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X Lo Limpio y Lo Sucio - La Higiene Desde La Edad Media PDF
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Vigarello
Lo limpio y lo sucio
La higiene del cuerpo
desde la Edad Media
Georges Vigarello
Lo limpio y lo sucio
La higiene del cuerpo
desde la Edad Media
Alianza
Editorial
Título original:
Le propre et le tale. L’hygiene du corps depuis le Moyen A¿e.
cultura Libre
Introducción .................................................................... 13
PRIMERA PARTE
SEGUNDA PARTE
TERCERA PARTE
CUARTA PARTE
Notas 288
a L.
INTRODUCCION
La abertura de la piel
El aseo seco
Cuerpos entremezclados
Transgresiones
Miserias
La ropa y lo invisible
Cuerpos y espacios
Ropa y mirada
Estas transformaciones adquieren todo su sentido
con otra transformación decisiva: la reestructuración
86 I La ropa que lava
Frecuencias
Juego de apariencias
Las «comodidades»
¿Qué prácticas?
La estimación de la muerte
La Gaceta de la salud.
182 / Del agua que penetra en el cuerpo
*
después, como el Journal de santé de Burdeos, en
17853 o de Lyon, en 17934.
La iniciativa supone finalmente que hay un objeti
vo nuevo: se trata de influir en la longevidad de las
poblaciones. La meta es aumentar el número de hom
bres, trabajar en lo que Moheau llama, ya, la «dura
ción de la vida»5. Hacer el censo de las epidemias,
circunscribir las enfermedades mal dominadas, refor
zar la salud es obrar indirectamente sobre la cantidad
de los habitantes. Al viejo combate contra el sufri
miento se añade éste, más abstracto, contra un perjui
cio numérico de las poblaciones. La colectividad, como
entidad calculable, se halla en el centro de tales
objetivos. Lo que supone una orientación inédita ha
cia la masa humana: «Los hombres son la verdadera
riqueza de los Estados y es la que se olvida con mayor
frecuencia» 6.
La Gazette no es, a este respecto, más que una
consecuencia entre otras de esta primera toma de
conciencia demográfica. La creación de la Real Socie
dad de Medicina en 1776, las encuestas sobre las
epidemias que se le encargan, la moda de las topogra
fías médicas que hacen el censo de las mortalidades en
los campos y en las ciudades son otros tantos índices
de la nueva sensibilidad7. La población se convierte
en recurso específico: «Hay que multiplicar el número
de vasallos y el del ganado»8. También hay que
preservar su longevidad. Lenta toma de conciencia
que se va imponiendo, sobre todo después de 1760, y
que ilustran los primeros cálculos de mortalidad o las
primeras tablas que comparan nacimientos y defuncio
nes. Evidentemente, los fisiócratas han contribuido a
tal percepción asociando la riqueza de la tierra a una
rentabilización de lo humano: «El número de indivi
duos que puede manejar la azada, conducir un arado,
trabajar en un oficio, llevar las armas y, finalmente,
reproducirse: tal es la base de la potencia de las
El Diario de la salud.
Efluvios populares y urbanos i 183
La localización de la insalubridad
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[;
Pedagogías
La respuesta contra estas alarmas, en realidad
confusas, es una política de desamontonamiento que
hoy se conoce bien11. Por lo que toca a la higiene
misma, la respuesta es, para empezar, pedagógica.
Después de 1845 se multiplican las Hygiéne des
familles o las Hygiéne populaire, literatura filantrópica
que distribuye preceptos, sugerencias y consejos. Mas-
sé, uno de los primeros, insiste en un material estudia
do, adaptado en teoría a los interiores populares.
