las pra-
cualidades directoras: lo que adquieren tiene en su ser raíces tanto más deras le han enseñado á construirse silos para conservar en ellos el exce-
fuertes cuanto su manifestación se ha hecho inconscientemente; enton- dente de alimento recogido en las estaciones de abundancia: hay villa de
ces se imaginan ser creadores. Prodúcese en ellos como una especie de térmites, construida con un método arquitectónico muy superior al de las
ritmo entre la vida práctica ordinaria y la vida de imaginación que da el villas humanas de la misma comarca; ofrece un conjunto maravilloso de
j u e g o , y esta última existencia suele parecer la más real porque en ella galerías, de graneros, de secaderos y de almacenes que constituyen un
ponen toda su fuerza con la mayor intensidad. No es un simple recreo, mundo1. Por último, ¡cuántos medios terapéuticos, hojas, maderas
como lo practican las gentes gastadas, privadas de su impulso natural, es ó raíces, ha visto emplear á los animales el enfermo ó el herido!
la realización misma del ideal de infancia ó de juventud. Por lo demás, Hasta es posible que en varias comarcas deba el hombre los princi-
este ideal del hombre que se divierte no difiere del que ve flotar ante sí pios en agricultura al ejemplo de los animales. Según el naturalista
en el reposo de su pensamiento. H a y quien en sus j u e g o s aprende Mac G e e , el trabajo de la tierra americana dirigido á obtener una cose-
á quedar libre, á ser un compañero frañco y bueno; hay quien se inge- cha anual parece haber tenido origen en pleno desierto, especialmente
nia para mandar ó se habitúa á servir. En las diversiones, como en la en el país de los indios Papajos ó Papagos, parte del A r i z o n a próxima
vida seria, se ven tiranos y esclavos. al golfo de California, donde los indígenas tienen á la vista el trabajo de
las hormigas «laboriosas», cuyas colonias se extienden por la llanura en
«
decenas de millones, y han puesto en producción la cuarta parte si no la
A u n sin saberlo, el hombre, j u e g u e ó trabaje, se deja siempre arras-
tercera de toda la Papaguería. Cada colonia tiene su campo de cereales
trar por el ejemplo de o t r o ; la mayor parte de las espontaneidades
bien conservado y el aire bate el grano con una limpieza perfecta.
aparentes no son sino imitación. A s i como historiador puede hacerlo
El natural amor propio, suscitado á la vista de esos prodigios, había
constar en el origen mismo de la humanidad, el mundo de los animales á
1 Karl Groos, Die Spiele der Tiere; Die Spiele der Menschen. 1 Tuckey, Seluveinfurth, etc.
1 G. Perrero, Les Formes primitives du Travail.
juego. L a libre diversión es uno de los mayores educadores del hombre que pertenecemos y que continuamos es nuestro gran educador y nos
L o que llamamos el j u e g o y que distinguimos con tanto cuidado del tra- ofrece preciosos ejemplos para todos los actos de la vida.
bajo, fué, después del alimento, la forma más antigua de la actividad de En primer lugar, la ciencia por excelencia, la que consiste en buscar y
los hombres 4 . A s í como la madre se divierte enseñando á su hijo de en encontrar el alimento, ¿no ha sido admirablemente enseñada al hombre
pecho los movimientos, los ademanes y los sonidos que le acomodarán por sus hermanos mayores, vertebrados é invertebrados? Si el hombre,
gradualmente á su medio, así también los niños y los jóvenes entre sí sien- animal también, sufría por ignorar las artes de la recolección, de la caza y
ten profunda alegría haciendo en todos sus j u e g o s el ensayo de la vida. de la pesca, ¿no se multiplicaban los ejemplos que debía seguir á su alre-
E s tal su potencia de imaginación, que, estando solos, se complacen dedor? En la playa, los cangrejos y otros crustáceos indican los puntos
en representar escenas en las que son á la vez actores, pacientes y espec- de la arena ó del limo donde se ocultan determinados «frutos de mar»;
tadores; ¡pero con cuánta mayor pasión, con qué desenfrenado entu- todo animal que iba á recolectar frutos, á la excavación en busca de raí-
siasmo, con qué sinceridad en la fantasía se entregan á sus juegos ces, al cebo ó á la pesca fué cuidadosamente observado p o r el famélico, y
cuando participan muchos en él y cada uno tiene su papel en el drama ó éste probó á su vez las comidas más diversas, bayas y frutas, hojas y raíces,
la comedia! S o n alternativamente cazador y caza, vencedor y vencido, animales chicos y grandes que veía servir de alimento á sus hermanos
juez y víctima, culpable é inocente; pasan por todas las fases imagina- inmediatos. A d e m á s , el hombre ha podido preguntar á sus educadores
bles d é l a existencia, sienten todas las emociones, y , siguiendo las ten- el arte de almacenar sus víveres para los tiempos de escasez: los térmitas,
dencias naturales de su ser, aprenden á desarrollar tal ó cual de sus las hormigas, las abejas, los g e r b o s , las ardillas y los perros de las pra-
cualidades directoras: lo que adquieren tiene en su ser raíces tanto más deras le han enseñado á construirse silos para conservar en ellos el exce-
fuertes cuanto su manifestación se ha hecho inconscientemente; enton- dente de alimento recogido en las estaciones de abundancia: hay villa de
ces se imaginan ser creadores. Prodúcese en ellos como una especie de térmites, construida con un método arquitectónico muy superior al de las
ritmo entre la vida práctica ordinaria y la vida de imaginación que da el villas humanas de la misma comarca; ofrece un conjunto maravilloso de
j u e g o , y esta última existencia suele parecer la más real porque en ella galerías, de graneros, de secaderos y de almacenes que constituyen un
ponen toda su fuerza con la mayor intensidad. No es un simple recreo, mundo1. Por último, ¡cuántos medios terapéuticos, hojas, maderas
como lo practican las gentes gastadas, privadas de su impulso natural, es ó raíces, ha visto emplear á los animales el enfermo ó el herido!
la realización misma del ideal de infancia ó de juventud. Por lo demás, Hasta es posible que en varias comarcas deba el hombre los princi-
este ideal del hombre que se divierte no difiere del que ve flotar ante sí pios en agricultura al ejemplo de los animales. Según el naturalista
en el reposo de su pensamiento. H a y quien en sus j u e g o s aprende Mac G e e , el trabajo de la tierra americana dirigido á obtener una cose-
á quedar libre, á ser un compañero frañco y bueno; hay quien se inge- cha anual parece haber tenido origen en pleno desierto, especialmente
nia para mandar ó se habitúa á servir. En las diversiones, como en la en el país de los indios Papajos ó Papagos, parte del A r i z o n a próxima
vida seria, se ven tiranos y esclavos. al golfo de California, donde los indígenas tienen á la vista el trabajo de
las hormigas «laboriosas», cuyas colonias se extienden por la llanura en
«
decenas de millones, y han puesto en producción la cuarta parte si no la
A u n sin saberlo, el hombre, j u e g u e ó trabaje, se deja siempre arras-
tercera de toda la Papaguería. Cada colonia tiene su campo de cereales
trar por el ejemplo de o t r o ; la mayor parte de las espontaneidades
bien conservado y el aire bate el grano con una limpieza perfecta.
aparentes no son sino imitación. A s i como historiador puede hacerlo
El natural amor propio, suscitado á la vista de esos prodigios, había
constar en el origen mismo de la humanidad, el mundo de los animales á
1 Karl Groos, Die SpieJe der Tiere; Die Spiele der Menschen. 1 Tuckey, Scluveinfurth, etc.
1 G. Perrero, Les Formes primitives du Travail.
EL HOMBRE Y LA TIERRA
práctica de siembra data probablemente de las edades más antiguas por el ave constructora de nidos, tan hábil en el arte de entretejer fibras,
y hasta parece haber sido en ese país la principal causa de la organiza- lanas y crines y hasta de coser las hojas. E l mundo de los insectos pudo
ción de los p a p a g o s en tribu L a agricultura, dice Mac G e e , en otra enseñar diversas industrias, sobre todo la araña, que teje entre dos ra-
m e m o r i a a , fué en sus orígenes una «industria del desierto». E s esta, mitas tan maravillosas redes, á la vez dúctiles, elásticas y firmes. E n el
sin duda, una afirmación demasiado categórica; pero al menos es cierto bosque se complace o y e n d o el ruido rítmico que hace el gorila g o l p e a n d o
que la antigua hipótesis, relativa al nacimiento del cultivo en las tierras una c a l a b a z a 1 ; sigue los caminos abiertos por el jabalí, la danta ó el
más fecundas, ha de ser también revisada. •elefante; observando las huellas del leqn, sabe hacia qué lado encontrará
el a g u a en el desierto, y el vuelo de las aves elevado á gran altura, le hace
Si el hombre debe mucho á su educador el animal respecto al modo adivinar el paso más fácil para la travesía de la montaña, y , sobre la re-
Itili:
1 Mac Gee, The American Anthropologist, X, 1895.
* La misma recopilación, VII, 1897.
1 Karl Groos, Dic Spicle der Menschcn, pág. 49. ¡ i
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111:1
lenguaje, la lectura, la escritura, el cálculo, la práctica de las artes y de
d o n d e , del mar, el estrecho más corto, la isla invisible desde la c o s t a .
las ciencias suponen la preexistencia y la cultura de la aptitud para la
Frecuentemente el instinto común al animal y al hombre enseno-
imitación: sin el instinto y el talento de imitar, no habría vida social ni
á éste el arte de fingir, de huir ó de disfrazarse en el momento de peli-
vida profesional. ; N o ha comenzado la literatura primitiva por la danza.
gro, y los ejemplos del animal lo mismo que los recuerdos de la propia
raza, le habían enseñado á «hacer el muerto», es decir, á p e r m a n e c e r
inmóvil para no atraerse sobre su cabeza el picotazo ó el zarpazo. Las- N.° 18. T e r r i t o r i o d e l o s i n d i o s P a p a j o s
Las imitaciones conscientes tienen una parte menos importante en la vida, cia de los instrumentos y del sonido de la voz humana? ; Y la primera
pero todavía muy considerable, puesto que el hombre deseoso de hacerse forma de la justicia, es decir, del talión: « ¡ o j o por o j o y diente por
semejante á los otros puede ser impulsado por las facultades diversas de diente!» no es imitación pura? T o d o el código de las leyes no fué en
su ser, sea por simpatía, cuando se trata de un amigo, sea por obedien- otro tiempo más que la costumbre: se había convenido tácitamente en
cia, respecto de un amo, ó por fantasía, por moda y también por el repetir sin cesar, bajo la forma antigu^, lo que había sido hecho desde
deseo y la comprensión razonada de lo mejor*. tiempo inmemorial, y á este respecto la ley inglesa, que procura con
tanto empeño apoyarse en los «precedentes» se repite como una cam-
L a mayor parte, si no todas las funciones de orden intelectual, e l
pana c u y o sonido es siempre el mismo. L a regla de las conveniencias
• R: von Ihering, Les Indo-Ruropéens avant THistoirc, trad. de Meulenaere, pág. 197.
sociales es devolver visita por visita, comida por comida, regalo por
* Guibert, Societé<T Anthropologie de Pares, sesión de 18 abril 1873.
1 — :»2
regalo, y la moral misma ha nacido en su esencia de la idea del deber, que sin la ayuda mutua la vida misma sería imposible. T o d a vez q u e
i a s plantas, los animales y los hombres han logrado desarrollarse en
del pago, de la restitución de un servicio al hombre, á un g r u p o colec-
tribus, en pueblos inmensos, y que entre ellos un gran número de indi-
tivo, á la humanidad '.
v i d u o s han recorrido su espacio normal de vida durante días, meses ó
semillas en conflicto por la conquista de un terruño y los huevos de pes- los elementos de lucha. E l sencillo «buen día» q u e en todos los países
cado que se disputan el mar, hasta los ejércitos en batalla exterminán- del mundo se cambia bajo las formas más diversas, indica cierto acuerdo
dose con furor por el acero, las balas y los obuses; pero los cuadros entre los hombres, procedente de un sentimiento al menos rudimentario
opuestos son todavía más numerosos, puesto q u e la vida predomina, y de buena voluntad de los unos respecto de los otros. Un proverbio
árabe lo expresa de la manera más noble: « U n a higuera mirando otra
1 G. Tarde, Les lois de V Imitation. higuera aprende á dar frutos.» S i bien es verdad q u e otro proverbio,
s Desceñí of Man, 2. a edición pág. 163.
3 Huxley, StruggJe for Existe/ice, and its bearing upon Man.
lleno todavía de los antiguos odios, limita esa buena voluntad á los
regalo, y la moral misma ha nacido en su esencia de la idea del deber, que sin la ayuda mutua la vida misma sería imposible. T o d a vez que
i a s plantas, los animales y los hombres han logrado desarrollarse en
del pago, de la restitución de un servicio al hombre, á un g r u p o colec-
tribus, en pueblos inmensos, y que entre ellos un gran número de indi-
tivo, á la humanidad '.
v i d u o s han recorrido su espacio normal de vida durante días, meses ó
semillas en conflicto por la conquista de un terruño y los huevos de pes- los elementos de lucha. E l sencillo «buen día» que en todos los países
cado que se disputan el mar, hasta los ejércitos en batalla exterminán- del mundo se cambia bajo las formas más diversas, indica cierto acuerdo
dose con furor por el acero, las balas y los obuses; pero los cuadros entre los hombres, procedente de un sentimiento al menos rudimentario
opuestos son todavía más numerosos, puesto que la vida predomina, y de buena voluntad de los unos respecto de los otros. Un proverbio
árabe lo expresa de la manera más noble: «Una higuera mirando otra
1 (i. Tarde, Les lois de VImitutiou. higuera aprende á dar frutos.» Si bien es verdad que otro proverbio,
s Desceñí of Man, 2. a edición pág. 163.
3 Huxley, Struggle for Existe/ice, and its bearlng upon Man.
lleno todavía de los antiguos odios, limita esa buena voluntad á los
miembros de una misma nación: «No mires á la palmera, dice el árabe^ dadas de pájaros de la isla L o y s a n al Oeste del archipiélago havayano.
Entre esos animales, la solidaridad va hasta la bondad y el sacrificio,
porque la palmera no habla al extranjero. »
tal como el hombre las concibe y las practica, aunque no siempre.
Son ¡numerables los ejemplos de ayuda mutua citados en las obras- Cuando un cazador tira, para recrear su ociosidad, sobre una banda de
de los naturalistas, y no hay uno solo que no puecla encontrarse bajo grullas y hiere una de ellas, la cual no volando más que con un ala corre
formas poco diferentes entre los h o m b r e s ' . Las hormigas y las abejas
suministran á este respecto hechos tan elocuentes, que admira el olvido
momentáneo en que los han dejado los protagonistas de una lucha cons-
tante y sin compasión entre todos los seres que combaten por la exis-
tencia. No hay duda que se producen guerras entre tal ó cual especie
de hormigas; también entre las hormigas hay conquistadores y propie-
tarios de esclavos; pero hay que reconocer igualmente que se ayudan
entre sí hasta el punto de nutrirse mutuamente en caso de necesidad y
de dedicarse á trabajos agrícolas y hasta industriales, tales como el culti-
vo de ciertos hongos y la transformación química de los granos y , p o r
último, que se sacrifican las unas por las otras con una devoción absoluta.
Hay colonias de hormigas, que comprenden hasta millones de hormigue-
ros habitados por especies aliadas, que presentan escenas de buena inte-
ligencia y de paz c o r d i a l A la vista de todas esas maravillas mentales,
se siente inclinación á repetir las palabras de D a r w i n : «el cerebro de la
hormiga es tal vez un prodigio superior al del cerebro del hombre».
rras y p a p a g a y o s de los bosques americanos y hasta hace poco las b a n - una de derecha y otra de izquierda, sostiene con su vuelo el fatigado é
ineficaz de la amiga desgraciada. Hasta pequeños pajarillos se unen á
1 P. Kropotkin, Mutual aid among the Animáis, « Nineteenth Century», 1890.
los emigrantes para acompañarlos sobre el Mediterráneo: se han visto
1 Forel, Bates. Romane?, etc.
I —33
alondras descender con bandadas de grullas después de haber atravesado -ancianos que se practica en diversos países — e n t r e los Hattas, de Su-
el m a r 1 ; si han sido auxiliadas ó no directamente, lo cierto es que al matra, y a n t e s entre los Tchuktchi siberianos ya mencionados — e s un
menos deben de haber sido acogidas para el gran viaje. hecho que convendría citar más como ejemplo de ayuda mutua que
E s , pues, contraria á toda verdad la aserción de los pesimistas que •como testimonio de la barbarie de las poblaciones donde tienen lugar
hablan del mundo animal como si se compusiera únicamente de destruc- tales sucesos. En una comunidad en que todos viven para todos, en
tores desgarrándose á bocados y zarpazos y bebiendo la sangre de las que la prosperidad del g r u p o entero es el objeto principal de cada uno
víctimas*. Dígase lo que se quiera, la lucha por la vida no es la ley por y en que la dificultad de vivir es á veces grande á consecuencia de la
falta de alimento ó del frío excesivo, a l ' a n c i a n o , que recuerda su vida
excelencia, y el acuerdo mutuo es con mucho superior en la historia del
pasada en el esfuerzo de la lucha común y que se siente ya impotente
desarrollo de los seres. L a mejor prueba de ello la tenemos en el hecho
para continuarla, comprende perfectamente la lógica de las cosas: la
de que las especies más dichosas con su destino no son las mejor armadas
v i d a le pesa de modo diferente que al anciano de las naciones civilizadas,
para la rapiña y la matanza, sino al contrario, las que provistas de armas
<iue, por los hábitos morales y las relaciones de sociedad, continúa
poco perfeccionadas, se ayudan mutuamente con más e m p e ñ o : no son
siendo útil en cierta medida, ó al menos puede imaginárselo. «Comer
las más feroces, sino las más amantes.
•el pan de los otros», cuando se comprende tan bien la indispensable
necesidad del alimento por excelencia para los colaboradores más activos
L o mismo puede decirse respecto de los «primitivos» ó «salvajes»
d e la comunidad, acaba por convertirse en un verdadero suplicio, y por
entre los hombres, porque los testimonios de la prehistoria, lo mismo
eso las personas de edad, y a inutilizados, escandalizados y horrorizados
que el estudio de las poblaciones contemporáneas, nos muestran un gran
<Ie sí mismos, piden á los suyos les ayuden á partir hacia el país del
número de tribus que viven en paz y hasta en la armonía de una posesión
reposo eterno ó de una nueva vida eternamente j o v e n . ¿Son verdade-
común de la tierra y de un trabajo también común; los ejemplos de po-
ramente mejores las familias modernas con sus padres envejecidos, cuan-
blaciones guerreras armadas solamente para el combate y viviendo exclu-
do sufriendo éstos enfermedades atroces, piden llorando que se les libre
sivamente de depredaciones sorf muy raras, aunque citadas con frecuen-
del suplicio continuo ó de los dolores agudos, y que, so pretexto de
cia. E s de moral constante entre los participantes que el individuo, si
amor filial ó conyugal, se les deja gemir lamentablemente durante sema-
la escasez se hace sentir, debe ponerse á ración para que las provisiones
nas, meses ó años?
puedan durar más tiempo, y á menudo los grandes, lejos de abusar de
su fuerza, se privan en beneficio de los pequeños. E l hecho capital de La forma comunitaria de la propiedad, que prevaleció en casi todos
la historia primitiva, tal como se nos presenta en casi todos los países los países del mundo y que se mantiene acá y allá, hasta en las comarcas
del mundo, es que la gens, la tribu, la colectividad, es considerada como más completamente acaparadas por propietarios individuales, permite
el ser por excelencia, al que cada individuo da su trabajo y hace el sacri- hacer constar que la ayuda mutua fué el ideal y la regla en los pueblos
ficio entero de su persona. L a ayuda mutua es tan perfecta, que en agrícolas que alcanzaron un grado de civilización muy avanzada. Allí
diferentes circunstancias se extiende hasta más allá de la muerte: así en también el cuidado de cada uno debió de ser la propiedad de todos,
las Nuevas Hébridas, cuando moría un niño, su madre ó su tía se mata- como lo atestiguan las mismas palabras que sirven para designar la co-
ban voluntariamente para ir á cuidarle en el otro mundo \ lectividad de los aldeanos asociados. t Tales son las «universidades» de
Hasta el asesinato ó, por mejor decir, la muerte voluntaria de los los Vascos, los «mir» ó pequeños «universos» de los Rusos, las «zadru-
.ghi» ó «amistades» de los Serbios, las «fraternidades» de los Buriatos.
1 L. Buxhaum, Der zoologische Garlen, 1886, pág. 133.
E l término de «comuna» que el uso del latín y de sus lenguas deriva-
1 P. Kropotkin, Nmetcenih Century, noviembre 1890, pág. 702.
a Gilí, en Waitz et Gerland, Anthropologie, pág 641. b a s ha generalizado en el mundo, se aplica á todos los hombres «que
l.A PAZ Y LA Gl'ERRA
EL HOMBRE Y L A TIERRA
toman parte en las cargas», es decir, á todos los que se ayudan mutua- Por un singular trastorno de las cosas, el choque brutal entre los
mente. Y de la comuna nace la comunión, la participación en el festín hombres, la «guerra mala», como la llama Homero, es lo que muchos
y el cambio de los pensamientos íntimos; porque el «hombre no vive escritores afectan celebrar y hasta á veces glorifican sinceramente, como
solamente de pan», y la ayuda mutua no ha cesado de producirse por la la mayor educadora de la humanidad. Preciso es ver en ello la super-
comunicación de las ideas, la enseñanza y la propaganda. No hay un vivencia de las antiguas creencias en la virtud del sacrificio, causadas
hombre, ni el más egoísta, que no se esfuerce en inculcar en la inteligen- por el terror de lo desconocido, por el miedo á los espíritus malos que
van por los aires, á los manes insaciables que quieren renacer haciendo
cia ajena su manera de concebir las cosas, y cuanto más la sociedad
morir los vivos. «Sabe eme se necesita sangre para que v i v a el mundo
progresa, más aprende el individuo aislado, aun inconscientemente, en
y los dioses, sangre para conservar la nación entera y perpetuar la espe-
ver semejantes en los que le rodean. L a vida, que fué simplemente ve-
cie». Si no se hubiera derramado sangre, ni pueblos, ni naciones, ni
getativa, en los tipos inferiores de la animalidad, lo mismo que para los
reinos conservarían la existencia. « ¡ T u sangre vertida, oh mediador,
hombres que vivían en la brutalidad primera, toma un carácter muy dife-
extinguirá la sed de la tierra, que se animará con nuevo v i g o r ! » Así
rente y mucho más amplio en aquellos en quienes la inteligencia y e l
cantaban los Khonds de la India Central, degollando una víctima pro-
corazón se ha engrandecido. A d q u i r i e n d o la conciencia de vivir añaden
piciatoria para repartir la carne, fecundar los campos y santificar sus
un nuevo objetivo al objetivo primero, que se limitaba á la conservación
hogares'.
de la existencia: el círculo infinitamente desarrollado abarca para lo su-
cesivo el bienestar de la humanidad entera'. Ninguna ciudad, ninguna muralla se fundó en tiempos pasados entre
ciertos pueblos, sin que la primera piedra hiciese derramar la sangre de
Pero hay retrocesos, terribles á veces, en la marcha del progreso hu- una víctima. Según la leyenda, el Radjahdhava, pilar de hierro que
mano. L a ayuda mutua, que tanto ha contribuido á desarrollar de hom- indica el centro de las ciudades que se sucedieron en el solar en que
bre á hombre y de pueblo á pueblo todos los elementos de mejora actualmente se eleva la ciudad de Delhi, se baña continuamente en san-
mental y moral, suele ceder frecuentemente el puesto á la lucha intestina, g r e ; fué plantado en el mismo sitio donde el innumerable ejército de los
al feroz desencadenamiento de los odios y de las venganzas. E s e furor hombres serpientes, es decir, de los indígenas, fué enterrado vivo, á la
gloria de Youdichtira, hijo de Pandou.
de exterminio entre los hombres nació casi en todas partes entre los ca-
zadores, los matadores de profesión. La caza que hace el carnívoro á Es cierto que las guerras, fenómeno histórico' complejo que abraza
los animales, que es y a una verdadera guerra, desarrollando en el hom- toda la sociedad en el conjunto de la vida, pueden haber sido, en virtud
bre como en el animal los instintos de crueldad y astucia, pudo llegar á de su misma complejidad, ocasión de progreso, á pesar de la destrucción,
ser indirectamente la causa de la guerra propiamente dicha, de las em- de las ruinas y de los males de toda especie que directamente han cau-
presas de enconado odio dirigidas al exterminio de los semejantes; por- sado. No hay duda que tal conflicto entre tribus ó naciones, precedido
que el cazador, preocupado siempre con la idea de encontrar alimento de viajes de exploración que suministraron interesantes noticias sobre
suficiente, "no puede menos que ver con desagrado al rival que le disputa comarcas poco conocidas, después, terminada la lucha, tuvo por conclu-
su presa: llega el momento en que el odio estalla y en que el hombre sión tratados de alianza y relaciones frecuentes de comercio y de amistad.
v u e l v e las armas contra el h o m b r e ' . Esta primera guerra nacida de la Esas relaciones fueron favorables, por cuanto ensancharon el horizonte
caza, tiene por objeto la supresión de concurrentes, ¡ y cuántas otras le si- de pueblos que antes se ignoraban, aumentaron su haber y desarro-
' g u e n , todas inspiradas por el mismo rudo deseo de captura y de dominioL llaron sus conocimientos; pero la verdad es que, lejos de ser resul-
' A. Comte, Philosophie positive, 1869, pág. 494- ' Elie Reclus, Les Primitifs, pág. 374.
5 G. de Molinari, Grandeur et Décadence de la Guerre, pág. 6 y 7.
I -31
LA PAZ Y LA CIERRA
EL HOMBRE Y L A TIERRA
toman parte en las cargas», es decir, á todos los que se ayudan mutua- Por un singular trastorno de las cosas, el choque brutal entre los
mente. Y de la comuna nace la comunión, la participación en el festín hombres, la «guerra mala», como la llama Homero, es lo que muchos
y el cambio de los pensamientos íntimos; porque el «hombre no vive escritores afectan celebrar y hasta á veces glorifican sinceramente, como
solamente de pan», y la ayuda mutua no ha cesado de producirse por la la mayor educadora de la humanidad. Preciso es ver en ello la super-
comunicación de las ideas, la enseñanza y la propaganda. No hay un vivencia de las antiguas creencias en la virtud del sacrificio, causadas
hombre, ni el más egoísta, que no se esfuerce en inculcar en la inteligen- por el terror de lo desconocido, por el miedo á los espíritus malos que
van por los aires, á los manes insaciables que quieren renacer haciendo
cia ajena su manera de concebir las cosas, y cuanto más la sociedad
morir los vivos. «Sabe eme se necesita sangre para que v i v a el mundo
progresa, más aprende el individuo aislado, aun inconscientemente, en
y los dioses, sangre para conservar la nación entera y perpetuar la espe-
ver semejantes en los que le rodean. L a vida, que fué simplemente ve-
cie». Si no se hubiera derramado sangre, ni pueblos, ni naciones, ni
getativa, en los tipos inferiores de la animalidad, lo mismo que para los
reinos conservarían la existencia. « ¡ T u sangre vertida, oh mediador,
hombres que vivían en la brutalidad primera, toma un carácter muy dife-
extinguirá la sed de la tierra, que se animará con nuevo v i g o r ! » Así
rente y mucho más amplio en aquellos en quienes la inteligencia y e l
cantaban los Khonds de la India Central, degollando una víctima pro-
corazón se ha engrandecido. A d q u i r i e n d o la conciencia de vivir añaden
piciatoria para repartir la carne, fecundar los campos y santificar sus
un nuevo objetivo al objetivo primero, que se limitaba á la conservación
hogares'.
de la existencia: el círculo infinitamente desarrollado abarca para lo su-
cesivo el bienestar de la humanidad entera'. Ninguna ciudad, ninguna muralla se fundó en tiempos pasados entre
ciertos pueblos, sin que la primera piedra hiciese derramar la sangre de
Pero hay retrocesos, terribles á veces, en la marcha del progreso hu- una víctima. Según la leyenda, el Radjahdhava, pilar de hierro que
mano. L a ayuda mutua, que tanto ha contribuido á desarrollar de hom- indica el centro de las ciudades que se sucedieron en el solar en que
bre á hombre y de pueblo á pueblo todos los elementos de mejora actualmente se eleva la ciudad de Delhi, se baña continuamente en san-
mental y moral, suele ceder frecuentemente el puesto á la lucha intestina, g r e ; fué plantado en el mismo sitio donde el innumerable ejército de los
al feroz desencadenamiento de los odios y de las venganzas. E s e furor hombres serpientes, es decir, de los indígenas, fué enterrado vivo, á la
gloria de Youdichtira, hijo de Pandou.
de exterminio entre los hombres nació casi en todas partes entre los ca-
zadores, los matadores de profesión. La caza que hace el carnívoro á Es cierto que las guerras, fenómeno histórico' complejo que abraza
los animales, que es y a una verdadera guerra, desarrollando en el hom- toda la sociedad en el conjunto de la vida, pueden haber sido, en virtud
bre como en el animal los instintos de crueldad y astucia, pudo llegar á de su misma complejidad, ocasión de progreso, á pesar de la destrucción,
ser indirectamente la causa de la guerra propiamente dicha, de las em- de las ruinas y de los males de toda especie que directamente han cau-
presas de enconado odio dirigidas al exterminio de los semejantes; por- sado. No hay duda que tal conflicto entre tribus ó naciones, precedido
que el cazador, preocupado siempre con la idea de encontrar alimento de viajes de exploración que suministraron interesantes noticias sobre
suficiente, "no puede menos que ver con desagrado al rival que le disputa comarcas poco conocidas, después, terminada la lucha, tuvo por conclu-
su presa: llega el momento en que el odio estalla y en que el hombre sión tratados de alianza y relaciones frecuentes de comercio y de amistad.
v u e l v e las armas contra el h o m b r e ' . Esta primera guerra nacida de la Esas relaciones fueron favorables, por cuanto ensancharon el horizonte
caza, tiene por objeto la supresión de concurrentes, ¡ y cuántas otras le si- de pueblos que antes se ignoraban, aumentaron su haber y desarro-
' g u e n , todas inspiradas por el mismo rudo deseo de captura y de dominioL llaron sus conocimientos; pero la verdad es que, lejos de ser resul-
' A. Comte, Philosophie positive, 1869, pág. 494- 1 Elie Reclus, Les Primitifs, pág. 374.
5 G. de Molinari, Grandeur et Décadence de la Guerre, pág. 6 y 7.
I -31
po después de las ¡causas que los originaron: toman carácter atávico.
tado de la guerra, provenían, por el contrario, del movimiento producido
después en sentido inverso, y si las matanzas no se hubieran perpetrado, ¿No han dado, con toda sinceri-
dad, los profesores alemanes al pue-
si las alianzas hubieran antecedido á la efusión de sangre, no se hubieran
blo de Francia el nombre de «ene-
obtenido á costa de ningún sacrificio. Sucede que el pueblo no recuer-
migo hereditario»? Y , dicho senci-
da los hechos pacíficos, los acontecimientos que no han provocado terror
llamente, ¿no es verdad, que duran-
ni desesperación: sólo recuerda los «años terribles» y refiere á esas
te mucho tiempo, fué costumbre,
fechas fatales los resultados de todas clases, malos ó buenos, que es ne-
cesario distinguir claramente unos de otros y repartir de otro modo,
según las causas que los han determinado. No hay que hacerse ilusio-
nes: el odio nace de la guerra y le engendra; el amor entre los hombres
tiene por causa la armonía de los esfuerzos. A la ayuda mutua han de
referirse una vez más las felices consecuencias que parecen derivarse de
qué? Porque se odiaron los padres y los abuelos. La ferocidad se bosques brasüeños veía caer de un gran árbol (Bertholetiaexcelsa) una
pesada nuez, gruesa como la cabeza de un hombre, que, rompiéndose
transforma en deber
sobre el suelo ó sobre una raíz, lanzaba sus semillas á lo lejos, ¿cómo
L a esclavitud, consecuencia de la guerra, no se comprende sino por
no había de comprender que aquellos granitos contenían en germen otros
el desconocimiento absoluto de todo derecho en el hombre dominado.
tantos árboles semejantes al que acababa de despojarse de ellos? Frutos
El esclavo no tiene y a las cualidades humanas, , no tiene «alma», no-
de menores dimensiones, como la balsamina «impaciente», se desem-
existe. Y lo que es verdad del esclavo que se. tiene bajo la mano se
barazan de sus semillas de una manera análoga; mejor aún, el cacahuete
convierte también en verdad para el esclavo eventual ó futuro, del ene-
se entierra él mismo, y al niño que le observa le da una lección directa de
migo ó del que pertenece á una tribu extranjera: no puede tener dere-
agricultura; por último, las hierbas rastreras que, de distancia en distan-
chos, no puede esperar ningún respeto. Las excepciones qué se
cia, muerden el suelo y plantan en él sus raicillas como verdaderos dien-
producen respecto de las necesidades del comercio, de las práticas tradi-
tes, y los vegetales de tubérculos, que se rodean en la tierra de una
cionales de la hospitalidad ó la recepción de embajadores se separan de
enjambre de otras tantas bolsas nutricias, enseñan también al hombre, de
la moral corriente, se ponen al abrigo de sanciones religiosas; pero no
la manera más evidente, los procedimientos que han de seguirse para re-
por eso deja de considerarse justo hacer «presa» contra el enemigo,,
novar de año en año la generación vegetal. H a y pocos niños campesi-
el «hombre de nada» \
nos, entre los que disponen de algún tiempo ocioso, en quienes no se haya
L a unión de los hombres por el trabajo en común se completa natu- desarrollado espontáneamente el amor del cultivo. ¿Quién de nosotros
ralmente, desde las edades de la animalidad, por la utilización y aun por no ha plantado su árbol frutal? Y lo que actualmente hace cada niño,
transformaciones de la Naturaleza. A s í hubieron de asociarse los primi- lo hicieron también los pueblos niños en las diversas regiones de la
tivos para hacerse, como los monos y tantos otros animales, camas de Tierra, bajo diferentes formas, según los contrastes de los medios.
hierbas y techos de ramas yuxtapuestas y hasta entretejidas. ¿No se L a agricultura nació, pues, en mil puntos diferentes; pero se com-
construyen nidos las aves y algunos peces? ¿No edifica el castor esclu- prende bien que muchos primitivos hayan sido más inclinados á procu-
sas que contienen una morada para su familia? ¿No tiene el mono una. rarse el alimento por la caza y por la guerra que por el cultivo del suelo;
vivienda bien acomodada, á la altura media de los árboles, con t e c h o porque el labrado de las tierras y los trabajos de la siembra y de la reco-
y suelo de ramas? 5 C o m o ellos, el hombre aprendió espontáneamente lección, cuando se hacen en grande, exigen una aplicación sostenida, re-
á proveerse con amplitud de los productos vegetales de la tierra: ¿no le flexión y paciencia, mientras que la persecución de la caza ó del hombre
habían enseñado, marmotas, abejas y hormigas á hacer provisiones en es principalmente una obra de pasión: aunque impulsado por el hambre,
verano para el invierno? el primitivo ve en la caza una verdadera diversión que la perspectiva de
La diversidad de medios y la diferencia de circunstancias originaron un accidente cualquiera, hasta la misma muerte, hace más intensa y
formas especiales de agricultura, debidas, no á la iniciación del hombre más excitante. En este caso la excitación acaba por transformarse
por sus «hermanos inferiores», sino á su propio genio, á su espíritu de en locura: en la lucha el hombre y a no raciocina; no tiene más que un
observación, guiado por las necesidades de la existencia. Las explosio- deseo: morder su presa; desgarrarla á dentelladas; dividirla en trozos
nes de semillas que se hacen con violencia, hasta con ruido, no podían
menos de atraer la atención de los hombres; cuando el salvaje de l o s L a domesticación de los animales ha de ser en muchas ocasiones más
fácil que la utilización de las plantas, puesto que muchos de ellos se pre-
1 Leôn Cladei, La /''¿te native de Saint-Barthélémy Porte-Glaive.
Eduard Meyer, Die Sklaverei im Altert hum, piig. 10.
3 Tylor, Antkropology, p;ig. 229. Guillaume Ferrero, Des Formes primitives du Travail, «Revue Scientilique», 14 mayo 1896.
1-35
los corrales de Europa, y todo induce á pensar que ese volátil comenzó,
sentaron al h o m b r e 1 , y viviendo la misma vida, las especies se compren-
como la paloma, por pedir refugio y alimento al hombre, y que al fin,
dían mutuamente. En el territorio de Carnot, en el Africa ecuatonal, los
habituados completamente á ese nuevo medio, temió aventurarse en la
animales de la selva, domesticados fácilmente, constituyen una especie de
selva ó sobre las abrasadoras arenas '. La industria del hombre no tuvo
república de lo más curioso; entre aquellos numerosos comensales del
que ejercerse en esta evolución del animal: bastaron la simpatía, la
hombre, distinguíase en 1898 un gran mono amarillo, que por su propia
bondad natural y la comunidad de intereses.
autoridad se había constituido en vigilante: llevaba á pacer los carneros,
como lo hacen los perros de Europa, y mordía enfurecido las patas de
los que se apartaban del rebaño. Después, cuando los animales pacían
tranquilamente, montaba sobre el que tenía más cerca y le despojaba de
parásitos; evidentemente mostraba interés en hacerse el asociado del
hombre, y si se concluyó el trato, fué por su iniciativa personal'.
indio mejicano. Sabido es que viene por la noche á rodear el hogar Dibujo de G. Roux, de una fotografía.
para recoger las sobras de la comida, y se evita con cuidado espantarle;
se le reconoce como una vaga parentela, y en cambio de la tolerancia Por un fenómeno análogo, el hombre y el animal se comprendieron
q u e se le asegura durante sus visitas nocturnas, se espera de el una pro- á menudo recíprocamente en otros medios para buscar el alimento
tección eficaz contra los genios malechores de las noches. común. A s í , los cuclillos del Africa meridional y los Hotentotes han
L a domesticación de los animales no es más que un grado superior sabido asociarse perfectamente para la explotación de las colmenas de
de la familiaridad primera, procedente del cambio de servicios y del abejas: los primeros se encargan de^descubrir el nido, después lo indi-
hábito. En la Sonora y el Arizona el pavo es tan doméstico como en can por medio de gritos penetrantes al hombre, quien responde por un
indio mejicano. Sabido es que viene por la noche á rodear el hogar Dibujo de G. Roux, de una fotografía.
para recoger las sobras de la comida, y se evita con cuidado espantarle;
se le reconoce como una vaga parentela, y en cambio de la tolerancia Por un fenómeno análogo, el hombre y el animal se comprendieron
q u e se le asegura durante sus visitas nocturnas, se espera de el una pro- á menudo recíprocamente en otros medios para buscar el alimento
tección eficaz contra los genios malechores de las noches. común. A s í , los cuclillos del Africa meridional y los Hotentotes han
L a domesticación de los animales no es más que un grado superior sabido asociarse perfectamente para la explotación de las colmenas de
de la familiaridad primera, procedente del cambio de servicios y del abejas: los primeros se encargan de^descubrir el nido, después lo indi-
hábito. En la Sonora y el Arizona el pavo es tan doméstico como en can por medio de gritos penetrantes al hombre, quien responde por un
tería no dejaría de darles un trozo de la presa que habían ayudado Dibujo de G. Roux, según documento fotográfico.
1-36
ASOCIACIÓN DEL HOMBRE Y DEL ANIMAL 147
muy golosas de la leche, y cada vivienda tiene varios de esos ofidios fa- Se comprende difícilmente que los mismos partidarios de la teoría de la
miliares á los que se conoce individualmente y se llama por su nombre «. evolución hayan podido pretender, después de haber visto á los animales
domésticos asociados al hombre, que la progresión intelectual de los
Del mismo modo, los civilizados del vecino E g i p t o domestican los
seres, desde el estado rudimentario de los microbios hasta el organismo
cocodrilos. En la A n t i g ü e d a d , las gentes de Denderah dícese que eran
complicado y á la astucia sutil del chacal y de la zorra, á la prudencia
muy hábiles para encantar esos animales, comunes en el Nilo en aquella
del elefante, esté marcada por una ley fatal de fijación.
época, y se servían de ellos como de monturas.
Según esa hipótesis, el animal permanece encerrado en un círculo del
A n t e s que unos mal aconsejados europeos ejerciesen su destreza ma-
que no puede salir. L o s perros de caza y la pieza perseguida no pueden
tando los saurios del lago de Pir Mangho, cerca de Karatchi ( K u r a -
variar sus astucias, los insectos y los vertebrados industriosos no apren-
chee), aquellos animales sagrados acudían fielmente al llamamiento de
derán jamás un-nuevo procedimiento, y ningún pájaro cantor modificará
sus guardianes y se dejaban montar por pintores piadosos que adorna-
sus acentos. Es posible que la evolución de la inteligencia animal se
ban sus hocicos con p i n t u r a s ' . L o s chiquillos de Palembang juegan
haya hecho con mayor lentitud que la del hombre, desde que éste se po-
también con los cocodrilos, que se hallaban bien alimentados por los
seyó de instrumentos, pero se continúa en todas las especies prósperas.
restos de cocina que caen de las casas sobre pilotes edificados en el río.
H a y similitud de evolución entre el hombre y sus hermanos inferiores.
1 Georg Schwcinfurth, Im Herzen Afrikas.
« Richard Burton, Siud revisüed; Hermann von Schlaginhveit, Rasa, in India, und Donde quiera que se han constituido pequeñas sociedades, mundos
Hochasiai.
ASOCIACIÓN DEL HOMBRE Y DEL ANIMAL 147
muy golosas de la leche, y cada vivienda tiene varios de esos ofidios fa- Se comprende difícilmente que los mismos partidarios de la teoría de la
miliares á los que se conoce individualmente y se llama por su nombre «. evolución hayan podido pretender, después de haber visto á los animales
domésticos asociados al hombre, que la progresión intelectual de los
Del mismo modo, los civilizados del vecino E g i p t o domestican los
seres, desde el estado rudimentario de los microbios hasta el organismo
cocodrilos. En la A n t i g ü e d a d , las gentes de Denderah dícese que eran
complicado y á la astucia sutil del chacal y de la zorra, á la prudencia
muy hábiles para encantar esos animales, comunes en el Nilo en aquella
del elefante, esté marcada por una ley fatal de fijación.
época, y se servían de ellos como de monturas.
Según esa hipótesis, el animal permanece encerrado en un círculo del
A n t e s que unos mal aconsejados europeos ejerciesen su destreza ma-
que no puede salir. L o s perros de caza y la pieza perseguida no pueden
tando los saurios del lago de Pir Mangho, cerca de ICaratchi ( K u r a -
variar sus astucias, los insectos y los vertebrados industriosos no apren-
chee), aquellos animales sagrados acudían fielmente al llamamiento de
derán jamás un-nuevo procedimiento, y ningún pájaro cantor modificará
sus guardianes y se dejaban montar por pintores piadosos que adorna-
sus acentos. Es posible que la evolución de la inteligencia animal se
ban sus hocicos con p i n t u r a s ' . L o s chiquillos de Palembang juegan
haya hecho con mayor lentitud que la del hombre, desde que éste se po-
también con los cocodrilos, que se hallaban bien alimentados por los
seyó de instrumentos, pero se continúa en todas las especies prósperas.
restos de cocina que caen de las casas sobre pilotes edificados en el río.
H a y similitud de evolución entre el hombre y sus hermanos inferiores.
1 Georg Schwcinfurth, Im Herzen Afrikas.
« Richard Burton, Siud revisiled; Hermann von Schlaginhveit, Rasa, in India, und Donde quiera que se han constituido pequeñas sociedades, mundos
llochasiai.
en miniatura que tienen por sus intereses comunes una individualidad
colectiva, esos g r u p o s tienden á utilizar las condiciones exteriores del
medio para crearse un g r u p o geográfico bien determinado: los hombres
tratan de adaptarse á los' rasgos de la Naturaleza ambiente de manera
que formen un todo, tribu ó nación, con su fisonomía particular.
1-37
ción, tendería naturalmente á mantenerse en su forma primera si los mil rios fértiles, torbellino infinito donde los hombres y las cosas nacen y
desaparecen como la polvareda que atraviesa un rayo de sol!
contactos, suaves ó violentos, de todos esos diversos organismos polí-
ticos y sociales no cambiasen incesantemente el equilibrio, modificando D e ese conflicto incesante entre la vida y la muerte, tan pronto pa-
rece dominar la una como la otra, según el punto de vista en que uno se
la Naturaleza misma por continuas mezclas y fenómenos de penetración
coloca; mas ¿la perpetua transformación del universo no lleva consigo la
N." 20. T e r r i t o r i o d e l o s i n d i o s S e r i s equivalencia de las dos fuerzas, su identidad perfecta, siendo toda vida
un conjunto de vidas?
W 00 Cr
D'tiprcj V.J.1ÍC Occ.
I - 1000 000
CAPÍTULO IV
PREHISTORIA CONTEMPORÁNEA.—ALIMENTOS.
VIVIENDAS Y FORTALEZAS. — VILLAS LACUSTRES. — LUGARES DE CITA.
S E N D A S Y CAMINOS. — D I S T R I B U C I Ó N D E LAS VILLAS.
INDUSTRIAS.—ORNAMENTOS.
1 - 3 8
trata de reconstituir su evolución en los antiguos medios geográficos más
ciones, se comprueba la existencia de ciertos pueblos cuyos éxodos y
ó menos diferentes del ambiente actual.
conflictos se siguen vagamente; se recogen también tradiciones y le-
Difícil es, ciertamente, v e r por el pensamiento, con precisión sufi-
yendas c u y o verdadero sentido se trata de interpretar, y esos restos
ciente, el género de vida seguido en tiempos pasados por las poblaciones
sirven para establecer narraciones sumarias en que las suposiciones
primitivas cuyos huesos y armas se recogen; pero en muchos sitios la
plausibles llenan las lagunas dejadas por documentos incontestados, á la
Naturaleza ha cambiado poco desde esas edades lejanas, y por otra
manera que, en una inscripción mutilada, intercala el sabio las letras que
parte, se tiene siempre como elemento de comparación los países donde
faltan. Esta historia incompleta, primitiva, es la Protohistoria cuyos
se encuentran actualmente tribus que tienen costumbres análogas á las
límites indecisos retrocederán gradualmente hacia los orígenes más anti-
de las poblaciones que han desaparecido sin dejar más que testimonios
g u o s á medida que la ciencia p r o y e c t e en el pasado una luz más intensa.
de su forma particular de civilización.
Prehistoria y protohistoria acaban, y la historia propiamente dicha
comienza en períodos muy diversos, según los pueblos y los lugares. Las distancias corresponden al tiempo: de comarca á comarca se
Gracias á la floración precoz de la civilización en las comarcas del viaja tan bien como de siglo en siglo. E l hecho es que Miklucho-Maklai
Mundo A n t i g u o , ribereñas del Océano Indico y del Mediterráneo, las se hallaba, en un pasado remoto, escuchando á aquellos ancianos de la
miradas de la ciencia histórica penetraron allí mucho antes, cinco, seis Nueva-Guinea que le hablaban de la época, poco alejada de ellos, en que
y diez mil años anteriormente al período actual, mientras que en otros el fuego era desconocido para su tribu, y en que no habían llegado
países, donde no se han descubierto documentos, las relaciones de los á saber reproducirle artificialmente: cuando un carbón se apagaba en
indígenas no permiten remontar en la historia más allá de algunas gene- una choza había que ir á buscar una brasa á otra choza. ¿No están los
raciones. Así el Nuevo Mundo, en su conjunto, no nos es histórica T a Olas, descubiertos en la espesura de los bosques de Celebes, más
mente conocido sino desde hace cuatro siglos, y algunos vislumbres nos profundamente sumergidos en la sombría noche de los tiempos antiguos,
revelan solamente, antes de la llegada d é l o s europeos, la sucesión de los anteriores al conocimiento de todo lo que, aparte del alimento, se nos
acontecimientos principales en el pasado de las naciones más civilizadas. ha hecho indispensable? Además, si hay progreso para gran número de
grupos étnicos y especialmente para aquellos de que nosotros, los civili-
Puede decirse, además, que la prehistoria se continúa todavía para las
zados, hemos salido, ¡cuántas poblaciones retrogradan, volviendo hacia
poblaciones de una grandísima parte de la Tierra, que, á pesar de su
las viviendas de otro tiempo sin aire y sin f u e g o !
unión oficial al resto del mundo, no dejan de estar sumergidas en plena
.civilización tradicional y se mantienen en su aislamiento intelectual
y moral. Hasta en las naciones de la Europa occidental, en los círculos En primer lugar, ¿cuáles fueron los alimentos de nuestros antepasa-
más brillantemente iluminados por el esplendor de la cultura moderna, dos? La observación de nuestros contemporáneos «primitivos» nos
los buscadores de costumbres, de tradiciones, de cantos populares, des- responde suficientemente. El alimento de los incultos difiere aún según
cubren incesantemente supervivencias y huellas de la antigua prehisto- el clima, la naturaleza del suelo y el grado d - civilización alcanzado por
ria. Gracias á esta coexistencia de las edades sucesivas de la humanidad, los indígenas en la sucesión de las edades prehistóricas. L o s insulares,
á esa penetración de las épocas, y sobre todo al estudio de los pueblos aun aquellos para quienes la Naturaleza no se ha mostrado avara, como
llamados «primitivos» ó más bien «retrasados», muy débilmente influí- en muchos archipiélagos oceánicos, debían, todavía recientemente, limi-
dos todavía por los grandes pueblos conquistadores, se aprende á cono- tarse á las frutas, á las semillas y á lo* brotes v e r d e s . d e las plantas
cer por análisis los hombres de otro tiempo, nuestros antepasados, y se indígenas, á menos que añadiesen á sus comidas alguna caza suministrada
por los escasos representantes de la fauna terrestre y los pescados
ó frutos de mar que las aguas daban en abundancia.
' Palabra creada por G. de Mortillet? ó por Wilson (Prchistar ic Aunáis of Sicotia,vi)?
si esos fragmentos no fuesen
En las proximidades del desierto, en las tierras pedregosas del d u n a
utilizados de mil maneras, en
uniforme, el régimen de los habitantes había de ser también muy poco
los terraplenes, las construc-
variado, en tanto que las comarcas continentales, muy ricas en especies
ciones y los abonos agrícolas.
diversas, ofrecían á los residentes todos los elementos posibles de la ali-
S e les hace desaparecer, pero
mentación más escogida. E l medio hace el alimento del animal lo
el festín se prosigue incesante-
mismo que el del hombre, y , según los lugares y los tiempos, las diferen-
mente bajo formas cada vez
cias pueden ser tan considerables, que el manjar más suculento de un
más variadas, puesto que á
individuo es para otro el más repugnante: hay gastrónomo que prefiere
cada comida se juntan los man-
los insectos y los gusanos, otro la manteca rancia, la carne podrida o
jares exóticos importados por
las materias verdes y medio digeridas que se encuentran en el estomago
el comercio de una extremidad
del reno. Un mongol, compañero de Prjvalskiy, vomitaba dé asco vien-
á otra del mundo.
do á unos europeos comer pato, y él se alimentaba con tripas de carnero
no lavadas. Naciones enteras se contentan con semillas y frutas, mien- A l g u n o s de los «monto-
tras que otras necesitan carne sanguinolenta, y muchas poblaciones, en nes de conchas» dejados so-
diversos países d e la Tierra, hasta beben sangre humana, sea por cruel- bre el litoral de numerosas
dad guerrera, sea por respeto al enemigo, para hacer pasar á su propio riberas marinas tienen dimen-
pur, comiendo carne de t i g r e , - s e a por alguna otra ilusión religiosa o sas, atestiguan-
vegetal.
' L o s «restos de cocina», montones de conchas que se encuentran en
las costas dinamarquesas, lo mismo que las ostrerías de la América espa-
ñola, los sambaqui del litoral brasileño y los montículos de desperdicios
acumulados bajo las ruinas de las poblaciones lacustres, son restos de
HABITACION DE S U M A T R A (Véase pág. 159. )
comidas continuadas de generación en generación, que se continúan to-
Dibujo de G , Roux, de una fotografía.
davía; en ciertas ciudades se acumularían por millones de metros cúbicos,
1-39
entre los ribereños del mar, porque no son individuos aislados, fami-
lias dispersas, quienes pueden haber elevado esos montículos de con-
chas de ostras y otros moluscos que tienen hasta 300 metros de largo
sobre 30 á 60 metros de ancho y 3 metros de altura. No se cuen-
tan menos de 69 sambaqui en las costas de mar Pequeño, en el Brasil
meridional ( A . L o f g r e n ) . Reuníanse, pues, los pescadores en gran nú-
mero en aquella época para sus comidas de conchas, á las cuales aña-
dían pescados de diversas especies, como también ciervos, corzos, cer-
dos, bueyes, perros, gatos, castores y nutrias, c u y o s huesos roídos se
ven en los montones de restos.
1 Ed. Piette, Bul!. de la Soc. <fAnthropolcgie de París, sesión del 18 de abril de 1895.
1 G. de Mortillet, Les Boissons fermentéis, «Bull, Soc. de Anthropologie», 1897, fase. 5 Victor Hugo, Le Rhin.
entre los ribereños del mar, porque no son individuos aislados, fami-
lias dispersas, quienes pueden haber elevado esos montículos de con-
chas de ostras y otros moluscos que tienen hasta 300 metros de largo
sobre 30 á 60 metros de ancho y 3 metros de altura. No se cuen-
tan menos de 69 sambaqui en las costas de mar Pequeño, en el Brasil
meridional ( A . L o f g r e n ) . Reuníanse, pues, los pescadores en gran nú-
mero en aquella época para sus comidas de conchas, á las cuales aña-
dían pescados de diversas especies, como también ciervos, corzos, cer-
dos, bueyes, perros, gatos, castores y nutrias, c u y o s huesos roídos se
ven en los montones de restos.
1 Ed. Piette, Bul!. de la Soc. dAnthropologie de París, sesión del 18 de abril de 1895.
1 G. de Mortillet, Les Boissons fermentéis, «Bull, Soc. de Anthropologie», 1897, fase. 5 Victor Hugo, Le Rhin.
V I V I E N D A S D E L O S P R I M I T I V O S
vían, como los monos, sobre las elevadas ramas del eriodendron, han
que no se vean todavía ejemplos peor ó mejor conservados. L a s su-
sido desalojadas á tiros por los baghirmios mercaderes de e s c l a v o s ' .
pervivencias de la vivienda primitiva se muestra hasta en las c u d a d e s
N.° 21. H a b i t a c i o n e s d e O c e a n i a
más suntuosas. j N o se encuentran, buscando bien, trogloditas en París
150°
y en Londres? ¿No se ven también gentes que viven bajo la choza,
grosera morada de ramas y restos, sin contar los que pasan la noche
echados en tierra?
En las comarcas de temperatura tropical, donde sin duda el hombre
se desarrolló en su juventud primera, las espesuras de.la maleza s.rven
todavía de habitaciones comunes á poblaciones numerosas. A n t e s se
apreciaban como viviendas perfectas las cimas de los grandes arboles,
que ofrecían un suelo natural en el punto de divergencia de las p n n c ,
pales ramas, extendiéndose sobre la parte superior una espesa cub.erta
de follaje que resguardaba de los ardores del sol y la v i o l e n c a de las
en países de bosques, de malezas ó de cañaverales: hay lugares que líneo suele ser el más fuerte: recuerda las chozas del castor, los hormi-
gueros y termiteros, los nidos de las aves, de los peces, de los insectos
presentan á la vez ventajas para el refugio, la defensa y la salubridad,
y hasta las telas de araña
que sería frecuentemente disputado entre el hombre, el oso ú otros ani-
males; así como hay refugios naturales, bien defendidos de los vientos, A ese tipo de choza, para el cual bastaba encorvar las ramas que
de las tempestades y de los rayos demasiado ardientes del sol, que ofre- forman círculo, atarlas por el extremo á modo de bóveda primitiva, y á
veces empastarlas con arcilla para darles mayor consistencia, sucedió el
cen lechos de musgo, de césped ó de hojas, verdaderamente deliciosos,
tipo rectilíneo, para cuya realización había que derribar árboles y colo-
que, aun en nuestros días, los civilizados que en el curso de su vida han
car longitudinalmente los troncos unos sobre otros. Ese modo de
tenido ocasión de comparar la venturosa existencia en los bosques con la
construcción tiene la gran ventaja de prestarse á todos los crecimientos
regularidad monótona de la residencia en las casas cerradas, más de una
necesarios: las «casas largas» que construían los Iroquis y otros indios
vez, en sus horas de insomnio, habrán recordado con dulce melancolía
de América, lo mismo que los edificios de igual clase construidos en
el tiempo en que, tendidos sobre mullida hierba, veían las estrellas y
muchas islas de la mar del S u d para recibir los jóvenes ó los huéspedes
la vía láctea palpitar dulcemente entre las ramas en apariencia in-
de la tribu, no hubieran podido edificarse bajo forma diferente. Pero
móviles.
allí mismo donde el arte del constructor está bastante desarrollado para
En esos deliciosos retiros, se aumentan fácilmente las condiciones de
dar á las cabañas todas las formas que se deseen, el espíritu de conser-
comodidad por sencillísimos procedimientos: por ejemplo, reuniendo en
vación y la tradición de raza bastan para mantener de siglo en siglo los
ramillete las cimas de varias ramas dispuestas en círculo se forma una
tipos hereditarios. En tal concepto, Africa está dividida en dos mitades,
especie de choza cónica,, á la que se puede dar una abertura suficiente y
aunque entremezclando sus fronteras: el g r u p o del país de las cabañas
formar paredes por medio de ramas entrecruzadas'. Partiendo de aquí
redondas y la región de las chozas angulares 5 . Otras comarcas prefie-
se llega fácilmente á construcciones de concepción más inteligente: tron-
ren, unas las cúpulas, otras las p u n t a s ' . L a arquitectura de las tumbas
cos de árboles reunidos en forma de paredes exteriores; palos y haces
obedece á las mismas leyes que las de las casas, porque se supone que
para las divisiones interiores; hojas dispuestas en espesas capas para los
los muertos han de tener las costumbres de los vivos 1
techos; troncos aislados que sirven de columnas; ramaje espinoso que
rodea la vivienda para protegerla contra los ataques de las fieras ó de
otros hombres; tal fué el principio de la cabaña, que cambió natural- A d e m á s de sus bosques y sus malezas, la Naturaleza ofrece también sus
mente de proporciones y de arquitectura según la especie de la vegeta- cavernas á los contemporáneos para que establezcan en ellas su residencia.
ción local. E n todos los países del Oriente asiático, el bambú, esa planta L o mismo para el hombre que para el animal, la gruta y la oquedad
de rápido crecimiento, tan notable por su forma, su ligereza y su faci- vaciada por la erosión de las aguas al pie de la roca saliente, son alber-
lidad de empleo, es el principal elemento de que disponen los arquitec- gues naturales perfectamente indicados. En ciertas comarcas, sobre
tos rústicos. En las regiones templadas y sobre los declives de los todo en las regiones calcáreas atravesadas por galerías y antros ramifi-
montes donde falta el bambú, la madera propiamente dicha sirve para la cados, todas las poblaciones eran trogloditas: se hubiese podido obser-
var el país en grandes extensiones sin ver un solo individuo, ocultos
construcción de las cabañas, islas ó chalets.
Las dos formas típicas de esos edificios rudimentarios, el círculo y el \
1 Elie Rcclus, Notas manuscritas.
cuadrado ó rectángulo, dependen naturalmente de los materiales que se
1 Frobcnius, Petermann's Mitteilungen, 1897, pág. 265.
3 Bcsset, Bull. Soc. Géogr., 4. 0 trim. 1904.
* Elie Reclus, Notas manuscritas.
1 Viollet-le-Duc, Ilistoire de VHabitation húmame, pág. 67.
todos en la profundidad de las rocas. Por el trabajo asociado, los roca, al abrigo de algún cobertizo natural que medio les protegiera
habitantes de aquellos lugares tenebrosos los apropiaban á sus necesida- contra la intemperie.
des, obstruyendo la entrada por rocas ó troncos de árboles móviles, A pesar de todos esos inconvenientes y peligros, las cavernas se con-
nivelando el suelo ó rompiendo los resaltos de la bóveda. taron ciertamente y se cuentan aún en el número de las habitaciones
1. .
Pero allí también tuvieron nuestros antepasados que luchar en un más utilizadas. H a y grutas en que las concreciones calcáreas deposita-
principio contra las fieras, sea para expulsarlas, sea para entenderse tá- das sobre el suelo primitivo han sido excavadas en un espesor que ha
citamente para la partición del domicilio, porque la gruta era una habi- alcanzado en varios puntos hasta ocho metros, y esta masa enorme de
tación tan deseable para los unos como para los otros. L o s arqueólogos escombros se componía p o r completo de huesos, residuos y carbones:
han encontrado muchas huellas del cambio de propietarios: algunos gracias á los fragmentos recogidos en esas cavernas, los arqueólogos han
de esos subterráneos constituyen verdaderas ciudades por el desarrollo de podido adivinar y reconstituir después las edades prehistóricas
sus galerías, donde encontraron asilo tribus enteras con sus rebaños, sin
que les atemorizara un sitio, sobre todo cuando disponían de varias Una vez instalado en su fisura de roca, el hombre, accesible siempre
puertas de salida, desconocidas por los sitiadores, y podían tomar sus á la pasión de lo bello, supo transformar su medio: nivelar el suelo para
provisiones en el campo. Mas también ¡cuántos subterráneos poco ex- reposar cómodamente, canalizarle para
tensos se convirtieron en sepulturas de sus habitantes, cuando un enemi- que corrieran las aguas, destruir los
g o superior en número cerraba la entrada de la caverna para matarlos resaltos para evitar tropiezos, abrir
de hambre, ó encendía fuego de paja ó de hojas húmedas para ahogar- habitaciones suplementarias para al-
los con el humo! T a n atroces hechos de guerra no pertenecen exclusi- macenar sus riquezas ó alo-
vamente á las edades prehistóricas; aun en nuestros días y por medio jar los hijos y los amigos.
de abominaciones de esta especie ha habido pretendidos civilizados que L a roca misma le suminis-
han creído cubrirse de gloria. traba los recursos necesa-
Ni aun en tiempo de paz están seguros los trogloditas de vivir tran- rios para ese tra-
quilamente en sus viviendas rocosas: el agua que destila en la piedra, bajo de acomo-
decorando el techo con sus blancos ornamentos, hace inhabitables ciertas dación, tales co-
partes de la gruta, en tanto que otras, con el techo agrietado, amena- mo corredores,
zan hundirse á la menor sacudida de temblor sísmico. Hay muchas salas, piedras
grutas, habitadas en otro tiempo, que actualmente son inaccesibles á para las escale-
causa de los desprendimientos; otras están expuestas á la invasión de ras, etc. Cierta- CASAS EXCAVADAS EN LAS ROCAS EN TRÓO (VALLE DEL I.OIR)
las aguas, como la del Mas de Azil, en la Francia pirenaica, cruzada por tamente que en
Fotografía sacada de Sites et Monuments.
un río, el Rize ( A r i s e ) engrosado á veces por las ondas de crecidas que los progresos de
se elevan 13 y 14 metros sobre su nivel ordinario 1 . A s í ha sucedido la vivienda, gracias á la arquitectura al aire libre, no han sido todo ven-
que por cinco veces los hombres de la edad del reno, instalados en la tajas; cada mejora se adquiere á costa de inconvenientes. Los troglo-
gruta, sobre la orilla izquierda del A r i s e , fueron expulsados por las ditas, abandonando sus antros paras instalarse en albergues artificiales
inundaciones y huyeron sobre las altas anfractuosidades exteriores de la expuestos al sol y al aire libre han perdido bajo diferentes aspectos: la
1 Ed. Piette, Ballet¡n de la Societi d'Anthropo/ogie de París, 18 abril 1895. 1 Julicn Fraipont, Les Caverves el leurs Habitants.
