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Su compañero lobo
Su compañero lobo
Serie Rechazo
Jaymin Snow
Copyright © 2024 by Jaymin Snow
All rights reserved.
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permission from the publisher or author, except as permitted by U.S.
copyright law.
CAPÍTULO 1
Thea
CAPÍTULO 2
Thea
CAPÍTULO 3
Thea
CAPÍTULO 4
Lexion
CAPÍTULO 5
Thea
CAPÍTULO 6
Lexion
CAPÍTULO 7
Thea
CAPÍTULO 8
Lexion
CAPÍTULO 9
Thea
CAPÍTULO 10
Lexion
CAPÍTULO 11
Thea
CAPÍTULO 12
Lexion
CAPÍTULO 13
Thea
CAPÍTULO 14
Thea
CAPÍTULO 15
Lexion
CAPÍTULO 16
Thea
CAPÍTULO 17
Lexion
CAPÍTULO 18
Thea
CAPÍTULO 19
Thea
CAPÍTULO 20
Lexion
CAPÍTULO 21
Thea
CAPÍTULO 22
Thea
CAPÍTULO 23
Thea
CAPÍTULO 24
Lexion
CAPÍTULO 25
Thea
CAPÍTULO 26
Thea
CAPÍTULO 27
Lexion
CAPÍTULO 28
Lexion
CAPÍTULO 29
Thea
CAPÍTULO 30
Thea
CAPÍTULO 1
Thea
—Sé que le gusta el chocolate, señor Barnes, pero Janie es una gata. El
chocolate es veneno para ella. —Miro con el ceño fruncido al anciano que
tengo enfrente, con los ojos hinchados y enrojecidos. Mi voz se suaviza—.
Por algo le di una lista de alimentos aceptables para ella.
—Es la tercera vez este mes que la trae, Thea. —Universe suena furiosa—.
Debería tener el sentido común...
—¡Vee! —Mi voz es fría, y puedo sentir la pantera entrar en mis ojos, y mi
amiga se calla.
Murmura algo desagradable en voz baja, pero deja de regañar al anciano,
que parece estar a punto de llorar.
El Sr. Barnes tiene ahora ochenta años y sé lo mucho que cuida al gato de su
difunta esposa.
—Sólo puedes mostrar tu verdadero ser a alguien que sabes que no te dejará
ni te hará daño. ¿No es cierto, Floofoo? Vee es mi mejor amiga del mundo.
—No vas a dejarlo pasar, ¿verdad? —Me mira con el ceño fruncido y yo le
sonrío.
—No.
Se me hace tarde.
—Oye. —Universe me detiene, con las cejas fruncidas—. ¿Por qué tienes
tanta prisa?
—Tengo que volver. Chris me dijo que no podía llegar tarde otra vez.
—Thea...
Tengo los ojos de color verde claro y el pelo castaño recogido en una coleta
que me llega hasta las caderas. A mi madre le encantaba mi pelo, y por eso
nunca me lo he cortado.
Pero puedo ver el cansancio en mis ojos, un cansancio que nunca parece
abandonarme. Me echo agua en la cara, me agarro al borde de la palangana y
respiro hondo antes de darme la vuelta y marcharme.
Con su pelo corto rubio y sus ojos marrones, Universe es mucho más guapa
que yo, y la miro mientras se arregla el maquillaje.
Universe duda:
—Sabes que mi padre siempre puede ayudarte a abrir otra cuenta bancaria.
Te juro que no se lo volverá a decir a Ricky.
Sacudo la cabeza:
—Thea, ¿cuánto tiempo va a durar esto? Hasta ahora has ahorrado dos mil
quinientos conmigo. ¿Qué piensas hacer?
Ese había sido el plan hasta que Alan, el padre de Universe, se enteró de mi
cuenta bancaria secreta.
Algunas personas tienen recuerdos que les traumatizan. Algunos recuerdos.
Para mí, cada día es un trauma viviente. Mis hermanos me habían llevado al
banco y me habían hecho retirar mis once mil dólares de ahorros, el dinero
que había reunido durante años y años. Luego me llevaron a casa y me
rompieron las piernas. Me pegaron durante tres días seguidos hasta hacerme
echar espuma por la boca, incapaz de respirar, pensar o siquiera procesar el
dolor.
Universe no lo sabe.
También la he visto.
Por eso mis padres se mudaron aquí hace quince años, cuando nos
expulsaron de nuestra tribu. Vinieron con la esperanza de empezar de nuevo.
Sé quién es.
Cuando llegamos al cruce, Universe se vuelve para mirarme. Veo que quiere
decir algo, pero duda.
—Me rastrearán.
Por fin respiro aliviada cuando veo las casas de árbol a lo lejos. Cada casa
pertenece a uno de mis hermanos. Todos tienen una menos yo.
Es un insulto, lo sé.
¡Imbéciles!
Mierda. No.
Me doy la vuelta, planeando apresurarme a mi habitación, cuando oigo la
voz de Chris desde dentro:
—¡Entra, Thea!
Nolan Claw, el alfa de la tribu Garra Negra, me observa con una sonrisa en
la cara.
Puede que Nolan fuera guapo en otro tiempo, pero su crueldad y su sed de
sangre le han dejado muchas cicatrices en la cara. Sin embargo, en el fondo
sé que, aunque siguiera siendo guapo, vomitaría al verle. Es una pantera
aterradora, y conozco lo suficiente a las hembras de su manada como para
saber que nunca debería estar a solas con él.
Mis ojos parpadean hacia mis hermanos. Soy la más joven de todos, la única
hija. Chris, de unos treinta años, es el mayor de todos, el alfa de nuestra
tribu. Darius es su segundo al mando, sobre todo porque es el segundo hijo
de la familia. Charlie, Beau y Lee les siguen en rápida sucesión. Lee es dos
años mayor que yo.
—Te dije que hoy vinieras pronto a casa. —Chris me mira con una sonrisa
en los labios.
Se me hiela la sangre.
—Yo... —Lucho por hablar bajo la presión—. Lo intenté, pero tengo que
caminar así que...
¿Era éste el mismo hermano que una vez me había llevado a hombros y me
había ayudado a recoger manzanas?
Chris se endereza:
—Quería que vinieras a casa porque tenemos una sorpresa para ti.
Me quedo en silencio.
Como no reacciono, entrecierra los ojos:
—Yo… Sí.
—A ti.
—Creo que necesita tiempo para procesar todo esto. Envíamela mañana.
Sé que nunca podré actuar de forma rebelde delante de mis hermanos. Ellos
disfrutan haciéndome daño. Pero si me entregan a Nolan, el destino que me
espera es la tortura.
—Lo sabes —digo con voz ronca, agarrándome al borde de la mesa para
ponerme en pie—. ¡Sabes lo que él y su pareja me harán, lo que les han
hecho a otras hembras que ha llevado a su casa! ¿Por qué aceptas esto?
—Sabes que Nolan y Clarice son unos sádicos y que me torturarán. Sabes
que me romperán. Y aun así no te importa.
Y por primera vez desde la muerte de mis padres, siento un destello de odio
en mi corazón.
CAPÍTULO 2
Thea
—¡Deja de quejarte, Lexi! ¡Es sólo una mañana! ¡Dios! Lloras por cualquier
cosa, ¿verdad?
Está embarazada.
—¿Estás bien?
—¡Dos huevos revueltos, Lexi! —grita de repente por encima del hombro,
haciéndome estremecer.
Me dedica una sonrisa de disculpa:
—Lo siento, el nuevo cocinero es un poco lento. ¿Quieres café con eso?
Suspiro, sintiéndome tonta por lo nerviosa que me pongo cuando estoy con
ella. Bajo la cabeza sosteniéndola entre las manos y cierro los ojos, llena de
tristeza. Aún me duelen los ojos de haber llorado toda la noche.
Me estoy asfixiando.
—¿Estás bien?
—S-Sí.
—Toma —me dice dubitativa mientras me acerca una taza—, una taza de
capuchino caliente.
—Oh. —Se me llenan los ojos de lágrimas ante la simple amabilidad, y ella
parece alarmada.
—No. —Me froto los ojos con fiereza, me duele el corazón—. Lo siento. Es
que... estás siendo muy amable conmigo, y yo... hacía tiempo que no me
pasaba.
—Oh.
—Soy Seline, por cierto. —Me tiende la mano y no tengo más remedio que
estrechársela.
¡Si alguno de mis hermanos ve esto, me matará! Se suponía que este sello era
un secreto, un castigo. Si…
Veo que se abre la puerta de la cocina y sale un hombre corpulento con los
ojos entrecerrados:
—¡¿Te pusieron esto?! —sisea— ¡¿No saben que un sello oscuro como este
puede drenarte la vida?!
—Probablemente.
—¿Qué sello?
—¡Sólo quiero verlo! —se queja, pero retrocede. Sin embargo, no se aleja
mucho y se queda cerca del mostrador, con los ojos fijos en mí.
Me encojo.
Lo único que sé con certeza en este lugar es que los lobos y las panteras no
se llevan bien. Es algo animal. Mis hermanos desprecian abiertamente a los
lobos, y algunos miembros de la tribu de Nolan intentaron atacar a Seline
una vez.
Cierro los ojos, preparándome para que me echen del restaurante, pero
cuando no ocurre nada, aparte de un gruñido procedente de Lexi, abro los
ojos y veo que en la cara de Seline se dibuja una sonrisa irónica.
Me siento estúpida y débil ahora mismo, pero toda una vida de abusos deja
sus marcas.
—Mira...
Tal vez.
¿Y si yo...?
*** ****
Tengo que esperar en silencio a que termine la llamada. Por fin, cuando la
termina, me mira: —¿Adónde has ido esta mañana?
—A trabajar.
—Yo…
Antes de que pueda terminar lo que iba a decir, me agarra de la trenza y tira
de ella con un doloroso apretón:
Y luego:
—¡Vamos!
—Sígueme.
El guardia parece aburrido y me guía hacia una zona desolada. Cuanto más
nos adentramos, más tensa me siento.
Finalmente, llegamos a un gran árbol. Puedo ver una gran casa de árbol en
él. Parece bastante simple para alguien como Nolan.
Doy un respingo al oír el tono áspero del guardia e inicio la subida al árbol.
Miro a mi alrededor con recelo, sólo para ver una escalera que baja. Es
estrecha, ya que está construida dentro del árbol, pero al bajar empiezo a ver
luces brillantes. Me doy cuenta de que es una guarida subterránea.
Me quedo helada.
—Siempre has sido muy guapa. Si quieres darme las gracias, ponte de
rodillas.
—¿Q-Qué?
Una parte de mí esperaba algo así por la forma en que Chris me había
hablado, pero esperar algo y que ocurra son dos cosas distintas. Ahora
mismo estoy aterrorizada.
Cuando Nolan me agarra la camisa con las garras en alto, siento una chispa
de rabia encenderse dentro de mí. Es una furia fría nacida de la impotencia.
Aterrizo rodando en el suelo con la ropa desgarrada por los arbustos, pero
me levanto y empiezo a correr. Todavía puedo sentir sus garras contra mi
piel y sus intenciones espesan el aire.
¿Pero a dónde?
Siento que las panteras se acercan, cierro los ojos y mi cuerpo se ralentiza.
El pánico se apodera de mí.
¡No!
Justo entonces, al entrar en un claro, me topo de bruces con un firme pecho
masculino.
Suelto un grito sin aliento, me caigo de culo y retrocedo, sólo para ver una
cara algo familiar.
—No puedo huir más. Si quieres matarme, hazlo. Será mejor que cualquier
cosa que tengan planeada para mí.
—¿Qué estás...?
—Por favor.
Las Panteras gruñen y su líder se mueve. Al ver a Nolan, aprieto los dedos
en la espalda de la camisa de Lexi y se me hiela la sangre.
Lexi gruñe:
El leve sonido de una carcajada me atraviesa por dentro cuando oigo crujir
los nudillos de Lexi:
—Lo que pasa es que no me gusta que me digan lo que tengo que hacer. Y tú
me estás diciendo lo que tengo que hacer. Lo que me hace pensar que
tenemos un problema.
—Es uno contra cinco, estúpido lobo. ¿Tantas ganas tienes de empezar una
guerra? ¿Tú? ¿Un simple soldado de infantería?
—¿Quién dijo que estaba solo? —llega otra voz familiar desde las sombras,
y no sé por qué el alivio me invade cuando veo salir a Seline, con cara de
pocos amigos.
Nunca he estado cara a cara con Austin Cross, el Alfa de los Lobos de Stone
Creek. Esta es la primera vez.
Es guapo, con su pelo castaño oscuro y sus ojos ambarinos, y ahora mismo
tiene un aspecto igual de aterrador.
Las panteras pueden ser más astutas y solapadas, pero los lobos son más
fuertes y feroces. Y Nolan no va a correr ese riesgo. No por alguien como
yo.
Austin sonríe:
—Eh.
**** ***
—Estás despierta.
—Duele.
—¿Cómo te llamas? —me pregunta, y una risa ahogada sale de mis labios.
Es un sonido irónico. Todo esto y aún no sabe cómo me llamo.
La miro fijamente, con los dientes hundidos en el labio inferior para contener
mis gritos de dolor. Finalmente, logro decir:
—¿Me dolerá?
—Tiene razón —dice otra voz, y me doy cuenta de que Austin también está
en la habitación, que parece una pequeña choza con una cama en la que estoy
tumbada.
—No quiero que te arriesgues, Seline —la voz de Austin es fría—. Podemos
esperar a Sam.
—¡Se está muriendo!
La puerta se abre y veo entrar a Lexi. No sé por qué siento alivio al verle.
—Sam está de camino. Jefe, ¿está seguro de esto? —Cuando me lanza una
mirada molesta, me encojo. Puedo ver el asco en sus ojos—. Es una Pantera.
Conoces a los de su clase.
—Lexion.
Las palabras de Lexi son crueles, pero he oído cosas mucho peores, así que
cuando Seline me toca el brazo, le dedico una débil sonrisa.
—Hay que esperar a Sam —ordena Austin, y Seline le lanza una mirada
cuando Lexi se marcha.
—No es culpa tuya —me tranquiliza Seline, pero sus ojos lucen
preocupados.
Veo que quiere decir algo, pero la puerta vuelve a abrirse y aparece otro
hombre. Es mayor, tiene el pelo negro con mechones plateados. También
tiene los ojos grises.
Él se encoge de hombros:
—Claro. Pero dependiendo de cuánto tiempo haya estado puesto, podría
obstaculizar sus habilidades de cambiaformas. Su animal será impredecible.
¿Papá?
Los ojos de Lexi están clavados en mí, y puedo ver el lobo en su mirada.
—Oh, mierda.
—Lexi.
La primera vez que vi a la chica Pantera, con sus grandes ojos verdes y el
pelo largo recogido en una trenza, parecía una chica buena, esa que llevas a
casa a conocer a tu madre.
Pero entonces no sabía que era una Pantera, y mucho menos una metamorfa.
Nunca le presté atención, nunca culpé a mis ojos por dirigirse hacia ella
cuando la veía en la ciudad.
Descubrir que era una Pantera ya era malo, ¡¿pero mi alma gemela?!
¡¿Una pantera?!
Cuando él cambia, yo no tengo más remedio que hacer lo mismo, los dos
desnudos, pero demasiado acostumbrados a la visión como para que me
importe.
Jason me estudia:
—Sácate ese palo del culo, Lexi. —Jason frunce el ceño—. Deberías hacer
algo mejor que dejarlos a solas con esa chica. Es una Pantera. No sabemos
por qué está aquí. Nuestro trabajo es estar al lado del Alfa.
—Es una Pantera. —Aún me siento aturdido ante esta revelación—. ¿Cómo
puede una Pantera ser mi alma gemela? ¿Y esa niña? Apenas es adulta.
—Bueno —Jason se abrocha los pantalones, su tono pensativo—, tal vez sea
un par de años más joven que tú, pero legalmente tiene edad de beber.
Aunque ambos sabemos que eso no es lo que te molesta, ¿verdad?
Jason se sienta en un tronco, con las manos juntas y los antebrazos apoyados
en los muslos, mientras me mira con el ceño fruncido.
—Sigue siendo de los suyos —siseo. Antes de que pueda decir nada, añado
—: Y no me vengas con la tontería de que no todas las Panteras son iguales.
Los de aquí son igual de jodidos.
—Esa chica no tiene nada que ver con Ellie. También es una víctima, Lexi.
¿Has visto su estado? Está medio muerta de hambre y han sellado su animal.
Es obvio que ha sufrido mucho. No es posible que...
—¿Por qué defiendes a una Pantera? —Le miro fijamente—. Aunque sea mi
pareja predestinada, sigue siendo una de las suyas. ¿Y si todo esto está
planeado? ¿Y si la enviaron aquí para infiltrarse entre nosotros? Sabes que
Seline es diferente a nosotros. ¿Cómo puedes confiar en su juicio...?
—Es la hembra alfa —gruñe Jason—. Cuidado. Ella ha unido a esta manada
de una manera que nadie había podido conseguir. Confío en su juicio, al
igual que tú.
—Voy a perdonarte por eso. Pero sólo porque sé de dónde viene esta ira.
—Sam está con ella, y la chica está desmayada. —Austin tiene las manos en
los bolsillos—. Estaba preocupado por ti.
Me mira y me estremezco.
—No la quiero.
—Nunca la torturaría...
—Pero tú no la quieres.
—No.
—Entonces, nadie te obliga.