Encadenamiento de movimientos elementales, utiliza
ción de instrumentos «corrientes» que, a falta de baño,
deben hacer que los lavados generales se conviertan
en algo familiar. Massé, como buen pedagogo, quiere
decirlo todo: los menores movimientos, los objetos más
humildes, su materia, su forma, su número. Comenta
la cantidad de agua que hay que emplear, define SU
temperatura y limita la duración de sus aplicaciones;
enumera instrumentos, emplazamientos y tiempos» y
no se detiene ante ninguna redundancia, poniendo en
evidencia los detalles más insignificantes, persuadido
de que el público a quien se dirige tiene que aprender-
244 / El agua que protege
Dispositivos regeneradores
La imposible mirada
La prolongación de la alcoba
La localización celular
Dinámicas
Estos dos últimos ejemplos, el cuarto de baño
burgués y la cabina de las duchas populares, tan
Aparatos e intimidades / 277
Introducción
1 P. Scarron, Le Román comique (1651), en Romanciers du xvir
siécle, París, Gallimard, Pléiade, 1973, p. 560.
2 Ibid.
3 Cf. arriba, parte II, capítulo 1.
4 El texto de Norbert Elias, El proceso de la civilización, Madrid,
1988 (1.a ed. alemana, 1939); es esencial a este respecto.
PRIMERA PARTE
SEGUNDA PARTE
3. Apariencias
1 G. Tallemant des Réaux, op. cit., t. II, p. 827.
2 Ibid., t. I, p. 519.
3 Ibid., t. I, p. 615.
4 L. de Saint-Simon, op. cit.
5 Ibid.
6 Mme de La Guette, op. cit., p. 116.
7 Mme. de Maintenon, op. cit., p. 334.
8 G. Tallemant des Réaux, op. cit., t. I, p. 531.
9 B. Castiglione, El cortesano (siglo xvi), Madrid, 1984.
19 Le Mercure galant, París, julio de 1677, p. 274.
11 Ibid., p. 280.
12 «Procés verbal de la visite de l’évéque de Chartres á Saint-
Cyr», Versalles, 1692; véase T. Lavallée, Histoire de Saint-Cyr, París,
1866, p. 309.
13 P. Beaussant, Versátiles opera, París, Gallimard, 1981.
Notas / 299
TERCERA PARTE
37 Ibid.
38 Cf. Décret de la faculté de Médecine sur les nouveaux bains
établis á París sur les quais de la Grenouillére, París, 1723. Los baños
Albert y los de Poitevin tienen baños calientes. Los describe
Mercier, pero también la Guide des amateurs et des étrangers
voyageurs á París, de Thiéry, editada en 1787 (t. II, p. 597). Ya hay
algunos baños fríos que plantean un problema diferente; cf. capítulo
siguiente.
39 J.-J. Poitevin, op. cit., p. 13.
10 Sobre el precio del baño; cf. Sobre el salario de los artesanos
en 1760, cf. M. El. Kordi, Bayeux aux XVir et xvur siécles, París,
Mouton, 1570, pp. 256-257.
41 J.-J. Poitevin, op. cit., pp. 11-12,
42 La disertación de F. Raymond, op. cit., ganó el premio-
43 F. Raymond, op. cit., p. 25.
44 J.-P. de Limbourg, Dissertation sur les bains d’eau simple,
Lieja, 1757, p. 43.
45 G. Guillard de Beaurieu, L’Heureux Citoyen, Lille, 1759, p. 22.
48 Le Voyer, marqués d’Argenson, Mémoires et Journal inédit,
París, 1867, t. I, p. 205.
47 B. Chevallier, «Les inventaires mobiliers du cháteau de la
Malmaison», Bulletin d’histoire de la Ville de París, 1979, pp. 105-
107.
48 Cf. H. Havard, Dictionnaire [...], op. cit., t. I, p. 313.
49 L. Duvaux, Livre journal (1748-1753), París, 1873, p. 94.
60 J. Deville, Dictionnaire du tapissier, París, 1877, t. I, p. 515.
51 Cf. H. Havard, Dictionnaire [...], op. cit., 1.1, p. 313. Cf. también
el artículo de R. H. Guerrand, «L'áge d’or du bidet», L’Histoire,
París, Le Seuil, 1983, núm. 157, p. 84.
52 P. Verlet, «Inventaire du cháteau de Montgeofroy» (1775). La
Maison au xvir siécle en Franee, París, Baschet, 1966, p. 262.
53 «Inventaire du Palais-Bourbon» (1779), ibid., p. 274.