1-41
todos en la profundidad de las rocas. Por el trabajo asociado, los roca, al abrigo de algún cobertizo natural que medio les protegiera
habitantes de aquellos lugares tenebrosos los apropiaban á sus necesida- contra la intemperie.
des, obstruyendo la entrada por rocas ó troncos de árboles móviles, A pesar de todos esos inconvenientes y peligros, las cavernas se con-
nivelando el suelo ó rompiendo los resaltos de la bóveda. taron ciertamente y se cuentan aún en el número de las habitaciones
1. .
Pero allí también tuvieron nuestros antepasados que luchar en un más utilizadas. H a y grutas en que las concreciones calcáreas deposita-
principio contra las fieras, sea para expulsarlas, sea para entenderse tá- das sobre el suelo primitivo han sido excavadas en un espesor que ha
citamente para la partición del domicilio, porque la gruta era una habi- alcanzado en varios puntos hasta ocho metros, y esta masa enorme de
tación tan deseable para los unos como para los otros. L o s arqueólogos escombros se componía p o r completo de huesos, residuos y carbones:
han encontrado muchas huellas del cambio de propietarios: algunos gracias á los fragmentos recogidos en esas cavernas, los arqueólogos han
de esos subterráneos constituyen verdaderas ciudades por el desarrollo de podido adivinar y reconstituir después las edades prehistóricas '.
sus galerías, donde encontraron asilo tribus enteras con sus rebaños, sin
que les atemorizara un sitio, sobre todo cuando disponían de varias Una vez instalado en su fisura de roca, el hombre, accesible siempre
puertas de salida, desconocidas por los sitiadores, y podían tomar sus á la pasión de lo bello, supo transformar su medio: nivelar el suelo para
provisiones en el campo. Mas también ¡cuántos subterráneos poco ex- reposar cómodamente, canalizarle para
tensos se convirtieron en sepulturas de sus habitantes, cuando un enemi- que corrieran las aguas, destruir los
g o superior en número cerraba la entrada de la caverna para matarlos resaltos para evitar tropiezos, abrir
de hambre, ó encendía fuego de paja ó de hojas húmedas para ahogar- habitaciones suplementarias para al-
los con el humo! T a n atroces hechos de guerra no pertenecen exclusi- macenar sus riquezas ó alo-
vamente á las edades prehistóricas; aun en nuestros días y por medio jar los hijos y los amigos.
de abominaciones de esta especie ha habido pretendidos civilizados que L a roca misma le suminis-
han creído cubrirse de gloria. traba los recursos necesa-
Ni aun en tiempo de paz están seguros los trogloditas de vivir tran- rios para ese tra-
quilamente en sus viviendas rocosas: el agua que destila en la piedra, bajo de acomo-
decorando el techo con sus blancos ornamentos, hace inhabitables ciertas dación, tales co-
partes de la gruta, en tanto que otras, con el techo agrietado, amena- mo corredores,
zan hundirse á la menor sacudida de temblor sísmico. Hay muchas salas, piedras
grutas, habitadas en otro tiempo, que actualmente son inaccesibles á para las escale-
causa de los desprendimientos; otras están expuestas á la invasión de ras, etc. Cierta- CASAS EXCAVADAS EN LAS ROCAS EN TRÓO (VALLE DEL LOIR)
las aguas, como la del Mas de Azil, en la Francia pirenaica, cruzada por tamente que en
Fotografía sacada de Siles et Monumenls.
un río, el Rize ( A r i s e ) engrosado á veces por las ondas de crecidas que los progresos de
se elevan 13 y 14 metros sobre su nivel ordinario 1 . A s í ha sucedido la vivienda, gracias á la arquitectura al aire libre, no han sido todo ven-
que por cinco veces los hombres de la edad del reno, instalados en la tajas; cada mejora se adquiere á costa de inconvenientes. Los troglo-
gruta, sobre la orilla izquierda del A r i s e , fueron expulsados por las ditas, abandonando sus antros paras instalarse en albergues artificiales
inundaciones y huyeron sobre las altas anfractuosidades exteriores de la expuestos al sol y al aire libre han perdido bajo diferentes aspectos: la
1-41
gruta, tibia en invierno, deliciosamente fresca en verano, ofrece excelen- habitaciones subterráneas, pero además constituye un conjunto comple-
tes condiciones higiénicas que se encuentran en muy pocas casas. Flin- to por las galerías que enlazan unos con otros los pisos de las casas,
ders Petrie, el famoso excavador del suelo egipcio, hallándose en los y los hacen comunicar, abajo con las fuentes, arriba con la ciudadela.
De una fotografía.
embellecimiento hasta permitir que en ellas se hicieran grutas y pala- del Tirol y de Suiza, donde concurren condiciones análogas y donde los
cios, las excavaciones practicadas en la tierra movediza han quedado sien- pastores tienen también á su disposición piedras de todas formas para
do las humildes viviendas de los salvajes ó de los cavadores todavía des- los cimientos y las hiladas, árboles para la armadura y el mueblaje, s e
troncos y aun cortarlos por su base, colocar unos sobre otros, cubrirlos
con techos, ponerles puertas, ventanas y tabiques. D e ese modo se ele-
El plano superior es el de las construcciones instaladas en la roca, á 30 metros
varon izbas sármatas, en todo semejantes á las que en el día habita como sobre el nivel del valle; el plano inferior, el de las construcciones de la llanura.
embellecimiento hasta permitir que en ellas se hicieran grutas y pala- del Tirol y de Suiza, donde concurren condiciones análogas y donde los
cios, las excavaciones practicadas en la tierra movediza han quedado sien- pastores tienen también á su disposición piedras de todas formas para
do las humildes viviendas de los salvajes ó de los cavadores todavía des- los cimientos y las hiladas, árboles para la armadura y el mueblaje, s e
troncos y aun cortarlos por su base, colocar unos sobre otros, cubrirlos
con techos, ponerles puertas, ventanas y tabiques. D e ese modo se ele-
El plano superior es el de las construcciones instaladas en la roca, á 30 metros
varon izbas sármatas, en todo semejantes á las que en el día habita como sobre el nivel del valle; el plano inferior, el de las construcciones de la llanura.
suministradas por los desfiladeros y las cavernas. E n muchos países del Colombia y los ingenieros que construyen plazas de guerra? Sobre
mundo, lo mismo en A s i a y en E u r o p a que en A m é r i c a y hasta en este asunto, el presente se liga estrechamente al pasado.
g i g a n t e s que precedieron á nuestra débil humanidad. E s o s fragmentos ó «Terramares», descubiertas en diferentes comarcas del mundo, espe-
de rocas fueron primeramente empleados en el estado q u e los suministra cialmente en nuestra E u r o p a occidental. Durante el invierno de I85 3
desde aquella fecha los investigadores han descubierto en centenares de lafitos y de su flora demuestra cuán poderosa ha sido desde aquella época
sitios los vestigios de otras poblaciones lacustres, que contentan en la toma de posesión del hombre sobre la Naturaleza: las plantas que
fluviales'. '
L a mayor parte de los g r u p o s de estacas se reunieron á la costa por
Turicum lacustre Turicum romano Zurich oe la Edad Media Zurich de 1900
efecto de haberse rellenado con los aluviones, las turbas y hasta con los
restos de las antiguas poblaciones, los estrechos comunmente poco pro-
Orilla antigua <—
fundos que separaban el islote del litoral. L o s palafitos del lago Pa- Orilla de 1900
ladru soportaban aún sus cabañas en la época carlovingia \ Semejantes Curvas de nivel de 10 en 10 m.
fenómenos han tenido lugar á la orilla del mar, y por causas análogas; i : ?s000
desde aquella fecha los investigadores han descubierto en centenares de lafitos y de su flora demuestra cuán poderosa ha sido desde aquella época
sitios los vestigios de otras poblaciones lacustres, que contentan en la toma de posesión del hombre sobre la Naturaleza: las plantas que
fluviales'. '
L a mayor parte de los g r u p o s de estacas se reunieron á la costa por
Turicum lacustre Turicum romano Zurich oe la Edad Media Zurich de 1900
efecto de haberse rellenado con los aluviones, las turbas y hasta con los
restos de las antiguas poblaciones, los estrechos comunmente poco pro-
Orilla antigua ,—
fundos que separaban el islote del litoral. L o s palafitos del lago Pa- Orilla de 1900
ladru soportaban aún sus cabañas en la época carlovingia \ Semejantes Curvas d e nivel de 10 en 10 m.
fenómenos han tenido lugar á la orilla del mar, y por causas análogas; i : ?s000
las ciudades se indica en el lugar de encuentro natural entre los diversos incipiente: bancos de sílex para el corte de armas, y de instrumentos de
centros de producción: las distancias se miden en proporción de la trabajo, de arcilla para la fabricación de cacharros, tierras á propósito
fuerza de atracción y el movimiento seguirá la línea de menor esfuerzo para la construcción de pipas, venas de metal para el forjado y la fundi-
para la mayor suma posible de c a m b i o s P e r o sucede también que los ción de j o y a s , conchas elegantes para servir de adornos y monedas, son
lugares escogidos para los cambios de géneros y los encuentros pacíficos otros tantos motivos para reunirse en tales sitios, los cuales, si ocupan
una situación favorable como centro de alimentación, reúnen todos los
sean precisamente aquellos que se sabe han de quedar deshabitados, sin
elementos para la formación de un g ( U p o permanente.
dueños, eriales^, lindes de bosques, crestas de montañas estériles. Así
la famosa feria de la Latiere, entre Saintonge, Perigord y A n g o u m o i s Pero el hombre no se guía solamente por sus intereses inmediatos en
la dirección de su v i d a : el miedo á lo desconocido y el terror del miste- menores fracciones en regiones más populosas; un verdadero ritmo re-
rio fijan también las poblaciones en la proximidad de los lugares temi- gulado p o r el paso del hombre preside á la distribución de los g r u p o s
humanos.
dos, sintiéndose atraídas por el objeto mismo de su temor. S i se elevan
vapores de las grietas del suelo como de una fragua donde los dioses Examinando los mapas detallados, se nota fácilmente el contraste
forjan el r a y o ; si se o y e n repercutir extraños ecos sobre las rocas como que presentan los lugares de habitación de espacio normal y aquellos
voces de genios burlones; si un fenómeno inexplicado ilustra algún otros a los cuales han impuesto un desorden aparente las modificaciones
rincón de la Tierra, sea un fragmento de hierro caído del cielo, sea una del medio. Durante mucho tiempo la jornada habitual de un caminante
llama ó un manantial vivo que brota de la roca, sea una nube misteriosa con sus reposos necesarios para comer y dormir, fué la única medida de
que toma forma humana y vuela por los aires, la religión consagra el distancia que marcaba sobre el terreno los lugares de etapa y de bifurca-
lugar, se elevan santuarios, acuden los fieles, y si el terreno sagrado se c o n ; pero la domesticación de los animales de carrera permitió al hom-
encuentra bien situado bajo otros aspectos, puede salir de ellos una bre alargar la extensión de una jornada de viaje, y , como consecuencia,
los lugares de reposo que se suceden sobre las vías históricas alternaron
Meca ó una Jerusalén.
Por último, el odio entre los hombres, el miedo al saqueo y al pillaje por orden de importancia, según que los viajeros que en ellos se detie-
dieron también nacimiento á g r u p o s de habitaciones, y hasta en nuestros ngn sean simples peatones ó peatones y jinetes.
días débese á las mismas causas la construcción de ciudades poderosas. Es evidente que otros animales de montura ó de carga diferentes del
U n a de las preocupaciones constantes de nuestros antepasados consistía caballo, como el camello en el A s i a central y las regiones mediterráneas,
en precaverse de las incursiones enemigas; hay comarcas donde no el elefante en las Indias orientales y el buey en el Africa meridional,
podía concebirse la existencia de una población sino rodeada de troncos modificarían ligeramente, según la velocidad de su marcha, las distan-
y de una empalizada, y en que se utilizaban todas las ventajas del terreno cias normales entre los puntos de parada y , por consiguiente, entre los
para establecer una residencia que fuera al mismo tiempo un refugio. g r u p o s de viviendas humanas. Las etapas son relativamente cortas en
Con esa idea, un islote separado de la tierra firme por un estrecho pro- los países en que los animales sirven con preferencia al transporte de las
fundo ofrecía sitio á propósito para la construcción de una ciudad marí- mercancías, por ser su paso más lento que bajo el peso del hombre, que
tima ó lacustre, desde donde se podía á la vez acechar la aproximación les espolea con impaciencia.
de los enemigos y presentar buena acogida á . l o s amigos. L a s rocas es- Otras distancias entre los g r u p o s de habitaciones, como aldeas, villas
carpadas y de paredes perpendiculares, desde donde, en caso de ataque, o ciudades, determinadas de antemano por las condiciones del relieve
pudiera destrozarse á ios asaltantes bajo lluvia de piedras, constituían del litoral, del clima, de la flora, d e la fauna ú otras condiciones del
también fortalezas naturales muy apreciadas para la vigilancia domi- medio, fijan la longitud de los caminos naturales ó se trazan gradual-
nando el espacio á la manera de las águilas. mente por el paso del hombre. A s í , respecto de los pueblos pastores,
En los países quebrados, en que rasgos bruscos, paredes de mon- el vaivén trashumante entre los pastos escasos de la montaña y las pra-
tañas, profundos barrancos, ríos caudalosos ú orillas del mar limitan las deras abundantes de la llanura, fija los lugares de residencia temporales
pequeñas sociedades primitivas, son muy desiguales las distancias que o permanentes para una parte de la población local. Viendo un mapa
separan los diversos focos de la actividad humana. L o contrario ocurre heCh °' qUC ind¡flue las Posiciones respectivas de cada centro de
en las comar'cas que presentan un carácter uniforme sobre vastas exten- actividad humana, el que sabe interpretarle puede decirse que tiene á la
siones, por el suelo, el relieve y el clima: allá las poblaciones ó campa- vista todo un cUrso de historia general, al mismo tiempo que mil histo-
mentos de las tribus ocupan el espacio á intervalos regulares, á una j o r - nas locales y particulares: comprende las relaciones que se establecen
nada de camino en los países de población escasa, á media jornada ó á de causa á efecto y de efecto á causa entre los lugares de la montaña y
DISTANCIA DE LAS POBLACIONES
la dirección de su v i d a : el miedo á lo desconocido y el terror del miste- menores fracciones en regiones más populosas; un verdadero ritmo re-
rio fijan también las poblaciones en la proximidad de los lugares temi- gulado p o r el paso del hombre preside á la distribución de los g r u p o s
humanos.
dos, sintiéndose atraídas por el objeto mismo de su temor. S i se elevan
vapores de las grietas del suelo como de una fragua donde los dioses Examinando los mapas detallados, se nota fácilmente el contraste
forjan el r a y o ; si se o y e n repercutir extraños ecos sobre las rocas como que presentan los lugares de habitación de espacio normal y aquellos
voces de genios burlones; si un fenómeno inexplicado ilustra algún otros a los cuales han impuesto un desorden aparente las modificaciones
rincón de la Tierra, sea un fragmento de hierro caído del cielo, sea una del med.o. Durante mucho tiempo la jornada habitual de un caminante
llama ó un manantial vivo que brota de la roca, sea una nube misteriosa con sus reposos necesarios para comer y dormir, fué la única medida de
que toma forma humana y vuela por los aires, la religión consagra el distancia que marcaba sobre el terreno los lugares de etapa y de bifurca-
lugar, se elevan santuarios, acuden los fieles, y si el terreno sagrado se c o n ; pero la domesticación de los animales de carrera permitió al hom-
encuentra bien situado bajo otros aspectos, puede salir de ellos una bre alargar la extensión de una jornada de viaje, y , como consecuencia,
los lugares de reposo que se suceden sobre las vías históricas alternaron
Meca ó una Jerusalén.
Por último, el odio entre los hombres, el miedo al saqueo y al pillaje por orden de importancia, según que los viajeros que en ellos se detie-
dieron también nacimiento á g r u p o s de habitaciones, y hasta en nuestros ngn sean simples peatones ó peatones y jinetes.
días débese á las mismas causas la construcción de ciudades poderosas. Es evidente que otros animales de montura ó de carga diferentes del
U n a de las preocupaciones constantes de nuestros antepasados consistía caballo, como el camello en el A s i a central y las regiones mediterráneas,
en precaverse de las incursiones enemigas; hay comarcas donde no el elefante en las Indias orientales y el buey en el Africa meridional,
podía concebirse la existencia de una población sino rodeada de troncos modificarían ligeramente, según la velocidad de su marcha, las distan-
y de una empalizada, y en que se utilizaban todas las ventajas del terreno cias normales entre los puntos de parada y , por consiguiente, entre los
para establecer una residencia que fuera al mismo tiempo un refugio. g r u p o s de viviendas humanas. Las etapas son relativamente cortas en
Con esa idea, un islote separado de la tierra firme por un estrecho pro- los países en que los animales sirven con preferencia al transporte de las
fundo ofrecía sitio á propósito para la construcción de una ciudad marí- mercancías, por ser su paso más lento que bajo el peso del hombre, que
tima ó lacustre, desde donde se podía á la vez acechar la aproximación les espolea con impaciencia.
de los enemigos y presentar buena acogida á . l o s amigos. L a s rocas es- Otras distancias entre los g r u p o s de habitaciones, como aldeas, villas
carpadas y de paredes perpendiculares, desde donde, en caso de ataque, o ciudades, determinadas de antemano por las condiciones del relieve
pudiera destrozarse á ios asaltantes bajo lluvia de piedras, constituían del litoral, del clima, de la flora, d e la fauna ú otras condiciones del
también fortalezas naturales muy apreciadas para la vigilancia domi- medio, fijan la longitud de los caminos naturales ó se trazan gradual-
nando el espacio á la manera de las águilas. mente por el paso del hombre. A s í , respecto de los pueblos pastores,
En los países quebrados, en que rasgos bruscos, paredes de mon- el vaivén trashumante entre los pastos escasos de la montaña y las pra-
tañas, profundos barrancos, ríos caudalosos ú orillas del mar limitan las deras abundantes de la llanura, fija los lugares de residencia temporales
pequeñas sociedades primitivas, son muy desiguales las distancias que o permanentes para una parte de la población local. Viendo un mapa
separan los diversos focos de la actividad humana. L o contrario ocurre heCh °' qUC ind¡flue las Posiciones respectivas de cada centro de
en las comar'cas que presentan un carácter uniforme sobre vastas exten- actividad humana, el que sabe interpretarle puede decirse que tiene á la
siones, por el suelo, el relieve y el clima: allá las poblaciones ó campa- vista todo un cUrso de historia general, al mismo tiempo que mil histo-
mentos de las tribus ocupan el espacio á intervalos regulares, á una j o r - rias locales y particulares: comprende las relaciones que se establecen
nada de camino en los países de población escasa, á media jornada ó á de causa á efecto y de efecto á causa entre los lugares de la montaña y
J84 EL HOMBRE Y LA TIERRA
C A MINOS Y SENDAS
cia una poesía infinita. de las aves para alcanzar otras tierras, y alguna cima de montaña hubie-
/ ra permanecido infranqueable si la linea constantemente seguida por las
aves de paso no hubiese indicado claramente la posición del desfiladero.
En muchos sitios los hombres no tuvieron más que seguir los vesti-
Para los caminos marítimos también se guiaban los marineros por el
gios ó las indicaciones de los animales para establecer la red de los ca-
vuelo de las aves, lo mismo que por los vientos regulares donde domi-
1-46
nan los alisios, los monzones y las brisas alternas. El mar, antes del superior á la de los habitantes actuales de la comarca. A l g u n a s tribus
período del vapor, que dió independencia al barco, tuvo, como la tierra, americanas que han vuelto al s a l v a j i s m o - e n t r e otras los A r u a c o s de
sus vías históricas trazadas sobre las olas movedizas '. la Sierra Nevada de Santa M a r t a - h a n conservado formas de cons-
Los monumentos más antiguos del trabajo del hombre son las trucciones ciertamente primitivas, como los puentes compuestos de
sendas: en su comparación, los más venerables montones de ladrillos arboles vivos que se inclinan uno hacia otro entrelazándose las ramas
encontrados en Caldea ó sobre las riberas del Nilo, son obras de a y e r . principales, añadiendo redes de enredaderas y bejucos al piso rudi-
mentario.
Trazadas por el paso de todos, .y compuestas en realidad de mil va-
riantes ligeramente distintas que han acabado por confundirse, esas E l hombre civilizado, que tiene actualmente grandes exigencias para
pistas deben tomar tal desfdadero, tal curva del valle, tal declive de la sus vías de comunicación, caminos, canales y ferrocarriles, se inclina á
colina, desarrollándose entre esos puntos fijos indicados por el relieve creer que sus antepasados los primitivos carecían casi por completo de
del suelo. E l más sabio ingeniero no lo haría m e j o r , ' y la senda trazada medios de recorrer el mundo, y eso es un error: no poseyendo vehícu-
. p o r él no tendría seguramente el arte de acomodarse de modo pinto- los, nuestros abuelos los cazadores ó los pastores nómadas, se servían
resco á la Naturaleza contorneando ó superando los obstáculos por perfectamente de sus miembros, y las hazañas pedestres que ahora se
consideran como excepcionales eran entonces cosa corriente y sin im-
graciosas sinuosidades.
portancia, como se ve en el norte de Méjico entre los Seris, los Yaquis
Sin embargo, seco el suelo de los valles, en muchos sitios se ha cam-
y los Tarahumara.
biado el trazado de esas pistas: para evitar los pantanos, los charcos,
las masas de vegetación frondosa y las emboscadas, los viajeros preferían Tribus enteras abandonaban una residencia para buscar otra, segui-
seguir las cimas de las colinas, lo que les permitía vigilar las dos ver- das de sus enfermos y sus heridos, y eran alcanzadas en el camino por
tientes. E l Rennsteig de la T u r i n g i a es el tipo más notable de esos las parturientas que se habían detenido algunos días en cualquier sitio
caminos históricos, abandonados desde que pudieron establecerse los de refugio. No pocas veces ha sorprendido á viajeros que recorrían á
caminos en todos los valles c u y o s bosques fué gradualmente cruzando caballo caminos bien trazados, verse durante toda la jornada acompa-
el h o m b r e : al presente, por una especie de piedad histórica, trátase de ñados por indios , que caminaban saltando á través del ramaje en la
reconocer todos los vestigios del antiguo trazado, pero el nuevo modo espesura, salvando todos los obstáculos y deslizándose como serpientes
introducido por la civilización moderna tolera muy escasamente la entre los bejucos. Gracias á esa facilidad de traslación, tanto mayor
existencia de esos caminos de las cimas. cuanta menor era la fortuna adquirida que ligaba á las poblaciones á su
primera residencia, los indígenas emigraban frecuentemente en masa á
H a y poblaciones, llamadas salvajes, que han sabido dar pruebas de cientos, á miles de kilómetros á veces, á países diferentes por las pro-
ciencia y de audacia arquitectónicas construyendo puentes y desliza- ducciones y el clima. Las investigaciones de los etnólogos americanos
deros sobre torrentes, precipicios y aun valles enteros. han dado el resultado admirable de hallar tribus del mismo origen y de
En muchas comarcas, especialmente en el T i b e t oriental y en A m é - la misma lengua dispersas sobre todo el inmenso territorio que se
rica, en el país de los Incas,-las oroyas, tarabitas y diversos tipos de extiende desde la isla V a n c o v e r á la Florida y desde el Mediterráneo
«funiculares» empleados para la travesía de gargantas profundas y canadiense hasta la Sierra Madre. Diríase que la casualidad había
de un acantilado á otro, deben considerarse indudablemente como cons- presidido á la dispersión de los g ^ p o s étnicos, de tal modo habían
* trucciones heredadas de pueblos que gozaron antes de una cultura sabido «triunfar del espacio los emigrantes en sus viajes de conquista, de
huida ó de simple capricho. T o d a la mitad occidental del Mundo A n -
tiguo fué teatro de un movimiento análogo cuando ocurrió la ruptura
Gcorg Schwcinfurth, De VOrigine des Egyptiens.
t
COMERCIO Y FRANCOS VIAJEROS
las estepas, caminos líquidos del mar borrados por el viento - compren-
día el mundo entero, y nuestros abuelos, decididos caminantes, aunque 'Pikierfu C. Ohlsen
\
COMERCIO Y FRANCOS VIAJEROS
las estepas, caminos líquidos del mar borrados por el viento - compren-
día el mundo entero, y nuestros abuelos, decididos caminantes, aunque 'Pikierfu C. Ohlsen
\
COMERCIO Y FRANCOS VIAJEROS
tribus especiales á las que su trabajo útil protegía eficazmente en todos tiempo tuvieron una influencia capital en el desarrollo humano, porque
sus viajes. Hasta en el curso de las guerras de exterminio, esos viaje- merced á ellos aprendieron los hombres su parentesco común. Hubo
ros francos, hombres y mujeres, tenían un carácter sagrado, porque un tiempo en que esos transeúntes, y e n d o y viniendo de pueblo en pue-
toda costumbre se transforma gradualmente en ritos religiosos. En blo á través de la Tierra, representaban con sus ¡das y venidas la circu-
todos tiempos fué conocido lo que los obreros franceses llaman el grand lación sanguí-
N . ° 31. Q r u t a d e Tharaux
1.1800
1 1 1
r: 200ooo 0 '0 50 7V .00 M
fluencia del Claysse hasta la cascada de Sautadet, están bordeados de acantilados donde se
hallan gran número de grutas, la mayor parte inexploradas. Se han señalado: i gruta de
Saint-Marcel, más de dos kilómetros de longitud, cacharros y osamentas; 2 gruta de Ebbe C •• -
%
hasta el istmo de Pas-de-Moussc; 3 boquete de Foussoubie; 4 gruta de Tharaux. Hay tam-
bién muchas excavaciones sobre la meseta de Saint-Remfcze. (Martel, Mazauric).
debió de producirse el hecho espontáneamente en e. lugar q u e Ia Natu .
era preciso á toda costa encontrarse pacíficamente en un mercado para l : a m d , C a r a COm° m 4 s 4 Pr°PÓsit°: consentimiento tácito responde
obtener los objetos indispensables á la existencia; pero las circunstan- caracter resen-ado y justamente reee.oso de los puehios primitivos,
L a razón íntima de esta elección era sencillamente la necesidad, porque cias especiales que daban este favor á tal ó cual punto geográfico diferían
según las comarcas y los tiempos. T a l sitio favorablemente situado se
N.° 30. A r d é c h e y C é c c
había escogido en virtud de una convención formal, pero casi siempre
N . ° 31. Q r u t a d e Tharaux
1.1800
1 1 1
r: 200ooo 0 '0 50 .00M
fluencia del Claysse hasta la cascada de Sautadet, están bordeados de acantilados donde se
hallan gran número de grutas, la mayor parte inexploradas. Se han señalado: i gruta de
Saint-Marcel, más de dos kilómetros de longitud, cacharros y osamentas; 2 gruta de Ebbe C •• -
%
hasta el istmo de Pas-de-Moussc; 3 boquete de Foussoubie; 4 gruta de Tharaux. Hay tam-
bién muchas excavaciones sobre la meseta de Saint-Remfcze. (Martel, Mazauric).
debió de producirse el hecho espontáneamente en e. lugar q u e Ia Natu .
era preciso á toda costa encontrarse pacíficamente en un mercado para fea .nd.cara como más á propósito: el consentimiento tácito responde
obtener los objetos indispensables á la existencia; pero las circunstan- caracter reservado y justamente r e e e I o s o de .os pueblos primitivos,
decididos á romper á la primera alarma. En todo país y en todas las ellas, preparar las pieles para hacerse tapices y vestidos, reemplazar las
épocas han tenido lugar, en esos sitios francos para los cambios, los ligaduras de hierbas ó de bejucos por aquéllas, mucho más fuertes, que
encuentros y la alegría de verse aún entre enemigos. En el Sus ma- le suministraban las tripas y los tendones. T a n t o si permanecía herbí-
rroquí la regla admitida prohibe toda venganza en un día de mercado voro p o r gusto, por costumbre y gracias á la abundancia del alimento
Durante el largo período que los hombres, como sus primos los mo- tenía que luchar con nu-
nos, no tuvieron á su disposición más que las armas naturales, los mús- bes de mosquitos ú otros
culos, las uñas y los dientes, á los cuales en ocasiones añadían la rama infinitamente pequeños;
arrancada de un árbol inmediato ó las piedras desprendidas de la roca, hay especies de murcié-
EVOLUCIÓN DEL PUÑAL
debieron de permanecer principalmente arborícolas, ó á lo menos habi- lagos vampiros que ha-
Epoca de Epoca
cen algunos países com- Strepy chelcana
tantes del bosque que les suministraba un resguardo contra las fieras,
y su alimento hubo de ser forzosamente el que también encontraban pletamente inhabitables: ( Colección Rulot.)
HACHA
en el mundo vegetal, hojas y bayas, cortezas, raíces y tubérculos; pero para escapar á la muerte unos colonos de Costa-
DE LA ÉPOCA CHELEANA
después que la larga serie de los años y de los siglos, cada uno con su Rica han tenido que huir de las costas occiden-
Osinchc.
contingente de experiencias y progresos, cuando un A r q u í m e d e s primi- tales situadas al sud del monte Herradura.
( Colección Rulot.)
tivo hubo aprendido á distinguir el arma cortante, el sílex agudo de la L a génesis del instrumento primitivo em-
piedra tosca é informe, el hombre se hizo á su vez el igual de las fieras, pleado por el hombre desde los orígenes de la industria, parece ser muy
y pudo descender de su habitación colgante para combatirlas sobre su sencillo. En cuanto aprendió á servirse de objetos exteriores, como
terreno y en perfecta igualdad de armas: á las garras y á los colmillos armas é instrumentos, guardaría seguramente con cuidado los palos y las
podía oponer el hacha. Y a no tenía necesidad de huir, podía luchar, piedras que había apreciado; se daría cuenta en el empleo de los objetos
y sus costumbres y su destino cambiaron en consecuencia. suministrados por la Naturaleza, de la ventaja q u e j e proporcionaba una
forma determinada para aumentar su fuerza y su destreza; aprendía á
Convertido en el rival de las fieras, hábil y a en derramar la sangre,
comparar las diversas ramas ó raíces por la flexibilidad ó la fuerza de re-
el hombre pudo aprender á bebería, como lo veía hacer al Machairodus
sistencia de la madera, por sus cualidades como dardo, como maza ó
y á otros animales; supo' despedazar las carnes para alimentarse con
1-49
E L HOMBRE Y LA TIERRA INSTRUMENTOS, TELAS
c o m o arma arrojadiza; descubrió, por ejemplo, el bumerang que emplean instrumentos usuales, utilizados al infinito, como nosotros empleamos
los salvajes de Australia y que los civilizados de nuestros días, á conse- actualmente los clavos, las agujas, los alfileres y los raspadores. Por
cuencia de una regresión parcial, son incapaces de utilizar. A s í mismo, miríadas y miríadas extraería del suelo que circundaba su vivienda por
el hombre primitivo veía la diferencia de los guijarros con que armaba el trabajo incesante de la vida, esas piedras cortantes y punzantes, que
su mano y que tiraba con mayor precisión y con un conjunto de movi- se desechaban en cuanto el corte se embotaba. El obrero inteligente,
mientos mejor coordinados que los del mono. En muchos países el retocándolas con habilidad por medio de nuevos golpes dados sobre el
salvaje se sirve todavía de la piedra, y la tira á lo lejos con temible se- corte ó sobre la punta, consiguió utilizarlas mucho tiempo, como anti-
guridad. D e ahí, en la leyenda judía, la muerte del gigante Goliat, que guas amigas ( R u t o t ) .
c a y ó con la frente abierta de una pedrada, y , en los países de Oriente, T a l e s fueron los objetos de transición entre el peñasco ó el guijarro
primitivos lanzados por el hombre y el ^ ^ ^
arma tallada con arte. Los más bellos ^ ^ ^ ^ ^ E ^ S ^
instrumentos pulimentados, y , de pro- í
greso en progreso, las obras maestras de
la estatuaria, nacieron del empleo de la • ¡ i ¡
piedra apropiada, procedente ella misma ^ R f H
piedra uso de ^ H j ^ ^ V ^ B ^ B
esta piedra tosca se practica aún, y el
campesino vuelve á él con una ^ ^ H
de fervor piadoso, especialmente para
la delimitación de los campos y de los II ACHA-.M A R T I L L O HACHA PULIDA
Estaciones lacustres
caminos. En las islas Arran, en medio Robenhausen
suizas
de la bahía irlandesa de G a h v a y , los pes- (Col. Vib raye.) (Col. Vibrayc.)
UACILAS D E S Í L E X TALLADO ( LÍPOCA PALEOLÍTICA)
cadores usan todavía anclas de piedra; '/j tamaño.
Saint-Achcül, cerca de Amiens (Sommc)
hasta las viviendas construidas con peñascos, los cloghan, en forma de
tamaño.
colmenas, continúan siendo allí frecuentes'.
los pastores de la Susiana, que no se aventuran en los terrenos de pasto
Los arqueólogos han clasificado según las piedras los diferentes
sin llevar la honda al hombro, creyéndose cada uno un David por el tino períodos de civilización durante la prehistoria: edades eolíticas, paleolí-
y la destreza 1 . ticas, neolíticas. L a mayor ó menor destreza empleada en formar los
Cuando la piedra, el arma primitiva, se rompía sobre la roca inme- instrumentos de piedra, primeramente sencillos fragmentos, después una
diata, el que la había arrojado observaba con satisfacción el corte de las talla cada vez más inteligente y , por último, un pulimento que llegó á
aristas y las recogía para nuevos usos, tales como el golpe, el corte y el ser perfecto dió los elementos de la división cronológica primitiva, y se
raspado. Transcurrieron muchos siglos, ciclos, como sabemos, durante comprende, porque la piedra puede durar siglos y aun atravesar los
los cuales los hombres aprendieron á servirse de los sílex, de las obsi- periodos geológicos, mientras las industrias paralelas: escultura en ma-
dianas ú otras piedras de fragmentos cortantes, para hacer de ellas sus dera, marfil ó cuerno, fabricación de telas y vasos y otros diferentes
1 G. de Mortiilet, Le Préhistorique.
1 Frcdérich llouasay, Anuales de Geographia, uño 111. Haddon and Brown, Proceedings Geogr. Socjulio 1894.
E L HOMBRE Y LA TIERRA INSTRUMENTOS, TELAS
c o m o arma arrojadiza; descubrió, por ejemplo, el bumerang que emplean instrumentos usuales, utilizados al infinito, como nosotros empleamos
los salvajes de Australia y que los civilizados de nuestros días, á conse- actualmente los clavos, las agujas, los alfileres y los raspadores. Por
cuencia de una regresión parcial, son incapaces de utilizar. A s í mismo, miríadas y miríadas extraería del suelo que circundaba su vivienda por
el hombre primitivo veía la diferencia de los guijarros con que armaba el trabajo incesante de la vida, esas piedras cortantes y punzantes, que
su mano y que tiraba con mayor precisión y con un conjunto de movi- se desechaban en cuanto el corte se embotaba. El obrero inteligente,
mientos mejor coordinados que los del mono. En muchos países el retocándolas con habilidad por medio de nuevos golpes dados sobre el
salvaje se sirve todavía de la piedra, y la tira á lo lejos con temible se- corte ó sobre la punta, consiguió utilizarlas mucho tiempo, como anti-
guridad. D e ahí, en la leyenda judía, la muerte del gigante Goliat, que guas amigas ( R u t o t ) .
c a y ó con la frente abierta de una pedrada, y , en los países de Oriente, T a l e s fueron los objetos de transición entre el peñasco ó el guijarro
primitivos lanzados por el hombre y el ^ ^ ^
arma tallada con arte. Los más bellos ^ ^ ^ ^ ^ E ^ S ^
instrumentos pulimentados, y , de pro- í
greso en progreso, las obras maestras de
la estatuaria, nacieron del empleo de la • ¡ i ¡
piedra apropiada, procedente ella misma ^ R f H
piedra uso de ^ H j ^ ^ V ^ B ^ B
esta piedra tosca se practica aún, y el
campesino vuelve á él con una ^ ^ H
de fervor piadoso, especialmente para
la delimitación de los campos y de los II ACHA-.M ARTILLO HACHA PULIDA
Estaciones lacustres
caminos. En las islas Arran, en medio Robenhauscn
suizas
de la bahía irlandesa de G a h v a y , los pes- (Col. Vib raye.) (Col. Vibraye.)
HACHAS DE SÍLEX TALLADO ( L'-[)OCa PÜLCULÍTICA)
cadores usan todavía anclas de piedra; '/j tamaño.
Saint-Achcül, cerca de Amiens (Sommc)
hasta las viviendas construidas con peñascos, los cloghan, en forma de
tamaño.
colmenas, continúan siendo allí frecuentes'.
los pastores de la Susiana, que no se aventuran en los terrenos de pasto
Los arqueólogos han clasificado según las piedras los diferentes
sin llevar la honda al hombro, creyéndose cada uno un David por el tino períodos de civilización durante la prehistoria: edades eolíticas, paleolí-
y la destreza 1 . ticas, neolíticas. L a mayor ó menor destreza empleada en formar los
Cuando la piedra, el arma primitiva, se rompía sobre la roca inme- instrumentos de piedra, primeramente sencillos fragmentos, después una
diata, el que la había arrojado observaba con satisfacción el corte de las talla cada vez más inteligente y , por último, un pulimento que llegó á
aristas y las recogía para nuevos usos, tales como el golpe, el corte y el ser perfecto dió los elementos de la división cronológica primitiva, y se
raspado. Transcurrieron muchos siglos, ciclos, como sabemos, durante comprende, porque la piedra puede durar siglos y aun atravesar los
los cuales los hombres aprendieron á servirse de los sílex, de las obsi- periodos geológicos, mientras las industrias paralelas: escultura en ma-
dianas ú otras piedras de fragmentos cortantes, para hacer de ellas sus dera, marfil ó cuerno, fabricación de telas y vasos y otros diferentes
1 G. de Mortiilet, Le Préhistorique.
1 Frcdcrich llouasay, Anuales de Gcographia, uño 111. Haddon and Brown, Proccediugs Geogr. Soc., julio 1894.
trabajos se aplican á substancias que perecen en el curso de las edades y
no pueden indicar períodos generales.
a ^ r rege
4 5
TELAR PARA TEJER DE LA ISLA UALAN, ARCHIPIÉLAGO DE L A ? CAROLINAS
RECOGIDO CUANDO EL VIAJE DE La Coquille (L822-L825)
Tarde ó t e r a p r a n o h a b ¡ a d e ^ ^ ^ ^ ^ . ^
del al arero. L a mujer no estaba, lejos del sitio que su marido tritu-
raba la arcilla; de cuando en cuando caerían por casualidad sobre el
I - 50
TRABAJOS METALÚRGICOS
suelo, sobre los moldes y las vasijas de tierra ascuas y ramas encendi-
d a s ; además el mismo hogar podía haber sido construido con ladrillos,
y después de millares de observaciones voluntarias ó involuntarias, no
podría menos de notarse la acción del f u e g o y la diferencia producida
por la cocción en la materia arcillosa: el arte del alfarero se había, pues,
completado en sus elementos primitivos. E n cuanto á la invención
mecánica del torno, que tanto facilita el trabajo para dar precisión y
elegancia á las redondeces de la vasija, sabido es que fué precedida p o r
un movimiento de rotación que los alfareros daban á la bola de arcilla
que amasaban entre las dos manos; tal es todavía el método practicado
por las mujeres uolof para tornear sus escudillas'. En diversas comar-
cas y pueblos se ha conservado la antigua industria de las edades líricas
entre los alfareros, especialmente en Ornolac, en los Pirineos, y en las
márgenes del Nilo.
Nuevo Mundo no conoció el carro hasta la llegada de los españoles; no De una fotografía (Muscum (flfis/oire Katurelle).
' Lnjard y Regnault, Bul!. Soc. dAnthrop. sesión de 19 diciembre 1895, pág. 737. Les Premié/es Civilis,atioiis.
»
TRABAJOS METALÚRGICOS
suelo, sobre los moldes y las vasijas de tierra ascuas y ramas encendi-
d a s ; además el mismo hogar podía haber sido construido con ladrillos,
y después de millares de observaciones voluntarias ó involuntarias, no
podría menos de notarse la acción del f u e g o y la diferencia producida
por la cocción en la materia arcillosa: el arte del alfarero se había, pues,
completado en sus elementos primitivos. E n cuanto á la invención
mecánica del torno, que tanto facilita el trabajo para dar precisión y
elegancia á las redondeces de la vasija, sabido es que fué precedida p o r
un movimiento de rotación que los alfareros daban á la bola de arcilla
que amasaban entre las dos manos; tal es todavía el método practicado
por las mujeres uolof para tornear sus escudillas'. En diversas comar-
cas y pueblos se ha conservado la antigua industria de las edades líricas
entre los alfareros, especialmente en Ornolac, en los Pirineos, y en las
márgenes del Nilo.
Nuevo Mundo no conoció el carro hasta la llegada de los españoles; no De una fotografía (Muscum (flfis/oire Katurelle).
' Lnjard y Regnault, Bul!. Soc. dAnthrop. sesión de 19 diciembre 1895, pág. 737. Les Premié/es Civilisjatioiis.
»
EL HOMBRE Y LA TIERRA EL A R T E PRIMITIVO Y L O S ARTISTAS
para emplearle en la fabricación de toda especie de instrumentos, sumi- En aquellas primeras edades en que las clases no estaban aún sepa-
nistró á los inventores de aquellas lejanas épocas la ocasión «providen- radas y en que el gran cuerpo social sólo había parcialmente diferencia-
cial» de tomar sus primeras lecciones sobre el tratamiento de los meta- do sus órganos, el arte no tenía probablemente sus adeptos especiales
les, como lo indican el nombre egipcio del hierro, ba-en-pse, «materia que vivieran fuera de la comunidad. Cada cual era su propio decora-
del cielo», y la antigua doctrina relativa al «firmamento», que se imagi- dor, su propio artista, del mismo modo que, respecto de todas las nece-
naba como una bóveda de hierro c u y o s fragmentos caen á veces á la sidades de la existencia, cada cual era su propio abastecedor, y en el
tierra. También los g r i e g o s dieron al hierro un nombre (sideros) de- peligro su propio campeón.
rivado indudablemente de una palabra aplicada al mundo «sideral»:
Cuando el primitivo se hallaba de acecho en la maleza esperando una
para ellos, el hierro era un pequeño astro desprendido del empíreo.
presa para atravesarla de un flechazo, ó se deslizaba arrastrando á través
Este metal era conocido en E g i p t o desde los orígenes de la historia,
de las hierbas y las ramas para sorprender la caza en reposo, cuántas
puesto que se ha encontrado una barra de hierro fundido en el interior
veces vería cuadros conmovedores que se grabarían fuertemente en su
de la pirámide de C h e o p s ; pero sea por desconfianza, relativamente á
memoria: el poderoso felino avanzando prudentemente la zarpa y mos-
un objeto de fabricación moderna, sea por temor á los dioses lanzadores
trando sus colmillos dispuestos á morder; el paquidermo que rodea un
de meteoritos, los egipcios consideraban impuro el hierro; T y p h o n
árbol con su trompa y le desarraiga de un tirón; el ciervo que hiergue
mató á Osiris con un arma de ese metal, y la herrumbre que, en un
con orgullo su ramosa cornamenta en el claro del bosque. Cuando
clima húmédo, corroe pronto el cuerpo metálico, era considerada como
soñaba p o r la noche cerca de los tizones que despedían v a g o s resplan-
sangre condensada de aquel dios. U n o de esos antiquísimos instru-
dores, se le representarían de nuevo aquellas violentas impresiones, y
mentos fabricados de hierro meteòrico ha sido hallado por Schliemann para recordarlas siempre ó representarlas á otros, las reproducía por el
en las ruinas de T r o y a '. dibujo.
Pero esos diversos trabajos del minero y del herrero permiten y a Un fragmento de sílex le servía para grabar la escena sobre el mango
mpm
determinar, en la m a y o r parte de las civilizaciones locales, una edad o el puño de su arma, c u y o precio aumentaba así indefinidamente; pero
I bastante aproximada de los siglos conocidos ó á lo menos entrevistos ese precio era completamente moral en aquella é p o c a : el arte, sincero y
por el historiador: los arqueólogos tratan de fijar sus fechas, y este tra- desinteresado, era por eso mismo el gran arte; el artista había aprendido
bajo se les facilita cada vez más por la multitud de documentos que se a trabajar tan solo para su propia alegría y la de los suyos: esculpía figu-
reúnen en las colecciones. Buena prueba es Glasinaí, en Croacia, quien ritas para la mujer que amaba y suspendía en el poste de la cabaña la
nos suministra objetos en cantidad de veintenas de millar de piedra, efigie del abuelo ó del animal tutelares, saliendo, como se ve, de las con-
bronce y hierro. diciones mismas de la vida y no tenía «super-hombres» por creadores,
como se complacen en imaginar artistas contemporáneos infatuados con
L o s progresos industriales de toda especie que se han realizado du- la idea de su propio mérito. Los iniciadores fueron iniciados por la
rante el período prehistórico, exceden seguramente con mucho en im- Naturaleza, no mortales de origen distinto pertenecientes á un mundo
portancia á todos los que registra la historia propiamente dicha, y «supraterrestre»
debían naturalmente solicitar la pasión, la alegría artística del traba-
En los momentos de ocio que les permitía el acecho de la caza y la
j a d o r , y , por consecuencia, dar nacimiento al arte, compañero necesario
satisfacción del hambre, buscaría el hombre otras manifestaciones del
del trabajo libre.
arte aparte de la escultura ó el grabado del asta, del hueso, de la ma-
1 Stanislas Meunier, Revue scientifique, 7 mayo, 1896, pag. «¡Sj. I'ulrick Geddes, Every Man his own Crilic, pag. 40.
1-51
dera ó de la piedra: unos colores, el ocre rojo ó amarillo y el j u g o comprende treinta y ocho figuras de hombres y animales, pintados en
espeso de ciertos frutos se encontraban á su disposición, y supo aprove- cuatro colores. L a escena representa una razzia de rebaños hecha por
los Bosjesmanes, perseguidos por cafres armados de escudos y de aza-
charse de ellos para pintar sobre las paredes lisas de las rocas los objetos
g a y a s : las gentes de la maleza tienen arcos y flechas, y , según el cuadro
que veía ó las formas que complacían su vista.
se sirven de ellos con buen é x i t o ; todo pa-
A p e n a s hay pueblos primitivos que no hayan recurrido á la pintura
rece indicar que éstos han de obtener la
para satisfacer su inclinación al arte ó bien, utilitariamente, para mani-
victoria
festar á aliados ó á hermanos los hechos que necesitaban conocer para el
común beneficio. Sin embargo, la mayor parte de esas pinturas, e x -
En sus diversas manifestaciones, la pin-
puestas á las destructoras influencias de los meteoros, á la lluvia, al
tura, como el grabado y la escultura, de-
viento, al sol, al hielo y al deshielo de la roca, no han podido conser-
bían servir á varios fines. Primeramente
varse durante el curso de las edades, y casi todas se han borrado ó des-
á la necesidad de vivir con la naturaleza
conchado, mientras que los objetos esculpidos ó grabados se conserva-
ambiente, de hacerla resaltar por sí misma
ban como en un j o y e r o bajo los montones de tierra ó de piedras. Hay
después de haberla conquistado; fué tam-
comarcas en que la falta de rocas que ofrezcan lienzos al pincel del hom-
bién la relación de los acontecimientos, sea
bre y la extrema humedad impidieron á los naturales practicar el arte de
para el círculo estrecho de la tribu y para
la pintura, y , en este caso, perpetuaban sus pensamientos ó transmitían
un corto período de la vida, sea para cons-
süs mensajes á los pasajeros marcando los árboles ó entrecruzando las
tituir verdaderos anales durante un largo
ramas, pero, de todos modos, el arte y la necesidad de hablar á distan-
período de tiempo. Además, la pintura,
cia quedaban satisfechos.
particularmente sobre las pieles trabajadas
por los salvajes de América del Norte, fué
E n el período cercano á nosotros las tribus, que suelen citarse como
á veces una nomenclatura, un medio de
ejemplos de gregarias con civilización casi rudimentaria, se cuentan
contabilidad, como lo emplean todavía en
precisamente, gracias á la sequedad del clima y á la existencia de masas
muchos países civilizados los panaderos y
rocosas, en el número de los grupos humanos que han recurrido á la
proveedores diarios. L a s formas pintadas
pintura.
tienen también un sentido simbólico y se
E n ' l a s márgenes del Grenelg, en la Australia nord-occidental, el
refieren á las imaginaciones del pueblo re-
ilustre G e o r g e G r e y ha visto verdaderos cuadros en varios colores-
lativamente al más allá. Por último, es UN CAFRE Y SUS ADORNOS
históricos de la gruta del Mas d'Azil, sucediendo inmediatamente á la Indirectamente, las obras de arte dejadas por nuestros antepasados
edad del reno, serían una especie de jeroglíficos; son en su mayor parte de la prehistoria han contribuido también á hacernos conocer algunos
bandas y círculos de color rojo, que parecen haber indicado nombres rasgos de la civilización durante aquellas edades lejanas. En ellas puede
y representaban también hechos é ideas aprenderse vagamente cuáles eran los tipos físicos de los personajes
Del mismo modo, las inscripciones grabadas sobre las rocas del valle puestos en escena; puede tratarse de clasificarlos según sus tipos y refe-
del Infierno y del valle de Fontanalba, inscripciones que habían valido rirlos a tal ó cual de las razas convencionalmente designadas como los
á unos lagos vecinos el elementos distintos del género humano. De ese modo, durante el pri-
nombre de «lagos de las mer período «glíptico», en los tiempos en que numerosos elefantes reco-
Maravillas», no han de-
j a d o la menor duda en
los que las han desci-
frado: las imágenes
grabadas, que repre-
sentaban instrumentos,
animales, t r a b a j o s de
agricultura y que atesti-
COMO LOS INDÍGENAS DE NEU-LAUENBURG guan las costumbres pa-
(ARCIUI'IÉLAGO BIS.MARCK, MELANESIA ALEMANA)
cíficas de aquella antigua
REPRESENTAN LOS FANTASMAS
población de las mon-
c . r , tañas, no constituyen
Según una fotografía. ' J
solamente un conjunto
solamente un conjunto
presentaban un tipo más aproximado al de los habitantes a c t u a l e s 1 ; pero cado, á lo menos para aprovechar su carne, puesto que se 15 representa
sus esculturas, muy groseras é incompletas, no pueden suministrar indi- con su cabestro, primero en escultura, en bajo relieve, después en ras-
t
caciones muy precisas, y muchos an- gos grabados. .
tropólogos hacen sus reservas acerca Después, en la época cervidiana, cuando el clima se hizo más húmedo
de esas tentativas de identificación en- y la duración de las nieves obligó á dejar el caballo, se domesticó el
tre las razas prehistóricas y las razas
actuales. Juzgando sólo por su in-
dustria y el género de existencia que
revela, los «Magdalenianos» del Veze-
re y del Dordoña parecen tener tal
semejanza con los Lapones ó Esqui-
males ó Innuits de nuestros días, que
C A J A S DE M A R F I L E S C U L P I D O ( O G O W F . ) ^ ^ H A N Y I S T O E N E S O S H A B ¡ .
Congo francés . . .
tantes de la Escandí na vía septentrio-
nal y del «Gran Norte» americano los descendientes de las pobla-
ciones prehistóricas de la Galia. Rechazados incesantemente hacia el
Norte por el cambio de clima que fundía los hielos y las nieves, los
Magdalenianos, resto único de naciones en otro tiempo considerables,
seguirían á los renos hacia las regiones polares, c u y o s contornos g e o -
gráficos, diferentes de las líneas actuales, faci-
#
litaban el paso de uno á otro continente.
L u d w i g Wilsen, el célebre autor de los Ger-
manen, expone como, según él, los hombres
UNA CHOZA DECORADA EN EL LUGAR DE A P A T O E (INDIA NEERLANDESA)
de Cro-Magnon, rechazados á la Escandinavia
meridional, recibieron allí el bautismo forti- De una fotografía holandesa.
MÚSICA DE L O S PRIMITIVOS 2 , 3
MÚSICOS DE BA GOBO
Entre los instrumentos que se encuentran en las excavaciones de las
De una fotografía.
residencias primitivas y que subsisten todavía entre los pueblos atrasa-
dos, hay varios que se destinan á alegrar los ocios con la música, acom- danza. Sabemos que muchos animales son muy sensibles á la música
pañada del ritmo de los movimientos corporales y de los pasos, pero en bajo sus diversas formas, aun como simple medida, y que más de un
las grutas no se ha encontrado más que un solo instrumento musical pro- prisionero ha podido de ese modo encantar arañas, ratas y otros com-
piamente dicho, el silbato '. Buscando los orígenes de este arte, hemos paneros de cautiverio. Por las dulces modulaciones de la voz, del sil-
de remontarnos al mundo de las aves, en que algunas se hallan maravi- bido y los instrumentos de viento, el hombre atrae las serpientes y las
llosamente dotadas para el canto, y en el que varios géneros á lo menos, hace balancearse rítmicamente sobre la cola. L a ruidosa música militar
entre otras diversas especies de grullas, practican muy graciosamente la arrastra consigo los caballos, y, según los Mongoles un violinista que
saca de su instrumento sonidos latírnosos, hace correr lágrimas por los
1 Brough S m i t h ; — F . Regnault, lililí, de la Soc. dAnthropologie, fcb. VI, pág. 536. ojos del camello
5 F. Regnault, memoria citada, pág. 540.
3 De Clercq, Ethnographie de /a Nouvelle- Guiñee hollandaise.
4 Ch. Letourneau, Evolution littéraire, pág. 308. 1 James Gilmour, Mongoha.
1-53
No hay leyenda más verdadera que la de Orfeo, cuya lira haca salir hombre en una vaga inconsciencia, dejando solamente la agradable im-
las fieras de sus madrigueras, las cambia en fraternales compañeras del presión de vivir: así es como el negro toca su tam-tam ó su marimba.
hombre y llega hasta dar vida durmiente á la piedra para transformar los E l indígena se comunicaba también con sus amigos lejanos; se entre-
peñascos en murallas que por sí mismas se yuxtaponen y se erigen en tenía con ellos, sabiendo que el g o l p e de su tambor era comprendido á
ciudades. Orfeo es una personificación perfecta del arte en las edades lo lejos por un compañero ó por su amada
prehistóricas, y podemos afirmar con toda certidumbre que su lira ha Cuando los misioneros jesuítas, profundos conocedores del corazón
hecho más para el progreso humano que la maza de Hércules. No sabe- humano, subían ó bajaban p o r las márgenes de los ríos de América,
mos lo que resta de aquellas lejanas épocas, pero no puede dudarse que cantaban constantemente, á la cadencia de los remeros, sus más vehe-
los aires silbados por el campesino que lleva el ganado al abrevadero y mentes y armoniosos himnos, esperando que los indios, ocultos en las es-
la mayor parte de los ritmos campestres á que se adaptan'nuevas pala- pesuras de la orilla, serían sensibles al encanto de sus v o c e s : la obra de
bras de siglo en siglo y de país en país son una herencia de los tiempos conversión que dió por resultado la fundación de la comunidad teocrá-
anteriores á la historia. ¿Y qué son los cantos sino los moderadores de tica del Paraguay, comenzó por cantos c u y o eco repercutía de playa en
las pasiones, los ordenadores de la vida diaria y los" reguladores del playa por las soledades fluviales. Desde aquella época, no pocos viaje-
pensamiento y de la acción? Con la danza, la pantomima y los cuentos ros, á quienes sus armas perfeccionadas no hubiesen salvado, han de-
de formas tradicionales, los cantos fueron en todas partes el principio de bido la vida á su caja de música, á su acordeón y hasta á una simple
prehistóricas, y podemos afirmar con toda certidumbre que su lira ha Cuando los misioneros jesuítas, profundos conocedores del corazón
hecho más para el progreso humano que la maza de Hércules. No sabe- humano, subían ó bajaban p o r las márgenes de los ríos de América,
mos lo que resta de aquellas lejanas épocas, pero no puede dudarse que cantaban constantemente, á la cadencia de los remeros, sus más vehe-
los aires silbados por el campesino que lleva el ganado al abrevadero y mentes y armoniosos himnos, esperando que los indios, ocultos en las es-
la mayor parte de los ritmos campestres á que se adaptan'nuevas pala- pesuras de la orilla, serían sensibles al encanto de sus v o c e s : la obra de
bras de siglo en siglo y de país en país son una herencia de los tiempos conversión que dió por resultado la fundación de la comunidad teocrá-
anteriores á la historia. ¿Y qué son los cantos sino los moderadores de tica del Paraguay, comenzó por cantos c u y o eco repercutía de playa en
las pasiones, los ordenadores de la vida diaria y los" reguladores del playa por las soledades fluviales. Desde aquella época, no pocos viaje-
pensamiento y de la acción? Con la danza, la pantomima y los cuentos ros, á quienes sus armas perfeccionadas no hubiesen salvado, han de-
de formas tradicionales, los cantos fueron en todas partes el principio de bido la vida á su caja de música, á su acordeón y hasta á una simple
los suspiros, los sonidos breves y las notas prolongadas alternan y se civilizada; suelen pasar largas horas elevando el edificio de su cabellera,
suceden armoniosamente, á veces se desarrollan hasta en verdaderos y la moda para la elección de las plumas, de las espinas, de las cuentas
colores brillantes durante el período del amor. L a s alegres miradas, el que la caza ó la guerra. ¡Con qué cándida piedad se exhibe el salvaje
encanto de la sonrisa, el aire de fuerza y de salud no le bastan: necesita para mostrar en todo su esplendor los colores hermosos, vivos y contras-
galas y adornos exteriores; no hay duda que los primitivos cuidan tanto tados con que ha revestido sus miembros! Las tierras grasas, las arci-
TATÜAGKS
.MOUEMOK (CAROLINAS)
á su perfección artística en esas islas oceánicas, aquí ^^^^^^^^BMgH^B^^^H
en su mayor parte de escasa extensión y , por los rasgos, allá sua- I
consiguiente, privadas de una población densa donde pudieran nacer vizando los contor- ^ ^ ^ B t t w ' "
espontáneamente verdaderas escuelas. En primer lugar se reconoce la
que la antigua zona de extensión de este arte comprendía sólo los para- nobleza y la gracia TATUAGE JAPONÉS EN LA ESPALDA DE UN SOLDADO INGLÉS
jes tropicales de la Polinesia, donde los árboles frutales, las plantas al bello equilibrio una fotografía.
alimenticias y los pescados suministran alimento muy abundante y donde
de las dos mitades correspondientes de la persona, para imponerle una
el artista gozaba, en consecuencia, de muchas horas diarias para la con-
anatomía nueva, que fijara la mirada.
tinuación de su trabajo: la ociosidad en una naturaleza bella y fecunda,
En el Japonés, que sin duda es parcialmente de origen oceánico, el
que daba al hombre fuerza, agilidad y belleza, dejaba al tralxijador inge-
tatuado, modificado según el modelo de la pintura nacional, ha tomado
nioso, exceptuado del trabajo forzado por la existencia, el tiempo nece-
un carácter muy diferente del de los polinesios: se ha emancipado de la
sario para emprender sobre el paciente, también sin la preocupación del
simetría que parecía imponer las formas armónicas, ó por mejor decir,
ha abandonado la geometría corporal, sustituyéndola por la unidad de acto j u z g a d o contrario al honor, se le tachaba el tatuado con marcas
su dibujo, formando notables é imprevistos cuadros en que serpentean innobles.
libremente los dragones y se entrevén aves y rostros femeninos «á través L a vestidura, que vino á reemplazar los adornos grabados sobre la
de la florida enramada. piel, debía en gran parte prestar al hom-
E l tatuado, desaparecido casi de la sociedad contemporánea que se bre el mismo servicio de adornar, de sa-
respeta, ó á lo menos cobardemente oculto bajo los vestidos, era una tisfacer su vanidad personal y de seña-
verdadera vestidura que respondía al genio del individuo, y no sufría la larle á la admiración de todos. Sin
influencia de la moda sino de una generación á otra; pero esa investi- embargo, la mayor parte de los mora-
dura incorporada á la persona habrá evidentemente de perder toda su listas, obe-
importancia en una sociedad nueva que adopta el uso de un vestido exte- deciendo á
rior, móvil, fácil de cambiar á cada momento según las alternativas de la las preocupaciones del
temperatura, la diferencia de las ocupaciones, los caprichos y las pasio- tiempo presente y transpor-
nes del individuo. Los rasgos grabados sobre el cuerpo se habían tándolas al pasado, han convenido
hecho para ser vistos, para inspirar la admiración, el amor ó el terror; en ver en un sentimiento de pudor la razón
es, pues, natural no darse y a la pena ni someterse al peligro de trazar primera de los vestidos de toda especie que
sobre el cuerpo imágenes destinadas á permanecer ignoradas, y por usan los h o m b r e s ' ; sobre este asunto, acep-
tanto, el tatuado había de caer fatalmente en desuso, desde los tiempos tan la leyenda de la Biblia, que nos muestra
prehistóricos, en todos los pueblos que habían adoptado la costumbre de la primera pareja humana viviendo en el pa-
endosarse pieles, clámides, togas y calzado, y signo de casta ó de cofra- raíso en su bella desnudez, vistiéndose des-
día entre gentes que no querían revelar á todos la asociación de que pués de hojas en cuanto comieron un fruto
forman parte, como pasaporte ante amigos lejanos ó como testimonio que da el conocimiento del bien y del mal*.
simbólico de algún voto de cólera ó de amor; de ese modo se ha conser- Si tal hubiera sido realmente el móvil á
vado hasta nuestros días entre los Bosniacos del culto católico, como que obedeció el hombre al cubrir su cuerpo,
entre los peregrinos de L o r e t o 1 , quizá porque en ellos el tatuado con- ¿por qué muchos pueblos primitivos, Aus-
vencional comprende siempre una c r u z ' . Pero el origen de esta cos- tralianos, Mincopios y Botocudos muestran su
tumbre, mucho más antigua que el Cristo, se refiere á las religiones de desnudez sin vergüenza? Y sobre todo, ¿por
la Naturaleza, y no se somete á ella sino antes del solsticio de primavera qué otros salvajes decoran sus formas natu-
y cuando se ha entrado en la edad de la pubertad. A l perder su carác- rales con franjas, conchas, perlas, cuentas ro- C A N A C A D E I.A N U EV A - C A I - E D O N I A
ter de gran arte, honrado por todos, para convertirse en una práctica de jas y cristalería, atrayendo así la atención en Y SUS ADORNOS NATURALES
misterio y aun de despreciable vanidad, el tatuado hubo necesariamente lugar de evitarla? ¿Por qué los Canacas de
De una fotografía.
de envilecerse poco á poco y volver á las formas rudimentarias de su N ueva-Caledo n i a y otros insulares melane-
principio. Y a no es lo que fué en sus bellos días, la historia de la raza sios; por qué los cafres de Lourenzo-Márquez, no usan otra pieza de
y la alegre celebración de su ideal 3 . Cuando un individuo cometía un vestido más que una sencilla envoltura á la extremidad del miembro
• viril, sea una vaina de hojas puntiagudas ó un péqueño turbante de
1 F.nrico Fcrri, No íes manuscrita.
! Ciro Trushelka, Les.restes illyriens en Bosnie. Schürtz, Grundzüge einer Philosophie der Tracht, págs. 9. 10.
* Genesis, III, 2, 7.