—No soy partidario de traer una Pantera a la manada. Por alguna razón, a
Seline parece gustarle esta chica. Podrían ser sus hormonas actuando como
locas debido al embarazo, pero no me escucha. Y es bastante obvio que la
chica no ha estado viviendo en las mejores condiciones. Si la echamos, será
para matarla. Dudo que mi compañera me lo perdone.
Desvío la mirada.
—Una pareja predestinada... —Jason comienza, pero le corta.
Pero él la amaba.
¿Yo? No siento por esta chica más que asco y odio. Si no por ella, por su
animal. Mejor cortar esto de raíz y acabar de una vez.
Siento que mi lobo gimotea ante mi decisión. Pero, al fin y al cabo, es mi
decisión.
*** ****
Fue Austin quien había insistido en mantener a la chica en una de las casetas
del tercer nivel del territorio de la manada. De ese modo, no tendría acceso
al territorio interior. Era una clara señal de que, aunque Austin estaba
dispuesto a complacer a su compañera, no sería a expensas de la seguridad
de la manada. Seline tampoco lo había discutido.
La cabaña era una de las muchas que los centinelas y soldados utilizaban
cuando hacían guardias prolongadas o si alguno de ellos sólo quería un poco
de paz y tranquilidad. La zona era muy segura, así que eso no era un
problema. Cada caseta estaba equipada con una minicocina, una cama, una
mesa y una silla, y una mininevera bien surtida. Era algo que Seline y Jason
habían ideado y era muy popular entre los soldados, ya que así no tenían que
dormir en el duro suelo del exterior.
—¿Estás seguro que quieres quedarte con la chica? —pregunto con fuerza—.
¿Sólo porque Seline siente lástima por ella?
La expresión de Austin es ilegible:
¿Cruel?
Entro lentamente en la cabaña y tres pares de ojos se giran hacia mí. Seline
parece disgustada por alguna razón. Sam tiene una expresión neutral. La
chica, Thea, parece recelosa.
Ambos éramos jóvenes cuando fuimos raptados de nuestro hogar por una
tribu de panteras que intentaba invadir nuestro territorio. Lo que siguió
fueron pesadillas, sangre, gritos y olor a carne quemada. Aún recuerdo el
descenso a la locura de mi lobo en esas pocas semanas de infierno.
—¡Lexi!
Seline está de pie, pero no me importa, y sostengo esa mirada verde claro
que se apaga ante mis palabras.
¿Pero mi lobo?
Mi lobo aúlla en la miseria con un sonido lleno de luto y dolor.
CAPÍTULO 5
Thea
—Hay un huerto fuera que puedes usar, y siempre hay carne fresca
disponible en la nevera. Si quieres cazar, tienes que avisar a Jason o a Lex, a
uno de nosotros para que estemos atentos.
—Gracias.
Puedo oír cómo sueno sin tono. No entiendo este dolor tan profundo. Debería
estar feliz. ¡He escapado! Puedo sentir mi pantera dentro de mí de una
manera que no he sentido en mucho tiempo. Esto es algo bueno.
Lexion Hemming.
Estoy acostumbrada a que la ira y el asco se dirijan a mí. Pero esto es
diferente.
—¿Thea?
Parpadeo:
—Lo entiendo. —Le dedico una sonrisa forzada que no me llega a los ojos
—. No le gustan los Pantera. Tiene una buena razón para que no le gustemos.
—Eres más que tu animal —dice Seline en voz baja, con una comprensión en
la voz que me hace querer hundirme en sus brazos. Pero me contengo.
—Eso es todavía una opción. —La voz de Austin llega desde la puerta—.
No creas que está descartado todavía.
—Austin.
Hay una gran advertencia en la voz de Seline, pero su pareja sólo levanta las
cejas:
—No pienso quedarme aquí mucho tiempo. Quiero decir, ni siquiera pensé
que podría quedarme aquí. Tengo algo de dinero ahorrado. Y puedo intentar
conseguir un préstamo e irme de la ciudad. Puedo...
—Sí.
Se me encoge el corazón.
Entonces, ¿mis opciones son volver con mis hermanos, que me torturarán y
me matarán, o morir a manos de esta manada de lobos?
—¡¿En serio?!
Por primera vez desde que llegué aquí, veo un rayo de esperanza.
—Oh, déjalo. —Austin le enseña los dientes—. Vas a hacer lo que quieras
de todos modos. Sólo mantenla alejada de la guarida de la manada y de
cualquier lugar donde pueda haber personas vulnerables moviéndose. No
quiero que invada el territorio interior. Sin ofender.
Veo que Austin me lanza una mirada de sorpresa, pero Seline parece
disgustada por alguna razón.
—Sé que ahora las cosas van fatal, pero mejorarán, ¿vale? Siempre lo
hacen.
Rechazo.
Las palabras de Lexi me acuchillaron el alma. Pensó que yo debería haber
sufrido más. No le importaba por lo que había pasado. Me despreciaba.
Una cosa es ser odiada por mi propia sangre, pero ¿que la persona destinada
a ser la protectora de mi corazón y mi alma aborrezca también mi existencia?
No pasa nada.
Puede odiarme.
Por supuesto, eso había sido antes de saber que yo era su compañera
predestinada. ¿Me habría entregado si hubiera conocido nuestra conexión?
Si estaban dispuestos a llegar tan lejos para retenerme, ¿no incitarían mis
acciones a una guerra? No hay posibilidad de que mis hermanos ganen, pero
si se unieran a la manada de Nolan, los Lobos de Stone Creek no saldrían
ilesos.
Entierro la cabeza entre las manos, la culpa me consume.
—¿No?
Le miro fijamente:
—Soy Ray Ellison, por cierto. Has tenido una noche dura. He pensado que
un poco de sopa te ayudaría a sentirte mejor.
Aprieto la fiambrera contra mi pecho, sin saber cómo sentirme ante este
gesto de amabilidad. —Yo... —Bajo la voz—. Sabes que soy una Pantera,
¿verdad?
Sonríe:
—Sí.
Miro la fiambrera sin saber qué decir. Miro discretamente hacia Lexion y lo
sorprendo mirándome. Rápidamente desvío la mirada.
—Umm. —Me siento recelosa por preguntar, pero supongo que tengo que
hacerlo—. Yo... ¿Puedo cambiar?
Asiento despacio:
—Claro que puedes. Sólo mantente dentro del perímetro marcado. Nos
quedaremos contigo si quieres correr.
Me parece bien.
Lo superaré.
¡Maldita sea!
Corro por el bosque, mientras suenan las alarmas de todos los guardias
apostados. Las alarmas silenciosas aún no han saltado, lo que significa que
los intrusos no han traspasado el límite del tercer nivel.
Hago un gesto con la cabeza y nos separamos para reunirnos con los
escuadrones que nos esperan.
Oigo un aullido, que indica que Ray ha llegado al segundo punto de control.
Me obligo a ir más rápido.
Los puestos de control son fronteras silenciosas vigiladas por guardias que
cambian constantemente. Desde que Seline se unió a la manada y dimos la
espalda a los traidores ancianos de la manada, la seguridad de la manada ha
dado un giro brusco hacia una tecnología más moderna. Con Austin y Seline
al mando, la manada ha crecido a pasos agigantados, forzándose a entrar en
la era moderna. Es un cambio bienvenido. Y teniendo en cuenta la hostilidad
de las tribus Pantera de la zona, uno necesario.
—¿Qué tenemos?
—Los centinelas han visto Panteras en la zona. Veinte en total —me dice
sombríamente uno de los guardias—. Estuvieron rondando el territorio
exterior durante horas, y sabían que les vigilábamos. Hace una media hora,
una de nuestras cámaras se apagó. Cuando la arreglamos, sólo vimos una
Pantera. El resto no estaba allí.
Mis garras se clavan en la tierra mientras intento controlar esta rabia al rojo
vivo.
¡Esa mujer...!
El mero hecho de pensar en Thea hace que algo se agite en mi interior. Antes
de que pueda hacer nada, siento que me obligan a cambiar. Siento que mi
lobo retrocede, algo que nunca había hecho antes.
Veo a una pantera volar por los aires, estrellarse contra un árbol mientras un
furioso gruñido llena el aire.
Reconozco al lobo de Seline, rodeado.
—¡¿Estás bien?! —le grito, y ella me lanza una mirada extraña antes de
esquivar hábilmente un ataque lateral.
Sin embargo, siguen siendo dos contra demasiados, y mi lobo aún se niega a
salir.
Veo que el enemigo avanza hacia nosotros y me pongo tenso. Pero por más
que lo intento, el cambio no se produce.
Si le pasa algo...
Sin embargo, como las Panteras no cesan su ataque y siguen llegando más,
mientras yo golpeo a una en la garganta, se me ocurre que algo va muy mal
en este panorama. Ambos bandos han sufrido daños, pero el ataque de las
Panteras no sólo no parece ser la respuesta a una provocación, sino que
además no dan señales de estar dispuestas a retroceder, a pesar de que el
número de sus muertos aumenta.
¿Por qué se empeñan en seguir luchando cuando es tan evidente que van
perdiendo? Es casi como si…
Austin se gira al oír mis palabras justo cuando veo una pequeña figura que se
precipita hacia nosotros desde los árboles. Incluso desde donde estoy, puedo
ver la sangre en su cara y en su ropa, y mi lobo sabe que es suya.
Una feroz sed de sangre se apodera de mí, y mi antes silencioso lobo levanta
la cabeza en un rugido. Siento que la transformación se apodera de mí contra
mi voluntad.
Por primera vez en décadas, mi lobo tiene el control mientras salta hacia
Thea y las Panteras que la persiguen. No puedo utilizar mi mente, el animal
ocupa el primer plano.
¡Alto!
Hay cinco Panteras acercándose a ella y puedo oler su miedo. Sus olores se
entremezclan y son similares, y sé que son sus hermanos.
Uno de ellos, el más grande, salta hacia ella con las garras fuera, sólo para
ser interceptado en el aire por mi propio cuerpo.
Thea se levanta con dificultad y veo los cortes de su cara, cortes que se
curan a un ritmo exponencial. Sus ojos se apagan mientras la rodeo con mi
cuerpo, gruñendo.
Le mira sin comprender y veo que se le eriza la piel al ver el vacío en sus
ojos.
Le pasa algo.
—¡No! —ruge uno de los Pantera, que también ha retrocedido, con expresión
enfurecida—. ¡Es nuestra hermana! Devuélvela.
—Secuestraste a nuestra...
Aullidos de ira.
Una de las Panteras —el hermano de Thea— se mueve, agarrando una rama
pesada. Antes de que nadie pueda detenerlo o interceptarlo, apunta la rama
hacia Seline y la lanza a una velocidad alarmante.
¡Idiota!
¿No debería estar llorando ahora mismo? ¿No debería estar asustada? ¿Por
qué parece tan aliviada?
—Lexi...
Tal vez la razón por la que siento la energía antes que nadie es que Thea está
apretada contra mí.
Sam aparta a Seline, diciendo algo con voz sombría, pero no registro sus
palabras. Es como si mi cerebro no procesara nada.
Lo único que veo es cómo la sangre corre por su pálido rostro, cómo la
herida se cierra ante mis ojos a una velocidad que supera incluso la
capacidad de curación de un cambiaformas.
Sin embargo, alguien me acerca un vaso de agua fría a los labios y trago con
gratitud unos cuantos sorbos. Al apartar el vaso, veo de quién se trata.
Sin embargo, otro rostro aparece a mi vista, uno familiar que me hace
relajarme:
—Thea, ¿cómo te encuentras?
“Desprecio a los de tu clase, y prefiero vivir solo antes que con una sucia
Pantera sin moral. Tu especie merece ser eliminada. Ni siquiera quiero
compartir el mismo aire que tú".
Veo cómo entrecierra los ojos ante mi reacción y, con cara rígida como la
piedra, deja pasar a Seline.
—¿Estás bien?
Parece curioso, pero tiene las cejas fruncidas y un brillo serio en los ojos.
—¿No te acuerdas?
—Le has salvado la vida a mi compañera. —La voz de Austin suena desde
el fondo de la habitación y lo veo apoyado en la pared, observándome.
—Como que terminaste revelando algo más, Thea —dice Seline lentamente,
su voz cuidadosa—. No nos dijiste que eras una Alnora.
—Son miembros de una tribu extinta de Panteras. Eran conocidos por tener
increíbles poderes curativos, incluyendo la capacidad de traer a alguien de
vuelta de las puertas de la muerte.
Me quedo en blanco.
—No lo entiendo.
Siento una pizca de pánico y, sin saberlo, mis ojos se dirigen hacia Lexion.
¿Para consolarme? No lo sé.
—¿Mi qué?
—La razón por la que tu Pantera había sido sellada, al parecer, era para
evitar que tu identidad se filtrara. La razón por la que la tribu Alnora se
extinguió fue que las Panteras de otras tribus trataban implacablemente de
utilizarlas con fines reproductivos. Eran una tribu no violenta, lo que hizo
que su extinción se produjera con mayor rapidez. Pero estoy confundido. —
Me estudia con curiosidad—. El último Alnora que se vio fue hace cien
años. Su extinción está registrada en la historia. Entonces, ¿de dónde has
salido tú?
No tengo ni idea de qué decir.
—Intenté huir. Cuando cumplí dieciocho, quise huir, pero mis hermanos
pequeños me encontraron y...
—Fue un castigo.
Sam parece sorprendido, pero puedo ver la incredulidad en sus ojos:
—Debían tener una razón para estar tan desesperados por retenerte.
—Ella se queda aquí —repite Sam lentamente, ahora con voz fría—. No hay
duda de su identidad. Es la última de su especie que conocemos. Los Alnora
también tenían otras habilidades, así que hasta que sepamos con seguridad
que los Pantera no pueden usarlas contra vosotros, los lobos, ella se queda.
Cuando Austin gruñe, Sam le lanza una mirada gélida:
—Thea podría acabar siendo la clave para que los Pantera ganen más poder
en tu región. A menos que ese sea tu objetivo, mantenla a salvo y viva. —
Con un pensamiento posterior, añade—: Y feliz. Es una chica dulce. Toma.
Toma un caramelo.
—G-Gracias.
Seline hace un gesto con la cabeza a los demás metamorfos de la sala y ellos
también se marchan.
La miro fijamente.
No me molesta.
Me encojo de hombros.
Me incorporo, alarmada:
—¿Está bien?
—Yo… —Me paso las manos por la cara—. Debería haber tenido cuidado.
¿Puedes decirle que estoy bien y...?
Me quedo helada:
—¿Qué?
—Sam tiene razón, sabes. Hiciste algo valiente, arriesgándolo todo al venir
aquí. Pero también tienes mucho que sanar, Thea. El camino que has elegido
no es fácil. Ahora vas a tener dificultades. Necesitas ser lo suficientemente
fuerte para lidiar con ellas. Y esa fuerza es algo que tienes que construir tú
misma. No es imposible.
—Es más fácil decirlo que hacerlo, lo sé. —La voz de Seline es suave pero
firme—. Pero alguien capaz de tomar partido por sí misma, aunque sólo sea
una vez, puede volver hacerlo una y otra vez. Tienes que encontrar esa parte
de ti que te hizo luchar. Y eso es lo que tienes que alimentar. He estado en tu
lugar. Sé que es duro. Pero difícil no significa imposible.
Hundo los dientes en el labio inferior antes de decir con voz ronca:
Sacudo la cabeza:
—Yo no... —Me cuesta pronunciar las palabras, desnudar aún más mi
vulnerabilidad, pero las saco a la fuerza—. No me han querido en toda mi
vida, Seline.
—Toda mi vida, siempre ha habido alguien que tenía poder sobre mí. Si... Si
Lexion no me hubiera dicho eso, si no despreciara mi existencia, tal vez
habría sido feliz. Pero él no me quiere. Me rechazó. Y me hizo daño. No
quiero que nadie tenga el poder de herirme nunca más.
—Lexion no...
—No me quiere —la corto en seco—. Tiene sus razones para no quererme.
Aunque me duela su rechazo, he pasado por cosas peores. Viviré.
Seline suspira:
—Bueno, entonces esto va a ser incómodo.
No es que me importe. Pero me irrita que Thea me trate como si fuera algo
asqueroso cuando fui yo quien la rechazó. Actúa como si no le importara.
—Mejor. Gracias por preguntar. Quería traerle tres bebés: los cachorros de
mi sobrina. Acaba de rescatarlos, pero no están muy bien.
Thea le ayuda a colocar la jaula sobre la mesa antes de mirar a los cachorros
mestizos. Ahora están lloriqueando, con los ojos fijos en mí. Para ser justos,
todos los animales de la clínica están nerviosos.
Tiro de la correa con más fuerza, pero al mismo tiempo no puedo evitar
mirar fijamente a la Pantera hembra, que ahora se ha convertido en la
pesadilla de mi existencia. Desde el momento en que la vi, era una criaturita
mansa y sin voz, menos Pantera que ratón. Hasta que me suplicó que la
salvara.
Aquella noche que me suplicó que la salvara de Nolan había miedo en sus
ojos, un deseo crudo y desesperado de vivir. Había visto al ratón
transformarse en una criatura desesperada, buscando la supervivencia. No sé
por qué la ayudé. Habría sido más inteligente entregársela a ellos. ¿Cruel?
Tal vez. ¿Pero no es también cruel lo que el destino ha hecho conmigo? Lo
he perdido todo a manos de Panteras despiadadas, y mi compañera
predestinada también resulta ser de esa misma especie asesina.
—Bien —gruño.
—¿Qué?
—Lo sé. Pero no es propio de Thea traer chicos, y cuando lo hace, tengo que
saberlo. ¿Estáis juntos?
—Esos bastardos...
