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En 1840, Justus von Liebig, mejoró las técnicas de análisis químico orgánico y
concluyó que las plantas necesitaban nitrógeno y dióxido de carbono en su
alimentación.
Louis Pasteur, demostró los fenómenos de isomería química existente entre las
moléculas de ácido tartárico provenientes de los seres vivos y las sintetizadas
químicamente en el laboratorio.
Hasta mediados del siglo XX no se supo con certeza en qué moléculas residían
los caracteres de la herencia que Mendel había identificado. A nivel celular ya
se había propuesto al núcleo como guardián de la herencia (descubierto por
Robert Brown en 1820). En 1869 Friedrich Miescher descubrió los ácidos
nucleicos en los glóbulos blancos y en el esperma del salmón, sustancia a la
que llamó nucleína.
En 1897 Eduard Buchner comenzó a estudiar la capacidad de los extractos de
levadura para fermentar azúcar a pesar de la ausencia de células vivientes de
levadura. En una serie de experimentos en la Universidad Humboldt de Berlín,
encontró que el azúcar era fermentado inclusive cuando no había elementos
vivos en los cultivos de células de levaduras. Llamó a la enzima que causa la
fermentación de la sacarosa, “zimasa”. Al demostrar que las enzimas podrían
funcionar fuera de una célula viva, el siguiente paso fue demostrar cual era la
naturaleza bioquímica de esos biocatalizadores. El debate fue extenso, muchos
como el bioquímico alemán Richard Willstätter discernían en que la proteína
fuera el catalizador enzimático, hasta que en 1926, James B. Sumner demostró
que la enzima ureasa era una proteína pura y la cristalizó. La conclusión de
que las proteínas puras podían ser enzimas fue definitivamente probada en
torno a 1930 por John Howard Northrop y Wendell Meredith Stanley, quienes
trabajaron con diversas enzimas digestivas como la pepsina, la tripsina y la
quimotripsina.
En torno a 1915 Gustav Embden y Otto Meyerhof realizan sus estudios sobre la
glucolisis.
En 1928, Alexander Fleming descubre la penicilina y desarrolla estudios sobre
la lisozima.
Esta técnica sirve para amplificar un fragmento de ADN; su utilidad es que, tras
la amplificación, resulta mucho más fácil identificar con una muy alta
probabilidad, virus o bacterias causantes de una enfermedad, identificar
personas (cadáveres) o hacer investigación científica sobre el ADN amplificado.
Estos usos derivados de la amplificación han hecho que se convierta en una
técnica muy extendida, con el consiguiente abaratamiento del equipo necesario
para llevarla a cabo.
La bioinformática, según una de sus definiciones más sencillas, es la aplicación
de tecnología de computadores a la gestión y análisis de datos biológicos. Los
términos bioinformática, biología computacional y, en ocasiones,
biocomputación, utilizados en muchas situaciones como sinónimos, hacen
referencia a campos de estudios interdisciplinarios muy vinculados, que
requieren el uso o el desarrollo de diferentes técnicas que incluyen informática,
matemática aplicada, estadística, ciencias de la computación, inteligencia
artificial, química y bioquímica para solucionar problemas, analizar datos, o
simular sistemas o mecanismos, todos ellos de índole biológica, y usualmente
(pero no de forma exclusiva) en el nivel molecular. El núcleo principal de estas
técnicas se encuentra en la utilización de recursos computacionales para
solucionar o investigar problemas sobre escalas de tal magnitud que
sobrepasan el discernimiento humano. La investigación en biología
computacional se solapa a menudo con la biología de sistemas.
El núcleo celular es el centro de control de la célula y determina todo lo que deben hacer
todos los organelos. El núcleo también almacena el ADN.
El grupo de genes de los cromosomas son llamados genoma celular y una de las funciones
del núcleo celular es mantener este genoma a resguardo y sin cambios.
Retículo endoplasmático
Hay dos tipos de retículo endoplasmático, cada uno con funciones diferentes, como son el
rugoso y el liso.
El retículo rugoso realiza la síntesis y el plegamiento correcto de las proteínas. Por su parte,
el retículo liso se encarga de la síntesis de lípidos y almacenamiento de calcio.
Ribosomas
Los ribosomas son los únicos organelos que tiene toda célula, incluyendo a las bacterias.
Los ribosomas llevan la información a partir del ADN y la utilizan para hacer las proteínas.
Aparato de Golgi
El aparato de Golgi, también llamado complejo de Golgi, está conformado por pequeños
sacos planos apilados formadas por membranas que se ubican dentro del citoplasma celular.
El aparato de Golgi elabora proteínas y moléculas de lípidos para su uso en otros lugares
dentro y fuera de la célula.
Si un producto tiene que ser enviado a otras células, el aparato de Golgi lo empaqueta y lo
envía.
Mitocondria
Las mitocondrias a menudo se conocen como los motores de la célula. Las mitocondrias
absorben azúcar y el oxígeno para crear el trifosfato de adenosina (ATP), el tipo de energía
que las células necesitan para funcionar.
Por lo tanto, las mitocondrias son la fuente energética para construir otras células y otro ser
vivo.
Membrana plasmática
Esto lo hace gracias a su permeabilidad selectiva, que le permite seleccionar las moléculas
que deben entrar y salir de la célula.