3 Watke, Ausland 1873, núm. 4,
1-56
tela, sea una c o n c h a ó una v e r d a d e r a caja de madera, y hasta en los
p u d o r y los vestidos que impone pueden también ser o r i g i n a d o s p o r el
cafres ricos, de marfil ó de o r o ' ? S e c o m p r e n d e que en muchas co-
marcas de malezas espinosas, proteja cuidadosamente el habitante la
parte e x p u e s t a de su c u e r p o por una funda ó un paño, c o m o llevan casi
todos los p u e b l o s s a l v a j e s ; p e r o no pueden considerarse c o m o un ves-
tido protector, ni menos c o m o un v e l o p ú d i c o esos adornos b r e v e s q u e
no p u e d e n tener otro resultado que atraer las miradas hacia los ó r g a n o s
s e x u a l e s : algunas franjas de color y una c o n c h a brillante atraen igual-
mente la atención del hombre hacia la mujer. L a potencia de atracción
de los s e x o s , el uno hacia el otro, se aumenta naturalmente en p r o p o r -
ción de los ornamentos que ocultan y revelan al mismo tiempo el hom-
bre á la mujer y la mujer al h o m b r e . E l p u d o r ha de ser vencido, y con
frecuencia se realza con c o q u e t e r í a : es la historia de la ninfa que h u y e régimen de la p r o p i e d a d
hacia los sauces, medio ocultándose á medias, quizá inconscientemente, allá donde la mujer per-
tenece en absoluto á su
para excitar hasta el límite el ardor del amante q u e la p e r s i g u e .
amo'. E l es quien o c u l -
Sin e m b a r g o , no h a y un h e c h o de orden social q u e no t e n g a o r í g e -
ta á su esclava, y , Cn
nes múltiples, y tal es el caso del empleo del v e s t i d o : s e g ú n las circuns-
las comarcas donde esa apropiación
tancias, ha p o d i d o servir para desviar la atención, mientras q u e c o m u n -
completa de la mujer ha penetrado
mente sirve para fijarla, y el mundo animal nos suministra e j e m p l o s en
más en las costumbres, en el oriente
ambas direcciones. S i el ave se adorna para atraer la hembra, la perra
islámico, p o r e j e m p l o , el rostro es lo
se sienta, es decir, oculta su ó r g a n o sexual cuando quiere alejar el
que la esclavizada ha de ocultar prin-
macho, es natural que la mujer se cubra también parcialmente cuando le
cipalmente, d o n d e no ha de manifes-
c o n v e n g a rechazar las caricias del h o m b r e . L a tendencia á vestirse
tar e x p r e s i ó n , fisionomía ni pensa-
p r o v e n d r á también, en muchas tribus, de la r e p u g n a n c i a q u e natural-
miento.
mente causa la vista de los e x c r e m e n t o s , y que se refiere hacia la parte
Pero aparte de todas las causas se-
del c u e r p o que funciona c o m o ó r g a n o e x c r e t o r . Ocúltase espontánea-
cundarias ó indirectas, puede admitirse
mente lo que pueda inspirar cierta r e p u g n a n c i a , y se o b s e r v a , en efecto,
q u e el deseo de agradar y , en s e g u n -
sobre todo en A f r i c a , donde la esteatopigia es más amplia q u e en nin-
do lugar, el de suscitar la pasión, fue-
g u n a otra parte, la generalizada costumbre que tienen las mujeres de
I N S T R U M E N T O S U S A D O S EN L A S I S L A S D E ron entre los primitivos las causas
cubrirse las posaderas. Por lo demás, se c o m p r e n d e q u e la vista de los
LA S O C I E D A D Y R E C O G I D O S D U R A N T E primeras de esa necesidad de adornos
ó r g a n o s de manducación, boca, dientes, l e n g u a , d e s g a r r a n d o y chu- EL VIAJE DE La Coquille, 1822-1825
q u e , d u r a n t e el c u r s o d e l o s s hi d o s
p a n d o las carnes, puedan causar asco también, y muchos salvajes se 1. Espanta moscas. 4- i n s t r u m e n t o s , '
2. Azuela de hierro. para el tatuage lla c r e a d o
la c o s t u m b r e d e los p u e b l o s
guardarían bien de comer en público \ quizá también para evitar q u e los 3- Azuela de basalto. 5. Vaso de madera • -r t
males espíritus se aprovechen para entrar en el cuerpo. Por último, el civilizados y a c a b a d o por cubrir por
completo el c u e r p o , hasta no permitir que se v e a - c o m o sucede entre
1 Waitz ct Gerland, Elhnographie, passim.
* P. Haan, Bu 11. de la Soc. iTAnthr. sesión 15 julio 1897. ~
Kar von der Steinen, Central-Brasilia.
tela, sea una c o n c h a ó una v e r d a d e r a caja de madera, y hasta en los
p u d o r y los vestidos que impone pueden también ser o r i g i n a d o s p o r el
cafres ricos, de marfil ó de o r o ' ? S e c o m p r e n d e que en muchas co-
marcas de malezas espinosas, proteja cuidadosamente el habitante la
parte e x p u e s t a de su c u e r p o por una funda ó un paño, c o m o llevan casi
todos los p u e b l o s s a l v a j e s ; p e r o no pueden considerarse c o m o un ves-
tido protector, ni menos c o m o un v e l o p ú d i c o esos adornos b r e v e s q u e
no p u e d e n tener otro resultado que atraer las miradas hacia los ó r g a n o s
s e x u a l e s : algunas franjas de color y una c o n c h a brillante atraen igual-
mente la atención del hombre hacia la mujer. L a potencia de atracción
de los s e x o s , el uno hacia el otro, se aumenta naturalmente en p r o p o r -
ción de los ornamentos que ocultan y revelan al mismo tiempo el hom-
bre á la mujer y la mujer al h o m b r e . E l p u d o r ha de ser vencido, y con
frecuencia se realza con c o q u e t e r í a : es la historia de la ninfa que h u y e régimen de la p r o p i e d a d
hacia los sauces, medio ocultándose á medias, quizá inconscientemente, allá donde la mujer per-
tenece en absoluto á su
para excitar hasta el límite el ardor del amante q u e la p e r s i g u e .
amo'. E l es quien o c u l -
Sin e m b a r g o , no h a y un h e c h o de orden social q u e no t e n g a o r í g e -
ta á su esclava, y , Cn
nes múltiples, y tal es el caso del empleo del v e s t i d o : s e g ú n las circuns-
las comarcas donde esa apropiación
tancias, ha p o d i d o servir para desviar la atención, mientras q u e c o m u n -
completa de la mujer ha penetrado
mente sirve para fijarla, y el mundo animal nos suministra e j e m p l o s en
más en las costumbres, en el oriente
ambas direcciones. S i el ave se adorna para atraer la hembra, la perra
islámico, p o r e j e m p l o , el rostro es lo
se sienta, es decir, oculta su ó r g a n o sexual cuando quiere alejar el
que la esclavizada ha de ocultar prin-
macho, es natural que la mujer se cubra también parcialmente cuando le
cipalmente, d o n d e no ha de manifes-
c o n v e n g a rechazar las caricias del h o m b r e . L a tendencia á vestirse
tar e x p r e s i ó n , fisionomía ni pensa-
p r o v e n d r á también, en muchas tribus, de la r e p u g n a n c i a q u e natural-
miento.
mente causa la vista de los e x c r e m e n t o s , y que se refiere hacia la parte
Pero aparte de todas las causas se-
del c u e r p o que funciona c o m o ó r g a n o e x c r e t o r . Ocúltase espontánea-
cundarias ó indirectas, puede admitirse
mente lo que pueda inspirar cierta r e p u g n a n c i a , y se o b s e r v a , en efecto,
q u e el deseo de agradar y , en s e g u n -
sobre todo en A f r i c a , donde la esteatopigia es más amplia q u e en nin-
do lugar, el de suscitar la pasión, fue-
g u n a otra parte, la generalizada costumbre que tienen las mujeres de
I N S T R U M E N T O S U S A D O S EN L A S I S L A S D E ron entre los primitivos las causas
cubrirse las posaderas. Por lo demás, se c o m p r e n d e q u e la vista de los
LA S O C I E D A D Y R E C O G I D O S D U R A N T E primeras de esa necesidad de adornos
ó r g a n o s de manducación, boca, dientes, l e n g u a , d e s g a r r a n d o y chu- EL VIAJE DE La Coquille, 1822-1825
que, durante el curso de los sidos
p a n d o las carnes, puedan causar asco también, y muchos salvajes se 1. E s p a n t a m o s c a s . 4- i n s t r u m e n t o s , h
'
2. Azuela de hierro. lla c r e a d o la c o s t u m b r e de los p u e b l o s
guardarían bien de comer en p ú b l i c o q u i z á también para evitar q u e los 3- Azuela de basalto.
para el tatuage
5. Vaso de madera • -r t
males espíritus se aprovechen para entrar en el cuerpo. Por último, el civilizados y acabado por cubrir por
completo el c u e r p o , hasta no permitir que se v e a - c o m o sucede entre
1 Waitz ct Gerland, Elhttographie, passim.
* P. Haan, Bu 11. de la Soc. iTAnthr. sesión 15 julio 1897. ~
Kar von der Steinen, Central-Brasilien.
las mujeres musulmanas, rodeadas de un verdadero sudario — más que el I ' - la isla de Flinders, cerca de Tasmania, los naturales estuvieron á
v a g o resplandor de los ojos. No es el pudor lo que dió origen al ves- punto de rebelarse porque los ingleses les habían prohibido pintarse con
tido y le dió sus dimensiones actuales, fué, al contrario, el adorno pri- ocre rojo mezclado con g r a s a : « ¡ N o s hacéis así odiosos á las mujeres!»
mitivo y especial del sexo lo que localizó primero y desarrolló después N.° 32. V e s t i d o s d e Africa
el pudor, evolución subsecuente de los convencionalismos establecidos. ( Véase pág. 230)
1-57
PROTECCIÓN CONTRA LAS INTEMPERIES
• — _____
CLASES, POBLflbOS
I
3 El punto de equilibrio es la perfecta
igualdad de derechos entre los
individuos.
CAPÍTULO v
comunidad práctica siguiendo ciertas condiciones, poligamia y polian- jer por un hombre fué considerada como un atentado contra la sociedad.
dria, jerarquía de las esposas y de los esposos, levirado, es decir, herencia Del mismo modo que ha podido repetirse en todo tiempo, en recuerdo
impuesta ó facultativa de la mujer dejada por un hermano primogénito; de la apropiación del suelo por algunos individuos: « L a propiedad es el
por último, monogamia temporal ó permanente. Sin embargo, se ima- robo», así también ha debido exclamarse: «el matrimonio es el rapto»
gina fácilmente que existiera en general una misma manera de vivir para E l hombre que quitaba una mujer á sus conciudadanos para hacer de
todos esos hombres primitivos, de quienes no ha quedado memoria alguna, ella su cosa, su adquisición personal y privada, no podía menos de ser
y que se parecerían probablemente á las poblaciones salvajes de nuestros considerado como un raptor, como un traidor á la comunidad.
días, entre las cuales se observan instituciones diversas. A s í .ha habido Pero en asunto de esta índole, las modificaciones bruscas de las cos-
muchos sociólogos que admitían de una manera general, pero sin prueba tumbres, las revoluciones habían de ser muy numerosas. La pasión
alguna, que «la promiscuidad completa de los hombres y de las mujeres, no se acomoda á las prácticas tradicionales, sino que oponiéndose á
en una misma horda, fué el estado primordial de nuestra especie». Mas ellas, transforma todo y acaba por crear instituciones nuevas, resultando
¿por qué había de ser así, y a que más allá del hombre, en el mundo que los hermanos de la horda primitiva, que no osaban apoderarse per-
animal, vemos aparecer todas las formas de «gamia», y , entre ellas, sonalmente de una «hermana», es decir, de una mujer de su misma
varias que atestiguan una elección mutua de los individuos? » tribu, no tenían escrúpulo en hacer capturas en tribus extranjeras- fre-
cuentemente el enamorado, oculto entre la maleza cerca de la fuente
L o s experimentos instituidos por Darwin, y después por H o u z e a u *
donde * joven iba á.tomar agua, caía sobre su presa para llevarla en
Espinas, Romanes y tantos otros, han puesto fuera de duda que la «fami-
lia» existe realmente, aunque bajo aspectos muy diversos, en los g r u p o s triunfo a la villa ^ a t a i y poseerla como único dueño, no como marido
societario."
antepasados de la animalidad. Hasta en varias especies se encuentran
ejemplos de esa familia monogámica de amor constante é inalterable que T a l fué el principio de los matrimonios exogámicos, primeramente
los moralistas oficiales consideran como la única que tenga derecho al realizados á la fuerza, por raptos, antes de que las frecuentes reinciden-
título de «matrimonio». Sin embargo, es indudable que ese género de c a s les diesen un carácter normal aceptado por todos. No falta país en
unión se encuentra entre los menos comunes, y que la mezcla de los nuestros días donde los raptos de las jóvenes y mujeres se hacen con
sexos, produciéndose en apariencia de una manera caprichosa, es el positiva violencia, sin tácita complicidad de la víctima ó de los padres
hecho más ordinario. Parece, pues, muy probable que las mismas cos- A n t e todo ha de tenerse en cuenta el estado de guerra que existió entre
tumbres han prevalecido entre la mayor parte de los hombres. En una tantos g r u p o s humanos en todas las partes del mundo; cuando todas te
sociedad distinta, expuesta á todos los peligros por parte de los elemen- pasiones impulsivas están exasperadas, cuando la vida y la libertad del
tos, de los animales y de las tribus enemigas, la personalidad colectiva semejante están á la merced de quien quiere tomarlas, y las mismas artes
comprendía todos los individuos, hombres, mujeres y niños, de una ma- de captura y asesinato son consideradas como gloriosas y dignas de elo-
nera tan íntima que la propiedad privada no podía constituirse para g i o , el raptor puede apropiarse las cautivas creyéndose en el pleno g o c e
separar los unos de los otros: todos formaban igualmente parte de la de su derecho; A q u i l e s reivindica como suya á Briséis, y , hasta en las
mujeres era para los montañeses una regla tradicional, una «ley de la «•• Laquedivcs
naturaleza», aceptaba ordinariamente con tranquilidad el hecho consu- i CrcnganoreV
Cochinl
mado, considerando además que, en una de esas treguas que interrum-
pen de tiempo en tiempo las guerras de frontera, 'podía contar casi con
seguridad con el p a g o de un precio de compra, fijaclo jfbr la «pstumbre. iTutiCQrin
Si todavía existe el rapto positivo, mucho mejor subsisten los ritos E á» Gr.
encuentra la institución del matriarcado entre los pueblos primitivos muy SeKin Coudreau, I » mujeres „„ p ¿ 5 M han
inferiores, tales como las tribus más atrasadas del Brasil y los indios de toma su nombre C1 B r « „ río d s I , América del S ¿ ' de qUe
encuentra la institución del matriarcado entre los pueblos primitivos muy SeKin Coudreau, las mujeres „„ p ¿ 5 M han
inferiores, tales como las tribus más atrasadas del Brasil y los indios de toma su nombre C1 B r . „ río da I , América del S ¿ ' de qUe
existido amazonas en fj
tribus políticas distin- -Í/SS»!'
COMBATE I)E L.AS AMAZONAS
tas, es incontestable Vlfl'l
Bajo relieve antigpo.— Fragmento de un escudo que diversas poblacio-
(Museo de! Louvre)
nes han reconocido en / - - \
absoluto lasupremacía / JgW ^ ^ ^
donde los lazos de la familia se hallan muy relajados para la mayor parte
de los hombres y donde prevalece una semipromiscuidad, el matriarcado
se organiza naturalmente \ en otras, los hombres, /
Quedando fuera de duda la influencia capital del hijo sobre la consti-
tución del matriarcado, es cierto que la acción del medio geográfico ha
de haber tenido también alguna parte en esta evolución social. A s í es
dependientes de la fa- >>'
que en los países donde el principal medio de encontrar el alimento
milia maternal. Hero- H B ^ ^ A
consistía en recoger los frutos y en rebuscar las raíces, las mujeres, a
doto, en un pasaje
quienes sus funciones de madres y de nodrizas indicaban desde luego 1 AMAZONA IMHO.MEYANA
célebre
Licios dice que los
llevaban el n
para ocupar el primer lugar, tenían además otras probabilidades en su De una fotograba.
favor como dispensadoras de la vida material. Esas probabilidades nombre de la madre en lugar del del padre, y que su estado se regulaba
aumentaban todavía en las regiones poco amenazadas por la guerra, por el de su generadora. Las inscripciones licias confirman la afirmación
donde el hombre no se elevaba repentinamente al primer lugar en cali- del gran viajero historiador, no mencionando más que los nombres de la
Para no escoger más que una forma típica de ese estado social, feroces y merodeadores; quien ordeña las vacas y fabrica lo queso
pueden citarse los montañeses del Assam, al sud del Brahmaputra, los < , - „ posee a la v e , la f u e r . y la superioridad en el g r u p o económico:'
C a r r o s y los Khasias, que aun en nuestros días, á pesar de la influencia
N.° 35. P a í s e s del M a t r i a r c a d o
de los Hindus y de otras poblaciones de tipo patriarcal, se dividen en
clanes que han conservado el nombre de mahari, es decir, «matrias».
Emparentados con los Tibetanos, que también conservan restos de
ginecocracia, esos pueblos ven siempre en la mujer el jefe de la familia.
L a virgen garó ó khasia ha^e al joven la proposición de tomarle por
marido, y ella procede al rapto del esposo escogido, acompañada de sus
amigos y de los servidores del clan materno. E l divorcio pertenece á la
mujer; á ella corresponde, cuando le place, tirar cinco conchas al aire
para que la separación sea pronunciada y vuelva el marido á su matria
primera, abandonando los hijos á la dominadora.
Hasta cuando el hombre haya sido tolerado durante toda su vida, es
preciso que se divorcie el día de su muerte: sus cenizas son enviadas ársu
lugar de origen, mientras que la mujer es quemada con honor en su
matria; después, las urnas de los hijos serán colocadas al lado de la urna
materna
pueblos pastores.
Hasta en las hordas errantes en que la descendencia se regulaba por
las supervivencias matriarcales del pasado no impiden e! dominio efec-
la familia maternal, como entre los Ova-Herreros del Africa meridional tivo del hombre.
antes que la conquista — quizá hasta la destrucción por un ejército colo-
Pero allí donde la agricultura .lega á ser el trabajo exclusivo de las
nial de Europa — no haya modificado sus costumbres, la mujer distaba
mujeres, onde los maridos y los hijos están casi siempre ocupados
mucho de llevar el cetro: la mujer obedecía, porque la fortuna procede
fu ra, en la caza, la pesca ó la guerra', la situación es'absolutamente
El poder maternal no impide de ningún modo la brutalidad del ma- L a poliandria es una forma de unión que deriva naturalmente del
r i d o : no hay en esto, por decirlo así, más que simplificación del trabajo matriarcado. En la unión del hombre y de la mujer, los dos elementos
en el gobierno de la familia. I)e ese modo, en los Orang-Lauts, que tienden á mantener á pesar de todo su personalidad y por consecuencia
habitan la península de Malacca, los hijos pertenecen á la madre sola, lo á predominar según que el uno ó el otro se halle favorecido por el medio.
cjue es verdaderamente el régimen del matriarcado, y , sin embargo, la Pues la mujer, dueña absoluta de sus hijos, subordinado el hombre á su
mujer lleva una existencia desgraciadísima: el marido la p e g a y no le poder y siendo su voluntad única en la familia, no tenía que comba-
permite comer en su presencia '1. tir una opinión hostil, tomando sucesivamente, ó á la vez, varios favo-
También en Bearn, lo mismo que en el Japón, el marido de una here- ritos: como reina, no tenía más que escoger; pero siendo su corazón
dera, la mayor de los hijos, va á vivir á la casa de ella y de la misma voluntariamente fiel conservador de las primeras impresiones, aun en
recibe el nombre, que es á la vez el de la tierra y que se convierte en el plena poliandria, solía tomar la costumbre de conservar la cohesión
de toda su familia: podría concluirse de esto en la existencia de un familiar, dándose por esposos comunes »todos los hijos .de una misma
madre. T a l era la forma de matrimonio que prevalecía antiguamente
.1 Heinrich Cunow, Le Devenir social, abril, 1898, págs. 335 ¿ 3 4 1 .
' J. W . Powell, Wyandot Government.
1 Laloy, Anthropologie, t, VIII, 1897, pág. 1 ib. Jacques Lourbct, A'evue de Mor ale social, 1899, pág. 164.
1-61
PATRIARCADO
El poder maternal no impide de ningún modo la brutalidad del ma- L a poliandria es una forma de unión que deriva naturalmente del
r i d o : no hay en esto, por decirlo así, más que simplificación del trabajo matriarcado. En la unión del hombre y de la mujer, los dos elementos
en el gobierno de la familia. I)e ese modo, en los Orang-Lauts, que tienden á mantener á pesar de todo su personalidad y por consecuencia
habitan la península de Malacca, los hijos pertenecen á la madre sola, lo á predominar según que el uno ó el otro se halle favorecido por el medio.
cjue es verdaderamente el régimen del matriarcado, y , sin embargo, la Pues la mujer, dueña absoluta de sus hijos, subordinado el hombre á su
mujer lleva una existencia desgraciadísima: el marido la p e g a y no le poder y siendo su voluntad única en la familia, no tenía que comba-
permite comer en su presencia '1. tir una opinión hostil, tomando sucesivamente, ó á la vez, varios favo-
También en Bearn, lo mismo que en el Japón, el marido de una here- ritos: como reina, no tenía más que escoger; pero siendo su »orazón
dera, la mayor de los hijos, va á vivir á la casa de ella y de la misma voluntariamente fiel conservador de las primeras impresiones, aun en
recibe el nombre, que es á la vez el de la tierra y que se convierte en el plena poliandria, solía tomar la costumbre de conservar la cohesión
de toda su familia: podría concluirse de esto en la existencia de un familiar, dándose por esposos comunes u o d o s los hijos .de una misma
madre. T a l era la forma de matrimonio que prevalecía antiguamente
.1 Heinrich Cunow, Le Devenir social, abril, 1898, págs. 335 ¿ 3 4 1 .
' J. W . Powell, Wyandot Government.
1 Laloy, Anthropologie, t, VIII, 1897, pág. 1 ib. Jacques Lourbct, A'evue de Mor ale social, 1899, pág. 164.
1-61
en el T í b e t — el país de los Bods — y en todas las poblaciones del venido á ser el tipo casi universal del matrimonio en las sociedades mo-
mismo origen. dernas, como el matriarcado ha debido tener su origen, no sólo en la
L a poliginia es, en el patriarcado, la institución correspondiente á prehistoria, sino aun en la prehumanidad. La diferencia de los medios
la de la poliandria en el matriarcado. Sin embargo, no siempre es y de la evolución ha hecho surgir necesariamente numerosísimas diver-
absoluto el contraste entre los dos tipos de matrimonio que caracterizan gencias de detalle; sin embargo, puede decirse de una manera muy
la dominación de las madres y la de los padres, y así, el ejemplo que los general que el matriarcado se explica por un hecho natural, «eí naci-
autores se complacen en citar como testimonio del antiguo matriarcado miento del hijo», y que el patriarcado tiene por origen un acto de fuerza,
indica, no obstante, la transición entre los dos sistemas: Draupadi, la el rapto, la conquista, hechos de orden histórico '.
esposa de los cinco hijos de Pandu, es la «reina», no la dueña de la fa- No ha sucedido el patriarcado por una evolución lenta á las primeras
milia; á pesar de haberse dado varios maridos, no ha conservado el formas matrimoniales de la agrupación natural de los hijos, como supone
gobierno de la casa, sino que obedece. L a forma patriarcal se mezcla, Mac Lellan, sino que, por el contrario, esta institución proviene de
pues, en este caso particular, á la forma matriarcal. causas violentas, de acontecimientos bruscos y la evolución ha sido com-
Otro ejemplo que suele citarse es el de los Nairs de la costa de Mala- pletamente distinta, independiente, lo que no ha impedido combinaciones
yalam ó Malabar; pero también en ese caso los dos regímenes se entre- y mezclas hasta lo infinito entre los dos tipos de matrimonios.
mezclan. Verdaderamente las mujeres nairs, perteneciendo á la antigua
nación guerrera y dominadora, escogen y varían sus esposos, pero están E l origen de la primera «familia» en el sentido patriarcal, familia
obligadas á tomarlos entre los brahmanes, la casta invasora venida del muy diferente de lo que en nuestros días se entiende por esta palabra,
Norte, armada de ciencia y de astucia, hábil para gobernar amparándose fué exactamente el mismo que el origen del Estado. El jefe vencedor
bajo los homenajes tributados á una soberanía oficial. se apodera de un país y de todos los habitantes que en él se hallan: es
L o s tipos de estas uniones varían según la mayor ó menor influencia un fundador de imperio. A cada guerrero que forma parte de la banda
de los elementos étnicos representados, pero todos ofrecen el carácter de conquistadora le toca su parte de botín, tierra, cosas y hombres. Todo
un compromiso entre instituciones diversas y se arreglan de una manera el que en lo sucesivo obedezca en calidad de esclavo ó de concubina
extraña y complicada. E l ejemplo más original de semejantes matrimo- • forma parte de la «familia», término que primitivamente designó el con-
nios es quizá la «gran unión» colectiva: hombres brahmanes y mujeres junto de los bienes, muebles é inmuebles, hijos y servidores'.
nair se agrupan en sociedades de varios individuos, hasta de doce por Y el mismo pater-familias, el cabeza de la familia, no era considerado
sexo, en la que cada individuo, hombre y mujer, tiene derecho sobre los en su origen como el generador, sino únicamente como el protector de
otros individuos del s e x o opuesto '. No es esto el matriarcado ni el todo el pequeño Estado que le había tocado por conquista ó por herencia:
patriarcado, sino un sistema doble de poligamia y de poliandria, un el «padre» podía llegar á serlo por mediación de un servidor ó de un
sabio retroceso hacia la promiscuidad, pero bajo una forma estrictamente pariente; hasta después de muerto adquiere hijos legítimos por la insti-
regulada entre propietarios asociados. S e ha necesitado toda una tución del «levirato», que obliga al hermano á casarse con la mujer*del
mezcla de astucia y de depravación teológicas para llegar á semejantes hermano difunto.
combinaciones. L o s tipos sociológicos son tan entremezclados como
A d e m á s de la guerra, hecho capital en la fundación de esta primera
las razas.
familia patriarcal, las otras condiciones d e h género de vida .contribuye-
E l patriarcado, que, bajo diversas formas, fuera de la unión libre, ha ron á la toma de posesión del poder por el hombre. Entre los g r u p o s
1 Ludwig Gumplowicz, Neue deutsche Rundschau, vol. I, 1895, P¿g- 1143 y siguientes.
1 Mac Lellan, Primitivo Marriage. ' Michel Bréal y Anatole Baillv, Dictionnaire etymoíogique latín.
que viven únicamente de la caza, el varón lleva el alimento al albergue, partes, entre las poblaciones esencialmente patriarcales, se conservan
en tanto que la mujer cuida de los hijos y se ocupa de los trabajos de aún algunos restos del antiguo matriarcado, rarísimos á veces, como
la casa. E s , pues, inevitable que en tal situación g o c e el padre de la entre los Ba-Lubas del Kasai, en que las mujeres son verdaderas escla-
mayor autoridad: como dios dispensador de la carne y de la sangre, vas, adquiridas por dinero, pero donde presiden como «antiguas» á la
puede creerse que tiene algún derecho á la adoración de los suyos. bendición de las siembras En otras partes, especialmente en las socie-
E n t r é los pueblos nómadas, los varones, como más fuertes, capturan, dades bereberes, la mujer, aunque sierva, protege al extranjero como
doman y matan el ganado, y por lo mismo toman todos los derechos una divinidad. Asimismo, en nuestra Edad Media, la mano de la mujer
sobre las mujeres, más débiles, designadas por la Naturaleza para la pre- reemplazaba el contacto de un altar; pero de tal modo se han debilitado
paración de la comida y para el cuidado de los hijos del hombre y de los las huellas de eso en las sociedades modernas, fundadas sobre el derecho
pequeñuelos de la bestia. En igualdad de condiciones el patriarcado del marido ó del padre, que la virtud misma, virius, era antes conside-
debe, en consecuencia, afirmarse singularmente entre esos pastores, rada como el monopolio del varón Y naturalmente, esa pretensión
sobre todo cuando al mismo tiempo son guerreros y tratan de sojuzgar exclusiva á la virtud hubo de engendrar todos los males: celos feroces
otras poblaciones, cada nueva remesa de cautivos reacciona sobre la fami- del marido propietario, brutalidad en la educación de los hijos, crema-
lia del vencedor y rebaja proporcionalmente los derechos de la esposa. ción de las viudas, práctica y finalmente deber del infanticidio.
A consecuencia-de la lucha entre los dos principios, derivados, uno S a b i d o es que ciertas comarcas de la India guerrera se habían some-
de la solidaridad natural entre el hijo y la madre, otro de la violencia tido á ese régimen. ¿No hemos visto en el curso mismo de nuestras
ejercida por los raptores varones, los dos tipos de matrimonio, el ma- muy recientes civilizaciones, hasta en pleno «siglo de las luces», los
triarcado y el patriarcado se han desarrollado uno junto al otro en la Radjputas ó «Hijos de Reyes», tipos del honor tradicional, casarse inva-
serie de las edades y siguiendo las vicisitudes de los hombres, tomando riablemente por la vía del rapto, dejar que ardieran sus madres sobre la
ó perdiendo fuerza relativa, sin conservar jamás como institución el hoguera paternal, y matar casi siempre sus hijas, temerosos de no poder
punto de equilibrio consistente en la perfecta igualdad de derechos entre casarlas con el suficiente esplendor y riqueza?
los individuos, y , por consiguiente, entre los sexos. En este caso se evidencia que el g r u p o social formado por el clan, la
Sin embargo, en Sumatra eran claramente reconocidas las tres formas • tribu ó la nación y consolidado por la moral tradicional, tiene más in-
de matrimonio: el jugur, por el cual el hombre compraba la mujer; el fluencia que los sentimientos naturales manifestados en el matrimonio
anibel-anak, por la cual la mujer compraba el hombre, y el scmando y en el parentesco. Estas afecciones, estas conveniencias personales han
ó matrimonio de los iguales de adaptarse á las convenciones dictadas por la opinión pública ó son
A s í también entre los Hassanyés y los Hamites del A l t o Nilo se reco- cruelmente desatendidas. L a voluntad común del g r u p o se impone p o r
nocía frecuentemente á la mujer casada su parte en los productos del dictadura, con tanto mayor poder cuanto la tradición es de origen más
cultivo. En el antagonismo continuo de los regímenes, el patriarcado remoto y menos razonada: « ¡ A s í se ha hecho siempre!» Habría, pues,
es? como lo demuestra la historia, el que solió prevalecer, en vista de las muerte rápida de toda asociación por falta de renovación si las vicisitu-
dificultades de la lucha por la existencia, que e x i g e el empleo de la des de la vida no se encargasen de modificar las agrupaciones por aso-
fuerza, y del resultado de los conflictos que se producen en las mismas ciaciones cruzadas ó rupturas violentas.
\
familias.
L a mezcla de las tradiciones y de las ideas demuestra que en todas Bajo su forma primitiva, la sociedad principiante de los hombres
1-62
AGRUPACIONES .SOCIALES
á quienes las necesidades de la a y u d a mutua y de la lucha han l i g a d o en se indican sobre todo p o r los dibujos del tatuage, las marcas cicatríciales
una sola banda, no ha tenido aún tiempo de constituirse en un conjunto
bien definido y los individuos no se han sujetado todavía de una manera N.° 36. País del Honor y del Infanticidio
m u y sólida. L a extensión de esas a g r u p a c i o n e s v a r í a : entre los A e t a s
de L u z ó n , Blumentritt los e v a l u a b a en 20 ó 30 asociados; en la A u s t r a l i a
central, son de 30 á 5o ( F i s o n ) ; en el Brasil, los B o t o c u d o s se asociaban
de 80 ó 100 c o m p a ñ e r o s ; los Bushemens del A f r i c a meridional eran más Wd':
DELH
numerosos, de 100 á 200 ( B u r c h e l l ) . w m - ^íiíftl'Síi^
^fSSfHB
Pero la horda no es, por decirlo así, más que la materia humana de I f » B t ó f
que la sociedad más sabia, a g r u p a d a en clans, en tribus y en naciones
extrae sus elementos para organizarse, c o n f o r m e á las mil c o m b i n a c i o n e s
que c o n v i e n e n al g é n e r o de vida y al ideal de las comunidades en for-
mtmMméw A G R A 3-
mación.
A este respecto, la variedad de las constituciones es infinita y los I B ® ! !
Djodhpur.
individuos han de acomodarse á ellas de la manera más diferente, s e g ú n
los medios, los cruzamientos, las alianzas y las conquistas. L a integra-
ción de los g r u p o s secundarios en las unidades nacionales más extensas
tiende á hacerse siempre de manera que salve las individualidades étni-
cas tradicionales, p e r o la herencia del pasado se modifica constantemente.
.Sabido es c o m o las tribus de los Pieles R o j a s y las de la A u s t r a l i a
tratan de conservar la memoria y el o r g u l l o de su origen por los iotem
y los kobong, es decir, por los símbolos de los animales ó de las plantas
c u y o nombre v e n e r a d o llevan las diversas tribus
Principalmente entre los p u e b l o s cazadores es donde la tradición toté-
mica se conserva mejor, p o r q u e el representante del clan está frecuente-
mente e x p u e s t o á encontrarse en el b o s q u e ó la sabana con el animal de
q u e se dice h e r m a n o .
L. de Gr.
Ciertas naciones se han dedicado por completo á algún dios protec-
t o r : tales son los L i e b r e s , los S e r p i e n t e s , los L o b o s , los Z o r r o s ; otros se
^ K 6000 000
c o m p o n e n de una multitud de clanes ó hasta de familias que viven al
lado unos de otros c o m o animales de especies diversas en una colección
de fieras *: tales son las villas de los indios M o q u i s y Zuñís en las pro-
y los adornos de la piel; pero en esto la religión y los o r í g e n e s se me Z -
vincias de T u s a y a n y de C o r i b a ( A r i z o n a y N u e v o M é j i c o ) . En otras clan de diverso modo con el arte. 1
1 Fison and Howitt. Anlhrop. Tnstilute, 1884; Starcke, lüvnille primitive. E l instinto de apropiación que, desde los orígenes se había manifes-
' Schurz, Die Speiseverbote.
tado en la animalidad y la prehumanidad entre los padres y las madres,
AGRUPACIONES SOCIALES
á quienes las necesidades de la ayuda mutua y de la lucha han ligado en se indican sobre todo p o r los dibujos del tatuage, las marcas cicatriciales
una sola banda, no ha tenido aún tiempo de constituirse en un conjunto
bien definido y los individuos no se han sujetado todavía de una manera N.° 36. País del Honor y del Infanticidio
mación.
A este respecto, la variedad de las constituciones es infinita y los I B ® ! !
Djodhpur.
individuos han de acomodarse á ellas de la manera más diferente, según
los medios, los cruzamientos, las alianzas y las conquistas. L a integra-
ción de los g r u p o s secundarios en las unidades nacionales más extensas
tiende á hacerse siempre de manera que salve las individualidades étni-
cas tradicionales, pero la herencia del pasado se modifica constantemente.
.Sabido es como las tribus de los Pieles Rojas y las de la Australia
tratan de conservar la memoria y el orgullo de su origen por los iotem
y los kobong, es decir, por los símbolos de los animales ó de las plantas
c u y o nombre venerado llevan las diversas tribus
Principalmente entre los pueblos cazadores es donde la tradición toté-
mica se conserva mejor, porque el representante del clan está frecuente-
mente expuesto á encontrarse en el bosque ó la sabana con el animal de
que se dice hermano.
L. d e Gr.
Ciertas naciones se han dedicado por completo á algún dios protec-
tor: tales son los Liebres, los Serpientes, los L o b o s , los Zorros; otros se
^ K 6000 000
componen de una multitud de clanes ó hasta de familias que viven al
lado unos de otros como animales de especies diversas en una colección
de fieras *: tales son las villas de los indios Moquis y Zuñis en las pro-
y los adornos de la piel; pero en esto la religión y los orígenes se me Z -
vincias de T u s a y a n y de Coriba (Arizona y Nuevo Méjico). En otras clan de diverso modo con el arte. 1
1 Fison and Howitt. Anlhrop. Tnstilute, 1884; Starcke, lüvnille primitive. E l instinto de apropiación que, desde los orígenes se había manifes-
' Schurz, Die Speiseverbote.
tado en la animalidad y la prehumanidad entre los padres y las madres,
HORDAS, CLANES Y FAMILIAS ->53
tallado ó el vaso que habían formado por sus manos, y hasta cuando A. Oso. " F. Halcón. I\. Caña. P. Buho.
B. Araña. G. Katcina.
daban á otros ese objeto fabricado por ellos, el libre don establecía cla- L. Lagarto. Q. Arco.
<". Serpiente. H. Loro.
I). Aguila. M. Conejo. t R. Melón.
I. Hurón.
ramente su calidad de propietario, pero no se imaginaban que la cantera K: Sol. X. Arena. S. Mita (mariposa)
J. Trigo.
O. Coyote. T. Grulla.
de donde habían extraído el sílex ó el campo de lava que les había sumi- V. Mescal (jugo fermentado de la pita).
rando como bien venido á todo compañero que venía á tomar la tierra .
Una de las pa,abras sánscritas más comunmente empleadas en el
que abandonaba. E l recolector no se consideraba propietario del terreno,
c o m o no lo es la marmota después de haber recolectado su cosecha de i c la" 1 : SeTÍd° ^ <<bata,la» " " literalmente sig-
nihca la «lucha p o r las vacas» '.
araño al fin del otoño.
Desde ,os períodos prehistóricos, la propiedad, debida á la captura ó
Unicamente, en la ausencia de todo derecho escrito, un sentimiento
: CUa q m e r a °tra — • - — * • * > » por indicios de posesión, t e
de equidad debía de regularlas relaciones entre las diversas agrupaciones,
" la! " " " " ^ — * P*>° * carne de, anima,. L o s caba-
y una especie de «derecho de gentes», nacido del estado mismo de las
lé i"':" ^ K g U l r 21 « ^ época magdaleniana, á j u z g a r por
cosas, impediría al g r u p o de cazadores, de pescadores ó de cavadores, a cabezada q u e se ve representada sobre un grabado de cabal,o y p o r
la implantación de su industria en un territorio habitado por otro g r u p o ,
cubierta rayada que se distingue sobre otro dibujo, en ,a gruta de Com
siendo esas convenciones tácitas, favorables al interés de todos, general- W U d e E y z i e s , d o „ d e K ^ h a i i a d o u n p r e d ^
En efecto, todo cambio producido en el interior de cada comunidad rnidad por uno de sus
— *
ó todo conflicto exterior podían modificar el equilibrio en beneficio de Iceder s 7 ™ P« P-sen éstos en
un miembro particular del pequeño cuerpo social, clan ó tribu. Una mente e o
dOS °,COmPañer0 "" ^ ^ 1 « "
distinción especial concedida á un gran cazador, á un guerrero afortu- por as c ; ° ntr,bUyenteS - LaS P-'" Producidas
nado, á un hábil profeta ó médico, solía permitirle acaparar una parte igualdades d 'naS ' ^ ^ *»
« d e s de posesion q u e se introdujeron en e, g o b i e r n o de ,'as socie-
mayor de animales, del suelo ó de los productos para sí y para todos los
s u y o s , clientes ó esclavos. O bien, por haber disminuido en su distrito
el espacio que se había reservado el clan por el aumento de la pobla-
256 EL HOMBRE Y LA TIERRA PROPIEDAD DE LOS ANIMALES Y DEL SUELO
Pero cualquiera que sea la forma que haya tomado en la historia la consérvase la tradición. E l lord inglés que recorre sus dominios de
apropiación de un campo, de un distrito ó de una provincia por un solo- Irlanda comprende perfectamente el sentido oculto de las miradas que le
individuo, quedan siempre en el recuerdo de los hombres y en el dere- lanzan los campesinos.
cho tradicional ó escrito huellas de una forma anterior de propiedad
colectiva.
En muchas comarcas los propietarios de terrenos particulares trába-
Pero cualquiera que sea la forma que haya tomado en la historia la consérvase la tradición. E l lord inglés que recorre sus dominios de
apropiación de un campo, de un distrito ó de una provincia por un solo- Irlanda comprende perfectamente el sentido oculto de las miradas que le
individuo, quedan siempre en el recuerdo de los hombres y en el dere- lanzan los campesinos.
cho tradicional ó escrito huellas de una forma anterior de propiedad
colectiva.
En muchas comarcas los propietarios de terrenos particulares traba-
En uno de los pequeños Estados de las islas Palaos, los jefes llevan IOS lugares Y en todas las edades. No obstante, conviene saber cómo
el título de mad1 ó «muerte»: nadie, según creen, puede mirarles sin corresponden normalmente desde el punto de vista geográfico las formas
morir instantáneamente. políticas de las sociedades á las diversas formas terrestres en la evolución
L a tendencia á la imitación es también uno de los fenómenos natura- primitiva de la humanidad, y á este respecto pueden establecerse reglas
les que más han contribuido á desarrollar el espíritu monárquico en la generales, que prevalecieron en tanto que la constitución de los grandes
humanidad: el débil quiere modelarse sobre el fuerte, el pobre sobre el listados c e n t r a l i z a d o s , teniendo á su disposición f o r m i d a b l e s medios
rico, el feo sobre el hermoso y aun el hermoso sobre el horrible que es coercitivos, no llegó á borrar los contrastes originarios.
soberano. Tomemos, por ejemplo, un país montañoso, c u y a población, forzosa-
Era, pues, inevitable que el hecho de imitación espontánea fuese por> mente esparcida, se reparte en débiles comunidades en valles de escasa
grados erigido en l e y , en deber. ¿Qué súbdito osaría sustraerse á la extensión, bien limitados por gargantas de paso difícil y por aristas de
obligación de copiar á su amo, allí donde la fuerza está sólidamente rocas frecuentemente obstruidas p o r las nieves y los hielos: en esos pe-
constituida? L a imitación se hace lejana, respetuosa, por la población queños mundos cerrados, cada uno tiene su trabajo definido p o r las con-
entera, y esa imitación, cambiándose poco á poco en una especie de es- d.«ones del medio, y las jornadas se cumplen bien; siega y cercado
tupor, convierte en serviles el pensamiento y la palabra. horticultura, corte de leña, pastoreo de. g a n a d o y fabricación del queso
A s í en las islas Eidji,-cuando un j e f e caía caminando sobre un sen- son las tareas que se imponen durante toda la parte viviente del año
dero escabroso, todos sus acompañantes fingían caer, y si uno solo que- y para un gran número de los naturales del país, el trabajo con,inda du-
daba en pie sus compañeros le maltrataban como insolente y rebelde \ rante U e s , a g ó n fría, á causa de la emigración temporal. L a defensa es
Del mismo modo, cuando el «Gran R e y » , anciano y cacoquímico, se f a c í en atención á lo escarpado de las rocas y á lo inaccesible de los
quejaba del peso de los años, ¿qué cortesano renunciaba al mérito de caminos, y en el caso en que estas condiciones no impidieran el ataque
ser como su señor débil y achácoso? Si una reina tiene Ta - desgracia de los enemigos, la táctica que ha de seguirse no tiene complicaciones
de ser fea, semejarse á su fealdad es la gran belleza; si es deforme, con- que obliguen á los montañeses á someterse á un j e f e único en interés
viene aparentar una deformidad parecida. ' ; i' • •' de la patria minúscula: cada individuo, por sus costumbres y la con-
H a y sólidos privilegios que se reservan los soberanos y que están ducta de su vida, confía en sí mismo; puede entenderse bien con el «pri-
prohibidos al común de los mortales; pero éstos tienen siempre el re- mero de los pares», con el combatiente reconocido por todos como el
curso de remedar á sus amos por medio de gestos permitidos como de mas valiente ó el más astuto, y esto mismo constituye para éste una
buen gusto. especie de autoridad efectiva en tiempo de peligro público, pero que no
sancionaría la opinión en tiempo ordinario y que, por consiguiente, es
Un viejo instinto humano conduce a la bajeza. (HUGO)
easi nulo. E l peligro del mando no toma un carácter de gravedad temi-
Paralelamente hay otras pasiones que obran en medios diferentes ble sino cuando las tribus de montañeses descienden en masa de sus altu-
é impulsan á la insurrección, suscitando el heroísmo. En parte alguna ras nara conquistar las llanuras bajas y fundar imperios en ellas, donde
son idénticas las circunstancias, y , por consiguiente, los resultados polí- cambian rápidamente de costumbres y acaban por perderse en las nació-
ticos de la lucha entre diferentes g r u p o s de hombres sometidos á una nes próximas más civilizadas.
voluntad superior y tal otro g r u p o c u y o s miembros, en diversos grados, Los valles de Himalaya y del H i n d u - k u c h / l o s del Szetchuen, del
conservan todo ó parte de su voluntad individual, han de variar en todos Caucaso, de los A l p e s , de los Pirineos, de los A l p e s meridionales ofrecen
muchos ejemplos de esas pequeñas democracias locales que subsistieron
' Miklukho MaklaV, Jzvestiya Rousskavo Gcograf. Obchtehestva, 1877.
' J. Soury, /iludes historiques sur... rAsic antériture, pág. 321. durante miles de años, conservándose varias de ellas bajo formas moder-
1 - 6 5
..
REPÚBLICAS Y MONARQUÍAS
ñas. En la península de Malacca y en las grandes islas indo-malayas, en nosas, en costas marítimas y en archipiélagos se encuentran distritos que
las islas china de Haínan y japonesa de Formosa, las regiones del inte-
N.° 38. Fragmentación de un territorio montañoso, hace 600 años
rior, irradiando sus valles alrededor de un macizo en forma de espina (Véase pág. 262)
dorsal, están también, ó al menos lo estaban antes, habitadas por pobla-
ciones republicanas cuyas instituciones se determinaban por la división
de las tierras altas en dominios distintos.
Sin embargo, la arquitectura del macizo ó de todo el sistema de mon-
tañas puede tender á facilitar la constitución de un imperio. A s í los
valles lacustres en que están situadas las ciudades de T e z c u c o y de Méjico
y que sirven de a p o y o á todo un círculo de mesetas debían dar por su
posición misma una gran preponderancia á las poblaciones que las habi-
taban, y éstas se aprovecharon de ello para sojuzgar los habitantes de
los valles divergentes, mucho más débiles y sin cohesión natural. Asi-
mismo, las familias gobernantes de los Incas, á las cuales se habían some-
tido las naciones de los A y m a r a s y de los Quichuas, viviendo sobre las
alturas andinas, entre las dos cordilleras, poseían, gracias á la forma del
relieve continental, una potencia de ataque verdaderamente formida-
ble, de que no dejaron de usar contra todos los poblados vecinos que
habitaban sobre las pendientes exteriores de los montes, de un lado la
vertiente del Pacífico, del otro los bosques de la Amazonia.
En Europa mismo, un país de montañas y de amplios valles interme-
i: 3 5 0 0 0 0 0
diarios, Suiza, que presenta un carácter mixto desde el punto de vista M
'00 .50 kil.*
geográfico, ofrece también una doble evolución en su historia: de una
T e r r i t o r i o s eclesiásticos d. Uri
parte la defensa victoriosa de su independencia, gracias al acantona- 2. Kyburg.
A. Abadía de Saint-Gal!. c. Stanz.
3. Habsburg.
IL Obispado de Constanza. / Hasiithal.
miento de los pastores en depresiones de difícil acceso á las gentes de la g. Alto-Valais. 4- l'alkenstein, Thierst, etc.
C. Abadía de Saint-Blasien. 5- De Freiburg ¡i Soleure y
//. Viegc (Visp).
llanura; de otra, la extensión conquistadora de la comunidad sobre las D. Obispado de Estrasburg.
i. Valle de Aosta. Brisgan (Zahringen).
E. Obispado de Bale. 6. Lenzburg y Alta-Alsa-
campiñas inferiores. Por eso la poderosa Berna, á la vez llanura y mon- F. Obispado de Lausana. j. Tarentaire.
cia (Hohenstaufen).
G. Abadía de Saint-Claude. k. Ginebrés.
7- Neuchatel.
taña, oligarquía y república, se apoderó del país de V a u d , <}ue oprimió H. Obispado de Ginebra. /. Sa boy a.
8. Brandis, etc.
I. Obispado de Sión. m. Barochage de Pontarlier.
9. Unspunnen, etc.
duramente hasta el fin del siglo X V I I I , y los pequeños Estados asociados Abadía de Murbach. «. Francas-Montañas (1383).
10. Tellenberg.
K. Abadía de Dissentis. o. Tirol.
que rodean el lago de los «Cuatro Cantones» tuvieron bajo su domina- 11. Wissenberg, etc.
L. Abadía de Glaris. / . Valtelina.
12. Gruyère.
M. Obispado de Coire. q. Valles del Tesino.
ción política el Tesino y. durante mucho tiempo la Valtelina, á la manera r. Bellinzona. 13- Chablais.
T e r r i t o r i o s democráticos J. Bludenz, Sargans, etc. 14- Faucignv.
que las águilas aterran á los carneros. t. Prattigau, Razunes, etc.
15. Cossonay, etc.
ó dudosos 16. Bourgogne.
Diversas comarcas no montañosas ofrecen á sus habitantes condicio- a. Zurich. T e r r i t o r i o s feudales 17. Lorraine. *
>>. Rapperschwyj. 18. Maison de Wittelsbach.
ó dudosos
nes análogas á las que presentan los valles de escasa extensión, sea que c. Schwytz.
1. Toggenburg.
19- Bergallia.
20. Lombardia.
se ramifiquen alrededor de un macizo ó estén dispuestas á ambos lados
de una larga arista. Hasta en llanuras continentales, en regiones panta- por sus condiciones naturales favorecen el nacimiento de pequeñas comu-
..
REPÚBLICAS Y MONARQUÍAS
ñas. En la península de Malacca y en las grandes islas indo-malayas, en nosas, en costas marítimas y en archipiélagos se encuentran distritos que
las islas china de Haínan y japonesa de Formosa, las regiones del inte-
N.° 38. Fragmentación de un territorio montañoso, hace 600 años
rior, irradiando sus valles alrededor de un macizo en forma de espina (Véase pág. 262)
dorsal, están también, ó al menos lo estaban antes, habitadas por pobla-
ciones republicanas cuyas instituciones se determinaban por la división
de las tierras altas en dominios distintos.
Sin embargo, la arquitectura del macizo ó de todo el sistema de mon-
tañas puede tender á facilitar la constitución de un imperio. A s í los
valles lacustres en que están situadas las ciudades de T e z c u c o y de Méjico
y que sirven de a p o y o á todo un círculo de mesetas debían dar por su
posición misma una gran preponderancia á las poblaciones que las habi-
taban, y éstas se aprovecharon de ello para sojuzgar los habitantes de
los valles divergentes, mucho más débiles y sin cohesión natural. Asi-
mismo, las familias gobernantes de los Incas, á las cuales se habían some-
tido las naciones de los A y m a r a s y de los Quichuas, viviendo sobre las
alturas andinas, entre las dos cordilleras, poseían, gracias á la forma del
relieve continental, una potencia de ataque verdaderamente formida-
ble, de que no dejaron de usar contra todos los poblados vecinos que
habitaban sobre las pendientes exteriores de los montes, de un lado la
vertiente del Pacífico, del otro los bosques de la Amazonia.
En Europa mismo, un país de montañas y de amplios valles interme-
i: 3 5 0 0 0 0 0
diarios, Suiza, que presenta un carácter mixto desde el punto de vista
M '00 .50 kil.*
geográfico, ofrece también una doble evolución en su historia: de una
T e r r i t o r i o s eclesiásticos d. Uri
parte la defensa victoriosa de su independencia, gracias al acantona- 2. k'yburg.
A. Abadía de Saint-Gal!. c. Stanz.
3. Habsburg.
/ Haslithal.
miento de los pastores en depresiones de difícil acceso á las gentes de la B. Obispado de Constanza. 4- Falkenstein, Thierst, etc.
C. Abadía de Saint-Blasien. g. Alto-Valais.
//. Viege(Visp). 5- De Freiburg ¡i Soleure y
llanura; de otra, la extensión conquistadora de la comunidad sobre las D. Obispado de Estrasburg.
i. Valle de Aosta. Brisgan (Zahringen).
E. Obispado de Bale. 6. Lenzburg y Alta-Alsa-
campiñas inferiores. Por eso la poderosa Berna, á la vez llanura y mon- F. Obispado de Lausana. j. Tarentaire.
cia (Hohenstaufen).
G. Abadía de Saint-Claude. k. Ginebrés.
7- Neuchatel.
taña, oligarquía y república, se apoderó del país de V a u d , <}ue oprimió H. Obispado de Ginebra. /. Sa boy a.
8. Brandis, etc.
I. Obispado de Sión. m. Barochage de Pontarlier.
9. Unspunnen, etc.
duramente hasta el fin del siglo XVIII, y los pequeños Estados asociados Abadía de Murbach. «. Francas-Montañas (1383).
10. Tellenberg.
K. Abadía de Dissentis. o. Tiro!.
que rodean el lago de los «Cuatro Cantones» tuvieron bajo su domina- 11. Wissenberg, etc.
L. Abadía de Glaris. / . Valtelina.
12. Gruyère.
M. Obispado de Coire. q. Valles d e i Tesino.
ción política el Tesino y. durante mucho tiempo la Valtelina, á la manera r. Bcllinzona. 13- Chablais.
T e r r i t o r i o s democráticos J. Bludcnz, Sargans, etc. 14- Faucignv.
que las águilas aterran á los carneros. t. Prattigau, Razunes, etc.
15. Cossonay, etc.
ó dudosos 16. Bourgogne.
Diversas comarcas no montañosas ofrecen á sus habitantes condicio- a. Zurich. T e r r i t o r i o s feudales 17. Lorraine. *
>>. Rapperschwyl. 18. Maison de Wittelsbach.
ó dudosos
nes análogas á las que presentan los valles de escasa extensión, sea que c. Schwytz. 19- Bergallia.
1. Toggenburg. 20. Lombardia.
se ramifiquen alrededor de un macizo ó estén dispuestas á ambos lados
de una larga arista. Hasta en llanuras continentales, en regiones panta- por sus condiciones naturales favorecen el nacimiento de pequeñas comu-
nidades distintas <jue gozan de una positiva autonomía en un organismo
I';. r- federal.
De ese modo, el régimen primitivo determinado por la naturaleza
misma de los lugares, había de conservarse hasta en los tiempos moder-
nos en países como el de los Frisones, donde las comunicaciones se
habían hecho difíciles, del lado del mar por la falta de profundidad y la
violencia de las tempestades, del lado de tierra por los pantanos y las
praderas temblorosas. L o s espacios secos y fértiles que ocupan la zona
intermediaria eran otros tantos islotes respetados por el vaivén de las con-
quistas y estaban poblados por gentes que de siglo en siglo habían
adquirido la práctica de la libertad: podían esperar el olvido, á menos
que el desastre de un diluvio les forzase á salir de sus retiros para tomar
parte en las guerras de sus vecinos.
A l g u n o s oasis esparcidos en las arenas, como los de E g i p t o y de Ara-
bia, lo mismo que ciertas islas vecinas unas de otras y poco diferentes en
extensión y en recursos, especialmente las del mar E g e o y de ciertos pasa-
jes insulindianos ofrecían ventajas análogas para facilitar una constitución
republicana de sus habitantes. Poblaciones de pastores que viven cada
una en un pliegue de la estepa han podido también conservarse durante
largos siglos en un bello equilibrio de paz y de libertad; pero en cuanto
un conquistador los reunía en una horda, es decir, en un «campo de
guerra», ó rechazados en masa por alguna revolución de la Naturaleza
ó de la historia, se veían forzadas de rechazo á extenderse violentamente
por el mundo, todo cambiaba bruscamente en su género de vida y en su
influencia sobre los otros hombres.
No hay azote comparable al ele una nación oprimida que hace recaer
la opresión, como por furor de venganza, sobre los pueblos que oprime
á su vez. L a tiranía y la opresión se ordena jerárquicamente en la in-
mensidad de las multitudes que tienen á su cabeza un amo universal, en
su base una masa envilecida de esclavos, y como intermediarios una turba
de subordinados de una parte y sobreimpuestos de otra, que imponen
rabiosamente á sus inferiores las violencias que ellos mismos habían
sufrido antes.
•ü 1
La organización política de un conjunto considerable de hombres
depende en gran parte de su número, porque la dominación de un amo
misterioso sobre desconocidos por mediación de «lugartenientes», de
LIBERTAD Y OPRESIÓN
los individuos, resulta que después de los millones de años de curso recí- N.° 39. Lenguas de los P i e l e s - R o j a s
(Véase pág. 266)
p r o c o , las g r a n d e s l e n g u a s de tráfico han e x t e n d i d o su área sobre g r a n -
des superficies; sin e m b a r g o , no faltan pequeñas tribus, en C e l e b e s , en
la N u e v a G u i n e a y en A u s t r a l i a , q u e poseen cada una, c o m o nidos
de p á j a r o s , su hablar diferente. D e l mismo modo, en el continente de
A f r i c a , las g r a n d e s lenguas conquistadoras, el árabe, el suaheli, el
haussa, varios idiomas bantus y en l a actualidad las j e r g a s inglesas
y otras se imponen s o b r e los l e n g u a j e s naturales; ¡ p e r o cuántas pe-
queñas comunidades hay d o n d e se entienden aún por medio de pala-
bras desconocidas en otro l u g a r !
proco, las grandes lenguas de tráfico han extendido su área sobre gran-
des superficies; sin embargo, no faltan pequeñas tribus, en Celebes, en
la Nueva Guinea y en Australia, que poseen cada una, como nidos
de pájaros, su hablar diferente. Del mismo modo, en el continente de
Africa, las grandes lenguas conquistadoras, el árabe, el suaheli, el
haussa, varios idiomas bantus y en la actualidad las j e r g a s inglesas
y otras se imponen sobre los lenguajes naturales; ¡pero cuántas pe-
queñas comunidades hay donde se entienden aún por medio de pala-
bras desconocidas en otro l u g a r !
embargo al Oeste, en las montañas, el quichua, el aquara, el tahuelche " "" "iB" MOOkü
1. Algonquinos,
tuvieron en tiempos pasados un gran poder de absorción, y , en el Brasil 2. Iroqueses, Athapascan. 20.
3- Siux. Chinkokan y Wanlatpuan. 21.
central, el vaivén de los bateleros sobre los ríos hizo del guarani una 4- Uchean. Kalapooian y Salichan. 22.
5- Timuquanan. Yakonan y Kusan. 23.
lengua que mereció ser llamada lingoa geral. Por último, en la A m é - 6. Muskugies ó Creeks. 24.
Takilman, Lutuamian y Sastean.
7- Tonikan. 25.
Quoratean, Weitspekan, Chimar,kan y
rica septentrional, las lenguas de los Pieles-Rojas estaban en guerra 8. Natchez. W ichoskan, •>
9- Chitimachan. 26. I'alaihnihan y Yanan.
como las mismas tribus, y se comprueba que muchas de ellas parecían 27. Copehan.
10. Attacapan.
' i . Adaizan. 28. Pajunan y Wachoan.
hallarse en vía de desaparición: en California, en el O r e g ó n , sobre todo 29.) Kulanapan, Yukian.
12. Caddoan.
30.1 Moquelumnan.
en la vertiente del Pacífico, la presión de los conquistadores ha redu- 13- Karankawan.