—¿Bastardos? —Su risa es aguda y llena de una ira que no entiendo—. Eso
es increíble viniendo de ti. Eres igual que ellos. La tratas como si no fuera
nada. Hablando de ella como si no fuera una persona que tiene sentimientos
y...
—Basta.
Universe se sonroja:
—Thea…
—Por favor.
¡Joder!
—¿Está bien?
Me alejo unos pasos de la clínica y siento que el calor me sube por la piel.
Cada vez me cuesta más controlar a mi lobo, y con Thea cerca... Tengo que
hablar con Austin. Él sabe que la rechacé. Conoce mis razones. Obligarme a
acercarme a mi pareja predestinada, sabiendo las razones, es cruel e
inesperado por su parte.
Oigo pasos a mi derecha y un olor familiar se abre paso hasta mí. Sin volver
la cabeza, pregunto:
Resoplo:
Yo no digo nada.
—Mira —Jason se vuelve hacia mí—, Sam está seguro de que la razón por
la que los hermanos de Thea se la quieren entregar a Nolan es por lo que ella
es. Todavía no entiendo muy bien todo el asunto, pero parece convencido de
que tener a Thea a su lado les dará más poder.
—No voy a aparearme con esa... —Me detengo, recordando las frías
palabras de Universe—. No me voy a aparear con ella, Jason. Lo he dejado
claro.
—Lo entiendo. No puedes mirar más allá de tu odio. No digo que tengas que
aparearte con ella. Pero no te alejes hasta el punto de que ella también
decida irse de aquí. Necesitamos que se quede donde podamos vigilarla. Y
la única razón por la que se quedará ahora mismo es por ti.
—Todo lo que digo es que no tienes que ser un gilipollas con ella —dice
Jason con cuidado, evitando mi mirada—. Está claro que la chica ha sido
maltratada toda su vida. Un poco de amabilidad te hará quererla. Y eso hará
que quiera quedarse.
Tiene un engañoso aire de inocencia, con sus grandes ojos verdes y su suave
sonrisa. No me fío.
Ellie.
Mis pensamientos vuelven a mi hermana pequeña.
Esta mujer puede ser una víctima, pero es una Pantera, una de ellas. Puede
que no haya asesinado a mi hermana y destruido a mi familia, pero los de su
especie lo hicieron. Ella no se merece mi simpatía.
Mi ira vuelve con toda su fuerza y, esta vez, cuando me dirijo al interior,
consigo apartar los ojos de ella.
*** ****
Han sido tres días de la misma rutina constante. Despertarme, llevar a Thea
al trabajo y traerla de vuelta.
Por la tarde tengo una hora libre para ir a comer. Seth me suele sustituir
durante esa hora.
Pero en estos tres días, me doy cuenta de cosas, cosas que no quiero notar.
Thea no come.
Por eso observo con interés la conversación que tiene lugar ante mí.
Universe intenta convencer a Thea para que vaya a comer con ella. Pero esta
última parece muy reacia.
—Estoy ocupada —insiste Thea, con voz débil— Tengo mucho que hacer.
Ve tú. Pásalo bien.
Veo a Seth en la puerta y salgo, consiguiendo oír a Universe rendirse
decepcionada:
No es asunto mío, así que hago ademán de irme, pero algo me detiene.
Cuenta el cambio, todas las monedas, una, dos, un par de veces más, antes de
frotarse los ojos, murmurando:
—Maldita sea.
Casi parece ansiosa, y entonces oigo un suave ruido sordo. Cuando veo que
se rodea el estómago con el brazo, me doy cuenta.
Aún falta un mes entero para que me vuelvan a pagar. Lo que significa que la
comida va a escasear.
¿Cómo?
Nunca pensé que estaría aquí, capaz de volver a trabajar bajo la protección
de la Manada de Lobos de Stone Creek. Pero aun así, mi corazón está lleno
de un dolor palpitante. Uno que he tratado de ignorar. Estaba muy segura de
que todo este asunto con Lexion sería más fácil de manejar. Él no me quiere,
y yo no quiero a alguien que me lastime. Tan fácil como eso.
Pero no lo es.
Cada vez que capto su olor, es como una punzada de dolor en el pecho.
Cuando me mira como si no fuera más que un insecto insignificante a sus
ojos, siento como si me arrancaran el corazón del pecho. Apenas le conozco.
Entonces, ¿por qué me duele tanto su rechazo?
Me siento en el suelo, con la espalda apoyada en la estantería, fuera de la
vista de la puerta trasera. Acerco las rodillas a mi pecho y las rodeo con los
brazos, sintiéndome insoportablemente cansada. Hubo un tiempo en que solía
reír y responder. La antigua Thea había sido feliz con su vida.
¿Cuándo empecé a temer a mis propios hermanos, aquellos que debían ser
mis protectores?
¿Y ahora Lexion?
Esa cosa.
Parece que cada persona en mi vida que debería ser una forma de refugio
seguro para mí está resultando ser cualquier cosa menos eso.
Bajo la pena y el dolor hay una ira creciente. Y rabia por mi impotencia, por
mis propias circunstancias. Quiero ser como Seline, segura y fuerte. Apuesto
a que, aunque las cosas le fueran mal alguna vez, no se derrumbaría como yo.
—¿Algo raro? —se oye desde la puerta, y casi doy un respingo del susto.
Sin embargo, se dirige a la mesa y deja una gran bolsa de papel sobre ella:
Abro la bolsa y mis ojos se abren de par en par cuando veo un recipiente de
plástico transparente con filete y patatas. Hay otro con algo que parece
postre.
Haciendo caso omiso, abro la tapa del filete y lo cojo con las manos.
Me acabo el filete en cinco minutos, sin apenas masticar. Una vez saciada
por la carne, voy a lavarme las manos al fregadero, sintiéndome como una
criatura maleducada. Seline también me ha proporcionado cubiertos. Cojo el
resto de la comida y vuelvo a sentarme junto a la estantería, comiendo las
patatas de forma más refinada.
*** ***
Estoy en algo suave.
—Te ha traído Lexi. —Llega una voz familiar desde un lateral, y noto que
Seline está sentada en el sofá—. Te encontró durmiendo en la trastienda de
tu clínica. Abrazada a tu tarta, si me permites añadir.
Se ríe de repente:
—Oh, claro que no. Austin me hizo la vida imposible y le odiaba por ello.
Pero las cosas cambiaron. Tenía sus razones, pero nunca me las dijo, y tardé
más de un año en perdonarle por completo. Incluso después de casarnos,
tuvimos que resolver muchos problemas juntos. Las relaciones son así de
complicadas. Pero, —Levanta un dedo—. merecen la pena. Tengo un lugar al
que pertenezco. Tengo un compañero que me quiere, aunque discutamos.
Tengo una familia cuando no tuve ninguna mientras crecía.
Creo que Seline tiene buenas intenciones, pero no creo que entienda lo
profundo que es el odio que Lexion siente por mí. Puedo verlo en sus ojos
cuando me mira, la desesperación y el asco.
Seline parpadea.
—Yo no he enviado eso. Lexi pasó por aquí e hizo un pedido. Dijo algo de
que no comías, que es otro punto que quería hablar contigo. ¿No comes en la
guarida?
—No quiero que los otros lobos se sientan incómodos con mi presencia. Sé
que no les gustan las Panteras y...
Sus palabras son duras y, al mismo tiempo, me dan una amarga dosis de
realidad.
Tiene razón.
—Has dado un paso, Thea. — Seline me mira, y dice con voz cuidadosa—:
El siguiente paso será más difícil o más fácil, dependiendo de cómo quieras
que sea. Ven a cenar hoy a la sala común. Es dentro de una hora. Te prometo
que no será tan malo como crees.
Veo cómo se levanta para marcharse y, cuando la puerta se cierra tras ella,
vuelvo a desplomarme en la cama, con los pensamientos desordenados.
Tiene razón.
Sé que la tiene.
Sé que tengo miedo, pero quizá debería enfrentarme a mis miedos ahora en
lugar de huir. Toda mi vida, huir ha sido más fácil. Esconderme para que
nadie me patee ni me pegue ha sido la opción ideal. Tengo la sensación de
que aquí no me tratarán así.
Trago saliva, me quito la manta de encima y me pongo de pie.
Me ducho y me pongo unos vaqueros y una camisa que me había dado Seline.
La sala común está llena de gente cuando entro, y el olor a comida fresca
inunda el aire. Vacilo en la puerta, sintiendo cómo aumenta mi pánico al ver
a tantos metamorfos.
Esto es mucho.
Puede que mi lobo se sienta atraído por ella debido al débil vínculo que nos
une, pero mi contraparte humana no tiene ningún interés en ella. Sin embargo,
a pesar de que estoy seguro de que no me atrae lo más mínimo, no puedo
dejar de mirarla.
No soy idiota.
Mi atracción hacia ella aumenta cuanto más tiempo paso con ella, lo que me
cabrea. Lo peor es que cada vez que me reafirmo contra ella, recordándome
todas las razones por las que debería alejarme de ella, acabo cediendo. Ella
no hace nada. Está callada y reservada a mi alrededor, ignorándome hasta el
punto de molestarme. Y sé que no es porque esté en su naturaleza. La he
visto con los animalitos y sus dueños. Es dulce con ellos. Habla con los
clientes que entran. Es diligente en su trabajo. Todo el mundo a su alrededor
ve su sonrisa y su dulzura.
—Alguien está enfurruñado —dice una voz conocida, y miro a Ray mientras
deja su plato a mi lado—. ¿Por qué está la sala común tan llena hoy?
Hago un gesto con el tenedor hacia la mesa del rincón donde Thea está
apartada y comiendo.
—Todos quieren mirarla.
—Sí, sí. —Ray pone los ojos en blanco—. He escuchado todo tu discurso
antes. Pero es una cosita mona.
—¿Qué?
¡¿Quiere a mi compañera?!
—¿Entonces por qué te importa? —Ray parece confuso—. Tú la rechazaste,
¿verdad? Austin quiere que se quede en la manada. En manos del enemigo,
ella puede ser un arma. ¿No es mejor que tenga lazos con la manada? Y es
una dulzura, justo mi tipo...
—¿Qué?
—¿Te oyes? La rechazaste, claro. Pero eso no significa que tenga que estar
soltera el resto de su vida, suspirando por ti. ¿O es eso lo que esperas? —Su
voz se vuelve fría—. ¿Qué, porque es una Pantera, la rechazaste y le diste
una lección? ¿Y ahora nadie debería quererla? ¿Intentas castigarla?
Gruño:
—¿Tu hermana? —Ray termina en voz baja—. Esta chica es una sanadora,
Lexi. Ambos sabemos que los sanadores son almas muy gentiles. Ya ha
pasado por un infierno. La oíste llorar aquella noche. La viste salvar a
Seline. Incluso aceptó la marca condicional que Sam le puso. Ha hecho todo
lo posible y más para demostrar que no es una amenaza para nosotros. Estás
dejando que tu rencor contra su especie saque lo peor de ti. Deja de
castigarla. Ella no te ha hecho nada.
—¿No la quieres? Pues vale. Entonces voy a cortejarla. Ella es más mi tipo
de todos modos.
Me pongo de pie y busco su cuello con la mano, pero otra mano me rodea la
muñeca y me obliga a bajarla.
—¿Qué haces?
—Lexi, soy más que comprensivo con tu situación, por eso no te estoy
forzando. Yo estaba allí, recuerdo cuando ocurrió todo. Entiendo que no
puedas ver más allá de esto, Lexi. Lo entiendo. Pero no puedo justificar que
permitas que tu compañera predestinada sufra cuando hay otros dispuestos a
aceptarla.
—¿Por qué? —grazno—. ¿Por qué estás tan desesperado por mantenerla
aquí? ¿Por qué la tratas como si fuera especial?
—Lo sé. —Mi voz es ronca—. Pero no puedo. Todo dentro de mí la rechaza.
—Entonces déjala ir. No ha hecho nada para merecer tu castigo. Déjala estar
con alguien que pueda empezar a curar sus heridas.
Siento que estoy cometiendo un error, uno que quizá no pueda deshacer.
*** ****
—¡¿Vas a ir al club?!
Han pasado dos días desde que Ray declaró su intención de cortejar a mi
pareja predestinada. Hace dos días que no puedo dormir bien.
Sé que Ray intentó intercambiar tareas conmigo, pero mientras Austin estaba
algo dispuesto, fue Seline quien se negó. No sé cuál fue su razonamiento; no
quiso decírmelo.
Pero mi lobo se siente miserable y furioso, y compite por el control. Y yo no
lo estoy haciendo mejor. No me ayuda ver a Thea haciendo lo que hace en su
elemento.
¡¿Un club?!
—Algunas de las chicas me invitaron —murmura Thea, pero hay una sonrisa
en su voz, y puedo oír la emoción subyacente—. Creo que quieren
conocerme.
Oigo una risa suave mientras Thea calma a su amiga, pero no escucho lo que
dice.
Mi mano se cierra en un puño. ¿En qué coño está pensando? Se supone que
tiene que pasar desapercibida.
Antes de que pueda irrumpir, oigo unos pasos y Thea sale de la trastienda
cargada con algunas provisiones. Me mira y rápidamente aparta la mirada.
Sin embargo, yo estoy furioso y, por una vez, tanto mi lobo como yo estamos
de acuerdo.
Me acerco a ella, y sólo cuando me elevo sobre ella desde el otro lado de la
mesa me mira, con tono receloso:
—¿Qué?
—¿Y qué si lo estaba? —Cruzo los brazos sobre el pecho, sin importarme si
parezco intimidante en lo más mínimo.
—¿Perdona? —gruño.
—No soy tu compañera, Lexion. —Me enseña los dientes, y puedo ver como
asoma su confianza en ella, que sigue creciendo poco a poco.
El problema es que a mi lobo le gusta verla enseñándome las garras, y no
puedo evitar sentirme un poco intrigado. Este es un nuevo lado de ella que
estoy viendo.
—¿Crees que voy a dejar que vayas a un club por donde merodea quién sabe
qué?
Su mandíbula se endurece.
Un grave error.
CAPÍTULO 11
Thea
Pero ese miedo se desvanece cuando miro los ojos furiosos de Lexion.
No sé por qué.
Es algo con lo que he estado luchando. Cuanto más tiempo paso a su lado,
más cómoda se siente mi Pantera. Su presencia me hace sentir segura y
protegida de una forma que no había experimentado en mucho tiempo.
Incluso ahora, mientras sus gruesos dedos me sujetan la cara con la furia
escrita en su rostro, no me queda ni un ápice de miedo. Pero hay otra
emoción.
Excitación.
No puedo evitarlo.
Su contacto activa algo dentro de mí, y mi pantera ronronea, estirándose,
deseando algo más que ese contacto. Me quedo inmóvil, incapaz de
moverme o apartarme, sorprendida y horrorizada por mi reacción.
Universe se queda inmóvil, con los ojos muy abiertos, a la vez que Lexion
retrocede de un salto, con la cara roja. Me balanceo en mi sitio, con los ojos
tan abiertos que sé que parecen platillos.
Veo que mi amiga duda, y luego, sin perder un segundo, anuncia en voz alta:
—¡Voy a tirar la basura!
No soy idiota.
El asesinato de su hermana.
Es sólo que incluso ahora —y me siento tonta por ello— hay una pequeña
brasa de esperanza dentro de mí. Es una tontería porque sé que tener
esperanza es peligroso. Es la personificación de la estupidez querer algo que
sé que nunca tendré.
Y sin embargo...
El agarre de Lexion había sido firme y duro, nada amable. Pero su tacto se
sentía bien en mi piel. Aprieto los labios, temblorosa.
—No pasa nada —murmuro, intentando respirar—. No pasa nada si no te
quiere. Has sobrevivido a cosas peores. Sobrevivirás a esto también.
Desearía estar hecha de una materia más dura, de una determinación más
férrea. Pero no puedo evitarlo. Nunca he tenido novio. Nunca se me han
acercado chicos. Siempre supe que era un poco sosa. Si a eso le sumamos el
trato que me han dado mis hermanos, me he pasado la última década de mi
vida preguntándome si valía la pena quererme.
Estoy en el bar donde trabaja Seline. Nunca antes había entrado en este
lugar, y me debato entre mirar fascinada a mi alrededor y tratar de averiguar
qué está pasando ahora mismo.
—No pasa nada. —Seline limpia un vaso mientras Austin está sentado en la
barra, con la cartera sobre la mesa—. Lexi te ayudará.
—Puede llevarla Roy. —Austin frunce el ceño, pero Seline le dedica una
sonrisa que roza la maldad.
Oigo el gruñido retumbante de Lexion desde donde está sentado dos asientos
más allá, con su segunda cerveza en la mano.
—¡No es seguro para ella! —Golpea la mesa con la mano—. ¡En un club,
ella es una presa si esos malditos gatos van a por ella!
Por la forma en que Austin habla, parece que piensa que mi casa es esta
manada. Es una sensación agradable, aunque sé que no lo dice en serio.
—Es bonito que creas que puedes opinar. Si quiere ir, va. Fin de la historia.
Nuestro trabajo es mantenerla a salvo. Y, además —suelta el paño que tiene
en la mano, con un extraño brillo en los ojos—, ¿qué te preocupa? Sabes que
estará protegida dentro del club. Mientras no salga del local, estará a salvo.
A menos que no sea eso lo que te preocupa. —Una sonrisa malvada se forma
en sus labios—. ¿No me digas que te preocupan todos los hombres extraños
que querrán bailar con ella?
—Vuélvete loca.
La voz de Seline es firme, y aprieto los labios para contener mis emociones.