54 G. de Saint-Aubin, Les Papillonneri.es humaines (1770), París,
grabado BN.
55 O. Teissier, La Maison d'un bourgeois du xvir siécle, París,
1886.
58 Véase E. Dumonthier, Mobilier national de France, le meuble
toilette, style Louis XV, Louis XVI, premier et second Empire, París,
1923.
57 «Inventaire de J.-J. Rousseau á Montmorency, rué Mont-
Louis», en las Memorias de Mme d’Épinay, publicadas por F.
Boiteau en 1884, p. 435.
58 J. Corday, Inventaire de Mme de Pompadour, París, 1939, pp.
111-113.
58 B. Chevallier, op. cit., p. 109.
60 P. Verlet, op. cit., p. 262.
61 N. J. Jacquin, De la santé, París, 1762, p. 290.
Notas / 303
3. Naturaleza y artificio
1 Baronne A. d’Oberkirch, Mémoires, París, Mercure de France,
1970 (1.a ed. 1787), p. 199.
2 Ibid.
3 S. Mercier, op. cit., t. I, p. 94.
4 A. Riballier, De leducation physique et morale des femmes,
Bruselas, 1779, p. 38.
5 A. Ganne, L'Hommephysique et moral, Estrasburgo, 1791, p. 43.
0 J.-J. Rousseau, Emilio, op. cit.
7 Ibid.
8 Cf. A. Riballier, op. cit., p. 64: «Sin duda, me opondrán que sólo
tomé mis ejemplos en la clase de la gente rica, y lo reconozco. Pero
no hay que decir que si me he inspirado en esta clase es porque es
ella la que da impulso a los que son inferiores. Todo el universo se
halla hay infectado y degradado por el contagio de sus funestos
ejemplos.»
9 N.-J. Jacquin, op. cit., pp. 291-292.
10 N. G. Le Bégue de Presle, op. cit., p. 340.
11 Le Médecin des hommes depuis la puberté jusqu’á l’extréme
vieillesse, París, 1772, p. 413.
12 Marquise de La Tour du Pin, Mémoires, París, Mercure de
France, 1979 (1.a ed. 1907), p. 39.
13 Los temas se abordan paralelamente, sobre todo desde 1760.
Cf. los autores ya citado y, entre otros, a Desessarts, Tronchin,
Riballier, Jacquin, Rousseau.
14 S. Mercier, op. cit., t. IV, p. 125.
15 L. de Jaucourt, artículo «Cosmétique», Ertcyclopédie, t. IV, p.
292.
18 L. de Jaucourt, artículo «Fard», op. cit., t. VI, p. 410.
17 L. de Jaucourt, artículo «Cosmétique», op. cit., p. 292.
18 Artículo «Art du Parfumeur», Encyclopédie méthodique, París,
1789, t. IV, p. 31.
19 Duc de Levis, Souvenirs et Portraits (1780-1789), París, 1815, p.
48.
20 Mme S. F. de Genlis, Mémoires, París, 1825, t. I, p. 274.
21 Marquise de La Tour du Pin, op. cit., p. 75.
22 Ibid.
308 / Notas
54 Ibid., p. 33.
55 S. A. Tissot, op. cit., t. II, p. 62.
56 N.-A. Jacquin, op. cit., p. 289.
57 M. Dejean, Traité des odeurs, 1777, p. 467.
CUARTA PARTE
3. La pastoral de la miseria
1 C. E. Clerget, «Du nettoyage mécanique des voies publiques»,
La Revue de l’architecture, París, 1843, p. 267.
2 Ibid.
3 Ibid.
4 L. R. Villermé, Tablean de l’étai physique et moral des ouvriers,
París, 1840, t. I, p. 408.
5 E. Sue, Los misterios de París (1844), Barcelona, 1986, segunda
parte.
8 N. Turquin, Mémoires ei Aventures d’un prolétaire á travers la
Révolution, París, Maspero, 1977, p. 28.
7 L. Chevalier, Classes laborieuses et Classes dangereuses, París,
Pión, 1958, pp. 162-163.
Notas / 319
5. Aparatos e intimidades