14- Kiowan. 31. Costanoan, Mariposan, Esselenian y Mo-
cido á las naciones indias en un espacio cada día más estrecho. 15. Chochones. quelumnan. J
incontestable y las herencias legadas por nuestros antepasados no hubie- v a d o r y destructor. A s i , p o r una extraña contradicción, los budistas
sen c o n t e n i d o — c o s a p o c o p r o b a b l e — n i fetiches, ni amuletos, ni varillas c u y a doc.trma 6 más bien las diversas doctrinas atestiguan un estudió
mágicas, no se estaría autorizado para deducir de ello que el h o m b r e conctenzudo y p r o f u n d o de la naturaleza presente y del otro mundo, han
primitivo, simple máquina de funciones corporales, no hubiese sido soli- N.° 40. Religiones del Dahomey
todos sus otros congéneres humanos. Por esta definición de animal reli-
raban al dios de sus antepasados del Dahomey, la serpiente V o d u .
g i o s o dada al hombre, Quatrefages tenía la intención de constituir un
Hasta los cristianos, en c u y o nombre niegan ciertos filósofos la reli-
«reino humano» aparte, suspendido, por decirlo así, entre el cielo y la
giosidad á esos animales, á pesar de que su nombre significa «poseedores
tierra; pero por eso mismo los «hermanos menores» del hombre se halla-
del s o p l o » ó «que tienen un al-
ron colocados en la misma categoría del hermano mayor. Muchos filó-
ma», han solido faltar á la lógica
sofos modernos, entre otros Comte, están dispuestos á admitirle, al menos
en su historia religiosa, puesto
en cierta estrecha medida, y T i t o Vignoli reconoce el origen del mito en
que algunas asambleas de la Igle-
el animal lo mismo que en el hombre
sia, afirmando la responsabilidad
Las obras antiguas están llenas de historietas ó de relatos graves,
de tal ó cual animal, le condenó
mostrándonos la firme creencia de nuestros antepasados en la semejanza
á la hoguera, á la horca ó al
originaria de las concepciones entre todos los seres organizados. Los
hacha. ¿Y no va acompañado
animales pasaban por iguales desde todos los puntos de vista, y podían
cada evangelista de su animal
ser hasta nuestros superiores, y a que muchos de ellos fueron escogidos
emblemático? En realidad cada
como objeto del culto. ¿No se adora en mil pueblos del mundo, y espe-
pueblo se inclina fácilmente á
cialmente en el país africano de Uidá ( W h y d a h ) , la serpiente que nace
dotaf á los seres vivientes de
de la T i e r r a y que, arrollándose en círculo y mordiéndose la cola es
ábs propias creencias. Los con-
el ser (pie no tiene fin, el símbolo de la Eternidad? En la leyenda he-
cilios cristianos
braica, la serpiente representa la misma inteligencia, la ciencia del
conjuraban á los
Bien y del Mal. En las religiones hindas, tan ricas en transformacio-
animales en nombre
nes de toda especie, de la planta al animal y del animal al dios, ¿no
de la «Santísima
es Ganesa, es decir, el Elefante, el que llegó á ser el tipo de la sabiduría,
Trinidad», y la
y , en la isla de Bali, no han hecho de él, con Durga y Siva, la tercera
mitología de la
persona de la Trinidad? ¿No son el mono Hanuman y sobre todo la
Edad Media, ha-
vaca sagrada de los Brahmanes las divinidades grandísimas hacia las cua-
ciendo de los ani-
les se dirigen las miradas de doscientos millones de hombre«? Apis y
males los Intérpre-
A n u b i s reinaron durante muchos siglos sobre los ribereños del Nilo, GANESA, EL ELEFANTE, TIPO DE LA SABIDURIA
tes de la Virgen ó
y el dios de los Judíos no dió la fuerza soberana entre los que inmediata- ( Miisto Guimet.)
de Satanás, santos
mente le rodeaban á unos toros alados ó «querubines», y á unos «serafi-
nes» ó grandes saltamontes? También rindieron un culto religioso las ó demonios, les atribuía siempre el más seguro conocimiento de la
«santa religión».
tribus primitivas á los animales del bosque, de la sabana y del mar, al
ciervo, al carabao, al corzo, al antílope, al castor, al oso, al bisonte, Del mismo modo, los Peruanos, hijos de los Quichuas y de los
al casuario, á la foca y á la ballena, todos animales que g r u p o s de familias Aimaras, que fueron ellos mismos adoradores del Sol, han conser-
reivindicaban orgullosamente como antepasados. Por una especie de vado mucho de su antiguo culto para imaginarse que las llamas, sus
atavismo, unos negros de H a i t i — y se les achacaba á gran c r i m e n — a d o - animales de carga, no dejan nunca, á la salida 'del astro, de volverse
hacia él y de saludarle con ligeros balidos. Demasiado tímidos para
atreverse, á pesar de sus sacerdotes venidos de ultramar, á prosternarse
1 Tito Vignoli, Myth and Science.
ante el orbe sublime que de repente abrillanta los montes, los A n d i n o s
SENTIMIENTO RELIGIOSO
2/3
todos sus otros congéneres humanos. Por esta definición de animal reli-
raban al dios de sus antepasados del Dahomey, la serpiente V o d u .
g i o s o dada al hombre, Quatrefages tenía la intención de constituir un
Hasta los cristianos, en c u y o nombre niegan ciertos filósofos la reli-
«reino humano» aparte, suspendido, por decirlo así, entre el cielo y la
giosidad á esos animales, á pesar de que su nombre significa «poseedores
tierra; pero por eso mismo los «hermanos menores» del hombre se halla-
del s o p l o » ó «que tienen un al-
ron colocados en la misma categoría del hermano mayor. Muchos filó-
ma», han solido faltar á la lógica
sofos modernos, entre otros Comte, están dispuestos á admitirle, al menos
en su historia religiosa, puesto
en cierta estrecha medida, y T i t o Vignoli reconoce el origen del mito en
que algunas asambleas de la Igle-
el animal lo mismo que en el hombre
sia, afirmando la responsabilidad
Las obras antiguas están llenas de historietas ó de relatos graves,
de tal ó cual animal, le condenó
mostrándonos la firme creencia de nuestros antepasados en la semejanza
á la hoguera, á la horca ó al
originaria de las concepciones entre todos los seres organizados. Los
hacha. ¿Y no va acompañado
animales pasaban por iguales desde todos los puntos de vista, y podían
cada evangelista de su animal
ser hasta nuestros superiores, y a que muchos de ellos fueron escogidos
emblemático? En realidad cada
como objeto del culto. ¿No se adora en mil pueblos del mundo, y espe-
pueblo se inclina fácilmente á
cialmente en el país africano de Uidá ( W h y d a h ) , la serpiente que nace
dotaf á los seres vivientes de
de la T i e r r a y que, arrollándose en círculo y mordiéndose la cola es
ábs propias creencias. Los con-
el ser (pie no tiene fin, el símbolo de la Eternidad? En la leyenda he-
cilios cristianos
braica, la serpiente representa la misma inteligencia, la ciencia del
conjuraban á los
Bien y del Mal. En las religiones hindas, tan ricas en transformacio-
animales en nombre
nes de toda especie, de la planta al animal y del animal al dios, ¿no
de la «Santísima
es Ganesa, es decir, el Elefante, el que llegó á ser el tipo de la sabiduría,
Trinidad», y la
y , en la isla de Bali, no han hecho de él, con Durga y Siva, la tercera
mitología de la
persona de la Trinidad? ¿No son el mono Hanuman y sobre todo la
Edad Media, ha-
vaca sagrada de los Brahmanes las divinidades grandísimas hacia las cua-
ciendo de los ani-
les se dirigen las miradas de doscientos millones de hombre«? Apis y
males los Intérpre-
A n u b i s reinaron durante muchos siglos sobre los ribereños del Nilo, GANESA, EL ELEFANTE, TIPO DE LA SABIDURIA
tes de la Virgen ó
y el dios de los Judíos no dió la fuerza soberana entre los que inmediata- ( Miisto Guimet.)
de Satanás, santos
mente le rodeaban á unos toros alados ó «querubines», y á unos «serafi-
nes» ó grandes saltamontes? También rindieron un culto religioso las ó demonios, les atribuía siempre el más seguro conocimiento de la
«santa religión».
tribus primitivas á los animales del bosque, de la sabana y del mar, al
ciervo, al carabao, al corzo, al antílope, al castor, al oso, al bisonte, Del mismo modo, los Peruanos, hijos de los Quichuas y de los
al casuario, á la foca y á la ballena, todos animales que g r u p o s de familias Aimaras, que fueron ellos mismos adoradores del Sol, han conser-
reivindicaban orgullosamente como antepasados. Por una especie de vado mucho de su antiguo culto para imaginarse que las llamas, sus
atavismo, unos negros de H a i t i — y se les achacaba á gran c r i m e n — a d o - animales de carga, no dejan nunca, á la salida 'del astro, de volverse
hacia él y de saludarle con ligeros balidos. Demasiado tímidos para
atreverse, á pesar de sus sacerdotes venidos de ultramar, á prosternarse
1 Tito Vignoli, Myth and Science.
ante el orbe sublime que de repente abrillanta los montes, los A n d i n o s
2
74 F.L H O M B R E Y LA TIERRA
RELIGIOSIDAD ENTRE LOS ANIMALES
En el fondo, todas las religiones, las del animal como las del hombre, da el carácter especial que le imponen el medio geográfico primitivo
todos los cultos, por diferentes que aparezcan, por hostiles que recípro- y el medio histórico, secundario y complejo. Es un hecho de signi-
camente puedan ser, tienen orígenes análogos y se desarrollan siguiendo ficac.on profunda que el nombre dado por los antiguos Germanos
una marcha paralela. Cada ser humano, arrastrado en el torbellino g e - a su mas alta divinidad sea precisamente el de Oski ó « D e s e o » : dos mil
neral de la vida y deseoso, no obstante, de salvarse, de desarrollar su anos después la filosofía viene á atestiguar esta etimología, reconociendo
que el d.os creado por el hombre es seguramente la personificación de
1 P. Germain, Actes de 1a Sociélf identifique du Chili.
' Hermán n Vambery, Sittenbilder at/s dem Morgenland.
1 Girard de Rialle, Origine des Religions. Das Wesen des Christenthums;-Das Wesen der Religion.
RELIGIÓN Y PEREZA INTELECTUAL
PRACTICAS RELIGIOSAS
¿ • fas.
M H
PRACTICAS RELIGIOSAS
teriosas de los sucesos que le sorprenden. En el inmenso teatro de la denan siguiendo cierta jerarquía que tiene seme-
vida, cada ser le parece tener un papel especial de utilidad ó de daño janza en todo el mundo '.
para su propia persona, «centro del universo»; cada uno le parece habi- La fiera, lo mismo que el poderoso animal
tado por un espíritu favorable ó adverso: cada fuente tiene su náyade; amigo se cuentan entre los grandes fetiches. Los
cada árbol su dríada; todo está maravillosamente animado, y se convierte personajes excepcionales, los magos curanderos
en fetiche hasta el guijarro, hasta la brizna de hierba. T o d o oculta un y el rey, «comedor de hom-
alma, que dormita quizá, pero que es fácil despertar ó que despierta por bres», ocupan también un
sí misma. Es la edad del pandemonismo, de donde después había de sur- f rango muy elevado en el
gir el panteísmo
infinito de las personas di-
E l hombre, rodeado por los espíritus como por una nube infinita de
vinizadas,
mosquitos, pasa, pues, su existencia en una plática constante, profiriendo a s i c o m °
reproches por un lado y acciones de gracias por otro.
ft^mLfittí también los
Creyéndose el núcleo inicial del mundo, el salvaje ha de imaginarse
que todos los fenómenos de la Naturaleza se cumplen para él, se unen
^^•fjfeyJ/^^^fl^HKE^B^Es tivos de la
para espantarle ó se animan para hacer su alegría. « ¡ E s t o sólo á mí me
Naturaleza
ocurre!» exclama todavía el cándido egoista. Alternativamente, y á
^ R que, aun-
veces en el intervalo de algunos instantes, le parece que unos espectros
quecompo-
se levantan en su derredor en forma de arbustos y de piedras, después
• niéndose
le sonríen las estrellas y las hojas le murmuran dulces palabras. Puesto
que todo en derredor del hombre puede, según las circunstancias,
mero infi-
aterrorizar ó tranquilizar, convertirse en genio favorable ó demonio, le
nito de mo-
será imposible clasificar por orden lógico las divinidades, ora benévolas,
léculas i n -
ora malignas, que se mueven alrededor de él. Por lo demás, las mitolo-
dependien-
gías se entremezclan de tribu á tribu, de pueblo á pueblo, y , á conse-
tes, apare-
cuencia de la diferencia de los nombres que se convierten en otros tantos
ce n , no
personajes diversos, aunque se apliquen al principio á los mismos se-
obstante,
res de imaginación, el todo forma un conjunto absolutamente inextri-
como indi-
cable
viduos gi-
gantescos:
T a l ó cual coincidencia rara, tal ó cual circunstancia extraña, produ-
los Ríos,
ciendo lo que se figura ser un «milagro», puede dar á un objeto particu- vvjr ^ i f i s p ; r
" R ® ^ 1 4 ,
T U M B A D E UN J E F E I N D I 0 ( C 0 L 0 M B L A BR1T, las Monta-
lar una importancia de primer orden en las alucinaciones del hombre; sin
F i g u r a s á <jue los n a t u r a l e s dan el ñas, los
embargo, los seres adorados, verdaderos ó imaginarios, los « f e t i c h e s » — mas t e r r i b l e a s p e c t o p o s i b l e p a r a r e c h a z a r á los m a l o s e s p í r i t u s que
impiden a los m u e r t o s p a s a r al o t r o m u n d o . Promonto-
muy bien llamados así por los portugueses, fcitifos ó « f a c t i c i o s » — s e or- Dibujo de G. Roux, según documentos fotográficos. rios, el vas-
1 F.lie Reclus, Notas manuscritas.
' Draper, Ilistoirc du Dévebppcmcnt intelléctucl de lEurope. De Brosses, Du Culte des dieux-fétiches, París 1760
FETICHISMO
to Océano, las Nubes, la Lluvia, los R a y o s solares, la misma Tierra, la A n t e s de la invención del neutro, que es de origen moderno, toda forma
fecunda G a y a de la cual hemos salido todos y á la cual hemos todos de exterior estaba representada por un sustantivo masculino ó femenino >.
volver. L o s puntos cardinales, regiones del espacio indefinido, son tam- A esas almas de la Tierra que asedian al hombre por todas partes se
bién dioses para los Mongoles, los Y a k u t e s , y los rusos yakutizados juntan las almas de los que han vivido, de los que no han nacido aún:
Por último, el Cielo, en toda su inmensidad, no es para aquellos cuyo
planeta abraza en su redondez infinita más que un sólo y gran individuo
á quien se ha de temer y suplicar como cualquier otro cuerpo con el cual
el hombre se halla igualmente en contacto. En toda lógica se ha podido,
pues, considerar al pueblo chino, no ha mucho adorador de los genios
de la Tierra y del Cielo, como habiendo pasado apenas en su evolución
el período del fetichismo, y , en verdad, qué adoradores podrían imagi-
narse desarrollados fuera de esta religión u n i v e r s a l ' ?
Los millones y millares de millones de seres temidos que representan
las almas de tantos cuerpos distintos, pueden resumirse en un inmenso
fetiche como la Tierra ó el Cifclo. L a s dimensiones prodigiosas de esos
dioses superiores no impiden que se crea también en la influencia de los
torbellinos de diosecillos infinitamente pequeños, y precisamente los chi-
nos, que celebran la fiesta del Cielo en tan minuciosas ceremonias, dedi-
can todavía mucha mayor solicitud en las mil observancias que e x i g e el
culto del fang-chóui, es decir, de la multitud infinita de los espíritus del
aire y del a g u a ; en parte alguna ha tomado el arte mágico de hacerse
favorables los genios mayor importancia que en la « F l o r del Medio».
L a historia moderna del mundo chino ha sido* determinada en gran
parte por la resistencia del pueblo «amarillo» á la brutalidad del inge-
niero europeo que viene con insolencia y sin respeto á remover la tierra EX-VOTO DE HIERRO FORJADO EN SAINT-bÉONARD (TI ROL)
sagrada y á violar sus espíritus. Entre nosotros, europeos, ¡ qué revo-
lución se operaría si de repente se privase á nuestros hijos de sus muñe- el naturismo se convierte en «animismo'» ó más bien se confunde con él,
cas y j u g u e t e s 3 ! porque la muerte hiere incesantemente en su rededor, y los soplos miste-
riosos, las «almas», los «espíritus» de los seres expirantes van á confun-
El «naturismo» es esa religión que nace espontáneamente de la creen- dirse con las energías, de naturaleza igualmente desconocida, que salen
cia en los innumerables genios representantes de las fuerzas activas de la de la tierra y de los árboles.
Naturaleza: todo vive, como lo atestiguan la mayor parte de nuestras
El hombre se ve constantemente rodeado por esa^ fuerzas de diverso
lenguas, que dan carácter sexual, «él», «ella», á todos los objetos.
origen pero de poder i g u a l ; sin embargo, las enfermedades y la mue'rte,
interviniendo en su existencia por súbitas y á veces terribles apariciones,
1 Deutsche Rundschau, Jahrgang XVII; Hcft, 12.
5 1'ierre Laffite, General View of Chínese Civilis,ilion.
3 Lubbock, Anlhropological Rcview, oct. 1869. Mae Müller, Rssais de Mythologie comparce, trad. G. Ferrol, pág. 72.
hacen que se deje llevar fácilmente por su instinto á reconocer en ellas desaparecía, pero sólo en apariencia y si no había encontrado refugio en
las más temibles diosas. L o s Georgianos tratan á los azotes pestilencia- otro cuerpo '; la parte más sutil de su ser, convertida en más invisible
les de «grandes señores» y se dirigen á ellos en lenguaje adulador que el aire, se movía aquí ó allá alrededor de la antigua morada, sobre-
E l salvaje quiere conjurar la muerte cuando se presenta como ene- todo en las agitadas hojas. A u n en nuestros días, en el país de Verviers,
miga, para quitarle compañeros, amigos y parientes, y la invoca como se prohibe á los niños tirar piedras en los cercados', en la fiesta de los
aliada y como protectora para que hiera al animal que persigue, á la Muertos, para no herir las almas.
fiera que le ataca ó al odiado adversario. Cree sentir el contacto de las
almas de los muertos, salidas de todos los cadáveres caídos en su derre- Pero vivientes como son, ¿cómo pueden esas almas sostenerse fuera
dor; percibe que se arremolinan en el aire en una proximidad propicia de las condiciones necesarias á la conservación de su existencia? Ahí
ó inquietante, según el estado de paz ó de guerra que prevalece en la comienza el milagro. S e creía que los espíritus errantes privados de su
población. S e ven esas almas, se las o y e tan bien, que para huir de cuerpo le habían perdido á su pesar, p o r - e f e c t o de alguna astucia de
ellas, los que las temen, tratan de extraviarlas en el bosque, cerrando los brujo, de alguna violencia de los genios malos \ Por tanto, era preciso
caminos, cambiando el emplazamiento de las cabañas, tapiando las puer- combatir resueltamente esos enemigos. L a piedad filial y esa solidari-
tas, disfrazándose para no ser reconocidos, hasta abandonando el antiguo dad humana que algunos pesimistas niegan, aunque liga los vivos á aque-
lenguaje para hablar otro nuevo \ llos que y a no existen, exigían, pues, del primitivo que tratase de r e p o -
E n t r e esas almas en pena, había felizmente muchas que llegaban ner la muerte en un medio que le conviniese.
á tener un cuerpo que habitar. Los parientes del muerto solían ser Primeramente se trataba de darle una morada que pareciese ser de su
advertidos en sueños del sitio en que se hallaba aquel cuerpo y de la g u s t o ; s o b r e t o d o en esta ocasión los ritos funerales habían de variar
transformación que había sufrido: unas veces oían su voz en un árbol según la naturaleza de las .comarcas y las industrias locales: en tal pobla-
y comprendían que allí se había refugiado; otras se revelaban en un ción se enterraría el muerto cerca de la piedra de su h o g a r ; en otra se
animal del bosque, que había tomado la semejanza del ser desaparecido. encerraría su alma en un muñeco de madera ó en una efigie de cera, en
Cumplíase una transmigración de las almas de la vida precedente en un girón de tela que se colgaba en el techo de la cabana. L a rama de un
otras vidas nuevas, todo objeto de la naturaleza circundante, la roca ó el árbol sagrado, una armazón de madera, la proa de un barco eran tam-
manantial, la planta ó el animal podían convertirse en asilo del fugitivo. bién lugares de residencia atribuidos á los muertos. Del mismo modo
U n a sola cosa era cierta, la continuidad de la vida, hecho que los salva- la llama santa debía, en muchas poblaciones, destruir el cuerpo y unirse
jes comprendían de la manera más sencilla; sin poder estudiarle desde.el íntimamente al soplo del hombre, su alma verdadera. L o s más bravos
punto de vista del desprendimiento de los gases de la combinación orgá- daban á sus muertos la más digna de las sepulturas. Su propio cuerpo.
nica en formas nuevas, nuestros antepasados conservaban la invencible Los Rattas, de Sumatra, los T c h u k t c h i , de Siberia, y otros se comían
certidumbre de que las almas de los muertos les acompañaban siempre sus ancianos.
y se encontraban con ellos, como en el tiempo de su existencia anterior, Una manera más refinada de incorporarse el alma de los muertos con-
en relaciones de amistad ó de odio. sistía en beber los líquidos que corren del cadáver descompuesto: asi-
A s í , aunque teniendo miedo de la muerte, esa transformación prodi- era como en muchas tierras de la Insulindia debían proceder las esposas
giosa que retira el soplo del pecho y hace pudrir las carnes, creían en la para permanecer fieles á sus esposos; de ese modo absorbían en detalle
persistencia de la vida bajo mil formas. El difunto no estaba muerto, el cuerpo del dueño hasta que no quedase en lacabaña más que una mo-
lenguaje para hablar otro nuevo \ llos que y a no existen, exigían, pues, del primitivo que tratase de r e p o -
E n t r e esas almas en pena, había felizmente muchas que llegaban ner la muerte en un medio que le conviniese.
á tener un cuerpo que habitar. Los parientes del muerto solían ser Primeramente se trataba de darle una morada que pareciese ser de su
advertidos en sueños del sitio en que se hallaba aquel cuerpo y de la g u s t o ; s o b r e t o d o en esta ocasión los ritos funerales habían de variar
transformación que había sufrido: unas veces oían su voz en un árbol según la naturaleza de las .comarcas y las industrias locales: en tal pobla-
y comprendían que allí se había refugiado; otras se revelaban en un ción se enterraría el muerto cerca de la piedra de su h o g a r ; en otra se
animal del bosque, que había tomado la semejanza del ser desaparecido. encerraría su alma en un muñeco de madera ó en una efigie de cera, en
Cumplíase una transmigración de las almas de la vida precedente en un girón de tela que se colgaba en el techo de la cabana. L a rama dJ un
otras vidas nuevas, todo objeto de la naturaleza circundante, la roca ó el árbol sagrado, una armazón de madera, la proa de un barco eran tam-
manantial, la planta ó el animal podían convertirse en asilo del fugitivo. bién lugares de residencia atribuidos á los muertos. Del mismo modo
U n a sola cosa era cierta, la continuidad de la vida, hecho que los salva- la llama santa debía, en muchas poblaciones, destruir el cuerpo y unirse
jes comprendían de la manera más sencilla; sin poder estudiarle desde.el íntimamente al soplo del hombre, su alma verdadera. L o s más bravos
punto de vista del desprendimiento de los gases de la combinación orgá- daban á sus muertos la más digna de las sepulturas. Su propio cuerpo.
nica en formas nuevas, nuestros antepasados conservaban la invencible Los Rattas, de Sumatra, los T c h u k t c h i , de Siberia, y otros se comían
certidumbre de que las almas de los muertos les acompañaban siempre sus ancianos.
y se encontraban con ellos, como en el tiempo de su existencia anterior, Una manera más refinada de incorporarse el alma de los muertos con-
en relaciones de amistad ó de odio. sistía en beber los líquidos que corren del cadáver descompuesto,: asi-
A s í , aunque teniendo miedo de la muerte, esa transformación prodi- era como en muchas tierras de la Insulindia debían proceder las esposas
giosa que retira el soplo del pecho y hace pudrir las carnes, creían en la para permanecer fieles á sus esposos; de ese modo absorbían en detalle
persistencia de la vida bajo mil formas. El difunto no estaba muerto, el cuerpo del dueño hasta que no quedase en lacabaña más que una mo-
mía desecada. L o s A l i v u r u ( A l f u r u ) de las islas A r o e , al oeste de la partes se les remite á las hormigas para que el esqueleto limpio en se-
Papuasia, mezclan á sus tortas de s a g ú los fragmentos de los c u e r p o s de g u i d a pueda ser c o n s e r v a d o c o m o fetiche l .
sus parientes y se les asimilan así en el espacio de algunas semanas; en B a j o cualquier forma que persistan los cuerpos, no deja de suponerse
los banquetes fúnebres hacen circular una c o p a de h o n o r en que el que viven siempre, y c o n v i e n e alimentarlos regularmente, sea p o r g r a n -
arrak se mezcla al j u g o del c a d á v e r , y todos beben un sorbo para co- des comidas, que pueden resultar m u y costosas á la familia ó á la c o m u -
nidad, sea p o r la ofrenda
m u l g a r con el m u e r t o ' . bras: así era c o m o los grie-
de migitas y gotitas, que se
Pero hay tribus q u e , habiendo a b a n d o n a d o por sí mismas la r e p u g - g o s y los romanos inclina-
j u z g a b a n suficientes c o m o
nante práctica, la han i m p u e s t o . á sus e s c l a v o s : comen sus muertos por ban sus c o p a s de bebida so-
alimentos de simples som-
bre el f u e g o para que un
Hasta este punto su influencia era legítima; pero nada deprava tanto
como el éxito, y su consideración misma había de arrastrarlos á hipó- para curar las enfermedades físicas del hombre, sea parV apartar de él la
critas pretensiones de saber. L a magia se convirtió en un oficio, sea mala suerte echada por otros brujos ó por los genios, y este oficio fué
retribuido, porque sin presente al dios y á su intérprete no hay salva-
ción. L a parte de ciencia verdadera, mezclada á la supuesta ciencia,
1 Marillier. Remy de Gourmont, Chernia de Velmirs, p. iS.
1-72
ALIMENTO DE L A S ALMAS
29i
cielo de los Judíos? Y en una augusta indiferencia, Zeus se sienta en la A sus pies, vasijas y pequeños recipientes contienen provisiones y plantas aromaticas destinadas
a la curacon de las heridas. El cuerpo reposa sobre el carro, del cual Unicamente ha respe-
cima del Olimpo para regocijarse con la lucha de esos pueblos perece-
tado el tiempo el cubo y las yantas de hierro.
deros, los T r o y a n o s y A c a y o s , que se degüellan mutuamente á sus pies'.
Ese odio sanguinario, esa terrible envidia de los infinitos genios ó del phanie, los Boranes satisfacen al dios W a k , el «Cielo», abandonándole
amo de los genios, sólo podía tener un medio único de ser conjurados, los hijos nacidos durante los primeros años de matrimonio, cuatro años
el sacrificio: así como en un incendio destructor de los bosques, el entre los unos, ocho entre los otros; los recién nacidos son expuestos en
salvaje favorecía el f u e g o , del mismo modo daba un poco de sangre al la maleza y devorados por las fieras. Después de este período de puri-
dios-ávido que quería bebería á mares; al menos así ganaba tiempo. ficación, los Boranes, convertidos en Rabas, se consideran en paz con su
Pero donde quiera que la población vivía bajo el terror inspirado por el dios: un sacerdote los circuncida y procrean hijos á quienes quieren
L a leyenda de A b r a h a m indica una etapa de la humanidad; simboliza
1 Pictct, Aryas, t. II, pp. 644-645.
la dulcificación de las costumbres que se produjo en la historia del pue-
1 Miklukho-Maklay, Bulle! in de la SocieU de Geographie russe, 1S7S.
® William Ellis, Polyncsiau Rcsearches.
1 Iliade, XX. Maud, Geogr. Journal, mayo, 1904. p. 56S.
ALIMENTO DE L A S ALMAS
29i
cielo de los Judíos? Y en una augusta indiferencia, Zeus se sienta en la A sus pies, vasijas y pequeños recipientes contienen provisiones y plantas aromaticas destinadas
a la curae.cn de las heridas. El cuerpo reposa sobre el carro, del cual Unicamente ha respe-
cima del Olimpo para regocijarse con la lucha de esos pueblos perece-
tado el tiempo el cubo y las yantas de hierro.
deros, los T r o y a n o s y A c a y o s , que se degüellan mutuamente á sus pies'.
Ese odio sanguinario, esa terrible envidia de los infinitos genios ó del phanie, los Boranes satisfacen al dios W a k , el «Cielo», abandonándole
amo de los genios, sólo podía tener un medio único de ser conjurados, los hijos nacidos durante los primeros años de matrimonio, cuatro años
el sacrificio: así como en un incendio destructor de los bosques, el entre los unos, ocho entre los otros; los recién nacidos son expuestos en
salvaje favorecía el f u e g o , del mismo modo daba un poco de sangre al la maleza y devorados por las fieras. Después de este período de puri-
dios-ávido que quería bebería á mares; al menos así ganaba tiempo. ficación, los Boranes, convertidos en Rabas, se consideran en paz con su
Pero donde quiera que la población vivía bajo el terror inspirado por el dios: un sacerdote los circuncida y procrean hijos á quienes quieren
L a leyenda de A b r a h a m indica una etapa de la humanidad; simboliza
1 Pictct, Aryas, t. II, pp. 644-645.
la dulcificación de las costumbres que se produjo en la historia del pue-
1 Miklukho-Maklay, Bulle! in de la Societé de Geographie russe, 1S7S.
® William Ellis, Polyncsiau Rcsearches.
1 Iliade, XX. Maud, Geogr. Journal, mayo, 1904. p. 56S.
SACERDOTES Y SACRIFICIOS
sangre humana es el primer deber de un candidato á la virilidad. Y la ado. E l Dayak se alaba de tener un puñal por antepasado A s í tam-
educación que ha recibido este hijo del bosque, que no obstante es muy
De Bnckcr, Archijel Judien.
I -
bién es un gran honor en nuestras modernas sociedades ser tenido por
descendiente de hombres que se han ilustrado por el uso del hacha de
armas, del cuchillo ó del arcabuz.
E l asesinato religioso, inspirado y arreglado en sus detalles por la
magia, en muchas ocasiones debía ser acompañado de comidas antropo-
fagias. Es cierto que el canibalismo puede tener entre los fugitivos
A s , todas las religiones actuales que se presentan bajo formas tan di-
versas y tan complicadas en apariencia, derivan por igual de esa primera
necesidad que atormenta al primitivo: tiene sed de comprender, ó al me-
nos de tener una explicación, verdadera ó falsa, de los fenómenos de la
Naturaleza, de los problemas de la muerte y del más allá. En Ios espí-
ntus sinceros esta necesidad de saber se presenta bajo una forma pura y
da una gran nobleza á la evolución religiosa: la investigación de la verdad
se une a la bondad del corazón y á la profundidad del pensamiento. En
los antiguos tiempos como en nuestros días, quizá de una manera más
v a g a pero no menos apasionada, habría hombres que tendrían el senti-
miento, aunque obscuro y lejano, de que existían causas generales deter-
minantes de los innumerables Hechos aislados y-distintos •; en el caos de
lo fimto sentirían un infinito a. que querrían dar nombre, y bajo cuyas
A s , todas las religiones actuales que se presentan bajo formas tan di-
versas y tan complicadas en apariencia, derivan por igual de esa primera
necesidad que atormenta al primitivo: tiene sed de comprender, ó al me-
nos de tener una explicación, verdadera ó falsa, de los fenómenos de la
Naturaleza, de los problemas de la muerte y del más allá. En Ios espí-
ntus sinceros esta necesidad de saber se presenta bajo una forma pura y
da una gran nobleza á la evolución religiosa: la investigación de la verdad
se une a la bondad del corazón y á la profundidad del pensamiento. En
los antiguos tiempos como en nuestros días, quizá de una manera más
v a g a pero no menos apasionada, habría hombres que tendrían el senti-
miento, aunque obscuro y lejano, de que existían causas generales deter-
minantes de los innumerables Hechos aislados y-distintos •; en el caos de
lo fimto sentirían un infinito a. q U e querrían dar nombre, y bajo cuyas
[s
v a y a s á morir, no tires tu pan; antes de abandonar un campo, siém-
brale!»
ki DIVISIONES
<
%
f 3 f. s u
1 H. Vanbery, Sittenbildcr a:is dem Morgenlan.i, pág. 31
& B Y RITttO b E Lfl HISTORIA
Hl
gj|
Cada estremecimiento terrestre
corresponde d un balanceo de los cielos.
C A P Í T U L O VI
R
m- EMONTANDO en el pasado tan lejos como nos lo permite la
perspectiva de los acontecimientos conocidos ó descubiertos
por los sabios modernos, se observa y se comprueba q u e ,
hasta una época reciente, la mayor parte de la superficie terrestre estaba
dividida en áreas étnicas aisladas J a s unas de las otras, ó al menos b a s -
¡1 - .
íi'i t tante distintas para que la coherencia geográfica del territorio quedase
ignorada de los mismos habitantes.
iMií: Mi:".*!,
¡i I
300 EL HOMBRE Y LA TIERRA
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v a y a s á morir, no tires tu pan; antes de abandonar un campo, siém-
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C A P Í T U L O VI
R
m- EMONTANDO en el pasado tan lejos como nos lo permite la
perspectiva de los acontecimientos conocidos ó descubiertos
por los sabios modernos, se observa y se comprueba q u e ,
hasta una época reciente, la mayor parte de la superficie terrestre estaba
dividida en áreas étnicas aisladas J a s unas de las otras, ó al menos b a s -
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íi'i t tante distintas para que la coherencia geográfica del territorio quedase
ignorada de los mismos habitantes.
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MUNDO HISTÓRICO
aguas del mar de las A n t i l l a s ; hasta las tribus, que en sus largas emi- Esta zona de las tierras proto-históricas, de contornos muy indeci-
graciones habían recorrido el país de una á otra vertiente, no podían sos, se divide naturalmente, según la forma de sus orillas y su relieve, lo
formarse sino una idea muy v a g a de las regiones atravesadas, y sus mismo que por la repartición de los focos de civilización indígena, en
huellas se habían perdido como la estela de un barco en el mar. Asi- cuerpos geográficos bien determinados: las islas Chipre, Rodas, E u b e a ,
mismo, en la A m é r i c a meridional, las tierras de escasa elevación, q u e
forman la mayor extensión del gran cuerpo continental, y la mitad de las N.° 41. Territorios del Sol levante al Sol poniente.
regiones montañosas pertenecían á tribus errantes ó sedentarias, que (Véase pág. 304)
samente luminoso y en límites desiguales. L o s territorios que sintieron »ír/ríí® y K, s e í?' '^"
1 m u c h o menos: mar del Norte. Suffolk, Norfolk, departa-
mento del Norte, Normandía, Southerons (nombre dado á los ingleses por los escoceses), etc.
la influencia g r i e g a y romana, la meseta de Irán y los montes de Arabia,
la India y la llanura que recorren los ríos chinos constituyen esta zona S i c i l i a ; las penínsulas, A t i c a , A r g ó l i d a , Italia; las cuencas fluviales,
de la primera historia, c u y o sinuoso eje se marca al Oeste por la d e p r e - Nilo, Eufrates, Indus y Ganges, f í o A m a r i l l o y río A z u l ; las mesetas y
sión del Mediterráneo, al Este por el diafragma de montañas llamado las montañas A n a h u a c y Tibet, Pirineos y Cáucaso. Esas diversas indi-
Immaus por los A n t i g u o s (Himalaya). Quizá podrían añadirse las islas vidualidades de la superficie planetaria se subdividen á su vez en cuerpos
del Océano Indico que forman el séquito de las penínsulas gangéticas y menores, y por otra parte se agrupan en vastas comarcas que presentan
la Insulinda propiamente dicha. los mismos caracteres generales, rasgos comunes, frecuentes relaciones
mutuas ; la proximidad territorial, las semejanzas y los choques de causa y de luz deslumbradora, se reservaría especialmente al Sahara y á los
á efecto en el desarrollo histórico permiten reunir bajo una misma deno- otros desiertos de la zona tórrida, de los dos lados del E c u a d o r de
minación países geográficamente distintos, habitados p o r pueblos dife- donde resudaría en buena lógica que la palabra « N o r t e » habría de
rentes. aplicarse á la vez á las tierras heladas del hemisferio boreal y á las del
Verdad es que se pueden designar las partes de la T i e r r a por su hemisferio austral; pero semejante convención sería demasiado contraria
posición relativamente á los puntos cardinales ; pero en este caso los tér- á todos los usos para tener la menor probabilidad de ser adoptada, y por
minos empleados no pueden tener sino un sentido muy relativo : t o m á n - consiguiente el término « Sud », conservando forzosamente una signifi-
dose cada individuo, como lo es de hecho, por el centro del universo, cación de g e o g r a f í a estricta, no se refiere sino á la posición de las tierras
tiene su « n o r t e » y su «mediodía», su «oriente» y su « o c c i d e n t e » ; y relativamente al polo ártico. D e una manera general, conforme al l e n -
por pura concesión y abandono de la realidad especial á su persona, g u a j e ordinario, el Ecuador limita el Norte y el Sud, pero, más e s p e c i a l -
consiente en servirse de expresiones conformes al uso geográfico. mente y sin explicación necesaria, representa la división natural indicada
D e ese modo el Provenzal dice ser « del Mediodía », aunque su lugar p o r las mismas formas continentales : A m é r i c a se encuentra naturalmente
natal no esté ni al sud ni al norte, y el nombre de « L e v a n t i n o s » se dividida en Norte y Sud por el mar Caribe y el pedúnculo de los
aplica de una manera general á todos los habitantes de costumbres y de . istmos ; el Mediterráneo es otra zona de separación formada por la Na -
lenguas europeas que viven en los puertos occidentales del A s i a . turaleza, entre Europa, continente septentrional, y Africa, continente
Sin embargo, á consecuencia del gradual cambio de residencia de meridional. Más al Este, la línea divisoria es menos clara ; no obstante,
los centros de civilización, sucede forzosamente que tal ó cual país recibe el contraste de los climas del Norte y del Sud se marca perfectamente
nombres que indican precisamente que la posición relativa de la comarca por las vertientes opuestas de las montañas que, bajo diversos nombres,
ha cambiado por completo. Por ejemplo, el A s i a (•anterior», que fué se continúan del Cáucaso y del Demavend al Himalaya. Pero c o m p l e -
para los Asirios el Occidente p o r excelencia, se convirtió para los Bizan- tamente al este del continente asiático, la línea de división entre Norte
tinos en la comarca del S o l levante, la Anatolia (Natolia, N a d o l o ) ; y S u d es difícil de trazar: se confunde con la raíz de la gran península
después, el «Imperio de O r i e n t e » , el heredero de Roma para una buena indo-china.
mitad del antiguo mundo ecuménico, abrazó en su extenso dominio el
exarcado de Rávena, situado en esa misma península de Italia, llamada Frecuentemente también se ha tratado de establecer una diferencia-
antes Hesperia, la « T i e r r a del S o l poniente». oión precisa entre el Este y el Oeste, y y a , según las ideas dominantes y
L a s palabras « E s t e » y « O e s t e » cambian, pues, de sentido en el las diversas comarcas, los g e ó g r a f o s han escogido líneas meridianas de
curso de las edades, y , para obtener más precisión en el significado real partición, dividiendo el mundo en dos mitades, consideradas la una como
de estos términos, se ha debido, como en la botánica y en la zoología, oriental, la otra como occidental. E l meridiano de París, el de Greenwich,
añadir un calificativo al nombre de los países: «Oriente eslavo», «Oriente que se ha adoptado ahora, salvo algunas excepciones sin importancia, p o r
g r i e g o » , «Oriente chino», « E x t r e m o Oriente». A s í , en los Estados los marinos del mundo entero, no podrán tener más que un valor muy con-
Unidos, se distingue entre el « E s t e » , el « O e s t e » y el « G r a n O e s t e » vencional para la facilidad de los cálculos astronómicos entre la ascensión
(Far West). L o s canadienses hablan también del «Gran N o r t e » . y el descenso del S o l , entre el Oriente y el Poniente; pero no coinciden en
S e ha tratado, no obstante, de dar á los términos muy relativos que nada con una línea de separación natural. Entre todos los meridianos que
sirven para designar los puntos cardinales, un valor convencional defini- los astrónomos han llevado de polo á polo, uno solo, el que había de unir
tivo, comprendido por todos los g e ó g r a f o s . De este modo la palabra
i Cari Ritter, De la Conjiguration des Continents, trad. de E. Reclus, «Revue Germani-
« S u d » ó « Mediodía », asociada casi siempre á la idea de calor excesivo que», nov. 1859.
1 — 76
3O6 EL HOMBRE Y LA TIERRA ESTE Y OESTE 307
la Groenlandia á las tierras antárticas pasando por la isla de Hierro, pare- medio del Mediterráneo y de los otros mares interiores. P e r o esta
cía confundirse con una división geográfica, puesto que sigue en casi toda frontera, en gran parte artificial, especialmente en la travesía del A s i a
su longitud el foso del Atlántico entre el A n t i g u o y el Nuevo,Mundo. La Menor, pasa p o r medio de poblaciones sujetas á las mismas influencias
conservación de este meridiano habría acabado por fijar la significación
de las palabras Este y Oeste, dándoles por sinónimos las expresiones N.° 42. Algunos meridianos Inicíales.
que la división geográfica entre los dos continentes, marcada por las 14. Linea á c u y o paso se adelanta un día la fechad bordo de los b u q u e s que van hacia eoí O e s t e
y se retrasa otro tanto á bordo de los barcos que van hacia el Este.
ramificaciones orientales del Mediterráneo, corresponde á una diferencia _ , ^ c i i r a s 0 d , e l borde inferior del cuadro corresponden á la división del E c u a d o r e n 360°,
contados de o° á i8o° Este y de o" á .80° Oeste de Greenwich ; las cifras del borde s u p e r i o í
considerable en el movimiento histórico de las comarcas ribereñas; sin corresponden á la división del Ecuador en 240 grados, contados en un solo sentido de Este á
embargo, los resultados generales de la historia comparada nos prueban con e í 1 4 » W r Greenwich a n ° qU * a l r a v i e s a la , s l a ' ^ t m a n o f f (Diomedes) y está identificado
La división de M de Sarrauton está determinada por el faro del Cabo Verde, c u y o meri-
que es preciso buscar mucho más al este d é l a costa de Siria el meridiano diano (unos 17° 30' W Greenwich) está numerado 140; propone la división del Ecuador en
240 grados y el meridiano inicial corta entonces el continente americano cerca del Cabo del
de división entre las dos mitades del mundo que mejor merecen los Príncipe de Gales á través de Conical Hill.
la Groenlandia á las tierras antárticas pasando por la isla de Hierro, pare- medio del Mediterráneo y de los otros mares interiores. P e r o esta
cía confundirse con una división geográfica, puesto que sigue en casi toda frontera, en gran parte artificial, especialmente en la travesía del A s i a
su longitud el foso del Atlántico entre el A n t i g u o y el Nuevo,Mundo. La Menor, pasa p o r medio de poblaciones sujetas á las mismas influencias
conservación de este meridiano habría acabado por fijar la significación
de las palabras Este y Oeste, dándoles por sinónimos las expresiones N.° 42. Algunos meridianos inicíales.
embargo, los resultados generales de la historia comparada nos prueban con e í 1 4 » W r Greenwich a n ° qU * a l r a v i e s a la , s l a ' ^ t m a n o f f (Diomedes) y está identificado
La división de M de Sarrauton está determinada por el faro del Cabo Verde, c u y o meri-
que es preciso buscar mucho más al este d é l a costa de Siria el meridiano diano (unos 17° 30' W Greenwich) está numerado 140; propone la división del Ecuador en
240 grados y el meridiano inicial corta entonces el continente americano cerca del Cabo del
de división entre las dos mitades del mundo que mejor merecen los Príncipe de Gales á través de Conical Hill.
nal y central, esta ancha banda de separación está formada de una serie
el mundo oriental de modo que se rechace del lado del Oeste toda la
de eminencias que comprende el nudo capital del sistema montañoso de
vertiente de los dos ríos g e m e l o s , el T i g r i s y el Eufrates, lo mismo que
la Eurasia y no está cortada sino á raros intervalos por pasos accesibles
las principales cimas del Irán. Esta región de Persia y de Media, de
á los guerreros y á los mercaderes. Esas puertas difíciles eran las únicas
Asiria y de Caldea, está íntimamente asociada en su historia con los
países del Mediterráneo, en tanto que sus relaciones con el mundo de
Oriente fueron siempre menos activas y más frecuentemente inte- N . " Z o n a de despoblación entre el Orlente y el Occidente.
rrumpidas.
otros naturalistas han demostrado que, á lo menos respecto de la fauna, zaciones respectivas del Occidente y del Oriente. Del mismo modo que
la verdadera separación entre E u r o p a y A s i a se halla en esas tierras bajas un deslizamiento del suelo puede oóstruir repentinamente la corriente de
y áridas y no sobre las verdosas alturas de los Montes Urales. un río, la incursión de una tribu de montañeses podía cerrar c o m p l e t a -
mente el tránsito entre el Este y el Oeste, cortando nuevamente el Mundo
E l Mundo A n t i g u o está así dividido en dos mitades distintas, teniendo
en dos. Y esto se produjo varias veces.
una masa continental casi de igual extensión. En toda su parte meridio-
EL HOMBRE Y LA TIERRA CENTROS DE CIVILIZACIÓN
A f g h a n o s y T u r k m e n o s detuvieron frecuentemente el paso de los p u n t o : en la lucha por el poder, el Occidente obtuvo la ventaja hasta
ejércitos ; con más frecuencia aún no se aventuraron éstos más que á la nuestros días; las naciones de esta vertiente acreditan á la vez más ini-
entrada de las gargantas, temiendo el largo y áspero camino en temibles ciativa progresiva y mayor potencia de regeneración. Y , sin embargo,
comarcas, sin albergues para reposar ni provisiones. Para atravesar esas todo parecía indicar que el Este fuese la mitad privilegiada del p l a n e t a :
formidables barreras, necesitaron los Daríos, los A l e j a n d r o s , los Mahmud, vistas en su conjunto, las naciones de la vertiente oriental tuvieron su
los Baber y los A k h b a r todos los recursos en hombres y en dinero de período de superioridad r e a l ; hasta pudo preverse que la tomarían de
poderosos imperios. A u n en nuestros días, las regiones montañosas de nuevo y que, así como el Atlántico despojó al Mediterráneo de su p o s i -
la línea de partición oponen grandes obstáculos al tránsito, á pesar de ción suprema sobre la Tierra, gradualmente empequeñecida, el Gran
los caminos, los caravanserails y los puertos de refugio. Océano asumirá sobre el foso del A t l á n t i c o la preponderancia que le
A d o p t a n d o este criterio, se establece claramente p a j a todas las e x - aseguran su extensión y el semicírculo de sus riberas, espina dorsal de
*
tensiones terrestres el sentido general de las expresiones Este y Oeste. todo el organismo continental.
Del lado oriental, toda la parte de A s i a que se inclina hacia el mar de las
Indias propiamente dicho y hacia el Pacífico se continúa por las grandes Sin tratar de establecer aquí de qué comarcas partieron los primeros
islas y los archipiélagos que existen en la vasta superficie de las aguas impulsos, es p r o b a b l e que la plaza material ocupada hace tres mil años
casi hasta las costas de A m é r i c a . Del lado occidental, las penínsulas por las naciones que y a tenían conciencia de su vida en la historia del
anteriores de A s i a y las cuencas del Caspio y del Obi se juntan á Europa, mundo, era menor al occidente que al oriente del diafragma asiático.
á todo el mundo mediterráneo, al continente africano y más allá del Los valles y las mesetas que poblaban los Medas y los Persas, las l l a n u -
Atlántico abrazan las tierras americanas. Porque ese doble continente ras de la Asiria y de la Caldea, la comarca de los Hittites, de los hijos de
que mira hacia el Este por sus estuarios, por los valles de sus grandes Israel y de Ismael, las costas de los Fenicios, las de los S á b e o s y de los
ríos y las pendientes de sus fecundas llanuras, pertenecen incontestable- Himiaritas, las orillas del Nilo, las islas de Chipre y de Creta, por último,
mente, tanto bajo la relación de su historia, como por su orientación las partes del Asia anterior donde germinó la civilización que después
geográfica, al cosmos europeo. Permanece vuelto hacia E u r o p a , hasta había de florecer tan maravillosamente en Grecia, al otro lado del mar
que se abra ampliamente la gran puerta de Panamá para dar toda su E g e o , todas esas comarcas sólo formaban un estrecho territorio en com-
iniciativa comercial á Valparaíso, al Callao y San Francisco. paración de las vastas extensiones del A s i a sud-oriental, desde el Indus
No hay duda que la mayor parte de las naciones y de las tribus, al río Amarillo, y hasta la Siberia meridional, tan rica en inscripciones
permaneciendo largo tiempo separadas unas de otras en humanidades de las edades desaparecidas. Y aun ha de añadirse á ese vasto territorio
distintas, prosegiñan su existencia sin tener la menor idea de esa diferen- asiático una gran parte del archipiélago malayo, c u y a civilización es
ciación entre Oriente y Occidente ; pero desde las primeras edades en ciertamente de fecha antiquísima. Finalmente, las tierras oceánicas,
que los grandes pueblos del Mundo A n t i g u o tuvieron conocimiento de esparcidas sobre una extensión líquida tan grande como todas las masas
su historia, conocieron el valor que tiene esa cumbre que separa las dos continentales del Mundo A n t i g u o , parecen haber formado parte de un
vertientes. L a evolución humanarse verifica de diferente modo en cada área c u y o desarrollo histórico era superior al de las poblaciones europeas
lado, y cada siglo aumentó la divergencia originaria de esta evolución, en la época de los Pelasgos.
gravitando por un lado hacia el gran mar, y por otro hacia la cuenca del E s cierto que las tribus salvajes de E u r o p a durante"la edad de piedra
Mediterráneo. ¿ Cuál de esas manifestaciones estaba destinada á produ- se extendieron en todos sentidos y recorrieron comarcas muy distantes
cir más importantes consecuencias y á contribuir en m a y o r escala á la unas de otras ; pero la condición política y social de esas tribus no ofrecía
educación del g é n e r o humano ? Actualmente no cabe duda sobre este cohesión suficiente para que fuese posible fijar la memoria de todas sus
CIVILIZACIÓN ORIENTAL Y OCCIDENTAL
I — 78
CIVILIZACIÓN ORIENTAL Y OCCIDENTAL
I — 78
EL HOMBRE Y LA TIERRA CIVILIZACIONES DEL PACÍFICO
3*4
A s i a oriental; la primera de una manera muy incompleta, puesto que los y socialmente central, se sabe que no hace mucho se aislaba cuidadosa-
bosques del interior y las mesetas estaban aún ocupados por bárbaros, mente, reuniendo sus fuerzas sobre sí mismo, como si hubiese constituido
un mundo aparte.
enemigos de todo comercio con el extranjero. Si Java goza p o r com-
pleto del privilegio de estar asociada al dominio de la cultura hinda,
lo debe á la facilidad de acceso que ofrecen sus dos riberas y á su confi- N.° 44. Emigraciones oceánicas.
tañas, se repartían en fragmentos distintos el territorio de las naciones casi la forma de un abanico ; es este un hecho geográfico evidente. El
civilizadas. Si el Japón, gracias al vapor triunfante que reduce todas eje de la cuenca del Indus, donde se cantaron y rezaron los primeros
las distancias, ha tomado en estos últimos tiempos una posición política poemas v é d i c o s , apunta hacia el S u d o e s t e ; las corrientes unidas del
RUTAS DE EXTREMO ORIENTE
» Fr. Ratzel, ¿Mythen und Einfälle über den Ursprung der Völker, « G l o b u s » , 14 Julio
1900; Johannes Zemmrich, Internationale Archiv für Ethnologie, 1891.
r
C I V I L I Z A C I O N E S S U C E S I V A S Y>SUS A R E A S DE I N F L U E N C I A
, •
• ----- Caminos Militados lo menos desde 7000 años
- - . . . 4500 .
- . . . 2500 .
******* . . . . . 600
» " • » » - - . . . 300 •
i: 55(^00 000
O '»i«' ' -
1100 ' IMOkil.
, •
• ----- Caminos utilizados lo menos desde 7000 años
- - . . . 4500 .
- . . . 2500 .
******* . . . . . 600
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i: 55(^00 000
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1100 ' IMOkil.
reemplazan á los muertos. Los movimientos de evolución se producen, estrechan en vez de ganar en amplitud. E l ritmo de los acontecimientos
pues, de una manera insensible, pero cuando se les estudia á intervalos se conforma, pues, a leyes muy complejas, y resulta que por una simple
Sin embargo, hay que reconocer que esa espiral es de forma bien poco
geométrica y que cada acontecimiento viene á torcer la curva. Sucede figura del lenguaje podemos permitirnos asimilarla á una oscilación ó
también que, en los períodos locales de retroceso hacia la barbarie se modo regular de girar. L o que es cierto es que desde muchos puntos de
EL HOMBRE Y LA TIERRA DESARROLLO DE LAS SOCIEDADES
vista los diversos g r u p o s de hombres, tribus, naciones, Estados, presentan se apodere de un territorio extranjero para que se e x p o n g a á caer en
fenómenos de vida como los animales y las plantas : nacen, se fortifican, estado de decadencia moral: basta que en su propio seno se produzcan
declinan y mueren, y el estudio profundo indica para todos esos fenóme- escisiones permanentes que conduzcan á la formación de clases enemigas,
nos causas que pueden clasificarse en categorías de una manera general, de castas hereditariamente hostiles, y entonces, tanto si muchos se repar-
bien que las diversas sociedades se entremezclan las unas en las otras y ten el poder como si le detenta uno solo; que unos «aristócratas» c o n -
que las instituciones, las religiones, las morales, las civilizaciones se vertidos en mejores por la fuerza de las armas, por un privilegio de naci-
arrogan naturalmente ciertos derechos sobre sus dominios respectivos. miento ó por el prestigio de la fortuna, se hayan arrogado el derecho de
Gracias á este estudio comparado, ciertas evoluciones de una sociedad mandar á la multitud; ó también que unos sacerdotes, entre todos los
permiten, pues, predecir por analogía cuáles serán sus consecuencias más ávidos de autoridad, se propongan la doble posesión de las almas y
inevitables. y de los cuerpos, lo cierto es que la guerra, sorda ó declarada, reina entre
L a s condiciones más favorables al desarrollo de un g r u p o humano, las diversas partes de la sociedad, y que, por tanto, poderosos elementos
tribu ó pueblo, consisten para éste en vivir en paz, pero no aislado, de regresión tratan de sobreponerse á todas las causas de p r o g r e s o .
en cambios frecuentes de visita con sus huéspedes, en relaciones activas A veces triunfan, y entonces se observa un paralelismo histórico entre
con sus vecinos, teniendo, por lo demás, cada individuo su parte de ese acontecimiento y otros que se produjeron en otro país en circuns-
tierra y de trabajo. D e este modo no existe razón alguna para q u e la tancias análogas. Hasta puede tener el fenómeno su semejante al lado
libertad y el valor del g r u p o disminuyan ; éste hasta tiene grandes p r o - opuesto del mundo ; en Oriente y en Occidente situaciones c o r r e s p o n -
babilidades de desarrollarse normalmente y de progresar en inteligencia dientes se desenlazan naturalmente de la misma manera, de tal modo,
y en moralidad. Por el contrario, cuando una sociedad se encuentra que un historiador filósofo, Ferrari, ha querido erigir en l e y las seme-
comprometida en guerras encarnizadas, puede temerlo todo y fatalmente janzas de aspecto que presentan la China y E u r o p a ; tan cierto es, que
la desgracia le alcanzará. Si es vencida, habrá de humillarse, envilecerse á pesar de las diferencias esenciales procedentes del contraste entre los
y adular al vencedor que la diezma y e m p o b r e c e ; si queda victoriosa, medios, las oscilaciones generales de las dos civilizaciones se marcan
aclamará á sus jefes triunfantes, los elevará sobre los otros ciudadanos, por curvas de periodicidad notablemente similares.
les dará privilegios y , por consiguiente, ocasiones de obrar mal: cierta- E l estudio profundo de las civilizaciones permite discernir diferentes
mente seguirá una era de reacción que puede llegar hasta la p r o c l a m a - tipos de evolución característicos. A s í como hay naciones que aparecen
ción de un cacique de los caciques, de un César, de un dueño absoluto súbitamente, por decirlo así, en el horizonte de la historia y forman de
que confisque en su provecho las libertades de todos, y el mal será tanto g o l p e parte de la civilización mundial, otras pasan de la vida á la muerte
mayor y más duradero cuanto la nación favorecida por el dios de las por un proceso que puede ser lento ó rápido, tranquilo ó acompañado
batallas aumente la superficie de su territorio, sea por conquistas inme- de sobresaltos.
diatas, sea por colonias, y se haga dueña de poblaciones reputadas como D e los Potamianos, c u y o orgulloso desarrollo nos muestran recien-
inferiores ó hasta reducidas á esclavitud. A u n q u e la anexión por la tes descubrimientos, no quedan más que tumbas en las vastas s o l e d a -
fuerza sea de pequeña ó grande extensión, aldea, poblado ó reino, ese des que se denominaron Babilonia y Nínive. ¿ N o han reemplazado
robo á mano armada no dejará de tener consecuencias funestas para el rápidamente la Inquisición y la opresión hermosas «ciudades españolas,
inicuo d e t e n t a d o r ; no podrá conservar su conquista sino á fuerza de que se habían desarrollado maravillosamente bajo la influencia de
crímenes propios de un conquistador: brutalidad, injusticia, violencia y los Moros, por extensiones deshabitadas, por los despoblados y las
hombres funestos que suscitaron el odio entre los pueblos y fundaron la una ó la otra de las dos edades y a transcurridas; pero hemos entrado
su gloria sobre el choque y el destrozo de los ejércitos: Sesostris, ese resueltamente en la de los Hombres.
matón que vivió para hacerse reproducir en escultura colosal ante
todos los templos, ese fanfarrón que hizo grabar sus hazañas, verdaderas Más pronto ó más tarde, la historia se dividirá en dos p e r í o d o s : el
ó falsas, en todas las p a r e d e s ' ; A l e j a n d r o el Macedonio, bárbaro que del Azar y de la bárbara Ignorancia, el de la Ciencia ó de la Razón,
triunfó de los persas merced al g e n i o de Grecia y que empeñó su como y a decían los Enciclopedistas. Ha habido demasiado apresura-
orgullo en que se le divinizara como dios de A s i a *; César, que miento en hacer remontar la historia moderna al advenimiento de la
representaba en R o m a la democracia victoriosa y q u e , coronándola, Reforma período en que los que pretendían estar en posesión de la
la privó en lo sucesivo de toda l i b e r t a d ; Napoleón, « l a Revolución verdad querían.también imponerla por la fuerza. « L a humanidad no
acaba por andar derecha hasta después de haber probado todas las
con botas y espuelas », que l e g ó un siglo de venganza á las naciones
maneras de andar t o r c i d a » ( S p e n c e r ) .
vencidas.
Purificar la historia de la influencia ejercida por esos errores es, En ese nuevo cosmos, puramente humano, el estudio de la historia
pues, la tarea por excelencia de los escritores que se colocan en un no admite y a , como en otros tiempos, la intervención divina del milagro,
punto de vista verdaderamente humano, superior á todos los odios de cambiando á capricho la sucesión de los acontecimientos, ni la apoteosis
razas, de naciones y de partidos. Hombres estudiosos en gran número de algunos personajes legendarios, colocados fuera de los simples m o r -
se han dedicado á esta obra, y , gracias á ellos, puede decirse que la tales y dispensados por su genio de someterse al curso ordinario de las
historia cambia de alma ; se renueva por el sentido moderno, infinita- c o s a s : en lo sucesivo la ciencia del desarrollo humano está bajo la
mente más amplio, que da á su enseñanza ; no se atiene á un solo pueblo, dependencia de los mismos métodos que las otras disciplinas intelectua-
como la Historia pretendida universal de Bossuet, ni á una sola clase, les; no progresa sino por la observación rigurosa, la comparación estricta
como la mayor parte de las obras que se ponen en manos de los niños y é imparcial, y la clasificación de los hechos, cuidadosamente ordenada
comparando el desarrollo sucesivo, paralelo ó entrecruzado de los p u e - Cualesquiera que sean las l e y e s ó á lo menos las apreciaciones gene-
blos, con sus mitos, sus intereses y sus pasiones, renueva el mundo en rales á que este largo trabajo conduzca á los historiadores, éstos hacen
vista del bien de todos. A s í como el hombre hizo antiguamente sus constar y a , sin excepción alguna, que la serie de los acontecimientos se
dioses á su imagen, el historiador reconstruye nuestra experiencia, d e s - cumple por una alternación de impulso y de reposo, por una serie de
prendiendo de la multitud indistinta de los hechos el ideal que en todo acciones y de reacciones, ó de flujo y de reflujo, de « cours y de recours »
tiempo, aunque inconscientemente, nos dirigió hasta una época próxima. como decía V i c o . Hombres y pueblos « dan una vuelta y se van », p e r o
E l armazón de los hechos generales que sirvió á los historiadores anti- se van para volver en un círculo siempre mayor.
g u o s nos queda aún y hasta se engrandece constantemente por las Desde los orígenes de los tiempos históricos no ha cesado de aumen-
adquisiciones de los investigadores ; el edificio mismo se reconstruye en tar la amplitud de las oscilaciones, y los mil pequeños ritmos locales se
proporciones más amplias, siguiendo otro plan, con ordenación más han mezclado poco á poco en un ritmo más a m p l i o : á las ínfimas alter-
lógica, sin las capillas ni salas de honor anteriormente reservadas. Vico naciones de la vida de las ciudades suceden las oscilaciones más genera-
nos dijo que la historia se descompone en tres épocas, de los Dioses, de les de las naciones, después el gran balanceo mundial, haciendo vibrar
los Héroes y de los H o m b r e s : se querría retenernos aún por fuerza en toda la Tierra y sus pueblos en un mismo movimiento. Y en tanto que
hombres funestos que suscitaron el odio entre los pueblos y fundaron la una ó la otra de las dos edades y a transcurridas; pero hemos entrado
su gloria sobre el choque y el destrozo de los ejércitos: Sesostris, ese resueltamente en la de los Hombres.
matón que vivió para hacerse reproducir en escultura colosal ante
todos los templos, ese fanfarrón que hizo grabar sus hazañas, verdaderas Más pronto ó más tarde, la historia se dividirá en dos p e r í o d o s : el
ó falsas, en todas las p a r e d e s ' ; A l e j a n d r o el Macedonio, bárbaro que del Azar y de la bárbara Ignorancia, el de la Ciencia ó de la Razón,
triunfó de los persas merced al g e n i o de Grecia y que empeñó su como y a decían los Enciclopedistas. Ha habido demasiado apresura-
orgullo en que se le divinizara como dios de A s i a *; César, que miento en hacer remontar la historia moderna al advenimiento de la
representaba en R o m a la democracia victoriosa y q u e , coronándola, Reforma período en que los que pretendían estar en posesión de la
la privó en lo sucesivo de toda l i b e r t a d ; Napoleón, « l a Revolución verdad querían.también imponerla por la fuerza. « L a humanidad no
acaba por andar derecha hasta después de haber probado todas las
con botas y espuelas », que l e g ó un siglo de venganza á las naciones
maneras de andar t o r c i d a » ( S p e n c e r ) .
vencidas.
Purificar la historia de la influencia ejercida por esos errores es, En ese nuevo cosmos, puramente humano, el estudio de la historia
pues, la tarea por excelencia de los escritores que se colocan en un no admite y a , como en otros tiempos, la intervención divina del milagro,
punto de vista verdaderamente humano, superior á todos los odios de cambiando á capricho la sucesión de los acontecimientos, ni la apoteosis
razas, de naciones y de partidos. Hombres estudiosos en gran número de algunos personajes legendarios, colocados fuera de los simples m o r -
se han dedicado á esta obra, y , gracias á ellos, puede decirse que la tales y dispensados por su genio de someterse al curso ordinario de las
historia cambia de alma ; se renueva por el sentido moderno, infinita- c o s a s : en lo sucesivo la ciencia del desarrollo humano está bajo la
mente más amplio, que da á su enseñanza ; no se atiene á un solo pueblo, dependencia de los mismos métodos que las otras disciplinas intelectua-
como la Historia pretendida universal de Bossuet, ni á una sola clase, les; no progresa sino por la observación rigurosa, la comparación estricta
como la mayor parte de las obras que se ponen en manos de los niños y é imparcial, y la clasificación de los hechos, cuidadosamente ordenada
comparando el desarrollo sucesivo, paralelo ó entrecruzado de los p u e - Cualesquiera que sean las l e y e s ó á lo menos las apreciaciones gene-
blos, con sus mitos, sus intereses y sus pasiones, renueva el mundo en rales á que este largo trabajo conduzca á los historiadores, éstos hacen
vista del bien de todos. A s í como el hombre hizo antiguamente sus constar y a , sin excepción alguna, que la serie de los acontecimientos se
dioses á su imagen, el historiador reconstruye nuestra experiencia, d e s - cumple por una alternación de impulso y de reposo, por una serie de
prendiendo de la multitud indistinta de los hechos el ideal que en todo acciones y de reacciones, ó de flujo y de reflujo, de « cours y de recours »
tiempo, aunque inconscientemente, nos dirigió hasta una época próxima. como decía V i c o . Hombres y pueblos « dan una vuelta y se van », p e r o
E l armazón de los hechos generales que sirvió á los historiadores anti- se van para volver en un círculo siempre mayor.
g u o s nos queda aún y hasta se engrandece constantemente por las Desde los orígenes de los tiempos históricos no ha cesado de aumen-
adquisiciones de los investigadores ; el edificio mismo se reconstruye en tar la amplitud de las oscilaciones, y los mil pequeños ritmos locales se
proporciones más amplias, siguiendo otro plan, con ordenación más han mezclado poco á poco en un ritmo más a m p l i o : á las ínfimas alter-
lógica, sin las capillas ni salas de honor anteriormente reservadas. Vico naciones de la vida de las ciudades suceden las oscilaciones más genera-
nos dijo que la historia se descompone en tres épocas, de los Dioses, de les de las naciones, después el gran balanceo mundial, haciendo vibrar
los Héroes y de los H o m b r e s : se querría retenernos aún por fuerza en toda la Tierra y sus pueblos en un mismo movimiento. Y en tanto que
HISTORIA ANTIGUA
E L HOMBRE Y LA T I E R R A
LIBRO SEGUNBO
las vueltas y revueltas aumentan su amplitud, otra palpitación se cumple
en sentido inverso, tomando cada individuo por centro de llamada y
arreglando más armónicamente su vida con los círculos más extensos de
las ciudades, de las naciones y del mundo. L a sociedad es el «Gigante»
de innumerables sentidos de q u e habla Aristóteles, pero ese mismo
gigante no se comprende sino por los mil análisis del hombre individual,
por « l a apreciación delicada» (Gobineau) de cada minuto del presente.
HISTORIA ANTIGUA
«
LIBRO SEGUNDO
HISTORIA ANTIGUA
Irania. - Caucasia. - Potamia. - Fenicia.
Palestina. - Egipto. - Libia. - Grecia.
Islas y costas helénicas. - Roma. - Oriente chino.
India. - M u n d o s lejanos.
\
• »
PREFACIO
meda y persa.
ERA DC NABONASAR OLIMPIADAS ERA CRISTIANA, ANTES
Reyes asirios —
AC J.
» » - 885,-- 860
Reyes p e r s a s
187, 218 216, 247 - 56O, — 529
CIRO
KAMBISES 3.8, 225 247. 2 54 — 52Q, — 522 ARECE arbitrario comenzar por Irania la descripción de la Tierra
DARLO I 226, 262 255, 291 — 521, — 485 y de los Pueblos. Sin embargo, ciertas consideraciones nos
XERXES 262, 282 291, 3" - 485, — 465
muestran que es bien lógico obrar así, y que para nosotros, la
ARTAXERXES 1 . . . . . 282, 323 3". 352 - 4 65,
— 424
342 353. •71 — 423. — 405 historia propiamente dicha ha de partir de esa meseta central, desde
DARLO II. . . . . . . 324.