—Gracias.
Me sonríe.
*** ***
Para ser una ciudad pequeña, Arrow Brooke tiene muchas tiendas de ropa,
algunas de marca, otras baratas y también de segunda mano. Elijo una tienda
de segunda mano y entro. Casi todas mis compras de ropa las he hecho aquí
desde que era joven. Y Universe también me daba algo de su ropa. Algunas
prendas las recogía de las cajas de donaciones. A mis hermanos no les
importaba de dónde sacaba la ropa.
—Es una marca muy cara —le digo mientras avanzo hacia un perchero—.
Sólo tengo que llevar ropa, no presumir de ella.
Lexion cruza los brazos sobre el pecho, con una mirada amenazadora.
—Voy a probármelo.
Levanta la ceja.
Sonrío.
Sacude la cabeza y está a punto de escanear el objeto cuando se lo arrancan
de las manos.
Mis ojos se abren de par en par y miro a mi lado para ver a Lexion con una
expresión estruendosa en la cara.
—No, no necesito...
—¿Perdón?
Veo que en sus ojos aparece el asombro, seguido de una mueca de desprecio.
—Oh, ya lo entiendo. Sólo querías estar a solas con Ray. ¿No es eso?
Mi mandíbula se tensa.
Nunca había visto a nadie palidecer tan rápido como Lexion al oír mis
palabras.
CAPÍTULO 12
Lexion
Puede parecer una cantidad enorme, pero a los metamorfos les cuesta llevar
ropa usada, teniendo en cuenta los diferentes olores que se impregnan y que
no se pueden lavar. La calidad de la ropa importa, y Seline se había
propuesto que Thea tuviera un armario completo de ropa bonita.
Miro fijamente el montón de ropa mezclada y combinada que el dependiente
está doblando lentamente y metiendo en una bolsa, y por alguna razón me
siento como una mierda. Todas las mujeres con las que he estado las he
vestido con ropa mucho más cara. Los cambiaformas lobo son físicamente
afectuosos y también grandes proveedores. Cuando elegimos parejas íntimas,
temporales o no, tenemos fama de prodigarles regalos caros, mimarlas al
máximo. Por eso no suele haber malos rollos entre las parejas íntimas
temporales dentro de las manadas de Lobos.
—Usa esta.
—Basta.
Sin embargo, la cara de irritación que pone no tiene precio y, a pesar de las
circunstancias, me anima. Nunca he encontrado una mujer de metro y medio
más molesta que ella.
—No querías que otro macho le pagara la ropa —me interrumpe Ray—. Si
quieres mentir, hazlo con alguien que no te conozca desde que eras un
cachorro. Mira, no digo que el pasado no deje huella, pero a veces hay que
seguir adelante. Ellie tuvo su justicia, Lexi. Con sangre. Thea me salvó la
vida. No tiene a nadie en su vida que no quiera algo de ella aparte de ti. Pero
ni siquiera estás seguro de querer estar de su lado.
—Tú...
Le sigo con la mirada mientras sale de la tienda. Mis ojos le siguen cuando
se acerca a Thea y baja la cabeza, sonriéndole amablemente y murmurando
algo. Ella parece dudar y luego sonríe suavemente.
** ****
—¡Lexi! ¡Lexi!
—¡Ellie!
Con el corazón palpitante, miro fijamente al techo, con los ojos húmedos por
una pena que nunca se ha calmado del todo, ni siquiera después de todos
estos años. Mi lobo está inquieto dentro de mí.
Me incorporo y muevo las piernas hacia un lado de la cama. Con manos
temblorosas, busco la jarra de agua de la mesilla de noche, pero me doy
cuenta de que está vacía.
Mis padres hace tiempo que se fueron, llevados por el dolor de perder a su
hija menor, dejándome solo para valerme por mí mismo y enterrarlos.
Austin, Ray, y toda mi manada, no entienden esta amargura que hay dentro de
mí. No espero que lo hagan. No espero que nadie lo entienda porque son
heridas a las que nadie puede aplicar un bálsamo. No ven mi lucha conmigo
mismo, con mi deseo. Me he pasado los últimos años ahogándome en
mujeres, intentando superar los terrores nocturnos que me acosan y el
recuerdo que me persigue a todas partes.
Esta agonía que llevo dentro no tiene salida. Es un dolor palpitante que tengo
que tragarme todos los días.
Thea.
Suena casi resignada y decido marcharme. Sin embargo, tengo los pies
clavados en el suelo y, al final, me encuentro abriéndome camino hacia ella.
—No podía dormir. —Se encoge de hombros, y cuando mueve el brazo, veo
que la manga se levanta y deja al descubierto su brazo desnudo, que tiene
profundas marcas de arañazos.
Veo que algo parpadea en sus ojos y luego veo rabia. Me aparta la mano de
un manotazo.
Tiene un aspecto tan delicioso, sonrojada y enfadada, sus ojos verdes brillan
en un arrebato de ira que hace que se me caliente la sangre.
Veo el asombro en los ojos de Thea cuando mi mano rodea su nuca, seguido
de una aguda toma de conciencia. Su excitación es instantánea y puedo ver la
confusión en sus ojos.
Ahora mismo no parece controlar sus propios actos, y sus movimientos son
agitados mientras intenta empujar su boca contra la mía. Aprovechándome de
su impotencia y su necesidad, me siento como un monstruo, pero la deseo
como nunca antes había deseado a otra.
Con sus piernas alrededor de mi cintura, uso una mano para acariciarle el
pecho, acariciarle esos pequeños senos turgentes, sus pezones rosados y
fruncidos que hacen fuerza contra la tela. Bajo la boca y me meto uno de
ellos en la boca, con la tela incluida.
Me rodea el cuello con los brazos y echa la cabeza hacia atrás, sollozando,
como yo, demasiado ida para seguir siendo racional.
Sus gritos son suaves y desesperados mientras le muerdo el pezón. Noto la
humedad de sus bragas contra mi estómago mientras maúlla. Su aroma es
exuberante y me envuelve, dándome ganas de saborearla.
Y lo hago.
Cuando sus piernas cuelgan de mis hombros, veo que se da cuenta de algo,
pero antes de que pueda protestar, le arranco las bragas con los dientes y le
meto la lengua.
Su jadeo es hermoso.
Esto no es suficiente.
La bajo, una mano me baja la cremallera del pantalón. No lo dudo. Está tan
jodidamente mojada, goteando. Me empujo dentro.
Su grito es corto y estremecedor, con un dolor agudo.
Una virgen.
Era evidente.
Lo quiero todo.
Quiero que grite mi nombre, que me ruegue que pare, que la folle más fuerte.
Mi mente es un caos, envuelta en esta mujer diminuta que me consume.
Siento que mi lobo sale a la superficie cuando ella vuelve a apretar mi polla,
con los ojos fijos en su cuello, donde debería estar la marca de
apareamiento.
Eso es lo que me devuelve a la realidad.
Joder.
CAPÍTULO 13
Thea
No fue por falta de ganas. Simplemente nunca hubo una oportunidad. Mi vida
siempre ha estado controlada por mis hermanos. Con todos los otros
problemas que tenía en mi vida, nunca consideré siquiera la posibilidad salir
con alguien.
¿Qué he hecho?
No soy idiota.
Nada ha cambiado.
Simplemente se fue.
Me utilizó y se marchó.
Me quitó todo lo que tenía y me dejó aquí una vez que se divirtió.
Podría haberle detenido. Podría haber dicho que no. Pero era como si algo
más se hubiera apoderado de mí. Nunca me había sentido tan bien en mi
vida.
¿Yo no importo?
*** ***
Mi mente es un caos.
Sigo fluctuando entre odiar a Lexion y odiarme a mí misma.
No quiero verle y que me recuerde cómo me ve, cómo cada caricia que
había sentido tan tierna en aquel momento se había llenado de egoísmo y
malicia.
Su amabilidad hace que me lloren los ojos, pero ahora mismo no confío en
mí ni en mi buen juicio.
Me limito a asentir, aceptando la bandeja de comida.
¿Pero esto?
Esto ha sido cruel de una manera que ha roto algo dentro de mí.
Mi compañero predestinado me ha usado para correrse y luego se ha
marchado, sin inmutarse.
Mi madre solía decirme que los que hacen el bien alrededor suyo reciben el
bien a cambio. Pero se equivocaba. Se equivocaba porque me castigan y me
hacen daño una y otra vez.
Llaman a mi puerta. Golpes agudos que me hacen levantar la vista, con los
ojos palpitantes.
Celia.
Sacudo la cabeza.
—No es nada.
—¿Te hizo algo Lexi? —exige saber. Casi parece enfadada—. Después de lo
que pasó anoche, ¿no deberías estar contenta? ¿Por qué lloras? ¡¿Qué te
hizo?!
—¿Q-Qué?
—No quiero hablar de ello. —Me encojo de hombros, por doloroso que sea.
Me estudia.
—Estaré bien.
—Um, eso es un poco soso para un club, sobre todo si esperas ligar y
conseguir bebidas gratis.
—¿Lo es? —Siento dudas—. Pensé que era bastante exagerado para mí.
—Eso es lo que yo me pondría para trabajar. Por suerte para ti, tengo lo que
necesitas.
Es entonces cuando me fijo en el paquete que lleva en la mano.
—Toma, compré esto el otro día, pero me dieron una talla equivocada y me
da pereza ir a que me la cambien. Pero podría ser tu talla. ¿Por qué no te lo
pruebas?
—Gracias.
—Sí. Tengo cara de niña, así que me ayudan a que la gente me tome más en
serio.
Celia me sonríe.
—Las chicas tenemos que permanecer unidas, ¿verdad? Sé que aún no has
hecho ninguna amiga en la manada, y he pensado que alguien debería
tenderte una mano. Esta noche va a ser una locura.
Se pone de pie.
Esta noche, seré una persona diferente, una que incluso puede enfrentarse a
gente como Lexion.
CAPÍTULO 14
Thea
Las luces parpadeantes, la música alta, los cuerpos que rechinan y el espeso
olor a sudor y a humanidad casi me hacen desplomarme cuando entro en el
club. Sin embargo, Celia me tranquiliza con un tono divertido:
Me da un par de auriculares blandos y veo que las otras chicas que están con
nosotros los sacan de sus bolsas.
Los conecto y me doy cuenta de que tiene razón. De repente, los sonidos se
han atenuado hasta un nivel aceptable. El hedor sigue ahí, pero noto que mi
nariz se acostumbra.
Le miro.
—No pasa nada. Me quedaré un rato y luego me iré. Te vas a encontrar con
muchos Otros aquí, así que mejor prepárate.
Mientras hablo, miro a los porteros y camareros, pero pronto me doy cuenta
de que reconozco a todos los empleados.
Ray sonríe.
—Inteligente. ¿Por qué crees que Seline se sintió tan cómoda dejándote venir
aquí? El club nos pertenece a Jason y a mí. Fuimos al cincuenta por ciento en
este lugar. Y tienes razón. Tuvimos la idea del bar. Por la mañana, este lugar
funciona como una cafetería. Por la noche, es un club. ¿Qué te parece?
Parece muy contento, y no puedo evitar sonreír.
Me mira.
—Escucha, dale tiempo a Lexi. Ha pasado por mierda. Mucha mierda. Pero
no es un mal tipo.
Veo que Ray quiere decir algo, pero me alejo, no quiero seguir escuchándole
defender a su amigo. Ray no está en mi lugar. Nunca entenderá cómo me
siento. Y sé que cuantas menos expectativas tenga de la gente, mejor.
Me mira incrédulo.
—Bueno, hola.
—Bueno, ¿qué tal si dejas esa bebida y me permites hacerte pasar un buen
rato en la pista de baile?
No parece muy inclinado a respetar mis deseos. Sin embargo, Celia aparece
de la nada.
—¡Vamos!
Celia está bailando con un hombre extraño, e intenta atraerme, pero niego
con la cabeza.
—Voy a sentarme.
—¿Estás sola?
Un hombre se me acerca.
—No. —Mi voz es un poco brusca ahora. Tal vez sea porque siento la
cabeza rara. No me siento del todo estable ahora mismo.
—Vamos, nena.
—Deja de molestarme. —Mi voz es cortante. Nunca había usado un tono así.
Se burla:
—¡Mierda!
El hombre se ríe.
—Vamos, cariño. No seas una provocadora. Déjame verte sin ese vestido.
Te lo daré bien duro.
Cada vez que me toca, quiero apartarlo. Lo intento, pero él tiene una mirada
decidida mientras me agarra casi con fuerza.
Algo me pasa.
No sé qué.
—Celia…
—¿Me has echado de menos? —se burla antes de golpearme contra la pared.
Me golpea contra el muro con tanta fuerza que noto que se me abre la cabeza
al entrar en contacto con los ladrillos.
—Si quieres darle una paliza, hazlo en otro sitio. Pronto vendrán a buscarla.
—¿Por qué hago esto? —se burla de mí—. Lexi. Por eso.
—¿Te crees tan especial? ¿Sólo porque Lexi te metió la polla? Noticias de
última hora, cariño. Se ha acostado con muchas mujeres. Tu pequeño
“estatus” especial es la razón por la que tengo que deshacerme de ti.
Está lo suficientemente cerca como para saber que, si la ataco, puedo herirla
e intentar escapar, pero entonces recuerdo el hechizo que tengo. Si ataco a
cualquiera de los miembros de la manada, moriré.
Se pone de pie y mira a Nolan, que se la queda mirando, y dice con voz
despreocupada:
—Vigila a tu putita.
Veo que los ojos de Nolan se oscurecen al darse cuenta de lo que quiere
decir.
—¡No entiendo por qué pensaste que era una buena idea! —La voz de Seline
es fría—. ¿Te la follas y luego te vas?
—¿Aclararte las ideas? ¿La dejas desmayada para que se despierte sola
porque has decidido ponerte a ti por delante? ¿Qué parte de lo jodida que ha
sido su vida no entiendes, Lexi? Podrías haberla llevado dentro. Podrías
haberla cubierto con tu camisa. Podrías haber hecho miles de cosas. ¡Pero
elegiste alejarte, joder!
—¿Sabes? Solía pensar que lo que hizo Austin fue una cagada. Pero me
equivoqué. Tú eres peor. Al menos tuvo remordimientos, joder.
¿Perdona por ir anoche a por ti como un animal cuando te había dicho que te
despreciaba?
Lo que lo hace todavía peor es que estar con ella, nuestros cuerpos juntos,
fue lo mejor que he vivido. Y a pesar de las palabras que le lancé, la quería.
La deseaba.
Era virgen.
Se lo quité.
Debería haber...
Por la forma en que Seline me mira, es obvio que preferiría arrancarme toda
la cabeza de un mordisco. Austin también se da cuenta, y su voz es más
firme:
No sé qué decir.
Me siento culpable por el revés a la manada, pero me siento peor por Thea.
—Arreglaré esto.
Lo abro y veo una foto de Thea. Casi se me para el corazón al verla. Lleva
puesto un pequeño trozo de tela que apenas la cubre, el pelo recogido en
rizos alborotados y un ligero maquillaje. Ya parece un sueño húmedo y,
además, la forma en que aparece en la foto, su postura tímida, hará que
cualquier hombre se vuelva loco por ella. No podrá defenderse. No sabrá
cómo mandarlos a la mierda. Es demasiado dulce para eso.
Me hierve la sangre.
Austin me estudia.
Quiero pegar un puñetazo porque mientras salen las palabras, tengo que
enfrentarme a la verdad.
—Sé que ella no es como ellos. Lo sé. Pero no ha sido fácil, Austin. Y ella
también me ha mantenido a una maldita distancia de tres metros. Es dulce
con todo el mundo, pero cuando se trata de mí, parece que quiere sacarme un
puto ojo. Dijo que yo era como sus hermanos.
—No sé. Disculparme por ser un imbécil, supongo. Y ver cómo reacciona a
eso primero.
Me doy la vuelta para irme, y tengo la mano en el pomo de la puerta cuando
la voz de mi alfa viene de detrás de mí:
—Le has hecho mucho daño, Lexi. Sé de lo que hablo porque yo le hice daño
a Seline. E incluso ahora, hay veces que la sorprendo mirándome y sé que
aún le duele. Crucé una línea con Seline. Puede que aún no hayas cruzado
esa línea con Thea.
No sé si es verdad, pero por ahora, tengo que asegurarme de que Thea está
bien.
*** ***
Por eso no estaba muy interesado en invertir en este lugar cuando Ray y
Jason me propusieron la idea. Tengo mis propias inversiones personales en
otro lugar. Este nunca fue de mi gusto.
Me asalta un espeso olor a sudor y sexo y todo lo demás que me haría
vomitar nada más cruzar la entrada.
Ray no está a la vista cuando entro, pero me topo con una figura familiar.
Celia Hawthorne.
Está mintiendo.
Sé que lo está.
Celia debe de ver la duda en mi cara porque hace un gesto de beber con la
mano.
—Estaba bastante borracha. Se tomó unos cuantos Long Islands, uno detrás
de otro.
Antes de Thea, habría aceptado la invitación de Celia sin pensar. Así fue
como nos acostamos la primera vez, con sus sugerencias murmuradas y sus
manos sobre mí. Pero tengo el sabor persistente de mi compañera
predestinada en la lengua.
—¿Qué tiene ella que no tenga yo? —Frunce el ceño, con las manos en las
caderas.
—¿Qué?
Sonríe.
—Toma.
Me tiende el teléfono con la galería de fotos abierta. Paso una foto tras otra.