ARTAXERXES 11 342, 388 37'. 4>7 — 405, — 361 donde los acontecimientos se han desarrollado de una parte hacia el
ARTAXERXES III 388, 409 4'7 438 - 359. - 3 3 8
Oriente, de otra hacia el Occidente.
DARIO III 411, 4'7 440, 446 — 336. - 33O
Procediendo p o r eliminación, es natural que se separen en primer
termino de las primeras investigaciones los dos continentes del N u e v o
la leyenda irania para entrar poderosamente en los destinos conscientes
del mundo, figura y a en los cuadros de la cronología comparada. Según
Oppert, ese conquistador subió al trono de los persas y de los medas
hace 2460 años (en 1900 de la era llamada cristiana) y su advenimiento
coincidió con las tres fechas sincrónicas :
» » - 885,-- 860
Reyes p e r s a s
187, 2.8 216, 247 - 56O, — 529
CIRO
KAMBISES 2.8, 225 247. 2 54 — 52Q, — 522 ARECE arbitrario comenzar por Irania la descripción de la Tierra
DARLO I 226, 262 255, 29. — 521, — 485 y de los Pueblos. Sin embargo, ciertas consideraciones nos
XERXES 262, 282 291, 3" - 485, — 465
muestran que es bien lógico obrar así, y que para nosotros, la
ARTAXERXES 1 . . . . . 282, 323 3". 352 - 4 65,
— 424
342 353. •71 — 423. — 405 historia propiamente dicha ha de partir de esa meseta central, desde
DARLO 11. . . . . . . 324.
ARTAXERXES 11 342, 388 37'. 4>7 — 405, — 361 donde los acontecimientos se han desarrollado de una parte hacia el
ARTAXERXES III 388, 409 4'7 438 - 359. - 3 3 8
Oriente, de otra hacia el Occidente.
DARIO III 411, 4'7 440, 446 — 336. - 33O
Procediendo p o r eliminación, es natural que se separen en primer
termino de las primeras investigaciones los dos continentes del N u e v o
*
y el c o n t o r n o e x t e r i o r d e las r i b e r a s o c e á n i c a s s e d i b u j a á m i l e s d e k i l ó -
Mundo, d e s c u b i e r t o s u n tarde, l o mismo q u e el A f r i c a continental,
m e t r o s ; mas por otra parte cinco mares p e n e t r a n por sus extremidades
d o n d e tantos p u e b l o s han q u e d a d o sin c o h e s i ó n , y las islas de l a O c e a n . a
dispersadas a l o l e j o s s o b r e un e s p a c i o ilimitado. Conviene evidente-
mente p r o c e d e r en primer l u g a r al estudio de una parte del Mundo N.° 49. Meseta de Pamir, centro de r e p u l s i ó n .
A n t i g u o , q u e es d o b l e m e n t e central, á la v e z p o r la g e o g r a f t a y p o r la
historia. A h o r a bien, esta r e g i ó n es indudablemente la q u e abraza en
un c o n j u n t o l o s Pamir, es decir, el g r a n macizo de irradiación de las
montaftas y de las a g u a s , y las llanuras de la Mesopotamia, d o n d e el
T i g r i s y el E u f r a t e s se j u n t a n , s e entrecruzan, se vjjrifican c o n sus
segunda cuenca fluvial, que hubo de tener también alta importancia his-
Según una fotografía de Svcn Hcdin.
tórica, muy inferior,-sin e m b a r g o , á la de la Mesopotamia propiamente
dicha. No obstante, varias decenas de siglos anteriores al nuestro, esta
región especial estaba mucho más abundantemente regada que en nues- á tener conciencia de sí mismos. Las vastas comarcas que, al otro lado
tros días, la vegetación la cubría en extensiones mucho más considera- del Cáucaso y el mar Negro, s e prolongaban en espacios inexplorados
bles, y los terrenos de cultivo por la población en ella residente estaban donde soplaba el viento y se arremolinaban las nieves, no existían en el
menos limitados por el desierto. Este segundo centro de civilización conocimiento de los hombres que escribían anales en tablillas de arcilla.
era el que recorren los dos grandes cursos de a g u a llamados en el día el Asimismo, al Oriente, las naciones de ultramontaña quedaban ignoradas ;
Sir y el A m u , ríos c u y a disposición recuerda, aunque de lejos, la de las unas poblaciones bárbaras se encontraban allí prácticamente aisladas : la
corrientes gemelas del T i g r i s y del Eufrates, y que han sido señalados á horda, la tribu ó quizá hasta la nación vivían aparte, constituyendo
este respecto como ejemplos de «gemelaridad fluvial» '. organismos distintos, siendo otros tantos microcosmos, que no conocían
y no querían conocer el v a g o parentesco que les unía. Pero la región
C o m o se ve, el cuadrilátero de la Irania ó Persia propiamente dicha,
central del mundo A n t i g u o de que el Irán formaba parte con E g i p t o , el
esa meseta tan bien encajada entre dos llanuras fluviales de gran fecun-
didad, tiene tanta mayor importancia natural cuanto que corresponde A s i a A n t e r i o r , Potamia, A r a b i a y % Bactriana estaban y a en relación
%
por sus orígenes á la región donde se ven aparecer los primeros alinea- íntima para los cambios de ideas y formaban una especie de unidad p r i -
mientos de la historia de los pueblos que más antiguamente llegaron maria entre la multitud de los hombres que poblaban el mundo : ha de
verse allí como una especie de e c u m e n o , anterior algunos miles de
1 Carl Rittcr, Configuration des continents. años al que formó hace dos mil el mundo r o m a n o - g r i e g o ; sus represen-
tantes eran los que, en la leyenda caldea, se habían reunido para erigir C o m o el patriotismo es todavía una de esas pasiones á que se obedece
la torre de Babel á su gloria común. ciegamente, el lugar de nacimiento de la lengua aria suele ser designado
por los sabios rusos como habiendo tenido alguna participación las
Y no es eso todo : la Irania, tan importante en la historia del Mundo llanuras sármatas ; los alemanes, un distrito germánico, y los escandina-
A n t i g u o como hecho natural de contacto y de unión entre las naciones vos, parte de la Suecia actual. No es posible pronunciarse aún, pero
del A s i a occidental ya conscientes de su solidaridad, lo ha llegado á ser una cosa es cierta : la palabra «ario » que sirve al conjunto de los l e n -
más aún por su posición particular como lugar de expansión de los
pueblos que, hacia el Este y hacia el Oeste, se sirven igualmente de
lenguas derivadas del hablar primitivo llamado « a r i o » , y c u y o genio ha
tomado actualmente la dirección general del pensamiento en el conjunto
de la humanidad. En Irania se halla el lazo de unión entre los lenguajes
europeos y los de la India septentrional: ambos g r u p o s g l o s o l ó g i c o s , á
los que ahora hay que añadir las lenguas europeas introducidas en el
Nuevo Mundo y.en todos los países de colonización, comprenden o c h o -
cientos millones de hombres, exactamente la mitad de los que se ha
supuesto existen sobre la Tierra, y esta mitad parece deber cambiarse
pronto en una proporción muy superior, gracias á la fuerza de iniciativa
que pertenece incontestablemente á los pueblos de lenguas arias : en
todas partes se aprende á hablar y á pensar como ellos.
Pregúntase, pues, dónde residieron los primeros profesores de las 1 Otto Schrader, Sprachvergleichung und Urgeschichte. — Salomen Reinach, /.'Origine
des A ryens.
formas verbales que emplean ó deletrean mil millones de hombres. 1
l.es Origines ¡ndo-Eurfipéennes.
I — 86
un pasaje del Zend-Avesta dice textualmente que el p u e b l o iranio t u v o occidental de los Pamir, en el Karategin, el Darvaz y el Badakchan.
q u e retirarse ante una invasión del frío, y hay conformidad general en ; Cuántos son esos Galtcha y Y a g n a u b ? A l g u n o s miles apenas, conser-
considerar las llanuras situadas al norte de la cuenca del A m u como la vando el tipo, el idioma y , si no la religión, á lo menos las prácticas
comarca abandonada. religiosas de los antepasados, la reverencia del hogar doméstico. Por lo
L o s elementos semíticos ( H e h n ) y tártaros ( T o m a s c h e k ) tomados demás, los Galtcha tienen perfecta conciencia de la nobleza de su raza;
en gran número por las lenguas arias nos vuelven aún por el p e n s a - por eso designan como su ascendiente á aquel c u y o nombre resuena con
miento á la meseta de Irania, es decir, á Persia, situada precisamente mayor prestigio en el mayor número de bocas : ellos, los p o b r e s monta-
entre la llanura semítica de la Caldea y las estepas turánicas de la ñeses que se comparan con los cuervos hambrientos que escarvan las
Transcaspiana. nieves para picotear entre ellas algunas semillas, se dicen descendientes
P o r último, en el dominio de Irán se encuentran los restos de de A l e j a n d r o , el vencedor de Asia. Un hecho de lo más interesante
poblaciones primitivas que mejor han conservado el carácter de l«*s desde el punto de vista a n t r o p o l ó g i c o coloca á los Galtcha, c u y a figura
tribus arias en su estado de barbarie. L o s montañeses encerrados por corresponde á lo que tenemos por el más perfecto tipo de belleza, entre
las altas paredes del H i n d u - K u c h , que se inclinan al Sud para verter sus los hombres más braquicéfalos, es decir, que tienen una cabeza relativa-
aguas en el Kabul, son considerados por todos los etimólogos como los mente muy ancha, mientras que los fanáticos del arianismo «germá-
menos mezclados de todos los A r i a s : ellos son los que merecen el n o m - nico » consideran las cabezas largas como indicio de incontestable s u p e -
1
Vom A ral bis zur Gatigd, p. 14.
5 Ravertv ; — T h e o b a l d ; — Masson : — V i g n e s ; — Biddulph. 1 Vacher de Lapouge, VAryen, p. 26.
lugar caótico y mortífero para el hombre. Quizá á ese estado de cosas
alude la antigua leyenda caldea, apropiada después por los H e b r e o s :
« ¡ T o d o estaba informe y vacío ! » Pero el agente ordenador fué el emi-
grante descendido de la montaña.
los A k h e m é n i d a s ; allí fué también donde después de las expediciones Zaghar, que significa «desfiladero estrecho entre altas montañas en la
triunfantes de A l e j a n d r o el Macedonio se agruparon los Partos en una frontera de un país e n e m i g o » .
nación muy vigorosa que hizo frente á los Romanos ; después se formó Resulta de ello que los habitantes de la áspera región, los Bakhtya •
allí la dinastía de los Sassanidas, ante los cuales vino á eclipsarse por ris, permanecieron prácticamente independientes durante todo el período
fluvial, los pastores llegan á tener que hacer veinte ascensiones y otros
tantos descensos. Por lo demás, nadie más que los montañeses podrían
aventurarse en semejantes comarcas, por encima de las crestas que histórico ; lo serían probablemente también en épocas anteriores como
exceden en algunos sitios de la altura de cuatro mil metros. El nombre lo son todavía en la actualidad. En ese Oriente que se dice dominado
de Zagros que se da todavía á esas montañas, viene, dicen, del árabe por el espíritu monárquico hereditario, se ve la existencia de repúblicas
35o EL HOMBRE Y LA TIERRA MONTAÑAS DE LOS BAKHTYARIS
los A k h e m é n i d a s ; allí fué también donde después de las expediciones Zaghar, que significa «desfiladero estrecho entre altas montañas en la
triunfantes de A l e j a n d r o el Macedonio se agruparon los Partos en una frontera de un país e n e m i g o » .
nación muy vigorosa que hizo frente á los Romanos ; después se formó Resulta de ello que los habitantes de la áspera región, los Bakhtya •
allí la dinastía de los Sassanidas, ante los cuales vino á eclipsarse por ris, permanecieron prácticamente independientes durante todo el período
fluvial, los pastores llegan á tener que hacer veinte ascensiones y otros
tantos descensos. Por lo demás, nadie más que los montañeses podrían
aventurarse en semejantes comarcas, por encima de las crestas que histórico ; lo serían probablemente también en épocas anteriores como
exceden en algunos sitios de la altura de cuatro mil metros. El nombre lo son todavía en la actualidad. En ese Oriente que se dice dominado
de Zagros que se da todavía á esas montañas, viene, dicen, del árabe por el espíritu monárquico hereditario, se ve la existencia de repúblicas
INDEPENDENCIA DE LOS BAKHTYARIS
EL HOMBRE Y LA TIERRA
35a
federales que se conservan de siglo en siglo \ E s cierto que los anales pos étnicos diferentes, y aun se explican esas diferencias por el relieve
mencionan los Lurs y los Bakhtyaris como avasallados, ora por los orogràfico de la comarca. S e encuentran cuatro nacionalidades distintas
Caldeos, ora por los Asirlos, los Elamitas ó por los Persas; pero algunas entre los S u i z o s : Alemanes, Franceses, Italianos, R o m a n c h e s ; otras
ofrendas aportadas con grande y respetuosa ceremonia bastaban á la tantas á lo menos existen entre los Bakhtyaris. L o s unos parecen ser
vanidad de los dominadores, y éstos, satisfechos del homenaje, se g u a r - A r i a s puros, otros son indudablemente de origen semítico ; la mayor
daban bien de atacar á los Bakhtyaris en sus múltiples fortalezas de parte son considerados como de sangre turca, p o r último, los hay que
chado algunos ingleses y aun alguna inglesa, desde 1890, para pasar can la mezcla en proporciones variables. Pero esos pueblos de origen
múltiple hablan todos dialectos de tipo persa, gracias al genio iranio
entre ellos la estación estival.
que les ha civilizado. L a gran variedad de las poblaciones en el país de
A u n q u e los Bakhtyaris se parecen mucho, á % consecuencia de las
los Bakhtyaris se explica por el ihovi^iento de las guerras producidas
condiciones del clima y del género de vida impuesto p o r la Naturaleza,
alrededor de sus macizos. S e g ú n las vicisitudes de victorias y derrotas,
aunque se les encuentra « c o m o un aire de familia», pertenecen de g r u -
unas tribus y unos ejércitos de nacionalidades muy diferentes fueron
rechazados de las antemontañas ó de las mesetas y se acantonaron en
; ^ ^ N ^ U ^ r ^ t - , 6-, Arrien, V U , , 5 ; Perro! y CHi-
esas fortalezas naturales del país de Elam : hay tradiciones locales que
piez, v. 499.
EL HOMBRE Y LA TIERRA
3^4
refieren la venida de esos g r u p o s originariamente distintos y frecuente- En su conjunto, Persia se halla comprendida en la zona llamada
mente superpuestos en señores y en vasallos de una manera feudal. La templada, aunque ciertas partes de sus costas, á lo largo de los mares
inducción histórica aproxima ahora los términos Bakhtyari, Bactriana y indios, deban una temperatura abrasadora á la dirección de los vientos,
la familia de los B a k que penetra en China, pero las inscripciones de los á la falta de las l l u -
conquistadores mencionan rara vez esos habitantes de altos valles cerra- vías y a su exposición
dos que no buscaban la vida más fácil de las llanuras y que evitaban á los ardores .del M e -
también los horrores de la guerra. L o s anales de los grandes imperios diodía. S e g ú n el tra-
elamita, babilonio, asirio, meda y persa ignoran la existencia de esos zado, en gran parte
residuos humanos que viven sin pena ni gloria. hipotético, de las l í -
0 neas isotermas, la
A p a r t e de esas poblaciones y algunas otras menos considerables, á temperatura media de
las cuales permite el relieve de la comarca mantenerse en un aislamiento Persia sería casi la
relativo, los habitantes de las altas tierras iranias, por la facilidad de los misma de Francia, si-
contactos y d e - l o s cruzamientos, debían unirse fácilmente en un solo tuada, no obstante,
cuerpo de nación. Pero esta unidad política correspondiente á la unidad mucho más al Norte,
geográfica de la meseta no implica en manera alguna la unidad de razas p e r o con menor alti-
entre los elementos étnicos reunidos espontáneamente ó traídos de las tud y hallándose bien
diversas regiones del contorno. A l contrario, esos elementos presenta- expuesta á las corrien-
ban originariamente grandísimos contrastes, y no podía ser de otra tes aéreas y oceánicas
manera, puesto que las comarcas próximas difieren mucho por el suelo del Sudoeste. Mas es-
y el clima; montañas de la Armenia y llanuras bajas de la Caldea, valles ta temperatura media,
áridos del Mekran y riberas ardientes del g o l f o Pérsico, regiones a r e n o - con el balanceo anual
sas por donde corre el O x u s y estepas de la Caspiana, otros tantos de fuertes oscilaciones
países de naturalezas opuestas que tienen por habitantes aquí agriculto- estacionales del frío al
res, allá nómadas, acullá bandidos, gentes las más diversas por el len- calor, es de aquellas
g u a j e , las tradiciones y las costumbres, negros y Semitas, A r i a s y que la experiencia de
Turanios. la humanidad indica
Pero esos habitantes de toda procedencia, que los acontecimientos como una de las más m m
E l espacio trapezoide de Persia, comprendido entre las murallas N.° 52. Mapa físico de Persia.
desiguales de los montes, no está bien preparado p o r la Naturaleza para
la feliz floración de la « planta hombre ». L e j o s de ello, gran parte de
esas altas tierras consiste en extensiones rocosas, arcillosas, areniscas ó
salinas completamente inhabitables: la meseta se abre hacia su centro
formando una concavidad de suaves pendientes que descienden hasta
dejar tras sí una altura de 300 ( 1 4 0 ? ) metros solamente sobre el nivel del
mar. A l g u n o s ríos corrían en otro tiempo hacia esta depresión central;
un mar interior ó á lo menos un extenso l a g o llenaba la c a v i d a d ; pero
la desecación general del clima ha evaporado aquellas sábanas de agua,
ha agotado los ríos, ha esterilizado esos espacios por las eflorescencias
salinas, y la población ha debido limitarse á la ocupación de los valles
herbosos y de las zonas fértiles que se extienden á lo largo de la base de
los montes. Hasta entre las aristas paralelas de varias cadenas monta-
ñosas que se suceden en la parte §ud-occidental de la meseta, existen
espacios diseminados sin agua donde el hombre no ha podido esta-
blecerse. Si el molino de viento es de origen persa, como lo afirman
los indígenas, su causa es el soplo constante que barre violentamente
los vastos espacios desiertos y los picos aislados en medio de los terre-
nos que fueron mares. I 25000000
Estudiando los contornos de esas regiones forzosamente estériles o laoo . 2000 Kil
del Irán, se v e que en su conjunto ocupan con sus anejos las tierras más
bajas, que afectan una forma casi triangular hacia el centro, el sud y
pastores de las comarcas transcaucásicas, los montañeses karducos y
el este del país. Por otra parte, las regiones fértiles que invitan al
armenios de los macizos occidentales tenían frecuentes ocasiones de mez-
hombre á la residencia y á la agricultura, están dispuestas en dos b a n -
clarse y rozarse con los habitantes del A t r o p a t e n o y-con los emigrantes
das que se encuentran bajo un ángulo agudo en la parte noroccidental
procedentes de las comarcas meridionales ú orientales del Irán siguiendo
de la meseta.
la base de las montañas. L a yuxtaposición de las dos bandas de cultura
Este territorio penetra un espacio de más de 5oo kilómetros entre
y de población que se unen en esta comarca no podía menos de darle
dos filas de altas montañas; poderosos macizos lo limitan tafñbién al
una vitalidad poderosa, comparable á las llamas vivas que brotan al
norte ; los conos de volcanes aislados se levantan aquí y allá, hallándose
uno de ellos completamente rodeado por las aguas del lago de Urmiah ;
sas modelaron también el genio iranio, tan notable p o r la flexibilidad y
gran número de pasajes divergen del Azerbeidjan hacia todos los países
la claridad de la comprensión. Los niños de las escuelas, agrupados
circundantes; al Este hacia las costas del Caspio, al Norte hacia el valle
sobre las esterillas, admiran al viajero europeo : sus ojos brillan con un
del Araxa, al Oeste hacia el l a g o de V a n , al Sudoeste hacia el T i g r i s y el
ardor inteligente; sacuden su cabecita rizada y dan á su rostro la e x p r e -
Eufrates. A s í los pescadores ribereños del mar, los agricultores y los
sión más graciosa y encantadora.
E l espacio trapezoide de Persia, comprendido entre las murallas N.° 52. Mapa físico de Persia.
desiguales de los montes, no está bien preparado p o r la Naturaleza para
la feliz floración de la « planta hombre ». L e j o s de ello, gran parte de
esas altas tierras consiste en extensiones rocosas, arcillosas, areniscas ó
salinas completamente inhabitables: la meseta se abre hacia su centro
formando una concavidad de suaves pendientes que descienden hasta
dejar tras sí una altura de 300 (140?) metros solamente sobre el nivel del
mar. A l g u n o s ríos corrían en otro tiempo hacia esta depresión central;
un mar interior ó á lo menos un extenso l a g o llenaba la c a v i d a d ; pero
la desecación general del clima ha evaporado aquellas sábanas de agua,
ha agotado los ríos, ha esterilizado esos espacios por las eflorescencias
salinas, y la población ha debido limitarse á la ocupación de los valles
herbosos y de las zonas fértiles que se extienden á lo largo de la base de
los montes. Hasta entre las aristas paralelas de varias cadenas monta-
ñosas que se suceden en la parte §ud-occidental de la meseta, existen
espacios diseminados sin agua donde el hombre no ha podido esta-
blecerse. Si el molino de viento es de origen persa, como lo afirman
los indígenas, su causa es el soplo constante que barre violentamente
los vastos espacios desiertos y los picos aislados en medio de los terre-
nos que fueron mares. I 25000000
Estudiando los contornos de esas regiones forzosamente estériles o iaoo . 2000 Kil
del Irán, se v e que en su conjunto ocupan con sus anejos las tierras más
bajas, que afectan una forma casi triangular hacia el centro, el sud y
pastores de las comarcas transcaucásicas, los montañeses karducos y
el este del país. Por otra parte, las regiones fértiles que invitan al
armenios de los macizos occidentales tenían frecuentes ocasiones de mez-
hombre á la residencia y á la agricultura, están dispuestas en dos b a n -
clarse y rozarse con los habitantes del A t r o p a t e n o y-con los emigrantes
das que se encuentran bajo un ángulo agudo en la parte noroccidental
procedentes de las comarcas meridionales ú orientales del Irán siguiendo
de la meseta.
la base de las montañas. L a yuxtaposición de las dos bandas de cultura
Este territorio penetra un espacio de más de 5oo kilómetros entre
y de población que se unen en esta comarca no podía menos de darle
dos filas de altas montañas; poderosos macizos lo limitan tafñbién al
una vitalidad poderosa, comparable á las llamas vivas que brotan al
n o r t e ; los conos de volcanes aislados se levantan aquí y allá, hallándose
contacto de dos brasas. A d e m á s , la diversidad de los elementos étnicos Savalan es el A<?navanta, donde se hizo la revelación divina para los *
fieles de Zoroastro ' ; fué una montaña más santa aún que el Demavend
reunidos en la avenida de las montañas, entre las cimas «divinas»,
y el Ararat, ó por mejor decir la santidad, como una llama, viajaba de
Demavend, Elvend, Savalan, Ararat, había de facilitar el nacimiento
cima en cima al mismo tiempo que los portadores de antorchas que
de una gran civilización. A l l á , en el triángulo T e h e r á n , T a b r i s , H a m a -
caminaban por sus bases.
dan, se encuentra el centro de gravedad de todo el mundo médico
y persa que se había instalado sobre la meseta de Irán, y allí p e r -
manece aún.
N.° 53. Azerbeidjan.
S e g ú n u n a f o t o g r a f í a d e J. d e M o r g a n ( M i s i ó n a r q u e o l ó g i c a en Pcrsia).
I 3 500 000
Brunnhofer, gracias á sus descubrimientos sobre la orientación 0 « '00 ,50 200 Kll.
hacia la Armenia, al Este hacia el Khorassan. E l volcán extinguido pateno, una, la que de Este á Oeste sigue la base meridional del Cáucaso
que actualmente se llama Savalan es el único monte desde el cual pueda iránico y del Elburz, ha adquirido en la historia una importancia de
Ü3 500000
1 , 1
0 5 0 100 150 kíl.
L3 500000
1 . 1
0 50 100 150 kíl.
\
históricos, se perfila en el cielo paralelamente á la ruta que sigue la base daba al conjunto del A l b o r d j una personalidad divina, gracias, quizá, á
meridional de los montes. Según los libros sagrados de los Iranios, el erupciones de lava, y seguramente á sus nieves, á sus columnas de v a p o -
De u n a f o t o g r a f í a d e J. d e M o r g a n ( M i s i ó n a r q u e o l ó g i c a en Pcrsia).
los siete círculos del infierno, á los siete colores del arco iris, á los siete
metales del interior de las rocas y á los siete días de la semana, á los
siete pecados capitales y á las siete virtudes cardinales. P o r q u e el hom-
bre tuvo en todo tiempo la idea del número, del ritmo y de la a r m o n í a ; I! 3500000
abría ante los viajeros estaba cortada por torrentes rápidos, interrum-
pida por vastos promontorios de difícil acceso, habitada p o r poblaciones
Norte en las llanuras. En este punto, las cortaduras de los montes
guerreras muy dispuestas á exigir tributos á los pasajeros. Práctica-
dan acceso á varios senderos que se dirigen hacia el á n g u l o sud-oriental
mente, esta serie de desfiladeros sinuosos que se prolongan sobre un
del mar y hacia el curso inferior del río G u r g e n . E l punto g e o g r á f i c o
espacio de 800 kilómetros entre los desiertos transcaspianos y las
ocupado actualmente por la « Ciudad de las Estrellas » ó la « Ciudad de
llanuras de la Transcaucasia, queda cerrada á las emigraciones étnicas :
las Muías», — Astrabad ó Asterabad, — es un sitio histórico p o r e x c e -
á pesar de la apariencia que esta cornisa del litoral toma sobre el mapa,
lencia, donde había de nacer una estación de caravanas y renacer
no ha de considerársele como formando una vía histórica de significa-
inmediatamente después del pasaje destructor de un conquistador. Se
ción mayor. Casi todos los extranjeros que se aventuraron sobre esta
trató, como'es consiguiente, de fortificar la entrada de la escalera de los
ribera, se vieron obligados á detenerse en su camino, unas veces para
montes, y se vieron además al otro lado*del G u r g e n los restos de una
combatir los montañeses del país de Ghilan y tratar de apoderarse del
muralla que, partiendo de las orillas del Caspio, se p r o l o n g a á lo lejos
suelo sobre que se habían aventurado, otras para franquear la cadena
en el desierto y que los indígenas atribuyen al héroe legendario,
del Elburz y seguir, sobre la vertiente opuesta, la gran ruta de las
A l e j a n d r o el de los dos Cuernos. L a persistencia misma de ese nombre
naciones que prolonga la faz meridional de los montes.
de G u r g e n ó « de los L o b o s » aplicado á un escaso curso de agua, con
A l este del Caspio, la vía media del A s i a se bifurca: una mitad sigue frecuencia casi agotado, prueba la importancia capital que tuvieron
la base meridional del Cáucaso iranio, en tanto que la otra desciende al esos puntos estratégicos, porque el G u r g e n no es sino el Hirkhan,
cuyo nombre fué dado á toda la Hircania (Hyrkania), es decir, á las r e -
" Histoire des Perses, t. I, p. 149.
giones que se extienden desde la India al Caspio ó «mar de Hircania ».
* Hermann Brunnhofer, Urgeschichte der oAryer in Vorder und Central-Asien, «Erster
Band», p. 1 3 1 .
Sin embargo, las puertas históricas abiertas á través de esta parte
I - 9 1
del diafragma del A s i a no tienen más que un valor secundario. Los el istmo de S u e z ó p o r el estrecho de B a b - e l - M a n d e b , hasta el Irán,
pasos del G u r g e n conducen á espacios desiertos ó muy poco pobla- pasando por la cuenca del Eufrates. Las comarcas mediterráneas, p r o -
dos q u e , durante el período que nos es conocido, estuvieron casi longando su eje hacia la isla de Chipre y el g o l f o de Alexandrette,
siempre ocupados por bandidos. L o s caminos laterales á derecha é apuntaban también hacia el alto Eufrates y las mesetas iránicas. E l mar
izquierda son peligrosos ó á lo menos difíciles de recorrer : á derecha, es Negro, donde venían á parar las vías de toda E u r o p a p o r el Don, el
decir, hacia el Este, se perfilan las montañas del Cáucaso de los Turk-
menios en varias aristas paralelas, que han de contornearse al N o r t e por
N.° 56. Caminos de la meseta de I r a n i a .
una sucesión de etapas que coinciden con los oasis ó al menos con las
tierras húmedas situadas á la extremidad septentrional de los valles.
Semejante viaje era mucho más largo y peligroso que el recorrido de la
ruta meridional que prolonga sobre la meseta de Irán la base de
las aristas circundantes.
El punto de paso por excelencia entre las dos vertientes del
diafragma a s i á t i c o . d e b í a encontrarse, pues, en el sitio donde los dos
ríos paralelos, llamados en el día el M u r g h - a b y el Heri-rud, atraviesan 'a¿han~"s
de parte á parte las aristas del Paropamisus : allí h a y valles fértiles que
ocupan las dos vertientes, y pudieron nacer dos ciudades que después se
contaron entre las más populosas de la Tierra, de una parte Herat, de
la otra Merv ; las travesías de arenas estériles son mucho más cortas que rman
de parte á parte las aristas del Paropamisus : allí h a y valles fértiles que
ocupan las dos vertientes, y pudieron nacer dos ciudades que después se
contaron entre las más populosas de la Tierra, de una parte Herat, de
la otra Merv ; las travesías de arenas estériles son mucho más cortas que rman
tierras del A s i a c e n t r a l : son los caminos por donde desde la más remota
salían iniciados en un g r a d o superior de civilización. ¡ D e ahí la impor-
antigüedad se hizo el precioso tráfico del jade y de otras substancias de
tancia capital de Persia en el conjunto de la historia humana ! No sin
gran valor y escaso volumen con el E x t r e m o Oriente. Y toda esa inmensa
razón todos los pueblos occidentales y orientales, europeos, americanos,
ramificación de las vías históricas, desarrollándosé de Este á Oeste á tra-
vés del mundo, tenía un pasaje común siguiendo c o m o un hilo conductor
N.° 57. Pais de los Turkmenios,
la vertiente meridional de los montes del Caspio, sobre el zócalo iránico.
C o m o se v e , las tierras de la meseta persa, p o r el hecho mismo de
su relieve geográfico, han llegado á ser un camino necesario de la. civili-
zación que se propaga por todo el m u n d o ; pero se podría creer que
otras regiones ofrecen ventajas análogas en los países del Norte, donde
. se extienden llanuras infinitas, frecuentemente recorridas en todos s e n -
tidos durante el curso de las edades por' pueblos emigrantes. Verdade-
ramente los éxodos, las magníficas excursiones son mucho más fáciles
que sobre la meseta de Irán, por las tierras de abajo, estepas ó desiertos
de Dzungaria, de Siberia y de la Rusia oriental; pero esas regiones
estaban habitadas casi exclusivamente por nómadas c u y o estado de c u l -
tura no podía modificarse fácilmente á causa de la gran uniformidad de
las condiciones de la vida. L o s invasores procedentes del Este ó del
Oeste se perdían allí como en un m a r ; de un lado á otro de la inmensa
Asía&b
llanura, el desplazamiento de las naciones se realizaba sin cambiar su
civilización ; habiendo salido nómadas é incultos de las puertas de Dzun-
garia, se presentaban á las de los Carpatos con costumbres idénticas:
la sacudida moral que había efe operar una revolución en su existencia no
se producía sino á miles de kilómetros de distancia de su país de origen.
De muy distinto modo ocurría, como hemos visto, sobre las altas
tierras del Irán, gracias al contraste que presenta este país con todas las
regiones circunvecinas. T a n t o si los emigrantes venían de las llanuras
de la Mesopotamia, como si procedían de los valles caucásicos, de los
arenales del Turkestán ó de la cuenca del Indus, se encontraban por ello
mismo transportados á un medio completamente nuevo, y el camino que
les estaba trazado de antemano les ofrecía la ocasión de aprender y aun
hindus y chinos consideran las comarcas del Irán como un país de a n t e -
de transformarse bajo la influencia de una civilización diferente de la
pasados : las leyendas que muestran los primeros hombres descendiendo
suya. S e puede comparar la vía septentrional de Persia, entre Meched
de aquellos montes tienen un fondo de verdad.
y Hamadan, á una especie de laminador en el q u e las poblaciones
han sometido sus ideas y sus costumbres, como metales dúctiles, á una
A l Norte del diafragma que une el Elburz al Pamir, c u y o s eslabones
nueva elaboración, de modo que habiendo entrado bárbaros en el país,
intermediarios llevan nombres diferentes: Cáucaso iránico, umbral de
37°
los T u r k m e n i o s , montañas del K h o r a s s a n , Paropamisus é H i n d u - K u c h , relaciones naturales con el resto del continente. Nacido en el corazón
las cuencas fluviales q u e forman los hielos y las a g u a s descendidas de mismo del Thian-chañ, r e c o r r e por sus afluentes s u p e r i o r e s p e q u e ñ o s
la v e r t i e n t e occidental de los e n o r m e s macizos, mesetas y montañas del valles n e v a d o s y desfiladeros salvajes : la c o m a r c a p e r t e n e c e á un clima
RKSffij
ÉM:
•
CUENCA DEL SIR-DARIA
abundantes aguas del Sir y de sus numerosos afluentes. Esa cuenca es asiática ha estado privada de toda relación directa con las comarcas de
ultra-Caspio y la civilización se ha visto atrofiada sobre el terreno por
otra Lombardía por la belleza y variedad de sus cultivos, por la m a g n i -
falta de cambios intelectuales.
ficencia de sus horizontes de montañas que limitan los cultivos al Norte
y al S u d , como otros A l p e s y otros A p e n i n o s ; el país, uno de los más
N.° 59. Relieve del Asia central.
hermosos del Mundo, famoso en las comarcas de la civilización iránica
por la dulzura y la tranquila claridad de su atmósfera, es « t o d o azul »,
dice el viajero U j f a l v y , deliciosamente matizado de un tinte de t u r q u e s a :
el cielo es azul, lo mismo que el agua de los l a g o s y de los arroyos, el
plumaje de los cuervos y de los mirlos, las piedras de los campos y las
paredes de los edificios.
Pero esta magnífica llanura no pudo adquirir en tiempos pasados
gran valor histórico por ser de proporciones relativamente estrechas, y
sus cultivos, bruscamente detenidos del lado del Oeste por extensas
soledades, no se unieron fácilmente al resto del Mundo hasta los
tiempos modernos, merced á la invención de las comunicaciones
rápidas. L a potencia de los Iranios, y más tarde la de los Griegos,
no pasó de ese alto valle del Sir, de donde partía á través de las
montañas, « e l camino de la S e d a » , practicado por los mercaderes hacia
la lejana China. Cerca del punto donde se eleva actualmente la ciudad
de K h o d j e n d se hallaba el puesto avanzado de los Persas, c u y o nombre,
Kyra, se interpretó como refiriéndose al fundador legendario del
imperio y que los G r i e g o s tradujeron por el nombre de Cyrópolis.
No lejos de allí, pero más adelante, los Macedonios edificaron « A l e j a n -
dría la más lejana » — Alexandria é eskliaté.
Casi inmediatamente más abajo de este punto, apenas pasado la
confluencia del río y de los tributarios que riegan T a c h k e n t y sus inme-
68»E.de Gr
diaciones, comienza el desierto : el Sir ha perdido y a en los canales de
irrigación gran parte del agua que le habían suministrado los g l a c i a r e s ;
10000000
los arroyos que hacia él se dirigen se han secado antes de alcanzar su
' corriente, y las arenas impulsadas por el viento le obligan á cambiar fre-
cuentemente de dirección, á empobrecerse más, dejando aquí y allá en
las llanuras charcos pantanosos. A l otro lado, el río, que serpentea al L a cuenca del O x u s ó A m u - d a r i a , situada bajo un clima más meri-
Noroeste hasta el mar de A r a l , no podría regar á derecha é izquierda dional y más generoso, á quinientos ó seiscientos kilómetros más cerca
más que una estrecha cinta de verdura, zona insuficiente para que en del ecuador, mucho más rica en aguas vivas y teniendo á su disposición
ella establecieran poblaciones agrícolas un muro viviente, impenetrable comunicaciones naturales más directas con la India y el Irán por las gar-
á los bandidos turkmenios de la e s t e p a : así es c o m o la bella Lombardía gantas del Paropamisus,tuvo, por consecuencia, una historia más activa,
CUENCA DEL SIR-DARIA
abundantes aguas del Sir y de sus numerosos afluentes. Esa cuenca es asiática ha estado privada de toda relación directa con las comarcas de
ultra-Caspio y la civilización se ha visto atrofiada sobre el terreno por
otra Lombardía por la belleza y variedad de sus cultivos, por la m a g n i -
falta de cambios intelectuales.
ficencia de sus horizontes de montañas que limitan los cultivos al Norte
y al S u d , como otros A l p e s y otros A p e n i n o s ; el país, uno de los más
N.° 59. Relieve del Asia central.
hermosos del Mundo, famoso en las comarcas de la civilización iránica
por la dulzura y la tranquila claridad de su atmósfera, es « t o d o azul »,
dice el viajero U j f a l v y , deliciosamente matizado de un tinte de t u r q u e s a :
el cielo es azul, lo mismo que el agua de los l a g o s y de los arroyos, el
plumaje de los cuervos y de los mirlos, las piedras de los campos y las
paredes de los edificios.
Pero esta magnífica llanura no pudo adquirir en tiempos pasados
gran valor histórico por ser de proporciones relativamente estrechas, y
sus cultivos, bruscamente detenidos del lado del Oeste por extensas
soledades, no se unieron fácilmente al resto del Mundo hasta los
tiempos modernos, merced á la invención de las comunicaciones
rápidas. L a potencia de los Iranios, y más tarde la de los Griegos,
no pasó de ese alto valle del Sir, de donde partía á través de las
montañas, « e l camino de la S e d a » , practicado por los mercaderes hacia
la lejana China. Cerca del punto donde se eleva actualmente la ciudad
de K h o d j e n d se hallaba el puesto avanzado de los Persas, c u y o nombre,
Kyra, se interpretó como refiriéndose al fundador legendario del
imperio y que los G r i e g o s tradujeron por el nombre de Cyrópolis.
No lejos de allí, pero más adelante, los Macedonios edificaron « A l e j a n -
dría la más lejana » — Alexandria é eskliaté.
Casi inmediatamente más abajo de este punto, apenas pasado la
confluencia del río y de los tributarios que riegan T a c h k e n t y sus inme-
68»E.de Gr
diaciones, comienza el desierto : el Sir ha perdido y a en los canales de
irrigación gran parte del agua que le habían suministrado los g l a c i a r e s ;
10000000
los arroyos que hacia él se dirigen se han secado antes de alcanzar su
' corriente, y las arenas impulsadas por el viento le obligan á cambiar fre-
cuentemente de dirección, á empobrecerse más, dejando aquí y allá en
las llanuras charcos pantanosos. A l otro lado, el río, que serpentea al L a cuenca del O x u s ó A m u - d a r i a , situada bajo un clima más meri-
Noroeste hasta el mar de A r a l , no podría regar á derecha é izquierda dional y más generoso, á quinientos ó seiscientos kilómetros más cerca
más que una estrecha cinta de verdura, zona insuficiente para que en del ecuador, mucho más rica en aguas vivas y teniendo á su disposición
ella establecieran poblaciones agrícolas un muro viviente, impenetrable comunicaciones naturales más directas con la India y el Irán por las gar-
á los bandidos turkmenios de la e s t e p a : así es c o m o la bella Lombardía gantas del Paropamisus,tuvo, por consecuencia, una historia más activa,
EL HOMBRE Y LA TIERRA CUENCA DEL AMU-DARIA 3 7 5
374
una vida más intensa que el país de Ferghana. Decenas de millones de atraviesa completamente la cadena, abriendo así como una gran puerta,
hombres podrían vivir cómodamente en esa amplia cuenca perfecta- donde los Macedonios no podían menos de edificar una Alejandría,
mente regada en toda su extensión, y , según las leyendas y las tradicio- ciudad militar que es hace mucho tiempo famosa bajo el nombre de
nes, la población fué en e x t r e m o densa en esta región. L a parte más Herat y que se designa frecuentemente como la «llave de la India».
había hecho erigir á su gloria la ciudad de Antioquía márgica, de la que 500 kil.
para el comercio y para los pueblos en marcha.' E l río que riega los prosperidad se han convertido en soledades t en casi toda su extensión.
cultivos de esta A n t i o q u í a antigua, el Merv moderno, proviene de una Verdaderamente «la guerra ha pasado por a l l í » ; pero la comarca
brecha baja de los montes, y , más al Oeste, otro río paralelo al primero hubiera podido florecer nuevamente como tantas otras regiones devasta-
das, si las comarcas del alto Iaxartes, del alto O x u s , del S o g d y del
' Terrien de la C o u p e r i e , Oriental and Babyl'onian Record. Margos no hubieran estado, por decirlo así, « en el aire », aventuradas
1 Fr. Lenormant, Les Origines de rNistoire, t. II, p. 509.
CIVILIZACIÓN DE LA BACTRIANA
A *
edades de la proto-historia, cuando la fe y el culto que á los modernos
nos parecen constituir la religión aria por excelencia, el mazdeismo, los Macedonios y de los G r i e g o s seleucidas. Después, cuando la fuerza
tomaban su origen en la cuenca del O x u s , los Arias, considerados, no inicial que tenía su punto de a p o y o en las riberas del Mediterráneo se
como antepasados de una. raza « i n d o - e u r o p e a » que abraza una mitad hubo casi enteramente gastado, y que los sucesores directos de A l e j a n -
del Mundo, sino como pueblo que habla una lengua emparentada cqji dro hubieron de abandonar las provincias orientales de su imperio, el
nuestros idiomas de filiación pre-sanscrita, parecían haber dominado Estado g r i e g o independiente que se constituyó en la Bactriana continuó
sobre las altas tierras del A s i a , desde las pendientes del T h i a n - c h a ñ y estando en relaciones con los Partos del S u d y hasta con los habitantes de
de los Pamir hasta las del Azerbeidjan. « E l corazón del Irán original la India : uno de los monarcas de la comarca, Demetrio, que vivía hace
era Balkh », dice Gobineau '. Después de este período, durante el cual unos veintiún siglos, fué conocido bajo el título de « rey de los Indios ».
Bactres ejerció quizá cierta hegemonía sobre las poblaciones d é l a misma A d e m á s , la fuerza de impulsión dada á la Bactriana por las p o b l a -
raza que habitaban el reverso meridional de" los montes, les quedó ciones civilizadas venidas de Occidente haUía hecho de es je país un
mucho tiempo asociada en la fortuna y en la adversidad, puesto que lugar de etapa entre el Mediterráneo y el río A m a r i l l o . En la época en
c a y ó sucesivamente bajo la dominación de los Medas, de los Persas, de que la Bactriana helenizada se había convertido en el centro de la c u l -
tura en el A s i a central, los Chinos, que habían recibido sus ciencias y
sus artes de emigrantes venidos anteriormente del mismo país, se halla-
1
Histoire des Perses, 1 . 1 , p. u .
ban en comunicaciones frecuentes á toavés del continente con las p o b l a -
I - 94
c i e n e s de la vertiente opuesta *. L a s dos provincias de Bactriana y de
S o g d i a n a eran designadas p o r ellos con el n o m b r e de G r a n d e Y a v a n i a ó
de « G r a n G r e c i a » , semejante al q u e los R o m a n o s de los mismos s i g l o s
daban á la parte meridional de Italia. Hasta o c u r r i ó , durante cierto
e s p a c i o de t i e m p o , q u e esa c u e n c a del alto O x u s , conocida por la
denominación de T c h i n ó S a m o k i e n - - es decir, S a m a r k a n d , — fué una
dependencia del Imperio del M e d i o . Á la sazón era un f o c o de p r o p a - ^
g a n d a b ú d i c a , c o m o l o había sido, más de mil años antes, el centro de
las misiones mazdeistas, y c o m o ella v i n o á ser d e s p u é s una de las
g r a n d e s escuelas del m a h o m e t i s m o .
E l aislamiento q u e se hizo en la Bactriana entre los tiempos h e l é n i -
cos y los s i g l o s del Islam, p r o v i e n e , no tanto de la Naturaleza, que, no
obstante, había l e v a n t a d o . l a muralla del Paropamisus, c o m o de las inva-
siones étnicas vomitadas por las r e g i o n e s septentrionales. Amplia-
mente abiertas por el lado del Norte y del N o r o e s t e p o r las estepas de
los nómadas, las campiñas del l a x a r t e s y del O x u s debían considerarse
tanto más amenazadas cuanto mejor estuvieran cultivadas y más c u b i e r -
tas de ciudades ricas. L a s hordas de bandidos, a c e c h a n d o en las i n m e -
diaciones de las colonias avanzadas y en l ó s desfiladeros de las montañas,
a p r o v e c h a b a n la primera ocasión para lanzarse s o b r e las colonias, q u e
les e n t r e g a b a , sea la g u e r r a intestina, sea la traición de un a m b i c i o s o ,
sea c u a l q u i e r otro acontecimiento. C u a n t o más se repetían las i n c u r -
siones y más c a m b i a b a la p r o p o r c i ó n de las razas, los invasores tomaban
en muchos puntos el l u g a r de los a n t i g u o s residentes, quienes eran
e x t e r m i n a d o s ó rechazados hacia los a l t o s valles. A l fin, el elemento
ario, demasiado debilitado para resistir, se halló r o t o en muchos sitios,
á l o l a r g o de las pendientes del H i n d u - K u c h , ó no p u d o conservarse en
ciertas c i u d a d e s más q u e t o l e r a d o , servil, frecuentemente á condición de :¡!$5is
L a meseta del Irán, que las diversas cadenas y macizos del Cáucaso
índico y de sus prolongaciones occidentales separan de la Bactriana, de
la Margiana, de las soledades del Turán y del Caspio ó mar de Hircania,
se descompone en dos grandes regiones naturales : al Oeste, la Irania
propiamente d i c h a ; al Este, las diversas comarcas que en otro tiempo se
denominaron A r a c o s i a , Drangiana, Gedrosia, y que actualmente se
designan con los nombres de A f g h a n i s t a n y Balutchistan. L a región
oriental, c u y o s valles se entrecruzan con los de la Bactriana, tiene casi
la misma extensión que la del Occidente, pero difiere de ella por la
naturaleza del suelo, que presenta en su conjunto una variedad de relieve
mucho más considerable, una estructura más compleja, y por consi-
guiente, más favorable á la conservación de las diversidades étnicas.
WM
m
.8
ese modo se acabaría por ganar la gran llanura en que se ramifican los „ ^ ~ Too ¡SO Kil
De una fotografía. 4
De una fotografía. 4
franquean la gran cordillera á diversas alturas entre 3000 y 4000 metros, Casi no es necesario i n d i c a r l a s divergencias que presentan las cartas n." 62 y n.° 63,
trazadas según documentos diferentes.
sea para descender directamente por el valle de un afluente del K a b u l ,
sea para ganar este mismo río en su largo cauce granítico. Otra
ciudades santas de la Mesopotamia y del litoral del mar Rojo. D e ese
garganta de la misma ruptura de los montes permite tomar un camino
modo ese conjunto de brechas constituye un centro vital de la más alta
lateral que se dirige al Sudoeste hacia el Seistan y la Persia: es la
ARACOSIA, DRANGIANA, GEDROSIA 389
388 EL HOMBRE Y LA TIERRA
importancia histórica; quizá no haya en el mundo otro que pueda territorio del antiguo Kadru, « e l país de los M o r e n o s » , así llamado
por el color de sus habitantes, los Brahnis, los « E t i o p e s » de H e r o -
comparársele. C o m o es consiguiente, no podía menos de fundarse ciu-
doto '. L o s G r i e g o s cambiaron el nombre de Kadru por el de G e d r o -
dades poderosas en las inmediaciones de esos pasajes utilizados en todo
sia : es el Balutchistan actual.
tiempo por los viajeros pacíficos y ambicionados por los conquistadores.
Por allí, indudablemente, se estableció en la aurora de nuestra historia
el vaivén de los pueblos de lengua aria entre las dos vertientes del N." 64. Seistan ó Drangiana.
Cáucaso índico.
Fuera de esas vías históricas y de sus accesos, las comarcas de la
antigua A r a c o s i a están dispuestas de manera que protegen contra todo
cambio las poblaciones residentes. L o s macizos de montañas, que cons-
tituyen cada cual un dominio separado, favorecen la conservación de los
regímenes antiguos y el mantenimiento de las costumbres primitivas ; no
hay duda que muchas poblaciones de lugares apartados permanecieron
en -los mismos sitios, en idénticas condiciones de vida, durante las
edades antiguas, lo mismo que en los siglos posteriores á la expedición
de A l e j a n d r o . L a Drangiana, equidistante de la montaña y de la llanura
ardiente, es un lugar de reposo, donde, á pesar de la proximidad de los
grandes caminos de paso y de los centros de civilización, hubo de p e r -
mitirse la penetración de la cultura y su desarrollo bajo una forma
original. L a historia antigua de ese país ha de estudiarse aún.
En las regiones meridionales que se extienden al sud de la d e p r e -
sión por donde corre el río Helmand y donde duermen los lagos salados
del vSeistan, otras regiones montuosas están habitadas también p o r tri-
bus sedentarias, que se hallan protegidas por las ásperas rocas de su
Según los mapas del Ejército de las l_ndi,is.
recinto, semejantes á las murallas de una ciudadela. Pero ahí se detiene
I : 8 000 000
la semejanza de los m e d i o s : primeramente esos macizos son notable- baci i i . n l 1 =*=
0 100 200 300 sooKil.
mente menos elevados, por término medio, que los montes destacados
del formidable muro del H i n d u - K u c h , y , por consecuencia de su orien- La forma y la extensión de los lagos salados donde desembocan el Helmand y los otros ríos
del Seistan están sometidos á variaciones continuas.
tación, ofrecen muchos menos retiros favorables. Después, situados
bajo un clima diferente, muy seco, de lluvias irregulares y rara vez sufi-
cientes, esos montes no dejan germinar vegetación bastante abundante E s natural que los ribereños del mar de las Indias y del g o l f o
para que los habitantes de la comarca puedan contar sobre cosechas Pérsico trataran de establefer un tráfico regular y comunicaciones f r e -
anuales, y con frecuencia la falta de recursos suficientes les obliga á la cuentes á lo largo del litoral. Esta vía, la historia lo denuncia, fué
emigración parcial ó colectiva, pacífica ó guerrera. Por otra parte, el practicada, en efecto, no sólo por débiles caravanas sino también por
ataque de sus reductos se facilita por la existencia de numerosas llanuras 1 Hermann Brunnhofer, Urgeschichte der Arier in Vorder-und Centrai-Asien, Erster
intermedias que se ramifican en anchas avenidas á través de todo el Band, p. 109.
I - 97
e j é r c i t o s : sin embargo, la falta de agua en los arroyos de la costa, el nuía en la dirección del Noreste. Un pasaje célebre de Herodoto (I, 101)
corto número de habitantes y los p e l i g r o s de la sed y del hambre a l e j a - enumera las seis tribus (genea) de los Medas, y de la interpretación de
ron frecuentemente á los mercaderes y á los guerreros de este camino
natural, que por otra parte no presenta obstáculos materiales; no son N.° 65. Poblaciones de Irania.
las rocas, sino las áridas arenas lo que hace de la Gedrosia una región
de sufrimiento y de espanto para los viajeros. L a s incursiones de b a n -
didos, que suelen aparecer de repente como bandadas de cuervos, han
de temerse también en aquel país abrasado. En todo tiempo, el camino
marítimo de los puertos vecinos del Indus á los del g o l f o Pérsico fué
más frecuentado que el de tierra, y las pocas ciudades que se muestran
de distancia en distancia sobre la costa deben principalmente su i m p o r -
tancia relativa y su población á la visita de los barcos de cabotaje.
Se notará cierta divergencia entre el texto y las indicaciones del mapa ; aquí son considerados
este de la meseta, desde la A r a c o s i a hasta la provincia de Persia (Per-
los Elamitas como arianizados.
side) estaban ocupados por poblaciones arias, su preponderancia dismi-
las rocas, sino las áridas arenas lo que hace de la Gedrosia una región
de sufrimiento y de espanto para los viajeros. L a s incursiones de b a n -
didos, que suelen aparecer de repente como bandadas de cuervos, han
de temerse también en aquel país abrasado. En todo tiempo, el camino
marítimo de los puertos vecinos del Indus á los del g o l f o Pérsico fué
más frecuentado que el de tierra, y las pocas ciudades que se muestran
de distancia en distancia sobre la costa deben principalmente su i m p o r -
tancia relativa y su población á la visita de los barcos de cabotaje.
Se notará cierta divergencia entre el texto y las indicaciones del mapa ; aquí son considerados
este de la meseta, desde la A r a c o s i a hasta la provincia de Persia (Per-
los Elamitas como arianizados.
side) estaban ocupados por poblaciones arias, su preponderancia dismi-
otra como la de los M a g o s ó de los « M e j o r e s » , eran del mismo origen egoísmo, á dar á los A r i a s del Irán una misión preponderante desde
que el pueblo p e r s a ; p e r o las otras cuatro divisiones étnicas constituían el punto de vista numérico lo mismo que político, inclinándose á colocar
quizá el fondo « t u r a n i o » de la población rural, dividida en dos g r u p o s , en primer término los Persas propiamente dichos.
agricultores sedentarios y pastores nómadas 1. Hace veintiséis siglos, la Por lo demás, terminada la lucha entre los pueblos, después entre
región de las altas tierras, comprendida entre la vertiente del A r a x a y la las lenguas, continuó en otro terreno y particularmente en cuanto-al
meseta de Irán, estaba todavía habitada por poblaciones no mezcladas modo de pensar y de obrar entre la religión dualista de los A r i a s y el
con los Arias. Hasta cierto punto puede simbolizarse el antagonismo magismo ó chamanismo de los Turanios 1 ; p e r o esta oposición fué sorda
de los Turanios y de los Arias que habitaban la meseta existente entre
el Caspio y el mar de Omán por la lucha secular entre esas dos fraccio-
nes de una misma familia, Medas y Persas.
En la versión médica de las inscripciones grabadas por orden de los
soberanos akheménidas, todas las palabras del lenguaje político y admi-
nistrativo están tomadas directamente del idioma ario de las clases supe-
riores," es decir, del persa (que no ha de confundirse con el persa del
día, impregnado de árabe desde la conquista m a h o m e t a n a ) ; pero la
masa del pueblo dominado al noroeste de la meseta de Irán, continuó
mucho tiempo hablando la lengua no aria, y los r e y e s de Persia hubieron
de adoptarla como una de las lenguas oficiales del imperio. En los
textos trilingües que vemos aún sobre las superficies lisas de ciertas
C O R T E DE I.OS A L U V I O N E S Q U E C O N T I E N E N I.AS R U I N A S DE L A A N T I G U A C I U D A D DE AMOI.
rocas, el segundo lugar, después del persa, le ocupa una lengua a g l u t i -
Según una fotografía de J. de Morgan
nativa en que ciertos especialistas creen reconocer un parentesco con los (Misión arqueológica en Persia).
idiomas t u r c o s : esta lengua era el lenguaje popular ( ¿ m e d a ? ¿neo-
17. T t r r e n o de antiguos aluviones sobre el cual fué construida la ciudad.
anzanita?) que, representando la tradición, recibió, en consecuencia, /. Suelo firme.
»1, p, C , P, R. Cimientos, empedrado, alcantarillado.
un rango honorífico ante el babilonio, seguido á su vez del egipcio
d. Altura de las ruinas.
en los edictos cuatrilingües En dos puntos de la antigua Media, n. Altura actual de los aluviones.
« Fr. Lenormant, Les Origines de l'Histoire, t. II, p. 489 y s>g- chas veces por los Iranios con expresión de odio y de desprecio, análoga
' Oppert, Le Peuple el la langue des ¿Médes; Lenormant, passim ; J. Halévy, La prólen
due langue cTAccad; Les prélendus mots sumériens, J. de Morgan.
' Erán, p. 34. 1 Fr. Lenormant, Les prewiéres Civilisalions.
I - 98
394
LÁPIDA DE HOURIN—CHEIHK—KHAN
E l territorio del Elam, en la acepción primitiva de ese nombre,
lo formaban los primeros resaltos del Zagros que dominan de lejos la Según una fotografía de J. de Morgan
(Misión arqueológica en Persia).
Mesopotamia y la ribera marítima que redondea su curva entre el Irán La i n s c r i p c i ó n c u n e i i o r m c de la derecha del relieve es posterior á éste. Léese en e l l a :
y la A r a b i a ; pero en el curso de las edades el término e n g l o b ó hacia « T a r d o n n i s , p r e f e c t o , h i j o de Sin-ipsah ( s i n c o n s u e l o ) , ha repuesto esta i m a g e n c u a n d o
se c a í a ; la ha restaurado. Shamash y Adad a n i q u i l e n el n o m b r e y la raza de q u i e n la
el Este toda la muralla montañosa hasta el reborde de la meseta, y destruya ».
¿ Q u é pensar de la a n t i g ü e d a d de esta lápida c u y a restauración data de una é p o c a á lo
hacia el Oeste la Suciana, que, en el sentido primero de la palabra, no menos c o n t e m p o r á n e a de G o u d e a ? ( J . de M o r g a n ) , de G o u d e a , q u e vivía 56 s i g l o s a n t e s q u e
nosotros. Esta lápida se encuentro á corta distancia de R a i m a n , mapa n.° 69.
era más que el valle bajo del K a r u n ; poco á poco los dos términos, Elam
y Suciana, se emplearon el uno por el otro. A s í se explica que Suza,
que, aislada, pertenecería geográficamente á la Potamia, forma parte del conjunto iranio. En los primeros tiempos de la historia recons-
tituida, en la época en que los pueblos civilizadores de Caldea eran
i: 25 000
i: 25 000
E g i p t o por los Pastores q u e , un siglo más ó menos, parece de la misma (SUZA DF. L O S HEVES AKIIEMÉNIDAS)
. • • • . • • . . :..;,.•'.; . . . . . . . . . ... ¡
pueblos. S u expansión hacia el Oriente fué tal, que, más allá de la
Bactriana, la China recibió el c h o q u e inicial: los habitantes de las
montañas de los Bakhtyaris hicieron brotar la chispa que produjo la
civilización china
A q u e l vasto imperio elamita duró poco ; encontramos hace treinta
y nueve ó cuarenta siglos, al célebre Hammurabi, r e y de Babilonia,
dominando en Suza. Después, tras dos siglos de luchas, c u y a s fases
están aún en la penumbra, r e y e s poderosos tienen su corte en la capital
de la Suciana, y entre ellos, un tal Chinchinak, hijo de Chutruk
Nakhonte, miembro de esta dinastía, constructor y a r q u e ó l o g o , recons-
t r u y ó más de veinte templos, e x h u m ó y restauró las antiguas estelas,
transcribiendo religiosamente el texto en lengua semítica, á veces viejo
de dos mil años, y añadiendo en lengua turania su nombre, el de su
mujer y los de sus hijos
tesoros, tomé el oro y la plata, sus riquezas... Me apoderé de C h u c h i - no conservaron su custodia : se la quitaron los soberanos para cubrirle
nak, el dios que habita los bosques y c u y a divina imagen no había visto de púrpura y de brocado, para adornarle con diamantes y zafiros, rubíes
y turquesas; le pusieron en una urna que para ser transportada necesi-
aún persona alguna... Destrocé los leones alados y los toros que vela-
taba el esfuerzo de muchos hombres, y el pueblo la desconoció. La
ban guardando los templos ». El vencedor se embriaga con su canto
historia nos dice que la capilla portátil c a y ó en manos de los Musulma-
de destrucción, y ningún interés podían tener para él las tabletas de
nes cuando el formidable choque de Kadesieh, y que los vencedores se
arcilla cocida que componían los archivos de la administración ; mas
repartieron los restos ; pero « no era aquélla la bandera verdadera », se
para nosotros, los restos que dejaron los bárbaros conquistadores tienen
dicen los Persas en secreto, y todos confían en que se encontrará un día
más valor que el oro de que tan ávidos se muestran Después de
el mandil del herrero. Bajo una forma diferente, también lo esperamos
la caída de Suza, el Elam, « e l más antiguo de los Estados del A s i a
nosotros.
anterior», desapareció de la escena del mundo 2 .
U n o s treinta años después de la caída de Suza, Nínive, la capital de
los orgullosos Sars, sucumbió á su vez bajo los golpes de los Medas, unos A n t e s de haber sufrido el y u g o de los grandes imperios conquista-
cincuenta años antes que Ciro, el rey de los reyes, subiese al trono persa. dores, las numerosas tribus de los montes y de la meseta, que gozaban
tesoros, tomé el oro y la plata, sus riquezas... Me apoderé de C h u c h i - no conservaron su custodia : se la quitaron los soberanos para cubrirle
nak, el dios que habita los bosques y c u y a divina imagen no había visto de púrpura y de brocado, para adornarle con diamantes y zafiros, rubíes
y turquesas; le pusieron en una urna que para ser transportada necesi-
aún persona alguna... Destrocé los leones alados y los toros que vela-
taba el esfuerzo de muchos hombres, y el pueblo la desconoció. La
ban guardando los templos ». El vencedor se embriaga con su canto
historia nos dice que la capilla portátil c a y ó en manos de los Musulma-
de destrucción, y ningún interés podían tener para él las tabletas de
nes cuando el formidable choque de Kadesieh, y que los vencedores se
arcilla cocida que componían los archivos de la administración ; mas
repartieron los restos ; pero « no era aquélla la bandera verdadera », se
para nosotros, los restos que dejaron los bárbaros conquistadores tienen
dicen los Persas en secreto, y todos confían en que se encontrará un día
más valor que el oro de que tan ávidos se muestran Después de
el mandil del herrero. Bajo una forma diferente, también lo esperamos
la caída de Suza, el Elam, « e l más antiguo de los Estados del A s i a
nosotros.
anterior», desapareció de la escena del mundo 2 .
U n o s treinta años después de la caída de Suza, Nínive, la capital de
los orgullosos Sars, sucumbió á su vez bajo los golpes de los Medas, unos A n t e s de haber sufrido el y u g o de los grandes imperios conquista-
cincuenta años antes que Ciro, el rey de los reyes, subiese al trono persa. dores, las numerosas tribus de los montes y de la meseta, que gozaban
L o s documentos dejados por la historia primitiva son insuficientes del mundo moderno.
para enumerar todas las partes de la inmensa herencia legada á la huma- Por último, surge
REY ACOMPAÑADO DE SUS SERVIDORES
nidad por el mundo iránico : descubrimientos y oficios, concepciones la duda de si los P e r -
filosóficas, poemas, mitos y narraciones. Pero es muy probable que la sas habían descubier- Grupo sobre el que se halla el ferucr.
(Véase página 428).
parte de esos antepasados en nuestro saber actual sea muy superior al to el arte de repre- Según un bajo-relieve de Persépolis.
conocimiento que tenemos de ellos. sentar la Tierra bajo
Créese que les somos deudores de los primeros procedimientos que la forma de una bola. ¿ Q u é era sino aquella copa maravillosa que
permitieron la elaboración de las matemáticas. E n t r e los Iranios, y á consulta Ciro y sobre la cual estaban grabados los contornos de las
E s , pues, plausible q u e de todas las raíces q u e elevaron el gran todavía en su estado de emoción primitiva.