No miente. Veo a Thea con un hombre tras otro y en ninguna de las fotos veo
su cara. Solo su espalda y la cara del hombre que está con ella.
—A buscarla.
Pero en lugar de ir al lavabo, el camino lleva a la salida, donde una pareja
se está besando. Los echo a un lado.
¡¿Realmente salió?!
Ningún aroma.
—Celia acaba de decir que se fue con un tipo con el que estaba flirteando.
Su rastro termina en la salida.
—¿Qué?
—Celia —murmura Ray. Sin embargo, ella está justo detrás de nosotros,
preocupada y un poco pálida.
—¿Qué es lo que no nos dices? —Ahora mi voz es fría como una noche de
invierno—. Ella se fue con un tipo, ¿y se supone que debo creer que dejaste
que se fuera?
Se le llenan los ojos de lágrimas.
—No lo sabía.
—¿Qué horarios?
¿Está huyendo?
Celia palidece.
—El último se fue hace media hora. Lo sé porque lo rodeó delante de mí.
Me ha dejado.
CAPÍTULO 16
Thea
Me duele la cabeza.
La cabeza me da vueltas.
¡Nolan!
¡Nolan me llevó!
Su risa es divertida.
—¿Adónde crees que vas? Este va a ser tu nuevo hogar para el resto de tu
vida.
—Te habría dado algún estatus en la manada siempre que pudieras procrear.
Incluso te habría dejado ver a tus hijos. Pero ahora no. Ahora, vas a pagar
por esta humillación.
—¡No puedes retenerme aquí! No soy una cosa que se pueda retener. Soy una
persona, y tengo derecho a… ¡Ay!
Su bofetada me hace caer al suelo mientras se burla de mí. Presiona su pie
contra mi mejilla, clavándome contra el suelo.
¿Mi cuerpo?
Quiere usarme para dar a luz a descendientes que lleven mi genética: la línea
de sangre Alnora.
Nolan interpreta mi silencio como miedo y sumisión, y quizá por eso retira
el pie de mi cara. —La ceremonia de apareamiento es dentro de siete días.
Serás mi segunda compañera, pero no podrás salir de esta habitación
después del apareamiento. Cuando tengas un hijo, Clarice será quien lo críe.
Nunca te dejaré ver a tus hijos.
Me haría pasar por todo eso sólo para conseguir lo que quiere.
—Eres la última Alnora que existe. ¿De verdad pensabas que te dejaría
escapar de mis manos? ¿Sabes lo que pasa cuando un Alnora te trae de
vuelta de las puertas de la muerte?
Le miro fijamente.
Está loco.
Tengo que salir de aquí. No puedo quedarme aquí. ¡Tengo que encontrar una
manera de escapar!
Dejo atrás el miedo atroz a sus amenazas e intento calmarme. Ya me escapé
una vez. Puedo volver a hacerlo.
—¿Qué? ¿No tienes nada que decir? —Nolan sonríe—. ¿Ni llantos ni
súplicas? Tengo que decir que estoy sorprendido.
Mis ojos miran al suelo mientras intento superar el miedo. Siempre he tenido
miedo. La única vez que conseguí salir fue cuando me obligué a atravesar
ese grueso muro de terror. Y si lo hice una vez, lo volveré a hacer.
—Eras mía desde el principio, Thea. Desde el momento en que tus padres
huyeron de su antigua tribu para protegerte y desembarcaron aquí, eras mía.
Mi padre le concedió su protección a tu familia, pero sólo porque te quería
para mí. —Me agarra la barbilla bruscamente, obligándome a mirarle, con
sus dientes amarillentos mostrando una sonrisa—. No fue tu antigua tribu la
que mató a tus padres. Fuimos mi padre y yo.
—¿Qué?
—¿Sorprendida? Fue culpa tuya. Tus padres seguirían vivos si no fuera por
ti.
—Al principio, no sabíamos lo que eras, hasta que Chris se lesionó durante
una pelea conmigo. Fue entonces cuando te revelaste. Le salvaste la vida. Se
estaba muriendo. Y entonces tu estúpido padre tuvo el descaro de
rechazarme para ti. Mi padre fue allí de buena fe. Tú para mí, y te
dejaríamos llegar a la pubertad antes de llenarte de mocosos. Pero tus
padres se negaron. Así que los matamos. Aunque fue divertido. —Los
dientes de Nolan se desnudan en una cruel risa burlona mientras las lágrimas
ruedan por mis mejillas—. Tendrías que haber visto a tu padre suplicar y
gritar mientras nos divertíamos con la zorra de tu madre. Cuando
terminamos, el suelo estaba cubierto de su sangre. Y luego le tocó a él.
No sé cómo las palabras salen a la fuerza de mí, pero escupo, con la cara
húmeda.
Parece casi regocijado, y me pregunto qué otra revelación me hará esta vez.
Mi corazón se siente frágil ahora, golpeado en carne viva con cada verdad
que me ha lanzado.
Nolan me pasa el dedo por la cara mientras yo le devuelvo la mirada,
entumecida, con la mente en blanco por el shock.
—Por eso permití que tus hermanos te dejaran ir a esa universidad tuya. Pero
no sabes cuándo ser agradecida, ¿verdad?
—Realmente eras una muñequita rota perfecta. Pero tenías que estropearlo
todo, ¿no?
Mientras yo yazco allí, tosiendo sangre, él sale, cerrando la puerta tras de sí,
dejando que me hunda en esas oscuras verdades que me están desgarrando
por dentro.
*** **
Yo soy la razón por la que mis padres están muertos. Mis hermanos lo
sabían. Por eso me han odiado toda su vida.
La manada de lobos parecía querer tenerme cerca por ser una Alnora. Tal
vez vengan a por mí, aunque sea para sus propios fines egoístas, pero todo el
mundo quiere usarme. Al menos los lobos eran más amables al respecto.
La puerta se abre.
Levanto la vista, con la rápida esperanza asomando la cabeza.
Es Chris.
—Cállate. —Sus palabras son frías—. Ya has hecho suficiente daño, Thea.
—¿Y?
—¿Q-Qué?
—Espero que lo haga. —Chris se inclina hacia delante hasta que nuestras
caras estén a centímetros de distancia, y veo el odio ardiente en sus ojos—.
Espero que cumpla todas sus amenazas. De hecho, te sujetaré para él.
La pequeña brasa que había parpadeado dentro de mí, que había mantenido
la esperanza de que, aunque nadie me ayudara, tal vez Lexion sí vendría, se
apaga.
Por eso no puedo determinar qué autobús debe haber tomado Thea.
No puedo.
Huyó por lo que hice y por cómo la traté. Incluso yo sabía que lo que hice la
otra noche se pasó de la raya. Alguien tan suave y gentil como Thea habría
quedado destrozada al verse obligada a sufrir algo así. Y para colmo, fui yo
quien no pudo controlarse. Ella hizo todo lo posible por mantenerse alejada
de mí. Nunca se quejó conmigo o de mí.
Sólo tiene unas pocas pertenencias y lo poco que tenía sigue aquí. Mientras
rebusco en su armario, con la esperanza de encontrar alguna pista de adónde
podría haber ido, veo una pequeña caja. Sé que es una caja de madera que
una de las hembras maternas le dio para guardar sus cosas. La abro,
esperando ver alguna joya o algo parecido, como las que tienen la mayoría
de las hembras.
“Hoy he tomado sopa de miso por primera vez. Estaba buenísima. Podría
tomarla todos los días. Todo irá bien”.
“¡Me he comprado un vestido bonito por primera vez! A partir de ahora todo
irá a mejor”.
Esa nota en concreto tiene toda la tinta emborronada debido a las gotas de
lágrimas que la manchan.
Pero nada está arreglado. No hay ninguna pista de dónde podría estar Thea
ahora mismo, y el vendedor de billetes para los autobuses no aparece por
ninguna parte.
Ahora mismo podría estar en cualquier parte. Sin dinero, sin nadie que la
proteja. ¿Cuál era su plan? ¡¿A dónde irá?!
Los fuertes pasos de fuera me hacen volver a meter las notas en la caja.
—¡Hemos encontrado algo! —Ray llega como un rayo en la habitación—.
Vamos. Vamos a volver a la estación de autobuses.
Voy tras él y me detengo un momento. Miro por encima del hombro la caja de
madera que hay sobre la cama y vacilo.
**** ****
—Jojo aún no ha vuelto. Era el que estaba de guardia ese día. Y se fue
volando a Dios sabe dónde con su mujer y sus hijos. Su vieja se rompió una
pierna y...
—Mira, tío... —El hombre frunce el ceño, sólo para que le corte una mujer
molesta sentada en un escritorio cercano.
—Bueno. —Nos mira tras una breve conversación con el conductor al otro
lado—. Tu chica iba en el autobús, con el vestido que dijiste que llevaría. Se
dirigía a un pueblo cercano, Chastenville, y se bajó en un área de descanso
de la autopista Siete. Nunca regresó. No había rastro de ella en ninguna
parte. El conductor la buscó.
—Mira, sé que parece que todo está bien empaquetado y atado con un lazo,
pero hay algo que me sigue pareciendo raro. No puedo entenderlo. ¿Adónde
iría? ¿Por qué no disfrazarse? ¿Por qué dejar un rastro tan obvio?
*** **
Entre rechazar las insinuaciones de Celia, ahora que sabe que mi compañera
predestinada me abandonó, y buscar la verdad, me estoy agotando. Incluso la
amiga de Thea, Universe, no sabe dónde podría estar.
Frunzo el ceño.
—Creía que te gustaba eso de ella —murmura Seline, mirando alrededor del
callejón.
Sigo su mirada por el callejón, intentando captar algo que se me haya pasado
por alto anoche.
Tal vez sea el montón de caca de perro fresca que hay en la esquina. Hago
una mueca.
—Qué asco. Eso hará que todo el lugar huela a...
—Solo te quedan algunas de tus habilidades, ¿verdad? —La miro, con la voz
tensa—. Quizá no seas capaz de sentirlo.
*** ***
—Magia. —La voz de Sam es sombría—. Fuerte, además. Y
afortunadamente, puedo decir de quién es esta marca.
Saca su teléfono. Su voz es fría mientras se comunica con uno de sus muchos
subordinados:
Su rostro palidece.
—No lo sé. Solo recibí una llamada. Mira, ¿por qué te importa? ¡¿Quién
eres?!
Sangre.
La sangre de Thea.
Nolan.
Seline sisea.
—¡Déjame bajar!
—¡¿Qué has hecho?! —gruño—. ¡¿Ayudaste a esos bastardos a llevarse a mi
mujer?!
—Lexi...
Dustin palidece.
—¡¿Quién?!
—Un hombre. Era una pantera. Me pidió que ocultara el sonido y los olores
de este callejón, y yo... ¡Necesitaba el dinero!
—¡Deja de interferir!
—Me temo que no puedo permitir que lo mates, Lexion. Necesita ser
castigado apropiadamente. Pero primero, necesito ver cuánto daño ha hecho
este tonto. ¡¿Qué más, Dustin?! ¿Qué más te pidió que hicieras?
—…daño —concluye Sam con frialdad—. Sí, lo sé. Por desgracia, ayudaste
a ese hombre a secuestrar a una refugiada que la manada de mi hija
albergaba. Y a la pareja predestinada de este hombre.
La cara de Dustin se pone blanca como una sábana.
—Déjame.
Veo que el pequeño bastardo intenta buscar una forma de escapar, pero Sam
le agarra por la nuca. Es entonces cuando oigo el grito más espeluznante que
jamás he oído salir de la boca de alguien.
Dustin está de rodillas, con los ojos en blanco y la boca abierta, mientras
Sam le observa impasible.
Cuando el grito se apaga, Dustin empieza a hablar, con los ojos aún en
blanco y la voz confusa:
—Una poción, una poción para cambiar de forma durante unas horas.
Abro los ojos con agonía y arqueo la espalda cuando se oye un crujido en mi
pequeña prisión.
Lo han roto.
—Tienes razón.
Cuando se aparta de mí, siento un ligero alivio. Se agacha ante mí, me agarra
la mandíbula con la mano y me obliga a mirarle.
—Pero sabes lo que esto significa, ¿verdad? Si te corto los brazos y las
piernas, te volverán a crecer. Y entonces tendré que volver a hacerlo.
—Tengo la solución para eso. —Nolan se ríe antes de llamar a uno de los
guardias que están frente a mi puerta—. ¡Harry, trae el cubo!
Mi cuerpo palpita de dolor cuando oigo abrirse la puerta y unas pisadas que
rozan el suelo de cemento. Antes de que pueda pestañear, me arrojan un cubo
de agua helada. Suelto un grito ahogado, temblando en el suelo, acurrucada.
—¡Mírala!
Mi mente es un caos.
Me suelta.
—Qu… N-No…
—No conseguirás nada, Thea. Nada. Aquí eres una esclava. Tendrás el
título, pero eres una esclava y una reproductora, ¡y eso es todo!
Puedo sentir a mi pantera gemir dentro de mí. Sé que está llorando por Lexi.
*** ***
Sé que estoy soñando cuando me veo sentada junto a una piscina artificial
que me resulta familiar. Es el mismo lugar donde Lexi se me acercó, donde
jugó deliberadamente con mi corazón y luego lo aplastó.
Cada fibra de mi ser desea que esto no sea un sueño, pero sé que lo es
porque siento frío. Aún me duele el cuerpo, aunque las heridas se han
curado.
Quiero llorar.
Quiero gritar.
Quiero dejar de estar tan indefensa, pero mi ira sólo me traerá más dolor y
más violencia. Siento como si estuviera encerrada dentro de una caja cuyas
paredes se encogen. No hay salida, no hay forma de escapar. Me estoy
asfixiando, deseando una muerte que nunca llegará.
Siento cómo se expande esa pequeña pizca de odio que ha ido creciendo en
mi corazón.
Es mejor que esta soledad y agonía paralizantes con las que ahora tengo que
vivir. Todos en mi vida me han arrancado el corazón, lo han destrozado y
han pisoteado los restos. Así que, si no hay amor, me conformo con el odio.
—Thea.
La voz me hace quedarme inmóvil, y cuando miro por encima del hombro, es
para ver a Lexion.
Me quedo mirándole.
—Espera, es mi sueño. Estás aquí, ¿lo que significa que quiero que estés
aquí? —Me invade la ira—. ¡Vete! ¡No quiero ver tu cara! ¡Vete! ¡Fuera!
Mi angustia va en aumento.
—¡Vete! ¡Este es mi sueño! ¡Sólo quiero que me dejen en paz! ¡Sólo quiero
sentirme segura! ¡No te quiero aquí!
Está de pie, paralizado, con los ojos muy abiertos por la sorpresa, pero no
me importa. Me acerco y le agarro por las solapas de la camisa, por fin
tengo un objetivo para mi dolor, la rabia que me corroe por dentro:
—¿Quieres saber lo que me hacen allí? —Mis ojos brillan con lágrimas
desesperadas y rabia—. Me han roto los brazos, los dedos. Me torturan
todos los días. ¿Eso te satisface?
—Thea...
—No…
Se me quiebra la voz.
—No lo hice. —Me agarra la cara con las manos y puedo ver la humedad en
sus ojos—. Thea, te estoy buscando. Yo no te entregué a los Panteras. Te
juro...
—Por supuesto que dirías eso. Estás en mi sueño, una voz en mi cabeza.
Dirás lo que yo quiera, ¿verdad?
—Esto no es… Esto no es un sueñ…
—No paran. Nunca paran. Los gritos, la tortura. Pero saldré. —Le miro con
una sonrisa rota y llena de ferocidad—: Mi ceremonia de apareamiento. Es
dentro de dos días. Voy a salir. Huiré y acabaré con todo. Iré a un lugar
donde nadie pueda seguirme. Si la muerte es donde puedo estar a salvo,
entonces encontraré la manera.
—No… —La voz de Lexion se llena de pánico mientras me agarra por los
hombros—. ¡Thea! ¡No harás tal cosa! Júramelo. Voy a por ti.
—¿No te gusta oír eso? ¿Que eres un monstruo? ¿Por qué te iba a gustar?
Quieres demostrar a tu preciosa manada lo bueno que eres. Pero me vendiste
para ser esclava y reproductora. Eso debe haber sido satisfactorio. Debe
hacerte sentir bien saber cómo me lastimaron una y otra vez. La estúpida e
inútil Pantera se atrevió a ser tu compañera predestinada. Sí que me diste
una lección, Lexion. Una que nunca olvidaré.
—Te odio. Te odio tanto que ni siquiera puedo empezar a decírtelo. Odio
verte, y si... si tuviera la fuerza ahora mismo para romper nuestro vínculo de
apareamiento, lo haría. Acabaría con todo. Pero no te preocupes. Cuando
Nolan fuerce su marca en mí delante de todos, todos tus problemas se
resolverán.
Mis manos tiemblan tan violentamente que me doy cuenta de que algo va
mal.
—Si se las arregla para poner la marca en mí. Si logro estar viva tanto
tiempo, correré. Voy a escapar. Puede que no tenga a nadie que me quiera,
pero no me rendiré todavía. Me tengo a mí. Cuento conmigo misma. Me
protegeré. Y un día —las lágrimas corren por mi rostro—, un día seré feliz,
lejos de ti y de todos. Seré feliz, y tú... te arrepentirás. Te...
Duele.
Oigo que alguien me llama por mi nombre, pero delante de mis ojos solo
bailan manchas. Alguien me sacude, o quizá yo tiemblo a causa del frío. Pero
mi visión se oscurece y me desvanezco.
*** ***
No quiero.
No respondo.
Para mí es obvio que, a pesar de cómo me trata, sigue sin gustarle la idea de
que Nolan me tome como su segunda compañera. Insultarme tampoco es algo
nuevo para ella.
Me muerdo la lengua, sabiendo que, si digo algo, ella utilizará mis palabras
para arremeter contra mí.
—He dicho... —Me agarra del pelo, juntando los suaves rizos en un
doloroso apretón y lanzándome contra el suelo—. ¡¿Está lista la nueva
reproductora?!
Quiero gritar de dolor, pero tengo que aguantarme. Contenerlo, o será peor.
Aguántalo.
Toléralo.
—Escucha, mocoso...
—Da igual. Tengo mejores cosas que hacer con mi tiempo que perderlo con
esta zorra.
Se marcha enfadada y las dos Panteras me ayudan a ponerme en pie, con
rostros impasibles. No hay ni un atisbo de emoción en sus rostros. Ni
desdén, ni siquiera lástima. Pero me tratan con delicadeza.
—Eres la segunda pareja de Nolan —insiste Lee, ahora con la voz enfadada
—. Tienes estatus en esta tribu...
—Eso... —Veo que Lee intercambia una mirada con Beau, y su voz se tensa
con convicción—. Eso es porque quieres huir.
—¿Por qué no querría huir de un futuro tan prometedor como éste? Tienes
razón. No tiene sentido.
Una fea esperanza chispea en mi pecho, una que podría salvarme de este
infierno.
—¿Qué venganz...?
—Aquí no hay nadie —susurro, con los ojos brillantes—. Podéis golpearme
y matarme. No me defenderé. O… O hay otra manera. Conozco una forma de
deshacerse de mí, y nadie podrá rastrearla hasta vosotros.
Intento cojear hacia ellos, pero me detengo cuando la cadena me retiene. Aun
así, la desesperación me obliga a hablar:
—¡Estás loca!
—Aquí te respetarán...
*** ***
¿Amor?
Estoy rodeada.
Incluso el destino se ha rendido conmigo.
—Los que sienten lástima por ella deben saber que ella se lo buscó. Me
deshonró huyendo. Nos insultó intentando rechazarme y escondiéndose con
nuestros enemigos, los lobos. No merece respeto. ¡Esta ceremonia no es para
celebrarla a ella, sino para celebrar a los futuros herederos de esta tribu!
Es lo lógico.
—No.
—No.
—¡Zorra!
Antes de que pueda parpadear, me golpea la cara contra el suelo, una y otra
vez. Intento zafarme de su agarre, pero él no se detiene, un sonido animal y
enfurecido sale de su garganta.
—¡Hazlo!
—¡No!
No lo sé.
—¡Basta!
Oigo gritar a Lee, y por el rabillo del ojo, la parte de mi visión que no está
oscurecida por mi sangre, veo a Chris sujetándole. Beau está siendo sujetado
por Charlie. Beau lucha como un animal.
Sólo oigo la sangre retumbar en mis oídos. Todo lo que puedo sentir es dolor
y agonía.
Mátame.
Acaba con todo.
No más.
Espero poder ver a mis padres en el otro lado. Quiero hundirme en el cálido
abrazo de mamá y esconderme entre sus brazos. Quiero sentir el abrazo de
papá, ese escudo protector que Nolan me arrancó demasiado pronto.
Pero antes de que me lleve la oscuridad, mis ojos se abren de golpe al sentir
el pulso de algo en mi interior.
El vínculo.
El vínculo de pareja.
Mi pantera se agita.
No. ¡No!
La voz.
—¿Todos en posición?
Algo va mal.
Me culpó a mí.
—Hemos abatido a tres de los guardias exteriores. —La voz de Ray sale del
aparato que tengo en la oreja—. Tienen seguridad detallada. El equipo de
Jason se está ocupando del resto.
La sangre de Thea.
Los gritos y llantos sobresaltados se atenúan en mi oído mientras miro
fijamente al frente, donde se supone que tiene lugar la ceremonia. De
repente, la advertencia inicial de Seth y su grito de alarma cobran sentido.
No.
¡No!
Veo que la bruma de ira desaparece de sus ojos cuando mira a su alrededor y
se da cuenta de lo que está pasando. Sus ojos parpadean hacia donde Thea
yace inmóvil en el suelo. Veo el brillo en sus ojos y ya sé lo que planea
cuando se lanza hacia delante. Sus ojos se centran en el cuello desnudo de
Thea.
¡Bastardo!
Va a vivir.
Su cuerpo está frío al tacto, pero puedo sentir el vínculo aún no maduro entre
nosotros, que la mantiene atada.
—¡Es mi compañera!
No quiero nada más que hacerlo pedazos, pero sé que más soldados suyos
están en camino. Ahora mismo, la prioridad es recuperar a Thea. No
prolongar todo esto.
Lanzo tres aullidos cortos, indicando a Jason y Ray que se ocupen de Nolan
mientras saco a Thea de allí. Jason se abalanza sobre Nolan y va directo a su
garganta. Nolan se desplaza y, cuando empiezan a atacarse, yo vuelvo a
moverme. Poniendo a Thea en mi espalda, empiezo a correr en forma
humana. Está inconsciente. No hay forma de que pueda agarrarse de otra
manera.
Ahora reconozco sus caras. Me los he cruzado una o dos veces, matones
pendencieros. No forman parte de ninguna tribu, sólo de una tribu familiar
autoproclamada.
Me burlo:
Sin embargo, antes de que los míos puedan llegar hasta mí, sus hermanos les
bloquean el paso. Charlie sigue de pie, sin moverse, pero los dos más
jóvenes, Lee y Beau, me dan la espalda mientras se enfrentan a sus
hermanos.
—Entendido —murmuro.
Sujetando a Thea con cuidado, empiezo a correr.
Veo la suave luz azul y púrpura en medio del bosque. Oigo a los
perseguidores detrás de mí y avanzo más rápido que nunca.
Siento que mis rodillas ceden y dejo que Seline me quite de las manos mi
preciada carga.
** ***
—¿Cómo está Elías? —le pregunto a Jason, que tiene el brazo derecho
escayolado.
—Tammy ha hecho todo lo posible por curarla, pero no veo ninguna mejoría.
Han pasado tres días. Aún no se ha despertado.
—Fue una trampa. —Sigo enfadado—. Pero ¿cómo sabía Nolan que ella
estaría allí? ¿Cómo fue capaz de planear y ejecutar todo esto tan
eficientemente? Me molesta no saberlo.
Thea está pálida e inmóvil, su piel está fría al tacto desde que la trajimos, su
respiración es superficial. Me siento inútil, viéndola colgar del precipicio
entre la vida y la muerte. No puedo deshacerme de su imagen yaciendo en el
suelo, con los labios ligeramente curvados, sangrando, abrazando felizmente
la muerte.
Llaman a la puerta y, cuando levanto la vista, veo entrar a Seline. Tiene una
mirada extraña. —Tenemos visita.
¿Visitantes?
Veo entrar a Sam, seguido de cerca por otro hombre que reconozco.
El alcalde de la ciudad.
—¿Hay algo en la sangre de los machos de esta manada que les haga
disfrutar haciendoles daño a sus compañeras?
Sé que aún tiene cicatrices de cómo fueron las cosas entre ella y Austin. Y sé
que Austin se arrepintió y se ganó su perdón y que son felices. Pero a veces
veo un destello de emoción en sus ojos cuando se menciona el pasado.
—Mire...
El alcalde me interrumpe:
—Hubo un malenten...
—¿Sabes por qué las Alnoras estaban tan bien escondidas? —Puedo ver el
poder de la criatura que tengo ante mí, y mi lobo se eriza en señal de
advertencia—. Las protegimos. Les ofrecimos protección y ellos aceptaron,
pero al final, sus corazones eran blandos, más amables y clementes, y
permitieron que entrara toda la suciedad y la inmundicia para curarles,
ayudarles. Y a cambio, esas mismas personas a las que ayudaron les robaron
a sus hijas y compañeras y se aparearon con ellas sin su consentimiento. La
tribu Alnora fue esclavizada contra su voluntad, oculta a nuestros ojos. A sus
hombres no les fue mejor. Por eso, los más ancianos juramos que si alguna
vez encontrábamos un superviviente de la tribu Alnora, nos lo llevaríamos y
lo ocultaríamos del mundo.
—No me importa...
—No lo sé. Lo que sí sé es que, aunque Lexi se mostró distante con ella y
quizá duro con sus palabras, él no es responsable de lo que le ha ocurrido
ahora. Si yo, por un minuto, pensara que lo es, le entregaría a Thea en un
santiamén. En todo caso, él era el que más se oponía a que ella fuera al club.
Pensamos que estaría a salvo porque era de nuestra propiedad. Pero ahora
mismo, nuestra sanadora ha admitido que lo único que mantiene a Thea con
vida es su vínculo con Lexi. Si la separa de él, no sé qué pasará.
Su voz es fría.
Me erizo. No me gusta que me acorralen así. Pero también sé que gran parte
de esto es culpa mía.
—Sí.
—De acuerdo. Sin embargo, esta niña está ahora bajo mi protección. Y
respecto a las Panteras, yo mismo me encargaré de ellas.
Sam me estudia.
—Pues vas a tener que hacerlo, y me permito sugerirte que dejes a un lado tu
ego y tu orgullo cuando hables con ella. Y te arrastres. Porque no importa si
es culpa tuya o no, ella te culpará. Y debería hacerlo. Yo lo hago.
Parece tenso.
—Toma.
Saca el móvil y muestra una foto. Es la foto que me envió de Thea desde el
club.
—Lo he confirmado —me dice Ray—. Así es. Pero eso no es lo que quiero
decirte.
Estoy flotando.
El alivio es asombroso.
*** ***
Las luces son tenues y miro lentamente a mi alrededor. Siento todo el cuerpo
magullado y oigo un sonido suave que viene de una esquina. Me duele la
cabeza, me duele todo, giro la cabeza y veo a un niño.
El suave sonido es un llanto silencioso.
Intento hablar, pero tardo varios intentos en sacar algo más de mi garganta
hinchada.
Suspira.
Estoy en la guarida. Es por eso que algunos de los olores son tan familiares.
Finalmente, me rindo.
—¿Qué te ha pasado?
No me resulta fácil hablar, pero no he olvidado que los Alnora pueden traer
de vuelta a alguien en el borde de la muerte. Ahora mismo es fácil centrarse
en los demás y no en mí misma.
—Él fue a… Había una misión. Fue y resultó herido. Muchos de nuestra
manada terminaron igual.
—No pasa nada. —Me agarro al borde de la cama para mantenerme en pie
—. Vamos a ver a tu padre.
Era uno de los soldados que a menudo me había mirado con recelo. No es
como si toda la manada me hubiera aceptado con los brazos abiertos. Pero
supongo que la cautela abierta era mejor que ser apuñalada por la espalda.
Pongo mis manos en su pierna, el único lugar que puedo alcanzar ahora
mismo.
—¿Qué haces?
Puedo oír a Elías agitarse, pero ahora mismo veo las estrellas.
—¡¿Qué está pasando?! —Llega una voz aguda, y luego—: ¡Thea! Thea,
¡¿qué estás haciendo?!
—Yo… —La miro fijamente—. Ese chico. Estaba llorando. Así que...
—¡¿Papá?!
—El ni… Jeremy estaba llorando. —Miro al niño que se ha lanzado sobre
su padre, que parece extremadamente desconcertado y somnoliento—. ¿Por
qué hay tanta gente aquí?
—No. —Le agarro la mano, sintiendo frío por dentro—. No quiero que lo
sepa. No quiero ver a Lexion.
Tammy me mira con dulzura y me pone la mano en la mejilla.
¿Por qué?
Ya no lo sé.
Ya no confío en nadie.
Debería irme.
Debería marcharme.
—¿Q-Qué?
—No sé cómo lo has hecho ni por qué, pero le has salvado. —Se limpia los
ojos—. Se estaba escapando, Elías, eso es. No sabíamos cómo... Tú le
salvaste. Lo trajiste de vuelta. Lo intenté e intenté, pero no pude...
—Has hecho más que ayudar, Thea —dice Tammy con voz atragantada—. Le
has devuelto su padre a un niño y su pareja a una mujer. Todo mientras tú
misma sufrías tanto.
Me siento incómoda.
—Yo no he hecho nada que...
Cálido y relajante.
Ella parpadea.
—Pero Lexion hizo un trato con los Panteras. —La miro fijamente—. Quería
que me llevaran. Quería castigarme por ser su...
—Yo no...
Me mira preocupada.
—No lo sé, Thea. Sólo sé que Lexi ha estado subiéndose por las paredes,
tratando de encontrarte. No ha dormido desde que los Panteras te
secuestraron.
—No. —Mi voz es firme, fría—. Yo no... creo que ya he sufrido bastante.
Sigo dejando mi destino en manos de todos. Déjame ir...
—Los Pantera siguen buscándote, Thea —me dice una voz desde la puerta.
Parece cansada.
—La persona de la que debo protegerme está en esta guarida. —La miro
fijamente. Siento que todo dentro de mí está frío como el hielo—. Lexion es
quien hizo un trato con las Panteras. Lo sé porque me lo dijeron...
—¿Has pensado, por un minuto, que tal vez te dijeron eso para quebrarte?
¿O para hacerte perder la esperanza? —La voz de Seline es firme,
inquebrantable—. Porque no lo hicimos. Es decir, no perdimos la esperanza.
Seguimos buscándote. Lexi siguió buscándote. Nunca se detuvo. Queríamos
traerte a casa, y lo conseguimos.
Por la forma en la que Celia había hablado, parecía que había planeado todo
esto para alejarme de Lexion y poder quedarse con él. El recuerdo va y
viene, y me siento confusa.
Sin embargo, por mucho que lo intento, no puedo deshacerme de las palabras
de Chris cuando me contó cómo Lexion quería deshacerse de mí y cómo hizo
un trato con las Panteras.
No sé qué creer.
—Esto no debería venir de mí, pero tienes que entender que lo perdió todo,
y aún era un niño. Le llevó tiempo reconstruirse, años. Pero no pudo
recuperar a su familia, a su hermana. Todos los que amaba lo abandonaron.
Culpó a los Panteras, y su odio hacia ellos creció. Y cuando tú entraste en su
vida, todo volvió. Ha estado luchando, Thea. Está dividido entre el pasado y
el presente. El dolor regresa en oleadas en momentos como estos. Te obliga
a hacer cosas que normalmente no harías. Te hace actuar de forma ajena a tu
carácter.
—Lexi no es esa persona que ves. Tú también has pasado por mucho, y
entiendo tus problemas de confianza. Tienes todo el derecho a tenerlos. Sólo
te pido que tengas un poco de fe y comprensión. Puede que Lexi haya
arremetido contra ti, pero nunca te pondría en situación de hacerte daño.
Incluso en sus peores etapas de dolor, nunca te haría daño.
Eso es mentira.
Seline no dice nada. Espero que se enfade, pero no lo hace. En lugar de eso,
me aprieta la mano, y me dice con voz casi amable:
—Sé lo que se siente al estar enfadado con el mundo y querer arremeter
contra él por cada centímetro de dolor que te ha causado. Lo comprendo. Así
que, enfádate. Enfádate y cabréate porque eso es mejor que aguantarse las
cosas. Pero también debes saber que ahora no estás sola. Date tiempo y
espacio para curarte, no sólo de tus heridas físicas sino también de las
emocionales. Nadie obstaculizará tu proceso. Pero estamos aquí. Y si no
crees en nadie ni en nada, que sepas que yo estoy aquí.
—No quiero.
—Y no pasa nada.
Oigo murmullos excitados en la cama de Elías, pero los ignoro. Solo quiero
dormir y, a medida que el cansancio se apodera de mí, me dejo llevar por la
oscuridad y me sumerjo en su comodidad.
*** ***
Este me pone tensa, y levanto la cabeza para ver a Celia sentada en una silla
cerca de mí, con una sonrisa en los labios.
—Bienvenida de nuevo.
CAPÍTULO 22
Thea
Ver a Celia sentada tan tranquila después del infierno que acaba de hacerme
pasar, me enfurece. Se acabó el miedo. He experimentado lo peor de lo peor.
He dejado de temer a la muerte, así que una persona no es nada.
Pero la rabia y la ira son emociones nuevas con las que estoy luchando.
—Tú. —Me siento, ignorando mis dolores—. ¿Qué demonios estás haciendo
aquí?
—Bueno, mira esto. La gatita tiene garras. Sabía que no eras tan inocente y
dulce como pretendías ser. ¿Cómo te fue con Nolan? He oído que te puso a
prueba. —En sus ojos baila una alegría maliciosa, pero no se me escapa la
rabia subyacente—. Gatita mala. Quizá si te hubieras comportado y no
hubieras actuado como una putita desesperada, no habría tenido que
castigarte.
—Y, sin embargo, de alguna manera te las arreglaste para salir. —Mi voz es
fría—. Te felicitaría, pero no veo ninguna marca de apareamiento en ti. Y me
estabas llamando puta a mí.
Veo un destello de ira en sus ojos, pero su voz está llena de diversión:
—Algo así.
Se pone en pie, se acerca a mí y ahora su voz es desagradable:
—Estoy aquí para hacerte una pequeña advertencia. Será mejor que
mantengas la boca cerrada, o tus hermanos van a encontrar la manera de
llegar a ti otra vez. Si pude tirarte a los pies de Nolan, también puedo hacer
esto.
—¿Y qué? —La miro fijamente—. ¿Vas a traerlos aquí? ¿Delante de toda la
manada? ¿O vas a pedirle a tu amante que me saque de aquí y me arroje a sus
pies? ¿De qué manera? Debes tener un plan.