Verdad es que en todo tiempo el animal y el hombre habían c o n o -
1 James C r o l l , Climate and Time. cido el f u e g o , sea en los cráteres de los volcanes, sea en los árboles
i — 101
encendidos p o r el r a y o , sea también en el choque de los fragmentos de un veneno sutil; para extinguir respetuosamente la llama se ha de
del sílex ó en las ramas de diferentes especies que se encienden por agitar la mano según los ritos prescritos. L a brasa es, sobre la piedra
la fricción ; ¡ pero cuán prodigioso fué el descubrimiento que enseñó el del hogar, lo que para el Universo es el .Sol triunfante que preside cada
arte de conservar la brasa ó la llama, y , lo que es mejor, de producirles día la obra del trabajo.
cien mil, ese culto suele expresarse sin palabras, pero con solemne reve-
Según una fotografía de J. de Morgan (Misión arqueológica en Persia).
rencia, en innumerables habitaciones: entre los Gatchas, por ejemplo,
pueblo pamirio primitivo que no tiene sacerdotes, la brasa se despoja
religiosamente cada mañana de las cenizas que la cubren ; y es tal el Esta religión primitiva de la llama vivificante ha persistido en todo
respeto que inspira su calor, q u e es al mismo tiempo luz, que se g u a r - tiempo, penetrando las otras religiones, aun aquellas q u e nacieron del
darían mucho de tocar el carbón flameante con objetos impuros, ni espanto de la muerte: no hay iglesia en que no brille una pequeña llama
siquiera con el aliento, porque desde los orígenes comprendió el hombre inextinguible, y donde no haya vírgenes que simbolicen la duración de
que el soplo, tomado de la pura atmósfera, se carga á cada expiración la vida nacional por la adoración perpetua, encargadas de conservar el
encendidos p o r el r a y o , sea también en el choque de los fragmentos de un veneno sutil; para extinguir respetuosamente la llama se ha de
del sílex ó en las ramas de diferentes especies que se encienden por agitar la mano según los ritos prescritos. L a brasa es, sobre la piedra
la fricción ; ¡ pero cuán prodigioso fué el descubrimiento que enseñó el del hogar, lo que para el Universo es el .Sol triunfante que preside cada
arte de conservar la brasa ó la llama, y , lo que es mejor, de producirles día la obra del trabajo.
cien mil, ese culto suele expresarse sin palabras, pero con solemne reve-
Según una fotografía de J. de Morgan (Misión arqueológica en Persia).
rencia, en innumerables habitaciones: entre los Gatchas, por ejemplo,
pueblo pamirio primitivo que no tiene sacerdotes, la brasa se despoja
religiosamente cada mañana de las cenizas que la cubren ; y es tal el Esta religión primitiva de la llama vivificante ha persistido en todo
respeto que inspira su calor, q u e es al mismo tiempo luz, que se g u a r - tiempo, penetrando las otras religiones, aun aquellas q u e nacieron del
darían mucho de tocar el carbón flameante con objetos impuros, ni espanto de la muerte: no hay iglesia en que no brille una pequeña llama
siquiera con el aliento, porque desde los orígenes comprendió el hombre inextinguible, y donde no haya vírgenes que simbolicen la duración de
que el soplo, tomado de la pura atmósfera, se carga á cada expiración la vida nacional por la adoración perpetua, encargadas de conservar el
RELIGIÓN DEL TRABAJO
I - 102
hombre del mundo ario se habría visto envuelto en un ciclo maravilloso del individuo : en las prácticas de esas religiones nada podía degradar al
de progreso en las artes, la ciencia y el pensamiento. S e comprende fiel. L a corrupción y el embrutecimiento no se hicieron sentir sino con
que nuestros antepasados, poseídos de candido entusiasmo por las v i c - la observación forzada de los ritos y la necia repetición de las fórmulas;
torias que acababan de obtener sobre el destino, hayan forjado en su el culto no se convirtió en causa de regresión mental hasta el momento
cerebro una religión nueva, la de la Agricultura, con sus fiestas del en que c a y ó bajo la dirección de los sacerdotes conservadores, quienes,
T r a b a j o , de la Siembra y de la S i e g a : « ¿ C u á l es la buena obediencia en pago, se hicieron conceder el diezmo, el quinto ó el tercio de los
A esas creencias
de los iránicos primi-
tivos, q u e se descu-
PLANO
bren de una manera
muy clara en el A v e s t a
y en los otros libros
litúrgicos de Persia,
se mezclaron natural-
mente todas las reli-
giones del naturismo
y del animismo : a d -
miración del cielo y
de las nubes ; venera-
ción del agua vivifi-
cante, que brota de la
roca y que se agotará
pronto al sol si no se
MENDIGO VIAJERO (PERSIA)
ocultase en canales
cultura del t r i g o » , responde Ormuzd. «Cuando brota el trigo, los mulase el mazdeismo, adoración del « A l t í s i m o » , del « S a p i e n t í s i m o » ,
demonios se asustan ; cuando se le siega, gritan de espanto ; cuando se que adquirió gran importancia en Irania y en la historia del p e n s a -
le muele, desaparecen». miento humano y que, englobando todas las formas religiosas pre-
E l culto primitivo del F u e g o , del T r a b a j o , del A r a d o , de los B u e y e s cedentes, les añadió la noción del antagonismo absoluto entre el Bien
mismo tiempo que una admiración bien justificada, y esta veneración Poco importa que el fundador, un Zaratvastra, Zarathustra, Zadutch
primera no contribuiría en manera alguna al rebajamiento intelectual ó Zoroastro cualquiera haya sido un personaje positivo, nacido en la
RELIGIÓN MAZDEISTA
\
rodea de una zona ondulante que ha de proteger por medio de una
Bactriana, en R h a g a e ó en la Atropatena, ó bien un tipo legendario, muralla de piedra para detener las dunas. T a l e s son las condiciones
creado posteriormente: ¿ era, según una etimología plausible, aunque que simbolizan los_ personajes épicos de Rustem el Iranio y de Afrasiab
incierta, « e l buen l a b r a d o r ? » 1 ¿ Á qué título se le consideraba como el el Turanio, de Feridun el rey bueno y de Z o h a k el tirano, en c u y a s
primer sacerdote, el primer guerrero, el primer labrador, es decir, como espaldas se y e r g u e n serpientes ávidas de cerebros humanos.
el representante de todas las clases victoriosas y sumisas? No s a b e -
mos : basta que su nombre simbolice la religión esencialmente dualista
del Irán. N.° 67. Imperios y Centros.
\
/
deísta, bajo su forma antigua, se perdió casi por completo, en tanto izquierda de punta ó de corte. S u esfuerzo se dirigía principalmente
que los cuentos populares, las fábulas, los enigmas, los proverbios, en del lado del Oeste : en el país de los ríos se habían constituido grandes
su mayoría se han conservado textualmente, de modo que remontán- imperios, y era natural que el centro del poder del Irán cambiase p a r a -
dose lo más lejos posible en el pasado hacia los orígenes iránicos, estas lelamente sobre el reborde de la meseta.
preciosas é ingenuas expresiones del pensamiento humano, se encuen-
tran casi idénticos. En su misma composición, esas narraciones, repro-
N.° 69. Pasaje del Zagros.
ducidas de boca en boca sin que se ejerza ninguna censura entre la
(Véase p á g . 4 1 9 )
madre y el hijo, conservan el carácter de a n t i g ü e d a d : no Se ha hecho
transmisión alguna de pensamiento de modo más conservador, á pesar
de las innumerables variantes procedentes de la nación, de la civiliza-
ción ambiente y de la personalidad del narrador. Del mismo modo se
han perpetuado los cuentos de hadas casi sin cambio en el mundo cris-
tiano, como si se legaran de madre á hija, sin que en ellos haya p e n e -
trado la idea'de un Dios personal, siendo fácil reconocer en las relaciones
modernas y en las de la Edad Media todo lo que los sacerdotes y los
escritores han intercalado, porque el viejo fondo anterior al cristianismo
existe en ellas perfectamente distinto, y pueden cumplirse revoluciones
de la mayor importancia social sin que se modifique el estado primi-
tivo de la fantasía p o p u l a r : así es como en las numerosas recopila-
ciones de cuentos rusos apenas se èncuentran huellas de la servidumbre
de los mujiks
las poblaciones de la Irania. sitio en que se elevaba la ciudad naciente de Ecbatana ; S a r g ó n , obser-
Hace veinticinco ó veintiséis siglos, cuando la historia de esta parte vando un método
del Irán comenzó á precisarse, la preponderancia de los Medas existía constante, mudó de
probablemente desde muchas generaciones, pero no había sido dócil- posición las pobla-
mente aceptada por las otras poblaciones de la meseta, y ese antago- ciones que some-
nismo debió tener por resultado disminuir la potencia de la confederación tió, y colonizó con
iránica bajo la hegemonía de las tribus del Noroeste. L a lucha entre elementos sirios y
fenicios algunos va-
lles de la Media ;
. más de una vez fue-
ron presentados ca-
ballos de las l l a n u -
ras niseanas como
tributo al vencedor,
pero los dominado-
res ninivitas citan
con tanta compla-
cencia el menor
éxito obtenido so-
bre sus vecinos,
« los poderosos Me-
das», que se adivi-
na : la nación no
LÁPIDA É INSCRIPCIÓN CUADR1 LINGUE DE BISUTUN
fué s u b y u g a d a .
De una fotografía.
En el momento
pueblos p r o c e d e n -
Suza, la capital, expuesta á los ataques en el valle bajo de los montes 1 %
tes del A s i a central De un bajo-relieve del M u s c o del Louvre.
avanzados.
puso nuevamente
Muchas veces, durante más de dos siglos, las hordas guerreras de
todo en tela de juicio. L o s Salces (Scitas) invadieron todo el A s i a
los reyes de Asiría se lanzaron al asalto de los desfiladeros, y con fre-
anterior, desde la Bactriana hasta la proximidad del delta nilòtico ; en
cuencia lograron operar razzias felices y sumisiones temporales. Uno
siete ú ocho años, hacia el fin del reinado de Assurbanipal, saquearon
de los primeros S a r s llegó hasta el lago de Urmiah ; Salmanasar III
la Mesopotamia superior, fué Ecbatana el gran foco de dominación para penetró en la garganta del ZagrQs y se acercó probablemente hasta el
las poblaciones de la Irania. sitio en que se elevaba la ciudad naciente de Ecbatana ; S a r g ó n , obser-
Hace veinticinco ó veintiséis siglos, cuando la historia de esta parte vando un método
del Irán comenzó á precisarse, la preponderancia de los Medas existía constante, mudó de
probablemente desde muchas generaciones, pero no había sido dócil- posición las pobla-
mente aceptada por las otras poblaciones de la meseta, y ese antago- ciones que some-
nismo debió tener por resultado disminuir la potencia de la confederación tió, y colonizó con
iránica bajo la hegemonía de las tribus del Noroeste. L a lucha entre elementos sirios y
fenicios algunos va-
lles de la Media ;
. más de una vez fue-
ron presentados ca-
ballos de las l l a n u -
ras niseanas como
tributo al vencedor,
pero los dominado-
res ninivitas citan
con tanta compla-
cencia el menor
éxito obtenido so-
bre sus vecinos,
« los poderosos Me-
das», que se adivi-
na : la nación no
LÁPIDA É INSCRIPCIÓN CUADR1 LINGUE DE BISUTUN
fué s u b y u g a d a .
De una fotografía.
En el momento
pueblos p r o c e d e n -
Suza, la capital, expuesta á los ataques en el valle bajo de los montes 1 %
tes del A s i a central De un bajo-relieve del M u s c o del Louvre.
avanzados.
puso nuevamente
Muchas veces, durante más de dos siglos, las hordas guerreras de
todo en tela de juicio. L o s Salces (Scitas) invadieron todo el A s i a
los reyes de Asiría se lanzaron al asalto de los desfiladeros, y con fre-
anterior, desde la Bactriana hasta la proximidad del delta nilòtico ; en
cuencia lograron operar razzias felices y sumisiones temporales. Uno
siete ú ocho años, hacia el fin del reinado de Assurbanipal, saquearon
de los primeros S a r s llegó hasta el lago de Urmiah ; Salmanasar III
420 EL HOMBRE Y LA TIERRA IMPERIO D E L O S PERSAS
la Media, A s i r i a , A r m e n i a , Babilonia, Palestina y Fenicia, y después alianza. L a Mesopotamia había ayudado á la Media á derrotar á Ní-
desaparecieron sumergidos en el número de las poblaciones vencidas. n i v e : el pacto de amistad, sellado entre Nabupalussur, rey de B a b i -
L a ola devastadora no había hecho más que pasar, pero el equilibrio lonia, y K y a x a r e s , rey de Ecbatana, fué observado por sus sucesores
de las naciones se había trastornado. Nabukudurussur ( N a b u c o d ò n o s o r ) por una parte y A s t i a g e s p o r otra.
L o s Medas, á quienes la naturaleza montañosa de su comarca había
librado de una destrucción completa, fueron los primeros en restable- N.° 70. País de los Persas.
cerse, y , pasado el peligro, no pensaron más que en acabar con los
•Kachan '
eso 980
D e u n a f o t o g r a f i a d e J. de M o r g a n ( M i s i ó n a r q u e o l ó g i c a en Persia).
ejecutar por millones de soldados adiestrados á latigazos. Respecto Closas. Ademas, el sobera-
de los príncipes feudales de Persia, el « r e y de los r e y e s » era poco no, rodeado de cortesanos, De una fotografia.
más que el «primero entre sus pares», mas para los vencidos del e x - unas batallas libradas á un extremo tan|
ejecutar por millones de soldados adiestrados á latigazos. Respecto Closas. Ademas, el sobera-
de los príncipes feudales de Persia, el « r e y de los r e y e s » era poco no, rodeado de cortesanos, De una fotografia.
más que el «primero entre sus pares», mas para los vencidos del e x - unas batallas libradas á un extremo tan|
de dar á sus conflictos con el pequeño pueblo g r i e g o . Ha de re- las condiciones especiales en que se realizaba su trabajo. Lo que
conocerse también, aunque las victorias de Milciades y de Temís- es bien s u y o son las soberbias terrazas y las maravillosas escaleras
tocles nos llenan de orgullo y simbolizan á nuestros ojos el trabajo que permitían á las procesiones solemnes, peatones, jinetes y carros
del pensamiento libre y de la iniciativa personal, que la victoria, desarrollarse con amplitud extraordinaria; lo son también las colum-
terminar la parte de los diversos elementos que se unieron en la piteles compuestos de parejas de animales postrados, toros, cabras
grandiosa arquitectura de Persépolis, y , gracias á ellos, se ha a c a - ó unicornios. L a luz del sol, cortada por sombras negras, pene-
bado por reconocer que los constructores persas no fueron únicamente traba por el ancho orificio del techo entre las vigas de cedro, ilu-
minando el trono de oro y de marfil, los pavimentos de baldosas
s esmaltadas y las cortinas de púrpura guarnecidas con franjas de oro.
1 Coste y Flandin, Perrot y Chipiez, Dieulatoy.
EL HOMBRE Y LA TIERRA GRIEGOS Y PERSAS 4 2 g
E l conjunto ofrecía seguramente un carácter especial que no se e n - Unos, ciudadanos libres, recordaban con orgullo que todo el poder
cuentra fuera de la meseta de Irán y apenas presenta un v a g o pa- de Darío y de X e r x e s había venido á romperse contra sus lanzas, y
rentesco con el estilo de las construcciones h e l é n i c a s : el principal se sentían llenos de desprecio por el mundo pululante de los «Bár-
contraste proviene de que la arquitectura griega nació en todas partes baros», los esclavos del «Gran R e y » ; los otros, aspirando á la d o -
del suelo por la iniciativa local, mientras que sobre , las altas tierras minación en su misma patria, hallaban que el poder incontestable de
de Irania se desarrolló principalmente para satisfacer á la majestad un amo c u y a palabra era obedecida desde las regiones tórridas del
real y no se continuó en obras vivas en el arte nacional de Persia. desierto á las estepas glaciales del Norte, presentaba un espectáculo
L o s arquitectos iránicos imitaron también á los asirios y caldeos, de admirable grandeza, y soñaban un orden de cosas en que Grecia
p e r o con gran independencia de concepción y verdadera originali- tendría también amos que pronunciaran juicios recibidos p o r todos
dad. Júzguese por sus toros alados colocados á la puerta de los con reverencia y docilidad. E l monarca disponía además de la fuerza
edificios: son mayores, esculpidos con más elegancia y están mejor vergonzosa que da la corrupción : dinero, telas preciosas, la carga
acabados que los toros de los palacios asirios; además, los artistas de un barco bien vendida tenían frecuentemente el poder de cam-
persas no han recurrido al extraño artificio de sus predecesores ni- biar convicciones que parecían inquebrantables. ¿ No se v i ó á Te-
nivitas, quienes obedeciendo á un sentimiento g r o s e r o de la pers- místocles, el vencedor de Salamina, convertirse en Sátrapa de Persía
pectiva, daban cinco patas á sus monstruosos animales. Y g o b e r n a d o r de ciudades griegas por la raza, la lengua y las cos-
L a s tumbas reales son, de todos los monumentos de la a r q u i - tumbres en nombre del « R e y de los Reyes?.»
tectura persa, los más originales y en los que menos se nota la i n - Uno de los personajes de la familia de los A k h e m é n i d a s , Ciro
fluencia de los modelos extranjeros. Es probable que en sus obras, el j o v e n , que trató en vano de arrancar el imperio á su hermano
.se respetara parcialmente el estilo de los antiguos trogloditas irá- A r t a x e r x e s Mnemon, aparece en la historia como una especie de semi-
nicos : las habitaciones subterráneas de los muertos debían parecerse griego, con la exterioridad de la cultura helénica y muy hábil
á las de los vivos. El plan general de esos hipogeos es siempre el para seducir los escritores y artistas que venían á su c o r t e ; así, en
mismo : sobre la abertura que da acceso á la sala funeraria se d e s - circunstancias análogas, durante ese gran siglo x v m en que se p r e -
arrolla una procesión de estatuas llevando el pavés sobre el cual el pararon luchas gigantescas de naciones y de ideas, se vió á los lite-
rey difunto adora el f u e g o sagrado flameando sobre un altar. La ratos y á los sabios acudir desde Occidente hacia Federico de Prusia
figura más alta, que se cierne en la parte superior del cuadro de roca y Catalina de Rusia para tratar con ellos del ideal y proponerles
labrada, es el feruer alado, simbolizando quizá el mejor « y o » del planes de reforma con la cándida esperanza de que esos potentados
suplicante, que y a sube al cielo, llevando á Ormuzd los actos ó al aceptarían sus p r o y e c t o s para la mejora del g é n e r o humano. «¡Del
menos las buenas intenciones, del que vivió. Norte nos viene hoy la l u z ! » se decía en aquella época, dirigién-
A la influencia del helenismo sobre los Iranios correspondía la de dose á los déspotas amables, c u y a única civilización consistía en saber
la monarquía de los A k h e m é n i d a s sobre las pequeñas repúblicas de .hablar bien el francés. D e ese modo, el elocuente Jenofonte, con el
Grecia. Las relaciones de los mercaderes, las descripciones referi- cerebro todavía replefo de las enseñanzas de Sócrates, busca m o d e -
das por artistas y artesanos, la magnificencia de los embajadores y los entre los Persas, y el hombre por excelencia es para él el gran
de su séquito causaban impresión grandísima sobre la v i v a imagi-
Ciro, «tan hábil para gobernar los hombres con el empleo de la«as-
nación de los Helenos, y los partidos en lucha en cada una de las tucia »
pequeñas comunidades, por la fuerza de las cosas, habían de tener la
vista fija en el coloso que proyectaba su sombra hacia el Occidente. 1 Cyropédie, lib. I, cap. i.
I — 107
EL HOMBRE Y LA T I E R R A
* .
E
L Cáucaso pertenece al mundo antiguo, más p o r su misterio
que por su historia. Era tan poco conocido, que ordinaria-
mente se le denominaba el « M o n t e » por excelencia, tomán-
dole indiferentemente por un extenso conjunto de montañas, p o r un
pico solitario ó p o r * u n macizo aislado, comparable al monte Argeo
ó al monte Ararat. Por contraste, algunos se imaginaban que la »egión
montuosa del Cáucaso se extendía hasta los límites del mundo, hasta
los espacios helados donde reina la. noche eterna. Sin embargo, nume-
rosos mitos referidos de diversos modos por los pueblos, desde la m e -
EL HOMBRE Y LA T I E R R A
* .
E
L Cáucaso pertenece al mundo antiguo, más p o r su misterio
que por su historia. Era tan poco conocido, que ordinaria-
mente se le denominaba el « M o n t e » por excelencia, tomán-
dole indiferentemente por un extenso conjunto de montañas, p o r un
pico solitario ó p o r * u n macizo aislado, comparable al monte Argeo
ó al monte Ararat. Por contraste, algunos se imaginaban que la »egión
montuosa del Cáucaso se extendía hasta los límites del mundo, hasta
los espacios helados donde reina la. noche eterna. Sin embargo, nume-
rosos mitos referidos de diversos modos por los pueblos, desde la m e -
EL HOMBRE Y L A TIERRA LEYENDAS DEL CÁUCASO
432 433
seta de Irán hasta las riberas mediterráneas, señalan esos montes como tados por las aguas del C a s p i o , pero una arista submarina se p r o -
una región donde tenían su origen pueblos poderosos y en la cual se l o n g a de Oeste á Este entre dos depresiones profundas del mar interior
habían realizado acontecimientos de la mayor importancia en el destino y va á unirse sobre la orilla transcaspiana la cordillera ribereña á que
bien marcada de una parte y de otra. L a extremidad occidental de la bajo diversas denominaciones vulgares, limita al Nordeste la meseta de
muralla caucásica se aguza en forma de punta de lanza hacia la penín- Irán por eslabones paralelos para ir á fundirse en las altas murallas
sula de Taman para reaparecer, tras una corta interrupción, en las de Hindu-Kuch.
montañas de Crimea ; los macizos orientales parecen bruscamente limi- L a s dos vertientes del Cáucaso, al Norte y al Sud, contrastan de
i - 108
EL HOMBRE Y LA TIERRA CONTRASTE DE L A S DOS V E R T I E N T E S 435
434
una manera absoluta. Hacia al Septentrión las montañas descienden Ese contraste físico entre las dos vertientes caucásicas se refleja
por grados, sea por macizos laterales, sea por « p e q u e ñ o s Cáucasos» en la historia de las naciones. Evidentemente los hombres de la estepa,
ó aristas secundarias alineadas paralelamente á la gran cadena, si- caminando hacia adelante sin hallar otros obstáculos que montículos de
guiendo un orden decreciente de altura ; p e r o en el conjunto la pen- movediza arena, bajas salinas, pantanos sin profundidad, han de tener
diente es rápida, y los jinetes, galopando en el p o l v o de la estepa,
distinguen en pleno cielo, sobre los bosques sombríos y los hielos
resplandecientes, las cimas vaporosas más
elevadas. L a llanura baja circunda por
todas partes el pie de los montes, á la ma-
nera de un mar que bate la base de los
acantilados. Por otra parte esa extensión
casi horizontal fué, en efecto, un mar en
una época g e o l ó g i c a no muy distante de
nosotros: en esa depresión de las tierras
se unieron los golfos avanzados del mar
N e g r o y del Caspio, y aun queda esa admi-
rable depresión del Manitch de doble ver-
tiente, que, desde el punto de vista de la
g e o g r a f í a física, es incontestablemente el
foso que divide E u r o p a y A s i a .
L a cara del Cáucaso que da frente al
TIPO DE OSETA sol no domina sino llanuras fluviales l i m i -
tadas por montes visibles desde la gran
cresta y se une á otros sistemas de montañas y de mesetas. Un alto
eslabón transversal de cerca de un millar de metros, en su arista
más baja, sub-franqueado por el ferrocarril de Tiflis á Batum, reúne
los macizos más elevados del Cáucaso al conjunto de los montes que
se han designado alguna vez con el nombre de Anti-Cáucaso. A l sud
de los valles del Kura y del Rion, todo el espacio comprendido entre
los dos mares está ocupado por unas alturas que en varios sitios pasan ALDEA OSETA (VÉASE RÁG. 4 3 8 )
primeramente hará su aparición, después, rechazada por otros emigran- Cis-Caucasia á la Trans-Caucasia, se levanta hacia el punto débil de
tes, abandonará el país sin dejar huellas en él. Por otra, los pueblos la cadena por un ancho valle, al Norte e l . d e l T e r e k , al S u d el del
acantonados en su macizo de montañas ó encerrados en su valle de Kura, los dos ríos más caudalosos del C á u c a s o ; los alineamientos de
cultivo, estrechamente limitados, estarán compuestos de pastores y de las montañas no presentan en la región de la arista baja sino una cen-
agricultores residentes acostumbrados á un g é n e r o de vida estable, tena de kilómetros de espesor. E l punto más elevado de la garganta,
teniendo instituciones permanentes y relaciones determinadas con las
naciones limítrofes. L a historia suele abarcarles en sus descripciones
N.° 74. Paso del Darial.
y en sus relatos, en tanto que permanece por largo tiempo ignorante
de las hordas fugitivas y lejanas que se agitan al otro lado del Cáucaso.
E n los orígenes de la humanidad consciente, los montes de entre
Caspio y Ponto E u x i n o presentan, pues, dos fases de carácter bien
distinto : el lado de la civilización relativa y el de la barbarie; la luz
al Mediodía, y la sombra sobre la vertiente del Norte. Sin embargo,
podían sobrevenir cambios de una á otra región, pero más aún por vías
indirectas que por los pasos directos de las montañas. S e ha demos-
trado, durante el curso de los siglos, que los movimientos de emigración
y de conquista se han hecho muy frecuentemente desde el A s i a anterior
y las llanuras sármatas — la Rusia meridional — propagándose al Oeste,
por la T r a c i a europea, á lo largo de las orillas del mar N e g r o . En
otro tiempo los Kimerianos y los Scitas, lo mismo que los T u r c o s en
época más reciente, hicieron así el gran circuito siguiendo las costas,
de conformidad con la « l e y del menor esfuerzo».
Sin embargo, por áspero que sea el acceso, p o r dificultades que
presente la múltiple muralla del Cáucaso, colocado oblicuamente entre
los dos mares, sobre una longitud de un millar de kilómetros y sepa-
rando una de otra comarcas muy diferentes por la naturaleza del suelo
y del clima, hubo pueblos que, aterrorizados por la huida ó impulsados
p o r entusiasmo victorioso de expediciones guerreras, vinieron frecuen-
I: 2GGOCOO
temente á chocar contra esos montes é intentaron franquearlos. Hubo
0 '0 20 30 1J soKll.
ocasiones m u y excepcionales, épocas de grandes trastornos naciona-
l e s , en que por escotaduras favorables en las altas aristas, se presen-
llamada h o y el «monte de la^ C r u z » — K r e s t o v a y a Gora — (2263 me-
taban bandas armadas tratando de forzar un paso, ó bien se produjo un
tros), no alcanza el límite de las nieves persistentes que, en ciertas
movimiento de emigración lenta. ,
partes del Cáucaso, no se halla sino á 35oo y hasta 4000 metros de
L a primera de esas puertas naturales se abre hacia la mitad del
altura. El camino que ha de seguirse para atravesar la montaña en
istmo, medido de Este á Oeste, en el l u g a r más estrecho, donde se
este sitio está tanto mejor indicada cuanto que la cordillera del Norte,
cuentan unos 5oo kilómetros de mar á mar. D e ambos lados, de la prolongación de la arista mayor del Cáucaso occidental, está c o m p l e -
I — 109
436 EL HOMBRE Y LA TIERRA
TRAVESÍA DEL CÁUCASO
primeramente hará su aparición, después, rechazada por otros emigran- Cis-Caucasia á la Trans-Caucasia, se levanta hacia el punto débil de
tes, abandonará el país sin dejar huellas en él. Por otra, los pueblos la cadena por un ancho valle, al Norte e l . d e l T e r e k , al S u d el del
acantonados en su macizo de montañas ó encerrados en su valle de Kura, los dos ríos más caudalosos del C á u c a s o ; los alineamientos de
cultivo, estrechamente limitados, estarán compuestos de pastores y de las montañas no presentan en la región de la arista baja sino una cen-
agricultores residentes acostumbrados á un g é n e r o de vida estable, tena de kilómetros de espesor. E l punto más elevado de la garganta,
teniendo instituciones permanentes y relaciones determinadas con las
naciones limítrofes. L a historia suele abarcarles en sus descripciones
N.° 74. Paso del Darial.
y en sus relatos, en tanto que permanece por largo tiempo ignorante
de las hordas fugitivas y lejanas que se agitan al otro lado del Cáucaso.
E n los orígenes de la humanidad consciente, los montes de entre
Caspio y Ponto E u x i n o presentan, pues, dos fases de carácter bien
distinto : el lado de la civilización relativa y el de la barbarie; la luz
al Mediodía, y la sombra sobre la vertiente del Norte. Sin embargo,
podían sobrevenir cambios de una á otra región, pero más aún por vías
indirectas que por los pasos directos de las montañas. S e ha demos-
trado, durante el curso de los siglos, que los movimientos de emigración
y de conquista se han hecho muy frecuentemente desde el A s i a anterior
y las llanuras sármatas — la Rusia meridional — propagándose al Oeste,
por la T r a c i a europea, á lo largo de las orillas del mar N e g r o . En
otro tiempo los Kimerianos y los Scitas, lo mismo que los T u r c o s en
época más reciente, hicieron así el gran circuito siguiendo las costas,
de conformidad con la « l e y del menor esfuerzo».
Sin embargo, por áspero que sea el acceso, p o r dificultades que
presente la múltiple muralla del Cáucaso, colocado oblicuamente entre
los dos mares, sobre una longitud de un millar de kilómetros y sepa-
rando una de otra comarcas muy diferentes por la naturaleza del suelo
y del clima, hubo pueblos que, aterrorizados por la huida ó impulsados
p o r entusiasmo victorioso de expediciones guerreras, vinieron frecuen-
I: 2GGOCOO
temente á chocar contra esos montes é intentaron franquearlos. Hubo
0 '0 20 30 1J soKll.
ocasiones m u y excepcionales, épocas de grandes trastornos naciona-
l e s , en que por escotaduras favorables en las altas aristas, se presen-
llamada h o y el «monte de la^ C r u z » — K r e s t o v a y a Gora — (2263 me-
taban bandas armadas tratando de forzar un paso, ó bien se produjo un
tros), no alcanza el límite de las nieves persistentes que, en ciertas
movimiento de emigración lenta. ,
partes del Cáucaso, no se halla sino á 35oo y hasta 4000 metros de
L a primera de esas puertas naturales se abre hacia la mitad del
altura. El camino que ha de seguirse para atravesar la montaña en
istmo, medido de Este á Oeste, en el l u g a r más estrecho, donde se
este sitio está tanto mejor indicada cuanto que la cordillera del Norte,
cuentan unos 5oo kilómetros de mar á mar. D e ambos lados, de la prolongación de la arista mayor del Cáucaso occidental, está c o m p l e -
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ÊL HOMBRE Y LA TIERRA PASO A L E S T E D E L CAUCASO
438
y no pueden atravesarle, puesto que la única puerta de esclusa abierta estrecho pasadizo de las «Puertas de Hierro"»; del mismo modo el
en el espesor del muro es aquella en que están establecidos los Osses, territorio de los Tártaros Azerbeidjani se continúa al Norte por el de
a p o y a d o s sobre las obras de defensa construidas en la garganta de los Tártaros Rumik, y éstos tienen por vecinos en las llanuras de la
D a r i a l : no tienen, pues, más recurso q u e deslizarse hacia la derecha Cis-Caucasia, sus antecesores, los Tártaros N o g a i , mientras que otros
en una larga vena p o r el pasaje que sigue el litoral del Caspio. Fuera Tártaros aún, los Karatchai, fueron empujados p o r la fuerza de la emi-
EL HOMBRE Y LA TIERRA PASO A L ESTE DEL CÁUCASO
44°
gración hasta los valles caucásicos de la vertiente septentrional. Pero el Nordeste y el Norte, y así es como sucesivamente pudieron desli-
la corriente de esos pueblos procedentes del S u d por el paso de la zarse hacia el interior del macizo las multitudes de esos fugitivos y
ribera caspia se encuentra en las llanuras bajas con una inundación conquistadores q u e , con los emigrantes de la vertiente meridional,
de otras poblaciones turanias que llegaron por la ancha abertura prac- se reúnen en una admirable Babel de naciones heterogéneas.
más que un corto número de cuencas favorables á la colonización, toda certidumbre que en la época antehistórica, las condiciones del
obligaba á detener su marcha ó replegarse lateralmente en dirección medio, análogas á las de nuestros días, determinaban una agrupación
al mar á aquellos emigrantes á quienes la lucha por la existencia había de la misma naturaleza entre los escasos habitantes.
conducido al pie del Cáucaso ó de sus cordilleras paralelas al Norte Cualquiera que fuese el origen de tal ó cual tribu de las monta-
ó al S u d . L a montaña no les ofrecía en esta parte de su arista más ñas, la manera de ser de la comarca condenaba á la mayor parte de
que un corto número de brechas transversales que invitaban á los los indígenas á una existencia completamente aislada. L o s valles del
viajeros á la ascensión; los muros paralelos que se suceden de Norte á Cáucaso, no ofreciendo más que una puerta del lado de la llanura,
Sud son muy difíciles de franquear, los más bajos á causa de sus rocas y hallándose limitados por todas partes por las nieves y los glaciares
abruptas y de sus bosques continuos y casi impenetrables, los más altos inaccesibles, constituían otros tantos dominios distintos, á v e c e s hasta
por sus nieves. En cuanto á intentar un viaje circular para rodear verdaderas prisiones, trampas inmensas en que se veían encerrados
de una á otra vertiente la extremidad del Cáucaso occidental, casi ciertos pueblos, que conservaban su individualidad particular. Había
quimérico hubiera sido emprenderlo, p o r q u e los promontorios de la valle de la Svanecia (Suanecia, S v a n i a ) ó del Daghestan que era un
orilla meridional, todos fáciles de defender por corto número de hom- mundo verdaderamente cercado, donde alguna familia aprisionada
bres, se sumergen á centenares en las olas del mar N e g r o . H a c e dos vivía desconocida de las naciones del exterior, formando por sí sola
mil años se instaló un ejército de trabajadores, bajo las órdenes de una pequeña humanidad que ignoraba la existencia de la gran huma-
Mitrídates, para trazar allí un camino en cornisa como el que sigue nidad del extenso mundo. En ninguna otra región montañosa de
el Mediterráneo entre Niza y S p e z i a : era el único medio de unir las E u r o p a y de A s i a se observa la existencia de tantos g r u p o s humanos
dos mitades de su inmenso imperio, al norte y al sud del Ponto E u x i n o ; que se distingan claramente unos de otros y se nieguen á reconocer
pero este camino duró solamente un corto número de décadas, porque ni lazos de parentesco que, no obstante, son incontestables; debido á
los emperadores de R o m a ni los de Bizancio se cuidaron de conservarle; que en ninguna otra comarca como el Cáucaso presenta al mismo
los R u s o s le restablecieron después de un abandono de veinte siglos. tiempo y en el mismo grado caracteres de orden más diferente, ni
A l macizo de montañas, uno en su formación, corresponde una ejerce, por la riqueza natural de su flora y la dulzura de su clima,
población que sea una p o r sus orígenes, sus costumbres y su historia, un poder tan grande de atracción, ni posee, por la forma de sus cuen-
pero á la que el acantonamiento en pequeños g r u p o s ha diferenciado cas de difícil salida, tan poderosa fuerza de fijación.
poderosamente. Á excepción de los Svanés de la alta cuenca del Un pasaje de la Geografía de Strabon, citado muy frecuentemente
Ingur, y de los Karatchai « g e n t e s del T o r r e n t e N e g r o » , de los valles (libro X I , c. II, p. 16), refiere que, según las relaciones de los m e r -
septentrionales vecinos del Elbruz, todos los habitantes de las m o n - caderes «trescientos p u e b l o s » se encontraban á veces sobre el mercado
tañas del Oeste pertenecían al g r u p o de las naciones más ó menos de Dioscurias, la S u k h u m - K a l e h actual. E l g e ó g r a f o g r i e g o , protes-
mezcladas que en otro tiempo se designaban bajo el nombre genérico tando contra esta exageración, evalúa, sin embargo, en setenta el
de T c h e r k e s s e s ó Circasianas. Verdad es que los Kabardes (Kabar- número de las poblaciones diversas de distintas lenguas c u y o s r e p r e -
din, Kabertai) del E s t e , los A d i g h é . del Nordeste, los A b a z e s ó sentantes cambiaban sus géneros en lá ciudad de Dioscurias: estos
A b k h a z e s de la vertiente meridional presentaban entre sí notables datos precisos los debía sin duda Strabon á Moapherne, tío paterno
diferencias, procedentes del suelo, del clima y de las relaciones de de su madre, que había sido g o b e r n a d o r de la Cólquide (lib. X I ,
comercio, pero constituían un g r u p o étnico perfectamente diferen- c. II, p. x8), y puede tanto más creerse en su verdad aproximatíva,
ciado. T a l era, de una manera general, la distribución de los pueblos cuanto qué, sólo para la Transcaucasia, el censo de 1891 enumera
además, el escaso espesor de*la cordillera, que no dejaba al interior en el Cáucaso antes de la llegada de los Rusos, y puede decirse con
más que un corto número de cuencas favorables á la colonización, toda certidumbre que en la época antehistórica, las condiciones del
obligaba á detener su marcha ó replegarse lateralmente en dirección medio, análogas á las de nuestros días, determinaban una agrupación
al mar á aquellos emigrantes á quienes la lucha por la existencia había de la misma naturaleza entre los escasos habitantes.
conducido al pie del Cáucaso ó de sus cordilleras paralelas al Norte Cualquiera que fuese el origen de tal ó cual tribu de las monta-
ó al S u d . L a montaña no les ofrecía en esta parte de su arista más ñas, la manera de ser de la comarca condenaba á la mayor parte de
que un corto número de brechas transversales que invitaban á los los indígenas á una existencia completamente aislada. L o s valles del
viajeros á la ascensión; los muros paralelos que se suceden de Norte á Cáucaso, no ofreciendo más que una puerta del lado de la llanura,
Sud son muy difíciles de franquear, los más bajos á causa de sus rocas y hallándose limitados por todas partes por las nieves y los glaciares
abruptas y de sus bosques continuos y casi impenetrables, los más altos inaccesibles, constituían otros tantos dominios distintos, á v e c e s hasta
por sus nieves. En cuanto á intentar un viaje circular para rodear verdaderas prisiones, trampas inmensas en que se veían encerrados
de una á otra vertiente la extremidad del Cáucaso occidental, casi ciertos pueblos, que conservaban su individualidad particular. Había
quimérico hubiera sido emprenderlo, p o r q u e los promontorios de la valle de la Svanecia (Suanecia, S v a n i a ) ó del Daghestan que era un
orilla meridional, todos fáciles de defender por corto número de hom- mundo verdaderamente cercado, donde alguna familia aprisionada
bres, se sumergen á centenares en las olas del mar N e g r o . H a c e dos vivía desconocida de las naciones del exterior, formando por sí sola
mil años se instaló un ejército de trabajadores, bajo las órdenes de una pequeña humanidad que ignoraba la existencia de la gran huma-
Mitrídates, para trazar allí un camino en cornisa como el que sigue nidad del extenso mundo. En ninguna otra región montañosa de
el Mediterráneo entre Niza y S p e z i a : era el único medio de unir las E u r o p a y de A s i a se observa la existencia de tantos g r u p o s humanos
dos mitades de su inmenso imperio, al norte y al sud del Ponto E u x i n o ; que se distingan claramente unos de otros y se nieguen á reconocer
pero este camino duró solamente un corto número de décadas, porque ni lazos de parentesco que, no obstante, son incontestables; debido á
los emperadores de R o m a ni los de Bizancio se cuidaron de conservarle; que en ninguna otra comarca como el Cáucaso presenta al mismo
los R u s o s le restablecieron después de un abandono de veinte siglos. tiempo y en el mismo grado caracteres de orden más diferente, ni
A l macizo de montañas, uno en su formación, corresponde una ejerce, por la riqueza natural de su flora y la dulzura de su clima,
población que sea una p o r sus orígenes, sus costumbres y su historia, un poder tan grande de atracción, ni posee, por la forma de sus cuen-
pero á la que el acantonamiento en pequeños g r u p o s ha diferenciado cas de difícil salida, tan poderosa fuerza de fijación.
poderosamente. Á excepción de los Svanés de la alta cuenca del Un pasaje de la Geografía de Strabon, citado muy frecuentemente
Ingur, y de los Karatchai « g e n t e s del T o r r e n t e N e g r o » , de los valles (libro X I , c. II, p. 16), refiere que, según las relaciones de los m e r -
septentrionales vecinos del Elbruz, todos los habitantes de las m o n - caderes «trescientos p u e b l o s » se encontraban á veces sobre el mercado
tañas del Oeste pertenecían al g r u p o de las naciones más ó menos de Dioscurias, la S u k h u m - K a l e h actual. E l g e ó g r a f o g r i e g o , protes-
mezcladas que en otro tiempo se designaban bajo el nombre genérico tando contra esta exageración, evalúa, sin embargo, en setenta el
de T c h e r k e s s e s ó Circasianas. Verdad es que los Kabardes (Kabar- número de las poblaciones diversas de distintas lenguas c u y o s r e p r e -
din, Kabertai) del E s t e , los A d i g h é . del Nordeste, los A b a z e s ó sentantes cambiaban sus géneros en lá ciudad de Dioscurias: estos
A b k h a z e s de la vertiente meridional presentaban entre sí notables datos precisos los debía sin duda Strabon á Moapherne, tío paterno
diferencias, procedentes del suelo, del clima y de las relaciones de de su madre, que había sido g o b e r n a d o r de la Cólquide (lib. X I ,
comercio, pero constituían un g r u p o étnico perfectamente diferen- c. II, p. x8), y puede tanto más creerse en su verdad aproximatíva,
ciado. T a l era, de una manera general, la distribución de los pueblos cuanto qué, sólo para la Transcaucasia, el censo de 1891 enumera
444 EL HOMBRE Y LA TIERRA POBLACIONES DEL CÁUCASO 445
sesenta y seis pueblos diferentes, y que se cuentan poco más de se opera entre los pueblos, conforme á las condiciones especiales de su
ochenta para el conjunto del Cáucaso. H a y , pues, coincidencia á mil medio, ciertas tribus se encargaron del transporte, y gracias á su oficio
ochociéntos años de intervalo entre lo dicho por S t r a b o n y los datos pacífico, necesario á todos, adquirieron en todas partes el derecho de
precisos suministrados en nuestros días por los etnólogos y los esta- hospitalidad. D e este modo se tienen muy serios indicios para admitir
dísticos ; la historia atestigua que, á pesar de las emigraciones y los la existencia de un comercio establecido regularmente entre el Cáucaso
cambios de residencia, el fondo étnico ha quedado el mismo: muchos y las orillas del mar Báltico por mediación de los Osses, acaso también
pueblos, ejemplo los Svanes, están acantonados inmutablemente en la por el de los A s e s inmigrados en Escandinavia y que estaban unidos
ciudadela de montañas que habitaban sus abuelos. P o r lo demás, por lazos de parentesco á la población que ocupaba entonces y ocupa
Strabon da una explicación completamente errónea, más bien absurda, todavía las dos vertientes del paso del Darial
I - 111
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E L H O M B R E Y L A T I E R R A R E L I E V E D E L A N T I - C Á U C A S O
acá y acullá la base de la meseta desierta ó los p r o f u n d o s valles y el curso sinuoso de los ríos p r o p i a m e n t e dichos, es p u r a m e n t e ilu-
cortados en su base. D e la cortadura del E u f r a t e s á la del Araxa soria. L a misma dirección q u e toman los dos ríos Muhrad-su y Kara-su
y de la llanura del K u r a á la v e r t i e n t e de los montes v u e l t o s hacia el
N.° 77. Raíz de la peninsula de Anatolia.
T i g r i s , el v i a j e r o recorre una comarca d e s i g u a l , d o n d e s o b r e e s p a c i o s
de centenares de k i l ó m e t r o s de l o n g i t u d se v e desde todas partes un
círculo de horizonte dentellado de montañas, y en el cual, gigantes
como el volcán A l a g ó z ó « M o n t e A b i g a r r a d o » y c o m o el Masis, más
c o n o c i d o en el mundo occidental con el nombré de A r a r a t , dominan
ese caos a p a r e n t e , pero en parte alguna de manera á limitar comple-
tamente un dominio g e o g r á f i c o sin fácil salida hacia el e x t e r i o r . E l país
presenta por todas partes obstáculos, q u e p o r todas partes también
se pueden f r a n q u e a r ó sortear. D e ahí resulta a l g o de v a g o é i n d e -
terminado en el a s p e c t o de la c o m a r c a : no se sabe q u é nombre darle,
p o r q u e carece de límites naturales y también á causa de que p o r todos
lados termina p o r zonas de transición. A l O e s t e , la línea de separación
entre el A s i a M e n o r y el A n t i - C á u c a s o se halla marcada, mucho menos
p o r el curso del A l t o E u f r a t e s ó ICara-su, «el A g u a Negra», que
p o r la depresión g e n e r a l de la c o m a r c a en t o d o el l a r g o del meridiano
q u e continúa al Norte la parte más occidental del v a l l e del río.
Á la p r o x i m i d a d del g o l f o de A l e x a n d r e t a , l a llanura d o n d e se
encuentran en nuestros días B i r e d j i k y Marach, se continúa al N o r t e
hacia la c u r v a m u y prolongada de la costa s u d - o r i e n t a l del Ponto
E u x i n o p o r mesetas de acceso relativamente f á c i l : el conjunto de la
r e g i ó n c o n s t i t u y e una cortadura bastante clara de u n o á otro mar,
y p u e d e ser considerada c o m o f o r m a n d o la raíz de la península de
Anatolia. Sin embargo, un muro de montañas oculta al S u d esta
c o m a r c a de transición entre la A r m e n i a y el A s i a M e n o r , y el E u f r a t e s
mismo, varios de sus afluentes, y , finalmente, el D j i h u n , que corre
hacia el Mediterráneo, han de atravesar ese obstáculo por ásperos
desfiladeros. A l Norte, sobre la vertiente del mar N e g r o , existen otras
g a r g a n t a s estrechas d o n d e murmuran los ríos c o r r e s p o n d i e n t e s á las Curvas de nivel de 400, 200, S00, 1000, 2000, 3000 y 4000 metros
dable muralla septentrional, que cerraba el camino á pueblos en marcha. plazamientos de poblaciones que allí se han verificado. L o s habitantes,
L a s altas tierras de la Armenia — c u y a parte más maciza y con - acosados por diversos lados, mezclados, fragmentados, se han limitado]
tinuada da frente directamente al Cáucaso y perfila sus cadenas p a r a - en consecuencia, de una manera menos precisa q u e sus vecinos del
lelas ó ramificadas entre la meseta del Irán y el curso superior del C a u c a s o ; los territorios de habitación han cambiado mucho más f r e -
Eufrates, — no pueden considerarse c o m o un cuerpo g e o g r á f i c o en
posesión de un carácter real de unidad, pero se comprende bien que ís.0 79. Caminos del Anti-Cáucaso.
Kura ofrece un cuarto paso, y , por el litoral del mar N e g r o , en el 0 -200 sooKil.
T r a s de los Asirios vinieron los reyes Medas, de los que fué tributa-
ESCITAS ARMADOS DE LANZAS, SEGÚN EL VASO DE KUL-OBA ria la A r m e n i a ; l u e g o suplantó Ciro á los soberanos de la Media, para en-
(Museo del Hermitage, en San Pctersburgo)
sanchar su imperio y sujetar más estrechamente á su p o d e r la nación de
antes de la época actual, la influencia de los Asirios fué preponderante en los Haikanes; por último, al cesar la dominación persa, A r m e n i a tuvo la
Urartu, y aun, b a j o el rey S a r g ó n , la dominación ejercida directamente misma suerte que todas las comarcas conquistadas p o r A l e j a n d r o . E l país
por los conquistadores del S u d parece haber sido aceptada sin ninguna del A r a r a t formó parte desde entonces del mundo sujeto al Occidente
á ¿ &
P O T N N I Ñ : N O T i c i n H I S T Ó R I C A
baja Caldea, donde llegan á ser raros los r e y e s independientes. NAVEGACIÓN, LEYENDA DEL DILUVIO. — CAÍN Y ABEL.
D e los trabajos de Pinches tomamos los nombres de algunos de A G R I C U L T U R A , INDUSTRIA, CONSTRUCCIONES, ASTRONOMÍA, ESCRITURA,
los soberanos de Babilonia, de los cuales el último fué destronado C I U D A D E S É IMPERIOS C A L D E O S Y ASIRIOS.
por K y r o s , R e y de los R e y e s :
•
.
•
26,
'43.
• '4
38
100
'43
186
2 9i
55,
109,
>5.,
43
67
129
172
' 7 2 ! 215
- 747' ~ 733
— 7 2 1 , — 709
-
-
-
O67, - 647
6 2 5 , — 604
604, — 561
A L sud de los bruscos declives del alto país de
los rasgos geográficos del territorio en que se desarrollan
las corrientes del T i g r i s y del Eufrates determinaron el
curso de su historia. Á la vista del inmenso circo rodeado de m o n -
Armenia,
. . 186, 188 215, 217 — 5 6 1 , — 559 tes en anfiteatro y atravesado por anchas puertas por las cuales p u -
209 220, 238 — 5 5 6 , — 53«
dieron llegar en multitud los inmigrantes, se comprende que en aquel
circo han debido realizarse grandes cosas. En primer lugar allí
viene á desembocar, p o r uno ú otro camino de Persia, aquella vía
I - 114
P O T N N I Ñ : N O T I C I A H I S T Ó R I C A
baja Caldea, donde llegan á ser raros los r e y e s independientes. NAVEGACIÓN, LEYENDA DEL DILUVIO. — CAÍN Y ABEL.
D e los trabajos de Pinches tomamos los nombres de algunos de A G R I C U L T U R A , INDUSTRIA, CONSTRUCCIONES, ASTRONOMÍA, ESCRITURA,
los soberanos de Babilonia, de los cuales el último fué destronado C I U D A D E S É IMPERIOS C A L D E O S Y ASIRIOS.
por K y r o s , R e y de los R e y e s :
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— 7 2 1 , — 709
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6 2 5 , — 604
604, — 561
A L sud de los bruscos declives del alto país de
los rasgos geográficos del territorio en que se desarrollan
las corrientes del T i g r i s y del Eufrates determinaron el
curso de su historia. Á la vista del inmenso circo rodeado de m o n -
Armenia,
. . 186, 188 215, 217 — 5 6 1 , — 559 tes en anfiteatro y atravesado por anchas puertas por las cuales p u -
209 220, 238 — 5 5 6 , — 53«
dieron llegar en multitud los inmigrantes, se comprende que en aquel
circo han debido realizarse grandes cosas. En primer lugar allí
viene á desembocar, p o r uno ú otro camino de Persia, aquella vía
I - 114
•ft -V : -V , .. .
t e r r á n e o : desde los o r í g e n e s de la civilización, sin d u d a se hicieron El golfo Pérsico, prolongación del valle del T i g r i s - E u f r a t e s , se
p o r allí l o s cambios del o r o , de las perlas, de los diamantes y de las abre maravillosamente hacia el océano Indico c o m o una ría interior,
telas de a l g o d ó n y de seda con l o s g é n e r o s de O c c i d e n t e . preparando los marineros á los v i a j e s sobre el g r a n mar. Ya los
ofrecían á los bateleros del río como una especie de extensión del
en las regiones herbosas, allá p o r agricultores que utilizan directa-
estuario, y á los marinos propiamente dichos, como un vestíbulo,
mente el agua fluvial para el riego de sus campos. Sin embargo
una antecámara del Océano. A s í , gracias al mar y á los ríos que en
ciertas partes de la comarca baja que recorren el T i g r i s y el E u J e
él desaguan, el área geográfica del mundo que conocían los hombres quedanan durante mucho tiempo inaccesibles á las inmigraciones de
civilizados debía de ser y a considerable al principio de la historia
caldea. L a nomenclatura de los nombres de países grabados sobre
N.° 82. Modos de existencia yuxtapuestos.
los pedestales de las estatuas de Sirpula nos revela la extensión de
las comarcas de donde los barcos importaban los materiales de toda
especie, metales, maderas y piedras para la construcción y el e m b e -
llecimiento de la ciudad: E g i p t o á Occidente, la meseta de Elam á
Oriente eran bien conocidos de los mercaderes de esta región hace
unos cincuenta siglos E s probable que el área de extensión b a b i -
lónica se extendiese al Este mucho más allá de los límites donde se
detuvo después el conocimiento de los G r i e g o s y de los Romanos.
U n t e x t o asirio al que Oppert da una antigüedad de veintiocho ó veinti-
nueve siglos, presenta los mercaderes del rey de Ni ni ve pescando
perlas en el mar de los Monzones y el ámbar amarillo en los mares
en que la Polar está en la cumbre del cielo Y sin embargo, el
imperio de Asiria, situado en el interior de las tierras nada hubiera
podido añadir al saber geográfico de los caldeos que vivían en la
proximidad de los puertos del g o l f o Pérsico. A l contrario, corres-
pondiendo la dominación de los soberanos de Assur á un período de
gran regresión intelectual y moral, es probable que entre las dos
épocas se hubiera estrechado el horizonte mundial.
I: 5500 000.
"Tookll
En su conjunto, la cuenca de los dos ríos, aparte de la región
K.OVEIT, comercio marítimo, exportación.
B A S S O R A , comercio fluvial y palmerales. país de los Uadis.
de las montañas, tiene la forma de un inmenso anfiteatro hacia el cual ARD-EL-ADRAN,
ofrecían á los bateleros del río como una especie de extensión del
en las regiones herbosas, allá p o r agricultores que u t i l i z a n directa-
estuario, y á los marinos propiamente dichos, como un vestíbulo,
mente el agua fluvial para el riego de sus campos. Sin e m b a r g o
una antecámara del Océano. A s í , gracias al mar y á los ríos que en
ciertas partes de la comarca baja que recorren el T i g r i s y el Eufrl
él desaguan, el área geográfica del mundo que conocían los hombres
quedarían durante mucho tiempo inaccesibles á las inmigraciones de
civilizados debía de ser y a considerable al principio de la historia
caldea. L a nomenclatura de los nombres de países grabados sobre
N.° 82. Modos de existencia yuxtapuestos.
los pedestales de las estatuas de Sirpula nos revela la extensión de
las comarcas de donde los barcos importaban los materiales de toda
especie, metales, maderas y piedras para la construcción y el e m b e -
llecimiento de la ciudad: E g i p t o á Occidente, la meseta de Elam á
Oriente eran bien conocidos de los mercaderes de esta región hace
unos cincuenta siglos E s probable que el área de extensión b a b i -
lónica se extendiese al Este mucho más allá de los límites donde se
detuvo después el conocimiento de los G r i e g o s y de los Romanos.
U n t e x t o asirio al que Oppert da una antigüedad de veintiocho ó veinti-
nueve siglos, presenta los mercaderes del rey de Ni ni ve pescando
perlas en el mar de los Monzones y el ámbar amarillo en los mares
en que la Polar está en la cumbre del cielo Y sin embargo, el
imperio de Asiria, situado en el interior de las tierras nada hubiera
podido añadir al saber geográfico de los caldeos que vivían en la
proximidad de los puertos del g o l f o Pérsico. A l contrario, corres-
pondiendo la dominación de los soberanos de Assur á un período de
gran regresión intelectual y moral, es probable que entre las dos
épocas se hubiera estrechado el horizonte mundial.
I: 5500 000.
"»Okll.
En su conjunto, la cuenca de los dos ríos, aparte de la región
K.OVEIT, c o m e r c i o m a r í t i m o , e x p o r t a c i ó n .
país de los Uadis.
de las montañas, tiene la forma de un inmenso anfiteatro hacia el cual B A S S O R A , c o m e r c i o fluvial y palmerales. ARD-EL-ADRAN,
1 Léon H e u z e y , Découvertes en Chaldée par E. de Sar^ec, p. 1 30. bondosa L a s fiebres se juntaban á las dificultades ^ J "
3 Recueil des Travaux relatifs á la Philologie et á PArchéologie égyptiennes el assyrien-
nes, ps. 33 y s i g u i e n t e s . u e ™ L I* T r C a n Í 3 S ^ — p a r c i a l i n e n t e inundls"
fueron l u e g o l a s „ e r r a s más f e c u n d . s de la maravillosa Caldea Fué
EL HOMBRE Y LA TIERRA
464 PRIMEROS OCUPANTES D E L SUELO
necesaria toda una larga sucesión de siglos para que ese prodigioso
trabajo de apropiación del suelo de la Mesopotamia se c u m p l i e r a ; mas
cuando los primeros albores de la historia aparecen en ese país hallábase
y a transformado en jardines de cultivo por el trabajo del hombre.
Una de las más antiguas inscripciones conocidas, que data de más de
sesenta siglos, da á la Babilonia de esta época el nombre de K e n g i
«país de los canales y de los rosales» E l mérito de haber iniciado
el cultivo de tierras que han llegado á ser famosas por su fecúndidad,
pertenece probablemente á las diversas razas descendidas de las mesetas
y de los valles del anfiteatro; pero entre los elementos étnicos de
origen diverso que colaboraron al desarrollo de la civilización en la
baja Mesopotamia, los más útiles, según el testimonio de las inscripcio-
nes, no pertenecieron á la raza ó á la lengua de las cuales pretenden
descender los A r i o s verdaderos ó supuestos de E u r o p a : no puede
atribuirse á tribus de idioma indo-europeo la gran importancia alcan-
zada en la cuenca meridional de los dos ríos.
tales como los diversos dialectos del Ural y del A l t a i . E l lenguaje S e g ú n u n a f o t o g r a f i a d e J. d e Morgan
( M i s i ó n a r q u e o l ó g i c a en Persia).
figurado por esos primeros signos es del tipo aglutinante, sin flexiones,
y corresponde en su conjunto á un modo de hablar completamente camello de una sola giba, pero sí el camello de dos gibas, y en que las
diferente del de los habitantes que inmigraron después en Mesopotamia. plantas cultivadas características no eran la palmera ni la viña, sino las
L o s sonidos guturales, que ocupan lugar tan grande en el lenguaje coniferas. L a patria de esta lengua y de esta escritura mesopotámica
de los Semitas, faltan en él en absoluto y los silbantes son escasos. venidas por la vía de la Suciana, debe buscarse en el Elam. Algunos
Por último, lo que manifiesta de una manera evidente el origen turanio sabios ( W a h r m u n d , D i e u l a f o y , J. de M o r g a n ) han creído encontrar
de esta escritura, es que, según Oppert, las formas elementales de en esta región hombres del tipo n e g r i t o ; otros, A . Bloch entre ellos,
los 180 primeros signos figurativos conocidos recuerdan seres ú objetos ven en el habitante que precedió Semita en Caldea, un hombre de
pertenecientes á un clima diferente del de C a l d e a ; procedían de una tipo negro venido del Sud, pero no perteneciendo'á la raza negra.
comarca en que la fauna y la flora presentaba un aspecto más boreal, E s e pueblo de Oriente, g r u p o de emigrantes, que debió sus pro-
donde no había leones ni leopardos, sino osos y lobos, no se conocía el gresos, que han llegado á ser los nuestros, á etapas sucesivas-á través
de un medio cambiante, siempre felizmente modificado p o r el trabajo,
i j . p. Peters, Nippur. Expédition de l'Université de Pensylvania, 1890. no nos ha legado su nombre de una manera precisa, ' p e r o su gran
I — 116
5s3l£3!v
466 EL HOMBRE Y LA TIERRA
A K K A D I O S Y S E M I T A S
sustituir su nombre al de sus predecesores. No se sabe cuál es el debieron hacerlo los A k k a d i o s , que sin embargo habían g o z a d o durante
origen de ese elemento nacional ; quizá no fuese sino una clase aristo- un largo período de la dominación política y de la iniciativa inte-
crática separada de la masa de los subditos ; pero más se cree que se lectual. A lo menos seis mil años después, las poblaciones de las
compuso de viajeros procedentes en su m a y o r parte de la Arabia riberas del T i g r i s , en el país de Assur, y los habitantes de la Meso-
oriental. L l e g a n d o en g r u p o s compactos unos cuatro mil años antes potamia septentrio-
de los tiempos actuales, fundaron gran número de principados en la nal se identifican
parte meridional de la Mesopotamia y después llegaron á ser los amos con esta raza de Se- WU^m Immñ^B^m^m
en la Babilonia propiamente dicha Siendo semitas como otros inmi- mitasque a c a b ó p o r
grantes venidos del Norte y del Noroeste, impusieron poco á poco ocupar por comple-
su lengua á los residentes de la comarca. E l idioma a k k a d i o se trans- to toda la comarca
formó gradualmente en un l e n g u a j e sagrado, hierático, que se continuó comprendida entre
empleando en los misterios religiosos, como nuestro latín de iglesia, el país de Irán y el
después de cientos y miles de años de haber cesado de hablarse Mediterráneo, en-
vulgarmente por los habitantes del país. ¿ N o son las fórmulas místicas tre los montes de
tanto más poderosas cuanto son menos comprendidas? ¿No tienen Armenia y el océa-
los amuletos tanta m a y o r virtud cuanto menos se adivinan sus signos? no Indico
E l a k k a d era l o menos diez siglos después una l e n g u a muerta que se Hace cuarenta
enseñaba todavía en los seminarios de Babilonia s. Usábase para las y cinco siglos eran
oraciones, para la magia y para la astrología ; en nuestras lenguas especialmente Se-
se conservan, en cierto número, palabras akkadias, lo mismo que en mitas d e l grupo
nuestra mitología han quedado múltiples huellas de su concepción del « cananeo » quie-
universo. En cuanto al nombre de Caldeos, se ha perpetuado i g u a l - nes dominaban en
mente, pero fuera de su sentido primitivo, se le aplica históricamente Babilonia, escogi-
á las poblaciones de la Mesopotamia ; en tiempo de los Romanos no da por ellos como
tenía otra significación q u e la de « a s t r ó l o g o » ó « m a g o » ; ahora se capital de toda la
le reserva, en un sentido especial, á una secta cristiana de origen comarca. L o s nom- HEBREOS EN TRABAJOS DE SERVIDUMBRE
semítico, de la cual existen algunos restos sobre las mesetas del A z e r - bres de los reyes
i)c un bajo-rclicvc do Kujundchik.
beidjan y en las montañas de los kurdos. no dejan ninguna
L a notabilísima l e y e n d a de la confusión de las lenguas que se duda á este respecto \ Pero antes que los « Cananeos », otros Semitas
produjo entre los constructores de la T o r r e de Babel, basta para vinieron á chocar contra las poblaciones de la Mesopotamia, sin haber
demostrar cuántos inmigrantes de toda raza se habían reunido en las conquistado el p a í s : fueron simplemente bandidos, y su .nombre K h a -
tierras ribereñas del bajo Eufrates en aquellas épocas lejanas; pero biru, en el que se reconoce el de los Hebreos mencionados por la Biblia
esos elementos étnicos diferentes, sometidos á la influencia p r e p o n - como los antepasados de los Judíos, parece haber sido sinónimo de
derante de los Semitas, acabaron por «semitizarse» por completo, como « Beduinos». L o s Hebreos de aquel tiempo eran pastores nómadas y ,
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468 EL HOMBRE Y LA TIERRA
SEMITIZACIÓN DE LOS CALDEOS
469
sustituir su nombre al de sus predecesores. No se sabe cuál es el debieron hacerlo los A k k a d i o s , que sin embargo habían g o z a d o durante
origen de ese elemento nacional ; quizá no fuese sino una clase aristo- un largo período de la dominación política y de la iniciativa inte-
crática separada de la masa de los subditos ; pero más se cree que se lectual. A lo menos seis mil años después, las poblaciones de las
compuso de viajeros procedentes en su m a y o r parte de la Arabia riberas del T i g r i s , en el país de Assur, y los habitantes de la Meso-
oriental. L l e g a n d o en g r u p o s compactos unos cuatro mil años antes potamia septentrio-
de los tiempos actuales, fundaron gran número de principados en la nal se identifican
parte meridional de la Mesopotamia y después llegaron á ser los amos con esta raza de Se- WU^m Immñ^B^m^m
en la Babilonia propiamente dicha Siendo semitas como otros inmi- mitasque a c a b ó p o r
grantes venidos del Norte y del Noroeste, impusieron poco á poco ocupar por comple-
su lengua á los residentes de la comarca. E l idioma a k k a d i o se trans- to toda la comarca
formó gradualmente en un l e n g u a j e sagrado, hierático, que se continuó comprendida entre
empleando en los misterios religiosos, como nuestro latín de iglesia, el país de Irán y el
después de cientos y miles de años de haber cesado de hablarse Mediterráneo, en-
vulgarmente por los habitantes del país. ¿ N o son las fórmulas místicas tre los montes de
tanto más poderosas cuanto son menos comprendidas? ¿No tienen Armenia y el océa-
los amuletos tanta m a y o r virtud cuanto menos se adivinan sus signos? no Indico
E l a k k a d era l o menos diez siglos después una l e n g u a muerta que se Hace cuarenta
enseñaba todavía en los seminarios de Babilonia s. Usábase para las y cinco siglos eran
oraciones, para la magia y para la astrología ; en nuestras lenguas especialmente Se-
se conservan, en cierto número, palabras akkadias, lo mismo que en mitas d e l grupo
nuestra mitología han quedado múltiples huellas de su concepción del « cananeo » quie-
universo. En cuanto al nombre de Caldeos, se ha perpetuado i g u a l - nes dominaban en
mente, pero fuera de su sentido primitivo, se le aplica históricamente Babilonia, escogi-
á las poblaciones de la Mesopotamia ; en tiempo de los Romanos no da por ellos como
tenía otra significación q u e la de « a s t r ó l o g o » ó « m a g o » ; ahora se capital de toda la
le reserva, en un sentido especial, á una secta cristiana de origen comarca. L o s n o m . HEBREOS EN TRABAJOS DE SERVIDUMBRE
semítico, de la cual existen algunos restos sobre las mesetas del A z e r - bres de los reyes
l)c u n b a j o - r c l i c v c do Kujundchik.
beidjan y en las montañas de los kurdos. no dejan ninguna
L a notabilísima l e y e n d a de la confusión de las lenguas que se duda á este respecto \ Pero antes que los « Cananeos », otros Semitas
produjo entre los constructores de la T o r r e de Babel, basta para vinieron á chocar contra las poblaciones de la Mesopotamia, sin haber
demostrar cuántos inmigrantes de toda raza se habían reunido en las conquistado el p a í s : fueron simplemente bandidos, y su .nombre K h a -
tierras ribereñas del bajo Eufrates en aquellas épocas lejanas; pero biru, en el que se reconoce el de los Hebreos mencionados por la Biblia
esos elementos étnicos diferentes, sometidos á la influencia p r e p o n - como los antepasados de los Judíos, parece haber sido sinónimo de
derante de los Semitas, acabaron por «semitizarse» por completo, como « Beduinos». L o s Hebreos de aquel tiempo eran pastores nómadas y ,
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EL HOMBRE Y LA TIERRA
47° ORIGEN DE L O S SEMITAS
471
como los que les sucedieron en la región y que por otra parte pertene- de Semitas, c o m o en el de tantos otros pueblos, el efecto de un orgullo
cen á la misma raza, hacían rápidas incursiones en las comarcas ricas colectivo de nación es igualmente p l a u s i b l e ; en virtud de esta interpre-
y fértiles de la Potamia cuando se les presentaba ocasión favorable. tación, los Semitas serían las gentes de la « g l o r i a » los hombres por
Á la época en que los anales caldeos hablan de esos molestos vecinos, la excelencia que brillan entre todos los demás como los mejores, los más
semitización de los habitantes estaba y a h e c h a ; unas tribus de lengua inteligentes y los más bellos; su nombre sería idéntico al de « S l a v a » ,
emparentada con la de los K a b i r e s se habían establecido como dueñas y que designa también toda una raza, la que puebla el oriente europeo.'
con residencia fija en el país.