—No he dicho nada falso, ¿verdad? —Me burlo de ella, la sangre me hierve
por momentos—. ¿Vas a pedirle a Lexion que me entregue a Nolan esta vez?
—¿Yo?
Una voz fría brota del otro lado de la cortina antes de que se abra de un
tirón.
Las otras camas están vacías, por lo que no me extraña que Celia hablara tan
tranquila. Pero mi atención es acaparada por Lexion.
—Sólo estaba...
Se acerca a ella.
—¿Y cuál era exactamente esa amenaza? ¿Vas a llamar a los Caballeros
Pantera a la guarida? ¿Para entregarles a Thea? ¿Con qué autoridad? O
mejor aún, ¿qué te hace pensar que dejaré que entregues a Thea a Nolan?
¿Otra vez?
Saca una bonita pulsera de plata con gemas y la reconozco al instante. Antes
de que pueda decir nada, Celia se vuelve de un malsano tono blanco y
balbucea rápidamente:
Me encojo de hombros.
—Al parecer, —Lexion la mira fijamente—, una chica que se parecía mucho
a ti se les acercó y les pagó para que ligaran y acosaran a una chica en el
club esa noche. Les dio una descripción de su aspecto y su forma de vestir.
Me lanza una mirada de odio, sus bonitos ojos se llenan aún más de
lágrimas.
Lexion me mira.
—Thea. —Su voz es dura. Espero que me gruña, pero en lugar de eso, su voz
es suave—: Por favor. Ya lo sé, pero quiero saberlo también de ti.
Mientras el resto de esa noche pasa por mi boca, me siento casi en blanco.
Como si no pudiera atribuirle ninguna emoción. Es como si le hubiera
ocurrido a otra persona. Ha habido ciertos momentos de mi vida, momentos
que me han destrozado en carne viva, de los que me he disociado. Este es
uno de ellos, parece.
—¿J-Jarvis?
—Yo no... —Los ojos de Celia se desvían de aquí para allá al darse cuenta
de que se le ha acabado el juego.
—La drogaste. Convenciste a Jarvis para que drogara todas las bebidas de
Thea. Lo único que estropeó tu plan es que no sabías que el organismo de
Thea procesaría los roofies y su sangre lo purificaría tan rápido. ¡Entonces
le diste una dosis triple!
Celia palidece.
Pero se acabó el tiempo de las palabras. Dos soldados entran tras Seline y
Austin y agarran a Celia.
No sé qué decirle. Pero es evidente que Seline tenía razón. Nolan y Chris
trataron de jugar con mis emociones. Pero eso no significa que haya
perdonado a Lexion. No puedo. Una parte de mí está enfadada con él. Y no
puedo reconciliarme con esa parte.
—Thea...
—No te acerques.
Se paraliza en seco.
—Ahora lo sé.
—Entonces, ¿por qué...?
—Thea, si pudieras...
—Cometí un error, Thea. Sé que debería haber manejado las cosas de otra
manera.
—Lo fuiste. —Mi voz está calmada ahora—. Fuiste un idiota. Me humillaste.
Me hiciste sentir pequeña y sin valor. Me hiciste sentir no amada. Y estoy
empezando a creer que no merezco sentir ninguna de esas cosas.
—La he cagado, Thea. Pero debes saber esto. Desde el momento en que te
conocí, no había nada en ti que no fuera adorable, lo que hizo mucho más
difícil convencerme de que debía alejarme de ti. Sé que estás enfadada, y
necesitas un objetivo. Yo seré tu objetivo, sobre todo porque merezco una
parte de la culpa.
No sé por qué una lágrima rueda por mi mejilla al oír sus palabras, pero
cuando aprieta sus labios contra mi frente con ternura y luego se marcha,
siento como si se hubiera formado una grieta en mi corazón.
CAPÍTULO 23
Thea
Han pasado dos semanas desde que volví a la manada de Lobos de Stone
Creek. Muchas cosas han sucedido desde entonces, siendo esta una de ellas.
Ser convocado al despacho del Alfa es como ser convocado al despacho del
Director, y me siento nerviosa, aunque lo disimulo bien.
Parpadeo y él me lo explica:
—Cuando Seline lo mencionó, Lexi fue a conseguir la documentación
necesaria. También solicitó todos los documentos que le faltaban a través de
la oficina del alcalde. Ha pagado las tasas en su totalidad. Sólo tienes que
matricularte el año que viene.
Me siento entumecida.
—Me pidió que no te lo mencionara, pero creo que tienes derecho a saberlo.
Aparte de eso, quería que fueras económicamente independiente. Parece
creer que lo necesitas.
—Quiero que decidas lo que te gustaría hacer. Mientras tanto, no creo que ir
a la clínica sea una buena idea. Nolan ha rechazado todas las invitaciones de
reunión del alcalde, así que preferiría mantenerte a salvo en la guarida hasta
que se llegue a una resolución. Pero no es que tus habilidades no puedan ser
útiles dentro de la manada. Entonces, ¿estarías interesada en trabajar con
Tammy como asistente de sanador? Ella te enseñará a controlar tus
habilidades. Cree que es posible que las uses sin estar alimentadas por las
emociones. Es un puesto remunerado, por cierto.
Me da un vuelco el corazón.
—¿En serio?
Austin asiente.
Abro la boca para decir que sí, pero algo me retiene. Austin nota mi
reticencia.
—¿Qué pasa?
—Quiero aprender a luchar. Nunca se me ha dado bien, y después de… —
Respiro hondo, tratando de encontrar algo de confianza—. Después de todo
lo que ha pasado, no quiero que me vuelvan a poner en una situación en la
que esté indefensa.
—Gracias.
Austin me estudia.
Me remuevo en el asiento.
—No quería ganar puntos.
Me pongo de pie.
—Gracias, supongo.
Todo el mundo está siendo tan complaciente que no sé cómo gestionarlo. Mis
emociones están a flor de piel, pero no encuentro una salida para ellas. Mi
mano acaba de posarse en el pomo de la puerta cuando se me ocurre algo y
miro por encima del hombro, preguntando despacio:
Por supuesto.
Lexion.
*** ****
No tengo recuerdos de haber vivido dentro de una tribu. Por eso la dinámica
de esta manada a menudo me deja abrumada.
—Les gustas porque eres una sanadora —me explica Tammy mientras me
ayuda a cambiar las sábanas de las camas de la enfermería—. Los niños
siempre se sienten atraídos por los sanadores debido a nuestra energía. Y las
Alnoras son unas de las sanadoras más poderosas, después de todo.
—Jimmy me trajo ayer una rata muerta. Después la tiré, pero hoy me ha
traído otra.
Tammy se ríe.
Me callo.
Tammy continúa después de un tiempo:
—No es que le dijera que huyera —murmuro—. Sólo le pedí espacio y, tal
vez, que me dejara en paz. No sabía que se lo tomaría tan al pie de la letra.
—¡No!
—Su olor era reconfortante. Incluso cuando estaba enfadada con él. —La
fulmino con la mirada—. ¡Pero no se lo digas!
Tammy tuerce los labios mientras pasa la mano por la sábana, alisándola.
—¿Yo? Nunca.
—Su lobo no lo verá así. Y los lobos pueden ser muy territoriales.
** ****
Las noticias del regreso de Lexion no tardan en llegar a mis oídos, pero
pasan dos días y aún no le he visto. Me molesta, aunque me niegue a
admitirlo. Las palabras de Tammy me habían hecho sentir una punzada de
expectación.
Las sesiones de entrenamiento son más duras que nunca, y todo mi cuerpo
palpita cuando vuelvo a mi habitación. Pero en cierto modo también es
terapéutico. Quemo mi rabia y mi amargura cuando mi cuerpo se pone al
límite. Los ejercicios de transformación y carrera me han permitido
sincronizarme más con mi Pantera, y eso me ha calmado en gran medida.
Tengo una rutina en este lugar. Estoy haciendo amigos. Todo esto es una vida
con la que nunca soñé. Y, sin embargo, echo de menos a Universe. Echo de
menos la clínica y los animales. Pero es mejor estar segura y agradecida, así
que mantengo la boca cerrada.
Ya han pasado semanas. Pensé que al menos lo vería por aquí, pero no es
así. No es fácil admitirlo ante nadie, pero el olor de Lexion es lo único que
calma mis pesadillas. Probablemente por eso robé una de sus camisas de la
lavandería. La he estado guardando bajo mi almohada.
Y sin embargo...
Abro la puerta de mi habitación, sumida en mis pensamientos, cuando mis
ojos se abren de par en par.
El olor de Lexion.
Estaba en mi habitación.
¿Y mi pantera?
Está ronroneando.
CAPÍTULO 24
Lexion
—No tengo más misiones para ti, Lexi. —Austin me lanza una mirada severa
—. Te necesito aquí en la manada.
—¿Por qué coño no? —Levanto la cabeza para mirar a mi Alfa—. He hecho
un trabajo jodidamente fantástico...
No es que no haya vuelto a la manada, pero ha sido sobre todo por la noche
entre misión y misión, e incluso entonces, he vuelto para lavar algo de ropa,
recoger algunas cosas y organizar las tareas de los que están a mis órdenes.
Pero mi lobo se ha sentido solo. A mis ojos, sin embargo, eso era un castigo
aceptable.
—Le has dado espacio, Lexi. —Su voz es tranquila ahora—. Está
progresando a pasos agigantados. Pero también se siente sola, aunque no lo
quiera admitir.
Le he hecho tanto daño que, si quisiera que me fuera al otro extremo del
mundo, creo que lo haría.
—Deberías saber que desde que Thea empezó a entrenar con los reclutas, ha
acumulado bastantes admiradores.
—¿Qué?
Austin sonríe.
—Lo dudo. Sé de buena tinta que Thea te robó una camisa de tu cesto de la
ropa sucia.
Estos últimos tres meses han sido tortuosos. Alejado de la manada, de Thea,
viviendo con la culpa dentro de mí. Una parte de mí se sentía como si
acabara de huir, a pesar de que había sido Thea quien había pedido espacio.
Así que oír que me ha robado la camiseta me hace un poco feliz.
Estos tres últimos meses, que me han pasado factura, han tenido exactamente
el efecto contrario en Thea. Tiene las mejillas más llenas y una confianza en
sus movimientos que antes no tenía. Mis labios se curvan al verla ejecutar
movimientos ligeramente defectuosos. Su postura es un poco incorrecta
cuando se enfrenta a uno de los reclutas, pero aunque no consigue dominarlo,
logra asestarle algunos golpes devastadores gracias a su rápido movimiento
de pies.
El orgullo me invade.
Nunca será una luchadora feroz debido a su naturaleza gentil, pero si sigue
entrenando, no tendrá problemas para defenderse en una pelea. Me mantengo
entre los árboles, no estoy seguro de que quiera verme todavía. Veo que
Jason da por terminada la sesión y, mientras los reclutas se reúnen, veo que
uno de ellos, un bastardo apuesto, le ofrece su toalla. Un rugido de disgusto
sale de mi pecho al verla dudar y luego aceptarla.
Espero durante dos días una explosión de Thea, pero no oigo ni pío de ella.
—Dame esa llave inglesa. —Me tiende la mano y, cuando se la doy, añade
—: La consideración se fue por la ventana hace mucho puto tiempo, Lexi.
Ahora sólo estás siendo un poco cabroncete, y lo sabes.
—Sabes que tengo razón. Las cosas nunca se van a arreglar si te escondes de
ella.
—Yo no...
Me encojo de hombros.
—Tal vez.
—El problema es, —Jason endereza la moto y empieza a probar sus ruedas
—, que habría funcionado mucho mejor si te hubieras quedado por aquí y
hubieras hecho acto de presencia.
Le miro girar las ruedas.
Mi amigo me mira.
—Lo entiendo. De verdad. Pero este baile no puede durar para siempre.
Tuvo tres meses para rechazarte a ti y al vínculo. Pero no lo hizo. Eso te dice
todo lo que necesitas saber.
Se endereza.
—Seré sincero, Lexi. Creo que está esperando. No lo admitirá, pero ahora
está lista para abordarte de frente.
Jason sonríe.
—Tal vez.
** ****
No hay ninguna.
Pasan tres días, y ni una sola palabra de Thea.
La manada está al tanto, por supuesto, ya que algunos de los peluches se han
repartido entre los cachorros. Contemplo consternado cómo Benji, de tres
años, lleva consigo un lobo rosa, radiante de alegría.
Han pasado un par de días más y empiezo a pensar que quizá debería ir a ver
a Thea cara a cara. No ha correspondido a ninguna de mis acciones de
cortejo, ni verbal ni físicamente, y eso me tiene nervioso. Lo único bueno es
que los machos que la persiguen han disminuido.
Voy de camino a dejarle unos documentos a Jason sobre una próxima fusión
cuando oigo unas voces masculinas procedentes de los vestuarios de
hombres. No les presto mucha atención hasta que oigo el nombre de Thea.
Me detengo en seco.
—...tiene pareja.
Oigo ruidos de movimientos rápidos y otra voz añade:
La voz continúa:
—Aunque es guapa —dice otra voz—. Pero no creo que debas mirar a la
compañera de otro lobo. Especialmente ahora que Lexi ha regresado.
La falta de respeto hacia mí, puedo lidiar con ella. Thea, por otro lado, no
está sujeta a debate.
Abro la puerta de golpe, con los ojos fríos.
—¿Qué vas a hacer al respecto? Alguien como tú, que fue expulsado de la
competición para ser alfa, no debería dejarse ver por ahí.
—Ya veo. —Dejo las carpetas que tengo en la mano—. Pero la cosa es,
Zack, que sigo siendo más fuerte que tú. Así que será mejor que cuides lo
que dices, a menos que quieras que te ponga el culo en una bandeja.
—No te tengo miedo —se burla Zack—. Y follarme a esa chica tuya va a ser
pan comido. Sólo unas palabras dulces y ella estará chupando mi po…
Mi puño le golpea las tripas, haciéndole volar despedido contra sus amigos.
No me detengo ahí.
Mi rabia no se ha calmado.
—Primero tienes que lavarte la sangre —me dice una voz familiar desde
detrás de mí.
—Le dije que no... que no dijera nada sobre Thea, pero...
Veo que me mira y no siento ni una pizca de lástima por él. De hecho, me
alegro. Me alegro de que Lexion le haya hecho esto.
—No soy una reproductora —me arranco las palabras, con la furia grabada
en cada sílaba—. No eres diferente de Nolan. ¿Crees que tengo esta
habilidad, por lo que debes aparearte conmigo para iniciar una línea fuerte?
La gente que piensa como tú es peligrosa para las hembras. Ojalá Lexion
hubiera terminado el trabajo. Lo habría apreciado mucho más.
—La próxima vez —susurro sin piedad— le pediré a Lexion que te corte la
polla. No te la mereces.
No sé qué me ha pasado. Nunca había dicho algo tan crudo en mi vida. Y, sin
embargo, me sentía bien.
Gilipollas.
Sin embargo, nada más entrar, oigo a alguien soltando palabrotas. Antes de
que pueda darme cuenta, veo una figura masculina sentada ante el escritorio
de Tammy, intentando vendarse la mano. No necesito ver la cara de Lexion
para reconocerlo. Su olor está por toda la habitación.
—Primero tienes que lavarte la sangre —digo sin pensar al ver que intenta
vendarse la mano ensangrentada.
Se queda quieto.
Al mirar su espalda rígida, me acuerdo de los regalos sorprendentemente
abrumadores que sigo encontrando en mi habitación o en mis taquillas. A
Tammy le había hecho gracia, y Seline había robado parte del chocolate,
echándole la culpa a su embarazo y sin dejar de sonreír.
Y en todo eso, no me había topado ni una sola vez con la fuente de todos mis
dolores de cabeza.
—Yo…
Arrastro una silla y me niego a mirar a Lexion. Le cojo con cuidado la mano
herida y le froto los nudillos magullados con la toalla empapada, limpiando
la sangre.
—Lo soy.
Silencio, y luego:
Mi cabeza se levanta tan rápido ante sus palabras que, por un momento,
siento que se va a separar de mi cuello.
—¿Perdón?
—Quiero decir...
—Lo sé. —La voz de Lexion es suave—. Pero pensé que sería mejor para ti
crecer sin que yo te lo recordara todo estando aquí.
—Si que tuviste una parte —digo con voz seria, mirándole a los ojos—.
Fuiste un imbécil. Un imbécil muy grande y malo.
Lexion me mira.
Parece arrepentido.
—¿Qué?
—Yo…—Endurezco la mandíbula—. También le he dicho que ojalá le
hubieras cortado la polla.
—¿Qué?
—¡Solo me salió! —balbuceo—. Las cosas que dijo... Sonaba como Nolan,
tratándome como si fuera una reproductora y también dijo que tendría suerte
si me escupía...
Le cierro el paso.
Me mira fijamente.
—¿En serio?
—¿Mentiría?
Le miro.
—Sabías lo suficiente como para decirle a Austin que querría ser estable
económicamente y que querría aprender a luchar.
—Entonces quiero que me cortejes. —Mi voz vacila, y veo cómo la sorpresa
llena sus ojos—. Quiero que esta vez hagas las cosas bien. Quiero una cita.
Una de verdad. Y quiero flores, como las que la gente regala en las citas y...
Me tiemblan las manos mientras balbuceo lo que parecen tonterías, pero que
parecen años de deseos reprimidos.
—No quiero que me utilicen más.
Lexion me rodea con sus brazos y me levanta por los aires, con una sonrisa
curvándole los labios y haciéndole parecer devastadoramente guapo
mientras exige respuesta:
—¡Lo que quieras! —Sonríe—. Llenaré tu habitación con todas las putas
flores que quieras. De cualquier tipo. ¡Tantas como quieras!
—No me refería a eso —murmuro, pero parece tan feliz que mi pantera
ronronea.
*** ***
Quiero mantener las cosas en privado, pero los lobos son tan cotillas que ya
se ha corrido la voz y nos lanzan miradas furtivas en cuanto entramos en la
sala común.
—No puedo. —Ray me pasa el brazo por los hombros de forma familiar—.
Thea y yo vamos a la ciudad a recoger su paga. Y luego vamos a trenzarnos
el pelo el uno al otro cuando volvamos...
—Iré contigo —me dice Lexion mientras Ray sale por la puerta de la sala
común—. Sé que el alcalde lo autorizó, pero creo que dos son mejor que uno
cuando se trata de vigilarte.
—Te compraré uno —dice, con cara de insulto—. ¿Por qué gastarías tu
propio dinero cuando estoy aquí?
—Porque sí. —Le miro fijamente—. Quiero decir, ¿qué sentido tiene ganar
dinero si no puedo usarlo?
—Puedes usarlo —me dice, abriendo la puerta del garaje—. Deberías. Pero
no en cosas como éstas. Úsalo para otras cosas.
—¿Cómo qué?
—No sé. —Me miro las uñas—. Se siente raro. Me vendría bien un portátil.
Ray se burla:
—Hay una razón por la que las hembras apareadas tienen tanta seguridad
económica. Sus parejas nunca les dejan comprar nada. Es un insulto, Thea —
me mira por el retrovisor—, que una hembra compre algo cuando su
compañero está cerca. Es una cuestión de orgullo. Tendrías que ser un macho
para entenderlo.
—No quiero llevar a Lexion a la bancarrota —murmuro—. Y no creo que
estemos en esa fase en la que debería comprarme cosas.
—Ve con calma —dice Ray saliendo del garaje en dirección al camino de
tierra que lleva a la ciudad. Veo que lanza una mirada de advertencia a
Lexion, que frunce el ceño, pero guarda silencio.
Mis manos están tan apretadas en mi regazo que mis nudillos están blancos.
—Tenemos guardias situados por todas partes —dice Lexion,
despreocupado, mirándome por encima del hombro—. Nadie puede pasar.
Veo que Lexion me devuelve la mirada cada pocos segundos, pero no puedo
verbalizar mis crecientes temores.
Al girar hacia la calle donde está la clínica, siento alivio al ver lo familiar.
Al abrirla, me doy cuenta de que no hay nadie dentro. Los animales suenan
angustiados. El bolso de Universe está sobre el mostrador y me extraña que
no lo haya metido en la taquilla del vestuario.
—Fuera.
Me siento incómoda.
Lee palidece.
—Puede que no sepa la verdad, aunque no es que eso mejore su caso. —La
voz de Lexion es fría—. Pero no creerá a nadie. No creo que lo haga.
Lee se adelanta.
—Es de mamá. Era para ti, pero Chris nunca quiso que lo tuvieras.
—Necesito un minuto.
—Sólo un minuto.
—¡¿L-Lexion?!
Sin pensarlo, pronuncio su nombre y oigo los pasos que se dirigen hacia mí
cuando todo el mundo irrumpe en el interior.
—Eso es... Hay sangre de Universe en esto. —Me encuentro con su mirada,
el miedo me ahoga—. ¡¿Cómo se han enterado?! ¡Tuve tanto cuidado!
Se me escapa un quejido.
—¿Oyes eso?
La voz de Nolan llega desde el otro extremo, con una risa maliciosa.
—¿Y qué vas a hacer yendo allí? —Lexion chasquea—. ¡La matará a pesar
de todo!
—¡Le está haciendo daño! ¿Cómo esperas que sea racional cuando...?
—¡No! —Lee frunce el ceño—. ¡Chris nos echó por lo que hicimos! Intentó
matarnos porque estaba enfadado. ¡Hemos estado dando vueltas durante días,
esperando que Thea apareciera! ¡Thea, lo juramos! ¡No tenemos nada que
ver con esto!
No les creo.
Todo dentro de mí grita que vaya y salve Universe. Pero nadie me deja.
—La han cagado —me dice Lexion, con una voz demasiado segura para mi
gusto—. Te digo que la han cagado.
—¿Qué quieres que haga? —Siento que mi ansiedad aumenta—. ¿Esperar a
que pase algo?
¿Confío?
—Entonces haré todo lo que pueda para traerla de vuelta sana y salva.
—El alcalde está de camino. Thea, vas a ser trasladada a un lugar seguro.
Austin ha autorizado a tres equipos para hacer una extracción. Jason se unirá
a nosotros. El alcalde se reunirá con nosotros aquí en un par de minutos. Nos
encargaremos de esto, Thea. Lexion tiene razón.
—Me parece justo —dice Lee, con el rostro pálido—. Nos dejamos llevar,
Thea. Esto no es lo que queríamos. No estoy poniendo excusas. Éramos lo
bastante mayores como para saber lo que hacíamos.
Le miro fijamente.
—No sé por qué, si todos me habéis pegado hasta la saciedad, ver cómo lo
hacían Nolan y Clarice te hacía sentir que estaba mal o que era cruel.
Recuerdo las veces que me pateaste en el estómago con tus botas. —Me
llevo la mano al estómago—. Recuerdo el dolor. Ninguno de vosotros me
trató como si fuera vuestra hermana o siquiera una persona. No me tratasteis
mejor de lo que Nolan me trató o pretendía hacerlo. Pedir perdón es muy
fácil, ¿verdad? Obtenerlo no lo es. No quiero perdonaros. Pedir perdón no
me va a quitar todo el dolor que me infligisteis. No cambiará el pasado. Lo
único que hará es absolver una pequeña parte de vosotros. Eso es todo.
–Lo haré.
—Por aquí.
*** ***
Camina junto al agua, con una mano en la parte baja de la espalda y otra en
el estómago.
—¿Estás bien?
Algunos cachorros juegan cerca, dando volteretas unos sobre otros en sus
formas lobunas.
—La espalda me está matando —admite Seline—. Y me vuelvo loca
encerrada en el cubil. Esta mierda de baja maternal apesta.
—¿Estás bien?
Seline me sonríe.
—¡Gato!
No tengo oportunidad de responder a las palabras de Seline cuando uno de
los niños, que tiene forma humana, señala hacia los árboles. Parpadeo
confundida y sigo su mirada.
Mierda.
¡Mierda!
¿Cómo puede...?
—Este territorio fue comprado por la tribu Garra Negra —explica el alcalde
Hamrington—. No interfiero en lo que se hace aquí a menos que se esté
destruyendo la vegetación. Pero lo que sé es que a la familia de Thea se le
asignó esta porción de tierra.
—Llegamos a casa primero. Chris cogió todas las cosas de nuestros padres y
las guardó bajo llave. Conseguimos entrar a la fuerza y encontramos diarios
y todo. Muchas cosas salieron a la luz. Quiero decir —vacila—, Thea tiene
razón. No excusa lo que hicimos. Pero encontramos respuestas para ella y
para nosotros. Lo único que conseguimos llevarnos fue el collar. El resto
intentamos llevárnoslo, pero Chris y los otros dos regresaron. Hubo una
pelea, una desagradable. Chris intentó matar a Beau, yo intervine y Darrius
fue tras de mí. No tuvimos más remedio que huir.
Antes de que pueda decir nada, el vampiro a nuestro lado levanta una mano.
—Alguien va delante.
—No tenemos nada que ver con esto —dice Lee rápidamente.
—Bastardo...
Sin embargo, el alcalde hace tiempo que se ha ido, moviéndose a una
velocidad que ni siquiera yo puedo seguir.
Algo falla en toda esta imagen. Los Pantera que pululan detrás de nosotros
parecen soldados de bajo rango, y no veo a Nolan con ellos.
Mientras Charlie lucha por ponerse en pie, Lee y Beau se plantan frente a mí,
enfrentándose a sus hermanos.
—¡¿Qué coño creéis que estáis haciendo?! ¡Thea tiene pareja! No puedes
obligarla a estar con Nolan, ¡especialmente sabiendo que planea torturarla!
—No —dice Beau con los dientes apretados—. Nos dijiste que Nolan había
prometido no hacerle daño. Y que le daría estatus y poder. ¡Eso es lo que
nos dijiste!
—¡Una zorra como ella no merece estatus ni poder! —escupe Chris—. ¡Se
merece todo lo que Nolan le haga! ¡Y mucho más! ¡Y voy a entregarla justo
en sus manos!
—Maldito seas. —Le miro fijamente—. Toca a mi compañera y te arrancaré
la cabeza.
—No, él...
—¿Qué? —Tanto Darrius como Charlie se giran para mirar a Chris, con la
sorpresa escrita en sus caras.
Chris se encoge de hombros, sin inmutarse.
—Así que los mataron. Y una mierda. Su sangre mancha las manos de Thea.
No los habrían matado si nuestros padres les hubieran entregado a Thea
como reproductora. Tan simple como eso. Nolan intentaba fortalecer su
tribu.
Chris gruñe:
—Nos manipulaste. —Darrius suena tan sorprendido que sentiría lástima por
él si no supiera cómo todos esos hermanos torturaron a Thea.
—Tenemos que irnos. —Miro a Ray—. Esto es una trampa de doble filo.
Van a por Thea. Tú encárgate de estos cabrones. Llevaré dos equipos
conmigo. Que se ocupen de la mierda de su familia. No es nuestro maldito
asunto.
—¡Detenedlos!
Pero tiene demasiadas cosas entre manos, y nosotros ya estamos corriendo.
** ****
Algo va mal.
Los sonidos de la lucha llegan a mis oídos, y cuando llego al lugar donde los
lobos y las Panteras están enzarzados entre sí, ambos bandos desesperados
por derramar sangre, me doy cuenta del extraño comportamiento de Austin.
Todos se han desplazado, salvo Seline, que yace en el suelo con un dolor
aparentemente agónico. La protegen Thea y otras dos hembras maternales.
Oigo más aullidos de fondo mientras Ray llega con el resto de los soldados.
Un rugido sale de mi garganta justo cuando una ágil figura se acerca a Thea.
Los dientes de Nolan se cierran alrededor del cuello de Darrius con un
fuerte crujido. Thea palidece y suelta un grito.
Es un sonido terrible.
—Despídete, niña.
—Lexi. —El labio inferior de Thea se tambalea con angustia en sus ojos—.
No puedo... Lexi...
—No puedes salvar a todo el mundo, Thea. —Mi voz es suave—. Incluso tu
habilidad tiene limitaciones.
Darrius está gorgoteando sangre.
—Th-Thea…
—No pasa nada. —Thea se limita a acunarle incluso cuando la luz empieza a
desaparecer de sus ojos—. No pasa nada. No pasa nada.
Incluso envuelto en esto, soy consciente de lo que me rodea. Veo que algo se
lanza hacia mí y, al darme la vuelta, una Pantera se lanza contra otra.
Reconozco a Charlie golpeando a Clarice contra el suelo. Clarice es incapaz
de aferrarse a su forma animal, y mientras se desplaza hacia atrás, aúlla con
furia y dolor:
—¡Bastardos! Cabrones.
—Thea. —La detengo, pero sólo veo rabia ciega en sus ojos.
—No. —Le agarro la cara, obligándola a mirarme—. Nunca has quitado una
vida, Thea.
Austin está con ella y yo me acerco a Clarice, que forcejea con Charlie.
—¿Darrius?
Sacudo la cabeza.
Cuando asiente, ahogándose, me giro para ver que Lee y Beau ya están a su
lado.
En su dolor, todo se ha olvidado momentáneamente, el pasado, la enemistad,
mientras Charlie se hunde en el suelo junto a ella. Thea también lo abraza.
“No entiendo”, pienso para mis adentros, aturdido, “hasta qué punto su
capacidad de perdón es tan enorme que ha reunido a la misma sangre que la
atormentaba y ahora los mantiene unidos”.
El alcalde me mira antes de seguir mi mirada hacia donde Thea está rodeada
de sus hermanos.
—Nos dirigiremos al Este —dice Lee como nuevo Alfa de la Tribu—. Creo
que es mejor irnos por ahora. La distancia curará nuestras heridas, y
vendremos a veros de vez en cuando.
Austin está ocupado con su hija recién nacida, así que Thea y yo despedimos
a sus hermanos.
Thea le dedica una débil sonrisa antes de acercarse a él, abrazarlo con
delicadeza y murmurar:
—Creo que mamá y papá se alegrarían de verlo, aunque sólo sea esto por
ahora. Escríbeme. O mándame un mensaje si tienes tiempo.
—Me alegro de que esté a salvo. —Se hunde contra mí—. No quiero entrar
ahora.
La estudio.
*** ***
—¡Qué bien está esto! No sabía que aquí se escondía algo así.
—Las aguas termales son raras por aquí —confieso—. Encontré esto hace
poco.
Frunzo el ceño.
—Vas a ser mi compañera. Puedo engatusarte todo lo que quiera —le digo
con suficiencia—. Y estás preciosa cuando te ríes.
—Prometo darte mil razones para reír cada día. —Mis brazos se deslizan
alrededor de su cintura bajo el vapor, sin importarme que ella esté desnuda
mientras yo sigo con los pantalones puestos.
Thea me sonríe.
—Entonces, ¿eso te convierte en el payaso residente?
—Los payasos también tienen sentimientos. —La miro con los ojos
entrecerrados.
Sonríe.
—¿Qué es?
—Esto.
—¿Lexi? —Thea suena confusa mientras lo acepta—. ¿Lo has hecho tú?
Por fin ha empezado a llamarme Lexi.
—Tu hermana.
—Como el rayo más brillante del sol. Siempre estaba riéndose. Si alguna
vez me enfadaba, ella sabía cómo animarme. Era mi pequeño sol. Yo la
llamaba así.
Dudo, tocando la pulsera, con los ojos fijos en ella.
—Sólo digo...
—Dímelo a la cara.
—Primero te mojaré la cabeza en el agua.
Y así, sin más, me quita el dolor, sustituyéndolo por una alegría feroz que me
llena el alma.
—Th-Thea…
Puedo ver el conocimiento en sus ojos cuando me mira desde debajo de sus
pestañas.
¡Pequeña descarada!
CAPÍTULO 29
Thea
—Lexi... —gimo.
—No estaba...
—Así que ahora tienes que ganártela. —Su susurro va seguido de algo tan
sucio que mis rodillas casi ceden.
—¿En qué extremo quieres mi polla? —Se burla de mí—. ¿Tu boca o tu
dulce boquita de abajo?
Se me hace la boca agua ante la idea de arrodillarme ante él, pero mi bajo
vientre se aprieta y se suelta.
—¡Lexi!
—¡L-Lexi!
Le dejo.
*** ****
Me sonrojo.
—Lo sé. Pero recibiste algunas heridas graves durante el ataque. Sólo dos
días más. Estarás bien para el día de la ceremonia.
—Pero tú me curaste.
Me callo.
Seline se calla.
—Entiendo.
Me mira y me sonríe.
Seline sonríe.
Pero a veces, el amor y el afecto pueden curar más que la más fuerte de las
habilidades.
*** ****
Dudo.
—Mis padres me querían. Lo sé. Lo sentí en sus caricias, en sus palabras.
¿Y si abro esto y leo algo que sólo me romperá el corazón?
—Dudo que sea así. —Se levanta y viene a sentarse a mi lado—. Puede que
encuentres respuestas en estos diarios. Pero encuentres lo que encuentres,
Thea, yo estaré aquí contigo.
—En realidad —se pone de pie—, tenía una cosita para ti.
—Toma.
—¿Qué es?
Duda.
—Charlie me lo dio antes de irse.
—Recuerdo esto...
Aprieto los labios, mi sonrisa se tambalea mientras lucho por contener mis
emociones.
—Ya está.
Son largos y llenos de significado, y absorbo cada palabra que nos une en un
vínculo de amor y afecto, alegría y tristeza, oscuridad y luz. Lexi me mira a
los ojos, inquebrantable, y se me hace un nudo en la garganta de alegría.
*** ***
Los lobos disfrutan de sus fiestas.
Me han llevado a bailar con uno u otro compañero de manada, pero Lexi me
ha vuelto a robar. Mi plato no para de rebosar de comida y veo cómo Aurora
pasa a manos de otro compañero de manada que la adula.
Seline bosteza.
—Lo hace todo el tiempo —me asegura Seline—. El alcalde disfruta de este
tira y afloja con quien sea su actual esposa.
—De todos modos… —Me mira—. Debes saber, Thea, que si tienes hijos,
estarán bajo mi protección. Tus hijos continuarán la línea de los Alnora. Por
lo tanto, requerirán la protección de los antiguos.
Miro a Lexi, preguntándome cómo reaccionará ante esto, pero asiente con
seriedad.
Frunzo el ceño.
Sonríe.
—¿Un bebé?
—¿Nuestro bebé?
—Es decir, pondrá trabas a las noches de cita —sonríe Lexi—, pero será
nuestro.
Me ruborizo.
Me pincha la mejilla.
—¿Lexi?
—Nunca pensé que llegaría este día —confiesa—. Tenerte aquí así,
conmigo, con un hijo en camino. Este es un futuro que nunca pensé que sería
mío, y sin embargo aquí estás.
Hubo un tiempo en el que nunca pensé que llegaría a este punto de la vida en
el que alguien me querría y me abrazaría así, como si yo fuera lo más
preciado para él.