•
¿ De dónde provienen, pues, esos pueblos de S e m que constituían N.° 83. Algunos Paraísos, montanas del Arca, etc.
el gran imperio de Nínive y de Babilonia? A c a s o este problema sea
insoluble, y a que se ignora si los Semitas constituyen realmente una
raza única, ó si provienen de troncos diferentes, porque nada permite
afirmar que los A s i r i o s del alto T i g r i s , por ejemplo, y los A r a b e s del
mar R o j o y de la extrema A r a b i a tengan los mismos antepasados;
pero admitiendo que la agrupación de las naciones sea desde el punto
de vista genealógico lo que es actualmente respecto del parentesco
de los lenguajes, se tiene el derecho de preguntarse de dónde han
venido á Mesopotamia los elementos más activos de población y de
renovación. S e g ú n S p r e n g e r , los A r a b e s son los Semitas por e x c e l e n -
cia y de su península emigraron sucesivamente las diversas a g r u p a -
ciones, de donde se originaron A s i r i o s y Caldeos, Fenicios y J u d í o s :
Bosquejo homalográjico.
v e en todos los representantes de la raza « o t r o s tantos sedimentos
1:325000000
árabes separados capa tras c a p a » Renán, Schrader, Gesenius y de o 5000 10000 >9000 kil.
Sarzec exponen en otros términos la misma hipótesis. 1. Polo Norte.
7. Pico de Adani, Ceyl an
Sin embargo, puede también preguntarse si el grueso de las nacio- 2. Isla de Praslin, Seyquelles. 8. Ciudad de los Césares, Patagonia.
3. Fuzi-yama, Nippon. 9. ¿ Algún pico de la América del Norte í
nes semíticas desciende de la región de los ante-montes y quizá de 4. Monte Omi, Setchuen. 1 o. Islas Afortunadas, Canarias.
5. K h a n - T e n g r i , Montes Celestes. 11. Eldorado, Nueva Granada.
las montañas de Armenia al norte de las llanuras que recorren los 6. Meru, Himalaya.
12. Hadjar T a u s , lago T z á d é .
grandes r í o s ; ¿ no es natural buscar un centro de natividad humana
(El mapa n.° 84 completa las indicaciones del presente).
en un país rico en manantiales, en terrenos fértiles, en plantas y en
animales, mejor que en el árido desierto donde el hombre ha de penar Cualquiera que sea el origen del nombre, es indudable que las
tanto para sostener su existencia? Hasta se ha aventurado una etimo- leyendas y las plegarías de los Semitas se dirigen hacia el Norte como
logía del nombre de Sem, según la cual esta apelación se debería al patria de los abuelos. E l mito que en todo tiempo excitó más las ima-
país de Sim, parte oriental del T a u r u s armenio, que está realmente ginaciones, el del Paraíso, presenta también el mismo sentido para los
habitado por Semitas emigrantes. E s t a filiación de términos no está que estudian su génesis primitivo. Naturalmente, la multitud de los
quizá justificada, porque la explicación ordinaria que v e en el nombre comentadores, á quienes una palabra, un signo, interpretado conforme
' Die alte Geographie Arabiens, p. 293. 1 Genesius, Bohlen, Fr. Lenormant, etc.
472 EL HOMBRE Y LA TIERRA MONTAÑAS PARADISÍACAS
473
al deseo del e x é g e t a , basta á veces para deducir toda una teoría, se ha A s í las pirámides escalonadas, y lo que de traducción en traducción,
acogido á esta l e y e n d a del Paraíso para explicarla de mil maneras diferen- y de cambio en equivocación, ha llegado á ser, en la historia de las
tes. E l mapa de A s i a representa el sitio del jardín paradisíaco en los más visiones antiguas, la famosa «escala de J a c o b » , no eran otra cosa,
diferentes lugares, sea para satisfacer alguna vanidad nacional, sea para en la forma primera de la l e y e n d a , sino montañas artificiales, tramos de
acomodarse más fácilmente á ciertas concepciones históricas ó religiosas. pisos en gradación p o r donde subían los ángeles llevando su adoración
Hasta se ha supuesto que el polo Norte pudiera ser el verdadero á los dioses. Esos montes, construidos por los hombres, eran otros
lugar del famoso jardín : siendo la región de los hielos la que se enfrió tantos símbolos de la divina c u m b r e ; pirámides de las siete puertas,
consagradas á los siete planetas. Y los «jardines suspendidos» de
antes que todas las otras, debió de ser necesariamente, según el inglés
los reyes babilónicos ¿no eran también paraísos artificiales, que se
E . S. Martín, la residencia de nuestros primeros padres. Mas, sin
sobreponían en terraplenes á grandes alturas sobre pisos abovedados
ir á buscar el paraíso tan lejos de las campiñas de la Mesopotamia,
que recibían aguas abundantes elevadas por poderosas máquinas hidráu-
no es menos cierto que las tradiciones míticas mencionan una « montaña
licas? E s e curso de las aguas simbolizaba los ríos sagrados nacidos
del septentrión», mansión del señor de las luces, del padre de los
sobre las altas cumbres de los montes '.
genios celestes, manantial de las aguas, eje sobre el cual giran los cielos.
L o s templos piramidales de Caldea y de las otras comarcas « potá- Por l o demás, parece probable que los r e y e s babilónicos a p r o v e -
micas» habían tomado por modelo el « a l t o l u g a r » por excelencia, chasen la veneración del pueblo hacia los templos escalonados para
es decir, la montaña sagrada del Norte, y , como ella, tenían la p r e - hacerse enterrar en ellos, lo mismo que sus colegas de E g i p t o se hacían
enterrar en las Pirámides ».
tensión de elevarse hasta el cielo sobre las nubes. Al principio,
cuando la leyenda tomó cuerpo, la montaña era ciertamente un pico E l término persa « p a r a í s o » , de origen probablemente reciente,
bien conocido, una punta venerada, una personalidad terrestre, sagrada á lo más de unos cuatro mil años, no se aplicaba primeramente más que
entre t o d a s ; pero alejándose de la cima protectora que habían visto a los parques de caza, « p a i r i - d a i z a » , sitio cercado de paredes, y no
erigirse sobre su cuna, los pueblos olvidaron su sitio, y en sus viajes de se refería en manera alguna á sitios de felicidad perfecta tales como
emigración, transfirieron sucesivamente su adoración de cima en cima. se les concibe en el sentido actual de la p a l a b r a ; sin embargo, esos
Habiendo desaparecido de su horizonte y aun de su recuerdo los países bosques reservados de los r e y e s persas, situados en las cercanías del
lejanos, se vieron obligados á situar en sus contornos el sitio de su Elvend ó de otro monte grandioso, serían agradabilísimos por la pureza
adoración, y aun á crearle completamente por su constante trabajo. del aire, la frescura de las aguas, la esplendidez de la vegetación y la
abundancia de la caza, toda vez que ese nombre de « p a r a í s o » ha
E l Demavend, el E l v e n d ó cualquier otro monte del oriente iranio
llegado, en nuestras lenguas occidentales, á ser sinónimo de «jardín
fué en un principio el « P a d r e de las comarcas». ¿ Y de qué cumbre
delicioso», y hasta de «beatitud eterna»; no obstante, entre los Iranios,
habla el profeta Isaías 1 glorificando el « t r o n o de la asamblea que se
conservó siempre significación profana : la palabra destinada á expresar
eleva sobre las estrellas del Dios Fuerte hacia el Septentrión ?» Quizá
el lugar místico de felicidad pura es vara \ análoga á la de « E d é n » ,
del Ararat ó del Cáucaso, poco importa, porque la superficie de la
empleada en los libros sagrados de los Hebreos, con la significación
Tierra está erizada de montes sagrados, y hasta en las extensas llanuras
de « l u g a r de la a l e g r í a » ó de la « v o l u p t u o s i d a d » .
se construyen cimas artificiales. E s , pues, una tentativa vana la p r e -
tensión de identificar tal ó cual montaña como habiendo sido el templo T o d o s los paraísos hubieron de tener para el hombre, además de
de todas las naciones á la vez, ó hasta el de un solo pueblo como los
• O p p e r t , Expédition en ¿Mésopotamie, t. III, p s . 56 y s i g u i e n t e s ; C h . y F. L e n o r m a n t
Caldeos ó los Judíos. ¡ A l f r e d Jeremías, Hdlie und Paradles bei den Babyloniern. ^normant.
•asi
i b ®
SmBÊl
I V >4H
M
su belleza propia, un elemento que les embelleciese al infinito, el de un llena un lago c u y a s aguas jamás agitan las t e m p e s t a d e s b l a n c o s ca-
recuerdo de dolorosas penas. L o s que les nombraban recordaban mellos pacen e l espeso césped, y bellos ancianos dé luenga barba
haberse visto forzados á abandonarles huyendo de alguna invasión vestidos de blanco conversan á la sombra de frutales cargados de fru-
de bandas enemigas, de algún diluvio ó de temblores de tierra: veían tas. Desde hace miles de siglos, una ciudad, Janaidar, habitada por
paraísos en aquellos lugares, sobre todo porque eran perdidos ; pero
la esperanza se mezcla de diversos modos á las amarguras del pasado, mm
N.° 84. Algunas montañas sagradas y valles paradisíacos en la Eurasia.
y en todos tiempos hubo también paraísos del deseo, «tierras de p r o -
misión ». L o s antepasados habían sido dichosos, ¿ p o r qué no habrían
de serlo igualmente sus descendientes ? A l l á arriba, sobre las montañas
blancas ó v a p o r o s a s ; ó más lejos aún, al otro lado del horizonte, hacia
aquellas misteriosas regiones donde sale el s o l ; ó en dirección de
aquellos otros lugares donde el astro se ponía en la púrpura de las
nubes; ó quizá en los espacios desconocidos adonde se dirigían las aves
en su's largas emigraciones, ¿ no encontraría acaso la humanidad el
país de sus ensueños, el lugar sagrado donde no habría de sufrir hambre
ni sed, cansancio, servidumbre ni muerte?
Cada raza, cada pueblo, cada tribu tuvo también sus paraísos,
y la historia geográfica nos los muestra a centenares, brillando como
IBS
clavos de oro sobre la circun- Proyección Mercator.
i : loooooooo
ferencia 4 e l planeta, desde las
1000 5000 6000 Kil.
montañas del Nippon hasta la
Atlas y H e s p é r i d e s de Mauritania.
ciudad de los Césares, en los va-' Hespérides del Betis.
'4- H e r m ó n , monte sagrado.
i5. Horeb, » »
C a n i g ó ; pico de B r i g u e , monteg s a -
lies de la Patagonia septentrio- "6. Sinaí, » - »
grados.
17. A m e n t i , (mansión de los m u e r t o s ) y
nal. Hasta puede preguntarse si 4- Paradiso, m o n t e sagrado.
Moni Rose, v a l j e paradisíaco. H e s p é r i d e s de Ciren'aica.
5.
entre las grandes cimas de p e - 6. Sierck, c o l i n a d e l Arca. 18. K a z b e c k , m o n t e sagrado.
B r o c k e n , m o n t e del A r c a . 19. Ararat, » »
7-
ADÁN Y EVA noso acceso se hallará una sola 20. S a v a l a n , • » . »
8. O l i m p o de T e s a l i a , mansión de los
21. Sehend, » »
De u n b a j o - r e l i e v e r e c o g i d o p o r G . S m i i h que no haya sido considerada dioses.
22. , E l v e n d , • » »
y reproducido por Delitzsch. A t h o s , monte s a g r a d o .
9-
como un « p a r a í s o » , como un Ida,- » »
23. D e m a v e n d , » »
10.
24- Baja C a l d e a , paraíso terrenal.
« O l i m p o » , por los pueblos que las contemplaban desde su base. Los 11. O f i m p o de Bjtinia, monte sagrado.
25. Valle paradisíaco de K h o r a s s a n . l l l
12. A r g e o , m o n t e sagrado.
26. T a g h a r m a ó Mustagh-ata.
« M o n t e s Celestes» ó T h i a n - C h a n , al este del Irán, toman su nombre '3- Siria baja, valle paradisíaco.
27- S u l a i m a n - d a g h , .montes s a g r a d o s .
de la suposición ó de la creencia q u e en ellos existe un mundo superior,
y ¡ cuántos otros macizos ó picos aislados deben nombres' análogos á inmortales, siempre dichosos y sonrientes,. Refleja sus edificios en e l
Un sentimiento de la misma índole ! T a l es el Mustagh-ata, aquel gran- agua pura. Una leyenda casi idénticá se cuenta en el Valais sobre el
dioso monte de 75oo metros de altura que Sven-Hedin trató en vano valle perdido que algunos bUscan todavía en al macizo del monte R o s e
de escalar por cuatro veces hasta la c i m a : dícese que allá arriba existe
l i t
un valle delicioso, donde serpentea un río bajo árboles frondosos, que Javelle, Souvenirs d'un odlpiniste.
•asi
i b ®
SmBÊl
I V >4H
M
INDAGACIÓN D E L JARDÍN D E EDÉN
1 Henri Rawlinson, Schrader, Lenormant, etc. mero 5* ^ o ? ^ 1 ^ ^ °rÍ°n' Milteiluneen der Seographischen Gesellscha/t, ,n Wien, nú-
1-119
vida en un estrecho cercado, en un islote de los mares, y se pregunta aprendieron á cultivar la palmera, planta que ha llegado á ser esen-
si no ha de identificarse ese lugar paradisíaco con el mundo conocido cialmente humana, puesto que y a no tiene existencia e s p o n t á n e a : pura
que regaban los cuatro grandes r í o s : el T i g r i s , el Eufrates, el Indus obra de} hombre, de la cual éste hizo un dios Del mismo modo
y el Nilo. Las leyendas, que confunden fácilmente el cielo, la tierra el arte de la navegación debió nacer á la orilla de los grandes cursos
y el infierno, no se cuidan ni remotamente de la precisión de los de agua de la llanura, cuando sobre las altas tierras de la Irania los
detalles. L o s cuatro poderosos cursos de agua eran probablemente pueblos primitivos no habían tenido ocasión alguna de aprender esta
los que más habían fijado la imaginación de los h o m b r e s : era, pues, industria. L o s arroyos y los ríos de la meseta son hilos de agua sin
muy fácil que se les asociase en un mismo cuadro profundidad, prontamente absorbidos p o r la arena del desierto ó la
L a existencia de las grandes corrientes fluviales, ¡que modificó tan sequedad del viento ; los lagos escasos, llenos de bancos y pantanos,
poderosamente la idea primera del paraíso — imaginado en primer que ofrecían vados á jinetes y peatones, no podían tampoco dar naci-
término como una montaña del Septentrión, — debió obrar con la miento á la profesión de los bateleros en aquellas épocas lejanas.
misma eficacia sobre el conjunto de las costumbres y de las ideas g e - En el T i g r i s y en el Eufrates, por el contrario, los ribereños tuvieron
nerales. A s í la labor en las tierras grasas, formadas de aluviones todo género de facilidades para hacerse hábiles navegantes. A u n en
fluviales, tomó un carácter muy diferente del de la agricultura en los los sitios donde los dos río^s se deslizaban en sus desfiladeros con una
valles del contorno iránico: en las tierras bajas, en los límites del corriente muy rápida, veíanse troncos de "árboles que descendían al
desierto y , no obstante, en pleno suelo fangoso, « c o n la cabeza en nivel del agua, y no faltaba más que juntarlos formando almadías
el fuego y los pies en el a g u a » , fué como los agricultores potámicos para tener vehículos al servicio de las personas y de los productos.
i-íísií ,• :¡k-£íSíÁ-
NAVEGACIÓN FLUVIAL Y MARÍTIMA
48o EL HOMBRE Y LA TIERRA
JOOKÍI.
cortada, que tiene un peso específico superior al del agua, necesita, para
mantener la balsa en la superficie de la corriente, que se sujeten en sus
desembarazaban también de todas las partes de sus embarcaciones: los
contornos cierto número de barricas vacías herméticamente cerradas
odres podían emplearse como recipientes de líquidos, ó como sostenes
1 O l i v i e r B e a u r e g a r d , En Asie, Kachmir et Tibet, p. 7 . 1 —120
de nadadores para la travesía del río ; en c u a n t o á la madera, en a q u e - el interior de las tierras ; el E u f r a t e s , el T i g r i s y el ICarun no se unían
llas comarcas c u y o s habitantes habían transformado t o d o el s u e l o en en un mtsmo delta, y para ir de S u z a á Nínive ó á Babilonia era nece-
tierras l a b o r a b l e s , no d e j a n d o más q u e palmeras en las inmediaciones s a n o aventurarse p o r el mar. Sá-
de sus ciudades y aldeas, e r a m u y apreciada, y la utilizaban p a r a los bese p o r inscripciones cuneiformes
diversos usos domésticos ó para la construcción de v e r d a d e r o s barcos. que S e n n a c h e r i b , después de Assur-
N o a t r i b u y e n d o la historia escrita e x p l í c i t a m e n t e á los C a l d e o s la banipal, tuvieron q u e luchar contra
práctica de la n a v e g a c i ó n marítima, a l g u n o s escritores m o d e r n o s han las olas para conducir expediciones
creído poder a s e g u r a r que antes q u e los F e n i c i o s n i n g u n o s o t r o s O c - de g u e r r a al país de Elam. En aque-
cidentales de A s i a se habían a v e n t u r a d o por alta m a r ; pero diversos lla época, menos de treinta siglos a n -
indicios permiten á von I h e r i n g afirmar q u e los Babilonios tenían tes q u e nosotros, la p l a y a marítima
tar las olas. L a construcción de barcos, n u e v a conquista de l a indus- - metros más al Norte ; desde hace cien
bral, armazón que reemplaza á las espinas y remos á las aletas, - fué tros
ses. C o m o c a m p o de e v o l u c i ó n , el mar P é r s i c o era h a c e o c h o mil años del diluvio, demuestra también que Re un bajo-relieve de Kalach.
su corazón, les l l e v ó á hacer el d i l u v i o » L o q u e los documentos la l e y e n d a caldea que habla del p i l o t o , de la dirección del barco y
establecen a h o r a , la Naturaleza l o indicó de antemano, porque es de las cosas del mar '.
e v i d e n t e q u e s e m e j a n t e mito no hubiera p o d i d o o r i g i n a r s e s o b r e una S i n e m b a r g o , no es s o l a m e n t e en la d o b l e cuenca del T i g r i s y del
meseta dé tierras ávidas de a g u a , c o m o el Irán, d o n d e toda inundación E u f r a t e s d o n d e se han formado tradiciones de un d i l u v i o ; sino que
seria bien recibida 4; ni t a m p o c o en las estepas rocosas q u e habían también se p r o d u j e r o n en otras comarcas sometidas á las mismas c o n -
diciones g e o g r á f i c a s , por e j e m p l o en las r e g i o n e s q u e recorren los
g r a n d e s ríos chinos H o a n g y Y a n g t z e . A s í se repitieron en diversos
l u g a r e s esas relaciones á que los misioneros cristianos dieron tanta
importancia, considerándolas c o m o p r u e b a s de ese s u p u e s t o diluvio
universal de q u e habla la Biblia. E s a s historias, relatadas en comar-
De una fotografía.
su corazón, les l l e v ó á hacer el d i l u v i o » L o q u e los documentos la l e y e n d a caldea que habla del p i l o t o , de la dirección del barco y
establecen a h o r a , la Naturaleza l o indicó de antemano, porque es de las cosas del mar '.
e v i d e n t e q u e s e m e j a n t e mito no hubiera p o d i d o o r i g i n a r s e s o b r e una S i n e m b a r g o , no es s o l a m e n t e en la d o b l e cuenca del T i g r i s y del
meseta dé tierras ávidas de a g u a , c o m o el Irán, d o n d e toda inundación E u f r a t e s d o n d e se han formado tradiciones de un d i l u v i o ; sino que
seria bien recibida 4; ni t a m p o c o en las estepas rocosas q u e habían también se p r o d u j e r o n en otras comarcas sometidas á las mismas c o n -
diciones g e o g r á f i c a s , por e j e m p l o en las r e g i o n e s q u e recorren los
g r a n d e s ríos chinos H o a n g y Y a n g t z e . A s í se repitieron en diversos
l u g a r e s esas relaciones á que los misioneros cristianos dieron tanta
importancia, considerándolas c o m o p r u e b a s de ese s u p u e s t o diluvio
universal de q u e habla la Biblia. E s a s historias, relatadas en comar-
De una fotografía.
saber h u m a n o ; porque indudablemente el mito contenido en esa b o - N.° 89. Plano de la antigua Babilonia.
¡ ¡ » W <WSkoi*LEY
2020' W de.PARIS ou 0° d<= 6REENWICH.
TIERRAS CULTIVADAS
PANTANOS
con Mansión H o u s e . Estos planos estdn á la m i s m a escala q u e el de B a b i l o n i a , página 4 9 . . swijfntiguas murallas todavía existentes U-UX-L Sitio que ocuparon antiguas murallas•
» <3 • tí» localidades actuales.
I: 2 5 0 0 0 0
conocían perfectamente la agricultura en la época en que fué repro-
ducido por ellos el documento relativo a los dos hermanos Caín y
A b e l , los recuerdos de la antigua sociedad patriarcal les mostraban 1. M u d c h e l i b e h ( M a k l u b e h , Babíl).
3- Birs N i m r u d ó T o r r e de Borsippa
en el estado de pastor la verdadera edad de oro de su r a z a : á sus 2. Palacio de N a b u c o d ò n o s o r .
4- A n t i g u o s c a u c e s del Eufrates.
ojos, la condición de pastor, la de los antepasados A b r a h a m , Isaac 5. Hillah
y Jacob era la que un deber, piadoso les obligaba á glorificar sobre de madera. L a historia del primer asesinato, referida bajo la forma
todo. D e ahí esa sustitución del pastor al labrador como ser e s p e - judía, es en realidad la primera calumnia.
cialmente favorecido por Dios.
S e g ú n la forma judaica de la leyenda, la divinidad sensual á quien C o m o lugar de nacimiento de nuestras principales leyendas, la
habían seducido las carnes suculentas asadas sobre el altar, e m p a p a - región de los dos grandes ríos nos transmite también la m a y o r parte
das en humeante grasa, recibió con especial complacencia la ofrenda de nuestra herencia de civilización m a t e r i a l : la abundancia de los
del pastor A b e l y rechazó los frutos presentados por el humilde labra- productos indígenas, la variedad de los géneros y de las mercan-
dor. E s t a injusticia flagrante del dios carnívoro fué la causa .del cías importadas de lejos, la convergencia de las vías históricas segui-
primer odio y del primer homicidio. Y sin embargo, el conjunto de das por los emigrantes, el gran número de extranjeros venidos de
la historia evidencia que las bendiciones de la inteligencia, de las todas partes, diferentes todos entre sí por las costumbres, las lenguas
invenciones y de los progresos de toda clase se dirigen precisamente y las ideas, dieron á la vida babilónica tal intensidad, que cierta-
al hermano m a l d i t o ; á él, al labrador, es á quien la leyenda, bajo mente debe datarse de aquella época los descubrimientos fundamen-
su forma primitiva y completa, debía evidentemente favorecer. Caín tales ó al menos las mejoras más importantes que han hecho pasar
tiene la categoría de" primogénito, lo que y a indica una idea de s u - la humanidad de la barbarie primitiva á la civilización consciente de
perioridad en la intención del narrador, p e r o tiene la superioridad sí misma. L a agricultura, en primer lugar, hizo allí maravillosos pro-
principalmente por la comprensión de las cosas, porque Caín cons- gresos, y si no nació allí, puesto que existió en t o d o tiempo y en
truyó la primera c i u d a d ; uno de los suyos fué el primer industrial todas partes bajo sus formas rudimentarias, á lo menos allí adquirió
por haber descubierto el arte de forjar toda clase de instrumentos de el desarrollo que hizo de ella la principal sustentadora del hombre.
cobre y de h i e r r o ; otro de sus nietos inventó el arpa y el órgano, Herodoto consigna la riqueza agrícola de Babilonia en términos, no
es decir, los instrumentos de cuerda y los de viento. ¡Qué más! y a de admiración, sino casi de estupor
hasta un descendiente de Caín, nuevamente convertido en pastor, en- E l sistema potámico de riego — condición esencial del cultivo
señó á otros pastores el arte del tejido. T o d a la civilización pro- intensivo y el más enérgico factor de esta civilización, — atestigua
cede, pues, del primer hombre de genio que supo abrir el surco y poderosos medios de acción y de un gran valor técnico y m o r a l :
retirar de él la espiga de que la muela, extrae la harina que se con- por miles de kilómetros se extendían sobre el suelo, entre el curso
vierte en pan. del Eufrates y el valle bajo del Karun, los hilos artificiales de agua,
¿ N o fué este, en efecto, el resumen de toda la historia económica? c u y o s trabajos eran anteriores á la historia fechada. L a s aguas del
S i nos colocamos en el punto de vista que fué sin duda el de los Nerkha regaban las inmediaciones de Suza desde la época de Karibu,
Caldeos, redactores originarios de la leyenda, Caín es, pues, un p e r - gracias á vastas redes de canales c u y a s huellas se encuentran, «no
sonaje muy diferente del que nos representa nuestra imaginación, sólo en los textos, sino también en el s u e l o » 8 . L a muralla médica
influida por la copia infiel del documento, y el primer asesinato atri- era probablemente el cauce de un canal s . E l Dijeil tomaba el agua
buido al labrador no debe imputársele en manera alguna, porque no del T i g r i s para regar la ribera derecha. Pero el más prodigioso tra-
coincide con la verdad social. Históricamente, en los conflictos de bajo de riego emprendido por los Caldeos era el que proveía de agua
pueblo á pueblo, el ataque no viene del labrador pacífico, sino del 12000 kilómetros cuadrados sobre la orilla izquierda del Tigris, pa-
nómada que va en busca de tierras nuevas. P o r lo demás, la idea
del asesinato había de nacer más fácilmente en el hombre que degüella L i b r o I, Clio v, 193.
J. de Morgan, Travaux de la Délégation en Perse.
y desuella animales que en el q u e se ingenia para construir el arado W . W i l l c o k s , Ancient Irrigation Works on the Tigris
CULTURA, IRRIGACIONES
y Jacob era la que un deber, piadoso les obligaba á glorificar sobre de madera. L a historia del primer asesinato, referida bajo la forma
todo. D e ahí esa sustitución del pastor al labrador como ser e s p e - judía, es en realidad la primera calumnia.
cialmente favorecido por Dios.
S e g ú n la forma judaica de la leyenda, la divinidad sensual á quien C o m o lugar de nacimiento de nuestras principales leyendas, la
habían seducido las carnes suculentas asadas sobre el altar, e m p a p a - región de los dos grandes ríos nos transmite también la m a y o r parte
das en humeante grasa, recibió con especial complacencia la ofrenda de nuestra herencia de civilización m a t e r i a l : la abundancia de los
del pastor A b e l y rechazó los frutos presentados por el humilde labra- productos indígenas, la variedad de los géneros y de las mercan-
dor. E s t a injusticia flagrante del dios carnívoro fué la causa .del cías importadas de lejos, la convergencia de las vías históricas segui-
primer odio y del primer homicidio. Y sin embargo, el conjunto de das por los emigrantes, el gran número de extranjeros venidos de
la historia evidencia que las bendiciones de la inteligencia, de las todas partes, diferentes todos entre sí por las costumbres, las lenguas
invenciones y de los progresos de toda clase se dirigen precisamente y las ideas, dieron á la vida babilónica tal intensidad, que cierta-
al hermano m a l d i t o ; á él, al labrador, es á quien la leyenda, bajo mente debe datarse de aquella época los descubrimientos fundamen-
su forma primitiva y completa, debía evidentemente favorecer. Caín tales ó al menos las mejoras más importantes que han hecho pasar
tiene la categoría de" primogénito, lo que y a indica una idea de s u - la humanidad de la barbarie primitiva á la civilización consciente de
perioridad en la intención del narrador, p e r o tiene la superioridad sí misma. L a agricultura, en primer lugar, hizo allí maravillosos pro-
principalmente por la comprensión de las cosas, porque Caín cons- gresos, y si no nació allí, puesto que existió en t o d o tiempo y en
truyó la primera c i u d a d ; uno de los suyos fué el primer industrial todas partes bajo sus formas rudimentarias, á lo menos allí adquirió
por haber descubierto el arte de forjar toda clase de instrumentos de el desarrollo que hizo de ella la principal sustentadora del hombre.
cobre y de h i e r r o ; otro de sus nietos inventó el arpa y el órgano, Herodoto consigna la riqueza agrícola de Babilonia en términos, no
es decir, los instrumentos de cuerda y los de viento. ¡Qué más! y a de admiración, sino casi de estupor
hasta un descendiente de Caín, nuevamente convertido en pastor, en- E l sistema potámico de riego — condición esencial del cultivo
señó á otros pastores el arte del tejido. T o d a la civilización pro- intensivo y el más enérgico factor de esta civilización, — atestigua
cede, pues, del primer hombre de genio que supo abrir el surco y poderosos medios de acción y de un gran valor técnico y m o r a l :
retirar de él la espiga de que la muela, extrae la harina que se con- por miles de kilómetros se extendían sobre el suelo, entre el curso
vierte en pan. del Eufrates y el valle bajo del Karun, los hilos artificiales de agua,
¿ N o fué este, en efecto, el resumen de toda la historia económica? c u y o s trabajos eran anteriores á la historia fechada. L a s aguas del
S i nos colocamos en el punto de vista que fué sin duda el de los Nerkha regaban las inmediaciones de Suza desde la época de Karibu,
Caldeos, redactores originarios de la leyenda, Caín es, pues, un p e r - gracias á vastas redes de canales c u y a s huellas se encuentran, «no
sonaje muy diferente del que nos representa nuestra imaginación, sólo en los textos, sino también en el s u e l o » 8 . L a muralla médica
influida por la copia infiel del documento, y el primer asesinato atri- era probablemente el cauce de un canal s . E l Dijeil tomaba el agua
buido al labrador no debe imputársele en manera alguna, porque no del T i g r i s para regar la ribera derecha. Pero el más prodigioso tra-
coincide con la verdad social. Históricamente, en los conflictos de bajo de riego emprendido por los Caldeos era el que proveía de agua
pueblo á pueblo, el ataque no viene del labrador pacífico, sino del 12000 kilómetros cuadrados sobre la orilla izquierda del Tigris, pa-
nómada que va en busca de tierras nuevas. P o r lo demás, la idea
del asesinato había de nacer más fácilmente en el hombre que degüella L i b r o I, Clio v, 193.
J. de Morgan, Travaux de la Délégation en Perse.
y desuella animales que en el q u e se ingenia para construir el arado W . W i l l c o k s , Ancient Irrigation Works on the Tigris
IRRIGACIONES, CONSTRUCCIONES
sando entonces al occidente de Opis, y aseguraba de ese modo la N.° 90. Canal de N a h r w a n y m u r a l l a m é d i c a ».
r. 5 000 Q00
de ser utilizado : el fuego doméstico encendido sobre adobes é im-
pulsado vivamente á causa de algún incidente, ó hasta de un incendio,
1. T i e n d a s de c u e r o ó de pelo. 5. G r u t a s en el c o n g l o m e r a d o y casas de bastaría muchas veces para transformar los cuadros de arcilla pulve-
2. C h o z a s de boñigas con capas de cañas guijarros.
asfaltadas. 6. R e d u c t o s de piedras. rulenta en verdaderas piedras, más duras y más sólidas que los frag-
9 Casas de adobes, m o n u m e n t o s de l a d r i - 7. M o n u m e n t o s de m á r m o l .
mentos de rocas desprendidos de las montañas lejanas. E l endureci-
3 líos. 8. Fuertes de piedras.
4. C h o z a s de cañas. miento de los ladrillos por el f u e g o , permaneció quizá durante siglos
c o m o un simple hecho de observación, que no daría lugar á ningún
dional, tales eran los materiales indicados; el hombre había de elevar
cambio en el modo de construcción con ladrillos crudos, adaptado
su casa p o r medio de la arcilla q u e extraía del suelo. E s e género de
el modo de ser de una sociedad rudimentaria ; pero l l e g ó el día en
construcción tan p o t o sólido, no tardó en derrumbarse y en transfor-
que algún constructor ingenioso tuvo la idea de emplear las piedras
marse en cabañas de tierra herbosa en cuanto cesa de conservarse en
cocidas al f u e g o en todo ó parte .de su edificio, que deseaba hacer
buen e s t a d o ; p e r o esa pequeña casa de arcilla fué, no obstante, el
más duradero ó más bello, y entonces, como dice von Ihering 2,
1 - 124
EL HOMBRE Y LA TIERRA DESCANSO SEMANAL
« l a cocción del primer ladrillo puede ser considerado como uno de von Ihering, los Caldeos son también deudores á esos inmensos
los hechos más fecundos en consecuencias de todas clases que se trabajos de arquitectura de haberles iniciado en la división del tiempo.
hayan realizado sobre la t i e r r a : sería difícil poder hallar otro que Para tales obras era necesario indicar las horas del trabajo y las de
poder comparársele por el alcance civilizador», porque del ladrillo descanso, así como también escoger un día para el cese completo
nació la ciudad; mientras que el arado aumenta solamente la canti- de los esfuerzos musculares y la reconstitución de la e n e r g í a : ese
dad de alimento, la piedra artificial a g r u p ó los hombres en socieda- día fué el sabatu « s a b a t » , q u e se consagró sencillamente en un prin-
des, les unió p o r el trabajo, por el edificio, les dió la conciencia de cipio á la recuperación de las fuerzas, y que después, entre los j u d í o s
la superioridad de su cultura, de su nación, de su fijeza, é hizo y m u y especialmente entre los cristianos fanáticos, llegó á ser trans-
nacer p o r la disciplina intelectual que necesitaba la construcción, formado en día de rezo, de maceración y de mortal aburrimiento.
Cada ladrillo lleva marcada una inscripción ( i n v i s i b l e al exterior) que se estampó antes
de la cocción. Es una fórmula cabalística, un talismán que asegura la eternidad de los m o -
numentos, librándoles de los enemigos, así materiales como inmateriales. ( G o b i n e a u . ) BIRS-NIMRUD, RUINAS DE LA TORRE DE BABEL
toda una serie de investigaciones y de ciencias q u e lanzaron la Las necesidades del trabajo habían regulado tan bien la vida entre
humanidad por una nueva vía de civilización. S e g ú n Peters, el primer los Caldeos, ,que los mismos dioses se vieron obligados á descansar
ladrillo cocido de fecha conocida, pertenece al templo de S a r g o n de el séptimo día. A s í el mundo fué creado en seis días, y el séptimo
A g a d e ( C h a r g i n a ) y no cuenta menos de 5700 años. descansó Dios de su obra, considerándola terminada. Del mismo
L a s montañas artificiales que erigieron los Caldeos, para colocar modo, según la leyenda babilónica, no .reproducida exactamente, á
sobre el zócalo terminal la residencia de sus dioses, no fueron obra este respecto, p o r los libros hebreos, el diluvio terminó en el día del
de arquitectos inconscientes, sino que dieron- origen á verdaderos sabbat, después de estar abiertas seis días las «cataratas celestes»:
constructores m u y sabios en el arte de medir el suelo, de poner los las nubes, trabajadoras obedientes, tenían también derecho á reparar
materiales y de calcular su resistencia; se desarrolló toda una ciencia sus fuerzas. El mito creador de la divinidad no podía menos de darle
geométrica con gran detalles de problemas y de soluciones. Según las mismas costumbres del hombre.
EL HOMBRE Y LA TIERRA DESCANSO SEMANAL
« l a c o c c i ó n del primer ladrillo p u e d e ser c o n s i d e r a d o c o m o u n o de von I h e r i n g , los Caldeos son también deudores á esos inmensos
l o s h e c h o s más fecundos en consecuencias de t o d a s clases que se trabajos de arquitectura de haberles iniciado en la división del tiempo.
h a y a n realizado s o b r e l a t i e r r a : sería difícil p o d e r hallar otro que Para tales obras era necesario indicar las horas del trabajo y las de
p o d e r comparársele p o r el alcance c i v i l i z a d o r » , p o r q u e del ladrillo descanso, así c o m o también e s c o g e r un día para el cese completo
nació la c i u d a d ; mientras q u e el arado aumenta solamente la c a n t i - de los esfuerzos musculares y la reconstitución de la e n e r g í a : ese
dad de alimento, la piedra artificial a g r u p ó los h o m b r e s en s o c i e d a - día fué el sabatu « s a b a t » , q u e se c o n s a g r ó sencillamente en un prin-
des, les unió p o r el t r a b a j o , p o r el edificio, les dió la conciencia de c i p i o á la recuperación de las fuerzas, y q u e después, entre los j u d í o s
la superioridad de su cultura, de su n a c i ó n , de su fijeza, é hizo y m u y especialmente entre los cristianos fanáticos, l l e g ó á ser t r a n s -
nacer p o r la disciplina intelectual que necesitaba la construcción, f o r m a d o en día de rezo, de maceración y de mortal aburrimiento.
Cada ladrillo lleva marcada una inscripción ( i n v i s i b l e al exterior) que se estampó antes
de la cocción. Es una fórmula cabalística, un talismán que asegura la eternidad de los m o -
numentos, librándoles de los enemigos, así materiales como inmateriales. ( G o b i n e a u . ) BIRS-NIMRUD, RUINAS DE LA TORRE DE BABEL
toda una serie de investigaciones y de ciencias q u e lanzaron la Las necesidades del trabajo habían regulado tan bien la v i d a entre
humanidad p o r una n u e v a v í a de civilización. S e g ú n Peters, el primer los C a l d e o s , ,que los mismos dioses se v i e r o n o b l i g a d o s á descansar
ladrillo cocido de fecha c o n o c i d a , p e r t e n e c e al t e m p l o de S a r g o n de el séptimo día. A s í el m u n d o fué c r e a d o en seis días, y el séptimo
A g a d e ( C h a r g i n a ) y no c u e n t a m e n o s de 5700 a ñ o s . descansó Dios de su obra, considerándola terminada. Del mismo
L a s montañas artificiales q u e e r i g i e r o n los C a l d e o s , para c o l o c a r m o d o , s e g ú n la l e y e n d a babilónica, no . r e p r o d u c i d a exactamente, á
s o b r e el zócalo terminal la residencia de sus dioses, no fueron o b r a este respecto, p o r los libros h e b r e o s , el d i l u v i o terminó en el día del
d e arquitectos inconscientes, sino q u e dieron- o r i g e n á verdaderos sabbat, d e s p u é s de estar abiertas seis días las « c a t a r a t a s celestes»:
constructores m u y sabios en el arte de medir el suelo, d e p o n e r los las nubes, trabajadoras obedientes, tenían también d e r e c h o á r e p a r a r
materiales y de calcular su resistencia; se desarrolló toda una ciencia sus fuerzas. E l mito creador de la divinidad no p o d í a m e n o s de darle
siones de estudiar la c ú p u l a celeste, y q u e de ello se habían apro- Por l o demás, los documentos están á la vista. S e g ú n las in-
vechado para l e e r en ella los s i g n o s indicadores del cambio de las vestigaciones de O p p e r t s o b r e las inscripciones asirías, p u e d e afir-
estaciones. marse q u e los a s t r ó n o m o s de la C a l d e a habían h e c h o o b s e r v a c i o n e s
Pero el a r g u m e n t o no está de acuerdo con la v e r d a d histórica: seguidas sobre la luna, el sol y las estrellas errantes durante un
los C a l d e o s civilizados, a g r u p a d o s en ciudades p o p u l o s a s , no eran espacio de tiempo considerable y habían c o n s i g n a d o la repetición de
pastores y debían su desarrollo intelectual á sus costumbres a g r í c o l a s los eclipses p o r g r u p o s regulares. Conocían m u y bien el p e r í o d o de
y sedentarias. L o s p u e b l o s de sus i n m e d i a c i o n e s , Árabes y Tu- 223 lunaciones, - 18 años n días, el Saras y hasta habían obser-
ramos, que eran pastores nómadas, h u b i e r a n sido en ese caso mu- v a d o uno cien veces mayor i8o5 años ó 22325 lunaciones, c o m o la
cho más f a v o r e c i d o s en sus estudios del c i e l o ; p e r o n o , la necesidad
es la madre de la industria en la más alta acepción de la p a l a b r a ; Friedrich Delitzsch, Wo lag das Parodies? p. 70.
se haya anticipado á los conocimientos de t o d o s los otros pueblos
medida d e la v u e l t a normal de los eclipses al mismo orden. El
r e l a t i v a m e n t e á las d i v i s i o n e s del t i e m p o , s e g u i d a s p o r e l m o v i m i e n t o
e c l i p s e e s c o g i d o c o m o p u n t o inicial d e uno de esos ciclos, especial-
de los astros. E l t r a y e c t o m e d i o d i a r i o d e la luna "sobre la circun-
mente mencionado, nos retrotrae á 13442 años antes d e l año 1900
ferencia d e la esfera celeste, r e g u l a r m e n t e c a l c u l a d o , coincidía exac-
tamente con el de 13° 10' 3 5" que han hallado los matemáticos
N.° 92. Los cinco Mares.
modernos
» »
ZODÍACO, SISTEMA DECIMAL
sus e f e m é r i d e s , como l o hacen en l a actualidad los g r a n d e s esta- naciones para una extensión m u y considerable del M u n d o Antiguo.
blecimientos científicos. No hay duda que las combinaciones de la Por el c ó d i g o de H a m m u r a b i v e m o s
a s t r o l o g í a para la predicción de la b u e n a ó mala suerte acabaron q u e el comercio estaba en manos de
p o r entrar en g r a n parte en la tarea de los o b s e r v a d o r e s , p e r o la ricos capitalistas ó b a n q u e r o s que, l o
ciencia p r o p i a m e n t e dicha sacó de ella elementos de p r o g r e s o : los mismo q u e en nuestros días, dirigían
problemas de g e o m e t r í a encontraban su solución y los prácticos se desde arriba sus o p e r a c i o n e s y de-
aventuraban á la construcción de mapas y planos, d o c u m e n t o s v e n e r a - jaban el detalle de las mismas á la
bles c u y o s restos se encuentran todavía en nuestros m u s e o s . Pro- discreción dé a g e n t e s . Los comer-
vista de esas e n o r m e s adquisiciones científicas, p a r e c e que Caldea ciantes acudían desde m u y lejos, de
hubiera debido conservar el p r i v i l e g i o de suministrar á la historia comarcas á donde se llegaba tras
la fecha inicial para la medida de las edades de la humanidad. Una meses ó años de. v i a j e , y había tran-
de esas e r a s , la de N a b o n a s a r , según la c u a l el año vulgar 1901 sacciones que no se terminaban sino
llevaría el número de orden 2648, se m e n c i o n a siempre en los c a l e n - d e s p u é s de idas y venidas entre los
darios u s u a l e s . dos países, de origen y de consumo.
caracteres cuneiformes d e las inscripciones ninivitas y babilónicas; imaginan haber inventado, eran
es la más preciada herencia científica l e g a d a por los antiguos 1 . utilizaban los metales c o m o m e -
tantas y tan v a r i a d a s ventajas, entre otras el i m p u l s o del espíritu cual la stparía ó p o d e r , q u e era OBELISCO D e l rey Manichtüsü
I — 127
m e n t e en l o s c a r a c t e r e s c a l d e o s durante los s i g l o s p o s t e r i o r e s á la N.° 93. Antiguas ciudades de la Caldea
persas.
Los materiales empleados como tablillas y l o s m o d o s d e escri-
tura c a m b i a r o n t a m b i é n d u r a n t e el c u r s o d e l t i e m p o . Q u i z á se di-
bujaron ó se pintaron las letras s o b r e m a d e r a ; en t o d o caso hubo
u n t i e m p o en q u e se les i m p r i m í a s o b r e arcilla fresca, y L o f t u s en-
contró en las excavaciones de Uruk dos tablillas con la misma
inscripción, una estampada y otra g r a b a d a Este último método
f u é el p r e d o m i n a n t e , y todos los documentos e s c r i t o s de aquellas
antiguas épocas que poseen nuestros museos contienen caracteres
grabados en forma de c l a v o s p o r estilos q u e habían mordido pro-
31° -
f u n d a m e n t e en el ladrillo d u r o . U n a v e z más son l o s materiales los
q u e d e t e r m i n a n el m o d o d e e j e c u c i ó n : la escritura d e l o s Babilonios
t o m ó esta rara a p a r e n c i a c u n e i f o r m e p o r q u e e l l a d r i l l o era el único
objeto cómodo que-se tuvo á mano y p o r q u e hubiera sido difícil
g r a b a r en él c u r v a s , s i e n d o la r a y a firme y recta q u e se fija brus-
c a m e n t e en la p a s t a e l r a s g o más c ó m o d o que podía hacerse.
D e b i d o á m a r a v i l l a s d e i n v e s t i g a c i ó n , d e sabia industria y s a g a -
cidad, los Grotefend, los Rawlinson, l o s O p p e r t , los S m i t h y otros
han l o g r a d o descifrar las i n s c r i p c i o n e s c u n e i f o r m e s d e los A k k a d i o s
28°fc
E.deGr. 1
y de los Asirios, de los M e d a s y de l o s Persas, y el m é r i t o de - a6°30'
1 L o f t u s ; F r . Kaulen, Assyriett und Babylonien, ps. 89 y 108. « En este mapa, en vez de Kerkha (lefnmerre), debe leerse Kerkha (Seínmerre).
m e n t e en l o s c a r a c t e r e s c a l d e o s durante los s i g l o s p o s t e r i o r e s á la N.° 93. Antiguas ciudades de la Caldea
persas.
Los materiales empleados como tablillas y l o s m o d o s d e escri-
tura c a m b i a r o n t a m b i é n d u r a n t e el c u r s o d e l t i e m p o . Q u i z á se di-
bujaron ó se pintaron las letras s o b r e m a d e r a ; en t o d o caso hubo
u n t i e m p o en q u e se les i m p r i m í a s o b r e arcilla fresca, y L o f t u s en-
contró en las excavaciones de Uruk dos tablillas con la misma
inscripción, una estampada y otra g r a b a d a \ Este último método
f u é el p r e d o m i n a n t e , y todos los documentos e s c r i t o s de aquellas
antiguas épocas que poseen nuestros museos contienen caracteres
grabados en forma de c l a v o s p o r estilos q u e habían mordido pro-
31° -
f u n d a m e n t e en el ladrillo d u r o . U n a v e z más son l o s materiales los
q u e d e t e r m i n a n el m o d o d e e j e c u c i ó n : la escritura d e l o s Babilonios
t o m ó esta rara a p a r e n c i a c u n e i f o r m e p o r q u e e l l a d r i l l o era el único
objeto cómodo que-se tuvo á mano y p o r q u e hubiera sido difícil
g r a b a r en él c u r v a s , s i e n d o la r a y a firme y recta q u e se fija brus-
c a m e n t e en la p a s t a e l r a s g o más c ó m o d o que podía hacerse.
D e b i d o á m a r a v i l l a s d e i n v e s t i g a c i ó n , d e sabia industria y s a g a -
cidad, los Grotefend, los Rawlinson, l o s O p p e r t , los S m i t h y otros
han l o g r a d o descifrar las i n s c r i p c i o n e s c u n e i f o r m e s d e los A k k a d i o s
28°fc
E.deGr. 1
y de los Asirios, de los M e d a s y de l o s Persas, y el m é r i t o de - a6°30'
K U T I , actualmente T e l l Ibrahim.
mente T e l l L o h .
a n a l e s h u b i e r a l l e g a d o á ser i n c o m p r e n s i b l e si los r e d a c t o r e s dedica- UR, Sin, actualmente Mugheir.
L A R S A M , Sinear, actualmente Senkereh.
U R U K , Unu, Erekh, Orchoe, Warka.
d o s al s e r v i c i o d e las b i b l i o t e c a s no se h u b i e r a n c u i d a d o de h a c e r su
t r a d u c c i ó n en las f o r m a s semíticas m o d e r n a s , aun c o n s e r v a n d o acá y » ^ ( í rr:üemAtdeede r p h i s en Egipto-
acullá a r c a í s m o s de c a r á c t e r religioso." Sin embargo, los documentos estasElmismas d Ur, Larsam, Babilonia
se h a l l ' *etc
t r a í d o aproximadamente ' según
y N'ppur'
J. de PMorgan.
ediendo
q g
litoral del golfo Pérsico
no t r a d u c i d o s a g r e g a d o s á a q u e l l o s en q u e l o s s a c e r d o t e s , en v i s t a d e l
ejercicio misterioso de su p o d e r , trataban d e e x p r e s a r s e en un l e n -
d e los s o b e r a n o s , q u e a m e n a z a b a n h u n d i r l o s . F u é n e c e s a r i o crear t o d o
g u a j e i g n o r a d o d e l v u l g o , c o n s t i t u í a n tales m o n t o n e s en l o s palacios
un arsenal d e g r a m á t i c a s , d e l é x i c o s , de c u a d r o s p a r a la i n t e r p r e t a c i ó n
1 L o f t u s ; F r . Kaulen, Assyriett und Babylonien, ps. 89 y 108. « En este mapa, en vez de Kerkha (lefnmerre), debe leerse Kerkha (Seínmerre).
EL HOMBRE Y LA TIERRA
BIBLIOTECAS
11 ^'HMimi.ffraiT
Estas l e y e s , q u e s e g u r a m e n t e existirían c o m o costumbres antes dioses vecinos, el centro de cultura subió p o c o á p o c o hacia el N o r t e
de haber sido p r o m u l g a d a s , s u p o n e n una g r a n p o b l a c i ó n sedentaria y halló su p u n t o de m a y o r estabilidad en el sitio d o n d e los dos ríos,
para la q u e la escritura era de uso corriente, entre la q u e el arte T i g r i s y Eufrates, a p r o x i m a n sus corrientes y entremezclan sus ca-
de edificar y la n a v e g a c i ó n tenían g r a n importancia y en la q u e , nales. A l l í se edificó aquella Babel, que, entre todas las ciudades
finalmente, la agricultura estaba basada s o b r e un amplio sistema de del mundo, conservó p o r más t i e m p o el dominio p o l í t i c o s o b r e v a s -
tos imperios. Sin e m b a r g o , durante las numerosas g e n e r a c i o n e s q u e
riegos.
E n esas comarcas de tierras f e c u n d a s , tan felizmente dispuestas se sucedieron b a j o el p o d e r de los s o b e r a n o s de Babilonia, l a p o d e -
reunión y de cambio entre los rosa metrópoli tuvo ciertamente que sufrir grandes vicisitudes á
c o m o l u g a r e s de
ya comenzado la era de los consecuencia de g u e r r a s y r e v o l u c i o n e s , puesto que hacia la é p o c a
pueblos, había
g r a n d í s i m o s imperios en el
t i e m p o de los o r í g e n e s de
la protohistoria.
U n a inscripción de un
t e m p l o de N i p p e r , á la que
los sabios americanos q u e
estudian aquellas ruinas
a t r i b u y e n 8o y hasta 90
siglos, nos dice q u e « M i -
llel, el rey del universo,
había investido á L u g a l del
g o b i e r n o de la tierra . . .
desde la salida del sol hasta
su o c a s o , desde el golfo
FRAGMENTO
Pérsico hasta el mar s u p e -
DE UN PLANO
DE BABILONIA rior, en la q u e el g l o b o de
fuego desciende para su en q u e nació el i m p e r i o de A s s u r , h a c e más de treinta y seis s i g l o s ,
reposo». E n p l e n a mar, l a isla de C h i p r e había l l e g a d o á ser p r o - el más sorprendente m o n u m e n t o de B a b e l , la famosa torre de pisos de
vincia d e ese imperio d o n d e L u g a l tenía « p o d e r s o b r e todas las cosas B o r s i p p a , d e s i g n a d a p o r la tradición b a j o el n o m b r e de « T o r r e de
para h a c e r v i v i r todos los p u e b l o s en paz » 1. las L e n g u a s » , no era y a más q u e una ruina. H e a q u í c ó m o , á este
S i p p a r , cada una de las cuales tenía su dios ó su diosa \ quienes á más a n t i g u o , p e r o no le p u s o la t e c h u m b r e . . . L a s lluvias y las t e m -
semejanza de l o s r e y e s , pretendían v i v i r independientes de todos los pestades hicieron estallar la construcción de adobes, los revestimientos
de ladrillos se a g r i e t a r o n , l o s macizos se derrumbaron en c o l i n a s » .
IÉlÉK
i: ftsoo ooo
denominación más usual, p r o v i e n e de la dinastía persa de los C h o s r a v . carros de g u e r r a , aplastando h o m b r e s y animales, molían los c u e r p o s
Nínive, tan admirablemente c o l o c a d a en l a reunión de dos impor- caían v i v o s en mi p o d e r , les hacía cortar las m a n o s » . Assurbanipal
debía adquirir fácilmente una gran importancia como mercado y desollar. H i c e arran-
de esta ciudad y q u e está delimitado con bastante claridad p o r los pero en l u g a r de echar-
restos de las murallas, no p u e d e evaluarse á más de diez kilómetros le á los perros, le em-
los enormes palacios reales, no hubiera, p u e s , bastado á contener las del S o l en Nínive».
ríos para l a felicidad de sus s u b d i t o s » ; sino q u e se j a c t a b a n de ser latigazos, ante los al-
he tomado las c i u d a d e s p o r asalto, e x c l a m a S a n h e r i b , y he h e c h o de L a rabia de los sar se ejercía hasta contra los m u e r t o s : «Yo trans-
ellas m o n t o n e s de cenizas... Yo he b a r r i d o la c o m a r c a c o m o con p o r t é sus osamentas, dice Assurbanipal hablando de los reyes de
denominación más usual, p r o v i e n e de la dinastía persa de los C h o s r a v . carros de g u e r r a , aplastando h o m b r e s y animales, molían los c u e r p o s
Nínive, tan admirablemente c o l o c a d a en l a reunión de dos impor- caían v i v o s en mi p o d e r , les hacía cortar las m a n o s » . Assurbanipal
debía adquirir fácilmente una gran importancia como mercado y desollar. H i c e arran-
de esta ciudad y q u e está delimitado con bastante claridad p o r los pero en l u g a r de echar-
restos de las murallas, no p u e d e evaluarse á más de diez kilómetros le á los perros, le em-
los enormes palacios reales, no hubiera, p u e s , bastado á contener las del S o l en Nínive».
ríos para l a felicidad de sus s u b d i t o s » ; sino q u e se j a c t a b a n de ser latigazos, ante los al-
he tomado las c i u d a d e s p o r asalto, e x c l a m a S a n h e r i b , y he h e c h o de L a rabia de los sar se ejercía hasta contra los m u e r t o s : «Yo trans-
ellas m o n t o n e s de cenizas... Yo he b a r r i d o la c o m a r c a c o m o con p o r t é sus osamentas, dice Assurbanipal hablando de los reyes de
LA LEONA HERIDA
Bajo-relieve de Kujundchik.
E (Je Gf~-
L a « M a d r i g u e r a d e los L e o n e s » c a y ó en la s o l e d a d sin q u e la
historia p r e c i s e l o s detalles d e su ruina, s e a en la é p o c a de una
I." 250 000
invasión de los S c i t a s , sea, p o c o después, por u n a victoria d e los
¿ ' A ,1 aoKii.
M e d a s , h a c e u n o s 25oo a ñ o s . C a s i en s e g u i d a fué o l v i d a d a : X e n o -
1. NÍN.VE; la colina situada al Noroeste del recinto es llamada K u j u n d c h i k por los
fonte, que pasó doscientos años después por la p r o x i m i d a d de las T u r c o s ; cont.ene las ruinas del palacio de Sennacherib. P
i
adoradores ninivitas, los espectadores árabes se sintieron repentina- terrazas, de las puertas y d e las columnas subsisten, a u n q u e los] ladri-
mente p o s e í d o s de una admiración mezclada de espanto y aun de llos h a y a n caído p u l -
terror r e l i g i o s o . A d e m á s , los montones derrumbados de ladrillos nos verizados \
han conservado miles de tablillas escritas en las q u e los eruditos
m o d e r n o s descifran lentamente los a n t i g u o s mitos y encuentran los P e r o la imagina-
o r í g e n e s de nuestras ciencias. P e r o si el precioso c o n t e n i d o de los ción de los h o m b r e s
palacios nos ha q u e d a d o , las construcciones que l o cobijaban no no q u i e r e admitir la
han durado. Por g r a n d i o s a s q u e fuesen p o r las dimensiones, esas' cesación de la vida.
construcciones de ladrillos crudos ó c o c i d o s no tenían l a eternidad en U n a g r a n ciudad don-
su f a v o r , al menos b a j o su forma p r i m i t i v a ; habían de derrumbarse, de vivieron millones
amontonarse en colinas c o m o la de Birs N i m r u d , como las innu- de hombres, parece
merables tell, q u e están diseminados en las llanuras de Babilonia y v i v i e n t e siempre, aun-
y de la S u c i a n a ; sólo la piedra h a resistido. D e l mismo m o d o q u e q u e sea poblada de
las antiguas torres de Babel, las sucesivas capitales de A s s u r , y las espíritus y de fantas-
ciudades más a n t i g u a s aún de la A k k a d i a , las de la P e q u e ñ a Meso- mas. ¡ P o r eso v e n e -
potamia q u e forman al E s t e del T i g r i s los afluentes del K a r u m , se ramos el s u e l o hoy
han c o n v e r t i d o en cerros de tierra g r i s á c e a : las g u e r r a s , los i n c e n - desierto y en tiempos
dios y el t i e m p o las han destruido fácilmente. r e m o t o s hollado por
D e las dos S u z a s que se han sucedido en esta región durante el paso de tantos hom-
c u a t r o mil años q u i z á , la capital d e l Elam y la residencia de los bres ! Ciudad hubo,
r e y e s A k h e m é n i d a s , no han q u e d a d o más q u e o b j e t o s de escaso v o l u - hacia la cual los inmi-
men, b l o q u e s de diorita, piezas de b r o n c e , v a s i j a s esmaltadas azules, grantes s e dirigían en
blancas, verdes, amarillas, ladrillos estampados y diversos objetos multitudes, q u e ha si-
i n f o r m e s ; pero es tal el c o n j u n t o de tierra cocida a m o n t o n a d a con do t r a n s f o r m a d a en
motivo de los incendios y de los derrumbamientos, que solamente cementerio, y los cadá-
para la A c r ó p o l i s , el más p e q u e ñ o de l o s tres cerros, M o r g a n e v a l ú a v e r e s siguen ahora el
el c u b o á x5ooooo m e t r o s ; ese tell de ¿5 metros de altura está for- camino de los v i v o s .
mado de e s c o m b r o s casi hasta el nivel de la llanura v e c i n a . En Y a cuando Babilonia
N i p p u r han o b s e r v a d o los e x p l o r a d o r e s americanos, sobre una altura era una ciudad j o v e n ,
análoga, la superposición de 2x estratos correspondientes á otras su abuela Erekh ó
tantas ciudades, de las cuales seis tienen más de 6000 años de anti- Warka, la « ciudad
Cl. Giraudon,
güedad. de los libros » caldeos
ASIRIA, GENIO CON C A B E Z A DE ÁGUILA
I - 181
quedado. E l solar d e la c i u d a d a n t i g u a está r o d e a d o d e necrópolis
q u e s e e x t i e n d e n á l e g u a s de distancia. E n l o s a n t i g u o s días, l o s r i b e -
reños d e la p a r t e s u p e r i o r a r r o j a b a n sus c a d á v e r e s á las a g u a s santas
H ü
del E u f r a t e s ; d e s p u é s , e n E r e k h m a n o s p i a d o s a s l o s retiraban de ellas
para depositarlos en tierra c o n s a g r a d a : a s i m i s m o , durante nuestra
r'wMM
E d a d M e d i a , s e e n t r e g a b a n l o s c u e r p o s á la c o r r i e n t e del Ródano,
q u e los l l e v a b a á las r e d e s d e l o s A r l e s i e n s e s , c e r c a d e A l i s c a m p s
C a m p o s E l í s e o s , l u g a r d e l último r e p o s o . A e j e m p l o de E r e k h , ¡ c u á n -
ó
I.«
tas o t r a s c i u d a d e s d e M e s o p o t a m i a , c o n s a g r a d a s á su v e z p o r g r a n d e s •i \ m
r e c u e r d o s , se han c o n v e r t i d o también en c e m e n t e r i o s , y , c o m o tales,
en l u g a r e s de p e r e g r i n a c i ó n v e n e r a d o s en t o d o el m u n d o islámico !
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ÍNDICES ; mw
ALFABÉTICO
DE LOS MAPAS
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quedado. E l solar d e la c i u d a d a n t i g u a está r o d e a d o d e necrópolis
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reños d e la p a r t e s u p e r i o r a r r o j a b a n sus c a d á v e r e s á las a g u a s santas
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del E u f r a t e s ; de_spués, e n E r e k h m a n o s p i a d o s a s l o s retiraban de ellas
para depositarlos en tierra c o n s a g r a d a : a s i m i s m o , durante nuestra
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E d a d M e d i a , s e e n t r e g a b a n l o s c u e r p o s á la c o r r i e n t e del Ródano,
q u e los l l e v a b a á las r e d e s d e l o s A r l e s i e n s e s , c e r c a d e A l i s c a m p s ó
I . «
C a m p o s E l í s e o s , l u g a r d e l último r e p o s o . A e j e m p l o de E r e k h , ¡ c u á n -
tas o t r a s c i u d a d e s d e M e s o p o t a m i a , c o n s a g r a d a s á su v e z p o r g r a n d e s •i \M
r e c u e r d o s , se han c o n v e r t i d o también en c e m e n t e r i o s , y , c o m o tales,
en l u g a r e s de p e r e g r i n a c i ó n v e n e r a d o s en t o d o el m u n d o islámico !
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ALFABÉTICO
DE LOS MAPAS
SSíSfcí
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Vi
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N a
ÍNDICE ALFABÉTICO
de nombres propíos contenidos en el tomo I
A m é r i c a , 1 7 4 , 302, 3 1 0 . A r i a s , 346, 354, 356, 358, A s i r i o s , 303, 306, 391, B a d a k c h a n , 371, 3 7 9 . B e l l i n z o n a , 263. Brahni, 389,39r.
A m é r i c a del N o r t e , 4 4 , 376, 39°i 3 9 1 , 392. 40?, 397, 4 1 8 , 467, 4 6 8 , 5x0, Bagdad, Baghdad,"753,458, B e n i - B a r k a (villa), 1 7 9 . B r a m o i s , 75, ug.
120,471. 408, 464. 518. 460, 461, 48I,495,496. Beni -Laam, 463. Bran%o (rio), 23g.
A m é r i c a m e r i d i o n a l , 90, Ariania, 358. Astier, 506. B a g i s t a n a , v é a s e Bisutun. B e r b è r e s , 1. s. B r a n d i s , 263.
266, 302. Ariosto (¿V), 73. Asiiages, 338, 402, 4 2 1 . B a h í a , 14, 100. B e r b e r i s c o s , 104. Brasil, 70, 2 3 0 , 2 3 8 , 250.
Ami-Boué, 21. A r i s e (río), 1 6 4 . Athapascan,267. B a h r e i n (isla), 482, 503 B e r d i t c h e f , I. s. Bréal (Miguel) et Bailly,
Amil marduk, 4 5 6 . Aristóteles, 332. A t e n a s , 4 0 , 320, 4 2 5 . B a h r el D j e b e l , 1 1 7 . Bering, 3 0 6 . 3 0 7 . 247.
Amú-daría (rio), Oxus, A r i z o n a , 1 2 5 , 142, 171, A t h o l l ( c u e n c a ) , 189. • B a h r . e l G h a z a s , 18. Bergallia, 263. B r é c h a m p s , 20.
342, 3 4 6 , 3 6 9 , 3 7 1 , 3 7 5 . 1 7 4 , 250. Athos, 475. B a h r el Z e r a f , 1 1 7 . B e r n a , 262. Urehm, 258.
A r l e s , 121, 526. Atlas, 188, 4 7 5 . Bailly (A), y Bréal Mi- Beroso, 4 8 4 , 485, 508.
3S5. B r e t o n e s , ! , s.
A r m e n i a , 3 5 4 , 358, 413, Atrachassis, 483. chel, 247. Bert.
A n a h (ciudad), 519. Brettes (de), 188.
422, 433, 446, 448, 450, A t r e k (río), 3 6 1 , ^ 6 9 . Bak, 354.
A n a h u a c , 302, 303. Bes set, 1 6 3 . Breuil (Capitan y), 255.
Atrópatena, 3 5 7 , 3 5 8 . 359
A n a t o l i a , 303, 304, 3 1 8 , 4 5 1 , 4 5 4 , 47°> 4 7 6 , 5°4- B a k t h y a r i , j * j / , 352, 353. Betis, 475. Breusig, 99.
504-. A r m e n i o s , 326, 4 3 1 , 4 4 5 , 390, 413, 4 1 4 , 4 1 8 . 374. 4 ° r . Beune, 31. B r e v e s (v.), gj.
A n t i g u o M u n d o , 306, 308, 452. A t t a c a p a n , 267. B a k s a (v.), 353,511. Biddulph, 346. Briangon (ciudad), 67.
3 1 1 , 340, 342, 3 4 4 , 366, A r c e (islas), 286. A t t i c a , 303, 3 1 8 . B à i e ( O b i s p a d o de), 263. B i k a n e r , 251. Brides, 196.
489, 505. A r p i ñ o , 20. A t u s e s , 70. B a l i (isla d e ) , 2 7 2 . Billimn, 1 7 6 . B r i g u e ( P i c o de), 4 7 5 , 489.
Andamanes, 8,11. Arquímedes, 196. A u b e r t , 20. * B a l k a n i a , 236. B i n g ü l d a g h , 434, 451. B r i s g a n , 263.
Andes, 71. A r r a n (islas), 1 9 9 . Agustín (Sari), 288. B a l k h , v é a s e B a c t r e s , 375, B i r d j a n d , 367, 421. Broca, 1 4 .
A n d i n o s , 273. Arrien, 352. A u r i g n a c , 2o. 4T3- Biredjik, 446. B r o c k e n , 475.
A n d r i e u x (los) (villa), .71. Atsamés, 424. A u s o n i a , 303. B a l k a c h ( l a g o ) , j j , 308. Birs N i m r u d , v é a s e B a b e l . B r o m l e y , 490.
A n n i v e r s a r y L o d g e , 41. Attaxerxes, I. I I , I I I y A u s t r a l i a , 161, 250, 266, B a l l a r i , 237. B i s m a r k (arch.), 161. Brough-Smith, 212.
A n t i - C á u c a s o , 434, 445, Me mu o ti, 338, 429. 3M. 315- B a - L u b a , 249. Bisutun, Bissutun, B e h i s - Broun (Haddon), 199.
4 4 6 , 450. A r u a c o s , 1 8 7 , 188. A u s t r a l i a n o s , 225, 270. B a l u t c h i s t a n , 308, 3 7 9 tun, B a g i s t a n a , 3 5 3 . 423, Browning (O.), 234.
Antioquía, véase Merv, 374. A s c a n i o s , véase Arme- A v e n t , 75. 382, 389. Bruck (B), 3 1 8 , 3 2 7 .
424, 496-
Antoninos, 5. nios. A v i g n o n , 121. B a m b e r g , 176. Bitinia, 475. Bruckner, 34, 3 2 7 .
A p a c h e s , 129. A s e s , 445. A y e r , 75. Bamian, 386,387. B l a n c - R u s s i e n s , 1. s. B r u n i q u e l , 20.
A p a t o e (aldea), 211. A s h f e l d ( c a b o ) , 58. A y m a r a , 66, 263, 2 7 3 . B a n d j a r i , 192. Bloch (A.), 4 6 5 . B r ü n n , 20.
A p o l d a , 185. Asiáticos Orientales, Aymard, 2 1 , 84. B a r o d a , 251. Blom, 142. Brunnhof er (H.), 346, ^64.
A p o l i s t a s , 72. 320. Azerbeidjan, 3 5 7 . ^ 9 , 3 7 6 . B a r a k , 243. B l u d e n z , 263.
A p o l o b a m b a , 192. B a r k h u t (monte), 383. 389-
A s i a , 1 7 4 , 303, 306, 308, 458, 468, 494, 520. Blumenbach, 7.
A q u i l e s , 235. B a r m a G r a n d e , 20. Bruun, 20, 167.
3 1 0 . 3 1 3 1 3 1 6 . 3 1 8 , 330, A z e r b e i d j a n i , (Tártaros). Blumentritt, 250.
Basadre, 84. Brüx, 20.
A r a b e s , 1. s., 188, 391, 346, 3 4 7 . 360, 364, 366, 439- Boas, 46.
B a j o - A l e m a n e s , 1. s. Bücher (K.), 216.
472. B o d . 246.
4 7 ° . 5°2> 5 ° 6 - B u d h a , 5.
B a s c o s , I. s., 344.
A r a b i a , 3 5 , 53, 264, 274. A s i a A n t e r i o r , 304, 3 3 7 , B B a s s o r a , B a s r a h , 351, 463,
Bodfn, 4 0 ,
B u e n o s A i r e s , 72.
302, 3 1 6 , 343, 468, 482, 3 4 0 , 3 4 2 , 343, 344. B o d o , 243.
Buffon, 20.
504-. Asia Central, 120,366,368, B a b e l , B o r s i p p a , 491, 499. 481. B o h e m i o s , 1 9 1 . 192.
Bug (río), i g 3 .
A r a c o s i a , 413. 37/>4l9- Baber, 310. Bastían, 286. Bohlen (Génesms), 470.
B ú l g a r o s , I. s.
Arago, S a n t i a g o , 2 1 5 . Asia Menor, Asia Anato- B a - B i n g a , 8, / / . B a t a n g a , 100. B o k h a r a 367,369, 488.
Burcheli, 250.
A r a l ( M a r de), 369. l i a , 3°7> 342, 3 7 ° , 399. B a b - e l - M a n d e b (estrecho Bates, 90, 94, 132. BoUaert, 73.
B u r i a t o s , 122, 135.
A r a r a t , M a s i s , 358, 3 6 7 . 409, 4 2 2 , 4 5 2 , 458. de), 367. B a t e p i t o (río), 129. B o l i v i a , 92.
Burton ( R . ) , r-,6. '
4 3 1 , 448, 450, 4 5 2 , 4 5 4 , A s i a O r i e n t a l , 340. Babil, 491, 502. B a - T o p o , 11. Bolzani ( Valeriano), 5 0 6 . B u r u d j i r d , 351.
472. A s i a P e r s a , 342. B a - B o n c o , 11. B a - T o u a , 11. Bono la, 90. B u r u t , 378.
A r a v a l l i ( m o n t e s ) , 251. A s k h a b a d , 369. B a - B o n g o , 8, 1 1 : B a t t a , 285. B o r a n , 291.
B a t u m , 451. Bury-Saint-Edmunds, 20.
A r a x a (río y llanura), 3 5 7 , A s s a m , 242. B a - B u l u , 11. B o r g n e (río), 1/9.
B u s h m e n , / / , 206.
358, 433, 45r- A s s u r ( p a í s de), v é a s e A s i - B a b i l o n i a , 320, 3 2 5 , 3 3 7 , B a u del A r b u s i e r (Le), 20 B o r n e o , 161,176, 292,313,
Buxhaum, 134.
Arbaz, 75,119. ría. 352, 353,3^7, 4^3,415, B a - Y a e l i , 11. 3M-
B y b l o s , 461.
Arbelles, Arbaíki, 360, Assur ó A c h o u r ( c i u d a d ) , 430, 456. 461, 4 7 0 , 49°» B a - Y a g a , 11. Borsippa, véase Babel.
491, 493, 503, 506, 5 1 5 , B é a r n , 244. 256. B o s n i a c o s , 1. s. 224
519• „
Assuibanipál, 338, 400, 516/524,525. Beauniont (F.lias de), 340.
A r c y - s u r - C u r e , 20. Bossu et, 330.
420, 4 8 3 , 486. 508, 5 2 1 , B a b i l o n i o s , 3 9 8 , 5 0 0 , 508. Beauregard(0.) 4S0.
A r d é c h e (río), 194, 1 9 6 . B o t o c u d o s * 70, 9 1 , 225, C a b o ( E I ) ( c i u d a d ) , 58.
Backofen, 242, 246. B e a u s e m b l a n t , 20.
A r d - e l - A d r a n , 463. 534- 250. C a d d o a n , 267.
Backer (de). 292. Beck, 34.
Arduin-Dumazet, 168. Assurnazirpal, 338. Boucher de Perthes, 21. C a f r e s , 15g, 270.
B a c t r e s , 367, 374, 375,
A r e c u n a , 172. A s i r i a (país d e A s s u r ) , 308, Beck- Bernard (L.), 73 Bourgeois, 27. Caín, 490, 492.
A r e n g a , 11. 3 1 1 , 399, 4 1 3 , 4 1 8 , 420, 3 7 6 , 3 8 3 , 4T3- B e d f o r s h i r e , 28. B o r g o f i a , 263. C a l a v e r a s , ig.
A r g e l i a , 496. 462, 469, 475, 480, 497, B a c t r i a n a , 3 3 7 , 343, 354- B e d j a . 54. Bou thilíi er de Beaumont, C a l d e a , 120, 3 5 2 , 395, 4 5 6 ,
A r g e o , 4 3 1 , 475,485, 489 5°3. 5i5. 5 i 8 , ^ 9 . 5 2 S - 371. 375. 4 1 3 - B e d u i n o s , 5 5 , 4 5 9 , 469. 307. 4 6 3 , 4 6 5 , 472, 4 7 5 . 4 7 6 ,
Argichtis, 455- Asterabad, Astrabad, 361, B a c t r i a n o s , 391. Behistun, véase Bisutun. 480, 482, 497, 499, 50 r,
Brahmaputra, 242, 243,
Argólida, 303. 365 -569. B a c u a c h e (río), 150. B e i r u t , 46T.
3^,317- 503, 5 ° 8 . 5 T 7 -
WÊÊÈÊÊÉË
ÌNDICE ALFABÈTICO
ÍNDICE ALFABÉTICO
M
Darvaz, 347, 379.
Draper, 200. E r i d u , 463, 4 7 6 , 485, 5°8,
266, 269, 3 1 4 . 421. C o s s o n a y , 263. Dravidiens,v?p/.
C e l e s t e s (Montes), 3 0 8 , 4 7 1 . C h i t i m a c h a n , 207. C o s t a n o a n , 267. Darwin (Ch.), 7, 130, 132, 5U, 5*4-
Droz (Gus/ave), 68.
Cels, 23. Chnini, 179. C o s t a R i c a , 17. 230, 234. Eritrea, 5 3 . ¡1 w ? $ « a
Drummona (H.), 12, 39.
C e l t a s , 1. s.,343. C h o a s p e s , véase C h a p u r . Coste et Flandin, 426. David, 198, 292. E r i v a n , 450, 4 5 1 .
Dubois (Eugenio), 13, 19.
C e r a m , 161. C h o c h o n e s , 267. Coudreau (M. et Mme.), 94, D a y a k , 292, 2 9 3 . E r s e s , 1. s.
Duirat, 179.
C e r v i é r e s , 67. C h o i ' y a , //. 239- Delaunay (Gaetan), 312. E r z e r u m , 431.
D é l é m o n t , 20.
Dume, 9.
C e s a n a , 67. C h o n o s ( a r c h . ) , 56. C o u r b o n (río), 173. E s c a n d i n a v i a , 26.
D u n a (río), 193.
César, 4, 324, 330. Chosrav, 438, 440, 520. D e l f i n a d o , 132. E s c a l d a , 103.
Courty (Georges), 267. Dungi, 456.
Césares (ciudad de los). Christiania, 57. D e l h i , 1 3 7 , 251. E s c o c i a , 82, 170.
4 7 1 , 474- C h r i s t m a s , h a r b o u r , 60.
Crampel, //.
C r a n g a n o r e , 237.
D e l i j a n (col. d e ) , 458, 431.
Dunmore Lang, 156.
Esharaddon, 338. f g ¡ l
I — 133
F i u m e , 98. Germano (P-), 274. G r i n n e l l L a n d , 41. Hammurabi, 3 9 9 , 4 5 6 , 507, H i r t (isla), v é a s e S a n K i l -
Espada (M. Giménez de la),
Flacourt, II. G e r m a n o s , 1. s. 236, 275, G r o e n l a n d i a . 25. 26, 44, 513- d a , 82.
79-
F l a m a n d s , 1. s. 345- 48, 203, 303. H a m i t e s , 248. H i s s a r , (m.), 37j.
E s p a ñ o l e s , 1. s., 1 4 9 .
Flandin (Costey), 426. G e r m e r s h e i m ( c i u d a d ) , 86. G r o e l a n d e s e s , 4 4 , 46, 52, H a m u n (lago), 389. H o a n g - h o (río amarillo),
Espinas, 234.
F l i n d e r s (isla de), 229. Gerónimo (San), 448. 203. Hamy, 20. 3 ° 3 , J 7 7 > 487.
E s q u i m a l e s , (Eskimaux),
Flinders Petrie, 166. G h i r l a n (pr.),363, 3 6 4 , 3 6 3 . Grogan, 11. H a n o (aldea), 253 Hœrnes (Moritz), 27, 30.
41, 46, 1 7 0 , 2 1 0 .
F l o r i d a , 84, 187. Gibbon, 94. G r o n e ( c i u d a d ) , 75. Harlez (C. de), 4 7 3 . H o l a n d a , 480.
E s s e l e n i a n , 267.
F o n t a n a l b a ( V a l l e de), 208. G i h o n (río), 4 7 7 . Groos karl, 1 2 4 . H a r o n a b a d (villa), 333. H o l u a n (río), 417.
E s p a r t a , 425.
F o n t d e G a u m e , 31. G i l a (rio), 129. Grosse (Ernest), 278, 229, H a s l i t h a l (pr.), 263. H o l l a n d a i s , 1. s.
E s s e x , 303.
For el, 132. G i l b e r t (arch.), 315. 278. H a s s a n y é , 248. Homero, 1 3 7 .
E s t e s , 1. s.
F o r m o s a (isla), 262. Gilgarnés, 486. Grotefend, 510, 5 1 3 . H a v a i (isla), 161,313. Hommel, 390, 4 6 6 , 503,
E s t r a s b u r g o , 263.
F o u s s o b i e ( G o u l e de), 194. GiU, 134- G r a u m G r j i u a i l o , 494. Havelok El lis, 228. 505.
E t a h , 41, 43, 44-
Fraipont (lulieri), 165. Gihiour(/.), 77, 191, 213. G r u y e r e ( c i u d a d ) , 263. H e b r e o s , 469, 4 7 3 , 476, H o r e b (m.), 47485.
Etiopia, 74, 317.
F r a n c é s , 1. s . , 3 5 3 . G i n e b r a ( O b i s p a d o d e ) , 263. G u a m (isla), 256. 508. H o t e n t o t e s , 1 4 3 . 270.
E t i o p e s ( A f r i c a ) , 286.
F r a n c a s - M o n t a ñ a - , 263. G i n e b r á s (pr.). 26?. G u a n a h a n i (isla), 302. H é b r i d a s (islas), 82, 102, Hotítin Cheikh-Khan, 417.
E t i o p e s (Asia). 3 8 9 , 3 9 1 .
F r a n ç o i s ( c a b o ) , 60. Girar d de Pial le, 274. G u a n c h e s , 74. 170. Houssay (Fr.), 114, 198,
E u b e a , 303.
Fedetico de Prusia, 459. Girandón, 1. s. G u a r a u n o s , v é a s e Uaraun, Hehn, 346. 482.
Eulaeus, véase Chapur.
F r e i b u r g , 26, G i t a n o s , 190, 344. 172. Heim (Albert), 3 4 . Houzeau, 234.
Eufrates, 308,317,342,433,
Freshfield, 69. G i z e h ( v i l l a ) , 166. Guatemala, 17. Hekatompylos ( ciudad), Hovelacque, 10.
445. 450 , 4 5 8 , 459 á
Fresnel (F.), 55. G l a r i s (abadía), 263. G u a v i a r e (río), 239. Damghan, 364,369. Howitt (Frison ana), 250.
4 7 4 , 480 á 496, 511.
Frigios, 448. G l a s i n a i ( c i u d a d ) , 204. G u a y n i a (río), 239. H e l e n o s , 394, 426. H u d j i r - K u c h , 423.
E u f r a t e s ( c u e n c a d e ) , 85,
F r i o u l a n s , 1. s. Gliddon, 7. Gudea, 3 9 5 . 4 5 6 , 506. H e l e s p o n t o , 88, 3 1 8 . Hudson. 89.
3 ° 3 . 3 4 o , 347, 35<fi 3 6 o ,
F r i s o n , 264. Gmelin, 308. Guibert, 128. H e l m a n d (río). 389, 390.
3 6 7 , 468. Hugo (Víctor), 159, 260.
Frobenius (L. et A.), 10, G o a (villa), 237. G u i l (río), 67. H e n d o n ( c i u d a d ) , 490.
Eurasie, 475. Humboldt, 62.
G o a l p a r a (villa), 243. G u i l l e s t r e (ciudad). 67. H e r a t ( c i u d a d ) , 366, 367, H u m b o l d t ( g l a c i a r ) , 41.
E u r o p a , 9, 8 1 , 1 7 4 , 303, 163,229.
G o b i (desierto), 53. G u i s a n n e (río), 67. 389, 413- H ú n g a r o s , véase Magyar.
308, 3 1 0 , 325. 3 2 7 , 344, F u e g i n o s , 230.
Gobineau (De), 44, 332, Gumplowiez (L.), 247, 258. Herder, 4. H u r o n e s , 91, 170,180.
360. F u r f o o z , 20.
364, 3 7 6 , 408, 4 1 4 , 422, G u r g e n (río), 3 6 1 , 3 6 5 369. Heremence(villa), 7 5 , 1 1 9 . Huxley, 130.
E u r o p e o s , 1. s. F u z i - Y a m a , 471.
425- Guyana, 172. H e r i - r u d (río y v a l l e ) . 366,
E u r o t a s (rio), 88.
Gogol, 7 7 . Guyard, 390.
E v e r g l a d e s (ter.), 84. 369,375,389. I
Guyau, 238.
E y z i e s ( L e s ) , 3 1 , 255. G o k - t c h a i , 4 5 0 , 451. H e r m o n (m ), 475, 485.
G w a l i o r ( c i u d a d ) . 251.
G a b e s (villa), 179. Golfo Pérsico 0 Babilonio, Herodoio, 2 4 1 , 389, 3 9 1 . Iaxartes (río), v é a s e Sir-da-
Gyndos, véase Diyalah.
G a b ó n ( r í o ) , 100. / / , 3 1 7 , 396, 421, 4 6 1 , Herr, 11. ria, 3 7 ° , 3 7 5 -
G a e l i c , 1. s . 482. Plerrera, 84. I b a d a n ( c i u d a d ) , 294.
Faidherbe, 10. G a i l e n r e u t h ( c i u d a d ) , 20. Gordott. H Herrmann (F.), 1 r 8. I b m a g m e m ( c a b o ) , 189.
F a l k e n s t e i n , 263. G a l á p a g o s (isla), 1 0 1 . Gorj anovic-Kramberger. Hermdon, 94. I ç a (río), 239.
Falkenstein, II. G a l l o i s , 1. s. G o t h a (ciudad), 185. Haan (P.), 226. H i e r r o (isla), 307. I d a (m.), 475.
F a l k l a n d (islas), 5 7 . G a l l e g o , 1. s. G o u g h (isla), 82. Habich (de), 2 1 5 . H e s p e r i a , H e s p é r i d e s , 303, Iddigla, vease T i g r e ,
F a l m o u t h B a y , 83. G a l l e l l H i l l ( c i u d a d ) , 20. G r a n C a m p a m e n t o (llanu- H a b s b u r g (villa), 263. 3 ° 4 , 475- l e n a (ciudad), 185.
F a o , 463. G a l t c h a , 347, 382,406. ra), 180. H a c h a (río), 59. H é t e o s , 454. Iguidi, 36.
Gama (Vasco de), 52, 3 0 2 . G r a n d e s R u s s i e n s , 1. s. Hoddon, 189, 1 9 9 . Henzey (León), 462. Ihering (P. von), 1 4 , 3 9 ,
F a r a p e h ( o a s ), 35.
G a m a s - A b (río), 423. G r a n g e s (aldea), 75. H a d e j ( v i l l a ) , 179. H i l b u r g h a u s e n ( v i l l a ) , 185. 74, 128, 208, 4 8 2 , 4 9 7 .
F a r ó e r , 102.
G a n g a (río y c u e n c a ) , 87, G r a n C h a c o (pr.), 62. H a d j a r T a o u s (m.), 471, H i l l e h , 463, 491. Isla d e H i e r r o , 3 0 7 .
F a r - W e s t , 304.
314- G r a v e n o i r e (ciudad), 20. 489. Hilprecht, 508, 5 2 5 . Illinois (pr.), 19.
F a u c i g n y , 263.
F e n i c i a , 3 7 0 , 420. G a o h a t i ( c i u d a d ) , 243. G r e c i a , 236, 3 1 1 , 3 1 8 , 326, H a d j i k a k ( c o l i n a ) , 387. H i m a l a y a , 7 1 , 2 6 1 , 305. Ilm (río), 185.
F e n i c i o s , 52, 1 0 4 , 4 7 0 , 483, G a r d e F r e i n e t ( L a ) , (c.), 8 1 . Haeckel (E.), 7 , 1 4 . 308, 3 7 1 , 432, 488. I l m e n a u ( c i u d a d ) , 185.
3 3 ° , 3 3 7 . 428.
503. G a r i a n a , 179. G r i e g o s , 1. s. 345, 377, Hahn (E), 1 1 5 , 1 1 6 , 409. H i m a l a y o s , 74. Immaus, véase Himalaya,
F e r g h a n a (llanura d e ) , 3 7 1 . Garmijn, 249. 430, 444, 523. H a i k a n e s , véase A r m e - H i n d u s , 159, 242, 3 1 6 , 302,361.
Ferrari, 325. . G a r r o , 242, 243. Greef (de), 39, 249. nios. 432 I n c a , 186, 262.
Ferrero, 1 2 4 , 1 4 1 . G a s c u ñ a (pr.), 64. Greely, 4 1 . H a i n a n (isla), 262. H i n d u k u c h , 236, 2 6 1 , 3 0 8 , I n d i a J f c , 24, 54, 1 3 7 , 236,
Ferri (Enrico), 224. Geddes, (P.), 268. Green (R.), 85. H a i t i (isla), 272. 346,357,37.1- 302, 306, 308, 326, 350,
Feuerbach, 275. G é d é ( v o l c á n ) , 185. Greenwich (ciudad), 305, H a i t i a n o s , 344. H i n d o s t á n , 238, 308. 3<M> 4 5 ° , 5°5-
F i d j i (islas), 161, 260, 3 1 3 , G e d r o s i a (pr.), 389, 413. Halévy, 390. Hins (Eugenio), 416.
307- I n d i o s ( A m é r i c a ) , 245.
315• Geer (de), 25. Haliburton, II. Hipócrates, 39.
G r e n e l l e ( c i u d a d ) , 20. I n d i o s (Indias), 391.
Genesius, 470. H a l m a h e r a , 161. Hircania, 391.
Filipinas, 161, 228, 390, G r e n o b l e ( c i u d a d ) , 121. Indo-China, 316.
G e o r g i a n o s , 284, 3 5 5 . H a m a d a n , véase Ecbatana, Hirkhan , véase Gurgen ,
3*4- Grey (Georges), 206. I n d u s (río), 85, 303, 308,
G e r a (río), 185. 3 5 8 , 368, 415. 314,368,^7/.
F i n l a n d e s e s , 1. s. Grezes (les)(ciudad), 31. 365-
Gerlache (A. de), 482. H a m b u r g ( c i u d a d ) , 64. Hirkhanie, véase Hircania, I n f e r n o (valle), 208.
Firduzi, 350, 402. Grimenz, 75.
Gerland ( Waitzy), 226. H a m i l t o n ( c i u d a d ) 20. I n g l e s e s , 1, s.
Fison (and Hoivilh), 250. G r i m i z u a t , 75. 365,4'3>
I n g u r (río), 441. J u d í o s , 1. s . , 2 9 2 , 3 1 8 , 3 9 4 , K a s v i n (v.), 363. K o n k a n i , 237. L a p o n e s , 1. s., 4 4 , 210. M
4 5 1 , 4 7 0 , 4 7 6 , 4 8 4 , 488. Kaulen (Fr), 500, 502, K o r k o d o n (río), 269. L a q u e d i v e s (arch.), 237.
I n n u i t , 46, 54, 2 1 0 .
J u k a g u i r e s , 269. K o r n a ( v a l l e ) , 4 6 3 , 476, L a R o q u e (aldea), 194. M a c a p a (villa), 93.
I n s u l i n d a , 8 1 , 266, 285, 5 ° 5 . 510-
Juliano el Filósofo, 360. 485, 311. Larsam, ó Sinear, 5 1 1 . M a c e d o n i o s , 375. 377,
3 I 4- K a z b e k (m.), 437, 475.
J u m e a u ( v . ) , 56. K o t o n u (ciudad), 271. L a t i n o s , 1. s . 3 4 3 . 480.
K e n g a v e r ( a l d e a ) , 333.
I r a n i o s , 345, 362, 379, K o u d a g o u , 237. L a u g e r i e B a j a ( v a l l e ) , 20,
Juruá (río), 239. K e n n e d y ( c a n a l ) , 41. Mac Gee (W. J), 34, X2 5 ,
39°- . Jussieu (de), 20. K o v e i t ( c i u d a d ) , 463. 29. 126, 1 4 3 , 1 5 0 .
K e r b e l a (villa), 496.
I r a n , I r a n i a , 53, 302, 308, Justiniano, 438. K e r e s a n , 267. Rowalewsky (M.), 242. L a u g e r i e A l t a ( v a l l e ) , 31. Mac Le lian. 242, 247.
3 1 8 , 3 3 7 , 338, 3 3 9 , 3 4 ° . K e r g u e l e n (isla), 5 7 , 5 8 , 6 0 . K r a p i n a (aldea), 30. Lausana (obispado de),2Ój. M a c u s i , 172.
3 4 2 , 343. 344, 346, 348, Krause (Ed.), 50. L a z i s t o n (pr.), 450. Madaktu, 311.
349, 3 5 ° , 354, 3 5 7 , 360,
K K e r i n d (aldea), 353, 417
Krestovaya Cora, véase
K e r k h a (río), 458, 459, Lecky, 286. M a d e i r a ( i í u ) , 93.
3 6 1 , 3 6 6 , 3 6 7 . 369. 4 7 4 , Croix. Lecl'ere (Adhémat), 505. M a d a l e i n e ( L a ) (gruta), 20,
K a b a o (v.), 1 7 9 . 481, 4 9 3 , 5 * r -
486, 488. Kabardes,(Kabardín, Ka- K e r k u k , 496. Kropotkine (F.), 132, 1 3 4 . Lefei're (André) 299, 303. 31-
I r o q u i s , 1 6 3 , 267, 344. K e r m a n c h a h , 353, 496. K u b a n (río), 433. Lejell(Ch), 19. M a d j u j , M a g o g , 440.
b e r t a i ) , 442.
I r o u l a , 237. K e v i r , 421. Kubary, 188. L e m b a n , 11. M a d r a s (ciudad), 237.
K a b u l (v. y río), 346, 3 7 1 ,
Irraouaddi, J / 7 . K e w e e n a w (minas), 202. Kudhukmarsuk(cabo),/<?9. Lenormant (Fr.y Ch.yFr.), M a d u r a ( c i u d a d ) , 237.
389-
Isaac, 2 9 1 , 490. Khalka mongol,53. K u e n - l u n ( m o n t e ) , 371. 203. 3 9 1 . 3 3 0 , 4 4 8 , 4 6 7 , M a g d a l e n i a n o s , 46, 2 1 0 .
K a c h a n (v.),J>5/, J Ó 7 , 4 2 / .
Isachsen (Gurmar), 46. K h a l m a n ( c i u d a d ) , 417. K u f a (v.), 463, 483,311. 468 473, 484. 5 1 8 . M a g e (villa), 73.
K a c h g a r (v.), 37I.
Isère (río), 121. K h a n - a - K h i n , 353. K u h P a r r o (monte). 423. L e n s ( c i u d a d ) , 73. Magallanes, 52, 323.
K a c h g a r daria, 371.
I s l a n d e s e s , 1. s . K h a n - t e n g r i (monte), 471. K u j a t a (isla), 189. L e n z b u r g (villa), 263. M a g r e b (pr.), 303.
K a c h g a r i a (pr.), 5 3 , 3 7 6 .
I s l a n d i a , 82. K h a r e z m i a (pr.), 3 7 4 . K u l a n a p a n , 267. Lessar, 383. M a g y a r , I. s., 3 9 2 .
K a c h m i r (pr.), 66, 170.
I s o l a d e l L i r y , 12, K h a r g e h (oasis), 3 5 . K u m a (río), 433. Letourneau, 2 1 2 , 267. M a h i (río), 231.
K a ^ y a p a , véase D e m a v e n d ,
I s p a h a n (v.), 35 367. 4*1- K h a s i a , 242, 243. Rumbaba, 456. L e v a n t i n o s , 304. Ma/iier de Mathuisieulx,
I s r a e l i t a s , 49o- 364
K h a s a r , 438. K u n a r (río), 385. L l i a s s a (aldea), 74.
K a d e s i e h (v.), 4 2 1 , 5 1 g . 178, 179.
Issel (Arturo), 208. K h i r t a r ( m o n t e ) , 308. Rund, 11. L i a o - t u n g , j-oj-.
K a d r u , 38g. M a h o m a , 277.
I s s k - K u l (lago), 3 7 ° . 3 7 ' - K h i v a ( c i u d a d ) , 369. K u n d u z (río), 387. Liard- Courtois, 2 40.
K a f i r , 346, 382. M a h o m e t a n o s , 56, 350,
lsouard (garganta), 67. K h o d j e n d (Cyropolis), 372, Rupka, I, I V , 1, 3 , 38, 3 9 , L i b a n ( m o n t e ) , 439. 461.
K a i z a h , 378. 36x.
Istaker, véase Persépolis 375- 1 1 3 , 1 5 1 , 2 3 1 , 233, 300, L i b i a (desierto), 33.
Ita, v é a s e E t a h , 41, 43- K a l a c h , 483, 518. 519. M a i m a n s i n h , 243.
3 0 1 , 332, 333. 339, 4 3 ° , Licios, 241.
I t a c u t i a r a (v.), 93. K a l a p o o i a n , 267. K h o m b u ( c o l i n a ) , 383. M a i s u r , 237.
431, 455, 4 5 7 , 5 2 0 - Lidia, 421.
Italia, 303. K a l k h a , 53, 122. K h o n d , 137. Maklubeh, véase Babel.
K u r a (río y c u e n c a ) . 433, L i n a ( v i l l a ) , 73.
I t a l i a n o s , 1. s., 353. Kallihuera, 189. K h o r a s s a n (pr. mts.), 358, M a l a b a r , 246, 3 1 4 .
Link, 115.
K a i m a n (v.), 395. 437, 4 4 5 , 4 4 6 , 451- M a l a c c a , 244, 262.
475- L i o n e s a d o , 496.
K a l m u k o s , 122. Khorsabad ó Dur C h a r u - K u r d o s , 43X. M a l a r n a u d , 20.
L i t u a n o s , 1. s.,343.
Kambyse, 338, 4 2 2 , 460. Rurigalzu, 456. M a l a y a l a m , 237, 246.
kin, 497, 5*9,5*3- L i v e s , 1. s., 24.
K a m e r u n (río), 100. K h o t o n t s , 121. K u s a n , 267. M a l d i v e s ( a r c h . ) , 237.
Jacob, 492. Loéche - Ville, Loéche -
K a n d a h a r , 389, 413- K h u z v é a s e S u z a , 398. K u t a i s ( v a l l e ) , 441. Mallos (J. de), 195.
Janaidar (mit.), 475.
K a n e ( m a r de), 41. Kiang-nsi (pr.), 303. K u t i ( c i u d a d ) , 511. B a i n s , 73. M a l w a , 231.
J a p ó n , N i p p o n , 244, 303,
K a n g a ( c a b o ) , 189. Kich ó Kichu(ciudad), 456, K w a n nsi (pr.), 303. Lofoten (arch.), 117. M a m u t (villa), 179.
3 x 4 , 320, 471, 474-
Kangarsuk (cabo), 189. K w a n - t u n g (pr.), 303. Loftus, 4 8 2 , 510. M a n a i a , 313.
J a p o n é s , 1 1 6 , 222, 223, 511-
Kaueh, 400, 402, 4 1 4 . K w a t a h (valle), 389. Loisy (A.), 508, 5 1 4 . M a n a o s ( v i l l a ) , 93.
244, 326. K i k l a (villa), 179.
K a r a - K a l p a k , 378. Ryaxares, 338, 4 2 1 . L o m b a r d í a (pr.), 263, 372. M a n a u r i c (valle y r í o ) , 31.
J a p u r a (río), 23g. Kilimandjaro, 75.
K a r a k o r u m ( m . ) , 371. K y b u r g ( a l d e a ) . 263. L o n d r e s (ciudad), 160, 320, M a n g a l o r e (valle), 237.
Jas trow, 486. K i m e r i a n o s , 399, 4 3 6 -
K a r a k o t a l ( c o l . ) , 386. K y r a , v é a s e K h o t f j e n d , 372. 490. M a n i q u e o s , 350.
J a u a p i r y (río), 23Ç. Kimo, 11.
K a r a k u m ( d e s i e r t o ) . 369, Manichtusu, 507.
J a v a , 1 3 , 161, 1 8 5 . 3 1 3 K i o w a n , 267. L o r e t o ( v a l l e ) , 224.
M a n i t c h (río), 433, 434.
J a v a r y , 23Ç. 371- K i r g h i z (estepas), 33. L L o r r a i n e (pr.), 263.
M a n i t o u (isla), 180.
Javelle, 4 7 5 - K a r a l i t s , 46. K i r k d a l e , 20. L u i s i a d a s ( a r c h . ) , 161.
Manouvrier, 14, 30.
Jeittele s, 1 7 6 . Karankawan, 267. Kirman, 3 5 3 , 3 0 7 , 4*1- L a b b a i , 237. L u i s i a n a , 18.
M o a r i , 223.
Jenks (A.B.), 120. K a r a s u (río), 446. K i t u n a h a n , 267. Labonne, 82. Lourbet (J.), 245.
M a r a c h a , ( v a l l e ) , 446.
Jensen (P.), 514- K a r a t c h a i (Tártaros), 146, K i v u (lago), 9. L a c r o i x ( g a r g a n t a de), 67. L o u r e n ^ o M á r q u e z , 225.
M a r a g h a (valle), 359.
J e q u i t i n h o n h a (río), 70. Kizil Irmak, ó Halys, 447. L a d i n , 1. s. L o y a s a n (isla), 133.
439, 442. Maratón, 425.
Jeremias (Alfrea), 473- K i z i l K u m (des), 369. Ladoucette, 74. Lubbock (J.), 2H¿,' 282.
K a r a t e g i n (pr.), 3 4 7 , J 7 / , Marche, //.
Jerusalem (v.), 4 6 1 . K i z i l U z e n , 363. Laffite (P.). 282. Lugal, 514.
379- M a r c e l l y - s u r - E u r e , 20.
Johnstan (H.-M.), 9, X4 Klaatsch, 27, 30. L a g u n a S a n t a , 19. Lugeón (M), 76.
Karibu-cha-chuchinak, 456, Marduk balidinna, 4 5 6 .
Klementz, 1 2 2 , 494. L a h r (aldea), 20. L u z , 352.
179. M a r d e las I n d i a s , d e Mous-
493- K l o n d y k e , 50. Lajard (v Regnault), 202. L u t (desierto), 421.
Jonds, 520. sons d e O m á n , O c é a n o
K a r s ( c i u d a d ) , 451. K o k a n (valle), 3 7 ' - Laloy, 244. L u t u a m i a n , 267.
Ionia, 425. I n d i c o , 360, 4 6 2 , 3 0 4 .
K a r u n (río), 351, 4 5 8 , 459, Kolb, 1 7 8 . Lamartine, 14. L u z ó n (isla), 8, 250. •
Josué, 292.' M a r del N o r t e ( M a r del •
463, 4 8 1 , 483, 493. 5 " ' Kollmann, 9. Landescots, Lanus- Lyell (C/i.), 19, 483.
Jourdain, Jordán, 461. O e s t e ) , 303. •
K a s a i , 249. K o l y m a (río), 269. q u e t s , 64. L y o n s , 81.
Jourdanet, 69.
Kasr-i C h i n i n (aldea), 353.
i - 184
ÍNDICE ALFABÉTICO
Meru (monte), 271, 366, M o r o v e s , 1. s. N a u l e t t e ( L a ) (aldea), 20. Nuüki, véase Eridu. O v a - H e r r e r o , 242.
M a r Jónico, 516.
Morgan (J. de), 3 3 7 , 390, N a x (villa), 119. Nys (Ernest), 508. O v a m b o s , 127.
Mar Negro, Ponto Euxino, 367,369, 375,4*3-
396, 4 1 0 , 4 1 5 , 4 1 7 , 420, N e a n d e r t h a l (aldea), 20,30. O v e r n i a , 340.
3 1 8 , 343. 4 J S , 436, 447, M e r o é ( v a l l e ) , 54.
423» 465. 483. 525« Necho, 52. Oxus , véase Amu-daria,
504- Mesopotamia, véase P o t a -
m i a , 308, 337, 340, ¿ 4 2 , M o r g e (rio), 119. N e c k e r a n (valle), 86. 354. 3 6 6 , 3 6 9 .
M a r R o j o , 54, 3 1 6 , 317, N e f u d , 461, 463. Obermeilen, 175.
343. 347- 348, 3 6 8 - Moros, 325.
342, 3 6 6 , 5 0 4 . N e g a p a t a m ( v a l l e ) , 237. O b i d o s , 93.
M e s t o r i a n (v.), 3 6 1 . MortiIlet(de), 154,158,199.
M a r g i a n a (pr.), 3 7 4 . 375, N e g r o (rio), 93, 239. Obry, 489.
M e s v i n , 27. M o r v a n (pr.), 26, 480.
413- Moscou (ciudad). 57. N é g r i l l e s , 11. O c c i d e n t e , 3 1 3 , 3 1 6 , 482. Pablo (San), 306.
M e t a m e u r (valle), 179.
Margos, véase Murghab, Metchnikoff (León), 85. Moseley, 1 7 3 . N e g r i t o s , 8, 1 1 . O c é a n o Indico, véase Mar P a c í f i c o , 1 7 , 266, 303, 3 0 6 .
374- Meulenaere, 128, 208. Mossaro, 11. Ne/iring (A.), 14. d e las I n d i a s , 54, 5 7 , 302, P a c t i a n o s , 391.
M a r i a n n e s (arch.), 315. Meunier (St. y Vie.), 1 4 2 , Mossul, 481,323. N e l l o r e ( v i l l a ) , 237. 348. P a g a i (islas), 2x9.
Mariposan, 267. 204. Mongeolle (P.), 109. N e n d a z (aldea), 7 5 , 119. Océano Pacífico , véase Países B a j o s , 8, 26, 374.
Markanda, véase Samar- M o u l i n - Q u i g n o n , 20. N e p a l (pr.), 170. Pacífico. País d e l o s R í o s , v é a s e Po-
M é x i c o , 262, 496.
kand. Moustier (Le), 2 7 , 3 1 . N e s s e (río), 185. O c e a n í a , 161, 250, 266. tamia.
M é j i c o , 23, 70, 187, 1 9 1 ,
M a r q u i s i a n o , 223. Mouthe (La), j / . N e u c h a t e l ( c i u d a d ) , 263. O d e r (río), 193. P a j u n a n , 267.
262.
M a r s e i l l e (río), 121. M u a n g , 11. N i a s (isla), 161. Odjibeways(Chipeway),9i, P a t a d r u ( v a l l e y lago), 1 7 5 ,
Meyer ( Eduardo), 140.
Martel, 194. N i b i s i s , 519. 120. 176.
Meyer (Hans), 76. M u d c h e l i b e h B a b i l , 401.
Martín (E, G). N i c h a p u r , 494.
M e y r u e i s , 20. M u e r t o s ( B a h í a d e los), 102. O h l s e n ( c a b o , ) 189. P a l a o s (islas), 161,260, 290.
Martin (Spixy), 90, 94. Nicolás de Damas, 402.
Michelet (Jules), 1 0 7 , 330. Mugheir, véase Ur. Ohsson (de), 440. P a l e m b a n g , 146.
M a s - d ' A z i l , 20, 1 5 8 , 164, N i d a n (villa), 176.
M i - c h o n g - i - n i v i (v.), 253. M u h r a d su, 4 4 7 , 451, 459- Olaiis Magnus, 160. P a l e s t i n a , 420, 458.
208. N i e m e n (río), 193.
M i c r o n é s i e , 161. Millier Max, 2 5 5 , 283, 295, O l b i a ( a l d e a ) , 193. Palmen, 131.
Masis, v é a s e A r a r a t . Niffer, véase Nipur.
M i d d l e s e x (pr.), 303. 402, 403. O l m o ( L . ) , 20. Palmyre, Tadmor, 461.
Maspeto, 338, 400, 464, N i g e r , 89, 9 1 , 188.
Mi è ge ( c i u d a d ) , 75. M u r o M é d i c o , 495. O l i m p o d e Bitinia d e T h e s - P a m i r , 340, 3 4 1 , 347, 360,
484. Nikolski, 454.
Miklucho-Maklai, 155, 260, Murbach (Obispado de), salie, 475, 489. 371-
Masson, 346. N i l o (río y c u e n c a ) , 3 4 , 54,
290. 263. Ommaney, 189. Panamá, 310.
M a t m a t a , 178, 179. 85, 87, 202, 2 7 2 . 302,
M e d i o ( I m p e r i o d e l ) , véase Murghab, Margos, 366.369, O mi ( m o n t e ) , 4 7 1 . P a p a g o s o Papajos, 36,55,
Mattenzzi, no 303, 3 1 7 , 460, 466, 4 7 7 .
China. O n t o n a g o n (minas), 202. 125.
375- Nemrod, 516.
Maud, 290. O p i s (valle). 4 9 4 , 495, 519.
Milciade, 426. M u s k n g i e s , 267. N í n i v e ( c i u d a d ) , 325, 400, P a p u a , 212.
Maunsell (F. X.), 481. O p p e r t (J.), 338, 390, 3 9 1 ,
M i n c o p i o s , 225. M u s t a g h a t a , véase T a g l i a r - P a p a s i a , 1 7 3 , 1 7 6 , 230,
M a u r e t a n i a , 178, 3 0 2 , 4 7 5 ,
Mindanao, //. ina. 4 6 0 . 461, 470. 483, 485, 464. 473- 5°3> 5 ° 4 , 5 1 0 - 286,313.
477-
Mindeleff ( Cosma o) ,253. M u s u l m a n e s , 401, 476, 508, 519, 520, 5 2 1 , 523. O r a i b i ( v a l l e ) , 252, 253. P a s c u a s (islas de), 36, 1 0 1 ,
M a z a n d e r a n ( p r . ) . 3 6 1 , 364.
Mingrelia, 431. 488. Nippon,véase Japón. O r a n g - L a ü t , 244. 326.
M a z a r - i - C h e r i f (v.), 371. N i p p u r ( c i u d a d ) , 456. 463,
M i r d i t e , 236. M u y s c a , 66. Orchoél, véase Uruk P a r a d i s o ( m o n t e ) , 475.
385,387•
Mississippi (río), 34, 90, 5ii- O r d o s ( m e s e t a ) , 53. Paradisus (valle), 485.
Mazauric, 194.
M e c h e d (villa), 367, 368, 180. N N i s a m p a t a m ( v . ) . 237. O r e g o n , 266. Parker (John), 328.
Mitrídates, 442. Niséenne, véase campiña O r i n o c o (río), 9 1 , 239, 286, París, 160. 305. 307, 320,
369-
M i t z (1Í0), 185. Nabonassar, 3 3 7 , 3 3 8 , 456, niseana. 487. 490.
M e d a s , 311,349,39T> 4°o.
Moapherne, 443. 506. N o é , 483, 488. O r g e ( m o n t e de), 119. P a r n i o s , 364.
4 0 1 , 4 1 4 , 4 ' 8 , 4 -o, 438.
M o h a i m n e r a h , 331,
463. Nabupalussur, 421. N e g r o ( m a r ) , véase M a r O r i e n t e , 312, 314 Paropamisus.J57.366.375.
4557 5 1 0 > 522.
M ohi, 400. Nabucodònosor, 4 2 1 , 456, Negro. Oriente, j e j , 305,306,309. Parry ( c a b o ) , 41,189.
M e d i a , 308, 360, 413, 494
Moïse (de Khor'ene), 448. 491 & 494, 502, 5 1 0 , 5 1 5 . N o i r m o u t i e r (isla), 64. Orkham, 520. P a r t o s , 350. 364.
Mediterráneo, 187, 342
M o j o s , 92, 93. Nabunahid. N e g r o - V e s t i d o s , (Siah O r k n e y ( a r z o b i s p a d o de). P a s a r g a r d e ( v i l l a ) . 351.
360, 485, 5 0 3 , 504.
Molinari (G. de), 136. Nachtigal (G), 161. Poch), 236. 102. Pas d e M o u s s e (istmo), 194.
M e d n i n (valle) 1 7 9 .
M o n g o l i a , 52, 120, 1 2 1 . N a g i j - S a p ( v a l l e ) , 20. Nophar, véase Nippur. O r m u z ( e s t r e c h o de), 362. P a t a g o n i a , 89, 471, 4 7 4 .
M e d u s (río), 427.
M e i m e n e (villa), 369. M o n g o l , I. s , 1 9 1 , 2 1 3 , N a h u a t l , 66. N o r t e ( m a r del), v é a s e M a r 421. Patesson, Todos los Santos,
Nahrwan, véase Canal. N o r f o l k (pr.), 303. O r n o l a c , 202. ects.
M e i n i n g e n (ciudad 1 , 185 282, 378.
N a ï r , 237, 246. N o r m a n d s , 46. O r o n t e s (río), 459. Payne, 50.
M e k o n g (río), 317. M o n o n g a h e l a , i8cr.
Nakhonte, 3 4 9 , 3 7 4 , 39 8 - N o r m a n d í a (pr ), 303. O r v i e t o , 20. Peary, 43.
M e k r a n ( pr. ), 3 1 6 , 354. Monseur (Eug.), 285.
N a l u t ( v a l l e ) , 179. N o r v é g i e n s , 1. s. O s s e s , O s s e t e s , 4 3 8 , 445.
Montaigne, 40. P i e l e s R o j a s , 120, 126,
357- N a m a u g a n . 371. Nott, 7.
M o n t - D a u p h i n , 67. O s t e n d e , 303. 1 1 7 a , 180, 250.
M e l b o u r n e , 58. Napoleón, 330.
Montefik (villa), 463 Nuevo Mundo, véase Amé- O s t k e r k e . 303. P e c h a v e r , 371, 385.
M e l r i c h s t a d t , 185. N a r a m a n i - k u h , 423.
Montesquieu, 40. rica, 24, 5 3 , 56, 306. O s a l p i , 253. Peiffer, 175.
M e m p h i s (ciudad), 511. Naram Sin, 4 5 6 .
M e n a m (río), 317. M o n t e G e n è v r e , 67. Nueva Caledonia, 161,315. £ ) u a - M b o n t h i , //. Pekín,307. .
N a r b a d a h (río), 251. O u a - T o n a , 8, 1 1 .
M e n o m i n e c . 120. M o n t e s C a r d u c o s ó K u r - Nueva Granada, 471. P é l a s g e s , 1. s.
N a r s a r s u a k (pr.), 189. O u a - T o u s s i , 9.
Merca ti, ?o. d o s , 488. Nueva Guinea, 155 161, Peloponeso, 318.
N a t c h e z , 267. Ouida- Whyd3%271.
M e r c h i s o n L o u n d , 41. M o p l a h , 237. 3*5- P e n d j a b , 3 7 1 , 385.
N a u b e n d h a n a m ( m o n t e ),
M e r o ( c i u d a d ) , 366, 367, Moquelumman, 267. Nubios, 54. O r a l i a n o s ó Ouralo-Al- P e r a l e s , 20.
488.
Moquis, 174, 250. Nuér, 18, 61, 117. taiens, 1. s. P e r ú , 56.
369, 41?'
540 ÍNDICE ALFABÈTICO ÍNDICE ALFABÉTICO 54l
i - íbB
•• . • H H B H H H
Spiegel (F. JR.), 6, 3 9 2 , 486. T á m e s i s (río), 3 x 8 , 490. T i f l i s , 437, 451. T u s a y a n (pr.), 250. V é t r o z , 75, 119. X
T a ñ o a n , 267. T i g r i s ( n o ) , 308, 340, 342, T u t i c o r i n , 237. V e x , 75, 1 1 9 .
Spix (et Martins), 90.
3 4 7 , 3 5 7 , 3 6 1 . 45*, 4 5 8 Tylor, 1 4 0 . V e y r a s , 75. Xenophon, 429, 523.
Sprenger, 470. T a - O l a , 1 5 5 , 269.
á 4 6 4 , 477 * 495,5**, Tyndall, 69. V é z e r e , 28, 31, 196, 2 1 0 . Xerxes, 8 8 , 3 3 8 , 429, 5 J 3 -
Spruner Menke, 397, 427. T a p a j o z , (río), 93.
5 I 5 , 5 1 6 . 5 1 9 , 523, 524. T z á d é ( l a g o ) , 471, 489. Viault, 69. X i n g u , 93.
S p y , 20. T a r a h u m a r a , 187.
Tarde(Gabriei), 8,130,297 • T i k k i - T i k k i , 11. Vibraye, 28, 29, 199.
S r i n a g a r , 371.
Stanley, 11. T a r e n t a i s e , 263. T i l b u r g , 20. u Vico, 3 2 2 , 3 3 1 . Y
T a r i m (río), 9 1 , 391. T i l b u r y , 20. V i e g e , 263.
Stanz, 263.
T á r t a r o s , 390, 438, 439. T i m u q u a n a n , 267. U a r a u n 62, 63, 160, 1 7 2 . V i e n a , 87, 121. Y a d j u j , G o g , 440.
Starcke, 250.
T a s m a n i o s , 161, 325. T i n e h , 118. U a u p e s , 230. V i e j o V a l l o n , 194. Y a g n a u b , 347.
S t e i n e n ( K a r l v o n der), 230.
T a t , 438, 4 3 9 . U c h e a n , 267. Vignes, 346. Y a k o n a u , 267.
S t e p h a n i e (lago), 9. T i n tir k i , v é a s e B a b y l o n e .
T a t a h u i n , (v.), 179. U d a ' i p u r , 251. Vignoli (Tito), 2 7 2 . Y a k u t e s , 282.
Stiffe, 482. Tiro, 1 7 6 , 46* 1 5°3-
T a u b a c h , 20, 30. U d j e ' i n , 307. V i k i n g , 1 0 4 , 287. Y a n a n , 267.
Strabon, 3 5 2 , 443, 494- Tirol, 263.
Taurus armenien, cilicien. U s a n d a , 9. V i n l a n d , 46. Yangtsé kiang, 85, 314,
Studer, 58. T i s z a (río), 193.
3*9, 449. 45*, 459, 4 7 ° . U i d á , 271, 2 7 2 . Viollet - le - Duc, 1 6 2 . •
S u e c o , 1. s. T o d a , 237. 3*7> 487-
497- Ujfalvy, 372. Virey, 7 .
S u e z (istmo), 3 6 7 . T o g g e n b u r g , 263. Y a q u i , 187.
T a y a c , 31. T o k i o , 307. U l a í , 397. Viso (monte), 6 7 . Yate (A. C.), 380.
S u f f o l k , 28, 303.
Taylor, 520. T o k m a su, 458, 459. U l t i m a S p e r a n z a , 19 V i s t u l e (rio), 193. Yesdegerd, 440.
S u i z a , 28, 6 6 , 1 7 1 , 262.
T c h a m b a l , 251. Tomaschek, 346. Ulises, 299. V i v i e n d e St. M a r t i n , 445. Y e z d , 367, 421.
S u i z o s , 73, 262, 3 5 3 .
T c h è q u e s , 1. s. T o n g a , 3 1 3 . 315. U n s p u n n e n , 263. V l a d i k a v k a s , 437. Y f fren, 179.
Sukhum-Kaleh Dioscurias,
T c h e r k e s s e s , 236,442. T o n i k a u , 267. Unu, véase Uruk. V o ï s e c , 20, 31. Y o r k ( c a b o ) , 189.
441, 443- Tchin, véase Samarkand, Topinard, 7. Y u k i a n , 50, 267.
U r , 8 4 , 4 5 6 , 463, 4 6 6 , 5 1 1 ,
Sula'iman d a g h , 308, J . 5 7 ,
371, 475- 378.
T o r r e s (estrecho), 314-
T o u a r e g , 54, 188.
514- w Y u m a n , 267.
P¿
NAm. ginas
: itll
f'l
i l í
ÍNDICE ALFABÉTICO 547
546 INDICE DE L O S MAPAS
Páginas
Núm.
Núm. ' Páginas
481
85 Manantial de petróleo en C a l d e a p v f
39 L e n g u a s de los P i e l e s - R o j a s 267 Leyendas caldeanas . . . • 485
86
40 Religiones del Dahomey 271 Leyendas diluvianas . . . . 487
41 Territorios del S o l levante al Sol poniente 3°3
87
490
- f i
88 Las Babilonias modernas. . .
42 A l g u n o s meridianos iniciales 3°7 491
P l a n o s de la antigua B a b i l o n i a
43 Z o n a de d e s p o b l a c i ó n entre el Oriente y el O c c i d e n t e 3°9
89
495
m
C a n a l de N a h r w a n y muralla médica » pyNfl
90
44 Emigraciones oceánicas 3*5 Materiales de construcción en M e s o p o t a m i a 496
91
45 C a m i n o s divergentes del E x t r e m o O r i e n t e 3*7 5°4 \ M
92 Los cinco Mares
46 C o n v e r g e n c i a s de l o s c a m i n o s d e l A s i a a n t e r i o r 3J9 511
93 A n t i g u a s c i u d a d e s de la C a l d e a
47 A l g u n o s caminos d e la civilización eurasiàtica 321 519
94 Antiguas ciudades de Asiria .
48 A l g u n o s c a m i n o s d e l a c i v i l i z a c i ó n m u n d i a l h a s t a el v i a j e d e M a g a l l a - Nínive y Khorsabad . . . . 523
95
nes-Del C a n o 3*3
49 Meseta de Pamir, centro de repulsión 341
50 Alineaciones montañosas de los Bakthyaris 351
51 Camino de Babilonia á Ecbatana 353 ; m
52 M a p a f í s i c o de P e r s i a 357
Mapas sueltos
53 Azerbeidjan 359
54 Elburz oriental, Mazanderan 361
2 4 Y 25
55 Elburz occidental, Ghilan 363 Caracteres somáticos y lenguas de los europeos occidentales
320 y 321
56 C a m i n o s d e la m e s e t a d e I r a n i a 367 C i v i l i z a c i o n e s s u c e s i v a s y sus á r e a s d e i n f l u e n c i a . . . .
57 País de los T u r k m e n i o s 3^9
58 Montañas y territorios del A s i a central 371
59 Relieve del Asia central 373
60 Irania exterior 375
61 Brechas que conducen á Herat 383
62 D i a f r a g m a m o n t a ñ o s o e n t r e l a B a c t r i a n a y el P e n d j a b 385
63 G a r g a n t a de Bamian 387
64 Seistan ó D r a n g i a n a 389
65 P o b l a c i o n e s de I r a n i a . 39*
66. Plano de Suza 397
67 Imperios y Centros 4"3
68 E c b a t a n a y el E l v e n d 4*5
f.-^-.M
69 Pasaje del Zagros 41?
70 País de los Persas 421
71 B i s u t u n y sus i n m e d i a c i o n e s 423 .¡•Ti
72 Persépolis
73 R e l i e v e d e l C á u c a s o y de l o s m o n t e s d e A r m e n i a 433
74 Paso del Darial 437
75 Daghestan, Puertas de Hierro ' • 439
76 V a l l e s cerrados del C á u c a s o occidental 44*
77 R a í z de la península de A n a t o l i a 447
78 R e l i e v e de los m o n t e s de A r m e n i a 449
79 C a m i n o s del A n t i - C á u c a s o 451
80 Circo potámico
81 D e s i e r t o s al o e s t e de l a M e s o p o t a m i a 461 Tífc-JlfG
82 M o d o s de existencia yuxtapuestos 463
83 Algunos Paraísos, montañas del A r c a . . . . 471
84 A l g u n a s montañas sagradas y valles p a r a d i s í a c o s en la E u r a s i a . . . 475
m
PAUTA
. . . . Portada
Retrato del Autor
C a m p o de h i e l o entre páginas 5o Y 51
Piraguas indígenas, hechas de tronco de álamo, sobre el T a -
rim M e d i o
T i p o de canoas neo-zelandesas, hechas de tronco de palmera.
Pastores de Tellpai dedicándose á la p e s c a e n l a r i b e r a
del T a r i m
Falconero de B e g d'Arrat (Tibet)
A l f a r e s e n la c i u d a d d e K e n e h , s o b r e el N i l o
T r i b u d e p a s t o r e s á r a b e s q u e v i v e n e n las e s t e p a s . . . .
•i R o m a . — P r o c e s i ó n r e l i g i o s a . — S a c r i f i c i o d é l o s S u o v e t a u r i l i a .
Desfiladero £ gargantas
L a c i m a del D e m a v e n d
L a a l d e a d e l A s k y el v a l l e d e l L a r
C o r o n a m i e n t o d e las c o l u m n a s de l a A p a d a n a d e A r t a x e r x e s .
Reconstitución del palacio de Sargón en Dur-Charukin,
según Place
CORRECCIONES Y ADICIONES
Páginas
Prefacio j
V *
CAPÍTULO I
O R Í G E N E S
CAPÍTULO II
MEDIOS TELÚRICOS
« i i f l CAPÍTULO III
i m
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1
TRABAJO
M k B . - n i
IíHÜ
I ' mI l ü
>n,:EnH
El T r a b a j o . — L a Imitación. — A y u d a mutua. - Disensiones, g u e r r a s . - l n i -
_ 1 '
H ¡ ib" c i a c i ó n d e l c u l t i v o d e l s u e l o . — A s o c i a c i ó n c o n l<*s a n i m a l e s . ^ I I 3
-i?;
íagg® 1: CAPÍTULO IV
f l PUEBLOS RETRASADOS
i
Prehistoria contemporánea. — Alimentos. — Viviendas y f o r t a l e z a s . — Villas
lil i ÍM lacustres. - Lugares de cita. - Sendas y caminos. - D i s t r i b u c i ó n d e las
villas. — Industrias. — Ornamentos .
mm
• •
ÍNDICE DE L A S MATERIAS
552
CAPÍTULO V
CAPÍTULO VI
p S v {f i : 1
DIVISIONES Y RITMO DE L A HISTORIA EK: x-ÍW?^?-
CAPÍTULO I
IRANIA
I
A s i a anterior é I r a n i a , - A r i a n i s m o . - Meseta, montañas y vías naturales.
M
Bactriana, Aracosia, Gedrosia. - Irán y - Historia del E am
' •• r.
Zohak y Kaueh. - Costumbres y creencias. - M e d a s y Persas. - Persas ^
y Griegos
CAPÍTULO II
C A U C A S I A
CAPÍTULO III
i :A '•:•:• / : »
POTAMIA
529
INDICE ALFABÉTICO . . 545
m •
LISTA DE LOS MAPAS *
PAUTA FARA LA COLOCACIÓN DE LAS LÁMINAS ^
FE DE E R R A T A S ^
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ár v w M.rroB
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